UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE ENTRE RÍOS
Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales
Profesorado en Lengua y Literatura
Seminario en Literaturas Comparadas
Trabajo final
Alumna
Bellocchio, Mariela Alejandra
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Feminismo y princesas: la mujer, de sumisa a independiente
Siglo XXI: cambio de paradigma en la imagen de la mujer en las películas de
Disney.
(...) no hay barrera, cerradura ni cerrojo,
que puedas imponer a la libertad de mi mente.
VIRGINIA WOOLF
El presente trabajo se enmarca en la cátedra Seminario en Literaturas Comparadas del
Profesorado en Lengua y Literatura, de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales,
de la UADER.
Para realizar esta producción nos situaremos desde el Comparatismo, a fin de poder
demostrar cómo era vista la mujer a mediados del siglo XX; y cómo varios años más tarde, en
el siglo XXI, se aprecia un cambio de paradigma influenciado por los movimientos feministas
que se dan cada vez con mayor fuerza. Para esto, trabajaremos con el cuento clásico de La
Cenicienta (1697), de Charles Perrault, y la película del mismo nombre, producida por la
compañía Disney en el año 1950. Asimismo, tendremos en cuenta la nueva versión de La
Cenicienta, estrenada en los cines en el año 2015, y en la cual se pueden observar algunas
modificaciones respecto de la primera, cuestión que nos servirá para los fines de este trabajo.
La comparación propiamente dicha será entre estas obras y la película Moana (2016), de la
misma empresa, que nos servirá para mostrar el cambio de paradigma anteriormente
mencionado.
Cabe señalar que la selección de este tema surge a partir de un interés por los grandes
avances respecto del posicionamiento de la mujer y de sus derechos en la sociedad, que están
ocurriendo a nivel mundial y del que ya no se puede estar ajeno. La voz femenina resuena cada
vez con más ímpetu, y no sólo la sociedad comienza a escucharla, sino que también lo hacen
las grandes compañías cinematográficas, como es el caso de Disney. En los últimos años se
pueden observar variaciones significativas en relación a la mujer y su protagonismo en dichas
producciones, lo que nos habla de un cambio paradigmático que no es casual.
Por lo tanto, a partir de lo expuesto hasta aquí, partimos de la siguiente hipótesis: existe
un cambio de paradigma en la imagen de la mujer en las películas de Disney, influenciado por
los movimientos sociales feministas actuales.
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Para llevar a cabo esta producción, tendremos presente un marco teórico que nos
permita exponer los conceptos más pertinentes a nuestro trabajo. Abordaremos, por lo tanto, y
en primer lugar, la noción de “cuento fantástico-maravilloso”, como así también algunas de las
características más sobresalientes de este género. Para ello, trabajaremos desde Tzvetan
Todorov (1976) e Enrique Anderson Imbert (1979). Asimismo, plantearemos la noción de
“cuento de hada”, a partir de los aportes realizados por Todorov (1976) y Picabea (2016).
Trabajar estas nociones nos permitirá ubicar el relato que hemos seleccionado para este escrito
en un tipo de género literario.
Luego abordaremos la noción de “ideología”, desde Teun Van Dijk (s/f), concepto que
nos dará el puntapié inicial, para comenzar a hablar sobre el feminismo. Como lo expresa el
autor, “Las ideologías [son] un sistema básico de creencias que subyace a la cognición social
de un grupo” (Van Dijk, s/f: 31). Dichas ideologías se reproducen a través de los discursos
públicos; y quienes poseen acceso a estos son quienes imponen una forma de pensar. Estos
discursos cargados ideológicamente, son compartidos por un grupo de personas que posee
ciertas creencias o supuestos en común.
Es sabido que el feminismo es una ideología que busca la igualdad entre el hombre y la
mujer, en todos los aspectos sociales, a la vez que también pretende romper con lo socialmente
establecido, en cuanto al rol femenino como ama de casa, madre y esposa. Para hablar sobre
esto en nuestro trabajo, nos apoyaremos en Virginia Despentes (2006) y Virginia Woolf (1928).
