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La Union Virginal de María y José

La catequesis del Papa aborda la unión virginal de María y José, destacando que su compromiso matrimonial se enmarca en un contexto de virginidad y espiritualidad elevada, esencial para el misterio de la Encarnación. Se enfatiza que José, aunque no es el padre biológico de Jesús, desempeñó un papel paterno real y significativo en su vida. La relación entre María y José es presentada como un verdadero matrimonio, con una comunión de amor virginal que contribuyó al plan de salvación de Dios.

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La Union Virginal de María y José

La catequesis del Papa aborda la unión virginal de María y José, destacando que su compromiso matrimonial se enmarca en un contexto de virginidad y espiritualidad elevada, esencial para el misterio de la Encarnación. Se enfatiza que José, aunque no es el padre biológico de Jesús, desempeñó un papel paterno real y significativo en su vida. La relación entre María y José es presentada como un verdadero matrimonio, con una comunión de amor virginal que contribuyó al plan de salvación de Dios.

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CATEQUESIS DEL PAPA

( Durante la audiencia general del miércoles 21 de agosto de 1997)

La unión virginal de María y José


1. El evangelio de Lucas, al presentar a María como virgen, añade que estaba
"desposada con un hombre llamado José, de la casa de David" (Lc. 1, 27). Estas
informaciones parecen, a primera vista, contradictorias.
Hay que notar que el término griego utilizado en este pasaje no indica la
situación de una mujer que ha contraído el matrimonio y por tanto vive en el
estado matrimonial, sino la del noviazgo. Pero, a diferencia de cuanto ocurre en
las culturas modernas, en la costumbre judaica antigua la institución del
noviazgo preveía un contrato y tenía normalmente valor definitivo:
efectivamente, introducía a los novios en el estado matrimonial, si bien el
matrimonio se cumplía plenamente cuando el joven conducía a la muchacha a su
casa.
En el momento de la Anunciación, María se halla, pues, en la situación de
esposa prometida. Nos podemos preguntar por qué había aceptado el noviazgo,
desde el momento en que tenía el propósito de permanecer virgen para siempre.
Lucas es consciente de esta dificultad, pero se limita a registrar la situación sin
aportar explicaciones. El hecho de que el evangelista, aun poniendo de relieve el
propósito de virginidad de María, la presente igualmente como esposa de José
constituye un signo de que ambas noticias son históricamente dignas de crédito.
2. Se puede suponer que entre José y María, en el momento de comprometerse,
existiese un entendimiento sobre el proyecto de vida virginal. Por lo demás, el
Espíritu Santo, que había inspirado en María la opción de la virginidad con
miras al misterio de la Encarnación y quería que ésta acaeciese en un contexto
familiar idóneo para el crecimiento del Niño, pudo muy bien suscitar también en
José el ideal de la virginidad.
El ángel del Señor, apareciéndosele en sueños, le dice: "José, hijo de David, no
temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del
Espíritu Santo" (Mt. 1, 20). De esta forma recibe la confirmación de estar
llamado a vivir de modo totalmente especial el camino del matrimonio. A través
de la comunión virginal con la mujer predestinada para dar a luz a Jesús, Dios lo
llama a cooperar en la realización de su designio de salvación.
El tipo de matrimonio hacia el que el Espíritu Santo orienta a María y a José es
comprensible sólo en el contexto del plan salvífico y en el ámbito de una elevada
espiritualidad. La realización concreta del misterio de la Encarnación exigía un
nacimiento virginal que pusiese de relieve la filiación divina y, al mismo tiempo,
una familia que pudiese asegurar el desarrollo normal de la personalidad del
Niño.
José y María, precisamente en vista de su contribución al misterio de la
Encarnación del Verbo, recibieron la gracia de vivir juntos el carisma de la
virginidad y el don del matrimonio. La comunión de amor virginal de María y
José, aun constituyendo un caso especialísimo, vinculado a la realización
concreta del misterio de la Encarnación, sin embargo fue un verdadero
matrimonio (cf. exhortación apostólica Redemptoris custos, 7).
La dificultad de acercarse al misterio sublime de su comunión esponsal ha
inducido a algunos, ya desde el siglo II, a atribuir a José una edad avanzada y a
considerarlo el custodio de María, más que su esposo. Es el caso de suponer, en
cambio, que no fuese entonces un hombre anciano, sino que su perfección
interior, fruto de la gracia, lo llevase a vivir con afecto virginal la relación
esponsal con María.
3. La cooperación de José en el misterio de la Encarnación comprende también
el ejercicio del papel paterno respecto de Jesús. Dicha función le es reconocida
por el ángel que, apareciéndosele en sueños le invita a poner el nombre al Niño:
"Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su
pueblo de sus pecados" (Mt. 1, 21).
Aun excluyendo la generación física, la paternidad de José fue una paternidad
real, no aparente. Distinguiendo entre padre y progenitor, una antigua
monografía sobre la virginidad de María -el De Margarita (siglo IV)- afirma que
"los compromisos adquiridos por la Virgen y José como esposos hicieron que él
pudiese ser llamado con este nombre (de padre); un padre, sin embargo, que no
ha engendrado". José, pues, ejerció en relación con Jesús la función de padre,
gozando de una autoridad a la que el Redentor libremente se "sometió" (Lc. 2,
51), contribuyendo a su educación y transmitiéndole el oficio de carpintero.
Los cristianos han reconocido siempre en José a aquel que vivió una comunión
íntima con María y Jesús, deduciendo que también en la muerte gozó de su
presencia consoladora y afectuosa. De esta constante tradición cristiana se ha
desarrollado en muchos lugares una especial devoción a la santa Familia y en
ella a san José. Custodio del Redentor. El Papa León XIII, como es sabido, le
encomendó el patrocinio de toda la Iglesia.

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