EPIGRAMAS DE CALÍMACO
INTRODUCCIÓN
El erudito de los Pinaces, el mitógrafo de los Aitia, el poeta oficial de una hínmica nueva, se ha
sentido poeta menor por una vez. Y ha conmemorado, lamentado y vivido en sesenta y tres
pequeñas composiciones, destinadas al grabador o a ser, más tarde, incluidas en la «corona» ’,
los grandes y pequeños acontecimientos de una vida consagrada —como todas las vidas— al
dolor y a la risa, al vértigo del triunfo y a la agonía de la decepción. En ese cotidiano combate
con el tiempo expresado en sus Epigramas, Calimaco ha de librar, por fuerza, continuas
escaramuzas con el deseo y con la muerte: son los dos grandes signos del sistema calimaqueo.
Junto a ellos, el vino y las ofrendas a los dioses constituyen los otros dos vértices temáticos de
la colección.
En XXXI, por ejemplo, el poeta nos ofrece la primera regla de su «ascético» peregrinaje hacia el
Amor: la técnica del deseo permanente. Siempre habrá un joveni más allá de, y esto es lo
saludable: el tópico literario reviste aquí una profunda realidad psicológica. Bellísimas
ilustraciones de pasión contenida son XLII, XLIII y XLIV. Las tres composiciones figurarían
por mérito propio en cualquier antología de poesía erótica universal. Los dos primeros dísticos
de XLIII son prodigiosos: «Tema oculta el huésped una herida. Subían dolorosos suspiros de su
pecho (¿te has fijado?) mientras bebía su tercera copa, y las rosas caían pétalo a pétalo, todas al
suelo desde su guirnalda.» La instantánea es fílmica. En el poder, lleno de sugerencias, de la
dicción radica esa imaginabilidad cinematográfica de la escena. La anécdota es mínima. Un
gesto se desliza, apenas un movimiento (en la fantasía de Calimaco o en la realidad, no importa
dónde), y el poeta lo capta. (El epigrama es, en general, un haiku japonés enriquecido por el
azar de un hombre determinado: un viaje, una pelea, la muerte, una promesa... Aquí ha sido el
amor, reflejado en la conducta del huésped.)
La presencia del vino es detectable en XXIX y en XXXVI. En XXXV, un epitafio del propio
Calimaco, el poeta se refiere a sí mismo como «experto en el canto y en la burla oportuna
cuando lo pide el vino». En esta poesía de complaciente —y desesperanzado— gozo de vivir no
podía faltar la bebida de Omar Jayyám. «Ibi nullus timet mortem, / sed pro Bacho (sic) mittunt
sortem», leemos en los Carmina Burana. Ni en la taberna (ibi del clérigo vagante) ni en el tema
convival (ibi de Calimaco) es bienquista la muerte.
El tema de las ofrendas a los dioses está perfectamente eternizado en V. La ofrenda individual
de algo a una divinidad es siempre una buena disculpa para pergeñar un poema. El libro sexto
de la Antología Palatina es todo él un ramo de epigramas votivos. En Calimaco, la naturaleza
de los objetos consagrados tiene un valor poético peculiar: un náutilo en V, una maza de roble
en XXXIV, un arco en XXXVII, una serie de objetos femeninos en XXXVIII, un salero en
XLVII, un pinax (cf. notas ad loe.) en LIV, una lámpara en LV, un gallo de bronce en LVI, etc.
En la ordenación de Gow-Fage3 las ofrendas preceden a los epitafios. Pero queda una pieza
descolgada. Se trata de LI, que podríamos titular «Berenice», donde Calimaco ha asumido una.
vez más, con evidente agrado (no fue, afortunadamente para él y para sus lectores, un
moralista), la función de poeta «oficial». Todos los grandes genios poéticos de su tiempo son,
como dice Pierre Jouguet, «poétes de cour»4. Lo son Teócrito y Apolonio de Rodas. Calimaco
lo es también, y, por qué no, sus relaciones con la dinastía Ptolemaica fueron en todo instante —
hay que decirlo— inmejorables. Hablar de «servilismo», como hacen algunos tratadistas
modernos, se me antoja excesivo. Calimaco no adula: corresponde tan sólo a las bondades de
sus protectores, consiguiendo así una feliz síntesis entre lo que es preciso declarar en alta
política y lo que es hermoso —y, por lo tanto, indispensable— expresar en la mejor de las
literaturas.
