Contexto Histórico de San Juan de la Cruz
Contexto Histórico de San Juan de la Cruz
MACCISE
M. DIEGO M. HERRAIZ J. S. DE MURILLO
T. EGIDO
J. CASTELLANO A. GUERRA J. V. RODRIGUEZ
M. A. DIEZ J. D. GAITAN T.ALVAREZ
EXPERIENCIA Y PENSAMIENTO
EN SAN JUAN DE LA CRUZ
Coordinador
FEDERICO RUIZ
EDITORIAL DE ESPIRITUALIDAD
Triana. 9- 280Jó MADRID
334 J. SANCHEZ DE MURILLO
CONTEXTO HISTORICO
DE SAN JUAN DE LA CRUZ
l. El problema historiográfico
336 TEOFANES EGIDO CONTEXTO H!STOR!CO 337
de la carencia de biografía. Sus perfiles humanos se trazaron y Cada una tiene su personalidad, imposible de analizar aquí.
se fijaron en la plenitud del barroco, de acuerdo con el modelo La más útil, historiográficamente, es la del Padre Alonso de la
de santidad universalizado en aquella sociedad sacralizada y exi- Madre de Dios. No porque fuese su autor el único que vio físi-
gido para quienes, como él, era preciso beatificar oficialmente. camente a San Juan de la Cruz en Segovia, sino por no haberse
A aquella mentalidad y a estos requisitos se acomodaron los re- elaborado para su publicación y, por ello mismo, resultar la me-
latores de su vida prodigiosa: los contornos de Juan de Yepes, nos elaborada y, dentro de lo que cabía, la más espontánea. Nin-
de fray Juan de Santo Matía o de San Juan de la Cruz respon- guna de las tres, sin embargo, puede ocultar su subordinación al
dían mejor a ideas preconcebidas y consolidadas de santidad que objetivo prioritario de la beatificación y canonización del héroe.
a exactitudes de rigor histórico, valor éste subordinado a otros Baste con observar su estructura tripartita o con atender al acen-
más nobles por entonces. Dicho de forma más sencilla: el San to que los subtítulos colocan sobre el hecho de haber sido el Ve-
Juan de la Cruz que conocemos es el Santo deseado por quienes nerable Padre «primer religioso de la reformación de los descal-
lo estaban fabricando más que la persona que fue, o que debió zos de Nuestra Señora del Carmen» (Quiroga); «maestro y pa-
ser, en realidad. Es el Santo de la hagiografía. no el de la dre de la reforma de la Orden de descalzos de Nuestra Señora
del Monte Carmelo» (Alonso de la Madre de Dios); «primer des-
biografía.
calzo carmelita. compañero y coadjutor de Santa Teresa deJe-
Lo que no quiere decir que las hagiografías del Santo sean
sús en la fundación de su reforma>) (Jerónimo de San José) 5 . En
deleznables: por el contrario, dentro del género, son auténticas el fondo lo que se pretendía era recabar el reconocimiento so-
obras de arte. Prescindiendo de breves compendios o «dibujos>) lemne de la santidad del fundador (Santa Teresa había sido ya
anteriores y de urgencia 1 , entre los años 1628 y 1641 se cons- hasta canonizada en 1623), con todo lo que ello implicaba, y era
truyó el tríptico clásico. La primera pieza fue la del Padre José mucho, para el prestigio de la Orden relativamente reciente y
de Jesús María Quiroga, Historia de la vida y viril/des del Vene- para aquellas sociedades fascinadas por el atractivo de la san-
rable Padre Fray Juan de la Cruz ( 1628). Editada -un poco clan- tidad.
destinamente- en Bruselas, sin las debidas licencias de la Or- Con esta clave de subordinación de todo a lograr un nuevo
den, el proceso que se le siguió por tal desacato acabó pronto santo hay que leer tanto las «Vidas» e «Historias>> citadas como
con su vida en el destierro de Cuenca 2 . Durante mucho tiempo las fuentes en que beben, que no son otras, en su mayor y mejor
-hasta 1989- permaneció inédito el arsenal proporcionado por parte, que los propios procesos de beatificación en sus diversas
el Padre Alonso de la Madre de Dios, Vida, virtudes y milagros fases, para algunas de las cuales el Padre Alonso de la Madre de
del Santo Padre Fray Juan de la Cruz, acabada de redactar hacia Dios fue incluso procurador en varias diócesis. Estas testificacio-
1630 3 . Con dependencias claras de las anteriores (copiándolas nes constituyen un género especial que, como tal, debe ser so-
muchas veces), el célebre Jerónimo de San José pudo publicar metido a un tratamiento metodológico apropiado 6 •
la versión cuasioficial en su Historia del Venerable Padre Fray
Juan de la Cruz (Madrid, 1641) <. 5
Sobre la intencionalidad subyacente al desgranar el P. Alonso de la Ma-
dre de Dios tanto argumento pintoresco para probar haber sido Fray Juan (no
1 El más conocido. y reproducido, el del P. JERÓNIMO DE SAN JosE. Dibujo Santa Teresa) el fundador de la Orden. cfr. lo apuntado en la «Presentacióm• de
del Venerable padre Fray Juan de la Cruz, Madrid, 1629. su vida del Santo. edic. citada en nota 3.
2 FORTUNATO DE JESÚS SACHAMENTADO, «El Padre José de Jesús María y ~> La gran masa de los procesos permanece aún inédita en la Biblioteca Na·
su herencia literaria», en El Monre Carmclo, 79, 1971. pp. 77-124; íd .. «El ciona\ de Madrid. en el Archivo Vaticano. en los de las diócesis distintas afec-
P. Quiroga escritor ascético-místico,, ibid., pp. 213-242 .. tadLSs. Sólo han sido publicadas algunas testificaciones de forma parcial. La par·
J Madrid, Editorial de Espiritualidad. 19R9. Cfr. la «Introducción» del te más importante es la realizada por el P. S!LVER!O DE SANTA TEREs,\, <<Proce-
O t:."r.n••·• '"' ,., ...., A.,., . ..,,;., ,. ,L,l _ ; _ _ _ t:."l O .\ 1.---~ rl~ 1_. Jl.,f ••• l-.• -1- n.!.--
338 TEOF ANES EGIDO CONTEXTO HISTOR!CO 339
El Padre Silverio de Santa Teresa, editor del «corpus)> más Ante tales evidencias. está de sobra el debate acerca de lama-
estimable. «canoniza)) a su vez estas disposiciones procesales yor fiabilidad del depósito procesal de Madrid o del de Roma 0 :
como ((ingenuas, jugosas, sin asomos de adulteramientos. por- ninguno de los dos es fiable para los criterios historiográficos ac-
que la calidad de las personas los hacía imposibles; frescas como tuales. Ahora bien. estos criterios no eran los del barroco, cuan-
llores abrileñas, sin tiempo para que la leyenda bordase bellas do no se diferenciaban con tanto rigor los géneros como los
anécdotas sobre el recio cañamazo de una vida intachable>>. Ha- diferenciaba el propio fray Juan de la Cruz, de ser cierta la no-
bla incluso de que «infunden en el ánimo certeza de lo que di- ticia transmitida para su estancia en Alcalá de Henares, coinci-
cen>>, de que «matan dudas discretas y prudentes reservas>>, aun- dente con el solemnísimo traslado de los santos locales Justo y
que, al final, aluda también a la necesidad de discernimiento ante Pastor 10 •
7
las evidentes adherencias en declaraciones <<de oídas>> . En alguna fase de los procesos y en las hagiografías inlluvó
Tanta «ingenuidad>> y el «ningún asomo de adulteración» se de forma sorprendente la versión ofrecida por el hermano del
diluyen ante el análisis más elementaL No precisamente porque Santo a través de su hagiografía publicada por el Padre José de
Jos testigos declarasen «de oídas»: a comienzos del siglo XVII, en Velasco, que le conocía muy bien, y reeditada con inusitada fre-
sociedades analfabetas, la recepción y transmisión de oídas no cuencia a partir de 1615 11 , Atent~mente leída, la Vida de Fran-
era menos fehaciente que la escrita. Lo que, al estudiar los pro- cisco de Yepes, además de la narración de las andanzas de una
cesos casi gemelos de Santa Teresa, calificábamos de «mentiras>> persona simple y encantadora, es un entramado de imaginación,
con cierta exageración H, no lo eran en el sentido riguroso de la también de devoción, al igual que los capítulos en ella inserta-
expresión. Los procesos de beatificación y canonización, senci- dos acerca de Fray .Juan de la Cruz, tan fantásticos como irrea-
llamente, eran entonces un género peculiar, como hemos dicho, les a tenor de las exigencias del género hagiográfico 12 •
intermedio entre la crónica y la creación, con elementos tan pro- Hagiografías y deposiciones procesales han sido los materia-
pios del relato de la realidad como de la ficción novelada. Por- les utilizados por las elaboraciones más actuales, cuales las tan
que. como en las hagiografías, y más aún que en ellas, también reproducidas del Padre Bruno de Jesús María y la mejor estruc-
en las deposiciones de los procesos (por más juramentadas que turada e informada (y la más copiada) del Padre Crisógono de
fueran) se subordinaba todo a la fábrica del modelo universali- Jesús, cuyos méritos desde otras laderas sería injusto callar 13 .
zado y exigido de santidad, de aquella santidad, Al margen de
•J Cfr. BRUNO DE JESÚS MARIE, San hum de la Cmz (trad. española), Ma-
ello, ya se sabe que las respuestas eran perfectamente conduci-
drid. 1943. en respuesta a Baruzi (pp. 5-6). LouJs DE LA TiUNITE, «Les procés
das por las preguntas del «rótulo» respectivo; que los testigos so- de béatification de Saint Jean de la Croix et le Can tique siprituel», en l?.el'IIC d'As-
lían estar aleccionados; que había connivencias previas y com- L'élique et Mysrique, 16, 1917, pp. 39-50, 161-172.
prensibles como tendremos ocasión de constatar. 10
Según Alonso de la M:.1dre de Dios (p. ló6). el Santo se negó a escribir
una vida de los dos santos porque «había de hacer libro de oración lo que pedfa
ser libro de historia».
11
Esta parece haber sido la fecha de su primera edición (cfr. BRUNO DE .TE-
süs MARIE, o. c., p. 3). Aparecerfa después. según P. M. Garrido. en Vallado-
fa Cruz (Informaciones de 1617), Jaén. 1984. P. M. GARRIDO ha sacado a luz lid, 1616. 1617. y en Barcelona. 1614. También parece que el libro tuvo sus di-
algunas deposiciones interesantes de carmelitas calzados en su obra Santa Terc· ficultades con la Inquisición: San )ll{m de la Crzw y Francisco de Yepes. En tomo
sa, Sm1 Juan de la Cm::: v/m carmelitas espaiiolcs, Madrid. 19H1, pp. 319-373. a la biografía de lo!>' dos hermanos, Salamanca. 19H9. pp. 160-161.
