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Influencia de Cádiz en Perú

Este documento resume la representación peruana en las Cortes de Cádiz de 1810-1812 y sus contribuciones. Cuatro diputados representaron a las provincias peruanas: Vicente Morales Duárez, quien fue elegido presidente pero falleció; Ramón Olaguer Feliú; Blas Ostolaza; y Dionisio Inca Yupanqui. Los diputados peruanos propusieron once puntos para mejorar los derechos y la economía en el Perú, aunque no lograron su aprobación. Las Cortes abolieron la mita

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Influencia de Cádiz en Perú

Este documento resume la representación peruana en las Cortes de Cádiz de 1810-1812 y sus contribuciones. Cuatro diputados representaron a las provincias peruanas: Vicente Morales Duárez, quien fue elegido presidente pero falleció; Ramón Olaguer Feliú; Blas Ostolaza; y Dionisio Inca Yupanqui. Los diputados peruanos propusieron once puntos para mejorar los derechos y la economía en el Perú, aunque no lograron su aprobación. Las Cortes abolieron la mita

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EL CONSTITUCIONALISMO EN EL PERU

LA CONSTITUCION DE CADIZ y SU INFLUENCIA EN EL PERU

La Convocatoria a Cortes

Atendiendo a un sentimiento generalizado, recogido a través de las Junta locales y


cediendo a la presión del elemento liberal, la Junta Suprema Central de Sevilla decidió algunas
semanas antes de resignar sus poderes ante el Consejo de Regencia, la convocatoria de unas
Cortes Constituyentes. A ellas no sólo deberían concurrir Procuradores de las circunscripciones
españolas, sino también de las colonias americanas.

Por Real Orden de 22 de enero de 1809 y considerando que los dominios de América
"no eran colonias o factorías como los de otras naciones, sino una parte esencial e integrante de
la Monarquía española. " y la heroica lealtad y patriotismo de que acaban de dar tan decisiva
prueba" se les pedía que enviaran Diputados. Los Cabildos elegirían tres candidatos de los que se
sortearía uno; la Audiencia, en Real Acuerdo, formaría una terna entre todos los propuestos, sor-
teándose el que sería electo.

Sólo algunas circunscripciones coloniales dieron cumplimiento al anterior acuerdo. En


tanto, y después de algunos desastres militares, la Junta Central de Sevilla abandonó el territorio
de Andalucía y se refugió en la isla de León, adelantando su propósito de disolverse y depositar la
máxima autoridad en un Supremo Consejo de Regencia. El 29 de enero de 1810 expidió el Decreto
de convocatoria a Cortes para España y América Virreynal. El 14 de febrero enviaba a la colonias,
la conocida proclama en que les invitaba nuevamente a elegir sus Diputados, les repetía que
constituían parte integrante de la Monarquía española y ampliaba la representación concedida el
año anterior a las colonias, con un Diputado por cada provincia, cabecera de partido. La elección
sería hecha por los Cabildos de cada capital, sorteándose al electo dentro de una terna. Se
agregaba previsoriamente, que en caso que no se pudiera hacer esa elección en las colonias, los
residentes en España naturales de esos dominios, procedieran a elegir a sus representantes, de
preferencia entre los que estaban en Cádiz, ciudad a donde se había trasladado la Regencia a
fines de mayo.

No habiéndose hecho el total de las elecciones previstas, se designaron a americanos


residentes en España con el carácter de suplentes. De igual modo fueron elegidos los Diputados
por las provincias españolas ocupadas por las tropas francesas.

La representación de las provincias peruanas


Los representantes de las provincias del Perú en las Cortes de Cádiz fueron Vicente
Morales y Duárez, nombrado Alcalde de Crimen de Lima, meses antes; BIas Ostolaza, Canónigo
de la Catedral de Trujillo; Dionisio Inca Yupanqui, cuzqueño de sangre incaica; y Ramón Olager
Feliú, abogado del Foro limeño y Antonio Suazo.

