ganzl912
Sociología del Iraltajo industria]
Mu* Weber
T r a d u c c ió n y p r ó lo g o d e J o a q u ín A b e llá n
EDITO R I A L TROTTA
Comunidad de M adild
ganz1912
COI ^ N ID O
. Presentació n : J oaquín Abellán 9
ganzl912 i B ibliografía ............................
T a b la c ro n o ló g ic a ................
18
20
C L Á S I C O S INTRODUCCIÓN METODOLÓGICA P.Aa.A LAS ENCUESTAS
DE LA C U L T U R A
1. Caracteres generales de la encuesta...................................... 27
2. Los problem as científico-naturales de la e n cu e s ta ........ 39
3. E l m étodo de la e ncuesta.......................................................... 56
Director de colección
Jocobo Muñoz
l'SICOFiSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
Tllulos oiigínoles; Met^ hodologscbo Einleilung für die Er^ ^ ^ ^ n O b se rva ció n p r e lim in a r................................................................................ 77
des V^ ereins fcr Soziolpoldik
Anpossung und Beiulscchicl:sof} der 1. Fatiga y descanso..................................................................................... 81
Albei1e=hoh der ^ ^ ^ ^ m nen GroQindush'ie 2. Práctica ................................................................................................... 87
y Zur P^ ^ ^ ^ ^ sik der indusJríelllen Arboit 3 . La interacción entre la fatiga y la p rá ctica................................... 101
4. La «h a b itu a c ió n » en las interrupciones del trabajo y en la
© J.C.B. ^lóhi (Paul Siebeck) Veilog, Tübingen, 1924, l 988
realización sim ultánea de varias tareas.......................................... 106
© Ediieriol TioSa, S.A . l 994 5. Interrupciones en el t r a b a jo ................................................................ 116
C / Allomirano, 34 28008 ^todiid 6 . Cuestiones m etodológicas.................................................................... 119
Teléfono 549 14 43 7. O scilaciones en los rendim ientos del trabajo industrial .......... 141
Fox 549 16 15
8. Sexo, e d a d , estado c ivil, etc., en relación con su influencia
©Jooquin Abollón Gordo, poro lo traducción y el piólogo _ en el re n d im ie n to la b o ra l..................................................................... 165
9. G a n a n c ia a destajo y diferencias de re n d im ie n to ...................... 175
Diseño 10. M e d ic iones de los contadores de los telares y oscilaciones
^ jouín Gallego
en los re n d im ie n to s ................................................................................ 182
84 - 8 1 6 4 -0 3 1 - X 11. A u m e n to de la práctica y aum ento c o n tin u a d o del re n d i-
^ legok M-382 13/94 m.iento ......................................................................................................... 191
12. Análisis de varios re n d im ie n tos individuales y su e vo lu ció n . 210
_ lmpresi6n
13. Resum en .....................................................................................................220
Cosmopin), S.l.
14. O tra s cuestiones y tareas a re a liz a r................................................. 227
lo edicl6n de^ eslO sa horro^ ^ ^ lo de Inll Ta b la s ....................................................................................................................239
I
PR E S E N T A C IÓ N
Al profesor Wiíhelm Hennis,
con la gratitud del discípulo y amigo
Los dos trabajos de M ax W eber que se editan en el presente volumen,
escritos entre 1908 y 1909, abordan cuestiones relativas a la investiga
ción empírica de la situación de los obreros industriales én Alemania
a comienzos del siglo xx.
La primera gran cuestión que plantean es la determinación de los
objetivos que debe perseguir una investigación sociológica de la indus
tria. A I tratarse de una investigación realizada desde la perspectiva
económica— desde el criteriode la rentabilidad— , pasan a un primer plano
las actitudes y los aspectos cualitativos del com portam iento de los
obreros en relación con su rendimiento, hasta elpun toqu e la-pregunta
básica a que debe responder la investigación es el tipo de hombre que
están generándo las condiciones y las exigencias del trabajo industrial.
En íntima relación con este objetivo plantea M ax W eber la cues
tión metodológica. Para el estudio del «carácter» de los obreros no re
sultan adecuados los métodos de las ciencias naturales, como la f isiología
o la psicología experimental. La economía, como ciencia cultural, tiene
un método diferente. Y si bien W eber piensa que es necesaria una co
laboración entre ambos tipos de ciencias, considera al mismo tiempo
que la diferenciación entre las ciencias naturales y las ciencias cultura
les no sólo no es fácil de superar, sino que en ningún pasaje de estos dos
trabajos presenta vía alguna para la superación de esta contraposición.
1. Las investigaciones empíricas de M a x Weber
Las reflexiones más sistemáticas de W eber sobre el trabajo industrial,
y sobre lo que podríaconsiderarse un esbozo de «sociología industrial»,
están contenidas sin duda en los dos escritos de 1908/1909 que ahora
se publican en castellano, pero, con anterioridad a ellos, M a x W eber
se había ocupado en otros momentos del estudio de la situación de los
9
SOCIOLOGIA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
obreros industriales, y también de la situación de los obreros agrícolas.
Un repaso de estos otros trabajos puede darnos una visión más comple
ta del significado de los misinos dentro de su obra.
La primera aportación de M a x W eber a la investigación empírica
de la sociedad alemana, concretamente la situación de los obreros
agrícolas, tuvo lugar en 1892, con ocasión de una encuesta que había
organizado la «Asociación de Política Social» (Verein für Sozialpolitik).
Fundada en 1872 por prestigiosos profesores universitarios alemanes
— denominados usualmente «socialistas de cátedra»— , esta Asociación
se había ocupado de algunas cuestiones teóricas y prácticas relaciona
das con el liberalismo económ ico. Entre sus miembros más famosos
destacaban Lujo Brentano, Heinrich Herkner, W ilhelm Roscher, Gus-
tav Schmoller y A d o lf W agner. Y si bien no todos ellos compartían los
mismos principios téoricos, compartían al menos algunas ideas bási
cas. N o aceptaban el ideal de la armonía social que predominaba en el
pensamiento económico liberal, por considerar que era un ideal ajeno
a la realidad. Defendían una ciencia económica más anclada en la rea
lidad empírica, que en el caso de Schmoller implicaba una profunda
orientación historicista. Y eran críticos respecto a la situación social de
su época, demandando una política social por parte del Estado que
corrigiera la situación económica y social en qi ie se encontraba Alema
nia, aunque rechazaban, por otro lado, la teoría y el programa práctico
del partido socialdemócrata alemán (SPD). Nacida la Asociación coíi
la finalidad de poder suministrar propuestas prácticas de política social
que pudieran ser tenidas en cuenta por el Estado, comenzó en 1890 la
preparación de una amplia investigación empírica sobre la situación de
los obreros agrícolas en Alemania, que se realizó entre diciembre de 1891
y enero de 1892. En esta ocasión al joven M a x W eber se le encomendó
la evaluación e interpretación de los cuestionarios remitidos por los
obreros agrícolas del Este de Alemania, que aquél plasmó ep un Infor
me publicado en 18 921.
El interés de M ax W eber por profundizar en el conocimiento de la
situación de los obreros agrícolas no se colm ó por com pleto con la,
encuesta de la Asociación de Política Social y el mismo año de 1892
propuso al Congreso Evangélico Social (Euangelisch-sozialer Korgress)
que realizara otra encuesta sobre el mismo tema. El propio W ebet y el
secretario general del Congreso Evangélico Social, Paul Gohre, redac
taron un cuestionario con veintitrés preguntas y remitieron 15.000copias
a los párrocos evangélicos de toda Alemania. En el mes de junio de 18 93
habían recibido unas mil respuestas, y W eber se encargó nuevamente
de evaluar las procedentes del Este de Alemania2.
Estos trabajos de W eber sobre los obreros agrícolas de Alemania
tienen una clara significación dentro de su trayectoria intelectual. Lo
que W eb er valora en prim er térm ino son las consecuencias de la
10
PRESENTACIÓN
implantación del capitalismo en el sector agrícola; consecuencias de'
orden económico, social, político, psicológico y moral. Y tambiéndesde
el punto de vista m etodológico tienen estos estudios una clara signifi
cación; constituyen una fase importante en el desarrollo por parte de
Weber de un método de investigación empírica, pues en los años siguien
tes continuaría interesado por los problemas que generaba la implan
tación progresiva del capitalismo, con la consiguiente destrucción de
los modelos culturales tradicionales.
En efecto, después de su estudios sobre la BolsaJ, en los que apa
recen nuevas facetas del capitalismo, W eber centra su atención direc
tamente en la investigación de la situación de los obreros industriales.
En todos sus trabajos sobre los obreros industriales escritos entre 1897
y 1909, y de manera similar a sus trabajos sobre los obreros agrícolas,
la cuestión que más le preocupa a W eber son los efectos que produce
la extensión del capitalismo, ahora en el sector concreto de la gran
industria alemana. La transformación de Alemania en un Estado indus
trial era una tema habitual de discusión y análisis en la última década
dél siglo xix. En 18 97, por ejemplo, el V III Congreso Evangélico Social
se ocupó expresamente de él, y Weber, asiduo participante en sus re
uniones, dio también a conocer allí su posición al respecto. Sin contarse
entre los que manifestaban un optimismo expreso por el desarrollo del
capitalismo, W eber reconocía, sin embargo, que no podía frenarse el
desarrollo capitalista de Alemania. El capitalismo era algo inevitable
y sólo se podía actuar económicamente desde la vía que aquél había
establecido. Por eso Weber estaba en contra tanto de quienes estaban
por una « f eudalización del capital burgués» como de los defensores de
un capitalismo nacional encerrado en los límites de Alemania. Para
W eber, ambas posiciones eran igualmente un obstáculo para la libertad
política de Alemania y para un saludable desarrollo social. La posición
de W eber a favor del imperialismo estaba íntimamente ligada a la ne
cesidad, expresamente reconocida por él, de que Alemania se m oder
nizara económica y socialmente y avanzara hacia una mayor libertad
política4. La intervención imperialista hacia el exterior debería forzar
en el interior la modernización económ ica y política de la sociedad y
del Estado alemán.
Poco tiem po después, en 1900, colaboró en una investigación sobre
los tipógrafos en Alemania5, pero donde M a x W eber abordó de una
manera más amplia y profunda el estudio empírico de la industria fue
en 1908/1909, con m otivo de la gran encuesta organizada nuevamente
por la Asociación de Política Social. En el planteamiento de la encuesta
tuvieron un papel decisivo los hermanos A lfred y M a x Weber, espe
cialmente A lfred W eber, que fue quien fijó los temas principales de la
investigación. En la reunión dé la Com isión ejecutiva de la Asociación
de Política Social, celebradaen Magdeburg el29 de septiembre de 1907,
11
SOCIOLOGIA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
' fue aceptado com o tema de investigación de la encuesta el que prop o
nían Alfred W eber y Heinrich H erkner: «la industria y sus obreros». C on
este tema se pretendía investigar las exigencias de todo tipo — intelec
tuales, psíquicas y físicas— que la industria moderna imponía a los
obreros así com o las transformaciones que los obreros industriales
estaban experim entando en su personalidad. A lfred y M a x W eber
formaron parte de la Subcomisión de la Asociación nombrada para la
realización de la encuesta y se destacaron de manera especial en las
sesiones de trabajo de esta Subcomisión, tanto en la celebrada el 13 de
junio de 1908 com o en la celebrada el 11 de octubre de 1908. En esta
segunda reunión se adoptaron los acuerdos definitivos sobre la reali
zación práctica de la encuesta: M a x W eber se encargó de redactar una
exposición sobre cuestiones metodológicas y Alfred W eber elaboró el
«Plan de trabajo» y el «Cuestionario»6.
El escrito m etodológico que M a x W eber redactó con esa finalidad
— la In trod u cción m etodológica del presente volumen— fue publica
do como lib reen 1908, con un título algo diferente y con un contenido
algo más amplio que el publicado posteriormente en 19247. Paralela
mente a los preparativos de la encuestade la Asociación de PolídcaSocial,
M ax W eber acometió personalmente, en el verano de 1908, una inves
tigación empírica sobre los obreros de la industria textil en una fábrica
de un tío suyo en Westfalia. Los resultados de esta investigación y de
la discusión metodológica en la que la enmarcó los publicó W eber en
la revista A rcbiv fü r Sozialwissenschaft und Sozialpolitik, entre 1908
y 1909, en una serie de cuatro artículos sobre Psicofísica d eltra b a jo
industrial, que se publican asimismo en el presente volumen8.
La encuesta de la Asociación de Política Social comenzó a realizar
se en octubre de 1908 y sus resultados fueron publicándose en la co
lección de escritos de la Asociación entre 1910 y 19159. En la asamblea
de la Asociación del año 1911j que tuvo lugar enNurem berg y abordó
el tema «Problemas de la psicología de los obreros», Heinrich Herkner
inform ó sobre los resultados de la encuesta. También intervino M a x
W eber, quien se lim itó a insistir en que los resultados de la encuesta no
eranen absoluto definitivosy querealmente se estabasóloal comienzo.
Según W eber, serían necesarios nuevos materiales y mucho más tiem
po para poder llegar, «con una elevada probabilidad», a resultados va
liosos y contundentes10.
A partir de entonces desaparece el interés de W eber por la inves
tigación empírica de la industria. Pero hay que mencionar todavía, sin
embargo, otra manifestación suya referida a este tema y que tuvo lugar
en 1909. Se trata de una recensión de varios escritos de A d o lf Leven-
stein, en la que W eber analiza críticamente la investigación sociológica >
que Levenstein estaba llevando a cabo entre mineros, obreros metalúr
gicos y obreros textiles' desde 190711. M ax W eber le sugiere una serie
12
PRESENTACIÓN
de puntos técnicos, el más importante de los cuales es quizá e 1concer
niente a la necesidad de elaborar una tipología precisa. Levenstein
clasificábalas respuestas a loscuesdonarios según unatipología que había
concebido de manera intuitiva, sin ofrecer una base clara para la cla
sificación. W eber le critica expresamente esta falta de sistematización
y le indica que debiera adoptar un procedimiento más lógico12.
2. O bjetivos de la investigación sobre el trabajo industrial:
el tipo de hom bre que origina la gran industria
El objetivo de la encuesta de 1908 pretende alcanzar la doble cara de
la misma realidad, pues aspira a analizar la «selección» que la gran
industria moderna opera sobre sus obreros, a la vez que el proceso de
«adaptación» que, por su parte, tienen que sufrir los obreros industria
les procedentes de otro medio laboral, social y cultural distinto. Este
doble objetivo requiere, por consiguiente, según manifiesta M a x W e
ber en su In trod u cción m etodológica, de una parte, la investigación de
las transformaciones profesionales de los obreros y las experimentadas
en su m odo de vida com o consecuencia de las condiciones de trabajo
establecidas por la industria moderna. Pero, por otro lado, implica
asimismo el análisis de la incidencia que la cualificación profesional y
el m odo de ser de los obreros tiene sobre la toma de decisiones empre
sariales, tanto en el ámbito de las medidas de carácter laboral com o en
el de las inversiones y renovación tecnológica. En definitiva, la cues
tión última que le interesa a M ax W eber en esta investigación socio
lógica del trabajo industrial es indagar «qué tipo de hombre está con-
figurando la gran industria moderna en virtud de sus características
ifi'térñas y qué~tipo de destino profesional les depara a las personas que
trabajan en ella y, a través de ahí, de manera indirecta, qué destino
extraprofesional les depara» (In trod u cción m etodológica, p. 56). Esta
preguntapor el tipo de hombre que origina la industriamodernase sitúa,
por tanto, dentro del objetivo general que guiaba asimismo sus estudios
sobre sociología de la religión, con los que quería contribuir a, una
caracterización del hombre occidental moderno, a perfilar su talante,
su actitud básica, su Gesinnungu. Tanto en sus estudios de sociología
de la religión com o en estos de «sociología de la industria» que ahora
nos ocupan, M ax W eber está interesado por la dimensión cualitativa
del comportamientojiumano, por el carácter humano o tipo de hom
bre que se ha ido configurando en la época moderna.
La gran industria, en efecto, se le presenta a W eber con unas carac
terísticas tan propias y definidas y con tales efectos sobre el «m od o de
vida» que llega a afirmar que aquélla «ha cambiado el rostro espiritual
del género humano, hasta casi no poder reconocerlo y seguirá transfor
m ándolo» (In trod u cción m etodológica, p. 74). Es esta significación de
13
S O C IO LO G IA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
la gran industria para la cultura y la civilización humana la que le in
teresa averiguar a M a x W eber. C on su hermano A lfred comparte M a x
W eber la apreciación de que la gran industria moderna ha creado ante
todo un peculiar «aparato» de producción, que le imprime su sello
diferenciador. Los elementos que configuran este «aparato» de produc
ción — la existencia de una jerarquía en los puestos de trabajo y de una
fuerte disciplina en el trabajo, el sometimiento del hombre a la máqui- -i
Jna, lageneralizacióndel cálculo de todos los movimientos y rendimientos
de los obreros— convierten a la gran industria como sistema de p ro
ducción, según W eber, en un sistema propio e independiente respecto
a su forma de funcionamiento — capitalista o socialista— . El sistema
I
de producción es en sí mismo mucho más importante que la cuestión
m enor dé si éste funciona bajo una dirección capitalista o una socialis
ta^ El es expresamente consciente, sin embargo, de que el espíritu que
se vive en esta terrible coraza de la gran industria moderna cambiaría,
si se sustituyese el principio básico de la rentabilidad por alguna forma
.dé economía sin afán de lucro. Pero la investigación, según W eber, no
debe entrar en la emisión de juicios de valor sobre la situación en la que
lá gran industria coloca a los obreros ni debe preguntar quién tenga la
«culpa» de esa situación, sino que debe limitarse a investigar la situa
ción de hecho y la relación que ésta tiene con las condiciones estruc
turales del trabajo en la gran industria.
15
3. C rítica del « naturalism o» m etodológico
La perspectiva desde la que W eber considera que debe ser abordada la
investigación del trabajo industrial es la propia de la ciencia económ i
ca, quées una ciencia cultural (Kulturwissenschaft). Por esta razón su
rechazo del «naturalismo», es decir, del intento de aplicar los métodos
de las ciencias naturales a las ciencias culturales, es rotundo tanto en
la In trod u cción m etodológica com o en la Psicofísica del trabajo indus
trial. La diferenciación y contraposición entre los métodos de ambos
tipos de ciencias no se suaviza en absoluto en estos trabajos.
Investigar el trabajo industrial desde la perspectiva de lajeconomía
significa pará M a x W eber estudiarlo desde el criterio de-la réiitabili-
dad. Hasta entonces habían primado en la investigaciónTos enfoques
fisiológicos o médicos, y el interés prioritario de los investigadores se
había centrado en las consecuencias patológicas de la fatiga y del ex
ceso de trabajo en los obreros. A M a x W eber, sin embargo, ío que le
interesa son los efectos típicos del trabajo industrial en la vida normal
del obrero, es decir, aquellos efectos que no le producen necesariamen
te una enfermedad. W eber quiere examinar cómo se adaptan los obre
ros al sistema del trabajó industrial, cóm o rinden y cómo sbn ellos
mismos, en definitiva, rentables para las empresas. Desdé la perspec-
14
PRESENTACIÓN
tiva de la ciencia económica los obreros industriales son vistos como
un factor de la producción, y, de manera similar a como ocurre con los
otrósTSctores de la producción, se calcula su capacidad de rendimien
to, sus posibilidades de fallos, etc. Desde esta perspectiva, las empresas
se preguntan si sus obreros tienen un rendimiento adecuado para que
el producto final pueda competir en el mercado e inmediatamente se
plantean cómo aumentar el rendimiento de los obreros. Para fomentar
el rendimiento de los obreros, las empresas suelen contar con el sistema
de trabajo a destajo o con el despido de los obreros menos rentables,
es decir, de los que produzcan menos o peor. Esto pone de manifiesto
un hecho decisivo para el rechazo del «naturalismo» m etodológico. El
que el obrero pueda incidir sobre su producción — por el atractivo de
las primas o bonificaciones, por su propio interés en el trabajo o por
otros fines— dificulta la medición de su rendimiento y la atribución
exacta del mismo a sus factores causales. Este hecho hace que el estudio
de la rentabilidad del obrero industrial se escape.al tratamiento de la
’ psicologíá experimental o de la psicofísica. La medición de aquélla no
tiene nada que ver con lo que ocurre en las mediciones de los rendimien
tos de los laboratorios de psicología. N i siquiera puede equipararse a
las condiciones del laboratorio de psicología la situación de cuando el
obrero trabaja con máquinas provistas de aparatos de medición, pues
el obrero puede apagar o encender la máquina según sus intereses. La
motivación, el estado de ánimo, la comodidad o el cálculo de sus ga
nancias son factores cualitativos que iniciden sobre el rendimiento y
escapan a la medición exacta del laboratorio.
M a x W eber es siempre consciente del abismo que existe entre el
m étodo de medición del rendimiento de la psicología.experimental y
el de medición del trabajo industrial desde la perspectiva económica de
la rentabilidad, aunque considera que ese abismo se puede estrechar
acudiendo al análisis de los sistemas de destajo y de los cálculos para
el rendimiento efectivo, si bien estos sistemas encierran en sí mismos
elementos que escapan asimismo a la medición exacta (Psicofísica del
trabajo industrial, pp. 135ss.). La medición, en definitiva, del trabajo
industrial desde la perspectiva de la rentabilidad no se puede determi
nar solametite_con conocimientos de la fisiología y la psicofísica, pues
éstas no explican adecuadamente factores subjetivos o cualitativos del
rendimiento, conto la m otivación o el interés por el trabajo.
Son precisamente estas insuficiencias de la fisiología o de la psico
física las que M a x W eber pone de manifiesto en los primeros seis ca
pítulos de Psicofísica d e l trabajo ind ustrial ^ £ n \ o s q o c exam ina y
discute las aportaciones conceptuales de Emil Kraepelin.iEste psiquia
tra, discípulo de W undt en su laboratoriode psicologTaexperimental
de Leipzig, estaba especialmente interesado en aplicar la fisiología a los
problemas psíquicos. Para él, en resumen, lo somático era lo auténtica
15
S OCIOLOG IA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
mente real, siendo losprocesos psíquicos «fenómenos accidentales». M ax
Weber, sin embargo, encuentra que algunos de los factores de la curva
del rendim iento con que opera Kraepelin no pueden ser explicados
satisfactoriamente desde la propiateoría fisiológica que Kraepelin utiliza
para explicar la «fatiga» y la «práctica». Esos factores a los que se refiere
W eber son la «m otivación», la «estimulación» y el «impulso de la v o
luntad», pero, incluso en el concepto básico de la «fatiga» de Kraepelin,
encuentra W eber algunas dificultades explicativas; desde el momento
en que la «fatiga» puede no disminuir, aun después de lin cierto tiempo
de trabajo, si intervienen otros factores com o la motivación. N i siquie
ra todo lo que ocurre en torno a la fatiga puede explicarse, en último
térm ino, desde una base fisiológica. Y , según W eber, es el prop io
Kraepelin quienda pie para pensar que existen procesos inconscientes,
psíquicos —:com o el «impulso de la voluntad»— , lo cual significaría ya
una renuncia tácita al paralelismo físico-psíquico de W u ndt14.
Pero, probablemente la insuficiencia mayor de los trabajos de Krae
pelin radique para M a x W eber en la incapacidad de su instrumentario
conceptual para construir una tipología de los hombres atendiendo al
carácter, es decir^atendiendo a un contenida cualitativo qué vaya más
allá de la m e dición de la intensidad .y .duración de las sensaciones
(Psicofísica del trabajo industrial, pp. 125-126). A W eber le interesa
poder perfilar el tipo de hombre, el «m odo de vida» que surge con el
trabajo industrial en la fábrica, o, al menos, las características perso
nales que determinadas tareas o trabajos industriales requieren. Le
interesan las condiciones psíquicas que presupone el trabajo industrial
y los efectos psíquicos que produce. Y como considera que la psicología
experimental de su tiem po no daba respuesta a estas cuestiones, acon
seja a los colaboradores de la encuesta que no esperen mucho de la
psicología experimental. Ya en años anteriores se había manifestado en
contra de las pretensiones de la psicología de ser una ciencia «funda
mental», en el sentido de que toda la sociedad, toda la vida social, se
podría reducir o reconducir a sus condiciones psicológicas y éstas a sus
componentes más simples. En su artículo sobre la objetividad del co
nocimiento en las ciencias sociales, de 1904, y ensu artículo sobre Knies
y el problem a de la irracionalidad, de 1906, se había opuesto abierta
mente a las pretensiones de W undt de concebir la psicología com o una
«concepción del m undo» o com o una ciencia que la pudiera suminis
trar15. Para W eber, la psicología experimental no iba más allá del aná
lisis de los efectos del trabajo industrial moderno sobre el sistema
psicofísico de los obreros, mientras que a él le interesaba averiguar cómo
influía sobre el carácter.
Por esta misma razón de la especificidad metodológica de las cien
cias culturales critica W eber la posición de W ilhelm Ostwald en un
artículo publicado asimismo en 1909. Ostwald, profesor de Química
16
PRESENTACIÓN
en la Universidad d e Leipzig y prem io N ob el de Química en 1909,
defendía la existencia de una unidad entre el hombre y la naturaleza y
la consiguiente validez de las mismas leyes en ambos dominios. Según
Ostwald, las leyes básicas de la energía valían para ambos ámbitos, el
del espíritu y el de lamateria16. Pero Ostwald representaba para Weber,
sin embargo, ese equivocado «naturalismo» que intentaba aplicar al
ámbito de la «cultura» los métodos de las ciencias naturales y que pre
tendía obtener «juicios de valor» partiendo de datos científico-natura
les. W eber, por el contrario, defiende la especificidad de las ciencias
culturales, aunque se declara al mismo tiempo partidario de una cola
boración con las ciencias naturales, pero considera inexcusable para esa
colaboración que se acepte previamente con carácter general la siguiente
idea: que la técnica no depende sólo de sí misma; que son ciertas con
diciones sociales históricas las que han hecho posible el aprovechamiento
de los «descubrimientos» técnicos; y que el futuro del desarrollo de la
técnica depende de la evolución de las condiciones o condicionantes
históricas, y no meramente de las propias posibilidades técnicas17.
Otra cuestión importante que W eber plantea en la Introducción
m etodológica y en Psicoftsica del trabajo industrial, y que le sirve para
insistir en la diferenciación metodológica entre las ciencias culturales
y las ciencias naturales, es el papel dé la herencia como factor determi
nante de las actitudes y del carácter. La cuestión la plantea a propósito
de si la aptitud para el trabajo industrial es una cualidad heredada o
adquirida. A la vista de los conocimientos de sil época sobre la trans
misión hereditaria de las capacidades, M a x W eber concluye que la
idoneidad para el trabajo industrial no puede explicarse desde la heren
cia. Por esta razón aconseja a los colaboradores de la encuesta que no
partan de la herencia para explicar los comportamientos de los obre
ros, sino del medio social y de las tradiciones en que han vivido (In tro
ducción m etodológica, pp. 50-51). Frente a las características bioló
gicas — hereditarias— , W eber habla de la educación y las tradiciones
recibidas com o factores decisivos en la explicación de las actitudes bá
sicas de los obreros. Pero su posición no deja de ser ambigua. A pesar
de recomendar que en este tipo de investigación se opere preferiblemente
con el concepto de «hiedió social»J(Psicoflsica del trabajo industrial,
p. 227), tampoco este conceptó'Te parece preciso. Para poder ser uti
lizado con provecho es necesario determinar con claridad las circuns
tancias personales concretas que se están tomando en consideración
cuando se habla de «m edio social» como punto de referencia explica
tivo de las actitudes o del talante de la persona. A pesar de esta ambi
güedad, sí queda claró su rechazo a acudir al concepto de los «carac
teres nacionales» (Introducción m etodológica, p. 48) y sü inclinación
a privilegiar laK u ltu ríre iite a la biología (Psicoftsica del trabajo indus
tria l pp. 231, 234).
17
S O C IO LO G IA DEL TRABAJO INDUSTRIAL j
PRESENTACIÓN
U n p a s a je d e la In trod u cción m etodológica e x p r e s a c o n r o t u n d id a d Gesamtausgabe, l, v o l. 4, e d . p o r W . J. M o m m s e n c o n l a c o l a b o r a c i ó n
l a c r í t i c a d e M a x W e b e r a l i n t e n t o d e a p l i c a r l o s m é t o d o s d e la s c i e n d e R . A ld e n h o ff , T ü b in g e n , 1993, pp. 626-640.
c i a s n a t u r a l e s a u n a c i e n c i a - c u l t u r a l c o m o e s la e c o n o m í a p o l í t j c a . S e ( S o b r e la s i t u a c i ó n d e l o s t i p ó g r a f o s a l e m a n e s ) : « V o r b e m e r k u n g » a l e s t u d i o
d i c e a l l í ( In trod u cció n m etod ológica , p . 4 0 ) q u e l a a p l i c a c i ó n d e la s BeitriigezurSozialstatistikder DeutschenBuchdrucker.
d e W a lt e r A b e ls d o r ff,
l e y e s d e l a f i s i o l o g í a a l t e r r e n o d e la i n d u s t r i a c o n d u c i r í a a a b a n d o n a r Volkswirtschaftliche Abhandlungen derBadischen Hochschulen, e d . p o r C .
p o r c o m p l e t o l o s o b j e t i v o s p r o p i o s d e la e c o n o m í a . S i s e q u i s i e r a n a p l i c a r J. F u c h s , G. v o n S c h u l z e - G á v e r n i t z y M . W e b e r , 40 v o l . , 40 H e f t ,
T ü b in g e n / L e ip z ig , 1 9 0 0 , p p . V I I - I X .
e f e c t i v a m e n t e la s l e y e s f i s i o l ó g i c a s a l a i n d u s t r i a , h a b r í a q u e i n t e r p r e - |
t a r e l d e s a r r o l l o in d u s t r ia l e n lo s t é r m in o s d e la le y g e n e r a l d e l a h o r r o ■
Erhebungen überAuslese undAnpassung (Berufswahl und Berufsschicksal) der
Arbeiterschaftdergeschlossenen Crossindustrie, A l t e n b u r g , 1 9 0 8 . T a m b i é n
d e e n e r g ía , m ie n t r a s q u e , s e g ú n M a x W e b e r , e l d e s a r r o llo in d u s tr ia l j
e n Gesammelte Aufsiitze zurSoziologie und Sozialpolitik, T ü b i n g e n , 1924,
d e b e r s e r e n t e n d id o d e s d e u n a p e r s p e c t iv a e c o n ó m ic a , e n r e a lid a d , c o m o ‘
p p . )-6 0 [ c o n e l t í t u l o a l g o d i f e r e n t e d e : « M e t h o d o l o g i s c h e E i n l e i t u n g
un caso de a h orro d e c o s te s . Q u ie r e d e c ir e s to q u e e l ó p t im o de | fü r d ie E r h e b u n g e n d e s V e r é in s fü r S o z i a l p o l i t i k ü b e r A u s le s e u n d
r a c i o n a l i z a c i ó n d e la e n e r g ía ^ d e s d e e l p u n t o d e v i s t a d e la f i s i o l o g í a n o | A n p a s s u n g (B e r u fs w a h l u n d B e r u fs s c h ic k s a l) d e r .A r b e ite r s c h a ft d e r g e -
c o in c id e e n a b s o lu t o c o n la o p t im iz a c ió n d e la e n e r g ía d e s d e e l p u n t o | s c h lo s s e n e n G r o K in d u s t r ie » , in c o m p l e t o ) .
d e v is t a .d e la e c o n o m í a , e s d e c ir , c o n la o p t i m i z a c i ó n d e la u t i l i z a c i ó n ' \ « Z u r P s y c h o p h y s i k d e r i n d u s r r i e l l e n A r b e i t » : Archiv {ürSozialwissenschaftund
d e l c a p ita l d e s d e e l p u n t o d e v is ta e c o n ó m ic o . A l e c o n o m is t a lo q u e i Sozialpolitik27 ( 1 9 0 8 ) , pp. 730-770; 28 (1909),pp.219-277; 719-761;
l e i n t e r e s a s a b e r e n e s t a i n v e s t i g a c i ó n s o b r e la i n d u s t r i a e s c ó m o r e - i ' 29 (1909)"pp.-513-542. T a m b i é n enGesammelteAufsatzezurSoziologie
p e r c u t e n s o b r e lo s o b r e r o s la s d e c i s i o n e s e m p r e s a r i a l e s r e l a t i v a s a la ;
und Sozialpolitik, T ü b i n g e n , 1924, p p . 61-255.
« Z u r M e t h o d ik s o z ia lp s y c h o lo g is c h e r E n q u e te n u n d ih r e r B e a r b e itu n g »
r e n t a b ilid a d d e la e m p r e s a , c ó m o le s a fe c t a n la s d e c is io n e s s o b r e a h o - 1
(R e c e n s ió n d e lo s e s c r it o s d e A . L e v e n s t e in : «A u s d e r T i e f e » , 1 9 0 8 ;
r r o s a la r ia l, s o b r e e l a p r o v e c h a m i e n t o d e la s m a t e r ia s p r im a s o sob re •
1909; « L e b e n s t r a g o d i c e i n e s
« A r b é i t e r - P h i l o s o p h e n u n d - D i c h t e r » , v o l . 1,
la u t i l i z a c i ó n d e l a s m á q u i n a ^ e t c . . . L a p e r s p e c t i v a d e l a r e n t a b i l i d a d , s
T a g e lo h n e r s », 1909): Archiv für Sozialwissenschaft und Sozialpolitik 29
c o n su r e m is ió n a lo s e fe c to s s o b r e e l carácte r o e l t ip o d e h o m b r e q u e . *! (1909), pp. 949-958.
g e n e r a e l m o d o d e t r a b a jo e n la g r a n in d u s tr ia , n o es a c c e s ib le c o n lo s j I n t e r v e n c i ó n d e M a x W e b e r e n la d i s c u s i ó n s o b r e e l t e m a « P r o b l e m e d e r
m é t o d o s d e la s c i e n c i a s n a t u r a l e s . M a x W e b e r n o e n c u e n t r a a q u í u rt [ A r b e it e r p s y c h o lo g ie u n t e r b e s o n d e r e r R ü c k s ic h tn a h m e a u f M e t h o d e u n d
p u e n te q u e s u p e r e la d ife r e n c ia c ió n y c o n t r a p o s ic ió n ' e n tr e a m b o s tip o s í Schriften des VereinsfiirSozialpolitik,
E r g e b n is s e d e r V e r e i n s e r h e b u n g e n » :
d e c ie n c ia s . : f 138,Leipzig, 19l2,pp. 163,176,189-197. TambiénenGesammelte
v o l.
i Aufsatze-zur Soziologie und Sozialpolitik, T ü b i n g e n , 1924, p p . 424-430
i!
(in c o m p le t o ).
' . J
B IB L IO G R A F ÍA . j;
l1 L a r e c e p c i ó n d e la « s o c i o l o g í a i n d u s t r i a l » d e M a x W e b e r e n A l e m a n i a
A c t u a l m e n t e e s t á t o d a v í a e n c u r s o la e d i c i ó n d e la s Obras Completas d e M ax ! h a s id o m u y es ca sa d u r a n te m u c h o s a ñ o s . R a l f D a h r e n d o r f y R a in e r L e p s iu s ,
W e b e r , e d . p o r H . B a ie r , M . R . L e p s iu s , W . H . M o m m s e n y W . S c h l u c h t e r : ¡ a u t o r e s d e u n o s d e lo s p r i m e r o s m a n u a le s s o b r e s o c i o l o g í a in d u s t r ia l e n
MaxWeberGesamtausgabe, J .C .B . M o h r ( P a u l S i e b e c k ) , T ü b i n g e n , 1 9 8 4 y ss. ¡ A l e m a n i a , a f i r m a b a n , p o r u n l a d o , q u e e n W e b e r e s tá n c o n t e n i d o s l o s p r i
m e r o s im p u ls o s p a r a u n a s o c i o l o g í a in d u s tr ia l, p e r o p e n s a b a n , a l m is m o
t i e m p o , q u e h a b í a q u e s i t u a r a W e b e r e n c i e r t o s e n t i d o e n u n a fa s e p r e v i a a
Escritos de Max vyeberrelativos a investigaciones empíricas r
Dabrendocf,Industrie- undBetriebssoziologie,Berlin,
la s o c i o l o g í a in d u s t r ia l ( R .
D ie Lage der Landarbeiter im ostelbischen Detttschland, L e i p z i g , 1892. A h o r a ] 1962, p . 3 0 ; R . M . L e p s i u s , Strukturen und Wandlungen im Industriebetrieb,
M ü n c h e n , 1960, p . 9). L a i d e a d o m i n a n t e e n t o n c e s e r a q u e la s o c i o l o g í a
e n MaxWeber Gesamtausgabe, s e c c i ó n I , v o l . 3 , e d . p o r M . R i e s e b r o d t , í
in d u s tr ia l c o m i e n z a c o n E lt o n M a y o y G o t z B r ie fs .
T ü b i n g e n , 1984'. \
A d i f e r e n c i a d e l o o c u r r id o e n A le m a n ia , lo s in v e s t ig a d o r e s a n g lo s a jo n e s ,
« D i e d e u t s c h e n L a n d a r b e i t e r . K o r r e f e r a t u n d D is k u s s i o n s b e i t r á g e a u f d e m j
fü n ft e n E v a n g e lis c h - s o z ia le n K o n g r e B a m 16. M a i 1 8 9 4 », enMaxWeber por e l c o n t r a r io , le o t o r g a r o n a W e b e r u n a m a y o r a te n c ió n y s ig n ific a c ió n
e n e s te c a m p o . V é a s e P . L a z a r s fe ld y A . O b e r s c h a ll, « M a x W e b e r u n d E m p ir ic a l
Gesamtausgabe., 1, v o l . - 4 , e d . p o r W . J . . M o m m s e n , c o n la c o l a b o r a c i ó n p
d e R . A ld e n h o ff, T ü b in g e n , 1993, p p . 3 1 3 -3 4 5 . . p S o c ia l R e s e a r c h »: AmericanSociologicalReview 3 0 (1965), p p . 1 8 5 - 1 9 8 ; y e l
I n t e r v e n c i ó n d e M á x W e b e r s o b r e la c o n f e r e n c i a d e K a r l O l d e n b e r g , « L í b e r ú
lib r o d e A O b e r s c h a ll EmpiricalSocialResearch inGermany 1848-1914, P a r is ,
Verhattdlungen des 8. Evangelisch-
D e u t s c h l a n d a ls I n d u s t r i e s t a a t » , e n íj 1965, q u e s it ú a a W e b e r c o m o e l p r i m e r s o c i ó l o g o e m p í r i c o d e - A l e m a n i a ;
J . E . T . . E ld r ú d g e ' se o c u p a e n d e t a l l e d e - l a « I n t r o d u c c i ó n m e t o d o l ó g i c a » , d e .
soziaÍen Kon'gresses, abgehalten zu Leipzig am 10. u. 11.}uni 1897, ‘!
1 9 0 8 : « W e b e r s A p p r o a c h t o th e S o c io lo g ic a l S tu d y o f In d u s tr ia l W o r k e r s » ,
G o t t i n g e n , 1897, pp. 1 0 5 - 1 1 3 ; 122-123. A h o r a e n Max Webers j
e n A S a h a i (ed.),MaxWeberandModernSociology, L o n d o n , 1961 ( e x i s t e t r a d .
18' i 19
i
i
S OCIOLOG IA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
cast.); S. T. Ackroyd, «Economic Rationality and the Relevance of the
Weberian Sociology to Industrial Relations»; British Journal o f Industrial
Relations (1974), pp. 236-248.
Gert Schmidt sintetiza las principales aportaciones en este campo: «Max
Webers Beitrag zur empirischen Industrieforschung»: Kólner Zeitschrift fiir
Soziologie und Sozialpsychológie 32 (1980), pp. 76-92. Para encuadrar las
aportaciones sociológicas de Weber en su época: P. Hinrichs, Um dle Seele
des Arbeiters. Arbetterpsychologie, Industrie- und Betriebssoziologie in
Deutscbland 1871-1945, Koln, 1981.
Como en estos trabajos están en un primer plano no sólo los problemas
«metodológicos», sino sobre todo «el tema» de investigación que le intere
saba a Weber; véase para esta cuestión: W. Hennis, «Eine Wissenschaft vom
M enschen». Max W eber und die deutsche N ationalók onom ie der
Historischen Schule»,enW.J.Mommsen/W. Schwentker (eds.),MaxWebeí
undseine Zeitgenossen, Góttingen/Zürich, 1988, pp. 41-83; y «Elproblema
central de Max Weber»: Revista de Estudios Políticos 33 (1983), pp. 49-99.
Sobre la relación de Weber con la psicología experimental: S. Frommer,
«Beziige zu experimenteller Psychologie, Psychiatrie und Psychopathologie
in Max Webers methodologischen Schriften», en G. Wagner/H. Zipprian
(eds.), MaxWebersWissenscbaftslebre, Frankfurt a.M.,1994, pp. 239-258;
T. B. Strong, «M ax Weber und Sigmund Freud: Berufung und Selbster-
kenntnis», en W. J. Mommsen/W. Schwentker (eds.), Max Weber und seine
Zeitgenossen, Góttingen/Zürich, 1988, pp. 640-660.
Sobre la «Asociación de Política Social»:
F. Boese,Geschichtedes VereinsfürSozialpolitik 1872-1932,Berlín, 1939; D.
Lindenlaub, Ricbtungskdmpfe im Verein fürSozialpolitik. 'Wissenschaft und
Sozialpolitik im Kaiserreicb vomehmlich vomBeginn des «Neuen Kurses» bis
zum Ausbruch des Ersten Weltkrieges (1890-1914), Wiesbaden, 1967; D .
Krüger, Nationalókonomen im wilhelminischen Deutscbland, Góttingen,
1983.
TAB LA CR O N O LÓ G IC A
1864 (21 de abril) Nacimiento de Max Weber en Erfurt, primero de los ocho
hijos de Max Weber, abogado y político prusiano, procedente de una
familia de industriales textiles, y de Hellene Fallenstein, procedente de
una familia de origen hugonote y dedicada desde varias generaciones
anteriores a la docencia y a la administración.
1882-1889 Estudios universitarios en Heidelberg, Berlín y Gotinga. Se
doctora con Levin Goldschmidt y Rudolf Gneist (1889) con una Tesis
sobre «Evolución del principio de responsabilidad solidaria y del patri
monio especial en las sociedades inercantiles de las ciudades italianas».
Esta Tesis constituye el tercer capítulo de un trabajo más amplio sobre
«Historia de las sociedades mercantiles en la Edad Media. Según fuentes
del Sur de Europa».
20
PRESENTACIÓN
1888 Ingresa en la «Asociación de política social».
1892 «Escrito de Habilitación» con August Meitzen sobre «Significación de
la historia agraria romana para el derecho privado y el derecho político».
En el semestre de verano de 1892 comienza a dar clases en la Universidad
de Berlín sobre Derecho mercantil y Derecho romano, sustituyendo a
Goldschmidt, que estaba enfermo.
1893 Matrimonio con su prima María Schnitger, que había venido a Berlín
en la primavera de 1892 para estudiar.
1894-1903 Docencia como Profesor universitario. Enotoñode 1894comienza
su docencia universitaria en Friburgo, en cuya Universidad había acep
tado una Cátedra de Economía Política. En mayo de 1895 pronuncia su
célebre Lección Inaugural de toma de posesión oficial déla Cátedra sobre
«El Estado nacional y la política económica». En 1896 se traslada a la
Universidad de Heidelberg, como sucesor del economista Knies. Proble
mas de salud le llevan a interrumpir en varias ocasiones la docencia
universitaria y a abandonarla definitivamente en octubre de 1903, a los
39 años. Se le nombra Profesor honorífico.
1903-1914 Intensa actividad investigadora y publicística. Juntamente con
Edgar Jaffé y Werner Sombart dirige la revista Archivfür Sozialwissenschaft
und Sozialpoli'tik, donde aparecerán algunos de sus más importantes
trabajos. En 1909 funda la «Sociedad Alemana de Sociología», de cuya
junta directiva forma parte junto con Ferdinand Tónnies, Georg Simmel
y Heinrich Herkner (sustituido muy pronto por Werner Sombart). La
participación de M ax Weber en los debates de la «Asociación de Política
Social» es constante durante estos años, destacando especialmente su
contribución al debate sobre los «juicios de valor».
1914-1918 Durante los dos primeros años de la primera guerra mundial,
Oficial de reserva en Heidelberg, encargado de la dirección de nueve
hospitales militares. Continúa su investigación sobre sociología de la
religión y escribe además varios artículos para el periódico Frankfurter
Zeitung sobre la situación política interna y externa de Alemania y sobre
su futuro tras la guerra.
1918-1920 En el semestre de verano de 1918 vuelve a la docencia univer
sitaria como Catedrático de la Universidad de Viena (Economía políti
ca). En la primavera de 1919 sucede en la Cátedra de la Universidad de
Munich a Lujo Brentano. Entre noviembre de 1918 y enero de 1919
participa activamente en la campaña política a favor del partido demó-
crata(Deutsche Demokrat¡sebePaitei). Enla primavera de 1919formaparte
de la delegación alemana de paz en Versalles. Muere el 20 de junio de
1920.
J o a q u ín A b e i .l á n
21
s o c i o l o g í a d e l t r a b a j o i n d u s t r i a l PRESENTACIÓN
NOTAS 14. En sus observaciones sobre Kraepelin, W eber se hace eco de algunas críticas que Kracpelin
había recibido por parte de algunos de sus discípulos y de algunos expertos, con los que W eber había
estado en contacto. Se trata de Hans Gruhle, doctorando de Kraepelin en Munich en 1904/1905,
1. El Inform e redactado por M ax W eber llevaba por cículo D ie Lage der Landarbeiter im
yde W illy Hellpach, que en 1905publicó un artículo en la revista que dirigía Weber, «Soziaípathologie
ostelbiscben D eutschland y se ocupaba efectivam ente de las provincias de Prusia Oriental, Prusia
als W issenschaft»:A rchivfürSozialw issenschaftundSozialpolitik 21 (1905), pp. 275-307. Sobre la
Occidental, Pomerania, Posnania, Silesia, Brandemburgo, M ecklem burgo y Lauemburgo. Se publi
posición de W eb er respecto a Emil Kraepelin, véase S. From m er, «Bezüge zu experim enteller
có i en diciembre de 1892, com o el tercero de los volúmenes que la Asociación de Política Social
Psychologie, Psychiatrie und Psychopatftologie in M a x W ebers methodologischen Schrifren,., en
dedicó a la evaluación de los resulrados de la encuesta (ahora en M ax Weber Gesamtausgabe, yol. U
G. W agner/H .Zipprian (eds.),Max-Webers Wissenschaftslehre,Frankfurta.M .,1994,pp. 239-258.
3). En la asamblea de la Asociación de marzo de 1893, Max: W eber expuso una ponencia al respecto.
15. Véa&eMaxWebet,GesammelteAufsiitzezurWissenschaftslebre, Tübingcn, 71988,pp. 173
Eltextodeestaponenciayde ladiscusión enM a x WeberGesamtausgabc,l, vol. 4,ed.por W . Mommsen, '
s .y 42 ss.
Tübingen, 1993, 1. Halbband, pp. 165-207.
16. W eb er escribióuna recensión del libro de W ilhelm Ostwald, Energetische Grundlagen der
2. Los resultados pro visionales de esta segunda encuesta fueron dados a conocer por W eber
Kulturwissenscha{t, bajo el tírnlo «Energetische“ Kulmrtheorien” »: ArchivfiirSozialwissemchafr und
y GOhre en el transcurso del 5.° Congreso Evangélico Social, el 16 de mayo de 1894 (texto de la
Sozialpolitik 29 (1909), pp. 575-5 98 (posreriormente en GesammelteAufsitze zur Wissenschaftslehre,
ponencia d e M a x W eber en ^ ta x WeberGesamtausgabe, [, vol. 4, 1,Halbband, pp. 3 L3-345), pero i
pp. 400-426). Ostwald había fundado la revista Annalen der Noturphilosopbie (1902-1911) para
la publicación definitiva de una parte de Los resultados com enzóen 1899. M a x W eber fue el editor
difundir sus planteamientos científicos, en la que colaboraron, entre otros, Wundt, Mach y el his
de varios cuadernos, con prólogos u observaciones preliminares suyos. Sobre la colaboración de
toriador Lamprecht.
M a x W eber con el Congreso Evangélico Social, véaseR. Aldenhoff, «M axW eberu n d der Evangeiisch-
17. Véase «Energetische Kulturtheorien . : » tenGesammelteAufsiitzezurWissenschaftslehte, esp.
soziale KongreG,., en W . J. M om m sen y W . Schwentker (eds.), M a x Weber und seine 'Zeitgenossen,
pp. 425-426.
GOningen, 1988, pp. 285-312.
3. Die^BOrseL ^weckundáu/JereOtganisation,Gótringen, 1894,yDieBorsell. DerBorsenverkehr,
GOttingen, 1896. Posteriormenteen GesammelteAufsatze zurSoziologte undSozialpolitik , Tübingen,
1924, pp. 256-288, 289-322.
4. Véase la intervención de M a x W eber en respuesraa la conferencia de Karl Oldenbergsobre
«Ü ber Deutschland als Industriesraat» en D ie Verhatuilungen des 8. Evangelsch-sozialen Kongresses
abgehaltenzuLeipzigam 10. u. H .J u n i 1897, Góttingen, 1897,pp. 105-113; 122-123. También en -
M ax WeberGesamtausgabe, vol. 4, 2. Halbband, pp. 626-640.
5. W eber coeditó, junto con C.J. Puchs y G . von Schulze-Giivernitz, la investigación de Walter
A belsdorff sobre los tipógrafos alemanes, escribiendo una notapreliminar al trabajo (W . Abelsdorff, -
Beitriige zurSoziafstattstikderDeutschen Buchdrucker, Tübingen/Leipzig, 1900). •
6. Véase el «P ró lo g o » de Herkncr, Schmoller y A lfred W eber al primer volumen de los resul- ¡
tadosdelaencuesta: M. Bernays,AusleseundAnpassungderArbei^ ^ ^ ^ dergeschlossenenGrofitndustrie, J
Leipzig, 1910 (vol. 133 de las publicaciones de la «Asociación de Política Social,.), pp. V II-X V . !
7. El título de Ja publicación era; Erhebungen überAuslese undAnpassung (Berufswahl und ?
Berufsschicksal) der A tbeiíerschaf dergeschlossenen Groftindustrie , Alcenburg, 1908. El texto,incom- I
pleto, que se publicó en 1924, dencro de los Gesam m elteAufsatzezurSoziologie undSozialpolitik, I
(rübingen,1924,pp. 1-60) lleva portituloM ethodologischeE inleitungfürdie Erhebungen desVereins l
fü rS ozia lpoíitik überAuslese undAnpassung (Berufswahl undBerufsschicksal derArbeiterschaft der |
geschlossenenGropindustrie. ¡
8. «Z u r Psychóphysík derindustriellen Arbeit»: Archiv{ürSo:áalwissenschaf undSozialpolitik j
27 (1908), pp. 730-770; 28 (1909), pp. 219-277; 719-761; 29 (1909), pp. 513-542. Posterior- j
mente en Gesam m elteAufsiltzezurSoziologie und Sozialpolitik, Tübingen, 1924,pp. 61-255
9. Contienen los resultados logrados sobre la industria textil, la industria del automóvil, la
industria del cuero,laindus.triacerám icay la industria de maquinaria, 'entre otras.Sobre los resul
tados de la encuesta, véase M . Bernays, «Berufswahl und Berufsschicksal des moderncn Industrie-
arbchers»:AfchiiifürSozialw issetuchaftundSozialpolitik 35 (1912), pp-123-176; 36 (1913),pp. 884
915. , :
10. Véase la intervención de M a x W eber en el volumen editado por la Asociación sobre la
asamblea de 1911: Verhandlungetz des V ereinsfürSozialpolitik in N ü m b e rg 1 9 1 í, Leipzig, 1912, pp- j
163, 176, 189-197. i
11. Levenstein envió 8.000 cuestionarios entre 1907 y 1911, y obtuvo un 63% de respuestas; f
se interesaba sobre todo por las actitudes y expectativas de los obreros. M a x W eber expresó su opi- ::
nión al respecto en «Z u r M e th o d ik sozialpsychologischer Enquéten und ihrer Bear-beitung» [¡
(recensión de los escritos d e A . Levenstcin: «Aus der Ti.efe», 1908; «Arbeiter-Philosophen und - jj
Dichter», vol. 1, 1909; «Lebenscragódie eines Tagelóhners»: A rchiv fü r Sozialwissenschaft und .|
Sozialpolitik 29, 1909, pp. 949-958). |
12. I b i d especialmente p. 956. ¡j
13. Véase Marianna W eber, M a x Weber. E in Lebensbild, Tübingen, 31984, p.346; W . Hennis, (
«El problema central de M a x W eb er»: Revista de Estudios Políticos 33 (1983), pp. 49-99.
22 23
INTRODUCCIÓN METODOLÓGICA PARA LAS
ENCUESTAS DE LA «VEREIN FÜR SOZIALPOLITIK
(ASOCIACIÓN DE POLÍTICA SOCIAL)
SOBRE SELECCIÓN Y ADAPTACIÓN
DE LOS OBREROS EN LAS GRANDES FÁBRICAS
( 1908 )
1
C AR AC TER ES G EN ERALES DE L A ENCU ESTA
La presente encuesta pretende dos objetivos: por un lado, pretende de
. terminarqué efectos ejercen lasgrandes fábricas sobre las características
personales, sobre el destino profesional y sobre el «esti]o de vida»
extraprofesional de sus obreros; qué características físicas y psíquicas
desarrollan en ellos y cómo se manifiestan esas características en el con
junto del modo de vida de los obreros; por otro lado, pretende estable
cer hasta qué punto depende la propia gran industria, por su parte, en su
capacidadde desarrollo y en laorientación de su desarrollo, de las carac-
, terísticas dadas de los obreros producidas por sus condiciones de vida,
: sus.tradiciones y su proveniencia social, cultural y étnica. Son dos cues
tiones distintas, por tanto, que están interrelacionadas entre sí, y el teó
rico puede y debe distinguirlas, aunque ■en la práctica de la investigación
se .presentan casi siempre entrelazadas de tal modo que, en últim o tér
m in o al menos, no se puede responder a la una sin responder a la otra.
La «Verein für Sozialpolitik» se sitúa, en esta encuesta, en el terre
no .de' un objetivo exclusivamente científico. Las publicaciones que se
quieren hacer, así com o las posibles explicaciones en relación a la
encuesta, son ajenas a toda intencionalidad de «política social» prác
tica. Su objetivo es puramente «científico-social». N o se trata de cómo
haya que «juzgar» la situación social de la gran industria ni de si la
situación en la que la gran industria coloca a los obreros es agradable
I o no, ni de si alguien tiene la «culpa» de estos aspectos desagradables
y quién sea ese alguien; se trata exclusivamente de establecer objetiva-
jj mente hechos y de indagar si tienen fundamento en las condiciones de
| existencia de la gran industria y en las características de sus obreros.
I Y los hechos que se pretenden determinar no residen tampoco en te-
Ü rrenos ni conducen a problemas que puedan ser acometidos con los
. instrumentos de la legislación. Con esto no se quiere decir que no
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N T R O D U C C IÓ N M E TO D O L Ó G IC A PARA LAS ENCUESTAS
-ofrezcan ningún interés práctico. La cuestión de si la capacidad de ren
dimiento de nuestras grandes industrias está unida a las características
de nuestros obreros — y cuáles serían esas características— , condicio
nadas por el estado de la cultura y del «carácter popular», así como la
cuestión inversa de con qué cualidades físicas y psíquicas tendremos
que contaren el futuro, cultivadas en nuestros obreros por el continuo
progreso de nuestro desarrollo industrial por ser útiles o necesarias
para la propia gran industria, y la cuestión, por último, de en qué
condiciones generales de vida están colocados estos obreros y en qué
condiciones estarán, todas estas cuestiones tienen una muy considera
ble significación, con toda seguridad, para problemas de naturaleza de
«política cultural» de importancia general (por ejemplo, de política
escolar) y no sólo de política comercial. Y difundir claridad sobre esas
cuestiones podría tener un gran interés práctico para los implicados,
los empresarios industriales y los propios obreros. Y podría, final
mente, arrojar más luz que la que existe actualmente sobre la cuestión
de qué puede considerarse com o «alcanzable» y qué no, de cara a las
condiciones de vida dadas de la gran industria, por la vía de la legis
lación. Pero estos posibles fines prácticos de la encuesta no constituyen
su objetivo. La «V erein » no tiene la intención, con esta encuesta, de
plantear una discusión sobre cuestiones prácticas com o ha ocurrido
con otras encuestas. La «V erein » n o piensa en que la encuesta sumi
nistre, por ejemplo, material para emitir un juicio «m oral» sobre los
implicados, sean los empresarios o los obreros. Esos propósitos no
servirían de ninguna manera a la neutralidad científica de esta inves
tigación. T o d o el problema de que aquí se trata es, atendiendo a su
propia naturaleza, un problema totalmente neutral desde el punto de
vista d é la política social, y no parece superf luo insistir en ello de cara
a los colaboradores. De'áquí se deriva, por ejemplo, que si un colabo
rador de alguna sección se encuentra con quejas de los obreros sobre
cualquier cosa (sistema salarial, Comportamiento de los jefes de taller,
etc.), de acuerdo con el sentido de esta encuesta no tendríaque abordar
esta circunstancia com o expresión de una «cuestión» práctica, acerca
de la que él tuviera que tomar una posición valorad va, sino que sólo
tendría que considerarla com o un fenóm eno concomitante de deter
minados procesos de transformación (técnicos, económicos, psicoló
gicos), cuya evolución hayqueexp/ícarobjetivamente. Considerándo
lo desde este punto de vista, estas manifestaciones de los obreros pueden
tener también interés para la presente encuesta. Pero los colaboradores
sólo tendrían que considerar su surgimiento, no su «justificación». Y
evidentemente tendría que valer este mismo principio para irritadas
manifestaciones de los empresarios respecto a los obreros: considerar
las com o expresiones de las fricciones del desarrollo y, eventualmente,
analizarlas.
28
CARACTERES GENERALES DE LA ENCUESTA
La presente encuesta, por tanto, persigue objetivos «teóricos», en
el sentido antes mencionado. Parece útil explicarde qué naturaleza sori
estos objetivos de una manera más expresa que lo que se puede despren
der del «plan de trabajo» comunicado.
La encuesta es limitada en cuanto que tiene por objeto \a.s gran
des fábricas, es decir, la actividad empresarial que crean, totalmente
o al menos en cuanto a su interés central, las grandes fábricas: pero
el trabajo dom éstico conectado a la gran industria habría que com
pararlo naturalmente, en cuanto a la proveniencia y características
de sus obreros, con los obreros de las grandes fábricas. Llegado el caso,
podría ser fructífero una comparación con la situación de la indus
tria casera.
El objetivo últim o de la encuesta no es el análisis de cuestiones
«m orfológicas», como la organización de la producción y de las ventas
o la estructura interna de la empresa según sus condiciones económicas
o técnicas. N o obstante, es inevitable naturalmente que los colabora
dores se procuren buenos conocimientos para sus sectores de trabajo,
com o se presupon e en el primer párrafo del «Plan de trabajo». Los pun
tos que interesarían están tratados, por ejemplo, en el trabajo del Dr.
G. Ephraim sobre una determinada empresa (Otganisation undBetrieb
einer Tuchfabrik, Tübingen, 1906) y se puede recomendar a los cola
boradores que lo estudien. Pero trabajos de ese tipo no podrían servir
para dar respuesta a laís cuestiones que se plantean en esta encuesta, por
muy imprescindibles que sean como trabajos de carácter previo para
realizarla. A sí por ejemplo, esta encuesta no debería tener com o objeto
propio las distintas unidades de producción de la actividad empresarial
y el tipo de relación entre ellas (a esas unidades de producción se las
llama usualmente «fábricas» (Betriebe), con lo que se quiere decir de
una manera exacta una unidad de producción reunida en un mismo
edificio y bajo una misma dirección como, por ejemplo, las unidades
técnicas de la metalurgia: la fundición, lacalderería, el taller de maqui
naria, etc., o las unidades técnicas de la industria textil com o la hi
landería, la tejeduría, el departamento de alisado, el departamento de
dobladillos, etc. L o que interesa en estaencuesta comienza másbien con
preguntas com o las siguientes: ¿hasta qué punto existe entre esas uni
dades de producción un intercambio de mano de obra, un «Avancement»
de unas a otras — estén separadas unas de otras o relacionadas desde
el punto de vista de la producción— , de la contabilidad o de su ubica
ción física?, o ¿existe, por el contrario, una separación más o menos
estricta?, o ¿tiene la separación entre ellas alguna consecuencia desde
una perspectiva social o en la comunicación dentro de la empresa? En
este sentido se comportan de una manera muy distinta entre sí el taller
de m oldeo y la'calderería, la hilandería y la tejeduría, la tejeduría y el
departamento de dobladillos.
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IN T R O D U C C IÓ N M E TO D O L Ó G IC A PARA LAS ENCUESTAS
Lo mismo hay que decir de la organización de las ventas, en sí misma
muy importante. N o constituye tampoco el objeto de esta encuesta. Pero,
sin embargo, interviene con relativa frecuencia indirectamente y con
carácter radical en lascuestionesde esta encuesta. Porejem plo, las ventas
que se hacen a través de mayoristas, tal com o ocurre en la industria
textil de Inglaterra, favorecen una grandísima especialización de las
distintas empresas y consiguientemente la de sus obreros, y com o con
secuencia de ello su em pleo continuado en el mismo trabajo, lo cual es
importante tanto para el «destino profesional»» de los obreros, que nos
interesa, como para ver si es posible obtener un material, en cierta medida
«exacto»», sobre su capacidad de rendimiento (véase más abajo). Allí
donde existe un mayor trato con minoristas, com o en Alemania, la
especialización es más difícil y consiguientemente el cambio de trabajo
de los distintos obreros, al menos el cambio de género que ellos p ro
ducen (com o ocurre en algunas ramas de la tejeduría), dificultando
típicamente su situación y la obtención de cifras claras que caractericen
el nivel de su rendimiento, las oscilaciones de éste y su comparabilidad
con otros obreros de la misma empresa. Aunque los problemas de
organización interna de la empresa y de las ventas estén llamados a
desempeñar solamente un papel indirecto en esta encuesta, si bien
importante en ocasiones, hay que aconsejar a los colaboradores que
presten atención a algunas «cuestiones previas» económicas en sentido
estricto, fuera de esas cuestiones organizativas. En este sentido parece
importante que los colaboradores se procuren un cuadro lo más claro
posible de las necesidades de capital de las industrias que vayan a tratar
(para las unidades «técnicas» de producción de determinado tamaño)
y de la estructura «orgánica» del capital necesario, es decir, la relación
de capital inmobiliario y de maquinaria, por un lado, y de los costos
salariales y de las materias primas, por otro. Es dudoso que un empre
sario esté dispuesto a dar datos detallados sobre su situación concreta
en este punto, pero es igualmente probable, según la experiencia, que
se puedan establecer con relativa facilidad algunos promedios utiliza-
bles. N o sería menos importantéipoder determinar cóm o se ha trans
formado e ftie m p o de circulación de los capitales en el transcurso del
desarrollo técnico y económ ico de cada sector industrial en los últimos
años y cuál es su situación actual en este sentido. La estructura del capital
de una industria, y esto quiere decir, al mismo tiempo, la estructura de
sus costes de producción, se manifiesta sobre todo en la dirección en
que semue ve su tendencia a ahorrar trabajo. La instalación de una nueva
máquina, técnicamente mejor, significa,,por un lado, la eliminación de
una serie de procesos que eran necesarios para servir la máquinaria
utilizada hasta entonces, lo cual quiere decir que se prescinde de deter
minadas cualificaciones de los obreros que hasta entonces eran nece
sarias; significa también, por otro lado, el empleo de otros obreros para
30
CARACTERES GENERALES DE LA ENCUESTA
servir estas nuevas máquinas, que, por su parte, tendrán que desarro
llar otras cualificaciones. Para la presente encuesta, uno de los puntos
más importantes es determinar, primero, qu é tipo de obreros y con qué
tip o de cualificación se eliminan por estos cambios tecnológicos y, se
gundo, hasta qué punto está condicionado esto por las bases económ i
cas generales de cada industria, que dependen del volumen y del tipo
de las necesidades de capital. Las transformaciones tecnológicas, a con
secuencia de la escasez de «capital» disponible, siguen el camino que
indique la obtención del m áxim o ahorro en los costes. Pero dónde esté
éste viene determinado en gran medida por la estructura del capital de
las distintas unidades económicas reunidas bajo una única dirección.
El desarrollo tecnológico de cada sector industrial va variando, por
ejemplo, según la importancia relativa de los costes originados por un
uso antieconómico del material o por el desgaste de la maquinaria o por
fallos o falta de uniformidad en los productos o según la importancia
de los meros costes salariales en cada unidad. La industria, en conse
cuencia, no pretende sencillamente, como es conocido, prescindir
absolutamente de-los obreros mejor pagados a causa de las innovacio
nes tecnológicas, sino que intenta prescindir de ellos, por ejemplo,
cuando los costes salariales en la sección respectiva del proceso de
producción absorban una fracción relativamente elevada del capital to
tal, porque los respectivos obreros sean muy cualificados, es decir,
relativamente numerosos y más caros. Y la cuestión que interesa en esta
encuesta es entonces la siguiente: ¿hasta qué punto se echa a un obrero,
en el caso concreto, en beneficio de un grupo más reducido de obreros
con una cualificación eventualmente aun más elevada o por un obrero
de menor cualificación y sustituible en todo momento? Pero en esos
desplazamientos de obreros no siempre se trata, en absoluto, de senci
llos cálculos de los costes salariales; la tarea sería precisamente inves
tigar hasta qué punto los cambios tecnológicos y consiguientemente en
la composición de 1amano dé obra están condicionados por esas causas
y hasta qué punto lo están por otras necesidades, como, por ejemplo,
la uniformidad de los productos, el ahorro de material, etc. Estas
transformaciones también pueden estar en función del interés de la
industria por acelerar la circulación de su capital. Una condición típica
para una renovación tecnológica amplia es poder aumentar la rapidez
de circulación del capital global no ya a pesar del aumento del capital
fijo, sino p o rm e d io d e un continuo aumento del capital fijo, y especial
mente déla maquinaria. Por ello, las partes del proceso de producción
que están más expuestas á estas transformaciones — y consiguientemente
los obreros de esas fasesdel proceso— son aquellas en lasque más tiem po
se pueda ahorrar gracias a la mecanización. Además, grandes sectores
de la industria manufacturera y semimanufacturera están sometidas a
una creciente «estandarización» de sus productos. Ellas intentan redu-
31
IN TR O D U C C IÓ N M E TO D O L Ó G IC A PARA LAS ENCUESTAS
cir el número de sus productos al mínimo posible para poder eliminar
la costosa diversificación de su maquinaria productiva, «mecanizan
d o » la producción desde este punto de vista. Las innovaciones tecno
lógicas, los procesos de eliminación y de nuevas incorporaciones que
siguen bajo la presión de estos intereses, tienen lugar con la máxima
intensidad en aquellas fases del proceso de producción donde se puede
lograr una tipificación mayor de los productos.
La encuesta no debe establecer estas y otras condiciones económi
cas de las innovaciones tecnológicas, que son distintas según cada sec
tor industrial. Son importantes más bien para los objetivos que aquí se
persiguen desde un punto de vista m etodológico, concretamente para
la cuestión de qué industrias y ^ d e n t r o de cada una de ellas— qué parte
de los obreros.representan un objeto especialmente adecuado para el
establecimiento de las diferencias de aptitud laboral de los obreros entre
sí, sús causas y sus consecuencias, es decir, dónde habría las máximas
posibilidades para una investigación detalladade este punto con la ayuda
de los medios que habrán de ser explicados posteriormente. Esto ocu
rrirá, en prim er lugar, donde los costes.salariales representen una
importante fracción de los gastos globales y donde sea, por tanto, es
pecialm ente urgente una utilización racional de los obreros para la
rentabilidad; en segundo lugar — este punto va unido con frecuencia
pero no siempre al primero— donde la cualificación de los obreros sea
de la máxima significación para el éxito técnico de la producción — en
cantidad y calidad— , es decir, donde la industria dependa en gran medida
de la aptitud laboral de los ob reros y, en tercer lugar, don d e la
«estandarización» de los productos y con ella la continuidad de los
obreros en puestos de trabajos iguales haga posible una medición ele
vada y lo más exacta posible de los rendimientos de los obreros (véase
más abajo) — lo cual va unido frecuentemente a los primeros puntos,
pero no siempre— . Cuando coinciden productos tipificados, una ele
vada cualificación de los obreros y una significación relativamente grande
de los costes salariales, el terreno está favorablemente abonado para el
éxito de todas las cuestiones relativas a la «selección» de los obreros.
Se entiende en este punto, sin embargo, que la encuesta, con indepen
dencia de que no esté pensada únicamente para esta cuestión, no debe
renunciar totalmente a abordar también industrias en las que las con
diciones para la investigación no sean tan favorables desde todos los
puntos de vista. Las posibilidades de llegar a algún resultado no son
siempre, en absoluto, peores; pues no debe olvidarse que, además de
la aptitud laboral pura m edible en el resultado del trabajo, hay otras .
condiciones históricas que determinan la utilización de obreros de
determinadas proveniencias en determinados puestos de trabajo.
Desde una perspectiva objetiva, las bases económicas de las inver- .
siones de capital y de sus transformaciones interesan, en primer lugar,
32
CARACTERES GENERALES DE LA ENCUESTA
para la siguiente pregunta: ¿hasta qué punto han llevado las peculia
ridades de la estructura del capital, de la evolución de la circulación del
capital y de la «estandarización» en las distintas ramas industriales, en
un pasado no lejano, a alguna transformación «n i a organización inter-
na de los obreros, en el destino profesional de éstos y_eji sus_caracte-
rísticas profesionales y «humanas»? Es decir, ¿qué transformaciones de
esta clase hay que imputar a la evolución de las inversiones de capital?
En segundo lugar, habría que preguntarse también si la industria en
cuestión se encuentra por su par í^frena^a (o cree encontrarse frena
da), y en qué sentido lo está, en la rea lización de sus inversiones de capi
tal — por ejemplo en intensificar su capitalización, en ir hacia la estan
d a riza ció n o aumentar la rap idez d el transporte, etc.— por las
características dadas de sus obreros, porque estas características d ifi
culten innovaciones tecnológicas de determinada clase. Si ocurre real
mente esto hay que continuar preguntándose si existe este freno (o
existía) con carácter general o sólo sectorialmente, por ejemplo, a di
ferencia de otros sectores económicos, es decir, hasta qué punto depen
de (o ha dependido) de la mano de obra local disponible. Por último
hay que preguntarse de qué manera la industria en cuestión necesita y
pretende adapiarse.faJja necesitado .adaptarse) a esta parte de sus
condiciones de producción en el volumen, estructürá'y’ circülációfTde
sus gastos de capital. En este punto sería muy instructiva una compa
ración entre distintas ramas industriales qiie dependan del m ism o
mercado de trabajo, pero también lo sería una comparación entre dis
tintas fábricas de la misma rama industrial colocadas en distintos puntos
geográficos que dependan de mercados laborales distintos: para la
situación global de la industria textil y de sus obreros tiene una signi
ficación fundamental el que la industria textil silesia esté integrada en
el mismo espacio económ ico con las empresas del Oeste, que se apoyan
en una mano de obra con (relativamente) altos salarios, ella que atrae
a mano de obra barata de la inagotable reserva de población del Este
europeo. Todas las diferencias existentes entre la estructura social del
Este y del Oeste intervienen en esta cuestión.
La cuestión de cóm o se procuran las distintas ramas industriales su
mano de obra pertenece asimismo a este contexto. Si se partiera natu
ralmente de cóm o está configurada técnicamente la oferta de trabajo,
la contratación y la colocación laboral en cada industria y para cada
categoríalaboral, lo que realmente habría quehacer sería establecer hasta
qué punto dependen las distintas ramas industriales más o menos de la
mano de obra existente en la localidad o en determinadas regiones o
hasta qué punto están en situación, o estaban, de atraer mano de obra
de fuera, y con qué dificultades se topan ahí. Es de gran interés en este
punto establecer lo más exactamente posible de qué oíros.puestos de
trabajo han sido reclutados las distintas categorías laborales en cada
33
IN T R O D U C C IÓ N M E TO D O L Ó G IC A PARA LAS ENCUESTAS
fábrica, y concretamente a 1crecer las industrias o al experimentar una
rápida transformación tecnológica. El curriculum profesional de los
obreros se presentaría, bajo nuestro puesto de vista, com o una especie
de «calle por etapas» en la que, partiendo de un determinado origen
cultural, social, étnico y local (que habrá que establecer de más cerca),
se han ido aproximando a su cualificación para el puesto finalmente
alcanzado. Tam bién se podrían alcanzar algunos resultados caracterís
ticos para los obreros sobre todo, cuya cualificación especial sea en gran
medida imprescindible atendiendo a las características técnicas de ca da
rama industrial.
De lo dicho se deduce también el papel que está llamada a jugar la
técnica en esta encuesta. Un conocimiento lo más detallado posible de
la técnica de la industria objeto de estudio es un presupuesto evidente
para que sea posible trabajarla. Los fundamentos más sencillos para ello
los puede suministrar probablemente el estudio de alguno de los nume
rosos manuales especializados. Pero, evidentemente, no más que eso.
En la medida en que los señores colaboradores no sean ellos mismos
técnicos o, lo que sería de celebrar, maestros en las escuelas técnicas,
que preparan para el conocim iento y el funcionamiento de las máqui
nas, no se les aconsejará lo suficiente que se sirvan del asesoramiento
permanente de técnicos experimentados y bien entendidos en el servi
cio y en las exigencias de las máquinas y en la evolución histórica de
las mismas. Una exposición de la técnica de las distintas ramas indus
triales sólo es deseable en la medida en que sea inevitable para la com
prensión de aquellas cuestiones que constituyen el objeto de esta encues
ta. Pues, a la vista de la enorme bibliografía sobre la técnica, fácilmente
accesible, no tendría evidentem ente ningún sentido convertir estas
exposiciones en un fin en sí mismo. Obviamente son las características
«técnicas» del proceso de producción, en especial de las máquinas, las
que determinan directamente aquellas cualidades de los obreros que
cada rama industrial necesitay quedeterminanademássu posibledestino
profesional. Pero al establecer la naturaleza de este contexto, el objeto
no es en m odo alguno la descripción de las máquinas, sino solamente
un detallado análisis de las manipulaciones que tienen que efectuar los
obreros en las máquinas y sólo desde el punto de vista de qué capaci
dades concretas interesan para las manipulaciones concretas en las
distintas categorías laborales. Este análisis nunca será seguramente
demasiado minucioso.
Los colaboradores prestarán atención probablemente con mayor
frecuencia y de manera más fácil a los puntos decisivos, cuando estu
dien la evolución del proceso de aprendizaje y cuando intenten averi
guar en concreto cuál de las distintas partes en las que se puede dividir
el trabajo de los distintos obreros resulta más d ifícil al comienzo del
áprendizaj e, según la experiencia, atendiendo a los datos de los propios
34
CARACTERES GENERALES OE LA ENCUESTA
obreros y de los empresarios, d e los técnicos y d élos maestros de taller,
y con qué dificultades choca el aprendizaje en las fases siguientes y la
frecuencia con que se realiza de una manera perfecta. En conexión con
estohabría que estudiar la posible influenciade la diferente proveniencia
social, cultural, étnica y geográfica de los obreros sobre su capacidad
de aprendizaje.
El proceso de aprendizaje, cuyo detallado análisis bajo este punto
de vista podría ser de gran importancia para los objetivos de esta en
cuesta, transcurre, com o es conocid o, de manera muy diferente en cada
una de las categorías laborales. En ciertas tareas muy sencillas se limita
a un proceso de práctica muy sencillo. N i siquiera los trabajos no es
pecializados se realizan sin que la «práctica» tenga alguna sobre el
rendimiento. Estos trabajos más sencillos, muy poco «especializados»
en el sentido usual del lenguaje, pueden ser tanto de tipo «físico» como
de tipo «m ental». Contar y controlar la cantidad de productos entre
gados, por ejemplo, puede ser tan mecánico que no requiera casi nin
guna práctica previa y, a diferencia de lo que ocurre en el servicio de
las máquinas, podría ser realizado por el individuo más limitado y menos
capaz de avanzar, requiriendo solamente la existencia de una fiabilidad
personal, es decir, una «cualidad caracterológica». Entre los niveles más
bajosde trabajo «n o cualificado» y una «cualificación» que se aproxima
ya a un «arte» existe toda una gama posible de escalones intermedios
de trabajos y de categorías laborales. N o siempre es posible en la prác
tica hacer una clasificación sencilla en obreros «cualificados» y obreros
«nocualif icados»; más bien habrá quedistinguirencadaindustria cómo,
y en qué cantidad-, están distribuidos los obreros de las fábricas de
determinado tipo y tamaño entre los distintos niveles de cualificación
exigida; habrá que distinguir, además, cóm o ha cambiado esta estruc
tura en el pasado reciente y qué transformaciones son de prever en el
futuro inmediato, y por qué. Las ramas de la industria se dividen fre
cuentemente de una forma muy característica entre aquellas en las que
existe un pequeño grupo de obreros muy cualificados frente a ungrupo
más o menos amplió de obreros casi «n o cualificados» y aquellas otras
en las que sólo existen diferencias de grado entre las distintas categorías
laborales. Estas situaciones están en una continua evolución por las
transformaciones tecnológicas, que, por su parte, tienen que ver con la
tendencia general de la inversión de capital mencionada antes, y habría
que exponer la dirección de esa evolución.
En la «cualificación» hay que distinguir también varios tipos. Si
guiendo el uso habitual del lenguaj e, se recomienda entender por obre
ro «cualificado» a quien haya hecho realmente algúnaprendizaje según
el m odelo de aprendizaje de los antiguos gremios o alguno similar, sea
e n un taller artesano o en un tall er de aprendizaje específico o en la propia
fábrica. De éstos habría que distinguir a los obreros «semicualificados»
35
IN TR O D U C C IÓ N M E TO D O L Ó G IC A PARA LAS ENCUESTAS
{angelernte Arbeiter), que se colocan en la fábrica directamente en las
mismas máquinas u otras similares que luego tendrán que atender y son
enseñados hasta que logren un rendimiento normal o el mínimo nece-
sariopara que su em pleo sea rentable; en esta diferenciación habrá que
- tomar en consideración los niveles intermedios que se puedan encon
trar entre ambas categorías. En este tema habría que investigar p o r qué
las distintas ramas de la industria o las distintas fábricas condicionan
una u otra form a del aprendizaje, es decir, si todavía es necesario ac
tualmente— y por qué— un aprendizaje reglado para determinadas ca
tegorías laboralesy nopara otras, según lanaturaleza de la tarea, en vez
de un aprendizaje directo en la fábrica, o hasta qué punto, por ejemplo,
no está condicionado el empleo de m anode obra «cualificada» en el viejo
sentido por las características técnicas de las exigencias que les impone
a los obreros el propioprocesodeprodu cciónpor su propia naturaleza,
sino que es básicamente un residuo histórico, etc. Para la clarificación
de las causas en cada caso concreto sería deseable investigar los costes
directos e indirectos aproximados que surjan del «aprendizaje en la
fábrica», al tener que poner a disposición algunas máquinas y algunos
obreros instructores, p o r ejemplo, además de tener una producción
menor en relación a las ganancias mínimas garantizadas durante el tiem
po del aprendizaje, etc. Asimismo habría que determinar com o algo muy
im portantequé volumen derendim ientohabríaque exigir en cada caso
concreto para poder afirmar que se ha com pletado el aprendizaje, es
decir, para poder contratarlo com o pleno obrero, y habría que estable
cer, finalmente, en cuánto tiem po se ha alcanzado este volumen por
parte de los obreros de las distintas categorías según su edad, sexo y
proveniencia social, cultural, étnica o geográfica y según su ocupación
anterior en este u otros oficios, y a qué se deben las diferencias que se
muestren en ese sentido. Para la encuestapodrían ser muy importantes
los posibles resultados sobre este pun to, apoyados en materiales sufi
cientemente amplios e interpretados con cautela, pues quizá podrían
atribuirse a las diferencias de capacidad de aprendizaje de los obreros
según la proveniencia de cada uno. Esto, por supuesto, solamente si se
ha realizado el ptoceso de aprendizaje en la fábrica en condiciones si
milares; pues es muy diferente, por ejemplo, qixe un obrero tenga que
aprender a manipular una nueva máquina pieza por pieza siguiendo las
instrucciones de un maestro o que se encuentre continuamente en la
proximidad de obreros plenamente «experimentados» que realicen las
mismas manipulaciones, pudiendo «com partir» su trabajo por imita
ción. En algunas fábricas, esta influencia del «com partir» el trabajo de
los obreros experimentados ha producido en algunos obreros una re
ducción de su tiem po de aprendizaje a casi unasexta parte. En cambio,
■por otra parte, aun con las mismas condiciones de aprendizaje el tiem
p o necesario es muy diferente según los individuos y habría que per-
36
CARACTERES GENERALES DE LA ENCUESTA
seguir las condiciones de estas diferencias, concretamente en cuanto que
puedan tener su origen en diferencias de procedencia.
Junto a esto, la influencia de la estructura interior de los obreros tal
como viene condicionada por su rendimiento, por el nivel de cuali-
ficación requerido y por el tipo de aprendizaje sería uno de esos puntos
en los que habría que acometer el análisis del destino profesional, de las
rela cion es sociales de lo s ob reros en tre sí y de las cu alidades
«caracteriológicas» de los obreros que la gran industria desarrolla. Las
cuestiones que entran en consideración en este punto son claramente
las siguientes: a ) ¿hasta qué punto evolucionan los obreros hacia' una
diferenciación cualitativa entre sus distintos estratos y, desde ahí, hacia
una diferenciación social y económica, o evolucionan, por el contrario,
hacia una mayor uniform idad?; b ) ¿hasta qué punto la gran industria
especializa de manera creciente a los obreros para la práctica exclusiva
de cualidades específicas o, por el contrario, los configura de una manera
universalista?-, c) ¿hasta qué punto las distintas ramas industriales se
libran de determinadas cualidades de sus obreros, sean éstas inculcadas
por educación o aprendidas en la práctica y hasta qué punto le corres
ponde a la «estandarización» de los productos una «estandarización» de
los obreros o, a la inversa, hasta qué punto le corresponde a la especia-
lización de los medios de trabajo una diversificación de las cualidades
de los obreros?; d) ¿cómo se configuran para los obreros las oportuni
dades de «Avancement» dentro de los empleos, tanto desde el punto de
vista económico (según sus posibles curvas de ganancia) com o desde el
punto de vista organizativo (grado de independencia relativa en el tra
bajo o incluso puesto de mando al que se llegue a lo largo de la vida
profesional en vezde lainevitablesubordinacióninicial) o desde un punto
de vista «p sicológico» (según la inclina ción subjetiva a los distintos
puestos de trabajó en los que tengan la oportunidad de entrar). También
entra aquí la cuestión de la «satisfacción en el trabajo» (H . Herkner) y,
por ejemplo, la valoración de la cuestión a veces comentada de bajo qué
condiciones puede el «servicio» de la máquina ser sentido por parte del
obrero como una «dom inación» de la fnisma. Y e ), por último, cómo
se manifi esta el resultado de todas estas influencias en el «estilo de vida»
y en las características psicofísicas y caracteriológicas de los obreros de
una rama industrial. Estas cuestiones tan importantes de la encuesta
tienen que partir en conjunto, evidentemente, del proceso de adapta
ción a determinada capacidad de rendimientoque la industria requiere,
pero también de los presupuestos y consecuencias físicos y psíquicos
generales que tiene la «adaptación» y la «práctica:».
En la m edida en que los colaboradores no sean fisiólogos o psicó
logos experimentales deprofesión o formación, no puede presuponerse
que posean los conocimientos especializados necesarios para dominar
los resultados de esas ciencias que podrían ser tomados en considera-
37
IN TR O D U C C IÓ N M E TO D O LÓ G IC A PARA LAS ENCUESTAS
ción para los objetivos de esta encuesta. Intentar valorar esos resulta
dos sin un con trol estricto de especialista fallaría fácilmente com o
diletantism o. Si abordam os aquí estos problem as más de cerca, lo
hacemos para lograr una visión de conjunto sobre aquello a lo que, en
principio, habría que aspirar con esta encuesta como objetivo ultimo,
2
pero no para inducir a los colaboradores, cuya mayoría seran p redo
minantemente economistas puros, a que se atrevan a adentrarse en un LOS PR O B LEM AS C IE N T ÍF IC O -N A T U R A L E S
terreno no familiar a su especialidad. Parece útil que cada uno tenga DE L A EN C U ESTA
claro qué problemas no haanalizadohasta el fondo con su planteamien
to. Pero, por otra parte, nada habría que celebrar müs que la 'posible
colaboración de especialistas de las distintas ' disciplinas afectadas.
