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Modulo Infancia

El documento describe la importancia de la atención integral en la primera infancia entre los 0 y 6 años. Explica que la atención integral implica satisfacer las necesidades de salud, nutrición, protección y educación inicial de los niños para apoyar su supervivencia, desarrollo y aprendizaje. También destaca que la ley colombiana reconoce el derecho al desarrollo integral en la primera infancia y que el gobierno está trabajando de forma intersectorial para garantizar una educación que cumpla con los derechos de los niños de manera integral
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Modulo Infancia

El documento describe la importancia de la atención integral en la primera infancia entre los 0 y 6 años. Explica que la atención integral implica satisfacer las necesidades de salud, nutrición, protección y educación inicial de los niños para apoyar su supervivencia, desarrollo y aprendizaje. También destaca que la ley colombiana reconoce el derecho al desarrollo integral en la primera infancia y que el gobierno está trabajando de forma intersectorial para garantizar una educación que cumpla con los derechos de los niños de manera integral
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¿Qué es la atención integral?

El desarrollo de un niño o niña durante la primera infancia depende esencialmente de los


estímulos que se le den y de las condiciones en que se desenvuelva. Es por esto que en la
etapa comprendida entre los cero y los cinco años de edad es necesario atender a los niños y
las niñas de manera armónica, teniendo en cuentan los componentes de salud, nutrición,
protección y educación inicial en diversos contextos (familiar, comunitario, institucional), de tal
manera que se les brinde apoyo para su supervivencia, crecimiento, desarrollo y aprendizaje.

¿Por qué una atención integral para la primera infancia?

El país cuenta con un nuevo marco jurídico (Código de la infancia y la adolescencia. Ley 1098
de 2006), el cual marca un hito para la defensa y garantía de los derechos humanos de los
niños, las niñas y los adolescentes. En este marco se reconoce por primera vez y de manera
legal el derecho al desarrollo integral en la primera infancia (Artículo 29): "la primera infancia
es la etapa del ciclo vital en la que se establecen las bases para el desarrollo cognitivo,
emocional y social del ser humano. Comprende la franja poblacional que va de los cero (0) a
los seis (6) años. Son derechos impostergables de la primera infancia: la atención en salud y
nutrición, el esquema completo de vacunación, la protección contra los peligros físicos y la
educación inicial".

De igual forma, en la consulta del Plan Decenal de Educación, luego de un proceso de debate y
construcción participativa, se priorizó el desarrollo infantil y la educación inicial. El país definió
como una necesidad impostergable el garantizar la atención integral a los niños y niñas
menores de seis años; asumiéndolo como un propósito intersectorial e intercultural en el que
el sistema educativo articule las instancias del orden nacional, regional y local.

Es así como en el Plan Sectorial 2006-2010 del Ministerio de Educación Nacional, se incluyó el
tema de la educación para la primera infancia, definiéndola como un asunto prioritario.
Conforme con este marco se viene avanzando en la construcción de una política educativa,
que tiene como enfoque la integralidad. Dicho enfoque implica el trabajo intersectorial para
garantizar el cumplimiento efectivo de los Derechos de los niños y las niñas, traducidos en
cuidado, nutrición y educación para todos.

Por ello, la educación a los niños y niñas menores de cinco años se viene adelantando por
medio de alianzas intersectoriales. Una de ellas es el convenio interadministrativo con el
Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf), que garantiza la integralidad en la atención
a 400.000 niños y niñas menores de cinco años pertenecientes a los niveles uno y dos del
Sisben. Esta atención se brindará por medio de tres modalidades que buscan responder de
manera diferencial a las necesidades de los niños y sus familias: fortaleciendo los procesos que
vienen realizándose en los escenarios comunitarios, abriendo espacios en el sector urbano y
realizando un esfuerzo especial en el sector rural donde no hay ningún tipo de atención para
estos niños y niñas.

La primera infancia es el periodo propicio para potenciar las capacidades cognitivas,


comunicativas y sociales. El desarrollo educativo en esta etapa influye en un mejor desempeño
en las fases posteriores de la educación, en una disminución del fracaso escolar y, en
consecuencia, en una reducción de la deserción académica. La concepción que hoy se tiene de
la educación para niños y niñas antes de los seis años es concebida como preparación para la
escuela (aprestamiento) y se caracteriza por prácticas escolares convencionales que privilegian
actividades sedentarias, de repetición y de memoria.