Vicente Morales Duárez, había nacido en Lima, a mediados del siglo XVIII, Abogado
graduado en la Universidad de San Marcos, había asesorado en diversos cargos y asuntos, a los.
Virreyes Taboada y Lemus y O'Higgins. Perteneció a la sociedad "Amantes del País", editora del
Mercurio Peruano. Redactó los Estatutos del Colegio de Abogados de Lima y fue su primer
Diputado, al instalarse esa institución en 1809. Mendiburu anota que su talento distinguido y su
consagración a las ciencias le hicieron siempre merecedor de una alta reputación. Durante su
permanencia en España fue nombrado Oidor de la Audiencia de Lima. Formó parte de varias
comisiones, entre otras de la de Constitución, integrada sólo por catorce miembros de los más
distinguidos como el "Divino" Argüelles y Muñoz Torrero. En noviembre de 1810, Morales era
elegido Vicepresidente de la Asamblea y el 24 de marzo, Presidente de la misma. En las Cortes
gaditanas se granjeó respeto y consideraciones por su cultura jurídica, elevación y ponderación. Y
el historiógrafo peruano José Antonio de Lava lo ha llamado "hombre du juste milieu".

A los pocos días de su elección como Presidente, aquel egregio limeño fallecía víctima
de violenta enfermedad, el 2 de abril, haciéndosele en España exequias de Monarca; y las oficiadas
en Lima tuvieron gran munificencia, habiendo asistido el propio Virrey Abascal.

Ramón Olaguer Feliú, natural de Ceuta y al que se tuvo por mucho tiempo por nacido
en Chile, vino a Lima de niño. Estudió en el Convictorio de San Carlos. Se graduó con una tesis
relativa a "que en el estudio de las ciencias debería emplearse el idioma vulgar", dedicándose
después al ejercicio de su profesión de abogado, en la que actuó en forma destacada.
Encontrándose en España, en momento de producirse las elecciones supletorias, fue designado
Diputado por el Perú.
Como Secretario de las Cortes fue comisionado, conjuntamente con otros representantes, para
saludar a Fernando VII a su entrada en Madrid, donde debía jurar la Constitución gaditana. El Rey
no los recibió, desairándolos. Al igual que otros compañeros de Cádiz, al restablecerse el
absolutismo fue preso y encarcelado en el castillo de Benasque, donde falleció.

BIas Ostolaza, Presbítero, natural de Trujillo del Perú, se encontraba en España


cuando la Revolución de 1808. Acompañó a la familia real a la prisión de Valencey y fue Capellán
del Rey y preceptor del Infante Don Carlos. En las Cortes de Cádiz tomó el partido de la Monarquía
conservadora. De gran valor físico, sus arrestos y su fogosidad lo hacían temible en la tribuna.
Todos esos antecedentes determinaron que, restablecido Fernando VII como Rey absoluto, fuera
uno de los más conspicuos miembros de la camarilla gubernativa. Alejado después, ocupó su cargo
de Deán de la Catedral de Murcia. Con el fervor con que actuaba siempre, se hizo carlista en los
últimos años, y hallábase preso en la cárcel de Valencia, cuando a consecuencia de un motín
impopular fue fusilado, vitoreando en el momento final: "¡muero por mi fe y por mi Rey, don Carlos!"
Su vida desorbitada se presta para una biografía novelada.

Dionisio Inca Yupanqui, nacido en Cuzco, fue educado en el Seminario de Nobles de


Madrid. De profesión militar era Coronel de un regimiento de Dragones y llevó la representación
peruana a las Cortes en las que tuvo opaca figuración.

