Sermon Semana 8 - Cómo Seguir Creyendo PDF
Sermon Semana 8 - Cómo Seguir Creyendo PDF
Parte 8ª de 8
          TRANSCRIPCIÓN
    Rick Warren & Tom Holladay
          Iglesia de Saddleback
¿Alguna vez has tenido prisa cuándo Dios no la tenía? Una de las cosas más difíciles de la vida es sentarse en la
sala de espera de Dios. Esta sala es cuando hay algo que está más allá de tu control y no lo puedes apresurar,
una respuesta a la oración, un milagro, un cambio de situación lo quieres cambiar pero está totalmente fuera de
tu alcance y tienes que esperar en Dios.
La Biblia dice en Eclesiastés 3:11. “Dios hace todas las cosas exactamente bien y a tiempo, pero la gente
nunca puede entender completamente lo que Él está haciendo”. ¡Hombre, eso sí que es verdad! No siempre
sabemos lo que Dios está haciendo y no sabemos cuándo lo va a hacer. Pasamos mucho tiempo de nuestra vida
esperando por el tiempo de Dios.
Hoy vamos a concluir con las series “50 días de fe”, mirando cómo seguir creyendo mientras esperamos a
Dios. Vamos a ver a Abraham. Si alguien tuvo que esperar, ese fue Abraham. Dios le prometió que iba a tener
un niño, que haría una gran nación que más tarde fue la de Israel. Pero Abraham tuvo que esperar cien años por
ese niño. Es mucho tiempo de espera. ¿Qué haces mientras esperas a Dios? La Biblia dice cinco cosas.
Aquellos de ustedes que han estado en Saddleback por un periodo de tiempo, saben que hace
aproximadamente cinco años hice una serie en las seis fases de la fe. Dios siempre te lleva a través de fases de
fe predecibles. Usamos un mensaje para cada fase. No vamos a hacerlo con detalle, puedes adquirir las series,
sino que vamos a repasar esta mañana cómo trabaja Dios siempre en tu vida.
La primera fase de la fe es cuando Dios te da un sueño una idea, una ambición, una meta. Dios te da un
sueño. Y a la edad de 75, Dios le dio un sueño a Abraham. Le dijo, voy a hacer de ti una gran nación. Pero eso
fue sólo el principio.
La segunda fase es la decisión. Una decisión es cuando decides actuar en ese sueño. Un sueño sin una
decisión no tiene valor. Y todos los sueños de Dios envuelven un riesgo. Tienen una parte en la que debes dar
un paso de fe. Abraham tuvo que dejar su tierra donde vivía e ir a un sitio que nunca había conocido, donde
nunca había oído, nunca había estado. Así qué tomó el riesgo. Cuándo Dios te da un sueño y dice: “Es lo que
quiero hacer con tu vida”, llega el punto en el que tienes que tomar la decisión. “Bueno, Dios, voy a perseguir
tu sueño para mi vida”. Una vez que has hecho esto te mueves a la tercera fase.
La tercera fase es demora. Un sueño nunca se realiza instantáneamente. Cuando Dios te da una idea de lo que
quiere hacer con tu vida y cuando Él actualmente lo realiza después de un intervalo de tiempo, que siempre
hay, es porque quiere que crezcas. Quiere levantarte. Once años después de que Dios diera a Abraham el
sueño, él todavía no tenía un niño. Cuando tenía 86 años expresó: “Pero Sara todavía no tiene ningún bebé”.
¿Qué pasó en esos once años? La respuesta es nada. Él está simplemente esperando por Dios. Se siente tentado
a dudar, tentado a desesperar, tentado a tomar desviaciones. Pero Dios dice: “No, tú vas a esperar a que se
realice el sueño que te he dado”.
Después viene la cuarta fase y es dificultad. Dios no sólo te deja esperar un rato, sino que mientras esperas deja
que tengas algunos problemas. ¿No es entretenido? Así que pasas por el periodo de dificultad, en el que las
cosas van de mal, realmente mal, a peor, a lo imposible. Y date cuenta que a la edad de 99 Abraham todavía no
tiene un hijo. Él tiene 99, su mujer, Sara, 89, por lo que duda: “¿cómo va a tener un hijo un hombre de mi
edad?”. Lo peor es que Dios cambió el nombre de Abran. Su nombre original era Abran y Dios se lo cambió a
Abraham, que significa “Padre de una gran nación”.
Imagínense esto: Entra en la tiendita y el hombre pregunta: “¿Cómo te llamas?” “Padre de una gran nación”.
“¿Perdón? ¿Cuántas criaturas tienes?” “Ninguna”. “¿Cuántos años tienes?” “99”. Es como para pasar
vergüenza. Es una prueba de fe.
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Pero eventualmente Dios realiza el sueño y a la edad de 100 años y su mujer con 90, tienen un niño milagro. Y
le llama Isaac, que significa “risa”. Porque se rieron de la idea. Sara tiene noventa años. Sabemos que ella no
creyó a Dios cuando le dijo que estaba embarazada, porque se rió. Cualquier mujer que realmente hubiera
creído a Dios a la edad de 90- se hubiera echado a llorar. Pero ella ríe, Dios ríe y Abraham ríe, por lo que Isaac
fue llamado “Risa”. Tienen un niño milagro y piensan que es algo fenomenal. Pero entonces viene la fase más
difícil de todas.
Callejón sin salida es la quinta fase. En el callejón sin salida Dios permite que parezca que el sueño muere. Se
le pide a Abraham que renuncie a su niño milagro. Dios le dice, “quiero que me lo devuelvas como sacrificio”.
