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Sucesiones 02-00084-01 (24-02-2011)

El documento presenta los antecedentes y la sentencia impugnada en un recurso de casación. El Tribunal Superior revocó la sentencia de primera instancia que había declarado la existencia de una sociedad de hecho civil entre los concubinos Hernando Alvarado Sabio y Dolores Castiblanco Clavijo. La Corte Suprema de Justicia estudia si hubo error en la apreciación de la demanda y las pruebas que concluyó que la relación no tenía ánimo societario sino sentimental.
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Sucesiones 02-00084-01 (24-02-2011)

El documento presenta los antecedentes y la sentencia impugnada en un recurso de casación. El Tribunal Superior revocó la sentencia de primera instancia que había declarado la existencia de una sociedad de hecho civil entre los concubinos Hernando Alvarado Sabio y Dolores Castiblanco Clavijo. La Corte Suprema de Justicia estudia si hubo error en la apreciación de la demanda y las pruebas que concluyó que la relación no tenía ánimo societario sino sentimental.
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CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

SALA DE CASACIÓN CIVIL

Magistrado Ponente
WILLIAM NAMÉN VARGAS

Bogotá, D. C., veinticuatro (24) de febrero de dos mil once (2011).


Discutido y aprobado en Sala de seis (6) de diciembre de dos mil (2010).

Referencia: C-25899-3103-002-2002-00084-01

Se decide el recurso de casación interpuesto por la


demandante respecto de la sentencia de 22 de febrero de 2008
proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Cundinamarca, Sala Civil, Familia, Agraria, en el proceso ordinario
de Dolores Castiblanco Clavijo contra Víctor Bernardo y Gladys
Alvarado González, Sandra, Wilson y Hernán Alvarado
Castiblanco, herederos determinados de Hernando Alvarado
Sabio, su cónyuge supérstite Ana Elvia González y demás
herederos indeterminados.

ANTECEDENTES

1. En demanda repartida al Juzgado Segundo Civil


del Circuito de Zipaquirá, la actora solicitó declarar la existencia
de una sociedad de hecho civil entre los "concubinos" Hernando
Alvarado Sabio y Dolores Castiblanco Clavijo, desde el 5 de
marzo de 1970 hasta el 13 de julio de 2001, fecha de fallecimiento
de aquél, y subsecuentemente, su disolución y liquidación en
relación con los bienes indicados, así como ordenar rehacer la
partición y adjudicación en caso de estar liquidada la sucesión del
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causante para salvaguardar los de la demandante, y condenar en


costas a los demandados.

2. El petitum se sustentó, en compendio, así:

a) Hernando Alvarado Sabio falleció el día 13 de


julio de 2001 en el municipio de Gachancipá, Cundinamarca.

b) El 23 de diciembre de 1955, el señor Alvarado


Sabio contrajo matrimonio católico con Ana Elvia González en la
parroquia de Gachancipá, acto registrado en la Alcaldía municipal.

c) Los mencionados consortes procrearon a Víctor


Bernardo y Gladys Alvarado González, fijaron su domicilio
conyugal en el municipio de Gachancipá hasta 1963 cuando Ana
Elvia González abandonó el hogar en forma definitiva, quedando
los hijos entonces menores de edad, a cargo del padre.

d) Ana Elvia González estableció unión marital de


hecho con Humberto Sánchez, procreando a Sandra y Patricia
Sánchez.

e) Hernando Alvarado Sabio nunca se preocupó por


liquidar la sociedad conyugal constituida con Ana Elvia González,
quien ahora reclama gananciales sin haber participado en la
formación del patrimonio.

f) Hernando Alvarado Sabio y Dolores Castiblanco


Clavijo se unieron en concubinato el 5 de marzo de 1970, crearon
relaciones patrimoniales estables, armónicas y coordinadas “con
ánimo lucrativo de participación en las ganancias y pérdidas” en el
mismo plano de igualdad para la explotación ganadera y agrícola,

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compra de inmuebles destinados al pastoreo de ganado y a su


propia vivienda, sin limitarse a la relación sentimental.

g) El aporte de Ana Elvia consistió en labores


domésticas del hogar, ordeño y manejo de ganados, además de
seis vacas recibidas de Fernando Merchán en pago de sus
prestaciones sociales.

h) Fruto del trabajo mancomunado son los bienes


adquiridos por ambos no obstante figurar a nombre de Hernando.

i) Durante las relaciones concubinarias nacieron


Sandra, Wilson y Hernán Alvarado Castiblanco.

3. Trabada la relación jurídica procesal, Víctor


Bernardo y Gladys Alvarado González y Ana Elvia González se
opusieron a las súplicas del libelo introductorio del proceso y
propusieron las excepciones de falta de causa para demandar,
inexistencia de la sociedad de hecho civil entre concubinos y la
genérica; Sandra, Wilson y Hernán Alvarado Castiblanco
manifestaron no oponerse a las pretensiones de la demanda, y la
curadora ad litem de los herederos indeterminados, expresó
acogerse a lo probado en el proceso.

4. Tramitado el proceso, el a quo desestimó las


excepciones propuestas por Ana Elvia González y Gladys y Víctor
Alvarado González, declaró la existencia de una sociedad de
hecho de carácter civil entre Hernando Alvarado Sabio y Dolores
Castiblanco Clavijo, la declaró disuelta y en estado de liquidación,
denegó la pretensión relativa a una nueva partición y adjudicación
de bienes y condenó en costas a la parte demandada, sentencia

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que por vía de apelación, fue revocada por el superior en el fallo


recurrido en casación.

