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‘evsa merical Pog Cea yn Sau Issn S767
Inert! orf Cl nd Heath xh 209, VoL 3.883 pp IS
(Qué es conducta?!
Esteve Freixa i Baqué? (Universidad de Picardie, Francia)
(Recibide 8 enero 2003 / Received Jnvary 8, 2003)
(Aceptad 12 fear 2003/ Accepted Febru 12,2003)
RESUMEN. La definicién de la Psicologia como ciencia de la conducta adoptada por el
CConiductismo supone e implica a su vez una conceptuaizacién clara y univoca de dicho cor
cepto, Pero tal definicin se enfrenta con una sere de malentendidos tenaces que dificulian
‘no slo Ia comprensicn de dicho concepto bésico sino también, en consecuenci, Ia propia
conceptualizacin conductista. El propésito del presente trabajo es intentar exponer algunos
de estos malentendidos, entre los que destacan los errors categoriales groseros, los procesos
de reificacién abusiva, los razonamiento tatol6gicos disfrazados, la generalzaci6n impr
dente del modelo médico a Ambito de a eonductay la confusién nefasia entre un fendmeno
1 su conceptualizaci6a, Para ello, eon un tone més didéctico que académico, se recure a
‘una serie de metiforas de la vida cotdiana: Ia parte escondida del iceberg noes més que iceberg,
Jas piedras no caen po sv propio peso los hombres y as mujeres no mucren porque son mor
tales, el bacilo de Koch existe y la méscara noes el rsio,
PALABRAS CLAVE, Conducta. Condvctismo, Errors calories. Reificacién. Epistemo-
login.
ABSTRACT. The definition of Peychology as behavioral science adopted by the Behaviorism
supposes and implies a clear and univacal conceptualization ofthis concept. But such a
‘definition encounters a series of tough misunderstandings which make difficult not only the
‘comprehension of this essential concept but also, consequently. the proper behaviorist
‘eonceptualiztion. The aim of this papers to try to expose some ofthese misunderstanding,
"Testo aumento ycomepio de la conferenci ponuncia en in UNED (Made) 17 de mayo de
2002, lo que explicnsucaractercoloquil yi aasencia de referencias bibliog,
* Comespondesca: Peele deSclences Humtnes. Dperement de Preholope. Chem du Thi, 80028
Amiens cedex I (ance). E-Mall eee fena@u-peardles?
RIPCSMICHP, Vol. 3,°3596 FREIKA IBAQUE. {Qué es Ia conducts?
among which appear the coarse categoral errors, the processes of abusive reification, the
tautological reasoning disguise, the impradent generalization of the medical model tothe
field ofthe behavior and the confusion between 2 phenomenon and its conceptualization, For
that, and on @ more didactic than academic style, 2 series of metaphors of the everyday lite
are used: the hidden pat ofthe iceberg is also an iceberg; the stones do not fall because of
their own weight; the men and the women do not die because they are mortals; the bacillus
of Koch exists; the mask isnot the face.
KEYWORDS. Behavior. Behaviorism. Categoria errors. Reification. Epistemology,
RESUMO. A definigto da Psicologia como ciéncia do comportamento adoptada pelo
‘comportamentalisma supde e implica por sua vez uma conceptualizacBo clara e inequivoca
{do dito conceit, No entanto tl defini depara com uma série de malentendidos que dificultam
hilo s6 a compreensio do conceito bisico mas também, em consequéncia, a prépria
‘conceptuslizagio comportamenalista,O prop6sito do presente trabalho &tentar expor alguns
‘estes malentendidos, entre os quis e destacam os eros categoriais rosseios, os processos
{de reificagto abusiva, os racioenios tautolgicos disfarcados, a generalizagio imprudente do
‘modelo médico 20 Ambito do comportamento ea confusio nefasta entre uin fenémeno © a
sua conceptualizagdo, Para isso e com um estilo mais didéctico que académico,recorrese @
‘uma série de metsforas da vida quotdiana: a parte escondida do iceberg io é mais que ice-
berg, as pedras nto caiem pelo seu prépro peso, os homens as mulheres nie morrem por-
{que S40 mortais, o bacilo de Koch existe e a mascara ndo € 0 rosto,
PALAVRAS CHAYE. Comportamento. Comportamentalismo. Eros categoria, Reificagt.
