Boletin-191 Hermano Rafael
Boletin-191 Hermano Rafael
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Relevo en la dirección del Secretariado
de San Rafael Arnaiz Barón
P. Alberico Feliz Hno. Joaquín López
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quisieron tocarle como hace la gente de pueblo y los sencillos.
No entendían, pero se sentían felices. En el fondo Dios-Niño
comenzaba a gustarles más de lo que se habían imaginado. Un Dios
naciendo como ellos en lugares como los que habitaban les llenaba de
gozo. Se fueron enseguida, pues se dieron cuenta que aquella alegría
“era para todo el pueblo” y se despidieron a la manera judía.
A María le alegró la llegada de los pastores, necesitaba que el mundo
supiera que su Hijo había nacido. Además los pastores habían hablado
de ángeles y todo esto lo daba vueltas en su corazón.
Los pastores eran almas sencillas, personas vigilantes. Esto es de
gran valor. Estaban dispuestos a oír la voz de Dios, tenían el corazón
abierto. Velaban cerca de sus ovejas. De algún modo estaban esperando
algo en lo más íntimo de su ser.
Su vigilancia era:
- disponibilidad para escuchar,
- para ponerse en camino,
- era espera de luz que les indicara el camino.
Esto es lo que a Dios le interesa.
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Cuando celebramos la Eucaristía nos encontramos en Belén en “la
casa del pan”. Cristo se nos da y con ella su Paz. Estamos viviendo el
clima de la Noche Santa; abramos nuestra mente y nuestro corazón a
Cristo, acontecimiento de salvación.
En Navidad el Omnipotente se hace niño. Llamando a muchas puertas
pide que revisemos nuestra relación de vida. La palabra evangélica del
día de Navidad: “era la Luz verdadera que alumbra a todo hombre”
resuena más que nunca como anuncio de salvación. El misterio del
hombre solo se esclarece en el misterio del Verbo Encarnado.
Dejémonos llevar de la mano por el Niño de Belén. La fuerza viviente
de su Luz nos impulsa a una humanidad unida. En Navidad nuestro
espíritu se abre a la esperanza, contemplando la gloria divina oculta en
la pobreza de un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Es
el Creador del universo, reducido a la impotencia de un recién nacido.
En la noche de Belén el Redentor se hace uno de nosotros, para ser
compañero nuestro. La mano que El nos tiende nos guiará con acierto.
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Entremos con los pastores en la cueva de Belén, bajo la mirada
amorosa de María testigo silencioso del prodigioso nacimiento. Que
Ella nos ayude a vivir una feliz Navidad y a guardar en el corazón el
misterio de Dios.
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El Corazón de Jesús
y el Hno. Rafael
P. Alberico Feliz
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Pero procuremos ser ése granito de sal que se disuelve en
Dios, y que desaparece..., y no el granito de arena que o se
va al fondo, o queda depositado en una playa. No me digas
que no puedes... No hay más que dejarse hacer... dejarse
disolver”.
Teológicamente se puede afirmar que el término propio de di-
cho culto es el Corazón de Jesús visto como símbolo de su amor;
o incluso mejor considerado en su amor que se nos revela en el
símbolo de su Corazón. Ambas posiciones están por igual en los
documentos del Magisterio de la Iglesia; pero cuando se habla de
devoción como actitud interior que caracteriza toda una espirituali-
dad, prevalece la segunda interpretación.
Si queremos penetrar en “la íntima naturaleza cultual del Corazón
de Jesús y alimentar nuestro fervor religioso meditando este mis-
terio, debemos partir de los textos de la sagrada Escritura, de la
tradición y la liturgia.
En la Escritura encontramos: “Dios es amor y por amor sale al
encuentro del hombre en acto de inmensa misericordia que culmina
con la muerte de Cristo: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a
su Hijo único”. Jesucristo se convierte así en el signo, la revelación,
y la presencia entre nosotros del amor de Dios, que “tras haber
amado a los suyos los amó hasta el extremo”.
Precisamente porque su naturaleza es amor y toda su obra es
continua revelación de amor, Dios pide al hombre una religión de
amor, no solamente a flor de labios sino vivido en profundidad, a
nivel del corazón en sentido bíblico. Ya san Agustín dejó escrito:
“Recuerda lo que salió del costado de Cristo y escoge el camino
para poder entrar en él” La herida del costado es realmente la puer-
ta abierta, el Corazón la meta, el santuario escondido donde hallar
el amor, para darse en plenitud a él”.
Las almas sedientas sienten la necesidad de acercarse a la llaga
del Costado, penetrar en el santuario del Corazón, para abismarse
en este océano de caridad; así se expresan los místicos dóciles a la
lógica del amor, y Rafael entre ellos:
“Quiero, Señor, pasar esta Cuaresma muriendo poco a
poco..., para que algún día me dejes penetrar en la llaga de
tu Costado y hacer una celdica junto a tu Divino Corazón”.
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Muy posible que esto lo aprendiera leyendo a San Bernardo,
cuando dice que: “Los agujeros de la peña son las llagas de Cristo
y la piedra es Cristo... ¿Donde podrá hallar nuestra flaqueza un
remanso firme y seguro, sino en las llagas del Salvador? Yo perma-
nezco allí tanto con mayor confianza, cuanto que Él es poderosísi-
mo para salvarme”.
Y también: “Merezca habitar en tu Corazón todos los días de mi
vida, para así hacer tu voluntad. Está abierto tu Costado para así
mostrarnos el camino de entrada; y esta herida de tu Corazón para
que libres de toda perturbación exterior, podamos permanecer en
él. Está herido además, para que por la abertura visible, podamos
apreciar la invisible de su amor... ¿Quién es capaz de no amar a un
Corazón tan herido? ¿Quién no devolverá amor por amor?”
A partir del siglo XII se desarrolló en la Iglesia católica, una for-
ma especial de espiritualidad, que se inspiraba en la devoción al
Corazón de Cristo y a su amor. La razón teológica de este culto,
reside en el hecho de que la Humanidad del Verbo encarnado es
adorable por estar hipostáticamente unido a la persona de Cristo.
Esta devoción que echa los primeros brotes en la mística medie-
val, particularmente en San Bernardo y santa Gertrudis la Magna, -
libro que tuvo Rafael entre sus manos hasta el último día - adquiere
sus modalidades típicas de consagración y reparación en el siglo
XVII con motivo de las visiones de que gozó santa Margarita María
de Alacoque. En España se apareció también más tarde al joven
Francisco de Hoyos de la Compañía de Jesús, hoy día ya beato.
La liturgia patrística acerca de la fuente de gracia que brota del
Costado herido de Cristo se convierte en el fundamento de una
acendrada devoción al Corazón de Jesús. La introducción de la
fiesta del Corpus Christi y la piedad eucarística fomentarían aún
mucho más la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Y fue el
papa Clemente XIII en 1765 el que admitió en forma restringida la
celebración litúrgica de esta devoción; y en 1856 fue cuando Pio IX
extendió la fiesta del Corazón de Jesús a toda la Iglesia.
En el mes de marzo de 1899 León XIII anunció en la encíclica
“Annum sacrum” la consagración del mundo al Corazón de Jesús
y la realizó el 11 de junio del mismo año. Pio XI en su encíclica
“Miserentíssimus Redemptor” que publica el 8 de mayo, asoció con
la devoción al Corazón de Jesús la idea de la reparación, la expia-
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ción y la petición del perdón.
La devoción al Corazón de
Cristo fomentada por estas
encíclicas pontificias adquirió
intensa difusión durante los
siglos XIX y XX, y el Hermano
Rafael se sintió felizmente in-
volucrado en ella; se percibe
casi constantemente en sus
escritos interpretándolo siem-
pre como centro y símbolo de
amor; fue entonces cuando en
pleno centro de España se eri-
gió el famoso monumento al
Sagrado Corazón de Jesús en
el Cerro de los Ángeles.
En medio de los tiempos
verdaderamente convulsivos
y trágicos que le toca vivir al
Hermano Rafael en Madrid, -
los famosos tiempos “recios”que diría santa Teresa de su época-,
hace su primera visita a la Trapa, y si en un principio , cuando a los
cuatro meses tuvo que salir a causa de su enfermedad diabética,
estando muy centrado en su decisión vocacional para resolver su
segunda entrada, fue entonces cuando comenzó a escribir a su tía
explayándose en todos los sentidos.
En su carta del 1 de diciembre de 1935, comentando la “alegría
que su tía sentía en su pequeñez”, Rafael matiza:
“No debemos detenernos en nuestra pequeñez y pobreza,
lo mejor es que prescindamos de nosotros para poder subir
a Él. ... no es necesario todo eso para amar a Dios y unirse
a su Corazón, pues sino nos estaremos siempre detenidos
en nuestra humildad... y sin dejar de ser humildes, sin dejar
de ser pequeños, subamos hasta Él para que Él lo haga
todo”.
Y hablando de la guerra que se está ya fraguando, comen-
ta: “La Virgen vela por los españoles y el Corazón de Jesús
no nos abandonará... Es tan dulce quererse en el Corazón
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de Jesús, en ese Corazón donde todos cabemos y sin em-
bargo tan poco conocido”.
El Hermano Rafael había llegado por segunda vez al monasterio
como “oblato” el 11 de enero de 1936,y entre las “Meditaciones de
un trapense”, dedica una, el 2 de agosto con el título: “España está
en guerra” expresándose de esta manera:
“Estamos en época de revolución, de guerras sangrientas
entre hermanos de una misma nación. Al monasterio llegan
noticias del mundo que hacen poner en la paz conventual,
una nota de tristeza. España está en guerra y nuestros her-
manos se matan unos a otros. Los hay enemigos de Dios y
los hay que militan bajo la bandera de Cristo: unos y otros
combaten bajo la mirada del Rey del mundo... Aquí en el
monasterio “trapense”, hay almas que se ofrecen a Dios por
la paz de España.
...España, que tanta gloria ha dado a la Iglesia de Cristo,
patria de santos y tierra privilegiada por su catolicismo, está
dormida, y Dios con esta guerra la está dando un toque
de atención.. Los trapenses le piden a la Virgen del Pilar
que vuelva España a la fe. Ella vela por los españoles y el
Corazón de Jesús no nos abandonará”.
Como se ve, Rafael en esta meditación, llega a la conclusión
de que “todo lo que en España está pasando es una prueba de la
misericordia de Dios para purificar la fe de los españoles. Necesita
una “limpieza”; incluso necesita mártires”. Lo más valioso desde el
punto de vida espiritual es la sencillez con que encara la posibilidad
inmediata del martirio, indicio no solo de su valentía personal, sino
además de la propia entereza de su fe: “En fin, Dios sobre todo y
María nos ayude”.
“¡Que distintos caminos llevan los hombres al pasar por la vida!”,
había escrito Rafael en sus “Impresiones sobre la Trapa”: en efec-
to, el 7 de agosto de 1936 precisamente cuando los dinamiteros
maquinaban explosionar la imagen del Sagrado Corazón del Cerro
de los Ángeles queriendo destruir simbólicamente a Cristo, Rafael
escribía en su cuaderno: “Solo Tu”, y concluía: “Solo Dios basta”.
En “Dios y mi alma”, en una súplica que hace a la Virgen, le dice
con sencillez: “Ayúdame a seguir los consejos de la Imitación de
Cristo que me dice no busque nada en las criaturas y me refugie en
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el Corazón de Cristo”.
En el apartado “Vivir junto a la Cruz” escribe: “”Hoy en la
santa comunión he sentido el consuelo de verme cerca de
Ti... He querido Señor, clavar en tu Corazón esas palabras
que digo todos los días: “No permitas que me aparte de Ti.
Ponga a tus pies mi celda, mi lecho. Tenga yo Señor, mis
delicias, mi oración, mis exámenes de conciencia... No per-
mitas que me aparte de Ti”.
“Déjame hacer en tu Corazón mi celda, déjame hacer junto
a él mi lecho. Déjame vivir solo y desnudo de todo junto a tu
Corazón Divino. Quiero pasar esta Cuaresma poco a poco,
para vivir solo para Ti; para que algún día me dejes Señor,
penetrar por la llaga de vuestro Costado y hacer una celda
junto a tu Divino Corazón”.
Aquí tenemos un indicio manifiesto de que Rafael puede ser
contado entre los finos amantes del Sagrado Corazón de Jesús, al
que honra y venera como centro
dinámico del amor deseando con
ansiedad penetrar por la llaga del
costado y colocar su celdica en el
Corazón Divino, el mejor refugio
que podía buscar.
Rafael identifica tres cosas:
Pasión de Cristo, Cruz de Cristo
y Corazón de Cristo. Si la Cruz
es la forma exterior de la Pasión,
el amor es la esencia interior y el
corazón de esa Cruz.. La palabra
Cruz se refiere sobre todo al as-
pecto de sacrificio, de dolor, de re-
verencia y anonadamiento; mien-
tras que el símbolo del Corazón
indica más bien el aspecto del
amor. Un amor, o un Corazón
que precisamente solo se pue-
de entrever a través de la herida
del Costado. Por consiguiente la
Cruz, o el sufrimiento de Cristo no
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es otra cosa que la herida del amor.
Nunca como estos escritos últimos, había hablado Rafael del
Corazón de Cristo. En ese Corazón quiere ahora poner su celda
encaramándose a través de las hendiduras de la lanza, sobre el
que quiere inclinar también su cabeza como san Juan el Discípulo
Amado, para escuchar su enseñanza, los latidos íntimos y los deli-
cados susurros de su amor, que solo callando a todo y escuchando
junto a El pueden ser oídos.