7 En la Introducció~ a BCM. 14. Vlll-XVIII. Tomás de San Juan de la
12
El P. P. M. GAI~RIDO, o. c .. pp. 120-121. está convencido Ue la fiabilidad
Cruz. en fechas m<ÍS avanzadas ya. los califica de «fuentes de primer orden. no de estos datos de la hagiografía. editada por él, con buen acuerdo. en los capí-
sólo pam historiar la vida del Santo sino la pervivencia de su memoria en todo tulos que hacen referencia a San Juan de la Cruz.
340 TEOFANES EGIDO CONTEXTO HISTORICO 341
La vulgarización, digna en estos casos, ha prevalecido sobre la nes y rechazos, la santidad, valor supremo, casi sólo era compa-
investigación en otras fuentes. A estas alturas. salvo en_ ens?~os tible con la nobleza original o con la condición de labrador. Por
y artículos contados, no se ha sobrepasado l.a fase. h~.fJOgrafJca ello, y por las implicaciones económicas, sociales y mentales, se
de San Juan de la Cruz, carecemos de una b10gra!Ja . Lo cual explica la {<manía)> genealogista. las falsificaciones llamativas. las
contrasta, no cabe duda, con los avances registrados en la inves- connivencias más que probadas para inventarse ascendencias pri-
tioación
e
de la crítica. textuaL
.
de la lengua. la expresión literaria,
; . vilegiadas para los santos -y para quienes no lo eran- que no
la teoría y la expenencm miSttca. las tenían 15
de que «tengo por cierto que fue hijo de padres nobles>> tY. ga hasta la simulación, hasta la mentira: porque -y de ahí el dis-
Testigos y hagiográficos coinciden en la narración de un epi- curso hagiográfico- «el humilde padre le pudiera responder: Pa-
sodio clarificador para medir la lejanía que media entre los cri- dre, parientes tenemos en la Corte. Parientes somos de Don Die-
terios de valoración del Santo y los de los relatores, que no pue- go de Yepes, confesor de nuestro rey Felipe 11, y parientes tene-
den descubrir la clara contradicción. Si no estamos mal informa- mos inquisidores y canónigos de la Santa Iglesia de Toledo» 22 .
dos, lo transmite en primer lugar un testigo jiencnsc que cono- Al acabar su recorrido linajudo, los carmelitas descalzos (que
ció durante bastante tiempo a fray Juan de la Cruz. El hecho (o poco después de morir el Santo adoptaron el estatuto de limpie-
la invención, que es lo mismo) tuvo lugar en Granada cuando el za de sangre con singular rigor 23 ; cuyo General se había encar-
prior goza de bien ganado prestigio y cuando al solitario conven- gado ya de elaborar la genealogía fantástica de estos Yepes has-
to de los Mártires acuden personajes significados para disfrutar ta entroncar un un real o imaginario Francisco García de Yepes,
de su conversación: «le sucedió también que viniéndole a visitar «muy notable hidalgo», «hombre de armas del rey don Juan el
un fraile grave de cierta Orden. hallándole en la güerta le dijo: Segundo)>. por 1448 24 ) tienen que concluir: «testimonios acre-
Vuestra Paternidad debe ser hijo de algún labrador, pues tanto ditados de la limpieza de sangre de Gonzalo de Y e pes» y, por
le gusta la güerta. que nunca le vemos de allá». El Santo res- lo mismo. «de nuestro Venerable padre fray Juan>>. No cabía la
pondió: <<no soy tanto como eso, que hijo soy de un pobre posibilidad de que hubiera incurrido en algo más que una tacha,
10
tejedon> • en una especie de maldición social, tan difícil de conciliar con el
(Conviene advertir. sólo a los no iniciados, que por 1620, prestigio de la santidad y de la Orden por él fundada. La pre-
tiempo de los procesos, «labrador>' no equivalía sólo a un tipo sencia de un jerónimo. de varios canónigos de Toledo, de algún
de trabajo agrícola, a un oficio; la expresión era el reflejo de una inquisidor de su tribunal en el ramaje de aquellos Yepes equi-
condición social exenta de tacha, de sospecha y una garantía de valía a "evocar limpieza de sangre incuestionable, dadas las reso-
limpieza de sangre. Todo lo contrario que (<pobre tejedor>), per- nancias del rigor de la aplicación de los estatutos de limpieza so-
sonificación de la vileza social, incompatible con la honra.) cial en la Orden jerónima, en el cabildo de la catedral toledana.
Ninguno de los hagiógrafos clásicos se privan de ensalzar la en todo aspirante a un cargo cualquiera de la Inquisición, y más
insólita respuesta del héroe como prueba de su profunda humil- aún en aquellos tiempos (1628-1640). cuando el debate sobre los
dad. virtud también heroica que hay que resaltar. «Quedaron estatutos de limpieza de sangre andaba en momentos de espe-
pasmados mirándose unos a otros» los presentes (carmelitas des- cial fragor por la política de Olivares y cuando la obsesión cas-
calzos). Quiroga aclara el motivo del pasmo: era una «confesión tiza se vivía de manera exacerbada 25 •
21
de sangre humilde. tan contraria a la estimación humana>' . Por La manipulación, de todas formas. no podía ser más inge-
si cupiesen dudas acerca del sutil juego hagiográfico de intencio- nua. Tales estatutos fueron introducidos en el cabildo toledano,
nalidades, conviene insistir en la versión de Alonso de la Madre con las iras de Silíceo. después de nacer Juan de Yepes, entre
de Dios: «No soy tanto como eso; mis padres fueron unos po- otros motivos por la abundancia de conversos en la catedral; la
bres tejedores de buratos)>, fue la respuesta al interlocutor. el Inquisición nació mucho después de haberlo hecho el «hombre
mundano y ensoberbecido fraile, pariente de Grandes de Casti- de ArmasH de Juan II, cuando tampoco los jerónimos habían
lla (quien se convirtió, naturalmente). Para el hagiógrafo, no
obstante, nada valen las palabras del Santo, tan humilde, que lle- 22
ALONSO DE LA MADRE DE OJOS, p. 451.
23
F. ANTOLiN, HLa limpieza de sangre en la Reforma Teresiam.J. Un docu-
!'! BMC, 14. pp. 320,439. Fr. Gabriel de San José. en P. M. GARRIDO, San- mento Jesconocido». en Ret•ista de Espiritualidad, 46. 19H7. pp. 301-309.
21
ta Teresa, p. 357. . Este original <irbol genealógico se encuentra en el archivo OCD Je Se-
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del libre y redentor derecho al pordioseo, porque -y se dirigía de la obra del Padre Velasco. En cualquier caso, resulta intere-
al príncipe Felipe-, «¿por qué piensa Vuestra Alteza que hizo sante la lista de pobres asistidos en casas de pudientes en el To-
Dios cerca de las Asturias y Montañas a Campos y al reino de ledo de 1546, con casi la cuarta parte de su población vergon-
Toledo sino para que estas tierras mantuvieran los pobres de las zante y mendicante. A. Redondo transcribe los nombres de los
otras? ¿Cómo quiere Vuestra Alteza que mantenga tantos po- últimos y de quienes los tenían acogidos. Hay varios (<Juanicos''
bres una tierra de montaña como el reino de Toledo o Va- y ((Franciscos)), alguna «Catalina» (como la atendida en casa de
lladolid ... ?»·"- Iñigo de Yepes). Es más emocionante la presencia nominal de
Las cosas siguieron igual en aquel ambiente que ayuda a com- una «Catalina Alvarez en casa del racionero Bermúdez,>, de
prender las andanzas de la criatura. Su madre, ya sin el marido, «Juan y Francisco en casa de Francisco López» 45 . No son más
muerto, quizá por las crisis de hambre aludidas, sin el segundo que coincidencias nominales, válidas para percibir el ambiente
de sus hijos niños por la misma razón, no debió poder sacar ade- peculiar de los pobres y de los ricos en tiempo de penuria rigu-
lante al mayor, Francisco, ni al reciente, Juan, a pesar de la bús- rosa, nunca para identificaciones personales tan tentadoras.
queda de recursos incluso como ama de cría compartiendo el ali- Con el intermedio toledano o sin él, después de pasar algún
42 tiempo en Arévalo, aquella familia tenía que acabar dirigiéndo-
mento del futuro Santo con alguna hermana de leche . Y tuvo
que emprender la emigración del hambre como tantos otros po- se a ciudades acogedoras, reclamos de pobres por su actividad
bres, puesto que en Fontiveros no era posible afrontar su pobre- económica. Por ello, quizá en 1551, recaló en Medina del Cam-
za. Francisco de Yepes, en una de sus relaciones menos mani- po. centro brioso del comercio internacional. Era, dicen los ha-
puladas que su hagiografía posterior. dice: «por pasarlo mal en giógrafos, el «<ugar más a propósito, con la prosperidad que en-
Fontiveros se vino a vivir con sus hijos a Medina del Campo'' ..l-J. tonces estaba, para ganar con qué pasar la vida>>; «villa muy cre-
La narración lacónica omite el intento intermedio y materno cida entonces y abundante con la frecuencia y riqueza de sus tra-
de mendigar la ayuda asistencial de parientes del marido en las tos y cambios>:.; «lugar más a propósito, con la prosperidad con
originarias tierras toledanas y el trato arisco recibido en alguno que entonces estaba, para remediarse gente pobre>) 46 .
de estos hogares más afortunados; omite también el dejar a Fran-
cisco en casa del médico de Gálvez, el retorno apresurado de Ca-
talina ante el silencio de Francisco y la sospecha de los malos tra- 2. Ventajas de la pobreza: las ((primeras letras» de Juan de Yepes
tos propinados por la médica celosa. Tampoco aluden al inter-
valo toledano los tres hagiógrafos clásicos. Sólo lo narra Velasco Medina del Campo. en efecto. remedió a aquella familia de
con dramatismo y lujo de detalles 44 , quizá porque no tenía que pobres, o, mejor dicho, a aquellas familias. Porque Francisco se
preocuparse (en 1615) por callar desdenes de familias cuyos hi- había casado en Arévalo con otra pobre, Ana Izquierdo, para se-
jos, diez años después, se gloriaban de ser parientes del ya fa- guir como pobre, pero como pobre de los otros, es decir. de los
moso Venerable fray Juan y andaban proporcionando datos ge- válidos, que preferían el mendigar en libertad a las ataduras del
nealógicos honrosos a los carmelitas descalzos. O quizá (y esto trabajo. De hecho, bien leída su «biografía», si algo se deduce
parece más probable) porque las andanzas toledanas no sean otra (y dejando aparte sus virtudes) es su condición de vago, que se
cosa que un producto de ficción, novelado, como tantos otros mueve como pez en el agua entre otros vagos y maleantes; que
a veces anda bordeando la delincuencia; que es encarcelado; que
.¡¡Cit. por A. REDONDO, l. c.. p. 709.
sale de la cárcel; que no aguanta ni como escudero de damas;
.e J. V. RODRÍGUEZ, San Juan de la Cruz, p. 27.
