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Sobre mi libro “Cuestiones clave de la lingüística”

Juan Carlos Moreno Cabrera


Universidad Autónoma de Madrid

El libro “Cuestiones clave de la lingüística” (CCL) aparecido en la editorial Síntesis en


el año 2013 es en realidad una tarjeta de presentación de un tratado de lingüística mucho
más amplio, en dos volúmenes, titulado Del lenguaje a las lenguas. Tratado didáctico y
crítico de lingüística general (TDCLG), que hasta ahora no he podido ver impreso en
papel, aunque ha sido publicado en formato digital por la editorial Euphonia Ediciones
(http://www.euphoniaediciones.com/) en el año 2014. CCL es una exposición didáctica
de algunas de las cuestiones que se tratan en TDCLG, despojadas del amplio aparato
crítico y bibliográfico que caracteriza esta última obra.
Las motivaciones que me llevaron a escribir CCL son exactamente las mismas que me
hicieron redactar TDCLG y, por tanto, las explicaciones que voy a dar sobre CCL son
válidas también para TDCLG.
Uno de los motivos que me llevó a escribir ambas obras es la exposición, explicación y
ejemplificación de una dicotomía, de carácter epistemológico y heurístico, entre lo que
denomino lenguas naturales y lenguas cultivadas. Las primeras son las lenguas que
desarrollamos espontáneamente todos los seres humanos gracias a la facultad del
lenguaje exclusiva de nuestra especie y que usamos a diario de forma automatizada e
inadvertida. Las personas hablantes de una lengua natural no tienen la menor
consciencia de las reglas gramaticales de su lengua (excepto, claro es, los estudiosos de
ella). Si a una persona hispanohablante le preguntamos cuáles son los usos
fundamentales del subjuntivo, es probable que no sepa en algunos casos a qué nos
estamos refiriendo en la pregunta e incluso en el caso de que lo sepa no será en general
capaz de enumerar todos aquellos usos del subjuntivo que, sin embargo, usa y entiende
a diario. Las lenguas cultivadas surgen de la elaboración consciente y explícita de
algunos aspectos de las lenguas naturales en las que se basan; esas elaboraciones, a
diferencia de lo que ocurre con las lenguas naturales, se realizan de modo consciente y
con unas determinadas finalidades en mente y, por tanto, ni son espontáneas, ni son
automáticas, ni son inadvertidas. Las lenguas escritas estándar de las sociedades
industrializadas son ejemplos de este tipo de lengua, pero hay elaboraciones lingüísticas
conscientes de las lenguas naturales en todas las comunidades humanas conocidas. Se
realizan con determinados fines de carácter ritual, poético, social, antropológico o
simplemente lúdico.
En CCL esta dicotomía se presenta en el capítulo segundo y las lenguas cultivadas se
analizan en el capítulo cuarto. El capítulo cuarto de CCL es un resumen del capítulo
segundo del segundo volumen de TDCLG (páginas 558 a 883 de la versión digital del
libro).