Resulta aquí interesante citar a la autora Virginia Despentes, quien hace un análisis
sobre el aparato ideológico del Estado, como vigilador y controlador de nuestros hábitos y
formas de vida. La misma expone que al poder político le conviene una mujer sumisa, cuyo
cuerpo pueda ser dominado; y que se sirve de éste para construir un imaginario femenino, a
partir de la figura de la madre. En palabras de la autora: “La maternidad se volvió el aspecto
más glorificado de la condición femenina” (Despentes, 2006: s/d).
Otra noción de gran importancia para este trabajo es el de “representaciones sociales”,
la cual será tomada desde Alejandro Raiter (2001). El mismo las entiende como:
(...) imagénes (...) del mundo presentes en una comunidad lingüística cualquiera. (...) imagen (mental)
que tiene un individuo (...) acerca de alguna cosa, evento, acción, proceso no mental que percibe de alguna manera.
Esta representación (...) constituye una creencia (...) y es la base del significado que adquiere cada nuevo estímulo
relacionado con esa cosa, evento, acción o proceso (Raiter, 2001: 1).
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De esta noción, podemos desprender otro concepto importante, como lo es el de
“estereotipo”. Para definirlo, nos apoyaremos en la autora Pilar López Díez (2005), quien
retoma a Walter Lippmann (1922) para expresar que se trata de “(...) una imagen que se
construye de un grupo de gente que resulta de la selección de unos pocos símbolos entre un
elevado número de posibilidades para representar al grupo. El estereotipo no sabe de
individualidades…” (López Díez, 2005: 12).
Estas dos nociones nos servirán a la hora de hablar del rol de la mujer en la sociedad, y
de cómo ésta es vista para realizar única y exclusivamente actividades “de mujeres”, en especial
aquellas que tienen que ver con el hogar y la crianza de los hijos. Asimismo, pretendemos
mostrar la ruptura que se genera, en este caso, con la nueva producción cinematográfica de
Disney, Moana (2016), donde es posible observar un cambio significativo en cuanto al
estereotipo de “princesa”.
Por último, también resulta de gran importancia los conceptos referidos al
Comparatismo, que trabajaremos desde Claudio Guillen (1985). El mismo, entiende a la
Literatura Comparada como “(...) cierta tendencia o rama de la investigación literaria que se
ocupa del estudio sistemático de conjuntos supranacionales…” (Guillen, 1985: 13-14).
La Literatura Comparada se define como una disciplina empírica de los estudios
literarios, que tiene como objetivo la comparación de una literatura con otra(s), así como
también con otra(s) forma(s) de expresión. Por lo tanto, como el fin del Comparatismo será
observar el diálogo entre estructuras recurrentes, intentaremos realizar un análisis sobre cómo
se ha utilizado el cuerpo de la mujer como un instrumento que sirve única y exclusivamente
para la reproducción; al mismo tiempo, que siempre se la relaciona con un hombre de quien
depende.
Por otra parte, para realizar el Estado del Arte, seleccionamos dos investigaciones que
se relacionan con nuestro tema. El primero es un trabajo final de grado que muestra los
estereotipos femeninos sexistas en cuatro películas de la empresa cinematográfica Disney:
Blancanieves y los siete enanitos, La Sirenita, La Bella y a Bestia y Aladdín.
Dicho trabajo está titulado Estereotipos femeninos en Disney: hacia un cuento no
sexista, realizado por María Escandell Bozada, publicado por la Universidad de Vic-
Universidad Central de Catalunya el 10 de mayo de 2013.
La metodología utilizada por la autora fue un trabajo de análisis lingüístico, para
detectar las frases sexistas en los personajes principales de las películas. En ellos detectó que
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el sexo femenino es considerado como “débil” o “inferior”, y que las mujeres siempre necesitan
de un hombre para poder subsistir y sobrevivir a los males que las acechan.