~J En P. M. GARRIDO. o. c .. p. 374.
que no hace más que pordiosear; que tiene ocho hijos, de los cua-
352 TEOFANES EGIDO CONTEXTO HISTORICO 353
les se le morirán todos menos una al poco de nacer; que va me- das la ventajas y desventajas que descubre el historiador Alber-
jorando cuando las limosnas crecen; que éstas aumentan consi- to Marcos en su modélica investigación sobre los tiempos de auge
derablemente cuando, muerto, venerado y afamado su hermano y de declive de este núcleo mercantil 511 • Como toda ciudad bien
santo, puede explotar alguna reliquia rentabilísima; que se enri- provista, ha ido tejiendo la estructura cofradiera necesaria para
quece, hasta el extremo de poder enterrar «honradamente); a su atender a los pobres de forma permanente o en tiempos espe-
mujer y de hacer testamento estableciendo «algunas mandas y ciales 51 • Además, cuenta con instituciones recientes destinadas
obras píasH, concluye Velasco 47 . a recoger y a educar a niños huérfanos indigentes, abundantes
Juan de Yepes, por su parte, siguió por otros derroteros. en aquella sociedad, abocados al vagabundeo y a la delin-
Huérfano e hijo de viuda, es decir, de pobre de solemnidad, Me- cuencia 52 •
dina del Campo fue la villa de su infancia, adolescencia y prime- Nos referimos a los «doctrinos)), especie de colegio-reforma-
ra juventud. Si cupiera hablar de esta forma en una reflexión his- torio, de riguroso internado, con horarios monásticos y un régi-
tórica, habría que decir que fue su verdadera «nación>' aunque men no menos riguroso de crianza, ya que la finalidad primera
hubiera nacido en Fontiveros. Tanto es así. que durante su vida, de estos recogimientos no era tanto la cultural cuanto la de la se-
incluso después de su muerte, pocos debían saber de dónde era guridad pública, dada la peligrosidad potencial «de los niños más
natural -aspecto que preocupaba poco entonces- y casi todos desabrigados y vagabundos>>, elementos de que se nutría el grue-
asimilaban avecindamiento y nacimiento con Medina del Cam- so de los doctrinos. «Porque -se decía en las Cortes de 1548-
po .m. Hasta tal punto, que en la primera fase de sus procesos es cierto que en remediar estos niños y niñas perdidos se pone
de beatificación el rótulo oticial preguntaba (y lo afirmaban los estorbo a latrocinios. delitos graves y enormes, que por criarlos
testigos sin mayores preocupaciones): «Primeramente. si cono- libres y sin dueño se recrescen; porque, habiendo de ser criados
cieron al dicho fray Juan de la Cruz, que en el siglo se llamaba en libertad, de necesidad han de ser, cuando mayores, gente in-
Juan de Yepes ... , y que así los padres como los hijos tuvieron domable, destruidora del bien público, corrompedora de las bue-
opinión de santidad en la villa de Medina del Campo, de donde nas costumbres e inquistadora de las gentes y pueblos.)) La se-
eran naturales» 49 . guridad pública tenía también su componente sanitario: «asimis-
La crianza de Juan de Yepes fue en Medina, de hecho, don- mo (con estos colegios) se pone estorbo a muchas enfermedades
de se llevó a cabo. En primer lugar por la caridad colectiva que contagiosas e incurables, que, de andar éstos sueltos y dormir
salvó la vida de la viuda y del huérfano; en segundo término. fa- mezclados unos con otros, se recrescen». En las propias Cortes
cilitando la formación integral del niño. sobre todo la humanis- se contrasta y se celebra la eficacia pronta de los colegios de este
ta. con el éxito de sobra conocido. Y todo ello gracias a su con- jaez, puesto que Jos jueces «dicen haber menos latrocinios que
dición social de pobre de solemnidad. Porque cuando aquella fa- solía>>. Por todo ello se determina: «Es gran provecho de los pue-
milia, ya mermada y pordiosera, se afinca en el sector pobre de blos principales que en ellos haya escuelas de buenas costum-
inmigración, la villa dispone de un entramado asistencial a tono bres, doctrina y ejemplo» 53 .
con el auge demográfico y con su prestancia económica, con to-
50 A. MARCOS MART!N, Auge y dedil•e de t/11 111icleo mercamil y financiero
17
· A pesar de nuestms indagaciones en el Archivo de Protocolos no hemos de Castilla la Ficja. El•olución dcmvgníjlca de Medina del Campo duramc los si-
hallado aUn el testamento de Francisco. glos X\'1 y .\Tll, Valladolid. 197K.
.a; Las matriculas y votos, reproducidos fotográficamente en Dio parla nclla 51
C. EsPEJO. Las antigtlllJ ferias de Meditw del Campo. Investigación his-
1wrtc, p. 77. Tres lo hacen «natural de Medina del Campo. diócesis de Salaman- tórica, Valladolid, 1912. p. 54. Cfr. CRISÓGONO DE JESÚS SACRAMENTADO, o. c ..
ca,, y sólo en una ocusión aparece «Fray Juun de Santo M¡¡thia. natuml de On- o. 23.
354 TEOFANES EGIDO CONTEXTO HISTORICO 355
La experiencia de los centros recientes alentó a cumplir estas tinas: «de allí -dice Francisco en otra de sus relaciones fiables-
peticiones de las Cortes: las ciudades castellanas se fueron po- le enviaban al monasterio de la penitencia para que sirviese y
blando con celeridad de «doctrinos» a lo largo del siglo XVI. El ayudase a misa» SH.
maestro Juan de Avila y sus sucesores los avivaron con su entu-
Testigos procesales, hagiógrafos, se han deleitado en el fer-
siasmo. Más tarde, fray Juan de la Cruz pudo ver y oír a los doc-
trinos andaluces que cantaban motetes en las procesiones del vor del niño encariñado con la devotísima afición eucarística des-
Corpus, que acompañaban a los ajusticiados, que clamoreaban de tan pronto. La verdad es que no se trataba sino del cumpli-
por las calles la doctrina cristiana rimada que para ellos compu- miento de una obligación estipulada por el fundador de la Mag-
so el Maestro 54 • dalena, el acaudalado Rodrigo de Dueñas, a cambio de la gene-
Los doctrinos castellanos (de Toledo, Avila, Valladolid, Me- rosa protección económica que destinaba a los doctrinos. Las
dina del Campo, etc.), regidos por estatutos inspirados en las cláusulas minuciosas del banquero exigían que «el clérigo que
Cortes, eran más cerrados y menos sonoros. Todo se subordina- los tuviese a cargo de doctrinar y enseñar haya de decir e diga
ba a las «buenas costumbres>}: las cartillas o manuales de apren- en el dicho monesterio de Santa María Magdalena en cada se-
dizaje (que después serían monopolio de las «Cartillas de Valla- mana cuatro misas». Por lo que se refiere a Jos niños, la mismas
dolid»); se centraban en la doctrina cristiana, cortejada por un detalladas estipulaciones fundacionales permiten reconstruir la
silabario inicial y quizá una tabla de multiplicar al final, conte- ocupación de buena parte de los días de Juan de Y e pes (y de los
nidos fundamentales de aquellas primeras letras basadas en otros tres niños destinados al mismo quehacer): «Otrosí, deci-
aprender a contar, a leer y a juntar letras 55 . Junto a ello, la otra rnos que por cuanto nosotros, con ayuda de Nuestro Señor Je-
enseñanza estaba diferenciada: la mayor parte de los niños se sucristo, hemos procurado que los niños de la santa doctrina se
destinaba a los oficios como aprendices de los trabajos gremia- perpetúen en esta dicha villa, y de día en día vayan en creci-
les y para ser acogidos después por los maestros y amos respec-
miento. y para ello pretendemos hacerles casa donde puedan es-
tivos; otros, con dotes al efecto, se escogían «para estudianteS>>,
tar, a los cuales mandaremos ciertos maravedís de renta con cier-
con materias ya de iniciación, con base latina 56 . Aquí se debió
tas condiciones y gravámenes, según más largamente constará y
forjar la elección de Juan de Yepes, mejor dotado para las le-
parecerá por las escrituras que sobre lo susodicho hemos de hacer
tras que para los oficios, a juzgar por la relación de su hermano:
<<Juan, siendo niño, era muy hábil y aprendía bien; y así le pu- y otorgar, y a los dichos niños les gravamos que hayan de servir
sieron para que aprendiese en los niños de la doctrina de Medí- y sirvan en el dicho monesterio y casa, y es justo que se ayuden
na del Campo; y en poco tiempo se dio tan buena maña, que unos a otros pues todo es servicio de Nuestro Señor Jesucristo.