Más adelante en sus escritos usará dos palabra extremas, la de
la “locura” y la del “frenesí” para manifestar la hondura de su amor :
“¡Como no volverse loco! ¡Que bien se vive en el Corazón
de Cristo! ...Solo el insensato que no adore al Corazón de
Cristo puede desesperarse en sus propios dolores”. ...Jesús
necesita de corazones que olvidándose de sí mismos y le-
jos del mundo, amen con frenesí y con locura su Corazón
dolorido y desgarrado de tanto olvido. Jesús mío, dulce
dueño de mis amores, toma el mío”.
De nuevo se entrevé aquí el contraste entre la cordura del mun-
do que en realidad es locura, y la locura de la Cruz que al final es la
locura de Dios. El mundo se halla en situación de olvido o incons-
ciencia espiritual, necesita oyentes de esa Palabra de amor que late
y se esconde en el corazón de Cristo.
Sublime doctrina, lema profundo que nos descubre todo un
abismo insondable de la espiritualidad a la que está invitado todo
cristiano, en especial los llamados a vivir consagrados a Cristo, de
manera especial los contemplativos.
Y más adelante en uno de los soliloquios escribe hablando de
sí mismo:
“¿Quién podrá comprender el Corazón de Cristo? Nadie,
pero chispitas de ese Corazón hay quien las tiene... muy
ocultas, muy en silencio, sin que el mundo se entere.”
Comprender el Corazón de Cristo y el misterio de la Compasión
divina en él, ¿no es acaso la gran asignatura? Ahora bien, el lugar
donde ése Corazón y ésa Compasión mejor se revelan es la “divina
escuela de la Cruz”, donde Rafael ha sido un excelente discípulo y
donde ha experimentado la maravilla del estupendo del que habla
más adelante.
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Y el Jueves Santo escribe en su cuaderno de “Dios y mi
alma”meditando el gesto del apóstol san Juan al recostarse en el
pecho del Señor en la última cena:
“Jesús mío, yo no soy digno, bien lo sabes, y sin embar-
go, también me dejas descansar junto a tu Corazón divino
como el discípulo amado. Yo te prometo quererte mucho,
como nadie de la comunidad, más que todos juntos”
Grandes secretos nos descubre aquí Rafael. Creo que no existe
en todos sus escritos una página donde se nos revele tan íntima-
mente unido a Cristo, hasta el punto de lograr la misma gracia que
el discípulo amado san Juan, que mereció la misma dicha de re-
clinar su cabeza sobre el pecho de Jesús. También a Rafael le fue
dada la misma gracia. No lo dice claramente, pero se desprende
del relato.
En el Boletín anterior, número 190, entre las novedades y noti-
cias recordábamos cómo el 31 de octubre de 2018 se celebró en
la Basílica Nacional de la Gran Promesa de una Valladolid, una
Eucaristía solemne recordando a los seis santos españoles, gran-
des devotos del Sagrado Corazón, y entre ellos el Hermano Rafael,
cuyas reliquias “ex óssibus” fueron colocadas en las hornacinas del
altar de la Virgen del Pilar dentro de Santuario, como preludio al
gran acontecimiento que el 3 de diciembre culminaría con la solem-
ne celebración litúrgica presidida por el Nuncio de Su Santidad en
España Mons Señor Renzo Fratini dando comienzo al Año Jubilar
como testimonio público de nuestra fe en el corazón de Cristo.
El pueblo, después de 100 años, se ha vuelto a consagrar
al Sagrado Corazón en este Año Jubilar. Fueron más de 12.000
mil personas que junto a cuatro cardenales y más de una veintena
de obispos han renovado la consagración de España al Sagrado
Corazón en una ceremonia que se celebró a los pies del monumen-
to en el mismo lugar en el que se hizo por primera vez en 1919. El
Nuncio Apostólico transmitió la bendición del Papa Francisco que
animó a “ser testigos de Cristo, para que su amor reine en todos
los hogares.
La renovación de la consagración de España estuvo prece-
dida de una noche cuajada de oración en la que participaron más
de 3.000 personas usando las mismas palabras: ...“España pueblo
de tu herencia y de tus predilecciones, se postra hoy reverente ante
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este trono de tus bondades, que para Ti, se alza en el centro de la
Península”.
Testimonio precioso ha sido también el que nos han dado
los prelados que, aprovechando su participación en la Asamblea de
la Conferencia Plenaria Episcopal han querido ganar el jubileo de
este Año Santo del Centenario de la Consagración de España al
Sagrado Corazón de Jesús, peregrinando al Cerro de los Ángeles
para celebrar la Eucaristía en el Santuario del Sagrado Corazón.
Terminaron su visita ante los restos del primer monumen-
to con la oración consecratoria de 1919: ..“Venga a noso-
tros Vuestro Reino, reino de justicia y de amor. Reinad en
los corazones de los hombres en el seno de los hogares,
en la inteligencia de los sabios, en las aulas de la ciencia
y de las letras y en nuestras leyes e instituciones patrias.
...Bendecidnos a todos los que aquí reunidos en cordialidad
de unos mismos santos amores de Religión y de Patria que-
remos consagraros nuestra vida pidiéndoos como premio
de ella, el morir en la seguridad de vuestro amor y en el
regalado seno de vuestro Corazón adorable”.
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El HERMANO RAFAEL,
UN ALMA ENAMORADA DE DIOS
Conchita Aspas
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sensible y abierta a Dios, podrían haber dispuesto su alma ya
desde la infancia para acoger la llamada de Dios.
Su madre nos deja escrito que ya el día de su Primera Comunión,
Dios le debió elegir para Sí, y las madres no se equivocan, pero
faltaba concretar esa llamada que al parecer yacía latente en el
fondo de su alma…
En aquella primera visita a la Trapa, le impactó sobremanera
la Liturgia Cisterciense, como él comentará más tarde, esas
Vísperas cantadas por el coro monacal, ese Magníficat y la Salve
de la noche… serán el cebo, por asi decirlo, por el que Rafael
comience a plantearse, aun de una forma lejana todavía , su
vocación.
Volverá a la Trapa en más ocasiones, hará Ejercicios Espirituales
en ella, y al fin un día tomará la decisión que comunicará a su
madre en esa frase lapidaria: Mamá Dios me llama, quiero irme
a la Trapa.
Dios, a través de la mediación de su tío, le puso en camino para
descubrir su llamada y Rafael fue generoso, y aunque tenía
todo lo que el mundo podía ofrecerle no dudó un instante en
responder al Señor.
Parece ser que fue María, la que a través de la liturgia, suscitó en
él esa vocación a la vida cisterciense. No lo sabemos, pero lo que
sí sabemos es que Rafael dirá que su vocación se la había dado la
Señora, como la llamaba.
.Sigamos adelante, Rafael entra en la Trapa el 15 de Enero de
1934, le ha costado mucho separarse de su familia a la que quería
entrañablemente, pero se consuela a si mismo y a sus familiares
en la seguridad de que allí les amará más y de que no les faltarán
sus oraciones.
A pesar de la austeridad de la vida en la Trapa en aquella época,
Rafael está contento y se adapta bien, aunque acostumbrado
a otro tipo de vida le costará lo suyo, en pocas palabras Rafael
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es feliz, parece que ha hallado su lugar en el mundo y que se
encuentra como el pez en el agua.
A su entrada, Rafael ha puesto el listón muy alto, pues llega
con un deseo, el de ser santo y no parará hasta lograrlo, o mejor
dicho hasta que Dios lo logre en él.
Aunque esto no se realizará a su manera, pronto los planes que
Dios tiene para él se lo demostrarán.
Porque apenas han pasado cuatro meses, su salud se resquebraja,
la aparición brusca de la enfermedad de una diabetes juvenil
tipo 1, la más grave dependiente de la insulina, le hará salir del
Monasterio más muerto que vivo, en pocos días había perdido
24 kilos, con una falta absoluta de fuerzas sale del Monasterio
e inmediatamente le ponen en tratamiento con insulina y asi va
saliendo del grave estado en el que se encontraba.
Poco a poco con los cuidados que le proporcionan el médico y su
madre, va normalizándose y quiere volver al Monasterio porque
siente que el Señor sigue llamándole allí, pero la diabetes tipo
1 no es una enfermedad que se cure, aunque él no lo sepa aún.
En ese tiempo de recuperación, Rafael meditando en todo lo
que le ha ocurrido, hará un descubrimiento vital que marcará
su vida de ahí en adelante, no me equivoco al decir que fue una
gracia de Dios a la que él fue fiel, absolutamente fiel.
Él lo expresa asi: Lo que me pasa es que Dios me quiere mucho.
¿ Quién ante una enfermedad incurable, que entra en su vida
rompiendo los planes que se había hecho puede hacer tal
afirmación ? Nadie sin una gracia muy especial, que es la que él
recibió y a la que como he dicho, fue fiel.
Esa enfermedad que era imposible de tratar en aquel tiempo
en el Monasterio, le va a hacer salir a su casa varias veces para
lograr compensarla, algo que no lograba allí.
Pero Rafael no se rinde, a medida que iba dándose cuenta de que
la enfermedad era incurable, y después de conocer la naturaleza
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de la misma, se convertirá para él, en el tesoro que por nada ni
por nadie cambiaría, según palabras suyas. El tesoro del que se
valdrá Dios para llevarle a la santidad.
Hasta tres veces tuvo que salir del Monasterio para compensarla..
La última, a causa de la guerra cuando su familia se había
trasladado al pueblecito burgalés de Villasandino en el que
tenían una casa solariega, allí pasaba largos ratos de oración,
recorría los rincones más bellos del pueblo y les plasmaba en sus
pinturas, pero su sitio no estaba en lo que él llamaba mundo, por
lo que decidió volver por cuarta y última vez a la Trapa, esta vez
sabiendo que iba a morir.
Así en los cuatro últimos meses de su vida, comenzará una
carrera vertiginosa hacia la identificación con Cristo Crucificado.
Su amor a Cristo, el Amor infinito clavado en un madero, como
él lo llama, le llevará a morir de amor.
Rafael es un enamorado de Jesús crucificado por amor.
Se encontró con él en el dolor, que le hizo descubrir hasta
qué punto le amaba Jesús, y no solo a él sino a toda la
humanidad por la que entregó su vida al Padre, muriendo en
una ensangrentada Cruz.
Es el mismo Jesús el que le invita a compartir su misión,
participar unido a él en la Redención del mundo.
Rafael conoce su fragilidad de criatura, pero cuenta con la ayuda
de alguien muy importante: Esa es María, de la que según él,
había recibido la vocación.
Ella será para él una verdadera Madre en el duro camino
emprendido, Ella le ayudará, le auxiliará cuando más lo necesite
y él la amará con inmensa ternura.
Jesús y María son sus grandes amores. Jesús crucificado, Jesús
en el Sagrario de su Trapa, su Solo Dios, Solo Dios, Solo Dios.
Llega un momento en el que es tanto el amor que se profesan
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Jesús y él, que le hace exclamar: Con lo que Tú me amas y lo que
yo te amo, es muy difícil vivir asi.
Rafael, vive abrazado a la Cruz de Jesús en los vaivenes de una
enfermedad mal controlada, sin enfermero que le cuide en la
Trapa por las circunstancias históricas de la guerra civil, en un
Monasterio donde solo quedan niños y ancianos, sin los cuidados
y atenciones que tenía con su madre que era enfermera.
A los sufrimientos físicos se añaden los sufrimientos morales y
espirituales: En lo físico, la misma enfermedad mal controlada,
le hace pasar mucha hambre, y se acuerda de los alimentos que
tomaba en su casa donde no le faltaba de nada.
En lo moral, le vienen a la mente los consejos que algunas
personas, incluso religiosas le habían dado, diciéndole que
abandonara el monasterio y que cuidara su enfermedad,
acusándole de insensato si no lo hacía.
En lo espiritual sufría porque a veces en su soledad, sin nadie
con quien compartir los vaivenes de su estado, se sentía como
abandonado y rechazado por Dios y eso le producía un gran
sufrimiento,
Pero Rafael no puede vivir lejos de su monasterio, de su Sagrario
desde el que se ofrece y ora por esa España en guerra, por su
hermano Fernando, y por sus hermanos trapenses que están en
el frente, por el Papa, por la Iglesia, por los Sacerdotes, por el
mundo entero para reparar los pecados de todos.
Por todos ellos Rafael hará la Ofrenda de su vida al Señor desde
su condición de Oblato, que era como estaba en el monasterio,
en el que debido a la enfermedad no podía aspirar a otra cosa en
aquel tiempo, saciando así sus ansias de amar, mientras Dios le
invadía en la medida de su entrega.
A Dios ha ofrecido su vida, que era lo último que le quedaba,
ya que Dios le había ido despojando de todo, de su salud, de
sus ilusiones de ser monje y de vivir en comunidad alabándole
siempre …
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Ese Rafael del principio cuyo centro era la Trapa, se ha quedado
solo con el crucificado y se cobija en el divino Corazón de Jesús
orando así:
Tú, Señor, solo estás en el corazón desprendido de todo.
Tú, buen Jesús, divino amado mío, tienes tus delicias…Ah Señor,
qué voy a decir, en el corazón del hombre., Yo te blindo el mío.
Déjame hacer en el tuyo mi celda.