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Esta dicotomía entre lenguas naturales y lenguas cultivadas, que estructura tanto CCL
como TDCLG no es nueva en absoluto. Fue enunciada en los mismos términos que se
utilizan en mis dos libros por Dante en su tratado De Vulgari eloquentia, que considero
como uno de los libros de lingüística más importantes de todos los tiempos. De hecho, a
la cuestión clave de la lingüística “¿Cómo se elaboran las lenguas cultivadas?” lo
denomino en CCL el problema de Dante. Porque precisamente el objetivo de ese libro
del excelso poeta es el de describir cómo puede elaborarse lo que él denominó el vulgar
ilustre que equivaldría al concepto de la lengua poética o literaria culta de la actualidad.
TDCLG precisamente se abre con un denominado prólogo dantesco en el que explico
con detenimiento las aportaciones fundamentales de De vulgari eloquentia, que, en mi
opinión, son totalmente relevantes en la lingüística de hoy en día. De hecho, CCL y
sobre todo TDCLG los concibo como un intento de dar nueva vida a las ideas de Dante
utilizando los adelantos y descubrimientos de la lingüística contemporánea.
En la dicotomía entre lenguas naturales y lenguas cultivadas, que constituye uno de los
ejes fundamentales de los dos manuales, también hay otra influencia profunda aunque
mucho más cercana en el tiempo. Se trata del concepto de lenguaje literal tal como lo
definió don Fernando Lázaro Carreter (del que fui alumno en sus años en la Autónoma
de Madrid y quien me dirigió la tesina y la tesis doctoral). Ese concepto de lenguaje
literal me resultó extremadamente interesante y atrayente, entre otras cosas, porque don
Fernando no lo asociaba en modo alguno a la escritura y, por tanto, a las comunidades
con lengua escrita literaria, sino a un modo lingüístico en el que es necesario preservar
los mensajes en sus propios términos, que está presente también en las comunidades que
no conocen la escritura. Esta apertura del concepto de literalidad más allá de lo escrito
para mí ha sido un descubrimiento absolutamente esencial, porque me enseñó a apreciar
en sus justos términos la literatura oral que es absolutamente universal, incluso entre
aquellos pueblos que conocen la lengua escrita.
CCL es un libro sobre preguntas, no sobre teorías. Las teorías cambian, se modifican, se
desechan o se inventan, pero las preguntas que las provocaron siguen suscitando no solo
cambios en las teorías, sino teorías nuevas. Creo que para interesar y excitar la
curiosidad de quienes se inician en una materia no hay nada mejor que las preguntas: si
una teoría o una formulación sirve para calmar total o parcialmente las inquietudes que
suscita una pregunta que no se sabe responder, esa teoría o formulación será mucho más
fácil de aprender y asimilar. Creo que es mucho más interesante hacerse, por ejemplo, la
pregunta de por qué las oraciones tienen sujeto y predicado que decir simplemente que
las oraciones tienen sujeto y predicado. Lo segundo se puede memorizar y aprender sin
realmente asimilar esa dicotomía, pero solo podremos contestar la pregunta
adecuadamente si realmente la hemos asimilado. La pregunta implica diálogo y, en mi
opinión, el diálogo es mucho más educativo que el monólogo. Los diálogos de Platón
pueden a veces hacernos reflexionar mucho más y mejor que muchas monografías
filosóficas de carácter monológico. La introducción a una materia a base de preguntas
tiene además un aspecto estimulante que creo muy valioso. Las respuestas que se dan a
esas preguntas pueden no ser totalmente satisfactorias, pueden dejar la pregunta solo
parcialmente contestada (es lo que ocurre las más de las veces); eso hace que la
inquietud intelectual ocasionada por la pregunta no se vea totalmente eliminada, quedan

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rescoldos sin apagar y son precisamente esos rescoldos los que nos impulsan a
investigar más a fondo la cuestión y, por tanto, nos estimulan a seguir estudiando y
aprendiendo, que ha de ser el objetivo de toda introducción a una materia determinada.
En TDCLG hay secciones en cada capítulo, denominadas comentarios críticos, que
tienen precisamente el objetivo de poner en cuestión algunas de las respuestas que se
suelen dar a determinadas preguntas de la ciencia lingüística para precisamente explorar
aquellos aspectos en los que las respuestas iniciales son insuficientes o no totalmente
satisfactorias.
Un aspecto importante de CCL que aparece en TDCLG aunque de forma mucho más
radical, es la inclusión de las lenguas de señas dentro de los estudios de lingüística
general. Desde hace algún tiempo los manuales de lingüística suelen incluir un capítulo
sobre lenguas de señas, sobre todo desde que se ha demostrado ya sin ningún género de
dudas que las lenguas de señas son manifestaciones directas de la facultad humana del
lenguaje y no meros sucedáneos o sustitutos de las lenguas orales. Es evidente que
absolutamente todos los principios de la lingüística general han de ser generalizados o
reformulados para dar cabida a esta modalidad gestual del lenguaje humano. Sin
embargo esta reformulación, en general, no ha sido todavía llevada a cabo. En CCL se
adopta un enfoque más o menos parcial de la cuestión, ya que se incluye un capítulo (el
cuarto) sobre las lenguas de señas. Pero el enfoque de TDCLG es mucho más radical, ya
que no existe un capítulo de lengua de señas en él, sino que las lenguas de señas están
presentes en cada uno de los capítulos y secciones de los dos volúmenes y
absolutamente todos los principios y formulaciones que se dan en el manual están
realizados para dar cabida a las lenguas de señas como manifestaciones directas de la
facultad del lenguaje humano, igual que las lenguas orales.
Quizás pueda ser revelador explicar el origen de TDCLG que es el motivo inmediato de
CCL, ya que, como he dicho antes, éste es una tarjeta de presentación de aquél.
En un determinado momento me encontré redactando dos obras especializadas: una
dedicada a determinados conceptos míticos de la ciencia lingüística contemporánea
encabezados por dos ideas muy influyentes en diversas escuelas lingüísticas
contemporáneas: la de la gramática universal y la de la lengua madre. La primera está
en la base no solo de los planteamientos chomskianos de carácter biológico sobre la
facultad humana del lenguaje sino también de los planteamientos lógicos basados en la
lógica matemática, no en vano uno de los artículos fundamentales y emblemáticos del
gran lógico y lingüista Richard Montague (1930-1971) se titula precisamente Universal
gramar. La segunda fundamenta toda una serie de investigaciones de algunos lingüistas
que intentan llevar el método histórico-comparativo más allá de las familias lingüísticas
habitualmente reconocidas en la disciplina; uno de los lingüistas emblemáticos de estos
planteamiento fue el indoeuropeísta de origen ucraniano V. Illich-Svitych (1934-1966),
que desarrolló la reconstrucción del nostrático, una supuesta lengua ancestral de la que
el indoeuropeo sería una lengua hija. Curiosamente, fue contemporáneo de Montague y
ambos fallecieron de muerte violenta a una edad muy temprana. En la monografía no
nata a que me refiero tenía intención de hacer una lectura crítica de las diversas
interpretaciones del concepto de gramática universal y de lengua madre que, en
bastantes casos, añaden matices y elaboraciones que tienen que ver con mitos asentados

