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Poemas - Selección

Este poema de César Vallejo trata sobre la soledad y la ausencia. En el poema, el hablante se siente solo porque nadie ha venido a visitarlo ese día ni le han pedido nada. Se da cuenta de que está vivo pero no ha muerto lo suficiente. El poema expresa la sensación de estar solo y a la deriva sin el amor y la compañía de los demás.

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Poemas - Selección

Este poema de César Vallejo trata sobre la soledad y la ausencia. En el poema, el hablante se siente solo porque nadie ha venido a visitarlo ese día ni le han pedido nada. Se da cuenta de que está vivo pero no ha muerto lo suficiente. El poema expresa la sensación de estar solo y a la deriva sin el amor y la compañía de los demás.

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Cesar Vallejo

1
Ágape

Hoy no ha venido nadie a preguntar;


ni me han pedido en esta tarde nada.

No he visto ni una flor de cementerio


en tan alegre procesión de luces.
Perdóname, Señor: ¡qué poco he muerto!

En esta tarde todos, todos pasan


sin preguntarme ni pedirme nada.

Y no sé qué se olvidan y se queda


mal en mis manos, como cosa ajena.

He salido a la puerta,
y me da ganas de gritar a todos:
¡Si echan de menos algo, aquí se queda!

Porque en todas las tardes de esta vida,


yo no sé con qué puertas dan a un rostro,
y algo ajeno se toma el alma mía.

Hoy no ha venido nadie;


y hoy he muerto qué poco en esta tarde!
Amor

Amor, ya no vuelves a mis ojos muertos;


y cuál mi idealista corazón te llora.
Mis cálices todos aguardan abiertos
tus hostias de otoño y vinos de aurora.

Amor, cruz divina, riega mis desiertos


con tu sangre de astros que sueña y que llora.
¡Amor, ya no vuelves a mis ojos muertos
que temen y ansían tu llanto de aurora!

Amor, no te quiero cuando estás distante


rifado en afeites de alegre bacante,
o en frágil y chata facción de mujer.

Amor, ven sin carne, de un Icor que asombre;


y que yo, a manera de Dios, sea el hombre
¡que ama y engendra sin sensual placer!

3
Amor Prohibido

¡Subes centelleante de labios y de ojeras!


Por tus venas subo, como un can herido
que busca el refugio de blandas aceras.

¡Amor, en el mundo tú eres un pecado!


Mi beso en la punta chispeante del cuerno
del diablo; ¡mi beso que es credo sagrado!

Espíritu en el horópter que pasa


¡puro en su blasfemia!
¡el corazón que engendra al cerebro!
que pasa hacia el tuyo, por mi barro triste.
¡Platónico estambre
que existe en el cáliz donde tu alma existe!

¿Algún penitente silencio siniestro?


¿Tú acaso lo escuchas? ¡Inocente flor!
... Y saber que donde no hay un Padrenuestro,
¡el Amor es un Cristo pecador!
Ausente

¡Ausente! La mañana en que me vaya


más lejos de lo lejos, al Misterio,
como siguiendo inevitable raya,
tus pies resbalarán al cementerio.

¡Ausente! La mañana en que a la playa


del mar de sombra y del callado imperio,
como un pájaro lúgubre me vaya,
será el blanco panteón tu cautiverio.

Se habrá hecho de noche en tus miradas;


y sufrirás, y tomarás entonces
penitentes blancuras laceradas.

¡Ausente! Y en tus propios sufrimientos


ha de cruzar entre un llorar de bronces
una jauría de remordimientos!

5
Bordas De Hielo

Vengo a verte pasar todos los días,


vaporcito encantado siempre lejos...
Tus ojos son dos rubios capitanes;
tu labio es un brevísimo pañuelo
rojo que ondea en un adiós de sangre!

Vengo a verte pasar; hasta que un día,


embriagada de tiempo y de crueldad,
vaporcito encantado siempre lejos,
la estrella de la tarde partirá!

Las jarcias; vientos que traicionan; vientos


de mujer que pasó!
Tus fríos capitanes darán orden;
y quien habrá partido seré yo...!
Capitulación

Anoche, unos abriles granas capitularon


ante mis mayos desarmados de juventud;
los marfiles histéricos de su beso me hallaron
muerto; y en un suspiro de amor los enjaulé.

Espiga extraña, dócil. Sus ojos me asediaron


una tarde amaranto que dije un canto a sus
cantos; y anoche, en medio de los brindis, me hablaron
las dos lenguas de sus senos abrasadas de sed.

Pobre trigueña aquella; pobres sus armas; pobres


sus velas cremas que iban al tope en las salobres
espumas de un mar muerto. Vencedora y vencida,

se quedó pensativa y ojerosa y granate.


Yo me partí de aurora. Y desde aquel combate,
de noche entran dos sierpes esclavas a mi vida.

7
Considerando En Frío, Imparcialmente

Considerando en frío, imparcialmente,


que el hombre es triste, tose y, sin embargo,
se complace en su pecho colorado;
que lo único que hace es componerse
de días;
que es lóbrego mamífero y se peina...

Considerando
que el hombre procede suavemente del trabajo
y repercute jefe, suena subordinado;
que el diagrama del tiempo
es constante diorama en sus medallas
y, a medio abrir, sus ojos estudiaron,
desde lejanos tiempos,
su fórmula famélica de masa...

Comprendiendo sin esfuerzo


que el hombre se queda, a veces, pensando,
como queriendo llorar,
y, sujeto a tenderse como objeto,
se hace buen carpintero, suda, mata
y luego canta, almuerza, se abotona...

Considerando también
que el hombre es en verdad un animal
y, no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la cabeza...

Examinando, en fin,
sus encontradas piezas, su retrete,
su desesperación, al terminar su día atroz, borrándolo...

Comprendiendo
que él sabe que le quiero,
que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente...

Considerando sus documentos generales


y mirando con lentes aquel certificado
que prueba que nació muy pequeñito...
le hago una seña,
viene,
y le doy un abrazo, emocionado.
¡Qué más da! Emocionado... Emocionado...
Desnudo En Barro

Como horribles batracios a la atmósfera,


suben visajes lúgubres al labio.
Por el Sahara azul de la Substancia
camina un verso gris, un dromedario.

Fosforece un mohín de sueños crueles.


Y el ciego que murió lleno de voces
de nieve. Y madrugar, poeta, nómada,
al crudísimo día de ser hombre.

Las Horas van febriles, y en los ángulos


abortan rubios siglos de ventura.
¡Quién tira tanto el hilo; quién descuelga
sin piedad nuestros nervios,
cordeles ya gastados, a la tumba!

¡Amor! Y tú también. Pedradas negras


se engendran en tu máscara y la rompen.
¡La tumba es todavía
un sexo de mujer que atrae al hombre!

9
El Tálamo Eterno

Sólo al dejar de ser, ¡Amor es fuerte!


Y la tumba será una gran pupila,
en cuyo fondo supervive y llora
la angustia del amor, como en un cáliz
de dulce eternidad y negra aurora.

Y los labios se encrespan para el beso,


como algo lleno que desborda y muere;
y, en conjunción crispante,
cada boca renuncia para la otra
una vida de agonizante.

Y cuando pienso así, dulce es la tumba


donde todos al fin se compenetran
en un mismo fragor:
dulce es la sombra, donde todos se unen
en una cita universal de amor.
El Poeta A Su Amada

Amada, en esta noche tú te has crucificado


sobre los dos maderos curvados de mi beso;
y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
y que hay un viernes santo más dulce que ese beso.

En esta noche clara que tanto me has mirado,


la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso.
En esta noche de setiembre se ha oficiado
mi segunda caída y el más humano beso.

Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos;


se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura;
y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos.

Y ya no habrá reproches en tus ojos benditos;


ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura
los dos nos dormiremos, como dos hermanitos.

11
En El Rincón Aquel

En el rincón aquel, donde dormimos juntos


tantas noches, ahora me he sentado
a caminar. La cuja de los novios difuntos
fue sacada, o talvez que habrá pasado.

Has venido temprano a otros asuntos


y ya no estás. Es el rincón
donde a tu lado, leí una noche,
entre tus tiernos puntos
un cuento de Daudet. Es el rincón
amado. No lo equivoques.

Me he puesto a recordar los días


de verano idos, tu entrar y salir,
poca y harta y pálida por los cuartos.

En esta noche pluviosa,


ya lejos de ambos dos, salto de pronto...
Son dos puertas abriéndose cerrándose,
dos puertas que al viento van y vienen
sombra a sombra.
Espergesia

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,


que soy malo; y no saben
del diciembre de ese enero.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Hermano, escucha, escucha...


Bueno. Y que no me vaya
sin llevar diciembres,
sin dejar eneros.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,


que mastico... Y no saben
por qué en mi verso chirrían,
oscuro sinsabor de féretro,
luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge
preguntona del Desierto.

Todos saben... Y no saben


que la Luz es tísica,
y la Sombra gorda...
Y no saben que el Misterio sintetiza...
que él es la joroba
musical y triste que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las Lindes.

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave.

13
Fresco

Llegué a confundirme con ella,


tanto...! Por sus recodos
espirituales, yo me iba
jugando entre tiernos fresales,
entre sus griegas manos matinales.

Ella me acomodaba después los lazos negros


y bohemios de la corbata. Y yo
volvía a ver la piedra
absorta, desairados los bancos, y el reloj
que nos iba envolviendo en su carrete,
al dar su inacabable molinete.

Buenas noches aquellas,


que hoy la dan por reír
de mi extraño morir,
de mi modo de andar meditabundo.
Alfeñiques de oro,
joyas de azúcar
que al fin se quiebran en
el mortero de losa de este mundo.

Pero para las lágrimas de amor,


los luceros son lindos pañuelitos
lilas,
naranjos,
verdes,
que empapa el corazón.
Y si hay ya mucha hiel en esas sedas,
hay un cariño que no nace nunca,
que nunca muere,
vuela otro gran pañuelo apocalíptico,
la mano azul, inédita de Dios!
Heces

Esta tarde llueve, como nunca; y no


tengo ganas de vivir, corazón.

Esta tarde es dulce. Por qué no ha de ser?


Viste de gracia y pena; viste de mujer.

Esta tarde en Lima llueve. Y yo recuerdo


las cavernas crueles de mi ingratitud;
mi bloque de hielo sobre su amapola,
más fuerte que su "No seas así!"

Mis violentas flores negras; y la bárbara


y enorme pedrada; y el trecho glacial.
Y pondrá el silencio de su dignidad
con óleos quemantes el punto final.

Por eso esta tarde, como nunca, voy


con este búho, con este corazón.

Y otras pasan; y viéndome tan triste,


toman un poquito de ti
en la abrupta arruga de mi hondo dolor.

Esta tarde llueve, llueve mucho. ¡Y no


tengo ganas de vivir, corazón!

15
Hoy Me Gusta La Vida Mucho Menos…

Hoy me gusta la vida mucho menos,


pero siempre me gusta vivir: ya lo decía.
Casi toqué la parte de mi todo y me contuve
con un tiro en la lengua detrás de mi palabra.

Hoy me palpo el mentón en retirada


y en estos momentáneos pantalones yo me digo:
¡Tánta vida y jamás!
¡Tántos años y siempre mis semanas!...
Mis padres enterrados con su piedra
y su triste estirón que no ha acabado;
de cuerpo entero hermanos, mis hermanos,
y, en fin, mi ser parado y en chaleco.

Me gusta la vida enormemente


pero, desde luego,
con mi muerte querida y mi café
y viendo los castaños frondosos de París
y diciendo:
Es un ojo éste, aquél; una frente ésta, aquélla... Y repitiendo:
¡Tánta vida y jamás me falla la tonada!
¡Tántos años y siempre, siempre, siempre!

Dije chaleco, dije


todo, parte, ansia, dije casi, por no llorar.
Que es verdad que sufrí en aquel hospital que queda al lado
y está bien y está mal haber mirado
de abajo para arriba mi organismo.

Me gustará vivir siempre, así fuese de barriga,


porque, como iba diciendo y lo repito,
¡tánta vida y jamás! ¡Y tántos años,
y siempre, mucho siempre, siempre, siempre!
Idilio Muerto

Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita de junco y capulí;
ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita
la sangre, como flojo cognac, dentro de mí.

Dónde estarán sus manos que en actitud contrita


planchaban en las tardes blancuras por venir;
ahora, en esta lluvia que me quita
las ganas de vivir.

Qué será de su falda de franela; de sus


afanes; de su andar;
de su sabor a cañas de mayo del lugar.

Ha de estarse a la puerta mirando algún celaje,


y al fin dirá temblando: «Qué frío hay... Jesús!»
y llorará en las tejas un pájaro salvaje.

17
La Copa Negra

La noche es una copa de mal. Un silbo agudo


del guardia la atraviesa, cual vibrante alfiler.
Oye, tú, mujerzuela, ¿cómo, si ya te fuiste,
la onda aún es negra y me hace aún arder?

La Tierra tiene bordes de féretro en la sombra.


Oye, tú, mujerzuela, no vayas a volver.

Mi carne nada, nada


en la copa de la sombra que me hace aún doler;
mi carne nada en ella,
como en un pantanoso corazón de mujer.

Ascua astral... He sentido


secos roces de arcilla
sobre mi loto diáfano caer.
¡Ah, mujer! Por ti existe
la carne hecha de instinto. ¡Ah, mujer!

Por eso ¡Oh, negro cáliz! aún cuando ya te fuiste,


me ahogo en el polvo,
y piafan en mis carnes ¡más ganas de beber!
Los Anillos Fatigados

Hay ganas de volver, de amar, de no ausentarse,


y hay ganas de morir, combatido por dos
aguas encontradas que jamás han de istmarse.

Hay ganas de un gran beso que amortaje la Vida,


que acaba en el áfrica de una agonía ardiente,
¡suicida!

Hay ganas de... no tener ganas, Señor;


a ti yo te señalo con el dedo deicida:
hay ganas de no haber tenido corazón.

La primavera vuelve, vuelve y se irá. Y Dios,


curvado en tiempo, se repite, y pasa, pasa
a cuestas con la espina dorsal del Universo.

Cuando las sienes tocan su lúgubre tambor,


cuando me duele el sueño grabado en un puñal,
¡hay ganas de quedarse plantado en este verso!

19
Los Dados Eternos

Dios mío estoy llorando el ser que vivo;


me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es otra cosa fermentada en tu costado:
¡tú no tienes Marías que se van!

Dios mío, si tu hubieras sido hombre,


hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
Y el hombre sí te sufre: ¡el Dios es él!

Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,


como un condenado,
Dios mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado...
Tal vez ¡oh jugador! al dar la suerte
del universo todo,
surgirán las ojeras de la Muerte,
como dos ases fúnebres de lodo.

Dios mío, y esta noche sorda, oscura,


ya no podrás jugar, porque la Tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura.
Los Heraldos Negros

Hay golpes en la vida, tan fuertes ¡Yo no sé!


Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras


en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,


de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos, como


cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!

21
Los Nueve Monstruos

Y, desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora, voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor dos veces
y el bien de ser, dolernos doblemente.

Jamás, hombres humanos,


hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera
en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!
Jamás tanto cariño doloroso,
jamás tan cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
Jamás, señor ministro de salud, fue la salud
más mortal
y la migraña extrajo tanta frente de la frente!
Y el mueble tuvo en su cajón, dolor,
el corazón en su cajón, dolor,
la lagartija en su cajón, dolor.

Crece la desdicha, hermanos hombres,


más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece
con la res de Rosseau, con nuestras barbas;
crece el mal por razones que ignoramos
y es una inundación con propios líquidos,
con propio barro y propia nube sólida!
Invierte el sufrimiento posiciones, da función
en que el humor acuoso es vertical
al pavimento,
el ojo es visto y esta oreja oída,
y esta oreja da nueve campanadas a la hora
del rayo, y nueve carcajadas
a la hora del trigo, y nueve sones hembras
a la hora del llanto, y nueve cánticos
a la hora del hambre y nueve truenos
y nueve látigos, menos un grito.

El dolor nos agarra, hermanos hombres,


por detrás, de perfil,
y nos aloca en los cinemas,
nos clava en los gramófonos,
nos desclava en los lechos, cae perpendicularmente
a nuestros boletos, a nuestras cartas;
y es muy grave sufrir, puede uno orar...

Pues de resultas
del dolor, hay algunos
que nacen, otros crecen, otros mueren,
y otros que nacen y no mueren, otros
que sin haber nacido, mueren, y otros
que no nacen ni mueren ( son los más)

Y también de resultas
del sufrimiento, estoy triste
hasta la cabeza, y más triste hasta el tobillo,
de ver al pan, crucificado, al nabo,
ensangrentado,
llorando, a la cebolla,
al cereal, en general, harina,
a la sal, hecha polvo, al agua, huyendo,
al vino, un ecce-homo,
tan pálida a la nieve, al sol tan ardío!

¡Cómo, hermanos humanos,


no deciros que ya no puedo y
y ya no puedo con tanto cajón,
tanto minuto, tanta
lagartija y tanta
inversión, tanto lejos y tanta sed de sed!
Señor Ministro de Salud: ¿ qué hacer?
¡Ah! desgraciadamente, hombres humanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer.

23
Me Viene, Hay Días, Una Gana Ubérrima, Política...

Me viene, hay días, una gana ubérrima, política,


de querer, de besar al cariño en sus dos rostros,
y me viene de lejos un querer
demostrativo, otro querer amar, de grado o fuerza,
al que me odia, al que rasga su papel, al muchachito,
a la que llora por el que lloraba,
al rey del vino, al esclavo del agua,
al que ocultóse en su ira,
al que suda, al que pasa, al que sacude su persona en mi alma.
Y quiero, por lo tanto, acomodarle
al que me habla, su trenza; sus cabellos, al soldado;
su luz, al grande; su grandeza, al chico.
Quiero planchar directamente
un pañuelo al que no puede llorar
y, cuando estoy triste o me duele la dicha,
remendar a los niños y a los genios.

Quiero ayudar al bueno a ser su poquillo de malo


y me urge estar sentado
a la diestra del zurdo, y responder al mudo,
tratando de serle útil en
lo que puedo y también quiero muchísimo
lavarle al cojo el pie,
y ayudarle a dormir al tuerto próximo.

¡Ah que querer, éste, el mío, éste, el mundial,


interhumano y parroquial, proyecto!
Me viene a pelo,
desde el cimiento, desde la ingle pública,
y, viniendo de lejos, da ganas de besarle
la bufanda al cantor,
y al que sufre, besarle en su sartén,
al sordo en su rumor craneano, impávido;
al que me da lo que olvidé en mi seno,
en su Dante, en su Chaplin, en sus hombros.

Quiero, para terminar,


cuando estoy al borde célebre de la violencia
o lleno de pecho el corazón, querría
ayudar a reír al que sonríe,
ponerle un pajarillo al malvado en plena nuca,
cuidar a los enfermos enfadándolos,
ayudarle a matar al matador - cosa terrible-
y quisiera yo ser bueno conmigo
en todo.
Mentira

Mentira. Si lo hacía de engaños,


y nada más. Ya está. De otro modo,
también tú vas a ver
cuánto va a dolerme el haber sido así.

Mentira. Calla.
Ya está bien.
Como otras veces tú me haces esto mismo,
pero yo también he sido así.

A mí, que había tanto atisbado si de veras


llorabas,
ya que otras veces sólo te quedaste
en tus dulces pucheros,
a mí, que ni soñé que los creyeses,
me ganaron tus lágrimas.
Ya está.

Mas ya lo sabes: todo fue mentira.


Y si sigues llorando, bueno, pues!
Otra vez ni he de verte cuando juegues.

25
Para El Alma Imposible De Mi Amada

Amada: no has querido plasmarte jamás


como la ha pensado mi divino amor.
Quédate en la hostia,
ciega e impalpable,
como existe Dios.

Si he cantado mucho, he llorado más


por ti ¡oh mi parábola excelsa de amor!
Quédate en el seso,
¡y en el mito inmenso
de mi corazón!

Es la fe, la fragua donde yo quemé


el terroso hierro de tanta mujer;
Quédate en la eterna
nebulosa, ahí,
en la multicencia de un dulce no ser.

Y si no has querido plasmarte jamás


en mi metafísica emoción de amor,
deja que me azote,
como un pecador.
Piedra Negra Sobre Una Piedra Blanca

Me moriré en París con aguacero,


un día del cual ya tengo el recuerdo.
Me moriré en París - y no me corro-
tal vez un jueves, como es hoy de otoño.

Jueves será, porque hoy, jueves, proso


estos versos, los húmeros que me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino a verme solo.

César Vallejo ha muerto, le pegaban


todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro

también con una soga; son testigos


los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos

27
Setiembre

Aquella noche de setiembre, fuiste


tan buena para mí... ¡hasta dolerme!
Yo no sé lo demás; y para eso,
no debiste ser buena, no debiste.

Aquella noche sollozaste al verme


hermético y tirano, enfermo y triste.
Yo no sé lo demás... y para eso,
yo no sé por qué fui triste... ¡tan triste...!

Sólo esa noche de setiembre dulce,


tuve a tus ojos de Magdala, toda
la distancia de Dios... ¡y te fui dulce!

Y también fue una tarde de setiembre


cuando sembré en tus brasas, desde un auto,
los charcos de esta noche de diciembre.
Sermón Sobre La Muerte

Y, en fin, pasando luego al dominio de la muerte,


que actúa en escuadrón, previo corchete,
párrafo y llave, mano grande y diéresis,
¿ a que el pupitre asirio? ¿ a qué el cristiano púlpito,
el intenso jalón del mueble vándalo
o, todavía menos, este esdrújulo retiro?

¿ Es para terminar,
mañana, en prototipo del alarde fálico,
en diabetis y en blanca vacinica,
en rostro geométrico, en difunto,
que se hacen menester sermón y almendras,
que sobran literalmente patatas
y este espectro fluvial en que arde el oro
y en que se quema el precio de la nieve?
¿ Es para eso, que morimos tanto?
¿ Para sólo morir,
tenemos que morir a cada instante?
¿ Y el párrafo que escribo?
¿ Y el corchete deísta que enarbolo?
¿ Y el escuadrón en que falló mi casco?
¿ Y la llave que va a todas las puertas?
¿ Y la forense diéresis, la mano,
mi patata y mi carne y mi contradicción bajo la sábana?

¡Loco de mí, loco de mí, cordero


de mí, caballísimo de mí!
¡Pupitre, sí, toda la vida; púlpito,
también, toda la muerte!
Sermón de la barbarie: estos papeles;
esdrújulo retiro: este pellejo.

De esta suerte, cogitabundo, aurífero, brazudo,


defenderé mi presa en dos momentos,
con la voz y también con la laringe,
y del olfato físico con que oro
y del instinto de inmovilidad con que ando,
me honraré mientras viva - hay que decirlo;
se enorgullecerán mis moscardones,
porque, al centro, estoy yo, y a la derecha,
también, y, a la izquierda, de igual modo.

29
Rainer Maria Rilke
A Veces Ella Siente...

A veces ella siente: la vida es grande,


más indómita que los ríos espumantes,
más salvaje que la tempestad entre los árboles.
Y, dulcemente, soltando las horas,
abandona ella su alma a los sueños.

Luego se despierta. Una estrella brilla


silenciosa sobre el sereno paisaje,
y la casa y los muros se hacen del todo blancos.
Entonces ella sabe: la vida es desconocida y lejana;
y junta sus manos que ya envejecen.

31
Cielo

Un cielo pálido y gris,


en el que los colores se marchitan.
A lo lejos, - un destello,
como el fuego de una cicatriz...
Reflejos que erran y se posan.
Hay en el aire
un desfallecido perfume de rosas
y lágrimas contenidas.
En Lo Más Cruel De Tu Invierno...

En lo más cruel de tu invierno, selva lúcida,


te animas a sentir la primavera,
y dulcemente dejas rezumar tu plata
para que yo alcance el verdor de tu nostalgia.

Mientras que tus senderos cada vez más lejos me llevan,


olvido los "por qués" y los "dónde”:.
Y sólo sé que las puertas ocultan tus tinieblas,
y las dejan en la nada.

33
Era El Día...

Era el día de los crisantemos blancos,-


y yo casi tenía miedo de su aplastante esplendor.
Entonces tú acudiste hacia mí y cogiste mi corazón
en la plenitud de la noche.

Yo tenía mucho miedo, pero llegaste cara y tierna,-


en mi sueño, un instante, yo había pensado en ti.
Llegaste y, dulcemente, un aire como de leyenda
tiñó la noche.
Espergesia

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,


que soy malo; y no saben
del diciembre de ese enero.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Hermano, escucha, escucha…


Bueno. Y que no me vaya
sin llevar diciembres,
sin dejar eneros.

Pues yo nací un día


que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,


que mastico… Y no saben
por qué en mi verso chirrían,
oscuro sinsabor de féretro,
luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge
preguntona del Desierto.
Todos saben… Y no saben
que la luz es tísica,
y la Sombra gorda…
Y no saben que el Misterio sintetiza…
que él es la joroba
musical y triste que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las Lindes.

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave.

35
Final

La muerte es grande.
Boca sonriente,
le pertenecemos.
Cuando en el corazón de la vida nos creemos,
de pronto ella se atreve
y llora sobre nosotros.
Hora Grave

Aquel que llora ahora en alguna parte del mundo,


sin razón llora en el mundo,
llora sobre mí.

El que ahora ríe en alguna parte de la noche,


sin razón ríe en la noche,
ríe de mí.

El que ahora marcha en alguna parte del mundo,


sin causa marcha en el mundo,
viene hacia mí.

El que ahora muere en alguna parte del mundo,


sin causa muere en el mundo,
me mira a mí.

37
La Vida, No Intentes...

La vida, no intentes alcanzarla


que, desde hoy, para ti será como un hada.
Los días, acéptalos
como el niño que, mientras camina,
recibe del viento su lluvia de flores.

En ningún instante se le ocurrirá


recoger y guardar esta lluvia.
Dulcemente desprenderá de sus cabellos
las que allí quedaron como tiernas prisioneras,
y a lo largo de su años jóvenes y dichosos
él seguirá tendiendo sus manos hacia otras flores.
La Soledad

La soledad aseméjase a una lluvia


que, viniendo del mar, en la tarde avanza
sobre las llanuras distantes y perdidas,
bajo el cielo que siempre la contiene.
Y es del cielo que cae sobre la ciudad.

La soledad llueve en horas inciertas


cuando, amaneciendo, las calles se vuelven nuevas,
y los cuerpo ahítos de desprecio
se separan, tristes y desengañados,
y los hombres, odiándose entre ellos,
deben compartir un mismo lecho:
la soledad, entonces, se aleja en la corriente del río.

39
Las Comulgantes

Con blancos velos las comulgantes


se hunden en el fresco verdor de los jardines.
He aquí que han superado su infancia
y desde hoy será diferente lo que venga.

Pero, ¿ vendrá eso? Y, ¿ no ha comenzado ya


la espera de las nuevas horas?
Concluida la fiesta la casa se anima;
un poco más tristemente el atardecer transcurre.

¡Ah! ¡Qué amanecer fue aquel con las blancas ropas,


y por las calles qué andar engalanado
hasta la iglesia fresca en el interior, como de seda !
Los altos cirios formaban como calles
y las luces asemejaban a joyas
bajo las miradas solemnes y graves.

Luego ese silencio, cuando se elevó el cántico.


Subía bajo la bóveda semejante a una nube,
se aclaraba al descender, más dulce
que cualquier lluvia sobre todos aquellos niños blancos.
Y como bajo el viento, aquel vaho blanco se mecía
en sus pliegues coloreándose
y pareciendo contener flores ocultas:
flores y pájaros, estrellas e imágenes
de un lejano mundo de leyenda.

Fuera era un día azul y verde,


con gritos de rojo y rincones claros.
El estanque retrocedía: diminutas olas.
El viento traía floraciones lejanas
y hablaba de jardines exteriores.

Huebiérase dicho que las cosas estaban coronadas,


claras, bajo un cielo ligero;
las fachadas de las casas parecían atraer,
y muchas ventanas se abrían y brillaban.
Los Achantis
( En el Jardín de Aclimatación)

Nada de contemplar tierras extrañas,


ni la sensación de mujeres morenas
que danzando se desnudan.

Ni la extraña, salvaje melodía.


Ni la canción de la sangre brotada,
ni la sangre que desde adentro aclama.

Ni muchachas morenas tendidas


con molicie tropical;
ni ojos flameantes como armas,
con las bocas a la risa dispuestas.

Y una extraña comprensión


con el orgullo propio de los hombres vanidosos.

Y la contemplación de estas cosas me angustió.

¡Oh ! Más felices son las bestias


viviendo y tendiéndose entre rejas
inarmónicamente, respondiendo sólo al impulso
incomprensible de las cosas nuevas y raras,

para consumirse y hundirse en sí mismos


quedamente, como un fuego lento,
indiferentes a la novedad de la aventura
y sólo en compañía de su sangre.

41
Los Anillos Fatigados

Hay ganas de volver, de amar, de no ausentarse,


y hay ganas de morir, combatido por dos
aguas encontradas que jamás han de istmarse.

Hay ganas de un gran beso que amortaje a la Vida,


que acaba en el áfrica de una agonía ardiente,
suicida!

Hay ganas de… no tener ganas, Señor;


a ti yo te señalo con el dedo deicida:
hay ganas de no haber tenido corazón.

La primavera vuelve, y se irá. Y Dios,


curvado en tiempo, se repite, y pasa, pasa
a cuestas con la espina dorsal del Universo.

Cuando las sienes tocan su lúgubre tambor,


cuando me duele el sueño grabado en un puñal,
¡hay ganas de quedarse plantado en este verso!
Muchachas

El oleaje jamás se acalla


y vosotras menos.
Como las olas cantáis,
y en vosotras el deseo
se convierte en música.

¿ Es el pudor de vuestra belleza el que origina el canto?


Muchachas: ¿ es un prematuro pesar?
¿ por qué?

Estos cantos han llegado con la nostalgia


y se marcharán cuando llegue el novio.

43
Muchacho

Yo quisiera convertirme en uno de esos


que pasan en la noche montando potros salvajes,
y dejan flotar al viento en su galope
las desatadas cabelleras de sus antorchas.
Yo quisiera estar como en la nave, en la proa, erguido,
grande, tal cual una bandera desplegada;
oscuro, pero cubierto por un áureo casco
refulgente. Y en la popa,
diez hombres hechos de idénticas tinieblas,
con cascos parecidos al mío,
claros como el cristal, o sombríos, viejos, ciegos.
Y uno, de pie, a mi lado,
ensanchando el espacio con su trompeta,
con un estrépito de rayos,
ahuyentaría de nuestro alrededor la negra soledad
que recorremos como en fugaz sueño.
Las casas quedarían atrás, como humilladas,
temblarían las calles,
recularían las plazas, pero nos apoderaríamos de todo,
y los cascos de nuestros caballos resonarían como una tempestad
Música

¿ Qué has tocado, muchacho? En el jardín corrió


un como susurro de pasos y de órdenes musitadas.
¿ Qué has tocado, muchacho?...¿ Ves? Tu alma
ha quedado prendida en la caña de tu flauta.

¿ Por qué llamas? El sonido es una cárcel


en la que se consume y se entrega al olvido;
fuerte es tu vida, pero más fuerte es tu canción,
levantando sus sollozos sobre esta nostalgia.

Bríndale silencio a fin de que, paso a paso,


retorne a esa abundancia viviente
en la que había crecido - prudente y pleno desarrollo
antes de obligarse a afrontar tus juegos delicados.

Mira... Ya sus alas se fatigan de batir.


Tú también, soñador, derrochas el impulso,
de suerte que su vuelo, ahíto de canciones,
no podrá llegar muy lejos,
cuando yo venga a invitarte para el gozo.

45
¿Por Qué ...?

¿ Por qué arrancarme de mis horas


pálidas y azules?
¿ Por qué arrojarme en el torbellino
y la confusión centelleante?
No quiero ver vuestra locura.
Quiero, como un niño enfermo en su alcoba,
solitario, con secreta sonrisa,
construir dulcemente días y dulcemente sueños.
Si Yo Hubiera Crecido

Si yo hubiera crecido en alguna parte


donde los días son leves y las horas más claras,
te hubiera improvisado una límpida acogida,
y mis manos no te estrecharían así
como a veces lo hacen, tendidas e inquietas.

Allá me hubiera atrevido a derrocarte


- ¡Oh presente infinito!-
En medio de todas esas desbordantes alegrías
te hubiera arrojado como una bala
lanzada para que alguien te recogiera:
saltando, en alto las manos,
acudirían al encuentro de tu caída,
¡oh, cosa entre las cosas!

Como una espada


te hubiera hecho brillar.
El anillo de oro más puro
hubiera rodeado tu fuego
y yo lo retendría
sobre la mano más blanca.
Te hubiera pintado:
no sobre un muro, sino en el mismo cielo.
Tal cual un gigante
así te hubiera formado: montaña o incendio,
simún que llega del desierto;
o bien, quizá,
sencillamente, te hubiera encontrado...

Pero, están lejos todos mis amigos,


apenas si oigo vibrar su risa,
eres un pichón de amarillas patas
y grandes ojos: me inspiras piedad.
( Mi mano, para ti, ¿ no es aún demasiado larga?)
Y mi dedo recoge esta gota de la fuente...
Yo espío entonces, para ver si, levantando tu pico, la beberás.
Siento latir tu corazón,
siento al mío:
porque los dos tienen miedo.

47
Sin Embargo - Aunque Cada Uno...

Sin embargo - aunque cada uno huya de sí mismo,


como de la odiada prisión en que está preso -,
un milagro se cumple en el universo.
Pese a todo, yo lo siento: - toda vida es vida
¿ Quién, pues, la vive? ¿ Son las cosas
que en la tarde quedan latiendo en el arpa
como una melodía que ninguna mano ejecuta?
¿ Son los vientos que desde lejos llegan?
¿ Son las ramas que señas se hacen?
¿ Son las flores que derraman perfumes?
¿ O bien son los anchos senderos que envejecen,
las cálidas bestias que vemos marchar,
o los pájaros que, indiferentes, se ciernen?
¿Quién la vive, entonces? ¿Eres tú, Señor, - la vida?
Señor, Concede A Cada Cual...

Señor, concede a cada cual su propia muerte,


que sea verdaderamente salida de esta vida
en la que encontró el amor, un sentido y su angustia.

Porque no somos más que la hoja y la corteza.


La muerte indefectible que cada cual lleva en sí
es el fruto alrededor del cual todo cambia.

Es por este fruto que un día las muchachas


se yerguen como un lamento puede brotar de un laúd,
y por el que los muchachos acarician sueños de hombres.

Para él las mujeres se hacen confidentes


de los temores que de otras no podrían alejar.
Y por el amor de él, lo que un día los ojos vieron,
aunque fuera un lejano pasado, en eternidad se convierte.
Y todos aquellos que nunca formaron ni construyeron
alrededor de este gran fruto, se trocarán en un mundo,
helando, fundiendo, viento o sol.
En él, todo calor es absorbido:
el corazón y el blanco ardor de los cerebros...
Pero tus ángeles , Señor, con revuelo de pájaros
pasan, y encuentran verdes todos estos frutos.

49
Tal Es La Nostalgia...

Tal es la nostalgia: vivir sobre las olas


y no tener jamás asilo en el tiempo.
Y tales son los deseos: un diálogo en voz baja
diariamente, una hora, con la eternidad.

Tal es la vida. Hasta que llegue el día en que el pasado


se eleve solitario entre todas esas horas,
y, sonriente, lo mismo que sus hermanas,
se calle, ofrendándose al eterno.
¿ Ves?...Yo Quiero Mucho...

¿ Ves?... Yo quiero mucho,


quizá todo:
la oscuridad de las caídas infinitas
y el alegre centellear de las cumbres luminosas.

Mientras otros viven sin desear nada,


repiten
las intrascendentes palabras de sus vulgares
sentimientos.

Pero tú, tú te complaces


en todos cuantos de ti se sirven
cual si fueras un instrumento.

Todavía no está frío, no ha pasado aún la hora


de sumergirse en la promesa de tus tinieblas
donde se traiciona la vida con facilidad.

51
Jorge Luis Borges
1964

Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.


Ya no compartirás la clara luna
Ni los lentos jardines. Ya no hay una
Luna que no sea espejo del pasado,
Cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes,
Que acercaba el amor. Hoy sólo tienes
La fiel memoria y los desiertos días.
Nadie pierde ( repites vanamente)
Sino lo que no tiene y no ha tenido
Nunca, pero no basta ser valiente
Para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
Y te puede matar una guitarra.

II

Ya no seré feliz. Ya no importa.


Hay tantas otras cosas en el mundo;
Un instante cualquiera es más profundo
Y diverso que el mar. La vida es corta
Y aunque las horas son tan largas, una
Oscura maravilla nos acecha,
La muerte, ese otro mar, esa otra flecha
Que nos libra del sol y de la luna
Y del amor. La dicha que me diste
Y me quitaste debe ser borrada;
Lo que era todo tiene que ser nada.
Sólo me queda el goce de estar triste,
Esa vana costumbre que me inclina
Al sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

53
A Quien Ya No Es Joven

Ya puedes ver el trágico escenario


Y cada cosa en el lugar debido;
La espada y la ceniza para Dido
Y la moneda para Belisario.
¿ A qué sigues buscando en el brumoso
Bronce de los hexámetros de la guerra
Si están aquí los siete pies de tierra,
La brusca sangre y el abierto foso?
Aquí te acecha el insondable espejo
Que soñará y olvidará el reflejo
De tus postrimerías y agonías.
Ya te cerca lo último. Es la casa
Donde tu lenta y breve tarde pasa
Y la calle que ves todos los días.
Amorosa Anticipación

Ni la intimidad de tu frente clara como una fiesta


ni la costumbre de tu cuerpo, aún misterioso, tácito y de niña,
ni la sucesión de tu vida asumiendo palabras o silencios
serán favor tan misterioso
como mirar tu sueño implicado
en la vigilia de mis brazos.
Virgen milagrosamente otra vez por la virtud absolutoria del sueño,
quieta y resplandeciente como una dicha que la memoria elige,
me darás esa orilla de tu vida que tu misma no tienes.
Arrojado a esa quietud,
divisaré esa playa última de tu ser
y te veré por vez primera, quizá,
como Dios ha de verte,
desbaratada la ficción del Tiempo,
sin el amor, sin mí.

55
Ausencia

Habré de levantar la vasta vida


que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a las luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿ En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.
Cercanías

Los patios y su antigua certidumbre,


los patios cimentados
en la tierra y el cielo.
Las ventanas con reja
desde la cual la calle
se vuelve familiar como una lámpara.
Las alcobas profundas
donde arde en quieta llama la caoba
y el espejo de tenues resplandores
es como un remanso en la sombra.
Las encrucijadas oscuras
que lancean cuatro infinitas distancias
en arrabales de silencio.
He nombrado los sitios
donde se desparrama la ternura
y estoy solo y conmigo.

57
Despedida

Entre mi amor y yo han de levantarse


trescientas noches como trescientas paredes
y el mar será una magia entre nosotros.

No habrá sino recuerdos.