Déjame hacer junto a él mi lecho,
Déjame vivir solo y desnudo de todo junto a tu corazón divino.
Destrozado físicamente, identificado con Cristo crucificado por
el Amor y el dolor, el Padre contempla en él la imagen de su
Hijo.
Rafael ha llegado a la meta, muere de Amor al Jesús de su alma.
Después de vivir una vida breve pero intensa, plena de amor y
de dolor, a sus 27 años recién cumplidos, María , compañera de
camino en sus vicisitudes, le lleva a Jesús, el amor de su alma.
Resumimos las Claves de su Espiritualidad:
La espiritualidad del Hno. Rafael es una espiritualidad:
1- Del deseo de Dios que nos quiere santos.
2. De la aceptación incondicional de su Voluntad.
3- Del descubrimiento de su Amor en circunstancias
adversas.
4- Espiritualidad Oblativa, que hace de su vida una
ofrenda a Dios.
5- Espiritualidad centrada en el corazón de Cristo
Crucificado.
6- Espiritualidad Heroica y Martirial.
7- Espiritualidad Mariana.
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Por todo ello:
En 1962, dada su fama de santidad, se inicia su proceso de
Canonización.
El 19 de Agosto de 1989, el Papa Juan Pablo II, le propone como
modelo para la Juventud Mundial en la JMJ de Santiago de
Compostela.
El 27 de septiembre de 1992 el mismo Papa lo declara Beato en
San Pedro de Roma., aprobado el milagro de la joven palentina:
Carmen Argüelles.
El 11 de Octubre de 2009, el Papa Benedicto XVI le eleva a los
altares en la Canonización, por el milagro de la joven madrileña:
Begoña León.
Y como colofón, estas palabras orantes de Rafael en este
Encuentro que tiene como título: Consagradas en el Corazón
Virginal de Cristo:
Jesús necesita almas que en silencio le escuchen.
Jesús necesita corazones que, olvidándose de si mismos,
adoren y amen con frenesí y con locura su corazón dolorido y
desgarrado por tanto olvido.
Jesús mío, dulce dueño de mis amores, toma el mío.
Que desde el cielo donde mora por toda la eternidad, os envíe a
todas su bendición.
– 27 –
Un autógrafo para el tío Polín
(Texto inédito de San Rafael Arnaiz)
Hno. Joaquín, ocso.
1
Archivo Monasterio San Isidro de Dueñas (AMSID), Sec. Hno. Rafael, caja nº 3, C,
2.2.
2
AMSID, Sec. Comunidad, caja nº 1, Libros. Registro de ejercitantes (1919-1951),
p. 100. (Cf. también Libro de Hospedería, p. 240, en el que se indica que dejó 75
pesetas en concepto de hospedaje).
3
Id., p. 101.
– 28 –
sa, pero solo pernoctó un día en la hospedería de mujeres, acompañada
de una amiga suya, según nos indica el libro del hospedero: “Día 9 de
Diciembre. Llegó D. Leopoldo, Excmo. Sr. Duque de Maqueda a ha-
cer los Ejercicios, se fue el día 14. Hospedaje 100 pesetas”. “Día 13.
Llegó la Excma. Sra. Duquesa de Maqueda, se fue el día siguiente. Día
13. Llegó la Excma. Señorita Marquesa de Portugalete, se fue el día
siguiente”4. Fue en estas ocasiones (no hay constancia de que fuera an-
teriormente) que D. Leopoldo conoció e hizo amistad con el P. Arman-
do Regolf Senchermés, que en esos años era el responsable de dar los
ejercicios espirituales a los huéspedes que venían con esta intención.
En consecuencia de esa amistad, D. Leopoldo debió sugerir a su
sobrino Rafael Arnaiz que visitara el monasterio de la Trapa; y así, la
primera vez que Rafael estuvo en San Isidro de Dueñas, portaba una
carta de su tío para entregar al P. Armando; era el 23 de septiembre de
1930 como consta en el libro de registros del hospedero: “Día 23. Llegó
el sobrino del Duque de Maqueda, D. Leopoldo; se fue el día siguiente.
Hospedaje 5 pesetas”5. De esta visita a San Isidro De Dueñas, Rafael,
comentará días después en carta su tío: “Lo que vi y pasé en la Trapa,
las impresiones que tuve en ese santo monasterio, no se pueden, o por
lo menos, yo no sé explicarlas y solamente Dios lo sabe... Me dijo el
P. Armando que ahora no, pero que en cuanto acabase mi carrera me
necesitan...”. Y más adelante, Rafael, continúa diciendo: “Tenías razón
cuando decías que esta visita a la Trapa te la tenía que agradecer, ya lo
creo; nunca te lo agradeceré bastante”6.
Pero ya antes de estas fechas, en 1927, D. Leopoldo Barón, co-
menzó un libro de autógrafos con la intención de que almas selectas le
dedicasen algunas palabras y pensamientos espirituales como recuerdo
para su deleite personal; de ahí que en la primera página del libro en-
contramos escrito:
4
AMSID, Sec. Comunidad, Libros, caja 1, Libros. Libro de Hospedería (1919-1932),
p. 277. Nos encontramos aquí con una errata respecto al día de la partida de D.
Leopoldo: el libro de ejercitante indica que marchó el día 16; el de la hospedería el
14. Tanto podría ser que la duquesa y su amiga estuvieran de paso un día, o que los
tres marcharan juntos el día 14.
5
Id., p. 271.
6
Carta del 11 de octubre de 1930, (Cf. San Rafael Arnaiz, Obras Completas 7ª ed., (=
O.C.), nº. 18.
– 29 –
En este libro están conteni-
dos dulces afectos y hermosos
pensamientos de almas espe-
cialmente amigas de Jesús:
los asuntos de que ellos tratan
serán muy diversos, pero el es-
píritu que anima a todos es el
mismo:
La gloria de Dios
Era un libro que el Duque llevaba consigo cuando salía de viaje; de
ahí que encontremos autógrafos escritos en Lissieux, Madrid, Burgos,
Sevilla, Ávila, Zamora... Este libro de autógrafos es un grueso volumen
de 418 páginas, sin numerar, de 220 x 150 mm., bellamente encuader-
nado a mano, y todo indica que fue expresamente confeccionado para
uso de D. Leopoldo; el libro con abundantes adornos dorados serigra-
fiados está protegido por un estuche azul con ribetes también dorados.
Del libro solamente están escritas 37 páginas numeradas a mano y reco-
gen autógrafos de obispos, clérigos, religiosos y fundadores desde 1927
hasta 1947, y entre ellos no faltan los del P. Armando Regolf primero y
del Hno. Rafael más tarde. Cabe destacar en la sucesión de autógrafos
el elocuente silencio entre los años 1935 y 1942. Es el intervalo entre
los meses precedentes a la Guerra Civil y la postguerra española que
tanto dolor sembró en el suelo patrio. Los duques de Maqueda (como
otros tantos españoles) sufrieron en sus carnes la insensatez de aquel
conflicto. Se entiende, pues, ese lapsus temporal en el libro de autógra-
fos que se renovó, aunque ya con escasas intervenciones, cuando las
cosas volvieron, poco a poco, a estabilizarse.
El libro actualmente es propiedad de los descendientes de Dª María
de Osorio de Moscoso, la duquesa de Maqueda; y ha sido D. Bosco Oje-
da de Puig, yerno del conde de Priego, D. Rafael Castellano Barón, nie-
to de los duques, quién muy atentamente nos lo ha facilitado para poder
trabajar y obtener los preciosos datos que contiene. Gracias a D. Bosco
podemos hoy leer un texto inédito de san Rafael Arnaiz, además de otros
muy interesantes, por lo que le estamos sumamente agradecidos.
No es nuestra intención (ni se puede en este breve trabajo para el
Boletín de San Rafael Arnaiz, exponer el contenido del libro, pero in-
– 30 –
tentaremos aportar lo más esencial y algún que otro autógrafo además
del de Rafael.
El listado de personajes que forman el libro de autógrafos es sor-
prendente, por lo que el libro adquiere un valor no sólo espiritual, cuál
era su finalidad, sino incluso histórico-biográfico. Al final del libro un
índice, retocado posteriormente, nos da cuenta de esos personajes, com-
probando que varios de ellos estuvieron relacionados directamente con
el Hermano Rafael. Publicamos el índice tal como aparece en el manus-
crito y a continuación, siguiendo el mismo orden del índice, indicare-
mos alguna referencia biográfica de cada personaje (en cuanto nos sea
posible) para saber quiénes fueron los autores de estos autógrafos.
7
Este índice, a partir de Mons. “Manuel, obispos de Zamora”, está completado años
después por una mano distinta; añadiendo, así mismo, en los anteriores autógrafos,
unas indicaciones que ponemos entre paréntesis tal como aparece en el manuscrito.
También las cruces que indican el fallecimiento del personaje citado, acaecidos inclu-
so después de la muerte de D. Leopoldo en 1952, son añadidas de esta misma mano.
Confirma lo que decimos, por ejemplo, que Mons. Santos Moro redactó su autógrafo
dos años antes de ser nombrado obispo de Ávila, y el Rafael Arnaiz todavía no era
“trapense” cuando lo escribió.
– 31 –
Luz Casanova, fundadora. 18
Dom Fr. Armando Regolf, trapense 19
† Manuel, obispo de Zamora 20
Santos Moro, beneficiado canónigo y obispo de
Ávila en 1935 21
† Antonio, obispo de Tuy 22
Anita Solana de la † 23
Rafael Arnaiz, trapense 23
P. José A. Laburu, S.I. 25
† Fr. Francisco, obispo del Tonking (Hai Phong) 26
8
Carta de D. Baldomero del 11 de diciembre de 1991, AMSID, Sec. Hno. Rafael,
Testimonios, caja nº 40, G.
– 32 –
Sor Inés de Jesús, (hermana mayor de Santa Teresita)
Paulina Martin Guérin, era la segunda de las hermanas de santa
Teresa de Lisieux (1873-1897) que, al fallecer su madre, cuando Teresa
tenía 4 años dijo: “Mi mamá será Paulina”. Ingresó en el Carmelo de
Lisieux en 1882. Fue elegida priora en febrero de 1893, y, en el invierno
de 1894, ordenó a su hermana Sor Teresa que escribiera sus recuerdos
de infancia. A ella se debe gran parte de la preparación del libro “His-
toria de un alma”. Sor Inés volvió a ser elegida priora en 1902, y por
decreto especial de Pío XI, fue confirmada priora de por vida en 1923
dedicándose hasta el final de sus días a difundir la vida y espiritualidad
de su santa hermana. Madre Inés de Jesús falleció a los 90 años el 28 de
julio de 1951.
Arzobispo de Burgos (cardenal de Toledo 1928)
La nota añadida en la que leemos “cardenal de Toledo, 1928”, no
es exacta, fue en 1927. Efectivamente se trata de Mons. Pedro Segura y
Sáez (Carazo, Burgos, 1880-Madrid, 1957). El autógrafo lleva fecha de
27 de noviembre de 1927. Fue obispo auxiliar de Valladolid en 1916,
obispo de Coria en 1920, cardenal arzobispo de Burgos en 1926, carde-
nal primado de Toledo en 1927 y cardenal arzobispo de Sevilla en 1937,
después de su exilio en Roma desde 1931.
La Superiora General de las Adoratrices
Se trata de la Rda. Madre Diosdada Andía Laguardia del Corazón
de Jesús (Salvatierra 1873-Valencia, 1948). Fue una santa mujer, supe-
riora general desde 1923 a 1948. Durante la guerra civil fue perseguida
a muerte, pero no quiso abandonar Madrid, para poder controlar la dura
situación de su Congregación dispersa en varias casas particulares de la
capital. Con todo varias de sus hermanas sufrieron el martirio. Firma su
autógrafo en Madrid el 3 de diciembre de 1927.
Federico Tedeschini, Nuncio
Mons. Federico Tedeschini (Antrodoco, 1873-Roma, 1959), fue
nombrado Nuncio apostólico en Madrid el 21 de marzo de 1921, per-
maneciendo en su cargo hasta el 10 de junio de 1936, pocas semanas
antes de estallar la guerra civil española. El 22 de julio de 1928 había
dedicado la iglesia abacial del monasterio de San Isidro de Dueñas. Fue
creado cardenal in pectore en el consistorio de 13 de marzo de 1933,
– 33 –
pero no se hizo público hasta el consistorio de 16 de diciembre de 1935
por el Papa Pío XI. Fue fundador de Acción Católica española. En 1952
fue legado del Papa en el XXXV Congreso Eucarístico Internacional de
Barcelona. Falleció en Roma el 2 de noviembre de 1959 a la edad de 86
años. Su autógrafo está fechado en Madrid el 10 de febrero de 1928.
Ateneodora Díaz, Adoratriz
Todavía hoy viven tres Hermanas en Ávila que conocieron a Sor
Ateneodora. Fue Superiora de la Comunidad y colegio Tetuán de las
Victorias en Madrid. Escribió el libro “Visitas al Santísimo Sacramen-
to”, con el seudónimo “Una religiosa adoratriz”. Su autógrafo, escrito
en Madrid el 14 de febrero de 1928, es un soneto dedicado a la primera
duquesa de Maqueda, Dª Teresa Enríquez, “la loca del Sacramento”.
Alfonso Torres, S.I.
Es el padre Alfonso Torres S.I., (Zurgena, Almería, 1879-Granada,
1946), a quien se debe la conversión de los Duques. Siendo ya sacer-
dote diocesano ingresó en la Compañía de Jesús de Granada en 1908.
