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Directora Consejo Editorial Diseño y diagramación
Alejandra Castillo Bruno Bosteels cgm + elissetche | estudio
Flavia Costa
Dirección Editorial Eduardo Cadava Registro
Cristián Gómez-Moya Julio Ramos ISSN: 0718-6576
Luis Gueneau de Mussy Nelly Richard Año 13 | N° 15
Cristóbal Thayer Willy Thayer Mayo 2021
Miguel Valderrama
Editorial Palinodia
www.palinodia.cl
editorial@palinodia.cl
Santiago de Chile
Enrique Dussel
Foto: Valeria Fontes García
Índice
José Gandarilla
Sobre el sentido del análisis histórico en la obra
filosófica de Dussel
19
Katya Colmenares
Política de la liberación: transmodernidad
y descolonización
37
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Diálogos Bernardo Cortés Marquéz y Jaime Ortega
Una filosofía que debe hacerse en la lucha:
diálogo con Enrique Dussel
99
Rebeca Gaytán
La política en la filosofía de Enrique Dussel
129
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Editorial
Jaime Ortega
Universidad Autónoma Metropolitana, UAM
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Editorial
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Editorial
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Editorial
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Editorial
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Filosofía y
y liberación
Vademecum – Vadetecum:
trazos y trazas
de Enrique Dussel
(ejercicio de introspección
heterónoma)
Silvana Rabinovich*
* Instituto de
Investigaciones
Filológicas/
Vademecum – Vadetecum
Universidad
[Ve conmigo – ve contigo]
Nacional Autónoma
Te atrae mi estilo y mi habla,
de México, UNAM
me sigues, ¿vas detrás de mí?
Ve fielmente sólo detrás de ti:
así me sigues –¡despacio! ¡despacio!1
1
Federico Nietzsche, La ciencia jovial “La Gaya Scienza”,
Trad. José Jara, Monte Ávila ed., Caracas, 1985, p. 8.
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Filosofía y liberación
Evoco mis primeros pasos filosóficos para tratar de expresar con justeza
la traza que, despacio… despacio…, no cesa de imprimir en mí la ense-
ñanza liberadora del filósofo Enrique Dussel.
2 3
El primero había sido mi abuelo Wolf Kaufman quien, Cf. Silvana Rabinovich (ed.), Retornos del Discurso del
desde que yo tenía 6 años, me introdujo –con amor “indio” (para Mahmud Darwish), UNAM-Apofis, CDMX,
y humor– en los caminos del hebreo bíblico. 2017. El poema se encuentra en árabe, español,
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Filosofía y liberación
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Filosofía y liberación
4
Parafraseando a un intelectual argentino hace unos oposición fundante de la cultura mal llamada “occi-
años, Dussel hoy podría decir que no es que él se haya dental”. Por supuesto, en el México de entonces, esta
vuelto oficialista, sino que el oficialismo se volvió hacia figura jurídica era un requisito para que alguien nacido
su horizonte filosófico. en otra tierra pudiera expresar con libertad su exigen-
5
El término jurídico “naturalización” alberga prome- cia ética, inseparable de un posicionamiento político.
sas filosóficas, pues cuestiona de raíz la oposición Dussel podía hacerlo público gracias a ese estatuto.
naturaleza-cultura en la cual descansa la Modernidad (Curiosamente, “político” se consideraba solamente
cuyos daños al ambiente se van revelando en térmi- el hacer filosófico impolítico adverso al oficialismo,
nos críticos que se escuchan cada vez con más fuerza: pues el que le era afín, debía considerarse ejemplar
antropoceno, capitaloceno (intentos de explicar nues- por “apolítico”). Hoy, las pugnas en torno al concep-
tra crisis socioambiental). Lo cierto es que hay una to de ciencia y saber descubren la ciénaga sobre la
sabiduría ancestral –dicha en muchas lenguas de que se construyó un pesado un edificio de privilegios
pueblos originarios de todo el orbe– contraria a esta al amparo de la exclusión de ingentes sabidurías…
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Filosofía y liberación
6
“Adopta un niño muerto” se llamó, bautizada así por Néstor Braunstein, Federico Donner, entre muchos
Pedro Miguel, y concebida con Eduardo Mosches, otros.
Jessica Bekerman, Marcos Límenes, Margit Frenk,
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Filosofía y liberación
una teología política descolonial, que cierra con una magnífica entrevista
que Bernardo Cortés y Mario Orospe le hicieron al maestro.7 Sólo dan-
do la palabra al otro puede concluir un libro heterónomo, asumiendo la
herencia de un pensamiento que no se considera una posesión sino un
tesoro en custodia que debe seguir su camino –a salvo– hacia el porvenir.
7
Ambos escribieron sendas tesis sobre Dussel asesora-
dos por mí. Eso me permitió asumirme como “pasado-
ra” en la cadena transgeneracional de la transmisión
filosófica.
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Sobre el sentido
del análisis histórico
en la obra filosófica
de Dussel
José Gandarilla*
* Universidad
Nacional Autónoma
de México, UNAM
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Filosofía y liberación
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Filosofía y liberación
de los pueblos indios y las gentes agraviadas irá cobrando en sus propo-
siciones para una ética, filosofía y política de la liberación, por otro lado,
las cuestiones de la historia han de reaparecer en varios momentos de la
escritura filosófica que se emprende, en modo simultáneo a aquella labor
de magisterio y coordinación de equipos de investigación de la institu-
ción eclesiástica y, en los trabajos posteriores, para argumentar desde ese
“horizonte de horizontes”, como llega a percibirse, sin arbitrariedad, una
cierta definición o sentido de lo histórico en nuestro autor, y de ahí el piso
que llega a constituir para algunas de sus nuevas hipótesis en la ética,
la económica, la política, y hasta la estética, en fechas muy recientes.
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Filosofía y liberación
Uno de los autores que desde sus más tempranos recorridos por los en-
tresijos del conocimiento histórico-filosófico pudo efectuar su “camino
de Damasco” para romper paulatina pero definitivamente con algu-
nas de las formulaciones que sustentan a tan alambicado conjunto fue
Enrique Dussel, y lo hace cuando emprende su primer viaje a Europa,
a donde acude con la intención de profundizar sus conocimientos en
Filosofía y obtener el grado doctoral. En los primeros desplazamientos
del navío, nomás atravesar el Río de La Plata (por aquel tiempo, 1957, era
la forma habitual de cruzar los océanos), descubrirá, como lo había he-
cho antes su compatriota Ernesto Guevara de la Serna, el Che, la profusa
diversidad de las naciones latinoamericanas, “el mundo periférico que
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Filosofía y liberación
1 2
Enrique Dussel, “Autopercepción intelectual de un pro- Ibid., p. 18.
3
ceso histórico”, Revista Anthropos. Huellas del conoci- Ibid., p. 16.
4
miento, No. 180, 1998 p. 16. Idem.
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Filosofía y liberación
5
Idem.
6
Ibid., p. 17.
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Filosofía y liberación
7
José Guadalupe Gandarilla Salgado, “Tres notas so-
bre el ‘espíritu del capitalismo’ en Weber, para pensar
América Latina”, Estudios Latinoamericanos, Nueva
Época, núm. 11, enero-junio de 1999, pp. 21-31.
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Filosofía y liberación
filosófico acorde a una nueva búsqueda de sentido; solo pude ser capaz
de procesarla en mis estudios de maestría en Estudios Latinoamericanos,
y encontró un modo de expresión en algunos de mis primeros artículos,7
y en un texto largo que fue incluido en un volumen colectivo publicado
por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.8 Ya nunca más
perdí la pista a sus renovadores planteamientos.
8
José Guadalupe Gandarilla Salgado, “América Latina el pensamiento social latinoamericano, Buenos Aires,
en la conformación de la economía-mundo capitalis- CLACSO, 2006, pp. 77-152.
ta: Las transferencias de excedente en el tiempo largo
de la historia, y en la época actual”, Crítica y teoría en
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Filosofía y liberación
No será ésta la única vez que Dussel impartirá su magisterio en los claus-
tros alemanes. Casi dos décadas después recibió una comunicación que
le generó gran entusiasmo. Fue invitado, en 2010, por la Universidad
de Colonia (la más antigua de Alemania) a que impartiera la prestigiosa
Cátedra Alberto Magno, por primera vez esa distinción recaía en un aca-
démico latinoamericano. Los temas abordados en su muy sintético ensa-
yo, recientemente reeditado por CLACSO, El primer debate filosófico de
la modernidad (2020), están en el centro de las tres lecciones impartidas
en aquella ocasión y que se publicaron con el título Der Gegendiskurs
der Moderne. Kölner Vorlesungen (El contradiscurso de la modernidad.
Conferencias de Colonia).
9
Enrique Dussel, 1492. El encubrimiento del otro. El ori-
gen del mito de la modernidad, Bogotá: Antropos,
1992, p. 11.
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Filosofía y liberación
colonial. Será a ese propósito que Dussel recupere el lugar histórico que
para un discurso ético-filosófico vendrán a ocupar ciertas agrupaciones,
casi en condición de disidencia: las órdenes religiosas que en simultá-
neo, o paulatinamente, llegan a las tierras recién “descubiertas” (por los
europeos), franciscanos, dominicos y jesuitas. El argumento más impor-
tante defendido en aquellas conferencias y bien sintetizado en el libro
recién editado, ya no solo va en dirección de cuestionar a la modernidad
como proyecto utópico o en su condición de mito fundante, sino en
señalar el importante papel que para el discurso filosófico juegan dos fi-
guras destacadas del siglo xvi, Bartolomé de las Casas y Francisco Suárez.
El pensamiento de ambos autores, pero con mayor sustancia, en este
texto y para el conjunto de la obra, en la persona del sacerdote Las Casas,
recibió la influencia de todo aquello que con la situación colonial se
discutió, y que al obispo de San Cristobal llegó a sensibilizarle cuando
presenció el Sermón de Antón de Montesinos en 1511, en lo que ahora
es Santo Domingo, República Dominicana. Con ese evento, alguien que
pudo seguir la ruta del encomendero se ha de estremecer vivencialmente
y accede a un acto de conciencia que persistirá por el resto de sus días,
por algo será reconocido como el cura defensor de indios. Un siglo antes
que Descartes, en su texto de 1537, Del único modo…, apunta a la nece-
sidad de conferirle al oyente (de otra cultura) las condiciones de su libre
albedrío para que la construcción del entendimiento obedezca a razones
racionalmente defendidas; en los términos actuales podríamos decir que
es un tratado de filosofía intercultural. Las Casas pone esos postulados
en la base de sus planteamientos y será la sustancia de su imputación
del paradigma de la “Guerra Justa”, en la polémica de Valladolidad, casi
dos décadas después.
28 |
Ahora bien, con dichos autores hablamos de sujetos que reflexionan des-
de tierras americanas, llegados de fuera es cierto, pero sensibilizados de la
situación existente acá y obligados, en cierto modo, a una toma de posi-
ción del lado de los indios. Sin embargo, en un trabajo que complemen-
ta a éste (“Meditaciones anti-cartesianas”) Dussel amplía su argumento
de la existencia de un “antidiscurso filosófico de la modernidad”, simul-
táneo o hasta anterior a las formulaciones del racionalismo cartesiano.
Dussel mirará en ello un evento de la mayor importancia; semejante
a lo defendido por Las Casas, encontramos ahí propuestas ético-filosó-
ficas cuyo sujeto que enuncia es él mismo perteneciente a estos pueblos
originarios que reciben el impacto de la invasión colonial. Es por tal
razón que se ocupa con detenimiento y minuciosidad de la figura de
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Filosofía y liberación
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Filosofía y liberación
10
Lélia González, “A categoría político-cultural de ame-
fricanidade”. Revista Tempo Brasileiro, Rio de Janeiro,
92/93, jan-jun, pp. 69-82.
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Filosofía y liberación
11
André Gunder Frank, Re-orientar. La economía global 13
John M. Hobson, Los orígenes orientales de la civili-
en la era del predominio asiático, Valencia, PUV, 2008 zación de occidente, Barcelona, Crítica, 2006, 491 pp.
[1998], 455 pp. 14
Giovanni
Arrighi, Adam Smith en Pekín. Orígenes
12
Winner of the 2000 John K. Fairbank Prize of the Ame- y fundamentos del siglo XXI, Madrid, Akal, 2007,
rican Historical Association. Co-winner of the 2001 431 pp.
World History Association Book Prize.
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Filosofía y liberación
acercamiento más integral que permitiera atar más fino las hebras (de
seda) que escondería el continente de la China y Oriente en su esquema
de pensamiento, y esas hipótesis alcanzarán un mayor desarrollo tanto en
el primer tomo de su Política de la liberación, donde se abunda en varios
de los elementos ya anotados en aquel artículo, como en el Tomo dos de
la Política de la liberación, con relación a las herencias del pensamiento
estratégico chino que se vería reconfigurado ya no solo en el arte de
la guerra, sino en el arte de desplegar ésta por otros medios, esto es, en la
política y el arte de gobernar, y eso desde tiempos tan tempranos como
los del primer impulso de la modernidad, en la obra de Maquiavelo y sus
recomendaciones al Príncipe.
15
Gavin Menzies, 1421: El año que China descubrió el
mundo, México, Debolsillo, 2006.
16
Gavin Menzies, 1434: El año en que una flota china lle-
gó a Italia e inició el Renacimiento, Barcelona, Debate,
2009, 427 pp.
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Filosofía y liberación
Enrique
17
Dussel, “«Ser hispano»: Un mundo en el Decolonization Struggles in the 21st Century U. S.
«border» de muchos mundos” en Ramón Grosfoguel, Empire, Colorado, Boulder, Paradigm Press, 2006, p. 45.
Ramón; Nelson Maldonado-Torres; José David
Saldívar, (eds.) Latin@s in the World System.
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Filosofía y liberación
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Filosofía y liberación
Por tal razón, aquí se justifica citar in extenso, lo que Enrique Dussel
sugiere comprender como transmodernidad,
18
Enrique Dussel, Filosofías del Sur. Descolonización
y transmodernidad, Madrid, Akal, 2015, p. 100.
19
Ibid., p. 101.
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36 |
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Política de la liberación:
transmodernidad
y descolonización
Katya Colmenares*
* Instituto de
formación política
del Partido de
Regeneración
Nacional, Morena
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Filosofía y liberación
1
Enrique Dussel, Filosofía latinoamericana IV. La Política
2
Ibid., p. 102.
latinoamericana (Antropológica III), Bogotá, Universi-
3
Enrique Dussel, Filosofía de la liberación, Bogotá, Nue-
dad Santo Tomas, 1979, p. 36. va América, 1996 (1era edición 1977) p. 88.
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Filosofía y liberación
Introducción histórica4
En 1976 Dussel afirma que metodológicamente la Filosofía de la
liberación “siempre debería comenzar por presentar la génesis histórico-
ideológica de lo que pretende pensar, dando preponderancia a su impos-
tación espacial, mundial”.5 Pero es importante señalar que no se trata de
la ubicación de hechos de la historia, sino de asumir que todo producto
humano tiene como contenido la historicidad de su constitución. La Éti-
ca de la liberación comienza ya de manera sistemática con una pequeña
introducción histórica que le permite a Dussel desarrollar su visión me-
todológica y profundizarla posteriormente en la Política de la liberación.
Sin otra concepción de la historia mundial era imposible mostrar la
especificidad de la ética que había descubierto porque la concepción
histórica no se reduce a relacionar fechas, sino que conlleva un telos,
una finalidad, una valoración de la realidad humana, una antropología.
En ese sentido la reconstrucción moderna de la historia no solo imponía
un orden cronológico, sino que establecía la meta de la realización huma-
na, evaluaba las culturas en su contenido, en donde lo antiguo era com-
prendido automáticamente como más atrasado, primitivo e irracional,
al mismo tiempo que entronizaba a Europa y EUA como los referentes
e ideales a seguir por el resto de la humanidad.
4
Durante su etapa de formación, Dussel se sintió pro- eurocéntrica, América Latina no nacía en 1492 como
fundamente interpelado por la obra América en la his- eventualmente era ingresada en los libros, pero para
toria, donde Leopoldo Zea sostenía que Latinoamérica demostrarlo y descubrir su especificidad era necesa-
no estaba concebida dentro de la historia universal, rio reconstruir la historia desde claves no modernas.
como respuesta, escribirá en 1966 el libro Hipótesis El resultado de dicha obra fue realmente sorprenden-
para el estudio de Latinoamérica en la Historia Uni- te, porque no solamente descubre el lugar de América
versal. Posteriormente expuso las hipótesis en mu- Latina, sino que descubre una historia completamente
chos lugares, aunque la obra no fue publicada, sino nueva de la historia mundial, misma que irá trabajando
hasta el 2012. Entonces ya le parecía claro que la con- y profundizando en cada una de sus obras.
cepción moderna de la historia era completamente 5
Enrique Dussel, Filosofía de la liberación, op. cit, p. 13.
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Filosofía y liberación
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Filosofía y liberación
la vida, la vida del ser humano, que, para Dussel, no puede entenderse
sin la vida de la naturaleza en su conjunto, la incluye partiendo de la
idea de que la vida es una y se ha desarrollado de manera ininterrumpida
desde hace 4 mil millones de años,6 en ese sentido el ser humano es la
vida que se ha vuelto consciente y por ello autorresponsable, no sólo
autorresponsable de su propia individualidad, sino autorresponsable por
la vida toda de la cual, él mismo forma parte como su momento ético.