LA SENTENCIA IMPUGNADA

1. Tras reseñar el petitum, la causa petendi, el


trámite procesal, la sentencia apelada y la impugnación, advirtió
el Tribunal los presupuestos procesales, teorizó sobre la sociedad
de hecho civil o comercial con citas jurisprudenciales, halló la
legitimación en la causa activa y pasiva, relacionó del acervo
probatorio, los interrogatorios de parte, unos testimonios, registros
civiles, folios de matrícula inmobiliaria y declaraciones de renta,
afirmando su convencimiento en torno a la relación de pareja
permanente e ininterrumpida por tiempo superior a veinte años
entre Dolores Castiblanco Clavijo y Hernando Alvarado Sabio,
hasta su muerte el 13 de julio de 2001, aquélla dedicada a las
labores del hogar, éste a la ganadería y la agricultura, sin
encontrar el ánimo societario exigido por la jurisprudencia y la
doctrina nacionales para la conformación de una sociedad de
hecho, pues “no se evidencia que el móvil que haya impulsado a
Hernando Alvarado y a Dolores Castiblanco haya sido establecer
una sociedad para repartir ganancias y pérdidas o desarrollar una
actividad lucrativa, muy por el contrario, las pruebas aludidas
muestran que el ánimo de la pareja era de carácter sentimental
mas no comercial. La demandante como compañera sentimental
del difunto, se dedicó con ahínco a las labores domésticas,
propias de una ama de casa, hasta el punto de ayudar a criar a
los hijos habidos en el matrimonio de su compañero, Hernando
Alvarado no hizo nada distinto a colaborar económicamente en el
hogar sin ninguna otra pretensión adicional, cosa diferente es que
durante la vigencia de la convivencia éste haya acrecentado su

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patrimonio, lo cual no puede considerarse en sí misma como una


actividad comercial o de donde pueda derivarse el ánimo
societario de demandante y demandado”.

2. En tales condiciones, el ad quem, revocó la


sentencia recurrida para desestimar las pretensiones y condenar
en costas de ambas instancias a la demandante.

EL RECURSO DE CASACIÓN

Los dos cargos, todos replicados, se estudiarán en


conjunto por servirse de análogas consideraciones.

CARGO PRIMERO

1. Denuncia la violación indirecta de los artículos


2083 del Código Civil (“en su vigencia hasta 1994”) y 100, inciso
2° (“en la redacción de la Ley 222 de 1994”), 498 y 505 del
Código de Comercio (“a partir de 1994”), “en armonía con el Art.
38 de la Const. Política”, por falta de aplicación, a consecuencia
de error evidente de hecho en la apreciación de la demanda y
otros medios probatorios.

2. Según la recurrente, el Tribunal erró en la


interpretación de la demanda, al suponer la declaración de una
"sociedad mercantil entre concubinos" concluyendo que “el ánimo
no (es) comercial” y “no puede considerarse en sí misma como
una actividad comercial”, cuando la primera pretensión solicita
declarar "una sociedad de hecho civil entre concubinos” iniciada
en los primeros días del mes de marzo de 1970 hasta el 13 de

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julio de 2001, por los “negocios de explotación ganadera y


agrícola”, el “esfuerzo conjunto y coordinado”, el desarrollo de una
“labor económica como fue la consecución, compra de ganado y
de inmuebles para el pastoreo de ellos, como para su vivienda”
(hecho 8°), con adquisiciones de esta índole (hechos 9, 10).

3. El anterior desatino, añade la censora, generó


consecuenciales yerros evidentes en la apreciación de los
siguientes medios probatorios, la vulneración de las normas
sustanciales, impone casar la sentencia para confirmar en sede
de instancia la de primer grado y condenar en costas a los
demandados, así:

a) Los documentos plasmados en las declaraciones


de renta de los años 1977, 1978, 1980, 1981, 1982, 1983, 1984,
1985, 1986 y 1999, firmadas por Hernando Alvarado Sabio y
Dolores Castiblanco Clavijo, donde reconocen la adquisición
conjunta de rentas, bienes e ingresos producto del esfuerzo
también conjunto, en armonía con los folios de matrícula
inmobiliaria respectivos.

b) Los testimonios y declaraciones de parte, tanto


los relativos a la unión marital, como a la sociedad de hecho civil
concubinaria agropecuaria.

El primer grupo conformado por los testigos Víctor M.


Bernal Prieto, Luis H. Prieto Alvarado y Sigifredo Barrero Salgado,
y los demandados Gladys Alvarado y Víctor Bernardo Alvarado,
se limitó “a reconocer la unión marital de hecho, pero que por
desconocimiento de otras circunstancias, no hacen declaración
sobre los hechos constitutivos de la sociedad de hecho”, mientras
el segundo integrado por Antonio María Pedraza, Bernarda

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Izquierdo, José Efraín Álvarez, Dora Inés Prieto y Fernando


Lozano, el demandado Wilson Alvarado y la demandante Dolores
Castiblanco, “coinciden en la demostración de los hechos
constitutivos de la sociedad de hecho civil concubinaria”.

Así, José Efraín Álvarez Gualteros, dijo: “Hernando


trabaja con su ganado, tenía vacas y Lola ahí en la casa, a sacar
unos chivos y darles de comer a unas gallinas, como pasa con
una mujer casera, si compró más tierras por ahí”; Dora Inés Prieto
Peña declaró: “pues si, ya tenía ahora último más finca y más
ganado, Lola ella cuidaba sus gallinas, piscos, patos, chivos allí
en la casa para solventarse, y él a su trabajo, viendo sus ganados
y lo que estaba consiguiendo”; Fernando Lozano Peña, es claro
en cuanto “el trabajaba con un tractor, tomaba tierras en arriendo
y sembraba y ya fue cuando comenzó a tener sus animales, (…)
ellos tenían marranos, ovejas, una o dos tres vacas, yo les veía
juntos al lado de los animales”; Antonio María Pedraza narró que
ninguno de los dos tenía bienes, ella aportó las prestaciones
pagadas por su trabajo anterior, “como vecino yo me daba cuenta
que ella se dedicaba a criar marranos, gallinas, piscos, animales
caseros” y “ellos trabajaron y él compró mucho terreno pero
trabajaban ambos, él más que todo, su fuerte fue ganadería y ella
en los animalitos de casa, comprar terrenos, el vecino que le iba
vendiendo le iba comprando”; a Bernarda Izquierdo, sobrina de
Hernando Alvarado Sabio, le consta la carencia inicial de bienes
patrimoniales de ambos, las labores del hogar con la explotación
agropecuaria por Dolores Castiblanco porque “tenía que ayudarle
a trabajar, con vaquitas, que a ordeñar, ver por los terneros y
salían a la plaza a comprar una res o dos y las veían, tomaban
potreros en arriendo”, añadiendo que “ellos ampliaron su fortuna
porque ambos trabajaban, él en su tractor, ella en su ordeño, lavar
cantinas, traer la burra donde llevaban la leche, hacer el

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almuerzo, llevar [lo] al pantano, donde él estaba con sus


obreros.”; y el demandado, Wilson Alvarado Castiblanco, es
enfático en la ayuda suministrada por la actora a Hernando
Alvarado Sabio para hacer negocios, su pequeño capital “cuando
trabajó como ama de casa de otros señores”, la colaboración
mutua y la adquisición de los lotes de terreno durante la unión,
versiones concordantes con la rendida por la demandante.