Entiende esto: Abraham espera cien años y tiene un niño. Empieza a crecer cuando Dios dice, aprovechando la
ocasión, ahora quiero que me lo devuelvas. Quiero que lo sacrifiques para mí”. Abraham pensaba, “¿Qué tipo
de Dios es éste? ¿Es un chiste cruel? Quiere que sacrifique el niño tan soñado que se me había prometido”. Y se
sintió bastante desesperanzado.
¿Cómo sabes que estás en un callejón sin salida? Te sientes desesperanzado. Algunos de ustedes están en un
callejón sin salida en su matrimonio ahora mismo. Tal vez para casarse. Al ver su salario cuando son
profesionistas, cuando ven a sus amistades, sus relaciones. Algunos de ustedes están sin salida físicamente y
su salud se está despedazando. Cuando estás en esta etapa empiezas a dudar de la sabiduría de Dios y su amor y
te preguntas: “¿Por qué me pasa esto?” Está fuera de tu control.
¡Te está preparando! Te prepara para la fase final de la fe que es liberación. Cuanto mayor es la dificultad, la
situación más desesperanzada, mayor va a ser la liberación, más milagrosa va a ser. Tú dirás: “¡Guau! ¡Eso fue
Dios! Sólo Dios pudo haber hecho eso”. Así que Dios está preparándote para un milagro, el milagro de la
liberación.
A todos, Dios les va a llevar por esas seis fases de la fe muchas, muchas veces en su vida. Una detrás de otra van
a ir del sueño a la decisión, al retraso, a la dificultad, al callejón sin salida y, finalmente, a la liberación. Dios
hará esto varias veces para que sigan creciendo en la fe. De hecho, todos están en una de esas etapas ahora
mismo. Algunos de ustedes están en la fase del sueño se les está ocurriendo una idea. Otros más están en la fase
de retraso, o la de dificultad, o en un callejón sin salida.
En su programa, miren a “50 Días de fe” hoja de “Lo que he aprendido”. Evalúa tu fe.
Tienen que entender cómo trabaja Dios si van a aprender a ser pacientes y a seguir creyendo cuando esperan a
Dios.
La situación puede estar fuera de tu control pero no del de Dios. Así qué no te enfoques en lo que no puedes
hacer. Enfócate en lo que puede Dios. ¿Qué puedes hacer? Romanos 4:17. “Abraham creyó en Dios, quien da
vida a los muertos y quien crea algo de la nada”. Ese versículo que está ahí es una definición de un milagro.
Aquí está lo que pasa en un milagro. O Dios da vida a algo que estaba muerto o Dios crea algo de la nada. De
eso se trata. Eso es lo que Dios puede hacer. Puede dar vida a una profesión, a un matrimonio, a sueños, a
finanzas, todos ellos muertos, y puede sacar algo de la nada. Jesús dijo: “Cualquier cosa es posible si tienes fe”.
Date cuenta de algo muy importante. ¿En qué puso Abraham su fe? ¿En qué creía? ¿Creía en sí mismo? No.
¿Creía en sus sentimientos? No. ¿Puso su fe en la fe? No. ¿Practicó el pensamiento positivo? No. Él creía en
Dios.
Yo creo en el pensamiento positivo. Hemos hablado de él muchas veces. Pero el pensamiento positivo y la fe
no son la misma cosa. Oyes esas canciones acerca del pensamiento positivo como “Creo que por cada gota de
lluvia que cae crece una flor”. Eso es chatarra. Si cada gota de agua produjera una flor, el mundo estaría
cubierto de flores. Andaríamos de puntillas entre los tulipanes. Simplemente no es verdad.
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El pensamiento positivo trabaja en una situación. Trabaja en aquellas en las que tienes control sobre las
mismas. Pero por ejemplo, si crees que vas a hacer un buen trabajo en algo, probablemente harías mejor
trabajo si no lo creyeras. Pero el pensamiento positivo no sirve para nada en las cosas que están fuera de tu
control. Puedes decir: “espero que mi madre viva”, pero no va a cambiar nada. Podrías pensar: “Espero que no
se haga daño en ese accidente,” pero eso no lo va a impedir. “Espero que mi equipo gane... espero que me den
ese trabajo...”, eso es simplemente hacerse ilusiones. El pensamiento positivo no vale para nada en situaciones
fuera de tu control, especialmente cuando estás en un callejón sin salida en la vida. Cuando llegas a esta fase,
necesitas más que simplemente un pensamiento agradable y alegre. Necesitas de la fe en Dios.
Podrías decir: “Creo que me parezco a Brad Pitt”. Yo podría decirlo tantas veces como quisiera. Esto no hará
que me parezca a él. Lo único posible que cambia las circunstancias es la fe en Dios. La fe en Dios funciona
cuando las cosas están más allá de tu control. Y la mayor parte de tu vida está más allá de tu control. Así qué
necesitas la fe en Dios mucho más de lo que necesitas de tus pensamientos alegres, positivos, bonitos. Cuando
llegas a un callejón sin salida tienes que acordarte de lo que Dios puede hacer. “Lo que es imposible con el
hombre es posible con Dios”.
Hoy vamos a escuchar tres historias de parejas que estuvieron en la misma situación de Abraham y Sara
infertilidad- y Dios los liberó a cada uno de una manera diferente.
