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El Sentido de La Historia Vico

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KARL LOWITH EL SENTIDO DE LA HISTORIA IMPLICACIONES TEOLOGICAS DE LA FILOSOFIA DE LA HISTORIA Traduccisn del inglés por JUSTO FERNANDEZ BUJAN @ AGUILAR MADRID - 1956 vi vico ‘A gran crisis en nuestro entendimiento de la Hi toria, que ha tenido Ingar en el tiempo que me- dia entre Voltaire y Bossuet, tiene su més notable e importante representante en el italiano Giambattista Vico (1688-1744), tan pobre y modesto en su vida privada como rico y grande por ser el au- tor de una Nueva Ciencia (1). Esta es un sistema de fragmentos, un inmenso proyecto de historia univer- eal comparada, en que cada parte comienza de nuevo con los principios del todo. Consecuentemente, ¢s con (1) Nos referimos ocasionalmente a Ia primera edicién, no traducida (La Sciensa nuova prima), como NSly ¥ gene: ralmente, a la altima edicién (La Scienza nuova seconda) fomo SN. Ambas han sido editadas de la forma wis cuid: dosa por F. Nicolini (Bari, 1931; 3.* ed., 1942). Nuestras ei- 166 frecuencia oscura y redundante, pero su oscuridad es Ja que origina Ia biisqueda y rebusea incesante del genio. La Ciencia Nueva aparecié en su primera edicién en 1725, y en forma completa en 1730, Fué revisada en 1744, cuatro afios antes de la aparicién de El es- piritu de las leyes, de Montesquieu; diez antes que el Ensayo, de Voltaire; cien antes de la Filosofia de la Mitologia y de la Revelacién, de Schelling, y casi dos siglos antes que fuera redescubierta y recono- cida como el avance mas original hacia una Filosofia de la Historia. La obra de Vico es fruto de la biis- queda, a lo largo de toda una vida, en las honduras de la historia de Ia Humanidad. No solamente anti- cipa ideas fundamentales de Herder y Hegel, de Dilthey y Spengler, sino también los ms notables descubrimientos de Ja historia romana, que debemos a Niebuhr y a Mommeen; la teoria de Wolf sobre Homero; la interpretacién de la mitologia de Ba- chofen; Ia reconstruccién de la vida antigua a base de Ja etimologia, de Grimm; el entendimiento histé- rico de las leyes de Savigny; de Ia ciudad antigua y tas de Ie traduccidn inglesa de T. G. Bergin y M. H. Fisch {Cornell University Press, 1948) van hechas con arregio a la fumeracién de los parrafos. La presentacién més completa del pensamiento de Vico es Ia de B. Croce, The Philosophy of G. Vico, traducida por R. G, Collingwood (Nueva York, 1913). Véase también F, Anenis, Introduzione allo studio di Vico (Turin, 1942). Otros dos estudios muy valiosos son Der Aujbau der Weltgeschichte bei Vico, de R. Perens (Berlin, 1929), y «Augustinus und Vicor, que aparecis en Ia serie Geist und Gesellschaft, vol. Il, y Von Denken izber Geschichte (Breslau, 1928). Monografias inglesas sobre Vico son: Vico, Londres, 1884, de R. Fawr, y la mis popular, The Life and Writings of Vico, de H. P. Avans, Londres, 1935. Para ma- yyores referencias, véase Apéndice IV_del libro de Croce. Un ‘comentario revisado y ampliado, de F. Nrcoutnt, que fué pu- blicado primeramente con sa cdicién de la Scienza Nuova seconda de Vico (3 vols., 1911-16) esti en preparacién. N. del E—La Ciencia Nuova, traduccion y prélogo de M. Fuentes Buenot. Buenos Aires, Aguilar, Biblioteca de Ini- ciacién Filoséfiea. 