Al abrir pre-jardín y jardín en las escuelas del sector oficial no se estaría cumpliendo con el
principio de la integralidad en la atención, que dictamina el Código de la Infancia y la
Adolescencia, ni se garantizaría una atención que asegure los derechos de los niños y niñas,
dado que se hace necesario reconocer que los menores de cinco años requieren propuestas de
atención que satifagan sus necesidades y respeten sus ritmos (de sueño, de alimentación y de
juego). Esto preferiblemente involucra entornos mucho más flexibles que los que ofrece una
escuela tradicional e involucra personas especializadas para la atención de esta población.

Esta educación de la primera infancia se desarrolla mediante modalidades denominadas formales,


institucionales o convencionales, y mediante otras formas y vías denominadas como no formales,
no escolarizadas o no convencionales.

La vía formal o institucional se caracteriza porque se desarrolla en una institución particularmente


creada para potenciar al máximo la intencionalidad educativa, lo cual implica el rol directo y
permanente del educador, y la elaboración de un currículo específico para esa comunidad
educativa. Tal es el caso de las guarderías o salas cunas, los centros o jardines infantiles, la escuela
infantil, los kindergartens y pre-kinders, entre sus diversas denominaciones. Estas instituciones
incluyen la participación de la familia y otras instituciones comunitarias, pero destacan el rol
permanente del educador como planificador, aplicador y evaluador de todo el proceso educativo.

La vía no formal o no institucional, a veces también llamada alternativa, tiene como característica
principal que el educador disminuye su rol protagónico en todo el desarrollo curricular, y lo
comparte con otros agentes educativos, que generan importantes espacios de participación,
desde el diagnóstico hasta la evaluación, y donde asume el papel de promotor, facilitador,
articulador, asesor o coodinador de todo lo que concierne al trabajo pedagógico, siendo su rol más
indirecto. Estas vías tienen numerosas modalidades, que van desde servicios no formales
organizados como tal, hasta programas de capacitación para los adultos orientados a mejorar sus
potencialidades como padres, promotores, cuidadores, entre otros, y que pueden o no estar
insertados dentro de los sistemas educacionales.

Asimismo, esta educación de la primera infancia puede estar administrada por el Estado, por
organizaciones no gubernamentales, o por el sector privado, bajo autorización de los gobiernos.

3.3. Aspectos sociales de la educación de la primera infancia.

La definición de los conceptos de etapa y educación de la primera infancia sientan las bases
psicológicas y pedagógicas que fundamentan este tipo de educación, no obstante, también existen
factores y condicionantes sociales, razones de índole sociológica, que justifican y apuntan a la
necesidad de una generalización de esta educación. Existen muchas razones para desarrollar la
educación de la primera infancia, entre las que se destacan:

ü  Los primeros años de la vida del niño, desde el nacimiento hasta los seis/siete años de edad,
ponen los cimientos para un crecimiento saludable y armonioso del niño. Se trata de un período
marcado por un rápido crecimiento y por cambios que se ven influenciados por su entorno. Estas
influencias pueden ser positivas o negativas, determinando en gran medida cómo será el futuro
adulto, las futuras generaciones y la sociedad.
ü  Las investigaciones demuestran que los déficits intelectuales o físicos se convierten en
acumulativos. El niño con déficits existentes en los que se haya incurrido debido a las privaciones
pasadas tendrá menos posibilidades de evolucionar hasta alcanzar niveles satisfactorios de
desarrollo, aún en el caso de proporcionarle dichos estímulos. La pronta identificación y
tratamiento/corrección de problemas relacionados con minusvalías físicas y mentales,
desnutrición, infradesarrollo social, cognoscitivo y afectivo, etc., podrán detectarse y atenderse
mejor durante los primeros años de  vida, proporcionando así al niño unas mejores oportunidades
en la vida, reduciendo, por otra parte, al mínimo los costos necesarios para la adopción de
acciones remediales.

ü  El cuidado y educación de los niños pequeños mediante una acción integrada adecuada
proporciona un medio para remediar el problema evidente de la desigualdad de oportunidades.  Se
coincide en que todos los niños nacen iguales y deben tener igualdad de acceso al conocimiento y
la cultura, y crecer como ciudadanos iguales de su país y del mundo en general. A pesar de ser una
verdad universalmente reconocida, por desgracia, existen muchos niños que aún no pueden
ejercer este derecho. Todo niño nace en una familia cuya situación social, económica y cultural
ejerce una gran influencia en su desarrollo y que condiciona en gran parte su crecimiento físico,
intelectual y afectivo. Es inevitable, por consiguiente, que las diferencias en el ambiente familiar
tengan repercusiones fundamentales en la educación, que la educación de la primera infancia
debe compensar.