Epistemotogi
Introduccion
El titulo de este articulo es a la vez simple y complejo. Simple, porque no puede
ser mas escueto y directo, Compérese sino con “Propuesta de definicion
del concepto de conducta a través del paradigma conductista radical
‘ontologicas y metadolgicas con base a un andlisis del lenguaje ordinario dentro del marco
Ai esté también comprendido pensar considerado sin embargo come lo contraio de atunr, que deriva
ttimoldgicamente de ni condicta: psa (evalua. Del mismo modo que idea, protcipo del concept abs
{eavt, "mental, gue deriva dl grep ide (ver, ms expicoen I palabra latina videre (ex). Mejor an
ror, considerada como ia absracia ttl puesto que designa una sucesén ordenada de elemestos abs-
ttt, provenint el griego eof: prctldnondenda de invidoscnviados a na ceebracin eigosa
‘oun orculo, donde se encuenty el srpectodesucesin de elementos orgaizadot y que se emples todavia
a eno ia ens primer sentido, en ua frase (an poco en desso, rte) como: “un teria de carding-
Tes se avanea lentamente his el Papa”
RIPCSIUCHP, Vol 3,°3
pransicade
crun veriehle ab ruede,602 FREIXA LBAQUE, ;Qué eI conduc
automitico de nuestro banco. Ignoran que los pollos (jpor suerte!) no son producidos
por los supermercades y que el dinero (ipor desgracia!) no aterriza en el banco si antes
‘uno no lo ha ganado con su trabajo. El supermercado y el banco son variables interme-
diarias, no variables independientes (causas).
Interrumpir la explicacidn de la conducta manifiesta en la accién de la conducta no
observable equivale a explicar Ia parte visible del iceberg por su parte sumergida, olvi-
dando que las dos deben ser explicadas en términos de temperatura, densidad, ete. que
ron las verdaderas causas del fendmeno que nosotros llamamos iceberg. Decir que 1a
bombilla se enciende porque se ha manipulado el interruptor no es falso, pero es muy
incompleto puesto que esto no explica por qué manipulando e! interruptor la bombilla
se enciende, La explicacién completa (y, por lo tanto, correcta)* nos remite a la nocién
de electricidad, de conduccién, de flujo interrumpido o no de electrones, ete. y es en
teste punto donde Ia escuela conductista se opone a la cognitiva: en su negativa a conce-
{der un papel primordial al eslabén intermedi, interno, “mental”, no porque esté escon-
ddido y por lo tanto resulte inaccesible (caja negra), sino porque no constituye mas que
luna conducta, como la conducta manifiesta que se supone debe explicar, y que, en con-
secuencia, no forma parte de la explicacién sino de lo que debe ser explicado.
Lejos de contentarse pues con estas pseudo-explicaciones de medio recorrido (pre-
fiadas, por ende, de errores categoriales), el conductismo se vuelve hacia el ambiente,
fuente ultima (o primera; depende de cémo se consideren las cosas) de las conductas,
tanto pablicas como privadas, segin una relacién de interaccién que no tiene nada que
ver con el eélebre esquema (unidireceional, mecanicista y reduecionista) est{mulo-res-
puesta, en el que sus detractores han querido siempre encerrar al conductismo para po-
der criticarlo mejor. Pero esto serfa otra historia...
Liegados a este nivel de nuestro discurso, hemos de confesar, en aras de la ver-
‘dad, que, para desenmascarar lo més eficazmente posible el error categorial de lo que
hemos llamado “Ia parte oculta del iceberg”, hemos utilizado expresiones y conceptos
{que implican y conllevan otro error categorial, muy corriente también y no menos pel
‘groso, que vamos a intentar corregir a continuaciGn. Pero nos parece mas “pedagézi
ir por partes, ocuparnos de un s6lo error ala ver y enfrentamos luego con el siguiente,
ras bien que intentar denunciarlos todos al mismo tiempo corriendo el riesgo de crear
‘confusién y dificultar, al fin y al eabo, la comprensi6n de nuestra argumentacién. {Cul
fs ese segundo error categorial al que acabamos de referirnos? Seneillamente, el error
de situar la conducta en el orgunismo. Efectivamente, Incas arriba hemos escritos fra
‘ses como “La conducta puede entonces interiorizase... Una vez que nos hemos conver
tido en expertos en el céleulo, podemos efectuarlo interiormente... conduetas que antes
de haber sido interiorizadas..” y otras por el estilo. Pero la ubicacién de la conducta, ya
‘sea en el interior del organism o en otro lugar, conlleva graves problemas; entre otros,
cl suponer que la conducta, puesto que puede ser situada en algdn sitio, tiene caracterts
ticas, propiedades, atributos espaciales, es decir, posee extensi6n en el espacio (res ex-
+ Vease tos diferentes tpos de cavsalidad(lormal, ficient, ee.) que Arselesdistingse,