Teresa: Me gustaría compartir la forma en que Dios profundizó nuestra fe al tratar el problema de la
infertilidad. Después que mi marido Dave y yo nos casamos, tratamos por poco más de dos años, de
embarazarme. No pasó nada así que empezamos el largo camino de exámenes médicos, drogas, tratamientos y
opciones para la infertilidad. Lo irónico fue que durante ese periodo, mi marido trabajaba para una compañía
de infertilidad que nos previno de los procedimientos y las operaciones inútiles que los médicos querían que
hiciéramos. Dave sabía que esos no eran los procedimientos apropiados para nosotros
Durante nuestra búsqueda por las razones médicas de la infertilidad, mi grupo célula y el de mujeres de estudio
bíblico estuvieron orando por mí. En los dos grupos había otras mujeres que habían pasado por lo que yo
estaba pasando. Aprendí la importancia de tener soporte y oraciones cuando estás enfrentándote con
problemas.
Al encontrarnos en un callejón sin salida uno tras otro, decidí que tal vez deberíamos adoptar a un niño y
empecé a investigar esas opciones. Íbamos a probar otro tratamiento para la infertilidad, pero en vez de eso
decidimos pasar e irnos a México de vacaciones. ¿Adivina qué? Cuando volvimos de este país, me enteré que
estaba embarazada. Fue un milagro para nosotros, pero empezó un torbellino de problemas. Una semana más
tarde me dijeron que tenía cáncer en la vejiga y era posible que perdiera a mi bebé. Para ahorrarte los detalles,
lo extraordinario está en que Dios se encargó de la situación.
Después nos dijeron que nuestro bebe podría tener el síndrome de down. Nos quedamos pasmados. Nos
preguntaron si queríamos abortar. Y el aborto no era una opción para nosotros. Después tuvimos que
enfrentarnos a una enfermedad detrás de la otra y mi malestar matutino duró todo mi embarazo, incluyendo el
día del parto. A pesar de todo nació Ryan, nuestro bebé milagro. Tenía dificultad para respirar al nacer y hubo
que ayudarle. Pero les puedo decir que hoy Ryan es un niño de cuatro años muy saludable.
Después de tantos problemas, pensamos que no íbamos a tener más criaturas. Pero estaba bien, ya que Ryan
era un niño milagro. Así que cuando mi bebé tenía siete meses, decidimos ir de vacaciones nuevamente. Esta
vez fuimos a Egipto. Y vaya sorpresa, cuando volvimos estaba embarazada otra vez y nuestra hija Taylor tiene
tres años.
Dave y yo ahora sabemos que todos los retrasos, dificultades y callejones sin salida tenían un propósito detrás.
Uno fue el cambio de actitud de Dave. Él no estaba seguro de que quería un niño, pero después de toda la
espera, exámenes y problemas, llegó a ser más devoto a la tarea de tener un niño que yo. Dios hizo un milagro
cambiando su corazón y sé que fue porque esperamos tanto tiempo. Dave fue conmigo a cada una de las citas
médicas y durante cada uno de los procedimientos a lo largo de toda la prueba, y nos acercamos el uno a ser
pareja del otro. Nunca se perdió nada durante mi embarazo y hoy es el padre más devoto que se pueden
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Imaginar. Probablemente hay muchas parejas escuchando que luchan con el dolor de la infertilidad y mi
corazón lo siente, por lo que nos uniremos a ellos en oración. No dejen de esperar y orar a no ser que Dios les
diga lo contrario. Excepto Dios, nadie sabe porqué las cosas pasan de esa manera. Ciertamente no es cuestión
de que alguien merece o se ha ganado un hijo. Dios nos ama a todos y cuando nos enfrentamos con retrasos o
incluso con callejones sin salida, necesitamos recordar que Él está permitiéndolo por una razón, que es en
última instancia por nuestro bien. Así que vierte tu corazón en el Señor y Él te va a reconfortar y a darte fuerzas.
Y recuerda que la Biblia señala: “Con Dios, todas las cosas son posibles”.
Cuenta con las promesas que ha hecho Dios. La Biblia dice en Romanos 4:18: “Cuando la esperanza murió en
él, Abraham siguió esperando con fe. Confiaba en la Palabra de Dios”. Encierra en un círculo “cuando la
esperanza murió en él”.
¿Te has sentido así alguna vez? ¿La esperanza estaba muriendo dentro de ti? ¿Cómo sabes que la esperanza
está muriendo dentro de ti? Empiezas a usar la palabra “nunca”. “Nunca me voy a casar… Nunca vamos a
tener un bebé... Nunca volveré a ser feliz... No cambiaré nunca… Nunca vamos a tener un presidente...”. La
esperanza muere dentro de ti. ¿Qué haces cuando esto sucede? ¡Te vas de vacaciones! No.
Date cuenta de lo que haces. “Cuando murió la esperanza en él, Abraham continuó esperando con fe”.
Subraya “esperando con fe”. Esto no es sencillamente hacerse ilusiones, no es simplemente pensamiento
positivo. Es esperar con fe. Fe en Dios. Sigues creyendo.
¿Cómo sigues creyendo cuando te sientes con duda? ¿Cuándo estás a punto de desistir? Lo dice aquí. “Él
confió en la Palabra de Dios”. Y no hay nada más seguro. Espero que hayas entendido esto en “50 días de fe”.
