Petición individual o colectiva de interesados
GUATEMALA
Artículo 28.- Derecho de petición. Los habitantes de la República de Guatemala
tienen derecho a dirigir, individual o colectivamente, peticiones a la autoridad, la
que está obligada a tramitarlas y deberá resolverlas conforme a la ley.
En materia administrativa el término para resolver las peticiones y notificar las
resoluciones no podrá exceder de treinta días.
En materia fiscal, para impugnar resoluciones administrativas en los expedientes
que se originen en reparos o ajustes por cualquier tributo, no se exigirá al
contribuyente el pago previo del impuesto o garantía alguna.
¿Qué obligación genera en las autoridades el derecho de petición?
El derecho de petición obliga a la autoridad a recibir la petición y a dar al
interesado una respuesta también por escrito dentro del plazo legal, bajo
responsabilidad, pero no necesariamente a aprobarla. También puede denegarla.
Esto no significa que la autoridad esté en la obligación de satisfacer lo solicitado.
Tampoco pueden entenderse que el receptor de la petición esté obligado a
cumplirla en sus propios términos. La petición irrespetuosa exime a las
autoridades a resolver prontamente.
¿Genera alguna obligación adicional el derecho de petición en las
autoridades?
Efectivamente el derecho de petición genera en las autoridades un conjunto de
obligaciones o mandatos. Entre ellos cabe mencionar los siguientes:
Facilitar los medios para que el ciudadano pueda ejercitar el derecho de
petición sin trabas absurdas o innecesarias.
Admitir y tramitar el petitorio.
Resolver en el plazo señalado por la ley de la materia la petición planteada,
ofreciendo la correspondiente fundamentación de la determinación.
Comunicar al peticionante la decisión adoptada.
¿Las autoridades pueden sancionar a un ciudadano que realiza una
petición?
No, porque otra de las obligaciones o mandatos del derecho de petición, es que
conmina a las autoridades para que se abstengan de cualquier forma o modo de
sanción al peticionante, por el solo hecho de haber ejercido dicho derecho.
¿Cómo debe ser la contestación de la autoridad?
La respuesta tiene que ser necesariamente por escrito y dentro del plazo que la
ley establezca. La autoridad tiene la obligación de realizar todos los actos que
sean precisos para la evaluación del contenido de la petición y de expresar el
pronunciamiento correspondiente, explicándose los motivos por los que se accede
o no a ella.
¿Qué Ley regula el derecho de petición?
La Ley Nº 27444, Ley del Procedimiento Administrativo General, en sus artículos
106º y siguientes, regula el derecho de petición con mayor amplitud, señalando
que es posible encontrar hasta cinco ámbitos de operatividad, que pueden ser:
gracial, subjetiva, cívica, informativa y consultiva.
Por denuncia de un administrador contra otro
El delito cometido por administrador de sociedad
Los delitos societarios son delitos que se encuentran dentro de la rubrica de los
delitos contra el Patrimonio y el orden socio-económico, que se tipifica en el nuevo
Código Penal -Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal
español, en su TITULO XIII, en el capitulo XIII, con el epígrafe: DE LOS DELITOS
SOCIETARIOS. (Arts. 290 al 297)
El delito por falseamiento de cuentas de la sociedad
Los administradores, de hecho o de derecho, de una sociedad constituida o en
formación, que falsearen las cuentas anuales u otros documentos que deban
reflejar la situación jurídica o económica de la entidad, de forma idónea para
causar un perjuicio económico a la misma, a alguno de sus socios, o a un tercero,
serán castigados con la pena de prisión de uno a tres años y multa de seis a doce
meses.
La agravación de la pena por el perjuicio económico ocasionado
Si se llegare a causar el perjuicio económico se impondrán las penas en su mitad
superior.
El delito cometido con habitualidad
Considerando lo anterior, en la actualidad se cometen delitos societarios en el
ámbito societario pero también prevaliéndose de la sociedad o persona jurídica
para cometerlos, es el caso que ocurre con habitualidad de la estafa agravada por
el aprovechamiento de la credibilidad empresarial (agravación que en virtud del
art. 31 será aplicable al administrador de la empresa que lleva a cabo la estafa);
Las estafas inmobiliarias del art. 251 que exigen ser disponente, o parte de un
contrato;
La apropiación indebida del art. 252 que requiere en el sujeto activo la cualidad
de administrador, depositario, comisionista…; el art. 282 que exige ser fabricante o
comerciante; el art. 289 que exige ser propietario de la cosa destruida, inutilizada o
dañada; el art. 311 del que solo puede ser sujeto activo el empresario laboral.
