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Educación y Transmisión Social

El documento resume el capítulo 1 del libro "Democracia y Educación" de John Dewey. En 3 oraciones: 1) La educación es necesaria para la continuidad de la vida social debido a que los individuos mueren pero la sociedad permanece a través de la transmisión de conocimientos y costumbres de los mayores a los más jóvenes. 2) Con sociedades más complejas, aumenta la necesidad de enseñanza sistemática para transmitir todos sus recursos, aunque existe el peligro de que esto separe la experiencia escolar de

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Educación y Transmisión Social

El documento resume el capítulo 1 del libro "Democracia y Educación" de John Dewey. En 3 oraciones: 1) La educación es necesaria para la continuidad de la vida social debido a que los individuos mueren pero la sociedad permanece a través de la transmisión de conocimientos y costumbres de los mayores a los más jóvenes. 2) Con sociedades más complejas, aumenta la necesidad de enseñanza sistemática para transmitir todos sus recursos, aunque existe el peligro de que esto separe la experiencia escolar de

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Resumen "Democracia y Educación" John Dewey

CAPíTULO PRIMERO La educación como necesidad de la vida

1. Renovación de la vida por transmisión


La diferencia más notable existente entre los seres vivos y los inanimados es que los primeros se
conservan por renovación. La piedra no intenta reaccionar de forma que pueda mantenerse intacta
respecto al golpe, y mucho menos hacer que el golpe sea un factor que contribuya a su propia
acción continuada. El ser vivo no se divide en trozos más pequeños, sino que pierde su identidad
como una cosa viva.
La vida es un proceso ·de autorrenovación mediante la acción sobre el medio ambiente. Este
proceso no puede mantenerse indefinidamente en todas las formas superiores. Después de algún
tiempo éstas sucumben; mueren.
La continuidad de la vida significa una readaptación continua del ambiente a las necesidades de los
organismos vivos. Nosotros empleamos la palabra ''vida'' para designar toda la extensión de la
experiencia, empleamos la palabra "experiencia" en el mismo fecundo sentido. Con la renovación
de la existencia física se realiza, en el caso de los seres humanos, la recreación de las creencias, los
ideales, las esperanzas, la felicidad, las miserias y las prácticas.
Cada individuo, cada unidad de portadores de la experiencia vital de su grupo desaparece con el
tiempo. Y sin embargo, la vida del grupo continúa. El nacimiento y la muerte de cada uno de los
miembros constitutivos de un grupo social determinan la necesidad de la educación.
Se halla el contraste entre la inmadurez de los miembros recién nacidos del grupo -sus únicos
representantes futuros- y la madurez de los miembros adultos que poseen el conocimiento y las
costumbres del grupo.
La sociedad existe mediante un proceso de transmisión tanto como por la vida biológica. Esta
transmisión se realiza por medio de la comunicación de hábitos de hacer, pensar y sentir de los más
viejos a los más jóvenes, los seres humanos jóvenes son tan inmaduros que si se les dejara
entregados a sí mismos sin la guía y el socorro de los demás, no podrían ni aun adquirir las
destrezas rudimentarias necesarias para la mera existencia física.
2_ Educación y comunicación
Evidente es, la necesidad de enseñar y aprender para la existencia continuada de una sociedad, un
método importante de la transmisión que forma las disposiciones de los seres inmaduros: pero son
sólo un medio y, comparado con otros factores, un medio relativamente superficial.
La sociedad no sólo continúa existiendo por la transmisión, por la comunicación, sino que puede
decirse muy bien que existe en la transmisión y en la comunicación.
La comunicación que asegura la participación en una inteligencia común es la que asegura
disposiciones emocionales e intelectuales semejantes, como modos de responder a las expectaciones
y a las exigencias.
Los individuos no constituyen tampoco un grupo social porque trabajen todos por un mismo fin.
Las partes de una máquina trabajan con un máximo de cooperación por un resultado común, pero
no constituyen una comunidad. Si, todas reconocieran el fin común y se interesaran por él todas de
modo que regularan su actividad específica en vista de él, entonces formarían una comunidad. Pero
esto supondría comunicación. Cada una habría de conocer lo que conocen las demás.
Dentro del grupo más social existen muchas relaciones que no son aún sociales. Un gran número de
relaciones humanas en todo grupo social se hallan aún en un plano semejante a la máquina, las
relaciones de padres e hijos, maestros y alumnos, patronos y empleados, gobernantes y gobernados,
no constituyen un verdadero grupo social, por muy íntimamente que sus actividades respectivas se
conexionen unas con otras. El dar y tomar órdenes modifica la acción y los resultados, pero esto no
efectúa una comunicación de intereses.
La vida social es idéntica a la comunicación, y toda comunicación (y por tanto toda vida social
auténtica) es educativa. Ser un receptor de una comunicación es tener una experiencia ampliada y
alterada.
La experiencia debe formularse para ser comunicada. Sólo cuando llega a fundirse en un molde y se
convierte en rutina, pierde su poder educativo. La vida social no sólo exige señalar y aprender para
su propia permanencia, sino que el mismo proceso de convivir educa. Este amplía e ilumina la
experiencia; estimula y enriquece la imaginación; un hombre que viva realmente aislado (aislado
tanto mental como físicamente) tendría poca o ninguna ocasión de reflexionar sobre su experiencia
pasada para extraer su sentido neto.

