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Fe y Compasión en el Camino

El documento resume una historia bíblica en la que Jesús y sus discípulos caminaban hacia Jerusalén, cuando un ciego llamado Bartimeo se sentó junto al camino pidiendo limosna. Cuando oyó que Jesús pasaba, comenzó a gritar pidiendo misericordia. A pesar de que otros le reprendían para que se callara, él gritó más fuerte. Jesús se detuvo y ordenó que llamaran al ciego. Éste arrojó su manto y corrió hacia Jesús, quien le preguntó qué quería que h

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Erick Joel
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Fe y Compasión en el Camino

El documento resume una historia bíblica en la que Jesús y sus discípulos caminaban hacia Jerusalén, cuando un ciego llamado Bartimeo se sentó junto al camino pidiendo limosna. Cuando oyó que Jesús pasaba, comenzó a gritar pidiendo misericordia. A pesar de que otros le reprendían para que se callara, él gritó más fuerte. Jesús se detuvo y ordenó que llamaran al ciego. Éste arrojó su manto y corrió hacia Jesús, quien le preguntó qué quería que h

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“Y cuando salía él de Jericó con sus discípulos y una gran

Multitud, un ciego, Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba


sentado al lado del camino pidiendo limosna.

El señor salía “de” un lugar a otro en este caso de Jericó hacia Jerusalén.
Y tenemos unos datos interesantes. Nos dice que sus discípulos le
seguían y una gran muchedumbre; y que al costado del camino estaba
sentado un ciego, pidiendo limosna.
En este dato de seguimiento a Jesús, si revisamos las citas anteriores,
podríamos caer en cuenta en que hay unas ocupaciones egoístas con
Jesús, es decir, solo buscaban su propia conveniencia, en una relación
cerrada y egoísta.
Y al oír que era Jesús Nazareno, comenzó a decir a gritos:
—¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!
El ciego oye y entera de quien pasa es aquel que curo muchos enfermos
cojos lisiados, resucito muertos. Y no lo piensa mas y llama a gritos al
maestro para que lo sane.
Y muchos le reprendían para que se callara. Pero él gritaba
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mucho más: —¡Hijo de David, ten piedad de mí!


Aquí surge un grupo de gente selecta, egoísta que nada mas quiere que
no interrumpan al maestro, cuantos de nosotros tal vez hemos callado la
ilusión, la alegría, o la iniciativa de muchos hermanos, o hemos
guardado la alegría de estar con Jesús y no compartirla con los demás.
También hoy en día muchos no escuchan la voz de los mas pobres, de los
que necesitan a Jesús.
Aquí hnos. el texto nos habla de un ciego, pero esta discapacidad se
extiende en nosotros mismo, quizás somos mudos, por temor o timidez,
podemos ser sordos y no querer escuchar al hermano nuestro en una
difícil situación, o podemos ser paralíticos y no querer hacer nada, ser
indiferente a las necesidades de los otros.

Se paró Jesús y dijo:


—Llamadle.
Llamaron al ciego diciéndole:
—¡Ánimo!, levántate, te llama.
Sin embargo, hermanos, Jesús siempre escucha, se puede hacer el sordo,
porque quiere que sigamos insistiendo en nuestra petición, porque la
oración de un discípulo es asidua, constante.
Aquí es Señor nos hace participes de su misión “llamadle”. Yo pregunto,
no es lo mismo que hacemos nosotros cuando ponemos en marcha
nuestra pastoral. No motivamos para que los jóvenes de ahora oigan el
llamado de Dios. No los animamos. Y les mostramos nuestra actitud de
ser llamados por Dios.
Él, arrojando su manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
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hay un dato curioso en versículo. Nos dice que el ciego “arrojo” su manto.
Podríamos decir, que dejo lo único que tenía. Era todo.

51Jesús le preguntó: —¿Qué quieres que te haga?


Aquí yo dejo un espacio en silencio, que quiere pedirle al Señor. Aquí
esta presente entre nosotros. Míralo. El ciego pidió la vista. Para seguirle

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