4. Finaliza el cargo, teniendo por acreditados todos


los elementos de una sociedad de hecho civil entre concubinos,
en particular, el aporte de Hernando Alvarado Sabio y Dolores
Castiblanco Clavijo para desarrollar actividades de explotación
económica agropecuaria, en las cuales esta última participó con la
crianza y la negociación de animales menores y el apoyo al
primero en las transacciones sobre el ganado y la adquisición de
los predios, con la finalidad de obtener utilidades e incrementar el
patrimonio común.

CARGO SEGUNDO

1. Apoyado en el artículo 368, numeral 1º del


Código de Procedimiento Civil, denuncia la sentencia de violatoria
en forma indirecta por falta de aplicación, de los artículos 2083 del
Código Civil (“en su vigencia hasta 1994”), 100, inciso 2° (“en la
redacción de la Ley 222 de 1994”), 498 y 505 del Código de
Comercio (“a partir de 1994”), “en armonía con el Art. 38 de la
Const. Política”, a consecuencia de errores evidentes de hecho en
la apreciación de unos medios de convicción.

2. La impugnadora, predica los yerros del fallador


de las pruebas siguientes:

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a) Las “declaraciones fiscales de resultados


patrimoniales anuales” correspondientes a los años 1977 a 1986,
mencionadas por el ad quem con firma (salvo una) de Hernando
Alvarado Sabio y “firma cónyuge María Dolores Castiblanco”, sin
apreciar “debidamente su contenido”, explícito al mostrar una
declaración de resultados patrimoniales anuales e implícito una
sociedad entre ellos, pues según las normas tributarias, esos
documentos reflejan “la discriminación de los factores necesarios
para determinar el valor de los activos, pasivos, patrimonio,
ingresos, costos y gastos”, representan un acto de “división de
rentas” comunes (arts. 596 y 599 Decreto 624 de 1989 y art. 9°
Decreto 2053 de 1974), constituyen documentos privados
auténticos (arts. 252, num. 3, y 289, inciso 2°, del Código de
Procedimiento Civil), los ingresos, rentas y patrimonios “fueron
propios y por causas propias”, obtenidos de manera conjunta e
incrementados años tras año, su aumento progresivo manifiesta la
utilidad de las actividades realizadas y permite deducir
inequívocamente la existencia de una sociedad de hecho.

b) La demanda, los testimonios de Víctor Manuel


Bernal Prieto, Luis Hernando Prieto Alvarado, Sigifredo Barreros
Salgado, José Efraín Álvarez Gualteros, Dora Inés Prieto Peña,
Fernando Lozano Peña, Antonio María Pedraza, Bernarda
Izquierdo, Wilson Alvarado Castiblanco y las declaraciones de
parte de Gladys y Gerardo Alvarado, Dolores Castiblanco Clavijo,
en torno a los cuales reproduce la argumentación del primer
cargo, anota el acierto del ad quem en la apreciación de la unión
marital de hecho durante más de 30 años y el yerro incurrido en la
valoración de las atañederas a la existencia de la sociedad de
hecho, al concluir no probada una “actividad o explotación
mercantil”, cuando la demanda solicitó declarar una sociedad de

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hecho civil entre concubinos, sin darla por demostrada, estándolo,


pues ambos aportaron, la actora además de las labores de hogar,
desarrolló las inherentes a la explotación económica agropecuaria
de crianza, reproducción y negociación de animales menores, con
cuyo producto tomaban en arriendo potreros, adquirían casas,
terrenos, ganado, incrementaron el patrimonio conjunto y
participaron en las pérdidas y utilidades.

CONSIDERACIONES

1. Al lado de la sociedad conyugal regulada en el


Código Civil, con las modificaciones introducidas por la Ley 28 de
1932, surgida de la celebración del matrimonio (arts. 180, 1774
Código Civil), para superar "la ostensible inequidad devenida del trato
inmemorial discriminatorio y desigual a las uniones libres, la jurisprudencia
civil de la Corte Suprema de Justicia desde 1935 inició un proceso de
transformación de alto contenido social y jurídico, ab initio, registrando su
realidad, para admitir, en veces, sus efectos económicos, especialmente a
través de la sociedad de hecho cuando concurrían sus elementos (cas. civ.
30 de noviembre de 1935, G.J. 1987, p. 476) y, en la época actual, en su
dimensión familiar y del estado civil de las personas (cas.civ. sentencia
de 11 de marzo de 2009, exp. 85001-3184-001-2002-00197-01)

A propósito, memora la Corte Constitucional, “[l]a


jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, al promediar este siglo, fue la
encargada de comenzar el proceso de hacer justicia en el caso de las
uniones libres, en favor de la mujer, generalmente la parte más débil de la
relación, en razón de factores económicos y culturales, es decir, sociales en
general. La corriente renovadora de la jurisprudencia, fue una de las
consecuencias de las profundas transformaciones legislativas de los años
treinta, en lo que tiene que ver con la mujer casada, iniciadas con la ley 28 de

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1932. Era natural que las leyes que elevaban la condición de la mujer casada
y de los hijos naturales, movieran a los jueces en defensa de la concubina,
en un país donde aproximadamente la mitad de las uniones son de hecho.
Fue así como se construyó la teoría de la sociedad de hecho entre
concubinos, teoría que representó un segundo paso en el camino hacia la
igualdad económica de los miembros de la pareja, pues el primero se había
dado al aplicar la teoría del enriquecimiento sin causa y hacer, en
consecuencia, titular de la acción in rem verso al concubino cuyo trabajo
había sido una de las causas para la adquisición de bienes en cabeza del
otro. La Corte Suprema resumió así todo este proceso: ‘El concubinato, que
es la resultante de relaciones sexuales permanentes y ostensibles entre un
hombre y una mujer no casados entre sí, como situación de hecho que es,
desde el punto de vista jurídico ha sido diversamente apreciado por los
sistemas de derecho positivo; en algunos aparece repudiado enérgicamente;
en otros admitido con definitiva y total eficacia; y, en los más, se lo recibe y
regulan sus efectos con determinadas restricciones. Estas diversas
posiciones se apoyan, no obstante, en el mismo fundamento: la moral.
Quienes ven en el concubinato una afrenta a las buenas costumbres o un
ataque a la familia legítima, lo estiman contrario a la moral y por tanto lo
rechazan, negándole eficacia jurídica a las consecuencias que de él
dimanan; quienes, en cambio, propugnan su defensa, aseveran que lo
inmoral es desconocer en forma absoluta validez a las obligaciones y
derechos que son efecto del concubinato. Los partidarios de la tesis ecléctica
ven en la circunstancia del concubinato dos aspectos diferentes: de un lado,
las relaciones sexuales que, por no estar legitimadas por el vínculo
matrimonial, consideran ilícitas; y de otro, las consecuencias de orden
económico que, en rigor jurídico, no están cobijadas por presunción de ilicitud
y que, por lo tanto, estiman que deben ser objeto de regulación por el
derecho. De acuerdo con ella, el concubinato no genera, como sí ocurre con
el matrimonio, una sociedad de bienes que la ley se anticipa a reconocer y
reglamentar. Con base en la equidad, empero, se sostiene que una
conjunción de intereses, deliberada o no por los amantes, un largo trabajo en