Se debe agregar que elegimos este trabajo porque el estereotipo femenino, planteado
anteriormente por López Díez, mantiene la misma línea que el film de La Cenicienta, una mujer
hermosa, inteligente y bondadosa que atraviesa un problema y solo gracias a una figura
masculina, consigue ser rescatada o salir airosa de esa situación. A su vez, el rescatista es un
príncipe del que se enamora y con el que vivirá feliz para siempre.
Otro aspecto a destacar son los estereotipos de juventud y belleza, relacionados a la
bondad y la humildad. Esto se ve en la imagen del resto de las mujeres que no son la
protagonista, ninguna se destaca en hermosura y buenos actos como la “princesa”. Además, la
malvada es por lo general una mujer mayor.
De esta manera, a partir del Análisis Crítico del Discurso, y de las imágenes que
también muestran a los personajes, se pudieron develar cuestiones sociales e ideológicas que
se encuentran ocultas en el discurso de las películas antes mencionadas, donde afloran las
diferencias entre hombres y mujeres, mostrando a las princesas como seres estáticos, inmóviles
y sin poder de decisión propia.
El otro trabajo de grado elegido se titula Disney y el feminismo. Revisión del clásico de
animación La Bella y la Bestia y su remake. Realizado por Ana Isabel Molina Triano, publicado
por la Universidad de Sevilla, Facultad de comunicación en el año 2017.
La decisión de tomar este trabajo se debe a que nos pareció pertinente, ya que en el
mismo se realiza un análisis del clásico de animación de Disney La Bella y la Bestia, estrenado
en 1991, y la comparación con la versión de 2017, a su vez parte de la versión literaria para
tomar la historia del cuento.
Hay que mencionar además, que hace foco en el feminismo y cómo ha impactado el
cambio social que se ha ido produciendo en las películas antes mencionadas. Para ello, la
metodología utilizada además del análisis discursivo y de imágenes, se vale de entrevistas y
recursos periodísticos.
Por lo tanto, los trabajos consultados para el Estado del Arte se relacionan con el
nuestro, dado que en los dos se propone una mirada crítica para desnaturalizar las palabras y
frases machistas encubiertas en las historias de Cuentos de hadas y princesas. Asimismo, en
el segundo se compara la historia fílmica con la literaria, con el fin de intentar demostrar cómo
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ha evolucionado la imagen femenina a través del tiempo y cómo se ha materializado el cambio
en las distintas versiones cinematográficas del mismo film.
Para dar inicio al análisis de este trabajo, resulta imprescindible comenzar ubicando el
cuento clásico de Perrault, La Cenicienta (1697), en el género fantástico-maravilloso, ya que
forma parte de los relatos donde lo sobrenatural no llama la atención del lector, ni genera en él
extrañeza, como por ejemplo: la existencia de un ¨Hada madrina¨ y sus poderes mágicos.
Tzvetan Todorov (1976) trabaja esta categoría, y sostiene que son:
(...) la clase de relatos que se presentan como fantásticos y que terminan con la aceptación de lo
sobrenatural. Se trata de los relatos más cercanos a lo fantástico puro, porque este, por el hecho mismo de que
permanece inexplicado, no racionalizado, nos sugiere la existencia de lo sobrenatural (Todorov, 1976: 52).
Siguiendo con los lineamientos del ya nombrado autor, la historia que aquí trabajamos
se enmarca en una de las variedades de lo maravilloso: el cuento de hadas. Este se caracteriza
por presentar, además de los ya mencionados hechos sobrenaturales, una escritura propia que
el lector es capaz de reconocer y adjudicárselo a este tipo de relatos.
De acuerdo con Enrique Anderson Imbert (1979), una de los procedimientos
intraliterarios que lleva a cabo el autor en este tipo de cuentos, es la temporalidad: “(...) el
narrador, para dar expresión artística al tiempo, selecciona de su experiencia (incluyendo la
experiencia de la lengua) lo que más le conviene. Ya esta selección es un acto intensamente
temporal” (Imbert, 1979: 282).
