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Mimos Bracos
DEL PEEU
COLECTADOS Y ARREGLADOS
PMt EL CORONEL DE CABALLERIA DE EJERCITO FUNDADOR DE LA INDEPENDENCIA
í DIRECTOR DE LA BIBLIOTECA NACIONAL.
MANUEL DE ODUXOZOLA.
TOMO OCTAVO.
LIMA.
IMPRENTA DEL ESTADO, CALLE DE LA RIFA NUM. 58.
,03 '
EDITORIAL DEL PERIÓDICO OFICIAL "LlA PRENSA PERUANA''
NÚM. 29.
La capital del Perú ha presenciado en el diez y nueve y
veinte del presente los actos mas augustos y grandiosos de
una Nacion, que ha combatido y suspirado largo tiempo por
arraigar en su suelo el árbol majestuoso y benéfico de la ver
dadera libertad. Vióse en aquellos dias á los habitantes de
esta ciudad, poco ántes penetrados de pavor por los estragos
y sobresalto en que los habia sumido el espantoso terremoto
del 30 de marzo, presentarse gozosos en las calles y en las
plazas, á manifestar, con la exaltacion de su alegría, que á
todo temor se sobrepone un pueblo, que, señor de sí mismo,
se ha dado instituciones propias y dictadas para sostener el
orden social, para no desviarse de la senda de la virtud, y
para establecer la fuerza, la prosperidad y engrandecimiento
nacional. Se diría que ocupado del mas puro entusiasmo,
absorto en la contemplacion de Ja dicha que le aguarda, y
confiado en la inocencia de sus fervorosos deseos, y fundadas
esperanzas, veia en aquellos momentos reconciliarse el cielo
con la tierra; y que complacido el Supremo Hacedor de la
243217
—4—
Naturaleza, con el espectáculo de un pueblo que jura guardar
inviolables los sacrosantos derechos que él mismo le ha otor
gado, echaba sobre nosotros una mirada compasiva, bastante
á serenar las convulsiones de la tierra.
A idea tan consoladora solo puede atribuirse el esmero, y
afanoso cuidado, coa que cada uno de los ciudadanos procu
raba adornar su pertenencia, el bullicioso concurso que apre
suradamente se movía en todas direcciones, y los vivas y
aplausos que prodigaban á la carta constitucional y á sus
autores.
Á las ouatro de la tarde del primero de los dias que lleva
mos mencionados, salió de la casa del gobierno la mas lucida
y numerosa cabalgata, que hemos visto desde el venturoso 28
de julio en que declaramos á la faz del mundo ser indepen
dientes del poder español. Abria la marcha un esonadron de
Húzares de Jünin, de esos valientes que con su espada ven
cieron en ese campo afortunado, para triunfar despues en
Ayacucho. Las corporaciones todas, las autoridades civiles y
eclesiásticas, los jefes de la armada y del ejército, sobre caba
llos ricamente enjaezados acompañaban al Presidente de la
República, cerrando tan magnifica comitiva un escuadron del
rejimiento de Guampaní. Distribuida en dos alas, en las ave
nidas de las plazas, la infantería de línea y civica, dejaban
paso franco á la comitiva para poder sin embarazo hacer en
los lugares acostumbrados la publicacion de la gran carta de
la República. Leida íntegramente en todos ellos por el mi
nistro de gobierno, respondían las aclamaciones y vivas del
numeroso jentío que alborozado daba á entender muy clara
mente ser éste el día porque ansiaba; concluyendo ceremonia
tan grata y tan solemne, con arrojarse al pueblo medallas que
perpetúen esta época feliz y memorable.
A las diez de la mañana del 20, el mismo cortejo se dirijió
á pié por medio de la infanteria que cubría la carrera, desde
la sala de recibir del gobierno á la de las sesiones del Con
greso. Allí en presencia de una inmensa muchedumbre, que
ocupaba las tribunas, y se apiñaba en la barra, juraron obser
var y hacer guardar la Constitucion el Presidente, y Vice
presidente de la República. Entonces el señor Alvarez á
nombre de la asamblea nacional, á quien presidia, dijo:
—5—
Ciudadano Presidente.
Llegó al fin el dia en quo el Perú despues de una larga
série de infortunios y sacrificios de todo jénero, se vea cons
tituido por la libre y espontánea voluntad do sus pueblos.
Hoy es el verdadero dia de su rejeneracion política, puos hoy
asegura su independencia y libertad por medio de un código
que conteniendo los votos, los derechos y el poder de la Na
cion, destruyo los abusos y fija las bases sólidas de la pública
felicidad. Al Perú nada le queda ya que desear en este
momento para siempre memorable, en que vos, Ciudadano
Presidente, consumais los trabajos de la Representacion Na
cional con el solemne juramento, que, como depositario del
Poder Ejecutivo, acabais de prestar en su seno. Cada peruano,
os verdad, será un vijilaute de sus derechos, porque irritados
de sus males anteriores solo tratan de saber dirijirsus pasos,
y afianzar su prosperidad futura; pero sin vuestra cooperacion,
tendrán siempre que sentir en sus libertades: se suscitará el
descontento, se provocarán desconfianzas é inquietudes, que
en su exaltacion y desorden harán , esfuerzos por procurarse
recursos, pues que la resignacion en las desgracias solo es lau
dable cuando el remedio es imposible. Para que los ciuda
danos sean felices, no basta que recobren sus derechos: es in
dispensable (pie los conserven, y que por un hábito no inter
rumpido jamás permitan que se profanen ni con respecto al
último individuo de la sociedad. El que se detenga á exami
nar el cuadro de las calamidades públicas, percibirá fácilmen
te que no tienen ni pueden tener otro oríjen (pie el abuso de
la antoridad. Los vicios y las virtudes igualmente que la
prosperidad y la miseria de las naciones, son siempre un efecto
de su buena ó mala administracion; esto es de su libertad ó
esclavitud. Cerrad pues los oidos á cuantos traten de desvia
ros, y consultad solo vuestro corazon, de cuya bondad de sen
timientos está generalmente satisfecha la Rupública. Este dia
será siempre grande y sublime en nuestra historia, pues que
nos dá patria y libertad á los peruanos, y á vos un nuevo
título de honor, de gloria, y de grandeza.
S. E. el Presidente de la República contestó:
Ciudadanos Lejisladores.
Hace ocho meses que presté el juramento que acabo de re
petir, prescripto por la ley, como Presidente de la República,
cuya eleccion tuve la honra de merecer luego que os instalas
teis en Congreso Constituyente.
—6—
Con la mas profunda sabiduría, ascendrado patriotismo, y
ardiente celo, os habeis consagrado á trabajar, en el tiempo
que ha transcurrido, la constitucion política que dará grande
za y prosperidad á la nacion. Sí: en este código precioso
están afianzadas sus libertades y sus derechos. El pueblo
de esta capital le ha recibido con júbilo, y entre los transpor
tes del entusiasmo, como la garantía infalible de su tranquili
dad y de su dicha.
Inmensa gloria os cabe por haber desempeñado la funcion
mas augusta é importante que pueden confiar los pueblos á
sus escogidos: y al retiraros á vuestros hogares, recibireis la
tierna gratitud de vuestros comitentes, y os acompañarán su
amor y el voto de la opinion, que es la recompensa mayor
á que puede aspirar un republicano.
¡Lejisladores! La Providencia derrama sus bondades sobre
el Perú: y visiblemente le -ampara y le proteje y le salva en el
fragor de los conflictos. Quiera mantenernos siempre bajo su
brazo irresistible. Como jefe del Estado siento que ahora es
cuando mas necesito de su auxilio omnipotente.
Os preparais á regresar al seno de vuestras familias, tran
quilos y satisfechos de haber cumplido fielmente vuestra deli
cada comision, y dejando sobre mis débiles hombros, la ardua
de plantear y consolidar las instituciones que habeis sanciona
do: empresa extraordinaria y muy superior á mis escasos co
nocimientos.
Señores: á la benévola indulgencia que me habeis dispen
sado en esta corta época de mi administracion, á la decidida
cooperacion de las autoridades, y á la docilidad con que todos
los peruauos se han sujetado á las providencias del gobierno,
es debido el manifestaros, con suma satisfaccion, que la Re
pública marcha unida por la senda de la regularidad y de la
razon, sobreponiéndose á las indecibles privaciones que sufre,
y á las urjencías que la aquejan.
Circunstancias lamentables, y muy públicas, han puesto la
hacienda en tal deficiencia, que confunden y aterran al Eje
cutivo. Nos hallamos abrumados con el peso de una denda
enorme; la exterior debe ser pagada con preferencia á costa
de cualquier sacrificio. Hondamente persuadido de esta sa
grada obligacion, ha ansiado llenarla el Ejecutivo; pero au
mentándose las exijencias con los frecuentes y extraordinarios
gastos, á que es preciso hacer frente, recrecen los empeños,
y se fru stran las esperanzas de entablar reformas económicas,
que son el principal resorte de la verdadera y sólida riqueza.
La d euda interior presenta tambien un aspecto muy poco
lisonjer o. Notorio es que muchas familias acostumbradas á
vivir en comodidad y desahogo, sufren por la baja del crédito,
y por no haberse reconocido sus capitales, penosas indijencias
que traspasan su sensibilidad. Pero la bondad y resignacion
de nuestros compatriotas es tan generosa y tan sin límites,
que padecen sus males en silencio, esperando el remedio del
Congreso y del Gobierno.
Incompleto por otra parte el sistema orgánico de la hacien
da, á pesar de la intelijencia y los desvelos de los encargados
de este ramo complicado, siempre imperfecto y trabajoso en
todo estado naciente, no ha sido capaz de otras mejoras por
la falta de datos estadísticos que se aguardan de los departa
mentos. «
'Siente vivamente el Ejecutivo no presentaros en este dia
un bosquejo de los adelantos y mejoras que quisiera haber
establecido en el país; mas á vuestra penetracion y prudencia
no se ocultará que la perfeccion es gradual, que las obras del
hombre pasan por períodos semejantes á los que observa en
sus producciones la naturaleza, y que en medio de la escasez
de recursos, entre las vastas atenciones de una administracion
nueva y bien penosa, no han podido promoverse y fomentarse
en poco tiempo los útiles establecimientos de que derivan y
cobran vigor las ventajas sociales.
El gobierno se complace de profesar una política franca y
liberal, modelada por la moralidad é ilustracion del Congreso;
muy agena de planes misteriosos, de ambicion y proyectos
individuales; y sin otras aspiraciones que conservar paz, amis
tad y libre y leal comunicacion con todas las naciones de la
tierra; estrechar con el bis los vínculos de armonía y recipro
cidad, especialmente con las repúblicas nuestras hermanas, á
que nos ligan la identidad de habitudes, de creencia religiosa
y de profesion de principios políticos.
En dia tan fausto y tan plausible, como lo es el de hoy en
que se han zanjado los fundamentos del engrandecimiento y
ventura de la patria, es un deber del Ejecutivo hablar honro
samente del ejercito y armada nacional. Esta masa de guer
reros, respetable por su moral y por su número, pronunciada
siempre por la ley, siempre sobria y sufrida, da pruebas ince
santes del civismo mas acrisolado; y despues de haber regado
con su sangre los campos de batalla, que nos dieron patria,
honor y libertad, cifra su gloria y su poder, en formar la co
lumna firme é incontrastable que sostenga las instituciones
sociales, que nos hemos dado por representantes elejidos con
plena independencia, para que sancionen los votos de nuestro
corazon.
Permitidme, Señores, que os hable tambien algo de mí mis
mo, de mi capacidad, y de mis propósitos personales. Consi-
dérome el peruano mas feliz, y altamente recompensado,
—8—
Comparando mi demérito é insuficiencia, con la suprema con
fianza que en mí habeis depositado á nombre de la nacion,
siento acrecer en mí las angustias de no poder corresponder
cumplidamente á las esperanzas que os halagaron, sin duda,
al nombrarme Presidente de la República. Yo no soy, no, el
hombre que necesita el Perú: mis aptitudes no bastan á abra
zar el vasto conjunto de la administracion, y á desarrollar la
fuerza vital, necesaria en cada ramo, para conducir el Estado
al grado de prosperidad y esplendor á que le llaman su natu
ral riqueza, su clima benigno y la bella índole y sobresaliente
ingenio de sus hijos, capaces de progresos portentosos en la
carrera de la civilizacion, si los dirijiera una mano diestra y
atinada. Celoso como el que mas de contribuir á la buena
fortuna de la patria, no se lleve á mal que diga que á nadie
cedo en el deseo de no ahorrar cuanto ella pudiera exijir del
mejor de los ciudadanos. Empero no bastan las fuerzas del
corazon: necesarios son talentos sublimes, y un jénio creador.
To no los tengo. Amo la rectitud y la justicia, y me reputo
incapaz de la vil ambicion de ser un déspota; mas estos senti
mientos, que amo como mi vida, no son la ciencia del gobierno.
Es necesario consumada experiencia y maestría en los nego
cios, y yo no los poseo. Las dos épocas en que me ha cabido
el honor de estar al frente de la República, me han hecho co
nocer que carezco de calidades tan recomendables y precisas,
que he procurado suplir con la religiosa observancia de las
leyes, y el mas sagrado respeto á las garantías individuales.
Me habeis visto, señores, dejar siu uso las facultades ex
traordinarias que quisisteis conferirme, y que siempre pensé
devolver, aun cuando por algun raro accidente no se hubiesen
derogado en este dia.
Los derechos civiles y políticos no han sufrido menoscabo
alguno en esta época de mi administracion: no levantará su
voz ciudadano alguno, para acusar al gobierno de haber vio
lado la seguridad de su persona y de sus bienes; ni de haber
puesto á la preciosa facultad de expresar su pensamiento otra
restriccion que la designada en la ley.
En este momento yo bajo al fondo de mi alma, y nada hallo
que me acuse ó me remuerda. Mas yo lo repito: el testimonio
de mi conciencia, y la pureza de mis intenciones, no bastan
para gobernar con acierto y con provecho. Anhelo por verme
legalmente restituido á la clase que por mi profesion é incli
naciones ocupo en la sociedad—la de un ciudadano armado
en defensa de la ley fundamental y de la independencia y
libertad de la nacion. Mas si aun ha de gravar sobre mí la
responsabilidad de la Suprema Magistratura, yo velaré en
guarda del código de las libertades públicas; descansando en
tre tanto firmemente la Nacion, en la sincera protesta que le
hago en el dia mas memorable, mas augusto y mas solemne—
que á la hora que le plazca hacerme descender del alto puesto
que ocupo con repugnancia, colmará el voto de mi corazon,—
que es servirla con fidelidad en cualquiera situacion por subal
terna y dependiente que sea.
A estas enérjicas y sentimentales alocuciones se siguió una
general demostracion de contento y regocijo.
Eu seguida se dirijieron todos á la iglesia Catedral, en la
que se celebró una solemne misa en accion de gracias al Todo
poderoso. Descargas de los cuerpos de infantería, que se
hallaban formados en la plaza, aumentaban la magostad de
esta fiesta religiosa, y anunciaban que las armas de la nacion
están prontas á sostener sus leyes, y á emplearse contra cual
quiera que osare atacar la independencia peruana.
Eu las noches de estos dias, fuegos artificiales armoniosa
mente dispuestos atrajeron á la plaza mayor el jentío inmenso
que no habia cesado de vagar por las calles entretenido con
las vistosas iluminaciones y adornos que las hermoseaban.
Los civicos desplegaron un entusiasmo incapaz de expre
sarse. Magníficas bandas de música, vestidas por la oficialidad
de cada cuerpo, paseaban la ciudad, y se mezclaban, en las
renniones de particulares, prorumpieirdo en repetidas acla
maciones al Congreso y á la Gran Carta.
En varias casas particulares se dieron convites en que rei
naban la franqueza, la fraternidad, y todas aquellas dulces
emociones del corazon que solo pueden tener lugar entre ciu
dadanos rennidos siu otro objeto que el de gozarse en la li
sonjera perspectiva de una felicidad segura, ni mas estímulo
que el delicioso amor de la patria. Cuánta distancia entre
estas fiestas civicas, celebradas en el transporte de los mas
nobles sentimientos, y consagradas á la diguidad de los dere
chos del hombre, á su libertad y su ventura y aquellas en que
no siendo parte mas que el gobierno, veiau con indignacion
los peruanos, dar un vano aparato de solemnidad á su degra
dacion y envilecimiento, en el funesto y ominoso nueve de
diciembre; dia en que entre bayonetas extranjeras, se intimó
á la nacion la obediencia á la Constitucion Boliviana.
Tom. viri. Historia—2
—10—
PARTE DEL COMANDANTE DEL BATALLON NÚM. 9, SOBRE LA
SUBLEVACION DE ESTE CUERPO.
Batallón de línea número 9.—Lima, abril 24 de 1822.
Señor Coronel Jefe del E. M. G.
Señor Coronel:
Tengo el disgusto de poner en conocimiento de U. S. un
desagradable incidente acaecido en el batallon de mi mando
la noche de ayer, y detallarle en lo posible su pormenor.—
Como á las ocho y media estando cabalmente rennido con el
sarjento mayor del cuerpo don Felipe Santiago de Salaverry,
y capitanes don Manuel Ros y don Francisco Carasa, tomando
té en el alojamiento de estos últimos, llegó el cadete don
Felipe Morote. á comunicarnos que el batallon se habia revo
lucionado. Con esta noticia sorprendente, á la verdad, nos
pusimos en marcha para el cuartel, cuya guardia de preven
cion encontramos sobre las armas; pero sin oficial ni sarjento.
Sin hacer caso de una tropa que no satisfacía á ninguna de
nuestras preguntas, entramos al patio, en que con asombro
vimos las compañías formadas en batalla, excepto la segunda
y cazadores, que estabau en sus cuadras, aunque estas últimas
con armas, hallándose á la cabeza de la primera el preso don
Alejandro Huavique, armado de espada y sombrero apuntado.
En esta disposicion acercándose el Mayor le ordenó rindiese
su espada, á enya órden Huavique maudó preparar las armas
á la primera, y cargó al mayor, quien no solo eii choque le
contuvo, sino que logró darle una estocada que le hizo poner
en fuga siguiéndole alguna tropa, en mi concepto solo por
desertar, no siendo posible á pesar de mis esfuerzos y el de
los capitanes contener en aquel momento este desórden. Hua
vique fué perseguido por el brigada, un cabo, un tambor y un
soldado, ínterin yo á caballo me apresuré á traer parte de la
guardia de las carceletas, distribuyéndose otros oficiales; con
siguiendo con esta medida recojer alguna tropa y fusiles que
habian tirado por la calle. Huavique fué tomado por los que
corrían tras él, los que le dieron algunos bayonetazos, de cu
yas resultas se me dió parte que habia muerto, y entónces
mandé que se llevase el cadáver al hospital de Santa Ana. En
—11—
estos momentos facultado por las circunstancias ordené al ca
pitan Ros instruyese un pronto sumario. Los individuos que
por las primeras averiguaciones creo complicados, son los te-
uientes Alzamora y Andrade, subtenientes Molina, que estaba
de guardia en la prevencion, y Salaverry: sarjentos primeros
Merino, Pastrana, Pellon y Polo, y segundos Puche y Gorro-
chátegui. Los oficiales fugaron inmediatamente con el sar-
jento Merino, y á los demás los tengo presos. El objeto de los
revolucionarios era deponer al Gobierno, y sostituirlo con don
Manuel Lorenzo Vidaurre. Las declaraciones que está toman
do el capitan Ros arrojan muchas cosas, que espero poner en
conocimiento de US. lo mas pronto posible.—Eu obsequio á
la justicia yo no puedo desentenderme de recomendar la bra
va conaportacion y serenidad del sargento mayor Salaverry:
él no ha hecho mas que corroborar el concepto que de él tie
nen sus compañeros de armas.
Tambien es digna de elojio la prontitud de los demás oficia
les en presentarse á sus compañías, la subordinacion de la tro
pa pronta á obedecer cuanto se le ha mandado; siendo esta
costumbre la única que les hizo tomar las armas sin conoci
miento de lo que se iba á hacer á la voz de esos oficiales, que,
olvidados de su deber, de su honor, y de la moral y sentimien
tos del batallon á que pertenecieron, fueron capaces de perpe
trar una accion que sentirá siempre la oficialidad que tengo
el honor de mandar.
Como la guardia de prevencion fué al momento relevada, y
los mas de los sarjentos primeros y cabos furrieles, unos están
comprendidos en la revolucion proyectada, y otros han deser
tado; no he podido saber con certidumbre la tropa que ha fu
gado. Hasta ahora solo tengo noticia de que han desertado
trece individuos.
He tomado todas las medidas convenientes, y aseguro á
US. mediante á ellas, y á la cooperacion de los oficiales, que
no osará ya nadie tratar de sublevar al 9, porque ellos segu
ramente correrán la misma suerte que el desgraciado Hua-
vique.
Olvidaba decir á US., que al venir por la Inquisicion, frente
al Congreso, con la noticia que tuvimos de la revolucion, co
nocí al preso don Ignacio Delgado, el que me dijo que habia
fugado del cuartel solo por poner en conocimiento de S. E. el
Presidente la revolucion que se estaba verificando en el ouar-
telj que entregué al capitan Ros, quien consecuente á este en
cargo le puso en la gnardia del Congreso.
Con este motivo me es muy satisfactorio suscribirme de
US. atento, obediente servidor—José Allenás.
—12—
EDITOKIAL DEL PERIÓDICO OFICIAL "La PRENSA PERUANA'
NÚM. 30.
El parce que hemos insertado del comandante del batallon
número 9, sobre la sedicion perpetrada por algunos oficiales y
sarjentos en la noche del 23 del corriente, si bien manifiesta
la depravacion de algunos que desgraciadamente existen en
tre nosotros, convence al mismo tiempo que es muy crecido el
número de los buenos, y que la fuerza armada de la .Repúbli
ca jamás contribuirá á trastornar el órden, por lisonjeras que
sean las esperanzas con que se pretenda seducirla. Desgracia
es ciertamente que la paz que disfrutamos, que las saludables
instituciones que nos hemos dado, y acabamos de jurar, y que
la uniformidad de sentimientos que animan á todos los perua
nos, no sean bastantes á calmar la ira ciega que por carácter
alimentan contra el órden génios que se gozan en los trastor
nos, en que únicamente esperan saciar su temeraria y anár
quica ambicion, incapaz de progresar por vias legales y pací
ficas; pues que entónces se escucha la razon, se distingue el
mérito, y se ven en toda su deformidad las perniciosas cuali
dades, los medios vedados y las excecrables acciones que en
la confusion de los tumultos, en la inconsideracion de las pa
siones, y en la exaltacion de la venganza, deslumhran á los
incautos que infelizmente se dejan seducir, y no meditan sino
en poner á su cabeza al mas audaz é impudente. Pero cuán
grato no debe ser para nosotros el ver cortada en su principio
una conspiracion, que pudiera sumirnos en mil males, si el ba
tallon con que se contaba para ejecutarla, no se hubiera á
ella opuesto en el momento que conoció que se le habia enga
ñado, abusando de su obediencia, para hacerla servir á la des
truccion del réjimen actual.
Siendo este cuerpo de reciente creacion, no puede atribuir
se su moralidad, á una envejecida educacion militar, ni la
prontitud en escuchar la voz de su jefe, áesa rigurosa subor
dinacion, que llega á ser un hábito irresistible en el soldado
que cuenta largos años de servicio. Obra es principalmente de
los sentimientos que de sus pueblos trajeron estos reclutas; de
la confianza que allí todos tienen en el Gobierno, y del pro
fundo convencimiento en que se hallan de su probidad, de sus
luces y de su legitimidad. A no ser este el oríjen de la con
I
—13—
ducta que observaron estos nuevos soldados, fácilmente hu
biera obrado en su ánimo la propension á buscar en un cam
bio, de que fueran instrumento, la mejora de su suerte y es
peranzas, y habrían abrazado ciegamente una coyuntura que
los poniaen aptitud' de salir del estado en que se hallaban.
Este acontecimiento es la respuesta victoriosa que no osa
rán desmentir cuatro miserables, únicos y despreciables ene
migos de la presente administracion, vanamente empleados
en desacreditarla, y cubrirla de odiosidad, como lo barian con
cualquiera otra en que ellos no figuraran tanto, cuanto les per
suade el errado concepto (pie han llegado á formarse de sí
mismos, y quisieran transmitir á los demás, aun cuando tan
tristemente les acusan sus propios procedimientos que hacen
estremecer de horror al concebirles por un solo instante em
puñando las riendas del gobierno. ¿Y cuánto uo deberia te
merse de hombres que porsubiral mando, no perdonan medio
por criminal y pernicioso que sea—Hombres que devorados
pór la ambicion y el odio, les vemos para satisfacer la una y
saciar el otro, coligarse, acallando sus privados intereses^ y
reuniendo elementos siempre discordes entre sí, y que a su
vez obrarían para destruirse recíprocamente, siempre en daño
público y ruina de los particulares?
La consternacion que se difundió en la noche del 23 por
toda la ciudad, el terror de que todos se llenaron, y la indig
nacion universal á la primera nueva del motin que se decía
ya consumado; al considerarse cada uno en su persona, ó su
fortuna, presa de revoltosos y malvados que no buscan sino
la impunidad para abandonarse á todos los excesos del cri
men, son un testimonio irrefragable del horror con que esta
Capital mira esas conmociones intestinas, de su detestacion á
los que las promueven ó tomen tan, de su amor al órden y de
su decision inalterable por el reposo que disfrutan bajo el im
perio de la ley, y de las instituciones que ha recibido de la
Representacion Nacional.
Necesario fuera creer muy perverso, ó suponer en delirio al
que impávido aguardase el estallido de una convulsion, que
así destruye al ciudadano pacífico, como sacrifica á sus mis
mos agentes y hechuras. Solo la pérdida absoluta de la razon,
6 un ánimo apercibido y pronto para asociarse á los malva
dos, para ser su cómplice y saciarse en la sustancia pública,
pueden condncir al extremo nefando y vergonzoso de inscri
birse entre los verdugos de su patria y sacrificar á sus conciu
dadanos, á sus amigos, á sus dendos. Tal es la suerte de los
que abrazan la carrera de las revoluciones, y tan acerbos y
positivos males, acarrea sobre sí, y sobre los objetos de sus
mas caras afecciones, anu cuando, por un error inocente, ó
deslunibrados por una ilusion halagüeña tomen parte en los
trastornos ilegales y anárquicos cuyos funestos resultados vie
nen á percibir en el momento inevitable de ser víctimas de
nuevos y mas fuertes demagogos.
Cuadro tan desolador y aflictivo nosotros le creemos para
siempre apartado de nuestra República. Entre los muchos
ciudadanos de diferentes clases de que se componen los cuer
pos civicos de esta Ciudad, ninguno se sustrajo de concurrir á
sus respectivos cuarteles, en la noche del 23. Espontánea
mente y sin aviso alguno de sus jefes, á la primera nueva del
peligro en que se hallaba la seguridad pública corrieron todos
á Ias armas, para resistir á los anarquistas y frustrar sus pla
nes desorganizadores. El Presidente de la República, que en
persona fué á sosegar el motin, se vió rodeado de todos los
jefes y oficiales sueltos del ejército que se ofrecían á toda
clase de servicios.