RIPCSIICHP, Vol. 3,893FREIXA I BAQUE. {Qué es a condacta? 603
tensa, como dirfan los antiguos). Vamos pues a ocupamos de este asunto, Para ello, vamos
8 tomar prestada una analogia a un buen amigo nuestro, Josep Roca. Se trata, a decir
verdad, de wn viejo chiste antimilitarista primario, chiste que conocfamos desde hace
muchos afios pero al que nunca se nos hubiese imaginado sacarle todo el “jugo
‘epistemol6gico” que ha sabido sacarle Roca. Se trata de un sargento instructor que esté
explicando a sus reclutas Tas bases elementales de la balfstica. Dice el sargento: “el pro-
yectil describe una curva ascendente hasta llegar a su punto culminante y, a partir de
este punto, empieza a caer a causa de, segda dice el manual, la fuerza de la gravedad:
pero, si queréis que os diga la verdad, asi, entre nosotros, yo creo que, sencillamente, el
proyectil se cae por su propio peso”, Y aquf es donde uno debia refrse, pues resulta en
efecto cémico descubrir que el sargento es tan corto que ignora que “cacrse por su pro-
pio peso” no es més que la versién popular, sencilla, del lenguaje corriente (vulgara) de
la fuerza de la gravedad. Pero no se rfan demasiado, puesto que, finalmente, el sargento
1g iba tan equivocado como parece. O, si prefieren, son ustedes quienes se equivocan al
pensar que el sargento es un ignorante. Porque da la casualidad de que, sin saberlo, tie~
ne razén en un punto: no es 10 mismo “caer por su propio peso” que “caer a causa de la
fuerza de gravedad”, El sargento se equivoca sin embargo al decir que el proyeetil “cae
por su propio peso”. En realidad, “cae a causa de la fuerza de gravedad”, que no es lo
mismo, ni mucho menos. Y si me permiten que después de Ia Astronomia y de los icebergs
les siga hablando de Fisica (antes de volver a la conducta, que es lo que en definitiva
nos interesa), vamos a intentar aclararles todo este asunto.
Las piedras no caen por su propio peso
‘Cuando decimos que un proyectil (0 una piedra, © un cuerpo cualquiera) cae “por
su propio peso”, estamos afirmando de manera clara y explicita que las piedras tienen
tun peso que les es propio, es decir, que el peso esté en la piedra, 0, dicho de otro modo,
{que el peso es una propiedad (en el sentido literal de la palabra propiedad, como cuan-
do decimos que tal fabrica es propiedad de tal persona) de Ia piedra. Consideramos pues
aque el peso es una propiedad esencial (en el sentido de esencia) de la piedra, al igual
ue lo son su forma, su tamafo o su volumen. Es decir, consideramos que el peso per-
tenece a la piedra, como le pertenecen su forma, su tamafio o su yolumen. Pero, comtra-
riamente a la forma, el tamaiio o e] volumen, que sf son cualidades propias de una pie-
dra, el peso no to es, por la sencilla razén que los cuerpos tienen volumen y masa, pero
no volumen y peso. La masa sf que pertenece al objeto, la masa sf que es una cualidad
cesencial de la piedra, pero el peso no, Recuerden sino las nociones de Fisiea: un cuerpo
tiene una masa dada, y dicha masa, que es una caracteristica propia de cada cuerpo, interna
al cuerpo, por decirlo de alguna manera, se transforma en peso al interactuar con la fuerza
de la gravedad, que es una caracteristica extema a la piedra, una caracteristica del en-
tomo, del ambiente en el que se encuentra la piedra. El peso no constituye pues una
propiedad esencial de la piedra, sino una propiedad relacional. Todos sabemnos que una
risma piedra “posee” un peso diferente en Ia atmésfera terrestre y en la luna, por ejem-
plo, a causa del valor diferente de la fuerza de la gravedad en estos dos ambientes di
tintos. La masa de la piedra es la misma en la tierra que en la luna; sin embargo, “su!
‘peso varia considerablemente, Y las comillas que hemos utilizado delatan nuestra con-
RIPCSIICHP, VoL 3.N*3604 FREIXA 1BAQUE. {Qué esa conduct?
cepcién equivocada del asunto: la piedra no “posee” un peso, y no se trata, por lo tanto,
‘de “su” peso; Ia piedra, sencillamente, pesa. Y ya estamos donde queriamos llegar: pe-
sar es un verbo, una accién, una propiedad relacional y no una propiedad esencial, pro-
pia, intema al objeto. Ast pues, los abjetos (y Tos sujets), por definicién y por pura I6gica,
‘ho poseen Ia interaceién ni en su interior ni en ninguna parte, sencllamente, interactéan,
que es muy diferente.
La analogia nos parece ahora suficientemente clara los verbos expresan conductas
¥y las conductas, que son interacciones, no se sitdan en el interior del organismo. La
Conducta no es pues una propiedad esencial del sujeto sino una propiedad relacional.