Hay que constatar desde el-principio que los relevantes progresos que
se han hecho sin duda en el análisis de los hechos que se van a consi
derar aquí sólo han llevado, por efecto de la extraordinaria dificultad
de los controles experimentales, a algunos resultados parciales utiliza-
bles para los objetivos 'de esta encuesta, si se dominara de manera más
com pleta el material. ■
Esto 'vale en gran medida incluso para el terreno de la mera prác
tica ■muscular. Sería-recomendable la ayuda de un experto en fisiología
al abordar las transformaciones técnicas de los trabajos corporales. A p o
yándose en sus análisis habría que examinar hasta qué p u n to el desa
rrollo de la técnica, tal com o se realiza bajo la presión de la economía
de costes de la economía privada, sigue al mismo tiempo la dirección
dela economía de la energía fisiológica (ahorro en la «pérdida de ener
gía», es decir, ahorro en e l rendimiento general de los músculos no
utilizados ' en form a de trabajo).' Está establecido, por ejemplo, que la
«práctica» de determinadas tareas también significa básicamente una
«automatización» de los impulsos de la voluntad articulados origina
riamente en la conciencia; y que, asimismo, esto significa unahorro de
energía fisiológica en el terreno muscular o nervioso (respectivamen
te). Pero habría que determinar qu é am plitud tiene este principio en
cada-sector industrial en concreto. Tam bién está ya establecido que
la«ritm ización» del trabajo proporciona un servicio similar, en parte
directamente y en parte a través de la mecanización. Podría ser valioso
esforzarse por establecer qué ocurre con la ritmización bajo la influen
cia de las máquinas. En este punto habría que prestar atención a que
estas influencias parece que son muy diferentes, según las investigacio
nes experimentales existentes, según sise adaptan al ritmo más adecua-
do'parael sistema psicofísico individual o según si se le fuerza a ese ritmo
38 39
IN TR O D U C C IÓ N M E TO D O LÓ G IC A PARA LAS ENCUESTAS
desde fuera con s u oposición en contra. Otros problemas más comple
jos, que sólo se podrían abordar con la ayuda de fisiólogos, se tocarían
en cambio, por ejemplo, con las cuestiones de hasta qué punto la eli
minación de rendimientos musculares y la práctica con máquinas van
juntas realmente con la eliminación de los músculos grandes a favor de
los más pequeños y con un aumento en la reducción del movimiento
de los músculos no requeridos directamente (como se ha dicho); y, fi
nalmente, con la cuestión de hasta qué punto el aumento de la veloci
dad de las máquinas y consiguientemente un aumento en la intensi
ficación del trabajo ha ido y todavía va paralelo al aprovechamiento de
la «suma de efectos secundarios del estím ulo», afirm ado y también
demostrable experimentalmente, al menos en principio, de m odo que
resultaba de .aquí un ahorro de energía en el sentido fisiológico de la
palabra. Algunas de estas importantes hipótesis fisiológicas son bastan
te controvertidas entre los propios especialistas. El análisis del desarro
llo tecnológico de industrias importan tes desde similares puntos de vista
podría producir hasta cierto punto valiosos resultados, pero sólo si se
acometiera bajo el control de especialistas. Por ello sería de celebrar que
fisiólogos o médicos con buena base fisiológica participaran en el tra
bajo de esta encuesta como colaboradores. En todo caso, sería asunto
de los expertos en fisiología juzgar hasta qué punto se estaría ya hoy
sobre suelo firm e en semejantes investigaciones desde el estado actual
de los conocimientos fisiológicos y a qué problemas habría que prestar
atención. Pero, frente a la casi irresistible tentación que sienten a veces
las distintas disciplinas de las ciencias naturales de querer deducir los
fenómenos sociales desde sus especialidades — por ejemplo, interpre
tar el desarrollo industrial en función de las leyes de la economía de la
energía fisiológica1— , habría que mantener que la industria como tal
no aspira a un «ahorro de energía» sino a un «ahorro de costes» y que
las vías por las que consigue este último no siempre coinciden en ab
solu to con un desarrollo racional desde el pun to de vista fisiológico,
sino que, más bien, por motivos muy diversos, el desarrollo de la utili
zación económ ica óptim a del capital puede diverger del desarrollo de
la utiliza ción de la energía hacia su óptim o fisiológico.
Pero en los casos en los que el desarrollo tecnológico muestre real
mente una transformación claramente progresiva y característica del
funcionamiento fisiológico de los obreros — no se puede establecer de
antemano con qué frecuencia ocurra eso— , habría que preguntarse de
qué forma participan en los casos concretos de este desarrollo fisioló
gico las distintas tendencias económicas que surgen del interés de ren
tabilidad del capital (ahorro salarial, aprovechamiento económico de la
materia prima y de las máquinas, aumento de la rapidez en el transporte,
estandarización, etc.) y sólo luego qué partes de los músculos o del
sistema nervioso sonpreferidas y cuáles otras son relegadas, y qué conse-
40
LOS PROBLEMAS CIEN TIFICO-NATURALES DE LA ENCUESTA
cuencias tiene esto para el habitas fisiológico o qué consecuencias ha
tenido o tendrá más adelante. N o basta en ningún caso la mera indica
ción de que el desarrollo tecnológico ha correspondido a determinados
postulados de la economía de la energía fisiológica.
Aún sería más importante para esta encuesta el establecer si el
desarrollo del moderno trabajo industrial ha tenido, y tiene, condicio
nes y consecuencias psíquicas básicas — y cuáles son— , si se pudieran
emplear al respecto algunos conocimientos de psicología experimental
suficientemente claros, reconocidos y al mismo tiempo exactos. Por
desgracia, esto sólo ocurre rara vez. Cuando las amplias investigacio
nes de esa disciplina que se han ocupado del problema del trabajo han
estado influenciadas por problemas actuales, han tenido una orienta
ción predominante de higiene escolar. De ahí haresultado, por una parte,
que, en contra de algunas esperanzas iniciales, no exista, actualmente
en todo caso (según algunos investigadores, quizá nunca) ningún método
de medición exacto y apropiado para investigaciones wmsíl'ízs que ofrezca
resultados intachables sobre la evolución de las curvas de fatiga y de
práctica, de las diferencias individuales a ese respecto y de su condicio
namiento por las características de temperamento y de carácter. N i el
sistema de los llamados mental tests, cultivados especialmente en Francia
y Estados Unidos, ni los intentos de medir los efectos psíquicos secun
darios del trabajo con estesiómetros y otros instrumentos semejantes
son reconocidos por los especialistas alemanes importantes como medios
suficientemente seguros para determinar las diferencias individuales.
Tales investigaciones requieren más bien la realización de experimen
tos con los individuos concretos, que frecuentemente duran varias se
manas y en condiciones muy cuidadas y observadas. Por ese m otivo,
hasta ahora esas investigaciones no han podido tratar las condiciones
psíquicas o psicofísicas del trabajo concreto en la fábrica. A consecuen
cia de su orientación predominante de higiene escolar, por sus princi
pios m etodológicos y por las características de sus instrumentos, se
ocupan sobre todo de la investigación de la actividad de la memoria y
de los procesos de asociación. Se ocupan también de la influencia de
la fatiga y de la práctica en los trabajos «mentales», y los resultados de
estas investigaciones en especial sí entrarían en consideración. El con
cepto de lo «m ental» se entiende ahí en un sentido muy amplio, en la
medidaenque abarca también actividades delsistemapsicofísico muchas
veces puramente mecánicas o típicas en alto grado (aprender sílabas sin
sentido y similares). Al investigar la capacidad de rendimiento de los
obreros de la gran industria, no desempeñaría en todo caso ningún papel,
o uno muy reducido, la contraposición entre trabajo «físico» y trabajo
«m ental», si se quisiera entender por trabajo mental solamente la ac
tividad «combinatoria», en el sentido más estricto de la palabra. A los
obreros que trabajan con máquinas, en efecto, sólo se les exige una
41
IN T R O D U C C IÓ N M E TO D O L Ó G IC A PARA LAS ENCUESTAS
LOS PROBLEMAS C I E N T l f l C O - N- A T U R A L E S DE LA ENCUESTA
a c t iv id a d a s í c o n c a r á c te r e x c e p c io n a l y p o r c a s u a lid a d — y e n p o c a s
d e l -t é r m i n o , p o r l a m o n o t o n í a d e s u c o n t e n i d o y p o r la a u s e n c i a d e e s a
o c a s io n e s — . E n c a m b io , si se t o m a e l c o n c e p t o d e « t r a b a jo m e n t a l» e n
« r e l a c i ó n c o n lo s v a l o r e s » q u e s o le m o s a s o c ia r a l t r a b a jo « m e n t a l » . S ó l o
u n a a c e p c ió n m e n o s « p r e t e n c i o s a » , m u c h o s d e lo s t r a b a jo s in d u s tr ia le s
la p r o p i a e n c u e s t a d ir á h a s ta d ó n d e o c u r r e e s t o y s i tie n e c o n s e c u e n c ia s
c a e n b a jo e s te c o n c e p t o . Y s o b r e t o d o :- la s diferencias e n t r e lo s r e n d i
— —
y c u á le s — d e s d e e l p u n t o d e v i s t a d e l a s a lu d , d e la p s i c o f í s i c a y d e s d e
m i e n t o s q u e e x i g e l a i n d u s t r i a d e l o s o b r e r o s s o n m u y g r a n d e s s i s e la s
u n p u n t o d e v is ta , « h u m a n o » — c o n lo c o n t r o v e r t i d a s q u e s o n e s ta s
m id e p o r )a c o n t r a p o s ic ió n « m e n t a l- fís ic o » , m u c h o m a y o r e s e n t o d o c a s o
c u e s tio n e s — . H a b r ía q u e a c o n s e ja r a l r e s p e c t o a lo s s e ñ o r e s c o la b o r a
q u e la c o n t r a p o s ic ió n e n t r e e l g r u p o d e o b r e r o s q u e tr a b a ja s o b r e t o d o
d o r e s q u e , e n la m e d id a e n q u e n o t e n g a n u n a fo r m a c ió n n e u r o ló g ic a ,
« m e n t a l m e n t e » y lo s e s tr a to s s o c ia le s c o n lo s q u e s e s o la p a n . E l c o n
se p o n g a n e n ■c o n t a c t o con m éd icos con u n a a m p lia o r ie n t a c ió n
c e p t o d e m e n t a l es e n v e r d a d t o t a lm e n t e in a d e c u a d o e in u tiliz a b le p a r a
n e u r o p a t o ló g ic a p a r a c o n o c e r l o s e f e c t o s n e r v io s o s d ir e c t o s d e l t r a b a jo
u n a c la s ific a c ió n . D e lo q u e se t r a t a , m á s b ie n , es d e e n q u é m e d id a y
i n d u s t r i a l y d e la s c ir c u n s t a n c ia s q u e l o a c o m p a ñ a n — p o r e j e m p l o , e l
e n q u é d ir e c c ió n t ie n e lu g a r , o n o t ie n e lu g a r , la p u e s ta e n f u n c io n a
r u i d o d e la s m á q u in a s — q u e s o n a s im is m o im p o r ta n te s , a l m e n o s s e
m i e n t o d e l s is te m a n e r v i o s o central p o r d e t e r m in a d o s t ip o s d e a c t iv i
g ú n a lg u n a s o p in io n é s , c o m o fa c t o r e t i o l ó g i c o : e s d e c ir , c o n o c e r e l g a s to
d a d e s y q u é t i p o d e r e a c c i ó n d e l s i s t e m a n e r v i o s o c o n f i g u r a la s b a s e s
d e e n e r g ía q u e a h í se p r o d u c e . P e r o s ie m p r e c o n la s a lv e d a d d e q u e esta
d e l a a c t i v i d a d e n c u e s t i ó n . S e h a d i c h o , p o r e j e m p l o , y n o ■t o t a l m e n t e
e n c u e s t a , e n l a - q u e i n t e r e s a e l e s t a b l e c i m i e n t o d e la s t e n d e n c ia s .. de
s in r a z ó n , q u e e l t r a b a jo d e u n o b r e r o c o n u n a p e r f o r a d o r a a l p r e p a r a r
evolución, n o d e b e d e s p la z a r s e p o r e llo a c o n s id e r a c io n e s d e h ig ie n e
e l m a t e r i a l p a r a la m á q u in a e s d e la m i s m a n a t u r a le z a q u e e l d e u n c ir u ja n o
s o c ia l p r á c t ic a . (S o b r e e s te a s p e c t o d e la c u e s tió n , v é a s e e l a r t íc u lo d e l
d u r a n t e u n a o p e r a c i ó n « a t e n d i e n d o a l a n a t u r a l e z a d e l a a c c i ó n » : se
D r . G . H e i l i g « F a b r i k a r b e i t u n d N e r v e n l e i d e n » , e n la r e v i s t a W ochen-
quería decir s e g ú n la s f u n c i o n e s d e l s is t e m a p s i c o f í s i c o q u e s e p o n e n
schrift fü r sozialeM edizin, 1 9 0 8 , n ú m . 3 1 s s ., y l o s t r a b a j o s d e l D r . W .
e n a c c i ó n . Y , p o r e j e m p l o , la c u a l i f i c a c i ó n d e u n a o b r e r a f a m i l i a r i z a d a
H e llp a c h y o t r o s a llí c it a d o s .) H a b r ía q u e p e n s a r e n u n a in v e s tig a c ió n
c o n lo s te la r e s m e c á n ic o s n o d e p e n d e , e n ú lt im o t é r m in o , d e c u a lid a
s is te m á t ic a c o n lo s m é d ic o s d e l s e g u r o s o b r e la te n d e n c ia d e lo s o b r e r o s
d e s « f ís ic a s » s in o s o b r e t o d o d e si p o s e e « v is ió n d e c o n ju n t o » y « c o n
a l a n e u r o s i s e n la s d i s t i n t a s i n d u s t r i a s y s e g ú n la s d i s t i n t a s c a t e g o r í a s
c e n t r a c ió n » p a r a d o m in a r simultáneamente u n n ú m e r o ta n g r a n d e d e
la b o r a le s . E s t a r ía a s im is m o b ie n q u e c o l a b o r a r a n e n la e n c u e s t a s e ñ o
t e la r e s q u e le r e s u lte rentable a l e m p r e s a r i o e m p le a r este tip o d e m á
re s e x p e r im e n t a d o s d e e s o s c ír c u lo s .
q u i n a s y a l a o b r e r a e n c u e s t i ó n . E n s e n t i d o e s t r i c t o , n o e x i s t e n in g ú in
P a r a lo s fin e s c o n c r e t o s d e e s ta e n c u e s ta , p o r lo s m o t iv o s y a in d i
tr a b a jo q u e se a solamente « f í s i c o » , es d e c ir , u n t r a b a jo q u e s ó lo p o n g a
c a d o s , lo s c o la b o r a d o r e s n o p o d r á n r e c ib ir q u iz á u n a a y u d a d e m a s ia d o
e n fu n c io n a m ie n t o d e t e r m in a d o s m ú s c u lo s .y e l.c o r r e s p o n d ie n t e s is te
directa d e lo s r e s u lt a d o s l o g r a d o s h a s t a a h o r a p o r lo s t r a b a jo s d e la
m a d e t r a n s m is ió n n e r v io s a . P e r o , n o o b s t a n t e , e n u n o b r e r o q u e e s té
p s ic o lo g ía e x p e r im e n t a l s o b r e lo s p r o c e s o s d e la fa t ig a y d e l a p r á c t ic a ,
e x c a v a n d o t ie r r a se p o n e n e n fu n c io n a m ie n t o , se p r a c t ic a n y se fa t ig a n
p o r m u y im p o r ta n te s q u e. é s to s s e a n . D e t o d o s m o d o s p o d r ía s e r d e
p r e fe r e n t e m e n t e c ie r t o s m ú s c u lo s y lo s n e r v io s c o r r e s p o n d ie n t e s , m ie n
u tilid a d e l fa m ilia r iz a r s e c o n a lg u n o s d e lo s c o n c e p t o s m á s sencillos q u e
tra s q u e lo h a c e n r e la tiv a m e n te m e n o s la s f u n c i o n e s d e l.s is t e m a
s u e lé n u t iliz a r s e e n la s - in v e s t ig a c io n e s r e c ie n t e s d e e s a n a tu r a le z a , p o r
p s i c o f í s i c o e n la s q u e p e n s a m o s c u a n d o h a b la m o s d e « t r a b a j o m e n t a l »
m u y c o n t r o v e r t i d o q u e s e a a c t u a lm e n t e , p o r d e s g r a c ia , e l c o n t e n i d o d e
— r a p id e z d e a s o c ia c ió n , c a p a c id a d d e c o n c e n t r a c ió n , e t c .— ; ta n p o c o
m u c h o s d e e l l o s 1. C o n c e p t o s c o m o « f a t i g a b i l i d a d » ( Erm üdbarkeit)
l o h a c e n q u e la « f a t i g a » l a b o r a l a s í c o m o l a « p r á c t i c a » a c o n s e c u e n c i a
(m e d id a p o r e l r it m o y e l n iv e l e n q u e p r o g r e s a la fa t ig a ), «c a p a c id a d
d e l t r a b a jó se e x tie n d e n m e n o s a e s a s fu n c io n e s . Si se q u ie r e h a c e r
d e r e c u p e r a c ió n » (Erholbarkeit) (s e g ú n e l t i e m p o e n q u e se r e c o n s t r u y a
r e a lm e n t e d is t in c io n e s e n tr e lo s d is t in t o s t ip o s d e t r a b a jo , a n te la flu i
la c a p a c i d a d d e r e n d i m i e n t o t r a s h a b e r s e e x p e r i m e n t a d o la f a t i g a ) ,
d e z d e la t r a n s ic ió n q u e e x is t e e n t r e e llo s , p u e d e p r e g u n t a r s e q u é c a
«c a p a c id a d d e p r á c tic a » (Ubungsfahigkeit) (s e g ú n e l r it m o e n q u e a u -
p a c id a d e s y q u é fu n c io n e s d e l s is te m a p s ic o f ís ic o se p o n e n p r e fe r e n t e
m e n t e e l r e n d im ie n t o e n e l tra n s c u rs o d e l t r a b a jo ), « s o lid e z d e l a p r á c
m e n t e e n fu n c io n a m ie n t o e n c a d a t r a b a jo , s ie n d o , c o n s ig u ie n t e m e n te ,
t i c a » (iÜbungsfestigkeit) ( s e g ú n e l n i v e l d e l o s « r e m a n e n t e s d e p r á c t i c a »
o b j e t o d e la práctica y d e la fatiga. Éste s e r í a e l p u n to , d e v is ta q u e d e b e r ía
q u e s u b s is t e n tra s la s p a u s a s y la s i n t e r r u p c i o n e s e n u n t r a b a j o ) ,
g u i a r u n a c l a s i f i c a c i ó n d e l o s o b r e r o s p a r a ,l o s p h j e t i v o s d e l a - e n c u e s t a .
«e s t im u la b ilid a d » (Anregbarkeit) (s e g ú n la m e d id a e n q u e e l e f e c t o
P a r e c e s e g u r o q u e , e n a l g u n a s r a m a s i n d u s t r i a l e s , l a e v o l u c i ó n ■t e c n o
« p s ic o m o t o r » d e l tr a b a jo in c r e m e n te e l r e n d im ie n t o ), «c a p a c id a d d e
l ó g i c a s e m u e v e e n l a d i r e c c i ó n d e u n a u m e n t o d e la s f u n c i o n e s nervio c o n c e n tr a c ió n » (Konzentrationsfiihigkeit) y «c a p a c id a d d e d is tr a c c ió n »
sas y d e a c t iv id a d e s c e r e b r a le s s im ila r e s , d e a c t iv id a d e s p o r t a n t o q u e
(Ablenkbarkeit) (s e g ú n e x is t a o n o la d is tr a c c ió n , y e n e l p r im e r c a s o
se d if e r e n c ia n d e q u ie n e s t r a b a ja n « m e n t a lm e n t e » , e n e l s e n t id o u s u a l
s e g ú n la m e d id a e n q u e s e r e d u z c a e l r e n d im ie n t o a c a u s a d e u n « m e -
42 43
IN TR O D U C C IÓ N M E TO D O L Ó G IC A PARA LAS ENCUESTAS
d io » desacostumbrado o a causa de «interrupciones»), «capacidad de
habituación» (Gewóhnungsfáhigkeit) (a un m edio desacostumbrado,
a las interrupciones y, lo que en principio es más. importante, a simul
tanear varias tareas); estos conceptos y otros similares son suficiente
mente claros en cuanto a su contenido, representan unidades medibles,
tienen una utilidad probada y pueden muy bien ofrecer a los colabo
radores una visió n glob a l sobre ciertos elem entos sim ples de la
cualificación laboral personal e incluso en una term inología operativa,
pues se puede trabajar muy bien con ellos incluso donde no se pueda
establecer numéricamente c[ grado en que influyan sobre el rendimien
to laboral los factores por ellos denominados. Y , además, las explica
ciones de la psicofísica especializada sobre, por ejemplo, las relaciones
entre la fatiga y el cambio de trabajo, sobre las consecuencias subjetivas
y objetivas de «estar predispuesto» para un determinado trabajo, sobre
el m odo en que se realiza la adaptación de los distintos factores
psicofísicos al practicar tareas complejas y al realizar simultáneamente
varias tareas, sobre si las reacciones tienen una base motora o una base
sensorial de cara a sus consecuencias para la cantidad y la calidad del
rendim iento y sobre si esa diferencia está condicionada por diferencias
en los fundamentos psicofísicos de la «personalidad»; estas explicacio
nes y otras semejantes, por muy pocas cosas firmes que hayan aportado
hasta ahora en algunos puntos, serían muy apropiadas para tener una
visión más profunda de una serie de problemas generales que destacan
dentro de las cuestiones bastante complejas de las condiciones del ren
dimiento industrial y de los efectos del desarrollo tecnológico, concre
tamente del «fraccionam iento deltrabajo» y de procesos similares. Sería
especialmente muy importante que se pudieran encontrar algunos datos
psicofísicos exactos para la cuestión de los requisitos y las consecuen
cias del cam bio de trabajo. En este punto hay que sostener que la pre
sente encuesta tiene queabordar este problema totalmente desdeelpunto
de vista de la rentabilidad. Este punto de vista está en contra, la ma
yoría de las veces, del cambio de trabajo, pues, en términos globales,
es éste evidentemente un fenóm eno que tiene una influencia desfavo
rable sobre el aprovechamiento continuo de las máquinas, y con fre
cuencia tiene una influencia desfavorable en términos muy radicales.
Pero, por otro lado, es un fenóm eno favorable allí, por ejemplo, donde
sea necesario darle al obrero la oportunidad — cuando se amplía la es-
pecialización— de conocer por sí mismo los efectos de sus fallos, al poder
desarrollar otra tarea en la etapa siguiente del proceso de producción.
En todo caso, en todos aquellos casos en los que se dé un cambio de
trabajo hay que preguntarse qué experiencias han tenido los directivos
de las empresas de los distintos sectores industriales y en los distintos
trabajos con los cambios de trabajo dentro de la empresa en relación
a sus efectos sobre el rendim iento. H ay que preguntarse qué diferen-
44
LOS PROBLEMAS C 1E N T I F I C O - N A T U R A L E S DE LA ENCUESTA
cias se ponen de manifiesto en la aptitud laboral atendiendo al tipo de
trabajo que hayan realizado los obreros antes de empezar a trabajar en
sus puestos actuales o más atrás en el tiempo o, incluso, en su juventud.
Estas diferencias son, con frecuencia, considerables y se pueden esta
blecer también num éricam ente (véase más adelante). Pero también
habría que tomar en consideración asimismo las experiencias y las
actitudes subjetivas de los propios obreros. Su actitud subjetiva está
determinada en gran medida, evidentemente, por factores racionales:
las diferencias de salarios, la comodidad_en el trabajo, etc. Donde pre
dom inen claramente'estos factores, no se trata naturalmente de su
posición respecto a la cuestión de si se prefiere el cambio de trabajo o
la permanencia en el mismo ni si esto podría estar condicionado por
causas fisiológicas o psicológicas — y cómo sería— . Pues la actitud de
los obreros respecto al camb io de trabajo como tal, es decir, cuando los
distintos tipos de trabajo no muestran ninguna diferencia considerable
en cuanto a su soportabilidád o com odidad, está determinada por
consideraciones económicas lógicas. En una empresa donde el cambio
de trabajo presione continuamente sobre el rendim iento a consecuen
cia de la «pérdida de práctica» y de la necesidad de adaptarse aun nuevo
trabajo, presiona también sobre el salario, si es un salario a destajo. En
los sectores industriales con una producción diversificada (con escasa
estandarización), en las épocas de depresión — en las que se reducen los
pedidos y aumenta la diversificación de la producción (calculándola en
unidades detiem po)— la crisis recae sóbrelas oportunidades salariales
de los obreros en forma de un cambio más frecuente de trabajo. Tam
poco se puede hablar en estos casos de que su posición respecto a este
proceso esté condicionada fisiológica o psicológicamente. Tam poco
cuando se observa que los obreros mayores, casados, prefieren mante
ner unos salarios iguales y con un trabajo con tin u a d o, aunque sea
m onótono, mientras que los obreros más jóvenesy solteros, en cambio,
prefieren cambiar de trabajo para ampliar su aprendizaje y, consi
guientemente, el valor de su fuerza de trabajo. N o obstante, junto a estos
y otros casos similares — que habrá que estudiar más detalladamente—
en los que el com portam iento de los obreros está determinado por
consideraciones económicas, hay muchos otros casos en los que su
com portaniiento parece n o estar claramente determinado por tales
consideraciones y, a veces, incluso parece contradecirlas. Parece plau
sible, y se ha observado en algunas ocasiones, que el cambio de trabajo
com o tal, es decir, cuando n o dicen la palabra decisiva las oportunida
des económ icas ni la com odidad o incom odidad del trabajo, se les
presente como algo deseado. Pero también están confirm ados con
seguridad otros casos en los que los obreros « o deseaban el cambio de
trabajo, ni siquiera dándoles la total garantía de que no les' iba a traer
ningún per juicio económico. Que no estaban en juego aquícircunstan-
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IN T R O D U C C IÓ N M E TO D O L Ó G IC A PARA LAS ENCUESTAS LOS PROBLEMAS C I E N T l F I C O - N A T U RALES DE LA ENCUESTA
cias excepcionales n i una vinculación interior genérica a la tradición cilla y comprensiva posible. Pero, en beneficio de esta encuesta, habría
parece demostrarse por el hecho de que, en algunas ocasiones, se ha que aconsejar encarecidamente a los señores colaboradores una cosa:
encontrado esa resistencia en obreros que habían realizado un cambio que, en caso de que, en sus lecturas o a través de las sugerencias de algún
de empresa y de lugar con toda facilidad, e incluso con predilección, fisiólogo, o de algún psicólogo o de algún biólogo o antropólogo con
si podían colocarse fuera en un puesto de trabajo igual. N o se puede form ación especializada, tengan ocasión de familiarizarse con los prin
determinar a p rio ri si para explicar esto se podrían utilizar aquí los . cipios generales de esas disciplinas no «se pierdan» en esos problemas,
conceptos de «habituación a» y de «predisposición» para una tarea por muy interesantes que le puedan parecer a cualquiera, y que no «se
concreta, conceptos cuya significación para la curva de rendimiento se adscriban» bajo ningún concepto a ninguna de las teorías generales
puede medir al parecer experimentalmente. psicológicas o biológicas o antropológicas que están enfrentadas entre
En estos y en otros muchos casos semejantes, siempre parece p o sí. N o como si los problemas más generales de las ciencias naturales no
sible que las consideraciones puramente psicofísicas no permitan una pudieran afectar a los planteamientos de esta encuesta ni tampoco como
respuesta clara, porque los motivos intervinientes son demasiado com si los hechos que sacarán a la luz nuestros planteamientos no pudieran
plejos. Esta situación se repetirá en numerosas ocasiones. En conjun ser de interes para aquellas teorías generales. Ambas cosas son posibles.
to, en el estado actual de los trabajos psicológicos, los colaboradores Pero para la neutralidad de la indagación de los hechos, que es la base
se verán con frecuencia abandonados a sus propios recursos casi siem fundamental para que triunfe esta encuesta y que constituye sobre todo
pre que tengan ocasión de describir las diferencias de las «caracterís su ob jetivo esencial, no podría suceder nada peor que el que se estable
ticas anímicas» generales de los obreros según su tipo de empleo y su cieran esos hechos desde un principio desde la perspectiva de corrobo
proveniencia social, es decir, sus diferencias de «carácter», de «tem pe rar la corrección o no de esas hipótesis generales de las ciencias natu
ramento» y de «actitud» «intelectual» y «m oral» — cosas éstas que tie rales. Si ya conduce a veces a extravío que los especialistas de las ciencias
nen sin duda alguna una significativa influencia sobre la cualificación naturales sin conocim ientos precisos de los problem as económ icos
para los distintos tipos de trabajo industrial:—. Es verdad que los an intenten eso, si se hiciera lo mismo por parte de no especialistas difí
tiguos «cuatro temperamentos» están siendo sustituidos por las cuatro cilmente se favorecerían las ciencias naturales, a causa del inevitable
combinacionesposibles entre la intensidad y laduracióndelos sentimien diletantismo, y sí se dañarían gravemente los objetivos de esta encues
tos; pero se pierde el contenido cualitativo que se encerraba en esos vie ta, particularmente al intentar una construcción partiendo de un punto
jos conceptos. Hasta ahora, los trabajos de «psicología diferencial», los de vista hipotético. Pues, incluso siendo muy concienzudos, siempre
de «cara cterología », los de «etiología» o los de «psicología especial» estaría presente el peligro de ignorar aquellos hechos que no se acomo
— o como se llamen estas investigaciones— no han logrado sustituir ese daran a aquella interpretación hipotética o de no establecerlos o repro
contenido por otra clasificación de los «tem peram entos»— por dificul ducirlos, en todo caso, con el interés y la perfección deseados. Por este
tades metodológicas genéricas— ni han logrado clasificar las numero motivo no se aconsejará con suficiente insistencia, primero,que se atraiga
sas diferencias cualitativas de las actitudes, que nosotros denominamos a colaboradores especialistas cuando se desee tener una apoyatura ,en
«carácter» y que son muy complejas desde el punto de vistapsicológico. conocimientos científico-naturales; segundo, que se utilicen los resul
N o existe actualmente ninguna clasificación de estas diferencias que tados de los trabajos científico-naturales cuando se trate de hechos
tenga unreconocim iento general ni existe ninguna en especial apropia importantes para los objetivos de esta encuesta que tengan reconoci
da sin más para que pudiera servir de base a lo s fines de la presente miento y sean sólidos en virtud de haber sido comprobados y, tercero,
encuesta. Las diferencias psicológicas con las que hoy en día trabaja la que sólo se utilicen, en cambio, terminologías y teorías generales de las
psiquiatría son demasiado sencillas o demasiado específicas, por razo ciencias naturales cuando tengan el reconocim iento general de los
nes que proceden de la especial naturaleza de esta ciencia. Por este especialistas y cuando -esto aporte, excepcionalmente, alguna ventaja
m otivo, sólo se puede aconsejara los colaboradores que observenlo más realmente palpable para los objetivos de la encuesta.
exactamente posible las formas de manifestación externa de las «d ife Estos principios valen especialmente cuando se llega a las cuestio
rencias de'carácter» en la medida en que se presenten inequívocamente nes de la herencia biológica; y difícilmente se podrá evitar, si se utiliza
en la realidad, es decir, los diferentes modos de reacción de los indivi el concepto de «disposición natural». Difícilmente se evitará el contacto
duos que se pueden observar en su comportamiento externo, en donde con esas cuestiones cuando se aborden más de cerca las causas de las
crean.reconocer aquellas diferencias; y se les puede-aconsejar que des diferencias en la aptittid laboral. Y tampoco se podrá evitar cuando, en
criban esas diferencias en el lenguaje cotidiano de la manera más sen alguna fase de la investigación, haya que plantear necesariamente la
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IN T R O D U C C IÓ N M E TO D O LÓ G IC A PARA LAS ENCUESTAS
cuestión de hasta qué punto es posible atribuir las diferencias de este
tipo a diferencias biológicas transmitidas hereditariamente. La pregun
ta es hasta qué punto la investigación vaa poder dar una solución a estos
problemas con los medios de esta encuesta. En teoría, nadie debería po
ner en duda la posibilidad, e incluso la probabilidad, de que las «dife
rencias raciales» tengan alguna significación para la aptitud laboral en
el trabajo industrial, como se ha puesto de manifiesto muy claramente
en las industrias textiles de Norteam érica con la contratación de negros,
y como también parece que se está poniendo de manifiesto, por ejem
plo, en España y en Bélgica. Muchísimos empresarios dirán que tienen
experiencias muy distintas con las diferentes «estirpes» (Stámme) ale
manas. Los obreros metalúrgicos bávaros y los del noroeste de Alema
nia gozan de una fama muy distinta, así como los tejedores silesios o los
de Westfalia o los laminadores renanos de la frontera con Bélgica y los
dé Alemania del N orte; la lista se abultará enormemente en las manos
dé los colaboradores, si prestan su atención a ello. Tam poco debería ser
una cuestión controvertida, en principio, que las diferencias conside
rablemente importantes para la aptitud laboral hay que buscarlas en el
terreno de la constitución psíquica y nerviosa, en el distinto m odo de
reaccionar— en cuanto a la rapidez, firmeza y seguridad de las reaccio
nes— y en las «diferencias de tem peram ento» condicionadas por aquél;
diferencias de temperamento que, a su vez, influyen sobre la «discipli
na» necesaria para la gran industria. La tarea consistiría, primeramente,
en reproducir críticamente el caos de afirmaciones incontrolables que,
sin lugar a dudas, se van a encontrar los colaboradores y luego, en cuanto
que sea posible, investigar hasta qué punto.se puede afirmar que existan
diferencias «hereditarias» en sentido biológico en cada casa concreto,
y no sólo diferencias recibidas, como ocurre con toda seguridad en
muchos casos, aunque no en la mayoría de ellos: el concepto conven
cional y muy impreciso del «carácter nacional» (Volkscharakter) como
«fu e n te » de determ in adas cu alidades de los ob re ro s con fu n d e
inextricablemente ambas cosas, que son muy diferentes. Apenas existe
un tema que sea tan difícil de responder en el caso concreto con claridad
y de manera exhaustiva; incluso es posible la opinión de que nunca se
pueda responder inequívocamente la cuestión; en todo caso braman las
disputas entre «teorías» biológicas enfrentadas entre sí, incluso sobre la
interpretación de hechos relativamente seguros. Por eso mismo habrá
que evitar en este punto, además del error anterior, el siguiente: el de
creer que, partiendo del material investigadoa^Mí, que abarcaenelm ejor
de los casos algunas pocas generaciones, se pueden obtener algunos
resultados sobre la fundamentación de alguna de aquellas teorías, es
decir, del darw inism o en su versión o rto d o x a o en la versión de
Weismann, del «neo-lamarckismo», delateoríadeH ering-Sem on, etc.;
habrá que evitar también creer que la tarea sería, o que sería de desear,
48
LOS PROBLEMAS C !EN T IF IC O - N A T U RA L ES DE LA ENCUESTA
utilizar ese material, al elaborarlo, en esa dirección. N o s e trata eviden
temente de eso. Pongamos, por ejemplo, que se confirmara la observa
ción, que se ha hecho en algunas ocasiones, de que la población de zonas
que fueron centros industriales durante bastante tiempo (centros de
industrias domésticas, por ejemplo) no sólo tiene en general una fuerte
inclinación hacia el trabajo industrial sino que está mejor cualificada
para el mismo— lo cual es algo diferente de lo anterior— , especialmen
te para los trabajos industriales distintos a los tradicional es, es decir, que
se confirmara que esa población tiene una mayor «capacidad de prác
tica» en estos trabajos. Este hecho, en caso de que fracasaran todos los
intentos de derivarlo de la educación, de las tradiciones recibidas, de la
imitación, etc., y de que, por tanto, fuera probable que esa cualificación
fuera «hereditaria», este hecho podría ser interpretado de las más diver
sas maneras, tanto, por ejemplo, como un resultado de disposiciones
embrionarias activadas por la «selección» o como consecuencia de una
«práctica» continuada cuyas consecuencias para el desarrollo del siste
ma psicofísico se hubieran heredado o como una consecuencia de «la
huella de la m em oria»; o quizá podría ser interpretado incluso de algu
na otra manera; sin^mbargo, sólo los biólogos especializados podrían
determinar qué manera sería la más sencilla, pero probablemente, sin
duda, les parecerá totalmente insuficiente para tomar esa determina
ción el material que pueda suministrar eventualmente nuestra encues
ta. Una consideración que se acerque «sin presupuestos previos» a la si
tuación debería tener en cuenta, en primer lugar, que cada una de las
manifestaciones de la vida humana puede entenderse como una deter
minada especie de «funcionamiento» de las «disposiciones hereditarias»
causado por las circunstancias actuales, disposiciones que, por su par
te, se han «desarrollado» de unamanera determinada por determinadas
circunstancias del pasado; en segundo lugar, hay que tener en cuenta
que, en principio, está mal planteada la pregunta, y por tanto sobra, de
qué es, en general, lo «importante» y lo «decisivo» desde un punto de
vista causal, si las disposiciones hereditarias o las cualidades adquiri
das. Está mal planteada porque la cuestión de si algo es «importante»
o no como factor causante depende de para qué sea «importante» o «no
importante», es decir, depende del punto de vista concreto con que se
contemple su significación para el caso individual concreto. En esta
encuesta no debería tratarse nunca de «solucionar» estás cuestiones
generales, en el caso de que se llegase realmente a acercarse a estos
problemas en algún p u n to , sino que debería tratarse sólo y exclusiva
mente de lo siguiente: de si las cualidades específicas que hacen que sea
rentable emplear a los obreros que las posean en determinadas tareas
de determinadas características residen predominantemente o no, se
gún los distintos casos, en la vida de los obreros (en sus destinos per
sonales, en el sentido más amplio de esta expresión).
49
N T R O D U C C IÓ N M E TO D O L Ó G IC A PARA LAS ENCUESTAS
LOS PROBLEMAS CIEN TÍFICO-NATURALES DE LA ENCUESTA
Pero en este punto habría que contar, desde e l principio, con la
maño, que tenga la vida comercial característica de las ciudades con todas
posibilidad de queesta cuestión pudiera tener distintas respuestas para
sus consecuencias— son a veces muy perceptibles, si se examinan con
cada categoría laboral en cada sector industrial; habría que contar
precisión los cálculos de los salarios de las empresas industriales.
además' naturalmente, con el hecho, indudable de que los efectos de
Estas consideraciones podrían aconsejar p o r sí mismas que, en el
diferentes disposiciones hereditarias pueden compensarse en gran
análisis de los fundamentos de las diferencias de las aptitudes laborales,
medida con lo que haga en su vida cada uno (el «m ed io social»).y que
no se partiera m etodológicam ente de la hipótesis de la transmisión
los efectos de disposiciones hereditarias similares pueden ser muy di
hereditaria sino que se investigaran prim eram ente las influencias de
f erentes, y al revés. El concepto de «m edio social» (m ilieu ), concepto
origen social y cultural, las influencias de la educación y de las tradi
enteramente impreciso y que reune en sí las cosas ma s heterogeneas
ciones recibidas — conscientes de que la «herencia» (Erbgut) pued e
habría que diferenciarlo, en cada caso concreto, en los diversos gene-
intervenir en general en esas diferencias— y avanzar con aquel princi
ros de condiciones de vida que en él se comprenden. El nivel de desa
pio explicativo hasta donde sea posible. En el ejemplo utilizado antes
b o llo o de em pobrecim iento de las «disposiciones» hereditaria!'! exis
de si en la antigua población industrial existía una cualificación espe
tentes que puedan ser importantes para la aptitud laboral en el trabajo
c ífica (aparente) para el trabajo industrial (nos referíamos aquí a un
industrial m oderno depende mucho, sin duda, de las influencias de los
trabajo distinto al trabajo tradicional) podría resultar, por ejemplo, que
años juveniles. Esto lo hacen probable tanto las consideraciones gene-
diferentes poblaciones de la vieja industria no se comportaran de la
ralescornolascomprobaciones experimentales que existen--m uy pocas
misma manera, es decir, que unas se mostraran inclinadas a cambiar
y p o co firmes, efectivamente— , por ejemplo, sobre la relación entre la
a otros tipos de trabajo industrial con relativa facilidad y que otras, en
exactitud cualitativa de las actividades motoras y el nivel del desarrollo
cambio, no; por ejemplo, la población de Silesia en relación a la pobla
intelectual o sobre la relación ,entre la fatiga y la capacidad de asocia
ción de la industri^dom éstica de Alemania central. En este caso es
ción y la proveniencia social. Estas influencia de los años de juvenmd
bastante lógico sospechar que se trate de diferencias hereditarias.
las ejercen, entre otros factores, el ,tipo de alimentación y educacion,
Tam bién en estos casos habría que investigar, en prim er lugar y de la
el grado de los estímulos intelectuales ■y de las posibilidades de desa
manera más precisa posible, las posibles influencias de la tradición y
rrollar una actividad intelectual, la riqueza de material a observar que
del «m ed io» social y cultural y se podría pensar que quizáno falte tanto
ofrece el m edio social- de los años de juventud. La estrechez o el des
la aptitud com o la in clin a ción para cambiar de oficio. H abría que
ahogo material, dado la mayoría de las veces por la clase social de los
preguntarse con un procedimiento lo más «exacto» posible hasta qué
padres, y la amplitud del «horizonte intelectual» de la casa paterna, la
punto el tipo de trabajo industrial anterior de las poblaciones que se
formación escolar y el servicio, militar, el numero de habitantes y las
comparan entre sí tenía realmente un parentesco fisiológico y psicoló
características económicas y culturales del pueblo en que se hanacido
g ico con los trabajos industriales que ahora les sustituyen (por motivos
o donde se ha pasado la juventud, el destino personal de cada uno en
económicos) o, al revés, hasta qué punto pueden estar actuando «com o
su juventud: todos estosfaccores ejercen, segun todas las probabilida
un freno» las cualidades «practicadas» del viejo trabajo para la adap
des, una influencia tan duradera sobre la evolucion que experimenta
tación a otro tipo de exigencias. Pero el análisis podría no progresar tan
rán en el futuro las distintas capacidades — desarrollo o inhibición de
lejos, y quizá no haya tampoco ningún m otivo para ello, pues antes-de
las mismas— que, com o se, ha com probado experimentalmente, por
Uegar a esos' difíciles problem as tendría que estar investigado con
ejem plo, en las dotes pictóricas, sóllo unas dotes para determinadas
anterioridad-hasta qué punto favorece el apegarse a la tradición o la
actividades m uy por encima de lo normal parecen poseer la fa cu !^ d
adaptación interior a las innovaciones la estructura social y económica
de imponerse, en un grado reconocible, respecto a aquellas condicio
general, la densidad de los centros urbanos,. la.variedad o no de la
nes dadas por la estratificación social, y cultural en los momentos de.la
.producción en general, las costumbres y las condiciones de vida tradi
vida en que ésta tenía la máxima plasticidad. -Entre las «disposiciones
cionales debidas a un tipo determinado de educación en esas regiones
generales del sistema psicofísico que pueden ser importantes para la
en que se están realizando esosprocesos detransformación y, finalmente,
aptitud laboral, una parte de ellas es, sin duda, a ^ u ir ib le (tanto ¡ntra
tendría que estar investigado — lo que también puede suceder— hasta
como extrauterinamente) a través de un «aprendizaje» que las favorez
qué punto se da el caso de que la población antigua que se va es sus
ca o a través de unas condiciones de vida-expresamente pet,judiclales
tituida por- otra de otro nivel cultural y, entonces, el «apegarse a la
o que comporten un freno. Estas diferencias por el origen urban_o o;rural
tradición» en' un caso y el cambio de trabajo en el otro sólo representan
— por «utbano» habría que entender cualquier lugar, de ■cualquier ta
manifestaciones aparentes de lam ism apoblación. Tan sólo después de
50 51
IN T R O D U C C IÓ N M E TO D O LÓ G IC A PARA LAS ENCUESTAS
tomar en consideración estas influencias y su posible trascendencia, en
caso de que no bastaran para dar una explicación, se llegaría a aquellas
cuestiones de la «disposición» psicofísicay eventualmente, p o r últim o,
a la presencia de cualidades hereditarias.
Este procedimiento parece tanto más aconsejable cuanto que, al
menos en el campo de las actividades psíquicas y según los Conocimien
tos actuales de la biología y la psiquiatría, no es evidentemente niuy
fácil en absoluto formular qué cosas son en realidad, totalmente o al
menos con carácter general, objeto de transmisión hereditaria en algún
ámbito relevante para la aptitud psicofísica laboral. Si se quiere decir,
por ejemplo, que no se heredan «contenidos» psíquicos sino sólo cua
lidades «form ales» del desarrollo de los procesos psíquicos o que no se
heredan «orientaciones de la actividad» anímica sino sólo «capacida
des» generales o que no sc heredan cualidades «realizadas» del com por
tam iento personal sino só lo «p re d is p o s icio n e s» más o menos
determinadas para un comportamiento oq u esólo seh ered ael «sistema
psicofísico» pero no la «función» que desarrolle en la vida— todas estas
distinciones y otras similares son por su propia naturaleza muy fluidas.
Sólo pueden servir, en todo caso, Ae. advertencia enérgica para atribuir
con demasiada ligereza a la «herencia» características psíquicas com
plejas y «cualidades de carácter» de una determinada población. A c
tualmente faltan todavía m edios científicos para establecer con
exactitud la transmisión hereditaria de algunas cualidades importantes
para la industria. N o se han intentado mediciones antropológicas e
investigaciones de amplias capas de población clasificadas por los
«oficios» o, más bien, por el rendim iento técnico tal com o se pone de
manifiesto en el puesto que ocupen dentro del proceso de producción
(puess ó lo e s to es realmente determinante, y eventualmente habría que
analizarlo), pero son de muy difícil realización a gran escala y, sobre
todo, para encuestas particulares. Sólo las autoridades militares p o
drían realizar estas encuestas y sólo con reclutas, es decir, con obreros
que apenas están comenzando su «carrera profesional». L o mismo
cabe decir de las investigaciones de masas de la psicología experimen
tal, prescindiendo del hecho de que sus métodos de m edición no están
actualmente desarrollados para estos fines, como se ha destacado an
teriormente. Es decir, en cuanto que esté puesto en cuestión el juicio
sobre la aptitud laboral de amplias masas y sobre sus fundamentos,
actualmente sólo se podría llegar a afirmar directamente la causalidad
de la herencia — en sentido biológico— con lina cierta probabilidad
cuando sean evidentes las diferencias fisiológicas entre las distintas
categorías laborales o cuando diferencias étnicas coincidan con una
diferencia clara en el tipo de trabajo que se puede observar desde
generaciones o con unas evidentes diferencias de «temperamento» y
«carácter» presentes desde generaciones y que no sean explicables por
52
LOS PROBLEMAS C IEN T IFIC O - N A T U RA L ES OE LA ENCUESTA
la culturad e la tierra natal. Cuando se investigue a obreros que no estén
reclutados básicamente de unos pocos territorios con una clara diferen
ciación desde el punto de vista étnico y cultural, sino que estén muy
mezclados entre sí, muchas veces no se estará en situación de ir tras el
tipo y grado de las influencias de la tierra natal en cada uno. Cuando
las condiciones sean muy favorables, pero no sea posible atribuir con
seguridad las evidentes diferencias de aptitud laboral ni a las condicio
nes económicas o tradicionales n i a características físicas visiblemente
hereditarias — lo que ocurrirá la mayoría de las veces— , se hará pro
bablemente bien en la presente encuesta en exponer y mostrar sola
mente la existencia real de las diferencias, pero dejando al mareen toda
interpretación causal de las mismas por la herencia o por la tradición
u otras circunstancias.
Siendo muy difícil una clara atribución de las diferencias de apti
tud laboral a diferencias de cualidades últimas, simples, que descansen
en «disposiciones naturales», mucho más lo es cuando estas cualidades
no son de naturaleza física sino psíquica. Una ojeada a los trabajos de
la psicología experimen tal muestra qué difícil es muchas veces la inter
pretación de una curvando rendimiento de laboratorio y cuán extraor
dinariamente compleja resulta la atribución de sus diferencias a dife
rentes cualidades «últimas» (provisionalmente) de las personas con que
se está experimentando. Y esto ocurre con experimentos que se reali
zan bajo estricto control y, sobre todo, con la concienzuda colabora
ción de las mismas personas investigadas, sometidas para ese fin a un
determinado entrenamiento y a un modo de vida controlado. Pero todos
los matices más finos de una predisposición para una determinada ac
tividad que se puedan encontrar se ocultan casi siempre — con muy
distinto grado de seguridad— en el trabajo de la fábrica, con las con
diciones incomparablemente más groseras en que se desarrolla la curva
de rendimiento. Los efectos de los usos alimenticios, que tienen que ver
en parte con la preparación doméstica de las amas de casa obreras, el
consumo de alcohol, la higiene de la vivienda, a veces el tipo de vida
sexual, pero sobre to d o el interés econ óm ico que una al obrero a su
salario y consiguien temente a su rendim iento — de lo que ya hemos
hablado y hablaremos todavía— , todas estas cosas ejercen una influen
cia tal sobre el dcsarrollqjdcJa capacid;idjJe.retidiniiciita_de los obreros
que, cuando exisíárTprofundas diferencias entre estos factores más
groseros del rendimiento, no será posible muchas veces reconocer la
existencia de diferentes «disposicionesnaturales» físicas que tengan una
manifestación más indirecta o matizada. Sólo se ponen de manifiesto
de manera realmente reconocible diferencias en el grado en que se tenga
una «disposición» específica para una determinada actividad— diferen
cias eventualmente de una predisposición hereditaria— cuándo se da
el m ism o nivel de intensidad del esfuerzo. Com o no existe un m edio
53
IN T R O D U C C IÓ N M E TO D O L Ó G IC A PARA LAS ENCUESTAS
para medir objetivamente y con seguridad este factor puramente sub
jetivo, la psicología experimental parte en muchos casos del principio
de que los experimentos sobre una mayor o menor disposición para una
determinada actividad (eventualmente también sobre una predisposi
ción hereditaria) sólo pueden dar un resultado seguro cuando varias per
sonas realicen el mismo rendimiento bajo la condición de que rindan
realmente el m áxim o absoluto que puedan rendir. Estas condiciones
son muy fáciles de reproducir en el laboratorio, cuando las personas
sujetas al experimento tienen un interés ideal propio en el éxito del ex
perimento ycuandoésteduramuy poco tiempo. En cambio, en el trabajo
en la fabrica durante toda su vida, los obreros que aspiren a alcanzar,
y que puedan lograrlo, un rendimiento superior al normal y que son
empleados por ello muchas veces com o instructores —-los llamados
Renner, se ven forzados, directamente o indirectamente, por solidari
dad con sus compañeros a «autorrestringir» su producción, esdecir, se
ven forzados a mantenerse dentro de los límites de un esfuerzo medio
que períflitá qiie los demás «puedáñ seguirles» y qüéTíó permita que se
dé eí'péligro, siempre aducido por los obreros, de que un aumento de
sus salarios por alto rendimiento pudiera inducir al empresario a una
reducción de la tarifa del destajo. En la encuesta actual, ese principio
m etodológico de la psicología experimental puede sugerir que se some
ta a una examen en profundidad ese «trabajo ejemplar», en cuanto a las
condiciones de su capacidad de rendimiento específica,en especial la
proveniencia étnica, social y cultural de los obreros, pero sobre todo
que sólo se busquen explicaciones para las diferencias de aptitud labo
ral donde el sistema salarial contenga estímulos suficientes para los
esfuerzos máxim os. Ypara establecer separadamente las influencias del
sistema psicof ísico heredado y de la tradición cultural y social y del medio
ambiente de los obreros, de m odo que se pueda ir más allá de hipótesis
generales indemostrables, se necesitaría una investigación más detalla
da de aquellos casos que sean lo más iguales posible en cuanto a los
factores del rendimiento citados anteriormente — que actúan visible
mente de manera más inmediata, directa y grosera— y en los que el
esfuerzo d e los obreros no se mantenga dentro de los límites tradicio
nales a causa del todavía frecuente sistema tradicional de un «límite del
destajo» (Akkordgrenze) firme (fáctico). Incluso con una investigación
tañ precisa sólo existe la posibilidad de obtener un cuadro exacto de
la aptitud laboral en una parte de los obreros d e una parte de la gran
industria.
A la vista de tantas dificultades se podría plantear la pregunta de
p o rq u é habría que analizar con tanta profundidad el aspecto «cientí
fico-natural» de los problemas abordados por esta encuesta. Esto ha
ocurrido por múltiples motivos. En primer lugar, parece correcto que,
al acometer una encuesta com o la presente, se dé cuenta de la existen
54
LOS PROBLEMAS C I EN T I F IC O . N A T U RA L E S OE LA ENCUESTA
cia d e estas cuestiones «últimas», para cuya respuesta fiable faltan ac
tualmente hipótesis en la mayoría de los casos, pero que deberían ser
respondidas para poder alcanzar realmente resultados definitivos. Por
elloes un deber inevitable poner en claro dónde estaría el objetivo «ideal»
del análisis científico y es deseable, en segundo lugar, que los propios
colaboradores y sus lectores conozcan totalmente las probables lagu
nas de lo que se puede conocer h o y — en relación al objetivo propues
to— y de loque quizá se podrá conocer en un tiempo previsible. Además,
la «V erein », al solicitar colaboración, se dirige no sólo a colaboradores
con formación puramente económica sino también a representantes de
las disciplinas científico-naturales. Por lejos que esté todavía el tiempo
en que existan respuestas definitivas a preguntas com o las que hemos
tocado aquí, sí está totalmente abierto el camino para iniciarlas con los
medios de quedisponemos en nuestras especialidades, y esperemos que
con el trabajo en común se vaya estrechando el abismo existente actual
mente entre los medios de trabajo de ambas disciplinas.
NOTAS
1. No siempre escapa a esce peligro, por ejemplo, el bello ensayo de Gerson en el volumen
X de la revista Zeitschr. f. Sozialwissenscbaft, al menos en los dos artículos finales.
2. En el número de noviembre y de enero de la revista Archiu fü r Sozialwissenscbaft und
Sozialpolttik he intentado un resumen de los problemas con una información bibliográfica y está a
disposición, en la medida en que alcancen las existencias de separaras.
55
3
E L M É T O D O DE L A E N C U E ST A
De todo lo dicho anteriormente podrían deducir los señores cola
boradores, en cualquier caso, hasta qué punto se trata en esta cuestión
— en sus puntos esenciales— de algo distinto a la exposición de la
«m orfología» y de la organización técnico-social de los distintos sec
tores industriales. Este «algo distinto» podría formularse en los si
guientes términos: hay que investigar, p o r un lado, e l tip o de « proceso
de selección» que realiza la gran industria de acuerdo a sus necesidades
internas sobre las personas que están ligadas a ella p o r su profesión;
p o r o tro lado, hay que investigar el tip o de «a d a p ta ción» de las perso
nas que trabajan «cotp o ra lm en te» o « intelectualm ente» en las grandes
industrias a las condiciones de vida que éstas les ofrecen. De esta
manera nos aproximaremos a la respuesta a la pregunta de qué tipo de
hom bre está conform ando la gran industria moderna en virtud de sus
características internas y qué tipo de destino profesional les depara (y
a través de ahí, de manera indirecta, qué destino extraprofesional les
depara).
El «Plan d e trabajo» y el Cuestionario entregado tienen la finalidad
de orientar a los colaboradores sobre algunospuntosque serían im por
tantes, en todo caso, para los objetivos de la encuesta.
Entre las cuestiones del «Plan de trabajo» existen muchas a las que
no se busca una respuesta por sí mismas, sino sólo porque parecen
necesarias, ya que sin ellas no se podría avanzar en las tareas propias
de la encuesta.
Así, por ejemplo, la investigación de la duración de la jom ada de
trabajo y de su significación no es, en m odo alguno, un fin en sí m ism o
de la encuesta, a la vista de la enorme bibliografía que existe sobre el
tema. Pero la duración del trabajo significa, evidentemente, un factor
esencial en el «destino profesional» de los obreros. Por otro lado, es
56
EL M É TO D O DE LA ENCUESTA
también una manifestación muy importante del tipo de tareas, y con
siguientemente de la cualificación, que los respectivos sectores indus
triales exigen de sus obreros, concretamente si esperan de ellos un
trabajo intensivo o un trabajo extensivo. Una industria con una jornada
laboral larga no sólo podrá esperar un alto grado de rendimiento pu
ramente físico-muscular, sino también un algo grado de rendimiento
nervioso. Por otra parte, una industria que sólo pueda disponer de una
mano de obra coq escasa capacidad para el trabajo intensivo porque
carezca de las cualidades para ello, innatas o adquiridas por herencia
o educación, intentará subsistir con jornadas laborales largas. N o se
trata aquí de desarrollar estas consecuencias, que son ya muy conoci
das. Pero, no obstante, sí es pertinente para los objetivos de la encuesta
la cuestión de qué relación existe realmente en la actualidad entre la
jornada laboral y el rendimiento en los distintos sectores industriales,
es decir, cómo es esa relación desde el punto de vista de la rentabilidad-
La situación, por ejemplo, que existía en la minería hace unos cincuen
ta años, cuando el trabajo era predominantemente manual y cuando
existían grandes posibilidades de expansión para los beneficios, hacía
que los obreros rindieran en seis horas a destajo — calculado racional
mente— tanto com o antes en diez horas con los salarios tradicionales
(aunque el ágotamiento fuera m uy intenso) y que sólo se consiguieran
grandes aumentos de producción en cuatro turnos; esa situación ya no
existe en los mismos términos en obreros que están encadenados a las
máquinas, y por esta razón habría que confirmar en cada settor indus
trial, según fuera posible, en qué relación se encuentran el rendimiento
y los costes salariales, atendiendo a las condiciones técnicas concretas
propias de cada sector y a la duración de la jornada laboral, en la
medida en que existan conocimientos exactos al respecto. Pero habría
que preguntarse sobre todo hasta qué pun to la jornada laboral es una
«manifestación», en cada caso concreto, de determinadas característi
cas de los obreros. (Puede darse por conocido que no es siempre eso lo
que ocurre en realidad.) El m odo de distribución de las pausas y su
duración durante el trabajo se apoya asimismo en un conocimiento de
los efectos de las pausas sobre el rendimiento laboral, allí donde las
pausas respondan realmente a m otivos racionales y no a motivos tra
dicionales (com o podría ser la regla). Por esta razón, habría que esta
blecer de la manera más exacta posible, tanto para la jornada laboral
como para las pausas durante el trabajo, si hay datos en este terreno— y
cuáles sean esos datos— para las distintas categorías laborales según su
procedencia social y educación, en especial, naturalmente, si se han
introducido modificaciones en la duración de la jornada o en la distri
bución de las pausas; habría que determinar, por ejemplo, cóm o se está
más fresco para el trabajo en los distintos momentos del día, cómo se
comportan los obreros respecto a la distribución de la jornada «ingle
57
IN T R O D U C C IÓ N M E TO D O L Ó G IC A PARA LAS ENCUESTAS
sa», etc. Cuestiones que, por supuesto, sólo darán resultados limitados
en muchísimos casos porque predomina una regulación puramente
consuetudinaria de estas situaciones.
Semejante papel está llamada a desempeñar la cuestión de las fo r
mas de los salarios. D ebe darse por supuesto que los señores colabo
radores están familiarizados con la bibliografía usual al respecto (por
ejem plo, el libro de SchloR-Bernhard). Por lo demás, está en marcha
'actualmente una amplia publicación de la «Asociación para el bien
estar de las clases trabajadoras» («V erein fíir das W oh l der arbeitenden
Klassen»), cuya lectura hay que recomendar encarecidamente y que
trata en profundidad 'este punto precisamente en la industria meta
lúrgica y en la de maquinaria. Así que, aunque no esté dentro del plan
de esta encuesta el análisis de los sistemas salariales por sí mismos,
los señores colaboradores no podrán, sin él, fam iliarizarseen profun
didad con este punto dentro de su campo de trabajo. Pues el sistema
salarial, y consiguientemente las características de naturaleza psicofísica
que los obreros desarrollan, tiene sobre el rendimiento laboral la mayor
efectividad que se pueda pensar. En muchísimos casos en los que se
creía que se trataba de determinadas características inalterables, fue
ra por ser innatas o por haber sido recibidas por la educación y el
m edio social — concretamente en el caso de las limitaciones de la
capacidad de rendim iento, creyéndose' que eran limitaciones dadas
de una vez por todas por causas físicas o psíquicas— algunas trans
formaciones del sistema salarial han puesto dé manifiesto, después
de un tiem po suficiente de vigencia, que lo decisivo era, en realidad,
el interés que se tuviera en producir más o mejor. Además de esto
están las profundas consecuencias que traen consigo los diferentes
sistemas salariales para los intereses de los distintos grupos de obre
ros de una empresa en las relaciones entre ellos mismos, en su rela
ción con los jefes de taller, con los obreros instructores, con sus ca
m aradas que trabajan a d e sta jo , etc. A l sistem a salarial está
estrechamente unida toda la organización interna del trabajo y la
form ación de grupos «sociales» dentro del conjunto de los obreros;
con él está también relacionada la distribución del trabajo y la disci
plina dentro de esos grupos: si es más de tipo autoritario-personalista
o de tipo participativo (hechos éstos que son muy importantes para
poder contestar a muchas de las cuestiones del «Plan de trabajo»). Los
tipos generales de que aquí se trata son conocidos por la bibliografía
existente, pero establecerlos en cada caso concreto es un requisito
previo evidente para adentrarse en la «psicología d e la profesión» de
unos obreros determinados. La «política salarial» es uno de los pro
blemas más importantes de la empresa cuando las diferentes grandes
industrias están compitiendo entre sí en el mercado de trabajo y cuando,
en el interior de la misma empresa, se realizan1diferentes tipos de
58
EL M É TO D O DE LA ENCUESTA
trabajo por categorías laborales iguales desde el punto d e vista so
cial, y por eso habría que estudiarla con la máxima profundidad po
sible, en la medida en que se puedan lograr algunas conclusiones exac
tas. Pero, por otra parte, el sistema salarial existente, al menos donde
n o esté hecho por criterios tradicionales sino racionalmente con la
finalidad de optim izar el trabajo, es uno de los síntomas más im por
tantes —-con mucha frecuencia es un indicativo expreso— de las cua
lidades de los obreros en las que la industria correspondiente pone el
valor decisivo y que tratará lógicam ente de reconocer— a obreros in
dividuales o a grupos de ellos— con una bonificación directa o indi
recta. Evidentemente, tanto el sistema salarial como las tarifas sala
riales de las distintas categorías laborales no están determinadas, en
absoluto, de manera racional, sino, a veces, por criterios tradiciona
les muy ilógicos. Por eso será necesario establecer en cada caso no
sólo qué sistema salarial está funcionando, sino también hasta qué
punto ha sido determinado por criterios tradicionales y hasta qué punto
lo ha sido por consideraciones racionales, hasta qué punto puede
generar, en último extrem o, un impulso laboral o una «auto-restric
ción de la producción» por parte de los obreros, y habrá que com
probar, sobre todo, si se ha em prendido alguna reforma del mismo
en los último años, partiendo de qué experiencias, para qué objeti
vos y con qué resultados. Evidentemente habría que averiguar muy
cuidadosamente si, al mismo tiem po que la reforma del sistema sala
rial o a consecuencia de ella — lo que también es muy típico — se ha
producido algún cambio, brusco o paulatino, en el personal obrero y
por qué motivos. Un eventual «fracaso», total o parcial, de un nuevo
sistema salarial podría ser quizá muy instructivo para los colabora
dores en el sentido de esta encuesta, pues por muy amplias que sean
las consecuencias d el sistema salarial, su efectividad no es, sin em
bargo, todopoderosa. En circunstancias totalmente iguales, un nue
vo sistema salarial no produce, en absoluto, los mismos resultados
en los obreros. Esta efectividad limitada del sistema salarial para es
timular el trabajo y las posibles diferentes reacciones a un m ism o sis
tema salarial por parte de los obreros de diferente proveniencia étnica,
geográfica, cultural, social o religiosa, etc., tienen un especial interés
para el tema de esta encuesta.
C om o se desprende de lo anterior, para la m etodología de la en
cuesta tiene un interés práctico e inmediato la cuestión de cóm o se
lleva la contabilidad de los salarios en virtud del sistema salarial y
cóm o se hace e l cálcu lo de los costes salariales y la comprobación
numérica del rendim iento efectivo de los obreros. Cuando se trate de
lograr un material de alguna manera exacto para las diferencias en la
capacidad de rendim iento debidas al origen étnico, cultural o social,
los colaboradores dependerán ante todo de esas fuentes, siem preque
59
IN T R O D U C C IÓ N M E TO D O LÓ G IC A PARA LAS ENCUESTAS
sean accesibles. E 1que 1a contabilidad salarial de una empresa indus
trial pueda proporcionar resultados inmediatos para los objetivos de
esta encuesta dependerá, sobre todo, de si está dispuesta a que los
rendimientos de cada obrero individual sean accesibles para su cálcu
lo y un control continuado y si, al mismo tiempo, la praxis respecto
a los «márgenes del destajo» es apropiada para fom entar unos rendi
mientos ó p tim o s. Sería importante averiguar hasta qué punto existe
una contabilidad salarial que se base en las papeletas individuales del
destajo o en una documentación semejante y que establezca en cada
caso la tarifa de destajo, el número de horas estándar y el rendimiento
de hecho (sería especialmente importante averiguar esto para poder
efectuar los cálculos posteriores). Esto es necesario la mayor parte de
las veces en empresas que utilizan sistemas salariales con primas in
dividuales. Pero también muchas empresas que trabajan con sistemas
de destajo sencillos han realizado, en beneficio propio, esas estadísti
cas que abarcan a cada obrero, individualmente. Se pretende, además,
cubrir con exactitud no sólo los costes salariales, sino también el ren
dim iento efectivo de cada obrero individualmente y existen muy va
riados aparatos que controlan el nivel de rendimiento de las máquinas
por cada obrero. Donde la contabilidad es suficientemente precisa, se
pueden establecer, a partir de sus apuntes, las oscilaciones de los ren
dimientos día a día; teóricamente incluso sería posible un control hora
a hora con algunos aparatos, com o los contadores de las pasadas de
trama de las tejedurías. Sólo donde se haya establecido la rentabilidad
de cada obrero en relación exactamente a la rentabilidad de la máqui
na, de las materias primas y del carbón — lo cual sólo es posible y
práctico en algunas partes de la gran industria por m otivos muy dis
tintos (habría que averiguar en qué partes)— , sólo en esos sitios po
drán los colaboradores obtener el m áximo posible de exactitud de los
materiales. D onde existan sistemas de destajo colectivo, habría que
com probar en cada caso concreto si se podría obtener de los libros de
la contabilidad salarial algún resultado importante para los objetivos
de esta encuesta— y cuál—-, atendiendo a los cálculos salariales y a la
form ación de los grupos. N o es el propio sistema de los salarios co
lectivos el que hace imposible la obtención de un material apropiado.
Cuando se le da a cada obrero su participación en el salario colectivo
en form a de una tasación sobre una «tarifa salarial por horas» — que
sube y baja según el rendim iento de cada uno y que, en ese sentido,
representa la base de la distribución del salario dentro del grupo— ,
resulta, ciertamente, sólo «relativamente» exacta la obrención de una
base calculable para la averiguación del rendim iento individual y
requiere mucho tiem po, pero no es, en absoluto, imposible. Es, en
todo caso, del máximo valor para los objetivos de esta encuesta, siem
pre que los colaboradores puedan lograr consultar esos materiales, y
60
EL M É TO D O DE LA ENCUESTA
deberían calcularse, en todo caso, cuidadosamente con los criterios
importantes para aquellos objetivos.
En la valoración de los libros de contabilidad salarial, cada cola
borador tendrá que hacerse su propio m étodo, considerando y consta
tando hasta qué punto los problemas que eligen son fructíferos para los
objetivos de la encuesta- Hay que observar que, en todo caso, importan
las siguientes averiguaciones: 1) posibles diferencias en los sistemas
salariales condicionadas por las diferentes proveniencias de los obreros
y las causas de aquéllas; 2) diferencias en el nivel de rendimiento y en
el mantenimiento de ese nivel en obreros con iguales tarifas de destajo
y de diferente proveniencia, por un lado, y los diferentes resultados que •
produce el cambio de las tarifas a destajo, por otro (introducción de nue
vos sistemas salariales, especialmente el del destajo, subida de la tarifa
de los salarios a destajo al ser los salarios insuficientes o reducción de
la tarifa al ser los salarios altos, que es lo más frecuente); 3) las d ife
rencias de tiempo en que sube el rendimiento de los obréros, midién
dolas por la evolución de sus ganancias a destajo (cuando éstas no se
puedan determinar por los libros de contabilidad), medirlas por la
frecuencia y el nivel de reducción de la tarifa del destajo o, en el caso
de destajos colectivos, del cambio en la valoración del salario por horas,
como sustituto; 4) comparar la evolución de las curvas salariales en
obreros de diferente proveniencia y con el mismo tipo de trabajo, por
unlado, y con obreros de igual proveniencia y distinto empleo, por otro;
en este punto habría que tener en cuenta, concretamente, lo siguiente:
a ) determinación del tiempo en que alcanza la m áxima ganancia y b)
determinación del tiempo durante el que el obrero se mantiene en su
nivel de ganancias, constatando la edad que tenía cuando lo logró y
cuando comenzó a bajar, así com o aquellos cambios en el tipo de tra
bajo y de salario que causa la reducción de su capacidad de rendimiento
al aumentar su edad. T o d o esto puede dar algunos puntos deapoyo para
responder a la cuestión sobre el tiempo y la rapidez con que se consigue
la máxima capacidad de rendimiento, según el tipo de tarea y según las
características peculiares de los obreros y sus orígenes culturales, so
ciales, étnicos y geográficos.
Sólo el examen de los libros de contabilidad salarial y de los cál
culos de los costes salar iales puede enseñarnos basta qu é pun to pueden
resultar apropiados com o bases de estos cálculos en los diferentes sec
tores industriales. Es comprensible además que no se piieda presupo
ner como evidente, en absoluto, el que cualquier empresa industrial esté
dispuesta a permitir que un tercero — desconocido para ellas— pueda
consultar suslibros de contabilidad. Pero, por otro lado, noexiste ningún
m otivo para suponer que las industrias en general crean que la valora
ción de este material estadístico hecho para sus fines particulares dé
m otivos para recelar de los objetivos de esta encuesta. N i en este caso
61
N T R O D U C C IÓ N M E TO D O L Ó G IC A PARA LAS ENCUESTAS
especial ni en ningún otro debe exigirse, evidentemente, a los directi-
vos de las empresas que cedan sus secretos empresariales; ni siquiera,
por ejemplo, sus cálculos de los salarios, por muy deseable que fuera
p o r sí m ism o el conocim iento de semejante material. Los colaborado
res se toparán en muchísimos casos con la duda de si un análisis de los
cálculos da realmente una idea de los propios cálculos salariales que
pudiera poner en peligro importantes secretos empresariales; Sin em
bargo, es posible, en todos los casos sin excepción, con buena voluntad
p o r ambas partes, reunir extractos y cifras que hayan sido publicados
y limitarse a ellos tan estrictamente que ningún competidor tendría la
mínima posibilidad de hacer cálculos útiles de los costes efectivos de
un determinado producto. Pues es evidente que ningún colaborador va
a extractar ni a publicar el contenido de una ficha de trabajo rellenada
para hacer después los cálculos ni tendrá el más mínimo interés en ello.
Y para cuestiones importantes, por ejem plo con los extractos de con
tabilidad y de los cálculos del rendimiento efectivo, bastaría precisa
mente con poder establecer las cifras de relación. N i siquiera sería
necesaria una publicación del nivel absoluto de los salarios y de las tablas
de los destajos, como sí suele hacerse voluntariamente ppr parte de las
grandes empresas, en parte por la vía del intercambio entre com peti
dores. En cualquier caso sería de celebrar que la gran mayoría de los
colaboradores se ganara la confianza personal de los directores de las
grandes empresas de m odo que les confiaran esos materiales. Posible
mente muchos directivos de empresa preferirán que sean sus propios
empleados quienes realicen los extractos y los cálculos necesarios. Sin
embargo, no se les encarecerá demasiado a los colaboradores que, según
sus posibilidades, se sienten ellos mismos detrás de los libros de con
tabilidad y hagan al menos algunos de estos extractos, aunque sea un
trabajo en gran parte puramente mecánico. Según mi propia experien
cia, algunas docenas de fichas salariales o de tablas de rendimientos
efectivos calculadas cuidadosamente por uno mismo y comentadas con
el director de la fábrica o sus empleados les darán a los colaboradores
un juicio sobre los coeficientes del rendimiento laboral mucho másseguro
que la mayor de las estadísticas o series numéricas que hubiera sacado
para ellos otra persona. Y lo mismo vale para la cuestión de hasta qué
punto influyen sobre el rendimiento el material, la maquinaria, el cam
bio de trabajo, las pausas en el trabajo, la «auto-restricción» de la p ro
ducción por parte de los obreros o por parte de la empresa — con
tingentando, en épocas de estancamiento de las ventas, la producción
máxima, algo tan frecuente en nuestros días— ; y vale también para los
incentivos, muy diversos y frecuentemente complejos, que contiene la
fijación del salario, y, finalmente, vale también para la medida y direc
ción en que las características peculiares del obrero determiri an real
mente la evolución de su curva salarial, después de haber tomado en
62
EL M É TO D O DE LA ENCUESTA
consideración todas esas circunstancias. Pero aun así, en muchos casos
los colaboradores sólo recibirán, si llegan a recibirlo realmente, un
material seleccionado p o r la propia fábrica; y después de que ellos
mismos se hagan una idea del origen de las cifras al hacer una serie de
cálculos propios, no están sometidos a ningún tipo de reservas m eto
dológicas si aceptan agradecidamente la ayuda de los empleados de la
empresa en cuanto que sea preciso tenerla para la producción de esos
extractos. Esa ayuda podría incluso suministrar algún material — du
rante las épocas del áño en que las empresas no trabajan— que podría
interesar quizá al director de la empresa y arrojar una pequeña ventaja
complementaria para el contable. El período actual de depresión como
tal sería especialmente indicado para que las empresas se planteen estas
cuestiones, aunque es poco probable, por supuesto, que se invite en la
gran industria a seguir el ejem plo de una imprenta que, en un período
similar, puso en funcionamiento algunas de sus máquinas para hacer
determinados experimentos psicofísicos.
C on todo esto, los colaboradores tendrán que depender en no pocos
casos de fuentes poco exactas para investigar la evolución y las dife
rencias de capacidad de rendim iento, sea porque no existan cálculos
apropiados, sea porque no puedandisponerdeellos o porque sólo puedan
disponer de ellos parcialmente. En cualquier caso habría que averi
guar porqué vías se realizalaselección délos Obreros capacitados dentro
de cada rama industrial y dentro de cada categoría laboral. El que tenga
lugar de alguna manera una selección continua de los obreros renta
bles es una necesidad básica existencial de toda industria capitalista,
con independencia del sistema salarial y de los otros elementos básicos
de las relaciones laborales que tengan, com o lo es la selección de los
otros factores de la producción con criterios de racionalidad. La cues
tión es simplemente en qué form a se realiza esa selección. Cuando la
fábrica form a aprendices, la selección puede empezar incluso, en casos
de incapacidad crasa, durante el aprendizaje; donde existan salarios
a destajo, sé eliminarán aquellos obreros que, después de un tiempo
de aprendizaje, resulten abiertamente incapaces de alcanzar la ganan
cia estándar subyacente al cálculo del destajo (es conocido que ese
estándar existe en toda fijación del destajo) e incapaz, consiguiente
mente, de alcanzar e l nivel prom edio del rendimiento calculado de las
máquinas. Es conocido que en Inglaterra, en determinadas circuns
tancias, desempeñan ese mismo papel las agrupaciones sindicales, en
cuanto que ponen com o condición para la afiliación una ciertagarian-
cía mínima a destajo — lo cual implica frecuentemente una condición
para poder colaborar con ellas— . En cualquier caso, merecería la pena
investigar hasta qué punto los sindicatos obreros alemanes realizan una
«selección» similar de sus miembros indirectamente o por otras vías.
Cuando ocúrra esto, tendría naturalmente significación para la encuesta
63
N T R O D U C C IÓ N M E TO D O L Ó G IC A PARA LAS ENCUESTAS
efectuar una comparación entre las características y la proveniencia
de los obreros afiliados a los sindicatos y las de los obreros no afiliados
a organizaciones obreras. En otros casos son el grupo a destajo y el
obrero instructor— sea éste elegido o sea impuesto— quienes realizan
la selección de los capacitados para un determinado trabajo, com ple
mentándose dentro de ciertos límites. La dirección de la fábrica se sentirá
obligada a bajar de nivel a los obreros no capacitados, reduciéndoles
su salario por hora (que es el que constituye el divisor para la distri
bución de las ganancias), y, al final, losdespedirá. Evidentemente siem
pre resulta bastante difícil conocer cosas realmente fiables que sean al
mismo tiem po típicas del m odo y de la orientación de esa selección;
pero habrá que hacer el intento necesariamente. La mayoría de las veces,
las observaciones e indicaciones de los maestros, de los jefes de taller
y d é los inspectores sobre las cualidades de los obreros constituirán el
fundamento para adjudicar los obrerosa los difer entestrabajosy, even-
tualmente, para la form ación de los grupos de destajo. Dependerá de
la situación de cada sector industrial y de sus fábricas, y también de
la habilidad de los señores colaboradores, hasta qué punto sea posible
aprovechar para los objetivos de esta encuesta el gran cúmulo de ex
periencias adquiridas por los empleados de las fábricas, a lo largo de
sus años de servicio, sobre las diferencias de capacidad de rendimien
to y sobre sus causas. Evidentemente depende ante todo de la autori
zación expresa de los empresarios hasta qué punto sería posible esto,
consultando personalmente, de forma sistemática y en profundidad,
a los empleados sobre los criterios con que se realiza la selección y sobre
la orientación que se persigue, lo cual sería lo mejor que se podría desear.
El éxito de la encuesta está condicionado muy fundamentalmente por
el hecho de que los empresarios sean abiertos y amplios de miras para
que puedan convencerse firm em ente de que no se les va a «sacar» nada
con lo que nó estén de acuerdo que se informe, para que la persona
del colaborador les inspire confianza y para que vean que se trata de
un objetivo científico realmente valioso. Si los colaboradores se en
cuentran con una fuerte desconfianza que no se pueda elim inar, la
encuesta no prom ete ningún éxito. Por lo demás, todo lo que los
colaboradores no vean por sí mismos o no puedan constatar autén
ticamente consultando loslibrosde contabilidad o por otrasvías, tendrán
que reproducirlo con la observación expresa de que se trata no de
constataciones propias sino de informaciones que ¡es han sido sumi
nistradas.
L o que un colaborador digno de confianza conseguirá sin dificul
tades én cualquier empresa no excesivamente miedosa será la autori
zación paraconsultar y extractar el libro de registro de los obreros. Todas
las empresas deben disponer, como mínimo, de los datos personales de
sus obreros contenidos en su cartilla de enfermedad, es decir, la fecha
64
EL M É TO D O OE LA ENCUESTA
y e l lugar de nacimiento y el lugar de residencia, lo cual es importante
para saber el tiempo que tarda en llegar al trabajo. Para laencuestareviste
gran importancia que se pueda averiguar por esa vía, para cada fábrica,
la estructura por edad y sexo y la proveniencia social de los obreros
conjuntamente con el puesto de trabajo actual— sobre lo que no se podrá
preguntar sin d ificu lta d es^ ; eventualmente que se pueda perseguir
históricamente esto ultimo en relación con los niveles de cambios de
empresa. También es de gran importancia que se traten las diferencias
de edad y de proveniencia social cuando se estén trabajando muchas
fábricas dediferentes sectores ind ustriales en la misma región o del mismo
sector industrial en diferentes regiones. L os libros de registro de los
obreros contienen la mayoría de las veces, además, datos sobre el es
tado civil, con frecuencia también sobre la confesión religiosa; a veces
se puede constatar a partir de ellos el tipo de vivienda que tienen — al
quiler o casita propia— y la frecuencia con que se da el que realicen los
mismos trabajos que sus padres en la misma fábrica.. Pero siempre se
puede investigar la típica contraposición entre industrias con obreros
de laregión (junto a los que existen muy frecuentemente obrerosde fuera
— precisamente por la cohesión que existe entre los propios paisanos,
que presionan sobre la duración media de pertenencia a la empresa) e
industrias con un reclutamiento abierto de obreros, así como la evolu
ción en una dirección u otra, y se pueden explicar sus razones y con
secuencias con planteamientos inteligibles. En términos generales habría
que com enzar por la elaboración de estos materiales, que ofrecerán a
veces conclusiones más interesantes que lo que los colaboradores y los
propios directivos de la empresa podían esperar en un principio.
El material obtenido de los empresarios o de sus empleados habría
que combinarlo con la consulta directa a.¡os obreros. En este punto se
presentarán previsiblemente algunas dificultades m etodológicas de
consideración. Estas dificultades no residirán probablemente en la
consecución de la información en sí misma departede los obreros. Los
sindicatos obreros han manifestado en sus propias publicaciones, con
ocasión de diferentes encuestas oficiales o privadas, que no sólo están
muy receptivos cuando están convencidos del valor científico de una
encuesta, sino que sus miembros tienen muy buena práctica en el arte
no siempre sencillo de contestar correctamente cuestionarios para fi
nes estadísticos. Las dificultades estarían, más bien, en la obtención de
un material por parte de los obreros que pudiera combinarse con el
suministrado por los empresarios. L o ideal sería, naturalmente, un
estudio en profundidad del mayor número posible de fábricas, anali
zando sus libros de registro y sus libros de contabilidad, trabajando los
datos de los empresarios y de sus empleados, por un lado, y haciendo
una consulta completa a todos los obreros de esas mismas empresas en
relación a su origen cultural, social, étnico y geográfico, a su profesión,
65
N T R O D U C C IÓ N M E TO D O L Ó G IC A PARA LAS ENCUESTAS
su puesto de trabajo y los restantes datos objetivos y subjetivos que entran
en consideración en esta encuesta. Siempre que se pueda realizar esto,
aunque sólo fuera posible en una sola fábrica (suficientemente grande),
habría que intentarlo antes que otra cosa. Si esto chocara con dificul
tades técnicas insuperables, no sería absolutamente necesaria la consulta
de todos los obreros de las diferentes categorías para poder constatar
sus posibles condicionantes sociales, culturales y étnicas, si los libros
de contabilidad y de registro y los cálculos de los costes salariales u otras
informaciones valiosas demostraran la existencia de diferencias típicas
respecto a la aptitud laboral; esa función de la consulta general la podría
cumplir la investigación de un cierto número de obreros — lo mayor
posible, en todo caso— que parezcan típicamente diferentes desde el
punto de vista cuantitativo o cualitativo. Pero incluso con esta limita
ción no se debe contar necesariamente con que estos casos sean lo
bastante numerosos com o para concederles conjuntamente una imagen
bastante firme de lo que los obreros tienen que decir sobre la situación.
Auncuando la direcciónde las empresas mostrase la máxima receptividad
que se pueda pensar en relación a la autorización para tratar directa
mente con los obreros, con ello no siempre está garantizado que los
obreros no se vayan a comportar por su parte con una actitud más o
menos de rechazo respecto a una encuesta autorizada o apoyada por la
dirección de la empresa. N o siempre se podrá superar esta desconfian
za, a pesar de la petición expresa de que se om ita el nom bre de los
encuestados en los cuestionarios — petición qué hay que aconsejar al
máximo, según mi propia experiencia— y a pesar de que la expresa
garantía de que el material suministrado por ambas partes estará a
disposición exclusivamente de los colaboradores científicos encarga
dos de la toma y valoración de los datos. En muchos casos, por tanto,
habrá que renunciar a un material conseguido directamente de los
obreros, y la encuesta, basada entonces en materiales y en información
procedentes de los directores de la fábricas y de sus empleados, pondrá
sólo de manifiesto la inform ación de esta parte, completada con las
observaciones personales de los colaboradores. Esta carencia no podrá
ser sustituida realmente por cuestionarios enviados a las organizacio
nes sindicales y a las agrupaciones sindicales locales de distinto signo
existentes en las respectivas regiones, por muy deseable que esto sea.
Las organizaciones sindicales se extienden a través de las empresas de
su ramo. Por regla general no abarcan todas las categorías laborales de
una empresa; por otra parte no es raro que integren a obreros de empresas
de sectores productivos diferentes. Así que si no se analizan todas las
empresas en las que estén empleados miembros del sindicato y si no están
en el sindicato aproximadamente todas las categorías laborales de estas
empresas— lo que difícilmente ocurre— , el material a trabajar no ten
dría una coherencia interna. Sobre todo, las organizaciones sindicales
66
EL M ÉTOD O DE LA ENCUESTA
más desarrolladas representan por lo general sólo una selección dentro
del conjunto total de los obreros de las correspondientes categorías, los
cuales suelen tener un escaso contacto personal con los obreros afilia
dos a las organizaciones sindicales — a veces están en abierta oposición,
de m odo que el intentode hacerles llegar los cuestionarios a los obreros
no afiliados a través de su intermediación — intento siempre a consi
derar— no siempre tendríabuenas perspectivas. Materiales casi exhaus
tivos para poder valorar el oficio típico de una categoría laboral pro
ceden sólo de ciertos obreros altam ente «cu alificad os», donde los
sindicatos tienen a veces prácticamente a la totalidad de la categoría la
boral.