El delito societario cometido por persona jurídica
Pues bien, cualquiera de esas infracciones cuando sea perpetrada a través de una
persona jurídica será achacable al administrador, gerente o directivo que haya
llevado a cabo la conducta típica, en virtud del art. 31 (responsabilidad de persona
jurídica) que permite extender la tipicidad abarcando ésta no solo al depositario,
comisionista, fabricante, comerciante, propietario o empresario laboral, sino
también a las personas que actúen por cuenta de los mismos, aunque si la
persona jurídica a adoptado las medidas de exención de responsabilidad penal del
art. bis puede no considerarse responsable.
Delitos societarios agravados: Imposición de decisiones
Los que, prevaliéndose de su situación mayoritaria en la Junta de accionistas o el
órgano de administración de cualquier sociedad constituida o en formación,
impusieren acuerdos abusivos, con ánimo de lucro propio o ajeno, en perjuicio de
los demás socios, y sin que reporten beneficios a la misma, serán castigados con
la pena de prisión de seis meses a tres años o multa del tanto al triplo del
beneficio obtenido.
Acuerdos lesivos para los socios o sociedad
La misma pena del artículo anterior se impondrá a los que impusieren o se
aprovecharen para sí o para un tercero, en perjuicio de la sociedad o de alguno de
sus socios, de un acuerdo lesivo adoptado por una mayoría ficticia, obtenida por
abuso de firma en blanco, por atribución indebida del derecho de voto a quienes
legalmente carezcan del mismo, por negación ilícita del ejercicio de este derecho a
quienes lo tengan reconocido por la Ley, o por cualquier otro medio o
procedimiento semejante, y sin perjuicio de castigar el hecho como corresponde si
constituyese otro delito.
Delitos societarios por impedir derecho de información de socios
Los administradores de hecho o de derecho de cualquier sociedad constituida o en
formación, que sin causa legal negaren o impidieren a un socio el ejercicio de los
derechos de información, participación en la gestión o control de la actividad
social, o suscripción preferente de acciones reconocidos por las Leyes, serán
castigados con la pena de multa de seis a doce meses.
LA NEGATIVA DEL SOCIO A SER INSPECCIONADOS
Los que, como administradores de hecho o de derecho de cualquier sociedad
constituida o en formación, sometida o que actúe en mercados sujetos a
supervisión administrativa, negaren o impidieren la actuación de las personas,
órganos o entidades inspectoras o supervisoras, serán castigados con la pena de
prisión de seis meses a tres años o multa de doce a veinticuatro meses.
Impugnación de una resolución administrativa
Las reglas que rigen la impugnación y revisión de los actos administrativos y
reglamentos, en sede administrativa, son diferentes en algunos aspectos de las
que imperan en sede judicial.
Pero esas diferencias, que analizaremos más adelante, no afectan en modo
alguno —a nuestro criterio— la teoría de las nulidades de fondo a aplicarse: Dicha
teoría de las nulidades de los actos administrativos es la misma tanto si la
extinción del acto es realizada en vía administrativa como jurisdiccional. Por ello
serán también iguales las consecuencias que quepa aplicar a un acto defectuoso,
tanto si la extinción se efectúa en la administración o en la justicia.
2. Diferencia entre revocación y anulación
Cabe así indicar, con sentido general, que la extinción de un acto por razones de
ilegitimidad no da lugar a indemnizaciones para el administrado a quien el acto
beneficia; pero que la extinción de un acto por razones de inoportunidad, cuando
afecta los derechos subjetivos del interesado, genera el derecho a percibir
indemnizaciones.
A su vez, dentro de la extinción por razones de ilegitimidad, sea ella declarada en
sede administrativa (revocación) o judicial (anulación), las consecuencias a
aplicar dependen pura y exclusivamente del vicio del acto impugnado: Si el acto
tiene un vicio no muy grave, siendo por ello anulable, tanto su revocación por
ilegitimidad como su anulación producen los mismos efectos (p. ej., que la
extinción pueda ser irretroactiva); si el vicio del acto es grave, siendo por ello nulo,
tanto su revocación por ilegitimidad como su anulación se rigen por los mismos
principios, y la acción será pues imprescriptible, y la extinción producirá efectos
retroactivos. Esto significa que las consecuencias de la extinción no dependen del
instituto empleado (“revocación” o “anulación”), sino simplemente de la nulidad de
que padeciera el acto extinguido.