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Si Gana Petro

Este documento resume un libro que advierte sobre los posibles efectos económicos de una presidencia de Gustavo Petro en Colombia. El autor argumenta que, aunque es importante participar en la campaña electoral contra Petro, también es crucial que las personas tomen precauciones individuales y familiares para protegerse financiera, profesional y migratoriamente de las consecuencias de un gobierno populista. El libro ofrece estrategias para cuidar los ahorros, patrimonio y futuro pensional ante la posible llegada de Petro al poder.
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Si Gana Petro

Este documento resume un libro que advierte sobre los posibles efectos económicos de una presidencia de Gustavo Petro en Colombia. El autor argumenta que, aunque es importante participar en la campaña electoral contra Petro, también es crucial que las personas tomen precauciones individuales y familiares para protegerse financiera, profesional y migratoriamente de las consecuencias de un gobierno populista. El libro ofrece estrategias para cuidar los ahorros, patrimonio y futuro pensional ante la posible llegada de Petro al poder.
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¿Y SI GANA

PETRO?

JULIO CÉSAR IGLESIAS


Autor: Julio César Iglesias
Ingeniero Industrial, analista financiero, consultor y asesor de inversiones. Ha
trabajado como trader para varias de las instituciones financieras más impor-
tantes de Colombia. En la actualidad, editor de Invelat.com, portal de infor-
mación y análisis sobre los mercados en América Latina.

Contacto: julio@invelat.com

Twitter: @IglesiasJulio87
ÍNDICE

PARTE 1: ¿PUEDE GANAR PETRO?

1. Un huracán que amenaza Colombia………… 5


2. El país que nos espera: Efectos económicos del programa pe-
trista…………31
3. Para empezar, un diagnóstico…………65

PARTE 2: PROTEGERNOS DEL PROYECTO POPULISTA

4. Cuidar nuestros ahorros y patrimonio: Instrumentos contra la


devaluación y la inflación…………91
5. Estrategias legales y tributarias “anti-socialistas”……130
6. Criptomonedas y Fintech: salidas digitales del infierno fis-
cal…………155
7. ¿Cómo cuidar nuestro futuro pensional de las garras populis-
tas? …………168

PARTE 3: SEGUIR CONSTRUYENDO NUESTRO FUTURO

8. “Emigración y arbitraje digital”: Globalizar tus ingresos para


enfrentar la crisis…………203
9. Entrenamiento laboral para la llegada de Petro…………228
10. ¿A dónde podemos irnos?: Breve manual migratorio (Canadá,
Australia, Estados Unidos Y Europa)…………256

CONCLUSIONES…………289

4
CAPÍTULO UNO
Un huracán que amenaza Colombia

Imagínese el siguiente escenario: los meteorólogos anuncian que,


por alguna anomalía climática y por primera vez en la historia, un
huracán, la tormenta Gustavo, se acerca a su ciudad y podría lle-
gar en un par de días.

¿Cuál sería su actitud frente a esta amenaza natural?

Los escépticos quizá prefieran desestimarla: “Nunca ha pasado y,


por tanto, es imposible que ocurra esta vez”. O tal vez despreciar
sus efectos destructivos: “Seguramente llegará débil, como una
brisa, no podrá hacernos daño”.

Con suerte ellos tendrán razón, al final la tormenta podría des-


viarse y nunca tocar la ciudad. O desvanecerse y no causar más
que una lluvia ligera. Pero su actitud no es la más prudente ni
responsable: frente a una amenaza, que puede ser mortal, mejor
ser precavido. Tomar el camino de la acción, el de gestionar los
riesgos e intentar mitigar el impacto del huracán.

5
Otros, en cambio, podrían exigir a las autoridades que preparen
refugios, que provean fondos a los organismos de emergencias o
que intenten proteger a los hospitales y clínicas de la ciudad. In-
cluso, organizarse con sus vecinos para podar los árboles del ba-
rrio o limpiar los canales de aguas negras para evitar inundacio-
nes.

Sin embargo, estas acciones colectivas serían insuficientes si us-


ted descuida sus responsabilidades individuales. Si por estar re-
clamando en la alcaldía olvida abastecerse de agua potable o ir al
supermercado a comprar enlatados y baterías para las linternas.
De nada le serviría reunirse con sus vecinos si olvidó llevar a su
familia a un sitio seguro y dejó abiertas las ventanas.

