CENIZAS
DE NEIL LABUTE
TRADUCCIÓN DEL INGLÉS DE ALEJANDRO TANTANIAN (1 DE JULIO DE 2012)
Silencio. Oscuridad.
Las luces revelan una habitación envuelta en sombras. Al centro – un ataúd, cubierto de flores. En
una mesa cercana hay varias fotografías de una mujer, enmarcadas.
Al fondo de la habitación un arco se abre hacia otra área, bien iluminada. Murmullos de gente.
Un hombre se acerca - saca un paquete de CAMEL del interior de su sensible saco negro. Enciende
uno y espanta el humo. Sonríe mientras mira alrededor.
HOMBRE
... difíciles de dejar, ¿no? Los hábitos, digo. Como éste – no importa qué: drogas, alcohol,
chocolates, facebook, lo que sea - una vez que uno entra es, bueno... salir es como intentar
romper un pacto con el Diablo.
Otra bocanada mientras escucha el sonido de la gente en el cuarto contiguo.
HOMBRE
Vengo haciendo esto, aspirando estos cositos hace... desde chico y, claro, ¡eso no fue ayer!
Tampoco soy un anciano, quiero decir no es que haya empezado antes de la televisión, por
ejemplo — o de los dinosaurios, como dice mi nieto – pero ya pasó un tiempito. Y yo sé, yo sé, yo
vi las publicidades, yo leí las advertencias y todo eso, lo hice, pero nunca pude dejar por más de un
día. Bueno, un día y medio una vez… nada más. Porque cuando te agarra, te agarra… no se puede
hacer mucho. (Sonríe.) ¡Si no los hicieran tan ricos juro que los dejaría!
Busca un lugar para arrojar las cenizas – descubre algunas plantas en macetas. Se dirige hacia
ellas y usa la tierra. Mira alrededor, escucha un momento. Da una pitada. Nos da la espalda, dirige
su mirada hacia el otro cuarto.
CENIZAS DE NEIL LABUTE / 1
HOMBRE
¡Dios mío, escúchenme ahí adentro! Hablo como un perfecto idiota, ¿no? Sí, está bien, no tienen
por qué contestarme. Pero me estoy escuchando a mí mismo hablando sobre... (Pausa.) ¿Quién
dice “en efecto” si no está en un funeral o algo por el estilo? Nadie. Se me acerca un tipo, me da la
mano y me dice “Era una mujer maravillosa” y yo voy y le contesto “En efecto, lo era”. “¿¡En
efecto?!” ¿Por qué? Y bueno… en todo caso estoy seguro que lo dije con sinceridad... pero qué
vas a hacer, ¿no? Estás parado en el medio de un velatorio rodeado de personas tratando de
meter su vida entera en un par de apretones de manos... Entonces, bueno, uno dice cosas como
“en efecto” para quedar bien… eso... no hay caso. (Se ríe para sí.) Estoy tratando de ser honesto,
expresar mis sentimientos, y eso no tiene nada de malo. ¿No? Abrirme. Mostrarme vulnerable.
Conectarme con mis emociones y… eso… ustedes saben… todas esas pelotudeces. Creo que es
algo bueno...
Señala la foto de una mujer sobre la mesa.
HOMBRE
Ella me enseño cómo. María Josefina. Fue ella, sólo ella. No sé por qué la llamé así, por su nombre
completo como lo acabo de hacer – quiero decir… por supuesto que la voy a nombrar así en
“¿cómo-mierda-se-llama-lo-que-tengo-que hacer-mañana?” El panegírico, el panegírico frente a la
tumba. Obvio que la voy a nombrar así, pero en vida nunca la llamaba así. No durante el tiempo
que estuvimos juntos. No. Ella siempre fue “Mari Jo” o “Jóse”. Y a veces “Jo” cuando me quería
hacer el lindo, o en nuestra habitación, en la cama, bueno, no es necesario que se enteren de eso,
así que mucho-gusto-buenas-noches. Yo soy de otra… generación… porque hoy la mayoría de la
gente se interesa por ese tipo de cosas… Hoy abrís el diario y no leés otra cosa que éste o el otro
está haciendo no sé qué con no sé quién, o que a aquel le gusta hacerlo así o asá… Y si te quedaste
con las ganas podés mirarlo gratis por youtube. Porque encima se filman. Dios mío, ¿en qué nos
convertimos? ¿Eh? ¡Una horda de salvajes sentados alrededor del fuego tratando de mantenernos
entretenidos los unos a los otros! ¿Y para qué? Me importa un carajo cómo lo hacen los demás,
como lo hacen ustedes… en serio… o si les gusta o no les gusta. ¿A quién le importa? Problema de
ustedes, totalmente, así que, por favor, guárdenselo, ¿sí? (Sonríe.) Acá no, ¿sí? Mientras esto dure.
No sería… apropiado. (Pausa.) Mi esposa está muerta, un poco de respeto.
CENIZAS DE NEIL LABUTE / 2
Oye el sonido del grupo otra vez. Escucha.
HOMBRE
¡Debo estar haciendo algo bien ahí! Escuchen cómo lloran. Una carcajada de vez en cuando. Todos
conmovidos. Y está bien, tienen que estar conmovidos, porque ella era encantadora. Un absoluto
ser del cielo bajado a la tierra dentro de una envoltura humana… Ya sé. No tengo talento para la
palabra, no llevo un poeta adentro mío, soy el primero en reconocerlo, pero ella era eso. Un ángel
absoluto.
Mira dentro de la otra habitación, estudiando a los otros. Sonríe.
