El perdón: Dejar atrás los rencores y la
amargura
Cuando alguien a quien quieres te hace daño, puedes aferrarte a tu enojo,
rencor, e ideas de venganza — o elegir el perdón y seguir adelante.
Escrito por el personal de Mayo Clinic
¿Quién no se ha sufrido por las acciones o las palabras de otra persona?
Quizás uno de tus padres te criticó constantemente durante tu crecimiento, un
compañero de trabajo saboteó un proyecto o tu pareja te engañó. O quizás
hayas vivido una experiencia traumática, como abuso físico o emocional por
parte de una persona cercana a ti.
Estas heridas pueden dejarte sentimientos duraderos de ira y amargura,
incluso venganza.
Pero si no practicas el perdón, podrías ser tú quien termine pagando el precio
más alto. Al perdonar, también tendrás paz, esperanza, gratitud y felicidad a tu
vida. Piensa en cómo el perdón te puede conducir al bienestar físico, emocional
y espiritual.
¿Qué es el perdón?
El perdón tiene diferentes significados para las personas. Sin embargo, suele
suponer la decisión de olvidar el resentimiento y los pensamientos de
venganza.
Es posible que siempre tengas presente qué fue lo que te lastimó u ofendió,
pero el perdón puede disminuir el efecto que esto tiene sobre ti y ayudarte a
liberarte del control de la persona que te lastimó. El perdón incluso puede
provocar sentimientos de comprensión, empatía y compasión por la persona
que te lastimó.
Perdonar no significa olvidar o justificar el daño que te hicieron ni componer la
relación con la persona que te lastimó. El perdón te aporta un tipo de paz que
te ayuda a seguir con tu vida.
¿Cuáles son los beneficios de perdonar a alguien?
Dejar atrás el rencor y el resentimiento puede mejorar la salud y la paz mental.
El perdón puede contribuir a lo siguiente:
Relaciones más saludables
Mejor salud mental
Menos ansiedad, estrés y hostilidad
Menos presión arterial
Menos síntomas de depresión
Sistema inmunitario más fuerte
Mejor salud del corazón
Mayor autoestima
¿Por qué es tan fácil guardar rencor?
Que alguien te lastime, en especial, alguien que amas y en quien confías,
puede provocar ira, tristeza y confusión. Si te detienes en acontecimientos o
situaciones dolorosos, el rencor con el resentimiento, la venganza y la
hostilidad pueden aferrarse a ti. Si permites que los sentimientos negativos
desplacen a los positivos, es posible que tu propio resentimiento o tu sentido de
injusticia te consuman.
Algunas personas son por naturaleza más tolerantes que otras. No obstante,
casi cualquier persona puede aprender a ser más tolerante, incluso los
rencorosos.
¿Cuáles son los efectos de guardar rencor?
Si eres implacable, tal vez te suceda lo siguiente:
Llevas la ira y el rencor a cada relación y experiencia nueva
Te preocupas tanto por lo que está mal que no puedes disfrutar el
presente
Te sientes deprimido o ansioso
Sientes que tu vida no tiene sentido ni propósito, o que estás en
desacuerdo con tus creencias espirituales
Pierdes una conexión valiosa y enriquecedora con los demás
¿Cómo logro perdonar?
El perdón es un compromiso con un proceso de cambio personalizado. Para
dejar atrás el sufrimiento y llegar al perdón, podrías poner en práctica lo
siguiente:
Reconocer el valor del perdón y cómo puede mejorar tu vida
Identificar lo que es necesario remediar, quién tiene que ser perdonado y
por qué
Considerar unirte a un grupo de apoyo o visitar a un consejero
Reconocer las emociones que te provocan el daño que te hicieron y la
manera en la que afectan tu comportamiento, y esforzarte por descargarlas
Decidir perdonar a la persona que te ofendió
Dejar atrás el papel de víctima y liberarte del control y el poder que
tuvieron en tu vida la persona y la situación que te ofendieron
A medida que te liberes de los rencores, la forma en la que te hirieron ya no
definirá más tu vida. Incluso podrías hallar compasión y comprensión.
¿Qué sucede si no puedo perdonar a alguien?
Perdonar puede ser difícil, en especial, si la persona que te lastimó no admite
su error. Si te sientes estancado, intenta lo siguiente:
Practica la empatía. Intenta ver la situación desde el punto de vista de la
otra persona.
Pregúntate por qué se comportó de esa forma. Quizás habrías
reaccionado de manera similar si hubieras tenido que enfrentar la misma
situación.
Reflexiona sobre los momentos en los que lastimaste a otras personas y
sobre aquellos que te perdonaron.
Escribe un diario, reza o practica meditaciones guiadas; o bien, habla
con una persona que consideres sabia y comprensiva, como un líder
espiritual, un proveedor de atención de la salud mental o un ser querido o
amigo imparcial.
Ten en cuenta que el perdón es un proceso, e incluso las heridas más
pequeñas pueden tener que revisarse y perdonarse una y otra vez.
¿El perdón garantiza la reconciliación?
Si el episodio hiriente involucra a alguien cuya relación valoras por otros
motivos, el perdón puede provocar una reconciliación. Sin embargo, esto no
siempre es así.
La reconciliación podría ser imposible si quien cometió la ofensa murió o no
está dispuesto a dialogar contigo. En otros casos, la reconciliación podría no
ser adecuada. Aun así, el perdón es posible, aunque la reconciliación no lo sea.
¿Qué sucede si perdono a una persona, pero esta no
cambia?