Considerar la conducta como algo que reside en el sujeto equivale a confundir el peso
con la masa. Ubicat la conducta en el interior del sujeto no tiene més sentido que situar
el peso en el interior del objeto. La interaccién, ya sea peso 0 conducta, no se ubica en
ningda sitio por la sencilla razén de que no posee atributo de extensi6n (res extensa,
‘como dirfa Aristételes). Tan poco sentido tiene decir que se sita en el interior del orea-
rnismo (versidn tradicional) como decir que reside en el ambiente (cosa que nadie de-
Fenderfa). Al ver un organismo que se comporta (que “emite” una conducta, como deci-
‘mos a veces en nuestra jerga) tendemos a considerar que exterioriza una conducta que
jposefa en su interior, de la misma manera que cuando vemos una piedra (0 un proyectl,
para volver al caso de nuestro sargento) caer atribuimos su conducta (de caer) @ una
propiedad interna del objeto: su peso. Cometemos el mismo error que si, después de frotar
‘una cerilla en el rascador de su caja y ver aparecer Ia lama en la punta del f6sforo,
afirméramos que la llama se hallaba en el interior de Ia cerilla. A la pregunta: “;dGnde
se hallaba la Hama antes de frotar el fsforo contra el rascador, en la ccrilla 0 en el ras
ccador?” la respuesta correcta es: “ni en Ia una ni en el otro”. La llama no se encontraba
fen el interior de la cerilla ni en el interior del rascador; la Hama es Ta resultante de 1a
interaccién entre ambos. Asimismo, la conducta no es una propiedad esencial del orga-
‘nismo, sino una propiedad relacional; y es por ello que se expresa mediante un verbo,
‘que designa acci6n, y no mediante un sustantivo (de sustancia, esencia) que designa un
objeto con res extensa. Una piedra no tiene peso (sustantivo), pesa (verbo). Un enamo-
rado no tiene amor (y que todos los “Romeos” del mundo me perdonen), ama, Un de~
linewente no tiene agresividad, agrede. Y este deslizamiento gramatical que cometemos
desde el verbo (la acci6a, la conducta) hacia el sustantivo (Ia cosa) corresponde ni més
tii menos al proceso de cosificacin, sustantivacién,reificacién (tomando la rafz latina
res-rei), proceso tan corriente y habitual que ni siquiera somos conscientes del abuso
{que cometemos de él. Sin embargo, la reificaciGn constituye otro error categorial clési-
0 (confundir verbos con sustantivos) en Ia explicacién tradicional de la conducta, error
‘que, aladido a los dos que acabamos de denunciar, configura la vision intitiva del com-
portamiento adoptada implicta 0 explicitamente por nuestros conciudadanos y frente a
fa cual el andlisis conduetista, claramente anti-intuitivo, encuentra graves dificultades
para cuajar. Intentemos pues desenmascarar este nuevo tipo de error categoria
Los hombres y las mujeres no mueren porque son mortales
‘Viajemos por un instante através del tiempo hasta la €poca prehistrica y observe
‘mos la vida cotidiana de una tribu de trogloditas. Una mafiana, nuestro protagonist (la-
RIPCS/CHP, Val 3.N°3FREIXA TBAQUE. {Qué es lacondocta? 605
‘mémosle Uhr) sale de su cueva para ira cazar un mamut y alimentar asa su familia. Al
salir observa que el suelo presenta hoy un aspecto diferente de lo acostumbrado: hay
‘como un manto transparente que Io recubre todo (la noche precedente ha helado). Es la
primera vez que Uhr se halla confrontado con este fendmeno, que desconoce por com-
pleto, Aparte de constatarlo, no le otorga mayor importancia y se lanza corriendo, como
de costumbre, en bisqueda de su presa. Evidentemente, ni corto ni perezoso, resbala
estrepitosamente y se encuentra en el suelo con la rétula izquierda partida en dos. Mo-
‘aleja: dos meses sin poder sustentar a su familia. La préxima ver que nuestro héroe. ya
repuesto de su herida, constata al salir de caza que el suelo presenta esas caracteristicas
‘peculiares (estilo discriminativo) que le condujeron al accident (consecuencia aversiva),
modifica su manera de desplazarse a fin de evitar la cafda (conducta de evitaci6n), y
por aproximaciones sucesivas (moldeamiento) acaba desplazindose de forma adecuadla
Sobre suclos resbaladizos. Cuando se plantea denominar esta nueva forma de desplazar-
se respecto a Ia forma habitual, acwda un nuevo término: prudentemente, de manera
prudente. Se trata de un adverbio o de un adjetivo (no de un verbo ni atin menos de un
sustantivo), es decir, de un término que califica una conducta, En vez de detallar, ele
‘mento tras elemento, 1a nueva manera de desplazarse (“pon el pié derecho bien plano
sobre el suelo; desplaza tu centro de gravedad sobre é1 antes de levantar el pie izquier-