3. El lugar de la educación sistemática


La educación que cada uno obtiene de vivir con los demás es incidental: es natural e importante,
pero no expresa la razón de la asociación, las asociaciones religiosas, por ejemplo, comenzaron con
el deseo de asegurarse el favor de los poderes supremos y de evitar las influencias del mal; la vida
familiar, con el deseo de asegurar la perpetuidad familiar; el trabajo sistemático, en su mayor parte,
por la servidumbre de los otros, etc.
Pero al tratar con el joven, la necesidad de adiestramiento es demasiado evidente; la presión para
producir un cambio en su actitud y hábitos es demasiado urgente. Puesto que nuestro principal
quehacer con él es capacitarle para compartir una vida en común, no podemos dejar de considerar si
estamos o no formando los poderes que aseguran esta capacidad.
Dentro del amplio proceso educativo que hemos considerado hasta ahora, a un género más
sistemático de educación, el de la tutela directa o escolaridad. En los grupos sociales no
desarrollados encontramos muy poca enseñanza y adiestramiento sistemático (formal). Dependen
de que los niños aprendan las costumbres de los adultos, adquiriendo emociones e ideas,
participando en lo que hacen las personas mayores.
En cierto modo, esta participación es directa, al tomar parte en las opiniones de los adultos y al
realizar así un aprendizaje; pero por otro lado, es indirecta a través de los juegos en los que los
niños reproducen las acciones de los adultos y llegan así a saber que son sus semejantes.
La capacidad para participar eficazmente en las actividades adultas depende así de un
adiestramiento previo proporcionado con este fin. Se organizan instituciones intencionadas -las
escuelas- y material exprofeso –los estudios. Las tareas de enseñar ciertas cosas se delegan en un
grupo especial de personas.
Sin tal educación sistemática no es posible transmitir todos los recursos y adquisiciones de una
sociedad compleja.
Pero la participación en la actividad real, sea directa o indirectamente en el juego, es por lo menos
personal y vital. La instrucción sistemática, por el contrario, llega a ser fácilmente remota y muerta,
en una cultura avanzada, mucho de lo que se ha de aprender se halla depositado en símbolos. Está
lejos de su transmisión en actos y objetos familiares. Tal material es relativamente técnico y
superficial.
Existe el peligro constante de que el material de la instrucción sistemática sea meramente el tema de
estudio de las escuelas, aislado de los temas de las experiencias de la vida.
Así alcanzamos la noción ordinaria de la educación: noción que ignora su necesidad social y su
identidad con toda asociación humana que afecte a la vida consciente y que la identifican con la
información proporcionada sobre asuntos remotos y la transmisión de saber mediante signos
verbales: la adquisición del alfabetismo.