En cada uno de los mensajes de los que hablamos, han tenido que introducirse en la Palabra de Dios. Si vas a
ser un hombre/mujer de fe, tienes que apropiarte de las promesas de Dios en tu vida. Incluso aquí otra vez
confía en lo que Dios ha prometido. Él confió en la Palabra de Dios y esto fue lo que le mantuvo cuando la
esperanza quiso dejarlo. Necesitas leer este libro, estudiarlo, memorizar versículos Bíblicos. Luego puedes
sacarlos para memorizarlos, por lo menos estos dos, ya que son muy importantes: Mateo 19:26: “Con Dios
todo es posible”. Gálatas 5:6. “Lo único que cuenta es la fe expresándose a través del amor”. Con las promesas
de Dios en tu vida puedes esperar con fe en vez de desistir.
Cuando llegas a un callejón sin salida confías en las promesas. “Cuando Dios le probaba (esperar es una
prueba), Abraham siguió confiando en Dios y en sus promesas, así que ofreció a su hijo Isaac”. Esto es una
prueba. Isaac crece y Dios lo pide de vuelta. Quiero que me lo sacrifiques. Pero Abraham no entró en pánico.
¡Yo hubiera entrado! Pero a Abraham no. Dios dice: “devuélveme tu hijo. Sacrifícamelo”. Pero él no entró en
pánico por tres razones. La Biblia nos lo dice…
        2. Cuando le dice a su sirviente, vamos a subir la colina para el sacrificio, dijo: “Volveremos”.
        No, “volveré”. Tenía todas las intenciones de regresar con el hijo.
        3. Cuando su hijo pequeño Isaac subía con él por la colina y le preguntó: “¿Papá, donde está la oveja
        que vamos a sacrificar?”, Abraham respondió: “El Señor va a proveer”. Tenía todas las intenciones y
        no dudaba de que Dios iba a dejar a su hijo o a resucitarlo de los muertos.
        ¿Por qué? Tenía las promesas de Dios.
Aquí está la gran prueba de tu vida: ¿Qué vas a hacer cuando Dios te pide que sacrifiques el mayor de tus
sueños? Es la máxima prueba de fe. Cuando pregunta Dios: lo que más valoras en tu vida, lo que más quieres,
lo que más deseas, ¿me lo ofrecerás en el altar? Es una prueba. ¿Vas a hacer lo que hizo Abraham? ¿Vas a
esperar en contra de la esperanza? ¿Vas a esperar con fe? y ¿Vas a contar con las promesas de Dios?
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Romanos 4:18. “Aunque parecía que la esperanza de Abraham no podía realizarse, fue el padre de muchas
naciones, exactamente como Dios había prometido”. Fíjate en la palabra “parecía”. Las cosas nunca son tan
sombrías como parecen si las miras desde el punto de vista de Dios. Los discípulos siguieron a Jesús por tres
años. Pensaron que iba a establecer su reino y que ellos iban a ser dirigentes y un día miran hacia arriba y ven a
Jesús en una cruz, muerto. Hablando de un callejón sin salida. Estaban hechos polvo. Ahí está el Mesías. Es el
Hijo de Dios. ¿Cómo es posible que esté sacrificado en una cruz? No sabían que faltaban sólo un par de días
para la Pascua. Dios se especializa en dar la vuelta a situaciones muertas y en resucitar situaciones que parecen
no tener esperanza cuando confiamos en sus promesas.
Encierra en un círculo la palabra “exactamente”. “Fue el padre de muchas naciones, exactamente como Dios
había prometido”. Una promesa sólo es tan válida como la integridad del que promete. Y Dios no puede
mentir. Jim y Gail aprendieron que Dios cumple sus promesas.
Jim: Queremos compartir cómo las promesas de Dios nos ayudaron en nuestra lucha con la infertilidad.
Gail: Empezamos a salir juntos a los quince y después de siete años nos casamos. La cosas siguieron adelante
y en 1992 supimos que íbamos a tener un niño. Estábamos emocionados. Pero nuestra emoción desapareció
cuando el médico nos enseñó que no había latido en el corazón de nuestro hijo. Este fue el primero de los
embarazos perdidos. Tuve otro aborto y un embarazo irregular. Traté de dar sentido a las pérdidas, pero me
preguntaba porqué Dios no me dejaba tener un bebé. Porque ni Jim ni yo sabíamos qué hacer con nuestra pena,
nuestro matrimonio empezó a apagarse. No fue porque tuviéramos grandes discusiones o peleas. Fue
simplemente un lento descenso de la comunicación. Acostumbrábamos a reírnos mucho y de repente no se
oyó más la risa, la conversación o simplemente disfrutar el hecho de estar juntos. La pesadumbre de la tristeza
y el dolor se colgaba de mí todo el tiempo. Sonreía para mi familia y mis amigos, pero por dentro estaba muy
triste. El dolor y la desilusión provocaron que Jim y yo estuviéramos separados por una pared.
Jim: En ese tiempo yo no tenía a Cristo en mi vida, así que el dolor de ver cómo mi mujer sonreía cuando
nuestra felicidad se esfumaba, era más de lo que podía soportar. Me sentía fracasado como marido, porque no
podía solucionar el problema. Nuestro matrimonio se convirtió en dos personas viviendo bajo el mismo techo
sin ninguna consolación. Sin darme cuenta, caí en adúlterio con otra mujer. Y Dios dice: “Tus pecados te van a
encontrar”. Y me encontraron una noche. Cuando mi mujer estaba tratando de hablarme sobre nuestra
relación, Gail encajó las piezas y leyó mi rostro. En ese momento nuestro matrimonio se encontró en un gran
callejón sin salida. Cuando me dirigía a la puerta, Gail me detuvo diciendo: “Solucionemos esto”. Eso fue un
shock. Gail había empezado a asistir a la Iglesia Saddleback y Dios estaba trabajando en su vida. Cuando me
otorgó gracia, fue la primera vez que sentí el amor de Cristo trabajando a través de alguien. Yo traté de
llenarme con lo que el mundo ofrece, pero volví vacío. Finalmente, me di cuenta que la respuesta no estaba allí
y comprometí mi vida a Cristo en 1996.