ü  La Educación de la primera infancia complementa la educación que el niño recibe en el hogar,
sin pretender sustituir a la misma, proporcionando la asistencia y educación adecuadas para la
promoción del desarrollo total del niño. Ha de ser punto de formación no sólo del niño, sino
también de la familia.

ü  La igualdad de oportunidades para las mujeres de incorporarse al proceso de producción social,
tiene que compaginarse con la de las necesidades y derechos de los niños. Cada vez hay más y
más mujeres que trabajan fuera de casa, lo que plantea un problema para la asistencia y
educación del niño pequeño. La política debe integrar y englobar estas dos dimensiones,
y equilibrar los roles sociales de la pareja  al ofertar servicios que eviten el apartar a la mujer del
trabajo para atender a los niños, frente a la legitimación del papel de la mujer como madre.

ü  La Educación de la primera infancia proporciona una valiosa experiencia y preparación para la
transición a la escolarización a nivel primario.

ü  No hay segunda oportunidad para la infancia. Por tanto con todos los conocimientos basados en
las investigaciones sobre la importancia de esos primeros años de la vida, es fundamental hacer
todo lo que sea posible por el bien de cada niño, su salud y nutrición, su crecimiento, aprendizaje y
desarrollo, su felicidad, como miembro de la sociedad.

Abundando en estos razonamientos se destaca que el cambio social que se observa en el mundo
como consecuencia de la industrialización, de la incorporación de la mujer al mundo laboral, del
incremento de la expectativa de la calidad de vida, la exigencia social cada vez de mayor grado de
calificación y especialización en el trabajo, entre otros factores, han producido una ruptura del
modelo hegemónico de valores, actitudes y comportamientos, que han incidido directamente
sobre la estructura familiar en varios sentidos:

§ El descenso de la natalidad, en particular en los países de alto nivel de desarrollo, que hace que
el niño se convierta en un “bien escaso”.

§ La menor participación de la mujer en la dinámica del hogar, desligando a esta de la atención y


cuidado de la familia.

§ La reducción notable de la estructura familiar extensa, que ha determinado como hegemónica la


familia nuclear de uno o dos hijos como máximo.

§ Las exigencias del ritmo actual de la vida, que han transversalizado las capas sociales,
dificultando la educación de los niños en el seno de las familias por falta de tiempo.

§ La ruptura del modelo familiar que ha aminorado los referentes habituales de la educación del
niño (la trasmisión de conocimientos y hábitos de cómo cuidarlo), como consecuencia del
desarraigo y aislamiento de las familias nucleares, sin que los mismos hayan sido sustituidos por
otros nuevos referentes.

Según este panorama, se configura un nuevo modelo social, pensado de manera exclusiva por y
para el adulto, en que el niño, a pesar de ser un “bien deseado”, se ha convertido en una
dificultad a afrontar.

Esta nueva situación exige una respuesta de la sociedad y de las instituciones para resolver el
cuidado y la atención de la primera infancia. La creación de servicios destinados al cuidado,
atención y educación de la primera infancia, lleva a reflexionar sobre como resolver esta
problemática y cuales pueden ser los mejores modelos para cubrir las necesidades y exigencias
que la actualidad plantea la sociedad respecto a las nuevas generaciones.

Significando un período con tan amplias posibilidades y con tantas implicaciones sociales, resulta
de sumo interés organizar y estructurar las fuerzas educativas, dirigidas a lograr el máximo
desarrollo posible en cada niño en estas edades. Todo ello fundamenta la necesidad de conocer
las particularidades de tan importante momento del desarrollo infantil y de preparar, capacitar a
las personas, familias y educadores, encargados de su educación, lo cual, como ya puede haberse
mencionado con anterioridad, resulta a veces grandemente contradictorio con la inconsecuente
decisión de los países, aún los más desarrollados, de no incluir esta etapa como parte de su
sistema educacional.

En este sentido se señalan consideraciones de tipo social que justifican la necesidad de realizar
acciones que promuevan la atención de las autoridades en pro de la educación en estas edades
tempranas, entre las que se encuentran:
Ø  Garantizar lo más posible la igualdad de oportunidades para todos los niños,
independientemente de su origen y condición.