Mientras nuestros compatriotas abriguen nobles sentimien
tos, están garantidas la seguridad y el reposo público; y la
anarquía encontrará siempre un muro inexpugnable á sus
embates, y un inevitable escarmiento que para siempre la ale
je de nosotros.
CORRESPONDENCIA
ENTRE LA SECRETARiA DE RELACIONES EXTERIORES DE LA Ke-
pública de Colombia y el señor José Villa, que vino
con el carácter de ministro plenipotenciario de la
República del Perú. ' .
Bogotá, Agosto de 1828.
LEGACION PERUANA.
San Buenaventura, Diciembre 27 de 1827.
Al Señor Ministro de Estado en el Despacho de Relaciones
Exteriores de Colombia.
Señor Ministro.
El que suscribe tiene la honra de comunicar al señor Mi
nistro de Relaciones Exteriores de Colombia, que habiendo
sido nombrado por el Gobierno del Perú, Ministro Plenipo
tenciario cerca del de esta.República, ha desembarcado en el
puerto de San Buenaventura con el fin de pasar á Bogotá, a
desempeñar su mision.
Al infrascrito le es altamente satisfactorio baber sido eleji-
do por su Gobierno para un encargo, cuyo objeto es estrechar
—16—
mas y mas los lazos de fraternidad que deben siempre existir
entre ambas repúblicas. Contribuyendo á esta obra, no hará
sino cumplir los votos mas ardientes de su corazon.-
El que suscribe espera que el señor Ministro á quien se di
rijo, tenga la bondad de elevar esta nota al conocimiento de
S. É. el Presidente de la República.
El mismo señor Ministro se servirá admitir los sentimientos
de la mayor consideracion y aprecio, con que el Plenipoten
ciario del Perú tiene la honra de suscribirse su atento obe
diente servidor—José Villa,
REPUBLICA DE COLOMBIA.
Secretarla de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores.—
Bogotá, Enero 22 de. 1828.
Al honorable señor José Villa, Ministro Plenipotenciario de
la República del Perú. •
El infrascrito Secretario de Estado en el Despacho de Re
laciones Exteriores, ha sido honrado ayer con una comunica
cion fecha 27 del próximo pasado en que el honorable señor
José Villa le participa hallarse en camino para esta ciudad
con el carácter de Ministro Plenipotenciario por parte de la
República del Perú.
Ha sido muy satisfactoria esta noticia al Libertador por
que ha confiado S. E. en que esta mision contribuya á afirmar
las mas amistosas relaciones entre hiio y otro Estado.
Al participarlo al señor Villa de órden de S. E., es muy gra
to al infrascrito asegurarle de su muy distinguida considera
cion y perfecto respeto.— R. Revenga.
Lima y Diciembre 4 de 1827.
Excmo. Señor.
La naturaleza que dió á los americanos un oríjen comun,
les inspiró tambien unos mismos votos, para darse institucio
-I17-
nes análogas á los principios que simultáneamente los han
elevado al rango de naciones soberanas é independientes. Nu
da existe superior á este orden de la misma naturaleza, que
tiende á reforzar los vínculos sociales que atan á pueblos ami
gos y hermanos; y sus gobiernos les harán dichosos, esmerán
dose en cultivarles recíprocamente tan gratos sentimientos.—
Cou este designio he nombrado Mimstro Plenipotenciario
cerca de V. E. al Dr. D. José Villa, cuyos talentos y sagaci
dad me hacen esperar, que se granjeará en el ejercicio de su
honroso encargo la benevolencia de V. E. para merecer dig
namente la aprobación de este Gobierno.—lluego á V. E. que
le preste entero crédito en cuanto expusiere á mi nombre y
especialmente concierna á mi lirme propósito de mantener ile
sas las relaciones que dichosamente reinan entre ambos Esta
dos, y á protestar á V. E. la alta estimacion y amistad con
que soy su atento obediente servidor—José de la Mar.—El
Ministro de Relaciones Exteriores—Francisco Javier Mariá-
tegui.
Excmo Señor Libertador Presidente de la República de Co
lombia.
José Rafael Revenga, saluda muy respetuosamente al ho
norable señor José Villa, Ministro Plenipotenciario del Go
bierno del Perú cerca del de Colombia, y al anunciar á su se
ñoría que esta mañana recibió su comunicacion de ayer con
cópia de las credenciales expedidas á su favor, tiene la honra
de añadir que para evitar todo retardo en el despacho de los
negocios pendientes entre uno y otro Estado, está dispuesto á
recibir á su señoría en la oficina de Relaciones Exteriores ma
ñana á las once y media de la mañana. Así no trascurrirá
inútilmente el tiempo "que haya de pasar antes de que el Li
bertador fije dia para dar audiencia pública á su señoría, de
lo cual Revenga en cumplimiento de su promesa tendrá el
placer de avisarle.
Despacho de Relaciones Exteriores, Febrero 11 de 1828.
Ton. Tm. Historia—3
—18—
LEGACION PERUANA.
Bogotá Febrero 12 de 1828.
El Ministro Plenipotenciario del Perú ha tenido anoche el
honor de recibir una nota del honorable señor Ministro de
Relaciones Exteriores de Colombia proponiéndole que para
evitar todo retardo en el despacho de los negocios pendientes
entre uno y otro Estado, está dispuesto á recibir al infrascrito
en la oficina de Relaciones Exteriores á fin de que no trans
curra inútilmente el tiempo que haya de pasar antes de que
S. E. el Libertador fije dia para la audiencia pública. El
que suscribe, muy distante de detenerse en formas, y deseoso
de evacuar lo mas pronto posible su comision, conviene desde
luego en la propuesta, y pasa á exponer el principal objeto
que se le ha encomendado por su Gobierno.
A consecuencia de los acontecimientos del Perú posteriores
al 26 de Enero del año próximo pasado, se h,an visto en los
impresos de Colombia muchas imputaciones contra la Repú
blica Peruana. La conducta del señor general Flores y otros
datos hacen creer, que no solo algunos ciudadanos poco ins
truidos en los sucesos, sino tambien el Gobierno mismo de
Colombia creen que el Perú ha agraviado á esta República.
Deseoso pues, el Gobierno Peruano de conservar y aun es
trechar cuanto sea posible las relaciones de amistad que por
infinitos motivos deben siempre existir entre ambas Repúbli
cas, ha autorizado al que suscribe para que despues de felicil
tar á S. E. el Presidente de ésta por el restablecimiento de-
órden constitucional del cual debe nacer la tranquilidad co
lombiana, conteste á los cargos que se hagan sobre los men
cionados sucesos.
El infrascrito se halaga de que sabiendo el Gobierno de
Colombia los acontecimientos del modo que han sucedido, y
las razones que han dirijido cada uno de los pasos del Perú,
se convenza de que ninguno ha tenido por objeto agraviar á
la nacion colombiana á la cual la unen los mas estrechos vín
culos de fraternidad.
El infrascrito aprovecha esta ocasion para reiterar al señor
Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia los sentimien
tos de su mas distinguido aprecio.—José Villa.
—19—
REPUBLICA DE COLOMBIA.
Secretaria de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores.—
Bogotá, Febrero 16 de 1828—18.
Al honorable señor José Villa, Ministro Plenipotenciario del
Perú.
Señor.
El infrascrito Secretario de Estado en el Despacho de Re
laciones Exteriores, ha tenido la honra de recibir una comu
nicacion fecha 12 del corriente, en que el honorable señor Jo
sé Villa, Ministro Plenipotenciario del Perú, se sirve declarar
que tiene instrucciones, y la comision particular de su Go
bierno para contestar á los cargos que por parce de Colombia
haya contra el Perú, y que además desea evacuar lo mas pron
to posible el objeto de su comision.
Ha sido sobre manera grato al Libertador el fin que con
esta mision se ha propuesto el Perú, porque anhelando S. E.
por conservar la paz en cuanto sea posible con todas las na
ciones, y cierto de que podría impedirlo el justo enojo que han
causado algunos actos del Gobierno Peruano, se ha felicitado
S. E. al ver que se toman medidas para reparar el daño y pa
ra prolongar la amistad que ha existido entre una y otra Re
pública.
Considerada bajo este aspecto la mision de que se ha en
cargado al honorable señor Villa, el Ejecutivo de Colombia
deseoso de concurrir con él, al pronto término de la negocia
cion, espera que préviamente se le informe,
1.° De si esté autorizado su señoría á explicar por qué se re
tengan como parte integrante del Perú las provincias de Jaen
y parte de la de Mainas; y si lo esté para ordenar que inme
diatamente se incorporen á Colombia á que pertenecen.
2. ° Si lo esté su señoría para explicar por qué se devolvió
á Colombia sin prévia noticia de su Gobierno la 3? division
auxiliar del Peru: por qué al restituirla se prefirió un puerto
peruano y otro colombiano, muy distintos y lejanos del que
indicó el Encargado de Negocios de Colombia: y si su señoría
lo esté para estipular y llevar á efecto las indemnizaciones á
que por ello y por sus consecuencias tiene derecho Colombia.
3.° Por qué se expelió del Perú violenta y escandalosa
mente al Encargado de Negocios que Colombia tenia allí.
. —20—
4.° Por qué se aprisionó al llegar al Callao al comandante
Ramon Márquez, edecan del Vice-presidente de Colombia que
iba en comision á Bolivia y al comandante. Machuca que
con pliegos del Gobierno navegaba hacia el mismo destino.
5.° Por qué se han vejado en el territorio peruano y expe
lido de él á colombianos que solo cultivaban las artes de la
paz, y á oficiales como los que en Piura solo cuidaban de re
parar su quebrantada salud.
6. ° Por qué se haya negado paso por el territorio peruano
á parte de las mismas tropas que vencieron en Junin y Aya-
cucho y que se preparaban á volver de Bolivia, ú exijido para
ello condiciones gravemente injuriosas á las mismas tropas y
á la nacion á que pertenecían.
7 ° Por qué se han acumulado en tanto número tropas i>e-
ruanas sobre las fronteras de Colombia en donde desde que
partió de allí el ilustrísimo señor general La-Mar se han esta
do constantemente disminuyendo las colombianas. Y
8.° Si esté su señoría autorizado á glosar, liquidar y fene
cer las cuentas de los suplementos que Colombia ha hecho,al
Perú y á efectuar el pago.
El infrascrito no ha querido incluir en este pesado resumen
el insulto hecho al pabellon de Colombia cuando la consorte
del Encargado de Negocios lo tenia enarbolado en su casa
durante una fiesta nacional, porque habiéndole expresado el
honorable señor Villa que se depuso al majistrado que lo or
denó, ni ha de revocarse en duda esta asercion, ni de otro
modo esponerse á ser acusado de deseo de acriminar.
Motivos idénticos inducen tambien al infrascrito á abste
nerse de mencionar otros varios hechos mas ó ménos ofensi
vos, y entre ellos el tono en que se ha cebado el periódico
ministerial de Lima, tanto contra Colombia, como contra el
jefe de su eleccion.
Han de atribuirse á este indecoroso tono y á todos estos
hechos, las publicaciones á que se alude hablando de los im
presos de Colombia; porque por inexplicable que fuese el in
tento, ha sido imposible dejar de descubrir miras hostiles por
parte del Perú, ni impedir su notoriedad y sus efectos.
El infrascrito ruega al honorable señor Villa que se sirva
aceptar sus protestas de distinguida consideracion y perfecto
respeto.—José R. Revenga.
i
—21—
LEGACION PERUANA.
Bogotá, Febrero 18 de 1828.
Al honorable señor Ministro de Estado en el Despacho de
Relaciones Exteriores de Colombia.
El infrascrito Ministro Plenipotenciario del Perú ha tenido
la honra de recibir una comunicacion del honorable señor Mi
nistro de Relaciones Exteriores de Colombia datada en 16 del
corriente, en que le pregunta si está autorizado para tratar
sobre las cuestiones que en ella se mencionan.
El infrascrito tiene el honor de contestar que todas ellas á
excepcion de la primera y la octava se hallan comprendidas
en su comision; y cree que lo dió á entender con bastante cla
ridad cuando con fecha 12 del corriente dijo al honorable se
ñor Ministro que estaba autorizado para contestar á los cargos
que se hiciesen al Perú sobre los sucesos posteriores al 2(> de
Enero del año próximo pasado.
Por lo que toca á dicha cuestion octava, aunque el infras
crito no tiene autorizacion de su Gobierno para liquidar las
cuentas, cree muy conveniente que se hiciese esta operacion
á la mayor brevedad posible. Hallándose el tesoro de esta
República en estrecheces y el del Perú algo desahogado, es
muy justo que se empiece á satisfacer una denda tan sagrada,
como que ha sido contraida por conseguir la independencia.
Mas para esto sería necesario que el Gobierno de Colombia
tomase otras medidas.
El infrascrito no puede dejar de extrañar que el honorable
señor Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia hable de
justo enojo que han causado los actos del Gobierno del Perú.
Para que el enojo fuera justo, seria necesario que ya se hubie
sen discutido las materias, y de la discusion hubiese resultado
culpable el Perú. Esta nacion sí tiene motivos incuestionables
de un enojo justísimo; pero el infrascrito, conformo al plan de
moderacion que se ha propuesto su Gobierno, prescinde de
ellos por ahora, y prescindirá siempre á no ser que llegue el
caso de que crea necesario expresarlos.
Hace mencion el honorable señor Ministro de Relaciones
Exteriores de Colombia del periódico ministerial de Lima, con
cuya expresion parece designarse el que corre con el título de
Peruano. El infrascrito cree que sobre este punto deben te
nerse presentes varias consideraciones. Primera: dicho perió
—22—
dico contiene dos partes, una oficial, y otra que no lo es. Aque
lla siempre se ha contraido solamente á los decretos y otras
materias de gobierno que á nadie han insultado. Aunque en la
otra se hayan tratado diversos asuntos, nada de esto se puede
imputar al Gobierno, por la facultad que tiene el editor de
poner en ella lo que le parezca en virtud de la libertad de im
prenta de que se disfruta en el Perú. Segunda: si los particu
lares en Lima han impreso algo en contra de S. E. el Liber
tados, mucho mas se ha impreso en la misma capital de Co
lombia, sin que el Gobierno ni el Libertador mismo, á cuya
presencia se ha escrito, hayan podido impedirlo. Tercera: en
ningun impreso peruano se ha hablado en contra de los co
lombianos en general, mientras que el Garrote, la Gaceta de
Bogotá en que se cópia el "Mosquito" y otros hablan en ge
neral en contra de los peruanos. Cuarta: todo lo que en virtud
de la libertad de imprenta se ha dicho en el Perú, no puede
compararse con lo que han dicho en Colombia los menciona
dos periódicos. Y quinta: el Peruano es redactado por un par
ticular que en la parte no oficial puede poner lo que le parez
ca sin anuencia del Gobierno, y sin embargo ha hablado con
decoro: el Garrote es dirijido por el señor general Flores, jefe
superior del Sur, y contiene los insultos mas groseros: la Ga
ceta de Bogotá se redacta en el Ministerio, y cópia los dicterios
mas indecentes del Mosquito.
Alude tambien el honorable señor Ministro de Relaciones
Exteriores de Colombia á la opinion que, segun está impuesto
el que suscribe, se divulgó hace algun tiempo en esta Repú
blica, y que nadie cree en el dia, de que el Perú trataba de
declarar la guerra. Si el infrascrito no viese tocado este pun
to, jamás habria sospechado que se tocase. Dejando para su
oportunidad la explicacion de los motivos que ha tenido el
Perú para aumentar su ejército y para darle las posiciones que
tiene, baste por ahora observar el paso que ha dado de enviar
al infrascrito á satisfacer los cargos que se le hiciesen. ¿Qué
causa habria podido mover al Gobierno Peruano para tal con
ducta si tuviera miras hostiles? Procediendo de buena fé no
podemos engañarnos. Bien conocida es la posicion respectiva
de ambas Repúblicas, filia daria ventajas conocidísimas á la
del Perú en el caso inesperado de declararse la guerra, espe
cialmente teniendo el Gobierno de Colombia que hacerla con
tra la fuerza irresistible de la opinion pública de ambas nacio
nes. El paso, pues, de moderacion que ha dado el Perú, sin
embargo de las ventajas de su situacion política, parece que
debe dejar esta materia fuera de toda duda.
El infrascrito se lia contraido, aunque de paso, á estos pun
tos, porque ellos se han indicado, sin comprenderse en los
—23—
ocho cargos contenidos en la nota á que tiene el honor de con
testar. Por lo que hace á estos, exceptuando el primero y el
último, se abstiene por ahora de satisfacerlos y de desvanecer
muchas equivocaciones que contienen , porque el honorable
señor Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia solose
contrae á preguntarle si está autorizado para absolverlos.
El que suscribe aprovecha esta oportunidad para reiterar al
honorable señor Ministro de Relaciones Exteriores de Colom
bia su mas distinguido aprecio.—José Villa.
REPUBLICA DE COLOMBIA.
Secretaría de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores.—
Bogotá, 27 de Febrero de 1828.—18.
Al honorable señor José Villa, Ministro Plenipotenciario del
Perú.
El infrascrito Secretario de Estado en el Despacho de Rela
ciones Exteriores, ha recibido órden para declarar al honora
ble señor José Villa, Ministro Plenipotenciario del Perú, que
se ha reducido ya al Gobierno de Colombia á la necesidad de
disponer que si el del Perú continúa denegándose á dar libre
paso por sus fronteras á los restos de la division Colombiana
que se halla todavia en Bolivia, no retenga á esta la resisten
cia que se le haga.
Forman aquella division los restos de las mismas tropas que
venciendo en Junin y Ayacucho, restituyeron al Perú la fa
cultad de constituirse y dieron existencia á Bolivia. Su núme
ro no llega á dos mil hombres: el camino por donde deben
acercarse al puerto, apénas está habitado: los transportes es
perándolas en la costa: y aunque el Gobierno de Bolivia ha
representado muchas veces todo esto al del Perú, éste rehusa
con firmeza la demanda de paso por los confines de su territo
rio, dejando entender que no la permitirá, sino bajo la condi
cion de que transiten desarmados.
Exceden en dureza tan inesperadas condiciones á las que
en los tiempos mas calamitosos de nuestra revolucion impu
sieron á nuestras tropas Monteverde ó Morillo; y el Liberta.-
doe que no debe ver con indiferencia los agravios nacionales,
ni la ignominia que se kquiere irrogar á los defensores de la
—24—
patria, ántes que permitirlos usa del único arbitrio que se le
ha dejado.
Firme sin embargo S. E. en no variar ni aun remotamente
el sistema de moderacion en que principalmente hace consis
tir la honra de Colombia, ha querido que el honorable señor
Villa sea instruido de ello, para que poniéudolo en noticia de
su Gobierno, se eviten los desagradables sucesos á que la pro
longacion de la resistencia pueda dar ocasion.
El infrascrito tiene al mismo tiempo la honra de reiterar al
honorable señor Villa sus protestas de distinguida considera
cion y perfecto respeto.—J. B. Revenga.
LEGACION PERUANA.
Bogotá, Febrero 29 de 1828.
Al honorable señor Ministro de Estado en el Despacho de Re
laciones Exteriores de Colombia.
El infrascrito Ministro Plenipotenciario del Perú ha tenido
la honra de recibir ayer una comunicacion del honorable se
ñor Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia, en que le
dice que el Gobierno Peruano se ha denegado á dar libre pa
so por sus fronteras á los restos de la division Colombiana que
se hallan todavía en Bolivia, y le declara que ha dispuesto
S. E. el Presidente de esta República no detenga á esa division
la resistencia que se le haga.
El infrascrito ignora si ciertamente se ha hecho ó no esta
denegacion ó si se han exijido condiciones; pero, suponiendo
que el hecho sea cierto, pasa á reflexionar sobre él.
Se asienta en primer lugar, que la division Colombiana solo
tiene que pasar por las fronteras del Perú; pero echando una
' mirada sobre cualquiera caita jeográfica, se conoce fácilmente
que tiene que atravesar los departamentos de Puno y Arequi
pa, sobre los cuales se sabe por datos indudables, que ha te
nido aspiraciones el señor general Sucre para agregarlos á
Bolivia, como despues se manifestará. Mas aunque esto no
fuera capaz de demostrarse, nadie puede extrictamente ha
blando, quejarse de que una nacion no conceda tránsito por
su territorio á tropas de otra.
Es un principio incontestable que un Gobierno tiene dere
cho para tomar todas aquellas medidas que crea convenientes
á la seguridad de la nacion á cuya cabeza se halla. Es cierto
tambien que las naciones deben prestarse mútuamente algu
nos servicios; pero solo aquellos que de ningun modo pueden
comprometer sus intereses, ni su propia seguridad. Es de tan
extricto rigor este principio, que si por no prestar una nacion
un servicio que le es peligroso, hubiese de sufrir otra gravísi
mos males, de ningun modo podían imputarse á la que se ne
gaba á servir, pues tenia derecho para esta negacion; y el que
usa de su derecho á nadie injuria, ni es responsable de los re
sultados.
Y ¿quién será el juez que decida si de acceder á una peti
cion extranjera se sigue peligro de la seguridad de la nacion
á que se hace? Seguramente no debe serlo la nacion postu
lante; pues nunca llegaría á confesar que habia tal peligro,
porque esta confesion se opondría á sus pretensiones. Podrá
acaso decirse que las dos naciones de consuno estarían auto
rizadas para hacer este juicio. Pero discordando ella, ¿cuál-
opinion deberia prevalecer? Parece incuestionable que la de
la nacion á quien se pide, pues nadie tiene derecho para coac
tar su soberanía en el interior, y además nadie puede conocer
mejor que ella su situacion propia y sus propios peligros.
De los indudables principios asentados se deduce necesaria
mente que la nacion á quien se pide puede poner á su consen
timiento las condiciones que crea convenientes para evitar el
peligro que sospecha. Siendo ella sola, segun queda asentado,
el único juez de tal peligro, ella sola tambien debe serlo del
modo en que él desaparezca. No es esto obligar á la nacion
postulante á que admita las condiciones que se le proponen.
Ella juzgará si le son convenientes ó no, y se conformará ó no
con ellas.
El infrascrito ha hablado en general. Contrayéndose ahora
al permiso para tránsito de tropas, debe observar que no hay
peticion mas peligrosa que esta.
Otra cualquiera podría producir males lentos, y que por lo
mismo diesen tiempo para oponerles remedios oportunos. Pe
ro las tropas en su tránsito pueden repentinamente apoderarse
de pueblos, cuyos recursos les servirían despues para sostener
«na guerra, que cuando ménos costase á la nacion á que per
tenecían, sangre, tesoros y sacrificios de toda clase. Conforme,
pues, á los principios asentados; conforme á la gravedad de
los peligros, á ninguna cosa puede negarse con mas justicia
una nacion que al tránsito de tropas extranjeras por su terri
torio. Para esta negativa ó para poner las condiciones que
juzgue oportunas, no necesita alegar otras razones que su
propio juicio sobre el peligro, supuesto que ella sola tiene de
recho de juzgar si lo hay.
Toar. viii. Historia—4
I
—26—
La historia de las naciones enropeas nos presenta infinitos
ejemplos que acreditan hallarse persuadidas de la verdad de
estas aserciones. Entre ellos es muy conocido el de la corte
de Roma con la de Ñapoles el año de 1815. Pidió el Rey Joa
qum permiso al Papa para que pasasen tropas napolitanas
por los Estados de la Iglesia; y el Santo Padre se negó á con
cederlo,, sin alegar razon , alguna, á pesar de que el Rey le
aseguró que ellas, lejos de conducirse hostilmente, no causarían
ni la menor inquietud. Es cierto que las tropas napolitanas
pasaron, porque el príncipe de Roma no tuvo tuerzas con que
oponerse á su tránsito; pero esta violacion de territorio aje-
.uo, fué uno de los principales hechos que se alegaron contra
el Rey Joaquín, en la declaracion que hizo la corte de Víena
el 12 de Abril del mismo año, aprobada por toda la Europa.
Además de estas razones generales, el Gobierno del Perú
tiene motivos particulares para creer peligroso el tránsito por
el territorio Peruano de la division Colombiana que se halla
en Solivia. Desde el año de 1826 hay sospechas de que se
trataba de engrandecer á esa República á costa de la Perua
na. En 26 de Diciembre se dirijió por el Ministerio del Perú
al Prefecto de Arequipa una comunicacion en que se le decia
lo siguiente: "El Gobierno tiene noticia de que se trata por
algunas personas de la provincia de Tacua, de turbar el orden
público hollando las leyes del Estado: entre ellas un Basad re,
un Infante y un Cónsul extranjero. El motivo de la conspira
cion, que parece se trama de acuerdo con algunos mal inten
cionados de Bolivia, es el deseo de que dicha provincia se
agregue á aquella República desmembrándose del Perú."
Como han variado las personas que entonces componían el
Gobierno Peruano, no es fácil averiguar los datos que se tu
vieron presentes para esta sospecha; pero hay otros posterio
res que la confirman. ' .
Inmediatamente despues del 26 de Enero del año próximo
pasado, el señor general Sucre mandó dinero al Encargado de
Negocios de Colombia señor Cristoval Armero que se hallaba
en Lima. Esto se supo por cartas recibidas de Bolivia, en las
cuales se decia tambien que este dinero debia servir para for
mar una revolucion con el objeto de trastornar el orden esta
blecido. El señor Armero confirmaba con su conducta las
sospechas á que daban motivo estos datos. En otra ocasion
se hablará de ella de propósito. Baste por ahora indicar que
el señor Doroteo Armero confesó en el Mercurio Peruano
núm. 53, que su hermano ciertamente habia recibido dinero
del señor general Sucre; pero que habia sido para diversos
destinos que puntualizó. Entre otras cosas es digno de no
tarse en la exposicion de dicho señor Doroteo, que asegura
é
—27—
haberse mandado al señor general Santa-Cruz por el Presi
dente de Bolivia dos mil ochocientos pesos, mientras que
aquel solo recibió mil cuatrocientos ochenta, segun lo dijo al
Gobierno del Perú en 2 de Diciembre del año próximo pasado.
Esto acredita la inexactitud de la relacion, y dá motivo para
que no se deba creer lo demás que en ella se dice sobre la in
version del dinero enviado de Bolivia, el cual seguramente
tuvo el destino que se habia anunciado.
Estas sospechas se convirtieron en certidumbre, cuando los
prefectos del Cuzco y Arequipa comunicaron haber recibido
invitaciones, por escrito, del mismo señor general Sucre, para
que separasen sus departamentos y el de Puno de la union en
que se hallaban con los demás do la República Peruana: que
renniesen un congresillo bajo su proteccion; y que se federa
sen á Bolivia. El Ministro Plenipotenciario del Perú cerca de
aquella República se impuso de estos proyectos, y los comu
nicó tambien á su Gobierno. Parece que estos testimonios son
irrefragables.
Con tales datos, ¿no deberá sospecharse con justicia, que
una division que se halla á las órdenes del señor general Su
cre, tenga por objeto al atravesar el territorio Peruano, reali
zar por la fuerza los proyectos que no ha podido verificar la
intriga? El que suscribe se halaga de que semejante empresa
no podía tener un resultado favorable á sus promotores; pero
no por esto dejaría de costar gastos, lágrimas y sangre.