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común puede constituir una sociedad de hecho, producto casi siempre más
de las circunstancias que de una actividad razonada y voluntaria. Fue, pues,
así como la doctrina, en punto de relaciones económicas o patrimoniales de
los concubinos, al comienzo abrió la puerta inicialmente a la actio in rem
verso, en beneficio del concubino que ha colaborado con el otro en sus
empresas; y luego, para la partición de los bienes adquiridos en común y la
repartición de los beneficios, se consagró la actio pro socio’ (Sent., 26 de
febrero 1976, CLII, 35)” (Sentencia C-239 de 1994).

La jurisprudencia civil, admitió entonces, la probable


sociedad de hecho bajo condiciones estrictas relativas al contrato
social y a la relación “concubinaria”.

Habiendo de reconocer las sociedades de hecho “(…)


que se originan en la colaboración de dos o más personas en una misma
explotación y resultan de un conjunto o de una serie coordinada de
operaciones que efectúan en común esas personas (…) cuando la aludida
colaboración de varias personas en una misma explotación”, señaló la
Corte, “las siguientes condiciones: 1º Que se trate de una serie coordinada
de hechos de explotación común; 2º Que se ejerza una acción paralela y
simultánea entre los presuntos asociados, tendiente a la consecución de
beneficios; 3º Que la colaboración entre ellos se desarrolle en un pie de
igualdad, es decir, que no haya estado uno de ellos, con respecto al otro u
otros, en un estado de dependencia proveniente de un contrato de
arrendamiento de servicios, de un mandato o de cualquiera otra convención
por razón de la cual uno de los colaboradores reciba salario o sueldo y esté
excluido de una participación activa en la dirección, en el control y en la
supervigilancia de la empresa; 4º Que no se trate de un estado de simple
indivisión, de tenencia, guarda, conservación o vigilancia de bienes comunes,
sino de verdaderas actividades encaminadas a obtener beneficios” (cas.
civ. sentencia de 30 de noviembre de 1935, tomo XCIX, Nos.
2256 a 2259, p. 70 y ss.).

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En el terreno de la sociedad de hecho “concubinaria”,


la Corte, estimó menester además de los anteriores requisitos, los
siguientes específicos: “1º Que la sociedad no haya tenido por finalidad
el crear, prolongar, fomentar o estimular el concubinato, pues si esto fuere
así, el contrato sería nulo por causa ilícita, en razón de su móvil
determinante. En general la ley ignora las relaciones sexuales fuera del
matrimonio, sea para hacerlas producir efectos, sea para deducir de ellas
una incapacidad civil, y por ello, en principio, no hay obstáculo para los
contratos entre concubinos, pero cuando el móvil determinante en esos
contratos es el de crear o mantener el concubinato, hay lugar a declarar la
nulidad por aplicación de la teoría de la causa; 2º Como el concubinato no
crea por sí solo comunidad de bienes, ni sociedad de hecho, es preciso, para
reconocer la sociedad de hecho entre concubinos, que se pueda distinguir
claramente lo que es la común actividad de los concubinos en una
determinada empresa creada con el propósito de realizar beneficios, de lo
que es el simple resultado de una común vivienda y de una intimidad
extendida al manejo, conservación, administración de los bienes de uno y
otro o de ambos”. (XLII, 476).

La Sala diferenció la relación personal, sentimental,


afectiva o familiar de la patrimonial entre los compañeros, quienes
"en común sólo tienen el lecho y la vida de los afectos” (G.J. t, CLII, pág.
347), porque el "concubinato, .. no genera por sí ningún tipo de sociedad o
de comunidad de bienes entre los concubinarios. La cohabitación, per se, no
da nacimiento a la compañía patrimonial. Nada se opone, empero, a que se
forme una sociedad de hecho entre los concubinarios, cuando paralela a la
situación que conviven, se desarrolla, con aportes de ambos, una labor de
explotación con fines de lucro, que no tenga objeto o causa ilícitos, en la que
los dos participen con el propósito expreso o tácito de repartir entre sí las
utilidades que provengan de la gestión. Tampoco se opone a aquello el que
los concubinarios, en la actividad lucrativa que desarrollan, combinen sus

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esfuerzos personales buscando también facilitar la satisfacción de las


obligaciones familiares comunes o tengan como precisa finalidad crear una
fuente de ingresos predestinados al pago de la erogación que su vida en
común demanda, o para la que exija la crianza, educación y establecimiento
de los hijos comunes, pues en tales fines va implícito el propósito de
repartirse los remanentes si los hubiere o el de enjugar entre ambos las
pérdidas que resulten de la explotación" (cas.civ. sentencia de 18 de
octubre de 1973, G.J. t, CXLVII, p. 92), en cuyo caso, el
interesado tiene la carga probatoria de los aportes, la “participación
en las pérdidas y ganancias y la affectio societatis, que surja con
prescindencia de la unión extramatrimonial y que no tenga por finalidad crear,
prolongar, fomentar o estimular el concubinato, pues en su defecto el
contrato estaría afectado de nulidad, por ilicitud de causa, en razón de su
móvil determinante” (CLXXVI, 232), esto es, le corresponde "acreditar
fehacientemente todos los elementos esenciales que estructuran una
sociedad, vale decir, el animus societatis o sea la intención de asociarse –
distinta del interés individual de los socios -, el aporte de los consocios
destinado al desarrollo y explotación de la compañía, o en sentido más
amplio, ‘la recíproca colaboración en la pareja en una actividad económica
con miras al logro de un propósito común’ (G. J. t. CC, pág. 40) así como
también la pretensión de obtener una utilidad económica repartible o de
asumir, de consuno, las pérdidas que puedan originarse de ella” (cas. civ.
sentencia de 28 de octubre de 2003, exp. 7007).