Si llega la tormenta, más le vale haber tomado las precauciones


necesarias para que su casa no termine en ruinas. Sería inútil ha-
ber sido un escéptico y tampoco serán suficientes las precaucio-
nes colectivas. Sin asumir responsabilidades individuales, sin to-
mar precauciones a escala personal y familiar, los efectos de la
tormenta serán devastadores.

Ocurre lo mismo con la amenaza que la candidatura de Gustavo


Petro supone para Colombia: usted puede ignorar el riesgo que

6
afrontamos o pensar que, a fin de cuentas, su gobierno “no va a
ser tan malo”.

También puede creer que es suficiente con votar en su contra o


con organizarse con unos amigos para impulsar la campaña de
alguna otra opción política.

En la muy probable eventualidad de que Petro llegue a la Casa de


Nariño, solamente las precauciones que usted y su familia toma-
ron, lo preparados que estén para enfrentar un entorno económico
retador, para defender lo que han conseguido durante años de tra-
bajo o para encontrar oportunidades en medio de la adversidad,
harán la diferencia entre un futuro prometedor y una pesadilla po-
sapocalíptica como la que hoy viven millones de venezolanos.

Lejos de invitar a la resignación, lo que pretende este libro es aler-


tar y llamar a la acción. A Petro, como una amenaza para los avan-
ces que hemos conquistado en Colombia durante las últimas dé-
cadas, hay que enfrentarlo con firmeza. Y hacerlo desde distintos
escenarios.

Por supuesto que la vía electoral, el proselitismo político, es un


instrumento válido con el que la ciudadanía puede derrotar el pro-
yecto populista de la Colombia “Humana”. Opinar en redes

7
sociales, alertar a familiares y amigos sobre los efectos económi-
cos de sus propuestas, y, claro, participar con entusiasmo el día
de las elecciones, son los mecanismos democráticos con los que
todos podemos contribuir a salvar el país de una decadencia rá-
pida y brutal.

Esos serían los instrumentos legítimos de acción colectiva o so-


cial. Sin embargo, en este libro voy a hacer énfasis en cómo,
desde una perspectiva individual, podemos enfrentar los efectos
de un gobierno de Petro. En cómo podemos, frente a la tormenta,
blindar nuestra casa de los vientos y el agua.

Se habla mucho de la necesidad de actuar desde lo colectivo, de


enfrentar con ideas políticas y estrategias electorales, proselitis-
tas, a la Colombia “Humana”, pero muy poco de lo que podemos
hacer en nuestro ámbito privado para protegernos de sus nefastas
ideas.

Y eso ocurre porque solemos pensar que tenemos el control sobre


variables que en realidad están fuera de nuestro alcance, sobre las
que ejercemos poca influencia y sobre las cuales nuestras accio-
nes son más o menos irrelevantes a la hora de determinar el rumbo
que tomarán.

8
La ilusión de control, uno de los sesgos cognitivos con los que
cargamos los seres humanos, lleva a los hinchas de un equipo de
fútbol a cantar noventa minutos desde la tribuna o, más absurdo
todavía, a gritarle a la pantalla del televisor, creyendo que su fer-
vor será clave para que un equipo gane el partido. Obviamente no
es así.

Es la misma mentira que nos contamos a nosotros mismos cuando


pensamos que basta con ir a votar “por cualquiera menos Petro”
para evitar su ascenso al poder. Pero incluso si cumplimos nuestro
deber ciudadano, si alertamos a familiares y amigos de los efectos
de sus propuestas, si conseguimos cuantiosos votos en contra del
jefe de la secta, es muy probable que igual gane los comicios.

No debemos olvidar que se trata de un sector político potente,


bien organizado y que desde hace décadas trabaja con el propósito
de conquistar el poder. Las decisiones democráticas dependen de
la opinión que tengan la mitad más uno de los electores y no hay
ninguna garantía de que las mayorías, como en tantos otros mo-
mentos de la historia, no cometan una estupidez. Al final, los cam-
bios de humor de la opinión pública son tan erráticos e imprede-
cibles como un fenómeno natural.

