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Honduras: Crisis del Estado de Derecho

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Michael Petto
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Estado de derecho

¿Es Honduras un Estado de derecho?


El artículo 1 de nuestra Constitución nacional establece que Honduras es un Estado de
derecho, es decir, un modelo organizativo destinado a garantizar los valores y
necesidades fundamentales de la ciudadanía, es decir, la dignidad humana y los
derechos humanos, lo cual solo puede alcanzarse mediante el cumplimiento de unos
elementos y exigencias básicas e indispensables.

Existe un consenso en que dichos elementos esenciales son el imperio de la ley, es


decir, el sometimiento de todos y todas a la ley, frente a la cual somos iguales; la
división de poderes, cuyo fin es evitar la concentración de poder y establecer un sistema
de pesos y contrapesos; el control de la legalidad, lo cual requiere un poder judicial
independiente e imparcial; y la efectiva realización de los derechos humanos.

Como lo señala el World Justice Project, un verdadero Estado de derecho reduce la


corrupción, combate la pobreza, protege a las personas de las injusticias, construye
comunidades que gocen de paz y oportunidades, promueve el gobierno responsable y
garantiza el respeto a la dignidad y los derechos humanos.

A simple vista Honduras no cumple con ninguno de dichos elementos y características,


lo cual es ratificado por el más reciente Índice de Estado de Derecho 2017-2018, que
evalúa a 113 países, y que desmiente a la clase política vernácula que de forma
descarada maneja un discurso de que vivimos en democracia y en un Estado de
derecho, a pesar de que el país se cae a pedazos.

De acuerdo con este índice, Honduras bajó una posición en la medición de Estado de
derecho, al pasar del lugar 102 en la edición de 2016, al 103, de un total de 113 países
incluidos en el reporte 2017-2018. Esto lo ubica en la posición 28 de 30 países en la
región de América Latina y el Caribe, y en el puesto 25 de 30 países de ingreso medio
bajo.

En otras palabras, la situación en Honduras sigue deteriorándose, lo que lo convierte en


un “Estado a secas”, pero no en un Estado de derecho. El peligro de los “Estados a
secas” es que no tienen límites a su actuación y fácilmente se convierten en
herramientas para reprimir, asesinar, condenar a la miseria y la exclusión, e instalar
dictaduras.
Existe estado de derecho en honduras
No confundir Estado de derecho con Estado de leyes, que se da en cualquier dictadura
o despotismo. El Estado de derecho implica un Gobierno que proteja en la vida
cotidiana, no solo en las leyes escritas, los derechos fundamentales de todos: vida,
propiedad y libertad, y castigue a todos los que los violen.
La justicia, dar a cada uno lo suyo, solo es posible, sin caer en el caos de que cada
quien la trate de hacer por propia mano, en un Estado de derecho. Cuando un Gobierno
protege los derechos de unos y permite su violación a otros por su posición social,
ideología, raza, grupo político o credo, no hay Estado de derecho. Y cuando el Gobierno
es el primero en violarlos hay dictadura o despotismo. En México tenemos una
Constitución contradictoria, por un lado protege los derechos fundamentales de los
ciudadanos y por otro los limita y esquilma mediante un exceso de impuestos y
reglamentaciones. Contiene derechos, como al trabajo, vivienda y educación, que
pueden interpretarse demagógicamente como que el Gobierno tiene la obligación de
darlos, cuando esos derechos consisten en que el Gobierno respete que yo trabaje, viva
y me eduque dónde y como quiera.
Los derechos se respetan y reconocen, no los otorga, reparte y regala un Gobierno.
Para hablar de un Estado de derecho debe haber una autoridad que castigue a quienes
lo violan. Si por incapacidad un Gobierno no restituye los derechos violados, como es el
caso de la propiedad o la libertad, no hay Estado de derecho. Tampoco hay Estado de
derecho cuando se permite que un ciudadano o grupo busque restablecer sus derechos
violados por propia mano. En un Estado de derecho la autoridad o Gobierno tiene el
monopolio de ejercer la violencia para restablecer la paz y aplicar la justicia. Cuando
permite que alguna persona o grupo, con la excusa de restablecer sus derechos
violados, ejerza violencia sobre los presuntos violadores, no hay Estado de derecho.
Cuando un grupo actúa violentamente para vengar una injusticia, no podemos hablar de
justicia ni de un Estado de derecho.