Oh tardes merecidas por la pena,
noches esperanzadas de mirarte,
campos de mi camino, firmamento
que estoy viendo y perdiendo ...
Definitiva como un mármol
entristecerá tu ausencia otras tardes.
Doomsday

Será cuando la trompeta resuene, como escribe San Juan el Teólogo.


Ha sido en 1757, según el testimonio de Swedenborg. Fue en Israel cuando la
loba clavó en la cruz la carne de Cristo, pero no sólo entonces.
Ocurre en cada pulsación de tu sangre.
No hay un instante que no pueda ser el cráter del Infierno.
No hay un instante que no pueda ser el agua del Paraíso.
No hay un instante que no esté cargado como un arma. En cada instante
puede revelarte su amor Helena de Troya.
En cada instante el gallo puede haber cantado tres veces.
En cada instante la clepsidra deja caer su última gota.

59
El Amenazado

Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.

Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz. La hermosa máscara ha cambiado,
pero como siempre es la única. ¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras,
la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus
mares y sus espadas, la serena amistad, las galerías de la Biblioteca, las cosas comunes, los
hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de los muertos, la noche intemporal, el
sabor del sueño?

Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.

Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se levanta a la voz del ave, ya se han
oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.

Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de
vivir en lo sucesivo.

Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.

Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.

Ya los ejércitos me cercan, las hordas.

( Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)

El nombre de una mujer me delata.

Me duele una mujer en todo el cuerpo.


El Despertar

Entra la luz y asciendo torpemente


De los sueños al sueño compartido
Y las cosas recobran su debido
Y esperado lugar y en el presente
Converge abrumador y vasto el vago
Ayer: las seculares migraciones
Del pájaro y el hombre, las legiones
Que el hierro destrozó, Roma y Cartago,
Vuelve también la cotidiana historia:
Mi voz, mi rostro, mi temor, mi suerte.
¡Ah, si aquel otro despertar, la muerte,
Me deparara un tiempo sin memoria
De mi nombre y de todo lo que he sido!
¡Ah, si en esa mañana hubiera olvido!

61
El Enamorado

Lunas, marfiles, instrumentos, rosas,


Lámparas y la línea de Durero,
Las nueve cifras y el cambiante cero,
Debo fingir que existen esas cosas.
Debo fingir que en el pasado fueron
Persépolis y Roma y que una arena
Sutil midió la suerte de la almena
Que los siglos de hierro deshicieron.
Debo fingir las armas y la pira
De la epopeya y los pesados mares
Que roen de la tierra los pilares.
Debo fingir que hay otros. Es mentira.
Sólo tú eres. Tú, mi desventura
Y mi ventura, inagotable y pura.
El Juego

No se miraban. En la penumbra compartida los dos estaban serios y silenciosos.

Él le había tomado la mano izquierda y le quitaba y le ponía el anillo de marfil y el anillo de


plata.

Luego le tomó la mano derecha y le quitó y le puso los dos anillos de plata y el anillo de oro
con piedras duras.

Ella tendía alternativamente las manos.

Esto duró algún tiempo. Fueron entrelazando los dedos y juntando las palmas.

Procedían con lenta delicadeza, como si temieran equivocarse.

No sabían que era necesario aquel juego para que determinada cosa ocurriera, en el porvenir,
en determinada región.

63
El Suicida

No quedará en la noche una estrella.


No quedará la noche.
Moriré y conmigo la suma
del intolerable universo.
Borraré las pirámides, las medallas,
los continentes y las caras.
Borraré la acumulación del pasado.
Haré polvo la historia, polvo el polvo.
Estoy mirando el último poniente.
Oigo el último pájaro.
Lego la nada a nadie.
Elegía Del Recuerdo Imposible

Qué no daría yo por la memoria


De una calle de tierra con tapias bajas
Y de un alto jinete llenando el alba
( Largo y raído el poncho)
En uno de los días de la llanura,
En un día sin fecha.
Qué no daría yo por la memoria
De mi madre mirando la mañana
En la estancia de Santa Irene,
Sin saber que su nombre iba a ser Borges.
Qué no daría yo por la memoria
De haber combatido en Cepeda
Y de haber visto a Estanislao del Campo
Saludando la primer bala
Con la alegría del coraje.
Qué no daría yo por la memoria
De un portón de quinta secreta
Que mi padre empujaba cada noche
Antes de perderse en el sueño
Y que empujo por última vez
El catorce de febrero del 38.
Qué no daría yo por la memoria
De las barcas de Hengist,
zarpando de la arena de Dinamarca
Para debelar una isla
Que aún no era Inglaterra.
Qué no daría yo por la memoria
( La tuve y la he perdido)
De una tela de oro de Turner,
Vasta como la música.
Qué no daría yo por la memoria
De haber oído a Sócrates
Que, en la tarde de la cicuta,
Examino serenamente el problema
De la inmortalidad,
Alternando los mitos y razones
Mientras la muerte azul iba subiendo
Desde los pies ya fríos.
Qué no daría yo por la memoria
De que me hubieras dicho que me querías
Y de no haber dormido hasta la aurora,
Desgarrado y feliz.

65
Elogio De La Sombra

La vejez (tal es el nombre que los otros le dan)


puede ser el tiempo de nuestra dicha.
El animal ha muerto o casi ha muerto.
Quedan el hombre y su alma.
Vivo entre formas luminosas y vagas
que no son aún la tiniebla.

Buenos Aires,
que antes se desgarraba en arrabales
hacia la llanura incesante,
ha vuelto ha ser la Recoleta, el retiro,
las borrosas calles del Once
y las precarias casas viejas
que aún llamamos el Sur.
Siempre en mi vida fueron demasiadas las cosas;
Demócrito de Abdera se arrancó los ojos para pensar;
el tiempo ha sido mi Demócrito.
Esta penumbra es lenta y no duele;
fluye por un manso declive y se parece a la eternidad.
Mis amigos no tienen cara,
las mujeres son los que fueron hace ya tantos años,
las esquinas pueden ser otras,
no hay letras en las páginas de los libros.
Todo esto debería atemorizarme,
pero es una dulzura, un regreso.
De las generaciones de los textos que hay en la tierra
sólo habré leído unos pocos,
los que sigo leyendo en la memoria,
leyendo y transformando.
Del Sur, del Este, del Oeste, del Norte,
convergen los caminos que me han traído
a mi secreto centro.
Esos caminos fueron ecos y pasos,
mujeres, hombres, agonías, resurrecciones,
días y noches,
entresueños y sueños,
cada ínfimo instante del ayer
y de los ayeres del mundo,
la firme espada del danés y la luna del persa,
los actos de los muertos,
el compartido amor, las palabras,
Emerson y la nieve y tantas cosas.
Ahora puedo olvidarlas. Llego a mi centro,
a mi álgebra y mi clave,
a mi espejo.
Pronto sabré quién soy.
Jactancia De Quietud

Escrituras de luz embisten la sombra, más prodigiosa que meteoros.


La alta ciudad inconocible arrecia sobre el campo.
Seguro de mi vida y de mi muerte, miro los ambiciosos y quisiera entenderlos.
Su día es ávido como el lazo en el aire.
Su noche es tregua de la ira en el hierro, pronto en acometer.
Hablan de humanidad.
Mi humanidad está en sentir que somos voces de una misma penuria.
Hablan de patria.
Mi patria es un latido de guitarra, unos retratos y una vieja espada,
la oración evidente del sauzal en los atardeceres.
El tiempo está viviéndome.
Más silencioso que mi sombra, cruzo el tropel de su levantada codicia.
Ellos son imprescindibles, únicos, merecedores del mañana.
Mi nombre es alguien y cualquiera.
Paso con lentitud, como quien viene de tan lejos que no espera llegar.

67
La Joven Noche

Ya las lustrales aguas de la noche me absuelven


de los muchos colores y de las muchas formas.
Ya en el jardín las aves y los astros exaltan
el regreso anhelado de las antiguas normas
del sueño y de la sombra. Ya la sombra ha sellado
los espejos que copian la ficción de las cosas.
Mejor lo dijo Goethe: 'Lo cercano se aleja'.
esas cuatro palabras cifran todo el crepúsculo.
En el jardín las rosas dejan de ser las rosas
y quieren ser la Rosa.
Límites

Hay una línea de Verlaine que no volveré a recordar,


Hay una calle próxima que está vedada a mis pasos,
Hay un espejo que me ha visto por última vez,
Hay una puerta que he cerrado hasta el fin del mundo
Entre los libros de mi biblioteca ( estoy viéndolos)
Hay alguno que ya nunca abriré
Este verano cumpliré cincuenta años;
La muerte me desgasta, incesante.

69
Mayo 20, 1928

Ahora es invulnerable como los dioses.


Nada en la tierra puede herirlo, ni el desamor de una mujer, ni la tisis, ni las ansiedades del
verso, ni esa cosa blanca, la luna, que ya no tiene que fijar en palabras.
Camina lentamente bajo los tilos: mira las balaustradas y las puertas, no para recordarlas.
Ya sabe cuántas noches y cuántas mañanas le faltan.
Su voluntad le ha impuesto una disciplina precisa. Hará determinados actos, cruzará previstas
esquinas, tocará un árbol o una reja, para que el porvenir sea tan irrevocable como el pasado.
Obra de esa manera para que el hecho que desea y que teme no sea otra cosa que el término
final de una serie.
Camina por la calle 49; piensa que nunca atravesará tal o cual zaguán lateral.
Sin que lo sospecharan, se ha despedido ya de muchos amigos.
Piensa lo que nunca sabrá, si el día siguiente será un día de lluvia.
Se cruza con un conocido y le hace una broma. Sabe que este episodio será, durante algún
tiempo, una anécdota.
Ahora es invulnerable como los muertos.
En la hora fijada subirá por unos escalones de mármol. (Esto perdurará en la memoria de
otros.) Bajará al lavatorio; en el piso ajedrezado el agua borrará muy pronto la sangre. El
espejo lo aguarda. Se alisará el pelo, se ajustará el nudo de la corbata (siempre fue un poco
dandy, como cuadra a un joven poeta ) y tratará de imaginar que el otro, el del cristal,
ejecuta los actos y que él, su doble, los repite. La mano no le temblará cuando ocurra el
último.
Dócilmente, mágicamente, ya habrá apoyado el arma contra la sien.
Así, lo creo, sucedieron las cosas.
Otro Poema De Los Dones

Gracias quiero dar al divino


Laberinto de los efectos y las causas
Por la diversidad de las criaturas
Que forman este singular universo,
Por la razón, que no cesará de soñar
Con un plano del laberinto,
Por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises,
por el amor, que nos deja ver a los otros
Como los ve la divinidad,
Por el firme diamante y el agua suelta,
Por el álgebra, palacio de precisos cristales,
Por la místicas monedas de Angel Silesio,
Por Schopenhauer,
Que acaso descifró el universo,
Por el fulgor del fuego
Que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo
Por la caoba, el cedro y el sándalo,
Por el pan y la sal,
Por el misterio de la rosa
Que prodiga color y no lo ve,
Por ciertas vísperas y días de 1955,
Por los duros troperos que en la llanura
Arrean los animales y el alba,
Por la mañana en Montevideo,
Por el arte de la amistad,
Por el último día de Sócrates,
Por las palabras que en un crepúsculo se dijeron
De una cruz a otra cruz,
Por aquel sueño del Islam que abarcó
Mil noches y una noche,
Por aquel otro sueño del infierno,
De la torre del fuego que purifica
Y de las esferas gloriosas,
Por Swedenborg,
Que conversaba con los ángeles en las calles de Londres,
Por los ríos secretos e inmemoriales
Que convergen en mí,
Por el idioma que, hace siglos, hablé en Nortumbría,
Por la espada y el arpa de los sajones,
Por el mar, que es un desierto resplandeciente
Y una cifra de cosas que no sabemos.
Y un epitafio de los vikings,
Por la música verbal de Inglaterra,
Por la música verbal de Alemania,
Por el Oro, que relumbra en los versos,
Por el épico invierno,
Por el nombre de un libro que no he leído:
Gesta Dei per Francos,
Por Verlaine, inocente como los pájaros,
Por el prisma de cristal y la pesa de bronce,
Por la rayas del tigre,

71
Por la altas torres de San Francisco y de la isla de Manhattan,
Por la mañana en Texas,
Por aquel sevillano que redactó la Epístola Moral
Y cuyo nombre, como él hubiera preferido, ignoramos,
Por Séneca y Lucano, de Córdoba,
Que antes del español escribieron
Toda la literatura española,
Por el geométrico y bizarro ajedrez,
Por la tortuga de Zenón y el mapa de Royce,
Por el olor medicinal de los eucaliptos,
Por el lenguaje, que puede simular la sabiduría,
Por el olvido, que anula o modifica el pasado,
Por la costumbre,
Que nos repite y nos confirma como un espejo,
Por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio,
Por la noche, su tiniebla y su astronomía,
Por el valor y la felicidad de los otros,
Por la patria, sentida en los jazmines
O en una vieja espada,
Por Whitman y Francisco de Asís, que ya escribieron el poema,
Por el hecho de que el poema es inagotable
Y se confunde con la suma de las criaturas
Y no llegará jamás al último verso
Y varía según los hombres,
Por Frances Haslam, que pidió perdón a sus hijos
Por morir tan despacio,
Por los minutos que preceden al sueño,
Por el sueño y la muerte,
Esos dos tesoros ocultos,
Por los íntimos dones que no enumero,
Por la música, misteriosa forma del tiempo.
Sábados

Afuera hay un ocaso, alhaja oscura


engastada en el tiempo,
y una honda ciudad ciega
de hombres que no te vieron.
La tarde calla o canta.
Alguien descrucifija los anhelos
clavados en el piano.
Siempre, la multitud de tu hermosura.

***

A despecho de tu desamor
tu hermosura
prodiga su milagro en el tiempo.
Está en ti la ventura
como la primavera en la hoja nueva.
Ya casi no soy nadie,
soy tan sólo ese anhelo
que se pierde en la tarde.
En ti está la delicia
como está la crueldad en las espadas.

***

Agravando la reja está la noche.


En la sala severa
se buscan como ciegos nuestras dos soledades.
Sobrevive a la tarde
la blancura gloriosa de tu carne.
En nuestro amor hay una pena
que se parece al alma.

***


que ayer sólo eras toda la hermosura
eres también todo el amor, ahora.

73
Son Los Ríos

Somos el tiempo. Somos la famosa


parábola de Heráclito el Oscuro.
Somos el agua, no el diamante duro,
la que se pierde, no la que reposa.
Somos el río y somos aquel griego
que se mira en el río. Su reflejo
cambia en el agua del cambiante espejo,
en el cristal que cambia como el fuego.
Somos el vano río prefijado,
rumbo a su mar. La sombra lo ha cercado.
Todo nos dijo adiós, todo se aleja.
La memoria no acuña su moneda.
Y sin embargo hay algo que se queda
y sin embargo hay algo que se queda.
Tríada

El alivio que habrá sentido César en la mañana de Farsalia, al pensar: Hoy es la batalla.

El alivio que habrá sentido Carlos Primero al ver el alba en el cristal y pensar: Hoy es el día del
patíbulo, del coraje y del hacha.

El alivio que tú y yo sentiremos en el instante que precede a la muerte, cuando la suerte nos
desate de la triste costumbre de ser alguien y del peso del universo.

75
Trofeo

Como quien recorre una costa


maravillado de la muchedumbre del mar,
albriciado de luz y pródigo espacio,
yo fui el espectador de tu hermosura
durante un largo día.
Nos despedimos al anochecer
y en gradual soledad
al volver por la calle cuyos rostros aún te conocen,
se oscureció mi dicha, pensando
que de tan noble acopio de memorias
perdurarían escasamente una o dos
para ser decoro del alma
en la inmortalidad de su andanza.
Two English Poems

To Beatriz Biblioni Webster de Bullrich

Este inútil amanecer me sorprende en la esquina de una calle desierta: he sobrevivido a la


noche.
Las noches son olas orgullosas: olas azul-oscuras que se precipitan sobre sí mismas, cargadas
de todos los matices de un hondo botín, cargadas de cosas insólitas y deseables.
Las noches poseen la costumbre de conferir o retener dones misteriosos, cosas a medias
regaladas, a medias retenidas, alegrías cuyo otro hemisferio está en tinieblas. Así se
comportan las noches, te lo digo. El oleaje, aquella noche, me dejó los acostumbrados
residuos y fragmentos: odiosos amigos con quienes charlar, música para mis sueños, y el
humo de amargas cenizas. Cosas que mi hambreado corazón no pudo utilizar.
La única ola grande te trajo a ti. Palabras, palabras sencillas, tu risa; y tú, tan indolente e
incesantemente hermosa. Hablamos y tú has olvidado las palabras. El amanecer que todo lo
vuelve añicos me sorprende en una calle desierta de esta ciudad. Tu perfil que se me aleja,
los sonidos que componen tu nombre, la cadencia de tu risa. Me dejas estos ilustres juguetes.
Los examino en este amanecer, los extravío, los vuelvo a encontrar; los muestro a los escasos
perros callejeros y a las escasas estrellas errabundas del alba.
Tu rica oscura vida ....
De algún modo he de tenerte: pongo a un lado los ilustres juguetes que me diste, yo quiero
tu oculta mirada, tu verdadera sonrisa - aquella sonrisa solitaria y burlona que solo conoce tu
frío espejo.

II

¿ Como retenerte?
Te ofrezco calles magras, atardeceres desesperados, la luna de los desgarrados suburbios.
Te ofrezco la amargura de un hombre que ha contemplado largas horas la luna solitaria. Te
ofrezco mis ancestros, mis antepasados muertos, los espectros que los vivientes han
conmemorado en mármol: el padre de mi padre muerto en la frontera de Buenos Aires de
dos balazos en los pulmones, barbado y muerto, envuelto por sus soldados en la piel de una
vaca; el abuelo de mi madre- de apenas veinticuatro años- encabezando el galope de
trescientos hombres en el Perú, ahora fantasmas que montan caballos fantasmales.
Te ofrezco la verdad que contengan mis libros, la virilidad o humor que contenga mi vida.
Te ofrezco la lealtad de un hombre que nunca ha sido leal.
Te ofrezco aquel núcleo de mí mismo que de alguna manera se ha salvado - el corazón íntimo
que no comercia con las palabras, que no trafica en sueños y que no es tocado ni por el
tiempo, ni por la alegría, ni por las adversidades.
Te ofrezco el recuerdo de una rosa amarilla vista en un atardecer, años antes de que
nacieras.
Te ofrezco explicaciones sobre ti misma, teorías sobre ti misma, novedades auténticas y
sorprendentes sobre ti misma.
Puedo darte mi soledad, mis tinieblas, los anhelos de mi corazón; estoy tratando de
sobornarte con la incertidumbre, el peligro y la derrota.

77
Una Despedida

Tarde que socavó nuestro adiós.


Tarde acerada y deleitosa y monstruosa como un ángel oscuro.
Tarde cuando vivieron nuestros labios en la desnuda intimidad de los besos.
El tiempo inevitable se desbordaba
sobre el abrazo inútil.
Prodigábamos pasión juntamente, no para nosotros sino para la soledad ya
cercana.
Nos rechazó la luz; la noche había llegado con urgencia.
Fuimos hasta la verja en esa gravedad de la sombra que ya el lucero alivia.
Como quien vuelve de un perdido prado yo volví de tu abrazo. Como quien
vuelve de un país de espadas yo volví de tus lágrimas.
Tarde que dura vívida como un sueño
entre las otras tardes.
Después yo fui alcanzando y rebasando
noches y singladuras.
Cesare Pavese

79
Creación

Estoy vivo y sorprendí en el alba las estrellas.


La compañera sigue durmiendo y no lo sabe.
Los camaradas duermen. Y la clara jornada
se alza ante mi más nítida que los rostros hundidos.

A lo lejos pasa un viejo que se va a trabajar


o a gozar de la mañana. No somos diferentes;
él y yo respiramos la misma claridad
y fumamos tranquilos para engañar el hambre.
También el viejo debe tener un cuerpo duro
y vibrante - debería estar desnudo ante la madrugada.

Esta mañana corre la vida sobre el agua


o en el sol: nos rodea el resplandor del agua
siempre joven, los cuerpos de todos estarán desnudos.
Habrá un sol fuerte y el rigor del mar
y ese rudo cansancio que abate bajo el sol
y la inmovilidad. Estará la amiga
- un secreto de cuerpos. Cada uno elevará su voz.
Dos Poesías A T.

(1)

Las plantas del lago


te han visto una mañana.
Las piedras, las cabras, el sudor
están afuera de los días
como el agua del lago.
El dolor y el tumulto de los días
no rasguñan el lago.
Pasarán las mañanas,
pasarán las angustias,
otros sudores y piedras
te morderán la sangre
- no será siempre así.
Algo hallarás de nuevo.
Volverá una mañana
en que tras el tumulto,
estés sola en el lago.

(2)

También tú eres el amor.


Eres de sangre y tierra
como los otros. Andas
como quien no se mueve
de la puerta de la casa.
Miras como el que espera
y no ve. Eres la tierra
que sufre y calla.
Te sobresaltas y fatigas,
tienes palabras - caminas
esperando. El amor
es tu sangre - no otra.

81
In The Morning You Always Come Back

La tronera del alba


respira con tu boca
en las calles vacías.
Tus ojos son luz gris,
dulces gotas del alba
en las negras colinas.
Tu hálito y tu paso
Como el viento del alba
a las casas sumergen.
La ciudad se estremece
tienen olor las piedras -
vida y despertar eres.

Extraviado lucero
en la luz de la aurora,
sonido de la brisa
respiración, tibieza -
la noche ha terminado.

Eres luz y mañana.


Sueño

¿ Aún se ríe tu cuerpo a la sutil caricia


de la mano o el aire, y reencuentra en el aire
otros cuerpos, a veces? Tantos de ellos retornan
de un temblor en la sangre, de una nada. Hasta el cuerpo
que se tendió a tu lado te busca en esa nada.

Era un juego voluble pensar que alguna vez


la caricia del aire podría resurgir
como súbito recuerdo en la nada. Tu cuerpo
se habría despertado una mañana, amoroso
de su misma tibieza, bajo el alba desierta.
Un agudo recuerdo te hubiera recorrido
y una sonrisa aguda. ¿ Aquel alba no vuelve?

Y se hubiera estrechado a tu cuerpo en el aire


esa fresca caricia, en la íntima sangre,
y hubieras comprendido que aquel tibio momento
respondía en el alba a un temblor diferente,
un temblor de la nada. Tú lo hubieras sabido
como un día lejano supiste que un cuerpo
estaba tendido a tu lado.

Levemente dormías
bajo un aire riente de frágiles cuerpos,
amante de una nada. Y la aguda sonrisa
te recorrió abriéndote los ojos asombrados.
¿ No ha vuelto nunca más, de la nada, aquel alba?

83
Vendrá La Muerte Y Tendrá Tu Ojos

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos -


esta muerte que nos acompaña
desde el alba a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un absurdo defecto. Tus ojos
serán una palabra inútil,
un grito callado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola te inclinas
ante el espejo. Oh, cara esperanza,
aquel día sabremos, también,
que eres la vida y eres la nada.

Para todos tiene la muerte una mirada.


Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como ver en el espejo
asomar un rostro muerto,
como escuchar un labio ya cerrado,
mudos descenderemos al abismo.
Verano (1o.)

Ha vuelto la mujer de entrecerrados párpados


y de cuerpo inclinado, caminando en la calle.
Ha mirado de frente, extendiendo la mano
en esa calle inmóvil. Las cosas resurgieron.

Entre la inmóvil luz del día lejano


se ha trizado el recuerdo. Ella volvió a elevar
su frente simple y la mirada de antes
retornó. La mano se tendió hacia la mano
y el apretón dolido era el mismo de entonces.
Las cosas recobraron el color y la vida
en la mirada absorta, en la boca entreabierta.

Ha tornado la angustia de los días lejanos,


cuando todo un inmóvil verano imprevisible
de color y tibiezas surgía a la mirada
de esos ojos sumisos. Ha tornado la angustia
que ninguna dulzura de labios desplegados
puede calmar. Un cielo inmóvil, fríamente
se ampara en esos ojos.

Era calmo el recuerdo


a la luz sometida del tiempo, era un dócil
moribundo para quien la ventana ya se anubla y esfuma.
Se ha trizado el recuerdo. El apretón dolido
de la mano liviana reavivó los colores,
el estío y la tibieza bajo el vívido cielo.
Mas la boca entreabierta, las sumisas miradas
sólo dan vida a un duro, inhumano silencio.

85
Charles Baudelaire
A La Que Es Demasiado Alegre

Tu cabeza, tu gesto, tu aire


Como un bello paisaje, son bellos;
Juguetea en tu cara la risa
Cual fresco viento en claro cielo.

El triste paseante al que rozas


Se deslumbra por la lozanía
Que brota como un resplandor
De tus espaldas y tus brazos.

El restallante colorido
De que salpicas tus tocados
Hace pensar a los poetas
En un vivo ballet de flores.

Tus locos trajes son emblema


De tu espíritu abigarrado;
Loca que me has enloquecido,
Tanto como te odio te amo.

Frecuentemente en el jardín
Por donde arrastro mi atonía,
Como una ironía he sentido
Que el sol desgarraba mi pecho;

Y el verdor y la primavera
Tanto hirieron mi corazón,
Que castigué sobre una flor
La osadía de la Naturaleza.

Así, yo quisiera una noche,


Cuando la hora del placer llega,
Trepar sin ruido, como un cobarde,
A los tesoros que te adornan,

A fin de castigar tu carne,


De magullar tu seno absuelto
Y abrir a tu atónito flanco
Una larga y profunda herida.

Y, ¡vertiginosa dulzura!
A través de esos nuevos labios,
Más deslumbrantes y más bellos,
Mi veneno inocularte, hermana.

87
A Una Que Pasa

El fragor de la calle me envolvía en aullidos.


Alta, esbelta, de luto, majestuoso dolor,
vi pasar la mujer que con mano fastuosa
levantaba y mecía de su falda los bordes.

Noble y ágil, luciendo una pierna de estatua.


Yo bebía, crispado, como un ser peregrino,
en sus cárdenos ojos, cielos hechos borrasca,
la dulzura que embriaga y el placer que da muerte.

Un relámpago ...luego sólo noche. Belleza


fugitiva que mira devolviendo la vida,
¿ no he de verte otra vez más que fuera del tiempo ?

( Un relámpago... ¡y noche!- Fugitiva beldad


cuya mirada me hizo al punto de renacer
¿ No volveré ya a verte hasta la eternidad ? )

Oh, muy lejos de aquí, tarde ya, ¡tal vez nunca !


Yo no se adonde huyes, donde voy tu lo ignoras,
tú a quien yo hubiese amado, tú que bien lo sabías.
El Enemigo

Tenebrosa borrasca fue la flor de mi edad


con la luz imprevista de unos soles brillantes;
y la lluvia y el rayo fueron tales estragos
que el jardín ha perdido toda fruta en sazón.

He alcanzado a tocar el otoño del alma


y requiero la pala, necesito el rastrillo
para así rehacer el jardín anegado
donde el agua cavó hoyos como sepulcros.

¿ Y quién sabe si aquellas flores nuevas que sueño


hallarán en la tierra, limpia como de playa,
el sustento divino que va a darles vigor?

¡Oh dolor! Es el Tiempo que devora la vida,


y el oscuro enemigo que nos roe por dentro
al sorber nuestra sangre crece y se hace más fuerte.

89
El Leteo

Acércate a mi corazón, alma sorda y cruel,


tigre adorado, monstruo indolente,
aún deseo hundir mis ávidos dedos
en la madeja espesa de tus fuertes cabellos;
y en los vestidos que tu olor desprenden
hundir mi cabeza entristecida,
y repirar ahí como una flor marchita
el suavísimo efluvio de mi difunto amor.

¡Quiero dormir! ¡dormir más que vivir!


en un sueño tan dulce como la muerte,
sin remordimiento iré dejando mis besos
en tu bello cuerpo pulido como el cobre.

Para enterrar mis apagados sollozos


nada iguala al abismo de tu lecho;
en tu boca vive el poderoso olvido
y en tus besos discurre el Leteo.
El Spleen De París – Poema No.1 – El Extranjero

-¿A quién quieres más, hombre enigmático, dime, a tu padre, a tu madre, a tu hermana o a tu
hermano?

-Ni padre, ni madre, ni hermana, ni hermano tengo.

-¿A tus amigos?

-Empleáis una palabra cuyo sentido, hasta hoy, no he llegado a conocer.

-¿A tu patria?

-Ignoro en qué latitud está situada.

-¿A la belleza?

-Bien la querría, ya que es diosa e inmortal.

-¿Al oro?

-Lo aborrezco lo mismo que aborrecéis vosotros a Dios.

-Pues ¿a quién quieres, extraordinario extranjero?

-Quiero a las nubes..., a las nubes que pasan... por allá.... ¡a las nubes maravillosas!

91
El Spleen De París – Poema No.3 – El «Yo Pecador» Del Artista

¡Cuán penetrante es el final del día en otoño! ¡Ay! ¡Penetrante hasta el dolor! Pues hay en él
ciertas sensaciones deliciosas, no por vagas menos intensas; y no hay punta más acerada que
la de lo infinito.

¡Delicia grande la de ahogar la mirada en lo inmenso del cielo y del mar! ¡Soledad, silencio,
castidad incomparable de lo cerúleo! Una vela chica, temblorosa en el horizonte, imitadora, en
su pequeñez y aislamiento, de mi existencia irremediable, melodía monótona de la marejada,
todo eso que piensa por mí, o yo por ello -ya que en la grandeza de la divagación el yo presto
se pierde-; piensa, digo, pero musical y pintorescamente, sin argucias, sin silogismos, sin
deducciones.

Tales pensamientos, no obstante, ya salgan de mí, ya surjan de las cosas, presto cobran
demasiada intensidad. La energía en el placer crea malestar y sufrimiento positivo. Mis
nervios, harto tirantes, no dan más que vibraciones chillonas, dolorosas.

Y ahora la profundidad del cielo me consterna; me exaspera su limpidez. La insensibilidad del


mar, lo inmutable del espectáculo me subleva... ¡Ay! ¿Es fuerza eternamente sufrir, o huir de
lo bello eternamente? ¡Naturaleza encantadora, despiadada, rival siempre victoriosa, déjame!
¡No tientes más a mis deseos y a mi orgullo! El estudio de la belleza es un duelo en que el
artista da gritos de terror antes de caer vencido.
El Spleen De París – Poema No.10 - A La Una De La Mañana

¡Solo por fin! Ya no se oye más que el rodar de algunos coches rezagados y derrengados. Por
unas horas hemos de poseer el silencio, si no el reposo. ¡Por fin desapareció la tiranía del
rostro humano, y ya sólo por mí sufriré!

¡Por fin! Ya se me consiente descansar en un baño de tinieblas. Lo primero, doble vuelta al


cerrojo. Me parece que esta vuelta de llave ha de aumentar mi soledad y fortalecer las
barricadas que me separan actualmente del mundo.

¡Vida horrible! ¡Ciudad horrible! Recapitulemos el día: ver a varios hombres de letras, uno de los
cuales me preguntó si se puede ir a Rusia por vía de tierra —sin duda tomaba por isla a
Rusia—; disputar generosamente con el director de una revista, que, a cada objeción,
contestaba: «Este es el partido de los hombres honrados»; lo cual implica que los demás
periódicos están redactados por bribones; saludar a unas veinte personas, quince de ellas
desconocidas; repartir apretones de manos, en igual proporción, sin haber tomado la
precaución de comprar unos guantes; subir, para matar el tiempo, durante un chaparrón, a
casa de cierta corsetera, que me rogó que le dibujara un traje de Venustre; hacer la rosca al
director de un teatro, para que, al despedirme, me diga: «Quizá lo acierte dirigiéndose a Z...;
es, de todos mis autores, el más pesado, el más tonto y el más célebre; con él podría usted
conseguir algo. Háblele, y allá veremos»; alabarme -¿por qué?- de varias acciones feas que
jamás cometí y negar cobardemente algunas otras fechorías que llevé a cabo con gozo,
delito de fanfarronería, crimen de respetos humanos; negar a un amigo cierto favor fácil y
dar una recomendación por escrito a un tunante cabal. ¡Uf! ¿Se acabó?

Descontento de todos, descontento de mí, quisiera rescatarme y cobrar un poco de orgullo


en el silencio y en la soledad de la noche. Almas de los que amé, almas de los que canté,
fortalecedme, sostenedme, alejad de mí la mentira y los vahos corruptores del mundo; y vos,
Señor, Dios mío, concededme la gracia de producir algunos versos buenos, que a mí mismo
me prueben que no soy el último de los hombres, que no soy inferior a los que desprecio.

93
El Spleen De París – Poema No.16 – El Reloj

Los chinos ven la hora en los ojos de los gatos. Cierto día, un misionero que se paseaba por un
arrabal de Nankin advirtió que se le había olvidado el reloj, y le preguntó a un chiquillo qué
hora era.

El chicuelo del Celeste Imperio vaciló al pronto; luego, volviendo sobre sí, contestó: «Voy a
decírselo.» Pocos instantes después presentose de nuevo, trayendo un gatazo, y mirándole,
como suele decirse, a lo blanco de los ojos, afirmó, sin titubear: «Todavía no son las doce en
punto.» Y así era en verdad.

Yo, si me inclino hacia la hermosa felina, la bien nombrada, que es a un tiempo mismo honor
de su sexo, orgullo de mi corazón y perfume de mi espíritu, ya sea de noche, ya de día, en luz
o en sombra opaca, en el fondo de sus ojos adorables veo siempre con claridad la hora,
siempre la misma, una hora vasta, solemne, grande como el espacio, sin división de minutos ni
segundos, una hora inmóvil que no está marcada en los relojes, y es, sin embargo, leve como
un suspiro, rápida como una ojeada.

Si algún importuno viniera a molestarme mientras la mirada mía reposa en tan deliciosa
esfera; si algún genio malo e intolerante, si algún Demonio del contratiempo viniese a
decirme: «¿Qué miras con tal cuidado? ¿Qué buscas en los ojos de esa criatura? ¿Ves en ellos
la hora, mortal pródigo y holgazán?» Yo, sin vacilar, contestaría: «Sí; veo en ellos la hora. ¡Es la
Eternidad!»

¿Verdad, señora, que éste es un madrigal ciertamente meritorio y tan enfático como vos
misma? Por de contado, tanto placer tuve en bordar esta galantería presuntuosa, que nada,
en cambio, he de pediros.
El Spleen De París – Poema No.17 – Un Hemisferio En Una Cabellera

Déjame respirar mucho tiempo, mucho tiempo, el olor de tus cabellos; sumergir en ellos el
rostro, como hombre sediento en agua de manantial, y agitarlos con mi mano, como pañuelo
odorífero, para sacudir recuerdos al aire.

¡Si pudieras saber todo lo que veo! ¡Todo lo que siento! ¡Todo lo que oigo en tus cabellos!

Mi alma viaja en el perfume como el alma de los demás hombres en la música.

Tus cabellos contienen todo un ensueño, lleno de velámenes y de mástiles; contienen vastos
mares, cuyos monzones me llevan a climas de encanto, en que el espacio es más azul y más
profundo, en que la atmósfera está perfumada por los frutos, por las hojas y por la piel
humana.

En el océano de tu cabellera entreveo un puerto en que pululan cantares melancólicos,


hombres vigorosos de toda nación y navíos de toda forma, que recortan sus arquitecturas
finas y complicadas en un cielo inmenso en que se repantiga el eterno calor.

En las caricias de tu cabellera vuelvo a encontrar las languideces de las largas horas pasadas
en un diván, en la cámara de un hermoso navío, mecidas por el balanceo imperceptible del
puerto, entre macetas y jarros refrescantes.

En el ardiente hogar de tu cabellera respiro el olor del tabaco mezclado con opio y azúcar; en
la noche de tu cabellera veo resplandecer lo infinito del azul tropical; en las orillas vellosas de
tu cabellera me emborracho con los olores combinados del algodón, del almizcle y del aceite
de coco.

Déjame morder mucho tiempo tus trenzas, pesadas y negras. Cuando mordisqueo tus
cabellos elásticos y rebeldes, me parece que como recuerdos.

95
El Spleen De París – Poema No.33 - Embriagaos

Hay que estar siempre borracho. Todo consiste en eso: es la única cuestión. Para no sentir la
carga horrible del Tiempo, que os rompe los hombros y os inclina hacia el suelo, tenéis que
embriagaros sin tregua.

Pero ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, de lo que queráis. Pero embriagaos.

Y si alguna vez, en las gradas de un palacio, sobre la hierba verde de un foso, en la tristona
soledad de vuestro cuarto, os despertáis, disminuida ya o disipada la embriaguez, preguntad
al viento, a la ola, a la estrella, al ave, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo
lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, preguntadle la hora que es; y el viento,
la ola, la estrella, el ave, el reloj, os contestarán: «¡Es hora de emborracharse! Para no ser
esclavos y mártires del Tiempo, embriagaos, embriagaos sin cesar. De vino, de poesía o de
virtud; de lo que queráis.»
La Mala Suerte

(1)

Carga tan fuerte no soporto,


¡Sísifo dame tu coraje!
Y aunque con ímpetu trabaje,
el Arte es largo y el tiempo corto.

Lejos de sepulturas lúgubres


de un cementerio abandonado,
mi corazón tambor quebrado
va susurrando marchas fúnebres.

Igual que joya sepultada,


en las tinieblas olvidada,
lejos de picos y de sondas.

También hay flores escondidas


que dan su aroma, cohibidas,
allá en mis soledades hondas.

(2)

¡Para alzar una carga tan pesada


se requiere el valor que tuvo Sísifo !
Aunque se ponga el alma en trabajar,
el Arte es largo y nuestro tiempo corto.

Lejos de sepulturas afamadas,


iré hacia un camposanto solitario;
mi corazón , como un tambor de luto,
redoblando con fúnebres fanfarrias.

Muchas joyas están bajo la tierra


en medio de tinieblas y olvido,
donde no llegan sondas ni azadones.

Muchas flores despiden sin quererlo


su perfume más dulce y más arcano
envueltas en profundas soledades.

97
Las Alhajas

Desnuda estaba mi amante, y leyendo en mi corazón


se mostraba con sus sonoras alhajas,
y esa ostentación le daba un aire vencedor
como a las esclavas de los árabes en sus días felices.

Cuando alza el vuelo el azor de sus sonidos,


ese mundo fulgurante de metales y piedras
me lleva al éxtasis, y ciegamente adoro
las cosas que con música a la luz se unen.

Ella estaba tendida y se dejaba acariciar,


y en el diván cómplicemente sonreía
ante mi amor inmenso y suave igual que las mareas,
que por ella subía como a su acantilado.

Con los ojos clavados en mi, como un tigre domado,


con aire lánguido y soñador cambiaba de postura,
y candor y lujuria juntos
daban un encanto nuevo a sus metamorfosis;
y sus brazos y piernas, y sus muslos y caderas
bruñidos como aceite, ondosas como un cisne
pasaban ante mis ojos clarividentes y serenos;
y su vientre y sus pechos, esos razimos de mi vid,
se ofrecían, más seductores que los Ángeles del mal,
para turbar la serenidad de mi alma,
y conmoverla allí en la acristalada estancia
donde tranquila y solitaria se había aposentado.