Apertura de las Cortes

Gentes de origen diverso se congregaron el 24 de septiembre de 1810 en el teatro


principal de la isla de León, frente a Cádiz, para acometer la empresa de dictar la Constitución, en
tanto que al otro lado de las murallas de esa ciudad se batían las fuerzas populares contra el invasor
francés. Desde el 24 de febrero de 1811 las sesiones se prosiguieron en la ciudad de Cádiz,
reuniéndose en la iglesia de San Felipe de Neri. La Constitución quedó totalmente aprobada el 23
de enero de 1812, y se promulgó en España solemnemente el 19 de marzo, aunque las Cortes
continuaron reunidas, dictando leyes complementarias, hasta el 20 de septiembre de 1813. Desde
el comienzo formaron un sólo estamento o cámara en vez de los dos que habían proyectado. A la
sesión inaugural sólo asistieron 102 representantes, aunque después llegaron a ser 282, de los
cuales 97 eran eclesiásticos. El 20 por ciento del total representaba a las colonias americanas.

Inmediatamente de reunidas las Cortes declararon nula la abdicación de Fernando VII


en Bayona, y que no se aceptarían propuestas de paz mientras hubiera tropas francesas en terri-
torio español. La acción más notable de los diputados peruanos fue la proposición de once puntos
hecha a las Cortes el 16 de diciembre de 1810 y en la que pedían: Que estas provincias tuvieran
sus representantes en la misma proporción que las de España; Que en América se pudiese
sembrar y cultivar cuanto la naturaleza y el arte proporcionaran en los climas respectivos y para el
ejercicio de la industria manufacturera y las artes en toda su extensión; Que hubiese libre
exportación de frutos para cualquier país y permiso para toda internación bajo cualquier bandera;
Que se hiciese libremente el comercio con Asia, aboliéndose los privilegios; Que se extinguiese los
estancos; Que fuese libre la explotación de las minas de azogue bajo la dirección del Tribunal de
Minería, quedando inhibidos el Virrey y los Intendentes de entender en lo administrativo de este
ramo; Que los americanos tuviesen igual opción a empleos que los europeos, incluyéndose a los
indios y sus hijos; Que se diesen por turno los empleos en América; mitad a los naturales y mitad
a los españoles europeos; Que se restableciera a los jesuitas en América.

Los peruanos Morales Duárez y Felíu la defendieron con gran elocuencia, aunque no
lograron que fuera sancionada por las Cortes. Estas intervenciones así como la relativa a la
extinción de los tributos y rehabilitación de los indígenas constituye la participación más destacada
de los diputados peruanos.

Las Cortes declararon que los dominios españoles en ambos hemisferios habían de
formar una sola y misma Monarquía, una misma y sola Nación y una sola familia y que por ende,
los naturales que fueran originarios de dichos dominios europeos o ultramarinos gozarían de
iguales derechos que los de la Península (14 de octubre de 1810). Los diputados americanos
lograron la aprobación de ciertas medidas de protección a los indios, y para el progreso de la
agricultura y el comercio sin alcanzar la ansiada libertad de comercio, debido a la acción de los
poderosos comerciantes de Cádiz, que se mostraron intransigentes en este aspecto.

Las Cortes también habían aprobado una amnistía general a favor de los rebeldes
americanos. Durante sus sesiones abolieron la mita (9 de noviembre de 1812), y ordenaron el
reparto de las tierras comunales a los indios casados o mayores de 25 años; prohibieron a las
autoridades e indios comerciar con los repartimientos de tierras; y dieron permiso para el cultivo de
la vid y los olivos y la extracción del azogue en el Continente Americano.
La Constitución de Cádiz de 1812

La Constitución de Cádiz constaba de diez títulos y 384 Artículos, y comprendía todo


