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Manual de Consejeia Final PDF

El documento describe el propósito de Dios para la vida humana de vivir plenamente. Explica que Jesús murió en la cruz para eliminar la brecha entre Dios y el hombre y permitir que los hombres disfruten de la vida abundante que Dios planeó. También habla sobre la necesidad de sanarse a uno mismo antes de poder ayudar a sanar a otros.

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Manual de Consejeia Final PDF

El documento describe el propósito de Dios para la vida humana de vivir plenamente. Explica que Jesús murió en la cruz para eliminar la brecha entre Dios y el hombre y permitir que los hombres disfruten de la vida abundante que Dios planeó. También habla sobre la necesidad de sanarse a uno mismo antes de poder ayudar a sanar a otros.

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1

Introducción
El propósito de Dios para el hombre: Una vida plena

El Señor Jesús dijo: “El ladrón solamente viene para robar, matar y destruir. Yo vine para que la gente
tenga vida y la tenga en abundancia” (Juan 10:10. Versión: Nuevo Testamento, la Palabra de Dios para
todos).

Pienso que si pudiera apilar el enorme volumen de correspondencia que llega a diario con problemas de
diversa índole, la oficina que ocupo no podría contener tantos documentos. Los corresponsales son hombres
y mujeres sinceros, cuyo principal propósito es vivir a Jesucristo en el día a día pero encuentran
dificultades para aceptar, asimilar y llevar a la práctica su nueva condición de hijos de Dios –nacidos de
nuevo—

Por supuesto, nada reemplaza el contacto cara a cara, pero curiosamente el que las personas puedan
contar sus dificultades al amparo del relativo anonimato que ofrece un correo electrónico, abre las puertas
para que haya franqueza y confianza al volcar sus sentimientos.

La principal dificultad estriba en que no podemos hacer un seguimiento a cada caso como quisiéramos,
porque muchas veces al intentar restablecer el contacto para conocer cómo evolucionan las cosas, los
correos simplemente se pierden en ese lugar indeterminado del Internet a donde van a parar los mensajes
que nadie quiere o considera conveniente responder.

No pretendemos escribir y difundir un tratado magistral sobre el análisis, atención y aplicación de pautas
que lleven a corregir todos los problemas que aquejan al ser humano; por el contrario, estamos
convencidos de que hay otras disciplinas válidas y de suma importancia como la psicología y la Psiquiatría,
que son las más apropiadas en muchos casos. Sin embargo, con este MANUAL aspiramos servir de
orientadores para quienes tienen sobre sus hombros la enorme responsabilidad de orientar a otros.

El propósito divino para nosotros: una vida plena

Cuando Dios dio vida al género humano, lo puso en un Jardín preparad con antelación para que pudiera
disfrutar de todo aquello que había ocupado sus primeros días de creación. Imagine a un padre amoroso que
construye una casa para su hijo, la provee de todo lo necesario y cuando considera que todo está a punto,
le entrega las llaves. ¡Eso fue lo que hizo el Señor con nosotros!

¿De dónde provienen entonces las situaciones traumáticas que afloran en decenas de personas trayendo
amargura a su existencia? De infracciones, decisiones equivocas, ignorancia, etc. Cuando vamos en
contravía de los propósitos del Creador para nosotros y una vida moral legal, asumimos las consecuencias.

Pero hay una buena noticia: el Señor Jesús –mediante su muerte en la cruz--eliminó la brecha que nos
separaba de Dios y ahora podemos disfrutar de la plenitud de vida que tenía planeada desde un comienzo
para usted y para mí.

“Por eso el sacrificio del cuerpo de Cristo nos hace sanos porque él hizo lo que Dios quería al sacrificarse una sola vez
y para siempre. Nos ha limpiado y liberado de toda culpa, y ahora nuestro cuerpo está lavado con agua pura...
“(Hebreos 10:10, 22. Versión: Nuevo Testamento, la Palabra de Dios para todos)

¿Hay razón para que continuemos en tal condición de tristeza, amargura y desesperanza no solo en el
presente sino hacia el futuro porque todavía nos gobiernan los recuerdos y sensación de culpa de cuanto
hicimos en el pasado? En absoluto. Fuimos lavados y cada día es un nuevo capítulo por escribir.

2
En cierta ocasión el Señor Jesucristo se encontraba en Nazaret, el pueblo donde había crecido. Conforme a
su costumbre fue a la Sinagoga en el día de reposo. “Le dieron el libro del profeta Isaías, lo abrió y encontró la
parte donde está escrito: El Señor ha puesto su Espíritu en mi, porque me escogió para anunciar a buenas noticias a
los pobres. Me envió a contarles a los prisioneros que serán liberados. A contarles a los ciegos que verán de
nuevo...Luego Jesús enrolló el libro, se lo devolvió al ayudante y se sentó. Los que estaban en la sinagoga le ponían
mucha atención. Entonces Jesús les dijo: --Lo que acabo de leerles se ha cumplido hoy” (Lucas 4:17-20. Versión: Nuevo
Testamento, la Palabra de Dios para todos).

Cuando leemos el texto con detenimiento podemos imaginar la escena, en la que decenas de hombres
estaban atentos al Maestro. Ellos enfrentaban dificultades. Tal vez su temperamento, los temores,
recuerdos de errores pasados que no les permitían avanzar. Sinnúmero de situaciones que venían
atropelladamente a su memoria y les llevaban a coincidir en un punto: todavía eran presa de traumas que
les impedían crecer como personas pero también, en la vida espiritual. Es probable que no fueran traumas
sino limitaciones que ellos mismos ponían a su paso y que mantenían sus vidas en estancamiento.

Pero las palabras del Señor Jesús trajeron sanidad a su mente y a su corazón. ¡He ahí el punto: Sanidad
Interior! Ese es el centro de todo el asunto: que las personas a quienes ustedes y yo orientemos,
encuentren sosiego y además, con ayuda de los principios bíblicos, encuentren sanidad para sus heridas...

El MANUAL puede ser enseñado por Lecciones, a grupos de liderazgo. También puede convertirse en la base
fundamental para un retiro espiritual. Es probable que lo incluya en la Escuela para el Servicio Cristiano de
su denominación. O simplemente, sirva como su instrumento de estudio personal. En todos los casos
nuestra oración es que sea útil para su existencia y la de quienes le rodean.

Capítulo 1
3
Sanados para sanar...

Si hay algo complejo en la existencia de todo ser humano, es aprender a llevarse bien con quienes le
rodean.

El padre que discute con sus hijos, la esposa que considera imposible mantener un buen entendimiento con
su cónyuge, el compañero de trabajo que explota a la más mínima provocación o el vecino que nos mira
mal sin que le hayamos hecho nada, en su conjunto, constituyen algunos ejemplos de los factores que
inciden negativamente en la meta de mantener unas buenas relaciones interpersonales.

Las fricciones o diferencias de criterio conducen en buena parte de los casos a malentendidos,
desacuerdos, gestos de desaprobación o un ceño fruncido que hiere a las personas, aun sin que nadie se lo
proponga.

Cada quien es un mundo diferente y por esa razón es tan complicado entender a los demás y que nos
entiendan.

Aunque nos esforcemos, no podemos mantener a gusto a nuestro semejante.

Sobre esta base, ¿considera que es fácil asumir la tarea de Consejero en la iglesia en la que se congrega? Es
probable que a primera vista piense que sí, sin embargo cuando medita en el asunto, comprobará que se
necesita mucho más que buenas intenciones para desarrollar una buena consejería.

Para sanar a otros mediante la orientación con fundamento en lo que plantean las Escrituras, es necesario
que nosotros mismos estemos sanos. De lo contrario nuestro trabajo será ineficaz. El principio esencial es:
“Sanados para sanar”. No se trata de un simple juego de palabras sino de una pauta que nos llevará a
cumplir una labor oportuna, exitosa y con resultados sólidos.

Relaciones apropiadas

Quien anhela servir al Señor Jesucristo en el campo de la Consejería Cristiana debe cumplir un proceso que
sienta las bases en tres direcciones ineludibles:

1.- Una buena relación con Dios – (alimenta y capacita a su espíritu para desarrollar una vida de tolerancia,
carácter, amor, humildad, paciencia, sabiduría, dirección: Gálatas 5:22,23)

2.- Una buena relación consigo mismo – (alimenta su alma de paz, seguridad, sanidad: Jeremías: 30:17;
33:6)

3.- Una buena relación con los demás. (Proverbios: 16:7)

Imagine por un instante que el proceso es como un edificio de tres pisos. No se puede llegar a un nivel
superior hasta tanto esté construida la estructura del primer piso, con bases sólidos. Y el tercero no será
edificado hasta tanto esté terminado el segundo nivel.

Igual usted y yo, si no tenemos una buena relación, no estaremos en paz con nosotros mismos y, por
supuesto, experimentaremos choques y confrontaciones con el prójimo.

Un buen comienzo

El mejor comienzo para adelantar exitosamente el proceso de preparación hacia la Consejería, es


practicarnos un auto examen.

La mejor ilustración la arroja quien se mira frente al espejo. A menos que lo haga, no sabrá cómo se
encuentra. Los demás pueden saberlo, pero el interesado ignora.

Esta idea es la que fundamenta la necesidad de evaluarnos de forma honesta y sin apasionamientos,
reconociendo los errores.

Como si estuviéramos llenando un formulario, es preciso que respondamos a conciencia algunos aspectos
que nos ayudarán a elaborar la radiografía sobre cómo nos encontramos, espiritual y emocionalmente:
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1.- ¿Cuáles son nuestras reacciones ante cualquier estímulo?: _______________________________________
____________________________________________________________________________________________
____________________________________________________________________________________________
¿Nos embarga el temor, la ira, la incertidumbre?: __________________________________________________
____________________________________________________________________________________________

2.- ¿Qué aspectos de una conversación nos afectan más?: ___________________________________________


____________________________________________________________________________________________
¿Sentimos que aquél que nos lleva a reconocer nuestros errores lo hace con el propósito de herirnos?:
____________________________________________________________________________________________
____________________________________________________________________________________________

3.- ¿Qué factores externos o internos producen en nosotros variaciones en los estados de ánimo?: _________
____________________________________________________________________________________________

4.- Frente a circunstancias adversas o inesperadas ¿Nos embargan estados de seguridad o de inseguridad?
¿Podríamos explicar las razones?: _______________________________________________________________
____________________________________________________________________________________________
____________________________________________________________________________________________

Conforme vaya avanzando en el auto análisis, emergerán nuevos interrogantes. Revisten particular
importancia porque le permitirán tener una mayor aproximación a cuál es su estado como persona. De
paso, le permitirá identificar fallas que es necesario corregir –con ayuda del Señor Jesucristo—para
desarrollar una tarea eficaz en materia de Consejería Cristiana. El propósito final es determinar qué nos
hace sentir mal y trazar pautas que nos permitan superar esa sensación, frustrante para quienes no saben
manejarla.

Este avance paso a paso es lo que podríamos definir como Sanidad Interior que debe experimentar todo
cristiano, tanto el que asiste a la congregación cada semana como aquél que trabajará en labores de
Consejero.

Ahora, si vamos al terreno de la psicoterapia o la psiquiatría para encontrar fundamento a la importancia


de la Sanidad Interior, no lo hallaremos porque –aunque reconocemos y valoramos estas ramas del
conocimiento—se limitan a trabajar con fundamento en principios de ciencia y no espirituales. Los
cristianos por nuestra parte nos orientamos primero a la parte espiritual, sin desconocer los aportes hechos
por la ciencia.

I.- Una buena relación con Dios

Todo ser humano tiene un área espiritual, lo reconozca o no, que le abre las puertas para relacionarse con
Dios o como le llaman algunos, con un Ser Superior. Esta área es de suma importancia. Sin embargo no
estará en pleno desarrollo hasta tanto restablezcamos la relación con Aquél que creó todas las cosas,
incluso a usted o a mí. ¿Qué nos separó del Señor? El pecado de Adán y Eva que sembraron en todas las
generaciones desde entonces hasta la nuestra, una naturaleza pecaminosa siempre latente.

Construir un puente que nos acercara al Padre fue posible por la obra del Señor Jesucristo. Aun así, hay
quienes no conocen ese proceso maravilloso de liberación del pecado que se produjo en el Monte Calvario y
siguen distanciados del Creador. Para eliminar esa brecha, Jesucristo nos llama a todos. Él dijo: “Yo estoy a
la puerta, y llamo; si oyes mi voz y me abres, entraré en tu casa, y cenaré contigo” (Apocalipsis 3:20).

La obra ya se hizo en la cruz. Somos libres. Sin embargo tal libertad no será posible hasta tanto la
comprendamos, asumamos y pongamos en práctica para dar paso a una naturaleza renovada. ¿Cómo
lograrlo? Derribando los muros que nos mantienen alejados de Dios. Y, ¿cómo nos acercamos a Él? Por medio
del Señor Jesucristo.

“ Jesús le respondió (a Tomás) Yo soy el camino, la verdad y la vida. Sin mi, nadie puede llegar a Dios el Padre” (Juan
14:6).

¿Desea ser un Consejero? Primero, restablezca su contacto con Dios. ¿La razón? Hay decenas de personas
que hablan de Dios, aconsejan asegurando que lo hacen sobre la base de pautas bíblicas y posan de ser
cristianos, pero todavía no conocen a Dios. No han tenido un encuentro personal con Él, que es posible a
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través del Señor Jesucristo.

II.- Una buena relación consigo mismo

Volvamos al ejemplo de quien se mira al espejo. Es probable que nos haya ocurrido cientos de veces recién
nos levantamos. Ahora, ¿usted acepta a la persona que encuentra reflejada en el cristal?: _______________
¿Hay algo que le molesta de ese ser que incluso le lleva a considerarlo distante?: ______________________
____________________________________________________________________________________________

El problema estriba en quienes no logran aceptarse a sí mismos, porque tienen una baja autoestima. Al
respecto el apóstol Pablo escribió: “ Dios en su bondad me nombró apóstol, y por eso les pido que no me crean
mejores de lo que realmente son. Más bien, véanse ustedes mismos según la capacidad que Dios les ha dado como
seguidores de Cristo” (Romanos 12:3).

¿Qué significan estas palabras? Que es necesario aceptarnos tal como somos y reconocer que tenemos
fortalezas y debilidades, éstas últimas en proceso de ser superadas gracias a la fortaleza que provienen del
Señor.

¿Comprende ahora la importancia del auto examen? Nos proporcionó bases sólidas para identificar fallas y
correctivos.

Somos criaturas de Dios y Él nos ama, a pesar de nuestras fallas. Obviamente su propósito desde la
eternidad para nosotros es que crezcamos en los niveles espiritual y personal. ¿En nuestras fuerzas? No, en
las que provienen de Dios.

Un hombre de la antigüedad quien comprendió que los planes del Señor para él eran fabulosos, escribió:
“Soy una creación maravillosa y por eso te doy gracias. Todo lo que haces es maravilloso, ¡de eso estoy bien seguro!
Tu viste cuando mi cuerpo fue cobrando forma en las profundidades de la tierra; ¡aún no había vivido un solo día,
cuando tú ya habías decidido cuanto tiempo viviría! ¡Lo habías anotado en tu libro!” (Salmo 139:14-16).

Nuestro amado Padre definió las características genéticas, el aspecto físico, las emociones y los rasgos
básicos del carácter y la personalidad. ¿Quién podría obrar mejor un cambio en nosotros que Dios quien nos
creó? Cuando se produce tal transformación, es como si cayera el velo que nos impedía reconocer cuál es el
propósito que tiene para nosotros.

En el proceso de trato del Señor con cada uno, llegamos a aceptarnos tal como somos y emprendemos la
tarea de crecer en todos los órdenes; por supuesto, tal crecimiento implica aplicar ajustes donde hay
fallas.

¿Cuánto demoran los cambios que tanto anhelamos? No hay un parámetro para determinar que será
cuestión de días, meses o de años. En esencia es un proceso y debemos entenderlo como tal, de acuerdo
como lo describe el apóstol Pablo al referirse a los cambios que podían apreciarse en sus pensamientos y
acciones: “Con eso no quiero decir que yo haya logrado hacer todo lo que les he dicho, ni tampoco que ya sea yo
perfecto. Pero si puedo decir que sigo adelante luchando por alcanzar esa meta, pues para eso me salvó Jesucristo.
Hermanos, yo sé muy bien que todavía no he alcanzado la meta; pero he decidido no fijarme en lo que ya he
recorrido, sino que ahora me concentro en lo que falta por recorrer” (Filipenses 3:12, 13).

¿Podríamos resumir en tres puntos lo que anotaba Pablo? Por supuesto que sí. De su escrito aprendemos:

1.- Que la transformación y crecimiento personal y espiritual constituyen un proceso en la vida de toda
persona.

2.- Que es necesario superar el pasado y no vivir atormentados por lo que hicimos o nos hicieron ayer. Por
mucho que nos esforcemos, no volveremos atrás en el tiempo.

3.- Que es esencial seguir adelante bajo un convencimiento: siempre hay una nueva oportunidad para
aprovecharla.

Hay aspectos que se forjaron en nosotros al interior de la familia que difícilmente podrán ser modificados
(a menos que lo haga Dios, por supuesto). Vienen a ser como una impronta. De ahí que muchos descubran
en usted y en mí rasgos que identificaban a nuestros padres, quizá a los tíos e incluso, a los abuelos.

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¿Quién sana esos recuerdos? El Señor Jesucristo durante el proceso de transformación que desarrolla en
nuestras vidas.

Insisto en algo: es necesario recordar que no podemos cambiar a los demás como tampoco ellos nos
pueden cambiar a nosotros. Quien lo hace es Dios.

Cuando tenemos claro este principio, es fácil comprender las etapas por las que atravesamos cuando
estamos dando pasos de significación en el proceso de transformación personal y espiritual: La primera es
el idealismo. Es aquella en la que soñamos un mundo perfecto con personas perfectas. La segunda es la
confrontación. Es la fase en la que descubrimos que hay una enorme brecha entre el mundo que nos
imaginamos y el real. Quienes nos rodean actúan muy distinto de cómo quisiéramos. Una tercera etapa es
la de ajustes, cuando entendemos que el cambio comienza primero con nosotros antes de que se produzca
un cambio en nuestro prójimo.

III.- Mi relación con quienes me rodean

Una vez tenemos una buena relación con Dios y con nosotros mismos, pasamos a la fase de cimentar una
buena relación con los demás.

Dios instruyó a su pueblo desde la antigüedad al trazar pautas de vida en comunidad. Él dijo: “Recuerden
que cada uno debe amar a su prójimo como se ama a si mismo” (Levítico 19:18, 19).

Es evidente que si me acepto tal como soy --consciente de mi necesidad de aplicar ajustes-- puedo aceptar
a los demás. Si no tengo amor propio, tampoco podré amar a quienes me rodean.

¿Comprende ahora la importancia de haber edificado los dos primeros pisos? Una buena relación con Dios y
consigo mismo, sienta las bases para que las relaciones interpersonales resulten exitosas.

El apóstol escribió: “Amen a los demás con sinceridad. Rechacen todo lo que sea malo, y no se aparten de lo que
sea bueno. Ámense unos a otros como hermanos, y respétense siempre. No maldigan a sus perseguidores; más bien,
pídanle a Dios que los bendiga. Vivan siempre en armonía. No se crean más inteligentes que los demás. Si alguien los
trata mal, no le paguen con la misma moneda. Al contrario, busquen hacerles el bien a todos. Hagan todo lo posible
por vivir en paz con todo el mundo” (Romanos 12:9, 10, 14, 16-18).

Sobre la base de las pautas bíblicas, aprendemos varios aspectos primordiales en el trato con los demás:

Primero, amor sincero exento de fingimientos e hipocresía; segundo, desechar rencor, resentimiento y todo
aquello que pueda levantarse como un muro que interfiera la relación con el prójimo; tercero, el respeto a
la dignidad del otro; cuarto, no pagar con la misma moneda sino, con amor y gracias a la ayuda divina, orar
por quienes nos hacen daño y en lo posible, ayudarles; quinto, poner de nuestra parte para que el trato
interpersonal resulte edificante.
Por supuesto, hay situaciones en las que resulta literalmente imposible cualquier tipo de acercamiento.
Existen personas intolerantes. Es algo que no vamos a cambiar de la noche a la mañana. En tal caso, es Dios
y en oración, quien nos concede la salida.

Capítulo 2

Adentrándonos en el maravilloso mundo de la vida interior: “Los cimientos son esenciales para que una
estructura pueda soportar varios pisos. En caso de que la cimentación sea débil, inevitablemente se
producirá un colapso y el edificio se vendrá a tierra”. Con estas palabras un amigo ingeniero con quien
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dialogaba en la oficina, sustentó la importancia de tener una base sólida en toda construcción.

Igual ocurre con nuestra vida. A menos que haya un buen basamento, experimentaremos trastornos que
serán evidentes a todos. Enfrentaremos dolor y lo provocaremos en los demás.

Hace pocos días leí el libro “Relaciones Humanas Aplicadas” del sicoterapeuta Juan Francisco Gallo quien
asegura que la situación no solo es preocupante sino que podría evitarse con una edificación personal y
espiritual apropiada.

En su criterio: “Los complejos, la timidez, el nerviosismo, la preocupación, el temor, la agresividad y la


inestabilidad de ánimo, son trastornos de la conducta originados en la mala formación de nuestra
personalidad, o sea, que los materiales con los que está fundamentada son falsos y maleables”
(“Relaciones Humanas Aplicadas”, Pág. 21. Ediciones Paulinas. 1987. Santafé de Bogotá. Colombia).

Considero que se trata de una ilustración que grafica dos elementos sobre los que debemos trabajar como
preámbulo a una Consejería eficaz, oportuna y bíblica: la Personalidad y la Conducta.

La Personalidad: Latinoamérica se vio sacudida hace algún tiempo con la noticia sobre un hombre que,
comenzando la mañana y frente a su negocio de ferretería en una plaza de mercado, procedió a agredir con
un destornillador a los transeúntes. No había razón aparente para su comportamiento.

Las autoridades reaccionaron con rapidez. Pese a ello no fue fácil detenerlo, es más, era literalmente
imposible.
Seguía lanzando ataques con aquella herramienta.

Los intentos de un agente del orden por detenerlo degeneraron en una gresca hasta que un disparo zanjó
las diferencias. El hombre murió.

