Liberación Sabiduría Popular y Gratuidad
Liberación Sabiduría Popular y Gratuidad
Colección Periferias
Luciano Maddonni.
Licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional de San Martín y profesor
de Filosofía y Ciencias de la Educación por el Centro de Estudios Salesiano de
Buenos Aires. Se desempeña como docente en el área de Filosofía
Latinoamericana en la Universidad Nacional de San Martín y de Filosofía de la
Religión en la Universidad del Salvador. Es investigador del Instituto
Scannone de la Universidad de San Isidro.
Índice
Introducción 19
5.1 Explicando en el centro el trasfondo cultural periférico del Papa Francisco 139
Referencias 180
A Juan Carlos Scannone SJ en reconocimiento a su bondad desbordante, a sus
aportes a la filosofía y teología latinoamericanas que alimentaron con razones la
esperanza de otro mundo posible, y a su constante estímulo para seguir adelante en
el camino del pensar y el obrar desde y para América Latina en el concierto global
de la interculturalidad.
“Pensar es eso: un cuestionar que nace del radical ser cuestionado y del que se originan un decir
hermenéutico cuestionante, y una praxis creativamente cuestionadora”
(Scannone, 1971a: 55)
“Estimo que religión y actualidad histórica son dos temas claves de mi pensamiento”.
(Scannone, 2009: 13)
“cuando hablo de semillas de futuro, me refiero con precisión a eso: a semillas o posibilidades reales,
que no necesariamente están ya maduras o que vayan necesariamente a lograr desarrollarse y
fructificar. Pero ellas desafían nuestra libertad histórica como personas, grupos sociales y pueblos,
para que no les pongamos obstáculo, sino que colaboremos con su florecimiento
(Scannone, 2019a: 131)
Prólogo. Un pueblo está en la unidad de lo
común
Emilce Cuda
Scannone recuerda que pueblo también designa a aquellos que son sólo pueblo, es decir, aquellos que
sólo tienen lo que es común, que no gozan de ningún privilegio y que son estructuralmente oprimidos
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dignidad humana universal, es el aporte original de la Teología del Pueblo al mundo,
de la cual Juan Carlos Scannone no solo es su principal sintetizador, sino uno de sus
principales exponentes. Luego de utilizarse por siglos en el campo teológico la
mediación de la filosofía, y luego de utilizarse a partir del siglo XX la mediación de
las disciplinas sociales, desde el finis terrae que representa la periferia latinoamericana
al sur del sur -como lo llamó Amelia Podetti-, se utiliza también la mediación de la
cultura popular. Emerge así una pastoral-teológica a partir de ese otro lenguaje con
el que se expresan quienes tienen vetada la palabra pública tanto como el acceso a
los bienes de subsistencia, es decir lo común. Se trata del lenguaje simbólico.
Entender el significado que cobra lo simbólico como umbral del acontecimiento -
tanto en el sentido teológico que le diera Von Balthazar en Gloria, como político
según Ernesto Laclau en La Razón Populista-, requiere de interiorizarse no solo en el
pensamiento de Scannone, sino también en el de sus contemporáneos y coterráneos.
El estar en la realidad, antes que el ser en la idea, en Argentina es punto de partida
para la reflexión sobre lo común para un sector de la academia, del cristianismo
católico y protestante, y de los militantes políticos. Ariel Fresia y Luciano Maddonni
lo explican en diálogo con Kuch y Cullen -dos de los grandes exponentes de ese
pensamiento-, con quienes también dialogaron los dos jesuitas.
De qué se trata ese estar, y dónde se está, es lo que debe aclararse para
reconocer la novedad de este modo de hacer teología al otro lado del Atlántico, al
sur del sur. Antes de avanzar en los argumentos, quiero dejar en claro que, al
margen de lo que sostienen las críticas conservadoras de quienes no han tomado la
decisión de pararse del lado del pueblo y defender lo común, la Teología del Pueblo,
o de la Cultura, siempre se ha practicado en concordancia con las Sagradas
Escrituras, la tradición de la Iglesia, y el magisterio social episcopal y pontificio. Sin
embargo, la teología pastoral en sentido preconciliar, la lucha por la justicia era -y es
aún hoy para algunos sectores católicos-, percibida como accidental y no
constitutiva de la prédica cristiana, como lo explica de manera contundente
Scannone en su libro La Ética Social del Papa Francisco. Comenzando por el final, vale
decir que, para la corriente del pensamiento argentino conocida como nacional y
popular, un símbolo social es tiempo, no espacio. Es el momento en el que las
diferencias se conectan mediante un modo de relación armoniosa -y no equilibrada-,
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que las vuelve equivalentes -y no idénticas. Dicho de otro modo, se llama símbolo al
momento en que las diferencias alcanzan la unidad sin anularse. Si eso ocurre, se
trata de sym-bolon: la unidad de diferentes que hace posible la emergencia de sentido.
Lo contrario es lo diabólico.
En el plano social, el símbolo es entendido al sur del sur como el momento o
kairos -y no el espacio- donde lo diferente se une posibilitando su manifestación
como-uno, es decir como lo común. Simbólico es el momento de la manifestación
del pueblo, es decir de la común-unidad, “como una sola alma” dice Francisco. 1 La
unión simbólica hace presente, en común-unidad, a las pasiones inconexas hasta
entonces. Esa común-unidad es el momento fundante del ethos que dona sentido a la
acción de la comunidad como sujeto político constituido en la decisión de
manifestarse como uno solo, como un pueblo. El espíritu sobrevendrá a la común-
unidad, dice Francisco. Por eso, para esta corriente de pensamiento, “el” pueblo no
“es”, sino que “un” pueblo “está”. Para explicarlo, Scannone desarrolla la analéctica
-luego retomada por Dussel-, un modo distinto a la dialéctica que nuestros autores,
Fresia y Maddonni, explicarán de manera clara a lo largo de este libro.
Desde el punto de vista de Scannone, no hay un ser pueblo como categoría
metafísica al margen de la unidad simbólica que lo constituye como tal. Dicho de
otro modo, no hay unidad esencial y sustantiva perdida a recuperar. 2 Un pueblo
aparece en la construcción comunitaria simbólica, es decir en la cultura popular
como mediación de su manifestación. La unión simbólica es su arche dinámico que
permite el paso del pathos individual al ethos comunitario. De ese modo, la forma
política con la que se expresa un pueblo -la única plenamente democrática-, es
unidad simbólica como movimiento para la acción salvadora. El Papa Francisco la
llama “experiencia de salvación comunitaria” (LS 149); Scannone lo explica y
justifica; 3 Fresia y Maddonni ofrecen los elementos teóricos para comprender la
1 Cf. Papa Francisco, “Un plan para resucitar”, Vida Nueva, 17 de abril de 2020.
https://www.vidanuevadigital.com/wp-content/uploads/2020/04/UN-PLAN-PARA-RESUCITAR-PAPA-
FRANCISCO-VIDA-NUEVA.pdf
2 Cf. Scannone, Juan Carlos, “Para la formación de un pueblo”, en: Hernadi, Arno; Schmiedl, Joachim; y
Wieland Josef, Die Dynamik von Horde, Patris Verlag, Vallendar-Schoenstatt, Alemania, 2019. ISBN 978-3-
946982-12-8 b.
3 Cf. Scannone, Juan Carlos, La ética social del Papa Francisco, Ágape, Buenos Aires, 2018, Parte III, Cap. 5.3,
pg 97
11
cultura de la comunidad como villa de emergencia del saber en tanto razón popular,
y así lo dicen.
Se trata entonces, para la Teología del Pueblo en la cual se inscribe a sí
mismo Scannone, e inscribe al Papa Francisco, 4 de saber dónde está un pueblo, y no
de determinar qué es el pueblo. Destaco esto como una sutil y al mismo tiempo
enorme diferencia entre la idea de pueblo europea y el término pueblo para América
Latina, del cual este libro da sobrados argumentos que lo explican. Estar en relación
armónica; eso es el símbolo como umbral estético en el cual un pueblo se
manifiesta. Así lo percibe la escuela del fin del mundo. Por eso será la hermenéutica
de los símbolos populares la que permitirá ver, oír y tocar a un pueblo concreto.
Juan Carlos Scannone se encargó de indagar, de explicar filosófica y teológicamente,
el estar de un pueblo como algo diferente a la categoría que define qué es el pueblo.
Concluye que un pueblo está en el momento simbólico como fenómeno óntico
donde acontece la verdad encarnada en la acción. El presente trabajo sobre el
pensamiento de Scannone, se mete con el símbolo, se mete en la cultura, se mete
con la hermenéutica, se mete con el pueblo concreto, y da cuenta de lo dicho.
Debo confesar que Fresia y Maddonni me hicieron recapacitar sobre mi
interpretación de pueblo a partir de Scannone y Laclau. Luego de leer este libro que
estoy presentando, veo que la unidad simbólica de la que habla Scannone no parece
querer suturar el antagonismo social, sino el desgarramiento que impide la unidad de
los que solo tienen acceso a lo común, se lo impiden, y deben unirse para luchar por
recuperar ese derecho. Parecería que en Scannone, esa sutura en el sector popular,
entre los pobres, es condición de posibilidad para que pueda darse luego un sano
antagonismo, entendido este como diálogo social entre todos los sectores en
conflicto sobre lo común. Si no se hace visible el conflicto, el agonismo de las
víctimas de la historia no pasaría nunca al momento antagónico del diálogo social,
porque solo se tendría la palabra del protagónico, es decir del que genera el
agonismo, por eso es proto-agónico. Toma la palabra primero y silencia con su
determinación positiva, causando la agonía. Según mi modo de verlo, la unidad de la
que hablan los pensadores populares del sur del sur, es el momento en que emerge
4 Cf. Scannone, Juan Carlos, La teología del Pueblo, Sal Terrae, Madrid, 2018.
12
el lenguaje simbólico como antagónico, como reclamo por justicia social de los que
no tienen palabra pública. Ocurre cuando la comunidad escindida se re-úne, como-
unidad-en-la-diferencia, en lo simbólico, y aparece un pueblo como sujeto político
común-unitario. Dicho de otro modo, la unión simbólica no vendría a suturar y
superar dialécticamente la división de clases sociales, sino el desgarramiento
producido entre los que no tienen clase, entre quienes solo tienen lo común y se lo
han quitado. Estos, en el momento simbólico, el de la unidad de las diferentes
necesidades y sueños de quienes han sido descartados, se constituyen como un
pueblo, manifiestan públicamente su a-firmación, su estar-en-la-tierra, y reclaman el
libre acceso al uso de lo que es común. Por eso, según esta corriente de pensamiento
de la escuela del fin del mundo, el pueblo no puede expresarse políticamente como
partido, porque no tienen parte en lo común; sólo puede expresarse como
movimiento, es decir como permanente paso del no-ser al ser y del ser al no-ser;
sólo puede expresarse en la relación de sus pasiones hechas acción como lo expresa
Francisco en el II Encuentro con los Movimientos Populares. Por eso un pueblo no
es una categoría, sino una relación, y cualquier definición de los pathos que lo
componen se desvanece en el momento del unidad como un estar, vaciándose de
contenido para que en el fenómeno, el sentido acontezca -como ocurre con Los
nombres de Dios para el Pseudo Dionisio.
Si el desgarramiento comunitario al que se refiere Scannone, y que retoman
Fresia y Maddonni, es previo al antagonismo social del que habla el post-marxismo,
según mi modo de entenderlo, entonces para que se produzca el antagonismo hace
falta pueblo a cada lado de la frontera social. Pero si es la división entre lo material y
lo espiritual lo que impide el fenómeno de un pueblo, al menos en uno de los dos
lados de la frontera, entonces -según un pensamiento teológico-, es la escisión entre
lo cotidiano y lo sagrado lo que impide a una comunidad manifestarse como un
pueblo. Por eso el desgarramiento es diabólico, porque es lo contrario de lo
simbólico. De ahí que el método para la unidad en la diferencia sea analógico y ana-
léctico, y no dialéctico. No se trata de subsumir y superar, sino de afirmar y
armonizar. Como bien lo explica el texto de Fresia y Maddonni, un pueblo para
Scannone no se constituye mediante un movimiento dialéctico que permita el paso
de la conciencia desde el en sí al para sí, sino en el movimiento analéctico como un
13
estado de pre-conciencia dicha de otro modo que ser, en la relación simbólica.
Scannone reconoce en el momento de afirmación comunitaria de la negación que
esta padece como determinante, un modo de revertir la lógica occidental de
superación por la doble negación. Se trata del momento de conciencia comunitaria,
es decir del momento en que un pueblo pasa de la pasión a la acción comunitaria y
aparece la razón popular en el símbolo, no en el concepto. Para explicarlo, los
autores recurren a dos pensadores, Dussel y Blondel, concluyendo a partir del
diálogo de Scannone con estos, que la analéctica determina un método cuyo punto
de partida es una opción ética y una praxis histórica concreta, y que la analéctica, en
tanto método especulativo-filosófico, responde al mismo ritmo práctico-histórico.
Un pueblo, para el pensamiento de liberación de corte argentino, es una comunidad
que se sabe a sí misma como un nosotros-estamos-en-la-tierra, y se constituye como
pueblo en la mediación cultural ético-religiosa. Así, un pueblo pasa a ser sinónimo
de cultura y sabiduría popular, y de ese modo llega el pensamiento argentino al
Documento de Puebla primero, y a Fratelli Tutti luego. Esto explica por qué en estas
latitudes, religión y política se complementan y colaboran en los procesos de
liberación. La religión, lejos de ser aquí el opio de los pueblos, es su despertador,
como lo señala Michel Lowy en su último libro. 5
La acción por la justicia en América Latina, un continente profundamente
religioso, practicante -donde el liberalismo no ha secularizado la cultura popular
porque ese sector de la sociedad no ha entrado en procesos de producción
industriales avanzado que lo permitieran-, encuentra su fundamento en el principio
religioso de dignidad humana desde una Teología de la Creación, como lo marca
Francisco en Laudato Si y repiten los fieles en el credo. Sin tener en cuenta el dato
económico político del 44% de la población latinoamericana desempleada
estructuralmente, no resulta fácil entender por qué en el continente del Papa, la
prédica cristiana y la lucha política por la justicia social deviene culturalmente ético-
religiosa, como lo demuestran los discursos de sus dirigentes populares tanto como
de sus intelectuales. Lo que mueve a soñar una vida buena, entendida como
derechos sociales y sueños posibles, es la fe y no la idea. Eso es inculturación.
14
La irrupción del pobre, su manifestación pública, es el fenómeno donde el
acontecimiento actúa en cada momento como signo de los tiempos. 6 Esa
movilización popular reconocida por Scannone como lugar por donde pasa Dios
hoy en la historia, se comprenderá mejor a partir de la lectura de Fresia y Maddonni,
quienes muestran: cómo, desde Marion, Scannone repiensa el fenómeno de la
manifestación popular como donación que conduce al acontecimiento; y cómo a
partir de Guardini, Scannone piensa el fenómeno desde el acontecimiento. Dejan en
claro cómo, en Scannone, el acontecimiento no se reduce al fenómeno, sino que es
su forma de aparecer, porque el acontecimiento se muestra en el movimiento que re-
configura la realidad. Así, el discernimiento social evangélico, central para Scannone,
decide la acción desde las víctimas de la historia, allende de toda ideología. El libro
de Fresia y Maddonni también ayuda a comprender por qué Scannone aplica -al
igual que Francisco- el desplazamiento del discernimiento evangélico desde lo
personal a lo social en los pobres, con los pobres y por los pobres.7 Eso se explica
por el “estar” a partir de Kusch y Cullen; se entiende por qué, para el filósofo tanto
como para el pontífice, estar en la periferia existencial le permite al pobre romper el
círculo hermenéutico dominante que Scannone sintetiza en tres líneas de
interpretación: sustancia para los clásicos u ortodoxos, sujeto para los modernos o
heterodoxos, y praxis comunitaria para los desclasados o descartados. Para los
descartados, el punto de partida del discernimiento evangélico -o silogismo práctico
en términos filosóficos seculares-, es el de las víctimas de la historia, por eso la
conclusión es universal, pero en tanto acción es un universal situado -como lo llama
Mario Casalla, amigo de Scannone.
El libro que intento presentar dice que para encontrar el vínculo de Scannone
con Blondel hay que detenerse en la dialéctica tridimensional de este último. De ese
modo se verá que la posición analéctica de Scannone no es hegeliana. Como se
plantea en este libro, la dialéctica blondeliana trasciende la conciencia, la dimensión
de negación y negación de la negación, para superar el dualismo por la inclusión de
la acción y la pasión de las víctimas en la historia. De igual manera explica que la
“connaturalidad afectiva que da el amor” (EG 125), expresada por el Papa Francisco
15
y presente a lo largo de toda la obra de Scannone, “corresponde a lo que Lonergan
denominara el ‘estado dinámico de estar enamorado’ divino, quien ama primero
(Lonergan, 1977: 137 y Scannone, 2016b: 6)”.
Para Scannone, la irrupción de los pobres en el espacio público escindido
produce la emergencia originaria de sentido, y por tanto no sólo da que pensar, sino
también qué pensar. Dicho de otro modo, su aparecer restablece la unidad simbólica
de lo político en la comunidad de los descartados. La fe en un Dios creador,
personal, providente y misericordioso, es generadora de conciencia de dignidad
humana en el plano personal, y de con-fianza en la comunidad como portadora de
derechos sociales -así lo explican las catequesis de Francisco Para sanar al mundo. Un
pueblo como comunidad organizada ético-religiosamente es un fenómeno en el cual
la sobreabundancia de donación y, por tanto, de intuición, desborda todas las
significaciones conceptuales, y aun los horizontes previos de comprensión
(Scannone, 2009)”. Saber dónde está un pueblo, saborear un pueblo, hacerse
nosotros-pueblo, implica interpretar estética, teológica y políticamente la mediación
simbólica expresada en el lenguaje popular, es decir en su literatura, sus mitos
históricos, sus refranes, sus cantos y prácticas religiosas. De eso trata el método del
pensamiento teológico y filosófico de liberación latinoamericano, de ver-oír-tocar en
la cultura sapiential que se da entre los pobres, por donde pasa Dios hoy, y tener la
apertura suficiente para considerar el valor de lo humano universal, como sentido
aportado desde los de abajo, al momento de pensar una nueva forma política como
salida a la crisis sistémica causada por el paradigma tecnocrático e insensible -como
lo expresa Francisco en Querida Amazonia, 95.
De esta manera el método del ver-juzgar-obrar, es decir el método de
discernimiento evangélico asumido por la teología latinoamericana de liberación y
del pueblo, permite no solo hacer visible las diferencias culturales, sino también
hacer audible la novedad histórica que aportan. Esto se explica siempre y cuando se
tenga la convicción de que el logos está encarnado en las culturas, que toma cuerpo
en las mediaciones históricas, y en estas acontece la epifanía (Scannone, 1993a: 137).
Pero eso requiere, más que de una conversión ética-intelectual, de una conversión
ética-afectiva, según sostiene Scannone siguiendo a Lonergan. La conversión
afectiva es el “presupuesto pragmático para que la mirada intelectual sea crítica y no
16
caiga en auto engaño o ilusión (Scannone, 2005: 114)”. Para eso es necesario alinear
la mirada intelectual con el apetito recto, “tanto en el campo práctico como en el
teórico y aún en el metafísico mismo”, y eso implica la “conversión ético-histórica a
los pobres (Scannone, 2005: 140)”, al mismo tiempo que conduce a emplear las
mediaciones prácticas -comunicativas, institucionales, estratégicas e instrumentales-,
necesarias para hacer históricamente factible y efectiva dicha opción contra el mal y
por el bien y el bien común. (Scannone, 2009: 276). Acá entran en juego los cuatro
pilares del Discernimiento Social de la Iglesia como Pueblo de Dios: dignidad
humana, acceso universal a los bienes, solidaridad y subsidiariedad, a los que
Francisco suma la opción preferencial por los pobres, y Scannone agrega “con” el
pobre”.
Scannone, a partir del discernimiento social latinoamericano que considera la
lucha por la justicia como constitutiva de la evangelización, ofrece los argumentos
suficientes para observar en la comunidad de los descartados, organizados para la
acción en torno a un núcleo ético-mítico-histórico construido desde las víctimas de
la historia, “un nuevo paradigma de la alteridad y de la praxis histórica que
denomina de la comunión”. De ese modo los autores señalan cómo Scannone
sintetiza en su obra en tránsito del pensamiento latinoamericano desde la mera
razón práctica kantiana, a la praxis marxista, y de esta a la acción, pasión y
compasión con, desde y atreves del otro, el pobre -en concordancia con Levinas,
Ricoeur y Marion. Intentan, a lo largo de este libro, mostrar que “Scannone afirma
que su forma de hacer teología, no es sólo sobre el (“del”) pueblo, sino también
“desde” el pueblo, en tanto que es sujeto de la misma teología. (Scannone 2017b:
66)”.
La referencia que hacen Fresia y Maddonni al movimiento popular peronista
permite ver en concreto que esta experiencia comunitaria de salvación como forma
política no partidaria es muy significativa. La corriente latinoamericana de liberación,
conocida como Teología del Pueblo, entiende que la religión es el núcleo de la
cultura de un pueblo, particularmente vivida por los pobres como sabiduría popular,
conocimiento por connaturalidad -vía afectiva- y logos sapiencial propio. Esta
conclusión no es menor al momento de entender el carácter teológico-político
presente en los militantes tanto como en los misioneros en Argentina. Ambos
17
marchan con la Virgen al frente, lo cual hace difícil distinguir una manifestación de
una peregrinación. Los resultados no han sido malos; Argentina es el país con más
conquistas sociales de América, como lo muestran sus instituciones laborales.
18
Introducción
19
dos artículos de filosofía, ciento cincuenta y cinco de teología y noventa y cinco de
doctrina social de la Iglesia. (Fresia, 2020b)
En ella ofreció un pensamiento con rasgos propios y originales, que hizo de
la escucha a los otros y a la historia, del trabajo grupal, del diálogo interdisciplinar y
de la puesta al servicio del pensamiento su sello propio. Algunos de aquellos rasgos
ya emergen de nuestra primera alusión: problemática filosófica, teológica y pastoral,
en su reflexión se dan en íntima relación, coherencia mutua y recíprocamente
iluminados. Sin embargo esta interrelación se da respetando cuidadosamente la
autonomía epistemológica de los métodos y objetos formales de cada espacio
disciplinar, pero con el convencimiento que la verdadera autonomía sólo es posible
a partir de la escucha y el diálogo del valor propio e intrínseco de cada disciplina. Es
desde esta “nueva luz enriquecedora” (Scannone, 1987: 12) que se vuelve reflexiva y
practicantemente a la realidad histórica, la sociedad latinoamericana, la
evangelización de la cultura, la doctrina social de la Iglesia. Por otra parte, el pensar
no puede darse escindido de la realidad histórica y a la consecuente necesidad de
moverse en el círculo hermenéutico que se da entre la interpretación analítica y
comprensión filosófica y teológica.
De aquí su férrea apuesta al trabajo reflexivo y su comprensión del lugar
modesto pero insustituible del pensador comprometido en la sociedad. Apuesta y
comprensión apoyados vitalmente en el convencimiento que por un lado las
cuestiones más abstractas de metafísica o epistemología sirven para iluminar,
interpretar, criticar y ayudar a responder los problemas prácticos y, por otro lado,
que en estas cuestiones más concretas y urgentes se esconden también problemas e
interpretaciones filosóficas que hay que explicitar, si se quiere servir a una praxis
auténticamente liberadora, tanto en lo histórico cuanto en lo escatológico. Por este
mismo motivo, aunque sólidamente formado en la disciplina filosófica y teológica,
cultivó una habilidad inter y transdisciplinar con las distintas ciencias del hombre y la
sociedad, procurando aproximarse cada vez más a la unidad del saber desde la que
es posible acercarse al misterio siempre abierto de la realidad.
Su pensamiento fertilizó campos para la investigación científica, filosófica y
religiosa y regó gérmenes y semillas de un futuro alternativo. Su vida y producción
20
fueron lo suficientemente profundas y fecundas como para volverse surco, camino y
huella.
A propósito del homenaje publicado por los 80 años de Scannone, el teólogo
Carlos Galli resaltaba la necesidad de hablar siempre del “anteúltimo Scannone”,
aludiendo a lo dinámico de su pensamiento y a la necesidad de estar atento a nuevas
perspectivas de su pensamiento. Recientemente, con ocasión de uno de los tantos
eventos conmemorativos de su figura y pensamiento, el mismo teólogo argentino
advertía que el tiempo le dio la razón, pues sus últimos años fueron tan fecundos
como los primeros y que, ahora sí, tras su fallecimiento, era tiempo de comenzar la
tarea de pensar en el “Scannone completo”. Este libro quiere ser un aporte en
aquella dirección.
Nuestro trabajo no tiene únicamente la intención de presentar el
pensamiento de Scannone sino, más bien, de invitar a su lectura para ingresar a su
reflexión. Para ello ofrecemos al lector algunos elementos, escenarios, claves
interpretativas y esquemas introductorios a su original pensamiento, que a la vez
permitan hacer más inteligibles futuros acercamientos más comprensivos y
contextualizados de sus textos.
La presentación e invitación al pensamiento de Juan Carlos Scannone se
enfrenta a un desafío debido al tipo de trabajo intelectual que llevó adelante.
Scannone fue un pensador inclasificable. Y lo es al menos por dos motivos. En
primer lugar, porque tanto histórica como conceptualmente su obra entrelaza de
manera intrínseca su producción filosófica con la teológica y sus reflexiones sobre la
pastoral y la doctrina social de la Iglesia. De aquí que mientras que algunos querían
ganarlo para el grupo de los teólogos, él se definía como filósofo. Para aquellos que
los consideraban un filósofo, se escabulle más allá de las tipologías para pensarse en
diálogo con otras ciencias humanas y sociales. Desde esas múltiples pertenencias
incursiona en filosofía y en la epistemología de las ciencias, en la teología y en la
Doctrina Social de la Iglesia; en el análisis de coyuntura en revistas y periódicos y
también en artículos de indudable densidad teórica en revistas especializadas de todo
el mundo. En segundo lugar, la coherencia interna desplegada en los más de
cincuenta años de trabajo hacen que no resulte fácil encontrar espacios desde donde
abrir su obra y proponer clasificaciones claras. En distintas ocasiones, Scannone se
21
refirió retrospectivamente a su itinerario en términos de “avance” y “evolución” de
su pensamiento, pero insistiendo en sus líneas de continuidad (Scannone, 1976: 9;
1987: 13; 2013: 29). En este sentido, acertadamente Guillermo Recanati ha
observado que, análogamente a la observación que Jacques Derrida hizo sobre
Emmanuel Levinas, la obra scannoneana se puede comparar con una ola que rompe
en la playa, siempre la misma ola que vuelve una y otra vez, repitiendo sus
movimientos con mayor insistencia (Recanati, 2013: 11).
No obstante, Carlos M. Galli, leyendo retrospectivamente el itinerario del
jesuita desde sus obras maduras, propone que “se pueden decir de él, las palabras
que él recuerda de Heidegger acerca del ser en sus destinos epocales: es el mismo
(das Selbe) sin ser igual (Das Gleiche)” (Galli, 2013: 90). El mismo Scannone, sin ser
igual en toda su trayectoria.
Asumiendo esta clave de lectura, para hacer frente a la problemática
mencionada, hemos optado por una presentación en perspectiva histórica que pueda
mostrar, a la vez, la unidad compacta de su pensar y las distintas etapas de su
producción. De aquí que, en vistas a su presentación e invitación a adentrarse en su
pensamiento estimamos que es conveniente distinguir analíticamente distintos
momentos de su producción, en vistas a identificar contextos, marcos referenciales,
diálogos y motivos de su propuesta.
Es compartido por distintos estudiosos de la obra scannoneana (Rosolino,
2004, Seibold, 2013 y Galli, 2013) y hasta por el mismo autor (Scannone, 2001 y
2013) que los más de cincuenta años de su trayectoria filosófica puede sistematizarse
globalmente en tres etapas o momentos, que denominan, con breves diferencias: en
el horizonte de la liberación; en el horizonte de la religión, cultura y sabiduría populares; y en el
horizonte de una hermenéutica inculturada de la acción y pasión históricas. Asimismo, todos
ellos advierten que esta división no implica rupturas sino más bien una cierta
continuidad con desplazamiento de acentos.
De nuestra parte, para esta presentación aceptamos dicha periodización
general tripartita expuesta por los autores y compartimos su consideración unitaria y
continuista, aun cuando dicha unidad y continuidad se den de una forma no lineal,
como intentaremos de mostrar. De modo que en lo siguiente no pretendemos
originalidad sino aportar elementos para una mayor precisión, tanto en la
22
demarcación temporal como en caracterización formal de cada uno de los
momentos. En vistas a ello, según estimamos, estas tres etapas que describen
esquemáticamente el itinerario de su pensamiento pueden condensarse mejor en las
nociones de liberación, sabiduría popular y gratuidad. Según estimamos estas nociones
operan en su pensamiento como sucesivas perspectivas fundamentales, cada vez
más radicales.
Asimismo consideramos que en cada uno de estos tres momentos pueden
distinguirse analíticamente un nuevo punto de partida, un nuevo horizonte
fundamental, una forma o lógica del pensar y el sujeto del mismo. Esta distinción es
posible dada la preocupación formal y sistemática que evidencian los escritos de
nuestro autor. Más aún, para tal estructuración nos inspiramos en el propio
Scannone que, retomando distinciones de Emerich Coreth, la utiliza tanto de
manera dispersa en muchas de sus publicaciones como de manera sistemática, para
referirse sea a la tradición filosófica, sea a su propio pensamiento (Scannone, 1990:
86-96; 1993a).
Al referirnos al punto de partida, no señalamos al mero comienzo histórico-
cultural-social del pensar, como el primer paso o registro de la actividad reflexiva.
Tampoco sólo al contenido primero que se ha de pensar. Antes bien señalamos al
“punto de partida fundacional que permanece en la reflexión consiguiente, un
verdadero principio que sigue influyendo en todo el proceso. Se trata, entonces, del
punto o principio que especifica y orienta el proceso de pensamiento posterior. En
términos de Paul Ricoeur (Ricoeur, 1969), el punto de partida es aquello que da que
pensar (por el acto de pensar) y qué pensar (por su acto contenido), es decir, aquello
que conmueve y mueve al pensamiento y a la vez que encierra los sentidos que se
han de reflexionar y proyectar. Pero en primer lugar, el punto de partida exige un
horizonte nuevo capaz de acogerlo, y que el mismo punto de partida abre. Al hablar
de horizonte, hacemos referencia al horizonte englobante de comprensión (1990, p.
87), es decir al plano en el que se mueve el pensamiento. Horizonte es entonces la
perspectiva fundamental (Scannone, 1976: 9; 1990: 87), la óptica o punto de vista, el
“desde dónde” del pensamiento. Pues, como indica Michel de Certeau, es ese lugar
donde estoy situado que “posibilita o impide” la visión (intelectual) de algo. Dicho
de otro modo, el lugar hermenéutico, que si bien es “de suyo atemático en cuanto
23
horizonte” (Scannone, 1990: 93), desde él ha de re-leerse la historia (social y de
pensamiento) y re-comprenderse crítica y asumptivamente todo los temas perennes
de la tradición. Ahora bien, al punto de partida no le corresponde sólo un horizonte
fundamental propio, sino también una forma de pensamiento propia. De modo que
un filosofar y teologizar a partir de aquel implica una tras-forma-ción del pensar
mismo, en vistas a que pueda corresponderle, pero sin abandonar lo propio del
pensamiento especulativo. De allí que en tercer lugar, se puede hablar de una nueva
forma o lógica del pensar, haciendo referencia a la estructura, características y
movimiento fundamentales del logos especulativo. Asimismo, esta forma del logos
se relaciona con el método, que a su vez ha de fundarse en los momentos internos
de ese logos. Por último, toda la reconfiguración anterior no puede dejar sin alterar
al sujeto mismo del pensar que, aun conservando su función y tarea críticas y
creativas específicas y autónomas debe ser reinterpretado a la luz del punto de
partida, su horizonte y forma propia.
A las tres etapas antes mencionadas, las rodearemos precediéndolas y
concluyéndolas con un nuevo capítulo. En el primero de ellos reconstruiremos su
larga y profunda formación y estudiaremos sus primeras letras filosóficas hasta 1970,
mientras que en el final, presentaremos el período del “último Scannone” que
datamos entre 2013 y 2019. Si la primera puede leerse como la reconstrucción del
momento generativo del gesto scannoneano, la última se percibirá como el
momento de mayor integración y síntesis de su obra.
Naturalmente nuestra presentación tiene limitaciones, tanto por el género
introductorio en que se inscribe este texto como por características propias del autor
introducido, que es necesario reconocer y explicitar.