Principio material
La referencia que hace Dussel a la materialidad de la vida recupera
de manera directa la significación que tiene lo material en Marx como
contenido, donde el contenido no es otro sino la “vida”. Los 10 años
que dedicó Dussel a Marx durante la década de los 80 le llevaron a esta
síntesis fundamental. El materialismo del marxismo estándar no com-
prendió este sentido específico de Marx y cayó en una simplificación de
lo material como lo físico, que finalmente llevó a los marxistas a adoptar
6
Todas las células vivas de nuestra corporalidad, que vivo desde el origen de la vida en la tierra (hace unos
son producto de fracturas reproductivas de células 4 mil millones de años). Enrique Dussel, Ética de la libe-
siempre vivas, son parte de un continuum que está ración, Madrid, Editorial Trotta, 1998, p. 94.
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Filosofía y liberación
Principio formal
El principio formal es una novedad completa con respecto al modo
como Dussel venía trabajando la ética, y supone la apropiación de la
Ética del Discurso de Apel y, por esa vía, la superación del giro lingüísti-
co y la filosofía del lenguaje.
Principio de factibilidad
42 |
El principio de factibilidad lo incorpora a partir de la obra de
Hinkelammert quien le muestra la importancia del horizonte de impo-
sibilidad para la reflexión epistemológica y práctica. Lo posible se abre
paso precisamente en tensión con modelos ideales que permiten evaluar
y establecer parámetros de comparación y una dirección para la acción,
sin embargo, es fundamental no confundir la utopía con la construcción
de lo posible. Saber establecer los marcos de la factibilidad es fundamen-
tal para la toma de decisiones.
7
Ibid., p. 140.
8
Dussel, Ética de la liberación, op. cit, p. 214.
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Filosofía y liberación
“El que opera o decide éticamente una norma, acción, institución o etici-
dad sistémica, debe cumplir a) con las condiciones de factibilidad lógica
y empírica (técnica, económica, política, cultural etc.), es decir, que sea
realmente posible en todos estos niveles, desde el marco de las exigencias:
ético-materiales de la verdad práctica, y morales-formales discursivas de la
validez, dentro de un rango que va desde las acciones permitidas éticamen-
te, hasta las acciones debidas”.9
9
Ibid., p. 270.
10
Ibid., p. 376.
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Filosofía y liberación
Principio-Liberación
Finalmente, el principio crítico de factibilidad es propiamente el
principio liberación y es un llamado a llevar a cabo fácticamente la li-
beración de las víctimas a través de la transformación objetiva de las
condiciones de opresión y/o exclusión del sistema vigente. El proceso de
liberación puede operar cambios a nivel óntico, ontológico o transon-
tológico, lo que en política se traducirá en reformas, transformaciones o
revoluciones.
44 |
“El que opera ético-críticamente debe liberar a la víctima, como partici-
pante de la misma comunidad a la que pertenece las víctimas, por medio
de a) una transformación factible de los momentos (de las normas, ac-
ciones, microestructuras, instituciones o sistemas de eticidad) que cau-
san la negatividad material (impiden algún aspecto de la reproducción
de la vida) o discursivo formal (alguna simetría o exclusión de la partici-
pación) de la víctima; y b) la construcción, a través de mediaciones con
factibilidad estratégico-instrumental críticas, de nuevas normas, acciones,
microestructuras, instituciones o hasta sistemas completos de eticidad
donde dichas víctimas puedan vivir, siendo participantes iguales y plenos.
11
Ibid., p. 464.
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Filosofía y liberación
2. La Política de la liberación
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Filosofía y liberación
12
Enrique Dussel, Política de la liberación. Historia
mundial y crítica, Madrid, Editorial Trotta, 2007, p. 13.
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Filosofía y liberación
La Arquitectónica
El segundo tomo de la Política de la liberación, la Arquitectónica,
es un marco teórico político que aborda “el momento ontológico y nor-
mativo de la política”,13 es entonces una exposición abstracta fundamental
que muestra los momentos necesarios de un orden político y los distin-
tos niveles que confluyen en él. Se trata de una “Arquitectónica” y no
directamente de una “Ontología” porque no se propone construir un
sistema teórico cerrado, sino que abre la posibilidad de agregar temas,
problemas, conceptos y categorías interpretativas que sean capaces de
seguir actualizando el marco de interpretación.
47 |
Así como Marx llevó a cabo una Crítica de las categorías de la economía
política burguesa para descubrir la realidad económica y de explotación
que invisibilizaban los pensadores burgueses de la economía política de
su tiempo, Dussel por su parte lleva a cabo el mismo ejercicio con los
filósofos modernos, produciendo así la “construcción crítica general
de todo el sistema de las categorías de las filosofías políticas burguesas
modernas”14 en virtud de remontarse del fenómeno al fundamento de
la política moderna y de ahí mostrar las contradicciones, los saltos y en
13
Enrique Dussel, Política de la liberación, Vol. II. Arqui-
tectónica, Madrid, Editorial Trotta, 2009, p. 11.
14
Ibid., p. 12.
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Filosofía y liberación
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Filosofía y liberación
Una vez que esta potentia es delegada, cedida o, traspasada, para que
alguien o un grupo ejerzan esa voluntad de vida como fuerza para llevar
a cabo acciones, se constituye entonces el poder como potestas, la poten-
tia que era voluntad de vida de la comunidad se ha convertido en potestas
para volverse efectiva actualidad y producir las acciones y mediaciones
pertinentes para la producción, reproducción y desarrollo de la vida de
la comunidad.
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Filosofía y liberación
50 |
Los 6 principios de la Política de la liberación
Del mismo modo que en la ética tenemos 6 principios, Dussel man-
tiene 10 años después la misma estructura en la Política de la liberación.
En la primera parte tenemos 3 principios: material, formal y de factibi-
lidad y, en la segunda parte, 3 principios críticos: crítico material, crítico
formal y crítico de factibilidad. Cuando hablamos de principios, tene-
mos que entenderlos en un sentido normativo para la política de manera
que “el que no cumple los principios normativos de la política no solo
es un político injusto (subjetivamente), sino que objetivamente debilita
15
Comunicado al pueblo de México del EZLN, 26 de hombres-verdaderos-los-sin-rostro-mandar-obede-
febrero de 1994: https://enlacezapatista.ezln.org. ciendo/ Consultado el 10 de octubre de 2020.
mx/1994/02/26/al-pueblo-de-mexico-hablaron-los-
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Filosofía y liberación
51 |
Principio democrático
“Debemos operar políticamente siempre de tal manera que toda
decisión de toda acción, de toda organización o de las estructuras de una
institución (micro o macro), en el nivel material o en el sistema formal
del derecho (como el dictado de una ley) o en su aplicación judicial,
es decir, en el ejercicio delegado del poder obediencial, sea fruto de un
proceso de acuerdo por consenso en el que puedan de la manera más
plena participar los afectados (de los que se tenga conciencia); dicho
acuerdo debe decidirse a partir de razones (sin violencia) con el mayor
16
Enrique Dussel, 20 Tesis de Política, México, Siglo XXI,
[9.16], p. 71.
17
Op. cit, [9.33], p. 74.
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Filosofía y liberación
Principio de factibilidad
“Debemos operar estratégicamente teniendo en cuenta que las ac-
ciones y las instituciones políticas tienen que ser siempre consideradas
como posibilidades factibles, más allá de la mera posibilidad conserva-
dora y más acá de la posibilidad-imposible del anarquista extremo…”.19
Los 3 siguientes principios corresponden a la parte crítica de la Política
de la liberación, de la cual hasta el momento sólo tenemos la segunda
parte de las 20 Tesis de la Política de la liberación de Dussel (Tesis 11-20).
El próximo año aparecerá el tercer tomo de la Política de la liberación
por Trotta, para completar la trilogía, en esta ocasión se trata de un li-
bro colectivo dirigido por Dussel y escrito en colaboración estudiantes
y colegas y siguiendo la ruta argumentativa emprendida. Para esta breve
referencia continuaremos con la formulación que utiliza Dussel en las
20 Tesis de Política.
18
Ibid., [10.15], p. 79.
19
Ibid., [10.33], pp. 82-84.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Filosofía y liberación
20 23
Ibid., [13.32], p. 104. Ibid., [14.12], p. 105.
21 24
Ibid., [13.33], p. 104. Ibid., [14.22], p. 107.
22
Ibid., [13.34], p. 104.
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Filosofía y liberación
25
Una de las primeras menciones del concepto “trans- verdadera y profunda significación Cf. Abdiel Rodrí-
modernidad” la encontramos en la Metáforas teoló- guez, “Una aproximación al proyecto transmoderno
gicas de Marx de 1993 cuando Dussel se refiere a la de Enrique Dussel” en: Revista INTERdisciplina, Vol. 7.
“transmodernidad” como la superación de la Moder- No. 16, UNAM-CEIICH, CDMX, 2018.
nidad, el término irá adquiriendo poco a poco su
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Filosofía y liberación
55 |
El sujeto de la liberación
Las primeras obras de Dussel El humanismo semita, El humanismo
helénico y el Dualismo en la antropología de la cristiandad constituyen
una trilogía que muestra la relación entre la idea de ser humano y la
construcción de un proyecto político, social y cultural como condición
y límite interpretativo desde donde se abre precisamente el ámbito de
lo posible. En aquel entonces Dussel se enfocó en acentuar la diferen-
cia entre el humanismo semita que parte de una comprensión unitaria
y carnal del ser humano y el humanismo helénico que reivindica un
dualismo jerárquico cuerpo-alma. El descubrimiento de Dussel es que
cada una de estas concepciones conllevan consecuencias palmarias en el
ámbito práctico:
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Filosofía y liberación
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Por otra parte, Dussel afirma que debido a que el ser humano no tie-
ne conciencia infinita a velocidad infinita y no es Dios, entonces es
26
Cf. Katya Colmenares, Hacia una ciencia de la lógi- La Paz-Bolivia, 2015; Juan José Bautista, ¿Qué sig-
ca de la liberación. Elementos para una crítica de la nifica pensar desde América Latina?, Editorial Akal,
razón trans-ontológica, Editorial Autodeterminación, Madrid, 2014.
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27
Rosenzweig, La Estrella de la redención, Salamanca, Heute sein könnte. Ewigkeit ist eine Zukunft, die, ohne
Ediciones Sígueme, 1997, p. 273, “Ewigkeit ist nicht eine aufzuhören Zukunft zu sein, dennoch gegenwärtig ist.”
sehr lange Zeit, sondern ein Morgen, das ebensogut
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Sin esta anticipación y sin la interna premura por ella; sin que se quiera
traer al Mesías29 antes de tiempo, y sin la tentación de forzar el Reino de
los cielos, el futuro no es el futuro, sino un pasado estirado en una longi-
tud infinita y proyectado hacia delante. Porque sin esa anticipación el ins-
tante no es eterno, sino que es algo que se va perpetuamente arrastrando
por la larga carretera del tiempo.30
28 31
Rosenzweig, Ibid, p. 276. Cf. Hegel., Principios de la Filosofía del Derecho, tra-
29
El Mesías es el ungido tres veces por medio del acei- ducción de Juan Luis Vermal, Edhasa, Barcelona, 2005.
te de la unción, la primera es ungido como profeta, § 22; Hegel, Ciencia de la Lógica, traducción Rodolfo
la segunda como sacerdote y la tercera como Rey. Mondolfo, Ediciones Solar, Buenos Aires, 1968, p. 133,
El Mesías tiene la tarea de instaurar el Reino de la et passim.
justicia.
30
Franz Rosenzweig, La Estrella de la redención,
Salamanca, Ediciones Sígueme, 1997, p. 276.
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Filosofía y liberación
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Filosofía y liberación
32
La palabra ‘Principio’ tiene una connotación muy par- (άρχή); en segundo lugar, el fundamento es lo que
ticular y profunda, pues ha de ser entendida como permanece presente en el perpetuo cambio de lo que
fundamento, pero en tres sentidos distintos: en primer existe (ούσία); y, en tercer lugar, el fundamento es la
lugar, el fundamento es aquello que da origen, esto es, finalidad o el propósito de todo cuanto existe (τέλος).
aquello de donde brota la diversidad de lo que existe
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Filosofía y liberación
Pero hay que señalar que, al romperse la comunidad entre los seres hu-
manos y la naturaleza, cada individuo se autocomprende ya no como
“hijo de la tierra”, sino como “señor de la tierra”, recordemos al propieta-
rio privado de Hegel. Esta ruptura no solamente afecta la relación entre
el ser humano y la naturaleza, sino que repercute inmediatamente en la
relación intersubjetiva entre seres humanos: pues si éstos se comprenden
como hijos de la misma Madre (Tierra) entonces entre ellos se asumen
como hermanos y la relación de co-responsabilidad comunitaria se
completa (Madre-hijos-hermanos), pero si la relación cambia y ahora se
asumen como propietarios privados, entonces cada uno se relaciona con
el otro de acuerdo a su propio interés privado y la relación intersubjeti-
va comienza a estar mediada por el contrato en el cual cada cual cuida
y asegura su propio fin.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Filosofía y liberación
Para que el ser humano pueda hacer uso de la naturaleza sin miramientos,
el modo de producción capitalista necesita que la separación jerárquica
entre sujeto y objeto no solamente esté muy clara, sino que aparezca de
manera incuestionable para que sea aceptada naturalmente. De ahí que
la ciencia moderna establecerá la relación sujeto-objeto como uno de sus
principios más básicos y fundamentales, desde el cual comenzará a erigir
todo un sistema de conocimiento coherentemente desarrollado. Ahora
bien, no obstante hemos procedido didácticamente mostrando otros mo-
dos de situarnos epistemológicamente desde horizontes no modernos,
como el tojolabal, no pretendemos justificar la salida de la modernidad
por razones culturalistas, necesitamos otro tipo de argumentos. Lo que sí
queremos traer a cuenta son los efectos negativos del proyecto civilizato-
rio de la modernidad que no se hacen esperar, vivimos el momento más
crítico de la historia de la humanidad en plena pandemia del Covid-19
y sufriendo los efectos de la crisis climática. La humanidad está viviendo
un quiebre en las condiciones de vida como resultado de la cosificación
de la naturaleza y el ser humano. El actual esquema de comprensión de
la modernidad que ha campeado en el mundo los últimos 500 años es el
responsable de lo que vivimos actualmente, necesitamos transitar hacia
otra comprensión de la realidad y de las relaciones humanas. En este
contexto la recuperación del horizonte de comprensión de la comuni-
dad de vida no es ya una opción romántica, sino un imperativo que nos
enfrenta a la necesidad de asumir la responsabilidad por la comunidad
de vida que conformamos en este pequeño planeta, que no es una cosa,
sino un gran sujeto viviente.
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Filosofía y liberación
La reflexión trascendental
La obra temprana de Dussel contiene una reflexión teológica y tras-
cendental explícita. Sin embargo, a medida que fue pasando el tiempo,
su filosofía realizó un proceso de secularización que fue claro en la obra
Filosofía de la liberación. En nuestra perspectiva este proceso va de la
mano con el abandono de la antropológica.
65 |
Es cierto que en el último planteamiento de la Política de la liberación
el ámbito trascendental aparece nombrado y considerado, pero lo que
hace falta es precisamente una exposición del modo en el que el hori-
zonte trascendental atraviesa efectivamente la política en cada uno de sus
momentos. De ese modo se comprendería más claramente la correspon-
dencia entre todos los distintos ámbitos de la realidad, como expresión
objetiva de la subjetividad ideal que constituye internamente las dis-
tintas determinaciones de la realidad humana, desde lo antropológico,
33
Cf. Juan José Bautista, “De la comunidad ideal de del discurso de Apel. Diálogo filosófico Norte-Sur des-
comunicación a la comunidad real de comunicación, de América Latina, Editorial Siglo XXI-UAM-I, 1994.
en: EnriqueDussel (comp.), Debate en torno a la ética
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Filosofía y liberación
66 |
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Campo
Campos
Bat
Bata
os de
talla
La belleza estética
en la totalidad cultural
y el juicio del gusto*
Enrique Dussel
2
* [Tesis 5] del manuscrito en preparación, cuyo título Filosofía de la liberación, 4.1.2. Sobre la transformación
provisional es: 18 Tesis de estética de la liberación. de la naturaleza en cultura ver Filosofía de la libera-
1
Véase especialmente “Para una filosofía de la cultura, ción, 4.3.
civilización, núcleo de valores, ethos y estilo de vida, en
Enrique Dussel, Filosofía de la cultura y Transmoderni-
dad, México, UACM, 2016, PP. 145-176.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Campos de batalla
[5.12]
En primer lugar la cultura tiene una vertiente de realización física o
material que es efectuada por el trabajo concretamente manual. Las ma-
nos son los primeros instrumentos naturales y como órganos de la misma
corporalidad humana. Son el instrumento de todos los instrumentos, y,
en especial, el dedo pulgar por su capacidad de asegurar tomando o atra-
pando los otros medios inventados por el ser humano, desde un femur
humano como arma, que en la película Odisea del espacio se transforma
de dicho femur arrojado al aire por un ser humano en el Paleolítico
en una nave espacial tripulada y enviada a la estratósfera (manifestando
metafóricamente el progreso de los sistemas instrumentales de la cultura.
Esta cultura material se sobrepone a las cosas reales de la naturaleza que
perdurarán hasta milenios, como las pirámides de Egipto, o de Teoti-
huacán en México con más 100 mil habitantes florecerá del 300 al 800
de la Era común.