En 1912 se trasladó a Madrid, donde empezó a conocerse como un gran
orador sagrado teniendo como asiduos oyentes a Antonio Maura, Wen-
ceslao Fernández Flores, García Prieto e infinidad de personas destaca-
das del mundo político y social. Dos asistentes de honor a sus ejercicios
fueron las hijas del rey Don Alfonso XIII, las infantas Doña Beatriz y
Doña Cristina. No es de extrañar, pues, que los Duques de Maqueda
también se contaran entre sus oyentes dando lugar a su conversión y
pasando luego a engrosar el número de las amistades espirituales de D.
Leopoldo. Su autógrafo es de febrero de 1928.
Sor Rosaura Brochier, A.E.S.C.
Se trata de Sor Rosaura López Brochier, (Madrid, 1897-1936),
Con 19 años ingresó en las religiosas Adoratrices Esclavas del Santí-
simo Sacramento, y fue superiora en varias casas de su Congregación.
Pertenece al grupo de las 23 Adoratrices mártires, fusiladas en la con-
tienda española, que fueron beatificadas en Roma por Benedicto XVI,
el 28 de octubre de 20079.
9
Agradecemos a las Adoratrices de Ávila toda la información que nos han facilitado
respecto a las tres Hermanas Adoratrices aquí citadas.
– 34 –
Cristóbal de San José, (ermitaño)
Una nota debajo del autógrafo indica que fue escrito el “27 mayo
1928. Día de Pentecostés, escrito a los 80 años y 55 de ermitaño en
Córdoba”. Ignoramos de quién se trata.
Sor Ángela. Fundadora (de las H.H. de la Cruz)
María de los Ángeles Guerrero González, hoy Santa Ángela de la
Cruz, (Sevilla, 1846-1932). Fundó, en 1875, la congregación religiosa
llamada Compañía de las Hermanas de la Cruz, aprobada por Roma en
1904. Fue canonizada por Juan Pablo II el 4 de mayo de 2003.
Sor Pilar, Abadesa
Sor Pilar García (1882-1957). Fue abadesa de las monjas clarisas
“Las Gordillas” de Ávila, a partir de 1928 y hasta 1950, intercalando
cada trienio con el cargo de Presidenta, según las normas de las clarisas.
Tanto D. Leopoldo como Rafael tuvieron una especial relación con ella
y la comunidad. Su largo autógrafo de tres páginas y media está fecha-
do el 10 de noviembre de 1928, al término de su primer trienio como
abadesa.
Sor Isabel del Sagrado Corazón, (clarisa)
Clarisa también del convento de “Las Gordillas”. D. Leopoldo, en
su correspondencia con Sor Pilar García, cita a esta hermana -”ahijada”
suya espiritual-, en una carta del 22 de enero de 1943. En el convento
de las monjas clarisas de Ávila se conservan un dossier de 21 cartas del
Duque a Sor Pilar. Agradecemos a las Hermanas su autorización para
citar esta carta y por la información que nos han proporcionado.
J. Mª. Valera, S.I.
El P. José María Valera, S.I., era Maestro de novicios del colegio
que los jesuitas tenían en la Cartuja de Granada cuando el P. Alfonso
Torres, ingresó en la Compañía en 1908 siendo ya sacerdote. Escribe su
autógrafo el 15 de febrero de 1929.
12
Rafael había escrito a su madre el día anterior, martes 21, y le decía que “este es el
último día que estoy con tío Polín y tía María, porque seguramente mañana o pasado
empiezan las clases”, lo cual no fue así como veremos. Ese mismo día 22, Rafael
dedicó una estampa a su tío Leopoldo en la que escribió: Multitud de Sagrarios existen
en la redondez de la tierra, pero solamente un Dios, que es Jesús Sacramentado. Conso-
ladora verdad que hace estar tan unidos el monje en su Coro, el misionero en tierra de
infieles, y el seglar en su parroquia. Ni hay distancias, ni hay edades..., al pie del Sagra-
rio estamos todos cerca, Dios nos une. Pidámosle, por mediación de María, que algún
día allá en el cielo podamos contemplar a ese Dios que por amor al hombre, se oculta
bajo las especies de pan y vino. Así sea.
– 39 –
con su presencia”13. Rafael había ido inesperadamente a casa de sus
tíos porque ya había tomado definitivamente la decisión de entrar en
la Trapa y quiso comunicárselo a sus tíos. Después de haber abierto su
corazón a su tío y de recibir todo su apoyo, Rafael pidió su ingreso al P.
Abad en carta fechada el domingo 19, a la que el Duque adjuntó otra de
su propia mano para saludar al padre abad y hablarle de su sobrino. La
respuesta del P. Maestro de novicios en nombre del abad, admitiéndole,
es del martes día 21, la cual Rafael debió recibir tal vez el jueves. El
viernes 24, Rafael, viajó a la Trapa para conocer y entrevistarse con el
P. Marcelo, el Maestro de novicios, y precisar los detalles de su ingreso.
Al día siguiente, sábado 25, Rafael regresó a Ávila donde permanecería
hasta el lunes 27 de noviembre en que vuelve a Madrid. En uno de es-
tos días es cuando Rafael y su tío Leopoldo fueron a entrevistarse con
Mons. Federico Tedeschini, Nuncio de Su Santidad en España, amigo
personal de D. Leopoldo, para dirimir si Rafael debía o no despedirse
de sus padres. Como se sabe, Rafael, deseaba evitar esa despedida que
se le antojaba difícil y dolorosa, pero el Sr. Nuncio le hizo comprender
que debía afrontar la realidad de despedirse de sus padres.
Es en este el contexto que Rafael escribe su autógrafo en el cuader-
no de su tío. En otras palabras: dándose cuenta D. Leopoldo de que su
sobrino Rafael poco más iba a estar con él, le pide que le dedique unas
palabras en su libro de autógrafos. Es ya una despedida en toda regla,
si bien anticipada. D. Leopoldo ya conoce bien a su sobrino Rafael: su
delicadeza de espíritu, su profunda espiritualidad, su deseo auténtico de
ser monje; por eso al pedirle que le escriba unas líneas en su libro de
autógrafos lo coloca, de alguna manera, a la misma altura de los emi-
nentes personajes que, anteriormente, ya habían dejado su autógrafo.
D. Leopoldo sabía bien lo que hacía; sin embargo Rafael -que sin
duda habría ya leído los autógrafos anteriores- considera no estar a la
altura de esas “almas muy entregadas a Dios, (que) han dejado impresas
señales evidentes de una gran virtud”; él reconoce que no posee ni la
ciencia ni la virtud de esas personas que han escrito en el libro de D.
Leopoldo: “tu sobrino deja en ellas algo que ni es ciencia ni es virtud,
pues ninguna de las dos cosas posee”. Sin embargo Rafael, con sus
líneas, con su sencillez, con su oculta humildad que ni él percibe, le
deja no el “hombre viejo” que él pretende plasmar, sino las primicias
13
Maqueda, Duque de, Un secreto de la Trapa, San Sebastián, Ed. Pax, 1944, p. 61.
– 40 –
del “hombre nuevo” que ya se intuye es su escrito, y así le dice a tu tío:
“déjame llevarme solamente el corazón, que ese le quiere Dios entero
para sí”. Descubrimos ya aquí, aún antes de ingresar en la Trapa, la lí-
nea central de la espiritualidad que animaba a Rafael y que desarrolló a
lo largo de su proceso monástico hasta llegar a la cúspide de la santidad
sin que él se diera cuenta.
En esas líneas Rafael “quiere dejar en ellas todo lo que le estorba
para seguir a Jesús”; “por tanto -continúa- aquí te dejo cariño, recuer-
dos, aflicciones y alegrías de una vida de 22 años”. Rafael, en la flor de
su juventud, ya sabe dejar lo que no cuenta -con firme decisión y total
responsabilidad- para encontrar el verdadero tesoro evangélico y vivir
exclusivamente del amor de Jesús.
Por lo demás, en este escrito de Rafael que presentamos por vez
primera, él nos deja una frase bellísima de auténtica antología espiri-
tual:
“La generosidad con Dios no es virtud, cuando el amor es verdadero...
en este caso, la generosidad brota ella sola.”
Efectivamente, la generosidad es fruto o consecuencia del amor a
Dios; por eso no es virtud, no hay que hacer esfuerzo alguno para amar,
para corresponder al amor que Dios nos tiene. Esa “generosidad” es es-
pontánea, “brota ella sola” libremente siempre y cuando el amor a Dios
“es verdadero”, es auténtico. Se es generoso por amor, no por virtud,
nos vine a decir Rafael con esta frase. Él así lo vivió a lo largo de su
corta vida.
Otros autógrafos
Seleccionamos, a continuación, algunos autógrafos más significa-
tivos.
El de la hermana de santa Teresa del Niño Jesús, que traducimos
del francés, dice así:
Pido a mi santa y pequeña Hermana, que ella misma os conceda el
dulce secreto del camino de la infancia y del amor.
Soeur Agnes de Jésus, o.c.d., 27 octubre 1927
Carmelo de Lisieux.
– 41 –
La beata Sor Rosaura Brochier, nos sorprende con una confesión
de fe trinitaria en forma poema:
Dios
Dios es un ser Divino e infinito,
razón de todo ser;
Creador de cuanto existe y ha existido,
de cuánto pueda haber.
Es un poder sin límites y medida,
una suma Bondad,
una Justicia de piedades llena,
es todo Caridad.
Hermoso como fuente de hermosura,
benigno, ama la paz,
se abraza en el amor de sus criaturas
desde la eternidad.
Es dulce, manso, de paciencia lleno,
todo amor, todo luz;
su Verbo vive oculto en los Sagrarios
y su nombre es Jesús
Su Espíritu, que Santo se apellida,
y es lazo entre los Tres,
es el que solo puede con certeza
decir lo que Dios es.
Y lo dice muy suave y muy bajito
al alma que le es fiel,
al que lo deja todo por servirle,
por agradarle a él.
Este Dios de bondades siempre lleno,
nos colma de alegría
y abrasa con fuego puro y delicioso
oculto en la Sagrada Eucaristía.
Hna. Rosaura Brochier, A.E.S.C
15 - VIII - 1928, Ávila14.
14
La fecha, escrita al borde izquierdo de la página es un añadido de distinta mano.
– 42 –
El de Santa Ángela de la Cruz, es breve y escueto:
Pido a Dios el bien espiritual de tan buenos cristianos.
Sor Ángela15.
El P. Armando Regolf, más explicito, dejó escrito:
Quién halla un buen amigo halla un tesoro para el tiempo y para la
eternidad. No hay mejor amigo que el que nunca adula y siempre con-
suela, ilumina, anima y fortifica. Un cuarto de hora de conversación
con él exalta, encanta, arrebata al alma. Como el principio de las de-
bilidades, inconstancias y miserias del hombre está en su corazón, y
al corazón preferentemente se dirigen las palabras de un buen amigo,
de este suele Dios servirse a menudo para realizar maravillosas trans-
formaciones en un alma. El silencioso remanso de la vertiginosa vida
moderna, donde se trazan estas breves y toscas líneas, evoca al noble
y piadoso dueño de este precioso libro el recuerdo de palpitantes emo-
ciones. Quiera el Señor servirse de ellas, como de buen amigo que,
con dulce y fascinadora elocuencia, habla al corazón del amigo, para
hacer evolucionar constantemente a éste, orientándole hacia el perfec-
tísimo ideal de un encendido y purísimo amor de Dios, por medio de
una rectísima intención en todo su proceder.
Fray Mª. Armando Regolf
Abadía cisterciense de San Isidro de Dueñas, 29-V -192916.
Finalmente el P. Fernando Arnaiz anotó:
“Ave María. 19 - 6 - 47
“Voce mea ad Domimum clamavit, voce mea ad Deum et in-
tendit mihi17”.
Qué bien se ha cumplido esto en mí, querido tío Polín; por
eso soy cartujo, porque Él me oye”.
Fray Fernando Arnaiz.
15
Una nota en la misma página, posiblemente del mismo Duque indica que la Santa
lo escribió “a 18 enero 1929 (Sevilla). Escrito a los 82 años y 57 de vida religiosa;
fundadora y superiora del Instituto de Hermanas de la Cruz, (Sevilla)”.
16
Es precisamente la fecha en que D. Leopoldo Barón finalizó sus primeros de ejerci-
cios espirituales en la Trapa, como hemos indicado más arriba.
17
Primer verso del salmo 141: “A voz en grito clamo al Señor, a voz en grito suplico
al Señor”.
– 43 –
Autógrafo del Hno. Rafael, página 23
– 44 –
Autógrafo del Hno. Rafael, pág. 24
– 45 –
(continuación) VI
P. Alberico Feliz
Segundo ingreso en la Trapa como “Oblato”.
Con la visita rápida que Rafael hiciera el 21 de noviembre de
1934, en la que se entrevistó con el padre abad y el padre Marcelo,
maestro de novicios, las cosas no quedaron para él muy claras, y
de aquella entrevista con los superiores captó que podía volver al
monasterio, que le daban largas por no decirle que no, que espera-
ra más tiempo, a ver si su salud se robustecía.