En primer lugar, un abordaje que haga plena justicia a un pensamiento
pretendidamente arraigado al acontecer histórico y esforzadamente integrador de las
distintas dimensiones humanas como el ensayado por Scannone debe ser
emprendido desde claves interpretativas de tres tipos: especulativas, eclesiales-
espirituales e histórico-sociales, tanto a nivel nacional, regional como mundial. Este
trabajo se mueve especialmente en las primeras y sólo hace referencias a las
principales de los otros dos tipos, aun cuando las reconoce igualmente importantes
y clarificadoras. De modo que será necesario complementar nuestro enfoque con
24
otros trabajos que atiendan aquellas claves, igualmente indispensables, para
comprender las opciones y motivos profundos del itinerario dialógico de Scannone.
Por otra parte, esta forma de abordaje y caracterización adoptada puede
resultar más teórica y abstracta, y no detenerse lo suficiente en la densidad de
algunas temáticas scannoneanas. No obstante, estimamos que es la más pertinente
para nuestra intención introductoria, pues permite situarlo mejor en relación de
continuidad y discontinuidad con la tradición filosófica y teológica en la que el
jesuita inscribió su esfuerzo reflexivo y a la vez, esbozar un marco que facilite la
aproximación a distintas reflexiones temáticas de Scannone. Entre aquellas
aproximaciones temáticas, sin duda merecerían una atención especial sus
importantes aportes a la filosofía de la religión desde América Latina, y las
reflexiones en torno al método propuesto, condensado en la noción de “analéctica”
o “anadialéctica” (Scannone, 2012a), como la llamará en escritos posteriores
coincidiendo con la reformulación empleada por Enrique Dussel. A nuestro juicio,
este aspecto último constituye uno de sus aportes más originales y una de sus
contribuciones más vigentes en el ámbito de la discusión sobre el método de la
filosofía y la teología latinoamericanas (Maddonni y Zielinski, 2017).
Otra limitación se refiere al corpus abordado. Por el carácter introductorio de
este trabajo y en vistas a reconstruir las etapas y su caracterización sólo tomaremos,
en cada caso, artículos o capítulos de su obra que reflejen y sinteticen mejor las
cuatro determinaciones del momento al que nos estemos refiriendo, sin ahondar en
los distintos matices, muchas veces importantes, que las ideas presentadas adquieren
a lo largo del período comprendido.
Un último límite se debe a la modalidad principalmente intrínseca con que se
abordará el pensamiento scannoneano. Dicha opción nos impide reconstruir la
profundidad de algunas interlocuciones establecidas por el jesuita argentino a partir
de las cuales construye su reflexión, así como nos lleva también a dejar de lado
interesantes lecturas críticas que su producción ha despertado en distintos
intérpretes y que su confrontación enriquecería nuestra presentación. Esta
limitación, casi ineludible para cualquier esfuerzo de presentación, es necesario
tenerla particularmente presente al momento de introducir un pensamiento como el
de Scannone en tanto fue un pensador eminentemente dialógico.
25
Para esta introducción y propuesta de diálogo daremos los siguientes pasos.
En el primer capítulo nos referiremos a su largo e intenso camino formativo donde
es posible identificar genéticamente cómo va perfilando su personal talante
filosófico y cómo adquiere ciertas orientaciones y gestos que marcarán todo su
pensamiento. Asimismo mencionaremos los primeros pasos del joven Scannone en
donde establece un diálogo con los tres interlocutores seleccionados por el filósofo
argentino a lo largo de su formación: Maurice Blondel, Martín Heidegger y
Emmanuel Levinas. A continuación, en los siguientes tres capítulos, ensayaremos
una exposición más sistemática de cada una de sus etapas. En cada caso
comenzaremos reponiendo algunos de los motivos de los pasajes entre aquellas,
identificando la renovación de interlocutores que esto conlleva e indicando la
bibliografía más representativa del momento. Luego, formalizaremos cada momento
explicitando su punto de partida, su horizonte, su forma y su sujeto, según los
presentamos al hablar del método de abordaje. En el quinto capítulo haremos
alusión a las movilizaciones que el nombramiento del Papa Francisco le trajo al
“último Scannone”, en alusión a su itinerario entre 2013 hasta su muerte. En este
caso, dado el carácter todavía parcial de la publicación de la producción de esta
última etapa, nuestro comentario será alusivo, sin todavía poder dar cuenta de ella
en su totalidad e integralidad. Por último, recapitularemos lo desarrollado a partir de
una mirada de conjunto que ponga de manifiesto la coherencia intencional y
temática de su dilatado itinerario, así como los rasgos característicos de su
pensamiento en vistas identificar mejor la originalidad del pensamiento
scannonenano que fue emergiendo en nuestra exposición y calibrar la actualidad y
vigencia de su gesto reflexivo.
Por último queremos expresar nuestro agradecimiento a quienes hicieron
posible la realización de este trabajo. En primer lugar nuestro profundo
reconocimiento y gratitud al propio Juan Carlos Scannone, por su estímulo y
confianza desde el primer momento y por su ejemplo de labor filosófica y teológica
comprometida con la realidad. A Enrique Del Percio, y con él a la Universidad de
San Isidro y al Instituto de Investigaciones Juan Carlos Scannone por la invitación a
escribir esta introducción para la Editorial Poliedro. A nuestros compañeros del
Grupo “Pueblo, Fe y Cultura”, que nos estimulan a mantener vivo su legado. A
26
Aníbal Torres, y en su nombre al Grupo de Reflexión sobre Doctrina Social de la
Iglesia Monseñor Gerardo Farrell, que nos iluminan con sus reflexiones e
intercambios. Y a otros tantos amigos y amigas con los que compartimos el ejercicio
del pensamiento y la acción y, con los que nos aventuramos a ir “en y más allá de
Scannone” como, creemos, a él mismo le hubiera gustado. 8
8 A lo largo del libro hemos utilizado parcial o totalmente artículos previos de nuestra autoría, consignados
en la bibliografía final, modificándolos o desarrollándolos según las necesidades específicas de este nuevo
escrito. Agradecemos a los editores y responsables que oportunamente habían dado acogida a dichos
materiales por la gentileza de permitirnos utilizarlos aquí.
27
1. Los primeros pasos de su propio pensar.
28
Su itinerario formativo comienza en el mismo 1949 en el Instituto de Literatura
y Humanidades Clásicas de la Compañía de Jesús en Córdoba (Argentina), de donde
egresa como Bachiller en Artes en 1953. Esta estancia despertará los primeros
rasgos de su talante intelectual, iniciándolo en la reflexión de los clásicos
humanísticos universales y en la escritura personal. En efecto, aquí se inscribe su
primera publicación: una breve reseña a la traducción francesa del libro de Romano
Guardini, “El fin de los tiempos modernos”. (Scannone, 1954)
Su próximo destino será la Facultad de Filosofía del Colegio Máximo San
José (San Miguel, provincia de Buenos Aires) donde llega en 1954. La Facultad de
Filosofía de San Miguel, fundada inicialmente para atender las necesidades de
formación de los jesuitas, contaba desde sus inicios con un reconocido nivel
académico, respaldado por una orden religiosa con una vastísima trayectoria en el
campo. Dicha Facultad había mostrado, ya desde la década del cincuenta, un
tomismo abierto y renovado y una actitud de diálogo respecto de las nuevas
corrientes filosóficas en boga, especialmente el existencialismo y la corriente
fenomenológica.
Una de las referencias intelectuales que Scannone encontrará en esta primera
formación filosófica es Miguel Ángel Fiorito 9, por entonces, profesor y decano de la
Facultad de Filosofía, y quien se convertirá en su guía y maestro. (Scannone, 2011a)
Junto al férreo rigor metodológico, filosóficamente Fiorito representaba en aquel
período un tomismo sólido asumido de forma abierta. Pero más allá de posiciones o
de adopciones doctrinales, encarnaba el espíritu de búsqueda de la filosofía perenne,
que no se identifica totalmente con ninguna de sus manifestaciones históricas,
reconoce el valor representativo de algunas de sus formulaciones concretas y exige
comprender la intentio auctoris en cada caso para la comunicación necesaria entre
ellas.
Casi tres años después de su llegada, hacia finales de 1956, obtiene su
Licenciatura en Filosofía con una tesis sobre el “Amor en Santo Tomás”, dirigida por el
9 Miguel Ángel Fiorito (1916-2005). Ingresó a la Compañía de Jesús en 1939. Fue profesor y decano de
Filosofía en el Colegio Máximo de San José desde 1954 a 1969, rector de la Universidad del Salvador, en
Buenos Aires, entre 1970-1973 y posteriormente director del Centro de Espiritualidad de la Compañía en
Argentina, hasta 1995. Fiorito, en una etapa posterior, fue también uno de los maestros más influentes del,
por entonces seminarista, Jorge Mario Bergoglio (cf. Borghesi, 2017: 30-38).
29
propio Fiorito. En ella explora la distinción entre el “amor de Concupiscencia” y el
“amor de Benevolencia” del aquinate, atendiendo a lo referente, en último tipo, al tema
de la alteridad. Tras este primer acercamiento académico a la filosofía, continúa su
formación docente, como “maestrillo” en el Seminario Arquidiocesano de Buenos
Aires, donde tendrá como estudiante al por entonces seminarista diocesano Jorge
Mario Bergoglio, y donde conoció a quién luego será uno de sus referente, el
teólogo Lucio Gera.
Una vez finalizada esta etapa, realiza una breve estancia nuevamente en San
Miguel a la espera de su viaje a Innsbruck. Aquí, en paralelo con su estudio del
alemán, trabaja nuevamente bajo las órdenes de Miguel Ángel Fiorito y redacta
numerosas reseñas sobre las más diversas materias filosóficas para la revista Ciencia y
Fe. En 1959, el joven Scannone muestra sus dotes al realizar un comentario-artículo
sobre el libro Insight (1957) del teólogo canadiense Bernard Lonergan. (Scannone,
1959) Además de su contenido y de su condición de testimonio probatorio de la
capacidad intelectual del jesuita, el artículo denota su autor por los autores que
intentan renovar la interpretación de la tradición.
Culminada su formación humanística y filosófica en Argentina es enviado a
estudiar teología a Europa, cuando todavía campeaba el espíritu de apertura y
renovación creativa que caracterizó la reflexión teológica del siglo XX y desembocó
en el Concilio Vaticano II. Uno de los rasgos de aquel contexto religioso y teológico
en el que trascurre su formación, y que hará mella profunda en su pensamiento
posterior, es el comienzo del denso “proceso de renovación de los estudios
trinitarios” de la reflexión teológica de la comunidad cristiana, es decir, del inicio de
“un camino de redescubrimiento del potencial de novedad que se esconde detrás de
la palabra Trinidad”. (González, 1998: 14)
Scannone viaja al Jesuitenkolleg de Innsbruck (Austria), donde se destacaba
el magisterio y la figura del teólogo Karl Rahner, reconocido por su fuerte impronta
especulativa, su talante progresista y su particular interlocución con Martin
Heidegger y su obra Ser y Tiempo. (Scannone, 1969a) Scannone otorga gran
importancia al encuentro con el teólogo alemán, a quien considera como el segundo
de sus verdaderos maestros. (Scannone, 2011a) Durante su estadía austríaca toma
contacto con distintos jóvenes jesuitas latinoamericanos en formación entre los que
30
destacan los españoles Ignacio Ellacuría y Segundo Montes, el brasilero Lorenzo
Bruno Puntel y el ecuatoriano Julio Terán Dutari. En 1963, Scannone obtiene su
licenciatura en teología. En esta ocasión, su acreditación será alcanzada también
gracias a un trabajo sobre la cuestión del amor en Santo Tomás, ahora desde un
enfoque teológico, bajo la dirección de Rahner.
Finalizada su formación en teología, a mediados de 1963, Scannone viaja a
Francia, a Saint–Martin–d'Ablois Séminaire des Missions, para realizar su Tercera
Probación bajo la instrucción del P. Antoine Delchard, a quién considerará un
excelente director espiritual. Otro contacto significativo que tendrá en esta estadía
francesa será con el también jesuita Gastón Fessard, con quién tuvo posibilidad de
conversar en torno a su interpretación dialéctica de los Ejercicios Espirituales de San
Ignacio de Loyola.10
Tras este año de estudios de teología espiritual y pastoral inicia su trayecto
doctoral en filosofía. Su primera idea fue realizar su investigación en Roma, en torno
a Maurice Blondel y bajo el patrocinio del filósofo suizo Peter Henrici sj., profesor
en la Pontificia Universidad Gregoriana. Pero, finalmente y gracias a una beca del
Deutscher Akademischer Austauschdienst (DAAD) 11 el proyecto se concretará en
Alemania. En 1964 se radicará en Múnich para iniciar su investigación bajo la
dirección de Max Müller. Este encuentro marca otro hito, dado que el entonces
titular de la cátedra de Concordato en materia de filosofía se convertirá en el tercer
integrante de su tridente de maestros intelectuales. 12
El interés de Max Müller en Blondel era por entonces nítido, dado que se
encontraba dirigiendo la tesis de habilitación de su asistente Ulrich Hommes 13 y que
había trabado lazos de amistad con Robert Scherer, traductor al alemán del libro de
10 Gastón Fessard (1897-1978): Teólogo jesuita francés. Scannone aprovechará la amistad epistolar de este
jesuita francés con su antiguo maestro argentino, Miguel Fiorito sj. Publicó La Dialectique des Exercises
Spiritueles de Saint Ignace de Loyola, en 1956. Según testimonio del propio Fessard, Blondel y Hegel son los
autores que más lo marcaron en su interpretación de los Ejercicios.
11 Servicio Alemán de Intercambio Académico, organismo nacional alemán dedicado a promover el intercambio
académico entre universidades alemanas con universidades de otros países.
12 Max Müller (1906-1994), estudió filosofía, historia filología germánica y filología romana en Berlín,
Munich, París y Friburgo, donde fue oyente de Husserl y alumno de Heidegger. Se habilitó en 1937 con un
estudio sobre la realidad y la racionalidad en Santo Tomás. Fue profesor de filosofía en Friburgo entre 1946 y
1960, ejerció su profesión en Munich en el período 1961-1971. Desde entonces fue profesor honorario de la
Facultad de Teología en la Universidad Albert-Ludwing de Friburgo.
13 Ulrich Hommes (1932): abogado y filósofo.
31
Blondel La Acción. Max Müller era discípulo de Heidegger y protagonista de la
denominada por Erich Przywara “escuela heideggeriana católica” (Gutschmidt, 2016; 42),
entre cuyos miembros se destacaban el mismo Karl Rahner, Bernhard Welte 14 ,
Gustave Siewerth 15, Johannes Baptist Lotz16 y Klaus Hemmerle17. Éstos, sin tener
un enraizamiento geográfico común, compartían la intención de releer, desde
Heidegger, toda la tradición filosófica cristiana. Un foco particular de atención
dentro de este ambicioso programa era la comparación del concepto de ser en
Tomás de Aquino y la diferencia ontológica heideggeriana, mediante la operación de
excluir al primero del olvido del ser denunciado por el filósofo alemán.
En esta atmósfera, Scannone presentada su tesis doctoral en julio de 1967.
En su investigación, busca detectar la ontología implícita en el trasfondo de los
primeros escritos del Blondel. Desde esta clave de lectura, propone una
interpretación de su obra orientada en una doble dirección: responder a la crítica de
haber quedado atrapado por la subjetividad moderna y mostrar la importancia de las
sugerencias del filósofo de Aix para el pensar contemporáneo. La tesis fue
finalmente presentada con el título de «El vínculo del ser y los entes en «La Acción»” y fue
publicada posteriormente (1968) como «Ser y encarnación. El trasfondo ontológico de los
primeros escritos de Maurice Blondel». (Scannone, 1968a) Como señala Rafael Capurro -
uno de los primeros críticos de la obra scannoneana- “el título de la obra Ser y
encarnación señala la encarnación del ser en el ente, buscando el vínculo entre ser y ente, que
acontece en y a través de la acción.” (Capurro, 1970: 428)
En esta misma etapa, toma contacto y tiene noticia de otros pensadores de
renombre que componían la escena filosófica de la época. Cabe mencionar, a modo
de ejemplo, su asistencia al “Internationale Hochschulwochen” del pueblo tirolés de
14 Bernhard Welte (1906-1983): Estudió filosofía y teología en Friburgo y Munich. Desde 1958 estuvo a
cargo de la cátedra de Filosofía cristiana de la religión en la Universidad de Friburgo de Brisgovia.
Pronunció la oración fúnebre y las palabras homenaje en el entierro de Martín Heidegger. Junto a Peter
Hünermann creó, en 1969, el Stipendienwerk Lateinamerika-Deutschland, que en América Latina es conocido
como Intercambio Cultural Alemán-Latinoamericano (ICALA).
15 Gustav Siewerth (1903-1963): Fue alumno de Honneker, Husserl y Heidegger. Entre 1945 y 1961 fue
profesor de filosofía y pedagogía en Aquisgrán, año en el que fue nombrado rector de la flamante Facultad
de Pedagogía de Friburgo de Brisgovia, experiencia que se vio interrumpida por su repentino fallecimiento.
16 Johannes B. Lotz (1903-1992). Docente de Metafísica en el Instituto jesuita de Pullach (Munich) y en la
Universidad Gregoriana en Roma.
17 Klauss Hemmerle (1929-1994). En 1973 fue el sucesor de Welte en la cátedra de Filosofía cristiana de la
religión. Poco después, en 1975, fue ordenado obispo de Aquisgrán.
32
Alpbach en el verano de 1966. Allí conoce, entre otros a Herbert Marcuse en su
seminario sobre Hegel y Marx. También es en esta etapa cuando descubre y tiene la
primera noticia de la fenomenología de Emmanuel Levinas. También aquí alianza su
amistad con Lorenzo Bruno Puntel, por entonces también jesuita, quien trabajaba
en su tesis sobre analogía e historicidad, ensayando una relectura de la primera como
proceso dialéctico, teniendo en cuenta las reflexiones de Kant, Hegel y Heidegger.
Scannone reconoce a Puntel como su introductor e interlocutor en la cuestión de la
analogía, que adquirirá creciente importancia en su reflexión. 18 Otra de las relaciones
que traba Scannone en esta etapa es con Dina V. Picotti, quién se encontraba
trabajando en su tesis «La superación de la metafísica como tarea histórica en Martín
Heidegger», y con quien se establecerán intercambios fluidos en las etapas posteriores.
Como puede apreciarse a partir de este sintético recorrido, el itinerario
scannoneano comienza con una sólida formación en la tradición filosófica en el
seno de los más altos pensadores y centros académicos de su época. El argentino
transita estas tramas con una decidida permeabilidad a las inquietudes y búsquedas
del mundo moderno, con una nítida apertura sus problemas y arraigado sólidamente
en su identidad religiosa. Dado que uno de los decantados centrales de este período
es la interlocución filosófica duradera con Maurice Blondel, Martin Heidegger y
Emmanuel Levinas, pasamos a reconstruir su acercamiento a ellos y su particular
modo de asumirlos, como clave de lectura de los primeros pasos del pensamiento
scannoneano.
18 Lorenz Bruno Puntel (Río Grande do Sul, 1935) Doctor en Filosofía por la Universidad de Munich y en
Teología en Innsbruck. Desde 1978 hasta 2000 fue profesor en el Instituto de Filosofía de la Universidad de
Munich.
33
está constituida principalmente por esta tríada. No pretendemos aquí desentrañar
exhaustivamente el trabajo que el filósofo argentino hace sobre estos interlocutores
sino explicitar los motivos y mediaciones del acercamiento al pensamiento de cada
autor, y los marcos desde los que los abordó.
Resulta difícil señalar con precisión los motivos por los que Scannone decide
dedicarse a Blondel. Si bien señala un “auge que van tomando los estudios blondelianos”
(Scannone, 1971b: 138) tal interés no se ve reflejado en las noticias bibliográficas del
momento. Más aún, Blondel fue sospechado de “modernismo”, incluso en la
Compañía de Jesús. (O’Neill, C.E. - Domínguez J.M., 2001: 2430) Sin embargo, será
la revista jesuita Ciencia y Fe uno de los primeros espacios que acogió al filósofo
francés, publicando una traducción al español de un artículo suyo (Blondel, 1941).
Partiendo de esta dificultad, se pueden señalar a modo de hipótesis, algunos
elementos convergentes que motivan su interés por el filósofo de Aix. En primer
lugar, cabe mencionar el influjo de Blondel sobre una obra que, como ya hemos
mencionado, tuvo un importante impacto en Scannone: la interpretación dialéctica
de los Ejercicios Espirituales de Gaston Fessard. (Scannone, 1968a: 21; Fessard,
1956) Otro foco significativo es la conmoción intelectual provocada por la potencia
intelectual del joven Peter Henrici, primer director imaginado de su proyecto
doctoral. Pero, sin duda, hay que marcar, como factores mucho más decisivos, dos
características internas del pensamiento de Blondel.
La primera, tiene que ver con un talante general: no separar dualísticamente su fe
cristiana de su tarea filosófica y no hacer de su filosofar una racionalización del dogma. En
efecto, el filósofo francés ensaya un pensamiento en el que la convergencia de
escritos espirituales, obras filosóficas y reflexiones teológicas, está acompañada por
una clara atención a las rupturas y diferencias epistemológicas entre las tres
dimensiones. Scannone, 2009: 12) Esta apuesta será inspiradora para el argentino,
dado que permite canalizar sus búsquedas de articulación entre su vida religiosa con
su interés y sensibilidad por la vida intelectual y filosófica. De aquí que Scannone se
enliste tras el lema blondeliano “viviendo en cristiano, pensar como filósofo”, que el autor
34
hará suyo. A su vez, junto con esta asunción de su fe religiosa, Scannone encuentra
y aprende de Blondel -más allá de lo explícitamente dicho por el francés- un ímpetu
de radicalidad y búsqueda por lo más originario.
La segunda característica del pensamiento blondeliano que atraerá a
Scannone, tiene que ver con lo temático. El argentino encuentra una manera nueva
(aunque implícita) de comprensión del ser, junto a una nueva comprensión de la libertad,
que habilitan una convergencia entre el pensamiento occidental de raíces griegas y la
tradición bíblica y cristiana. Podríamos resumir las notas centrales de esta propuesta en
tres vertientes. En primer lugar, se trata de colocar en la acción y no en la razón tanto
el centro de la vida como el hilo para analizar su sentido; postulando una unidad
originaria entre planos dicotómicamente separados por el entendimiento moderno:
teoría/práctica, pasión/acción. Partiendo del análisis de la desproporción entre la
voluntad de la acción y su obra, Blondel descubre que, en último término, ella es
siempre pasividad primera; es decir, acogida de un don creador previo y
trascendente que la funda, descubriendo así la acción de la trascendencia en el seno
de la inmanencia. En segundo lugar-y a partir de lo anterior, Blondel postula un
“Único necesario”, que es unidad originaria en la diferencia, y que requiere de una co-
respondiente opción libre para acoger su libre y gratuita revelación. Por último, la
propuesta de que el movimiento de revelación de la verdad tiene una estructura
triádica, una “Trí-unidad” del ser-pensar-acción. (Scannone, 1968b: 20)
Por todo esto, Scannone considera a Blondel un autor “postmoderno”, tal
como ya lo había señalado Ulrich Hommes. (Scannone, 2009: 105) Al igual que
muchos de los más importantes pensadores contemporáneos, también el francés
sostiene que es necesario una conversión del pensar respecto de su figura clásica. Pero la
originalidad del filósofo de L’Action, consiste en advertir una actitud subjetiva
conforme al más profundo movimiento de la libertad y, por tanto, en postular la
necesidad de una conversión personal, referida a una actitud del corazón, nueva y
abierta al Ser y desde el Ser.
Ni la reflexión sobre Blondel ni el programa propuesto en su lema dejarán de
estar presentes en el pensamiento de Scannone, ni aun cuando asuma la perspectiva
latinoamericana en su pensamiento. (Scannone, 1976: 11; Scannone, 1990a: 247 y
Scannone, 2009: 8)
35
1.2.2. Martin Heidegger
36
origen católico del filósofo alemán y al influjo de la tradición cristiana en su
pensamiento.
Un segundo aspecto del libro de Müller que recibe Scannone es la
consideración de Heidegger como un “nuevo punto de partida”. (Müller, 1961: 10)
Tanto la noción de punto de partida, como la intención de hacerlo inicialmente
desde las reflexiones heideggerianas, penetraran embrionariamente el pensamiento
scannoneano.
El tercer aspecto del trabajo de Müller que influye en Scannone es la óptica
desde dónde leer la obra del filósofo de Messkirch. En efecto, el libro de Müller
resultó pionero en una interpretación de Heidegger centrada en la tercera sección de
la primera parte de Ser y Tiempo, a saber “Tiempo y ser”. Este abordaje implica
asumir, especialmente, los trabajos de Heidegger posteriores a su «Kehre», en tanto
señalan una nueva dimensión originaria abierta para, desde allí comprender la
totalidad del itinerario heideggeriano y valorar debidamente sus textos.
Por tal motivo la mayor cantidad de sus referencias serán a los trabajos
Gelassenheit, Identidad y diferencia y Tiempo y ser, del autor alemán. A esta última
publicación le otorga una importancia fundamental para la comprensión de todo su
pensamiento. En la reseña a la publicación del libro Scannone afirma:
En dicha conferencia se pregunta primeramente por lo propio del ser, y
luego por lo propio del tiempo. Ni ser ni tiempo «son» sino que «se dan»:
por ello es que Heidegger pasa seguidamente a analizar el «es gibt» ante todo
con respecto al «dar» y luego con respecto al «Ello», que es interpretado por
él como «Ereignis» (evento-apropiación). (Scannone, 1970: 436)
37
Heidegger piensa en el ámbito del pensar esencial. En otros términos, la conversión
ontológica propuesta por Heidegger- manteniendo su condición de destino y don-
no sería consumable sino en una conversión personal en tanto nueva actitud del
corazón, abierta al Ser y desde el Ser.
38
Blondel y, en parte, al Heidegger posterior a la Kehre) “indica una dirección post-
trascendental del pensamiento [...] con su superación fenomenológica (y por eso mismo en la línea de
la filosofía moderna) de la fenomenología desde la filosofía del diálogo.” (Scannone, 1969: 456)
La recepción crítica del pensamiento de Levinas por Scannone en esta fase de
su producción puede sintetizarse en dos núcleos. Por un lado, su lectura del lituano-
francés está marcada por los cuestionamientos en el horizonte de la necesidad de
concretizar e historizar los planteos levinasianos. Por otro lado, Scannone hace una
observación más personal, vinculada con los cuestionamientos de Levinas a
Heidegger. En efecto, Scannone, influido por el conocimiento de los textos del
“segundo Heidegger” estudiados con Max Müller, considera que “Levinas no repara en
todo aquello que en Heidegger parece romper la totalidad y la circularidad” (Scannone, 1969a:
76, n. 41), habilitando así un diálogo complementario entre ellos, contras las
reticencias que el propio Levinas levantaba sobre la ontología heideggeriana.
Como vemos, una vez más, tampoco en el caso de Levinas se trata de una
asimilación acrítica, sino de un esfuerzo por poner a los distintos autores en diálogo.
Será esta interlocución la que ensayará Scannone una vez finalizado su largo periplo
de formación, en los marcos de un (1.3) nuevo pensar y una (1.4) nueva filosofía de la
religión.
¿En qué consiste este nuevo pensar? ¿cuáles son sus fuentes, posibilidades y
límites? Scannone buscará aclarar las condiciones del pensar ante las exigencias del
mundo contemporáneo y de la conciencia del hombre actual a partir de la
interacción dinámica se los tres interlocutores. El resultado es un pensar no
metafísico, sino esencial, practicante y amante, aludiendo respectivamente a
Heidegger, Blondel y Levinas. (Müller, 1961: 55 y Levinas, 1995: 242)
En primer término, a modo de despejar el horizonte desde donde es posible
la pregunta filosófica de su tiempo, Scannone sostiene que la situación
contemporánea exige un renovado pensar, más profundo y purificado, desde un
39
“nuevo principio.” (Scannone, 1969b: 456) Para dar con él, se requiere una novedosa
“ubicación”. Se trata de colocarse “más originariamente” (Scannone, 1969b: 456) que lo
que lo hicieron las vertientes que estructuraron tradición occidental, tanto la de la
inmanencia como la de la trascendencia. No se trata, entonces, ni de postular una
aniquilación del pensamiento, ni de comenzar desde cero. Lo que se busca es
conciliar la aceptación de lo nuevo con la fidelidad a lo antiguo.
Esta colocación en un plano más originario conlleva un tipo particular de
reflexión. Dos exigencias la caracterizan. Por un lado, tiene que ser capaz de
trascender desde adentro a la filosofía trascendental (incluso a los resabios de ella
presentes en la Fenomenología). Es decir, ha de permitir ir más allá de ella, pero
luego de haber pasado por ella; asumiendo sus aportes a la cuestión del ser desde un
horizonte de donación y revelación más que de fundación. Esto es lo que Scannone
encuentra en Blondel, Heidegger y Levinas:
Es lo que hizo Blondel, quien, sin dejar de pasar por la filosofía moderna,
distinguió el principio de inmanencia de toda doctrina inmanencia (o
inmanetismo) y siguiendo la misma tendencia de dicha filosofía la superó y
con-virtió por dentro a un nuevo principio [...] Otro filósofo que indica la
dirección que llamaríamos post-trascendental del pensamiento, es E.
Levinas, con su superación fenomenológica (y por eso mismo en la línea de
la filosofía moderna) de la fenomenología desde la filosofía del diálogo (y
por eso apuntamos a un nuevo principio), para no hablar del segundo
Heidegger. (Scannone, 1969b: 456)
Por otro lado, se requiere una reflexión que pueda ir “más allá de la distinción
Cogito y Cogitatum o entre sujeto y objeto”, (Scannone, 1969b: 456) pero que, al mismo
tiempo, sea anterior a la dicotomía teoría-praxis. ¿En qué consiste aquello más
originario? Para Scannone, se trata de un abrirse al verdadero origen del pensar, sin por
ello perder el nivel de reflexión que se fue logrando a través de los siglos. En efecto,
para el argentino, la experiencia fundamental del pensamiento es la de ser sobre cogido
por el que siempre es mayor que él y anterior a él; sin comprenderlo- como lo hace
el idealismo alemán- como constituyente de aquello por lo cual se está sobrecogido.
(Scannone, 1969e: 452) En otras palabras: ir hacia el origen del pensar implica partir
40
de la experiencia del “ser-tomado” (Scannone, 1969b: 456) y, a partir de allí, pensar.
Un incesante convertirse sin revertirse hacia sí mismo.
Otro rasgo de este nuevo pensar es lo que Scannone, siguiendo una vez más
a Blondel y su superación del intelectualismo unilateral, denomina filosofía practicante.
Para comprender esta característica hay que retener que la noción de acción
blondeliana no es la de la praxis moderna, sino que se refiere a la unidad originaria
que se ubica más acá de las dicotomías modernas, y entre ellas teoría y praxis. De
este modo, la praxis no se contrapone ni se subordina a la teoría sino por el
contrario se suponen e iluminan mutuamente. Como sostiene Blondel en una de sus
tantas cartas con Victor Delbos, es verdadero que “para actuar bien es necesario
pensar bien, pero es todavía más verdadero quizás decir que para pensar bien hace
falta actuar bien. In operibus lux [en la obra, luz]” (Blondel, 1961: 13). En el nuevo
pensar, entre el conocimiento y el ser la acción opera como vínculo, como
mediación.
41
que llevó por título “El diálogo y la filosofía del diálogo”. Dubarle distingue dos
tipos de diálogo: por un lado, el diálogo propio de la ciencia, basado en la evidencia
y que tiende inmediatamente al acuerdo común; y por otra lado, el diálogo o la
confrontación de convicciones, que porque en ellas se juega todo el hombre
dependen siempre de una opción, aunque racional. Apoyado en esta distinción
Scannone presenta su comprensión:
“El diálogo entre convicciones personales y libres tiende también a la
verdad, pero no inmediatamente, como el primer tipo de diálogo, sino a
través de la búsqueda de la libertad y el progreso de la libertad de los
interlocutores, y aun de todo hombre. Es decir que no busca ‘conquistar’ o
‘convertir’ (lo que no quiere decir que desprecie otro tipo de conversación
con ese fin), sino que en total respeto por la persona del otro busca por
medio del diálogo que el otro crezca en libertad, dejando libre a su
conciencia en el acercamiento a la verdad. […] Por ello, si el diálogo se basa
en la buena voluntad y se orienta a un crecimiento mutuo en libertad, los
interlocutores irán convergiendo sin tener por ello que cambiar la dirección
de su ruta hacia la verdad”. (Scannone, 1968g: 13)
42
pueden enriquecerse mutuamente” (Scannone, 1968g: 13). Finalmente, presenta la
exigencia decisiva:
“la única regla de este tipo de diálogo es no sólo la conciencia de la libertad,
sino tal conciencia de la libertad que llega a amar realmente la libertad del otro,
que sabe amar la libertad concreta de cada hombre” (Scannone, 1968g: 13,
cursivas nuestras).