La temporalidad, entonces, se observa en frases como “había una vez…”, “sucedió una
vez, en una tierra muy lejana…”, o como Perrault da comienzo a su obra “Había una vez un
gentilhombre…” (Perrault, 1697: s/d). Estas expresiones nos remontan a un tiempo remoto e
indeterminado, siempre lejano que por lo general se relacionan con lo mágico, con castillos,
bosques y reinos.
Sobre las formas de escritura de los cuentos de hadas, podemos mencionar también la
manera de concluir la narración, donde por lo general se presenta una enseñanza o una
reflexión, que cumple con una función social. En La Cenicienta de Perrault, encontramos una
moraleja en la que se lee: “En la mujer rico tesoro es la belleza / el placer de admirarla nunca
se acaba jamás; / pero la bondad, la gentileza / la superan y valen mucho más” (Perrault, 1697:
s/d). Otra manera de finalizar las historias, es a través de frases ya establecidas como “y
vivieron felices por siempre”, “comieron perdices”, “colorín colorado, este cuento se ha
acabado”.
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Por otra parte, en relación con los cuentos de hadas, nos parece importante mencionar
que los orígenes históricos y la evolución de estos, no responden a un sitio ni tiempo
determinado, sino que pertenecen al folclore. La transmisión de los mismos ha sido de boca en
boca, por lo que también resulta difícil reconocer en ellos un autor. Estos cuentos que leemos
como clásicos han admitido reescrituras y reinterpretaciones acordes a cada época, pero
siempre manteniendo de base la historia de origen. En palabras de la autora María Luján
Picabea:
Ciertas historias parecen haber nacido de la tierra como esos yuyos que, sin dejar de serlo, dan coloridas
flores silvestres. Pero lo cierto es que las historias son productos más bien de cosmovisiones, instrumentos de la
cultura y a la vez su materia, que expresan, con mayor o menor vigor, los ideales hegemónicos de un tiempo y un
pueblo determinado.
Sucede que una vez que han echado a correr, recogen y sueltan migas en cada nueva narración y, aunque
impresas en letras de molde, a la larga su reescritura, reimpresión y reajuste a cada época resulta imparable
(Picabea, 2016: 56).
Tras este análisis, nos proponemos continuar con la comparación de la obra literaria de
Perrault (1697) y las películas de Disney, no sin antes hablar brevemente de la relación del cine
con las obras literarias. Según Imbert (1979), este arte se asemeja o aproxima a la narración,
ya que a través del cine también se cuentan historias que el espectador observa desde un punto
de vista en concreto. El lenguaje en la narrativa funciona con las palabras; en el cine, con la
montaje. El crítico expresa: “(...) tanto una película como un cuento narran. La película, con
un montaje de tiras de celuloide. El cuento, con una sintaxis verbal (...) El director de cine (...)
selecciona y arregla el orden de las fotografías con la misma libertad gramatical del narrador”
(Imbert, 1979: 279).
Ahora bien, en el cuento de Perrault vemos a una Cenicienta muy parecida a la del film
de los años 50, que sufre la pérdida de su madre, y los malos tratos de su madrastra y
hermanastras. Sin embargo, en la obra literaria se presentan diferencias, tales como que la
protagonista tiene dos encuentros con el príncipe: uno se suscita en el baile, y el segundo al día
siguiente en un nueva fiesta que organiza el reino. Es en este segundo encuentro donde la
protagonista pierde el zapatito de cristal. Asimismo, hacia el final del cuento, Cenicienta decide
ser misericordiosa con sus hermanas, y las perdona y casa con grandes señores.
Por otra parte, no se hace referencia a que el padre de Cenicienta haya muerto, pero sí
se menciona al principio que éste vive dominado por su esposa: “La pobre muchacha aguantaba
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todo con paciencia, y no se atrevía a quejarse ante su padre, de miedo que le reprendiera pues
su mujer lo dominaba por completo” (Charles Perrault, 1697: s/d).