Si la division de que se trata no tuviese otro puerto donde
embarcarse, podríamos decir que la necesidad la obligaba á
pedir paso por el Perú; pero Bolivia tiene el puerto de Lamar
conocido antes con el nombre de Cobija, ei cual debe estar
corriente; pues, segun se anuncia en el número 82 del Condor,
hay en él comandante y administrador de aduana. Este puer
to es una donacion que el Peru hizo á Bolivia. Al hacerla este
favor ¿no tendría por objeto sacar siquiera en recompensa el
fruto de que sus puertas no se viesen en la necesidad de ser
comunes? ¿ÍJo se propondría evitar que los dos Estados tu
viesen en lo sucesivo cuestiones como la presente? El empe
ño mismo del señor general Sucre en que la division atraviese
los departamentos que él ha querido agregar á Bolivia, te
niendo el puerto de Cobija, es un nuevo motivo de vehemen
tes sospechas.
Queda, pues, demostrado que el Perú, si acaso ha negado
permiso para el tránsito de la division de que se trata, ó le ha
puesto condiciones, no solo ha usado de su derecho, sino que
ha tenido para hacerlo las razones mas poderosas que pueden
presentarse.
—28—
Esto no excluye la gratitud que está profundamente graba
da en el corazon de todos los Peruanos para con aquellas be
neméritas tropas que les ayudaron á conquistar su indepen
dencia. Pero por dar lugar á estos sentimientos ¿se expondrá
la salud de la patria?
En virtud de todas las razones alegadas, se vé el Ministro
Plenipotenciario del Perú que suscribe, en la triste necesidad
de protestar, y desde luego protesta á nombre de su Gobierno,
que si la division Colombiana que se halla en Bolivia trata de
introducirse por la fuerza en el territorio Peruano, todos los
gastos, todos los males que se causen en la justa empresa de
oponérsele, serán de cuenta del Gobierno de Colombia, que
ordena un paso que debe mirarse como una verdadera agre
sion. Las naciones cultas que están observándonos, y el mundo
entero, jamás tendrán que inculpar al Perú haber roto lazos
de amistad que eternamente debieran existir.
El infrascrito tiene la honra de reiterar al señor Ministro
de Relaciones Exteriores de Colombia los sentimientos de su
mas distinguido aprecio.—José Villa.
LEGACION PERUANA.
Bogotá, Marzo 2 de 1828.
Al honorable señor Ministro de Estado en ¡el Despacho de
Relaciones Exteriores de Colombia.
El infrascrito Ministro Plenipotenciario del Perú ha tenido
la honra de contestar con fecha 2í) del mes próximo pasado
una comunicacion del honorable señor Ministro do Relaciones
Exteriores de Colombia datada en 27 del mismo. Como lo
hizo con precipitacion para que llegase al Gobierno antes de
la salida del correo, sospecha no haberse explicado con bas
tante claridad en algunos puntos, y esto le obliga á hacer al
gunas explicaciones.
Cuaudo ha alegado el derecho y las razones que tiene el
Perú para poder negar paso por su territorio á la division Co
lombiana que se halla en Bolivia ó para ponerle condiciones,
no ha querido decir que esto haya verdaderamente sucedido.
El infrascrito lo ignora, y aun sospecha que el Gobierno de
Colombia esté engañado en este .punto. Se confirma en tal
—29—
idea, cuando en la comunicacion del señor general Sucre al
Ministro Plenipotenciario de Bolivia en el Perú, inserta en la
Gaceta de hoy, no se hace mencion alguna de condiciones,
antes bien se conoce por su tenor que aun está el asunto pen
diente. Es muy probable que á la fecha este" resuelto.
Se olvidó el infrascrito; de decir al honorable señor Minis
tro de Relaciones Exteriores de Colombia que habia .comuni
cado á su Gobierno por el último correo la declaracion que se
le acababa de hacer; y se apresura ahora á ponerlo en cono
cimiento de su señoría.
El que suscribe tiene la honra de repetirse del señor Minis
tro de Relaciones Exteriores de Colombia atento obediente
servidor—José Villa.
REPUBLICA DE COLOMBIA.
Secretaría de Estado en el Despacho de Eelaciones Exteriores.—
Bogotá, Marzo 3 de 1828.—18.
Al honorable señor -José Villa, Ministro Plenipotenciario del
Perú.
Habiéndo declarado el honorable señor Villa, Ministro Ple
nipotenciario del Perú, en su nota de 18 del próximo pasado,
estar autorizado á contestar á varios de los cargos que se ha
gan á dicha República, el infrascrito Secretario de Estado en
el Despacho de Relaciones Exteriores ha recibido órden de de
tallar algunos. Se habría él congratulado de que su nota del
16 hubiese inducido al honorable señor Villa á comprender
en la citada del 18 las explicaciones que se dice pronto á dar.
Se habria disminuido así la necesidad de entrar extensamen
te en una materia muy poco calculada para mejorar las rela
ciones que se desean conservar con el Perú. Mas forzado á
acometer tan ingrata empresa, el infrascrito procede á expo
ner el aspecto bajo el cual ha debido ver su Gobierno los su
cesos á que entonces aludió.
Por el honor do la República Peruana, ha sido en extremo
sensible que el honorable señor Villa no haya venido autori
zado, ni á restituir la provincia de Jaen y parte de la de Mai-
nas, que son induvitablemente Colombianas y por tanto tiem
po se han estado reclamando, ni á liqmdar y fenecer la cuenta
—30—
de los suplementos hechos al Perú. La cuantía de éstos y las
sagradas obligaciones que se hicieron necesarias para pres
tarlos en la mejor oportunidad, así como la tranquilidad en
que se dejó á aquella Iiepública desde que desaparecieron
sus antiguos opresores, y el desahogo en que se halla segun
asienta el honorable señor Villa, todo urjía por el mas tem
prano pago. Y en cuanto á Jaen y Mainas, ya se atienda al
principio que invariablemente ha guiado á todos los Estados
Americanos de no extenderse mas allá de los límites que co
mo colonias tenia cada una de las grandes divisiones de nues
tro continente, ya á los esfuerzos á cuyo favor deben en rea
lidad su independencia, es claro que el conato de retenerlas
como Peruanas, ha de caracterizarse de usurpacion. Obligado
á evitarla el Gobierno de Colombia, lo intentó desde el mo
mento que alejándose de aquellas provincias las fuerzas Pe
ruanas, no las privaba de los recursos que ellas les prestaban
contra el comun enemigo. Mas al quererlo efectuar en los
tratados de 6 de Julio de 1822, se le opuso por el Ejecutivo la
necesidad de obtener préviamente del Congreso Peruano la
facultad competente. Rennido este cuerpo algo despues, se
envió allá un Plenipotenciario con solo el objeto de concluir
el tratado de límites; pero esta tentativa fué igualmente esté
ril. Lo fueron las que mas tarde se hicieron porque el Perú
autorizase á sus plenipotenciarios en el Istmo á concluir el
tratado. Llevando adelante la resistencia, se convocaron otra
vez aquellas provincias á un Congreso que para ellas es no
toria y legalmente extranjero. Y compelido así á protestar
contra ello en 182b' el Encargado de Negecios de Colombia,
se eludió de nuevo la cuestion, remitiéndola al juicio de otro
futuro Congreso.
A conducta tan poco correspondiente á las reglas en cuya
observancia está vinculada la conservacion de la paz, no ha
opuesto Colombia mas que nuevas instancias, porque al fin
obre en justicia el Perú. ¡Cnanto pues no ba debido sorpren
derla que al cabo de años de paciencia, y al recibir un Pleni
potenciario expresamente diputado á satisfacerle, se haya omi
tido aun el dar instrucciones sobre el ataque de la propia
integridad contra el cual se habian hecho tan repetidos recla
mos! ¿Intenta con esto el Perú fundar argumentos mas ade
lante en la aquiescencia que hayan mostrado aquellas provin
cias!1 Mas contrapuesta esta aquiescencia á la ley fundamental
que las llama á ser lo que han sido, pierde toda su fuerza. Y
admitir que pudiera tener alguna, es anular el principio á que
han debido hasta aquí los nuevos Estados Americanos la ar
monía que han conservado entre sí, y esparcir abundantes
semillas de guerras futuras.
—31—
El verdadero conato del Perú ha sido engrandecerse con los,
departamentos meridionales de Colombia. Por ello ha reteni
do con tanta firmeza á Jaen y parte de Mainas. Por ello rehu
ye toda discusion sobre la materia, y fué con solo el intento
de adquirirlos que sembrando la deslealtad en las mismas
tropas á cuyos esfuerzos debió en notable parte su existencia
política, les confió luego la indigna empresa de desgarrar á
la patria. A todos parecerá increible que-los fraternales ofi
cios que con tanto esmero habia prestado Colombia á una
Bepública que la llamaba su aliada y su hermana, no hayan
recabado sino esta retribucion. Colombia nunca la estimó po
sible, hasta que cediendo á pruebas irrefragables salió de su
engaño. Podría haberse atribuido á otras causas la osadía con
que aquellos militares' retaron desde allá al jefe que libremen
te se habia dado Colombia, y á cuyas inmediatas órdenes ha-
bian encanecido. Pero no pudieron tener sino un solo objeto
los elojios que, en vez de reprension, les tributó el Perú, ni el
haberlos devuelto á Colombia sin prévia noticia del Gobierno
que habia de recibirlos, y dirijiéndolos, no al Istmo de dond^
originalmente habia partido el mayor número de ellos, no al
punto que indicaba el Encargado de Negocios de Colombia
como el ménos inadecuado , sino los unos á un puerto de la
costa vecina á la nuestra, los otros á la descarnada provincia
de Hanabi y todos á donde convenía al plan trazado. No pu
do tener sino un solo objeto el haber luego seguido á los in
vasores los buques de guerra y transportes, moviéndose de
modo que les sirviesen de punto de apoyo y de asilo en caso
necesario. Si tan perentorio testimonio se interpretase toda
vía como equivoco, podría añadirse á él la espontánea decla
racion del mismo jefe de las tropas, sin que obste á su mérito
la posterior retractacion del traidor. Y podría añadirse la
violenta expulsion del Encargado de Negocios en Lima desde
el momento que reprobó la invasion: el maltrato de los Co
lombianos que hallándose en el Perú, no negaban las inspira
ciones del amor patrio: y la amistosa acojida que se dió luego
á los directores de la empresa, que depuestos por el soldado á
quien se habia extraviado, huian de la espada de la ley.
Si sorprende la magnitud del intento, los medios empleados
pasman á quien los oiga. Mas aunque el Perú no tenga que
desear de parte de Colombia otra cosa que la continuacion de
los recientes, bien que ya olvidados servicios, es iunegable
que aspira á la lid. Habria bastado para probar este desua
tural conato la mencionada expulsion del Encargado de Ne
gocios de Colombia en Lima, y la de otros varios Colombianos
que en diversos puntos del Perú y en nuestras propias fronte
ras ejercían las artes de la paz. Algunos de estos estaban ex
—32—
elusivamente ocupados en reparar su quebrada salud, y todos
ellos debian considerarse protejidos por el art? 4? del citado
tratado de union y liga concluido en 6 de Julio de 1822. Es
tipulóse entónces que los ciudadanos de cada uno de estos dos
Estados gozasen en el territorio del otro los derechos y prero-
gativas de los nacidos en él. Arrojarlos, pues, sin que hu
biese precedido delito y justa condenacion del tribunal com
petente, fué entre otras cosas una infraccion del tratado. El
Perú con solo esto manifestó que no temia las consecuencias
que tiene de ordinario la violacion de la fé nacional; y expe
liendo ignominiosamente al Encargado de Negocios de Co
lombia, hizo mucho mas. La violenta expulsion de un Minis
tro público ha sido siempre estimada como un insulto á los
sentimientos y á la dignidad de la nacion que lo hubiese di
putado, y como una de las mas graves infracciones del dere
cho de jentes. Se mandó salir al señor Armero dentro de diez
y ocho horas; y como si el plazo hubiese sido demasiado lar
go, se le prendió entre tanto á bordo de un buque de guerra.
Tan escandaloso agravio no mereció siquiera que el Gobierno
Peruano se apresurase á comunicar y justificar el suceso. No
se hizo lo primero sino diez y seis días despues; para lo segun
do, se pretestóque aquel oficial público era fautor de juntas
clandestinas, 'ajente de personas interesadas en que el desór-
den creciese en el Perú, y otras cosas de esta especie: se pro
testó, por ejemplo, el temor de que el pueblo lo persiguiese, y
se alegó este motivo al mismo, al confesar que el Gobierno se
hallaba con fuerzas sobradas para hacer respetar la ley. Pero
aunque el de Colombia por su propio decoro y amor á la jus
ticia solicitó desde 8 de Setiembre que se produjesen los fun
damentos de tan vagas é in juriosas imputaciones, está todavía
por recibirlos. Ninguno se ha dado de la parte que se atribuyó
al señor Armero en las pretendidas juntas: de la ajencia no se
ha producido otro comprobante que el encargo que tenia de
realizar el haber militar del vencedor de Ayacucho, y el haber
recibido mil ó dos mil pesos para espensas. Y cuantos hasta
ahora ha conseguido por otros medios el Gobierno de Colom
bia, prueban que á la expnlsion de Armero solo movió el
enojo consecuente á su desaprobacion de una invasion, á la
cual no precedieron otras provocaciones que la confianza que
inspira la propia rectitud, ni otra causa que repetidas pruebas
de benevolencia.
No solo ha insultado el Perú á los sentimientos y dignidad
de Colombia arrojando á su Ministro, sino que tambien se
permitió prender al comandante Márquez, edecan del Vice
presidente entonces encargado del Poder Ejecutivo de Co
lombia. Iba este oficial á llevar pliegos al Presidente de
Bolivia, y á presentarle la espada que por la victoria tle Aya-
cucho le habia concedido el Congreso: y mas tarde se ha per
mitido tambien prender al capitan Machuca, que tambien
llevaba pliegos del Gobierno de Colombia para el de Bolivia.
El respeto que recíprocamente se deben las naciones y la ne
cesidad de promover entre sí la mejor armonía, han hecho
sagradas las personas de los mensajeros ó correos de gabine
te: aun se ha convenido generalmente á que se les distinga
por signos exteriores para evitar la detencion que se les cau
saría mientras que se examinase su carácter. Mas el Perú ha
preferido vma práctica contraría á la de todas las naciones.
Allí no han estado á cubierto por solo signos exteriores los
mensajeros del Gobierno de Colombia; y por el contrario han
permanecido presos, aun mucho despues de ser notorio que
lo eran, y aun el objeto de su mision.
Menospreciando el Gobierno del Perú la capacidad y el ho
nor de Colombia, le han parecido pequeños tan graves agra
vios, y tomando por temor ó por debilidad el sufrimiento que
solo es hijo de la moderacion, ha acumulado sobre nuestras
fronteras tropas que, segun la expresion del honorable señor
Villa, no bajan de cuatro mil hombres, ha ordenado una nu
merosa recluta y predicado por todas partes guerra contra
Colombia. Una recluta numerosa y de cuyo objeto no se haya
satisfecho á los vecinos, ha sido constantemente estimada co
mo motivo de alarma mayor á medida que aparezca mas inne
cesaria; y sin embargo del derecho que el mismo honorable
señor Villa en su nota de 18 del próximo pasado pretende que
tienen las naciones para colocar sus fuerzas como quieran, ha
sido siempre vista como principio de hostilidades, desde que
dándoles las fronteras por punto de asamblea, se indica el
único objeto que puedan tener.
Mencionada por el honorable señor Villa la deposicion del
intendente que en una fiesta pública insultó en Lima al pa
bellon de Colombia, no se hablará aquí de ello: y existiendo
todavia las razones en cuya virtud declaró el infrascrito en 16
del próximo pasado, que no baria mérito por ahora entre otras
cosas del abuso de la imprenta, se abstendrá de prolongar
esta nota respondiendo á lo que sin embargo dice sobre ello
el mismo señor Villa en la suya del 18. Tambien dejará para
su debido tiempo hablar de un decreto sancionado por el Go
bierno del Perú, en cuya virtud, y sin atender á las conven
ciones existentes y á los aumentos con que se reemplazaron
las bajas de las tropas Peruanas, que en lugar de otras de
Colombia se remitieron hácia el Ecuador en 1821, han de de
mandarse ahora los pocos Peruanos tomados para disminuir
los vacíos que en Junin, Ayacucho y el Callao hizo el enemi-
Tom. VIII. Histobia—5
—34—
go en nuestros batallones. Tampoco recordará la resolucion á
que ha compelido al Gobierno de Colombia la denegacion de
el del Perú á permitir la vuelta de las tropas auxiliares, diri
jiéndose desde la Paz á Arica por el extremo de las fronteras
del Perú. La resolucion era ya inevitable, porque se prolon
gaba indefinidamente la resistencia. Si estuviese todavía por
tomarse, seria entónces oportuno examinar si el silencio que
el Gobierno del Perú ba opuesto á las seis demandas hechas
porque se permita el paso, equivale ó nó áuna manifiesta
resistencia: seria entónces oportuno discutir si la denegacion
de otros gobiernos á dar paso por su territorio á tropas que
vayan á ofender á un nentral ó á un amigo, autorice al Perú
á oponerse á que las tropas que fueron sus auxiliares y los de
Bolivia, vuelvan á su patria: si sea mas fundado el temor de
que pueda abusarse de esta fuerza, llevándola á atravesar el
desierto de Atacames, mas bien que conservándola en la Paz:
y si deba atribuirse tamaña perfidia al Presidente de una Re
pública amiga, al Gran Mariscal de Ayacucho, ni á tropas que
si se hallan ahora mas allá del territorio Peruano, marcharon
engolfadas en la persecucion del enemigo del Perú, y muy
distantes de presumir que sojuzgado éste, hallarían ásu vuel
ta insurrectos eontra ellas á los mismos á quienes habian li
bertado. El honorable señor Villa en sus notas de 29 del
próximo pasado y 2 del corriente, se inclina á creer que no
existe aquella denegacion, y asienta que si existe es con so
bradó derecho de parte del Perú. Apoya su señoría este de
recho en el temor y en ejemplos de lo que por conservar su
propia nentralidad han hecho algunos príncipes. Pero no es
este el caso en cuestion, y agraviaría el infrascrito á su propio
Gobierno, al de Bolivia, y á los sentimientos personales que
mas que sus laureles homan al Gran Mariscal de Ayacucho,
si entrase á discutir si haya motivos para aquel temor. Y por
no ofender al mismo honorable señor Villa, tambien se abs
tendrá el infrascrito de examinar, si como aconseja su seño
ría, haya de preferirse para tránsito de las tropas auxiliares
un camino que empieza á abrirse, y en que todavía hay
mas de cincuenta leguas de desierto y entera falta de agua, á
otro mucho mas corto, menos inclemente, y en que siquiera
. se encuentra la pequeña poblacion de Tacua.
Incapaz el infrascrito de recriminaciones que alejarían la
paz, en cuya conservacion con tanto empeño se ha esmerado
Colombia, omitirá la mencion de otros cargos. Y por distante
que se halle de su intencion disminuir el precio de los frater
nales procedimientos de Colombia, comparándolos con la re
compensa que han tenido, el justísimo enojo á que segun se
sienta en la citada nota del 18 ha dado ella causa al Perú,
—35—
compele á observar aquí, que reducidos aquellos á solicitar
por medios pacíficos la restitucion del territorio Colombiano,
que indebidamente retiene éste, á no oponer mas que pacien
cia á los agravios, á hacer volar sus fuerzas por libertarlo, á
empeñar el crédito nacional para que nunca faltasen recursos
para la empresa, á sofocar la guerra civil, reinstalar el Con
greso disuelto por el mismo que debia ser su custodio, darle
una firme aliada en Bolivia, y un impenetrable escudo en la
gran Asamblea Americana, ó ha de consistir en alguno de es
tos actos el motivo de enojo, ó no hay ninguno.
Jamás nacion alguna prolongó el sufrimiento cuanto lo ha
hecho Colombia. Convencida de que tanto ella como los Es
tados hermanos han menester el goce do una larga paz para
cicatrizar las profundas heridas que ha dejado la guerra, y
cumpliendo con el deber que tienen todos de promover la con
cordia universal, prefirió librar sus esperanzas de salud en \a
gran Asamblea Americana, en cuya formacion ha tenido tan
distinguida parte. Habia de ser esta Asamblea el árbitro de
las diferencias que ocurriesen entre los confederados: habia
de ser el mediador entre cualquiera de estos y las potencias
extrañas; seria el escudo del débil contra el fuerte y el con
servador de los derechos de cada uno ; pero aunque el Perú
concurrió con sus plenipotenciarios á la formacion en el Istmo,
todavía no ha ratificado el tratado que desde Julio de 1826,
se concluyó allí. El Perú ha ido despojándose de los medios
de mantener la paz, á medida que ha aumentado sus provoca
ciones á la guerra. Colombia por cierto no la desea, mas tam
poco la teme. Supo emanciparse con sus propios recursos, y
el honor que entóuces la guiaba no la ha abandonado. El Li
bertador, pues, que como tal se ha consagrado al bien de
Colombia, y que como Presidente de la República es el custo
dio de sus derechos, no pudiendo ya equivocarse sobre las in
justas miras á que el largo padron de agravios mencionados
prueba que se adhiere el Perú, ha ordenado al infrascrito de
clarar, que si dentro de seis meses contados desde esta fecha,
no hubiere puesto el Perú á las órdenes del intendente de
Azuay, la provincia de Jaen y parte de la de Mainas que re
tiene: si dentro del mismo plazo no hubiere satisfecho á Co
lombia la suma de $ 3.595,747-89 á que, segun la adjunta
cuenta, montaban á fines de Diciembre último, los suplemen
tos que se le hicieron para su emancipacion, y cuyo pago debe
ser fácil segun el estado de desahogo en que se encuentra y
que tanto recomienda el mismo señor Villa: y si dentro de
dicho término no se hubieren reducido las tropas en el depar
tamento limítrofe al número que tenían en el mes de Marzo
del año próximo pasado, y no hubiere declarado el Gobierno
—36—
del Perú que está pronto á dar los reemplazos debidos por los
millares de Colombianos que murioron en defensa de la inde
pendencia Peruana; y á reparar el insulto irrogado á Colombia,
volviendo á recibir al señor Armero en Lima con el carácter
de Encargado de Negocios que tenia cuando ignominiosamen
te fué expelido, el Gobierno de Colombia creerá, no solo que
el Perú la hostiliza con ánimo irrevocable, sino que ha dejado
la decision de lo justo á la suerte de las armas. No puede
concluirse otra cosa de la violacion de la fé nacional, de la
infraccion del derecho de jentes, del desprecio con que se han
visto cuantas tentativas ha hecho Colombia por obtener amis
tosamente el desagravio, y de la directa aunque tácita dene
gacion del Perú á constituir en la gran Asamblea Americana
un árbitro que impidiese este caso extraño.
El infrascrito tiene al mismo tiempo la honra de reiterar al
honorable señor Villa sus protestas de distinguida estimacion
y perfecto respeto.—J. R. Revenga.
—37— w
i
SECRETARIA DE ESTADO DEL DESPACHO DE
' . HACIENDA .
, La República del Perú, su cuenta general con la de Colombia,
por los auxilios que ésta le ha prestado en tropas, dinero, vive
res, armamento y útiles de guerra.
DEBE.
En gastos comunes de guerra. _ 149,023 6 50
En sueldos militares.... 271,721 1
Eu los que han continuado dándose desde que
las respectivas Tesorerías ¡jasaron las cuen
tas por pensiones asignadas á sus familias por
algunos jefes y oficiales del ejército auxiliar,
los cuales se calculan en 5,000
En armamentos y útiles de guerra 507,990 2
En fletes de buques de transporte 218,121 5 50
En viveres para las tropas 412,789 7
En vestuarios para idem 413,657 3
En medicinas y botiquines. 1,306 1
En gastos de marina — '—- - - . 232,674 5
En dinero efectivo para gastos de la expedi
cion 144,054 7
S 2.356,345 6
HABER.
Por 1,799 5 50 que en el año de 23 se reinte
graron en la Tesorería de Guayaquil 1,799 5 50
Por 32,000 que en el do 24 lo fueron en la ex
presada Tesorería 32,000
$ 33,799 5 50
% —38—
COMPENSACION.
Cargo á favor de Colombia $ 2.356,345 6
Haber del Perú „ 33,799 5 50
Balance á favor de Colombia. . $ 2.322,546 0 50
SUMA ADICIONAL.
Por 475,701 .0T9o8o que costó á Colombia
en Inglaterra la adquisicion de los
fondos con que auxilió al Perú al res
pecto de 17 por 100 en descuento y
comision „ 475,701 4 48
Total del capital invertido en auxi
lio del Perú $ 2.798,247 4 98
Interés que paga Colombia sobre este
capital, al respecto del 6 por 100 en
cuatro años nueve meses contados
desde 1? de Abril de 823 hasta 31 de
Diciembre de 827 „ 797,500 2 14 ¿
Denda total á favor de la Repúbli
ca hasta fin de Diciembre de 827. $ 3.595,747 7 12 i
Notas.
1? El aumento de 17 sobre cada 83 pesos de los que se
cobran en esta cuenta es el mismo que costó á Colombia la
adquisicion del capital que suplió al Perú. Es ademásjusto tan
to porque sin los cuantiosos auxilios al Perú, quizás no habría
necesitado Colombia del empréstito que contrajo en 1824,
como porque á virtud de aquella adicion se cargan en esta
cuenta los pertrechos y materiales que se remitieron á los mis
mos precios á que realizado aquel empréstito costaron en Eu
ropa. No es del caso añadir aquí cuanto dista esto de lo que
éostó al Perú el que por su cuenta negoció en Londres.
—39— *
2? Al fijar el 1? de Abril de 1823 como época desde cundoa
baya de empezar á cobrarse el interés de la denda, se ha te
nido presente que desde mediados de Marzo de dicho año
partieron de Guayaquil para el Perú los batallones Vencedor,
Voltígeros y Pichincha, y de Panamá los batallones Istmo y
Girardot, y los dragones de Venezuela: y que aunque el bata
llon Rifles no partió hasta Abril, ni los escuadrones Húzares,
Dragones y Granaderos á caballo hasta Mayo, ni hasta Agos
to el escuadron que escoltaba al Libertador, ni el batallon
Vargas, ni hasta mediados de 24 la columna Valero, nada se
carga por los gastos que causó el auxilio prestado en 1822, ni
el rédito de los que precedieron al embarque de las tropas que
partieron desde Marzo ni los que causaron las corbetas Bom-
boná, Pichincha y General Santander, bergantín Chimborazo
y bergantín goleta Guayaquileña, que desde el mismo mes de
Marzo se hallaban en servicio del Perú, ni la pérdida de la
corbeta General Santander que ocurrió estando en el mismo
servicio y que junto con la Pichincha y Guayaquileña fueron
exprofeso compradas para emplearlas en aquel servicio, ni el
agio que fué forzoso para anticipar, cuanto lo exijia la situa
cion del Perú, el producto del citado empréstito.