70 |
[5.13]
A esta infraestructura material se le superpone un nuevo mundo es-
piritual, científico, teórico y mítico, este último de relatos simbólicos (en
el que se encuentran muchos campos particulares estéticos, como vere-
mos más adelante) que explican el sentido completo de la vida comuni-
taria y singular de sus participantes el cual no es explicable ni verificable
por pruebas empíricas pero que juegan realmente una transformación de
la vida cotidiana de toda la humanidad en su larga historia sobre la Tierra.
Estos dos momentos, material y espiritual del sistema cerebral, constitu-
yen indisolublemente la compleja estructura de las culturas en general.
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Campos de batalla
[5.14]
En el segundo decenio del siglo XX, por influencia de Oswald
Spengler (1880-1936) se impuso la diferenciación de cultura, el momento
creativo auto-poiético de un pueblo (como dirían los biólogos chile-
nos Humberto Maturana y Francisco Varela), con el de la civilización
como momento de decadencia burocrática repetitiva y sin creatividad
de la cultura, y de ahí el concepto crítico de decadencia de Occidente).
En cierta manera Paul Ricoeur, en su artículo “Civilización y cultura
nacional” (artículo clásico en su obra Historia y verdad de 1961) toma
esta visión bipartita en una teoría de la cultura, aunque modificada. Ci-
vilización sería el sistema instrumental (con valor de uso técnico) que
puede adoptarse universalmente en cualquier comunidad histórica sin
contaminar el nivel de los valores, del ethos o del núcleo ético mítico
(como el filósofo francés lo denomina) de la cultura. Cae entonces un
tanto ingenuamente en la pretensión que el horizonte del sistema ins-
trumental es indiferente a la particularidad de las culturas. El mismo
Arnold Toynbee un hospital inglés puede cambia el aprecio de la mujer,
debido al ejercicio no habitual en el mundo musulmán de las enfermeras
europeas. En efecto, la cultura interpretada como lo haremos en esta
obra incluye le concepto spengleriano de civilización (es el momento en
que una totalidad cultural se fetichiza, que expondremos en la Tesis 8).
[5.15]
En un primer nivel, una cultura tiene siempre como soporte mate-
rial (träger en alemán) un campo de productos materiales en todos los
ámbitos particulares de la cultura y estética. Esos sistemas se dan como
71 |
totalidades, ya que cada instrumento supone otros sistémicamente que
los hacen posibles y viceversa (en aquello de que son determinaciones
determinadas determinantes).3 La pragmaticidad tecnológica portará,
como veremos, un momento hoy esencial en la estética, cumpliendo en
muchos casos una función subordinada de instrumentalidad del valor
de uso al servicio del valor de cambio, y de este a la mercancía que se
presenta en el mercado (cuestión que abordaremos en la próxima tesis).
3
Todo esto lo hemos explicado en el tomo X de mis que tanto apasionó al filósofo de Freiburg, dado el
Obras selectas (Dussel, 2013, vol. 10). Es todo el ho- atraso de Alemania en este aspecto (porque llegó
rizonte temático de lo que Heidegger denomina la tarde a la revolución tecnológica y al mundo político
Verzeuglichkeit, que pasa por ser una estética pero democrático liberal, o social demócrata), que en su jui-
no lo es. Es más bien el horizonte de la “técnica” cio le llevó al fracaso de dos guerras.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Campos de batalla
[5.16]
En un segundo nivel, la cultura incluye un ethos o costumbres mo-
rales.4 El ethos trágico de los indoeuropeos, donde el ser humano es de-
terminado en sus comportamientos prácticos culturales (el ethos) por el
destino necesario de los dioses que enmarca las prácticas o estructura
existenciales trágica bien narrada por las obras poéticas, literarias y que
cumplen la doble función de dar sentido a la vida cotidiana, y al mismo
tiempo permitir a la estética producir obras de arte articuladas a ese orden
trascendental de cultura espiritual, donde deben incluirse “estilo de vida”
muy diferenciados entre las culturas. O en las culturas semitas ya afirma-
tiva de la libertad donde el destino necesario de los dioses es reemplaza-
do por la historia efectuada por el ser humano bajo su responsabilidad.
Habría que todavía que pensar en las culturas del Extremo oriente y de la
América originaria en el que el ethos corresponde a una situación moral
regida por el principio dual del universo sin llegar a un desarrollo defi-
nitivo, aunque es más semejante al indoeuropeo con fisonomía propias.
[5.17]
En un tercer nivel, debería situarse lo que Paul Ricoeur denomina
el “núcleo ontológico-mítico”5 de una cultura. Este concepto es muy
útil para una filosofía de la cultura que debe efectuar un diálogo y tra-
ducción intercultural en el presente (y que lo utilizaré nuevamente en la
Tesis 7). Aristóteles explicaba que era lo propio del sabio (el que “ama la
sabiduría”: phylo-sóphos) el “crear mitos” (mythopoíesis), es decir, relatos
racionales en base a símbolos, que pueden ser considerados como obras
de arte (es horizonte del sentido creado por las grandes culturas de la
72 |
humanidad). 1) Las culturas del “núcleo mongólico” (como lo hemos
llamado) del Extremo oriente teniendo por centro originariamente la
Mongolia y la China, pero igualmente las culturas de sus entornos, pero
también los que se desplazaron por Bering y ocuparon América en el
Paleolítico desde Alaska a Tierra del fuego (como veremos en la Tesis 7.3).
2) Las culturas indoeuropeas desde el Indostán hasta España, atravesan-
do la estepa euroasiática. 3) Las culturas semitas que se expanden desde
el desierto arábigo, la Mesopotamia y el Egipto y en su largo camino
llegan a fusionarse con los indoeuropeas en la cultura medieval europea.
4 5
Que hemos descripto en una pequeña obra Para una El filósofo francés habla de un núcleo “ético-mítico”,
de-strucción de la historia de la ética, Buenos Aires, y no ontológico, que hemos modificado en nuestros
Tiempo y Ser, 1970. trabajos sobre el tema.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Campos de batalla
[5.18]
Sobre todo, el tercer nivel del parágrafo 5.17, que muchas veces ex-
preso con la formulación de la cosa real o “ficticia”, es una creación de
sentido (que exige la interpretación del doble sentido por ser simbólica)
que tendrá mucho que ver con las obras de arte del campo particular
de la lengua; es decir, la poesía, de la literatura, el teatro y la misma
mithopoíesis (Tesis 15 más adelante) que refuta la expresión que la filo-
sofía sería el pasaje del mito al lógos. Esta formulación es falsa. El mito
permanece siempre en todas las culturas, aun en la Moderna europea,
por ejemplo, en la cuestión del progreso, del cual mito necrófilo Walter
Benjamin, en una posición melancólica o pesimista, juzgaba que era ne-
cesario frenar al tren en su proceso de suicidio colectivo por encaminarse
velozmente en su caída a un profundo precipicio.
[5.21]
La belleza artística teñir, si vale la metáfora, la totalidad del mundo,
de todos los entes o cosas reales (o ficticias) que forman parte de una
cultura, y de todos los subsistemas del mundo que se manifiestan en él,
73 |
y aun las que se revelan como seres singulares humanos. Todas las obras
humanas, sea técnica, económica, política, pedagógica, sexual o de géne-
ro, y otros ámbitos prácticos son inevitablemente, una obra de arte, como
una connotación esencial.7 Y esto es así porque la cultura8 es toda ella
una obra que del ser humano, puede definirse el significante que muestra
la existencia de un ser humano. La cultura es creada por el ser humano
6
Queremos expresar con estas palabras que son crea- sino una sabiduría práctica, pero debemos agregar que
ción de relatos simbólicos que el ser humano expresó no es un arte de manera directa o denotativamente;
culturalmente para dar un sentido a la existencia, sien- pero ahora deseamos agregar que también es secun-
do al mismo tiempo obras estéticas ligadas a la vida, daria y connotativamente siempre una obra de arte.
8
y exclusiva (ese mundo de sentido) de la especie huma- Véase la citada obra Filosofía de la cultura y Transmo-
na. Volveremos sobre este tema en las Tesis 15 y 18.9. dernidad, 2015.
7
Hemos dicho, por ejemplo, que la política no es un arte
P A P E L M Á Q U I N A 15
Campos de batalla
[5.22]
El homo felicior (el ser humano más feliz)9 alcanza un grado mayor
del querer vivir como gozo de bella vida, ya que las cosas reales se presen-
tan con un aurea (distinta de la que Walter Benjamin propone solo para
la obra de arte original y no reproducida masivamente) de significación
más clara. Si la belleza es un descubrir a la cosa real en su sustancialidad
misma como fuente de la vida en el sujeto en alguno de sus aspectos o
74 |
determinaciones, esa característica estética agrega a la obra como com-
ponente de la cultura una mayor claridad, facilidad, manifestación de
su relación con el aumento cualitativo de la vida del viviente. El gusto
estético conduce a la evaluación de ser efectivamente fuente de vida por
la emoción o sensibilidad estética que detecta a través de la belleza la
relación inmediata de la obra de cultura como mediación de una vida
más humana, más realizada, pero sobre todo espiritualmente cumplida
(sabiendo que el espíritu son funciones superiores de la corporalidad
humana, cerebrales en concreto). El gusto estético por la belleza de una
9
Habría que distinguir todavía entre el homo ludens de (en su sentido natural) y felicior (más feliz) ante la obra
Nietzsche (el ser humano que sabe jugar, y que los ani- de arte, dada la mayor felicidad en la belleza artística
males ciertamente lo hacen también de un modo más intenta.
simple o primitivo) es algo muy distinto al homo felix
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Campos de batalla
[5.23]
Si cada componente de la cultura, material o simbólica, es ya por sí
misma una obra cultural y de arte (ónticamente hablando), la totalidad
de una cultura, por ejemplo la china, es al mismo tiempo una totalidad
artística que denominaremos campo estético o artístico (como natural,
o totalidad de obras de arte). Utilizaremos en el resto de las tesis el con-
cepto o categoría interpretativa de “campo”10 para indicar la totalidad de
las técnicas, del lenguaje y de las prácticas estéticas o artísticas, que son
otro nombre aún más abstracto que el de mundo que constituye un ho-
75 |
rizonte ontológico. Todo lo que se encuentra en el campo artístico queda
constituido o fundando en la belleza, que no se identifica con la utilidad
que también constituye un campo pero cuya finalidad es ser medicación
hacia fines superiores que la fundan (es la utilidad de diferentes tipos
según los fines de que se trate). El campo artístico queda fundado en la
belleza que es ella misma un fin11 que se procura en la obra de arte, y el
sistema como totalidad de todas las obras de arte.
10
Aplíquese a la estética lo indicado en la Política sobre quedó aclarado, en mi concepto, el contenido semán-
el concepto de campo. Enrique Dussel, 20 Tesis de tica de la belleza (lo cualitativo) y menos de lo sublime
Política de la liberación, México, Siglo XXI, 2006 (Tesis (cuantitativo), como veremos en la Tesis 5.9.
2.2: El campo político).
11
Esto le llevó a Kant tratar el juicio de gusto o la estética
en relación con el principio de finalidad, pero nunca
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Campos de batalla
[5.32]
Todo esto para indicar que el campo14 en general de las obras de arte
sería abordado en definitiva desde los aspectos distintos del acceso de la
subjetividad a la realidad. No habría un arte, sino en realidad distintos
campos parciales del arte. Porque lo que puede ser válido para la música
12
Concepto analógicamente tomado de Heidegger. (en el orden del conocimiento o interpretación: ordo
13
Véase Filosofía de la liberación 4.12.1. La cosa real es cognoscendi): es captada como bella (ordo gustationis).
14
conocida parcialmente en sí, en sus sustantividad (en Sobre el campo véase lo dicho en Dussel, op.cit, pa-
el orden de la realidad del cósmos: ordo realitatis); rágrafo 1.2; Enrique Dussel, Política de la liberación,
aparece en el mundo como fenómeno o cosa-sentido Madrid, Trotta, 2009, § 16.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Campos de batalla
[5.33]
Según lo dicho, el mundo cultural y el estético se dan indisolu-
blemente interconectados, aunque tengan sentidos y dimensiones muy
distintas. Ningún pueblo o artista podrán dejar de contar con la expe-
riencia intersubjetiva que hacen posible a la cultura a través de las obras
de arte presentar a todos sus componentes materiales y simbólicos como
un conjunto coherente de obras útiles, y al mismo tiempo de arte, que
un pueblo realiza histórica y simultáneamente no solo para cumplir con
las exigencias prácticas del interés cotidiano, sino también belleza de la
vida común. De la misma manera los productores en cada obra de cul-
tura siempre la plasman al mismo tiempo con un cierto estilo de belleza,
fruto de principios tradiciones de la misma cultura, pero que varían en
otras culturas, lo que al mismo tiempo permite observar una creación
cultural bella comunitaria o intersubjetiva muy diferenciada. Esto per-
mitió a Kant suponer que no existían tales principios, que supuso por
otra parte que podrían ser universales, no advirtiendo que se ejercían
sin embargo empíricamente dentro de los límites de cada cultura pero
no válidos universalmente. Tenían una validez particular, culturalmente
determinada. Esto acontece igualmente con la pretensión de universa-
lidad de los principios creativos estéticos de una cultura que intentan
ser elevados a una pretendida universalidad, como en el eurocentrismo,
que propone los principios helenistas, renacentistas o románticos como
mundialmente válidos. Veremos después esta pretensión cuando se feti-
77 |
chiza (en la Tesis 8).
[5.34]
Por ello es necesario e inevitable situar una obra de arte siempre
dentro de la totalidad de una cultura para poder descifrar su contenido.
Los conquistadores de América en el siglo xvi interpretaron las obras
de arte aztecas, como por ejemplo sus impresionantes pirámides, como
productos demoníacos o simplemente como piedras o materiales que
podían servir para la edificación de los nuevos edificios coloniales. Por
ello interpretar el contenido de las obras de arte, su significación cultu-
ral, suponía ser parte (o haber incorporado) el sentido de las infinitas
mediaciones de una cultura. La obra de arte no es expresión de belleza
P A P E L M Á Q U I N A 15
Campos de batalla
[5.35]
Las grandes culturas neolíticas, y de allí en adelante, se han ma-
nifestado no solo por su utilidad en avances técnicos (y tecnológicos o
científicos), sino igualmente por el ya referido intento de humanizar la
naturaleza en la cual la belleza es un componente del bienestar, porque
el ser humano es un homo pulchrifico15 (un “ser humano que hace bellas”
las cosas, que “hermosea las cosas”, explica el diccionario), porque en la
estética se manifiesta la realidad como fuente de vida humana, lo que
produce mayor felicidad y gozo.
[5.41]
La apertura al mundo cotidiano aspira siempre a que dicho mundo
tenga la fisonomía de una ambiente acogedor en la noche, luminoso en
el día, higiénico en todos sus componentes (alimentos, vestidos, etcé-
78 |
tera), luminoso, con buen perfume, como una manifestación en la que
sea confortable vivir, es decir, que la belleza inunde la totalidad de las
cosas sentido que constituyen ese mundo cotidiano, lejano ya del agreste
mundo primitivo de un ser humano angustiado ante una naturaleza que
se manifestaba antagónica. La naturaleza como madre, como Gaia vi-
viente, ha sido igualmente fruto de un trabajo humano estético, aunque
frecuentemente sin tener conciencia y tampoco teniendo en cuenta los
efectos negativos ignorados. Poco a poco de protegerse de esa naturaleza
15
En el latín pulchrifico significa lo que indicamos en el para los azteca: un gustoso alimento está debajo de la
texto. Es interesante anotar que pulchralia, en el ori- semántica originaria de belleza, es decir, del contacto
gen etimológico de palabra belleza en latín significa de la piel como mucosa gustativa de las papilas de la
golosina entre los romanos, como el cacao o chocolatl lengua al que sirve el arte culinario.
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Campos de batalla
[5.42]
Un acto central popular estético son las fiestas comunitarias donde
intersubjetivamente los seres humanos celebran la existencia de la vida
en bailes hasta multitudinarios. Bailes que tienen su origen en un tótem
familiar, y que poco a poco es secularizado míticamente en esta obra
colectiva, que es una síntesis de belleza de sentido (en torno a mitos mi-
lenarios), acompañado con la vistosidad de los vestidos, del ritmo de la
música, del movimiento de la danza, del festín gastronómico de la comi-
da, de la significación social y política de sus gestos, del gasto destructivo
económico de la superproducción en las cosechas y la vida laboral, del
simbolismo ancestral religioso, de la presencia rememorada de la histo-
ria, y de tantos otros aspectos que se unifican en un acto central en la
existencia de un pueblo. Es una referencia central de la belleza cultural.
[5.43]
Interminable sería referirnos a tantas manifestaciones artísticas de
todos los pueblos que llenan la vida de todos sus participantes diaria-
mente, y en la que todos pueden participar en su ejecución y creación
79 |
porque no exigen sino las técnicas cotidianas que no presuponen un
sofisticado aprendizaje, por el grado de simplicidad que las constituyen.
Esa expresión de arte popular es en la que se anidará la obra de arte
que efectuarán los artistas, partiendo de ellas, fecundando intuiciones
todavía no del todo desarrolladas que el artista por vocación o profesión
deberá agregar como veremos a continuación.
[5.44]
La belleza de la obra de arte intencionalmente creada por el artis-
ta que se dedica de por vida a esta vocación (aunque hay excepciones
que lo hacen ocasionalmente) tiene un desarrollo estético de mayor gra-
do cuando el creador de este tipo de obras posee capacidades naturales
P A P E L M Á Q U I N A 15
Campos de batalla
[5.45]
Es solo después haber superado ese primer momento, no siempre
previo en el tiempo pero condición de posibilidad para ser un artista,
liberado ya del peso de la técnica que pasa a ser una segunda naturaleza,
ahora ya con el gozo de poder dominar la técnica a voluntad, el artista
puede efectuar la alienación16 u objetivación cósica de la obra, es decir,
fuera de la interioridad de su corporalidad espiritual, en el mundo en
torno a sí que lo creado en la interioridad cerebral del artista cobra ob-
80 |
jetividad intersubjetiva y puede enfrentar al gusto (o disgusto), al uso
o al juicio del espectador cotidiano popular (en un primer nivel). Es en
este segundo momento de la expresión de la obra de arte que Luis J.