167 del feudalismo, de Fustel de Goulanges, y de Ja lucha de clases de Marx y Sorel (1). Vico fué apenas conocido en su tiempo. Sus con- cepciones resultaron demasiado avanzadas para ejer- cer una influencia inmediata. El inteligente veredicto de un censor real fué que La Ciencia Nueva es una obra “que sefiala una crisis desafortunada en la his- toria de Europa” (2). El mismo Vico, catélico leal, diése apenas cuenta del cardcter revolucionario de su Ciencia Nueva; y aquello que manifiesta al final de su libro—que no se puede poseer ni ciencia ni sa- biduria sin tener piedad—no fué, como algunos in- térpretes modernos pretenden, una concesién a Ia Iglesia, sino pura sinceridad. Al ser publicado el li- bro en Napoles, su difusién fué escasa. Vico escri- bié en carta a un amigo: “Al publicar mi libro en esta ciudad, parece que lo he hecho en un desierto. Evito todos los parajes ptiblicos para no encontrarme con las personas a quienes se lo he enviado, y si por acaso las encuentro, las saludo sin detenermes por- que cuando lo hago, tales gentes no me hacen indica- cidn alguna de haber recibido mi libro, confirmando con ello mi opinién de que lo he publicado en un despoblado.” Y, no obstante, él sabia que habia rea- Jizado algo nuevo y duradero, al esforzarse al ma- ximo—sin consideracién alguna hacia su salud—para penetrar el misterio de la Historia, como Jacobo con Dios. Resultado de este esfuerzo fué la primera cons- truccién empirica de la Historia Universal—de reli- gidn, sociedad, gobiernos, instituciones legales ¢ idio- mas—sobre el principio filoséfico de una ley eterna de desarrollo providencial, que no es ni progresiva y redentora, ni simplemente ciclica y naturel. (7) Marx, que conocié Ia Scienza Nuova, encontré en ella en embrién, el Homero de Wow, la Historia de los emy dores romanos de Niesvnr, los fundamentos de la filologia comparada, y «mas de un destello del genio». Cfr. el articulo de M. Lirsurrz sobre Vico en Philosophy and Prenomeno- logical Research, marzo 1948. (2) Véase Cuoce, op. cit., pag 168 = 212 y se8. Princrios y méropos pe La Crencia NUEVA Hacia el fin de su libro (1), Vico manifiesta audaz- mente que no pudo abstenerse de dar a su libro el envidioso titulo de Ciencia Nueva, “porque seria de- masiado el defraudarlo injustamente de Ja razén que tenia sobre un argumento tan universal como el re- ferente a Ja naturaleza comtin de las naciones”, sub- titulo de sue “Principios de una nueva Ciencia”. ;Cui- Jes son estos principios y endl el nuevo método de su Ciencia? Refiriéndose a sus principales aspectos (2), Vico nos da las siguientes definiciones: 1) “una teologia civil racional'de la providencia”, esto es, una demos- tracién de la divina providencia en Ja historia social, incluyendo tales materias civiles como matrimonio, inhumaciones, leyes, formas de gobierno, Iucha de clases, ete.; 2) una “filosofia de la autoridad”, en par- ticular del origen de la propiedad, ya que los fanda- dores (auctores) de la sociedad humana fueron tam- bién los que instituyeron Ia propiedad, las leyes y las tradiciones; 3) “una historia de las ideas huma- nas”, particularmente de las més antiguas ideas re- Tigioeas de loe hombres acerca del firmamento; 4) “ana critica filoséfica” de las tradiciones religiosas més remotas, en especial de las teogonias; 5) “una historia ideal eterna, recorrida a través de los tiem- pos por las historias de todas las naciones”, exponien- do la tipica configuracién, siempre repetida, del pro- ceso de Ja civilizacién; 6) “un sistema de la ley natural de Jas naciones”, cuya naturalidad se basa en la necesidad y utilidad primitivas; y 7) una cien- cia de los comienzos 0 principios més antiguos y of curos de la “historia profana universal” del mundo de los paganos, interpretando la oculta verdad de las fabulas mitolégicas. En conjunto, La Ciencia Nueva (2) SN, mim, 1096. (2) Id., 385. 