HOMBRE
... sí, están llorando. Todos. ¿Por qué no? Por lo demás, tienen público. Tiene lógica, es lo que hace
la mayoría de la gente. Largan todo en público y después te dan su más sentido pésame y un
pañuelito descartable. Es así. Pero yo no, mucho-gusto-buenas-noches. No es que no haya llorado
cuando se fue. Mi Mari Jo. Sí que lloré, parecía Heidi. ¿Se acuerdan? La nenita del cuento. La de los
Alpes, con el abuelo y... da lo mismo. Conozco esa historia desde que era chico y me acuerdo que
la nena no paraba de llorar. ¿O eso era en la película con Shirley Temple? Esa sí que lloraba sin
parar en la película que la pusieran. La explotaban a cagarse, perdón por el lenguaje, pero es así;
en algún lado leí una nota sobre ella, un aviso fúnebre o algo así – bueno, no me acuerdo cuando
se murió, no importa… era un artículo que contaba su infancia: para afuera, para el espectador
común, como usted o como yo , puro glamour. Y… Hollywood tiene su manera de hacer esas
cosas… hasta donde yo sé ella tuvo una vida difícil. No como la de Judy Garland y otras más, no tan
difícil, con las pastillas y todo eso, pero igual era como… una huerfanita pasando de familia en
familia, así es como la trató Hollywood. Y para una nena, quiero decir, para cualquier niño no
puede haber mayor dolor que ése… estar solo y no ser amado. Despreciado. Es así. (Pausa.) Y yo
de esto sé. Porque esa es mi historia. La historia de un huérfano. Sí, sí… Crecí así, en un orfanato…
así de simple. Y nunca conocí a mis padres. Ésa es mi vida... pero no estamos acá para hablar de
mí. No hoy al menos. Bueno, sí… un poco sí… aunque se supone que estamos acá para honrar la
memoria de Mari Jo… así que me voy a callar por un rato así ustedes rezan y esas cosas…
CENIZAS DE NEIL LABUTE / 3
El hombre se sienta en un pequeño banco, inclina la cabeza por un momento. Hace un chasquido
cuando oye ruidos – mueve su cabeza desaprobando mientras comienza a hablar.
HOMBRE
... yo lloré cuando tenía que llorar. En el momento. Cuando ocurrió, no ahora cuando todo el
mundo me está mirando y está esperando eso. Quiero decir: eso es hipócrita, creo… porque…
escúchenme a mí ahí adentro, como sueno, definitivamente hago ese quiebre con mi voz...
escuchen… (Espera.) ¿Escuchan? Ahora… mientras hablo con su sobrina. Ahí: “El día que nos
conocimos…” (Sonríe.) Es lo que se espera, ¿qué voy a decir? Que lo siento, sí, totalmente, pero
igual es como prefabricado. ¿No? Luego del hecho. No como en el momento justo cuando la
perdía. No hay nada como ese momento, no hay nada en la vida de nadie que se parezca a ese
momento. Nada de lo que hagas en tu vida te prepara para un momento así – cuando se deja de
ser, digo. De existir. Cuando no sos más. Porque, ustedes lo saben, sólo pasa una vez y, aunque
solo fuera un testigo y viera todo eso como si no fuera propio, como algo ajeno, como un turista…
igual… no hay nada como ese momento. (Pausa.) Y yo no soy un turista. No, ella era mi mujer, la
mujer de mi vida. Mi brazo derecho… mi… mi… mi mejor mitad. Mi media naranja, mis ojos y
cualquier cliché que se les ocurra. Mari Jo. Cómo lloré cuando ocurrió … me babeé como un nene
de jardín … en serio…y no me da vergüenza decirlo. En efecto, lo hice. (Ríe.) ¡Otra vez! “En efecto”.
Bueno, ahí tienen… para que vean….
El hombre se seca los ojos – una lágrima o dos permanecen ahí.
HOMBRE
... ¿qué se le va a hacer? Soy un tipo emotivo. Quiero decir… lo soy ahora gracias a Mari Jo. Pero
siempre de una forma discreta, no ando llorando por los rincones esperando que todos me
palmeen la espalda para hacerme sentir mejor, no. Lo hago cuando estoy solo, en la privacidad de
mi hogar. O de mis pensamientos. Como acá… (Pausa.) Y eso está bien. Lo hago, para no
guardarme todo adentro, como hacía antes, eso me lo enseñó Mari Jo. Me enseñó a sacar todo
afuera de… de… de manera “apropiada”. A ella le encantaba esa palabra “apropiada”. ¿Conocen a
Oprah Winfrey? – ¿la tienen?, la negra ésa de la tele - ella dijo esa palabra una vez y Mari Jo la
agarró al vuelo, en el aire. Por Dios, ¡cómo le gustaban los temas psicológicos! Se compraba todos
esos libros de autoayuda y se miraba todos los talk-shows, toda esa basura, incluso esos que son
CENIZAS DE NEIL LABUTE / 4
conducidos por hombres. Ese… ¿cómo se llamaba?... bueno, no sé los nombres… ése: el pelado y
el otro. Mari Jo sentía adoración por todo eso. Sí, en efecto. (Mueca.) Puta que lo parió, ahí está
otra vez. ¿Se dieron cuenta? Debe ser que lo digo más veces de las que creía. Sí, en efecto.
El hombre sonríe mientras saca otro cigarrillo del bolsillo de su saco.
HOMBRE
... ¿están bien? No fumaría si a ustedes… no sé qué se supone que podrían hacer ante una
situación como esta, porque quién le va a decir algo al viudo, ¿no? Nadie en su sano juicio. (Lo
enciende.) ¡Yo podría bajar ahora al estacionamiento y llevarme cualquier auto… (Pausa.) Bueno,
debería elegir el auto correcto, ¿no?, el de alguno que conozca mi situación, pero así y todo…
seguro que la saco barata en estas circunstancias. Pero no vayan a creer que esto es lo que tengo
en mente ahora mientras estoy parado ahí adentro… para nada. Sólo señalo este hecho para
darles un ejemplo de cómo a veces reaccionamos ante el dolor de la gente. Solemos darle
cualquier cosa : bellas palabras, mucho café, comida… lo que sea… pensando que con eso van a
sentirse mejor. O para sentirnos mejor nosotros, sí, es eso, seguro. En lugar de una mirada
honesta o de compartir un momento juntos, les ofrecemos un regio catering y con eso arreglamos
todo. Por Dios, somos graciosos, ¿no? Nosotros, la gente. Sí… somos graciosos.
El hombre se calla por un largo rato. Cabecea. Palmea el bolsillo de su saco.
HOMBRE
… el panegírico frente a la tumba tiene que salir perfecto. Creo que tengo todo pensado. Voy a
mencionar los… todos los clubes y eso… de los que Mari Jo era miembro, porque a la gente le
encanta escuchar esas cosas. Lo que hiciste con tu vida mientras estabas acá. Como si no fuera
suficiente con adaptarse, alimentarse, pagar las facturas, encontrar alguien a quien amar, tener
hijos y todo eso… no, aparentemente es necesario haber hecho algo con tu vida también. Algo que
se considere valioso. ¡Ahí está! Estaba hablando antes con esta mujer, no me acuerdo su nombre,
Nancy algo… ésa que tiene el sombrero puesto y el vestido rojo. Ahí. Rojo… mirá vos. (Grita.)