De aquí se deriva que, en muchos casos, la encuesta tenga que utilizar
dos modos distintos de trabajar:
1) Un primer m odo tomará como punto de partida, siempre que
sea posible, el análisis de las empresas, considerando especialmente las
cuestiones del «Plan de trabajo». Constatará en núm eros,en primer lu
gar, la estructura interna de la plantilla de los obreros según sus cate
gorías, es decir, la demanda de mano de obra de un determinado tipo,
y luego el sistema salarial, sus requisitos y consecuencias. Lu ego inten
tará analizar los libros de registro y, si fuera posible, hacer una valo
ración de los libros de contabilidad; analizar también las experiencias
de los directores de las empresas y de sus empleados y de aquellos técnicos
especialistas que conozcan lo que las máquinas exigen de los obreros,
y luego completar lo más posibles estos resultados con la consulta per
sonal entre los obreros de la empresa. Si se dirigen algunos cuestiona
rios a las organizaciones sindicales locales, habrá que intentar parale
lamente una investigación personal sobre la situación de los obreros no
afiliados,que quizá sea muy divergente. Parece muy digna de ser tenida
en cuenta la sugerencia de explotar los materiales de las cooperativas
y de otras asociaciones de seguros obreros para investigar la f recuencia
delcam bio de empresa y otras cuestiones semejantes, tal como fue dada
por una parte apreciada.
2) El otro m odo de hacer la encuesta es dirigirse con los cuestio
narios a los sindicatos obreros, cubriendo el m áxim o territorio, incluso
todo el territorio del Reich, porque en ese caso aumentaría el valor del
material al aumentar el número de cuestionarios respondidos; es decir,
pedir colaboración no a las agrupaciones sindicales locales sino a las
instancias centrales de los sindicatos, pidiéndoles especialmente su
mediación ante las organizaciones más pequeñas, a las que habría que
solicitarles luego que aceptaran ser destinatarios de los cuestionarios
que habría que enviar a los sindicatos — en sobre franqueado y con un
sobre de respuesta con la dirección y franqueado— . A qu í no habrá
posibilidad, por lo general, de cubrir la situación de los obreros no
67
IN T R O D U C C IÓ N M E TO D O L Ó G IC A PARA LAS ENCUESTAS
afiliados a los sindicatos. Este m odo de realizar la encuesta partiría, más
bien, de las tendencias de evolución de cada sector industrial, ya con o
cidas o a constatar con ayuda de técnicos expertos, para ir hacia la
preparación de un material lo más amplio posible desde criterios lo más
variados posible y combinados entre sí e ir posteriormente, en cuanto
fuera posible, a la interpretación de las cifras así obtenidas.
Naturalmente, además de estos dos modos, se puede pensar cual
quier otra combinación de los puntos de partida y se debe dar la bien
venida a cualquier trabajo, aunque sólo trate un problem a parcial im
portante de la encuesta desde unpunto de vista elegido por uno mismo,
siempre que se mantenga dentro del ámbito de su objetivo básico: la
constatación de la influencia de las peculiaridades técnico-económicas
de las grandes fábricas y de sus transformaciones sobre las caracterís
ticas de sus obreros, y al revés. Será muy alentador que, a consecuencia
de la concentración territorial de una rama industrial, algún colabora
dor pueda combinar realmente ambos modos de hacer la encuesta, pero
no siempre ocurrirá esto. Y com o no debería renunciarse en absoluto
a consultar el máximo material posible de los sindicatos obreros, algu
nos colaboradores introducirán de manera autónoma el segundo m odo
(basarse en las estadísticas de los sindicatos), además del m odo prim e
ro (basarse en los análisis de las fábricas o del sector industrial, trayen
do a colación eventualmente materiales de las instituciones de seguros
obreros), y habrá que saludar que haya colaboradores que quieran
cultivar solamente aquel lado de la encuesta. Será asimismo bien reci
bido que un trabajo se limite a explotar los libros de contabilidad y de
registro de personal de las grandes fábricas desde todos los puntos de
vista y que analice entonces, con conocim iento propio y exacto de las
transformaciones técnicas del sector industrial en cuestión, los despla
zamientos habidos en la estructura interna de los obreros, en la aptitud
laboral exigida y en las «carreras profesionales» típicas de los obreros.
Y a se ha dicho algo antes sobre los criterios que habría que tomar
en consideración en los trabajos del prim er tipo, y el «Plan de trabajo»
contiene todo lo necesario. Para el caso de que con esos trabajos se logre
un contacto personal con los obreros, habría que añadir aquí expresa
mente que también entraría en consideración su actitud subjetiva res
pecto a la actividad laboral, en igual medida que los criterios de la aptitud
laboral objetiva y del destino profesional de los obreros, tratados antes
de manera destacada porque plantean problemas más complicados. En
este punto caben las siguientes preguntas: ¿qué puestos de trabajo son
para ellos relativamente más deseables y por qué?1. ¿Intervienen otros
mot ivos — esto es lo importante— además del evidente interés por la
ganancia? ¿Cuáles ? ¿Son motivos diferentes según la proveniencia social,
cultural, étnica y geográfica de los obreros? ¿Hasta qué punto la po-
68
EL M É TO D O DE LA ENCUESTA
sible diferente distribución de los obreros de distinta procedencia entre
los distintos puestos de trabajo no sólo se debe a diferentes aptitudes
laborales sino también a una diferente inclinación y valoración social
del tipo de trabajo? (Un ejem plo entre muchísimos: las costureras de
las tejedurías, a quienes su trabajo les parece superior desde el punto
de vista social al trabajo, mejor pagado, de los tejedores por su limpieza
y por su proximidad al trabajo doméstico; por este m otivo, el recluta
miento de las costureras está muchas veces muy determinado social y
geográficamente; es un reclutamiento mucho más urbano.) M ás aún:
¿qué efectos subjetivos sienten los obreros o creen sentir — psíquicos
o físicos— por los distintos tipos de actividades laborales, es decir, en
qué sentido y de qué manera se hacen sentir subjetivamente la fatiga
laboral, el ruido de las máquinas y las restantes condiciones del trabajo
y cóm o les siguen afectando en la vida fuera del trabajo? ¿Tienen los
obreros alguna idea determinada de las transformaciones que desean,
por ejemplo, respecto al sistema salarial o a las pausas durante el tra
bajo, y cuáles? (siempre Según las distintas categorías laborales, eviden
temente). ¿Hasta qué punto se adecuó su adscripción a un oficio a sus
propias inclinaciones o hasta qué punto fueron obligados por los inte
reses económicos o por otros factores objetivos? Más importante aún:
¿Hacia qué profesión tienen intención de orientar a sus hijos, o los han
guiado ya? ¿Con qué m odelo y porqu é motivos? Porúltimo, la pregun
ta que ya hemos tocado antes: ¿Cuál es la posición subjetiva de los
obreros respecto a estas dos posibilidades: tener un mismo empleo en
un mismo trabajo o cambiar de trabajo? (eliminando, naturalmente,
aquellos casos en los que la posición está determinada de antemano por
puras cuestiones salariales). ¿Pueden los obreros dar alguna razón para
las diferentes posiciones que existen? ¿Están estas posiciones condicio
nadas por su proveniencia social, cultural y étnica y , consiguientemente,
por sus diferentes características personales? ¿Y hasta qué punto lo están
por las peculiaridades de la actividad laboral? ¿En qué dirección evo
lucionan, dentro de los distintos sectores industriales, estas posiciones
de los obreros, caso de que se note realmente alguna evolución? ¿En qué
mediday en qué circunstancias se produce esa mayor vinculación psíquica
interior con un tipo de trabajo -—si es que realmente se produce, y en
■ cuanto que no sean determinantes los factores mencionados anterior
mente de las diferencias de edad y de estado civ il— ? Estas y otras
cuestiones similares contenidas en el «Plan de trabajo» no podrán ser
contestadas sin más muchas veces por los obreros, y otras muchas veces
no podrán ser contestadas con precisión. Peroel hecho de que no puedan
contestarlas parece ya, en cuanto tal, algo característico de su propia
situación intelectual — aunque se pueda constatar en cierto m odo una
tendencia de evolución— ,1o cual es algo importante para los objetivos
de esta encuesta; pues los componentes más importantes de la actitud
69
IN T R O D U C C IÓ N M E TO D O L Ó G IC A PARA LAS ENCUESTAS
interior respeto a la propia vida son, por un lado, aquellas cosas que
son tan evidentes a un determinado estrato de la población que, pre
cisamente por ello, no se manifiestan, y, por otro lado, cosas incons
cientes porque se deben a innumerables influencias imperceptibles del
• propio medio específico. Hay que destacar expresamente, por último,
que en esta encuesta, tal com o queda expresado literalmente en el «Plan
de trabajo», constituye un objeto de investigación, además del «destino
profesional», el «estilo de vida» extraprofesional. N o se trata eviden
temente de describir todos los detalles hasta donde se alcancen sin que
se puedan reunir bajo algún punto de vista unitario, com o se ha inten
tado en las biografías y en otras descripciones de las vidas típicas de los
obreros; se deben destacar solamente aquellas cosas que estén demos
tradamente determinadas por las peculiaridades de la gran industria.
En este punto, los colaboradores tendrán que plantearse la pregunta de
qué tipo de intereses extraprofesionales puede todavía cultivar realmente
un obrero norm al— como receptor o como creador— , después de estar
fatigado por su trabajo — no «fatigado» en general, sino fatigado deesa
manera específica— . Habrá que preguntarse entonces: ¿Se diferencian
con carácter general y de manera notable, en relación con otros grupos
de población de ingresos modestos parecidos y de una form ación es
cola r similar, su vida familiar, la educación de sus hijos, sus formas de
diversión y descanso, sus formas de hacer vida social, sus costumbres
alimenticias y de bebida, sus intereses estéticos e intelectuales en cuan
to al nivel y naturaleza de los mismos (lectura), sus relaciones con la
escuela, con las formas oficiales de la Iglesia y con una «concepción del
mundo» religiosaodeotro tipo,etc. ¿Sediferenciaenestascosaselestrato
superior de los obreros mejor pagados de los empleados subordinados
( Privatbeamte) y de la pequeña burguesía con niveles de ingresos y de
form ación escolar similares? Pero más aún: ¿Se diferencian entre sí las
distintas categorías laborales de la gran industria por su nivel de apren
dizaje y por su puesto en el proceso de producción o por la edad y el
estado civil o por su procedencia social? Las diferencias en cuanto al
tipo de actividad laboral o al nivel de aprendizaje o al puesto de trabajo
¿crean sus propias relaciones «sociales» y de trato, prescindiendo de la
comunidad que formen desde la perspectiva de los intereses económ i
cos? Y e n caso afirmativo: ¿Dónde está la frontera, y según qué criterios
se separan los obreros en sus relaciones sociales? Es conocido que esa
separación se da con frecuencia. En los países anglosajones no existe
muchas veces el menor contacto social entre los sindicalistas cualifica
dos y los estratos obreros por debajo de aquéllos. C o m o es sabido,
difícilm ente se sientan a la misma mesa. Sería muy interesante inves
tigar hasta dónde y por qué existen esas diferencias en Alemania, y por
qué, o s» están surgiendo o, por el contrario, si están desapareciendo.
También tendría interés la cuestión de hasta qué punto existen matri-
70
EL M É TO D O DE LA ENCUESTA
monios y relaciones sociales o d e otro tipo con la pequeña burguesía
o con la burguesía de los pequeños funcionarios, o si están surgiendo
o desapareciendo. Por último, habría que exponer la prof undainf luen-
cia que tiene sobre el m odo de vida el hecho de pertenecer a alguna
organización sindical, en cuanto que esto forma parte del tema de esta
encuesta, es decir, en cuanto que es algo que está producido por las
peculiaridades de los diferentes sectores industriales. Habría que inves
tigar en este punto las empresas clasificándolas por su tamaño y por su
sistema salarial, pues según sean las oportunidades de avancem ent
económ ico y sindical/organizativo tiene mas peso el sentimiento de
solidaridad o el interés individual, la «conciencia de clase» o la preocu
pación por el ascenso de los propios hijos, la concepción del sindicato
como un respaldo económ ico o com o unacélula de la organización ideal
del futuro.
Trabajos del segundo tipo (basados predominantementeen estadís
ticas de los sindicatos) no podrán desaconsejar el que los colaboradores
aprendan ellos mismos las técnicas estadísticas o que reciban una asis
tencia permanente de estadísticos profesionales para los cálculos que
hayan de realizar: 1) Al hacer los cómputos tiene que representarse en
una tabla el núm ero de cambios de empresa y de lugar, por categorías
laborales y por la proveniencia social, ordenados por grupos de edad.
2) Luego habría que determinar la «carrera profesional», por categorías
laborales, y dentro de éstas por grupos de edad. Los materiales anali
zados dirán si se puede hacer en form a de tabla o no. Hay que señalar
expresamente que ésta es una de las cuestiones que está la mayoría de
lasveces en el centro de la encuesta. 3) Habría que exponer en form a
de tablas, si fuera posible, la procedencia geográfica de las distintas ca
tegorías laborales y el de ambos padres; luego, el oficio del padre, el del
abuelo, el de los hermanos y quizá el de los hijos mayores; también el
tipo de educación escolar y de formación profesional. En este punto sería
interesante hacer una comparación entre los distintos grandes sindica
tos (los Gewerkvereine, los sindicatos libres, los sindicatos cristianos,
etc.) y sería asimismo interesante constatar la distribución de estos
sindicatos entre las distintas categorías laborales (puestos de trabajo)
y entre los tamaños de las fábricas. 4) Luego habría que hacer el cóm
puto de las distintas categorías laborales en cuanto asi tienen un trabajo
complementario o si lo tiene su familia, si poseen casa u otro tipo de
residencia. 5) Por lo que respecta a la declaración de útiles para el servicio
militar, sería más interesante que comparar las cifras de los que fueron
declarados útiles para el servicio militar en las distintas generaciones
el establecer la relación entre la declaración de útil para el servicio y la
cualificación profesional en los distintos sectores industriales (oportu
nidades profesionales, tal com o se manifiestan en la carrera profesio
nal), si los materiales permitieran realizar esa constatación. 6) La dis-
71
IN T R O D U C C IÓ N M E TO D O LÓ G IC A PARA LAS ENCUESTAS
tribución de las confesiones religiosas entre las categorías laborales
podría ofrecer un interés suficiente, hoy que la confesión religiosa tiene
una significación creciente en relación a la inclinación profesional,
cuando se trate de industrias que tengan una fuerte mezcla de confe
siones religiosas que no esté en relación con una mezcla étnica (com o
ocurre con los polacos).
En casi todos estos casos, com o en todas las encuestas sobre pro
fesiones y tipos de trabajo, la dificultad reside en el tipo de clasificación
de los obreros según los puestos de trabajo que hayan de estar finalmen
te a la base de la investigación. Difícilm ente podría pensarse demasiado
en la clasificación y difícilmente podría realizarse con demasiado de
talle. Habría que examinar hasta qué punto bastarían las denom inacio
nes habituales en las fábricas y, en cuanto fuera posible, partir de ellas.
Por lo demás, al hacer la valoración de los cómputos habría que hacerlo
en dos direcciones: a) tendría que enlazarse con los temas comentados
anteriormente: qué cualidades concretas interesan para cada puesto de
trabajo, según los resultados que cada uno obtenga o según una opinión
técnica bien fundamentada, es decir, qué cualidades o características
resultan más expuestas en cada caso concreto a la ¡«fatiga» y a la «prác
tica»; según esto, habría que clasificar a los obreros en categorías según
el grado en que desarrollen actividades musculares u otras actividades
de naturaleza nerviosa y psíquica, que habría que distinguir cuidado
samente; b ) pero también tendría que estar a la base de la clasificación
la naturaleza y el grado de la «capacidad de aprendizaje», es decir, la
duración media del «aprendizaje en la fábrica» hasta que el obrero logra
el rendimiento normal y el rendimiento máximo de su puesto de tra
bajo. Habría que clasificar a los obreros, por consiguiente, en catego
rías desde una perspectiva lo más om nicom prensiva posible, que de
berían ser com putadas entonces desde las cuestiones planteadas
anteriormente para que los obreros pudieran ser investigados en cuan
to a su proveniencia social y a las restantes variables.
Todos estos comentarios y sugerencias que parecían deseables para
que pudiera presentarse inequívocamente el sentido de la encuesta no
persiguen, por lo demás, en absoluto, censurar la libertad de los señores
colaboradores para organizar autónomamente su trabajo. Su tarea más
importante y la que más les merecerá la pena será, mas bien, precisa
mente, experimentar p o r sí mismos las preguntas y los métodos apro
piados. Y com o sólo la puesta en funcionamiento del trabajo puede
enseñar dónde están sus auténticas dificultades, habrá muchísimas
ocasiones para ello. La «Verein für Sozialpolitik» com o tal sólo exige
a los trabajos que deseen navegar bajo su bandera que elaboren las
cuestiones establecidas en sus escritos oficiales (Plan de trabajo y Cues
tionarios); deja totalmente a la iniciativa particular los medios con que
se realice. Unacosa se les debe adelantar a los señores que estén dispuestos
72
EL M É TO D O DE LA ENCUESTA
a poner sus conocimientos y su trabajo al servicio de esta encuesta: la
cualidad más imprescindible para obtener algún resultado (¡nuevo!) será,
en este caso más que en cualquier otra encuesta anterior de la«V erein »,
una extraordinaria constancia en la persecución de los objetivos fija
dos. Quien no posea esta cualidad, que se mantenga alejado de cola
borar. Está totalmente excluido que, en unos pocos meses, se puedan
conseguir resultados en este terreno que merezcan ser impresos.
Aun siendo los temas de la encuesta realmente amplios, represen
tan sólo una parte (importante, en todo caso) de un análisis científico-
social de la gran industria moderna. Además de las cuestiones orga
nizativas («m orfológicas») de naturaleza técnica y comercial, de las que
se habló al comienzo, habría que investigar la selección y el destino
profesional de los empleados (funcionarios) de la gran industria, con-
cretamentede los técnicos, en los diferentes sectores industriales y según
los distintos grupos de empleados, a diferenciar por la orientación de
su formación previa. Finalmente, habría que perseguir en detalle, en cada
sector industrial, la cuestión no carente de interés, en absoluto, de la
cualif icación necesaria y de la proveniencia de los empresarios y de sus
patrimonios en relación a la exigida en épocas anteriores.
Una vez reunidas todas estas investigaciones, podríandaruna imagen
de la significación cultural del proceso de desarrollo que ha experi
mentado la gran industria. Los problemas culturales que, en último
término, se persiguen son de una trascendencia enorme. En un escrito
a la Subcomisión, mencionado en la Observación preliminar,A. Wcbcr^
de acuerdo con la opinión de muchos de nosotros, destacaba lo siguien
te: que la fatídica significación de la estructura de este singular «apa
rato» que la organización de la producción de la gran industria le «ha
puesto sobre la cabeza» a la población sobrepasa incluso la trascenden
cia de la cuestión de si la «organización» de la producción es «capita
lista» o «socialista», porque la existencia de este «aparato» com o tal es
independiente de esa alternativa. En realidad, la fábrica moderna es
independiente de esa alternativa; con su jerarquía de puestos, con su
disciplina, con el encadenamiento de sus obreros a las máquinas, con
el hacinamiento y, al mismo tiempo, el aislamiento de los obreros (en
comparación, por ejemplo, con las hilanderías del pasado)2, con su
terrible aparato calculador, que se introduce hasta en el movimiento
más sencillo de los obreros, tiene unos amplios efectos sobre los hom
bres y sobre su «estilo de vida», que le son totalmente específicos y
propios. Por supuesto que la sustitución de la actual «selección» según
el principio de la rentabilidad de laeconom íaprivada— que encadena
la existencia de todos los proscritos (Gebannten) de la fábrica, man
dando u obedeciendo, a la decisión del cálculo privado de costes y
beneficiosdel empresario— poralgu n aform ade «solidaridad» de una
econom ía sin afán de lucro cambiaría radicalmente el espíritu que vive
73
IN T R O D U C C IÓ N M E TO D O L Ó G IC A PARA LAS ENCUESTAS
actualmente en este terrible caparazón y nadie puede ni siquiera ima
ginar con qué consecuencias. En la encuesta presente no entran en
consideración talesperspectivas; debe contentarse para su justificación
con el hecho de que el «aparato», tal como es en la actualidad, y con
las consecuencias que tiene y que van a ser investigadas aquí, ha
transformado el rostro espiritual del género humano casi hasta no
poder reconocerlo y lo seguirá transformando.
NOTAS
1. Sobre estas cuestiones hay que ver las exposiciones de H . Herkner, D ie Bedeutung der
Arbeítsfreude (Dresde, 190 l) y D ieArbeiterfrage (s1908, esp. pp. 27 s.).
2. La cuestión de hasta qué punto es posible conversar durante el trabajo o no (y por qué); la P S IC O F ÍS IC A D E L T R A B A J O I N D U S T R I A L
cuestión de qué cualidades, profesionales y de otro ripo, producen prestigio dentro de los c i r c o s
( 1908 - 1909 )
de los compañeros de trabajo, la orientación de los juicios de valor éticos entre los obreros; todas
estas cuestiones y otras similares tienenqu e ser estudiadas en la manera en que están condicionadas
p o r la «com unidad»-fábrica (que n o es, en realidad, ninguna «com u n id a d » ) y por-la prevalencia de
una relación puramente pecuniaria con el trabajo (quehabrá que investigar hasta qué grado se da).
74
O B SE R V A C IO N P R E L IM IN A R
Es sorprendente, a primera vista, que, con los-extraordinarios progre
sos que ha hecho la-investigación en antropología, en fisiología, en .
psicología experimental y en psicología clínica, sólo se hayan hecho
algunos pocos intentos por poner en relación los resultados de esas
disciplinas con un análisis del trabajo productivo desde el punto ■de vista
de las ciencias sociales. Más adelante hablaremos de-esos intentos. El
proceso de «división del trabajo» y de «especialización» y, sobre todo,
el proceso de «fraccionamiento del trabajo» en las grandes empresas
modernas; latransformación del proceso de trabajo porlaintroducción
de nuevas máquinas o por cambios en las existentes; la transformación
de la jornada laboral y de las pausas en el trabajo; la introducción de
sistemas salariales 'dirigidos a prem iar determinados rendim ientos
cuantitativos o cualitativos; todos estos procesos significan, en cadacaso
concreto, una transformación de las exigencias planteadas al sistema
psicofísico del obrero. Los resultados que logre- cada una de estas trans
formaciones dependen de las condiciones bajo las que funcione el-«sis-
tema» psicofísico y produzca determinados rendimientos. Cuando se
discute, por ejemplo, la relación existente entre la jornada laboral, el
salario y el rendim iento o cuando se explican las condiciones y efectos ,
que tiene un trabajo más intenso entran en juego, ademds de otras cosas,
también las condiciones básicas deltrabajo, la investigación de las cuales
es propia de las disciplinas científico-naturales mencionadas. En las
explicaciones dentro de nuestra disciplina, nosotros nos contentamos,
en cierto modo, con las experiencias de la «psicología vulgar», dicho
en el lenguaje de los psicólogos. Sería posible que este aparente «d efec
to » tenga sus m otivos m etodológicos en gran parte de las investigacio
nes de nuestra disciplina. Más adelante hablaremos sobre dónde están
esos motivos. Pero ahora nos situamos en una posición puramente
77
OBSERVACIÓN PRELIMINAR
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
tos de vista con los que abordó sus investigaciones. Según Kraepelin,
teórica, irrefutable: tendría que ser posible, en principio, lograr alguna
la psiquiatría, partiendo de la doctrina de la afasia, se había acostum
idea — sobre la base de los conocimientos de la fisiología, de la psico
brado a desmenuzar el alma «monadológicamente» en un sinnúmero
logía experim ental y quizá también de la antropología— sobre los
de fuerzas específicas y a tratar las actividades psíquicas corno «resul
presupuestos y los efectos de las transformaciones económicas y téc
tados de los acuerdos mayoritarios de la cámara de los comunes de las
nicas de las condiciones del trabajo industrial.
percepciones y de la cámara de los lores de los recuerdos». Según esto,
El objetivo de las líneas que siguen es, en primer lugar, explicar las
Kraepelin creía necesario entender las «características fisiológicas bá
dificultades a las que hay que atribuir que no se dé en la realidad esa
sicas» de la personalidad com o decisivas para el desarrollo de las ac
cooperación entre las distintas disciplinas, posible «en principio»; y, en
tividades psíquicas, características que deciden cómo el individuo
segundo lugar, preguntar en qué sentido y en qué medida sería posible
«procesa» eii sí mismo los «estímulos» a los que él «reacciona». La in
quiza en el futuro una cooperación entre ellas.
vestigación se dirige, en último término, al análisis de estas «caracte
En este sentido parece inevitable que intentemos dar una visión
rísticas básicas» del obrero y para poder analizarlas hay que partir de
panorámica— muy resumida, por supuesto, dada la extensa bibliogra
los elementos más simples del rendimiento laboral. Esevidente queeste
fía existente— sobre una serie de investigaciones experimentales , cu
planteam iento viene al encuentro de los intereses denuestra disciplina.
yos resultados revestirían especial importanciapara nuestro punto de
Por ello, en las páginas que siguen vamos a partir de las investigaciones
vista. Cuando un profano total en esas materias com o yo acomete este
de Kraepelin y sus discípulos, cuando no se diga en el texto lo contrario.
desafío, lo hace cum beneficio inventarii y con la esperanza de que
Los otros autores se traen a colación con carácter complementario,
semejante 'intento, con sus necesarias carencias, les haga-más fácil a los
especialmente cuando representen una crítica a Kraepelin y sus discí
expertos abordar aquellos temas en-los que más ayuda urgente nece
pulos1. T o d o lo que exista sobre fisiología y psicología del trabajo en
sitamos. En este intento hay que plantear la pregunta de si se podrían
trabajos no experimentales va a quedarpor el momento a un lado. Vanios
establecer líneas de conexión — y cuáles— entre los medios de inves
a poner, en prim er lugar, los resultados esenciales de los estudios de
tigación de las ciencias n aturales y los de nuestra propia disciplina o hasta
Kraepelin y de los estudios emparentados con ellos, para preguntarnos
qué punto habría que considerar que el profundo abismo existente
luego por la metodología que subyace en su elaboración y compararla
actualmente entre ambos es insalvable, provisionalmente o para siem
con nuestros propios medios metodológicos.
pre. La presente exposición sólo está dirigida a esta cuestión m etodo
Si se miden, en sus intervalos más cortos posible, los rendimientos
lógica, y no intenta, por ejemplo, utilizar resultados de estas disciplinas
laborales de una persona que trabaje de una forma determinada y
cientifico-naturales en el análisis científico-sOcial— intento prematuro
continua mediante aparatos mecánicos apropiados en el laboratorio o
desde casi tados los puntos de vista, com o lamentablemente se verá.
mediante lacantidad o la cualidad del producto realizado y se lleva luego
«E n p rin cipio», las condiciones fisiológicas y psicológicas de la
el resultado a un sistema de coordenadas como una «curva del rendi
capacidad de rendimiento para tareas concretas deberían constituir el
m iento», esta línea muestra una trayectoria muy irregular, difícilmente
punto de partida de un análisis científico-social de los problemas del
explicable no sólo a primera vistasino también después deun detallado
trabajo m oderno, especialmente del trabajo en las grandes industrias.
análisis; en esa trayectoria parece que sólo hay común una cierta subida
Con independencia de dónde resida en el individuo la posesión o la no
al comienzo de la jornada laboraly una cierta caída hacia el final de la
posesión de la «capacidad de rendim iento» para determinados trabajos
jornada, pero una caída de intensidad muy distinta y graduada. Los
— es decir, si son determinantes las predisposiciones hereditarias o la
conceptos que siguen a contimiación se refieren a los com ponentes de
educación o la alimentación u otros elementos de la vida de cada uno-,
la «curva del trabajo», que se pueden representar a su vez ellos mismos
la aptitud para un trabajo siempre se manifiesta en la administración
aisladamente como curvas.
del sistema psicofísico. Por este m otivo, en los comentarios que van a
seguir a continuación ocupan el centro de la bibliografía sobre psico-
logia experimental — que es difícilmente abarcable— los amplios tra NOTAS
bajos del excelente psiquiatra E. Kraepelin y de sus discípulos sobre los
presupuestos y efectos del rendim iento laboral; trabajos que están i. El mismoKraepelinha expuestosusideasenvarios lugares: i) ensuinrroducciónalaobra
basados en experim entos muy ingeniosos y meticulosos realizados colectiva, encincovolúmenes, editada por E. KraepelinPsychologischeArbe¡ten\ 2) ensucolabora
ción en el libro homenaje aWundr (Philosophische Studien p. 475; publicada también como
durante más de una década y en una reflexión muy profunda. En el uncuadernillo independiente conel títuloDieArbeitskurve en 1902); 3)en larevistaArch/Vfürd/e
artículo introductorio desus trabajos, Kraepelin haexpuesto los pun-
79
78
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
gesamte Psychologie, vol. I. Ensusinvestigacionesseapoyantambiénloscorrespondientescapítulos
en las conocidas obras de Wundt, de Ebbinghaus y otros.
Sobre los rendimientos musculares hay que utilizar los correspondientes capítulos en los
compendios de fisiología de Munk, de Thierfelder, y para la teoría del movimiento, R Du Bois
Reymond (véase también enla conocida obra de R.ankeDerMenscb, vol. I, pp. 476ss., vol. H, pp.
163 ss.). Es un mérito de Gerson el haber intentado por vez" primera la utilización sistemática de
losconocimientos fisiológicos en lateoríasocial, en unbonito artículo publicado enel volumen 10 1
dela revistaZeitschrx{t{ürSozia/wissenscha/ti pormuyescépticoquesepucdaestar respectoaloque
dice. F A T IG A Y DESCANSO
Las páginas que siguenson, básicamente, una recensión comentada de los trabajos editados
por Kraepelin en la mencionada obra colectiva y practicados por sus discípulos en el laboratorio
de psicología del manicomio de Heidelberg, combinadacon algunaotra bibliografía. La bibliogra
fía sobre psicología diferencial y sobre psicopatologí.a mencionada ya en esta parte del uabajo, y
concretamente sobre lacuestiónde Jaherencia, se citarámejor enel segundo capítulo. Indiquemos
todavía algunos títulos relativos ii distintos capítulos del texto:
Sobrefatigay descanso; Mosso,Die£mxüdung, traducciónalemanadeGlinzer. Sobreéste, Ph.
L. Bolton, en losftycho/ogischeArbeiten, ed. porKraepelin, vol. IV, pp. 175ss. (especialmentesobre
la metodología, a la que volveremos en el segundo capítulo). Sobre los efectos del trabajo corporal
Ymental: Bettmann, enlos PsychologischeArbeiten, ed. por Kraepelin, vol. I, p. 182; Mieseril.er, en
lamisinaobra, vol. IV, pp.375ss.;Trcves, «le travaíl, lafatigueetl’effort», enL'annéepsycho/ogique
XII (1906), pp^ 34 ss. A l concepto básico de «fatiga», se le contrapone el de «descanso». Ambos
se refieren prácticamente a la disminución o a la recuperación de la
Sobree/trabajomusc«'lar(ini'estigacionessobree/^^^TOma);Oseretzkowsky,eniosPsycho/ogische capacidad de repetir rendimientos concretos en períodos de tiempo
Arbeiten, ed. por Kraepelin, vol. IIT, pp. 507ss.; Yoteyko, enL'annéepsycho/ogiqueV(1899). Sobre
edadycurvadecansancro: Maggiora, enArch. ital. d/bio/. 29 (1898); Trcves, enobrayii citada. Sobre dados. Se supone que toda disminución de rendimiento, que constituye
trabajosincansanc/o: BrocayRichet,enArch.dephysio/. norn1 a/eetpatho/og. 5 Sér. X (1898). Sobre el síntoma de la «fatiga», se debe a un doble m otivo: prim ero, a la
/apolémicacontraeícanceptoferaepe/inlanodecansancio: Seashore,enPsychoLBu//. I (1904), pp. 87 obstaculización inmediata del rendimiento por una acumulación de
101 (informe para la asamblea de la Amer. Psychol. Assoc.)
factores causantes de fatiga; segundo, a la disminución de los elemen
Sobre lapráctica: entre los trabajos antiguos, especialmente Fechner, cn Verh. d. Sllchs. G, d. tos imprescindibles (o de algunos de ellos) para el rendimiento («ago
Wiss. (Math.-PhiL KI.) IX (1857), p. 113; X (1858), p. 70, Sobre/osefectosde lapráctica: Bolton, tam iento»). Esta hipótesis ayuda a la interpretación del proceso de la
Geison,op. crt., Eberty Meumann, enArchxrf- d.ges. Psycho/ogxeIV (1904); sobreesto, larecensión «recuperación». Para eliminar esa «obstaculización» inmediata bastan
deD. E.Müllerenlarevista deEbbingiaus,Z,eitschn'ftfarPhysio/ogieundPsycho/ogiederSinneso/gane
39 (1905) ; vonVoss (SchwankungengeistigerArbeits/eistungen), enlosPsycho/ogischeArbeiten de breves pausas entre las actividades, eventualmente algunos minutos, que
Kraepelin, vol. H, pp. 399ss. Sobre/ostipos re.accióny laritmización: Specht, enArcbiiif. d.ges. permitan la eliminación de los elementos causantes de la fatiga median
Psycho/ogie Hl (1904); Yerkes («Variabiliresofreaction times»), enPsycho/. Bul/. I (1904),pp. 137 te la irrigación del órgano concreto con sangre fresca. Para la elimina
146; Tarchanoff,Atti de/XI Congr. Medico/ntemaz. diRoma(efectos de lamúsica); enlodemás,el
libro de W. Sternquese citaráenel capítulosegundo y_labibliografíaallíindicada. Sobre/a«práctica ción del «agotam iento», es decir, para la reconstitución de las cualida
simu/tánea»: Fechner, op. cit. (I858); Volkmann, en Verh. d. Sichs. Ges. d. Wiss. VIII (1856); des fisiológicas iniciales del órgano, son necesarios, en cambio, perío
Washburn, enPhi/.Stud.XI, p. 95. F.xperimentosconcajistassobre/a práctxca:Ascha{fénbnrg,enlos dos de tiem po más largos, que, según Kraepelin, son de varias horas
Psycho/ogischeArbeiten de Kraepelin, vol. I, p. 611. SobreAbbé, véase el capítulo segundo.
incluso en. trabajos cortos. Según parece, por tanto, desde un punto de
Sobre distraccióny habituación, y_sobre simu/taneiwcxónde tareas. Vogt, enPsycho/ogische vista fisiológico, no está establecido con carácter definitivo si el pro
Arbeiten, ed. E. Kraepelin, vol. Hl, pp. 62 ss.Sobre cambiodetrabajo; Weygandt, enPsycho/ogische ceso de la fatiga en actividades p'fedominantemente no musculares, es
Arbeiten, ed. E. Kraepelin, vol. II, pp. 118 ss. Unacrítica de este trabajo enSeashore, op. cit. Sobre pecialmente en actividades del sistema nervioso central, es de igual na
técnicade/aprendizajey«economía» de/aprendizaje: Christo Penrschew, enlarevistaArchivf. d.ges.
Psycbo/ogie1(1903). Sobreso/idezde/apráctica, porejemplo: Swift, «Memoryofshiftedmovements», turaleza que la interpretación química de la fatiga muscular desarro
enlarevistaPsychoLBu//. III (1906), pp. 185-187.Sobreinterrupciónde/trabajoyefectosde/aspausas; llada por J. Ranke, entre otros. Pero, en todo caso, parece que la fatiga
Hylany Kraepelín,enPsycho/ogischeArbeiten, ed, E. Kraepelin, voL IV, pp. 454ss.; Oseretzkowsky, actúa en ambos casos de manera igual en lo que se refiere a sus efectos
op. cit.; Heumann, en Psycho/ogische Arbeiten, ed. E. Ki:-aepelin, vol. IV, pp. 538 ss. Sobre /a
signij/caciónmetodo/ógicade/t_lSin11estigacionessobre/aspausas: elartículo de Kraepelincitadoantes sobre el rendimiento. Por lo demás, es conocido que la «fatiga» no es
como número 3. Más bibliografía en eI capítulo 2. J sólo consecuencia del «trabajo» en el sentido de la realización de un
esfuerzo consciente, «externo» o «interno». Atendiendo a la experien-'
Agradezco sus valiosas indicaciones al Sr. Dr. H. Gruhle en Heidelberg y al Privatdozent Dr. cia, elsueño en cantidades suficientes es insustituible com o medio para
W. Hcllpach en Karlsruhe.
la eliminación de la fatiga general que se produce por el consumo de
80 81.
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
energía en la propia vida en vigilia com o tal, con independencia de si
ese tiempo de vigilia se pasa «trabajando» o en un «descanso» absoluto.
Apoyándose en una ligera adaptación a las hipótesis básicas de las
ciencias naturales, se supone, y se intenta demostrarlo empíricamente,
que la «fatiga» producida por el trabajo se inicia en el primer momento
de la actividad y progresa sin cesar-—en cuanto que no se produzca una
recuperación por una pausa— , correspondiendo exactamente al con
sumo de energía que, por su parte, transcurre paralelamente al rendi
m iento del trabajo «real». En cuanto que el proceso del rendimiento
contradiga esta hipótesis, esa discrepancia se imputa a los efectos de otros
factores externos, que serán comentados más adelante. Por eso hay que
distinguir estrictamente entre la «fatiga objetiva», es decir, la fatiga
debida a los procesos metabólicos, y la sensación subjetiva de «fatiga»,
cuya naturaleza física, origen y desarrollo constituye un problema (bas
tante com plejo) de la Psicología. Tan cierto es que esta sensación sub
jetiva suele estar habitualmente en relación con la situación fisiológica
y tan deseable es, desde el punto de vista de la salud, que exista un
paralelismo entre ambas fatigas como frecuente es que ambas se den
disociadas en el caso concreto, porque la fatigasubjetiva — prescindiendo
de las anormalidades patológicas— está en función de otras muchas
condiciones ajenas al rendimiento «real», entre las que figura la actitud
psíquica de cada uno respecto al rendimiento laboral exigido, es decir,
respecto al grado de interés en el trabajo. Esta «fatiga» causada psíqui
camente le afecta al rendimiento laboral efectivo (afecta sobre ciertos
factores que comentaremos después y que Kraepelin llama «estimula
ción » \Anregung\ e «impulso de la voluntad» [W illensantrieb]) y a la
largapuede generar realmente un hábito general desfavorable, que tenga
también manifestaciones físicas. En cambio, Kraepelin y sus discípulos
(y otros psicólogos) valoran la influencia directa de esta «fatiga» sobre
la capacidad de rendimiento, en comparación con «la fatiga» fis io ló g i
ca, mucho menos que l o que suele valorarse a veces hoy y, por consi
guiente, valoran mucho menos la inf luenciadirectade factores tales como
la «satisfacción en el trabajo», el «estado de ánimo», etc., sobre la capa
cidad de rendimiento. Estos factores, por tanto, influyen básicamente
sobre la disposición hacia el trabajo — prescindiendo de los procesos
patológicos de «obstaculización»— , no sóbrela aptitud «objetiva» para
él trabajo. A pesar de la «fatiga» subjetiva y de sentir desgana en el tra
bajo se han logrado rendimientos no sólo iguales, sino'incluso superio
res (a consecuencia de la práctica). La capacidad de rendimiento, en
cuanto se piense que depende de la fatiga «objetiva», funcionacomo algo
« que no se puede caracterizar psicológicamente» y se puede añadir que
tampoco se puede caracterizar como algo causado psíquicamente, una
idea típica de la escuela de Kraepelin, que conducirá con toda seguri
dad todavía a alguna discusión de principios.
82
FATIGA T D ESC A N S O
Evidentemente, una discrepancia considerables y continua entre la
fatiga «subjetiva» y la fatiga «objetiva» es un elemento que limita sen
siblemente elco«íro/ d e la energía y, consiguien teniente, el autocontrol
orgánico del trabajo, y p of ello amenaza indirectamente a la capacidad
de rendimiento.
La fatiga debida al trabajo, que es la única que tratamos aquí, es
siempre consecuencia de actividades concretas. Esto significa, en el
campo estrictamente «muscular», que la fatiga es el resultado de lapuesta
en funcionamiento de determinados músculos o de grupos de múscu
los. Pero su efecto, sin embargo, no es puramente local. N o se puede
obtenerla fatiga de un solo m úsculo, ni siquiera en un experimento que
disponga de un aparato para ello, como, por ejemplo, el «ergógrafo»
de Mosso, porque desde un punto de vista fisiológico nunca se actúa
con un solo músculo. El rendimiento laboral es, más bien, la resultante
de una serie, por así decir, de efectos superpuestos de distintos grupos
de’músculos, y frecuentemente existen otros grupos de músculos que
pueden entrar en funcionamiento, concretamente cuándo se excluyen
o se agotan uno o Varios de aquéllos. Pero, sobre todo, en toda activi
dad tienen que intervenir conjuntam ente el sistema completo de órga
nos terminales periféricos, de conductos nerviosos y, ante todo, el sis-
temanervioso central. Y cuando parece discutirse sobre los nervios, sobre
en qué sentido pueden cansarse realmente por su puesta en funciona
miento o, al menos, sobre en qué tiempo pueden cansarse, esa fatiga
por las actividades diarias normales, incluido el trabajo corporal, ocu
rre indudablemente en el cerebro. En teoría habría que separar, por tanto,
fatiga «periférica'» (músculos y órganos motores terminales ) y fatiga
«central». Pero incluso la fatiga del músculo generado en él, contem-
plándoloa élsolo en los experimentos de contracciones musculares, sigue
leyes bastante intrincadas (por ejemplo, según Volkmann, la transfor
mación de la intensidad, no de la cantidad, de los procesos metabólicos,
la lentitud creciente del proceso de oxidación sin una reducción esen
cial de la cantidad de materiales oxidados). El análisis de las causas se
complica aún más por su combiúación con los procesos centrales y por
la transformación del estado y de la tensión de los músculos en el trans
curso de su puesta en acción. Y cofrio ambos aparecen unidos en la
práctica, por ejemplo en las curvas del ergograma, una medición sepa
rada de ambos componentes se encuentra naturalmente con las mayo
res dificultades. En todo caso, está reconocido que la fatiga corporal
se extiende no sólo a la actividad concreta que provoca la fatiga sino
también a aquellas funciones del sistemapsicofísico puestas en marcha
por aquella actividad. En ese sentido, al menos, n o es una situación
psicofísica puramente local, sino general (o se convierte en general si
continúa en funcionamiento el organismo durante bastante tiem po).
Kraepelin, que en el terreno de las actividades corporales reconoce
83
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
ampliamente la posibilidad d e una fatiga parcial del organismo, supo
ne que la fatiga «m en tal» es una fatiga general. Quizá vaya él aquí
demasiado lejos (véase más adelante), pero, en todo caso, el trabajo
mental de determinada naturaleza fatiga el sistema central para otras
actividades mentales, como aquellas cuya realización continuada cau
só la fatiga. Pero, además, el trabajo «corporal» fuerte produce fatiga
también para la realización de actividades mentales, un efecto que parece
haber sido comprobado experimentalmente, aunque ese efecto enseña,
com o lo enseña asimismo la experiencia cotidiana, que la estimulación
«psicomotriz» que suelen dejar tras de sí las actividades corporales puede
quedara veces «oculta» tanto subjetivamente como en la curva de la tarea
objetiva. Parece además que, a la inversa, la capacidad de rendimiento
corporal se obstaculiza por un esfuerzo mental anterior* aunque su
alcance sea discutible y sea quizá distinto según el tipo de actividad
(«sensorial» o «m otora»). Parece plausible en sí mismo, por ejemplo,
aunque no esté realmente demostrado, que, cuando unaactividad «m en
tal» sigue a una actividad física, la actividad física anterior deje sentir
su efecto de fatiga más intensamente sobre el rendimiento de la m em o
ria y su efecto de estimulación más sobre la rapidez de las reacciones,
hecho que Hylan creía posible com o explicación de ciertos resultados
obtenidos en la experimentación. Y, por último, una actividad corporal
concreta fatiga también, al menos cuando la fatiga aumenta durante largo
tiempo, otras actividades y, según las circunstancias, afecta a activida
des de otros músculos distintos, según parece. Uno tendería, a p riori,
a suponer que en todos esos casos la fatiga de la capacidad de rendi
miento n o fatigada directamente, sino «fatigadasimultáneamente», es
menor que cuando esa capacidad es puesta en acción directamente; y
se tendería a suponer, asimismo, que una determinada tarea desgaste
simultáneamente la capacidad para realizar otras tareas de manera
posiblemente muy distinta, según las características de ambas tareas.
Sería lógico suponer que, especialmente en el terreno «m en tal», las
actividades que estuvieran «emparentadas» entre sí desde un punto de
vista psicofísico se verían mas afectadas por esa fatiga simultánea por
el esfuerzo de una de ellas y se verían menos afectadas las actividades
que fueran de naturaleza distinta. Sin embargo, las experiencias que
comentaremos más adelante a propósito del «cam bio de trabajo» pa
recen n o confirmar esta suposición, o, en todo caso, parece que no se
puede establecer un principio de este tip ocon validezgeneral. H a y que
m encionar aquí que no se puede decidir fácilmente la cuestión del
«parentesco» entre tareas distintas, de las que asimismo hablaremos al
comentar la simultaneización de tareas, y hay que mencionar también
que, si para el «cansancio simultáneo» hubiera de ser tomado.en con
sideración algún grado de parentesco (lo que Kraepehn, por ejemplo,
pone en duda), lo que sería decisivo, en todo caso, no sería el carácter
84
FATIGA T DESCANSO
«psicológico» de las actividades sino s u carácter «fisiológico», y quizá
además unaseriede circunstancias totalmente desconocidas hasta ahora.
En principio, sólo parece segura una cosa: que la fatiga producida por
el trabajo, incluso en tareas «puramente corpora les» trasciende el ámbi
to de la actividad del organismo puesta directamente en funcionamien
to, precisamente porque siem pre interviene el sistema nervioso central,
y que cuanto más interviene, más mental es la actividad, es decir, que
absorbe especialmente funciones del sistema nervioso central.
El nivel y el ritmo de la «fatiga» objetiva se podría medir, en teoría,
directamente por la reducción de la actividad, con todas las cautelas
necesarias para separar las influencias colaterales; el nivel y el ritmo de
la '«recuperación» sé podría medir comparando la capacidad de rendi
m iento después de una pausa con el grado de fatiga establecido al
com ienzo de la misma, y con iguales cautelas que antes. En realidad,
la medición de los efectos de la fatiga (en el sentido de Kraepelin) sobre
el proceso de la «curva del trabajo» real representa un problema extraor
dinariamente difícil a causa del montón de elementos de distinta natu
raleza que influyen en la configuración de esa curva. El intento de
solución que ha hecho Kraepelin, a pesar de que se basa en el trabajo
de toda una década, ha quedado realmente' com o una solución muy
hipotética, incluso en su propia opinión: Hasta que se logre perfilar de
una forma hasta cierto punto plausible el proceso de la fatiga-— ¿por
qué vía?, de ello hablaremos más adelante— , Kraepelin opina que la
fatiga varía considerablemente según el cambiante estado de ánimo
cotidiano de una persona, pero que, no obstante, el ritm o de la fatiga
muestra un significativo nivel de constancia en la misma persona.
Kraepelin supone que en los individuos existe básicamente en igual
medida «capacidad de fatiga» y «capacidad de recuperación», cuyos
niveles y ritmos son determinables en actividades generales, pero no en
actividades específicas; Kraepelin supone además que esas capacidades
se pueden m odificar considerablemente p o r la práctica (véase más
adelante), pero que en su estructura básica representan una caracterís
tica constante de la personalidad individual como tal y que, por tanto,
podrían medirse en cualquier actividad de la misma; la capacidad de
recuperación va unida la mayoría de las veces, entre otras cosas, a la
profundidad del sueño del individuo.
Este punto de vista de Kraepelin ha sido rebatido por psicólogos
norteamericanos (Seashore), que han dicho que la «fatiga» no es algo
hom ogéneo ni general, sino que el nivel y el tipo de fatiga depende del
tipo de trabajo que lo causa, y que, por consiguiente, la «capacidad de
fatiga» de una persona no es una característica uniforme medible por
la evolución de las distintas curvas de trabajo. El no especialista nopuede
emitir un juicio aquí; en la cuestión de los efectos recíprocos entre las
actividades «corporales» y las «mentales, algunos resultados de los
85
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
trabajos de la escuela de Kraepelin podrían insinuar un punto de vista
diferen te del suyo. Por lo demás, naturalmente, no entramos en la
cuestión de hasta quépunto se podría determinar, con el punto de vista
de Kraepelin, si las «características básicas» de las que habla él son
«innatas» o «adquiridas hereditariamente», lo que no es lo mismo. Las
capacidades generales permanentes también se pueden «adquirir».
Prescindiendo de la adquisición de una mayor capacidad de fatiga por
enfermedad o por otras debilidades, especialmente de origen sexual o
alcohólico, la vida de los jóvenes — incluido su tipo de alimentación,
por ejem plo, la duración del tiem po de lactancia— , según recientes
declaracionesinfluye con toda seguridad en sucapacidadde rendimiento
corporal posterior y sobre su capacidad de rendimiento mental, como
se ha intentado demostrar en algunas ocasiones.
86
2
P R Á C T IC A
O tro concepto básico es el concepto de «práctica»; significa un incre
mento de la facilidad, de la celeridad, de la seguridad y de la uniformi
dad de una'determinada tarea a través de su repetición frecuente. La
«práctica» en este sentido es un proceso com plejo incluso en tareas
sencillas, es decir, en actividades no descomponibles prácticamente en
otros elementos, proceso en el que concurren una serie de causas para
lograr esa mejora enJa administración de la energía que constituye la
esencia de la práctica1. El efecto de la práctica es una utilización más
ahorrativa y más exitosa de la reserva de energía y de la «capacidad
energética» de un sistema psicofísico dado, es decir, el logro de un mayor
rendimiento (en términos absolutos) con un consumo decreciente (al
menos en términos relativos) de la cantidad de energía. Esta adminis
tración de la energía se rige sobre todo por la exclusión o por el fun
cionamiento limitado de todas las partes del aparato psicofísico que no
sean imprescindibles para una actividad determinada. La actividad
«corporal» y la actividad «m ental» son, en este sentido, un proceso de
mecanización y «automatización» del máxim o posible de los elemen
tos integrantes de una tarea, que en un primer momento se realizan en
todos sus detalles con un impulso consciente de la voluntad y con una
atención sostenida. Esto quiere decir, por tanto, que mediante la repe
tición frecuente de una tarea se forma paulatinamente una capacidad
para realizarla sin poner, en funcionamiento los mecanismos conscien
tes de la voluntad y de la atención y para poder realizarla, finalmente,
incluso mejor sin prestar atención a las distintas funciones del sistema
psicofísico. Prescindiendo de que este proceso, bien conocido en la
experiencia cotidiana, deja disponibles para otras funciones la volun
tad consciente y la atención y de que, por ello, es la base imprescindible
de todas las tareas complejas y complicadas, este proceso supone pro-
87
PRÁCTICA
PSICOFfSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
anterior, posiblemente en el momento del nivel máximo de la primera
bablemente un considerable ahorro de energía al descargar al sistema contracción o incluso antes de que comenzara (en elm om ento llamado
nervioso central. La «autom atización» parece que sólo se consigue en «situación de latencia» del primer estímulo). Si es esto último lo que
un alto nivel a través de la ritm ización del trabajo, porque ésta facilita ocurre, el intenso esfuerzo adicional que exige una aceleración tan fuerte
de forma sustancial la producción de reaccionestípicas,sin que se articule —-:.esfuerzo adicional que siempre es más que proporcional— puede ser
ningún impulso de la voluntad, tanto en la actividad «corporal» com o sobrecompensado, sin embargo, por los efectos de la «superposición de
en la «mental». los estímulos». Esto significa en la práctica lo siguiente: una suma de
La relación entre trabajo físico y el ritmo la ha aclarado Bücher, desde pequeños estímulos, imperceptibles a veces y por eilo no articulados en
una perspectiva de la historia de la culturaren su hermoso y conocido la conciencia, puede tener un efecto suma continuado, que podría no
libro. Pero lo que hay que tomar en cuenta para el análisis psicofísico lograrse incluso con estímulos mucho más intensos, si éstos se produ
es, en primer lugar, que los individuos parecen comportarse de m odo cen en intervalos mayores de tiempo, porque en el caso de los estímulos
muy diferente en cuanto al grado de su influenciabilidad por el ritmo: pequeños se pierde mucho menos de los distintos estímulos que en el
las personas que reaccionan básicamente de manera «muscular» (véase último caso. Este com portam iento de los músculos, com o de form a
más adelante) son muy influenciadas por las m edificacionesen el ritmo acalambrada — cuyos efectos se pueden observar, según parece, en el
del trabajo, según las observaciones de Specht, mientras que las perso ergógrafo cuando se acelera la velocidad de las curvas del trabajo—
nas que reaccionan de «manera sensorial» no lo son en determinadas parece encontrar un paralelismo sobre todo en el trabajo «mental», no
circunstancias. En segundo lugar, parece que existe una gran diferen «muscular», en el aprovechamiento por parte de la actividad mental de
cia a veces según si el ritmo le es impuesto al trabajador desde fuera o una estimulación igualmente «de forma acalambrada» que surge, por
según si éste tiene un ritm o de trabajo adecuado a las condiciones es ejemplo, con la aceleración máxima que se produce al hacer la opera
tructurales de su sistema psicofísico. En la explicación de este extremo, ción de sumar, pero que se da también en la realización de trabajos muy
A w ra n o ff supone que la ritmización del trabajo debe sus resultados sencillos con un nivel muy alto de «práctica». La actividad se convierte
básicamente a su adaptación a las oscilaciones naturales de la voluntad entonces en una actividad en gran medida constante: parece soportada
y de la atención (véase más adelante). En todo caso, la significación de por un esfuerzo continuado: von VoB ha observado que esta uniformi
las diferencias individuales es m uy distinta según el tipo de actividad dad com o resultado de la práctica surge a costa tanto, y en especial, de
y de ritmo. Es totalmente creíble que existan numerosas actividades las reacciones más lentas com o de las reacciones más rápidas que se p ro
sencillas, com o por ejemplo los ritmos de marcha y similares, a las que ducen con una actividad no constante. C on la gran rapidez con que se
se adaptan fácilmente la gran mayoría de los seres humanos. Por otra suceden estas reacciones no llega a la conciencia el hecho de que esa
parte, y en cambio, es también plausible la afirmación de que los indi uniformidad está generada, en realidad, por distintos impulsos de la
viduos reaccionen de forma muydiferente a los distintos ritmos en tareas voluntad quese suceden intermitentemente. Tam poco se es consciente
complejas ydiferenciadas. La ritmización como medio de «habituación» de que la atención «continua» consiste en realidad en una serie de nuevos
(véase más adelante) es importante precisamente en las tareas simul impulsos para disponerse a esa actividad concreta. Pero ambas pueden
taneadas y lo es concretamente para poder adaptar las pausas mínimas demostrarse experimentalmente, parece, y ciertas pequeñas oscilacio
e imperceptibles de las distintas tareas parciales entre sí, lo cual es muy nes que muestran en los experimentos tanto Ja tensión deJa voluntad
importante para la realización de actividades complejas, com o se co com o la atención en tareas muy practicadas y muy sencillas parecen
mentará más adelante. demostrar que se desarrolla una especie de «ritm ización» del grado de
Laautomatización de las tareas parece ir simultáneamente con Una intensidad de los distintos impulsos de la voluntad y de la atención2.
transformación delproceso reactivo— aunque no siempre, pero sí ocurre La racionalidad de la división del trabajo descansa, com o está acepta
con frecuencia y precisamente donde la automatización alcanza el máxi do, no en pequeña medida en el hecho de que el aprovechamiento «de
mo nivel— , transformación que posibilita, hablando desde un punto calambre» de los efectos secundarios del estímulo y de su «superposición»
de vista fisiológico, el aprovecham iento de los' efectos secundarios del puede ser un aprovechamiento máximo en las actividades más senci
estím ulo mediante su «suma». Parece que este proceso se produce en llas,, un aprovechamiento más completo que en tareas en Ja que cada
todo tipo de actividad. En la puesta en acción de los músculos significa actividad necesite un impulso orientado de maneradiferente y en donde,
sencillamente que, por la aceleración de la sucesión concatenada de los por consiguiente, cada actividad tenga que sufrir pérdidas en el apro
distintos estímulos, el estímulo que provoca la contracción muscular vechamiento de los «efectos secundarios del estímulo» a consecuencia
siguiente actúa antes de que haya pasado totalmente la contracción
89
88
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
de su ralentización al tener que activar necesariamente otros impulsos
y reacciones con otra dirección.
Paralelos a estos procesos, en la «práctica» se dan otros procesos,
que contribuyen igualmente a la administración de las fuerzas del sis
tema psicofísico. En prim er lugar, en la práctica de los músculos uti
lizados para una determinada reacción. Los músculos son, en sí, «la
dínamo más completa que conocemos», en expresión de Munk, porque
en algunas circunstancias pueden transformar hasta el 40% de la ener
gía química de las materias consumidas en rendimiento laboral (m ien
tras que es conocido que la porción que se pierde en todas las «m áqui
nas» com o calor no utilizado llega hasta el 9/10 y más). Una mayor
práctica significa una reducción continua de la tensión muscular em
pleada inútilmente en una determinada actividad o, expresado de otra
manera, significa una continua mejorade la relación entre el rendimiento
fisiológico y el rendimiento (energético) físico. Esto sucede, sobre todo,
por la mayor lim ita ción del m ovimiento, en primer lugar, a los mús
culos que participan directamente en la respectiva actividad: elimina
ción del m ovim iento simultáneo de otros músculos no necesarios para
la actividad en cuestión y que al principio de la práctica actúa masiva
mente de manera involuntaria, m ovim iento simultáneo que es el sín
toma externo característico de la «torpeza» y un daño para la adminis
tración de la energía; en segundo lugar, por la limitación del m ovim iento
a aquellos músculos, entre los varios posibles, que puedan realizar la
correspondiente actividad utilizando la menor fuerza posible. Los es
pecialistas no parecen haber determinado si, en estos procesos, se pro
duce también una eliminación de cualquier impedimento físico interno
que impida el mayor juego libre posible de los músculos. De las dos
direcciones mencionadas en las que avanza la economía de la energía
con la práctica, la más interesante es el desplazamiento de la actividad
hacia aquellos músculos que requieren un menor despliegue de ener
gía. Sobre este desplazamiento ha desarrollado Gerson recientemente
algunas teorías en un sugerente y reciente ensayo. Según yo lo veo, las
ha desarrollado desde él punto de vista de la economía del trabajo
(Arbeitsókónom ie) y están dirigidas al no especialista — en parte res
ponden a la experiencia del no experto— , aunque naturalmente sólo
pueden ser comprobadas en su alcance, y en sus detalles por un espe
cialista en fisiología. Según esas teorías, la automatización y la acele
ración, que son condiciones del ahorro de energía, alcanzan su punto
m áxim o en aquellos m ovim ientos que puedan ser realizados p o r los
músculosmáspequeños, cuyo «umbral de estimulación» es bajo3y cuya
emisión de energía en las distintas contracciones permanezca algo por
debajo del umbral d é la conciencia; cada m ovim iento de los músculos
mayores, por el contrario, exige un estímulo fuerte para ponerse en
funcionamiento («umbral de estimulación alto»). Según esas teorías de
90
PRÁCTICA
Gerson, el efecto del estímulo y el proceso de la reacción es tan lento
y cada movimiento individual representa tal gasto de energía (por ejem
plo, los movimientos de un herrero o de un remero; otra cosa son los
movimientos de la marcha, mientras el tipo de marcha no sea especial
mente pesada) que es más difícil automatizarlo que los movimientos de
los músculos más pequeños (por ejemplo, los movimientos de la escri
tura). El desplazamiento de la mayor parte de las actividades hacia los
músculos más pequeños que provoca un determinado objetivo, concre
tamente hacia los músculos de la mano, y la descarga de los músculos
mayores significan, por ello, un aprovechamiento más completo de la
tensión muscular, porque el aprovechamiento de la automatización y
los efectos estimulantes pueden ser ahí más completos, incluso si la
energía que han de gastar los músculos pequeños en conjunto para un
determinado objetivo n o es m en or que la que tendrían que utilizar los
músculos grandes para ese mismo objetivo.
N o se puede poner en duda que las máquinas modernas, en general,
han procurado una liberación de los músculos grandes cargando el peso
en los pequeños. Sería muy fructífero analizar más profundamente la
evolución de la técnica desde esta perspectiva, por muy poco pertinen
te que sea querer explicar toda la historia de la cultura o incluso toda
la historia de la técnica por el «principio de los músculos más peque
ños», por así decir. Más necesitada de una investigación más detallada
está la cuestión de hasta qué punto juega un papel en los procesos de
la práctica individual ese desarrollo de la técnica que sí lo juega en la
historia déla cultura, aunque dentro de ciertos límites no determinables
a p rio r i. Si realmente existe la posibilidad de una utilización aproxima
damente igual de distintos grupos de músculos para una misma tarea
(sólo el especialista podrá mostrar en un análisis concreto dónde ocurre
esto y con qué frecuencia), a la larga tendrá lugar la exclusión de todos
los demás músculos, excepto de aquel que se pueda utilizar con el
máximo ahorro de energía. En muchos casos, ese músculo será al mismo
tiempo el músculo más pequeño. Pero sólo una investigación especia
lizada podría determinar si siempre lo va a ser. En todo caso, en la «prác
tica» tiene lugar con cierta frecuencia, en realidad, un desplazamiento
en los medios utilizados para una determinada tarea, como ocurre en
los músculos del brazo y de la mano.
Ese desplazamiento se da también, de un m odo característico, en
el terreno de las actividades «mentales». Una misma actividad puede
realizarse en no pocos casos con medios muy distintos. Se suelen dis
tinguir, por ejem plo, varios tipos de memoria según se graben, por
ejemplo, los números o las sílabas visualmente (imágenes de los núme
ros o de las sílabas) o auditivamente (imágenes auditivas: se oyen «in
teriorm ente») o m otoramente (se sienten susurrar «interiorm ente») o
según funcione mayoritariamente uno de esos tipos, pues muchas veces
91
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
se trata solamente de la preponderancia de un tipo de memoria sobre
los otros. Según esto, Kraepelin quiso distinguir entre memorización
sensorial (E rlem ung) y «práctica» (adiestramiento m otor), a las que
cabría añadir, com o insinuó él mismo, un tercer tipo, «la práctica por
asociación». En la actividad de la memoria parece que sólo se puede
distinguir prácticamente entre un tipo de memoria más «visual» y un
tipo de memoria más auditivo-motora. El ejemplo más conocido y más
citado eran los dos virtuosistas matemáticos, Inaudi y Diamondi: éste
último se aprendía los números con imágenes visuales y el primero, que
había sido analfabeto hasta los años veinte años, lo hacía de manera
auditivo-motora. Se trata de dos «tipos de percepción» que descansan
en cierta medida en una disposición innata — frecuentemente es innata
en una gran medida— , pero se dan muchísimo, por otra parte, según
la dirección que haya tomado de hecho la «práctica», com o ha desta
cado Henry. La pertenencia a un tipo de percepción o a otro y la po
sibilidad de cam biar entre un tipo de «percepción» y otro — posibilidad
existente en algún grado en la mayoría de los individuos— es presu
miblemente muy importante para la posibilidad de simultanear varias
tareas parciales, como se comentará más adelante. De manera similar
se suelen distinguir también «tipos de reacción», según si, en el trans
curso de la reacción al estímulo, la atención se dirige principalmente
al estímulo o al m ovim iento que hay que realizar: reacción «sensorial»
o reacción «m otora». Baldwin quiso combinar estos tipos con los tipos
de percepción y de lenguaje y, com o sobre la base de algunas observa
ciones se suponía que la reacción «sensorial» era más lenta, quiso es
tablecer el tiem po de duración de la reacción com o la característica
decisiva de los individuos. Esa contraposición en el tipo de reacción tiene
que ver con importantes diferencias de la personalidad (de los «tem pe
ramentos»), aunque sea una contraposición relativa en la mayoría de
los casos. El tipo «sensorial» suele distinguirse, por ejemplo, por una
mayor capacidad para la «crítica» y una mayor «pasividad»; el tipo de
reacción «m o to ra » suele distinguirse por una mayor «actividad» y
prontitud, por un multif acetismo. Pero la circunstancia de que sean más
frecuentes los tipos «sensoriales» auditivos que los tipos de reacción
sensorial parece excluir que se pueda hacer, una sencilla clasificación
de la personalidad en «sensorial» y «m otora». Tam poco se cubren entre
sí los «tipos perceptivos» y los «tipos reactivos». Y Flournoy cree haber
demostrado que la reacción sensorial es usualmente la más lenta, pero
no siempre, afirmación que hay que entenderla motivada por la rela
tiva «pureza» de los tipos («tipos de transición»: Gótz-Martius). De todos
modos parece posible que se puedan clasificar muchos individuos por
el criterio de cuál de ambos tipos de reacción se produce en ellos más
rápida y fácilmente. Parece posible además que existan individuos que
no pertenezcan a ninguno de los dos tipos o que se comporten indife-
92
PRÁCTICA
rentemente respecto a ambos tipos, es decir, individuos en los que se
produzca una reacción con igual rapidez, pero que dirijan su atención
prioritariamente al estímulo o a la reacción o a ninguno de los dos. Pero,
de todos modos, en muchos casos sigue siendo un factor importante de
la capacidad del rendimiento del individuo tanto el diferente tipo de
reacción a la que está acostumbrado com o su «tipo de percepción» y,
sobre todo, la mayor o menor capacidad para cambiar el tipo de uti
lización que haga de su sistema psicofísico; es u n factor importante de
la capacidad de rendimiento y, más concretamente, de su capacidad para
realizar acciones complejas. Se puede ver entonces que, con la «prác
tica», se produce con cierta frecuencia en la misma persona un cambio
de estas condiciones, eii especial si se desplaza la práctica mayormente
al aumento de la rapidez de la acción. Ocurre entonces frecuentemente
que el agente pase sin darse cuenta de la práctica «sensorial» a la «m o
tora» para facilitar de esa manera la aceleración y mecanización de la
acción. Pues, aun cuando se niegue que una acción «m otora» en sí misma
signifique una velocidad mayor, la expulsión de la acción del campo
de la atención consciente y de la voluntad (la «automatización») sí está,
sin embargo, en estrecha relación con un predom inio del tipo de reac
ción motora. El tipo de reacción motora tiene asimismo una venta ja para
la rapidez de la acción (al contrario que para su precisión)-, la de poder
aprovechar la estimulación general («psicom otora»), que genera todo
trabajo que haya de realizarse preponderantemente «de form a m oto
ra», com o un «estímulo» para lograr un incremento en la curva del
rendimiento (véase más adelante). Más adelante trataremos sobre la
significación de aquellos casos en los que se cambian los medios téc
nicos para la realización de una tarea debido a la necesidad de simul
tanearla con otras tareas, es decir, por la necesidad de distribuir las
distintas tareas entre los distintos medios del sistema psicofísico. La apa
rición de estas transformaciones en el carácter psicofísico de un traba
jo, permaneciendo igual su resultado, enseña, en todo caso, que hay
que guardarse de tomar este resultado, y por tanto el «sentido» y el «fin »
de una tarea, como fundamento para hacer una clasificación psicofísica
de los trabajos. Estas transformaciones muestran asimismo que la
«práctica» de una tarea puede significar según las circunstancias la
transformación cualitativa de esa tarea, o incluso su sustitución por
o tro acontecim iento psicofísico distinto.
Los efectos de la práctica se manifiestan de manera inmediata,
naturalmente, en el aumento del nivel de rendimiento en cada unidad
de tiempo a lo largo de una tarea continuada. Pero en ese caso, viéndolo
desde el punto de vista kraepeliano, «actúa en sentido contrario» la
progresiva fatiga. Mientras que, al com ienzo, el aumento de práctica
pesa más que la fatiga inicial y la curva de la actividad se mueve en
conjunto hacia arriba, cuando se continúa la actividad comienzan a
93
PSICOFlSICA d e l t r a b a j o i n d u s t r i a l
predominar en ella más los efectos de la fatiga que los del aumento de
la práctica. Por este m otivo, el incremento de la práctica se suele medir
por el aumento que manifieste la capacidad de rendimiento al comien
zo de un nuevo período de trabajo, separado del anterior por una pau
sa suficiente para la recuperación, especialmente al com ienzo de una
nueva jornada de trabajo respecto a la jornada anterior. Pero, por otra
parte, de acuerdo con la experiencia y con los experimentos, se con
sidera que el nivel de «experiencia» logrado comienza a descender in
mediatamente con el cese de la repetición de la tarea, primero rápida
mente y luego más despacio («pérdida de práctica»); de esta manera sólo
se está m idiendo lo que queda del aumento de práctica al comienzo del
nuevo período de trabajo («remanente de práctica»). La pérdida de
práctica durante el sueño parece ser menor que la pérdida de práctica
durante el estado de vigilia, porque la influencia de otras intervencio
nes del sistema psicofísico de otra clase altera claramente las huellas de
la práctica. Además el incremento de práctica desciende relativamente
en el transcurso de una práctica prolongada y de un mayor nivel de
experiencia y hasta que se llega al punto máximo de experiencia, que
naturalmente puede ser distinto según la persona y la tarea de que se
trate. Cuanto más se acerque el nivel de experiencia a este punto máximo,
m áspronto forzará la fatiga la curva del trabajo de los distintos días hacia
abajo — curvas de trabajo que a consecuencia del alto nivel de experien
cia empiezan ciertamente con rendimientos iniciales mucho más ele
vados que las curvas laborales de los que no tienen experiencia, pero
que, a cambio, tienen menos capacidad de incrementarlas— . Por otra
parte, la investigación experimental parece enseñar que, cuando existe
un alto nivel de práctica, a esta temprana manifestación de la fatiga le
corresponde una mayor lentitud en el descenso de la curva del rrabajo,
es decir, una menor capacidad de fatiga. La curva del trabajo de una
persona «con experiencia» comienzacon un nivel más elevado, sube más
moderadamente, comienza antes a descender, pero desciende más len
tamente: en conjunto, lacur va evoluciona a un nivel más alto y de forma
más plana y continua que la curva del «principiante».
El ritm o del aumento de la práctica representa, en la terminología
de Kraepelin, el nivel de la capacidad de práctica. A l distinto ritmo que
tienen en las distintas personas la pérdida de práctica o el nivel del
remanente de práctica que subsiste tras las pausas, en especial tras el
sueño nocturno, le llama Kraepelin solidez de la práctica (Übungs-
festigkeit). Esta solidez de la práctica se manifiesta, en primer lugar, en
el grado de constancia con que aumenta la capacidad de rendimiento
al com ienzo del trabajo día a día — a consecuencia de una práctica
mayor— hasta que se alcanza la máxima destreza; en segundo lugar se
manifiesta en laconstanciacon laque se mantiene este punto máximo,
pero también, por último, en la rapidez con la que se recupera el nivel
94
PRÁCTICA
anterior de destreza tras largos períodos de interrupción de la activi
dad. Mientras que la destreza comienzaa descender, primeramente, muy
deprisa, parece que este descenso se ralentiza paulatinamente y que
durante largos períodos subsiste una capacidad para una rápida recu
peración del nivel de destreza existente con anterioridad. Un experimento
(norteamericano) con máquinas de escribir mostró, por ejemplo, que
el nivel'de destreza mecanográfica adquirido al final de un período de
cincuenta días se recuperó al decimotercer día después de una pausa de
más de dos años, durante la cual la persona con la que se hizo el expe
rimento se había deshabituado por com pleto a escribir a máquina. El
«remanente de práctica» se pone de manifiesto en que el tiem po nece
sario de práctica se reduce a unaéuarta parte aproximadamente. Pero,
por otra parte, parece estar establecido por una comprobación expe
rimental de conocidas experiencias cotidianas que incluso un nivel de
destreza tan elevado nunca inmuniza contra la «pérdida de práctica»,
sino que toda interrupción, incluso en obreros muy experimentados
(contables, cajistas, virtuosos del piano), se siente inmediatamente en
la continuación de. la práctica, lo cual es de una importancia práctica
considerable para la cuestión de Ios-cambios de trabajo.
Los trabajos de la escuela de Kraepelin han sacado algunas conclu
siones importantes, según la opinión de su director, sobre las relaciones
recíprocas entre fatiga y práctica y sobre la disposición hacia ambas.
Kraepelin considera com o experim entalm ente demostrable que un
«trabajo fatigoso», es decir, un trabajo realizado en situación de pro
fundo agotamiento, deje pocos o nulos remanentes de práctica, es decir,
que tenga un escaso valor para la práctica. Y, lo que es más importante,
Kraepelin tiene además por bastante seguro que el nivel de la capacidad
de fatiga y el nivel de la capacidad de práctica se corresponden aproxi
madamente entre sí en una misma persona. La validez general de esta
observación ha sido puesta en duda por otros. Kraepelin, por su parte,
cree probable que a una gran « capacidad de práctica» le corresponda
una escasa « solidez de práctica», de m odo que surgiría un nuevo tipo
psíquico específico y lábil, combinando la disposición hacia una prác
tica rápida, una fatiga rápida y una rápida pérdida de práctica. Esto,
sin embargo, no está tampoco fuera de discusión, al menos si hay que
entender por ello una clasificación unitaria de las posibles formas de
comportamiento del hombre. Por otro lado, parece poder establecerse
que la capacidad de práctica y la capacidad absoluta de rendimiento no
guardan relación entre sí. Una persona con una capacidad máxima de
rendimiento muy limitada (para una tarea determinada) puede alcan
zar su punto máximo más rápidamente o también más lentamente que
otra persona con una capacidad máxima de rendimiento más elevada.
«Fatiga» y «práctica» se contraponen entre sí en muchos aspectos.
Los efectos de la fatiga son, por su propia naturaleza, pasajeros, dejan-
95
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
d o a un lado los casos patológicos. Por el contrario, los efectos d e la
práctica son siempre duraderos, aunque de distinta duración según los
individuos. De la fatiga parece que puede establecerse, com o ya ha sido
mencionado, que se convierte en algo general que afecta a todo el
organismo, al menos cuando es una fatiga profunda y cuando se trata
de actividades «m entales»; de él se puede decir también que reduce el
nivel de todas las acciones y no sólo de las acciones emprendidas e x
presamente, aunque esto lo haga de manera muy distinta. La práctica,
por el contrario, es, por su propia naturaleza, «parcial» y concreta. En
las actividades puramente físicas excluye los movimientos simultáneos,
antieconómicos, de todos aquellos músculos de los que se pueda pres
cindir para realizar la tarea que se quiere realizar, limitando la puesta
en funcionamiento a aquellos músculos que puedan trabajaren cada caso
con un uso de energía más conveniente y luego aumentando ésta cuan
d o la práctica se continúa; además, la práctica «automatiza» al m áxim o
su funcionamiento, es decir, ahorra la puesta en acción de la voluntad
consciente; en resumen, la práctica actúa por la vía de poner fueta de
funcionam iento al m áxim o número posible de órganos. En la ejercita-
ción de las actividades «mentales» se trata igualmente de buscar una
puesta en funcionamiento del sistema psicofísico que permita la rea
lización de una tarea con el m ínim o de esfuerzo y una vez encontrada
laformaadecuada— por ejemplo, laform a «auditivo-motora» delapren-
dizaje— se trata asimismo de «automatizarla» al máximo. En todos los
casos, por tanto, la «práctica» en una determinada tarea restringe el
campo de las funciones psicofísicas que se utilizan para su realización.
L o que, sin embargo, resulta problem ático y al parecer no se puede
determinar es hasta dónde puede llegar esta restricción de funciones en
el caso concreto. Esta cuestión puede también plantearse al revés y
adquiere entonces una importancia considerable, porque la puesta en
acción simultánea de otras funciones podría significar, quizá, según las
circunstancias, una co-práctica simultánea con esas otras funciones.
Se ha intentando repetidas veces identificar la «práctica» con la
«m em oria» o subsumirla dentro de este concepto como un caso espe
cial, pero también se ha intentado diferenciarla de la memoria. Estas
cuestiones no nos afectan a nosotros ahora, pues está claro que si por
«m em oria» se entiende solamente el almacenamiento de impresiones
y la capacidad de reproducirlas intencionadamente o por una asocia
ción casual, los efectos de la «práctica» llegan mucho más lejos; sin
perjuicio de lo dicho anteriormente sobre las diferencias entre los efec
tos de la práctica y los de la fatiga, está totalmente claro, no obstante,
que la práctica « o sólo favorece la repetición de la tarea concreta prac
ticada sino que favorece el ru m bo general de la actividad psíquica, de
la que aquella tareaera una función concreta; estoes así en muchoscasos,
y especialmente en ciertas actividades mentales. D e esta manera, por
96
PRÁCTICA
la práctica de reproducir determinadas impresiones concretas no sólo
se aumenta la capacidad para observar esas impresiones, sino que se
aumenta la capacidad de observación en general, según muestran in
equívocamente algunos experimentos, es decir, que «se practica» esta
capacidad. En algunos casos de actividades memorísticas, después de
un largo período de varios meses, incluso se ha encontrado un .«rema
nente de práctica» m ayor que el nivel de práctica alcanzado al final del
período de práctica anterior. La interpretación de este dato es contro
vertida: para G. E. M üller se trata dél «perfeccionamiento latente de
unas capacidades que habían sido estimuladas con anterioridad» en
conexión con el descanso; para los propios autores del experimento,
Ebert y Meumann, se trata de una «sobrealimentación» de la memoria
al final del primer período de práctica con determinados datos, los cuales
obstaculizan, por la vía de la asociación, la incorporación de nuevos
datos, de m odo que habría que olvidar aquellos primeros datos antes
de que se pueda realizar ese perfeccionamiento de la capacidad general
mediante la práctica.
En las dos interpretaciones es siempre una capacidad para tareas
de un determinado carácter general la que se beneficia con la práctica.
Por sus indiscutibles efectos más allá de la tarea concreta practicada,
se ha denom inado a la práctica «una especie de memoria general»,
utilizando una terminología que quizáno está exentade objeciones desde
el punto de vista de su contenido, y se han intentando interpretar aquellos
efectos com o una extensión de la estimulación psicofísica a campos que
no habían sido afectados directamente por la primer estimulación. El
no especialista no puede juzgar si esta suposición — no exenta tampoco
de objeciones— es una interpretación adecuada a la teoría de las cien
cias naturales; esa suposición tampoco nos interesa para los objetivos
que tenemos en la investigación sobre el alcance de la práctica. En
cambio, sería de la máxima significación si se pudiera establecer hasta
dónde más allá de la tarea concreta que se practica se extiende el efecto
de la práctica, es decir, dónde están los lím ites de su influencia en ese
sentido, pues esto mostraría qué otras tareas se benefician de tener
práctica en una o varias actividades; esas otras tareas tendrían así, por
así decir, una «práctica previa » o una «co-práctica simultánea», esta
rían dentro de una especie de comunidad de práctica psicofísica con
aquella o aquellas tareas primeras; pero sería evidente que esa «prác
tica previa» de una tarea que le supone la otra tarea nunca podría sustituir
la «práctica» directa de la primera tarea. En esta cuestión, prescindien
do de que, com o ya se ha dicho, no faltan rechazos de base a esta formu
lación, apenas existen los inicios de algunas investigaciones4y no existe
ninguna investigación que se ocupe expresamente de esta cuestión, lo
cual es bastante comprensible por las enormes dificultades técnicas con
que se encontrarían esos experimentos. La afirmación de que la co-
97
p s i c o f Is i c a d e l t r a b a j o i n d u s t r i a l
práctica simultánea e n e 1 ámbito de la capacidad de observación se
escalona según el.nivel de parentesco entre las tareas «co-practicadas
simultáneamente» y la tarea practicada directamente ha encontrado
algunas objeciones. Respecto a esa afirmación se ha dicho que habrían
de considerarse com o causas de un incremento general de la capacidad
de rendimiento la mejora de la «sensibilidad» subjetiva, la mejora de las
«técnicas de aprendizaje» y el aumento general de la «capacidad de
concentración». Sea com o sea, también en esta última suposición se co
practican simultáneamente con determinadas tareas concretas algunas
«capacidades» generales que transcienden a esas tareas concretas, ca
pacidades generales que también favorecen la realización de otras ta
reas distintas a las tareas practicadas directamente; lo importante sería
precisamente saber qué tareas podrían verse afectadas en el caso con
creto por esos efectos indirectos de la práctica. Si se supieran más datos
al respecto, serían muy significativos para muy variados problemas; por
ejemplo, la amplia dependencia existente entre la cualificación profe
sional y las influencias recibidas en la época de la máxima plasticidad
del individuo — la primera juventud— , dependencia que ha sido afir
mada y en parte también estudiada, podría subsumirse en una parte
considerable dentro del concepto mas amplio de «práctica previa». La
significación que tiene el tipo de form ación escolar para la cualificación
profesional en eltraba jo industrial moderno, la influencia que tienesobre
esta cualificación el estilo de vida «practicado» por las confesiones
religiosas — influencia afirmada con cierta frecuencia para el presente
e influencia probable en ciertos casos— , la influencia que ejerce sobre
la capacidad de rendimiento en las fábricas el hecho de haberse criado
en la ciudad o de provenir de determinados ambientes económicos y,
por último, el tipo de empleo que tiene la juventud, por ejemplo, en las
empresas industriales-domésticas de los padres, y otras influencias
generales que recibe la juventud — entre las que hay que contar el ser-
viciom ilitarm oderno— , todos estos fenómenos estánconsiderados con
razón com o altamente decisivos para el desarrollo de aquellas capaci
dades que son importantes para el empleo de la población en la indus
tria. Es, por supuesto, muy discutible si el m odo de influencia de esas
condiciones ambientales se puede encuadrar — o más bien cóm o pueda
encuadrarse— en los conceptos de «práctica previa» y de «co-práctica
simultánea», si se entienden estos últimos en el sentido estricto de la
psicología especializada-, pues hasta ahora faltan conocim ientos en
alguna medida exactos sobre qué capacidades reciben, o pueden reci
bir, los efectos de «práctica previa» o de «co-práctica simultánea» de
esas influencias ambientales; y por esta razón apenas se va más allá de
vagas generalidades.en ese sentido.
Las investigaciones que tocan este tema se mueven en el campo,
efectivamente, muy importante, de la capacidad de rendimiento inte-
98
PRÁCTICA
lectual. B olton intentó demostrar experimentalinente, e n niños de
distinta procedencia social, la probabilidad (?) de que determinados tipos
de actividad m otora, concretamente determinados movimientos que
requieren una reacción rápida y exacta (com o, por ejemplo, el meter
una aguja en los agujeros de una cinta en m ovim iento) estuvieran en
correlación con el nivel de desarrollo de la inteligencia. Partiendo de
esas y similares observaciones se ha llegado a veces, por ejemplo, a la
conclusión, más o menos, de que un enriquecim iento del sistema
psicofísico con algunas capacidades motoras conduce a un enrique
cimiento de la vida mental con «ideas de movimiento»» y por ahí a un
desarrollo de la vida mental («práctica») para producir una viva reac
ción. C on algo de imaginación se podría deducir de ahí la psicología
de los pueblos que viven en zonas montañosas en contraposición a los
pueblos que viven en zonas llanas — y quizá tampoco faltaría ahí un
«granito de verdad»; pero lo valioso científicamente sería saber el ta
m año de ese «gran ito»— . En el ejem plo mencionado antes, la relación
causal podría formularse en los siguientes términos: la form ación de la
inteligencia, y concretamente la práctica de la atención y de la capaci
dad de concentración, para las que tienen más posibilidades los hijos
de las clases sociales más altas, es la causa de una superior capacidad
para los movimientos precisos, pero no al revés. Pero, junto a este efecto
de la «formación»» de la inteligencia, también entran en consideración
en tales casos, con toda seguridad, las diferencias de alimentación y de
lascondiciones higiénicas del «m ediosocial» con sus consecuencias sobre
la capacidad de rendimiento: seguramente hay que atribuirle también
la relación desfavorable que se observó en los niños más pobres entre
su capacidad de fatiga y su capacidad de práctica, así com o su tenden
cia a tener retrasos en su desarrollo en el octavo y noveno año de vida
— demostrada experimentalmente por Bolton^-, en la medida en que
sea un fenóm eno general. Al igual que la formación general de ciertas
capacidades intelectuales es un factor de «práctica previa»— habría que
investigar qué capacidades intelectuales— , también el tipo de trabajo
de los jóvenes es otro factor de «práctica previa», y un factor más concreto
para el desarrollo de determinadas capacidades, pero también es, a la
inversa, un factor que puede co-influir en el n o desarrollo y empobre
cimiento de determinadas capacidades. A veces, por supuesto, su influen
cia no responde a este esquema («práctica previa», «co-práctica simul
tánea» de una capacidad determinada o, a la inversa, pérdida de una
capacidad a causa de no practicarla), sino que significa una transfor
mación inmediata del hábito fisiológico. La falta de cualificación para
ciertas máquinas textiles modernas por parte de todos los hombres que
habían trabajado largo tiempo en elcam po, por ejem plo, es claramente
consecuencia de las callosidades producidas por el trabajo agrícola, las
cuales impiden la adaptación y especialización de los músculos impli-
99
p s i c o f Is ic a d e l t r a b a j o i n d u s t r i a l
cados, e ne 1sentido de la administración económica de la energía fisio
lógica.
De todasformas, en todos esos casos el concepto de «práctica previa»
sigue siendo un concepto bastante vago, pues no caen precisamente bajo
ese concepto las importantes y decisivas influencias que los artos de
juventud ejercen sobre el desarrollo o no desarrollo de las capacidades
físicas o intelectuales generales; y de ese concepto se había partido
anteriormente cuando se planteó la cuestión de qué otras tareas c o n
cretas se co-practican simultáneamente cuando se practica asiduamen
te una determinada tarea concreta o de si existe siquiera ese efecto de
co-práctica simultánea y se puede formular alguná afirmación sobre
su alcance.