43
de Klaus Hemmerle, que resulta también una declaración propia de principios.
(Scannone, 1969e: 451) En otro comentario bibliográfico refuerza aquella
convicción fundacional:
Creemos que el pensamiento filosófico cristiano sobre Dios debe buscar [...]
una elaboración nueva, adaptada a la situación del hombre de hoy, teniendo
en cuenta desde dentro los niveles de reflexión que ha ido adquiriendo el
pensamiento en los últimos siglos, sin dejar por eso de seguir las líneas
trazadas por la más valedera tradición filosófica. (Scannone, 1969f: 252)
44
un lado, se trata de una nueva forma (purificada) del pensar, que tiene como nota
característica respetar el misterio último siempre indisponible de Dios. Para ello, la
primera tarea de la Teología Filosófica es esclarecer las “condiciones de audibilidad de la
pregunta filosófica” (Scannone, 1968h). Dicho de otro modo, se trata de descubrir el
horizonte de la pregunta por Dios a la luz de la nueva situación y comprensión
filosófica del hombre. La nueva filosofía de la religión consiste, entonces en “abrir una
perspectiva nueva que ilumina el camino del pensamiento filosófico hacia el Dios divino.”
(Scannone, 1969e: 451) Es decir, un “Camino nuevo a la pregunta por Dios”, que abra a
una “nueva comprensión no metafísica del Dios divino”. (Scannone, 1969c: 451) Empero,
Scannone no oculta que esta reflexión se hace en vistas a “acercar mejor al hombre de
hoy, pensando, al Dios divino.” (Scannone, 1969e: 451) De modo que se trata de
emprender una “pregunta filosófica en el horizonte de la fe” (Scannone, 1968h), esto es,
“llegar al Dios vivo, el absolutamente otro de la religión y la fe, sin superación de la revelación
cristiana, sino pensándolo en su libertad indeducible y su acción histórica” (Scannone, 1969e:
451). De aquí que, entre sus objetivos, se indique el alcanzar “expresión filosófica
pastoralmente adecuada” (Scannone, 1968h).
Pensamos que tanto el propósito blondeliano como las resonancias
heideggerianas de estas premisas son claras: por una parte, la pretensión de aportar
desde una nueva expresión filosófica al encuentro con Dios, y por otra, hacerlo con
el Dios vivo, divino, respetando su Misterio y, por tanto, no como el Ente supremo
de la onto-teo-logía. Rápidamente, en sus clases, Scannone incorporará en este
planteo a Emmanuel Levinas, en tanto “Fenomenología del encuentro moral interpersonal: el
rostro en Levinas” (Scannone, 1968h). Según consta en los programas académicos
redactados por Scannone, es Totalidad e Infinito el principal texto que el jesuita
considerará dentro del corpus levianasiano; por entonces en creativa elaboración.
Otro elemento del programa que resalta por su insistencia y tratamiento es la
cuestión del “ateísmo”; “tema importantísimo que debe ser abordado en toda enseñanza actual”
tal como afirma en reiteradas ocasiones. (Scannone, 1969f: 252) La misma
preocupación se refleja, entre otros lugares, en su larga comentario al clásico texto
de Cornelio Fabro, que Scannone comenta, y del cual toma algunas de sus ideas
centrales; especialmente en lo referido a las “condiciones históricas de posibilidad del
ateísmo contemporáneo” identificado como componente central al “principio de inmanencia
45
en la filosofía moderna desde Descartes”. (Scannone, 1969b: 456) Empero, a diferencia del
filósofo italiano, Scannone se inscribe en la actitud de diálogo crítico y constructivo con el
ateísmo; tal como se deja ver en su reseña celebrativa de la primera publicación de la
“Revista internacional del Diálogo” (Scannone, 1968f: 81) y que refuerza en su propio
programa de estudio: “Valoración de lo positivo y lo negativo en el ateísmo contemporáneo en
general y en cada corriente en particular, que se manifiesta en una actitud de diálogo crítico y
constructivo” (Scannone, 1968h). Un último aspecto que resalta del Programa es su
atención a la cuestión de “Dios y la Historia”, en alusión a la necesidad de la apertura
del pensamiento filosófico al acontecer histórico.
Para llevar adelante este programa, desde su llegada a la Argentina hasta
finales de la década del sesenta Scannone produjo un breve pero significativo corpus
textual. Además del libro de la tesis doctoral y las recensiones que hemos venido
analizando, éste incluía tres artículos publicados en Stromata, particularmente
relevantes para dar cuenta de los inicios de su propio pensar. El primero, titulado
“Hacia una filosofía del espíritu cristiano” (1967) es el comentario a la primera traducción
de un libro de Maurice Blondel al castellano. El segundo, llamado “¿Un tercer
Heidegger?” (1968), consiste en una reseña-comentario a propósito de la aparición del
libro Gelassenheit di Martín Heidegger, de Eduard Landolt (1967), como primer
volumen de la serie italiana Heideggeriana. El tercero “Dios en el pensamiento de Martín
Heidegger” (1969), es transcripción corregida de la lección inaugural pronunciada el
10 de marzo de 1969, con ocasión del inicio del ciclo lectivo de las Facultades de
San Miguel. Es en esta amalgama de reseñas, comentarios, críticas y búsquedas
donde se expresan sus primeros intereses, preocupaciones e intuiciones en vistas a la
preparación de las bases para una reflexión filosófica de la religión y de Dios, acorde
con dichas exigencias del nuevo pensar.
Para desplegar y ubicar mejor su propio pensar Scannone expone
textualmente sus primeras intuiciones en artículos sobre Martín Heidegger. Más
precisamente, el jesuita argentino elige, como punto de partida, ubicarse de manera
personal en la compleja y disputada cuestión de “Dios en el pensamiento de Martín
Heidegger”. La elección de esta forma de nominación es, de por sí, significativa, dado
que lo inserta a un tópico que ya contaba con importantes recorridos. (Welte, 1968,
entre otros) Su trayecto por este filón heideggeriano puede delinearse en cuatro
46
pasos. Ante todo, Scannone diseña, con gran erudición, el itinerario de la pregunta
por Dios en Heidegger, en un recorrido que va desde sus primeros cursos
(“Introducción a la fenomenología de la religión”, 1920 y “Agustín y el neoplatonismo”, 1921),
pasa por Ser y Tiempo y llega hasta Gelassenheit, mostrando que “la pregunta por Dios lo
acompaña siempre.” (Scannone, 1969a: 71).
En un segundo paso, Scannone identifica los aportes de Heidegger a lo que
el argentino considera la exigencia central de un abordaje filosófico de la religión:
una purificación reflexiva del concepto de Dios que respete su misterio. El filósofo
alemán, en este sentido, aportaría dos elementos. Uno, crítico: Heidegger cuestiona
la circularidad de la metafísica, por la que Dios entra a la filosofía no como divino,
sino como causa sui. El otro, propositivo: el filósofo alemán “No «eleva» el misterio a
concepto dialéctico, sino que, al contrario, desemboca en el misterio, ya que no cierra el círculo en la
identidad de la identidad y no identidad (Hegel), sino que lo abre por la diferencia en la
identidad”. (Scannone, 1968b: 16) Así, reinicia la lucha por pensar y expresar el
“misterio en cuanto misterio.” (Scannone, 1969a: 70).
El tercer paso consiste en ir más allá de Heidegger retomando lo visto
respecto del trascender “desde adentro”. Más allá no puede querer decir “volver, sin
haber pasado por el pensamiento de Heidegger, al planteo de una metafísica que ha olvidado el ser”
(Scannone, 1968b: 19). En otras palabras: “No se trata de volver a una metafísica pre-
heideggeriana de la substancia y del sujeto, aunque tampoco de negarla plenamente, sino de
trascenderla reencontrando en su fundamento su verdadero sentido” (Scannone, 1968b: 21, n
14). Lo que propone es lanzar la metafísica “más allá de Heidegger” pero “siguiendo el
itinerario que éste señala.” (Scannone, 1969a: 77).
¿En qué consiste este ir más allá de Heidegger, pero desde él? Se trata, según el
filósofo argentino, de abrirse camino por las propias intuiciones del autor evitando
los bloqueos que surgen de no ir hasta el fondo de sus implicancias. El ejemplo más
neto de este impasse es, para Scannone, la incoherencia heideggeriana en la
búsqueda no metafísica del Dios divino. Tres observaciones organizan la crítica. Ante
todo, se postula un abandono de un filón apuntado en el proyecto para la tercera
sección de Ser y Tiempo, consistente en distinguir entre diferencia ontológica en sentido
estricto (entre el ente y su enticidad), diferencia ontológica en sentido amplio (entre la
siendidad del ente y ser) y una diferencia teológica en sentido riguroso (entre Dios y Ser).
47
(Müller, 1961: 78) Descuido que, a pesar de los dichos autointerpretativos del
propio filósofo alemán, se prolonga hasta sus últimos escritos: “Heidegger sigue todavía
[en la última etapa de su pensamiento] en el camino que se había trazado para la redacción de
Tiempo y Ser, es decir, sigue rastreando las huella de una diferencia teológica no metafísica, en la
misma experiencia ontológica.” (Scannone, 1969a: 73-74).
La segunda observación de Scannone es que el denunciador del “olvido del
ser” debe ser, él mismo, acusado de olvido. Más precisamente, de haber olvidado “el
momento pneumático del movimiento mismo de la verdad como A-léthea.”
(Scannone, 1968b: 20) En otros términos, estaríamos ante una enfatización del logos
a costa de una relegación del pneuma. Mientras que por el primero debemos entender
la dimensión comprensiva acentuada en el pensamiento clásico, por el segundo se ha
de entender una visión más integral del ser humano comprendido ahora como
persona. Según Scannone, entonces, Heidegger seguiría siendo- primariamente- un
pensador del sentido y la verdad, dado que ser-verdad-sentido permanecen todavía en
“referencia esencial” al Dasein; aunque ciertamente ya no fundados y centrado en él.
Una apertura al movimiento completo de la verdad, por tanto, implicarían para
Scannone la necesidad de considerar la estructura triádica ser-pensar-acción (Blondel)
de su rítmica.
La tercera observación consiste en poner de relieve dos descuidos que se
siguen del “gran olvido” anteriormente señalado. En primer término, un descuido
del momento personal de la Verdad y el Misterio, que Scannone llama también de
manera problemática y ambigua, el momento “óntico” (no el sentido pre-
heideggeriano de la substancia y del sujeto sino en referencia, a lo interpersonal o
“teológico”); en segundo lugar, un descuido del momento “volitivo” o “amativo”
del pensar; no sólo como apertura a la verdad, sino como descubrimiento amoroso
originado en el enamoramiento que rescata aquello ontológico y veritativo que sólo
el amor descubre y que solo al amor se descubre. Solo así es posible “pensar el
movimiento de la A-léthei en cuento es de-velación de la Palabra de Amor del
Misterio” y por tanto “el Misterio se abre y esconde por la A-létheia en la Ágape y el
pensamiento es introducido en él sólo si es amor pensante” (Scannone, 1968b: 21, n.
14 y 20, respectivamente). Según Scannone, esto explicaría por qué Heidegger
inicialmente en Ser y Tiempo, al dejar de lado la diferencia teológica por especulativa,
48
termina por correr “el riesgo de pensar la diferencia teológica no en y más allá, sino
en y más acá de la diferencia ontológica, con lo cual Dios […], quedaría sometido al
evento del desocultamiento”, pareciendo afirmar implícitamente una “circularidad
de necesidad mutua entre ser y dios; entre ser y mundo, entre dios y mundo”
(Scannone, 1969a: 75). En otras palabras, Heidegger no reconocería su libertad que
trasciende el ser, acabando por referirse al evento del ser como a un “un ‘ello’, un
neutrum, un evento, que recuerda en algo al destino impersonal de la tragedia griega”.
(Scannone, 1968b: 20)
La cuarta observación tiene que ver con que, para Scannone, aquel olvido y
estos descuidos, conducen a Heidegger a ciertas ideas ambiguas. Una de ellas es la
de “destino”, a la que no logra liberar- a pesar su declarada intención de hacerlo- de
una cerrazón circular y de una deformación del sentido de la historicidad (Scannone,
1969a: 71 y 75). Esta recaída en la circularidad llevaría a una deficitaria comprensión
de la creación (Scannone, 1969a: 70-71), que, a su vez, arrastra una conflictiva
comprensión de la relación entre lo definitivo y lo nuevo en el darse de la historia:
Heidegger toma de la experiencia bíblica del «ya, pero todavía no»,
solamente la apertura a lo nuevo y el riesgo del «todavía no», pero se olvida
del «ya» definitivo que implica la creación y la Encarnación. Ese «ya» es, al
mismo tiempo, definitivo e histórico, y no es el absoluto ahistórico de la
metafísica griega. (Scannone, 1969a: 74).
49
da en una “relación ética de amor y de juicio” (Scannone, 1969a: 76). Dicha relación ética
de amor acontece en el diálogo en tanto acontecimiento-apropiación (tal como
Scannone traduce Er-eignis), don del Misterio como misterio personal.
Estas inflexiones se articulan con una novedosa comprensión de la analogía,
como vía para “el decir de lo indecible” respetando su misterio en tanto misterio,
retomando así su temprana preocupación por la temática. Así, el autor sugiere en
1968 que “siguiendo la línea de pensamiento de Heidegger [...] podría renovarse
también la concepción tradicional de la analogía [...] respetando igualmente la
identidad y la diferencia, y con esta última, el Misterio” (Scannone, 1968b: 18).
Dicha renovación consistirá en vincular analogía y dialéctica, retrabajando a ésta última
desde las sugerencias de Lorenz Puntel. Si bien su producción textual hasta 1970 no
refleja esta línea de trabajo, sí ya aparece indicada en los contenidos de su Programa,
a saber, “analogía y dialéctica” y “El conocimiento analógico de Dios y su Misterio”
(Scannone, 1968h).
50
Por otra parte, en su selección de la tríada de interlocutores, se percibe una fuerte
sensibilidad y valorización por lo nuevo, que responde al reconocimiento del cambio
de mentalidad del hombre contemporáneo y de la consecuente renovación de la
filosofía, la teología y las ciencias humanas.
De ellos y con ellos, y del ejercicio del espíritu de diálogo, Scannone
aprenderá a trascender desde adentro a la filosofía, es decir, a ir más allá de ella, pero
luego de haber pasado por ella y radicalizado sus posibilidades. Se trata, según el
filósofo argentino, de abrirse camino por las propias intuiciones del autor evitando
los olvidos o los desvíos que surgen de no ir hasta el fondo de sus implicancias.
Su apuesta se destaca por su celosa cautela por escrutar el Misterio en cuanto
misterio, cuidando de no caer en ningún tipo de circularidad que relegue a aquel a
ser un neutro impersonal que deje fuera la posibilidad de atisbar la libertad amante
del Misterio personal. En este esfuerzo, se observa un señalamiento de la
importancia de reconocer la historia y el diálogo en tanto encuentro interpersonal
como acontecimientos donde se revelan, a la vez que se ocultan, la manifestación
libre y amorosa de la Verdad y el Misterio.
Este talante y esta actitud, construidos lentamente al calor de encuentros,
formación sólida y sensibilidad atenta, se manifiestan en el marco de un apostolado
intelectual en perspectiva cristiana que el autor asume como programa vital. Frente a
estos primeros pasos de su pensamiento, todavía en germen y bibliográficamente
disperso, estamos ante un pensamiento original, distinto, como veremos, al de otras
etapas de su biografía. Progresivamente, esta búsqueda personal irá encontrando,
también, una respuesta original a partir de 1971 cuando estas orientaciones
encontrarán nuevas e importantes plasmaciones como fruto de nuevas situaciones,
interlocutores y desarrollos filosóficos.
51
2. En el horizonte de la liberación
latinoamericana (1971-1973)
52
la comprensión alcanzada hasta el momento de los autores, temas e intuiciones. Más
aún, la irrupción del nuevo horizonte habilita tanto nuevas lecturas de los mismos
como el establecimiento de originales interlocuciones entre ellos, lo que, a su vez,
resulta imprescindible para un pensar a la altura de la novedad disruptiva.
53
latinoamericano en el Documento de San Miguel (1969), en vistas a una “adaptación
a la realidad actual del país” tal como se indica en su subtítulo. Relacionados a estos
documentos y cercano a la comunidad jesuita de San Miguel también tenían lugar
muchos encuentros sacerdotales como los que aglutinan al Movimiento de
Sacerdotes para el Tercer Mundo y los protagonizados por el Equipo de Peritos de
la Comisión Episcopal de Pastoral (COEPAL), núcleo del que nacerá la teología
argentina del pueblo, de la que hablaremos con más precisión en el próximo
capítulo. Considerando el valor eclesial, pastoral y teológico de tales documentos,
Scannone asume estos textos y sus posiciones como “hitos importantes que marcan
la historia de la conciencia cultural latinoamericana” (Scannone, 1990a: 15). 21
A nivel filosófico, este mismo ambiente es el escenario, en 1969, de su
encuentro fortuito con el filósofo, historiador y teólogo mendocino Enrique Dussel
(1934-), quien había retornado al país en 1967 tras más de una década de formación
europea, con motivo de una estancia de investigación del mendocino para utilizar la
Biblioteca del Colegio Máximo. Por entonces, Dussel ya era conocido en el ámbito
católico por sus trabajos pioneros en Historia de la Iglesia Latinoamericana
(especialmente postulando una cristiandad de indias diferente a la cristiandad
europea), y como impulsor de una filosofía marcada por lo argentino y lo
latinoamericano (especialmente desde el tema del mundo de la vida, en su versión
heideggeriana), aunque aún no formulada en clave de liberación. Este
acontecimiento resulta particularmente decisivo en la trayectoria y el pensamiento de
Scannone, pues el jesuita reconoce que debe a aquel su interés por pensar filosófica
y teológicamente la situación América Latina y la importancia de emprender un
pensamiento propiamente latinoamericano.
El primero fruto de este encuentro será la organización de la Primera
Jornadas Académicas interdisciplinares de teología, filosofía y ciencias sociales de las
Facultades de Teología y Filosofía de San Miguel, realizada en agosto 1970 bajo el
lema: “El pensamiento argentino, su génesis y prospectiva”. Al año siguiente, el tema
convocante se desplaza desde el “pensamiento argentino” a “liberación
latinoamericana”. Estas jornadas, convertidas en un espacio vital de los intercambios
21 De igual modo procederá posteriormente con el Documento de Puebla (1979), y otros documentos
eclesiales.
54
más importantes de la época en perspectiva latinoamericana y liberacionista, se
sucederán anualmente hasta 1975 (Maddonni y González, 2018a).
Asimismo, a instancias de Dussel, a partir de 1971, comienza a participar en
las reuniones de lo que luego se llamará “Grupo Calamuchita”, así denominado
debido a la región de Córdoba donde se realizaron algunas de sus reuniones
(Maddonni y González, 2018b). Allí leerán y reflexionarán colectivamente en torno
al trabajo de Augusto Salazar Bondy ¿Existe una filosofía de Nuestra América? Allí el
filósofo peruano sostiene que
El problema de nuestra filosofía es la inautenticidad. La inautenticidad se
enraíza en nuestra condición de países subdesarrollados y dominados. La
superación de la filosofía está, así, íntimamente ligada a la superación del
subdesarrollo y la dominación de tal manera que si puede haber una
filosofía auténtica ella ha de ser el fruto de este cambio histórico
trascendental. Pero no necesita esperarlo; no tiene porqué ser sólo un
pensamiento que sanciona y corona hechos consumados. Puede ganar su
autenticidad como parte de un movimiento de superación de nuestra
negatividad histórica, asumiéndola y esforzándose para cancelar sus raíces.
La filosofía tiene pues, en Hispanoamérica, una posibilidad de ser auténtica
en medio de la inautenticidad que la rodea y la afecta: convertirse en la
conciencia lúcida de nuestra condición deprimida como pueblos y en el
pensamiento capaz de desencadenar y promover el proceso superador de
esa condición. (Salazar Bondy, 1986[1968]: 125)
55
nuevamente en la provincia de Córdoba (González y Maddonni, 2018). Tanto en la
convocatoria como en las Actas del mismo, puede verse que la atmósfera del
Congreso venía dada por la cuestión de la vigencia de la filosofía ante el desafío de
las ciencias, incluso el sentido y función de la filosofía en medio de un clima
internacional de "muerte de la filosofía", las técnicas y los nuevos regímenes de
comunicación pública, las problemáticas en torno a la dupla
verdad/enmascaramiento, los desarrollos de la filosofía occidental luego de la
irrupción Heidegger, la filosofía del arte y la articulación de lo religioso en las
coordenadas epocales concitan la mayor parte de la atención.
Scannone tiene en este evento una activa y diversificada participación,
interviniendo en tres ocasiones distintas: en primer término la conferencia de
apertura a los debates del simposio “El problema del ser en la filosofía actual”; luego
una contribución en la Sesión Plenaria “Presencia y ausencia de Dios en el mundo
actual” bajo el título “Ausencia y presencia de Dios en el pensar”; y finalmente una
tercera intervención en el simposio “América como problema”. En este
acontecimiento, y particularmente en el último Simposio, toman un incipiente
estado público algunas de las primeras intuiciones de la filosofía de la liberación.
Entre ellas se destaca la ponencia presentada por Enrique Dussel: “Metafísica del
sujeto y liberación” (Dussel, 2018 [1971]), que presenta algunos elementos del gesto
liberador de la filosofía y anticipa mucho de los temas centrales de su pensamiento. 22
En medio de un convulsionado inicio de década, estos escenarios de
reflexión e intercambio se convierten en los primeros despuntares, encauses, y pasos
iniciales de lo que se autodenominó “filosofía latinoamericana de la liberación”
(AA.VV., 1973 y 1975), movimiento del que Scannone fue miembro de su núcleo
fundador y que compartió con el mencionado Enrique Dussel, Mario Casalla, Carlos
Cullen, Julio De Zan, Aníbal Fornari, entre otros.
Un primer acercamiento a las ideas de este movimiento lo brinda su
“Manifiesto”, que acompañó su primera publicación colectiva. En esta página, cuya
autoría corresponde a Enrique Dussel, se exponen de forma hiper-concentrada y
con gran potencia apelativa los núcleos duros de “nuevo estilo de pensar filosófico”
22 Es interesante confrontar este texto con el presentado por Scannone (Scannone, 2019c [1971]) y señalar
sus profundas afinidades en una cercanía reflexiva.
56
que ha nacido en América Latina. Desde sus primeras palabras se marca su
posicionamiento radical más característico:
No se trata ya de un pensar que parte del ego, del yo conquisto, yo pienso o yo
como voluntad de poder europeo imperial. Es un pensar que parte del
oprimido, del marginado, del pobre, desde los países dependientes de la
Tierra
57
La producción filosófica de esta breve pero densa primera etapa de su
pensamiento se encuentra condensada en una serie de artículos, que
progresivamente el jesuita retoma y reescribe, enriqueciendo y avanzando en su
propio pensar. Su primera plasmación fue “Hacia una dialéctica de la liberación.
Tarea del pensar practicante en Latinoamérica hoy” (1971a), continuada en forma de
ponencia en “Hacia un proyecto histórico de liberación latinoamericana”
(2019c[1971]), y proseguido en la conferencia “La liberación latinoamericana.
Ontología del proceso auténticamente liberador” (1972a). A ellos se complementa
“La pregunta por el ser en la filosofía actual” (1972b), entre otros. Por último, el
artículo “Trascendencia, praxis liberadora y lenguaje. Hacia una filosofía de la
religión posmoderna y latinoamericanamente situada” (1973) recoge el alcance
máximo de esta primera etapa y comienza a perfilar las próximas orientaciones y
perspectivas de su pensar.
58
hacerlo.23 El aporte personal de Scannone a la filosofía de la liberación se centró
especialmente, desde una clara perspectiva ontológica (aunque no ontologicista)
adquirida desde su formación, en volcar toda la potencia del pensamiento para ir
hasta el fundamento del problema latinoamericano de la aguda injusticia y la
violencia histórica-estructural que oprimen al pueblo; develar la estructura
ontológica de un auténtico proceso de liberación; y revisar la base epistemológica-
metodológica del pensar desde esa nueva perspectiva.
a. Dependencia y liberación
23 El mártir jesuita salvadoreño Ignacio Ellacuría (1930-1989) expande con un enfoque sociopolítico la
“inteligencia sentiente” de su maestro español Xabier Zubiri hacia el campo de la ética y de la acción,
afirmando tres momentos en el conocimiento de la realidad: “se conoce la realidad cuando, además de
hacerse cargo de la realidad (momento noético) y de cargar con la realidad (momento ético), uno se encarga
de la realidad (momento práxico)” (Ellacuría, 1975: 419)
59
Ante tal dependencia ontológica el desafío que se le presenta a la filosofía es
alcanzar un nivel más radical y originario que la racionalidad moderna que tiende a
reducir toda relación a la relación sujeto-objeto y dicotomiza teoría y praxis. Frente a
esta situación de crisis, la filosofía ha de responder con un nuevo pensamiento
superador. No se trata de corregir un aspecto ni enmendar un olvido del esquema
moderno, sino de su superación. Dicha superación no apunta a desestimar la
tradición filosófica, sino por el contrario, se vuelve posible gracias al desarrollo
mismo de la historia del pensamiento filosófico.
En efecto, como ya hemos dicho, para Scannone el pensamiento
contemporáneo, con el paso hacia atrás propuesto por Heidegger, alcanza una
“nueva experiencia de ser”. (Scannone, 1972b: 593) Si los caracteres del ser de la
filosofía clásica y moderna, pueden resumirse apoyado en Werner Marx como los de
identidad, necesidad, inteligibilidad, y eternidad, la “nueva experiencia ontológica”,
pensará al ser como diferencia, libertad gratuidad, misterio e historia originaria.
(Scannone, 1972b: 594) Es desde esta nueva experiencia del ser, la verdad y el
tiempo en que es posible descubrir la dependencia ontológica y abrirse a un futuro
diferente, radicalmente nuevo.
Pero para llevar a cabo esta tarea superadora, el paso hacia atrás
heideggeriano, hacia el origen originante del movimiento de la historia desde dónde
es posible superar la metafísica moderna y volver a pensar el ser sin el ente, no es
suficiente. Asumiendo críticamente nuestra situación latinoamericana, su estado de
dependencia y la praxis histórica popular de liberación, es necesario radicalizar (en y
más allá) aquel planteo. Según Scannone
La pregunta ontológica será tanto más radical y nueva cuanto más se suscite
la novedad del mundo-de-la-vida-nuestro, latinoamericano, desde el rostro
del otro aquí y ahora, y desde el cuestionamiento de su dolor. Pues es en
dicho mundo, rostro y dolor donde adviene y llama el futuro (Scannone,
1972b: 594-595).
De aquí que, según Scannone, el paso hacia atrás no es suficiente y hace falta
un paso hacia adelante, “hacia el advenimiento del futuro y su realización histórico-
práctica”, lo que reclama afrontar la cuestión de las “mediaciones ónticas, dialécticas
60
y prácticas en y por las cuales se exprese y cree una nueva historia” (Scannone,
1972b: 595).
La cita anterior presenta otro de los aportes específicos de esta primera etapa
de Scannone que consiste en postular, como frente filosófico de liberación ante el
horizonte ontológico-opresor moderno, un renovado tratamiento de la
trascendencia en clave analógica. Es la irrupción de la alteridad del otro en su rostro
-trascendencia ética- y del proyecto futuro de mundo -trascendencia histórica- la
que, desde un ámbito más originario, rompe y trasciende la relación moderna de
dominio e interpela eficazmente a la lucha por la liberación del oprimido. A la ética
e histórica, hay que agregarle también la trascendencia religiosa. A partir de esta
última afirma Scannone:
“Cuando hablo de trascendencia pienso ante todo en la trascendencia
religiosa: en Dios, aunque mutatis mutandi lo mismo podría decirse
analógicamente de la trascendencia de lo nuevo de la historia en relación
con el eterno retorno de la mismo; y de la trascendencia del otro en cuanto
otro, v. g. la alteridad y novedad original de un pueblo como el nuestro.
Pues estimo que de la misma forma debe plantearse la pregunta por la
trascendencia de Dios, de la novedad histórica y de la originalidad de un
pueblo, que no se pueden decir en un lenguaje meramente representativo y
objetivante, sino que se verifican y dicen pasando por la mediación de la
praxis auténtica, es decir, liberadora” (Scannone: 1973: 221).
61
nuestra situación de postcristiandad), esas categorías son releídas desde
nuestra situación latinoamericana, y por consiguiente, reinterpretadas
críticamente. Así es que, mientras Levinas habla del rostro del pobre,
nosotros sabemos que el pobre lo es porque está oprimido, y hablamos
dialécticamente del cuestionamiento ético de la opresión. En segundo lugar,
latinoamericanamente no nos movemos meramente en la relación cara a
cara interpretada como una relación intimista yo-tú, sino que hablamos de
los muchos, de los pobres y oprimidos en plural, y aún más, de los pueblos
oprimidos en quienes se encarna el imperativo absoluto de justicia. Y, en
tercer lugar, en América Latina ese clamor muchas veces mudo (o
enmudecido) de los pobres y oprimidos es interpretado socioanalítica y
sociohistóricamente, es decir, en su encarnación y mediación estructural, tanto
en sus causas como en la posibilidad real de su superación. Es decir, no se
comprende a los pobres sólo en forma individual e interpersonal, sino
también estructuralmente, como pueblo dependiente y como grupos sociales
explotados por un sistema injusto. De ahí que la praxis histórica que surge
de la respuesta libre a esa interpelación ética no es meramente una praxis
ética, como en Levinas, ni siquiera solamente una praxis ético-social, como
lo sugeriría el hablar de "los pobres" en plural, sino una praxis ético-política
(Scannone, 1973: 238-239).
62
proyectos inversamente subversivos o inspirados en las dialécticas modernas, pero
tampoco es un proceso antidialéctico. Liberación no es sinónimo de re–versión
(dialéctica) ni in–versión (de opresores), sino con–versión al otro y a los otros sufrientes
y praxis ético-política responsable de liberación de todos. Para señalar esta
comprensión propia de la liberación, Scannone utiliza la expresión liberación auténtica.
Para que pueda darse praxis de liberación auténtica Scannone sostiene que es
estructuralmente necesaria la mediación del “tercero” (Scannone, 1971a: 37 y 1972a:
123). Para el jesuita el tercero no es el simple intermediario entre dos polos, que
aprovecha para sí la tensión, sino el mediador que posibilita el encuentro liberador de
todos. El tercero, dejándose interpelar por el sufrimiento de su pueblo y muriendo a
sí mismo al renunciar a la voluntad de autoabsolutización, abre una nueva y tercera
dimensión que rompe la bipolaridad dialéctica oprimido-opresor. Pues, por un lado
deja ser a la diferencia como diferencia (la diferencia ontológica), que implica la
libertad y la trascendencia del misterio del otro. Por otra parte, en él en tanto se abre
a la novedad irreductible del tiempo, se manifiesta la tridimensionalidad del tiempo
auténtico, que no reduce a ninguno de los momentos de la temporalidad,
absolutizando a alguno de ellos. Y finalmente posibilita, en el plano de las relaciones
sociales originarias, relaciones de respeto ético y responsabilidad. Esta tercera
dimensión que el tercero hace presente evita el impulso unilateral o absolutizador a
la que tiende la bidimensionalidad de la dialéctica bipolar de dominación. La
bidimensionalidad de la opresión y la dependencia solo se supera radicalmente desde
la tridimensionalidad.
El tercero ejerce su tridimensional mediación mediante el diálogo. Esta
noción de diálogo posee una significación precisa y cobrará progresivamente una
centralidad en la economía del pensar scannoneano. Por diálogo no entiende
Scannone meramente un intercambio de palabras. El diálogo es, ante todo,
encuentro o relación ética. Diálogo mienta una relación que difiere de manera
absoluta de la relación sujeto-objeto que prima en la ontología moderna, y
63
trasciende la voluntad de poder que para Scannone la anima y no le permite
reconocer al otro como otro. En la relación establecida por el diálogo los términos
de la relación permanecen ab-sueltos en ella, sin fusionarse, es decir, se mantienen
libres y separados.
Todo auténtico diálogo, por lo demás, tiene su comienzo en el dejarse
cuestionar, es decir en la escucha. La primera palabra del diálogo es la que surge de
la interpelación del rostro otro, a la que le corresponde una primera escucha
silenciosa, cuya respuesta ya es una palabra segunda. Palabra que puede libremente o
bien atender o bien ignorar su cuestionamiento, pero siempre ya es respuesta,
palabra segunda. Y precisamente en la libertad que el diálogo supone radica su
imprevisibilidad y su estatuto de acontecimiento, en tanto por él acontece lo
impredeciblemente nuevo de la historia, auténtico advenimiento futuro.