9
Lo que sí podemos controlar son las decisiones personales y fa-
miliares, a nivel financiero, profesional, educativo y hasta migra-
torio, que pueden reducir o agravar los efectos destructivos de un
gobierno populista en nuestras vidas.

¿Y si gana Petro? ¿Cómo proteger nuestro futuro y el de nuestros


seres queridos? ¿Cuáles estrategias financieras y legales podemos
usar? Esas son las preguntas que responderé en las páginas y ca-
pítulos siguientes.

Negar la realidad o enfrentar los hechos

A mi abuela le encantaba ver un culebrón en las tardes, que me


tocaba soportar porque el suyo era el único televisor que había en
mi casa y, lo más importante, porque era mucho mejor que hacer
tareas.

La protagonista era una señora, digámosle Carlota, casada con un


ejecutivo. Ella comenzó a sospechar que su esposo tenía una
aventura. Lo primero fueron las llegadas tarde, luego una camisa
con olor a pachulí, después el recibo arrugado de una cena román-
tica. Tanto sufría la pobre que contrató a un detective que le en-
tregó la prueba reina: las fotos de su marido besuqueando a la
secretaria voluptuosa.

10
Pero Carlota no se animó a encararlo. Prefirió callar y fingir que
todo estaba bien. La alternativa era aterradora; perder las tarjetas
de crédito y la acción del club era un escenario mucho peor que
soportar los “cachos” y esperar resignada a que se cansara algún
día de su amante.

Pero, por más que intentó cerrar los ojos, a Carlota le tocó enfren-
tar la realidad cuando el sujeto armó una maleta y se fue de la
casa. Se quedó sin tarjetas, ni club, ni marido. Con un buen abo-
gado la dejó en la calle, en la ruina y destrozada.

Y me acuerdo del culebrón porque la actitud de Carlota es la


misma que están asumiendo millones de colombianos por estos
días al negarse a enfrentar la realidad, al cerrar los ojos a lo que
ya es evidente: el amplio favorito para ser el próximo presidente
de Colombia es Gustavo Petro.

Igual que Carlota, están haciendo lo posible para no ver lo obvio:


una presidencia de un radical de izquierda es el escenario más
probable en 2022. Y negamos esa realidad porque, como le pa-
saba a Carlota, es muy doloroso enfrentar sus consecuencias. Te-
nemos miedo de abrir los ojos.

11
Estoy lejos de creerme Nostradamus: por supuesto que el triunfo
de Petro no es seguro y tampoco inevitable; si bien es obvia su
fortaleza electoral, su nombre sigue generando temores en am-
plios sectores de la sociedad. Sin embargo, creer de forma ciega
que su derrota se repetirá necesariamente en 2022 y que no hay
posibilidad de que ascienda al poder, y por tanto no prepararse
para esta eventualidad, es un error que puede salirnos muy caro.

La debacle que ocurriría en el país si Petro consigue aplicar de


forma íntegra sus propuestas económicas sería de proporciones
venezolanas. Millones de vidas destrozadas, quiebras masivas, fa-
milias huyendo del país. La ruina.

Es normal que quienes entienden lo nefasto del proyecto petrista


acudan al optimismo para creer que no existe posibilidad de que
esto ocurra. “En Colombia nunca va a ganar la izquierda porque
es un país muy godo”, me dijo un amigo hace poco, como si el
pasado nos dijera exactamente lo que puede o no ocurrir en el
futuro, o como si las generaciones más jóvenes se parecieran a las
de nuestros padres o abuelos.

Vivimos bajo la ilusión de que podemos predecir el futuro mi-


rando lo que ocurrió en el pasado. Como la extrema izquierda
nunca ha llegado al poder en Colombia, esta vez tampoco podrá
12
hacerlo, pensamos. Intuimos que como Petro perdió en 2018, esta
vez tiene que ser igual.

Malas noticias. A Carlota no le sirvió de nada fingir que tenía a


un santo por marido; a nosotros tampoco nos servirá pretender
que Petro no puede ganar.

