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Entrevista DB

David Bowie ha tenido una carrera ecléctica en la que ha explorado diferentes estilos musicales y personajes. Ha anunciado su retiro del rock en varias ocasiones aunque luego ha seguido lanzando música y giras. Su bisexualidad fue parte importante de su imagen pública en los años 70 aunque él mismo ha dicho que exageró este aspecto para generar controversia.

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Martina Wang
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Entrevista DB

David Bowie ha tenido una carrera ecléctica en la que ha explorado diferentes estilos musicales y personajes. Ha anunciado su retiro del rock en varias ocasiones aunque luego ha seguido lanzando música y giras. Su bisexualidad fue parte importante de su imagen pública en los años 70 aunque él mismo ha dicho que exageró este aspecto para generar controversia.

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Alguna vez fue un cantante desaliñado de pelo rubio.

Luego el líder de una banda


de pop llamada The Buzz. Luego un obstinado baladista bisexual. Luego un
guitarrista andrógino de pelo rojo, con un aire espacial, apoyado por The Spiders
from Mars. Luego un cantante de soul. Luego un actor de cine… y finalmente, un
artista astutamente conservador en plan Sinatra. David Bowie, sin duda, haría lo
que fuera para lograrlo. Y ahora que lo logró, hará todo para quedarse ahí.
A sus 29 años, David Bowie (David Jones, nacido en Brixton, Inglaterra) es mucho
más que cualquier estrella del rock. Es un manipulador de los medios. Solo hay un
objetivo en su ecléctica carrera, la atención. Sin ella estaría marchito y muerto.
Ante una audiencia que está pagando por verlo, si es posible.

En abril de 1975, Bowie anunció que renunciaba al rock. “Es un callejón sin salida
aburrido. No habrá más discos o giras de rock & roll por mi parte. Lo último que
quiero ser es un cantante de rock que no sirve para nada”. Esta fue la segunda vez
que dio está declaración. Ya había anunciado su retiro del rock al final de un gran
concierto en Londres en 1973, después de lanzar Diamond Dogs y firmar una gira
de tres meses por EEUU.
Esta vez, Bowie se comió sus propias palabras de forma espectacular. Organizó una
entrevista vía satélite desde su casa en Los Ángeles con el presentador más famoso
de la televisión británica, Russell Harty, para explicar que tenía un nuevo álbum de
rock & roll, Station to Station. Además, Bowie no supo explicar bien sobre su gira
mundial que duraría seis meses. El gobierno de España, mientras tanto, pedía
urgentemente el satélite para contarle al mundo que el General Franco había
muerto. Bowie, siempre el chico malo, se negó a parar la entrevista.
Bowie no es el hombre más amado en el negocio de la música. De todos modos ha
dejado su marca. Cuando se presentó por primera vez en EEUU en 1972, se lo
estaba restregando a su guitarrista, completamente maquillado y vistiendo lujosos
vestidos femeninos. Instantáneamente creó un nuevo género - el glam rock – y le
arrancó la inocencia al rock. Mick Jagger y los Rolling Stones, Elton John, Alice
Cooper, Todd Rundgren, Lou Reed y bandas como Queen, Roxy Music, Slade, T-Rex
y Cockney Rebel hicieron lo mismo.