Bogotá, Enero 18 de 1828.—18?
José M. del Castillo.
LEGACION PERUANA.
Bogotá, Marzo 25 de 1828.
Al honorable señor Secretario de Estado en el Despacho de
Relaciones Exteriores de Colombia.
El infrascrito Ministro Plenipotenciario del Perú, tiene la
honra de dirijir al honorable señor Secretario de Relaciones
Exteriores de Colombia, una memoria que ha escrito contes
tando á los cargos que se hicieron al Perú, en comunicacion
de 3 del corriente. El infrascrito no ha mencionado el artículo
inserto en la "Gaceta Ministerial" de Bogotá de 9 del actual
bajo el título de Fé pública, porque cree que el mismo Gobier
no de Colombia y todas las personas sensatas que lo lean,
conocerán que en sí mismo envuelve su solucion. En efecto,
si la nota cuyo sello se dice falsificado, fué entregada al En
_40—
cargado de Negocios de Colombia, éste debió comunicarlo, no
á Bolivia, sino á su propio Gobierno, el cual al recibirla, de
bió tambien haber conocido la falsificacion. Por consiguiente,
referirse á noticias de aquella República, sin decir que ha sabi
do el suceso el Gobierno de Colombia, por sí mismo ó por aviso
de su ajente, es confesar su falsedad.
Se vé inserto en la misma "Gaceta" otro artículo con el tí
tulo de Féptínica. Es cosa muy irregular que estándose toda
vía tratando sobre los negocios que hay pendientes entre la
nacion Peruana y el actual Gobierno de Colombia, ocurra éste
á dicterios, para abonar su causa con el público. Aunque es
tuvieran ya resueltas las cuestiones que se ajitan, no habria
hecho bonor al Ministerio que redacta la "Gaceta" valerse de
tono tan insultante. Los gobiernos civilizados guardan siem
pre otro decoro aun de sus piezas semi-oticiales como la que
ahora nos ocupa. Si á la política del de Colombia conviene
persuadir ciertas opiniones, no debe adoptar para ello medios
que agravien á otros pueblos.
El infrascrito tiene la honra de reiterar al honorable señor
Secretario de Relaciones Exteriores de Colombia su mas dis
tinguido aprecio.—José Villa.
MEMORIA
t¿DR el Ministro Plenipotenciario del Perú prrsenta
al Gobierno de Colombia sobrelos cargos que se han
hecho a aquella república en nota de 3 de marzo
del presente año, recibida el 5 del mismo.
Señor.
El Ministro Plenipotenciario del Gobierno del Perú al em
prender la tarea de contestar á los cargos que se le han hecho
por el honorable señor Secretario de Relaciones Exteriores de
Colombia en su apreciable comunicacion de 3 del presente
Marzo, no puede dejar de halagarse con la esperanza de que
todos ellos queden enteramente desvanecidos con razones y
dacos irrefragables; desapareciendo, por consecuencia, la ti
—41 —
bieza que desgraciadamente se ha hecho percibir en una amis
tad que debiera ser tan estrecha como eterna.
Sin embargo de que el Ministro Plenipotenciario del Perú
ha conocido, desde su llegada á Bogotá, que el actual Gobier
no de Colombia no está dispuesto á tratar estas materias de
un modo amistoso, creería hacerle sumo agravio, si juzgase
que no habia de ceder i la fuerza de datos que traen consigo
la mas completa conví ;ion.
Parece poco propio .le esta especie de composiciones aglo
merar citas de autores; pero el infrascrito se ha convencido
por experiencia, de que ahora es absolutamente necesaria. En
comunicacion de 12!) de Febrero próximo pasado al tratar del
tránsito por el Perú de la division Colombiana que se halla
en Bolivia, presentó razones incuestionables en apoyo de la
protesta que entónces hizo; y sin embargo parece que ellas no
han hecho fuerza. Así, pues, algunas de las doctrinas de que
se use en esta memoria, irán apoyadas en citas, especialmente
del derecho de jentes de Vatel: obra que, además del mérito
que obtiene justamente en todas partes, debe considerarse en
Colombia como de una suma autoridad, pues en el plan ge
neral de estudios se ha designado para que por ella aprenda
el dereelto de jentes la juventud Colombiana.
Será tambien necesario poner algun órden en las materias
para consultar ¡a claridad. Tratadas por separado, podrá pro
fundizarse mejor cada una de ellas, y se evita la confusion
que resultaría, si se abrazasen juntas, como se proponen en
la nota que da materia á esta contestacion.
1? Lo primero á que en ella se alude es á no haber venido el
Ministro Plenipotenciario del Perú autorizado para liquidar las
cuentas que hay entre las dos naciones, y pagar lo que se adeude.
El ha dicho on nota de 20 de Febrero próximo pasado lo que
sigue: "Por lo que hace á dicha cuestion 8?, aunque el infras
crito no tiene autorizacion de su Gobierno para liquidar las
cuentas, cree muy conveniente que se hiciese esta operacion
á la mayor brevedad. Hallándose el tesoro de esta República
en estrecheces, y el del Perú algo desahogado, es muy justo
que se empiece á satisfacer una denda tan sagrada, como que
ha sido contraida por conseguir la independencia. Mas para
esto seria necesario (pie el Gobierno de Colombia tomase otras
medidas." Parece que de esto debe deducirse sin mucha difi
cultad que las medidas á que se alude son, que el Gobierno
de Colombia mande un comisionado para que liquide las cuen
tas y acuerde con el del Perú como deba hacerse el pago. Esto
es muy racional. Aun entro particulares se acostumbra que el
acreedor sea el que hace las dilijencias para realizar sus cré
ditos. ¿Qué insinuaciones ha hecho hasta ahora el Gobierno
Tom. yiu. Historia—Ü
—42-
de Colombia sobre esta material ¿Ha dado algun paso para
que se liquiden las cuentas? ¿Cómo se exijen sumas que el
Gobierno Peruano no La reconocido porque no ha llegado el
caso de reconocerlas? El Perú sabe que debe á Colombia: pero
nó á cuánto ascienda la denda, porque no se ha liquidado. Si
se hubiera propuesto por Colombia hacer la liquidacion y el
Perú se hubiera negado á ello, podría decirse que el Gobierno
Peruano no deseaba pagar. Pero además de no haber sucedi
do esto, hay un hecho que acredita los deseos que tiene la na
cion dendora de satisfacer el crédito de que so trata. Cuando
ella mandó comisionados á Londres, á lin de que levantasen
un nuevo empréstito, el Gobierno de Colombia le pidió algu
nas letras para cubrir con ellas los réditos que adendaba en
esa ciudad. El del Perú inmediatamente lasjnandó; á posar
de que todavía no estaba obligado al pago, por no haberse li
quidado la denda.
Por otra parte, ella no ha tenido un plazo determinado, y
así no puede decirse que se ha faltado á él. ¿Será, pues, el
Perú un dendor que se niega á pagar? No; porque aun sin ha
berle llegado el caso de hacerlo, dió al Gobierno de Colombia
las letras que se le pidieron, y si no se pudo reducirlas á dinero,
fué porque el empréstito Peruano no se verificó. ¿Será un den
dor moroso? Tampoco: poique no se le ha hecho ninguna
reconvencion á la cual se haya negado. Si el Gobierno de
Colombia hubiese exijido una liquidacion , y no se hubiese
accedido á ella: si en el caso de estar hecha y de haberse
acordado los términos en que se habia de verificar el pago,
el Perú hubiese faltado á ellos, pudiendo cumplirlos; entonces
tendria el Gobierno de Colombia motivos para quejarse. Pero
faltando todas estas circunstancias, proceder violentamente á
fijar el término de seis meses, contados desde la fecha do la
intimacion en Bogotá , para que se haga el pago íntegro de
una cantidad ilíquida, no manifiesta otra cosa que un espíritu
decidido á renunciar, no solo las medidas amigables, sino tam
bien de precipitar las cosas á un término desagradable, faltan
do á los trámites que todo el mundo tiene por justos, y aun
por necesarios.
El Ministro Plenipotenciario del Perú ha recibido la cuenta
que se le pasó como un puro anuncio , pues ella no puede li
quidarse por el acreedor solo, sin que intervenga el dendor,
cuya personería no tiene el infrascrito. Así es que seabstieno
de hacerlo reparos, tanto por este motivo como por falta do
datos que solo pueden encontrarse en las tesorerías del Perú.
Debe tenerse presente el motivo de la venida del infrascri
to. Habiéndose hecho salir del Perú por las razones que muy
pronto se expondrán, al Encargado de Negocios de Colombia,
—43—
el Gobierno do esta República, contestando por la Secretaría
de Rel aciones Exteriores con fecha 8 de ¡Setiembre del año
próximo pasado á la comunicacion que sobre este suceso se le
dirijió por el Ministerio del mismo Departamento del Perú,
dice lo que sigue: "Hallándose altamente interesado el honor
nacional en este negocio, mi Gobierno desea que el de VS. le
dé explicaciones mas circunstanciadas que manifiesten haber
faltado el señor Armero á lo que debia á ese Gobierno, y tra
mado contra la tranquilidad pública." Este fué el motivo que
tuvo el Gobierno Peruano para enviar un plenipotenciario á
Colombia, y así debia esperarse que su comision se ciñese á
este solo punto. Sin embargo, habiéndose notado que algunos
impresos de esta República contenían otros cargos, el Gobier
no del Perú que anhelaba por manifestar al de Colombia que
jamás, por su parte, habia faltado á los oficios de un fiel y
buen amigo , extendió sus instrucciones á todo lo que pudo
deducir de los mencionados impresos. Como en ellos no se
tomaba por agravio la denda no pagada, porque no se había
tratado sobre ello, no es extraño que no se haya extendido á
este punto la comision del infrascrito. Ella debió, pues, ha
berse ceñido tínicamente á la despedida de Lima del Encar
gado de Negocios, y el Gobierno del Perú ha hecho mas de lo
que debia esperarse, extendiéndola á algunos otros puntos.
2? JLas mismas razones que se acaban de alegar deben re
petirse respecto de la cuestion de límites. Ella de ningun
modo pertenece al objeto de la mision del infrascrito. Así es
que no entrará á examinar los derechos que Colombia ó el
Perú tengan á la provincia de Jaen y parte de la de Mainas.
pues ui tiene facultad ni instrucciones para elio. Se contraera
úuicamtjute á desvanecer por los pocos conocimientos parti
culares que tiene en la materia, algunas equivocaciones en
que ha incurrido el honorable señor Secretario de Relaciones
Exteriores en su nota de 3 del corriente.
Si eu6 de Julio de 1822 el Gobierno Peruano se negó á for
mar un arreglo sobre este punto con el Plenipotenciario de Co
lombia por no haberse aun instalado el Congreso del Perú,
nadie desconocerá la razon que tuvo, pues era provisorio. Ju
rada en Lima la independencia, y estando casi todo el país
ocupado todavía por los españoles, habia sido imposible con
sultar de un modo legal la voluntad de los pueblos sobre las
instituciones que quisieran darse. El Gobierno que entónces
habia, era hijo de las circunstancias y de la necesidad de que
la nacion tuviese una cabeza que la gobernase. Así que, no
teniendo legalmente el ejercicio de ¡a soberanía, no debia en
trar eu una cuestion de tanta importancia v de tanta trascen
dencia com.) la de límites.
—44—
Instalado el Congreso Peruano, estuvo, es verdad, en Lima
un Plenipotenciario de Colombia; pero se equivoca altamente
el honorable señor Secretario de Relaciones Exteriores cuando
dice que esta tentativa fué igualmente estéril. El infrascrito se
acuerda muy bien de que el año de 1823 se concluyó un tra
tado sobre este asunto; poro fué desaprobado por Colombia.
¿Será imputable al Perú tal desaprobacion? ¿Tenia algun in
flujo en las Cámaras de Colombia para que la hiciesen?
El infrascrito ignora si se hicieron instancias para que este
asunto se llevase al Congreso de Panamá, y si el Perú se ne
gó. Si es cierto. S. E. el Luseutador debe saber las razones
(pie- se tuvieron presentes, pues entonces el Consejo de Go
bierno gobernaba en el Perú como delegado de S. E. Tal vez
el motivo seria no haber un Congreso, como lo mandaba la
Constitucion que entonces rejia y que tambien rije ahora.
Ni el tiempo en que el señor Armero Ajente de Negocios
de Colombia hizo su protesta sobre la eleccion de Diputados
al Congreso Peruano por la provincia de Jaen, era oportuno
para un tratado , ni dijo que tenia facultad de su Gobierno
para hacerlo. Despues que en 26' de Enero del año próximo
anterior, habiendo protestado la 3* division auxiliar de Co
lombia que no tomaría intervencion alguna en los negocios
interiores del Perú, se libertó esta nacion del pupilaje á que
hasta entonces estuvo sujeta, queíló al frente del Gobierno el
señor general don Andrés Santa-Cruz , no ya como delegado
de S. E. el Libio rtadou, pues esta dependencia habia cesado,
ni como un Presidente Constitucional, pues no habia sido elo-
jido conforme á la Constitucion, ni como puesto por la volun
tad de los pueblos, pues todavía no habian podido expresarla,
siuo por la necesidad de que alguno gobernase la nacion, in
terin se instalase el Congreso que se convocó luego. ¿Y podrá
alguno persuadirse de (pie un jefe de esta naturaleza tendría
facultad para entrar en la delicadísima é interesantísima cues
tion de límites? El Congreso, además, estaba muy próximo á
instalarse, y en electo se instaló en el mes de Junio del mismo
año.
Queda, pues, demostrado que solo una vez ha pedido Co
lombia en tiempo oportuno un tratado de límites. Habiéndose
hecho entóneos, de ningun modo podrá decirse que el Gobier
no Peruano ha evitado efectuarlo. Su desaprobacion, como
se ha dicho, no ha sido por el lobierno del Perú, sino por las
Cámaras de Colombia.
El Perú está en posesion actual de las provincias que se re
claman. ¿Podrá decirse que á él le toca promover la cuestion!
Reunido el Congreso Peruano, como lo está, el Gobierno de
Colombia es á quien toca promoverla mandando si le parece
—45—
conveniente, un comisionado con poderes bastantes para que
trate este punto y el de la denda. Ahora es tiempo oportuno
porque existe un cuerpo en el cual los pueblos han depositado
el ejercicio de la soberanía. Lo único que corresponde al Go
bierno del Perú , es admitir al comisionado que vaya y tratar
con él con la sinceridad y buena té que corresponde.
3? So afirma que el Perú ha querido engrandecerse á costa de
Colombia. La falsedad de esta asercion quedará demostrada,
cuando en seguida se contesto á los demás cargos. Sn primera
prueba es que rehuye toda cuestion sobre la provincia de Jaen y
parte de la de Mainas. Esta queda desvanecida con lo que se
acaba de decir.
4?. So asienta que el Perú sembró la deslealtad en la 3? divi
sion auxiliar. Como no se alegan pruebas, bastaría la simple
negativa para desvanecer este cargo. Sin embargo, examine
mos el modo como se efectuó la revolucion.
Cuando el Gobierno estaba en el pueblo de Chorrillos: cuan
do los habitantes de Lima se hallaban mas tranquilos en sus
ocupaciones ordinarias, se vió á la division Colombiana depo
ner á sus jefes, proclamar la Constitucion do su patria, y pro
testar que no intervendría en los negocios del Perú. En este
movi mienco no tuvo parte el Gobierno, ni tampoco el pueblo:
fué puramente militar. Señale el Gobierno de Colombia un
solo documento, un solo bocho que acredite la intervencion
del Perú. Por el contrario, el Consejo de Gobierno dió aviso
oportunamente al señor general Lara de las sospechas que te
nia de una conmocion, y formo la sumaria correspondiste
que clirijió al Ministerio de Relacionas Exteriores de esta Re
pública con fecha 9 de Febrero del año próximo pasado. Lue-
«o que ellas se verificaron, pidió al Gobierno de Colombia que
mandase un general que se hiciese cargo de las tropas y las
condujese á su patria, expresándole al mismo tiempo el peli
gro en que se hallaba Lima. Todo esto se vé acreditado por
las copias que van señaladas con los números 1, 2 y 3.
Si se alegan como pruebas los demás cargos, se desvane
cerán del todo , ahora que vamos trataudo sucesivamente do
ellos.
Es cierto que luego que la 3? division protestó que no in
tervendría en los negocios interiores del país, el pueblo, vién
dose libre de la fuerza que hasta entonces lo habia oprimido,
pudo expresar con libertad sus sentimientos, y se declaró en
co:itra de la Constitucion Boliviana, que se habia dado al Pe
rú de un modo enteramente contrario á los principios libera
les, por cuyo establecimiento han peleailo los pueblos de la
América. Se convocó tambien un Congreso para el cual los
ciudadanos habian de nombrar libremente sus representantes,
—46—
y todo mudó de aspecto. Lo que solamente prueba esto es
que el Perú se aprovechó de la única oportunidad que se le
presentaba para darse los instituciones que juzgase mas ade
cuadas á sus circunstancias.
5? Que el Gobierno del Perú ha tributado elojios á los indivi
duos de la 3? division. Ella hasta el 20 de Enero del año próxi
mo pasado habia sostenido instituciones contrarias á la volun
tad de los pueblos: desde este dia memorable el Perú quedó
dueño de sí mismo y en aptitud de constituirse como le pla
ciese. ¿Será extraño que los Peruanos hayan tributado elojios
á los (pie renunciaron á la empresa de oprimirlos? Lo contra
rio habría sido una ingratitud sin límites. En todas partes se
ha elojiado el procedimiento de la 3? division, con respecto al
Perú. No solamente hombres particulares son los que han
tenido estos sentimientos: podrir n citarse tambien algunos
testimonios de mayor consideracion. Entre ellos el Mensaje
del Presidente de-los Estados-Unidos Mejicanos dirijido á las
Cámaras el 2.1 de Mayo del año próximo pasado. El contiene
estas notables palabras: "El pronunciamiento del ejército Co
lombiano que salvó al Perú, á favor do la Constitucion de su
patria, dejó al pueblo Peruano en la libertad de reclamar las
leyes fundamentales que le dieron sus lejítimos representan
tes. La administracion del Perú ha cambiado; y las noticias
mas recientes confirman que esta mudanza se ha obrado con
forme á los intereses y á los deseos del Perú." Debe notarse
que habla el Presidente de la República mas grande entre to
das, las (pie en el presente siglo se han formado en América.
No quiere decir esto que el Perú se haya entremetido en los
negocios de Colombia. Es cierto que aprecia como debe el
pronunciamiento de esos Colombianos (pie con una sola pala
bra rompieron las cadenas que lo tenían atado; pero no se
abroga el derecho de decidir si han procedido bien ó mal res
pecto de su patria. El decreto puesto á la nota del comandante
piustamanre en que comunica el suceso y va señalada con el
núm. 4, es una prueba de esta verdad. Lo único que. observa
el infrascrito es, (lue ellos proclamaron la Constitucion de Co
lombia, que era lo mismo que sostenía el Gobierno Colombia
no, tratando de rebeldes á los que se oponían á ella. A un
extranjero no pertenece juzgar sobre esta materia. Bastante
se ha escrito en Colombia.
6? Que no se mandó la division al Istmo como lo solicitaba el
Encargado de Negocios de Colombia. Este cargo supone que
estaba en el arbitrio del Perú dar órdenes á la division. Es
preciso considerar el estado en que se hallaban las cosas.
Cuantas intrigas pueden ponerse en planta para revolucionar
un ejército, se practicaron en Lima despues del 2o" de Enero,
—47—
á fin de hacer nua contrarevolucion. Lo acredita la carta del
señor general Hores que va señalada con el núm. 5. Nadie
puede dudar de su autenticidad. Estuvo puesta mucho tiem
po en la casa municipal de Lima para que la reconociese cual
quiera. Además está impresa, y el señor Heres, que no ha po
dido dejar de verla, no la ha desmentido.
No parecía difícil que al cabo se llegase á conseguir este
objeto, atendiendo á la desmoralizacion en que se hallaba la
tropa. Todo el que turne alguna idea de lo que es un ejército,
concebirá la desorganizacion que necesariamente se introduce,
despues de un movimiento como el que se verificó en Lima.
Relajada la subordinacion con la mudanza de jetes, el menor
estímulo es bastante para conducir al soldado á los hechos
mas escandalosos. Casi reducidos á cuadros por la anterior
administracion los cuerpos Peruanos, y diseminados por toda
la República, era imposible que el Gobierno pudiese hacerse
obedecer de los auxiliares. El estaba á merced de ellos, y la
menor contradiccion era capaz de haberlo espuesto á ser in
sultado y tal vez, de atraer á Lima males incalculables. Era,
pues, una necesidad urjente que la division saliera, y el Go
bierno en la impotencia de mandarla salir, recibió con mucha
complacencia el ahinco, con quo el comandante Bnstamante,
por sí mismo, pedia transportes y auxilios para su marcha. La
nota en que lo solicitó se acompaña bajo el núm. ('. Se le
tranquearon, pues, sin la menor sospecha de que el Gobierno
de Colombia pudiese tomar esta accion por un agravio. Así
se expresó en la comunicacion, cuya copia va señalada con el
núm. 7. Los auxiliares habían ido al Perú á ayudar á hacer la
guerra á los españoles, y concluida ésta no teniau un motivo
justo para permanecer allí. El mismo Libertador, que los
mandaba, aseguró en su proclama datada en Trujillo á l? de
Marzo de 1824 que del campo de batalla donde triunfase de
los enemigos, se volvería á Colombia con sus hermanos de ar
mas. Estas son sus palabras: "Peruanos: el campo de batalla
qne sea testigo del valor de nuestros soldados, el triunfo de
la libertad: ese campo afortunado me verá arrojar de la mano
la palma de la dictadura; y de allí me volveré á Colombia con
mis hermanos de armas, sin tomar un grano de arena del Perú,
dejándoos la libertad.'"
La comunicacion citada del comandante Bnstamante acre
dita que el objeto que manifestó al Gobierno del Perú para
su marcha á Colombia con la division auxiliar, fué conspirar
con el Colombiano á sostener la Constitucion de su patria. El
Perú sabia (pie verdaderamente trabajaba en esto el Gobierno
de Colombia; y así, aun en el caso de que no le hubiera sido
interesante la salida de la division, debia haber contribuido á
—48—
ella en virtud de la estrecha amistad que existia entre ambas
naciones. Si en Colombia habia partidos, á un Gobierno ex
tranjero, como el del Perú, no correspondía otra cosa que con
servar sus relaciones con el que existiese en esta República y
así lo hizo. No tiene por qué arrepentirse, pues S. E. el Liber
tador mandó despues restablecer él órden constitucional,
que era lo mismo que trataba de hacer la 3? division auxiliar.
Él documento que se ha señalado con el num. 7, acredita
que estos eran los sentimientos del Gobierno Peruano al ac
ceder á la solicitud del comandante Bustamante.
Por lo que hace á los puntos en que desembarcó, no tuvo
en ello la menor parte el Perú, ui pudo tenerla, porque, como
se ha dicho, no tenia medios para hacerse obedecer. Todas
las disposiciones fueron del comandante Bustamante. Esto se
acreditará mas en la contestacion al cargo siguiente..
Que siguieron á la division los transportes y buques de
guerra Peruanos. Como dichos buques habian sido pedidos
por el comandante Bustamante con el objeto que se ha men
cionado, era natural que fuesen á sus órdenes. Así es que en
las instrucciones que se dieron al comandante del bergantín
Congreso, no se le designó el punto en q;¡é debia hacerse el
desembarco. Pero se le puso un artículo en que se le manda
ba que entregase el convoy al primer buque de guerra del
Gobierno de Colombia que encontrara. Esto acredita de un
modo indudable que el Gobierno Peruano tenia por objeto
proceder en todo de acuerdo con el de Colombia.
8? La declaracion del comandante Bustamante, quien dijo que
se le habían ofrecido por un particular que no pertenecio, al Go
bierno quinientos mil pesos, á fin de que agregase al Perú los
departamentos del Sur de Colombia. ¡Si se reflexiona un poco
sobre este cargo , se verá que él por sí mismo se destruye.
¿Era tan insensato Bustamante que conüaseen la promesa de
un simple particular? ¿Creería que éste sin mas que su pala
bra podría obligar á la nacion? ¿Qué garantías podria prome- '
terse de un hombre que no pertenecía al Gobierno? Si accedía
á la propuesta, ¿con (pié medios contaba para obligar al pro
mitente á que le cumpliese su palabra?
Además, la declaracion de Bustamante fué dada cuando él
estaba en prision. Luego que se halló en libertad en Guaya
quil (lió á luz por medio de la imprenta la retractacion, cuya
copia se acompaña señalada con el uúm. 8. En ella expresa
la falsedad de lo que habia declarado, y los medios de que se
valió el señor general Torres para arrancarle la declaracion.
Es muy digno de notarse que el Gobierno del Perú no tenia
entóuces en Guayaquil el menor influjo.
—49-
Al hacer este cargo el honorable señor Secretario de Rela
ciones Exteriores de Colombia añade sin que obste la posterior
retractacion del traidor. Si se dijeran las razones por qué no
obste esa posterior retractacion, seria fácil rebatirlas ; pero no
¡llegándose ninguna, .nos basta referirnos á lo que llevamos
dicho, y hacemos demasiado; porque para combatir una pro
posicion absoluta y desnuda de fundamentos, bastaría otra de
la misma naturaleza.
Hay mas: luego que llegó Rustamaute al Callao, lo reconvi
no el Gobierno del Perú por la declaracion de que se trata, y
él dio la respuesta, cuya copia va señalada con el núm.9. En
ella afirma nuevamente la falsedad de lo que habia declarado
y añade que el general Flores no estaba conforme con los térmi
nos, sino que manifestó deseos de que afirmase- terminantemente
que el Gobierno del Perú le habia hecho la proposicion. Esto des
cubre hasta qué punto llega en ese general la mala fé y el
deseo de acriminar.
Pero supongamos por un momento, sin concederlo, que el
contenido de esa declaracion tan decantada fuese verdadero.
¿Qué mas podia hacer el Gobierno del Peni, que procurar
averiguar quien era ese particular que habia hecho la prome
sa? Si no ha sido posible tal averiguacion, porque niega el
hecho el único que podna descubrir su autor, ¿qué puede exi-
jirse ya del Gobierno Peruano?
Una prueba decisiva de que por parte de él, no hubo la me
nor mira contraria á la República de Colombia, son las ins
trucciones que se dieron al comandante del bergantín Congreso
que venia convoyando los transportes. De ellas se ha hablado
contestando al cargo anterior. Si el Perú hubiera tenido la
intencion que se le supone ¿habría querido poner á disposi
cion del Gobierno Colombiano la fuerza que debia realizarla?