¡Estamos en un velorio, querida, no en un carnaval! ¡Hasta un marroncito oscuro hubiera sido más
aceptable! (Sonríe.) Todo bien, está ahí, la vieja ésta, Nancy, y con eso alcanza. Ella y yo estábamos
hablando antes de que todo esto empezara y ella intentaba sacarme información, preguntándome
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casi todo sobre los logros de Mari Jo y esto y lo otro, y siempre con el: “Sí, pero aparte de todo
¿hizo algo más, ella, con su vida? ¿Hizo algo?” ¡Como si cuatro hijos, un marido y diecisiete
sucursales de nuestra empresa no fueran suficientes! No. Nancy sigue mirándome con ese rouge
barato tan suyo diciendo bien fuerte: “Sí, querido, ¿pero que más hizo?” (Pausa.) Muy bien, yo te
voy a decir lo que hizo, si tanto querés saber lo que hizo yo te lo voy a contar: Mari Jo pasó gran
parte de su existencia lamentándose por su vida – por la primera mitad de su vida, claro, antes de
encontrarme – deseando que su vida hubiera sido de otra manera, eso es lo que hizo… pero eso
no es asunto de ustedes y mucho menos de Nancy. (Pausa.) Así que le conté sobre algunas de las
membresías y medallas que recibió, la boludez del Rotary Club y ya está… y de todo eso voy a
hablar sin falta mañana. En el panegírico. Frente a la tumba. Y no es que a la gente le importe eso,
para nada, ¡Mari Jo era amada por esta comunidad! Quiero decir… si hubiera una palabra que
dijera más, que fuera más grande que “amada”, esa sería la palabra que la definiría. “Bienamada”.
Eso está mejor. Le va mejor. Bien-amada… y así y todo le queda chica. María Josefina Carr (de
soltera Delaney) era un… un… ¿cómo se dice? (Piensa.) Un pilar de la sociedad. No estoy jodiendo,
quiero decir, puede que ustedes no la llamaran así al verla ahí… (Señala una foto.) … pero Mari Jo
era… era… una gran cosa. Honestamente. Una gran cosa.
El hombre termina su cigarrillo y lo apaga. Se estira.
HOMBRE
Estoy seguro que ustedes saben… quiero decir, seguro que anduvieron comentando entre ustedes
sobre la diferencia de edad. ¿No? ¿Les soy honesto? Me chupa un huevo. Pueden decir lo que
quieran. Yo ya escuché de todo. Sí, era un poco más grande que yo: quince años, la mayoría de los
meses, catorce entre enero y marzo; pero nunca los sentí mientras estuvimos juntos, nunca. Y
especialmente… al principio no… todo es un poco… bueno, no hay mucha gente que sepa cómo
empezamos Mari Jo y yo. Llegamos a convertirnos en un “pilar del pueblo” durante gran parte de
nuestra vida juntos; pero allá atrás, allá al principio éramos el tema. Para el chusmerío, claro. Sí, en
efecto. (Sonríe.) ¡Seguro que éramos candidatos para uno de esos talk-shows de parejas! Y si
quieren creerme, créanme y si no, no importa, pero… cuando nos conocimos, en esa instancia en
particular, fue amor a primera vista, lo fue. Al menos de mi parte. Bueno ¡y con una buena cuota
de lujuria, obvio! Ella era… ¡Dios mío!... si ustedes la hubieran visto cuando tenía cuarenta.
¡Olvídense! Le pasaba por arriba a cualquier chica en cualquier esquina… y en cualquier día del
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año. Cualquiera. ¡Y estoy hablando de una mujer de cuarenta años! Mari Jo era una… bueno…
una… una perla que cayó a este planeta como una lágrima salida del ojo de Cristo en la cruz… y no
creo que sea un sacrilegio decir esto, no creo. No soy muy bueno con las palabras, ya se los dije,
digo, Dios, por favor... (Señala.) … ¡escúchenme balbuceando ahí adentro!... por lo menos puedo
decir lo que siento, lo que intento decir… y es la pura verdad. Esta diosa cayó en mi vida a mis
veinticinco años y nunca más miré para atrás. Ni una sola vez…
El hombre se mueve alrededor y arregla un poco las flores.
HOMBRE
… era una mujer casada, cuando nos conocimos. Y no una recién casada, no, no. María Josefina
Carr – Andersen, por el primer marido – ya llevaba diecinueve años de matrimonio y era madre de
dos chicos bien creciditos. Lo era, en efecto. En efecto. En-efecto. (Pausa.) Sí, siempre me sentí un
poco mal por eso… por… romper ese matrimonio. No es que Mari Jo estuviera enamorada del tal
Andersen: un empresario sueco, primera generación en América, como le encantaba decir a él,
Ulrich se llamaba. Esto fue hace unos años, varios ya, pero uno sigue revolviendo los asuntos del
pasado. Mari Jo una vez me contó —y eso que no le gustaba hablar del pasado, para nada,
siempre miraba para adelante, siempre hacia el futuro — ella me contó que llegó a llamar a su
madre una noche, después de la noche de bodas, digo, la llamó por teléfono desde la suite Deluxe
del Hilton para decirle que se había equivocado con Ulrich, que no lo amaba. Y quería volver a su
casa… y esta vieja de mierda – perdón por ser tan directo, pero lo era - la madre de Mari Jo va y le
dice: “Vos ya tendiste la cama, ahora acostáte”. ¿Se dan cuenta? ¡Esa que hablaba era su mamita!
– por eso desde que Mari Jo me lo contó nunca más volví a sentirme mal por haber crecido sin
padres. ¿Ustedes se imaginan diciéndole algo así a un hijo? ¿Eh? (Pausa.) Pero ella le hizo caso a la
vieja de mierda, Mari Jo, digo, le hizo caso a la mamita: se acostó en la cama por algunos añitos….
hasta que nos conocimos. Sep.
Mira alrededor, saca su paquete de CAMEL.