Pero la poesía funeraria reclama sus derechos. ¿Quiénes son los difuntos del poeta de Cirene?
Bato en primer lugar, su padre (XXI); después, él mismo (XXXV) y un Cireneo, Cáridas (XIII).
                                                                                                 1
Este último epigrama es sumamente ilustrativo: «Cáridas, ¿qué hay abajo? 'Numerosa tiniebla.’
¿Y los regresos? ‘Un embuste.’ ¿Plutón? ‘Fábula pura. » No hay engaño posible.
Pero tampoco la declaración escéptica adquiere una dimensión grandilocuente o trágica: es la
«mesura» calimaquea. Otras víctimas son Melanipo y Basilo, un muchacho y su hermana
adolescente (XX); el sabio Timarco en X; Heráclito, un íntimo amigo del poeta, en II, una de las
más bellas piezas de la colección; el pequeño Teris en XI; Astácides de Creta, raptado por las
ninfas5 (XXII); Crétide, «la de las mil historias», en XVI; Lico, el náufrago Naxío, en XVIII,
etc.
El último Epigrama, LXIII, nos presenta a un enamorado quejándose ante la puerta cerrada de
su dama, aquí una prostituta poco amable. Y el dístico final encierra una seria advertencia para
todos aquellos que se obstinan en aburrirse: «Pero el primer cabello blanco todo esto, al punto,
habrá de recordarte.» Y entonces ya no se podrá volver a empezar, y dolerán la frialdad y la
esquivez pasadas; los trabajos de amor estarán irremisiblemente perdidos.
Y con quejas termina la colección. Quizá no haya sido todo más que otro sueño del que, algún
día, conseguiremos despertar. Sea como sea, la puerta está cerrada, lo estuvo y lo estará. Si la
mentira que preside los Epigramas de Calimaco no es peor que las otras, su verdad tampoco
desmerece de la Verdad. Y es muy hermosa. Por lo demás, sigo en mi traducción la espléndida
edición de Rudolf Pfeiffer (Oxford, 1953). Incluyo, además, los fragmentos epigramáticos que el
propio Pfeiffer publicó (frs. 393, 394, 395, 398, 399, 400 y 401) en el tomo I de su Callimachus
(Oxford, 1949), numerándolos del LXIV al LXX. He tenido constantemente a la vista mi edición
bilingüe de los Epigramas calimaqueos, publicada en la revista Estudios Clásicos en cinco
entregas (núms. 71-77, vols. XVIII-XX, Madrid, 1974-1976); a ella envío al lector interesado en
profundizar sobre el tema. Me han sido, igualmente de gran utilidad los Hellenistic Epigrams de
Gow-Page, un auténtico espejo del büen hacer en filología.
                              RESUMEN EPIGRAMAS
                                               I
Un ciudadano de la ciudad de Atarneo (región de Eólida) le pide consejo a Pítaco de
Mitilene sobre qué hacer, ya que, le ha surgido un matrimonio doble: una mujer que está
a su mismo nivel de riqueza y linaje y otra que es superior a él. Pítaco le dice que pregunte
a unos niños que están jugando cerca. Estos le dicen que siga su línea y este se deshace
de la que es superior a él. De igual manera le dice a Dión que haga lo mismo.
                                              II
El poeta se lamenta por la muerte de su amigo Heráclito y recuerda algunos momentos
que han vivido juntos charlando al atardecer. Se refiere a Heráclito en tanto que lo único
que queda de él son sus cenizas. Sin embargo, los ruiseñores, aves de su canto, siguen
vivas y Hades no se las podrá llevar.