Guerrero (al argentino alumno de Heidegger en Marburg) (1899-1957)17
realizó una excelente descripción fenomenológica de esta objetivación.
16
La palabra alienación (Entäusserung en alemán), en su Buenos Aires, Losada, 1956; Creación y ejecución de
sentido cultural no tiene un sentido ético negativo de la obra de arte. Estética de las operaciones artísticas,
alienación. Buenos Aires, Losada, 1957.
17
Luis Juan Guerrero, Revelación y acogimiento de la
obra de arte. Estética de las manifestaciones artísticas,
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Campos de batalla
[5.46]
La labor creativa del artista consiste en interpretar, modificar o acre-
centar (como en un exceso) la sustantividad misma de la cosa real. Es una
representación objetivada. Puede que, como en el caso de la música
no se expresa por imagen alguna sino más bien por una melodía que
gusta. Lo mismo en el movimiento de la danza. En cambio, sí hay
imagen en el acogimiento protector espacial de la arquitectura. La
belleza se revela de diversas maneras; es decir, manifestar mejor la re-
lación de la cosa real (o simbólica) con la fuente de la vida a la que
se refiere ese aspecto particular de la obra, y esto le lleva a su creador
a una mucho mayor complejidad en la elaboración en su obra. La be-
lleza natural y popular quedan subsumidas y sublimadas en la belleza
artística que el creador presenta ex profeso, con un sello singular, que
no es la mera mímesis, ni la expresión tradicional de la belleza colec-
tiva (aunque arraigada siempre en ella), como un tipo muy particular
de obra en la que la belleza presenta una originalidad personal, dis-
tinta, que puede ser crítica y transformada en escuela como punto de
partida de un estilo: es la belleza popular recreada innovadoramente.
[5.47]
Por su parte Kant, como ejemplo del individualismo moderno, nie-
ga que puedan enunciarse reglas en la determinación de gusto estético,
y el que dictamina dichos reglas es el genio, singularmente. Hemos
entonces dado argumentos contrarios en el sentido que los genios son
realmente testimonios ejemplares de su campo artístico particular, pero
hemos insistido también que crean dentro del horizonte de la experien-
81 |
cia estética posible del gusto habitual de sus respectivos pueblos y tradi-
ciones artísticas. Ni los genios románticos fueron ejemplo de personas
únicas y sin parangón, si no hubieran antes sido formados estéticamente
y convivido cotidianamente la cultura de su pueblo. ¿Sería posible un
Beethoven entre los pigmeos de África? El ejemplo es ciertamente una
exageración, pero desea no olvidar el momento decisivo ontológico del
mundo compartido, comunitario, que en el artista es la raíz que no se ha
atendido adecuadamente en el individualismo moderno que fetichiza la
singularidad. ¿Sería posible un Leonardo da Vinci de haber vivido entre
los aztecas o Nezahualcoyotl entre los venecianos? Y además, como pue-
de entenderse por el eurocentrismo, el primero es considerado un genio
y el segundo un poeta (entre las muchas virtudes de su subjetividad)
cuasi-folklórico para un historiador del arte europeo.
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Campos de batalla
[5.48]
Así como el artista es ya alguien que dentro de una cultura estética
manifiesta rasgos más que comunes, con un gusto estético particular
y con capacidades específicas, en el caso del genio de los grandes artis-
tas, solo podemos agregar que esas cualidades se dan en una escala su-
perlativa, extraordinarias, que se pueden originar por cualidades físicas,
psíquicas, familiares, educativas y de sus comunidades culturales pro-
pias, además de que siempre influyen, y determinantes, coyunturas bio-
gráficas personales, políticas, históricas que determinan el surgimiento
de artistas excepcionales en momentos históricos de pueblos que le dan
origen y que por una maduración concreta o excepcional saben acoger
la obra, criticarla, apreciarla y recordarla. No sin importancia es el acogi-
miento que un pueblo educado estéticamente produce en el nacimiento,
crecimiento y culminación de la obra genial. Ha habido genios en pue-
blos que como el desierto recibieron el agua nutricia de grandes artistas
que como el agua desapareció sin dejar rastro alguno, o se recuperaron
tan pocos y tardíamente que en algunos casos, muy escasos, florecieron
posteriormente. Se trata entonces entre la dialéctica de grandes pueblos
de estetas que producen grandes artistas con grandes obras. Y esos casos
frecuentemente se dan entre los pueblos dominadores de sus respectivos
momentos de la historia, que como escribe Hegel son aquellos pueblos
ante los cuales “el Estado ante cuyo derecho absoluto el derecho de los
otros pueblos no tienen ningún derecho (Rechtloss)”,18 y es contra estos
Estado, y su estética y belleza fetichizados, que escribimos esta estética.
[5.49]
82 |
No es entonces el genio el que impone los principios al juicio del
gusto ni las reglas de belleza a la obra de arte, sino que es la totali-
dad cultural y estética de un pueblo, en su estilo de vida, de obras va-
rias y en especial las artísticas, la que delimita el horizonte de lo tenido
por bello y de buen gusto, y que el artista, y en mucha mayor medida
el genio (que ciertamente los hay y en todas las culturas), no pueden
dejar de respetar, so pena de no ser comprendidos por la comunidad
dentro de la que han vivido. Si en el arte gastronómico se dice que
“¡Sobre gustos no hay nada escrito!”, el enunciado es equivocado, ya que
la cocina mexicana muy condimentada, como la peruana, de la India
18
Rechtsphilosophie, § 367.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Campos de batalla
[5.51]
Si hay una praxis política o una poíesis técnica, la acción misma del
artísta que realiza o pone en existencia la obra de arte no es ninguna de
las nombradas. No es un acto práctico (praxis) ni propiamente produc-
tivo (poíesis) sino distinto a ellos y de otra consistencia. Es una relación
activa, creadora, de la subjetividad humana que moviliza su sensibilidad
emotiva estética para objetivar algún aspecto guardado en el secreto de
su subjetividad; tampoco es una relación productiva con la naturaleza
como la técnica; ni solo producción que se consuma en una modifica-
ción de la cosa real como útil, sino que es una acción sui generis (y ahora
nos remitimos a la etimología no del griego sino del latín) originada
83 |
en la palabra actio (que significa movimiento, gestión, impulso) cuyo
cumplimiento lo efectúa el actor (en latín es el que representa un rol
en representación de otro como en el teatro, por ejemplo). La activitas
(la actividad) es la acción en acto mismo. Por todo ello la acción estética,
entonces, no es, como lo hemos ya expuesto ni intelectual, ni voluntaria,
ni meramente técnica, sino que debe describírsela como una actualidad
19
He insistido que el gusto estético en el comer, en re- campo estético particular (artes visuales, literarios,
lación a la piel en las papilas gustativas de la parte arquitectónico, etcétera). No se trata de la Identidad/
posterior de la lengua, bien podría valer como el ana- diferencia sino de la Semejanza/distinción. Véase
logado principal de la analogía del gusto. El “gusto” es Dussel, 2020, pp. 53 ss.: “Analogía y comunicación”.
un concepto análogo, que tiene de común semejanzas Es un momento de la analéctica, método de la Filosofía
entre muchos gustos (como el gustativo, olfativo, vi- de la liberación.
sual, auditivo, etc.; y como distinción lo propio de cada
P A P E L M Á Q U I N A 15
Campos de batalla
[5.52]
Como toda acción puede describirse en tres niveles. El nivel A, del
acto mismo;20 en un nivel B, todo el orden institucional que la acción ge-
nera.21 Y en un nivel C, sus principios reguladores (muy distintos según
el tipo de campos particulares que acción realiza). Veamos, aunque ini-
cialmente, el primer nivel del acto mismo que efectúa el artista cuando,
por ejemplo, está depositando colores sobre una cierta superficie si es un
pintor, componiendo en el piano una pieza musical, imaginando y dibu-
jando el boceto de lo que será un edificio arquitectónico, etc. Es decir, lo
que para un espectador externo es una “caja negra” que oculta el secreto del
origen, de la inspiración, del proceso de maduración hasta llegar a las de-
cisiones que se irán desarrollado para culminar en la obra de arte presente
en su realidad, para el artista son momentos creativos de alta intensidad.
[5.53]
Hace años (en 1976) escribimos una obra en equipo con un grupo
entusiasta de arquitectos que denominamos Hacia un modelo general del
proceso de diseño.22 Se trataba exactamente de la descripción de los pasos
metódicos operativos para poder diseñar en comunidad, gracias al cual
cada miembro podía saber en qué momento de la elaboración de la obra
(sea en diseño industrial, en sistemas de comunicación o arquitectónico)
84 |
se encontraban cada uno de los participantes. Denominamos entonces
esos momentos, y los problematizamos analógicamente, de manera que
servían para orientar cualquier campo particular de la creación de la obra
de arte en equipo.
[5.54]
El inicio de una obra de arte parte de eventos inesperados, a veces
incubados en el inconsciente durante años. Es el caso que se le propone
20 22
Por analogía considérese el tema en la política en Véase en Enrique Dussel, Obras selectas: Hacia una es-
Dussel, 2006, 20 tesis de política, tesis 6, esquema 6..; tética de la liberación. Vol. 10, Buenos Aires, Docencia,
Dussel, 2009, Política de la liberación, §§ 16-19. 2013, pp. 189 ss.
21
Ibid., 2006, tesis 7-8; 2009, §§ 20-23.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Campos de batalla
[5.55]
Como nos decía el arquitecto Vladimir Kaspé (1910-1996) hay un
momento que se toma la decisión de la obra futura, de su forma, su mate-
rial, sus elementos constitutivos, lo que más gusta, y entonces comienza
la lenta elaboración de la intuición captada pero todavía informe. De esta
decisión pende la existencia futura; si se hierra se pierde el tiempo y el es-
fuerzo. Pero lo genial consiste en el carácter de tomar esa senda arriesgada,
novedosa, quizá nunca emprendida, y mantener en el proceso una misma
voluntad alentada por la seguridad del gusto que alienta con sensibilidad
la empresa. Es aquí donde la mera terquedad es reemplazada por la segura
paciencia de cumplir con la intuición primera. Los genios supieron en-
frentar la pobreza, el desprecio, el anonimato y hasta ser enterrados en una
fosa común (como Mozart), por estar ocupados en el lento cumplimien-
to de esa decisión y no en los menesteres cotidianos de la vida utilitaria.
85 |
[5.56]
La elaboración de la factibilidad de la obra de arte se diferencia de
su realización, como por ejemplo en la arquitectura, en el cine, en la es-
cultura, y en otras artes. Se trata, por ejemplo, en proyectar la edificación
futura de un espacio de uso múltiple sobre un papel (hoy electrónica-
mente); o preparando los actores para una representación teatral; o pre-
parando los lienzos o paredes para una futura representación pictórica
como pintura de caballete o un graffiti. Hay que vencer frecuentemente
dificultades técnicas que de no efectuarse convenientemente frustran los
pasos siguientes.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Campos de batalla
[5.57]
La realización efectiva de la obra culmina el proceso, y se concreta
en la objetividad de la obra de arte de la subjetividad del artista. En el
proceso mismo de darle existencia, en efecto, el artista va modificando
el proyecto original y dándole mejor forma. En algunos campos parti-
culares del arte, como la literatura, el proceso de escribir la obra literaria
es al mismo tiempo, frecuentemente, un camino que va modificando el
proyecto continuamente. Una vez que Gabriel García Márquez decide
realizar una obra literaria sobre el mismo pueblito de su infancia co-
lombiana (la decisión), va proyectando y elaborando simultáneamente
la narrativa que en su mismo transcurso se va llenando de la vida que la
temática ha abierto. La concentración del creador va viviendo el proceso
del relato que va ganando en detalles, de diferente origen, y que se in-
corporan a la obra. El devenir fantástico (es decir, de la fantasía) que
incorpora acontecimiento reales y otros ficticios, y que el autor man-
tiene en vilo, es decir, en la atracción de la trama que apresa al lector
y no le permite “perder palabra”, si es una gran obra literaria, justamente
por la cautividad que produce dicho relato y que sufre el lector, se va
mostrando con tal vehemencia que el mundo real cotidiano ha perdido
vigencia y el mundo ficticio y trascendental ocupa totalmente su lugar.
Al deber dejar el libro para retornar a la normalidad cotidiana se vive
un momento de desconcierto, ya que lo ficticio ha pasado a ser lo real,
y lo real ha desaparecido del horizonte de las preocupaciones cotidianas.
Es el milagro de la obra artístico literaria, que abre un horizonte el más
profundamente humano, que se sitúa en el ámbito de lo mito-poiético,
de lo religioso y lo místico, como veremos.
86 |
[5.58]
Concluida como existente la obra de arte, como una cosa real
dada, se presenta ante el espectador y ante los artistas, que pasan ine-
vitablemente a una cierta evaluación de resultado acontecido. Y ahora
el autor deja de tener dominio sobre ella, porque como real se integra
a la vida cultura, al conjunto de las obras de arte, y el juicio de gusto,
el comentario o la crítica en un sentido fuerte del conocedor de este
campo valoran la indicada obra sin qu e el autor puede intentar
justificarla. Es ya un hecho librado a una lógica del campo y del sistema
estético que como una espada de Damocles pende sobre la obra.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Campos de batalla
[5.61]
En el siglo xviii se debatió largamente sobre el “juicio de gusto”.
Kant le dedica la mayor parte de su tercera crítica denominada Crítica
del juicio (1770). Como su nombre lo indica se trata de un enunciado
teórico (un juicio determinante para Kant) acerca de algo.23 El juicio no
es ni el gusto (Geschmack) ni la belleza (Schönheit), sino tiene por con-
tenido semántico la relación misma entre el gusto y la belleza, sin ser
ninguno de ambos, como hemos indicado. Es decir, es un juicio a poste-
riori que indica: “Este vino es rico, bello,24 porque ha actualizado la sen-
sibilidad del gusto estético”, dirá un bebedor conocedor habitual. Repi-
to, el acto del juicio es teórico estimativo pero no el gusto ni la belleza.
[5.62]
Por su parte, Kant enuncia en una primera antinomia: “El funda-
mento determinante de este juicio es meramente subjetivo (placer o do-
lor); y el juicio no tiene derecho alguno al necesario asentimiento de
los demás”.25 Como ya hemos indicado (§ 3.8) acerca del gusto que su
momento constitutivo no es meramente subjetivo (placer o dolor) ni
solo objetivo, sino que se trata de una relación (gusto-belleza). Por ello,
el juicio del gusto guarda también una doble referencia, por una parte al
gusto como una experiencia intersubjetiva de la comunidad al que per-
tenece ese gusto, y por ello no es meramente subjetivo sino con validez
intersubjetiva, y además, en segundo lugar, tiene por fundamento no
meramente el placer o el dolor, sino también la cosa bella considerada
87 |
como fuente de la vida que siendo captada por el sujeto cambia el tono
de su corporalidad por el estímulo de la emoción de la sensibilidad en el
que consiste el gusto. Kant, en su subjetivismo idealista y en la imposi-
bilidad de actualizar en el cerebro la realidad de la cosa real (nunca del
todo sino parcialmente), solo cuenta con el gusto (A), que es un término
de la relación, y no puede descubrir la objetividad de la belleza como el
otro término (B) de la relación “gusto/condición de vida del sujeto como
belleza”, sino solo un “placer/dolor” abstracto (que en el mejor de los
casos es solo un término de la relación “placer-vida”).
23 25
Flecha g del diagrama 5.6. Crítica del Juicio, § 56.
24
Referencia representada por la flecha k en el diagra-
ma.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Campos de batalla
[5.63]
Como el juicio de gusto es meramente subjetivo al final para Kant
no puede esperar “el asentimiento de los demás”, y buscar en el genio las
reglas de la estética en un callejón sin salida. Es así una estética indivi-
dualista y relativista inevitablemente. Pero además cree tocar la esencia
de la estética natural y de la obra de arte no habiendo definido la exis-
tencia objetiva de la belleza (que es siempre un momento en la relación
dialéctica con el gusto, no siendo nunca un concepto abstracto inde-
pendiente). La belleza es una (Xavier Zubiri) de las cosas reales (igno-
tas para Kant, y por ello no juegan en papal central en una definición
dialéctica26 del gusto), y debe resignarse a una descripción quiéralo o no
subjetivista, solo a partir del gusto, lo que permitirá usar el concepto del
genio artístico (individual) proyectándolo al arte genial (colectivo) del
eurocentrismo estético. En una filosofía de la liberación la estética medi-
ta sobre el gusto estético siempre en relación a la belleza que, en primer
lugar, es una experiencia del participante cotidiano como espectador,
y más todavía del creador de la obra de arte, el artista. El juicio estético
del espectador, del pueblo en su conjunto, es la referencia primera y últi-
ma de toda obra de arte, no la de una élite oligárquica que en la historia
fueron o las monarquías y sus cortes, los dignatarios de las religiones de
todas las civilizaciones, y más recientemente la burguesía y las minorías
que constituyen el bloque en el poder de la sociedad moderna (diría
A. Gramsci), aunque se da una democratización de la estética reciente-
mente y va en aumento por el uso de medios electrónicos, aunque nunca
pudo del todo ser ignorada constituyendo el basamento del estilo que
tiñe la totalidad cultural y estética de todas las culturas de la historia
mundial. El juicio de gusto popular es entonces determinante.