Ahora bien, para que esta apuesta por el diálogo no caiga en una
concordismo o irenismo ingenuo, debe hacer frente a la conflictividad propia del
acontecer social. Ya la praxis moderna, especialmente en la concepción hegeliana,
tuvo la intención de pensar dicha conflictividad. Pero según el jesuita tal concepción
propone hacerlo partiendo desde el conflicto y por eso mismo queda encerrado en
él, sin la posibilidad de superarlo. Por su parte Scannone propone pensar la
conflictividad desde la unidad originaria. El conflicto supone la relación social de paz.
El diálogo es realmente auténtico y radical cuando es hecho desde el ámbito radical
de la “relación social originaria”, que es de paz y unidad, puesto que la relación de
encuentro ético de diálogo prima y atraviesa la del encuentro conflictivo.
Sin embargo, este planteo pese a no desconocer la conflictividad todavía
corre el riesgo de no asumir suficientemente la conflictividad histórica de lucha y
dominio y, en consecuencia, de recaer en una praxis no eficaz, sino superflua y
volverse así nuevamente opresora. Scannone remite esta crítica a Hegel, y su
desconfianza en el “juego del amor”, que según el Prólogo de la Fenomenología del
espíritu, “desciende hasta la edificación y aun la sosedad, si le faltan la seriedad, el
dolor, la paciencia y el trabajo de lo negativo” (Scannone, 1971: 41). Según el jesuita,
el diálogo no caería en ese riesgo, porque “el genuino diálogo no busca disfrazar la
conflictividad del mundo real, sino transformarlo creativamente” (ídem.). De modo
que el diálogo sólo se da realmente a través del paso por el afloramiento y la
64
elaboración de los conflictos latentes, lo que le permite no perder la eficacia
histórica sino otorgarle un nuevo sentido 24. Así, el diálogo parte de la dimensión
ética personal que trasciende, desde el comienzo, y no únicamente al final, la mera
relación dialéctica de lucha porque respeta al que se enfrenta en cuanto es también
un “otro”, pero, no sólo sin olvidar, sino pasando por la conflictividad real del
mundo injusto y sin depotenciar la lucha liberadora.
Por esto Scannone sostiene que “al proceso de la mediación liberadora…
más que dialéctico, puede llamárselo dialógico” (Scannone, 1971: 41). De esta forma
Scannone acentúa el aspecto eficazmente histórico del diálogo instaurado desde la
dimensión ética de paz y libertad y su momento procesual y, por tanto, conflictivo.
De modo que se trata de un “juego dialéctico del diálogo”, o una “dialéctica
dialógica de la genuina liberación” o “dialógica de la liberación auténtica”
(Scannone, 1971: 49, 48, 57).
A diferencia de la mera dialéctica, dada la historicidad y contingencia de la
palabra humana, la dialógica señala tanto la imposibilidad de prever individualmente
y cerrar unilateralmente el proceso, como su consecuente apertura. Así el diálogo
“pro-mueve una dialéctica no–absoluta, y por ello abierta al porvenir” (Scannone,
1971: 41). El diálogo abre el encierro de la dominación al ad-venir de la historia.
c. La analéctica
Ahora bien, por una parte, es necesario que la interpelación del otro y la
novedad histórica que en ella se encarna se mantenga abierta, es decir, en su libertad
imprevisible. De aquí que no es posible reducir unívocamente su sentido, es decir,
determinándolo y absorbiéndolo en una pre comprensión, aunque sea dialéctica.
Pero, al mismo tiempo, sin caer en el extremo opuesto, es necesario que no
24 Esta búsqueda de un nuevo sentido de la eficacia, en una suerte de eficacia segunda, se asemeja a las
reflexiones de Paul Ricoeur en su artículo: “El hombre no violento y su presencia en la historia”: “si la no-
violencia tiene que tener un sentido, tiene que realizarlo en la historia que ella de antemano trasciende; tiene
que tener una eficacia en el mundo, una eficacia que cambie las relaciones entre los hombres” (Ricoeur 1990:
212; cursivas en el texto)
65
permanezca equívoco e indeterminado, lo que lo volvería inentendible e in–
interpretable.
Aquí aparece por primera vez lo que se convertirá en una de sus principales
contribuciones. Scannone llama a esta dialéctica dialógica tridimensional con el
nombre de analéctica. Si bien el jesuita argentino toma la expresión de la obra del
filósofo alemán Bernhard Lakebrink su uso es totalmente personal y original. En él
converge su relectura de Santo Tomás y de Hegel, desde los aportes de Heidegger,
Blondel y Levinas asumidos a su vez en perspectiva latinoamericana. Así, intenta
poner en la misma frecuencia tanto el intento de abrir el pensamiento a la
trascendencia de Tomás a través de la doctrina de la analogía, con la fuerza
transformadora de la dialéctica de Hegel, en el marco del nuevo escenario de la
pregunta por el ser que acoge su diferencia como diferencia ontológica abierta por
Heidegger y sin olvidar el momento práctico y ético, acentuados tanto por Blondel
como por Levinas. La analéctica recupera las exigencias movilizantes de la dialéctica
(afirmación, negación, negación de la negación) y la fecundidad abierta de la analogía
(afirmación, negación, eminencia) para superar los límites de ambas, sobre todo en
relación a la novedad histórica. Porque la dialéctica propia de la analogía supera la
dialéctica hegeliana pero no desecha la negatividad, el conflicto y las tensiones en la
historia. Y la dialéctica hegeliana refuerza a la analogía recordándole considerar las
conflictividades de la realidad histórica.
Con esta propuesta analéctica Scannone propone una “dialéctica propia de la
analogía tomista” (Scannone, 1972a: 121) aplicada, ya no verticalmente a la
trascendencia religiosa, sino horizontalmente a la trascendencia del futuro, como
eminencia histórica no reductible ni a una primera afirmación ni a la negación o
mera negación de la negación. Esta trascendencia del futuro, en tanto novedad
histórica, se mediatiza en las contradicciones reales del presente que oprimen al
pueblo, en especial a los más pobres. En el dolor concreto del oprimido se media y
determina el futuro, pero a diferencia de los planteos dialécticos que depotencian
dicho futuro reduciéndolo a un futuro necesario, y por lo tanto cerrado, Scannone
busca una “determinación abierta”. Subrayando el carácter abierto de la
determinación el jesuita quiere preservar el misterio y la novedad de la
trascendencia, no reductible a ninguna dialectización: “se trata de una determinación
66
históricamente abierta, indicadora del camino, pues determina el próximo paso en la
línea de la liberación, pero abriendo cada vez nuevas posibilidades inéditas e
imprevisibles” (Scannone, 1972a: 121). A esta determinación abierta que evita su
determinación unívoca o dialéctica Scannone la llama determinación analéctica del
futuro.
La propuesta analéctica lleva a Scannone a recomprender el momento de la
negación, aspecto ineludible para hacerse cargo de la situación de dependencia de
América Latina, puesto que “todo verdadero cambio histórico pasa por la
negatividad” (Scannone, 1972a: 113). Ésta no puede ser una negación abstracta, que
rechaza indiscriminadamente todo, pero tampoco la negación dialéctica, que la
reduce a un mero momento de una totalidad. Conteniendo el momento negativo de
la dialéctica (negación de la negación), la analéctica lo supera por su inscripción en el
ritmo analógico, ya que aunque un momento necesario del movimiento interno de la
analogía es el paso por la negación, sin embargo este paso es a su vez negado y
asumido en la “via emminentiae”. De este modo la negación (de la estructuración
injusta y opresora situación histórica presente) se abre a una trascendencia (de la
alteridad ética y de la novedad histórica) y se hace posible, desde ésta, pasar “no sólo
por la negación (omnis determinatio est negatio), o por la negación de la negación, sino
también por la negación de la relación misma de negación” (Scannone, 1972a: 121).
De modo que ya en 1971, en los albores mismos de la filosofía de la
liberación en Argentina, Scannone propone la analéctica para describir, en primer
lugar, el proceso de liberación. La potencia de esta propuesta fue advertida muy
rápidamente, por ejemplo por Enrique Dussel, quien la asumió dándole
características propias. Posteriormente, el jesuita encontrará allí toda una lógica y un
método de pensamiento (González y Maddonni, 2020). Como dijimos, en esta
operación filosófica radica, en parte, la originalidad de la propuesta scannoneana y
es significativa e indicativa del pensamiento “más allá” y abierto a la novedad que el
jesuita ensaya.
67
2.2.2. Aportes críticos a la teología de la liberación
68
otro, sin respetar ni la trascendencia de la fe ni la autonomía de lo temporal. Frente a
ambas opciones Scannone propone una “unidad histórico-salvífica” de la fe y
política (Scannone, 1972c: 15), es decir la unidad entre historia salvífica e historia
política.
Se trata en este punto de no separar los planos histórico y escatológico, y de
dar cuenta de la encarnación inconfusa e indivisa de lo segundo en lo primero,
reconociendo la autonomía de lo histórico y, a la vez, la trascendencia,
imprevisibilidad y gratuidad de lo escatológico. Para ello, según Scannone,
Hay que buscar sí un pensamiento dialéctico, como el que se trasluce en la
expresión ‘inconfusa e indivisamente’ de la fórmula cristológica. Pero no se trata
de una dialéctica como la hegeliana o la marxista. Estas reducen la
diferencia entre escatología e historia a una identidad dialéctica. Ambos son
así depotenciadas a ser meros momentos de una totalidad cerrada, sin que
se respete el juego mutuo de la libertad. No se respeta la gratuidad o
imprevisibilidad de la escatología que se hace historia sin reducirse a ella. Ni
se respeta la libertad del discernimiento que descubre la realización histórica
de lo escatológico en la tensión ‘ya, pero todavía no” (Scannone, 1972c: 12).
69
afinidad en un momento histórico dado, entre la necesaria expresión de lo
escatológico, que ha de signarse o expresarse contemporáneamente en la historia,
que es a la vez historia de salvación. Pues bien, según Scannone
La voluntad salvífica de Dios no se conoce por mera deducción o
aplicación de principios universales sino, como lo dice la tradición espiritual
y ahora lo recuerda Pablo VI en la Octogésima adveniens con respecto a los
problemas ideológicos y políticos, se conoce por discernimiento. Ese
discernimiento de los signos de Dios en la historia es una hermenéutica de
fe, y no una deducción, ni siquiera dialéctica. […] Y lo propio de toda
hermenéutica es el ámbito de libertad en que se mueve, y su asunción del
riesgo histórico (Scannone, 1972c: 17).
70
2.3. Punto de partida, horizonte, forma y sujeto del
pensar liberador
71
Este nuevo punto de partida no es un ‘punto de partida’ como el que
buscaba la modernidad de Descartes a Husserl, un punto de partida sin supuestos”
(Scannone, 1973: 240), sino que se trata de una
Interpelación absoluta aunque histórica y estructuralmente determinada,
que surge del clamor (muchas veces mudo) de los pobres. Dicho punto de
partida es éticamente absoluto y sin embargo determinadamente histórico.
Se da en la inmanencia de un mundo estructurado social, económica,
política y culturalmente, y sin embargo es éticamente trascendente
(Scannone, 1973: 237-238, cursivas nuestras).
72
más originario, auténtico y radical que el horizonte de la modernidad, y que permite
una nueva comprensión del ser y el tiempo.
La filosofía contemporánea, ha dado pasos esenciales en esta dirección,
especialmente en los esfuerzos reflexivos de Martín Heidegger. Pero, el nuevo
horizonte que emerge con la palabra interpelante posibilita una nueva comprensión
del ser, del tiempo y de las relaciones sociales, no cerrada circularmente a la
trascendencia sino esencialmente abiertos a su historicidad, libertad, diferencia y
misterio. De modo que se trata de un horizonte englobante no es sólo la verdad del
ser, sino la alteridad y la trascendencia ética, aunque ésta se medie históricamente.
Esta irrupción horizóntica moviliza todas sus dinámicas reflexivas en el imperativo de
una mayor criticidad y radicalización.
Desde el nuevo horizonte, en tanto más radical y auténtico, es posible ahora
criticar lo que hasta ahora parecía obvio, como la dependencia cultural, y cuestionar
el fundamento del horizonte reflexivo y orden social consecuente que resultaba
opresor. De modo que, el horizonte abierto por el punto de partida es a su vez, el
punto de apoyo de una crítica ontológica, es decir a nivel de la comprensión del ser
y del tiempo, a todo sistema opresor y de un nuevo filosofar al servicio de la
liberación.
73
La palabra interpelante del otro pone en jaque la racionalidad del mundo
moderno y su comprensión de la episteme, que la desoía. La forma del nuevo pensar
ha de ser, en primer término, distinta que aquella forma moderna, y en ese sentido
será “posmoderna” (término que utiliza Scannone, pero sin las resonancias que este
término adquirió en la filosofía europea, a partir de J-F. Lyotard, entre otros).
Para alcanzar dicha nueva forma Scannone sostiene que es necesaria una
“ruptura epistemológica” (Scannone 1973: 241; 1973b: 8), pero distinta a la
propuesta por Gaston Bachelard. Se trata de radicalizar una ruptura epistemológica
emprendida por el pensamiento filosófico contemporáneo en su intento de superar
la modernidad trascendiendo las dicotomías entre sujeto-objeto, teoría-praxis,
forma-contenido, filosofía-ciencias. Esto se dio por el intento de implantar la
reflexión en un plano más originario a dichas dicotomías, desde donde se fue
redescubriendo la historicidad y la praxis. Pero, “la ruptura epistemológica tiene
entre nosotros características propias” (Scannone, 1973: 241). Se trata de radicalizar
aquel intento en tanto “esa ruptura epistemológica implicará no solamente una
apertura a la historia y a la praxis, sino también un giro o con-versión (Kehre) a
nuestro pueblo” (Scannone, 1973: 237). Se trata entonces de un “triple giro, ruptura
o con-versión que la abre a la abisal radicalidad de la historia, de la praxis y del
pueblo a cuyo servicio está” (Scannone, 1973: 245).
Este triple giro, exige también un nuevo método propio en correspondencia
con la nueva comprensión auténtica del ser (reconocimiento de la alteridad), del
tiempo (triunietariedad del tiempo auténtico) y de las relaciones sociales (relación
ética de responsabilidad), que Scannone denomina “dialógica” o “analéctica”. En
diálogo crítico con Santo Tomás y Hegel (y con él, Marx), el jesuita llama analéctica
ritmo dialéctico propio de la analogía aplicado al (re)conocimiento, no de la
trascendencia religiosa como en la analogía tomista, sino de la trascendencia
horizontal (del futuro y del otro). Se trata, por tanto, de una dialéctica abierta que no
se detiene en la negación ni en la negación de la negación (negación tanto de la
finitud de la razón para dar cuenta de la trascendencia, como de la opresión
histórica), sino que partiendo de la apertura a la interpelación de la trascendencia
llega hasta la negación de la relación misma de opresión heredera del esquema
moderno sujeto-objeto y su voluntad de poderío.
74
Con esta propuesta metodológica, Scannone intenta superar la dialéctica de la
totalidad (sea abstracta como la hegeliana o concreta como la marxista) que se cierra
sobre sí misma en el plano de la mismidad mediante una analéctica de la alteridad
(Scannone, 1972a: 124) que parte y permanece abierta a la eminencia “encarnada” en
el otro que trae consigo la novedad.
Ahora bien, dado que la interpelación del otro que constituye el punto de
partida de esta nueva forma de pensar no es inmediata, sino históricamente mediada
en un situación concreta, el pensamiento comprometido con la liberación tiene que
dialogar con las ciencias analíticas, como la sociología, la economía o la política.
Pues para ponerse como pensamiento al servicio de la praxis del pueblo, debe
ahondar en la interpretación de la realidad histórica latinoamericana, así como en ir
en busca de las mediaciones teóricas y prácticas que permitan alcanzar la liberación
humana y la realización de la justicia, lo que lo lleva a recurrir a la mediación
analítica de las ciencias sociales. No obstante, a su vez, en una especie de círculo
hermenéutico, el pensar filosófico y teológico, cada uno desde su especificidad,
deben criticar y discernir los presupuestos e ideología que se pueden encontrar en la
base de dichas categorías de análisis que emplea.
75
bien, para ser pensamiento verdaderamente radical y para no dejar de ser
cuestionante, debe dejarse primero cuestionar a sí mismo:
El auténtico pensar es crítico ante todo de sí mismo… Reconoce su finitud,
renuncia a toda absolutización. Se deja cuestionar por la verdad nueva que
le aporta el otro en cuanto otro mediándole el futuro en cuanto tal. Se abre
al diálogo… se hace capaz de pro-ferir dialógicamente y de practicar
comunitariamente, en forma crítica, lo nuevo de la historia, sin renegar de lo
antes sido, sino releyéndolo para pensar y hacer creativamente el futuro
(Scannone, 1971a: 56).
76
Conversión, entonces, es la clave de bóveda tanto para la forma del
pensamiento como para el pensador mismo. Pero en todos los casos se trata de una
conversión-a y no de conversión-de. Es esta conversión la que le permite al pensador
liberarse de las ideologizaciones que tienden a la absolutización y ejercer su rol de
forma auténticamente crítica.
Una dinámica semejante de conversión-compromiso-escucha-función
profética reconoce Scannone para el teólogo. Pues,
Por un lado, implica ruptura el hecho mismo de que el pensamiento
teológico pase por el compromiso histórico del teólogo: la trasformación del
mundo y de sí mismo. Y por otro, el que se ponga humildemente a la escucha
del pueblo de Dios, quien es el sujeto comunitario de esa praxis liberadora y
de la nueva inteligencia de la fe que ella implica. El teólogo tiene una
función profética cuando expresa la creatividad teológica del pueblo
latinoamericano (Scannone, 1973b: 9, cursivas en el texto).
77
3. Pensamiento inculturado en el horizonte
sabiduría popular (1974-1992)
78
religiosidad, símbolos y sabiduría populares, configuran la trama reflexiva del
pensamiento de Scannone en esta etapa. Ahora bien, es posible hablar de un nuevo
momento, en tanto su novedad se da por la explicitación y centralidad que su
enfoque cobra, pues, según Scannone se trata de un “momento lógico dentro del
anterior”, que intenta asumir todo lo válido de aquel (Scannone, 1990a: 17-18).
En el despliegue de este momento, el jesuita se convertirá en un
representante central de la “corriente histórico-ético-cultural” de la filosofía
latinoamericana y de la “teología del pueblo”, corrientes con características propias
dentro de la filosofía y teología de la liberación, respectivamente.
25 Para un análisis más detenido sobre los factores de activación de este nuevo momento a partir de 1973
remitimos a Maddonni, 2020b.
79
camino para llegar a ella y el de su correspondiente lenguaje. Hay un camino
corto y un camino largo. Según su opinión estamos eligiendo el camino
corto. Pero se da también el largo, que trata de leer lo ontológico en las
mediaciones históricas, culturales, económicas, sociales, etc… de modo que
al horizonte ontológico se lo descubra en las mediaciones socio-culturales
de América Latina.
80
3.1.1.1. La hermenéutica de Paul Ricouer
81
redescubrimiento del mundo de los símbolos en confrontación con la filosofía de la
subjetividad centrada en la autoconciencia. Ricoeur afirma por un lado el dinamismo
intrínseco del símbolo que, aun cuando no permite pasar todo su sentido al lenguaje,
pide una interpretación, que a su vez abre el espacio de la reflexión desde dónde es
posible el pensamiento propiamente especulativo. Aludiendo a este dinamismo,
Scannone reitera la expresión con la que Ricoeur titula las conclusiones de su
estudio Finitud y culpabilidad: “el símbolo da que pensar” en tanto “no sólo ‘da’,
como lenguaje pleno, algo anterior a la posición del Cógito, en lo que éste se inserta,
sino que da que pensar y qué pensar” (Scannone, 1990: 224 y Ricoeur, 1969). Por
otra parte, para que la reflexión no sea abstracta, vana y vacía, sino concreta, ésta,
para Ricoeur se suyo necesita de la hermenéutica de los signos y obras del hombre y
preeminentemente de los símbolos. En este marco, el francés reconoce y se detiene
especialmente en el lugar peculiar y distintivo que el símbolo religioso tiene para la
reflexión y la especulación, en tanto la llevan más radicalmente al fracaso de todo
intento de dominarlos y agotarlo en un saber absoluto y lo enfrentan a la frontera y
el umbral. Estas reflexiones de Ricoeur iluminarán el planteo de Scannone en su
intento de un pensamiento inculturado a partir de la sabiduría popular.
82
filosofía (Scannone, 1984). Como signo de la influencia decisiva de las reflexiones de
este grupo en este segundo momento de la reflexión de Scannone, cabe señalar que,
según el propio autor, el artículo “Nuevo punto de partida en la filosofía
latinoamericana” de 1980, programático de esta etapa al punto que dará nombre a su
libro homónimo de 1990, es en verdad “resultado del trabajo común del grupo
argentino” (Scannone, 1981: 283, n.1).
a. Rodolfo Kusch
83
indígena. Mientras que el “ser”, que Kusch descubre en la actividad burguesa de la
Europa del siglo XVI con su figura primera del “mercader”, es una incesante
búsqueda de ser alguien, de ser más, el “estar” privilegia la mera instalación en un
suelo e indica un sentido dis-tendido de la existencia, que no es otra cosa que
descubrirse estar yecto entre las fuerzas cósmicas del mundo, fuerzas contrapuestas
e innombrables que no se dejan desdoblar. Es la sensación de despojo y desnudez,
un “no más que vivir” donde asoma una auténtica visión del hombre.
El ser concreta la tradición teórica que se elaboró a partir del pensamiento
griego y constituyó el origen de la reflexión occidental. Indica aquel ámbito de la
realidad que se presta a la connotación y al dominio de la razón humana. Gira en
torno a la civilización y al progreso. El ser parcializa la realidad y delimita lo que
Kusch llama, tomando la expresión de Hartmann, el “patio de los objetos”. Por su
parte, el estar tiene relación con el ámbito no-visualizable, se relaciona más con el
sentir que con el ver. Se refiere a lo que acontece en el plano de la pre-ontología. Se
opera desde él, no con la razón sino conectando con los arquetipos inconscientes.
Indica el ámbito del misterio donde se rozan las realidades que no pueden
dominarse sino que hay que, necesariamente, conjurar para vivir. Al estar,
considerado en este nivel, corresponde un saber “de salvación” y no de “solución”
como el que caracteriza a la ciencia. Un saber que no busca el remedo de la realidad
sino la comprensión, el acierto que funda y, originariamente, concreta el domicilio
existencial.
En el estar se da un saber sapiencial popular que en su famoso libro América
profunda de 1961 llama la “sabiduría de América”. Según Kusch, esta sabiduría opera
con una lógica propia, que denominó “lógica de la negación” (Kusch, 1975). La
negación es una forma de reversión de la lógica occidental que acciona la conciencia,
la acción y la razón popular plagada de símbolos, rituales y divinidades: “La
negación de las cosas transforma al mundo en símbolos, y el requerimiento de
verdad recién se satisface en el área de la plegaria, el cual por supuesto tiene que
llenarse con el mundo perfectamente estructurado de los dioses.” (Kusch, 1975: 42)
La razón, la conciencia del pueblo y la acción popular reside en el paisaje, en el
suelo, en la “barbarie” y el caudillo. La forma de la barbarie, lo impuro y hediento
transforma la ficción del “ser alguien”, de la ciudad y de los próceres por la negación
84
en el estar no más: “La negación conduce a lo que está, y, todo lo que es, resulta
sumergido en el estar” (Kusch, 1975: 76).
Ahora bien, este saber popular y su logos propio encuentran su arraigo en el
símbolo y no en el concepto. A partir de su trabajo de campo, Kusch sostiene que el
decir que articula ese ámbito originario y previo es el decir simbólico. Allí, donde la
claridad y el decir no alcanzan, “ahí se exige el símbolo para ensayar el ser” (Kusch,
1978b: 107). Presionado por su indigencia, el hombre recurre a los símbolos para
encontrar su centro salvador. El sujeto desconstituido que se mueve entre
oposiciones remedia su des-constitución con lo simbólico que sirve como mediador
del desgarramiento, participando de los dos polos, es decir, en lo cotidiano y
material de la vida y el terreno indisponible de lo absoluto donde habita el sentido.
Sin embargo, Kusch tiene un especial interés en señalar que si bien el símbolo
sobrelleva y resuelve la tensión, no resuelve totalmente la indigencia original del
sujeto sino que remedia transitoriamente una parte de la existencia, la que se refiere
a la tensión de la indigencia original, pero no la seguridad de una solución (Kusch,
1976). De allí que el estar sea el lugar donde se gesta la autenticidad de la existencia
con el balbuceo de un logos acertado, pero con un fundamento que se olvida
cotidianamente y que, por lo tanto, es siempre necesario reactualizar. Esto último,
relaciona las reflexiones kuscheanas con la religión del pueblo (Fresia, 2020 y
Maddonni, 2015), abriendo una vía de acceso “post-ontoteológicos” a la religión,
que será particularmente recepcionado por Scannone.
b. Carlos Cullen
85
de la experiencia de la conciencia que el argentino retrucará a partir de una Fenomenología
de la crisis moral. Sabiduría de la experiencia de los pueblos (Cullen, 1978: 9). Cullen concibe
su fenomenología de la crisis moral como una relectura crítica latinoamericana de la
obra de Hegel, que aplica una “corrección sapiencial de la fenomenología” o
“reubicación sapiencial de la fenomenología”, hasta convertirla directamente en una
“Fenomenología sapiencial”. No obstante, antes de comenzar su tarea, Cullen
advierte su crítica no es ad hominen, sino a toda la “racionalidad occidental”, pues el
argentino señala, no sin influencia de las interpretaciones históricas de la filosofía de
Heidegger y Levinas, que Hegel consuma lo iniciado por Parménides.
Cullen concentra su crítica en una disputa sobre el “punto de partida” de la
fenomenología hegeliana misma dado que “en el punto de partida se juega ya, todo
el desarrollo posterior” (Cullen, 1978: 13). El argentino pretende emprender una
fenomenología no partiendo experiencia de la conciencia, en cuanto yo, sino
experiencia del pueblo. Pues, mientras Hegel emprende el camino comenzando por
la conciencia cuyo lugar el yo que conoce frente a la naturaleza, Cullen inicia el
recorrido de los pueblos cuyo lugar es el nosotros que cree y obra en la tierra.
Consecuentemente, si el camino de Hegel culmina (aunque en realidad también
comenzaba) en la ciencia cuya figura inmediata es la conciencia (y de allí: ciencia de
la experiencia de la conciencia), Cullen ubica allí a la sabiduría, cuya primera forma
inmediata es el pueblo (y de allí: sabiduría de la experiencia de los pueblos). De aquí
que Cullen emprende una “reubicación” y “corrección” sapiencial de la
fenomenología, tomando como hilo conductor los momentos constituyentes de la
experiencia popular de la sabiduría y como punto de partida la experiencia inmediata
del “nosotros-estamos” en tanto sujeto sapiencial.
Cullen reconoce, no obstante, que “no es que Hegel descuide este nosotros,
sino que en algún sentido lo deduce” (Cullen, 1978: 9), y le atribuye, por tanto, un
carácter secundario. Así, el corazón de la crítica que Cullen dirige a Hegel “radica, en
la arbitraria universalización que produce el lenguaje al comienzo mismo del
itinerario fenomenológico como lo presenta Hegel” (ídem.). En la fenomenología
del alemán, el nosotros aparece como la universalización que el lenguaje hace del yo
de la conciencia sensible (Cullen, 1978: 13), pero de este modo queda así, relegado a
un carácter derivado. Fruto de aquella arbitrariedad y desprecio de tal experiencia el
86
pensamiento occidental ha olvidado en su constitución el nosotros que constituye el
meollo de la sabiduría popular.
Según Cullen, existe una experiencia más inmediata e irreductible y, por lo
tanto, fundante de la mera conciencia teórica, que es la experiencia del nosotros
estamos. Para Cullen esta experiencia del nosotros es una experiencia ético-religiosa.
Es “ético, en cuanto está constituido por relaciones éticas de alteridad (cuya
comprensión está directamente inspirada por Levinas); pero también religioso,
porque el «estar en la tierra» está entendido como en Kusch, en cuanto arraigo en la
Pacha Mama. Pues la tierra no sólo es comprendida como naturaleza que se posee y
se cultiva, sino también y primeramente como fuente de la vida que emerge de ella,
al mismo tiempo que se sustrae en su misterio” (Scannone, 2005: 255).
Son muchos los temas de esta obra de los que Scannone se nutre
dialógicamente. En primer lugar, sin duda, lo referente a la ponderación filosófica
del controvertido concepto de pueblo, entendido por Cullen como “nosotros
estamos en la tierra”, y constituido como tal ético-religiosamente. Como hemos
dicho Scannone asumirá este “nosotros estamos en la tierra” como nuevo punto de
partida de un filosofar inculturado en nuestra América, propio de este nuevo
momento de su filosofía. Asimismo, en tanto el “nosotros estamos en la tierra” es
constituido como tal ético-religiosamente, Scannone tomará como eje de diálogo el
carácter intrínsecamente religioso de la sabiduría popular. Aquí encuentra en la
sabiduría popular y en los símbolos en los que ella se expresa un saber de lo
absoluto, no saber absoluto. Por último, también el jesuita se nutrirá de la
descripción culleana de la “identidad plural” o “identidad ética” del nosotros ético-
religioso, para referirse a la unidad en la diferencia que se da en el seno del pueblo,
unidad que no subsume la identidad articular de cada uno 26.
La reflexión y la interlocución entre estos tres autores argentinos fueron
elaborando un plexo de nociones distintivas propias, que se fue plasmando
paulatinamente en un corpus significativo. Así, la línea Kusch-Cullen-Scannone fue
26 Otras figuras o movimientos del recorrido de la sabiduría popular expuestos por Cullen son retomados
por Scannone. Entre ellos, cabe destacar: la resistencia; la astucia; la noción de puesta en juego (en forma
dialéctica, pero no necesaria, sino libre) y el empleo en sentido histórico-cultural de las categorías lingüísticas
(semántica, sintáctica, pragmática), es decir, aplicada a la dinámica histórica de las culturas.
87
conformando una tradición reflexiva dentro de la filosofía latinoamericana, la
corriente histórico-ético-cultural de la filosofía de la liberación.27
27 A comienzos de la década del 90, maduración de este segundo momento del itinerario de Scannone, Raúl
Fornet-Betancourt, con mayor perspectiva histórica que estudios precedentes, sostenía que: “Dentro del
movimiento de la filosofía de la liberación han cristalizado, sobre todo, dos líneas o tendencias fundamentales
que son representativas de su desarrollo hasta la fecha. La primera de ellas puede ser definida como aquella
que elabora sus mediaciones teóricas simbólicas mediante el recurso a la sabiduría de la cultura popular. Sería
pues, en forma más breve, la corriente del ethos o cultura popular. La otra vendría definida por el esfuerzo de
lograr las mediaciones recurriendo más bien al mundo categorial de un análisis social de proveniencia
marxista” (Fornet-Betancourt, 1992: p. 96-98). A la primera de esas líneas, aquí, siguiendo desde una óptica
scannoneana, la denominamos “corriente histórico-ético-cultural”.
88
argentino sobre la adaptación, a la realidad actual del país, de la conclusiones de la II
Conferencia General del Episcopado”, y considerado el texto posiblemente más
decisivo y significativo que haya producido el episcopado argentino (Farrell, 1974;
Campana, 1998 y Mealla, 2020). El documento, tal como lo indica su título, fue el
esfuerzo del episcopado argentino, por releer el Documento de Medellín. No
obstante, lo que debía ser una lectura de adaptación se convirtió en una relectura
situada del documento. En efecto, se trata de una relectura y no de una simple
lectura, porque el Documento introduce una novedad propia: la revalorización
pastoral del pueblo fiel latinoamericano, de su historia y de la religiosidad popular.