169 ves en todos sus aspectos una teologia racional del Tondo civile, el mundo histérico humano, haciendo gran hincapié en toda ella sobre Ia mentalidad priv Mitiva, heroica ¢ imaginativamente religiosa, que Vico consideré como el fundamento creativo de la Hamanidad més apacible y adulterada de las edades riores. repre el lector del siglo xx, familiarizado con la Filosofia del Espiritu objetivo de Hegel y con los intentos mas recientes de una “historia de las ideas” y de la “filosofia de la cultura”, el descubrimiento por nuestro autor del mondo civile como tema de una ciencia particular, puede parecer, como tantos de sus Gescubrimientos, de escasa importancia. No fué ast fa principios del siglo xvi, cuando Ja tinica ciencia verdadera era la nueva ciencia de la naturaleza, de la fisica matemAtica. Para medir el esfuerzo que le costs ‘el establecer la historia, en particular Ia historia sociorreligioea, como una eiencia, no tenemos mas que recordar que cien afios después de Vico, Comte ve esforzaba avin para construir su fisica social sobre el modelo de la ciencia natural y de 1a matemética. La ‘modernidad de la ciencia de Vico debe ser juzgada por la ciencia existente en su tiempo, Ia de los car fesianos, cuya revolucionaria innovacién contaba me- nos de cien afios, cuando Vico se atrevié a recusarla, manteniendo una doctrina opuesta a Ja de los Prin- ‘cipios y del Discurso del Método, de Descartes (1). En Ia primera parte de su Discurso del Método, y de nuevo en las Meditaciones de Prima Filosofia (se traduce habitualmente por Meditaciones Metafisicas), Descartes nos relata la historia de su radical decision a dudar de todo lo que no fuera cierto, al objeto de ‘encontrar, a través de la duda met6dica, la absoluta certidumbre, y, en consecuencia, la verdad cientifica. ‘Tal verdad no puede hallarse en el sentido comin, {l) Véase A. Kors, Entretiens sur Descartes, Nueva York, 1944. 170 en la jurispradencia, en la medicina 0 en Ja elocuen- cia; en el estudio de los idiomas o en las historias y fabulas de los eeeritores y moralistas de la antigiie- dads tampoco en la teologia revelada y en las opi- niones filoséfieas, Todo ello descansa en autoridad tradicional, en ejemplo y costumbre, no en un cono- cimiento cierto. Descartes decidié derrumbar todo el jo de superestructuras espléndidas, al objeto de iniciar de nuevo el trabajo de construccién partiendo de unos cimientos firmes. Diése, no obstante, cuenta de que proyecto tan radical era impracticable en el torreno de los asuntos publicos; ex decir, en el de la reforma del Estado o de una religién establecida, en 1a cual el hombre tiene que depender, en Ia autoridad y el ejemplo, de las tradiciones, y, teéricamente, en la probabilidad, no en Ja certidumbre. El historiador que pretende conocer la antigua historia de Roma, conoce menos de ella que un cocinero en Roma, y conocer latin no es mas que lo que la criada de Ci- cerén conocia. Todo conocimiento basado en la expe- riencia sensorial tiene, pues, que eer descartado, por- que la certidumbre absoluta no puede ser hallada en Jos sentidos, que tan frecuentemente nos engafian. La diminuta, aunque importantisima, certidumbre que Descartes hallé por medio de Ia climinacién, es Ja formal del cogito ergo sum, con sus ideas innatas. Partiendo de aqui, puede ser reconstruido cientifica- mente el mundo fisico mediante las ideas matemati- as, verdadero idioma de la Naturaleza. Siguiendo el modelo, y con arreglo a las normas de la ciencia matemitica y de la certidumbre, Des- cartes traté de reformar la filosofia y todas las cien- cias, Vico, Hegado a la Historia y a la Filosofia, pro- eedente de la Jurisprudencia, puso en tela de juicio el propio criterio de la verdad