FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIA POLÍTICA
ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO
ASIGNATURA:
PSICOLOGÍA JURÍDICA
TEMA:
AUTOPSIA PSICOLÓGICA Y PSICO-CRIMINALISTICA FORENSE
ALUMNO:
QUECARA SUMARI, Carlos Saul CÓDIGO: 6906142011
CICLO: VIII
DOCENTE:
Abog. Enríquez CRUZ RODRÍGUEZ
LIMA-PERÚ
LA AUTOPSIA PSICOLÓGICA
a) Definición
Según García (s. f.; citada por Salazar, 2004) la Autopsia Psicológica es “la exploración
retrospectiva e indirecta de la personalidad y la vida de una persona ya fallecida. Se trata
de hacer una evaluación después de la muerte de cómo era la víctima en vida. Es una
reconstrucción siocio - psico - patológica postmortem”.
Esta reconstrucción de la vida de la persona occisa, trata de esclarecer las causas y
principalmente el móvil de la muerte en cuestión en aquellas muertes en las que los
elementos investigativos no sean totalmente claros.
Aportando a la definición, Zeledón (2005) señala que la autopsia psicológica es un
“Modelo de investigación retrospectivo e indirecto de un sujeto fallecido por causas
dudosas y que podrían estar señalando la presencia de un posible delito”.
Según esta autora, la Autopsia Psicológica es una guía para llevar a cabo todo un proceso
extenso de investigación en torno a la muerte de una persona, retrospectivo, ya que toma
en cuenta el pasado de la víctima e indirecto por que no trata con la persona, más bien
con terceras personas vinculadas al occiso.
Por otra parte, cabe señalar que las muertes dudosas, según Aguilar (2001), son todas
aquellas muertes que podrían tener más de una explicación. Es decir, un mismo hecho
puede ser explicado como una muerte natural, accidental, un suicidio u homicidio.
, debido a la naturaleza de la institución que lleva a cabo las Autopsias Psicológicas
(Poder Judicial), el fin de la misma va a ser la posible identificación de un posible delito
en torno a la muerte dudosa de una persona.
Un aspecto trascendental, según Zeledón (2005) es que la Autopsia Psicológica “no es
una mera recolección de datos; es todo un proceso de elaboración de hipótesis, donde las
evidencias ayudan a descartar o a afianzar las mismas, mediante una combinación de
información y elementos teóricos relacionados con la psicología”.
La recolección de información es solo el primer paso, que debe ser precedido por el aporte
disciplinario de los psicólogos forenses y la experiencia que puedan tener para poder
plantear hipótesis, que a lo largo de la investigación van a tomar fuerza o se van a
desvanecer.
b) Antecedentes
Este modelo investigativo se empieza a desarrollar en los años 60´s en la Oficina del
Médico Forense de la ciudad de Los Ángeles en Estados Unidos, gracias a la necesidad
de identificar el “qué, como y por qué” de las muertes dudosas.
Esta, se utilizaba inicialmente cuando no existían elementos suficientes para afirmar si
una muerte se trataba de un homicidio o un suicidio.
Posteriormente, la Autopsia Psicológica empezó a ser utilizada en las Fuerzas Militares
estadounidenses para determinar las causas del suicidio en sus hombres y esclarecer
algunas muertes dudosas en los mismos.
A nivel latinoamericano, la Dra. Teresita García Pérez especialista en Psiquiatría Forense
del Instituto de Medicina Legal de la Ciudad de la Habana Cuba ha sido la pionera y en
la actualidad principal exponente de las investigaciones y desarrollo del tema de la
Autopsia Psicológica. La misma desarrolló el Modelo de Autopsia Psicológica Integrado
(MAPI), una guía para la realización de la Autopsia Psicológica.
En la actualidad, la Autopsia Psicológica ha tomado gran relevancia dentro de los
Sistemas de Justicia, siendo esta cada vez más solícita dentro de las Cortes como elemento
de apoyo para la decisión que tome el Juez. Por su parte, el método ha evolucionado con
el tiempo y se ha ampliado su utilización en diversas situaciones, lo que pronostica una
mayor y mejorada forma de aplicarla como método relevante dentro de las
investigaciones judiciales.
c) Objetivos del MAPI
Dentro de los objetivos planteados por la Dra. García (1998c) a la hora de crear el
instrumento están:
• Valorar los factores de riesgo suicida, de riesgo heteroagresivo o de riesgo de la
accidentalidad.
• Valorar los estilos de vida del occiso.