Una vez Bowie había logrado que todo el mundo girara la cabeza para mirar su gira
en EEUU, no fue mucho después que su LP sobre un semidiós fracasado del
rock, The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars, llegara a la cima
de los listados. Sus tres álbumes previos empezaron a venderse
incontrolablemente. La prensa saltó a proclamar a Bowie como el artista que
habíamos esperado desde la disolución de los Beatles. Igual de rápido, se voltearon
a atacar este fenómeno. Había algo, parece, sobre la onda bisexual de la banda de
Bowie que… no era saludable.
Músicos y críticos se unieron para rebelarse en contra de la decadencia de Bowie.
Pero él había asumido una nueva fachada igualmente absurda, un disco soul. De
repente, este frágil y amanerado rockero estaba tocando R&B. Y le funcionó. Bowie
acumuló dos grandes éxitos, Young Americans y Fame. Luego vino la aceptación
final: Se convirtió en uno en uno de los pocos blancos en ser invitado en el
programa de televisión Soul Train.
Para acomodar la amplia base de su éxito, Bowie ha asumido la postura de un gran
artista clásico, vistiendo pantalones formales negros y chaleco con camisa
blanca. Station to Station alcanzó el estatus de oro, y su posterior gira mundial se
agotó en todas sus paradas.
Ahora, en el mejor año para Bowie hasta ahora, el antiguo rey/reina brillante del
rock está amenazando con cumplir una promesa por primera vez. Siempre ha
afirmado ser una estrella del cine genuina, y su actuación en la más reciente
película de Nicolas Roeg, The Man Who Fell to Earth se ha ganado grandes elogios.
La decisión de Bowie de protagonizar fue, según el New York Times, “inspiradora,
la actuación del Sr. Bowie es extraordinaria”.
Nos dimos cuenta de que era momento de ponernos al día con la cruzada de Bowie
– como él le dice – de gobernar el mundo. Mandamos al periodista y colaborador
de ROLLING STONE, Cameron Crowe, a visitar a la súper estrella más arrogante
que invadió los medios en los setenta. Su reporte: “Mis conversaciones con Bowie
empezaron a principios de 1975. Bowie es experto en ser encantador, así la
compañía fuera de un ejecutivo aburrido, otro músico o un extraño. Tiene claro
que es una máquina de lanzar titulares. Entre más impactantes eran sus
revelaciones sobre sus encuentros homosexuales o sus inclinaciones fascistas, más
grande era su sonrisa. Sabe exactamente lo que un entrevistador considera bueno,
y le da precisamente eso. La verdad es probablemente inconsecuente”.

James Dean representó todo lo que campantemente hoy es respetado, el


hombre jugador… Tenía una reputación un poco sórdida. Lo admiro
inmensamente
Playboy: Comencemos con una pregunta que siempre tratas de evadir: ¿Qué
tanto de tu bisexualidad es de verdad y cuánto es un truco?
Bowie: Es verdad, soy bisexual. Pero no puedo negar que he sabido usar eso muy
bien. Supongo que es lo mejor que ha podido pasarme. También es divertido.
Hablaremos al respecto.

Playboy: ¿Por qué dices que es lo mejor que te ha podido pasar?


Bowie: Bueno, por una cosa, las chicas siempre suponen que he guardado mi
virginidad heterosexual por algún motivo. Así que hice que todas estas chicas
trataran de llevarme al otro lado otra vez: “Mira, David, no es tan malo, déjame te
muestro”. O, mejor aún, “Ven te mostramos”. Siempre me hago el tonto.

Por otro lado – estoy seguro de que quieres saber el otro lado también – cuando
tenía 14 años, el sexo de repente se convirtió en algo muy importante para mí. No
importaba con qué o quién fuera, mientras fuera una experiencia sexual. Entonces
podía ser un chico guapo del colegio u otro que me llevaba a mi casa para tener
sexo en mi habitación. Y así fue. Mi primera impresión fue, bueno, si alguna vez me
llevan a la cárcel ya sé cómo mantenerme feliz.

Playboy: Lo cual no les gustaría mucho a tus compañeros heterosexuales de


celda.
Bowie: Siempre he sido chauvinista, hasta en los días que estoy obsesionado por
chicos. Pero siempre soy un caballero. Siempre he tratado a mis chicos como todas
unas damas. Siempre los acompaño como se debe y, de hecho, supongo que si fuera
mayor – como de 40 o 50 – sería un sugar daddy maravilloso en Kensington.
Tendría un mayordomo que se llamara Richard para mandarlo todo el día.
Playboy: ¿Cuánto de eso se supone debemos creer? Tu antigua publicista, la
célebre ex groupie Cherry Vanilla, dice que se acostó contigo y que no eres para
nada gay. Dice que tú haces creer a la gente que te gustan los hombres.
Bowie: Oh, me encantaría conocer a ese impostor del que ella habla. Seguro no soy
yo. De hecho, es una frase maravillosa. Cherry es casi tan buena como yo usando a
los medios.

Playboy: Sin embargo, el hecho es que nunca te han visto como un amante
hombre, ¿Por qué?
Bowie: Dios, superé lo de ser una reina hace mucho tiempo. Por un rato, fue 50-50;
y ahora las únicas veces que me provoca es cuando voy a Japón. Hay muchos chicos
guapos allá. De unos 18 o 19 años. Tienen una mentalidad maravillosa. Todos son
reinas hasta que llegan a los 25, luego de la nada se vuelven samuráis, se casan y
tienen miles de niños. Me encanta.