Sobre esta cuestión no disponemos en este momento, que yo sepa,
de investigaciones exactas, pues los efectos de una tarea anterior sobre
otra tarea posterior cuando se cambiade trabajo— de lo que hablaremos
más adelante— caen bajo otros puntos de vista totalmente distintos.
NOTAS
1. La intervención del sistema nervioso central muestra, por ejemplo, el efecto de la práctica
de los músculos de una parte del cuerpo sobre los músculos de la otra parre.
2. Por lo demás, parece que todavía está muy poco clara la cuestión de la «superposición»
de los estímulos para la actividad del sistema nervioso central concretamente, porque este sistema
parece que no está en condiciones de enviar impulsos distintos y porque cada impulso tiene, según
la opinión de los expertos, una «f recuencia natural» que, al parecer, no es influencíable en su ritmo.
Esto modificaría la interpretación de los fenómenos mencionados en el texto, sin perjudicar su
trascendencia práctica.
3. Según una opinión que, por lo demás, esrá siendo todavía muy discutida entre los espe
cialistas.
4. N o se consideran en este contexto la cuestión de la práctica simultánea de los correspon
dientes miembros de la otra media parte del cuerpo ni fenómenos como la práctica simultánea en
el sentido del tacto de punros simétricos de ía piel; no se consideran o se consideran solamente en
cuanto que muestran que la «práctica» no es, en todo caso, ningún proceso concreto periférico.
100
L A IN T E R A C C IO N E N T R E L A F A T IG A Y L A PR A C TIC A .
O T R O S C O M P O N E N T E S DE L A C U R V A
DEL R E N D IM IE N T O : «E S T IM U L A C IÓ N », «IM PU LSO
D E L A V O L U N T A D », «H A B IT U A C IÓ N »
La práctica y la fatiga principalmente determinan, en su mutua in
teracción, la evolución de la curva diariadel rendimiento. Su influencia
no sólo es distinta según los individuos —-según la respectiva «capaci
dad de fatiga», «capacidad de práctica», etc.— , sino que es distinta en
el mismo individuo según el tipo de tarea; por ejemplo, la curva de
rendimiento en la operación de sumar números es distinta, en el mismo
individuo, a la de la memorización, porque ambas actividades requie^
ren muy distintos tipos de funcionamiento del sistema psicofísico y un
distinto nivel de esfuerzo; por esta razón, el resultado derivado de la
contraposición entre práctica y fatiga tiene que ser asimismo distinto.
Pero la evolución de la curva de trabajo y sus diferencias según los
individuos y según el tipo de tarea están sometidas también a otras
circunstancias. La fatiga y la práctica no las determinan con carácter
exclusivo ni tampoco las determinan en el sentido de que, si existiera
al comienzo de la jornada laboral un nivel de capacidad de rendimiento
con tendencia a mantenerse constante, ese nivel sólo fuera a cambiarse
por el efecto de los dos mencionados factores. Parece que se hacen notar
otros factores, por ejemplo, los efectos de la comida, que se hacen sentir
durante la digestión, al principio entorpeciendo la tarea y luego, en
cambio, en las horas posteriores de la tarde, estimulándola. Si la d ife
rencia entre el rendimiento antes y después del mediodía se manifiesta
en el ergógrafo en que el número de puntas se mantiene igual o se reduce
mientras que su altura sube, se podría intentar poner en relación esta
observación con la tesis — discutida y de difícil demostración— de que
el número de puntas es básicamente actividad muscular y su altura, en
cambio, está producida por el sistema central. Sea com o fuere, lo que
sí parece seguro es que la curva diaria del rendimiento está sometida
también a otras oscilaciones espontáneas, independientes de la fatiga
101
PSICOFÍSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
producida por la actividad, que tienen una evolución característica en
cada individuo, com o afirm ó M osso. Existen, en todo caso, en el ám
bito de las actividades «m entales» y «n erviosas», «trabajadores de
mañana» y «trabajadores de tarde», com o muestra la experiencia coti
diana y com o parecen confirm ar los experim entos, y se dice que la
diferencia entre unos y otros es una cuestión de la propia constitución
física (?). Kraepelin ha planteado la hipótesis — manteniendo también
aquí su concepto estrictamente fisiológico de «fa tig a »— de que el fac
tor decisivo para la «aparente» fatiga matutina es la profundidad del
sueño y el correspondiente ritmo de los procesos metabólicos, es decir,
del grado en que se haya realizado o no la absorción de nuevas partes
en el tejido que está operando. En todo caso, está claro que, además de
los factores ya mencionados de la «capacidad de fatiga», de la «capa
cidad depráctica» y otros similares, existen otrasdiferencias individuales
en el sistema psicofísico permanentes, aunque no necesariamente he
reditarias, y que influyen ampliamente sobre la evolución de la curva
del rendimiento. Sobre la base de estas observaciones se han propuesto
determinados métodos de medida para establecer cóm o discurre en los
individuos la curva de rendimiento o, incluso con carácter más general,
la «curva de la energía psíquica»; W . Stern, por ejemplo, ha propuesto
el ritm o al llevar un compás sencillo com o una característica del «ritm o
psíquico» de la personalidad. Sobre el valor de estos métodos sólo los
especialistas están llamados a emitir un juicio. Lo que, en todo caso,
nos tememos es que no existan en este punto actualmente instrumentos
de medidaclarosy sencillos, porqueparecemuy problemático realmente
el hecho de una «energía psíquica». Las investigaciones empíricas pa
recen presuponer, más bien, que esa «energía» no es la determinante sino
la resultante de una serie de distintos elementos, com o lo es la «curva
del trabajo».
Kraepelin y sus discípulos han intentando determinar otros com
ponentes de la curva de trabajo y formularlos conceptualmente, ade
más de la «fatiga» y de la «práctica». Y precisamente son esos otros
componentes los que, por su origenm áso menos «afectivo» — enparte,
directamente psíquico— , resultaban menos fácil de situar en la relación
mecánica que Kraepelin había establecido entre los distintos procesos
m etabólicos contrapuestos entre sí. Entre esos componentes está la
transformación general de los hábitos psíquicos que genera el propio
trabajo en el obrero, la «estimulación», que Kraepelin define com o la
«eliminación de la inercia del sistema», com o «la puesta en funciona
m iento» de todas las zonas psicofísicas necesarias para el trabajo res
pectivo; la define, por tanto, com o un estado «psicom otor» que entra
en acción inconscientemente o, en todo caso, sin quererlo; un estím ulo
que facilita el trabajo, con independencia del nivel de práctica que se
tenga, y cuya nota característica es que suele producirse poco tiempo
102
LA IN TERACCIÓN ENTRE LA FATIGA T LA PRÁCTICA
después del comienzo del trabajo y que desaparece tras realizar una pausa
bastante breve en el trabajo (a veces bastan 15 minutos). De este hecho
se sacan las más distintas consecuencias para la obtención del efecto
óptimo de las pausas en el trabajo, según su duración y distribución,
en conexión con la fatiga, el descanso, la práctica y la pérdida de prác
tica. En todo caso, el nivel de estimulabilidad no sólo es distinto según
los individuos, sino también según el tipo de trabajo, especialmente se
gún el nivel del interés en e l trabajo.
La escuela de Kraepelin hace una distinción entre esta estimulación
producida mecánicamente — sin ninguna intervención activa de la
voluntad— que favorece el desarrollo del trabajo, pero que también
acelera la fatiga, y los efectos de los «im pu lsos de la volu n tad»
lyVillensantrieb). Por «impulso de la voluntad» entienden un impulso
generado por una situación especial y que produce un repentino cre
cimiento, a diferencia de ese nivel medio de «tensión de la voluntad»
('Willensanspannung) que subyace en todo el desarrollo de la curva de
trabajo. Dicen que ese impulso hace su aparición al comienzo del tra
bajo, con una breve elevación de la curva del rendimiento, después de
laspausasy también, con bastante regularidad, al final del trabajo, pero
que también se produce cuando se siente subjetivamente la fatiga y
cuando existe la decisión de no bajar el rendimiento; dicen que se hace
notar mucho, en una curva de trabajo inestable, cuando una dificultad
especial de la actividad exige una intervención más frecuente de la
voluntad para poder superarla. A l parecer ese «im pu lso» es influido
negativamente por el aburrimiento del trabajo y, al comienzo del tra
bajo, por saber que se está ante una larga jornada de trabajo. Mientras
que una mayor o menor «desgana» en el trabajo, y la «fatiga» psíquica
producida por ella, no influencia, o influencia apenas, la capacidad de
rendimiento, concretamente, la evolución de la fatiga («objetiva»), co
m o tampoco la influencia ningún otro tipo de «fatiga» (véase más arri
ba) — pues, según ellos, para esa capacidad lo decisivo es más bien la
relación entre la actividad y el descanso— , sí es posible que el «impulso
de la voluntad», de origen psíquico, influencie los resultados de esa
capacidada pesar de una fuerte «fatiga objetiva», o precisamente cuan
do existe ésta. El influjo de los elementos psíquicos sobre el rendimien
to, como, por ejemplo, el influjo del «aburrimiento» o de la «satisfac
ción en el trabajo» o de cualquier otra «sensación»1sólo ha manifestado
su efectividad, en los experim entos de laboratorio, en la influencia
pasajera del «im pulso» y, a veces, en una «estimulación» pasajera, aun
cuando no en el mismo grado. H ay que tener siempre presente, no
obstante, que estos experimentos, aun cuando se hagan siempre con la
indicación de que se realicen las actividades «cóm odam ente», llevan
consigo un alto grado de voluntad, según la educación y los intereses
ideales de las personas que hagan el experim ento, es decir, que estos
103
PSICOFfSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL LA INTERACCIÓN ENTRE LA FATIGA Y LA PRÁCTICA
e x p e r i m e n t o s n o s o n c o m p a r a b l e s d ir e c t a m e n t e c o n e l t r a b a j o d e c a d a miliaridad c o n u n d e t e r m i n a d o t i p o d e t a r e a se m a n ifie s t a e n la a d q u i
d í a , p o r e j e m p l o , e n u n a f á b r i c a . E n e l t r a b a jo c o t i d i a n o , e n t o d o c a s o , s ic ió n d e u n a m a y o r p rá c t ic a , tra s la d e s a p a r ic ió n , e n la p e r s o n a
d e s e m p e ñ a u n p a p e l p r e d o m i n a n t e e l in t e r é s económ ico d e l t r a b a jo , y « d e s h a b i t u a d a » , d e la s e n s a c ió n d e « i n a d e c u a c i ó n » in t e r io r d e s u s iste
a v e c e s t a m b i é n e l in t e r é s i d e a l o e l in t e r é s s u s c i t a d o p o r la r e l a c i ó n m a p s i c o f í s i c o a la ta r e a , al r e a li z a r u n t r a b a j o q u e n o h a b í a p r a c t i c a d o
p s i c o ló g i c a c o n e l t r a b a jo . d u r a n t e m u c h o t i e m p o . E s t o o c u r r e e n la s t a r e a s s e n c illa s in c lu s o d e s
E n la s c u r v a s d e t r a b a j o o b t e n i d a s e x p e r i m e n t a lm e n t e , q u e d e s c a n p u é s d e u n o s p o c o s d ía s . E l e f e c t o d e e s e « p r o c e s o d e h a b i t u a c i ó n » se
s a n e n u n n i v e l c o n s i d e r a b le d e t e n s ió n , el i n f l u j o d e l f a c t o r voluntad v e e n e l b r u s c o y r á p i d o a u m e n to d e l re n d im ie n to , m ás r á p i d o q u e el
q u e h a y a e n e s a t e n s ió n se m a n ifie s t a e n lo s d is t in t o s n iv e le s d e fatiga q u e p e r m i t e e x p l i c a r e l a u m e n t o n o r m a l d e la p r á c t ic a .
q u e p r o d u c e n la s ta re a s , en c u y o r e s u lt a d o in t e r v ie n e in t e n s a m e n t e la
v o l u n t a d y r e s p e c t o a l c u a l la v o l u n t a d n o p u e d e i n f lu e n c i a r l o o e n m u y
p e q u e ñ a m e d i d a . C u a n d o e n c ie r t o s e x p e r i m e n t o s s o b r e la s « i n t e r r u p NOTAS
c i o n e s » , p o r e je m p lo , la c u r v a d e f a t ig a d e la a c t i v i d a d d e sumar n ú
m e r o s es m á s e m p in a d a q u e la c u rv a d e l aprendizaje d e lo s n ú m e ro s y L La escuela de Kracpelín (Oseretzkowsky y Kraepelin) rechaza la tesis de que las patees
musicales en tono mayot tengan unefecto aumentativo del tendimiento y las partes musicales en
d e l a s s íla b a s — a u n q u e l a s u m a e s , s i n d u d a , u n a t a r e a m á s fá c il— , e s t o tonomenor unefecto reduceivo. Segúnellos, sóloel ritmo influye asumanerasobre el rendimiento
h a b r í a q u e a t r i b u i r l o c o n r a z ó n ( c o n V o g t ) a q u e la s a c t iv i d a d e s d e p u r a laboral.
m e m o r i a n o e s tá n in f lu i d a s p o r la v o lu n t a d o l o e s t á n i n c o m p a r a b l e
m e n t e m e n o s q u e c u a n d o se t r a t a d e la r a p i d e z e n la s u m a . P o r t a n t o ,
e l q u e la s t a r e a s d e la capacidad-de o b s e rv a c ió n n o d e p e n d a n b á s ic a
m e n t e d e la v o l u n t a d n o e s t á e v i d e n t e m e n t e e n c o n t r a d i c c i ó n c o n q u e
interés t e n g a u n a s i g n i f i c a
•sea d e m o s t r a b l e e x p e r i m e n t a lm e n t e q u e e l
c i ó n d e c i s i v a e n la selección de lo que se retiene r e a lm e n t e e n la m e
m o r i a . (E n e s te p u n t o h a n f r a c a s a d o fr e c u e n t e m e n t e lo s in t e n t o s p o r
e s t a b le c e r d i f e r e n c i a s i n d i v i d u a l e s e n la c a p a c i d a d d e a t e n c i ó n c o r n o
ta l, p u e s , p o r e je m p lo , d is t i n t o s e s c o la r e s , q u i z á c o n l a m is m a c a p a c i
d a d d e a t e n c i ó n , m o s t r a r o n la s m á x i m a s d if e r e n c i a s e n e l r e n d i m i e n t o
d e la m e m o r i a p a r a lo s m i s m o s c o n t e n i d o s s e g ú n l a d i r e c c i ó n d e su s
in t e r e s e s .) T a m p o c o c o n t r a d ic e a l h e c h o d e q u e e l n i v e l d e c o n c e n t r a
c ió n d e la a te n c ió n a fe c te d e te r m in a n te m e n te al r e n d im ie n t o d e la
m e m o r i a n i q u e la a c t i v i d a d d e l a m e m o r i a s e a , p o r s u p a r t e , s i n d u d a ,
u n a « a c t i v i d a d d e l a v o l u n t a d » , si e s q u e se s ig u e m a n t e n i e n d o e n a l g ú n
s e n t id o e l c o n c e p t o , p s i c o ló g i c a m e n t e c o m p le jo ,. d e voluntad. N o hay
c o n t r a d i c c i ó n , p u e s , e n a q u e ll a a f i r m a c i ó n ; se tra ta d e q u e , c o n l a m is m a
a t e n c i ó n , t a n t o e n u n c a s o c o m o e n e l o t r o , el e s f u e r z o p u e d e i n f lu e n c i a r
l a r a p i d e z y l a a m p li t u d d e l r e s u lt a d o d e la t a r e a e n u n c a s o (e n la s u m a )
m á s in t e n s a m e n t e q u e e n e l o t r o c a s o . Si la in t e r p r e t a c ió n d e V o g t es
c o r r e c t a , s e ría d e g r a n in te r é s a n a liz a r e l m a y o r n ú m e r o p o s ib le d e
d i s t i n t o s t i p o s d e t a r e a s , v i e n d o e n q u é s e n t id o y e n q u é m e d i d a p u e d e n
c o - d e t e r m i n a r l o s « i n f l u j o s d e la v o l u n t a d » el r e s u lt a d o d e u n a t a r e a y ,
c o n s ig u ie n t e m e n t e , e l d e la f a t i g a . H a s t a d o n d e y o sé, n o e x i s t e n i n v e s
t i g a c i o n e s s is t e m a t iz a d a s , d e e s t a c la s e .
O t r o f a c t o r d e l a c u r v a d e t r a b a j o l o e n c u e n t r a K r a e p e l i n (y , d e s
p u é s d e é l, W u n d t ) e n la ha bitu ación (G ew ohn un g). A v e c e s s e la
d e n o m i n a t a m b i é n , a e lla o la s s it u a c i o n e s p s i c o ló g i c a s d e l a m is m a
n a t u r a le z a , « e s t a r f a m i l i a r i z a d o » c o n u n a c o n c r e t a a c t iv i d a d . E s t a fa
104 105
4
L A «H A B IT U A C IÓ N » E N LAS IN T E R R U P C IO N E S
D EL TR A B A JO Y E N L A R E A L IZ A C IÓ N S IM U L T Á N E A
DE V A R IA S TAREAS. D IFEREN CIAS DE L A C U R V A
DE R E N D IM IE N T O E N TRABAJOS SIMPLES Y CO M PLEJO S;
E L C A M B IO DE TRAB AJO
El concepto de «habituación» obtiene ahora una mayor significación
en un sentido algo diferente, especialmente en el ámbito de las « inte
rrupciones del trabajo» y de la «realización simultánea de varias tareas».
El entorno en el que se desarrolla una tarea ejerce una influencia con
tinua que atrae sobre sí la atención, es decir, intenta «desviarla» del
trabajo. El nivel de «capacidad de distracción» o, a la inversa, el de
resistencia a las distracciones — -la «capacidad de concentración»— es
muy distinto según los individuos. Está considerada com o una predis
posición general, frecuentemente de base hereditaria, lo que no exclu
ye, sin embargo, que individuos con una misma capacidad general de
concentración se distraigan de manera m uy diferente ante los mismos
tipos de influencias perturbardoras: la historia individual de cada per
sonalidad así com o otras diferencias en las predisposiciones naturales
(por ejemplo, en la predisposición musical) están frecuentemente a la
base de profundas diferencias de «receptividad» respecto a las mismas
impresiones. En todo caso, la capacidad de «concentración» — sea innata
o adquirida— representa un factor de extrema importancia para la
capacidad de rendimiento laboral del individuó. Y puede ser diferente
tanto respecto al nivel de concentración com o respecto a la rapidez que
se alcanza frente a los factores que producen la distracción. Los efectos
de la distracción son, evidentemente, más elevados en los factores de
distracción nuevos, «desacostumbrados», para descender luego rápida
mente. Por ello, la rapidez con la que un individuo aumente su resis
tencia frente a determinadas distracciones, desacostumbradas para él,
es decir, la rapidez con que se acostumbre a ellas — su capacidad de
habituación— es asimismo de una trascendencia enorme para su ca
pacidad de rendimiento. Es probable que la «capacidad de habituación»
en este sentido se pueda adquirir en una medida considerable a través
106
LA «H A B ITU A C IÓ N » EN LAS IN T E RRU PC IO N E S DEL TRABAJO
de la «práctica»; es decir, que u n aumento e n 1a habituación a determi
nadas distracciones entareas de un determinado tipo siga teniendo efecto
al pasar a otras tareas de o tro tipo, y esto parece que también es de
mostrable experimentalmente. Pero aún no parece estar establecido hasta
qué punto la «habituación» a determ inados tipos de distracciones
incrementa la capacidad de habituación a otras distracciones de otra
naturaleza.
Las «interrupciones» y las «desviaciones» pueden consistir también
en la necesidad de tener que realizar otra tarea, además de la tarea
continua, aunque sólo sea de forma ocasional, recurrente o permanen
te; es decir, pueden consistir en una simultaneización temporal de una
tarea con otra tarea paralela. Pero esta simultaneización sólo cae bajo
el concepto de «interrupción» en el sentido propio del término, prime
ro, cuando se pueda considerar a una de las dos tareas com o «tarea
principal» y a la otra que produce la distracción para la principal com o
«tarea secundaria», y, segundo, cuando ambas tareas sean de naturaleza
heterogénea entre sí, de m odo que no form en una misma tarea unitaria.
Sin embargo, en relación a la primera condición, si ninguna de las dos
tareas pudiera considerarse como tarea principal, ese caso es igual, en
cuanto al principio, al caso de la «interrupción» (en sentido estricto).
Por lo que respecta a la segunda condición, hay que decir que la tran
sición entre «realización simultánea de tareas» y «tarea compuesta» es
muy fluida, en caso de que existieran, por ejemplo, algunas diferencias
prácticas entre ambas; pues, en último término, un número muy grande
de tareas de la vida cotidiana, realmente la mayoría de ellas, se pueden
dividir en distintas tareas que, por su propia naruraleza, nosiempreestán
relacionadas entre sí com o partes de una misma tarea, es decir, por el
tipo de puesta en funcionamiento del sistema psicofísico. Incluso un
proceso tan «simple» com o, por ejem plo, el «aprendizaje» de las sílabas
se presenta com plejo e «interrumpido» en relación con el «aprendizaje»
de los números, aun cuando este último se realiza de manera totalmente
«m otora», por el hecho de que en el aprendizaje de las sílabas interviene
más intensamente la «imagen acústica», haciendo necesaria una adap
tación interior más compleja. Pero con tanta mayor razón existen
montones de trabajos industriales en los que intervienen varias tareas
implicadas recíprocamente entre sí o en los que se cambia de una tarea
a otra, que requieren el funcionamiento de órganos y de capacidades muy
distintos o un funcionamiento de estos mismos en un sentido diferente.
Por este m o tivo , las investigaciones experim entales de las tareas
«simultaneadas» y de las tareas «compuestas» (relativas hasta ahora
básicamente a actividades «m en tales»), han partido, con razón, del
concepto de «interrupción». Es evidente que sólo se da una «sim ul
taneización» de varias tareas en el sentido expuesto aquí en aquellos casos
en los que no sé trata de una sucesión de procesos internos, en los que
107
PSICOflSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
e l proceso posterior está causado por el anterior, com o ocurre en el
proceso de « percepción» del estímulo y de «respuesta» al mismo. En
cambio, el proceso de respuesta a un solo estímulo puede evidentemen
te resultar «interrumpido» por la percepción simultánea de o tro estimu
lo diferente así com o la percepción de dos estímulos diferentes o las res
puestas a ellos pueden también colisionar entre ellas en el sentido de la
«interrupción». En principio, sólo se puede hablar de «interrupción»
recíproca entre dos tareas diferentes cuando se realicen simultáneamen
te. Pero si se denomina «habituación» al proceso de la adaptación in
terior a diferentes tareas simultáneas que se «producen mutuamente una
interrupción», resulta cuestionable si este proceso de «habituación» no
consiste precisamente en que tareas «simultáneas» se transformen en
tareas «sucesivas». Parece bastante probable que una gran parte de estas
tareas transcurran de la siguiente m anera: que una de la tareas
simultaneadas se meta en las pequeñaspausas que hay dentro del ritmo
de las otras (pausas subjetivamente imperceptibles con frecuencia); la
«adaptación interior» consiste entonces en configurar el ritm o de las
distintas tareas de modo que sea posible una transformación de tareas
simultáneas en tareas que se vayan alternando siguiendo un determina
do ritmo. Pero, aun así, esto no parece agotar en absoluto el m odo como
se puede desarrollar la «habituación». Otra forma de transcurrir parece
consistir en una transformación de la técnica psicofísica de una de las
dos tareas, de m odo que el sistema psicofísico quede libre para la otra.
Dentro de este último esquema está la experiencia general de que, en
la simultaneización de tareas, se «mecaniza» muy rápidamente el mayor
número posible de tareas — mediante un fuerte esfuerzo inicial— y se
libera el sistema central para ser puesto, en funcionamiento por otras
tareas. Pero aquel principio domina también el curso técnico del trabajo
en su dimensión cualitativa. V ogt ha demostrado, por ejemplo, que al
simultanear una tarea continua de sumar con recitar de memoria un
poema conocido, la persona sujeto de la experimentación sustituye a
partir de entonces, inconscientemente, las imágenes ópticas de los
números en la realización de las sumas, que habitualmente había rea
lizado utilizando la imagen sonora («acústico m otora»); el proceso de
las sumas— más difícil de esa manera— fue empujado a una especie de
subrogación por aquella parte del sistema psicofísico que se necesitaba
para la otra tarea (para el recitado del poema). La simultaneización de
varias tareas no es, por tanto, una suma de éstas, sino que puede pror
ducir una transformación cualitativa en su m odo de realización. Estos
hechos hacen enormemente más complejo el m odo «técnico» de «adap
tarse» a las tareas simultáneas y determinan al mismo tiem po el grado
en que unas tareas se «interrum pen» a las otras, determinando, por
consiguiente, la dificultad de la simultaneización. Parece que varias tareas
simultáneas se interrumpen menos cuanto menos dependan para su
108
LA «H A B IT U A C IÓ N » EN LAS INTERRUPCIONES DEL TRABAJO
realización de los mismos medios técnicos, cuanto menos tengan que
«utilizar el mismo alambre», com o dice Vogt. Las tareas que estén más
próximas entre sí en cuanto a los medios técnicos que ambicionan son
las que rnás se interrumpen recíprocamente. Dos tareas que sean idén
ticas en este sentido «técnico» no podrán realizarse nunca simultánea
mente sino de forma alternativa. Por el contrario, cuanto más diferentes
sean las tareas mentales en ese sentido «técnico», psicofísico (no en un
sentido lógico u objetivo), más fácilmente se podrán realizar (en prin
cipio) simultáneamente desde un punto de vista psicofísico, ceteris
par'ébus. Conesto no se está diciendo que no puedahabertambién (quizá)
actividades que sean difícilm ente simultaneizables a consecuencia de su
excesiva heterogeneidad entre ellas, por tener una más difícil adapta
ción al ritmo o por tener una mayor dificultad para concentrarse en una
«tarea unitaria» que mantuviera la «atención» en una tensión menor.' De
lo dicho se desprende que la mayor o menor posibilidad de simultanear
varias tareas depende, en gran medida, de diferencias individuales en
la técnica que sea la más adecuada para cada uno en la realización de
las tareas determinadas contenidas en lasimultaneización: de según uno
aprenda de forma «visual», por ejemplo, o de forma auditiva o de forma
motora, o según se esté en situación de mecanizar con mayor o menor
dificultad una u otra «respuesta» o de lograr un ritmo apropiado para
adaptarse a las otras tareas, etc. De aquí se sigue además la siguiente
cuestión: ¿es más «económ ico» lasimultaneización de varias tareascomo
una tarea unitaria o, por el contrario, el máximo fraccionamiento posible
de una tarea unitaria en distintas tareas a realizar de forma sucesiva?,
es decir, ¿cuál de ambos aporta más resultados globales en una unidad
de tiempo dada atendiendo a la proximidad psicofísica de las distintas
tareas y atendiendo a las diferentes técnicas psicofísicas de cada indi
viduo al realizar estas tareas, que pueden ser muy diversas — descansen
esas diferencias en una predisposición hereditaria o en una habituación
duradera— ? Esto no carece de importancia para la teoría de la «espe-
cialización» y división del trabajo.
Desde la peculiaridad de los procesos de adaptación se explican
además, según parece, algunas características de las curvasde rendimien
to de trabajos realizados simultáneamente. Cuando se trata de una tarea
«interrumpida» desde el com ienzo (por ejemplo, cuando se realiza en
un m edio no habitual, pero también cuando se trata de trabajos simul
táneos), el incremento del rendimiento es más rápido y más intenso que
el que vendría determinado por el mero efecto de la práctica, según lo
que se conoce de las tareas no interrumpidas, y es más rápido en con
creto que cuando esta misma tarea se comienza y se realiza sin ninguna
«interrupción», com o muestran los experimentos. Por otro lado, la fatiga
se presenta algunas veces más lentamente que en una tarea «no inte
rrum pida»; es más, el rendimiento de las últimas horas de la jornada
109
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
parece ser con frecuencia más elevado en trabajos «interrumpidos» que
el que cabría esperar por un aumento de práctica. Estos resultados que
hacen aparecer al trabajo com plejo com o menos cansado y de una más
fácil adaptación serían, com o dice V ogt de manera convincente, unos
resultados paradójicos, dando por supuesto que los análisis sean correc
tos. Se explican sencillamente por el hecho de que el trabajo «interrum
pido» — es decir, cada una de las tareas concretas en las que se puede
descomponer un trabajo com plejo— empieza con un nivel mucho más
bajo, a consecuencia de esa interrupción, que un trabajo no interrum
pido. Luego va subiendo el rendimiento a medida que progresan la
habituación y la adaptación interior a la «interrupción» o a las otras tareas
hasta llegar al máximo más rápidamente que en trabajos «no interrum
pidos», porque se hace valer precisamente no sólo una mayor práctica
sino también una mayor adaptación a la «interrupción» y porque ésta
última alcanza precisamente su nivel m áxim o casi siempre al final del
trabajo. El nivel m áximo del rendimiento «interrum pido», es decir,
cuando se trata de varias tareas realizadas simultáneamente, el rendi
m iento de cada una de las distintas tareas en cuanto tales permanece,
por lo general, muy por debajo del nivel que alcanzan éstas cuando se
realizan sin interrupción (no siempre, a la larga). Por ello, a veces, la
influencia de la fatiga, no sólo de cada una de las tareas parciales sino
también de la simultaneización de varias tareas, puede ser menor que
cuando se hace una ejecución sucesiva de las distintas tareas; es decir,
que, en ese sentido, la realización simultánea es más económica. Que
ocurra esto o no, depende de la m ayor o menor dificultad de trasladar
las distintas tareas que se realizan simultáneamente a las respectivas
pausas, pero depende sobre todo de si la adaptación entre estas tareas
entre sí es especialmente difícil, es decir, de si esa adaptación causa un
esfuerzo especial o no, y depende, finalmente, de si la cantidad de tra
bajo es susceptible de incrementarse notablemente por un esfuerzo de
la voluntada siendo entonces, eso sí, más fatigoso, com o ocurre en las
actividades motoras, a diferencia de las actividades sensoriales. A lgo
similar ocurre con la práctica en tareas realizadas simultáneamente o
interrumpidas. El efecto de laprácticase manifiesta menos que en tareas
sencillas y la combinación de sus efectos con los efectos de la «habitua
ción» da con frecuencia una imagen discordante de las curvas de ren
dimiento. El esfuerzo de «habituación» parece mostrár sus ¿fcctos más
pasajeramente que la práctica, quizá porque aquél se apoya sobre una
técnica de adaptación bastante compleja, concretamente en tener que
colocar una tarea entre las pausas de otras tareas siguiendo el ritmo
anterior. Si esto fuera correcto, se podría entender también, com o
establece Vogtpara algunos trabajos «interrumpidos», que el incremento
de rendimiento entre una jornaday otra fuera menor que el que se daría
si las distintas tareas parciales no fueran interrumpidas, en contrapo-
110
LA «H A B IT U A C IÓ N » EN LAS INTERRUPCIONES DEL TRABAJO
sición al incremento rápido del rendimiento que se produce durante la
misma jornada de trabajo. A un fuerte aumento de la habituación den
tro de la jornada de trabajo se le contrapondría una fuerte pérdida de
habituación entre una jornada y otra. Por este m otivo, en el caso de
individuos con una fuerte «capacidad de distracción» o una reducida
«capacidad de habituación» y también en el caso de trabajos que difi
cultan la adaptación interior a sus trabajos parciales concretos, la curva
del rendimiento mantendría permanentemente su característica desvia
ción respecto a la curva del rendimiento de trabajos no interrumpidos.
Por ello, individuos precisamente con una escasa capacidad de habitua
ción podrían simular, especialmente en la realización de trabajos com
plejos, la impresión de una m enor fatiga, es decir, de una capacidad de
rendimiento en aumento durante la jornada laboral y que se mantiene
largo tiempo, y consiguientemente podrían simular tener una práctica
muy conveniente, porque sería decisiva para sus curvas de rendimiento
la adaptación interior que tendrían que realizar nuevamente cada día.
Por los mismos motivos, cuando predominen las tareas simultaneadas
podrían ser razonables a veces jornadas de trabajo largas, o podría
parecerlo. A la inversa, cuanto más se fraccione un trabajo en sus tareas
más sencillas — es decir, que se eliminarían las «interrupciones» y la
«simultaneización» de varias tareas— más se haría valer solamente el
antagonismo entre fatiga y práctica y más pronto se sentiría la fatiga
después de alcanzado el nivel máximo de práctica en una disminución
del rendimiento y menos podría lograrse e ln iv e ló p íiw o de rendimien
to a través de largas jornadas laborales; todo esto presuponiendo que
aquellas ideas psicofísicas sean realmente acertadas.
En esta cuestión de la administración de la energía en las tareas
simultaneadas o en las fraccionadas podrían.jugar un cierto papel cier
tas condiciones «mentales» generales del funcionamiento de la «aten
ción». En el ámbito del aprendizaje, Christo Pentschew, al tratar la
controvertida cuestión de si es más económico aprender un poema, por
ejemplo, por partes o todo entero, ha demostrado experimentalmente
que aprenderlo todo entero lograresultados más convenientes en cuan
to al núm ero de repeticiones necesarias, al tiempo global necesario y al
resultado (retenerlo firmemente en la memoria), porque así se aprove
cha mejor la atención que si se aprende fraccionadamente. Esto tiene
seguramente que ver, si es acertado con carácter general, con la circuns
tancia de que un conjunto con sentido se puede captar mentalmente e
incorporarlo com o tal muchísimo más fácil que partes suyas fracciona
das sin sentido o partes suyas que no contengan, en todo caso, un «sen
tido» com pleto; por eso los niños captan y aprenden con mayor dificul
tad que los adultos sílabas sueltas sin sentido. Es evidente que no se puede
trasladar simplemente este punto de vista del ámbito de la memoria a
otros terrenos. Aun así, sería pensable al m enos— unprofano com o yo
111
PSICOFlSICA d e l t r a b a j o i n d u s t r i a l
no se atreve a decir que sea probable— que, en ciertos casos, la práctica
de un trabajo industrial complejo, razonable y fácilmente com prensible,
para conseguir un determinado resultado facilitaría, al menos al comien
zo, una mayor práctica desde el punto de vista psicofísico que el fraccio
namiento de ese trabajo en múltiples manipulaciones sin sentido. Pero
faltan conocimientos exactos al respecto y es muy posible que no exista
nada similar. Por lo demás, la base psicofísica general de la práctica se
manifiesta también en el caso explicado por Pentschew en el hecho de
que, en el aprendizaje del poema todo entero, a un rendimiento mayor
en cuanto a velocidad y a efectividad le corresponde asimismo una fa
tiga más intensa a consecuencia de una mayor atención.
Sobre la importante cuestión de la mayor o menor dificultad— desde
el punto de vista del uso de energía— en convertir varias tareas simul
táneas en una sola «tarea unitaria» sólo existen algunas experiencias,
que no permiten un resumen general. El principio general que se ha
mencionado antes para decidir el parentesco psicofísico (la utilización
del «m ism o alam bre») sufre algunas complicaciones concretas. Todas
las actividades, incluidas las «más sencillas» en términos psicofísicos,
están compuestas de una serie de procesos encadenados entre sí, las
actividades «mentales» están compuestas, al menos, por procesos de
«captación» y de las consiguientes reacciones. Ambos procesos, asu vez,
pueden representar tareasmuy complejas; pueden sertareasde la «ca
pacidad de atención», etc. Cuando se realizan simultáneamente varias
tareas «parciales», hay que preguntarse cuáles dé los sucesivos procesos
parciales de cada una de ellas son los más afectados por la interrupción
que mutuamente se producen entre ellas ycóm ose distribuyen los efectos
de la interrupción sobre los procesos parciales siguientes. Esto es muy
distinto, naturalmente, según las características de la tarea. Parece que
las actividades reactivas sufren más intensamente por la interrupción
— en la rapidez y seguridad— que la mera comprensión, y ésta a su vez
menos que las eventuales actividades memorísticas requeridas. Las
interrupciones motoras parecen ejercer una influencia sobre las activi
dades motoras menos restrictiva a la larga (si las motoras son por lo
general de otra clase, véase más arriba). Por el contrario, una persona
que esté aprendiendo, por ejemplo, con interrupciones «m otoras» su
fre, al parecer, p o r eso m ism o, una disminución relativa de su capaci
dad de rendimiento más fuerte, porque suele trabajar másrápidamettte¡
y las pausas en las que podría intercalar la actividad interrumpida son,
por ello, más reducidas que cuando una persona aprende visualmente
(a través de imágenes). Si se trata además de la realización simultánea
de varias tareas a su vez complejas — en términos psicofísicos— , los
efectos de las interrupciones mutuas se hacen cada vez más complejos
con cada nueva simultaneización de tareas. En este punto le cierra el
paso a la comprensión de estos procesos la costumbre de la «psicología
112
LA «H A B ITU A C IÓ N » EN LAS INTERRUPCIONES DEL TRABAJO
vulgar» de clasificar las actividades por el resultado, no por su técnica
psicofísica. L o que desde el punto de vista del «resultado» se presenta
com o la «parteprincipal» del trabajo no siempre lo es, en absoluto, desde
el punto de vista de su relevancia psicofísica. Una mínima transforma
ción de una tarea, vista desde el punto de vista del resultado, por ejem
plo, puede ser muy importante para su capacidad de realizarse simul
táneamente con otras tareas*. Por lo que respecta alosdistintosgéweros
de actividades del sistema psicofísico, V ogt cree poder establecer que
cuando las tareas de volición, de memorización y de asociación pasan
a otras tareas son las que más «interrumpen» aéstas últimas y, a la inversa,
son también las más afectadas por éstas últimas. Por tanto, el grado en
que se reduce el rendimiento de las distintas tareas por realizarse simul
táneamente es muy distinto según las características de las tareas y, por
ello, también lo es la significación energética de la realización simul
tánea de varias tareas o, a la inversa, del fraccionamiento de tareas com
plejas. Parece suceder que, después de un cierto período de habituación,
se pueden realizar varias actividades simultáneas sin ningún efecto
interruptor, pero produciéndose, naturalmente, una mayor fatiga. Y
com o se ha aludido antes, el uso de energía de la realización simultánea
o del fraccionamiento en tareas simples resulta asimismo distinto se
gún los medios psicofísicos que utilice el trabajador para producir un
determinado rendimiento, según reaccione en determinados casos, por
ejem plo, de forma «sensorial» o de forma «m otora».
Próxima al problema de los efectos mutuos entre distintas tareas
realizadas simultáneamente está la cuestión de cóm o influye la realiza
ción sucesiva de tareas de distinta naturaleza sobre cada tarea concreta.
Hasta ahora sólo se ha investigado experimentalmente — y es com
prensible— lacuestión de los efectosdelcam bio de trabajo a lola rgo d e
una jornada, pero no la cuestión, más importante para la dimensión
económica, de cóm o afectaría un cambio entero en el tipo de ocupa
ción en períodos más largos, por ejemplos meses o también semanas.
Por lo que respecta al cambio de trabajo por horas, a los experimenta
dores les interesaba esencialmente la cuestión de cómo afecta la evolu
ción de la fatiga, es decir, si el avance de la fatiga podría frenarse o in
cluso eliminarse intercalando otras tareas muy diferentes en un trabajo
continuado. La opinión al respecto de Kraepelin — basada en sus pro
pios experimentos yen los desús discípulos, concretamente Weygandt—
la hemos resumido ya al exponer su concepción de la fatiga mental.
Consecuente con esta concepción, Kraepelin se opone al antiguo «d o g
m a» de que «el descanso está en el cambio», opinión en la que se apoya
ba una buena parte de la planificación de los horarios escolares, y niega
cualquier infl uencia de esa naturaleza: «determinante del grado gene
ral de fatiga sólo es la dificultad del trabajo, no su naturaleza». Un cam
bio de tarea sólo reduce la velocidad del aumento de la fatiga si el tra-
113
PSICOFÍSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
bajo intercalado es más fácil que la tarea principal, pero, si no e s así, la
nueva tarea aumenta la fatiga, y cuando se están alternando dos tareas,
la tarea en sí más difícil de las dos se soportará más fácilmente, com o
consecuencia de una fatiga menor, y la t£rea en sí más fácil se soportará,
en cambio, con m ayor dificultad, a consecuencia de una mayor fatiga,
que lo que ocurriría en los respectivos espacios de tiempo si sólo se
hubiera practicado de manera continuada una sola de ellas.
C om o también W eygandt ha llegado al mismo resultado de que no
se puede hallar ninguna diferencia por el tipo de trabajo que se inter
cale y de que n o se puede confirm ar experimentalmente la opinión de
que se pueda alcanzar una «recuperación» a través de cambiar a tareas
muy diferentes —en todo caso, no se puede confirmar en los tipos de
trabajo investigados hasta ahora— , tanto él com o Kraepelin rechazan
la posibilidad de una fatiga mental parcial y encuentran ahí una d ife
rencia estricta respecto al trabajo de los músculos, que pueden hacer
muchas actividades independientes entre sí, por lo que los músculos
pueden fatigarse y recuperarse aisladamente. Pero según otros resulta
dos, y también según algunas otras manifestaciones de Kraepelin, hay
que contar, aun así, con la posibilidad de que esta concepción no pue
da ser mantenida, al menos en esa formulación. Se trata realmente, m i
rándolo desde el punto de vista práctico, sólo de diferencias de grado.
Puespor lo que respecta a la fatiga muscular, estáclaro ya— com o hemos
m encionado anteriormente— que, aun así, es de naturaleza «general»
en no pequeña medida: una marcha continua, por ejemplo, fatiga los
brazos y un simple paseo largo parece afectar al trabajo mental poste
rior. El mismo Kraepelin no discute esto y lo atribuye al hecho de que
estaf atiga procedía del ámbito de la voluntad, es decir, del sistema central
(véase más arriba). En ese sentido, el efecto de los trabajos físicos es,
en sus resultados prácticos, un efecto general indirecto (por la media
ción del sistema central), también en la opinión de Kraepelin.
Kraepelin también reconoce además la posibilidad de que el ren
dim iento aumente a consecuencia de que se intercalen otras tareas de
naturaleza diferente. La observación, que Kraepelin reconoce com o
posible, de que la ejecución de trabajos mentales más fáciles sería quizá
hecha más fácil directamente por otros trabajos más difíciles anteriores
o intercalados, la fundamenta él con lo siguiente: con que el m ayor
esfuerzo de \a. voluntad en e\ trabajo anterior m ásdifícil continúa toda
vía teniendo sus efectos. L o que significaría que el rendimiento, a ve
ces, puede aumentarse con un cambio de tarea, pero aumentándose
asimismo la fatiga «objetiva» global, según la teoría de Kraepelin. Tam -
poco falta bibliografía sobre rechazos de principio a la teoría del efecto
general de la fatiga mental. Un rechazó así tendría que dirigirse ante todo
evidentemente contra el concepto kraepeliniano de fatiga. Desde un
punto de vista práctico se ha afirmado en algunas ocasiones — aunque
114
LA «H A B ITU A C IÓ N » EN LAS INTERRUPCIONES DEL TRABAJO
no sin objeciones— que es posible organizar una jornada laboral con
tareas de distinta naturaleza y con pausas adecuadas, de modo que no
se produzca ninguna fatiga. El profano en la materia no se va a atrever
a expresar ninguna opinión al respecto. Según algunos experimentos
de W eygandt se podría tener la impresión de que quizá cada caso con
creto sea distinto por la técnica del trabajo. Por lo demás, las dificulta
des están determinadas — cuando existen— p o r los conceptos tan inge
niosos como complicados de fatiga, etc., que Kraepelin ha creado.
N o se ha investigado nada el efecto del cambio de trabajo en pe
ríodos más largos. Cuando se han intercalado en algún trabajo — com
probado experimentalmente— días de descanso o días con otros tra
bajos diferentes, por ejemplo pasear en vez de sumar, etc., se ha hecho
básicamente para medir la pérdida de práctica — muy importante sin
duda para- ese problema— o para otros fines similares, pero no para
com probar el uso de energía del trabajo, y es evidente que esto sólo se
podría realizar experimentalmente en períodos más largos, si se pudie
ra disponer de la misma persona parael experim ento— prescindiendo
.de otras dificultades— . A priori, es decir, en este caso concreto sobre
la base de otros hechos diferentes comprobados, poco se puede decir
sobre las posibilidades que pueda tener elcambio de trabajo periódico,
y con seguridad sólo se puede decir realmente lo siguiente: que proba
blemente debería acarrear resultados muy diferentes según las carac
terísticas del trabajo y según las características de la persona. Entraría
en consideración, sobre todo, además de la «capacidad de práctica» y
de la «solidez de la práctica», su «capacidad de habituación». Los tra
bajos se organizarían, por tanto, de maneradiferente según sugrado de
complejidad, es decir, según el grado en que la «habituación» juegue un
papel para el rendimiento. En trabajos complejos que no se pudieran
fraccionar fácilmente, el cam bio podría ser quizá conveniente con
obreros con una gran «capacidad de habituación»; si se fracciona mucho
el trabajo en sus tareas más simples y con obreros de una mayor «c a
pacidad de práctica», quizá sería más razonable mantener a los obreros
en el mismo trabajo; según cada situación, es decir, partiendo de las
características del trabajo y de las de lós obreros, avanzar en la espe-
cialización o mantener a los obreros en su especialidad podría tener
efectos muy diferentes desde el punto de vista de la rentabilidad del
trabajo. Pero no se puededecir absolutamente nada general sobre este
tema; habría que estudiar cada caso concreto.
NOTAS
1. Así por ejemplo el mero borrar Una letra que haya que ir contando de un texto sin sentido,
que produce diferencias muy significativas.
115
5
IN T E R R U P C IO N E S E N E L TR ABA JO
(E F E C T O S D E L A S PAUSAS, S IG N IF IC A C IÓ N
D E L O S E X P E R IM E N T O S SO BR E LAS PAUSAS: -
E L « M É T O D O D E L A PAUSA M Á S F A V O R A B L E »)
En los trabajos de Kraepelin juega un papel muy importante la expli
cación de los efectos de las pausas en el trabajo — de las pausas breves
realizadas durante la jornada de trabajo— , y no sólo por las pausas en
cuanto tal sino también por razones metodológicas. La medición de la
transformación de la capacidad de rendimiento antes y después de pausas
de duración variable, insertas en el trabajo según la distinta duración
de éste, es el único medio útil de que se dispone para determinar en cada
caso concreto el nivel de influencia que tienen sobre la evolución de la
curva del rendimiento sus distintos componentes, antes comentados.
La posibilidad de utilizar para este fin experimentos sobre las pausas
se deriva de la circunstancia de que esos distintos componentes de la
curva entran en acción en distinta medida y a distinto ritm o y sus efec
tos desaparecen también en distinta medida y a distinto ritmo, lo que
hay que considerar ahora.
Es fundamental para la posible obtención siquiera de algún progre
so en el rendimiento el hecho de que la práctica deja huellas duraderas
a diferencia de la fatiga (normal). En los efectos.de las pausas se añade,
además, que la «pérdida de práctica» tiene efectividad durante el pri
mer período de la pausa mucho más despacio que la «recuperación» que
la pausa genera, aunque la «pérdida de práctica» se produce muy rá
pidamente tras la interrupción del ttabajo, mientras que, por otro lado,
la pausa lleva a la desaparición de la «estimulación» provocada por el
propio trabajo y a la desaparición del «impulso de la voluntad» más o
menos existente (véase más arriba). L a relación mutua entre la desapa
rición de la fatiga, del estímulo para el trabajo, del impulso de la vo
luntad y de la práctica determina cuál es la pausa más favorable para
el trabajo, es decir, proporciona el punto óptimo de la capacidad de
rendimiento para después de la pausa. El tiempo tras el que se alcanza
116
INTERRUPCIONES EN EL TRABAJO
ese mejor efecto de la pausa es muy distinto según la capacidad de fatiga,
la capacidad de práctica, la capacidad de estimulación y la solidez de
la práctica de cada individuo y también según el nivel de la fatiga al
canzado antes de la pausa — es decir, según el tipo y la cantidad de trabajo
realizado previamente— ; también según la cantidad de estimulación
existente y de los «impulsos de la voluntad» y según, finalmente, el grado
de aumento de la práctica, que disminuye al aumentar la fatiga y que
se elimina por completo al final. D e estas circunstancias dependen
también el efecto recuperador que generan las pausas. Si, antes de la
pausa, pesaba más la fatiga que la estimulación— es decir, que aumen
taba la fatiga y no la estimulación— , entonces la pausa actúa de manera
favorable para el rendimiento posterior; en caso contrario, cuando la
recuperación gracias ala pausa no es suficiente par a compensar la pérdida
de estimulación, la pausa actúa de manera inconveniente. Si el impulso
de la voluntad era débil, suele ser más fuerte después de la pausa y el
rendimiento suele subir asimismo fuertemente, pero, eii. cambio, si el
esfuerzo de la voluntad era fuerte (lo que puede ocurrir, por ejemplo,
cuando se está luchando contra la fatiga), las pausas tienen un efecto
perjudicial inmediato, pues relajan aquel esfuerzo. H ay, por tanto, junto
a pausas favorables alguna «desfavorable», o a veces varias. El efecto
de las pausas parece evolucionar de manera que, al principio, comienza
a com pensar rápidamente la fatiga, com enzando a desaparecer la
estimulación más lentamente que la fatiga, pero, a partir de un deter
minado momento, la compensación de la fatiga va más lenta que la
pérdida de estimulación. Después de la completa desaparición de esta
última, se alcanza el nivel más bajo del efecto de la pausa; este efecto
comienza a subir de nuevo hasta que comienza a predominar — una vez
eliminados los elementos de fatiga— la pérdida de práctica en relación
a la lenta desaparición de los efectos del «agotamiento» (véase capítulo
1); se traspasa así el punto óptimo del efecto de la pausa y éste descien
de de nuevo hasta una segunda pausa «desfavorable» para subir poste
riormente al ralentizarse la pérdida de práctica y al comenzar al «ago
tamiento». Al combinarse con la «familiaridad con el trabajo» y con el
«impulso de la voluntad» surgen, a veces, otros efectos más complica
dos de las pausas. Junto al principio de que en trabajos muy fatigantes,
en general, las pausas cortas tienen mejores efectos que las pausas lar
gas al final de la jornada — pues la cortas no hacen desaparecer la
estimulación producida por el trabajo ni la «familiaridad» con el mis
mo— hay que tomar en consideración además que pausas frecuentes
y cortas (de pocos minutos) son adecuadas para personas resistentes,
con una estimulación fácil y con práctica; y que pausas escasas (y even
tualmente más largas) son adecuadas para personas que tienen más di
ficultades en la práctica y que se cansan más lentamente. Así com o
Kraepelin ha utilizado los experimentos sobre laspausas — el «m étodo
H 7
-fi
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
de la pausa más favorable»— para descomponer la curva de trabajo en
sus elementos integrantes, las diferentes pausas óptimas para una per
sona que realice trabajos diferentes y, a la inversa, para un mismo tra
bajo realizado por distintas personas tendrían que servir como medio
de análisis de las peculiaridades psicoffsicas de los trabajos y de las
6
personas. Una consecuencia importante de la concepción de Kraepelin,
aunque por supuesto muy discutida, com o ya hemos observado, es su CUESTIO NES M E T O D O L Ó G IC A S .
opinión de que la «característica básica» de la «resistencia» (capacidad M E T O D O L O G ÍA DE K R A E P E L IN Y U T IL ID A D
de fatiga) y de otras «características básicas» establecidas por él, aun DE SUS C O N C E PT O S . LOS DEBATES H IG IE N ISTAS
que él no lo haya dicho- (capacidad de práctica, solidez de la práctica, SOBRE LOS EFECTO S D E L TR AB A JO IN D U STR IA L.
habituabilidad, distracción), tendrían que valer com o características E N T O R N O A L A C U E S T IÓ N DE L A IN V E S T IG A C IÓ N
generales de la personalidad, que podrían ser medidas en el transcurso «E X A C T A » D E L O S FAC TO RES PSICOFÍSICOS
de un trabajo concreto mediante un detallado análisis. D EL TR AB AJO IN D U S T R IA L
Por otro lado, Kraepelin ha contribuido con la máxima insistencia
a destruir la fe en que se pueda obtener un cuadro más o menos ade
cuado de las características psicofísicas de una persona o de un trabajo '
con un sencillo sistema de pruebas al azar y durante un breve período Los- principios m etodológicos de Kraepelin y sus discípulos están en
de tiempo. T od a vía tenemos que hablar algo de la dimensión m eto abierta contraposición a los intentos que se han hecho por encontrar
dológica de estas investigaciones, porque es decisiva para la cuestión un camino para hacer investigaciones de masas partiendo de los mé
de la utilidad de estas investigaciones para los problemas socio-econó todos de 'medición del laboratorio, intentos que en Alemania han sido
micos. realizados por gentes interesadas en la pedagogía sobretodo, aun cuan
do no exclusivamente por ellas, y en el extranjero por una -larga serie
de psicólogos profesionales, especialmente en Francia y en Estados
Unidos.
En Francia y en Estados Unidos, lo que más interesaba eran aque
llos problemas que W illiam Stern bautizó posteriormente con el nom
bre de «psicología diferencial» y que otros intentaron convertir en
objeto de una dísciplinaautónoma bajo elnom bre de «caracteriología»,
«etología », etc. Mientras que, en el ámbito de la antropología, el mé
todo antropométrico de Bertillon busca los rasgos físicos «signaléticos»,
es decir, busca- combinaciones de las características medibles de los
individuos, en las que cada combinación sólo se dé probablemente una
sola vez, el m étodo de los- llamados m ental tests quiere descubrir en
último término las combinaciones típicas de las características psíqui
cas diferenciales de' los individuos, de m odo que se pueda sacar un
número reducido de pruebas psicofísicas en un individuo para poder
clasificarlo en alguno de los tipos «contem plativo», «perceptivo» o
«reactivo» y poder deducir de ahí algunas conclusiones probables sobre
todos sus caracteres «esenciales». Los problemas de contenido plantea
dos con estos planteamientos los vamos a dejar de lado, por el m om en
to, y sólo haremos la observación de que, desde el punto de vista m e
todológico, los psicólogos alemanes son muy escépticos; con muy
pocas ■excepciones, respecto a los trabajos sobre estos temas de Binet,
de -Henry, entre otros. Sin embargo, a nosotros no nos im porta el
118 119
CUESTIONES M ETODOLÓGICAS
PSICOFÍSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
problema d e la medición de las diferencias individua les de las personas, cismo la posibilidad de que se llegue a resultados.realmente útiles por
sino el problema de la medición masiva de los efectos de diferentes este o por algun otro camino delosya conocidos. Su opinión es,sin duda,
trabajos y condiciones de trabajo. que actualmente no es posible todavía alcanzar resultados sobre las
En la bibliografía con que tu vo que habérselas la escuela de Krae- condiciones psicofísicas y los efectos del trabajo mediante ningún cipo
pelin, estaba en un primer plano el problema de la fatiga y de su m e de investigación masiva, en lo que respecta a las características «típi
dición en masas humanas. Griesbach en Alemania y Vannod en Francia cas» y a la peculiaridad de los obreros. Por «investigación masiva» habría
habían comenzado a investigar, con la ayuda del «estesióm etro», la que entender, para aclararlo cuanto antes, todo tip o de investigación
influencia del rendimiento laboral sobre la sensibilidad de la piel para que tenga por objeto personas, cuyo comportamiento respecto al sue
percibir diferencias espaciales (el umbral de percepción de la distancia ño, a la alimentación, al consumo de alcohol, a su trabajo corporal o
entre* las dos puntas de un compás). Ellos creían que el nivel de dismi mental y respecto a otras manifestaciones de la vida significativas desde
nución de esa percepción era una inedida para la fatiga producida por el punto de vista del uso de la energía nerviosa y muscular no esté regulado
trabajos de distintas clases: el trabajo escolar, el trabajo de contabili nt controlad o p o r un experimentador. Una ojeada a los trabajos de la
dad, el trabajo en los telares mecánicos y otros trabajos mecánicos. escuela de Kraepelin muestra realmente la extraordinaria influenciaque
Kernsies intentaba establecer, con ayuda del ergógrafo de M osso, la tiene el «estado de ánimo diario» del individuo sobre los experimentos.
influencia de trabajos escolares de distinto tipo sobre la capacidad de Las investigaciones de Kraepelin y las emparentadas con ellas se pro
rendimiento físico para proporcionar así el «índice ergográfico» de las longaban, por ello, durante varias semanas, incluso algunos meses, y
distintas asignaturas, es decir, su valor-fatiga. El interés de los pedago frecuentemente bajo una estricta reglamentación de la vida de las per
gos comenzó a dirigirse a estos problemas que habían pasado al primer sonas sometidas a los experimentos, que eran la mayoría de las veces
plano de la discusión por los comentarios sobre la «sobrecarga» que se personas con un interés científico propio en esos experimentos, o, en
habían realizado en las últimas décadas: trabajos de ilustres pedagogos todo caso, personas de un considerable nivel de formación — excepto
(W agner-D arm stadt) intentaban destacar, frente a un tratam iento para experimentos muy sencillos, concretamente sobre el alcohol— o
puramente psicofísico del problema, la significación que tenía para la personas que, com o funcionarios de una clínica (y, a veces, internados),
fatiga el interés p o r el trabajo de los escolares; se puso de nuevo en estaban sometidas continuamente a la investigación del experimenta
circulación la cuestión de si produce más fatiga la atención o, por el dor. E, incluso con estas condiciones, era necesario un fuerte desplie
contrario, «obligarles a aburrirse», etc. gue de agudeza intelectual y de conciencia para eliminar la influencia
Aunque Griesbach, por ejemplo, todavía defendió sus métodos de de las «casualidades».
m edición en el Congreso Internacional de Demografía e H igiene de El número de personas que participaban en una investigación con
Berlín, en 1907, la crítica de la escuela de Kraepelin ha destruido todas tinuada era, por ello, muy pequeño: cuatro personas representaba una
las esperanzas que se habían abrigado al principio. Los críticos alema cifra media, y ocho representaba ya un número considerable. Sise toma
nes no sólo han valorado menos que su autor1la eficacia del ergógrafo en consideración además la complejidad y el refinamiento de los mé
com o instrumento de medición y no sólo no se le concede al estesiómetro todos de investigación, los precisos aparatos de registro, la inaudita
com o tal un valor inequívoco2, sino que la impresión de la extremada precaución en la com probación de los registros, que debían leerse
complejidad de los componentes de la curva de trabajo y de sus mutuos utilizando fuertes aparatos de aumento, una cosa queda completamen
y recíprocos efectos, tal com o Kraepelin intentó analizarlos, hace que te clara: de este sistema no sale ningún cam ino hacia una «investiga
se desvanezca completamente la esperanza de poder establecer pronto ción masiva:» ni en el sentido más limitado de la palabra.
y «con exactitud», con sencillos instrumentos y experimentos, la m e Pero- no debe olvidarse que, a pesar del general reconocimiento que
dida de la fatiga de determinadas tareas concretas en unaclase escolar, tiene la eminente aportación intelectual de Kraepelin, existe realmente
y mucho más en grupos de miles de obreros; hacia esta misma deses un cierto escepticismo entre los especialistas respecto a algunos funda
peranza apunta la impresión del gran cuidado con que habría que aislar mentos y resultados de sus trabajos, escepticismo que,probablemente
los resultados de la m edición frente a las innumerables falsificaciones por el justificado respeto de que goza Kraepelin en la opinión pública,
posibles -para lograr realmente cifras útiles. aun no se ha manifestado en su plenitud. En ese sentido se puede
Incluso Kraepelin, que, por su parte, ha hecho algunasveces alguna plantear la pregunta, por ejemplo, de si las características de este tan
propuesta para el análisis de la fatiga en niños de escuela — propuesta reducido número de personas no pueden desempeñar el significativo
que no nos interesa en este momento— , contempla con gran escepti papel de «casualidades», dañando con ello el valor de las investigacio-
120 121
p s i c o f Is i c a d e l t r a b a j o i n d u s t r i a l
nes. N o es, é n realidad, e 1pequeño número en sí en lo que estamos
pensando, sino en el peligro que encierra su selección. A l fundamentar
tales investigaciones en personas individuales, la preocupación por los
resultados podría presentarse en la forma que cualquiera que haga
cálculos semejantes puede observar en sí mismo: el investigador se
acerca a la investigación con una determinada hipótesis sobre los re
sultados posibles o probables o, después de una serie de observaciones
que parecen tener ciertos rasgos «característicos» comunes o diferen
cias «características», se form a una idea de cómo explicar esas coinci
dencias y esas diferencias, y esa idea parece que se va confirmando
luego con las experimentaciones posteriores. Pero surgen también casos
de desviaciones. Entonces, por regla general, se preguntará p o r qué se
presentan esas desviaciones respecto al comportamiento norm al, es
decir, intentará averiguar los motivos de esta desviación «anorm al» y
encontrará una razón para dejar a un lado ese caso: por ser un caso
singular y no apropiado para los hechos «típicos». Entonces fácilmente
se quedará sin investigar si no son precisamente estos casos que fun
cionan como casos «norm ales» situaciones singulares (quizá de natu
raleza heterogénea, pero, a pesar de ello, actuando en la misma direc
ción como sucede en fenómenos complejos y en algunas experimen
taciones); y de esa manera se falsea el valor de la investigación por la
continua eliminación de los objetos «singulares», es decir, de los que
se desvían del resultado previsto com o normal. Si estamos destacando
aquí los peligros concretos de todos los tratamientos de estos proble
mas que se apoyen en investigaciones individuales, no se quiere decir
con ello que Kraepelin y sus discípulos hayan caído inconscientemente
de hecho en el peligro de «seleccionar» a las personas que se someten
a los experimentos. Semejante afirmación, sin demostración alguna, en
boca de un profano sería una ligereza y una arrogancia ante el enorme
trabajo que hay detrás de sus investigaciones. Hasta que hubiera una
prueba en contra, hay que suponer que no sólo el mismo Kraepelin,
sino también sus form ados colaboradores eran conscientes de aquella
posibilidad. Pero la realidad del pequeño número de personas someti
das al experimento debe insinuar, no obstante,-el juicio — compartido
abiertamente, por lo demás, por el propio Kraepelin en repetidas
manifestaciones— de que los resultados de estas investigaciones, si se
plasman en «teorías» generales, tienen básicamente el valor heurístico
de una hipótesis, plausible hasta cierto punto y diferente para cada
afirmación individual; y, sobre todo, que su valor reside no tanto en el
logro de principios de validez general y definitivos cuanto en la cons
trucción d ¿conceptos con los que poder operar en la investigación de
las condiciones psicofísicas generales del trabajo. Esto vale, concreta
mente, para conceptos como Ermüdbarkeit, «fatigabilidad», «capaci
dad de práctica», «solidez de práctica», «remanentes.de práctica» o
122
CUESTIONES M ETOD OLÓGICAS
para conceptos tan importantes para las tareas complejas como los de
«interrupción», «desviación», «habituación», «capacidad de habitua
ción» y para las explicaciones sobre los medios posibles de la adecua
ción entre sí de varias actividades del sistema psicof ísico. Pero también
vale para aquellas tesis que se apoyan en la experiencia cotidiana de la
«psicología vulgar» o que son simplemente «sublimaciones» de esta
última, o que se han convertido en medios heurísticos mediante la
utilización de «experiencias de la psicología vulgar»: de éstas existe una
gran cantidad en los resultados de Kraepelin mencionados en los pri
meros capítulos, si se los mira más de cerca. Quizá, precisamente por
ello, valga, al menos, lo mismo para las teorías que Kraepelin puso a
la base de su concepto de fatiga y de todo su tratamiento de las causas
del rendimiento la bor al: la hipótesis de que los distintos factores de una
tarea «se encubren» y «se solapan» mutuamente; su idea de que dentro
del proceso químico nervioso y muscular «luchan» entre sí, por así
decir, varias «fuerzas» y de que unas veces manda una de ellas y otras
veces otra, podría sugerir fácilmente una idea de imputación causal,
contra la que se han levantado muchas objeciones en otros terrenos.
Dejadas a un lado estas reservas más formales, que se refieren a su
m odo de formulación — y que, por lo demás, en mi opinión, tampoco
son penetrantes desde un punto de vista lógico— , en la teoría de
i
Kraepelin existen también algunas dificultades de contenido cuando se
las compara con el modo de formulación dominante entre los psicólo
gos experimentales influidos por W un dt. La psiquiatría, y precisamen
te la de Kraepelin, siempre tenderá a considerar los procesos somáticos
más o menos como lo «real» y los procesos psíquicos como «fenóm e
nos» accidentales. Si esto es así, un cierto número de los «factores» de
la curva de trabajo con los que ha trabajado Kraepelin caen en una
posición algo ambigua. Prescindiendo de detalles, son concretamente
las ideas sobre el tipo de influencia de la «estimulación psicomotora»,
de la «estimulación» y del «im pulso» las que se verían afectadas: aquí
surge la pregunta que se plantea en todos los campos de la psicofísica
como el problema último, la pregunta de cómo se podrían combinar
' los efectos indudables de estos factores, en gran parte sólo deducibles
psíquicamente, con una teoría estrictamente fisiológica de la fatiga y
de la práctica. Si en la capacidad objetiva de rendimiento hay que dejar
fuera de consideración a la «fatiga» p o r ser puramente psíquica — ca
pacidad aquella que, por su parte, sólo es medible en rendimientos, no
en «posibilidades» inaprensibles— , hay que preguntarse entonces si no
tendría que valer algo similar para aquellos hechos que están llenos de
elementos sólo inteligibles psicológicamente. La teoría de Kraepelin
aduce que se experimentaron iguales rendimientos a pesar de una
fuerte «fatiga»; por otra parte, tiene que negar que puedan existir
estados de «estimulación psicomotora» que representen un «desean-
123
.>v
.
v'':
PSPCOFfSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
so», no sólo «aparentemente» (es decir, según la sensación subjetiva)
sino también realm ente (es decir, en el sentido de los procesos
metabólicos). Sólo la neuropatología podría realmente determinar si
esto es acertado, y su práctica, al menos, parece operar muchas veces
con otros presupuestos muy distintos, según me han confirmado los
neurólogos. Tam bién hay que preguntarse aquí, y de manera especial,
por la influencia del interés en el trabajo sobre la evolución de la fatiga
(el interés en el trabajo no desde un punto de vista económico, sino el
interés generado por el tipo de trabajo), es decir, la influencia de la
«motivación» de origen «ideal» realmente; y también pertenece a este
ámbito, finalmente, la idea de una fatiga puramente «fisiológico-
vegetativa»-1, que comienza con el inicio de la actividad y que no puede
ser apresada en la reducción del rendimiento por «estar encubierta»
por la «estimulación» o por un «aumento de práctica», etc. Pero cmpí-
ricamente sólo se puede establecer (y permanecerá así por mucho
tiempo) lo que los procesos químicos de los tejidos realizan : «fatiga»,
«habituación», «estimulación», etc., son conceptos que, en último tér
mino, sólo se pueden entender desde esas realizaciones y presuponen
ciertos procesos y estados químicos — muy hipotéticos en puntos im
portantes— como la causa de esas realizaciones. Pero no resulta nada
fácil trabajar seriamente con construcciones puramente químicas y
además con las ideas del «solapamiento».
El concepto kraepeliniano de «fatiga» y todo lo que va unido a él
podría así posiblemente encontrarse con algunas dificultades — ¿pero
cóm o puede juzgar esto un profano?— que surgirían precisamente de
su intento de entenderla en términos estrictamente fisiológicos, o más
exactamente bioquímicos, a consecuencia de las condiciones que esta
blecería un estricto nexo causal en este terreno. Por otro lado, la con
cepción kraepeliniana de las características básicas de la «personalidad»
(psicofísica) — por ejemplo, la concepción de la « posibilidad de fatiga»
(Erm üdbarkeit) como una característica general— , concepción muy
discutida, com o ya hemos dicho, es realmente una consecuencia de
determinadas ideas biológicas que quizá no armonizarían sin dificultad
con aquella orientación puramente química.
T od as estas explicaciones removerían inevitablemente el eterno
problem a de las cuestiones teóricas básicas de la «Psicofísica» (en el
sentido fechneriano de la palabra, pues no siempre se utiliza ésta en u n
sentido unívoco): ciertos elementos d é la teoría kraepeliniana (¡el im
pulso de la voluntad!) podrían conducir— muy en contra de su inten
ción— a la idea de la existencia de procesos «inconscientes» «psíqui
cos», y n o «físicos», con lo que se llegaría a una idea sobre la relación
entre lo físico y lo psíquico4 totalmente distinta a como la representa
la tesis oficial del «paralelismo» wundtiano, al que siguen la mayoría
de los psiquiatras (al menos presumiblemente).
124
CUESTIONES METODOLÓGICAS
Pero, por suerte para nosotros, la cuestión d e la cimentación teó
rica de los conceptos de Kraepelin tiene una significación secundaria
para su posible utilización de cara a nuestros objetivos. Para nuestros
fines prácticos tiene una significación secundaria la cuestión de si hay
que entender el aumento o la disminución del rendimiento por la fatiga
y. p o r la práctica, la influencia de la «distracción», dé las interrupciones,
del remanente de práctica o la pérdida de práctica sobre el rendimiento,
y las influencias psicomotoras y similares, como una interacción entre
distintos elementos, de m odo que cada uno deje una situación psicofísica
específica que, en cierto m odo, coexiste en el organismo, o si hay que
cimentar los procesos metabólicos «sencillos», como harían algunos
objetores de Kraepelin, en el tejido muscular y en las células nerviosas,
que son influenciadas, tras la puesta en acción del organismo, en una
u otra dirección y que luego influyen sobre el rendimiento. A nosotros
nos basta con que con esos importantes conceptos prácticos se puedan
hacer análisis correctos, de los que podríamos suponer que también se
podrían hacer posiblem ente en el trabajo industrial con un estudio
suficientemente preciso, y nos es suficiente, por ejemplo, que «rem a
nente de práctica», «solidez de práctica», «estimulación psicomotora»
o «pérdida de práctica» puedan servir como denominaciones que repro
duzcan adecuadamente el nexo causal entre el n iv e l de rendimiento en
que se mueve un obrero y determinados hechos comprobables empí
ricamente que se dan en él o que le faltan. Y esto es lo que parece que
ocurre según los análisis de la vida cotidiana y de los resultados obje
tivos de los experimentos. Provisionalm ente podem osde jar sin contes
tar la cuestión, en sí misma muy importante para nuestro tema, de si
se puede establecer un tipo caracteriológico general con la «capacidad
de fa tig a », la «c a p a c id a d de re c u p e ra c ió n » o la «c a p a c id ad de
estimulación», etc., y nos podem os contentar con que se pueda demos
trar que se pueden analizar talescaracterísticascomo características más
o menos constantes con relación a tipos concretos de tareas, lo cual
apenas ofrece dudas según los experimentos así com o según la expe
riencia cotidiana. Independientemente de todas las «teorías» aparecen
finalmente numerosos análisis, tan importantes para nosotros, sobre
el m odo como influyen las pausas, la simultaneización de varias tareas,
etc. Y también podrían ser muy fructíferas para nosotros las hipótesis
expuestas en nuestro comentario con claras reservas sobre cómo se
re a liz a n desd e un p u n to de vista p s ic o físic o , p o r e je m p lo , la
simultaneización de varias tareas y otros procesos similares o sobre los
desplazamientos de tareas o sobre la relación suplementaria entre la
reacción motora y la sensorial. Esashipótesis muestran, al menos, incluso
para quien las rechace, que los procesos con los que operamos en nuestro
análisis de los efectos de la «división de los trabajos» se realizan siem
pre, en realidad, de manera menos sencilla que las unidades conocidas.
125
PSICOFÍSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
Pero aun cuando pudiéramos aprovechar en general para el análisis
del trabajo industrial los conceptos que ha elaborado la psicología
experimental, hay que preguntarse si existe la posibilidad de suminis
trar un análisis de ese «trabajo cotidiano», que se realiza fuera del la
boratorio, que sirva desde un punto de vista cualitativo para un tra
tamiento exacto del mismo, de manera similar a los experimentos de
laboratorio. Apenas es necesario señalar que esa posibilidad es muy re
ducida en este campo. Prescindiendo de todo lo dicho anteriormente
sobre la técnica y las condiciones científicas de los experimentos de la
boratorio, el trabajo de la fábrica tal com o se realiza en la vida cotidiana
está sometido a una serie de condiciones que son ajenas al laboratorio:
en primer lugar, los hábitos de alimentación de los obreros, la situación
de sus viviendas, el consumo de alcohol5, su tipo de vida sexual, según
las circunstancias, y también si se tiene otro trabajo; en segundo lugar,
la circunstancia de que, normalmente, a los obreros sólo les una a su
trabajo un interés económico, no un interés ideal propio, y el hecho de
que la duración para toda la vida del trabajo en la fábrica y otras con
diciones de trabajo no les motiven para estar en una continua tensión
elevada , al menos no continuamente en la tensión m áxim a, mientras
que los experimentos de la psicología dan unos resultados obtenidos
con una tensión m áxim a sostenida de la capacidad de rendimiento (pues,
de lo contrario, falta una comparabilidad firm e); en tercer lugar, y rela
cionado con lo anterior, los efectos del sistema salarial, que puede lle
vara unaactitudmuy diferente respecto al trabajo por parte de losobreros
(y de los mismos obreros en distintas épocas), incluso con una misma
bonificación de los rendimientos mejores tanto desde un punto de vista
cuantitativo com o cualitativo, como todavía hemos de ver. A esto se
añade que la mayor parte de los rendimientos laborales en la industria
no sólo están ligados, con mucho, al funcionamiento de las respectivas
máquinas — esto podría sin duda compensarse— y, a veces, a las con
diciones climatológicas (que también podrían ser tomadas en cuenta),
sino que también lo están frecuentemente, y con bastante intensidad,
a la calidad del m aterial, cuya influencia no siempre es fácil de apre
ciar; hay que añadir además que las actividades en la industria son la
mayor parte de las veces, también donde está muy avanzada la división
del trabajo, m ucho más complejas y de naturaleza muy distinta a las
actividades que sirven de base a las investigaciones de laboratorio.
Trabajos como el del cajista o el de mecanografía están relativamente
próxim os a estas últimas — y sobre ellos se han hecho realmente mu
chos experimentos— , pero la simultaneización de tareas y las continuas
manipulaciones que representa el «servicio de un telar mecánico» están
muy alejadas de aquéllas. ¿Cómo va a tener lugat en las grandes má
quinas una investigación de los rendimientos directa y «exacta» según
el estilo del la b o ra to rio ? U n telar de felpa tiene que producir unos
126
CUESTIONES M ETO D O LÓ G ICAS
cincuenta kgm de mercancía y un telar de pañuelos tiene que producir
unos 15 para pagar los intereses y amortizarlos. Evidentemente es muy
difícil imaginar que en un laboratorio se puedan montar máquinas tan
caras y hacer experimentos con ellas y la creación de, por así decir,
«robots» para experimentar sería con toda seguridad algo muy difícil
y muy costoso. Sí se podría pensar que, en épocas de reducción de la
producción a causa de las crisis, alguna empresa permitiera que algunas
de sus máquinas funcionaran, contra una remuneración, para poder
hacer experimentos con ellas de la misma manera que las dejan funcio
nar con pérdidas para el aprendizaje o, en determinadas circunstancias,
para fines de cálculo (aun así, esos experimentos serían muy caros, como
muestran las cifras anteriores). Pero incluso esta eventualidad hay que
considerarla, lamentablemente, a muy «larga distancia».
Así que, prescindiendo de algunos casos especialmente favorables,
parece que para la gran mayoría de los trabajos en la industria moderna
no se puede prever de qué modo serían accesibles a una investigación
experimental con una exactitud similar a la que exige el laboratorio.
Reduzcamos, por tanto, nuestras pretensiones y preguntémonos de
dónde y de qué manera se han suministrado hasta ahora los materiales
para enjuiciar las condiciones y los efectos psíquicos y físicos del tra
bajo industrial.
Nosotros prescindiremos de los primeros trabajos antropológicos
que atañen a nuestro problema^ y que, en cuanto se refieren a investi
gaciones masivas, se refieren, por regla general, a mediciones realiza
das en reclutas. Hacem os esto, en primer lugar, porque para nuestros
objetivos sólo significan un trabajo previo, aunque sin duda muy im
portante, y, en segundo lugar, porque las mediciones hechas a los re
clutas captan a los obreros en una edad juvenil, en la que todavía no se
ha formado nada definitivo sobre su aptitud laboral y sobre su empleo,
es decir, sobre su inclinación vocacional, y captan la valoración tradi
cional, vulgar, de la cualificación profesional de los niños para este o
aquel empleo según lo ven los padres, que son quienes realizan aquí la
«selección» (por este motivo, esas mediciones aportan naturalmente los
mejores materiales para los viejos oficios tradicionales). Luego nos queda
todavía com o un medio posible la información del médico sobre sus
experiencias en consulta, especialmente del m édico del seguro (en
Alemania). En este punto existen trabajos científicos muy valiosos sobre
la influencia del trabajo fabril, pero no, en cambio, sobre las condicio
nes del rendimiento laboral (hasta ahora). Los primeros pueden pro
porcionar algunas conclusiones muy importantes e instructivas, en
combinación con las manifestaciones de los inspectores de trabajo,
dispersas, por supuesto, hasta ser prácticamente ilocalizables7. Eche
mos un breve vistazo a las opiniones que suelen dominar en los comen
tarios usuales de los médicos y de los fisiólogos especializados.
127
toWKBÍII<hfeáÉÍ8ErtÍMIÉ(i
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
Las investigaciones sobre la significación del trabajo productivo
dentro de la economía de los procesos físicos y psíquicos se han refe
rido, naturalmente, a los fenómenos patológicos. Se ha analizado la
cuestión del exceso de fatiga, es decir, del trabajo «excesivo» desde el
punto de vista médico, pero no se ha discutido la cuestión de los efectos
del trabajo «norm al» sobre el hombre, es decir, de un trabajo «perju
dicial», insano directamente en el sentido de un acortamiento de la vida
o de un deterioro prematuro — en comparación con la media— o de una
deformación de algunos órganos; ni se han discutido, a la inversa, las
condiciones que influyen sobre el trabajo. A pesar de ello, estas inves
tigaciones contienen algunas cosas importantes para la psicofísica del
trabajo: la menor «racionalidad» en el uso de la energía fisiológica en
los estados de fatiga (entrada supletoria de músculos menos adaptados
en lugar de los músculos cansados, crecienteinexactitudde la irrigación
nerviosa por un cerebro sobrefatigado: ambos son sin duda los motivos
principales de la escasa práctica que proporciona el trabajo realizado
con fatiga), la intensidad de la respiración y del funcionamiento del
corazón com o señales del grado de fatiga; significación del ruido de las
máquinas para la fatiga (discutida en cuanto al nivel)8 y de las vibra
ciones producidas por ellas (fatiga más rápida en los pisos altos de las
hilanderías y de las tejedurías) así como el montón de «enfermedades
profesionales» producidas por el trabajo industrial, sobre todo los tras
tornos «nerviosos». Todas estas cosas ofrecen un material en continuo
aumento, que tiene muchísima importancia para fundamentar las pe
culiaridades de las condiciones y de los efectos de los distintos trabajos
industriales. Y la tiene concretamente en el terreno de la puesta en
funcionamiento de los nervios del organismo por el trabajo. Pues pa
rece que la mayoría de las transformaciones del trabajo que denomi
namos «intensificación» del trabajo representan un incremento más que
proporcional de la actividad nerviosa «m otora» — m edible en kilo
grám etros— , a costa directamente, con frecuencia, de la actividad
muscular. H a y que saludar encarecidamente, sin duda, cuando se des
compone el puro rendimiento muscular, que se manifiesta en los m o
vimientos de los órganos externos del cuerpo, en sus actividades físicas
parciales y se las mide, como han hecho Imbert y Mestre con obreros
utilizando el «D iab le» (una carretilla para acarrear el grano)9; pero, en
los cálculos de Imbert10, unrecadero realiza 259.500 kgm tres veces cada
tres horas de andar (puesta en funcionamiento sobre todo de los mús
culos de las piernas) y un zapador de carbón no llega a los 75.000 en
ocho horas (puesta en funcionamiento sobre todo de los músculos
grandes del b raz o )1*, y, sin embargo, el trabajo de este último era mucho
«m ásin tensivo», es decir, era uq trabajo que producía una fatiga mucho
mayor, no sólo por la mayor incidencia en el trabajo de factores «es
táticos» (sobre esto hablaremos más adelante), sino porque el sistema
128
CUESTIONES M ETO D O LÓ G ICAS
nervioso se pone en funcionamiento de manera más intensa para pre
pararse de manera continuada para un trabajo de una considerable
m o n o to n ía . Todas las investigaciones están de acuerdo en que las
condiciones «mentales» del trabajo, es decir, e 1m odo de funcionamien-
to del sistema nervioso central, adquieren una significación creciente
para los efectos del trabajo sobre la salud. Por un lado, el n iv e l de ten
sión de la atención-, los obreros «cualificados» constituyen el mayor
porcentaje relativo de los neurasténicos en las capas obreras12 (en las
investigaciones no es siempre fácil separar, por supuesto, a los obreros
«cualificados» de los oficiales o incluso de los maestros artesanos, en
los que entran en juego otros factores económicos muy distintos). Pero
luego está precisamente la monotonía, y probablemente en relación con
lo anterior, de modo que la com binación de una «capacitación intelec
tual» con un trabajo monótono es la que constituye un daño decisivo.
El papel que desempeña este factor específico del trabajo industrial ha
sido muy poco investigado desde el punto de vista de laexactitud médica
en relación con la enorme significación del problem a13. Parece que en
esta cuestión, al igual que con el tema del «ruido de la fábrica», hay que
distinguir entre la sensación producida por la monotonía que llega a
la conciencia del obrero — sensación que, en industrias con un trabajo
muy fácil pero muy monótono, por ejemplo el trabajo de perforador
en grandes sectores de la industria textil, como las fábricas de botones
y corsetería, puede conducir a veces a cambiar de puesto de trabajo «sin
m otivo»— y los efectos déla monotonía de laqu e el obrero « o es cons
ciente ni percibe como una dificultad para su trabajo ni como un riesgo
para su salud14. Está aceptado con bastante generalidad que los pueblos
anglosajones soportan la monotonía más fácilmente que los pueblos
románicos; se afirma que las mujeres la soportan más fácilmente que
los hombres; en algunas industrias, de acuerdo con la experiencia, los
obreros mayores y casados prefieren expresamente la monotonía en
contraposición a los más jóvenes, cuando a ella van unidas unas ganan
cias más estables y porque ya no les importa tanto como a los jóvenes
aprender nuevas destrezas que amplíen su capacidad y que, consiguien
temente, ensanchen sus posibilidades de promoción. En esta cuestión
resulta difícil distinguir entre motivos «racionales» y motivos «psico-
físicos».
Este ejemplo nos está mostrando que, tras la cuestión de los efectos
de la monotonía en el trabajo y de la actitud de los obreros respecto a
ella, se encuentra un maraña de cuestiones de naturaleza muy diversa,
en cuyo desentrañamiento apenas se han dado los primeros pasos. Con
la monotonía está claramente relacionado el tema de los efectos del ritmo
del trabajo, el cómo lo marca la máquina y, sobre todo, el grado en que
lo marca (en la industria textil, por ejemplo, lo marca naturalmente
mucho más que en laindustria de maquinaria), pero es un tema que como
129
PSICOFlSICA DEL T R A B A |O INDUSTRIAL
tal, después de I o que hemos dicho anteriormente sobre la ritmización,
está necesitado de una investigación sistemática. Quizá se pueda dudar
si las extraordinarias diferencias entre las fábricas textiles y la industria
eléctrica investigadas por Roth, en cuanto a los síntomas de la fatiga
y a la frecuencia de las enfermedades, de las enfermedades nerviosas y
anémicas sobre todo, hay que atribuirlas completamente a la diferente
dependencia en que están respecto a la velocidad de la máquina, pero
apenas puede dudarse de que ese factor interviene muy fuertemente, y
quizá con un carácter decisivo.
Sin embargo, por muy importantes que nos puedan resultar estas
investigaciones para el conocimiento de la etiología de la fatiga y de
otros efectos del trabajo industrial, no tendría ningún sentido seguir
dándoles vueltas, a la vista del aumento de la bibliografía sobre «higie
ne social», pues no nos ayudan de una forma determinante para nues
tro propio tema hasta tanto no se intente salir del ámbito patológico
y se intenten captar los efectos psíquicos y físicos que tienen sobre los
obreros los distintos tipos de trabajo, y precisamente allí donde no
acarrean ninguna «perturbación» de la vida que pueda aparecer como
una «enferm edad». Pues nuestra pregunta es: ¿qué condiciones existen
en las distintas industrias para una utilización económ ica, para un
empleo rentable de los obreros, y hasta qué punto cumplen o no cum
plen esas condiciones obreros de una procedencia social, étnica, cul
tural y profesional determinada, o hasta qué punto las cum plen en
distinto grado? Está claro que la patología también podría dar indica
c io n e s m uy im p o rta n te s p a ra estas cuestion es, en e sp e c ial la
neuropatología, si estuviera en disposición de desarrollarse como una
neuropatología diferencial y comparada de los grupos sociales, étnicos,
culturales y profesionales13. Verem os más adelante qué aproxim acio
nes se han hecho hasta ahora a esta cuestión. Pero está claro que aquí
las investigaciones de las diferencias de morbilidad nerviosa, incluida
la morbilidad nerviosa profesional, sólo van a abarcar los casos extre
mos. La descualificación neurótica de los negros norteamericanos para
ciertos trabajos en la industria textil es evidente en ellas, pero, sin
embargo, las diferencias más sutiles que se presentan en las empresas
europeas, pero más decisivas para un empleo rentable de los obreros,
no se pueden captar ni siquiera desde las excelentes estadísticas de
enfermedades profesionales16, por muy importantes quesean éstas para
nuestros objetivos. El médico del seguro sólo podría sernos de una
importantísima ayuda en el análisis de las condiciones y de los efectos
físicos y psíquicos del trabajo industrial si fuera más a llá de su objeto
profesionalinm ediato— el enferm o— y analizase detalladamente con
sus medios científicos, en el círculo de sus pacientes potenciales, las
• distintas capacidades que los distintos trabajos exigen de los obreros,
o presuponen en ellos o cultivan en ellos en el camino de la selección;
130
CUESTIONES M E TO D O LÓ G ICA S
y si analizase, igualmente, en qué medida se roza una desviación pro
piamente «patológica» en el proceso de selección y de adaptación.