Esta nueva óptica puede leerse concentrada en el siguiente extracto del documento,
que representa su “línea maestra” (Mealla, 2020: 7):
“la acción de la Iglesia no debe ser solamente orientada hacia el pueblo, sino
también, y principalmente, desde el pueblo mismo. Esto supone: - amar al
pueblo, compenetrarse con él y comprenderlo; - confiar en su capacidad de
creación y en su fuerza de transformación; ayudarlo a expresarse y a
organizarse; - escucharlo, captar y entender sus expresiones aunque
respondan a culturas de grado distinto; - conocer sus “gozos y esperanzas,
angustias y dolores”, sus necesidades y valores; conocer especialmente lo
que quiere y desea de la Iglesia y de sus ministros; - discernir en todo ello lo
que debe ser corregido o purificado, lo que tiene una vigencia presente pero
sólo transitoria, lo que contiene valores permanentes y gérmenes de futuro;
- no separarse de él, adelantándose a sus reales deseos y decisiones; - no
transferirle problemáticas, actitudes, normas o valores que le son ajenos y
extraños, especialmente cuando ellos le quiten o debiliten sus razones de
vivir y razones de esperar.” (DSM, VI. Pastoral Popular)
89
entonces Scannone consideró a este Documento de San Miguel, especialmente en su
capítulo sobre Pastoral Popular, como símbolo del paso cualitativo que realizó la
reflexión teológica de la “vertiente de la teología de la liberación que se elabora
prevalentemente como teología de la pastoral popular” (Scannone, 1974: 10), uno de
los primeros nombres que recibió lo que actualmente se conoce como “teología
argentina del Pueblo” (Politi, 1992; González, 2005) 28. Como se puede ver en la cita
precedente, Scannone siempre consideró a esta vertiente o cauce teológico en la
perspectiva liberacionista. Esta propuesta, que el jesuita plasmará en una
clasificación epistemológica de las diversas corrientes de la teología de la liberación
latinoamericana, será adoptada por otros referentes, al afirmar que esta teología del
pueblo es una corriente “con características propias, dentro la teología de la
liberación” (Gutiérrez, 1982: 264), o incluso una “forma independiente y muy
valiosa de la teología de la liberación”. (Lehmann, 1978: 42)
28 Recibe también otras denominaciones que remarca algunas de sus características, como “escuela argentina
de pastoral popular”, (Allende, 1976: 119) “teología del pueblo subsumida bajo la orientación general de la
teología de la liberación”, (Segundo, 1975: 264), además de “teología situada”, (Politti, 1992: 213) “teología
desde la praxis de los pueblos latinoamericanos”, (Scannone, 1987a: 61) entre otras expresiones.
90
cultural, un sistema, una organización y una cierta jerarquía de valores. La
doctrina tradicional del Iglesia afirma que ese pueblo –o esa cultura- forma
una comunidad, es decir, participa de un bien común. El pueblo, como el
hombre, está siempre en la historia, tiene un sentido, un destino; conforma
una comunidad que por sí mismo construye su destino; al elegir el sentido
de su vida, elige hacia dónde va y hacia allí marcha. Es importante concebir
siempre al pueblo como una realidad global, colectiva; de esta afirmación ya
comienzan a surgir dificultades.
91
las categorías y organización mental características de las ciencias, cuanto en
la plasmación artística, en la piedad hecha vida y en los espacios de
convivencia solidaria (DP, 413-14).
92
3.2. Pensar a partir de nuestra sabiduría popular
93
categoría histórica, pues sólo históricamente puede determinarse en cada
situación particular, quiénes y en qué medida se pueden decir
verdaderamente ‘pueblo’, o en qué medida tienen caracteres de ‘anti-
pueblo’. La llamamos ‘categoría símbolo’ por su riqueza convocativa y su
ambigüedad o sobredeterminación significativa, ambigüedad que sólo se
quita en un determinado contexto histórico” (Scannone, 1974b: 6-7)
94
pueblos latinoamericanos.29 A diferencia de la sociedad moderna que encuentra su
origen en un contrato, el pueblo es fruto del mestizaje. El jesuita aclara en qué
sentido utiliza este término:
“Así llamo a la mutua fecundación de culturas cuyo fruto es un ethos cultural
nuevo, surgido de los dos anteriores. No excluye ni el conflicto ni la
permanencia de residuos culturales anteriores o integrados. A pesar de ello
se puede hablar de ‘mestizaje cultural’ cuando el encuentro de culturas ha
primado sobre el conflicto o la yuxtaposición, y cuando la novedad histórica
del surgimiento de un pueblo nuevo (con su correspondiente ethos cultural)
ha primado sobre el trasplante […] El mestizaje cultural puede darse aun
cuando no se dé un mestizaje racial” (Scannone, 1977: 73).
29 Entre otros filósofos que utilizaron esta noción de mestizaje podemos mencionar a Dina Picotti, Aníbal
Fornari, e incluso Alberto Methol Ferré. Sobre el riesgo de un uso ideológico, parcial o regional de la
categoría como única clave hermenéutica para referirse a los pueblos de América Latina cf. Fornet-
Betancourt, 2014: 90-91.
95
A estas dos dialécticas fessardianas, Scannone incorpora la tercera, la del
judío y el pagano, que es la dialéctica de la conversión, la gracia y el bautismo, para
comprender en y a través del cual se operó lo que llamó el “bautismo cultural” del
pueblo mestizo latinoamericano (Scannone, 1977: 87). Pues, en el caso de América
Latina tiene connotaciones especiales que la pagana bautizada haya sido mujer,
sierva y madre (la india) y que el varón, amo y padre (el español) haya sido ya
cristiano.
Ahora bien, este mestizaje no fue sólo fundacional, sino que se continuó
dando en la historia subsiguiente. Más aún se continúa dando en el presente gracias
a la capacidad de síntesis vitales que opera en la cultura de los pueblos dando lugar a
nuevos mestizajes culturales.30 Por ejemplo, frente a la modernidad y sus valores, no
se trata, entonces, de una mera pos-modernidad, porque dicha síntesis no rechaza de
raíz los aportes de la modernidad, sino que reubica sapiencialmente los aportes de
otras racionalidades. De modo que cuando los estilos modernos y postmodernos
entran en contacto con esta cultura popular provocan nuevas síntesis vitales y ésta
muestra su capacidad de elaboración y resistencia.
Esto lo lleva a considerar el arraigo cultural del cuestionamiento ético-
histórico y a rastrear la positividad latinoamericana (no reductible a ninguna
negación) en el peso y la fuerza de la historia de los pueblos y su cultura, cuyo
núcleo es su sabiduría de vida, que puede llamarse sabiduría popular. Ésta posee, en
tanto saber humano-global y a la vez situado acerca del mundo, del hombre y de
Dios una racionalidad o logos propio, que Scannone denomina “racionalidad
sapiencial” (Scannone, 1990a: 97). A diferencia de la racionalidad abstracta y formal
dominante, la sapiencial es más abarcante porque es la racionalidad propia del
mundo de la vida, y por lo tanto más humana y radical, y por ello, da la posibilidad
de arraigar culturalmente y orientar éticamente aquella.
La sabiduría popular articula su experiencia y su modo de saber y pensar en
un horizonte propio de comprensión. Es decir se mueve en un ámbito de realidad,
de arraigo y pertenencia a la tierra, de religación y de simbolicidad que Scannone
30 Como hemos advertido más arriba tanto la noción de sabiduría popular como las de mestizaje cultural y síntesis
vital son centrales en el mencionado Documento de Puebla (1979). Al escribir en sede filosófica, Scannone
aclara: “No citamos ese Documento por su valor teológico, sino como interpretación autorizada dada por
testigos tan calificados como son los pastores latinoamericanos” (Scannone, 1990a: 76)
96
inspirado en los trabajos de Rodolfo Kusch y en sus diálogos con Carlos Cullen
denomina: estar o mero estar. Este ámbito metafísico u horizonte fundamental es
anterior a la pregunta especulativa por el ser e incluso al cuestionamiento ético por
el bien y la justicia, pero su capacidad de síntesis vítal pone en interjuego los
horizontes en los que la pregunta y el cuestionamiento se dan, a saber: el del ser y del
acontecer.
Para Scannone la sabiduría popular con su racionalidad sapiencial puede ser
el nuevo punto de partida para la filosofía y la teología latinoamericanas. De aquí
que sin abandonar los aportes de la vía fenomenológica-existencial, el autor
emprende una hermenéutica histórico-cultural del lenguaje simbólico en que se
expresa dicha sabiduría, que le permite elaborar categorías y alcanzar una filosofía y
una teología a partir de la sabiduría popular latinoamericana que sean universales
aunque situadas. Para el primer ámbito la sabiduría popular puede ser punto de
partida y la mediación entre el símbolo y la filosofía; en el segundo entre la piedad
popular y la teología. A un pensar que nazca de la sabiduría popular, permanezca
arraigado en ella y a la vez la exprese a nivel universal es a lo que Scannone llama un
pensar inculturado.
Si bien ya en 1973 Scannone comenzaba a incluir textualmente las nociones
de “pueblo”, “sabiduría popular”, “cultura popular” y “mestizaje” en sus
publicaciones (Scannone, 1973: 243-244; Maddonni, 2020b), es recién con el artículo
“Teología, cultura popular y discernimiento” (Scannone, 1974b) que se da en su
pensamiento la primera cristalización del efecto producido por las circunstancias
que señalamos anteriormente. En él encontramos, por primera vez, de modo
incipiente pero programático, los nuevos temas, las nuevas categorías de análisis y
los nuevos desafíos propios de la segunda etapa. La fecha representa, entonces, la
asunción plena de la nueva perspectiva y marca el inicio de la segunda etapa. De
modo que el libro Teología de la liberación y praxis popular. Aportes críticos para una teología
de la liberación (Sígueme, 1976), que compila trabajos del período 1972-1974, pese a
haber sido considerado corolario de la primera etapa, ya está inscripto en este nuevo
momento (Fresia, 2014). A partir de él se hace definitivamente explícito el nuevo
ámbito que Scannone desplegará su pensamiento. La maduración de este segundo
momento se encuentra sintetizada en su trilogía, indisolublemente interrelacionadas
97
entre sí, publicada entre 1987 y 1990. Se trata de Teología de la liberación y Doctrina social
de la Iglesia (1987), Evangelización, cultura y teología (1990b), y Nuevo punto de partida de la
filosofía latinoamericana (1990a), que integran, articulándolos, la mayor parte de sus
escritos hasta la época.
98
culturalmente su “ontología del proceso liberador” esbozada su primera etapa,
mediante una hermenéutica de la experiencia histórico-cultural de los pueblos
latinoamericanos (Scannone, 1990a: 147ss; Maddonni, 2020b, 449-453). Así
reelaboró sus aportes a la cuestión de la liberación, que exige ahora la mediación
histórica de los valores humanos universalizables que contiene situadamente el ethos
de cada pueblo, que debe ponerse en juego dialógica y dialécticamente con otras
comunidades históricas y sus respectivos ethos. Esta mediación o puesta en juego en
la historia por la libertad, del individuo y de los pueblos, para que sea
auténticamente liberadora ha de afirmarse primeramente de su sentido de la vida y
de la convivencia expresada en valores y símbolos, que nace de su modo de habitar
la tierra, su memoria histórica y su tradición cultural. Ahora bien, para que la
mediación no acabe nuevamente en una estructuración social, económica, política y
cultural injusta, es decir, en formas de violencia o dependencia como las que
oprimen a América Latina, es necesario que en aquella esté presente la instancia
ética. En tal sentido se trata de una mediación ética. La mediación que acaba en
opresión desoye ideológicamente, en el nombre de un bien abstracto, la
interpelación concreta y efectiva del otro y la identidad cultural singular de su
mundo. Pero, para Scannone, la ética implica siempre su concreción histórica,
aunque sin reducirse a ella. De aquí que el jesuita se refiera a una mediación ético-
histórica, para que aquella relación ética no permanezca abstracta o simbólica. Se trata
entonces de una mediación dialógica no sólo ético-ideal, sino también ético-
institucional y ético-política, eficaz en el plano de la “densidad material de la
historia” (Scannone, 1990a: 161).
No obstante, dentro de este ambicioso programa de transformación
inculturada de la filosofia31, Scannone se dedicó de forma especial a la reelaboración
de la cuestión filosófica de Dios, es decir, de una teología filosófica o una filosofía
de la religión en perspectiva inculturada latinoamericana. Se trata del desafío de
pensar especulativamente Dios y lo Sagrado ya no sólo desde la experiencia de Dios
y al nuevo lenguaje, surgidos de dejarse interpelar por los rostros de los oprimidos y
31 Con esta denominación queremos parafrasear analógicamente el carácter programático del título Karl-
Otto Apel en Transformación de la filosofía (1972, 1973), retomado críticamente por Raúl Fornet Betancourt en
su libro Transformación intercultural de la filosofía (2001).
99
de la experiencia de la praxis histórica de liberación que responde responsablemente,
sino también desde la sabiduría de los pobres y su religiosidad popular. Para ello su
reflexión pretendió sentar las bases para llevar a concepto la epifanía del Infinito en
el exceso de sentido no sólo de sus rostros, sino también de sus símbolos, ritos y
fiestas religiosas o profanas, en los que ya se ofrece una primera hermenéutica
geoculturalmente arraigada en la tierra del origen santo del sentido.
En su libro Nuevo punto de partida... Scannone despliega una triple mediación
hacia la experiencia y conocimiento de Dios, a saber: simbólica, ético-histórica y
especulativa que podríamos corresponder al horizonte del estar, horizonte del
acontecer, horizonte del ser, respectivamente. La mediación simbólica, formalmente
primera, se da en y a través del símbolo. Por su parte, la mediación ético-histórica, se
juega en la libre apertura ética a la verdad y la conversión histórica del corazón y de
las manos al bien y su realización histórica. Por último, Scannone propone que la
mediación especulativa, que se mueve en el orden reflexivo-conceptual marcha al
ritmo del lenguaje analógico. A su modo, cada una de ellas posibilita la
manifestación y un acceso a la trascendencia religiosa.
No obstante, como ya hemos dicho Scannone entiende que el mestizaje de la
sabiduría popular, y consecuentemente también de la religiosidad popular, asume la
interrelación de las tres mediaciones gracias a su capacidad de síntesis vitales. Por lo
tanto, si tomamos la sabiduría popular con su logos propio como mediación para un
filosofar inculturado de la religión Scannone sostiene la necesidad de articular e
interrelacionar los tres horizontes para una intelección genuina y auténtica de Dios.
De aquí que no se trate de un mero triple acceso sino de un “acceso triuno”
(Scannone, 1990a: p. 246).
Así, la mediación especulativa que mediante la analogía pretenda acercarse a
la cuestión de Dios tiene que enraizarse en el símbolo respetando su inagotable
plurisemia y su ritmo y a su vez, tiene que estar condicionada y orientada por la
apertura ética a la verdad y la conversión histórica del corazón y las manos al bien.
Así resume Scannone su densa y original propuesta:
el movimiento de acceso especulativo a lo Santo (y a Dios), sin perder su
estatuto autónomo en su autenticidad, está, por un lado, como enraizado en
el movimiento hierofánico del símbolo y, por otro lado, está condicionado
100
en su autenticidad, por una pragmática de libertad. Símbolo y libertad, con
todo, no van en desmedro del pensamiento filosófico de la religión en
cuanto pensamiento, sino que garantizan que éste, sin dejar de serlo, pueda
pensar lo Santo como Santo sin pretender manipularlo, ni siquiera con el
pensamiento. (Scannone, 1990a: p. 246).
101
valorar no desecha el aporte científico crítico de las ciencias humanas, sino que las
hace dialogar en un círculo hermenéutico.
Scannone también ofreció pistas eclesiológicas. La misma categoría de pueblo,
ayuda a comprender rectamente la enseñanza conciliar sobre la Iglesia como pueblo
de Dios. De este modo se pueden atravesar las dos reacciones que se dieron
históricamente: por un lado, el anhelo de regreso a una eclesiología preconciliar
juridicista, sin caer en el escollo opuesto, de pequeñas comunidades demasiado
intimistas o circunscriptas de forma clasista. Pues, la experiencia y la noción de
pueblo, no opone “comunión e institución”, sino que “une la acentuación de la base y
de la comunión fraterna con un profundo sentido de la organicidad institucional”
(Scannone, 1990b: 235).
Finalmente, de la devoción de la religiosidad popular latinoamericana a la
figura del Cristo Salvador, Scannone señala algunas pistas en el plano cristológico.
Pues, contra toda perspectiva excesivamente teórica o abstracta o que tienda a
separar dualísticamente el Jesús de la Historia del Cristo de la Fe, la capacidad de
síntesis vitales que vive el pueblo en su piedad puede iluminar una visión
encarnacionista y salvacionista e iluminar así, tanto el carácter humano e histórico de
Jesús de Nazaret como su carácter pascual de Cristo, Señor de la historia.
102
el papel central dado a la analogía como forma del pensamiento especulativo
o a la relación recurrente entre sabiduría y ciencia, símbolo y pensamiento, praxis
(conversión, opción, acto primero, experiencia histórica) y reflexión, etcétera;
en la preocupación por la inculturación del pensamiento, tanto filosófico como
teológico; en la relevancia otorgada al “nosotros”-pueblo, sin desmedro de la
afirmación de las personas; en el rol preferencial de los pobres en el pueblo
como sujeto histórico y en su cultura popular; en la comprensión de la
cultura desde su núcleo ético-sapiencial y las mediaciones sociales que lo
encarnan y que aquél trasciende; en la interpretación de la historia, la cultura
y el auténtico proceso de liberación latinoamericana, etcétera. (Scannone,
1990a:11)
103
logos. La sabiduría popular presenta un modo propio de racionalidad: la sapiencial. La
sabiduría popular es entonces racionalidad sapiencial. La racionalidad sapiencial es la
racionalidad propia de la sabiduría popular latinoamericana. Una de las
características principales de esta racionalidad es su capacidad creadora de síntesis
vitales con otras racionalidades. Frente al sistema cerrado de la dialéctica hegeliana,
Scannone entiende que el mestizaje permite el surgimiento de algo nuevo, de
novedad: una síntesis (que no es mero sincretismo) cultural.
Gracias a este logos o inteligencia pre-reflexiva, pre-filosófica y pre-teológica,
del sentido del mundo, del hombre y de Dios implicado en la sabiduría popular es
posible tomar a ésta, como veremos luego, como mediación para la especulación
filosofía y para la inteligencia de la fe. Así, sin anular la distanciación crítica del
pensamiento, ésta es reubicada por la instancia más original de la pertenencia y el
arraigo. Este nuevo punto de partida inscribe a Scannone en la corriente ético-
histórico-cultural de la filosofía de la liberación, en la que es el máximo exponente y
en el cauce de la “teología del pueblo”, de la que también es uno de sus principales
propulsores.
Llegado a este punto, podemos preguntarnos: ¿la opción por tomar la
sabiduría popular latinoamericana como punto de partida para la filosofía y la
teología no va en desmedro de su pretensión de validez universal? Para el autor,
todo lo humano es interpretado desde una cultura situada y la sabiduría humana
universal se encarna en la diversidad de las culturas, tradiciones y pueblos. Hay, en
cada cultura, una comprensión del espacio, del tiempo, del cuerpo y de lo Santo
distinta, pero que sin dejar de estar situada es universal. Su logos propio es universal,
pero situado. Al decir de Scannone, “la universalidad de la sabiduría no es abstracta,
sino que es analógica, y no se da sino encarnada histórica y geoculturalmente en la
diversidad de pueblos y culturas” (1990a; 206). De modo que el pensamiento a partir
de la sabiduría popular latinoamericana es universal pero, citando a Mario Casalla es
un universal situado o, en término más cercanos a Scannone, “universal analógico”.
No se trata ni del universal abstracto ni del universal concreto (Hegel) sino de un
universal situado en donde la universalidad se plantea desde la situacionalidad
cultural del sujeto. (Casalla, 1973: 46; 1988: 90-95)
b. Horizonte triunitario de la sabiduría popular
104
La sabiduría popular articula su experiencia y su modo de saber y pensar en
un horizonte propio de comprensión. Ella se mueve en un ámbito de realidad, de
arraigo y pertenencia a la tierra, de religación y de simbolicidad que se inscriben en
una dimensión anterior a la pregunta especulativa por el ser e incluso al
cuestionamiento ético por el bien y la justicia. Esa forma del saber la unidad de todo
se mueve en el ámbito metafísico u horizonte fundamental que el jesuita denomina
estar o mero estar.
No obstante, avanzando sobre la intución de Kusch y el desarrollo de Cullen,
Scannone enfatiza que el horizonte del estar también se interrelaciona con los otros
dos horizontes predominantes fundamentalmente en la tradición filosófica de
occidente: el del ser y del acontecer. Retomando nuevamente las contribuciones de
Werner Marx, Scannone (1990a: 21ss) caracteriza los horizontes de la tradición
filosófica: el horizonte del ser que propone al ser como fundamento en la tradición
occidental posee las siguientes notas esenciales: a. Identidad; b. Necesidad; c.
Inteligibilidad; d. Eternidad. El horizonte del acontecer, que busca la unidad originaria
en la libertad como comienzo absoluto y como a-bismo (Ab-grund) tiene como notas
fundamentales: a. Alteridad o diferencia; b. Gratuidad; c. Misterio; d. Novedad
histórica. Siguiendo este esquema, Scannone distingue al horizonte del estar del
siguiente modo: a. Ambigüedad; b. Destinalidad; c. Abismalidad; d. Arquehicidad.
Si el horizonte del estar recoge la herencia amerindia, estos otros dos
horizontes representan la herencia helénica y judeocristiana, respectivamente. De
aquí que según Scannone (1989) cada uno de estos horizontes se puede simbolizar
metafóricamente a partir de las ciudad de “Cusco – Atenas – Jerusalén”. Con esta
denominación Scannone entra, con voz y perspectiva propia, en el debate
internacional sobre la dialéctica: Atenas – Jerusalén, advirtiendo que la
absolutización de esta tensión corre el riesgo de dejar fuera otras experiencias
histórico-culturales y de despreciar su saber sapiencial. (Reyes Mate, 1999)
Según Scannone, tomar como punto partida de la sabiduría popular y su
mestizaje cultural correspondiente implica abrir un nuevo horizonte de compresión
fruto de una “fusión de horizontes”, utilizando la expresión de H-G. Gadamer. En
ella, gracias a su capacidad de síntesis, se da una articulación creativa de los tres
105
horizontes fundamentales, un “interjuego de las tres dimensiones”. (Scannone,
1990a: 31) De modo que en el mestizaje actual de la sabiduría popular se articulan
los tres horizontes en una “síntesis vital”. No es no mera una hibridez sino una
mutua influencia entre sí (interrelación) donde se mantiene irreductible su
autonomía y especificidad. Sin embargo Scannone, siguiendo a Kusch, reconoce en
el horizonte del estar una “prioridad de orden” sobre el ser y sobre el acontecer;
prioridad formal, no necesariamente cronológica que los reubica y posibilita la
reinterpretación filosófica de cada uno.
La sabiduría popular que es punto de partida del pensar inculturado está al
mismo tiempo arraigada en la tierra, orientada éticamente al bien y la justicia y
contiene en sí un logo especulativo aunque sapiencial. Sin embargo, esa articulación
no se da de modo reflexivo y explícito. De aquí la función o tarea tanto de la
teología como de la filosofía, aunque cada una en sus propios ámbitos disciplinares:
explicitar, conceptualizar y articular especulativamente la inteligibilidad sapiencial
que se mueve en un horizonte triunitario fruto del mestizaje cultural.
106
La sabiduría popular no se encuentra comprendida dentro de los estrechos
límites conceptuales de los ámbitos académicos ni se reduce sólo al ejercicio del bien
y de la justicia sino que está fundamentalmente signada en la simbología cotidiana
que emerge de los más variados ámbitos de relacionalidad popular presente en el
ámbito poético, político, religioso, etc. Dicho de otro modo: el trasfondo sapiencial
de la cultura latinoamericana no se condensa tanto en categorías teóricas, ni en
imperativos morales sino en símbolos. Según Scannone:
Su elemento no es el concepto, como en la ciencia y la filosofía, sino el símbolo
(símbolos, mitos, ritos, narraciones…). No procede argumentado, -como la
filosofía- sino imaginando, plasmando, narrando historias, viviendo
costumbres, obrando ritos (…) Pero no por ello deja de tener su propia
normatividad, aunque no se trata del orden estricto, metódico,
autocontrolado, propio de la filosófica. Aún más, no carece de
discernimiento crítico; pero es el ‘olfato’, la prudencia y la experiencia de la
vida; en cambio la crítica propia del pensar filosófico será autoconsciente,
reflexiva y metódica. (Scannone, 1990a: 75)
107
Ahora bien, para Scannone la forma especulativa que le corresponde a un
pensar inculturado a partir de la mediación simbólica propia de la sabiduría popular
es la “mediación unitrina o circumincesión entre las tres mediaciones” (Scannone
1990a: 9), que el jesuita alcanza mediante una nueva relectura de la analogía 32. Este
uso de la analogía es una de las distinciones del pensamiento scannoneano de otros
pensadores volcados hacia la cultura y sabiduría populares y sus símbolos, inclusive
de Paul Ricoeur, quien desecha la analogía como respuesta para su planteo de una
filosofía a partir del símbolo. Al reconstruir el momento liberacionista del itinerario
scannoneano aludimos a su recomprensión de la analogía como analéctica, en tanto
no parte de lo privativo sino de lo positivo irreductible a la mera negación y
recomprende la negación de la negación entre dicha afirmación primera y la
afirmación de eminencia que se abre a la trascendencia (tanto vertical como
horizontal) sin reducirla. A partir de su segunda etapa y considerando su idea de la
“fusión de horizontes” de la sabiduría popular mediante la mediación simbólica,
Scannone refina su relectura de la analogía: desde ahora hay que tener en cuenta en
cada uno de los momentos de la analéctica (afirmación-negación-eminencia) la mutua
correspondencia e interrelación de cada uno de dichos momentos entre las tres
mediaciones que despliegan cada uno de los horizontes, pues a su vez cada una de
éstas puede también interpretarse bajo un ritmo analógico:
de ahí que se plantee la tarea de repensar la analogía desde la sabiduría
popular y la mediación simbólica que la caracteriza. Para cumplir dicha tarea
habrá que tener en cuenta no sólo la interrelación “dialéctica” (¡entre
comillas!; mejor digamos: analéctica) entre afirmación, negación y
eminentia, sino también –en cada uno de esos tres pasos o momentos- la
mutua mediación de las tres dimensiones de la mediación simbólica.
(Scannone, 1990a: 73)
32 La circumincesión es un concepto teológico que traduce el término griego perijóresis o perichóresis y se refiere a
la dinámica de interpenetración y comunicación mutua entre las personas de la Santísima Trinidad. Explica
nuestro autor: “la teología [trinitaria] nos habla de perichóresis entre las tres personas divinas —su estar unas en
otras, en mutua compenetración dinámica— y traduce ese término griego al latín y al castellano como
circumincessio (circumincesión), escribiendo esas palabras tanto con c como con s. En ambos casos se usan los
prefijos circum (alrededor de, en circularidad) e in (en), pero en el primer caso se atiende al movimiento
relacional entre las personas, usando en latín el verbo cedere; y, en el segundo, a su permanecer unas en las otras,
empleando el verbo sedere” (Scannone, 2020b: 16)
108
Así, la forma de trasponer en concepto filosófico la sabiduría popular es el
uso de la analogía recomprendida a partir del ritmo de circumincesión de los
horizontes que pone en marcha la mediación simbólica. Se trata de una mediación
simbólica (Ricoeur), analógica (Lakebrink, Brito, Puntel) y ético-histórica (Levinas,
Kusch, Cullen) cuya interrelación constituye la “forma” de una filosofía y una
teología inculturadas que piensan especulativamente desde la sabiduría popular.
109
porque se trata de un sujeto colectivo que no sobreasume ni homogeniza las
diferencias, sino que respeta éticamente su alteridad en el seno del nosotros, en
tanto se da, reinterpretando a Emmanuel Levinas, una “relación sin relativización”
en una comunidad, evitando los riesgos de totalización del nosotros. Mientras que es
también histórico porque su eticidad ha de concretizarse en la eficacia de su praxis
histórica en mediaciones reales mediadas por la libertad.
Ahora bien ¿el acento en el nosotros-pueblo y su sabiduría implica un olvido
de los pobres, motivo distintivo y central de la filosofía de la liberación?
Apoyándose en la relación semántica implicada en el doble sentido castellano del
término pueblo, el filósofo argentino responde de manera negativa a esta pregunta.
Además del uso que describimos anteriormente, Scannone recuerda que “pueblo
también designa a aquellos que son sólo pueblo” (Scannone 1990a: 220; 1990b:
221), es decir, aquellos que sólo tienen lo que es común, que no gozan de ningún
privilegio y que son estructuralmente oprimidos. Según el filósofo argentino los
pobres tienen un lugar preferencial en el pueblo como sujeto ético-histórico y son
los principales depositarios de la sabiduría popular. Si bien ninguno es dueño
absoluto de esta sabiduría situada, en los históricamente pobres y sencillos se
transparentan más fácilmente su saber del sentido último. De modo que el acento
puesto en la sabiduría popular no deja atrás no es un abandono de la filosofía de la
liberación sino que, siempre según Scannone, la concretiza y enraíza todavía más.
Pues bien, identificado el pueblo como el sujeto de la sabiduría popular que
está en el punto de partida del pensar filosófico y teológico inculturado, ¿quién es el
sujeto de dicho pensar? Según Scannone hay que advertir que
Pueblo es una comunidad orgánica que, porque es orgánica, tiene en su
seno diferenciación de tareas y funciones específicamente distintas, pero
porque es comunidad, esas funciones de suyo no son privilegio exclusivo y
excluyente, sino un servicio comunitario que puede y debe ser participado
activamente de alguna manera por todos los medios los miembros de la
comunidad, en una especie de communicatio idiomatum de roles, sin que se
pierda la especificidad de cada uno (Scannone, 1990b: 230).
110
De modo que el sujeto del pensamiento inculturado es el pensador que
piensa a partir de la sabiduría popular y que opta por y participar de la comunidad y
compartir su cultura. Esta opción exige convertir su mirada para dejarse
humildemente enseñar. Solo así podrá tener la apertura de pensamiento para
reconocer las expresiones de dicha sabiduría, comprender su mundo simbólico y
aportar a su desarrollo su servicio reflexivo, metódico y teórico específico que
interpreta, da razón y purifica la sabiduría (cf. Scannone, 1990: 95).
111
4. Un nuevo pensamiento en el horizonte de la
lógica de la gratuidad y discernimiento de la
acción y pasión históricas (1993-2013)
112
Guiado por esta convicción, Scannone se desplaza de la consideración de la
sabiduría popular en su forma más tradicional hacia la emergencia actual de nuevas
síntesis culturales, cuyos protagonistas son sobre todo los pobres latinoamericanos.
Así el jesuita argentino se fue orientando al fenómeno de la problemática de la
emergencia de la sociedad civil y de los nuevos movimientos sociales como el
neocomunitarismo de base. En ellos el jesuita cree ver actuando la capacidad de
síntesis vitales de la sabiduría popular actual mestizando, ya no sólo a nivel
simbólico, religioso y cultural, sino también económico y político, muchos
elementos tanto de la tradición y de la modernidad, como también de la
postmodernidad. A partir de aquí, Scannone renueva su filosofía y teología
liberadoras e inculturadas desde la irrupción del pobre donde se dan dichas síntesis con
una lógica de la gratuidad, que invita al discernimiento filosófico y teológico de la
novedad de vida y sentido que en ellas se dona.
Si bien los primeros brotes de esta tercera etapa se perciben en 1991, cuando
escribía: “Una alteridad y pluralidad ético-históricas que no cercenen la unidad plural
ético-histórica del nosotros, sólo son posibles gracias a una economía o lógica del don:
don de palabras y de bienes. Pues en ésta comunidad, comunicación y consenso se
basan, en último término, en la gratuidad, la acogida mutua y la reciprocidad del don”
(Scannone, 1991a: 157) Sin embargo, esta perspectiva se hace presente de manera
explícita y programática con sus artículos: “La irrupción del pobre y la pregunta
filosófica en América Latina” (Scannone, 1993a) y “La irrupción del pobre y la
lógica de la gratuidad” (Scannone, 1993b) publicados en el libro colectivo titulado:
Irrupción del pobre y quehacer filosófico. Hacia una nueva racionalidad. Y se desplegará hasta
tomar forma madura en sus dos últimos libros estrictamente filosóficos: Religión y
nuevo pensamiento. Hacia una filosofía de la religión para nuestro tiempo desde América Latina.
(Scannone, 2005) y Discernimiento filosófico de la acción y pasión históricas. Planteo para el
mundo global desde América Latina (Scannone, 2009). En estas últimas dos
producciones las etapas que reconstruimos anteriormente son recogidas y asumidas
desde un nivel de reflexión más completo y acumulativo.
113
4.1. Nueva cultural popular, irrupción del pobre y
gratuidad
33 Entre sus libros se destacan: Para una filosofia desde América Latina (1992), Irrupción del pobre y quehacer filosófico:
hacia una nueva racionalidad (1993), Hombre y sociedad: reflexiones filosóficas desde América Latina (1995), Sociedad civil y
Estado: reflexiones ético políticas desde América Latina (1996) Ética y economía: economía de mercado, neoliberalismo y ética
de la gratuidad (1998), Lo político en América Latina: desafíos actuales: contribución filosófica a un nuevo modo de hacer
política (1999), Problemas de filosofía de la religión desde América Latina: de la experiencia a la reflexión (2003), Problemas
de filosofia de la religión desde América Latina: la religión y sus límites (2004), Contribuciones filosóficas para una mayor
justicia (2006). Una lectura atenta a los trabajos colectivos de este Equipo de Jesuitas Latinoamericanos y de
algunas de las publicaciones individuales de sus miembros, especialmente los de Pedro Trigo y Emilio Brito,
en confrontación con el pensamiento de Scannone pueden resultar muy clarificadores.
