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Sobre El Vespertillo de Las Parcas

El documento resume el libro "El vespertillo de las parcas" del poeta Arturo Carrera. En 3 oraciones o menos, el libro cuenta la historia de la infancia del poeta a través de recuerdos, investigaciones e invenciones poéticas sobre su madre fallecida y las mujeres de su familia. A través de la imaginación y el lenguaje poético, Carrera busca darle forma y significado a lo azaroso de su origen y memoria infantil.

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Silvio Mattoni
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Sobre El Vespertillo de Las Parcas

El documento resume el libro "El vespertillo de las parcas" del poeta Arturo Carrera. En 3 oraciones o menos, el libro cuenta la historia de la infancia del poeta a través de recuerdos, investigaciones e invenciones poéticas sobre su madre fallecida y las mujeres de su familia. A través de la imaginación y el lenguaje poético, Carrera busca darle forma y significado a lo azaroso de su origen y memoria infantil.

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1997

Sobre El vespertillo de las parcas,


de Arturo Carrera
Silvio Mattoni

Arturo Carrera nació en Buenos Aires en 1948. Publicó, entre otros,


los libros Animaciones suspendidas (1986), La construcción del
espejo (2001), Noche y día (2005) y Las cuatro estaciones (2008).
Fue el responsable de la antología y el prólogo de Monstruos,
Antología de la joven poesía argentina (2001). Además, tradujo
a Mallarmé, Haroldo de Campos y Pasolini, entre otros. Recibió,
entre otros, el Primer Premio Municipal de Poesía de Buenos
Aires por su libro La banda oscura de Alejandro (1998) y el Premio
Konex de Poesía (2004). El libro seleccionado por Silvio Mattoni,
El vespertillo de las parcas, es de 1997 y fue editado por Tusquets.

Los hombres dormían. Los niños


cabeceaban.
Las jóvenes muchachas conversaban y sus risas
iban a la brisa única
de la laguna.

…no fue aquí, no fue en Sicilia.

La huella del pie de un niño


que “paseó” con su madre antes que ella durmiera,
fue lamida apenas por la espuma
de los bordes…

Los perros del anochecer, furiosos,


se mordían.
120 Silvio Mattoni Sobre El vespertillo de las parcas de Carrera 121

Corría el año de 1997. La poesía de los jóvenes daba pasos no- Pero en la novela disimulada en sus versos estos mitos, y otros
tables para la ampliación de los límites de aquello que podía es- más, etnográficos incluso, vinculados a la memoria no verbal
cribirse en verso. ¿Se acercaba acaso a la prosa, a la oralidad, a de los cuerpos en un paisaje de la llanura argentina, no son el
los relatos y a las consignas? ¿O tan solo las epifanías del instante verdadero relato. Las parcas señalan, marcan con el dedo y las
privilegiado encontraban su ocasión en otros ámbitos? La poe- palabras, cantan, riman, son las mujeres de la infancia, son las
sía de Arturo Carrera dista mucho de asumir un tono prosaico, dictadoras de una poesía por venir. Dan vida al pequeño huér-
en sentido lato, pero en ese año mencionado se pone a contar fano que solo tiene de su madre las palabras contadas por la
cosas, empieza una novela autobiográfica en versos, en las es- vitalidad de esas mujeres. Así como en viejas novelas no im-
trofas breves y en sus blancos reflexivos que ya había logrado portarán las sirenas ni los cíclopes sino la música del idioma de
inventar a comienzos de la década anterior, si es que esa forma las tabernas de Irlanda donde se sueñan de nuevo, igualmente
rítmica no estaba en germen desde su primer libro todo negro. en El vespertillo las parcas y el lúgubre murciélago se escapan de
Ahora, en el año mencionado, me refiero al libro llamado El ves- toda alegoría porque no significan otra cosa que las sorpresas
pertillo de las parcas. Un título enigmático en principio, que sus ante las sensaciones en la infancia: un animalito con radar, un
nueve sílabas hacen memorable, sobre todo cuando no sabemos muñeco que se derrite, un utensilio de peluquería; o bien las
muy bien qué es un vespertillo ni de qué parcas se trata. Rápida- voces que van hilando un recorrido: canciones, refranes, silen-
mente, el libro, en la preciosa edición de la colección “Margina- cios. El único misterio de esta novela de infancia es que todo,
les” de Tusquets, se explica o expande su secreto en la zona del cada detalle recordado a medias, inventado, olvidado en el na-
frontispicio, o sea el epígrafe, y en el breve atrio o prólogo. En el cimiento del lenguaje, da lugar a cierto ritmo, cierta escucha de
primero, aprendemos que “vespertillo” es un arcaísmo sencillo, ritmos, la anotación de lo sensible en versos. El misterio es que
si se me permiten la rima y el oxímoron, en lugar de la esdrújula nazca un poeta. Se trata pues, en última instancia, de una no-
y algo extravagante sonoridad de “murciélago”, e incluye en su vela de misterio que no tendrá solución, precisamente porque
pronunciación la tarde y la belleza de lo pequeño que ronda en la se busca su origen y no es posible hallarlo. Las mujeres parlan-
penumbra, que aletea. ¿Y quiénes son las “parcas”? Las antiguas chinas, fatales acaso, están en el origen, pero no son una causa.
divinidades, por supuesto; las que rigen los destinos, esos hilos Carrera simula investigaciones, cita a antropólogos para
a la vez individuales pero también hechos con el hilado de otros, imaginar huellas de mujeres y de niños en un antiguo sedi-
Cloto, Láquesis y Atropos. mento, prehistórico. También revisa ciertas fábulas, ausculta el
Sabiendo que hemos olvidado casi todo de ellas, excepto dialecto siciliano de las tías, de la abuela, como sonidos de un
su resonancia fatal, Carrera cita en su libro algunos mitos, los búho antes que vibración de un vespertillo, modulados por la
menos recordados, los que ligan a las parcas con los nacimien- “u” que persiste en los milenios de lo inmemorial. Pero estas
tos, puesto que no solo cortan los hilos, el hilo de cada cual, indagaciones solo quieren anotar la presencia de sensaciones,
sino que también hilan y devanan, o sea que forman y tejen. el deseo de escribir algo único y que, sin embargo, en un sen-
122 Silvio Mattoni Sobre El vespertillo de las parcas de Carrera 123