Una investigación sistemática del trabajo industrial, fisiológica y
psicológico-experimental, puede esperarse actualmente de dos institu
tos: en primer lugar, el director de la O ffice du Travail en Francia, el
Sr. A . Fontaine, ha creado un laboratorio para ese fin; por otro lado está
en proceso de formación en la universidad de H arvard un instituto de
psicología aplicada, bajo la dirección de H . Münsterberg, que intentará
también sin duda cultivar estos estudios. H ab rá que dejar en suspenso
todo tipo de juicios sobre estas instituciones hasta que existan resulta
dos, pero continúan existiendo para ellas esas dificultades, que hemos
mencionado anteriormente, para analizar el trabajo industrial cotidia
no con experimentos de laboratorio, incluso con experimentos tan
ingeniosos, si éstos pretenden tener alguna exactitud. En Alemania el
único laboratorio que podría proporcionar actualmente investigacio
nes de este tipo sería sin duda el de Kraepelin en Munich, pero su di
rector tendría probablemente muchas reservas respecto a tales experi
mentos, cuando no un declarado escepticismo. Además, según me han
■ dicho, la universidad de Budapest dispone posiblemente de instalacio
nes y de personal adecuados — algo que no puedo confirmar.
A la vista de esta situación, ciertamente nada halagüeña, hay que
preguntarse si no podrían tomarse en consideración otros medios para
aproximarnos a las condiciones y a los efectos del trabajo industrial
—aquí vamos a limitarnos a decir condiciones— . Com o además de la
fisiología, de la psicología y de la higiene, que se ocupan del problema
del trabajo, también está la economía, vam os a dirigirnos a esta últi
ma. Entre las distintas «perspectivas» desde las que la economía abor
da e I trabajo, es la perspectiva más básica de todas, la de la rentabili
dad de la economía privada, la que vamos a tomar en consideración,
porque las cuestiones de rentábilidad son cuestiones de cálculo. En la
cuestión de la «rentabilidad», la capacidad de rendimiento del obrero
es considerada exclusivamente en el mismo sentido que la rentabili
dad de una clase cualquiera de carbón o de un mineral o de cualquier
otra «materia prim a», de una fuente de energía o de un determinada
máquina. El obrero es aquí, en principio, nada más que un medio de
producción rentable (¡a ser posible!), con cuyas capacidades y «fallos»
hay que contar, como se cuenta con las de cualquier medio de produc
ción mecánico. Sus capacidades se «calculan», sobre la base de la ex
periencia presente, respondiendo a las dos preguntas siguientes; la
primera es si con el rendimiento efectivo de unos obreros determina
dos, fundado en su capacidad de rendimiento y en su disposición ha
cia el trabajo, ha sido posible un determinado nivel de utilización de
determinadas máquinas y materias primas de m odo que los precios
fijados por el mercado permitieran unas ventas con beneficios, toman-
131
PSICOFÍSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
do en cuenta los costes salariales, financieros y de las materias primas;
la segunda pregunta es: ¿con qué medios puede aumentarse el rendi
miento de los obreros — tanto su capacidad de rendimiento como su
disposición hacia el trabajo— de m odo que un mayor aprovechamien
to de las máquinas y de las materias primas y la consiguiente reduc
ción de los costes salariales — a no confundir con la reducción del
salario, que es harina de otro costal y no nos interesa en este momen
to— hagan posible un precio del producto que permita unas ventas
con beneficios, o con mayores beneficios? Com o es conocido, el me
dio para aumentar la capacidad de rendimiento y la disposición hacia
el trabajo es la bonificación directa de los aumentos de rendimiento a
través de un sistema retributivo adecuado (el tipo más sencillo es el
sistema de destajo puro) y también la «selección», es decir, el despido
de los obreros que rindan menos o tengan menos disposición para
rendir. La posibilidad de emplear este último sistema — el látigo siem
pre amenazante del «desem pleo»— contribuye, a l menos tanto como
la dependencia directa del nivel de producción realizada en el sistema
de destajo, a ese desarrollo de la capacidad de rendimiento de los
obreros, que podemos observar en muchas fábricas y que es una reali
dad indudable, aun cuando su nivel esté calculado en cifras muy bur
das y sobre una base, quizá, falsa.
N o obstante, a nosotros nos interesa la cuestión de hasta qué punto
es suficientemente «exacta» esa averiguación contable del «valor del
rendimiento» de los obreros para poder emprender algo científica
mente con sus resultados. Ahí hay un problem a que es distinto en
cada empresa. Ninguna empresa calcula más de lo que sea necesario
para averiguar la rentabilidad ni más de lo que prometa ser efectiva
mente rentable. Y lo que se necesita para ello depende, en primer
lugar, de la significación relativa de los costes salariales en el conjun
to de los costes globales del producto de la empresa; en segundo lu
gar, depende del grado en el que la capacidad de rendiriiiento del
obrero influya sobre la cantidad y la calidad de los productos; y de
pende, por último, del nivel de esfuerzo y de los costes que signifi
quen los posibles tipos de control técnico de la capacidad de rendi
miento. La influencia del obrero sobre el producto puede descender a
niveles mínimos tanto donde exista un desarrollo técnico de las m á
quinas muy alto que automatice completamente el trabajo (así ocurre
en algunos trabajos en las fábricas de máquinas de coser) como donde
no exista ninguna «m áquina» en el sentido usual de la palabra (altos
hornos); por otra parte, la relativa disminución de los costes salaria
les en el conjunto de los costes globales no impide, en absoluto, que la
influencia del trabajo sobre la calidad del producto pueda ser muy
grande (las tejedurías frente a las hilanderías). Hasta el momento son
relativamente pocas las industrias que, en el caso de que hayan hecho
132
CUESTIONES M E TO D O LÓ G ICAS
cálculos sobre el rendimiento laboral, vayan más allá d e la determi
nación de promedios muy toscos — más allá, por ejemplo, de la deter
minación del volumen de extracción diaria en un pozo concreto rea
lizada por la plantilla— . Es evidente que no se puede establecer ni la
mas lejana relación entre estas cifras y los métodos de medición que
hemos encontrado en los laboratorios de los psicólogos experimenta
les. Tomemos, por ejemplo, las máquinas que cuentan automática
mente el número de golpes o puntadas (en las zapaterías) o el número
de vueltas o el número de movimientos de la lanzadera (en las
tejedurías): ellas sólo reproducen el lado cuantitativo de su rendi
miento, lo cual quiere decir el nivel de aprovechamiento de las má
quinas por el obrero. Además, para poder hacer la comparación no
sólo hay que determinar la calidad del producto — y ésta no se puede
estimar «exactamente» en el sentido del laboratorio, donde se mide
por las «reacciones fallidas», etc., sino según ciertos promedios (com
binando, por ejemplo en las tejedurías, el número, el nivel y la signi
ficación de los fallos)'7— sino que hay que tener presente, sobre todo,
que el rendimiento del obrero no se expresa, en absoluto, en el núme
ro de movimientos de la lanzadera y en la clasificación del producto
en una determinada calidad (por ejemplo, de la calidad I a la III,
según la cual se determina la concesión de una prima), por cuanto el
obrero, trabajando en la misma máquina e incluso con un número
igual de vueltas e igual funcionamiento de todas sus partes, tiene que
vérselas con materiales de distintos géneros o, dentro del mismo gé
nero, con calidades trabajadas de manera muy diferente. La extraor
dinaria influencia de este hecho sobre el rendimiento, en la tejeduría,
por ejemplo, se ilustrará más adelante. Pero incluso suponiendo que
todas esas condiciones son iguales, el rendimiento medido con ayuda
de los aparatos de medición automática contiene en sí mismo un
montón de elementos imprecisos, que el laboratorio excluye (los apa
ratos de medición automática representan, en todo caso, por lo gene
ral, el m áxim o de «exactitud» y son realmente «exactos» en la medida
en que se trate de rendimientos cuantitativos dentro de una unidad de
tiempo determ inada— día u hora— ). En las máquinas con esos apa
ratos de medición depende del arbitrio del obrero, y debe depender
de él, el apagar la máquina o ellas mismas se apagan automáticamente,
por ejemplo cuando se rompen los hilos, y esperan de nuevo su puesta
en funcionamiento después de que se hayan atado los cabos: el resul
tado cuantitativo que hay que medir depende ahí del período de tiem
po en el que la máquina no lia estado funcionando.
Pero los motivos por los que un obrero deja que la máquina esté
parada o la alimenta más despacio o la hace funcionar más despacio,
si también esto está en sus manos, pueden estar completamente fuera
del proceso de trabajo que está realizando en esa máquina. Si está aten-
133
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
diendo a varios telares, puede parar la máquina por estar ocupado por
los fallos o el mal funcionamiento en uno de ellos, lo cual es un caso
muy frecuente. Pero puede también parar la máquina aun cuando sólo
esté sirviendo un telar, por necesidades técnicas de su trabajo o por co
modidad, o p o r trabajar de una manera más relajada o para prevenir
unas ganancias mayores por haberse reducido los salarios o por fatiga
debida a un mal estado de ánimo (el cual puede deberse a muy distintos
motivos, que en el laboratorio se eliminan cuidadosamente) y la puede
parar más veces que las que él mismo lo haría en o tras circunstancias
o más veces que las que otro en su misma situación podría hacerlo, sin
que las desnudas cifras del aparato de medición revelen nada de esas
circunstancias. Por consiguiente, esas cifras necesitan una interpreta
ción y está claro que esta interpretación es mucho más difícil, si se quieren
captar realmente los detalles con exactitud, que lo que suele suceder en
el laboratorio en tareas similares, hasta el punto de que le podría resul-
tardif ícilllegar a los resultados que proporciona el laboratorio— bastante
inseguro, como hemos visto— , incluso contando con una investigación
inmediata en el mismo día y con la mejor disposición por parte del obrero
para suministrar una información exhaustiva.
Si esto es lo que ocurre con la «m edición» directa de los rendimien
tos laborales, existe luego, naturalmente, la posibilidad, más lejana pero
muy importante en la práctica, de utilizar los registros salariales de las
empresas como la base del análisis de la capacidad de rendimiento de
los obreros, especialmente las ganancias a destajo «desnudas», es decir,
descontados todas las primas, los sueldos mínimos, los complementos
y las bonificaciones, cifras, por tanto, que indican solamente el resul
tado fin a l del trabajo y no, en cambio, el m odo com o se ha logrado;
esto es, desde el punto de vista del laboratorio, aún más inexacto y
expresamente contrario a todos los métodos de medición psicofísica,
que tienen que partir ciertamente del «rendimiento», del resultado, del
funcionamiento del sistema psicofísico, pero que tienen como objeto
de sus análisis el m odo como el sistema psicofísico ha realizado ese
rendimiento, la técnica de su funcionam iento (recuérdense los comen
tarios sobre la simultaneización de tareas). Com o, además, las ganan
cias a destajo sólo pueden establecerse para períodos más largos (al menos
una semana, por lo general dos semanas), no sólo no se puede hablar
en ellas de un «análisis» de los motivos próxim os de las oscilaciones en
los rendimientos, sino que, por regla general, apenas se puede hablar
de una anamnese directa: esos motivos se abren , en los casos más fa
vorables, con la ayuda de la información personal, nunca controlable
por un autoanálisis sino exclusivamente a través de un análisis crítico
objetivo. Pero si se quiere com parar el rendimiento de un obrero, que
produzca distintos tipos de mercancía en una o en varias máquinas, en
distintos períodos de tiempo, o sise quiere comparar el rendimiento de
134
CUESTIONES METODOLÓGICAS
obreros de distinta proveniencia (geográfica, étnica, profesional, cul
tural, social) en distintos tipos de trabajo — y ésta es, en última instan
cia, la tarea por la que se han planteado todos estos problemas— , no
siempre resulta utilizable el tipo de destajo «desnudo» en el sentido
anterior. Si un obrero, porejemplo,estásirviendo varios telares al mismo
tiempo, parar temporalmente uno de ellos (por algún fallo o para em
pezar una nueva urdimbre) le significará náturalmente la'posibilidad de
aumentar su rendimiento en el que siga funcionando (todavía hemos
de ver en qué medida). En este caso, la ganancia a destajo «desnuda»
no proporcionaría una imagen correcta y sí serían más adecuadas las
cifras de los cálculos realizados por la dirección de la empresa (véase
más adelante). Si los obreros, además, cambian de género, en su ganan
cia a destajo «desnuda» están incluidos asimismo los cálculos de la
empresa respecto a la «dificultad» de cada género. Solamente en los casos
de un trabajo continuado y uniforme no nos vamos a encontrar este
elemento que mete todos los problemas del cálculo del destajo en las
cifras aparentemente tan «exactas», elemento cuya eliminación sólo
prospera con enormes dificultades y cuya no presencia en las cifras de
las ganancias a destajo habría que determinar previamente, si esas ci
fras han de ser utilizadas para realizar comparaciones.
A pesar de todas estas reservas, las experiencias acumuladas por las
empresas industriales bajo el punto de vista de la rentabilidad — la
ganancia a destajo y los cálculos hechos para el «rendimiento efectivo»,
esdecir, para el nivel de aprovechamiento de las máquinas por los obreros
€ en un volumen de producción dado— son el instrumento más valioso
entre todos los disponibles para hacer más pequeño, desde nuestros
propios métodos, el abismo que nos separa actualmente de los métodos
de medición de los psicólogos experimentales, si lo utilizamos sin
hacernos ilusiones poco razonables sobre lo que puede aportar. Lo que
puede aportar no es, en absoluto, poca cosa, si se analizan las condi
ciones previas, y a continuación se van a hacer algunas observaciones
relativas básicamente al m étodo.
A l intentar explicar caüsalmente los cambios en los rendimientos
laborales, tal como se expresan en las ganancias a destajo o en los datos I
«exactos» de las mediciones automáticas, hay que tener presente en la
actualidad que, en esta cuestión, intervienen varios tipos de factores que j
traspasan sus mutuas fronteras entre sí, pero que son, sin embargo, muy j
distintos en cuanto a su «naturaleza». Por un «lado», un factor racional-. -■
nos vamos a encontrar una y otra vez con el hecho de que los obreros :
planifican el nivel y el m odo de su rendimiento en relación a fines ;
«materiales», es decir, «lucrativos»: lo aumentan o lo reducen o varían
la forma de combinar varias tareas, en el caso de realizar varias simul
táneamente, como, por ejemplo, cuando trabajan géneros distintos en
varios telares, con la posibilidad de obtener ganancias diferentes. La
135
PSICOFfSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
CUESTIONES M ETOD OLÓGICAS
«m áxim a» que sigue esta planificación la podemos «inferir» haciendo
— un efecto éste sólo secundariamente interesante para nosotros y que
una interpretación «pragmática». Por el otro lado, su rendimiento se
quizá sólo se presente en algunascircunstancias— . Entre estos tres tipos
\ modifica, cuantitativa o cualitativamente, por las transformaciones en
se pueden pensar numerosas combinaciones y escalas intermedias— que
el funcionamiento del sistema psicofísico de las que, a veces, son cons
se dan empíricamente— . Nosotros simplemente constatamos aquí como
cientes en cuanto a sus efectos psíquicos — mayor facilidad o mayor
un hecho este entrelazamiento entre distintos factores de distinta natu
dificultad de la tarea— , pero sin serlo del proceso psicofísico «que está
raleza, que hemos formulado aquí en un lenguaje nada correcto cien
detras»; pero frecuentemente esas transformaciones les quedan total
tíficamente: ellos complican considerablemente el problema de un tra
mente ocultas y sólo se hacen visibles en sus efectos, en la modificación
tamiento puramente psicofísico del trabajo industrial.
del rendimiento; un ejemplo de esto lo-proporcionaron los obreros de
Desde el punto de vista m etodológico va a ser importante la cues
la fábrica Zeiss cuando se introdujo la jornada de ocho horas. El carác
tión de qué favorece con mayor seguridad el conocimiento de las con
ter causal de estos factores podemos intentar «explicarlo» con ayuda
diciones del rendimiento laboral: si un análisis causal lo más amplio
I del llamado conocimiento «externo» y como casos particulares de las
posible del mayor número posible de curvas de rendimientos y de
í reglas obtenidas con la «experimentación».
) ganancias a destajo individuales o la obtención de grandes promedios
Luego se encuentran otros factores que adoptan unaposicióninter-
a partir de un material estadístico lo más amplio posible, aunque no esté
media específica (no la posición intermedia, pues hay varias interme
muy elaborado. C om o todos los comentarios que siguen a continua
dias). Se trata de procesos en los que el «estado de ánimo» que entra en
ción, pero concretamente los de los capítulos finales, quisieran aportar
la conciencia ejerce una influencia sobre el rendimiento sin que, al mismo
algo propio a esta cuestión, anticipo ya ahora, con carácter provisional,
tiem po, «se vivencie» conscientemente esta influencia — un mayor o
algunos principios-que no me ofrecen actualmente ninguna duda:
menor rendimiento o la m odificación del rendimiento— com o algo
relacionado con aquél. Estos procesos podemos explicarlos «p sicoló
1) Estoyconvencido de que no se consigue absolutamente nada con
gicamente». Si el obrero reduce su rendimiento para lograr un aumento
meros promedios, pqr ejem plo de la cantidad de producción o de las
del destajo, lo qlie nos interesa en ese proceso son los «m otivos» de la
ganancias a destajo, aunque fueran de grupos de obreros homogéneos
reducción de su rendim iento, porqu e pertenecen al mundo de lo
o aunque estuvieran clasificadas las diferencias en esos promedios por
«pensable», porque son directamente «interpretables» y porque no tie
procedencia social, por sectores, etc. Si la situación no es extraordina
nen necesidad de ser complementados en estos puntos decisivos para
riamente sencilla, es imprescindible aclarar conprecisión cóm o se realiza
nosotros (de eso se trata) por ninguna consideración psicofísica, psico
i en concreto la ganancia a destajo de los obreros, si se quiere valorar
lógica, fisiológica o bioquímica. N o s encontraremos posiblemente, no
correctamente la utilidad de esas cifras para la averiguación de la ca
necesariamente, con algunas complicaciones «psicológicas», sólo si
pacidad de rendimiento.
hacemos la regresión histórica hasta los motivos por Jos que el obrero
2) Es incontrovertible la tesis siguiente: algunas docenas de curvas
p id ió una e le v a c ió n del destajo, y con algunas co m p lica cion es
de rendimiento analizadas causalmente son más instructivas que las
psicofísicas si nos preguntamos cómo influyó lareducción consciente
mayores estadísticas masivas, que manejan cifras de promedios — cur
de su rendimiento sobre las condiciones «psicomotoras» del mismo, por
vas de rendimientos cuidadosamente seleccionadas, limpiadas luego de
ejemplo, o sobre la práctica, etc. Si el rendimiento del obrero decrece
«casualidades» y elaboradas en cuanto al nivel de las ganancias a des
inconscientemente por su «estado de ánim o» :— como realmente ocu
tajo diarias, en cuanto a las oscilaciones de los rendimientos entre días,
rre— , la «causa» de esto, es decir, ese estado de ánim o, se puede «r e
entre semanas y entre meses, siempre que esto sea posible, y luego
producir» introspectivamente, y, en cambio, su relación con el efecto,
hablándolas con los expertos, especialmente con los directivos de la
con el resultado, se puede «observar» y se puede «explicar» desde la
empresa y con los obreros, cuando sea factible (y lamentablemente lo
psicofisica com o un caso particular de una regla y, sin embargo, no se
es muy rara vez por diversos m otivos, no siendo en absoluto el más
puede reproducir introspectivamente en lo que interesa desde el punto
importante la oposición de la dirección de la empresa)— . N o obstante,
de vistade la causalidad. Si en el volumen del rendimiento se hacen valer
las cifras de promedios también tienen, efectivamente, su razón de ser.
los efectos de la práctica, habrá que entender entonces el punto de la
3) Las cifras de promedios pueden ser, en efecto, indicadores para
causalidad como un caso particular de una regla de la bioquímica, pero
averiguar las desviaciones llamativas respecto a lo que se esperaba, si
la «causa» no se podrá reproducir introspectivamente; sólo se podrá re
se las clasifica suficientemente por categorías laborales y por rendi
producir introspectivamente la sensación de tener una mayor práctica
mientos medios de los distintos obreros: los casos que se desvían hacia
136
137
PSICOFfSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL CUESTIONES M ETO D O LÓ G ICAS
arriba o hacia abajo son los que más necesitan una investigación indi NOTAS
vidual.
1. Véase sobre este punto, por ejemplo, R. Müller, «über Mossos Ergographen mit
4) Después de conocer, con la ayuda de las investigaciones indivi Rücksicht auf seine physiologischen und psychologischen Anwendungen»: Philos. Studien XVII
duales, cóm o surgen esas cifras, se estará en situación de trabajar p ro (1901). . .
vechosamente con los crudos prom edios de las grandes estadísticas sin 2. Sobre este punto y sobre el problema en conjunto, véase concretamente el trabajo de
el peligro de una sobrevaloración superficial: los «grandes números» Boltoncitadoen el capítulo I en losPsychologische A rbeiten, ed. por E. Kraepelin, vol. TV.
3. Expresión que B. W. Hellpach, por ejemplo, utiliza de manera similar (Grenzfragen der
son evidentemente imprescindibles com o final. Psychologie , p. 103), a diferencia de la «fisiología animal», que tiene que contar la fatiga desde el
5) Quien haya intentado realizar este tipo de investigaciones, aun momento en que se reconoce el rendimiento.
que fu_era en un nivel modesto, sabrá cuán necesario es guiarse conti 4. - Sobreestepunto, véaseel tratado de W. Helpach en laEbbinghaussche Z eitscbrift 1908
(«UnbewuB'tes oder Wechselwirkung»)
nuamente por los promedios durante la realización de la investigación 5. Losefectos del consumo de sólo 30g de alcohol al día se valorande modo que hacen falta
individual, com o control de ésta, para poder distinguir lo singular de nueve horas para realizar un rendimiento que, de lo contrario, se haría en ocho horas. Esto sin
lo importante desde un punto de vista general. La investigación indi perjuicio del hecho de que los experimentos de la escuela de Kraepehn (Aschaffenburg) sobre el
vidual tiene que servir de control para los promedios y éstos tienen que consumo de alcohol no hayan demostrado hasta ahora, como es conocido, un empeoramiento
cualitativo del rendimiento cuando se tomanpequeñas dosis (que, sinembargo, tienenefectos muy
servir de control para la investigación individual. La investigación notorios desde el punto de vistacuantitativo).
individual tiene, por ello, en el estado actual de los problemas, un valor 6. Son importantes, sobretodo, lasestadísticas suizassobre reclutas (Schweiz. Statistik L ie f .
y un sentido «crítico respecto a las cifras». 62, 65, 68), mucho menos importantes o nada importantes lasitalianas (Ann. d i stat. Ser. Hvol. 2,
1878), las bávatas (J. Ranke, Beitr. z. Anthrop. u. Urgesch. Bayerns, vol. IV), las de Schleswíg y
Mecklemburgo (Meisner, Arch. f. A nth rop ., XIV, XIX), lasnorteamericanas (Elliot, Gould, 1865,
En la exposición que sigue no se va.a intentar proporcionar resul 1869), etc. Véase sobre'este punto, por demás, Lexis, su artículo «Anthropologie» en la tercera
tados objetivos que den nuevas soluciones a los problemas aquí comen edicióndel H andw .-Bucb cl. Staatswiss., p. 531. Lasmediciones enumos dediferentes capassociales
son importantes paralacuestiónde losefectosde laalim entación y defactores similares (paraniños
tados. N o obstante, la exposición va a incluir una serie de cálculos sobre de minerosy de las ciudades: GeiB'ler yUhlitzsch, enZ. des sichs. Stat. Bureau, 1888, p. 317; para
el nivel de aprovechamiento de las máquinas, que he hecho basándome niños pobres y ricos: Pagliani, enAnn. d i stat., antes citado).
en los libros de los salarios y en las anotaciones puestas amablemente 7. Los Congresos internacionalesde Higiene y Demografía (el XIII en Bruselas, 1903, el XIV
a mi disposición por los directivos de una empresa industrial'^ Pero lo en Berlín, 1907) tienen una secciónpara «Fatiga del trabajo profesional», y enellos, tanto en 1903
como en 1907, seexpusieronponencias por parte de especialistas muy notables, segmdas de una
reducido del material estadístico excluye cualquier idea de que con él discusión, que ensumayor parte tuvo menos importancia. La mejor de las ponencias me parece la
se pueda «demostrar» algo. Las cifras tienen una finalidad ilustrativa de Roth (Berl. Kongr. 1907, vol. II, pp. 593 ss.); la ponencia de W. Eisner (en el mismo volumen,
. y quieren mostrar que, con cifras suficientes, habría algunas vías para pp. 573 ss.) tiene adjuntosvarios informes defábricas. Las demásponencias (Zunn, Treves, Imbert)
sólo resumen en su mayor parte resultados de trabajos suyos que había sido publicados en Otras
sacar de esas cifras más de lo que parecen decir a primeravista, y cuáles partes. Dejamos ahora a unlado la enorme bibliografía existentes sobre «enfermedades profesio
serían esas vías. nales», porque sólo nos interesa en la medida en que las explicaCTones medicas o de otros círculos
A m odo de mtroducción, debe establecerse a continuación, y Sin próximos aeste campo o aestos intereses suministren o puedan sumhusrrar algunos resultados o
métodos de utilidadheurísticageneral.
ning una g arantía de exhaustividad, totalmente irrelevante aquí, todo lo 8. Pues el hecho de que el ruido en las grandes naves de las fábricas no se síenra después de
q ue ya está actualmente establecido sobre las oscilaciones de los rendi una breve habituación no demuestra en s( mismo nada en contra de sus efectos. Segun Heilig, de
m ientos laborales y sobre las influencias externas e internas más impor los 574 casos de neurosis en obreros de que pudo disponer en «Haus Schonow» en las cerc:anto de
tantes que las condicionan y lo que se podría establecer en el futuro y Berlín, en el 11,2% de los mismos aparecía el ruido como su causa etiológica («Medizinische
Reform», enla revista Wochenschr. f. sozialeM edizin, 11Jahrg., 1908, p. 370).
cóm o está establecido, para analizarluegoalgurias curvas de rendimien 9. Imberty Mestre, «Recherches sur la manoeuvre duCabrouet et la fatigue qui en resulte»,
tos r'eales,exam inando las causas que puedan haberlas determinado y, e nB ull. de l'lnspect. du travail, Nr. 5.
naturalmente, las lagunas que dejan actualmente semejantes investiga- 10. Véanse sus trabajos D e la mesure du travail musculaire dans les professions manuelles
(Rapport au Congres international d'hygiéne alimentaire, París, 1906), «L'étude scientífique
dones, y sacar, de ahí algunas conclusiones metodológicas. Luego hay expérimentale du travail professional» (l'A nnée psychologrque, París, 1907) y, para los calculos
q ue intentar aproximarse brevemente a la cuestión que está en el tras mencionados enel texto, suponenciaenel Internat. Kongr. /. Hygiene undD em ographie, deBerlín,
fondo de todos estos comentarios: qué posibilidades puede tener ho y en 1907, vol. II, p. 636.
el intento de retomar, sobre la base de las disposiciones transmitidas 11. El ouvrierd uchaisG outhiers queImbert incluyenoescomparable, comoobservael propio
Imbert más adelante.
hereditariamente, el m edio social, profesional y cultural como fuente 12. Según Leubuscher y Bíbrowicz (D . med. Wochenschr., 1905, No. 21), de lOOpacientes
de las diferencias en los rendimientos de los obreros'9 obreros con enfermedades nerviosas, el 15,75% eran cajistas, el 9,75% carpinteros, el 5% cerra
jerosy el 1,9%mecánicos. La tesisdoctoral de Schonfeld, enla Universidadde Berlín, (1906:«Über
die Ursachen der Neurasthenie und Hysterie in Arbeiterkreisen»), contabiliza en la «Haus
138 139
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
Schonow» un74%de obreros cualificados y artesanos frente a un26%de obreros no cualificados.
Véase Roth, op. c it ., p. 614.
13. Véasenlas observacionesdeG. Heiligenlarevista W o c h e n s c h riff S oz.M edtzin , 16Jahrg.
(1908), p. 395, y Roth, op. cit., p. 614.
14. Sobre los efectos de la monotonía, algunas alusiones en Heilig, op. cit.
15. Nome soncouoddas lasposicionesde los expertos enconcreto respecto a laconstrucción 7
teóricadeW. Hellpach (Psychologieder Hystene , última parte). ‘
16. Propuestas al respecto en K. Hauck, «Intefnat. Krankheitsstatistik», en la revistaZeitschr. O S C IL A C IO N E S E N LO S R E N D IM IE N T O S
f Gewerbehygiene, UnfallverhütungundArbeiterwohlfahrtseinrichtungen, Viena, XlIJahrg.; sobre la DEL TR AB AJO IN D U S T R IA L *
técnica de las revistas de enfermos de las Cajas del seguro, en Eisnet (en Berliner Kongre/1, citado
anteriormente). .
17. Hasta qué punto sea medible directa o indirectamente el aspecto cualitativo del rendi
miento depende, naturalmente, de cada industria y habría que estudiarlo antes al tratar nuestros
problemas.
18. También han sido puestos a mi disposición amablemente por parte de la empresa ex-
nacros de las nóminas y ciertos cálculos necesarios para confeccionarlas. Sin embargo, yo no he
utilizado aquí casi ningún material recalculado por ini mismo, porque con frecuencia se me ponfa
de manifiesto la necesidad de calcularlas de o tra manera diferente. Las cifras dei texto persiguen
también, entre otros fines, mostrar que, envirtud de lamáxima franqueza de todos estosregistros,
es posible utilizar el material, sin embargo, para nuestros fines de manera que quede excluido por
completo que cualquier competidor, que viera estaslíneas, pudierahacercálculos de los coscesde A. DURANTE LA JORNADA LABORAL
laempresa. Como yo mismo no pude dedicar nada másque catorce díasde trabajoala elaboración
de extractos, hay que operar aquí con un material estadístico muy reducido. Pero para fines Una investigación verdaderamente exacta del rendimiento laboral a lo
ilustrativos debebastarmejoro peor, puesotros trabajos rilejmpiden ahoraescribirunamonografía.
largo de una jornada es posible, en principio, en todas las empresas que
19. Estas cuestiones son los temas de la encuesta de la Verein fUr Sozialpolitik sobre
«Anpassung und Auslese (Berufswahl und Berufsschicksal) der Arbeitcrschaft der geschlossenen puedan controlar el funcionamiento de sus máquinas con instrumentos
GroBindustrie», que se encuentra actualmente ensuscomienzos. Enconexión con loscomentarios de medición automáticos, y se está haciendo ya en muchos sitios. Pero
que he tenido con mi hermano, Prof. A. Weber, que por suparte ha presentado a la Comisión de sólo los períodos de tiempo entre dos pausas son realmente controla
]aVerein el primer proyecto de cuestionario, con unaexposición que esbozaba los criterios de esta
encuesta, yo mismo he redactado una Memoria por iniciativa de la Vereín, de la que he tomado bles en su totalidad sin crear roces ni mal humor, pues en los sitios donde
algunos puntos de vista. . los obreros pudieran, rechazarían esos instrumentos de control por la
molesta sensación de estar vigilados durante el trabajo a causa de la
lectura de los datos en la máquina cada hora. Las empresas que pueden
medir el consumo de energía eléctrica por horas estarían en condicio
nes de medir, al menos, las oscilaciones del rendimiento global de todos
los obreros en una jornada— en la medida en que se procurara eliminar
los factores engañosos— , pero sin que se pudiera determinar qué tipo
de obreros habían tenido un papel esencial en esas oscilaciones ni qué
diferencias hay entre sus componentes individuales por edades o prove
niencia (y sin que se pudiera determinar cóm o se podrían diferenciar).
El nivel de exactitud de los controles de estas oscilaciones tiene, natu
ralmente, muy distinto valor, según se hagan éstos atendiendo a la
distribución de la producción de una jornada (en una fábrica de lami
nado, por ejemplo, citada por Roth, solía ir al almacén en la primera
m itaddelajornadael57,5% detodalaproduccióndeldía,yenlasegunda
mitad el 42,5% ) o atendiendo a la observación del desarrollo del tra
bajo por parte de los maestros o, finalmente, a los datos de los propios
obreros *• Las informaciones de los directivos no apoyadas en cifras
exactamente controlables se contradicen entre sí respecto a los mismos
En la versión original, los apartados A, By C aparecencomo capítulos independientes.
140 141
:mr-
PSICOFlSICA d e l t r a b a j o i n d u s t r i a l
tipos de trabajo y, a veces, incluso respecto a trabajos dentro de la misma
fábrica. Es en cierto m odo plausible que la minería, con un trabajo de
tanto esfuerzo y que exige el funcionamiento de determinados múscu
los del cuerpo, y la industria de laconstrucción presenten los rendimien
tos más elevados en las primeras horas de trabajo de la mañana (en la
construcción porque los obreros consumen mucho alcohol a lo largo
del día). Pieraccini creía que el rendimiento corporal e intelectual al
canzaba su punto m áximo en la segunda y tercera hora de trabajo. Es
improbable que esa afirmación sea exacta para el trabajo industrial: aquí
depende no sólo de la dificultad del trabajo sino de si el obrero ha comido
algo por la mañana antes de ir al trabajo y de qué haya com ido; es
frecuente que los obreros retrasen la toma de algún alimento hasta la
primerapausa. Por logeneralexistendospuntosm áxim osde rendimien
to, concretamente en las industrias manufactureras: después del primer
café de las nueve o entre las 10 y las 12 (la pausa antes del mediodía)
y después del café de la tarde, alrededor de las tres o entre las cuatro
y las seis. En general, las horas de la segunda mitad de la mañana son
absolutamente las mejores; esto ocurre, por ejemplo, en la curva de
rendimientos de la empresa Siem ens&Halske A .G . reproducida por
R othy se afirm a lo mismo, incluso con mayor intensidad, de la indus
tria del alambre. En esos rendimientos, el efecto «estimulante» del café,
si el obrero ha ido casi totalmente en ayunas al trabajo, habrá que con
siderarlo solamente como un factor «desencadenante» de un mejor fun
cionamiento de todo el sistema psicofísico, determinado por la prác
tica (en las mañanas) y por tomar algo después de hecha la digestión
(en las tardes). La gran significación para el rendimiento de tener un
interés económico en el trabajo se pone especialmente de manifiesto en
las considerables diferencias que repetidamente se afirma que existen
entre los rendimientos de las últimas horas de la jornada, según exista
un sistema a destajo o una remuneración por horas: cuando se dice en
las fábricas de maquinaria que los obreros por horas pierden más rá
pidamente las «ganas» y que por ello se «cansan», hay que preguntarse
eií qué sentido se trata aquí realmente de un «fatiga». Algunos resulta
dos de los análisis sobre la distribución de los accidentes entre las horas
de trabajo que muestran un aumento continuo a lo largo de la mañana
hasta la pausa del mediodía y a lo largo de la tarde hástá, el final de la
jo rn a d a — com o ha h e ch o recientem ente R ille -T o p 2— p o d ría n
interpretarse tanto com o una prueba del aumentó'conf inuo de la «fa
tiga objetiva» (a pesar de un incremento en el rendimiento) o como
expresión de que un trabajo más intensivo aumenta el riesgo de acci
dentes. N o parece seguro que la tesis de álgunas fábricas de conservas
y de piel de que el rendimiento efectivo aumenta en las últimas horas
de la jornada sea suficientemente desinteresada — ese hecho podría ser
en sí mismo muy posible en el destajo-— y tampoco parece seguro que
142
OSCILACIONES EN LOS RENDIMIENTOS DEL TRABAJO INDUSTRIAL
esté apoyada en una investigación exacta, en el caso de que así fuera.
L o que todavía falta, antes que nada, es una diferenciación sistemática
de los obreros según el m od o de su puesta en funcionamiento del or
ganismo — por lo demás ya pedida por Roth— y una investigación
comparada de las categorías resultantes. Perofaltatambiénademás una
clasificación de los obreros según su proveniencia social y étnica, según
la edad y situación familiar, y una investigación específica de ellos en
relación a sus cur vas de rendimiento diario; estas clasificaciones no son,
por supuesto, nada fáciles de hacer y, en todo caso, exigen períodos de
análisis más amplios.
Casi está totalmente aceptado, se podría decir que con la sola
excepción de informantes tendenciosos, que el rendimiento en las horas
extraordinarias.tiene un valor mínimo (en las fábricas de alambres y
agujas, un 25% ), al menos si aquéllas se prolongan durante un largo
período de tiempo. En muchos casos, son pocos los días, siempre entre
14 y 21 como máximo, en los que se pueden hacer horas extraordina
rias sin que se reduzca el rendim iento global. Lo que importa, natural
mente, es en qué medida están exigidos los obreros antes de las horas
extraordinarias. Pero en este punto, la duración de la jom ada laboral
normal no nos daningún criterio, porque normalmente cuando se trabaja
a destajo el rendimiento es más intenso con una jornada más breve que
con una jornada más larga, y no sólo cuando se trabaja a destajo, según
parece con bastante seguridad. Este dato, con independencia de las
experiencias que Brentano comentó en su conocido escrito, y que han
sido comentadas con mucha frecuencia y que incluso se han ampliado
desde entonces, lo han transmitido también los empresarios volunta
riamente, por ejemplo, en la encuesta de Eisner en el sector de la fabri
cación de piel (ahora una jornada laboral neta de ocho horas y media),
en las fundiciones y e n las fábricas de maquinaria (el mismo rendimien
to en nueve horas que el que antes se hacía en nueve horas y cuarenta
y cinco minutos), en la fabricación de instrumentos ópticos; pero, al
mismo tiempo, han insistido, en el sector de la producción de alambre
y agujas, en la necesidad de controlar más profundamente las máquinas
al final de la jornada, cuando ésta es más corta, por q ue entonces se trabaja
de una manera más rápida: una consecuencia evidente de una mayor
fatiga a causa de un esfuerzo más intenso. Este incremento de la inten
sidad, por supuesto, no tiene siempre necesariamente el mismo efecto
que tiene la reducción del tiempo de trabajo en los famosos ejemplos
de manual, en el caso de las fábricas Zeiss, por ejemplo, es decir, que
en una jornada laboral más breve se rinda tanto, o incluso más, que en
una jornada más larga. N o obstante, sin em bargo, permaneciendo las
demás condiciones iguales — en concreto, permaneciendo igual la re
lación de poder entre obreros y empresarios— , una jornada laboral más
corta es casi siempre una cierta Señal, de un trabajo más intenso, aunque
143
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
no siempre se corresponda; significa, por tanto, una mayor actividad
fisiológica y también una fatiga extra para los obreros, calculado en
unidades de tiempo de trabajo, por ejemplo, en horas de trabajo (si se
sigue con los conceptos de Kraepelin). Y se entiende por sí mismo que,
en ese sentido, un mayor trabajo en una jornada laboral más breve no
resulta necesariamente más llevadero que en una jornada más larga. A
motivos similares se debe, en buena parte, el hecho de que haya retro
cedido en muchas fábricas la jornada laboral norm al «po r sí misma»
cuando se exige un mayor esfuerzo físico y psíquico de los obreros, es
decir, que haya sido acortada por los empresarios voluntariamente, aun
cuando con muchas dudas, por su propia experiencia de la no renta
bilidad de la jornada larga. Sobre esta cuestión, algunas palabras.
N o tendría sentido desarrollar aquí el amplio tema de la «jornada
laboral» con su extensa bibliografía3. Pero la cuestión, extremadamen
te importante, de cómo se diferencian las distintas industrias en cuanto
a los efectos de la reducción de lá. jornada laboral necesita todavía, aun
con lo mucho que se ha dicho ya al respecto, una investigación siste
mática apoyada en datos calculables. Falta todavía, por ejemplo, una
explicación precisa y franca sobre el tan discutido problema de hasta
qué punto la autom atización creciente, y la eliminación de la influen
cia del trabajo del obrero sobre la intensidad del aprovechamiento de
las máquinas y de los motores que la automatización conlleva, significa
un límite al principio de que una jornada laboral corta equivalga a un
trabajo más intenso; la explicación de esta cuestión sólo será fructífera
si se hace comparando el mayor número posible de distintos trabajos
de manipulación. Los materiales existentes que se puedan considerar
exactos se refieren casi por completo a industrias en las que se da una
considerable influencia de los obreros sobre la calidad y el ritmo de la
producción. L a exposición teórica más original, con una orientación
fisiológica y guiada por la práctica de la propia empresa, la ha sumi
nistrado A bbé en sus conocidas conferencias4; el consumo de energía
en la realización del trabajo lo atribuye a tres distintos factores: está en
función, en primer lugar, de lacantidadde manipulaciones de la misma
clase que haya que realizar, sin im portar en qué tiem po se realicen; en
segundo lugar, está en función de la rapidez del trabajo y, en tercer lugar,
por último, se corresponde con el consumo de energía «inútil» que se
realiza al trabajar con máquinas, es decir, como consecuencia de una
fatiga meramente «pasiva» producida por la necesidad de tener que
permanecer en una determinada posición, de pie o sentado, y muchas
veces agachado porque así lo exija larealización del respectivo trabajo.
Según A bbé, el hecho de que la reducción de jornada limite bajo cual
quier circunstancia este último factor improductivo de la fatiga cons
tituye el secreto determinante de su éxito. La primera de sus afirmacio
nes coincide con la teoría kraepeliniana de la fatiga, pero, por ello mismo,
144
OSCILACIONES EN LOS RENDIMIENTOS DEL TRABAJO INDUSTRIAL
está expuesta a sus mismas críticas (véase más arriba). La tercera afir
mación, que es acertada, se refiere básicamente en la formulación de
Abbé a los llamados por los higienistas trabajos «estáticos», es decir,
trabajos que no exigen el funcionamiento del sistema muscular grande-,
sino una misma y continua posición de todo el cuerpo (el estar encorvado,
sobre todo, no tanto el estar de pie) junto al movimiento ^ t ra b a jo
«dinámico»— de algunos músculos concretos : según Abbé, no son estos
músculos que trabajan dinámicamente los que muestran la fatiga, o
eventualmente una fatiga extra, en el caso, por ejemplo, de los pana
deros, de los zapateros, de los cerrajeros, de los herreros, de las plan
chadoras, de muchos trabajos en la industria textil, de los picadores en
las minas sobre todo, que trabajan tumbados, y también de los pulidores,.
sino que son los músculos «estáticos» los que lo manifiestan: varices en
los obreros que trabajan de pie, dolores lumbares en los zapateros,
dolores de espalda en los panaderos. (A pesar de todo, sin embargo,
cuando hay posibilidad de elegir, los obreros prefieren trabajar de pie
porque en este trabajo se pueden «d a r más maña».) Pero no todos los
trabajos de este tipo son «estáticos» y la formulación de A bbé necesi
taría una formulación más amplia, más psicológica-, en los trabajos
«estáticos» habría que tomar en consideración no sólo la posición del
cuerpo sino la «disposición» psíquica o psicofísica hacia el trabajo y las
inhibiciones de todo tipo que ésta lleva consigo como la otra cara de
la moneda. Esta perspectiva nos acerca de nuevo a las cuestiones de los
higienistas escolares, a la cuestión, por ejemplo, de qué efectos tiene el
tener que estar sentados y escuchando pasivamente a la vez que se exige
una amplia «productividad» del propio cerebro, tal como requiere por
sí misma la escuela, y a otras cuestiones similares. Difícilmente se puede
afirmar que existan conocimientos concluyentes al respecto. Y respec
to al trabajo industrial, el alcance de la perspectiva de A bbé necesita
todavía mucha investigación en las distintas industrias, por muy reco
nocida que esté su aportación, investigación que, como ya se ha dicho,
no debería limitarse al aspecto fisiológico del asunto y a la que sólo habría
que concederle quizá un margen de exactitud muy relativo.
Por lo que respecta a la segunda parte de su teoría de la fatiga laboral,
A bbé sólo la ha desarrollado de una manera bastante imprecisa. En
cambio reviste un gran interés su exposición sobre la «adaptación auto
mática» del trabajo5, a la que responden otras muchas y diferentes
experien cias, con in d epen den cia de si algunos elem entos de su
formulación vayan a resistir durante mucho tiempo la crítica especia
lizada. Según Abbé, se produce una compensación de energía entre el
trabajo y el descanso con una considerable independencia de la volun
tad y del conocimiento de los obreros de tal manera que, en un deter
minado tiempo de trabajo, la intensidad del trabajo logra un nivel que
se corresponde con el nivel de recuperación alcanzada. En realidad se
145
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
tiene la impresión algunas veces de que el nivel delr endimiento por hora
de trabajo oscila en torno a un punto óptimo que, ai menos cuando existe
un salario a destajo, se sitúa una fracción por debajo de la capacidad
m áxim a de rendimiento del «sistema psicofísico» de los obreros, punto
óptimo que, sin representar evidentemente un nivel constante, no os
cila, sin embargo, demasiado en sus grandes promedios, elevándosesólo
lentamente a consecuencia de la práctica, en la m edida y durante el
tiempo en que ésta tenga efectividad. Agran des esfuerzos por parte de
los obreros durante un día, durante una semana o durante un mes parece
sucederles casi siempre un brusco descenso del rendimiento en el pe
ríodo siguiente, la mayoría de las veces algo más corto (día, semana o
mes); de esto volveremos a hablar posteriormente. Sólo después de la
desaparición de este descenso suele manifestarse un aumento de la
práctica. Y parece asimismo que, cuando se reduce el rendimiento
efectivo diario por propia decisión de los obreros («auto-restricción»,
«fre n o ») — de lo que hablarem os más adelante-— , no se inhibe, sin
embargo, el aumento de práctica, pues no sólo suele darse un conside
rable incremento del rendimiento respecto al tiempo antes de la «auto-
restricción» una vez desaparecido ya el motivo para la «auto-restricción»
del rendimiento (lo que se podría explicar como una consecuencia directa
del «descanso»), sino que suele tener lugar un incremento del rendimiento
incluso durante la realización del trabajo «auto-restringido», más có- '
m odo, aunque evidentemente sea un incremento más lento que cuando
se trabaja sin ninguna restricción. N o está estrictamente demostrado
que, en el resultado final, el aum ento de práctica durante el trabajo «auto-
restringido» sea m en o r que cuando se trabaja con una tensión más
intensa, pero me parece que es muy probable. Las experiencias de la
fábrica Zeiss al introducirse la jornada de ocho horas son bastante
características: al principio iosobreros se «aceleraron» con todasu fuerza
para hacer un trabajo necesariamente más intensivo, luego se relajaron
y continuaron trabajando, según su opinión, ai ritmo anterior, más
cóm odo, pero, no obstante, trabajaban de hecho con una intensidad
mayor que la anterior en más de un 1/9 y yo no estoy convencido de
que esto se deba solamente a la reducción del gasto de energía «está
tica», denominado por A bbé «funcionamiento inútil» y que está pro
ducido p o r el continuo encorvamiento, y a la prolongación del tiempo
de descanso. También pueden estar interviniendo los efectos específi
cos de la «práctica» a consecuencia de trabajar durante un tiempo «de
manera acalambrada». Por lo que yo pude ver en las curvas de rendi
miento de los tejedores que calculé por días, por semanas y por meses,
suele suceder que la «familiarización» con un nuevo género, cuando se
trabaja a destajo y tratándose de obreros capaces y dispuestos, sea rápida
al principio, seguida de unadistensión, a la que le siguen de nuevo nuevos
impulsos y nuevas distensiones. Así, con continuas oscilaciones, los
146
OSCILACIONES EN LOS RENDIMIENTOS DEL TRABAJO INDUSTRIAL
obreros alcanzan paulatinamente un rendimiento medio en ascenso. M ás
adelante veremos más de cerca estas subidas y bajadas de los rendimientos
y veremos entonces también que los obreros que son interrumpidos en
esta posibilidad de trabajar a golpe de impulsos y de manera «relajada»
muestran una rentabilidad decreciente, a pesar de tener una notable
conciencia de su trabajo — por ejemplo, cuando les tocan siempre ur
dimbres malas.
Pero de esto hablaremos más adelante. Con estos comentarios algo
anticipados hemos llegado ya a la cuestión de si los rendimientos entre
jornada laboral y jornada laboral, o entre períodos de tiempo más lar
gos, oscilan y cóm o oscilan.
B. E N TR E DISTINTAS JORNADAS LABORALES
H ay que constatar de entrada que las oscilaciones de los rendimientos
de los distintos obreros, en un mismo tipo de trabajo continuo y de un
día a otro, son considerables y mucho mayores d é lo que a priori se po
dría pensar como probable, al menos en algunas industrias. Tornemos
como ejemplo algunos rendimientos de tejedores6, establecidos con la
ay uda de aparatos automáticos de medición y referidos cada vez al mismo
telar, al mismo género y a la misma urdimbre: poniendo el rendimiento
medio de cada vez en 100, nos encontramos los siguientes rendimien
tos de un obrero entre ios días 5 de junio y 11 de julio de 1908:
88,4; 8 6 ,7 ;— Pentecostés — 96,0; 116,0; 115,4; 99,5; 109,5 —
100,8; 108,3; 114,6; 97,5; 103,2 — 113,1; 89,4; 89,4; 76,7; 109,1;
99,3— 91,1; 97,4; 105,4; 96,9; 103,2; 99,8 — 84,8; 84,8; 109,1;
99,3 — 91,1; 97,4; 105,4; 96,9; 103,2; 99,8 — 84,8; 84,8; 93,7;
106,4; 87,3 (las semanas están separadas p o r los guiones).
La diferencia entre el rendimiento diario m ayor y el menor en este
período de cinco semanas llega al 39,7% del rendimiento medio, estan
do el re ndimien to máximo un 51,7% por encima del rendimiento menor.
En dos ocasiones ocurre que dos días consecutivos tengan el mismo nivel
de rendimiento, pero, por lo demás, las oscilaciones son muy grandes
precisamente entre días próximos: la oscilación mayor (109,1-76,7) es
un 32,4% del rendimiento medio o un 42,2% del rendimiento bajo de
los dos rendimientos siguientes; el promedio de todas las oscilaciones
de un día a otro es un 8,75%, o alrededor de 1/12, respecto al rendi
miento medio. Hasta dónde interviene en estas oscilaciones la hume
dad del aire, muy importante para la tejeduría del lino, lo muestran los
valores del higrómetro durante una semana comparados con los ren
dimientos:
147
PSICOFiSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL OSCILACIONES EN LOS RENDIMIENTOS DEL TRABAJO INDUSTRIAL
Registro higrom étrico 76 77 70 64 75 76 conjunto resulta incluso más desfavorable que en el otro caso, pues tiene
(valoresrándar = 80) un rendimiento un 7,2% menor que la media (de esto hablaremos más
adelante); pero el nivel de las oscilaciones de los restantes cinco días de
Rendimiento en % 113,1 89,4 89,4 76,7 109,1 99,3 la semana no aparece determinado por los niveles de humedad del aire.
respecto a la media En los restantes rendimientos que he calculado, el promedio de las
■ oscilacionesentre dos días consecutivos se sitúa entre el 6,83 y el 20,9%;
El punto más bajo del rendimiento cae, en efecto, en el día en el que hay algunas oscilaciones máximas entre rendimientos de dos días que
el nivel de humedad del aire dentro de la fábrica es muy desfavorable, llegan hasta casi el 100% del rendimiento más bajo- de los dos días, en
a causa del calor seco del aire exterior; uno de los dos rendimientos más los que, naturalmente, no se toma en consideración los fallos excepcio
bajos cae enel segundo díamás desfavorable, y toda la semana está, desde nales de las máquinas o de los «golpes de la lanzadera».
elpuntodevista de lahumedad del aire, un prom ediode 2,40/0 pordebajo Más adelante hablaremos sobre las razones de estas fuertes oscilacio
del rendimiento m edio del obrero. Pero, en lo demás, las oscilaciones nes de los rendim ientos entre dos días. Aquí sólo queríamos dejar
del rendimiento no están condicionadas por esas condiciones de la constatado este hecho. Hayquehacer notar que, por razones del material,
humedad. el rendimiento diario de los tejedores de lino está expuesto a oscilacio
Las oscilaciones observadas aquí no son en absoluto extremadamen nes más fuertes que en otras industrias, independientemente de su
te altas. H ay otras más elevadas. O tro obrero que trabajaba-el mismo voluntad y de su estado de ánimo; el número de veces que se rompe el
género y en el mismo período (entre el 10 de junio' y el 9 julio) en un hilo, que incide de manera decisiva sobre el rendimiento de la jornada,
telar un 8,4% más rápido y que trabajaba otro género distinto en un no depende completamente de las condiciones delairede la fábrica, sino
segundo telar, tuvo los siguientes rendimientos, en porcentajes de su ante todo de la calidad del hilo y del cuidado con que se haya alisado
propia media (naturalmente notablemente más baja en relación con el la urdimbre; el número de veces que se rompe se distribuye entre los
trabajo en un solo telar7: distintos días de form a tanto más irregular, naturalmente, cuanto más
irregular y desfavorable sea lacalidad y e l alisado del hilo. Por otra parte,
95,6; 104,4; 88,5; 117,1 — 103,3; 99,6;' 108,3; 85,2; 98,8; 92,1 el ritm o del trabajo depende en gran medida no sólo de las cualidades
- 9 1 , 6 ; 110,9; 78; 77,8; 93,3; 95,5; — 97,8; 110,8; 110,5; 100; del obrero sino también de su voluntad, que puede dejar apagado el telar
80,1; 121,7; — 96,5; 105; 137,5. para arreglar una rotura del hilo o un enredo de hilos en la urdimbre
según él quiera o lo necesite para tomarse un respiro. Hay numerosas
La diferencia entre el rendimiento mayor yelm en or representa aquí fábricas en las que esto ocurre con frecuencia y hay otras en las que el
el 59,7% (137,5-77,8) del rendimiento medio y un 76,7% del rendi obrero está en una situación inás desfavorable — suponiendo siempre
m iento diario más bajo; la mayor diferencia entre rendimientos de dos la misma intensidad y eficacia del control que ejercen los «maestros»— ;
días consecutivos representa el 41,6% (121,7-80,1) del rendimiento merecería la pena clasificar las industrias o las categorías laborales por
m edio y el 5 0,2% del rendimiento más bajo de los dos días; la media la medida en que el obrero está «encadenado a la máquina»,_en el sen
de todas las diferencias entre dos días consecutivos esel 14%, o casi un tido de la palabra em pleado aquí.
séptimo, del rendimiento medio. Si para examinar la influencia del nivel N osotros, en este momento, sólo nos preguntamos si se pueden
de humedad del aire tomamos aquella semana que ■fue muy desfavora poner en relación eln iveld e las oscilaciones de los rendimientos diarios
ble por término medio, resulta lo siguiente: y los distintos dias de la semana. En los ejem plos anteriores no se
encontrará ninguna huella de esa relación: los rendimientos diarios
N iv e l del higróm etro 76 77 70 '6 4 75 76 parecen saltar hacia arriba o hacia abajo sin ninguna referencia a la
(nivelestándar=80) posición del día dentro de la semana. Quizá resulte un cuadro distinto
si se tomaran en consideración los rendimientos de grupos mayores de
91,7 110,9 78 77,8 ' 93,3 95,5 obreros. Recordemos lo que se ha dicho hasta ahora sobre este tema.
En cuanto .a las oscilaciones de los rendimientos a lo largo de la
Aquí coincide también el menor rendimiento de todos los días con semana, la opinión unánime de los directivos de la empresa apunta a
el día más desfavorable, como en el caso anterior, ■y el segundo rendi que el peor día de la semana es el lunes: es la consecuencia de las cos
miento más bajo con e) segundo día más desfavorable, y la semana en tumbres dominicales de la población alemana a diferencia de los do-
148 149
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
mingos ingleses, que tienen su importancia para la capacidad de ren
dimiento de los obreros, pues, al tener libres las tardes de los sábados,
el consumo de alcohol se traslada al sábado y el dom ingo sirve para
superar las consecuencias de la bebida8. El rendimiento de los lunes
parece estar muy deprim ido eni los trabajos que requieren relativamen
te mucha inteligencia, por un lado, y en los trabajos muy monótonos,
por otro. Este último punto sería muy significativo para la psicología
del trabajo, si se pudiera confirmar con mediciones exactas. Las opi
niones sobre el rendimiento laboral de los sábados por la tarde difieren
bastante entre sí. Existe tanto la opinión de que el sábado, o incluso los
dos últimos días de la semana, arrojan un rendimiento menor como la
opinión de que es el final de la semana donde se sitúa el trabajo más
intensivo, cuando se trabaja a destajo. Faltan todavía hasta ahora com
probaciones exactas sobre ese día y sobre los otros días de la semana.
Los materiales sobre los rendimientos diarios medidos con exactitud
que he calculado — materiales bastante modestos desde el punto de vista
de la cantidad, pues sólo abarca algo más de 100 semanas de trabajo
(en vez de, pongamos por caso, diez mil):— arrojan el siguiente cuadro
para una determinada cantidad de tejedores varones: si ponemos 100
al rendimiento medio del día de la semana que lo tenga más alto, ese
día resulta ser el miércoles, y en relación a él se agrupan los restantes
días de la semana de la siguiente forma:
lunes martes miércoles jueves viernes sábado
93,61 96,45 100 96,79 98,64 99,54
La semana mostraría, por tanto, una curva de rendimiento con una
subida más fuerte entre el lunes y el miércoles y con una subida menos
fuerte entre el jueves y el sábado, separadas por un descenso entre el
miércoles ye 1jueves. Si calculamos ahora, en las semanas en las que algún
día haya destacado especialmente sobre los demás con un rendimiento
muy alto, estos días de los rendimientos más altos, resulta que esos
máximos diarios se distribuyen entre los días déla semana de la siguiente
forma (si se distribuyeran uniformemente entre todos los días de la
semana, cada día debería tener un 16,6% del total):
lunes martes miércoles jueves viernes sábado
%de tos casos 10,9 14,1 29,3 15,2 14,1 16,4
Si calculamos, por último, los distintos días por la frecuencia con
que se produce un aumento o una disminución del rendimiento respec
to al día anterior (en los mismos obreros), resulta el cuadro siguiente
para aquellos casos en los que se manifiesta realmente una desviación:
el rendimiento creció ( + ) o disminuyó (—) en los casos analizados los
150
OSCILACIONES EN LOS RENDIMIENTOS DEL TRABAJO INDUSTRIAL
lunes martes miércoles jueves viernes sábados
+42,3 +8 8 ,6 +68 + 38,8 +56,3 +48,8
-57 ,7 -33,3 -3 2 -62,2 -4 3 ,7 -5 1 ,2
En estas circunstancias (muy influenciadas por el campo) el lunes,
que cuenta con casi un 11% de rendimientos máximos, muestra, a pesar
de todo, un aumento respecto al sábado en más de 2/5 de los casos, es
decir, que, al menos en este sentido, está en una situación más favorable
que el jueves respecto al miércoles. La excelente posición del miércoles
com o jornada de trabajo se destaca asimismo cuando se cuentan los
aumentos de rendimiento y también cuando se cuentan los rendimien
tos más elevados. El martes también es bueno, midiéndolo por la re
lación entre aumento y descenso de los rendimientos, y lo es en un grado
más alto de lo que sería necesario para compensar el desequilibrio del
lunes respeto al rendimiento del sábado anterior. Sin embargo, el au
mento del martes al miércoles es aún más frecuente que el aumento entre
lunes y martes. El jueves aparece como un día en el que el rendimiento
tiende a relajarse en la mayoría de los casos, pero esa pérdida no llega
a caer al nivel del martes, conio muestra el número de veces que tiene
los rendimientos más altos de la semana. Los viernes y los sábados, por
último, se comportan de manera distinta en lo que respecta al número
de veces que+ienen los rendimientos más altos de la semana y al aumen
to del rendimiento respecto al día anterior, y también en lo que respecta
a los porcentajes de rendimiento de los distintos días. El viernes mues
tra un número de rendimientos máximos menor que el jueves y menor
que el sábado — que supera a todos los días de la semana excepto al
miércoles-— . El viernes muestra un nivel medio de rendimiento más alto
que el jueves y, en cambio, muestra un nivel medio más bajo que el sábado,
que también es el día que más se acerca en eso al miércoles. Por el
contrario, la frecuencia con que se da en los viernes un aumento de
rendimiento respecto al jueves no sólo es mayor que la frecuencia con
que se da el jueves respecto al miércoles (pues el jueves viene después
del día del rendimiento semanal más alto), sino que también es mayor
respecto a la del sábado, en el que predomina un descenso de la frecuen
cia de aumentos del rendimiento. Esto no encierra en sí mismo ninguna
contradicción: expresa, más bien, que se aprovecha con especial inten
sidad el reducido tiempo para tejer de los sábados, pues las horas fina
les del sábado, entre una hora y media y dos horas y cuarto, las emplean
para el mantenimiento de las instalaciones9 aquellos obreros < — mino
ría— que buscan tina ganancia mayor con el sistema salarial existente
en la empresa (salario a destajo con ganancia mínima garantizada y
bonificaciones por rendimientos altos), mientras que la m ayoría de los
obreros comienzan ya a tener un cierto ambiente de día festivo, con la
conciencia de tener un sueldo mínimo garantizado. Las cifras con las
151
;4 .-í-
OSCILACIONES EN LOS RENDIMIENTOS DEL TRABAJO INDUSTRIAL
PSICOFfslCA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
lunes martes miérc. jueves viernes sáb. semanas rend. más
que hemos operado aquí son muy incompletas: en más de la mitad de veces veces veces veces veces veces de trabajo elevados
los casos contienen mediciones de los telares en los que el tejedor tenía
que atender simultáneamente un segundo telar (eventualmente con otros a) 2 3 7 3 6 3 35 24
géneros muy distintos). Más adelante hablaremos de cómo se manifies-
' ta ese hecho en las cifras. A qu í escogemos para el análisis aquellos casos b) 3 o 7 4 2 5 27 . 21
en los que existen mediciones del trabajo en un solo telar, con lo que
toda la energía del tejedor se concentra en ése sólo. Para estos casos, e) 4 3 5 3 3 3 27 21
poniéndole 100 al día del rendimiento más alto, el rendimiento de los
días de la semana en prom edio es com o sigue: d) o 1 3 1 o o 17 5
lunes martes miércoles jueves viernes sábado e) 1 4 2 2 2 2 13 13
92,69 95,61 100 96,91 99,67 99,18
f) o 1 2 o o 1 5 4
El rendimiento más alto vuelve a encontrarse de nuevo los miér
coles e, igualmente, el descenso .más significativo se produce del m iér g) o 1 1 1 o 4 8 7
coles al jueves; en cambio, el viernes y el sábado están más cerca del
miércoles, y el sábado presenta un retroceso en vez de un aumento Para excluir en los tres obreros a, b y e, el m ayor número posible
respecto al viernes. El hecho de que en tejedores que trabajan dos te de elementos casuales, pues en ellos se han contando muchas semanas
lares el sábado presente una situación más favorable, en armonía con de trabajo, se pueden reproducir aquí las oscilaciones del rendimiento
el número relativamente alto de rendimientos máximossemanales que medio en cada día de la semana (el máximo es de nuevo 100):
arroja el sábado (véase más arriba), se podría quizá explicar, si las cifras
al respecto no fuesen demasiado pequeñas, por otras condiciones que lunes martes miércoles jueves viernes sábado
genera el propio trabajo en dos telares y que comentaremos más ade a) 92,3 96,4 100 97 98,4 99,2
lante. El hecho de que el lunes esté muy pordebajode lamedla se explica b) 90,8 93,3 98,3 95,6 100 96,5
por la diferente composición del grupo de obreros que se analiza cada e) 97,2 96,5 100 92,4 89,7 94,7
vez, y que vamos a mencionar en seguida. El nivel de rendimiento, el
aumento o el descenso de rendimiento y los rendimientos más altos de Los tres obreros han nacido en el campo, pero el obrero e reside en
martes a miércoles, de miércoles a jueves y de jueves a viernes podrían el campo, a diferencia de a y b, que son hermanos, y esademás el mayor
muy bien venir determinados predominantemente por el estado psico- de los siete obreros (cuarenta años), a lo que habrá que atribuir bási
físico (práctica, fatiga, recuperación^; pero se necesitaría naturalmente camente su mayor rendimiento los lunes, com o consecuencia de una
un material incom parablem ente más amplio, incluso para poder fo r utilización más sana del domingo. (El obrero e, que también reside en
mular esa afirmación como hipótesis. En la sección de dobladillos de el campo, logra asimismo unos rendimientos altos los lunes, alcanzaya
la misma empresa, donde trabajan obreras (muchachas jóvenes), la su rendimiento m áxim o los martes en vez del miércoles y luego, des
situación respecto a los rendimientos de cada día de la semana es,■según pués de un fuerte descenso, sube de nuevo el viernes.) Los obreros a,
la indicación del director de la fábrica, como sigue: -los rendimientos b y e (también e) se desvían de la distribución de los rendimientos más
suben hasta el miércoles y en parte hasta el jueves, y luego bajan. Los altos entre los días de la semana, comentada anteriormente, principal
libros de contabilidad que yo he examinado confirman esta impresión, mente respecto al viernes y respecto al sábado por los m otivos ya ex
sin que y o haya elaborado las cifras. Las diferencias individuales que puestos. Por lo demás, los obreros a y b pasan por ser fuertes y labo
existen detrás de las cifras prom edio mencionadas antes se pueden ver, riosos, pero lentos; f y g , ambos nacidos y residentes en la ciudad, son
por ejemplo, al comparar a siete obreros (a-g) en relación a los días de considerados com o muy hábiles y algo inconstantes; e y dpasan por ser
la semana en los que más destacaron sus rendimientos mas altos10. Estos medianamente fuertes y relativamente poco hábiles, y e está conside
se dieron en: rado com o un obrero muy constante y concienzudo, aunque no muy
rápido11; los obreros b, f y g eran sindicalistas.
153
152
PSICOFISICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL OSCILACIONES EN LOS RENDIMIENTOS DEL TRABAJO INDUSTRIAL
Por lo demás, es de señalar que no pueden rastrearse los efectos de te. En los oficios, por ejemplo, en los que juegan un papel importante
las cualidades personales de los obreros sobre la curva semanal, pues los ojos, la iluminación artificial durante los meses oscuros del año
querer ilustrar las diferencias individuales con cifrastan pequeñas podría presiona algunas veces sobre los resultados; esto ocurre en la fabrica
tener un cierto sentido , en todo caso, en relación con todas las otras ción de plumas de acero, donde se ha introducido la jornada de ocho
características del com portam iento de los respectivos obreros en el horas, en parte, por ese m o tiv o ). La situación de cada industria nece
trabajo (sobre este punto diremos algo más adelante), pero aun así sólo sitaría una consideración especial.
tendría sentido para esta fábrica y sólo con la máxima prudencia. Pero, al intentar determinar las oscilaciones entre las distintas
Las notas anteriores no pueden pretender demostrar la existencia estaciones del año o entre distintos meses o entre cualesquiera espacios
de una curva semanal de rendimientos «típica», en algún sentido, que de tiempo mayores, habría que prestar muchísima atención a los efec
quizá estaría sometida a condiciones muy divergentes desde el punto tos de la coyuntura económ ica general sobre el nivel de empleo de las
de vista étnico y geográfico, para cada fábrica (según el tipo de esfuerzo empresas, dependiente de aquélla, efectos que dificultan el análisis de
laboral requerido) y para la ciudad o el campo (según el tipo de diver la influencia de la estación del año com otalsobre el rendimiento, porque
siones dominicales y de consumo de alcohol). Aquí sólo quiere ilustrar lasoscilaciones coyunturales se manifiestan también en oscilaciones del
se realmente la posibilidad y la utilidad de esos cálculos. En las fábricas nivel de.aprovechamiento de la mano de obra. Se manifiesta directa
que funcionan con energía eléctrica pueden medirse con facilidad las mente, por ejemplo, en que la empresa «frena», es decir, «contingenta»
oscilaciones del rendimiento total a través de las oscilaciones en el con su máximo de producción a realizar. Esto ocurre en épocas de depre
sumo de energía eléctrica cada día de la semana. Es lógico que la uti sión cuando la reducción de las temporadas de trabajo no genera la
lización de este criterio exija tomar en consideración con precisión los deseada reducción de la producción, pues los obreros a destajo se re
tipos de trabajo y otros numerosos factores técnicos de la empresa. Y, sarcen con un trabajo más intensivo, mientras que baja la calidad a
en todo caso, habría que intentar adentrarse en los tipos de com porta consecuencia de ese trabajar demasiado precipitado. Las oscilaciones
miento de las distintas categorías laborales — quizá bastante diferen coyunturales tienen también efectos indirectos: en una coyuntura des
tes— según el tipo de empleo y la proveniencia social, si fuera posible, favorable, en la que los compradores esperan que los precios sigan
pero habría que hacerlo en todo casocuando el conjunto de los obreros bajando algo‘ más, los pedidos suelen ser por término m edio de canti
presente fuertes diferencias entre unos obrerosyotros. Puesno se puede dades pequeñas y suelen darse en el últim o m om ento en el que los
excluir a p riori la posibilidad de que en las curvas semanales de rendi necesitan urgentemente, es decir, con unplazo de entregamásbreve (esto
miento se pongan de manifiesto diferencias típicas,2^ es típico de la industria textil); por otro lado, las empresas suelen acep
tar en esas épocas pedidos que, normalmente, caen fuera del ámbito de
su actividad regular, con lo que las épocas de depresión tienden a pre
C. ENTRE PERÍODOS DE TIEMPO MÁS LARGOS. COYUNTURA ECONÓMICA- sionar a la baja el nivel de especialización empresarial — por ejemplo,
CO^^UURA SOCIAL: LA «AUTO-RESTRICCIÓN DEL RENDIMIENTO» en grandes sectores de la producción de maquinaria— . En las épocas
de crisis aumenta además el abigarramiento de la producción, al menos
Sobre las oscilaciones de los rendimientos según la^estacióndel año en lo relativo al tamaño de los pedidos, cuando las fábricas hacen tran
existen algunas m anifestaciones al respecto, pero apenasalgunos sacciones comerciales con minoristas y se- ven forzadas, por lo tanto,
materiales exactos. Está establecido el hecho general de que el rendi a diversificar su producción más que cuando negocian con mayoristas,
miento retrocede en el verano enlas fábricas que generan gran cantidad quienes permiten a la fábrica realmente limitarse a la producción de una
de calor (fundiciones 'de acero, soplado de vidrio), como ocurre en la especialidad— com o ocurre en Inglaterra— , mientras que los minoris
industria textil, concretamente en la del lino, cuando el clima es seco, tas exigen recibir todos sus suministros del menor número de provee
en especial con elcalorseco del verano, pues entoncesresultamuy difícil dores posible — de uno o de unos pocos— . Con otras palabras: las
lograr el grado de humedad correcto en el aire del interior de la fábrica. depresiones producen un retroceso en laespecialización y, porotra parte,
La opinión de que en recintos fabriles con buena calefacción y buena generan un trabajo irregular y precipitado. Esas épocas de crisispresio-
ventilación se trabaja mejor en invierno que en verano está muy exten nan sobre el volumen del rendimiento (por el cambio frecuente del tipo
dida además en fábricas de sectores industriales en los que la materia
de empleo por parte de los obreros) y sobre la calidad del rendimiento
prima no sufre directamente ninguna influencia, com o en la industria y, por consiguiente, sobre las propias ganancias adestajo. Por otro lado,
textil; esta opinión podríaser acertada, pero no siempre necesariamen las posibilidades que tienen los obreros en numerosasindustrias manu-
154 155
PSICOFÍSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
factureras de mejorar su rendimiento y sus ganancias a destajo están
ligadas a la calidad de la materia prima o del producto semimanufac-
turado que ellos procesan. Pero cuando la coyuntura es favorable, las
hilanderías, por ejemplo, hacen saber que no aceptan pedidos de las
tejedurías y están en situación de imponer las condiciones en las que
les sirven el hilo, y fuerzan a estas últimas a com prar mercancías que
en tiempos normales no comprarían— esto lo hacen alo largo del proceso t
de producción todos los productores anteriores respecto a los que les
siguen— . La consecuencia de esto — por ejemplo, el típico empeora
miento de la calidad del hilo— unida al trabajo precipitado propio de
la coyuntura favorable recae de nuevo en gran medida sobre el rendi
miento de los obreros en las industrias que continúan la elaboración del
i , producto, recayendo consiguientemente sobre las ganancias a destajo.
•! En las coyunturas favorables, esto constituye una fuerte incitación a la
huelga y luego, en las primeras épocas de la depresión, cuando hay que
trabajar un material malo que se com pró forzadamente durante la
T coyuntura favorable, constituye un motivo para qué lasganancias sean
■;!1 menores. La popular idea de que «el empresario carga con los riesgos
de la empresa» es totalmente incorrecta en un sentido estrictamente
económico: no sólo la quiebra de su empresa deja a los obreros sin pan,
sino que cualquier error que cometa en la adquisición de la maquinaria
y de la materia prima recae sobre los obreros, de la misma manera que
también recae sobre ellos el mejor o peor funcionamiento délas ventas.
Todos estos factores que intervienen hacen extremadamente difícil para
muchas empresas que puedan determinar hasta qué punto se producen
oscilaciones de los rendimientos entre grandes períodos de tiempo, sea
por lá situación climatológica o por causas fisiológicas. N o existen
materiales exactos al respecto; más adelante volveremos sobre algunas
cuestio tres^re1a tivas a este tema.
,.D e la miájma forma que la coyuntura económica, también la coyun
tera s o c ia l ^afecta al rendimiento en aquellas empresas que permiten a
í ' los obrerosinfluirsobrelaproducción. H a y informaciones muy claras,
jyJ- ’ aunque sin una comprobación exacta, sobre el hecho de que las «con-
V - vicciones» d e los obreros y , e n especial, sus relaciones con el empresario
influencian su rendimTefitS^TTSs^qugjasTsoBri~la «auto-restricción»
practicada por los obreros son antiguas, pero se han incrementado sin
duda en las últimas décadas, paralelamente a la creciente racionalización
del sistemá salarial tendente a aumentar el rendimiento, pero paralela
mente también a las menores oportunidades de hacer huelgas a conse
cuencia de una mejor organización de los empresarios. Cuando los
empresarios responsabilizan a los sindicatos, sobre todos a los sindica
tos libres, por el galopante aumento de la «auto-restricción» del rendi
miento, es decir, de la limitación consciente del rendimiento por parte
de los obreros, ésta inanera de ver las cosas es probablemeñíé"démasia-
156
OSCILACIONES EN LOS RENDIMIENTOS DEL TRABAJO INDUSTRIAL
do superficial, con arreglo a como se pueden juzgar hoy en día las cosas.
La «auto-restricción» intencionada y consciente, no sólo la involuntaria
y dependiente del estado de ánimo, se da en todos los sitios en los que
exista algún sentí nii^nqdesohdandadentxeJjasoljreros o en una parte
significativa de ellos, aunque no exista una organización sindical. H a
blando en términos generales, los obreros tienen múltiples formas para
luchar por el precio de su rendimiento, consciente e insistentemente, pero
sin palabras. Puede ser tanto el lugro de 'destajós"más áltos cotño el
mantenlíñíeclto del ritmo anterior de trabajo y conservando los mismos
precios de destajo, o puede ser también, por último, el poner de mani
fiesto la conciencia de un malestar general, más o menos clara según su
proveniencia. Donde esto es un medio de la «política salarial» de los
obreros, representa la reacción inevitable a la asimismo inevitable política
salarial del empresario, cuyas consecuencias las sufren los obreros en
su propia carne. Una tejeduría de lino alemana con una producción
medianamente diversificada produce entre trescientas y cuatrocientas
clases de mercancías — incluyendo aquí variaciones como la superficie
de los pañuelos o el tipo y anchura de los dobladillos-— y, aun cuando
una parte considerable de estas diferencias sean irrelevantes para lo que
se exige del obrero y para la determinación de su salario, aun así hay
que calcular «correctamente», en conjunto, más de doscientos precios
de destajo tomando en consideración las diferencias existentes en el
equipamiento técnico de los telares (por ejemplo, la medida en que los
dispositivos mecánicos para parar la máquina cuando se quiebran los
hilos y para volver a encontrar los hilos quebrados ahorren tiempo y des
cargue la atención), las diferencias de los tejidos en cuanto a su com
posición (lino, medio lino, finura de los hilos), o su anchura y densidad
(número de tramas por centímetro), etc. H ay que calcular ios precios
de destajo de modo que la ganancia posible con cada uno de los géneros,
con un esfuerzo medio, no arroje unas diferencias demasiado llamati
vas, contra las que reaccionarían los grupos de obreros afectados — los
tejedores, por ejemplo— pidiendo una elevación de todos los precios de
destajo restantes. Pero el cálculo de los precios a destajo sólo puede
hacerse — si no quiere uno ser borrado de las tablas de los competido
res— cuando se tiene una idea global aproximada de lo que los respec
tivos obreros pueden producir por término medio en los distintos gé
neros o de lo que van a producir en el futuro después de alcanzar una
práctica suficiente.
Las épocas en que se comienza a calcular por vez primera una serie
de precios de destajo para determinados rendimientos, y en concreto
cuando se introducen nuevos géneros, son, por tanto, épocas críticas en
su mayoría tan pronto como los obreros notan lo que el reloj ha mar
cado. Aup sin ninguna organización sindical, existiendo una solidari
dad suficientemente desarrollada, los obreros suelen «auto-restringir»
157
/
1/
PSICOFlSrCA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
la producción sistemáticamente para lograr precios de destajo lo más
altos posible. Si lo logran, asciende rápidamente el rendimiento — así
ocurre muy notoriamente con las muchachas de la sección de costura
de la fábrica mencionada antes— . El empresario se ve obligado enton
ces, si quiere detener una subida generalizada de los salarios, a aplicar
una rebaja de los precios de destajo, medio que le presenta siempre
muchas dudas par a sus propios intereses.porque provoca huelgas o una
nueva «auto-restricción» de la producción o un malestar desfavorable
para elpropTUTéndínTÍenta'tVé35eTñas'árnbaj y para el reclutamiento
de nuevos obreros. Sise trata de unos pocos nuevos géneros, resulta más
fácil presionar sobre los destajos calculados al principio «demasiado
favorablemente» para los obreros, cambiando los géneros a otro telar
que tenga otros precios distintos. La «auto-restricción» por motivos de
«política salarial», es decir, la auto-restricción que tiene com o finalidad
influir en la fijación de los destajos y no otras causas tradicionales o
ilógicas desde el punto de vista económico, se desarrolla, si es aplicada
por amplios grupos de obreros, de manera similar a como se desarro
llaría una huelga — de la que muchas veces es un sucedáneo— , si no
hubiera obreros «dispuestos a trabajar»: la pregunta es quién puede
esperar más tiempo. A diferencia de la huelga, la «auto-restricción» no
requiere ninguna organización form al ni ninguna caja de mantenimien
to, los obreros no se quedan sin comer sino que limitan sus ganancias,
y su situación táctica es más favorable que la de la huelga en cuanto que
el enemigo no siempre está en situación de demostrarle a cada obrero
si ha «auto-restringido» la producción y en qué medida lo ha hecho. El
despido de un obrero notoriamente eficiente por una supuesta «auto-
restricción» sin estar fundado desde el punto de vista formal significaría
para el empresario, cuando los obreros no carecen de algún poder, cargar
con un odio que no se soporta a gusto. Las coyunturas en alza y, sobre
todo, la ampliación de la diversificación productiva de la empresa son
las situaciones específicas para la «auto-restricción» de la producción.
El círculo de obreros a los que abarca en el caso concreto y, por con
siguiente, su alcance puede ser muy distinto. Y naturalmente también
su éxito. Pero con el aumento del poder de las asociaciones obreras irá
ganando terreno a costa de las huelgas, que van perdiendo perspectivas.
Los empresarios exageran mucho su frecuencia actual, pero, a pesar de
todo, no se la puede infravalorar. U n obrero muy eficiente de la tejeduría
que hemos citado varias veces, hombre de confianza de un sindicato,
practicóla «auto-restricción» de la producción sistemáticamente durante
siete meses (de junio a enero), en una época en la que los obreros per
seguían la firm a de un convenio colectivo; y no sólo indicaron la auto-
restricción sus correspondientes maestros, sino también su propia cur-
vade rendimiento, que analizaremos más en detalle posteriormente, de
modo que su rendimiento quedó un 15% por debajo de lo que podía
158
OSCILACIONES EN LOS RENDIMIENTOS DEL TRABAJO INDUSTRIAL
haber producido a pleno esfuerzo, de acuerdo con el desarrollo de su
capacidad a lo largo de los nueves meses anteriores, mientras que su
salario se redujo-un 1 0 % 14. Com o la solidaridad de los obreros fracasó
en un abierto incumplimiento, producido, en últithó término-, por ellos
mismos, esta «auto-restricción» resultó inútil. El análisis posterior de
la curva de rendimientos mostrará qué difícil resulta la medida indivi
dual del influjo de esta auto-restricción en cierto m odo segura, cuando
entran en acción otros muchos elementos. Y esto vale naturalmente, y
sobre todo, para la gran mayoría de los obreros. En el caso anterior, la
media mensual'del rendimiento a destajo por día de la mayor parte de
los obreros empleados de manera continua y en circunstancias iguales
durante ese tiempo muestra un llamativo descenso en los meses finales
del otoño y del invierno de 1907/1908, es decir, durante la época más
aguda de la movilización, y ese descenso es un descenso global, tanto
en los tejedores como en las tejedoras; más aún, se manifiesta de manera
especial tanto en los tejedores de telares anchos como en las tejedoras
de pañuelos. La falta de material — del que se privó a los hiladores en
la situación forzada de la coyuntura alta— y aún en un grado más ele
vado la introducción de nuevas variedades o el incremento de la pro
ducción de éstas influyeron decisivamente en ello (de esto hablaremos
más adelante), pero no explican quizá totalmente que el rendimiento
diario calculado a destajo puro, que había subido por término medio,
entreagostode 1907 y agosto de 1908, al 85% y al 71%, en los varones
y en las mujeres, respectivamente, respecto del nivel de ganancia que
funciona como estándar para los hom bres15y que, en septiembre, había
subido al 85,6% y al 76,6%, respectivamente, muestre luego una ten
dencia a descender, llegando a su punto más bajo en febrero (79,6% y
64,0%, respectivamente) — tras el despido de aquel obrero— , parasubir
en marzo al 83% en los varones y al 74% en las mujeres y alcanzar en
el mes de abril el punto m áxim o del 91,6% y 78%, respectivamente16,
y aproximarse de nuevo, a partir de ahí, al antiguo promedio. La situa
ción climatológica suele tener un efecto sensible en la industria textil,
como ya se ha dicho, en el verano especialmente, cuando el manteni
miento del aire en el interior de los establecimientos produce dificul
tades sobre el nivel necesario de humedad, mientras que en el invierno
es mucho menor o ninguno. En febrero de 1908, el crudo frío de los
caminos hacia la fábrica pudo, evidentemente, haber reducido la agi
lidad de las manos, pero el rendimiento de enero, también un mes muy
frío, estaba en el 85% y en el 66,3%, es decir, mucho más alto, y con
cretamente entre los varones. Por esta razón, puede valer al menos como
explicación posible y plausible — dada por la dirección de la fábrica
respecto a una parte del invierno— el que el rendimiento se viera afec
tado por la coyuntura político-social, aunque no sea una explicación
estrictamente evidente.
159
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
i
Y a que estos comentarios han rozado la cuestión de la relación entre
los hábitos político-sociales de los obreros — podem os decir de su
mentalidad— y su rendimiento, podríamos detenernos un momento en
esta cuestión de la relación entre aquellos factores y la productividad
de los obreros. En la cuestión de la calidad de los sindicalistas social-
demócratasen cuanto trabajadores, bastantes empresarios imparciales,
y de empresas muy distintas, suelen conceder con bastante generalidad
que esos sindicalistas se encuentran normalmente, en cuanto a su ca
pacidad, entre los mejores obreros (no se refieren naturalmente a todos
los sindicalistas socialistas, pues eso sería una tontería, sino al «tipo»
del «más convencido» desde un punto de vista sindical). Esto ocurre
incluso en la industria metalúrgica de Renania-Westfalia, tan enfren
tada a los sindicatos, com o testimonia Jeidels. En el caso de la empresa
anterior también es esto exacto, en lo esencial. Todos los obreros va
rones que habían sido calificados por la dirección de la empresa como
«sindicalistas com prom etidos» muestran unos rendimientos máximos,
y los mejores trabajadores de la empresa se encuentran entre ellos, con
alguna excepción, según pude ver. El obrero expulsado en el conflicto
no sólo era quizá el más eficiente de la empresa, sino que los sindica-
listasestánindiscutiblemente en el primer puesto derendimiento y muy
por encima déla media, tanto entre los tejedores de telares anchos como
en los de telares estrechos.
