Carta para sanar la relación con mi
padre
Por: Susan Castro Rodriguez (@SusanCastroR) el 01/02/2019 · Espiritualidad
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Este escrito es desde el punto de vista femenino. Es la relación con el padre la que determina
cuán exitosas o no serán en sus relaciones con los hombres. Un padre es muy importante en
la vida de todas las mujeres. La energía del padre genera fuerza, confianza, manejo de
límites, poder personal… y es un punto clave, pues determina cómo tener una relación de
amor con un hombre. La hija buscará siempre un hombre que reúna las cualidades de papá.
Ese hombre que resuelva las necesidades tanto psicológicas como físicas de la niña pequeña
de papá, es decir, hogar, comida, médicos, escuela, diversiones, cariño, respeto del
desarrollo sano, estar en paz con la necesidad de pertenencia al grupo familiar. Para las
mujeres que tienen o han tenido experiencias paternas negativas, una reconciliación espiritual
trae mucha paz y una sensación de protección. Liberarnos de lo malo de papá actúa como
factor estabilizante, que es lo propio que le daría el padre: estabilidad, seguridad, fuerza,
respaldo y mucho amor. Sí. Es una certeza, todas necesitamos de un padre maravilloso.
Analicemos varios puntos sobre este tema:
Una relación de abandono emocional con el padre en la primera infancia o en la
pubertad puede provocar que mujeres exitosas en diversas áreas tengan vidas desastrosas
en relación con el amor, pareja y todo lo concerniente a lo emocional.
Es decir, si papá fue un hombre amoroso y cálido, entonces, esta, como es fácil de
imaginar, querrá y podrá encontrar en otro hombre las características tan sanas que
componen la personalidad del padre, y que le reflejan sentimientos de vida hacia los
hombres.
La hija traslada la imagen de papá al hombre que ama. Si papá fue funcional es
probable que la mujer se sienta inclinada a repetir la experiencia, y busque y encuentre un
hombre psicológicamente sano.
Por otra parte, es bueno reconocer el pensamiento freudiano en el que es una certeza
que en la vida de la mujer su padre es su primer amor, en sentido figurado.
Lo ideal es saber soltar el rol de niñas sumisas y actuar responsablemente como
adultas y tomar de la figura paterna lo que se necesita.
Son muchas las mujeres que en nuestras conversaciones comparten voces y
paradigmas negativos sobre algunos aspectos de esta importante relación: “mi padre nunca
estuvo en casa”, “me sentí abandonada por mi padre”, “ él no sabía expresar amor”, “ mi
padre y yo teníamos mala comunicación”, “ la relación con mi padre fue un desastre y eso
me da mucha tristeza”, “siempre busco a mi padre en mis relaciones con los hombres”…
Desde las constelaciones familiares o sistémicas podemos ver que el arquetipo del padre
es muy importante para ordenar el clan familiar y la vida misma. Sí. Así es.
Muchas veces el padre es un hombre controlador y machista: las mujeres sumisas y
obedientes. Con miedo a tomar la responsabilidad su vida. Actúan siempre como niñas
pequeñas. Constantemente buscan aprobación, cariño y cuidado. Estas mujeres, por lo
general, suelen sufrir bastante en sus relaciones amorosas. Así que para poner orden en
esta discordancia deben trabajar intensamente su autoestima y su desarrollo personal.
Cuando la madre no permitió que el padre se acercara más a la hija cuando era
pequeña, o no se lo pidió: la niña creerá que los hombres son malos solo por el hecho de
ser hombres. Algunas mujeres pueden convertirse en personas que solo se interesen en
lograr beneficios económicos de su relación con los hombres. Es probable que sea una
manera de cobrar al padre-hombre el que no estuviera con ella.
Sin juzgar mal a nuestro linaje materno o tatarabuelas, bisabuelas, abuelas y madres
que han tolerado infidelidades diremos que cuando una mujer tolera la infidelidad del
esposo, su valía disminuye y la autoestima estará por los suelos. Y esa baja autoestima es
transmitida a los hijos. Hijos e hijas que en la edad adulta buscarán relaciones tóxicas, y se
buscará repetir la historia de la madre. Mujeres que en cada relación buscan al padre, al
padre compresivo, que la cuide, que la colme de mimos y cuidados que este no le
proporcionó en realidad.
Cuando el padre siempre está ausente físicamente: genera hijas necesitadas de
pareja. Viven con un miedo terrible al abandono. Se buscarán relaciones dependientes,
donde nunca será suficiente el amor ni la atención de la otra persona. Todo eso aumenta la
herida. Ellas se buscarán un hombre poco comprometido. Para sanar es importante trabajar
el desapego.