Su tragedia había comenzado dos horas atrás. Apenas se sentó a beberse un café en el desayuno, la esposa
le recordó que debían tres meses de renta, a los hijos les habían devuelto dos veces de la escuela por estar
atrasados en el pago de la colegiatura y, además, aquél día no tenían nada para el almuerzo. “¿Qué hago,
mujer, si el negocio cada día va peor?”, gritó ofuscado al tiempo que echaba por el suelo el pocillo con
café. Salió dando tremendo portazo. Estaba angustiado. La más mínima provocación desencadenó su ira
irracional.

Alguien que presenció la escena resumió el asunto al decir: “A este pobre hombre lo mató la
desesperación”. Tenía razón. Estaba atravesando por un mal momento que se dimensionó como producto
de problemas en su personalidad.

Un hombre de la antigüedad a quien se consideraba ejemplo, delante de Dios y de los hombres, la esencia
misma de la rectitud, se encontró en un abrir y cerrar de ojos en una penosa situación: perdió sus
posesiones, en un absurdo accidente murieron sus hijos y para coronar la sucesión de incidentes trágicos,
evidenció una enfermedad que no podían controlar los médicos de la época.

Fue una presión externa enorme que golpeó su vida y, por ende, su personalidad. Presa de la desesperanza
escribió: “ Perezca el día en que yo nací, y la noche que dijo: “ Un varón ha sido concebido” . ¿Por qué no morí yo al
nacer, o expiré al salir del vientre? Porque ahora yo yacería tranquilo; dormiría, y entonces tendría descanso... ¿Por
qué se da luz al que sufre, y vida al amargado de alma; a los que ansían la muerte, pero no llega, y cavan por ella
más que por tesoros; que se alegran sobremanera, y se regocijan cuando encuentran el sepulcro?

Porque al ver mi alimento salen mis gemidos, y mis clamores se derraman como agua. Pues lo que temo viene sobre
mí, y lo que me aterroriza me sucede. No tengo reposo ni estoy tranquilo, no descanso, sino que me viene
tribulación” (Job 3:1, 11,20, 21, 24-26).

¿Le resultan familiares estas reacciones?: _________________________________________________________


¿Acaso ha tenido la oportunidad de apreciar actitudes así en amigos, familiares o tal vez en su propio ser?:
____________________________________________________________________________________________
Si es así –como no dudo que haya ocurrido—hay problemas de personalidad tras los comportamientos
errados descritos.
Ese es el punto clave al que debe dirigirse el Consejero Cristiano. Ahora, para alcanzar mayor eficacia en

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la tarea, tanto de análisis como de acompañamiento con una orientación fundamentada en las Escritura,
es necesario que definamos qué es la Personalidad.

La forma más sencilla de describir la personalidad es precisando que se trata del conjunto total de
nuestras facultades físicas, mentales y emocionales, que a lo largo de la vida de cada ser han sido
construidas a partir de vivencias, experiencias y aprendizajes tanto favorables como desfavorables,
positivos y negativos.

Estos rasgos nos tornan distintos de las demás personas. Son algo único en cada hombre y mujer, porque
igual, cada uno de nosotros es un mundo diferente. Sobre esa base, es natural que las reacciones difieran
en las personas cuando reciben un estímulo igual. Por ejemplo: a Job, el personaje bíblico, le avisaron que
había perdido sus propiedades y más aún: sus hijos. Se pronunció con calma ante quienes trajeron las malas
noticias: “Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá. El Señor dio y el Señor quitó; bendito sea el
nombre del Señor” (Job 1:22).

Moisés, el profeta que guiado por Dios sacó a Israel de la esclavitud egipcia, también experimentó una
situación delicada. Caminando en el desierto habían llegado a un lugar entre Elim y Sinaí. Tenían hambre
y fatiga. “Y toda la congregación de los hijos de Israel, murmuró contra Moisés y contra Aarón en el desierto.” Los
dos siervos de Dios se llenaron de angustia. ¡Era toda una nación en su contra! Fueron al Señor en procura de ayuda.
La calma retornó cuando Él se pronunció: “Entonces el Señor le dijo a Moisés: he aquí, haré llover pan del cielo para
vosotros, y el pueblo saldrá y recogerá diariamente la porción de cada día, para ponerlos a prueba si andan o no en
mi ley” (Éxodo 16:2, 4).

Como podrá apreciar, mientras que Job guardó la calma y recurrió a Dios cuando las circunstancias se
hicieron cada vez más difíciles y minaron su confianza en el poder divino, en Moisés la reacción fue
opuesta: inmediatamente buscó al Supremo Hacedor porque en ocasiones, fácilmente sucumbía a las
presiones.

El ego, las circunstancias y la personalidad

Al primer concepto es esencial que le añadamos otro que está íntimamente ligado. Se trata del yo o del ego
que hay en todo ser humano. Es lo que la Biblia llama espíritu. Vendría a ser el eje central de nuestra
personalidad.

¿Ha observado con detenimiento las aspas de un ventilador al girar? Pues bien, si tomamos esta gráfica
mental para ilustrar el asunto, diríamos que el yo es el punto central sobre el que la hélice da vueltas y
vueltas.

Ahora, se preguntará usted, ¿qué relación hay entre el ego y la personalidad? Para ilustrar la respuesta,
tomaremos como ejemplo un cerillo. Sobre esta base, el ego es el trozo de madera o de papel encerado
sobre el que se fija el fósforo. La acción de pasar el fósforo sobre una superficie corrugada para generar el
fuego, vendría a ser como las circunstancias que ejercen influencia en el ego; y la llama sería, en este caso
específico, la personalidad, es decir, lo que se produce al término de todo el proceso. Son tres elementos
que están estrechamente unidos entre si.

Un ser que tenga la cimentación necesaria para guardar equilibrio frente al cúmulo de factores positivos y
negativos que afectan su vida desde fuera, sin duda reaccionara con equilibrio. Por el contrario, quien
tiene problemas en su personalidad, desencadenará reacciones impredecibles. ¿Comprende ahora el valor
de la sana personalidad y por qué razón el Consejero Cristiana debe tomar nota del asunto antes de brindar
una orientación a quien le consulta su problema?

Ahora, ¿de qué manera influye el yo o el ego? Es como la página en blanco que tengo abierta en el
computador. Está vacía. Pero conforme voy escribiendo, tendrá un mensaje que usted podrá leer. Todo
depende de la concatenación de términos, frases y párrafos que consigne allí. Bien podría escribir una
novela costumbrista latinoamericana o, como lo estamos haciendo, un MANUAL DE CONSEJERIA. El papel
(en este caso el yo o el ego) es el mismo en todos los casos, el resultado es el fruto de todo aquello que
escriba (lo que llamaríamos personalidad, para el ejemplo que nos ocupa).
Hay algo más que debo agregar: nuestra personalidad no es estática; por el contrario, es dinámica. Jamás
podemos decir que ya está formada porque siempre está en proceso de formación. Se desenvuelve en
actividad y evolución pero también puede manifestar deterioro cuando dejamos de lado cultivarla,
orientarla y desarrollarla mediante el proceso constante de crecimiento personal y espiritual, y por
supuesto, de sanidad interior.

En particular estas últimas palabras le invito para que las lea de nuevo y tome conciencia de que todo ser
humano, cuando mediante una adecuada orientación, es encaminado a asumir y a avanzar en el proceso de
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transformación de Dios, puede cambiar. ¡No todo está perdido!

La maldad, nuestro adversario espiritual y quien mantiene al mundo cegado a la nueva oportunidad de vida
que ofrece Dios gracias a la obra redentora del Señor Jesucristo, nos vende la idea de que no podemos
cambiar y, cuando lo estamos logrando y por alguna razón fallamos, nos trae desánimo. Sin embargo en
Jesucristo hay esperanza. Él dijo: “Yo soy la puerta; si alguno entra por mí, será salvo; y entrará y saldrá y hallará
pasto. El ladrón solo viene para robar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia” (Juan 10: 9, 10).

El Consejero debe conocer elementos esenciales que componen a todo ser humano, para así poder brindar
aconsejamiento con fundamento en los principios de vida que se hallan en las Escrituras.

Cuando tenemos una comprensión básica del yo o del ego, su relación con las circunstancias exteriores y de
qué manera se forma una personalidad, podemos afirmar que la personalidad se puede mejorar,
transformar y perfeccionar.

La Conducta: Ahora, ¿cómo definimos la conducta? Es sencillo. Conducta es la manifestación de la


personalidad. Podríamos decir que la conducta es el lenguaje o medio a través del cual se expresa la
personalidad.

Si tenemos una personalidad que tiene conflictos y problemas, reflejaremos estas anomalías en nuestros
hechos, es decir, en la conducta. Nadie que enfrente desórdenes tendrá una conducta equilibrada.

Hay un hecho que no podemos desconocer. Es el de personas que en apariencia son absolutamente
calmadas y equilibradas, pero sorpresivamente tienen comportamientos que riñen con la imagen que nos
habíamos formado.
¿Qué ha ocurrido en tal situación? Que el individuo ha estado tratando de disimular y ocultar sus
condiciones personales, antes que disponerse a superarlas. Cuando toma la determinación apropiada, es
decir, volcarse al cambio de la mano del Señor Jesucristo, es posible mejorar y transformar el carácter, la
personalidad y la conducta.

Bibliografía

“Mejorando mis relaciones personales”, tratado. Organización Cristo para todas las Naciones. Venezuela,
1987.

“Relaciones Humanas Aplicadas” . Ediciones Paulinas. 1987. Santafé de Bogotá. Colombia.

Capítulo 3

Los fundamentos de la Personalidad: En Latinoamérica hay un refrán popular que encierra una profunda
sabiduría. Dice: “Caras vemos, corazones no sabemos”. La grandeza de su significación radica en que
dentro de cada uno hay un mundo que solo Dios y cada quien conoce. Ese cosmos al que estudiaremos hoy
como un nuevo paso en la Consejería es la Personalidad y se afianza en nueve fundamentos.

Cuando aprendemos a conocerlos se facilita el proceso de identificación de la problemática que enfrenta


una persona y, con ayuda de Dios, se logran establecer los pasos a seguir en el proceso de resolución de su
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conflicto interior.

¿Recuerda una definición sencilla de la Personalidad? Sin duda que sí. No obstante recordémosla: ES LA
MANIFESTACIÓN DEL INDIVIDUO FRENTE A LOS HECHOS DE LA VIDA.

Allí radica la importancia de que las personas tengan una aproximación clara respecto a su realidad. No
olvide que aquel no sabe quién es en realidad, difícilmente podrá experimentar con éxito los estímulos --
tanto positivos como negativos-- provenientes de su medio ambiente.

Mirándonos al espejo del alma

Parece curioso pero es real: todas las personas nos encontramos frente a tres facetas—diferentes una de la
otra—en cuanto a lo que realmente somos. Son concepciones distintas de acuerdo a quien nos mira. ¿Cuáles
son?

1.- La perspectiva que tenemos de nosotros mismos. Generalmente es una visión equivocada porque
consideramos tener más virtudes de las que efectivamente hemos cultivado.

2.- La perspectiva que los demás tienen de nosotros. Generalmente un concepto equivocado porque hay
a quienes les caemos muy bien en el plano personal y también aquellos a quienes les parecemos “pesados”
sin que hayamos hecho méritos para que tengan tal concepción nuestra. Puede darse también el caso
inverso, en el que nos han idealizado de tal manera que tienen una extraordinaria imagen de nuestro
comportamiento y, apenas fallamos, descubren la faceta real.

3.- La perspectiva de lo que realmente somos. Distinta de lo que nosotros creemos ser y de aquello que
los demás creen que somos.

Ahora la tarea es llegar, con estos tres elementos, a un punto de equilibrio que nos permita identificar los
errores, áreas y puntos débiles, aspectos en los que somos fuertes y de qué manera podemos mejorar.

Es necesario conocernos

Lo que llamamos “Yo” o expresión de la Personalidad se conjuga en tres elementos. El apóstol Pablo los
describió así al desear parabienes a los creyentes de Tesalónica: “Y el mismo Dios de paz os santifique por
completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida del Señor Jesucristo”
(1 Tesalonicenses 5:23).

Si observa el texto detenidamente, encontrará que siglos antes de que los expertos en psicología se
pronunciaran, el apóstol tenía claros tres componentes de toda persona: espíritu –el que nos otorga Dios al
darnos vida física y a través del cual nos podemos comunicar con Él--; el alma –la capacidad pensante de
todo ser, es decir, el elemento esencial que nos lleva a tener conciencia de que existimos, a razonar y
tomar decisiones (ahora esta piensa con la razón y el espíritu --, y por último el cuerpo, que es el
revestimiento material en el que se anidan el espíritu y el alma.

¿Cómo se construye la Personalidad?: La edificación de la Personalidad constituye todo un proceso en el


que, como si estuviéramos levantando un muro, cada experiencia positiva o negativa, representa un ladrillo
–único e irrepetible—pero a la vez de suma importancia

para que la estructura quede bien construida o tenga algunos puntos vulnerables. Levantada la muralla, se
conjugan el “ Yo” y la Personalidad. No olvide que el hombre es una unidad inseparable.

Es probable que diga: “Vamos despacio, Fernando, Explíqueme un poco más acerca del <Yo> y su
significación en el ser”. De acuerdo. El “Yo” concentra las facultades de expresión que se manifiestan
como la razón, la imaginación, las emociones, los sentimientos y la voluntad, entre otros.
Un excelente complemento hacia el hombre que, como lo anota Pablo en la primera carta a los
Tesalonicenses es “ guardado irreprensible hasta la venida del Señor Jesucristo”, lo constituye un adecuado
cultivo de su personalidad. ¿De qué manera? Mediante el afianzamiento de dos principios esenciales: el
primero, equilibrio y, el segundo, organización.

Es probable que usted analice su comportamiento y razone que obra inequitativamente, sus reacciones no
miden consecuencias y tiene una idea desacertada del medio que le rodea. A ésta perspectiva suma el
hecho de que no sabe a ciencia cierta quiénes es, para dónde va y qué es lo que realmente espera de la
vida. Si responde afirmativamente a estos segmentos que hemos identificado, sin duda usted necesita
cultivar su personalidad para responder adecuadamente a las exigencias del medio ambiente.

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La construcción de la Personalidad se cimienta en tres bases: la primera, los estímulos. Así sean
experiencias agradables o desagradables, si estamos preparados con una Personalidad estructurada, en la
que Dios está obrando, no nos causarán daño.

La segunda, el aprendizaje. Cada nuevo incidente que nos ocurre a diario debe llevarnos a aprender una
lección. Y la tercera es la aceptación de las influencias positivas. Por naturaleza determinamos qué
consideramos favorable y cuáles ocurrencias de la cotidianidad son desventuradas. Una Personalidad con
fundamento no permitirá que lo negativo tome fuerza ante que lo positivo que hayamos aprendido. El
apóstol Pablo lo describe de la siguiente manera:” No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal”
(Romanos 12:21).

La renovación mental: el secreto

El apóstol Pablo escribió: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2).

Los seres humanos tenemos una serie de paradigmas que han encasillado nuestro comportamiento
sujetándolo a determinadas reacciones. Incluso nuestros deseos obedecen a los clichés que el mundo nos
enseñó, son los que traen realización personal, placer y satisfacción, así estén errados.

Alguien podrá pensar—por ejemplo—que escuchar música y beber toda la noche hasta caer exhausto es una
manifestación de “haberlo pasado bien” mientras que otro, a quien no dudo que puedan considerarlo
equivocado en sus apreciaciones, puede pensar que “ una noche a todo dar” podría ser leer las
Escrituras, meditar en ellas y orar.

Cuando iniciamos el cultivo de nuestra Personalidad es necesario someternos a una Reprogramación mental.
Los cristianos la miramos desde la perspectiva de someternos al obrar de Dios cuando comprendemos que le
pertenecemos a Aquél que murió en la cruz por nuestros pecados y nos dio una nueva vida. “De modo que si
alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios
5:17).

Hay quienes esbozan el método de impulsar la Reprogramación de nuestro ser a fuerza de la sugestión y la
repetición de principios para que tomen forma en nosotros. La idea no es mala, pero tiene el fundamento
necesario cuando esa transformación parte de nuestra entrega a Dios para que Él obre en nosotros
conforme a Su voluntad.

Recuerdos: no en el pasado ni en el futuro, en el presente

Hay algo bien interesante cuando estamos hablando de la Reprogramación. Son los recuerdos.

Cuando usted y yo evocamos un buen o mal momento, nuestro ser no identifica que acaeció en el pasado ni
determina la fecha, hora y lugar en que tuvo ocurrencia la escena. Trae al presente la imagen y revive la
sensación grata, de dolor o de molestia que pudo producir aquel incidente.

Podemos anotar entonces que el “Yo” no vive ni en el pasado ni en el futuro sino en el presente. Y algo que
pudo haber acontecido hace cinco años, al rememorarlo, puede avivar viejas heridas. Las experiencias
negativas que evocamos pueden tornarse traumáticas. Sus estados emocionales y orgánicos se manifiestan
como si estuviera atravesando nuevamente por la misma situación. De ahí la necesidad de que alguien que
acude a Consejería Pastoral tome conciencia sobre la importancia de someterse a la Sanidad Interior que
proviene de nuestro amado Dios y Padre.

Concluyamos para adentrarnos en los fundamentos: El “Yo” se expresa a través de la Personalidad. No son
diferentes. La Personalidad a su vez se forma con los conocimientos del “Yo”.

¿Qué son los fundamentos?

La pregunta que nos asalta ahora es, ¿qué son los fundamentos de la Personalidad? Son los medios por los
cuales recibimos estímulos internos y externos que contribuyen a la formación de la Personalidad.
Representan los “materiales”: componentes, planos, estructuras y pilares de la Personalidad.

1.- La Herencia: Todos los seres humanos traemos una carta de información producto de las características
físicas, orgánicas y glandulares que nos transmitieron nuestros padres. Las características dan forma a la
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parte física y biológica de la Personalidad.

Los padres o quienes tuvieron a su cargo nuestra formación primaria influyen en nuestra vida con aspectos
positivos y negativos. Los primeros nos estimulan a la imitación a futuro, los segundos se convierten en la
mayoría de los casos en experiencias traumáticas que deben ser sanadas.

Ahora, es necesario aclarar aquí que la Personalidad no se transmite por herencia de una manera marcada
sino ciertos rasgos básicos que pueden ser modificados por el ambiente que nos rodea. Lo que hacen los
progenitores es servir de modelo básico en la formación incipiente de la Personalidad del niño.

2.- El Temperamento: Lo podemos definir como el conjunto de particularidades fisiológicas, morfológicas y


glandulares que diferencian a los individuos entre sí, determinando características particulares de reacción
frente a los estímulos. Todo se relaciona con sus estados internos. Podemos decir que en el Temperamento
es hereditario en alto grado. A él se asocian las tendencias impulsivas, afectivas y emotivas.

¿Es inmodificable? En absoluto. El Temperamento es susceptible de ser encausado. No podemos permitir—en


nuestra condición de cristianos—que obre con los parámetros de siempre.

3.- Las Emociones: Las Emociones son hijas legítimas del Temperamento. Constituyen su forma de
expresión. Aquél que educa sus Emociones incide directamente en su Temperamento y a la inversa. Las
emociones se expresan en ciclos. Se les denomina “ciclos emocionales” que es menester aprender a
conocer y a manejar.

Las Emociones se pueden conducir. Son susceptibles de “ forjar estados de ánimo positivos” cando llega la
depresión o el desánimo, tal como lo leemos en el texto del apóstol Pablo: “Por nada estéis afanosos, sino
sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios,
que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”
(Filipenses 4:6, 7).

Cuando nos sometemos al Señor se producen los cambios que por años anhelamos y que eran imposibles
dependiendo de nuestras propias fuerzas.

4.- Los Instintos: Una definición sencilla de los Instintos podríamos orientarla al decir que se trata de la
impulsión natural que domina el comportamiento de un ser humano. Constituyen una fuerza poderosa que
amerita su satisfacción de una manera imperiosa, por ejemplo el hambre, reaccionar frente al peligro de
muerte y descansar, entre oteros. Son eminentemente algo biológico que influye en el Temperamento y a su
turno, el Temperamento en los Instintos.

5.- Los Factores Externos: ¿Cuáles son los Factores Externos que influyen en la Personalidad? Hay por lo
menos tres. El primero es el medio ambiente vital, que es la concatenación de experiencias que ocurren en
el individuo desde la niñez y que le afectan positiva o negativamente en su desarrollo físico, mental y
emocional. Estos incidentes repercuten en su personalidad. Entre ellos podemos mencionar las
manifestaciones de afecto, amor, comprensión y tolerancia de padres y allegados.
El segundo es el medio ambiente social en el que toman parte la sociedad en la que nos desenvolvemos y la
cultura prevaleciente. Es la realidad con la cual se enfrenta el ser humano apenas tiene uso de razón; por
tal motivo es necesario que se adapte a las circunstancias que le rodean. Es imperativo, entonces, que
preparemos al niño para asumir las vivencias que pueden ser positivas o negativas afrontándolas con
equilibrio.

El tercer y último factor sobresaliente es el medio ambiente ético en donde priman aspectos morales, la
influencia que ejerce la religión y la formación educativa. Es una fase de suma importancia porque se
afianzan los valores del ser humano.
6.- El Intelecto: Al Intelecto lo definimos como la capacidad de pensar, entender, comprender y aprender,
Unos seres pueden desarrollar más habilidades que otros, pero eso no significa que tengan mayor desarrollo
de inteligencia que sus congéneres.

El Intelecto o Inteligencia influye y modifica la Personalidad. Aprender a pensar equivale a aprender a vivir
bien.

7.- La Salud Integral: Ante todo en este estudio es necesario tener en cuenta que la Salud Integral debe ser
física, mental y emocional.
Cuando se produce un trastorno de la Personalidad, hay serias fallas en la salud. Es una enfermedad del
alma o de la mente que debe ser atendida ya que pueden manifestarse como afecciones orgánicas.

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8.- Las Experiencias: Se constituyen en la colección de vivencias que el individuo experimenta durante su
existencia, bien sean positivas o negativas y quedan grabadas en nuestra mente. Aunque no seamos
conscientes, afectan nuestros actos. Al revisar el pasado recordamos las imágenes y qué tipo de
experiencias evocan, y a partir de allí es probable corregir la influencia que ejercieron en nosotros.

9.- El Carácter: El Carácter integra todos los fundamentos de la Personalidad y vendría a ser como el tronco
de un árbol cuyas raíces son las bases que mencionamos anteriormente. El Carácter al igual que la
Personalidad es susceptible de ser modificado con la ayuda de Dios.