El costo de la impunidad

De su lado, el director del Foro Social de la Deuda Externa de Honduras (FOSDEH),


Mauricio Díaz Burdeth, explicó que el impacto de la corrupción en el desarrollo de
Honduras le causa a Honduras pérdidas superiores a los 11 mil millones de lempiras
anuales.
Según el Fosdeh, el gobierno ha impulsado en el transcurso de sus dos años y medio de
gobierno al menos unas 30 reformas económicas, pero “de la base de 65,000
contribuyentes, 805 son considerados grandes contribuyentes, pero en realidad son más
recaudadoras de impuestos y estos aportan el 80% de los ingresos tributarios
nacionales”,
Un ejemplo claro de las pérdidas es la publicidad supuestamente institucional otorgada
“con el propósito de favorecer pretensiones políticas de determinados funcionarios,
contraviniendo lo dispuesto en el artículo 7 del Código de Conducta Ética del Servidor
Público (Decreto No. 36-200/; abril 24, 2007), que indica que es contrario a la ética
pública utilizar”.

Para el economista, “la falta de aplicación de las normas sancionatorias, administrativas


o penales contribuye a la impunidad y a la repetición de prácticas indebidas o ilegales,
afectándose con ello las finanzas públicas”.

Operadores de Justicia son partícipes de la impunidad

Para el exfiscal hondureño, Edmundo Orellana Mercado, los operadores de justicia


deben ser mas participes “lamentablemente la falta de investigación forense, jurídica, y
especializada en materia de esta del Ministerio Público se queda corta”.

Orellana subrayó que en materia financiera muchos en Honduras han quedado impunes
pues tanto la Comisión de Banca y Seguros (CNBS) y como Asociación Hondureña de
Instituciones Bancarias (AHIBA) “no han sido entes supervisores y reguladores de estos
delitos en el pasado” y en la actualidad “el lavado de activos se ve reflejado en la
construcción de inmuebles que de la noche a la mañana salen nuevas edificaciones sin
saber el dinero de su procedencia”.

Grupos de poder y operadores de justicia


Según el representante del Comité por la Defensa de los Derechos Humanos (CODEH),
Andrés Pavón explicó que “los grupos de poder están bien involucrados en los
operadores de justicia” de tal forma que dentro del Ministerio Público no proceden las
denuncias en las violaciones de los derechos humanos. Desde 1990 hasta la fecha han
ocurrido aproximadamente 75 mil homicidios y el 98 por ciento están en la impunidad.

El consultor de organismos internacionales, Guido Eguigure, concluyó que “la impunidad


constituye el franco incumplimiento del deber del Estado que lesiona a la sociedad y
propicia la repetición crónica de las violaciones de los derechos humanos de que se
trata y la total indefensión de las víctimas y sus familiares”.

A esto se le suma la información emitida por agencias de prensa internacional en


Honduras se cree que la Policía está implicada en el asesinato en el año 2000 de más
de mil jóvenes en manos de los escuadrones de la muerte en ese entonces.
“La sumisión de los jueces a los deseos de los poderes políticos y económicos así como
también la impunidad de los políticos de alto nivel y de los agentes económicos”,
subrayó.

Perpetuación de la impunidad y la sociedad civil

Según el Ciprodeh, en la década de los años 80’s los actores de la impunidad eran los
militares y sectores afines en el cual fueron afectados los derechos humanos, sectores
de oposición social y política y las consecuencias fueron la corrupción de bienes
públicos.

Sin embargo, desde los años 90’s a la actualidad la impunidad se ha infiltrado no solo en
los militares, si no que en grupos de poder y crimen organizado.

La violencia y el narcotráfico se han penetrado mas en Honduras por la misma


impunidad en la sociedad más generalizada como apropiación de bienes públicos, de
recursos naturales y destrucción de la institucionalidad del Estado de derecho.

Según el Ciprodeh existen tres características principales de los grupos de poder en


Honduras: Una creciente tendencia a la parlamentarización del poder gubernamental, el
autoritarismo disfrazado de modernidad y transparencia y la influencia de diversos
grupos de poder.

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