• Determinar el estado mental en el momento de la muerte.
• Establecer áreas de conflicto y motivacionales.
• Diseñar el perfil de personalidad del occiso.
• Determinar si existían señales de aviso presuicida.
• Determinar si existía un estado presuicida.
d) Etapas del MAPI
Chávez y otros (2005) resumen los pasos del MAPI de la siguiente
forma:
d-1) El lugar de los hechos
La investigación empieza con la visita, por parte del perito, al lugar de los supuestos
hechos con el fin de rescatar no solo evidencias físicas, si no también huellas psicológicas
que pudieran hacerse evidentes en el supuesto escenario.
Además, en este paso se incluye toda la revisión de pertenencias, lugares que frecuentaba
el occiso, etc. Es decir, todo aquel trabajo de campo se realiza en este paso.
d) Entrevista al menos a tres familiares, convivientes o allegados
Antes de realizar la entrevista, es necesario explicar el carácter de voluntariedad a los
entrevistados, y la importancia de la misma para el proceso que se lleva a cabo. Así
mismo, es esencial realizarla en un ambiente privado y de confianza.
Una vez sobrepasados los detalles iniciales, se entrevista a la persona de acuerdo a la
información requerida por el modelo. Si en algún momento la información parece
contradictoria, se pueden utilizar diversas fuentes y contrarrestar la misma.
f) Discusión colectiva
Una vez recolectada y analizada la información, el perito debe reunirse con los
investigadores y profesionales implicados en el proceso, para realizar el informe pericial,
siempre en términos probabilísticos pues se trata de una evaluación indirecta y de
conclusiones inferenciales que cobran valor solo al sumarse al resto de elementos
criminalísticos, psicológicos y medico legales.
El intercambiar hipótesis con otros profesionales aumenta la eficacia de la técnica de
Autopsia Psicológica al enriquecer el análisis científico de la víctima y de las
circunstancias que rodearon la muerte de la persona en cuestión.
PSICOLOGÍA CRIMINOLÓGICA.
La psicología criminológica o psicología criminal tiene como sustrato los estudios de los
procesos mentales, conductuales, personalidad y motivación de los individuos que
comenten actos delictivos, mediante el estudio de la psicología individual, social, clínica
y psicopatología criminal. Estudia los factores que impulsan a una persona a cometer
delitos, sus causas y motivaciones, y como un sujeto hace del delito criminal una forma
de conducta recurrente y cada vez más agravada. En muchos de ellos no existen
sentimientos de culpa ni temores de arruinar sus vidas unos de otros. Los estudios se
basan en el estudio integral del sujeto como una unidad biológica, psicológica, social y
espiritual.
Existiendo inclusive una estructura cognitiva que excusa en el delincuente con amplio
prontuario delictivo que esta es una ―forma valida de surgimiento en la vida‖ para lograr
enriquecimiento y poder existen delitos acordes con cada tipo de mentalidad o
personalidad del hombre de este siglo avanzan acorde con la tecnología y conforme
aparecen formas degenerativas de la conducta humana.
Para ello, las diferentes escuelas, movimientos y corrientes psicológicas, desde la más
antigua hasta las más modernas , consideran aspectos de predisposición genética
heredada, determinantes como la crianza, traumas sufridos, frustraciones, fracasos,
enfermedades y las precipitantes que conllevan a iniciar una vida o caer inmersos en una
acto delictivo criminal.