tido común, no tendría nada de especial. La calle Stegmann casa, una calle, una peluquería, unas familiaridades migrantes.
en el pueblo de Pringles no tiene nada singular, nada que la ¿Es cierto que existe Pringles en algún sitio de una gran llanu-
distinga de otras calles, excepto el señalamiento de una inten- ra? Incluso el origen de los abuelos maternos, el nacimiento de
sidad, salvo el triciclo del chico y la casa pompeyana, salvo lo la lengua cantarina que se transmite en pequeñas rimas, retrué-
inexplicable… o sea una voz. canos, dichos, pareciera un cuento. ¿Cómo puede ser verdad
El libro, como una novelita de la infancia que se hubiese, Sicilia? La poesía, parece decirme el libro a cada paso, no pue-
no roto, sino dispersado tras una explosión luminosa, duda a de partir de lo dado, no puede dar por hecho el mundo. No es
veces de sus propios hallazgos. La poesía suele decir que hay que todo exista para terminar en un libro, sino que los poemas,
una presencia, confirma el hic et nunc que sin embargo ha de- esa novela en destellos, deben hacer que el mundo nazca, que
jado atrás en el instante de escribir. Un verso de otro libro de todo siga naciendo. Un poema se titula “No fue en Sicilia, no
Carrera decía: “Es cierto que estoy aquí”. Pero las investigacio- fue aquí”, ¿en dónde estamos cuando lo leemos? O más bien,
nes sobre la infancia instauran dudas en los contornos difusos ¿en dónde se hizo posible su escritura? El poeta transcribe las
de algunas certezas. Hay fotos, pero, ¿es posible creer en ellas? voces que escucha, las cartas que encuentra, describe aquello
Hay parcas, tías que cuentan lo que fue de una madre muerta que pudo reconstruir, inventa los recuerdos que solo pueden
en plena juventud, durante la primera infancia –¿prelingüísti- ser verdad cuando no son creídos, pero el mundo surge, como
ca?– de la voz del poeta. Pero se contradicen, o solo dicen la presencia real, del espaciado, de la constatación de lo que hay
intensidad, el amor, la juventud. Las parcas amables entonces en el libro, y de lo que no está.
preguntan, cariñosamente: “–¿Y qué te acordás de ella?/ –No; Tengo que recordar el poema, otra vez, de la calle Steg-
yo no me acuerdo de nada; me parece mentira/ que haya exis- mann. Nada más azaroso que un nombre, ni siquiera de al-
tido”. Y justamente eso que parece mentira impulsa a escri- guien, de algo, calle de un pueblo, de nombre también casual.
bir, es el ritmo que transforma todo lo perdido en existencia ¿Cómo darle consistencia a esa calle de la infancia? ¿Cómo
necesaria. El hilo se devana, se estira, parece casualidad que transformar el azar del nacimiento en un origen necesario? Ca-
haya empezado en un punto, que se haya formado. El hilo del rrera se convierte en murciélago, prende un radar para captar
destino parece presa del azar, parece destinado a la locura de el volumen de las cosas que estaban en la calle. Literalmente,
una mujer dispersa que lo habrá de cortar un día cualquiera. escribe: “tip… tip…”, y estos tanteos de un espacio evocado,
¿Fue un azar la muerte, la naturaleza, nacer en un momento y reubicado en la fragmentación de los detalles, se reiteran. Los
un lugar? Preguntas a la melancolía, preguntas a la poesía. Sin “tip-tip” van escandiendo el lugar de los árboles, un auto, los
embargo, el azar es una máscara de la necesidad. Lo escrito, carteles, y sobre todo la gente, los que pasan, los que se salu-
el mismo libro que leo, convierte las mentiras supuestas de la dan, lo que dicen. Una frase en castellano pronunciada a la ita-
casualidad en causas puras, en parcas hijas de Ananké. liana, sin las jotas que nunca se terminan de aprender, le ofrece
También parece mentira, se diría, que haya existido una al espacio de esa calle animada, vivaz, la corona del tiempo, un
124 Silvio Mattoni Sobre El vespertillo de las parcas de Carrera 125

