INVESTIGACIÓN DOCUMENTAL
DERECHO ADMINISTRATIVO
Nombre del alumno: Heiny A. Blanquet Campos.
Matrícula: 00340349 Grupo: 3° “A”
Fecha de realización: 05/12/2020
EVOLUCIÓN POLÍTICO ADMINISTRATIVA DEL
ESTADO MEXICANO
LA EXPERIENCIA MEXICANA EN REFORMA ADMINISTRATIVA
Los procesos de reformas al aparato administrativo público formaron parte de la
agenda de los gobiernos a lo largo de la década de los sesenta y setenta, tanto en
países con alto nivel de desarrollo económico, como en los países en vías de
desarrollo.
Se hace un breve análisis sobre las limitaciones que estos programas presentan,
tema en el que la experiencia reformista mexicana no es de ninguna manera
excepción. Muchos de los elementos que se incluyen en esta parte se presentan
en el ejemplo mexicano. Las limitaciones que en estos programas se han
encontrado, se podría incluso decir: que se convirtieron en razones de su fracaso.
A partir de los años sesenta, se introducen en pequeña escala elementos que se
identifican con este propósito. Unidades asesoras en materia de reforma, la
elaboración de un diagnóstico, que se reconoce teóricamente como punto de
partida para la obtención de resultados positivos, y esfuerzos en la integración de
unidades diferenciadas “paraestatales” en el conjunto de la actividad pública.
En los setenta la incorporación de propuestas de reforma adquiere formas más
acabadas. Se modifica la normatividad que rige el conjunto de la administración
pública y se crean nuevas unidades con una lógica administrativa más cercana a
la empresarial, lo que genera una doble estructura que no resultó fácil coordinar e
integrar a los objetivos del proyecto político. Se intentó incluso, ordenar la gestión
por sectores de actividad económica y se replanteó la relación entre el ámbito
federal de gobierno y el estatal y municipal.
El énfasis puesto en estos programas adquiere su más alto nivel cuando el
Ejecutivo les reconoció su importancia. Sin embargo, esto provocó que la propia
investidura Presidencial les restara la flexibilidad necesaria. Se sintieron
programas impuestos y, peor aún, ligados tanto al término del gobierno como al
prestigio de quien los había impulsado.
REFERENCIAS CONCEPTUALES
Las reformas al aparato estatal parecieron necesarias cuando se ampliaron las
tareas gubernamentales y con ello se extendió la infraestructura administrativa.
Los gobiernos se vieron en la necesidad de adaptar sus maquinarias
administrativas a nuevas condiciones, demandas y oportunidades.
La ampliación de atribuciones situó a los gobiernos frente a escenarios
novedosos: aparición de unidades semi-independientes como las empresas
públicas y los organismos descentralizados; la necesidad de que la acción local
tendiera a organizarse a escala regional y nacional, lo que exigía una revisión
importante de las estructuras existentes y de la interrelación a nivel de toma de
decisiones, y la revisión de aspectos relativos al papel que desempeñaba la
burocracia y el servidor público en su vinculación con la estructura de poder y en
sus intercambios con la sociedad.
El aspecto formal de los programas de reforma administrativa se puede clasificar
de la siguiente manera:
a) Reformas estructurales, que enfatizan cambios en los aparatos
administrativos públicos;
b) Reformas en los sistemas de apoyo, que inciden en tratar de racionalizar
los insumos de la administración: personal, servicios administrativos,
recursos materiales, etc.;
c) Reformas a los procesos y
d) Reformas con criterio economicista, que buscan fundamentalmente reducir
el gasto público.
Esta caracterización simple de los procesos giró en torno a la idea de que la
reforma se cumplía por la simple emisión de una ley o decreto, o por haberse
instituido algún sistema de operación administrativa más o menos novedoso.