88 |
26
Es como querer definir la filiación sin tocar la paterni-
dad. En la relación semántica padre-hijo se definen los
dos términos de la relación uno por la otra. Si elimina
la paternidad no podré nunca definir la filiación.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Campos de batalla
Diagrama 5.6
Distinciones necesarias acerca del sujeto artístico, los tipos de belleza, gustos, jui-
cios de gusto y la crítica especializada de la obra de arte.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Campos de batalla
[5.64]
Por último el artista, o el participante en la creación de la obra de arte,
juega un papel central en la relación del gusto y la belleza. Si trata del su-
jeto innovador o el creador que parte del statu quo estético que gracias a la
comprensión profunda del estilo de belleza del pueblo en el que ha vivi-
do, y por una peculiar capacidad creativa de la imaginación de la persona
singular (Bildungskraft27 así denominada por Kant, Schelling y tantos
otros), da existencia a la producción de obras de arte innovadoras que
descubren nuevos aspectos que se expresan en la obra, que lejos de ser
mera mímesis (aún en las pinturas paisajistas aparentemente realistas,
y mucho más en el arte fotográfico) manifiestan una interpretación
de mera realidad que ha sugerido como belleza artística agregada por
el artífice y creador. Este es el aspecto revolucionario del arte (Kunst),
que Nietzsche asigna al momento dionisíaco (más allá de lo apolíneo
según su conceptualización). El artista sería el “ser humano que tras-
ciende” (der Übermenschen que predica Zarathustra) la cotidianidad.
El juicio de gusto del artista no se atiene a lo dado sino que da paso
en el futuro y anuncia lo que vendrá, que en realidad descubre como
ya dado frecuentemente en el mundo popular pero por desconocido
juzgado como “nada”. Desde esa “nada” (ex nihilo) el artista crea lo ines-
perado que frecuentemente en lo más antiguo. La Exterioridad olvidada
de lo propio popular, el no-Ser (no el Ser de Heidegger) es lo que yacía
desconocido debajo de las ruinas, y era sin embargo lo más originario
y auténtico. El artista con sus nuevos ojos desempolva la historia de
los oprimidos, rastrillándola en contrapelo (como escribe W. Benjamin)
para mostrar la belleza vanguardista, la nueva, la provocadora, que se
adelanta a sí misma. Volveremos sobre el tema.
90 |
[5 .71]
En último término, cuando un especialista en arte efectúa una crí-
tica a una obra de arte (no una mera reseña o un comentario) se trata
estrictamente de un autorizado acto teórico (un juicio) que involucra
27
William Álvarez Ramírez, 2015, “Las formas de la ima-
ginación en Kant”, en Praxis filosófica (Bogotá), Nr. 40,
enero-junio, pp. 35-62.
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Campos de batalla
[5 .72]
La tesis de doctorado de W. Benjamin trató la cuestión que hemos
comenzado a pensar. En efecto Benjamin presentó la tesis ante tribunal
de los profesores de la Universidad que rechazó injustamente su trabajo
titulado El concepto de crítica de arte en el Romanticismo alemán.30 No se
trata de una teoría del arte sino de una teoría del concepto de la crítica
del arte 31 en el primer Romanticismo, en especial el de Friedrich Schlegel
(1772-1829), a partir del significado de la reflexión (Reflexion) en la filo-
sofía de Fichte (1762-18144)32 reelaborado desde la estética. Debe desde
91 |
ya indicarse que Schlegel no le interesó tanto ser un poeta (un artista
entonces), sino ocuparse de una tarea teórica para aclarar este concepto
de la crítica del arte (más bien epistemológica), a la que él le atribuía
28
Téngase en cuenta el Diagrama 5.6, y las dos flechas l ciendo. Cuál no fue mi asombro cuando, pidiéndole
y k, que se refieren a la belleza de la obra de arte (fle- al especialista si podía darme su juicio de estado del
cha k) y al gusto o emoción que despiertan en el que vino, al llevar el primer sorbo del líquido a su garganta
capta dicha belleza en la obra de arte que se inten- lo escupió horrorizado, mirándome con desprecio y
ta criticar (flecha l), positiva o irónicamente diría un no pronunciando ni una palabra. Fue suficiente para
miembro del romanticismo temprano). recomendar a mi pariente que mejor se ocupara de
29
Debo testimoniar que estudié 5 años en mi hight producir cualquier cosa pero no vino.
30
school enología (técnico en producción de vino), Walter Benjamin, Obras, I/1, 2006, pp. 11s; Gesammel-
y recuerdo que un familiar, que tenía unas viñas (en te Schriften, 1991, I/1, pp. 13ss.
31
Mendoza, Argentina, producción muy reconocida en La crítica del arte no es lo mismo que el juicio del gus-
la región) me dio una pequeña botella y me pidió si to, está indicada con la flecha g en el Diagrama 4.6.
32
podía rogar a mi profesor catador de vino de la escuela Véase mi obra Método para una filosofía de la libera-
un juicio de la calidad de su vino que estaba produ- ción, Salamanca, Sígueme, 1974, §§ 7 ss.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Campos de batalla
[5 .73]
El arranque teórico metodológico parte de la una primera reflexión
que se ejerce como autoconciencia (Selbstwebusstsein). Fichte expuso que
en el “Yo pienso” (Ich denke) de Kant se encontraba ya todo el siste-
ma, y su despliegue consistía en el sistema fundamental de toda filosofía
o doctrina de la ciencia (Wissenschaftskehre). Había tres momentos de re-
torno sobre sí del “Yo” que Fichte denominó la reflexión33 (Reflexion).34
La primera reflexión, es la del Yo que tiene una intuición del mismo Yo,
del sí mismo. La segunda, cuando el Yo tiene la conciencia “del saber
y del saber del saber” (des Wissens un des Wissens des Wissens)”.35 La terce-
ra reflexión acontece cuando el “Yo se pone” (das Ich seitze sich)36 en el
No-yo, pero entonces el Yo absoluto originario queda limitado a ser aho-
ra solo un Yo finito opuesto al No-yo. La meditación de Benjamin sigue
paso a paso el modo cómo los románticos utilizando Fichte para alejarse
de él. No comentaremos el pensamiento de Benjamin, ya que nos ale-
jaríamos demasiado del tema. Solo bosquejaremos algunas reacciones.
[5 .74]
Los románticos expusieron que “en tanto la obra se limita en su
forma se hace transitoria en la figura contingente, pero eterna en la fi-
gura permanente por medio de la crítica. Los románticos querían hacer
absoluta la legitimidad de la obra de arte”,37 oponiéndose a Goethe que
era escéptico a una tal crítica. Schlegel recurre a una tesis de Novalis,
92 |
cuando explica que: “la naturaleza y la intelección como la naturale-
za nacen al mismo tiempo, como la Antigüedad y el conocimiento de
la Antigüedad; pues muchos yerran si se cree que la Antigüedad existe
(gibt). Tan solo ahora la Antigüedad comienza a nacer… Pasa con la lite-
ratura clásica como con la Antigüedad; propiamente hablando no se nos
ha dado, no está presente, sino que deber ser producida por nosotros. Solo
por el estudio diligente e ingenioso… nace para nosotros una literatura
33
Para una introducción a Fichte véase mi obra Método parten las meditaciones epistemológicas del Friedrich
para un método de la filosofía de la liberación, 1974, § 7. Schlegel, y también la mayor parte de las de Novalis.”
34
Véase Fichte, Grundlage der gesammten Wissens- (Benjamin, Obras, I/ 1, 2006, p. 17; GS, 1991, I/1, p. 18).
chftlslehre, vol. I, I, 1894, pp. 8ss. Por su parte Benja- 35
Benjamin, Ibid., p.24; p. 21.
36
min expresa: “El pensar la reflexión sobre sí mismo en Ibid., p. 25; p. 22.
37
la autoconsciencia es el hecho fundamental del que Ibid., pa. 114; p. 115.
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Campos de batalla
[5 .75]
El segundo aspecto, y esto nos explica el poderío de la creación de
sentido de la crítica estética e histórica, por ejemplo, es que los román-
ticos, desde Wickelmann y el mismo Schlegel culminando en Hegel,
crearon la visión eurocéntrica del progreso de la humanidad, y, como
bien indica el propio Schlegel no se crean los lectores que el ser humano
recorrió un camino del progreso de una Antigüedad, hacia la Edad
Media y la Modernidad, sino que debió “ser producida por nosotros”
(von uns erst hervorgebracht werden). El idealismo de Fichte le permitía
al “Yo europeo” crear realidades estéticas y culturales que la humanidad
aceptó. Por otra parte, la secundaria Alemania, en referencia la renacen-
tista Italia y a la Ilustración francesa e inglesa, creará aún nueva centra-
lidad aún en Europa (el norte de Europa sustituyó a la Europa del sur).
[5 .76]
Pero los románticos apuntan a una cuestión esencial que Goethe
niega. Es decir, “en el arte romántico la crítica no solo es posible y ne-
cesaria, sino que en su crítica se da ineludiblemente la paradoja de una
valoración de la crítica superior a la valoración misma de la obra”.40
93 |
De manera que la belleza de la obra de arte y el gusto de la sensibilidad
del espectador o del artista debe todavía enfrentar la crítica de esa objeti-
vación para alcanzar su pleno esplendor. Es una buena introducción a la
temática de este parágrafo. Sin embargo, podríamos seguir otro sendero
y no caer en la trampa del idealismo de la filosofía romántica, apren-
diendo también de la crítica al dogmatismo realista que propone un
juicio de fácil enunciación pero errado. El sendero indicado recorrerá un
camino sobre el filo de la navaja, donde, en un extremo se encuentra el
38
Cita Benjamin (Schriften, pp. 69 ss), en Ibid., p.115; la mayoría no fueron criticadas y se acumularon en la
p. 116. exterioridad del no-ser, masivamente, de la ignorada
39
Veremos más adelante lo que llamaremos el “sistema estética del Sur global.
40
de las obras de arte”. Muchos genios fueron rescados Ibid., p.118; p. 119.
del anonimato y así sus obras no ser perdieron, pero
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Campos de batalla
escepticismo del que afirma que la tal crítica a la obra de arte es imposi-
ble (por muchas razones objetivas de la complejidad de las causas de la
obra de arte, o subjetivas por la imposibilidad de encontrar los motivos
del artista que frecuentemente no puede manifestar teóricamente dichas
motivaciones). Intentaremos mostrar la objetividad intersubjetiva de la
pretensión de validez del juicio de gusto, pero negando la certeza de un
juicio con pretensión de verdad irrefutable). En ese claro/oscuro transi-
tara la posibilidad de una crítica, siempre falsable porque es de compleji-
dad infinita imposible de ser captada de manera absoluta y transparente
por la inteligencia de la condición humana.
[5 .77]
Remontémonos hasta el pensamiento sobre el concepto de dia-
léctica en Aristóteles (384-322 a.C.).41 Para el Estagirita los primeros
principios de la ciencia o la demostración, por ser los primeros, no pue-
den demostrarse42 sino solo mostrarse. Pero su mostración despende del
método que él denomina dialéctico. El comienzo entonces de la dia-
léctica, que por ejemplo estudia en Los tópicos. Aristóteles explica que
“el tema de este tratado es el de encontrar un método (méthodon) que
nos permita argumentar acerca de todo problema propuesto, partiendo
de lo comprendido cotidianamente (éx endóxon)”.43 Y esto porque los
primeros principios deben ser válidos, no por ser demostrado (porque
son el principio de la demostración). La pregunta es: ¿de dónde parte
su validez? A lo que Aristóteles responde: “Son éndoxa [lo comprendido
cotidianamente] las opiniones sostenidas por todos los seres humanos,
por la mayoría o por los sabios, y, entre estos últimos, sea por todos, por
94 |
la mayoría o por los más notables e ilustres”.44 De manera que la validez
del “principio de universalidad” (kantiano) se alcanza no por la certeza
de la verdad incontrovertible, sino por un enunciado con una cuali-
dad cantitativa (de grado entonces según la Lógica hegeliana), del juicio
autorizado, que crea o logra una validez hegemónica intersubjetiva en
la comunidad de los interesados o concernidos por la temática, que en
la formulación apeliana (de Karl-Otto Apel) se alcanza por una partici-
pación igualitaria sin coacción ni violencia de los concernidos teniendo
41
Véase mi obra Método para una filosofía de la libera- primero, es in-demostrable, o habría que remontarse
ción, op. cit, 1974, § 1 (pp. 17s ss.). al infinito y no habría de-mostración posible.
42 43
Lo de-mostrable (apodeixis, es decir, apodíctico) es lo Los tópicos, I, 1, 100, a 18-b 23.
44
que se muestra-desde algo anterior: el principio. Pero Ibid., I, 4, 101, b 11-13. El tema puede ser considerado
el primer principio, por su propia definición de ser el en mi obra citada, cuestión que no me extenderé aquí.
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Campos de batalla
[5.78]
En el caso de una emoción o sensibilidad como la estética (de la
áisthesis) la validez o consenso se alcanza no en un juicio teórico con-
clusión de un argumento cognitivo, sino en el acuerdo o consenso de
que tal emoción ante una obra de arte es bella por haber sentido, gusta-
do, palpado cada participante una emoción estética semejante, es decir,
la que produce ante la cosa real bella. Esa coincidencia no es teórica
sino de la sensibilidad, pero por ello no es menos consenso, acuerdo de
haber logrado la validez del juicio de gusto, es tético o de belleza (según
la descripción que hemos dado de belleza, por su contenido). No es en-
tonces solo la solución aristotélica dada en la ética, donde el Estagirita
indica que ¿quién sabe que alguien tiene la virtud práctica o prudencia
(sophrosyne)? A lo que responde: “otro prudente”. Esta solución sería in-
dividualista. Mientras que se situamos la respuesta intersubjetivamente
la respuesta sería: “El consenso intersubjetivo de la comunidad de los
prudentes”. Que sería la respuesta misma de Kant que no advierte, como
hemos demostrado en la Ética de la liberación, que para llegar al acuerdo
a partir de una encuesta inductiva Kant debe primero aceptar que la opi-
nión de cada participante debió juzgar el contenido material de justicia
del acto que se considera (por ejemplo, preguntarse si dar una limosna
es bueno o no) para alcanzar el acuerdo intersubjetivo formal (según el
principio de universalidad). Lo mismo en la estética. La comunidad está
de acuerdo que la obra es bella válidamente (es decir, formalmente para
95 |
todos), pero habiendo previamente cada participantes dado un juicio
material o de contenido que para ella o él la obra es bella) alcanzando así
la validez de la comunidad. No es un puro enunciado individual sin nin-
gún principio (contra Kant). El principio determinante es el consenso
válido de la comunidad en el hecho de que la mayoría cualificada inter-
subjetiva coincide en que el sentimiento ante la obra de arte es estético
y positivamente bello (o no); es decir, es válido y por ello compartido
(no como una conclusión cognitiva de un argumento, pero tampoco
como una ocurrencia individualista escéptica sin racionalidad alguna).45
45
Veremos posteriormente (en la Tesis 6.1) como el sis- condiciones materiales de la indicada validación. Inva-
tema estético puede invalidar fetichizando una pro- lidar no es lo mismo que falsar, así como validar no
puesta como válida, no habiendo cumplido con las es lo mismo que probar la verdad ( es decir, verificar).
P A P E L M Á Q U I N A 15
Campos de batalla
[5 .79]
Repasando. La pretensión de validez, abierta a la refutación o la in-
validación de la comunidad racional, pero en el campo de las emociones
o la sensibilidad, que no argumenta sino coincide en un semejante sentir
(feeling diría Antonio Damasio o Xavier Zubiri), es decir, a la falibilidad
del crítico conocedor de sus limitaciones con respecto a toda obra de
arte, ya que la creatividad de la obra de arte se hunde en el insondable
misterio de la emotividad de la subjetividad sensible del creador, que
ella o él mismo no puede frecuentemente explicar las fuentes que inspi-
raron el descubrimiento que, como desde la nada de lo dado (auténtica
creación ex nihilo) solo descubre aspectos del misterio de su propia sub-
jetividad creadora.
Pero, por otra parte, sin crítica alguna de las obras de arte, éstas no al-
canzan su plena realización según la válida opinión de los románticos,
porque no se contaría con la aceptación comunitaria. Se trata de obtener
una mínima aceptabilidad intersubjetiva que debe ser reconocida en la
historia del arte, con la respectiva biografía del artista y de su lugar en
la historia del arte de su pueblo, y de allí de su región y de la historia
P A P E L M Á Q U I N A 15
Campos de batalla
mundial en el caso que lo amerite. Sin crítica alguna la obra de arte se di-
suelve en el no-ser, y es lo que acontece en el caso de la exterioridad nunca
juzgada ni valorada de las obras de arte en la colonialidad del ser de las
obras de arte en el Sur global, del mundo explotado, dominado y des-
preciado. Es necesario inaugurar escuelas de críticos de las obras del arte
para que las obras de arte “entren” en el reconocimiento de la creatividad
artística milenaria y actual del indicado Sur global (como expondremos
en la segunda constelación de la estética). Valdría todavía una última cita
de Benjamin:
“En este sentido, la historia de las obras preparan su crítica, y por eso
mismo incrementa su fuerza la distancia histórica. Si, a modo de símil, se
quiere ver la obra en crecimiento como una hoguera en llamas, el comen-
tarista se halla ante ella como un químico, el crítico como un alquimista.