                                              III
Timón, el misántropo, se dirige a alguien para que no le desee un buen día falsamente, ya
que no es de buen corazón. Le dice que siga por su camino y que bueno es el día que no
se acerca.
                                              IV
En este se dirige a Timón para preguntarle que ya que no existe (debe haber muerto) qué
odia más, si la luz o las tinieblas. Él le dice que las tinieblas porque son más en el Hades.
                                                                                               2
                                             V
Este es uno de los epigramas de ofrendas. La hija de Clinias le ofrece a Cipris (Afrodita)
un Náutilo (“marinero, marino” ref. a molusco que navega por el mar) que navegaba por
el mar y remaba fuerte con los pies cuando la nereida Galenea dominaba los mares. Este
Náutilo llegó a las playas de Yúlide llegando a ser la ofrenda de Arsínoe (asimilada al
culto de Afrodita). Le pide a la diosa que le conceda su gracia a Clinias, ya que obra bien
y es de Esmirna.
                                             VI
El poeta se refiere a que es la fatiga del Samio que recibió en su casa un día al aedo divino.
Esta alusión puede referirse a Creofilo de Samos, que, según la tradición recibió a Homero
en su casa. El poeta dice que canta a Éurito, que ha sufrido mucho, y a Yolea. Esto hace
referencia a la lucha entre Éurito y Heracles entorno a Yole (hija de Éurito). Se dice que
este es un poema homérico y Creofilo se siente orgulloso de eso.
                                            VII
Teeteto se encamina por una senda de arte puro que no conduce a la hiedra de Dioniso.
Desprecia así los concursos de Dioniso. Hace referencia a que los mensajeros dicen por
un instante el nombre de los vencedores, y que, el arte de este Teeteto será proclamado
para siempre por la Hélade.
                                           VIII
Le dice a Dioniso que solo basta una palabra para el poeta victorioso. Sin embargo, quien
no sale victorioso, tiene un discurso más largo cuando le preguntan. El poeta le dice que
para él solo basta una palabra corta y nada más.
                                             IX
Se presenta a Saón de Acanto, hijo de Dicón, que duerme en un sagrado sueño. Dice
que no hay que decir que los buenos mueran.
                                             X
Hace referencia a que si quiere buscar a Timarco (filósofo mal identificado - nota) en el
Hades para saber sobre el alma o la reencarnación, tiene que preguntar por el hijo de
Pausanias y lo encontrará entre los dichosos.
                                             XI
Habla de que el extranjero es pequeño (de pocas palabras) y que, aunque una inscripción
(Teris, hijo de Aristeo, Cretense) sea breve y no hable mucho, para él es larga.
                                            XII
El poeta encarga a un viajero que, si va a la ciudad de Cícico, como encontrará sin
problema a Hípaco y a Dídima, ya que, son de un conocido linaje, les tendrá que dar un
                                                                                            3
mensaje triste, y es que tiene a Critias. (Tipo de epigrama funerario en el que se pide
al viajero que transmita un mensaje – está bien documentado). (nota al pie)
                                         XIII
Le pregunta a alguien si ahí yace Cáridas (suponemos que en el Hades), y le contestan
que, si se refiere al hijo de Arimas, que sí. Le pregunta a Cáridas sobre lo que hay en el
Hades y le contesta que muchas tinieblas, sobre los regresos le dice que son una mentira,
y que lo que cuentan de Plutón son solo cuentos. El poeta se lamenta. Cáridas le dice que
sus palabras son verdaderas y que, si quiere unas más agradables, que sepa que en el
Hades un buey grande cuesta un óbolo de Pela (alusión a la moneda de Macedonia, en
la que figuraba un buey – referencia con esto a la barata vida del Hades (ironía
calimaquea). (nota al pie)
                                          XIV
El poeta alude a Carmis preguntándose si hay alguien que conozca la suerte de mañana
cuando, de repente, el día anterior Carmis estaba vivo y hoy le están enterrando entre
llantos. Alude, además, a que su padre Diofón nunca ha visto nada tan horrible.