do; avénzalo lentamente y luego... ete."), una vez puestos de acuerdo sobre el catélogo
de conductas que se halla resumido bajo el vocablo “prudentemente”, dicho vocablo fun-
ciona como una etiqueta que resume y condensa en una sola palabra dicho repertorio
cconductual, Desplazarse de manera prudente (0 prudentemente) no es més que Ia mane-
ra esumida, econdmica de decit:“desplazarse poniendo el pie derecho bien plano..ete:
‘Asi, cuando el estimulo discriminativo lo requiere, aparece Ta conducta adaptada a fin
de evitar las consecuencias aversivas, y un simple aviso verbal basta para solicitar tal
‘conducta: “familia! hoy, cuando salgéis, debéis desplazaros de manera prudente.” Se
trata de un tipo de conducta particular, sin més. Vearios el paso siguiente. En otra oc
si6n, nuestro hombre, persiguiendo su presa, se encuentra frente a un barranco sobre ¢]
{que yace wn tronco de Arbol caido. Para atravesarlo sin caerse, debe desplazarse de una
‘manera que no es nila habitual ni la que ahora llamamos prudente (no es lo mismo andar
sobre el hielo que desplazarse sobre un tronco cafdo). ;Debers acufar un nuevo término
para designar esta nueva forma de desplazarse? Ello serfa una soluci6n. Pero puesto que
hay varios elementos comunes entre esta nueva forma y la forma llamada prudente (s6!0
eben emiirse en citcunstancias particulares; ambas evitan desgracias, etc.) otra solu-
‘cin consiste en extender, ampliar (generalizar) el sentido de la palabra “prudentemen:
te” a otras circunstancias que aquellas que primitivamente sirvieron para generar el tér-
‘mino, Diremos pues que en ambos casos hay que comportarse de manera prudente aun-
gue la cadena de conduetas concretas que hay detrés no sea idéntica. Frangueemos aho-
a una etapa més en este proceso de generalizacién. No utilicemos este vocablo sola~
‘mente para las formas de desplazarse, sino también para otras actividades, incluso so-
ciales, en las que de manera quizds algo metafSrica puede hablarse de “prudentement
Imaginemos, por ejemplo, que un buen dia, en el momento de servir el guisado de ma-
mut, Uhr se da cuenta de que se le ha acabado Ia sal. Se le ocurre pedirle un poco a su
vvecino, pero supone que si lo aborda con su rudeza habitual, va a tener que comer sin
RIPCSIUCHP, Vol 3.3606 FREIXA IBAQUE. Qué es Incondocta?
sal, Lo aborda pues de una manera diplomatica a fin de evitar que el vecino le niegue
cl favor. Puede decirse entonces, ampliando de nuevo el campo de la generalizacién,
{que se ha comportado de manera prudente, Hasta aqué hemos contemplado Ia génesis,
del adjetivo “prudente” y del adverbio “prudentemente”®. Imaginemos ahora que nues-
to personae, vistas las ventajas que acarrea comportarse de manera prudente (ley del
efecto), adopta esta conducta no ya de manera esporidica sino de forma habitual. A la
larga, el observador de todo este proceso puede resumir la constatacién “Uhr se com-
porta regularmente de manera pruvdente” diciendo: “Uhr es prudente”. La introduccién
del verbo ser es correcta pero peligrosa. En efecto, el observador lo usa como puro re
sumen de "se comporta regularmente”, pero utiliza para ello el verbo que, por defini
cidn, denota esencia, De este modo, hemos deslizado el campo seméntico desde la con-
Para no complicr as cosas no vamos altro agua stinin entre ststoma ysigao.el primero sea-
ds algesubjeuva Gaqusea) je segundo objetivo (fiers). De hecho, los res “sfatomas” que aeabamos de
‘Rontrar no aon sfntomas sino signs. Pero dado que cuando se debate aceres de eno siempre se habla de
‘Shetomas, wares pues aseguit a traicon,
RIPCSIICHP, Vol 3.83
"El saciiue o te
cour & bos cles
sodiar@ Meoae epic NO ES APLICARLE A PROBLEMAS De coudUcTA
No exink aun eubilad saudepeucd ica came prcepelale
porque Cla te isla Lads: qus wo hn aalcts
610 FREIXA 1 BAQUE. {Ques a conduct?
cevidentemente; puesto que, en caso contraro, todos ustedes, como yo, poskemos ser diag
nosticados como sidicos latentes, masoquistas latentes, asesinos Jatentes, etc. En la rea
Tidad cotidiana, nadie considera como séidico a alguien que no presenta ni ha presentado
nunca la mas minima conducta sédica. El sadismo no existe con independencia de la
conducta sidica; y es por es0 que, si se elimina dicho tipo de conducta, se ta eliminado,
de hecho, el sadismo, que no era més que la etiqueta para designar tal conducta y que
habfa sido postulado a partir de ella misma. Queda claro pues que en un caso estamos
en prosencia de una explicaciéa que comporta s6lo dos términos mientras que en cl otro
disponemos de tes. La analogfa entre ambas situaciones es, por To tanto, ilegitima,fal-
say abusiva; es decir, puro sofisma.