HOMBRE
… ¡y esta cama me la tendí yo! Un colchón relleno de tabaco, alquitrán y mierda. Perdón… son los
nervios… lo que sea. Es… (Inhala.) Son buenísimos, y no me importa lo que digan los médicos, en
serio, ¡cómo les gusta machacar siempre con lo mismo! Dios mío, la cantidad de boludeces que
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tuve que escuchar sobre estos cositos… (Mostrando el cigarrillo.) Pero a pesar de todo fui siempre
un amante fiel. Una vez, los chicos y yo, para divertirnos, nos pusimos a calcular cuánto dinero
llevaba gastado en cigarrillos, a lo largo de los años. Y… ¡no lo podés creer!… realmente es
¡increíble! Supongo que lo mismo se puede decir de los chicos, que se compran todas esas
revistas de historietas o el último videogame… pero toda esa mierda no te sorprende con un
cáncer, ¿no? ¿O sí? Al menos no por ahora, qué se le va a hacer, estoy seguro que ellos, los
científicos digo, van a descubrir alguna mierda que va a terminar demostrando lo mal que hacen,
démosle tiempo… Pero esto no es lo único de lo que han sido responsables estos amiguitos, no,
no. Tuve otras experiencias que me acercaron a la muerte y que nunca revelé al gran público
(Sonríe.) Una vez estuve a punto de conseguir que Mari Jo y yo nos matáramos por culpa del
cigarrillo. Mitad de la noche, ruta, estamos volviendo a casa después de la inauguración de un
nuevo local. Mari Jo quería parar en cualquier lugar, un hotel rutero, en cualquier lado, pero yo me
sentía bien, despierto, así que le dije que se tirara a dormir atrás, teníamos una de esas furgonetas
Chrysler, con el tapizado falso… conseguí que se tirara en el asiento de atrás y calculé que
podríamos a llegar a casa antes de la hora pico de la mañana si le daba duro y parejo… me tomé
un par de cafés bien negros, dejé los Camel cerca… y ¡allá vamos! A los piques. (Pausa.) No
habíamos hecho ni cincuenta kilómetros que agarramos una zona de pozos, ¿vieron?, puro campo,
caminos sinuosos, vas para arriba, vas para abajo, sin parar, colinas, valles… y para colmo un banco
de niebla, esa niebla densa que se queda fija toda la noche… y recién se va a la madrugada.
Bueno… en un momento me inclino hacia el asiento del acompañante para buscar mis Camel y por
eso saco, claro, la vista de la ruta un segundo, sólo un segundo para agarrar un cigarrillo y
encenderlo… y en eso, de reojo, alcanzo a ver lo que se nos venía. Ahí, exactamente enfrente mío
un camión, viniendo hacia mí sin una puta luz encendida. Nada. Del otro lado una van, una de esas
mini-van familiares, completamente dada vuelta, el techo sobre la ruta. No tengo tiempo de
respirar ni de pensar, largo el volante y me tiro para un costado. Chocamos a más de cien
kilómetros por hora con el camión que nos arranca el techo, ¡bum! y nos deja como lata de
sardinas. Logro pisar el freno y no me pregunten cómo pero después de derrapar como cien
metros por la ruta, logramos parar. (Pausa.) En medio del silencio siento que estoy vivo, me doy
cuenta de eso, pero no tengo idea si Mari Jo… si ella está… Me quedo sentado, agarrado al
volante, la frente sangrando, solo. Uno de los peores momentos de mi vida… hasta que, de pronto,
ella asoma la cabeza llena de vidrios, pestañeando - como un bebé al que acaban de despertar de
la siesta – yo me sentí tan inmensamente feliz de ver asomar la cara de esa mujer que… no me
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importaba nada, es la pura verdad, creanme. Yo estaba en el Paraíso y más allá. Ver a mi Mari Jo
mirándome… iluminada por la luz del tablero. (Pausa.) El tipo había perdido el control de su auto,
se mataron él y toda la familia, los cinco – horrible. Le podía haber pasado a cualquiera o no
haberle pasado a nadie, pero pasó. Un ejecutivo de la IBM, con toda la vida por delante, su mujer,
sus hijos—el chofer del camión también. Un mes nada más en su nuevo trabajo, contento con el
sueldo; ¿por qué ellos se matan y nosotros quedamos vivos, sentados, respirando? ¿Por qué pasó
lo que pasó, por qué a nosotros no nos tocó ¿Eh? Qué sé yo. No lo sé, pero cosas como esas te
persiguen toda la vida, se los aseguro. Los avatares del destino. (Sacude la cabeza.) Que no es lo
que tenemos acá, lo que los dos terminamos enfrentando en la cúspide de nuestras vidas: el
cáncer. No, para nada, ese viene derechito, te toca el timbre y te dice: “¿A que no sabés quién
soy? Espero que no te joda, pero me quedo a cenar.” Enfermedades como esta o cualquier otra
que se van comiendo a la gente de a poco, son pura mierda y se merecen todo nuestro odio y todo
nuestro miedo. ¿Un microbio hijo de puta que crece adentro de un hombre o de una mujer
cuando llegan a adultos? Es mierda, eso es lo que es, pura mierda. ¿No se pueden controlar?, muy
bien, pero las podés odiar. Claro que sí, claro que podés… totalmente podés. (Pausa.) Igual eso no
tiene nada que ver con esto, con lo que nos convoca hoy - y nadie, y cuando digo nadie es nadie,
puede saber lo que me está pasando ahora acá, así que les ruego que se ahorren todo tipo de
comentario - olvidemos el tema y seguimos, ¿sí? Tengo otras cosas que necesito decir, si no les
molesta. Y si les molesta las voy a decir igual porque no les estoy pidiendo permiso, soy un viudo
ahora, así que merezco un poco de - lo que sea que merezca un tipo que acaba de perder a su
esposa. Lo que uno merece, creo. ¿Está? Dénme lo que me merezco.
Sonríe y deja de hablar por un momento. Termina su cigarrillo.
HOMBRE
… me voy a fumar uno de estos sentado en la mesa de la morgue, si me lo permiten, así que
pueden guardarse todas su sentencias ya saben dónde ¿sí? Es mi vida, mucho-gusto-buenas-
noches. O lo que queda de ella. Ya que si nos guiamos por las estimaciones me quedan algo así
como ocho meses, más o menos… (Pausa.) Lo bueno de esto es que todos van a asegurar que fue
el amor el que me llevó, poco tiempo después de Mari Jo. Le pasa a mucha gente mayor, por lo
que leo o veo en televisión – parejas que estuvieron juntas por mucho tiempo, años y años como
nosotros—y cuando uno se muere, el otro se va sí o sí en menos de un año. Es así. Y así será en
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este caso… y es, supongo, de alguna forma, romántico, si lo ves de ese modo. Amantes trágicos o
algo así, ¿no? Yo creo que lo fuimos, a nuestra manera… (Pausa.) Conocí a Mari Jo de la manera
más extraña, en serio. Ella estaba sentada en la parte de atrás de un Buick Riviera enorme, nuevo,
uno de esos “botes de cola” loquísimos que habían salido en el ‘71. Era gigante y yo me puse a
mirarlo – nunca había visto un auto así antes, en la calle; entonces Ulrich Andersen, el que era su
marido, para el que yo trabajaba en ese momento en uno de sus depósitos, me ve mientras está
hablando con unos tipos de repuestos robados seguro, era un secreto a voces que ésa era su
especialidad – la cosa es que el Ulrich éste me mira y me descubre agachado mirando la parte de
atrás del auto, obnubilado. Es que son de verdad unos autos hermosos. No sé si los conocen
pero… créanme: son hermosos. El de Ulrich era blanco hielo, cromado y con un techo negro de
vinilo, estilizado, maravilloso. No existía nada igual en el mercado, y hoy directamente no hay nada
parecido. ¡No permitan que me enganche a hablar de autos porque vamos a estar toda la noche!