La imagen “altanera y orgullosa” de la madrastra, como es descrita, contrasta con la
bondad y la dulzura con la que se hace referencia a la madre de Cenicienta. Estas dicotómicas
características que poseen las mujeres, son un reflejo de lo que serán sus hijas más tarde. De la
primera, crecerán hijas odiosas y malcriadas; y de la segunda, una delicada y entregada
Cenicienta. La nueva versión cinematográfica llevada a cabo por la compañía Disney de la
Cenicienta (2015), en la que se incluye una breve presentación de la madre de la protagonista,
también deja ver estas cualidades tan opuestas unas de otra. Parece ser que la mujer sólo puede
ser una bruja mala, o una dulce y sumisa doncella, que, sin embargo, comparten la característica
de que ninguna es realmente independiente, sino que necesitan de un hombre para subsistir.
Había una vez un gentilhombre que se casó en segundas nupcias con una mujer, la más altanera y
orgullosa que jamás se haya visto. Tenía dos hijas por el estilo y que se le parecían en todo.
El marido, por su lado, tenía una hija, pero de una dulzura y bondad sin par; lo había heredado de su
madre que era la mejor persona del mundo (Charles Perrault, 1697:1).
Tanto en el cuento como en la película de 1950, Cenicienta se muestra felizmente
predispuesta a realizar todas las tareas domésticas. Como puede observarse, el film data de
hace más de sesenta años, dato que resulta importante para comprender la manera en la que se
veía a la mujer en aquella época. Si nos retrotraemos cronológicamente, la Segunda Guerra
Mundial hacía poco que había finalizado. En tiempos de guerra, la mujer había llegado a
ocupar, por ejemplo, puestos en las fábricas, debido a la falta de hombres, como así también a
desempeñarse como enfermera. Ya en tiempos de paz, lo que se pretendía con la misma era
devolverla a su lugar, es decir, el hogar. La mujer tan sólo serviría para realizar sus tareas:
ocuparse de los niños y del marido que regresaba de la guerra. No es inocente, por lo tanto, ver
a la Cenicienta realizando los quehaceres domésticos, feliz y entregada a ellos, aun cuando sólo
recibiera maltratos y descalificaciones, tales como aquel apodo que la caracteriza y por la cual
se la conoce.
En este punto nos pareció pertinente traer a colación del trabajo de Escandell Bozada
(2009), las siguientes palabras: “(...) observamos que la función tradicional de la madre se
limitaba a engendrar, criar a los hijos y dedicarse a su educación. Vuelve a aparecer el rol
sexista que las mujeres se ocupan del trabajo de la casa y los hombres del trabajo fuera de ella”
(Escadell Bozada, 2009: 14).
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Por otra parte, resulta interesante hacer una comparación con la nueva cinta
cinematográfica, donde esta cualidad, si bien sigue vigente, presenta algunas diferencias. En
primer lugar, la protagonista tiene un nombre, Ella, dato que no se da a conocer ni en el cuento
ni en el film anterior. La importancia del nombre radica en la identidad que éste le otorga al
personaje, y la posibilidad de que la audiencia vea en ella más allá del mote que ha recibido.
Sin embargo, si tomamos la palabra en inglés Cinderella, podemos decir que hay un juego
lingüístico que no es inocente. A pesar de poseer un nombre, sus hermanas agregan el cinder
(ceniza) al Ella. Este agregado les permite seguir riéndose de ella y quitarle identidad.
En segundo lugar, vemos a una joven servicial, que colabora con todas las tareas que
se le piden, pero que es consciente del maltrato y lo tolera sólo por los recuerdos y el afecto
que le genera la casa de sus padres. A modo de ejemplo, podemos mencionar la escena del
minuto 26:30, donde Ella es llamada por primera vez Cenicienta, y humillada por su madrastra
y hermanastras; motivo por lo que corre al bosque en busca de paz, y tiene su primer encuentro
con el príncipe. Desconociendo la identidad real de éste, mantienen una conversación en la que
da a entender que ella no se merece ni es culpable de los malos tratos recibidos.