Rafael corrió a contárselo a su confesor y guía, y es el padre Teó-
filo quien nos dice: “Esta determinación de los superiores ocasionó
a Rafael una profunda angustia y mucha pena, y vino a contarme la
desilusión que se había llevado. Yo le dije: “A ti que te gusta tanto la
Regla de San Benito, busca un lugar donde el régimen alimenticio
no sea tan rígido como en la Trapa y que pueda compaginarse con
tu vida delicada.
A esta proposición respondió Rafael, que “donde quiera que fue-
ra se vería precisado a manifestar su estado de salud y pedir alguna
dispensa a la observancia, lo cual no se avenía con su carácter, y
que para él, era preferible quedarse en San Isidro, aunque fuese en
un rincón”.
El padre Teófilo se arriesgó a sugerirle a Rafael que podría vol-
– 46 –
ver a la Trapa en calidad de ‘oblato’. La figura de oblato implica
permanecer en el Monasterio pero un poco por libre: en todo lo
posible como los demás, pero sin estar obligado a la Regla de ma-
nera estricta. Tampoco se pueden hacer los votos, ni se tienen los
derechos de los monjes, es una especie de asociado al Monasterio,
pero sin ser jurídicamente monje.
Rafael se agarró a esta alternativa como a un ancla de salva-
ción, y fue inmediatamente a consultarlo con los superiores, quie-
nes aceptaron la propuesta, tal vez un poco extrañado, ya que no
pensaban que un hombre joven, con su gran formación, con amplia
capacidad para los estudios, quisiese aceptar esa postura, que sig-
nificaba renunciar a la carrera monástica, ya que no puede guardar
el régimen de la comunidad, ni ir al coro ni al trabajo; es un hombre
enfermo, pero que quiere seguir su vocación
A partir de aquí, Rafael se vuelve a Oviedo, con una nueva po-
sibilidad de volver al monasterio, aunque como oblato, gracias al
padre Teófilo, que le abrió el camino para su empeño de continuar
como cisterciense. Vuelve pensando que tiene que renunciar a los
votos, a cantar misa... Tiene que pensarlo bien, aún le queda un
año.
Y es en este momento, cuando después de la curación de su
hermana, estando todavía en Ávila, escribe al padre abad, y entre
otras cosas le dice:
“Muchas oraciones he dirigido a la Santísima Virgen antes
de comenzar esta carta, y muchos ratos junto al Sagrario
consultando a Jesús... Hora es ya, pues, que me decida de
una vez a abrir mi corazón a mis superiores, para expresar-
les mi decisión, y la marcha de mi alma...
(...) Llevo casi año y medio fuera de mi querida Trapa, y
si viera, reverendo padre, ¡qué grande es la obra de Dios
en mí!... y cuánto agradezco al Señor la prueba por la que
me está haciendo pasar. (...) Cuando hace dos años, desde
este mismo Ávila, solicité de su caridad que me admitieran
en la Comunidad, mi deseo era santo y bueno; yo buscaba
a Dios y Dios se me daba de una manera fácil... Sufrí, pero
por Él, eso no es sufrir... Tenía ilusiones, deseos, quería
ser santo, pensaba con delicia en el coro, en ser algún día
verdadero monje...Tenía muchas cosas dentro, reverendo
– 47 –
padre... Yo buscaba a Dios, pero también buscaba a las
criaturas y me buscaba a mí mismo, y Dios me quiere para
Él solo... Mi vocación era de Dios, y es de Dios, pero había
que purificarla, había que limar asperezas. Me di al Señor
con generosidad, pero todavía no se lo daba todo; le di
mi persona, mi alma, mi carrera, mi familia... pero aún me
quedaba una cosa, que eran las ilusiones y deseos, las es-
peranzas de ser trapense, hacer mis votos y cantar Misa.
Eso me sostenía en la Trapa, pero Dios quiere más, quiere
siempre más; tenía que ‘transformarme’. Quería que sola-
mente su amor me bastara.
(...) Él no cuenta para nada con nosotros, ni nos da explica-
ciones cuando nos manda algo que nos conviene. (...) No-
sotros no tenemos más que dejarnos moldear por su mano
y estarnos quietos, muy quietos...”. –“Bien así (nos dirá San
Juan de la Cruz), como si un pintor está pintando o alco-
holando un rostro, que si el rostro se menease, no dejaría
hacer nada al pintor y deturbaría lo que estaba haciendo”
–. Después, el tiempo y las luces que Él nos envía servirán
para ver claramente la obra suya, y entonces darle infinitas
gracias por el mimo con que nos trata.
(...) Hace próximamente un año que estuve en el monas-
terio, y al Padre Marcelo y a su reverencia les expuse mi
estado de ánimo entonces, y al Padre Marcelo le pregunté,
si sería posible algún día que yo, debido al régimen que
tengo que seguir, pudiera ingresar de oblato; me dijo que sí,
y su reverencia me dijo que esperara... He esperado, pues
la voluntad de mis superiores es la voluntad de Dios... He
esperado un año, que me ha parecido un siglo. La Santísi-
ma Virgen me ha sostenido en mi vocación; el Señor me ha
ido dando a entender que el mundo no es mi sitio, me quiere
junto al Sagrario, y yo, reverendo Padre, junto al Sagrario
quiero ir.
Vuelvo, pues, a pedir a la comunidad que admita a este
pobre hombre, que no quiere nada, ni desea nada más que
estar en la casa de Dios No merezco ser monje... ¿El cantar
la santa misa?... Señor, si te he de ver pronto, ¿qué más
da?... Los votos..., ¿no amo a Dios con todas mis fuerzas?
Pues ¿qué más votos? Nada de eso me impide el estar a su
– 48 –
lado, el consagrarle mi silencio con los hombres, y el amarle
calladamente, humildemente, en la sencillez del oblatado.
San Benito los admitió y entre ellos hubo santos, ¿por qué
no he de ser yo uno de ellos? Con mis fuerzas no podré,
pero con Jesús y María, a mi lado, lo puedo todo. Cuando
flaquee, ellos me ayudarán.
(...) Dígame, reverendo Padre si mi vocación no es de Dios.
Desengáñeme si estoy engañado; no tenga piedad. Jesús
se valió de un rudo golpe para hacerme ver claro; pero si
delante de Dios su reverencia considera mi situación, verá
a un hombre que, a pesar de todo, sigue pensando en su
Trapa. (...) Estoy seguro de que Ella (la Virgen) me quiere
allí, y me quiere en la humildad de que nos dio ejemplo.
(...) El otro día me decía una monjita muy santa a quien fui
a consultar sobre mi determinación, que el Señor me daría
mucho más en este camino que en el que seguía siendo
novicio de coro, y también recuerdo que su reverencia me
dijo al entrar yo en el monasterio que Dios me pagaría aún
en este mundo el sacrificio que hacía... Pues ahora, bien
sabe Dios que no sigo a Dios por nada de eso... Amo a Dios
por que sí y nada más.
(...) Contésteme, reverendo padre, le suplico por caridad,
con ello proporcionará un consuelo a mi alma al saber que
aún puedo, aunque indignamente, poner delante de mi nom-
bre el Fray María cisterciense. (…) Procuraré se un oblato
santo con la ayuda del cielo, y el consejo de mis buenos
Padres Superiores, y con la ayuda de la comunidad a quien
pido se acuerde de mí en sus oraciones”.
Antes de salir de Ávila Rafael con su madre y su hermana Merce-
des –habían permanecido un mes en el hotel Inglés–, recibió con-
testación del reverendo padre abad, admitiéndole de nuevo en la
comunidad cisterciense. Nada sabían sus padres de la nueva ad-
misión, pero al mejorar su hijo suponían fundadamente que pronto
sufrirían una nueva despedida, y ahora más triste que la primera
vez, por saberlo enfermo y necesitado de asiduos cuidados. Con su
padre habló de ello el 5 de noviembre; se lo recuerda a Dom Félix
en carta del 7 de noviembre: “El otro día, después de pedir la ayuda
de la Señora Virgen María, le hablé a mi padre con toda claridad y
– 49 –
detalle de mis proyec-
tos y de las condicio-
nes en que la caridad
de su reverencia me
admitía de nuevo en
el monasterio. Le pa-
recieron muy justas
y prudentes las razo-
nes que le expuse, y
aunque eso lo tenía
yo casi por desconta-
do, no ceso de alabar
Hotel Inglés de Ávila a Dios por todo, y por
la generosidad de mi
padre conmigo. Me
dijo que no solamente
no me ponía obstácu-
los, sino que ahora y
siempre procuraría
ayudarme para con-
seguir mi felicidad,
que él claramente ve,
está en mi Trapa. Lo
más tarde que esta-
ré será hacia el 15
Santuario de Ntra. Señora de Sonsoles. Ávila de enero, fecha en
que ingresé hace dos
años. ...Excuso decir-
le, reverendo Padre,
lo contento que estoy,
y no sé cómo agrade-
cer al Señor tanto be-
neficio. Loco y necio
seré si después no
me santifico... Pero el
Señor me ayudará.”
Este mes que Ra-
fael ha estado con su
madre y su hermana
Santuario de Ntra. Señora de Sonsoles. Ávila
– 50 –
en el Hotel Ingles de Ávila, ha sabido aprovechar muy bien el tiem-
po; el 22 de septiembre asistió a la consagración de Don Santos
Moro Briz como obispo de Ávila, del cual dice: “Hay un entusiasmo
indescriptible con el nuevo obispo, a quien adora este pueblo de
Ávila”.
Otro día, sin fecha, acompañando una carta de su tía Ma-
ría, escribe a su tío Polín, que se encontraba en Toro, y le co-
menta: “Hoy he estado de turismo con Juan Vallaure y Arraíza
–condiscípulos ambos en la Escuela de Arquitectura–, que han ve-
nido a pasar el día conmigo. Estoy algo cansado, pues, aunque me
quieren mucho, te aseguro que me he acostumbrado a otra cosa tan
distinta, que aún los buenos me cansan algo... Todo es por Dios.”
En otra ocasión, ha ido con su madre y su tía al Santuario de
Sonsoles, caminando y comentando los escritos de San Juan de la
Cruz: “Ni cogeré las flores ni temeré las fieras”, y por eso le escribe
a su tía desde Oviedo:
“Que pena me dio el verte llorar en Ávila cuando nos fui-
mos... No me extraña nada del consuelo y de la paz que te
dio el Señor al leer a San Juan de la Cruz. A mí me pasó
lo mismo... El día anterior habíamos leído en Sonsoles: Ni
cogeré las flores ni temeré las fieras... Pues bien, con ése
pensamiento y con la ayuda de María hice todo el camino...
Veía pasar pueblos, personas y paisajes, y con el volante
muy apretado en las manos y ¿por qué no?, con muchas
ganas de llorar, seguía, seguía la carretera sin detenerme...
Acababa de dejar en Ávila muchas flores de las de San
Juan de la Cruz... El Señor me pide seguir y no detenerme.
¿Qué hacer?, pues lo de siempre: mirar arriba, mirar muy
alto... y seguir sin detenerme... Haz tu lo mismo”.
Por lo que se refiere al verso ‘ni cogeré las flores, ni temeré
las fieras’, representa la síntesis del ideal de perfección que Rafael
se forma por este tiempo: la indiferencia al sufrir y al gozar, o quizá
más exactamente, el no dejarse afectar por el gozo o el dolor; sujeto
y víctima al mismo tiempo del gozo o sufrimiento, que en sí mismo
no es nada y ha de ser trascendido, o el tema del desprendimiento
y desnudez del alma:
“¡Qué difícil es no coger las flores! Pero también qué fácil
es... Una vez hecho el tirón, Dios atrae de tal manera, y con
tal suavidad, que nada cuesta... ¿qué más da llorar? Llora
– 51 –
todo lo que puedas; ríete y goza, cuando puedas. ¡Qué más
da! La que ríe y llora eres tú... y tú no eres nadie, tú no eres
nada (...). Y créeme... el día que lo veas, el día que estés
desprendida de todo y de ti misma, entonces verás que
todo lo que a nosotros nos pase, nos tendrá sin cuidado. Ni
el sufrir ni el gozar atraerán nuestras miradas (…) No nos
miremos tanto a nosotros mismos”.
Está claro que para este tema Rafael se inspira directamen-
te en el comentario que San Juan de la Cruz hace a ese versículo.
El doctor místico enseña que para buscar a Dios “se requiere un
corazón desnudo y fuerte, libre de todos los males y bienes, que
puramente no son Dios”. Las flores son los goces de cualquier cla-
se y nivel al que el yo puede adherirse: temporales, sensitivos, de
carácter más o menos espiritual. Detenerse en ellos en lugar de
trascenderlos con respecto al Bien Absoluto es detenerse en el yo,
e impedir su desnudez completa, que es completa soltura y libertad,
perfecta apertura y capacidad receptiva.
Las fieras son, en primer lugar, los tres clásicos enemigos
del alma: el mundo, el demonio y la carne; pero también esas otras
fieras más interiores y espirituales, como son las tentaciones, las
dificultades y trabajos en que podamos vernos envueltos, y los
conflictos internos del alma, que son los crisoles en los que Dios
introduce a los que quiere “levantar a alta perfección”. El corazón
enamorado de Dios no se ‘detendrá”, es decir, trascenderá esas
flores, y tampoco se asustará por todas esas fieras.