“Esperar lo mejor, prepararse para lo peor”, afirma un adagio in-


glés que resume el espíritu de este libro. Aunque confío en la ma-
durez de la sociedad colombiana para rechazar un proyecto que
coquetea con el socialismo, y por tanto con el empobrecimiento
del país, más nos vale estar listos para perder.

Una historia de terror electoral

Mientras escribo estas líneas, Gustavo Petro es el favorito para


ponerse la banda presidencial el 7 de agosto de 2022.

Basta revisar los datos que publicó la firma Invamer en una en-
cuesta realizada en agosto de 20211 para entender el escenario
electoral tan desfavorable que enfrentamos aquellos que tememos
la llegada al poder del chavismo 2.0.

1
Fuente: https://www.valoraanalitik.com/wp-content/uploads/2021/08/en-
cuesta-invamer-1.pdf

13
A diez meses de la primera vuelta de las elecciones, Petro no solo
es el favorito en la intención de voto, con 30,2%, sino que supera
por más de 15 puntos porcentuales al segundo, Sergio Fajardo,
que apenas llega a 14,5%.

Este porcentaje de intención de voto es casi 5 puntos superior al


que marcaba en noviembre de 2020, cuando en la misma encuesta
apenas llegaba a 25,9%. Es decir, y a pesar de lo que muchos
creían, el paro nacional que patrocinó la Colombia “Humana” no
sepultó las aspiraciones presidenciales de su líder. Todo lo con-
trario, demostró el nivel de fanatismo que inspira su figura en un
sector de la población y lo irrelevantes, a oídos de sus seguidores,
que son las críticas que sobre él se han hecho a propósito de su
papel en las protestas.

Para entender la fortaleza actual de la campaña petrista hay que


fijarse, ahora sí, en la historia. En septiembre de 2017 Gustavo
Petro tenía solo 10% en intención de voto en la encuesta de Inva-
mer2, pero en la primera vuelta de las elecciones de 2018 obtuvo

2
Fuente: https://www.semana.com/nacion/articulo/sergio-fajardo-lider-
gran-encuesta-septiembre-2017/541935/

14
más de 25% de los votos, que le bastaron para enfrentarse en la
segunda con el candidato del Centro Democrático.

Ese 25% fue el mismo porcentaje que le alcanzó a Juan Manuel


Santos para pasar a segunda vuelta en las elecciones de 2014 y
mucho más del 21% con el que Antanas Mockus hizo lo propio
en 2010.

Es decir, en las últimas tres elecciones presidenciales ha bastado


obtener un cuarto de los sufragios para llegar a la segunda vuelta.
Hoy Petro en las encuestas supera por mucho esa cifra y, salvo
alguna sorpresa mayúscula, no pareciera que fuera a obtener un
peor resultado que el de hace cuatro años.

Todo indica que el jefe de la Colombia “Humana” conseguirá


disputar la segunda vuelta presidencial en junio de 2022. Y ahí es
cuando comienza, a la luz de los números y las encuestas, la his-
toria de terror.

Una historia de terror o un cuento de hadas, dependiendo de si se


ve en Petro una amenaza para el futuro del país o un “mesías” que
transformará a Colombia en un paraíso terrenal, sin corrupción ni
pobreza. Sospecho que entre los lectores de este libro predomina
la primera interpretación.

15
Lo cierto es que el panorama luce oscuro si Petro logra llegar a la
segunda vuelta. En todos los escenarios y frente a sus posibles
rivales, gana por goleada.

Por ejemplo, si se enfrentara a Sergio Fajardo, Invamer estima


que la diferencia sería de diez puntos porcentuales (53,4% sobre
43,5%), mientras que, frente a candidatos como Federico Gutié-
rrez, Óscar Iván Zuluaga o María Fernanda Cabal, las brechas su-
perarían los treinta puntos. A todos sus rivales, de momento, Petro
les ganaría por la vía del nocaut.

Mientras Petro ha logrado unir a la izquierda radical y fagocitar a


los posibles rivales que podría encontrar en la centroizquierda, al
posicionarse como el candidato hegemónico de ese lado del es-
pectro político, el centro y la derecha lucen fragmentados, débi-
les.