Playboy: ¿Por qué, cuando nadie más en el rock se ha atrevido a hablar del
tema, tú escogiste explotar tu bisexualidad?
Bowie: Diría que EEUU me obligó a hacerlo. Alguien me preguntó en una entrevista
alguna vez – creo que era 1971 – si yo era gay. Le dije: “No, soy bisexual”. Este
hombre, no tenía idea de lo que significaba el término. Entonces le expliqué. Todo
fue publicado; y ahí fue donde comenzó todo, todo es tan nostálgico ahora, ¿no? El
71 fue un buen año en EEUU. El sexo todavía era impactante. Todo el mundo quería
ver al raro. Pero eran muy ignorantes sobre lo que estaba haciendo. Todo estuvo
ahí antes de que yo llegara. Sin querer, yo realmente traje el tema. Yo nunca, nunca
había visto la palabra gay hasta que llegué acá, a EEUU. Se necesitó un poco de
exposición y algunos rumores sobre mí antes de que los gays dijeran, “repudiamos
a David Bowie”. Y así lo hicieron. Por supuesto. Ellos entendieron que yo no era la
razón de su lucha.

Nadie entendía la forma europea de vestirse y adoptar una posición asexual,


andrógina en cualquier persona. La gente salió a gritar. “¡Él está usando maquillaje
y usa cosas que parecen vestidos!” aunque yo no fui el primero en publicitar la
bisexualidad.

Playboy: ¿Quién fue?


Bowie: Dean. James Dean fue, de manera sutil y muy bien hecha, tengo una idea
sobre esto. Dean probablemente era como yo. Elizabeth Taylor me lo dijo alguna
vez. Dean era calculador. No era descuidado, él no era el rebelde que representó
tan bien. No quería morirse. Pero sí creía en la premisa de llegar a los extremos,
solo para agregar un corte más profundo a la personalidad.

James Dean representó todo lo que campantemente hoy es respetado, el hombre


jugador. Era parte de su increíble magnetismo. Sabes, él era… una puta.
Acostumbraba a pararse en Times Square para ganar algo de dinero e ir donde Lee
Strasberg para aprender a ser como Marlon Brando. Tenía una reputación un poco
sórdida. Lo admiro inmensamente, esto debe cubrir cualquier pregunta que te
tengas sobre si tengo o no algún héroe.

Playboy: Gracias. Ahora, ¿qué hay de ti posando vestido de mujer para la


portada de la versión inglesa del álbum The Man Who Sold the World?
Bowie: Curiosamente, y así nunca me vayas a creer, era una parodia de Gabriel
Rossetti. Ligeramente torcido, obviamente. Entonces cuando me dijeron que el
culto drag-queen se estaba formando detrás de mí, dije, “Bien, no traten de
explicarlo; nadie va a tratar de entenderlo”. Seguiré el juego de cualquier cosa que
sea una ruptura. Porque con la sed de escándalo – mira lo grande que es People –
me dieron una buena oportunidad. Todos los periódicos escribieron sobre lo
enfermo que yo estaba, y que estaba ayudando a matar el arte. Desperdiciaron
todo el espacio que pudieron haber dado a verdaderos artistas. Quiero saber por
qué gastaron todo ese tiempo, esfuerzo y papel en mi ropa y mis poses. ¿Por qué?
Porque yo representaba una declaración de principios peligrosa.
Lo que sigue a esto, ahora que he decidido hablar un poco más – solo contigo – es,
“¿Cómo se atreve a tener un ego tan intenso?”. Eso, por sí solo, es un peligro para
algunas personas, ¿soy digno de que hablen de mí? Sinceramente creo, que sí.
Tengo que cargar con la convicción de que yo soy mi propio medio. La única
manera en que puedo ser efectivo como persona es ser arrogante y directo con mis
puntos de vista. Así soy. Creo en mí de la manera más sincera.