Creía ver unidos para un destino aún no nacido


las caderas de Antiope y el busto de un niño
de tal manera el talle insinuaba su pelvis.
¡Sobre el cobre y oro de su piel el soberbio maquillaje de la herida!

—Y una vez que la lámpara se resignó a morir,


sólo los leños ardiendo iluminaban la estancia
y cada vez que allí crepitaba un llameante suspiro,
inundaba de sangre aquella piel de color ambarino.
Spleen

Yo soy como ese rey de aquel país lluvioso,


Rico, pero impotente, joven, aunque achacoso,
Que, despreciando halagos de sus cien concejales,
Con sus perros se aburre y demás animales.

Nada puede alegrarle, ni cazar, ni su halcón,


Ni su pueblo muriéndose enfrente del balcón.
La grotesca balada del bufón favorito
No distrae la frente de este enfermo maldito;
En cripta se convierte su lecho blasonado,
Y las damas, que a cada príncipe hallan de agrado,
No saben ya encontrar qué vestido indiscreto
Logrará una sonrisa del joven esqueleto.

El sabio que le acuña el oro no ha podido


Extirpar de su ser el humor corrompido,
Y en los baños de sangre que hacían los Romanos,
Que a menudo recuerdan los viejos soberanos,
Reavivar tal cadáver él tampoco ha sabido
Pues tiene en vez de sangre verde agua del Olvido.

99
Octavio Paz
Atrás De La Memoria

Atrás de la memoria, en ese limbo


donde el pasado: culpas y deseos,
sueña su renacer en escultura,
tu pelo suelto cae, tu sonrisa,
puerta de la blancura, aún sonríe,
la fiebre de tu mano todavía
hace crecer dentro de mí mareas
y aún oigo tu voz - aunque no hay nadie.

Bahías de hermosura, eternidades


substraídas, fluir vivo de imágenes,
delicias desatadas, pleamar,
( tu paladar: un cielo rojo, golfo
donde duermen tus dientes, caracola
donde oye la ola su caída),
el infinito hambriento de unos ojos,
un pulso, un tacto, un cuerpo que se fuga...

El tiempo que nos hizo nos deshace;


mi corazón a obscuras es un puño
que golpea - no un muro ni un espejo:
así mismo, monótono ...

101
Bajo Tu Clara Sombra

Bajo tu clara sombra


vivo como la llama al aire,
en tenso aprendizaje de lucero.

II

Tengo que hablaros de ella.


Suscita fuentes en el día,
puebla de mármoles la noche.
La huella de su pie
es el centro visible de la tierra,
la frontera del mundo,
sitio sutil, encadenado y libre;
discípula de pájaros y nubes
hace girar al cielo;
su voz, alba terrestre,
nos anuncia el rescate de las aguas,
el regreso del fuego,
la vuelta de la espiga,
las primeras palabras de los árboles,
la blanca monarquía de las alas.
No vio nacer al mundo,
mas se enciende su sangre cada noche
con la sangre nocturna de las cosas
y en su latir reanuda
el son de las mareas
que alzan las orillas del planeta,
un pasado de agua y de silencio
y las primeras formas de la materia fértil.

Tengo que hablaros de ella,


de su fresca costumbre
de ser simplemente tormenta, rama tierna.

III

Mira el poder del mundo,


mira el poder del polvo, mira el agua.

Mira los fresnos en callado círculo,


toca su reino de silencio y savia,
toca su piel de sol y lluvia y tiempo,
mira sus verdes ramas cara al cielo,
oye cantar sus hojas como agua.

Mira después la nube,


esa ceguera alada por el cielo,
anclada en el espacio sin mareas,
alta espuma visible
de celestes corrientes invisibles.

Mira el poder del mundo,


mira su forma tensa,
su hermosura inconsciente, luminosa.

Toca mi piel, de barro, de diamante,


oye mi voz en fuentes subterráneas,
mira mi boca en esa lluvia oscura,
mi sexo en esa brusca sacudida
con que desnuda el aire los jardines.

Toca tu desnudez en la del agua,


desnúdate de ti, llueve en ti misma,
mira tus piernas como dos arroyos,
mira tu cuerpo como un largo río,
son dos islas gemelas tus dos pechos,
en la noche tu sexo es una estrella,
alba, luz rosa entre dos mundos ciegos,
mar profundo que duerme entre dos mares.

Mira el poder del mundo:


reconócete ya, al reconocerme.

IV

Un cuerpo, un cuerpo solo, sólo un cuerpo,


un cuerpo como día derramado
y noche devorada;
la luz de unos cabellos
que no apaciguan nunca
la sombra de mi tacto;
una garganta, un vientre que amanece
como el mar que se enciende
cuando toca la frente de la aurora;
unos tobillos, puentes del verano;
unos muslos nocturnos que se hunden
en la música verde de la tarde;
un pecho que se alza
y arrasa las espumas;
un cuello, sólo un cuello,
unas manos tan sólo,
unas palabras lentas que descienden
como arena caída en otra arena ...

Esto que se me escapa,


agua y delicia obscura,
amar naciendo o muriendo;
estos labios y dientes,
estos ojos hambrientos,
me desnudan de mí
y su furiosa gracia me levanta
hasta los quietos cielos

103
donde vibra el instante:
la cima de los besos,
la plenitud del mundo y de sus formas.

Deja que una vez más te nombre, tierra.


Mi tacto se prolonga
en el tuyo sediento,
largo, vibrante río
que no termina nunca,
navegado por hojas digitales,
lentas bajo tu espeso sueño verde.

Tibia mujer de somnolientos ríos,


mi pabellón de pájaros y peces,
mi paloma de tierra,
de leche endurecida,
mi pan, mi sal, mi muerte,
mi almohada de sangre:
en un amor más vasto te sepulto.
Cuerpo A La Vista

Y las sombras se abrieron otra vez y mostraron un cuerpo:


tu pelo, otoño espeso, caída de agua solar,
tu boca y la blanca disciplina de sus dientes caníbales,
prisioneros en llamas,
tu piel de pan apenas dorado y tus ojos de azúcar quemada,
sitios en donde el tiempo no transcurre,
valles que sólo mis labios conocen,
desfiladero de la luna que asciende a tu garganta entre tus
senos,
cascada petrificada de la nuca,
alta meseta de tu vientre,
playa sin fin de tu costado.

Tus ojos son los ojos fijos del tigre


y un minuto después son los ojos húmedos del perro.

Siempre hay abejas en tu pelo.

Tu espalda fluye tranquila bajo mis ojos


como la espalda del río a la luz del incendio.

Aguas dormidas golpean día y noche tu cintura de arcilla


y en tus costas, inmensas como los arenales de la luna,
el viento sopla por mi boca y su largo quejido cubre con sus
dos alas grises
la noche de los cuerpos,
como la sombra del águila la soledad del páramo.

Las uñas de los dedos de tus pies están hechas del cristal del
verano.

Entre tus piernas hay un pozo de agua dormida,


bahía donde el mar de noche se aquieta, negro caballo de
espuma,
cueva al pie de la montaña que esconde un tesoro,
boca del horno donde se hacen las hostias,
sonrientes labios entreabiertos y atroces,
nupcias de la luz y la sombra, de lo visible y lo invisible
( allí espera la carne su resurrección y el día de la vida
perdurable).

Patria de sangre,
única tierra que conozco y me conoce,
única patria en la que creo,
única puerta al infinito.

105
Dos Cuerpos

Dos cuerpos frente a frente


son a veces dos olas
y la noche es océano.

Dos cuerpos frente a frente


son a veces dos piedras
y la noche desierto.

Dos cuerpos frente a frente


son a veces raíces
en la noche enlazadas.

Dos cuerpos frente a frente


son a veces navajas
y la noche relámpago.

Dos cuerpos frente a frente


son dos astros que caen
en un cielo vacío.
El Cántaro Roto

La mirada interior se despliega y un mundo de vértigo y llama nace bajo la frente


del que sueña:
soles azules, verdes remolinos, picos de luz que abren astros como granadas,
tornasol solitario, ojo de oro girando en el centro de una explanada calcinada,
bosques de cristal de sonido, bosques de ecos y respuestas y ondas, diálogo de
transparencias,
¡viento, galope de agua entre los muros interminables de una garganta azabache,
caballo, cometa, cohete que se clava justo en el corazón de la noche, plumas,
surtidores,
plumas, súbito florecer de las antorchas, velas, alas, invasión de lo blanco,
pájaros de las islas cantando bajo la frente del que sueña !

Abrí los ojos, los alcé hasta el cielo y vi como la noche se cubría de estrellas.
¡Islas vivas, brazaletes de islas llameantes, piedras ardiendo, respirando, racimos de
piedras vivas,
cuánta fuente, qué claridades, que cabelleras sobre una espalda obscura,
cuánto río allá arriba, y ese sonar remoto de agua junto al fuego, de luz contra la
sombra!
Harpas, jardines de harpas.

Pero a mi lado no había nadie.


Sólo el llano: cactus, huizaches, piedras enormes que estallan bajo el sol.
No cantaba el grillo,
había un vago olor a cal y semillas quemadas,
las calles del poblado eran arroyos secos
y el aire se habría roto en mil pedazos si alguien hubiese gritado: ¿ quién vive?
Cerros pelados, volcán frío, piedra y jadeo bajo tanto esplendor, sequía, sabor de
polvo,
rumor de pies descalzos sobre el polvo, ¡y el pirú en medio del llano como un
surtidor petrificado!

Dime, sequía, dime, tierra quemada, tierra de huesos remolidos, dime, luna agónica,
¿no hay agua,
hay sólo sangre, sólo hay polvo, sólo pisadas de pies desnudos sobre la espina,
sólo andrajos y comida de insectos y sopor bajo el mediodía impío como un cacique
de oro?
¿ No hay relinchos de caballos a la orilla del río, entre las grandes piedras redondas
y relucientes,
en el remanso, bajo la luz verde de las hojas y los gritos de los hombres y las
mujeres bañándose al alba?
El dios-maíz, el dios-flor, el dios-agua, el dios-sangre, la Virgen,
¿ todos se han muerto, se han ido, cántaros rotos al borde de la fuente cegada?
¿ Sólo está vivo el sapo,
sólo reluce y brilla en la noche de México el sapo verduzco,
sólo el cacique gordo de Cempoala es inmortal?

Tendido al pie del divino árbol de jade regado con sangre, mientras dos esclavos
jóvenes lo abanican,
en los días de las grandes procesiones al frente del pueblo, apoyado en la cruz:
arma y bastón,

107
en traje de batalla, el esculpido rostro de sílex aspirando como un incienso precioso
el humo de los fusilamientos,
los fines de semana en su casa blindada junto al mar, al lado de su querida cubierta
de joyas de gas neón,
¿ sólo el sapo es inmortal?

He aquí a la rabia verde y fría y a su cola de navajas y vidrio cortado,


he aquí al perro y a su aullido sarnoso,
al maguey taciturno, al nopal y al candelabro erizados, he aquí a la flor que sangra y
hace sangrar,
la flor de inexorable y tajante geometría como un delicado instrumento de tortura,
he aquí a la noche de dientes largos y mirada filosa, la noche que desuella con un
pedernal invisible,
oye a los dientes chocar uno contra otro,
oye a los huesos machacando a los huesos,
al tambor de piel humana golpeado por el fémur,
al tambor del pecho golpeado por el talón rabioso,
al tam-tam de los tímpanos golpeados por el sol delirante, he aquí al polvo que
se levanta como un rey amarillo y todo lo descuaja y danza solitario y se derrumba
como un árbol al que de pronto se le han secado las raíces, como una torre que cae
de un solo tajo,
he aquí al hombre que cae y se levanta y come polvo y se arrastra,
al insecto humano que perfora la piedra y perfora los siglos y carcome la luz,
he aquí a la piedra rota, al hombre roto, a la luz rota.

¿ Abrir los ojos o cerrarlos, todo es igual?


Castillos interiores que incendia el pensamiento porque otro más puro se levante,
sólo fulgor y llama,
semilla de la imagen que crece hasta ser árbol y hace estallar el cráneo,
palabra que busca unos labios que la digan,
sobre la antigua fuente humana cayeron grandes piedras,
hay siglos de piedras, años de losas, minutos espesores sobre la fuente humana.
Dime, sequía, piedra pulida por el tiempo sin dientes, por el hambre sin dientes,
polvo molido por dientes que son siglos, por siglos que son hambres,
dime, cántaro roto caído en el polvo, dime,
¿ la luz nace frotando hueso contra hueso, hombre contra hombre, hambre contra
hambre,
hasta que surja al fin la chispa, el grito, la palabra,
hasta que brote al fin el agua y crezca el árbol de anchas hojas de turquesa?

Hay que dormir con los ojos abiertos, hay que soñar con las manos,
soñemos sueños activos de ríos buscando su cauce, sueños de sol soñando sus
mundos,
hay que soñar en voz alta, hay que cantar hasta que el canto eche raíces, tronco,
ramas, pájaros, astros,
cantar hasta que el sueño engendre y brote del costado del dormido la espiga roja
de la resurrección,
el agua de la mujer, el manantial para beber y mirarse y reconocerse y recobrarse,
el manantial para saberse hombre, el agua que habla a solas en la noche y nos llama
con nuestro nombre,
el manantial de las palabras para decir yo, tú, él, nosotros, bajo el gran árbol
viviente estatua de la lluvia,
para decir los pronombres hermosos y reconocernos y ser fieles a nuestros
nombres
hay que soñar hacia atrás, hacia la fuente, hay que remar siglos arriba,
más allá de la infancia, más allá del comienzo, más allá de las aguas del bautismo,
echar abajo las paredes entre el hombre y el hombre, juntar de nuevo lo que fue
separado,
vida y muerte no son mundos contrarios, somos un solo tallo con dos flores
gemelas,
hay que desenterrar la palabra perdida, soñar hacia adentro y también hacia
afuera,
descifrar el tatuaje de la noche y mirar cara a cara el mediodía y arrancarle su
máscara,
bañarse en luz solar y comer los frutos nocturnos, deletrear la escritura del astro y
la del río,
recordar lo que dicen la sangre y la marea, la tierra y el cuerpo, volver al punto de
partida,
ni adentro ni afuera, ni arriba ni abajo, al cruce de caminos, adonde empiezan los
caminos,
porque la luz canta con un rumor de agua, con un rumor de follaje canta el agua,
y el alba está cargada de frutos, el día y la noche reconciliados fluyen como un río
manso,
el día y la noche se acarician largamente como un hombre y una mujer
enamorados,
como un río interminable bajo arcos de siglos fluyen las estaciones y los hombres,
hacia allá, al centro vivo del origen, más allá de fin y comienzo.

109
El Desconocido

A Xavier Villaurrutia

La noche nace en espejos de luto.


Sombríos ramos húmedos
ciñen su pecho y su cintura,
su cuerpo azul, infinito y tangible.
No la puebla el silencio: rumores silenciosos,
peces fantasmas, se deslizan, fosforecen, huyen.

La noche es verde, vasta y silenciosa.


La noche es morada y azul.
Es de fuego y es de agua.
La noche es de mármol negro y de humo.
En sus hombros nace un río que se curva,
una silenciosa cascada de plumas negras.

Noche, dulce fiera,


boca de sueño, ojos de llama fija,
océano,
extensión infinita y limitada como un cuerpo acariciado a obscuras,
indefensa y voraz como el amor,
detenida al borde del alba como un venado a la orilla del susurro o del miedo,
río de terciopelo y ceguera,
respiración dormida de un corazón inmenso, que perdona:
el desdichado, el hueco,
el que lleva por máscara su rostro,
cruza tus soledades, a solas con su alma,
ensimismado en su árida pelea.
Su pensamiento recorre siempre las mismas salas deshabitadas,
sin encontrar jamás la forma que agote su impaciencia,
el muro del perdón o de la muerte.
Pero su corazón aún abre las alas
como un águila roja en el desierto.

Suenan las flautas de la noche.


Canta dormido el mar;
ojo que tiembla absorto,
el cielo es un espejo donde el mundo se contempla,
lecho de transparencia para su desnudez.

El marcha solo, infatigable,


encarcelado en su infinito,
como un fantasma que buscara un cuerpo.
Entrada En Materia

Bramar de motores
río en crecida
silbidos latigazos
chirriar de frenos
algarabías
El neón se desgrana
la luz eléctrica y sus navajazos
Noche multicolor
ataviada de signos
letras parpadeantes
obsceno guiño de los números
Noche de innumerables tetas
y una sola boca carnicera
gatos en celo y pánico de monos
Noche en los huesos
noche calavera
los reflectores palpan tus plazas secretas
el sagrario del cuerpo
el arca del espíritu
los labios de la herida
la boscosa hendidura de la profecía

Ciudad
montón de piedras
en el saco del invierno
Crece la noche
crece su marea
torres ceñudas con el miedo al cuello
casas templos rotondas
tiempo petrificado
graves moles de sueño y de orgullo
el invierno las marca con sus armas crueles
piedras recomidas hasta el hueso
por el siglo y sus ácidos
el mal sin nombre
el mal que tiene todos los nombres
clavado
enquistado hasta el meollo del hierro
y las ciegas junturas de la piedra

Ciudad
entre tus muslos
un reloj da la hora
demasiado tarde
demasiado pronto
En tu cráneo
pelean las edades de humo
en tu cama
fornican los siglos en pena
Ciudad de frente indescifrable
memoria que se desmorona

111
tu discurso demente
tejido de razones
corre por mis arterias
y repica en mis tímpanos tu sílaba
tu frase inacabada

Como un enfermo desangrado se levanta


la luna
sobre las altas azoteas
La luna
como un borracho cae de bruces
Los perros callejeros
mondan el hueso de la luna
Pasa un convoy de camiones
sobre los cuerpos de la luna
Un gato cruza el puente de la luna
Los carniceros se lavan las manos
en el agua de la luna
La ciudad se extravía por sus callejas
se echa a dormir en los lotes baldíos
la ciudad se ha perdido en sus afueras

Un reloj da la hora
ya es hora
no es hora
ahora es ahora
ya es hora de acabar con las horas
ahora no es hora
es hora y no ahora
la hora se come al ahora

Ya es hora
las ventanas se cierran
los muros se cierran las bocas se cierran
regresan a su sitio las palabras
ahora estamos más solos
La conciencia y sus pulpos escribanos
se sientan a mi mesa
el tribunal condena lo que escribo
el tribunal condena lo que callo
Pasos del tiempo que aparece y dice ¿ qué dice?
¿ qué dices? dice mi pensamiento
no sabes lo que dices
trampas de la razón
crímenes del lenguaje
borra lo que escribes
escribe lo que borras
el haz y el envez del español artrítico
Hoy podría decir todas las palabras
un rascacielos de erizadas palabras
una ciudad inmensa y sin sentido
un monumento grandioso incoherente
Babel babel minúscula
otros te hicieron
los maestros
los venerables inmortales
sentados en sus tronos de cascajo
otros te hicieron lengua de los hombres
galimatías
palabras que se desmoronan

Vuelve a los nombres


ejes
anchas espaldas de este mundo
lomos que cargan sin esfuerzo al tiempo
Nombres
vidrio mirada congelada
pared máscara de nadie
libros de frente despejada
hinchada de razones enemigas
mesa servil a cuatro patas
puerta puerta condenada
Nombres
verdades desfondadas

No pesa el tiempo
es pesadumbre
No están las cosas en su sitio
no tienen sitio
No se mueven
y se mueven
echan alas
echan raíces
garras dientes
tienen ojos y uñas, uñas, uñas
Son reales son fantasmas son corpóreas
están aquí
son intocables

Los nombres no son nombres


no dicen lo que dicen
Yo he de decir lo que no dicen
Yo he de decir lo que dicen
piedra sangre esperma
ira ciudad relojes pánico risa pánico
Yo he de decir lo que no dicen
promiscuidad del nombre
el mal sin nombre
el nombre de los males
Yo he de decir lo que dicen
el sagrario de cuerpo
el arca del espíritu

113
Escrito Con Tinta Verde

La Tinta verde crea jardines, selvas, prados,


follajes donde cantan las letras,
palabras que son árboles,
frases que son verdes constelaciones.

Deja que mis palabras desciendan y te cubran


como una lluvia de hojas a un campo de nieve,
como la yedra a la estatua,
como la tinta a esta página.

Brazos, cintura, cuello, senos,


la frente pura como el mar,
la nuca de bosque en otoño,
los dientes que muerden una brizna de yerba.

Tu cuerpo se constela de signos verdes


como el cuerpo del árbol de renuevos.
No te importe tanta pequeña cicatriz luminosa:
mira al cielo y su verde tatuaje de estrellas.
Más Allá Del Amor

Todo nos amenaza:


el tiempo, en que vivientes fragmentos divide
al que fui
del que seré,
como el machete a la culebra;
la conciencia, la transparencia traspasada,
la mirada ciega de mirarse mirar;
las palabras, guantes grises, polvo mental sobre la yerba,
el agua, la piel;
nuestros nombres, que entre tú y yo se levantan,
murallas de vacío que ninguna trompeta derrumba.

Ni el sueño y su pueblo de imágenes rotas,


ni el delirio y su espuma profética,
ni el amor con sus uñas y dientes nos bastan.
Más allá de nosotros,
en las fronteras del ser y el estar,
una vida más vida nos reclama.

Afuera la noche respira, se extiende,


llena de grandes hojas calientes,
de espejos que combaten:
frutos, garras, ojos, follajes,
espaldas que relucen,
cuerpos que se abren paso entre otros cuerpos.

Tiéndete aquí a la orilla de tanta espuma,


de tanta vida que se ignora y entrega:
tú también perteneces a la noche.
Extiéndete, blancura que respira,
late, oh estrella repartida,
copa,
pan que inclinas la balanza del lado de la aurora,
pausa de sangre entre este tiempo y otro sin medida.

115
Olvido

Cierra los ojos y a obscuras piérdete


bajo el follaje rojo de tus párpados.

Húndete en esas espirales


del sonido que zumba y cae
y suena allá, remoto,
hacia el sitio del tímpano,
como una catarata ensordecida.

Hunde tu ser a obscuras,


anégate en tu piel,
y más, en tus entrañas;
que te deslumbre y ciegue
el hueso, lívida centella,
y entre simas y golfos de tiniebla
abra su azul penacho el fuego fatuo.

En esa sombra líquida del sueño


moja tu desnudez;
abandona tu forma, espuma
que no se sabe quién dejo en la orilla;
piérdete en ti, infinita,
en tu infinito ser,
mar que se pierde en otro mar:
olvídate y olvídame.
Piedra De Sol

La treizième revient ... c’est encor la première;


Et c’est toujours la seule – ou c’est le seul moment;
Car es-tu reine, ô toi, la première ou dernière?
Es-tu roi, toi le seul ou le dernier amant?

un sauce de cristal, un chopo de agua,


un alto surtidor que el viento arquea,
un árbol bien plantado más danzante,
un caminar de río que se curva,
avanza, retrocede, da un rodeo
y llega siempre:
un caminar tranquilo
de estrella o primavera sin premura,
agua que con los párpados cerrados
mana toda la noche profecías,
unánime presencia en oleaje,
ola tras ola hasta cubrirlo todo,
verde soberanía sin ocaso
como el deslumbramiento de las alas
cuando se abren en mitad del cielo,

un caminar entre las espesuras


de los días futuros y el aciago
fulgor de la desdicha como un ave
petrificando el bosque con su canto
y las felicidades inminentes
entre las ramas que se desvanecen,
horas de luz que pican ya los pájaros,
presagios que se escapan de la mano,

una presencia como un canto súbito,


como el viento cantando en el incendio,
una mirada que sostiene en vilo
al mundo con sus mares y sus montes,
cuerpo de luz filtrada por un ágata,
piernas de luz, vientres de luz, bahías,
roca solar, cuerpo color de nube,
color de día rápido que salta,
la hora centellea y tiene cuerpo,
el mundo ya es visible por tu cuerpo,
es transparente por tu transparencia,

voy entre galerías de sonidos,


fluyo entre las presencias resonantes,
voy por las transparencias como un ciego,
un reflejo me borra, nazco en otro,
oh bosque de pilares encantados,
bajo los arcos de la luz penetro
los corredores de un otoño diáfano,

voy por tu cuerpo como por el mundo,


tu vientre es una plaza soleada,
117
tus pechos dos iglesias donde oficia
la sangre sus misterios paralelos,
mis miradas te cubren como yedra,
eres una ciudad que el mar asedia,
una muralla que la luz divide
en dos mitades de color durazno,
un paraje de sal, rocas y pájaros
bajo la ley del mediodía absorto,

vestida del color de mis deseos


como mi pensamiento vas desnuda,
voy por tus ojos como por el agua,
los tigres beben sueño en esos ojos,
el colibrí se quema en esas llamas,
voy por tu frente como por la luna,
como la nube por tu pensamiento,
voy por tu vientre como por tus sueños,

tu falda de maíz ondula y canta,


tu falda de cristal, tu falda de agua,
tus labios, tus cabellos, tus miradas,
toda la noche llueves, todo el día
abres mi pecho con tus dedos de agua,
cierras mi boca con tu boca de agua,
sobre mis huesos llueves, en mi pecho
hunde raíces de agua un árbol líquido,

voy por tu talle como por un río,


voy por tu cuerpo como por un bosque,
como por un sendero en la montaña
que en un abismo brusco se termina,
voy por tus pensamientos afilados
y a la salida de tu blanca frente
mi sombra despeñada se destroza,
recojo mis fragmentos uno a uno
y prosigo sin cuerpo, busco a tientas,

corredores sin fin de la memoria,


puertas abiertas a un salón vacío
donde se pudren todos los veranos,
las joyas de la sed arden al fondo,
rostro desvanecido al recordarlo,
mano que se deshace si la toco,
cabelleras de arañas en tumulto
sobre sonrisas de hace muchos años,

a la salida de mi frente busco,


busco sin encontrar, busco un instante,
un rostro de relámpago y tormenta
corriendo entre los árboles nocturnos,
rostro de lluvia en un jardín a obscuras,
agua tenaz que fluye a mi costado,
busco sin encontrar, escribo a solas,
no hay nadie, cae el día, cae el año,
caigo con el instante, caigo a fondo,
invisible camino sobre espejos
que repiten mi imagen destrozada,
piso días, instantes caminados,
piso los pensamientos de mi sombra,
piso mi sombra en busca de un instante,

busco una fecha viva como un pájaro,


busco el sol de las cinco de la tarde
templado por los muros de tezontle:
la hora maduraba sus racimos
y al abrirse salían las muchachas
de su entraña rosada y se esparcían
por los patios de piedra del colegio,
alta como el otoño caminaba
envuelta por la luz bajo la arcada
y el espacio al ceñirla la vestía
de una piel más dorada y transparente,

tigre color de luz, pardo venado,


por los alrededores de la noche,
entrevista muchacha reclinada
en los balcones verdes de la lluvia,
adolescente rostro innumerable,
he olvidado tu nombre, Melusina,
Laura, Isabel, Pérsefona, María,
tienes todos los rostros y ninguno,
eres todas las horas y ninguna,
te pareces al árbol y a la nube,
eres todos los pájaros y un astro,
te pareces al filo de la espada
y a la copa de sangre del verdugo,
yedra que avanza, envuelve y se desarraiga
y el alma la divide de sí misma,

escritura de fuego sobre el jade,


grieta en la roca, reina de serpientes,
columna de vapor, fuente en la peña,
circo lunar, peñasco de las águilas,
grano de anís, espina diminuta
y mortal que da penas inmortales,
pastora de los valles submarinos
y guardiana del valle de los muertos,
liana que cuelga del cantil del vértigo,
enredadera, planta venenosa,
flor de resurrección, uva de vida,
señora de la flauta y del relámpago,
terraza del jazmín, sal en la herida,
ramo de rosas para el fusilado,
nieve en agosto, luna del patíbulo,
escritura del mar sobre el basalto,

119
escritura del viento en el desierto,
testamento del sol, granada, espiga,

rostro de llamas, rostro devorado,


adolescente rostro perseguido
años fantasmas, días circulares
que dan al mismo patio, al mismo muro,
arde el instante y son un solo rostro,
los sucesivos rostros de la llama,
todos los nombres son un solo nombre,
todos los rostros son un solo rostro,
todos los siglos son un solo instante
y por todos los siglos de los siglos
cierra el paso al futuro un par de ojos,

no hay nada frente a mí, sólo un instante


rescatado esta noche, contra un sueño
de ayuntadas imágenes soñado,
duramente esculpido contra el sueño,
arrancado a la nada de esta noche,
a pulso levantado letra a letra,
mientras afuera el tiempo se desboca
y golpea las puertas de mi alma
el mundo con su horario carnicero,
sólo un instante mientras las ciudades,
los nombres, los sabores, lo vivido,
se desmoronan en mi frente ciega,
mientras la pesadumbre de la noche
mi pensamiento humilla y mi esqueleto,
y mi sangre camina más despacio
y mis dientes se aflojan y mis ojos
se nublan y los días y los años
sus horrores vacíos acumulan,

mientras el tiempo cierra su abanico


y no hay nada detrás de sus imágenes
el instante se abisma y sobrenada
rodeado de muerte, amenazado
por la noche y su lúgubre bostezo,
amenazado por la algarabía
de la muerte vivaz y enmascarada
el instante se abisma y se penetra,
como un puño se cierra, como un fruto
que madura hacia dentro de sí mismo
y a sí mismo se bebe y se derrama
el instante translúcido se cierra
y madura hacia dentro, echa raíces,
crece dentro de mí, me ocupa todo,
me expulsa su follaje delirante,
mis pensamientos sólo son sus pájaros,
su mercurio circula por mis venas,
árbol mental, frutos sabor de tiempo,
oh vida por vivir y ya vivida,
tiempo que vuelve en una marejada
y se retira sin volver el rostro,
lo que pasó no fue pero está siendo
y silenciosamente desemboca
en otro instante que se desvanece:
frente a la tarde de salitre y piedra
armada de navajas invisibles
una roja escritura indescifrable
escribe en mi piel y esas heridas
como un traje de llamas me recubren,
ardo sin consumirme, busco el agua
y en tus ojos no hay agua, son de piedra,
y tus pechos, tu vientre, tus caderas
son de piedra, tu boca sabe a polvo,
tu boca sabe a tiempo emponzoñado,
tu cuerpo sabe a pozo sin salida,
pasadizo de espejos que repiten
los ojos del sediento, pasadizo
que vuelve siempre al punto de partida,
y tú me llevas ciego de la mano
por esas galerías obstinadas
hacia el centro del círculo y te yergues
como un fulgor que se congela en hacha,
como luz que desuella, fascinante
como el cadalso para el condenado,
flexible como el látigo y esbelta
como un arma gemela de la luna,
y tus palabras afiladas cavan
mi pecho y me despueblan y vacían,
uno a uno me arrancas los recuerdos,
he olvidado mi nombre, mis amigos
gruñen entre los cerdos o se pudren
comidos por el sol en un barranco,

no hay nada en mí sino una larga herida,


una oquedad que ya nadie recorre,
un presente sin ventanas, pensamiento
que vuelve, se repite, se refleja
y se pierde en su misma transparencia,
conciencia traspasada por un ojo
que mira mirarse hasta anegarse:
de claridad:
yo vi tu atroz escama,
Melusina, brillar verdosa al alba,
dormías enroscada entre las sábanas
y al despertar gritaste como un pájaro
y caíste sin fin, quebrada y blanca,
nada quedó de ti sino tu grito,
y al cabo de los siglos me descubro
con tos y mala vista, barajando
viejas fotos:

121
no hay nadie, no eres nadie,
un montón de ceniza y una escoba,
un cuchillo mellado y un plumero,
un pellejo colgado de unos huesos,
un racimo ya seco, un hoyo negro
y en el fondo del hoyo los dos ojos
de una niña ahogada hace mil años

miradas enterradas en un pozo,


miradas que nos ven desde el principio,
mirada niña de la madre vieja
que ve en el hijo grande un padre joven,
mirada madre de la niña sola
que ve en el padre grande un hijo niño,
miradas que nos miran desde el fondo
de la vida y son trampas de la muerte
- ¿ o es al revés: caer en esos ojos
es volver a la vida verdadera?,

¡caer, volver, soñarme y que me sueñen


otros ojos futuros, otra vida,
otras nubes, morirme de otra muerte!
- esta noche me basta, y este instante
que no acaba de abrirse y revelarme
donde estuve, quién fui, cómo te llamas,
cómo me llamo yo:
¿ hacía planes
para el verano - y todos los veranos-
en Christopher Street, hace diez años,
con Filis que tenía dos hoyuelos,
donde bebían luz los gorriones?,
¿ por la Reforma Carmen me decía
"no pesa el aire, aquí siempre es octubre",
o se lo dijo a otro que he perdido
o yo lo invento y nadie me lo ha dicho?,
¿ caminé por la calle de Oaxaca,
inmensa y verdinegra como un árbol,
hablando solo como el viento loco
y al llegar a mi cuarto - siempre un cuarto-
no me reconocieron los espejos?,
¿ desde el hotel Vernet vimos el alba
bailar con los castaños -"ya es muy tarde"
decías al peinarte y yo veía
manchas en la pared, sin decir nada?,
¿ subimos juntos a la torre, vimos
caer la tarde desde el arrecife?,
¿ comimos uvas en Bidart?, ¿ compramos
gardenias en Perote?
nombres, sitios,
calles y calles, rostros, plazas, calles,
estaciones, un parque, cuartos solos,
manchas en la pared, alguien se peina,
alguien canta a mi lado, alguien se viste,
cuartos, lugares, calles, nombres, cuartos,

Madrid, 1937,
en la Plaza del Angel las mujeres
cosían y cantaban con sus hijos,
después sonó la alarma y hubo gritos,
casas arrodilladas en el polvo,
torres hendidas, frentes esculpidas,
y el huracán de los motores, fijo:
los dos se desnudaron y se amaron
por defender nuestra porción eterna,
nuestra ración de tiempo y paraíso,
tocar nuestra raíz y recobrarnos,
recobrar nuestra herencia arrebatada
por ladrones de vida hace mil siglos,
los dos se desnudaron y se besaron
porque las desnudeces enlazadas
saltan el tiempo y son invulnerables,
nada las toca, vuelven al principio,
no hay tú ni yo, mañana, ayer ni nombres,
verdad de dos en sólo un cuerpo y alma,
oh ser total ...
cuartos a la deriva
entre ciudades que se van a pique,
cuartos y calles, nombres como heridas,
el cuarto con ventanas a otros cuartos
con el mismo papel descolorido
donde un hombre en camisa lee el periódico
o plancha una mujer; el cuarto claro
que visitan las ramas del durazno;
el otro cuarto: afuera siempre llueve
y hay un patio y tres niños oxidados;
cuartos que son navíos que se mecen
en un golfo de luz; o submarinos:
el silencio se esparce en olas verdes,
todo lo que tocamos fosforece;
mausoleos de lujo, ya roídos
los retratos, raídos los tapetes;
trampas, celdas, cavernas encantadas,
pajareras y cuartos numerados,
todos se transfiguran, todos vuelan,
cada moldura es nube, cada puerta
da al mar, al campo, al aire, cada mesa
es un festín; cerrados como conchas
el tiempo inútilmente los asedia,
no hay tiempo ya, ni muro: ¡espacio, espacio,
abre la mano, coge esta riqueza,
corta los frutos, come de la vida,
tiéndete al pie del árbol, bebe el agua!,

todo se transfigura y es sagrado,


es el centro del mundo cada cuarto,
es la primera noche, el primer día,

123
el mundo nace cuando dos se besan,
gota de luz de entrañas transparentes
el cuarto como un fruto se entreabre
o estalla como un astro taciturno
y las leyes comidas de ratones,
las rejas de los bancos y las cárceles,
las rejas de papel, las alambradas,
los timbres y las púas y los pinchos,
el sermón monocorde de las armas,
el escorpión meloso y con bonete,
el tigre con chistera, presidente
del Club Vegetariano y la Cruz Roja,
el burro pedagogo, el cocodrilo
metido a redentor, padre de pueblos,
el Jefe, el tiburón, el arquitecto
del porvenir, el cerdo uniformado,
el hijo predilecto de la Iglesia
que se lava la negra dentadura
con el agua bendita y toma clases
de inglés y democracia, las paredes
invisibles, las máscaras podridas
que dividen al hombre de los hombres
al hombre de sí mismo,
se derrumban
por un instante inmenso y vislumbramos
nuestra unidad perdida, el desamparo
que es ser hombres, la gloria que es ser hombres
y compartir el pan, el sol, la muerte,
el olvidado asombro de estar vivos;

amar es combatir, si dos se besan


el mundo cambia, encarnan los deseos,
el pensamiento encarna, brotan alas
en las espaldas del esclavo, el mundo
es real y tangible, el vino es vino,
el pan vuelve a saber, el agua es agua,
amar es combatir, es abrir puertas,
dejar de ser fantasma con un número
a perpetua cadena condenado
por un amo sin rostro;
el mundo cambia
si dos se miran y se reconocen,
amar es desnudarse de los nombres:
" déjame ser tu puta ", son palabras
de Eloísa, mas el cedió a las leyes,
la tomó por esposa y como premio
lo castraron después;
mejor el crimen,
los amantes suicidas, el incesto
de los hermanos como dos espejos
enamorados de su semejanza,
mejor comer el pan envenenado,
el adulterio en lechos de ceniza,
los amores feroces, el delirio,
su yedra ponzoñosa, el sodomita
que lleva por clavel en la solapa
un gargajo, mejor ser lapidado
en las plazas que dar vuelta a la noria
que exprime la substancia de la vida,
cambia la eternidad en horas huecas,
los minutos en cárceles, el tiempo
en monedas de cobre y mierda abstracta;

mejor la castidad, flor invisible


que se mece en los tallos del silencio,
el difícil diamante de los santos
que filtra los deseos, sacia al tiempo,
nupcias de la quietud y el movimiento,
canta la soledad en su corola,
pétalo de cristal es cada hora,
el mundo se despoja de sus máscaras
y en su centro, vibrante transparencia,
lo que llamamos Dios, el ser sin nombre,
se contempla en la nada, el ser sin rostro
emerge de sí mismo, el sol de los soles,
plenitud de presencias y de nombres;

sigo mi desvarío, cuartos y calles,


camino atientas por los corredores
del tiempo y subo y bajo sus peldaños
y sus paredes palpo y no me muevo,
vuelvo a donde empecé, busco tu rostro,
camino por la calles de mí mismo
bajo un sol sin edad, y tu a mi lado
caminas como un árbol, como un río
caminas y me hablas como un río,
creces como una espiga entre mis manos,
lates como una ardilla entre mis manos,
vuelas como mil pájaros, tu risa
me ha cubierto de espumas, tu cabeza
es un astro pequeño entre mis manos,
el mundo reverdece si sonríes
comiendo una naranja,
el mundo cambia
si dos, vertiginosos y enlazados,
caen sobre la yerba: el cielo baja,
los árboles ascienden, el espacio
sólo es luz y silencio, sólo espacio
abierto para el águila del ojo,
pasa la blanca tribu de las nubes,
rompe amarras el cuerpo, zarpa el alma,
perdemos nuestros nombres y flotamos
a la deriva entre el azul y el verde,
tiempo total donde no pasa nada
sino su propio transcurrir dichoso,