aprendió mucho, y pedía para los niños de la doctrina y las mon- Y para esto han de estar en cada un día en el dicho monesterio
jas le tenían mucho amor por ser muy agudo y hábih> 57 . e iglesia cuatro niiios para servir a las misas y limpiar y barrer y
El aprecio de las monjas se refiere a la contraprestación de hacer otras cosas que les fuere mandado por la priora y por el
los niños doctrinos y a su obligación de ayudar a misa en iglesias prelado gue gobernare la dicha casa y monasterio y por los ca-
concretas: por eso las «cartillas» elementales incluían casi siem- pellanes y sacristán. En invierno han de estar desde las siete ho-
pre el modo de ayudar a misa (en latín, por descontado). Los de ras de la mañana hasta las once de mediodía, y en verano desde
Medina cumplían este menester en la iglesia de las monjas agus- las seis hasta las diez. Si después de mediodía fueren menester
para servir y fueren llamados, vengan para servir la dicha casa
5 ..¡ Cfr. Obras completas del San ro Maesi ro Juan de A ¡•fla, edit. por LUis según e como se les mandare por la priora y perlado y por los
SAL,\ BALUST y F. MARTÍN HERNÁNDEZ, Madrid, 1, 1970, pp. 81-82, 161-162; ~1:~1...~~ ~"~~lJ .. ..,"'~ ",-.-.ro.-;,,t,;,.-, V -nr.r ln <'11<-'r.rJ1,.hr. J.,., mnni~lC rlPI
CONTEXTO HISTORICO 357
356 TEOFANES EGIDO
do ni otra cosa alguna porque con esta carga, y no de otra ma- neral (que no funcionó hasta 1619) '' 1• Sólo Francisco de Yepes,
nera, les hacemos la dicha manda» sv. en una de sus espontáneas relaciones, antes de 1607, revela que
Es presumible que Juan de Yepes, como el resto de los doc- el singular enfermero trabajaba en otro smgular hospit_al: «en
este tiempo le llevaron al hospita1 ~e las bubas con un senor que
trinos, tuviese que ayudar a la financiación de la institución cos-
tosa con otras prestaciones: quizá asistiendo a entierros. más
0
tenía cuentas con los enfermos>' -. El dato fue silenctado des-
prestigiosos cuantos más niños pobres formasen en el cortejo y pués porque la hagiografía tenía que exaltar la caridad de Jua~
conforme se ve en las mandas testamentarias del tiempo; indu- de Yepes con los dolientes pobres, el milagro del pozo, sus pn-
dablemente, como dice Francisco, pidiendo por las calles de la vaciones de sueño para estudiar, pero no le resultaba muy acor-
villa. de con el modelo dominante de santidad confesar que tale.s hos-
Y así pasó su infancia entre niños marginales medinenses o, pitalizados eran los que padecían la enfermedad contagiosa y
como él, provenientes de la inmigración de pobres; interno en sexual de la sífilis. Era una enfermedad vergonzosa, clandestma,
un colegio que, por el deseo de construirles casa manifestado por letal, y tan invasora, que ya antes desde las Cortes se daba la
Dueñas, se debía alojar entonces en locales penosos; ayudando voz de alarma, no tanto contra los sifilíticos cuanto contra las mu-
. 63
a misas y mendigando por los doctrinos. En Medina, quienes lo jeres causantes del contagio
conocían, debían hacerlo por el apelativo de «el niño de la doc- Y, sin embargo, dentro del entramado hospitalario de Medi-
04
trina);, al igual que después se denominaría a los expósitos como na, investigado por Alberto Marcos , el de_ las bubas era uno
«hijos del hospital» de Simón Ruiz y en Valladolid como «hijos de los más activos y de los mejor dotados. Situado extramuros,
de San José» f10. conforme a la norma seguida por los asilos de contagtosos, esta-
Ahora bien, gracias a su pobreza, gracias a la institución para ba regentado por la Cofradía de la Concepción.' su fundadora en
pobres, pudo aprender sus primeras letras y superar el nivel de realidad. Como su dedicación primitiva (en el siglo XV) de limos-
analfabetismo general quien pertenecía a un medio familiar de near para los pobres vergonzantes concurría con I_a_ de la otra co-
analfabetos, como lo eran la madre, su cuñada (a los ocho so- fradía de la Caridad, los cofrades de la Concepc10n «acor~aron
brinos, salvo a una, no les dio tiempo ni a ser analfabetos) y su de curar bubas y mal contagio» '' 5 . Era el hospital que mas ca-
hermano Francisco, admirado ante los adelantos del hermano mas tenía (de 45 a 50, además de las portadas a veces por .los
pequeño. propios enfermos) 66 ; y uno de l~s n:eJor ate~dtdos, ~on medt-
cos, cirujanos propios, con bottcano y vanos servtdores-en-
fermeros.
3. Estudios de gramática entre sifilíticos y jesuitas ~>1 Cfr. discusión. donde se exponen las inexactitudes de algún historiador
··\ d \ P. Bruno de Bmuzi. etc .. en CRJSÚGONO DE JESÚS SACRAMENTADO.
1oc,l , e , . , d 1 N.- J . . . A MAR
JJ-33 on anotaciones del ed¡tor, P. Matms e mo esus. - -
Medina y sus estructuras asistenciales hicieron posible que, o. c., pp. - .e . d 1 h' d s· ón
cos MART!N. que ha investigado la documentación duecta e _are 1vo e 1m
contra los comportamientos generales, las primeras letras de Ruiz. 0 _ c .. pp. 202-208. y en <~El siste~a h?:'pita_lar_i~ de Med:na del Campo c~1
Juan de Yepes no fueran también las últimas y pronto olvida- el siglo XVI». en Cuaderrros de lrn•esllgacwn lusumca, 2. l J78. pp. 341-36--
h:! En P. M. GARRIDO. o. c .. p. 378.
das. De la institución benéfica de los doctrinos pasó a la carita-
~>J Actas de Cortes, Madrid. 1528. petición 8.
tiva de un hospital como «enfermero». Los hagiógrafos, los tes- fl<-1 o. c. (pp. 192-213) y art. cit.. que es de donde extraemos estos d~to~
tigos procesales, hablan del hospital, sin más, o del Hospital Ge- ¡,;; Para ver las relaciones con la duquesa de Maq~e~a. In :'loca dc_l Sacr_a-
...,_,.n,,.", ,..fr rbtn<: d,-.1 lihro hf'eerro del Hosoital de S1mon Rmz. ArchiVO 1-hs-
358 TEOFANES EGIDO CONTEXTO HJSTORJCO 359
E~:re estos últimos se contaba Juan de Yepes, cuya función aquellos años (1559-1563); gracias a las seguridades económicas
parecto centrarse prioritariamente, como dice su hermano en del hospital le fue posible alternar el limosneo y el cuidar a los
pedir. para los s!filíticos, como antes tuvo que hacerlo para' los enfcnnos con los estudios secundarios en el colegio de los jesui-
doctnnos. Las limosnas podían ser generosas en aquellos tiem- tas, cuya presencia en la villa coincidió con la de los Yepes.
~os buenos de Medina. pues suponían un ingreso considerable La Compañía, convencida de la necesidad de atender a la for-
JUnto con las rentas propias, algunas mandas testamentarias, con mación de la juventud como- vocación, disponía también de un
las sumas que pagaban muchos de los asistidos y con las subven- plan de estudios diferenciado. Los internos, dado el sistema pe-
CIOnes que en especie(en cargas de trigo y carretadas de leña) dagógico de la ratio studiorum, se beneficiaban más del método
proporciOnaba el mumctpio. A pesar de todo ello. no debe pen- de enseñanza «integral» impartida, mucho más completa que la
sarse que aquellos hospitales disfrutaban de instalaciones al es- del resto de los enseñantes, puesto que abarcaba, además de las
tilo de los modernos, con secciones administrativas y laborales materias plenamente humanistas, todos los espacios, todos los
perfectamente diferenciadas. Da la impresión de que el enfer- tiempos, los gestos, el lenguaje, desde la comida hasta el juego,
mero conv~vía. con los enfermos día y noche. Más tarde, fray la competencia, los premios, representaciones de piezas (siem-
Juan tcnd:ta Siemp:e un. trato natural con sus frailes aquejados pre en latín) elaboradas por los propios alumnos con la asesoría
de dolenctas: de eptdemtas, de peste, en tiempos andaluces. No de los maestros y seguidas en su ejecución por la asistencia de
es factl desvmcular estas experiencias medinenses de familiari- familias, de invitados y que conferían cierta participación a lapo-
dad con sifilíticos y _similares en condiciones sanitarias imagina- blación. Todo ello «hizo que la Compañía ganara un amplio y
bles de las observaciOnes posteriores, muy de acuerdo, por otra duradero apoyo popular>> 65 • De este éxito y de este apoyo se ha-
parte, con la sensibilidad y las percepciones olfativas de en- rán eco no sólo los propios jesuitas que van comunicando noti-
tonces 67 • cias de la marcha de los colegios; el propio Cervantes tejerá una
envidiable apología en su Coloquio de los perros.
Este tiempo del hospital de las bubas fue decisivo también
por otros motivos. Juan de Yepes pudo continuar su formación Juan de Yepes, compañero del centenar y medio de alumnos
articulando las primeras letras de los doctrinos con los estudios de los jesuitas. no pudo disfrutar de tantas oportunidades como
humanistas de la enseñanza preuniversitaria. Vertebrados éstos se ofrecían a los internos. Su pluriempleo no le permitía más que
e~ ~orno al latín, incluían también gramática, retórica, lenguas «estudiar un poco por la mañana y un rato por la tarde>:., como
clastcas Yotras disciplinas que rozaban los dominios de la Facul- recuerda su hermano. El mismo Francisco manifiesta una y otra
tad común de Artes. Los studia lzumanitatis o «latinidad>> eran vez su admiración por el aprovechamiento de su hermano me-
privilegio de minorías que no sólo habían roto la densa barrera nor, que «tenía tanto cuidado, que en breve tiempo supo mucho
del analfabetismo, sino que también tenían voluntad de conti- en la Compañía de Jesús)); (<di ose tan buena maña en su estu-
nuar su formación hacia otras metas. Entre familias ricas, o no- dio, ayudándole en él Nuestro Señor, que aprovechó mucho en
bles de verdad, lo más corriente era disponer de ayos al efecto. poco tiempo» w.
Los menos dotados recurrían a maestros o instituciones financia- La verdad es que el hermano analfabeto poco debía necesi-
das por la asistencia municipal, por fundaciones particulares. Los tar para asombrarse. No obstante, existen evidencias objetivas
pobres bastante tenían con subsistir mendigando o trabajando
hf\ Todos estos datos. en R. L. KAGAN, en su obra sobre los estudiantes en
como aprendtccs de oftcms gremiales u otros (<mecánicos» y <<vi-
aquella España, que ha sido traducida al castellano con el título Unilocrsidad v
les». Juan de Yepes, encuadrado socialmente entre los últimos. sociedad en/a Espmía Moderna, Madrid. 1981. pp. 95~97; R. DE HORNEDO. «Fi~
pudo beneficiarse de las ventajas de Medina del Campo por sonomía poética de San Juan de la Cruz», en Ra::::ón y Fe, 542 (mayo de 1943).
••• • • • '. ' ._.J_ ·'-' n '···- r.~ ..