Gail: Ni en un millón de años hubiera pensado que la infidelidad iba a tocar mi matrimonio. Conozco a mi
marido y sé que ha tenido que estar en mucho dolor para ir a ese lugar. Así que en el mismo momento que el
admitió su infidelidad, decidí amarlo a través de cualquier cosa que estuviera pasando. No fue de ninguna
manera fácil, pero puedo decir que somos más fuertes porque nos mantuvimos. Llegamos a un callejón sin
salida pero el divorcio no iba a ser una opción para nosotros.
Jim: Después de pasar por la crisis de nuestro matrimonio, nos envolvimos con el grupo de Soporte de los
brazos vacíos de Saddleback, que ayuda a las parejas que están pasando por la pérdida de un niño. Al continuar
los exámenes médicos para la infertilidad, nuestro corazón se dirigió hacia la adopción. Sentimos que Dios
nos dirigía a adoptar internacionalmente. Enseguida nos dimos cuenta que la única manera de mantener la
cordura durante este proceso era confiar en Dios. Nos apoyamos en todo tipo de versículos bíblicos como
Habacuc 2:3, que nos dice que seamos pacientes y confiemos en el tiempo de Dios durante un retraso.
Gail: Queríamos adoptar un pequeño de otro país. Tratamos la república de Georgia, después México, luego
Rusia, pero en cada era un callejón sin salida, Dios nos señalaba: “tengo otros planes para ustedes”. Así que
nos pusimos de rodillas y dijimos: “Dios, vamos a ir a donde nos digas”. Y Dios nos mandó a Crinea. En esta
región no te involucran con un niño antes de viajar. En vez de eso tienes que visitar los orfanatos para elegir un
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Jim: Después de mucho viajar, llegamos a un orfanato donde nos permitieron visitar a ocho niños. Decidimos
adoptar a un chico de dos años que se llamaba Alek y estábamos emocionados. Pero el juez de la región se negó
a permitir adopciones internacionales. Se nos rompió el corazón para decir lo mínimo. Después de esperar dos
años y atravesar el océano para adoptar, íbamos a volver a casa sin niño. Fue uno de nuestros puntos más bajos
y otra vez tuvimos que aprender a confiar en el Señor y a no contar con nuestro propio entendimiento.
Gail: Pero al día siguiente, nuestro coordinador de adopciones dijo que había un niño de cuatro años que
quería que viéramos. En mi mente tuve pena de mí misma diciendo: “no es lo que yo quería. Yo no quería un
niño de cuatro años”. Sabía lo mal que podría estar un niño mayor después de vivir tanto tiempo en un
orfanato. Pero Dios me recordó que habíamos orado por dos años e íbamos a adoptar a quien Él quisiera en
nuestra familia. Al día siguiente conducimos hasta el orfanato solamente para encontrarnos en otro callejón
sin salida. La señora que nos había dado permiso para visitar a los niños se encontraba enferma y fuera del
domicilio. Así que nos sentamos en el coche tratando de luchar con las lágrimas de frustración.
Nuestro conductor era un cristiano ukraniano y tuvo la fe que nosotros no tuvimos entonces y dijo: “Déjenme
entrar y ver de qué me puedo enterar”. Cuando volvió, dijo que nos iban a dejar entrar. Nos dirigieron a un
cuarto y luego entró este niño diminuto de cuatro años. Nos miramos el uno al otro y supimos en ese momento
que ese era el niño que Dios había planeado para nuestra vida. En el 6 de Febrero de 1998 vinimos a ser la
mamá y el papi de Andrew. Hoy Andrew está muy sano. Es inteligente y muy gracioso y ama cantar y, más que
nada, tiene un verdadero corazón para Jesús.
Jim: Cada uno de nosotros tiene sus propias pruebas de fe únicas. Pero las promesas de Dios son las mismas
para todos. Aunque te encuentres con retrasos y callejones sin salida, mantente en las promesas de Dios.
También ábrete a la redirección de Dios o a la repuesta a tus oraciones en una manera diferente, mejor de lo que
pensabas. Él sabe lo que es mejor. Si una puerta se cierra, Él siempre abre otra. Así que sigue creyendo.
Enfréntate con ellos. Pero enfréntalos con fe. Reconoce los hechos de tu vida con fe. Romanos 4:19-20 dice:
“Sin debilitarse en su fe, reconoció el hecho de que su cuerpo estaba como muerto… y que también estaba
muerta la matriz de Sara (está siendo muy directo aquí). Pero él no flaqueó con incredulidad...”, porque Dios
comprendió: “A través de la fe reconoció el hecho de que...”. Abraham reconoce que él y su mujer han pasado
los días de tener hijos. Tiene 99 y su mujer 89 y es médicamente imposible tener hijos. No deniega los hechos.
Se enfrenta con ellos con fe.