lo referente a la organización institucional del Estado y de la Monarquía de la Madre Patria y fue
promulgada el 19 de marzo de 1812. La Nación española era "la reunión de todos los españoles
de ambos hemisferios; no es ni podía ser el patrimonio de ninguna familia ni persona; la soberanía
residía esencialmente en ella y estaba obligada a conservar y proteger por leyes sabias y justas, la
libertad civil, la propiedad y los demás derechos legítimos de todos los individuos que la componen".
Se consideraba españoles a los nacidos en los dominios de España en una y otra parte del mundo,
sin distinción alguna. Se establecía en el articulado que "la religión de la nación es y será
perpetuamente la católica apostólica, romana, única y verdadera; la Nación la protege por leyes
sabias y justas prohíbe el ejercicio de cualquier otra". Definía al Gobierno como una "Monarquía
moderada hereditaria", "la persona del Rey es sagrada e inviolable", pero establecía frenos y
limitaciones constitucionales a la autoridad real. En conjunto, la autoridad de las Cortes era superior
a la que se otorgaba al Monarca. La potestad de hacer las leyes residía en las Cortes y en el Rey,
quien gozaba del derecho de veto; caracterizaba a los Secretarios del Despacho como verdaderos
Ministros constitucionales, cerrando la página histórica de "Secretario del Rey". Al Monarca
correspondía ejecutar las leyes y a los tribunales judiciales su aplicación, diferenciando así
claramente la existencia de tres Poderes. La "apreciable calidad" de español se adquiría por
nacimiento, por nacionalización, por diez años de vecindad y por liberación. Enumeraba entre las
provincias de España, a los diversos Virreinatos y Capitanías Generales de Indias y Filipinas.

El Título 3º detallaba extensamente la organización y funcionamiento del Poder


Legislativo, sus atribuciones y la manera de aprobar las leyes y la elección de los Diputados
mediante el sistema indirecto. Las Cortes formarían una sola Cámara y en su receso existiría la
Diputación Permanente, compuesta de siete miembros, tres por las provincias de España, tres por
los dominios americanos y el sétimo elegido a la suerte, escogido entre un Diputado de éstos y de
aquéllas.

El Título 5º versaba sobre la administración de la Justicia, con las facultades


jurisdiccionales y la inamovilidad de los jueces; se suprimía los Tribunales privilegiados o de
excepción; se conservaba el fueron eclesiástico y el militar, pero sujeto a leyes y ordenanzas. Se
fijaba normas, avanzadas para entonces, en materia criminal: arresto sólo por la autoridad
competente, supresión del tormento para los reos y de la confiscación de bienes y la defensa en
juicio.

El Título 6º estaba destinado a la administración municipal y provincial, tanto en


España como en las colonias, disponiendo la existencia de Alcalde, Síndicos y Regidores en la
primera, elegidos por los vecinos; establecía para el gobierno de las provincias a un jefe político
asesorado por un Intendente, encargado de las cuestiones de Hacienda, y por la Diputación
provincial, integrada por siete miembros elegidos.

El Título 7º se refería al sistema tributario, siendo las Cortes las encargadas de


confirmar y establecer las contribuciones; el octavo, a la fuerza militar, y el noveno, a la educación
pública, obligando al Estado a crear escuelas en todos los pueblos. Y consagraba en un artículo
de este título, el 371, el derecho a la libre emisión del pensamiento y a la libertad de imprenta, que
conjuntamente con la supresión del Santo Oficio de la Inquisición, creaban un régimen de
tolerancia. Entre los derechos que afirmaban estaban los de seguridad personal, inviolabilidad de
domicilio, derecho de propiedad y de petición y la igualdad en la obtención de los cargos públicos
al abolir las exigencias de prueba de noble.

El Titulo décimo y último trataba de la observancia y reforma de la Constitución, la que


no podría modificarse, en todo o en parte, hasta ocho años después de su vigencia.

Las Cortes ya habían aprobado anteriormente la libertad de imprenta (1) Y la supresión


del Tribunal de la Inquisición o del Santo Oficio, y la abolición de la esclavitud, pudiendo los negros
en lo sucesivo optar grados literarios, tomar hábitos religiosos y profesar. Las Cortes se dividieron
entre liberales-constitucionales y absolutistas o serviles. Los diputados americanos formaban un
tercer grupo, bastante numeroso, ya que agrupaban hasta el 20% de los miembros, los que votaban
unidos en las cuestiones que los afectaban, tratando de mejorar la situación jurídica y real de sus
hermanos americanos, aunque por lo común, en los otros aspectos, como lo señala el historiador
Lafuente, se inclinaba por el partido reformador o liberal.