El modelo médico no puede ser asf, alegremente, transpuesto a los asuntos de la
‘conducta, asuntos que se ajustan mucho més a un modelo educacional, de aprendizaje,
{que al modelo médico, Critica ls terapias conductistas con argumentos relatives al modelo
MRédico no es mas que el reflejo de una conceptualizacién errénea de Ios fenémenos
‘abordados, a pesar de su aparente pertinencia, Pero, me dirin ustedes, ¢cémo explicar
‘entonces el desplazamiento, el resurgimiento del sintoma, constatado a veces después
{que una terapia conductista lo haya erradicado? Este argumento, clasicamente esgrimi-
do por los psicoanalistas, demuestra que, en efecto, poseen una buena eapacidad de
dobservacién; desgraciadamente (y contrariamente a lo que ellos piensan), es su capact-
ddad de explicacion, de conceptualizacién la que no esté a la altura. En lugar de postular
porque se trata de un simple postulado- que, habiendo eliminado el sintoma sin pre-
‘ceuparse de resolver su causa profunda, cl sintoma aparece bajo otra forma, puede pro-
ponerse otra explicacién a dicho fenémeno uilizando conceptos puramente conductuales
En efecto, en el Ambito médico, la nocién de “beneficio secundario de la enfermedad”
ces ampliamente conocido. Cuando alguien recibe la etiqucta de enfermo por parte de un
profesional de la salud al que la sociedad ha otorgado dicha funcién y potestad, obtiene
(como compensacidn, en cierto modo, de la desgracia de haber enfermado) un cierto
‘nimeto de privilegios secundarios: se le dispensa de trabajar, se le permite quedarse en
Ta cama atin y cuando su estado no lo justifique plenamente, se le toleran ciertos capri-
hos, la gente a su alrededor se muestra ms tolerante y menos exigent, ct, Privilegios
{que decaparecen bruscamente cuando se le da de alta, lo que explica 1a existencia de
jiertos enfermos “Funcionales”, bien conocidos del cuerpo médico y hospitalario, que
perpetdian sus dolencias ahora imaginarias- para prolongar dichos beneficios secunda-
Fios. De la misma manera, un sujeto que padece fobia a los ascensores, pongamos por
caso, recibe un trato “preferente” por parte de su entomo familiar. Si un dfa ha decidido
‘enar junto con los Rodriguez, que viven en el noveno piso de un edificio con ascensor,
fnvitard mas bien a los Rodriguez a venir a casa en vez de ira la casa de ellos, evitard
Aguilar una habitacin situada en los Gltimos pisos de un hotel cuando se salga de v
caaciones, reservando una situada en las plantas inferiores, etc. es decir, se prestard wna
ttencién especial al sujeto, se organizarén siempre las cosas en funcidn de su “proble-
ina". Si un terapeuta eficaz le soluciona su problema y le permite (al cabo de unas po-
cas sesiones de tratamiento y no después de afios -iy ain!- de divén) tomar tranquila-
mente el ascensor, se encuentra entonces privado sdbitamente del beneficio secundario
{que su transtorno le proporcionabs (cefuerzo social) y es muy probable que presente una
RIPCS/LCHP, Vo. 3,13FREIXA LBAQUE. ;Qué sn conduct? ol
nueva fobia (emita una operante de Ia misma clase) afin de recuperar los beneficios
secundarios que le producfa la anterior (a fin de obtener de nuevo el refuerzo que le
hhabfa sido retirado). Una terapia conductista correcta no se centraré pues dnicamente en
cl cliente (como dirfa Rogers) sino que informaré a su entorno familiar de los riesgos
(que incurren si dejan de prestar atencin sabitamente al ex-f6bico, y les instruiré sobre
qa manera de hacerlo paulatinamente (programa); es més, les exhortard a desplazar la
atencidn que antes prestaban a su fobia a otros aspectos de su conducta a fin de que no
Se encuentre privado de algo que antes obtenfa mediante su antigua fobia y evitar asf
{gue To busque a través de una nueva fobia. Los estudios de efectividad de Tas terapias,
tanto a medio como a largo plazo, muestran inequivocamente que, cuando el terapeuta
incluye dichos aspectos en su tratamiento, no hay ningén desplazamiento ni resurgimiento
del “simtoma’”
LLlegados @ este punto del discurso, uno puede legitimamente preguntarse emo es
aque sila conceptualizacién conductista, una vez expuesta con detale, aparece como mucho
tds pertinente que sus rivales, no consigue destronarlas ¢ imponerse como ocurTe nor-
‘nalmente con toda teoria que supera, en potencia explicativa y en parsimonia, alas otras
teorfas en boga. Vatios factores nos parecen poder explicar esta situacién anémala, Pero
‘quisiéramos, como epflogo a esta ya quizds demasiado larga reflexién, exponer por Io
hens uno de ellos que, a nuestro modo de ver, constituye un obsticulo relevante a tal
Cambio de paradigma. Para ello, vamos a eckar mano, una vez mas, del viejo recurso de
la metéfora.