9? Se imputa al Perú no haber dado aviso anticipado de la
salida de la division. En la contestacion que con fecha 15 de
Marzo se dio por el Ministerio de Relaciones Exteriores al se
ñor Armero Encargado de Negocios de Colombia, despues de
hacerle ver las delicadísimas circunstancias del Perú segun
su estado comparado con el de la division auxiliar , y la nin
guna autoridad que el Gobierno tenia en ella, concluye con
estas palabras: "Si VS. quiere dar noticias anticipadas por
mar ó tierra, no hay impedimento para ello por parte de este
Gobierno." En consecuencia de esto el señor Armero pidió
permiso para que saliese la goleta Olmedo á dar aviso á Co
lombia, y en el instante se lo concedió, sin embargo de estar
cerrado el puerto. En el documento que va señalado con el
núm. 10 así consta. Por el mismo y por la contestacion que
Ueva el núm. 11, se vé que los auxiliares pusieron tropa en la
Tom. m Historia—7
—50—
goleta que iba á salir, á pesar de la órden que'habia dado el
Gobierno, al cual no le quedó otro arbitrio que las insinuacio
nes amigables de que tuvo que usar por falta de medios para
hacerse obedecer. Coii ellos se consiguió por fin que el buque
saliese.
Do estos hechos no pueden dejar' de deducirse dos conse
cuencias necesarias. Primera: que el Gobierno del Perú no
podia dar órdenes á los ,auxiliares sin esponerse á ser desobe
decido. Segunda: que hizo cuanto le fué posible porque se
diese á Colombia el aviso que deseaba , como lo consiguió
por fin.
¿Se dirá acaso que este aviso no satisface por no haber sido
dado directamente por el Gobierno del Perú? Para asentar
esta proposicion se necesitaría no saber absolutamente los
trámites con que se manejan las naciones. Es práctica cons
tante y muy racional en todas ellas, que cuando una tiene
Ministro ó Encargado de Negocios en otra, este funcionario
es el conducto regular por donde se hacen todas las comuni
caciones. El señor Armero dió su aviso con el consentimiento
y aun con la cooperacion del Gobierno Peruano, y así no hay
otra cosa que exijir. El Gobierno de Colombia está bien im
puesto de estos procedimientos. Desde que el infrascrito está
aquí, con él solo se ha entendido en todas las ocurrencias res
pectivas al Perú. Así es que le comunicó su resolucion sobre
el tránsito por el territorio Peruano de la division Colombia
na que se halla en Bolivia.
10? Haber hecho salir del Perú al señor Cristoval Armero
Encargado de Negocios de Colombia. En nota de 29 del mes
próximo pasado se ha manifestado con datos irrefragables que
el señor general Sucre no solo habia pensado, sino que habia
puesto en planta los medios para segregar del Perú algunos
de sus departamentos. Como por el tenor de la nota á que se
contesta, se conoce que á algunas de las razones allí alegadas,
se ha dado un sentido contrario al que tienen, será necesario
repetirlas. "Desde el año de 1820 hay sospechas de que se
trataba de engrandecer á esa República (Bolivia) á costa de
la Peruana. El 26 de Diciembre se dirijió por el Ministerio
del Perú al Prefecto de Arequipa una comunicacion en que
se decia lo siguiente: el Gobierno tiene noticia de que se trata
por algunas personas de la provindki dé Tacna de turbar el órden
público, hollando lus leyes: entre ellas un Basadre, un Infante y
un Cónsul extranjero. El motivo de la conspiracion que parece se
trama de acuerdo cqn algunos mal intencionados de Bolivia, es el
deseo de que dicha Provincia se agregue á aquella República, des
membrándola del Perú.—Como han variado las personas que
entónces componían el Gobierno Peruano, no es fácil averi
—Si
gnar los datos que se tuvieron presentes para esta sospecha;
pero hay otros posteriores que las confirman.—Inmediatamen
te despues del 26 de Enero del año préximo pasado el señor
general Sucre mandó dinero al Encargado de Negocios de
Colombia, señor Cristoval Armero que se hallaba en Lima.
Esto se supo por cartas recibidas de Bolivia en las cuales se
decia tambien que él debia servir para formar una revolucion
con el objeto de trastornar el órden establecido Baste por
ahora indicar que el señor Doroteo Armero confesó en el
"Mercurio Peruano" núm. 53, que su hermano ciertamente
habia recibido dinero del señor general Sucre; pero que habia
sido para diversos destinos que puntualizó. Entre otras cosas
es digno de notarse en la exposicion de dicho señor Doroteo,
que asegura haberse mandado al señor general Santa-Cruz
por el Presidente de Bolivia 2,800 pesos, mientras que aquel
solo recibió 1,480, segun lo dijo al Gobierno del Perú en 2 de
Diciembre del año próximo pasado. Esto acredita la inexacti
tud de la relacion y da motivo para que no se deba creer lo
demás que en ella se dice sobre la inversion del dinero envia
do de Bolivia, el cual seguramente tuvo el destino que se ha
bia anunciado.
"Estas sospechas se convirtieron en certidumbre cuando
los prefectos del Cuzco y de Arequipa comunicaron haber re
cibido invitaciones por escrito del mismo señor general Sucre
para que separasen sus departamentos y el de Puno de la
union en que se hallaban con los demás de la República Pe
ruana: que renniesen un congresillo bajo su proteccion; y que
se federasen á Bolivia. El Ministro Plenipotenciario del Perú
cerca de aquella República, se impuso de estos proyectos y
los comunicó tambien á su Gobierno. Parece que estos testi
monios son irrefragables."
Admira leer en la nota que dá materia á esta memoria,
que, cuando se habla del dinero enviado de Bolivia al señor
Armero, se dice que solo fueron mil ó dos mil pesos. La par
tida que se puntualiza no tiene otro objeto que manifestar
por ella que el señor Doroteo Armero ha ocultado la verdad
en su exposicion, y que hay motivo para creer que lo mismo
baya hecho respecto de la inversion de las demás sumas que
confiesa haber recibido su hermano. El infrascrito ha releido
cien veces la cláusula, y cada una se ha convencido mas de
que expresó su idea con bastante claridad.
No admira menos la solucion que se da á los hechos enun
ciados. Ella consiste en los sentimientos personales que mas que
sus laureles honran al Oran Mariscal de Ayacucho. Si esta
razon fuera bastante, el infrascrito habria contestado de un
solo golpe á todos los cargos que se han hecho al Perú y que
—52—
se pudieran hacerle, alegando los sentimientos personales del
excelentísimo señor don José de La-Mar, actual Presidente de
la República Peruana. El nombre de este ilustre personaje,
identificado hace tiempo, en la opinion pública, con la honra
dez, la justicia, la moderacion y todas las virtudes sociales,
habría sido una solucion comun para toda clase de argumen
tos. Empero el infrascrito conoce que son de otra naturaleza
las pruebas que se deben alegar, pues las que se toman de los
sentimientos personales, no tienen fuerza bastante para des
mentir hechos probados.
Crece hasta su último punto la admiracion, cuando se leen
en la citada nota las palabras siguientes: "Ño se ha produ
cido otro comprobante (por el infrascrito) que el encargo que
tenia (el señor Armero) de realizar el haber militar del ven
cedor de Ayacueho." El infrascrito por no faltar á la urbani
dad, no se atreverá á decir que esta es una calumnia; pero
para que haya alegado esta razon, es preciso que se haya
borrado, no solo de su memoria sino tambien de sus libros,
pues á pesar de haber examinado escrupulosamente aquella
y estos, no encuentra el menor vestijio de tal cosa, ni de al
guna que se le parezca.
No habiéndose, pues, contestado á los argumentos que ha
presentado el infrascrito, respecto del Gran Mariscal de Aya-
cucho, queda con derecho de asentar como una verdad de
mostrada que este general ha tenido miras de desmembrar
i del Perú tres de sus departamentos. Parece inútil decir que
se ha tratado de esta materia solamente por la relacion que
tiene con el señor Armero.
Este ajente formaba juntas en su casa con el objeto de der
ramar por todas partes la seduccion y conseguir de este modo
que se restableciese el órden abolido. El Gobierno tuvo repe
tidos avisos por personas|á quienes no podia negar un com
pleto ascenso. A esto se agregaba la certidumbre de los planes
del señor general Sucre, y del dinero que habia recibido de él
el señor Armero, como se ha probado. Es decir que este ajen-
te tenia instrucciones y medios para hacer una revolucion, y
que en efecto trataba de hacerla. 2To era difícil que lo consi
guiese por el estado en que se hallaba el Perú.
Además el señor Armero era un infractor de las leyes del
país. Estando cerrado el puerto del Callao hizo salir al ber
gantín Colombia que dejó sus documentos en tierra, haciendo
al mismo tiempo embarcarse en él al mayor Urbina sin pasa
porte. Este hecho, además de ser en sí escandaloso, se agrava
sobre manera, si se considera que en esos dias se le habia
concedido el permiso que pidió para que saliese la goleta Ol
medo, que en efecto salió para Guayaquil. Si hubiera hecho
lo mismo respecto de aquel bergantín, habría obtenido tam
—53—
bien el mismo permiso: lo que acredita que no pudo tener otro
objeto que despreciar las medidas del Gobierno.
Fuera de esto el señor Armero ha sido un calumniador del
Perú. El escribió ¡1 su Gobierno que el de aquella República
mandaba á Guayaquil la 3? division con el objeto de apro
piarse los departamentos del Sur de Colombia, lo que se ha
desmentido contestando al cargo anterior. Se tuvo positiva
mente la noticia de esta acriminacion, y despues se confirmó
viéndola en la "Gaceta Ministerial" de Bogotá.
Resulta que el señor Armero, ha sido un enemigo del Perú,
mas bien que un Ministro extranjero, que no debe tomar la
menor intervencion en los negocios interiores del país en que
reside; y un escandaloso despreciador é infractor de las dis
posiciones del Gobierno Peruano, al mismo tiempo que autor
de una horrorosa calumnia.
¿Y habrá quien niegue que en tales circunstancias no tenia
el Gobierno derecho para hacer salir del país á un ajente que
habia cometido los crímenes indicados? No es esto una in
fraccion del derecho de jentes que no puede obligar á una
nacion á que sufra en su seno á un maquinador, á un pertur
bador del órden público, á un infractor de sus resoluciones.
No hay un solo tratadista de derecho internacional que nie
gue esta facultad. Entre las muchas autoridades que pudié
ramos citar, se encuentra la de Vattel que en el libro 4? cap.
4? par. 95 de su derecho de jentes, dice las palabras que si
guen: "Si el Ministro extranjero ofende al príncipe mismo,
si le falta al respeto, si siembra la discordia en el Estado por
sus intrigas, el príncipe ofendido, observando los miramientos
particulares con el amo, se limita algunas veces á pedir que
llame al Ministro; ó si es mas considerable la falta, le prohibe
residir. en la córte hasta que vuelve la respuesta de su amo.
En los casos graves le hace que salga de sus Estados."
El señor Armero ha cometido todos los crímenes que seña
la este pasaje, cada uno de los cuales era bastante para des
pedirlo. Ha ofendido al Gobierno, y le ha faltado al respeto
calumniándolo, despreciándolo é infrinjiendo sus determina
ciones. Tambien ha puesto todos los medios que ha podido
para sembrar la discordia en el Estado por sus intrigas.
Vattel en el párrafo siguiente continúa así: "No hay duda
que todos los soberanos tienen derecho para proceder de este
modo, porque son dueños de su país, y ningun extranjero
puede permanecer en su córte ó en sus Estados sin su permi
so. Y si los soberanos tienen generalmente obligacion de es
cuchar las proposiciones extranjeras, y de recibir á sus minis
tros, cesa enteramente con respecto á un Ministro que, fal
tando él mismo á los deberes ^que le impone su carácter, se
—54—
hace justamente temible ó sospechoso para aquel á quien no
puede presentarse, sino como Ministro de paz. ¿Acaso estaría
obligado el príncipe á permitir en su territorio y en su córte
á un enemigo secreto que turba el Estado, y que maquina su
pérdida?" Martens en su manual diplomático cap. 3? par. 24:
Pequet en su discurso sobre el arte de negociar con los sobe
ranos; y todos los escritores de derecho de jentes convienen
en estos principios.
Pero aunque ningun autor los confirmara, bastaría la razon
para convencernos de ellos. Un Ministro extranjero estáesen-
to de la jurisdiccion del país en que reside. Por consiguiente,
si ocurre alguna sospecha do su conducta no se puede descu
brir la verdad formándole la causa respectiva como se haría
con cualquiera otro individuo. Es muy difícil probar los crí
menes de Estado, aun de aquellas personas que están sujetas
á los tribunales, y mucho mas de un Ministro extranjero que
no lo está. Muy rara vez se presentan datos tan decisivos
como los que se hau presentado respecto del señor Armero.
¿Qué hará un Gobierno que sospecha justamente de un Envia
do? No teniendo medios para descubrir la verdad, ¿le dará
tiempo para que pueda continuar libremente sus maquinacio
nes? ¿La salud del Estado no es la suprema ley? Por conser
varla, pues, se vé en la necesidad de tomar todas las medidas
que puedan contribuir á la pública tranquilidad. ¿Cuáles son
los que están en sus manos respecto de un Enviado extranje
ro? No solo no se le puede imponer pena; pero ni aun averi
guar si es cierto el delito que de éLse sospecha. No queda otro
arbitrio que hacerle salir del país en que se cree que pudiera
ser perjudicial.
El mismo Gobierno de Colombia ha confesado este derecho.
En comunicacion de 8 de Setiembre del año próximo pasado
dirijida al del Perú por conducto delos respectivos Ministerios
de Relaciones Exteriores, hablando de este asunto se encuen
tran las palabras siguientes: "Impuesto el Vice-Presidente en
cargado del Poder Ejecutivo de esta desagradable ocurrencia,
me ha ordenado contestar á VS. que el de Colombia no desco
noce la facultad que tienen todos los gobiernos de no permitir
cerca de ellos ajen tes extranjeros que no les sean agradables por
altjun motivo justo oque traten de turbar la tranquilidad del
país; pero al mismo tiempo que reconoce este derecho, sien
te sobremanera que el Gobierno del Perú, uca30 por circuns
tancias que no se hallan al alcance del de Colombia, porque
no están bien esclarecidas, no haya usado del medio que or
dinariamente adoptan los gobiernos de pedir que se retire al
ajente ó ajentes peligrosos ó desagradables."
—55—
Estas palabras despues de confesar el derecho del Gobierno
Peruano para no permitir la permanencia del señor Armero
en el Perú, manifiestan haberse extrañado solamente que no
se haya pedido su separacion al de Colombia. Empero si se
examina lo que se ha dicho sobre la urjencia del peligro, y la
distancia á que esta ciudad se halla de Lima, se desvanecerá
prontamente esta parte del cargo.
El estado del Perú era entonces en extremo delicado. El
Gobierno, existente solo de hecho, no tenia ningun apoyo y
no podia hacerse respetar. Muy poco se necesitaba para in
troducir la anarquía. Era, pues, necesario separar prontamen
te á todos los que pudiesen contribuir á un mal tan grave. No
se podia obtener una contestacion del Gobierno de Colombia
sin que para ello pasasen cuatro meses. En tan largo tiempo
hubiera podido verificar el señor Armero cuantos proyectos
hubiese tenido. Si hasta entónces sus activas dilijencias no
hubiesen surtido efecto, ya probablemente habria pasado el
peligro, pues se hubieran tomado medidas para consolidar y
poner en estado de respetabilidad al Gobierno Peruano, como
en realidad se hizo. La órden, pues, del Gobierno de Colom
bia para que su ajente se separase del Perú habria llegado ó
cuando ya el mal hubiera estado hecho, ó cuando ya hubiese
desaparecido la razon de temerlo.
En tales circunstancias todo Gobierno hubiera procedido
del mismo modo que el del Perú. Los escritores de derecho de
jentes están conformes en esto. Vattel, fuera de otros muchos;
lo dice expresamente en el lugar que se acaba de transcribir.
"En los casos graves, dice, le hace que salga de sus Estados.'»
Por estas razones el Gobierno del Perú señaló un corto pla
zo al señor Armero para que saliese del país, indicándole por
su propia seguridad que en la corbeta Libertad podría mante
nerse mientras se le proporcionaba buque para Guayaquil ó
para el punto que quisiese. El ajente reclamó de esta deter
minacion, pidiendo trasladarse á un buque nentral y el Go
bierno se lo iConcedió. Fué tratado con toda consideracion
aun por el comandante de marina, á quien atrozmente insultó.
Fuera de esto era de temerse un Imotin popular en contra
del señor Armero. Los patriotas celosos de la independencia
y de la libertad nacional estaban alarmados contra él, porque
lo miraban como un maquinador. El Gobierno naciente no
podia dejar de preveer que chocar con la opinion pública apo
yada en fundamentos sólidos y en la experiencia de lo pasado,
era esponer el país á nuevas revueltas sumiéndolo en la anar
quía, cuyos males no es necesario enumerar. Aunque hubiera
tenido fuerzas para contener un desórden, no era prudencia
—56—
ponerse en el caso de usar de ellas, cuando esto podía evitarse
por medios que además erau justos.
Estas medidas y aun mandar al Ministro extranjero con
escolta hasta las fronteras en igualdad de circunstancias, está
aprobado no solo por la razon, sino tambien por los mas céle
bres diplomáticos. Si hay motivos justos para creer que el
Ministro extranjero maquina contra el Estado, debe creerse
tambien que apura todos los arbitrios en los últimos momen
tos en que le es posible hacerlo. Fundado en esto tlice Mar-
tens en el cap. 3? par. 24 de su manual diplomático lo que
sigue: "El Gobierno cerca del cual se hallaría este Ministro,
tiene por consiguiente el derecho de hacerle salir de su resi
dencia, de intimarle la órden de partir en un plazo determi
nado, y aun de asegurar su persona en caso de urjencia y
hacerle llevar con escolta hasta la frontera."
Todas las naciones confiesan en la práctica la persuasion
en que se hallan de la verdad de estos principios. Por no ha
cer demasiado larga esta memoria no se citan ejemplos. Se
encuentran muchísimos en Wiquefort, en la historia de Pedro
el Grande por Voltaire, en las memorias de la Rejencia del
duque de Orleans, en la historia de la diplomacia Francesa
por Flassan, en las memorias de Lamberti y en otros autores.
Se arguye que no se comunicó este incidente al Gobierno de
Colombia hasta diez y seis dias despues de haber sucedido.
Bien sabido es que de Lima no salen correos para esta Repú
blica sino los dias 8 y 23 de cada mes. El suceso fué el 25 de
Junio y habiéndose comunicado el 8 de Julio, se hizo lo mas
pronto que le era posible.
10? La remision al Callao de la goleta Sirena, en la cual iba
el capitan Machuca con pliegos para Bolivia. Esta goleta tocó
en Huacho, y habiendo tenido noticia el intendente de que
habia desembarcado algunos efectos de contrabando, dio ór
den al capitan de ella para que la condujese al Callao. Allí se
formó la causa correspondiente por el juez de primera instan
cia don Manuel Antonio Colmenares, y no habiendo podido
probarse el delito, quedó el buque absuelto y en libertad.
La órden que lo hizo ;ir al Callao no tenia relacion alguna
con el capitan Machuca, cuya prision es enteramente falsa.
El intendente cumplió con su deber, pues lo único de que tra
tó fué de que se castigase el delito del buque, sin averiguar
quienes eran los pasajeros que en él estaban.
Por las declaraciones que se tomaron para averiguar el
contrabando, se supo, que el capitan Machuca echó al agua
los pliegos que llevaba. Si ellos eran de importancia, impútese
su pérdida al que los conducía, ó á las instrucciones que se le
dieron. El Gobierno del Perú no tuvo en esto culpa alguna.
r
N
—57—
El capitan del buque luego que llegó al Callao presentó las
instrucciones que se le dieron en Guayaquil, y en ellas se en
cuentra el artículo siguiente: "Quinto: U. evitará toda comu
nicacion con cualquier buque en su navegacion, y si estuviese
perseguido por alguno de los de guerra del Perú , de todos
modos tratará U. de salvar la correspondencia de acuerdo
siempre con el capitan Machuca." En vez de deducir cargos
contra el Perú, se deducen contra Colombia. ¿Por qué se
mandaba con tanto empeño salvar la correspondencia, de mo
do que no pudjese llegar á ser tomada por ningun buque de
guerra Peruano? *Ko se diga que ella era reservada y que
convenia que nadie la viese; porque en tal caso se hubiera
dado igual orden respecto de los buques de cualquier otro pa
bellon. Es claro que estos pliegos contenían algo contrario al
Perú.
Por lo demás, el capitan Machuca estuvo en Lima en plena
libertad, y salió de allí cuando quiso, sin que nadie le hubiese
obligado á quedarse, ni á irse.
11° El maltrato de los Colombianos que hallándose en el Perú
no negaban kts inspiraciones del amor patrio. El infrascrito ha
examinado en la nota á que contesta quienes son los Colom
bianos á que se refiere este cargo, y solo encuentra al capitan
Machuca, de quien acaba de tratar, á algunos que estaban en
las fronteras que cree que sean los oficiales Alzuru y Zorro,
y al comandante Ramon Márquez.
Los oficiales que se hallaban en Piura no tenían el menor
respeto á las autoridades del país; y no cesaban en todas oca
siones de insultar al Perú por la nueva marcha que seguia;
de modo que tuvieron varios choques con Peruanos. Ellos
provocaban á revueltas, trataban do introducir la discordia en
la division que estaba allí; y eran causa de disturbios que
turbaban la pública tranquilidad. Este vra el agradecimiento
que manifestaban á un país que les estaba concediendo la mas
amistosa hospitalidad. Si en esto consiste el amor patr io, ver
daderamente no negaban sus inspiraciones.
La conducta de Alzuru ha sido tan criminal en todo el
tiempo que permaneció en el Perú, que, aun prescindiendo del
atentado cometido contra el teniente coronel Ugarte, á quien
trató de asesinar el año de 1823, el mismo Libertador lo bi-
s> publicar en Guamanga en la orden general del día, pintán
dolo con los colores mas negros.
Seria ridículo citar autoridades en comprobacion del dere
cho que todo Gobierno tiene [tara no permitir en el país que
rije á aquellos extranjeros que crea sospechosos. Para despe
dirlos no necesita otra cosa que quererlo hacer. A nadie tiene
que dar cuenta de esta clase de procedimientos, porque nadiy
Tom. vm. Historia-^8
—58—
sino él es responsable de . la seguridad y de la tranquilidad del
•pneblo que se ha confiado á su guarda.
Si por un tratado los ciudadanos de Colombia, lo son tam
bien del Perú, esto lleva la condicion implícita de que se ve
rifique, siempre que el Gobierno Peruano tenga por conve
niente permitirles que residan en su territorio; lo mismo que
sucede respecto de Colombia. Es preciso ser muy ciego en las
reglas de la interpretacion de los tratados para no entenderlo
así. Valgámonos de un ejemplo que aclare mas la materia.
Supongamos que el Perú sabe que un Colombiano desde
Guayaquil trata de hacer una revolucion en Lima. Despues
pasa este maquinador al territorio Peruano, ¿qué hará el Perú?
No puede formarle causa porque las pruebas del delito están
en Guayaquil, y porque habiendo él sido cometido eñ esa ciu
dad, solo puede ser juzgado por los tribunales de ella. Por
otra parte hay un tratado para que los ciudadanos de Colom
bia lo sean tambien del Perú, y á estos no se les puede hacer
salir sjn formacion de causa. ¿Estará obligado el Gobierno á
sufrir en su seno á un enemigo suyo? Nadie habrá que lo
afirme. El Perú podrá hacerle salir sin formarle causa; por
que los derechos de ciudadanía de un extranjero, son, como se
ha dicho, siempre que se le conceda permiso para permanecer
en el Estado. Es cierto que conceder este permiso, cuando no
hay motivo para negarlo, es un oficio de humanidad, el cual
produce una obligacion imperfecta; pero el- que falta á esta
clase de obligaciones, á nadie injuria, porque nadie tiene de
recho para exijirle su cumplimiento. El año de 23 manifestó
Colombia que estaba persuadida de esta doctrina, no permi
tiendo vivir en Guayaquil á un ilustre general Peruano. El
Perú no se ha quejado de esto, sin embargo de que ya estaba
hecho el tratado que ahora se alega.
Pero supongamos por nu momento que los derechos de ciu
dadanía de los Colombianos en el territorio Peruano sean tan
absolutos que no admitan la interpretacion que se les ha dado.
La órden para que saliesen los oficiales Alzuru y Zorro fué ,
dada el 23 de Setiembre del año próximo pasado , cuándo el
Gobierno estaba autorizado por decreto del Congreso de 25
de Julio del mismo año para hacer salir del pais sin forma
cion de causa, aun á los Peruanos que fueran sospechosos. La
condicion de estos no habia de ser peor que la de los Colom
bianos, con quienes no se hizo otra cosa que lo que podia ha
cerse con cualquier hijo del Perú.
No debe creerse que este hecho haya sido en agravio de
Colombia. En tal caso se habria hecho salir á otros muchos
Colombianos que hay en el Perú, ó á lo ménos se les habria
privado de los empleos que obtienen. Solo se trató de que
—59—
saliesen aquellos individuos que eran perjudiciales. En la
Córte Suprema de Justicia, en las Superiores, en las oficinas
de hacienda, en las piezas eclesiásticas, en el comercio, en las
artes: en fin, en toda clase de empleos y de industria hay Co
lombianos en el Peru, y nadie los molesta.
Por lo que hace al comandante Ramon Márquez, el infras
crito no tiene noticia de su prision, ni puede pedir sobre esto
instrucciones á su Gobierno por la distancia á que se halla.
Cree muy probable que sea falsa, así como lo es la del capitan
Machuca, que sin embargo se habia asentado como un hecho
positivo. Las contestaciones á los demás cargos, algunos de
los cuales son, sin duda, de mucha mas importancia, deben
acreditar que, si es verdadero éste habrá tenido el Perú razo
nes tan poderosas para ello, como las que tuvo para lo demás
de que se ha hablado. Sin embargo, el infrascrito desvanecerá
algunas equivocaciones.
Los privilejios de que trata el honorable señor Secretario de
Relaciones Exteriores de Colombia, como anexas á los correos
de gabinete, solo pueden exijirse en las naciones de donde
salen, y á donde van. En las demás por donde transitan, no
tienen derecho á otra cosa que á la hospitalidad que se debe
á todo transeunte; y si algunas veces se les dispensan consi
deraciones de otra clase, son voluntarias. El señor Ramon
Márquez, segun se afirma, iba llevando pliegos y otras cosas
de Colombia á Bolivia. Por consiguiente no tenia derecho
para exijir privilejios en el Perú, á donde solo era transeunte.
Es cierto que los pliegos merecen mas consideracion, por el
respeto que en todo país que profesa buenos principios se tri
buta al secreto de las cartas. Pero el Gobierno del Perú, aun
suponiendo que sea cierta la prision del comandante Márquez,
no ha tocado la correspondencia que llevaba este jefe; pues si
la hubiese tomado, no hubiera dejado de alegarse este hecho
cuando se alegau otras cosas de mucha ménos entidad.