360 TEOFANES EGIDO CONTEXTO HISTORICO 361
de, al menos, las posibilidades de aquel aprendizaje de Gramá- guntarse las razones de la elección carmelitana de Juan cuando
tica y latinidad conducido por maestros de excepción. Entre és- se le habría ofrecido, al parecer, una segura capellanía en el hos-
tos (además del afamado Padre Astete) estaba Juan Bonifacio, pital de las bubas, y cuando había estudiado con los jesuitas. La
entonces novicio escolar, con unos cuatro años más que su alum- pregunta, hasta el momento, no ha sido respondida satisfacto-
no. No se puede atribuir al maestro de entonces todo lo que más riamente 76 • Quédense para los hagiógrafos las elucubraciones
tarde dirá en el interesante tratado pedagógico de madurez "'; acerca de los fervores marianos y otras consideraciones tan po-
pero ya tenía ideas y métodos humanistas y participaba del en- sibles como infundadas.
tusiasmo derramado por la inmensa mayoría de los maestros je- Nada más profesar (1564) es enviado a la Universidad de Sa-
suitas, «a menudo jóvenes e inexpertos>> 71 • Existe otro dato más lamanca, donde Fray Juan de Santo Matía se matricula tres años
convincente aún e incuestionable: la expresión lírica de Juan de en Artes. Lo hace desde el Colegio Mayor de su Orden, lo cual
Yepes posterior, su lenguaje, revelan una infraestructura huma- plantea el problema de su presencia en el Estudio General, bien
nista también privilegiada y que sólo pudo adquirir en estos años dotado de catedráticos, escolástico más que místico, y donde se
decisivos de su formación, bastante oscurecidos por el embrujo combate a Copérnico 77 . Matricularse, entonces, no equivalía a
en que a hagiógrafos y biógrafos ha hecho caer la etapa de la bri- seguir las lecciones, sí a adquirir el fuero universitario y el de-
llante Universidad de Salamanca 72 . recho a votar para las apetecidas cátedras, «ganadas'> no siem-
También en el Colegio de la Compañía se forjó su vocación pre de forma pacífica. De todas formas, mejor que sus estudios,
religiosa. En aquel ambiente clericalizado no era preciso el pro- sus lecturas, sus asistencias, se conoce el régimen de aquella Uni-
selitismo para las vocaciones religiosas. Al clima general se aña- versidad y de aquel Colegio de San Andrés gracias a las mono-
día el particular del colegio: desde Medina del Campo, en el mis- grafías de Balbino Velasco y de San Pedro-Bezares 7H.
mo año en que Fray Juan acababa de ingresar en el Carmen
(1563). el jesuita Francisco Olea comunicaba, como la mejor
apología del centro, que de los alumnos (externos) «ocho han en- IV, Ambiente de reformas: del rigor al humanismo
trado ya en religión: cuatro en Santo Domingo y tres en el Car-
men y uno en San Francisco» 73 Pablo M. Garrido ha identifi- Sus estudios salmantinos estuvieron acompañados de una
cado y seguido la trayectoria de los otros dos condiscípulos, que, profunda crisis personal 79 que abocó a la decisión, adoptada ya
como él, son aludidos en el dato de Olea 74 y profesarían en el en el tercer curso como artista (1566-1567), de «pasarse a la
reciente convento carmelitano de Santa Ana, también con su Cartuja» Ho.
prestigio en la villa y con su cátedra de Artes dotada por el cé-
lebre Padre Rengifo 75 No creemos que carezca de sentido pre- 7(•
77
Cfr. observaciones de J. ]IMENEZ LOZANO. o. c .. pp. 20-21.
La cuestión copernicanu. desde distintos puntos de vista. discutida por
711
E. BusTos, «La introducción de las teorías de Copérnico en la Universidad de
Christiani pueri institutio ado/escemiaeque perfugium, Salumanca, 1575. Salamanca», en Re~·isra de la Real Academia de Ciencias Exactas, fisica y Natu-
1588. rales, 67-2, ]973, pp. 235-252; M. fERNÁNDEZ ALVAREZ. Copémico y Sll huella
71
R. KAGAN. o. c .. p. 96. F. ÜONZÁLEZ ÜLMEDO, Juan Bonifacio, Santan- en/a Uni\•ersidad de Salamanca del Barroco, Salamanca, 1974, matizado todo úl-
der. 1938. timamente por M. FERNÁNDEZ ALVAREZ. uEtapa renacentista (1475-1598))>, en
72 JOSÉ DE JESÚS CRUCIFICADO. «Aspecto cultural de San Juan de la CruZ», la obra La Universidad de Salamanca. 1: Hisloria y proyecciones, Salamanca.
en Sanjtumistica (Romu, 1943). p. 385. «Como período intenso y en el que se ela- 1989. pp. 87-88. . . . .
bora una cultura». lo ve BARUZI, o. c., p. 95 (a ello dedica las pp. 82-95). ?1! B. VELASCO BAYÓN. El Colegio Mayor Umversttano de Carmelitas de Sa-
7J En CRISÓGONO DE JESÚS SACRAMENTADO, o. c .. p. 43. lamanca, Salamanca. 1978. L. E. RODRfGUEZ-SAN PEDRO BEZARES. «San Juan
7 de la Cruz en la Universidad de Salamanca (1564-1568)», en Salma11ficensis, 36.
~ ~·an Juan.d~ ~~~ ~mz -~ Fran~·isco de Yepes, pp. 34-43. donde se aquilatan 1nun __ 1C""1 lfl"'. :,1 U-w:-~·-;- ,.,.;,,~wr;,_w;_ -In ('_,, '"""do fn r,.,..,. "" (',/,.,_
CONTEXTO HISTORICO 363
362 TEOFANES EGIDO
los peores alimentos. Y casi todas las reformas medievales la co-
Muc~o se ha especulado acerca de la decisión cartujana, co- gieron contra los estudios, contra los grados académicos, contra
noct~a solo por las confidencias fidedignas de Santa Teresa. Es
la ciencia, contra las letras. aborrecidas por considerarlas una de
preciso recordar que el tránsito de una orden religiosa a otra era las causas de las mitigaciones anteriores. Aunque en tiempos de
entonces frecuente. Tan frecuente, que tales migraciones tuvie- Santa Teresa se respirase otro ambiente en este particular, los
ron que regularse y prohibirse, Con una particularidad: el paso ecos de tales prevenciones pueden detectarse en las ordenacio-
a la Cartuja estaba prácticamente abierto a los mendicantes, que nes alcantarinas. sin una palabra dedicada a la formación, a los
para hacerlo no necesitaban licencia de la Santa Sede, sino sólo
libros, a la lectura 10 •
el permiso de los superiores respectivos HI, En aquel 1567 tam- La reforma en que pensaba Santa Teresa y para la que ganó
bten el pnor del convento carmelitano de Medina andaba en es- al soñador en la cartuja tenía elementos heredados de las otras
tos trámites fáciles de traspaso, y coincidentes con el carmelitanismo eremita «primitivo» del que
, La Cartuja era un símbolo de observancia primitiva, de per- nunca se desprendió. Pero la pobreza rigurosa de San José de
VJVenc~a de tdeales pnmttivos mcontaminados por relajaciones Avila no constituía para ella un valor absoluto (mucho menos la
postenores, hasta, e~ extremo de haberse convertido en tópico clausura rigurosa), sino un medio para lograr la libertad de «ti-
aquello de ser la umca que no se había reformado por no haber ránicos» fundadores y, por ella, la igualdad, la hermandad, un
sido nunca deformada, Personificaba, por tanto, el rigor perma- estilo de vida alegre y el ambiente propicio para la oración tan
nente y además tenía monasterios cercanos en Castilla. Y el ri- suya. Por eso, ya en la tercera fundación, y ante consejos de le-
gor era u.na tendencia arraigada y popular. avivada, además, des- trados. erigió su convento en el lugar de señorío de Malagón con
de la BaJU Edad Media castellana con aquel hervidero de refor- 4
renta y -además- con abstinencia matizada .s • Más elocuente
mas que, tras el empujón de los Reyes Católicos, vuelven a to- resulta aún su actitud ante los libros. Al margen de su crítica su-
mar cuerpo, ~un_que en_otro contexto, en tiempos de Felipe JI. til contra la política inquisitorial antilibraria, llegó a establecer
Hay una contmmdad evidente entre aquellos eremitorios rurales en sus primeras constituciones la exigencia de la lectura y a plas-
y castellanos de Yillacreces, Lope de S a lazar, San Pedro Rc.,a- mar --después de exigir a la priora «que haya buenos libros)} y
lado, de comienzos del siglo XV, y entre las realizaciones de San de citar algunos significativos- el axioma alentador a la lectur~:
Pedro de Alcántara, admirado, cantado e imitado por Santa Te- «porque es en parte tan necesario este mantenimiento para el
resa, com_o es bien sabido, en los primeros fervores por la po- alma como el comer para el cuerpo)) xs. La de Santa Teresa era
breza radical de San José de Avila "2 , una reforma moderna que suponía el Humanismo, no sólo en las
La referencia de todos estos movimientos, convertidos en re- monjas, sino también en los frailes, quienes, al decir del Padre
formas, _en observ_ancias, en la descalcez respectiva, era el rigor Gracián, buscaron sus asentamientos en centros urbanos y uni-
por el ngor. Senttan aquellos reformadores un entusiasmo des- versitarios, más atentos en esto al modelo jesuítico que al
~ordante por eremitorios humildes; tenían como signos de iden- alcantarino x6 .
tidad los hábitos estrechos y cortos, sin pliegues: la descalcez «de Ahora bien, el Padre Gracián manifestaba su programa (coin-
p1e Y p1er~a>>. Tod.os se e.mpeñaron en la mortificación corporal, cidente con los anhelos teresianos), sólo cumplido en parte, bas-
cuanto mas llamativa meJOr, y tan propia de los tiempos de ham- tantes años después de la muerte de San Juan de la Cruz y cuan-
bre como era la de ayunar, abstenerse de carne y vino, preferir do la reforma carmelitana había atravesado por diversas circuns-
In E FREN
. DE LA MADRE DE DIOS y Ü. STEGGINK, Santa Teresa \'sil tiempo °
1 Cfr. las distintas ordenanzas de San Pedro Regalado. en A. BARHADO.
II.l. Salamanca. 1984. p. 148. - · San Pedro de Alcántara. Madrid. 1961. apéndice.