Regresando a los años de posguerra, podemos hablar del estereotipo femenino, en el
cual la mujer debe permanecer abocada exclusivamente a su familia y a las tareas domésticas,
reduciendo su vida sólo a ese ámbito, y relegando sus deseos y aspiraciones. Su cuerpo le
pertenece, en la vida de soltera, al padre; y luego, una vez casada, a su marido.
En palabras de Virginia Despentes: “(...) los cuerpos de las mujeres sólo les pertenecen
a los hombres a cambio de que los cuerpos de los hombres le pertenezcan a la producción, en
tiempos de paz, al Estado, en tiempos de guerra” (Despentes, 2006: s/d).
A modo de ejemplo, citaremos un fragmento de la película de 1950, donde es posible
observar lo anteriormente mencionado. En el minuto 49:21, el rey, cansado de que ninguna
dama sea la adecuada para su hijo el príncipe, exclama:
“—¡No me cabe en la cabeza! Debe haber al menos una que haga de una buena madre.
Inmediatamente, el duque le llama la atención diciéndole:
—Sh, señor…
—Digo… de una buena esposa —se corrige el rey” (49:21).
En este ejemplo, las intenciones son muy claras, y se expresa, sin titubeos, lo que se
pretende de una mujer. En el cuento de Charles Perrault, el rey nunca se pronuncia, sin embargo
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sí encontramos referencias al uso del cuerpo femenino en relación con los estereotipos
socialmente marcados, ya que las mujeres asisten al baile con intenciones de contraer
matrimonio.
Retomando el trabajo de Molina Triano (2017), rescatamos la siguiente cita:
En el caso de las princesas, se nos ha mostrado en repetidas ocasiones que quien es bella y buena, merece
la felicidad. Para Disney, la mayor recompensa posible para una mujer es el amor asociado al matrimonio, pero
para obtener dicha recompensa se han de cumplir ciertos requisitos. Según Disney, las mujeres han de ser bellas
y ser ejemplo de bondad y obediencia siguiendo las normas sociales, pues es la única manera de acceder al
matrimonio, fuente de felicidad eterna (Molina Triano, 2017: 14).
De la cita de Despentes, también podemos destacar que el mayor sometimiento fue y
será la dependencia económica. Las mujeres no podían, e incluso estaba mal visto, que ganaran
su sustento. No tenían libertad para decidir sobre ningún gasto personal ni familiar, el cual
siempre pasaba por la aprobación masculina. A su vez, esta dependencia las hacía propiedad
de sus esposos en todos los demás aspectos de la vida: ¿quién puede independizarse sin dinero?
Si bien en la actualidad, las mujeres gozan del beneficio del trabajo y de una gran autonomía,
existe un fuerte imaginario respecto del dinero del hombre malgastado por las mujeres en cosas
superfluas o innecesarias.
Ya a fines de los años 20, esta realidad era calificada como injusta por la autora Virginia
Woolf. La misma, cuestionaba por qué las mujeres no ganaban su propio dinero. En sus
palabras:
Cada penique que gane, dijéronse, me será quitado y utilizado según las sabias decisiones de mi marido,
quizás para fundar una beca o financiar una auxiliaría en Balliol o Kings, de modo que no me interesaba demasiado
ganar dinero. Mejor que mi marido se encargue de ello (Woolf, 1928: 19).
Resulta de interés agregar el aporte realizado por la autora Silvia Federici (2004), la
cual hace un recorrido histórico de la mujer en relación al hombre y el Estado. La misma
expresa que en el surgimiento de la burguesía, el hombre era el representante del Estado en el
hogar. Este era el encargado de la administrar los bienes de la familia y de tomar las decisiones
económicas y sociales, ejerciendo una dominación patriarcal. La mujer no poseía ni voz ni
voto, y servía exclusivamente para el hogar. En palabra de la autora:
Complemento del mercado, instrumento para la privatización de las relaciones sociales y, sobre todo,
para la propagación de la disciplina capitalista y la dominación patriarcal, la familia surgió también en el período
de acumulación primitiva como la institución más importante para la apropiación y ocultamiento del trabajo de
las mujeres (Federici, 2004: 149).