Las tejedoras proyectan un cuadro distinto. Entre ellas parecen
destacar cualitativamente las que proceden de los círculos pietistas. N o
es ninguna casualidad que las dos obreras que ascendieron a maestras
en los dos departamentos dedicados a los dobladillos (alisado y deshi
lado) pertenecieran a esos círculos, aunque una de ellas procedía, por
familia y residencia, del cam po17. Tam poco es casual que ambas teje
doras de pañuelos, para las que vale lo mismo, estuvieran, por ejemplo,
entre agosto de 1907 y agosto de 1908, con un valor de destajo18 del
98% y del 99,6% de su rendimiento medio diario respecto al 71% de
las demás tejedoras en ese tiempo (véase más arriba) un 3 8% o un 3 9%
de m edia,respectivam ente,porencim adeaquél15. Y tam pocoloes, por
último, que en el trabajo de alisado, de gran responsabilidad y difícil
mente controlable, figure asimismo mano de obra pietista. En estos
fenómenos se ponen de manifiesto las consecuencias de evitar los sa
lones de baile y otras diversiones similares criticadas por el «pietismo»
— consecuencias, en otras palabras, de la «ascesis protestante», y de la
actitud interior respecto al trabajo profesional «qu erido por D io s»,
generada p o r aquella ascesis— . Tam bién se manifiestan los rasgos
«individualistas», y al mismo patrimonialistas — en el sentido religioso
de la palabra— , de la «disposición al trabajo» de su específica actitud
religiosa en la oposición de todos estos círculos al sindicalismo- Los
obreros educados en estas costumbres e ideas son, naturalmente, extre-
160
OSCILACIONES EN LOS RENDIMIENTOS DEL TRABAJO INDUSTRIAL
madamente rentables para los empresarios y, desde el punto de vista
de su beneficio, les es muy lamentable esta situación de que este poder
de la religiosidad se esté extinguiendo entre los obreros varones, aun
que hayan dicho expresamente que les sorprendía la más eficiente de
aquellas obreras «pietistas» por su inusualmente rígido sentido de la
justicia— que se manifiesta sin embargo de manera totalmente «indivi
dualista»— y por la dura defensa de sus derechos. H abráque investigar
muy cuidadosamente hasta qué punto semejantes fenómenos tienen
todavía validez general hoy, A m í me parece muy creíble que formen
parten, como residuos del pasado, de un contexto mas amplio, dentro
del que yo he intentado analizar estas cosas en otro lugar, y que siguen
siendo, en cierta medida, característicos de unas fuerzas que fueron
activas en la primera época del capitalismo industrial20.
Mientras que para estos círculos pietistas puede valer, probablemen
te en un grado bastante considerable, que una educación en una deter
minada «concepción del m undo» influya en gran medida el desarrollo
del rendimiento laboral — aun cuando no sea lo único exclusivo— , no
funciona esto mismo en situaciones paralelas por parte de los varones:
en la elevada cualíficación de los sindicalistas socialdemócratas — en
el caso de que ésta exista con carácter general— . Es muy plausible que
obreros conscientes de su rentabilidad como «medios de producción»
y motivados específicamente por su propia disposición se conviertan
en sindicalistas — y, en las circunstancias actuales, en socialdemócra
tas, atendiendo a la mayoría de los casos— , mientras que sería nece
sario analizar con mucha precisión si la educación socialista o una
posterior inmersión en las ideas del socialismo — que quiere ser un
sucedáneo de religión, aun cuando sobre la base de convicciones dia
metralmente opuestas— podría ser apropiada para despertar capacida
des adormecidas que pudieran favorecer el rendimiento laboral. Esto
es, en todo caso, muy problemático y llevaría ahora demasiado lejos,
cuando estos problem as sólo podrían ser abordados con imágenes
miniaturas; preferimos volver a otras consideraciones desde las que, con
los medios de que disponemos, parece más accesible el camino para un
tratamiento más exacto de la cuestión.
NOTAS
1. En los materiales de Ja encuesta de A. Levenstein, que amablemente me han sido cedidos
para su examen, hay datos sobre la evolución de la fatiga, que, en todocaso,só\o sirven para la fatiga
subjetiva (véase más arriba).
2. H . Billc-Top, tcKopenhagen: Die Verteilung der Unglüclcsfalle der Arbeitcr auf die
WochentagenachTagesstunden»; Zentrafb!. f. adg. Gesundheitspflege,27Jahtg, (1908),p. 197.Los \
datos están tomados de Ja consuJta privada de su autor. La distribución de las cifras absolutas era
la siguiente (1898-1907):
1 6 1
m
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL OSCILACIONES EN LOS RENDIMIENTOS DEL TRABAJO INDUSTRIAL
6-7 7-8 8-9 9-10 10-11 11-12 12-1 1-2 El número de accidentes de los sábados es consecuencia del alcohol (el viernes es día de paga);
hombres 2 ll 12 16 20 34 5 9 el distinto comportamiento de los varones y de las mujeres en los primeros días de la semana es,
mujeres 2 2 3 8 8 6 l asimismo, consecuenciadel mayor desgaste de saludenlos hombres respectoalasmujeres. Por falta
/ de espacio no entro ahora en los datos estadísticos oficiales (estadísticas de accidentes), cuya signi
2-3 3-4 4-5 5-6 6-7 7-8 8-9 noches ficación para la cuestión del «exceso de fatiga» ha sido comentada en repetidas ocasiones.
hombres l4 26 29 20 7 2 2 7 13. Por ejemplo, C. J. Wentworth Cookson (Australia), sobre cuyas manifestaciones, alasque
mujeres 5 8 2 5 3 1 1 1 no he accedido en su original, se puede comparar, entre otros, Soziale Praxis, 1902, p. 890.
14. El rendimiento medio por jornada a destajo empieza en el mes de octubre de 1906 con
(Parte de las grandes fábricas cierran alas cinco). Las cifras para hombres y mujeres conjunta un80,3%del nivel estándar (véase notap. 15) yevoluciona por trunestres, por una mayor práctica,
mente se distribuyen de la siguiente manera: 6-9: 31; 9-12: 92; 12-3: 34; 3-6: 90. Lossábados, en de la siguiente manera: noviembre-dicieinbre-enero: 95,3%; febrero-marzo-abril: 114,J; mayo-
esas mismas franjas horarias: 5 - 16 -6 - 24; es el día siguiente al día de la paga, y sube el número junio-julio («auto-restricción»): 89; agosto-septiembre-octubre: 94; noviembre-diciembre-enero
de accidentes a la vez. que el rendimiento mds rápidameute que eo los otros días. Las cifras son (1908): 92,6. Las cifras correspondientes alasquincenas o a losmeses son: octubre de 1906: 80,3;
pequeñas, pero no sin valor. La diferencia entre hombres y mujeres es una consecuencia de los noviembre: 95,6 (primera quincena: 95, segunda quincena; 96,6); diciembre: 91,3 (primera
efectos del alcohol (véase más adelante). quincena: 88,6, segunda quincena: 94,3); enero de 1907: 98,6 (primera quincena: 94, 1, segunda
3. Aún menos, por cuanto el artículo «Arbeitszeit» (jornada laboral) de Herkner da una quincena; 103,3); febrero: 112,3 (107,1, 117,6); marzo: 112 (98,6, 125,6); abril: 119,1 (107,
^4^ acerrada visión de conjuntoenel Handw.-B. d. Staatswiss. 132); mayo: 91,3 (77,6, 105,3), brusco descenso a consecuencia de un cambio de género y de
4. Sozialpol. Schr., pp. 228 s. . modificaciones técnicas en el telar); junio: 87,3 (85,3, 89,3), comienzo de la «auto-restricción».;
5. Véase p. 233 de su obra citada. julio»: 88,3 (87, 89,6); agosto: 97; septiembre: 94,6; octubre: 93,6; noviembre: 90,3; diciembre:
6. ' La empresa se encuentra (enWestfalia) en un lugar con aspecto de ciudad, a una hora de 101,3; enero de 1908: 86,6. Sobre el modo de hacerel cálculoy sobre lasrazonesde estasllamativas
tren de vía estrecha de una gran ciudad industrial. En estos tejedores, como en los cálculos que oscilaciones entre los distintos meses, concretamente sobre los efectos de lacalidad de la urdimbre
seguirán a continuación, se han excluido aquellas semanas que tenían interrupciones por días de y el cambio de género, hablaremos más detalladamente después. Sólo tomando cuidadosamente
fiesta.y aquellos días en los que laproducciónse interrumpió por algúnacontecimiento ajeno a la en consideración todos los factores a tener en cuenta puede darse una imagen clara. Los efectos de
voluntad de los obreros y del desarrollo normal del proceso de trabajo (por ejemplo, un «golpe de la «auto-restricción» se destacan, junto con el descenso del nivel del rendimiento, en que las
lanzadera» que puede reventar cientos de hilos y puede bajar a veces el rendimiento durante casi oscilaciones eran inucho- menores (desde junio de 1907) cuando realizaba un trabajo «más
dos días a cero). cómodamente» que en la época en que el obrero aspiraba a obtener la ganancia máxima y por eso
7. Sobre este punto hablaremos más adelante. se suceden períodos de rendimiento muy alro con períodos de visible relajación. Esta regularidad
8. Sólouna investigación exacta podría mostrar hastaqué punto, por ejemplo, el rendimien sobresale cqntomás cuantoque, al mismo tiempo, aumentaban las oscilaciones de los rendimientos
to de los lunes de los obreros ingleses es más elevado o si es tan elevado como para más que medios diarios en los distintos meses y el rendimiento medio en la mayoría de los obreros que no
compensar la tarde libre del sábado. Evidentemente, la supresión de numerosas fiestas católicas ha ' practicaban la «auto-restricción» como consecuencia del sistema de primas introducido por la
significado para el rendimiento mucho más que sumera conversión en días laborables. dirección de la empresa enelmes de julio de 1907, mientras que elobreto que practicaba la «auto-
9. No es necesario indicar que los rendimientos diarias están calculados tomando en consi restricción» de la producción mantuvo surendimiento evidentemente muy por debajo del salario
deraciónestaoscilación del número de horas de trabajoenlosdistititosdías, es decir, quese apoyan mínimo garantizado. (Los motivos del aumento de las oscilaciones se comentarán después.)
en los rendimientos medios por hora de trabajo efectivo cada día. 15. Este nivel estándar es al mismo tiempo el salario mínimo garantizado, que cuando se
10. Sólo entran en consideración, como antes, los rendimientos más altos que sobrepasen al sobrepasa por el rendimiento a destajo se pagan primas.
menos en un 3% al siguiente rendimiento más alro. 16. Consecuencia, en parte, de los efectos del «descanso» generado por el trabajo auto-
11. A efectos de comparación, mencionemos por lo menos la curva semanal de una de las restnngido «más cómodo», en parte, de los efectos de la práctica y, en parte, por último, de una
obreras más laboriosasque haya tenido la fábricay que, sirviendo dos telares, trabajabaenelniismo situación higrométdca niás favorable (respecto al verano) (véase más abajo).
telar y el mismo género que, a veces, el obrero d: 17. Pues laarrogancia del «urbano» respectoal «pueblerino» pesa tanto tambiénestos círculos
(aunque la fábrica no está en una ciudad sinoen unpueblo conel carácter social de unaciudad) que
lunes martes miércoles jueves viernes sábado esa promoción casi provocó una especie de rebelión y se produjeron algunos abandonos.
91,4 96,2 100 95,4 99,6 95,6 18. Por simplificar, siempre se hace la relación sobre la base de la norma de Jos varones. Los
porcentajes dados, por tanto, son porcenrajes de ésta, es decir, del salario mínimo diario garan
No se evidencian diferencias respecto a la curva semanal típica de los obreros que trabajan en tizado a los varones.
un solo telar; el lunes arroja un rendimiento aún mucho menor que los obreros, lo que permite 19. La diferencia de rendimientose puede medir directamente, por ejemplo, en lo siguiente:
concluir que no sólo es el alcohol el que interviene en los menores rendimientos de los lunes: la la misma urdimbre con la que una tejedora (de 31 años y con una larga experiencia en trabajo a
muchacha, que dejó el trabajo para casarse, ya estaba comprometida en la época aque se refieren destajo) produjo en el segundo mes, con dos telares, en trece días, 43 docenas de mercancía sm
los rendimientos anteriores y losefectos del domingo no podrían considerarse en sucaso precisa defecto de «cualidad ÍII>», después de que se la había pasado alasegunda de lastejedoras «pietistas»
mente corno un «descanso»». Más adelante nos encontraremos, todavía con losefectos del desgaste mencionadasenel texto (de27 añosde edad) enel mismotiempo de destajo, produjo, enel segundo
erótico y los comentaremos con el ejemplo de esta obrera. mes, además de con tres telares, en los mismos trece días, 43,1 docenas de mercancía de «cualidad
12. Sólo llamaremos la atención ahora acerca de las cifrassuministradas por Bille-Top, en su II». No hace falta decir que, al igual que conlos sindicalistas, no toda tejedora pietista es manode
obra antescitada, sobre la distribución de los accidentesentre los días de lasemana, en Copenhague obra eficiente (ni, por supuesto, que sólo ellas lo sean). No se trata de eso, pero los fenómenos
(cifras obtenidas en su consulta privada): observados son, a pesar de ello, bastante característicos. (Una muchacha pietista, «no capacitada»»
especialmente por sudisposición física y psíquica, porque era lenta, Íue trasladada, con buen éxito,
lunes martes miércoles jueves viernes sábado de la Taschentuchweberei alos telares estrechos que requieren unesmero nuchfsimo mayor.)
varones 50 46 34 34 33 43 20. Resulta problemático hasta qué punto el catolicismo tiene que ver hoy con diferencias en
mujeres 4 10 12 10 9 13 la asunción del trabajo. Podría ser muy difícil encontrar casos en los que se pudiera aislar como
«causa»» de la existencia o de la carencia de determinadas cualidades. Evidentemente hay que
162 163
PSICOFÍSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
abordar el problema. Los datosdel censo laboral sonyaapropiados paraello. EnlasCartas obreras,
que edita A. Levenscein bajo el título Aus der Tiefe (Berlín, 1909), hay una carta de unobrero (pp. - V
82 ss., especialmente p. 91) que en surechazo total de la Iglesia tiene claramente una disposición
religiosa (pero como sindicalista). Su característica acritud hacia el trabajo y hacia et telar (p. 89
abajo) muestraquelaeconomíadelas fuerzaspsíquicasde estasnaturalezasserealizaaquíde manera
más favorable que en otros —correspondiendo a la función general de la religión—. Habrá que
volver a este punto en Otra ocasión. Por lo demás, tos impresionantes materiales (más de 6.000 8
encuestas, con frecuencia largascartas) que ha reunido Levenstein mediante un trabajo incansable
y exitoso (y del que esa publicación sólo da una débil imagen) son una mina para la «psicología» SEXO , ED AD , E S T A D O C IV IL , E T C , E N R E L A C IÓ N
obrer a, en el sentido de moral práctica y de concepción del mundo de la palabra —lo más valioso, C O N SU IN F L U E N C IA E N EL R E N D IM IE N T O LA B O R A L
entodo caso, que he conocido enese ámbito—. Esde esperar que se publiquen enextractos lo más
amplios posible.
Apenas existen investigaciones precisas sobre la aptitud para el trabajo
por sexos. Sería importante evidentemente tratar solamente aquellas
fábricas en las que sedé realmente una competenciaentrelos sexos. Entre
éstas figuran, entre otras, amplias ramas de la industria textil. En la
tejeduríadel lino no hay duda de que predominan los varones en el telar
ancho (para sábanas y similares): ni en. la antigua industria doméstica
ni en la actualidad se podía plantear el em pleo de mujeres en esa rama.
En los telares de pañuelos, por otra parte, me parece que la mujer sale
claramente favorecida. El único varón que estaba empleado en telares
de pañuelos en la fábrica de Westfalia que yo conozco (y que ha sido
citada ya varias veces) — el único obrero de fuera al mismo tiempo,
concretamente de Sajonia— , aunque era un ejercitado tejedor en sumejor
edad (de 30 a 31 años), estaba curiosamente por detrás de las tejedoras,
incluidas las más jóvenes y menos experimentadas; con un rendimiento
medio anual, después de descontar todos los complementos, de un 69,3%
del nivel estándar (véase más arriba), estaba por debajo del rendimiento
m edio de las tejedoras durante el mismo tiempo (71,6% ) y escasamente
alcanzaba el 70% del rendimiento de las mejores tejedoras (98% y 99,6%
en el caso de las tejedoras «pietistas», véase más arriba). ■En los telares
para hilado fino parece que hombres y mujeres compiten entre sí, ■de
m odo que las obreras eficientes rinden al menos lo mismo que los
hombres eficientes. Evidentemente, esto depende de los géneros.
Para una batista bastante gruesa, por ejemplo, con el mismo telar
y con la misma urdimbre en la que un hombre sustituyó a una mucha
cha que dejó el trabajo para casarse, los rendimientos del hombre,
m edidospor el número de tramas porhora,se pusieron sólo en el 87,3%
de los de la muchacha, en el m ejor rendimiento de esta última^ En este
dato hay que observar que ambos tejían a dos telares y que el género
1 6 4 165
PSlCOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
que corría en el otro telar era igual en ambos en cuanto al tipo de hilo,
anchura y consistencia; hay que observar también que la muchacha
pertenecía, por su fuerza corporal y por su capacidad de concentración,
al grupo de las tejedoras más eficientes y que el hombre pertenecía al
grupo de obreros medianos, aunque la muchacha se encontraba en las
inmediaciones de su boda2. El rendimiento de los varones sólo se aproxi
ma al de las obreras eficientes, y ocasionalmente lo supera, cuando se
trata de tejedores muy concienzudos y constantes, no demasiado cor
pulentos y hábiles con los telares estrechos. El obrero varón más efi
ciente de este tipo (sindicalista) tuvo, en los nueve meses que van de
septiembre de 1907 a mayo de 1908, un rendimiento medio diario en
•valor de destajo neto del 93,6% ; la muchacha más eficiente menciona
da tuvo un rendimiento del 80,6% del nivel estándar, es decir, un 13,9%
menos que el rendimiento del varón (con lo que de nuevo entra en
consideración la influencia de su boda inmediata)3.
La importancia de las mujeres y de las niñas no era pequeña en la
tejeduría manual — en la tejeduría de pañuelos y la mayor parte de las
veces también en la producción de linos estrechos— porque ellas po
dían permanecer allí durante en el verano en un número más elevado,
mientras que los varones, si eran campesinos, sólo podían trabajar en
las tejedurías durante el invierno. Los campesinos contrataban, no rara
vez, muchachas (hasta 9) para que tejieran para el entarimador. Entre
los albañiles la situación era similar, pues los hombres de este oficio sólo
en invierno podían sentarse al telar. Una empresa cerrada podría, por
sí misma, cubrir sus necesidades de trabajo no sólo para pañuelos sino
también para lino estrecho con mano de obra femenina, y sólo el nú
mero insuficiente de mujeres dispuestas a ir a la fábrica y la mayor
irregularidad de éstas (¡el matrimonio!) fuerza abuscarhombres, lo cual
es más caro; pues las posibilidades de un salario menor para los hom
bres en los telares estrechos y su exigencia de poder ganar más que las
mujeres, en cualquier circunstancia, obligan a garantizarles un «com
plemento por sexo» en los telares estrechos de más de un 1/5 de sus
ganancias a destajo, además de que el salario mínimo garantizado de
los varones era máselevado que el de las mujeres. Y mientras queel jornal
de los varones, con la inclusión de este complemento por sexo, supera
naturalmente al de las mujeres que trabajan en los telares estrechos y
sobrepasa también la media de todas las tejedoras, sólo los jornales de
los más eficientes entre ellos superan los ingresos netos diarios — sin
ningún complemento— de las tejedorasdepañuelos,mientras que éstas
últimas, por su parte, están significativamente por encima de la media
délos jornales de los tejedores varones de los telares estrechos con inclu
sión de aquellos complemento por sexo.
Las razones por las que, en esta empresa, el tejedor varón — o más
exactamente el tejedor con la máxima cualificación que ofrece esta
i
1 6 6
SEXO, EDAD, ESTADO CIVIL
peculiaridad westfaliana— despliega sus energías vitales al máximo en
el telar ancho y la mujer (de W estfalia) las despliega en los telares
pequeños para pañuelos (4 por tejedora en el caso de un aprendizaje
completo)'*, necesitarían, en primer lugar, un análisis técnico más de
tallado de las máquinas, que yo dejo totalmente a un lado, pues los
comentarios anteriores así como los siguientes de este artículo tienen
la finalidad de ilustrar el método, y no la de desarrollar una monografía
exhaustiva desde el punto de vista del contenido; en segundo lugar, los
datos establecidos aquí para una sola fábrica necesitarían naturalmen
te, antes de su generalización, su verificación en otras fábricas y habría
que mostrar entonces si el tejedor de la zona montañosa entre Silesia
y Sajonia se comporta de manera similar o si eventualmente se com por
ta de manera diferente, y hasta qué punto, teniendo un pasado total
mente diferente (los telares manuales de Silesia se diferenciaban con
siderablemente de los telares de Westfalia en cuanto a lo que requerían
de los tejedores)5, teniendo unas costumbres alimenticias totalmente
distintas y una constitución física notablemente diferente, lo cual tiene
que ver, en parte, quizá con diferencias en sus cualidades hereditarias.
El hecho de que el único tejedor varón de la mencionada fábrica
empleado de forma continua en los telares para pañuelos sea al mismo
tiempo el único que no es de la zona, sino del Este (del reino de Sajonia),
com o ya se ha dicho antes, puede ser una casualidad, pero quizá no
lo sea.
A l calcular conjuntamente los jornales a destajo de todos los teje
dores varones de esa fábrica (sin el complemento por sexo) y los de todas
las tejedoras para los meses comprendidos entre agosto de 1907 y agosto
de 1908, estando ocupados de manera continuada durante ese tiempo,
se ve que las tejedoras están alrededor de un 17% por debajo de los
tejedores varones: la causa de esto reside, en parte, en la inclusión, en
los hombres, de los complementos másaltos por telar único y los com
plementos extra en las urdimbres malas; reside, también en parte, en
el cálculo más elevado de los salarios para trabajos más difíciles en los
telares anchos servidos exclusivamente porhom bresy, por último, reside
también en la gran juventud de las mujeres. Las tejedoras de pañuelos
más experimentadas están considerablemente por encima de la media
de todos los varones y superaron asimismo el rendimiento medio de los
tejedores de telares anchos (9 4,3% ) en esa época en un 3 ,6 % -5 ,4 %
respecto a los mismos.
La cuestión de cómo afecta laedadde los obreros a su rendimiento
es muy diferente, por razones conocidas, en cada una de las fábricas,
mucho másdiferente que laconocida diferencia en la esperanza de vida
de los obreros de los distintos oficios. Una de las principales tareas es
establecer, para las distintas fábricas, dentro de sus diferentes catego
rías laborales y dentro de éstas según las diferentes proveniencias so-
167
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
SEXO, EDAD, ESTADO CIVIL
cíales, étnicas y profesionales los siguientes extremos: la rapidez o len
titud con que los obreros consiguen un nivel de eficacia de modo que casi había alcanzado, sin embargo, al final el promedio del tejedor a.
sea rentable emplearlos com o obreros a jornada completa4, cuándo ¿Es esto consecuencia, total o parcial, de la diferencia de edad? El más
alcanzan la cima de su rendimiento, cuánto tiempo se mantienen en ese i joven de ambos obreros muestra, com o se desprende de los datos apor-
nivel y cuándo desciende su eficacia hasta el punto de no ser ya renta 7 "JT= ' tados anteriormente con ocasión de las oscilaciones diarias, una osci-
bles como obreros a jornada completa o ni siquiera para el correspon ■j lación m ucho mayor en los rendimientos diarios que el obrero mayor:
diente tipo de trabajo. Cuándo un obrero ha alcanzado o-sobrepasado t -- el nivel d e rendimiento más alto y el más bajo de una jornada .están
la cima de su rendimiento por razones de edad se puede reconocer quizá, v separados en el más joven un 5 O% más que en el mayor; la oscilación
por lo general, por como se acerca al punto máximo de práctica: dismi máxima entre dos días consecutivos, alrededor de un 18,20%, la media
nución del tiempo empleado en aumentar su práctica. .Sólo un examen - de todas las oscilaciones de un día a otro, por encima del 40% . Parece,
minucioso de numerosos casos y comparables entre sí a lo largo del “ t-- por tanto, más propicio a la fatiga, pero por otra parte se muestra más
tiem po podría exponerlo, si es que realmente se pudiera, pues los casos . «experim entado» que el obrero mayor, que es su primo. La dirección
calculados por mí que dan fundamento a esa suposición (que es unasu- " u de la fábrica, sobre la base de las experiencias hechas con él, considera
posición totalmente provisional) no satisfacen estas exigencias tampo 7 sus cualidades relevantes para la aptitud para el trabajo, en especial la
co según la realidad, prescindiendo por completo .de su reducido nú rapidez de reacción y la capacidad de aprendizaje, como características
m ero. Sería útil aparentemente, por ejemplo, una comparación entre “ personales y es de la opinión que esas características lo destacan tam-
las curvas de rendimiento de los dos primos -— utilizadas antes para - bién respecto al hermano más joven (33 años). Tornemos ahora una curva
ejemplificar la medida de las oscilaciones de los rendimientos díaa día— , ; : de rendimientos de este herínano (e) trabajando en un solo telar y con
que tejían el mismo género en las misma semanas. Ambos obreros se ’ un tipo de m edio lino bastante flexible, entre el 21 de febrero y el 31
llevan una diferencia de edad de unos diez años. En realidad muestran de marzo de 1908. El cuadro de los rendimientos por semana (en pro-
diferencias que podrían deberse muy bien a la diferencia de edad. Si ^ medios porcentuales) muestra losiguiente:.88o/o, 91,9%, 88,3%, 99,5%,
ponemos los promedios semanales de los rendimientos diarios decada 104,2%, 107,8%, 114,7%, es decir, un progreso continuo sólo con un
obrero unos debajo de los otros — calculados en cada uno de ellos según v retroceso en la tercera semana. Sin embargo, las oscilaciones también
porcentajes de su rendimiento medio— , tenemos el siguiente cuadro: ' son muysignificativas en su caso: ladiferenciaentreel rendimiento diario
mayor y el menor de todo el período es el 76,4% (6 6 ,7 % ) de los más
a ) (37 años): 87,5 107,5 105,1 96,1 98,9 91,8 bajos, el 55 % (50% ) del rendimiento medio, la diferencia de dos días
b ) (28 años): - -103,3 97,1 90,8 103,5 111,1 consecutivos es el 59 % (3 3 ,6 % ) de los más bajos, el 4 2 % (3 1 ,7 % ) del
rendim iento m edio (los números entre paréntesis indican las diferen
El rendimiento del más joven cae bruscamente, por tanto, por la cias máximas siguientes y se han añadido porque el rendimiento m íni
influencia de la desfavorable humedad (citada ya anteriormente), de mo absoluto era debido quizá a una «tram a» no registrada por no tener
manera similar al rendimiento del obrero mayor, pero sube mucho más especiales consecuencias). La oscilación media entre cada uno de los
rápidamente, com o muestran los números, d e .manera tan fuerte que, dos días alcanza el 13,5%, es decir, sólo un 0,5% menos que en el primo
si se pone el rendimiento del tejedor que trabaja en .un solo telar igual _ más joven, aunque las calidades del m edio lino solían correr relativa
a 100 y se compara entonces el rendimiento del tejedor de dos telares, - mente bien y la estación del año era favorable.
resulta el siguiente porcentaje entre b ya para las diferentes semanas Tom em os además, finalmente, el rendimiento de un tejedor, no
durante las que se descifran los rendimientos de ambos: — emparentado con estos obreros y considerado como mucho menos hábil
y útil que ellos, que, con cuarenta años, sobrepasa al tejedor a en dos
76,1 73,5 74,7 82,7 97,3 años y que trabajaba en mayo, junio y comienzos de julio de 1908 un
tipo de lino estrecho de consistencia mediana, además de los medios
Estaseriemuestra que el tejedormásjoven (b ) ha caído ciertamente linos. El cuadro muestra lo siguiente: rendimientos semanales de su
algo más rápida (segunda semana), pero menos bruscamente que el media enporcentajes: 96,6, 8 9,5,95,3,106,106,4,106,4,92,6,110,8,
99,3, 101, 103.
tejedor mayor (tercera semana), y que aquél, aunque tenía que' atender
un segundo telar (pero con una especie de m edio lino liso que corre Encontramos también aquí una gran lentitud en el incremento del
aceptablemente, como casisiempre) además del género tejido por ambos, rendimiento, aun cuando, a diferencia del tejedor a, una subida pro
nunciada. Si ponemos unas debajo de otras las semanas en que ambos
168
169
PSICOFfSICA DEL TRABAIO INDUSTRIAL
obreros trabajaron al mismo tiempo, resulta:
a) 87,5 107,5 105,1 96,1 98,9 91,8
d) 106,4 106,4 92,6 110,8 99,3 101
Ahí n o s e puede encontrar ningún paralelism o. E n 1a cuarta sema
na, desfavorable desde el punto de vista m eteorológico, el tejedor d
alcanza su punto álgido, mientras que el tejedor a baja. Y si volvemos
a los días de esta semana crítica, se ve lo siguiente:
N iv e l del higrómetro: 76 77 70 64 75 76
a) 113,1 89,3 89,3 76,7 109,1 99,3
d) 115,6 115,1 122,6 102,8 98,8 109,3
En el tejedor d, por tanto, también se dio un retroceso, sus efectos
se muestran tan sólo después de los días desfavorables en toda su di
mensión, mientras que con el tejedor b se dio más rápidamente que con
el tejedor a y tanto más que con el tejedor d. Las numerosas casualida
des que posiblemente intervienen aquí impiden una interpretación. El
prom edio de las desviaciones de un día a otro es más débil en d (con
un 11,4% de los rendimientos medios) que en b y en c, el hermano más.
joven de a; pero, en cambio, probablemente a causa del doble telar, es
más fuerte que en a (8 ,5 % ); la diferencia entre el máximo y el mínimo
asciende al 66,7% de los más bajos y al 47,9% del rendimiento medio;
la máxima diferencia de un día a otro es el 56,5% de los más bajos y
el 41,5% del rendimiento medio. Esto son sólo unas oscilaciones m áxi
mas poco menores que enb (el obrero más joven, de 28 años) y también
que en c (el hermano más joven de a, de 33 años), pero son considera
blemente más altas que en el tejedor a, de 37 años: el doble telar es aquí
ciertamente el factor alterador. L a influencia de esta circunstancia
descalifica este ejemplo tan fuertemente como para ser utilizado como
«ejem plo» de una situación diferente, que hubiese sido demostrada como
una situación típica por num erosos y fidedignos casos de la misma
naturaleza. N o obstante, otros ejemplos distintos a estos casos, que yo
podría aportar, en relación a la menor «capacidad de práctica» (es decir,
una menor capacidad para adaptarse a nuevos géneros, que parece que
se presenta alrededor de los cuarenta años), no son necesariamente
concluyentes por otras razones — invariablemente porque preexisten
otros elementos— qu epodrían explicar la situación. Pero ahora hay que
dejar a un lado hasta qué punto interviene la diferencia de edad en las
diferencias que se han presentado en este caso. En la medida en qué así
fuera, habría probablemente que achacarle a eso ante todo el reducido
aumento de práctica en los dos obreros mayores ( a y d )7. Sin embargo,
la observación de una cantidad suficientemente grande de casos que
170
SEXO. EDAD. ESTADO CIVIL
fueran concluyentes y el control — donde fuera posible— de los sala
rios medios de las grandes empresas nos podría sacar de estas suposi
ciones inseguras. Los obreros más viejos de lafábricaZeiss han tenido
sorprendentemente un buen rendimiento con la intensi-ficación del
trabajo por la jornada de ocho horas, mejor que la mayoría de los obreros
más jóvenes (aumento de la intensidad en las primeras cuatro semanas
tras la introducción de la jornada de ocho horas: en los obreros mayo
res de cuarenta años = 100:117,4, sólo más alta en los obreros entre
22 y 25 años: 100:117,9; en los otros años, por grupos de cinco años,
entre los 25 y lós40: 100:116,7,114,9,115,8)8. En la tejeduría del lino
parece que decrece la necesaria agudeza visual frecuentemente después
de los 39 años, y a veces antes.
N o se trata aquí de obtener resultados, sino de mostrar, en un ejem
plo poco apropiado para la obtención de éstos, cómo se podrían lograr.
M ás adelante habrá que volver a los detalles de otros problemas que
sólo se han tocado al reproducir las cifras anteriores.
Finalmente, potdo quejcgspccta a ja influencia del estado civil, no
dispongo de materialsobre el tejnaJ^conocido’que'éf rechazo que tienen
los obrefT5s^'la'm ó«oToM ííí dcl trabajo decrece radicalmente por lo
general y de manera comprensible si el trabajo aporta unos ingresos
seguros, cuando los obreros son padres de familia. Es posible también
que soporten más fácilmente la monotonía desde un puntode vista físico
y psíquico por el hecho de que suele ser menor la influencia del alcohol,
al menos en términos generales9. N o existen investigaciones precisas
sobre todas estas situaciones. Son dignas de atención, pero necesitadas
también de una amplia comprobación, las explicaciones de H. Bille-
T o p 10, según las cuales, entre los casados, el salario a destajo sube, o
permanece en su cima,durante más tiempo— en torno a cinco años por
término medio— que entre los solteros; entre éstos, hasta los treinta
años, y entre los casados hasta los 35. El descenso que comienza en
tonces tiene una caída brusca en los solteros, según esa investigación,
un lustro antes— entre los 40 y los 45 años— que en los casados— entre
los 50 y los 55 años-— n . Un trabajo más descuidado y una indolencia
más temprana son, según la investigación, el frecuente resultado de una
soltería demasiado prolongada, es decir, que dure más allá de los 25-
30 años. (H a y que entender aquí que «soltería» en los obreros de una
ciudadquecuentaconel récord mundial de vida licenciosa no equivale
a abstinencia sexual: al contrario, lo determinante de la «eficacia» es
— presuponiendo que la observación sea correcta en general— el « o r
den» relativo del m odo de vida matrimonial, y no otra cosa.)
Y , como no hay nada nuevo que añadir a la inmensa bibliografía
sobre los efectos del alcohol en el rendimiento, suficientemente cono
cidos por lo general12, ni a lo que ya se ha dicho frecuentemente sobre
la influencia de las condiciones de la vivienda y de la distancia al lugar
171
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
de trabajo, y como no se ha investigado en absoluto la vida sexual de
los obreros en su relación con el rendimiento laboral — en absoluto
irrelevante, según yo creo13— , interrumpimos aquí el comentario de los
distintos factores que influyen de manera general en la configuración
de las curvas de rendimiento.
notas
1. Se puede conocer esro a partir de las primas pagadas, o no pagadas.
2. Que esta circunstancia también se manifiesta numéricamente en e\rená\m\entoseáespren-
de de lo siguiente: la muchacha en cuestión superaba al obrero varón mencionado también en la
media de los nueve meses anteriores a la boda (de septiembre de 1907 a mayo de 1908) en un 5%
(80,6% frente al 77% respecto al nivel estándar del rendimiento diario a destajo (véase más arriba).
Por el contrario, en el ano anterior los rendimientos de ambos estaban de la siguiente manera: La
muchacha: octubre de 1906 (primera quincena: 98,6%, segunda quincena: 88%, media mensual:
91,6%; noviembre (92%, 89%), media mensual: 90,3%; diciembre (85,3%; 84%), media mensual:
84,6%; enero de 1907 (78,3%, 86%): 82,5%; febrero (84,6%, 87,6%): 86%; marzo (75,3, 87,6):
81; abril (77,3%, 81%); 82,5; mayo (95,3%, 90%): 92,6%; junio (79,6%, 87,1%)': 81; julio (88,
93%): 90,3%; el promedio (en septiembre de 1906 y abril de 1907 trabajó pocos días): 86%, a lo
que hay que añadir que su rendimiento aparece gednickt (un 5% ) por el hecho de que durante todo
este tiempo (hasta junio) estuvo trabajando en géneros cuyas tarifas de destajo todavía tenían que
ser calculadas y fueron puestas más altas que la i:arifa calculada para ella (por eso, durante este
tiempo, obtuvo unsalariogarantizado equivalente al 88,3% por día). El obrero varón mencionado,
en cambio, produjo en el mismo tiempo, en valores de destajo diario, lo siguiente: octubre 1906:
79,6%; noviembre: 77,8%; diciembre: 78,8%; enero de 1907: 61,8%; febrero: 80%; marzo: 81,3
% (en abril faltó), mayo: 89,5%: junio: 74,8%; julio: 81,1%; agosto: 74,6%: promedio: 73,3%,
es decir, que fue superado por elladurante este tiempo más de dos veces y media, concretamente
un 12,75%. .
3. Pues un cálculo del rendimiento de ambos en e! año an terior da como resultado que este
obrero, con un rendimiento medio del 81,3% respecto a la norma, estaba un 5,5%.por debajo del
rendimiento de la muchacha.
4. El celar ancho tiene otras exigencias muy diferentes en comparación con el telar estrecho,
no sólo respecto a la fuerza corporal (cuando hay que pararlo y volver a ponerlo en funcionamiento
al reventarse los hilos) sino también respecto a la atención — según sea su construcción— . Se dice
— y esto habría que comprobarlo— que las exigencias de los telares anchos son más elevadas que
el atender a dos telares estrechos (lo especial en aquéllos está realmente en las condiciones ópticas
de poder controlar con la mirada extensiones tan grandes de hilos). Por otra parte, el servicio de
los telares pequeños para pañuelos, precisamente porque la rentabilidad de la obrera depende por
entero del núm ero de telares atendidos por ella (4), exige una atención y fijeza especial para las
numerosas y complicadas manipulaciones que hay que hacer. Pero, como se trata de pequeñas
superficies, los ojos trabajan menos que en los linos estrechos, y la atención requerida es íiiénor,
pues un fallo en el tejido sólo descalifica el pañuelo concreto y no toda la pieza, como ocurre en
otros lienzos, anchos o estrechos; también es menor la fuerza corporal requerida en comparación
con los telares estrechos, donde la manipulación de la carga Y la urdimbre siempre resulta de
bastante esfuerzo para las mujeres. La tejeduría de Jacquard, por último, requiere los niveles más
bajos de cualificación de los tejedores: la parte del león del trabajo cualificado se la llevan aquí las
máquinas, mucho más complicadas, y el jaleo de colocar las tarjetas que requiere los niveles
máximos de una tensa atención. Los fallos de tejido se ocultan mucho más fácilmente entre tejidos
estampados que en las telas lisas.
5. Incluso en sus dimensiones. Los potentes telares de Westfalia, lujosamente adornados en
acomodadas casas de labradores y, como se puede reconocer por las inscripciones- grabadas,
pasados de generación en generación como parte de la herencia y del ajuar, no podían ser
manipulados en lossótanossin fallas en el tejido (Knickschláge) a causa de las sacudidas del terreno:
por eso el ponerlos en los sótanos empeoró la calidad del tejido a mano y fue uno de los motivos
172
SEXO. EDAD, ESTADO CIVIL
por los que perdieron terreno, al descender la competitividad del telar mecánico, que no existe hoy
en algunos tejidos, y al mejorarse el grado de finura de los tejidos de lino. (Los molestos efectos del
«ruido de las máquinas» desde el punto de vista del sistema nervioso, problemáticos en sí mismos
y discutidos entre los médicos, no pueden superar el infernal espectáculo de los antiguos telares
manuales ni siquiera equipararse a aquél; si exisrieran todavía, a pesar de todo, esos efectos — lo que
parece muy dudoso, al menos en la Tejeduría— , lo decisivo debería ser realmente la calidad de las
impresiones acústicas, su continuo arrebato en el conjunto de la amplia nave.)
6. Se es que son realmente rentables. En otro caso, se eliminan en cualquier empresa con
cálculos ajustados. En la empresa textil frecuentemente mencionada, la «selección» de los obreros
se realiza básicamente de la siguiente forma: siguen caminos distintos (normalmente) la tejeduría
y la hilandería por un lado, y la costura con su lavandería y planchado, por otro. En este último
trabajo, especialmente en la costura (pues aquí es muy importante el número de obreras), entra en
consideración el origen mayoritariamente «urbano», es decir, de pueblos urbanizados, en un
sentido comercial y como domicilio de empresarios y rentistas: muchachas de educación «mejor»,
que prefieren el trabajo limpio y, en cuanto a su contenido, el trabajo doméstico en sentido
tradicional y que, en ningún caso, «bajarían» a las fábricas que están un piso más abajo de donde
viven, a pesar de sus mejores posibilidades de ganar. En la sccciónde costura, las muchachas reciben,
para la primera y la segunda semanas, un jornal, y luego, hasta la duodécima semana, un comple-
mentó al destajo que va bajando de semana en semana-, a partir de la semana decimotercera
(normalmente), trabajan a destajo puro. Por lo que respecta a I a tejeduría y al encanillado, se coloca
a adultos «con experiencia previa» (concretamente, antiguos tejedores, manuales o que hayan
trabajado ya con máquinas en otros lugares, siendo contratados en la empresa como obreros — lo
cual sólo ocurre muy exccpcionalmente, habida cuenta del carácter local de la plantilla— ) y se les
enseña allí mismo. Esto sucede asimismo con los jóvenes, pues el encanillado es realmente para ellos
la escuela de la Tejeduría. El encanillado podrían hacerlo muy bien las mujeres solas, pero se coloca
a principiantes varones para conservar un grupo suficiente de aprendices varones para la empresa,
que, de lo contrario, si los jóvenes fueran empicados en otros sitios, luego estarían poco cualificados
o se les reforzaría su inclinación a irse fuera. Los obreros varones procedentes del encanillado que
pasan a los telares tienen garantizado durante unos seis meses sus ganancias medias de los últimos
tres meses en el encanillado-, los aprendices que son colocados directamente en los telares reciben
un salario que sube dos veces alrededor de cada seis semanas. Si muestran suficiente práctica pata
ir acercándose a ganar el destajo nominal de los tejedores, se les garantiza ese sueldo como sueldo
mínimo y las tarifas de primas según las ganancias adicionales que vayan haciendo; son, de esa
manera, obreroscompletos. Esto ocurre después de cuatro meses, al menos; la mayor patte de las
veces después de 9-10 meses; si después de unos doce meses no alcanzan esta eficacia, se les despide
como inadecuados. En el encanillado, donde se da un destajo por kilo, con primas o penalizaciones
según la cantidad de desperdicios, también hay previamente un proceso de selección similar. A las
mujeres bobinadoras, en caso de que no se pasen voluntariamente a los telares— lo que acontece
por regla general no sólo por ganar más sino, según dicen expresamente, por ser «el trabajo más
interesante»— , se les pone en una época determinada ante la alternativa de irse o de pasarse a la
tejeduría, pues la empresa desea, para mantener a los aprendices varones, tener siempre sitio para
colocar a jóvenes varones como bobinadores. Son excepción algunas mujeres que posean muy
buenas cualidades para el encanillado. En concreto parece que no son apropiadas para.el duro
trabajo de tejerlas mujeres mayores y que han seguido solteras— aunque no exclusivamente ellas—
y son todavía útiles en el encanillado — mientras que el tejedor masculino en ese caso sólo podría
ser colocado como Platzarbeiter — y luego siguen siendo especialmente útiles, porque son inmunes
a la atracción erótica: entre julio de 1907 y agosto de 1908, dos bobinadoras mayores de 50 años
hicieron un rendimiento medio, calculado a destajo puro, del 73% una y del70,6% la otra respecto
al baremo masculino, rendimiento que sólo fue superado por una muchacha de 16 años, con un
79%, mientras que el rendimiento medio más alto siguiente, con uu 65,6%, estaba un 11% por
debajo en un caso y un 7,5% en el otro; los restantes rendimientos estaban entre más de un 20%
y un 50% por detrás, estando los jóvenes más por debajo que las muchachas. (Por lo demás, en el
encanillado había, junto a una obrera de 15 años, otra que tenía69 años.) Esta selección funcionaba
bastante sensiblemente, incluso dejando a un lado las solicitudes no tomadas en consideración por
descualifiación y contando sólo las despedidas. En el caso de [as obreras, no obstante, los motivos
de abandono son, en un tercio de los casos, «situaciones fa miliares», es decir, se trata, con muy pocas
excepciones, de la boda o de su preparación; esta «selección» es, en relación a la cualificación, una
173
PSICOFISICA DEL TRABAIO INDUSTRIAL
selección «sin elección», es decir, entre ellas se encuentran tanto obreras excelentes como
ntediocres. O tra fracción, el 1/10 de los casos, tiene com o motivos la ambición insatisfecha, tensión
con la maestra o estar descontentas con el salario. Entre las costureras está presente a veces la
intención de coser o cortar por su cuenta; en un caso, de una eficiente costurera, la entrada en un
puesto de servicio especialmente bueno; en el caso de una bobinadora de 63 años, el motivo fue
la invalidez; por último, en un caso el m otivo fue el paso a una tejeduría de una gran ciudad próxima.
9
En el resto, alrededor de un tercio de los casos, el abandono se debe a una deficiente cualificación,
G A N A N C IA A DESTAJO
donde juegan un papel los ojos, también la lentitud, es decir, una lentitud innata en las reacciones,
que se manifiesta luego en el paso al servicio doméstico, y, finalmente, una predisposición a la Y D IFE R E N C IA S DE R E N D IM IE N T O
histeria (un caso) yotrasfaltasde salud. Entre los varones, en una sexta parte de los casoslos motivos
para abandonar voluntariamente son asuntos personales o familiares; en un tercio lo es el deseo de
ganar o aprender más o el rechazo a la disciplina de la fábrica; en el resto (1/2), es la falra de cuali-
ficación. Entre éstos, en un caso tuvieron mucha importancia las inclinaciones eróticas, demasiado
fuertes, que ponfan en peligro La disciplina; en alrededor de la mitad, ojos débiles, en los restantes,
«lentitud» o torpeza general. Los excluidos por este último m otivo se hicieron, mayoritadamente,
albañiles, uno se hizo carpintero, otro minero y otro portero. Si se pone a la base el número de los
obreros que se encontraban a destajo en el otoño de 1908, los abandonos durante los dos últimos
dos años y medio están en la siguiente relación con el tamaño de la plantilla: entre los tejedores y
engomadorcs varones: 56 a 100; entre las tejedoras; 1 a 2; entre las costureras: 53 a 100. Los
despedidos pordescwa/rficacrów significaban entre las tejedoras sólo el 1/10 de la plantilla de 1908;
entre los tejedores, en cambio, las tres octavas partes. Para adaptarse al trabajo de ia tejeduría
En este apartado queremos analizar un conjunto de series numéricas
mecánica hasra el punto que representa el máximo nivel de práctica, se calcula una media de unos tomadas de los registros de los telares y de los libros de pagos de una
cinco años; se esperan los resultados más favorables de la inano de obra formada ya en su juventud, tejeduría — citada ya en varias ocasiones— y convertidos en porcenta
aunque en Alemania los dos años del servicio militar, por' mucho que favorezcan el sometimiento
jes de medias o de valores máximos según el m odo antes explicado. El
del obrero a la disciplina de la fábrica, podrían ser ciertamenre significativos com o una interrupción
muy palpable de la «práctica». único objetivo que se pretende con ello es lograr una imagen aproxi
7. Volverem os a esre punto al analizar las curvas del trabajo. mada de si se podrían encontrar factores causados_ «psicQfísjcamente»
8. Aqu í interviene el tipo d e distribución en los tipos d e puestos, el cual condiciona el nivel y en qjjé-^uoestas.
d e la capacidad para aumenrar la intensidad.
9. Pero esto precisamente no correspondía a la realidad, por ejemplo, en las encuestas que
A primera vista estos números presentan aparentemente un caos
vamos a mencionar en seguida en Copenhague y las enfermedades d e l aparato digestivo se daban totalmente arbitrario. Pedimos al lector que mire la Tabla I (p. 239),
nuis entre los casados: iconsecuencia de la falta de cualificación culinaria de las mujeres de los que indica qué porcentaje de la tarifa normal de los tejedores varones
obreros!
— que hace las ■veces de salario mínimo garantizado— ganaron deter-
10. H . Bille-Top, BidragtiídensociaieArbejderstatistik, Copenhague, 1904 (A . Bangs Porlag).
A su base están las experiencias de la Caja del seguro de enfermedad Aldertrtist en Copenhague. minados.tejedores, varones ym ujeres1, entre agosto de 1907 y agosto
11. Tam bién la morbilidad d e ambos grupos esm u y diferente, según esa investigación. de 1908 en prom edios mensuales, dejando al margen todos los com
__ 12. La encuesta de Levenstein contiene un cantidad enorme de material romado directamente plementos por sexo, las bonificaciones, las penalizaciones, etc., es
\de la boca de los obreros, que confirma totalmente las opiniones de Kraepelin en sus puntos
¥
/'esenciales.Bd.srcameníe, lastrabas de la policíayla falra de locales sindicales, etc., llevana losobreros
decir, tomando en consideración solamente la «ganancia a destajo»^
( ( a depender de los taberneros y, consiguientemente, del alcohol. Si se miran estascifras en conjunto, la primera impresión que se tiene
13. Es asombroso que no se haya organizado rodavía ninguna encuesta con los médicos -—ev i es la de una completa arbitrariedad, una impresión de subidas y des
dentem ente lo más internacional posible— que pudiera dar un cuadro de la frecuencia de fas
censos de los salarios de cada obrero sin atender a ninguna regla, la
relacionessexualesque se considera normal en las diferentes condiciones climatológicas, culturales,
sociales y émicas (primeramente de la frecuencia en las relaciones matrimoniales, que-' es el impresión de unas diferencias de rendimientos entre los distintos obre
termómetro más importante). Ésta podría ser una de las encuestas médicas más indicadas y ros y de su movim iento de mes a mes sin regla alguna: aparentemente
relativamente fácil de hacer. no se encuentra aquí, en absoluto, ningún paralelismo. Llama especial
mente la atención, dentro de los rendimientos de los distintos obreros,
algunos saltos bruscos hacia arriba de un mes a otro, que al mes siguien
te retroceden totalmente o casi. Esto ocurre, por ejemplo, en el tejedor
f de marzo a abril — haciaarriba— , en k-de diciembre a enero y en l de
marzo a abril — también hacia arriba— , y al mes siguiente retroceden
en todos ellos hacia abajo, etc.
Es preciso constatar de antemano que estos saltos, así com o las
diferencias en los pagos mensuales, no significan necesariamente, en
174 175
p s i c o f Isica d e l t r a b a j o i n d u s t r i a l
absoluto, unas diferencias en el rendimiento laboral efectivo. La ganancia
a destajo se fija, al calcular los salarios, según la cantidad entregada por
el obrero en el período remunerado. La entrega se produce por lo gerleral
después de terminar cada «pieza». C o m o cada pieza tiene una longitud
de unos 40 metros, la circunstancia casual de que una entrega se pro
duzca poco antes del final de mes o inmediatamente después puede
"^ g e n e ra r una oscilación bastante pronunciada. Pero el obrero tiene
i además la posibilidad de guardar intencionadamente una pieza en el
^ almacén y de entregarla algún tiempo después de su acabado efectivo.
Hacer esto puede tener un considerable beneficio, cuando, como en el
caso anterior, existe unsistemade bonificaciones salariales combinado
con el sueldo mínimo. U n mes con un rendimiento menor — por cual
quier motivo— puede dejar una pieza en el telar y se conform a con el
salario mínimo: como consecuencia de esta reserva, puede alcanzad al
mes siguiente un rendimiento especialmente alto (aparentemente) y, con
ello, un tipo de bonificación elevada. D e esta manera puede trabajar,
alternativamente, un mes «cóm odam ente» a la som bra del salario
m ínim o y poder ganarse al mes siguiente, con esta artimaña, sin exce
sivo esfuerzo, una bonificación.
N o hay duda de que se hace uso de esta posibilidad y de que, aun
cuando esto no ocurra intencionadamente, el cálculo basado en la entrega
de piezas, que naturalmente siempre se hace agolpes, influye notoria
mente sobre las cifras. A m odo de ejemplo se ha registrado en la Tabla
I, en el obrero k, como rendimiento de enero un .121,6%; el dato está
puesto entre paréntesis, porque el obrero sólo había trabajado los pri
meros 6 días del mes y se ha recogido la cifra excepcionalmente— sólo
a m odo de ejemplo— , a diferenciade todos los demás casos, donde estos
cortos períodos no se han tom ado en cuenta sencillamente por ser
incomparables. Esa cifra está más de un 50% por encima del mes an
terior y del mes siguiente, y esto se explica casi completamente por el
hecho de que en esos primeros seis días es cuando se produce la entrega
de 4 piezas de mercancía, dos por cada uno de los telares servidos (en
este caso, quizá, sin una intención planeada por parte del obrero). Por
el momento en que se efectúa la entrega se explican algunas otras fuer
tes oscilaciones similares— por las anotaciones de las fichas de los telares
que se llevan para control de las urdimbres— , pero, por supuesto, no
todas ni con mucho3. U n poco más adelante vamos a comentar que
existen mas bien otros motivos para las oscilaciones, que tienen real
mente una fuerte incidencia.
Si miramos ahora las cifras; tal como están, para ver si se pueden
descubrir algunas regularidades, y dónde, sólo una cosa llama la aten
ción a primera vista: los promedios de rendimiento de estos trece meses
se escalonan en el m odelo II, en los tejedores varones y mujeres, corres
pondiéndose bastante exactamente con la edad4, mientras que esto no
176
GANANCIA A DESTAJO T DIFERENCIAS DE RENDIMIENTO
ocurre en absoluto con los tejedores en el m odelo I. Ordenados por la
edad, el rendimiento medio es como sigue:
T ip o de telar I: b e c a d f
edad: 48 40 37 30 28 24
rendimiento: 94,9 81,1 104,5 87,7 110,7 7 Í,7
T ip o de telar II: o k m / n P
edad: 44 37 33 32 31 31
rendimiento: 90,9 83,8 74,5 74,1 73,6 70,7
Tejedoras: oc P Y 5 e
edad: 27 24 23 22 19,5
rendimiento % : 99,6 98 77,3 62,2 60,4
En los tejedores, en el m odelo I, por tanto, los tres mayores con
siguieron en conjunto un prom edio más elevado (93,5) que los más
jóvenes (86,7), pero individualmente parece que reina la arbitrariedad,
pues el máxim o rendimiento lo consiguió el segundo más joven y la
diferencia entre ambos promedios está producida al contar también al
tejedor más joven en situación de aprendizaje. En cambio, en los dos
otros grupos — varones en el tipo II y mujeres— hay una clara grada
ción del rendimiento por edades. Esto podía ser una casualidad total
en las cifras pequeñas. Y una mirada más detenida da como resultado
;.u. que, en todo caso, no es la mera edad, sino la experiencia la que explica
la gradación de los rendimientos. En el caso de los tejedores del tipo
II, los dos casos aducidos aquí con los máximos rendimientos (o y k)
■$ eran antiguos tejedores manuales, muy experimentados; lo mismo se
puede decir del tejedor b del grupo I, que demostró uno de los rendi
mientos máximos. Los antecedentes del tejedor c y del tejedor d, uno
M de los tejedores más jóvenes especialmente hábil y equilibrado, no me
U> son conocidos, pero es un hijo de tejedores manuales.
L o que ocurre es que la mayoría de los restantes obreros mayores
proviene de familias de tejedores manuales. Pero muchos de ellos
¥
pueden haberse visto frenados en su práctica del tejer (por trabajar
f com o albañiles en verano, junto al trabajo de tejedor manual durante
el invierno) y algunos también por trabajar intensamente en la agricul
■¥ tura. De todos m odos, es muy probable que la pequeña coincidencia
f. entre edad (esto quiere decir nivel de experiencia) y rendimiento medio
en los tejedores del grupo I respecto a los restantes tejedores tenga
T. otras causas. En primer lugar, la mayor importancia que tiene preci
samente en estos telares la calidad de los ojos, al tratarse aquí de
superficies especialmente anchas de hilos filos en movimiento (véase
177
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
antes p. 171). Y a se ha mencionado antes que en el quinto lustro de la
vida, y a veces incluso algo antes, comienza a tener importancia para
el rendimiento de los tejedores de manera muy sensible el descenso de
agudeza de la visión. Pero también la situación concreta de esta em
presa: los géneros del grupo I, a diferencia de los otros, eran géneros
nuevos — en el período analizado— y fueron introduciéndose conti
nuamente otros nuevos; se examinó por vez primera si las nuevas
tarifas de destajo eran «correctas» para el rendimiento; en un período
así las ganancias a destajo puras de los obreros afectados por ellas
tienen que tener forzosamente una tendencia a oscilar irracionalmente:
también las ganancias mínimas garantizadas, entre otros, tenían que
tapar esa fuente de descontento. D e todos modos, la cualificación más
alta de los tejedores manuales antiguos y experimentados es probable
mente cierta, por sí misma y según laexperiencia de la propia emptesa.
La dirección de la empresa considera naturalmente que tienen las
mejores oportunidades los obreros que estuvieron ocupados en los
telares mecánicos desde su juventud (o en el encanillado de los carre
tes). El evidente y rápido avance en la práctica, que se puede observar
en los promedios mensuales del obrero f de la Tabla, es una buena
ilustración de lo anterior.
Por lo que respecta a las tejedoras del grupo III5, que están todas
en los veintitantos años, aquí interviene en cierta medida una mayor
práctica en los telares. Pero la capacidad para el rendimiento m áxim o
no pueden adquirirla realmente las tejedoras solamente a través de la
práctica — aunque ésta sea naturalmente un presupuesto-— , sino que
requiere cualidades personales específicas, y por cierto bastante poco
abundantes, que pueden residir tanto en su disposición natural, (con
centración y serenidad, es decir, nervios más seguros) como en un m odo
de vida aprendido (sobre el que se habló anteriormente)6.
Si se buscan otras regularidades en el movimiento de las cifras de
las ganancias a destajo, poco se ve en la Tabla. Sin ningún otro com en
tario se puede explicar que el paso a otro tipo de telar, es decir, a otras
condiciones de trabajo diferentes en varios sentidos, produzca prime
ramente una caída en las cifras de las ganancias a destajo: el rendimien
to sube de nuevo, por regla general, a consecuencia de la práctica. Pero
incluso esta caí da que se ve en la T abla7no es un fenómeno que no tenga
excepciones: otro obrero, que durante los mismos meses (de agosto de
1907 aago sto de 1908) había ganado en un telar del tipo II 6 3 % -6 5% -
6 8 ,4 % -7 0 ,l% -6 8 % -7 5 ,5 % -7 1 % -7 7 % -7 7 ,3 % -7 2 ,6 % -6 8 ,6 % -6 4 % -
65% de la producción estándar, la subió a 124,3% al pasar a un telar
del tipo I en septiembre de 1908; estaba, por tanto, particularmente
adecuado para este cambio.
Por lo demás, la T abla no muestra a prim era vista, en las relaciones
entre un mes y el siguiente, ninguna homogeneidad en los movimientos
178
GANANCIA A DESTAJO Y DIFERENCIAS DE RENDIMIENTO
de las cifras y sólo en algunos casos muestra una «tendencia general»
clara, de m odo que los movimientos opuestos podrían ser considera
dos como casuales y provocados por condiciones especiales. Sólo está
clara, en cierta medida, la tendencia a la baja entre octubre y noviembre
y luego a subir en primavera, tendencia en la qué confluyen varios
factores: los efectos de la iluminación artificial en los meses más oscu
ros del año, el intenso frío de enero y febrero, desavenencias ocasiona
das por el movimiento sindical, numerosos nuevos géneros. Com o ya
hemos hablado de esta tendencia, y precisamente por incluir no sólo
la mano de obra recogida en la T abla sino toda la mano susceptible de
comparación según la situación del material*, remitimos a lo dicho.
NOTAS
1. Se han elegido intencionadamente las edades y tipos de empleo lo más diferentes posible;
por otra parte, se han reunido sólo aquellos casos en los que la posibilidad de comparación no esté
dificultada por una situación especial reconocible con total seguridad.
2. Por lo que respecta al concepto «salario adestajo» en el sentido de las cifras de esta Tabla,
hay que indicar lo siguiente sobre el modo de cálculo; las cifras absolutas, cuya conversión en
porcentajes respecto al salario normal ( = mínimo) representan las cifras de la Tabla, se obtienen
dividendo el número de jornadas de trabajo efectivo (o fracciones de jornadas) entre la parte de la
remuneración mensual que consta delsalario «adestajo», y cuyo nivel se puede ver desde los bloques
de salarios para aquellas semanas en las que, por estar el rendimiento a destajo por debajo del sueldo
mínimo usual, se pagó este último. Están descontados todas los días a jornal, todas las bonificaciones
y los complementos de aprendizaje de los «aprendices». En este punto hay que indicar que los
trastornos y el trabajo adicional causados por el aprendiz se compensan de sobra con la ayuda que
le da al obrero un aprendiz capaz, después de superar las primeras dificultades que pueden limitar,
en efecto, el salario a destajo del maestro. En cambio, los complementos de destajo dados por una
«urdimbre mala» — fuera porque el hilo era malo o fuera porque la urdimbre estaba nial encolada—
se incluyen en el cálculo cuando era importante averiguar si la eficacia del obrero se pone de
manifiesto en las cifras, al contrario de los datos dados más adelante al analizar las causas de las
oscilaciones (véase). No es fácil la cuestión de cómo había que proceder con tejedores de doble telar
en los períodos en que tenían que trabajar con un solo telar a consecuencia del cambio de la
urdimbre, o de un fallo mecánico, etc. Para estos períodos se pagan bonificaciones por hora (1/3
del salario normal por horas). En los números de más abajo, que se calculan para el análisis de las
oscilaciones de los rendimientos, no se ha tomado en consideración, evidentemente, este pago. Por
el contrario, los he incluido en el cálculo en las cifras de esta Tabla. La pérdida dé salario, producida
por el paro de uno de los dos telares, es muy diferente según la urdimbre y también según el
individuo, pues el increm ento de rendimiento en el otro telar que trabaja el obrero durante ese
tiempo es extremadamente diferente (sobre esto véase más abajo). Por término medio, si se
contrapesara la pérdida directa de la oportunidad de recibir remuneración en un telar con la
oportunidad de incrementar el rendimiento en el otro, la remuneración podría másque cubrir esa
pérdida. Lo que no está cubierto (y no puede cubrirse con esta remuneración) es el daño que
produce a las oportunidades de ganar— que comentaremos en seguida— la necesidad de adaptarse
a la nuei/a situación, cada vez que se introduce una nueva urdimbre o un nuevo género (pérdida por
«adaptación»). No he quitado el cálculo de la indemnización por trabajar en un solo telar, pues este
cálculo, de todos modos, es apropiado para compensar parcialmente la trascendencia de esa causa
de oscilación para las,'nb obstante, oscilantes y complejas cifras, oscilación que no hay que tomar
todavía en cuenta para el punto de vista que tenemos ahora en el primer plano.
3. N o se puede decir con seguridad el grado de influencia concreta del sistema salarial como
cal en este tema. Hay un número de obreros en los que las oscilaciones en los bloques salariales
179
PStCOFfSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL GANANC\A A DESTAJO Y DI FERENCI AS DE RENDIMIENTO
crecen mes a mes tras la inrroducción del sistema de salarios mínimos y de primas. Junto a ellos 4. En l aTabla, las cifras están agrupadas sencillamente en el orden del registro, el cual, por
hay otros en los que esas oscilaciones suben en parte y en pane descienden. Esro último ocurre su parre, en cuanto que no impere en la distribución de los números la pura casualidad, se
en algunos obreros cuyo rendimiento ya de por sf elevado subía más tras la introducción del sistema corresponde en cierta medida, por lo general, con la fecha de entrada en la empresa. En las
de primas (por ejemplo, d y o de la Tabla), y también es de por sf evidente que la tenración de muchachas, por su parte, que en su mayoría viven con sus familias, pero que suelen estar más
poder alternar, por medio de la mencionada manipulación, entre el trabajo cómodo con una vinculadas a. su zona, el registro corresponde en la mayoría de los casos a la edad de las muchachas,
ganancia segura (mínima) y un esfuerzo mayor con ganancia de primas utilizando el producto com o se ve en la última columna. (La o:edad» significa aquf siempre los años que los obreros
realizado en el mes anterior, debe de ser muy efectivo especialmente entre obreros que, por su cumplen, según el registro, durante el período de 13 meses que está a la base de este trabajo.)
disposición o su experiencia, no están tan fácilmente en situación dé ganar primas de manera 5. En la página 167 de este volumen se indicó eqnivócadiimenre que era «norm al» el número
continuada. H ay que considerar como un resultado contrario a los efectos del sistema salarial el de 4 telares: en la tercera línea de esa página y en la nota 4, p. 172, debe decirse «hasta 4». Cuatro
que los maestros sólo autoricen a hacer entregas de dos piezas de tejido a los obreros más eficientes, ha de valer, además, com o una «norma ideal», rara vez alcanzable. En la p. 165 hay una equivo
mientras que los menos eficientes — los más propensos, por tanto, a emplear aquella artimaña— cación: el tejedor varón que allí se menciona no es el único obrero sajón de la empresa, con el que
tienen que entregar cada pieza con el objeto de controlar la calidad más concienzudamente. Pero, lo he confundido al escribir el trabajo. Este último es más bien el obrero p de la Tabla I, que llama
en conjunro, tras la introducción de este sistema salarial, predominan las amplias oscilaciones sobre la atención por su bajo rendimiento en los telares corrientes yque está por debajo del nivel de las
las de la época anterior, cuando no existfa un sistema sólido de primas' ni un salario mínimo siempre mujeres.
y en rodas partes igual, pero no se dan de manera tan pronunciada com o para poder pensar que 6. Esto se destaca en la gran diferencia de las ganancias a destajo. Sobre las razones, véase
sea demasiado fuerte el efecto de los retrasos intencionados en las entregas sobre las cifras. N o p. 166, y p. 172 nota 4.
sería en absoluto sencillo contestar la pregunta general de qué efectos tenía el sistema salarial, 7. La caída aparecería con un 20% más, si no se hubiera descontado el complemento por
puramente com o tal, en la evolución de los rendimientosensuconjunto. Entre los obreros varones, sexo en el m odelo ll (véase p. 166). ■ .
que son los que interesan aquí sobre todo, se ve un incremento del rendimiento exacramenre de 8. Se han tenido que descartar los obreros recogidos en esta Tabla que cambiaron de tipo
1/3 por término medio en los tres meses siguientes a la introducción del sisrema salarial frente de celar durante el períod o (g, h, i) y todos los obreros que no estuvieron empleados durante todo
al prom edio del trimestre anterior y una reducción del rendimiento de 1/3. El tririlestre siguiente el período. ■
arroja otra elevación del rendimiento en sólo 1/5 de los casos, una reducción en 1/3 de los casos,
permaneciendo el resto igual, de m odo que, respecto al trimestre anterior a la introducción del
sistema salarial, sólo la mitad subió (7/15) o bajó, permaneciendo el 1/15 igual. En este punro hay
que tomar en cuenra que ese trimestre comprende los meses más oscuros del año y que, además,
el m ovim iento sindical fue entonces especialmente vivo (el sistema de primas tenía que aparecer,
ruviera esta intención o ño, en cuanto a su contenido, en to d o caso, com o un revés a los principios
de solidaridad sindical) y que el cambio de género tenía un efecto relativamente importante (de
esto se habla más abajo). Pero si se comparan ahora con el trimestre anterior a la introducción
del sisrema de primas los mismos tres meses del año siguiente, se ve una reducción del rendimiento
en 8/15 de los casos, un rendimiento igual en 3/15 de los casos y un aumento del rendimiento
en só lo 4/15 de los casos (así y todo un aumento considerable), m edido según la ganancia a destajo.
La posibilidad de comparar se dificulta aquí por el bastante intenso cam bio de género, por las
modificaciones técnicas realizadas en un gran número de telares vinculadas a las reducciones del
destajo, el comienzo de la depresión que redujo ia intensidad del trabajo. Pero en algunos obreros
es innegable una cierta relajación después del impulso del comienzo y parece bastante seguro —
lo cual se corresponde con las impresiones de la dirección de la fábrica— que el sistem ade primas
en conexión con una ganancia mínima garantizada tu vo unos efectos desiguales, según la eficacia
y otras características individuales de los obreros: una minoría — dentro de ella tanro los obreros
más jóvenes, en aprendizaje, com o los obreros más eficientes de la empresa— se estimuló para
incrementar bastante notablemente su rendimiento; frente a ella parece que estaban otros obreros
— asimismo una minoría— que, con la vista puesta en la ganancia mfiúma garantizada, no sólo
no incrementaron su rendimiento sino que propendieron a reducirlo; por último, una parte de
obreros parece que no reaccionaron en absoluto, de manera notable, al cambio del sistema salarial.
Entre estos dos últimos grupos se encuentra los obreros de por sí menos eficientes de la empresa,
que no esperan ninguna prima o sólo la esperan excepcionalmente. El sistema de primas es, quizá,
en esta concreta combinación, apropiado para marcar fas diferencias entre los obreros según su
respectiva disponibilidad y eficacia. Pero sus efectos deben ser distintos según las particularidades
de los obreros y del ambiente de cada empresa. Naturalmente incide también sobre sus. efectos
el nivel de las primas: en el caso presente suben hasta un 8% del salario, de modo que el estímulo
para rendir más se mantiene en unos límites moderados, dado que existen muchas circunstancias
que no dependen de los obreros y que condicionan un rendimiento.mayor. Pero unas primas más
elevadas provocarían, porunapane, una «carrera» y, porotra, acumularían un material de conflicto
— inevitable en estas circunstancia— entre los obreros y los maestros que reciben las piezas, pues
el pago de las primas depende también del log ro de uncierto mfnimo de calidad, sólo determinable
mediante una valoración; de esta manera, el sistema de primas se desacreditaría rápidamente entre
los obreros.
180 181
MEDICIONES DE LOS CONTADORES DE LOS TELARES
ponentes» del rendimiento, sino que se calcula, por el contrario, de una
manera puramente empírica partiendo del conocimiento de los resul
tados del rendimiento — el nivel de aprovechamiento de la máquina— ,
que suele alcanzar un «obrero idóneo de tipo m edio» trabajando un
género concreto. Este cálculo se realiza, por tanto, por razones eviden
10
tes, com o ya se ha dicho antes en términos generales, de manera total-
M E D IC IO N E S DE LO S C O N T A D O R E S DE LO S TELARES inente opuesta a com o debería hacerlo un análisis «psicofísico» del tra
Y O S C ILA C IO N E S E N LOS R E N D IM IE N T O S bajo. ¿No sería mejor, por consiguiente, dejar a un lado las cifras que
se apoyan en esa base — que, com o ya vimos, están sometidas a todo
tipo de casualidades al no basarse realmente en el «rendimiento» sino
en la entrega de la mercancía— y atenernos exclusivamente a los resul
tados de los contadores de los telares,- que, com o «controlan» en rea
lidad el trabajo inmediatamente, parecen ofrecer un material «exacto»
en un sentido totalmente diferente?
N o hay duda de que la m edición con ese instrumento del número
de pasadas de tram a realizadas por los obreros merece realmente el
Com o estas cifras de las ganancias a destajo muestran, al menos en calificativo de «exacto» Y de que, por tanto, en la medida en que el
principio, una cierta inutilidad, y como, las oscilaciones en concreto rendimiento del obrero se expresa en ese número de pasadas, se mide
parecen totalmente ilógicas en su inmensa mayoría, es natural pensar asimismo «de manera exacta». Pero entonces pasa totalmente inad
si se podría llegar a mejores resultados a través de la indagación de las vertida la calidad del tejido producido, que es extremadamente im
oscilaciones de los rendimientos en períodos de tiempo más cortos, a portante para valorar el nivel de rendimiento. (La calidad puede ave
ser posible de un día a otro, es decir, a través del contador del telar que riguarse recurriendo a las fichas de control de la urdimbre con las
indica exactamente el número de pasadas de trama hechas por los obreros anotaciones del empleado que recibe las piezas, pero ni de una mane
en una unidad de tiempo cualquiera. Y esto vendría reforzado por cuanto ra ni de otra es «exacta».) Esta deficiencia la comparte la «m edición
— como muestran los comentarios anteriores— las cifras que indican de los contadores de los telares» con las «desnudas» ganancias a des
las ganancias a destajo son el.resultado de un cá lcu lo: la comparabilidad tajo de la Tabla I. (En estas últimas se podría obtener alguna claridad,
de esas cifras entre sí reside en el supuesto de que las tarifas de destajo al menos, para los rendimientos p o r encim a de lo normal a través de
para los géneros que van trabajando los obreros consecutivamente son la indicación de si se han pagado primas, lo cual sólo ocurre cuando
«correctas», es decir, que son tarifas que están calculadas de m odo que la mercancía tiene buena calidad; sobre este punto volverem os en
tom an en consideración acertadamente la distinta cantidad de trabajo otro mom ento.) Pero, además, en estas mediciones de los contadores
que cada uno de estos géneros requiere. Más adelante veremos el papel de los telares sólo tenemos, nuevamente, el resultado final, el «rendi
que desempeña esta «adaptación» del obrero a la medición del destajo m iento» que ellos establecen; pero al com parar varios rendimientos
en las oscilaciones de los rendimientos. Ahora sólo recordaremos que entre sí seguimos. sin tener seguridad. de qué dicen realmente esas
una medición «correcta» del destajo, en su sentido exacto, sólo sería pasadas de trama sobre el tip o de' rendimiento, es decir, sobre la me
posible, en principio, si los diferentes rendimientos sólo fueran diferen dida en que son requeridas las diferentes cualidades del obrero rele
tes en la cantidad o en la intensidad que se exige a los obreros. Pero no vantes para la tejeduría (véase p. 133 s.). Una sencilla comparación
es-esto lo que ocurre. Las diferencias de exigencia a los obreros son, al atendiendo al número de pasadas realizadas por un obrero, por día o
menos, denaturaleza más cualitativa que las «destrezas» concretas: la por hora, daría un resultado equívoco si se cambian los géneros. ¿Cuán
capacidad de concentración, por ejem plo, la rapidez de reflejos, la tas pasadas de trama podría .hacer un obrero en un nivel ideal, que
uniformidad en el mantenimiento de la atención, etc., cada una de las nunca se da en la realidad, en una determinada unidad de tiempo, si
cuales es requerida en un cierto grado para cada uno de los géneros, pero la máquina no sufriera ningún fallo, si el hilo fuera irrompible, si no
se combinan de manera muy diferente en los diferentes tipos de género. fuera necesario vaciar y rellenar la lanzadera con hilo, si la ausencia
El cálculo del destajo, por tanto, no parte en absoluto de consideracio de fallos en la confección de la urdimbre no requiriera ninguna repa
nes sobre la medida que se requiere de cada uno de los distintos «com - ración, si no se enredaran los hilos por otros motivos, es decir, en
182 183
PSICOFÍSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
pocas palabras, si la máquina y el hilo continuaran funcionando por
sí mismos y produjeran tejido continuadamente de manera que el
obrero fuera superfino ? Este máxim o «ideal» del aprovechamiento de
la máquina se guía naturalmente, ante todo, por la rapidez de la má
quina, por su número de vueltas por minuto, y el número óptimo de
vueltas es distinto según el tipo de hilo, según el nivel de resistencia
del hilo — que depende, de nuevo, de su finura (de la cantidad de
vueltas dadas al hilo al hilarlo ), de la calidad de la materia prima,
etc.— y según la resistencia del hilo a los roces en el telar1. Un núme
ro alto de vueltas requiere, sin duda, ceteris paribus, la atención del
obrero en una gran medida y afecta más intensamente a sus nervios
— de nuevo ceteris paribus-, pero los cetera no son ahí, por lo regiílar,
precisamente iguales, pues, cuando se trata de dos géneros distintos
entre sí, cada factor puede ser más que compensado por otras cir
cunstancias que faciliten el trabajo— . Cuando se utiliza un hilo más
grueso y, por consiguiente, menos rompible con una calidad igual del
material, ceteris paribus, él número elevado de vueltas va unido, en
general, a un alivio en la atención y en la vista del obrero, pues hilo
más grueso significa al mismo tiempo un tejido más grueso; pero, por
otra parte, el hilo más grueso significa también un aumento del nú
m ero de interrupciones por parte del obrero para llenar la lanzadera,
pues no cabe en ésta tanto hilo grueso como cabe dél más fino; au
mento de las interrupciones que, en ocasiones, significa un 100% y
más por jornada, es decir, para el obrero significa un trabajo m ecáni
co mayor. Por lo tanto, no se trata de poner como base de la com pa
ración las cifras absolutas de los contadores de las pasadas de trama
en un día o por hora2. Es, más bien, la relación entre el número de
pasadas de trama hechas y las posibles la que resulta más apropiada
para ello. Sobre esta cuestión, unas observaciones previas. El nivel en
que queda una máquina servida por un obrero respecto al número
ideal de pasadas de trama que se podría hacer con un determinado
número de vueltas en una unidad de tiempo (día, hora) está en fun
ción, sobre todo, de dos condiciones: en primer lugar; está en función
de la frecuencia requerida para llenar la trama '(de lo que se trataba)
— una circunstancia que es totalmente independiente del obrero— y
de la rapidez en rellenarla, la cual depende de su habilidád; en segun
do lugar, está en función de la frecuencia con que revienten los hilos
de la urdimbre (la ruptura de los hilos de la trama juega un papel
inferior), lo cual depende, en parte, del material del hilo y también dé
la calidad del encolado (es decir, de cosas que están precisamente
«dadas» para el tejedor), pero, en parte, también de la atención del
obrero a la urdimbre que entre en la máquina, porque los hilos se
revientan en una cantidad importante de veces como consecuencia de
los enredos de los hilos de la urdimbre, que el obrero puede y debe
184
MEDICIONES DE LOS CO N TAD O R ES DE LOS TELARES
eliminar a tiempo. Además de estas dos causas de interrupción del
proceso de la máquina, otra cosa que afecta al rendimiento del obrero
es la calidad del tejido, en beneficio del cual el obrero tiene que obser
var y regular, llegado el caso, el desenvolvimiento de la urdimbre de
manera continuada: también aquí puede suceder que haya que parar
la máquina, pero cuanta mayor sea la experiencia del obrero más rara
vez se producirá. Cuando se compara el número de pasadas alcanzable
por la media de los obreros, según muestra la experiencia, en una
unidad de tiempo determinada y con estímulo suficiente para llevar al
máximo sus capacidades, con el número ideal máximo de pasadas
que resulta de multiplicar el número de vueltas por la cantidad de
minutos de trabajo, el número de pasadas que se puede esperar nor
malmente (esto quiere decir el nivel de aprovechamiento que se pue
de esperar normalmente de la máquina) está, en cada caso, en una
relación porcentual con el número de pasadas ideal, relación que es
distinta, con igual número de vueltas, para cada género diferente y
que alcanza su nivel ó p tim o para cada género con un determinado
número de vueltas. Pero dónde se encuentre el nivel óptimo de este
«aprovechamiento» alcanzable depende, en cada tipo de género, de
una gran cantidad de factores técnicos o del material, como indican
ya estas rápidas observaciones, pero depende también, por otro lado,
de la cualificación de los obreros, y concretamente de las diferentes
cualificaciones para cada uno de los géneros. Com o los distintos obre
ros reúnen en sí mismos estas cualidades en muy diferentes niveles, la
dirección de la fábrica establecerá el número de vueltas eventualmen
te de manera individual para cada u n o de los géneros; pero,
globalmente, habrá que operar con la experiencia de lo que los obre
ros p o r térm ino medio rinden, tal como son en cada caso: una vez
que se conoce aproximadamente el nivel óptimo medio del número
de vueltas, según indique la experiencia, la tarifa de destajo se mide
por el «rendimiento efectivo» (respecto al máximo ideal) alcanzable
por término medio y entonces se adjudican a cada obrero aquellos
tipos de género para los que resultan relativamente más adecuados
según la experiencia hecha con cada uno, es decir, se les adjudican los
géneros que puedan trabajar de la manera relativamente más renta
ble, tanto para la empresa com o para los obreros mismos. Si se trata
de introducir nuevos géneros, es inevitable ir probando hasta que se
determine qué obreros resultan los más adecuados relativamente para
el género y los más capaces para alcanzar el nivel estándar de la ga
nancia a destajo. En conjunto, también en las cifras de los contadores
de los telares, aparentemente medidas «con exactitud», está incluido
e l cálculo de la dirección de la empresa, y esta circunstancia requiere
ser tomada en cuenta, si se pretenden comparaciones entre varios
obreros o entre los rendimientos de un mismo obrero en tiempos di-
185
PSICOFÍSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
ferentes. A quí no podem os proceder, en todo caso, sino de la siguien
te manera: en vez de basarnos en las cifras absolutas de las pasadas de
trama, inutilizables para el fin de comparar los rendimientos de dife
rentes géneros3, nos basamos en el «rendimiento efectivo» (porcenta
jes respecto al rendimiento máximo ideal, «teórico», de las máqui
nas)4.
Pero hagámonos primero la siguiente pregunta: ¿el rendimiento
diario de un mismo obrero en pasadas de trama en una misma urdimbre
representa, al menos en cierto sentido, una medida firme, másfirmeque
las oscilaciones de las ganancias medias mensuales? Difícilmente po
dremos esperar esto, después de lo que se ha dicho antes (p. 147 ss.).
¿O se observa alguna regularidad en los movimientos de los ren
dimientos día a día de varios tejedores que trabajen al mismo tiempo?
Según lo dicho en página 147 lo tendremos por algo pensable, pero des
pués de las observaciones que se han reproducido en lapágina 153, por
a lg o incierto. Mirem os, por tanto, lo siguiente: la Tabla II reproduce
una cifra de día en día para un cierto numero de meses seleccionados
y páralos obreros sometidos en ese tiempo al control de los contadores
délos telares — la cantidad de anotaciones de control existentes es como
talpequeñay, desgraciadamente, tiene fuertes oscilaciones para los dis
tintos meses— ; esa cifra expresa la relación del rendimiento correspon
diente respecto a la media de pasadas logradas p o r los obreros en su.
correspondiente urdimbre y la cantidad media de. la semana anterior
(en los domingos, en cifras espaciadas)5. A l contem plar esas series
numéricas, salta a la vista — por empezar por esta cuestión— que no
existe ninguna tendencia clara y uniforme en las oscilaciones. Se ve
especialmente que las oscilaciones no se pueden explicar por las con
diciones meteorológicas existentes cada día o por otras condiciones
«generales» del trabajo.
Si las oscilaciones diarias de los rendimientos dependieran consi
derablemente de tales circunstancias «generales» de cualquier natura
leza, entonces la gran mayoría de los obreros empleados debería mos
trarse influida, al menos de manera aproximada, por esas circunstan
cias, en esos mismos días,- en la misma dirección. Pero no es esto lo que
ocurre. Nosotros encontramos, precisamente en uncasoya comentado
anteriormente, que el grado de humedad del aire mostraba un parale
lismo bastante exacto con el rendimiento de algunos obreros que tra
bajaron en ese día6. Y es indudable que el aumento de la sequedad del
aire dificulta el trabajo.
Losobreros la sienten personalmente y suelen quejarse entonces de
que los hilos se rom pen más veces. En cierto sentido sólo se encuentra
un ejemplo similar en otro único día7. En cambio, los otros días en los
que lahumedadmedida del aire estuvo por debajo del 7 0% — porencima
de este nivel no se puede constatar en absoluto ningún efecto en las cifras
186
MEDICIONES DE LOS CO N TAD O R ES DE LOS TELARES
diarias— muestran unos efectos muy indeterminados, pero algunos de
ellos muestran precisamente lo contrario del descenso esperado8. La
Tabla muestra con carácter totalmente general que las desviaciones de
la mediase encuentran en los distintos obreros en el mismo día y en todas
las variaciones posibles y que no se puede hablar aquí de la existencia
en ellos de estado de ánimo diario general, que pudiera estar condicio
nado por circunstancias generales externas y cuya variación de una día
para o tro explicara las fuertes oscilaciones en los rendimientos diarios)9.
, La fría temperatura exterior en invierno, que presiona con frecuen
cia sensiblemente las dos primeras horas de trabajo hasta que las manos
«se descongelen», así como trabajar en invierno con luz artificial en vez
de con luz natural, que hace más pesadas las horas de la mañana y de
la tarde, y el fuerte y seco calor en el verano, que dificulta el trabajo al
mediodía y en las primeras horas de la tarde, todas estas condiciones
tienen evidentemente sus correspondientes efectos. Éstos se encuentran
en las fuertes reducciones en la media de rendimiento que se observan
en los cálidos meses del verano y en los fríos y oscuros meses del invier
no. Pero, sin embargo, sólo una parte de los obreros reacciona inme
diatamente con una reducción de su rendimiento diario o semanal ante
estas dificultades en el trabajo (el que los hilos se rompan con más fre
cuencia por la sequedad del aire, el efecto adormecedor del calor, la
tendencia a funcionar de una manera insegura y la fatiga de los ojos por
la iluminación artificial). Los otros buscan, aparentemente, mantener
su nivel de ganancias anterior con un mayor esfuerzo y lo logran fre
cuentemente tan bien, que incluso algunos días desfavorables desde el
punto de vista de la humedad del aire arrojan rendimientos muy con
venientes)10. Sólo cuando estas desfavorables condiciones generales del
trabajo se mantienen durante m ucho tiem po y superan un determina
do nivel, fracasa esa reacción con el adormecimiento de las ganas y de
la energía para trabajar.