12? Se toma por un indicio de ánimo hostil haber aumenta
do el ejército del Perú, y situado una parte de él en el Departa
mento limítrofe á Colombia. Se añaden estas palabras: "Sin
embargo del derecho que el honorable señor Villa en su nota
del 18 del próximo pasado pretende que tienen las naciones
para colocar sus fuerzas como quieran." Procedamos de bue
na fé. Lo que el infrascrito ha dicho en su citada nota es lo
que sigue: "Dejando para su oportunidad la explicacion de
los motivos que ha tenido el Perú para aumentar su ejército,
y para darle las posiciones que tiene." Cualquiera conocerá
la gran diferencia que hay entre la cláusula supuesta y laque
sé acaba de transcribir. Aquella, aunque contiene un princi
pio verdadero, parece que dá á entender que no se quieren
—60—
dar explicaciones sobre la materia, y esta dice que se darán
en su oportunidad. Es llegada y el infrascrito pasa á hacerlo.
El 26 de Enero de 1827 el ejército Peruano reducido casi á
cuadros, apénas alcanzaba á tres mil hombres. No es del caso
averiguar las razones de esta baja tan considerable. Baste
observar que el Perú, por su extension y por su poblacion, no
tenia suficiente con ese numero, ni aun para las mas precisas
guarniciones. Saliendo la division auxiliar, era necesario á lo
menos, reemplazarla con cuerpos Peruanos. Sin embargo, no
se hizo esto con empeño, hasta que se vió una proclama de
S. E. el Libertador en que manifestaba su resolucion de ir
al Sur con fuerzas, y los términos amenazadores á la tranqui
lidad del Perú en que estaba concebida. No habia cosa que
no anunciase que S. E. pensaba en la guerra. Su comunica
cion al Senado datada en Cachirá á 24 de Agosto, lo indica
bastante. El Garrote, periódico de Guayaquil que se escribe
bajo la direccion de los jefes de ese Departamento, dijo que
habían rumores de que cuerpos de tropas numerosas iban á Gua
yaquil, y que probablemente se dudararia la guerra que tanto se
deseaba. Aunque otros números del mismo no lo dijeron- en
estas palabras terminantes, lo indicaban de un modo que no
podia dudarse.
Con tales datos no habría sido prudencia que el Perú estu
viese en inaccion. Era necesario que se preparase para repe
ler la fuerza con la fuerza. Así es que trató de aumentar su
ejército basta ponerse en un estado respetable, y mandó algu
nas tropas al Departa'mento de la Libertad. Era esta la pri
mera porcion del territorio Peruano que ; debia acometer el
ejército invasor, y era preciso ponerla en circunstancias de
que no pudiese ser pisada por planta enemiga.
La República del Perú jamás ha tenido intencion de hacer
guerra á su querida hermana la de Colombia. Unicamente ha
tratado de no dejarse sorprender. Por este solo objeto ha co
locado una parte de sus fuerzas en el Departamento limítro
fe, pero con órdenes muy estrechas para que no den el menor
paso que pueda interpretarse hostilidad. La defensa del ter
ritorio Peruano, en caso de que sea acometido, es su único
objeto. El infrascrito le asegura tanto á nombre de su Gobier
no por las instrucciones que para ello tiene, como porque sus
circunstancias particulares lo han puesto en aptitud de saber
lo. Miembro del Congreso Peruano, cuyo permiso no
puede el Ejecutivo hacer ninguna guerra, conoce el espíritu
pacífico de este cuerpo, y sus sentimientos fraternales respec
to de Colombia.
De lo dicho sobre los indicios bastante poderosos que se
han tenido para creer que el Libertador quería hacer la
—61—
guerra, se deduce que el Perú se ha preparado despues de que
ya casi no podia negar su asenso á la fuerza de los datos.
Por consiguiente el Gobierno Peruano tenia derecho para pe
dir explicaciones al de Colombia. Ha sucedido lo contrario,
y se ha hecho en unos términos que de ningun modo conve
nían. Decida el mundo imparcial de qué parte ha estado la
moderacion.
13? Hallarse en el Perú muchos emigrados de Coloníbia. ¿Se
queria acaso que el Perú no recibiese á unos infelices que
iban buscando un palmo de tierra en que vivir? ¿Qué nacion
que profese principios algo liberales les habría (jorrado sus
puertas? Los Estados-Unidos del Norte desde que se sepa
raron de su antigua metrópoli han admitido á todos los ex
tranjeros que han querido acojerse á su territorio. La Ingla
terra ha hecho siempre lo mismo; y aun algunos Estados que
se rijen por el despotismo mahometano, se han negado en es
tos últimos tiempos á entregar los emigrados españoles que
les pedia con empeño !a corte de Madrid.
No se ha abrogado el Gobierno Peruano la facultad de juz
gar si son ó no culpables para su patria los emigrados de Co
lombia. Si ellos no cometen algun delito en el Perú, se les
debe reputar inocentes respecto de él. Una nacion uo tiene
derecho para castigar al que nuevamente entra en su seno
por delitos que antes haya cometido "porque (dice Vattel en
su derecho de jen tes, lib. I, cap. 19) la naturaleza no da á los
hombres ni á las naciones el derecho de castigar sino para su
defensa y seguridad. De donde se sigue que no podemos cas
tigar sino á los que nos han dañado."
El mismo autor se indigna justamente contra la costumbre
que habia en algunos Estados de Europa de no recibir en el
número de sus ciudadanos á los súbditos de otra parte. En el
capítulo que se acaba de citar dice lo que sigue: "Por varios
pasajes históricos particularmente de Suiza y de los países in
mediatos se advierte que el derecho de jentes establecido por
la costumbre de aquellos paises, hace algunos siglos, no per
mitía á un Estado que recibiese en el número de sus ciudada
nos á los súbditos de otro. Este artículo de una costumbre
viciosa, no tenia otro fundamento que la esclavitud á que es
taban entónces reducidos aquellos pueblos; porque un prínci
pe ó im señor contaba sus súbditos en la clase de los bienes
propios; calculaba su número como el de sus ganados, y para
oprobio de la humanidad, este extraño abuso no se ha destrui
do todavia en algunas partes."
La hospitalidad, pues, (pie en el Perú se ha dado á los emi
grados de Colombia, de ningun modo puede reputarse como
agravio á esta nacion.
—62—
14? Se piden reemplazos por las bajas dM ejército Colombiano
que estuvo de auxiliar en el Perú. El infrascrito no sabe cuales
son esas convenciones existentes á Que se alude. Si existen,
muéstrense, y no tendrá embarazo en reconocerlas, siempre
que tengan todos los requisitos necesarios para que sean vá
lidas. Pero cree muy distante este caso, porque sabe positiva
mente que no hay ningun tratado sobre la materia.
Las naciones enropeas jamás han acostumbrado reemplazar
las bajas de los auxiliares. En la última guerra en que nume
rosos cuerpos ingleses fueron á Portugal y á España, ninguno
de ellos sacó un solo reemplazo portugués ni español.
Lo único que puede obligar en un casu de esta naturaleza,
son las condiciones que libremente se hayan puesto las par
tes contratantes. No habiendo el Perú consentido en nin
gunas, tampoco se le puede imponer ninguna obligacion. Por
el contrario, hechos positivos demuestran que no ha tenido la
menor intencion de admitir las tropas Colombianas con la
calidad de que sus bajas fuesen reemplazadas con Peruanos.
El año de 1822 se hallaba en Lima una division Colombiaua
al mando del señor general Juan Paz del Castillo con el ob
jeto de cooperar con las tropas Peruanas á la independencia
del país. El general Castillo propuso al Gobierno del Perú
que se llenasen todas las bajas que tuviese la division de su
mando. No habiéndose accedido áesta propuesta, se retira
ron á su patria las tropas Colombiauas sin haber hecho cosa
alguna por la independencia del Perú. El plan de campaña
estaba trazado contando con ellas, y si¡i embargo se careció
de su auxilio, y se hizo un gasto muy considerable para vol
verlas á Colombia por no entrar en una condicion que era en
extremo gravosa. De todo se dió parte al Gobierno de esta
República con fecha 2 de Enero de 1823.
Resulta que además de no existir convenciones, el Perú
desde entonces ha manifestado una resolucion decidida de no
admitir tropas auxiliares, siempre que para ello se le exijiesen
reemplazos. Por consiguiente, cuando el Libektador envió
el ejército auxiliar, sin que hubiese precedido un tratado, de
bió contar con la negativa que pocos meses antes se habia
dado.
El honorable señor Secretario de Relaciones Exteriores ha
blando sobre el tránsito por el Perú de la division Colombiana
que se halla en Bolivia, dice lo siguiente: "la resolucion eraya
inevitable porque se prolongaba indefinidamente la resistencia. Si
estuviese por tomarse, seria entónces oportuno examinar Es- -
to supone que el Gobierno de Colombia haya insistido con el
del Perú sobre esta materia, lo que no ha sucedido.
—63—
Por el honor del mismo Gobierno de Colombia, quisiera el
infrascrito que se hubiese contestado á las razones que expu
so con fecha 19 del mes próximo anterior. Decir que no se
trata ya de ello, porque es una resolucion tomada, equivale á
una de dos cosas: ó que las razones alegadas no han hecho
fuerza, ó que si se conoce su peso, no hay ánimo para reparar
una injusticia. Lo segundo seria muy injurioso al Gobierno
de Colombia, por lo que el infrascrito se inclina á lo primero.
Pero convencido de que son invencibles los raciocinios que
alegó, juzga que si no han producido efecto es porque no fue
ron apoyadas en una autoridad respetable. Así es que los re
petirá con las palabras con que los expresa Vattel. Este autor
en el cap. 1? del lib. 2? de su derecho de jentes dice lo que
sigue: "En todas las cosas que una nacion puede hacer por
sí misma, no la deben las demás ningun auxilio. . . .Los debe
res de una nacion para consigo misma, y principalmente el
cuidado de su propia seguridad, exijen mucha mas circuns
peccion y reserva que la que debe observar un particular en
el auxilio que presta á los demás." "No debiendo estos oficios
(los de humanidad) sino en la necesidad, y solo aquel que pue
de dispensarlos sin faltarse á sí mismo, pertenece por otra
parte á la nacion á quien se pide juzgar si el caso lo exije
realmente, atendiendo á lo que debe á su propia conservacion
y á sus intereses. . . .Por consiguiente la nacion no tiene mas
que un derecho imperfecto á los oficios de humanidad, y no
puede obligar á ninguna nacion á que se los dispense. La que
los niega intempestivamente peca contra la equidad que con
siste en obrar conforme al derecho imperfecto de otro; pero no
la hace injuria, porque esta ó la injusticia son las que ofenden
el derecho perfecto de otra." "Observemos tambien con res
pecto al príncipe en particular, que no puede seguir en este
caso, sin reserva, todos los movimientos de un corazon mag
nánimo y desinteresado que sacrifica sus intereses á la utilidad
de otro, ó á la jenerosidad, porque no se trata de su interés
propio, sino del de el Estado que se ha confiado á su celo."
"Es preciso tambien observar que cuando usamos de nuestro
derecho, ó hacemos lo que nos debemos á nosotros mismos ó á
los demás, si resulta de nuestra accion algun perjuicio á la
perfeccion de otro ó algun daño á su Estado externo, no somos
culpables de lesion. Hacemos lo que nos es permitido, y aun
lo que debemos hacer, y el mal que de ello resulta á otro, no
es con intencion nuestra." "Deben todas la naciones abste
nerse con cuidado de ofender verdaderamente á ninguna de las
demás: digo verdaderamente , porque si sucede que alguno se
agravia de nuestra conducta, cuando no hacemos mas que
usar de nuestros derechos, es culpa suya y no nuestra." El
—64—
autor habla aquí en general de los oücios de humanidad. En
el lib. 3? cap. 7? tratando del tránsito de tropas extranjeras,
dice lo que sigue: "El paso inocente se debe á todas las na
ciones con las cuales se vive en paz, y este deber'se extiende
á las tropas, lo mismo que á los particulares. Pero al dueño
del territorio pertenece juzgar si el paso es inocente, y es muy
difícil que lo sea enteramente el paso de un ejército. "En to
dos los casos dudosos es preciso atenderse al juicio del dueño,
sobre la inocencia del uso que se quiere hacer de las cosas
ajenas y sufrir su denegacion aunque se juzgue que es injus
ta Ya hemos dicho que es muy difícil que el paso de un
ejército seá del todo inocente y que lo sea con evidencia. Los
daños que puede cansar, los peligros que puede traer, son tan
variados, dependen de tantas cosas y son tan complicados,
que es casi imposible .preverlo ni remediarlo todo. Además
¡influye con tanta eficácia el interés propio en los juicios de
los hombres! Si el que pide el paso puede juzgar de su ino
cencia, no admitirá ninguna de las razones que le opongan y
entonces se da lugar á desavenencias y hostilidades continuas.
Por consiguiente, la tranquilidad y seguridad comun de las
naciones exijen que cada uno sea dueño de su territorio, y
libre para negar la entrada á cualquier ejército extranjero,
cuando en este punto no ha derogado su libertad natural por
algun tratado." "El que quiero pasar debe conceder todas las
seguridades racionales que le exijan, y por consiguiente pasar
por divisiones y depositar las armas si no le quieren permitir
que pase de otra suerte, pues á él no le toca escojer las seguJ
ridades que ha de dar."
En la comunicacion citada se ha hecho la aplicacion de es
tos principios, y si se han repetido ahora, es con la esperanza
de que hagan alguna fuerza viéndose en boca de un antor
acreditado.
Se han expuesto en la misma nota los fundamentos podero
sos que tiene el Perú para no creer inocente el paso por su
territorio de la division Colombiana que se halla en Solivia,
y además se ha probado que no tiene necesidad para venir á
Colombia de pisar el suelo Peruano. Dígase lo que se quiera,
haciéndose comercio por el puerto de Cobija no puede haber
embarazo para que en él se embarquen tropas.
Respecto de los escritos que se han publicado por la prensa
en el Perú y en Colombia, el infrascrito ha dicho bastante en
comunicacion dirijida al honorable señor Secretario de Rela
cionen Exteriores, con fecha 18 del mes próximo anterior.
¿Se quiere tambien imputar como un crimen no haber rati
ficado el tratado de Panamá? ¡Infelices las naciones si se les
pudiese obligar á hacer contratos que ellas no creen conve
—65-
nientes! ¿Qué seria entónces su independencia? Nombre vano
del cual no podrían reportar la menor utilidad. La naturaleza
misma de los tratados exije una completa libertad en las par
tes contratantes. Aun cuando un conquistador los dicta con
la espada, procura guardar todas las formas establecidas y
darles apariencias que disimulen la fuerza. El Perú, si lotiene
por conveniente, ratificará el tratado de Panamá, y si no lo
hace, no hay poder en el mundo que tenga derecho para exi-
jírselo. ¿Qué arbitro han tenido por muchos siglos las nacio
nes enropeas? Es cierto que se han visto en ellas muchísimas
guerras; pero ha sido cuando han tenido ya intencion decidi
da do hacerlas. Siempre que han querido de buena fé transar
sus disputas, lo han hecho, bien conviniéndose entre sí, bien
elijiendo una potencia mediadora. La historia está llena de
esta clase de negociaciones.
Si el Perú quisiera recordar agravios, no serian de poca
consideracion la prision del almirante Peruano en Guayaquil
y el acto escandalosísimo de poner la escuadra que mandaba
á las órdenes de un marino Colombiano: la extraccion del Pe
rú de iunumerables víctimas, muchas de las cuales fueron á
morir bajo el insalubre cielo de Panamá: el tratamiento que
en 1823 sufrió en Guayaquil el excelentísimo señor general
Peruano don José de La-Mar, el que en 1827 se dió al coro
nel Prieto, y otras infinitas cosas que son bastante públicas.
Empero el Gobierno Peruano, siguiendo el plan de modera
cion que se ha propuesto, no ha querido exijir satisfacciones
sobre estos hechos, y si el infrascrito los toca, aunque de pa
so, es solamente porque el honorable señor Secretario de Re
laciones Exteriores de-Colombia ha asentado que el Perú no
tiene agravio alguno de qué quejarse.
Resulta que el Gobierno Peruano no ha hecho otra cosa en
todo lo que se le imputa, que usar de su derecho. Por consi
guiente no se halla en el caso de acceder á las demandas que
se le hacen. Aunque ellas no fueran imposibles, bastaría el
tono adoptado por el Gobierno de Colombia para que el orgu
llo nacional justamente irritado se opusiese á concederlas.
Ha dicho el infrascrito que la division Peruana que se halla
en el Departamento de la Libertad, no tiene otro objeto que
defender el país de un ataque exterior que se ha temido con
muy poderosos motivos. Siempre que olios desaparezcan, el
Gobierno del Perú tratará libremente, por su propia utilidad
de disminuir esa fuerza, sin que para ello necesite de intima
ciones, que. . . .Pero baste por ahora. El infrascrito al escribir
esta memoria ha tenido que dejar mil veces la pluma por no
adoptar un tono igual al de la nota á que contesta. Las na-
Tom. vm. Histoia—9
—66—
ciones soberanas no deben tratarse sino como iguales. Un
tono de superioridad ofende con justicia.
El honorable señor Secretario de Relaciones Exteriores di
ce que su nacion no tome la guerra. El Perú ciertamente no
tiene por qué temerla, y si desea la paz, sin embargo de su
capacidad, es por humanidad, es porque conoce que sus inte
reses son los mismos que los de la nacion Colombiana , es
porque sabe que los dos pueblos son hermanos unidos con
vínculos indisolubles, es en fin, porque cree que seria el ma
yor escándalo emplear entre sí el valor y los recursos que solo
deberían emplearse contra un enemigo comun. Caiga la ex-
cecracion del mundo entero sobre el que haga sonar por pri
mera vez entre nosotros la trompa de Marte.
Bogotá, Marzo 21 de 1828.—Señor—José Villa.
DOCUMENTOS A QÜE SE REFIERE LV MENORIA.
NÚM. 1.
REPUBLICA PERUANA.
Ministerio de Estado en el Despacho de Gobisrno y Relaciones
Exteriores.
Al señor Secretario de Estado en el Despacho de Relaciones
Exteriores de la República de Colombia.
Lima, Enero 29 de 1827.
Señor:
S. E. el señor Presidente del Consejo de Gobierno de esta
República me ordena instruya al de VS. por su respetable
órgano que, el dia 26 del presente al amanecer, las tropas do
Colombia hicieron un movimiento, se constituyeron en la pla
za mayor, y arrestaron á los jefes principales de su ejército.
Este suceso lo esperaba el Gobierno de un momento á otro.
Habia dado aviso en tiempo oportuno al señor general Lara.
—67—
Pero la imprudente delicadeza de este señor, y la honra de sus
banderas, le hizo desatender y ann mirar con poco gusto el
anuncio importante. El objeto que hasta ahora se descubre
parece ser defender su Constitucion, y ponerse á las órdenes
de las autoridades lejítimas de su país. Nuestro Gobierno que
no tenia otra guarnicion, otra fuerza armada de qué disponer
que esta misma, ni pudo mezclarse en el asunto, ni juzgar de
la rectitud ó injusticia del hecho. Observó que se manteniau
en subordinacion, y arreglo, y les ofreció continuar los auxilios,
mientras permaneciesen en igual estado. Se han expedido ór
denes para que se acantonen, y han asegurado que las cum
plirán en esta misma tarde. Conviene sobre manera que el
Gobierno de VS. remita un oficial general de la satisfaccion
de los actuales jefes para que los conduzcan á los lugares de
esa República donde tenga por oon veniente. Parece de pru
dencia que no se les desapruebe el hecho, y que no se exaspere
á unos individuos que puede ser que temerosos del castigo
y de consecuencias que los iufamasen, podrían turbar la tran
quilidad de esa ó de esta República. Nuestra situacion es de
masiado crítica, cual VS. puede concebir. Estas tropas pueden
induir mucho contra nuestra seguridad.—Despues iré dando
cuenta de lo que ocurra, teniendo entre tanto el placer de ma
nifestarme de VS. su muy atento obediente servidor.—Ma
nuel Yidaurre.—Es cópia.
Núm. 2.
REPUBLICA PERUANA.
Ministerio de Estado del Despacito de Gobierno y Relaciones Ex
teriores.
Al señor Secretario de Estado en el Despacho do Relaciones
Exteriores de la República de Colombia.
Lima, 31 de Enero de 1827.
Señor:
El 29 del corriente tuve la honra de escribir á VS. sobre el
movimiento que hicieron las tropas de esa República el 2tí
del mismo, instruirle de los motivos en que lo fundan, de la
—es-
oportunidad con que podia haberse impedido y de los conflic
tos en que se hallaba esta capital temiendo á cada instante
ser víctima de la desmoralizacion de la tropa, y que dislocado
el órden, se sumiese la uacion en una espantosa anarquía. El
Gobierno sin respetabilidad para reprimir estos graves males
por falta de una tuerza nacional, aun se halla constituido en
la amarga necesidad de sostener la tranquilidad pública á
espensas de los crueles sacrificios y gastos inmensos que le
han obligado á hacer las reclamaciones amenazadoras que
inspira la insubordinacion a los cuerpos auxiliares, y las ins
tigaciones de algunos protervos acostumbrados á labrar su
fortuna sobre la desgracia pública.— Eu situacion tan crítica
y extraordinaria, le será á VS. fácil inferir la absoluta impo
tencia en que existe el Gobierno para dictar providencias que
mejoren el aspecto de los negocios, viéndose espuesto á cada
momento á los estragos de la licencia y del pillaje, de los cua
les no se librará, miéntras permanezca en el Perú la division
auxiliar, á quien únicamente puede inculparse el completo
trastorno y desorganizacion en que nos hallamos. S. E. solo
continúa en el mando, porque aun no le ha abandonado la es
peranza de salvar la salud pública á pesar de tantos riesgos,
y porque no debe abandonar cobardemente su reparacion
cuando aun lo resta el sacrificio de su vida, que hará, si fuere
necesario para conseguir aquella.—Para impedir estas calami
dades se han remitido los cuerpos á cautones, y héchoseles
jurar nuevamente sus banderas; empero estas medidas deben
considerarse como débiles narcóticos que calmarán instantá
neamente el desenvolvimiento de la inmoralidad. Así cree
S. E. que el único remedio que se presenta para cortar radi
calmente este cáncer, es que venga un oficial general que
reuna la confianza de ese Gobierno y de la division para sa
carla del Perú, sin manifestarle la menor desaprobacion sobre
el paso que han dado, pues cualquiera indiscrecion que se co
metiese en este negocio, produciría una irritacion de pasiones
suficiente á reagravar los males de este país y de suma tras
cendencia para el estado político de esa República.
Tengo la honra de reiterar á VS. el distinguido aprecio con
que soy su atento obediente servidor.— Manuel Vidaurre.
—69—
Núm. 3.
REPUBLICA PERUANA.
Ministerio de Estado del Despacho de Gobierno y Relaciones Ex
teriores.
Al señor Secretario de Estado en el Despacho de Relaciones
Exteriores de la República de Colombia.
* Lima, Febrero 9 de 1827.
Señor:
Tengo la honra de remitir á VS. cópia certificada de la su
maria seguida para el descubrimiento de la conspiracion in
tentada contra el Consejo de Gobierno, á fin de que se sirva
VS. elevarla al conocimiento del suyo, y pueda ratificarse
acerca de cuanto le tengo expuesto sobre esta materia por el
órgano de VS.
Reitérome de VS. con este motivo su muy atento obedien
te servidor.—Manuel Vidaurre.
Núm. 4.
REPUBLICA DE COLOMBIA.
Comandancia General de la Division auxiliar en el Perú. —Li
ma, Enero 28 de 1828.
Excmo. Señor:
La division auxiliar que reside en esta capital por justas
miras concernientes al interés de la República á que pertene
ce, ha separado á los señores generales en jete del ejército y
comandante general, y los demás jefes.de los cuerpos cuya
razon acompaño. En ello ha procedido con el orden y honor
propio de su obligacion, y ha recaido naturalmente en mí
el mando en jefe ó comandante general desde el dia 26 del
—70—
presente mes, fecha de su cambiamiento.—Con la de hoy re
mito á aquellos individuos á la República de Colombia con el
parte que doy á aquel Supremo Gobierno, y seguramente se
embarcarán el dia de mañana.— La division reconoce al Go
bierno del Perú; permanece en su misma clase y deberes de
auxiliares, y espera que como á tal tenga V. E. la bondad de
prestarle aquellas asistencias con que jenerosaiuer.te la ha
conservado hasta aquí, y en virtud de este parte me comuni
que las órdenes que crea convenientes.
Dios guarde á V. E.—Excmo. Señor.—José Bustamante.
Decreto.
Contéstesele que al Gobierno de Colombia corresponde sa
ber y juzgar los motivos que han tenido los cuerpos que de
ella dependen para la deposicion de los generales, jefes y al
gunos oticiales que se expresan; y al del Perú vijilar sobre la
conservacion del órden público: que está satisfecho de la dis
ciplina que observan las tropas, y que considerándolas siem
pre auxiliares se les proporcionará .todo lo que necesiten para
su subsistencia y comodidad mientras que su conducta se con
serve digna de los hijos de Colombia.
Una rúbrica de S. E.—Solazar.
Núm. 5.
Excmo. Señor General Sucre.
Guayaquil, 26 de Febrero de 1827.
Mi muy querido general y amigo:
El dia 23 llegué aquí habiendo salido del Callao el dia 14 '
como se lo indiqué en las cartas que por duplicado le escribí
desde aquel puerto. Desde aquí he dado parte de todo al
Gobierno de Colombia con una extension que me ha fastidia
do; pero que no dejará nada que desear. El estado de cosas
en Colombia lo sabrá U. por Guerra que va en comision cerca
de U. El presenta muy fundadas esperanzas de un pronto y
—71—
muy dichoso desenlace. Colombia se alza de su postracion y
se presenta de nuevo al mundo con dignidad y con poder.
Aquí se dice que de un momento á otro so espera á Mañani
ta, sin que yo .sepa con qué funda monto. Si viene, yo la diré
que detenga su viaje basta que no se aclare el horizonte polí
tico. Yo insto áU. con cuanta eficacia dicta la necesidad por
el pago de mis 15,000 pesos que necesito absolutamente para
vivir, despues de haber perdido cuanto tenia en el Perú. (1)
Me embarqué con 500 pesos; y aquí no se abona sueldo á los
que no tienen destino. He solicitado licencia temporal por
algun tiempo. Si mi futura permauece en Europa, - me voy vo
lando allá: y si viene, veremos qué hacer. ¡Quién sabe si seré
vecino de U. en Machadle! Ya U. considerará que en las
circunstancias en que me veo, no puedo mandar un nuevo po
der, como U. me indicó. Yo le propuse que habiendo man
dado el Gobierno del Perú detener en Arequipa los fusiles y
piedras que iban á U., echarse mano para pagarme, del dine
ro que estaba rennido en Oruro para pacrar estos artículos.
Propuse igualmente que en lugar del ofrecimiento que me
tenia hecho, yo tomaría los 15,000 pesos de lo que debia reci
bir de los departamentos por cuenta de U.—Siempre que U.
pudiese cobrar su haber.— Dije igualmente y lo repito ahora,
que este es el único partido que mi delicadeza me permite ad
mitir.—Urdaneta sale hoy para Lima con el fin de traer un
batallon que el Gobierno de Colombia ha mandado venir al
Istmo. Lleva además otros objetos de que instruirá á U.