La mascara no es el rostro
En las antiguas tragedias griegas los actores cubrian su rostro con wna méscara, triste
co sonriente, segin el personaje que debian interpretar, S6lo con ver la méscara se podia
predecir el papel que iba a intepretar el actor, puesto que su conducta sobre la escena
Uependia de la miseara que Hevaba*. Evidentemente, a nadie se le ocurrria confundir
a mascara (visible) con el rostro (invisible). Aunque el espectador no podla ver el ros-
tro a causa de la mascara que lo cubria, sabfa perfectamente que ¢l actor tenfa un rostro
propio y que la méscara era, por decirlo de alguna manera, de “quita y pon”, ¥ que un
Lie podfa llevar una mascara triste y otro una alegre, pero que ninguna de las dos eran
su verdadero rostro. No habia por tanto confusion posible entre el rostro y la méscara.
[imaginemos ahora que, por una razén dada un actor conserva siempre, dia y noche, durante
aos y aos, una misma méscara sobre su rostro, hasta el punto que se le pega ala cara
‘Como una segunda piel y que, al final, la gente olvida por completo que lo que percibe
hho es el verdadero rostro del sujeto sino una simple méscara’, méscara que no corres-
+ Ente e,etimoldgicamente,e rigen del vocab “personalidad”. En efecto, la conduct del ator er fun-
ene to miscarsaligual gue la psicologa tradicional pretends que la conduct de un ser buano e un
‘ln de su personalidad Yes que el vocblogrego para mascara ra “person
“tas pareidoocure cone lenguje, Ea efecto, existe una figura de estilo lamada “atari” qs consis
ie pnt en eliza una refers tan vil y familiar gue ya nadie st dacuents al wal, de que e+
(i exstons (pr ejemplos el pied a mcs, In antena Ge televisin,e!Brazo de a baton, a Roe de pape)
RIPCSMJCHP, Vol. 3.°3612 FREIA TBAQUE. {Qué sla condita
ponde mejor al rstro verdadero que otra méscara diferente y quizés més adaptada; es
decir, no por ser la més antigua es la mas adaptada ni, ain menos, es el rostro mismo,
Si llegados a este punto un nuevo director escénico decidiese hacer acta a este actor
con otra mascara y Te pdiese que se quitara la antigua, la gene le tratara de loco, le
scusaria de querer desfigurar al actor y proclamarfa que la nueva mascara se adapta mal
al rostro, que no corresponde, no “cuadra", sin darse cuenta de que To que ahora lama
resto no es el rostro verdadero sino una simple mascara que, con el tiempo, se ha con-
‘ertido en familiar, en una “vieja conocida". Para la gente ya no hay distnciGn entre el
rostro y a mascara pues, asus ojos, constituyen una tiniea cosa; querer cambiar la mascara
equivale para ellos a querer cambiar el rostro. Sélo la nueva mascara que propone el
director ¢s considerada como una méscara; Ia antigua, no, Ea vez de decidir si 1a nueva
es més adaptada que la antigua, como lo pretende el joven ¢innovador director escénico,
es docir, en lugar de escoger entre las dos méscaras, la gente considera que le estén
proponiendo elegir entre una méscara y un rostro. Légicamente, frente a esta (falsa)
hematva, profiere el rostro més que la mascara, lo natural mas que lo artifical, to intuitive
ids que lo anti-intuitivo, lo conocido ms que To nuevo (0, como dirfamos hoy en dia,
Jo real més que lo virtual).