Delante de esta problemática, como advirtió la Sala, la


exigencia estricta probativa del animus societatis con “actividades
cardinalmente distintas al desenvolvimiento de la vida familiar, se justificaba
en el contexto socio-jurídico en el que la Corte acuñó su jurisprudencia
concerniente con los elementos estructurales de la sociedad de hecho entre
concubinos”, enmarcada en odiosa e injustificada estigmatización,
reprobación social e ilicitud del concubinato a contrariedad de la
época contemporánea por su aceptación, protección normativa y

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el reconocimiento de la familia en la Constitución Política de 1991,


ya por vínculos jurídicos matrimoniales, ora naturales y por la
voluntad responsable de un hombre y una mujer, de donde “no
puede exigirse, en forma tan radical, para el reconocimiento de la sociedad
de hecho entre concubinos, que la conjunción de aportes comunes,
participación en las pérdidas y ganancias y la affectio societatis surja con
prescindencia de la unión extramatrimonial y que no tenga por finalidad crear,
prolongar o estimular dicha especie de unión, pues, por el contrario en
uniones concubinarias con las particularidades de la aquí examinada no
puede escindirse tajantemente la relación familiar y la societaria, habida
cuenta que sus propósitos económicos pueden estar inmersos en esa
comunidad de vida (…)” (cas. civ. sentencia de 27 de junio de 2005,
exp. 7188).

En efecto, la notable transformación del derecho de


familia según la sensible evolución social, cultural, política y legal
experimentada en las últimas décadas, particularmente, en cuanto
hace a la persona como centro motriz del ordenamiento jurídico,
el pleno respeto de su identidad, dignidad y libre desarrollo de su
personalidad, el reconocimiento de la familia en tanto eje central
de la sociedad, sus nuevas fuentes generatrices y las del estado
civil, la simetría absoluta en derechos y obligaciones entre
consortes, compañeros libres o permanentes, padres e hijos, sean
matrimoniales, ora extramatrimoniales, la singular protección
normativa, interés superior y prevalencia de los niños por su
específico status de sujeto iuris, las formas de engendrar hijos, ya
por medios biológicos naturales, bien asistidos, el derecho a
conocer la certeza del origen genético, verdad de procedencia,
familia e identidad genuina, la igualdad jurídica entre el hombre y
la mujer, con supresión de todas las formas de discriminación del
pasado, exigen una percepción más tuitiva de la problemática.

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A este respecto, “[l]a familia es el núcleo fundamental de la


sociedad. Se constituye por vínculos naturales o jurídicos, por la decisión
libre de un hombre y una mujer de contraer matrimonio o por la voluntad
responsable de conformarla. El Estado y la sociedad garantizan la protección
integral de la familia. La ley podrá determinar el patrimonio familiar
inalienable e inembargable. La honra, la dignidad y la intimidad de la familia
son inviolables.”, y desde el 28 de diciembre de 1990, el legislador
expidió la Ley 54, publicada en el Diario Oficial 39.618 de 31 de
diciembre de 1990, “[p]or la cual se definen las uniones maritales de
hecho y el régimen patrimonial entre compañeros permanentes” para
corregir mediante “el reconocimiento legal de un núcleo familiar,
con las obligaciones y derechos que de él dimanan” (Corte
Suprema de Justicia, auto de 16 de septiembre de 1992), una
“grave injusticia”, entre otras causas, en virtud de “un vacío en la
legislación acerca de un hecho social cada vez más extendido”
(Anales del Congreso N° 79 de 15 de agosto de 1988, Ponencia para primer
debate al Proyecto de ley No. 107 de 1988-Cámara de Representantes).

Por ello, en la época actual las uniones libres generan


efectos "proyectados en derechos y obligaciones análogos a los
del matrimonio, en su situación individual, familiar y estado civil
(artículo 1º, Ley 54 de 1990)” y constituyen un estado “civil diverso
al matrimonial” (cas. civ. sentencia de 11 de marzo de 2009, exp.
85001-3184-001-2002-00197-01, reiterando Auto de 17 de junio
de 2008, exp. C-05001-3110-006-2004-00205-01), de donde, a no
dudarlo, los elementos estructurales del contrato societario de
hecho entre “concubinos”, “o sea, la calidad de asociado, los
aportes y la participación o distribución de riesgos, pérdidas y
utilidades (artículos 2079 Código Civil y 98 Código de Comercio),
cohesionados en el acuerdo asociativo (animus contrahendae
societatis, animus societatis, affectio societatis)” (cas. civ. 30 de
junio de 2010, exp. 08001-3103-014-2000-00290-01), en los

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tiempos actuales, no deben entenderse, examinarse, analizarse o


valorarse al margen, con independencia o prescindencia de la
relación personal y familiar, tanto cuanto más que en línea de
principio confluyen y “pueden estar inmersos en esa comunidad
de vida (…)” (cas. civ. sentencia de 27 de junio de 2005, exp.
7188),

En afán de precisión, para la Corte, la comunidad de


vida singular, estable o duradera entre quienes como pareja
conviven more uxorio, integran una unidad o núcleo familiar
caracterizado por los lazos afectivos, la cohabitación, las
relaciones sexuales, la ayuda y el socorro mutuos, por
elementales reglas de experiencia, evidencia de suyo, por sí y
ante sí, el prístino designio de conformar también una comunidad
singular de bienes con esfuerzos recíprocos y el propósito de
asociarse de obtener un patrimonio o “provecho económico común,
sea mediante el aporte en dinero sin importar propiamente el carácter de las
actividades que lo originan, o sea también con el trabajo doméstico y
afectivo, o con esta y la ayuda en las actividades del otro socio” (cas. civ.
22 de mayo de 2003, Exp. No. 7826).