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Otro aspecto interesante para analizar en la película clásica de los 50, tiene que ver con
el matrimonio. En el film animado, la joven Cenicienta apenas entabla unas pocas palabras con
el príncipe antes de salir corriendo al dar las doce campanadas, y esto basta para haberse
enamorado de él y, posteriormente, contraer nupcias. Como ya hemos dicho con anterioridad,
en el cuento de Perrault, la Cenicienta mantiene dos encuentros con éste antes de que se sepa
su verdadera identidad. En la nueva versión fílmica, el príncipe y la Cenicienta mantienen un
diálogo en el que analizan para quién es conveniente un matrimonio arreglado, dejando en
evidencia que tiene que tratarse de un acto consentido.
Para Despentes (2006), el matrimonio es un contrato en el que la mujer se compromete
a satisfacer las necesidades del hombre, en especial las sexuales, en pos de su confort. A cambio
de esto, la mujer consigue ser mantenida económicamente.
A continuación, siguiendo con el cambio de paradigma de la imagen de la mujer en las
películas de Disney, analizaremos el film Moana, producido en el año 2016. En esta cinta
cinematográfica, podemos observar una diferencia muy marcada respecto de las
representaciones sociales y estereotipos femeninos anteriormente mencionados. Resulta
importante entender que este cambio responde a un nuevo contexto social en el que las mujeres
exigen ser escuchadas cada vez con más fuerza.
En esta película, no nos encontramos con una princesa, sino con la hija del jefe, quien
debe salvar a su isla de la progresiva devastación, devolviendo el corazón de Tefiti (diosa de la
naturaleza). Sólo Moana podrá hacerlo, pues ella fue la elegida por el mar para llevar a cabo
esta misión; y es aquí donde se puede observar una clara diferencia con respecto a otras
películas de Disney, pues es una mujer, y no un hombre, el que salvará a su pueblo al final del
día. Y si bien existen películas de esta productora, aunque muy pocas, donde se presentan a las
princesas como las heroínas, éstas en su mayoría dependen de un hombre. En Moana, la
protagonista acalla las voces masculinas anteponiendo la suya, convencida de que lo único que
necesita para lograr su propósito, es a sí misma.
Por otra parte, la cinta destaca por ser una de las pocas que no tiene como “final feliz”
el matrimonio, ya que Moana no mantiene ninguna relación amorosa con una pareja, ni la
busca. Sus intenciones se abocan única y exclusivamente a salvar a su pueblo, y a cumplir lo
mejor posible su rol de futura gobernante de la isla, guiada por su abuela, otra figura femenina
de gran importancia en la cinta, ya que es clave para el desarrollo del personaje. La misma, será
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la primera en creer que su nieta es capaz de llevar a cabo la misión que se le destinó, así como
también la alentará a cruzar los límites y adentrarse en el mar.
Otro aspecto que resulta significativo destacar, es que Moana no es un personaje pasivo
respecto de lo que desea, sino que se lanza a la aventura; situación que contrasta con la
Cenicienta, tanto la de la obra literaria como de las de las películas, quien espera ser rescatada
de sus pesares por un hombre: el príncipe. Moana, en cambio, está en constante movimiento,
muchas veces desobedeciendo las órdenes de su padre, personaje que funciona al principio de
la trama como un obstáculo en el crecimiento de la protagonista.
Un ejemplo muy claro de esto se da en el minuto 18:50, cuando Moana se sube por
primera vez a un bote, dispuesta a cruzar el arrecife en busca de una solución a los problemas
que la gente de la isla comienza a sufrir. Mirando hacia adelante, exclama:
“—Hay más peces pasando el arrecife… Hay más pasando el arrecife” (18:50).
Este simple diálogo puede ser leído como una metáfora que, junto con algunas frases
de la canción característica de la película, titulada Cuán lejos voy (2016), muestran una nueva
forma de ver las cosas, a la vez que habla de ir en busca de aquello que anhelamos,
indistintamente del género al que pertenecemos.