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en la ideología de las sociedades industrializadas de origen europeo tales como el de la
lengua perfecta, la lengua universal, la lengua originaria o la lengua madre. La fuerza de
esos mitos, implícitamente asumidos en muchas ocasiones, ha creado, en mi opinión,
una serie de excrecencias conceptuales de los conceptos originales que es conveniente
poner de manifiesto y en cuestión para dar una mayor solidez científica a algunas
perspectivas actuales sobre la naturaleza, origen y desarrollo del lenguaje y las lenguas
humanas. Esta monografía llevaba por título La gramática universal y la lengua madre.
Ciencia, metáfora y mito en las concepciones matemática, biológica y lingüística del
lenguaje humano. Llegué a redactar cerca de medio millar de páginas para ella durante
un período de unos cinco años.
La otra monografía que planeaba escribir iba a estar dirigida a las personas interesadas o
profesionales en el estudio del lenguaje y las lenguas y pretendía describir todos
aquellos aspectos de la lingüística general que es necesario cambiar para acomodar el
estudio de las lenguas del señas, como manifestaciones directas de la facultad humana
del lenguaje. El título que tenía pensado para este libro era Lenguas de señas y
lingüística general.
Cuando andaba entregado a la redacción de estas dos monografías recibí la oferta de una
editorial de hacer un manual de lingüística general. Estimulado por esta oferta y por el
hecho de que un manual siempre puede tener un ámbito de influencia mucho más
amplio que el de una monografía especializada, decidí aprovechar los materiales que
tenía ya hechos para las dos obras mencionadas y fundirlos en un libro unificado. Los
aspectos más especializados y críticos de la primera encontraron acomodo en las
secciones del manual denominadas comentarios críticos. La publicación en papel de
este libro se frustró. Decidí utilizar esos materiales para redactar un nuevo manual
actualizado y reformulado, que es TDCLG, publicado en 2014 de momento solo en
formato digital. El libro CCL es la tarjeta impresa de presentación de TDCLG.
CCL es un libro de iniciación a la lingüística en el que se hace referencia a filósofos y
científicos cuyos nombres van asociados a cada uno de los problemas y cuestiones que
sirven de hilo conductor a los diferentes capítulos. La idea de bautizar con nombres de
filósofos y científicos determinados problemas lingüísticos ha sido popularizada por
Noam Chomsky, uno de los pensadores más influyentes de la segunda mitad del siglo
XX. Esta idea es realmente interesante para un manual de iniciación a una disciplina
científica, más aún si se trata de una disciplina de ciencias humanas, como la lingüística.
Ahora que estamos en un contexto en el que se considera que la enseñanza universitaria
debe estar determinada por las necesidades a corto plazo de un mercado laboral basado
en empleo de baja calidad, mal remunerado y precario, que exige unos mínimos
conocimientos transversales y no muy especializados para obtener fuerza de trabajo
poco cualificada y polivalente que pueda ser susceptible de la movilidad inherente al
empleo temporal y precario, estudios humanísticos a mi juicio esenciales como los
filosóficos o los estrictamente filológicos quedan relegados a un segundo plano, cuando
no totalmente marginados. Por eso, la asociación de filósofos con problemas
lingüísticos es algo más que un reconocimiento a los pensadores que han hecho el
mundo cultural y científico actual tal como es, es una reivindicación y un grito
indignado contra la mercantilización cortoplacista de la enseñanza universitaria. Es no