Conocer nuestro mundo interior y lo que representa la Personalidad para nuestro ser, es esencial para
quien ejerce la Consejería.

Primero, porque puede abrirse al mover de Dios con el propósito de que aplique los cambios que requiere,
y segundo, porque podrá comprender fácilmente qué ocurre con aquellos que van en su búsqueda en
procura de orientación.

Capítulo 4

Los sentimientos: su influencia en nuestro ser: Conocer la vida interior es trascendental en el proceso de
identificar nuestros errores, aplicar correctivos y emprender la renovación personal. Solo cuando logramos
conocernos y se ha producido una sanidad en nuestro mundo individual podemos dar pasos sólidos hacia la
CONSEJ ERIA. No se puede concebir pretender aconsejar cuando mi existencia es un caos. Una vez haya
orden en su ser podrá orientar a otras personas.

En cierta ocasión el Señor Jesús se encontraba reunido con sus discípulos y multitud de personas que lo
escuchaban - “ Y les decía una parábola: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?
El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro” (Lucas 6:39,
40). La Palabra es clara: debemos ser sanos para sanar.

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Hasta el momento hemos despejado interrogantes en torno a la Personalidad y sus fundamentos. Hoy nos
adentraremos en los sentimientos y la poderosa influencia que ejercen en nosotros.

En la presentación del libro “The power of pleasant feelings” (El poder de las sensaciones agradables),
escribió Aloysius G. Rego: “ Los sentimientos no nos deben gobernar, nosotros somos quienes debemos
gobernar nuestros sentimientos; los sentimientos negativos deben ser vigilados, frenados y controlados; los
sentimientos positivos deben ser alimentados, fomentados y desarrollados—para la construcción de una
personalidad bien formada”.

Esta faceta del género humano reviste particular importancia porque los sentimientos vienen a ser
controladores en nuestras relaciones interpersonales, como quiera que en la mayoría de los casos debamos
interactuar con otras personas.

Definamos conceptos

Para entender qué son los sentimientos, es esencial que primero hagamos diferencia entre Sentimientos y
Emociones. Con frecuencia muchas personas confunden los términos e incurren en un error.

Los Sentimientos toman forma en el mundo interior de cada individuo y son subjetivos. De manera aislada,
los sentimientos no afectan decididamente lo que hacemos; en cambio, la sumatoria de sentimientos sí está
asociada con las emociones. Éstas son las que determinan si nuestras acciones serán agradables o
desagradables.

Sobre esta base, los sentimientos agradables producen entusiasmo, ánimo, placer, felicidad, alegría y
deleite, entre otras manifestaciones. Los sentimientos desagradables –a su turno—desencadenan
descontento, pesar, tristeza, aflicción, desaliento y sentido de inferioridad.

Probablemente usted diga: “ El asunto es complicado, ¿podrías explicarte un poco más?”. De acuerdo. El
propósito del MANUAL DE CONSEJ ERIA es que haya claridad en los conceptos. De esta manera su proceso
de acompañamiento a alguien que va en búsqueda de un consejo, será más eficaz.

Aquí es esencial que comprendamos algo: tanto los Sentimientos como las Emociones son de carácter
afectivo por naturaleza.

Cuando se concatenan varios sentimientos positivos tendríamos un sentimiento general de bienestar o, por
el contrario, de depresión en caso de que se trate de sentimientos negativos.

DIFERENCIAS ENTRE SENTIMIENTOS Y EMOCIONES

Sentimientos Emociones

Enriquecen nuestra vida y le dan significado. Son necesarias como elemento que nos estimula
a hacer las cosas.

Transforman nuestra cotidianidad en algo Revisten mayor intensidad.


vibrante y con razón de ser. Pueden fluctuar.

Son transitorios Son de naturaleza más prolongada y de esta


manera aseguran firmeza en lo que hacemos.

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Pueden ser positivos o negativos; agradables o Las emociones varían en su especie.
desagradables.

A través de los sentimientos determinamos si Las emociones nos conducen hacia acciones
algo es placentero o desagradable para que, previamente, consideramos serán
nosotros. apropiadas.

Toman forma en el mundo interior. Determinan nuestras acciones.

Diferencias entre sentimientos y sensaciones


Ahora que dimos unos esbozos encaminados a que hagamos una adecuada diferencia entre Sentimientos y
Emociones, vamos a identificar qué marca la contraste entre Sentimientos y Sensaciones.

DIFERENCIAS ENTRE SENTIMIENTOS Y SENSACIONES

Sentimientos Sensaciones

No tiene ningún órgano terminal. Puede referirse a órganos terminales


específicos.

Es subjetivo. Se producen en estado consciente. El individuo


queda afectado de una u otra manera.

El placer o el disgusto pueden ser producidos Son específicas.


por estímulos en cualquier órgano.

No es posible localizarla. Puede ser localizada en un ser humano.

Puede ser una reacción a imágenes, recuerdos o Es objetiva.


procesos más elevados de pensamiento.

Dependiendo de si son agradables o Se manifiestan en nuestras expresiones.


desagradables, pueden acelerar o disminuir el
ritmo del corazón e influyen incluso en nuestro
sistema digestivo.

¿De dónde provienen los sentimientos?: Los seres humanos nos movemos por sentimientos. En muchos
casos no tomamos conciencia de su existencia a menos que sean fuertes, profundos o airados, entre otras
características. Cuando estamos conscientes de que están allí, los sentimientos son registrados en billones
de células que forman parte de nuestro sistema nervioso.

Lo curioso del asunto es que en muchas ocasiones, apenas nos consideramos estimulados por un
sentimiento, lo expresamos de un modo o de otro. El asunto complicado es que muchas veces los
manifestamos con alguien que no es el responsable de que se produzcan en nosotros.

Manifestamos contrariedad contra la persona equivocada, en el momento equivocado y en el lugar


equivocado.

Una pregunta apenas natural: ¿Qué hacer con los sentimientos desagradables? La recomendación es dejar
que haga su tránsito natural por nuestra vida. ¿Un ejemplo? Alguien pierde a uno de sus progenitores.
¿Acaso no es previsible que experimentará dolor? Por supuesto que sí. Reprimirlo no conduce a nada. El luto
o tristeza y hasta depresión durará un tiempo, pero pasará. Cuando supera esa situación recobra energías
para seguir adelante.
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No podemos desconocer que el sistema de comunicación más desarrollado en un ser humano son los
sentimientos.

Revelan quiénes somos en realidad.

Controlando los pensamientos: Una forma práctica de controlar nuestros sentimientos es poniendo freno a
los pensamientos perjudiciales. Sobre esta base, avanzamos hacia un equilibrio personal cuando ejercemos
control sobre los pensamientos.

Imagine por un instante alguien que debe presentarse a una entrevista previa a la concesión de un empleo.
Sobre su mente vienen múltiples pensamientos: “En aquella reunión se presentarán hombres y mujeres más
capacitados que tú”, “Tú serás derrotado”, “No estás en capacidad de asumir un reto de ese género”,
“Quien hace la entrevista con solo verte, sabrá que debe descalificarte”. Este conjunto de ideas
preconcebidas inevitablemente conducirán a un sentimiento de temor y sobra decir que las consecuencias
serán impredecibles.

En este caso, ¿qué hizo el sentimiento de temor? Revelar su estado ánimo, además, si lo permitimos, puede
tomar control de lo que haga al reflejarse en una emoción.

El apóstol Pablo lo expresó de la siguiente manera en su carta a los cristianos de Filipos: “Por lo demás,
hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de
buen nombre; su hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” (Filipenses 4:8).

En el libro de Proverbios 19:21 leemos que “Los pensamientos de los justos son rectitud...”, y también:
“Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; mas el consejo de Jehová permanecerá”

Capítulo 5

Los sentimientos y su relación con los sentidos, los estímulos y las actitudes: Con frecuencia llegan a
consultar al Consejero quienes experimentan una lucha constante con sus sentimientos. “No puedo
controlarlos” me dijo en cierta ocasión una mujer que no encontraba coherencia entre aquello que quería
hacer y la forma como finalmente obraba.

Guardando las proporciones, el apóstol Pablo refiere al asunto cuando escribe: “No entiendo lo que me pasa,
pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco. Ahora bien, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo en que la
ley es buena; pero, en ese caso, ya no soy yo quien lo lleva a cabo sino el pecado que habita en mí. Yo sé que en mí,
es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo.
De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero” (Romanos 7:16-19)

¿Acaso es imposible vencer? ¿Quién viene a nosotros debe irse desalentado porque no hay nada qué hacer?
¿Acaso sus sentimientos lo llevan a enfrentar cada vez más dificultades para interactuar con los demás? En
absoluto. Lo que se requiere es emplear los sentimientos de manera constructiva.

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En el libro “Cultive sus sentimientos” de J. Maurus, a quien cité en el capítulo anterior, menciona algunas
actitudes que le llevarán a ser mucho más eficaz en la meta de transformar los sentimientos:

1.- Acepte sus sentimientos, que son una parte suya natural. Experimente con ellos (hacia el cambio).

2.- Trate de sacar alegría constante de su trabajo.

3.- Tome conciencia de la función de sus sentimientos. Ellos –como un fusible—e señalan cuando se está
rompiendo una relación, que algo debe ser ajustado o quizá llegar a una concertación en algún aspecto.

4.- Libere sus fuerzas creativas.

5.- Alégrese de que sus sentimientos ponen en acción lo mejor que hay en su ser y puede determinar cómo
actuar en cada circunstancia: con delicadeza o valentía.

6.- Los sentimientos dinamizan sus acciones pero guarde prudencia antes de dejarse mover por ellos, como
si se tratara de jueces que señalan sus acciones para cuestionarlas o aprobarlas.

7.- Permanezca sereno. No reaccione inmediatamente movido por sus sentimientos.

8.- Sea cuidadoso para no confundir sus sentimientos con el amor.

9.- sea paciente en aquellos momentos en los que se siente desanimado. Siga sonriendo aunque prefiera
estar serio.

“Cultive sus sentimientos”, J. Maurus. Pág. 25. Editorial San Pablo, 1993. Santafé de Bogotá, Colombia.

Educar los sentidos y la percepción: Usted como Consejero Pastoral y, aquellos a quienes atienda, son
personas en proceso de cambio con ayuda del Señor Jesús. En ese orden de ideas, debe educar
positivamente sus sentidos y someterlos a la razón. No podemos obrar movidos únicamente por el instinto
o quizá por las emociones.

Hay que tener en cuenta que los incidentes que impresionan nuestros sentidos inician un impulso en los
terminales sensoriales de los nervios, llegan al cerebro e inmediatamente nos lleva a tomar conciencia de
lo que está ocurriendo y de su alcances en nosotros. Se producen entonces tres elementos: percibir,
interpretar y dar sentido a las sensaciones.

Es fundamental, entonces, que seamos muy cuidadosos con nuestra forma de percibir todo lo que ocurre
alrededor.
Un ejemplo práctico es cuando alguien nos saluda. De acuerdo a nuestro estado de ánimo (emocional)
podemos percibir que lo hicieron afectuosamente, con desdén o quizá, fríamente.

¿Cuántas veces hemos reaccionado negativamente porque, aunque nuestro interlocutor no se lo proponía,
percibimos sus pensamientos y palabras como algo ofensivo? Sin duda, muchas veces. Deducimos entonces
que tal vez la percepción del asunto fue errada...

Ahora bien, conforme transcurre el tiempo, la percepción se perfecciona y nos lleva a ser más reflexivos y
mesurados al reaccionar.

Al comenzar el libro de los Proverbios, el rey Salomón escribió que tenían un propósito específico: “... para
adquirir sabiduría y disciplina; para discernir palabras de inteligencia; para recibir la corrección que dan la prudencia,
la rectitud, la justicia y la equidad; para infundir sagacidad en los inexpertos, conocimientos y discreción en los
jóvenes. Escuche esto el sabio, y aumente su saber; reciba dirección el entendido...”
(Proverbios 1:1-6).

Reacción frente a los estímulos: Los sentimientos agradables y desagradables están íntimamente
relacionados con nuestras sensaciones y éstas a su vez a lo que producen los sentidos del ser humano así
como la forma como operan en cada uno el intelecto y la voluntad. Nuestro sentido central procesa las
sensaciones que recibimos y de acuerdo con la percepción que tengamos, determinaremos si es agradable o
desagradable.

Cuando logramos el equilibrio para reaccionar frente a los estímulos, así alguien se proponga hacernos la
vida imposible, es posible que conservemos la calma tras comprender que las provocaciones externas no
deben movernos a nada.
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Un dicho común en Latinoamérica señala que “todo entra por los ojos” y, sin duda, tiene fundamento. El
sentido más importante es el de la visión. Es el que nos permite tener contacto directo con el mundo que
nos rodea.

El Señor Jesús dijo: “El ojo es la lámpara del cuerpo. Por tanto, si tu visión es clara, Todo tu ser disfrutará la luz.
Pero si tu visión está nublada, todo tu ser estará en oscuridad. Si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué densa será
esa oscuridad!” (Mateo 6:22, 23).

Es imperativo pedirle a Dios que nos ayude a reaccionar positivamente frente a lo que es sano. En muchas
ocasiones sólo obramos por lo que vemos de inmediato y dejamos de lado lo que pudo ocurrir antes o lo que
ocurrirá después.

En cierta ocasión un hombre se perdió en la selva; pasado varios días pudo salir a un pueblo cercano, su
apariencia era Ya de un personaje de cabello largo y andrajoso, mal oliente y de ropa sucia; la gente al
mirarlo no solo se sorprende sino que inician a hacer comentarios solo de lo que ven y sus expresiones son:
pobre hombre, desde cuándo será drogadicto, hay que alejarnos por qué se puede acercar a suplicar por
dinero para luego vivir perdidamente ¿Qué opina usted con el pensamiento de las personas que observaban
a este hombre y sus pensamientos? ______________________________________________________________
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Esto también ocurría en los tiempos de Jesucristo: LUCAS 7:36-47

El sentido del tacto es otro elemento de suma importancia que despierta sentimientos agradables o
desagradables.

Nos permite expresar afecto o también desagrado.

A este sentido sumamos otro: el oído. Gracias a él podemos desarrollar el arte de escuchar, el cual
enfocado con la sabiduría que nos otorga Dios, traerá sensaciones agradables o desagradables.

La actitud del ser humano: En todo proceso de Consejería Pastoral juega un papel determinante el hecho
de que identifiquemos las actitudes de la persona a quien estamos brindando orientación. Actitud es la
inclinación de un individuo hacia algo y la consecuente reacción. Las actitudes son estimuladas
internamente y también, externamente.

Es la tendencia o resolución de una persona a obrar de determinada manera bajo un conjunto de


circunstancias.

Algo sorprendente es que las actitudes ejercen influencia en nuestro cuerpo y nuestra mente, y hasta tanto
lo comprendamos, incurriremos en fluctuaciones emocionales.

¿En dónde se aprende a asumir una actitud frente a algo? Las actitudes se asimilan de acuerdo a lo que
veamos en casa, entre los miembros de la familia, lo que observamos en la sociedad e incluso, a través de
la información que recibimos cada día.

La forma o actitud con la que asumamos todo cuanto nos ocurre, determinará las reacciones.

PIENSE EN ESTA HISTORIA: Un electrodoméstico en casa se descompuso. Se llamó al técnico para que lo
reparara.

Aunque el daño en apariencia era fácil de resolver, resultó complicado. Este personaje comenzó a lanzar
palabras soeces Cuando las cosas no salían como él quería; se descompuso tanto que salió del lugar sin
cumplir con su labor. Se llamo A otro personaje y cuando observó la magnitud del daño y la complicación
recibió el asunto con tranquilidad “ No voy a dejar que me venza ni el desánimo ni la molestia”, explicó.

¿Qué diferencias encuentra usted entre estos dos personajes?: ______________________________________


____________________________________________________________________________________________

Si las actitudes positivas gobiernan nuestro ser, actitudes positivas que proceden de una fe indeclinable de
que Dios nos ayudará en cualquier situación difícil, seguramente no perderemos la tranquilidad con
rapidez. Por el contrario, si nuestra actitud es negativa, interpretaremos todo cuanto nos ocurre como una
provocación y las reacciones, como es natural, serán negativas...

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Capítulo 6
Escuchar: clave de la Consejería: Hace algún tiempo leí una nota del periódico en la que se informaba
sobre un servicio muy especial que ofrecía una agencia en España. Consistía en Consultorios a los cuales
acudían las personas para –simplemente—ser escuchadas.

A decir verdad tenían tantas emociones represadas en su interior, que el mayor anhelo era encontrar a
alguien dispuesto a oírles. Se liberaban de sus frustraciones, temores, estados de desesperanza, angustia y
sinnúmero de sentimientos que los ahogaban por momentos.
Lo sorprendente es la enorme demanda del servicio. El periodista relataba que decenas de personas
apartaban cita con antelación.
¿Ha experimentado la sensación de tranquilidad que le embarga cuando logra descargase de una pesada
carga que considera insufrible? Sin duda que sí. Lo sorprendente es que bastó que alguien estuviera
dispuesto a atenderle y, por supuesto, a interesarse con sinceridad en sus problemas.
El Consejero y su papel cuando escucha:
La Consejería Pastoral reviste singular importancia para la Iglesia. Los estudios revelan la existencia de
gran número denominaciones en las que llegan almas con regularidad a los pies de Cristo pero, en breve,
abandonan el lugar. ¿La razón? Adolecen de quien se interese de corazón por los nuevos convertidos. Pero
hay algo más: quienes llegan a las iglesias generalmente enfrentan problemas y andan en búsqueda de
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respuestas a sus interrogantes y, ¡no hay quien los escuche y atienda!

El Consejero debe preocuparse por las personas. Dios mismo lo manifestó así cuando se refiere al cuidado
que tiene por su pueblo: “Como pastor pastorea a su rebaño; recoge en brazos a los corderitos, en el seno los lleva,
y trata con cuidado a las paridas” (Isaías 40:11 Biblia de Jerusalén), y también: “Buscaré la oveja perdida, tornará a
la descarriada, curará a la herida, confortará a la enferma...” (Ezequiel 34:16).

Un ministerio en la iglesia no será eficaz en la medida en que el bienestar de las almas no representen
preocupación en nuestro corazón; si las miramos con indiferencia, iremos en contravía de una actitud que
identificaba al Señor Jesucristo.

En cierta ocasión “... al desembarcar, vio a mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que
no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas” (Marcos 6:34).

Una primera tarea, entonces, es sentir compasión por todas las personas que se encuentras en una
situación difícil; Aunque esto no debe omitir decir la verdad a medias, pero es necesario compartir una
consejería con compasión.
La segunda tarea, desarrollar un principio fundamental en nuestra condición de consejeros, y es aprender
a escuchar.

Dominar la tendencia de hablar


Una tendencia común entre quienes ocupamos cierto grado de responsabilidad en la consejería, es que
hablamos más de lo que escuchamos.

Al leer las escrituras observamos diversas escenas en las que el Señor Jesús es quien asume una actitud
proactiva al intervenir, pero hay que tomar nota del buen número de diálogos que sostenía con las
personas, a quienes escuchaba con detenimiento.

Quiero aludir a dos ejemplos específicos. El primero, el encuentro que sostiene con una mujer, la
samaritana. La historia la ubicamos en el Evangelio de Juan, capítulo 4, versículos del 1 al 26. La segunda,
la breve aunque profunda conversación que sostuvo con una mujer adúltera. También se encuentra en el
relato de Juan. Quienes deseaban apedrearla, tras la intervención del Maestro, se alejaron. “... y se quedó
Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha
condenado? Ella respondió: Nadie, Señor. Jesús le dijo: Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más”
(Juan 8:9-11).

Usted y yo tenemos que asumir este principio: permanecer en atenta escucha.

Cuando nos encontramos frente a alguien que viene en procura de orientación con fundamento en
principios bíblicos, además de amabilidad debemos expresar el deseo que tenemos de oírle. Hay que darle
plena libertad para que se exprese, sin poner límites, los cuales podrían estar representados en mirar
constantemente el reloj o quizá, preguntar por el intercomunicador a la secretaria si hay llegado alguien a
buscarnos.-
Aunque parezca gracioso, son estrategias que utilizan algunas personas que se desenvuelven en el campo de
la Consejería para hacer entender con actitudes y gestos, que el tiempo del interlocutor ha terminado o, al
menos, que está llegando a su límite.

Como ya hemos visto una serie de elementos relacionados con el ser humano y su mundo interior, lo
esencial es que usted asuma la disposición de oír a quien tiene enfrente con el propósito de reunir los
elementos de juicio que le ayuden en el proceso de diagnóstico.

Mientras hable la persona que solicitó aconsejamiento, mírela con detenimiento y vaya tomando apuntes.
Haga el mayor número posible de anotaciones: me refiero a los hechos y detalles que, aunque luzcan
intrascendentes a primera vista, pueden resultar de significativa importancia.

Dos métodos de diagnóstico


Cuando estamos tomando anotaciones, es probable que nos hayamos inclinado por uno de los dos grandes
métodos de aconsejamiento.

Indistintamente de cuál hayamos elegido, allegar el mayor número de información sobre el entorno y los
incidentes que rodean a quien pidió orientación, es esencial.

Veamos de cuáles métodos hablamos:

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1.- Método Directivo o de Direccionamiento.
2.- Método no Directivo.

¿En qué consisten? Vamos a describirlos brevemente. El Método Directivo es aquella técnica en la cual el
Consejero asume un papel similar al del médico, es decir, toma la información del paciente que obtiene
mediante la formulación de preguntas, hace el diagnóstico con fundamento en su evaluación y prescribe el
remedio. Es una de las más utilizadas en la Consejería.

El segundo método es el no Directivo. Éste toma elementos del psicoanálisis cuyo mayor exponente fue el
médico austriaco Sigmund Freud. Quien hace las veces de Consejero escucha al paciente, analiza cada
detalle, aplica principios orientados a comprender la situación por la que atraviesa el aconsejado, y le
ayuda a identificar cuál es la solución más apropiada de acuerdo con su caso.

¿Cuántas sesiones deben emplearse?


