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Cuando Al Pueblo Se Le Impide Dar

El resumen del documento en 3 oraciones o menos es: El pueblo de Israel mostró una generosidad extraordinaria al dar ofrendas voluntarias para construir el tabernáculo, dando con prontitud y alegría de lo mejor que tenían. Todos se involucraron activamente, desde ancianos hasta mujeres y niños. Su disposición a dar abundantemente para la obra de Dios debería inspirarnos a apoyar la obra del Señor hoy con la misma espontaneidad y sacrificio.

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Cuando Al Pueblo Se Le Impide Dar

El resumen del documento en 3 oraciones o menos es: El pueblo de Israel mostró una generosidad extraordinaria al dar ofrendas voluntarias para construir el tabernáculo, dando con prontitud y alegría de lo mejor que tenían. Todos se involucraron activamente, desde ancianos hasta mujeres y niños. Su disposición a dar abundantemente para la obra de Dios debería inspirarnos a apoyar la obra del Señor hoy con la misma espontaneidad y sacrificio.

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PRIMERA IGLESIA BAUTISTA

Delta, 11/12/2005
Rev. Julio Ruiz, pastor
Mensajes de Mayordomía

CUANDO AL PUEBLO SE LE IMPIDE DAR MÁS


(Ex. 35:20-29; 36:2-6)

INTRODUCCIÓN: Una historia nos refiere a un hombre que tenía fama de ser muy
tacaño. En una ocasión hablando con su pastor, le preguntó: “¿Por qué la gente me acusa
de tacañería, aunque saben que he dispuesto en mi testamento que cuando muera, todo mi
dinero quedará para obras benéficas?”. Al oír esto el pastor le dio una respuesta sabia,
contándole una fábula acerca de un cerdo y una vaca. La queja del cerdo era por qué la
gente le gustaba más la vaca que el cerdo. El cerdo argumentaba diciendo: —Ya sé que
vosotras las vacas dais leche a la gente. Pero nosotros le damos tocino y jamón. —Sí—
dijo la vaca—, es cierto. Pero hay una gran diferencia. Nosotros las vacas nos sentimos
contentas de dar mientras vivimos, pero vosotros los cerdos sólo dais después de muertos.
(Tomado de 500 Ilustraciones, pág. 270). Lo que este pastor quiso enseñarle a este
hombre “agarrado”, es que aun cuando es importante incluir estos deseos para el final de
la vida, mucho mejor sería si lo hacemos mientras tenga la oportunidad y las
posibilidades en esta vida. Lo que tenemos que hacer hay que hacerlo ahora. El Señor
tuvo que haberse sentido muy gozoso cuando vio la actitud de su pueblo Israel dando con
alegría para la construcción del tabernáculo hasta el punto que Moisés mandó a detener la
abundancia de la ofrenda. Fue este el primer caso en la Biblia donde al pueblo se le
prohibió dar más, toda vez que habían sido muy generosos. Este ejemplo nos ayuda en
este día para traer lo que hemos denominado nuestras “Promesas de Fe”, en lo que
respecta el sostenimiento de nuestra obra. Consideremos la naturaleza de esta
“prohibición” bíblica. Veamos el camino que sigue el dar para la obra del Señor.

I. CUANDO HAY UNA RAZÓN PODEROSA

1. El tabernáculo constituía para Israel el más grande símbolo de la presencia del Señor.
¿Cuál era su propósito? Así quedó establecido: “Allí me reuniré con los hijos de Israel; y
el lugar será santificado con mi gloria. Y santificaré el tabernáculo de reunión y el altar,
santificaré así mismo a Aarón y a sus hijos, para que me sean mis sacerdotes. Y habitaré
entre los hijos de Israel y seré su Dios. Y conocerán que yo soy Jehová, que los saqué de
la tierra de Egipto para habitar en medio de ellos. Yo Jehová su Dios” (Éxodo 29:43-44).

2. El propósito del tabernáculo, además de recibir la presencia de Dios a través de su


gloria, sería el santo lugar donde todos los pecados cometidos por el pueblo serían
expiados a través de todos los sacrificios que se estipulaban para ello.