Ø  Equilibrar los roles sociales de la pareja que eviten el apartar a la mujer del trabajo para atender
a los niños, frente a la legitimación del papel de la mujer como madre.

Ø  La consideración de que la educación es un proceso continuo e ininterrumpido que comienza


desde el nacimiento, y que requiere la especialización y profesionalización de las personas que han
de atender a estos niños.

Esto implica, entre otras cosas:

Ø  Que se conciba la necesidad de los servicios de atención a los niños en un marco más amplio
que simplemente el nivel escolar, y que englobe las necesidades y derechos de todos los niños, así
como el atender otros aspectos como son el empleo, el sistema fiscal y las cotizaciones sociales, al
tiempo que los servicios de atención al niño.

Ø  Se considere la necesaria igualdad de oportunidades para las mujeres que tienen que
compaginarse con las necesidades y derechos de los niños. La política a adoptar debe integrar y
englobar estas dos dimensiones.

Ø  Se creen un mayor número de servicios de atención al niño y no exclusivamente para los niños
cuyos padres trabajan. La calidad debe ser promovida en la misma medida que la cantidad de
servicios.

Ø  Se asegure una mejor coordinación y coherencia entre los sectores sociales que operan en el
terreno de la atención a los niños.

Ø  Se promuevan los medios para favorecer un mayor compromiso de los padres en los servicios
de educación infantil.

Ø  Se mejore de una manera permanente la formación de los trabajadores del sector.

Ø  Los gobiernos ejerzan un papel fundamental en la financiación, la planificación y la promoción


de las mejoras de la calidad de los servicios, que a su vez pueden ser competencia de otras
organizaciones donde se integren los padres, la comunidad y grupos asistenciales de carácter
autonómico.

Se entiende ya universalmente que ha de ser la propia sociedad, personificada en sus gobiernos,


los garantes del derecho universalmente reconocido de los niños a una correcta educación, lo cual
sin dudarlo también se refiere a la Educación de la primera infancia, instándolos a implantar
paulatinamente una educación de calidad, compensadora de las desigualdades de origen, que
permita conjugar igualdad de oportunidades, compensación de desigualdades y la libertad de
elección.
En este sentido, J. Rivero establece siete prioridades estratégicas de amplia connotación social al
inicio del tercer milenio en materia de educación temprana, de las cuales se señalan a
continuación algunos extractos:

1ª PRIORIDAD:

Consolidar una nueva cultura de la infancia con educación temprana para todos los niños,
enfatizando estrategias de “discriminación positiva” en favor de los niños de familias pobres y en
situación de vulnerabilidad. Una nueva cultura de la infancia debiera partir por el cumplimiento de
los derechos de todos los niños sin excepción alguna.

Aceptar esto supone:

Ø  Aceptar la necesidad de un cambio en las condiciones objetivas de vida de todos los niños.
Dicho cambio se da modificando realidades sociales concretas. Por ello, la generalización de una
nueva cultura de la infancia estará íntimamente vinculada a la modificación de las realidades
socioeconómicas en las que se desenvuelve la vida de los niños.

Ø  El papel de la educación no puede limitarse a la transmisión de valores culturales de una


sociedad. Su función debiera orientarse a posibilitar que el niño desde su nacimiento tenga todas
las oportunidades posibles para desarrollar sus potencialidades. Los niños de hoy y los jóvenes y
adultos de un mañana próximo, demandan contar o haber contado como base de su andamiaje
educativo, con una educación temprana dada desde el vientre materno y antes de su ingreso a los
niveles de educación primaria.

2ª PRIORIDAD:

Propiciar aprendizajes en ambientes que favorezcan el desarrollo afectivo y motriz del niño,
reconociendo y estimulando las capacidades infantiles.

Para llevar a cabo esto es preciso tomar en cuenta algunas consideraciones que son importantes al
momento de concebir los programas que propicien estos aprendizajes, como son:

1º.    Dar la mayor importancia al mundo interno del niño y a su núcleo psicoafectivo.

2º. Descubrir y estimular las potencialidades de cada niño.

3º. Dar particular atención al desarrollo del lenguaje con enfoques multiculturales.

3ª PRIORIDAD:

Vincular más a la familia como agente educador y socializador, propiciando la reflexión y


comprensión de su papel en el desarrollo de la infancia.