Cuando la madre vive o vivió con un esposo distante, es seguro que no se conectó de
manera adecuada con ese hombre, y mucho menos con las necesidades de sus hijos.
Muchísimas veces existe otra mujer en la vida del padre: la hija siente una profunda
tristeza, depresión, resentimiento, ira, temor, dolor, deseos de venganza, pensamientos
suicidas, enfermedades psicosomáticas. La hija siempre quiere escapar de la casa.
Probablemente, puede tener embarazos no deseados. Siempre estará tentada a usar
drogas o alcohol para evadir su dolor. Es la niña que en la escuela obtiene bajas
calificaciones, o deja la escuela y no continúa estudiando.
Los padres divorciados en muchas ocasiones se vuelven “presencia” a través de
regalos, de visitas al centro comercial, de una llamada telefónica. Esto no llenará el vacío
físico y amoroso del padre. Mientras el padre no se despoje de la ira que siente hacia la
exesposa, no estará emocionalmente disponible para la hija.
El padre violento: crea mujeres sometidas y víctimas de agresión. Suelen ser
conflictivas y poco responsables con su seguridad personal. Es muy importante trabajar la
sanación desde el cuidado personal, además de mostrar nuevas opciones de relacionarse.
Esto conforma una personalidad disfuncional. Y no logras estar tranquila y ser feliz como
mujer. Por esa razón, no escoges un hombre que sepa amar. Es decir, un hombre que se
ame a sí mismo, y acepte quien es en realidad, sin juicios. No atraes a un hombre amoroso
que acepte a los demás, que no viva solo centrado todo el tiempo en lo que quiere para sí
mismo.
El príncipe azul no existe. Es la figura ideal y no permite a la mujer seleccionar sanamente a
su marido. Debe liberar y trabajar el corte del lazo energético y el desprendimiento. Así podría
elegir a su hombre sin falsas expectativas.
Si hay algo que reparar no perdamos tiempo y hagámoslo. Reconcíliate con la figura paterna y
sé agradecida simplemente porque te dio la vida.
Es necesario sanar la herida paterna. Y lo podemos hacer desde el poder la intención de la
palabra en la escritura de una carta. Puedes escribir esta carta las veces que consideres
necesario. Después, quémala. Colócala en una maceta o jardín. Transmuta en luz y amor todo
lo discordante. Entrega todo lo negativo de la relación con papá en las manos de Dios.
Conéctate con la energía del creador. Manifiesta orden en tus sentimientos y emociones. Te
escribo todo esto desde mi propia experiencia de sanación. Cuando sientas tranquilidad en tu
corazón, entonces, todo estará bien. Sí. A continuación te entrego la carta para sanar la
relación con mi padre:
Yo____________________ (escribe tu nombre y apellidos completos) en este acto de puño y
letra decreto que aquí y ahora yo honro mi linaje masculino y te honro a ti, papá. Gracias por
el maravilloso regalo de la vida. Desde antes de nacer tú cocreaste con Dios padre celestial
un cordón de luz y amor de tu corazón a mi corazón, para unirte conmigo. Gracias, papá, y
que Dios te bendiga. Yo coloco luz y amor a toda memoria de dolor, memorias de miedos,
memorias de tristeza, de enojo y su consecuente karma en nuestras vidas. Sé que me he
convertido en quien hoy soy gracias a tus aportes, buenos y malos. Todo lo que necesite
corregir y mejorar es ya labor mía, asumo la responsabilidad de sanar. Me acepto y te acepto,
y sé que haré lo mejor de lo mejor con mi vida. Aquí y ahora te respeto, te reconozco, te
acepto y te amo incondicionalmente porque de ti he aprendido cómo protegerme, proveerme
y cuidarme. Gracias por tu energía, papá. Yo soy responsable de lo que yo acepté e integré
en mí como verdadero. Papá, reconozco que has cumplido tu labor de la mejor manera
posible de acuerdo con tus propios recursos y dando cumplimiento al contrato de alma que
ambos acordamos. Me libero y te libero de cualquier sufrimiento o memoria de dolor herencia
de nuestros ancestros. Papá, agradezco todas las lecciones de vida. Padre, tu mirada me ha
enseñado a ser mirada y reconocida por los hombres que amo y he amado. Padre mío, tu
amor es el que me ha mostrado cómo merezco ser amada. Yo asumo mi proceso y la
responsabilidad de sanar con los otros hombres, de todo lo que haya quedado pendiente
contigo. Y, si hubo algunas carencias, sé que fui yo quien te eligió así para, precisamente,
aprender muchas lecciones de esa experiencia. Papá, gracias por la confianza para mostrar
mi fuerza. Así es. Es una certeza. Gracias.
Amén.