CONCEPTO DE PSICOLOGÍA FORENSE
Es aquella parte de la psicología que se desarrolla dentro del ámbito jurídico específico
y/o en sus órganos dependientes, caracterizándose por poseer técnicas propias que la
convierten en una ciencia auxiliar de ese campo. No se podría precisar con exactitud una
época determinada para el nacimiento de la ciencia específica, pero aproximadamente la
podríamos situar paralelamente con el auge mundial del positivismo, ya que este
pensamiento revolucionó todas las ciencias de la época. Es así como a fines de la Edad
Media, la civilización resurge de la noche feudal y el saber necesita de pruebas concretas
y específicas para la probanza de los fenómenos. Así pues, en el campo de la ciencia penal
ocurren hechos históricos que provocan indirectamente el cambio en su concepción; la
firma de la Carta Magna en Inglaterra que otorga derechos a los señores feudales en un
mismo plano que al rey; y posteriormente, la declaración de Derechos del Hombre y el
Ciudadano, ocurrida en Francia con la revolución de 1789, atribuye al hombre el centro
de la escena histórica y una importancia sobre su actuar. Aquí podemos citar a personajes
como Lombroso, Ferri o Garófalo, quienes más allá de los errores que se le puedan
atribuir en sus concepciones teóricas, no podemos dejar de reconocer que rescatan el
aspecto humano y la importancia del hombre sobre el actuar aséptico. Cesare Lombroso
con su libro L'Homo Delincuente ("El Hombre Delincuente"), aporta la primera
conceptualización psicológica de la determinación del actuar delictivo humano. Vemos
que en su concepción refirió características bio-psicológicas del ser humano
"delincuente" y hasta realizó una descripción de su "delincuente nato": así pues se trataba
de un hombre pequeño, muy velludo; brazos largos que llegaban a la altura de las rodillas,
ojos pequeños, mandíbula prominente, orejas en asa; y psicológicamente se trataba de un
hombre primitivo, de escasa cultura, definiéndolo como un ser "atávico", cuyo desarrollo
mental no correspondía a la época que le había tocado vivir, y al no poderse asimilar a la
cultura en que había nacido se transformaba en un "marginal". Nótese que de acuerdo a
esta particular conceptualización no sólo se podía "descubrir" a quien cometía delitos,
sino también practicar métodos preventivos y "detener a los sujetos antes de que los
cometan". Seguramente la opinión general será que este es un pensamiento irracional:
"detener a alguien antes de que cometa el delito"; pues bien, el lector recordará que no
hace mucho tiempo, cuando todo aquel que se vestía con ropa "inadecuada" (o sea que no
se adaptaba a una norma impuesta), tenía pelo largo, barba y bigote, era más propenso a
ser detenido por la policía como "probable delincuente"; inclusive existían leyes que
facultaban la detención de los adictos a drogas por considerarlos marginales y/o proclives
a la comisión de delitos, y aun en la actualidad algo similar sucede con los edictos
policiales, en especial el referido a la "prostitución"; aún más, los ámbitos elegidos para
efectuar operativos policiales son los barrios periféricos, pues se "presume" que en ellos
viven más delincuentes que en otros (en honor a la verdad, nunca he conocido un
"delincuente económico" que viva en una "villa de emergencia"). Y por último: quién de
nosotros no ha practicado alguna vez la "psicología lombrosiana", al ver en un diario la
foto de algún sujeto que había cometido un delito, y comentado: " ¡también... con esa
cara.. !". Y Ferri, con su conceptualización telúrica, comienza a vislumbrar la posibilidad
de que factores climáticos pudieran explicar el actuar humano. Ya aquí podemos citar los
primeros laboratorios de psicología experimental (Weber y Feschner: 1760-1761), y el
primer laboratorio de psicología (Leipzig Alemania, 1789), donde si bien se quiere recrear
en laboratorio los fenómenos psicológicos, de lo cual tardíamente se reconoció su
imposibilidad, al menos se comienzan a reconocer los principios humanísticos. Luego,
esta corriente se traslada a los EE.UU y aquí comienzan a introducirse factores sociales a
estas concepciones tal vez demasiado individualistas respecto del ser humano, y aparecen
investigadores como Pearson, Durhein y Merton, quienes aplican modelos sociológicos
de desviación social para explicar el actuar humano, los que posteriormente fueron muy
criticados.' En nuestro país, a principios de siglo comienza a llegar la influencia del
positivismo europeo, siendo sostenida por hombres cómo José Ingenieros con su "Tratado
de Psicología" y su "Criminología"; o Pinero y Ramos Mejía, aportando conceptos
positivistas a la psicología de la época. Pero en esos momentos todavía la psicología en
el campo forense no existía como tal y estaba sólo reservada como apéndice menor de la'
medicina forense o la medicina legal (lo cual no significa que aún no lo esté; prueba de
esto es el enunciado del artículo 34 de Inimputabilidad del Código Penal argentino, que
si bien se reconoce como perimido y antiguo en su concepto —al igual que gran parte de
la legislación penal, dado que fue aprobado en el año 1921, basado en el código Español
de 1890, el cual fue derogado en 1895 por su falta de adecuación a la realidad imperante—
, por prestigiosos legisladores actuales, no ha sido reemplazado). Es aquí donde la historia
no aparece escrita, y, a mi entender, es porque todavía está sucediendo y no se conoce el
final. Un dato de esto a tener en cuenta es que si bien existe en la Justicia nacional un
cuerpo reconocido de médicos forenses, que se ocupan de peritar (o sea funcionar como
auxiliares asesores del juez), en las distintas causas que lo requieran, no existe un cuerpo