Pero… en serio… las mierdas que las empresas sacan ahora y los siguen llamando “automóviles”,
es un crimen, un delito mayor dentro de mi manual. ¡Todos los autos parecen un puto Honda,
salvo los Honda, claro! Los japoneses transformaron los autos en una suerte de caja futurista con
un par de ruedas… patético. Y no sólo para los amantes de los autos como yo, también para el más
común de los mortales. Los autos solían representar algo, individualidad, artesanía y, y… (Pausa.)
Sueno como uno de esos tipos, ¿no? De esos que se te sientan al lado en el colectivo, en una cena
o donde sea, y a vos se te ocurre preguntarles: “¿Qué hora es?” Y recién dos días te lo podés sacar
de encima, ¡si es que tenés suerte! Ya entendí, me callo, no hablo más de esto. Autos.
El hombre saca otro cigarrillo, piensa qué hacer con él, lo guarda.
HOMBRE
… puedo esperar. Así demuestro un poco de fuerza de voluntad. Y les aseguro, tengo bastante
Cantidades, y tengo tanto por ser un marginal perpetuo, creo. El huerfanito, siempre último en la
fila. Sí, me di cuenta de eso enseguida – ser el chico nuevo no importa un carajo, así que agradecé
lo que te toque. (Pausa.) Perdón, debe ser el día, porque me da vueltas la cabeza– les estaba
contando cómo nos conocimos con Mari Jo. El incidente con el Buick. Sí. (Pausa.) Entonces… Ulrich
me descubre babeándome sobre su auto y supongo que se le mete en su cerebro nórdico la idea
de que estoy mirando a su mujer, a quien no podía ver por el reflejo de los vidrios, pero
evidentemente no es lo que él pensaba. No. Así que me grita “Eddy” y corre hacia mí con sus
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grandes zancadas estilo Europa del Norte… (Lo imita.) ... y al instante lo tengo acá, sobre mi cara,
agitando sus brazos y emborrachándome con ese aliento tan suyo mientras me grita: “Eh, Eddy,
vos, ¡Muchacho! ¿Ké ándas haciendo? ¿Pór qué éstas mírando a mi ésposa?” Y me pega un golpe
– ¡no es joda! Dos minutos antes me había dado una palmadita en el hombro y me había
deslizado, al pasar, un billete de diez dólares en el bolsillo – tengo veinticinco años, él me trata
como un hijo, y no tengo ningún problema con eso – y ahora me está encajando un cross en la
mandíbula. Tampoco quiero que nadie se escandalice con todo esto, claro – crecí en doce hogares
diferentes, la mayoría una mierda, estuve un tiempo en el Ejército, pegué un par de vueltas por
Méjico – así que ningún empresario sueco, y me importa un carajo quién sea, iba a lograr
noquearme. Doy un paso para el costado – toda mi vida laboral pasa delante de mis ojos en un
segundo, pienso: este trabajo me permite bancar la universidad – pero así y todo lo acuesto con
dos trompadas. Una en el estómago y la otra en esa nariz horrible. ¡Pam-pum! Y a la lona. Y
entonces, claro, me preparo a recibir, de mano de mis compañeritos de trabajo – bajo las órdenes
de Ulrich-, la más prolija y completa de las palizas que alguien recibirá jamás; pero no me importa.
Estuvo bueno ver como caía de rodillas frente a mí, al menos una vez. Obviamente, era un celoso
enfermizo – descubrí que es algo muy común entre los tipos que no están enamorados de sus
mujeres se vuelven locos con la simple idea de que otros sí lo estén. ¿Entienden? Es verdad.
(Pausa.) En realidad, no fue exactamente así, la historia. Vi la cara de Mari Jo ahí, mientras me
desmayaba. Escuché algunos gritos de mujer mientras me pegaban y luego esa… visión…
mirándome mientras caía. Precioso.
Saca su paquete de CAMEL y enciende uno. Disfruta de una pitada larga que desprende una nube de
humo que se eleva. La toca con su mano.
HOMBRE
Todavía no les dije a que me dedico, ¿no? El pequeño imperio que Mari Jo y yo construimos,
nuestro orgullo, imperio que, sin duda, en ocho meses, será destrozado por esa banda que está
ahí... (Señala el otro cuarto.) … es una cadena de alquiler de autos llamada “Carr´s”. ¿Lo cazaron?
“Carr´s Cars”. Carr es mi apellido. Car es auto en inglés. Los autos de Carr. “Carr’s Cars”. Okey, sí,
un poco idiota, tienen razón… pero a la gente común le encantan esas idioteces. ¡Las adoran!
Bueno, a Mari Jo se le ocurrió un acertijo: ¿cómo puede ser que la gente sólo alquile autos nuevos
cuando viajan a algún lado? Está bien, no es exactamente un acertijo, es una pregunta, pero se
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pregunta básicamente lo mismo. ¿Cómo puede ser? Bueno, eso fue lo que nos preguntamos – y la
respuesta fue: ¡porque nadie puso nunca un negocio de alquiler de autos clásicos! Así que con
Mari Jo, y para qué negarlo, con el dinero que consiguió divorciándose de Ulrich, compramos
todos los autos clásicos que pudimos encontrar, en todo el país, cantidades de esas bellezas que
arreglábamos, le dábamos una nueva mano de pintura y después las poníamos en alquiler. Un
suceso. Un gran suceso, incluso salimos en la revista Time. Debo tener el recorte por ahí todavía.