Rafael ha asimilado perfectamente esta doctrina, y desde
ella lee e intenta vivir todas las vicisitudes que le suceden:
“Señor, mándame lo que sea, o flores o espinas, ¿qué más
da? No me he de detener a nada, pues con mirarte a Ti,
tengo bastante (...) Nosotros, si hablamos de cruz, es para
quejarnos con egoísmo; si buscamos consuelo, a nosotros
nos buscamos; si queremos amarte lo hacemos con ruin-
dad, y no sabemos... Señor, no puedo detenerme, pues si
me detengo es para buscarme a mí mismo, y en mí no hallo
nada que merezca la pena; tengo que seguir hasta Ti, ¿qué
me importan las flores? ¿Qué me importan las espinas? A Ti
te tengo, tengo tu amor, lo tengo todo... Qué alegría el verse
en nada, y sin nada”
– 52 –
No trascender de las penas y alegrías en el desprendimien-
to o desnudez, abandonándose a la voluntad de Dios, es no salir del
círculo cerrado del propio egoísmo... En más de una ocasión dirá
Rafael que detenerse en los propios consuelos, o en las propias pe-
nas en lugar de trascenderse en Dios, es egoísmo. Ni siquiera en la
propia humildad debemos detenernos, cuando nos abismamos de-
lante de Dios en nuestra propia nada y Él nos llena de su suavidad.
“El otro día, en medio de mi aflicción y de mi pena, había
momentos en que, olvidándome de todo, gozaba de Dios en
medio de la carretera. ¡Pasaba todo tan deprisa!..., Era todo
tan pequeño, aún yo mismo, tan insignificante a los ojos
de Dios... Tenía tanta prisa por verle... que no sabía lo que
hacía. “Ni cogeré las flores”, pensaba... ¿Qué flores? ¿He
cogido yo alguna vez flores? No..., no me puedo detener
(…), no necesito detenerme... aunque quisiera no podría,
Dios no me deja. ¿No te pasa a ti lo mismo?
Qué alegría, Señor, mándame lo que sea, o flores o espi-
nas, ¿qué más da? No me he de detener a mirar nada, pues
con mirarte a Ti tengo bastante; ¡llenas de tal manera, amas
de tal modo!, que todo ante Ti desparece y quedamos en
nada.
Con estos pensamientos continuaba el viaje a Oviedo. A los
lados del camino, dejaba muchas cosas, pero no las quería.
Dios me esperaba en el horizonte y no me podía detener, ni
yo quería tampoco”.
Y le cuenta el encuentro con su padre después de haber
recibido carta del padre abad, admitiéndole en la Trapa:
“El martes por la mañana, día 5 de noviembre –seguramen-
te después de la comunión–, le pregunté al Señor lo que
debía hacer, y me dio a entender que aquel mismo día de-
bía dar el paso y que Él estaría conmigo.
Efectivamente, fui con mi padre a hacer una visita al Señor
por la tarde... Me agarré a la Señora y cuando salimos del
templo, con toda suavidad y claridad, se lo conté todo... A
los pocos minutos estaba arrodillado a los pies de la Virgen
dando gracias. ¡Qué grande es Dios, querida hermana, y
cómo nos quiere! Si tú supieras, a mi padre le di un ale-
– 53 –
grón. Me dijo que no quería más que mi felicidad, que que-
ría que yo me santificara para santificarle a el, que Dios nos
quería mucho, que le parecía muy bien, muy lógico y justo,
todo lo que le pedía, y decía que siempre me ayudaría. Creí
volverme loco de alegría”
Rafael no quería ir por Ávila antes de su nuevo ingreso en
la Trapa, pues quería mucho a sus tíos los Duques de Maqueda y
temía que fuese demasiado dolorosa la nueva despedida. Pero sí
llegó a ir a instancias de ellos, y durmió allí con su padre y su her-
mano Leopoldo, antes de ingresar por segunda vez, el 12 de enero
de 1936. En esta ocasión dedicó a su tío la estampa “Saber espe-
rar”, que le había pintado con anterioridad, pues esta dedicatoria
tiene la fecha del 10 de enero de 1936.
Con esta alegría de volver al monasterio, comenzó un car-
teo abundante y profundo, como quien se despide para siempre.
En su carta del 11 de noviembre, le recomienda a su tía María una
mayor devoción a la Virgen:
“Me decías en tu carta, hablando de María, que habías es-
tado a sus pies y que la Salve no se te olvidaba. Las dos
cosas están bien..., pero es poco (…). Apoyándome en que
no soy tu sobrino, sino tu hermano, te diré que si en tus
cartas hablaras más de la Virgen..., te saldrían mejor. Mira
(…), cuando empecé a amar a María, me propuse no escri-
bir nada a nadie, sin por lo menos mencionar una vez a la
Virgen”.
La figura de la Santísima Virgen ocupa un lugar insustituible
en el corazón de Rafael y en su experiencia religiosa. De labios de
su madre, comenzó a balbucear su nombre, y hasta el final de sus
días, no cesará de invocar su protección. Bastará abrir cualquier
página de sus escritos, para convencerse de su devoción mariana.
Además de rezar el rosario diariamente en la ‘iglesia do-
méstica’, al lado de sus padres y hermanos, aprendió desde sus
primeros estudios con los jesuitas su devoción a la Virgen. ¡Cómo
nos hubiera gustado saber lo que Rafael escribía en los billetes al
finalizar el mes de mayo, después de hacer la ofrenda de todas sus
peticiones como congregante, y que serían quemadas como ofren-
da de cariño y amor a la Virgen!
– 54 –
Con añoranza lo recordará años después escribiendo a su
tío Polín desde Villasandino: ¿“Te acuerdas del solemne mes de las
flores? Los congregantes con cintas blancas y azules... Aquellos
cánticos algo ingenuos que cantábamos en la capilla... Ahora ya no
son cintas de congregantes, ahora es un Monasterio Cisterciense
dedicado a María”.
Aunque el paso de la piedad jesuítica a la Cisterciense se
realizó con toda naturalidad, sin embargo el impacto que recibió en
su primera visita a la Trapa le hizo vibrar tan profundamente que
quedó convencido de que “no sabía rezar”... No era para menos,
pues escuchar por primera vez la ‘Salve’ después de ‘Completas’,
donde se despedían de la Madre más de cien monjes, cantando al
unísono la Salve gregoriana, era y es para impresionar. El poeta
dejó escrito:
“Está el templo sin luz... Todos los monjes
buscan calor de nido en que ampararse.
¡Cien hombres, cien suspiros, cien plegarias!
Y una sola voz: la de salvarse.
El sollozo cantado es voz que dice,
hecha burbuja de suspiro: ¡Salve!...
¡Y en cien gargantas la plegaria pone
Las cien ternuras de cien trigales!...
El Císter pone un broche de oro en la jornada monástica
con una nota distintiva que arranca ya del siglo XIII, entonando so-
lemnemente la ‘Salve’, de una vida de total inmolación a Cristo.
El libro de los ‘Usos’ prescribe: “Concluido el oficio de Completas,
cantan solemnemente de ceremonia, la Salve, vueltos hacia el altar
mayor”.
En Rafael permaneció esta primera impresión a lo largo de
su vida, pues la comenta con frecuencia:
- “lo que más me impresionó fue la Salve, antes de irse a
acostar. Aquello fue algo sublime
- En la carta que dedica a su madre, antes de entrar en la
Trapa le dice: “Tu hijo Rafael no se acostará ninguna noche
sin haberle pedido a la Santísima Virgen en una fervorosa
‘Salve’ por su padre, por su madre y sus hermanos”.
– 55 –
- Le envió la partitura de la Salve, a la que su madre respon-
dió: “La partitura de la Salve será para mí un tesoro, y la
guardaré entre mis cosas más queridas”.
- También se la envía a su tía y comenta: “Cuando te envié la
Salve, ya sabía que te iba a hacer un gran bien, lo principal
es que tu pobre corazón encuentre en la Santísima Virgen,
dulzura de Madre... Ten confianza en Ella y ya verás que
bien sale todo”.
- En cuanto a las peticiones que hace escribe: “Hay momen-
tos en el día en que la Santísima Virgen escucha todas las
peticiones de sus hijos: durante el Magníficat de Vísperas y
la Salve después de Completas”
- Y al ir a acostarse, dice: “Pensaré que la vida es un instante,
y agarrado al crucifijo, y con una Salve a la Santísima Virgen
dormiré murmurando... dentro de poco, siempre, siempre”
Después de haberse visto obligado a dejar el monasterio
por causa de la enfermedad, recuerda a su tía la duquesa de Ma-
queda el ambiente mariano en el que había estado sumergido du-
rante unos meses, orando a la Virgen en el mes de mayo, rodeada
de flores que habían recogido los novicios en el campo. Y aún lleva
guardadas las palabras de estímulo que le dirigió el hermano por-
tero, el día mismo de su ingreso: “Cualquier cosa que le ocurra,
dígaselo a la Virgen María, pues a mí, en mis veintitantos años que
llevo de trapense, nunca me negó nada”.
Su fe en el poder mediador de la Virgen María era total, y
sus afirmaciones a este respecto son abundantes y radicales: “Las
Virgen todo lo puede”; “Todo está en sus manos”, “Todo es posible
para la Señora”... Y le aconseja: “Me he propuesto que ames mu-
cho a la Señora, porque veo que es lo primero que tienes que hacer
para ser santa..., ése es el medio más rápido para empezar a mar
a Dios: amar mucho a su Madre”.
A partir de la segunda estancia en la Trapa, en la que ingre-
sa como oblato, dice: “Un oblato cisterciense se debe ante todo a
María”. Y toda la vida del monje la ve compendiada en amor a Dios,
amor a María y silencio con los hombres.
Y desgrana los distintos momentos de la jornada al lado de
la Madre:
– 56 –
- “Cuando la Comunidad se despierta, el Coro se va llenando
de sombras blancas. El trapense deja su sueño para alabar
a Dios, que le espera en el Sagrario... Sus primeras pala-
bras serán para la Virgen María. Con el saludo del Ángel,
‘Ave María’, comienzan los maitines en la Trapa, postrándo-
se en el suelo sobre los artejos y llamando a la Virgen”.
- “Al amanecer, y a través de las ventanas de la iglesia, la luz
de la mañana acaricia la imagen de la Virgen, y dentro de
poco –a las siete–, comienza el trabajo matutino, que Rafael
no olvida ningún día de consagrar a María: “Señora, me voy
al trabajo..., vente conmigo”. Y al acabar el día, se postra
siempre ante la Señora, y pone a sus pies las obras de una
jornada vivida toda ella con el corazón puesto en Dios y los
ojos en María.
- Lo mismo hará cuando tome la pluma y escriba sus solilo-
quios en sus cuadernos ‘Meditaciones de un Trapense’, ‘Mi
cuaderno’ y ‘Dios y mi alma’.
– 57 –
para amarte como ‘uno’, nos tienes que dar lo infinito... Qué
paciencia tienes, Señor; a otros les hubiera bastado la cen-
tésima parte de lo que nos das”.
Dirección espiritual.
Y es en este momento cuando se convierte en verdadero
director espiritual de sus tíos; antes eran los Duques de Maqueda
los que influían en Rafael, ahora es él quien influye en ellos. Refi-
riéndose al bien que hizo a su tía María en el mes de octubre de
1935, que pasó en Ávila, escribe:
“Eres para mí una hermana muy querida, a quien debo mu-
chas cosas que allá, en el cielo, sabrás. El Señor se valió
de vosotros para soltar en mí una semilla que ha tardado
en germinar... y no sé si dará flores o espinas, pero que es
Dios.
Si yo pudiera devolverte algo de lo que te debo... Siempre
me acordaré de mis charlas contigo en Pedrosillo, en que
me hacías ver al Señor, y tanto aprendí. Ahora no es que
sea lo contrario, pues aunque tú no te enteres, me sigues
haciendo el mismo bien, pero nunca llegué a sospechar si-
quiera que te pudiera pagar en la misma moneda. Sea Dios
bendito, que tales cosas permite”.
Y cumpliendo la promesa que le hace –“Te escribiré más a
menudo–”..., lo repite de nuevo en otra carta larguísima, cinco días
después, el 16 de diciembre, una vez que hubiera recibido la de su
tía María, que estaba pasando por un mal momento –le habla del
sufrimiento–, le ofrece estos pensamientos de profunda espirituali-
dad , bajo el amparo de la Virgen: “Sabía que sufrías, te veía a los
pies de la Cruz en el Calvario, tu sola... en noche de tormenta, y el
santo madero sin Jesús... Te veía sufrir, Qué bien se está a los pies
de la Cruz del Señor cuando Él nos mira... Lo difícil es seguir tam-
bién en la Cruz, cuando Cristo desaparece a nuestros ojos y queda
la Cruz seca, negra y ensangrentada... Entonces en el Calvario no
están ni san Juan, ni las santas mujeres, ni María... Quedamos so-
los con las tinieblas y la Cruz. Ni sabemos pedir, ni oímos a Dios,
nada..., solo sabemos sufrir..., miramos a Cristo..., y no está”.