Mientras que para el primero sólo la madera y la ceniza resultan objeto de
un análisis, para el segundo únicamente la llama misma contiene el enig-
ma: el de lo vivo. Así, el crítico pregunta por la verdad,46 cuya llama viva
sigue ardiendo debajo de los pesados leños de lo sido y la liviana ceniza de
lo vivido”.47
97 |
P A P E L M Á Q U I N A 15
Diálo
ogos
Una filosofía
que debe hacerse
en la lucha: diálogo
con Enrique Dussel
* Instituto de
Formación Política,
Morena
** Universidad
Autónoma
Metropolitana,
UAM
1
Por Cuarta Transformación entendemos el proceso
socio-político ocurrido en México desde 2004, que
encabezó Andres Manuel López Obrador tanto en su
versión de movilización popular, como de gobierno.
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Diálogos
E.D: La modernidad pasa por ser una visión universal, pero esa realidad
sólo es válida para Europa y Estados Unidos. Es muy poco válida para
nosotros, porque nosotros somos colonia de ese mundo, somos subdesa-
rrollados, hemos sido explotados y lo seguimos siendo. Entonces repetir
lo que hacen los grandes filósofos europeos es interesante porque nos
permite tener categorías para pensar la filosofía. Pero eso de ninguna
manera es suficiente para pensar nuestra realidad. Y es por eso que lo
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Diálogos
B.C y J.O: Quisiéramos preguntarle ahora por uno de sus últimos trabajos.
Su proyecto de la Política de la liberación, que ya pasó por dos grandes mo-
mentos. El primero, que es el de la historia mundial y crítica. El segundo,
que es el de la Arquitectónica. Y el tercero, que sabemos, será un volumen
P A P E L M Á Q U I N A 15
Diálogos
P A P E L M Á Q U I N A 15
Diálogos
Parecerá muy extraño que yo diga que repasando todas las definiciones
de Estética, que de paso la estética es nueva. Hace dos siglos y medio se
habla de estética. Pero es el tema de la belleza, que ya lo planteó Aristó-
teles y Platón y Tomás de Aquino y Kant. Es un tema que yo diría que
nunca fue definido, nunca.
Se dice la belleza es. ¿Qué significa eso? Nada, porque qué significa
¿resplandor? Entonces, repasando las definiciones que se han he-
cho, me doy cuenta que nunca se definió en qué consiste la belleza.
Y ahora si yo me animo a indicar, en qué sentido, capítulo o tratado
de la Filosofía de la liberación, qué es la belleza y qué es el gusto. En-
tonces, ¿cómo se construye una estética hoy? Eso es muy importante.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Diálogos
P A P E L M Á Q U I N A 15
Diálogos
107 |
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política
libera
alidades
as de la
viaje
ación
Lo institucional
como apriorismo
trascendental
* Facultad de
Humanidades/
Universidad de Playa
Ancha, UPLA
1
Entiendo por crítico aquel ejercicio que busca expli- espacialidad geopolítica del filosofar, lo que permi-
citar, poner en evidencia, aquello que se encuentra te, en la década indicada, resignificar el sentido de
obturado en los ejercicios filosóficos modernos, prin- un ejercicio filosófico situado. Cfr. Adriana Arpini,
cipalmente el sentido con que se articula la moderna “La filosofía de la liberación en el lanzamiento de la
idea de universalidad desde la categoría de sujeto. Revista de filosofía latinoamericana” en Clara Jalif de
2
El momento en que Enrique Dussel trabaja en la pri- Bertranou, Argentina entre el optimismo y el desen-
mera formulación de la Filosofía de la liberación (1969- canto, Mendoza, IFAA- FFyL UNCUYO, 2007.
3
1975), las categorías y perspectivas teóricas desarro- El carácter geocentrado de la filosofía moderna sería,
lladas por la teoría de la dependencia, especialmente para Dussel, una determinación extra-filosófica, es-
la formulación de una economía-mundo orientada pecíficamente por la condición de centro que Europa
por el par centro-periferia, es un elemento central del habría tomado luego de la conquista y colonización
universo discursivo de la época. Es precisamente la del “nuevo mundo”. Así, piensa Dussel, la modernidad
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
5
es una edad de la historia específicamente europea, Augusto Salazar Bondy, Dominación y liberación. Es-
fuera de Europa, la modernidad se ha vivido como co- critos 1966-1974, Lima, Facultad de Filosofía y Letras,
lonialidad. Desde esta perspectiva, la filosofía de esta Universidad Mayor de San Marcos, 1995.
6
edad de la historia europea es un discurso eurocéntri- Patricia González, “La filosofía de la liberación de
co que se articula a partir de la necesidad de funda- Enrique Dussel: una aproximación desde la analéc-
mentación teórica del ejercicio colonialista de gestión tica”, Estudios de Filosofía práctica e Historia de las
de la centralidad. Cf. Dussel, Enrique, Ética de la libe- ideas, Vol. 16, núm. 2, Mendoza, 2014, pp. 45-52.
ración en la edad de la globalización y de la exclusión,
Trotta, Madrid, 2000, sección 2.
4
Cfr. Gilles Deleuze, Gilles; Félix Gauttari, Mil mesetas.
Capitalismo y esquizofrenia, Valencia, Pretextos, 2002,
p. 10.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
7
Enrique Dussel, Método para una filosofía de la libera- allá de la razón. Juan Carlos Scannone indica que el
ción, Salamanca, Sígueme, 1974, p. 182. término fue tomado de la obra de Bernhard Lakebrik,
8
Enrique Dussel, Emmanuel Levinas y la liberación lati- Hegels dialektische Ontologie und diethomistische
noamericana, Buenos Aires, Editorial Bonum, 1975, p. 9. analektik, Ratingen, 1968. (Cfr., Juan Carlos Scannone,
9
Analéctico, es un término compuesto donde se distin- “Filosofía de la liberación y sabiduría popular” en Revis-
gue la raíz ano que significa más-allá-de y logos, que ta Anthropos, nº 180, Barcelona, 1998, p. 86, nota 21).
10
se significa razón, discurso, palabra, ciencia. Entonces Cfr. Enrique Dussel, Método para una filosofía de la
analéctico indica un pensamiento que se articula más liberación, op. cit, p. 182.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
115 |
11
Cfr., Horacio Cerutti, “Ubicación política de los oríge- Heidegger remito a su artículo “Reflexiones a cerca del
nes y desarrollo de la filosofía de la liberación latinoa- tema de Hegel y Heidegger” en Revista Stromata, nº ¾,
mericana” en Filosofía para la liberación ¿liberación año xxvii, julio-diciembre, 1971.
13
del filosofar?, San Luis, Nueva editorial universitaria, Afirma Sacannone: “(…) Desde aquí, desde la fenome-
(1997) 2008. nología del opresor del oprimido y del ‘hermano’ (…)
12
Para Scannone, Heidegger es quien, desde la pregun- se podría repensar una lógica, como lo hace Hegel.
ta por el ser, desde lo impensado por la metafísica, Pero no se trataría de una dialéctica de la totalidad,
replantea no dialécticamente el problema del verda- sino de una analéctica de la alteridad (…) Así como el
dero conocer, no desde la perspectiva del absoluto, hermano o tercero encarna el ‘entre’ en el orden del
sino desde el misterio de lo que se dona en su apa- ser y del tiempo, también es él quien en el orden de
recer, y por ello afirma: “Heidegger comprendió que las relaciones sociales, instaura el nosotros (yo, tú, él).
el cuestionar crítico que es la esencia del pensar, para Es quien posibilita el entre-juego del diálogo” (Teo-
ser verdaderamente radical y para no dejar de ser logía de la liberación y praxis popular. Aportes críti-
cuestionante, debe dejarse cuestionar por el misterio cos para una ontología de la liberación, Salamanca,
desde donde el sentido acontece. (“Trascendencia, Sígueme, 1976). Para una mayor comprensión del tó-
praxis liberadora y lenguaje” en Hacia una filosofía de pico del hermano como ‘el tercero’: “Hacia una dialéc-
la liberación latinoamericana, Buenos Aires, Bonum, tica de la liberación. Tarea del pensar practicante en
1973, p. 253), cuestión que para Scannone se relaciona Latinoamérica” en Revista Stromata, nº 1, xxvii, enero-
con la posibilidad de inteligir al Dios vivo, que desde su marzo, 1971; “La liberación latinoamericana, ontolo-
radical diferencia, se dona en el decir del habla popu- gía del proceso auténticamente liberador” en Revista
lar. Para ahondar en la lectura que hace Scannone de Stromata, nº 1/2, xxviii, enero-junio, 1972.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
de los grupos etarios, cuestión que Dussel desarrolló en los tomos III, IV
y V de Para una ética de la liberación latinoamericana.
14
Enrique Dussel, Método para una filosofía de la libera-
ción, op. cit, p. 183.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
15
Ibid., p. 182.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
En primer lugar, procede a formular los tres principios de una ética ge-
neral con pretensión de universalidad, principios de lo que considera
las tres dimensiones estructurales de la vida en comunidad. Así, afirma
un primer principio material: “producir, reproducir y desarrollar la vida
humana de cada sujeto ético en comunidad: Este principio tiene pre-
tensión de universalidad. Se realiza a través de las culturas y las motiva
por dentro”.16 Si se asume que la realidad primera a ser considerada por
una fundamentación ética es la vida humana, el momento material de
la ética deberá considerar el nivel más básico de la vida, esto es, el nivel
corporal-pulsional-apetitivo. Lo que le interesa enfatizar a Dussel es que
el nivel biológico-apetitivo debe ser considerado un a priori de cual-
quier especulación, esto es, que el nivel de la corporalidad y sus requeri-
mientos deben ser afirmados y puestos en su justo lugar por la razón.17
16
Dussel, Ética de la liberación en la edad de la globali- e histórica (…) que se comparte pulsional y solida-
zación y de la exclusión, p. 91. riamente teniendo como referencia última a toda la
17
Así queda formulado el primer principio ético gene- humanidad, es decir, es un enunciado normativo con
ral: “El que actúa éticamente debe (como obligación) pretensión de verdad práctica y, además, con preten-
producir, reproducir, desarrollar autorresponsable- sión de universalidad”. Ibid., p. 140. Los términos des-
mente la vida concreta de cada sujeto humano, en tacados son del original.
una comunidad de vida desde una vida buena, cultural
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
18
Segundo principio formal general: “El que argu- de factibilidad lógica y empírica (técnica, económica,
menta con pretensión de validez práctica, desde el política, cultural, etc.), es decir, que sea realmente
reconocimiento recíproco como igualdad de todos posible en todos estos niveles, desde el marco de las
los participantes que por ello guardan simetría en exigencias: ético-materiales de la verdad práctica, y
la comunidad de comunicación, acepta las exigen- morales formales discursivas de la validez, dentro de
cias morales procedimentales por las que todos los un rango que va desde las acciones que son permiti-
afectados (…) deben participar tácticamente en la das éticamente (…, que no contradicen los principios
discusión argumentativa, dispuestos a llegar a acuer- éticos …), hasta las acciones debidas (que son las
dos sin otra coacción que la del mejor argumento, éticamente necesarias para el cumplimiento de las
enmarcando dicho procedimiento y decisiones den- exigencias humanas básicas: materiales –de repro-
tro del horizonte de las orientaciones que emanan ducción y desarrollo de la vida del sujeto humano–
del principio ético material, ya definido”. Ibid., p. 214. o formales –desde el respeto a la dignidad de todo
19
El principio queda definido de este modo: “El que ope- sujeto ético hasta la participación efectiva y simétrica
ra o decide éticamente una norma, acción, institución de los afectados en las decisiones)”. Ibid., p. 270.
o eticidad sistémica debe cumplir con las condiciones
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
justo, más humano, un sistema donde de manera real operen los princi-
pios materiales, formales y de factibilidad.
120 |
2.1. Momento de la negatividad de las víctimas
El ejercicio ético-crítico de la razón permite descubrir el momento
de la negación originaria, empírica, histórica de la vida humana; toda
forma de exclusión, opresión, explotación, no reconocimiento material
o formal que la historia de la filosofía ha tematizado, es el pasaje ana-dia-
léctico necesario para la posterior consideración positiva de las víctimas.
El descubrimiento de la negatividad de la víctima, permite acceder al
problema de la conciencia ético-crítica. El tratamiento conceptual de
este cuarto momento se realiza a partir de la revisión de las teorías de los
20
Cfr., Dussel, Ética de la liberación en la edad de la glo-
balización y de la exclusión, p. 300.
21
Ibid., p. 299.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
grandes críticos del sistema; es así como Dussel vuelve a las tesis eco-
nómico-políticas de Marx22, a la relación de lo negativo y lo material
en la primera Escuela de Frankfurt23; a la dialéctica de lo pulsional y
la primaria operatoria del deseo24 y a la alteridad del rostro del otro en
Emmanuel Lévinas.25
121 |
2.2. Momento de la afirmación de las víctimas desde sí mismas
En este momento, Dussel analiza el proceso de toma de conciencia
ética de la situación de exterioridad de las víctimas; cómo este proce-
so intersubjetivo se dirige hacia otras víctimas que no han desarrollado
una conciencia crítica y esa situación se revierte solidaria e intersub-
jetivamente;27 luego, cómo la emergencia de una comunidad crítica de
víctimas hace posible la reacción co-responsable de otros miembros del
22
Ibid., pp. 312-326; en esta sección dedicada a revisar 24
Aquí, Dussel revisa las tesis de Schopenhauer,
cómo opera la dialéctica marxiana, revisa además Nietzsche y Freud; Ibid., pp. 342-358.
25
los postulados de Schelling, Feurbach y Kierkegaard. Ibid., pp. 359-368.
23 26
En este apartado, Dussel revisa las tesis de Ibid., p. 376.
Horkheimer, Adorno, Marcuse y Benjamin; Ibid., pp.
326-341.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
“el que obra ético-críticamente debe (está obligado deónticamente por res-
ponsabilidad) participar (siendo víctima o articulado como intelectual or-
gánico a ella) en una comunidad de comunicación de víctimas, que habiendo
sido excluidas se re-conocen como sujetos éticos, como el Otro como otro
que el sistema dominante, aceptando simétricamente siempre para fun-
damentar la validez crítica de los acuerdos de la argumentación racional,
122 |
motivados por una pulsión solidario-alterativa creadora”.32
27
Jesús Santander entiende que la esencial novedad de Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la concien-
la formulación de la Ética de la liberación desde 1998, cia. Cfr., Ética de la liberación en la edad de la globali-
es la argumentación acerca de la praxis de liberación: zación y de la exclusión, pp. 412-422.
28
“Si el Dussel de la de los años 70 partía de la interpe- Ibid., pp. 423-439.
30
lación del otro, el de los 90 ha encontrado que la ética En esta sección Dussel se refiere a las tesis de la
debe comenzar antes ‘cuando el otro, interpelado por epistemología crítica de Popper, Kuhn, Feyerabend y
otro como él o ella, toma conciencia ética de victimi- Lákatos, revisa también la epistemología contenida en
zación’. Antes de la interpelación hay un proceso de los Grundrisse de Marx y, finalmente, la concepción
concientización de las víctimas. Es una nueva perspec- crítica del saber de Foucault. Ibid., pp. 439-452.
31
tiva.” Jesús Santander, “Enrique Dussel y la ética de la Ibid., pp. 452-460.
liberación”, Revista Estudios Filosofía Práctica e Histo- 32
Ibid., p. 464; y agrega “Toda crítica proyecto alterna-
ria de las Ideas, año 2, no 2. Mendoza, 2001, p. 144. tivo debe ser entonces consecuencia del consenso
28
En esta sección Dussel analiza en profundidad, arti- crítico discursivo de dicha comunidad simétrica de
culando todos los momentos anteriores, el testimo- víctimas, alcanzando así validez intersubjetiva crítica”
nio discursivo de la Premio Nobel de la Paz en 1992, (Ibid.)
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
33
Ibid., pp. 495-500. Las tesis de M. Foucault acerca del sujeto absoluto; desde Heidegger entendido como
origen de la subjetividad y su relación con el poder- existencia; desde las formulaciones críticas de la filo-
saber, le permite a Dussel entender las rupturas histó- sofía francesa contemporánea (Foucault, Badiou) que
rico-epistémicas de la racionalidad moderna. hablan de procesos intersubjetivos de subjetivación.
34 36
Ibid., pp. 500-513. Aquí revisa las tesis de Marx y Rosa La cuestión de la praxis liberadora obliga a Dussel
de Luxemburgo respecto de la relación entre los inte- a referirse acerca de la dicotomía reforma-transforma-
lectuales y la vanguardia revolucionaria. ción y, también, acerca de la cuestión de la violencia
35
Ibid., pp. 513-528. La cuestión del sujeto es analiza- en la praxis transformadora (Cfr. Op. cit, pp. 528-552).
da desde las tesis clásicas del idealismo alemán del
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
37
Ibid., p. 559.
38
Víctima es una categoría filosófica que operacionaliza,
en el ámbito ético-político, la orientación analéctica de
la filosofía dusseliana. Víctima es el nombre que recibe
la subjetividad que se erige tanto desde el auto y del
hetero-reconocimiento de la exterioridad en tanto ne-
gatividad ya sea formal o material en un sistema dado.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
39
Enrique Dussel, Para una política de la liberación,
Buenos Aires, Las cuarenta/Gorla, 2013, p. 46.