Usted deberá emplear cuantas sesiones considere oportunas. Puede que con la primera entrevista—a cual
generalmente dura entre cuarenta y cinco minutos o una hora (dependiendo de cuanto sea necesario
escuchar al paciente) considere que tiene todos los elementos necesarios para orientarle. Sin embargo no
olvide que en la Consejería Cristiana — a diferencia de la psicología—median la oración, la sanidad interior
y la orientación con base en los principios trazados por la Biblia. Por tanto, no debe apresurarse.
Usted debe estudiar la integralidad del individuo y no permitir que lo muevan las apariencias. Es
importante que tome tiempo para orar por el asunto y tener claridad respecto al direccionamiento que
brindará.
Deberá revisar los apuntes. Lo hará con sumo cuidado. No tenga afán al hacerlo. De su habilidad en este
aspecto depende la eficacia de su trabajo consejero.
Su tarea, al término de este capítulo, es desarrollar con ayuda de Dios el principio de escuchar. Póngalo en
práctica con sus compañeros de trabajo, con su familia y, en general, con quienes le rodean. Tómese el
trabajo de oír antes de hablar. ¡Se sorprenderá de los resultados!

Capítulo 7
La necesidad de estar bien: Con la diferencia de los términos utilizados, la persona que tenía frente a mi
revolviéndose las manos con desesperación, estaba repitiendo las palabras del apóstol Pablo: “Porque yo sé
que en mí, es decir, en mi naturaleza débil, no reside el bien; pues aunque tengo el deseo de hacer lo bueno, no soy
capaz de hacerlo. No hago lo bueno que quiero hacer, sino lo malo que no quiero hacer” (Romanos 7:18, 19).

Alguien que va junto con su familia a la iglesia en mitad de semana y el día domingo. Un buen empleado en
el taller de mecánica para el que labora. Un compañero excepcional, en criterio de quienes comparten el
sitio de trabajo.

Un vecino con virtudes, distinto de los demás, presto a colaborar.

Sin embargo con raptos de ira, reacciones que dejan sorprendidos a familiares y amigos: unas veces de
temor, otras de agresividad y otras más de indiferencia, aun cuando el mundo se esté cayendo a pedazos a
su lado.

--He pensado en el suicidio; creo que es la única salida. No hay forma de que encuentre paz en mi
existencia. —me dijo después que analizamos la situación con detenimiento.

Volvimos a las páginas de la Biblia. Al fin y al cabo él no había acudido a nadie distinto que a un consejero,
amigo y, para el caso específico que nos ocupaba, un Consejero como lo es usted o quizá está en camino de
serlo.
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El Señor Jesucristo dijo hace ya muchos siglos y, nos dice hoy día: “... yo he venido para que tengan vida, y
para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

Dios nos ama. Quiere lo mejor para nosotros. Y sin duda hay algo que quiere satisfacer en cada uno: la
sensación permanente y real de bienestar. Es lo que todas las personas, si usted realizara una encuesta
respecto a qué desean, le responderían sin dudarlo. ¿A quién no le gustaría vivir a gusto, sintiéndose bien?
Dudo que a alguien o, tal vez, a muy pocas personas.

Necesidades básicas
Cuando alguien busca su ayuda como Consejero, es el primer aspecto que debe considerar: aquélla
persona, en lo más íntimo de su corazón, desea estar bien. ¿Por qué solicitan ayuda? Porque sienten
amenazado el propósito de estar y sentirse bien.

Todo ser humano tiene necesidades sociales, físicas y sicológicas que deben satisfacerse para que gocen de
una buena salud mental. ¿Cuáles son algunas de ellas? La aprobación por parte de quienes le rodean;
sentirse seguro y con manejo del entorno en el que se desenvuelve; la satisfacción de conquistar nuevas
metas y de realizarse en aquello que desean.

No hay absolutamente que rechace la aceptación de alguien o de un grupo, en el que se valore


apropiadamente su individualidad, se le respete y se le conciba como alguien digno.

Ahora, entre las necesidades físicas hallamos la de alimentarse, el bienestar en cuanto a salud y cubrir sus
necesidades sexuales (aunque pareciera que hay quienes consideran que éste no constituye un aspecto que
pueda ser considerado como “necesidad” natural en todo individuo). Y en último renglón están las
necesidades sicológicas entre las que identificamos el anhelo de felicidad, de ser libre para actuar y de
liberar sus capacidades para alcanzar aquellas metas que guardan en su corazón.

Cuando no logran atenderse los anteriores aspectos y muchos otros que no enumeré porque haría
interminable la lista, se presentan en la persona estados de tendencia o desequilibrio. Es lo que suele
llamarse “un problema psicológico”, y desde la perspectiva cristiana sería una situación de “desorden” que
debe atenderse en la integralidad de su ser involucrando a Dios, quien nos creó y por tanto, puede obrar la
reparación donde quiera que se hayan registrado dificultades, bien en la parte consciente o inconsciente.

Un mundo único con sus particularidades

Todo ser humano es alguien único, con una cosmovisión muy particular del mundo que le rodea y, por
tanto, con una forma singular de asumir las cosas. Hay quienes no se afectan, por ejemplo, si llueve y se
desatan relámpagos y truenos. Otros por el contrario se sienten aterrorizados. El ejemplo nos señala la
individualidad de cada uno y la forma como asume las cosas.

¿Por qué actúan o reaccionan de determinada forma los individuos tan distintos de otros? Por tres razones
en particular: La primera, por conductas inconscientes; la segunda, por los complejos que subyacen dentro
de sí, muchos de los cuales toman forma por experiencias pasadas, y la tercera, por las expectativas que
tienen en cuanto al futuro.

¿Por qué mencionar estas particularidades? Porque cuando usted tenga enfrente a alguien que busca
orientación, esos son los primeros elementos que debe considerar:

1.- La individualidad de cada cual, con sus componentes físicos y sicológicos.


2.- Sus condiciones particulares de ver y asumir la vida.
3.- El hecho de que cada uno es un mundo.

Lo que experimenta en el ámbito psicológico una persona, le afecta en la dimensión física y se puede
reflejar en dolores de cabeza, temores en apariencia injustificados que le generan sudoración o dolor
estomacal, úlceras, asma, fatiga o probablemente alergias.

Su misión: aconsejar acertadamente

¿Comprende la enorme responsabilidad que le asiste? Ante sus ojos esta alguien muy particular. Debe tomar
nota de todos los aspectos que aborda durante la conversación, identificar detalles, tener claro que
indistintamente de los errores que haya cometido, está buscando ayuda.

En cumplimiento de su misión, en su condición de Consejero se orientará a disminuir el impacto de las


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emociones destructivas en el individuo que pide orientación.

¿Cuáles? Enojo, angustia, ideas preconcebidas de que quitarse la vida es la única solución. Solo de esta
manera podrá pensar con lucidez y encontrará –con la ayuda y poder de Dios—el camino a la solución del
problema que enfrenta.

Usted llevará al aconsejado a valorarse como persona, quitándole toda concepción de que “ no vale la
pena” y, paso a paso conforme va ayudando a despejar el estado de ánimo que le asiste, le ayudará a
identificar cuál es el verdadero problema.

Supongamos que alguien consulta porque tiene problemas en el hogar. Su inquietud es que, desde que está
la suegra en casa, tiene problemas constantes con la esposa. En su criterio, es la esposa con quien tiene
dificultades y por tanto ella es la “culpable”.

El asunto, como podrá notarlo con calma, no está en el cónyuge de aquél individuo sino en la importancia
de resolver el verdadero problema: ¿qué hacer con la suegra que interfiere en la relación de pareja?

En quien consulta usted ayudará a que identifique cuando es el culpable, asuma la responsabilidad y se
comprometa en la búsqueda de alternativas o salidas a la situación que enfrenta.

Ayudará al asesorado a utilizar sus recursos interiores y a echar mano de los de Dios en los momentos de
crisis. No podrá depender siempre del Consejero.

Hasta aquí hemos avanzado en algo de suma importancia: la relación entre el Consejero y el aconsejado.
Hasta tanto tengamos claro que aquella persona a quien estamos asesorado es sumamente importante,
alguien a quien Dios amó hasta tal punto que envió a su Hijo Jesús a morir por sus pecados, es improbable
que tomemos con responsabilidad el problema que enfrenta y le encaminemos hacia las soluciones, con
fundamento en los principios bíblicos.

Concluyendo a este capítulo pensemos en siguiente suceso:

Fernando, un compañero de asignatura, estaba sumamente emocionado con los principios de Consejería
que estaba recibiendo. ¡Y quería aconsejar a todo el mundo! Sentía que reunía las capacidades, como
persona pero también como profesional, para brindar orientación.

En cierta ocasión fue a aconsejar a una joven que atravesaba por períodos depresivos constantes.

Fernando hizo gala de todos sus conocimientos e inició el proceso. La joven que hasta entonces estaba
llorando, secó sus lágrimas y dijo: “ Ya regreso, voy al baño”. Mi amigo suponía que todo iba bien. “ Estoy
en camino de ser un buen consejero”, razonaba. Al percatarse que la chica demoraba demasiado, alertó a
sus familiares. Cuando fueron a ver qué ocurría ¡encontraron a la chica sangrando! Se había cortado las
venas.

El remedio, en este caso, resultó peor que la enfermedad. Y aunque lograron salvar a la joven, es evidente
que se requirió tomar una medida salomónica: cambiar de Consejero...

EN GRUPOS DE TRES PROFUNDICEN ESTE CASO CON LAS SIGUIENTES PREGUNTAS Y EN LA PRÓXIMA
CLASE EXPONEN:

¿Cuáles creen ustedes que eran los problemas frecuentes que tenía la joven?
¿Cuáles o cual fue la falla que tuvo el consejero?
¿Cómo considera usted que se pudo haber ayudado a la joven o de qué manera se debió aconsejar?

Nota: primero responda de manera personal los interrogantes

¿Cuáles creen ustedes que eran los problemas frecuentes que tenía la joven?: ____________________
___________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________
¿Cuáles o cual fue la falla que tuvo el consejero?: ___________________________________________
___________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________
¿Cómo considera usted que se pudo haber ayudado a la joven o de qué manera se debió aconsejar?:
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___________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________

Capítulo 8

La evaluación del grado de madurez del aconsejado: Hemos avanzado de manera significativa sentando
las bases de la Consejería Pastoral. ¿Por qué recién entramos en aspectos de tanta importancia como la
evaluación del grado de inmadurez de una persona y aspectos que abordaremos en próximos capítulos como
complejos y sanidad interior? Porque brindar acompañamiento a quien solicita orientación no es un trabajo
que debemos tomar a la ligera. Por el contrario, debe obedecer a un proceso serio, sólido y con objetivos
específicos.

Recordemos que aquellos que asumen el ejercicio de la Consejería deben reunir características esenciales:
la primera, ser alguien con quien se pueda tratar, dueño de una mentalidad abierta –que no se escandalice
por el sinnúmero de situaciones que deberá escuchar por parte de sus aconsejados.
la segunda, manifestar sociabilidad, de tal manera que quien solicita un consejo encuentre en el Consejero
a alguien que humanamente evalúa las circunstancias; que no está para condenar sino para ayudar.
Una tercera, característica es mostrarse asequible, y la cuarta, que reviste particular importancia, es que
demuestre verdadero interés por el problema de aquél a quien brindará orientación.

Si priman la insensibilidad e indiferencia en el Consejero, su labor no será eficaz. Además, por su condición
de desinterés no reflejará el carácter y el amor de Cristo que seguramente se manifestaría hacia los demás
siendo sensible a los problemas, ansiedad, frustraciones y anhelos de su interlocutor.

Conversaciones que revelan mucho

Cuando estamos hablando con la persona que solicitó acompañamiento en Consejería, las expresiones que
utiliza son fundamentales ya que nos permitirán ir conociendo aspectos que en apariencia pasan
inadvertidos y que están estrechamente relacionados con su grado de madurez o inmadurez tanto en su

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personalidad como en su carácter.

Primero, veamos algunas señales de inmadurez que es necesario tomar en cuenta:

Un carácter explosivo

El aconsejado al relatar aspectos sobre su cotidianidad compartirá acerca de reacciones explosivas, que se
producen con facilidad y en la mayoría de los casos por asuntos insignificantes. Sin duda nos encontramos
con alguien que no tiene manejo de sus emociones. Lo más probable es que esta predisposición para
responder a lo que considera una provocación, esté acompañada por la ansiedad e interés que le asisten de
resolver aquellas circunstancias o situaciones que le afectan, con carácter inmediato y sin importarle que
pueda herir a terceras personas.

Un ejemplo específico lo ofrecen quienes se enojan porque su interlocutor no comparte su forma de ver la
vida y espera que—así él haya cometido el error—sea su interlocutor quien admita las fallas. Y en buena
parte de los casos presiones hasta lograr su objetivo. No dan un compás de espera en procura que los
asuntos se solucionen sino que se inclinan por soluciones rápidas, aunque impliquen imposición de sus
opiniones.

Autocompasión

Sin duda ha encontrado en personas que van en procura de su ayuda, a hombres y mujeres que sienten que
todos a su alrededor están en contra y que son las víctimas inocentes de las circunstancias adversas que
deben enfrentar. Se sienten frustrados porque no logran sus objetivos y atribuyen tal situación a que todo
el mundo conspira en su contra para tornarle un fracasado.

Dependencia de apoyo: Se manifiesta en quienes, a pesar de sus enormes potencialidades, jamás asumen
un compromiso hasta tanto encuentro voces de estímulo o de apoyo. Se niegan a los cambios o tal vez a lo
desconocido, porque esperan que puedan compartir responsabilidad con otras personas. Como una tortuga,
se enfrascan en las condiciones difíciles que están alrededor y caen, por tanto, en constantes períodos
depresivos.

Una actitud madura

Hemos visto una cara de la moneda cuando hablamos del grado de madurez e inmadurez de una persona.
Vamos a mirar la perspectiva que nos ofrece alguien maduro. Hay características que le identifican:

Autosuficiencia

No se trata de la actitud arrogante de quien cree que todo lo puede y menosprecia a los demás, sino de
aquél que conoce cuáles son sus potencialidades y cuáles son las aptitudes y talentos que tal vez tiene
dormidas y puede desarrollar con ayuda de Dios.

Imagine un competidor que tiene frente así el reto de correr dos kilómetros en el menor tiempo posible. Si
es alguien “autosuficiente” marchará bajo el convencimiento de que tiene todas las condiciones para
lograrlo.

Buenas relaciones interpersonales

Una manifestación evidente en la madurez tanto en el carácter como personalidad de un individuo, la


constituyen sus buenas relaciones interpersonales. Desde la perspectiva cristiana encontramos que se lleva
bien con Dios, consigo mismo y, por tanto, está abierto a una buena interactuación con quienes le rodean.
Les acepta tal como son y reconoce que sus fallas, son ante todo humanas y pueden corregirse. Se adapta
por tanto a la sociedad, la cultura y el ambiente que constituyen su entorno.

Autodominio

En la medida que usted habla con alguien que pide ayuda a través de la Consejería podrá descubrir si
evidencia o experimenta falta de autodominio, es decir, que sabe gobernar sus emociones, así se vean
exaltadas por situaciones ajenas a su voluntad. Le caracteriza el equilibrio, como lo describe el apóstol
Pablo (2 Timoteo 1:7). En síntesis, no se deja mover por los impulsos.

Aceptación de circunstancias difíciles

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Una inclinación natural de todo ser humano es buscar la línea de la menor resistencia, es decir, hacer el
menor esfuerzo posible. Inevitablemente nos gusta evadir los problemas y si miraran en lo más profundo de
nuestro ser, descubrirían que ansiamos que todo sea fácil, en particular las situaciones complejas.

Quien ha alcanzado madures no se rinde ante los obstáculos sino que reconoce que en la vida, así como hay
períodos de paz y de éxito, también se experimentan períodos de sufrimiento, también se presentan
adversidades.

Pese a ello no dan margen a un revés espiritual o en sus relaciones interpersonales.

Interés por el bienestar de los demás

Una última característica que cabe mencionar es el interés que demuestra alguien maduro, por el bienestar
de los demás. Aprende a escuchar y procura ayudar, en la medida de sus posibilidades, para que situaciones
complicadas puedan ser resueltas.

En el próximo capítulo estudiaremos un aspecto apasionante: el inconsciente y los mecanismos de defensa.


Orientamos nuestros pasos hacia la identificación de los problemas de fondo y las alternativas que se
ofrecen al aconsejado...

Estoy convencido que no querrá perderse un elemento de tanta importancia en el proceso de Consejería…

Capítulo 9

Adentrándonos en los mecanismos de defensa: Hay una dimensión de la personalidad que ejerce una
poderosa influencia en el comportamiento humano. Es el inconsciente. A él están estrechamente ligados los
mecanismos de defensa o de escape de las personas.

Para tener una idea clara de lo que significa inconsciente, es necesario que primero definamos qué es
consciente. Es aquella área del ser humano en la que podemos racionalizar; la dimensión en la que
tenemos claridad de qué está ocurriendo en nosotros y alrededor y también, el por qué ocurre todo
aquello.

Inmediatamente encontramos otra zona que llamaremos preconsciente, la cual se compone de los
conocimientos, experiencias e imágenes que hemos percibido pero que hemos olvidado temporalmente.
Con algo de esfuerzo se pueden recuperar y traerles a la parte consciente.

Una tercera área es el inconsciente. Es como una enorme bodega en la que se guardan experiencias que
tuvieron lugar incluso en la niñez y que no son fáciles de recordar. Se trata de impresiones que albergamos
en forma de impulsos, pensamientos incontrolados y recuerdos reprimidos, tanto activos como
impulsivos.

Están ahí pero no emergen a la parte consciente de inmediato. ¿La razón? La mente es como una inmensa
grabadora. Registra todo lo que alguien ve, hace y experimenta. Aunque pareciera estar detenida, contiene
todo un cúmulo de información que aflora cuando menos lo esperamos.

El Señor Jesucristo, aunque no habló específicamente del consciente o el inconsciente, dejó sentada una
verdad que debemos recordar al abordar este tema. Él dijo: “De la abundancia del corazón habla la boca. El
que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón saca el bien, pero el que es malo, de su maldad saca el mal”
(Mateo 12:34b, 35. Nueva Versión Internacional).

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Es evidente que hay un buen número de emociones, sentimientos y pasiones en apariencia dormidas en
cada quien y sin que haya tomado conciencia de su existencia, pero que ejercen una enorme influencia
sobre su conducta.

Es fundamental sanar recuerdos


Con frecuencia el Consejero Pastoral se enfrenta casos sin aparente explicación, en los que alguien
reacciona de manera inexplicable. Solo cuando se profundiza en el asunto nos damos cuenta que sus
actuaciones son producto de la influencia que recibió en la niñez e incluso, antes de nacer. Las
experiencias quedaron grabadas en su ser y emergen. Por esa razón no puede definir conscientemente por
qué razón obra así.

También hay conflictos dentro del hombre que surgen en medio de la batalla que libra entre sus deseos y la
disciplina que le imponen su religión, su cultura y la sociedad en la que se desenvuelve.

Ante esta situación puede huir de la realidad o enfrentarla. Quien decide no enfrentar lo que ocurre
consigo mismo acude a mecanismos de defensa que le permiten resolver superficialmente el conflicto.
Puede ser negando, falsificando o tergiversando la verdad de lo que le ocurre.

Mecanismos de defensa
Sin duda se pregunta, ¿Cuáles son los mecanismos de defensa que operan en el hombre? Vamos a
describirlos brevemente:

Represión: Mecanismo que se manifiesta olvidando aquello que nos desagrada. La represión, de manera
inconsciente, es acogida por el individuo para protegerse. Se guarda de los recuerdos que le provocan
dolor. En la mayoría de las ocasiones la represión está asociada a evitar una acción que generaría un
sentimiento de culpa o ansiedad, como por ejemplo, agredir a alguien así nos esté causando daño.

Desde esta perspectiva, la represión es un mecanismo natural de defensa que si bien es cierto es utilizada
por quienes desean huir de la realidad, libran a una persona de infinidad de recuerdos que tornarían infeliz
su existencia

Proyección: Es el mecanismo al que acuden quienes se sienten incómodos por algún defecto moral o
cometer alguna falta, y alivian su sentido de culpa atribuyendo su mal a otra persona.

Quien se siente culpable experimenta alivio identificando en otros su propia debilidad, así su señalamiento
no tenga asidero. Así por ejemplo quien está acostumbrando a engañar asume que son los demás quienes
engañan. También quien enfrenta algún grado de infelicidad considera que los demás también son infelices.

El mayor problema estriba en que es sumamente complejo ayudar a alguien que no es consciente de su
propia Generalmente ocurre con quienes evaden su responsabilidad.

Substitución: Este mecanismo ocurre cuando la persona que enfrenta un problema con algo o alguien no
tiene el valor o quizá la oportunidad de descargar su enojo contra la situación que despierta su malestar o
tal vez la persona, y proyecta su contrariedad contra una tercera persona. Transferir sus emociones no
hace más que provocar dolor a inocentes. Es así como el esposo que ha sido tratado mal por parte de su
jefe, llega a casa y se desquita con la esposa o quizá con los hijos.

Sublimación: Este mecanismo de defensa se refleja en quienes enfrentan instintos e impulsos muy fuertes
que no siempre pueden expresar. Acuden en cambio a liberar esa energía en otras actividades. De esa
manera se sienten satisfechos.

Racionalización: Es el mecanismo a través del cual quien comete un error alude a razones que justifican su
obrar.
Bien sea por sus acciones negativas o por la incapacidad de hacer algo. Todos los seres racionalizan sus
actos, encontrando excusas a favor para eludir la culpa.

Quienes se amparan en la racionalización tornan más tolerables las frustraciones de la vida. Pese a ello, se
les impide asumir la realidad. Y es apenas natural que, cuando no se asume la realidad, no se dan pasos
concretos orientados a resolver la situación.

Fantasía: Este mecanismo de defensa es el preferido de quienes desean escapar a sus frustraciones y
limitaciones, imaginando que son alguien diferente que sí puede alcanzar desarrollo en diferentes áreas. La
fantasía no se puede negar alivia las frustraciones pero aíslan de la realidad y en este sentido sí son
perjudiciales porque llevan al individuo a vivir en un mundo de ensueño.
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Regresión: Cuando niños no teníamos mayor responsabilidad y eran los adultos quienes entraban a resolver
nuestros problemas. Así, quien acude a este mecanismo de defensa, lo que hace es asumir una posición
infantil para tratar de eludir la situación.

Sus reacciones son ridículas y se manifiestan con gritos o reacciones de mal humor ante lo que le
desagrada. Ocurre generalmente con personas de edad avanzada.