brillo en lo alto, aquello que nunca se repetirá. les enseñaron el asombro; o las sensaciones, y el deseo de re-
En la casa familiar de esa calle, en sus patios, las jóvenes petirlas. Y cuando cada cual arme la imagen de sus azares bajo
parcas no solo cuentan anécdotas, no solo fabrican los hilos del el encastre de la necesidad, como en un rompecabezas enorme
tiempo, sino que también producen imágenes del futuro. Ellas que escapa de la muerte y que logra terminarse, podrá repetir
son propiamente novelescas. Pero el libro sabe que esas ilusio- la alegría de los últimos versos de este libro: “Y decimos: ‘… sí,
nes del porvenir estallan como burbujas, que su brillo está en ¡ya lo armamos!;/ ¡parece mentira!’”.
el instante de decirlas, de soplarlas. Solo quisiera mostrar, con Por último, ¿importa un libro, una cosa entre las co-
una cita del azar, hasta qué punto las parcas de Carrera asumen sas? ¿Qué trae, si algo trae? Aunque la poesía no sea el único
una sabiduría que excede todo cuento, lo que se dice en el rit- bien que hay en el mundo, según el mismo Carrera, no sería
mo, casi sin pensar: igual este mundo sin la manía rítmica, y tal vez, nunca lo sabre-
mos, no exista nada parecido al mundo, sus brillos y su noche,
Incluso vivir será separado de nosotras
sin la escritura y el sonido de los poemas que lo fabrican en el
y el mundo del futuro, mi mundo,
será el mundo de lo que sucede
presente absoluto.
sin que eso le suceda a nadie…
Un espacio de diminutos pasos siguen las Silvio Mattoni nació en la provincia de Córdoba en 1969. Publicó,
heroínas, los héroes, entre otros, los libros de poemas: El bizantino (1994), Sagitario
pero el tiempo para ellos (1998), Canéforas (2000), El país de las larvas (2001) El paseo
solo puede ser futuro. (2003), Poemas sentimentales (2005), La chica del volcán (2010),
Que aceptemos cada inminencia de ritmo, La canción de los héroes (2012) y Peluquería masculina (2013). Los
de ruido.
ensayos: Koré (2000), El cuenco de plata. Literatura, poesía, mundo
(2003) y Camino de agua. Lugares, música, experiencia (2013).
Aquí la novela se deja atrás, solo en la prosa los héroes
Recibió el Primer premio del Concurso de poesía Enrique Pezzoni
creen en el futuro, se olvidan de que el hilo empezó en un punto.
en 1992 y el Primer premio de Ensayo del Fondo Nacional de las
El ritmo, o sea la poesía, es en cambio la eficacia de las imágenes Artes en 2007. Actualmente da clases de estética en la Universidad
que vuelven, no dejan de volver, allí donde lo que se separa, eso Nacional de Córdoba.
que llamamos pasado, gira y gira, resuena, hace “tip-tip”. Pero lo
que retorna al mismo tiempo no es recuperable.
¿Diré ahora la importancia de El vespertillo de las parcas?
Parece mentira un libro así, tan verdadero, tan acertado en su
disolución de lo cierto, tan estimulante y vivo. A partir de él,
todos deberán escribir sus tanteos sonoros del mundo perdi-
do, todos deberán obedecer el señalamiento de las voces que

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