                                          XV
Le pregunta a Timónoe que quién es y que, si no llega a ser porque el nombre de su padre
Timoteo figura en la estela, además del nombre de su ciudad, Metimna, no sabría
reconocerle. Asegura que el dolor de su ausencia aflija a Eutímenes, su esposo.
                                          XVI
Dice que las hijas de los Samios preguntan por Crétide, la que es experta en juegos
divertidos, la más dulce, la que más habla. Alude a que esta duerme en un profundo sueño
que les espera a todas (suponemos que ha muerto entonces).
                                         XVII
Expresa su deseo de que, si no hubieran embarcado rápidas naves, no habrían tenido que
lamentar lo que le ha pasado a Sópolis, el de Dioclides, ya que, su cuerpo está en algún
lugar del mar, por lo que, cuando van a visitarle, visitan una tumba vacía.
                                        XVIII
Cuenta que Lico no ha muerto en la tierra, sino que, en un viaje de comercio le vieron
morir. Su cuerpo se encuentra en el agua y ante su tumba dice que no tiene que navegar
cuando se pongan los Érifos, es decir, dos estrellas que alcanzan el horizonte, según
Columela, el 22 y 23 de diciembre y son dos fechas muy malas para navegar. (nota
al pie para aclarar)
                                         XIX
Hace referencia a que un tal Filipo ha enterrado a su hijo de doce años Nicóteles con toda
su esperanza.
                                                                                        4
                                           XX
Cuenta que, por el día, entierran a Melanipo y, por la tarde a Basilo, su hermana, que,
tras colocar en la pira a su hermano, decidió suicidarse. Entonces, Aristipo, su padre, se
lamenta doblemente, y la región de Cirene entornan sus ojos al ver la casa vacía de
niños.
                                          XXI
El poeta se dirige a alguien que ha ido a visitar su tumba y le dice que debe saber que él
es hijo y padre de Calímaco de Cirene, que debe conocerlos, ya que uno estuvo frente a
las armas y otro cantó más que la envidia. (Epitafio del padre de Calímaco, Bato) (hay
dos dísticos al final que no parecen de Calímaco, que hacen referencia a que las
musas no abandonan a los que desde niños miran con ojo favorable, aunque tengan
canas en el pelo, nota).
                                         XXII
 Alude a que una ninfa se llevó al pastor Astácides de Creta, y que desde entonces es
sagrado. Sin embargo, ya no habrá que cantar a Dafnis a los pies de los robles Dicteos,
pero a Astácides siempre.
                                         XXIII
Cuenta que Cleómbroto de Ambracia (después de decir adiós al Sol) saltó al Hades desde
un alto muro y no por ninguna desgracia que le viera como merecedor de la muerte, sino
porque leyó un libro de Platón (Sobre el alma)
                                         XXIV
Se presenta como un héroe que está en la puerta de Eetión de Anfípolis, que está en un
pequeño pórtico con una espada y una serpiente. Dice que, estando enfadado con un
caballero, le han hecho un hombre de a pie (se refiere a una estatua que hay en la casa
de Eetión y que representa a un soldado/héroe de pie. En él hay una inscripción con
este epigrama – nota)
                                         XXV
Habla de que Calignoto jura que nunca tendrá mejor amiga ni amigo que Yónide. Sin
embargo, aunque lo ha jurado, dicen que los juramentos no llegan a los oídos de los
dioses. Habla de que ahora desea a un hombre, y que se acuerda poco de la novia, menos
que de los Megareos (un escolio a Teócrito XIV, 48-49, habla de esto, que los
megarenses habían preguntado al oráculo de Delfos qué ciudades eran superiores a
la suya y les dijeron que no es que estuvieran en segundo, tercer lugar, etc, sino que
no entraban en ninguna cuenta – nota)
                                         XXVI
Dice que ha conseguido llevar una vida sencilla con lo que tenía sin hacerle mal a nadie.