40
Un principio es la identificación de una base original o
razón fundamental desde la cual se procede deducti-
vamente, su valor lógico es la universalidad-necesidad.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
41
El primer principio afirma: “Debemos operar siempre (...) o en su aplicación judicial, es decir, en el ejercicio
para que toda norma o máxima de toda acción, de delegado del poder obediencial, sea fruto de un pro-
toda organización o de toda institución (...), de todo ceso de acuerdo por consenso en el que puedan de la
ejercicio delegado del poder obediencial, tenga siem- manera más plena participar los afectados (...); dicho
pre como propósito la producción, mantenimiento acuerdo debe decidirse a partir de razones (sin violen-
y aumento de la vida inmediata de lo ciudadanos de cia) con el mayor grado de simetría posible de los par-
la comunidad política, en último término, de toda la ticipantes de manera pública y según la institucionali-
humanidad (...) De esta manera, la acción política y dad (democrática) acordada de ante mano”. Ibid., p.99.
43
las instituciones podrán tener pretensión política de “Debemos operar estratégicamente teniendo en cuen-
verdad práctica en las sub-esferas ecológica (...), eco- ta que las acciones y las instituciones políticas tiene
nómica (...) y cultural”. Dussel, Para una política de la que ser siempre consideradas como posibilidades
liberación, op. cit, pp. 94-95. factibles, más allá de la mera posibilidad conservadora
42
“Deberemos operar políticamente siempre de tal ma- y más acá de la posibilidad-imposible del anarquista
nera que toda decisión de toda acción, de toda organi- extremo”. Ibid., p.104.
44
zación o de las estructuras de una institución (...), en el Cfr. Dussel, Para una política de la liberación, op. cit,
nivel el nivel material o en sistema formal del derecho p. 115.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
45
Ibid., p. 128.
46
Ibid., p. 132.
47
Ibid., p. 134.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
48
Santiago Castro-Gómez, Revoluciones sin sujeto, Akal,
México, 2015, p. 345.
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Política de la liberación
49 50
Enrique Dussel, Política de la liberación Vol. II Arquitec- Ibid., p. 61.
tónica, Fundación editorial El perro y la rana, Caracas,
2011, p. 60.
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Política de la liberación
130 |
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La política
en la filosofía
de Enrique Dussel
Rebeca Gaytán*
* Postgrado
en Estudios
Latinoamericanos/
Universidad
Nacional Autónoma
de México, UNAM
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
1
Me refiero a la Filosofía de liberación de Horacio Filosofía de la liberación latinoamericana, México, Fon-
Cerutti que, en opinión de Leopoldo Zea, es más cer- do de Cultura Económica, 1992, p.14).
2
cana a la filosofía de Arturo Andrés Roig, pues “busca Enrique Dussel, Hacia una filosofía política crítica,
en la historia de las ideas de la Argentina y la Améri- Bilbao, Descleé de Brouwer, 2001, p. 442.
ca Latina las raíces de un filosofar que sea autentico
para la rica experiencia que esa historia ha de darle”
(Leopoldo Zea, presentación de la segunda edición de
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
3 4
Ver. Eduardo Mendieta, “Política en la era de la globali- La crisis abismal es un giño a lo que Nietzsche deno-
zación: crítica de la razón política de E. Dussel” artículo minó experiencia abismal, para referirse a un tipo de
introductorio en Enrique Dussel, Hacia una filosofía perturbación subjetiva que genera la aparente quiebra
política crítica, Bilbao, Descleé de Brouwer, 2001. de todo horizonte de inteligibilidad.
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Política de la liberación
5
Ídem, p.19.
6
Enrique Dussel, Filosofía de la liberación, Bogotá,
Nueva América, 1996 [1977], p. 50.
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Política de la liberación
7
Enrique Dussel, Las metáforas teológicas de Marx,
Navarra, Verbo Divino, 1993, p. 20-21.
8
Enrique Dussel, 16 Tesis de economía política, interpre-
tación filosófica, México, Siglo XXI, 2014.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
economía debe ser leída desde su cruce con la política, para observar
la mutua determinación de ambos, pues de esta manera, podrá interpre-
tar los acontecimientos históricos para pensar en una transformación li-
beradora que solo se puede hallar en el encuentro cara-a-cara. El camino
que seguirá será el de revisar las categorías de la economía política desde
su orden lógico, para articular un argumento claro y conciso que de-
muestra que el capitalista no produce valor, sino que lo extrae y lo apro-
pia del valor creado por el trabajo vivo, que en un sistema capitalista será
un trabajo fetichizado, en tanto que impide ver el lugar donde se produ-
ce dicho valor. Para Dussel dicho encubrimiento solo puede ser develado
por la metafísica, pues mientras funciona el circulo productivo, quedará
invisibilizado el lugar de creación/producción de valor; así, como indica
Mendieta al respecto del análisis de la economía política: “la historia no
es sólo una sucesión de totalidades ontológicas, es también una sucesión
de sistemas de explotación, expropiación y extracción de valor del traba-
jo vivo de los trabajadores.”9 Aquí, encontramos que la recuperación que
hace de Marx, es a su vez una crítica del marxismo, en cuanto muestra
que tiene como punto ciego al Otro, a la víctima del capitalismo, pues
asegura que, aunque Marx invirtió la dialéctica de Hegel, no fue capaz
de trascender la totalidad, de tal forma que insiste en utilizar el método
de la analéctica por encima de la dialéctica, lo que resulta problemático
para los marxistas más ortodoxos que, abanderados por el materialismo
dialectico, se resistían a entender las metáforas teológicas que encontraba
Dussel en los escritos de Marx. Otro punto problemático, derivado de
lo anterior, es que para el filósofo argentino el sujeto revolucionario no
era el proletariado sino el pueblo, el pobre, la víctima; situación que en
su momento fue criticado por el marxismo ortodoxo, pero, sin embargo,
137 |
tiempo después, resulta un aporte sustantivo para la lucha política en
Latinoamérica, ya que permitirá el desenvolvimiento de la praxis revolu-
cionaria para pueblos no industrializados como los de América Latina,
que se encontraban con otro tipo de subjetividades que no se adaptaban
plenamente a la del proletariado.
9
Eduardo Mendieta, “Política en la era de la globaliza-
ción: crítica de la razón política de E. Dussel” artículo
introductorio en Hacia una filosofía política crítica,
Bilbao, Descleé de Brouwer, 2001. P. 24.
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Política de la liberación
10 11
Enrique Dussel, “Sistema mundo y transmodernidad”. Enrique Dussel, Ética de la liberación en la edad de la
En: Saurabh Dube, Ishita Banerjee y Walter Mignolo globalización y la exclusión, Madrid, [1998] (2002), p.15.
(eds.). Modernidades coloniales. México, El Colegio de
México, 2004, p. 203.
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Política de la liberación
Durante este periodo, el autor debate con Karl-Otto Apel y su ética del
139 |
discurso, haciendo eco del giro lingüístico, y poniendo a la comunica-
ción como un punto a tratar en la reflexión de la ética de la liberación.
Dicho debate contó con una gran exposición en los espacios académi-
cos inaugurando el dialogo Sur-Norte, en donde participaron Jürgen
Habermas y Richard Rorty. El desafío fue elaborar una defensa de la
razón ilustrada frente a la fragmentación de la realidad que impide toda
posibilidad de esbozar un proyecto universal, capaz de rebelarse a las
normas de la tradición Para Habermas, la ilustración es un proyecto
inacabado que demanda un cambio de paradigma, por lo que propone
sustituir el paradigma del trabajo, en el cual el sujeto concibe objetos
12
Ibid., p, 15.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
a los cuales está enfrentado por la acción, por el paradigma del lenguaje
en el cual se contemplen las relaciones intersubjetivas. Lo anterior se sos-
tiene por las cuatro supuestos pragmáticos que colocan al entendimiento
como un a priori kantiano. El primero es que existe un mundo objetivo
común, el segundo es que la libertad es un postulado de la razón práctica
y la suposición pragmática de la racionalidad de actores responsables,
el tercero se refiere a la incondicionalidad de las pretensiones de validez
sostenidas en la acción comunicativa; y por último, la razón es el tri-
bunal supremo de todos los derechos y pretensiones, por lo que el dis-
curso racional funciona como foro último de toda posible justificación.
De acuerdo a lo anterior, para la ética del discurso, es necesaria la exis-
tencia de una comunidad de comunicación como condición de posi-
bilidad de todo discurso, los cuales pueden ser de tipo circunstancial
o de justificación, y si bien ambos son racionales, los últimos son los
que ponen a la razón como garantía universal, mientras que los prime-
ros responden más al contexto particular. De esta manera, Habermas y
Apel ponderan a los discursos de justificación como aquellos preparados
a atender cuestiones teóricas y éticas por su mayor alcance comprensivo,
pero para Dussel, la comunicación es más compleja en un mundo des-
igual, y aunque su postura tiene una pretensión universal, asegura que
al universalismo abstracto del que parte la ética del discurso tanto de
Apel como de la Habermas, le cuesta la incomprensión de las condicio-
nes de vida y supervivencia de las personas que sufren, las condiciones
injustas del sistema, por lo que no pueden entender a aquellos que están
excluidos de la comunidad de comunicación, aquellos que esta fuera del
mundo. “La comunidad de comunicación ilimitada [...] sin coacción,
e igualdad y respeto de las personas de todos los posibles participan-
140 |
tes definen lo que podemos llamar el momento positivo […] Habría
una cierta ceguera en descubrir los momentos posibles negativos o aque-
llos presupuestos que ya siempre permiten la irrupción del des-acuerdo
como punto de partida creador de toda argumentación nueva. Es decir,
en la racionalidad, aún en el nivel trascendental o universal, sería nece-
sario incluir como momento de su definición, una razón critica, la ‘exte-
rioridad’ (de diverso grado) virtual de cada persona, de cada participante
de la comunidad como un otro potencial. El otro, no como ‘lo otro’
que la razón sino como la ‘razón del Otro’; la otra razón que ‘interpela’,
y desde donde un principio enunciado falseable puede ser falseado”13.
13
Enrique Dussel, “La razón del otro. La interpelación bate en torno a la ética del discurso de Apel, México,
como acto de habla”, en Enrique Dussel (Comp.), De- Siglo XXI, 1994, p. 73.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
14
La concepción modernidad-colonialidad ha genera- Castro-Gómez, Oscar Guardiola, Arturo Escobar,
do un red, que reúne a varios estudios como Enrique Catherine Walsh, Eduardo Restrepo, Eduardo
Dussel, Aníbal Quijano, Walter Mignolo, Nelson Mendieta, entre otros.
Maldonado-Torres, Ramón Grosfoguel, Santiago
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
Así, con esta intención surge el giro decolonial que imagina y traduce sa-
beres y prácticas que se encuentran en la exterioridad de la modernidad,
15
Enrique Dussel, 1992. 1492 El encubrimiento del Otro,
Bogotá: Antrhopos, 1992, p. 12
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
16
Enrique Dussel, 16 Tesis de economía política, inter-
pretación filosófica, México, Siglo XXI, 2014, p. 303.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
Ernesto Laclau afirma que todo tiempo tiene una imagen de sí mis-
mo que consigue dar unidad a una multiplicidad de experiencias, se trata
de una imagen que logra condensar situaciones confusas, contradicto-
rias, plurales e inquietantes. Para la crisis de la teoría crítica, la imagen
más socorrida es la caída del muro de Berlín, como la prueba de que
ni el capitalismo, ni el socialismo “real” cumplían con su promesa de
emancipación. El muro es la metáfora perfecta de la conciencia de los lí-
144 |
mites, pues nunca antes la teoría se había preguntado tanto por ellos, por
las necesidades de contar con una contención que brinde orden y cier-
ta sensación de estabilidad, ni por con la imposibilidad de sostenerlos,
y mucho menos se preguntaban por sus grietas. Podrimos decir que
Dussel, a su manera, ya observa esas grietas por donde se filtra la
17
Enrique Dussel, Hacia una filosofía política crítica, generado nuevas formas de protesta social, la crisis
Bilbao, Descleé deBrouwer, 2001 p. 451. y el descrédito del modelo socialmente implementado
18
El marxismo En palabras de Laclau: “son las trasforma- en los países del llamado socialismo actualmente exís-
ciones estructurales del capitalismo que han concluido tete, lo que incluye la denuncia de las nuevas formas
en la declinación de la clase obrera clásica en los paí- de dominación establecidas por la dictadura de prole-
ses pos industriales; penetración creciente y profunda tariado”, en Ernesto Laclau, Nuevas reflexiones sobre
de las relaciones capitalista de producción en vastas la revolución de nuestro tiempo, Buenos Aires, Nueva
áreas de la vida social, cuyos efectos dislocatorios han visión, 1993. p. 111.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
19
Michel Foucault, Las palabras y las cosas, México, acuerdo a un canon epistemológico, correspondiente
Siglo XXI, p. 7. a la forma en la que se legitima y autoriza el conoci-
20
El Orientalismo reúne a un grupo de expertos prove- miento al interior de academia.
nientes de varias disciplinas que determinan la forma
en la que se codifica y disciplina el conocimiento de
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
–en términos de hallazgo– que no hay verdad, sino saberes que tienen
efectos de verdad. El colonialismo como dispositivo de dominación es
visibilizado desde “dentro de la máquina” por intelectuales originarios
de países periféricos, esto brinda un nuevo impulso a la tradición de las
narrativas anticoloniales que, dentro de esta nueva conformación de
mundo, parecían haberse agotado,21 ya que el estudio de la coloniali-
dad, es el estudio de un ejercicio particular del poder que se extiende
a nivel global en la cotidianidad de los sujetos, tanto en los países centra-
les, como en los periféricos. Los Subaltern Studies que venían criticando
la historiografía imperial, aludiendo al problema de la representación
de los sujetos subalternos, toman el protagonismo en los debates so-
bre la colonialidad,22 Dussel sintetiza este momento: “De manera que el
debate, en el Norte, se estableció entre una pretensión de racionalidad
universal o la afirmación de la diferencia, de la necesidad de la negación
del sujeto, la deconstrucción de la historia, del progreso, de los valores,
de la metafísica, etc.”.23 La red modernidad-colonialidad surge en este
contexto, y en un primer momento, los debates se llevaron a cabo tan-
to en universidades de Estados Unidos como de América Latina, pero
pronto excederán el “debate en el norte”, en tanto consiguen recuperar
la riqueza de la tradición del pensamiento crítico latinoamericano, reac-
tivan el potencial crítico del pensamiento caribeño, y abren canales de
diálogo con saberes que habían permanecido al margen de la academia.
Como es de esperarse, la filosofía de la liberación es una de las fuentes
muy socorridas por los estudios sobre la colonialidad, en especial por
parte la red modernidad-colonialidad, que encuentra en su proyecto de
liberación nociones que son clave para dicho programa de investigación,
como la crítica al eurocentrismo y la lectura de la modernidad como
146 |
negación del Otro. A decir verdad, la colonialidad del ser, que es una de
21
La recepción de los estudios poscolonilaes y subalter- naciones de dichos continentes a partir de la II Guerra
no fue diversa, si bien generó un grupo de estudios europea del siglo XX. Pero entonces se advierte que el
latinoamericano que de igual forma se acercaron antiguo pensamiento latinoamericano y la “filosofía de
a giro discursivo y al posestructuralismo, también hubo la liberación habían ya planteado cuestiones que aho-
grupos que se mostraron renuentes. Por un lado, hay ra se discuten en África y Asia. Un ‘estudio subalterno
quienes criticaron su cercanía con la posmodernidad, latinoamericano’ (Subalternal latin american Studies)”
y otros los criticaron por tratar de establecer un ca- se sobrepone a muchos temas ya tratados por la tra-
non que ignoraba el trabajo de colegas que pensaron dición filosófica latinoamericana iniciada en los 60s., y
y piensan los problemas de la colonialidad. aparentemente olvidada (en parte porque los especia-
22
Dussel dirá al respecto: “Los ‘Subalternal Studies’ listas en crítica literaria no fueron protagonistas de las
procedentes de la India, el pensamiento y la filosofía discusiones filosóficas en aquellas épocas). En Enrique
africana, “afroamericana y afro-caribeña, en pleno Dussel, Hacia una filosofía política crítica, Bilbao, Des-
desarrollo, permitieron discutir la innovadora hipótesis cleé de Brouwer, 2001, p. 447.
23
de una razón poscolonial (postcolonial reason), que Ibid , p. 441.
surgió en Asia y África después de la emancipación de
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
24 25
Ciado por Arturo Escobar, 2003. “Mundos y conoci- Aníbal Quijano, Colonialidad del poder y clasificación
mientos de otro modo”: el programa de investigación social, Santa Cruz, Journal of World-System Research,
de modernidad/colonialidad Latinoamericano”., en Ta- vi, 2, summer/fall 2000, p. 345.
bula Rasa, Bogotá, 2003 No.1, enero-diciembre de
2003, p. 62.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
148 |
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Filosofía de la liberación
y modernidad
* CEINA/
Universidad
Nacional del Sur,
UNS
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Política de la liberación
1 2
José Gandarilla, ‘Dussel sobre los sistemas económi- Enrique Dussel, 1492: El encubrimiento del otro. Hacia
cos y la transformación política’, in Colonialismo neo- el origen del «Mito de La Modernidad», La Paz, Biblio-
liberal: modernidad, desvastación y automatismo de teca Indigena, 2008, p. 69.
mercado, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Herra-
mienta Ediciones, 2018, pp. 133–78, p. 137.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
3 5
Enrique Dussel, Hacia una filosofía política crítica, Bue- Juan José Bautista, ‘Colonialidad y racialización euro-
nos Aires, Docencia, 2012, p. 336. céntrica del capitalismo. la acumulación pre-originaria
4
Aníbal Quijano, ‘Colonialidad del poder y clasificación como fundamento de la colonialidad moderna’, Cua-
social’, en Cuestiones y horizontes. De la dependencia dernos de formación y participación política, Humani-
histórico-estructural a La Colonialidad/ Descoloniali- dades Populares, Especial, 2018, 7–40, p. 15.
dad del poder, ed. Danilo Assis Clímaco, Buenos Aires,
CLACSO, 2014, pp. 285–327.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
6 7
Aníbal Quijano, ‘Dependencia, cambio social y urbani- Enrique Dussel, 16 Tesis de Economía Política: interpre-
zación en Latinoamérica’, in Cuestiones y horizontes. tación filosófica, México, Siglo Veintiuno Editores, 2014.