3. Con esto se pone de manifiesto que la obra del Señor, ahora vista a través de su iglesia
para alcanzar al perdido para Cristo, y el lugar de compañerismo para crecer juntos en la
vida espiritual, siempre será una razón poderosa para que la sostengamos. En este
sentido, la obra misionera, cuyo fin será el de llegar donde reina tanto la oscuridad, es
una de las mayores causas por la que damos, hasta que haya abundancia.

4. Por otro lado, cuando vemos la extravagancia del amor divino, quien se dio sin
medidas por nuestros pecados, podemos ver que allí existe una de las razones más
poderosas para ser parte de un dar con espontaneidad y en abundancia. Jesucristo ha sido
la más grande entrega de parte de nuestro Dios. Ahora no hay un tabernáculo que
construir, sino que nuestro compromiso tiene que ver con la extensión del reino de Dios.

II. CUANDO VEMOS QUE DIOS ES DIGNO DE LO MEJOR

1. Cuando el pueblo se percató de la clase de obra que iba a hacer y del Dios que estaba
demandando de ellos sus ofrendas y habilidades para hacer el lugar de Su encuentro,
decidieron traer lo mejor de lo que tenían. De manera que el texto nos dice que ellos
abundaron en oro, plata, bronce, madera, piedras preciosas y especies aromáticas. Eso
significa que dieron de lo más preciado. Pero no solo dieron de sus valiosas pertenencias,
sino que dispusieron de sus manualidades. En esto hay algo que apuntar. Mi dar para el
Señor no está separado de mis talentos y dones. Todo debe ser dedicado a él vv. 31; 36:1.

2. Con la actitud del pueblo de Israel confirmamos lo que es un hecho en todas las
Escrituras: Dios merece lo mejor de lo que tenemos y de lo que somos. Él no ha sido un
Dios “tacaño”. Nos ha dado sobradas razones para ver su fidelidad en darnos la vida, la
salvación y la provisión. ¿Quién de nosotros podrá negar su generosidad?

3. La obra de Dios se ha hecho posible en el mundo porque ha habido hombres y mujeres


con un corazón agradecido y generoso, que han dado con esfuerzo y con calidad. Fue
David el que dijo: “No ofreceré nada a Jehová que no me cueste nada”.

4. No vamos a dar al Señor lo que nos sobra, lo de menos valor para nosotros. Nuestro
dar debiera tener el sello del sacrificio, así como lo tuvo para Dios cuando dio a su Hijo.
Prefiero abstenerme de ciertas cosas con tal que la obra del Señor no se detenga. Hay
muchas historias sobre el dar con sacrificio, una de ellas refiere a una niña quien al pasar
el plato de la colecta para las misiones, se adelantó hasta la mesa con su muñequita en los
brazos. Después que la hubo besado le dijo: “Y no tengas miedo de ir al África, porque
los niñitos negros no se comen a las personas, y te amarán como yo te amo. Luego, un
poquito más triste se sentó en su lugar. Un señor muy rico, quien vio el gesto singular de
la niña, tomó la muñequita, dejó un cheque de alto valor, y dijo: “Compro esta muñeca
por tantas libras”. Luego la devolvió a los brazos de la niñita y le dijo: “Tú has dado más
que nadie. Ahora tú me cuidarás mi muñeca hasta que te la pida”.

III. CUANDO EXISTEN CORAZONES CON GRAN DISPOSICIÓN

1. La espontaneidad es una de las notas distintivas este pasaje. El versículo 21 es muy


elocuente cuando se habla de esto: “Y vino todo varón a quien su corazón estimuló, y
todo aquel a quien su espíritu le dio voluntad, con ofrenda a Jehová para la obra del
tabernáculo…”. Note lo que esto resalta: Un corazón estimulado y una voluntad presta.
2. El pueblo sintió que lo que comunicó Moisés era la voluntad de Dios, por lo tanto la
disposición espontánea fue la que reinó en cada corazón de los participantes. En esto
también es notoria la obediencia al líder. El pueblo creyó que la exhortación para dar no
era un capricho de Moisés sino el deseo divino. Así, pues, la ofrenda que agrada al Señor;
de la que él al final dice que “ama al dador alegre”, es aquella que se hace bajo este
espíritu de liberalidad y de gozo.