Otra diferencia que resalta en esta producción cinematográfica en comparación con la
película de La Cenicienta, tiene que ver con el rol de la mujer, que aquí no está relegado a los
quehaceres domésticos. Moana no está pendiente de las tareas del hogar, y si bien puede
pensarse que es por el estatus al que pertenece, no existe, a lo largo de toda la película,
referencias a este tema. De hecho, durante todo el largometraje, se la verá a Moana llevando a
cabo su misión, fuera de la isla, sorteando distintos obstáculos; o bien cumpliendo su papel de
futura gobernante, aconsejando y solucionando situaciones que puedan presentarse.
En cuanto al protagonismo de los hombres, podemos decir que estos aparecen
acompañando a las mujeres, y que tienen una pequeña participación en la historia, en contraste
con La Cenicienta, donde, por ejemplo, observamos que la economía del hogar depende del
padre y, una vez muerto, las mujeres se preocupan por contraer nupcias a fin de mantener su
condición. En Moana las dos figuras masculinas más sobresalientes son la del padre y la del
semidiós Maui, siendo el segundo el acompañante de la protagonista, y quien hacia el final se
replantea, gracias a ésta, su papel en la historia. Como se ha dicho anteriormente, la
protagonista hace caso omiso de las voces masculinas que pretenden hacerla retroceder en sus
decisiones; y los hombres no logran ensombrecer a esta mujer decidida y fuerte.
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Resulta interesante para este análisis detenerse brevemente en el personaje de Maui,
quien, siendo un semidiós, sólo es capaz de recobrar la confianza que había perdido y de
aprender su lección, gracias a Moana; por lo que, sin ella, Maui continuaría en la isla desierta
donde un día decidió exiliarse.
A modo de conclusión, podemos decir que este cambio tan radical en una figura
femenina de Disney, no sólo es visible en Moana, sino también en nuevas producciones que
reproducen un mismo formato, donde la mujer pasa a tomar un rol protagónico. Ejemplos de
estas cintas son Valiente (2012) o Frozen (2013), donde encontramos personajes que destacan
por ir en contra de lo socialmente esperado.
Creemos que tales cambios no se tratan de algo inocente, sino que responde a un
reclamo sobre los derechos de la mujer y su lugar en una sociedad fuertemente machista. Cada
vez más, las grandes compañías son conscientes de que, para mantener a su público y lograr
más espectadores, deben adaptar sus producciones al contexto más inmediato, que así lo exige.
También entendemos que los productores de estas películas pertenecen a nuevas
generaciones, con una conciencia social diferente que se ha conseguido a través de las luchas
que se han suscitado a los largo de los años.
Diversos movimientos, en especial los feministas, demandan que se revisen ciertos
temas de gran importancia, como lo son la forma en la que la mujer es vista y lo que socialmente
se espera de ella. Asimismo, este reclamo invita a tomar una postura activa ante las
problemáticas que vienen aparejadas con el machismo; y colaboran con algo muy necesario
como lo es la concientización y reflexión.
Finalmente, consideramos positivo que en estas nuevas películas, dirigidas
especialmente a un público infanto juvenil, la imagen de la mujer se haya actualizada
respondiendo a los tiempos actuales.
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Bibliografía
Textos teóricos:
● Anderson Imbert, Enrique (1979): Teoría y técnica del cuento. Editorial
Marymar. Buenos Aires.
● Despentes, Virginia (2006): Teoría King Kong. Editorial El Asunto. París.
● Escandell Bozada, Marina (2013): Estereotipo femenino en Disney: hacia un
cuento no sexista [en línea] [Consultado 3 de mayo de 2018] Respositore.uvic.cat.
Disponible en internet:
http://repositori.uvic.cat/bitstream/handle/10854/2454/trealu_a2013_escandell_mari
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● Federici, Silvia (2004): El patriarcado del salario (pp. 148-152) en Calibán y
la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Autonomedia. Madrid.
● Guillén, Claudio (1985): Entre lo uno y lo diverso. Introducción a la literatura
comparada. Editorial Crítica. Barcelona.
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