114
medio de las circunstancias de muerte y anonadamiento que tipifican al Continente”
(Santuc, 1998: 305)
Esta dirección de trabajo se tornará decisiva en el pensamiento de Scannone.
Pues, la atención a la dimensión histórica de la sabiduría popular y la realidad
histórica latinoamericana, conduce y concentra su atención, no sólo hacia el pasado
sino también a la actualidad y al futuro. Allí descubre que la “sabiduría popular
actual” está en continuidad con las formas históricas de la sabiduría popular fruto ya
de un mestizaje fundacional, pero asumiéndolas creativamente con formas culturales
actuales, en una especie de “nueva síntesis vital” (Scannone, 1991a: 161). De este
modo cae en la cuenta de que no se trata solo de pensar desde las culturas
aborígenes y tradicionales, sino sobre todo desde la emergente “nueva cultura
popular”. Esta nueva cultura popular responde a un “nuevo imaginario colectivo
cultural alternativo” fruto de un “nuevo mestizaje cultural”. Estos nuevos
movimientos sociales se mueven ya no sólo en los marcos del comunitarismo
tradicional sino en los de un “neoasociacionismo popular” o “neocomunitarismo de
base” latinoamericano que da cuerpo a la trama social que articula el nuevo
imaginario (Scannone, 1991a: 168). A su vez, Scannone, advierte que esta
emergencia de una nueva cultura popular, y en nuevo mestizaje e imaginario cultural
colectivo alternativo que le corresponden, están en sintonía, a nivel global, con la
denominada emergencia de la sociedad civil.
Fruto de dicho nuevo imaginario colectivo cultural alternativo producto de
aquel nuevo mestizaje cultural la “nueva cultura popular” y sus nuevos movimientos
sociales de neocomunitarismo de base están aprendiendo no tanto sólo a resistir
culturalmente frente a los riesgos alienantes de la modernidad, como también al
mismo tiempo a asumir y transformar, a partir de su propia identidad cultural
histórica, los desafíos y las contribuciones de la modernidad y la posmodernidad,
con sus lógicas propias. Y esto no sólo en los niveles religioso, simbólico y cultural,
como el estudiado en el capítulo precedente, sino también en el social, económico y
político.
115
4.1.1 La irrupción del pobre como hecho de vida y libertad
gratuito
Lo nuevo tiene que ver con el tipo de pobre del que primariamente se trata, los
cuales presentan características diferentes a los de otros momentos de la historia.
Una de las principales causas de la pobreza de nuestro tiempo tiene que ver con los
mecanismos estructurales, ya sean internacionales, nacionales o regionales, que
provocan la emergencia de los pobres “modernos”, los cuales son estructuralmente
marginados por el sistema económico y/o político. Es por eso “que el hecho de la
irrupción de los pobres en la conciencia y la sociedad latinoamericanas tenga como
34 Según los relatos de presentación si bien el grupo inició sus actividades orientado por la problemática de la
liberación latinoamericana a partir de las reflexiones individuales cada integrantes, el Equipo fue
enriqueciéndose a través del diálogo entre sus miembros y progresivamente encontrado su óptica y voz
colectiva propia, ingresando así en una “segunda etapa de reflexión” hacia finales de la década del ‘80. Esta
segunda etapa se realizó en tres pasos: “primero, [una reflexión] sobre el significado ético-político y
antropológico de dicho hecho (1988); luego en 1989, acerca de su significado a nivel simbólico (religión,
lenguaje); y por último, sobre su significado para la comprensión de la filosofía, sus categorías y su
metodología” (Scannone, 1992: 19).
116
novedad que la comprensión del pobre y la práctica que ella informa (…) sean
sociales, políticas y estructurales, sin dejar por ello su dimensión personal y ética”
(Scannone, 1993a: 130). Con el paso del tiempo, Scannone fue ampliando esta
noción de “irrupción de los pobres” para referirse a las “víctimas históricas”, para incluir
en ella también a “excluídos, aborígenes y afroamericanos…” en América Latina,
cada vez más visibles y con mayor protagonismo social (Scannone, 2012b: 116).
Por otra parte para Scannone también hay novedad en la modalidad. Tal
novedad se refiere a la emergencia de movimientos populares donde los pobres se
constituyen como un nuevo sujeto histórico colectivo organizado y solidario, con
capacidad de protagonismo en la construcción de la futura historia común. De
modo que la filosofía descubre entre los pobres y su sabiduría no solo “núcleos de
resistencia”, “reservas de sentido” y “posibilidades reales” de futuro sino también
signos y gérmenes de apertura y novedad ya actuantes en la sociedad. Éstos se
identifican sobre todo en el nuevo tejido social organizacional comunitario que entre
los pobres se está creando y en las imágenes culturales alternativas que lo
acompañan, y que se expresa en fenómenos socio-culturales como el ya mencionado
“neocomunitarismo de base” (Scannone, 1993b: 232). Así, la idiosincrasia sapiencial
latinoamericana asimila crítica y creativamente la emancipación política, la
industrialización, el sindicalismo, la justicia social, la democracia electiva, los
liderazgos funcionales, notas propias del proyecto moderno, y la creatividad
imaginativa, la flexibilidad y las diferencias, propias de los esfuerzos postmodernos.
En síntesis, en esta tercera etapa, el programa de Scannone consiste en filosofar a
partir de la (nueva) irrupción de los (nuevos) pobres.
Esta irrupción-acontecimiento del pobre, como verdadera novedad histórica,
es interpretada por Scannone como un “hecho de vida y libertad” (Scannone, 1993a:
131). Se trata, en primer lugar, de un hecho, un factum que se da en la experiencia y no
una idea regulativa, un presupuesto o una tesis normativa. Este hecho es de vida y
libertad pues en él epifaniza un “plus de vida en medio de condiciones de muerte, plus
de sentido en medio del sin-sentido y plus de libertad a pesar de la opresión”
(Scannone, 1993a: 135). Ese “plus” es entendido por el jesuita como exceso de
humanidad y de dignidad. Debido a este exceso en la base de hecho y de la cultura
popular emergente a partir de él hay nueva lógica o racionalidad. En ese hecho de la
117
irrupción del pobre se manifiesta una nueva lógica o racionalidad que Scannone
denomina lógica de la gratuidad, pues el exceso que acontece en dicha manifestación
es gratuito, acontece sin porqué (necesidad) sino sólo como don gratuito (sin razón
ni fundamento). Así, afirma el jesuita argentino, la sabiduría popular y su praxis
están “impregnadas de gratuidad” (Scannone, 1996: 124; Scannone, 1999a: 345) que
se manifiesta en el novedoso “protagonismo” social de los pobres y excluidos, y en
su creatividad humana histórica, que encarna un “paso” creativo del no ser al ser
(Scannone, 1993a: 135).
De aquí que tales formas sociales y culturales que encarnan dicha irrupción
intentan aunar gratuidad y eficacia, característica propia de la lógica moderna. Pues
la cultura popular emergente busca una concordancia de esa gratuidad, solidaridad,
relaciones interpersonales, de comunidad, etc. con la eficacia, en instituciones
populares, por ejemplo, de la economía popular de solidaridad. En lenguaje
ricoeuriano se podría decir que en la vivencia de estas prácticas se unen de modo
original las “relaciones cortas”, es decir las relaciones éticas de persona a persona
que forman parte de la tradición de América Latina y son propias de sus valores
profundamente éticos y humanos, con las “relaciones largas” que hacen explícita la
dimensión histórica, social, estructural y reglada de las anteriores, que Scannone
asocia a la modernidad (Ricoeur, 2010: 47; Scannone, 2009: 136-137).
De este modo, frente el dominio del enfoque neoliberal de la actividad, la
ciencia y la política económicas y a la crisis del Estado-nación moderno, la irrupción
del pobre y su lógica de la gratuidad puede contribuir a vincular positivamente entre
la ética y la economía, y a iluminar un “nuevo modo de hacer política” desde y en
América capaz de responder a la acuciante problemática de la exclusión de tanta
personas y pueblos enteros. (Scannone, 1999b: 7; cursivas en el texto) 35
35 Ambos temas, de lo político y lo económico, si bien son abordados por Scannone son mayoritariamente
trabajos grupalmente, bajo su dirección, con el ya mencionado Equipo Jesuita Latinoamericana de reflexión
filosófica. Véanse sus trabajo colectivos: Ética y economía: economía de mercado, neoliberalismo y ética de la gratuidad de
1998, Lo político en América Latina: desafíos actuales: contribución filosófica a un nuevo modo de hacer política de 1999.
118
4.1.2. Gratuidad y fenomenología. La continuidad de un
diálogo
119
desborda y excede la capacidad de intuición del sujeto, y por los tanto todas sus
significaciones conceptuales, y aun los horizontes previos de comprensión. De esta
manera, Marion recoge en una noción distintos fenómenos “de excedencia” ya
estudiados en la fenomenología, sobre todo post-heideggeriana: el “acontecimiento”
en Ricoeur y Romano, la “carne” y la “vida”, primero en el mismo Husserl y, Henry,
la “obra de arte” en Derrida y a Merleau-Ponty, el “rostro del otro” en Lévinas
(Scannone, 2012b: 116).
Esta nueva interlocución, emprendida con la libertad dialógica-creativa que le
es característica a nuestro autor, le dio un nuevo impulso a sus búsqueda. 36 Entre
muchos de ellos, dos se destacan: en primer lugar, Scannone descubre en Marion
elementos para desplegar su fenomenología de la religión a partir del extremar que
en ella acontece de la estructura pura de la donación que se da en todos los
fenómenos, a saber, la de un llamado que sólo se fenomenaliza en la respuesta del
donatario, que le abre así al don un horizonte de audibilidad o visibilidad, aunque
éste siempre lo sature. Ahora bien, para Scannone, acentuando un aspecto no
suficientemente explorado por Marion, el Misterio que se dona inmediatamente en
la experiencia religiosa acontece precisamente en y a través y más allá de la
experiencia humana y sus mediaciones, y por tanto reclama un abordaje
hermenéutico. Así Scannone, retoma la cuestión de la relación entre fenomenología
y hermenéutica, no presentándolas como métodos en oposición sino como
complementarios en interrelación fecunda. Es decir, la “hermenéutica”, primero de
la “experiencia humana en general”, y luego de la “experiencia religiosa” en sus
símbolos y textos abren la posibilidad de un lenguaje que lo interprete y aún más lo
piense en conceptos. (Scannone, 2005: 68)
En segundo término, Marion ayudó a Scannone a enriquecer su pensar
atento a la actualidad histórica, ayudándolo a comprender mejor su noción de
“irrupción del pobre” a partir de su categoría de “fenómeno saturado”. También
aquí Scannone reclama ir más allá de Marion, pues dicho exceso o saturación vivida
36 En su estudio sobre el diálogo entre Scannone y Marion, María Clemencia Jugo Beltrán sintetiza:
“Podemos sintetizar las referencias de Juan Carlos Scannone sobre los aportes de J.-L. Marion en los
siguientes aspectos: la problematización del método fenomenológico; las consideraciones sobre el fenómeno
saturado directamente relacionado con la fenomenología de la donación; sus observaciones a propósito del
fenómeno erótico que nos compromete con la responsabilidad social y política de justicia; y sus referencias al
tránsito metafísico-teológico que realiza Marion en la fenomenología de la donación.” (2015: 31)
120
no sólo da lugar a una inagotable hermenéutica teórica, sino que se “interpreta”
también en renovadas “acciones” ético-sociales y en exigencias de “praxis histórica”
y política de liberación humana integral. (Scannone, 2012b: 115)
Así es como, a la escucha de la nueva situación cultural mundial y
latinoamericana de comienzos de la última década del siglo XX, Scannone vuelve
una vez más sobre su pensamiento y relee toda su producción para modularla ahora
como una “filosofía anadialéctica de la gratuidad puesta al servicio de la liberación humana
integral” (Scannone, 2005: 156; cursivas en el original), que pueda ser asumida,
elevada y transformada por una teología.
121
Una vez más, nuestro autor vuelve sobre sus pasos y los relee bajo este
nuevo desafío. Su permanente interés por la historia se canaliza ahora, en este tercer
momento, en el discernimiento de la acción y pasión históricas. Si bien este método
ya apareció desde su primera etapa liberacionista, es a partir de este nuevo momento
en el que Scannone concentrará en él gran parte de sus preocupaciones y esfuerzos.
Esta propuesta encuentra su raíz en su experiencia espiritual como religioso
jesuita. En efecto la teología y experiencia espiritual ignaciana a partir de los Ejercicios
espirituales de San Ignacio de Loyola enseñan a “buscar y hallar la voluntad de Dios”
(EE, 1) por medio de un “modo de proceder” (EE, 189) que consiste en el
discernimiento de consolaciones y desolaciones espirituales. Pero Scannone buscará
llevar el discernimiento espiritual ignaciano y su lógica práctica al orden histórico-
social, poniendo en marcha una transposición analógica de lo personal a lo social,
para lo que se servirá también de la mediación filosófica, en vistas a que sea posible
de ser aceptado por todos.
Scannone se avoca a la construcción de un marco filosófico-teológico
orientado al discernimiento de los signos de los tiempos, que son a la vez, signos de
la época, y signos de la voluntad de Dios en la historia. Se trata de una renovada
filosofía y teología de la historia, pero no de la historia en su conjunto (una histórica
general del espíritu), sino de la que está acaeciendo y en la que estamos actuando y
padeciendo como sujetos geoculturalmente situados. (Scannone, 2009) 37
37 Para la relación y el enriquecimiento de esta propuesta de discernimiento filosófico con el método “ver,
juzgar y actuar” para leer los signos de los tiempos cf. Scannone, 2009: 273-277.
122
Para ello, inspirado en Ricoeur (2010), Scannone propone que la realidad
socio-cultural sea leída como un “texto”, a fin de aplicarle el mismo método
hermenéutico. 38 Pues, los acontecimientos, al igual que el texto, por un lado,
implican un significado propio, que se independiza tanto de las intenciones de sus
protagonistas inmediatos como de las circunstancias particulares de su contexto
histórico, y por otro, abre nuevas configuraciones de sentido y nuevas posibiliaddes
reales, análogo al “mundo del texto”.
De modo que tratando a la acción histórica como texto y aplicándole su
método de interpretación es posible pasar desde una comprensión inmediata a una
comprensión más profunda de la polisemia de significados. Este pasar puede ser
entendido como una “transgresión semántica” (Scannone, 2005, 146; 2009: 32) que
opera como una superación del sentido literal por otro sentido, nuevo e imprevisible
pero que no carece de referencia al mundo del que surgió. Así, a través de una
trasgresión regulada de los significados es posible acceder a una mayor comprensión
a partir del sentido referencial de los acontecimientos.
Para pasar de la lectura y la hermenéutica al discernimiento propiamente
dicho de la acción histórica y de las configuraciones y estructuras que nacen de ella,
Scannone reflexiona sobre la condición subjetiva y el criterio que lo hacen posibe.
Respecto a lo primero, según el jesuita, no sólo hay que atender a lo que
objetivamente se interpreta, sino también a la actitud radical subjetiva del intérprete
que dispone o no a la libertad para discernir rectamente. Para Scannone, la
condición pragmática del discernimiento que libera de ideologías e ilusiones como
las denunciadas por los “maestros de la sospecha”, es la “renuncia al propio amor,
querer e interés” (EE, 189) y la conversión ético-histórica a las víctimas.
Es precisamente esta conversión al sufrimiento de las víctimas históricas lo
que debe operar según Scannone como lugar u horizonte desde donde discenir. A la
hora de fundamentar esta posición el jesuita se apoya nuevamente en la antropología
filosófica de Ricoeur y su propuesta de una “imaginación de inocencia” (Ricoeur,
38 En su artículo “El modelo del texto: la acción significativa considerada como un texto” propone Ricoeur:
“Mi tesis es que la acción misma, la acción significativa, se puede convertir en objeto de la ciencia sin perder
su carácter de significatividad gracias a un tipo de objetivación semejante a la fijación que se produce en la
escritura… Esta objetivación se hace posible por algunos rasgos internos de la acción, que son similares a la
estructura del acto de habla y que transforman el hacer en una suerte de enunciación”. (2010: 176; resaltado
en el original)
123
1969: 179). Pues, movidos por la interpelación del sufrimiento injusto de las
víctimas “somos capaces de imaginar creativamente un mundo de justicia” y a su luz
poder criticar lo antihumano de las acciones y estructuras que las crea en nuestra
actualidad histórica e imaginar posibilidades reales alternativas.
Estas posibilidades primero se imaginan para luego poder ser detectadas y
discernidas en la realidad histórica a modo de gérmenes emergentes de alternativas
que ya se estén dando en una línea orientada hacia la utopía de la justicia (Scannone,
2005: 144-15; 2009: 27-31). Uno de los principales criterios operativos de este
discernimiento que propone Scannone es el de creación y sobreabundancia. Esto es,
cuando se da en la realidad histórica un “paso creativo a un más de ser, el tránsito de
lo inhumano a lo más humano, de situaciones de muerte a las de vida y a una vida más
plena, del no-ser relativo y la privación de todo, al exceso de ser”, (Scannone, 2009: 30).
Ese ser y más de ser o incluso exceso de ser es el índice que permite discernir el ya de
gérmenes de un futuro más humano y las posibilidades reales éticamente positivas
porque más humanizadoras.
Así, la filosofía que a partir de la pasión de las víctimas descubre críticamente
gérmenes y brotes emergentes de posibilidades reales de mayor humanización en
hechos y prácticas concretas, cumple con su tarea de contribuir a que éstos
aparezcan más claramente a fin de ir transformando nuestra dura realidad en más
humana, sin por ello dejar de advertir los riesgos que puede comportar, sobre todo los
de no lograr efectivizarse suficientemente o de no convertirse en un modelo
universalizable.
124
Con esta propuesta Scannone parece responder al desafío planteado por
Lucio Gera. En efecto, en 2004, el teólogo argentino, al que Scannone siempre
identificó como una de las referencias más importantes de la teología argentina,
reflexiona sobre una teología de los procesos históricos y sostiene que la historia es
un acontecer, que el acontecimiento es revelador y que el sujeto de la historia es un
“espíritu encarnado”, el hombre. La teología de los procesos históricos (del
acontecer) es tanto una teología que conoce a Dios revelándose en la historia, y a la
vez, es una teología de la incidencia de Dios en el acontecer histórico. (Gera, 2005:
261-262). En este contexto Gera reflexiona y se pregunta: “El acto de discernir
equivale a un juicio que separa o diferencia: juzgamos que un acontecimiento de la
época es signo del tiempo destacándolo de otros que no lo son. Es paralelo con el
‘discernimiento de espíritus’ en el plano de la vida espiritual de las personas. Hay
reglas para el discernimiento de espíritus. ¿Las hay para el discernimiento de los signos de los
tiempos?” (Gera, 2005: 270; subrayado nuestro)
Para Scannone el discernimiento se orienta a encontrar la acción de Dios y
del espíritu del mal en la realidad y la praxis históricas, y se constituye como una
teología de los signos de los tiempos. Con esto el jesuita se mueve en el horizonte
abierto por el Concilio Vaticano II, cuando en su constitución pastoral Gaudium et
spes llama a “escrutar a fondo los signos de la época e interpretarlos a la luz del
Evangelio” (GS, 4), es decir, a “discernir en los acontecimientos, exigencias y
deseos… los signos verdaderos de la presencia o de los planes de Dios” (GS, 11).
También aquí la emergencia de vida en exceso, sobre todo si acaece -según el
ritmo pascual- en circunstancias de muerte es el criterio de la presencia eficaz del
Espíritu. A este propósito Scannone recuerda la idea de Walter Kasper
“Siempre donde surge algo nuevo, siempre donde se despierta la vida y la
realidad tiende a superarse extáticamente a sí misma…, se muestra algo de la
eficacia y la realidad del Espíritu de Dios. El Concilio Vaticano II ha vista esta
eficacia universal del Espíritu no sólo en las religiones de la humanidad, sino
también en la cultura y en el progreso humanos” (Kasper, 1990: 262 y
Scannone, 2004: 253)
125
Según Scannone el Espíritu de Verdad y libertad del Señor Resucitado obra
en la historia humana creando vida en circunstancias de muerte. Esta emergencia de
vida nueva en situaciones de muerte es un signo de la presencia creadora y salvadora
de Dios, que solicita a la libertad del hombre. A la luz de la fe es posible discernir
cuáles son aquellas situaciones donde opera la acción salvadora del Espíritu de Dios
en el proceso histórico y reconocer la vida nueva que trae en el concreto caminar
humano, en sus búsquedas y realizaciones parciales.
De modo que la teología de la acción y pasión históricas que propone
Scannone
es teología abierta a la acción del Espíritu y a la respuesta responsable o al
rechazo humano de dicha acción, es teología histórica inculturada guiada en su
tarea y n su autocomprensión por el misterio de Cristo al que asume como
modelo; es teología de la acción (pasión) histórica que discierne el paso de
Dios y el quehacer humano de cara al Dios de la historia; es teología histórica
abierta, en revisión y en construcción contante porque quiere captar y
acompañar la vida del Espíritu en la historia humana (Rosolino, 2004: 378).
126
económica, social, política, cultural, su interpretación y su juicio valorativo por la
razón teórica, como la búsqueda de caminos para su transformación por la razón
práctica necesitan de la medicación de las ciencias humanas y sociales. Si bien la
necesidad de interdisciplinariedad ya estaba presente en la iniciativa de las Jornadas
Académicas de San Miguel, de aquí en más su necesidad encontrará mayor
fundamentación y una creciente y sostenida ejercitación, al punto de considerar
como una de sus características más propias “el arte de la grupalidad (construyendo
el saber en permanente diálogo con otros)”, según la acertada expresión de Aníbal
Torres (Torres, 2020: 9).
De aquí que, para hacer efectivo su nuevo programa filosófico-teológico y la
nueva metodología de trabajo correspondiente, comenzará a ocupar un lugar
cardinal su participación en distintos grupos de trabajo interdiciplinar. Entre ellos,
ocupa un lugar especial Grupo de Pensamiento Social de la Iglesia Monseñor Gerardo
Farrell, en donde ejercita un renovado diálogo mutuamente enriquecedor entre
distintos campos del saber 39 . Sociología, economía, ciencias políticas, de la
educación y de la comunicación, junto con la teología y la filosofía se encuentran
respetuosamente, reconociendo la diferenciación de la razón entre las distintas
ciencias y al mismo tiempo su transversalidad posibilitando su diálogo, para reflexionar
sobre la realidad nacional, regional y mundial desde la óptica de la enseñanza social
de la Iglesia como disciplina teológica, que no se limita a comentar el corpus
magisterial sino en el intento de aportar a su desarrollo, su inculturación y su puesta
en práctica.
Scannone ha reconocido, en distintas ocasiones, que su participación en este
grupo le permitió ejercitarse en el diálogo interdisciplinario con las ciencias humanas
y sociales, del que tomó muchos elementos para la práctica su práctica del
127
discernimiento: “me ejercité en la lectura y discernimiento (teológico, pero también
filosófico) de los signos de los tiempos en los niveles mundiales, continental,
nacional y local, con la mediación de dichas ciencias” (Scannone, 2013: 35).
128
generales, en un nuevo paradigma de la cultura general, que puede nombrarse como
paradigma de la comunicación. De modo que, como ya advertimos, para el jesuita no
se trata de una propuesta, sino del reconocimiento de este nuevo ámbito
sociocultural en el que muchas prácticas sociales como paradigmas científicos ya
están participando, que Scannone prefiere denominar de la “comunión” (Scannone,
2005).
Nuevamente es el propio Scannone quien sintetiza las “claves de lectura” o
“líneas-fuerza de fondo” de esta tercera etapa:
Tres paradigmas en la historia filosófica occidental: el de la sustancia (en la
metafísica clásica), del sujeto (en la modernidad), y el actual, que quizás
pueda denominarse «de la comunión» (Antonio González Fernández lo
denomina «de la alteridad y la praxis»); 2) El papel reconocido al lugar
hermenéutico o «desde donde” de la reflexión, en referencia a la inculturación, al
«desde las víctimas» o «los pobres», etc..; de ahí que se trate de un «universal
situado» y analógico; 3) La consiguiente importancia dada a la analogía tanto
en relación con lo afirmado en el punto anterior como en cuanto clave para
repensar la metafísica, la religión y la historia, reconociéndoles una «lógica»
analéctica o anadialéctica (Enrique Dussel); 4) El reconocimiento de la
interrelación de esa recomprensión de la analogía tomista con el símbolo y la
mediación simbólica, así como con la conversión afectiva (Lonergan) en cuanto
condición pragmática fundamental del recto uso del símbolo y la analogía, sobre
todo en filosofía de la religión; 5) La consecuente recomprensión de la
praxis no sólo como acción sino como «pasión, acción comunión»: así se
comprende cómo convergen mi denominación del nuevo paradigma y la de
González Fernández, y se insinúa su interrelación con los temas de
conversión afectiva, la opción hermenéutica y la condición pragmática; 6)
La aceptación del valor filosófico de la diferencia –no sólo lingüística, sino
metafísica– entre ser y estar (Rodolfo Kusch), relacionándola tanto con el
nosotros como con el símbolo (y la analogía); 7) El papel otorgado no sólo a la
alteridad ética (Emmanuel Levinas) y ético-histórica, sino también al nosotros
ético-religioso (Carlos Cullen), repensando desde dicha alteridad, intrínseca
a la comunión ética plural del «tú, yo, él (ellos/as)»; 8) La relación –en el
129
nivel metodológico– entre fenomenología, hermenéutica (pragmática) y analogía (en
cuanto pensamiento especulativo). […] Asimismo es clave el uso repetido y
la frecuente mención y relectura de autores como Tomás de Aquino, Kant,
Hegel, Blondel, Heidegger, Ricoeur, Lévinas, Marion, Kusch, Dussel,
Cullen, etc., dentro de un diálogo filosófico intercultural entre Nuestra
América (Latino o Indoamérica) y la tradición filosófica occidental, sobre
todo en su versión contemporánea (Scannone, 2005: 11-12).
130
En segundo lugar, la irrupción de los pobres es punto de partida no sólo por
su cuestionamiento ético que origina el preguntar radical y lo replantea
inculturadamente, sino también porque tal irrupción es un “hecho de vida y
libertad” ya que hace surgir vida y libertad en circunstancias de muerte y opresión y
por tanto es índice de novedad histórica y emergencia de sentido. La praxis tanto
cultural como histórica de creatividad, festividad, solidaridad se mueven y se
articulan según una nueva lógica que se caracteriza por su sapiencialidad y gratuidad,
y perfila modos alternativos de sociedad.
De este modo, a la profunda indignación y compasión éticas ante la pobreza
injusta, se suma el “asombro radical” ante la abundancia de vida, humanidad y
sabiduría de la vida entre los pobres en situaciones de total inhumanidad (Scannone,
1993a: 127; 2009: 124). Esta admiración contemplativa es fuente de un pensar
especulativo y práctico de liberación. Por tanto, la irrupción del pobre no sólo da
que pensar, sino también qué pensar, es decir, no suele mueve a pensar sino también
ofrece nuevos contenidos.
En diálogo con la fenomenología contemporánea, especialmente con Jean-
Luc Marion, según el filósofo jesuita es posible entender esa irrupción-interpelación-
sentido como un verdadero “fenómeno saturado”, es decir, un fenómeno en el cual
la sobreabundancia de donación y, por tanto, de intuición, desborda todas las
significaciones conceptuales, y aun los horizontes previos de comprensión
(Scannone, 2009: 133). Pero a dicha saturación vivida como donación, Scannone
agrega que no sólo da lugar a una inagotable “hermenéutica” teórica como sostiene
el filósofo francés, sino que se “interpreta” también en renovadas “acciones” ético-
sociales y en exigencias de “praxis histórica” y política de liberación humana integral.
131
tradicionales, modernos y postmodernos, que Scannone señala como
“comunicación” o “comunión” (Scannone, 2009: 194).
Consecuentemente el horizonte mismo del pensar que pretenda partir desde
la problemática de la irrupción del pobre y acepte su interpelación se tiene que ver
recomprendido. De modo que el horizonte de comprensión fundamental para
comprenderlo y expresarlo en el nivel reflexivo, articulado y metódico emerge ahora
como el horizonte de gratuidad. Dicho nuevo horizonte de comprensión es radicalmente
más humano, y en ese sentido universal, y al mismo tiempo situado, en tanto se trata
de una irrupción ético-histórica.
En primer lugar es más humano porque la irrupción en tanto experiencia
límite y del límite es una experiencia radicalmente humana ya que los mismos pobres
(con su sabiduría de la vida, adquirida muchas veces como fruto de su pasión y
compasión), enseñan un sentido y una verdad nuevos. Pues el padecer una situación
límite (entre vivir y morir, ser y no ser) y el com-padecer situaciones límite, les
proporciona un saber sapiencial del sentido y la verdad de la vida y de la muerte en
cuanto tales y por tanto, válido universalmente. En segundo lugar, “el [horizonte
del] pensar, a pesar de su universalidad, está situado tanto ética como
históricamente. Éticamente lo está por la apertura positiva (libre, pero racional) a
dicha interpelación (o por la cerrazón libre a ella). Históricamente está situado por la
«encarnación» sociohistórica de la interpelación ética en los pobres” (Scannone,
1993a: 135-136).
Desde este horizonte hay que releer la tradición de pensamiento y replantear
todos los grandes problemas filosóficos, desde los epistemológicos, metafísicos
hasta los de comprensión del hombre, la cultura y la sociedad, como los teológicos,
desde la eclesiología, la cristología, la pneumatología y hasta el misterio de la
Trinidad.
Una vez más el punto de partida no sólo da que pensar ni tampoco qué pensar
sino también cómo, es decir, la forma de pensar. Pues, en la irrupción del pobre como
hecho de vida y libertad se muestra una nueva racionalidad, una racionalidad
132
sapiencial inculturada de gratuidad. Esta racionalidad asume y transforma la eficacia
moderna e integra la creatividad imaginativa, la alteridad y la flexibilidad propias de
la posmodernidad. De este modo la irrupción del pobre con su lógica propia pone
en marcha una nueva síntesis vital formada entre la gratuidad y la eficiencia, el don y
el trabajo, la reciprocidad y racionalidad, ética y la historicidad, la lógica propia de la
sabiduría popular y la lógica de la filosofía y ciencia moderna.
Ahora bien, aquel pensamiento especulativo que quiera recoge teórica y
críticamente el “logos” de dicha praxis, tendrá que ser novedoso (tal como el logos
de la praxis pensada) conformándose con aquel, y por tanto uniendo en sí
racionalidad y gratuidad contemplativa. ¿En qué consiste la asunción y adopción del
lógos de la gratuidad por la filosofía y la teología? Según Scannone la forma del pensar
a partir de la (nueva) irrupción de los (nuevos) pobres, es, en correspondencia con la
forma lógica en que se despliega dicha irrupción, un “logos simultáneamente
especulativo y práctico, inconfusa e indivisiblemente metafísico e histórico, ético y
político” (Scannone, 1993b: 213). La sola enunciación de las características refleja su
rasgo distintivo propio, a saber: la de ser una racionalidad más abarcante con la
capacidad de unir, de armonizar, de sintetizar sin reducir lo que parte de la tradición
del pensamiento occidental tradicional mantenía separado. La capacidad de asumir
críticamente valores modernos y de conjugarlos con los tradicionales que de hecho y
prácticamente se da en la praxis histórica de los pobres se traslada al plano teórico y
especulativo. Así se le abre al pensamiento la posibilidad de asumir y transformar
otras racionalidades ya tematizadas por la tradición filosófica, especialmente la lógica
fenomenológica, trascendental, dialéctica y comunicativa, desde la “lógica de la
gratuidad” propia de la irrupción del pobre como hecho de vida y de libertad. De
esta manera la reflexión filosófica y la teológica que la utiliza como mediación, tiene
una forma, a la vez, inculturada y universal: inculturada en tanto lo hace partiendo de
la experiencia y la cultura latinoamericanas; y universal en tanto es una racionalidad
más abarcadora de lo humano integral que otras racionalidades anteriores.
Ahora bien, todos aquellos momentos ahora interrelaciones (lo especulativo,
lo práctico, etc…) están también atravesados por el momento irreductible de
excedencia. En el fondo, según Scannone las notas anteriores revelan una
característica más fundamental del logos, a saber, su forma “incarnatoria y
133
epifánica” (Scannone, 1993a: 137). En primer lugar incarnatoria, porque toma
cuerpo en mediaciones históricas concretas; y al mismo tiempo epifánica, porque se
ve excedida por la excelencia de la dignidad del pobre que manifiesta y dice.