Compensación: Es un mecanismo de defensa al que acuden quienes compensan sus limitaciones físicas,
sociales o intelectuales desarrollando su capacidad positiva. Es así como aquellos que no tienen un nivel de
desenvolvimiento intelectual destacado, vuelcan sus esfuerzos a sobresalir en disciplinas como el arte o tal
vez el deporte.
Generalmente lo logran.

Identificación: Este mecanismo de defensa opera en quienes quieren replicar en su vida las características
de otra persona. Si considera que alguien es exitoso en su desenvolvimiento, tratará de asumir elementos
de su personalidad. El problema radica en quienes, pese al paso de los años, jamás logran identificarse
consigo mismos y andan imitando a todos aquellos que admiran o que despiertan respeto o autoridad en la
sociedad, lugar de trabajo o iglesia.

Una tarea final: La tarea ahora es que usted como Consejero estudie detenidamente cada uno de estos
mecanismos de defensa, utilizado en muchos casos para escapar de la realidad, y aprender a identificarlos
en quienes vienen en procura de orientación. Sólo de esta manera podremos avanzar en el proceso de
sanidad interior que ocuparán nuestros próximos capítulos.

Capítulo 10
Clasificación de la Consejería: Cuando hemos avanzado en el conocimiento del ser humano aunque, tal
como lo explican las Escrituras quien nos conoce tal como somos es Dios (Salmo 139:2,4), pasamos a una
nueva fase en el proceso de preparación: la clasificación de la Consejería.

Esta clasificación nos indica cuáles son las diferentes opciones por las que podemos inclinarnos, de acuerdo
con el caso específico que estemos tratando. ¿Cuáles son esas clases de Consejería disponibles?

Orientación espiritual
La esencia de la Consejería Pastoral es brindar una orientación espiritual. No podemos desconocer que, si
bien en nuestros procedimientos pueden existir elementos que tocan las fronteras de la psico-terapia,
nuestro principal cimiento es el Señor Jesucristo y la orientación que brindamos se encuentra respaldada en
las Escrituras.

Por ese motivo cuando alguien viene en procura de ayuda, debemos aterrizarlo hacia cuál será nuestro
direccionamiento: espiritual. Cuando sentamos bases dejando clara nuestra inclinación, se ahorra mucho
camino porque hay quienes vienen pidiendo consejo pero no tienen el propósito de reconocer que en
algunas de sus actitudes se encierra el pecado y que el mismo debe ser corregido, conforme lo espera Dios
de nosotros.

Aconsejando en un ambiente informal


Generalmente para ofrecer aconsejamiento acudimos a la oficina o quizá, el templo. No está mal. Sin
embargo es recomendable que la conversación –en lo posible la sostengamos en un ambiente informal que
bien podría ser en un parque, una cafetería cercana o quizá mientras se toma un helado. ¿Se pueden tomar
allí notas? Por supuesto.

¿Qué ventajas ofrece un ambiente informal? Fundamentalmente que se rompe el hielo que en muy buena
parte de los casos lleva a que las personas se sientan intimidadas de hablar, porque están en un ambiente
eclesial o en la frialdad de cuatro paredes.

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¿Qué hay si el Consejero no tiene facilidad de prestar sus servicios en un ambiente informal? Puede hacerlo,
por supuesto, en su lugar de trabajo pero siempre ofreciendo al aconsejado interés en sus palabras, un tono
amistoso, una sonrisa amplia y el grado de confianza para que entienda que está hablando con un amigo.

Brindando apoyo
Quien está frente a nosotros, en procura de una orientación con fundamento en las Escrituras, es alguien
que necesita apoyo. No que hagamos caer el mundo en contra suya, haciéndole sentir culpable, sino por el
contrario, que le mostremos el camino a seguir para su restablecimiento personal y espiritual.

A este género de Consejería Pastoral pareciera referirse el apóstol Pablo cuando escribió: “Jesucristo murió
por nosotros, para que, ya sea sigamos despiertos o que nos durmamos con el sueño de la muerte vivamos
juntamente con él. Por eso, anímense y fortalézcanse unos a otros, tal como yo lo estoy haciendo” (1 Tesalonicenses
5:10, 11).

Otro autor sagrado recomendó: “...anímense unos a otros cada día, mientras dura ese “hoy” de que habla la
Escritura, para que ninguno de ustedes sea engañado por el pecado y su corazón se vuelva rebelde” (Hebreos 3.13.)

Sobre esta base, en los momentos de crisis de alguien que pide ayuda, nuestra función es brindarle apoyo.
Puede constituir una de las primeras fases del aconsejamiento con el propósito de que encuentre sosiego y
manifieste apertura para la búsqueda de soluciones, con el poder de Dios.

Confrontando al aconsejado con la realidad: Un dicho popular en Latinoamérica y que grafica lo que
deseamos ilustrar, se refiere a que adoptar la posición del avestruz que esconde la cabeza en la arena, no
resuelve los problemas; por el contrario, es confrontándolos como encontramos las soluciones.

En la Consejería esta fase es esencia. Pongo un ejemplo. Llegó a la oficina alguien que argumentaba, toda
su familia era un problema. Tenía choques con la esposa y cada uno de sus cuatro hijos. Una evaluación del
caso demostró que era él y no sus allegados, quien representaba el problema. El paso a seguir fue
confrontarlo con la realidad de cara a proseguir con la alternativa para resolver la situación.

¿Recuerda el incidente de Jesús y la mujer samaritana que relata el capítulo cuatro del evangelio de Juan?
Ayudarle a encontrar el camino correcto implicó que el Maestro la condujera a reconocer su situación:
“Jesús le dijo:--Ve a llamar a tu marido y vuelve acá. La mujer le contestó:--No tengo marido. Jesús le dijo:--Bien dices
que no tienes marido porque has tenido cinco maridos, y el que ahora tienes no es tu marido. Es cierto lo que has
dicho. Al oír esto, la mujer le dijo:--Señor, ya veo que eres un profeta.” (Juan 4:16-19).

¿Por qué la necesidad de confrontar a alguien? Por quizá el último en percatarse de sus errores, es quien
incurre en ellos como lo anota la Biblia: “¿Quién se da cuenta de sus propios errores? ¡Perdona, Señor, mis faltas
ocultas!” (Salmo 19:12).

Nuestra labor se encamina entonces a que, si se trata de un pecado, el aconsejado afronte la situación en
la que ha incurrido, la confiese a dios y, por último, cambie de actitudes.

Hasta tanto se admira el yerro, no se podrá avanzar en el proceso de cambio y crecimiento personal y
espiritual.

Ahora, usted como Consejero no debe presionar la decisión de quien tiene enfrente; su función es orientar
y señalar el camino, no impulsar a alguien para que obre de tal o cual manera. Igualmente debe estar
preparado para que se produzca una reacción de enojo o de resistencia a su consejo; no obstante debe
proseguir con prudencia porque su labor es mostrar la senda.

Ofreciendo una alternativa a través de la educación


En cierta ocasión y ante el interrogante de decenas de personas que reconocieron delante de Pedro sus
errores y pecados, él les orientó sobre qué camino tomar: “Por eso, vuélvanse ustedes a Dios y conviértanse,
para que él les borre sus pecados sus pecados, y el Señor les mande tiempos de alivio, enviándoles a Jesús, a quien
desde el principio había escogido como Mesías para ustedes” (Hechos 3:19, 20).

Nuestra función en la Consejería está orientada a educar a quien consulta. Es probable que tal persona esté
acudiendo a muchas actitudes, aprendidas en la mayor parte de los casos, que resultan ineficaces. Al
educarle, lo que hacemos es llevarle a tomar conciencia de que sus acciones y reacciones están
desencadenando problemas.

En esencia es una tarea de re-aprendizaje. ¿De qué se trata? Fundamentalmente de que, aquellos que piden
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una orientación, aprendan nuevas formas de pensar y de actuar, conforme lo enseñan las Escrituras, con el
propósito de modelar sanamente su comportamiento. No se trata de alienar mentalmente sino de llevar a
la senda apropiada. Y tal tarea comienza cambiando nuestra forma de pensar, como lo recomienda el
apóstol Pablo: “... piensen en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo
puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama. Piensen en toda clase de virtudes, en todo lo que
merece alabanza” (Filipenses 4:8).

Si los pensamientos que albergamos en nuestro ser son sanos, nuestra conducta igualmente será sana.

La terapia de grupo
Cerramos las opciones de aconsejamiento pastoral con las terapias de grupo. Son apropiadas para personas
inmersas en la fármaco dependencia, matrimonios en crisis o grupos de jóvenes.

El mejor ejemplo de su eficacia lo ofrecen los resultados que arroja para los Alcohólicos Anónimos. Por
años han utilizado este método y ha demostrado validez.

Usted como Consejero no está llamado a encasillarse con un solo método. Utilice el que considere ajustado
a las circunstancias.

Capítulo 11
Hacia la Sanidad Interior: El apóstol Pablo escribió en el primer siglo de nuestra era a los cristianos de
Tesalónica: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sean
guardados irreprensibles para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará”
(1 Tesalonicenses 5:23, 24).

Cuando leemos cuidadosamente el texto encontramos que el propósito eterno de Dios ha sido el que
mantengamos equilibrio en nuestro ser. Cuando haya alguna descompensación, Dios mismo será nuestro
ayudador para subsanarla.

Sobre esta base entendemos que la Sanidad Interior es uno de los maravillosos planes que Él tiene para
nosotros.

Conoce nuestros sufrimientos, expectativas y temores.

¿En qué áreas se produce la Sanidad Interior?

Cuando alguien por factores externos e incluso generacionales, evidencia algún grado de desequilibrio, es
necesario que experimente en su vida la Sanidad Interior en la cual Jesucristo, como nuestro Señor y
guiador, juega un papel fundamental. La sanidad se opera en tres áreas:

1.- Área psicológica.


2.- Área Espiritual
3.- Área Física

La sumatoria de estas tres áreas constituyen el ser en su integralidad que es como lo describe el apóstol
Pablo: espíritu, alma (gr. Sique) y cuerpo.

Área psicológica
Aunque la Psicología ha hecho avances de significación en el tratamiento de alguien que enfrenta algún
grado de afección en su Psiquis, solamente Jesucristo puede obrar una sanidad plena e integral.

Jesucristo dijo: “Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28).
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Con este símil estaba explicando que temores, delirios, inquietudes y traumas, entre otros, debemos
entregárselos a Él para que ministre la sanidad en nuestro ser.

Los psicólogos ayudan hasta cierto punto, pero no pueden obrar plenamente hasta en la parte más íntima
de una persona. Cristo sí, porque Él mismo estuvo desde antes de que todo existiera y fue partícipe de
nuestra creación. Él es quien puede sanarnos realmente.

Área Espiritual: El Señor Jesús dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar
buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos
y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor. Hoy se ha cumplido
esta Escritura delante de vosotros” (Lucas 4:18-21).

Estas palabras son sumamente reveladoras. Nos muestran al amado Hijo de Dios en su propósito divino de
liberarnos de toda atadura, entre ellas las de carácter espiritual.

El proceso comienza cuando reconocemos, comprendemos y asumidos el perdón que Él logró en la cruz de
todos nuestros desordenes. Todo lo que hicimos en el pasado queda absolutamente borrado. Delante de
nosotros se abren las páginas en blanco de una nueva vida.

Si Dios nos perdonó por el sacrificio redentor de Jesús, ¿por qué seguir atormentándonos por el ayer? No
tiene sentido.

Asumir que Él ya ganó el perdón (gr. Soso que significa perdón, salvación) para nosotros, nos libera del
sentimiento de culpa que arrastran decenas de personas en todo el mundo.

Área Física

Cuando leemos los evangelios hallamos que lo primero que hacía el Señor Jesús era sanar a las personas.
Una vez se producía su sanidad física o emocional, venía la conversión. ¿Extraño? Es posible que sí, desde
nuestra lógica pero no desde la perspectiva de Dios. Para él un ser humano era importante en su totalidad,
no sólo en un Área específica.

Dios entonces planeó desde la eternidad nuestra sanidad física, espiritual y sicológica. Él nos acompaña en
el proceso. Su obrar es perfecto y no dejará nada a medio camino.

Es probable que a estas alturas del Capítulo se pregunte, ¿cuál es la diferencia entre la asistencia que se
brinda con principios psicológicos y la ayuda a través de la consejería espiritual o teo-terapéutica? En
esencia median dos aspectos diversos. El primero, que la orientación se fundamenta en pautas que traza la
Biblia, y el segundo, que se atiende las personas poniendo particular énfasis en la oración. ¿Para qué orar?
Para que se abran las puertas al trato del Señor con quien busca ser sano en su mundo interior.

¿Por qué se producen las heridas en el alma?


Una respuesta directa podría estar encaminada a clarificar que es producto de las necesidades humanas
fundamentales que no se lograron satisfacer desde la propia niñez. Es en la infancia cuando se produce la
consolidación progresiva de un ser humano y muchos traumas tienen origen en esa etapa del crecimiento.

A continuación describimos algunas de las necesidades fundamentales:

Protección. Todo infante tiene la necesidad de experimentar la seguridad que se deriva de padres que
protegen, abrigan, cubren y se convierten en una especie de muro entre el niño y el mundo alrededor.
Ahora bien, es necesario tener en cuenta que protección no puede confundirse con sobreprotección, que es
el otro extremo, fruto de padres que no permiten que el niño asuma sus propios mecanismos de defensa y
asimilación de lo que ocurren en su entorno.
Elogio. Un niño a quien se le reconocen sus pequeños logros, será en un futuro alguien que reconozca los
logros de los demás. Al pequeño le enriquece el reconocimiento a sus ejecutorias, por insignificantes que
parezcan.
Perdón. Cuando a un infante se le perdona—aunque se le haga notar los errores que cometió—será en el
futuro alguien dispuesto al perdón, comprensivo y tolerante. Nadie perdona más que aquél que ha sido
perdonado. En esta área se presentan muchas dificultades y sinnúmero de personas arrastran por años un
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complejo de culpa producto de que antes que ayuda al incurrir en cualquier falla, se les cuestionó e hizo
sentir que no tenían perdón alguno.
Amor. Este elemento ocupa un lugar preponderante. El primer contacto del niño con el amor se produce a
través de sus padres. Ellos deben manifestarlo de tal manera que sus hijos aprendan a sentirlo. Quien
recibe amor, puede dar amor; nadie que no ha sido amado puede tener un corazón amoroso, a menos por
supuesto que haya permitido que el Señor Jesucristo entre en su corazón y haga una obra de sanidad en el
alma (2Corintios 5:17).
Hay otras dos necesidades que enumeraremos también: el abrigo y la confianza.

¿Qué ocurre cuando en un ser no se satisfacen estos factores? Se generan las condiciones para dos
complejos que es de cuidado.

1.- Complejo de Inferioridad.


2.- Complejo de Superioridad.
Alguien con estos complejos tendrá marcadas tendencias a aislarse de los demás o tal vez, buscar llamar la
atención; ser susceptibles, evidenciar una actitud posesiva; ser perfeccionistas, inclinarse a criticar todo
cuanto hacen los demás o a encontrar supuestos errores en sus semejantes que son justamente los defectos
de comportamiento que él mismo arrastra.

El Consejero Pastoral debe tener sumo cuidado en las entrevistas que sostiene con quien viene en procura
de orientación, con el fin de ir identificando el perfil y los aspectos a tratar con ayuda de Dios y los
principios que hallamos en las Escrituras.

Capítulo 12

Heridas del alma que aún no han sanado, ¿qué producen?: Las heridas de nuestra alma y corazón, que
todavía no sanan, nos impiden crecer en los planos personal y espiritual.

Sinnúmero de personas goza de capacitación académica e incluso ministerial; pese a ello permanecen
estancadas.

No dan un paso ni adelante ni atrás. ¿La razón? Dentro guardan conflictos sin resolver, que marcaron sus
existencias y que se constituyen en obstáculos enormes para dar pasos sólidos hacia su desarrollo.

¿Cuáles son algunas de esas heridas?

Entre las heridas que estudiaremos figuran:

La auto aceptación.

¿Ha meditado en el impedimento que representa para hombres y mujeres el hecho de no aceptarse tal
como son? Hay quienes se miran al espejo e inmediatamente se sobresaltan e incluso rechazan porque no
comparten el que tengan una nariz de tal o cual forma, que tengan unos kilos de más, que en el rostro
muestren presencia de acné, porque son bajitos o tal vez muy altos.

Hay algo dentro que no les gusta y por años arrastran esa inconformidad hasta tal punto que se rechazan a
sí mismo y mentalmente, cuando analizan sus actividades, se culpan porque “no sirvo para nada”, “con
este cuerpo, ¿qué más podría lograr?” Y buen número de apreciaciones erradas que tomaría mucho tiempo
y espacio enumerar.

Una actitud crítica y rechazo

Con frecuencia muchos infantes son el blanco de las críticas de sus padres. Por alguna circunstancia, hay
algo en los chicos que no satisface plenamente las expectativas de sus progenitores y lo expresan sin tener
en cuenta que cada palabra encierra un poderoso mensaje se guarda en el inconsciente de cada menor.

También encontramos el caso de madres embarazadas que rechazan el ser que llevan dentro y manifiestan
rabia, antes que amor a la pequeña vida que se está gestando.

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Una vez avanzan en su proceso de crecimiento, comienzan a aflorar las consecuencias de la actitud crítica
y el rechazo del que fueron víctimas. Sus reacciones hacia sus semejantes reflejan todo lo que guardan en
su existencia, que fue grabado con letras indelebles por los gestos y palabras de sus padres.

Inseguridad: Cuando un menor, adolescente o joven no encuentra seguridad en sus padres, desarrolla en su
ser un estado de inseguridad que le impide avanzar con pasos firmes en cualquier proyecto o empresa. Las
relaciones sentimentales e interpersonales se ven afectadas.

Por el contrario, quienes se edifican en un ambiente seguro y gozan de la aceptación de sus progenitores,
desarrollan en su vida tal seguridad y pueden brindar a su semejante aceptación, aprobación y
comprensión.

Carencia de auto perdón: Dentro de las heridas del alma que persisten y que se convierten en obstáculos,
ocupa un sitial importante el sentimiento de culpa y falta de perdón que cargan a sus espaldas quienes
obraron de alguna manera en el pasado y reconocen que no estuvo bien.

Un ejemplo es la mujer que cometió un aborto. Con el paso de los años el sentimiento de culpa se torna
más pesado y se rechaza por considerar que “no debí obrar así”.

No se perdonan a sí mismos y por tanto, así se les explique que Dios ya les perdonó cuando se
arrepintieron, no aceptan esta realidad.

Sentimientos de odio y resentimiento: Cuando la persona toma conciencia del daño que le causaron desde
la niñez, tiende a desarrollar en su corazón el resentimiento y odio hacia sus padres, familiares, personas
cercanas y—en las etapas posteriores—compañeros de trabajo o aquellos con quienes en hechos aislados
tuvo una relación sentimental.

¿Cómo avanzar en el proceso de Sanidad Interior?

El primer paso sin duda, es reconocer que muchos de nuestros pensamientos y actitudes no están bien, y
son el fruto de hechos traumáticos que nos acompañan desde la niñez, adolescencia, etapa joven o la
adultez. Admitir que hay un desequilibrio es el mayor reto.

El segundo reviste igualmente mucha importancia. Consiste en elaborar una lista con haciendo recuento de
las escenas, palabras e incidentes que marcaron nuestra vida. Allí cabe incluir también los aspectos que no
nos gustan de nosotros mismos.

Practica personal:

¿Cuáles fueron aquellas escenas de su vida que causaron traumas y que no ha podido superar?: ______
___________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________
¿Cuáles fueron aquellas palabras que marcaron su corazón?:
a) De sus padres: ____________________________________________________________________
b) De sus familiares: _________________________________________________________________
c) De sus amistades: _________________________________________________________________
d) En su colegio: ____________________________________________________________________
e) De su pareja: _____________________________________________________________________

Un tercer paso es aceptar que nuestro Padre es un Dios de perdón, el cual se hizo realidad en la obra
sacrificial del Señor Jesús en la cruz. Allí nos perdonó todas las culpas.

Gracias a esa misericordia inmerecida, es necesario pedirle a Aquél que todo lo puede que nos ayude a
comprender, aceptar y embargarnos de su amor ilimitado. Sólo así, cuando abrimos el corazón a su mover
poderoso, podremos perdonar también a otros.

Recordemos que si bien es cierto no podemos viajar en el tiempo hacia los instantes en que ocurrieron
hechos traumáticos en nuestra vida, con el propósito de resolver los conflictos que se generaron, sí
podemos entregar todos esos sentimientos y emociones –todavía sin sanar—en manos del Señor Jesucristo
para quien no hay tiempo porque Él es eterno. Cuando lo hacemos, es posible que haya Sanidad Interior.

Una forma práctica es llevar todo el odio, resentimiento, temor, celos, inseguridad y otras heridas, en
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oración al amado Hijo de Dios. Siéntalo allí, a su lado, de qué manera toma en sus manos todas sus
frustraciones y dolor.

No olvide que Él dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” (Mateo
11:28)

Nuestro amado Salvador espera que usted le entregue todo cuanto ha guardado en su corazón. Una vez lo
deposite todo en Sus manos, pídale allí en oración que comience a sanar todo su ser. Él lo hará, sin duda,
porque nos ama y quiere lo mejor para nosotros ya que dijo: “...yo he venido para que tengan vida, y para que
la tengan en abundancia.” (Juan 10:10.)

Cristo Jesús llevó nuestras enfermedades y traumas hasta la cruz. Y allí nos hizo libres. Ese es un principio
que debemos grabar en el corazón de quienes vienen en busca de orientación y consejería. Y, por supuesto,
ayudarles en su proceso de sanidad...

Capítulo 13

Obstáculos para la Sanidad Interior: El proceso de Sanidad Interior –que personalmente considero el más
eficaz sin que, por supuesto, tenga nada en contra de la psicología como disciplina psicoterapéutica—
puede enfrentar algunos obstáculos que es necesario, de un lado identificar, y de otro, corregir.

Los impedimentos están representados en la imagen errada que pudiéramos tener de Dios como autoridad
suprema, temor a reconocer que tenemos un problema, echar la culpa a los demás por los desequilibrios
emocionales que experimentamos, e incluso, la ansiedad que despierta hacer un examen interior para
descubrir qué hay guardado desde nuestra niñez, adolescencia y período juvenil, que está afectando
nuestro presente.