cartesiana, basindose en que el conocimiento real es un conocimiento cau- sal, 0 lo que es lo mismo, que nosotros conocemos bien solamente aquello que hemos creado o causado. im La verdad o verum es idéntica a Jo creado 0 fac tum (1)3 pero, Zes que ha sido el hombre el que ha ‘creado el mundo natural del cosmos fisico? Solamen- te Dios puede haber tenido un perfecto conocimiento de él, por haberlo ereado, Para nosotros, eriaturas, la Naturaleza permanece necesariamente oscura. La certidumbre cartesiana se refiere solamente a la con- ciencia, no al conocimiento; a un mero cogitare, no aun verdadero intelligere. El hombre puede sola- mente alcanzar un conocimiento perfecto y demos- trable en el terreno de la fiecién matemética, en don- de nosotros, al igual que Dios, creamos nuestros objetos. Estos son, sin embargo, abstracciones que no pueden suministrar un fundamento para una ciencia conereta de la Naturaleza. Pero. {qué diremos acerca de Ia “naturaleza comin de las naciones”, que es la principal preocupacién de la ciencia de Vico? ,Es también oscura, como la naturaleza fisica, o se pre- senta diéfana a nuestra pereepcin? Para contestar a esta pregunta, Vico adopts, y al propio tiempo invierte, Ia duda metsdiea de Descar- tes, afirmando que en medio del “inmenso océano de Ja duda” existe “un pequefiisimo espacio de tierra” en el cual podemos hacer pie firme (2). Este unico espacio de certidumbre, a partir del cual puede y debe continuar Le Ciencia Nueva, es que la conversa- cién de verum y factum viene a ser realmente posible por el hecho indudable de que el mundo histérico ha sido ereado por el hombre. Podemos conocer algo acerca de la Historia, aun sus més impenetrables co- mienzos, porque “en la noche oscura que rodea a la antigiiedad més primitiva... Iuce la luz, eterna ¢ in- extinguible, de una verdad incuestionable: que este mundo de la sociedad civil ha sido ciertamente creado (1) Para un tratamiento detallado de Ia teoria del conoci- miemto de Vico, véase el trabajo de Cuoce, caps. ly hy ‘Apéndice III. Véase también la obra citade de Awzaro, capi- talos Il, IV y V. 2) SNF, wim. 40. 172 por los hombres, y que sus principios, en consecuen- ‘cia, pueden y deben ser encontrados entre las mo- dificaciones de la propia mente humana (1). Tales principios no nos son revelados inmediatamente, pero ‘un esfuerzo de interpretacién constructiva puede ha- cernos Hegar a ellos. Vico confiesa que le ha costado veinticineo afios de ardua meditacién abrirse ca- mino entre los prejuicios del moderno intelectualis- mo y hacerse con la mentalidad precivilizada de la humanidad homérica, en sus leyes, costumbres, idio- mas y religién. Quienuiera que reflexione en esta posibilidad de investigar la Historia Antigua por las modificaciones de la mente humana “no puede me- nos de maravillarse al considerar que los filésofos hayan dedicado todas sus energias al estudio del mun- do de la Naturaleza—pues habiendo sido creado por Dios, solamente El lo conoce—, y que hayan descui- dado el estudio del mundo de las naciones 0 mundo civil, que por haberlo creado los hombres podian confiar en conocer” (2) La Ciencia Nueva, que es al propio tiempo una filosofia y una historia de la hu- manidad, es posible a causa de que la naturaleza del hombre y de las naciones es, en si misma, una natu- raleza humana histérica, no fijada por propiedades fisicas, sine viniendo a ser (de natura = nascen- do) (3) lo que es por una ley y desarrollo histéricos. En consecuencis, nuestra ciencia viene a describir al pro- ‘eterna historia ideal, recorrida en el tiempo de cada nacién, en su aparicién, curso, cién y dessparicidn, En verdad, nosotros vamos tan Iejos hasta ssegurar a quienquiera que medite, (1). SN, ném, 331, Véase también In interpretacién_ esti tice do ein trac debidu gE. Auiaaici, en copracliche Bel ‘Wiige zur Erklirung der Scienza G. Vico», Archivum Ro- manicum, XXI, 1937, pags, 173 (2) Id., 331. (3) Td, 346 y 148, Ctr, el andlisis de Avmmnac del con- cepto de Ia naturaleza de Vico (obra citada, pags. 177 y sgs.). 