Sintéticamente Scannone caracteriza a la estructura del Logos como “unitrina, es
decir, que se da en el movimiento unitario de interjuego tridimensional entre la
excedencia o sobreabundancia, su epifanía en sentido históricamente encarnado, y
su interpelación ético-histórica a la libertad” (Scannone, 1993a: 137).
La transformación del pensar exige nuevamente recomprender la analéctica en
tanto método del pensar especulativo que responde al mismo ritmo práctico-
histórico. Si desde el comienzo la analéctica fue utilizada, vertical y horizontalmenta,
para pensar la lógica de la trascendencia y de la unidad en la diferencia, y
posteriormente refinada para referirse conceptualmente a la sobreabundancia
sapiencial del símbolo sin reducirlo a concepto siguiendo en circumincesión
vivificante con su ritmo de mediación simbólica, ahora debe ser recomprendida
como “anadialéctica de la gratuidad puesta al servicio de la liberación humana integral”
(Scannone, 2005: 156; cursivas en el original), reforzándose al menos en dos
aspectos. Por un lado profundizando la concepción de eminencia desde la lógica de
la gratuidad para “comprender en concepto la gratuidad de la libertad creadora y la
novedad gratuita del acontecimiento y la creatividad históricos, pero respetándolos”
(Scannone, 1990c: 80). Por otro, reforzar el acento sobre la negación del mal
histórico, para lo que Scannone parece privilegiar la denominación anadialéctica,
acuñada por Enrique Dussel (Scannone, 2012a: 46).
Teniendo en cuenta estas dos nuevas cuestiones, e inspirándose en la lógica
existencial de los ejercicios espirituales ignacianos como “método de métodos”, el
jesuita plantea un “ritmo cuatripartito de la anadialéctica” en correspondencia con la
estructura triádica (afirmación, negación, eminencia) de la analogía (Scannone, 2009:
52; 2012a: 55): donación originaria, que está siendo dada en distintos fenómenos
históricos; negación del mal histórico que de hecho genera víctimas; negación ética e
histórica libre y responsable; y finalmente donación última, o segunda gratuidad y
sobreabundancia, que consuma las anteriores y conduce a pensar la anadialéctica
134
“desde arriba”, es decir, a partir de la eminentia, que recién posibilita la comprensión
cabal de los momentos anteriores.40
40 En la línea de los intentos emprendidos por Karl Rahner, Gastón Fessard y Emilio Brito, según Scannone
es posible traducir el discernimiento espiritual ignaciano y su lógica práctica a una comprensión filosófica de
la libertad centrada en la opción histórica. Ignacio divide el proceso de los Ejercicios Espirituales en cuatro
Semanas. En el centro de las Semanas, es decir, entre la Segunda y la Tercera Semana, coloca la pieza clave de
los Ejercicios: la Elección. Apoyado en Brito, Scannone (2009, p. 45) las interpreta del siguiente modo: 1)
don, el cual corresponde a lo dado del «antes del antes»; 2) presencia de las distintas mociones espirituales o
llamamientos ético-históricos, que «antes» de la elección con-figuran posibilidades alternativas reales para
quien está por elegir; 3) trabajo, que corresponde a la lucha y el esfuerzo de lo negativo, llevado al extremo de
la muerte —en y «después» de la elección— al propio «amor, querer e interés», muriendo así a todas las
posibilidades no elegidas; y 4) la comunión consumadora, en la cual culminan —«después del después»— en
sobreabundancia gratuita, según una promesa escatológica ya actuante aunque todavía no plenificada. Ahora
bien, aunque a primera vista se trata del cuarto paso metodológico, sin embargo, este momento de
sobreabundancia no sólo consuma los anteriores, sino que “se muestra como el inicio escondido de todo el
proceso, pues no se daría al final y no hubiera ido informando los otros momentos, si ya no hubiera estado
fundándolo(s) gratuitamente desde el comienzo” (2009, p. 53). Según nuestro autor esto mismo ocurre en la
anadialéctica histórica en su planteamiento tanto teórico como práctico, pensada ahora desde la primacía
fundadora del cuatro momento. Pues ésta “discurre por los cuatro momentos mencionados, presuponiendo
la donación primera fundadora (1), pasando por la negación ética e histórica libre y responsable (3) del mal
histórico (negación) que de hecho genera víctimas (2), para abrirse al llamado y reivindicación ‘de arriba’ que
libera… por una sobreabundancia de donación liberadora (4)” (2012, p. 52).
135
más bien un cambio –sin duda preparado- de marcha y de dirección. Es
como si se abrieran los ojos por primera vez y el mundo anterior se
desvaneciera y desapareciera. Surge algo nuevo que fructifica en una
secuencia acumulativa de desarrollos engranados, a todos los niveles y en
todos los sectores de la vida humana (Lonergan, 1988: 130).
136
5. Pueblo, discernimiento y misericordia, en
clave triunitaria. El último scannone (2013-2019)
137
mismo tiempo diferente a la que él estaba acostumbrado a dirigirse. Fue,
por tanto, un intelectual capaz de sentir empatía y comprender al otro”41.
41 Entrevista concedida por Spadaro al portal Vatican News el 28 de noviembre de 2019. Disponible en:
https://www.vaticannews.va/es/iglesia/news/2019-11/entrevista-spadaro-sobre-fallecimiento-padre-
scannone.html.
42 Junto a estos dos libros, habría también que considerar otros textos, como, El papa del pueblo. Conversaciones
con Bernardette Sauvaget, PPC, Madrid, 2017 y Quando il popolo diventa teologo. Protagonisti e percorsi della “teología del
pueblo”, EMI, Bologna, 2016. Ambos textos traducidos a diversos idiomas.
138
mayor síntesis entre su pensamiento filosófico y teológico, incrementando aún más
la consistencia de su pensamiento.
Temáticamente, esta nueva circunstancia revitaliza muchos de los temas
típicos de la reflexión scannonena provenientes de la tradición filosófica y teológica
latinoamericana, que ahora alcanzan un influjo “análogamente” universal, así como
incorpora creativamente otros (Scannone, 2017d). De los primeros, se retoman y
revitalizan dentro de un horizonte más universal la cuestión del pobre y los pueblos
pobres en perspectiva de liberación; la analogía tomista, la dialéctica hegeliana y la
ana-dia-léctica; el concepto de pueblo, la sabiduría, la religión, la piedad popular y el
nosotros ético-histórico; el conocimiento afectivo (Santo Tomás) y la lógica de los
ejercicios espirituales (Fessard, 1956) releídos desde Latinoamérica; y la lógica de la
gratuidad, la donación y el acontecimiento. Entre los avances creativos, hay que
destacar, la centralidad de la Misericordia, la sinodalidad, los cuatro “principios
bergoglianos”, el discernimiento (Amori Laetitia), la reflexión trinitaria, y la
preocupación por la religión global.
Teniendo en cuenta esta nueva inculturación-proyección internacional y el
despliegue al máximo de su capacidad sintética de integración, en este último
capítulo nos referiremos al “último Scannone”, en alusión a su producción entre los
años 2013-2019 otorgándole así peso original a este corto período. Sin embargo, a
diferencia de los capítulos precedentes, en esta oportunidad no presentaremos su
producción de este período, todavía en proceso de publicación, siguiendo el
esquema utilizado en los momentos anteriores. Sino más bien a partir del
comentario de los principales hilos que tejen el último gesto reflexivo en este
quinquenio largo, como son los de pueblo, discernimiento y misericordia, asumidos en lo
que podemos denominar clave triunitaria.
Los gestos, la acción pastoral y los documentos pontificios del magisterio del
Papa Francisco exigen, para ser comprendidos en su verdadero alcance, conocer el
trasfondo cultural, teológico e histórico, en que se despliegan. Para comprender este
139
trasfondo Scannone afirma que es necesario tener presente, al menos, dos
coordenadas. Francisco es un “signo de los tiempos en persona” de un nuevo
paradigma socio-cultural, en el que se mueve y promueve todo su accionar, y que se
está dando (o siendo dado) a nuestra libertad histórica, tanto personal como
comunitaria (Scannone, 2015e: 40ss). Por otro parte, el nuevo Papa se coloca en
continuidad con las perspectivas abiertas por el Concilio Vaticano II, avanzadas
situadamente por el episcopado latinoamericano y la teología de la liberación
latinoamericana, especialmente en lo que se considera una de sus líneas internas. De
aquí que para Scannone una de las raíces teológicas del Papa Francisco es la teología
del pueblo, a la que, al mismo tiempo, la lleva a un nivel más universal, y la prolonga
con creatividad. (Scannone, 2014b; 2017d) El uso bergogliano de muchas de las
principales categorías de esta corriente teológica son una muestra de ello: la misma
noción de pueblo, la relación entre pueblos de la tierra y pueblo fiel de Dios, el
respeto a la religión del pueblo, su religiosidad y piedad populares, la atención a la
dimensión cultural e histórica, e incluso su propuesta de evangelización inculturada,
el conocimiento por connaturalidad, el instinto del pueblo y el sensus fidei, entre
muchos otros tópicos. (Scannone, 2017a y Scannone, 2016a)
Como hemos visto en los capítulos precedentes, Scannone, especialmente
desde el segundo momento de su itinerario, trabajó de manera sistemática estos
conceptos centrales desde su propia interpretación teológica. A raíz de estos
trabajos, nuestro autor es uno de los teólogos más destacados de la “teología del
pueblo”, perteneciendo a la segunda generación de esta corriente, después de los
fundadores entre los que se encontraban Gera, Yorio, Tello y otros miembros de la
Comisión Episcopal de Pastoral (COEPAL) de la Conferencia Episcopal Argentina
(Galli, 1991: 202). Por este motivo Scannone es sujeto privilegiado para comprender
y dar a conocer esta teología, que al decir de nuestro autor, su forma de hacer
teología no es sólo sobre el (“del”) pueblo y sino también “desde” el pueblo, en
tanto que es sujeto de la misma teología. (Scannone 2017b: 66)
Scannone asumió esta tarea con la conciencia de un “servicio” para “dar a
conocer desde el centro los presupuestos teológicos-pastorales del Santo Padre
venido de la periferia”. (Scannone, 2017d: 10; cursivas nuestras) Con esta forma de
autoconcebir su tarea, nuestro autor hace suyo la tensión centro-periferia utilizada por
140
Bergoglio, y la analiza en un artículo de 2014 titulado “La realtà si capisce meglio
guardandola non dal centro, ma dalle periferie” (Scannone, 2014a), haciendo eco de
la frase que el Papa Francisco dijo en su primera visita como obispo de Roma en las
afuera de la ciudad. Esta dinámica de explicar en el centro la visión que surge de la
periférica guía gran parte del trabajo del trabajo último de Scannone y es a partir de la
cual avanza creativamente su reflexión.
Según Scannone en el uso bergogliano del par centro-periferia convergen dos
cuestiones. Por un lado, su experiencia en los márgenes de la gran ciudad de Buenos
Aires, por ejemplo en sus visitas a los curas villeros en el territorio de su
Arquidiócesis. Por otro, su relación con la filósofa argentina Amelia Podetti, a quién
siendo todavía Arzobispo de Buenos Aires, le escribió en 2006 un prólogo para la
reedición de uno de sus textos (Bergoglio, 2007: 12) 43 . Dos también son las
operaciones de Bergoglio que Scannone resalta: la comprensión de la universalidad
desde las periferias geográficas y extendió el significado a las periferias sociales y
existenciales. Las periferias son fronteras desde donde se percibe el todo, sin dejar
en la penumbra aquello que se encuentra al margen del centro: desde los márgenes
se contempla mejor la totalidad.
Podetti conecta lo que denomina “la irrupción de América en la historia” y la
posibilidad de una verdadera universalidad.
“La aparición de América en la historia cambia radicalmente no solo el
escenario sino también el sentido de la marcha del hombre sobre el planeta.
El descubrimiento del Nuevo Mundo es, en realidad, el descubrimiento del
mundo en su totalidad, es el descubrimiento de que el mundo era algo
totalmente diferente a lo que los hombres de una y otra parte habían
conocido y creído hasta entonces. América comienza de modo efectivo la
historia universal” (Podetti, 2015: 25).
43 Amelia Podetti (1928-1979). Filósofa argentina. Ejerció la docencia en la Universidad de Buenos Aires, en
la Universidad Nacional de La Plata y en la Universidad del Salvador. Es autora de varias publicaciones
relacionadas con su especialidad. Integró e impulsó los grupos de investigación sobre Historia de la Filosofía
Moderna y Pensamiento Argentino y tuvo una importante participación en la experiencia de las “Cátedras
Nacionales” en los años 70. Massimo Borghesi ha señalado y estudiado la influencia de esta filósofa en la
biografía intelectual de Bergoglio. El prólogo al que aquí hacemos referencia fue incluido en la edición de su
libro Comentario a la Introducción a la «Fenomenología del espíritu».
141
O, en otra formulación, en el libro prologado por Bergoglio:
“América es efectivamente el último lugar a donde llega el hombre en el
proceso de ocupación del planeta, es la última punta de Occidente, el finis
terrae, el lugar donde termina, y es tal vez desde este punto ultimo y final
donde sea posible contemplar la totalidad, no sólo la totalidad del proceso
histórico, sino también la totalidad del espacio en el cual ese proceso ha
ocurrido” (Podetti, 2007: 52).
142
partir de la intuición de Mario Casalla (Casalla, 1973: 47) o, en una terminología más
propia, una “universalidad analógica”. En resumen, apoyado ahora en Francisco,
Scannone reafirma que a partir de la mirada periférica, partiendo desde los pobres es
posible plantear una universalidad incluyente, analógicamente situada; en fin, una
universalidad global de los pueblos y las culturas. (Scannone, 2020: 103)
44 Esta observación es válida no sólo para el pensamiento teológico, sino también para el filosófico. En un
libro-entrevista, el Papa argentino sostiene que el “pueblo no es una categoría lógica, es una categoría mítica."
(Francisco, 2018: 38) Bergoglio ha reconocido que este asunto de la categoría mítica remite, como lo ha
resaltado Scannone, al pensamiento del filósofo argentino Rodolfo Kusch, quien había escrito que “con
referencia al pueblo (…) cabe pensar que también y ante todo es un símbolo”. (Kusch, 1976: 7). A nuestro
entender es precisamente Scannone quien media entre el pensamiento filosófico de Kusch y la teología
argentina del pueblo.
143
hecho en América Latina, guardaron la cultura y religiosidad propias del pueblo en
su conjunto.
Ahora bien, por su raíz en la experiencia histórico-cultural argentina y
latinoamericana esta noción es difícil de comprender para el lector europeo
especialmente, dada las connotaciones del término por la experiencia histórica
conflictiva del siglo XX. Movido por esta circunstancia Scannone pone en marcha
un esfuerzo de explicación de esta noción central pero ahora puesta al día dentro de
horizontes más universales su reflexión al respecto. Pero además, como ya dijimos,
para Scannone, el papa Francisco sin ser un teólogo prologa con creatividad y
universaliza ideas claves de esta raíz cultural, como por ejemplo, precisamente la
experiencia histórica de pueblo (Scannone, 2017d). A ojos de Scannone, esta
prolongación radica en sus nociones de sujeto comunitario, los cuatro principios
para la constitución de un pueblo y la imagen-forma del poliedro.
144
Dios, Scannone se vuelve a plantear lo comunitario en cuanto tal, es decir, la
comunidad no como una mera suma o adición de individuos ni como un sujeto
colectivo compacto o dialéctico.
Bajo esta nueva luz, Scannone insiste, en primer lugar en que la
comunitariedad del sujeto popular va más allá de lo común para asumir lo
comunitario y compartido del, en expresión de Lonergan, “mundo de significado y
del valor”, donde se da un plus que acontece por el encuentro interpersonal y
comunitario. Pero ese plus o espíritu no ha de ser entendido como, según Scannone
hace Hegel, el nous griego, sino como el pneuma cristiano, que otorga el mutuo
reconocimiento ético del nosotros conformado por el yo, tú y los innumerables
ellos/ellas diferentes e irreductibles entre sí, concebidos en unidad plural.
(Scannone, 2014b: 194).
En segundo lugar, nuevamente siguiendo a Francisco, el nosotros ético-
histórico, es pensado como “sujetos colectivos activos” (EG, 122; Scannone, 2014b:
189), no sólo como sujeto de la religiosidad, de la espiritualidad y de la mística
popular sino que, además, es el sujeto comunitario de un estilo de vida, de un modo
de ser pueblo que lo liga al compromiso político por la justicia (Scannone 2014b:
187).
En esta dirección, y siguiendo la misma línea que Francisco, Scannone
sostiene que la cita actual de este “sujeto histórico activo” se da en los actuales
movimientos sociales, nuevo signo de los tiempos, en la línea del “comunitarismo”
que nuestro autor ya venía trabajando (Scannone, 2018c: 43ss). En estos
movimientos se manifiestan con mayor claridad “la fuerza histórica de los pobres”,
un nuevo imaginario cultural y el despertar de un paradigma de solidaridad y
reciprocidad entre muchos de los pobres y excluidos, y entre los que se solidarizan
con ellos. Scannone recuerda que el Santo Padre los ha llamado “protagonistas” –de
praxis transformadora–, “poetas” o “artesanos” –porque son creadores de auténtica
novedad– y, por ello mismo, “hacedores de historia” aunque otra forma de hacer
historia, a saber un “modo solidario de construir creativamente en la historia, y una
historia de solidaridad transformadora” (Scannone, 2017c: 38-39). Asimismo esta
fuerza creativa y transformativa se da tanto en el plano nacional y en el local como
145
en el global, pero no de forma rígida o jerárquica ya que tales movimientos
comienzan a armar una red mundial.
146
Pero Francisco da un nuevo paso en la línea de clarificar el concepto mismo
de pueblo. Según Scannone una de las prolongaciones creativas de la teología del
pueblo llevada adelante por el Papa Francisco radica en la formulación de los
“cuatro principios” para la constitución de un pueblo, mediante los cuales aplica el
método de las oposiciones polares. En su exhortación Evangelii Gaudium Francisco
describe el “ser, sentirse y hacerse incesantemente pueblo” a partir de los cuatro
principios que funcionan articuladamente: el tiempo superior al espacio (EG, 222),
la unidad prevalece sobre el conflicto (EG, 228), la realidad más importante que la
idea (EG, 231) y el todo superior a la parte (EG, 235). Scannone estudia el origen, la
articulación interna y los distintos planos de uso de estos cuatro principios en
distintos escritos.
La concepción del tiempo histórico es muy importante. Ni tener todo
resuelto en el presente, ni anclarse en el pasado en la creencia de que “todo tiempo
pasado fue mejor” y sus formas de resolución como las únicas aceptables: “el
tiempo proyecta hacia el futuro y empuja a caminar con esperanza” (LF 57). Por
eso, la prioridad del tiempo sobre el espacio invita a “privilegiar acciones que
generen dinamismos nuevos en la sociedad e involucran a otras personas y grupos
que las desarrollarán, hasta que fructifiquen en importantes acontecimientos
históricos” (EG 223)
El principio de la unidad trabaja sobre la coyuntura y la situación. La realidad
tiene en la conflictividad una condición constitutiva: los conflictos pasan, la
conflictividad permanece. Asumir la dignidad humana de todos para “ir más allá de
la superficie conflictiva” (EG 228) y adentrarnos en la profundidad del Evangelio,
desafía a plantear una cultura del encuentro y del diálogo social que no fluctúa entre
el “sincretismo ni la absorción de uno en el otro”, ni entre la reducción ni la
uniformidad a lo mismo; sino fundamentalmente respeto de las diferencias (EG
236), “comunión en las diferencias” y “unidad pluriforme” (EG 228).
El tercer principio postula que entre realidad e idea, la preeminencia es de la
primera sobre la segunda. En los fenómenos eclesiales, sociales y culturales es
evidente la realidad compleja y las múltiples aristas de la situación. Por lo que no se
puede expresar una unidad monolítica sino una pluralidad de formas, de
perspectivas, de creencias y mentalidades. El ideal opera confirmando la distancia
147
entre lo dicho y lo hecho. La idea termina confundiendo la realidad con formas
ajustadas al discurso o la realidad es sometida reajustes funcionales al modelo
presupuesto. Cuestión que no “haría justicia a la lógica de la encarnación”
favoreciendo un “cristianismo monocorde y monocultural”. (EG 117) Todo lo
contrario al principio, en donde “el criterio de realidad, de una Palabra ya encarnada
y siempre buscando encarnarse, es esencial a la evangelización” (EG 233)
Finalmente, el principio “el todo es más que la parte, y también es más que la
mera suma de ellas” (EG 235) recuerda la experiencia espiritual ignaciana “no estar
ceñido por lo más grande y, sin embargo, estar contenido en lo más pequeño, es
cosa de Dios”. Es decir, observa principios generales en situaciones locales, valora la
experiencia humana a partir del colorido local, piensa globalmente, pero actúa
localmente, acentúa una mentalidad práctica sin mengua de la reflexión teológica,
favorece dispositivos pastorales comunes en situaciones diferentes, no está
preocupada por la coherencia doctrina porque privilegia la pertinencia local. La
referencia a lo local no es por apego a la pequeña realidad (nacionalismos,
regionalismos) sino para garantizar la historicidad de la acción, la valoración de los
sujetos y sus circunstancias. La pertinencia del colorido local no puede pecar de
absolutizar el propio territorio y la cultura particular, como si el anuncio del
Evangelio implicara la “sacralización de la propia cultura”. (EG 118) Una actitud
semejante está más cercana del fanatismo y el proselitismo que de una auténtica
“evangelización entendida como inculturación”. (EG 122) Por eso, “en la
evangelización de nuevas culturas o de culturas que no han acogido la predicación
cristiana, no es indispensable imponer una determinada forma cultural, por más
bella y antigua que sea, junto con la propuesta del Evangelio”. (EG 118) Porque, en
definitiva, “la gracia supone la cultura, y el don de Dios se encarna en la cultura de
quien lo recibe”. (EG 115).
A ojos de Scannone los cuatro principios “dimensión dinámica, procesual e
histórica” del pueblo, donde prevalece la unidad fundamental y el querer convivir y
actuar en consecuencia, aunque sin desestimar el carácter conflictivo de lo histórico-
social. Así, se mueven en el marco de una “oposición bipolar entre plenitud y límite”
y orientan a la paz social y al bien común, como contraparte a formas miopes de
148
construcción del poder, al inmediatismo de la agenda pública y la absolutización de
miradas parciales. (Scannone, 2015d: 25)
149
imperio homogéneo, uniforme y estandarizado de una única forma cultural
dominante, que finalmente perderá los colores del poliedro y terminara en el
hastío”. (FT 144)
El poliedro es una forma de pensamiento de Francisco que recoge sus
grandes intuiciones y sus formas de decirlo. Como forma del pensamiento, implica
la práctica del diálogo y la convivencia amistosa de las diferencias que predispone al
discernimiento, la acogida del otro y la misericordia en vista de la construcción de
una cultura del diálogo y de la amistad social: “Tanto la acción pastoral como la
acción política procuran recoger en ese poliedro lo mejor de cada uno. Allí entran
los pobres con su cultura, sus proyectos y sus propias potencialidades. Aun las
personas que puedan ser cuestionadas por sus errores, tienen algo que aportar que
no debe perderse. Es la conjunción de los pueblos que, en el orden universal,
conservan su propia peculiaridad; es la totalidad de las personas en una sociedad que
busca un bien común que verdaderamente incorpora a todos”. (EG 236).
El poliedro implica una lógica que aúna pensamiento y acción. Como forma
del pensamiento y la praxis, el poliedro se mueve en el nivel de las tensiones y la
conflictividad de la realidad e implica una versatilidad que integra en vez de una
estructura rígida que fragmenta y excluye. Sin el afán de equilibrar las tensiones, las
incorpora como aspecto ineludible de su forma. Se trata de una armonía no
homogeneizante que mantiene las diferencias. Cada uno y cada cual tienen algo que
aportar que no puede perderse en el concierto de la comunidad/pueblo.
Para Scannone “Bergoglio no es solo el papa del pueblo, sino también el papa
del discernimiento”. (Scannone, 2017e: 274) De aquí que otro de los elementos claves
de Francisco que recensiona Scannone es el del discernimiento, tanto como método su
ética social como para conducir y gobernar la Iglesia del siglo XXI. Como hemos
indicado anteriormente la atención al discernimiento atraviesa desde el comienzo el
pensamiento de Scannone y se hace especialmente visible en lo que llamamos el
150
tercer momento de su itinerario. En este “último Scannone” al hilo del análisis de
los gestos y los documentos de Francisco, especialmente de algunos pasajes de la
exhortación apostólica AL, nuestro autor continúa ampliando y enriqueciendo su
reflexión en torno a este “modo de proceder” (Scannone, 2016b; EE, 189). En esta
última etapa de su pensamiento, la consideración del discernimiento se deslizó hacia
la atención de cuestiones sociales candentes y aspectos pastorales fronterizas,
especialmente aquellas referidas a la ecología y la crítica al sistema capitalista; la
coyuntura de los movimientos sociales, los trabajadores y los pobres como nueva
lógica política, y cuestiones ético-morales en las relaciones interpersonales y entre
los pueblos. (Cuda, 2016: 250)
Afirmando la necesidad de discernimiento, ante todo, se critica la aplicación
de principios en forma abstracta, silogísitica o por casuística a la realidad. El
discernimiento permite la fidelidad a la tradición, pero considerada como tradición
viva, viviente, que acepta la novedad, la incorpora y crece. Así, para Scannone, el
discernimiento permite mantener la fidelidad doctrinal con cambio en la aplicación
pastoral. En este sentido, contra la mentalidad unívoca, el discernimiento está más
cerca de lo analógico.
El discernimiento histórico como juicio crítico implica llegar a la mejor
opción desde la situacionalidad de los sujetos y como decisión política que
transforma la historia (porque es acción y pasión en la historia). Discernir los
caminos que debe transitar la humanidad requiere de la experiencia histórica (de
afectar y ser afectado), sabiduría práctica y prudencia política; universalidad y
situacionalidad de la acción. (Scannone, 2016b: 2) Pues el discernimiento debe
conducir a un juicio práctico (ético) conducente a decisiones estratégicas (políticas)
oportunas y beneficiosas para toda la sociedad. Las decisiones son políticas, en el
sentido amplio (en cualquiera de los niveles de decisión) que exige esfuerzo por el
conocimiento de la realidad, elaboración de alternativas consistentes, creatividad
para diseñar nuevos cursos de acción, trabajo común en búsqueda de consensos,
solidaridad en la toma de las decisiones y corresponsabilidad por las consecuencias
en la praxis.
El discernimiento es, simultáneamente, espiritual-existencial, filosófico e
histórico porque no sólo están presentes cuestiones relativas a una creencia religiosa
151
particular ni ligados exclusivamente a una hermenéutica crítica, sino que también
están involucrados aspectos éticos y ético-políticos. El discernimiento histórico hace
posible discriminar aspectos implicados en la preparación de la decisión y en la toma
de decisiones, distinguir matices y mantener vinculadas las diferentes perspectivas
sobre los acontecimientos de los que se trata en la situacionalidad en actitud teologal
y sapiencial de misericordia ante la fragilidad. (Scannone, 2016b: 6)
El discernimiento, por la situacionalidad sobre la que debe realizarse una
elección, no es una confirmación de una doctrina que antecede o de una decisión
asumida previamente de la que sólo se espera su legitimación; o incluso, tampoco
consiste hacer cuadrar un acontecimiento inédito en el marco conceptual disponible.
Estas posiciones son ajenas a la novedad del Espíritu, que se deja ver en los signos
del tiempo como signos de los tiempos, extrañas a la complejidad de lo social, a la
riqueza cultural de la diversidad, a la dinámica de la acción y pasión humanas y a la
demanda de transformación permanente para una mayor humanidad y justicia, más
vida, libertad y dignidad humanas. Muy por el contrario, el discernimiento pone de
manifiesto la capacidad de crítica sobre el sentido común, sobre las tradiciones
heredadas y sobre los intereses sectoriales en pugna por instaurar una hegemonía, e
incluso sobre la posibilidad de autoengaño, que no se excluye. (Scannone, 2016b: 8)
Porque el discernimiento como crítica de la razón pone a los sujetos intervinientes
en la elección frente a una realidad no evidente del que no se conocen sus
significados precisos ni siquiera sus consecuencias previsibles porque son inéditos,
emergentes signos de los tiempos. Se conocen fragmentos, algunos indicios y se
dispone de un marco interpretativo que provienen de una cultura de la que los
sujetos son parte. El tratamiento de lo que ocurre, fuera del sentido común,
despliega una serie de significados disponibles para ser interpretados sea a la manera
de significados denotados o connotados para “marginar o reintegrar” (términos
empleados por el Papa Francisco en Amoris Laetitia) del proceso de discernimiento.
(Scannone, 2016b: 9)
La perspectiva para abordar el discernimiento de los signos del tiempo es
pues desde una teología y filosofía de la historia. Scannone intenta conjugar, la fase
mediadora –que desde el presente asume el pasado por la lectura crítica de los signos
del tiempo (historia como texto)- con la fase mediada –que en el presente afronta el
152
futuro desde la reflexión y el discernimiento de la acción y pasión de las víctimas en
los procesos históricos (signos de los tiempos). (Lonergan, 1988: 143 y Scannone,
2016c: 213) Un signo se da, acontece, según Marion, a quien Scannone sigue en este
punto. (Scannone, 2008) Por eso, la experiencia del discernimiento histórico expresa
la originalidad de su procedimiento (la ana-dia-léctica); y, con ello asume con
valentía la conciencia autocrítica que requiere ciertamente un discernimiento
histórico, para dilucidar sus condiciones y condicionamientos, delimitar sus sujetos y
los criterios, esclarecer las finalidades y sus circunstancias. De modo que los que se
ocupan de tal discernimiento están asimismo involucrados en el proceso de
negación-afirmación-superación, en la búsqueda de proyectos alternativos de mayor
justicia y solidaridad. (Scannone, 2016c: 214)
En el proceso de discernimiento convergen la transversalidad histórica y una
geoculturalidad de la razón y de la fe (Scannone, 2012c: 299) donde no hay nadie
legitimado para discernir desde afuera o desde arriba, sobre los otros, sobre
situaciones y sobre la acción en la historia sin considerarse parte del proceso y/o
estar afectado por el proceso mismo.
153
interpretados por la teología y la pastoral, sino que también pueden ser leídos y
comprendidos desde la filosofía y el pensamiento crítico. De esa manera, la
misericordia, tan importante para la constitución del conocimiento teológico y la
práctica eclesial en el actual pontificado, constituye asimismo el locus para un
pensamiento filosófico, especialmente en uno arraigado en la experiencia de la
religión como un fenómeno de donación y excedencia gratuita y sobreabundante,
como el de Scannone.
154
libertad, pero cuando de hecho se da (como acontece frecuentemente en
América Latina), ella manifiesta lo más profundamente humano Pues revela
lo más hondo tanto de la humanidad del pobre que, como tal, mueve a
gratuita misericordia —y no sólo exige justicia, aunque la primera implica
necesariamente la segunda y la desborda—, cuanto también lo más
profundo de lo humano de quien obra eficaz pero gratuitamente a su favor,
con y por misericordia. (Scannone, 2009: 138).
155
suplanta a la justicia, sino que la supone y excede, impidiéndole «caer en el
legalismo, falsificanso su sentido originario y oscureciendo el profundo valor que la
justicia tiene» (MV, 20)”. (Scannone, 2018c: 23)
Asismimo, coherente con su comprensión del pensamiento como una acción
aprendida de Blondel, Scannone señala otro aspecto más de la misericordia. Ésta
llama a un nuevo pensamiento com-pasivo o misericordioso aún en cuanto
pensamiento. Es decir, un pensar que no sólo tenga a la misericordia como tema o
punto de partida, sino que el mismo pensamiento en su contenido pero también en
su forma sea misericordioso, movido en sus entrañas por la miseria del otro
sufriente. Y esto es posible, porque, en términos lingüísticos, el momento
pragmático del lenguaje forma parte también de su semántica. El cómo se dice algo,
por ejemplo en actitud de misericordia, pertenece también al contenido mismo de lo
que se dice.
Para ello, es que la misericordia ha de ser también una “actitud” o “temple de
ánimo” existencial. Se trata de una actitud existencial de reconocerse tratados con
misericordia. Ya desde su temprana producción filosófica y teológica Scannone
había atendido a la importancia, resaltada por Heidegger y radicalizada por Blondel y
Levinas de los temples de ánimo. Por ejemplo, asumió el discernimiento desde la
opción preferencial por, de, con y para el pobre que nacía, como respuesta, del
sentirse interpelados y responsables por ellos. En esta última etapa de su
pensamiento asume un matiz del discernimiento teológico-eclesial que propone
Papa Francisco en Amoris Laetitia: el discernimiento que nace de la misericordia ante
la fragilidad humana. Esa “actitud teologal de misericordia” (Scannone, 2016b),
implica tanto una nueva comprensión de la gratuidad del amor divino
(incondicionado e inmerecido) (Scannone, 2018: 24) como asimismo una actitud
misericordiosa ante los condicionamientos de la fragilidad personal y de los “frágiles
de la tierra” (EG 209), la conflictividad de las relaciones mutuas e institucionales y la
irregularidad de las situaciones. (Scannone, 2018c: 22)
156
5.4.2 El evangelio de la Misericordia, opción por los pobres y
ética teológica social
157
el pueblo para encontrar y desarrollar los gérmenes de un futuro mejor y las semillas
de un futuro mejor.