3. Moisés fue sorprendido más de lo que se podía imaginar. Los que estaban recibiendo
todas las ofrendas; eso es, los encargados de dirigir semejante obra, dijeron: “El pueblo
trae mucho más de lo que se necesita para la obra que Jehová ha mandado que se haga”
(36:5). ¿Puede usted imaginarse la reacción de satisfacción que tuvo Moisés cuando oyó
esto? La verdad es que en no pocas veces el pueblo le dio serios dolores de cabeza a
Moisés, pero aquí está en presencia de un pueblo que ha entendido la importancia de dar
con una actitud dispuesta. ¡Qué agrado habría en el corazón de Dios al ver este acto!

4. Esta experiencia nos invita a revisar nuestro corazón al momento de dar. La meta
nuestra es dar hasta que la obra del Señor se haga, pero se haga con satisfacción.

IV. CUANDO TODOS SE INVOLUCRAN DE UNA MANERA ACTIVA

1. La palabra que más queda resaltada en esta experiencia es “todos”. Cuando se revisa la
participación del pueblo, se puede leer frases como estas: “Todo varón… así hombres
como mujeres… todos los voluntarios… todo el que tenía manera… todas las mujeres
sabias… los príncipes trajeron piedras preciosas…”. Nadie se quedó sin participar. Los
que no trajeron una cosa, trajeron otra. Los que no pudieron dar materialmente lo hicieron
poniendo sus habilidades; y en esto fue notorio el trabajo de las mujeres.

2. Cuando el reto lo asumimos todos, esto es el resultado. ¿Puede imaginarse esta escena?
Los ancianos, los hombres, las mujeres, los jóvenes y por qué no pensar que hasta los
niños vinieron trayendo para esta magna obra. Note cómo las mujeres participaron en
esto. Algunas de ellas hilaban y el producto de sus manos fue traído como parte de
aquella ofrenda. Esto nos revela que no hay excusas para dar y participar cuando se trata
de la obra del Señor. De esta manera, aun cuando no tenían ni oro ni plata, lo que
tuvieron lo dieron.

3. Una iglesia donde todos se involucran ante el llamado de sus líderes para equipar la
obra del Señor, con el fin que ella haga mejor su trabajo, impactará a su generación. Será
un sitio donde se proveerá para todo y habrá lo necesario para suplir la obra del Señor
que siempre está necesitada.

V. CUANDO HAY PRONTITUD PARA TRAER LA OFRENDA

1. El texto que prueba esto dice: “… y ellos seguían trayendo ofrenda voluntaria cada
mañana…”. De manera que no sólo comprendieron la importancia de dar para una gran
causa, sino que lo hicieron a tiempo. Aquí hubo una demostración de prioridad de suplir
una necesidad en el momento pertinente y apremiante.

2. No había que postergarse para otro tiempo. Ya la orden y el diseño estaban dados. No
hubo negligencia ni retrazo en la obra por parte del pueblo. La lección de esto es que la
obra del Señor merece nuestra prontitud. Ella no debería quedar inconclusa por nuestra
desidia. Necesitamos hacer hoy no sólo una “Promesa de Fe”, sino traer “cada mañana”
(simbolizando la prontitud) hasta que se nos diga ya está listo, ¡lo hemos logrado!

CONCLUSIÓN: Los trabajadores le trajeron el siguiente informe a Moisés: “El pueblo


trae mucho más de lo que necesita para la obra que Jehová ha demandado que se haga”.
Esto revela que hubo una extravagancia en esa generosidad. Ellos dieron sin calcular. No
se le dio chance a la razón, sino a la voluntad del corazón. Y es que la obra del Señor
merece el más genuino desprendimiento. Él es digno de del más grande sacrificio.
Entreguemos hoy nuestras promesas de fe de tal manera que se pueda decir, ¡suficiente!
Que podamos sentir el gozo de sostener la obra del Señor sin que esta padezca.

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