173 que esta ciencia le contard esta historia ideal eterna, s0- Tamente en cuanto él la hace, por aquella prueba de que edué, es y-tendré que ser». Porque el primer principio indudable antes propaesto es el de que este mundo de las raciones ha sido creado realmente por los hombres, ¥ férmula tiene que derivarse, en consecuencia, de las _mo- dificaciones de nuestra propia meme humana. Y Ia his- toria no puede ser mis cierta que cuando aquél que crea Tas coses cs también el que las describe, De esta forma, nuestra ciencia procede exactamente como la geometria, que al construir con sus elementos, © contemplar el mun- do de la cantidad, ella misma los crea; pero con més realidad que Ia de los érdenes que se ocupan de los asuntos. bnmanos, en los cuales no existen puntos, liness, super ficies ni’ figuras, Y este mismo hecho es un argumento, joh, lector!, de que estas prucbas son de naturaleza um tanto divina, y deben proporcionarte un divine placer, ya que en Dios conocimiento y creacién ton una y la micme cosa (1), Feta conversion de la verdad y de lo ereado, rea- lizada en el entendimiento de la Historia, es lo que liberé a Vico del punto de arranque de Descartes, conduciéndolo hacia la verdad filoséfica de todas aguellas certezas filolégicas que se muestran on el mundo humano de los idiomas, costumbres, leyes ¢ instituciones. Vico no propone de nuevo el ideal car- tesiano de la certidumbre geométriea en el nivel del conocimiento de la Historia, ni renuneia a la verdad cientifiea por la simple verosimilitas o verdad pro- bable de la experiencia. Por lo que lucha realmente es por quebrantar a distincién cartesiana entre vir tud teériea y probabilidad sensorial practica, median- te una dialéctica de lo verdadero y de lo cierto, que anticipa la “verdad ‘de la certidumbre” de Hegel (Wahrheit der Gewissheit) en los primeros parrafos de la Fenomenologia, En consecuencia, eleva la filo- logia, informacién histérica externa, que Descartes tratara con tanto desprecio, al rango de ciencia filo- Q). SN, nim. 349. 14 séfica (1). Establecié la primacia de la “Filosofia de? Espiritu”, como la Hamamos desde Hegel, mediante la refutacién critiea del primado de la ciencia na- tural. La naturaleza fisica es solamente mitad de a rea- iad y la menos importante de ella. De aqui la posi- cién extrafia del Globo en la alegoria con la cual Vico introduce la idea de su obra, En Ja cequina su- perior, a izquierda de aquélla, el ojo de Dios repre senta a la Providencia; en el lado derecho, una mu- jer (Metafisica), sentada sobre el Globo celestial (mundo fisico), contempla a Dios. E] mundo fisico esté soportado por un altar (simbolo de los més vie- jos sacrificios 2 los cielos), en un lado solamente. En el lado izquierdo vemos una estatua de Homero (cl poeta teolégico), que representa la mas vieja sabi- duria del mundo. Un rayo de la divina Providencia une el ojo de Dios con el corazén de la mujer que representa a la Metafisiea, y un segundo rayo une a éta con Homero. El rayo cristiano de la Providencia se une asi, por intermedio de la Metafisica, con Ho- mero, esto es, con el mundo civil de los paganos, ro- deando el mundo fisico de la Naturaleza. En su ex- plicacién, Vico sefiala que la Metafisica contempla a