Así como se descartan las condiciones meteorológicas como una
posible explicación de las oscilaciones diarias de los rendimientos,
también se descartan todas las demás condiciones de trabajo «genera
les» pensables, es decir, que afecten a los obreros en su conjunto, si esas
condiciones no muestran ningún tipo de uniformidad, como se ve. En
este tema, por lo tanto, com o en las oscilaciones mensuales, no queda
sino operar con cada obrero y sus rendimientos por separado, si se quieren
esperar algunos resultados. Para los rendimientos diarios se descarta,
naturalmente, la idea de determinar, por cualquier vía, por qué el ren
dimiento de un obrero, por ejemplo, del día 1 de noviembre de 1907
fue un 10% más.alto y no tan bajo como en el día anterior o posterior.
Seguramente sería una operación útil anotar al final de la jornada lo que
marque el contador de un gran número de obreros que trabajen con
contadores en los telares e indicar cuidadosamente, lo más pronto po-
187
p s i c o f Isica d e l t r a b a j o i n d u s t r i a l
sible, las razones que han generado — en su opinión— las diferencias
de rendimiento en los diferentes días. Pero, en este punto, se puede
predecir con total seguridad lo siguiente: 1) en tanto las diferencias no
estén fundadas en condiciones de trabajo objetivas, es decir, en la situa
ción de las máquinas o del material (la frecuencia con que se quiebran
los hilos, etc.), sólo se podrán hacer datos seguros en una minoría no
muy grande de casos, incluso en el caso de que los que respondan sean
muy concienzudos (o, más bien, precisamente si lo son); 2) si se les es
condiera a los obreros el contador de pasadas de trama y htego se les
preguntara qué rendimiento creían haber alcanzado ese día y por qué,
es decir, si había sido mayor o menor que el día anterior, en ese caso,
digo yo, se recibirían respuestas sólo aproximadamente acertadas en una
parte aún menor de casos, pues el nivel del propio «estado de ánimo»
psicofísico para el trabaj o se les escapa con frecuencia incluso a las
personas con las que se experimenta en laboratorio o queda sin una
explicación, y los obreros no se encuentran, por lo general, ni siquiera
en situación de apreciar en cierto m odo el nivel de su propia fatiga, y
con frecuencia ni siquiera de ser claramente conscientes de la realidad
de la fatiga, si se prescinde de las horas extraordinarias 'o de otros
esf uerzosexcepcionales; mucho menos van a querer intentar adentrarse
en las razones dé las oscilaciones entre las distintas jornadas de trabajo
que quedan varios meses atrás (entre 3/4 y 1 1/2 de año). Si persegui
mos, así y todo, por el mero interés en los hechos mismos, las oscila
ciones diarias de los rendimientos de un único tejedor (que trabaja un
solo telar), del que casualmente existen controles consecutivos para los
diez meses comprendidos entre noviembre de 1907 y agosto de 1908
(es el tejedor c de la Tabla I), se ve el cuadro de la T abla III.
Los rendimientos del obrero, que por lo demás está entre los teje
dores más regulares de la fábrica, oscilan de manera muy variada y no
se pueden explicar con toda certeza con ningún medio que sea exhaus
tivo para nosotros. Aunasí, se pueden hacer algunas observaciones sobre
las cifras de la Tabla II y la Tabla III11. Nosotros consideramos básica
mente que una parte muy considerable de los rendimientos más bajos
se dan al comenzar nuevas urdimbres y nuevos géneros12. Es verdad que
una nueva urdimbre no comienza siempre con una reducción del ren
dimiento diario, pues también ocurre lo contrario: altos rendimientos
iniciales y luego bajos: Según parece, en concreto cuando el cambio a
Un nuevo génerq representa el paso de un trabajo difícil a uno más fácil
(aunque no exclusivamente en esos casos), el obrero al que el trabajo
le resulta fácil infravalora el esfuerzo y pretende ganar mucho, por
ejemplo, en la Tabla III, el día 18 de agosto, donde el obrero tuvo que
pasar de trabajar un hilo 1/3 más grueso a trabajar un género un 28%
menos grueso, manteniéndose igual el número de vueltas y la anchura
del tejido, y de manera similar en otros casos diferentes. En estos casos
188
MEDICIONES DE LOS CON TAD O R ES DE LOS TELARES
sise encuentra mayoritariamente un menor rendimiento inicial. Por otro
lado se dan casos, como veremos, en los que un obrero muy eficiente
procura mantener con todo su esfuerzo el número de pasadas de trama
anterior al cambiar a un género más difícil y sólo después de algún tiempo
cae bruscamente. Nosotros nos atenemos aquí al hecho de que el tra
bajo con nuevos géneros, y también con nuevas urdimbres del mismo
género, permanece, en todo caso, con muchísima frecuencia por deba
jo del rendimiento medio conseguido globalmente en esa urdimbre. Y
nos preguntamos si esto se corresponde con la media y en qué medida.
Si así fuera, habría que suponer realmente que estamos ante manifes
taciones de la «práctica» (Ubung ). Vam os a analizar ahora con mayor
precisión la presencia de estas manifestaciones.
NO TAS
1. Cuando el número de vuelras es muy elevado, entra en consideración el desgasre de la
máquina, que entonces se incrementa rápidamente. El algodón puede soportar los números de
vueltas más elevados (hasta más de 200 por minuto); en los panos, por el contrario, 75 vueltas por
minuto esy a un número bastante frecuente; el lino está entre ambos, pero acercándose mucho más
a las cifras medias de los paños que a las cifras medias del algodón, pero con diferencias de un 30*
40%, según el género y el material.
2. Con esto no se quiere decir que semejante comparación no pudiera ser instructiva ni que
no debiera hacerse con una investigación realmente «exacta» de la situación, que aquí no puede
intentarse.
3. Para los rendimientos de diferentes obreros en e l m ism o tipo de género sólo tenía 4
ejemplos, de los cuales se hablará en su momento. Dos de ellos ya han sido utilizados anteriormente
(p. 148 y p. 168).
4. Y siempre se procede de manera que las cifras dianas se calculan en porcentajes del
rendimiento efectivo prom edio logrado por este obrero en esa urdimbre. Por lo que respecta al nivel
del rendimiento efectivo alcanzado: en la tejeduría del lino es mucho más bajo que en la tejeduría
de la lana y del algodón, que pueden contar con rendimientos efectivos de entre el 80 y el 90%
respecto al rendimiento máximo teórico (o incluso más), mientras que e l rendimiento medio en la
tejeduría del lino no es raro que descienda por debajo del 50%, al menos al servir varios telares.
A nosotros no nos interesan aquí estas gradaciones.
5. Siempre la semana entera , de modo que las cif ras de diferentes géneros se contraen en la
misma media; dos obreros que fueron controlados en el mes de julio con dos urdimbres cada uno
se han excluido ahora, por falta de espacio, y serán comentados posteriormente por separado.
6. Para completar el ejemplo: 5 obreros observados exactamente mostraron el siguiente
comportamiento: % del rendimiento medio de estos cinco obreros en el día 23 (higrómetro: 77):
109,3; en el día 24 (higrómetro: 70): 99,5; en el día 25 (higtómetro: 64): 92,1. Del 23 al 24, dos
obreros tuvieron una disminución de rendimiento, 2 un aumento y uno mantuvo el mismo. Del 24
al 25, 4 tuvieron una disminución y uno un pequeño aumento.
7- 30 de mayo de 1908: 1) media de los 5 obreros observados: el día 19 de mayo (higró
metro: 70): 91,8; e! 20 de mayo (higrómetro: 65): 81,7; el 21 de mayo (higrómetro: 70): 103,3.
2) El rendimiento de cada un o de los cinco obreros el 20 de mayo está por debajo de su rendimiento
medio; en cuatro de ellos muestra una reducción respecto al día 19 y un aumento en uno; del 20
al 21 sube el rendimiento en todos ellos; del 21 al 22 de mayo (higrómetro: 76) hay un aumento
en cuatro de ellos respecto al 21 y una reducción en uno. Pero esro se corresponde, así y todo, con
el postulado.
8. El 2 de junio de 1908, con un nivel del 68%, es al mismo tiempo uno de los días más
raros en el que to d o s los obreros observados — más de cuatro—■tuvieron un rendimiento por
189
p s i c o f Isica d e l t r a b a j o i n d u s t r i a l
encima de su rendimiento medio (un aumento entre e 13,6 y el 15,3%). El i de junio, con el
mismo nivel de humedad, es un lunes, y por ello no es utilizable. El 16 de mayo, con el mismo bajo
nivel de saturación, muestra también un aumento en cuatto de los obreros observados. Esto no
significa evidentemente la irrelevancia del nivel de humedad, sino sólo lo siguiente: significa, en
primer lugar, qu.e sus efectos sólo son medibles en los distintos obreros cuando se está, primero,
muy por debajo del nivel estándar y, segundo, con velocidades y niveles muy distintos; significa,
en tercer lugar, que cuando las oscilaciones se mantienen en los límites de hasta un 1/6 dél nivel
estándar, su influencia se solapa con otras circunstancias de o tro tip o (véase más abajo).
9. Esto se desprende de manera mas convincente aún de la siguiente observación: durante
un período de 197 jornadas de trabajo fue investigado un cierto número de obreros — observados
exactamente con los contadores de los telares respecto a su rendimiento durante todos los días en
que trabajaba más de uno de ellos—-en cuanto a las desviaciones desús respectivos rendimientos
respecto a la media (en sus respectivas urdimbres) (100%) y luego se compararon cada uno de los
días para ver qué diferencias tenían los rendimientos entre sí. El número délos obreros osciló en esos
días entre 2 y 6. En 141 días, es decir, en el 70% del período, se observó una desviación de másde\
15% de media entre ellos, yen 119 días de esos 141, es decir, el 60,1% del total de días, también
se desviaban respecto a la media hacia arriba o hacia abajo. Desviaciones de más del 10% de la media
en cada uno, hacia arriba o hacia abajo, se dieron en 46 días, es decir, en el 23,3% del total de días.
Los obreros se desviaron, en conjunto, déla m eói^haciaatrtba o hacia aba jo,en 134 días(= 67,6%
del total). Desviaciones en los rendimientos entre sí menores del 5% de la media sólo se vieron en
17 días (8,6%) y de menos de un 2%sólo en 5 días (4,9%). Pero se formó una relación en términos
tales que, en los días en que fueron observadossimultáneamentemdsde dos obreros en relaciona
su rendimiento, los rendimientos se desviaban respecto a la inedia, en direcciones distintas^ en el
83,4% de los casos, y este porcentaje asciende al aumentar el número de obreros observados y sube
a 100 conseis obreros (dentro deeste material estadístico), es decir, que está en función del número
de obreros observados simultáneamente, con lo que no puede determinarse en ningún caso una
tendencia válida co n caráctergetteral para todos los obreros.
10. Véanse las siguientes observaciones. Segt'in la dirección de la fábrica, los obreros sienten
cada descenso notable en la humedad normal del aire y entonces reclaman ayuda. Como, a pesar
de ello, no se da un paralelismo entre el nivel de humedad y el rendimiento diario —como ya ha
sido dicho— >sólo es posible probablemente la explicación presente.
11. Ün detalle: los dos últimos sábados de agosto, cuyas cifras están entre paréntesis, porque
sólo representan un trabajo de cuatro horas como consecuencia de la disminución de horario en
la empresa, muestran los efectos sobre la elevación del rendimiento de una jornada laboral más
corta, con un rendimiento alrededor del 10% superior al del viernes en cada uno de esos sábados.
Lo mismo sucede con la mayor parte de los otros obreros en un nivel incluso mayor (incrementos
de hasta el 47% respecto al día anterior), pero no con todos. Los incrementos afectan a algo más
de las tres cuartas partes de todos los casos; del resto, que arroja una reducción, una parte es debida
a la casualidad, pero existen algunos casos en los que descendió la disposición al trabajo a
consecuencia de la jornada laboral porta.
12. Hay que tomar en cuenta, por lo que respecta a la Tabla 111, que la urdimbre que
funcionaba a comienzos de noviembre ya había funcionado algúii tiempo en octubre.
190
11
A U M E N T O D E L A P R Á C T IC A
Y A U M E N T O C O N T I N U A D O D E L R E N D IM IE N T O
H ay que adelantar en seguida, sin embargo, que no se puede conside
rar, en ningún caso, una mayor «práctica» del obrero como el único
motivo de un rendimiento bajo en las nuevas urdimbres o en los nuevos
géneros1. El comienzo de la urdimbre así com o su terminación — los
días de estas operaciones muestran en un promedio global rendimien
tos más bajos— son, en sí mismos, más difíciles que el trabajo general
en la urdimbre por motivos técnicos de los propios telares, y hay que
achacar a esta circunstancia, al menos para los primeros tiempos, la
mayor parte de la causa de los bajos rendimientos. Pero que los efectos
de la «práctica» tienen una fuerte presencia se deriva, a pesar de todo,
con una gran probabilidad, de la observación de que, aun cuando un
obrero entre en el lugar de otro en una urdimbre que este último hu
biera trabajado hasta la mitad, aquél — el nuevo— comienza a trabajar
por debajo de la media que él mismo logra después— en todos los casos
en los que esto se puede observar en los materiales— y sólo más tarde
sube2.
L a pregunta es solamente cuándo se notan estos efectos de la prác
tica, es decir, cuánto tiempo necesita un obrero experimentado en la
tejeduría para «adaptarse» a un nuevo género o a una nueva urdimbre
del mismo género. Se tiene la tendencia a suponer que esto es un asunto
de pocos días y algunas series en las Tablas, que indican una subida rápida
del rendimiento tras un nivel bajo al comienzo, así parecen confirmar
lo. Pero en este punto sólo los promedios pueden arrojar claridad, pues
pueden ser determinantes de esta subida, en un caso concreto, circuns
tancias muy variadas, tanto circunstancias accidentales del material
com o los esfuerzos extraordinarios que haga el obrero en un caso
determinado, por los motivos que sea, así com o la situación de tejer en
dos telares (con mercancías estrechas), que se comentará después. A la
191
PSICOFlSICA d e l t r a b a j o i n d u s t r i a l
vista de la distinta velocidad con que se trabaja una urdimbre, — dis
tinta velocidad producida por número diferente de vueltas— , nosotros
no ponemos como base el tiempo sino el rendimiento medio diario por
unidad de rendimiento, es decir, por «pieza» (unos cuarenta metros de
largo, metro arriba metro abajo, según los géneros). Existen com pro
baciones para una parte de los obreros controlados con los contadores
de los telares que nos permiten proceder así. C om o las urdimbres son
de longitud muy diferente— algunas se acaban con la séptima pieza, otras
dan, por ejemplo, 25 piezas— , el número de urdimbres que se pueden
tomar en consideración para el rendimiento medio limitándonos a las
primeras piezas es considerablemente mayor que el número de urdim
bres si se tomaran en cuenta el m áxim o de piezas posteriores (5). Así
que si tomamos sólo las primeras ocho piezas de todas las urdimbres
controladas (24) y ponemos como 100 el rendimiento medio de pasa
das de trama por día en la primera pieza, nos resultan los siguientes
rendimientos:
Pieza: 1 2 3 4 5
Rendimiento %: 100 105,2 105,2 107,3 110,9
Pieza: 6 7 8
Rendimiento %: 105,5 108,4 109,1
o, para la primera y segunda pieza conjuntamente: 102,6% del rendi
miento contado en la primera pieza; para las piezas 3 y 4: 106,2; para
laspiezas5 y 6:108,2; para las piezas 7 y 8:108,7% . Setrata,así y todo,
de un incremento aceptablementeregular— con un retroceso en la sexta
pieza tras una fuerte subida en la quinta pieza— , para cuya valoración
(véase más arriba) hay que tomar en consideración que, al menos para
la primera pieza, pero también para la segunda, actúan como factores
de la subida las condiciones puramente técnicas del tejer, no sólo el
«aumento de la práctica», y que, en casos desfavorables, es muy posible
que aquellas condiciones amplíen aún más sus efectos. Para el desarro
llo posterior, limitándonos a las urdimbres largas3, resulta lo siguiente:
Piezas: 1-3 4-6 7-9 10-12 13-15
Rendimiento %: 100 109,2 107,9 111,2 110,3
Piezas: 16-18
Rendimiento % : 114
o, de seis en seis piezas: 1-6: 104,6% del rendimiento logrado en la
primera pieza; 7-12:109,5; 1 3-18:112,2% .E s,p or tanto, un aumento
del rendimiento asimismo rítmico del 14% en las últimas tres3 frente
192
AUMENTO DE LA PRÁCTICA
al rendimiento de las tres primeras piezas tomadas en conjunto y de
alrededor del 7% si se toman cada seis piezas. Aquí se podrá considerar
como probable — teniendo siempre a la vista que su reducido número
aconseja prudencia— que la «adaptación» a cada género o urdimbre es
realmente decisiva, porque es im probable que tengan un efecto las
dificultades iniciales de la urdimbre del segundo grupo de tres piezas y,
mirando los grupos de seis piezas, se excluye que lo tenga sobre la sexta
pieza3. N o habrá que considerar evidente en absoluto la existencia
probable de un aumento de la práctica de en torno a un 10% en una sola
urdimbre en los obreros más viejos y con muy buena experiencia y en
un trabajo tan uniforme, aparentemente, como la tejeduría mecánica (en
el plazo de tres meses aproximadamente y si se descuenta el efecto de
las dificultades iniciales de la urdimbre), pero no habrá tampoco que
considerar que no tiene importancia, si se confirmara como un hecho
al corroborarlo con cantidades mayores en otras industrias similares.
N o carece de importancia, junto con las dificultades de «adaptación»
producidas por el telar, para valorar los efectos de un cam bio mayor o
menor de urdimbre o de género sobre los beneficios del obrero.
Para la cuestión de si se pueden establecer efectos «psicofísicos,, de
la práctica, y hasta qué punto, debe tener interés, además de la evolu
ción de los niveles de rendimiento, la intensidad de las oscilaciones en
el decurso de la «adaptación» a un nuevo género o a una nueva urdim
bre de un mismo género. Estas oscilaciones podrían representar una
especie de prueba de si se puede aceptar realmente como plausible lo
que se ha explicado en cierta forma com o probable sobre los efectos de
la práctica como probable. Según los experimentos psicofísicos, la
amplitud de estas oscilaciones debería tender a reducirse al aumentar
la práctica, el trabajo debería ser «más constante».
Si se calcula el promedio de las oscilaciones diarias (en porcentajes
del rendimiento medio) para las seis primeras semanas* de trabajo en
un género, resulta el cuadro siguiente del movimiento de las oscilacio
nes, calculado en porcentajes respecto al rendimiento medio para los
siguientes veinte casos tomados al azar:
Semana: 1 2 3 4 5 6
a) 13,3 15,9 8,2 20,2 17,3 23,6
b) 9,12 8,2 8,0 4,8 8,1 8,3
c) 23,2 20,5 28,5 15,2
d) 12,1 6,9 9,5 12,6 6,7 8,3
e) 7,2 8,2 5,6 13,3 8,1 6,3
f) 13,6 12,3 17,3 16,1 9,3 1,3
g) 19,0 10,9 15,9 3,5 11,3 10,7
b) 15,6 10,9 11,1 10,2 10,7 19,2
193
PSICOFfSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL AJ-IMENTO DE LA PRÁCTICA
i) 13,2 13,5 18,9 10,9 También aquí hay sólo un retroceso, en la cuarta semana, habiendo
k) 15,5. 8,5 8,1 6,3 6,3 9,5 una subida continua, que llega hasta el 46% respecto a la primera se
) 7,7 8,3 29,9 17,7 5,9 mana. Si de nuevo los reunimos por grupos de dos semanas, tenemos
m) 8,1 7,5 14,7 6,8 11,5 8,68% en el primer tercio, 8,55% en el segundo y 5,71% en el tercer
n) 3,4 12,4 4,4 2,8 7,1 4,7 tercio, es decir, un ritmo y un nivel en el retrocesosimilar al de todos
o) 13,9 12,1 14,4 16,7 9,1 0,8 los casos en conjunto. El hecho de que en ambos casos el tercer tercio
P) 13,6 7,5 16,3 14,6 9,5 (la quinta y sexta semana) muestre una muy clara desaparición del
q) 12,1 15,8 5,2 24,6 tamaño de las oscilaciones, parece estar en consonancia con la circuns
r) 9,8 7,9 4,4 5,5 7,2 4,3 tancia de que la adaptación a un nuevo género suele suceder muy de
s) 16,1 6,4 5,1 13,7 7,1 3,4 golpe, con un fuerte esfuerzo y sus consiguientes retrocesos (sobre este
t) 18,7 10,2 12,0 2,2 9,6 tema, véase más adelante).
u) 6,2 8,9 5,0 5,7 3,3 3,6 De todos modos hay que prevenir muy seriamente de tomar estas
series como «resultados» que podrían «demostrar» que también valen
Cortem os aquí. Añadir más casos no iba a cambiar nada la impre aquí aquellas experiencias psicofísicas, o cuyo desarrollo podría ser con
sión de arbitrariedad que producen estas cifras y, por otro lado, los siderado como una «expresión» indudable de aquéllas. El «retroceso» que
materiales no iban a ser suficientes para obtener promedios de canti se encuentra en cada una de lasseries de los promedios podría ciertamen
dades mayores. Si, aun así, ponemos com o prueba el prom edio de estos te establecerse, con un análisis más preciso, como una «casualidad»8y
veinte casos (en los que sólo participan 8 obreros distintos), se muestra muy bien podría ser considerado como tal con una suficiente clarifica
lo siguiente: ción del «tip o » sin una demostración especial, ysin que perdieran su va
lor en todo caso las series numéricas. Pero, aun así, las cifras que están a
Semana: 1 2 3 4 5 6 labaseson realmente demasiado pequeñas y requerirían una dimensión
Oscilaciones % : 12,57 11,19 12,17 11,17 8,36 8 veinte veces mayor para poder llegar a resultados seguros.
-Pero,-sobre todo, ■si se decanta aquí realmente como «típica» una
Esto representaría, si se prescinde de latercera semana que muestra disminución de las oscilaciones, un aumento en el mantenimiento del
un retroceso, un descenso continuo de las oscilaciones de un 12,57% rendimiento efectivo, hay que preguntarse de nuevo hasta qué punto
a un 8%, es decir, a un nivel inferior a los 2/3 de las- oscilaciones del la causa de ello es el aumento de la «práctica» del hombre y hasta qué
com ienzo; por tanto, estaría en consonancia al menos con el aumento punto lo son otras condiciones externas a su persona. Entra en consi
del m antenim iento del rendimiento, que se podría reclamar desde el deración aquí la circunstancia, que ya nos hemos encontrado antes, de
punto de vista psicofísico com o consecuencia de un « incremento de la que traslaintroducciónde unanueva urdimbre en un telar pasa un cierto
práctica». Si tomamos ahora cada dos semanas, las oscilaciones llegan tiempo hasta que se dan las-condiciones normales de trabajo similares
a un 11,88% en el prim ertercio, a 11,67% en el segundo y a 8,18% en a las que existen durante el resto del proceso, que duran hasta que se
el tercer tercio. Si tenemos presente que las oscilaciones cuando se teje presenta de nuevo una situación desfavorable, similar a la del princi
en dos telares son necesariamente más ilógicas7 que con un solo telar pio, a consecuencia de la terminación de la urdimbre y la consiguiente
y si consideramos además que en la quinta y sexta semana se termina inseguridad en los movimientos de la misma. La primera semana con
ron algunas de las urdimbres incluidas en el cálculo, podemos abrigar toda seguridad, y también con mucha frecuencia la segunda, están bajo
la sospecha de que, considerando solamente tejedores que tejen en un la influencia de estas circunstancias desfavorables, independientes de
solo telar y limitándonos a Jos casos en los que se ofrecen datos para la «práctica» del obrero y no son, por consiguiente, comparables a las
las seis semanas, la serie numérica tendrá que ser todavía más constan siguientes semanas; así y todo hay que contar siempre con la posibili
te, uniforme. Si lo intentamos y calculamos el promedio de estos casos dad de que estos efectos se extiendan ocasionalmente aún más y que,
(d, e, n, o, r, s, u, es decir, siete casos), resulta el siguiente cuadro: por tanto, continúa siendo inseguro, en todo caso, en qué grado par
ticipa en el descenso de las oscilaciones la-tendencia a una «adaptación»
Semana: ' 1 2 3 4 5 6 creciente a un género (en el sentido de un aumento de la «práctica» del
Oscilaciones % : 9,83 7,54 7,06 10,04 6,53 4,49 obrero) — tendencia en sí plausible y probable— yenqu é grado lohacen
las condiciones técnicas de su trabajo, cuando no hay en la base espa-
194 195
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
cios de tiempo superiores a seis semanas. Por otro lado, si yo pusiera
exclusivamente loscasos de aquellas urdimbres que funcionan durante
varios meses (en un solo telar), el número de casos observados con
exactitud en fenómenos tan dependientes de circunstancias irracionales,
como lo son las oscilaciones de día a día, sería demasiado escaso’. N o
parece dudoso, a priori, que las distintas estaciones del año, con sus
muy diferentes efectos sobre el rendimiento laboral (la iluminación, la
temperatura y la humedad) ejerzan también una influencia sobre el grado
de las oscilaciones, pues éstas dependen del número de veces que se
rompen los hilos (que aumenta con la sequedad) y, en parte también,
de la rapidez y seguridad de la vista y de los movimientos del obrero
(que son influenciados desfavorablemente por la iluminación artificial
y por el calor o frío intensos); esto no se puede verificar aquí, pues los
materiales existentes para el verano y para el invierno se refieren a
distintos géneros.
Supongamos que la amplitud de las oscilaciones será de dimensio
nes diferentes, no sólo dentro de una misma urdimbre sino sobre todo
entre distintas urdimbres y, aún más, entre distintos géneros, y realmente
según las condiciones concretas del trabajo y, por último, según las
peculiaridades personales de los obreros. ¿Se puede extraer algo plau
sible sobre este punto de los materiales?
Tom am os, primeramente, com o prueba al mismo obrero, cuyos
rendimientos durante diez meses se reprodujeron en la Tabla III, y
perseguimos las oscilaciones medias a través de.los géneros trabajados
por él en ese tiempo, cuyas características externas medibles (grosor,
anchura, finura del hilo) se indican, así como el número de vueltas de
las máquinas, los rendimientos efectivos normales (los esperados por
término m edio) y la divergencia de los logrados de hecho, todo ello en
porcentajes respecto al primer género trabajado, pero en números re
dondeados. El cuadro que sale es el siguiente:
1 2 3 ;■ 4 5 6
1. Anchura %: 100 97 100 ...87 : 115 115
2. Grosor % : 100 100 128 128 128 100
3. Finura del hilo % : 100 _ÍO 150 162 150 100
4. N úm ero de vueltas % : 100 99 95 95 95 95
5. Tarifas de destajo % : 100 91,5 127,6 127,6 142,5 93,2
6. Rendimiento
efectivo normal % : 100 117 93,1 102,4 80,9 _11
7. El rendimiento
efectivo alcanzado
suma menos que e l'
normal % : 13,5 16,3 8,7 16,1 0,3 _
1 9 6
AUMENTO DE LA PRACTICA
8. Las oscilaciones c:
de d ía a día suman:
a) % del rendimiento
alcanzado: 6,89 11,9 12,6 9,7 10,3 7,9 (8,2)“
b) % del rendimiento
con el género I: 100,00 170,0 180,0 139,0 147,0 113 (131)
9. Porcentajes
del rendimiento
alcanzado: 100,00 114,5 102,2 111,1 102,7 115,9
10.Duración del
trabajo con el
género: 1/XI 27/XII 18/H 5/VI 15/VII 18VII
a a a a a a
20/XII 14/H 3/VI 12/VTl 13/VIII 30/VIII
Se puede ver que la amplitud de la oscilación no discurre realmente
paralela a ninguna cifra. Sí se puede observar que los tres géneros más
gruesos, que son al mismo tiempo los que tienen tarifas de destajo más
elevadas (3,4,5), muestran en promedio las mayores amplitudes en las
oscilaciones respecto a los tres con destajos más bajos (1, 2, 6) (160%
de amplitud en el primer género contra 127%). Pero, según resulta de
las cifras, no se puede demostrar ningún paralelismo entre la dificultad
del rendimiento que se refleja en la tarifa del destajo y el nivel de las
oscilaciones de los rendimientos13. Mientras que con un mismo género
o una misma urdimbre, según lo hecho probablemente arriba, la evo
lución se produce de maneraque al aumentarla práctica (quedebe hacer
subir el porcentaje de rendimiento efectivo) disminuye la amplitud de
las oscilaciones, aquí no se puede encontrar un paralelismo a la inversa
en la relación entre varios géneros: los dos casos en los que el rendi
miento efectivo está por debajo, pero más cerca, del rendimiento efec
tivo norm al (géneros 3 y 5), tiene cada uno una de las amplitudes de
oscilación más altas, mientras que, al revés, con el género 2, con un
rendimiento efectivo bajo, las oscilaciones son también fuertes. N o se
puede hablar en absoluto de un paralelismo entre el grado de oscilación
y la anchura, finuradel hiloy número de vueltas (que sólo muestra unas
pequeñas diferencias, siendo por lo demás, según su núm ero absoluto,
bajo, y que no se reproduce aquí). En las calidades de los hilos, « o
aprensibles en cifras tan simples, podría precisamente estar la causa de:
diferencias tan notables en las condiciones del rendimiento de m odo
que, al menos en este caso, las otras diferencias al respecto no tendrían
un valor claro. Tiene importancia además que sólo el género 1 y el 3
eran urdimbres largas, de las cuales una (género núm ero 1) ya estaba
funcionando algún tiempo cuando se empezó acontar, es decirj que ya
tenía superadas las fuertes oscilaciones del comienzo, y otra (género
197
PSICOFlslCA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
número 3 ) estuvo cuatro meses en el telar, mientras que, por el contra
rio, el género 2 sólo se trabajó siete semanas, el género 4 cinco semanas,
el género 5 cuatro semanas y el género 6 sólo dos semanas; después llegó
un obrero distinto al telar. El género 1 se presenta, por tanto, proba
blem ente demasiado favorable, y el género 6, con toda seguridad,
demasiado desfavorable.
El último género es igual en grosor y finura del hilo que el género
1, en el número de vueltas alrededor de un 5% menos, en la anchura
un 15% mayor, y su hilado es algo más fácil de trabajar: todo esto
encuentra su expresión en una tarifa de destajo un 6,8% más baja. N o
se puede decidir, en absoluto, si la circunstancia de que el rendimiento
efectivo logrado en ese género sea un 15% más elevado que el logrado
con el género 1 significa en estas circunstancias un «progreso de la
práctica». El género 3 debe su fuerte amplitud en las oscilaciones con
un rendimiento efectivo favorable (bajo el número 7) a un cambio de
urdimbre, en parte también a un cambio técnico en el telar, sobre cuya
desfavorable influencia sobre el rendimiento de ese obrero ya se ha
hablado antes, y, en parte, a una mala salud, que le llevó a interrumpir
dos veces eltrabajoen primavera. El motivo de la fuerte oscilación, unida
a un rendimiento bajo, en el segundo género (bajo el número 7) está,
por el contrario, en la Navidad, con su trabajo discontinuo y el movi
miento sindical, casualmente muy fuerte en aquellos días. El menor
rendimiento en el género 4— con una amplitud de oscilaciones media—
se explica por la inadecuación del género al telar. El género 5, con una
cifra de oscilación media quizá algo por encima de la media (con teje
dores de un solo telar) (bajo el número 8) — que en una urdimbre más
larga hubiera caído mucho más bajo— muestra al obrero, en un ren
dimiento efectivo que casi se corresponde al exigido com o normal (bajo
el número 7), en la cima de su rendimiento: el género es, como muestra
el destajo (bajo el número 5 ), difícil, y por consiguiente el rendimiento
efectivo exigido es m enor (bajo el número 6): el obrero que se sabe no
era muy hábil (relativamente) pero muy fuerte y constante pudo rendir
su m áxim o con una exigencia moderada de rapidez (número de vueltas
y rendimiento efectivo).
Si, después de que este ejemplo concreto ha mostrado a qué con
junto de condiciones muy individuales conduce el análisis de las dife
rencias de oscilación en un obrero concreto, intentamos ver si no ha
bría alguna tendencia hacia algún paralelismo mirando un número mayor
de ejemplos, parece probable que aumentos considerables en el núme-
rode vueltas tienden a aumentar las oscilaciones. Sise ordena una serie
seleccionada de urdimbres controladas con el contador del telar por el
número de vueltas con las que fueron trabajadas y se le da 100 al nú
mero más alto, se ve, en realidad, que todos los promedios de las os
cilaciones que superan el 14% (del rendimiento medio en la urdimbre)
198
AUMENTO DE LA PRACTICA
se encuentran en números de vueltas por encima del 75 % y que, por
el contrario, con ese elevado número de vueltas sólo hay un único caso
con un promedio dé oscilaciones por debajo del 10%, el de una mujer
extraordinariamente hábil: cuando esta mujer fue sustituida en la misma
urdimbre por un obrero varón mediano, la amplitud de las oscilaciones
se aceleró al 20,9% de su rendimiento medio en la segunda mitad de
la urdimbre — la oscilación máxima de todas las urdimbres— . Por el
contrario, con un número de vueltas del 75% y menos, predominan
promedios de oscilaciones inferiores al 12% y basta el 6,5% y sólo se
encuentran algunos aislados que sobrepasen el 12% (hasta un máximo
del 14% ). Por lo demás, no existe ningún paralelismo estricto entre
número de vueltas y oscilación.
Por lo que respecta al grosor de los tejidos: de las seis urdimbres
controladas que tienen un grosor máxim o de 100-95%, la mitad tiene
más de un 12% de oscilación media, 5/6 más de un 10%; en urdimbres
con un 90-60% del grosor m áxim o (controlado), 1/3 tiene más de 12%,
4/5 más de 10% de oscilación; con niveles más bajos de grosor suben
de nuevo los promedios, a consecuencia del elevado número de vueltas.
Sin embargo, por lo reducido del número, estas diferencias no demues
tran nada.
La finura del hilo coincide la mayoría de las veces con el grosor del
género y valeentonces lo dicho; donde excepcionalmente no ocurre esto,
es decir, que el tejido es más ralo, no es evidente ningún paralelismo;
como ya se ha dicho, tienen también importancia otras características
del hilo que no se pueden poner en una comparación numérica.
Q ueda todavía una diferencia capital: tejer con un solo telar o con
dos. Esta diferencia es de la máxima importancia para el tipo de exi
gencias que se le imponen al tejedor. Trabajar entre dos telares, uno
delante y otro detrás, con la necesidad de tener que dejar de mirar
ocasionalmente a uno cuando el otro requiere la atención, afecta na
turalmente a los nervios de los obreros no experimentados de manera
muy preocupante. Com o era de esperar lógicamente, las oscilaciones
de cada urdimbre al operar con dos telares son, en conjunto, más fuer
tes que al trabajar con un solo telar; las oscilaciones se mueven, en este
último caso, alrededor del 10%, en el primero alrededor del 14% res
pecto al rendimiento medio. Claro que se dan algunas excepciones
trabajando con dos telares con cifras de oscilación (relativamente) muy
bajas ( hasta poco más de un 5 % ), y son precisamente obreros especial
mente experimentados (varones y mujeres) quienes las tienen.
Las oscilaciones y movimientos del rendimiento al trabajar con dos
telares despiertan un interés especial y hay que abordar este punto más
de cerca.
A priori podría pensarse que las oscilaciones en el rendimiento en
dos telares servidos por el mismo obrero se compensarían, por lo
199
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
general, entre sí: si el obrero dirige su atención a un telar, se resiente
el rendimiento en el otro. Pero que esto no ocurre en las oscilaciones
entre los diferentes rendimientos diarios lo indican los casos -^ p o r
supuesto no muy numerosos— en los que existen mediciones del con
tador en dos telares servidos por el mismo obrero. La regla de la
mayoría de los rendimientos diarios observados es, con mucho, que
éstos se mueven en la misma dirección (hacia arriba o hacia abajo) de
un día a otro, aun cuando la mayoría de las veces en una proporción
muy desigual. Se podría querer deducir de aquí que en esto se pone de
manifiesto un mismo efecto de los respectivos «estados de ánimo del
día» para el trabajo. Podría muy bien ocurrir esto. Pero no existe
ningún medio para decidir en qué medida y parece seguro que juegan
un papel preponderante otras circunstancias propias de la técnica del
trabajo. El obrero que sirve dos telares, cuando un día el servicio de uno
presenta especiales dificultades, especialmente cuando se interrumpe
muchas veces la urdimbre, puede aceptar las consecuencias de un en
gom ado defectuoso de la urdimbre u otros motivos, y puede no servir
el otro telar de manera tan precisa como en los días en que la urdimbre
del primero corre sin pro-blemas. Esta recíproca influencia del trabajo
en los dos telares podría desempeñar el papel más decisivo en ese
fenómeno que ahora puede ser ilustrado con algunas cifras. Veremos
luego que también seda, y por qué, el fenómeno contrario, un compor
tamiento opuesto de los rendimientos en ambos telares. En un obrero
especialmente eficiente y constante, las oscilaciones del rendimiento
de un día para otro, en un período de 30 días seguidos, en los dos telares
que él servía, eran de la siguiente manera (en porcentaje respecto al
rendimiento medio):
Días: 1-2 2-3 3-4 4-5 5-6 6-7 7-8 8-9
Telar A : . + 5 ,0 -1 ,4 . + 2 ,4 + 5 ,4 -3 ,4 -1,3 + 9 ,1 -3 ,7
Telar B-. -0 ,9 -8 ,0 + 1,5 + 1 4 ,0 -9 ,2 -0 ,9 + 1,8 -0 ,6
Días: 9-10 10-11 11-12 12-13 13-14 14-15 15-16 16-17
Telar A-. —7,0 + 11,4 -1 1 ,7 + 5 ,0 -2,5, -3 ,1 + 7,7 -3 ,6
Telar B: -0 ,8 +6 ,8 -9 ,6 + 6 ,9 -5 ,4 + 2 ,9 +4 ,5 -1 0 ,0
Días: 17-18 18-19 19-20 20-21 21-22 22-23 23-24 24-25
Telar A: -9 ,6 + 10,8 -9 ,3 + 8 ,1 -1 ,3 + 0 ,7 -2 ,0 -2 0 ,4
Telar B: -1 4 ,9 + 13,8 -8 ,8 + 7 ,3 -2 ,2 + 7 ,5 -1 9 ,2 + 9 ,2
Días: 25-26 26-27 27-28 28-29 29-30
Telar A: + 7 0 +4 4 ,9 -20 ,3 -9 ,1 -6 ,1
Telar B: Final de FuenDde 0^3 ComtenzDde Pleno
lo urdimbre servido taurdlmbre fwvdoncPTienfo
200
AUMENTO DE LA PRACTICA
Durante los 25 días en los que funcionaron ambos telares, el ren
dimiento se movieren dirección opuesta, de un día a otro, sólo en tres
casos; y de entre ellos, uno (del día 24 al 25) pertenece ya al final de
la urdimbre en el telar B. Si se añade para cada día el número de pasadas
de trama en ambos telares, resulta una oscilación media del rendimien
to global entre cada dos días del 6,11 yo, mientras que el rendimiento
en el telar A oscila del primer día al vigésimo quinto un 5,96% por
término medio, y en el telar B, que tiene un número de vueltas algo
superior al 9% , oscila por término medio un 7,36%. La media de os
cilación del rendimiento global está ciertamente más cerca de la media
más baja que de laalta, pero no estápor debajo de ambas, como sí ocurriría
si las oscilaciones de ambos rendimientos hubieran tendido a compen
sarse mutuamente. La media de oscilación entre los treinta días, en el
telar A — contando los días en que trabajaba en un solo telar— alcanza
el 8% frente al 5,96% cuando trabaja en los dos telares, es decir, por
encima de un tercio. El rendimiento en el telar asciende alrededor de
un 4 5% respecto a la media (d el día 26 al 27), mientras el telar B está
totalmente fuera de servicio, después de que había caído rápidamente
antes durante el laborioso trabajo en la última parte de la urdimbre en
el telar B (del día 24 al 25), y desciende de nuevo mientras se pone en
funcionamiento el telar B hasta su media anterior. Consecuencia de este
cambio de trabajar con un telar a trabajar con dos al cambiar la urdim
bre es la media de oscilación más fuerte que registran los contadores
en los telares para tejidos estrechos (tejidos, por tanto, en dos telares).
Esa media de oscilación es consecuencia, además, como ya se ha insi
nuado hace poco, de que el cambio de género (o el cambio de calidad
del hilo dentro de un mismo género) en un telar influye en el nivel del
rendimiento en el otro telar. Si el trabajo en un telar se vuelve difícil,
baja entonces el rendimiento en el otro y al revés, y esto se manifiesta
— al comienzo del cambio— en fuertes diferencias en el rendimiento
diario y en desviaciones más fuertes hacia arriba o hacia abajo respecto
a la media global del rendimiento alcanzado en la urdimbre. Si pone
mos, p o r ejemplo, 100 para la media del rendimiento global de la
urdimbre en el telar A, todo el período de los 25 días de operar con dos
telares tomados en consideración está en el telar A a un 121,5% por
término medio — a consecuencia de un cambio de género en el telar
B— (más de un 1/5 por encima de la media total), corriendo en el telar
B un género «de grosor m edio», mientras que, después de la introduc
ción en el otro telar (B ) de un género fino y un 25% más grueso, él ren
dimiento en el telar A sólo se mueve por encima de la media (104) en
la primera semana, evidentemente por el esfuerzo especial del obrero14
— que puede controlar su rendimiento en el contador— , porque inten
ta al máximo sacar el número de pasadas de trama acostumbrado. Pero
luego baja en la media de los siguientes 25 días por debajo de la media
201
PSICOFÍSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
global de la urdimbre a 195,4%, nivel en e 1que se mantiene en adelan
te 15. Y al mismo tiempo que ba ja e 1rendimiento suben las oscilaciones.
La oscilación media del rendimiento global (sumadas todas las pasadas
de trama realizadas en ambos telares) suma el 6,93% del rendimiento
medio (contra el 6,11 en el primer período de 25 días). Lo caracterís
tico de todo esto es que el aumento de las oscilaciones no se produce
de manera intensa, en absoluto, en el telar B, aunque los tejidos grue
sos, al menos con hilos finos, conocen un número mayor de urdimbres
quebradas que los más ligeros: el nivel de la oscilación media en el telar
B es, a pesar de ello, casualmente la misma en el segundo período que
en el prim ero"’: 7,36% . Por el contrario, en el telar A , en el que siguió
corriendo la misma urdimbre, el rendimiento oscila notoriamente con
mayor intensidad que en el primer período, concretamente un 6,99%
por término medio (contra un 5,96% del primer período). La media de
las oscilaciones del rendimiento global está aquí, por tanto, por debajo
de la media de ambos rendimientos individuales, lo cual se produce
porque, aquí, las oscilaciones de siete casos (contra tres en el primer
período) discurren en dirección opuesta, es decir, se compensan: en este
caso el obrero, después de tener que ceder en su intento inicial de
mantenerambostelares con el mismo número de pasadas, se concentró
tan intensamente en el nuevo género que ciertamente lo mantuvo en su
cima, o incluso lo aumentó, pero, al mismo tiempo, sufrió el servicio
del otro telar con la urdimbre antigua que ya le había sido encomen
dada; el telar, por ejemplo, esmvo parado más tiempo por término medio
en las interrupciones de la urdimbre, etc., y de esta manera se obtuvo
un rendimiento más bajo y mucho más oscilante en este telar.
Pongamos ahora este obrero (de 29 años), especialmente eficiente
y voluntarioso y con mucha práctica, frente a otro, asimismo con buena
disposición, pero diez años más joven, que también trabajaba, y en la
misma época, con dos telares. El número de vueltas d e sú s dos telares
era entre un 2 y un 6 % más bajo que en el telar B, entre un 3 y un 7 %
más alto que en el telar A del otro obrero, diferencias que no tienen
importancia para nuestro objetivo. Los géneros que hacía eran predo-
minantementegénerosligeros— un trabajo relativamente cóm odo, por
tanto, que corría normalmente bien— , junto a los cuales sólo había un
género pesado, perocuyo grosor estaba en relación coneldel otro obrero
en láproporción 2:3 ó 3:5. Su trabajo era, por consiguiente, mucho más
fácil que el del otro obrero, pero, a cambio, con 19 años, no llevaba to
davía ni tres años en el trabajo y sólo un año y tres cuartos a pleno destajo,
es decir, mucho menos experimentado que el otro obrero. Por esto, el
nivel del rendimiento y el aprovechamiento de la máquina que él lo
graba estabapor detrás del rendimiento del otro, a pesar deser un trabajo
más fácil: alrededor de un 18 o alrededor de un 2 8 % 17, según si se mide
por el número de pasadas hechas— loque da una imagen en cierta manera
202
AUMENTO DE LA PRACTICA
correcta— o si se mide por el nivel del «rendimiento efectivo», donde
efectivamente es importante el cambio de urdimbre en el joven, que
presenta una frecuencia de más del doble (siete urdimbres diferentes y
cinco géneros diferentes en quince semanas y media en los dos telares
del más joven frente a tresurdimbres diferentes e igual número de géneros
en trece semanas y media en el mayor). Si se miran ahora las oscilacio
nes en el obrero más joven, el resultado de los catorce días en los que
ambas urdimbres estuvieron funcionando a la vez es como sigue: en un
telar (C ) un 23% y en el otro (D ) un 16,1% del prom edio global de la
correspondiente urdimbre, mientras que el rendimiento global (suma
dos los dos rendimientosefectivosde cada día) oscila un 14,3%. Elhecho
de que las oscilaciones del rendimiento global estén muy por debajo de
las oscilaciones de cada uno de ellos es debido a que en este obrero, de
los catorce días del período, los rendimientos se mueven ocho vecesen
la misma dirección y cinco veces en la dirección opuesta. Siguen luego
quince días con tres cambios de urdimbre y de género (un cambio en
el telar C y dos cambios en el telar D ) y, consiguientemente, oscilacio
nes muy intensas.en ambos telares: 29,4% en el telar C, 27,3% en el
telar D . Durante el período siguiente de 31 días en total, el obrero tuvo
la ventaja de tener el m ism o 18género ligero en ambos telares. Por ello
bajan las oscilaciones. Alcanzan, entre los 25 días adecuados para el
cómputo19, en promedio: 11,9% en el telar C, 16,4% en el telar D , y
11,2% para el rendimiento global, es decir, casi el doble que con elobrero
mayor.
El número de casos en los que los rendimientos de un día para otro
se mueven en dirección opuesta suma nueve (de 25), relativamente
menos, por tanto, que en el primer período de este obrero, pero tam
bién mucho mas que con el obrero mayor. Se podrá ver en las diferen
cias de amplitud de las oscilaciones y en sus compensaciones una con
secuencia de la diferente práctica entre ambos. Se puede pensar como
explicación que el obrero más joven, al prestar atención a dos telares,
mira aquí y allá en mayor medida que el obrero mayor, que dirige su
atención a utilizar los telares tan completamente como sea posible, pues
por su mayor experiencia estáen condiciones de hacerlo con mayor éxito
y, por ello, en efecto, mantiene ambos telares con un funcionamiento
uniforme. «Mantenerlos con un funcionamiento uniforme» no quiere
decir lograr en cada uno el máximo número de pasadas de trama, sino
lograr, según las posibilidades, el máximo de utilización de cada una
de las máquinas que está a la base del cálculo del salario y que, dando
por supuesto que este cálculo sea «correcto», le garantiza a la empresa
el máximo de mercancías enlascondicionesdadas, tanto desdeelpunto
de vista cuantitativo com o cualitativo, y le garantiza al obrero el salario
máximo posible por unidad de tiempo (con la norma de sueldos que
subyace al cálculo)20. El cálculo, aun siendo «correcto», puede estar
203
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL AU M EN TO DE LA PRÁCTICA
i desautorizado por las condiciones materiales, especialmente las rela- con otras palabras, que los rendimientos de los telares servidos por un
\ tivas al material; entonces sufren el daño la empresa (en la calidad de obrero expresados en cantidades de producción, con obreros experi
j la mercancía) y el obrero (en el salario)21^Por otro lado, el cálculo «fal- mentados y con un cálculo «correcto», tienden asituarse proporcional
j so» de la tarifa a destajo para el caso concreto de dos telares servidos mente en sentido inverso a latarifa de destajo de los géneros. «Tienden»
i por un solo obrero — falso en el sentido de no corresponder a las con quiere decir que una cantidad de circunstancias individuales, del ma
: diciones técnicas del rendimiento en cada uno de ellos— tendría como terial, del telar, del «estado de ánimo» del obrero, de la estación del año,
consecuencia que el obrero — si calcula correctamente sus posibilida- etc., pueden impedir que se dé realmente este resultado, pues las dife
' des de remuneración— intentaría ganar su remuneración por la vía del rentes exigencias que les plantean a los obreros los distintos géneros,
; «m enor esfuerzo», es decir, emplear al m áxim o el telar para-ganar-más que hay que considerarlas a través de las diferencias en las tarifas de
con el menor trabajo, porque la tarifasalarial esté calculada «demasia destajo, no se refieren a una destreza única y uniforme de los obreros
do favorablemente» para los géneros a trabajar en ese telar en relación que fuera relevante para todos los géneros, sino que se refieren a un con
con los otros géneros del otro telar, y trabajados simultáneamente. junto grande de destrezas que son relevantes en distinta medida para
La pregunta que nos interesa ahoraes la siguiente: ¿hasta qu épu nto, las distintas cualificaciones, de m odo que la individualidad del obrero
con un cálculo «correcto», se da realmente esa tendencia a la adapta tiene que implicar fuertes divergencias. Pero, a pesar de todo esto, la
ción que debe regir si el obrero adapta la medida de rendimiento de los mencionada tendencia se da repetidamente y con bastante claridad
telares al cálculo salarial y a las posibilidades de ganancia que de ahí precisamente entre los obreros con mayor práctica. De esta manera, por
se derivan? A esta pregunta sólo se le puede dar una respuesta consi seleccionar al menos dos ejemplos, el obrero m ayory más experimen
derando períodos de tiem po más largos, en los que los mismos géneros tado de los dos citados anteriormente com o ejemplo para las oscilacio
estén funcionando paralelamente* Adelantando esta respuesta en su nes, al tejer dos géneros distintos con una. diferencia entre sí del 7,5 %
punto central — en la medida en que es posible una respuesta con el en Ia tarifa de destajo — géneros que tejió simultáneamente durante
modesto volumen de los materiales— diré: semejante adaptación tiene cuatro meses y m edio— , muestra, primero, una fuerte subida del ren
lugar en cada obrero, según parece, en un grado muy diferente. Cada dimiento en ambos telares y, precisamente, en el género más grueso con
obrero que sirve varios telares se ve obligado en- una cierta medida a una tarifa más elevada. A esa subida, conseguida evidentemente con un
«adaptarse» a las condiciones de la máxima producción, si no quiere sobreesfuerzo continuo, le sigue, de la segunda a la tercera quincena,
tener desventajas económicas (pérdidas en el salario o despido, si está un considerable descenso, más fuerte con el género más grueso (para
continuamente muy por debajo del rendimiento esperado calculado). un mismo nivel de remuneración más alta). .De la tercera a la cuarta
Pero el grado en que ocurre esta adaptación parece ser bastante dife quincena sube el rendimiento en el género más difícil, mientras que baja
rente. De la observación de las oscilaciones en las remuneraciones de un poco en el más fácil; de la cuarta a la quinta quincena ocurre jus
un m ayor número de obreros que trabajan en dos telares me parece que tamente lo contrario; de la quinta a la sexta quincena se distorsiona la
V ■: se desprende que los obreros «más dotados» somaquellos que mejor se evolución por un cambio de urdimbre en. el género más fácil: ambos
, V saben adaptar al cálculo — y esto fue confirmado- por la dirección de rendim ientos bajan, para subir luego lentamente entre la sexta y la
la fábrica.como algo que se correspondía consus propios conocimien- séptima quincena; de la séptima quincena a la octava com ienza el
Cf tos al respecto— . Esta adaptación parece realizarse de m odo que el obrero relanzamiento hacia la subida en el género difícil de nuevo, mientras
que comienza a tejer dos géneros distintos simultáneamente, si es efi que el fácil baja moderadamente; en la novena quincena se termina la
ciente, comienza casi siempre a alternar el máximo de su esfuerzo entre urdimbre del prim ero (ambos bajan). En cada mes y medio, la diferen
ambos géneros, de m odo que primero se presenta una rápida subida del cia de producción (expresada en metros de mercancía) cayó del 14,50/0
rendimiento en un telar y luego, al estar éste parado o al reducirse la del rendim iento mediano en el prom edio diario en el primer tercio del
producción en él, se da una subida similar en el otro, lo cual puede ser período al 6,5% de promedio diario en el último tercio delperíodo. Pero,
repetido una o dosveces hasta que el obrero, después de haber aumen- tanto en el primer tercio com o en el segundo, la producción en el género
; tado suficientemente el rendimiento en ambos telares con la «práctica» difícil estuvo en cada quincena p o r encima de la producción de género
y de haber «tanteado» la relativa rentabilidad de su salario, aprenda poco fácil, y sólo en elúltim o tercio se puso de manifiesto, con un rendimien
a poco a repartir sus esfuerzos en ambos telares-de m odo que gane el to diferente, la diferencia de tarifa de destajo (7,5% ), que.expresaba la
m áximo, y esto quiere decir — con un cálculo «correcto» del destajo— dificultad del trabajo. La diferencia entre las ganancias medias diarias
que gane igual cantidad en cada uno de los telares. Esto significaría, en cada uno de los telares retrocedió a la mitad en-el tercer tercio, con
204 205
PSICOFlSICA d e l t r a b a j o i n d u s t r i a l
lo que, en los dos primeros períodos, cambia mucho más fuertemente
que en el tercero la medida en que uno u otro telar tienen la prepon
derancia. El telar con el género más fácil ganaba más ( + ) o menos ( - )
que el otro (en porcentajes respecto a sus respectivas ganancias bajas):
primera quincena: + 1 4 ; segunda quincena: —8,5; tercera quincena:
+ 18,7; cuarta quincena: —13,8; quinta quincena: + 1 4 ,7 ; sexta quin
cena: +9,2;séptim aquincena: + 1 2 ,9 ; octava quincena: + 5 ,2 ; novena
quincena: +3 ,9 . De todo esto se pude ver que el obrero, tanteando y
adaptándose de manera continua— consciente o inconscientemente—
se acerca progresivamente a las condiciones relativas del trabajo que
estaban a la base del cálculo del destajo.
L a tendencia a equilibrar las ganancias en los telares se destaca aun
con m ayor claridad que en este obrero — que, dicho sea de paso, es
sindicalista— en una mujer especialmente hábil, si contemplamos las
siguientes cifras, que se refieren a las quincenas tras el comienzo del
trabajo en dos telares con dos géneros distintos y con una diferencia del
17,6% en el destajo entre sí: la ganancia en el telar A (con el género más
elevado) se comporta en relación al telar B (con el género mas bajo) en
las quincenas de la siguiente manera:
1 2 3 4 5 6 7 8 9 0-
com o 100 a 262 155 120 96 86,2 93 86,9 101,5 100 100,6
El prom edio, por tanto, de las tres primeras quincenas tiene una
relación com o 100 a 146, en las cuatro quincenas intermedias como 100
a 90,5, en las tres últimas quincenas, por último, las ganancias fueron
iguales con diferencias mínimas. Expresado de otra manera: en los
primeros cuatro meses, la obrera,que ya había trabajado dos quincenas
en ese género en el telar B, se adaptó al género más difícil (en el telar
A ), pero, concentrando su atención en el viejo género más fácil, man
tuvo el telar B en todo su funcionamiento (pues las cantidades produ
cidas por día en este telar sólo están algo por debajo de la media en la
segunda quincena); después de adaptarse al nuevo género difícil (telar
A ) en la tercera quincena, la obrera dirige su atención temporalmente
a éste género con una tarifa más alta con una intensidad mayor que al
género más fácil, de modo que el rendimiento en este últimocae en torno
ál 15% ; sin embargo, durante el último tiempo del período lasgattatt-
cias en ambos telares son iguales y esto significa que laproducciótt estuvo
en relación inversamente proporcional a las tarifas del destajo, de manera
que la producción en B está más baja que en el primer período, y que
la de A está mas baja que en el segundo período, es decir, que se da un
equi librio con una especie de línea «m edia», que es precisamente
inversamente proporcional a la tarifa de destajo calculada, después de
que la obrera hubiera elevado, con un fuerte esfuerzo, su nivel de prác-
206
AUMENTO DE LA PRÁCTICA
tica, primero e n un género y luego en el otro. Puede bastar con e 1análisis
de estos casos, que se pueden apoyar con otros casos similares, pero hay
que observar que frente a éstos, en los que se trata de obreros muy
experimentados, existen otroscasos, y concretamente con obrerosmenos
dotados o con menos práctica, en los que se da una continua e inestable
oscilación entre ambos telares, en los que no se da, por tanto, la com
pensación ni la adaptación al cálculo del salario, lo cual reduce siempre
la ganancia.
Con estos comentarios hemos entrado en el análisis de las oscila
ciones en los rendimientos de obreros concretos, como ya había ocu
rrido antes ocasionalmente. Entonces observamos, sin em bargo, la
evolución del rendimiento en un mismo género (o en dos géneros en
dos telares). Ahora vamos a analizar una serie de obreros en períodos
de tiempo más largos, que abarcan múltiples cambios de género, lo que
hasta ahora sólo había sucedido de manera aislada y alusivamente con
fines ilustrativos.
NOTAS
1. Así como tampoco el bajo rendimiento de los lunes (véase más arriba) es sólo consecuencia
de una utilización poco sana del domingo por parte de los obreros: la máquina, que está parada
entre la tarde del sábado y la mañana del lunes tres veces más el tiempo que io está de un día para
otro, con los hilos cubiertos de goma, encuentra también más dificultad para empezarlos lunes que
cualquier otro día.
2. Asi, por ejemplo, el rendimiento diario de un tejedor que sustituye a una mujer en una
urdimbre a medio comienza con el 80% de su rendimiento medio de los tres primeros días- En la
urdimbre que trabajaban los obreros tratados en la Tabla lll, el rendimiento cae de 101,6% al
93,9% en el promedio de los tres primeros días cuando, el 1 de septiembre, entra un nuevo obrero
(asimismo eficiente), para volver a subir en la segunda semana al 102,2%, etc. Las transformaciones
técnicas en los telares acometidas durante el proceso de una urdimbre, incluso aquellas que deben
fa c ilita r á trabajo, significan realmente, sólo por la falta de práctica, un descenso al principio y luego
una progresiva subida en el rendimiento, incluso con un tejedor experimentado como los tratados
en laTabla III: véanse las cifras del 18, 19 y 20 de mayo (también ocurre exactamente lo mismo
con otros obreros).
3. Se han excluido delcálculo una «urdimbre mala» (pues cuanto peor sea la urdimbre más
irregular suele ser la distribución de las fallas del hilo) y un obrero que no se podía comparar bien
por una gran discontinuidad en el trabajo. Si se incluye a este último, el resultado seria, de tres en
tres piezas, comosigue: 1-3: 100; 4-6: 107,9; 7-9: 108; 10-12: 106,7; 13-15: 105,5; 16-18: 109;
es decir, también una subida, aunque no tan rítmica.
4. Es decir, de lastres últimas que se han tomado encuentaa^w'. Al fin a l de la urdimbre baja
algo el rendimiento.
5. Como las urdimbres largas, en las que se trabajó hasta cuatro meses, tienen un comienzo
y un final en distintas estaciones del año, es posible, al menos, que intervengan también las
condiciones meteorológicas generales, aunque las urdimbres que se han incluido se compensarían
unas con otras. Pero siempre hayqne tener claro que todas estas cifras no son «resultados», sino que
representan «posibilidades» que habría que comprobar con materiales más amplios*
6. Las semanas siguientes no fueron incluidas, porque era demasiado grande el número de
casos en los que en la séptima semana se trabajó una urdimbre (corta). (Va en la sexta semana, e
incluso en la quinta, se terminan algunas urdimbres; las cifras correspondientes a esassemanas no
se han puesto en la Tabla.)
207
PSICOFlSICA d e l t r a b a j o i n d u s t r i a l
7. Porque el trabajo en un solo telar está Influido muy fuertemente por Fasituación en el otro,
especialmente por la introducción de nuevas urdimbres en éste.
8. Tanto en la primera como en la segunda de ambas serles, la caída dél ritmo de las mismas
está condicionada en cada una de las semanas por ciertas situaciones anormales de determinadas
semanas (días de tejer con un solo telar en el caso de tejer con dos telares, media jornada labora)
—con su consiguiente subida de intensidad—-y jornadas no trabajadas). La diferencia en el núm ero
de jornadas en cada una de las semanas es realmente muy distorsionante. Pero aunque se
prescindiera de la división en semanas y se reunieran, por ejemplo, los rendimientos y las
oscilaciones de cada cinco o seis días en los que se trabajó, las peculiaridades de los lunes, por
ejemplo, que intervendrían una o dos veces en esos grupos, distorsionarían el resultado. Hay que
destacar siempre que no se trata de «resultados» sino de caminos, a través de los cuales quizá, con
unas condiciones más favorables que las que ofrece esta fábrica, podría llegarse a aquéllos.•
9. Están producidos naturalmente de manera más irracional que los rendimientos globales
medios de un período comentados, en los que los «resultados» obtenidos antes podrían ser
considerados, aun con todas las reservas, como tales. N o tendría ningún interés intentar analizar
las cifras de las semanas posteriores, pues éstas oscilan mucho.
10. La finura del hilo no tiene aquí valor de comparación porque la resistencia y otros
comportamientos del material son muy diferentes. ■
11. N o calculado.
12. Los números entre paréntesis resultan de incluir en el cálculo las medias jo rnadas de los
sábados, con su correspondiente rendimiento más elevado, que al calcularlo conjuntamente con las
jornadas enteras eleva el promedio de las oscilaciones; las cifras no puestas entre paréntesis resultan
de la no inclusión en el cálculo de esas medias jornadas.
13. No obstante, se puso tarifa de destajo del género 4 «a modo de prueba», que se hizo una
sola vez por un encargo especial. Es ése el género cuya rentabilidad para el obrero fue trastrocada
por una deficiente adaptación del género al telar (véase el texto).
14. Pues el rendimiento en el telar B es también muy alto, al menos para un comienzo de
urdimbre.
15. La elevación del número de vueltas en B un 0,9% difícilmente juega algún papel. Las
condiciones meteorológicas no eran muy diferentes en ambos períodos (julio o agosto y la primera
semana de septiembre de 1908) y, en conjunto, eran relativamente favorables para esta estación
del ano. Una restricción limitada en el funcionamiento de la fábrica en el mes de agosto (varios
sábados sólo media jornada, algunos sábados sin trabajo) era más bien apropiada, con las
peculiaridades personales de este obrero extremadamente voluntarioso, para llevar hacia arriba el
rendimiento de los segundos veinticinco días.
16. Sólo marca una cierta diferencia la circunstancia de que en el primer período se han
incliiido las fuertes oscilaciones del rendimiento entte los tres últimos días (final de la urdimbre).
17. Parece directamente comparable el rendimiento de ambos obreros en un período, mien
tras que ambos trabajaban en el m is m o género y el obrero mayor lograba un rendimiento efectivo
un 38% superior al del joven, o, contado según el número de pasadas de trama, Un número de
pasadas 29,7% más alto, con un número de vueltas en el telar un 6,75% más elevado. Sin embargo,
lá instalación técnica de los telares no es la misma en todos los puntos y eliiiás joven tenía un género
distinto (más fácil) que el mayo r en el otro telar, que funcionaba a Iá par.
18. Pues la diferencia de uu 3% en la anchura no cuenta naturalmente para el rendimiento.
Además losotrosgéneros eran también muysímilares, de modo que puede entrar enjuego el efecto
de la práctica.
19. Tuvieron que quedar fuera de consideración algunos días, en los que no se trabajó en un
telar por alguna avería.
20. Un telar cuyo número de vueltas se aumentara, con un mismo género, supongamos en un
20%, incluso suponiendo que este aumento de velocidad por metro de urdimbre no trajera consigo
ninguna rotura de hilos ni ninguna otra alteración, no podría, sin embargo, aumentarla producción
de mercancía en un 20%, si el obrero necesita el mismo tiempo para repararlos hilos que se rompen,
etc., que el que necesitacon un 20% de vueltas menos, sencillamente porque el tiempo perdido en
tales interrupciones significa, referido al número de metros de la mercancía, una pérdida m ayor que
con un número menor de vueltas. Sólo si el obrero reaccionara asimismo un 20%más rápido, subiría
el producto en un 20%. Por esto, el grado de rendimiento de (a máquina logrado normalmente por
un mismo obrero no es igual de elevado según el número de vueltas. Pero el número de vueltas,
208
AUMENTO DE LA PRÁCTICA
naturalmente, tiene una considerable influencia sobre el número de veces que se rompen los hilos
y sobre otros comportamientos de los hilos al tejer, y la tiene de distintaconsíderación, por ejemplo,
según la finura y el número de-vuelras del hilado y depende, por ello, de estas y otras muchas
circunstancias para lograr el máximo.
21. Las enormes diferencias de los materiales podrían constituir uno de los varios problemas
cuando se intenta firmar un convenio colectivo. Actualmente» en los casos de «urdimbres malas»
se complementa con suplementos individuales. El monto de estos suplementos no se podría acordar
fácilmente. Y ocurre a demás que el número de veces que se rompe el hilo no está, en absoluto,
solamente en función del tipo de hilo y de la calidad del producto (tampoco en la tejeduría del
algodón), sino que depende también en una medida considerable del obrero, que puede evitar una
gran parte de esas quebraduras con el control de la urdimbre y una intervención a tiempo. Al obrero
con práctica lo suelen reconocer los maestros inspectores, entre otras cosas, en que está tanto
delante como detrás de los telares (también en la Tejeduría del algodón).
209
12
A N Á LIS IS D E V A R IO S R E N D IM IE N T O S IN D IV ID U A L E S
Y SU E V O L U C I Ó N :
A ) T R A B A JO M A N U A L , B) T R ABA JO M E C Á N I C O
Comenzamos con una obrera, la «que une los cabos», cuyo rendimien
to manifiesta totalmente las características del trabajo manual y que en
esta empresa tiene además que realizar el «enhebrado», el «pasar los hilos»
y «la perforación de los peines», es decir, todos los trabajos manuales
previos a la elaboración de la urdimbre. De estos trabajos, el trabajo más
importante desde el punto de vista de la ganancia es el de unir los cabos
(en elque, en otras circunstancias, suelen estar especializadas varias obre
ras, es decir, tanto en empresas más grandes como por falta de obreros
tan altamente especializados, como ocurre aquí); parece que el rendi
miento en este trabajo, que consiste en giros de la mano lo más rápido
posible sobre los hilos previamente seleccionados, igualmente con la
máxima rapidez, depende en gran medida de una capacidad natural (de
una determinada habilidad con los dedos), además de que presupone
una absoluta insensibilidad respecto a la inaudita monotonía del rápi
do movimiento de la mano, que se repite diez veces y más por minuto,
siempre igual, y exigiendo una atención visual muy precisa. Los otros
trabajos — cuy a dificultad y duración relativas vienen caracterizadas por
el porcentaje de sus tarifas de destajo por cada 1.000 hilos en lossiguientes
términos: unir los cabos-enhebrar-pasar hilos-perforar los peines = 100-
40-140 (ó 174)’-30— no le van a la zaga en monotonía al trabajo de
unir los cabos, pero en ellos el rendimiento no depende en igual medida
de una predisposición natural como en aquél. El puesto de la obrera en
el proceso de producción lleva consigo que la cantidad de trabajo y su
distribución entre las cuatro tareas que le incumben cambien perma
nentemente, según las nuevas urdimbres que se hayan introducido. Se
obtiene una muy buena imagen de esto en las series reproducidas en la
Tabla IV. H ay que observar al respecto lo siguiente: la obrera había sido
antes tejedora manual, luego hizo trabajos de jardinería y otros y de su
210
ANALISIS DE VARIOS RENDIMIENTOS INDIVIDUALES
empleo en el jardín del jefe pasó a 1a fábrica, al principio sólo medio
día, trabajando el otro medio día en el jardín, y fue contratada a destajo
a tiempo completo a partir de febrero de 1907; sus tarifas de destajo
fueron reducidas un 10% a partir de junio de 1907, de acuerdo con una
notificación que §e le había hecho justo al comienzo2. Según la Tabla
— línea 4e— , es, al menos, posible que la obrera reaccionara antes del
mes crítico con un rendimiento más bajo, pero luego, después de que
se hubiera introducido, a pesar de todo, la rebaja, con un rendimiento
tan fuerte que sobrecompensó en ganancias la rebaja efectuada. N o tuvo
lugar una segunda rebaja de otro 10%, que le había sido anunciada para
los meses posteriores a septiembre de 1907 (contra la que, en septiem
bre, reaccionóquizá con un rendimiento menor en ese mes— véase línea
4e— ), porque entretanto había crecido elmovimiento sindical y la obrera
era suficientemente rentable. Los rendimientos más bajos en los cuatro
meses oscuros del invierno de 1907 a 1908 (de noviembre hasta febre
ro) se explican bien, como en otros obreros, por el mayor esfuerzo de
trabajar con luz artificial. La brusca caída en septiembre de 1908 se
explica por el hecho de que le afecta precisamente a la obrera que une
los cabos, e intensamente, la depresión de la empresa en ese mes, cuyo
nivel de empleo depende muy claramente del inicio de nuevas urdim
bres, es decir, del nivel de los pedidos. Com o muestra la línea 2, sólo
estuvo a destajo quince días (de las 2 6 jornadas del mes), sufriendo, por
tanto, más del doble que otros obreros por las reducciones d éla fábrica,
al encontrar trabajo sólo hasta cuatro días a la semana, cayendo en
concreto el pasar los hilos hasta casi la quinta parte. El rendimiento de
la obrera, en sus cuatro trabajos concretos, depende siempre, en todo
caso, incluso en épocasdeplenoempleo,delasnecesidadesde la empresa.
C o m o resulta de las líneas 1 y 2, el tiempo del trabajo a destajo es
realmente distinto de las jornadas realizadas en once de diecinueve meses
y las cifras de la línea 5 muestran que, incluso si se suma cada uno de
los trimestres, cambian sin ninguna regla fija las ganancias globales
derivadas de las ganancias en los cuatro trabajos concretos. N atural
mente podría estar interviniendo en este punto un distinto nivel de
práctica en los distintos traba jos parciales. Pero las cifras de la línea 4a-
d, con un cambio en los rendimientos totalmente irregular en cada uno
de los trabajos parciales, indican que, en todo caso, nosotros no los
podríam os reconocer. Lo que interesa, en cambio, en gran medida, a
la vista de este fuerte cambio de trabajo producido solamente por las
necesidades de la empresa, es el hecho, deducible de la columna 6, de
un aumento de la práctica de un tercio respecto al rendimiento de marzo
de 1907, que, por su parte, era el segundo mes de trabajo de la obrera.
A l mismo tiempo, la comparación de estas claras cifras — resultantes
de la síntesis de todo este período de seis meses y que muestran una
evolución sostenida— nos enseña, con la irregularidad de las cifras que
211
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
arrojan los períodos mensuales e incluso trimestrales3, algo que ya se
ha presentado antes: que sólo la comparación de promedios mayores
puede realmente decidir sobre si, en las diferencias de rendimiento,
estamos ante «casualidades» o ante diferencias fundadas en diferentes
predisposiciones naturales o de diferentes niveles de práctica. El alto
nivel de práctica de la mujer se.corresponde con sus características
personales: la obrera tiene 42 años y con un sentido tan fuerte de querer
ganar, que, cuando el dinero de la manutención que daba a su familia
fue rebajado 10 Pfg., se fue de ella.
Vam os ahora a las curvas de las ganancias de algunos tejedores
mecánicos.
Y a hemos analizado antes en lo fundamental, al comentar las osci
laciones, la evolución de las ganancias de un tejedor de un solo telar ( b).
En el género moderadamente grueso, pero bastante ancho, que trabajó
hasta el 20 de diciembre, ganó, en conjunto, bien, y obtuvo una prima
de calidad en septiembre (110% ) y en noviembre (108,5% ), mientras
que el tiempo de Navidad le supuso un descenso en el rendimiento y,
a consecuencia de un cambio de urdimbre y de un rendimiento inicial
más bajo, le supuso quedarse por debajo de la ganancia norm al. A
comienzos de enero, tras el cambio a un género más fácil con un ma
terial más soportable, subió rápidamente su ganancia a un nivel extraor
dinario (127% ), como resultado de un aumento muy significativo de su
producción. Sin embargo, no obtuvo ninguna prima a pesar de ello, por
lo que parece, por tanto, que su rápido trabajo no fue suficiente desde
el punto de vista de la calidad: es un hombre de mediana edad, muy fuerte,
pero ni muy rápido ni especialmente hábil. Los rendimientos semana
les4en este nuevo género subieron entre diciembre y mediados de enero
de 65,6 a 87,6,96,4 y 113,5%, luego siguió una bajada al 98,3%, pro
bablemente a consecuencia del fuerte frío, nuevamente un aumento al
108,6 y a comienzos de febrero otro aumento a un 110,9%, a lo que le
siguió el final de la urdimbre, a mediados de febrero, con un 88,6%. La
ganancia de febrero se mantiene en el nivel normal (100,3% ), porque
el rendimientos al final de la urdimbre del género anterior y a l comienzo
del otro género que se empezó entonces era inferior. Este nuevo género,
más pesado, lo trabajó el obrero en dos urdimbres hasta junio, con los
siguientes rendimientos semanales (siempre en porcentaje respecto a su
rendimiento medio en esta urdimbre): 89,6-96,5-99,2 (mediados de
marzo), a lo quesiguió una larga enfermedad del obrero, y luego, ya en
abril, tuvo los siguientes rendimientos: 88,5-101,7-90,8-110,9 hasta
105,3-111,7; luego (en mayo), tras una reforma enel telar: 92,8-111,1-
1-96,7 ( final d é la urdimbre a comienzos d e junio). Este obrero alcanzó
mensualmente, en marzo, el 101,7% respecto al rendimiento en febre
ro, el 104,3% en abril, en mayo — antes de la reforma en el telar— el
116,7%, y su ganancia por día subió, a consecuencia de ello, del 100,3%
212
ANALISIS DE VARIOS RENDIMIENTOS INDIVIDUALES
en febrero al 110% en abril (el mes de marzo no es comparable, encuanto
a la ganancia, pues este obrero trabajó primero de forma no continuada
y luego no trabajó durante algún tiempo). El rendimiento cae entonces,
en mayo, a consecuencia de la reforma en el telar y del consiguiente
cambio efectuadp en la tarifa del destajo al 90,6% del rendimiento de
febrero, y la ganancia al 89,5% de la ganancia normal. La subida de
febrero a mayo será quizá consecuencia, en parte, de las mejores con
diciones de trabajo de la estación del año. Pero las cifras tras la reforma
del telar parecen indicar que también interviene fuertemente la mayor
práctica). El mes de junio, con un 102,3%, muestra una clara ganancia
teniendo presente el cambio de género: el obrero se lanzó evidentemen
te con gran celo al nuevo género, especialmente liviano y un 12,5% más
estrecho, logrando buenos progresos al comienzo. Pero luego se frenó
visiblemente: los rendimientos semanales se mueven dél 87,5% en los
primeros días al 107,5-105,1-96,1-98,8-91,8 (mediados de julio), de
m odo que el obrero fue superado aquí por un primo suyo más joven,
que trabajaba en dos telares, com o ya ha sido mencionado5. Además de
la fuerte sequedad de una semana de junio y del calor de julio (relati
vamente moderado, por lo demás), desempeñó un papel en este rendi
miento otra circunstancia — que hay que añadir a las observaciones del
un capítulo anterior, página 148, junto a la no muy grande habilidad
de este obrero ya mencionada: esa circunstancia es que este género p ro
ducido ocasionalmente por encargo se adaptaba mal al telar grande, que
estaba sirviendo este obrero. La ganancia de julio, consiguientemente,
estuvo algo por debajo de lo normal (99,1), pues además de que se había
cambiado a un nuevo género, éste tenía una anchura bastante mayor que
el que había sido trabajado de febrero a junio, aunque del mismo grosor.
Pero con este nuevo género, este obrero ganó bien en el mes de agosto
(114,6% respecto al nivel estándar) alcanzando por vez primera el nivel
estándar que está a la base del cálculo de los costes salariales (véanse las
cifras de p. 197) y manteniéndose, también desde el punto de vista de
la calidad, en un nivel tan elevado que obtuvo, por vez primera desde
noviembre, primas. Si se prescinde de los dos géneros livianos (enero/
f ebreroy junio/julio), se podría decir que este obrero se vio ante un trabajo
con una dificultad creciente y que, por ello, de acuerdo con su natural
lento, se metió en sus nuevas tareas con lentitud, pero luego fue adap
tándose a ellas de manera creciente y continua. Pero evidentemente le
resulta más fácil realizar un mayor trabajo mecánico, que le exigen los
géneros gruesos (con un llenado del Schütze más frecuente y con una
anchura que requieren mayor fuerza física y seguridad en la visión), que
lograr otros resultados sirviendo géneros más finos y, por consiguiente,
más quebradizos. Según esto, las oscilaciones en sus ganancias mensua
les de la Tabla I se explican, en parte, por un trabajo no continuo (N a
vidad), en parte por la interrupción por enfermedad (marzo) y en parte
213
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
por las dificultades concretas de un género no apropiado para el telar
(junio), pero, en general, se explican, enteramente, por los cambios de
género o de urdimbre o por las reformas en el telar.
Otro de los obreros estudiados en la Tabla I (g), un primo del anterior
algo más joven (33 años), realizó en noviembre el paso al modelo I, en
el que trabajaba con un solo telar, después de haber obtenido durante
tres meses buenos resultados por encima de la media en dos telares del
m odelo II (sin el suplemento por sexo en agosto y en octubre, casi la
tarifa estándar entera). Su adaptación a la nueva tarea se realizó, como
muestra la Tabla, a golpes. En los meses de noviembre y diciembre el
rendimiento es extraordinariamente bajo para un tejedor hábil, como
es él, 33% o 23% por debajo del nivel estándar. Hasta enero, con un
género grueso de un material muy resistente, no comenzó él a subir con
intensidad, rindiendo entonces más que el nivel estándar calculado y
ganando en puro destajo bastante por encima de la media (1 8% ). Sin
embargo no mantuvo este despeguetotalmente en los mesessiguientes:
no pudo cumplir lo que le exigían los géneros más estrechos pero más
gruesosy más finos (u n 2 5 % en el número de hilo ademásde en la calidad
del hilo), a pesar de un número de vueltas inferior, lo que se pone de
manifiesto en laTablaen sus ganancias a destajopordebajode lo normal
hasta el mes de junio. Sólo se mejoró su rendimiento al pasar a géneros
de hilo muy fino más anchos y moderadamente gruesos, rendimiento
que fue todavía desigual de junio a agosto, considerable en otoño y que
sobrepasó en octubre y noviembre el nivel estándar de esta mercancía
producida con material mucho más quebradizo. Las cifras que carac
terizan la relación entre producción y género a partir de enero de 1908
desde un punto de vista cuantitativo son las siguientes:
Género 1 2 3 4 5
en% respecto G rosor 100 114 114 114 114
al primer Anchura 100 97,8 85,1 87,2 100
género N ú m ero de vueltas 100 95,1 95,1 95,1 95,1
Rend. efect./estánd.lOO 106 108 117 109
Tarifa destajo 100 113 106 113 117
Rendimiento efectivo + 8 ,7 -19 ,7 -1 4 ,6 -2,8 + 6 ,4
logrado respecto al
nivel estándar (% )
Las ganancias a destajo y los rendimientos en los cinco géneros por
mes, los últimos en porcentajes respecto al rendimiento medio (y entre
paréntesis en porcentajes respecto al rendimiento estándar) van de la
siguiente manera:
214
ANÁLISIS DE VARIOS RENDIMIENTOS INDIVIDUALES
Enero Febrero M arzo Abril
Tarifa destajo % 118 97 78,3 93,6
Rendimiento % Gén. 1:99 Gén. 1:100,2 Gén. 2:103,6 Gén. 3:96,2
(107,6) (109,9) (86,5) (84,1)
Gén. 2:91,6
(76,2)
M ayo6 Junio Julio Agosto
Tarifa destajo % 84 87,6 109 87,1
Rendimiento % Gén. 3 :97,9 Gén. 3:108 Gén. 4:101, Gén. 4:94,7
(85,3) (94,2) (98,3) (91,7)
Gén. 4:90,1
(88,9)
En el mes de septiembre, el rendimiento en el género 4 sube con
siderablemente: no es aventurado suponer que este obrero aumentó
fuertemente su eficacia y su voluntad de rendir por un mayor tiempo
de descanso aconsecuencia de las reducciones deactividad de la fábrica
(sábado libre). Pues el rendimiento en el género 5, con el que comenzó
en octubre, subió en noviembre, después de que no hubiera ya esas
reducciones de la fábrica, sólo al 101% del rendimiento de octubre, de
lo que puede ser responsable, sin embargo, la iluminación artificial, que
siempre actúa de manera desfavorable, pero también la circunstancia
de que el plomo y la f inuradel hilo en los géneros 4 y 5 muestran la misma
relación, pero el género 5 había sido experimentado ya con el 4, por
lo que funcionó muy bien en su rendimiento desde el comienzo. Este
obrero, muy eficiente en conjunto, arrojaba el siguiente cuadro sobre
la relación entre los géneros que trabajaba y sus progresos de «adapta
ción» semanales-, las cifras de su rendimiento representan, en medias
semanales, porcentajes respecto a los promedios alcanzados en el res
pectivo género:
Semana 1 2 3 4 5 6
Género 1 97,7 97,4 101,6 96,7 104 104,7
Género 2 91,6 91,9 88,3 99,5 104,9 107,8
Género 3 82,6 97,3 95,2 98,2 96,2 89,1
Género 4 85,4 98,4 100,3 98,3 102,8 107,9
Género 5 100,3 98,4 101,5 93,1 100,5 92,8
Semana 7 8 9 10 11 12
Género 1 — - ■ - - -
G énero 2
215
PSICOFfSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
G énero 3 97,8 109,3 102,3 113,9
Género 4 94,7 92,4 92,4 99,5 104,8 104,2
Género 5 94,7 _ _ _ _ _
Se ve qué poco claro es aquí el aumento déla práctica (especialmente
en el género 4 y en el 5) cuando se reúnen meses enteros; es menos claro
que con el obrero anterior, (b). La causa de esto está en los dos últimos
géneros, en las circunstancias ya mencionadas y, además, en las sema
nas séptima-novena del género 4, el obrero no trabajó, por alguna razón,
de forma uniforme .Enlacaídadela sexta semanad el tercer género(8 9 ,l)
podrían haber influido circunstancias higrométricas desfavorables
(descenso del grado de saturación, un día, al 68%). Por lo demás, los
promedios de las seis prim eras semanas (sólo ellas susceptibles de
comparación), a pesar de desviaciones concretas en apariencia totalmen
te arbitrarias, indican un progreso rítmico hacia arriba desde el 91,5%
respecto al rendimiento m edio en la urdimbre en la primera semana al
94,7-97,3-97,1 y hasta el 103,7-100,4% en las siguientes cinco sema
nas o del 93,1% en las dos primeras semanas conjuntamente al 97,2%
en la tercera y cuarta y al 102% en la quinta y sexta.
Pueden bastar estos ejemplos de tejer en un solo telar, que resulta
especialmente adecuado para la observación de los factores más sim
ples del rendimiento, pues lo que interesa está ilustrado suficientemen
te por lo ya dicho: la destacada significación que tiene para la evolución
de lasganancias y de la producción elgénero que sé trabaja y, sobre todo,
el cambio de género. Se puede añadir que, de las fuertes oscilaciones
que arrojan las cifras de las ganancias a destajo en la Tabla I, después
de descontar una parte de alrededor del 0,5% por dificultades perso
nales (enfermedades o similares) o por influencias de la estación del año
o del mal tiempo, el resto hay que imputarlo al cambio de género.
A qu í se ponen de manifiesto las condiciones mecánicas del trabajo
(comienzo y final de la urdimbre), las diferencias de aptitud de los obreros
para los diferentes géneros (en concreto, la mayor o menor rapidez de
sus reacciones y las consiguientes diferencias de «rapidez»m entala ellas
unidas, pero también, evidentemente, un gran número de otras dife
rencias individuales en la calidad del trabajo), la necesidad de «adap
tación» a cada nueva tarea, es decir, la práctica— y cada nuevo género
o cada nueva urdimbre significa una nueva tarea, aunque en distinta
medida— , y, finalmente, con 1o que llegamos a un elemento que ya hemos
tocado en los comentarios anteriores, «el estado de ánimo» de los obreros
en el trabajo — consciente o inconsciente— producido por las peculia
ridades de las condiciones de trabajo. Todavía hay que ilustrar esta cir
cunstancia con algunos ejemplos.