Esta Sala, en consecuencia, acentúa la relevancia


singular de la relación personal o sentimental como factor de
formación, cohesión y consolidación del núcleo familiar, así como
la particular connotación de las labores del hogar, domésticas y
afectivas, en las cuales, confluyen usualmente relaciones de
cooperación o colaboración conjunta de la pareja para la
obtención de un patrimonio común. Para ser más exactos, a juicio
de la Corte, el trabajo doméstico y afectivo de uno de los
compañeros libres, su dedicación a las labores del hogar,
cooperación y ayuda a las actividades del otro, constituyen per se
un valioso e importante aporte susceptible de valoración, la

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demostración inequívoca del animus societatis y de la comunidad


singular de bienes, salvo prueba en contrario.

2. Sentadas las antecedentes premisas, el estudio


conjunto de los cargos se justifica, no sólo por concernir a idéntica
vía, sino por servirse de una misma argumentación.

El Tribunal, desestimó el petitum al considerar ausente


la probanza del animus societatis, menester para la existencia de
la sociedad de hecho, por cuanto en su sentir, pese a la
demostrada relación de pareja, mayor a veinte años, permanente
e ininterrumpida entre Dolores y Hernando según expresa la
demanda, aceptaron los herederos demandados y confirmaron los
testigos, las pruebas no permiten establecer el designio “de
establecer una sociedad para repartir ganancias y pérdidas o desarrollar una
actividad lucrativa”, evidencian la unión “por los vínculos sentimentales y
no con el propósito de conformar una sociedad” y la demandante “como
compañera sentimental del difunto, se dedicó con ahínco a las labores
domésticas, propias de una ama de casa”, ayudándole a criar a sus
hijos matrimoniales, quien “no hizo nada distinto a colaborar
económicamente en el hogar”. Por su lado, la recurrente enrostra al
fallador yerros fácticos en la apreciación del material probatorio
enunciado en los cargos, demostrativo de la relación sentimental y
societaria.

Prima facie, adviértase la intrascendencia del yerro en


torno a la naturaleza civil o comercial de la sociedad de hecho
pretendida, por tratarse “de una sociedad patrimonial de hecho que se
conforma con el ánimo de asociarse para obtener provecho económico
común, sea mediante el aporte en dinero sin importar propiamente el carácter
de las actividades que lo originan, o sea también con el trabajo doméstico y
afectivo, o con esta y la ayuda en las actividades del otro socio, cuya

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presencia ciertamente fue advertida por los juzgadores de instancia. De ese


modo, no resulta ni era relievante determinar si los actos, tendientes sin duda
a obtener provecho económico común, eran de índole comercial o civil; … si
bien es cierto que en el pasado se distinguía entre las que se regían por la
legislación mercantil y las que tenían venero en la civil, no es menos cierto
que una y otra fueron reconocidas bajo la concurrencia de idénticos
elementos consistentes en la ‘pluralidad de socios, aportes comunes,
propósito de lucro para repartir utilidades o pérdidas e intención de constituir
la sociedad’ (Cas. Civ. mayo 14 de 1992)” (cas. civ. 22 de mayo de
2003, Exp. No. 7826).

En lo tocante a los restantes reproches, la simple


confrontación de la sentencia con las pruebas, pone de presente
el yerro reclamado, en forma ostensible, manifiesta, evidente y
trascendente, pues contrario sensu a su apreciación por el
fallador, revelan a más de la comunidad de vida formada como
marido y mujer por Hernando Alvarado Sabio y Dolores
Castiblanco Clavijo, unidos por lazos personales, sentimentales y
familiares, el propósito convergente de establecer una sociedad
de bienes merced a las labores conjuntas, los constantes y
recíprocos esfuerzos prolongados en el tiempo para obtener,
acrecentar y asegurar un patrimonio común en simetría e igualdad
de condiciones, acreditando el explícito, claro e inequívoco ánimo
de asociarse para alcanzar esos fines y, por consiguiente, la
affectio o animus contrahendi societatis, elemento esencial de la
sociedad pretendida, echado de menos por el ad quem, no
obstante su probanza:

a) En su testimonio José Efraín Álvarez Walteros,


como vecino, manifestó que conoció a María Dolores Castiblanco
Clavijo “unos 30 años viviendo con HERNANDO, vivieron unos 30 años”, le
consta el trabajo de éste “con su ganado, tenía vacas y LOLA ahí en la

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casa, a sacar unos chivos y darle de comer a unas gallinas, como pasa con
una mujer casera, si compró más tierras por ahí” (fls. 47-49, cdno.
pruebas parte actora);

b) Dora Inés Prieto Peña, narró la convivencia


“desde hace 30 a 35 años y hasta hace tres años que el señor ALVARADO
falleció en Junio o Julio” (la atestación fue rendida el 18 de agosto de
2004), desconoce si tenían bienes cuando iniciaron su
convivencia y al preguntársele si ampliaron su patrimonio durante
ésta y, en caso afirmativo, cuáles fueron sus actividades, contestó
que “pues sí, ya tenía ahora último más fincas y más ganado, LOLA ella
cuidaba sus gallinas, piscos, patos, chivos ahí en la casa para solventarse y
él a su trabajo viendo sus ganados y lo que estaba consiguiendo” (fls. 49-
51, cdno. pruebas parte actora).

c) Fernando Lozano Peña, dijo conocer a María


Dolores Castiblanco en el año 1969 “porque el señor HERNANDO
ALVARADO vivía en la casa mía, yo le había dado una pieza para que
viviera, pro (sic) no tenía donde vivir, y él la trajo ahí y ahí estuvo viviendo
con ella” donde habitaron “aproximadamente un año o unos 8 meses” y
tomaron una casa en arriendo perteneciente a su hermano Pedro
Pablo Lozano, comprada por Hernando Alvarado dos o tres años
después, en ella convivieron hasta cuando él murió, “eso hace tres o
cuatro años” (el testimonio se rindió el 18 de agosto de 2004); así
mismo, manifiesta que “cuando ellos se fueron a vivir”, Hernando
Alvarado tenía un tractor y una cama y María Dolores no tenía
nada. Al serle preguntado si aquellos ampliaron su patrimonio en
el tiempo de convivencia y, en caso afirmativo, cuáles fueron sus
actividades, respondió que “si ellos ya fue cuando comenzaron a
comprar tierras y animales, tres fincas tenían cuando él murió, porque una de
esas fincas es la herencia de él que le tocó por el papá, él trabajaba con un
tractor, tomaba tierras en arriendo y sembraba y ya fue cuando comenzó a