La familia es mediadora activa entre el individuo y la sociedad. Su importancia es tal que se puede
afirmar que es ella, de acuerdo con sus posibilidades y limitaciones, quien facilita o limita los
procesos de desarrollo que afectan a sus integrantes. Si su acción es adecuada, los resultados
favorecen a la propia sociedad. Es considerada, cada vez más, como el espacio privilegiado para la
acción de las políticas públicas y aquel en que ellas pueden tener mayor impacto.

La influencia del entorno familiar es predominante en todos los períodos cruciales de crecimiento,
cuando la educación posibilita la participación de los padres; estos mejoran su forma de
comportarse como tales, favorecen la independencia de sus hijos y ayudan a su autoestima, lo que
repercute en el desempeño escolar de los niños.

Ella es agente educativo por excelencia. Glen Nimnicht plantea que “al fin y al cabo en la mayoría
de los casos, la familia es la única influencia educativa permanente en la vida del niño; los
maestros van y vienen, el niño puede ser cambiado de escuela, pero la familia permanece”.

El ambiente familiar viene a ser la primera oportunidad que tiene todo ser humano para
constituirse como tal. Será por ello decisivo considerar la presencia y acción de los padres como
primeros educadores y de la familia (cualquiera sea la forma que esta adopte) como estructura
primaria de pertenencia del niño donde este puede constituir en sujeto, en virtud de un proceso
de identificación y diferenciación que le permite adquirir su propia identidad.

En base a lo anterior, la educación de la infancia debe integrar a la familia si quiere tener real éxito
en sus tareas, y los programas basados en la familia tendrán mayor posibilidad de logros
educativos. Una cuestión clave en los programas de educación temprana reside en posibilitar que
los padres ganen confianza en sí mismos y desarrollen destrezas que mejoren su interacción con
los niños.

Lamentablemente, en ambientes de pobreza, los padres no tienen, muchas veces, posibilidades de


reconocer su propio valor o sus potencialidades como educadores. Una causa frecuente es que
ellos mismos no poseen una experiencia pedagógica exitosa durante sus años de escuela.

La mejora del ambiente cultural familiar y la elevación de la conciencia paterna de que esa mejora
repercutirá directamente en el desarrollo educativo de sus hijos y en sus mejores aprendizajes, y
de que la vinculación de los adultos docentes con los niños es importante como mediadora.

4ª PRIORIDAD:

Fortalecimiento del conocimiento científico sobre la infancia, su familia y comunidad a través de la


investigación.

Si existe el propósito de un real mejoramiento de la calidad de la educación integral a la infancia,


la investigación científica será fundamental para alcanzarlo. Una prioridad de la investigación
científica en el desarrollo de la educación de la infancia, será tratar de conocer realmente al niño
con el que se trabaja y de las mejores vías para lograr su desarrollo. Así, partiendo del niño real se
puede tener, a través de la investigación, una mayor claridad conceptual sobre el niño ubicado en
ambientes concretos.

5ª PRIORIDAD:
Aproximación a las nuevas tecnologías con predominio de los criterios pedagógicos.

La historia del siglo XX fué pródiga en ejemplos del entusiasmo con que la educación ha acogido
como potenciales medios educativos al cine, la radio, la televisión, el vídeo y, más recientemente,
el ordenador. Pareciera que cada nuevo medio significó para algunos innovadores, respuestas
finales a problemas educativos acumulados. Sin embargo, al cabo de años de aplicación cada
medio resultó efímero en cuanto a las potencialidades que se le atribuían, en gran medida por
tratar de implantarlos como mecanismos educativos sin antes tomar en cuenta los fines que se
persiguen con su aplicación.

Ante las nuevas tecnologías es frecuente encontrar posiciones que van desde las utópicas (la
tecnología como panacea resolviendo principales problemas en el aprendizaje) a las escépticas (la
televisión y los ordenadores pueden ser nocivo para los niños y estimulan un aprender inocuo).
Ambas posturas obedecen a una visión tecnocéntrica del problema, sin considerar elementos
humanos, culturales y contextuales y privilegiando solo lo tecnológico, sustituyendo
indebidamente un fin por los medios.