125
no pasa nada, callas, parpadeas
( silencio: cruzó un ángel este instante
grande como la vida de cien soles),
¿ no pasa nada, sólo un parpadeo?
- y el festín, el destierro, el primer crimen,
la quijada del asno, el ruido opaco
y la mirada incrédula del muerto
al caer en el llano ceniciento,
Agamenón y su mugido inmenso
y el repetido grito de Casandra
más fuerte que los gritos de las olas,
Sócrates en cadenas (el sol nace,
morir es despertar: " Critón, un gallo
a Esculapio, ya sanó de la vida");
el chacal que diserta entre las ruinas
de Nínive, la sombra que vio Bruto
antes de la batalla, Moctezuma
en el lecho de espinas de su insomnio,
el viaje en la carreta hacia la muerte
- el viaje interminable más contado
por Robespierre minuto tras minuto,
la mandíbula rota entre las manos -,
Churruca en su barrica como un trono
escarlata, los pasos ya contados
de Lincon al salir hacia el teatro,
el estertor de Trotsky y sus quejidos
de jabalí, Madero y su mirada
que nadie contestó: ¿ por qué me matan?,
los carajos, los ayes, los silencios
del criminal, el santo, el pobre diablo,
cementerios de frases y de anécdotas
que los perros retóricos escarban,
el delirio, el relincho, el ruido obscuro
que hacemos al morir y ese jadeo
de la vida que nace y el sonido
de huesos machacados en la riña
y la boca de espuma del profeta
y su grito y el grito del verdugo
y el grito de la víctima...
son llamas
los ojos y son llamas lo que miran,
llama la oreja y el sonido llama,
brasa los labios y tizón la lengua,
el tacto y lo que toca, el pensamiento
y lo pensado, llama el que lo piensa,
todo se quema, el universo es llama,
arde la misma nada que no es nada
sino un pensar en llamas, al fin humo:
no hay verdugo ni víctima...
¿ y el grito
en la tarde del viernes?, y el silencio
que se cubre de signos, el silencio
que dice sin decir, ¿ no dice nada?
¿ no son nada los gritos de los hombres?,
¿ no pasa nada cuando pasa el tiempo?
- no pasa nada, sólo un parpadeo
de sol, un movimiento apenas, nada,
no hay redención, no vuelve atrás el tiempo,
los muertos están fijos en su muerte
y no pueden morirse de otra muerte,
intocables, clavados en su gesto,
desde su soledad , desde su muerte
sin remedio nos miran sin mirarnos,
su muerte es ya la estatua de su vida,
un siempre estar ya nada para siempre,
cada minuto es nada para siempre,
un rey fantasma rige tus latidos
y tu gesto final, tu dura máscara
labra sobre tu rostro cambiante:
el monumento somos de una vida
ajena y no vivida , apenas nuestra,

-¿ la vida, cuándo fue de veras nuestra?,


¿ cuándo somos de veras lo que somos?,
bien mirado no somos, nunca somos
a solas sino vértigo y vacío,
muecas en el espejo, horror y vómito,
nunca la vida es nuestra, es de los otros,
la vida no es de nadie, todos somos
la vida - pan de sol para los otros,
los otros todos que nosotros somos -,
soy otro cuando soy, los actos míos
son más míos si son también de todos,
para que pueda ser he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia,
no soy, no hay yo, siempre somos nosotros,
la vida es otra, siempre allá, más lejos,
fuera de ti, de mí, siempre horizonte,
vida que nos desvive y enajena,
que nos inventa un rostro y lo desgasta,
hambre de ser, oh muerte, pan de todos,

Eloísa, Perséfona, María,


muestra tu rostro al fin para que vea
mi cara verdadera, la del otro,
mi cara de nosotros siempre todos,
cara de árbol y panadero,
de chofer y de nube y de marino,
cara de sol y arroyo y Pedro y Pablo,
cara de solitario colectivo,
despiértame, ya nazco:
vida y muerte
pactan en ti, señora de la noche,
torre de claridad, reina del alba,

127
virgen lunar, madre del agua madre,
cuerpo del mundo, casa de la muerte,
caigo sin fin desde mi nacimiento,
caigo en mí mismo sin tocar mi fondo,
recógeme en tus ojos, junta el polvo
disperso y reconcilia mis cenizas,
ata mis huesos divididos, sopla
sobre mi ser, entiérrame en tu tierra,
tu silencio dé paz al pensamiento
contra sí mismo airado;
abre la mano,
señora de semillas que son días,
el día es inmortal, asciende, crece,
acaba de nacer y nunca acaba,
cada día es nacer, un nacimiento
es cada amanecer y yo amanezco,
amanecemos todos, amanece
el sol cara de sol, Juan amanece
con su cara de Juan cara de todos,
puerta del ser, despiértame, amanece,
déjame ver el rostro de este día,
déjame ver el rostro de esta noche,
todo se comunica y transfigura,
arco de sangre, puente de latidos,
llévame al otro lado de esta noche,
adonde yo soy tú somos nosotros,
al reino de pronombres enlazados,

puerta del ser: abre tu ser, despierta,


aprende a ser también, labra tu cara,
trabaja tus facciones, ten un rostro
para mirar mi rostro y que te mire,
para mirar la vida hasta la muerte,
rostro de mar, de pan, de roca y fuente,
manantial que disuelve nuestros rostros
en el rostro sin nombre, el ser sin rostro,
indecible presencia de presencias ...

quiero seguir, ir más allá, y no puedo:


se despeñó el instante en otro y otro,
dormí sueños de piedra que no sueña,
y al cabo de los años como piedras
oí cantar mi sangre encarcelada,
con un rumor de luz el mar cantaba,
una a una cedían las murallas,
todas las puertas se desmoronaban
y el sol entraba a saco por mi frente,
despegaba mis párpados cerrados,
desprendía mi ser de su envoltura,
me arrancaba de mí, me separaba
de mi bruto dormir siglos de piedra
y su magia de espejos revivía
un sauce de cristal, un chopo de agua,
un alto surtidor que el viento arquea,
un árbol bien plantado más danzante,
un caminar del río que se curva,
avanza, retrocede, da un rodeo
y llega siempre:

129
Relámpago En Reposo

Tendida,
piedra hecha de mediodía,
ojos entrecerrados donde el blanco azulea,
entornada sonrisa.
Te incorporas a medias y sacudes tu melena de león.
Luego te tiendes,
delgada estría de lava en la roca,
rayo dormido.
Mientras duermes te acaricio y te pulo,
hacha esbelta,
flecha con que incendio la noche.

El mar combate allá lejos con espadas y plumas.


Soliloquio De Medianoche

Dormía, en mi pequeño cuarto de roedor civilizado,


cuando alguien sopló en mi oído estas palabras:
" Duermes, vencido por fantasmas que tu mismo engendras,
y mientras tu deliras, otros besan o matan,
conocen otros labios, penetran otros cuerpos,
la piedra vive y se incorpora,
y todo, el polvo mismo, encarna en una forma que respira."

Abrí los ojos y quise asir al impalpable visitante,


cogerlo por el cuello y arrancarle su secreto de humo,
mas sólo vi una sombra perderse en el silencio, aire en el aire.
Quedé solo de nuevo, en la desierta noche del insomne.
En mi frente golpeaba una fiebre fría,
hundido mar hirviente bajo mares de yelo.
Subieron por mis venas los años caídos,
fechas de sangre que alguna vez brillaron como labios,
labios en cuyos pliegues, golfos de sombra luminosa,
creí que al fin la tierra me daba su secreto,
pechos de viento para los desesperados,
elocuentes vejigas ya sin nada:
Dios, Cielo, Amistad, Revolución o Patria.

Y entre todos se alzó, para hundirse de nuevo,


mi infancia, inocencia salvaje domesticada con palabras,
preceptos con anteojos,
agua clara, espejo para el árbol y la nube,
que tantas virtuosas almas enturbiaron.

Dueño de la palabra, del agua y la sal,


bajo mi fuerza todo nacía otra vez, como al Principio;
si mis yemas rozaban su sopor infinito
las cosas cambiaban su figura por otra,
acaso más secreta y suya, de pronto revelada,
y para dar respuesta a mis atónitas preguntas
el fuego se hacía humo,
el árbol temblor de hojas, el agua transparencia,
y las yerbas y el musgo entre las piedras y las piedras
se hacían lenguas.
Sobre su verde tallo una flor roja me hablaba,
una palabra me habría cada noche las puertas de la noche
y el mismo sol de oro macizo palidecía ante mi espada de madera.

Cielo poblado siempre de barcos y naufragios,


yo navegué en tus témpanos de bruma
y naufragué en tus arrecifes indecisos;
entre tu silenciosa vegetación de espuma me perdía
para tocar tus pájaros de cristal y reflejos
y soñar en tus playas de silencio y vacío.

¿ Recuerdas aquel árbol, chorro de verdor,


erguido como dicha sin término,

131
al mediodía dorado,
obscuro ya de pájaros en la tarde de sopor y de tedio ?
¿ Recuerdas aquella buganvilla que encendía sus llamas suntuosas y
católicas
sobre la barda gris,
la recuerdas aquella tarde del pasmo,
cuando la viste como si nunca la hubieras visto antes,
morada escala para llegar al cielo ?
¿ Recuerdas la fuente, el verdín de la piedra,
el charco de los pájaros,
las violetas de apretados corpiños, siempre tras las cortinas de sus hojas,
el alcatraz de nieve y su grito amarillo, trompeta de las flores,
la higuera de anchas hojas digitales, diosa hindú,
y la sed que enciende su miel ?
Reino en el polvo, reino
cambiado por unas baratijas de prudencia.

Amé la gloria de boca lívida y ojos de diamante


amé el amor, amé sus labios y su calavera,
soñé en un mundo en donde la palabra engendraría
y el mismo sueño habría sido abolido
porque querer y obrar serían como la flor y el fruto.
Mas la gloria es apenas una cifra, equivocada con frecuencia,
el amor desemboca en el odio y el hastío,
¿ y quién sueña ya en la comunión de los vivos cuando todos comulgan
en la muerte ?

A solas otra vez, toque mi corazón,


allí donde los viejos nos dijeron que nacían el valor y la esperanza,
mas él, desierto y ávido, sólo latía,
sílaba indescifrable,
despojo de no sé qué palabra sepultada.

" A esta hora", me dije, "algunos aman y conocen la muerte en otros


labios,
otros sueñan delirios que son muerte,
y otros, más sencillamente, mueren también allá en los frentes,
por defender una palabra,
llave de sangre para cerrar o abrir las puertas del Mañana.
Sangre para bautizar la nueva era que el engreído profeta vaticina,
sangre para el lavamanos del negociante,
sangre para el vaso de los oradores y los caudillos,
oh corazón, noria de sangre, para regar ¿ que yermos?,
para mojar ¿ que labios secos, infinitos ?
¿ Son labios de un dios,
de Dios que tiene sed, sed de nosotros,
nada que sólo tiene sed ?

Intente salir y comulgar en la intemperie con el alba


pero había muerto el sol y el mundo, los árboles, los animales y los
hombres,
todos y todo, éramos fantasmas de esa noche interminable
a la que nunca ha de mojar la callada marea de otro día.
Tus Ojos

Tus ojos son la patria del relámpago y de la lágrima,


silencio que habla,
tempestades sin viento, mar sin olas,
pájaros presos, doradas fieras adormecidas,
topacios impíos como la verdad,
otoño en un claro del bosque en donde la luz canta en el hombro de un árbol
y son pájaros todas las hojas,
playa que la mañana encuentra constelada de ojos,
cesta de frutos de fuego,
mentira que alimenta,
espejos de este mundo, puertas del más allá,
pulsación del mar a mediodía,
absoluto que parpadea,
páramo.

133
Paul Eluard
Aire Vivo

Miré delante de mí
Te vi en la multitud
Te vi por el trigal
Bajo un árbol te vi

Al fondo de mis viajes


Al fin de mis tormentos
A la vuelta de las risas
Al salir del agua y el fuego

En todo tiempo te vi
En mi casa te vi
Te vi entre mis brazos
En mis sueños te vi

Nunca te dejaré.

135
Certeza

Si te hablo es para escucharte mejor


Si te escucho estoy seguro de comprender

Si sonríes es para invadirme mejor


Si sonríes veo el mundo entero

Si te abrazo es para continuarme


Si vivimos todo será espléndido

Si te abandono nos recordaremos


Abandonándonos nos hallaremos
Dedicatoria

¡Ah! ¡Mil llamas, fuego, la luz


Una sombra !
El sol me sigue,

Jacqueline me renueva.

137
Dominique Hoy Presente

Todas las cosas al azar


Las palabras dichas sin pensar
Se toman como se dicen
Nadie pierde nadie gana

Los sentimientos a la deriva


Y el esfuerzo más cotidiano
El vago recuerdo de los sueños
El porvenir impuesto al mañana

Palabras presas de un infierno


De ruedas rotas líneas muertas
Las cosas grises todas iguales
Los hombres girando en el viento

Carnes videntes huesos íntimos


Y el vapor de los sentimientos
El corazón es como un féretro
Las esperanzas hechas nada

Viniste de tarde moría la tierra


Y la tierra y los hombres cambiaron de sentido
Y me encontré regido como un imán
Ordenado como una viña

Al infinito nuestra ruta para todos


Las abejas volaban futuras de su miel
Multipliqué mi ansia de luz
Para comprender la razón

Viniste a mi tristeza te dije que sí


A partir de ti dije al mundo que sí
Niñita te quería como un muchacho
No puede amar sino su infancia

Con fuerza de pasado lejano y puro


Con fuego de canción sin un error
La piedra intacta y el curso furtivo de la sangre
En la garganta y en los labios

Viniste la vida tenía un cuerpo


Acariciaba sombras ahuecaba la noche pesada
Para disolver su barro para fundir su hielo
Como ojo que ve claro
Aquietaba la hierba el vuelo de los pájaros
Y el otoño pesaba en la bolsa nocturna
Viniste la orillas liberaban el río
Para llevarlo hasta el mar

Viniste al fondo de mi dolor más alta


Que el árbol separado del bosque sin aire
Y el desdichado grito de la duda se ha roto
Frente al día de nuestro amor

Que gloria la vergüenza cedió al sol


El peso se alivió la carga se hizo risa
Que gloria la cueva se volvió cima
Se desvaneció la miseria

El lugar habitual donde me embrutecía


El corredor insomne la fatiga
A brillar se pusieron como un fuego atizado
Se desplegó la eternidad

Oh tú mi pensamiento agitado y tranquilo


Mi silencio sonoro y mi eco secreto
Mi ciego vidente mi vista excesiva
No tuve más que tu presencia

Me has abierto con tu confianza

139
La Muerte El Amor La Vida

Creí poder romper la profundidad de la inmensidad


Con mi desdicha entera sin contacto sin eco
Me extendí en mi prisión de puertas vírgenes
Como un muerto discreto que supo morir
Un muerto sólo coronado de su nada
Me extendí sobre las olas absurdas
Del veneno absorbido por amor de cenizas
La soledad me era más viva que la sangre

Quería desunir la vida


Quería compartir la muerte con la muerte
Devolver mi corazón al vacío
Y el vacío a la vida
Borrar todo lo que no hubiera nada ni vidrio ni vapor
Ni nada adelante ni nada detrás nada entero
Había eliminado el hielo de mis manos juntas
Había eliminado la invernal osamenta
Del ansia de vivir que se anula a sí misma

Viniste el fuego se reanimó


La sombra cedió el frío de abajo se consteló
Y la tierra se recubrió
De tu carne clara y me sentí liviano
Viniste la soledad estaba vencida
Tenía un guía sobre la tierra sabía
Dirigirme me había desmedido
Avanzaba ganaba espacio y tiempo

Iba hacia ti sin fin hacia la luz


La vida tenía un cuerpo
Tendía su vela la esperanza
El sueño rezumaba de sueños y la noche
Prometía miradas confiadas a la aurora
Los rayos de tus brazos entreabrían la bruma
Tu boca estaba húmeda del primer rocío
Deslumbrado reposo en lugar de fatiga
Yo adoraba el amor
Igual que cuando era muy joven

Los campos se cultivan y las usinas brillan


Y el trigo hace su nido en un oleaje enorme
Cosechas y vendimias tienen tantos testigos
Nada es simple ni singular
El mar está en los ojos del cielo o de la noche
El bosque da a los árboles la seguridad
Los muros de las casas tienen una piel única
Y las rutas siempre se cruzan

Los hombres están hechos para escucharse


Para comprenderse para amarse
Tienen niños que serán padres de hombres
Tienen niños en cualquier parte
Que volverán a inventar al hombre
Y la naturaleza y su patria
La de todos los hombres
La de todos los tiempos

141
Nosotros Dos

Nosotros dos de la mano


En todas partes estamos en casa
Bajo el árbol suave bajo el cielo negro
Bajo cualquier techo en el rincón del fuego
En la calle vacía en pleno sol
En los ojos vagos de la multitud
Junto a los cuerdos y a los locos
Entre los niños y los grandes
Que tiene el amor de misterioso
Somos la evidencia misma
Todos los enamorados
Creen estar en nuestra casa
Pero Ella

No vive más que por su forma


Tiene la forma de una roca
Tiene la forma de la mar
Y los músculos del remero
Todas las costas la modelan

Sus manos se abren como estrellas


Y sus ojos esconden el sol
Agua lavada fuego consumido
Calma profunda calma creada
Encarnando aurora y crepúsculo

Por haber conocido su fondo


Sirvo a la forma del amor
Ella no es nunca la misma
Sirvo a vientres y a frentes
que se borran transforman

Fresca estación promesa cálida


Ella a medida de las flores
Y de las horas y colores
Nivel de lo fuerte y lo débil
Ella mi pérdida de conciencia

Pero no quiero su invierno

143
Pronta Para Los Besos Resucitadores

Pobre de mí no puedo vivir en la ignorancia


Me hace falta ver escuchar y abusar
Escucharte desnuda verte desnuda
Para abusar de tus caricias

Por suerte o por desgracia


Conozco tu secreto de memoria
Todas las puertas de tu imperio
La de los ojos la de las manos
De los senos y de tu boca donde toda la lengua se funde

Y la puerta del tiempo abierta entre tus piernas


La flor de las noches de verano en los labios del rayo
En el umbral del paisaje donde la flor ríe y llora
A la vez que guarda esa palidez de perla muerta
Dando tu corazón abriendo tus piernas

Eres como el mar acunas las estrellas


eres campo de amor unes y separas
Los amantes y los locos
Eres el hambre el pan la sed la alta ebriedad

El matrimonio último entre sueño y virtud


Repeticiones Muy Cerca Del Sueño Exigente

A fuerza de espacio y resplandor delirantes


El ojo hace vivir
Y más lejos el plomo del cuerpo se va

La lengua guía la barca de la boca


Muda y húmeda aclara las olas

Las anchas manos nada saben de su poder


Sus espigas abruman la piel de la siembra

Dedos relampagueantes caricias doradas bordados rojizos


Tus pechos se sublevan en mis palmas

De noche entre los ojos de día entre las piernas


Es el mismo palacio que se quema de golpe

Es un tesoro absurdo una ola de diamantes


Que atrae la tormenta y rompe la cintura

Es la mano ignorante y la lengua de acuerdo


Por vez primera bajo un cielo femenino

Y el centro del cuerpo define la tormenta


Balanza de razón para pesar la vida

Eres tú soy yo
Somos dobles en nuestros pensamientos

145
Retrato En Tres Cuadros

Tus manos pueden esconder tu cuerpo


Tus manos son primero para ti
Para esconder tu cuerpo cerrarías los ojos
Y cuando los abrieras nada se vería

Tus manos en tu cuerpo no hacen mucho camino


Vienen a ser las dueñas de tu sueño en ti misma
Al fondo de la palma hay un profundo espejo
Que ve lo que los dedos componen y deshacen

II

Tus manos para ti pero tus pechos no


Como tu boca donde todo retoma sabor
La vela de tus pechos se hincha con la ola
De tu boca que se abre y junta en las riberas

Dulzura de estar ebrio de fatiga y entonces


El rostro se te enciende se te ahuecan las manos
Oh mi ágil a la vez la más lenta y más viva
Tus piernas y tus brazos son la carne compacta

Erguida y derribada distribuyes tus fuerzas


Das alegría a todo como un amanecer
Que se expande en lo hondo de un día de verano

III

Y sabrosa te hiendes como un fruto maduro


Movimiento bien visto espectáculo fluido
Abismo franqueado volando bajo y lento
Estoy en todas partes de tu sangre y de ti

Resuenas límite de todo viaje


Te estremeces como un viaje sin nubes
Como piedra gastada al fuego de agua loca
Tu sed de estar desnuda aniquila las noches
Viva Y Muerta Separada

Viva y muerta separada


Tropecé sobre una tumba sobre un cuerpo
Que levanta apenas la tierra
Sobre un cuerpo del que yo estaba hecho
Sobre la boca que me hablaba
Y sobre los ojos corruptos de todas las virtudes
Mis manos mis pies eran los suyos
Y mi deseo y mi poema eran los suyos
He tropezado sobre su alegría sobre su bondad
Que ahora tienen el rigor de su esqueleto
Mi amor es cada vez más concreto está bajo tierra
Y no en otra parte imagino su olor
Mi amor mi pequeño mi corona de olores
Nada tenías que ver con la muerte
Tu cabeza no había conocido la noche del tiempo
Escucha mi efímera aquí estoy te acompaño
Te hablo nuestra lengua es mínima va de golpe
Del gran sol al gran sol y morimos de estar vivos
Aquí está nuestro perro aquí nuestra casa
Aquí está nuestro lecho aquí los que nos quieren
Todos los productos de nuestro corazón de nuestra sangre
Y de nuestros sentidos y de nuestros sueños
No me olvido de estos pájaros de gran vuelo
Que nos guían que nos llevan
Y que hacen agujeros en el azul
Como volcanes en plena tierra
Mi niña mi muchacho pequeña madre y padre
Mi poema te hubiera distraído esta noche
Las palabras precisas que tu comprenderías
Con las paradas bruscas de las peripecias
Las vivas cibelinas de la coquetería
Y la ensordecedora espuma del mar
Y la reminiscencia y el deletéreo olvido
Mi cuerpo vivo encantando mi corazón sinrazón
Mi seducción mi soledad mi placer mi dolor
Mi modestia y mi orgullo mi perversión mi mérito
Pequeñita y trizada perfecta y pura
Igual a un vaso de agua para beber siempre
No duermo he caído he tropezado sobre tu ausencia
Estoy sin fuego sin fuerza cerca de ti

Soy el revés de la bestia me aferro


A nuestra caída a nuestra ruina
Estoy debajo de tus restos
Aspiro a tu nada quisiera ver mi frente
Como una piedra lejos en la tierra
Como un barco hundido en el agua
Pequeña pero tu me engendraste en tormenta
Me convertiste en hombre me amaste como a un sabio
Mi voz no tiene eco me avergüenzo de hablar
Oh mi amor para siempre sufro de tu silencio

147
Yo Te He Imaginado

La gran merced que debo a la vida


No a la mía sino a toda la vida
Pues tú eres locamente mujer
Nada pudo reducirte a ti misma
Duerme mi infancia mi confianza de oro
En la litera donde sólo tenemos un corazón
Huid miserias con cara de hombre
Velar sobre ti es soñar ser tu

Es estar serio
Sin haber aprendido nada
Si la razón aclara mi cabeza
Sólo sería un hombre sin razón
Besar me embriaga más de lo debido
Soy futuro y nada tiene límites
Tú la durmiente yo el hombre sin sueño
Compartimos un margen indistinto
De frutos de flores de frutos cubriendo las flores
De sol enmarañándose con las noches

Como si la noche
Fuera la tierra de colores
Como si el verdor y el otoño
Nacieran del hielo fijado en las ramas
Como si estos seres vivientes que se llaman
Sol de la tierra o luz de la noche
No pudieran disfrazarse
Tener un vientre condescendiente
Senos decentes amables complacientes
Y estas manos obstinadas en el trabajo de las
caricias
Donde tú estás yo vivo viví viviré
Te he creado te creo te transformaré
Pero siempre por ti soy el niño sin sombra
Yo te he imaginado
Federico Garcia Lorca

149
Alba

Mi corazón oprimido
Siente junto a la alborada
El dolor de sus amores
Y el sueño de las distancias.
La luz de la aurora lleva
Semilleros de nostalgias
Y la tristeza sin ojos
De la médula del alma.
La gran tumba de la noche
Su negro velo levanta
Para ocultar con el día
La inmensa cumbre estrellada.

¡Qué haré yo sobre estos campos


Cogiendo nidos y ramas
Rodeado de la aurora
Y llena de noche el alma!
¡Qué haré si tienes tus ojos
Muertos a las luces claras
Y no ha de sentir mi carne
El calor de tus miradas!
¿Por qué te perdí por siempre
En aquella tarde clara?
Hoy mi pecho está reseco
Como una estrella apagada.
El Poeta Pide A Su Amor Que Le Escriba

Amor de mis entrañas, viva muerte,


en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal. La piedra inerte


ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,


tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena, pues, de palabras mi locura


o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.

151
Romance Sonámbulo

Verde que te quiero verde.


Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.

Verde que te quiero verde.


grandes estrellas de escarcha
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la hija de sus ramas
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
Pero ¿ quién vendrá ? ¿ Y por
dónde...?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.

- Compadre, quiero cambiar


mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los puertos de Cabra.
- Si yo pudiera, mocito,
este trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.

- Compadre, quiero morir


decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿ No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta
?
- Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
- Dejadome subir al menos
hasta las altas barandas,
¡dejadme subir !, dejadme,
hasta las verdes barandas.
barandales de la luna
por donde retumba el agua.

Ya suben los dos compadres


hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de
lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal
herían la madrugada.

Verde que te quiero verde,


verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de
albahaca.
- ¡ Compadre ! Dónde está, ¿
dime
dónde está tu niña amarga ?
- ¡Cuántas veces te espero !
¡Cuántas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda !

Sobre el rostro del aljibe


se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima_
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
en la puerta golpeaban.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.

153
Miguel Rash Isla
Amor Errante
La donna se ben fa come la luna e
sempre quella sia bruna sia bianca.
D' Annunzio

Así dijo en la noche, desolado, el viajero:


vengo de las diversas comarcas del amor;
crucé por muchas almas y en todas fui extranjero;
de todas salí siempre con fatiga y dolor.

Vi en los ojos más claros un mirar traicionero,


y en las bocas más frescas hallé el mismo sabor;
no hubo brazos capaces de hacerme prisionero,
ni carnes que temblaran con un nuevo temblor.

De una mujer en otra fui pasando y en cada


una dejé una parte de mi vida inmolada...
Ya no tengo que darles ni espero que me den.
Sólo con los amores que he soñado me quedo,
y con el tuyo ¡oh muerte! aunque me causa miedo
que tus labios destilen sólo tedio también.

155
Dedicatoria

En un ejemplar de Para leer en la tarde

Gasté la ilusa juventud primera


esperando un amor que nunca vino,
y a la sombra de un árbol del camino,
me senté a ver morir la primavera.

¡Qué triste ocaso el que a mi vida espera!


pensaba ante el avance vespertino;
mas repentinamente hubo un divino
florecimiento en mi ánima: Ella era...

Eras tú que venías. Y este libro,


en el que a todos los anhelos vibro,
es mi ayer; es un parque abandonado

donde duermen en paz viejos amores.


¡Pasa cantando y deshojando flores
sobre las hojas secas del pasado!
De Bohemia

Noche invernal. En torno de la mesa


transcurre humildemente la velada;
ella calla y me mira; en su mirada
tiembla su corazón hecho promesa.

Callo también y sueño. Me embelesa


la quietud de este cuarto de barriada
en que vivo una hora, sazonada
con mieles de pecado y de sorpresa.

Un abandono lánguido me embarga,


pues en la noche embrujadora olvido
del diario afán la pequeñez amarga,

y porque en el silencio y a su lado,


gozo un minuto libre, en el florido
regazo del azar y del pecado.

157
Dualidad Fatal

Cuando se daba entera a mi albedrío,


muchas veces salí de entre sus brazos
con mi pobre ilusión hecha pedazos
y con el corazón turbio de estío.

Y hoy que, por propio o por fatal desvío,


de otro amor se adormece en los regazos,
como quisiera renovar los lazos
de aquel amor que me atedió por mío.

Oh dualidad entre infernal y loca:


padecí taciturno desaliento
siempre que un beso desfloré en su boca.

Y cuando ajena a mi ansiedad la siento,


dar la vida y el alma me provoca
por besarla otra vez sólo un momento.
Eclipse

En medio a mis congojas, en mitad de mi hastío,


tu recuerdo lejano, tu recuerdo clemente,
vino, desde las sombras, a posarse en mi frente
y a decirme que aún vive nuestro amor, amor mío.

¡Perdóname! La culpa del injusto desvío


fue del hombre que sueña, no del hombre que siente.
Mira: puede en su rumbo desviarse la corriente
pero la imagen sigue reflejada en el río.

Tu recuerdo en mi alma se nubló como aquella


lumbre de los luceros que en la noche callada
se eclipsa si las nubes se detienen ante ella.

Mi olvido fue una nube que ya va de partida,


y tu amor es la estrella que un momento eclipsada
sigue irradiando inmóvil en lo azul de mi vida.

159
Edén De Los Edenes

En la grata penumbra de la alcoba


todo, indecisamente sumergido
y ella, desmelenada en el mullido
y perfumado lecho de caoba;

tembló mi carne enfebrecida y loba,


y arrobeme a su cuerpo repulido
como un jazminero florecido
una alimaña pérfida se arroba;

besé con beso deleitoso y sabio


su palpitante desnudez de luna
y en insaciada exploración, mi labio

bajo al umbroso edén de los edenes


mientras sus piernas me formaban una
corona de impudor sobre las sienes....
El Nido

Cuando llegué a tus brazos, mi corazón rendido


venía del desierto de una pena tenaz;
tus brazos eran tibios y muelles como un nido,
y en ellos me ofreciste la blandura y la paz.

Con fatiga del mundo, con nostalgia de olvido,


escondí entre tus senos perfumados la faz,
y me quedé sobre ellos dulcemente dormido,
como un niño confiado sobre un valle feraz.

Quiero que así transcurra la vida que me resta


por vivir: sin anhelos, sin dolor, sin protesta,
sintiendo que tú encarnas mi insaciado ideal.

y cuando ya la muerte se llegue cautelosa,


pasar, como en un sueño, de tus brazos de rosa,
a los brazos solemnes de la noche eternal.

161
El Retrato De La Amada

Ella es así: por donde pasa deja


tranquilo eco fugaz de onda remota,
pues más que andar sobre la tierra, flota
con un vaivén de nave que se aleja.

Nunca turban su voz grito ni queja;


nunca innoble pesar su ánimo azota;
donde impera la sed, ella es la gota,
donde falta el panal, ella es la abeja.

Ama los versos, los jardines ama,


busca los sitios raros, cree en el Arte,
y ante un cuento infantil llanto derrama.

Cual pan de Dios la compasión reparte;


si dicha no le doy, no la reclama;
mas si alguna le dan, tengo mi parte.
El Secreto

Guardo en mi triste corazón inquieto


un recóndito amor. Nadie lo ha visto
ni lo verá jamás, pues lo revisto
-para hacerlo más mío- del secreto.

Ella lo inspira en mí, pero discreto


nunca lo nombro ni en mirarla insisto
cuando, por un feliz don imprevisto,
de su vago mirar soy el objeto...

Callada vive en mis ensueños como


en virgen concha adormecida perla,
o leve aroma en repulido pomo.

Y si presiento en mi inquietud perderla,


a el alma bajo y con temor me asomo,
para poder, sin que me miren, verla.

163
El Tesoro

Dos columnas pulidas, dos eternas


columnas que relucen de blancura,
forja la línea irreprochable y pura,
como trazada en mármol, de tus piernas.

Con qué noble prestigio las gobiernas


cuando al marchar, solemne de hermosura,
imprimes a tu cuerpo la segura
majestad de las Venus sempiternas.

Y cuando, inmóvil, luminosa y alta,


en desnudez olímpica te ofreces,
entre tus muslos de marfil resalta,

como una sombra, el bosquecillo terso


de ébano y seda, bajo el cual guarneces
el tesoro mejor del universo.
Elogio Primaveral

Estábamos a solas en el parque silente


la tarde en desmayadas medias tintas moría,
y era tal el encanto que en las cosas había
que daban como anhelos de besar el ambiente.

Primavera llegaba y el retoño incipiente


-anuncio placentero de la flor- verdecía
y el alma contagiada del milagro del día
florecía lo mismo que el jardín renaciente

Ella escrutaba el cielo con fijeza tan honda


que el verdor transparente de sus ojos cordiales
transformóse en un verde sensitivo de fronda.

Yo la miré y ansioso de halagar sus antojos,


la dije ante los tiernos brotes primaverales:
esta vez ha empezado la estación en tus ojos.

165
Espasmo

Dos columnas pulidas, dos eternas


columnas que relucen de blancura,
forja la línea irreprochable y pura,
como trazada en mármol, de tus piernas.

Con qué noble prestigio las gobiernas,


cuando al marchar solemne de tu hermosura,
imprimes a tu cuerpo la segura
majestad de las Venus sempiternas.

Y cuando inmóvil, luminosa y alta,


en desnudez olímpica, te ofreces,
entre tus muslos de marfil, resalta

como una sombra el bosquecillo terso


de ébano y seda, bajo el cual guareces
el tesoro mejor del universo.
Grito De Amor

Qué demencia, con soplo arrebatado,


me impulsa a ti en un vértigo? Lo ignoro,
sólo sé que te ansío, que te adoro,
y que en ti el universo he compendiado.

Tu hechizante beldad brilló a mi lado


y no la supe ver; perdí el tesoro
de tu belleza espléndida; y hoy lloro
la infausta ceguedad de mi pasado.

Mejor así: te ennobleció la vida


en la cruz del pesar, y al encontrarte
te siento a mí por el dolor unida.

Hago de tu dolor sangre del arte,


y te amo con amor cuya medida
se extiende al tiempo que dejé de amarte.

167
Iniciación

Sobre el busto de mármol se contornan los senos,


y apartando con nimias complacencias la bata,
succiono los erguidos pezones de escarlata:
pomos donde se acendran invisibles venenos.

Ella ciñe los muslos, vigorosos y plenos,


donde el sexo apremiado se defiende y recata,
mientras se contorsiona con lujurias de gata,
al roce de mis labios que la exploran obscenos.

A un desmayo de toda su belleza vibrante,


logra mi mano intrusa desligar un instante
de sus piernas esquivas el frenético nudo.

Y de todas mis ansias en el ímpetu ciego,


busco el cáliz virgíneo de tu cuerpo desnudo,
y a una lenta tortura de puñales lo entrego.
Las Manzanas Del Edén

(Fragmentos)
En la penumbra vaga de la alcoba
todo, indecisamente sumergido,
y, ella, desmelenada en el mullido
y perfumado lecho de caoba;

tembló mi carne enfebrecida y loba,


y arróbeme a su cuerpo repulido
como a un jazminero florecido
una alimaña pérfida se arroba;

besé con beso deleitoso y sabio


su palpitante desnudez de luna
y en insaciada exploración mi labio

bajó al umbroso edén de los edenes


mientras sus piernas me formaban
una corona de impudor sobre las sienes...

***

A ti viciosamente me encadena,
tu cuerpo insano en que la muerte aspiro:
eres sierpe o mujer, hada o vampiro,
o ángel con maleficios de sirena?

Da sopor como un vino tu melena;


quema como una brasa tu suspiro;
tu beso, que es voraz, quita el respiro,
y tu aliento, que es de áspid, envenena.

En el lecho te ciñes a quien te ama,


convulsa y frenética, lo mismo
que a seco tronco enardecida llama.

Y cuando amor en tus entrañas siembra,


se siente un frío vértigo de abismo
sobre el abismo de tus muslos de hembra.

169
Obsesión

Nunca te encontraré; nunca a mi lado


veré fulgir tu cándida silueta,
novia de mis ensueños de poeta,
que a través del vivir tánto he buscado.

Con insistente afán alucinado,


bajé a la sima y ascendí a la meta,
y en ninguna mujer te hallé completa:
en todas ¡ay de mí! te he equivocado.

Ya no te busco. ¿Para qué? Vendrías,


envuelta en engañosas fantasías,
a darme la ilusión de que ella eres,

mas al tocar tu frágil hermosura,


sentiré renovarse la amargura
que en mí dejaron las demás mujeres.
Silueta

Es tierno su mirar; su voz discreta;


del bohemio vivir tiene el encanto
y en el rostro de nácar el quebranto,
la marchitez de lánguida griseta.

Ilusiona mi vida y la completa,


y, una con mi sentir, canta si canto;
y si me ve llorar, corre su llanto
por mi abatida frente de poeta.

Ama todo lo que amo; el silencioso


vagar nocturno; el organillo errante,
el barrio extremo; el cafetín dudoso,

sólo ignora una cosa: su belleza,


y recibe, con plácido semblante,
el regalo casual de mi pobreza.

171
Tu Boca

Escollo de buriles y pinceles,


es tu boca una vívida granada
que pide, tentadora y encarnada,
un beso audaz que la disuelva en mieles.

Cuando a la risa abandonarte sueles,


difunde en rededor tu carcajada
el grato olor a fruta sazonada
que hay en la intimidad de los vergeles.

Es abreviada gruta de frescura,


constreñido paréntesis de flores,
animado jardín en miniatura.

La besara con férvido embeleso


para sentir, muriéndome de amores,
la eternidad en lo fugaz de un beso.
Tus Ojos

Estábamos a solas en el parque silente


la tarde en desmayadas medias tintas moría,
y era tal el encanto que en las cosas había
que daban como ganas de besar el ambiente.

Primavera llegaba y el retoño incipiente


-anuncio placentero de la flor- verdecía,
y el alma contagiada del milagro del día,
florecía lo mismo que el jardín renaciente.

Ella escrutaba el cielo con fijeza tan honda,


que el verdor transparente de sus ojos letales
tomó de pronto un verde sensitivo de fronda.

Yo la miré y ansioso de halagar sus antojos,


la dije ante los tiernos brotes primaverales:
-Esta vez ha empezado la estación en tus ojos.

173
Tu Palidez

Tu noble palidez forma tu encanto:


es como aquella palidez extraña
del lirio matinal de la montaña
que al reflejo del sol sufre quebranto.

A veces logra esclarecerse tanto


que tu sutil respiración la empaña,
y otras adquiere, si la luz la baña,
la transparencia rútila del llanto.

Todo en mí se ilumina al contemplarte,


y, arrobado en tu faz, pienso que alguna
noche la luna te nevó al mirarte,

o que por rara y singular fortuna,


sintiéndose mujer, quiso imitarte
y osó tomar tu palidez la luna.
Valse Nocturno

En la paz de la alcoba sosegada,


bajo la media noche en agonía,
llega a mí, desde incierta lejanía,
una llorona música olvidada.

Entra en mi corazón como una alada


saeta de letal melancolía,
porque recuerdo que cuando eras mía,
si algo nos supo unir fue esa tonada.

El vals - lírica flor que se deshoja-


se va apagando al fin y una congoja
mortal deja en la noche difundida...