de psicología forense como tal. Nuestra presencia sólo está reducida a un ejercicio
limitado de la profesión, a cargo de un grupo de colegas que dependen funcional,
administrativa y profesionalmente del Cuerpo Médico Forense, con carácter de auxiliares
de éstos, sin posibilidad de firmar ni siquiera nuestras propias pericias y sin derecho a que
el juez —prima facie— considere nuestras conclusiones. Esto en el fuero penal; en el civil
es aún más grave el tema, pues la presencia del psicólogo sólo se reduce a un listado de
profesionales que es consultado por el juez a su voluntad y elección, sin que este trabajo
signifique una relación laboral en el ámbito. Y sin nombrar los fueros en los cuales los
psicólogos no tienen ninguna presencia (en los que sería importante que la hubiere), como
podría ser por ejemplo el laboral. Pero este no es el único ámbito de inserción del
psicólogo en esta especialidad, la cual, por sus posibilidades, resulta muy vasta; veamos
por ejemplo el ámbito minoril. En este sentido la Nación posee un Ministerio de Salud
Pública y Acción Social, con una Subsecretaría de Desarrollo Humano y Familiar, de la
que depende la Dirección de Protección del Menor y la Familia,* pero es necesario hacer
notar que de esta Dirección dependen más de doscientos psicólogos, y que si bien no
todos poseen una formación forense —entre otras cosas, porque la función no les es
inherente—, un gran número desarrolla sus tareas profesionales en los llamados —o mal
llamados— institutos de seguridad (de los cuales los más conocidos son los institutos
Agote, Rocca, M. Belgrano, San Martín), y esta tarea, si bien consiste en un quehacer
marcadamente clínico (pues son funciones de diagnóstico, pronóstico, derivación y
tratamiento psicoterapéutico individual, grupal y familiar), las patologías que presentan
los menores aquí alojados, son los trastornos de conducta de características antisociales,
y aquí la reflexión sería que más allá del cuadro clínico está la real privación de la libertad
y el proceso judicial paralelo que puede, en determinados casos, limitar el accionar
terapéutico. Tomemos por ejemplo el caso de un menor que ingresa por un factor
desencadenante como el robo —nótese que lo defino como "factor desencadenante" y no
"delito" pues la ley no considera delito el actuar marginal de un menor sino "hechos que
la ley califica como delito", pues el menor no es "capaz jurídicamente" de la comisión de
delitos—, aquí pues, independientemente del accionar puramente curativo de nuestra
tarea específica, deberemos tener en cuenta tiempos y posibilidades de egreso, de acuerdo
a tiempos jurídicos a los que luego nos referiremos, o bien a otras características sociales
que cuando en la práctica sean abordados como casos particulares podrán comprenderse
mejor; y esto limita nuestro accionar, pues ya no contamos con el paciente que viene a
"curarse", y podremos aplicar en él tiempos ilimitados, sino con casos en los cuales ni
siquiera vemos la presencia de conciencia de enfermedad o sensación de incomodidad
por el trastorno, y este es en principio el objetivo fundamental: crear la conciencia de
enfermedad y necesidad de cura —que en la mayoría de los casos no se logra por diversos
factores— y por lo tanto es imperativo que el psicólogo posea nociones básicas de
Derecho, lo cual no sólo va a posibilitar una mejor atención de su paciente, sino que
también le permitirá un idioma común para la comunicación con otros profesionales —
léase fundamentalmente el juez—, es decir, que aquí entraríamos en un punto
fundamental del tema que sería necesidad de ocupación del campo especifleo con
discurso psicológico-forense y técnicas propias; esto quiere decir que hasta este momento
la Justicia se manejó con el consejo tradicionalmente médico, y éste se limitó a una
descripción enumerativa y estática del fenómeno, sin el aporte de la terapéutica adecuada;
pero también, en honor a la verdad, digamos que si bien este territorio fue ocupado por
alguien cuya capacitación no estaba de acuerdo con la patología a tratar, tampoco nosotos
nos ocupamos —hasta ahora— de revertir tal realidad. Por eso planteamos la necesidad
de un discurso psicológico que no solamente se limite a la exposición de un diagnóstico
tan siquiera dinámico, sino que también propenda a su terapéutica y reversión, y para ello
debemos elaborar también técnicas adecuadas, pues no podremos utilizar los mismos
principios que aplicamos con pacientes en hospitales o centros de salud mental, y menos
aún los practicados en nuestro consultorio privado. Con esta realidad es con lo cual nos
encontramos todos los días los psicólogos que trabajamos en establecimientos minoriles
que alojan a cuadros —mal llamados— "delincuentes juveniles".' Otro ámbito a tener en
cuenta es el trabajo profesional que se realiza en unidades carcelarias: aquí la tarea es
diversa y difiere fundamentalmente de la realizada en establecimientos minoriles, dado
que aquí sí estamos tratando con personalidades con trastornos delincuenciales básicos;
pero tampoco es sencillo por la multiplicidad de factores convergentes, por ejemplo: si
pensamos que la patología es el cuadro delictivo en sí —que por supuesto no lo es— nos
encontramos con la imposibilidad de atención de todos aquellos casos que la instancia
judicial considera como "procesados", pues legalmente se trata de casos de personas
"inocentes" hasta que el juez considere por acto fundado que cambia su denominación
por la de "culpable", lo cual en ese momento sí nos permitiría a nosotros (psicólogos)
considerar a estos sujetos como "técnicamente enfermos" y propiciar su terapéutica.