La reforma administrativa impulsada particularmente en los países de América
Latina en las pasadas décadas, "se dejó orientar con frecuencia sin mayores
profundizaciones, por los mitos circulantes respecto a la necesidad de replicar las
categorías y modelos aplicados en la gestión privada. Con esa óptica, se
incorporaron mecánicamente objetivos, tecnologías y hasta líneas educacionales
que pudiendo tener plena vigencia para el sector privado, no incluyeron los
objetivos y las características del sector público.
El haber introducido programas, sin reflexionar sobre el momento político y las
consecuencias que éstos pudieran tener en el orden social, provocó tensiones
entre la esfera de poder político y la de decisión burocrática administrativa.
El éxito de los programas de reforma estaría entonces, vinculado directamente con
el hecho de que su diseño tiene que hacerse sólo en función de la circunstancia
específica que se desea modificar: país, tiempo, gobierno, etc. Las necesidades
de cada lugar, la disponibilidad de recursos, las tradiciones históricas y la cultura
política local, ilustran la dificultad en el diseño de una estrategia de reforma óptima
y de dimensión universal.
EXPERIENCIA REFORMISTA MEXICANA
En México, las reformas al aparato administrativo empezaron a incorporarse a los
programas de gobierno a partir de la década de los sesenta. Los primeros
esfuerzos cristalizan en decisiones que debieron darle mayor racionalidad a la
gestión gubernamental. Se intentaron repetidos ejercicios de planeación y
esfuerzos de coordinación. Era necesario fortalecer la estructura de la
administración pública, para que se pudieran elaborar planes y programas, a partir
de las metas requeridas para la inversión y el gasto.
Con la aparición de la Ley de Secretarías y Departamentos de Estado el 23 de
diciembre de 1958, se creó la Secretaría de la Presidencia con responsabilidades
de planeación, coordinación y evaluación.
Se le encargó reunir información para elaborar un plan general de
inversiones y gasto público del poder ejecutivo.
Coordinó programas de inversión pública, incluida la que correspondía a
organismos descentralizados y empresas de participación estatal, que
empezaron a aparecer de manera indiscriminada, como consecuencia
lógica de la creciente participación del Estado en la economía.
Se pensó entonces que, creando dependencias y fortaleciendo la administración
pública, se conseguiría dinamizar la inversión, incluso privada. Es ahí de donde
surgió el imperativo de planear la actividad de todas las entidades públicas para
que hubiera armonía entre ellas y para hacerla compatible con la del sector
privado.
La incorporación de la Secretaría de la Presidencia a la estructura administrativa
pública encargada de preparar el plan de desarrollo económico y social, provocó
conflictos con otras secretarías, porque sintieron no sólo sus intereses y poder
amenazados, sino que opinaban, y con razón, que estaban mejor calificadas para
cumplir con esas funciones. La incorporación de la Secretaría del Patrimonio
Nacional, también consignada en la misma ley, se justificó porque era la
encargada de controlar el creciente sector paraestatal. Esta dependencia se
estableció sobre las bases de la desaparecida Secretaría de Bienes Nacionales e
Inspección Administrativa. Sin embargo, esta secretaría tuvo también dificultades
para cumplir cabalmente con sus atribuciones, dado el traslape de funciones con
antiguas estructuras, sobre todo las responsables de la elaboración del
presupuesto (Secretaría de Hacienda) y las de establecer planes y programas
(Secretaría de la Presidencia).
En 1961 se reformó la Ley de Ingresos de la Federación para reglamentar las
obligaciones contraídas por organismos y empresas públicas, que debían quedar
inscritas en un registro que se abrió con ese fin. En marzo de 1962 se creó una
Comisión Intersecretarial cuya base jurídica fueron los acuerdos emitidos en junio
de 1959 y agosto de 1961, además de disposiciones sobre egresos y uso de
créditos.
En diciembre de 1964 al iniciarse el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, se
reconoció la necesidad de adecuar el aparato administrativo para hacerlo
compatible con las metas de desarrollo económico y social.