Yo un infinito desamparo siento,


y es que a veces un vals que va en el viento,
¡suele ser, más que un vals, toda una vida!

175
Julio Cortázar
Dadora De Las Playas

De tus muchísimos amantes guardas destrezas, inesperados sesgos,


caprichos repentinos y falsas negativas que una sonrisa desmantela,
quizá la intermitencia de unos ojos hincados en el goce
y bruscamente, sin aviso, esa obstinada negativa a abrir los párpados,
no sé, cosas esquivas, cambios que remontan a gustos superpuestos,
a músicas distintas, a tantos bares donde diferentes manos te leyeron
y donde diferentes nombres entraron en tu alerta indiferencia
de pasajera, de indescifrable francotiradora.

A mi vez dejaré en tu piel la huella de estas ceremonias,


de hábitos definidos, de maneras y de ángulos,
oh arena donde tantos arquitectos levantaron sus torres y sus puentes
para que el viento los llevara mientras tu te volvías al malecón o al bar
virgen a tu manera, la manera mejor y más hermosa de ser virgen,
dadora de las playas para los nuevos juegos.

177
Tu Más Profunda Piel

Cada memoria enamorada guarda sus magdalenas y la mía - sábelo, allí donde estés- es el
perfume del tabaco rubio que me devuelve a tu espigada noche, a la ráfaga de tu más
profunda piel. No el tabaco que se aspira, el humo que tapiza las gargantas, sino esa vaga
equívoca fragancia que deja la pipa en los dedos y que en algún momento, en algún gesto
inadvertido, asciende con su látigo de delicia para encabritar tu recuerdo, la sombra de tu
espalda contra el blanco velamen de las sábanas.

No me mires desde la ausencia con esa gravedad un poco infantil que hacía de tu rostro una
máscara de joven faraón nubio. Creo que siempre estuvo entendido que sólo nos daríamos el
placer y las fiestas livianas del alcohol y las calles vacías de la medianoche. De ti tengo más
que eso, pero en el recuerdo me vuelves desnuda y volcada, nuestro planeta más preciso fue
esa cama donde lentas, imperiosas geografías iban naciendo de nuestros viajes, de tanto
desembarco amable o resistido, de embajadas con cestos de frutas o agazapados flecheros,
y cada poza, cada río, cada colina y cada llano los ganamos en noches extenuantes, entre
oscuros parlamentos de aliados o enemigos. ¡ Oh viajera de ti misma, máquina de olvido! Y
entonces me paso la mano por la cara con un gesto distraído y el perfume de tabaco en mis
dedos te trae otra vez para arrancarme a este presente acostumbrado, te proyecta antílope
en la pantalla de ese lecho donde vivimos las interminables rutas de un efímero encuentro.

Yo aprendía contigo lenguajes paralelos; el de esa geometría de tu cuerpo que me llenaba la


boca y las manos de teoremas temblorosos, el de tu hablar diferente, tu lengua insular que
tantas veces me confundía. Con el perfume del tabaco vuelve ahora un recuerdo preciso que
lo abarca todo en un instante que es como un vórtice, se que dijiste: "Me da pena", y yo no
comprendí porque nada creía que pudiera apenarte en esa maraña de caricias que nos volvía
un ovillo blanco y negro, lenta danza en que el uno pensaba sobre el otro para luego dejarse
invadir por la presión liviana de unos muslos, de unos brazos, rotando blandamente y
desligándose hasta otra vez ovillarse y repetir las caídas desde lo alto o lo hondo, jinete o
potro, arquero o gacela, hipogrifos afrontados, delfines en mitad del salto. Entonces aprendí
que la pena en tu boca era otro nombre del pudor y la vergüenza, y que no te decidías a mi
nueva sed que ya tanto habías saciado, que me rechazabas suplicando con esa manera de
esconder los ojos, de apoyar el mentón en la garganta para no dejarme en la boca más que el
negro nido de tu pelo.

Dijiste: "Me da pena, sabes", y volcada de espalda me miraste con ojos y senos, con labios que
trazaban una flor de lentos pétalos. Tuve que doblarte los brazos, murmurar mi último deseo
con el correr de las manos por las más dulces colinas, sintiendo cómo poco a poco cedías y te
echabas de lado hasta rendir el sedoso muro de tu espalda donde un menudo omóplato tenía
algo de ala de ángel mancillado. Te daba pena, y de esa pena iba a nacer el perfume que
ahora me devuelve a tu vergüenza antes de que otro acorde, el último, nos alzara en una
misma estremecida réplica. Sé que cerré los ojos, que lamí la sal de tu piel, que descendí
volcándote hasta sentir tus riñones como el estrechamiento de la jarra donde se apoyan las
manos con el ritmo de la ofrenda; en algún momento llegué a perderme en el pasaje hurtado
y prieto que se negaba al goce de mis labios mientras desde tan allá, desde tu país de arriba y
lejos, murmuraba tu pena una última defensa abandonada.
Con el perfume del tabaco rubio en los dedos asciende otra vez el balbuceo, el temblor de
ese oscuro encuentro, sé que mi boca buscó la oculta boca estremecida, el labio único
ciñiéndose a su miedo, el ardiente contorno rosa y bronce que te libraba a mi más extremo
viaje. Y como ocurre siempre, no sentí en ese delirio lo que ahora me trae el recuerdo desde
un vago aroma de tabaco, pero esa musgosa fragancia, esa canela de sombra hizo su camino
secreto a partir del olvido necesario e instantáneo, indecible juego de la carne que oculta a la
conciencia lo que mueve las más densas, implacables máquinas del fuego. No eras sabor ni
olor, tu más escondido país se daba como imagen y contacto, y solo hoy unos dedos
casualmente manchados de tabaco me devuelven el instante en que me enderecé sobre ti
para lentamente reclamar las llaves de pasaje, forzar el dulce trecho donde tu pena tejía las
últimas defensas ahora que con la boca hundida en la almohada sollozabas una súplica de
oscura aquiescencia, de derramado pelo. Más tarde comprendiste y no hubo pena, me
cediste la ciudad de tu más profunda piel desde tanto horizonte diferente, después de
fabulosas máquinas de sitio y parlamentos y batallas. En esta vaga vainilla de tabaco que hoy
me mancha los dedos se despierta la noche en que tuviste tu primera, tu última pena. Cierro
los ojos y aspiro en el pasado ese perfume de tu carne más secreta, quisiera no abrirlos a
este ahora donde leo y fumo y todavía creo estar viviendo.

179
Fernando Pessoa
Abdicación

Tómame, oh noche eterna, en tus brazos


y llámame hijo.
Yo soy un rey
que voluntariamente abandoné
mi trono de ensueños y cansancios.
Mi espada, pesada en brazos flojos,
a manos viriles y calmas entregué;
y mi cetro y corona—yo los dejé
en la antecámara, hechos pedazos.
Mi cota de malla, tan inútil,
mis espuelas, de un tintineo tan fútil,
las dejé por la fría escalinata.
Desvestí la realeza, cuerpo y alma,
y regresé a la noche antigua y serena
como el paisaje al morir el día.

181
Autopsicografía

El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que llega a fingir que es dolor
el dolor que de veras siente.

Y los que leen lo que escribe,


en el dolor leído sienten bien,
no los dos que él tuvo
mas sólo el que ellos no tienen.

Y así en los raíles


gira, entreteniendo la razón,
ese tren de cuerda
que se llama el corazón.
Cada Palabra Dicha Es La Voz De Un Muerto...

Cada palabra dicha es la voz de un muerto.


Se abatió quien no se ocultó
Quien en la voz, no en sí, vivió absorto.
Si ser Hombre es poco, y grande solo
En dar voz al valor de nuestras penas
Y a lo que de sueño y nuestro en nosotros queda
Del universo que nos rozó
Si es más grande ser un Dios, que dice apenas
Con la vida lo que el Hombre con la voz:
Más grande aún es ser como el Destino
Que tiene el silencio por himno
Y cuyo rostro nunca se mostró.

183
Como Si Cada Beso

Como si cada beso


Fuera de despedida,
Cloé mía, besémonos, amando.
Tal vez ya nos toque
En el hombro la mano que llama
A la barca que no viene sino vacía;
Y que en el mismo haz
Ata lo que fuimos mutuamente
Y la ajena suma universal de la vida.
Pasó La Diligencia

Pasó la diligencia por el camino y fuése;


y el camino no se volvió más bello, ni siquiera más feo.
Así por esos mundos es la acción humana.
Nada quitamos y nada ponemos; pasamos y olvidamos;
y el sol siempre es puntual, todos los días.

185
Es Tal Vez El Último Día de Mi Vida

Es tal vez el último día de mi vida.


He saludado al sol levantando la mano derecha,
mas no lo he saludado diciendo adiós.
Hice la seña de que me gustaba verlo antes: nada más.
Letanía

Nosotros no nos realizamos nunca.


Somos un abismo que va hacia otro abismo -un pozo que mira al Cielo.

187
Magníficat

¿Cuándo pasará esta noche interior, el universo,


y yo, el alma mía, tendré mi día?
¿Cuándo despertaré de estar despierto?
No sé. El sol brilla alto,
imposible de mirar.
Frío pestañean las estrellas,
imposibles de cotnar.
Ajeno pulsa el corazón,
imposible de escuchar.
¿Cuándo pasará este drama sin teatro
o este teatro sin drama
y me acogeré a casa?
¿Dónde? ¿Cómo? ¿Cuándo?
Gato que me miras con ojos de vida, ¿qué tienes allá en lo hondo?
¡A aquél! ¡A aquél!
Y aquél mandará como Josué que pare el sol, y yo despertaré;
y entonces será día.
Sonríe mientras duermes, alma mía.
Sonríe, alma mía, ¡será día!
Tabaquería ( Estanco )

No soy nada.
Nunca seré nada.
Nunca puedo querer ser nada.
Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo.

Ventanas de mi cuarto,
de mi cuarto de uno de los millones de gente que nadie sabe quién es
( y si supieran quién es, ¿que sabrían?),
dais al misterio de una calle constantemente cruzada por la gente,
a una calle inaccesible a todos los pensamientos,
real, imposiblemente real, evidente, desconocidamente evidente,
con el misterio de las cosas debajo de las piedras y de los seres,
con la muerte poniendo humedad en las paredes y cabellos blancos en los hombres,
con el Destino conduciendo el carro de todo por la carretera de nada.

Hoy estoy vencido, como si supiera la verdad.


Hoy estoy lúcido, como si estuviese a punto de morirme
y no tuviese más fraternidad con las cosas
que una despedida, convirtiéndose esta casa y este lado de la calle
en la fila de vagones de un tren, y silbada su partida
desde dentro de mi cabeza,
y una sacudida de mis nervios y un crujir de huesos al marchar.

Hoy me siento perplejo, como quién ha pensado y opinado y olvidado.


Hoy estoy dividido entre la lealtad que le debo
a la tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera,
y a la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro.

He fracasado en todo.
Como no me hice ningún propósito, quizá todo no fuese nada.
El aprendizaje que me habían dado,
me descolgué por la ventana de las traseras de la casa.
Me fui al campo con grandes proyectos.
Pero solo encontré allí hierbas y árboles,
y una gente que, cuando la había, era igual a la otra.
Me aparto de la ventana, me siento en una silla. ¿ En que he de pensar?

¿ Que sé yo del que seré, yo que no sé lo que soy?


¿ Ser lo que pienso? Pero, ¡pienso ser tantas cosas!
¡ Y hay tantos que piensan ser lo mismo que no podrán serlo tantos!
¿ Un genio? En este momento
cien mil cerebros se juzgan en sueños genios como yo,
y la historia no distinguirá, ¿ quien sabe?, ni a uno sólo,
no habrá sino estiércol de tantas conquistas futuras.
No, no creo en mí.
¡En todos los manicomios hay locos perdidos con tantas convicciones!
Yo, que no tengo ninguna convicción, ¿soy más convincente o menos convincente?
No, ni en mí...
¿ En cuántas buhardillas y no buhardillas del mundo
no hay en estos momentos genios-para-sí-mismos soñando?
¿ Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas

189
- sí, verdaderamente altas y nobles y lúcidas -,
y quién sabe si realizables, no verán nunca la luz del sol verdadero ni encontrarán quién
les preste oídos?
El mundo es para quién nace para conquistarlo
y no para quién sueña que puede conquistarlo, aunque tenga razón.
He soñado más que todo lo que Napoleón hizo.
He estrechado contra el pecho hipotético más humanidades que Cristo,
he construido en secreto filosofías no escritas aún por ningún Kant.
Pero soy, y quizá lo sea siempre, el de la buhardilla,
aunque no viva en ella;
seré siempre el que no ha nacido para eso;
seré siempre tan sólo el que tenía condiciones;
seré siempre el que esperó que le abrieran la puerta al pie de una pared sin puerta
y cantó la canción del Infinito en un gallinero,
y oyó la voz de Dios en un pozo tapado.
¿ Creer en mí? No, ni en nada.
Derrámeme la naturaleza sobre mi cabeza ardiente
su sol, su lluvia, el viento que busca mi cabello,
y lo demás, que venga si viene o tiene que venir, o que no venga.
Esclavos cardíacos de las estrellas,
conquistamos el mundo entero antes de levantarnos de la cama;
pero nos despertamos y es opaco,
nos levantamos y es ajeno,
salimos de casa y es la tierra entera,
y el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido.

( ¡Come chocolatinas, pequeña,


come chocolatinas!
Mira que no hay más metafísica en el mundo que las chocolatinas.
Mira que todas las religiones no enseñan más que la confitería.
¡Come, pequeña sucia, come!
¡Ojalá comiera yo chocolatinas con la misma verdad con que las comes!
Pero yo pienso, y al quitarles el papel de plata, que es de hoja de estaño,
lo tiro todo al suelo, lo mismo que he tirado la vida.)

Pero por lo menos queda la amargura de que nunca seré


la caligrafía rápida de estos versos,
pórtico partido hacia lo Imposible.
Pero por lo menos me consagro a mí mismo un desprecio sin lágrimas,
noble, al menos, en el gesto amplio con que tiro
la ropa sucia que soy, sin un papel, para el transcurrir de las cosas,
y me quedo en casa sin camisa.

(Tú, que consuelas, que no existes y por eso consuelas,


o diosa griega, concebida como una estatua que estuviese viva,
o patricia romana, imposiblemente noble y nefasta,
o princesa de trovadores, gentilísima y disimulada,
o marquesa del siglo dieciocho, descotada y lejana,
o meretriz célebre del tiempo de nuestros padres,
o no sé qué moderno - no me imagino bien qué -,
todo esto, sea lo que sea, lo que seas, si pude inspirar, que inspire!
Mi corazón es un cubo vaciado.
Como invocan espíritus los que invocan espíritus, me invoco
a mí mismo y no encuentro nada.
Me acerco a la ventana y veo la calle con absoluta claridad,
veo las tiendas, veo las aceras, veo los coches que pasan,
veo a los entes vivos vestidos que se cruzan,
veo a los perros que también existen,
y todo esto me pesa como una condena al destierro,
y todo esto es extranjero, como todo.)

He vivido, estudiado, amado, y hasta creído,


y hoy no hay un mendigo al que no le envidie sólo por no ser yo.
A cada uno le miro los andrajos, las llagas, la mentira,
y pienso: puede que nunca hayas vivido, ni estudiado, ni amado, ni creído
( porque es posible crear la realidad de todo eso sin hacer nada de eso);
puede que hayas existido tan sólo, como una lagartija a la que cortan el rabo
y sólo es un rabo removiéndose más acá de la lagartija.

He hecho de mí lo que no sabía,


y lo que podía hacer de mí no lo he hecho.
El disfraz que me puse estaba equivocado.
Enseguida me tomaron por quién no era y no lo desmentí y me perdí.
Cuando quise quitarme la máscara,
se me había pegado a la cara.
Cuando me la quité y me vi en el espejo,
ya había envejecido.
Estaba borracho, no sabía llevar el disfraz que no me había quitado.
Tiré la máscara y me dormí en el vestuario
como un perro tolerado por la gerencia
por ser inofensivo.
Y voy a escribir esta historia para demostrar que soy sublime.

Esencia musical de mis versos inútiles,


ojalá pudiera encontrarte como algo que yo hubiese hecho,
y no me quedase siempre frente de la tabaquería de enfrente,
pisoteando la conciencia de estar existiendo
como una alfombra en la que tropieza un borracho
o una estera sin valor que robaron los gitanos.

Pero el propietario de la tabaquería ha asomado por la puerta y se ha quedado a la


puerta.
Le miro con incomodidad en la cabeza apenas vuelta,
y con la incomodidad del alma que está comprendiendo mal.
Morirá él y moriré yo.
El dejará el letrero y yo dejaré los versos.
En determinado momento morirá también el letrero, y los versos también.
Después de ese momento, morirá la calle donde estuvo el letrero,
y la lengua en que fueron escritos los versos,
morirá después el planeta girador en que sucedió todo esto.
En otros satélites de otros sistemas cualesquiera algo así como gente
continuará haciendo cosas semejantes a versos y viviendo debajo de cosas semejantes a
letreros,
siempre una cosa enfrente de la otra,
siempre una cosa tan inútil como la otra,
siempre lo imposible tan estúpido como lo real,

191
siempre el misterio del fondo tan verdadero como el sueño del misterio de la superficie,
siempre esto o siempre otra cosa o ni una cosa ni la otra.

Pero un hombre ha entrado a la tabaquería ( ¿ a comprar tabaco?),


y la realidad plausible cae de repente sobre mí.
Me incorporo a medias con energía, convencido, humano,
y voy a tratar de escribir estos versos en los que digo lo contrario.
Enciendo un cigarrillo al pensar en escribirlos
y saboreo en el cigarrillo la liberación de todos los pensamientos.
Sigo al humo como a una ruta propia,
y disfruto, en un momento sensitivo y competente,
la liberación de todas las especulaciones
y la conciencia de que la metafísica es una consecuencia de hallarse uno indispuesto.

Después me echo para atrás en la silla


y continuo fumando.
Mientras me lo conceda el Destino, continuaré fumando.
( Si me casase con la hija de mi lavandera,
a lo mejor sería feliz.)
En vista de lo cual, me levanto de la silla. Me voy a la ventana.

El hombre ha salido de la tabaquería( ¿guardando el cambio en el bolsillo de los


pantalones?).
Ah, le conozco: es el Esteves sin metafísica.
(El propietario de la tabaquería se ha asomado a la puerta.)
Como por una inspiración divina, Esteves se ha vuelto y me ve.
Me saluda con la mano, le he gritado ¡Hola, Esteves!, y el Universo
se reconstruye en mí sin ideales ni esperanza, y el propietario de la tabaquería se sonríe.

Alvaro de Campos
Francisco de Quevedo

193
Ah De La Vida

"¡Ah de la vida!"... ¿Nadie me responde?


¡Aquí de los antaños que he vivido!
La Fortuna mis tiempos ha mordido;
las Horas mi locura las esconde.

¡Que sin poder saber cómo ni a dónde


la salud y la edad se hayan huido!
Falta la vida, asiste lo vivido,
y no hay calamidad que no me ronde.

Ayer se fue; mañana no ha llegado;


hoy se está yendo sin parar un punto:
soy un fue, y un será, y un es cansado.

En el hoy y mañana y ayer, junto


pañales y mortaja, y he quedado
presentes sucesiones de difunto.
A Una Dama Bizca Y Hermosa

Si a una parte miraran solamente


Vuestros ojos, ¿cuál parte no abrasaran?
Y si a diversas partes no miraran,
Se helaran el ocaso o el Oriente.

El mirar zambo y zurdo es delincuente;


Vuestras luces izquierdas lo declaran,
Pues con mira engañosa nos disparan
Facinorosa luz, dulce y ardiente.

Lo que no miran ven, y son despojos


Suyos cuantos los ven, y su conquista
Da a l'alma tantos premios como enojos.

¿Qué ley, pues, mover pudo al mal jurista


A que, siendo monarcas los dos ojos,
Los llamase vizcondes de la vista?

195
Amor Constante Más Allá De La Muerte

Cerrar podrá mis ojos la postrera


Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

Más no de esotra parte en la ribera


Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.

Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,


Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,

Su cuerpo dejará, no su cuidado;


Serán ceniza, más tendrá sentido;
Polvo serán, más polvo enamorado.
Definición Del Amor

Es hielo abrasador, es fuego helado,


es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo;
enfermedad que crece si es curada.
Éste es el niño Amor, éste es su abismo.
¿Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!

197
Halla En La Causa De Su Amor Todos Los Bienes

Después que te conocí,


Todas las cosas me sobran:
El Sol para tener día,
Abril para tener rosas.

Por mi bien pueden tomar


Otro oficio las Auroras,
Que yo conozco una luz
Que sabe amanecer sombras.

Bien puede buscar la noche


Quien sus Estrellas conozca,
Que para mí Astrología
Ya son oscuras y pocas.

Gaste el Oriente sus minas


Con quien avaro las rompa,
Que yo enriquezco la vista
Con más oro a menos costa.

Bien puede la Margarita


Guardar sus perlas en conchas,
Que Búzano de una Risa
Las pesco yo en una boca.

Contra el Tiempo y la Fortuna


Ya tengo una inhibitoria:
Ni ella me puede hacer triste,
Ni él puede mudarme una hora.

El oficio le ha vacado
A la Muerte tu persona:
A sí misma se padece,
Sola en ti viven sus obras.

Ya no importunan mis ruegos


A los cielos por la gloria,
Que mi bienaventuranza
Tiene jornada más corta.

La sacrosanta Mentira
Que tantas Almas adoran,
Busque en Portugal vasallos,
En Chipre busque Coronas.

Predicaré de manera
Tu belleza por Europa,
Que no haya Herejes de Gracias,
Y que adoren en ti sola.
Lamentación Amorosa

No me aflige morir; no he rehusado


acabar de vivir, ni he pretendido
alargar esta muerte que ha nacido
a un tiempo con la vida y el cuidado.

Siento haber de dejar deshabitado


cuerpo que amante espíritu ha ceñido;
desierto un corazón siempre encendido,
donde todo el Amor reinó hospedado.

Señas me da mi ardor de fuego eterno,


y de tan larga y congojosa historia
sólo será escritor mi llanto tierno.

Lisi, estáme diciendo la memoria


que, pues tu gloria la padezco infierno,
que llame al padecer tormentos, gloria.

199
Prevención Para La Vida Y Para La Muerte

Si no temo perder lo que poseo,


ni deseo tener lo que no gozo,
poco de la Fortuna en mí el destrozo
valdrá, cuando me elija actor o reo.

Ya su familia reformó el deseo;


no palidez al susto, o risa al gozo
le debe de mi edad el postrer trozo,
ni anhelar a la Parca su rodeo.

Sólo ya el no querer es lo que quiero;


prendas de la alma son las prendas mías;
cobre el puesto la muerte, y el dinero.

A las promesas miro como a espías;


morir al paso de la edad espero:
pues me trujeron, llévenme los días.
C.P. Cavafis

201
Con Placer

Delicia y perfume de mi vida, la memoria de las horas


en que hallé y retuve el placer tal como lo anhelaba.
Delicia y perfume de mi vida, para mí, que maldije
de cada placer de amores rutinarios.
Días De 1903

No volví a encontrarlos más - perdidos tan aprisa...


los poéticos ojos, el pálido
rostro... en el oscurecer de la calle...

No volví a encontrarlos más - poseídos por entero al azar,


que con tanta ligereza abandoné;
y que luego con angustia anhelé.
Los poéticos ojos, el pálido rostro,
los labios aquellos no los encontré más.

203
Entregue A Mi Arte

Me siento y sueño.
Deseos y sensaciones
entregué a mi arte
- rostros o trazos
apenas entrevistos;
de amores insatisfechos,
recuerdos algo vagos.
A mi arte me entrego.
Sabe inspirar
Forma a la belleza;
completando la vida
sin sentir casi,
combinando impresiones
combinando los días.
La Ciudad

Dijiste: "Iré a otra tierra, iré a otro mar.


Otra ciudad ha de haber mejor que esta.
Cada esfuerzo mío es una condena dictada;
y mi corazón está - como un muerto- enterrado.
¿ Hasta cuándo estará mi alma en este marasmo?
Adonde vuelva mis ojos, adonde quiera que mire
veo aquí las negras ruinas de mi vida,
donde pasé tanto años que arruiné y perdí."

No hallarás nuevas tierras, no hallarás otros mares.


La ciudad te seguirá. Vagarás por las mismas
calles. Y en los mismos barrios te harás viejo;
y entre las mismas paredes irás encaneciendo.
Siempre llegarás a esta ciudad. Para otra tierra - no lo esperes-
no tienes barco, no hay camino.
Como arruinaste aquí tu vida,
en este pequeño rincón, así
en toda la tierra la echaste a perder.

205
Media Hora

Ni te he poseído, ni nunca, creo,


te poseeré. Algunas palabras, un contacto,
como en el bar anteayer, y nada más.
Es, aunque no lo diga, triste. Mas nosotros, siervos del Arte,
en ocasiones con la intensidad del pensamiento y, desde luego,
sólo por poco tiempo, creamos un placer
que parece casi real.
Así en el bar anteayer - con la ayuda, por lo demás
del muy compasivo alcohol -
gocé media hora de total erotismo.
Y lo comprendiste, me parece,
y adrede te quedaste un rato más.
Era sumamente necesario. Porque
con tanta fantasía y el mágico alcohol,
tenía que mirar tus labios,
tenía que estar cerca de tu cuerpo.
"Nous N'Osons Plus Chanter Les Roses"

Por temor a lo manido


muchas cosas me callo.
En mi corazón hay escritos
muchos poemas y esas canciones
mías enterrados son las que amo.

Oh primera, pura, única libertad


de la juventud entregada al placer!
Oh dulce embriaguez de los sentidos!
Temo que una vulgaridad cualquiera
ofenda tus formas divinas.

207
Si Me Amaras

Si el rayo brillante del amor


la oscuridad templara mi vida,
el primer latido
de mi alma dolorida
querría ser una rapsodia feliz.
No me atrevo a susurrar
lo que quisiera decirte:
que vivir sin ti
es para mí un castigo insoportable -
si me amaras... pero, ¡ay! eso es vana esperanza.

Si me amaras, el fin
vería de mis lágrimas
y de mis secretos males.
Las dudas desatadas
no osarían ya mostrar su imagen falaz.
En el centro de visiones
divinas quisiera que te hallaras.
Las rosas florecidas, el espino
ornarían de la vida -
si me amaras... pero, ¡ay! eso es vana esperanza.
Turbación

Está mi alma en el centro de la noche


turbada y extática. Fuera,
fuera de sí misma está su vida.

Y aguarda a la aurora incierta.


Y aguardo, me consumo y sufro,
yo, dentro de ella o junto a ella.

209
Vuelve

Vuelve muchas veces y tómame,


sensación amada vuelve y tómame -
cuando el recuerdo del cuerpo despierta
y un viejo deseo recorre la sangre;
cuando los labios y la piel recuerdan
y sienten las manos como si de nuevo palparan.

Vuelve muchas veces y tómame en la noche,


cuando los labios y la piel recuerdan...
Álvaro Mutis

211
Amén

Que te acoja la muerte


con todos tus sueños intactos.
Al retorno de una furiosa adolescencia,
al comienzo de las vacaciones que nunca te dieron,
te distinguirá la muerte con su primer aviso.
Te abrirá los ojos a sus grandes aguas,
te iniciará en su constante brisa de otro mundo.
La muerte se confundirá con tus sueños
y en ellos reconocerá los signos
que antaño fuera dejando,
como un cazador que a su regreso
reconoce sus marcas en la brecha.
Batallas Que Hubo

Casi al amanecer, el mar morado,


llanto de las adormideras, roca viva,
pasto a las luces del alba,
triste sábana que recoge entre asombros
la mugre del mundo.
Casi al amanecer, en playas pizarra
y agudos caracoles y cortantes corolas,
batallas hubo, grandes guerras mudas
dejaron sus huellas.
Se trataba, por fin,
del amor y sus hirientes hojas,
nada nuevo.
Batallas hubo a orillas del mar
que rebota ciego y desordenado,
como un reptil preso en los cristales del alba.
Cenizas del amor en los altares del mundo,
nada nuevo.

II

De nada vale esforzarse en tan viejas hazañas,


ni alzar el gozo hasta las más altas cimas de la ola,
ni vigilar los signos que anuncian la muda invasión
nocturna y sideral que reina sobre las extensiones.
De nada vale.
Todo torna a su sitio usado y pobre
y un silencio juicioso se extiende, polvoso y denso,
sobre cada cosa, sobre cada impulso
que viene a morir contra la cerrada coraza de los días.
Las tempestades vencidas, los agitados viajes,
sólo al olvido acuden, en su hastiado dominio
se precipitan y preparan nuevas incursiones
contra la vieja piel del hombre
que espera a su fin
como pastor de piedra ingenua y a ciegas.

III

Y hay también el tiempo que rueda interminable,


persistente, usando y cambiando,
como piedra que cae o carreta que se desboca.
El tiempo, muchacha, que te esconde en su pecho
con tus manos seguras y tu melena de legionaria
y algo de tu piel que permanece;
el tiempo, en fin, con sus armas ocultas.
Nada nuevo.

213
Canción Del Este

A la vuelta de la esquina
un ángel invisible espera;
una vaga niebla, un espectro desvaído
te dirá algunas palabras del pasado.
Como agua de acequia, el tiempo
cava en ti su arduo trabajo
de días y semanas,
de años sin nombre ni recuerdo.
A la vuelta de la esquina
te seguirá esperando vanamente
ése que no fuiste, ése que murió
de tanto ser tú mismo lo que eres.
Ni la más leve sospecha,
ni la más leve sombra
te indica lo que pudiera haber sido
ese encuentro. Y, sin embargo,
allí estaba la clave
de tu breve dicha sobre la tierra.
Cita

Bien sea en la orilla del río que baja de la cordillera


golpeando sus aguas contra troncos y metales dormidos,
en el primer puente que lo cruza y que atraviesa el tren
en un estruendo que se confunde con el de las aguas;
allí, bajo la plancha de cemento,
con sus telarañas y sus grietas
donde moran grandes insectos y duermen los murciélagos;
allí, junto a la fresca espuma que salta contra las piedras;
allí bien pudiera ser.
O tal vez en un cuarto de hotel,
en una ciudad a donde acuden los tratantes de ganado,
los comerciantes en mieles, los tostadores de café.
A la hora de mayor bullicio en las calles,
cuando se encienden las primeras luces
y se abren los burdeles
y de las cantinas sube la algarabía de los tocadiscos,
el chocar de los vasos y el golpe de las bolas de billar;
a esa hora convendría la cita
y tampoco habría esta vez incómodos testigos,
ni gentes de nuestro trato,
ni nada distinto de lo que antes te dije:
una pieza de hotel, con su aroma a jabón barato
y su cama manchada por la cópula urbana
de los ahítos hacendados.
O quizá en el hangar abandonado en la selva,
a donde arrimaban los hidroaviones para dejar el correo.
Hay allí un cierto sosiego, un gótico recogimiento
bajo la estructura de vigas metálicas
invadidas por el óxido
y teñidas por un polen color naranja.
Afuera, el lento desorden de la selva,
su espeso aliento recorrido
de pronto por la gritería de los monos
y las bandadas de aves grasientas y rijosas.
Adentro, un aire suave poblado de líquenes
listado por el tañido de las láminas.
También allí la soledad necesaria,
el indispensable desamparo, el acre albedrío.
Otros lugares habría y muy diversas circunstancias;
pero al cabo es en nosotros
donde sucede el encuentro
y de nada sirve prepararlo ni esperarlo.
La muerte bienvenida nos exime de toda vana sorpresa.

215
Lied Marino

Vine a llamarte
a los acantilados.
Lancé tu nombre
y sólo el mar me respondió
desde la leche instantánea
y voraz de sus espumas.
Por el desorden recurrente
de las aguas cruza tu nombre
como un pez que se debate y huye
hacia la vasta lejanía.
Hacia un horizonte
de menta y sombra,
viaja tu nombre
rodando por el mar del vernao.
Con la noche que llega
regresan la soledad y su cortejo
de sueños funerales.
Sonata

Otra vez el tiempo te ha traído


al cerco de mis sueños funerales.
Tu piel, cierta humedad salina,
tus ojos asombrados de otros días,
con tu voz han venido, con tu pelo.
El tiempo, muchacha, que trabaja
como loba que entierra a sus cachorros
como óxido en las armas de caza,
como alga en la quilla del navío,
como lengua que lame la sal de los dormidos,
como el aire que sube de las minas,
como tren en la noche de los páramos.
De su opaco trabajo nos nutrimos
como pan de cristiano o rancia carne
que se enjuta en la fiebre de los ghettos
a la sombra del tiempo, amiga mía,
un agua mansa de acequia me devuelve
lo que guardo de ti para ayudarme
a llegar hasta el fin de cada día.

217
Un Bel Morir

De pie en una barca detenida en medio del río


cuyas aguas pasan en lento remolino
de lodos y raíces,
el misionero bendice la familia del cacique.
Los frutos, las joyas de cristal, los animales, la selva,
reciben los breves signos de la bienaventuranza.
Cuando descienda la mano
habré muerto en mi alcoba
cuyas ventanas vibran al paso del tranvía
y el lechero acudirá en vano por sus botellas vacías.
Para entonces quedará bien poco de nuestra historia,
algunos retratos en desorden,
unas cartas guardadas no sé dónde,
lo dicho aquel día al desnudarte en el campo.
Todo irá desvaneciéndose en el olvido
y el grito de un mono,
el manar blancuzco de la savia
por la herida corteza del caucho,
el chapoteo de las aguas contra la quilla en viaje,
serán asunto más memorable que nuestros largos abrazos.
Leon De Greiff

219
Cancioncilla

Héteme al linde del otoño, logrado


plenamente, preludio del descenso.
La euforia aún conmigo: corazón desalado
y espíritu burlón e iluso al par:
Amo aún. Sueño aún, divago, pienso ...
No es oportuno todavía descansar.

Sino seguir pugnando, con humor e indolencia.


No es el crepúsculo, es apenas la media tarde: no ha llegado el crepúsculo.
Medio día a la zaga - próximo y en vigencia-
caracol resonante, guarda el eco del mar.
Amo aún. Sueño aún. Hay mente. Hay músculo.
No es oportuno todavía descansar.

Sino seguir pugnando, sino insistir, desaprensivo:


ni ambicioso ni claudicante ... ¡Oxte, melancolía!
Desdeñoso ni acre: siempre alacre - y sarcástico y esquivo -,
seguir pugnando con el viento y la estulticia y el azar.
Amo aún. Sueño aún. Hay fervor y armonía.
No es oportuno todavía descansar.

Sino seguir pugnando, sino insistir, caústico, sonriente


si cogitante, bufón befante - si filosofista -.
Ni pueril ni senil. Ni didascálico, monitorio ni incongruente.
Seguir pugnando escéptico ante el vacío especular.
Amo aún. Sueño aún. Nada me vence ni contrista.
No es oportuno todavía descansar.
Relato De Sergio Stepansky

‘¡Juego mi vida!
¡Bien poco valía!
¡La llevo perdida
sin remedio!’

Erik Fjordsson.

Juego mi vida, cambio mi vida,


de todos modos
la llevo perdida...

Y la juego o la cambio por el más infantil espejismo,


la dono en usufructo, o la regalo...

La juego contra uno o contra todos,


la juego contra el cero o contra el infinito,
la juego en una alcoba, en el ágora, en un garito,
en una encrucijada, en una barricada, en un motín;
la juego definitivamente, desde el principio hasta el fin,
a todo lo ancho y a todo lo hondo
en la periferia, en el medio,
y en el sub-fondo...

Juego mi vida, cambio mi vida,


la llevo perdida
sin remedio.
Y la juego, o la cambio por el más infantil espejismo,
la dono en usufructo, o la regalo...:
o la trueco por una sonrisa y cuatro besos:
todo, todo me da lo mismo:
lo eximio y lo rüin, lo trivial, lo perfecto, lo malo...

Todo, todo me da lo mismo:


todo me cabe en el diminuto, hórrido abismo
donde se anudan serpentinos mis sesos.

Cambio mi vida por lámparas viejas


o por los dados con los que se jugó la túnica inconsútil:
—por lo más anodino, por lo más obvio, por lo más fútil:
por los colgajos que se guinda en las orejas
la simiesca mulata,
la terracota nubia;
la pálida morena, la amarilla oriental, o la hiperbórea rubia:
cambio mi vida por una anilla de hojalata
o por la espada de Sigmundo,
o por el mundo
que tenía en los dedos Carlomagno: para echar a rodar la bola...

Cambio mi vida por la cándida aureola


del idiota o del santo;
la cambio por el collar
que le pintaron al gordo Capeto;
221
o por la ducha rígida que llovió en la nuca
a Carlos de Inglaterra;
la cambio por un romance, la cambio por un soneto;
por once gatos de Angora,
por una copla, por una saeta,
por un cantar;
por una baraja incompleta;
por una faca, por una pipa, por una sambuca...

o por esa muñeca que llora


como cualquier poeta.

Cambio mi vida al fiado por una fábrica de crepúsculos


(con arreboles);
por un gorila de Borneo;
por dos panteras de Sumatra;
por las perlas que se bebió la cetrina Cleopatra—
o por su naricilla que está en algún Museo;
cambio mi vida por lámparas viejas,
o por la escala de Jacob, o por su plato de lentejas...

¡o por dos huequecillos minúsculos


en las sienes por donde se me fugue, en grises podres,
la hartura, todo el fastidio, todo el horror que almaceno en mis odres...!

Juego mi vida, cambio mi vida.


De todos modos
la llevo perdida...
Guillermo Valencia

223
Hay Un Instante

Hay un instante del crepúsculo


en que las cosas brillan más,
fugaz momento palpitante
de una amorosa intensidad.

Se aterciopelan los ramajes,


pulen las torres su perfil,
burila un ave su silueta
sobre el plafondo de zafir.

Muda la tarde se concentra


para el olvido de la luz,
y la penetra un don suave
de melancólica quietud.

Como si el orbe recogiese


todo su bien y su beldad,
toda su fe, toda su gracia,
contra la sombra que vendrá.

Mi ser florece en esa hora


de misterioso florecer;
llevo un crepúsculo en el alma
de ensoñadora placidez.

En él revientan los renuevas


de la ilusión primaveral,
y en él me embriago con aromas
de algún jardín que hay más allá.
Nihil

Es ésta la doliente y escuálida figura


de un ser que hizo en treinta años mayores desatinos
que el mismo don Alonso Quejona, sin molinos
de viento, ni batanes, ni bachiller, ni cura.

Que por huir del vulgo, corrió tras la aventura


del Ideal, y avaro lector de pergaminos,
dedujo de lo estéril de todos los destinos
humanos, el horóscopo de su mala ventura.

Mezclando con sus sueños el rey de los metales,


halló combinaciones tristes, originales
- inútiles al sino del alma desolada -.

Nauta de todo cielo, buzo de todo océano,


como el fakir idiota de un oriente lejano,
sólo repite ahora una palabra: ¡ Nada !

225
Porfirio Barba Jacob
Canción De La Vida Profunda

‘El hombre es una cosa vana,


variable y ondeante... ‘
Montaigne

Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,


como las leves briznas al viento y al azar.
Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonríe.
La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar.

Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,


como en abril el campo, que tiembla de pasión:
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
el alma está brotando florestas de ilusión.

Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,


como la entraña obscura de oscuro pedernal:
la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,
en rútiles monedas tasando el Bien y el Mal.

Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...


(¡niñez en el crepúsculo! ¡Lagunas de zafir!)
que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
y hasta las propias penas nos hacen sonreír.

Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,


que nos depara en vano su carne la mujer:
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.

Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,


como en las noches lúgubres el llanto del pinar.
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos puede consolar.

Mas hay también ¡Oh Tierra! un día... un día... un día...


en que levamos anclas para jamás volver...
Un día en que discurren vientos ineluctables
¡un día en que ya nadie nos puede retener!

227
Carbunclos

No enflorará tu nombre un verso en vano


ni entre lo cotidiano irás perdida.
Un varonil silencio. Un goce arcano.
Y por mi pensamiento soberano
hacer más honda y más sensual tu vida.

Ah, como en el amor estás ardida:


se va entreabriendo el alhelí de un beso
en tu boca, de múrice teñida,
y desnuda y nevada
tu carne a mi deleite fue ofrendada.

¿ Qué jardín se te inunda si me lloras?


¿ Mi amor no es la clepsidra de tus horas?
En tus labios no miela el colibrí:
¿ la vida junto a mi no es más ensueño,
más tragedia la vida junto a ti?

Cuán lindo el pie ágil y pequeño...

Ya en la propicia oscuridad, desnuda,


tu carne tiembla y lánguida me oprime:
doliente y zahareño,
grita mi corazón: "¡Si está desnuda!"

Cuán lindo el pie, tan ágil y sedeño,


cuán tibio el muslo... Ah, dueña de tu dueño:
el amor fue mi parte dispensada
en el festín de sombras de la nada...

Hoy quiero solazarme en tu ternura


como en las auras que embalsama el heno
la noche del sahumerio montesino.
¡Un beso a tu varón, mi hembra impura!
Dormir después en tu redondo seno,
tu seno blanco de ápice azulino...
Futuro

Decid cuando yo muera... ( ¡y el día esté lejano!):


soberbio y desdeñoso, pródigo y turbulento,
en vital deliquio por siempre insaciado,
era una llama al viento...

Vagó, sensual y triste, por islas de su América;


en un pinar de Honduras vigorizó su aliento;
la tierra mexicana le dio su rebeldía,
su libertad, su fuerza... Y era una llama al viento.

De simas no sondadas subía a las estrellas;


un gran dolor incógnito vibraba por su acento;
fue sabio en sus abismos - y humilde, humilde, humilde-
porque no es nada una llamita al viento...

Y supo cosas lúgubres, tan hondas y letales,


que nunca humana lira jamás esclareció,
y nadie ha comprendido su trágico lamento...
era una llama al viento y el viento la apagó.

229
El Espejo

¿ Mi nombre? Tengo muchos: canción, locura, anhelo.


¿ Mi acción? Vi un ave hender la tarde, hender el cielo ...
Busqué su huella y sonreí llorando,
y el tiempo fue mis ímpetus domando.

¿ La síntesis? No se supo: un día fecundaré la era


donde me sembrarán. Don Nadie. Un hombre. Un loco. Nada.
Una sombra inquietante y pasajera.
Un odio. Un grito. Nada. Nada.

¡Oh desprecio, oh rencor, oh furia, oh rabia!


La vida está de soles diademada...
Este Amor

Este amor
Tan violento
Tan frágil
Tan tierno
Tan desesperado
Este amor
Bello como el día
Y malo como el tiempo
Cuando hace mal tiempo
Este amor tan verdadero
Este amor tan hermoso
Tan feliz
Y tan irrisorio
Temblando de miedo como un niño en la oscuridad
Y tan seguro de sí mismo
Como un hombre tranquilo en medio de la noche
Este amor que daba miedo a los otros
Que les hacía hablar
Que los hacía palidecer
Este amor acechado
Porque lo acechábamos
Acosado herido pisoteado rematado negado olvidado
Porque lo acosamos herimos pisoteamos rematamos negamos olvidamos
Este amor íntegro
Tan vivo aún
Y soleado
Es el tuyo
El mío
Ese que ha sido
Ese algo siempre nuevo
Y que no ha cambiado
Tan verdadero como una planta
Tan tembloroso como un pájaro
Tan cálido tan vivo como el verano
Juntos podemos los dos
Ir y venir
Podemos olvidar
Y después volvernos a dormir
Despertarnos envejecer sufrir
Volvernos a dormir
Soñar con la muerte
Despertarnos sonreír y reír
Y rejuvenecer
Nuestro amor sigue allí
Empecinado como un borrico
Vivo como el deseo
Cruel como la memoria
Ridículo como los remordimientos
Tierno como los recuerdos
Frío como el mármol
Hermoso como el día

231
Frágil como un niño
Nuestro amor nos mira sonriendo
Nos habla sin decir nada
Y yo lo escucho tembloroso
Y grito
Grito por ti
Grito por mí
Te suplico
Por ti por mí por todos los que se aman
Y los que se han amado
Si le grito
Por ti por mí y por todos los demás
Que no conozco
Quédate
Allí donde estás
Donde estabas antes
Quédate
No te muevas
No te vayas
Nosotros los que somos amados
Te hemos olvidado
Pero tú no nos olvides
Sólo te teníamos a ti sobre la tierra
No dejes que nos volvamos fríos
Aunque sea cada vez cada vez desde más lejos
Y desde donde sea
Danos señales de vida
Mucho más tarde desde el rincón de un bosque
En la selva de la memoria
Surgiendo de repente
Tiéndenos la mano
Y sálvanos.
El Rastro En La Arena

¿ Querellas en el viento? ¿ Clamor contra la nube


que sube y sube y la deshace el un viento?
¿ Congojas cuando el lirio del día se extenuó?
¡Si aún vivo Yo! Si aún gozo mi lírico momento,
la luz, el aura, el amoroso aliento...

Dos fértiles mancebos de Jonia divagaron


¡remoto día!
¡fulgente día!
por las sensuales playas de Lesbos fervorosa,
sobre el cristal undívago que al sol reverberaba,
bajo el turquí lumíneo que el ámbito envolvía...

Iríanse las olas y un gran rumor las llena...

Si fue con los mancebos el goce y la ufanía,


¿ qué importa que no duren sus rastros en la arena?

233
La Carne Ardiente

En un jardín de aquel país horrendo


hallé a Fantina, de ojos maternales
y desnudeces mórbidas, tejiendo
guirnaldas con las rosas vesperales

Y cuál las agujas túrbidas de un río


que rompe un viento en procelosa huella,
gimió de amor mi corazón sombrío
y suspiró mi mocedad por Ella.

"Fantina -dije con ahogadas voces


que al brotar abrasábanme la lengua -,
quiero hundir mis mejillas en la falda
de tu traje, que apenas roza el viento,
entreverar un lirio en tu guirnalda
y ungir tus trenzas con precioso ungüento ".

La vi volverse rígida y sañuda,


por esquivarme al juvenil encanto:
¡quizá en mis voces se sintió desnuda
y la vergüenza desató su llanto!

Y en la tórrida noche cenicienta


de ondas pesadas, que al jardín caía,
miré mi carne ansiosa y opulenta,
¡y en un rojizo resplandor ardía!
La Reina

En nada creo, en nada ... Como noche iracunda


llena del huracán, así es mi "Nada".
En su fuente profunda
mi estirpe fue de hieles abrevada.

Solloza en mi razón un soplo frío


que antiguo brío hiela en la inacción.
Desprecio de mí mismo: ¡estoy llagado!
Desprecio de mí mismo: ¡has gangrenado
mi corazón!

Ni un albo amor ni un odio me estremece,


forma ciega en negrura ilimitada;
y a ritmo y ritmo el corazón parece
decir muriendo: "Nada...nada..."

Mi Musa fue de dioses engañada.

Al aura errante, al lampo del lucero,


al tremulante amor de un joven marinero,
en la noche de caudas opalinas pregunto:
"¿ Qué enigma está en vosotros?" Y responde,
por mi carne de cirios alumbrada,
mi Musa en sus laureles desolada:

- "Nada".

¡Oh Reina, rencorosa y enlutada!

235
Momento

Yo fuerte, yo exaltado , yo anhelante,


opreso en la urna del día,
engreído en mi corazón,
ebrio de mi fantasía,
y la Eternidad adelante...
adelante...
adelante...
Un Hombre

Los que no habéis llevado en el corazón el túmulo de un Dios


ni en las manos la sangre de un homicidio
los que no comprendéis el horror de la conciencia ante el Universo;
los que no sentís el gusano de la cobardía
que os roe sin cesar las raíces del ser:
los que no merecéis ni un honor supremo
ni una suprema ignominia:

Los que gozáis las cosas sin ímpetus ni vuelcos,


sin radiaciones íntimas, igual y cotidianamente fáciles,
los que no devanáis la ilusión del espacio y el Tiempo,
y pensáis que la vida es esto que miramos,
y una ley, un amor, un ósculo y un niño;
los que tomáis el trigo del surco rencoroso
y lo coméis con manos limpias y modos apacibles;
los que decís: " Está amaneciendo"
y no lloráis el milagro del lirio del alba:

Los que no habéis logrado siquiera ser mendigos,


hacer el pan y el lecho con vuestras propias manos
en los tugurios del abandono y la miseria,
y en la mendicidad mirar los días
en una tortura sin pensamientos.

Los que no habéis gemido de horror y de pavor,


como entre duras barras, en los brazos férreos
de una pasión inicua,
mientras se quema el alma en fulgor iracundo,
muda, lúgubre,
vaso de oprobio y lámpara de sacrificio universal.

Vosotros no podéis comprender el sentido doloroso


de esta palabra: ¡Un Hombre!

237
Jacques Prevert
Alicante

Una naranja en la mesa


Tu vestido sobre la alfombra
Y tú en mi cama
Dulce presente del presente
Frescura de la noche
Calor de mi vida

239
Arenas Movedizas

Demonios y maravillas
Vientos y mareas
A lo lejos ya el mar se ha retirado
Y tú
Como un alga que el viento dulcemente acaricia
En las arenas del lecho te agitas soñando
Demonios y maravillas
Vientos y mareas
A lo lejos el mar ya se ha retirado
Pero en tus ojos entreabiertos
Dos diminutas olas han quedado
Demonios y maravillas
Vientos y mareas
Dos diminutas olas para ahogarme
Canción Del Pajarero

El pájaro que vuela tan suavemente


El pájaro rojo y tibio como la sangre
El pájaro tan tierno el pájaro burlón
El pájaro que de pronto se atemoriza
El pájaro que de pronto se choca
El pájaro que querría escapar
El pájaro solo y enloquecido
El pájaro que querría vivir
El pájaro que querría cantar
El pájaro que querría gritar
El pájaro rojo y tibio como la sangre
El pájaro que vuela tan suavemente
Es tu corazón bella criatura
Tu corazón que aletea tan tristemente
Contra tu seno tan firme tan blanco.

241
Canción

¿Qué día es hoy?


Hoy es todos los días
Nosotros somos todos los días
Amiga mía
Nosotros somos toda la vida
Amor mío
Nos amamos y vivimos
Vivimos y nos amamos
Y no sabemos qué es la vida
Y no sabemos qué es el día
Y no sabemos qué es el amor.
Canción Del Carcelero

A dónde vas buen carcelero


Con esa llave manchada de sangre
Voy a liberar a mi amada
Si todavía hay tiempo
La misma que yo encerré
Tiernamente cruelmente
En lo más recóndito de mi deseo
En lo más profundo de mi tormento
En las mentiras del futuro
En las tonterías de los juramentos
Quiero liberarla
Quiero que sea libre
Aun para olvidarme
Aun para marcharse
Y aun para volver
Y para volver a amarme
O para amar a otro
Si otro le gusta
Y si me quedo solo
Y ella se va
Conservaré tan sólo
Siempre conservaré
En el hueco de mis manos
Hasta el fin de los días
La dulzura de sus senos
Por el amor modelados

243
El Jardín

Millares y millares de Años


No bastarían
Para expresar
El pequeño segundo de eternidad
En el que me besaste
En el que te besé

Una mañana de luz invernal


En el parque Mot6souris de París
En París
Sobre la tierra
El Astro Tierra.
El Tiempo Perdido

Ante la puerta de la fábrica


El obrero se para de repente
El buen tiempo le ha tirado
De la chaqueta
Y cuando se vuelve
Y mira al sol
Bien rojo bien redondo
Sonriendo en su cielo de plomo
Que le guiñas el ojo
Familiarmente.
Dí camarada Sol
¿No te parece
Una estupidez
Regalarle al patrón
Una mañana como ésta?

245
Inmenso Y Rojo

Inmenso y rojo
Sobre el Grand Palais
El sol invernal aparece
Y desaparece
Así mi corazón desaparecerá
Y toda mi sangre irá
Irá a buscarte
Amor mío
Hermosa mía
Y te encontrará
Donde estés.
Lamento De Vincent

A Paul Eluard

En Arlés donde el Ródano fluye


En la luz atroz del mediodía
Un hombre de fósforo y de sangre
Lanza un lamento obsesionante
Como una mujer que da a luz un niño
Y su ropa se pone roja
Y el hombre huye aullando
Perseguido por el sol
Sol de un amarillo estridente
Hacia un burdel próximo al Ródano
El hombre llega como un rey mago
Con su absurdo presente
Su mirada es azul y dulce
La verdadera mirada lúcida y loca
De los que todo lo dan a la vida
De los que no tienen celos
Y enseña a la pobre muchacha
Su oreja en un trozo de lienzo
Y ella llora sin comprender nada
Asaltada por tristes presagios
Y mira sin atreverse a cogerla
La horrible y tierna concha
Donde los lamentos del amor muerto
Y las inhumanas voces del arte
Se confunden con los murmullos del mar
Y van a morir sobre las baldosas
Del cuarto donde el edredón rojo
De un rojo de pronto brillante
Mezcla este rojo tan rojo
A la sangre más roja todavía
De Vincent medio muerto
Y sereno como la imagen misma
De la miseria y del amor
La muchacha desnuda sola y sin edad
Mira al pobre Vincent
Que se desploma fulminado
Por su propio rayo
Tendido ya sobre su propio cuadro
Y la tormenta se apacigua indiferente
Se va haciendo rodar sus grandes toneles de sangre
La deslumbrante tormenta del genio de Vincent
y Vincent se queda durmiendo soñando agonizando
Y el sol por encima del burdel
Como una naranja loca en un desierto sin nombre
El sol de Arlés
Da vueltas aullando.

247
Mujer De Acero

Mujer de acero no amé a nadie


No amé a nadie salvo aquel que sí amé
Mi amante mi amante aquel que me atraía
Ahora todo ha cambiado ¿es él quien ha dejado
de amarme?
¿Soy yo misma ese amante que ha dejado de atraerme?
No lo sé y de todos modos que importancia tiene
Ahora estoy acostada sobre el jergón húmedo
del amor
Sola entre todos los otros sola desesperada
Mujer de hierro fundido mujer herrumbrada
Oh mi amante mi amante muerto o vivo
Quiero que recuerdes viejos tiempos
Mi amante que me amaba y a quien yo amaba
Para Ti Amor Mío

Fui al mercado de pájaros


Y compré pájaros
Para ti
amor mío
Fui al mercado de flores
Y compré flores
Para ti
amor mío
Fui al mercado de hierros viejos
Y compré cadenas
Pesadas cadenas
Para ti
amor mío
Después fui al mercado de esclavos
Y te busqué
Pero no te encontré
amor mío

249
Para Hacer El Retrato De Un Pájaro

Pintar primero una jaula


con la puerta abierta
pintar después
algo bonito
algo simple
algo bello
algo útil
para el pájaro
apoyar después la tela contra un árbol
en un jardín
en un soto
o en un bosque
esconderse tras el árbol
sin decir nada
sin moverse...
A veces el pájaro llega en seguida
pero puede tardar años
antes de decidirse
No hay que desanimarse
hay que esperar
esperar si es necesario durante años
la celeridad o la tardanza en la llegada del pájaro
no tiene nada que ver
con la calidad del cuadro
Cuando el pájaro llega
si llega
observar el más profundo silencio
esperar que el pájaro entre en la jaula
y una vez que haya entrado
cerrar suavemente la puerta con el pincel
después
borrar uno a uno todos los barrotes
cuidando de no tocar ninguna pluma del pájaro
Hacer acto seguido el retrato del árbol
escogiendo la rama más bella
para el pájaro
pintar también el verde follaje y la frescura del viento
el polvillo del sol
y el ruido de los bichos de la hierba en el calor estival
y después esperar que el pájaro se decida a cantar

Si el pájaro no canta
mala señal
señal de que el cuadro es malo
pero si canta es buena señal
señal de que podéis firmar
Entonces arrancadle delicadamente
una pluma al pájaro
y escribid vuestro nombre en un ángulo del cuadro.
Paris At Night

Tres cerillas de una en una encendidas en la noche


La primera para ver tu rostro entero
La segunda para ver tus ojos
La última para ver tu boca
Y la oscuridad total para recordar todo eso
Al estrecharte entre mis brazos

251
Soy Como Soy

Soy como soy


Así estoy hecha
Cuando tengo ganas de reír
Río a carcajadas
Amo al que a mí me ama
Acaso es culpa mía
Que no sea siempre el mismo
El que amo cada vez
Soy como soy
Así estoy hecha
Qué más pretendéis
Qué más pretendéis de mí

Estoy hecha para gustar


Y esto no lo puedo cambiar
Mis tacones son demasiado altos
Mi talle demasiado esbelto
Mis senos demasiado firmes
Y mis ojos demasiado ojerosos
Pero me pregunto
Qué puede importaros
Soy como soy
Gusto al que gusto
Qué puede importaros
Lo que me pasó
Sí amé a alguien
Sí alguien me amó
Como los niños que se aman
Simplemente saben amar
Amar amar ...
Por qué hacerme preguntas
estoy aquí para gustaros
Y esto no lo puedo cambiar
Paul Verlaine

253
Cansancio ( Poemas Saturnianos IV)

"A batallas de amor campo de Pluma"


Góngora

Despacio, despacio, despacio,


calma un poco esos transportes febriles, encanto.
Aún en lo más fuerte del placer, a veces, ya ves, la amante
debe tener el abandono tranquilo de la hermana.

Sé lánguida, haz tu caricia adormecedora,


idénticos tus suspiros y acunadora tu mirada.
Mira, el abrazo celoso y el espasmo obsedente
no valen lo que un largo beso, siquiera embustero.

Pero en tu querido corazón de oro, me dices, niña,


la fiera pasión va soplando el olifante ...
¡Déjala trompetear a gusto, a la tunanta!

Pon tu frente sobre mi frente y tu mano en mi mano


y hazme los juramentos que romperás mañana
y lloraremos juntos hasta el alba, oh, fogosilla!
Deseo ( Poemas Saturnianos IV)

¡Ah, las bucólicas, las primeras queridas!


El oro de los cabellos, el azul de los ojos, la flor de las carnes,
y luego, entre el olor de los cuerpos jóvenes y amados,
¡la temerosa espontaneidad de las caricias!

Se han ido todas aquellas alegrías


y todos aquellos candores. ¡Ay! todos, hacia
la Primavera de los pesares, han huido los negros inviernos
de mis enojos, de mis ascos, de mis angustias.

Heme aquí solo ahora, mustio y solo,


mustio y desesperado, más yerto que un antepasado,
igual que un huérfano pobre sin su hermana mayor.

¡Oh la mujer de amor mimoso y cálido,


dulce, meditabunda y morena, jamás asombrada,
y que a veces os besa en la frente, como a un niño!

255
Sensatez XXII

¿ Por qué triste, alma mía,


triste hasta la muerte,
cuando el esfuerzo te reclama,
cuando el supremo esfuerzo
está ahí y te reclama?

¡Ah, tus manos que retuerces


en lugar de estar ya en la tarea,
los labios que te muerdes
y su silencio cobarde,
con tus ojos muertos ya!

¿ No tienes esperanza
en la fidelidad,
y, para mayor certeza
en la seguridad,
no tienes el sufrimiento?

Pero aleja el sueño


y ese ensueño que llora.
¡Mucha luz y pleno sol!
Mira, ya es la hora:
el cielo se colorea de rumores

y la luz cruda
recortando con un trazo negro
toda cosa aparecida
te muestra el Deber
y su forma adusta.

Búscale vivamente,
verás desaparecer
todo aspecto inclemente
de su manera de ser
con el alejamiento.

Es el depositario
que te guarda un tesoro
de amor y de misterio,
más precioso que el oro,
más seguro que nada en la tierra,

los bienes que no se ven,


toda alegría inaudita,
tu paz, santos combates,
el éxtasis gozoso
y el olvido de aquí abajo,

y el olvido de aquí abajo!


José Asunción Silva

257
A Ti (1)

Tú no lo sabes, mas yo he soñado


entre mis sueños color de armiño
horas de dicha con tus amores,
besos ardientes, quedos suspiros
cuando la tarde tiñe de oro
esos espacios que Juntos vimos,
cuando mi alma su vuelo emprende
a las regiones del infinito.
A Ti (2)

De luto está vestida,


sembrada está de abrojos
la senda de mi vida,
sin luz y sin placer,
Apártame tus ojos
no quiero tus miradas,
no quiero tus sonrisas,
memorias son cenizas,
y llamas apagadas
se vuelven a encender.

259
Cápsulas

El pobre Juan de Dios, tras de los éxtasis


Del amor de Aniceta, fue infeliz.
Pasó tres meses de amarguras graves,
Y, tras lento sufrir,
Se curó con copaiba y con las cápsulas
De Sándalo Midy.

Enamorado luego de la histérica Luisa,


Rubia sentimental,
Se enflaqueció, se fue poniendo tísico
Y al año y medio o más
Se curó con bromuro y con las cápsulas
De éter de Clertán.

Luego, desencantado de la vida,


Filósofo sutil,
A Leopardi leyó, y a Schopenhauer
Y en un rato de spleen,
Se curó para siempre con las cápsulas
De plomo de un fusil.
Crepúsculo

En la tarde, en las horas del divino


crepúsculo sereno,
se pueblan de tinieblas los espacios
y las almas de sueños.

Sobre un fondo de tonos nacarados


la silueta del templo
las altas tapias del jardín antiguo
y los árboles negros,
cuyas ramas semejan un encaje
movidas por el viento
se destacan oscuras, melancólicas
como un extraño espectro!

En estas horas de solemne calma


vagan los pensamientos
y buscan a la sombra de lo ignoto
la quietud y el silencio.
Se recuerdan las caras adoradas
de los queridos muertos
que duermen para siempre en el sepulcro
y hace tanto no vemos.

Bajan sobre las cosas de la vida


las sombras de lo eterno
y las almas emprenden su viaje
al país del recuerdo.
También vamos cruzando lentamente
de la vida el desierto
también en el sepulcro helada sima
más tarde dormiremos.

Que en la tarde, en las horas del divino


crepúsculo sereno
se pueblan de tinieblas los espacios
y las almas de sueños!

261
Enfermedades De La Niñez

A una boca vendida,


a una infame boca,
cuando sintió el impulso que en la vida
a locuras supremas nos provoca,
dio el primer beso, hambriento de ternura
en los labios sin fuerza, sin frescura.
No fue como Romeo
al besar a Julieta;
el cuerpo que estrechó cuando el deseo
ardiente aguijoneó su carne inquieta,
fue el cuerpo vil de vieja cortesana,
Juana incansable de la tropa humana.

Y el éxtasis divino
que soñó con delicia
lo dejó melancólico y mohíno
al terminar la lúbrica caricia.
Del amor no sintió la intensa magia
y consiguió... una buena blenorragia.
El Mal Del Siglo

El paciente:

Doctor, un desaliento de la vida


que en lo íntimo de mí se arraiga y nace,
el mal del siglo... el mismo mal de Werther,
de Rolla, de Manfredo y de Leopardi.
Un cansancio de todo, un absoluto
desprecio por lo humano... un incesante
renegar de lo vil de la existencia
digno de mi maestro Schopenhauer;
un malestar profundo que se aumenta
con todas las torturas del análisis...

El médico:

—Eso es cuestión de régimen: camine


de mañanita; duerma largo, báñese;
beba bien; coma bien; cuídese mucho,
¡Lo que usted tiene es hambre!...

263
La Respuesta De La Tierra

Era un poeta lírico, grandioso y sibilino


que le hablaba a la tierra una tarde de invierno,
frente a una posada y al volver de un camino:
¡Oh madre, oh tierra! , díjole, en tu girar eterno
nuestra existencia efímera tal parece que ignoras.
Nosotros esperamos un cielo o un infierno,
sufrimos o gozamos en nuestras breves horas,
e indiferente y muda tú, madre sin entrañas,
de acuerdo con los hombres no sufres y no lloras.
¿No sabes el secreto misterioso que entrañas?
¿Por qué las noches negras, las diáfanas auroras?
Las sombras vagarosas y tenues de unas cañas
que se reflejan lívidas en los estanques yertos,
¿no son como conciencias fantásticas y extrañas
que les copian sus vidas en espejos inciertos?
¿Qué somos? ¿A do vamos? ¿Por qué hasta aquí vinimos?
¿Conocen los secretos del más allá los muertos?
¿Por qué la vida inútil y triste recibimos?
¿Hay un oasis húmedo después de estos desiertos?
¿Por qué nacemos, madre, dime, por qué morimos?
¿Por qué? —Mi angustia sacia y a mi ansiedad contesta.
Yo, sacerdote tuyo, arrodillado y trémulo,
en estas soledades aguardo la respuesta.

La tierra, como siempre, displicente y callada,


al gran poeta lírico no le contestó nada.
Nocturnos

¡Poeta! ¡di paso


los furtivos besos!...

¡La sombra! ¡Los recuerdos! La luna no vertía


allí ni un rayo... Temblabas y eras mía.
Temblabas y eras mía bajo el follaje espeso;
una errante luciérnaga alumbró nuestro beso,
el contacto furtivo de tus labios de seda...
La selva negra y mística fue la alcoba sombría,
en aquel sitio el musgo tiene olor de reseda...
Filtró luz por las ramas cual si llegara el día;
entre las nieblas pálidas la luna aparecía...

¡Poeta! ¡di paso


los furtivos besos!...

¡Ah! de las noches dulces me acuerdo todavía.


En señorial alcoba, do la tapicería
amortiguaba el ruido con sus hilos espesos,
desnuda tú entre mis brazos, fueron míos tus besos;
tu cuerpo de veinte años entre la roja seda,
tus cabellos dorados y tu melancolía,
tus frescuras de virgen y tu olor de reseda...
Apenas alumbraba la lámpara sombría
los desteñidos hilos de la tapicería...

¡Poeta! ¡di paso


el último beso!
¡Ah, de la noche trágica me acuerdo todavía!
¡El ataúd heráldico en el salón yacía;
mi oído fatigado por vigilias y excesos
sintió como a distancia los monótonos rezos!
¡Tú, mustia, yerta y pálida entre la negra seda,
la llama de los cirios temblaba y se movía,
perfumaba la atmósfera un olor de reseda,
un crucifijo pálido los brazos extendía,
y estaba helada y cárdena tu boca que fue mía!

II

A veces, cuando en alta noche tranquila


sobre las teclas vuela tu mano blanca,
como una mariposa sobre una lila
y al teclado sonoro notas arranca,
cruzando el espacio la negra sombra
filtran la ventana rayos de luna,
que trazan luces largas sobre la alfombra,
y en alas de las notas, a otros lugares
vuelan mis pensamientos, cruzan los mares,

265
y en gótico castillo donde en las piedras,
musgosas por los siglos, crecen las hiedras
puestos de codos ambos en la ventana
miramos en las sombras morir el día
y subir de los valles la noche umbría.
Y soy tu paje rubio, mi castellana,
y cuando en los espacios la noche cierra,
el fuego de tu estancia los muebles dora,
y los dos nos miramos y sonreímos
¡mientras que el viento afuera suspira y llora!

¡Cómo tendréis las alas, ensueños vanos,


cuando sobre las teclas vuelan sus manos!

III

Una noche,
una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,
una noche,
en que ardían en la sombra nupcial y húmeda las luciérnagas fantásticas,
a mi lado lentamente, contra mí ceñida toda, muda y pálida, como si un
presentimiento de amarguras infinitas
hasta el más secreto fondo de las fibras te agitara,
por la senda florecida que atraviesa la llanura
caminabas;
y la luna llena
por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca.
Y tu sombra
fina y lánguida,
y mi sombra,
por los rayos de la luna proyectadas,
por las arenas tristes
de la senda se juntaban,
y eran una,
y eran una,
y eran una sola sombra larga,
y eran una sola sombra larga,
y eran una sola sombra larga...
Esta noche
solo; el alma
llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
separado de ti misma por el tiempo, por la tumba y la distancia,
por el infinito negro
donde nuestra voz no alcanza,
solo y mudo
por la senda caminaba...
y se oían los ladridos de los perros a la luna,
a la luna pálida,
y el chillido
de las ranas...
Sentí frío; era el frío que tenían en la alcoba
tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
entre las blancuras níveas
de las mortuorias sábanas.
Era el frío del sepulcro, era el hielo de la muerte,
era el frío de la nada...
Y mi sombra
por los rayos de la luna proyectada,
iba sola,
iba sola,
iba sola por la estepa solitaria;
y tu sombra esbelta y ágil,
fina y lánguida,
como en esa noche tibia de la muerta primavera,
como en esa noche llena de perfumes, de murmullos y de musicas de alas,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marcho con ella,
se acercó y marcho con ella...¡Oh las sombras enlazadas!
¡Oh, las sombras de los cuerpos que se juntan con las sombras de las almas!
¡Oh, las sombras que se buscan en las noches de tristezas y de lágrimas!...

267
Madrigal

Tu tez rosada y pura, tus formas gráciles


de estatua de Tanagra, tu olor de lilas,
el carmín de tu boca, de labios tersos,
las miradas ardientes de tus pupilas;
el ritmo de tu paso, tu voz velada,
tus cabellos que suelen, si los despeina
tu mano blanca y fina toda hoyuelada,
cubrirte como un rico manto de reina;
tu voz, tus ademanes, tu ... no te asombre:
todo eso está, y a gritos, pidiendo un hombre.
Melancolía

De todo lo velado,
tenue, lejana y misteriosa surge
vaga melancolía
que del ideal al cielo nos conduce.

He mirado reflejos de ese cielo


en la brillante lumbre
con que ahuyenta las sombras, la mirada
de sus ojos azules.

Leve cadena de oro


que una alma a otra alma con sus hilos une
oculta simpatía,
que en lo profundo de lo ignoto bulle,

y que en las realidades de la vida


se pierde y se consume
cual se pierde una gota de rocío
sobre las yerbas que el sepulcro cubren.

269
Gonzalo Arango
Elegía A Desquite

Sí, nada más que una rosa, pero de sangre. Y bien roja como a él le gustaba: roja, liberal
y asesina. Porque él era un malhechor, un poeta de la muerte. Hacía del crimen una de las
bellas artes. Mataba, se desquitaba, lo mataron. Se llamaba “Desquite”. De tanto huir había
olvidado su verdadero nombre. O de tanto matar había terminado por odiarlo.
Lo mataron porque era un bandido y tenía que morir. Merecía morir sin duda, pero no
más que los bandidos del poder.
Al ver en los diarios su cadáver acribillado, uno descubría en su rostro una cierta
decencia, una autenticidad, la del perfecto bandido: flaco, nervioso, alucinado, un místico del
terror. Pero lo era con toda el alma, con toda la ferocidad de su alma enigmática, de sus
satanismo devastador.
Con un ideal, esa fuerza tenebrosa invertida en el crimen, se habría podido encarnar en
un líder al estilo Bolivar, Zapata o Fidel castro.
Sin ningún ideal, no pudo ser sino un asesino que mataba por matar. Pero este bandido
tenía cara de no serlo. Quiero decir, había un hálito de pulcritud en su cadáver, de limpieza. No
dudo que tal vez bajo otro cielo que no fuera el siniestro cielo de su patria, este bandolero
habría podido se un misionero, o un auténtico revolucionario.
Siempre me pareció trágico el destino de ciertos hombres que equivocaron su camino,
que perdieron la posibilidad de dirigir la Historia, o a su propio Destino.
“ Desquite” era uno de esos: era uno de los colombianos que más valía: 160 mil pesos.
Otros no se venden tan caro, se entregan por un voto. “ Desquite” no se vendió. Lo que valía
lo pagaron después de muerto, al delator. Esa fiera no cabía en ninguna jaula. Su odio era
irracional, ateo, fiero, y como una fiera tenía que morir: acorralado.
Aún después de muerto, los soldados temieron acercársele por miedo a su fantasma..
Su leyenda roja lo había hecho temible, invencible.
No me interesa la versión que de este hombre dieron los comandos militares. Lo que
me interesa de él es la imagen que hay detrás del espejo, la que yacía en el fondo oscuro y
enigmático de su biología.
¿ Quién era en verdad?
Su filosofía, por llamarla así, eran la violencia y la muerte. Me habría gustado
preguntarle en qué escuela se la enseñaron. El habría dicho: yo no tuve escuela, la aprendí en
la violencia, a los 17 años. Allá hice mis primeras letras, mejor dicho, mis primeras armas.
Con razón ... Se había hecho guerrillero siendo casi un niño. No para matar sino para que
no lo mataran, para defender su derecho a vivir, que, en su tiempo,, era la única causa que
quedaba por defender en Colombia: la vida.
En adelante, este hombre, o mejor, este niño, no tendrá más ley que el asesinato. Su
patria, su gobierno, lo despojan, lo vuelven asesino, le dan una sicología de asesino. Seguirá
matando hasta el fin porque es lo único que sabe: matar para vivir ( no vivir para matar). Sólo
le enseñaron esta lección amarga y mortal, y la hará una filosofía aplicable a todos los actos
de su existencia. El Terror ha devenido su naturaleza, y todos sabemos que no es fácil luchar
contra el Destino. El crimen fue su conocimiento, en adelante sólo podrá pensar en términos
de sangre.
Yo, un poeta, en las mismas circunstancias de opresión, de miseria, miedo y
persecución, también habría sido bandolero. Creo que hoy me llamaría “ General Exterminio”.
Por eso le hago esta elegía a “ Desquite”, porque con las mismas posibilidades que yo
tuve, él se habría podido llamar Gonzalo Arango, y ser un poeta con la dignidad que le
confiere Rimbaud a la poesía: la mano que maneja la pluma vale tanto como la que conduce el
arado. Pero la vida es a veces asesina.

271
¿ Estoy contento de que lo hayan matado?
Sí.
Y también estoy muy triste.
Porque vivió la vida que no merecía, porque vivió muriendo, errante y aterrado,
despreciándolo todo y despreciándose a sí mismo, pues no hay crimen más grande que el
desprecio de uno mismo.
Dentro de su extraña y delictiva filosofía, este hombre no reconocía más culpa, ni más
remordimiento que el de dejarse matar por el enemigo: toda la sociedad.
¿ tendrá alguna relación aquello de que la libertad es el terror?
Un poco sí. Pero, ¿ era culpable realmente? Sí, porque era libre de elegir el asesinato y lo
eligió. Pero también era inocente en la medida que en que el asesinato lo eligió a él.
Por eso, en uno de los ocho agujeros que abalearon el cuerpo del bandido, deposito mi
rosa de sangre. Uno de esos disparos mató a un inocente que no tuvo la oportunidad de
serlo. Los otros siete mataron al asesino que fue.
¿ Que le dirá a Dios este bandido?
Nada que Dios no sepa: que los hombres no matan porque nacieron asesinos, sino que
son asesinos porque la sociedad en que nacieron les negó el derecho de ser hombres.
Menos mal que Desquite no irá al Infierno, pues el ya purgó sus penas en el infierno sin
esperanzas de su patria.
Pero tampoco irá al cielo porque su ideal de salvación fue inhumano, y descargó sus
odios eligiendo víctimas entre inocentes.
Entonces, ¿ adónde irá Desquite?
Pues a la tierra que manchó con su sangre y la de sus víctimas. La tierra, que no es
vengativa, lo cubrirá de cieno, silencio y olvido.
Los campesinos y los pájaros podrán ahora dormir sin zozobra. El hombre que erraba
por las montañas como un condenado ya no existe.
Los soldados que lo mataron en cumplimiento del deber le capturaron su arma en cuya
culata se leía una inscripción grabada con filo de puñal. Sólo decía: “ Esta es mi vida”.
Nunca la vida fue tan mortal para un hombre.
Y pregunto sobre su tumba cavada en la montaña: ¿ No habrá manera de que Colombia,
en vez de matar a sus hijos, los haga dignos de vivir?
Si Colombia no puede responder a esta pregunta, entonces profetizo una desgracia:
Desquite resucitará, y la tierra se volverá a regar de sangre, dolor y lágrimas.
No Soy Codicioso Ni Avaro Con Lo Que Amo
Muerte, No Seas Mujer

Estás dormida a dos metros de mí.

En lugar de escribir me pongo a mirarte.

¡No hay nada que decir!

El silencio de una rosa en la noche da más testimonio de Dios que la teología, y tal vez
tenga el secreto que la belleza de la palabra no puede nombrar.

Entonces me callo y te contemplo porque toda sabiduría es callada, y el éxtasis es


superior al conocimiento. Y a lo mejor es verdad que la vida no es sino un cuento
narrado por un idiota, como dijo Shakespeare.

Dudo ahora que exista una belleza superior a verte ahí, como una tentación, con los
ojos cerrados, olvidando el mundo y olvidada de él, siendo yo el único ser y tu único
testigo ante la vida y el tiempo.

Tu sueño te aleja de mí, pero yo te poseo más plenamente. No estás en mis brazos,
pero tampoco estás en el tiempo, y es en ese rincón de la eternidad donde me reúno
contigo, en una esencia tan total que nada puede separarnos: ni la pasión, ni los días, ni
el recuerdo, ni el nocturno canto del búho, ni el horrible despertador de las 5 de la
mañana.

Aunque quise despertarte para sentir la voluptuosidad de tus besos, de tus uñas que
me confunden con una guitarra, ese placer insólito de ver animarse por el ardor de tu
cuerpo toda mi materia espiritual adormecida por el razonamiento, elegí tu respiración
inocente que te unía más a mí que las palabras, tus viles palabras que nos hablan del
paso a la vida, y de que todo tiene un comienzo y un fin.

Entonces te abandoné para que al menos en tu corto sueño nunca te separes de mí, y
así poder disfrutar por un momento esa imagen imposible y anhelada del amor eterno.

Te miro y me lleno de piedad porque vas a morir, y no soy Dios para impedirlo.

Enciendo un cigarrillo y medito si hay justificación de vivir. Estás viva, es la única razón,
y si mi amor tiene una esencia se reduce al deseo de hacerte inmortal , y a la
desesperación de este deseo.

¡Qué silencio tan puro!

Te quiero recordar, mientras duermes, que no olvides este mundo. Mas allá de tu sueño
está la noche con sus pilas de estrellas, algunos grillos que cantan y el canto turbador
del búho.