El Centro Democrático, que hace cuatro años logró aplazar la vic-


toria de Petro, hoy está desgastado por un gobierno de Iván Duque
sacudido por la pandemia, los múltiples paros que enfrentó y
hasta escándalos de corrupción bien capitalizados por la oposi-
ción. Álvaro Uribe, su mayor activo electoral en el pasado, hoy
está acosado judicialmente y su imagen pública ha sufrido una

16
caída brutal. No pareciera que el partido esté en condiciones de
repetir la victoria de 2018.

Los números de las encuestas, de nuevo, dan cuenta del abismo


que separa al partido de Uribe de una nueva victoria. Incluso en
regiones que solían tener una tendencia conservadora, como en el
Eje Cafetero, Petro propinaría una auténtica paliza a los precan-
didatos del Centro Democrático en una eventual segunda vuelta.

Ni hablar de las regiones en las que ha sido más fuerte histórica-


mente la izquierda en Colombia. En el suroccidente del país, por
ejemplo, la intención de voto por Petro varía entre 43% y 48% en
las últimas encuestas de Invamer, muy lejos de cualquiera de sus
posibles rivales. En Bogotá, otro feudo tradicional de la izquierda,
en abril de 2021 llegó a superar 50% y en agosto alcanzó 32,8%.

Petro es hoy más fuerte en las regiones donde antes era débil y
mantiene su popularidad en las zonas que lo acompañaron hace
cuatro años. Sin duda es el rival por vencer, el favorito, por un
amplio margen, para ser el próximo presidente de Colombia.

De poco sirve negarlo, cerrar los ojos, como Carlota. Si no esta-


mos listos para prepararnos y mirar de frente los hechos, sin temor

17
y con valentía, lo más seguro es que terminemos igual que ella:
“entusados” y además en la ruina.

Pensar con el deseo, como Carlota

Recuerdo las excusas de la señora para no enfrentar a su esposo


infiel, para convencerse a sí misma de que el affaire con la secre-
taria era producto de sus celos y de que su marido seguía siendo
el mismo personaje ejemplar de toda la vida.

“A lo mejor se trata de una casualidad”, pensaba ella, “se habrá


ido a tomar vino con algún amigo”, “hoy se demoró porque tiene
mucho trabajo”, se insistía a sí misma para tranquilizar su angus-
tia.

Luego de superar la fase de negación, y frente a las crudas evi-


dencias, comenzó a justificarlo. “Eso es algo pasajero, ya recapa-
citará”, o “no se atreverá a dejar a su mujer para irse con otra”.

Muchos colombianos se encuentran “en modo Carlota”: inten-


tando negar la muy probable victoria de Petro o, cuando ya no
queda más remedio, buscando argumentos para convencerse de
que esa victoria no va a ser tan mala, de que las consecuencias no
serán tan nefastas o de que el tipo “no es tan mala gente”.

18
Wishful thinking o “pensamiento ilusorio” es como los psicólogos
denominan a esta actitud, que no es exclusiva de los colombianos;
al contrario, es un comportamiento típico de los seres humanos.
Cuando pensamos sobre el futuro, por ejemplo, preferimos creer
que los eventos más placenteros o positivos son también los más
probables, aunque la racionalidad y las evidencias indiquen otra
cosa.

Nos enfrentamos a un conflicto entre la realidad, la muy probable


victoria de un populista, y los deseos de que Colombia progrese
y sea una tierra fértil para desarrollar nuestros proyectos de vida.
Ese conflicto lo resolvemos en nuestra cabeza imaginando que el
escenario negativo es imposible o poco probable. Escogemos casi
siempre los deseos sobre la realidad.

El problema de esa actitud es que aplaza la hora de actuar, nos


lleva a postergar la toma de decisiones que podrían mitigar el im-
pacto en nuestras vidas del ascenso de Petro a la presidencia de
Colombia.

No puedo dejar de pensar que los centenares de miles de mendi-


gos venezolanos que deambulan por las calles del país fueron víc-
timas, por supuesto, del socialismo, pero también de su propia
actitud frente a la realidad de su país. Pecaron de complacientes,
19
pero también de optimistas. Se negaron a ver las amenazas que
había sobre su futuro, evitaron actuar porque le dieron más im-
portancia a esquivar el dolor en el presente que a tomar decisiones
difíciles que salvaguardaran su bienestar en el largo plazo.