Dios “por encima del orden de las cosas naturales”, a través de las cuales los filésofos las habian contem- plado hasta entonces. Ella contempla “en Dios el mundo de los espiritus humanos”, al objeto de mos- trar su providencia en el mundo de aquéllos, que es el mundo civil o de las naciones. El mundo esta s0- portado, en un lado solamente, por el altar, “porque hasta ahora los filésofos contemplando Ia divina Pro- videncia solamente a través del orden natural, han visto tinicamente una parte de ella... Los fildeofos atin no han contemplado Su providencia en relacién con (1) SN, mims. 7 y 390, Véase «@. Vico und die Idee deie Philologie> en Homenatge @ Antonio Rubid i Lluch, Barce- 115. aquella parte de ella que es més apropiada para los hombres que poseen en su naturaleza la principal pro- piedad: Ja de ser sociales” (1). ; E] lugar preeminente de la Providencia en Ja ale- ®oria de Vico, como también en toda su obra, de- muestra que el principio de verum = factum seria de lo més erréneamente entendido si se interpretara de Ja manera profana moderna, como si Vico quisie- xa decir que el mundo civil del hombre no es nada amés que el producto de sa creatividad espontinea (2). En La Ciencia Nueva primera, y también en Ja segun- da, después de haber establecido su principio, se apresura Vico a afiadir que el redescubrimiento de Jos origenes de la Historia, a través de nuestra propia mente, y de su poder de relacionarlo con su propio pasado, establece ana filosofia del espirita humano “al objeto de conducirnos a Dios, como la eterna pro- videncia”, | La Ultima seccién del primer libro trata explicita- mente de la Providencia como perfeccién de los prin- vendri a ser, naturalmente, ‘eel pulso natoral del organismo #0 (2) SN, mime. 1089 y ss. (4) 12., nim. 261. Che, también nim. 243. 19r an remedio dentro mismo de la nacién, con un diri- gente como Augusto, o en el exterior, permitiendo que Ia nacién, si es incapaz de gobernarse a si misma, sea conquistada y subyugada por algin pueblo ox- traio. “Pero si la altima enfermedad civil corrompe a Jos pueblos y éstos no logran ponerse de acuerdo en Ia eleccién de un monarea de entre ellos y tampoco se produce su conquista y guarda por naciones ex- tranjeras mejores, entonces Ia providencia tiene dis- puesto un remedio extremo para su radical enferme- dad” (1). Este ultimo remedio es el ricorso a la simplicidad y al temor religioso del barbarismo pri- mitivo. El ricorso no es una repeticién césmica, sino una -estructura histérica con la connotacién juridica de apelacién (2). Ya que el corso histérico no ha podido alcanzar su objeto, debe, por asi decirlo, apelar a un tribunal més clevado para que eu caso vuelva a -ser oido. El més alto tribunal de justicia es la his- toria providencial como un todo, que necesita de una edad de desintegracién y de artificialidad extre- ma, el barbarismo de la reflexién para retornar a un barbarismo creative de los sentidos, y comenzar, asi, de nuevo. Porque tales pueblos han esido, a ejemplo de tantas bes- tas, en Ia costumbre de que cada uno no piense mis que en su interés particular, y han alcanzado el extsemo de Ia consideracién, o mas bien, del orgullo, en el cual como animales salvajes ee erizan y se desenfrenan a la més mi- ima contrariedad. Asf, en medio de las mayores fectivi- dudes, aunque formen fisicamente una multitud, viven como bestias salvajes en una profunds soledad de eepiritu ¥ voluntad. Y apenas dos son capaces de ponerse de acuet do, ya que cada uno persigne placer y capricho propio: Por todo ello, la providencia deereta que, par medio de facciones contumaces y de terribles guerras civiles, deban