Hacer que una persona cambie sus acciones, sus comportamientos o sus
palabras no es el objetivo del perdón. Más bien, piensa de qué manera el
perdón puede cambiar tu vida al traerte paz, felicidad, y sanación emocional y
espiritual. El perdón puede anular el poder que la otra persona tiene sobre tu
vida.
¿Y si soy yo quien necesita ser perdonado?
El primer paso es evaluar y reconocer de manera honesta nuestros errores y
cómo han afectado a otros. Evita ser tan duro contigo mismo.
Si realmente te arrepientes de algo que has dicho o hecho, evalúa la
posibilidad de admitirlo frente a las personas que has dañado. Habla de tu pena
o tu arrepentimiento de manera sincera y pide perdón —sin inventar excusas—.
No obstante, recuerda que no puedes obligar a nadie a que te perdone. Cada
uno avanza hacia el perdón en sus propios tiempos. Pase lo que pase,
comprométete a tratar a los demás con compasión, empatía y respeto.
TEXTOS BÍBLICOS. CONSECUENCIAS DE LA INTERCESIÓN EN EL
PERDÓN:
Génesis 18:24. Abraham intercede por Lot, para que sea perdonado.
Éxodo 34:9. Moisés intercede por Israel, para que sea perdonado.
1Reyes 8:30. Salomón intercede por Israel para que siendo perdonado, ore en
el nuevo templo.
Salmo 32:1. David glorifica al Señor que perdona nuestros pecados.
Mateo 6:12 al 14. Jesús nos enseña en el "Padre nuestro" a perdonar.
Mateo 12:31. El pecado que no será perdonado.
Mateo 18:21. ¿Cuantas veces perdonaré a mi hermano?
Mateo 18:35. La profundidad del perdón que Dios busca en nuestros
corazones.
Marcos 11:25. Nos enseña la actitud del perdón.
Lucas 3:3. Arrepentimiento para perdón de los pecados.
Colosenses 3:13. Perdonaremos como Cristo nos perdonó.
1Juan 2:19. Nuestros pecados nos has sido perdonados. Produce liberación.
“Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces
perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta
siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta
veces siete.” Mateo 18:21-22.
“Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará
también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a
los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará
vuestras ofensas.” Mateo 6:14-15.
Perdonar a alguien que ha hecho algo contra ti, ya sea
relativamente pequeño o sea una acción sumamente seria,
puede en ocaciones convertirse en algo insuperable. Y algunas
veces es un proceso que toma realmente mucho tiempo. Sin
embargo, la Biblia es muy clara diciendo que esto es
sumamente necesario que perdonemos. No hay ninguna
condición como “a menos que”, “si” o “pero”. Sobre todas las
cosas, debemos enfocarnos en nuestro Precursor, Guía y
Maestro como modelo a seguir.
“Padre, perdónalos”
Cristo padeció injusticia – cruel injusticia. Nadie a padecido mas
injusticia que Cristo. Y una de las palabras que dijo en sus
últimos momentos fueron: “Padre, perdónalos, porque no saben
lo que hacen.” ¿Es fácil? No. ¿Es posible? “Si puedes creer, al que
cree todo le es posible.”, dijo Jesús (Marcos 9:23) todo.
Si no tienes la fuerza para esto, y sabes que el perdonar no esta
en ti, entonces debes hallarla en Cristo. “Todo lo puedo en Cristo
que me fortalece.” Filipenses 4:12-13. ¿Borra el perdón el dolor
que has sufrido? ¿Revierte todas las cosas que te han sucedido?
¿Significa entonces, que la persona que cometió la injusticia no
necesita tomar responsabilidad de las cosas que realizó? No,
pero tú te puedes hacer libre de todos esos pensamientos de
odio y rencor, y así mismo de la carga que llevas. El perdón no
es solo para la persona que perdonas, sino también para ti
mismo, de manera que ya no necesitas vivir con esta carga.
“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de
justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como
becerros de la manada.” Malaquías 4:2.
El que perdones, no significa que lo que te hayan hecho sea
aceptable, y de ninguna manera de que sea algo “bueno.” La
confianza no esta implícita en el perdón, y el olvidarlo no es
obligatorio. “Perdonar y olvidar” no es una cita de la Biblia. Una
cosa es ser prudente y consciente, y otra cosa es odiar y estar
resentido.
Dios es justo
Sería lo ideal, que el que te ha hecho daño se arrepintiera, en
las áreas que te afectó. Mas busca que tu recuperación no
dependa de esto. Debes perdonar sin importar cual sea la
actitud del otro. Sus pecados son asunto de ellos y Dios. Por
otro lado, es correcto para algunos pagar las consecuencias de
sus actos, ante las leyes y autoridades de la tierra, más de igual
forma, algún día también estarán frente al rostro de Dios, y se
ajustaran las cuentas de sus actos, y a todo esto Dios es justo.
Mas la venganza y el juicio le corresponden a Dios.
Es importante comprender que el perdón no es un sentimiento,
sino una decisión. El elegir el perdón significa que debes
acercarte a Dios de rodillas, para recibir la fuerza de perdonar.
Esto es elegir y no permitir que pensamientos de odio y rencor
gobiernen en tu corazón. Esto es elegir, el acercarse a Dios, para
encontrar ayuda y consuelo, en vez de vivir en el pasado, a
pesar de que nuestros sentimientos quieran otra cosa. La fuerza
que necesitamos proviene del Espíritu Santo. Está escrito acerca
de Jesús: “quien cuando le maldecían, no respondía con
maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la
causa al que juzga justamente…” 1 Pedro 2:23.