Chatarras-en-Alquiler… la idea fue nuestra, de Mari Jo y mía. Una de esas cosas, como los clips,
esos para agarrar papeles, que se te ocurren a las cuatro de la mañana y cuando te despertás ya
sos millonario. Sí, todo salió muy bien… (Pausa.) ¿Saben qué? Me sigue pasando, por ejemplo,
estoy manejando por el centro o en la autopista, me pasó justo la semana pasada – me crucé con
un Impala modelo 65, azul, con el techo blanco, y el 327 original, un tipo con look de empresario,
35 años, manejando, hablando por su celular, yendo a alguna reunión y con la chapa de las
nuestras, que dice: “¡Puedo ser viejo, pero voy delante tuyo!” Lo pienso y me mata. ¡Me encanta!
Y debajo dice: “Lo conseguí en Carr’s Cars”. Con el número 800. Te llena de orgullo, ¿saben?
Cuando hiciste algo así, cuando creaste algo. (Mira a los otros otra vez.) Y le ruego a Dios que estos
puedan mantenerlo intacto cuando ya no esté y no se terminen matando entre ellos. Sería una
pena que nuestro pequeño reino se derrumbara por pelotudeces como quién va a estar al frente
de la empresa o cosas así. Pero todos sabemos cómo son las familias… los seres más odiosos que
Dios junte en un mismo lugar, eso es lo que casi siempre descubrimos. En situaciones como éstas,
¿no? La muerte genera cosas raras en las personas, y eso no es ningún misterio. (Pausa.) Sí, me
alegra pensar que no voy a estar cuando los hijos varones de Mari Jo empiecen a despedazarse.
(Pausa.) Nuestras hijas no, ellas nunca… sus hijos sí. Los de su primer matrimonio. Ésos.
El hombre aparta esta idea – finaliza su cigarrillo.
HOMBRE
Sé que estoy dejando muchos detalles afuera pero van a tener que creerme – prefiero contarles
los “hitos” de esta historia, porque la mayor parte de lo nuestro es… privado. Sí, tuvimos una
relación extramatrimonial, creo que se los dije – y esa es la parte de la que no estoy para nada
orgulloso – pero a esa altura el matrimonio de Mari Jo estaba terminado hacía rato. Yo no hubiera
arruinado la vida de esos chicos si la cosa no hubiese estado… créanme… en estado crítico. Pero la
volví a ver cinco meses después, luego del problemita con Ulrich, en una fiesta – Mari Jo tenía un
CENIZAS DE NEIL LABUTE / 12
vestido que era pura luz, color lavanda, sostenido por dos broches enormes, uno en cada hombro
– Dios mío, ¡eso sí que era una mujer! Ella era desconcertante. Lo digo en serio, eso era. Me hizo
sentir un bebé, temblando por dentro. Así empezó todo… ahora lo saben – mucho chusmerío,
miles de gritos con el viejo Ulrich y otras cosas que no sé cómo logró superar, Mari Jo, porque
siempre fue una mujer frágil – todo empezó así… Yo descubriéndola con ese vestido ni bien entra
al salón de aquella mansión en Pittsburgh. (Pausa.) Yo estaba ahí de casualidad – conocía de la
escuela nocturna al hijo del dueño del lugar, que me había invitado a pasar el fin de semana, y
justo coincidió con esa gran fiesta que daba su padre – como sea, caminé directamente hacia ella,
con mis jeans y un saco prestado y le dije: “Hola de nuevo”. Le recordé cómo nos habíamos
conocido, y desde ese instante, no pasó ni un día, literalmente, que no hayamos estado juntos, por
teléfono, en persona, de cualquiera manera. Y todo ésto fue muchísimo antes de internet, o de los
celulares – arreglábamos para estar juntos porque estábamos enamorados, no porque fuese fácil.
Hoy, te gusta una chica, no estás seguro si tenés que llamarla por teléfono, o ir a buscarla, o
invitarla a salir. Le mandás un mail y listo. Menos de un minuto. Pero en mi época – Dios, ahora sí
sé que estoy viejo y me estoy muriendo “¡en mi época!” – como sea, en mi época si uno quería
algo, había que trabajar. Y eso hicimos Mari Jo y yo. Los dos trabajamos en nuestra relación cada
día de nuestras vidas, contra viento y marea, con plata o sin plata y, claro, obviamente, con el
temita de la salud, también… nunca nos dimos por vencidos. Ni una sola vez. (Pausa.) Eso no
significa que no haya dormido en el sofá unas cuantas noches, pero, mierda… ¡nunca me fui de
casa! La gente hoy en día… ya saben. Están siempre listos para ofenderse. Para hacer las valijas.
Para rendirse. Ya no entiendo este mundo, no lo entiendo. Por eso tal vez está bien que me vaya
pronto, cada vez más me siento más y más ajeno. Cuando tenía una meta, me aferraba a ella –
¡me aferraba durante años si era necesario hasta alcanzarla! (Pausa.) Si hubieran crecido como
uno de esos personajes de Dickens me entenderían. A uno se le mete en la cabeza que quiere algo
y se aferra a eso, a toda costa. Uno se aferra. Y éso hice con mi Mari Jo. La tuve finalmente y me
aferré a ella hasta el último minuto de su vida… en mis brazos y yo mirando su dulce, dulce cara.
Eso es lo que hice. En efecto.
Comienza a alejarse pero de repente se gira en círculo, volviéndonos a mirar.
HOMBRE
CENIZAS DE NEIL LABUTE / 13
… ¿y saben por qué? ¿Tienen alguna idea de por qué me obsesioné así con Mari Jo? ¿Eh? Porque
merecía ser amada, por eso. Sep. Y uno no puede decir eso de cualquiera que se cruza en la calle,
ya no… Pero de ella sí. Ella era como una mujer embrujada, buscando algo ahí afuera, en el
horizonte – lo podías ver en sus ojos – y cuando encontró algo parecido al amor, un amor real, un
amor verdadero como el que nos ofrecimos el uno al otro… se quedó aferrado a él como los restos
de un avión desaparecido en el mar. Cuando nos encontramos, en medio de esa fiesta elegante,
ella vio eso en mí. Lo vio. Vió que valía la pena aferrarse a mí. Y yo, que, mierda – yo me pasé toda
la vida buscándola. Hasta ese momento. Todo aquello de lo que les hablé antes – el ejército, los
viajes - nunca había tocado una mujer antes que ella, no, y me importa un carajo si me creen o no
– pero nunca. Bueno, algunos besos y esas cosas, sí, pero nunca antes estuve en una cama con una
mujer de esa manera hasta que Mari Jo y yo dormimos juntos la primer noche después de
casarnos. Claro, en ese entonces era distinto, una época totalmente distinta a ésta, yo la llamaría
época dorada. Sí. Repleta de caballerosidad y de pensamientos decentes y de abrirle la puerta a la
dama, cosas que hoy provocarían miradas de asombro y hasta un (Hace el gesto de FUCK YOU.), y no
es chiste. En serio, ¡una chica de quince, me hizo así con el dedo porque le abrí la puerta para
darle paso en un restaurant! Yo les pregunto, ¿adónde vamos a ir a parar? (Niega con su cabeza y
se dirige al féretro.) Creo que lo que viene ahora sería como uno de esos videos de youtube de los
que hablé al principio, porque lo que les voy a contar, sobre nosotros, bueno… No lo hago.