Importa partir de admitir que toda una nueva tecnología no tiende a reemplazar la anterior. El
ordenador no reemplaza a la máquina de escribir ni al vídeo, este no reemplaza al televisor, ni este
a la radio. Cada una tiene su función, sus potencialidades y limitaciones. De lo que se trata es de
que los niños desde pequeños sepan de su existencia y sean motivados para usar cada medio con
mente alerta o atenta.

A lo que se añade que ningún medio puede sustituir al padre o al educador, que son en definitiva,
los que hacen que estas nuevas tecnologías cumplan sus propósitos.

6ª PRIORIDAD:

Búsqueda del educador de excelencia para la educación de la infancia.

Esta prioridad puede ser perfectamente la primera asociada al buen cumplimiento de las
anteriores. Si se asume la hipótesis de la importancia central que tiene para el desarrollo humano
y personal la educación temprana, se ha de admitir la necesidad de optar por estrategias que
posibiliten una selección y formación inicial rigurosas de este personal docente, así como darle
posibilidades de constante superación y capacitación profesional.

7ª PRIORIDAD:

La educación inicial en el sistema educativo: mejor articulación del nivel inicial con la educación
primaria y mayor influencia sobre esta.

La mayoría de los países en desarrollo han entrado al siglo XXI con problemas aún no resueltos.
Los déficits en materia de cobertura, repetición y deserción siguen siendo muy altos. Los grandes
desafíos son, precisamente, cumplir con el sueño de una escuela efectivamente universal y
preparar a nuestras sociedades para asumir todo lo que implica el tercer milenio en cuanto una
integración exitosa y equitativa.

La educación básica integral tiene que superar los actuales resultados de dispositivos legales que
demandan una escuela básica obligatoria. No basta ni bastará con lograr la cobertura de las
matrículas y aproximarse al 100% de niños asistiendo a la escuela. Será indispensable atacar los
principales factores del atraso y fracaso escolar. Se tendrá como propósito alcanzar los mínimos
necesarios para lo que demanda el siglo XXI: bilingüismo; habilidad matemática y de lectura
correspondiente por lo menos a un octavo o noveno grado; habilidad para un trabajo en equipo
que ayude a resolver problemas; comprensión y disfrute de la ciencia y tecnología; utilización de
informática y medios de comunicación; tolerancia y respeto a las diferencias.

Es en ese contexto futuro tiene que situarse una educación infantil de calidad y de su ubicación en
el conjunto el sistema educativo. El nivel inicial por lo general ha surgido con bastante posteridad
a los niveles clásicos de la enseñanza y tiene como función central lograr niveles de desarrollo
óptimos de acuerdo con las particularidades de la edad. Se ha reconocido que para alcanzar los
grandes propósitos del sistema educativo, el atraso infantil es uno de los principales factores, sino
el principal, de desequilibrio educativo, y que es el gran transmisor de la pobreza de generación en
generación.

Es por ello que los programas deben dirigirse prioritariamente a los niños más vulnerables (a los de
hogares incompletos, de etnias marginadas o sostenidos por una sola mujer), por supuesto, sin
olvidar a los otros, ya que la educación es para todos y debe atender las necesidades mínimas de
salud, nutrición y desarrollo psicosocial de todos los niños en la primera infancia.

Como estos y otros aspectos y condicionantes, la Educación de la infancia tiene una connotación
social y sociológica de tremenda importancia para el desarrollo de un país, en el cual constituye
una demanda imperiosa de atención a la misma, por las implicaciones que tiene para el desarrollo
de los niños de estas edades y su futuro quehacer como ciudadanos. Por eso se hace
indispensable, sobre la base de estas necesidades y demandas, establecer sus fines y objetivos de
manera clara y precisa, así como todas aquellas condiciones que intervienen en su proyección
formativa y educativa.

3.4. Objetivos, fines y requisitos de la educación de la primera infancia.

Al hablar de los fines generales que se le atribuyen a un nivel o sistema de educación, se destaca
que estos radican fundamentalmente en desarrollar la personalidad, las aptitudes y la capacidad
mental y física de los educandos hasta el máximo de sus posibilidades, un desarrollo integral en
todas y cada una de las áreas que conforman ese desarrollo.