Playboy: ¿Pero no estás teniendo problemas para la que gente te crea? Por,
ejemplo, tu bien publicitada despedida del entretenimiento. Te has retirado
dos veces, jurando que nunca más tendrás algo que ver con el rock & roll. Aun
así, acabas de terminar una gira mundial de seis meses, promocionando tu
más reciente álbum de rock & roll, Station to Station. ¿Cómo racionalizas estas
contradicciones?
Bowie: Miento. Es algo muy fácil de hacer. No importa nada excepto lo que estoy
haciendo en este momento. No puedo controlar todo lo que digo. Me importa un
culo. No puedo siquiera recordar en qué creo y en qué no. El punto es convertirse
en la persona que uno quiera convertirse. No tengo idea de dónde voy a estar
dentro de un año. Un loco desquiciado, un dictador, algún tipo de reverendo; no sé.
Esto es lo que me aleja del aburrimiento.

Playboy: ¿Qué más te aleja del aburrimiento?


Bowie: Lo que quieras.

Playboy: ¿Qué me dices de las drogas?


Bowie: ¿En qué año estamos? ¿76? Supongo que he estado tocando las puertas del
cielo en los últimos 11 años, con una cosa o con otra. Las únicas drogas que uso, sin
embargo, son las que me mantienen funcionando por largos periodos de tiempo.
No me he involucrado con nada pesado desde el 68. Tuve un coqueteo leve con
heroína en ese entonces, pero era más por el misterio y el enigma de probarla.
Nunca la disfruté. Me gustan las drogas rápidas. Lo he dicho muchas veces. Odio las
drogas lentas y bajas como la marihuana. Odio dormir. Prefiero estar despierto,
trabajando todo el tiempo. Me enfurece que no podamos hacer nada con respecto
al sueño o los resfriados.

Playboy: ¿Te acuerdas de la primera vez que te drogaste?


Bowie: ¿Con marihuana? He tomado muchas pastillas desde niño. Trece o catorce
años. Pero la primera vez que me drogué con marihuana fue con John Paul Jones,
de Led Zeppelin, hace muchos años cuando todavía él tocaba el bajo en los discos
de Herman's Hermits. Estábamos hablando con Jack Elliot en algún lado y Jones me
dijo, “Ven y te doy marihuana” lo pensé y le dije que, “Claro, voy darle una
oportunidad”. Fuimos a su apartamento, tenía un cuarto inmenso, sin nada excepto
un órgano Hammond, justo al lado del departamento de policía.

Había probado la cocaína, pero no la marihuana. No sé por qué pasó en ese orden,
probablemente porque conocía a un par de marineros comerciantes que la traían
de los puertos. Lo había hecho con ellos. Y detestaban la marihuana. Entonces
observé con asombro mientras Jones armaba tres porros grandes. Los fumamos.
Yo me drogué increíblemente y se transformó todo en un hambre tremenda, me
comí dos panes completos. Después el teléfono sonó. Él me dijo, “¿Podrías
contestar, por favor?” entonces bajé para contestar el teléfono, pero seguí
caminando hacia la calle. Nunca volví. Estaba fascinado con las grietas del
pavimento.

Playboy: ¿Alguna vez probaste los ácidos?


Bowie: Tres veces. Fue muy colorido, pero creo que mi imaginación es más rica.
Naturalmente. Y con más sentido para mí. Los ácidos le dan a la gente un enlace
con sus propias imágenes. Yo ya tenía eso. No era nada nuevo para mí.
Simplemente generó una gran cantidad de colores. Luces brillantes y cosas, “Oh,
mira. Veo a Dios en la ventana”. ¿Y qué? Nunca necesité ácidos para hacer música,
tampoco.

Playboy: ¿Qué tanto han influenciado las drogas tu música?


Bowie: La música es una extensión de mí, entonces la pregunta sería, ¿qué han
hecho las drogas conmigo? Me han jodido, creo. Me han jodido muy bien y he
disfrutado ver como es estar jodido.

Playboy: ¿Entonces estás de acuerdo con el crítico que llamó al disco Young
Americans, “un LP jodido de un rock star jodido”?
Bowie: Bueno, The Man Who Sold the World de hecho es el álbum más orientado a
las drogas que he hecho. Ahí fue donde más jodido estaba. Young
Americans probablemente está en un segundo puesto cercano. The Man fue cuando
estaba sosteniendo una especie de bandera para el hachís. Cuando terminé de usar
esa droga, me di cuenta de que había perjudicado mi imaginación. El final de las
drogas lentas.
Playboy: Eso no suena como hombre que hace poco fue arrestado en Nueva
York por posesión de ocho onzas de marihuana.
Bowie: Puedo asegurar que eso no era mío. No puedo decir mucho más, pero
pertenecía a los otros que estaban en el cuarto cuando fuimos arrestados. Malditos
marihuaneros. Qué ironía tan terrible, yo arrestado por marihuana. Esa cosa me
enferma. No la he tocada en una década.