– 58 –
Rafael habla aquí, como siempre, de lo que él ha experi-
mentado en sí mismo. En estos momentos es cuando hay que vi-
vir en pura fe, sabiendo que a pesar de todo, Cristo está presente
aunque no lo veamos. ¿Hace falta sentirle de modo sensible? En
estos casos resulta ser “un sentir no sintiendo” –dice Rafael a su
tía–, una fe desnuda en la presencia del Señor, que tiene más mé-
rito. De hecho la cruz seca es lo primero: el impacto del dolor. Solo
después de experimentarla en su crudeza podemos transfigurarla
refiriéndola a Cristo y viviéndola en unión espiritual con Él. Pero lo
primero es siempre el desgarro. De ahí que Rafael, aunque se goza
en la cruz cuando esta va acompañada de la “triste dulzura” espi-
ritual, y si bien es verdad que la acepta con generosidad, sin pe-
dir “alivios”, como él dice, cuando Dios se la envía, considerándola
además como una gracia inapreciable, o como a él le gusta repetir,
como un tesoro, sin embargo, él no ama nunca el sufrimiento en
cuanto tal. Así lo afirma expresamente: “No sé si he llegado a amar
el sufrimiento, creo que no”. De hecho no solo no lo ama, sino que
intenta continuamente trascenderlo, puestos los ojos en el Señor.
Las experiencias fuertes o suaves van haciendo penetrar
en Rafael cada vez más en el sentido teologal del sufrimiento, que
cristianamente vivido nos une a Cristo. Esta referencia cristológica
elemental es constante en todas las cartas y meditaciones donde
aparece el tema: Lo que vale desde el punto de vista de la fe no es
sufrir sin más como víctima pasiva del dolor, sino referir a la Cruz
de Cristo el propio sufrimiento, convirtiéndolo en sacrificio oblativo,
que es lo que él llama “sufrir por Dios”. Porque el sufrimiento por
Dios es siempre un sufrimiento “junto a la Cruz” o “a los pies “de la
Cruz de Cristo”. Todo el vocabulario de la Cruz, que atraviesa casi
la totalidad de los escritos del Hermano Rafael encuentra aquí su
lugar más apropiado. El llanto cristianizado es un llanto junto a la
Cruz de Jesús, y en este sentido, ha de estar también en conexión
con el amor. Así se lo dice a su tía María: “Llora, llora todo lo que
puedas, pero a los pies de la Cruz; y sufre amando a Dios”.
Rafael une siempre el sufrimiento con el amor: se trata de
un sufrimiento amante, dolorido, que espiritualmente origina un es-
tado interior como de “triste dulzura”, que es fuente de alegría espi-
ritual; esa tristeza que alegra o esa alegría que brota del llanto tan
tradicional en la historia de la espiritualidad, tan frecuente en tantos
y tantos santos, y que tan intensamente vivió también nuestro hu-
– 59 –
milde oblato. Con este lenguaje, denomina a esta situación aními-
ca “la dulzura de saberse con el corazón destrozado por amor de
Dios”, y así dice: “Cuanto se goza en el sufrir, cuando se sufre por
Cristo... Bendita Cruz, que es nuestro único tesoro”...
– 61 –
hago nada, y parece que hago algo, ¿qué será?... Pero no me im-
porta, pues te aseguro que en ello a la humildad no falto, pues sé
que el Señor se vale, a lo mejor, de lo más chico para completar
sus obras”...
Las “buenas noticias” no llegaron, y entonces, el consejo
de Rafael, que escribe después de haber comulgado, es de autén-
tica comprensión, invitándole a que viva la indiferencia santa, y se
anime a superar el gozo y el dolor, elevándolo a un nivel superior,
donde se halla la paz y la quietud del espíritu ante los avatares y
preocupaciones de la vida, tanto positivos como negativos:
“Alma de Dios, que quieres entregarte a Él... ¿A qué es-
peras? ¿Por qué sufres?... ¿Por qué lloras?... ¿Por qué
ríes?... Nada de eso te inquiete; inúndate en el amor; sube
y vuela hasta Él; con Dios todo se puede, todo se olvida, no
hay palabras, hermanilla, no hay palabras; solo hay una,
que es el amor”.
Ese fue el ideal de Rafael: trascender el placer y el dolor por
vía de esa indiferencia o desapego interior de las propias vivencias,
basado sin duda alguna en el verso del ‘Cántico espiritual’ de San
Juan de la Cruz: “Ni cogeré las flores, ni temeré las fieras”, y del que
dibujará una hermosa estampa para su tía. En él se condensa todo
el esfuerzo espiritual que realizó en los meses que precedieron
inmediatamente a su segundo ingreso en el monasterio:
“Mira –le escribe–, mañana vas a hacer una cosa..., cuando
te acerques a comulgar, le dices al Señor lo que te pasa, de
la misma manera que me lo has dicho a mí, con toda senci-
llez y toda claridad... Le pides que Él sea tu confesor, tu pa-
dre espiritual, tu amigo entrañable, y que como te ves muy
sola, le necesitas a Él para todo. Se lo dices con humildad,
con sencillez, tal como eres; le cuentas al detalle tus sufri-
mientos, no para que te los quite, no; sino para desahogarte
con Él... Tus penas son las suyas; tú quieres ser suya, pues
empieza por eso, por dárselo y contárselo todo... Le dices
que yo te lo he dicho, te apoyas en sus rodillas y sobre la
humilde túnica de Jesús, depositas tus lágrimas. Ya verás
cómo el Señor te escucha, estoy seguro. Saldrás transfor-
mada y muy contenta..., y si durante el día tienes alguna
– 62 –
flaqueza, no importa, le vuelves a recordar al Señor todo lo
que le has ofrecido por la mañana... Le pides las miguitas
de su mesa, ¿cómo no ha de dártelas?...
Y verás, querida hermana, ya verás qué bien te va así. Si
no te da resultado me lo dices, pero estoy seguro que una
paz muy grande te llenará el alma... Trabajarás en tu casa
con una santa alegría... Verás al Señor, incluso ayudándote
a hacer las camas y entre los pucheros... No te importará
nada todo lo que te rodea; no sufrirás por las penas que Él
te envía; sufrirás por verte aún en el destierro y lejos de Él
para gozarle eternamente. Pero a lo mejor, ni aún por eso
sufres, pues hace su voluntad....
¿Harás así mañana la comunión? No necesitas ni prepa-
ración, ni oración, ni nada de eso. Él te está esperando y
ya sabe cómo eres, y está deseando que así tú se lo pidas.
¿Que no lo ves? No te importe. De todas maneras te escu-
cha. Yo me uniré a ti en la sagrada mesa”.
Y como le ha prometido escribirle con más frecuencia, vuel-
ve a tomar la pluma el día 18 de noviembre, aprovechando el silen-
cio de la noche, cuando se han acostado todos, y se ha alargado
tanto, que cuando ha llegado a las doce, le dice: “Por ahora lo voy
a dejar hasta mañana pues es tardísimo”.
En unas cuantas cuartillas que le ha escrito, le aconseja
que sepa conformarse con la situación penosa por la que están pa-
sando ella y su esposo, y que él interpreta como una permisión de
Dios: “En todo veo la mano bondadosa de Dios”. Y pide al Señor
que “traslade tu sufrimiento en mí, o por lo menos, nos lo reparta”.
Su tía se lamentaba por lo mal que económicamente lo es-
taban pasando, y a sus peticiones de ayuda, Rafael contestaba:
“Los gritos de ¡ayúdame hermano! que me llegan en tus cartas me
dejan en un estado que sólo Dios comprende”.
Sorprende tal vez ciertas alusiones que hace Rafael en sus
cartas, contestando a la situación económica de los duques de Ma-
queda. Para entender el problema hemos de remontarnos a aque-
llos años cruciales de la República, en que las hordas marxistas
perseguían no solo a los sacerdotes y religiosos, sino también a la
– 63 –
nobleza. Veían a sus miembros, al menos algunos, con recelo y se
les arrebataban los bienes sin recato ni miramiento. Por otra parte,
aun teniendo posesiones, no se podían vender en tales circunstan-
cias, de ahí las quejas y apuros que tía María exponía a Rafael en
sus cartas.
Si a esta persecución sañuda, unimos algunos fracasos de
importancia en los negocios, que Dios permitió, precisamente en
esta coyuntura, no extrañará que llegaran a experimentar una si-
tuación económica precaria. Fracaso un tanto duradero en aquellos
días de persecución. Como eran aceptos a Dios, fue necesario que
la tribulación les purificase.
Rafael trata de ayudarles lo mejor que puede. En un primer
momento, escribe a su padre desde Pedrosillo, el 22 de septiembre
de 1932, y le dice:
“Te escribo a ti personalmente, debido a un asunto
que tiene tío Polín entre manos y que es de suma impor-
tancia para él, y que quiere, si te es posible, que le ayudes
para resolverlo favorablemente. El asunto es el siguiente:
Tío Polín, como sabrás, tiene en Tímulos la finca de Toro,
una extensión aproximadamente de 200 hectáreas de pino
maderable, se calcula que tendrá, unos 50.000 árboles, de
los cuales, unos 3.000 son negrales, y el resto ‘pino piño-
nero’, con una media en total de cuatro metros de alto y
quince centímetros de diámetro... Pues bien, en dicho pinar,
tío Polín quiere hacer una ‘corta’ para sacar unas 90.000
‘apeas’ para las minas, y tiene a la vista varios comprado-
res, que no le satisfacen del todo, debido a las condiciones
del contrato, y querría saber si en las empresas mineras
de Asturias tendrían fácil mercado dichas ‘apeas’, y si tú
te puedes enterar de algún comprador que le conviniese
y en qué forma de contrato, etc..., se lo comuniques con
toda urgencia a tío Polín, el cual me ha dicho que si hubie-
se alguna cosa en serio, no dudaría de hacer el sacrificio,
que para él en estos momentos lo es, de ir a Oviedo a ha-
cerlo personalmente, pero claro es, como te digo, siempre
que sea una cosa segura, y en buenas condiciones para él,
pues lo que desearía sería el poder obtener un adelanto de
dinero sobre la venta, la cual venta no está decidido en qué
– 64 –
forma podría hacerla, si por contrato, o si por su cuenta,
y quería que tú le ilustrases sobre este punto. Si la hace
por contrato, pierde una cuarta parte del valor que podría
obtener haciendo la ‘corta’ por su cuenta, pero el caso es
que, por este segundo procedimiento necesita una persona
entendida y de confianza, que dirigiese la ‘corta’; supongo
que tú estarás enterado, como es natural, de estas cosas,
así es que dile, según tu parecer, cómo debe resolver este
asunto.
Todavía existe otro punto a tratar, según se ha ente-
rado tío Polín: es necesario para cortar árboles, en la finca,
un informe forestal, autorizándole para cortarlos, y aquí es
donde tú le puedes ayudar en lo siguiente: primero, en qué
forma tiene que tramitarse el expediente, y a quién se tiene
que dirigir; segundo, saber si Toro pertenece al distrito de
Zamora o al de Valladolid, o a donde sea.
Tercero, que tú te interesases por la pronta solución
de dicho informe en la jefatura del distrito de Montes que le
correspondiese, y que a tío Polín le mareasen lo menos
posible. Lo del mareo ya sabes a qué me refiero: visitas a la
finca, viajes en balde, peritos por aquí, ingenieros por allá, y
después un tiempo perdido inútilmente, cuando lo que pide
es justo y razonable, ya que el terreno donde tiene el pinar
no puede dar más de sí, pues no es terreno a propósito.
En fin, si tú quieres más datos de la finca, no tienes
más que pedirlos.
Quisiera, querido padre, que te interesases de to-
dos estos asuntos más que si fuesen tuyos, y lo hicieses
con la urgencia que te sea posible, pues para tío Polín es
de una importancia muy grande”.
Si este primer intento no le salió bien, quiere subsanarlo de
otra manera más cercana y afectiva, y por eso vuelve a escribir a
sus padres en otra ocasión –el 28 de noviembre de 1933, desde
Madrid–, no solo para tranquilizar su conciencia, sino para que per-
ciban los apuros económicos por los que están pasando sus tíos, a
quienes él quiere muchísimo:
– 65 –
“... Una cosa he hecho sin contar con vosotros, porque en
realidad no hubo tiempo. Y además, sabiendo que si no lo
hubiese hecho yo, lo hubieses hecho tú, pues para mí era
un caso de conciencia. Se trata de tío Polín. Sabrás que
tiene la famosa corona en venta, y que no se vende. Que
tiene Pedrosillo en venta a lo que den, y que no se vende.
Que tiene Tímulos para arrendar, y que no se arrienda. Y
el Banco se le echa encima con una letra; y el casero y el
carnicero, etc... Y en casa ocho pesetas y sin esperanza
de más, pues todo dependía de la venta de la joya, y ésta
no se vende...
¿Comprendes ahora las fiebres?... Yo que he visto muy de
cerca su verdadera miseria, aunque él no quería, porque
el dinero no es mío, no ha tenido más remedio que permitir
que le preste mil pesetas. La Providencia de Dios vela por
él y se ha servido de mí en este caso. Pero vosotros com-
prenderéis que mi gran cariño a tío Polín me impulsó, y sé
que no os había de parecer mal. Y por otra parte, es muy
doloroso estar yo comiendo en su casa el pan que sabía
positivamente hacía tiempo no había pagado.
(Continuará)
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SAN RAFAEL
Rafael fuiste cual ardiente cirio
consumido en su Presencia
que en un místico martirio
entrega toda su existencia.
– 67 –
Novedades y Noticias
Don Avelino ¡Hasta siempre!
El pasado 22 de septiembre se
celebró en la parroquia del Hermano
San Rafael Arnaiz, de Burgos, la
despedida de su primer párroco, D.
Avelino Toledano Retuerto, tras 25
años de generosa entrega e incontables
fatigas para levantar una nueva
parroquia a las afueras de la ciudad.