Se dirige a su tierra y le dice que si Mícilo (nombre de parlante que sugiere carácter
                                                                                         5
ficticio y humorístico del epitafio) ha aprobado alguna maldad, que ni ella ni los
demonios que lo tienen, le sean leves.
                                         XXVII
Hace referencia al arte de Hesíodo y dice que el poeta de Solos no imitó al último de los
aedos, sino al canto más dulce de la épica. Dice que estos sutiles versos son algo simbólico
del insomnio de Arato (este epigrama simula estar escrito sobre una copia de los
Fenómenos de Arato – nota)
                                        XXVIII
Habla del odio al poema cíclico (sucesores de Homero; alude a Apolonio de Rodas,
nota). Se queja del camino que lleva a la muchedumbre de un lado a otro, dice que no
bebe de una fuente pública, y esto representa su queja por todo lo popular, porque todo el
mundo haga lo mismo. Alude a un tal Lisanias, y dice que es bello, pero que, antes de que
termine de decirlo, dirán que eso que está diciendo es de otro.
                                         XXIX
En este epigrama hay presencia del vino, ya que le dice a alguien que sirva el vino y
brinde por un tal Diocles. Cuenta que Aqueloo se priva de las copas dedicadas a ese niño.
Habla de la belleza del joven y dice que, si alguien dice que no, que sea solo él el que
sepa que sí lo es.
                                          XXX
Se dirige a Cleonico de Tesalia y le dice que no le reconoce porque ya no es lo que era,
ya que, es huesos y pelo. Le pregunta si es que la desgracia que él ha tenido y su horrible
destino se ha apoderado de él, y cae en la cuenta de que le ha cautivado también a él
Euxíteo, porque al entrar se comía con la mirada al más bello.
                                         XXXI
Aquí ofrece la primera regla de su moderado peregrinaje hacia el amor (véase
introducción), la técnica del deseo permanente. Alude a un tal Epicides, ejemplificando
que cuando un cazador ve en el monte a una liebre, rastrea las huellas de un ciervo en la
nieve, y si alguien le dice que hay un animal en el suelo, no lo recoge. Compara esto con
su amor, ya que, va en busca de lo que huye y no cuida lo que tiene a su alcance.
                                        XXXII
El poeta le pide a Menipo que no le recuerde lo que es su pesadilla, es decir, que no tiene
dinero y dice que le duele escuchar siempre los mismos reproches. Se siente decepcionado
con él y le dice que esos reproches son la mayor prueba de desamor que ha recibido de él
(una de las cosas de las que habla Calímaco en sus epigramas es de las relaciones entre
jóvenes masculinos).
                                        XXXIII
                                                                                          6
Le habla a Ártemis para decirle que Filerátide le ha regalado una estatua, que la acepte y
de paso la proteja (a Filerátide)
                                       XXXIV
Le habla a Hércules, como el que estranguló al León de Nemea y mató al jabalí para
decirle que Aquirno el Cretense le ha regalado una maza de roble y este le acepta.
                                        XXXV
Habla de sí mismo, sobre que sus propios pasos le han llevado a la sepultura del Batíada
(hijo de Bato y, por lo tanto, este Calímaco), que es experto en el canto y en la burla
cuando el vino lo pide.
                                       XXXVI
Habla de Erasíxeno y de su afición por beber el vino, describiéndole como “gran bebedor
de vino”, ya que, se toma dos copas de vino seguidas de vino puro (sin mezclar).