Playboy: En la canción Station to Station, sin embargo, te refieres a la cocaína.


Bowie: Sí, sí. La línea es, “It´s not the side effects of the cocaine… I´m thinking that it
must be love”. ¿Las emisoras la censuraron?
Playboy: No que yo sepa. ¿Tienes algún tipo de reserva sobre usar esa línea en
la canción?
Bowie: No, de ninguna manera.

Playboy: Uno puede interpretar que estás defendiendo el uso de cocaína. ¿O ese
es el mensaje?
Bowie: No tengo ningún mensaje. En realidad, no tengo nada que decir, ni
sugerencias o consejos, nada. Sólo sugiero algunas ideas para que la gente se quede
oyendo un poco más. Y después de todo, de pronto ellos saquen mensajes y me
eviten el tener que explicar. Mi carrera ha sido un poco así. Me salgo con la mía.

Playboy: Aseguras que te gusta trabajar todo el tiempo, pero solo lanzas un
disco por año. ¿Qué haces exactamente cuando no estás en sesiones de
grabación?
Bowie: Escribo canciones, guiones y poemas, pinto, hago fotografía Kirlian, me
manejo a mí mismo, actúo, produzco, grabo, a veces salgo de gira. Podría darte
cinco álbumes nuevos e inéditos de David Bowie, podría pasártelos ya mismo.
Tengo una acumulación de material increíble. Trabajo, trabajo, trabajo…

Playboy: ¿Alguna vez te relajas?


Bowie: Si estás preguntando si tengo vacaciones o no, la respuesta es no.
Encuentro toda mi relajación en el contexto del trabajo; soy muy serio con eso.
Siempre he pensado que lo único que hay que hacer es tratar de vivir como
Superman, desde el comienzo. Me sentí insignificante siendo como cualquier otra
persona. No podía existir pensando en todo lo importante que sería ser una buena
persona. Pensé, “a la mierda eso; no quiero ser otro ciudadano honesto”. Quiero ser
una súper persona y mejorar todo el equipo que me dieron para poder trabajar al
300 %. Creo que es posible hacerlo.

Playboy: ¿Al estar analizándote todo el tiempo no tiendes a volverte un poco


esquizofrénico?
Bowie: Las cuatro partes de mí tendríamos que hablar sobre eso. ¿Soy
esquizofrénico? Una parte de mi probablemente sí es, pero la otra parte está
centrada, sólida como una roca. De hecho, no soy para nada esquizofrénico. Creo
que mi forma de pensar está bastante fragmentada, es bien obvio. A veces pienso
en seis cosas diferentes a la vez. Terminan interrumpiéndose unas a las otras. No
es muy bueno cuando estoy conduciendo.

Playboy: ¿Alguna vez has tenido problema decidiendo cuál es tu versión real?
Bowie: He aprendido a moverme conmigo mismo. Honestamente no sé dónde está
el verdadero David Jones. Tengo tantas capas que ya se me olvidó cómo es el
núcleo. No sabría cómo es si lo encontrara. Ser famoso ayuda a postergar los
problemas de descubrirme a mí mismo. Lo digo en serio. Es la razón principal por
la cual he sido tan apasionado en ser aceptado, porque he luchado en usar mi
cerebro para usos artísticos. Quiero dejar una huella. En mis primeras cosas, lo
hice pretenciosamente. Muéstrales algo que tenga que ver con análisis intelectual o
pensamiento analítico aplicado y van a bostezar. Pero algo que es pretencioso, que
te mantenga fascinado, es lo único que asombra. Impacta igual lo que hizo Dylan
hace 14 años como el sexo hace muchos años atrás.

Playboy: ¿Dices que el sexo ya no asombra?


Bowie: Por favor. Disculpa Hugh. El sexo nunca ha generado asombro, es la gente
que lo hace la que se asombra. Personas asombradas, teniendo sexo. Ahora a nadie
le importa. Todo el mundo se acuesta con todo el mundo. Lo único que asombra
ahora son los extremos. Si yo me pusiera a hablar basura mientras me masturbo. A
menos que hagas algo así, nadie te va a poner atención. No por mucho. Tienes que
pegarles en la cabeza.