1.-Una imagen errada de Dios

Cuando niños quizá tuvimos un padre intolerante, carente de amor y de ternura, despiadado y que todo
error lo relacionaba con un fuerte castigo y, además, que no escuchaba cuando queríamos hablarle.

Es el primer contacto que tenemos con una figura paterna y de autoridad, que en la juventud e incluso
edad adulta, homologamos con Dios.

Es probable que consideremos que Él es castigador, que no podemos llegar a su santa presencia, que está
pendiente de pillarnos en una falla para traernos dolor, que no nos ama y además, no comprende ni los
problemas ni nuestras expectativas.

Esa es la asociación de ideas que hacen millares de personas en todo el mundo. Para ellos Dios es muy
lejano.

Si esa es la situación de la persona a quien usted aconseja, sin duda el proceso de Sanidad Interior se
encontrará boicoteado y es fundamental que le guiemos para que cambie su imagen del Padre.

La tarea que le asiste como Consejero es tomar el tiempo suficiente, acompañado de textos bíblicos, para
mostrarle las características amorosas del Dios en el que hemos creído, quien es precisamente el Sanador
del ser en su totalidad.

2.- Temor a decir la verdad

Una mujer había practicado el aborto. Se deshizo de su criatura en gestación a los cuatro meses.

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¿Sabe qué impedía el que avanzáramos en el proceso de Sanidad Interior? El temor de esta joven a decir la
verdad.

Creía que su pecado era tan terrible, que sin duda yo jamás habría oído algo así. La concepción que tenía la
llevaba además, a tratar –por supuesto, algo imposible—de Dios. “No puedo decírselo a Él porque me
castigaría”, repetía una y otra vez.

Igual ha ocurrido, por ejemplo, con un ejecutivo de una agencia de seguros, casado y con dos hijos, que
tenía un enorme temor de confesar que era homosexual.

Carlos José, otra persona a quien brindamos apoyo a través de la Consejería, se negaba a contar que tres
años atrás y mientras ejercía como sicario—había dado muerte a dos personas.

Estas personas inconscientemente levantaban muros que impedían dar pasos sólidos hacia la Sanidad
Interior.

¿Qué paso se siguió? Darle confianza a cada uno de ellos para que comprendiera que, quien perdona los
pecados y nos ayuda sobrenaturalmente a sanar las heridas del alma, es el Señor Jesucristo.

Él es nuestro amigo, quiere ayudarnos y nos guía en el camino para ser libres.

3.- ¿Quién fue el culpable?

Un tercer obstáculo está representado en el temor de admitir que quizá fueron sus hermanos, padres,
familiares cercanos, vecinos o compañeros de estudio o de trabajo, quienes provocaron –en muchos casos
sin proponérselo--, una situación traumática que golpea todavía sus vidas.

Reconocer que nos hicieron daños no es culpar. Es, por el contrario, mirar dentro de nuestro ser en procura
de encontrar dónde está el asunto que nos causa dolor para proceder a arrojarlo de nuestra alma para
alcanzar la libertad que el Señor Jesucristo quiere para nosotros.

Temor a lo desconocido

Cuando estamos brindando orientación a través de la Consejería espiritual y al conocer que pediremos al
Señor Jesús que nos ayude en el proceso de Sanidad Interior, es probable que nos pregunte: “¿Qué puede
ocurrirme?”.

Es algo apenas previsible. Todos los seres humanos, en mayor o menor medida, enfrentamos el temor a lo
desconocido.

A su manera, creen que tienen el control de todo, aunque por supuesto, están equivocados.

Esta es la razón por la que haya quienes, en medio de sus crisis o situación traumática, sientan relativa
comodidad.
Simplemente ya se acostumbraron al sufrimiento y prefieren seguir sujetos a él, que abrir las puertas al
mover de Cristo en su corazón. La realidad es que temen encontrarse con “sorpresas” al auscultar su ser
interior.

Una vez descubrimos que el aconsejado está atravesando por una situación así, es necesario con paciencia,
comprensión y seguridad, despejar todas sus inquietudes. En particular enfatizar en el hecho de que sólo un
auto examen—con ayuda de Dios—permitirá dejar atrás el sufrimiento producto de situaciones traumáticas
del pasado, y ser libres.

Recuerde que generalmente todo ser humano es producto de una cadena de sucesos que marcaron su
existencia. Y a menos que se produzca la Sanidad Interior, la cadena proseguirá y golpeará a nuestros hijos,
nietos y toda la generación que se desprenda de nosotros...

En su condición de Consejero cristiano, el reto que tiene es enorme, pero debe asumirlo. Aquél a quien
brinda acompañamiento debe dejar de lado los temores, encontrar seguridad y abrir su corazón a avanzar
en los siguientes pasos...
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Capítulo 14
Cerrando las puertas abiertas al ocultismo: A Nelly la atendieron todos los médicos imaginables, desde
facultativos de atención general hasta especialistas de la más alta categoría. Ella aducía que algunos
temores o incertidumbre generaban en su cuerpo brotes alérgicos.
La remitieron a un psicólogo, luego a otro y otro más. Nada mejoraba. Un psiquiatra descartó que tuviera
problemas cerebrales. Su cuerpo evidenciaba enrojecimiento y posteriormente amoratamiento.
Finalmente y presa de la angustia, acudió a la iglesia. Un análisis preliminar llevó a descartar que
experimentara hechos traumáticos profundos, provenientes de la niñez y etapa de juventud.
En medio de las continuas conversaciones, afloró algo a lo que temía enfrentar: había abierto puertas al
ocultismo.

Le habían practicado conjuros, tenía espíritus guía y, además, concertó con un ex marido, un pacto de
sangre. "No lo mencioné antes porque supuse que no tendría mayor importancia", argumentó.
Como ella, muchas personas han tenido estrecha relación con el ocultismo. Han practicado algún grado de
hechicería. Incluso, incurrir en la lectura asidua del Tarot o el horóscopo, conducen a la contaminación
espiritual.

En la Biblia estas prácticas fueron abiertamente condenadas (Deuteronomio 18:10-12).


Una vez un ente demoníaco anida en la persona, busca generar daño. De ahí que en muchos casos se
produzcan reacciones sicosomáticas.
Una mala utilización de las capacidades: Todo ser humano tiene la capacidad de comunicarse con el
mundo sobrenatural. Y para nadie es desconocido que existen dos mundos: el de la luz, en donde gobierna
Dios (Juan 8:12), y el de las tinieblas, en donde gobierna Satanás (Efesios 6:12).
Ahora bien, cuando se abren las puertas al mundo de lo oculto, de las tinieblas, se cede terreno a los
poderes demoníacos.
Es fácil identificar a quien se encuentra en esta situación. No quieren leer la Biblia, rechazan toda
invitación a congregarse en una iglesia y, además, desechan toda insinuación de que hagan oración.
¿Qué hacer entonces?: Cuando abordamos la Sanidad Interior en quienes han incurrido en el ocultismo,
quedan dos pasos ineludibles:
1.- Renunciar a los compromisos con el mundo de lo oculto: Para que tal proceso sea eficaz, es necesario
que el aconsejado haga una lista de las ocasiones en las que tuvo alguna práctica ocultista e identificar de
qué se trató. También reviste importancia que indique con qué frecuencia lo hizo. La enumeración es
fundamental en el momento de avanzar en la Sanidad Interior.
2.- Recibir a Cristo y permitirle el pleno gobierno de nuestro ser: Cuando Jesucristo entra a gobernar
nuestro corazón, toda fuerza de lo oculto pierde terreno.
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Alguien que abrió las puertas al mundo demoníaco, generalmente encontrará motivos para no recibir a
Jesucristo y expresará renuencia aduciendo que "cree en el mundo espiritual", ignorando o quizá ocultando
que el mundo espiritual que conoce es el de la maldad.
Al compartirle la Palabra, el Espíritu Santo abre puertas. No olvide que no es en nuestras fuerzas sino en las
de Dios.
Rompa toda cadena ancestral: En su condición de Consejero Cristiano lleve al aconsejado a renunciar a
toda atadura con el ocultismo pero también, que en su oración renuncie a toda atadura generacional, de
tal manera que en el nombre de Jesucristo cancele todo pacto que sus abuelos, bisabuelos o cualquier otro
pariente, hayan hecho con el mundo espiritual de maldad.
Recuerde que el amado Hijo de Dios es quien obra sanidad interior, rompiendo toda ligadura, y además,
quien cura nuestras heridas emocionales.

Nota: es de suma importancia entender que si no hay seguridad para hacer frente a estas situaciones
(el consejero) uno como consejero pueda pedir apoyo de otros consejeros que hayan llevado estos
casos – aparte es necesario adquirir un conocimiento más profundizado sobre el punto de liberación.

Capítulo 15

Seguimiento al proceso de Sanidad Interior: Así como el proceso de cambio y crecimiento tanto personal
como espiritual es eso, es decir un proceso que no se concluye en un abrir y cerrar de ojos, también la
Sanidad Interior no debe ni puede circunscribirse a una sola sesión con el Consejero.

No debemos pensar que un problema que lleva más de 5, 10 o más años, se puede resolver en una
consejería de 1 hora; y mucho más sí que el aconsejado estuvo inmerso en actividades ocultistas o que su
situación particular obedezca a hechos traumáticos; el aconsejado en este caso se encontrará con personas
que intentaran recordar sus errores del pasado y las consecuencias que trajeron, generando condiciones de
desánimo y sensación de fracaso.

El apóstol Pablo reconocía que era necesario perseverar en el camino hacia la superación en todos los
órdenes. Por tal motivo escribió: “No quiero decir que lo haya conseguido todo, ni que ya sea perfecto; pero sigo
adelante con la esperanza de alcanzarlo, puesto que Cristo Jesús me alcanzó primero. Hermanos, no digo que yo
mismo ya lo haya alcanzado; lo que sí hago es olvidarme de lo que queda atrás y esforzarme por alcanzar lo que está
delante, para llegar a la meta y ganar el premio celestial que Dios nos llama a recibir por medio de Cristo Jesús”
(Filipenses 3:12-14).

El paulatino avance hacia la Sanidad Interior arroja resultados que, al principio pueden parecer lentos, pero
que si están sometidos en manos del Señor Jesucristo, serán eficaces trayendo transformación al individuo.

Los pensamientos, una fortaleza

Los mayores ataques que tiene todo ser humano en proceso de Sanidad Interior son los pensamientos. Es en
la mente donde se pierden o se ganan las batallas. Ese es el motivo por el cual usted debe insistir al
aconsejado sobre la necesidad e importancia de tener control de ellos, con ayuda de Dios.

El apóstol Pablo hizo una recomendación que cobra particular vigencia con las personas a las que
orientamos. Él escribió: “Todo pensamiento humano lo sometemos a Cristo, para que lo obedezca a él, y estamos
dispuestos a castigar toda desobediencia, una vez que ustedes obedezcan perfectamente” (2 Corintios 10:5).

Nuestro enemigo espiritual, Satanás, quiere echar por tierra el trabajo de Consejería sembrando derrota en
aquellos a quienes estamos guiando en el proceso. Genera además, ideas que le asocian con un pasado
traumático.

Al respecto, debemos instruirle en el sentido de que—siendo libre en Cristo—debe experimentar una


transformación radical en su forma de racionalizar las cosas, como aconseja el apóstol Pablo: “No os
conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que
comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2).

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Es importante, entonces, que reemplace esa perspectiva errada de la vida con una visión renovada, como
lo escribe el autor sagrado en su carta a los cristianos de Filipos: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es
verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud
alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” (Filipenses 4:8).

Sólo cuando le enseñamos al aconsejado sobre la necesidad de dejar de lado los pensamientos negativos
para dar cabida a aquellos que son positivos, podremos tener tranquilidad plena porque no será presa fácil
de los ataques en procura de vuelva atrás en su Sanidad Interior.

Características que deben rodear al Consejero: Quien asume su compromiso como Consejero debe estar
secundado por cuatro características de suma importancia que le llevarán a ser más eficaz y oportuno en su
labor:

1.- Atento

Sólo una actitud perspicaz nos permitirá identificar los avances, estancamiento o retroceso que
experimenta el aconsejado.

En muchas ocasiones quien acude en procura de orientación y desea superar, bien hechos traumáticos o las
consecuencias que se derivan de su participación en actividades ocultistas, niegan que estén enfrentando
de nuevo pensamientos obsesivos o ataques de orden espiritual.

Estar atento a los cambios en la persona, permitirá identificar en qué aspectos es necesario hacer mayor
énfasis dentro del proceso de Sanidad Interior.

2.- Perseverancia

La Sanidad Interior implica que haya perseverancia. No podemos suspender la atención de alguien que está
siendo aconsejado, simplemente porque nos cansamos o creemos que ya “se puede defender solo”.

Recuerde que la persona, hasta tanto no cumpla el proceso, es como un bebé indefenso en medio de un
centro comercial lleno de personas. Usted debe guiarlo hasta comprobar que, en efecto y por el poder de
Dios, está libre, bien y en crecimiento tanto personal como espiritual.

3.- Edificación

Corresponde a quien está adelantando la Consejería brindar orientación permanente con fundamentos
Bíblicos y orientación especial con respecto a la solución de conflictos. En esta tarea se incluye llevarle a
dejar pensamientos y actitudes del pasado y llevarle a adoptar nuevos principios y valores, sobre la base de
que Dios ofrece una nueva oportunidad de vida.

4.- Estímulo

Es necesario fortalecer la autoestima en el aconsejado. Por esa razón es importante llevarle a comprender
que ha avanzado en el proceso de Sanidad Interior. Frases como “Tú puedes superar el pasado y cambiar
porque no estás solo, Dios está contigo”, son de gran ayuda.

5.- Revisión permanente de los apuntes

No olvide que el Consejero debe estar al tanto del proceso, estancamiento o retroceso del aconsejado. Una
forma eficaz de lograrlo es mediante las anotaciones en cada sesión. Constituyen su bitácora. Y debe
consultarlas con frecuencia.

¿Cuál es el propósito? Recordar qué habló con la persona en la última reunión; citas bíblicas que utilizó en
la orientación; identificar de qué maneja el aconsejado está aplicando las enseñanzas; reconocer cuáles
son los puntos débiles en la Sanidad Interior así como las fortalezas.

Los temas bíblicos de aconsejamiento que vaya a utilizar en cada caso, debe tenerlos claros desde antes de
comenzar la sesión.

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Capítulo 16
Rompiendo pactos con el ocultismo y los recuerdos traumáticos: Hasta el momento hemos insistido en la
importancia de tener un seguimiento cuidadoso del aconsejado en el proceso de Sanidad Interior. Tampoco
conformarnos con unas pocas sesiones sino persistir hasta llevarlos, a una libertad plena en Cristo.

El Consejero debe guiarle a cerrar todas las puertas abiertas a la maldad en las diferentes áreas de su vida.
Incluso, en el proceso es probable que hallemos portillos que no imaginábamos. La persona había guardado
silencio por temor o quizá espero hasta tener un grado de confianza suficiente para compartir todas sus
inquietudes.

No es fácil vivir en un mundo sin Cristo: Vivir en un mundo caído donde prevalece la maldad en todos los
órdenes y esta se vuelve más accesible, no es fácil.
Pese a ello, nuestro compromiso es vencer por encima de las circunstancias y enseñar al aconsejado a
sobreponerse a los obstáculos que seguramente encontrará a cada paso. Es esencial que desarrolle confianza
en Dios.

En procura de que avance en el proceso es imperativo enseñarle que todo su pasado, incluyendo pecados y
errores que haya cometido en el orden conductual y de pensamientos, el Señor Jesús lo llevó y dejó en la
cruz (Colosenses 2:13-15.

El amado hijo de Dios dijo: “Así que, si el Hijo los hace libres, ustedes serán verdaderamente libres.” (Juan 8:36).
El apóstol Pablo hizo además el siguiente comentario: “Ustedes, hermanos, han sido llamados a la libertad.”
(Gálatas 5.13).

Renunciando a los recuerdos: Quien está viviendo el proceso de Sanidad Interior no solamente deben
renunciar a todo pacto con el ocultismo sino además, a sus recuerdos del pasado.

Aunque parezca insólito, hay quienes se aferran a escenas traumáticas ocurridas en el pasado. Constituyen
su pretexto para vivir amargadas culpando a los demás por sus tristezas y fracaso.

Por tanto se le debe confrontar con la realidad. Que tome conciencia de que si persiste en una actitud así,
jamás será libre.

Una sugerencia práctica es que le ayudemos a elaborar un listado de los recuerdos dolorosos y que, en
oración, vaya entregándolos uno a uno al Señor Jesús quien dijo: “Vengan a mí los que estén cansados y
agobiados, que yo los haré descansar. Acepten la misión que les doy y aprendan de mí que soy paciente y humilde.
Conmigo encontrarán descanso. La misión que les doy es agradable y la carga fácil de llevar.” (Mateo 11:28-30.
“Nuevo Testamento: La Palabra de Dios para todos”).

Sin duda alguna el propósito de Dios es la sanidad de nuestra alma y que permanezcamos en ese estado de
equilibrio, inclinados hacia el crecimiento personal y espiritual. Así lo dejó claro el apóstol Pablo cuando
escribió: “Que Dios mismo, el Dios de paz, los haga a ustedes perfectamente santos, y les conserve todo su ser,
espiritual, alma y cuerpo, sin defecto alguno para la venida de nuestro Señor Jesucristo. El que los llama es fiel y
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cumplirá todo esto.” (1 Tesalonicenses 5:23, 24).

Es nuestro amado Hacedor quien nos concede la paz que tanto anhela el corazón. Él es quien hace posible
ese proceso. En nuestras fuerzas no podemos lograrlo. Tampoco por muchas capacidades que tenga usted
en su condición de Consejero Pastoral.

Por supuesto, Satanás, nuestro adversario más aguerrido, buscará que haya pensamientos acusatorios. De
hecho él siempre lo ha hecho, como leemos en el libro de Apocalipsis: “Entonces oí una voz fuerte en el cielo,
que decía: ‘Ya llegó la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Mesías; porque ha sido
expulsado el acusador de nuestros hermanos, el que día y noche los acusaba delante de nuestro Dios.” (Apocalipsis
12:10).

Sin duda el Creador quiere obrar salvación espiritual, física y sicológica en todas las personas. Y romper
ataduras con el ocultismo y con los recuerdos traumáticos forma parte de tales pasos que debemos orientar
para que siga el aconsejado.

Conclusión
¡Es hora de poner en práctica todo lo aprendido!

Curiosamente la labor de escribir genera una sensación de paternidad con todos los textos que, conforme van
fluyendo en nuestra mente, son plasmados en el ordenador. Cuando concebimos las primeras líneas, es como si
tuviéramos en frente un bebé tierno y pequeño. El paso de los días, las semanas y los meses da lugar a que el
material que preparamos no solamente tome forma y solidez, sino que también se encamine a un final apropiado
cuando consideramos que ya quedó dicho cuanto teníamos para compartir con nuestros lectores.

Por esa razón, llegar al final del camino con el MANUAL DE CONSEJ ERÍA encierra tanto significado para
quienes trabajamos en su estructuración y publicación. En esta tarea hemos avanzado hombro a hombro.

Hay mucho más por decir en material de Consejería, pero considero oportuno que lo abordemos en un
segundo seriado.

En la primera entrega compartimos las bases de la Consejería, las cuales deben tomar firmeza con la
experiencia que irá adquiriendo quien desarrolla este ministerio extraordinario.

En cierta ocasión me visitó un periodista recién graduado de la Universidad. Conociendo mi desempeño en


los medios de comunicación, me interrogó: ¿Cómo se aprende a escribir? ¿Hay alguna táctica?

Estoy seguro que lo que no esperaba fue mi respuesta: “ Jovencito, a escribir se aprende escribiendo. Es
un proceso que comienza desde arrugar muchas hojas de papel porque las palabras no afloran como
quisiéramos, hasta revisar una y otra y otra vez lo que hayamos escrito y, en la medida que lo hacemos
juiciosamente, descubrimos errores y allí, en ese momento, estamos aprendiendo.”.

Todo lo anterior para decirle, mi amado lector, que la Consejería es un camino largo y para ser un buen
Consejero, debe disponerse para avanzar de la mano del Hijo de Dios. Pero puedo anunciarle: la
experiencia de brindar orientación a las personas, es una experiencia a la par maravillosa y enriquecedora.

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42
HISTORIA DE LA CONSEJERÍA BÍBLICA
“Me has guiado según tu consejo” salmo: 73:24

INTRODUCCIÓN

Con las problemáticas comunes y emocionales del día a día. A la vuelta del siglo XX, y con la aparición y
consolidación de la psicología como ciencia del alma, surgirá el interés, especialmente, por la competencia
entre psicología y teología.

El debate se dará con particular énfasis en el contexto norteamericano que a la larga, para bien y para mal,
se convertirá en el vivero de todas las tendencias de una y otra parte. A partir de ese momento comienzan
a utilizarse términos como consejería cristiana, consejería bíblica, consejería pastoral, cuidado pastoral (en
inglés aparece el término “counseling»). La figura del consejero cristiano (sea pastor o no) aparecerá
juntamente con la del psicólogo.
Básicamente, ambos estudiarán y tratarán la misma realidad del ser humano (su mundo interior y su
expresión conductual), pero desde visiones distintas. El psicólogo, desde su perspectiva secular, verá a
la persona con dos elementos fundamentales: cuerpo y alma (psique). Mientras, el consejero cristiano,
además de estos dos elementos, distinguirá un tercero que es el pneuma (espíritu) y que define la
dimensión espiritual de la persona. El fundamento de uno y otro descansa en la visión que cada una de
estas disciplinas adopta sobre el origen y la naturaleza del ser humano, las cuales determinarán la
nosología de su problemática y su consecuente terapéutica.
Así pues, el Consejo cristiano parte de una visión del hombre diferenciada de la psicología. Por tanto, sus
contenidos teóricos y su método de acercamiento al estudio de la persona, su prognosis, sus recursos y su
método de resolución difieren del modelo secular. No obstante, ambos modelos poseen pautas similares
susceptibles de ser confundidas. Es por ello que es fácil ver a psicólogos que hacen de consejeros cristianos
y a consejeros cristianos que hacen de psicólogos.
Los errores más comunes respecto al concepto actual de Consejería Bíblica son:
 Es una ciencia reciente que surge a partir de la psicología.
 Es una tarea pastoral que debe limitarse a lo estrictamente “espiritual”. Los problemas emocionales son
competencia de la psicología.
 Los Consejeros bíblicos no son profesionales.
 Los creyentes verdaderos no pueden estar tristes ni sufrir emocionalmente.