Sumario
La vida es un proceso de autorrenovación. Lo que la nutrición y la reproducción son a la vida
fisiológica, es la educación a la vida social. La comunicación es un proceso a compartir la
experiencia hasta que ésta se convierte en una posesión común. Que la significación ulterior de toda
forma de asociación humana se halla en la contribución que haca el perfeccionamiento de la
cualidad de la experiencia, es un hecho que se reconoce más fácilmente al tratar con los seres
inmaduros.
A medida que las sociedades se hacen más complejas en su estructura y recursos, aumenta la
necesidad de la enseñanza y el aprendizaje sistemático o intencional. Así existe el peligro de crear
una separación indeseable entre la experiencia obtenida en las asociaciones más directas y la que se
adquiere en la escuela.

CAPITULO SEGUNDO La educación como función social


1. Naturaleza y significación del medio ambiente
La educación es un proceso de estimulación, de nutrición y de cultivo.
Etimológicamente, la palabra educación significa justamente un proceso de dirigir o encauzar.
Cuando tenemos en cuenta el resultado del proceso hablamos de la educación como de una
actividad estructuradora, moldeadora, formadora, es decir, de una estructuración según la forma
normativa de la actividad social.
El método por el cual el joven asimila el punto de vista del viejo, es por medio de la acción del
ambiente al suscitar ciertas respuestas.
Las palabras "ambiente", "medio", designan algo más que los lugares próximos al hombre.
Designan la continuidad específica de esos lugares con sus propias tendencias activas.
El medio ambiente de un arqueólogo, como tal, consiste en las épocas remotas de la vida humana
que estudia y los restos, inscripciones, etc., por los cuales establece conexiones con aquel período.
En suma, el medio ambiente consiste en aquellas condiciones que promueven o dificultan,
estimulan o inhiben las actividades características de un ser vivo.

2. El medio ambiente social


El medio social forma a sus miembros inmaduros.
Hasta los perros y los caballos sufren modificaciones en su acción por la asociación con los seres
humanos; forman hábitos diferentes porque los seres humanos intervienen en lo que hacen.
Operando de un modo persistente para provocar ciertos actos, se forman hábitos que funcionan con
la misma uniformidad que los estímulos originales.
Las acciones humanas se modifican de igual forma. Un niño que se ha quemado, teme al fuego; si
un padre dispusiese las condiciones de tal suerte que cada vez que un niño tocara cierto juguete se
quemara, el niño aprendería a evitar el juguete tan automáticamente como evita tocar el fuego,
podemos llamar adiestramiento a diferencia de la enseñanza educativa.
Hemos de encontrar, pues, algunas diferencias entre el adiestramiento y la educación.
En muchos casos -en demasiados casos- se actúa sobre la actividad del ser humano inmaduro
simplemente para asegurar hábitos que son útiles. Es adiestrado como un animal más que educado
como un ser humano.
Más para lograr la felicidad o para evitar el dolor del fracaso tiene que actuar de acuerdo con los
demás. En otros casos, comparte o participa en la actividad común. En este caso, se modifica su
impulso original. No sólo actúa de un modo que está de acuerdo con los demás, sino que al actuar
así se suscitan en él las mismas ideas y emociones que animan a los otros.
El medio social ni implanta directamente ciertos deseos e ideas ni establece tampoco ciertos hábitos
de acción puramente musculares, como cerrar los ojos o evitar un golpe "instintivamente", sus
creencias y sus ideas adoptarán una forma semejante a las de los demás del grupo. También
adquirirá el mismo caudal de conocimientos, puesto que éste es un ingrediente de sus actividades
habituales.
La importancia del lenguaje para la adquisición de conocimientos es indudablemente la principal
causa de la idea común de que el conocimiento puede transmitirse directamente de unos a otros.
El niño pequeño comienza naturalmente con meros ruidos y sonidos que no tienen ningún sentido y
que, por tanto, no expresan ninguna idea.
Cuando la madre sale con el niño a la calle le dice "el sombrero" al poner algo en la cabeza del
niño. El salir a la calle se convierte en un interés para éste; la madre y el niño no sólo salen juntos
físicamente, sino que ambos son afectados por la salida; disfrutan de aquélla en común. Por
conjunción con los demás factores que entran en juego. El sonido "sombrero" adquiere pronto el
mismo sentido para el niño que tiene para los padres; llega a ser un signo de la actividad en que
interviene.
El sonido 'sombrero" adquiere sentido precisamente en la misma forma que la cosa "sombrero"; la
garantía para el mismo modo de usarlos se encuentra en el hecho de que la cosa y el sonido se
emplean primero en una actividad conjunta, como un medio para establecer una conexión activa
entre el niño y un adulto. Una vez que los sonidos han adquirido sentido mediante su conexión con
otras cosas empleadas en una empresa común, pueden emplearse en conexión con otros sonidos
análogos para desarrollar nuevos sentidos, precisamente como se hallan combinadas las cosas a que
aluden.
Por tanto, que el uso del lenguaje para expresar y adquirir ideas es una extensión y refinamiento del
principio de que las cosas adquieren sentido usándolas en una experiencia compartida o una acción
conjunta; cuando las palabras no intervienen como factores en una situación compartida, ni real ni
imaginativamente, operan como estímulos puramente físicos, no poseyendo sentido ni valor
intelectual.