Usualmente. Nunca lo hice, y estoy incluyendo a mis amigos, a mis compañeros de tragos, todo
eso. Muchas veces cuando ellos me querían sacar información sobre Mari Jo... Lo privado es
privado, pero déjenme decirles – nada de ella me alcanzaba. ¡Nada! Su piel, ver su cuerpo,
sentirlo… estar dentro de ella, dentro de Mari Jo, era un coro cantando, en serio – sentía que me
desmayaba y veía luces brillantes, música, todo ese tipo de cosas cuando hacíamos el amor. Era
como estar fuera de este mundo y de ahí llegaron nuestras hijas… (Señala a los otros.)… de toda
aquella felicidad. Los quiero, por supuesto, pero a ustedes no les voy a mentir. Hoy ellas están con
nosotros por una única razón: me encantaba tener sexo con su madre. En serio. Algunas veces me
asustaba, nos asustábamos los dos, creo, por lo bien que nos sentíamos. Y eso nunca disminuyó,
no, en ningún sentido, durante toda nuestra vida, hasta el momento en que - bueno, no mucho
antes de que supiésemos. Lo de Mari Jo y su enfermedad… (Pausa.) Nada de Viagra, nada, ni una
de esas mierdas químicas que hoy muchos tipos necesitan, no no - ella era todo lo que
necesitaba… mi Jo. (Se toca los pantalones.) ¡Dios, qué vergüenza! ¿Eh? No esperaba que me
CENIZAS DE NEIL LABUTE / 14
pasara ésto… no acá. Pero, ¿ven?, ésto es lo que les decía sobre ella… hasta ahora que se fue. La
amo, carajo. La amo, la amo.
Se calla y escucha por un momento. Mira su reloj.
HOMBRE
Ya estamos terminando así que va a ser mejor que vuelva. Para despedirme y esas cosas… y no lo
digo por esto que me acaba de pasar allá. Es… no importa. Estoy demasiado viejo para sentir
vergüenza y además no tengo motivos para avergonzarme, se los aseguro. Ni uno solo si hablamos
de Mari Jo…
Inicia la salida, vuelve a girarse. Mira hacia fuera otra vez.
HOMBRE
… ella no se merecía lo que le pasó. ¿Está? No se lo merecía. (Pausa.) ¡Fumé como una chimenea
toda mi vida y la que se agarra el cáncer es ella! Es como uno de esos chistes machistas de las
revistas para hombres, eso es. Ahora ya lo acepté, sí, pero al principio… a ninguno de los dos nos
entraba en la cabeza, pero es la forma en que al universo le gusta jugar a veces, al menos en mi
experiencia. A Dios le gusta así, mucho gusto-buenas noches… Nos mantiene entretenidos jugando
a las adivinanzas. (Pausa.) Y no lo digo por blasfemar, solo que esto, todo esto que llamamos vida
se sostiene del más fino de los hilos –lo sepamos o no- y vos tenés que vivir la tuya, tu vida, al
máximo posible. Sólo que a veces tu destino puede, literalmente, cambiar en un puto segundo.
Debo decir, sin embargo, que cuando recibí la noticia, me sentí, no sé, casi… eufórico, creo. Tal vez
les suene- ya sé, pero déjenme explicarles… cuando recibí la noticia, cuando ella me llamó a la
oficina, me lo contó, y me pidió que fuera a casa, mientras manejaba, dentro mío estaba radiante,
porque ahora – y yo sabía que era algo malo, ella me había adelantado algo de los resultados –
porque ahora estaba seguro que iba estar con ella, cada día, por el resto de su vida. Y eso, de
alguna manera, me alegró. (Pausa.) Porque, ¿saben?, durante nuestro matrimonio, prácticamente
desde el momento que nos bajamos del altar, tuve la sensación horrible de que yo no iba a estar
cuando ella se muriese. Como una premonición o algo así, y esta sensación, me daba mucho
mucho miedo. Sinceramente, tenía miedo cuando me iba de viaje por negocios. Yo odiaba irme de
casa. Irme de ella. Y no sólo porque la extrañaba, porque la extrañaba y mucho, sino también
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porque tenía esa rara sensación de que me la iban a arrancar de alguna manera. Un choque, un
accidente, cualquier cosa, cuando yo no estuviera. Largas noches perdidas en hoteles con largas
llamadas de larga distancia. Amaba escuchar su voz, así, de noche, mientras me hundía en el
sueño. Era maravilloso.
El hombre vacila, no sabe si seguir o no.
HOMBRE
… la verdad, no tengo mucho que decir sobre su muerte. No tengo mucho y tengo tomos enteros,
creo. Jamás vi a una persona dejar este mundo de manera tan digna. Jamás.