                                      XXXVII
Dice que Menitas el Licio le ha ofrecido un arco y una faretra a Sárapis, pero que las
flechas las tienen los Hesperitas (alusión a la actuación del arquero en una batalla
contra los de Hespéride – nota)
                                      XXXVIII
Cuenta que la cortesana Simon le ha dado regalos a Afrodita, como una imagen de ella y
la cinta que había rozado sus pechos.
                                       XXXIX
Acrisio (rey de Argos) le construyó un templo a Deméter Pilea y a su hija (Perséfone) y
Timodemo de Náucratis le ofrece algunos regalos, el diezmo de sus beneficios.
                                          XL
Se hace referencia a una que fue sacerdotisa de Deméter, de los Cabiros y de Cibeles, que
llegó a vieja y se murió, que fue protectora de muchas jóvenes. le nacieron dos hijos y
entre sus brazos se cerraron sus ojos (murió) poniendo fin a una bella vejez. Que se vaya
y sea feliz.
                                          XLI
Este es uno de los epigramas en los que habla de la dualidad del alma, y dice que una
parte todavía respira, pero que la otra ha desaparecido y no sabe si se la habrá llevado
Eros o Hades. Se pregunta si habrá ido en busca de jóvenes, dice que es fugitiva, les dice
a los jóvenes que no la reciban y que estará merodeando loca de amor.
                                         XLII
                                                                                        7
Se dirige a Arquino para decirle que ha llegado a su casa en medio de una orgía, y que
entonces le denigre, que, si lo ha hecho sin querer, que le perdone. Es el vino y el deseo
los que le han llevado a eso, ya que uno le ha arrastrado y el otro no le dejaba irse, que
incluso al llegar no había dicho ni quién era él n quién su padre.
                                            XLIII
Habla de la herida de un huésped, de los dolores que le suben por el pecho mientras
bebe su copa (El epigrama es, en general, un haiku japonés enriquecido por el azar de un
hombre determinado: un viaje, una pelea, la muerte, una promesa... Aquí ha sido el amor,
reflejado en la conducta del huésped. - introducción) y de las rosas caen los pétalos al
sueño, consumiendo algo poderoso (imaginamos que el amor si es un epigrama de
amor, erótico).
                                            XLIV
Este es otro epigrama de amor, erotismo, en el que jura que hay algo oculto y que será
fuego bajo las cenizas, es decir, que algo queda todavía de amor. Dice que las corrientes
sordas pueden derribar murallas, le habla entonces a Menéxeno, dice que está nervioso,
y que tiene miedo de ser arrojado a las redes del amor.
                                             XLV
Se dirige a Menécrates y le dice que huya, que va a caer, y que esto lo dijo en Penemo el
vente y en Loo el diez, que fue cuando el buey tornó al arado por gusto y que no se va a
quejar por veinte días. (Loo y Panemo son los nombres de dos meses consecutivos en el
calendario Macedónico, de uso común en el Egipto Ptolemaico. El año comenzaba con el equinoccio
de otoño, y Panemo y Loo ocupaban, respectivamente, la novena y la décima posición. – nota al pie)
                                            XLVI
Cuenta que Polifemo ha descubierto un conjuro para el enamorado. Que las Musas
disminuyen el deseo (se dirige a un tal Filipo), que la poesía es el remedio contra todos
los males, y que el hambre lo es para la desdicha, y extirpa de raíz la enfermedad de amar
a los jóvenes. De hecho, dice que cuando uno se cura, se dirige al amor para decirle que
no le tiene miedo.
                                             XLVII
Cuenta que Eudemo logró sobrevivir comiendo sal a muchas deudas, ofreciendo un salero
a los dioses de Samotracia (Cabiros), y haciendo ver que había cumplido con su deber y
que, salvado de sus deudas, podía ofrecer esa ofrenda. (Juego de palabras porque la sal
era el alimento de menos precio, por eso dice que es salvado por la sal, y salvado del
mar, que es de sus deudas, nota)
                                           XLVIII
Cuenta que Simo le ofreció a las Musas y que quería aprender, y, que como Glauco (Se
alude al desastroso negocio que hizo Glauco al intercambiar su armadura de oro por la
broncínea de su «huésped» Diomedes. Cf. litada VI 234 sigs.nots) le dieron un bonito regalo
a cambio de poco. Se compara con Dionisio trágico (En Samos se adoraba un Dioniso
kekhénós, esto es, una efigie del dios en la que éste figuraba con la boca abierta.) sobre que
se queda con la boca abierta escuchando a los que recitan y oyéndolos hasta en sueños.