En 1965 se creó la Comisión de Administración Pública (CAP) dentro de la
Secretaría de la Presidencia. Para que la Comisión tuviera información y datos
que le permitieran hacer su trabajo, se expidió ese mismo año un acuerdo para
que las dependencias públicas enviaran a la Secretaría de la Presidencia sus
objetivos, los medios y recursos con los que contaban para alcanzarlos y las
necesidades que se satisficieran con dichos objetivos. El trabajo de la CAP es un
ejercicio evaluativo del funcionamiento del aparato administrativo. Un aspecto
fundamental de la evaluación que hizo la CAP, fue en la distribución de funciones;
analizó primero el aspecto formal contenido en la Ley de Secretarías y
Departamentos de Estado, y confrontó después, la realidad con lo dispuesto en la
norma. Encontró duplicaciones, falta de coordinación y deficiencias en los
sistemas de comunicación.
En enero de 1966 se publicó una nueva Ley para el Control de Organismos
Descentralizados y Empresas de Participación Estatal, que dejaba sin vigencia la
de I947. La administración apareció como el medio principal para aplicar la política
económica y social. Se propuso llevar a cabo la reforma administrativa en dos
grandes campos: el primero, de carácter general (tal como quedó explicado en la
parte conceptual), se refiere a estructuras, procedimientos y coordinación de todas
las entidades públicas. El segundo, más específico, considera el ámbito interno de
cada entidad, para elevar su eficiencia y productividad e intensificar la
capacitación de su personal.
A partir de 1970, en el programa político de Luis Echeverría, la reforma a la
administración se incorporó como un elemento importante en los planes de
gobierno.
Para sustituir la Comisión de Administración Pública, se creó en 1971 la Dirección
de Estudios Administrativos en la Secretaría de la Presidencia, que se encargó de
coordinar los trabajos de reforma administrativa. En enero de ese mismo año, por
acuerdo presidencial, se crearon las Comisiones Internas de Administración, para
que sirvieran de unidades rectoras de los programas de reforma. (Diario Oficial
1971). Se reformó la Ley de Secretarías y Departamentos de Estado para
reglamentar la organización interna y la Secretaría de Hacienda hizo obligatoria la
técnica de presupuesto por programa, que "entrañaba la relación costo-beneficio
al asociar los recursos públicos con la obligación de exhibir resultados concretos
de acuerdo con lo programado". El gobierno de Luis Echeverría prometió reanimar
la actividad económica y orientarla hacia el apoyo de los grupos desprotegidos de
la sociedad. Para ello, lamentablemente, no encontró mejor solución que ampliar
el número de empresas paraestatales, además de comisiones, fondos y
fideicomisos. En 1972, se expidió la Ley de Inspección de Adquisiciones para,
controlar las compras del sector público y en 1975 se estableció la obligación para
las dependencias públicas de presentar informes de actividades bimestrales.
En diciembre de 1976, cuando el Presidente José López Portillo asumió el cargo,
apareció un ordenamiento en el que se incluían importantes cambios a la
estructura administrativa pública con la idea de que era necesaria la organización
previa del gobierno, si lo que se pretendía era organizar el esfuerzo nacional. En la
exposición de motivos de la iniciativa de la Ley Orgánica de la Administración
Pública, el recién electo presidente señaló: "El proyecto de reorganización que me
permito proponer pretende convertir la compleja estructura burocrática que ha
desarrollado la administración pública, en un instrumento con responsabilidades
claras y precisas, que evite duplicación de funciones y permita que las decisiones
gubernamentales se traduzcan en los resultados que demandan los habitantes del
país". (Presidencia de la República 1977). Efectivamente, se propusieron cambios
importantes para la estructura administrativa. Esos cambios podían significar
riesgos frente a problemas económicos y de legitimidad que enfrentaba el
gobierno.