Playboy: ¿Es esa la fórmula del éxito de Bowie?


Bowie: Siempre ha sido esa. Nunca ha cambiado. Por ejemplo, lo que hice con mi
Ziggy Stardust fue empacar un cantante de rock & roll plástico, pero
completamente creíble; mucho mejor que el que los Monkees pudieran fabricar. Es
decir, mi cantante plástico de rock & roll era más plástico que cualquier otro. Y eso
era lo que se necesitaba en el momento. Y todavía lo es. Muchas personas quieren
que sus ídolos y dioses sean superficiales, como juguetes baratos. ¿Por qué crees
que los adolescentes son como son? Andan por ahí como hormigas, masticando
chicle y llevando un estilo diferente cada día; eso es tan profundo como lo quieras
llevar. No es de extrañar que Ziggy fuera tan exitoso.
Playboy: ¿Es por esto que dices que te convertiste en Ziggy en un punto?
Bowie: Pero sin pensarlo. Al principio, asumí ese personaje en el escenario. Luego
todo el mundo empezó a tratarme como a Ziggy: como si yo fuera la gran cosa,
como si yo moviera masas. Me convencí de que era un mesías. Muy miedoso. Me
desperté bastante rápido.

Playboy: ¿Alguna vez te has preocupado que tus fans se rindieran contigo; que
no quieran oír a Bowie cantando soul o lo que sea?
Bowie: Bueno, ellos tienen que entender cómo empezó este viaje. Nunca he sido
músico.

Playboy: ¿Qué has sido?


Bowie: Desafortunadamente siempre he querido ser un director de películas. Y los
dos medios se amalgamaron inconscientemente, entonces terminé haciendo
películas en discos. Eso crea el concepto básico de un álbum, que se convierte en
un caballo que anda despacio al final. Ahora sé que, si voy a hacer discos, tengo que
hacer algo que disfrute musicalmente, de lo contrario haz la maldita película.
Muchos de mis álbumes, cómo Aladdin Sane, Ziggy y Diamond Dogs, solo estaban al
50 %. Debieron ser visuales también, creo que parte de los actores talentosos están
en el rock. Creo que un renacimiento en las películas vendrá del rock. No a causa de
eso, a pesar de eso.
Playboy: Pero has dicho que encuentras al rock depresivo y estéril, hasta
maligno.
Bowie: Es depresivo y estéril, y sí, al final maligno. Cualquier cosa que contribuya
al estancamiento es mala. Cuando es familiar, ya no es rock & roll. Es sonido
blanco. Solo mira a la música disco, el interminable ritmo adormecedor. Es muy
peligroso.

Entonces yo seguí. Establecí el hecho de que soy un artista, David Bowie, no otro
cantante aburrido de rock, tengo una película, y haré muchas cosas más, corriendo
muchos riesgos. El minuto en el que te das cuenta que estás en terreno seguro,
estás muerto. Estás terminado. Se acabó. Lo último que quiero es establecerme,
quiero acostarme cada noche y decir, “Si nunca vuelvo a despertarme, ciertamente
habré vivido mientras estuve vivo”.

Playboy: Volvamos a la música disco. Dijiste que era terrible, aun así, tuviste la
canción disco más importante del año pasado con Fame y volviste a tenerla
este año con Golden Years. ¿Cómo puedes explicar esto?
Bowie: Amo el disco. Es una manera encantadora de escaparse. Me gusta, mientras
no esté sonando día y noche; que es lo que pasa en estos días. Fame fue un engaño
increíble que funcionó. Muy halagador. Haría lo que fuera hasta fallar. Y cuando
triunfo, también renuncio. Estoy asombrado de que la gente le guste mi
disco dance, de hecho. Pero seamos honestos; mi R&B es bastante plástico. Young
Americans, el álbum donde está Fame, es, digamos, un disco soul definitivamente
plástico. Son sobras aplastadas de música étnica que sobrevive la era del rock
Muzak, escrito y cantado por un blanco británico. Si tú me hubieras puesto Young
Americans hace cinco años, hubiera dicho, “Esto es un álbum de R&B”, y me
hubiera reído. A carcajadas.
Playboy: ¿Cómo te pareció la versión que hizo Barbra Streisand de tu
canción Life on Mars?
Bowie: Terrible. Perdón Barb, pero fue atroz.