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tener sus animales, yo vivía en el pueblo y ellos ya se fueron para el campo,


bajaba por allá cada 15 días, los veía, ellos tenían marranos, ovejas, unas
dos o tres vacas, yo los veía a juntos al lado de los animales” (fls. 51-53,
cdno. pruebas parte actora).

d) Antonio María Pedraza, expuso conocer a María


Dolores Castiblanco “desde cuando hizo la unión libre con HERNANDO,
aproximadamente nos (sic) 35 años” (la testificación se recibió el 21 de
septiembre de 2004), que “como vecino yo me daba cuenta que ella se
dedicaba a criar marranos, gallinas, piscos, animales caseros”, “ellos
trabajaron y él compró mucho terreno pero trabajaban ambos, él más que
todo su fuerte fue ganadería y ella en los animalitos de la casa, comprar
terrenos, el vecino que le iba vendiendo le iba comprando”, “el señor
HERNANDO ALVARADO, era muy personalista y no le dejaba hacer (a la
demandante) ningún negocio que me conste” (fls. 54-56, cdno. pruebas
parte actora).

e) Bernarda Izquierdo de Patiño, conoció toda la


vida a Hernando Alvarado Sabio, como su sobrina, y dijo que
convivió con María Dolores Castiblanco durante “unos 34 años”, no
tenían bienes cuando comenzaron la unión, “ellos trabajaron mucho, el tío
salía a su trabajo y ella le ayudaba (…) él se iba a trabajar ella le tocaba
quedarse en la casa con los muchachos, tenía que ayudarle a trabajar, con
vaquitas, que a ordeñar, ver por los terneros y salían a las plazas a comprar
una res o dos y las veían, tomaban potreros en arriendo”, “ellos ampliaron su
fortuna porque ambos trabajaban, él en su tractor, ella en su ordeño, lavar las
ca[n]tinas, traer la burra donde llevaban la leche, hacer el almuerzo llevar al
pantano, donde él estaba con sus obreros, allá íbamos, porque yo estuve con
ellos, vivíamos cerquita, yo le ayudaba a Lola a cuidar los niños mientras
ellos trabajaban, hacía el almuerzo, él sembraba el pasto y lo cortaba para
llevarlo a las vacas”, “yo la vi cuando ella ordeñaba, porque íbamos al
pantano a ordeñar”, “ella como trabajaba con él, él le decía LOLA, vamos a

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comprar, le ayudaba con el trabajo, con dinero no, porque ella le trabajaba a
él”, “ambos trabajaban y se ayudaban mutuamente” (fls. 56-59, cdno.
pruebas parte actora).

f) El demandado Wilson Alvarado Castiblanco


declaró que sus padres Hernando Alvarado Sabio y Dolores
Castiblanco Clavijo, “salían juntos a negociar en ganado, ovejas, gallinas,
huevos, cerdos, salían a las plazas o a las fincas aledañas al Municipio y de
vecinos, también él le dejaba lotes de ganado para que ella los vendiera en la
casa o los entregara a clientes”, “ella también le ayudaba a hacer negocios”,
“todos los lotes son comprados dentro de la unión que ellos tenían de
patrimonios hasta el último día que él murió” (fls. 17-18, cdno. pruebas
parte actora).

g) Las declaraciones de renta y patrimonio


conjuntas de los años gravables 1976, 1977, 1978, 1979, 1980,
1981, 1982, 1983 y 1984 (fls. 20-43, cdno. pruebas de la parte
actora), cuya presentación y firma demuestra el reconocimiento
de la comunidad de bienes singular, concreta y específica
formada por Hernando Alvarado Sabio y Dolores Castiblanco
Clavijo.

Consecuencialmente, el haz probatorio, cuya indebida


apreciación reclama la censura, demuestra en forma diáfana, la
convivencia singular de la pareja, estable, continua y de larga
duración, el propósito de conformar una comunidad patrimonial
para desarrollar no sólo una comunidad de vida sino, también un
proyecto económico con sus esfuerzos y labores, confluyendo la
relación de pareja y el ánimo societario, según evidencian los
actos coordinados, ejecutados en términos paritarios para lograr y
consolidar en conjunto un patrimonio con mutuos beneficios, todo
lo cual, prueba la affectio societatis, inadvertida por el juzgador al

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no apreciar las probanzas en su sentido prístino, claramente


probativas de la colaboración patrimonial en beneficio recíproco.

3. Los cargos prosperan, conducen a casar la


sentencia y en sede de instancia proferir la sustitutiva.

SENTENCIA SUSTITUTIVA

1. Los presupuestos procesales están presentes y


no existe causa alguna de nulidad.

2. Contrario sensu a la argumentación de la


apelación, los elementos de convicción demuestran a plenitud los
elementos esenciales del contrato de sociedad de hecho entre
Dolores Castiblanco Clavijo y Hernando Alvarado Sabio, quienes
en forma conjunta, armónica, coordinada, reiterada en el tiempo
desde el 5 de marzo de 1970 hasta el 13 de julio de 2001, fecha
del fallecimiento del último, desarrollaron actividades para lograr
un patrimonio común en igualdad de condiciones para su
beneficio recíproco con actos reiterados convergentes en el claro
propósito de asociarse, probativos de la affectio societatis, según
demuestra la dedicación de la demandante no sólo a las labores
del hogar sino a los negocios con su compañero, aportando
además del fruto de la liquidación de sus prestaciones sociales,
su propio trabajo, y contribuyendo a la obtención de los bienes en
beneficio suyo y de su pareja:

En efecto, Víctor Manuel Bernal Prieto, Luis Hernando


Prieto Alvarado, Sigifredo Barreros Salgado (fls. 178 y ss, cdno.
ppal.) y los demandados Gladys y Gerardo Alvarado (fls. 14 y ss,
cdno. ppal.) coinciden en la relación personal, sentimental, y

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familiar de Hernando Alvarado Sabio y Dolores Castiblanco


Clavijo mientras José Efraín Álvarez Gualteros, Dora Inés Prieto
Peña, Fernando Lozano Peña, Antonio María Pedraza, Bernarda
Izquierdo de Patiño (fls. 47 a 59, cdno. pruebas parte actora), y el
demandado Wilson Alvarado Castiblanco (fls. 17-18, cdno.
pruebas parte actora), además en las labores desarrolladas por la
demandante, en el hogar y en las actividades económicas de su
compañero, el aporte de la liquidación de sus prestaciones
sociales, trabajo personal y colaboración armónica, coordinada,
permanente y conjunta con el propósito de formar, acrecentar y
consolidar un patrimonio común en idéntico plano de paridad e
igualdad y en beneficio recíproco, lo cual explica las declaraciones
de renta y patrimonio conjuntas presentadas y firmadas por
ambos para los años gravables 1976, 1977, 1978, 1979, 1980,
1981, 1982, 1983 y 1984 (fls. 20-43, cdno. pruebas de la parte
actora), en reconocimiento de la comunidad de bienes formada
por ellos.