La teoterapia es una parte vital en la que el consejero aparta un tiempo específico para tratar la
problemática concreta de una persona con el fin de analizar, diagnosticar y ofrecer consejo desde la
perspectiva de los principios de la Revelación de Dios. Todo esto cuesta tiempo y dedicación; y,
lamentablemente, muchos no siempre disponen de estos recursos, por estar limitados por diferentes causas.
Salvo excepciones, apenas hay una atención personalizada en las iglesias. La impresión general es que el
ministerio concentra todo su esfuerzo en la predicación y enseñanza general del domingo o en programas de
actividades, como si esto fuese la panacea de la madurez espiritual. Estos ministerios públicos son también
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parte vital de la tarea con respect a iglesia, pero no deben eclipsar el trato personal de una fe y un Dios
personal que buscan un encuentro personal con cada hombre y mujer. De ahí que sea una necesidad
urgente que la iglesia recobre el protagonismo del Consejo cristiano basado en los principios y la
metodología bíblica. Para ello se tiene que renunciar a la inmediatez de lo superficial para disponer de la
serenidad y los recursos necesarios para profundizar en el corazón de las personas y sus dolencias, con el fin
de presentar (maduro, equilibrado) a todo hombre y mujer en Cristo (Colosenses 1:28)

1. TRASFONDO HISTORICO
1.1. Sus origenes

Los inicios de la Consejería espiritual son anteriores a la iglesia y se remontan hasta los orígenes de la
relación entre Dios y el ser humano. Por tanto, estamos ante una larga tradición de la práctica de
aconsejar, y ante una gran riqueza investigativa y práctica.
El término “cura de almas” proviene del latín “cura animarum”. Es un concepto terapéutico que se orienta
hacia el bienestar saludable de la persona en general y conlleva dos sentidos:
a) Cuidar, asistir, atender, prevenir: “Cuidado se refiere a las acciones destinadas a promover y mantener
el bienestar de la persona”. Mantenimiento, estado optimo, de un estado enfermo o sano
b) Curar, sanar, restablecer: “Curar se refiere a las acciones designadas a restaurar el estado de bienestar
que se ha perdido”. Restauración de una condición enferma ha perdido”. Restauración de una condición
enferma.

El concepto de "Cura," proviene del latín y significa: "cuidar, curar, sanar, restablecer." Es un concepto
terapéutico que se orienta hacia el bienestar saludable de la persona.
El ministerio pastoral bíblico se orienta hacia la "cura del alma" de las personas infectadas y dañadas por la
decicion de evader hacer lo que es correcto y los trastornos resultantes. Su objetivo es el alma en toda su
profundidad y no la superficie de las apariencias. Debido a que el alma es una realidad inmaterial y
compleja, puede, además, disfrazarse y ocultarse entre miles de razonamientos y expresiones
emocionales. De ahí la dificultad de la tarea de aconsejar.
El alma entendida como “la esencia de la personalidad humana”, se considera deteriorada y afectada por
múltiples fuerzas. De ahí, la necesidad de una cura que restaure el equilibrio de su función orientadora de
la persona. Alma y cuerpo se consideran como una unidad inseparable y a la vez sinérgicas entre sí.
Cualquier alteración en cualquiera de ellas, reverbera en la otra.
Hablando de salud dice McNeill: “La función de Cura del Alma no es menos antigua que la del médico del
cuerpo. En las sociedades primitivas, las dos funciones eran asumidas por la misma persona.” (Página v).
La Cura de Almas en la Grecia Antigua, es descrita por Pedro Laín Entralgo, en un estudio histórico que
vincula los orígenes de la “cura de alma” en occidente con los griegos retóricos del siglo V a.C. de la
siguiente manera:
 Hipócrates (460-­‐377 a.C.): Fue el primero en señalar el origen natural de los trastornos
psiquiátricos y elabora una clasificación de los cuatro temperamentos de las personas.
 Platón (429-­‐347 a.C.): señaló que la tarea del médico es la de sanar el cuerpo por medios físicos.
Mientras que la tarea del médico del alma, lo hace a través de la palabra y el diálogo.
 El dualismo platónico de cuerpo-­‐ alma prevalece hasta el Renacimiento.
 El dualism corrompió el modelo bíblico de la naturaleza de las personas del A.T.
 Sócrates (470-­‐ 399 a. C.): se autodenominó el “iatros tes psuches” de donde se ha derivado el
término “psiquiatra o psiquiatría”.
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1.2. Un manual
La Biblia no es un manual de psicología, pero sí un manual de Consejería Bíblica de donde extraemos
principios teóricos y métodos de aplicación. La Biblia es el libro de Dios para la vida y vida en plenitud
(Juan 10:10). Esta vida no es sólo para la eternidad o para la dimensión espiritual, afecta a
todas las dimensiones de la persona, su funcionamiento cognitivo, su sistema emocional, su estado físico-
­‐biológico, sus hábitos conductuales y sus relaciones sociales.

La teoterapia surge del análisis de la Revelación y de la aplicación sabia en la vida de personas que Dios ha
salvado para perfeccionarlas hasta la madurez en Cristo (Efesios 4:11-­‐16). La misma Revelación reclama que
su contenido inspirado por Dios es útil para enseñar, corregir, redargüir instruir en justicia y equipar a
toda persona de Dios para toda buena obra (2ª Timoteo 3:16-­‐17).

1.3. La Paraklesis

En el Nuevo Testamento surge un concepto nuevo en la práctica de la Consejería enmarcado en el término


"paraklesis". Especialmente a partir de Pentecostés cuando el Espíritu Santo inaugura una nueva realidad
espiritual al "sellar y habitar" permanentemente el alma del creyente. La Paraklesis pasa a ser la relación
sanadora del alma humana ya que se establece una profundidad en la experiencia entre la persona y el
Espíritu Santo (El "otro Parakleto"), que ninguna técnica humana puede alcanzar (1ª Corintios 2).

A partir de ahora usaremos intercambiablemente los términos: Consejería teoterapeutica, Consejería


Bíblica, Consejería Cristiana, Cura del alma o Paraklesis.

2. LA CONSEJERIA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO


2.1. Dios como consejero modelo

Desde el inicio de la existencia humana aparece Dios como el diseñador de la naturaleza humana. Su
perfección, su lógica, su complejidad, su diversidad, su sinergismo, su armonía su estética y su
funcionamiento es producto de una mente sabia, inalcanzable y perfecta.
Cuando la naturaleza humana es afectada dramáticamente por sus deciciones. Aparece Dios tratando al ser
humano y proveyendo de “cura” para su enfermedad. En ese trato, aparecen principios y métodos que
forman el fundamento de la Consejería biblica.
A lo largo del Antiguo Testamento, Dios aparece expresado en los siguientes términos:
 Pastor: (Génesis 49:24; Salmos 23; 80:1; 1ª Reyes 22:17; Ezequiel 34)
 El guía: (Génesis 24:27,48; Éxodo 13:21)
 El consejero: (Isaías 9:6)
 El que sana las dolencias y las heridas: (Salmos 103; Jeremías 3:15 ss.)

A través de estas figuras, vemos a Dios estableciendo una serie de procedimientos, tanto simbólicos como
prácticos, destinados a la curación del alma humana y su restauración para volver a su Creador.

2.2. Los hombres sabios de Israel


A lo largo de la historia de la humanidad, Dios ha usado a hombres y mujeres para que realicen la “cura del
alma” como parte de la tarea de salvar y guiar al pueblo. Uno de estos consejeros son los hombres sabios de
Israel. El texto de Jeremías 18:18, (49:7) hace referencia a tres ministerios diferentes pero relacionados
entre sí:
1. El Sacerdote: La Ley y el ceremonial cúltico.
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2. El Profeta: La Palabra directa y concreta a la situación del pueblo.
3. El Sabio: El Consejo personal para el vivir diario.
A los “sabios de Israel” se les relaciona con el “Consejo,” y eran las personas que por medio de la
sabiduría, guiaban al pueblo en los asuntos diarios de la vida y sus típicas problemáticas. Estos sabios están
perfectamente representados por Salomón y sus proverbios. En ellos, se estudia y se trata la interioridad del
alma humana. Para ellos, “el espíritu del hombre es la lámpara de Dios para escudriñar lo más profundo
del corazón y sus motivaciones” (Proverbios 20:27).
Sin embargo, la sabiduría es radicalmente opuesta al concepto actual de inteligencia. El sabio es
inteligente, pero el inteligente, no necesariamente es sabio.
El hebreo usa el término hakhamin (derivado del sustantivo chokmah) para referirse a los hombres sabios.
Su significado apunta hacia personas que han adquirido capacidad de aplicar teoría y principios a la vida
diaria y sus problemáticas. Esta capacidad es adquirida primordialmente por su contacto diario con Dios y su
Revelación y por la praxis personal de dicho conocimiento. Los hakhamin son los que han adquirido
sabiduría por su “temor a Dios” (Proverbios 1:7). Los que han adquirido sabiduría son los que dan
instrucción, entienden los dichos inteligentes, dan consejo de prudencia, justicia, juicio y equidad,
sagacidad y cordura (Proverbios 1:2-­‐5). En el Antiguo Testamento encontramos las referencias siguientes:
1. Se refiere a la habilidad de los artesanos capacitados por Dios (Éxodo 35:10; Jeremías 10:9).
2. Se refiere a Salomón (1ª Reyes 5:7).
3. Se refiere a una mujer (2 Samuel 14:2).
4. Se refiere a hombres de otras naciones:
o Egipto: Génesis 41:8
o Babilonia: Isaías 44:25
o Persia: Ester 6:13
La función de los hakhamin es la de entender los entresijos del alma humana para discernir la realidad
de un determinado comportamiento: Prostitución, aberraciones sexuales, hipocresía, adicciones,
pereza, desánimo, trastornos alimentarios, falsedad, dependencia, religiosidad etc.
Los libros sapienciales del Antiguo Testamento recogen toda esa sabiduría y constituyen un tratado del
alma donde catalogan diferentes procesos observables y verificables. Los sabios bíblicos no utilizan la
superstición, sino la observación natural y la comprensión teológica.
Un ejemplo es el texto de Proverbios 24:30-­‐34: “Pasé junto al campo del hombre perezoso y junto a la
viña del hombre falto de entendimiento; y he aquí que por toda ella habían crecido los espinos, las ortigas
habían ya cubierto su faz. Y su cerca de piedra estaba ya destruida. Miré y reflexioné, lo vi, y aproveché
la lección.
Un poco de sueño, cabeceando otro poco. Poniendo mano sobre mano otro poco para dormir.
Así vendrá como vagabundo tu indigencia, y tu pobreza como hombre armado.”
2.3. Implicaciones de la sabiduria de Dios
a) El hakhamin se convertía en modelo práctico de la expresión de su sabiduría. Para ser reconocido como
tal, su sabiduría debía observarse encarnada en su vivir diario. (Esdras 7:10).
b) Su dependencia de Dios (Proverbios 1:7). Los sabios de Israel se distinguían de los demás sabios por su
dependencia de Dios y por su vida de fe. Debía de ser personas profundamente comprometidas con Dios
y su ética. Sólo Dios puede producir la sabiduría del Consejero bíblico mediante una relación cualitativa.
(Proverbios 2:6 y Santiago 1:5-­‐6).
c) Búsqueda de la madurez personal y carácter. Los hombres sabios no eran perfectos, pero perseguían la
perfección en su proceso de adquirir sabiduría (Proverbios 2:10--‐22).
d) La adquisición de la sabiduría genera nueva sabiduría. Proverbios 4:7. En este proceso de "maduración"
de la sabiduría podemos reconocer cuatro procesos por los que pasa la persona que la adquiere, que se
ilustran en el siguiente esquema:

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ADQUISICION

EXPRECION PROCESO DE MADURACION DE LA


INTEGRACION
SABIDURIA

ADAPTACION

La sabiduría estabiliza la vida de la persona. (Proverbios 3:13-­‐35). No solamente los aspectos externos,
sobre todo, los internos donde está el sistema de valores cognitivos, el sistema emocional y el entramado
volitivo (Proverbios 1:33).

e) La sabiduría desarrolla la percepción de los diseños y patrones de la existencia humana generados en


la Creación. (Proverbios 8:22-­‐31)

f) La sabiduría de Dios produce inteligencia, conocimiento y percepción penetrante para alcanzar la


profundidad del alma humana. (Proverbios 9:10; 8:14).

g) Dios se manifiesta y se hace presente por medio del ejercicio de su sabiduría. Cuando un consejero
bíblico procede con sabiduría, el resultado es la percepción de la presencia de Dios. Ese fue el
resultado cuando Salomón la ejerció en un caso delicado. 1ª Reyes 3:16-­‐28.
“Y todo Israel oyó aquel juicio que había dado el rey; y temieron al rey, porque vieron que había en él
sabiduría de Dios para juzgar” (v. 28).
2.4. Los libros Sapienciales
No solamente tenemos la referencia de los Sabios de Israel, sino que la Biblia nos provee de algunos
tratados de estos Consejeros de Dios. Poca literatura histórica es tan reveladora y acertada en el
tratamiento de las dolencias del alma humana.
El libro de Job, es un discurso profundo del sufrimiento humano y de la complejidad de un mundo
interactivo entre la dimensión espiritual y la dimensión natural. Plantea la reflexión intelectual del
creyente ante el dolor y la duda. Es una lucha por comprender y analizar las razones del sufrimiento, de la
enfermedad, de la existencia y de la presencia de Dios.
Los Salmos son cánticos y reflexiones que expresan todo tipo de sentimientos que pasan por el corazón
humano. Desde el gozo profundo a la desesperación. Es un tratado que desnuda la interioridad del alma y
nos muestra que aún los más ilustres héroes de la fe, son frágiles y experimentan alteraciones frente al
disimulo enmascarado de las acciones.

Eclesiastés analiza con soberbio realismo el sentido existencial de la vida. Es una observación natural de
cómo y porqué viven las personas persiguiendo ideales kenófonos y temporalmente limitados. Todo un
tratado para nuestra sociedad actual, hedonista, consumista y auto-­‐suficiente.
Los proverbios de Salomón. Son reflexiones de la madurez de la vida cotidiana. Un ejemplo de la armonía
bíblica entre naturaleza y espiritualidad. Ambos aspectos son realidades cotidianas que conviven en la
historia humana. Los proverbios son evidencias contra una espiritualización de la vida o una superstición
religiosa porque, al igual que Jesús, consideran lo natural y lo espiritual como estrechamente relacionados
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entre sí. De manera que los proverbios estudian la vida natural para entender la vida espiritual y viceversa.
(Proverbios 1:1-6) Para entender sabiduría y doctrina, Para conocer razones prudentes, Para recibir el
consejo de prudencia, Justicia, juicio y equidad; Para dar sagacidad a los simples, Y a los jóvenes
inteligencia y cordura. Oirá el sabio, y aumentará el saber, Y el entendido adquirirá consejo, Para
entender proverbio y declaración, Palabras de sabios, y sus dichos profundos.
El Cantar de los Cantares viene a ser un estudio de los pensamientos y sentimientos más íntimos y
privados de la relación de amor de un hombre y una mujer. Casi nos ruboriza algunas expresiones que nos
hacen preguntar.

Estos cinco libros son manuales inspirados por Dios y son fuentes inagotables de saber y de práctica para
todo Consejero Bíblico porque poseen principios embrionarios para el arte de aconsejar. Esos principios
embrionarios son las semillas que han de plantarse en la práctica de nuestros días para desarrollar tanto
una teoría Bíblica del Consejo cristiano como una metodología Bíblica.

2.5. Conceptos Relacionados con el Consejo Pastoral en el Antiguo Testamento


a) Consejo: (Heb. Ya’ats). El término expresa una doble relación en el proceso de tomar decisiones en
diferentes aspectos de la vida. Uno solicita o necesita consejo (aconsejado) y otro provee del consejo
adecuado (consejero). El Consejo se diferencia de la “consulta” (Heb. Etsah; cp. Josué 9:14; Jueces
18:5; 20:18; etc.) en que el primero es más personal e intencional. Veamos algunos ejemplos:
 Éxodo 18:19: El consejo de Jetro a Moisés es la primera ocurrencia.
 1ª Reyes 12:8-­‐13; 2ª Samuel 17:14: Roboam y Absalón rechazan el consejo.
 2ª Reyes 18:20: Relacionado con la inteligencia militar.
 Salmos 1; 1; 33:11; 73:24: Andar en el consejo de Jehová y diferencia con el consejo de hombres.
 Salmos 1:1: Consejos de maldad.
 Proverbios 1:29-­‐32: El consejo sabio puede rechazarse.
 Proverbios 13:10: Los que reciben consejo para aumentar la sabiduría.
 Proverbios 19:20: El consejo es corrección.
 Proverbios 20:5: El consejo en el corazón de la persona es como agua profunda.
 Proverbios 20:18: Los pensamientos (cognitivo) se ordenan (afirman) con el consejo.
 Proverbios 27:9: El consejo del espíritu (nephesh) del amigo produce consuelo.
 1ª Crónicas 26:14: El hijo de Zacarías es definido como “consejero entendido”.
 1ª Crónicas 27:32: Jonatán, tío de David era consejero, varón prudente y escriba.
 1ª Crónicas 27:33: Ahitofel era consejero del rey.
 2ª Crónicas 25:16: El rey Amasías rechaza al consejero de Dios.
 Esdras 8:25: Ofrendas y honores al rey y a los consejeros.
 Esdras 7: 14, 15, 28: El rey y siete consejeros juntos.
 Salmos. 119:24: La Palabra de Dios es consejero.
 Proverbios 11:14: En multitud de consejeros hay seguridad.
 Proverbios 15:22: En multitud de consejeros hay afirmación.
 Proverbios 24:6: En multitud de consejeros está la victoria.
 Isaías 19:11: Los consejeros de Faraón dan consejos estúpidos.

 Isaías 9: 6: Uno de los títulos del Mesías Rey.


 Jeremías 52:25: Siete hombres, consejeros íntimos del rey.
 Daniel 3:2, 3, 27: Los consejeros se reúnen con el rey, gobernadores, jueces y capitanes.

b) Pastor: El concepto de pastor o pastorear a ovejas, aparece ya como una de las primeras profesiones en
la Biblia. En Génesis 4 tenemos la primera referencia a Abel como el primer pastor.

La primera referencia como Ministerio y Liderazgo en el Pueblo de Dios, aparece ya en Números 27:16-­‐18.

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Se destacan los siguientes aspectos:

Ezequiel 34, Salmo 23 y Juan 10 presentan diferentes facetas del Pastoreo del pueblo de Dios, destinadas
específicamente a la relación personal de uno a uno. Este pastoreo pretende tres grandes finalidades
en los pastoreados:

El Salmo 23 ofrece una descripción más detallada de las funciones del pastoreo. Este Salmo ha sido
históricamente el corazón del Consejo Pastoral. En él encontramos todos los ingredientes de la histórica
"Cura de Almas”:

a) . Relación Personal “Jehová es mi Pastor”.

b) Provisión: General: "Nada me faltará". -­‐ Específica: “En lugares de delicados pastos” (Heb. Raah;
Alimentar).
c) escanso físico y emocional: "Me hará descansar, junto a aguas de reposo".
d) Confort del Alma: (Heb: shuv; Movimiento de retorno al punto de inicio. Génesis 3:19; 33:16).
Ruaj: El alma, la vida, la personalidad, el corazón, la psique, la existencia.
e) Guía responsable: "Me guiará por amor de su nombre" Dirección intencional, visión, decisión, destreza.
(Salmo 78:53, 70-­‐72).
f) Presencia en la aflicción: "Aunque pase por valle de sombra de muerte" (Heb:
tselmaweth, Profunda oscuridad de la tumba).
g) Seguridad: "Tu vara y tu cayado" (Heb. Nacham; Consolar, confortar, animar, respirar a fondo. Es
sinónimo con metanoeo": confrontar).
h) Gozo, Emocionalidad, Satisfacción: “Preparas mesa en presencia del enemigo. “Mi copa está
rebosando”.
i) Esperanza: “El bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida…”

3. LA CONSEJERIA EN EL NUEVO TESTAMENTO


3.1. Jesus
Jesús aparece ya en el Antiguo Testamento como el Mesías “Consejero” (Isaías 9:6).
 Él es también el “buen Pastor” que conoce a sus ovejas y cuando una de ellas se pierde, la busca hasta
encontrarla, la carga sobre sus hombros y la restablece en la comunidad (Juan 10).
 Él es la resurrección y la vida (Juan 11:25).
 El es el origen de que el interior del ser humano encuentre ríos de agua viva (Juan 7:37-­‐39), y agua que
sacia la sed del alma (Juan 4:13-­‐14).
 El es también el pan de vida que satisface la hambruna del alma (Juan 6:32-­‐35).
 Jesús es el terapeuta que sana las dolencias físicas (Juan. 5:10).
 El es también el iatros (médico) que ejerce una terapéutica (therapeia) sanadora en las personas (Lucas
9:11; 7:21; 5:31).
 El es el “Parakleto que está con vosotros” pero que promete la venida de Otro “Parakleto que estará en
vosotros para siempre” (Juan 14:15ss).
 Jesús señala que el mal de la humanidad está en el corazón, en el interior del alma que vive esclavizada
a múltiples adicciones. Jesús se sitúa como el que puede dar libertad a dicha esclavitud (Juan 8:31-

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­‐32). Jesús cura el cuerpo pero su mayor interés es curar el alma (Mateo 9:1-‐6).

3.2. El parakleto
La venida de este “otro” Parakleto transforma la vida de las personas y de la Comunidad desde adentro,
desde la interioridad del alma humana, modificando convicciones (cognitivo), sus estados emocionales y su
voluntad hasta la exterioridad de su conducta y las relaciones sociales.
La presencia del Parakleto inaugura una nueva etapa en la atención personal pastoral. Por una parte
significa un consuelo para la persona, y por otra parte significa un conflicto. (Gálatas 5:16-­‐17).

3.3. Apostoles
La tarea apostólica se desarrolla bajo el ministerio de este “otro” Parakleto. Su acción en la vida de las
personas es:
 enseñar (Juan 14:26)
 guiar a la verdad de Dios (16:13-­‐15)
 generar nueva vida (14:17-­‐21)
 dará testimonio interno a la conciencia humana (16:8).
 Establecerá un nuevo estado emocional en la vida del ser humano (16:20-­‐ 22).
 Su misión incluirá también en producir el fruto de una nueva realidad emocional, cognitiva y conductual:
amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio (Gálatas
5:22).