La Constitución de Cádiz tuvo las siguientes características: 1º Consagró el principio


de la igualdad entre Americanos y Peninsulares; 2º Proclamó la libertad de pensamiento y su libre
expresión; 3º Proclamó la soberanía del pueblo, en sustitución de la soberanía como atributo del
Rey; 4º La Constitución se elaboró sin la participación del Rey, pero no contra el Rey, por cuya
libertad combatía la nación y en cuyo nombre se proclamó la Constitución; 5º Estableció la división
de Poderes, limitando el poder absoluto del Monarca; 6º Derogó todos los símbolos del antiguo
vasallaje y proclamó la absoluta igualdad de todos los españoles de ambos hemisferios; 7º Por lo
tanto la nueva Representación a Cortes (Parlamento) en lo sucesivo no va a representar a los
estamentos tradicionales, -clero, nobleza y burguesía o estado llano -sino a la nación; 8º Otorgó
el voto a los analfabetos y finalmente dejó sentada la idea de la Constitución como una conquista.

Salvo algunas formas tradicionales del antiguo derecho de Castilla y de Aragón, como
lo referente a los Cabildos, la Constitución gaditana revela principalmente la influencia de la
Revolución francesa. El Obispo de Ceuta, Monseñor Vélez, con propósito denigratorio, hizo un
paralelo entre el Código de Cádiz y la Constitución francesa de 1791, mostrando su gran
semejanza, inclusive en la redacción de los artículos.
El Retorno del Absolutismo
Después de la derrota y abdicación del Emperador Napoleón, Fernando VII, a quien
los pueblos llamaban "El Deseado" y que en realidad era "El Indeseable" por su abyección e
ingratitud, "tirano sin grandeza", regresó a España; pero accediendo a su propio temperamento, a
los reclamos de la camarilla reaccionaria que lo rodeaba y a los Diputados que habían formado el
grupo servil en las Cortes, a los que se dio el apodo de persas (al igual que a los Diputados
peruanos que en 1825 pidieron a Bolívar el receso del Congreso y la promulgación de la
Constitución Vitalicia), derogó la Constitución de Cádiz por un célebre decreto, firmado en Valencia
el 4 de mayo de 1814, en el que expresaba que era su realismo "no solamente no jurar ni acceder
a dicha Constitución y a decreto alguno de las Cortes Generales y Extraordinarias y de las
Ordinarias, actualmente abiertas, a saber: los que sean represivos de los derechos y prerrogativas
de mi soberanía, establecida por la Constitución y las leyes en que de largo tiempo la nación ha
vivido, sino declarar aquella Constitución y tales decretos nulos y de ningún valor ni efecto, ahora
ni en tiempo alguno, como si no hubiesen pasado jamás tales actos y se quitasen de en medio del
tiempo", en tanto que la plebe ignara cantaba en las calles: ¡Vivan las cadenas!

Esa reacción absolutista reafirmará el sentimiento liberal y separatista de las colonias.


La sublevación de las tropas del General del Riego en Cabezas de San Juan, en 1820, para
restablecer la Carta gaditana, tropas que estaban en vísperas de embarcarse para América a fin
de combatir a los insurgentes y que permanecerán en la Península, beneficiará asimismo la
independencia americana.

La jura de la Constitución en el Perú

El Virrey Abascal había promulgado ya la ley de noviembre de 1810 que establecía la


libertad de imprenta. Y cuando recibió el texto de la Constitución gaditana, no obstante que la
consideraba impracticable y peligrosa, la hizo publicar y jurar en Lima el 2 de octubre de 1812,
ordenando, asimismo, que, conforme a sus disposiciones, se eligiera a los que deberían concurrir
a las Cortes Ordinarias, así como Regidores de los Ayuntamientos Y ratificó el acuerdo que
suprimía el Consejo de Indias. La jura de la Constitución fue hecha en las principales ciudades
americanas con gran solemnidad, festejos populares y muestras de alborozo por los criollos, que
dieron el nombre a algunas plazas, en donde se efectuó la ceremonia del juramento, como la Plaza
de la Constitución en Huancayo. Las elecciones para Cabildos y Diputados determinaron que se
manifestará la creciente rivalidad entre criollos y peninsulares, resultando elegidos entre los
primeros, figuras connotadas como Olmedo y Unánue.