tomar en bosques sus cindades, y aquéllos, en madrigue- ras y enbiles de los hombres. De esta forma, a través de (2) SW, nim, 1106. (2) Petess, op. cit., pig. 139, 192 Jargos siglos de barbariemo, el moho consumiré Tos ilegi- timos artificios de los tlentos maliciosos, que les hen convertido, por el barharismo de la reflexién, en bestias més inhumanas que el barbarismo de los sentidos haya hecho a los hombres primitivos. Este ha excitado un sal- vvajiamo ‘generoso, del cual uno se podria defender, preca- verse 0 hmir, pero aguél, con wn salvajismo bajo, con abrazos y suaves palabras, conspire contra vida y fortuna de amigos ¢ intimos. De aqui que los pueblos que han alcanzado este punto de malicia premeditada se ballen aturdidos y embratecidos cuando cecihen el iltimo reme- dio de la providencia no apreciando ya Ins comodidade as delicadezas, placeres y pompas, sino solamente Ia sim- lista necesidad de vivir. Y los pocos sobrevivientes, en medio de una sbundancia de cosas necesarias para la vid vuelven nataralmente sociales, y, al retornar a Ie sim plicidad primitiva del primer mando de pueblos, se co vierten de nuevo en religiosos, sinceros y fieles. Asi la Providencia les restituye ia picdad, la fe y la verdad, que son Ios cimientos verdaderos de Ia justicia, y también las gracias y la belleza del orden eterno de Dios» (1). Al deseribir este remedio radical e una enferme- dad radical, Vico pensaba en el final del ciclo roma: no, pero se expresa en un lengnaje tan general, que lo mismo puede ser referido a} aio 500 que al 2000. Feta conclusién comporta Ia tiltima y final sabiduri de Vico, y de la misma Providencia. En los mil cien- to doce parrafoe de La Nueva Ciencia, pasa revista a Ja ciudad semicreativa de los hombres caidos, que no tienen en sustancia relacién con la Ciudad de Dios, a excepeién de Hamar “providencia” a la ley histé- riconatural de las naciones. La concepcién de Vico es, en consecuencia, mis bien clisica que cristiana. Como los antiguos, esté profundamente preocupado con “origenes” y “fundamentos”, pero no con la es peransa y la fe en una perfeccién futura. La historia se repite a si misma, aunque en diferentes niveles y con ciertas modificaciones, y el ciclo del corso, eaida ¥ ricorso, si se juzga en sus propios méritos, no es “deseaperado”, como San Agustin dijera, sino la ma- CSN, nim, 1106, Lowira,. 193, 43 nera més natural y racional de! desarrollo histérico. Comparada con Ia teoria de los ciclos de Polibio, el ricorso de Vico es mucho més historizado, de con- formidad con eu nocién historicista de la noturaleza. La repeticién ciclica subviene, mediante el ren: miento de la natuxaleza eocial de la humanidad, a la educacién y aun a la “salvacién” de ésta. Salva al hombre al cuidar de éI (1). Sélo esto, no la reden- cién, constituye el “fin primario” y el providencial de Ja historia. La repeticiéi bariemo salva a la Humanidad de una civil todestruccién. Conciusi6N Dentro del limitado aleance de este estudio nos hemos visto forzados a no dar una descripcién con creta de Ia riqueza sociolégica del eaquema de la historia universal de Vico. Pero, aun asi, puede ase- guraree, sin temor a errar, que es més penetrante y comprensive que Comte y Condorcet, y més inspirado por una intuicién original que Hegel. Al liberarse del racionalismo cartesiano y de la rigidex teolgica de Ia historia de Bossuet, no sacrificd agudo intelecto y sa realismo maquiavélico a las ilusiones progresi- vas de la ilustracién, ‘Ni reemplazé, como Voltaire, providencia por pro- greso, ni, como Boseuet, introdujo la ortodoxia en la Historia. Al investigar 1a Historia como un historia- dor