Gnerra. Urdaueta debe ponerse en comunicacion con U. y
cualquiera que sean los sentimientos que hay entre UU. dos,
yo espero que el interés público ahogue la voz de las pasiones
individuales. Urdaneta, por su parte, me lo ha prometido así;
y yo me constituyo responsable de la sinceridad y buena fé
de cuanto él dijere. En cuanto á U. el patriotismo podrá mas
que mi interposicion. Si la comision de Urdaneta no surte los
efectos que esperamos, ya entonces es menester que U. tenga
presente lo que le tengo dicho antes; esto es, que no espere
ya niugun remedio, que piense absolutamente en U. mismo. El
Perú y Buenos-Airjs se unirán contra Iiolivia, y la situacion
de U. va á ser embarazosa, y su reputacion queda espuesta.
Una persona, de quien he hablado á U. mil veces, hace una
profesion pública de ser su enemigo declarado, y vierte contra
U. expresiones que no han usado contra U. los españoles.—
El amor á la ley me ha perdido á mí, y ha perdido al Perú.
Con este motivo vuelvo á mis principios. En América no
puede seguirse el réjimen constitucional, porque los pueblos
(1) Es enteramente falsa esta pérdida. [Nota dol flor Villa. 1
ignorantes y sencillos 'se dejan alucinar y conducir por hom
bres sin patriotismo, y sin ninguna virtud civil. Estos hom
bres claman contra los gobiernos hasta que obtienen el poder,
y luego que lo consiguen son unos déspotas insoportables.
Los trámites legales solo producen la impunidad y el aliento
de los malos para trastornar el Estado. La cuestion está re
ducida á esta muy sencilla alternativa— Constitucion y ruina
del Estado y de los hombres virtuosos, ó absolutismo y orden
y paz. Nosotros sabiamos cuauto pasaba en el Perú: y por
relijiosos observantes de los principios liberales hemos perdido
en un dia la obra de muchos años: hemos entregado áuna
República entera al desorden y á la anarquía y con nosotros
hemos arruinado á los hombres buenos. La leccion ha sido
terrible; pero se me ha grabado mucho para que pueda olvi
darla. ¡Dios sabe lo que será en lo sucesivo! Soy jóven: ten
go carácter y la revolucion no ha terminado.
Saludo cariñosamente á Alarcon y me repito—Suyo todo de
corazon.—T. de Heres.
El "Fénix", periódico de Lima, entre varias reflexiones que
hace sobre esta carta, dice lo que sigue: "Véanse conürmadas
las sospechas del pueblo y del Gobierno acerca de la mision
del sanguinario Urdaneta, que trayendo por motivo ostensi
ble el embarque de un batallon que el Gobierno de Colombia había
mandado ir al Istmo, vino con el verdadero y esencial de ponerse
en comunicacion con el general Sucre para otros objetos. Cuales
fuesen estos, bien claro lo indica el decirle que 8* la comision
de Urda neta no surtía los efectos que esperaba ya entonces era
menester que Sucre pensase absolutamente en sí mismo, porque
el Perú y Buenos-Aires se unirían contra Bolivia.—Conque el
general Urdaneta trajo (á Lima) en su comision el último re
medio á (pie era de ocurrirse en la situacion desesperada
|Y en qué consistiría, preguntamos nosotros? Los pueblos
se habian pronunciado unánimemente por su cambiamiento
político: las tropas Peruanas habian alzado con orgullo su
frente abatida por el despotismo que oprimía á la República;
y por defecto de estos elementos que era ya imposible combi
nar en nuestro daño, no les quedaba otro que la division auxi
liar que aun permanecía en nuestro territorio. Como ésta,
además se resentía del desorden consiguiente á un movimien
to militar, presenta! a facilidades para hacerla entrar en las
combinaciones proyectadas. El plan á pretesto de precaver
nos de una guerra civil, era encender la mas atroz en esta ca
pital y departamentos limítrofes, entre tanto Sucre se inter
naba por el Snd con las tropas que tenia acantonadas en la
Paz. Políticos que así calculaban entonces segun noticias
que tenemos adquiridas por personas que &."
-73-
Núm. 6.
REPUBLICA DE COLOMBIA.
Division Auxiliar del -Perú.—Cuartel divisionario en Magdale
na, Marzo 4 de 1827.
Al señor Ministro de Estado en el Departamento de la Guerra.
Señor Ministro.
Siguiendo los sentimientos patrióticos que impulsaron la
division de mi mando para el movimiento ejecutado por ella
el 26 de Enero último; y ton el objeto de consumar con gloria
y el mas feliz éxito una empresa tan digna de nuestro ardien
te celo, como sumamente importante al bien de nuestra pa
tria en la fatal crisis en que actualmente se halla, ha resuelto
pasar con la division á Guayaquil para que situándose allí, ó
en cualquiera otro punto que sea conveniente , dedique sus
servicios en favor del Congreso Nacional y de la Constitucion.
En medio de la pena grande inseparable del corazon agrade
cido de todos los individuos de la division al dejar este país
que ha sido para ellos excesivamente benéfico, sienten bas
tante consuelo cuando consideran el alivio de este Gobierno
en el ahorro de los gastos que ella ocasiona, y la satisfaccion
bien lisonjera de las ventajas resultivas al Perú y á Colombia
de los distinguidos esfuerzos con que sostendrá la causa de la
libertad. Para llevar á efecto esta medida son necesarios los
transportes correspondientes al número de dos mil y cuatro
cientos hombres, con viveres para treinta dias por las contin-
jencias que puedan ocurrir ; en el concepto de que serán
devueltos los que sobrasen. Creo que la seguridad de esta
expedicion no puede obtenerse sin el convoy de dos buques
de guerra que espero serán franqueados por el Gobierno.—
Aunque la division debiera salir pagada enteramente de lo
que se le debe por sus sueldos y gratificaciones, pero consi
derando el estado apurado del tesoro de la República, me
convendré desde luego en recibir ahora la cantidad de los
ajustes que aunque todavía no ha acabado de formarlos el co
misario ordenador del ejército, llegarán-por un cálculo aproxi-
mativo á doscientos veinte mil pesos.
Sírvase VS. hacerlo todo presente al Excmo. Señor Presi
dente á fin de que se expidan las providencias relativas á los
objetos mencionados.
Dios guarde á VS.—Señor Ministro.—José Bustamante.
Ton. vm. Historia—10
Núm. 7.
REPUBLICA PERUANA.
Ministerio de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores.—
Palacio del Supremo Gobierno en Lima, á 18 de Marzo de
1827.
Al señor Secretario de Estado en el Despacho de Relaciones
Exteriores de la República de Colombia.
Señor: *
El Ministro que suscribe tiene órden de su Gobierno para
dar aviso por el digno órgano de VS. al de esa respetable Re
pública, que, aunque desde el acto en que la division auxiliar
hizo el movimiento del 26 de Enero, hubiera querido despren
derse de ella temiendo que ese suceso trajese fatales trascen
dencias en el estado del Perú, un exceso de delicadeza le hizo
no tratar de ningun modo de su restitucion á Colombia. En
verdad, desde que se rindió la plaza del Callao, y aun antes,
finalizado el objeto que tuvieron en venir las tropas auxilia
res, cual fué la guerra con los españoles, debian de haber re
gresado. El Gobierno del Ministro que suscribe lo conocía,
pero queria evitar el menor paso que pudiese debilitar la es
trecha amistad y alianza en que deben permanecer ambas na
ciones. Esperó con prudencia que se llamasen las tropas por
el Gobierno que las habia remitido. Estas eran las determina
ciones de S. E. el Presidente, cuando el comandante que ac
tualmente manda la division, le dirijió la nota que en cópia
se acompaña. (1) Puede asegurarse á VS. que se recibió con
el mayor placer. Aunque el movimiento del 26 habia sido el
mas ordenado que podia darse en su clase, y aunque sus jefes
han mostrado una moderacion y celo á toda prueba; ya em
pezaron á sentirse proyectos varios de contrarevolucion que
por felicidad se han sofocado. Cuales hubieran sido las con
secuencias al realizarse, es fácil concebir. La seguridad y
tranquilidad del país hubieran tenido que sufrir mucho, y tal
vez la de Colombia, y no se hubieran concluido sin mucho
derramamiento de sangre. El señor Ministro á quien se dirije
la palabra sabe muy bien que una revolucion impedida ó cas
tigada produce otras, y que las empresas se repiten hasta que
(1). Es la que lleva el núm. 6.
—75—
se logre el éxito deseado. El sosiego era imposible en el Perú
con una division, cuya moral se iba desquiciando, y que ha
blando de un modo político y militar propiamente no dependía
de ningun Gobierno, y obraba por sí con los fines pronuncia
dos en sus proclamas. Todo esto hizo acojer del modo mas
gracioso la proposicion, y aunque las tesorerías se hallaban
en el estado mas lamentable por los mismos gastos del año
anterior, se ha proporcionado dinero, vestuario, buques, y
cuanto se ha solicitado para su salida. No se dió cuenta al
Gobierno de VS. en él dia mismo en que pasó la nota el
comandante de la division, porque todos los buques se nece
sitaban para los transportes, y porque se creyó que el ajente
de negocios de esa República lo habría hecho por sí. Pero en
el momento que reconvino para que se le concediese permiso
de remitir un buque, se le concedió, sin detenerse en hallarse
cerrado el puerto, miéntras se sabia la causa porque Guaya
quil habia expedido igual providencia. Esté persuadido el
señor Ministro, que nada dista tanto de la República Perua
na, como dar el mas pequeño motivo de queja al Gobierno de
Colombia, lo que asegura á VS. con la mayor sinceridad.—
Señor Miuistro.—Su atento obediente servidor—Manuel de
Vidaurre.
Núm. 8.
a mis conciudadanos.
Razones muy poderosas me han impedido manifestar al
mundo, como era de esperarse, los motivos justos que me im
pulsaron á tomar parte en el glorioso movimiento ejecutado
por la tercera division de Colombia auxiliar al Perú, el 26 de
Euero último: los que tuve para dirijirme con ella al Snd de
la República, y la causa de los trastornos que despues ha ex
perimentado. Bastaute se ha escrito y dicho sobre esto, con
agravio de la verdad, por los amigos de la dictadura, por los
ajen tes del despotismo, por los hombres que sobreponen al
general Bolivar á la marcha uacional y á la libertad misma:
ellos han divulgado mentiras de que es capaz su fecunda ima-
jinacion. En Cuenca perdí los documentos con que pudiera
hablar, y esta ha sido la principal causa de mi silencio. Aho
ra solo trato de manifestar los motivos que me comprometio
—76—
ron á dar una declaracion, que ya corre impresa, y que ha
llegado á mis manos harto tarde, á fin de que instruidos sobre
el particular no les sorprenda una ocurrencia forjada por ma
nos intrigantes, entre las que estuve envuelto en una época
desgraciada.
Todos saben que por una reaccion ejecutada en la ciudad
de Cuenca fui aprisionado y entregado inmediatamente al
señor general Torres, intendente de aquel Departamento. An
tes de mi llegada se rujia asertivamente en esos pueblos que
el Perú me habia ofrecido 500,000 pesos .porque desmembrase
á Colombia el Departamento de Guayaquil, ó todos los del
Sud, y lo agregase á aquella República. El general Torres
me lo preguntó en conversacion, y yo queriendo convertir en
mi favor el mismo engaño, corroborando con apariencia de
franqueza aquella impostura, que no dudaba emanase de los
del partido de oposicion, le respondí: que era cierto, pero al
tamente despreciado, porque yo no me vendía, ni la division
toda pensaba jamás en atacar la integridad de la República.
Marchando preso hácia Riobamba me manifestó el señor
Torres temores de que Guayaquil se sustrajese de su unidad
con Colombia, y aprovechándome de su desconfianza, le pro
puse que me permitiera venir á esta ciudad á tomar el mando
del resto de la division que aquí se hallaba, para evitar de es
te modo cualquiera pronunciamiento inconsiderado é ilegal.
Llegado que fui á la presencia del señor general Flores, le fué
anunciada mi oferta, y se me concede, añadiendo á esta, otras
condiciones entre las cuales se hallaba la de remitirle la tropa
por escalones para que el Departamento fuese ocupado por la
suya. Convine en cuanto se me propuso, sin pensar en cum
plir mas que el voto tan antiguo de mi corazon de ser siem
pre fiel á Colombia, y no unirme jamás á los que han suscrito
por un Gobierno despótico. Pronto ya para marchar, se me
exije la expedida declaracion, señalándome los puntos á que
debiera contraerme. Llamé entónces al general Torres, y le
hice ver, que era falso el ofrecimiento del Perú , manifestán
dole la intencion que tuve cuando en conversacion le manifes
té ser efectiva; pero él con falaces reflexiones me exijió, que
lo afirmase, pues ya Flores lo creia, y mi negativa indicaba
una adhesion al Perú, cuya presuncion bastaría para romper el
pacto que habiamos celebrado, y remitirme á S. E. 'el general
Bolivar.
Yo advertía que me obligaban á este paso para considerarlo
un principio legal con que afrontar al Perú un rompimiento
con Colombia, y en represalia justificar la guerra que todo el
mundo sabe están dispuestos á hacerle; pero para disponerme
á prestar sin obstáculo aquella declaracion, me ofrecieron no
—77—
darla jamás á luz, sino en el caso de que el Perú manifestase
abiertamente sus miras contra Colombia; y tanto porque yo
creia que no llegase ese caso, como porque mi resistencia me
arrastraría á mil calamidades, me decidí á hacerlo que pedian
mis enemigos en medio de la fuerza.
Los generales Flores y Torres, faltando á la buena fé de su
promesa, han publicado ya la enunciada declaracion. No pre
viendo yo que su palabra fuese nula garantía, no qüise mani
festar al Gobierno en mi parte oficial esta ocurrencia, pero en
carta particular á S. E. el Vice-Presidente, con fecha 23 de
Mayo, esto es, cinco dias despues de mi arribo á esta ciudad,
le indico menudamente cuanto pasó.
Esta manifestacion pongo igualmente en conocimiento del
público, á fin de evitar la sorpresa que pueda cansarle la ca
rencia de antecedentes, sobre los cuales podrán juzgar con
fundamentos, y dar el fallo que pida la razon y la justicia.—
/. Bustamante.
Guayaquil: Imprenta de la "Ciudad", por M. I. Murillo.—
Agosto 29 de 1827.
Núm. 9.
REPUBLICA DE COLOMBIA.
Lima, Octubre 4 de 1827.
Al señor Ministro de Estado en el Departamento de Gobierno
y Relaciones Exteriores.
Señor Ministro.
Impuesto de la nota que YS. se ha servido dirijirme en el
dia de ayer, con el objeto de que informe qué autoridad ó
porsenas me hicieron el ofrecimiento de 500,000 pesos, que en
un manifiesto que ha visto el Supremo Gobierno, publicado
por mí en Guayaquil en 20 de Agosto, aseguro' se me hizo
porque desmembrase de Colombia los departamentos del Sud
de aquella República, ó parte de ellos; diré á VS.: que yo no
he dado en Guayaquil otro manifiesto que el que tengo la
honra de incluir, [1] en el que léjos de asegurar que sea cierta
[1] Es el anterior.
—78—
aquella oferta, expongo que fué una impostura, que corroboré
irreflexivamente en Cuenca, antes de la reaccion de 5 de Ma
yo, sin temer ninguna consecuencia fatal y con solo el objeto
de atraerme un partido que me era útil y se me separaba por
suponerme miras proditorias. La razon porque despues en la
declaracion que se me exijió en la parroquia de Alausi asegu
ré que se me habia hecho el ofrecimiento de los 500,000 pesos,
la contiene el mismo manifiesto, y además diré á VS. que el
general Flores no estaba conforme con los términos en que pu
se aquella declaracion, sino que me manifestó deseos de que
afirmase terminantemente que el Gobierno del Perú me habia
hecho aquella proposicion.
Si el Supremo Gobierno que ha visto el manifiesto indica
do, cree que en él no me expliqué con bastante claridad, y que
la confusion de mi expresion llegó al extremo de decir sí,
cuando intenté decir nó; VS. me abre un campo agradable
para protestar de la mejor buena fé y de un modo terminante,
que ni el Gobierno del Perú, ni persona alguna, me hizo ofer
ta de los 500,000 pesos con ningun objeto, ni la tercera divi
sion auxiliar que accidentalmente se hallaba á mis órdenes,
tuvo jamás otras miras al emprender la marcha á los depar
tamentos del Sud de Colombia, que restablecer el órden cons
titucional, alterado por los enemigos de la libertad, y oponer
se por todos los medios que estuviesen á su alcance á las mi
ras despóticas y ambiciosas del general Bolivar.
Creo haber satisfecho los deseos del Supremo Gobierno que
VS. so digna manifestarme en su citada nota.
Dios guardo á VS.—J. Bustamante.
Núm. 10.
REPUBLICA DE COLOMBIA.
Ajencia diplomática en el Perú.—Lima, Marzo 17 de 1828.
Al señor Ministro de Estado en el Despacho de Relaciones
Exteriores de la República del Perú.
Señor:
El infrascrito Encargado de Negocios de Colombia ha teni
do la honra de recibir con la comunicacion del señor Ministro
de Relaciones Exteriores del Perú de fecha 16 del corriente,
r
-ra
li órden que bu señoría ha tenido la bondad de enviarle para
la Comandancia General de Marina, á fin de que se permitie
se al infrascrito despachar á la goleta Olmedo para Colombia.
En consecuencia el infrascrito dispuso que el expresado buque
se hiciese hoy en la mañana á la vela, conduciendo á su bor
do al capitan Gabriel Urbina en comision cerca de su Gobier
no, y ahora que son las doce del dia acaba de saber que se ha
introducido tropa á bordo de este buque, con el objeto de im
pedir su salida.
El infrascrito no sabe qué pensar de esta determinacion, y
suplica al señor Ministro de Relaciones Exteriores se sirva
darle una explicacion de lo que pueda haberla motivado para
arreglar su conducta en el particular.
El infrascrito reitera al señor Ministro de Relaciones Exte
riores las protestas de la mas distinguida consideracion y
respeto, con que se repite muy atento obediente servidor—
Cristóval de Armero. ,
Núm. 11. .
REPUBLICA PERUANA.
Ministerio de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores.—
Palacio del Supremo Gobierno en Lima} d\l de Marzo de
1827.
Al señor Encargado de Negocios de Colombia.
Señor:
Por un parte del comandante general de marina y por la
nota de VS. ha sabido S. E. el Presidente de Gobierno que se
ha introducido tropa en la goleta Olmedo, que el señor Ajente
determinaba saliese en la mañana de este dia, en virtud de la
órden que al efecto habia pasado este Gobierno. Las tropas
de que habla el señor Ajente no son Peruanas, sino Colombia
nas, no se han introducido por mandato de S. E. el Presiden
te, sino por disposiciones del comandante de la division. Este
suceso convencerá al señor Ájente, que las tropas auxiliares
no están ni han estado jamás sujetas al actual Gobierno. No
obstante se van á poner en planta todos los medios de urba
—80—
nidad para que el señor comandante de la division de Colom
bia deje libre el arriba mencionado buque, y pueda partir en
el momento que el señor Ajente lo determine.
El infrascrito Ministro tiene la honra de expresarlo así como
su muy atento obediente servidor—Manuel de Vidaurre.
Todas las anteriores son cópias fielmente hechas.
(Firmado)—Saravia, secretario.—Comprobadas.—Hay una
rúbrica.
REPUBLICA DEL PERU.
Legacion cerca del Gobierno de Colombia.—Bogotá, Abril 1? de
1828.
Al honorable señor Secretario de Estado en el Despacho de
Relaciones Exteriores de la República de Colombia.
En la memoria que el infrascrito Ministro Plenipotenciario
del Perú tuvo la honra de dirijir al honorable señor Secretario
de Relaciones Exteriores de Colombia, con nota de 25 de
Marzo anterior, dijo que ignoraba lo acaecido en Lima con el
comandante Ramon Márquez. Despues ha tenido noticias
circunstanciadas de este suceso, que acaeció del modo que
sigue.
El señor Ramon Márquez llegó al Callao, y por una medida
general, muy conforme á las circunstancias del país, mandó
el comandante de marina que todos los pasajeros quedasen á
bordo del buque en que habian llegado en clase de detenidos.
El comandante Márquez mandó á tierra su pasaporte é inme
diatamente se levantó su detencion. El señor Ministro de
Relaciones Exteriores del Perú lo satisfizo verbal mente, di-
ciéndole que la órden del comandante de marina no habia
sido contraida á él, pues no se sabia si estaba ó nó en el bu
que, ni la comision que llevaba, y en prueba de ello se le dejó
en completa libertad para desembarcar ó hacer lo que quisie
se, luego que se vió su pasaporte. El señor Márquez no pudo
dejar de quedar satisfecho, porque se le decían cosas que él
mismo acababa de ver.
El infrascrito sabe positivamente que el mismo comandante
Márquez comunicó al Gobierno de Colombia todo lo acaecido
en los términos en que se acaba de referir, y así le ha sor
—81—
prendido que en la nota de 3 del próximo pasado se haya
presentado de un modo tan diferente.
El infrascrito cree inútil hacer reflexiones sobre esto. No
se ha hecho agravio al señor Márquez, y así el Gobierno de
que depende no tiene de qué quejarse. Aunque el del Perú
hubiese mandado la detencion de los pasajeros hasta exami
nar quienes eran, no habría dado en esto motivo alguno de
queja. Nadie podrá negarle la facultad de hacerlo.
El infrascrito reitera al honorable señor Secretario de Re
laciones Exteriores de Colombia los sentimientos de su mas
distinguido aprecio. —José Villa.
REPUBLICA DE COLOMBIA.
Secretaría de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores.—
Bogotá, Mayo 22 de 1828.—18.
Al honorable señor José Villa, Ministro Plenipotenciario del
Perú.
Señor.
Habiendo recibido el infrascrito Secretario de Estado en el
Despacho de Relaciones Exteriores las órdenes do S. E. el
Libertados Presidente para contestar al señor Ministro Ple
nipotenciario del Perú la memoria que con su apreciable nota
de 25 de Marzo se sirvió dirijir á esta Secretaría en respuesta
á la que con fecha de 3 jdel mismo se le pasó: se apresura á
verificarlo.
El infrascrito se abstendrá de responder á varios puntos
que el señor Ministro ha querido injerir en su memoria, sin que
se hubiesen tocado en la comunicacion á que contestó su se
ñoría: y se ceñirá únicamente á los que se propusieron al
mismo señor Ministro en comunicacion de 16 de Febrero y á
los que se limitó la de 3 de Marzo añadiéndose solamente el
de reemplazo de las bajas de los cuerpos que formaron la 3?
•division auxiliar.
Se abstendrá tambien de vindicar al Gobierno de Bolivia
de las imputaciones que se le hacen en la memoria, y solo
tratará de ellas en cuanto tengan relacion ;con la expulsion
del ajente de esta República en el Perú, señor Cristóval Ar-
Tom. viu. Historia—11
-82-
tnem Kl Gobierno de Solivia y su ilustre Jefe, tienen bastan.
, tes medios para vindicarse sin necesidad del auxilio del Go-
.bierno de Colombia.
Se abstendrá igualmente de entrar en la discusion de si en
esta clase de composiciones deban citarse doctrinas de auto
res, y sobre si la obra del derecho de jentes de Vattel, por solo
el hecho de haberse designado en el plan general de instruc
cion pública como mas á propósito por su método, claridad y
concision para la enseñanza del derecho internacional en las
universidades y colegios, deba considerarse de suma autoridad
en Colombia como lo asegura el señor Ministro. Esta cuestion
es mas propia para ventilarse en una academia que en las re
laciones de nacion á nacion.
.Y se abstendrá finalmente de usar en esta nota con respec
to al Gobierno del Perú, á su jefe, á sus ajenies, á los Perua
nos y al mismo señor Ministro á quien se dirije, el estilo nada
conciliatorio y las expresiones injuriosas de que ha usado su
señoría con respecto al Gobierno y Jefe de Colombia, á su
ajente en el Perú señor Cristoval Armero, á muchos Colom
bianos y á esta Secretaría. El infrascrito si así lo hiciera ofen
dería al decoro y dignidad de su Gobierno, faltaría al respeto
y consideracion que se deben al del Perú, y violaría las reglas
establecidas entre las naciones en sus comunicaciones recí
procas.
El señor Ministro Plenipotenciario del Perú debe estar se
guro de que el Gobierno de Colombia desea y ha deseado
siempre la amistad del de aquella República. La ha buscado,
la ha solicitado, y por decirlo así, la ha conquistado consa
grando á la independencia y libertad del Perú, la sangre de
los Colombianos, Ja reputacion y crédito de sus jefes y la glo
ria y laureles de Bolivar. ¿Pero será posible que siguiese cul
tivándola con el mismo ardor cuando sus servicios han sido
pagados con ultrajes y sus sacrificios con agravios? La amis
tad entre las naciones, así como entre particulares, para que
no se entibie, es preciso la alimenten recíprocos buenos oficios.
¡Qué servicio tan importante hubiora hecho el señor Minis
tro a las dos naciones si desvaneciera esos agravios de que ha
tenido que quejarse el Gobierno de Colombia del de el Perú,
y si satisfaciera completamente á los cargos! La armonía y la
concordia estuvieran restablecidas, la amistad se habría estre
chado y consolkládose la paz: pero desgraciadamente su seño
ría no ha satisfecho á los cargos á que ha tenido la bondad de
contestar: se ha denegado absolutamente á intervenir en dos
muy principales, el de liquidacion y pago de los auxilios re
mitidos al Perú y el de devolucion de la provincia de Jaen y
parte de la de Mainas, y aun ha hecho de su memoria un nue
—83—
vo agravió á este Gobierno por el lenguaje y expresiones de
que se ha valido. v
Confesando el derecho que tiene Colombia á cobrar del Pe
rú los suplementos que tan jenerosamente le hizo y la obliga
cion y capacidad de pagar en que se halla su Gobierno, el
señor Ministro se resiste sin embargo á tratar esta materia, y
auu á solicitar instrucciones sobre ella, y se adelanta á pro
poner para que se verifique la liquidacion y pago, medios que
serian muy onerosos y degradantes á este Gobierno. Quiere
su señoría que so remita al Perú un ajente con este objeto,
cuando aun no se ha dado satisfaccion por la expulsion del
que allí tenia, y era de esperarse que se hiciera lo mismo con
el que fuera: quiere que el ajente llevara un archivo de pape
les en donde constan aquellos suplementos, causándose esta
nueva molestia y este nuevo gasto á Colombia: quiere que
vaya á rejistrar archivos en el Perú donde no pueden existir
documentos de cargo , porque allá fué donde se recibieron
los auxilios, no de donde partieron; ni de descargo, porque es
notorio y lo sabe el señor Ministro que nada se ha pagado en
razon de esta denda; y quiere finalmente que esto asunto en
tre dos naciones aliadas, amigas y hermanas, de las cuales la
una ha recibido de la otra servicios eminentes y heroicos, por
los que debiera esperar la mayor gratitud, se maneje como un
pleito entre particulares. ¿Y podrá el Gobierno de Colombia
quedar satisfecho con la justicia que se le confiesa cuando al
mismo tiempo se le proponen para obtenerla medios tan in
dignos como indecorosos?