A veces me gusta imaginar este búho como un espíritu santo que baja del cielo a no
dejar hundir el universo en las tinieblas, y a sostener con su canto la presencia infinita
de la vida, mientras los hombres duermen, olvidan o se cansan de vivir.

Nada más que la noche, amor mío, y yo en ella, infinitamente grande para mí, tan
espléndida para bendecirla o cantar yo solo su fastuosa belleza, el viento encima y la
tierra debajo y la oscuridad en todas partes. La relativa luz de las estrellas agregando

273
otro enigma a su insondable misterio, los soles negros y el canto de la rana en la piedra
del lago con sus ojazos desmesuradamente abiertos al terror.

De pronto tengo la sensación angustiosa de que estoy perdido entre estas presencias
fantásticas, los vastos territorios del cielo, el negro silencio nocturno, la rara melodía
del grillo, el ganso en su aullido, el solemne reposo de todo lo viviente... Y miedo de mi
vida algo fugitiva entre estas cosas menos importantes que yo, pero más
imperecederas.

Entonces todo me parece absurdo, efímero, acosado por la muerte, y corro a


despertarme para gozar en ti el minuto de vida que me queda, sentir el roce de tu piel,
bañarte con el sudor del verano, sofocar el silencio y la quietud, y decirte que toda la
ilusión de mañana es este instante en tus brazos a la orilla de la dicha.

Si ahora desaparecieras todo quedaría vacío. Con tu sueño las cosas de nuestro
alrededor se han sumido en la indiferencia, pero no han muerto . Solamente se callaron
para no despertarte.

Yo también temo deslizar esta pluma sobre el papel para escribir que te amo. Pero,
¿qué necesidad de decirlo si toda la alegría y la paz del mundo me vienen de tu sueño?
Y como todo lo has olvidado, también a mí que muero en tu sueño, me dejas en la más
pura libertad de amarte, con una libertad tan absoluta y sin peligro que no pueden
distraer tu pensamiento, ni los deleites animales, ni el pito del tren, ni el brillo de la luna,
ni el dolor del mundo, ni mucho menos el poderoso y ardiente amor que te crucificó en
la adolescencia.

Te quiero así, en esta soledad de los dos, unidos por el deseo y el miedo, presos en esta
dulce sensación de eternidad, en la que sueñas y olvidas, y apenas te queda memoria
para lo que no debe morir.

Y prefiero tu olvido absoluto porque el recuerdo quiere decir que permites al tiempo
abrir tumbas en nuestro amor.

Quédate donde estás, en el puro equilibrio de la noche y el día, en la nada de tu sueño


feliz que es la otra cara del cielo, ese cielo invisible a todos, menos a mí.

Ese cielo, en fin, ombligo o taberna para la embriaguez de los dioses que fueron
condenados a la desesperación, cruz de tu carne donde me purifico, me santifico, me
emborracho de amor para alcanzar el exilio de la pobre mente humana, y donde al
perderme me salvo por una rara sensación de locura divina.

No tengo otro argumento para despertarte, amor mío, y no sé si debo separarte de


esta nueva dimensión de tu amor en que eres mía más allá de la muerte.
No Soy Codicioso Ni Avaro Con Lo Que Amo

No soy codicioso ni avaro con lo que amo, pues lo que amo no es mío, me lo
dió la vida y a la vida tendrá que volver limpio, ennoblecido, para que lo que amé
sea más amado por sus futuros amantes.
El egoísmo destruye el amor, igual al amante que a lo amado. Sólo la libertad
da el justo valor del amor, no su precio. El amor desprecia ser poseído y huye de
quien lo toma como dueño.
El fin del amor es darse, más nunca ser tomado. Su única razón de ser es ser
en otro ser, libremente.

275
Pablo Neruda
Amor

Mujer, si yo hubiera sido tu hijo, por beberte


La leche de los senos como de un manantial,
Por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte
En la risa de oro y la voz de cristal.
Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos
Y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal,
Porque tu ser pasara sin pena al lado mío
Y saliera en la estrofa – limpio de todo mal -.

Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría


Amarte, amarte como nadie supo jamás!
Morir y todavía
Amarte más.
Y todavía amarte más
Y más.

277
Bella

Bella,
Como en la piedra fresca
Del manantial, el agua
Abre un ancho relámpago de espuma,
Así es la sonrisa en tu rostro,
Bella.

Bella,
De finas manos y delgados pies
Como un caballito de plata,
Andando, flor del mundo,
Así te veo,
Bella.

Bella,
Con un nido de cobre enmarañado
En tu cabeza, un nido
Color de miel sombría
Donde mi corazón arde y reposa,
Bella.

Bella,
No te caben los ojos en la cara,
No te caben los ojos en la tierra.
Hay países, hay ríos
En tus ojos,
Mi patria está en tus ojos,
Yo camino por ellos,
Ellos dan luz al mundo
Por donde yo camino,
Bella.

Bella,
Tus senos son como dos panes hechos
De tierra cereal y luna de oro,
Bella.

Bella,
Tu cintura
La hizo mi brazo como un río cuando
Pasó mil años por tu dulce cuerpo,
Bella.

Bella,
No hay nada como tus caderas,
Tal vez la tierra tiene
En algún sitio oculto
La curva y el aroma de tu cuerpo,
Tal vez en algún sitio,
Bella.
Bella, mi bella,
Tu voz, tu piel, tus uñas
Bella, mi bella,
Tu ser, tu luz, tu sombra,
Bella,
Todo eso es mío, bella,
Todo eso es mío, mía,
Cuando andas o reposas,
Cuando cantas o duermes,
Cuando sufres o sueñas,
Siempre,
Cuando estás cerca o lejos,
Siempre,
Eres mía, mi bella,
Siempre.

279
El Viento En La Isla

El viento es un caballo:
Óyelo cómo corre
Por el mar, por el cielo.

Quiere llevarme: escucha


Cómo recorre el mundo
Para llevarme lejos.

Escóndeme en tus brazos


Por esta noche sola,
Mientras la lluvia rompe
Contra el mar y la tierra
Su boca innumerable.

Escucha como el viento


Me llama galopando
Para llevarme lejos.

Con tu frente en mi frente,


Con tu boca en mi boca,
Atados nuestros cuerpos
Al amor que nos quema,
Deja que el viento pase
Sin que pueda llevarme.

Deja que el viento corra


Coronado de espuma,
Que me llame y me busque
Galopando en la sombra,
Mientras yo, sumergido
Bajo tus grandes ojos,
Por esta noche sola
Descansaré, amor mío.
En Ti La Tierra

Pequeña
Rosa,
Rosa pequeña,
A veces,
Diminuta y desnuda,
Parece
Que en una mano mía
Cabes,
Que así voy a cerrarte
Y a llevarte a mi boca,
Pero
De pronto
Mis pies tocan tus pies y mi boca tus labios,
Has crecido,
Suben tus hombros como dos colinas,
Tus pechos se pasean por mi pecho,
Mi brazo alcanza apenas a rodear la delgada
Línea de luna nueva que tiene tu cintura:
En el amor como agua de mar te has
desatado:
Mido apenas los ojos más extensos del cielo
Y me inclino a tu boca para besar la tierra.

281
Farewell (5)

Ya no se encantarán mis ojos en tus ojos,


Ya no se endulzará junto a ti mi dolor.

Pero hacia donde vaya llevaré tu mirada


Y hacia donde camines llevarás mi dolor.

Fui tuyo, fuiste mía. ¿ Qué más? Juntos hicimos


Un recodo en la ruta donde el amor pasó.

Fui tuyo, fuiste mía. Tú serás del que te ame,


Del que corte en tu huerto lo que he sembrado yo.

Yo me voy. Estoy triste: pero siempre estoy triste.


Vengo desde tus brazos. No sé hacia dónde voy.

. . . Desde tu corazón me dice adiós un niño.


Y yo le digo adiós.
El Hondero Entusiasta (No.4)

Siento tu ternura allegarse a mi tierra,


acechar la mirada de mis ojos, huir,
la veo interrumpirse, para seguirme hasta la hora
de mi silencio absorto y de mi afán de ti.
Hela aquí tu ternura de ojos dulces que esperan.
hela aquí, boca tuya, palabra nunca dicha.
Siento que se suben los musgos de tu pena
y me crecen a tientas en el alma infinita.

Era esto el abandono, y lo sabías,


era la guerra oscura del corazón y todos,
era la queja rota de angustias conmovidas,
y la ebriedad, y el deseo, y el dejarse ir,
y era eso mi vida,
era eso que el agua de tus ojos llevaba,
era eso que en el hueco de tus manos cabía.

Ah. mariposa mía y arrullo de paloma,


ah vaso, ah estero, ah compañera mía!
Te llegó mi reclamo, dímelo, te llegaba,
en las abiertas noches de estrellas frías
ahora, en el otoño, ¡ en el baile amarillo
de los vientos hambrientos y de hojas caídas!

Dímelo, te llegaba,
aullando o cómo, sollozando,
en la hora de la sangre fermentada
cuando la tierra crece y se cimbra latiendo
bajo el sol que la raya con sus colas de ámbar?

Dímelo, me sentiste
trepar hasta tu forma por todos los silencios,
y todas las palabras?

Yo me sentí crecer. Nunca supe hacia dónde,


Es más allá de ti. Lo comprendes, hermana?
Es que se aleja el fruto cuando llegan mis manos
y ruedan las estrellas antes de mi mirada.

Siento que soy la aguja de una infinita flecha,


y va a clavarse lejos, no va a clavarse nunca,
tren de dolores húmedos en fuga hacia lo eterno,
goteando en cada tierra sollozos y preguntas.

283
Pero hela aquí, tu forma familiar, lo que es mío,
lo tuyo, lo que es mío, lo que es tuyo y me inunda,
hela aquí que me llena los miembros de abandono,
hela aquí, tu ternura,
amarrándose a las mismas raíces,
madurando en la misma caravana de frutas,
y saliendo de tu alma rota bajo mis dedos
como el licor del vino del centro de la uva.
El Hondero Entusiasta (No.8)

Llénate de mí.
Ansíame, agótame, viérteme, sacrifícame.
Pídeme. Recógeme, contiéneme, ocúltame.
Quiero ser de alguien, quiero ser tuyo, es tu hora.
Soy el que pasó saltando sobre las cosas,
el fugante, el doliente.

Pero siento tu hora,


la hora de que mi vida gotee sobre tu alma,
la hora de las ternuras que no derramé nunca,
la hora de los silencios que no tienen palabras,
tu hora, alba de sangre que nutrió de angustias,
tu hora, medianoche que me fue solitaria.

Libértame de mí. Quiero salir de mi alma.


Yo soy esto que gime, esto que arde, esto que sufre.
Yo soy esto que ataca, esto que aúlla, esto que canta.
No , no quiero ser esto.
Ayúdame a romper estas puertas inmensas.
Con tus hombros de seda desentierra estas anclas.
así crucificaron mi dolor una tarde.

Quiero no tener límites y alzarme hacia aquel astro.


Mi corazón no debe callar hoy o mañana.
De participar de lo que toca,
debe ser de metales, de raíces, de alas.
No puedo ser la piedra que se alza y que no vuelve,
no puedo ser la sombra que se deshace y pasa.

No, no puede ser, no puede ser, no puede ser.


Entonces gritaría, lloraría, gemiría.
No puede ser, no puede ser.
Quién iba a romper esta vibración de mis alas?
Quién iba a exterminarme? Qué designio, qué palabra?
No puede ser, no puede ser, no puede ser.

285
Esclava Mía

Esclava mía, témeme. Ámame. Esclava mía!


Soy contigo el ocaso más vasto de mi cielo,
y en él despunta mi alma como una estrella fría.
Cuando de ti se alejan vuelven a mí mis pasos.
Mi propio latigazo cae sobre mi vida.
Eres lo que está dentro de mí y está lejano.
Huyendo como un coro de nieblas perseguidas.
Junto a mí, pero ¿dónde? Lejos, lo que está lejos.
Y lo que estando lejos bajo mis pies camina.
El eco de la voz más allá del silencio.
Y lo que en mi alma crece como el musgo en las ruinas.
Mi Muchacha Salvaje

Mi muchacha salvaje, hemos tenido


Que recobrar el tiempo
Y marchar hacia atrás, en la distancia
De nuestras vidas, beso a beso,
Recogiendo de un sitio lo que dimos
Sin alegría, descubriendo en otro
El camino secreto
Que iba acercando tus pies a los míos,
Y así bajo mi boca
Vuelves a ver la planta insatisfecha
De tu vida alargando sus raíces
Hacia mi corazón que te esperaba.
Y una a una las noches
Entre nuestras ciudades separadas
Se agregan a la noche que nos une.
La luz de cada día,
Su llama o su reposo
Nos entregan, sacándolos del tiempo,
Y así se desentierra
En la sombra o la luz nuestro tesoro,
Y así besan la vida nuestros besos:
Todo el amor en nuestro amor se encierra:
Toda la sed termina en nuestro abrazo.
Aquí estamos al fin frente a frente,
Nos hemos encontrado,
No hemos perdido nada.
Nos hemos recorrido labio a labio,
Hemos cambiado mil veces
Entre nosotros la muerte y la vida,
Todo lo que traíamos
Como muertas medallas
Lo echamos al fondo del mar,
Todo lo que aprendimos
No nos sirvió de nada:
Comenzamos de nuevo,
Terminamos de nuevo
Muerte y vida.
Y aquí sobrevivimos,
Puros, con la pureza que nosotros creamos,
Más anchos que la tierra que no pudo extraviarnos,
Eternos como el fuego que arderá
Cuanto dure la vida.

287
Oda Al Amor

Amor, hagamos cuentas.


A mi edad
No es posible
Engañar o engañarnos.
Fui ladrón de caminos,
Tal vez,
No me arrepiento.
Un minuto profundo,
Una magnolia rota
Por mis dientes
Y la luz de la luna
Celestina.
Muy bien, pero, ¿el balance?
La soledad mantuvo
Su red entretejida
De fríos jazmineros
Y entonces
La que llegó a mis brazos
Fue la reina rosada
De las islas.
Amor,
Con una gota,
Aunque caiga
Durante toda y toda
La nocturna
Primavera
No se forma el océano
Y me quedé desnudo,
Solitario, esperando.

Pero, he aquí que aquella


Que pasó por mis brazos
Como una ola
Aquella
Que sólo fue un sabor
De fruta vespertina,
De pronto
Parpadeó como estrella,
Ardió como paloma
Y la encontré en mi piel
Desenlazándose
Como la cabellera de una hoguera.
Amor, desde aquel día
Todo fue más sencillo.
Obedecí las órdenes
Que mi olvidado corazón me daba
Y apreté su cintura
Y reclamé su boca
Con todo el poderío
De mis besos,
Como un rey que arrebata
Con un ejército desesperado
Una pequeña torre donde crece
La azucena salvaje de su infancia.
Por eso, Amor, yo creo
Que enmarañado y duro
Puede ser tu camino,
Pero que vuelves
De tu cacería
Y cuando enciendes
Otra vez el fuego,
Como el pan en la mesa,
Así, con sencillez,
Debe estar lo que amamos.
Amor, eso me diste.
Cuando por vez primera
Ella llegó a mis brazos
Pasó como las aguas
En una despeñada primavera.
Hoy
La recojo.
Son angostas mis manos pequeñas
Las cuencas de mis ojos
Para que ellas reciban
Su tesoro,
La cascada
De interminable luz, el hilo de oro,
El pan de su fragancia
Que son sencillamente, Amor, mi vida.

289
Llénate De Mí

Llénate de mí.
Ansíame, agótame, viérteme, sacrifícame.
Pídeme. Recógeme, contiéneme, ocúltame.
Quiero ser de alguien, quiero ser tuyo, es tu hora,
Soy el que pasó saltando sobre las cosas,
El fugante, el doliente.

Pero siento tu hora,


La hora de que mi vida gotee sobre tu alma,
La hora de las ternuras que no derramé nunca,
La hora de los silencios que no tienen palabras,
Tu hora, alba de sangre que me nutrió de angustias,
Tu hora, medianoche que me fue solitaria.

Libértame de mí. Quiero salir de mi alma.


Yo soy esto que gime, esto que arde, esto que sufre.
Yo soy esto que ataca, esto que aúlla, esto que canta.
No, no quiero ser esto.
Ayúdame a romper estas puertas inmensas.
Con tus hombros de seda desentierra estas anclas.
Así crucificaron mi dolor una tarde.

Quiero no tener límites y alzarme hacia aquel astro.


Mi corazón no debe callar hoy o mañana.
Debe participar de lo que toca,
Debe ser de metales, de raíces, de alas.
No puedo ser la piedra que se alza y que no vuelve,
No puedo ser la sombra que se deshace y pasa.

No, no puede ser, no puede ser, no puede ser.


Entonces gritaría, lloraría, gemiría.

No puede ser, no puede ser.


Quién iba a romper esta vibración de mis alas?
Quién iba a exterminarme? Qué designio, qué? Palabra?
No puede ser, no puede ser, no puede ser.
Libértame de mí. Quiero salir de mi alma.

Porque tú eres mi ruta. Te forjé en lucha viva.


De mi pelea oscura contra mí mismo, fuiste.
Tienes de mí ese sello de avidéz no saciada.
Desde que yo los miro tus ojos son más tristes.
Vamos juntos. Rompamos este camino juntos.
Ser? La ruta tuya. Pasa. Déjame irme.
Ansíame, agótame, viérteme, sacrificarme.
Haz tambalear los cercos de mis últimos límites.

Y que yo pueda, al fin, correr en fuga loca,


Inundando las tierras como un río terrible,
Desatando estos nudos, ah Dios mío, estos nudos,
Destrozando,
Quemando,
Arrasando
Como una lava loca lo que existe,
Correr fuera de mi mismo, perdidamente,
Libre de mí, Curiosamente libre.
¡Irme, Dios mío, irme!

291
Sí Tu Me Olvidas

Quiero que sepas una cosa.


Tú sabes cómo es esto:
Si miro
La luna de cristal, la rama roja
Del lento otoño en mi ventana,
Si toco
Junto al fuego
La impalpable ceniza
O el arrugado cuerpo de la leña,
Todo me lleva a ti,
Como si todo lo que existe,
Aromas, luz, metales,
Fueran pequeños barcos que navegan
Hacia las islas tuyas que me aguardan.

Ahora bien,
Si poco a poco dejas de quererme
Dejaré de quererte poco a poco.

Si de pronto
Me olvidas
No me busques,
Que ya te habré olvidado.

Si consideras largo y loco


El viento de banderas
Que pasa por mi vida
Y te decides
A dejarme a la orilla
Del corazón en que tengo raíces,
Piensa
Que en ese día,
A esa hora
Levantaré los brazos
Y saldrán mis raíces
A buscar otra tierra.

Pero
Si cada día,
Cada hora
Sientes que a mí estás destinada
Con dulzura implacable.
Si cada día sube
Una flor a tus labios a buscarme,
Ay amor mío, ay mía,
En mí todo ese fuego se repite,
En mí nada se apaga ni se olvida,
Mi amor se nutre de tu amor, amada,
Y mientras vivas estará en tus brazos
Sin salir de los míos.
Veinte Poemas De Amor ( No.5 )

Para que tú me oigas


Mis palabras
Se adelgazan a veces
Como las huellas de las gaviotas en las playas.

Collar, cascabel ebrio


Para tus manos suaves como las uvas.
Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.

Ellas trepan así por las paredes húmedas.


Eres tú la culpable de este juego sangriento.
Ellas están huyendo de mi guardia oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.

Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,


Y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.

Ahora quiero que digan lo que quiero decirte


Para que tú las oigas como quiero que me oigas.

El viento de la angustia aún las suele arrastrar.


Huracanes de sueños aún a veces las tumban.
Escucha otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones, sígueme.
Sígueme, compañera, en esta ola de angustia.

Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.


Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.

Voy haciendo de todas un collar infinito


Para tus blancas manos, suaves como las uvas.

293
Veinte Poemas De Amor (No.7 )

Inclinado en las tardes tiro mis redes


a tus ojos oceánicos.

Allí se estira y arde en la más alta hoguera


mi soledad que da vueltas los brazos como un náufrago.

Hago rojas señales sobre tus ojos ausentes


que olean como el mar a la orilla de un faro.

Sólo guardas de tinieblas, hembra distante y mía,


de tu mirada emerge a veces la costa del espanto.

Inclinado en las tardes echo mis tristes redes


a ese mar que sacude tus ojos oceánicos.

Los pájaros nocturnos picotean las primeras estrellas


que centellean como mi alma cuando te amo.

Galopa la noche en su yegua sombría


desparramando espigas azules sobre el campo.
Veinte Poemas De Amor (No.10 )

Hemos perdido aun este crepúsculo.


Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas
Mientras la noche azul caía sobre el mundo.

He visto desde mi ventana


La fiesta del poniente en los cerros lejanos.

A veces como una moneda


Se encendía un pedazo de sol entre mis manos.

Yo te recordaba con el alma apretada


De esa tristeza que tú me conoces

Entonces, dónde estabas?


Entre qué gentes?
Diciendo qué palabras?

Por qué se me vendrá todo el amor de golpe


Cuando me siento triste, y te siento lejana?

Cayó el libro que siempre se toma en el crepúsculo,


Y como un perro herido rodó a mis pies mi capa.

Siempre, siempre te alejas en las tardes


Hacia donde el crepúsculo corre borrado estatuas.

295
Veinte Poemas De Amor (No.12 )

Para mi corazón basta tu pecho,


para tu libertad bastan mis alas.
Desde mi boca llegará hasta el cielo
lo que estaba dormido sobre tu alma.

Es en ti la ilusión de cada día.


Llegas como el rocío a las corolas.
Socavas el horizonte con tu ausencia.
Eternamente en fuga como la ola.

He dicho que cantabas en el viento


como los pinos y como los mástiles.
Como ellos eres alta y taciturna.
Y entristeces de pronto, como un viaje.

Acogedora como un viejo camino.


Te pueblas de ecos y voces nostálgicas.
Yo desperté y a veces emigran y huyen
pájaros que dormían en tu alma.
Veinte Poemas De Amor (No.14 )

Juegas todos los días con la luz del universo.


Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua.
Eres más que esta blanca cabecita que aprieto
como un racimo entre mis manos cada día.

A nadie te pareces desde que yo te amo.


Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas.
Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del sur?
Ah déjame recordarte cómo eras entonces, cuando aún no existías.

De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana cerrada.


El cielo es una red cuajada de peces sombríos.
Aquí vienen a dar todos los vientos, todos.
Se desviste la lluvia.

Pasan huyendo los pájaros.


El viento. El viento.
Yo sólo puedo luchar contra la fuerza de los hombres.
El temporal arremolina hojas oscuras
y suelta todas las barcas que anoche amarraron al cielo.

Tú estás aquí. Ah tu no huyes.


Tú me responderás hasta el último grito.
Ovíllate a mi lado como si tuvieras miedo.
Sin embargo alguna vez corrió una sombra extraña por tus ojos.

Ahora, ahora también, pequeña, me traes madreselvas,


y tienes hasta los senos perfumados.
Mientras el viento triste galopa matando mariposas
yo te amo, y mi alegría muerde tu boca de ciruela.

Cuánto te habrá dolido acostumbrarte a mí,


a mi alma sola y salvaje, a mis nombres que a todos ahuyentan.
Hemos visto arder tantas veces el lucero besándonos los ojos
y sobre nuestras cabezas destorcerse los crepúsculos en abanicos gigantes.
Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote.

Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado.


Hasta te creo dueña del universo.
Te traeré de las montañas flores alegres, copihues,
avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos.

Quiero hacer contigo


lo que la primavera hace con los cerezos.

297
Veinte Poemas De Amor (No.15 )

Me gusta cuando callas porque estás como ausente,


y me oyes desde lejos, y mi boca no te toca..
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un besos te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma


emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gusta cuando callas y estás como distante.


Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio


claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gusta cuando callas porque estás como ausente.


Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
Veinte Poemas De Amor (No.18 )

Aquí te amo.
En los pinos oscuros se desenreda el viento.
Fosforece la luna sobre las aguas errantes.
andan días iguales persiguiéndose.

Se desciñe la niebla en danzantes figuras.


Una gaviota de plata se descuelga del ocaso.
A veces una vela. Altas, altas estrellas.

O la cruz negra de un barco.


Solo.
A veces amanezco, y hasta mi alma está húmeda.
Suena, resuena el mar lejano.
este es un puerto.
Aquí te amo.
Aquí te amo y en vano te oculta el horizonte.
Te estoy amando aún entre estas frías cosas.
A veces van mis besos en esos barcos graves,
que corren por el mar hacia donde no llegan.

Ya me veo olvidado como estas viejas anclas.


Son más tristes los muelles cuando atraca la tarde.
Se fatiga mi vida inútilmente hambrienta.
Amo lo que no tengo. Estás tú tan distante.
Mi hastío forcejea con los lentos crepúsculos.
Pero la noche llega y comienza a cantarme.
La luna hace girar su rodaje de sueño.

Me miran con tus ojos las estrellas más grandes.


Y como yo te amo, los pinos en el viento,
quieren cantar tu nombre con sus hojas de alambre.

299
Veinte Poemas De Amor (No.20 )

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,


y titilan, azules, los astros, a lo lejos.”

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.


Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.


La besé tantas beses bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.


Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.


Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.


Y el verso cae al alma como el pasto al rocío.

Que importa que mi amor no pudiera guardarla.


La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Esos es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.


Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.


Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.


Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuando la quise.


Mi voz buscaba el viento para tocar sus oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.


Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.


Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,


mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,


y éstos los últimos versos que yo le escribo.
La Canción Desesperada

Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy.


El río anuda al mar su lamento obstinado.

Abandonado como los muelles en el alba.


Es la hora de partir, oh abandonado!

Sobre mi corazón llueven frías corolas.


Oh sentina de escombros, feroz cueva de náufragos!

En ti se acumularon las guerras y los vuelos.


De ti alzaron las alas los pájaros del canto.

Todo te lo tragaste, como la lejanía.


Como el mar, como el tiempo. Todo en ti fue naufragio!

En infancia de niebla mi alma alada y herida.


descubridor perdido, todo en fue naufragio!

Te ceñiste al dolor, te agarraste al deseo.


Te tumbó la tristeza, todo en fue naufragio!

Hice retroceder la muralla de sombra,


anduve más allá del deseo y del acto.
Oh carne, carne mía, mujer que amé y perdí,
a ti en esta hora húmeda, evoco y hago canto.

Como un vaso albergaste la infinita ternura,


y el infinito olvido te trizó como a un vaso.

Era la negra, negra soledad de las islas,


y allí, mujer de amor, me acogieron tus brazos.

Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta.


Era el duelo y las ruinas, y tú fuiste el milagro.
Ah mujer, no sé cómo pudiste contenerme
en la tierra de tu alma, y en cruz de tus brazos!

Mi deseo de ti fue el más terrible y corto,


el más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido.

Cementerio de besos, aún hay fuego en tus tumbas,


aún los racimos arden picoteados por los pájaros.

Oh la boca mordida, oh los besados miembros,


oh los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados.

Oh la cópula loca de esperanza y esfuerzo


en que nos anudamos y desesperamos.

Y la ternura, leve como el agua y la harina.


Y la palabra apenas comenzada en los labios.

301
Ese fue mi destino y en él viajó mi anhelo,
y en él cayó mi anhelo, ! todo en fue naufragio!

Oh sentina de escombros, en ti todo caía,


qué dolor no exprimiste, qué olas no te ahogaron.

De tumbo en tumbo aún llameaste y cantaste


de pie como un marino en la proa de un barco.

Aún floreciste en cantos, aún rompiste en corrientes.


Oh sentina de escombros, pozo abierto y amargo.

Pálido buzo ciego; desventurado hondero,


descubridor perdido, ¡ todo en ti fue naufragio!

Es la hora de partir, la dura y fría hora


que la noche sujeta a todo horario.

El cinturón ruidoso del mar ciñe la costa.


Surgen frías estrellas, emigran pájaros negros.

Abandonado como los muelles en el alba.


Sólo la sombra trémula se retuerce en mis manos.

Ah más allá de todo. Ah más allá de todo.

Es la hora de partir. Oh abandonado!


Y Porque Amor Combate

Y porque Amor combate


No sólo en su quemante agricultura,
Sino en la boca de hombres y mujeres,
Terminaré saliéndole al camino
A los que entre mi pecho y tu fragancia
Quieran interponer su planta oscura.
De mí nada más malo
Te dirán, amor mio,
De lo que yo te dije.
Yo viví en las praderas
Antes de conocerte
Y no esperé el amor sino que estuve
Acechando y salté sobre la rosa.
Qué más pueden decirte?
No soy bueno ni malo sino un hombre,
Y agregarán entonces el peligro
De mi vida, que conoces
Y que con tu pasión has compartido.
Y bien, este peligro
Es peligro de amor, de amor completo
Hacia toda la vida,
Hacia todas las vidas,
Y si este amor nos trae
La muerte o las prisiones,
Yo estoy seguro que tus grandes ojos,
Como cuando los beso
Se cerrarán entonces con orgullo,
En doble orgullo, amor,
Con tu orgullo y el mío.
Pero hacia mis orejas vendrán antes
A socavar la torre
Del amor dulce y duro que nos liga,
Y me dirán: -"Aquella
Que tú amas,
No es mujer para ti,
Por qué la quieres? Creo
Que podrías hallar una más bella,
Más seria, más profunda,
Más otra, tú me entiendes, mírala qué ligera,
Y qué cabeza tiene,
Y mírala cómo se viste
Y etcétera y etcétera."
Y yo en estas líneas digo:
Así te quiero, amor,
Amor, así te amo,
Así corno te vistes
Y como se levanta
Tu cabellera y como
Tu boca se sonríe,
Ligera como el agua
Del manantial sobre las piedras puras,

303
Así te quiero, amada.
Al pan yo no le pido que me enseñe
Sino que no me falte
Durante cada día de la vida.
Yo no sé nada de la luz, de dónde
Viene ni dónde va,
Yo sólo quiero que la luz alumbre,
Yo no pido a la noche
Explicaciones,
Yo la espero y me envuelve,
Y así tú, pan y luz
Y sombra eres.
Has venido a mi vida
Con lo que tú traías,
Hecha
De luz y pan y sombra te esperaba,
Y así te necesito,
Así te amo,
Y a cuantos quieran escuchar mañana
Lo que no les diré, que aquí lo lean,
Y retrocedan hoy porque es temprano
Para estos argumentos.
Mañana sólo les daremos
Una hoja del árbol de nuestro amor, una hoja
Que caerá sobre la tierra
Como si la hubieran hecho nuestros labios,
Como un beso que cae
Desde nuestras alturas invencibles
Para mostrar el fuego y la ternura
De un amor verdadero.
Mario Benedetti

305
Amor De Tarde

Es una lástima que no estés conmigo


Cuando miro el reloj y son las cuatro
Y acabo la planilla y pienso diez minutos
Y estiro las piernas como todas las tardes
Y hago así con los hombros para aflojar la espalda
Y me doblo los dedos y les saco mentiras.

Es una lástima que no estés conmigo


Cuando miro el reloj y son las cinco
Y soy una manija que calcula intereses
O dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
O un oído que escucha como ladra el teléfono
O un tipo que hace números y les saca verdades.

Es una lástima que no estés conmigo


Cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
Y decirme ‘¿Qué tal?’ y quedaríamos
Yo con la mancha roja de tus labios
Tú con el tizne azul de mi carbónico.
Asunción De Ti

(1)

Quién hubiera creído que se hallaba


Sola en el aire, oculta,
Tu mirada.
Quién hubiera creído esa terrible
Ocasión de nacer puesta al alcance
De mi suerte y mis ojos,
Y que tú y yo iríamos, despojados
De todo bien, de todo mal, de todo,
A aherrojarnos en el mismo silencio,
A inclinarnos sobre la misma fuente
Para vernos y vernos
Mutuamente espiados en el fondo,
Temblando desde el agua,
Descubriendo, pretendiendo alcanzar
Quién eras tú detrás de esa cortina,
Quién era yo detrás de mí.
Y todavía no hemos visto nada.
Espero que alguien venga, inexorable,
Siempre temo y espero,
Y acabe por nombrarnos en un signo,
Por situarnos en alguna estación
Por dejarnos allí, como dos gritos
De asombro.
Pero nunca será. Tú no eres ésa,
Yo no soy ése, ésos, los que fuimos
Antes de ser nosotros.
Eras sí pero ahora
Suenas un poco a mí.
Era sí pero ahora
Vengo un poco a ti.
No demasiado, solamente un toque,
Acaso un leve rasgo familiar,
Pero que fuerce a todos a abarcarnos
A ti y a mí cuando nos piensen solos.

(2)

Hemos llegado al crepúsculo neutro


Donde el día y la noche se funden y se
igualan.
Nadie podrá olvidar este descanso.
Pasa sobre mis párpados el cielo fácil
A dejarme los ojos vacíos de ciudad.
No pienses ahora en el tiempo de
agujas,
En el tiempo de pobres
desesperaciones.
Ahora sólo existe el anhelo desnudo,

307
El sol que se desprende de sus nubes de
llanto,
Tu rostro que se interna noche adentro
Hasta sólo ser voz y rumor de sonrisa.

(3)

Puedes querer el alba


Cuando ames.
Puedes
Venir a reclamarte como eras.
He conservado intacto tu paisaje.
Lo dejaré en tus manos
Cuando éstas lleguen, como siempre,
Anunciándote.
Puedes
Venir a reclamarte como eras.
Aunque ya no seas tú.
Aunque mi voz te espere
Sola en su azar
Quemando
Y tu dueño sea eso y mucho más.
Puedes amar el alba
Cuando quieras.
Mi soledad ha aprendido a ostentarte.
Esta noche, otra noche
Tú estarás
Y volverá a gemir el tiempo giratorio
Y los labios dirán
Esta paz ahora esta paz ahora.
Ahora puedes venir a reclamarte,
Penetrar en tus sábanas de alegre
angustia,
Reconocer tu tibio corazón sin excusas,
Los cuadros persuadidos,
Saberte aquí.
Habrá para vivir cualquier huida
Y el momento de la espuma y el sol
Que aquí permanecieron.
Habrá para aprender otra piedad
Y el momento del sueño y el amor
Que aquí permanecieron.
Esta noche, otra noche
Tú estarás,
Tibia estarás al alcance de mis ojos,
Lejos ya de la ausencia que no nos
pertenece.
He conservado intacto tu paisaje
Pero no sé hasta dónde está intacto sin
ti,
Sin que tú le prometas horizontes de
niebla,
Sin que tú le reclames su ventana de
arena.
Puedes querer el alba cuando ames.
Debes venir a reclamarte como eras.
Aunque ya no seas tú,
Aunque contigo traigas
Dolor y otros milagros.
Aunque seas otro rostro
De tu cielo hacia mí.

309
Bienvenida

Se me ocurre que vas a llegar distinta


No exactamente más linda
Ni más fuerte
Ni más dócil
Ni más cauta
Tan solo que vas a llegar distinta
Como si esta temporada de no verme
Te hubiera sorprendido a vos también
Quizá porque sabes
Cómo te pienso y te enumero

Después de todo la nostalgia existe


Aunque no lloremos en los andenes fantasmales
Ni sobre las almohadas de candor
Ni bajo el cielo opaco

Yo nostalgio
Tu nostalgias
Y cómo me revienta que él nostalgie

Tu rostro es la vanguardia
Tal vez llega primero
Porque lo pinto en las paredes
Con trazos invisibles y seguros

No olvides que tu rostro


Me mira como pueblo
Sonríe y rabia y canta
Como pueblo
Y eso te da una lumbre
Inapagable
Ahora no tengo dudas
Vas a llegar distinta y con señales
Con nuevas
Con hondura
Con franqueza

Sé que voy a quererte sin preguntas


Sé que vas a quererme sin respuestas.

Porque tú siempre existes dondequiera


Pero existes mejor donde te quiero
Porque tu boca es sangre
Y tienes frío
Tengo que amarte amor
Tengo que amarte
Aunque esta herida duela como dos
Aunque te busque y no te encuentre
Y aunque
La noche pase y yo te tenga
Y no.
Corazón, Coraza

Porque te tengo y no
Porque te pienso
Porque la noche está de ojos abiertos
Porque la noche pasa y digo amor
Porque has venido a recoger tu imagen
Y eres mejor que todas tus imágenes
Porque eres linda desde el pie hasta el alma
Porque eres buena desde el alma a mí
Porque te escondes dulce en el orgullo
Pequeña y dulce
Corazón coraza

Porque eres mía


Porque no eres mía
Porque te miro y muero
Y peor que muero
Si no te miro amor
Si no te miro

311
Hagamos Un Trato

Compañera
Usted sabe
Puede contar
Conmigo
No hasta dos
O hasta diez
Sino contar
Conmigo

Si alguna vez
Advierte
Que la miro a los ojos
Y una veta de amor
Reconoce en los míos
No alerte sus fusiles
Ni piense qué delirio
A pesar de la veta
O tal vez porque existe
Usted puede contar
Conmigo

Si otras veces
Me encuentra
Huraño sin motivo
No piense qué flojera
Igual puede contar
Conmigo

Pero hagamos un trato


Yo quisiera contar
Con usted

Es tan lindo
Saber que usted existe
Uno se siente vivo
Y cuando digo esto
Quiero decir contar
Aunque sea hasta dos
Aunque sea hasta cinco
No ya para que acuda
Presurosa en mi auxilio
Sino para saber
A ciencia cierta
Que usted sabe que puede
Contar conmigo.
Informe Sobre Caricias

(1)

La caricia es un lenguaje
Si tus caricias me hablan
No quisiera que se callen

(2)

La caricia no es la copia
De otra caricia lejana
Es una nueva versión
Casi siempre mejorada

(3)

Es la fiesta de la piel
La caricia mientras dura
Y cuando se aleja deja
Sin amparo a la lujuria

(4)

Las caricias de los sueños


Que son prodigio y encanto
Adolecen de un defecto
No tiene tacto

(5)

Como aventura y enigma


La caricia empieza antes
De convertirse en caricia

(6)

Es claro que lo mejor


No es la caricia en sí misma
Sino su continuación

313
Los Formales Y El Frío

Quién iba a prever que el amor, ese informal


Se dedicara a ellos tan formales

Mientras almorzaban por primera vez


Ella muy lenta y él no tanto
Y hablaban con sospechosa objetividad
De grandes temas en dos volúmenes
Su sonrisa, la de ella,
Era como un augurio o una fábula
Su mirada, la de él, tomaba nota
De cómo eran sus ojos, los de ella,
Pero sus palabras, las de él,
No se enteraban de esa dulce encuesta

Como siempre o como casi siempre


La política condujo a la cultura
Así que por la noche concurrieron al teatro
Sin tocarse una uña o un ojal
Ni siquiera una hebilla o una manga
Y como a la salida hacía bastante frío
Y ella no tenía medias
Sólo sandalias por las que asomaban
Unos dedos muy blancos e indefensos
Fue preciso meterse en un boliche

Y ya que el mozo demoraba tanto


Ellos optaron por la confidencia
Extra seca y sin hielo por favor
Cuando llegaron a su casa, la de ella,
Ya el frío estaba en sus labios ,los de él,
De modo que ella fábula y augurio
Le dio refugio y café instantáneos

Una hora apenas de biografía y nostalgias


Hasta que al fin sobrevino un silencio
Como se sabe en estos casos es bravo
Decir algo que realmente no sobre

Él probó sólo falta que me quede a dormir


Y ella probó por qué no te quedas
Y él no me lo digas dos veces
Y ella bueno por qué no te quedas
De manera que él se quedó en principio
A besar sin usura sus pies fríos, los de ella,
Después ella besó sus labios, los de él,
Que a esa altura ya no estaban tan fríos
Y sucesivamente así
Mientras los grandes temas
Dormían el sueño que ellos no durmieron.
Pies Hermosos

La mujer que tiene los pies hermosos


Nunca podrá ser fea
Mansa suele subirle la belleza
Por totillos pantorrillas y muslos
Demorarse en el pubis
Que siempre ha estado más allá de todo canon
Rodear el ombligo como a uno de esos timbres
Que si se les presiona tocan Para Elisa
Reivindicar los lúbricos pezones a la espera
Entreabir los labios sin pronunciar saliva
Y dejarse querer por los ojos espejo
La mujer que tiene los pies hermosos
Sabe vagabundear por la tristeza.