En algunos lugares se postergó y aún omitió el acto de juramento, provocando la


formación de dos bandos antagónicos: españoles y criollos. Esto ocurrió en Cajamarca, Huánuco,
Huamanga, Arequipa y Cuzco. La postergación en este lugar está vinculada al estallido de la
revolución de Pumacahua. En las otras ciudades, los criollos formaron Juntas Tuitivas, promotoras
del cumplimiento de la Constitución, lanzando las candidaturas de criollos para los cargos
municipales, ocasionando verdaderas conmociones populares.

Influencia de la Constitución gaditana en el Perú

Los decretos sobre la abolición del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, y el
decreto sobre la libertad de imprenta tuvieron inmediata repercusión en América. La supresión de
la Inquisición, instrumento político y no religioso, de dominación intelectual, estimuló la labor de los
próceres, ganados ya a las ideas enciclopedistas francesas, que desde entonces pudieron infundir,
sin trabas, sus doctrinas. La súbita transición de la mordaza a la prensa libre produjo una
efervescencia. Fue una "explosión de libertad". "Inmediatamente Lima y otras ciudades importantes
se vieron inundadas de periódicos, folletos y hojas que atacaban los abusos y sembraban las ideas
liberales, ambientando así la emancipación. Los hombres más caracterizados del virreinato se
pusieron al frente de ese movimiento. Para los peruanos la Constitución de Cádiz representó su
bautismo político, y aunque su vigencia fue mucho más efímera que la de las innumeras Cartas
republicanas, tuvo más hondas y duraderas repercusiones. "Para nosotros no es la primera norma
suprema de la nación española, sino de la nación peruana; y como tal, merece la consideración de
los hombres que estudian y piensan". Se puede decir que hasta ella, los americanos sólo aspiraban
a reformas e igualdad de trato. Pero desde 1813 la opinión cambió, afirmándose la conciencia
autonomista y separatista.

La Constitución de Cádiz influirá notablemente en las Constituciones Peruanas del


siglo XIX, particularmente en las primeras, sobre todo en los conceptos de soberanía y primacía
del Parlamento. Sánchez Carrión, la figura más brillante de nuestro primer Congreso Constituyente,
es un cabal representante del espíritu liberal doceañista. El sentido moralizador que se introdujo
en nuestra Carta de 1823, se inspira en la española de 1812. Esta también sirve de antecedente
de la Comisión Permanente, ideada en la Carta de 1860 y de las Juntas Departamentales de la de
1828.

La Constitución de Cádiz tuvo como modelo preferente a la francesa de 1791. Pero los
espectaculares sucesos de la Península Hispánica, el dramatismo del debate constitucional y el
pronunciamiento liberal de 1820 dan relieve y actualizan sus proposiciones. El espíritu reformista
de la Carta de 1812 y sus principios igualitarios y liberales renuevan la fe de los patriotas
americanos y socavan los cimientos de la dominación española al rechazar el origen divino de la
realeza y al afirmar que la soberanía reside en la nación.

El restablecimiento de los Cabildos, ordenado por el documento gaditano, fue otro


germen de libertad. La idea de que pudiese existir en el Perú una autoridad libremente elegida por
la ciudadanía electrizó a los criollos y, a su juicio, tuvo más importancia que los libros de los
enciclopedistas. Al convocarse a elecciones surgió otra vez la rivalidad entre criollos y peninsulares
para la designación de los diputados que deberían representar a los Dominios Americanos en las
Cortes Ordinarios y para la cual fueron elegidos hombres tan eminentes como Unánue y Olmedo.
Los diputados americanos demostraron nuevamente su capacidad en las Cortes de 1814. La
reacción absolutista los dispersó, y cuando regresaron a América, ya estaban ganados a la idea
definitiva de la independencia total, a cuya realización contribuyeron destacadamente.

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