Los venezolanos más precavidos, los que actuaron con más cau-
tela, lograron mitigar los efectos de un gobierno socialista, por
ejemplo, protegiendo sus ahorros de toda la vida mediante la com-
pra de monedas extranjeras, mientras muchos otros vieron cómo
su patrimonio se diluía por la inflación y la devaluación.

Les pasó lo mismo que a Carlota, que, en lugar de prepararse para


una nueva vida de soltera, de tomar las precauciones financieras
y legales necesarias para que su marido infiel no la dejara en la
calle, sin un centavo, decidió dar la espalda a los hechos y optar
por un optimismo irracional, ilusorio.

Por desgracia, parece que los colombianos vamos por el mismo


camino; estamos entregados a la negación de un escenario polí-
tico que con el paso de los meses parece más y más probable.

Pensar con el deseo nos ayuda a sentir menos dolor y a reducir la


angustia sobre el futuro, es esa voz optimista que todos tenemos,

20
muy necesaria y útil, pero peligrosa si no la matizamos con algo
de realidad.

Y es que todos tenemos mucho qué perder si a Colombia no le va


bien. Si Petro, como ha venido proponiendo sin ninguna ver-
güenza, logra materializar ideas económicas como la de imprimir
pesos para financiar el gasto de su gobierno, nacionalizar el aho-
rro privado de los fondos de pensiones o crear impuestos expro-
piatorios que castiguen a los ciudadanos más ricos, nuestro futuro
se verá lesionado de manera muy seria.

Los colombianos tenemos en frente un candidato presidencial que


detesta la propiedad privada y la empresa, que no teme impulsar
una agenda confiscatoria y que comparte la visión del mundo que
llevó al chavismo a arrasar Venezuela hasta convertirla en uno de
los países más miserables del mundo. Frente a amenazas como
esta, en lugar de prepararse, a veces es más fácil fingir que no
existen.

Las consecuencias de estas ideas, inspiradas en lo más burdo del


socialismo latinoamericano y en ideologías igualitaristas que han
llevado a la ruina a todas las sociedades en las que han sido apli-
cadas, serían tan nefastas que merecen un análisis mucho más de-
tallado, que abordaré en un capítulo posterior.
21
Lo cierto es que el peor error que podemos cometer es ignorar su
impacto, menospreciar su probabilidad de ocurrencia, o como
hizo Carlota, cerrar los ojos hasta que la realidad nos golpee la
puerta y nos saque a patadas de la zona de confort. Es decir,
cuando sea demasiado tarde para prepararnos o para reaccionar.

De la viralidad al triunfo electoral

No solo los números demuestran la fortaleza del “fenómeno Pe-


tro”. Además de favorecerlo las encuestas, el panorama político
es muy propicio para sus aspiraciones.

Mientras el uribismo se desgasta gobernando en medio de las di-


ficultades que ha traído la pandemia, lidia con las dificultades fis-
cales, se hunde ante la opinión con escándalos de corrupción y
con reformas tributarias, la izquierda ha demostrado que tiene una
capacidad de movilización callejera mayor que ningún otro sector
político, y que es muy hábil rentabilizando los traspiés del go-
bierno.

Las marchas durante el paro nacional a mediados de 2021, con


millones de personas en las calles expresando su rechazo al go-
bierno de Duque y de forma implícita respaldando la llegada de

22
la izquierda al poder, demuestran la fortaleza de estos sectores
radicales.

La misma fuerza se expresa en las redes sociales. El surgimiento


de una serie de influencers políticos ligados a la extrema izquierda
(Wally, Lalis o Beto Coral, por ejemplo) con millones de segui-
dores, cientos de miles de reproducciones en YouTube, miles de
likes en Twitter o Facebook, y una capacidad enorme para difun-
dir los contenidos que producen, son una manifestación de la he-
gemonía que este sector político ha alcanzado en las plataformas
digitales.

Mientras tanto, lo que podríamos llamar el establishment político


de Colombia, la “clase política tradicional”, sigue creyendo que
las prácticas clientelistas de toda la vida, las sumatorias de caci-
ques y componendas, las alianzas entre pymes y grandes empre-
sas electorales serán suficientes para ganar. Esa confianza en que
la política tradicional (el mal menor) nos “salvará” del arribo del
populismo carnívoro, al parecer es compartida por buena parte de
las élites económicas, que lucen despreocupadas y siguen menos-
preciando el riesgo que enfrentamos en 2022.