x~ Para enmarcar históricamente esta evolución: J. GARCÍA ÜRO. La refor- H·l <'-!·-~ ..... ~~ ......... ho,~L· di> ¡;,:,.nt<> T<>n'<.:a rfr mwstras observaciones en In·
364 TEOFANES EGIDO CONTEXTO HISTORICO 365
tancias en las que el Santo fue protagonista. Entre ellas, una, llar invectivas contra el maestro «harto mozo, sin letras, de po-
que alarmó a Santa Teresa, fue la fascinación por el rigorismo. quísimo talento ni prudencia para gobernan> ni _c_ontra «la exc~
Fray Juan aprendió en aquel singular noviciado corto de Valla- siva manera que los llevaba (entre otros a Gractan) y las morti-
dolid con la Madre (1568) las lecciones «de estilo de hermandad ficaciones que los hacía hacen> 'JO. Dictámenes sensatos de Bá-
y recreación>> que dieran sentido a la «mortificación» tn. Pero no ñez. la reiterada presencia de Fray Juan de la Cruz, encauzaron
todos pudieron disfrutar de tal maestra, que no puede callar, en- aquel febril y anacrónico estilo de vida. Es difícil no relaci?nar
tre líneas, cierta decepción ante los rigores excesivos del primer esta experiencia sanjuanista con la condena que hace despues de
convento de la Reforma cuando describe magistralmente su vi- la gula espiritual larvada en tal ((pemtencm . . de t1estws>•
. 01
sita (1569) a aquel «portalito de Belén»'"· Duruelo, en el fon- A pesar de todo no se pudo solucionar el problema de fondo
do, fue un fracaso: la fundación tuvo que trasladarse al lugar cer- subyacente en aquellas corrientes rigoristas prontas a desmadrar-
cano de Mancera no tardando (1570). se. ·El espíritu de Pastrana seguía vivo en La Roda. en La Pe-
Duruelo quedó en el recuerdo como un símbolo. y Mancera, ñuela. Cuando años más tarde (1576 ). Jos «ContemplatiVOS» ce-
noviciado, aislada en Castilla, no dio signos de vitalidad. La ex- lebraron una especie de capítulo, escasamente legal. en Almo-
pansión llegaría, en aquellos mismos años, de la otra Castilla, la dóvar, uno de Jos quehaceres hubo de centrarse en moderar ex-
Nueva, y a partir de ella, de Andalucía, de acuerdo con las cons- cesos de La Peñuela. El Padre Alonso de la Madre de Dios los
tantes demográficas y económicas del reino. Fue un acierto in- describe, y hacen recordar lo extremoso de los eremitorios ba-
dudable, por lo mismo, fundar en Pastrana el otro noviciado jomedievales: (<Allí nuestro comer eran hierbas que allí se co-
(1569) y en Alcalá de Henares (1570) el Colegio de San Cirilo. mían. muchas veces eran silvestres, y bastaba para saber no eran
Pronto comenzaron a afluir las vocaciones y a multiplicarse los dañosas el haberlas visto comer a algún animal; y esto comían
conventos hacia el Sur, desafiando incluso las condiciones limi- con pan. Con los huéspedes ninguna pena recibía el _coci~ero.
tadoras de las patentes del General Rubeo. Pero esta primera ex- porque sólo añadía un poco más de agua al~ olla, y ast dec~a no
pansión fue dolorosa en cierto sentido: en contraste con las ven- tener pena con ellos. que allí estaba la tep, la cual servm de
tajas del Colegio de Alcalá, orientado por Fray Juan de la Cruz, caño a una fuente. Pescado no se comía sino en las Pascuas o
con los primeros carmelitas descalzos calificados, tan en la línea grandes fiestas. Había muchos que cuando les sabía bien la co-
teresiana, se pudieron palpar dolorosamente los inconvenientes mida. echaban en ella ceniza para mortificar el gusto. Vmo no
de Pastrana, en dominios de Jos Eboli, iniciado con elementos se daba sino a los viejos y necesitados. Andaban tan mortifica-
procedentes del eremitismo anárquico de Sierra fvlorena. El dos que muchos no miraban a los árboles por _mortificarse en l.a
nombramiento apresurado de un maestro inexperto, Angel de vista. No dormían más que tres horas entre dw y noche.» Y st-
San Grabiel, hicieron el resto, y allí prendió la endemia del ri- guc hablando de aquel convento que los seglares «llamaban de
gorismo rad_ical. los mudos>>, sin recreación, con haces de romero por camas,
El Padre Efrén Montalva ha descrito con ira las exacerbacio- etc. Y2 .
nes en cadena HY. Evitamos su descripción recogida por algún El rigor de los descalzos de aquellos contornos tenía su mito:
cronista entusiasta. Sus extremos debieron ser tales, que ni la el de doña Catalina de Cardona (que no murió hasta 1577), de
Madre Teresa, en su bondadosa narración fundacional, puede ca- orígenes oscuros, eremita, popular por sus increíbles penitenci~s
7
vividas en soledades clamorosas que ella se encargaba de publi-
!! Fundaciones, 13. 5 [en carta a don Francisco de Salcedo (finales de sep-
car (y de explotar), favorecida por los señores de Pastrana, que
tiembre de 1568) la Santa deja entender que hubo algunas diferencias con fray
Juan]. hasta logró «SU» convento de frailes descalzos en La Roda. Para
11!! ,..,
366 TEOFANES EGIDO CONTEXTO HISTORICO 367
hacerse una idea de lo que representó, nada más adecuado que fundaron el Padre Mariano y fray Juan de la Miseria, se ha mul-
leer, pero haciéndolo otra vez entre líneas. la descripción rebo- tiplicado la Orden más que de la casa de Mancera que fundaron
sante de ironía que traza Santa Teresa. con la que nunca quiso los dos frailes calzados que redujo a descalzos la Madre Teresa.
entrevistarse, de esta que se firmaba «la pecadora», misógina, Y aquella casa de Mancera ya acabó. Y así la casa de Pastrana
con su hábito de fraile sin ser monja, «que pensaba era hom- es agora la primera, y, por consiguiente, la matriz y medida de
bre», sucia y {<con olor a reliquias>> ')3 . Más intencionada aún re- vida>> '16 .
sulta la desaprobación que la Madre Teresa estampa, por el ve- Claro está que tales proclamas -nótese el rencor hacia los
rano de 1571, cuando se hablaba tanto de la visionaría peniten- calzados reducidos a descalzos- se producía cuando la corrien-
te, en sus Cuentas de Conciencia 'J--1. te extrema y observante se había oficializado ya en la Orden gra-
El problema no era trivial: al ideal teresiano los frailes de es- cias al otro italiano, el General genovés Nicolao Doria, con Gra-
tas tendencias quisieron oponer el contramodelo penitenciario cián expulsado de la descaleez y después de haber desaparecido
de la Cardona, con todo lo que ello significaba como alternativa los moderadores Teresa de Jesús y Juan de la Cruz.
para los descalzos, menos sumisos a la Madre que sus monjas y
no siempre de formación intelectual sólida en aquellos princi-
pios. No era vano su denuedo ni se apagaron los ecos con aque- V. Las reformas, entre la violencia
llos primitivos encandilados. Muy adentrado ya el siglo XVII, en y el poder político
la versión oficial de la historia de la Reforma, el Padre Francis-
co de Santa María Pulgar dedica nada menos que veinte capítu- Las tensiones internas de los descalzos invernaron durante
los, <<en libro nuevo, conforme a la grandeza del asunto, a la un tiempo, el más tenso de su historia, en el que fue preciso unir-
vida de la Venerable Madre Doña Catalina de Cardona». En se contra el que se consideraba enemigo común. Concretamente
ellos aletea, además del valor absolutizado de la observancia, el Jos años 1575-1580 decidieron la personalidad jurídica y posibi-
peso que se atribuye <7aJ ejemplo de tal madre>>, hasta el extre- litaron la existencia de la descalcez, pero no sin desgarros, sin
mo de erigir a <da primera anacoreta española» no sólo en mo- violencias, agresiones por unos y por otros y malentendidos.
delo de sus hijos de La Roda, sino también en «Coadjutora de Hubo víctimas en este ambiente. La más señera y castigada fue
la gran Teresa en la renovación del Carmelo>> 95 . precisamente fray Juan de la Cruz. Fue un episodio, el de su cár-
El intento de beatificarla y canonizarla no debió ser una ini- cel, doloroso, pero explicable hoy por el contexto de tensiones,
ciativa puramente personal del asendereado -y corregido por compañeras inevitables, desde la Edad Media, en todos los pro-
San Juan de la Cruz- Angel de San Gabriel, representante del cesos reformadores masculinos.
sector más cercano a la línea anacoreta de Pastrana que a Du-
ruelo. El alegato del maestro de novicios al General de la Or-
den a comienzos del siglo XVII es más elocuente que muchas re-
l. Expansión, resistencias y lucha por la atttonomia
flexiones para detectar el peso que en aquellas mentalidades del
rigor ejercía el contramodelo cardoniano: ((Los frailes descalzos
más tienen y mejor les está imitar a la ermitaña Cardona que a Los reformados, personificadorcs del ideal del rigor, encon-
la monja Teresa ... Es fuerza decirlo, que no es menos fundado- traron casi siempre y con relativa facilidad el respaldo popular,
ra de los frailes descalzos la Madre Cardona que la Madre Te- la protección señorial y el apoyo de los monarcas, alentadores
resa de Jesús, antes más; porque del convento de Pastrana, que todos de su forma de vida. Por ello. las células originarias no tar-
.-l •• h ....... """ ....,,Jtinlir':ln:P. ~~mn:tr:líh" Pn bo;,; lnrlsrlicciones territo-
368 TEOFANES EGIDO CONTEXTO HISTORICO 369
riales y empujadas por una expansión demográfica incontenible, excepción). Es la fase agresiva de los descalzos que se co-
contrastante con la «modorra}' y estancamiento de los «mitiga- rresponde con la de contracción de los calzados, desarmados.
doS>>. Era entonces cuando saltaba el conflicto inevitable entre temerosos de perder su identidad, de verse obligados a refor-
la expansión progresiva y consumada, y entre las limitaciones im- marse todos, es decir, temerosos de una absorción que no se
puestas por los superiores Generales en las patentes de funda- disimula <JH.