filésofo, no intenté nunca dejar de lado la reve- lacién, y al afirmar, de la primera a la iiltima pigina, que la providencia es el primer principio para el entendimiento de la Historia, no tergiversé Ia histo- ria sociopolities con un punto de vista escatolégico. Su idea primordial no es progreso hacia una perfoe- eign, ni el ciclo edemico del crecimiento y decaden- cia naturales, sino una progresién hisérico ciclica (DSM, mime. 41 y 8, 194 de un corso a un ricorso, en que el mismo ciclo com- porta une significacin providencial, por constituir el tiltimo remedio para Ja naturaleza corrupta del hom- bre. El retorno a un nuevo barbarismo no redime a Ia historia terrena, pero cura al hombre del super- eivilizade barbarismo de la reflexién. La perspectiva de Vico es atin teolégica, pero Ios medios de la pro- videncia y de la salvacién son en si miemos histérico- naturales. La Historia, segin la entiende Vico, incluye un principio prehistérico, pero no un final y una consumacién, y, no obstante, esta regida por la pro- videncia en beneficio de Ia Humanidad. ‘Asi, Ia obra de Vico es, no una teologia agustiniana de Ia Historia, ni una filosofia de la Historia en el sentido polémico de Voltaire, para el cual la distin- cién de la Historia en sagrada y profana sirvié para el envilecimiento de Ia primera. La filosofia de la Historia de Vico es una “teologia civil racional”, equi- distante de Voltaire y de Bosenet, justificando direc- tamente la providencia divina como Historia. Hillase precisamente en la linea fronteriza de la decisiva tran- sicién de la teologia a la filosofia de la Historia, y, es, en consecuencia, profundameste ambigua. Las di- yn que fué recibida revelaron en edad. La Revista de la Academi de Leipzig sostuvo que el autor era un jesuita, y su trabajo un reaccionario intento apologético de la Iglesia Catélica Romana. Los conservadores catélicos italianos (1) la atacaron por cousiderar que una pro- videncia inherente a la Historia como su ley natn- ral, mina Ia concepeién biblica del designio trascen- dente de Dios, y que la distincién radical de Vico entre historia sagrada y profana podria en realidad Mevarnos a una concepeién puramente humana del origen y progreso de la civilizacién, sin excluir a la religién. Lo’ socialistas anticlericales italianos reedi- ya)? Verne B Lananes, Vico © & uot eritictcaotic, Napoles, 195, taron La Giencia Nueva, y la difundieron como un arma en la revolucién inminente fines del siglo xvm. El mismo Vico no se dié cuenta de que st doctrina contenia une critica implicita de la concepeién bibli- ca de la Historia, no menos radical que ¢l “nuevo arte de la critica” que habia aplicado a Ja interpreta- cién de Homero (1). (1) Croce (op, cit pig. 196) observa que no es imposi- ble que el criticismo biblico de Spinoza sugiriera « Vico su critica de los poemas homéricos. VII BOSSUET mantiene y prueba con la tesis de que todo el curso de la historia humana esta guiado por la Providencia—tesis negada por los librepensadores de su tiermpo—. “Los librepensadores declaran 3a gue- tra a Ja divina Providencia, no encontrando mejor argumento contra ella que Ja distribucién del bien y del mal, que parece injusto e irracional, ya que no diferencia entre los buenos y los malos. Los sin Dios se atrincheran en esta posicién como en una fortaleza inexpugnable, y desde ella arrojan atrevidamente sus ‘eargas a la sebiduria divina que rige el mundo, falsa- mente convencidos de que el desorden aparente de Jos asuritos humanos es un testimonio contra esta mis- E entendimiento de Bossuct de la Historia se 197

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