Justamente, los testigos coinciden en la relación de


pareja, convivencia y comunidad de vida por lapso mayor a veinte
años, y a otros, les consta las labores del hogar realizadas por la
demandante, la crianza de los hijos matrimoniales de su
compañero, el cuidado de los animales, la cooperación en las
actividades de ordeño, limpieza de cantinas, la ayuda, apoyo y
colaboración dispensada para la consecución de los bienes
comunes, su acompañamiento en negociaciones, los aportes con
trabajo, esfuerzos conjuntos para formar y consolidar un
patrimonio común en recíproco beneficio.

En consecuencia, resulta evidente la existencia de la


sociedad de hecho concubinaria pretendida en la demanda, sin
que como invoca la parte apelante, la formada sociedad conyugal

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del causante con Ana Elvia González de Alvarado constituya un


escollo al efecto, pues no se trata de la sociedad patrimonial entre
compañeros permanentes regulada en la Ley 54 de 1990, y nada
se opone a su formación, pues a partir de ésta, “puede afirmarse
que hoy coexisten, como sociedades de hecho, la civil, la
comercial y la proveniente de la ‘unión marital de hecho’, cada
una con presupuestos legales, autónoma tanto en el plano
sustantivo como procesal” (cas. civ. auto de 16 de julio de 1992).

A este respecto, la preexistencia de una sociedad


conyugal, no impide la formación de la sociedad de hecho entre
“concubinos”, ni su vigencia excluye la posibilidad de otras
sociedades entre consortes o entre éstos y terceros, las cuales,
por supuesto, son diferentes, por cuanto aquélla surge ex legge
por la celebración del matrimonio y es universal.

En cambio, las otras sociedades surgen de actos


dispositivos, negociales o contractuales, aún de “hecho”,
presuponen íntegros los elementos esenciales del tipo contractual
y son de carácter singular, particular y concreto (cas.civ. sentencia
de 18 de octubre de 1973, CXLVII, 92).

En cualquier caso, tiene dicho la Corte, "nada impide que


una sociedad de hecho, como la formada entre concubinos, pueda concurrir
con otras, civiles o comerciales legalmente constituidas, toda vez que lo que
el legislador enfáticamente reprime es la concurrencia de sociedades
universales" (cas. civ. sentencia de 29 de septiembre de 2006, exp.
1100131030111999- 01683-01, reiterando las de 27 de junio de
2005, exp. 7188 y 26 de marzo de 1958).

En tal virtud, la sociedad de hecho pretendida no es


universal, sino singular e integrada de los aportes, bienes

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obtenidos con la colaboración y esfuerzos de la pareja en su


consecución, por lo cual, su liquidación comprenderá los “a)…
adquiridos con posterioridad a la constitución del estado concubinato y a
título oneroso, es decir, como fruto del trabajo e industria de los concubinos.
No comprende los bienes que alguno de los concubinos hubiera tenido antes
de asociarse con el otro concubino, o los adquiridos durante el estado de
concubinato a título gratuito (herencias, donaciones). (...) Por este motivo
con razón ha dicho la Corte que ‘debe existir un criterio de causalidad entre
la asociación de hecho y los bienes provenientes de la misma’ (G:J: Tomo
42, Pág.844). b) Determinados los bienes de la sociedad de hecho es
necesario proceder a repartirlos en dos partes iguales: una para cada
concubino”. (Sentencia del 26 de marzo de 1958).

3. Por cuanto quedó dicho, deviene infructuosa la


perspectiva planteada en la alzada sobre la ausencia de prueba
de la sociedad de hecho patrimonial derivada de unión marital de
hecho, existencia de sociedad patrimonial de hecho civil por falta
de probanzas de sus elementos esenciales, carencia de balances,
estipulaciones escritas limitativas de la responsabilidad, bienes
integrantes dedicados al desarrollo del objeto social, solicitud de
liquidación o repartición y pago de utilidades, o de representante
legal, por estar probada una simple convivencia y relación
sentimental.

4. Corolario de lo expuesto, es la confirmación de la


sentencia de primer grado en cuanto declaró la existencia de la
sociedad de hecho, su disolución y en estado de liquidación,
reclamadas en la primera y segunda pretensiones, y denegó la
tercera.

Las costas de segunda instancia se impondrán a la


apelante.

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DECISIÓN:

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre
de la República y por autoridad de la Ley, CASA la sentencia de
de 22 de febrero de 2008 proferida por el Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Cundinamarca, Sala Civil, Familia, Agraria, en
el proceso ordinario de Dolores Castiblanco Clavijo contra Víctor
Bernardo y Gladys Alvarado González, Sandra, Wilson y Hernán
Alvarado Castiblanco, herederos determinados de Hernando
Alvarado Sabio, su cónyuge supérstite Ana Elvia González y
demás herederos indeterminados, sin costas en casación y, en su
lugar, en sede de instancia:

RESUELVE

PRIMERO. Confirmar en todas sus partes la sentencia


apelada pronunciada por el Juzgado Segundo Civil del Circuito de
Zipaquirá, el primero (1o) de marzo de dos mil siete (2007).

SEGUNDO: Condenar en costas de segunda instancia


a la parte vencida, las que serán liquidadas oportunamente.

Cópiese, notifíquese y devuélvase, en su oportunidad,


el expediente al Tribunal de origen para lo pertinente.

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RUTH MARINA DÍAZ RUEDA

JAIME ALBERTO ARRUBLA PAUCAR


En comisión de servicios

PEDRO OCTAVIO MUNAR CADENA

WILLIAM NAMÉN VARGAS

ARTURO SOLARTE RODRÍGUEZ

EDGARDO VILLAMIL PORTILLA


Ausencia justificada

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