ción, tan cautas, para evitar escisiones. Es lo que había hecho el La reacción no tardó en orquestarse en cuanto se dieron las
Padre Rubeo al permitir a Santa Teresa la experiencia contem- circunstancias favorables para la resistencia. El Capítulo Gene-
plativa de dos casas de frailes que los descalzos habían multipli- ral de la Orden en Piacenza (1575) oficializó la toma de concien-
cado ya en 1575. cia ante la situación angustiosa: en él se revisaron los incumpli-
En la Castilla histórica la situación de la reforma se compli- mientos descalzos de las condiciones fundacionales impuestas por
caba aún más por la presencia activa del poder real, comprome- el General Rubeo y se arbitraron los mecanismos para conjurar
tido en tiempos de Felipe li en llevar a cabo las reformas de los el peligro de ~<hacernos a todos descalzos» !}lJ. Se entra en una
regulares que no se habían reformado ya (entre ellos los carme- guerra de breves y contrabreves. con visitadores, reformadores,
litas) y en hacerlo al estilo tradicional de la monarquía española: comisarios, perfectamente armados de instrumentos legales, con-
forzando la «reducción de los observantes (calzados) a la descal- vencidos unos y otros de actuar en la más estricta legalidad a pe-
100
cez», considerada ésta como único patrón de vida carmelitana. sar de lo confuso de jurisdicciones encontradas . Fueron tiem-
Es un sistema que Steggink califica de <<extremista y nacional>>, pos de violencias, de banderías y escándalos que no se limitaron
a la española, «en cuanto que va más allá de la reformatio regu- en su fragor al espacio doméstico. Y a la ofensiva anterior de los
lariwn de Trento y representa un movimiento de inspiración es- descalzos responde ahora ésta de los calzados ante la coyuntura
pañola -la descalcez franciscana-, que encuentra en la corte favorable que propició la desaparición del nuncio Ormaneto
del Rey Católico apoyo incondicional, goza de popularidad y es (muerto a comienzos del verano de 1577), relevado por Felipe
considerada, por su presunta vuelta al "primer instituto", como Sega, «que parecía -dirá después Santa Teresa- le había en-
la observancia por excelencia>) lJ?. viado Dios para ejercitarnos en padecen) I!H. Si antes se luchó
Cuando la expansión descalza y los programas reales se ven por parte de los calzados para evitar la absorción, los descalzos
respaldados, o consentidos, por el nuncio -cuyas funciones iban tienen que hacerlo ahora contra la amenaza de su destrucción.
mucho más allá de las meramente representativas y tocaban ám- Desvalidos éstos y acosados en el otoño de 1577, tuvo lugar el
bitos jurisdiccionales-, a los calzados no les queda más reme- encarcelamiento del más aislado y tan representativo por ser con-
dio que tolerar no sólo el crecimiento de los descalzos, sino tam- siderado como el primero que se descalzó (y por mantener el vi-
bién la presencia de los reformados en sus conventos, el copo de cariato de las monjas calzadas de la Encarnación que seguían
los cargos decisivos. Es lo que aconteció en la primera fase, la queriendo a la Madre Teresa por priora). La prisión de San Juan
de Pío V (el papa dominico) y del nuncio Ormaneto, con sus ma- de la Cruz fue un golpe de fuerza, habitual en los procesos re-
neras diplomáticas y el respaldo a las formas reformistas de Fe- formadores castellanos, pero que se quiso más duro, ejemplar y
lipe ll. Por este motivo -al margen del interés de la entonces medicinal, para reducir a quienes oficialmente se anatematizaba
priora, la Madre Teresa- fray Juan de la Cruz (1572-1577) era
confesor y vicario del monasterio de la Encarnación, y durante •m O. STEGGINK. o. y l. ce.; L. St\OGr, Le origini dei carmelirani scalzi
algún tiempo cuatro descalzos controlaban los puestos clave en (1567-1593). Storia e storiografia, Roma. 1986. pp. 17-50.
l}lj Cfr. documentación en Documenw primigenia (citaremos DP). I «Monu-
el cercano y masculino convento del Carmen (Avila no era una menta Historica Carmcli Teresiani)), 1). Roma. 1973, pp. 207 y ss. Valoración.
370 TEOFANES EGIDO CONTEXTO HISTORICO 371
por «inobedientes, rebeldes y contumaces>,, que no buscaban sus monjas de la Encarnación, que al día siguiente se apresuran
sino «apartarse de la obediencia de la Orden» 102 • a levantar acta notarial del apresamiento y desaparición de su vi-
No es desproporcionada la atención que la cárcel de San Juan cario 106 ; doña Guiomar de Ulloa, que lloraba su ausencia 107 .
de la Cruz ha merecido desde todos los ojos y desde todos los Y se preocupó, sobre todos, la Madre Teresa. Su epistolario, des-
géneros: el encerramiento de aquellos nueve meses (diciembre de el día de la prisión hasta después de la fuga. es una explosión
1577-agosto 1578) es el episodio más dramático de su existencia de ternura hacia el tlaco fray Juan de la Cruz. En cartas a todo
y el más llamativo, tan apto por otra parte para tejer fabulacio- el que quiera oírla (incluido el rey) manifiesta con fuerza el te-
nes e historias maniqueas de buenos y malos. Sus sufrimientos mor por su vida, repite la preferencia (tan viva en su imagina-
físicos, sus torturas (aún no se habían descubierto los derechos ria) de que se encontrase entre los moros; busca influencias; va
humanos ni la tolerancia), han sido descritos con profusión por contando los días sin noticias. porque la ignorancia del confina-
los testigos innumerables de los procesos. No son fiables. por miento es lo que más la aterra (de hecho nunca supo dónde se
más que algunos digan habérselo oído decir a fray Juan 103 • El encontraba el «encantadO>> fray Juan) a pesar de las investiga-
trato recibido debió ser el corriente en las cárceles conventuales ciones por su paradero. Y se desespera ante el abandono de los
para los rebeldes y contumaces, y ya se sabe que, en el comple- frailes wx_
jo carcelario de todos los tipos y fueros de entonces, las más ar- No se ha insistido demasiado en el impacto que sobre aquel
bitrarias e incontroladas podían ser las cárceles conventuales. estado de cosas ejerció el escarmiento excesivo en el primer des-
Quizá para el encerrado en aquel caso, para fray Juan, fuera más calzo. La observación de la realidad revela que después de su li-
doloroso el sufrimiento interior y la soledad (otra vez fecunda). bertad, y a pesar de las medidas adoptadas por el nuncio contra
De las incertidumbres no saca ni siquiera el único testimonio di- los responsables de otro «capítulo» en Almodóvar, los descalzos
recto, el proporcionado por el segundo carcelero que por fortu- pudieron actuar con más eficacia para lograr lo que desde antes
na se ha conservado. Hay datos válidos en su confesión. Pero es pretendían: la autonomía jurisdiccional como requisito indispen-
una testificación condicionada por la lejanía en el tiempo ( cin- sable para garantizar su identidad y su supervivencia. El paso ine-
cuenta años después de lo acontecido), por la veneración, quizá ludible era el de crear una Provincia independiente de los calza-
por la complicidad en la fuga (nada milagrosa y muy minuciosa- dos españoles aunque, en principio, bajo la obediencia del Ge-
mente preparada) lll4 . neral para conjurar los miedos superiores a la escisión. <<En lo
En muchos aspectos, la cárcel toledana seguirá siendo un se- de la Provincia es lo que se ha mucho de poner», urgía por aque-
creto. No lo es tanto lo que pasó fuera de ella durante la pri- llas fechas Santa Teresa a uno de sus valedores en la Corte IOlJ.
sión, las reacciones y sensaciones de sus hermanos descalzos por Era Jo mismo que había solicitado en su primera carta ( conser-
cuyo ideal arriesgó su vida fray Juan. Pues bien, ninguno de ellos vada) a Felipe II tres años antes ya: «Conozco claramente que
se preocupó de su suerte. como se quejaba amargada y exaspe- si no se hace Provincia aparte de descalzos, y con brevedad, que
rada Santa Teresa, cuando seguramente el preso se había fuga- se hace mucho daño y tengo por imposible que pueda ir adelan-
do ya: «No sé qué ventura es que nunca hay quien se acuerde te>>, y, a las pocas líneas, aclara: «Como esto está en manos de
de este santo'' 105 . Por el contrario, se preocuparon, y mucho, Vuestra Majestad .. . Vuestra Majestad mande se haga» 1111 •
Esta es la clave fundamental para interpretar no sólo la pers-
HL'- DP. 1. 70. pp. 20R-209. Pan1 el frustrado priorato de Santa Teresa. la picacia de la Madre Teresa, empeñada en la paz, sino también
mejor descripción es la de la propia elegida en Carta a María de San José. 21 de
octubre de 1577. Cfr. estudio de HIPÓLITO DE LA SAGRADA FAMILIA, •(La ''elec-
1()(, DP. J. pp. 445-450.
ción machucada" de Santa Teresa», en Ephemerides Carmeliticae, 2, 1969, 107
nn lfiR-Jl)1 A Graciün, 15 de abril de I57H. 21.
10/i "'~ ~-•--~:-~- ~-•--'" _._,_,_._ 11~---- rl" --"~''""_.,_.;_.;_., rl= ~;~,¡-,. r'f- ni~"'
372 TEOFANES EGIDO CONTEXTO HISTORICO 373
el previsible final del proceso complicado. Es cierto que, tras la Consejo Real 113 . Y éstas fueron las seguridades de los descal-
fuga de fray Juan de la Cruz y la casi coincidente muerte del Pa- zos y de sus valedores. Ya podían esgrimirse breves contra la
dre Rubeo. el nuevo General. Juan Bautista Caffardo, cambió acción reformadora, contra las delegaciones de Gracián: eran
sustancialmente el estilo temeroso del antecesor por el de pater- ineficaces en España. aunque vinieran del papa, sin el examen
nal acogida hacia los descalzos españoles 111 . Pero sobre todos previo y sin el pase del Consejo 114 En los tiempos duros para
Jos factores domésticos actuó el político. los descalzos, la Madre Teresa tranquilizaba: «Si el rey se está