Entonces, pensemos que el sujeto presenta un cuadro anormal o patológico (existe
diferencia, pero aquí no hace a la cuestión principal), lo cual es independiente del actuar
delictivo, y éste funcionaría como manifestación o consecuencia del cuadro mórbido.
Pero aquí se nos presentaría un problema de orden jurídico y sería el riesgo del "castigo
sin delito", por el que privaríamos de libertad a una persona para su tratamiento (digamos:
"lo metemos preso por su bien y el de la sociedad"), y lo que es más grave aún, esa
privación de libertad no tendría un tiempo determinado, pues estaría condicionado a su
"cura", o en su defecto a que desaparezcan las causales que hacían considerar a este sujeto
peligroso para sí y para terceros y era aconsejable su internación (permítaseme utilizar
formulismos jurídicos para una mejor comprensión de la situación). Esto que expongo de
esta forma, lo menciono ex profeso, pues ya ha sucedido; en la época de mayor apogeo
de las concepciones positivistas la medicina forense propuso la "pena sin delito" y hasta
un prestigioso médico de la época elaboró un proyecto de ley que hacía mención de que
a los sujetos que cometían delitos se los sometiera a tratamientos terapéuticos
especializados y se los privara de la libertad (pena indeterminada) hasta tanto existan las
causales morbosas que propiciaron su actuar criminal (o sea, "lo mantenemos preso hasta
que se cure", lo cual es un doble castigo: la enfermedad y la privación de la libertad). Esto
no fue aprobado pero existe de algún modo en nuestro Código y se da de una manera
práctica. Tal vez algunos digan que en las internaciones psiquiátricas sucede algo similar:
pues bien, en algunos de los casos el mismo paciente solicita su internación pues su
conciencia de enfermedad le plantea la necesidad de cura, y en otros, su estado de
alienación impide su capacidad de decisión y hace necesaria la autorización del familiar
para proceder a la internación. Por esto, la diferencia básica estaría en que nuestro
"paciente" no solicita la internación, no tiene capacidad de comprensión de la realidad y
por lo tanto de la enfermedad (si la hubiere), pero a la vez no se trata de un alienado, por
lo cual no correspondería que un familiar autorizara su internación. Es decir, como ya fue
expuesto anteriormente, aquí lo fundamental es crear en el enfermo su capacidad de tal,
o por lo menos la comprensión de que algo anormal está ocurriendo y es necesario hacer
algo para revertirlo, Y es por ello que la técnica de abordaje es diferente y específica
solamente para esta especial patología. Citando otro campo, mencionaré la tarea a
desarrollar por el psicólogo en el ámbito policial. Organizativamente se piensa en la
institución policial como un órgano preventivo, que debería operar antes que la
inestabilidad social se produzca y por lo tanto la tarea psicológica también se encontraría
en este tema. En la actualidad, las comisarías de la Capital Federal cuentan cada una en
su dotación, con un asistente social que se ocupa de tareas dentro de su profesión en la
Delegación, y aquí sería importante contar con la labor psicológica pues, en general, todos
los problemas detectados por el servicio social deben ser derivados indefectiblemente a
psicología. Es decir, aquí vemos que el trastorno existe, pero es detectado primariamente
a partir de un hecho desencadenante que es el que produce la intervención del agente
policial. A partir de aquí se debería pensar en la actividad psicológica como instrumento
preventido de evitación de conductas más graves que empeorarían en cuadro patológico.