En toda la tejeduría es un fenómeno conocido el hecho dé que la
calidad del hilo y el cuidado con que se prepara la urdimbre, espeeiál-
216
ANÁLISIS DE VARIOS RENDIMIENTOS INDIVIDUALES
mente el encolado^ ejerce una gran influencia sobre el estado de ánimo ']
de los obreros. Este hecho se manifiesta muy claramente en las respues- j
tas de los obreros textiles a las preguntas del cuestionario de Levenstein J
sobre «satisfacción en el trabajo». Es verdad que en todas partes se j
pretende compensar la pérdida de ganancias a destajo en urdimbres malas
o mal encoladas con complementos especiales. Pero siempre subsiste,
en la percepción subjetiva del obrero, la arbitrariedad de esa concesión,
la inseguridad de si suconcesión le está sustituyendo una gananciaposible
con el mismo esfuerzo, en caso de que el material estuviese en condi
ciones impecables (com o esto no se puede demostrar estrictamente, casi
siempre le hace dudar subjetivamente, lo cual es comprensible) y sub
siste el hecho de los continuos fallos y el carácter muy desagradable
del trabajo desde un punto de vista cualitativo, lo cual tiene que reper- \
cutir sobre la actitud interior respecto al trabajo. El grado de persisten- \
cia de estas repercusiones, incluso después de que se haya eliminado su \
causa, lo expresa, por ejemplo, el comportamiento de un tejedor de dos i.
telares, de 30 años, muy eficiente en cuanto a capacidad y práctica, tal
com o lo indican los datos siguientes (Tabla V ).
Las cifras arrojan, hasta la segunda quincena de mayo, una subida
muy significativa de su eficacia que salta a la vista. Es cierto que casi
todos los períodos en los que toca un cambio de género muestran una
caída, la mayoría de las veces en el telar en el que tuvo lugar el cambio,
y a veces en el otro — cuando el obrero ponía un esfuerzo especial en
aquél— . También es cierto que sus rendimientos oscilan considerable
mente con independencia del cambio de género, a consecuencia del
cálculo del rendimiento a destajo por cantidades aportadas, el cual tiene
que dar fuertes oscilaciones al calcularse por quincenas. Pero es eviden
te la subida de su rendimiento global y es una expresión tan clara.de
su elevada cualificación general com o tejedor com o la combinación de
las tarifas de destajo lo era de exigencias que se le imponían al obrero.
Las ganancias a destajo diarias subieron en el promedio de abril de 1907
casi u n 5 0 % respecto a las ganancias iniciales en octubre de 1906. Luego
siguió un continuo descenso en mayo, después de que se hubiera aco
metido una reforma en uno de los telares ( b), que debería facilitar el
trabajo, p ero iba ligada a una rebaja del destajo, y después de que se
hubiera puesto a trabajar un nuevo género en el mismo telar, cuya
urdimbre se reveló de manera inesperada de un material malo. Com o
indica la Tabla, la caída— de entre un 30 y un 44%-— ocurrió en ambos
telares. El obrero ya no se recuperó de esta caída, aunque, a partir de
junio, tuvo mejores posibilidades de ganar, como muestra la Tabla, por
complementos al destajo, además de una elevación, no usual, por lo
demás, del suplemento de trabajar con un solo telar, y aunque trabajó
con urdimbres impecables en la segunda quincena de julio y en agosto
y aunque en septiembre y octubre se le bonificara con un suplemento
217
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
del destajo por trabajar con una urdimbre defectuosa, como indica la
Tabla. M as bien comenzó a frenar cuando el movimiento sindical se hizo
más vivo a partir de julio de 1907. La evolución posterior ya ha sido
mencionada (página 159); aquílo importante para nosotros está en que
el primer impulso para esa actitud negativa, que se manifestó luego en
una obstrucción intencionada, lo dio claramente su mal estado de ánimo,
causado por el comportamiento de una «m ala» urdimbre — quizá se-
miconsciente al principio— , el cual produjo por suparteun rendimiento
decreciente, una ganancia decreciente y, con ello, más motivos para el
mal estado de ánimo.
Aun cuando el estado de ánimo poco propicio de este obrero, gene
rado por el mal material del hilo, se convirtiera en una oposición cons
ciente, no es ésa la regla general. Pero, sin embargo, los efectos de ese
estado psíquico que se produce por un comportamiento del material
o de las máquinas, que el obrero percibe como algo molesto y pertur
bador, inusuale inesperado, y lo percibe, por ello, enciertamedida, como
una Tücke, esos efectos se extienden, al menos en los obreros tempe
ramentales, mucho más allá de las dificultades objetivas del trabajo, es
decir, de las dificultades puramente técnicas. Por ello se suele confiar
este material a obreros especialmente «pacientes». Pero las cifras siguien
tes, que se refieren a un obrero empleado de formacontinua por su gran
habilidad y p o r su gran conciencia (T abla VI), muestran la distancia
existente respecto al rendimiento normal, incluso en obreros con una
buena disposición natural y una amplia práctica, si se continúa atribu
yéndoles un material malo y poniendo a prueba el correspondiente grado
de «paciencia».
Las líneas superiores arrojan, en primer lugar, que este obrero
experimentó en sus dos telares7, en diecisiete meses, quince cambios de
urdimbre, entre ellos nueve cambios de género, y, en la medida en que
la diferencia del destajo expresa aproximadamente las diferencias de
dificultad, experimentó oscilaciones en la dificultad del trabajo de más
de dos veces y media. Entre las dieciséis urdimbres de ese tiempo, al
menos tres fueron malas ( por el material o por un engomado defectuo
so) y otras varias tenían una dificultad por encima de lo normal, como
indica el número de fallos anotados, a pesar del notorio cuidado del
obrero: Además de esto, el obrero tuvo que producir un género inusual
mente finó (telar b, diciembre de 1907), que le suponía unas exigencias
anormales. El resultado de todo esto es que el obrero, que inicialmente
subía fuertemente en su rendimiento, sólo sobrepasa el nivel estándar
del destajo, a pesar de su especial habilidad, en tres de losdiecisiete meses,
incluyendo el suplemento por sexo que le fue concedido (20% ), pero
la mayor parte de las veces permanece significativa-mente por debajo
del nivel, un 8 % (72% ) incluso respecto a la media global de este modelo
de telar (8 0 % ), que se manifiesta en el suplemento por sexo. Se mueve,
218
ANALISIS DE VARIOS RENDIMIENTOS INDIVIDUALES
en el promedio trimestral, de 78,3% a 77,3-73,3-71-80 ya 63% , es decir,
bajando, prescindiendode la subida en el penúltimo trimestre, que estuvo
condicionada por la calidad de la urdimbre, de un material especialmente
favorable (es decir, poco propicia a quebraduras de los hilos), única
urdimbre de este tipo en todas las series mensuales. La reducción de las
ganancias a destajo en los últimos meses no se púede explicar por los
géneros y el material; como máximo, en el último mes se podría expli
car hipotéticamente por las mayores interrupciones del trabajo a con
secuencia de las reducciones de actividad de la fábrica, que, sin embar
go, muestra precisamente un moderado aumento. Parece que la gran
A cantidad de cam biosde urdimbre y de urdimbres malas en general, que
tuvo que sufrir el obrero, se manifestó en su «ritm o de trabajo» usual,
quizá también en su estado de ánimo (inconsciente); podría no poder
comprobarsesi ocurrió así. En todo caso, este ejemplo muestra la decisiva
influencia del material sobre las oscilaciones del rendimiento, y con
cretamente el cambio de género y de urdimbre. Por lo general, estáclaro
que se produce un aumento de la práctica «general» — como muestra
el primero de los últimos ejemplos citados— a pesar de la necesidad de
«adaptarse» a cada nuevo género, a cada nueva urdimbre y a las otras
condiciones del trabajo. Pero parece posible que se reduzca ese aumen
to de práctica por una excesiva presión debida a todas estas condicio
nes demasiado desfavorables, como ocurrió (quizá) en el segundo caso.
■i- NOTAS
1. Desde julio tuvo que trabajar en pasar los hilos bajo nuevas condiciones que le requerían
I una mayor atención al principio, y luego una atención total. Que el trabajo era mas difícil se ma
nifiesta en una tarifa elevada a algo más del.24%. Con esto se produce una cierto trastorno en las
cifras, que, no obstante, sólo tuvo importancia, como muestra la Tabla, durante poco tíempo-
2. Para poder compararlas, las cifras hasta junio se han recalculado de manera que dan
cuánto habría ganado si las tarifas hubiesen sido tan altas desde el principio.
3. Las consecuencias de esas cifras bajas en julio y septiembre de 1908, generadas por los
efectos de la depresión, y de las bajas cifras en enero y febrero producidas por las condiciones del
invierno, son que estos dos trimestres muesrran retrocesos frente a los anreriores. Sólo cuando se
v- sintetizan los semestres se muestra la continuidad del incremento.
4. Medidos (véase más arriba) con la media de los rendimientos de esta urdimbre,que, en
este caso, medidos con los rendimientos de este obrero en otras urdimbres, representa un ren
r.\ dimiento elevado.
-V;
5. Página 168.
6. Cambio en la tarifa del destajo como consecuencia de reformas en el tetar.
7. La supervisión de un Tercer telar que había quedado vacante temporalmente durante el
período de la coyuntura alta— julio' de 1907— puede dejarse aquí a un lado. El obrero, como se
ve, ganó en este mes una cantidad mayor que en los otros y subió asimismo su rendimiento en
metros por día, pero el grado de explotación de la máquina y la calidad del producto se redujeron
tanto— con el peligro de un sobreesfuerzo del obrero, tal como se ve en la caída del mes siguiente—
que éste siguió siendo el único caso ocurrido en la fábrica.
i 219
y.
13
RESUM EN
Cortamos aquí y no continuamos esta exposición, ya excesivamente
larga, sin duda, para un artículo pensado como un comentario biblio
gráfico. Evidentemente, si se viera como una monografía o una expo
sición especializada, sería muy insuficiente. U na exposición de esas
características debería empezar aproximadamente donde nosotros ter
minamos, y cortamos aquí no porque la elaboración fuera a presentar
en este punto una dificultad técnica especial, pues ocurre más bien lo
contrario; el auténtico impulso para una exposición realmente especia
lizada sólo podría comenzar cuando la exposición se adentrara en la
realidad del taller desde las meras cifras de los libros de contabilidad,
que son siempre abstractas y multívocas, y les mirara allí a la cara a
personas vivas y a máquinas inquietas. Pero aquí, por la propia natu
raleza del objeto, no se podía ni se debía pretender una exposición
realmente especializada, que hubieraanalizado la técnica del telar y de
sus distintos modelos, el tipo de exigencias que imponen cada uno de
éstos y la calidad de cada material, los distintos oficios, el nivel y tipo
de atención, etc., y que hubiera investigado luego en cada obrero sus
datos personales— edad, procedencia, antecedentes profesionales y de
cualquier otro tipo, estado civil y características especiales— y que
hubiera tratado de descubrir la relación entre esas circunstancias y el
puesto de trabajo y su rendimiento en la empresa.
La empresa cuya situación se ha abordado aquí a m odo de ejemplo
tenía, en primer lugar, un reclutamiento de sus obreros mu y local', ade
más, como se ha puesto de manifiesto en varios momentos, se encon
traba últimamente en un proceso de fuerte transformación, tanto en los
tipos de mercancías que producía como en ios modelos de máquinas
utilizados — igual, por lo demás, a lo que estaba ocurriendo en otras
empresas de su tipo— ; y, por último, pertenecía a una rama de la in
dustria textil que no es en absoluto adecuadapara investigaciones como
220
RESUMEN
I aque había que estimular aquí. El grado en que la cantidad y la calidad
de los productos depende de las cualidades de los obreros es ciertamen
te bastante considerable, comparado, por ejemplo, con las hilanderías,
a pesar de que los costos salariales en las hilanderías son naturalmente
más elevados relativamente, al menos cuando se toman en considera
ción los artículos masivos medios de ambas ramas. Pero se debe a la
propia naturaleza de las grandes ramas de la industria textil, al menos
de la que se trata ahora, el que su producción sea muy diversificada,
concretamente en Alemania, con la consecuencia de un intenso (rela
tivamente) cambio de géneros. Determ inar el grado y el tipo de la
influencia de esta última circunstancia era uno de los objetivos princi
pales de estas líneas. U n cierto número de cambios de géneros no es,
realmente, en sí mismo un impedimento para intentar estimar el nivel
de ef icaciade los obreros entre sí; sólo hay que saber aproximadamente
cóm o presiona sobre el rendimiento el cambio de género y observar
después qué diferencias existen, en relación a ese punto del número de
cambios, entre los obreros que se están com parando entre sí. Pero tam
bién el tipo de tejidos que había que producir representaba, entre los
obreros de la empresa estudiada, tal variedad de combinaciones y tan
heterogéneas que ciertamente se pueden dar como muy plausibles las
razonesde las oscilaciones en los rendimientos de cada obrero en cada
género, como mostraron algunos ejemplos, pero habrá que tener serias
reservas para comparar los rendimientos de distintos obreros entre sí
según los promedios que se calculan para cada uno de ellos y pretender
establecer en cifras, posteriormente, su eficacia general, que es, al fin
y al cabo, de lo que se trata al hacer una comparación por la proceden
cia, etc. Otra razón para las reservas es que los pocos ejemplos que se
han incorporado a lo largo de nuestros comentarios han mostrado que
la adecuación de los distintos obreros a cada uno de los géneros pre
sentaba muy notorias oscilaciones, con lo que eventualmente resulta
rían escalas diferentes'.
N o obstante, las cifras de la Tabla I indicaban que, a pesar de todo,
se encuentran paralelismos bastante amplios entre la eficacia general
y el grado de práctica general y que también las desviaciones podrían
explicarse racionalmente. Y la escala de los promedios de las ganancias
a destajo se corresponde muy bien en conjunto, en períodos de tiempo
suficientemente largos, con la escalade la valoración de los obreros por
parte de la dirección de la empresa atendiendo a sus cualidades. A pesar
de la necesidad de «adaptación» a cada nuevo género y urdimbre — ne
cesidad puesta de manifiesto continuamente— y de las oscilaciones en
las cifras de ganancias a destajo generadas por aquélla, tiene aparente
mente su sentido, incluso con circunstancias tan desfavorables, traba
jar con los conceptos de eficacia y de práctica «generales». Con todo,
se podrá suponer que si la producción fuera menos cambiante y menos
221
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
diferenciada que aquí — donde las posibilidades de un fallo o de una
casualidad escapan a una valoración— se podría contar con estos pre
supuestos, y con estas cifras prom edio, con un grado de seguridad muy
distinto. N o faltan ramas de la industria textil que responden mejor a
estas condiciones, es decir, que tienen una producción muchísimo menos-
diferenciada en relación a las diferencias de las condiciones de trabajo;
casi todas las hilanderías están entre ellas, y en la tejeduría se me dice
que lo está concretamente la tejeduría de la muselina (con cuyas pecu
liaridades no estoy familiarizado)2.
En este punto hay que preguntarse simplemente si las investigacio
nes presentes, emprendidas a modo de ilustración en un terreno tan
desfavorable, han producido algún resultado objetivo positivo, como
un producto derivado, por así decir, y cuál. N o es necesario destacar de
manera especial que estos resultados son exiguos y que quizá, según la
impresión del lector, no estén en relación con el trabajo de cálculo in
vertido: de aquí se sigue claramente que esos resultados necesitan to
dos una comprobación con materiales mucho más amplios, que quizá
los modifiquen todos en algo esencial o los anulen. De todos modos, no
son simplemente nada. Las investigaciones han puesto de manifiesto en
las más diversas ocasiones — y esto no es indiferente desde el punto de
vista metodológico— que las series estadísticas que nosotros tomamos
en consideración, y que se comportaban de un m odo extremadamente
ilógico, al tomar períodos más largos de tiempo y cantidades mayores
daban como resultado algunos promedios para distintos planteamien
tos, que son mucho menos ilógicos que las series estadísticas mismas y
que lo son mucho menos cuanto más material se pudo reunir para for
mar esos promedios. Q u e eso era así y que se puede esperar un aumento
en la invariabilidad de las cifras eligiendo correctamente los cálculos
promedios con un material más amplio no era en absoluto algo tan evi
dente por la naturaleza del material como parece una vez establecido. Y
hay que repetir, por otro lado, que — com o se destacó con carácter
introductorio en la página 137 y como confirman los ejemplos elegi
dos— los cálculos de los prom edios sólo son aceptables y fructíferos
cuando se haya com probado minuciosamente el modo como han llega
d o a reuniese las cifras. Cálculos de promedios sin este control previo y
sin una interpretación exacta quedarían totalmente estériles, como puede
fácilmente demostrarse con cualquier prueba en los extractos del mate
rial ya presentados5. N o se pueden dar en realidad reglas generales para
los controles mutuos de la significación de las distintas series en los p ro
medios ni al revés. A q u í habría que proceder ilustrando con ejemplos.
Y desde el punto de vista material, de contenido, también se pue
den describir algunos conocimientos— aunque modestos— o, digamos
mejor, algunas posibilidades de conocimiento.
De todos modos no resulta inútil conocer que un cambio de las
222
RESUMEN
condiciones técnicas del trabajo producido por las máquinas, por el
material o por el producto a producir, o un cambio en otras cuestiones
aparentemente subordinadas, o incluso un cambio de estas condiciones
que, por sus propias características, comportaría unaaligeramiento del
trabajo (aligeramiento que se puede reconocer a la larga en un incre
mento real del rendimiento), represente una nueva tarea de «práctica».
Q u ed ó como algo probable que estuvieran en juego algunos efectos de
la «práctica», en el sentido del prim er artículo, al parar la máquina en
caso de cambio de urdimbre o de género y en las mejoras introducidas
en e I telar sobre todo. Probablemente es uno de estos casos el aumento
de los rendimientos más allá del período laboral influido por el com
portamiento de las nuevas urdimbres llegadas al telar, pero lo es abso
lutamente el caso aquel donde un nuevo obrero llegó a una urdimbre
ya en una fase avanzada de su proceso y donde, por consiguiente, no
■fe podían tener ninguna influencia las condiciones técnicas iniciales de la
A- urdimbre. O tro ejemplo de la influencia de la práctica sería el hecho de
la amplitud de las oscilaciones en los distintos rendimientos diarios a
4■
lo largo del procesamiento de una urdimbre, pero para que este mismo
fenómeno valiera como un hecho probado tendría quedemostrarse con
muchas más experiencias. De entrada sólo puede ser tomada en cuenta
como una «posibilidad», apoyada de un m odo digno de atención en las
cifras presentadas4. Pero, en todo caso, estos cálculos han hecho pro
bable que no carezca de perspectiva el profundizar en las condiciones
psicofísicas del rendimiento conocidas en laboratorio, a pesar de su
ocultamiento por las condiciones técnicas del trabajo, que están en el
primer plano de las circunstancias que influyen sobre las oscilaciones
de los rendimientos. Evidentemente el abismo entre los experimentos
de laboratorio y estos cálculos de tanteo y no afinados es, por de pron
to, incalculablemente grande. L o único que, en todo caso, puede de
cirse con una cierta probabilidad es, provisionalmente, lo siguiente:
existe un incremento de una práctica «específica» (para tareas concre
tas) con una velocidad rápida al principio y decreciente después (p. 85
s.) junto a un incremento de una práctica «general» (para las tareas de
todo tipo, véase más arriba, p. 221), siendo ambos reconocibles en un
aumento de la cantidad producida (y de la calidad); incremento de la
regularidad de\ rendimiento al incrementarse la práctica, tanto general
como específica (p. 90); progreso con intermitencias del nivel de ren
dimiento con períodos alternantes de la máxima tensión y relajación
como un fenómeno que no se presenta siempre pero con bastante fre
cuencia (véase más arriba, p. citada), mientras que la aumenta la con
tinuidad o permanencia con un trabajo deliberadamente «más cóm o
d o »; influencia claramente perceptible sobre el rendimiento del «esta
do de ánimo» (p. 155s.); adaptación a las posibilidades económicas,
adaptación expresa junto a una inadaptación inconsciente (m edio in-
223
PSICOFlSICA d e l t r a b a j o i n d u s t r i a l
consciente o totalmente inconsciente) (p. 102); efectos sobre las curvas
semanales del «estado anímico» de cada día, especialmente los lunes y
los sábados, según la edad, estado civil, consum ode alcohol y otrascon-
diciones generales del m od od ev id afp . 149 s.); lapropiacurva semanal
(nivel óptimo los miércoles, retroceso del miércoles al jueves) necesita
evidentemente una comprobación, así como ciertas relaciones con la
«concepción del m undo» y el tipo de m odo de vida dado a través de la
educación problemáticas, no demostrables evidentemente con el pre
sente material, pero, aun así y todo, plausibles hasta cierto punto y
apoyables en la analogía5. Asim ism o se demostró la posibilidad, en
p rin cip io , en todo caso, de explicar las diferencias de rendimiento de
un mes a otro y de un día a otro — aparentemente sin regla fija— , al
menos en sus causas más importantes, por una combinación de factores
técnicos — la máquina y el material— y factores personales — del pro
pio obrero, tanto irracionales com o racionales6. En cambio, todos los
resultados más refinados de la investigación de laboratorio (p. 104), por
ejemplo la intervención de la «perturbación» ( Storung ) (en el sentido
psicofísico de la palabra) y de la «habituación» ( Geu/óhnung ) en el
proceso de la práctica (experiencia) y similares, tuvieron que quedar
fuera desde el principio porque, a pesar de todo el progreso en la
mecanización técnica, el trabajo de la tejeduría mecánica actualmente
es enteramente una combinación de movimientos muy heterogéneos
— que ni form an un ritmo constante ni se repiten en una sucesión in
variable en el tiempo— con unos rendimientos intelectuales asimismo
diferentes. Otras empresas con una especialización del trabajo mas
amplia serían un campo de trabajo más adecuado que la fábrica que hemos
tomado aquí como ejemplo. Pero también en ese caso sería un requisito
imprescindible para llegar a resultados útiles una observación prolon
gada del obrero durante el trabajo, después de un análisis técnico y
fisiológico de las exigencias que la máquina impone. Sólo una obser
vación de muchos obreros trabajando y los controles de estas observa
ciones a través de los contadores de los telares y de las anotaciones de
los libros salariales podrán constituir el punto de partida para investi
gar la significación de las diferencias individuales de los obreros, sobre
todo para determinar cuáles de estas diferencias son relevantes para el
rendimiento.
N o s hemos encontrado repetidamente con la significación de las
características individuales; se puede decir incluso que éstas se presen
tan a cada paso. Tanto en sus curvas semanales como en el m odo de evo
lución de sus rendimientos en cada urdimbre concreta, tanto en el nivel
y en el modo de sus oscilaciones como en otros fenómenos caracterís
ticos, los obreros muestran en una cantidad llamativa — no todos, pero
sí muchísimos— fenómenos «típicos», es decir, fenómenos que se repi
ten de manera similar en la mayoría de sus rendimientos, y que no pueden
224
RESUMEN
ser comentados ahora, porque los resultados que me parecen plausibles
en cierta medida no guardarían relación con el espacio necesario para
los necesarios y complicados análisis individuales y porque, a pesar de
ello, no podría establecerse una imputación causal de las diferencias
encontradas7, ya que se había renunciado a hacer una consulta personal
a los obreros, y no pueden ser .comentados ahora, sobre todo, porque
las cifras serían demasiado pequeñas para afirmar algo seguro, aunque
sólo fuera de una manera alejada. C om o se trata de obreros muy hom o
géneos en cuanto a su proveniencia, sería el destino individual quien, con
toda seguridad, desempeñaría en este punto el papel decisivo (es el des
tin o individual y no el impreciso concepto del m ilieu el que hay que
contraponer a las «disposiciones naturales»): en el centro de este pro
blema está la cuestión, evidentemente, de si alguien había trabajado de
joven en la agricultura muy a menudo y de en qué medida hizo poste
riormente otro trabajo de los que endurecen la piel. Otras circunstancias
y las «disposiciones naturales» — por muy decisivas que ciertamente haya
que considerarlas— raramente se aproximarían de manera sensible a la
índole del material.- Incluso una observación personal de los obreros más
detallada sólo podría ofrecer una base más firme en conexión con unos
materiales que abarcaran espacios de tiem po más largos.
Podemos prescindir de otros detalles mas secundarios, sobre losque
quizá podría haberse arrojado alguna luz en algún aspecto.
NOTAS
1. Una circunstancia que, por su parte, con unos materiales suficientemente amplios y con
otras condiciones favorables, podría arrojar conclusiones muy interesantes sobre la adaptación por
parte de los obreros según la orientación de la producción y que luego, al combinar estos resultados
con la proveniencia social y regional de los obreros, podría mostrarse muy fecunda para (as
cuestiones que a nosotros nos interesan. Pero precisamente sólo donde se dieran otras condiciones,
concretamente un reclutamiento interlocal.
2. Por lo demás, es de desear urgentemente que, dentro de la industria textil, se inve&íguen,
de la manera más detallada posible, esas graneles ramas de la producción, como la tejeduría del
algodón y del paño y también por ejemplo la tejeduría de las alfombras y déla felpa, que imponen
otras condiciones muy específicas, en relación al origen de sus obreros y sus eventuales relaciones
con las condiciones técnicas del trabajo» sin importar si los cálculos del estilo de los emprendidos
aquí prometen producir resultados ni si se puede determinar con métodos más bastos la posibilidad
de su conocimiento o del valor (provisional) de su conocimiento. En conjunto, en muchos casosse
avanzará mediante detallados análisis técnicos del desarrollo reciente del equipamiento mecánico
con sus consecuencias sobre la demanda de mano de obra (análisis sólo realizables por un técnico
m ecánico bajo un control permanente de sus resultados por un práctico de! sector productivo
afectado); y mediante el análisis, por otra parte, de los obreros en cuanto a edad y proveniencia
social (datos que como mejor se pueden obtener, relativamente, es a rravés de los sindicatos, aunque
los materiales de éstos son evidentemente incompletos, porque no abarcan nunca la totalidad de
los obreros sino sólo algunos sectores). Así, al menos, se podrán poner los cimientos para tales
investigaciones, que se pusieron como objetivo en los primeros capítulos.
3. Por ejemplo, el comentario sobre las causas de las oscilaciones en las series de la Tabla I
dio como resultado que sólo un aumento muy grande de los matetiales estadísticos permitiría sacar
«promedios» de algún valor en la dirección vertical, mientras que en la horizontal la reunión de cada
4 colum nas suministra una cifra útil. Las consideraciones sobre los factores de las oscilaciones del
225
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
rendimiento en tejedores de dos telares muestran asimismo que una «uniformidad» relativamente
alta del rendimiento total.no es en absoluto una muestra clara de una mayor eficacia ni de un trabajo
más uniforme; puede ser eso, pero también lo contrario. Y la investigación de la trascendencia del
cambio de trabajo indica que, cuando se comparan rendimientos medios de períodos más largos,
hay que considerar la frecuencia del cambiode urdimbre como un factor muy importante.
4. Por el carácter demasiado hipotético de estas cifras me he abstenido de hacer el intento
lógico de presentar la evolución de la amplitud de las oscilaciones de los obreros observados en
con ju n to a lo largo del tiempo. El cálculo está hecho y para la parte final del otoño de 1908 indica
una reducción notable de la media de las oscilaciones respecto a la primavera (los meses del final
del otoño y los primeros meses del invierno 1907/08 se comportan de manera muy diferente y no
sepuedencompararporqueel número de observaciones oscila); es decir, aumentode la invariabilidad
(continuidad), a pesar de que, compensado todo, las exigencias puestas a los obreros bien podrían,
sin duda, haber subido. Realmente las condiciones de trabajo de los obreros a tomar en considera
ción son demasiado heterogéneas para poder operar con tales cifras. Y todavía entonces seguiría
siendo atrevido, aun cuando la realidad fuera firme, interpretar en este caso un incremento de la
continuidad como consecuencia de.la practica. Pues parece muy posible que los efectos estimulantes
de la primavera sobre la actitud física y psíquica de los obreros hayan co-generado al menos esta
mayor amplitud de las oscilaciones respecto a la última parte del otoño —en el caso de que haya
que considerarla con seguridad como existente-—. Si es esto lo que ocurrió, y en qué grado, sólo
podrían enseñarlo otras investigaciones más amplias sobre períodos de tiempo ma's largos.
5. Apenas necesito repetir que todo loque se ha dicho antes (véase p. 160) sobre la probable
influencia de la educación pietista sobre el rendimiento laboral continúa siendo totalmente hipo
tético, considerándolo en su concreción individual. Pero, como se expondrá en otro momento, el
fenómeno encuentra también hoy paralelismos mucho más numerosos que lo que yo tendía a suponer
(Arch. f. Sozw. u n d S o z p o i,v o \ . X X ). En este punto hay que repetir con toral claridad, como en la
otra ocasión, que para los obreros industriales modernos la confesión religiosa c orno tal probablemen
te no establece actualmente la diferencia, como parece que sí fue en la época del primer capitalismo
para el mundo de la burguesía, sino la intensidad con la que influye el m odo de vida en el caso in
dividual, sea el catolicismo o el protestantismo. Que el catolicismo actual, muydistintoen este sentido
al de la edad media en cuanto al nivel y dirección de su influencia, es un medio de sometimiento
tan útil como cualquier «ascesis protestante» lo muestran, entre otros ejemplos, ciertos fenómenos
recientes en el norte de España, donde las escuelas de jesuítas son utilizadas como tales
sistemáticamente por los emptesarios. Más sobre esta cuestión en otra ocasión.
6. Esta explicación, a realizar en concreto en las Tablas I y II, a la que yo he renunciado por
falta de espacio, habría podido abarcar casítodas las oscilaciones muy raras, incluso de las curvas
diarias. (Una gran parte, por ejemplo, de estas últimas se debe a que se trataba de urdimbres con
tejedores que atendían dos telares y a que tenía su efecto la situación del o tro telat, especialmente
el atender a un solo telar: así, por ejemplo, para toda la serie de rendimientos extrañamente
elevados de la Tabla TI, e, 21-23 de enero, 18-27 de febrero; m , 7-13 de enero, así como para otros
muchos días raros.) Con todo, sigue existiendo naturalmente una parte importante, inexplicable
e x p os t por investigaciones posteriores, y el abanico normal de las oscilaciones se escapa totalmente
a toda explicación posterior.
7. Setratade obsetvacionesbásicamentecomo, por ejemplo, las siguientes: que tales obre
ros, al pasar a nuevos géneros y más difíciles, desarrollan un rendimiento muy elevado a l principio
(porque aspiran a mantener su nivel de pasadas de trama por día con el nuevo género), muestran
un comportamiento similar en el rendimiento a lo largo de la semana, concretamente el lunes, de
m odo que Tanto la «curva de práctica» como la «curva de la semana» se forman en ellos
diferenciándose de la media (para la primera curva se destaca esto con claridad concretamente en
los tejedores que atienden dos telares: cf. p. 98. Sobre las diferencias de la influencia de los domingos
ya se ha hablado en I a p . 149s.; se podría añadir todavía algo, aunque hipotético). Muy hipotéticas
tendrían que seguir siendo, por lo reducido de las cifras a comparar, las observaciones sobre las
diferencias en las características de los obreros «urbanos», es decir, de las localidades de estilo
urbano, y de los obreros nacidos, crecidos o domiciliados en el «campo» (en la curva de la semana,
la curva de la práctica, el abanico de las oscilaciones, el nivel del rendimiento). La mayor rapidez
(F ixigkeit) de los primeros, su ritmo de conseguir más práctica (no teniendo siempre una mayor
capacidad para la práctica ) no son experiencias sin excepción, como s e podría suponer teóricamen
te, y no se puede hablar de «medias» con cifras pequeñas. Véase también el texto.
226
14
O TR A S C U E S T IO N E S Y T A R E A S A R E A L IZ A R
Cv'
Lo que el presente comentario ha podido probablemente aportar como
resultado es la constatación negativa de que, aun cuando se hubieran
cubierto las lagunas existentes en una observación psicofísica «exacta»
y nuestros medios de observación — lagunas puestas de manifiesto en
el presente comentario— , es decir, aun cuando nosotros pensáramos
que en la comprensión de estos datos tenemos una medida de precisión
similar a la de un laboratorio, aún nos separaría un profundo abismo
de un tratamiento «exacto» de la cuestión «últim a» de que hasta qué
punto tienen influencia las disposiciones «heredadas» y ¡as biografías
individuales sobre la aptitud para el trabajo industrial. Pues entonces
comenzaría el problema, para abordar el cual tendríamos nosotros que
buscar los medios que nos ponen a nuestra disposición las disciplinas
especializadas correspondientes. Se vería entonces que la explicación
biologista de las cuestiones hereditarias no se ha desarrollado en la
actualidad tanto como para poder obtener nuevas ideas para nuestros
objetivos.
El abusó que se comete con frecuencia entre los sociólogos al
dividir todos los factores determinantes (hipotéticos) de las capacida
des concretas de un individuo simplemente entre «disposiciones natu
rales» y «medio social» eS muy poco útil para avanzar en este trabajo.
Si tomamos el concepto de milieu (medio social), éste no nos dice
evidentemente nada si no se le limita a disposiciones constantes muy
determinadas y difundidas con carácter universal dentro de determi
nados círculos sociales, profesionales o geográficos, y que, por ello,
influyen sobre los individuos que pertenecen a esos círculos; es decir,
el concepto de medio social no nos dice nada si no se circunscribe a
un sector claramente definible del conjunto de las condiciones de vida
y de los probables destinos individuales en los que se mueve un indi-
227
PSICORÍSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
viduo o u n grupo de individuos. S i no es así, sería mejor evitar ese
concepto que sólo tiene una apariencia de explicación. Con el con
cepto de «disposición natural» (Attlage) las cosas son de otra manera,
pero para nuestros objetivos, no obstante, presenta asimismo reser
vas. Todas las buenas teorías sobre la herencia operan, como siempre,
evidentemente con este concepto (o con conceptos del mismo valor).
Pero para nuestros objetivos, muchísimo antes que cualquiera de esas
cuestiones tan vivamente debatidas sobre el alcance material de la
herencia (la cuestión de la transmisión héreditaria de cualidades ad
quiridas) y sobre el origen de las variaciones que se convierten en
objeto de la «selección» (la «casualidad», las «huellas cerebrales de la
memoria» o cualesquiera otras cualidades «regulativas» específicas de
la materia viva), habría que hacerse la siguiente pregunta, mucho más
práctica: ¿cuál puede ser propiamente, según los conocimientos da
dos, el contenido de una «disposición natural» despertada a través de
la herencia? Los volúmenes y lás medidas corporales y todos las de
más disposiciones corporales posibles, incluido sin duda, por ejem
plo, el asiento de los surcos cerebrales (según parece tras las investi
gaciones recientes), pero ¿en qué relación está todo esto con el modo
y el grado de.determinabilidad hereditaria de las cualidades psíquicas
relevantes para la aptitud hacia el trabajo, y concretamente para el
contenido de la determinabilidad de la voluntad del individuo que
trabaja? Está, evidentemente, fuera de duda una cierta influencia de
la herencia. Pero a nosotros no nos interesa ahora, en primer lugar, ni
su existencia ni el grado en que influye. Esto último es una cuestión
para la que no cabe una respuesta general — lo cual ha de quedar
especialmente claro— , sino sólo una respuesta para determinados
grupos de «casos». Tam poco nos interesa la cuestión de cómo habría
que representar el esquema de la herencia que pudiera evidenciar teó
ricamente la probabilidad de una reaparición de determinadas dotes
intelectuales, poéticas y de otro tipo dentro de determinadas «comu
nidades de reproducción», sino que nos interesa solamente qué puede
considerarse realmente com o hereditario en los distintos procesos de
la vida psíquica. Sólo la psiquiatría ha planteado este problema con
seriedad. Aunque es= conocido que sigue estando muy discutida la
cuestión de hasta qué punto se pueden establecer metodológicamente
paralelismos entre procesos «norm ales» y «patológicos», el problema
mencionado aquí puede ser ilustrado muy adecuadamente con los
casos patológicos y sobre todo puede ilustrarse con ellos el sentido de
la pregunta.
Lospsiquiatrashancalificado de falta de lógica pueril el que el modo
individual de conectar determinadas ideas con el que se constituye una
«concepción del m undo» o el m odo concreto de establecer conexiones
entre los pensamientos, tal como se expresa, por ejemplo, en el m odo
228
OTRAS CUESTIONES Y TAREAS A REALIZAR
de pensar de u n escritor, se reciban por "herencia" y sean asimismo, por
consiguiente, transmisibles. Pero, por otro lado, el caso de una mujer
que estaba sin duda alguna «enferma» y que actuó coherentemente según
los «principios de Stirner» — formulados por ella independientemente
y con una claridad aceptable como «concepción de la vida»— se con
virtió en motivo para una investigación histórica sobre si el propio Stirner,
que «actuaba» totalmente normal, no tenía que ser clasificado bajo el
mismo «tip o de e n fe rm e d a d » (en el sentido clínico) ( Archiv fü r
Psychiatrie, 3 6,1502). Hereditaria debe ser (también según la opinión
de los psiquiatras) «evidentemente» sólo la «form a» de los procesos
psíquicos; los «contenidos» son «adquiridos». Pero ¿qué hay que enten
der en este caso por «form a» y qué por «contenido», a la vista de la
multivocidad de estas palabras? U n ejemplo para aclararlo: En Berlín
fue presentado en 1905 el caso de una mujer joven en apariencia total
mente «norm al», que vivía un matrimonio muy feliz y que no era ni
apasionada ni melancólica ni de estado anímico’iábil, la cual, sin que
pudiera conocerse el más mínimo motivo, uji día se fue a la cocina a
plena luz del día y se sorprendió a sí misma intentando cortarse el cuello,
teniendo plena conciencia en ese momento. Com o dos ascendientes de
ella habían muerto por suicidio — ella explicó, sin embargo, que no había
pensado en esto en absoluto— , un lego en la materia hablaría de un
«impulso heredado al suicidio». Los especialistas, sin embargo1, recha
zan totalmente esa opinión y son de la opinión, bien fundada en expe
riencias, de que sólo se puede hablar de una disposición natural para
un tipo específico de trastorno agudo y momentáneo de la conciencia
(Dammerzustand), y de que con esa disposición natural no está deci
dido absolutamente nada sobre la cuestión de qué tipo de acciones
pueden cometerse en el transcurso de ese estado psicopático (suicidio,
actos violentos u otros actos, por ejemplo, sexuales o actos de otro tipo
dirigidos contra otras personas o una conducta que se manifieste acti
vamente); son de la opinión de que esto depende de circunstancias, que
en el caso concreto se escapan a la previsión la mayoría de las veces,
y en todo caso se escapan por lo general. La enfermedad ( Ddmmer-
zustand) representa aquí la «form a», y el modo concreto de acción, el
«contenido». Se le podrá ocurrir decir respecto a esta separación entre
«form a» y «contenido» algo como que en una Dammerzustand quizá,
aun así, no cualquier conducta es probablemente igual y que se favo
rece (con ese estado) en muy distinto grado un determinado tipo de entre
todas las conductas posibles de esta «form a» patológica, especialmente
determinados modos, el suicidio entre ellos, siendo, por tanto, más o
menos el «contenido» de esta «form a» patológica, en contraposición a
otras situaciones «psicopatológicas» (no a todas, pero a muchas) y a la
«situación norm al». Entonces, la contraposiciónentre «form a» h ereda-
da (en la forma de una «disposición natural») y «contenido» realizado
229
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
no sería absoluta. La oportunidad de que aconteciera alguna situación
que cayera bajo el género de Dámmerzustand, tendría un segmento de
probabilidad dado por «disposición heredada» y totalmente inaprensible,
evidentemente, en el caso individual, mientras que para que acontecie
ran o no acontecieran podrían ser determinantes la influencia de otras
disposiciones heredadas y, en parte, quizá, también desconocidos «des
tinos in d ividu ales»— cuáles y cóm o— . Dentro de este segmento de
probabilidad, la posibilidad de que se realice un determinado tipo de
acción nunca tendría prácticamente, con toda seguridad, su determi
nado segmento de probabilidad totalmente tangible hereditario en parte
y en parte accidental. Sin embargo, esta idea no es aceptada por los
psiquiatras porque las acciones sucedidas en un Dammerzustand son
realmente de todos los tipos que se puedan pensar y comprenden a todas
las que suceden en un estado normal, de las que sólo se distinguen por
una interrupción en la conexión de los motivos que sí se desarrolla en
el estado de conciencia clara. Esta es una información muy poco con
soladora para nosotros. Y apenas más consoladora parece ser para
nosotros la psicopatología, si la examinamos minuciosamente en las
relaciones entre la «form a» d é la enfermedad (clínica) y el «contenido»
de la voluntad o representación patógena. Para los no especialistas
interesados en la materia es ya conocido, por las exposiciones de
Kraepelin, que el psiquiatra clínico trata, por ejemplo, el «contenido»
de la locura de un enferm o endógeno (de este tipo, en concreto, pero,
en general, no sólo de este tipo de enfermos) como algo no caracterís
tico de este tipo Concreto de enfermedad y que para el psiquiatra, antes
de la experiencia con el clínico, pierden significación para el diagnós
tico y el pronóstico un montón inabarcable de síntomas psíquicos, que
el no especialista considera muy «importantes» y según los que él cla
sificaría las enfermedades. Enfermedades muy heterogéneas — produ
cidas, en este caso, por procesos somáticos en el cerebro de naturaleza
muy diferente atendiendo a su aparición y desarrollo— pueden produ
cir los mismos síntomas psíquicos y la «m ism a» enfermedad (es decir,
producida p o r iguales procesos somáticos) puede manifestarse a través
de síntomas psíquicos muy variados y en abierta contraposición entre
sí. Pero además de esto, la transmisión hereditaria de una predisposi
ción natural hacia enfermedades «mentales» ocurre «de manera des
igual», es decir, que en la m ayoría de los casos sólo puede valer real
mente como «heredada» una disposición imprecisa e indeterminada en
relación al cuadro de la enfermedad que finalmente se realiza — pues,
como es conocido, ya existen sólidas experiencias al respecto para una
gran parte de enfermedades, o más exactamente para una parte de
diferente volumen de diferentes tipos de enfermedades, pero una parte
aplastante en su conjunto— . El intento de demostrar que las perturba
ciones «afectivas» e «intelectuales» estarían excluidas de la herencia
230
OTRAS CUESTIONES T TAREAS A REALIZAR
también parece fracasado, prescindiendo de I a cuestión de los princi
pios demarcadores entre ambos tipos. Y sobre los porcentajes en que
se realiza de hecho una predisposición heredada hacia una enfermedad
— en que se pone de manifiesto-^, las cifras estadísticas (en la medida
en que se pueda hablar de tales estadísticas) oscilan muy significativa
mente, incluso en el caso de una ascendencia fuertemente lastrada
contando el núm ero de enfermedades.
Los especialistas, forzados momentáneamente por la necesidad,
comentan que hay que ser cada vez máscautelosos con el establecimien
í to de regularidades en relación a las posibil idades de transmisión here
ditaria en cuanto al grado y dirección. Algunos fenómenos llamativos
de los negros norteamericanos— la aparición entre ellos de enfermeda
des mentales consideradas como «hereditarias» y, por otro lado, su cre
ciente adaptación a las condiciones dominantes tras su emancipación,
adaptación en continuo crecimiento, según parece, a pesar de las dife
rencias que siguen existiendo— permiten dar una fuerza insospechada
a la significación de las condiciones puramente sociales y aminoran el
valor de las investigaciones— que están todavía en sus comienzos— sobre
las diferencias cuantitativas y cualitativas de la morbilidad psíquica de
las «razas» y grupos étnicos2como un material adecuado para el análisis
de las diferencias psíquicas hereditarias. Y esto lo refuerza el hecho de
que las pocas investigaciones existentes, todavía muy primitivas desde
un punto de vista metodológico, sobre la psicología diferencial (normal)
de las distintas generaciones (de un mismo estrato cultural) de una
determinadapoblación actual, en cuanto que permiten suponer la exis
tencia de diferencias realmente características, apuntan desde el punto
de vista etiológico en la misma dirección que las «diferencias étnicas»
observadas en las clínicas psiquiátricas: apuntan hacia la influencia de
la cultura ( Kultur) en general. Com o parece, además, que tampoco es
muy frecuente entre «sanos» una imagen anatómica del cerebro de pureza
realmente «norm al» (es decir, «ideal», en verdad) y que, en todo caso,
parece que se pueden dar deformaciones muy considerables con un
funcionamiento totalmente normal del cerebro y como ninguna trans
formación celular com o tal puede valer para explicar una psicosis «es
pecífica», mientras que, por otra parte, no se puede demostrar ningún
tipo de deformación cerebral en algunas de las enfermedades «menta
les» transmitidas hereditariamente con más fuerza y uniformidad (se
gún las primeras suposiciones al menos3), se entiende entonces que por
parte de los psiquiatras se diga precisamente que es casi una burla hablar
de leyes de la herencia'1, ya que las cifras estadísticas de las «taras he
reditarias» todavía oscilaban hace poco entre el 4 % y el 90%.
Pero lasituación no es, en realidad, tandesesperadacomo se podría
creer al leer esas afirmaciones. U n mayor cuidado en la observación e
investigación lleva en todas partes a la conclusión de un aumento en
231
•P S I C O F Í S I C A DEL TRABAJO INDUSTRIAL
las cifras de transmisión hereditaria5, y evidentemente hay también un
considerable número de características psicológicas muy determinados
para los distintos tipos de enfermedad, entre los que hay muchos ca
racteres determinados «p o r el contenido» (una característica como, por
ejemplo, una reacción «sin sentido» es una característica «de conteni
do», por muy «general» y negativa [reactiva] que sea). Sin embargo, en
las propiamente llamadas psicosis «orgánicas», especialmente las psi
cosis de imbecilidad (V erblódung) (parálisis, dementia praecox), el claro
perfil del cuadro de la enferm edad y la irracionalidad de íodos-los
fenómenos psíquicos que la acompañan excluye la existencia de esca
lones intermedioshacia el estado «norm al» (el cual sólo existe aquí como
una «carencia» parcial en el estancamiento de la enfermedad o en su
curación total— en el caso de la parálisis— ), excluyendo, por ello, toda
posibilidad de com paración con él. Por supuesto que es de otra manera
en el enormeterreno de las enfermedades degenerativas no «orgánicas»,
sobre todo en la histeria y en las neuropatías emparentadas6.
Pero en torno a la intervención de las disposiciones naturales he
reditarias en estos fenómenos reina la m áxim a inseguridad. Cuando
aparecieron las teorías de Freud, que parecían destacar los factores
ambientales casi com o la única causa de la enfermedad, la polémica
fue muy dura. Ahora, al perder brillo progresivamente las tesis de
Freud, parece que la polémica (en el único punto que a nosotros nos
interesa) se resuelve en la siguiente dirección: que las «disposiciones
naturales», nunca aprensibles en sus características en el caso indivi
dual de manera más cercana, son al menos una «condición» regular
de las respectivas enfermedades — pero no sin excepciones, según
Freud— , mientras que las vivencias concretas son su «causa»; enfer
medades que Freud intentó clasificar según el tipo de la vivencia, con
el que fue causada cada form a concreta. Y com o ahora es seguro que
estas vivencias no siempre ocurren a consecuencia de la histeria o de
la neurosis existiría entonces en general una relación de «adecuación»
entre la vida o destino individual y el tipo de anormalidad que surge
— más o menos claramente desarrollado— . Y , en principio, la partici
pación de la herencia en todos estos casos sigue siendo muy variada:
pero se trata en esos casos de anormalidades de extraordinaria difu
sión y de gran trascendencia asimismo desde el punto de vista de la
historia de la cultura. L o que sí es posible es el establecimiento de que
existen diferencias étnicas en la posibilidad de llegar a la histeria (como
ya se indicó, véase la nota de la página 229): ahí se trataría, probable
mente, al menos, de un efecto hereditario. Por otro lado, se ha hecho
el intento ingenioso — sin que el no especialista pueda juzgar con qué
resultado definitivo— de diferenciar los estratos sociales en ese senti
do y quizá haya aquí un gran campo de trabajo para obtener los tipos
cotidianos de patologías psíquicas, pero, en la medida en que esto
232
OTRAS CUESTIONES Y TAREAS A REALIZAR
prospere, lo será sobre la base etiológica de las influencias de 1a «cul
tura» (o in-cultura) y no sobre la base de la «transmisión hereditaria».
Por último, existen algunas otras psicosis características y dege
nerativas «endógenas» (hereditarias) en alto grado, que manifiestan la
misma peculiaridad de encontrarse con mucha frecuencia en la vida co
tidiana en una forma muy debilitada. Son, en concreto, los estados m e
lancólicos y maníacos simples y cíclicos desde los que quedalibre el ca
mino hacia las numerosas diferencias patológicas cotidianas de las «p e
culiaridades» personales dentro del amplio sector de los «sanos» (con
vencionales). Pero tam poco en estos casos, com o en la histeria y en las
neuropatías, parece estar garantizada la uniformidad de la transmisión
hereditaria.
Aquellas clasificaciones generales, que le bastan a la psicopatologia
para caracterizar las diferencias de «personalidad», están muy lejos de
llegar a aquella diferenciación de «cualidades básicas», que Kraepelin,
com o vimos, hizo para sus investigaciones sobre psicología del trabajo.
Pero éstas son importantes para la «idoneidad para el trabajo» y lo único
que hay que preguntarse es si ésta puede descomponerse tanto en sus
«últimos» componentes individuales como para poder preguntarse ya
por su origen hereditario o ambiental, o por el grado en el que actúan
sobre su desarrollo la herencia y la vida o destino individual. Semejante
«descom posición» en sus «últimas» unidades tendrá que tomar para
nosotros la forma de esta pregunta: hasta qué punto existen relaciones
de «adecuación» entre la posesión de aquellas cualidades más simples
y puramente formales y los requisitos concretos del trabajo industrial.
Pero hay que tener precaución frente a la suposición de que, porque en
sentido biológico sólo valgan como «hereditarias» las disposiciones
naturales «form ales», todas las cualidades que se nos presenten «fo r
malmente» o «simplemente» son específicamente «hereditarias». Sobre
esta cuestión de cuáles características psicofísicas son «simples» o «for
males» en el sentido de la transmisión hereditaria sólo puede decidir la
experiencia, pero no la dirección en la que nosotros descompongamos
y generalicemos.
En conjunto, la opinión, muy extendida entre los no especialistas,
de que la psicopatología ofrece la oportunidad de observar las diferen
cias «caracteriológicas» y de otra índole de las «disposiciones natura
les» de manera muy «pu ra» — al poder observarlas en el nivel agravado
de su peculiaridad— sólo es correcta con grandes limitaciones. Si algo
puede enseñar la psicopatología, es la advertencia de no calificar pre
cipitadamente algunas características complejas y específicas como
«hereditarias» en el sentido biológico y de ser lo más prudentes posible
con la suposición de la transmisión «hereditaria» (en el sentido bioló
gico) de cualidades psíquicas o psicofísicas «adquiridas» determinantes
de la aptitud para el trabajo7. La transmisión a los hijos de caracterís-
233
PSICOFlSICA DEL TRABAJO INDUSTRIAL
ticas de los padres a través de la educación (Tradition ) (en contrapo
sición a la transmisión biológica) se realiza no siempre a través de una
transmisión consciente, sino también a través de una imitación incons
ciente desde la más temprana juventud. Y , de entrada, según los m a
teriales que existen actualmente, no se puede hablar aquí de la recep
ción de una adaptación «hereditaria» (en sentido biológico) a determi
nados modos de trabajo concretos. Intervienen otros factores seleccio
nando y adaptando con tanta fuerza que, actualmente, todavía resulta
absolutamente problem ático actualmente el aislamiento del factor
«herencia». Esm uy plausibleque lascaracteristicas nerviosas de la madre
y un «nerviosismo» enfermizo adquirido puedan influir en el sistema
nervioso del niño durante el embarazo. Pero no se conoce, en principio,
cómo ocurre la transmisión de características adquiridas a los niños,
por mucho que se quiera suponer qüe estas características somáticas
adquiridas pudieran influenciar el embrión con mayor intensidad que
todas las demás influencias. Pero de lo que se trata ahora en gran medida
es de las características nerviosas para la aptitud para el trabajo, al menos
entre los obreros «cualificados».
Una cosa podemos tomar, en todo caso, de lo dicho sobre la psico-
patología: que, para nuestras necesidades, debe quedar totalmente
fuera de consideración la disputa entre las teorías sobre la herencia y
que no pueden introducirse de ningún m odo en los comentarios de
los que aquí se está tratando. Si coordinando nuestros medios de in
vestigación con los resultados de la psicología y la biología, se puede
lle ga ra establecer en un caso concreto que determinadas característi
cas, relevantes para la idoneidad para el trabajo, habría que conside
rarlas probablemente como hereditarias, éste sería realmente un re
sultado importante en cada caso, pero es totalmente indiferente que
se pueda «explicar» según Lamarck, Darw in, W eism ann, Semon o
cualquier otro; ya se verá en la mayoría de los casos — se trata sólo
de unas cuantas generaciones— a cuál de estas formas de explicación
'se acomodan. Con esto no se quiere decir que no sería muy útil cono
cer, al menos, los rasgos básicos de estas teorías: la discusión entre
ellas también puede ofrecer una advertencia, la de no considerar la
«transmisión hereditaria» en bloque como algo sencillo y no proble
mático y no precipitarse en el empleo de este concepto. Todavía pa
sarán décadas hasta que se puedan establecer en cifras y sin dudas casos
de adaptación hereditaria de una población o de un grupo de obreros
a tipos específicos de trabajo — por muy modesto que se ponga el nivel
de especialización— . La tarea actual consiste en la investigación cui
dadosa del m áxim o posible de grupos de obreros que realicen un tra
bajo lo más igual posible y calculable respecto a si — y cómo— las
diferencias de origen profesional, social, cultural o geográfico corren
paralelas o no con diferencias específicas de rendimiento o con dife-
234
OTRAS CUESTIONES Y TAREAS A REALIZAR
rendas cuantitativas en ese mismo rendimiento. Antes de que exista
un cierto m ínim um de cifras realm ente seguras y explicables
causalmente — y esto requerirá tiempo— no se va a poder lograr otra
cosa. L o repito: sería de la máxima trascendencia para cuestiones
concretas de nuestra disciplina, sin ninguna duda, toda demostración
de que la vida individual y el m ilieu (en el sentido estricto de la pala
bra), concretamente el tipo de trabajo profesional de los padres o de
los abuelos de los obreros, hayan tenido alguna influencia palpable
en la aptitud para el trabajo en éstos últimos — y cuál haya sido— , en
el sentido de una «transmisión hereditaria» (en sentido biológico), es
decir, en el sentido de la aparición de unas características diferencia
les en la generación siguiente, idénticas y relevantes para la aptitud
para el trabajo. Pero sería de poca importancia para nuestros objeti
vos — en contra de la opinión dominante entre los sociólogos— cuál
de las teorías sobre la transmisión hereditaria disponibles podría ex
plicar los hechos de manera más adecuada. Para nuestros objetivos,
sólo sería un resultado de consideración el que, por ejemplo, si en un
determinado grupo de población, una generación desarrolla una prác
tica profesional de determinado tipo, la siguiente generación tuviera
unas características diferenciales del nivel x para ese trabajo profe
sional.
En otro lugar* he intentado ofrecer algunas sugerencias para la
investigación acometida por la Verein für Sozialpolitik sobre la selec
ción y adaptación de los obreros de las grandes fábricas en el sentido
de estas reservas respecto a planteamientos que, por nuestra parte, no
podemos responder. O igo con satisfacción que el Instituto Solvay, en
Bruselas, bajo la dirección del profesor W axw eiler, intenta hacer una
investigación similar9. Pero no podemos hacernos ninguna ilusión sobre
estos dos puntos: primero, que un traba jo que promueva realmente este
asunto en este terreno no es de unos pocos meses, y, segundo, que los
primeros resultados auténticos sólo se podrán esperar cuando existan
docenas de estos trabajos.
NOTAS
L Ziehen, que presentó el caso en laCharité (véase Berl. klin. W ochehschriftj 1905, Nr. 40).
2. Por ejemplo, la Tendencia mas fuerte de los bávaros internados en manicomios a cometer
acciones violenras, la de los del Palatinado a alborotar, la de los sajones al suicidio, y la tendencia
concreta de los eslavos y de los románicos a la histeria, y en especial a su forma más grave, habría
que derivarla, sin embargo, de la historia de las religiones antes que considerarlas como una
auténtica «característica racial» hereditaria.
3. Concretamente en ciertas perturbaciones «cíclicas» muy extendidas en una forma debi
litada.
4. Strohmayer,Zettschr.f. Psych-, 61 (1904)yM«Kc/j. trted. W ochem chrift}tlz . 45y 46 (1901).
5. Los trabajos de Jenny Koller ffirchtü f. Psychiatrie, 28), que al investigar igual número de
sanos y de enfermos mentales sólo mostraban un moderado predominio de taras hereditarias en
235
p s i c o f Isica d e l t r a b a j o í n d u s t r i a l
estos últimos (76,8 frente al 59%), y las cifras de D ie m , Arch. fiir Rassen-und Gesellschf.~Biologie,2
(1905) (77% frente al 66*5%), revelan un cuadro más favorable y mejor de la significación de la
transmisión hereditaria — que el de Diem— sólo cuando se separan por enfermedades y se estudian
de manera separada los que tienen una tara hereditaria directa. Véase además Tigges, AUg. Zeitschr.
f. Psych., 64 (1907). Las influencias de los datos de los parientes, casi siempre incompletos,
especialmente al incluir a los hombres, dan una falsa impresión sobre las cifras demasiado pequeñas
de las estadísticas usuales.
6. «Orgánicas» se llama en psiquiatría, en el sentido clínico de la palabra utilizado aquí, a las
psicosis generadas por transformaciones cerebrales que (en principio) se pueden hacer visibles. La
psicosis pura más extendida y la mayoría de las veces «endógenamente» hereditaria — la llamada por
Kraepelin perturbación «maniaco-depresiva»— no sería en este sentido «orgánica», sino «funcio
nal».
7. La suposición, expresada antes muchas veces también por especialistas, de que las
enfermedades psíquicas eran más fácilmente hereditarias según, su manera de «manifestación»,
ofrecía una atractiva analogía en este punto. Pero esta suposición parece no ser demostrable con
seguridad.
8. En una memoria para la Verein fürSozialpolitik, impresa, 1908. Véase pp. 27-74 de este
volumen.
9. De los trabajos recientes del Instituto, una parte son trabajos para el gran público; uno de
éstos es el de L. Querron, «L ’augmentation du rendement de la machine humaine» (1905), de
Actualitéssociales, mientras que el trabajo de Mlle. J. Joteyko, Entrainem entet fatigue a u pot ntdevue
m ilitaire (1905), presenta algunas cosas muy valiosas en sus planteamientos (pp. 59 s.), auncuando
la tesis de que, después de que se haya alcanzo el nivel óptimo de práctica de un individuo tras un
(relativamente) corto tiempo, no tiene sentidcr una práctica posterior, no coincide con las
observaciones recientes hechas en la industria. Con esto no se está diciendo que quizá no pueda
valer realmente para el tiro, porque aquí las diferencias de talento son de gran significación en la
realidad. A mí mismo me resulta esto dudoso. Pero la tendencia de este trabajo, sobre todo, hace
este asunto algo sospechoso. Aquella tesis debe ayudar a ia reivindicación pacifista de reducir el
servicio militar. N o es apropiada para ello — se puede lamentar esto, pero difícilmente se puede
cambiar—-. Quien haya visto el ejército alemán en repetidas ocasiones, primero con los «de tres
años» y luego sin ellos, sabe que aquél ha cambiado desde la separación de estos últimos. El no
especialista no puede juzgar si para bien desde el punto de vista militar (aunque algo habla
evidentemente en contra), pero lo contrario es, en todo caso, posible ( según las reivindicaciones
que se pongan) y de esa manera no están permitidos juicios tan generales. Pues el óptimo de tiro
logrado no es sólo lo importante, también puede ser relevante desde el punto de vista de la técnica
militar la transformación de toda la actitud interior del varón (transformación ciertamente muy
poco alentadora desde un punto de vista «humano»), cuyo desarrollo se podía observar precisa
mente en el sentimiento específico de ser un soldado de los «de tres años». Y precisamente la
intensificación y condensación de la «práctica» al acortarse el servicio lleva en sí misma el peligro
del «hiperentrenamiento». Además, el rendimiento en tiro en la marina no se. puede elevar, sin
ninguna duda, por una práctica de corra duración. Aquí tienen que trabajar conjuntamente varios
hombres en los cañones y la superioridad de la marina inglesa (al menos en los rendimientos
récords) tiene que ver sin duda alguna con que los equipos que sirvenlos cañones están puestos unos
en relación con los otros durante una habituación de años. En todo caso es bastante difícil con los
materiales existentes hasta ahora obtener consecuencias seguras. Las opiniones esotéricas (incluso
rara vez expresadas en privado) de militares muy destacados, con conocimiento del mundo y no
comprometidos políticamente ya no son hoy necesariamente favorables al servicio militar
obligatorio masivo como único fundamento de la guerra. Cuanto más mecánica sea la guerra más
fuerte será la presión para emplear especialistas formados durante años, introduciendo, de esa
manera, uu trabajo profesionalasalariado en los trabajos forzados del «servicio militar obligatorio»
que tiende cada vez más al carácter de una milicia y que no siempre fue la base para hacer la guerra
— en Inglaterra, como es sabido, hubo factores ético-religiosos que hicieron que el ejército más
exitoso de su época, el ejército de Cromwell, condenara el servicio militar obligatorio— ni quizá
lo sea siempre. Sea todo esto dicho de paso: un punto débil de algunos trabajos de los círculos
«positivistas» es que éstos le permitan a (a ciertamente «buena eos a» que representan una influencia
sobre su argumentación. N o me atrevo a juzgar si las observaciones de Mlle. Joteyko sobre las
relaciones entre la práctica muscular y nerviosa y el cansancio (Erm üdung) en el capítulo V ] están
236
OTRAS CUESTIONES Y TAREAS A REALIZAR
totalmente libres de objeciones. Desgraciadamente se mezclan a veces los conceptos «energéticos»
de Solvay (así, por ejemplo, hay que notar en la página 75 que también es posible una Austósung a
través del consumo de energía , es decir, que los «centros nerviosos» no están hiera de la economía
de la energía, y en la página 83 que «la fuerza de resistencia psíquica » — de un ejército— no está en
función de la «inteligencia», y otras observaciones similares). Por lo demás, lamento que se me haya
pasado desapercibido el muy instructivo artículo de la autora («Fatigue») en el D ictionnaire de
physiologie. Remito ahora a ese trabajo con carácter suplementario.
El número dcActualités más digno de ser leído es, sin duda, la exposicióno de L. G.Fromontsobre
las experiencias hechas, en la fábrica de química que él dirigía, en la calcinación de la blenda de cinc,
al pasar del doble turno (una jornada de doce horas con 10 horas de trabajo efectivo) al triple turno
y, de esa manera, a la jornada de ocho horas (7172 horas de trabajo efectivo). Pero no voy a
adentrarme ahora más de lleno en este trabajo, muy apreciado con toda razón, porque en él se dejó
a un lado el comentario de los efectos de la duración del trabajo. Para justificar esto puede remitirse
ahora, además del anteriormente citado artículo de Herkner, al escrito de E. Bernhard aparecido
después (1909) («Hóhere Arbeitsinrensitát bei kíirzerer Arbeitszeit, ihre personalen und technisch-
sozialen Voraussetzungen», enSchmoflers Forschungen, Heft 138). Este trabajo trata el tema sistemá
ticamente con una breve panorámica, sin agotarlo en ningún sentido, peFo lo trata, en todo caso,
en conjunto, muy bien, de acuerdo con la situación de los materiales existentes y según lo que el
autor pretendía, sin aportar nada realmente nuevo respecto a Herkner. La bibliografía mencionada
es buena. (Hago de paso la indicación de que las cifras reproducidas én este escrito de una memoria
elaborada en 1905 pot el Ministerio del Interior del Reich sobre la jornada laboral de las obreras
de las fábricas — que se me habían pasado a mí— confirman las observaciones sobre el rendimiento
a lo largo de la semana en la tejeduría, que he expuesto antes; incremento del lunes al miércoles,
detención en el jueves, ligera subida el viernes, y luego subida el sábado hasta el máximo semanal
— ia consecuencia de una jornada con una hora menos!— . El autor, por lo demás, no conocía mis
artículos, por lo que dice. Se le cuelan algunas observaciones equivocadas; por ejemplo, el primer
párrafo introductorio de la página 1 no tiene que ver con la materia y la observación en la página
33, nota 1, no tiene contenido, pues al obrero no lesirve de nada el ser algo «distinto» a un «átomo
sin voluntad». Algunas afirmaciones, especialmente en el aparrado final,no están, en su optimismo,
en consonancia con las reservas del autor que, por lo demás, son de alabar-. Herkner, por ejemplo,
es con razón más cauteloso respecto a la significación de la automatización). Los otros trabajos del
Instituto Solvay ya publicados — a los que habrá que volver eventualmente en otro contexto— no
entran en consideración para nuestros objetivos. (El trabajo de Ch. Henry, Mesure des capacités
intelfectueüe et énergétique, no tiene ningún valor bajo ese título tan pretencioso; véanse mis
observaciones al respecto en mi comentario de la «Energetische Soziologie» de Ostwald, en Arch.
f . Soziv. u. Sozpol. vol. 29, Heft 2). Hay que esperar a ver qué utilidad van a tener pata el análisis
psicofísico del trabajo lostrabajos fumrosdel Institutocon el empleo de observaciones quinesográficas
del trabajo. Por el momento sólo hay ahí una «idea original», pero no está excluido en absoluto que,
con observaciones correctas, sea posible después una medida más exacta del tiem po de las distintas
reacciones de las que se compone una manipulación concreta — y esto no sería nada insignificante.
237
Tabla I
Ganancias a destajo diarias de 23 obreros (en porcentajes respecto a la ganancia estándar)
en promedios mensuales: de agosto de 1907 a agosto de 1908
VIII K X XI xn I III IV V VI V II VIII Promedio Edad
95,3 95,1 94,0 99,3 96,0 88,0 56,6 90,6 79,6 80.0 91.6 85,5 88,3 87,7 , 30
b 105,0 103,0 97,0 95,0 93,6 88,0 85,6 94,1 97,6 99,0 96,8 94,8 84,3 94,9 48
Modelo de telar 1 96,0 110,0 99,8 108,5 98,0 127,0 100,3 110,0 89,6 102,3 99,1 114,6 104,5 S7
d 116,0 109,3 107,3 104,0 104,6 111,0 114,5 97,1 113,0 117,3 105,3 128,6 111,6 110,7 28
e 70,3 74,0 76,6 77,6 63,3 61,3 75,6 74,0 80,5 85,0 101,3 104,3 110,8 81,l 40
f ■ - - - 54,0 5j,1 82,3 69,0 83,6 84,0 - 71,7 24
u en el modelo 1, g 99,3 93,0 99,0 ♦67,0 77,3 118,0 97,0 78,3 93,6 83,0 87,6 109,0 87,1 91,5 33
8 luego (a partir de *) h 92,6 95,5' 84,0 82,6 77,l 86,6 83,0 *82,6 117,6 76,0 96,0 92,0 89,0 96,5 28
8 en el modelo 11 i 83,3 86,0 87,3 88,6 82,0 76,8 78,3 88,3 94,1 "'79,0 103,3 93,8 86,6 86,4 19
g
k 84,3 87,3 87,3 84,3 80,0 (121,6) 77,6 82,5 83,8 78,3 82,6 84,5 83,0 83,8 S7
1 79,3 56,3 80,0. 69,3 65,5 74,6 56,6 65,3 102,5 80,6 83,0 64,6 75,6 74,l 32
m 74,6 64,1 89,6 69,6 74,6 77,8 67,8 80,5 85,6 83,8 66,8 67,0 67,0 74,5 33
Modelo de telar 11 n 63,3 78,0 83,6 67,6 68,6 60,3 82,l 86,0 84,0 78,3 78,1 76,0 51,1 73,6 32
o 92,3 99,0 94,3 101,0 92,0 92,6 88,6 93,5 83,3 96,0 76,0 80,3 92,1 90,9 44
p 67,3 65,5 59,8 77,3 78,3 77,6 58,1 70,1 66,8 79,6 84,0 61,l 73,6 70,7 31
Modelo de telar 111 q 75,3 73,0 58,8 68,0 68,3 66,6 65,0 55,0 77,0 77,6 87,8 82,0 '81,3 71,9 18
a. 102,6 103,0 102,1 101,3 90,3 83,3 99,5 106,l 95,3 101,0 104,1 98,0 88,0 99,6 27
- 84,3 101,8 76,8 88,0 90,l 100,6 96,6 99,6 98,8 102,3 102,0 ■98,6 24
Modelo de telar 111 y 73,0 74,6 61,6 79,3 76,1 73,0 66,1 77,8 93,3 87,0 85,8 80,0 77,6 77,3 23
u 8 45,3 68,6 46,6 56,0 53,3 48,8 64,3 67,6 69,8 77,3 68,8 73,3 69,6 62,2 22
u
V e 70,6 79,3 64,5 64,0 43,0 51,1 51,1 59,6 67,8 54,0 61,3 61,8 57,3 60,4 19
•5'
en el modelo 111, - 81,0 69,3 67,3 64,0 68,3 70,6 "'64,6 62,0 72,0 81,5 55,3 68,7 31
luego (a partir de *)
en el modelo U - 70,6 78,0 82,6 87,6 84,6 82,0 74,1 68,l 61,6 76,3 76,5 37
Tabla II
Rendimientos diarios de algunos obreros
(en porcentajes respecto al rendimiento obtenido por ellos en sus respectivas urdimbres)
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16
00 Obrero i (c) 91,6 79,I 92,I 87,6 79,l 92,4 101,9 114,5 96,4 - 120,4 109,l
o -
" 2 (m) - 115,l 104,7 119,2 106,0 82,9 105,1 124,5 113,2 126,8 116,4 112,4 106,5 96,8 104,9 119,5
" 3 - 94,9 115,2 124,4 90,8 102,9 76,1 77,9 58,4 109,4 135,9 93,6 113,4 114,9 88,6 89,4
4 (g) - - - §84,7 105,0 106,3 100,9 103,l 86,2 97,9 85,0 93,2 106,0 93,9
5 (e) ‘ * " * - - " " - "
co
Obrero 1 (e) 110,3 108,6 110,3 109,7 110,3 112,6 111,2 110,9 84,5 97,7 83,0 97,l 94,6 - 88,6
o M 2 (m) 95,8 96,7 104,I 105,9 80,9 96,9 83,2 80,2 102,9 108,1 94,7 - 93,8
o " 4 86,3 96,4 86,3 96,4
(g) 110,1 lJO,O 104,0 99,0 106,6 111,5 116,0 96,6 97,1 104,4
" 5 (e) 77,7 92,0 77,7 72,2 81,1. 91,3 80,7 67,5 84,2 ■ . - - (75,8)
240
Obrero 1 (e) 96,0 106,0 88,1 - §88,4 86,7 93,0 96,0 110,4 ll5,4 99,5 109,5 107,5 100,8 108,3
" 2 (m) 88,5 86,2 81,7 102,I t82,I 58,9 82,4 99,2 117,2 100,0 109,8 116,9 106,9 61,9
g: " 4 (g) 117,3 105,5 101,8 116,0 100,9 122,3 109,3 98,7 93,6 101,8 103,2 114,3 102,3 101,9 114,3
0 " 5 (e) 115,8 115,3 103,0 107,7 102,l 95,0 106,4 93,8 115,7 114,1 103,3 105,7 106,4 107,8 95,8
.2, H 6 (n) 93,9 103,6 98,9 104,7 94,1 . 91,1 97,6 106,4 102,4 98,9 107,5 99,2 102,5 106,0 86,4
Obrera 7 88,4 108,0 107,1 99,0 105,7 - - - - - -
Obrero 8 (h) " " - - §95,6' 104,4 88,5 117,1 103,3 103,2 99,6
Obrero 1 (o) 105,4 96,9 103,2 99,8 98,8 84,8 84,8 93,7 106,4 87,3 91,8 -' §61,7 82,8
" 2 ' (m) 41,4 115,9 66,2 96,0 84,8 99,0 95,2 111,7 132,4 82,7 109,4 70,3 88,8 119,8
o i " 4 103,8 96,7 104,0 104,2 97,5 93,1 100,7 100,7 105,1 100,9 10,2 96,1 91,6 96,0
0' (g)
0 5 ■(e) 103,0 73,3 115,3 90,0 99,3 105,7 91,5 88,1 81,5 119,3 101,0 103,8 96,3 101,31
3 6 (n) 104,8 99,8 107,5 95,8 105,1 90,l 110,6 79,8 96,1 82,1 90,0 106,5 85,1 77,0
" 8 (h) 110,5 100,0 80,l 121,7 103,5 96,5 105,0 137,5 - - -. (113,0) - - - §104,1
9 ‘ " " ■ - - -
17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 : 29 30 31
00 Obrero 1 (e) 96,4 124,3 113,5 99,1 111,8 100,7
o 93,9 78,0 106,7 98,3 109,8 89,8 108,8 114,2 : 115,9
2 (m) 107,2 106,8 76,4 §85,3 90,2 103,9 88,9 85,3 92,0 98,6 106,1 87,2
3 98,3 -
o - .
c 4 (g) 105,9 103,l 97,4 105,5 105,7 94,l 101,4 97,4 105,8 101,6 81,5 94,l 107,1 101,9 106,5
5 (e) 114,0 114,2 123,1 92,4 110,9 114,4 119,7 76,6 93,l 67,5
‘
co
o Obrero 1 (o) - §108,2 88,5 82,l 90,0 79,0 89,6 84,0, 95,9 113,4 87,2 91,6 106,l 96,4
2 (m) 92,1 88,7 - - - - (90,4) 97,0 92,1 113,7
0 89,8 104,7 99,4
o 4 (g) 97,l 79,7 103,4 - 86,5 91,6 91,6 90,1 94,5 92,6 76,0
• 96,0 104,3 91,9
.o 5 (e) 71,3 136,4 144,4 114,4 150,9 123,5 106,2 133,l 132,6 104,9 73,0 72,9 105,8 -
1
Obrero 1 (o) 114,6 106,6 97,6 103,2 105,1 113,1 89,4 89,4 76,7 109,1 99,3 96,1 91,l 97,4
2 (m) 81,4 108,0 112,9 90,3 88,0 113,l 109,8 102,l
co §85,9 99,7 115,3 74,1
241
o 4 (g) lll,2 109,8 121,9 114,l 113,9 105,7 §54,7 79,4 90,7 103,2 97,5 88,4 83,9 92,7
5 (e) 100,0 92,5 74,1 86,8 92,l 116,0 115,3 122,8 103,0 99,0 109,5
0 110,8 100,8 114,1
e 6 (n) 85,9 113,3 109,4 100,1 95,3 118,0 99,8 101,1 112,3 103,6 105,8 108,1 114,5
Obrera 7 - . . .
Obrero 8 (h) 108,3 85,2 98,8 92,1 97,7 91,6 110,9 78,0 77,8 93,3 95,3 90,8 97,8 110,9 -
Obrero 1 (e) 78,9 68,8 73,1 102,0 102,0 113,5 103,8 109,1 99,7 104,7 105,7 110,5 119,5 102,7 86,8
2 (m) 90,9 133,3 98,9 119,8 123,9 115,9 111,6 §62,7 67,1 111,9
- -
57,2 143,2 129,0
o 4 (g) 107,9 118,7 100,3 99,2 106,8 104,4 105,0 105,0 111,9 105,4 106,7 108,1 112,5 109,0 103,4
5 (e) 101,3 - 103,0 §66,1 98,3 93,4 105,1 95,0 104,0 93,6 104,0' 109,7 111,1
0 109,0
6 (n) 106,9 105,3 94,7 106,9 106,l 88,7 99,2 110,8 98,9 101,7 . §63,6
3 101,6 85,0 120,3
8 (h) 111,6 103,9 106,5 99,3 106,9 106,9 106,2 60,4 86,8 94,6 97,6 96,4 105,2 97,1 91,2
9 88,9 118,4 106,1 100,5 108,1 101,8 92,7 113,8 86,9 101,l 91,3 85,0 86,3 112,3 116,5
* Nueva urdimbre del mismo género. §Nuevo género. t Lo mismo en otro telar. 1 Cambios en el telar
(las letras entre paréntesis detrás de los números de los obreros remiten a la Tabla 1).
Tabla ni
Rendimientos diarios (y promedios semanales) de un tejedor durante diez meses
(de noviembre de 1907 a agosto de 1908)
Día I i
2 1
3 4 5 e 7 8 9
10 I 11 12 13
14 1 15 1
16
1907
102,2 100,3 107,6 101,2 107,4 82,4 102,9 85,0 92,8 96,4
102,9 96,7 100,7 95,5 102,4 88,1 96,0 96,3 84,4
105,6 91,6 97,3 99,2 110,3 99,2 96,1 99,l 98,2 99,l 100,0
Xl
- 96,4 - . 1120,4 109,1
91,6 79,5 92,1' 87,6 79,1 92,4 101,9 114,5 -
88,6
110,3 112,6 112,2 110,9 846 97,7 83,0 97,1 94,6 "
[I 110,3 108,6 110,3 109,7 99,2
96,4 77,2 91,0 102,2 116,l - 96,5 105,3 92,l 99,7 * ■
00 . „ . "'86,5 92,9 105,3 107,9 115,8 - '
o 105,3 107,9 115,8 - - - *
a> 1230 119 2 110,9 104,5 109,5 115,5 103,7 93,7 -
§88,4 86,7 93,0 960 116,4 115,4 99,5 109,5 107,5 100,8 108,3
Vl 96,0 106,0 88,1 §62,7
93,7 106,4 87,3 91,8 "
105,4 96,9 103,2 99,8 98,3 84,8 84,8 95,5
109,3 96,8 103,3 109,5 72.5
to Vlll 103,7 104,6 107,l 106,1 l 11,3 lll,l 110,8
4*.
N>
21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31
Día 18 1920
o Día 105,2 101,l
o Xl 94,6 101,9 99,0 peiiUencía 93,8 96,9 112,3 100,9 109,2 107,1 -
110,4 92,8 1 17,6 • 104,2 - Navidad §71,6 59,l (65,6) 87,1
Xll 114,7
124,3
109,8 89,8 108,3 114,2 115,9
| 96,4 §108,2 113,5 99,l 111,8 100,7 93,9 78,0 106,7 98,3
88,5 82,1 90,0 79,0 89,6 84,0 95,9 113,4 87,2 91,6 106,1
II
00 m ; 79,3 115,3 119,2 110,0
o 101,7 79,3 92,9 98,7 83,4 101,4 90,8
O) 110,2 92,8 105,l 105,5 118,8 116,2 110,0 111,1
(111,7) t71,9 82,l 68,6 106,6 117,9
114,6 106,6 97,6 103,2 105,1 113,1 89,4 89,4 76,7 109,1 99,3 96,1 1 91.1 97,4 '
101,5 102,0 114,3 103,8 1092 99,7 105,1 105,7 1105 119,5 102,7 85,8
102,5' 788 81,7
96,3 100,3 (lll,5 103,9 92,5 96,7 107,2 112,0 96,4 (105,l)'101,6 100,3
vin §110,3 101,3
‘
* Nueva urdimbre delmismo género. §Nuevo género. t Lo mismo en otro telar. 1 Cambios en el telar-
sri
Tabla IV .
Evolución de las ganancias a destajo diaiias de una obrera con un trabajo manual:
de marzo de 1907 a septiembre de 1908
—
m IV V Vl Vll Vlll IX X Xl xn l n III IV V Vl Vll vm IX
1. Ganancias locales mensuales en por
centajes respecto al primer mes. 100 94 99 117 109 125 118 141 117 100 89 119 127 126 131 127 130 113 76
2.Jornadas por mes. 24 23" 2414 25 25'h2 26" 24 26h 25 20\.i 24% 25 26 23 23" 23 2614 21 16
3. De ellas, a descajo. 23% 23" 24" 25 25" 24\1.í 24 24% 24 203/5 221/3 22U! 241/5 23 22'h 20 24% 17" 15
4. Porcentaje que su- 100 85 114 105 96 105 81 147 138 168 122 125 141 156 98 168 144 157 152
pusieronlasganan- a) unir loscabos
b) enhebrado 100 94 110 114 110 114 68 138 147 136 134 121 152 162 98 129 126 166 159
cías a destajo dia 100 102 36 136 167 "'167 210 108 49
K) c) pasarloshilos o 82 102 59 63 179 100 82 98 20
rias respecto a las 100 320 161 120 140 160 220 o o 40 40
d) perforación o o o 58 20 o o o
UJ ganancias del pri 100 96 95 114 114 124 115 132 112 112 113 116 120 131 127 140 121 140 118
mer mes. peines
a) unir loscabos 54 53 43 67 59
5. Porcentaje en que b) enhebrado 64
lastareasparticipan c) pasarlos hilos 21 21 17 23 23 19 24
enlagananciaades- 24 21 *36 10 17 20 12
d) perforación 1 5 3 o 0,6 3 o
cajo media por día. peines
6.:Gananciaad.escajomediapordíaen
períodosde seismeses, en porcenta 100 1 1 1 ,0 114,4 132,2
jes respecto ala gananciadel primer
mes.
* Cambios en d modo de trabajo
(mayor dificultad en el trabajo y consiguientemente un destajo un 24,3% más elevado).
Tabla V
Ganancias totales y por telar de un tejedor que sirve dos telares
1907 (quincenas) 1907 (meses enteios) 1908
1906
IIl IV V VI VII V IH IX X XI XII 1
X I XI XII 1 II
1-15 15-30 1-15|E eS0 1-15 ,5SO
- 1-1515-30 1-15 15-30 1-15 15-30 «¿ i , ,5-30 1
-15 15-30 1
-15 15
-SC
107 128
100 107
10 0 107 1 07 107 1 00 100 1 10 110 110 128 128 1 28 128 128 lQO 97
Telara: 100 100 107 1 07 1 00
1 00 100
*107 100 135
^ e 126 §153
S_ ];•
y 5«J .
Telar b: 112 112 112 112 126 126 170 170 170 170 170 170 135 135 135 135 135 135 135 135 135 135
I :§ -t. s 135 130
170
—a ns
12 13 10 11 13'/! 9" 11 11 10 10’h' 12}'¡ 12 12\\ 13 1214 lP/5 13 25\4 2.Y/.Í' 27 20»/» 18'/! 21'/!
13s/s 13
"Ó
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Telar b: 13\\ lPn 12 10 10 12 6" 9" 11 13 10 12 121,4 7\1 121.i 13 12h 12 10'/, 27 24 24*/s 24»/s 19</5 20*/s
244
'=^ B
Ó B*3
97,0 94,6 93,6 90,3 101,3 86,6
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•gu 5] 125,6107,0132,0 77,6105,3 85,3 89,3
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94,3 94,1103,3107,1 117,6
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fi-<a 80,3 95,0 96,6
00
00
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!*» 8 95,6' ■ 91,3' 98,6 112,3 112,0 119,l 91,3 87,3 88,3
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JJ vbuJ »US¿
E y B {5 C
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0 5 it a «i 115 117 126 115
1 . . g ¡2 4(
Telara: 100 125 103 107 104 98 723 110 123 125 149 131 153 85 117 110 115 106 120 118 104
::i o; 'E s 1 :138 (123
g i §! { ; Telarb: 100 119 154 138 ,l'4£ 163 125 180 180 155 194 164 204 124' 159 115 121 1124 116 142 148 138 114 148 118
Js.y . S¿
o ¿o ■
5 í= .g;:
(135 (138|143) (147 (163
* L0Snúmer0S en negiita significan cambio de urdimbre. Se infiere si hay al mismo üempo un cambi° de gener°
1■
por los cambios en el nivel del porcentaje que corresponde al destajo. § Campos en d tdar que supUSieron una reduc0on del destajo.
Tabla VI
1907 I 1908
V VI VII VIII IX X XI Xll 1 H IIl IV V VI VII VIII IX Promedio
1-16 116-31 1-16116-31 1-16 15-31
á ' 109 188 88 83 91
o-Ei Telara: 100 ‘ 109 109 109 109 88 88 88 84 88 88 88 83 83 91 77 -
ía1~u VS 88 |88 83 91 77
SB^ 95 104 108
= Telarb: 88 '95 95 95 95 95 95 95 95 95 200 104 104 108 108 116 116 -
] 's ?• o 200 108 116
,.. 'i:
" 21S 1 Telarc- 66 66
■g.s, Telar a: 8 12\12 10 10% 9\12 l()!I/S 27 23 25 2014 21 24-1,4 22\12 23\t.i 20*2 24'/í 22‘/s 26\12 201,4 2214 -
Telarb: SV» 10!/s 10 12 914 13 24'/! 23 23'/s 211/! 18 23 21\1.\ 25 19'A 25 23\>I 23% 22\12
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Telare: - ■ - “ 9‘A 13
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«s u 1! 63,3 64,0 76,6 86,6 96,3 91,0 63,3 79,0 93,3 67,6 66,3 58,3 63,6 69,3 84,6 78,3 80,0 78,3 49,3 61,6 72,0
gu E
5 *2 ;; .
i: Q...o |
8 . i: tl 1
«12o. '2
E 3
3 'E Telara: 100 109 103 159 109 134 120 139 143, 132 98 136 106 154 151 140 133 109 56 80 -
u ¡¡ Telar b: 100 81 144 110 118 120 97 134 145 112 92 31 104 83 132 124 132 137 98 103 -
e §■! S
5 '6 Telar c: §100 §71
« .o.•§ 6
"" g § ’C
* Elevación del destajo alrededor de un 9%. En el apartado 3, los datos de los días 1-15 del mes V (primera columna) están basados en la
^rarifa de destajo válida a panirdel 6 dejunio, para poderhacer la comparación. Números en negrita= cambio de urdimbre. Si hay también
cambio de génerose infiere por la comparación de los destajos (véase nota anterior). § Sólo son comparables naturalmente entre sí.