como se estaba y los demás, poco hará al caso» 115 • Y el envia-
do de Roma, el temido Jerónimo Tostado, tuvo que marchar a
2. La descalcez y el regalismo Portugal 116 .
No hubo, por tanto. grandes dificultades para retornar a la
La monarquía española era un Estado. además de complejo idea de la separación provincial una vez que el rey tomó la de
y gigantesco, mixto; es decir, civil y sacro a la vez. Desde antes, los descalzos como causa propia, además de por su programa re-
más aún desde los Reyes Católicos, los monarcas estaban acos-
formador. por motivos políticos 117 , y a ello, aunque no sin pro-
tumbrados a controlar los asuntos eclesiásticos de acuerdo con
testas, tuvo que plegarse el nuncio 11 K. Examinadas las minutas
el regalismo y en permanente tensión con Roma. La reforma
discutidas en Roma por los representantes del monarca (secun-
masculina de Santa Teresa. por tanto. fue otro revelador con-
flicto de poderes: Felipe II no podía dejar escapar la ocasión que dados por Jos descalzos y sus agentes que por allí andan clandes-
le propiciaba la posibilidad de una Orden nueva, castellana en tinamente con el beneplácito y financiación de la Madre Tere-
sus orígenes. con Generales que dependiesen más de Madrid que sa), no cuesta percibir que el negocio de la separación fue fir-
de Roma. No faltaron sugerencias, incluso antes de la violenta memente defendido por el rey, decidido a controlar esta otra par-
prisión de fray Juan. para que se <•hiciese en España un Vicario cela de la Iglesia en sus dominios 1 1'J. La relativa tardanza en pu-
General, el cual juntamente vaya favoreciendo a Jos descalzos y blicar los instrumentos se debió al ejercicio del derecho de re-
deshaciendo a los calzados. Con esto cvítanse muchos millares tención, a la conocida minuciosidad de Felipe 11 y a su empeño
de pecados que se siguen de acudir a Roma los frailes y las cosas no sólo en la separación, sino también en asegurar la concesión
se hacen firmes y con asiento>) 112 . <<para que siquiera por esta vez yo pueda nombrar persona que
El regalismo se había dotado de instrumentos adecuados para asista a la elección que se hubiere de hacer de provincial y ofi-
inutilizar las injerencias pontificias: el «pase regio>:>, entre ellos, ciales de la dicha Orden (obsérvese la identificación de Provin-
como expresión. por otra parte. de unas mentalidades castella- cial y Orden) y que presida y enderece lo que toca a la reforma-
nas habituadas a ver en su monarca un cuasipontífice y un de- ción)), ((y el nuncio no tiene más que entremeterse en este
fensor de la cristiandad más decidido y comprometido que el negocio» 120 •
propio papa, lejano a fin de cuentas. y no siempre amigo. El pa-
tronato regio, aunque por entonces no fuese universal, era uni- 1
L1 Véase. por ejemplo. la carta de la Madre Teresa a Graci<ín, 14 de agos-
versalmente aceptado en los reinos de la monarquía. Esto fue lo to de 1578, comunicándole unn de estas interferencias.
que no acabaron de entender el General Rubeo en su visita, el 11
~ Licenciado Padilla a Felipe JI, octubre de 1574. DP, l. p. 201. En el mis-
Tostado en su misión ejecutiva de las decisiones de Piacenza, y mo sentido. pp. 203. 358. 403 (parecer de Graciún).
115
lo que tardó en descubrir el nuncio Sega: sus poderes podían ser A Ambrosio Mariano. 6 de febrero de 1577.
11
r, Testimonio del nuncio Ormaneto, 4 de mar¿o de 1577. DP, l. p. 349.
retenidos. incluso contrariados. como de hecho lo fueron, por el ~ ~~ Carta a Gracián. 14 de agosto de 1578, 3.
374 TEOFANES EGIDO
CONTEXTO HISTORICO 375
Aunque el breve de Gregario XIII «Pia consideratione)) es-
Virginem; no la hay al papa, que sólo aparece como subordina-
tuviese retenido -cómo no-- en el Consejo Real hasta atar to-
do al rey cuando se dirige al «Comisario apostólico elegido y pree-
dos Jos cabos en favor de las pretensiones regias (y de Jos des-
legido por el invictísimo Felipe>>, al que se tributa veneración y
calzos), la noticia de su contenido voló desde Roma a la Madre
gratitud las más encendidas en su correspondiente com•ersio, tan
Teresa 121 . En la crónica que. poco después, trace del aconteci-
miento decisivo no puede contener el gozo desbordante, pero re- expresiva de la conciencia que aquellos descalzos tenían acerca
salta, como otro centro de atención primario, el protagonismo del verdadero protagonismo en todo el complicado negocio 12 .~.
de la separación que no se atribuye al papa. sino al rey: «Ouc La gratitud no podía reducirse a pronunciamientos sonoros,
el demonio se había dado tal maña. que ya iba todo por el suelo pero efímeros, puesto que aquella religiosidad gustaba más de se-
si no fuera por él»; «trájose. por petición de nuestro católico rey guridades permanentes con carácter sufragial para garantizar la
don Felipe, de Roma un breve muy copioso para esto»; «SuMa- salvación eterna. Por eso -y al margen del talante puntilloso del
jestad nos favoreció mucho en este fin>'. El breve se ejecutó en rey- no debe extrañar que el propio Felipe II se empeñase per-
el Capítulo decisivo y presidido (controlado) por un dominico sonal y minuciosamente en encauzar el agradecimiento de los
«que vino señalado de Roma nombrado por Su Majestad». Y descalzos «no en una fiesta en un día particular», como se pensó
como hace siempre que se trata de bienhechores, solicita la gra- en principio, sino ordenando «CÓmo se le dijesen misas por toda
titud permanente «a este santo rey don Felipe, por cuyo medio la Orden en los días que les pareciese>,, sin límites tempora-
lo había Dios traído a tan buen fin» 122 • les 125 . El Capítulo accedió complacido 126 , y se comprometió a
Los hijos de Santa Teresa no siempre la hacían caso, pero en cumplir Jo insinuado -impuesto- por el Comisario: la celebra-
esta ocasión cumplieron con creces los deseos de la Madre. El ción solemnísima de una fiesta anual --con misa, naturalmen-
Capítulo de Alcalá (marzo 1581) fue el auténticamente constitu- te- «de aquí adelante por siempre jamás en cada convento así
cional de la Reforma. Para la ciudad universitaria fueron jorna- de religiosos como de religiosas» fundados o por fundar; misa
das de fiesta participada, con actos solemnes, conforme a los há- diaria y rotatoria en cada convento, y «siempre»; oración conti-
bitos urbanos de Castilla. pródiga en celebrar Jos capítulos ge- nua, «de suerte que ninguna hora de noche ni de día deje de ha-
nerales de las grandes órdenes religiosas, estimulados y financia- berla delante del Sacramento por Su Majestad». Las actas ofi-
dos en aquella circunstancia por el propio rey 123 ciales añaden que, no contentos los padres capitulares con estas
La labor interna se cifró fundamentalmente en la elección de cargas «para siempre», decidieron nemine discrepallle compro-
Provincial y definidores, y en elaborar las Constituciones. El meter a la Provincia (pronto Orden) con otro ofertorio más cor-
nuncio trató de intervenir, en denuedo fracasado ante el apoyo poral y entonces muy preciado: con una disciplina semanal ((a
real. en algunas determinaciones. El día de la elección del Pro- Nuestro Señor por Su Majestad, y que en fin de esta disciplina
vincial (Padre Gracián) se abrió con la misa del Espíritu Santo y de todas las demás, con las oraciones que se acostumbran de-
y con la «Üratio>• latina escrita por el Padre Ambrosio Mariano. cir, se diga también otra oración que dice: Quaesumus, omnipo-
En su estructura retórica exalta el día de la victoria del bien so- tens Deus, ut fanwlus tuus rex noster Philippus, qui tua misera-
bre el mal (el demonio), y, a la hora de distribuir las partes, hay .
trone susceplt. regm. gu b ernacu 1a, etc.>' "'
- .
conversio ad Universitatem allí presente; conversio ad Beatam «Ya añadieran más si les dcxaran>>. apunta el Padre Gra-
121
cián 12 t{. El compromiso se cumplió con fidelidad y hasta la ex-
El breve esti1 fechado en 22 de junio de 15HO. La Madre se enteró quiz:J claustración en esta Congregación Española de Carmelitas Des-
el día primero de agosto. Cfr. carta a María de San José, 6 de agosto de ISHO,
3: «Tenemos cierto que está ya en poder del rey.» Texto del breve: DP, Il.
12 1
~~ l t l l 'll\'l • La «Üratio». en DP. 11. pp. 255-262.
376 TEOFANES EGIDO CONTEXTO HISTORICO 377
calzos (no tardaría en surgir la otra de la misma descalcez, la ita- más mutilado, por las capacidades taumatúrgicas, y, cómo no,
liana, tras iniciativas del Padre Doria y mucho más romana y por las disputas entre Segovia y Ubeda por monopolizar su cuer-
12
pontificia) Y. po, Después llegarían las campañas por beatificarlo, las hagio-
En todo este proceso, en todos los avatares posteriores, par- grafías, las representaciones iconográficas, encargadas de fijar y
ticipó fray Juan de la Cruz como responsable, firmando las de- perpetuar los contornos del santo conforme a los modelos de san-
cisiones en calidad de definidor con Gracián o Doria de Provin- tidad característicos de aquellas mentalidades, poco importaba
ciales. con este último por Vicario de la pronta Congregación que cuadrase o no con la realidad histórica. En otras ocasiones
(1587), que no tardaría en convertirse en Orden nueva (1593). hemos atendido a este recorrido, del que ahora prescindimos, no
Fray Juan ha sido además prior (salvo el trienio segoviano, sin repetir que, para la historiografía, tan interesante resulta la
1588-1591) siempre en Andalucía, que le inspiró la mayor parte realidad contrastada, biografiada, de los santos (de San Juan de
de sus escritos y de la que quiso retornar a Castilla en conniven- la Cruz) como la recepción posterior y perdurable de la realidad
cia con Santa Teresa, sin que Gracián, otra 'Vez, accediera a la transfigurada 131 ,
solicitud «en hornazo» (como aguinaldo) que le suplicaba la Ma-
dre, En el último Capítulo de su vida (Madrid, 1591), situado TEÓFANES EGIDO
fray Juan en la oposición al genovés vicario general, fue despo-
jado de todos sus cargos y destinado a Nueva España, Cuando
el encargado de hacerlo andaba reclutando voluntarios para la
empresa, recibió una carta del Santo, enfermo ya, donde le co-
municaba su gratitud por los trabajos, pero también que «ya se
había desconcertado la ida de Indias y se había venido a La Pe-
ñuela para embarcarse para otras Indias mejores,,, que las ver-
daderas Indias eran estotras y tan ricas en tesoros eternos» 130 •
Su muerte tuvo lugar al comenzar el día 14 de diciembre de
1591, tras enfermedad penosa, más cruel aún por los remedios
de aquella medicina, y agravada porque algunos de sus herma-
nos descalzos, envueltos de nuevo en tensiones internas, no di-
simularon su malquerencia.
* * *
La vida de los santos no acababa con la muerte, Era después
de morir cuando se iniciaba la otra etapa, decisiva para la histo-
riografía: la de la fabricación y recepción de su figura transfigu-
rada. Y de acuerdo con los estereotipos de santidad y con la re-
ligiosidad barroca, también fray Juan de la Cruz fue objeto pre-
dilecto de este tratamiento, tanto más entusiasta cuanto más mi-
lagrosas se mostraron sus reliquias; tanto más venerado cuanto 131
Cfr. ''Presentación (claves de lectura))> a la ob. cit. de ALONSO DE LAMA-
DRE DE DIOS. pp. 7-17. Hay bibliograffa abundante acerca de esta historia de la