315
Por Siempre

Si la esmeralda se opacara,
Si el oro perdiera su color,
Entonces, se acabaría
Nuestro amor.

Si el sol no calentara,
Si la luna no existiera,
Entonces, no tendría
Sentido vivir en esta tierra
Como tampoco tendría sentido
Vivir sin mi vida,
La mujer de mis sueños,
La que me da la alegría...

Si el mundo no girara
O el tiempo no existiese,
Entonces, jamás moriría
Jamás morirías
Tampoco nuestro amor...
Pero el tiempo no es necesario
Nuestro amor es eterno
No necesitamos del sol
De la luna o los astros
Para seguir amándonos...

Si la vida fuera otra


Y la muerte llegase
Entonces, te amaría
Hoy, mañana...
Por siempre...
Todavía.
Te Quiero

Tus manos son mi caricia


Mis acordes cotidianos
Te quiero porque tus manos
Trabajan por la justicia

Si te quiero es porque sos


Mi amor mi cómplice y todo
Y en la calle codo a codo
Somos mucho más que dos

Tus ojos son mi conjuro


Contra la mala jornada
Te quiero por tu mirada
Que mira y siembra futuro

Tu boca que es tuya y mía


Tu boca no se equivoca
Te quiero porque tu boca
Sabe gritar rebeldía

Si te quiero es porque sos


Mi amor mi cómplice y todo
Y en la calle codo a codo
Somos mucho más que dos

Y por tu rostro sincero


Y tu paso vagabundo
Y tu llanto por el mundo
Porque sos pueblo te quiero

Y porque amor no es aureola


Ni cándida moraleja
Y porque somos pareja
Que sabe que no está sola

Te quiero en mi paraíso
Es decir que en mi país
La gente viva feliz
Aunque no tenga permiso

Si te quiero es porque sos


Mi amor mi cómplice y todo
Y en la calle codo a codo
Somos mucho más que dos.

317
Utopías

Cómo voy a creer / dijo el fulano


Que el mundo se quedó sin utopías

Cómo voy a creer


Que la esperanza es un olvido
O que el placer una tristeza

Cómo voy a creer / dijo el fulano


Que el universo es una ruina
Aunque lo sea
O que la muerte es el silencio
Aunque lo sea

Cómo voy a creer


Que el horizonte es la frontera
Que el mar es nadie
Que la noche es nada

Cómo voy a creer / dijo el fulano


Que tu cuerpo / mengana
No es algo más de lo que palpo
O que tu amor
Ese remoto amor que me destinas
No es el desnudo de tus ojos
La parsimonia de tus manos
Cómo voy a creer / mengana austral
Que sos tan sólo lo que miro
Acaricio o penetro

Cómo voy a creer / dijo el fulano


Que la útopia ya no existe
Si vos / mengana dulce
Osada / eterna
Si vos / sos mi utopía.
... Y Otros Más

319
Ama Amor (Raquel Jarodowski)

Ama, amor
mientras yo estoy lejos.
Dentro de mi sostengo tu rostro inigualable
y le doy la eternidad.
Creces en mi. No cambias.
Sólo el amor da el rostro de lo eterno.
Besa otras bocas
tan bellas como la mía
mientras estoy lejos.
No dejes que el tiempo
torne de agua tu mirada de animal
y seque tus cabellos y ponga puntos blancos
en tu cien dorada y vuelva de paja
tus cabellos como los locos.
Amame, amor
mientras estoy lejos.
No sea que se te olvide el ejercicio de dar.
Amor Eterno (Gustavo Adolfo Bécquer)

Podrá nublarse el sol eternamente;


Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.

321
Besos (Gabriela Mistral)

Hay besos que pronuncian por sí solos


La sentencia de amor condenatoria,
Hay besos que se dan con la mirada
Hay besos que se dan con la memoria.

Hay besos silenciosos, besos nobles


Hay besos enigmáticos, sinceros
Hay besos que se dan sólo las almas
Hay besos por prohibidos, verdaderos.

Hay besos que calcinan y que hieren,


Hay besos que arrebatan los sentidos,
Hay besos misteriosos que han dejado
Mil sueños errantes y perdidos.

Hay besos problemáticos que encierran


Una clave que nadie ha descifrado,
Hay besos que engendran la tragedia
Cuantas rosas en broche han deshojado.

Hay besos perfumados, besos tibios


Que palpitan en íntimos anhelos,
Hay besos que en los labios dejan huellas
Como un campo de sol entre dos hielos.

Hay besos que parecen azucenas


Por sublimes, ingenuos y por puros,
Hay besos traicioneros y cobardes,
Hay besos maldecidos y perjuros.

Judas besa a Jesús y deja impresa


En su rostro de Dios, la felonía,
Mientras la Magdalena con sus besos
Fortifica piadosa su agonía.

Desde entonces en los besos palpita


El amor, la traición y los dolores,
En las bodas humanas se parecen
A la brisa que juega con las flores.

Hay besos que producen desvaríos


De amorosa pasión ardiente y loca,
Tú los conoces bien son besos míos
Inventados por mí, para tu boca.

Besos de llama que en rastro impreso


Llevan los surcos de un amor vedado,
Besos de tempestad, salvajes besos
Que solo nuestros labios han probado.

¿Te acuerdas del primero...? Indefinible;


Cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
Y en los espasmos de emoción terrible,
Llenáronse de lágrimas tus ojos.

¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso


Te vi celoso imaginando agravios,
Te suspendí en mis brazos... Vibró un beso,
Y qué viste después...? Sangre en mis labios.

Yo te enseñé a besar: los besos fríos


Son de impasible corazón de roca,
Yo te enseñé a besar con besos míos
Inventados por mí, para tu boca.

323
Bouquet (Rubén Darío)

Un poeta egregio del país de Francia,


Que con versos áureos alabó el amor,
Formó un ramo armónico, lleno de elegancia,
En su Sinfonía en Blanco Mayor.

Yo por ti formara, Blanca deliciosa,


El regalo lírico de un blanco bouquet,
Con la blanca estrella, con la blanca rosa
Que en los bellos parques del azul se ve.

Hoy que tú celebras tus bodas de nieve


(tus bodas de virgen con el sueño son),
Todas sus blancuras Primavera llueve
Sobre la blancura de tu corazón.

Cirios, cirios blancos, blancos, blancos lirios,


Cuello de los cisnes, margarita en flor,
Galas de la espuma, ceras de los cirios
Y estrellas celestes tienen tu color.

Yo, al enviarte versos, de mi vida arranco


La flor que te ofrezco, blanco serafín.
¡Mira cómo mancha tu corpiño blanco
La más roja rosa que hay en tu jardín!
Daguerrotipo De Una Desconocida (Elíseo Diego)

Esa muchacha que en el daguerrotipo está mirándonos,


que no sabemos quién fue ni cómo se llamaba;
esa muchacha tan deliciosamente fresca bajo su blusa de encajes
frágil como el temblor del pájaro que una vez hemos tenido en la mano;
el óvalo de cuya cara nos hiere de belleza,
las líneas de cuyas manos dibujan la esperanza o la ternura;
esa muchacha está en peligro, ya ven, y no se da ni cuenta.
El día se le está yendo como el aroma escapa de la rosa,
el nombre se le está yendo como está yéndose la música, no se da cuenta.
Sólo un instante más y ya no podremos ampararla, no podremos;
el rumor de su falda se ocultará en la sombra de los márgenes;
ligera se habrá ido como si no tuviese un cuidado en el mundo y
en su lugar habrá cosas sin alma que el polvo aquieta
con la punta de sus dedos.
No estará la muchacha, la perfección, la gloria de la luz, sino su imagen
manchada ya, tocada ya, como por una mosca, por la fecha.
Es demasiado joven para el odio del tiempo.

325
De Sobremesa (Luis Carlos López)

Se vive, amada mía,


según y cómo... Yo
por la mañana tengo hipocondría
y por la noche bailo un rigodón.

¿Y qué? Pura ironía


del hígado, muchacha. En el amor
y en otras cosas de menor cuantía
todo depende de la digestión.

Que no fume, que olvide la lectura,


que no maldiga en ratos de amargura
y mil consejos más de este jaez,

como si se pudiera
vivir a la manera
de las calles tiradas a cordel.
Dos Palabras (Alfonsina Storni)

Esta noche al oído me has dicho dos palabras


Comunes. Dos palabras cansadas
De ser dichas. Palabras
Que de viejas son nuevas.

Dos palabras tan dulces que la luna que andaba


Filtrando entre las ramas
Se detuvo en mi boca. Tan dulces dos palabras
Que una hormiga pasea por mi cuello y no intento
Moverme para echarla.

Tan dulces dos palabras


?Que digo sin quererlo? ¡oh, qué bella, la vida!?
Tan dulces y tan mansas
Que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman.

Tan dulces y tan bellas


Que nerviosos, mis dedos,
Se mueven hacia el cielo imitando tijeras.
Oh, mis dedos quisieran
Cortar estrellas.

327
En Horas De Insomnio (Miguel De Unamuno)

Me voy de aquí, no quiero más oírme;


de mi voz toda voz suéname a eco,
ya falta así de confesor, si peco
se me escapa el poder arrepentirme.

No hallo fuera de mí en que me afirme


nada de humano y me resulto hueco;
si esta cárcel por otra al fin no trueco
en mi vacío acabaré de hundirme.

Oh triste soledad, la del engaño


de creerse en humana compañía
moviéndose entre espejos, ermitaño.

He ido muriendo hasta llegar al día


en que espejo de espejos, soy me extraño
a mí mismo y descubro no vivía.
Esta Noche Soñaba (Teófilo de Viau)

Esta noche soñaba que Filis retornaba.


Tan bella como siempre al resplandor del día,
deseaba que su sombra conmigo se acostara
y que yo, como Ixión, abrazara una nube.

En mi lecho su sombra se deslizó desnuda.


Y me dijo: Damón, heme aquí de regreso,
Yo sólo embellecí en ese triste sitio
Donde desde mi marcha la suerte me retuvo.

"¡Vengo a besar de nuevo al más hermoso amante,


Vengo para morir de nuevo en tus abrazos!"
Y cuando su fantasma agotó en mis ardores.

Me dijo: "¡Adiós! Me voy a estar entre los muertos.


Como te has alabado de poseer mi cuerpo,
Podrás ahora alabarte de poseer mi alma."

329
Esta Tarde (Alfonsina Storni)

Ahora quiero amar algo lejano...


Algún hombre divino
Que sea como un ave por lo dulce,
Que haya habido mujeres infinitas
Y sepa de otras tierras, y florezca
La palabra en sus labios, perfumada:
Suerte de selva virgen bajo el viento...

Y quiero amarlo ahora. Está la tarde


Blanda y tranquila como espeso musgo,
Tiembla mi boca y mis dedos finos,
Se deshacen mis trenzas poco a poco.

Siento un vago rumor... Toda la tierra


Está cantando dulcemente... Lejos
Los bosques se han cargado de corolas,
Desbordan los arroyos de sus cauces
Y las aguas se filtran en la tierra
Así como mis ojos en los ojos
Que estoy sonañdo embelesada...

Pero
Ya está bajando el sol de los montes,
Las aves se acurrucan en sus nidos,
La tarde ha de morir y él está lejos...
Lejos como este sol que para nunca
Se marcha y me abandona, con las manos
Hundidas en las trenzas, con la boca
Húmeda y temblorosa, con el alma
Sutilizada, ardida en la esperanza
De este amor infinito que me vuelve
Dulce y hermosa...
Expectación (Amado Nervo)

Siento que algo solemne va a llegar a mi vida.


¿Es acaso la muerte? ¿Por ventura el amor?
Palidece mi rostro, mi alma está conmovida,
y sacude mis miembros un sagrado temblor.

Siento que algo sublime va a encarnar en mi barro


en el mísero barro de mi pobre existir.
Una chispa celeste brotará del guijarro,
y la púrpura augusta va el harapo a teñir.

Siento que algo solemne se aproxima, y me hallo


todo trémulo; mi alma de pavor llena está.
Que se cumpla el destino, que Dios dicte su fallo,
para oír la palabra que el abismo dirá.

331
Francesca (Ezra Pound)

Tu saliste de la noche
Y había flores en tus manos,
Ahora saldrás de entre un barullo de gente,
De entre un tumulto de conversaciones sobre ti.

Yo que te había visto entre las cosas prístinas


Me encolericé cuando decían tu nombre
En sitios ordinarios.
Quisiera que las olas frescas cubrieran mi mente,
Y que el mundo se agostara como una hoja seca,
O como semillas de 'diente-de-león' fuese lanzado,

Para que pueda encontrarte de nuevo,


¡ Sola!
La Caricia Perdida (Alfonsina Storni)

Se me va de los dedos la caricia sin causa,


Se me va de los dedos... En el viento, al pasar,
La caricia que vaga sin destino ni objeto,
La caricia perdida ¿quién la recogerá?

Pude amar esta noche con piedad infinita,


Pude amar al primero que acertara a llegar.
Nadie llega. Están solos los floridos senderos.
La caricia perdida, rodará... Rodará...

Si en los ojos te besan esta noche, viajero,


Si estremece las ramas un dulce suspirar,
Si te oprime los dedos una mano pequeña
Que te toma y te deja, que te logra y se va.

Si no ves esa mano, ni esa boca que besa,


Si es el aire quien teje la ilusión de besar,
Oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
En el viento fundida, ¿me reconocerás?

333
Lo Fatal (Rubén Darío)

Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,


y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,


y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,


y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,

¡y no saber adónde vamos,


ni de dónde venimos!...
Los Amorosos (Jaime Sabines)

Los amorosos callan.


El amor es el silencio más fino,
El más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
Los amorosos son los que se abandonan,
Son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
No encuentran, buscan.

Los amorosos andan como locos


Porque están solos, solos, solos,
Entregándose, dándose a cada rato,
Llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos
Viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
Siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
No esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
Siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
Los que siempre - ¡qué bueno !- han de estar solos.

Los amorosos son la hidra del cuento.


Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
También como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
Porque si se duermen se los comen los gusanos.

En la obscuridad abren los ojos


Y les cae en ellos el espanto.

Encuentran alacranes bajo la sábana


Y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,


Sin Dios y sin diablo.

Los amorosos salen de sus cuevas


Temblorosos, hambrientos,
A cazar fantasmas.

Se ríen de las gentes que lo saben todo,


De las que aman a perpetuidad, verídicamente,
De las que creen en el amor como en una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,


A tatuar el humo, a no irse.

335
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.

Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,


La muerte les fermenta detrás de los ojos,
Y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
En que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,


A mujeres que duermen con la mano en el sexo, complacidas,
A arroyos de aguas tiernas y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
Una canción no aprendida.
Y se van llorando, llorando
La hermosa vida.
Para Una Cubana (Rubén Darío)

Poesía dulce y mística


Busca a la blanca cubana
Que se asomó a la ventana
Como una visión artística.

Misteriosa y cabalística,
Puede dar celos a Diana,
Con su faz de porcelana
De una blancura eucarística.

Llena de un prestigio asiático,


Roja, en el rostro enigmático,
Su boca púrpura finge,

Y al sonreírse vi en ella
El resplandor de una estrella
Que fuese alma de una esfinge.

337
Preludio Para Desnudar A Una Mujer (Vicente Quirarte)

Que esté, de preferencia, muy vestida.


Por eso es importante que las medias
Sigan cada contorno de sus muslos; que disfruten
La pericia, el estilo del tornero
Que supo darles curva de manzana,
Maduración de fruto al punto de caída.

Goza de la tela perfumada


Encima de los jabones y los ríos.

Acaríciala encima: su vestido


Es la piel que ha elegido para darte.

Primero las caderas:


Es la estación donde mejor preparas
El viaje y sus sorpresas. Cierra los ojos.

Ya has pasado el estrecho peligroso


Que los manuales llaman la cintura
Y tus manos se cierran en los pechos:
Cómo saben mirar, las ciegas sabias,
El encaje barroco de la cárcel
Que apenas aprisiona dos venados
Encendidos al ritmo de la sangre.

Si los broches y el tiempo lo permiten,


Anula esa defensa: mientras miras sus ojos
Deslízale el sostén. Y si protesta
Es tiempo de estrecharla.

Acércala a tu boca; y en su oído


Dile de las palabras que son mutuas.

En un ritmo creciente, pero lento,


Trabaja con los cierres, las hebillas,
Los bastiones postreros de la plaza.

Aléjate y admírala: es un fruto


Que pronto será parte de tu cuerpo
Y tu sed de morderla es tan urgente
Como la sed del fruto que anhela ser comido.

Has esperado mucho


Y tienes derecho a la violencia.

Deja que la batalla continúe


Y que el amor condene a quien claudique.
Que El Amor No Admite Cuerdas Reflexiones (Rubén Darío)

Señora, Amor es violento,


Y cuando nos transfigura
Nos enciende el pensamiento
La locura.

No pidas paz a mis brazos


Que a los tuyos tienen presos:
Son de guerra mis abrazos
Y son de incendio mis besos;
Y sería vano intento
El tornar mi mente obscura
Si me enciende el pensamiento
La locura.

Clara está la mente mía


De llamas de amor, señora,
Como la tienda del día
O el palacio de la aurora.
Y el perfume de tu ungüento
Te persigue mi ventura,
Y me enciende el pensamiento
La locura.

Mi gozo tu paladar
Rico panal conceptúa,
Como en el santo Cantar:
Mel et lac sub lingua tua.
La delicia de tu aliento
En tan fino vaso apura,
Y me enciende el pensamiento
La locura.

339
Tu Dulzura (Alfonsina Storni)

Camino lentamente por la senda de acacias,


Me perfuman las manos sus pétalos de nieve,
Mis cabellos se inquietan bajo céfiro leve
Y el alma es como espuma de las aristocracias.

Genio bueno: este día conmigo te congracias,


Apenas un suspiro me torna eterna y breve...
¿Voy a volar acaso ya que el alma se mueve?
En mis pies cobran alas y danzan las tres Gracias.

Es que anoche tus manos, en mis manos de


fuego,
Dieron tantas dulzuras a mi sangre, que luego,
Llenóseme la boca de mieles perfumadas.

Tan frescas que en la limpia madrugada de Estío


Mucho temo volverme corriendo al caserío
Prendidas en mis labios mariposas doradas.
... Apartes o Retazos

341
Albert Camus - El Mito De Sísifo

“No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: es el suicidio.


Juzgar que la vida vale o no vale la pena de ser vivida es contestar a la cuestión fundamental
de la filosofía […]. Un acto como éste se prepara en el silencio del corazón, lo mismo que una
gran obra.”

Albert Camus – El Extranjero

“Aun en el banquillo de los acusados es siempre interesante oír hablar de uno mismo.”

Fernando Pessoa – Libro Del Desasosiego

“He nacido en un tiempo en que la mayoría de los jóvenes habían perdido la creencia en Dios,
por la misma razón que sus mayores la habían tenido: sin saber por qué. Y entonces, porque
el espíritu humano tiende naturalmente a criticar porque siente, y no porque piensa, la
mayoría de los jóvenes ha escogido a la Humanidad como sucedáneo de Dios. Pertenezco, sin
embargo, a esa especie de hombres que están siempre al margen de aquello a lo que
pertenecen, no ven sólo la multitud de la que son, sino también los grandes espacios que hay
al lado. Por eso no he abandonado a Dios tan ampliamente como ellos ni he aceptado nunca a
la Humanidad. He considerado que Dios, siendo improbable, podría ser; pudiendo, pues, ser
adorado; pero que la Humanidad, siendo una mera idea biológica, y no significando más que la
especie animal humana, no era más digna de adoración que cualquier otra especie animal.
Este culto de la Humanidad, con sus ritos de Libertad e Igualdad, me ha parecido siempre una
resurrección de los cultos antiguos, en que los animales eran como dioses, o los dioses tenían
cabezas de animales.
Así, no sabiendo creer en Dios, y no pudiendo creer en una suma de animales, me he
quedado, como otros de la orilla de las gentes, en esa distancia de todo a que comúnmente
se llama la Decadencia. La Decadencia es la pérdida total de la inconsciencia; porque la
inconsciencia es el fundamento de la vida. El corazón, si pudiese pensar, se pararía.”
Contenido

Cesar Vallejo............................................................................................................................................... 1
Ágape.............................................................................................................................................................................................................. 2
Amor ............................................................................................................................................................................................................... 3
Amor Prohibido ......................................................................................................................................................................................... 4
Ausente ......................................................................................................................................................................................................... 5
Bordas De Hielo ......................................................................................................................................................................................... 6
Capitulación ................................................................................................................................................................................................. 7
Considerando En Frío, Imparcialmente......................................................................................................................................... 8
Desnudo En Barro .................................................................................................................................................................................... 9
El Tálamo Eterno ................................................................................................................................................................................... 10
El Poeta A Su Amada ........................................................................................................................................................................... 11
En El Rincón Aquel ................................................................................................................................................................................ 12
Espergesia ................................................................................................................................................................................................. 13
Fresco .......................................................................................................................................................................................................... 14
Heces............................................................................................................................................................................................................ 15
Hoy Me Gusta La Vida Mucho Menos… ....................................................................................................................................... 16
Idilio Muerto ............................................................................................................................................................................................. 17
La Copa Negra ......................................................................................................................................................................................... 18
Los Anillos Fatigados ........................................................................................................................................................................... 19
Los Dados Eternos ................................................................................................................................................................................ 20
Los Heraldos Negros ............................................................................................................................................................................ 21
Los Nueve Monstruos ......................................................................................................................................................................... 22
Me Viene, Hay Días, Una Gana Ubérrima, Política... .............................................................................................................. 24
Mentira ........................................................................................................................................................................................................ 25
Para El Alma Imposible De Mi Amada .......................................................................................................................................... 26
Piedra Negra Sobre Una Piedra Blanca ...................................................................................................................................... 27
Setiembre .................................................................................................................................................................................................. 28
Sermón Sobre La Muerte .................................................................................................................................................................. 29
Rainer Maria Rilke ...................................................................................................................................30
A Veces Ella Siente................................................................................................................................................................................ 31
Cielo .............................................................................................................................................................................................................. 32
En Lo Más Cruel De Tu Invierno... .................................................................................................................................................. 33
Era El Día... ................................................................................................................................................................................................. 34
Espergesia ................................................................................................................................................................................................. 35
Final............................................................................................................................................................................................................... 36
Hora Grave ................................................................................................................................................................................................ 37
La Vida, No Intentes... .......................................................................................................................................................................... 38
La Soledad ................................................................................................................................................................................................. 39
Las Comulgantes.................................................................................................................................................................................... 40
Los Achantis ............................................................................................................................................................................................. 41
Los Anillos Fatigados ........................................................................................................................................................................... 42
Muchachas ................................................................................................................................................................................................ 43
Muchacho .................................................................................................................................................................................................. 44
Música .......................................................................................................................................................................................................... 45
¿Por Qué ...? .............................................................................................................................................................................................. 46
Si Yo Hubiera Crecido .......................................................................................................................................................................... 47
Sin Embargo - Aunque Cada Uno.................................................................................................................................................. 48
Señor, Concede A Cada Cual... ........................................................................................................................................................ 49
Tal Es La Nostalgia... ............................................................................................................................................................................. 50
¿ Ves?...Yo Quiero Mucho... ............................................................................................................................................................... 51
Jorge Luis Borges ..................................................................................................................................52
1964 ............................................................................................................................................................................................................. 53
A Quien Ya No Es Joven ..................................................................................................................................................................... 54
Amorosa Anticipación ......................................................................................................................................................................... 55
Ausencia ..................................................................................................................................................................................................... 56
Cercanías .................................................................................................................................................................................................... 57
Despedida .................................................................................................................................................................................................. 58
Doomsday.................................................................................................................................................................................................. 59
El Amenazado .......................................................................................................................................................................................... 60
El Despertar.............................................................................................................................................................................................. 61
El Enamorado .......................................................................................................................................................................................... 62
El Juego ...................................................................................................................................................................................................... 63
El Suicida .................................................................................................................................................................................................... 64
Elegía Del Recuerdo Imposible ........................................................................................................................................................ 65
Elogio De La Sombra ............................................................................................................................................................................ 66

343
Jactancia De Quietud........................................................................................................................................................................... 67
La Joven Noche ...................................................................................................................................................................................... 68
Límites ......................................................................................................................................................................................................... 69
Mayo 20, 1928........................................................................................................................................................................................ 70
Otro Poema De Los Dones................................................................................................................................................................ 71
Sábados....................................................................................................................................................................................................... 73
Son Los Ríos .............................................................................................................................................................................................. 74
Tríada ........................................................................................................................................................................................................... 75
Trofeo ......................................................................................................................................................................................................... 76
Two English Poems............................................................................................................................................................................... 77
Una Despedida ........................................................................................................................................................................................ 78
Cesare Pavese .........................................................................................................................................79
Creación...................................................................................................................................................................................................... 80
Dos Poesías A T. ..................................................................................................................................................................................... 81
In The Morning You Always Come Back .................................................................................................................................... 82
Sueño ........................................................................................................................................................................................................... 83
Vendrá La Muerte Y Tendrá Tu Ojos .......................................................................................................................................... 84
Verano (1o.) .............................................................................................................................................................................................. 85
Charles Baudelaire.................................................................................................................................86
A La Que Es Demasiado Alegre ...................................................................................................................................................... 87
A Una Que Pasa ...................................................................................................................................................................................... 88
El Enemigo ................................................................................................................................................................................................ 89
El Leteo ....................................................................................................................................................................................................... 90
El Spleen De París – Poema No.1 – El Extranjero................................................................................................................. 91
El Spleen De París – Poema No.3 – El «Yo Pecador» Del Artista .................................................................................. 92
El Spleen De París – Poema No.10 - A La Una De La Mañana ......................................................................................... 93
El Spleen De París – Poema No.16 – El Reloj........................................................................................................................... 94
El Spleen De París – Poema No.17 – Un Hemisferio En Una Cabellera...................................................................... 95
El Spleen De París – Poema No.33 - Embriagaos .................................................................................................................. 96
La Mala Suerte......................................................................................................................................................................................... 97
Las Alhajas................................................................................................................................................................................................. 98
Spleen .......................................................................................................................................................................................................... 99
Octavio Paz ............................................................................................................................................ 100
Atrás De La Memoria .........................................................................................................................................................................101
Bajo Tu Clara Sombra........................................................................................................................................................................102
Cuerpo A La Vista ................................................................................................................................................................................105
Dos Cuerpos ...........................................................................................................................................................................................106
El Cántaro Roto ....................................................................................................................................................................................107
El Desconocido ......................................................................................................................................................................................110
Entrada En Materia.............................................................................................................................................................................111
Escrito Con Tinta Verde...................................................................................................................................................................114
Más Allá Del Amor ...............................................................................................................................................................................115
Olvido .........................................................................................................................................................................................................116
Piedra De Sol ..........................................................................................................................................................................................117
Relámpago En Reposo ......................................................................................................................................................................130
Soliloquio De Medianoche ...............................................................................................................................................................131
Tus Ojos ....................................................................................................................................................................................................133
Paul Eluard ............................................................................................................................................. 134
Aire Vivo ...................................................................................................................................................................................................135
Certeza......................................................................................................................................................................................................136
Dedicatoria ..............................................................................................................................................................................................137
Dominique Hoy Presente.................................................................................................................................................................138
La Muerte El Amor La Vida .............................................................................................................................................................140
Nosotros Dos .........................................................................................................................................................................................142
Pero Ella ....................................................................................................................................................................................................143
Pronta Para Los Besos Resucitadores ......................................................................................................................................144
Repeticiones Muy Cerca Del Sueño Exigente .......................................................................................................................145
Retrato En Tres Cuadros.................................................................................................................................................................146
Viva Y Muerta Separada...................................................................................................................................................................147
Yo Te He Imaginado ...........................................................................................................................................................................148
Federico Garcia Lorca ....................................................................................................................... 149
Alba .............................................................................................................................................................................................................150
El Poeta Pide A Su Amor Que Le Escriba ................................................................................................................................151
Romance Sonámbulo .........................................................................................................................................................................152
Miguel Rash Isla .................................................................................................................................... 154
Amor Errante ........................................................................................................................................................................................155
Dedicatoria ..............................................................................................................................................................................................156
De Bohemia.............................................................................................................................................................................................157
Dualidad Fatal ........................................................................................................................................................................................158
Eclipse ........................................................................................................................................................................................................159
Edén De Los Edenes...........................................................................................................................................................................160
El Nido........................................................................................................................................................................................................161
El Retrato De La Amada ...................................................................................................................................................................162
El Secreto ................................................................................................................................................................................................163
El Tesoro ..................................................................................................................................................................................................164
Elogio Primaveral .................................................................................................................................................................................165
Espasmo ...................................................................................................................................................................................................166
Grito De Amor .......................................................................................................................................................................................167
Iniciación ...................................................................................................................................................................................................168
Las Manzanas Del Edén.....................................................................................................................................................................169
Obsesión ...................................................................................................................................................................................................170
Silueta ........................................................................................................................................................................................................171
Tu Boca .....................................................................................................................................................................................................172
Tus Ojos ....................................................................................................................................................................................................173
Tu Palidez.................................................................................................................................................................................................174
Valse Nocturno .....................................................................................................................................................................................175
Julio Cortázar ....................................................................................................................................... 176
Dadora De Las Playas.........................................................................................................................................................................177
Tu Más Profunda Piel ........................................................................................................................................................................178
Fernando Pessoa ................................................................................................................................ 180
Abdicación ...............................................................................................................................................................................................181
Autopsicografía....................................................................................................................................................................................182
Cada Palabra Dicha Es La Voz De Un Muerto... .....................................................................................................................183
Como Si Cada Beso .............................................................................................................................................................................184
Pasó La Diligencia.................................................................................................................................................................................185
Es Tal Vez El Último Día de Mi Vida ............................................................................................................................................186
Letanía .......................................................................................................................................................................................................187
Magníficat................................................................................................................................................................................................188
Tabaquería ( Estanco ) ......................................................................................................................................................................189
Francisco de Quevedo ..................................................................................................................... 193
Ah De La Vida.........................................................................................................................................................................................194
A Una Dama Bizca Y Hermosa.......................................................................................................................................................195
Amor Constante Más Allá De La Muerte .................................................................................................................................196
Definición Del Amor ...........................................................................................................................................................................197
Halla En La Causa De Su Amor Todos Los Bienes ...............................................................................................................198
Lamentación Amorosa .....................................................................................................................................................................199
Prevención Para La Vida Y Para La Muerte ...........................................................................................................................200
C.P. Cavafis............................................................................................................................................. 201
Con Placer ...............................................................................................................................................................................................202
Días De 1903 ..........................................................................................................................................................................................203
Entregue A Mi Arte ............................................................................................................................................................................204
La Ciudad..................................................................................................................................................................................................205
Media Hora ..............................................................................................................................................................................................206
"Nous N'Osons Plus Chanter Les Roses" ...................................................................................................................................207
Si Me Amaras .........................................................................................................................................................................................208
Turbación.................................................................................................................................................................................................209
Vuelve ........................................................................................................................................................................................................210
Álvaro Mutis .......................................................................................................................................... 211
Amén ..........................................................................................................................................................................................................212
Batallas Que Hubo ...............................................................................................................................................................................213
Canción Del Este ..................................................................................................................................................................................214
Cita ..............................................................................................................................................................................................................215
Lied Marino..............................................................................................................................................................................................216
Sonata .......................................................................................................................................................................................................217
Un Bel Morir ............................................................................................................................................................................................218
Leon De Greiff...................................................................................................................................... 219
Cancioncilla..............................................................................................................................................................................................220
Relato De Sergio Stepansky ...........................................................................................................................................................221
Guillermo Valencia .............................................................................................................................. 223
Hay Un Instante ....................................................................................................................................................................................224
Nihil..............................................................................................................................................................................................................225
Porfirio Barba Jacob ......................................................................................................................... 226
Canción De La Vida Profunda........................................................................................................................................................227
Carbunclos...............................................................................................................................................................................................228
Futuro .......................................................................................................................................................................................................229
El Espejo ...................................................................................................................................................................................................230
Este Amor ...............................................................................................................................................................................................231

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El Rastro En La Arena ........................................................................................................................................................................233
La Carne Ardiente ...............................................................................................................................................................................234
La Reina .....................................................................................................................................................................................................235
Momento .................................................................................................................................................................................................236
Un Hombre ..............................................................................................................................................................................................237
Jacques Prevert .................................................................................................................................. 238
Alicante .....................................................................................................................................................................................................239
Arenas Movedizas ...............................................................................................................................................................................240
Canción Del Pajarero .........................................................................................................................................................................241
Canción .....................................................................................................................................................................................................242
Canción Del Carcelero .......................................................................................................................................................................243
El Jardín ....................................................................................................................................................................................................244
El Tiempo Perdido ...............................................................................................................................................................................245
Inmenso Y Rojo .....................................................................................................................................................................................246
Lamento De Vincent ..........................................................................................................................................................................247
Mujer De Acero ....................................................................................................................................................................................248
Para Ti Amor Mío .................................................................................................................................................................................249
Para Hacer El Retrato De Un Pájaro ..........................................................................................................................................250
Paris At Night ........................................................................................................................................................................................251
Soy Como Soy .......................................................................................................................................................................................252
Paul Verlaine.......................................................................................................................................... 253
Cansancio ( Poemas Saturnianos IV)..........................................................................................................................................254
Deseo ( Poemas Saturnianos IV) ..................................................................................................................................................255
Sensatez XXII ..........................................................................................................................................................................................256
José Asunción Silva............................................................................................................................ 257
A Ti (1) .......................................................................................................................................................................................................258
A Ti (2) .......................................................................................................................................................................................................259
Cápsulas ....................................................................................................................................................................................................260
Crepúsculo ..............................................................................................................................................................................................261
Enfermedades De La Niñez ............................................................................................................................................................262
El Mal Del Siglo.......................................................................................................................................................................................263
La Respuesta De La Tierra ..............................................................................................................................................................264
Nocturnos................................................................................................................................................................................................265
Madrigal ....................................................................................................................................................................................................268
Melancolía ................................................................................................................................................................................................269
Gonzalo Arango ................................................................................................................................... 270
Elegía A Desquite .................................................................................................................................................................................271
Muerte, No Seas Mujer .....................................................................................................................................................................273
No Soy Codicioso Ni Avaro Con Lo Que Amo .......................................................................................................................275
Pablo Neruda ........................................................................................................................................ 276
Amor ..........................................................................................................................................................................................................277
Bella.............................................................................................................................................................................................................278
El Viento En La Isla ..............................................................................................................................................................................280
En Ti La Tierra .......................................................................................................................................................................................281
Farewell (5) .............................................................................................................................................................................................282
El Hondero Entusiasta (No.4) ........................................................................................................................................................283
El Hondero Entusiasta (No.8) ........................................................................................................................................................285
Esclava Mía ..............................................................................................................................................................................................286
Mi Muchacha Salvaje ..........................................................................................................................................................................287
Oda Al Amor ...........................................................................................................................................................................................288
Llénate De Mí .........................................................................................................................................................................................290
Sí Tu Me Olvidas....................................................................................................................................................................................292
Veinte Poemas De Amor ( No.5 ).................................................................................................................................................293
Veinte Poemas De Amor (No.7 ) ..................................................................................................................................................294
Veinte Poemas De Amor (No.10 ) ...............................................................................................................................................295
Veinte Poemas De Amor (No.12 ) ...............................................................................................................................................296
Veinte Poemas De Amor (No.14 ) ...............................................................................................................................................297
Veinte Poemas De Amor (No.15 ) ...............................................................................................................................................298
Veinte Poemas De Amor (No.18 ) ...............................................................................................................................................299
Veinte Poemas De Amor (No.20 ) ...............................................................................................................................................300
La Canción Desesperada ..................................................................................................................................................................301
Y Porque Amor Combate ................................................................................................................................................................303
Mario Benedetti .................................................................................................................................. 305
Amor De Tarde .....................................................................................................................................................................................306
Asunción De Ti ......................................................................................................................................................................................307
Bienvenida ...............................................................................................................................................................................................310
Corazón, Coraza ...................................................................................................................................................................................311
Hagamos Un Trato ..............................................................................................................................................................................312
Informe Sobre Caricias .....................................................................................................................................................................313
Los Formales Y El Frío .......................................................................................................................................................................314
Pies Hermosos .......................................................................................................................................................................................315
Por Siempre ............................................................................................................................................................................................316
Te Quiero .................................................................................................................................................................................................317
Utopías ......................................................................................................................................................................................................318
... Y Otros Más ....................................................................................................................................... 319
Ama Amor (Raquel Jarodowski) ...................................................................................................................................................320
Amor Eterno (Gustavo Adolfo Bécquer) ................................................................................................................................321
Besos (Gabriela Mistral).....................................................................................................................................................................322
Bouquet (Rubén Darío) .....................................................................................................................................................................324
Daguerrotipo De Una Desconocida (Elíseo Diego) .............................................................................................................325
De Sobremesa (Luis Carlos López) ..............................................................................................................................................326
Dos Palabras (Alfonsina Storni) ....................................................................................................................................................327
En Horas De Insomnio (Miguel De Unamuno)........................................................................................................................328
Esta Noche Soñaba (Teófilo de Viau) ........................................................................................................................................329
Esta Tarde (Alfonsina Storni) ........................................................................................................................................................330
Expectación (Amado Nervo) .........................................................................................................................................................331
Francesca (Ezra Pound)....................................................................................................................................................................332
La Caricia Perdida (Alfonsina Storni) .........................................................................................................................................333
Lo Fatal (Rubén Darío) .......................................................................................................................................................................334
Los Amorosos (Jaime Sabines) .....................................................................................................................................................335
Para Una Cubana (Rubén Darío) ...................................................................................................................................................337
Preludio Para Desnudar A Una Mujer (Vicente Quirarte) ...............................................................................................338
Que El Amor No Admite Cuerdas Reflexiones (Rubén Darío) ......................................................................................339
Tu Dulzura (Alfonsina Storni) ........................................................................................................................................................340
... Apartes o Retazos ......................................................................................................................... 341
Albert Camus - El Mito De Sísifo..................................................................................................................................................342
Albert Camus – El Extranjero .......................................................................................................................................................342
Fernando Pessoa – Libro Del Desasosiego.............................................................................................................................342

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