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En Colombia como en muchos países también, existen las distinciones sociales, estas
conllevan a costumbres o comportamientos sociales diferentes, caracterizados por la
sociedad en estigmas, que pueden ser verídicos o simplemente un invento de alguien que ha
trascendido para las generaciones futuras y desde su inicio. Aunque esto no se caracteriza en
su totalidad por las personas, sino que por las viviendas el estigma social ha hecho que sea
por y para las personas, con base obviamente en los lugares en que viven, frecuentan, su
forma de vestir, actuar, su nivel de educación y quizá también por la cantidad de dinero que
tengan en sus cuentas. En el artículo por el cual se llegó al punto de querer analizar esta
situación se tiene en cuenta que aquí en Colombia hasta en los recibos públicos se les recuerda
a la gente a qué lugar en número pertenece de 1 a 6 y la pregunta es por qué; pues en algunas
fuentes de información se halló que se hace para dar beneficios económicos a las personas
ubicados desde el menor número y querer hacer una especie de Robin Hood con los ricos al
cobrar un poco más de dinero en impuestos y servicios. Pero en realidad este no es el punto,
sino que lo marca que está esta situación y como llegamos a vivir todos, pero no revueltos,
cada quien según su estrato socioeconómico en un punto distintivo, se han llegado a clasificar
hasta las ciudades por ejemplo en Bogotá donde se dice que los ricos viven hacía la parte
norte y los pobres hacía el sur, pero es una realidad bastante incierta o de fantasía, porque
quién con poco dinero aun así podría llevar una vive en un lugar hacía el norte o quién con
unos pesos de más aun así lleva una vida plena en un lugar hacía el sur. El punto es dar una
solución funcional a los problemas de distinción social, ya que muchas veces se ven las
frecuentes discriminaciones entre las clases y los ataques verbales o físicos que existen entre
ambas partes.
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La explotación sexual infantil, es la explotación por un adulto a un niño, niña o adolescente,
menor de 18 años, acompañada del pago en efectivo o en especie al niño, niña o adolescente;
es una grave violación de los derechos humanos de niños, niñas y adolescentes, es decir, que
se beneficia injustamente con la intención de explotar sexualmente a ese niño, ya sea para
sacar provecho o por placer personal. Una forma de explotación económica al trabajo
forzoso, que constituye además un delito por parte de los que utilizan a niñas, niños y
adolescentes para el comercio sexual para enriquecerse.
Los niños que son víctimas de explotación sexual sufren de traumas físicos y emocionales,
son vulnerables a ser manipulados y terminan realizando actos que no desean hacer, como la
prostitución infantil en calles o en establecimientos como burdeles discotecas, bares hoteles,
entre otros; el turismo sexual infantil, la producción y promoción de pornografía de niños.