Para incluir a la esperada planeación integral, se creó la Secretaría de
Programación y Presupuesto, unidad destinada a tener bajo su órbita de
influencia, funciones de programación, presupuestario, evaluación, control,
además de estadística y contabilidad, antes distribuidas entre Hacienda,
Patrimonio y Presidencia, que desaparecía a la luz de estas reformas. “La nueva
secretaría, uno de los polos sobre los que giraría la administración pública, sería la
encargada de elaborar los planes nacionales y regionales de desarrollo; así como
programar la inversión y el gasto requeridos para su cumplimiento y evaluar su
desempeño." El dividir las paraestatales y los organismos descentralizados
tomando como criterio la naturaleza de sus funciones y responsabilizar a una
dependencia central (secretaría de Estado) del funcionamiento y resultados de los
sectores, constituyó el eje de las decisiones en materia de reforma a la
administración. Con la sectorización se proponía darle coherencia a la planeación
por áreas de actividad, lo que permite confirmar que no se había podido lograr la
correcta integración entre metas y recursos.
Las dificultades de la sectorización pusieron en evidencia que las entidades
agrupadas por sector no constituían un universo homogéneo, sino que había
disparidades estructurales imposibles de superar. Por otra parte, a pesar de los
esfuerzos sectorizados, algunos organismos descentralizados haciendo gala de
formas tradicionales de relación política pudieron coordinarse más fácilmente, vía
su acceso directo con el Presidente, lo que anulaba la coordinación de la cabeza
de sector. Un problema serio, reconocido por el gobierno Lópezportillista, fue el de
los graves desequilibrios regionales, debido a la centralización y concentración de
recursos y decisiones en el nivel federal de gobierno. En los esfuerzos
programadores para organizar el país se empezó a incorporar a los gobiernos
estatales y municipales y se establecieron mecanismos de coordinación para los
tres ámbitos de gobierno. Se reorganizaron con este propósito los Comités
Promotores del Desarrollo Económico, creados durante el gobierno de Echeverría.
Desde que José López Portillo llegó a la presidencia se empezaron a revisar los
Convenios Únicos con los Estados, que posteriormente se transformaron en
Comités Promotores Estatales de Planeación del Desarrollo (COPLADES), para
evitar desequilibrios tradicionales entre la planeación nacional y los programas
locales.
Para julio de 1982 ya se había perdido el entusiasmo original y las reformas
emprendidas no dieron los resultados esperados. Lo más coherente respecto a
planeación fue en su letra por lo menos el Plan Global de Desarrollo, pero
apareció tardíamente y en la parte aguda de la crisis a causa de la drástica caída
de los precios del petróleo, los que significaban un recurso fundamental para el
éxito de sus metas; perdido ese recurso, el Plan dejó de ser viable y nunca incluyó
a la administración pública, tal como quedó señalado en el apartado conceptual,
como recurso orgánico indispensable.
Desde su campaña electoral, Miguel de la Madrid habló de revisar la estructura
administrativa y, como anticipo de lo que sería su gobierno, mostró desconfianza
respecto a los métodos utilizados dentro del propósito reformador del gobierno que
apenas concluía. La planeación siguió siendo una tarea prioritaria. El nuevo
Presidente había sido el anterior titular de la Secretaría de Programación y
Presupuesto; conocía de primera mano la importancia de esta tarea. Por ello,
desde que asumió la presidencia, también envió una iniciativa al Congreso en la
que establecía un sistema de planeación, que tomaba vigencia obligatoria en la
Ley de Planeación.
Se presentó en mayo de 1983 el Plan Nacional de Desarrollo, en el que se
incluían las metas propuestas para el sexenio. El desarrollo regional formaba parte
importante de esta tarea, y se decidió fortalecer la instancia municipal de gobierno,
mediante una importante reforma constitucional. La Contraloría General se
responsabilizó de las contralorías internas y coordinó el trabajo de los comisarios y
delegados incorporados como nueva categoría de funcionarios, para que
controlaran y evaluaran las entidades paraestatales, los primeros, y las secretarías
de Estado, los segundos. Se aprobó también una nueva Ley de
Responsabilidades de los Funcionarios Públicos, que contiene un catálogo de
deberes propios de los cargos oficiales y las formas para exigir su observancia y
castigar su incumplimiento. En mayo de 1983, se publicaron dos acuerdos
presidenciales para lograr más eficiencia y productividad en el sector paraestatal.