Playboy: ¿Cómo te convertiste en un rockero, de todas formas?


Bowie: ¿La verdad? Estaba quebrado. Me metí en el rock porque era una forma
divertida de hacer dinero y tomarse cuatro o cinco años para crear mi siguiente
movida. Antes era pintor, estudiaba arte comercial en el Colegio Técnico de
Bromley. Probé la publicidad y fue terrible. Lo más bajo. Pero era bueno con mi
saxofón, entonces dejé la publicidad y pensé “Le puedo dar una oportunidad al
rock”. Puedes pasarla bien haciendo eso y tener dinero suficiente para vivir.
Especialmente en esa época. Era la época de la moda: tener ropa linda ya era la
mitad del camino.

Playboy: Pero la ropa linda cuesta dinero.


Bowie: En esa época, no necesariamente. Yo vivía de la basura de los callejones de
Carnaby. Carnaby Street de hecho, en una época, estuvo de moda; antes de que se
volviera conocida por todo el mundo en Londres. Los mejores diseñadores jóvenes
estaban ahí y como eran italianos muy finos, si cualquiera de sus camisas no tenía
un botón iba directo a la basura. Y nosotros íbamos a los callejones y sacábamos
cosas de los contenedores de basura. Armarios de ropa enteros a cambio de nada.
Lo único que tocaba hacer era pegar un botón o coser una manga. Recuerdo
cuando robaba todo. Tenía que verme a la moda. Todos caímos en el juego de
querer ser el siguiente Elvis Presley, saltando de pequeñas bandas a pequeñas
bandas. Estuve en un grupo llamado David Jones and the Buzz, otro llamado David
Jones and the Lower Third, incluso una compañía de mimos llamada Feathers.

Playboy: ¿Cómo fue ser mimo?


Bowie: Mira, ser mimo es muy fácil. No había mucha competencia. Yo era
medianamente bueno. Mi técnica era más bien pobre, de hecho, pero nadie se daba
cuenta. Tengo un muy buen cuerpo y hace lo que yo quiera, pero no soy lo
suficientemente disciplinado como para competir con Marcel Marceau. Ser mimo
me ayudó mucho para aprender de lenguaje corporal. Eso es todo.

Playboy: ¿Angela, tu esposa, no tuvo que ver con conseguirte tu primer


contrato de grabación?
Bowie: Angela y yo nos conocimos porque estábamos saliendo con el mismo
hombre. Otro de sus novios, un cazatalentos de Mercury Records, la llevó a un
show en The Roundhouse, donde yo iba a tocar. Él me odió. Ella pensó que yo era
genial. Al final, ella amenazó con dejarlo si no me firmaba. Entonces me firmó.

Playboy: ¿Y cómo se resolvió la situación con el novio que tenían en común?


Bowie: Me casé con Angela y ambos seguimos saliendo con él.

Playboy: ¿Por qué te casaste con ella?


Bowie: Porque me di cuenta de que ella sería una de las pocas mujeres con que las
que podría ser capaz de vivir más de una semana. Ella es lo suficientemente
agradable como para volver. Y para mí siempre lo será. No hay nadie más exigente
que yo. No físicamente, necesariamente, pero mentalmente. Soy agotador. Muy
intenso en todo lo que hago. Asusto a casi todas las personas que han vivido
conmigo.

Playboy: ¿Estabas enamorado de Angela?


Bowie: Nunca he estado enamorado. Me enamoré una vez, y fue una experiencia
terrible. Me dejó podrido, me drenó, y fue una enfermedad. Fue una cosa odiosa.
Estar enamorado es algo que engendra ira y celos, cualquier cosa menos amor,
parece ser. Es casi como el catolicismo, u otra religión por así decirlo.

Playboy: ¿En qué crees?


Bowie: En mí. Política. Sexo…

Playboy: Algunos psiquiatras podrían decir que tu es comportamiento


compulsivo. ¿El hecho de que haya demencia en tu familia te asusta?
Bowie: Mi hermano Terry está en un asilo en este momento. Me gustaría creer que
la demencia es porque en nuestra familia somos genios, pero sé que esa no es la
verdad. Algunos de ellos – una buena cantidad – son nadie. Soy aficionado de la
demencia, de hecho. Es algo bueno para usar en las fiestas, ¿no crees? Todo el
mundo siente empatía con una familia loca. Todo el mundo dice, “Ah, sí, me familia
es medio loca”. La mía de hecho lo es. No estoy jodiendo. La mayoría están locos,
están saliendo o entrando a una clínica. O muertos.