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ya de justicia, sino de pura necesidad intelectual que los estudiantes de lingüística
conozcan algo del pensamiento de estos grandes filósofos, ya que en los planes de
estudio actuales de humanidades la filosofía, la filología clásica, la antropología o la
lógica, entre otras disciplinas imprescindibles para entender las ciencias humanas
actuales están marginadas o prácticamente eliminadas en función de las supuestas
necesidades y demandas de la sociedad actual.
CCL es un manual de introducción a la lingüística abierto y no definitivo en la medida
en la que las preguntas que dan lugar a cada uno de los capítulos en modo alguno puede
decirse que han sido completa y satisfactoriamente contestadas en cada uno de ellos. En
él se resumen algunas de las respuestas a las preguntas y problemas planteados en cada
uno de los capítulos que determinadas corrientes de la ciencia lingüística moderna nos
ofrecen. Esta insuficiencia de las respuestas ofrecidas en el manual es esencial para
presentar una disciplina científica como la lingüística, no en forma de un repertorio
cerrado de conceptos y definiciones que han de aprenderse de memoria para aprobar un
examen, sino como un conjunto abierto de instrumentos y estrategias conceptuales para
plantear problemas y dar respuesta a preguntas; respuestas que lleven a plantear nuevas
preguntas y problemas.
Y ahora llegamos al último capítulo de CCL que trata sobre aquellas cuestiones que no
deberían formularse sobre el lenguaje y las lenguas. Plantear las cuestiones relevantes
para una disciplina de forma consistente y productiva es una de las tareas más difíciles
con las que se enfrentan quienes trabajan en ese campo científico. Si no se formulan las
preguntas relevantes nunca se encontrarán las respuestas relevantes que estamos
buscando. Por ello, el último capítulo de CCL enumera una serie de preguntas, algunas
muy frecuentes y conocidas, que se suelen formular sobre el lenguaje y las lenguas y
que no solo no ayudan a entender el lenguaje, sino que impiden que la ciencia
lingüística se desarrolle adecuadamente. Un ejemplo, claro es el de la sempiterna
pregunta de qué relación hay entre el lenguaje y el pensamiento. Esta cuestión lleva
ocupando a los filósofos desde hace milenios y a la vista de las diversas y heterogéneas
respuestas a esta pregunta, podemos colegir fácilmente que es una cuestión irresoluble y
totalmente vacía de contenido empírico. Los conceptos de lenguaje y pensamiento
incluyen tal cantidad de elementos heterogéneos que parece posible cualquier tipo de
relación entre ellos. No existe un objeto autónomo y aislable que podamos identificar
como lenguaje ni tampoco un objeto autónomo y aislable que podamos identificar como
pensamiento; más bien, ambas palabras hacen referencia a un complejísimo conjunto de
actividades humanas con muchos elementos heterogéneos integrados de forma más o
menos mediata. Es mucho más sensato analizar por partes esos elementos heterogéneos,
cómo se relacionan entre ellos y cómo se interrelacionan en los dos ámbitos. Es más
razonable opinar que tanto lenguaje como pensamiento son ámbitos de investigación,
más que objetos aislables que puedan ser puestos en relación conjuntamente.
Aunque nadie es capaz de saber con exactitud cómo va a ser el futuro y lo que uno hará
o dejará de hacer en él, creo que estoy en condiciones de afirmar que tanto CCL como
su hermano mayor TDCLG son mis últimos manuales de lingüística, que ponen punto
final a este aspecto de mi actividad como autor de obras de introducción a la lingüística.
No porque considere que sean obras definitivas en ninguno de los sentidos de este

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adjetivo, ni tampoco porque sean mis mejores libros; es que toda persona tiene unos
límites y creo haber llegado a los míos con estas dos obras.
Espero que CCL y TDCLG contribuyan al impulso y la valoración de la lingüística
general entre las nuevas generaciones de estudiosos; eso es lo que se pretende cuando se
escriben manuales. La lingüística ha sido una de las víctimas de la reestructuración
mercantilista de las enseñanzas universitarias que llevamos sufriendo desde hace ya
demasiados años. Solo hay una esperanza: que las nuevas generaciones continúen la
labor de quienes les han precedido en el cultivo de disciplinas esenciales para la cultura
del ser humano, muchas de las cuales están siendo marginadas o eliminadas por las
políticas basadas en ideas como la rentabilidad a corto plazo que tanto daño están
haciendo a nuestro sistema universitario. Recuerdo que mi interés por la lingüística se
despertó cuando vi, en una librería de Madrid, el curso de lingüística moderna de Ch. F.
Hockett. Nunca le agradeceré bastante al gran lingüista norteamericano el haber escrito
ese manual, ni a los traductores del libro al español (Emma Gregores y J. Alberto
Suarez) que hicieron posible que un adolescente indeciso y desorientado decidiese
dedicarse al estudio de algo tan árido a primera vista como la estructura de las lenguas.

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