Parroquia que aún no existía ni se le
había asignado santo titular alguno,
cuando su arzobispo D. Santiago
Martínez Acebes, le pidió que
aceptara el proyecto de ser párroco de
una nueva parroquia. D. Avelino tuvo
que luchar consigo mismo durante 11
largos meses entre la propuesta de su
arzobispo y su negativa al proyecto.
Finalmente accedió a ello encontrando
la gracia renovada del Señor en una
visita que realizó en la capilla del
recién beatificado Hno. Rafael Arnaiz
al que él ya conocía desde sus años jóvenes de seminarista, y habiendo
logrado visitar en su tumba en el cementerio de la Trapa meses antes de
su exhumación en 1965.
Y fue en el momento de buscar un titular de esa nueva parroquia
cuando a que D. Avelino se le ocurrió proponer al beato Rafael Arnaiz,
propuesta que su arzobispo aceptó gustoso porque también él era
devoto y admirador del nuevo Beato. Detrás de todo esto estaba la mano
providente de Dios, que movía los hilos y los corazones de los hombres
para el Beato Hermano Rafael fuera el Titular de una parroquia en su
ciudad natal.
– 68 –
Todo esto ocurría entre 1993 y 1994. Y era el 1 de septiembre
de 1994, cuando D. Avelino se dirigía a sus nuevos parroquianos “para
construir la nueva Parroquia, humana, espiritual y materialmente”. Y
así ha sido, porque una Parroquia supone un templo, pero ante todo
un grupo de fieles, de cristianos, que necesitan alimentar su espíritu
y encontrarse con los dones de Dios, con el ejemplo de los santos,
con los sacramentos que nos ofrece la Iglesia para crecer en el amor
fraterno. Eso es una Parroquia, y esto es lo que ha hecho D. Avelino
en la Parroquia del Hermano San Rafael, a lo largo de estos 25 años de
entrega laboriosa y constante, pero también gozosa y gratificante.
Usando del tópico clásico, D. Avelino “ha sido el alma” de la
Parroquia del Hermano Rafael; Dios le eligió a él, a pesar de haberse
resistido al proyecto; un proyecto que, como tantos otros no vemos que
sean de Dios, hasta que Él nos hace caer del caballo, como a san Pablo,
y darnos cuenta entonces de que no somos más que instrumentos del
amor de Dios para dar a los demás. Así lo ha hecho D. Avelino a lo largo
de su vida sacerdotal, y así lo seguirá siendo, pero ya, a partir de ahora,
en un segundo plano; el que se merece su jubilación.
Para despedirse de su parroquia, de sus feligreses, de tantos
amigos que ha cosechado en este tiempo y lugar, la Parroquia del
Hermano San Rafael, se vistió de gala para celebrar, una solemne
Eucaristía presidida por monseñor Juan Antonio Martínez Camino,
obispo auxiliar de Madrid, amigo personal de D. Avelino desde hace
años. Concelebraron varios sacerdotes compañeros de fatigas de D.
Avelino, así como los nuevos pastores de la Parroquia, en una iglesia
abarrotada de fieles hasta el extremo; fieles y amigos que no querían
perderse el “adiós” de su Párroco. Efectivamente fue él mismo quien
pronunció la homilía -o más bien su discurso de despedida-, con la voz
entrecortada por la emoción. Quiso recordarlo todo y a todos en sus
palabras, sin olvidarse, repetidamente, del oblato trapense, san Rafael
Arnaiz, que tanto bien ha aportado a esa parroquia en el transcurso de
estos años, y tanto se le quiere.
Al final de la celebración se inauguró y bendijo, en el hall de la
iglesia, una placa conmemorativa de las Bodas de Plata de la Parroquia.
Por la importancia que supuso -y supone- esta Parroquia para
el Monasterio de San Isidro y sus monjes, este Boletín de San Rafael
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Arnaiz, recogió en sus páginas los grandes momentos de la singladura,
de esta humilde -pero grande-, barca de Pedro, que navega en tierras
cidianas; recordemos la colocación y bendición de la primera piedra
por Mons. Martínez Acebes, el 20 de diciembre de 1995; la solemne
dedicación del nuevo templo el 27 de abril de 1997 por el mismo
arzobispo D. Santiago; o la bendición, el 27 de septiembre de 2004, de
la bella y gran Cruz parroquial de más de 23 metros de altura. Por eso
también en esta ocasión nuestro Boletín ha querido hacerse eco de este
evento parroquial y felicitar a D. Avelino como lo han hecho todos sus
parroquianos; agradecerle todo el cariño que tiene por la comunidad
de la Trapa de Dueñas, y el amor y devoción por su paisano san Rafael
Arnaiz Barón.
Que nuestro Santo Hermano le siga ayudando e interceda por él
a lo largo de su vida y en todas sus actividades pastorales.
¡Gracias por todo querido D. Avelino!
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ACLARACIÓN
¿Lleva tilde el apellido Arnaiz?
Si bien estamos acostumbrados
a ver y escribir el apellido “Arnaiz”
con tilde, resulta ser un error que
queremos corregir, y así lo haremos
a partir de este Boletín, tras las ex-
plicaciones que sobre este apellido
hemos podido encontrar en internet
para aclarar las dudas o vacilacio-
nes con respecto a este apellido y
otros apellidos parónimos, esto es,
semejantes en su forma y sonido.
Así por ejemplo, son frecuentes las
grafías *Sáiz, *Saez, en lugar de las
formas correctas Saiz, Sáez. Díga-
se lo mismo en los apellidos Herraiz
/ Herráez y Arnaiz / Arnáez
El apellido Arnaiz está compuesto
de dos sílabas AR-NAIZ, y la “a” se-
guida de la “i” de la segunda sílaba
forma diptongo según la norma gra-
matical: “una vocal abierta (a, e, o)
seguida de una cerrada átona (i, u)
forma diptongo”.
En consecuencia Arnaiz es una pa-
labra aguda, y las palabras agudas
no acabadas en “n”, “s” o vocal no
llevan tilde.
Confiamos que, a partir de ahora,
todos los que empleemos el apelli-
do Arnaiz lo hagamos correctamente.
En nuestro caso ignoramos desde cuándo y por qué se produce el
error de poner tilde al apellido Arnaiz, pero podemos decir que en todos
los escritos originales del Hermano Rafael y en los documentos de su
tiempo no aparece con tilde al apellido Arnaiz.
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Hermano Rafael. El camino de la santidad
Fernando Caballero Chacón, pe-
riodista palentino que con gran
entusiasmo y rigor profesional
ha ido siguiendo, a lo largo de
los años, los distintos pasos de
san Rafael Arnaiz, publicando
sendos artículos de los aconte-
cimientos que se fueron suce-
diendo durante los Procesos de
beatificación y canonización,
nos sorprende ahora con un li-
bro novedoso en su contenido
y a la vez excelente en su pre-
sentación, sobre nuestro querido
Hermano Rafael.
Sin duda que este libro nos brindará nuevos detalles, nuevas anécdotas,
nueva luz para conocer y profundizar más en la inagotable espirituali-
dad de san Rafael Arnaiz Barón.
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FAVORES TESTIMONIOS FAVORES
HABÍA QUE OPERARLA A VIDA O MUERTE
Me dirijo al Monasterio para dar notificación de un nuevo milagro. Hace ya más de
un año que aconteció y nuestra intención era personarnos en el monasterio. Aún no
ha sido posible, por eso os envío esta carta, para que quede constancia y en cuanto
podamos iremos a visitar a San Rafael. comienzo con nuestra milagrosa historia en la
que San Rafael salvó la vida de las hija de mi mejor amigo.
Daniela, que así se llama, enfermó de la noche a la mañana, con síntomas pare-
cidos y diagnosticados como una gastroenteritis, nada más lejos de lo que realmente
le ocurría. Se le medicó con sueros y dieta blanda, y no mejoró en absoluto. Perdió
el apetito y sentía un fuerte dolor abdominal; creyeron entonces que la medicación la
había estreñido. Así pasaron varios días y Daniela no mejoraba. Despertó una maña-
na llorando de dolor. Su padre la llevó al hospital, y haciéndole pruebas, vieron una
obstrucción en el páncreas y el conducto biliar. Había que operarla a vida o a muerte
una operación muy delicada con escaso éxito en mayores y casi inexistente en niños.
Rápidamente le recé a San Rafael para que la salvara, y apareció en la hitación de
Daniela el médico más experto en este tipo de operaciones en niños, que casualmente
había llegado a Sevilla para dar un curso en la ciudad y se había enterado del caso
de Daniela, y generosamente se ofreció para operarla. ¿Casualidad? Daniela estuvo
muchas horas de operación. Todo salió perfecto y lleva una vida normal. Gracias,
gracias, gracias.
Le recé porque me acordé del caso de un amigo que tuvo un problema con la salud
de su primer nieto, que hubo que ser operado dentro del vientre de su madre y que
también milagrosamente en ese caso particular se encontraba en Sevilla ése especia-
lista. Ese niño salió perfecto de la operación y su abuelo me lo contó tan emocionado
que me impactó. Por eso recurrí a San Rafael y no tengo la menor duda de que fue él
el que intercedió por Daniela. Gracias!! Gracias!!! Graciaaas!!!.
Eva María Romero
***
HABLO CON ÉL Y LE CUENTO MIS PENAS
En esta parte de la vida que me toca vivir, todo ocurre muy de prisa, los días, los
meses, los años, y como consecuencia la vida que a veces no sé si vivo o sobrevivo,
pero una cosa no me falta, siempre los llevo a ustedes y siempre le tengo muy presen-
te padre Alberico, su sencillez, sus enseñanzas, su fe y por supuesto el espíritu de la
Orden del Císter.
Espero y deseo que todo vaya bien en el Monasterio; no se me olvida aquel aroma y
ése silencio, -bendito silencio- para escuchar lo verdadero importante, la Palabra, y no
como aquí, que todo es ruido. De las estampas que me ha regalado las miro muchas
veces para analizarlas, y hay una que siempre me puede, la más clásica, la del Herma-
no Rafael, bueno “San Rafael”, pero para mi será siempre el Hermano Rafael, con esa
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FAVORES TESTIMONIOS FAVORES
sonrisa, y esa forma de mirar con tanta Paz, incluso hablo con él y le cuento mis penas
y alegrías, él sabe escuchar, y yo tengo que aprender a saber esperar.
Bueno Padre Alberico, no le robo más tiempo, y le diré que siempre les llevo en el
corazón y que a lo largo de mi vida les tengo muy presentes y Dios me perdone cuan-
do arrastro mi salma por los claustros de mi vida, pero ustedes, mis queridos monjes
Cistercienses, son el motor y el sentido de muchas cosas de mi vida. Un abrazo muy
fuerte para usted, y un saludo para todos los monjes de la Trapa
Quisiera prometer que no ha de pasar tanto tiempo para mi próxima carta.
Fernando Serrano. PARLA. Madrid
***
CONSIGUIÓ TRABAJO
Estimado Padre Alberico: Quiero contarle una gracia muy grande para mi familia
que nos ha concedido el Señor por medio de su santo y gran amador S. Rafael, como
le prometí haría cuando nos la concediera. Que Dios me perdone el haber tardado un
poco en hacerlo.
Una de mis hermanas necesitaba urgentemente un trabajo, ella es abogado y hacía
tiempo que no la llamaban del Palacio de Justicia; se presentó a unas Oposiciones
-todos sabemos lo difícil que es aprobarlas... mucha gente y pocas plazas. Se examinó
en Barcelona y sacó un 8’ 5
pero no le dieron plaza g.a.D. porque ahí no está las cosas muy bien. Después
e examinó de las mismas a los pocos meses en Canarias donde gracias a Dios y a
nuestro bendito San Rafael sacó la máxima nota y obtuvo el puesto de trabajo.
Solo Dios sabe lo necesario que era por muchas causas y el bien tan grande que le
ha hecho, todo gracias a s. Rafael a quien estamos muy agradecidas. Sigo encomen-
dándole el bien espiritual de mi familia. Que todo sea para mayor gloria de Dios y de su
siervo S. Rafael. Siempre unidos en la oración. Esperando su bendición
Blanca de Jesús
***
MI HIJA HOY DÍA SE ENCUENTRA PERFECTAMENTE
En una estampa del Hermano San Rafael Arnaiz leí que encaso de obtener algún
favor se comunicara al Monasterio. Como muy agradecido que estoy de él, quiero
comunicarles que a mi hija, debido a una gran infección que se le producía en un ojo,
fue necesario para su intervención dos equipos: otorrinos y oftalmólogos al mismo
tiempo, dos veces sin conseguir atajar la infección, puesto que volvía la inflamación
en la cara de tal manera que se la ponía a reventar, teniéndole que extraer el pus con
la consiguiente gravedad si no se hacía. En las tercera operación asistida también por
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FAVORES TESTIMONIOS FAVORES
otorrinos y oftalmólogos, mi Señora y yo invocamos la intercesión del Hermano San
Rafael Arnaiz. El caso es que nuestra hija , hoy día ya se encuentra perfectamente hoy
día gracias a Dios y a su intercesión.
Ángel
***
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DONATIVOS
Gracias a todos vosotros, los lectores del Boletín y los que habéis seguido con
entusiasmo la Causa de San Rafael, y especialmente a los que con vuestros
donativos en estos meses de Julio - Diciembre 2019 habéis contribuido al
mantenimiento de esta Causa. Damos vuestros nombres a continuación.
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Así contempló el Hermano Rafael el retablo de la iglesia,
en el misterio de la Asunción