Esto es muy importante, entiéndelo: la fe no ignora la realidad. La fe no pretende olvidar que tienen
problemas. La fe no actúa como si no hubiera ninguna dificultad. La fe no deniega. ¡Favor de oír esto! Mucha
gente piensa que lo es. Fe es enfrentarte con los hechos de tu vida sin que te desanimes con ellos. Eso es fe. No
es negar la existencia de tus problemas. No es negar que estás en un callejón sin salida o una situación sin
esperanza desde el punto de vista humano. Es enfrentarte con los hechos problemáticos en tu vida sin
desanimarte con ellos. Eso es la fe verdadera.
Algunos de ustedes se están enfrentando al cáncer. Algunos tienen a alguien que aman enfrentándose con esta
enfermedad ahora. No puedes negar el diagnóstico, pero puedes revelarte en contra del veredicto. Gran
diferencia. No puedes negar el diagnóstico “No tengo cáncer”. Sí lo tienes. “No tiene cáncer”. Sí lo tiene. No
puedes denegar el diagnóstico. Eso es fantasía. Es denegarlo. Pero puedes desafiar el veredicto”. Puedes
desafiarlo y decir, “vamos a trabajar con esto y vamos a hacer todo lo que podamos para vencerlo y desafiar el
veredicto”.
Esto es muy importante. Hay una rama de la cristiandad ahí fuera que dice: “¡Rechaza todos tus problemas y
simplemente sonríe, sonríe, sonríe! Eso no es Jesús. Eso es Poliana. Dice, ¡No estoy enfermo! Tengo una
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fiebre de 104 pero no estoy enfermo”. O “No tengo deudas. Estoy al borde de la bancarrota pero no tengo
deudas”. La fe no te pide que niegues la realidad. Nunca hace eso. La fe pide que te enfrentes con la realidad de
tu vida sin desanimarte por eso. No es vivir en negación. No es aferrarse al pasado. Fe no es tontería de cabeza
dura.
Si todavía te aferras a la mercancía de animalito.com, déjalo ir. ¡Eso está muerto! Déjalo ir. Si todavía estás
esperando a que vuelvan las cintas de ocho pistas, olvídalo. Eso se terminó. No van a volver. Si todavía estás
esperando a que ese chico o chica especial te invite a salir, ese de la secundaria, y estás en la cincuentava
reunión conmemoratoria, olvídalo. ¡Ese hombre no va a venir a casa!
Algunos de ustedes tienen que pasar por profundos sufrimientos legítimos. Las cosas no salieron como
planearon. Lo que soñabas para tu vida no va a suceder. Pero no tengas lastima de ti mismo. Crees que Dios
sabe más y dices: “Sí, no salió como planeaba, pero Dios tiene mejor plan”. Eso es fe. “Si las cosas no salieron
como pensaba, creo que Dios no ha terminado con mi vida y está trabajando en ella. Dios me tiene guardadas
cosas buenas todavía”. Eso es fe. Es enfrentándose con los hechos en fe. No es fantasía. Es simplemente no
estar desanimado.
Una cosa. He dicho a los pastores por muchos, muchos años. Es una vieja regla de calvario: cuando el caballo
está muerto, desmonta. No sigas pegado a un caballo muerto. Cuando un sueño muere, simplemente
desmontas y vas por otro, porque Dios no ha terminado contigo.
Algunos de ustedes quieren casarse, pero nunca lo hicieron. Algunos desean tener hijos pero nunca los
tuvieron. ¿Qué haces con un amor que está perdido? ¿Meterte en una celda? ¿Construir una barricada
alrededor de ti? ¿Preocuparte de ti mismo? No voy a dejar que nadie se me acerque nunca más. No voy a dejar
que nadie me haga daño. Voy a contener mis emociones. Por supuesto que no. ¿Qué haces cuando un amor ya
no está contigo? Lo rediriges. Lo recanalizas. Saben la historia que les he contado varias veces acerca de
Corrie y Boom. Cuando era joven estaba comprometida para casarse. De repente el chico rompió con ella y se
casó con una amiga. Quedó devastada y nunca se casó. Fue por la vida como mujer soltera. Pero ella redirigió
su amor.
No se metió en una pequeña barricada. Y se convirtió en uno de los líderes cristianos más amorosos del siglo
veinte, influenciando a millones y millones de gente. Ella redirigió su amor en una nueva dirección.
Allison y Mack.
Allison: Mi nombre es Allison y este es mi marido, Mack. Está detrás de mí como lo ha hecho durante los
últimos veinte años, como mi soporte moral. Desde que era una niña quise ser mamá. Me crié en una casa en la
que ser esposa y madre definía quién eres. El cuadro de vida ideal para mí era papá, mamá y bebés. Sin
embargo, tuve que enfrentarme con los hechos de mi vida y darme cuenta que el plan de Dios para mí no
incluía hijos biológicos.
Me casé siendo adolescente y quedé embarazada, pero fue un embarazo con problemas y me tuvieron que
operar de emergencia para que no muriera desangrada. Pero durante la operación los médicos descubrieron
que tenía endometriosis, una enfermedad dolorosa que puede causar la infertilidad. Mi primer matrimonio
terminó en divorcio después del primer año. Después me volví a casar, hace veinte años. Mi esposo y yo
tratamos de embarazarme por varios años. Intentamos con todas las medicinas disponibles incluso cirugía de
reconstrucción, pero nada ayudó. Después de muchas conversaciones y poca oración decidimos adoptar.
Nos conectamos con una agencia de adopción del estado y fuimos los orgullosos padres de un niño de 3 años y
medio. Michael era un niño hermoso pero no sabíamos de su pasado y cómo este iba a sabotear la adopción.