Curioso ese exceso de confianza. Pareciera que olvidan el vara-


palo que la izquierda propinó a la derecha en las elecciones
23
regionales de 2019, cuando en las tres ciudades principales del
país, Bogotá, Medellín y Cali, ganaron candidatos que habían
apoyado a Petro en las elecciones del año anterior. Una victoria
contundente que la Colombia “Humana” no dudó en reclamar.
Una demostración de que el péndulo político, que por años ha fa-
vorecido a la derecha, está inclinándose a la izquierda y de que
las masas urbanas del país respaldan de forma mayoritaria un pro-
yecto de corte populista.

Al final, lo que explica la muy probable victoria de Gustavo Petro


en las próximas elecciones tiene que ver con el éxito que ha tenido
la izquierda más radical en viralizar su narrativa sobre la situación
de Colombia, es decir, su explicación sobre el pasado y el pre-
sente del país.

Y en ese viralizar su diagnóstico de los problemas del país, el


mismo diagnóstico que ha sido comprado por una porción muy
importante de los colombianos, las redes sociales han jugado un
papel central. El control, tanto en términos de creación de conte-
nidos como en su difusión, es apabullante por parte de la izquierda
radical. Las tendencias en Twitter, los vídeos más vistos en
YouTube o Facebook, los artículos más compartidos en los

24
portales de noticias, casi siempre tienen algo en común: un sesgo
ideológico, una postura política muy escorada a la izquierda.

“Quien controla el pasado controla el futuro”, explicaba George


Orwell. Y hoy el relato que predomina en la sociedad colombiana
acerca de nuestro pasado es el que nos ha contado la izquierda,
uno cuyas raíces se hunden en el marxismo, que explica nuestros
problemas acudiendo a la “lucha de clases” y a los supuestos es-
tragos que nos han dejado el libre comercio y el sistema capita-
lista.

El predominio cultural e ideológico de estas ideas en la educación


y en los medios de comunicación no es un fenómeno reciente; al
contrario, es evidente desde hace décadas.

El establishment, mientras tanto, sigue jugando a la real politik, a


los cálculos electorales y a la administración de las minucias bu-
rocráticas, de los trámites legislativos, la repartija de cargos y
contratos. Se olvidaron de que están a punto de ser echados.

Ellos también están como Carlota, en etapa de negación.

25
Una salida de emergencia

Los indicios son claros. Petro es el amplio favorito para ser pre-
sidente de Colombia en 2022. Por supuesto, ni yo ni nadie puede
dar por sentado que eso ocurrirá. El futuro es incierto, y a lo mejor
alguno de los candidatos más frescos, Federico Gutiérrez o Ale-
jandro Gaviria, por nombrar dos, puede dar la sorpresa y, como
ya hizo Duque, arrancar de último para terminar ganando por
cuenta de los temores que siguen suscitando las locuras zsade Pe-
tro.

No obstante, igual que si a su ciudad la amenaza un huracán, el


riesgo es de tal gravedad que lo mejor es actuar de inmediato y no
quedar a merced del azar o de circunstancias que, en últimas, es-
tán fuera de su alcance.

Frente a la probabilidad de que ocurra una tormenta devastadora,


mejor asegurar puertas y ventanas con madera, aprovisionarse
con alimentos no perecederos, comprar baterías para el radio y las
linternas, informarse acerca de los refugios disponibles y, de ser
necesario, trasladarse con su familia a un lugar seguro. Actuar de
inmediato, y suponer que el peor de los escenarios puede ocurrir,
es lo más prudente.

26
¿Pero eso qué significaría en el caso de una amenaza política
como la que estamos enfrentando? Prepararse desde los ámbitos
personal, financiero, educativo y profesional para administrar los
riesgos que un demagogo de extrema izquierda, como sin duda es
Petro, plantea para nuestro futuro.