3. El medio social como educativo


Un niño que se desarrolla en una familia de músicos tendrá inevitablemente estimuladas
musicalmente cuales quiera capacidades que posea, y relativamente estimuladas más que otros
Impulsos que pudieran haber sido despertados en otro ambiente. Si no toma interés por la música y
adquiere cierta competencia con ella, "quedará fuera".
En las sociedades de nuestro tiempo, de acuerdo con los intereses y ocupaciones del grupo, ciertas
cosas llegan a ser objetos de alta estimación; otras, de aversión. El modo en que nuestro grupo o
clase hace las cosas tiende a determinar los objetos propios de atención y así prescribir la dirección
y límites de la observación y la memoria. Lo que es extraño tiende a ser moralmente prohibido e
intelectualmente sospechoso.
Así como los sonidos exigen objetos sensibles para estimularlos, así nuestros poderes de
observación, recuerdo e imaginación no actúan tampoco espontáneamente, sino que son puestos en
movimiento por las exigencias de las ocupaciones sociales corrientes.
Los modos fundamentales del hablar, la masa del vocabulario, se forman en el intercambio
ordinario de la vida y se desarrollan no como una serie de medios de instrucción, sino como una
necesidad social. El niño pequeño adquiere, la lengua materna.
En segundo lugar, las maneras. Las buenas maneras proceden, como se dice, de la buena crianza, se
adquiere por estímulos habituales no por una información transmitida. Las maneras no son sino una
moralidad menor.
En tercer lugar, está el buen gusto y la apreciación estética. Si la vista es afectada constantemente
por objetos armoniosos, con elegancia de forma y color, se desarrollará naturalmente un espíritu de
buen gusto. El efecto de un ambiente chabacano, desordenado, destruye el buen gusto. Contra tales
obstáculos, la enseñanza consciente suministrar información, respecto a lo que piensan los demás.
Tal gusto, seguirá siendo un recuerdo elaborado de lo que piensan aquellos a quienes se ha
enseñado a mirar.
Pero en general, puede decirse que las cosas que aceptamos sin indagación o reflexión son
justamente las cosas que determinan nuestro pensar consciente y deciden nuestras resoluciones. Y
estos hábitos que se hallan bajo el nivel de la reflexión son precisamente aquellos que se han
formado en el dar y tomar constantes de las relaciones con los demás.