Playboy: ¿Qué piensan de ti?


Bowie: No tengo idea. No he hablado con nadie en años. Mi papá está muerto. Creo
que hablé con mi mamá hace un par de años. No entiendo a ninguno. Ya no es una
cuestión de que me entiendan. El zapato está en otro pie.

Playboy: Con frecuencia dices que crees firmemente en el fascismo. A pesar de


eso dices que un día te vas a lanzar para ser Primer Ministro de Inglaterra.
¿Más manipulación de los medios?
Bowie: Dios, todo es manipulación de los medios. Me encantaría entrar en la
política. Un día lo haré. Me encantaría ser Primer Ministro. Y sí, creo firmemente en
el fascismo. La única forma en que podemos acelerar el tipo de liberalismo que está
en el aire en este momento es acelerar el progreso de una tiranía de derecha,
totalmente dictatorial, y terminarlo lo más rápido posible. Las personas siempre
han respondido con más eficiencia a un régimen. Un liberal pierde su tiempo
diciendo, “¿Bueno, ahora, que ideas tienes?”. Muéstrales qué tienen que hacer, por
el amor de Dios. Si no lo haces, nada se va a hacer. No soporto a las personas dando
vueltas. La televisión es el fascista más exitoso, no necesita decir más. Las estrellas
del rock son fascistas también. Adolfo Hitler fue uno de los primeros rock stars.
Playboy: ¿Cómo es eso?
Bowie: Piénsalo. Mira algunos de sus videos y mira cómo se mueve. Creo que era
igual de bueno que Jagger. Es asombroso. Y cuando se subía al escenario, manejaba
al público. ¡Dios! Él no era un político. Era un artista de los medios. Él usó la
política y el teatro y creó estas cosas que gobernaron y controlaron el show
durante esos 12 años. El mundo nunca reconocerá su estilo. Él puso en escena a un
país.

La verdad, me gustaría ser Primer Ministro, pero creo que primero tengo que crear
mi propio país. No quiero ser Primer Ministro de un país viejo. Debería crear un
estado donde me gustaría vivir primero. Sueño que un día pueda comprar
compañías y canales de televisión, ser su dueño y controlarlos.

Playboy: ¿Te parece más útil la actuación que el rock & roll?
Bowie: El rock & roll es actuar. En todos mis discos estoy actuando algunas. Por
eso no estoy orgulloso de todos mis discos, extrañas la parte visual.

Playboy: ¿Crees que se han aprovechado de ti durante esto años?


Bowie: No se han aprovechado. Me han explotado.
Playboy: ¿Estás sugiriendo que no has hecho todo lo has querido?
Bowie: ¿Qué, dinero? Dios, no; no hemos hecho nada. Todo lo que he hecho es un
impacto y un cambio, que es, por supuesto, un montón. Me lo digo todo el tiempo.
Lo mejor para decir sobre esto es que es un arquetipo del negocio del rock & roll.
Lee los reportes sobre los Beatles, los Stones y otros grandes artistas y júntalos; es
una imagen muy precisa de mi negocio. John Lennon ha pasado por todo. John me
dijo, “Sigue el juego. Sobrevive. Vas a pasar por una moledora y te van a mover
para todos lados. La clave es llegar al otro lado”. Le dije algo pretencioso como,
“tengo un gran manager. Todo está bien. Soy un artista de los setenta”. La última
vez que hablé con John, le dije que tenía razón. Me habían estafado.

Playboy: ¿No eres un hombre rico? ¿Después de cinco discos de oro?


Bowie: Ahora, sí, excesivamente. ¡No! ¡Espera, EEUU! No del todo. No tengo ni un
centavo a mi nombre, estoy abogando por la pobreza en este momento, pero
potencialmente soy muy rico. Teóricamente soy rico, pero no adinerado.

Playboy: Última pregunta. ¿Crees y respaldas todo lo que has dicho?


Bowie: Todo, menos los comentarios incendiarios.

“Me encantaría entrar en la política. Un día lo haré.


Me encantaría ser Primer Ministro. Y sí, creo
firmemente en el fascismo”.

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