asta aqut Ta metdfora Al principio, habia un fenémeno por expliar ta conducte-
¥ una explicacién propuesta Ia teorfa cognitiva, por ejemplo-. Esté claro que la expli-
‘acign propuesta tiene que encajar més o menos cone! fentmeno que pretende explicar
{como una méscara debe ajustarse més 0 menos al rostro del actor) para ser verosimil
Pero se trata slo de una explicacin ente otras posibes y, en todo caso, distinta de, no
identificable con el fenémeno que trata de explicar. Un fenémeno y su explicacién son
dos cosas distintas. Y uno puede preferi otra explicacin sin por ello modifiar en ab-
soluto la naturaleza del fenémeno en cuestién. Rechazar un modelo explicativo no im-
pliea en modo alguno rechazar el fenmeno que debe ser explicado. Pero si una teorfa
explicativa se ha perpetuado durante siglos (gracias, entre otras razones, a su cardcter
intuitivo) hasta el punto de que ya no es percibida como una teorfa (que puede ser sus-
titwida en cualquier momento por otra) sino como el fenémeno mismo, resulta evidente
‘que toda nueva teorfa apareceré como aberrante, como contraria a la evidencia misma,
al semido comin mis elemental Cuando una conceptualizaci6n se ha confundido hasta
tal punto con el fensmeno que inteta conceptuar,legando a identficarse con él, ano
formar mis que una sola y misma entidad alli donde en realidad hay dos, entonces cri
ticar,negar 0 combatir tal teorfa equivale a criticar, negar o combatir el fenémeno en
cuestin, Y como que negar el fenémeno no es honradamente posible, puesto que exis-
te, como que no se establece ninguna diferencia entre el fenémeno y la teorfa secular
{ue lo ha venido conceptualizando, y po Io tanto no se puede negarésta sin negaraquel,
fentonces resulta honradamente imposible negar Ia teorfa en cuestiGn, El conductismo
no niega tal o cual fenémeno como se sueleafirmar. Niega su conceptualizacin bajo la
teoria cognitiva (uot) y propone une conceptualizacin diferente para dicho fenéme-
no. E1 problema proviene dela confusi6n del concepto con la cosa y como que Ia cosa
ha sido bautizada con el nombre que le a forjado la teora primitiva (en Tos dos senti-
dios dela palabra) al negar dicho nombre de pila parece ser que se niegue Ia cosa en si,
RIPCS/CHP, Vol 3.53FREIXA 1BAQUE. ;Quées a onda? 613
puesto que se hallan fntimamente confundidos". Por tomar un ejemplo, el conductismo
‘cuando discute el concepto de imagen mental no discute el fendmeno que los cognitivstas
hhan explicado con el concepto de imagen mental, sino la conceptualizacin cognitiva
de dicho fensmeno en términos de imagen mental. Para darse cuenta de ello es necesa-
rio ser consciente de la diferencia entre ambos (el término y su conceptualizacién); no
se trata de un simple mati se trata de una diferencia tan fundamental como la que existe
centre un rostro y una mascara, Por tanto, no es de extrafiar que se prefiera una teoria
{que parece corresponder perfectamente a un Amita dado, puesto que es a través de las
‘gafas de esta teorfa que se contempla el Ambito; ademds se llevan estas gafas desde hace
tanto tiempo que wno se ha olvidado ya de que las leva, y como son verdes se ven las
ccosas de color verde y se acaba por creer que las cosas son verdes. Cuando llega el jo-
‘yen conductismo y propone unas gafas de color marrén, la gente dice que las gafas marr
son malas porque con ellas e] mundo se verfa marr6n, y todos sabemos que el mundo
rno es marrén sino verde. Y no vale decir a la gente que se quite las gafas verdes y veré
{que el mundo no es verde (ni quizés marr6n, pero que se acerca més al marrén que al
‘verde, por lo que las gafas marrén son, hasta nueva orden, ms adaptadas), porque le
van a contestar: “,Pero de qué gafas verdes me habla usted?, si yo no llevo gafas...",
{qué mascara?, pero si no lleva mascara.
‘Hemos empezado hablando de conducta y nos hemos sin duda apartado un poco
{del hilo central a costa de divagaciones ms 0 menos (yo cteo, sin embargo, que menos)
“colaterales”, Pero una cosa nos ha llevado a otra y hemos preferido no auto-censur
nos. Volvamos pues nuestra pregunta inicial. A titulo de conclusién se nos antoja que
no serfa un mal resumen parafrasear los eélebres versos del tltimo de nuestros grandes
poetas roménticos (romdatico rezagado, como nos enseflaban los manuales de lteratu-
12), Gustavo Adolfo Bécquer:
{Qué es conducta?
ices mientras clavas en mi pupila
‘Tu pupila azul.
{Qué es conducta?
UY ti me lo preguntas?
Conducta. eres té.
"BL concept de “cielo”, por empl, rcubre cosas muy distin para un astrnomo, un creynte oun pi
toc Siel primero fiesta que no existe, el creyente se indignaria ye pinto Io trataria e loco o ments
lel erent afirmate qe Ia Virgen Marla sua Ciek en cero y alma srdaomo tend sus das
‘Sencilamente, liza la misma palabra pra designs concept itn, Sus conversaciones se tans
man on tn verdadero dilapo e loco.
RIPCSICHP, Vol 3.503
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