Antes que nada, es importante entender cuáles serían los efectos


que su llegada a la presidencia tendría en la economía colombiana
y, por ende, en nuestras vidas. Comenzaremos en el siguiente ca-
pítulo por analizar, desde el punto de vista macroeconómico, pero
también a escala personal, cómo podrían afectarnos las nefastas
propuestas de la Colombia “Humana”.

Posteriormente, es indispensable conocer dónde estamos parados,


hacer un diagnóstico de nuestra situación económica y de nuestra
realidad personal. Un análisis de las debilidades y fortalezas que
tenemos, de las oportunidades y amenazas que este escenario nos
plantea, debe ser el primer paso para entender cuáles acciones de-
bemos emprender. Una guía para realizar este diagnóstico la en-
contraremos en el tercer capítulo.

Una vez estemos conscientes de nuestro perfil, debemos conocer


cuáles son las herramientas que están a nuestro alcance para

27
blindarnos de los efectos del petrismo y cuáles de ellas nos pue-
den ser útiles.

Si, por ejemplo, usted es un empleado que ha forjado un patrimo-


nio a lo largo de su vida, necesita entender las estrategias e ins-
trumentos financieros que le permitirán salvaguardarlo de los
efectos devaluacionistas e inflacionarios que tendría la impresión
indiscriminada de moneda que propone Petro. Esos instrumentos
financieros, que podríamos bautizar como “antisocialistas”, los
abordaremos en el capítulo cuatro.

También necesita estar consciente de las alternativas legales y tri-


butarias que lo pueden proteger de los impuestos confiscatorios y
de las expropiaciones que plantea Petro como mecanismos para
financiar su programa de gobierno. Las herramientas legales y tri-
butarias, bajo la ley colombiana o bajo leyes extranjeras, que pue-
den servirle en esta tarea, las explicaremos en el capítulo cinco.

También explicaré cómo nuevas tecnologías financieras, las fin-


tech y las criptomonedas, por ejemplo, son instrumentos muy úti-
les para que usted le impida a un Estado, descontrolado y popu-
lista, apropiarse del fruto de su trabajo. Entender la utilidad de
Bitcoin y otros criptoactivos, así como de algunas herramientas

28
fintech, para protegerse patrimonialmente, será el propósito del
capítulo sexto.

Frente a la amenaza de la Colombia “Humana” de expropiar el


ahorro privado, también es importante conocer cómo puede usted
planificar su futuro pensional en un entorno tan hostil. Ante un
gobierno que amenaza con arrebatarles a sus ciudadanos las pen-
siones, bien a través de la nacionalización de todo el sistema o de
la inflación, ¿cuáles alternativas les quedan a los colombianos
para planificar su vejez? Esa será la pregunta que abordaremos en
el capítulo séptimo.

Por otra parte, además de blindar lo que ya hemos conseguido, es


necesario entender las alternativas para seguir construyendo el fu-
turo: cómo generar ingresos y mantener su estabilidad financiera
en un entorno económico que, con toda probabilidad, va a ser muy
desfavorable. En ese sentido son claves las posibilidades que brin-
dan internet y las nuevas plataformas colaborativas.

La “inmigración digital”, un concepto que implica globalizar


nuestros ingresos prestando servicios a través de plataformas on-
line sin necesidad de abandonar el país, es una estrategia que
abordaremos con detalle y desde una perspectiva práctica en el
capítulo ocho.
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¿Cómo enfrentar el deterioro del mercado laboral? ¿Cuáles son
las habilidades y las plataformas que le pueden servir para afron-
tar una economía decadente? En este tipo de situaciones hay rutas
profesionales que se vuelven obsoletas y otras que incrementan
su demanda. Esta preparación, desde el punto de vista profesional
y laboral, la analizaremos en el noveno capítulo.

Finalmente, y entendiendo que, como ocurre cuando se acerca un


huracán, en ocasiones la mejor opción es refugiarse en un sitio
más seguro que nuestra propia casa, explicaremos las alternativas
migratorias más atractivas que tienen los colombianos. ¿En cuáles
países encontramos mayores facilidades para emigrar? ¿Qué de-
bemos hacer para preparar un plan migratorio? Analizaremos en
el capítulo décimo las ventajas y desventajas que ofrecen destinos
como Canadá, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda o Eu-
ropa, así como los requisitos que exigen en materia migratoria.

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