Le pido a Dios que pueda irme de esta vida con la misma dignidad, pero lo dudo. Lo dudo…
Ella se dejó ir, así. Era su hora y ella estaba completamente lúcida y… se esfumó. Así. Había sido
una lucha terrible y yo estaba contento de que todo terminara. Ver a alguien que uno ama luchar
de ese modo, soportar eso, hora tras hora… sólo quería que estuviera en paz. “Soñar y no tener
que”, bueno, lo que sea. Nadie puede poner esa mierda en palabras, y menos yo…
Tampoco a nadie le gusta escucharlas, a menos que uno esté pasando por lo mismo, así que no
voy a entrar en detalles, pero… su último día, un martes, el día que nos dejó… no pudo ser más
perfecto. Hablo del clima. Todo el fin de semana había llovido sin parar, baldes de agua, y el lunes
también, pero ese martes empezó con un amanecer hermosísimo que ella pudo ver desde la cama
– Mari Jo exigió estar en casa, que la dejásemos terminar todo en casa y no en una puta habitación
de hospital y yo estuve de acuerdo, a pesar de que los chicos se pelearon conmigo por eso, incluso
por eso – ella estaba en casa, acostada, la enfermera abajo, tomándose una pausa, y yo estaba
sólo con ella –los chicos no estaban en casa – y ella… antes que se fuera, un segundo antes, Mari
Jo me agarró la mano y me sonrió, con esa perfecta sonrisa serena – no con la mirada asustada de
una alguien que está a punto de morir– me sonrió, tan dulcemente, y murmuró que tenía algo que
decirme. Un secreto. Algo que nunca le había dicho a nadie, en toda su vida, y que necesitaba
decirme a mí, al hombre que amaba… (Pausa.) Y lo hizo. Lo susurró en mi oído y después de un
minuto o algo así se fue, y en esos sesenta segundos, vi caer una vida entera. Esta protección que
ella había sido… Es increíble lo que hacemos, nosotros, los seres humanos, para escaparnos del
pasado. ¿No? ¡ Ella me lo contó – su secreto – y yo me incliné y la besé, ahí, en los labios. Largo, en
los labios y también le susurré algo. Cuatro palabras y luego esa mirada en su cara. Nada de
muerte ni miedo ni nada parecido, puro alivio. Absoluta libertad. Sep. Fue un día perfecto.
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Vuelve a sacar su atado de cigarrillos – sólo queda uno. Lo enciende.
HOMBRE
Y no les voy a contar lo que le dije a Mari Jo, así que no pregunten. Es algo entre Jo y yo, privado, y
elijo no decirlo. Pero en cambio estoy seguro que a Mari Jo no le importaría que les cuente lo que
ella me dijo, porque una vez que lo nombró, se lo sacó de encima… eso, se liberó. Liberada.
(Pausa.) Parece que Mari Jo, años antes de que cualquiera de nosotros la conociese, y hablo de
cada una de las personas que están ahí… (Señala.) … tuvo un bebé. La dejó embarazada un tío que
vino de visita -hermano de la madre, sí – y la mandaron lejos y se deshicieron del recién nacido. Se
lo dejaron al estado, que es lo que hace la gente en estos casos- a pesar de haber pasado por lo
mismo, no tengo autoridad para juzgarlos. Eso fue lo que ella hizo, su gran crimen, el que su
corazón llevó a todas partes todo este tiempo – un hijo de puta la había violado y ella era la
culpable. Y cuando no aguantó más toda esa mierda se escapó y se casó con el primer tipo con el
bien afeitado y con una sonrisa en la cara que se encontró: Ulrich Andersen. Y todos sabemos
cómo terminó eso. (Pausa.) Y después de todo lo que vivió, de los años con Ulrich y los que
pasamos juntos y de tener más hijos, aún en su madurez hasta que llegó el cáncer – nunca se vió
ni se verá a una persona más graciosa y amable caminando por las calles y los campos de este gran
país nuestro. No, nunca se vio.
Saca el último cigarrillo. Tira el atado vacío.
HOMBRE
El último, lo prometo. (Lo enciende.) … pero sí, su pequeño secreto está a salvo conmigo. Por
ahora y mi “por ahora” no va a ser por mucho tiempo, así que… (Señala.) Nunca se lo contaría a
esa banda que está ahí, nunca, ni siquiera a los de mi sangre, porque no lo entenderían y
putearían y gemirían y se mostrarían aterrorizados, y mirarían la verdad con ojos ciegos. La verdad
sobre alguien que supuestamente les importa. Quiero decir, Dios mío ¿cómo llegamos a esto? Y
hablo de cualquiera de nosotros, ¿eh? No soportamos la verdad. Nos refugiamos en las sombras y
lloramos si una persona nos dice la verdad dura y cruda. Mejor seguir mintiéndonos, a nosotros y a
los demás, grandes sonrisas estampadas en las caras como las que usamos en los partidos de
fútbol de los chicos o en los shoppings rogando que llegue el final del día… (Levanta sus manos.) …
Una mier-da... Eso, lo dije antes, somos raros, muy raros. Una simple banda de inadaptados.
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(Pausa.) La verdad… el corazón de todo este asunto – es que yo siempre supe que ella tenía un
secreto. Mi Mari Jo. Lo sabía. Sabía qué pasaba en la profundidad de sus ojos dorados, muy, muy
adentro suyo… Lo sabía porque - bueno, tal vez ustedes sean mucho más inteligentes de lo que
imaginaba - yo era su secreto. Yo. (Pausa.) Mari Jo fue la razón de mi vida. Me dí cuenta que si ella
no me pudo querer de un modo, de ese modo… como su hijo… yo iba a ser capaz de encontrar un
camino distinto para nosotros, en una vida distinta. Una vida como la que tuvimos. Sí, siempre
supe quién era. (Pausa.) Me llevó mucho tiempo reunir todos los datos, en serio, montones de
cartas, y ruegos y mierdas. Hasta salí con una chica - una pelirroja – durante un año y medio,
dieciocho meses, sólo para conseguir el apellido de soltera de mi madre… Así que no estoy
orgulloso de todo lo que hice. Pero… lo hecho, hecho está. (Pausa.) No fue fácil lo que vino
después, después de saber su nombre. Fueron años y años dando vueltas, metiéndome en
callejones sin salida y todo lo demás… sí, así fue. Sí. Pero lo hice. Encontré el camino. Al hogar. A
ella. Mi Mari Jo. (Un momento). Mi mamá…
El hombre sonríe y se aleja. Se vuelve una última vez.
HOMBRE
… quiero que sepan, pese a…, que valió la pena. Todo ésto que hice, y que muchos podrán tildar
de “equivocado”… yo no cambiaría ni un minuto de todo lo que viví. Ni un segundo. Ser amado
nunca puede ser algo equivocado, o amar a una persona, como yo la amé, de la manera en que la
amé. Pasé mi vida entera - la única que Dios me dio - haciendo feliz a una mujer y ella hizo lo
mismo conmigo y ni una mosca ni una brizna de hierba sufrieron jamás por este amor – ni una. Y
entre ustedes… ¿cuántos pueden decir lo mismo? (Pausa.) ¿Saben qué?… el amor es una criatura
especial, no importa la forma que asuma. Creo profundamente en eso… Lo creo.
Se gira y mira el retrato de su madre. Recordando.
El sonido de los otros en el cuarto contiguo – hablando. La música, lentamente, asciende.
Silencio. Oscuridad.
TRADUCCIÓN DE ALEJANDRO TANTANIAN
BUENOS AIRES, BARRIO DE BELGRANO,
ABRIL – MAYO DE 2012
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