Junto a este aporte epistemológico y eclesiológico, Scannone comparte con
Francisco el enfoque trinitario de la misericordia, que es “la palabra que revela el
misterio de la Santísima Trinidad” (MV, 25)”, pues “la fuente primera de la
misericordia es el Padre, la cual se revela en el Evangelio del Hijo, a la luz del
Espíritu y se lleva a la práctica gracias a la fuerza que éste le dona”. (Scannone,
2018c: 14-15) Es precisamente esta óptica trinitaria la que parece ser la matriz de
lectura del “último Scannone”.
Hemos visto que los hilos que tejen la trama del último Scannone son, en
verdad, retomados del tejido de toda su producción a la luz de una nueva exigencia
de inculturación-proyección mundial a propósito del pontificado de Francisco.
Scannone los profundiza al ritmo del comentario de los gestos y palabras de su ex
compañero de comunidad religiosa en Buenos Aires, al que convierte así en un
nuevo interlocutor de su itinerario dialógico.
En todos sus comentarios-diálogos, Scannone acentúa la clave trinitaria de
Francisco, desde la cual es posible comprender mejor el pensamiento y la acción de
Bergoglio. Detrás de cada uno de los tres hilos recepcionados especialmente por
Scannone -pueblo, discernimiento y misericordia- encuentra raíces en una
concepción trinitaria: la noción de pueblo bajo la imagen y logos del poliedro con su
modelo de la unidad en la diferencia que llama a discernimiento encuentra su
fundamentación en la Santísima Trinidad; a su vez, el discernimiento, especialmente
aquel que se inspira en las reglas ignacianas, tiene una índole, configuración y ritmos
trinitarios; y por último, “para Francisco la misericordia tiene una raíz trinitaria”.
(Scannone, 2018c: 20) Dicho de otro modo, la propuesta de Francisco tiene una
fundamentación trinitaria (Scannone, 2018c: 83).
No obstante, es necesario insistir una vez más que, sin dejar de reconocer
que se trata de un acento real en su interlocutor, en este caso Francisco, Scannone,
158
comentándolo, presenta su propia clave. Dicho de otro modo, Scannone acentúa
esta clave triunitaria porque es también la suya propia. En efecto, en los últimos
años se advierte un mayor acercamiento a esta problemática filosófica-teológica. De
aquí que, en este último Scannone la “lógica de la gratuidad” y el “paradigma de la
comunión” que venía elaborando y trabajando se modulan ahora en clave triunitaria.
Asimismo su animación y participación en el Grupo de antropología trinitaria convocado
por el CELAM es un signo45.
Scannone no desconoce las diferencias de los lenguajes filosóficos y
teológicos sin confundir sus objetos formales. No obstante, según Scannone, sin
confundir los objetos formales de la filosofía y la teología, y distinguiéndolos
epistemológicamente, se da una “convergencia estructural” (Scannone, 2014c) entre
los niveles teológico-trinitario y filosófico-fenomenológico. El mismo jesuita
práctica la transición de la fenomenología y de la hermenéutica a la teología trinitaria
manteniendo la especificidad de los lenguajes correspondientes.
Para Scannone “la fenomenología actual parece ser una método congruente
con la Revelación, en cuanto ambas reconocen la prioridad del don y de acogerlo
como ‘se da en sí y a partir de sí’ (Heidegger)”, esto es, sin condicionamientos por
horizontes previos ni reducción a los a prioris de la subjetividad. Dicha
fenomenología tendría así una “estructura análoga a la de la Revelación” (Scannone,
2008: 16).
45 En el marco de este Equipo publica los trabajos: Relectura trinitaria de la fenomenología de la vida
económica según Emmanuel Lévinas (2014); Aportes para una antropología del nosotros (2018); Hacia una
iglesia sinodal y una cultura del encuentro (Scannone, 2019a); La amistad social según el Papa Francisco
(Scannone, 2019b); y La dimensión sacramental y eucarística de la Gracia y la mística trinitaria del Nosotros
Pueblo (en prensa). Consultado, en 2015 por Virgina Bonard para el portal digital español Religión Digital,
sobre el trabajo de este grupo, Scannone respondió: “El clima que se vive en estos seminarios es muy positivo
porque somos personas de distintas extracciones: teólogos, filósofos, de distintos países, varones y mujeres,
uno que proviene de una etnia indígena de Bolivia y una descendiente de afroamericanos. Hemos logrado un
diálogo intelectual muy importante ─aunque hay gente que a lo mejor piensa distinto─, y nos
complementamos. La reflexión va pasando de uno a otro de manera casi creativa y ascendente en
creatividad”.
159
Por fenomenología actual nuestro autor se refiere a la fenomenología post-
heideggeriana, particularmente en el marco del pensamiento de Jean-Luc Marion y
su reducción a la donación y la llamada pura, al que hemos aludido en el capítulo
anterior. Haciendo suyo el planteo de Marion de considerar la fenomenología de la
donación, en tanto nueva filosofía primera, como “relevo” de la metafísica para la
teología, Scannone proponga la aplicación de la fenomenología actual, estrictamente
filosófica, a todos los grandes misterios de la fe, como mediación filosófica de la
parte sistemática de una teología, sin que cada uno pierda su autonomía relativa.
Ahora bien, el fenómeno (doblemente saturado, al decir de Marion) de la Revelación
alcanza su plenitud en la cristofanía como Revelación de Dios mismo. Pero ésta es a
la vez Revelación de Dios y su misterio trinitario: Dios uno y Trino; Trinidad del
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Parado en sede filosófica, como el propio jesuita se encargaba de reafirmar
en cada oportunidad, Scannone asumió esta perspectiva triunitaria dentro de aquella
fenomenología de la donación en el marco del “paradigma de la comunión” y por lo
tanto de gratuidad y relacionalidad. Desde esta “perspectiva triunitaria” intentó
interpretar cada dimensión de la realidad: antropológica, económica, política,
cultural, ecológica, religiosa, teologal. Así su abordaje fue moviéndose “de la
fenomenología a la teología trinitaria”, y “de la comunión intratrinitaria a la
fenomenología de la donación”. (Scannone, 2014c) 46 De aquí se desprende un doble
movimiento: emplear la fenomenología de la donación como mediación filosófica
para la parte sistemática de una teología y, a su vez, reiluminar la fenomenología de
la donación desde la luz de teología trinitaria. Mientras que en la primera dirección,
nuestro autor se dedicó a presentar su necesidad, contribuir a su articulación
epistemológica y a señalar laudatoriamente casos concretos; 47 en la segunda ha
abierto caminos propios y recorrido sus trazos principales.
46 Por ello, acertadamente Carlos Galli tituló su homenaje a Scannone a un año de su fallecimiento: “De la
lógica de la donación gratuita a la teología de la comunión del Pueblo de la Trinidad en el 'último' Scannone”.
El evento fue un homenaje a Juan Carlos Scannone con la finalidad de meditar sobre su pensamiento en su
primer aniversario, organizado por la Escuela de Teología y Ministerio de Boston College junto a la Pontificia
Universidad Católica Argentina, el día 30 de noviembre de 2020.
47 Sobre esto véase especialmente las palabras de Scannone sobre el libro de José Daniel López Teología y
fenomenología. La fenomenología como método crítico y sistemático para la teología. En este importante trabajo, dirigido
por el propio Scannone, López explora, no sólo el giro teológico de la fenomenología, sino el “giro
fenomenológico de la misma teología” (Scannone, 2008: 20).
160
De tal manera que Scannone, realiza simultáneamente una lectura trinitaria de
la racionalidad filosófica y sapiencial y una relectura filosófica de la unidad y trinidad
divinas. Por lo que, su reflexión va del logos de la gratuidad (el don y la donación)
fenomenológico y hermenéutico a una teología histórica, sapiencial y especulativa
(del don y del Donante o del Adonado, en términos de Marión). El pensamiento
filosófico y teológico fuertemente especulativo aúna fenomenología filosófica del
don con una filosófica del discernimiento histórico y una teología trinitaria de la
comunión. Desde un planteo filosófico triunitario y teológico sobre la trinidad, el
último Scannone radicaliza el pensamiento hacia el paradigma de la
comunión/donación en el amor y la misericordia en el marco de la unidad plural del
Dios Unitrino.
161
el amante, el amado que a su vez lo ama, y su codilectus, coamado por los dos, como
el hijo o hija en el matrimonio, que consuma, encarna y testifica el amor. Marion se
apoya en esta revelación trinitaria como la expone Ricardo de San Víctor para
exponer fenomenológicamente la comunión del nosotros gracias al tercero. La
comunión del nosotros no se reduce a la interrelación de amor entre dos (amante y
amado o amante y amada). Sino que para garantizar que no se trata ni de una fusión
de la alteridad en identidad dialéctica, ni de un egoísmo encubierto que asimila al
otro o que se deja asimilar por él, ni de un egoísmo de a dos, sino de un verdadero
amor desinteresado por el otro en sí y por sí mismo, respetando la irreductible
novedad relación de cada uno, Marion, inspirándose en Ricardo de San Victor y su
co-dilectus o co-amado, recurre al tercero. En la Santísima Trinidad es el Espíritu
Santo del Padre y del Hijo; en el caso del fenómeno erótico es el hijo (al menos su
posibilidad).
Para Scannone eso se da no solamente en el amor de la familia sino también
en la amistad, y en las relaciones de comunidad. Son, precisamente, estas últimas las
que más atrajeron su reflexión. Según el jesuita, la armonía trinitaria, por analogía, se
aplica al Pueblo de Dios y en cada pueblo y entre los pueblos, como a todos los
pueblos. Scannone encuentra en esta armonía e interrelacionalidad trinitaria un
modelo para pensar las diferencias y la unidad plural tanto filosófica como
teológicamente, y a la vez, permite entresacar consecuencias para otros ámbitos de la
acción en la historia. Contra la indistinción que la noción de identidad entendida en
su formulación clásica puede arrastrar, siguiendo la inspiración trinitaria las
diferencias conviven manteniendo su distinción en la unidad del todo, superior a la
suma de las partes, en donde se respetan sus particularidades.
Esta visión trinitaria del pueblo está relacionada con la forma de comprensión
y articulación de las diferencias culturales a nivel global. En las relaciones con las
culturas, el pueblo, en la realidad multicultural, la articulación local-global y la
globalización pueden ser comprendidos desde el modelo trinitario. Cada cultura,
cada pueblo y cada sujeto tienen algo que aportar a la sociedad, unidad plural,
armónica, sinfónica, no uniformadora, síntesis que anula las diferencias. (Scannone,
2015c)
162
Desde este marco interpretativo Scannone hace propio otra de las propuestas
claves de Francisco, a saber, la “cultura del encuentro”, propuesta como nuevo
paradigma social con base en una concepción trinitaria (Scannone, 2019a, 132) y el
diálogo y la “amistad social” a partir de lo común que une en las diferencias y la
pluralidad. (Scannone 2019b: 160)
163
trinitaria, no sólo nos permite reconsiderar bajo esa perspectiva los isterios
de la fe, sino también dicha actual transformación epocal, tanto mediante la
superación del actual paradigma socio-cultural -en sus vertientes
individualista y colectivista, ambas contradictorias con la comunión-, como
en su apertura a una cultura de la ternura y del encuentro en todos los
niveles de la vida y convivencia (Scannone, 2020b: 28).
164
Palabras finales. En y más allá de scannone
165
1. La coherencia de un pensar
166
manifiestan (y ocultan) los símbolos, como expresión de la sabiduría popular. Tanto
la pregunta por el ser como el cuestionamiento ético-histórico suponen un
momento de arraigo, realidad ‘de suyo’, religación y pertenencia, anterior a la
distanciación, tanto crítica como ética (tanto teórica como práctica). (Scannone,
1992: 135) Finalmente, la apertura del tercer momento centrado en la gratuidad fue
posible a partir de una profundización de la dimensión histórica de la sabiduría
popular, en tanto “se trata del hecho de la libertad y dignidad humanas de los pobres
injustamente conculcadas, como también y sobre todo del hecho de que los pobres
latinoamericanos han irrumpidos como sujetos de novedad histórica a partir de su
cultura sapiencial”. (Scannone, 1993: 6, cursivas nuestras)
Como se ve, cada uno de los momentos debe entenderse como radicalización
o profundización del respectivo momento anterior. De modo que, por un lado, es
necesario hablar de una novedad, pero, por otro lado, la mayor parte de las
dinámicas reflexivas de la etapa formativa siguen presentes en las orientaciones y en
la producción bibliográfica posterior: autores/interlocutores, temas abordados,
intereses, preocupaciones e intuiciones. Así, los núcleos alcanzados en cada etapa
permanecen en las posteriores aunque recomprendidos desde aquella novedad y
acompañan la reflexión de Scannone, que avanza al ritmo de una re-lectura de la
tradición, de sus interlocutores y de sí mismo, desde este nuevo punto focal.
El motor de estas traslaciones de su pensamiento responde a un meticuloso
recelo por la novedad, cultivado desde sus primeros pasos y que el jesuita asociará a
la trascendencia ética, histórica, y religiosa. Scannone ejerció un pensamiento
filosófico y teológico de “continua apertura a la siempre renovadas novedad y
alteridad de las situaciones y de las respuestas históricas de los pueblos” (Scannone,
2012: 45). En este sentido su pensar “está siempre abierto y atento al curso de la
historia” (Rosolino, 2004: 367). A ello, Scannone suma el convencimiento que lo
nuevo requiere ser asumido como tal, es decir, no reconducido a un horizonte
anterior, sino abriendo al pensamiento el desafío reflexivo por acogerla respetando
su irreductibilidad. Se trata, pues, de un “pensamiento nuevo de lo nuevo”.
1.2. Coherencia temática. Temáticamente dos problemáticas aparecen una y otra
vez, cruzando transversalmente todo su itinerario. El propio Scannone en la
introducción de su libro Discernimiento filosófico de la acción y pasión históricas las
167
identificó: “religión y actualidad histórica son dos temas claves de mi pensamiento”.
(Scannone, 2009: 13) Nuestra exposición, aunque más atenga a la segunda que a la
primera, no sólo confirmó lo acertado de esta auto-interpretación, tanto en términos
históricos (y por lo tanto válida cuantitativamente para el conjunto de su obra) como
intencionales (y por tanto capaz de dar cuenta cualitativamente de su profundidad),
sino también reafirmó la necesidad de considerar ambas problemáticas en su íntima
relación.
En efecto, formado con el clima de apertura al mundo y a la historia actuales
del Concilio Vaticano II, desde sus primeros pasos el jesuita estuvo abocado a una
“nueva filosofía de la religión” que, acorde a la nueva mentalidad del hombre
contemporáneo, encontraba en la atención a la historia y a su acontecer una de sus
condiciones de posibilidad. La explosión liberacionista de su pensamiento que puso
la situación histórica argentina y latinoamericana en el centro gravitante de su
reflexión no implicó un abandono de ambos temas ni de su interrelación. Por el
contrario, gracias a ella fue alcanzando su óptica filosófica y teológica propia y su
voz diferencial en ella. En primer lugar, respondiendo al llamado de la novedad
histórica en la interpelación del rostro de los pobres del pueblo y de los pueblos
pobres, volcó toda su inteligencia al proceso de liberación que América Latina
llevaba entonces adelante. Es precisamente por la mediación de dicha praxis
histórica liberadora que es posible el encuentro entre la trascendencia religiosa y el
lenguaje. Pues, según el jesuita Dios no se conoce abstrayendo de la apertura hacia
los otros y de la respuesta responsable frente a la pasión injusta de las víctimas
históricas. Es uno de los esfuerzos sostenidos por Scannone el vincular la liberación
en la historia y la liberación escatológica.
Cuando su pensar tomó como lugar hermenéutico preferencial la cultura, las
problemáticas de la religión y la historia permanecieron, y se revistieron de una
nueva comprensión. El pensamiento que parte de la sabiduría popular con su
racionalidad propia encuentran no sólo una especie de coronación especulativa, sino
también su piedra de toque en la cuestión de Dios y en el acceso triunitario al
mismo. Paralelamente, mediante una hermenéutica de la praxis histórico-cultural de
los pueblos, reelaboró sus aportes a la cuestión de la liberación, entendida ahora
como cambio histórico-social, que exige atender reflexivamente a la mediación
168
histórica de los valores universalizables que contiene situadamente el ethos de cada
pueblo.
En el horizonte de la lógica sapiencial de la gratuidad los temas de la religión
y la historia son nuevamente sus preocupaciones más ondas, tal como puede verse
en los títulos elegidos para los dos tomos de sus Obras Selectas, de 2005 y 2009,
dedicados respectivamente a una filosofía de la religión en las filas de un nuevo
pensamiento, y de una filosofía de la historia, entendida como acción y pasión
históricas. Si por un lado expone una reflexión inculturada e intercultural de la
religión, haciendo aportaciones sobre su método y su lenguaje, y explorando algunas
vías de acercamiento a la relación religiosa, así como la relecturas de nociones
clásicas; por el otro, perfecciona su método de interpretación y discernimiento de la
situación histórica, en vistas a contribuir en la construcción de un mundo más
humano, en perspectiva de liberación humana de todo el hombre y de todo hombre
y mujer.
Como quedó de manifiesto en nuestra presentación ambos “temas claves”
fueron abordados desde una renovada dimensión de filosofía primera o metafísica,
que radicalizando la línea fenomenológica post-heideggeriana de superación de la
sustancia o esencia y del sujeto, Scannone halló en la gratuidad y comunión.
169
2.1. El pensar como servicio. La primera característica de la reflexión de
Scannone, que a su vez sirve de marco para las siguientes, es su concepción y
práctica del pensamiento como un servicio. Tan constante como la pregunta por el
pensar y la función que le compete al pensador fue su respuesta: hoy y en América
Latina, al pensador le compete la responsabilidad ética de pensar la realidad y
ponerse a su servicio. Dicho de otro modo, el pensar es un servicio a la sociedad y a
la Iglesia argentinas y latinoamericanas de hoy. Este pensar la realidad no se
confunde con un simple recoger lo dado en ella, sino en poner responsablemente el
concepto al servicio, humilde pero imprescindible, de otro mundo posible, más
digno y justo para todos.
Scannone encarnó esta convicción de servicio filosófico-teológico en el
marco de un apostolado intelectual en la Compañía de Jesús, figura que se convierte así
en clave para comprender su pensamiento. Dicho apostolado asumido como
programa vital se proyectó, como hemos visto en cada etapa, tanto en dirección
filosófica como teológica, haciendo del trabajo sobre la primera un servicio a la
segunda.
170
símbolos y la ciencia especulativa expresada en conceptos; o entre la problemática
de la liberación y la temática de la cultura, fueron encontrando en el pensamiento de
Scannone su mediación armónica.
Es precisamente la noción de mediación una de sus categorías centrales, y que
hemos visto aparecer al hablar de la mediación liberadora del tercero, la mediación
de la sabiduría popular, la mediación dialógica entre ethos, las mediaciones históricas
de la libertad, entre otras ocasiones. Para llevar adelante esta tarea Scannone
encontró en el modelo calcedónico (unión sin división ni confusión) una inspiración y
una guía. Es en este sentido que, con genio agudo y sintético, Lorenz Puntel
parafraseando a Heráclito (B 51) se refiere a Scannone como “pensador filosófico y
teológico en busca de la verdad como como armonía de tensiones opuestas”.
(Puntel, 2013: 281)
Hay que destacar también, que el jesuita puso en juego esta característica no
sólo en el plano intelectual. Scannone ha insistido en la unidad (cultural y del saber),
que no se confunde con la identidad, y ha aportado como pocos en América Latina
para un encuentro (de culturas y de disciplinas) Con razón, el teólogo italiano Piero
Coda, a propósito del Doctorado Honoris Causa en “Cultura de la Unidad”, se
refería a Scannone en estos términos: “Su figura humana, espiritual e intelectual, y su
performance académica y cultura, diseñan de pies a cabeza un profeta y campeón de la
cultura de la unidad: profeta porque ha visto, un campeón porque la ha realizado”. En
todos los casos, diálogo, armonía y encuentro, en el respeto de las diferencias y sin
desconocer los conflictos históricos que muchas veces conlleva esta apuesta.
171
globalización neoliberal, etc., etc., conviene replantear la misma comprensión de la
razón”48.
Contra estos efectos de la reducción y uniformidad de la razón, la
absolutización de su versión formal y abstracta y su uso ideológico, Scannone ha
dirigido muchos de sus esfuerzos a resignificar la comprensión clásica y moderna de
la razón, apoyándose en los intentos del pensar contemporáneo pero
radicalizándolos desde la asunción de la situación histórica latinoamericana.
Dos son, en grandes trazos, las operaciones que Scannone pone en marcha
para llevar adelante esta tarea: el reconocimiento de su pluriformidad e integralidad y
su desideologización. Para el primer caso, ha buscado persistentemente reconocer la
“pluriformidad” de la razón, tanto en su historicidad (distinta según las épocas) con
en su geoculturalidad (distinta según las culturas). Pero esta defensa de la pluralidad
de formas de pensamiento y vida no es contraria con el reconocimiento de la
“integralidad” de razón.49 Esto último lo llevó a apostar por la transversalidad de la
razón, que atraviesa las diferencias históricas, culturales y entre las ciencias y que, en
consecuencia, permite un verdadero ejercicio de interdisciplinariedad y la
interculturalidad. Por otra parte, para el jesuita es el uso ideologizado de la razón lo
que ha dado base a un “pensamiento de totalidad” que, de hecho, llevado a la
práctica en el orden económico, político, militar, cultural y religioso, ha dado lugar a
totalitarismos que han generado y generan víctimas (Scannone, 2005: 105).
Ambas direcciones son posibles bajo un mismo pivote: la pasión injusta de
las “víctimas históricas” como lugar para recomprender la razón. Su sufrimiento
pone al descubierto la i-rracionalidad humana de la configuración histórica y los
mecanismos que las causas y los condicionamientos sociales, éticos e históricos de la
razón sobre los que aquellas se erigen. Por ello, la pasión injusta de las víctimas se
convierte en el “desde dónde más iluminador de la crítica” de un cierto tipo de
racionalidad. A su vez, dada su desnudez del tener y del poder, en ellas se
48 Así comienza una conferencia inédita titulada precisamente “Recomprensión de la razón a partir de las
victimas históricas”. El texto retoma capítulo 4 del libro: Religión y nuevo pensamiento. Hacia una filosofía de la
religión para nuestro tiempo desde América Latina (Scannone, 2005).
49 Sobre la pluriformidad e integridad de la razón, Scannone recordaba el trabajo de Josef Reiter “Integridad
y pluriformidad de la razón en la relación entre reflexión filosófica y sabiduría popular” como reacción a las
discusiones tenidas en la Reunión de París en 1981, a la que hicimos alusión en capítulo tercero (Scannone,
1984: 189-208).
172
transparenta mejor lo “universalmente humano”, lo humano en cuanto tal, pero de
forma contextuada y situada, debido a su lo singular e irreductible de su sufrimiento
y de los factores particulares que lo causan. Así, en las víctimas históricas se pone en
juego la interpretación de qué significan la razón humana y se abre un nuevo
horizonte de comprensión más abarcante para pensar de manera analógicamente
universal que posibilita la recomprensión de la misma racionalidad. De aquí, su
reiterada insistencia en la necesidad de conversión-a del pensamiento (Scannone, 2005;
2007).
El esfuerzo scannoneano puede quedar, entonces, planteado como el intento
de replantear la misma comprensión de la razón desde las víctimas históricas para
poner en marcha una racionalidad más integralmente humana, esto es, más
abarcante, compasiva, sapiencial, inculturada, intercultural e interdisciplinar, que
podemos llamar con Carlos Galli una “racionalidad poliédrica” (Galli, 2020).
173
diálogo con otros. Dan testimonio de ello su participación en el grupo fundador de
la filosofía de la liberación, en el equipo de investigación sobre la sabiduría popular
del pueblo argentino, en el grupo de pensamiento social de la Iglesia Gerardo
Farrell, la Asociación de filosofía latinoamericana y ciencias sociales (ASOFIL) y en
el Equipo Jesuita Latinoamericano de Reflexión Filosófica, por nombrar solamente
algunos de los más representativos. Además podemos nombrar el Equipo de
Antropología Trinitaria del CELAM y la Red de Universidades Católicas ODUCAL,
en los que participó en las últimas sesiones.
Además de los grupos más reconocidos, Scannone generó una red de grupos
de estudios y reflexión, instancias de investigación y de compartir experiencias,
muchas veces patrocinado con su presencia constante, otras veces buscando los
recursos y el financiamiento, otras tantas por el gusto de encontrarse con amigos y
compartir esos espacios de una grupalidad informal más acá de la academia. Los
miembros del grupo Fe, Pueblo y Cultura, del que los autores somos parte, fuimos
beneficiados de su amistad, generosidad y orientación.
Ese arte de la grupalidad practicado insistentemente por Scannone pone en
evidencia el reconocimiento del saber del otro, la valoración del diálogo y las
diferencias de posiciones teóricas, políticas e ideológica; el aprecio por el aporte
insustituible de los otros y su reconocimiento; la reciprocidad de aprecio, la apertura
a la novedad y los intercambios. La producción en la grupalidad ponía a la luz la
generosidad intelectual y la apertura a la posibilidad de la construcción compartida.
Creía en el saber de los demás, hacía emerger nuevos conocimientos, suscitaba
nuevos marcos de comprensión, se dejaba sorprender y citaba a los colegas con
generosidad. Sólo un intelectual maduro y generoso, sin ánimos de competencias
por mantener sus reductos de intereses académicos pudo favorecer tanto
conocimiento construido desde la grupalidad.
2.5. Cruce de las dialéctica “en, a través y más allá” y “ya, pero todavía no”. El modus
operandi de Scannone se despliega en el cruce de las dialécticas “en, a través y más allá”
y “ya, pero todavía no”, cruce en donde radica una de las grandes originalidades y
potencialidades de su pensamiento. Metáfora espacial, la primera, metáfora temporal
174
la segunda, encuentran su correspondencia o, mejor dicho, armonía en el maestro de
San Miguel.
La primera caracteriza, ante todo, su modo de lectura e interlocución. Como
hemos visto en su itinerario dialógico, su pensamiento se nutre de la dinámica de
“pasar por” o “en y más allá” de sus interlocutores, que aprendió de Blondel respecto a
la filosofía moderna. El más allá buscado, comienza siempre con un en, que se
desplaza pasando por o a través para rescatar la verdad encerrada en ellos, liberarlos de
sus posibles encierros y proyectarlos hacia adelante. Pero también Scannone
encontró una dialéctica abierta similar en la transgresión y apertura de sentido que se
dan en el símbolo, en donde la significación segunda se alcanza sólo en, a través y
más allá del sentido primero.
La segunda dialéctica, “ya, pero todavía no”, propia de la concepción
escatológica neotestamentaria, determina su compresión filosófica y teológica del
tiempo y de la historia. Con la expresión su busca conceptualizar un ritmo histórico
dialéctico pero abierto, que pretende dar cuenta, al mismo tiempo, de un ya y un
todavía no, sin renunciar a ninguno de ellos, ni absorber uno al otro. Apunta a
conciliar la posibilidad de una novedad presente (ya), pero que al mismo tiempo está
siempre abierta (todavía no) a su plenificación futura. Es decir, reconocer un ya real,
con capacidad práctica y potencia eficaz, pero a la vez, recordar la contingencia del
ya, para no reducirlo a lo absoluto.
Ambas dialécticas del modus operandi scannoneano y su tensión vivificante
encontraron una iluminación en el ritmo propio de la analogía, afirmación-negación-
eminencia, que es otra de las características distintivos del jesuita argentino.
175
latinoamericana, uno de sus aportes más originales, creativos y sostenidos a lo largo
de todo su itinerario, en el que fue adquiriendo cada vez mayor complejidad y
consistencia, plasmadas en sucesivas figuras.
Sea resaltando su ritmo dialéctico, aplicándola de forma horizontal (es decir,
hacia la alteridad cultural y la novedad histórica y no sólo vertical hacia la
trascendencia religiosa), orientándola éticamente, arraigándola en los símbolos de la
cultura, o proponiéndola para acoger sin reducir la novedad histórica y la gracia que
se dona, nuestro autor hizo de su propuesta de analéctica o anadialéctica una
creación original, que ayuda a identificar su voz propia dentro de la expresión coral
del pensamiento latinoamericano actual.
Para Scannone la analogía da cabida a la diferencia, la alteridad y la novedad
como diferencia, alteridad y novedad, es decir respetando su misterio. Pues, de una
parte, permite una cierta intelección o determinación de (1) la gratuidad de la
libertad del otro y del nos-otros pueblo, (2) la sapiencialidad sobreabundante de los
símbolos y (3) la novedad gratuita e imprevisible del acontecimiento histórico. Pero,
por otra, lo hace respetando su diferencia sin que quede atrapada en una mismidad,
y sin sobreasumirlos en concepto reductivo y abstractamente universal. De modo
que se trata de una intelección o determinación abierta, que lo mantiene siempre
atento a aquella diferencia, alteridad y novedad.
Pero, además, la analogía permite pensar la lógica peculiar de la
trascendencia, lógica de la unidad en la diferencia y diferencia en la unidad y
meramente no identidad de las diferencias. Por ello, en el dispositivo analógico
Scannone encuentra un camino válido para hacer frente a la problemática de la
identidad y la diferencia, que se manifiesta, por ejemplo, (1’) entre la unidad y la
alteridad singular que se dan en el seno de un pueblo y entre los pueblos mismos,
(2’) entre continuidad o ruptura de la sabiduría y la ciencia o (3’) entre repetición y
novedad de las distintas épocas históricas.
176
de Amor, donde se da la distinción máxima (tri-) en la máxima unión (-unidad). Pero
Scannone pretendió desplegarla en sede o perspectiva filosófica, al asumirla tanto
como estructura y como ritmo pericoréticos.
Baste recordar que uno de los rasgos del contexto religioso y teológico en el
que trascurrió su formación fue el proceso de renovación de los estudios trinitarios.
En este punto no puede dejar de advertirse el influjo de Karl Rahner, y su teología
centrada en la autocomunicación gratuita de Dios por Cristo en el Espíritu y sus
trabajos de renovación de la doctrina trinitaria. No es casualidad que al rememorar
el origen de sus intereses filosóficos, Scannone se haya remontado a un “reparo”
sobre el propio Rahner. En una entrevista relataba al respecto:
Cuando Rahner plantea su filosofía, sobre todo en Espíritu en el mundo, se
queda en la identidad. La relación entre el pensamiento y lo pensado quedan
en una identidad dialéctica. En cambio, cuando hace teología, en las
problemáticas trinitarias, hay una verdadera trinidad. La diferencia, la
alteridad, no se sobreasume en una identidad dialéctica. Esto supone una
filosofía de la intersubjetividad que no llegó a plasmar a nivel explícito,
porque, Rahner nunca corrigió su filosofía desde su teología50
177
identidad entendida en su formulación clásica puede arrastrar, el jesuita encuentra en
el modelo trinitario, en el cual la unidad y la distinción son igualmente originarios, el
“uno distinguiente”, tomando la expresión de Klauss Hemmerle. Unidad
distinguiente pues “se trata no sólo de una unidad en la distinción, sino de una
unidad que funda la distinción, al mismo tiempo que ésta —es decir, la
relacionalidad— funda la unidad”. (Scannone, 2020b: 15) De aquí que, inspirado en
esta estructura y ritmos triunitarios, Scannone ensaya un nuevo concepto de unidad,
que no significa uniformidad sino comunión, que se convierte en un nuevo
paradigma, no sólo teológico ni filosófico, sino también socio-cultural.
178
produce “víctimas históricas”, que desafía hoy pensamiento a buscar alternativas
que se ofrecen al discernimiento para construir “otro mundo posible” (Scannone,
2009).
La llama de su vida se apagó el 28 de noviembre de 2019 a los 88 años, no
sin antes, dejar encendida una antorcha con forma de “posta”. El reconocimiento y
agradecimiento serán justos sólo si nos atrevemos a tomarla para seguir adelante y
nos aventuramos a ir en y más allá de Scannone, como creemos a él mismo le hubiera
gustado, con el desafío de pensar filosófica y teológicamente “en, sobre, desde y para
América Latina”, con validez analógicamente universal, en el concierto global de la
interculturalidad.
179
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