Michael había nacido de una chica de dieciséis años y más tarde nos enteramos que era esquizofrénica. Ella
había abusado mental y físicamente; su padre también tenía una historia de enfermedad mental y era un
drogadicto. Michael fue parte de nuestra familia por dieciocho meses. Durante ese tiempo le echaron de tres
guarderías por actuar sexualmente en relación a los otros niños. Michael resistía cualquier autoridad
femenina, especialmente la mía. Su reacción me dejó muy confundida. Lo que tanto quería en la vida -ser una
madre- se me estaba escapando entre los dedos otra vez. Sentí que había sido un fracaso al cargar niños y ahora
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Durante los dieciocho meses que estuvo Michael en nuestra casa, mi endometriosis empeoró. Estaba en dolor
constante y eso dañó la relación con mi marido. Después de muchos análisis me dijeron que la única solución
era una histerectomía completa. Así que a los 25 me enfrenté a mi mayor pesadilla. Nunca iba a poder tener
hijos. Sentía que Dios me había abandonado y me sentí sola y confundida. Los médicos me dejaron en el
hospital dos semanas. Pero me aseguraron que mi dolor se había acabado y podría resumir mi vida normal.
Cuando estaba creciendo fui una persona muy activa, pero los años de dolor crónico me habían convertido en
una persona introvertida que trababa de protegerse. Así que esperaba que la operación me ayudara a volver a
ser la persona libre que siempre había sido. Pero seis semanas después de la operación el dolor volvió y la
enfermedad empeoró. En vez de solucionar el problema tuve nueve operaciones más. Y hoy vivo en una dieta
muy restringida.
Cuando el pastor Rick habla de enfrentarse a los hechos con fe, le entiendo. El caso es que mi vida no fue como
la planeaba. Pero el tiempo que pasé recuperándome de múltiples operaciones me dio tiempo para pensar.
Llegué a ver la gran sabiduría de Dios detrás de mis dificultades y de todos los callejones sin salida. Mi lucha
contra la infertilidad ha sido el factor más importante acercándome a Cristo. Me ha enseñado de su amor y su
sabiduría. Ha profundizado mi fe y mi relación con Él. Casi todas las semanas escuchábamos historias de
bebés tirados a la basura y abandonados en las escaleras de las puertas. Le solía preguntar al Señor ¿por qué?
¿Por qué no podía yo tener uno de esos pequeños? ¿Por qué mi esposo y yo no podíamos ser padres? ¿Por qué
no yo? Dios fue siempre paciente y amable, pero la respuesta siempre vino como un “No”. Encontré
consolación en el verso, “Mi gracia es suficiente para ti”. Y Dios no nos ha devuelto con oído sordo. Me dio un
hijastro maravilloso y he tenido el privilegio de ser una parte activa de su vida. Ahora ha crecido y ya se casó, y
tenemos un nieto.
¿Por qué permitió Dios esta prueba en mi vida? Hay varias buenas razones.
Segundo, me ha dado un ministerio mediante mi dolor. Ha usado mis experiencias para tocar la vida de
muchos otros. Empecé un grupo de soporte para mujeres y parejas con endometriosis y he hablado con
mujeres por todo el país y las he animado y apoyado a moverse hacia adelante en sus vidas. Dios no está
desperdiciando el dolor por el que pasé.
Todavía siento el deseo de tener hijos, pero puedo alegrarme en el trabajo que Dios está haciendo en mi vida.
Sé que las experiencias de mi vida me han hecho la persona que soy hoy. Y puedo decir honestamente que si
tuviera la oportunidad de cambiar mi vida no quitaría ni una sola cosa. Cada experiencia me ha preparado de
una manera única para hacer el trabajo de Dios. Me he enfrentado a los hechos de mi vida con fe. En vez de
estar deseando algo que nunca va a pasar, Dios me dio un sueño nuevo, el de ayudar a otros. Estoy enfocando
todo lo bueno que Dios a reservado para mí y mi fe es más fuerte que nunca.
¿Cómo sigues creyendo cuando te sientes como para desistir? Haces estas cinco cosas. Te puedes acordar de lo
que puede hacer Dios. Puede hacer cualquier cosa. Luego apóyate en las promesas de Dios y recuerda lo que te
ha prometido. Luego reconoces los hechos de tu vida con fe. No los niegas. Los reconoces pero no te
desanimas. Y finalmente...
V. ALEGRATE ANTICIPADAMENTE.
Tienes expectativa. Esperas con alegría porque Dios va a actuar en tu vida y va a hacer las cosas buenas,
incluso cuando no es la manera en que lo planeaste. Esperas que Él actúe. Romanos 4:20-21 “Abraham nunca
dudó. Creyó en Dios por fe y la confianza creció más fuerte y él alabó a Dios por sus bendiciones antes de que
pasaran. Estaba seguro de que Dios era capaz de hacer cualquier cosa que prometiera”.
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Darte cuenta “antes de que pasaran”. Eso es verdadera fe. Hemos hablado de ella la semana pasada. Cuando
das las gracias a Dios por algo después de que pase, eso es agradecimiento. Cuando le das las gracias por algo
antes de que pase, eso es fe. Y la forma mayor de fe es dar las gracias por adelantado “Dios, no sé como vas a
sacar adelante esto. Estoy en un callejón sin salida. Pero te doy las gracias por adelantado porque sabes lo que
estás haciendo. Te doy las gracias por adelantado porque vas a arreglarlo todo”.