Esta tarea tanto del Espíritu Santo como de los Apóstoles, queda enmarcada en el concepto bíblico de
paraklesis que más adelante consideraremos. El ministerio paraklético ha venido a ser el paradigma del
Consejo en el Nuevo Testamento. En resumen podemos concretar los siguientes puntos:
a) Reemplaza los símbolos con la realidad dándoles una explicación personal.
b) Establece como base del equilibrio personal, la relación cualitativa entre el individuo, su Creador y su
prójimo
c) El sistema de creencias de la persona es fundamental en la comprensión y resolución de los trastornos de
carácter no--‐biológico.
d) Provee de un sistema de experimentación empírica de la dimensión espiritual que provee de sentido a la
existencia humana.
e) Establece la necesidad de tratar la problemática humana en un entorno que reconozca el hecho
diferencial de cada persona.
f) Involucra a la persona en un proceso de santificación (habilitación-­‐ rehabilitación) terapéutica a todos los
niveles: personal, teológico, social y ecológico.
g) Provee a la persona de tres factores esenciales:

 Identidad (quién soy).


 Propósito (cuál es mi propósito en la vida).
 Proyección / preservación (dónde voy después que pase el mundo físico perceptible).

h) Utiliza la observación, la metodología y la estadística.

4. ORIGEN BIBLICO DEL CONSEJO


Como se ha mencionado el Consejo cristiano se basa en los principios y metodología bíblica. El origen es
Dios mismo en su relación con el hombre. El ser creado necesita del consejo de su Creador para entenderse
a sí mismo, entender el mundo que le rodea y saber cómo comportarse en él.
4.1. El Eden
 La creación del hombre produce la necesidad de consejo por parte del Creador.
 La diversidad y complejidad del Cosmos confronta al ser humano con diferentes opciones. El ser
humano es un ser responsable.
 La relación personal (con Dios y el prójimo) determina el nivel de satisfacción.
 La familia es un factor estabilizador de la persona (incluyendo su sexualidad).
 Un ecosistema en armonía.
50
4.2. Del consejo primario a la consejria de crisis
En este contexto de Génesis 1 y 2 encontramos tres elementos clave del Consejo Primario:
Los acontecimientos de Génesis 3 marcan alteraciones substanciales en la existencia humana:
 Todas las estructuras quedan afectadas.
 Se pierde la homeostasis.
 Se inicia un proceso de degradación personal, social y ecológica.
La acción de la Consejería se enmarca ahora en un contexto de crisis con notables dificultades tanto
endógenas como exógenas.

La Consejería de Crisis se caracteriza por los siguientes elementos:


a) Funcionamiento autónomo: ...Vio..., bueno..., agradable..., codiciable..., y tomó y comió...
Hombre y mujer aprenden a funcionar autónomamente guiados por los sentidos (estética) y por el placer
de satisfacción personal (hedonismo). Génesis 3:6 describe la radicalidad del cambio conceptual de Eva
con respecto a la naturaleza del árbol prohibido. Si poco antes, y bajo la revelación de Dios, lo había
definido como portador de muerte (versículo 3), ahora, y bajo el nuevo sistema de valoración basado en
los sentidos, lo considera bueno (Tôv, Genesis 1:31), agradable (Áyin) y codiciable (Châmadh). Es
necesario contrastar esta descripción con la del resto de los árboles del Edén (en 2:9), donde se distingue
entre los que son para sustento de una necesidad real y éste, que no lo es. Así pues, lo que no era
necesario para su existencia se convierte obsesivamente en una necesidad primaria y desplaza las
necesidades primarias a un segundo plano.
b) Trastorno psico-­‐pneumático: ...tuve miedo.
Aparece el sentimiento de vergüenza (heb. Bôsh) y con él, el miedo (fobia), origen de los estados
emocionales derivados que irán evolucionando como producto de una condición de inestabilidad y
desorden interior. Es significativo que al finalizar el capítulo de Génesis y en el clímax de la perfección
humana se declare... y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban (versículo 25).
La vergüenza va a ser la primera alteración emocional que sufrirá el ser humano y que afectará a sus
comportamientos. Como resultado, sus relaciones pueden sufrir los efectos de la «ocultación», la
sospecha, las manías, las fantasías y otras alteraciones.
Hoy, de una manera mucho más sofisticada, podemos observar y confirmar este dato a través de la
dinámica del comportamiento humano en gran manera determinado por el estado emocional. A partir de
aquí, las emociones (con sus trastornos) se convertirán en un factor determinante que en la mayoría de
los casos superará a la razón. Así pues, desde este momento surge la patología psíquica y pneumática.
c) Intervención de Crisis: Dios llamó al hombre...
Aparece por primera vez la figura del Consejero tratando al ser humano y su comportamiento bajo un
contexto de crisis (versículo 9). Dios llamó por nombre a Adán. La intención de este llamado de recibir
respuesta de la pretende captar la atención de la persona con el fin de iniciar un encuentro para el
diálogo (Job 5:1). Notemos la importancia que Dios da al encuentro personal, al cara a cara para
confrontar la situación.
Vemos, pues, a Dios iniciando el encuentro que el ser humano rehúye, pero que necesita. Por su parte,
Dios viene al encuentro del hombre no para destruirle, sino para confrontar su situación y evitar un
estado degenerativo. La misma actitud se observa hoy en el ser humano que tiene la tendencia de huir
del consejero que encara la verdad con discernimiento. Como contrapartida, la persona busca consejeros
que, sin comprometerle, le ayuden a remendar sus deterioros emocionales y sociales o a proyectar las
culpas hacia otros.
Dios se convierte, pues, en el modelo perfecto de consejero, mostrándonos cómo proceder en el
tratamiento de la problemática humana.

d) Aparece también el sistema de evasión: La mujer que me diste... la serpiente...


En términos de la psicología se llama “mecanismo de defensa”. Bajo las condiciones emocionales que la
persona experimenta, busca una resolución cómoda y elabora un sistema que le permite evadir la
responsabilidad. Esta evasión puede ser real (cuando la persona logra esconder el acto) o puede ser
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intencional (cuando la persona es descubierta con evidencias e intenta justificar su acción por distintos
medios). En cualquier caso, ante la confrontación, la persona mira en su interior y a su alrededor con el
fin de proyectar la responsabilidad hacia otros elementos, ya sean personales o naturales. El hombre
culpó a su compañera y, por ende, a Dios (versículo 12). Y la mujer dirigió su proyección hacia la
serpiente (versículo 13) como causa de su acción y adoptó una actitud de víctima. Ninguno de los dos
aceptó su responsabilidad. Los dos sabían la realidad del suceso, pero ambos optaron por la fantasía de
ocultar. Éste es el principio universal de la pérdida de contacto con la realidad (psiquismo). Cuando la
persona permanece excesivo tiempo en este estado, y dependiendo de la presión de las circunstancias,
puede llegar a asimilar sus fantasías de forma que pasan a ser parte real de su vida, y lo que es
realidad se confunde con la fantasía. La persona pierde todo sentido de análisis y percepción objetiva
de la realidad y se hunde en un mundo “sin fronteras”.
Los sistemas de evasión de nuestros días son enormemente sofisticados en comparación con esta
experiencia inicial de la raza humana. No sólo están los sistemas individuales, sino que también este
fenómeno alcanza a los medios judiciales que valoran el comportamiento delictivo del ser humano. Los
abogados y las leyes con la complicidad de la psicología han creado un sistema de evasión de
responsabilidad de hechos e intenciones por los que un delincuente puede justificar su acción o
intencionalidad y reducir o evitar totalmente la pena sancionada por la ley. La llamada enajenación
mental es buena prueba de lo mucho que ha evolucionado la raza humana desde Génesis 3.
Este sistema de evasión va a viciar y deteriorar la formación de la personalidad de cada individuo que
posee intrínsecamente la semilla del pecado. Esto afectará consecuentemente a sus relaciones,
interpersonales con su Creador, con su prójimo y con el entorno donde vive.

Pablo lo define en Romanos 1:25 de esta manera: ya que cambiaron la verdad (gr. Aletheia: realidad) de
Dios por la mentira (gr. Pseudos: falso, aparente, superficial).

Freud definió este aspecto como un Mecanismo de Defensa basado en el inconsciente y activado cuando
la persona percibe una amenaza real o ficticia.

Sin embargo, la Biblia lo plantea más bien como un sistema por el cual el ser humano intenta evadir su
responsabilidad. La idea de un mecanismo de defensa, preconcibe una supuesta agresión justa o
injusta. Pero en este caso, es evidente que no se trata de una agresión externa, sino de una demanda de
responsabilidad.
Un mecanismo está integrado automáticamente en el funcionamiento de la persona y se activa ante
ciertas coordenadas. No requiere pensar ni elaborar, es automático. La persona está determinada
por el mecanismo, no puede hacer nada por resolverlo.
Un sistema establece una elaboración de varios factores u objetos que funcionan coordinadamente para
conseguir un producto o resultado final.

La mente funciona para manipular datos e intenciones y disfrazar la realidad. Desarrolla la capacidad de
falseamiento y asimilación.
Las emociones ejercen una influencia poderosa en la mente que modifican su curso normal de
funcionamiento e introducen datos ficticios que se camuflan con los reales.
Diferentes tipos y formas de evadir la responsabilidad:
e) Aparece el Estado de Mal-­‐Estar Enemistad... dolor... lucha por el dominio... aridez en la naturaleza
y muerte física...
En contraste con el llamado estado de bienestar, surge la enemistad entre el ser humano movido por
la justicia del Creador y el ser humano movido por la injusticia (Génesis 3:14-­‐24, lucha entre las
simientes). Esta lucha será una constante a lo largo de la historia de la humanidad y tendrá su
punto álgido en la persona de Jesús, en el debate por la vida en el Calvario (versículo 15). Adán y Eva
tuvieron que experimentar con tristeza y horror esta consecuencia en sus propios hijos Caín y Abel.
Aparece también el sufrimiento como principio de la vida (3:16). El parto será con dolor, como un
anticipo de lo que va a ser la experiencia diaria. Por una parte, una mezcla de gozos y tristezas; por otra,
una lucha por el dominio entre hombre y mujer y entre los mismos componentes de la familia.
Otro elemento desestabilizador será la propia naturaleza, que se vuelve adversa al ser humano. Por
tanto, los elementos de su sustento y recreo se convierten en un trabajo agotador que complicará la
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existencia y las relaciones humanas.
Finalmente aparece otro elemento desconocido, la enfermedad física y, finalmente, la muerte. Ésta
aparece como algo progresivo en el transcurso de la vida de la persona. De hecho, desde que el hombre
nace ha empezado a morir. Contrariamente a lo que solemos pensar, el nacimiento no es la marcha
hacia la vida, sino la cuenta atrás hacia la muerte. Ésta puede sorprender en cualquier momento
inesperado, pero con toda seguridad llegará inevitablemente. Esa es la filosofía popular de la que habla
Proverbios: Comamos y bebamos, que mañana moriremos. En el fondo, la persona está condicionando su
presente por su expectativa de la muerte. Es la inevitabilidad de la muerte lo que le hace vivir de esta
manera. En conclusión, la muerte domina y controla la vida porque el ser humano no sólo anticipa la
muerte, sino que él mismo está muerto (separado) de la vida de su Creador. La paradoja de Génesis 3 es
que el ser humano, convencido de que «no moriría», quiso alcanzar la inmortalidad al querer ser dios
(3:4--‐5). Pero lo que consiguió fue lo que no quería: la muerte; y lo que perdió fue lo que ya tenía: la
vida.
Objetivos del consejo bíblico
 Conocer la interioridad del alma y sus causas (raíz)
 Detectar los efectos en las diferentes áreas de la persona (tronco)
 Explorar efectos en los hábitos y relaciones de la persona (extremidades)
 Hacer consciente la realidad existente
 Propone cambios de patrones cognitivos, emotivos y conductuale
 Acompañar al aconsejado en el cambio

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TEOTERAPIA INTEGRAL

"Que Dios mismo, el Dios de paz, los santifique por completo, y conserve todo su ser —espíritu, alma y
cuerpo—irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo." (1Tesalonicenses 5:23)

LA TEOTERAPIA

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¿Qué es la Teoterapia? La Teoterapia es el tratamiento integral del
amor de Dios para el hombre en sus tres dimensiones: Espíritu, Alma y
Cuerpo (Juan 8:32). La Teoterapia es la respuesta de Dios a la necesidad
de realización integral de todo ser humano. Nuestro ser integral es
creación de Dios y posee tres dimensiones. La espiritual es para
comunicarnos con Dios y corresponde a nuestro Espíritu, la psicológica
es para comunicarnos con otros seres humanos y es nuestra Alma, y la
física es para interactuar con el medio ambiente y es nuestro Cuerpo (1
Tesalonicenses 5:23).

¿Cómo opera la Teoterapia? La Teoterapia tiene como fin llevar al


hombre a su condición de salud y armonía en que fue creado. El
tratamiento inicia cuando la persona recibe a Jesucristo como su Señor
y Salvador y continúa en un proceso progresivo de sanidad, restauración
y formación integral (Filipenses 1:6). Cuando Jesucristo controla nuestro
ser volvemos a tener vida espiritual, equilibrio en la personalidad y salud total disfrutando plenamente de
su presencia y compañía (Juan 7:38).

EL SER HUMANO EL POR QUÉ DEL DESEQUILIBRIO

Dios nos diseñó espíritu, alma y cuerpo (1 LA CAÍDA DEL HOMBRE: (recordando vision panoramica de
Tesalonicenses 5:23). El hombre es una la Biblia – modulo 1) En su diseño original el hombre
triple unidad; las cosas que afectan el disfrutaba de una plena relación integral con Dios. Sus tres
espíritu afectarán el alma y a su vez al dimensiones, espíritu, alma y cuerpo, funcionaban
cuerpo. Esta relación determina el armónicamente. Cuando el hombre pecó murió
comportamiento del hombre. espiritualmente y el alma tomó las funciones del espíritu.
Desde entonces vive limitado al mundo natural e
ESPÍRITU: Nuestra dimensión espiritual imposibilitado de unirse a la vida sobrenatural de Dios,
está diseñada para relacionarnos y hundido en un desequilibrio que no tiene solución basada
comunicarnos con Dios. La mayor sólo en capacidades humanas.
necesidad del espíritu es recibir vida a
través de Jesucristo. El espíritu es la ¿EN QUÉ CONSISTE EL DESEQUILIBRIO?: Como consecuencia
parte inmaterial del hombre donde de la caída del hombre, en el espíritu se consumó la muerte
residen las facultades de un hijo de Dios, y separación de su Creador, resultando en una dimensión
que le permiten percibir el mundo completamente vacía. Es por esto, que todo ser humano
espiritual y está compuesta por intuición, nace como un vacío que solo Dios puede llenar.
comunión y conciencia. Dios diseñó al ser
humano de tal manera, que su espíritu En el alma priva una crisis permanente llena de vacíos, una
debe ser quien lo dirige, y no el alma. La vida llena de conflictos y esquemas mentales que limitan el
comunión es la capacidad de estar en desarrollo como ser integral. Finalmente, el cuerpo sufre
contacto con Dios a través del cuerpo todo tipo de enfermedad como consecuencia de este
común del que forman parte, el cuál es desequilibrio.
Jesucristo (Romanos 12:4-5 y 1 Corintios
LA SOLUCIÓN
12:12, 27). La intuición es la capacidad
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para conocer los pensamientos que Dios
tiene para con nosotros. La conciencia es
la capacidad para ordenar al alma
obedecer la voluntad de Dios.

ALMA: Nuestra dimensión psicológica,


también conocida como nuestra alma,
está diseñada para relacionarnos y
comunicarnos con otras personas y es la
parte inmaterial del hombre que
contiene los atributos esenciales de la
personalidad: mente, emociones y
voluntad. Somos el resultado de lo que Es preciso que el individuo experimente lo que la Biblia
hemos heredado y vivido. Las raíces de llama "El Nuevo Nacimiento" (solicite al tutor de zona el
amargura resultantes de vivencias modulo – nueva vida) Aquí es donde empieza a obrar la
negativas afectan nuestra manera de Teoterapia. Si omitimos este paso, no será posible
pensar, de sentir y de actuar. Es por esto, experimentar la teoterapia, ya que no se trata de aplicar un
que nuestra alma necesita recibir sanidad conocimiento a un problema planteado como en cualquier
divina (Jeremías 31:25). rama de la ciencia; sino se trata de llevar Vida al espíritu
del hombre, el cual estuvo muerto por mucho tiempo (desde
CUERPO: Nuestra dimensión física, la caída de Génesis 3), ya que es la única manera de
también conocida como nuestro cuerpo, experimentar salud integral (espíritu, alma y cuerpo, en su
está diseñada para interactuar con el respectivo orden).
medio ambiente. Es la parte material del
hombre expresada en su composición A partir de este nacimiento (vida) espiritual, la persona
orgánica y estructura funcional. Más comenzará un caminar a diario con Jesucristo, lo cual
específicamente, nuestro cuerpo tiene permitirá que Dios obre en su vida la teoterapia
una organización estructural (anatomía), (Tratamiento Integral de Dios para el Hombre).
funciones naturales (fisiología) y
composición orgánica (morfología). Es el Así como Jesucristo influyó en la vida de sus discípulos, se
cuerpo el que resiente los daños hace necesario que el hombre que ha nacido de nuevo (Juan
espirituales y psicológicos, que se 3), sea edificado durante algún tiempo, para que luego él
manifiestan mediante todo tipo de mismo sea un transmisor de salud para los demás, y de esta
enfermedades. manera se convierta en un verdadero agente de cambio en
su sociedad.

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SOLO ÉL PUEDE SANARTE DE VERDAD...

"...y le llevaban todos los que padecían de diversas enfermedades, los que
sufrían de dolores graves, los endemoniados, los epilépticos y los paralíticos,
y él los sanaba." (Mateo 4:24)

ASESORÍA PASTORAL A TRAVÉS DE CITAS TEOTERÁPICAS


La asesoría Pastoral se brinda a nivel personal.
El método de Pastoral Teoterápica Personal (PTP), Cita de
Edificación o Asesoría Pastoral, es el proceso de orientación
personalizado, que lleva consigo un seguimiento y un plan de
crecimiento para el nuevo aprendiz (discípulo de Cristo). Para
estas citas, el discípulo dispuesto a recibir tratamiento en las
manos de Dios, tendrá un encuentro con un líder espiritual
personal o pastor, quien está encargado de orientarle y dirigirle
a la luz de la Palabra de Dios.

¿POR QUÉ RECIBIR ESTE BENEFICIOS DE LAS CITAS:


TIPO DE ORIENTACIÓN?
 La persona aprende a conocer y discernir la voluntad de Dios, y a
Porque se centra en las entender que él hace parte de sus planes. (Rom 12:2) No se
necesidades específicas del amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la
ser humano y permite enfocar renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad
problemas que no salen a la de Dios, buena, agradable y perfecta.
superficie en una reunión
grupal, celular o ministerial.  Se recibe orientación, cuidado y se experimenta el amor de Dios. A
Las citas teoterápicas esto se le llama Ser pastoreado. (1Ts 2:11) Saben también que a
permiten profundizar y cada uno de ustedes lo hemos tratado como trata un padre a sus
ayudar a la persona a obtener propios hijos.
comprensión integral de sus
posibles problemáticas, y así (Salmo 23: 1-2) El SEÑOR es mi pastor, nada me falta; en verdes
mismo a conocer una solución pastos me hace descansar. Junto a tranquilas aguas me conduce.
adecuada y efectiva.
 Se disfruta de alimento espiritual. (1Pe 2:2) deseen con ansias la
SOLUCIONES leche pura de la palabra, como niños recién nacidos. Así, por medio
La Teoterapia ofrece una de ella, crecerán en su salvación.
solución efectiva para la
persona que está dispuesta a  Recibe la corrección de Dios (no castigo). » ¡Cuán dichoso es el
recibirla. hombre a quien Dios corrige! No menosprecies la disciplina de Dios.
(Job 5:17)
 Miedos y Fobias
 Preocupación  Se es consolado por el Espíritu Santo. (Jn 15:26) »Cuando venga el
 Rebeldía Consolador, que yo les enviaré de parte del Padre, el Espíritu de
 Desorden verdad que procede del Padre, él testificará acerca de mí.
 Soledad y Angustia
 Depresión  Se disfruta de Paz. (Gál 5:22-23) En cambio, el fruto del Espíritu es
 Inseguridad y Baja amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad,

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autoestima humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.
 Desamor
 Desviaciones sexuales  Se aprenden sanas disciplinas y se empieza a experimentar salud en
 Irritabilidad y Enojo todo el ser. "En efecto, nuestros padres nos disciplinaban por un
 Ira y Confusión breve tiempo, como mejor les parecía; pero Dios lo hace para
 Etc. nuestro bien, a fin de que participemos de su santidad.
Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla,
parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después
produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido
entrenados por a." (Heb 12:10-11)

PREGUNTAS PARA RESPONDER EN GRUPO Y EXPONER

Se harán solo 3 grupos de los cuales cada uno tendrá una persona que los represente; esta va a
exponer una de las tres áreas del ser (ALMA, CUERPO Y ESPIRITU) cada expositor tendrá mínimo 15
minutos para hablar del tema, el grupo entregaraá un trabajo de investigación y ampliación de
conceptos (ALMA, CUERPO Y ESPIRITU) y (TEOTERAPIA), dentro del trabajo anexarán también
conceptos personales con respecto a: COMPLEMENTACION Y REPASO DEL CONSEPTO CENTRAL.

Al entregar el trabajo y exponer; el resto del grupo hará un dramatizado eligiendo un problema
cualquiera y en conclusión lo resuelven con bases bíblicas.

Ejemplo: dramatizaran una familia que tiene problemas de convivencia (existen ira, irritabilidad,
amargura, etc.) y buscan en las escrituras el consejo y la solución del conflicto.

Preguntas para anexar y responder en el trabajo:

1] ¿por qué cree usted que es muy importante hacer este estudio?
2] ¿como podríamos ampliar el concepto de alma, cuerpo y espíritu?
3] ¿qué perspectiva tiene usted con respecto la consejería después de este estudio?

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