CUANDO SÓLO REINASEN LOS INDIOS
SINOPSIS
En los últimos años del siglo XVIII, el altiplano surandino se estremeció con una erupción de
profundas fuerzas sociales. Décadas de tensiones y confrontaciones acumuladas culminaron
en 1780-1781 en el más poderoso movimiento anticolonial en la historia hispanoamericana
previa a la independencia. El centro simbólico de la insurrección general, encabezada
nominalmente por el rey inka Tupaj Amaru, fue el Cuzco, pero sus repercusiones se sintieron
por todos los rincones de la cordillera, desde Nueva Granada (hoy Colombia) en el norte, hasta
Tucumán en el sur. Extendiéndose al este y al sur de la cuenca del lago Titicaca, una de las
regiones centro de la insurrección fue La Paz, donde los indígenas insurgentes aymara y
quechuahablantes se alzaron para ganar el control territorial sobre toda la región, menos un
aislado enclave urbano: la sitiada ciudad de La Paz. Debido a la intensidad de las luchas
políticas en La Paz, que comenzaron alrededor de la mitad del siglo XVIII, y a la extensa
documentación sobre ellas, esta región se presta para el estudio de un tema histórico clave. El
problema central de este ensayo es la específica concepción y significado de la insurgencia
para los campesinos indígenas en el conflictivo mundo andino colonial tardío. ¿Cuáles eran las
posibilidades históricas que ellos percibieron o se imaginaron en tiempos del levantamiento
anticolonial? Más allá de las condiciones materiales o fuerzas estructurales que pueden ser
vistas como los factores causales que los llevaban hacia un quiebre radical con el orden
colonial, ¿cuál era el conjunto de motivos o la visión política que los impulsaba y que sostenía
sus esfuerzos a pesar de los riesgos y tremendos costos? El máximo líder de las tropas aymaras
en La Paz fue un indio comunario, Julián Apaza, quien tomó el nombre de Tupaj Katari, que
significa “Serpiente luminosa”. De acuerdo al testimonio posterior de Bartolina Sisa, su pareja
matrimonial y política o Mama t’alla, Katari infundió valor a sus seguidores con la promesa de
que “se habían de quedar dueños absolutos de estos lugares, como también de los caudales”.
Los indígenas movilizados, testificó ella, hablaron con expectativa de un tiempo ya no lejano
cuando “sólo reinasen los indios”.1 Así, las palabras de Bartolina Sisa nos ofrecen una luz inicial
del significado de la insurgencia para los campesinos aymaras en la guerra civil andina de 1780-
1781. En las décadas de 1970 y 1980 una historiografía floreciente produjo estudios
innovadores y ambiciosos sobre la rebelión anticolonial en el siglo XVIII en los Andes. Una rama
de ésta elaboró una visión panorámica de las causas materiales 1 Archivo General de Indias
[AGI] Buenos Aires 319, “Cuaderno núm. 4”, 60 v, p. 77. MUNDO ANDINO: HISTORIA, CULTURA
Y REBELIÓN DOSSIER ARGUMENTOS UAM-X MÉXICO 17 estructurales y de los procesos que
culminaron en la insurrección panandina.2 Una segunda rama exploró la ideología de la
insurrección en 1780-1781, en particular las expectativas mesiánicas, milenaristas y utópicas
asociadas con Tupaj Amaru.3 Más recientemente, nuevas investigaciones vuelven al siglo XVIII
andino para iluminar las dimensiones políticas y culturales de la participación de los
campesinos indígenas en la insurrección misma y en las décadas precedentes que
constituyeron una “era de la insurgencia”. Estos trabajos más recientes están examinando por
primera vez –o con una mayor profundidad– la cultura política de la sociedad india y de las
comunidades campesinas andinas, incluyendo una serie de problemas específicos: los
conflictos comunitarios internos y la transformación de los sistemas de autoridad indígena; las
relaciones Estado-comunidad y los proyectos anticoloniales campesinos; y la forma y el
contenido de los discursos políticos indígenas