Un día Jesús fue a la tumba y alguna gente le pidió que resucitara a Lázaro de los muertos, fue y oró: “Padre, te
doy las gracias porque ya me has escuchado”. ¿Qué estaba haciendo? Dando gracias a Dios por adelantado.
Hoy han escuchado tres historias muy conmovedoras acerca de parejas que mantuvieron la fe a pesar de todo y
Dios las liberó a cada una de ellas de una manera diferente. Una a través de un embarazo, a otra a través de la
adopción y a otra por medio de un ministerio nuevo para ayudar a otra gente que está sufriendo. ¿Por qué?
Porque cuando Dios libera, hay tres tipos de liberación...
         2. Algunas veces hace liberación personal y te cambia a ti. Y tú obtienes una perspectiva más
         amplia, obtienes una fe más profunda. Obtienes más carácter. Una actitud mejor. Y Dios te cambia y
         deja la situación. Liberación personal.
         3. Pero hay algún dolor en la vida que sólo se va a aliviar con una liberación de última instancia.
         Y esa es el cielo. Un día vamos a un sitio -esos de nosotros que conocemos al Señor- donde no hay
         dolor, lágrimas, sufrimiento, tristeza. Y esa es la liberación que en última instancia te ofrece Dios.
Dios no ha prometido quitarte todo tu dolor. Dios no ha prometido que todas las personas que amas van a vivir
todo lo que tú quieras que vivan. No ha prometido que no tendrás dificultades, que nunca vas a tener callejones
sin salida, que nunca vas a tener retrasos. No ha prometido quitarte todo el dolor. Ha prometido darte la fuerza
para aguantarlo. Y ha prometido que un día, en última instancia, te va a liberar con el cielo, donde no hay pena,
sufrimiento, tristeza y dolor.
La Biblia dice esto: “Nos regocijamos en la esperanza de la Gloria de Dios”. ¿Qué es la gloria? El paraíso.
Pero sólo hay una manera de llegar. A través de Jesucristo. No trabajas por ello o te lo ganas. Es a través de
Jesucristo.
La palabra bíblica para “liberación” es “salvación”. Eso es lo que la salvación significa. Jesucristo es tu
Salvador. Es tu liberador. Ese es un grito más largo que el pensamiento positivo. Todo lo que el mundo te puede
ofrecer es un pensamiento positivo. El mundo espera lo mejor. Pero Jesucristo ofrece la mejor esperanza.
ORACIÓN:
¿Estás en un callejón sin salida esta mañana? Jesucristo puede cambiar tu callejón sin salida, sin esperanza, en
una esperanza sin fin. Así que cualquier problema que parezca sin esperanza para ti, te insto a darlo y a dar tu
vida a Jesucristo ahora mismo. Di: “Jesucristo, te doy mi problema y te doy mi vida ahora mismo”. Como este
testimonio se trataba de la infertilidad, quiero orar por aquellos que están enfrentando este mismo asunto. En
una Iglesia de este tamaño hay cientos de parejas que hubieran tenido hijos pero que no pudieron por una razón
u otra. Nosotros nos tomamos muy en serio el dolor en la familia de nuestra Iglesia. Así que cualquier pareja
que quiera una oración especial para tener hijos haga el favor de levantarse, bajar la cabeza y rodear a su esposa
con el brazo para que yo y la Iglesia podamos orar por ustedes. La Biblia dice que como familia de la Iglesia
debemos llorar con los que sollozan y regocijarnos con los que festejan. Quiero guiar a nuestra familia
eclesiástica en una oración por ustedes. Se han levantado muchas, muchas parejas en cada servicio y quiero
pedir a la Iglesia que ore por un hijo para ustedes. Quisiera decir al resto de ustedes: “El callejón sin salida en el
que se encuentran tal vez no sea infertilidad, pero es muy doloroso. Dáselo a Jesucristo y pídele que te libere”.
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Ahora oremos por estas parejas. Padre, nuestros corazones siguen a estas parejas tan maravillosas de nuestra
familia de la Iglesia a las que amamos tanto. Tú has visto el deseo y dolor en su corazón. Ya has oído sus
oraciones. Ayúdales a saber que su espera por los hijos no es de ninguna manera el reflejo de su fe. Has dado
hijos a padres que no se lo merecen, mientras que quienes lo merecen deben esperar. Hoy, todos los presentes
nos unimos como Iglesia a pedir que traigas un hijo a las vidas de esas parejas. Has dicho que cuando dos o
tres están de acuerdo será hecho. Padre, en la mayoría de esos casos va a ser un milagro. Pero eso no es
problema para ti. Si lo quieres hacer a través de un nacimiento, tu voluntad será hecha. Si lo haces por medio
de una adopción, tu voluntad será hecha. Si lo quieres hacer redirigiendo el amor a niños que ya están aquí, tu
voluntad será hecha. Dales la fuerza de perseverar en la frustración, las visitas, los médicos, exámenes
interminables, procedimientos, entrevistas. Todas esas cosas nos prueban la paciencia. Ayúdales a ver tu
mano incluso en los detalles. Oro para que su espera por los hijos sea una espera con fe. No siempre
entendemos tu tiempo pero sabemos que es perfecto y que nunca es un momento demasiado tarde.
Juntos, oramos que de aquí a un año estaremos regocijándonos en mirar y en los sonidos de nuevos niños en
nuestra familia de la Iglesia. Te pedimos los milagros en nombre de Jesús. Amén.
SERMONES