                                            XLIX
                                                                                                 8
Le pide a un extranjero que diga que ha sido consagrado como testigo cómico de la
victoria de Agoranacte el Rodio (un actor que dedica su máscara cómica). Esa máscara
es el personaje de Pánfilo, que dice que no está inflamado de amor, sino que parece un
higo seco cocido a medias una lámpara de Isis (objeto ofrecido por el actor premiado,
tiene un mal aspecto, como semejante a un fruto podrido o a una terracota que
representaban groseramente a la diosa Isis, nota).
                                            L
Cuenta que Mico le regalaba a Escra la Frigia, de leche insuperable, en su vejez todas las
bondades, mientras que, muerta, levantaba su efigie en ese lugar, para que la vieran
generaciones posteriores. Y así fue como le agradecieron a la diosa su labor nutritiva, la
que proporcionaban sus pechos.
                                           LI
Cuenta que las Gracias son cuatro debido a que a las tres que había se ha añadido una que
está perfumada. Esa es Berenice y dicen que sin ella las Gracias ya no son Gracias.
                                           LII
Menciona que, si Teócrito le odia, hay que odiarlo cuatro veces, pero que, si le quiere, no
hay que dejar de amarlo. Alude a Zeus celeste en tanto que se enamoró de Ganimedes, y
que, por tanto, él también amó algún día. (literal dice después “no digo nada más, como
diciendo que, si él se enamoró, él también puede o algo así).
                                          LIII
Llama a Ilitía (antigua diosa de fertilidad) para que acuda a la llamada de Licénide y le
proporcione un parto feliz. Le dice a la diosa que la ofrenda es por una hija y que será a
cambio de un hijo, que el día de mañana se le dará otra ofrenda en su templo.
                                          LIV
Le dice a Asclepio que lo que Acesón le debía como ofrenda por su esposa Demócide,
que ya se lo ha dado, y que se lo dice para que lo sepa, porque si lo olvida y reclama el
pago un “cuadro” (En el original, pínax, a la vez «cuadro» (donde podría estar
representada la curación de Demódke) y «tableta» (donde figurase, metafóricamente, una
especie de recibo, nota) presentará testimonio.
                                           LV
Cuenta que al dios de Canopo (Sérapis o Sárapis que tenía en Canopo un templo donde
menudeaban los milagros, nota), Calistion, la de Critias, le ha ofrecido (¿se puede referir
a Calímaco?) su lámpara de veinte mechas como regalo por su hija Apélide. Dice que si
en sus luces repara que le dirá que cómo ha caído del cielo. (leer porque no se entiende
muy bien, but se intenta).
                                          LVI
Dice que Evéneto, que le ha colocado donde está, gallo de bronce, le ha consagrado a
Cástor y Pólux (patrocinadores de todo tipo de hazañas, atléticas o guerreras, nota) para
conmemorar una victoria propia (se debate si el gallo de bronce conmemora una
victoria de lucha de Evéneto, o es un regalo que Evéneto dedica a Cástor y Pólux con
                                                                                            9
ocasión de su gallo favorito en una pelea, ntota). Dice que le cree, al hijo de Fedro, el
de Filóxeno.
                                          LVII
Cuenta que en el templo de Isis (se la identificó con Ío) está Esquílide, la de Tales, y por
promesa de su madre Irene.