4. La escuela como medio ambiente especial


Nosotros nunca educamos directamente, sino de, forma indirecta por medio del ambiente.
Un hogar inteligente difiere de uno ininteligente principalmente en el hecho de que los hábitos de
vida y de trato que prevalecen en aquél son escogidos o al menos matizados por la idea de su efecto
sobre el desarrollo de los niños. Las escuelas nacen cuando las tradiciones sociales son tan
complejas que se confía a la escritura y se transmite mediante símbolos escritos. Los logros
acumulados de generación en generación se depositan en ella, aunque algunos quedan fuera de uso
temporalmente, tan pronto como una comunidad depende en una medida considerable de lo que está
más allá de su propio territorio y su propia generación inmediata, tiene que acudir al auxilio de las
escuelas para asegurar la adecuada transmisión de todos sus recursos. De ahí que se haya
establecido un modo especial de intercambio social, la escuela, para atender a tales asuntos.
Este modo de asociación tiene tres funciones. En primer lugar, una civilización compleja es
demasiado compleja para ser asimilada en su totalidad. Ha de fragmentarse en partes, un niño
colocado en la posición más favorable no podría participar fácilmente en muchas de las relaciones
sociales. Los negocios, la política, el arte, la ciencia, la religión reclamarían todos a la vez su
atención y la confusión sería el resultado. La primera misión del órgano social que llamamos la
escuela es ofrecer un ambiente simplificado.
En segundo lugar, es misión del ambiente escolar eliminar, hasta donde sea posible, los rasgos
perjudiciales del medio ambiente existente para que no influyan sobre los hábitos mentales. La
selección no sólo aspira a simplificar, sino también a eliminar lo que sea indeseable.
Al seleccionar lo mejor para su uso exclusivo, lucha por reforzar el poder de esto mejor.
En tercer lugar, es misión del ambiente escolar, tratar de que cada individuo logre una oportunidad
para librarse de las limitaciones del grupo social en que ha nacido y para ponerse en contacto vivo
con un ambiente más amplio. Dentro de la ciudad moderna, a pesar de su unidad política nominal,
existen comunidades, costumbres, tradiciones y formas de gobierno y control diferentes de las que
existían en todo un continente en una época anterior.
Un club, una banda, una partida de ladrones, los presos de una cárcel ofrecen ambientes educativos
para los que entran en sus actividades colectivas o conjuntas, tan reales como una iglesia, un
sindicato obrero, un negocio o un partido político.
Hay también comunidades cuyos miembros tienen poco o ningún contacto directo entre sí, como los
gremios de artistas por ejemplo. Ellos tienen aspiraciones en común y la actividad de cada miembro
es directamente modificada por el conocimiento de lo que hacen los demás.
La mezcla en la escuela de la juventud de diferentes razas, religiones y costumbres crea para todos
un ambiente nuevo y más amplio. Las materias de estudio comunes acostumbran a todos a una
unidad de perspectiva en un horizonte más amplio que el visible a los miembros de cualquier grupo
mientras está aislado.
La escuela tiene también la función de coordinar dentro de las disposiciones de cada individuo las
diversas influencias de los diferentes ambientes sociales en que se introduce. Un código prevalece
en la familia; otro, en la calle; un tercero, en el taller o el comercio; un cuarto, en la asociación
religiosa. Cuando una persona pasa de uno de estos ambientes a otro, está sometida a presiones
antagónicas y se halla en peligro de dividirse en un ser con diferentes normas de juicio y emoción
en las distintas ocasiones. Este peligro impone a la escuela una misión estabilizadora e integradora.

Sumario
El desarrollo en el joven de las disposiciones la vida continua y progresiva de una sociedad. Tiene
lugar por medio del ambiente, consiste en la suma total de condiciones que intervienen en la
ejecución de la actividad característica de un ser vivo.
El ambiente social consiste en todas las actividades de todos los seres semejantes que intervienen en
el desarrollo de las actividades de todos sus miembros. Aquél es verdaderamente educador en la
medida en que un individuo comparte o participa en alguna actividad conjunta. Al realizar su
participación en la actividad asociada, el individuo se apropia el propósito que la motiva, se
familiariza con sus métodos y materias, adquiere la destreza necesaria y se satura de su espíritu
emocional.
Conforme se hace más compleja una sociedad, se hace necesario proporcionar un ambiente social
especial que atienda especialmente al desarrollo de las capacidades de los seres inmaduros. Tres de
las más importantes funciones de este ambiente especial son: simplificar y ordenar los factores de
las disposiciones que se desea desarrollar; purificar e idealizar las costumbres sociales existentes;
crear un ambiente más amplio y mejor equilibrado que aquél por el cual el joven sería
probablemente influido si se le abandonara a sí mismo.

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