8
de la dependencia histórico-estructural a la coloniali- Enrique Dussel, Ética de la liberación en la edad de la
dad/ descolonialidad del poder, Buenos Aires, CLAC- globalización y de la exclusión, Madrid, Editorial Trotta,
SO, 2014, pp. 75–124. 1998, p. 91.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
9
Enrique Dussel, op. cit, p.132.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
10
Enrique Dussel, op. cit, p. 140.
11
Enrique Dussel, op. cit, p. 370.
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Política de la liberación
155 |
Los que operan ético-críticamente han re-conocido a la víctima como
Ser humano autónomo, como el Otro como otro que la norma, acto,
institución, sistema de eticidad, etc., al que se les ha negado la posibi-
lidad de vivir (en su totalidad o en alguno de sus momentos); de cuyo
re-conocimiento simultáneamente se descubre una corre-sponsabilidad
por el Otro como víctima, que obliga a tomarla a cargo ante el sistema,
y, en primer lugar, criticar al sistema (o aspecto del sistema) que causa dicha
12
Enrique Dussel, ‘Lo político en Levinas (Hacia una fi-
losofía política crítica)’, Hacia una política de la libera-
ción, Buenos Aires, Docencia, 2013, pp. 255–74, p. 271.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
13
Enrique Dussel, Ética de la liberación en la edad de la publicada, a saber: Enrique Dussel, ‘El Marx Del «se-
globalización y de la exclusión, Madrid, Editorial Trotta, gundo Siglo»’, in Siete ensayos de filosofía de la libe-
1998, p. 376. ración. hacia una fundamentción del giro decolonial,
14
Nos tomamos el atrevimiento de utilizar la expresión Madrid, Editorial Trotta, 2020), pp. 85–126.
15
propuesta Dussel acerca de Marx en su última obra Enrique Dussel, op. cit, p. 319.
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Política de la liberación
16
Enrique Dussel, op. cit, p. 319.
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Política de la liberación
17
Enrique Dussel, Para una política de la liberación,
Buenos Aires: Editorial Las cuarenta Gorla, 2012,
p. 130.
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Política de la liberación
159 |
A modo de conclusión podemos sostener con Dussel que el desafío
histórico del siglo xxi, a partir del Marx del segundo siglo, consiste la
invención factible de una comunidad hacia la vida que abrace a las vícti-
mas. Es decir, una nueva comunidad ético-política hacia vida que permi-
ta que todos desarrollen y reproduzcan su vida en una relación filial con
la naturaleza. Dicha comunidad no deber ser entendida como un estado
de cosas al cual se busca arribar como algo consumado y perfecto. Por el
18 19
Bernardo Cortés Márquez “Liberación en la Filosofía Enrique Dussel, “Lo político en Levinas (Hacia una fi-
de Enrique Dussel”. Texto presentado en la sesión del losofía política crítica)”, Hacia una política de la libera-
8 de abril del 2015 en el Seminario Filosofía de la Libe- ción, op. cit., p. 269.
ración Posgrado en Filosofía (FFyL. UNAM). México DF
(inédito).
P A P E L M Á Q U I N A 15
Política de la liberación
160 |
20
Enrique Dussel, 14 Tesis de Ética (Madrid: Editorial
Trotta, 2016), p. 184.
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Traslaciones
Dialéctica latinoamericana*
George Ciccariello-Maher*
*
George Ciccariello-Maher, Decolonizing Dialectics,
Duke, Duke University Press. Traducción de Andrea
Torres Gaxiola. El libro se publicará por la editorial Akal
México en 2021.
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Traslaciones
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Traslaciones
2
Véase en particular la recepción de Los condenados de
Fanon de México a Bolivia y más allá, en Magalí Rabasa,
“Re-reading The Wretched of the Earth in Spanish:
Tracing Fanon’s Movement Through Radical Politics
(Past and Present) in Latin America” (no publicado).
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Traslaciones
3
Hugo García Salvatecci, Sorel y Mariátegui, Lima, Edi-
torial Delgado Valenzuela. Al tener un acceso limitado
a los propios textos de Marx, Mariátegui de hecho
deriva su marxismo heterodoxo directamente de Sorel
(quien conoció a Gramsci, Benedetto Croce y Gabriele
D’Annunzio en el decisivo congreso de los socialistas
italianos de 1921 en Livorno). La influencia de Sorel es
particularmente pronunciada en la Defensa del marxis-
mo de Mariátegui de 1928, que Salvatecci descarta con
desdén como una “defensa de Sorel.” Elizabeth Garrels,
notas editoriales de José Carlos Mariátegui, 7 Ensayos
Sobre la Realidad Peruana, Caracas, Biblioteca Ayacu-
cho, 2007, p. 326. En el mismo volumen, Aníbal Quijano
está en desacuerdo con algunas consideraciones sobre
qué tan poco leyó realmente Mariátegui a Marx (“José
Carlos Mariátegui: Reencuentro y Debate,” pp. ix– cxii).
P A P E L M Á Q U I N A 15
Traslaciones
4
José Carlos Mariátegui, An Anthology, ed. H. Vanden
and M. Becker, New York, Monthly Review Press, 2011,
pp. 125, 128.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Traslaciones
5
Frantz Fanon, Los condenados de la tierra, México,
FCE, 2001, p. 76.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Traslaciones
6
Ya se reconoce que Marx más adelante cambió a una
postura similar a esta, especialmente en su ahora-
famosa carta a Vera Zasúlich, en la que las comunas
rusas, o las obshchina, figuran como la base para sal-
tarse etapas o incluso su desintegración. El método de
Marx en esta carta es precisamente mirar a la “reali-
dad” en cuestión, analizar en su contexto las comunas
y su contenido histórico bifurcado. Para una discusión
más amplia respecto a esta cuestión, véase, Kevin
Anderson, Marx at the Margins, Chicaco, University
Chicago Press, 2016.
7
Véase en particular: André Gunder Frank, Latin
America: Underdevelopment or Revolution, New York,
Monthly Review, 1970.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Traslaciones
De la totalidad a la exterioridad
Si las referencias de Fanon en los extendidos traba-
jos de Dussel son pocas, queda muy poco lugar a dudas
con respecto al terreno conceptual y político comparti-
do por estos dos gigantes del pensamiento decolonial.
En el prefacio de su libro temprano más importante,
Filosofía de la liberación, Dussel escribe que su filosofía
surge de “de los oprimidos, de los condenados de la tierra,
condenados del mundo y de la historia,” un claro gesto
a Los condenados de la tierra.8 Además, Fanon es mencio-
nado como un pionero cuyo trabajo era “ya el principio”
de una suerte de “filosofía explicita y sustantiva” de la
descolonización que Dussel mismo buscaba producir.9
Para avanzar hacia la cuestión que nos atañe, Dussel in-
cluso sugiere –como Fanon– que, bajo las condiciones
coloniales, la dialéctica hegeliana del amo y esclavo “no es
168 |
todavía posible porque el posible esclavo desaparece del
horizonte: ha muerto.”10
8
Ramón Grosfoguel, “Developmentalism, Modernity,
and Dependency Theory in Latin America,” Nepant-
la: Views From South 1, no. 2 (2000), p. 360. Pero
Grosfoguel añade que algunos dependentistas no
lograron, al final, superar las tendencias desarrollistas
que ellos mismos habían criticado.
9
Enrique Dussel, Filosofía de la liberación, Bogotá,
Nueva América, 1996 [1977], p. 10. Sin embargo, Dussel,
al ser presionado, admitirá que su lectura de Fanon era
parcial. Nelson Maldonado-Torres ha buscado llenar
los vacíos de la conversación en Against War.
10
Enrique Dussel, Filosofía de la liberación, cit., p. 25.
11
Ibid., p. 68.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Traslaciones
12
Michael Barber, Ethical Hermeneutics: Rationality in
169 |
Enrique Dussel’s Philosophy of Liberation, New York,
Fordham University Press, 1998, p. 26.
13
Linda Martín Alcoff y Eduardo Mendieta muestran
que gran parte del trabajo de Dussel desde 1969 era
más claramente heideggeriano, y que su libro Para
una ética de liberación de 1973 contiene un “giro muy
evidente y desconcertante” del registro heidegge-
riano al levinasiano. “Introduction,” en Thinking from
the Underside of History: Enrique Dussel’s Philosophy
of Liberation, ed. L. M. Alcoff y E. Mendieta, Lanham,
Rowman and Littlefield, 2000, pp. 20–21. El mismo
Dussel explica dicha transición de la siguiente mane-
ra: “Había descubierto al sujeto de la totalidad mucho
antes de leer a Levinas (en Paris, en 1962, con [Jean-]
Yves Jolif). La idea de superar la totalidad fue aclara-
do por Levinas. Leímos a Levinas en grupo (con [Juan
Carlos] Scannone) a finales de 1969, en el contexto de
mis cursos sobre Hegel… en las que Levinas no apare-
cía, pero habíamos comenzado a leerlo. El concepto de
la exterioridad y la superación de la totalidad son levi-
nasianos” (comunicación personal, octubre 11, 2009).
P A P E L M Á Q U I N A 15
Traslaciones
14
Linda Martín Alcoff y Eduardo Mendieta, “Introduc-
tion,” op. cit, p. 21.
15
Enrique Dussel, “From Critical Theory to the Philosophy
of Liberation,” cit., n4, p. 34.
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Traslaciones
16
Enrique Dussel, Filosofía de la liberación, cit., pp. 66–
67.
17
Ibid., p. 17.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Traslaciones
18
Idem.
19
Ibid., p. 68.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Traslaciones
20
Ibid., pp. 69-70.
21
Ibid., p. 184–85.
22
Ibid., p. 186.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Traslaciones
Descolonizar a Levinas
Si Dussel hubiera sido verdaderamente fiel al rechazo
abierto de Levinas de la dialéctica y su adopción de una
ética de la alteridad, esto habría planteado un obstáculo
insuperable para reclamar su lugar en el proyecto de la
descolonización de la dialéctica. Pero como ya lo hemos
comenzado a notar, Dussel está lejos de ser el fiel discí-
pulo de Levinas que al principio parecía: las categorías
son demasiado concretas, demasiado repletas de referen-
cias a las realidades específicas de América Latina, como
para ser plenamente compatibles con la propia filosofía
deliberadamente abstracta de Levinas. Aquí sostengo que
está precisamente en la ruptura de Dussel con Levinas
y en sus críticas al segundo por su eurocentrismo residual
donde podemos trazar y develar su apego contra-intuiti-
vo a una dialéctica reformulada que es descolonizada en
el proceso.
174 |
23
Para algunos, Levinas es fundamentalmente hege-
liano, pero es posible considerar que la tensión entre
esta afirmación y la propia crítica levinasiana de Hegel
duplica la dificultad que hemos enfrentado desde el
principio: la distancia que separa a la dialéctica conser-
vadora, entendida como la división totalizante y per-
fecta de la totalidad y la unidad de contrarios, de la dia-
léctica como un movimiento generativo, cuyos efectos
son ampliamente imprevisibles. Robert Bernasconi in-
siste que “Levinas no se opone simplemente a Hegel”
e insiste que es tan “incorrecto y autodestructivo,” en
“Hegel and Levinas: The Possibility of Reconciliation
and Forgiveness,” Archivio di Filosofia 54 (1986), p. 325;
véase también “Levinas Face to Face— with Hegel,”
Journal of the British Society for Phenomenology, 13/3
(October 1982), pp. 267–76; Peter C. Hodgson, Hegel
and Christian Theology: A Reading of the Lectures on
the Philosophy of Religion, Oxford, Oxford University
Press, 2005, p. 265.
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Traslaciones
175 |
Este paso concretizante apunta hacia un quiebre aún
más fundamental con Levinas, en el que Dussel mapea
aún más su categoría cuasi-fanoniana de no-ser en tér-
minos de las estructuras globales del colonialismo y de
la dependencia, donde “el centro es; la periferia no es.”27
24
Emmanuel Levinas, Totality and Infinity: An Essay on
Exteriority, The Hague, Kluwer, 1991, pp. 35, 290. Los
siguientes parágrafos recurren y reformulan argumen-
tos tomados de George Ciccariello-Maher, “Decolonial
Realism: Ethics, Politics, and Dialectics in Fanon and
Dussel,” Contemporary Political Theory 13, no. 1 (Feb-
ruary 2014), pp. 2–22.
25
Enrique Dussel, Filosofía de la liberación, cit., p. 56, 65.
26
Ibid., p. 58.
27
Ibid., p. 60.
28
Ibid., p. 17.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Traslaciones
29
Ibid., p. 92. Si bien habla frecuentemente con los tér-
minos “absoluto” o exterioridad “total,” Dussel admite
que esta “metáfora espacial… puede llamar a más de
un equívoco,” y se entiende mejor con el término “más
allá,” y añade que la “trascendentalidad interior o la
exterioridad tienen la misma significación en este dis-
curso filosófico.” Ibid., p. 56.
30
Enrique Dussel, Para una fundamentación filosófica
de la liberación Latinoamericana, Buenos Aires, Edito-
rial Bonum, 1974, p. 8. Para una crítica similar, véase
Robert Bernasconi, “African Philosophy’s Challenge
to Continental Philosophy,” en Postcolonial African
Philosophy, ed. E. Eze, Oxford, Blackwell, 1997. Para
Barber esto supone “superar a Levinas,” pero quiere
enfatizar que esta superación supone preservar mu-
chos elementos de la contribución de Levinas (Ethical
Hermeneutics, op. cit, pp. 50–51). Shannon Bell ha
argumentado que, mientras “Levinas no politiza su
P A P E L M Á Q U I N A 15
Traslaciones
177 |
concepto del otro,” Dussel sí lo hace. “Levinas and Al-
terity Politics,” en A. Horowitz and G. Horowitz, eds.,
Difficult Justice, Toronto, University of Toronto Press,
2006, p. 112. Santiago Slabodsky ha utilizado a Dussel
con el fin de reconsiderar su crítica del eurocentrismo
de Levinas. “Emmanuel Levinas’s Geopolitics: Over-
looked Conversations between Rabbinical and Third
World Decolonialisms,” Journal of Jewish Thought and
Philosophy 18, no. 2 (2011), pp. 147–65.
31
Dussel, Método para una filosofía de la liberación, cit.,
p. 181. Mientras que es posible criticar su decisión de
cortar el nudo gordiano de la metafísica al superponer
la alteridad a la geopolítica global, no es por las mis-
mas razones. Kohn and McBride, por ejemplo, hacen
un diagnóstico del deslizamiento de Dussel de la me-
tafísica abstracta a la particularidad concreta, y entre
una multiplicidad de sistemas que se superponen a las
posiciones del sujeto y las referencias singulares a un
sistema singular. Political Theories of Decolonization,
New York, Oxford University Press, 2011, p. 133.
32
Barber, Ethical Hermeneutics, op. cit, p. 57.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Traslaciones
33
Enrique Dussel, Filosofía de la liberación, cit., p. 200.
34
Como Sorel, Dussel le concede alguna importancia
al concepto de diremption para describir tal ruptura.
Véase Dussel, El último Marx, cit., pp. 346, 356 n61;
Enrique Dussel, Método para una filosofía de la libera-
ción, cit., p. 18 y el apéndice.
35
Enrique Dussel, Filosofía de la liberación, cit., p. 187.
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Traslaciones
36
Ibid., p. 81.
37
Ibid., pp. 187, 65.
38
Ibid., p. 187.
39
Idem.
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Traslaciones
40
Ibid., p. 188.
41
Ibid., p. 186.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Traslaciones
42
Ibid., p. 187-188.
43
Ibid., p. 162.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Traslaciones
44
Ibid., p. 194.
P A P E L M Á Q U I N A 15
Traslaciones
45
Ibid., pp. 118-119. El énfasis es mío.
46
Ibid., p. 16. El hecho de que el pensamiento periféri-
co disfrute de una “segunda vista” no garantiza que
adopte tal perspectiva. De hecho, la tentación cons-
tante del pensamiento periférico –uno que está verifi-
cado en el contenido de los currículos universitarios–
es mirar hacia el centro, hacia Europa, en una suerte de
repetición de aquello tan perverso que Fanon encontró
en la dialéctica desactivada del amo y el esclavo. Para
Dussel, este giro hacia el amo constituye “El pensar
que se refugia en el centro termina por pensarlo como
la única realidad” Idem.
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Traslaciones
47
Ibid., p. 26.
48
Ibid., p. 80.
49
Aquí, haciendo eco a Fanon y a Lewis Gordon, esta
brecha ontológica del sistema siempre será percibida
como violenta, incluso si implica poca o ninguna violen-
cia, y como tal es inevitablemente “ilegal.” Ibid., p. 85.
50
Ibid., p. 208.
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El presente número de
Papel Máquina se publicó
en mayo de 2021 en la ciudad de
Santiago de Chile.