No obstante esto, en algunas dependencias se cuenta con equipo psicológico que se ocupa
de la tarea específica como, por ejemplo, la llamada Comisaría del Menor* y la División
de Actividades Juveniles, lo cual será explicado posteriormente cuando nos refiramos a
esos ámbitos. También existen a su vez problemáticas novedosas (y nótese que no estoy
definiendo al hecho como deUctivo, siendo que hasta hace poco lo era —por imperio de
la Ley 20.771' — y los legisladores, con sano criterio han revertido la situación), y
refiriéndonos a esto, citamos los casos de toxicomanías y drogadicción, esto es, por
considerar el hecho como un aspecto más, sintomático de una conflictiva profunda
subyacente, pero asociada a aspectos marginales, lo cual no implica que se trate de un
delincuente (en el sentido psicológico, si lo hubiere), sino, como una manifestación más
del conflicto ya referido. Aquí cabe hacer una referencia, pues el sujeto adicto hasta hace
poco estaba considerado un delincuente por el solo hecho de ingerir droga y tratado como
tal, por lo que se lo encerraba en cárceles comunes y era tratado por sus pares como
perteneciente a una casta inferior, pero en la actualidad existen lugares especializados que
se ocupan de la problemática específica y los
* Ley 20.771/71 - Ley de uso y abuso de estupefacientes (remite a la lista de psicotiópicos
que peiiódicamete publica el Ministerio de Salud y Acción Social). ' Comisaria del
Menor. Dependiente de la Policía Federal Argentina (aloja menores a disposición de la
Justicia contravencional).
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sujetos son derivados a estos establecimientos por orden judicial para su tratamiento y
rehabilitación. Hemos tratado de mostrar sucintamente y en forma generalizada los
ámbitos de ejercicio de la psicología forense, y a partir de esto nos referiremos en forma
pormenorizada a los mismos, primero tratando de explicitar en qué consiste el cuadro, y
por qué nos referimos a él (en cuanto al actuar delictivo) como una patología psicosocial;
luego el funcionamiento y análisis institucional de los establecimientos de alojamiento y
tratamiento y, simultáneamente, se ven conceptos referidos a nociones generales de
Derecho público y privado que hacen imprescindible su conocimiento en cuanto al tema
a tratar. Con esta breve introducción tratamos de mostrar los ámbitos en los cuales
practicamos psicología forense, que no son los únicos, pero sí los más representantivos.
Quiero dejar expresa constancia que los contenidos vertidos en esta especialidad no son
confundibles con la Criminología. Es opinión de los autores que la Criminología no
constituye en sí misma una ciencia, y si se quiere, es un estudio multidisciplinario que
puede ser englobado dentro de otras ciencias, las cuales le aportarán una metodología
particular: a^í pues, el enfoque médico es puramente positivistaantropológico, el enfoque
jurídico discute una concepción criminológica clásica, contrapuesta a una criminología
moderna o crítica en la cual se cuestiona la esencia filosófica del actuar delictivo desde
el punto de vista de la política social efectuando ensayos de política criminal. Y en el caso
de la psicología forense sería complementaria de la terapéutica a aplicar, lo que implica
que la especialidad sería más abarcativa pues también se ocupa de aspectos psicológicos
que se presentan en otros fueros judiciales, que no tienen relación con la criminología,
pues ésta haría referencia exclusiva al ámbito penal.
CONCLUSIONES
Una vez realizado un recorrido por la Autopsia Psicológica es importante señalar ciertos
elementos trascendentales que salen a relucir.
La bibliografía existente es poca en comparación a otros fenómenos, y la investigación
en Perú esta área es prácticamente nula. Es necesario implementar recurso en el
entrenamiento respectivo y por supuesto estandarizar el modelo MAPI en nuestro país
para así tener mayor validez en las Autopsias Psicológicas que se realicen.
Por otra parte, queda demostrada la gran utilidad que se le puede dar a este método, que
en la actualidad no solo se limita a señalar posibles causas o móviles de muerte, si no que
se convierte en toda una herramienta en casos en que las personas están
“psicológicamente muertas”, esclareciendo motivaciones de personas que cometen
delitos y luego se quitan la vida y de señalando poblaciones riesgo y modelos de
intervención para con ellos.
En nuestro país queda mucho camino por recorrer en cuanto al desarrollo de la Autopsia
Psicológica, pero los esfuerzos que se hacen ahora son reconocidos y el empuje para una
serie de proyectos que se pueden gestar bajo esta temática es transcendental.