Para la consecución de esos fines, se han de señalar objetivos a conseguir que son, sin duda
alguna, la parte más compleja del sistema de influencias educativas estructurado, y que requieren
de un mayor esfuerzo de abstracción mental y conocimiento de los adultos que intervienen como
agentes educativos: los padres, los educadores, la comunidad.
El concepto de objetivos muestra diferentes acepciones en la terminología en los países de habla
hispana, donde por lo general se refieren a las capacidades que los niños han de alcanzar como
resultado del proceso educativo. En este sentido existen muchas definiciones de objetivos, y que
van desde considerarlo como aspiraciones que se plantean en cuanto al desarrollo multilateral y
armónico de los niños, a través del proceso de enseñanza y de la situación de comunicación que se
da en el proceso educativo, hasta definiciones mas restringidas que los concretan a los resultados
a obtener mediante la aplicación de determinados contenidos expresados en un programa
educativo.

Los objetivos materializan una aspiración que dirige el quehacer educativo, y expresa en términos
deseables, positivos y significativos la intención fundamental de la sociedad para el desarrollo de
dichos niños.

Este criterio amplio de objetivo -referente a las metas más generales que se propone la
comunidad educativa- se opone al criterio conductista reduccionista de catalogar al objetivo como
una conducta observable, y por lo tanto medible, en determinadas condiciones.

En el caso de los objetivos educacionales en la educación de la infancia, los mismos pueden


concebirse como un propósito o intención general que se desea alcanzar para esta etapa
educativa, y que implica un determinado nivel de desarrollo para los niños que se encuentran en la
misma.

Estos objetivos educacionales tienen algunas particularidades que es necesario tomar en cuenta,
pues, por tratarse de comportamientos humanos, están permeados, por una parte por la
subjetividad de su posible evaluación, y por la otra, por la dificultad de llegar a comprobaciones
totalmente objetivas al momento de evaluarlos.

Esto implica que no siempre es posible concretar los objetivos en formulaciones o aseveraciones
objetivas y precisas. Esto quiere decir que siempre un objetivo educativo es, por lo general, más
abarcador que lo que refiere o señala, porque no siempre es posible expresar lo que se espera o
realiza. La propia naturaleza social del hombre, sus necesidades y aspiraciones, son muy difíciles
de explicitar mediante definiciones abstractas de objetivos pedagógicos o de índole similar.

Obviamente para señalar los fines y objetivos de un sistema de educación como es el de la infancia
tienen que ser abarcadores y corresponderse con las demandas que la sociedad plantea para el
desarrollo de los niños en estas edades.

Así, por ejemplo, un informe realizado en 1977 por la UNESCO por una comisión dirigida por G.
Mialaret, que en su época sentó pautas importantes para la atención de los niños en las primeras
edades, señala tres grandes objetivos, los que por su importancia y grado de generalidad aún hoy
día para la educación de la infancia se transcriben a continuación, respetando en su esencia la
manera en que en su momento se plantearon:

Ø  Objetivos sociales:
Desde su nacimiento, el niño se desarrolla en el medio familiar, que le es indispensable para su
evolución. De la calidad de ese medio, y sobre todo, de la calidad de las relaciones sociales que se
establezcan entre los padres y el niño, dependerá la riqueza y la coherencia de la personalidad.

Como ha demostrado perfectamente H. Wallon, el “yo” del niño no puede desarrollarse más que
en relación con el de los demás, y en esta dialéctica incesante del “yo” y del “otro” es donde hay
que buscar en parte la explicación de la evolución psicológica. El desarrollo de las diversas formas
de sociabilidad constituye, pues, un objetivo importante para la educación de la primera infancia.

A este respecto, procede mencionar todos los resultados de los trabajos científicos sobre la
influencia del medio social y más especialmente sobre la del medio familiar. Se sabe ya
perfectamente que los estímulos de todo tipo que recibe el niño constituyen elementos
indispensables del desarrollo de su lenguaje. Según el estilo de vida de la familia, las relaciones
que existan entre los padres y los hijos, el tiempo que dediquen aquellos a la educación de estos,
la adquisición del lenguaje, se hará de manera distinta. Cuando se conoce la importancia del
lenguaje en la vida social, y más especialmente para el éxito escolar, se comprende claramente
que las diferencias de medio social desembocan en diferencias de nivel lingüístico que a veces se
interpretan como diferencias de nivel intelectual. El niño que no tiene un buen nivel de lenguaje
no siempre comprende muy bien lo que ocurre y se comporta por consiguiente como más o
menos retrasado. Por consiguiente, debe asignarse un lugar importante a los ejercicios del
lenguaje, a fin de que todos los niños desarrollen este medio de comunicación, indispensable para
toda la integración social posterior.

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