                                          LVIII
Le pregunta a un náufrago que quién es, que sobre la playa ha encontrado Leóntico su
cadáver y que lo ha enterrado, llorando su propia y suertuda existencia, y que él, igual
que la gaviota, recorre los mares.
                                           LIX
Compara a Orestes con Léucaro, pues Orestes fue feliz, pero estaba loco. Léucaro no lo
estuvo tanto ni practicó la prueba en el Foceo (Pílades, descendiente de Foco, héroe
epónimo de la Fócide, nota) que le había confirmado al amigo. Dice que se habría
representado un drama al haber perdido a un compañero y que es lo que ha hecho, que
han sido muchos. (Nota en la que alude a que Calímaco ha perdido a muchos amigos
por representar un drama propio, y escribir teatro en general es recomendable para
conservar amistades).
                                            LX
Dice que a los que están pasando por la tumba de Cimón de la Élide, deben saber que
están pasando junto al hijo de Hipeo.
                                           LXI
Le dice a Menécrates de Eno que no ha estado mucho tiempo con vida. Le pregunta qué
le llevó a la tumba, y que si fue lo mismo que al Centauro (“El vino dañó al ínclito
Centauro Euritión” nota, Odisea). Este le contesta que le llegó el sueño destinado y
que le echan la culpa al vino.
                                          LXII
Le dice a las Cintíades (las del Cinto, monte de la isla de Delos, nota) que se tranquilicen,
ya que el arco de Equemas el Cretense está en el templo de Ártemis en Delos sin ser
usado, que ese mismo arco con el que se llegó a despoblar todo un monte, ya ha cesado,
y fue la diosa quien dio esa tregua.
                                          LXIII
Canta a Conopion diciendo que le ha obligado a dormir junto a un helado pórtico (la
puerta de la casa de ella) y que duerma ella que es la más cruel, como hace dormir a
quien la ama. Que ni en sueños le ha salido al encuentro la piedad, y que los vecinos se
compadecen. Que habrá que recordarle por el primer cabello blanco (nota. quejas del
amante-poeta ante la puerta cerrada de su amiga, Conopion, una hetera; esto ya lo
abordó Alceo y otros. Al final, este epigrama deriva hacia el tema del carpe diem,
del collige, virgo, rosas)
                              LXIV (fr. 393 Pfeiffer)
   a) Cuenta que Momo, dios de la burla y de la risa, escribía en las paredes que
      Diodoro de Yasos, al que apoda como Crono, era un sabio (filósofo escuela de
      Megara, contemporáneo de Calímaco)
   b) Dice que hasta los cuervos graznan en los tejados y pregunta sobre las
      conexiones que hay y sobre cómo renacerán (nota. Preguntas que, en el juego
      sarcástico del epigrama, van dirigidas a Diodoro, quien, llevando al extremo
      la dialéctica de Elea, negaba la realidad del movimiento, de la muerte, etc.)
                                                                                          10
                              LXV (fr 394 Pfeiffer)
   a) Afirma que el hices es sagrado (pez sin identificar, emparentado con nuestro
      salmonete, nota) …
   b) Y que su dios es el sagrado hices…
                                  LXVI (fr. 395)
Dice que está yendo a Dime, ciudad de Acaya…
                                  LXVII (fr. 398)
Dice que la Lide, (poema elegíaco de Antímaco de Colofón, larga novela sentimental
en verso que no era del agrado de Calímaco) era una obra grosera y poco brillante.
                                 LXVIII (fr. 399)
Dice que, surcando el mar Egeo, llegan muchas ánforas de la región vinosa de Quíos, y
que muchas traen lo mejor de la viña Lesbia.
                                  LXIX (fr. 400)
Hace alusión a que una nave se llevó la única luz de su vida (imagino que le han
arrebatado a alguien, o su vida, o cualquier cosa), y le suplica a Zeus que protege los
puertos.
                                  LXX (fr. 401)
Alude a esa niña que odia como a la muerte las relaciones amorosas (eso dicen sus padres)
                                                                                      11