El primero reiteró que las globalizadoras (Presidencia, Hacienda y Contraloría)
eran entidades normativas y de control, delimitó las funciones de las
coordinadoras de sector, y estipuló las obligaciones de sus responsables. El
segundo, estableció las obligaciones del sector paraestatal respecto a su
adecuación al Programa Inmediato de Reordenación Económica y al Plan
Nacional de Desarrollo. En ese momento el propósito era, prácticamente, obligar
al sector paraestatal a elevar su productividad sin aumentar gastos, lo que no
suponía privatizarlo o eliminarlo.
MOMENTO ACTUAL Y POSIBILIDADES DE REFORMA
El gobierno del Presidente Carlos Salinas de Gortari trabajó durante los tres
primeros años con la estructura administrativa que heredó. El ocho de enero de
1992 la prensa incluyó titulares que anunciaban, que de aprobarse la iniciativa que
enviaría el Presidente al Congreso a mediados del mes de febrero, se fusionaría la
Secretaría de Programación y Presupuesto con la de Hacienda y Crédito Público.
Es claro que la intención presidencial al promover esas reformas, es fortalecer el
proyecto económico.
Frente a la reforma promovida por el presidente Salinas hubieron inmediatas
reacciones del sector obrero organizado, en el sentido de que los cambios "a
veces son necesarios" y que los efectuados fortalecerían al equipo del gobierno
para continuar con el ritmo de la modernización que requiere el país. Por su parte
el presidente de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Hugo
Villalobos González, dijo que la futura súper Secretaría en la que se convertiría
Hacienda, "debe manejar con congruencia el gasto y los ingresos a efecto de
proseguir la labor de saneamiento de las finanzas públicas; debe hacer un uso
racional y vigilar todos los recursos; seguir planteando sistemas accesibles y
sencillos; ordenar en forma particularmente importante la economía informal;
asignar en forma clara y ordenada los recursos del gasto corriente y de inversión
y, sobre todo, no abandonar los sistemas de apoyo crediticio para que las
empresas en lo general puedan llevar a fondo sus programas de desarrollo".
El Presidente aclaró que la Secretaría de la Reforma Agraria no desaparecerá en
el corto plazo como algunos pronósticos lo aseguraban. La integración de la hoy
ya en funciones Secretaría de Desarrollo Social, que incluiría los recursos que
tiene el Programa Nacional de Solidaridad, instrumento del actual gobierno para
incidir en la solución de problemas urgentes para la población más desfavorecida,
lo que sin duda le da una importante fuerza política. El período extraordinario de
febrero y el de abril, permitieron el debate que concluyó con importantes reformas
al aparato administrativo, sin que ese debate tuviera mayores dificultades para
llegar a decisiones de consenso. En ese mismo período se discutieron también las
reformas al artículo 27 Constitucional, lo que sin duda concentró mayores
desacuerdos, restándole importancia a los cambios en la estructura del aparato
administrativo público.
CONCLUSIÓN
El proceso que ha sufrido México en cuestión Político Administrativo a lo largo de
la historia como país han desfilado un sinfín de presidentes y representantes
políticos que, si bien han tenido aciertos, sus errores son sobresalientes por el
gran impacto económico y social
REFERENCIAS
https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/5/2430/8.pdf
Pardo, María del Carmen. (1992). “La experiencia reformista mexicana”, en Teoría y Práctica de la
Administración Pública. Lecturas básicas. México, INAP, pp. 79-104, obtenido de:
http://www.inap.org.mx/portal/images/RAP/16%20teora%20y%20prctica%20de%20la%20administracin
%20pblica%20en%20mxico.pdf
Pardo, M. (1992). Teoría y práctica de la Administración Pública en México. México: Institución nacional de
administración pública, a.c. Recuperado el 5 de Diciembre de 2019
https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/9/4038/9.pdf
http://biblioteca.diputados.gob.mx/janium/bv/ce/scpd/LX/histo_admin.pdf