Este negocio no puede ajustarse ni concluirse sino por con
venios amistosos como se ha estipulado para casos iguales en
los tratados entre Colombia y el Perú. Loexijen así el decoro
y dignidad de las dos naciones, las relaciones que las unen,
su justicia y buena fe. Se atuvo á esta el Gobierno de Co
lombia, cuando prestó al Perú los auxilios, cuyo valor recla
ma, sin hipoteca, sin cauciones, y sin ninguna especie de se
guridad: y el Gobierno del Perú con acreedor tan jeneroso,
tan desinteresado y que le auxilió en sus mas grandes conflic
tos, está obligado á la mas extricta reciprocidad. No puede
sin inferirle una injuria atrocísima, dudar de la cuenta que se
le ha presentado y exijir que se sujete á un exámen ríjido, á
un juicio rigoroso de cuentas; porque esto envolvería el .con
cepto de que se trataba de engañar y de aprovecharse de su
mas no debidas ó no comprobadas perfectamente.
Conducido sin embarga el Gobierno por la franqueza, la
sinceridad y buena fé, no tendrá inconveniente en aclarar
cualquiera duda que pueda suscitarse en cuanto á algunas
partidas de la cuenta: mas esto no puede hacerlo sino aquí
donde existen los datos que han servido para la liquidacion,
donde se hallan los comprobantes de esa cuenta que el señor
Ministro asegura haber recibido como un puro anuncio; y por
lo mismo este Gobierno reclama del de el Perú la autorizacion
competente para el señor Ministro, ó el nombramiento de un
ajente instruido al efecto.
El Gobierno dol Perú no ha dudado, ni podido dudar que
es dendora su nacion á Colombia, y se halla convencido de
que su denda escede de dos millones de pesos, pues que él so
ha comprometido al pago de esta cantidad á buena cuenta de
lo que debiera. El Gobierno de Colombia le ha requerido, no
lma sino cinco veces á la satisfaccion de ella, por lo ménos en
una parte, representándole los embarazos y ahogos en que so
hallaba para conservar su crédito exterior, que sirvió conside
rablemente para facilitar los auxilios al Peru: y consiguió por
último que el Consejo de Gobierno en comunicacion de 8 de
Setiembre de 1820 le ofreciese que pava Enero ó Marzo del
año siguiente pondría á su disposicion dos millones de pesos
abonables á su denda. Hay, pues, ya una estipulacion ante
rior, un convenio entre los dos gobiernos sobre el tiempo en
que debia empezarse el pago: y siendo posterior á é1 la mision
del señor Ministro, el Gobierno de esta República debia espe
rar que trajese instrucciones sobre la materia. El Gobierno
las reclama nuevamente, así como sobre el punto de devolu
cion de la provincia de Jaen y parte de Mainas que tampoco
se ha creido el señor Ministro autorizado para tratar.
Este territorio perteneció indudablemente al Vireynato de
la Nueva-Granada y Presidencia de Quito: nunca estuvo suje
to al Pern, y sin embargo el Gobierno provisorio por la fuerza
lo agregó á su dependencia. El Gobierno de Colombia luego
que pudo lo reclamó por medio de su Plenipotenciario, y con
todo se ha sostenido, y sostiene aquella violencia inferida por
quien, como dice el señor Ministro, no tenia mas autoridad
que la que le prestaban las circunstancias, no residiendo en
el legalmente el ejercicio de la soberanía. Fué, por tanto, un
acto opresivo así por el que lo ejecutó, como por el modo con
que lo verificó; y de un acto de esta especie no pueden resul
tar derechos, ni accion para retener.
Para que se restituyese un territorio ocupado por lafuerza,
no era necesario un tratado, porque este solo puede tener
lugar cuando de una y otra parte hay derechos que contro
vertir. ¿Y cuál puede alegarse por el Perú á este territorio?
¿La fuerza? La fuerza no hace derecho. ¿Haberlo libertado?
Si esto diera derecho, ¿á cuántas provincias no lo tendría Co
lombia en el Perú? Jfo hay, pues, caso para un tratado, y
bastaba que se reclamase para¿que [se hiciese la restitucion.
—85—
El Ministro Plenipotenciario de Colombia solicitó este acto
de justicia; el Ajente de Negocios reprodujo la solicitud de
aquel, protestando dela admision de los diputados por Jaen
al Congreso Peruano, y uo obstante el despojo continúa y la
ocupacion se conserva.
Es verdad que el año de 1822 se ajustó con el Perú un tra
tado sobre límites; pero no habiendo convenido el Perú en
demarcarlos de un modo capaz de evitar toda disputa y con
troversia en lo sucesivo, ni obligádose expresamente á la de
volucion del territorio de Jaen y parte de Mainas, el Congreso
se vió en la necesidad de desaprobarlo. El Perú no tuvo cier
tamente en las cámaras de Colombia un influjo directo; pero
es indudable que lo tuvo indirecto y muy eficaz, pues no ha-
biendo querido convenir en nada útil ni decisivo, la cuestion
Labia quedado en el estado en que se hallaba. La tentativa
fué entónees estéril, y lo han sido hasta ahora las reclamacio
nes que se han hecho, pues (pie las provincias mencionadas
aun están, en poder del Perú, y se cita por el señor Ministro
como un derecho para retenerlas la posesion en que se halla
sn Gobierno.
El de Colombia habia convenido por el mayor bien do am
bas naciones en que esta materia se ajustase y concluyese por
mi tratado de límites: mas no habiendo tenido efecto. debe
instar por la restitucion de aquellas provincias para que se
reintegre el territorio de esta República. Confia en eso Con
greso en que ios pueblos han depositado el ejercicio de la so
beranía á la cual es inherente la justicia: confia en el honor y
buena fé del Gobierno del Perú: y confia en los buenos senti
mientos de la nacion, que una reclamacion tan fundada ten
drá todo su efecto. Es preciso que la injusticia cese, se resti
tuya el despojo y que el Perú acredite con este hecho que no
ha querido engrandecerse á costa de Colombia.
El Gobierno de esta República atendido el empeño de rete
ner unas provincias que no pertenecen al Perú, á lo que se
bizo con la division auxiliar, y á lo que ésta ejecutó en los
departamentos del Sur, debió formarse el concepto de que el
Perú trataba de su engrandecimiento: y ahora lo ha ratificado
por los documentos que acompaña el señor Ministro, y por los
hechos que refiere. Desde que la division salió del Perú para
Colombia se supo que venia con el intento de segregar los
tres departamentos meridionales, incorporarlos al Peéú, ó si
esto no podia verificarse, independizarlos. Se confirmó esta
noticia cuando una parte de la division desembarcó en un
puerto Peruano, para entrar por tierra en el Azuay, y la otra
parte se dirijió á los puertos de Guayaquil para invadir sus
provincias, deponer á las autoridades Colombianas, descono-
—86—
oer al jefe del Gobierno, é insultarle, y colocar al frente del
- Departamento á un general Peruano. La buena suerte de
Colombia, la Providencia quo vela en su conservacion, hizo
inútiles estos planes, disipó la tempestad, desbarató lo de
Guayaquil, y destruyó lo del Azuay apenas se emprendió. ¿Se
engañarían el Gobierno y los Colombianos en creer que el del
Poní habia autorizado y fomentado esta empresa? Veámoslo.
Entre los documentos que acompaña á su memoria el señor
Ministro está al núm. 6 la comunicacion del oficial Busta-
mante al Gobierno del Perú avisándolo con fecha 4 de Marzo
de 1827 su resolucion de venir para Colombia. El Gobierno
la acqjió con placer y aprontó todo lo necesario para el viaje
con tanta celeridad, quo el 16 del mismo mes estaba ya la di
vision toda embarcada y pronta á darse á la vela al dia si
guiente. No se avisó esta resolucion al Ajente de Colombia:
no se comunicó al Gobierno de esta República hasta el 18 y
cuando ya se habia realizado la salida; y segun diee el señor
Ministro, mientras se verificaba ia operacion se cerró el puer
to del Callao, no con otro objeto seguramente, que el de que
ninguno diese la noticia. ¿Y por qué esta precaucion, por qué
aquel silencio, aquella reserva, si el proyecto se limitaba á
deshacerse de una tropa que no era ya tolerable en el Perú y
se devolvía á su país?
El Ajente de Colombia supo la próxima salida .de la divi
sion, cuando ya no podia ocultarse mas, pues quo el embar
que se estaba haciendo; y con fecha 13 de Marzo ocurrió al
Gobierno del Perú solicitando que se señalase por punto de
desembarco á Panamá y no á Guayaquil como se habia re
suelto. El Gobierno no solo se denegó á esta medida protes
tando que seria desobedecido, cuando los buques eran suyos
y la tripulacion y oficiales que debian dirijir la navegacion y
su rumbo estaban á sus órdenes, sino que, segun expresa el
señor Minist ro, los buques, hasta los de guerra que servían de
convoy, se pusieron á ordenes del oficial Bustamante, sin de
signarse en las instrucciones punto de desembarco, con el fin
sin duda de que aquel oficial pudiese hacerlo donde fuera mas
conveniente á la empresa que so meditaba. ¿Y esta negativa
desnuda de todo fundamento verosímil y ála que, para hacer
la mas cruel y sensible, se añadió una disposicion del .todo
contrar^ á lo que se pedia, podrá hacer creer que el proyecto
del Peru no era siniestro y ominoso para Colombia!
El Ajente de esta República manifestó en dicha comunica
cion la sorpresa que le habia causado y con razon, la resolucion
deque viniese para Colombia aquella tropa.^Esta y el Gobier
no del Perú habian pedido al de Colombia un oficial general
que la mandaae:^ y envolviendo tal peticion un tácito com
promlso de esperarlo, «ra muy regular se aguardara para que
con su anuencia se tomaran las medidas convenientes al re
greso de la division y se verificase con orden, con regularidad
y evitándose males: pero el Gobierno del Perú olvidándose de
esto supone para sostener su medida, y no acceder á la soli
citud del Ajente, que las tropas eran perjudiciales porque es
taban independientes. ¿Y se podrá creer esta excusa, cuando
en el decreto cópia núm. 4 de los documentos (pie acompaña
el señor Ministro, asegura el Gobierno á Bnstamante que
consideraría siempre á las tropas como auxiliares, y cuando
en esta calidad, y mirándolos bajo su dependencia la habia
remitido á cantones y hécholes jurar de nuevo sus banderas,
segun se lo comunicó al Gobierno de Colombia en la nota có
pia núm. 2 de aquellos documentos? ¿Y si no puede estarse
por tal excusa que se contradice con las palabras y acciones
del mismo que la empleaba, no deberá suponerse que ella te
nia por objeto paliar una empresa en que se bailaba interesa
do el Perú?
El Ajente contestó con argumentos de hecho que probaron
hasta la evidencia la debilidad del protesto, reclamó á nom
bre de su Gobierno una remision que ilm á ser tan perjudicial
á la República, y protestó de tal medida, haciendo responsa
ble al Perú de los daños que se siguieran: mas nada se pudo
conseguir, porque segun debe inferirse de los antecedentes la
empresa estaba decretada, y el Perú no quería privarse de las
ventajas que se prometía despedazando el territorio de una
nacion amiga, aliada y hermana, y á quien debia su existen
cia política. No se alegó entonces la desmoralizacion de la
tropa, no se hizo argumento de su indisciplina, porque se ha
blaba con persona á quien constaba lo contrario, y antes bien
se mencionaron en la nota del Ministro de Relaciones Exte
riores del Perú fecha lo' de Marzo los comedimientos y decoro
con que se habia portado el que hacia do comandante de aque
lla division. No es pues, ahora del caso esta escusa que no
empleó en tiempo, y cuando podía el Gobierno del señor Mi
nistro.
Es verdad que alegó (pie habia proyectos de contrarevolu-
cion: pero no se los atribuyó á la tropa, ni era posible se los
atribuyera, cuando el comandante estaba á su devocion y ha- ,
bia protestado al Gobierno á nombre de la division que'lo re
conocería y permanecería en su misma clase y deberes de
auxiliares, es decir, sujetos á él y á sus órdenes. Además el
Gobierno contaba con una fuerza de 1,500 hombres que esta
ba en Jauja, y entró á Lima el 5 de Febrero: contaba con la
decision del pueblo, que segun la expresion del señor Minis
tro se habia declarado en contra de la Constitucion que aca -
—88—
baba de jurarse: y contaba con una poblacion numerosa, y con
personas de ardimiento como las que le obligaron á arrojar
del país con insulto y con ignominia al Ajente de Colombia.
4Y qHÓ podia temer con tales medios y con tantos recursos de
una division que solo constaba de dos mil cuatrocientos nom
bres? El general Heres, en la carta que se le interceptó, nada
dice de contrarevolucion: nada sobre seduccion á la tropa: na
da sobre sublevarla; y solo manifiesta á un amigo sus ideas
y pensamientos, que aun suponiéndolos malos él los deposi
taba en el seno de la amistad. El infrascrito ignora por tanto
con qué fin se ba presentado esa carta.
Partió por último de Lima la division Colombiana con
anuencia, y aun con placer del Gobierno del Perú, porque ve
nia á seguir, segun dijo Bustamante en su comunicacion al
mismo Gobierno, los impulsos de su ardiente celo y á consu
mar con gloria y et mas feliz éxito la empresa comenzada el
36 de Enero. ¿Y cuál fué la empresa? Deponer á sus gene
rales, desconocer la autoridad del Gobierno que los babia em
pleado -y bacerse árbitros de la suerte de su patria. Fué, pues,
para acabar de desconocer, al Gobierno de Colombia, para
destruir las autoridades existentes, y para disponer do todo á
su antojo y voluntad que se emprendió la venida: y el Gobier
no del Perú' á quien se dirijió esta comunicacion, que supo
tales intenciones, y que no obstante acojió la resolucion de
Bustamante y la hizo suya sosteniéndola y dándole una pro
teccion eficaz, no hay duda que coadyuvó á sus intentos é
hizo cuanto estuvo de su parte para destruir este Gobierno y
para desgarrar su territorio.
La parte de la division que desembarcó en los puertos del
Departamento de Guayaquil verificó lo que se habia anuncia
do. Lo ocupó todo, quitó á las autoridades Colombianas, puso
otras del agrado ^el Perú: pidió cuentas desde Guayaquil al
jefe del Gobierno, le provocó é insultó. La otra parte méuos
feliz encalló en sus proyectos, y terminó su arriesgada empre
sa en el Departamento del Asuay, dejando á sus compañeros
sin apoyo, sin auxilio y sin cooperacion, por lo que segura
mente se desvaneció todo el plan. Bustamante confesó una
parte de él ante las autoridades Colombianas; y, si despues se
retractó, lo hizo ante las autoridades Peruanas, y por compla
cer á un Gobierno, á quien habia querido agradar en sus pla
nes proditorios. Debe, pues, inferirse que el Gobierno del Perú,
que fomentó todos estos actos pudiéndolos impedir: que no
evitó la venida de la division, sabiendo su objeto y fines: que
se resistió tenazmente sin causa justa á las insinuaciones
del Ajente de Colombia ; y que dió órdenes. en contrario á
lo que se le pedia con tan fundados motivos, tenia miras si
—89—
Diestras éontra Colombia, y que para ponerlas eü práctica,
sembró la deslealtad en la 3? division auxiliar.
Esta tropa que vino' á su país con tan perversas intencio
nes, que las puso en ejecucion, que invadió á la vez dos de
partamentos, y que se puso en ludia con el Gobierno nacional,
ha merecido sin embargo los elojios del Perú, y el señor Mi
nistro no se atreve á negarlo. Sus oficiales, bien conocidos
en el Perú, que han desertado de sus banderas, y huido de su
patria á quien intentaron despedazar, y de su Gobierno á
quien trataron de desconocer, han hallado acojida en-aquella
Eepública contra la fe de los tratados en los que se ha esti
pulado entre Colombia y el Perú la entrega de desertores. Es
verdad que el Gobierno de Colombia no los ha reclamado aun,
y es probable que no los reclame jamás, porque se contentará
con el destierro voluntario que se han impuesto y con que vi
van en el Perú á cuyo Gobierno han servido; ¿mas era deco
roso, honesto, y digno de ese Gobierno que acojiese á unos
militares cuya desercion le era notoria, cuyos excesos le eran
conocidos, sabiendo que habian puesto á esta República ami
ga, aliada y hermana del Perú al borde del abismo; (pie habian
escitado en ella la guerra civil y atrevídose á desconocer al
Gobierno de su país? ¿Y si á pesar do esto los acojió tribután
doles elojios, no es de colejirse que ha sido por el servicio que
emprendieron hacerle separando de Colombia los tres depar
tamentos meridionales?
Dígase lo que se quiera, la única causa de la ignominiosa
expulsion del Perú del Ajente de Colombia, no fué otra que
haber sostenido los intereses de su nacion; resistido y protes
tado la resolucion del Gobierno del Perú de enviar á Colom
bia y por puntos en que podia ser perjudicial, como en efecto
lo fué, la tercera division auxiliar; y haber denunciado á su
Gobierno las intenciones del do el Perú acerca de los departa
mentos del Sur. Desde entonces sufrió una persecucion que
' no cesó hasta su destierro. A poco tiempo de aquellas comu
nicaciones se le intimó orden para que cerrase sus almacenes
conminándolo con que de no verificarlo no se le tendría como
Ministro público; y los almacenes estaban cerrados, y el Ajen
te no ejercía la mercancía, segun él lo contestó iumediata-
mente. Faltó este prctosto para desconocerle: no se halló otro
y se recurrió al fin al de que la inquietad general con respecto
á los procedimientos del Ajente había llegado á ser m uy penosa,
que la opinion pública te señalaba como factor de asociaciones se
cretas, de juntas clandestinas y como íntimamente ligado con
personas que desde hijos trataban de perturbar desosiego del Perú,
de sembrar sizaña y de dividir á los Peruanos en bandos perni
ciosos. Tales fueron las causas que para la expulsion se ale-
TOM. VIII. * HlSTORTA—12
—90—
garon por el Ministro de Relaciones Exteriores del Perú en
su nota á esta Secretaría fecha 8 de Julio del año próximo
pasado. % (
Siendo ellas tan indefinidas, tan vagas y tan generales, el
Gobierno de Colombia no pudo darse por satisfecho de nna
medida que tanto ofendia_al honor nacional: pidió explicacio
nes: y el del Perú con este objeto cuasi exclusivamente ha
enviado al señor Ministro Plenipotenciario á quien se contes
ta, segun 10 que expresa su señoría. El Gobierno esperaba
que autorizado ad hoc el señor Ministro produjera comproban
tes, presentara pruebas y acreditara de un modo irrefragable
los excesos que se atribuyen al Ajente de Colombia. ¡Y cuán
to no ha debido sorprenderse viendo que en la memoria no se
ha hecho otra cosa que poner con mas extension aquellas im
putaciones, citar hechos inverosímiles, denunciar personas de
quienes no puede - sospecharse, y recordar la doctrina de un
autor célebre que solo puede tener lugar cuando conste la
existencia de los hechos á que es aplicable!
El señor Ministro y su Gobierno quieren que la suerte de
un Enviado público en un país extranjero dependa dela vo
luntad absoluta del Gobierno á quien está acreditado: que su
seguridad sea ninguna; y que se ejerza sobre él una jurisdic
cion criminal tanto mas dura cuanto que no se le oye, y tanto
mas despótica, cuanto que debe sufrir las penas gravísimas
de ser privado de sus funciones, arrestado y expelido con ul
traje, con ignominia y con oprobio solo por sospechas y por
clamores de que no se sabe la razon ni el fundamento: quieren
que tomada una medida semejante se justifique con la cita de
esa autoridad que se supone en el gobernante, y quieren que
el Gobierno cuya representacion se ha ajado en la persona de
su Ministro quede satisfecho del agravio que ha recibido con
hacerle aquella cita. Si estos principios estuvieran acordes ~
con la ley do las naciones, ¿para qué se hubieran inventado
por ella y multiplicado las garantías á los Ministros públicos,
los privilejios y esenciones de que deben gozar? Si fueran
ciertos, ¿habría soberano, habria Gobierno, que se atreviera á
enviar un Ministro á otro soberano, á otro Gobierno, sabien
do que el Ministro y su representacion podían ser tan deshon
rosamente tratados? ¿Y el señor Ministro del Perú habria
querido venir á Colombia si estuviera convencido de que po
dría ser tratado tan ignominiosamente solo por sospechas, por
la inquietud pública, ó porque demagogos que nunca faltan
en todo país y que en las revoluciones creen formar la opinion
pública, le señalasen como factor de juntas clandestinas, de
asociaciones secretas, &?
—91—
El Ajente de Negocios de Colombia fué expelido del Perá
en el término de diez y ocho horas; se le condujo al puerto
con escolta, cuando él iba ya á embarcarse y á cumplir con
la providencia de su expulsion; y se le llevó á un buque de
guerra donde permaneció preso muchas horas, sin que para
tan cruel tratamiento se le haya dado otra causal, que la de
hacer mucho tiempo que el Gobierno del Perú recibia repeti
das quejas de que era ajente de personas que queriau trastor
nar el órden establecido en el país é impedir que se constitu
yera. Admira por cierto que por un motivo semejante haya
sido ultrajado en estos términos un Ministro público por un
Gobierno, que al mismo tiempo que se conducia así, protesta
ba la mayor union y amistad con el de Colombia de quien
dependía el Ministro. ¿Es un delito ser ajente de personas
que'quieran trastornar el órden establecido en un país, ó im
pedir que se constituya, cuando la ajencia no tiene este obje
to? Y aun cuando fuera delito ¿quejas por repetidas que sean
no estando documentadas pueden ser una prueba de los he
chos sobre que se versan?
Nada se le dijo entónces de juntas cl.mdcstiuas, de asocia
ciones secretas. Se inventaron estas poco despues en los diez ,
y seis días que mediaron de la expulsion al aviso que se dió
al Gobierno de Colombia; porque el del Perú comprendió sin
duda que el motivo alegado al Ajente no podía ser satisfac
torio para un Gobierno que tiene honor y cuida de su reputa
cion. Hasta ahora no se ha presentado un solo comprobante,
un solo documento que acredite haber tenido el Ajente esas
juntas, esas asociaciones de que se le acusa, ni aun siquiera so
ha indicado el lugar en que las hacia, ni las personas de que
se componían. Si eran ciertas, otras debian concurrir. ¿Y có
mo es que no so ha procedido en el Perú contra ninguno por
esta cansa? ¿Solo el señor Armero hacia la asociacion, solo él
componía las juntas, y poseía la virtud maravillosa de multi
plicarse?
Si el Gobierno del Perú hubiera querido proceder en los
términos de amistad y segun las relaciones que le ligaban con
el de Colombia, hubiera tenido otros miramientos, hubiera
observado otra conducta con la persona del Ajente. Antes
de decretar su expulsion y de ejecutarla do un modo tau ig
nominioso le habría pedido explicaciones, indicándole sus te
mores, manifestándole sus sospechas: él se hnbieva vindicado
entónces, ó si no lo hacia, sus respuestas suministrarían al
Gobierno una prueba de la necesidad de su expulsion, y con
qué satisfacer á Colombia: pero todo se atropello, todo se pre
cipitó por causarle otro ultraje, inferirle otro agravio, y ajar
su representacion. El Ajente indicó en su contestacion estar
—92—
pronto á dar las explicaciones que se le pidieran, y no se hizo
el menor caso de su indicacion.
Se acusa ahora por el señor Ministro al Ajente de Colombia
de sus relaciones con el Gran Mariscal de Ayacucho Presi
dente de Bolivia, y se prestan á esto majistrado, á este gene
ral que hace tanto honor á Colombia y á quien tanto debe la
patria del señor Ministro, las intenciones de separar del Perú
y agregar á Bolivia los departamentos de Puno y Arequipa,
y se supone que el señor Armero estaba encargado en Lima de
este proyecto! ¡Imputacion inverosímil! Aquellos departamen
tos están contiguos á Bolivia, y á una larga distancia de Lima:
el Presidente de Bolivia podia tener en ellos mismos ajentes
de un influjo inmediato, y de ningun modo es probable que
usara ni de la intriga ni de los ardides de Armero, pues por
grandes que fueran no podría salvar la distancia á que se
hallaba. ¿Y dónde están los comprobantes de aquella aser
cion? So han perdido, dice el señor Ministro: no hay como
justificarlo, porque los gobernantes de aquel tiempo en el 'Pe
ru no dan razon. ¿Y sin embargo, se sostiene el hecho, se
afirma una imputacion que no se podrá jamás probar ni acre
ditar de modo alguno?
Además, el Presidente de Bolivia no estaba declarado ene
migo público del Perú: los dos Estados se hallaban en paz, y el
de Bolivia tenia un Ministro en el Perú: el Ajente de Colombia
lo era de una nacion estrechamente ligada por íntimas relacio
nes con Bolivia, y por lo mismo podia estar en comunicacion
con el Presidente de aquella República aun sobre asuntos ofi
ciales sin faltar al Gobierno cerca del cual estaba acreditado,
ni cometer un delito. El era un Ajente de aquel majistrado
para recaudar y manejar sus intereses; lo era para beneficiarle
doscientos niil pesos en letras sobre el empréstito que trataba
de levantar el Perú: }o que el Gobierno sabia y le era notorio
como que á él se habia dirijidq. ¿Y' podrá esto ser un crimen,
como el señor Ministro intitula los hechos del Ajente, sin dar
las pruebas de la criminalidad?
Si el proyecto que atribuye el señor Ministro al Presidente
de Bolivia fuera cierto, no hay duda que cedería en favor de
. aquella República; y si algo hubiera debido hacerse en Lima
para realizarlo, ¿no se habría valido el Presidente mas bien de
su Ministro que del Ajente de Colombia? En esto no debia
suponer ningun interés y mucho en aquel, y sin embargo las
sospechas del Gobierno del Perú recaen sobre el uno, y no so
bre el otro: expele al señor Armero porque le suponía de
acuerdo con el Gobierno de Bolivia en sus plane i desorgani
zadores, y conserva al de Bolivia continuando en paz y en
amistad con su Gobierno. Es inconcebible tauta contradiccion,
—93—
y todo ratifica á este Gobierno de que la expulsion de su
Ajeóte uo tuvo otro objeto que agraviarle, ui otra causa que
la de haber sostenido este Ministro con firmeza los intereses
de su país.
El señor Ministro hace un cargo á Armero por haberse ma
nifestado celoso del bien de su nacion, y le llama calumniante
porque denunció á su Gobierno los proyectos que suponia en
el del Perú presentándole los datos que tenia. El Ajente
cumplió con su deber, y llenó en este caso los fines de sn mi
sion. Estaba al servicio de Colombia, no al del Peru: debia
procurar que su' nacion no sufriese perjuicios, ni quebrantos:
y tenia una estrecha obligacion, como la tienen todos los Mi
nistros públicos, de dar á su Gobierno todos los avisos, todas
las noticias que pudieran convenir á la seguridad del país y á
su tranquilidad. No hay duda que estas iban á ser atacadas,
como lo fueron de un modo escandaloso: no la hay tampoco
en que el Perú habia fomentado el proyecto, y hecho cuanto
estuvo de su parte para realizarlos. ¿En qué, pues, está la ca
lumnia? ¿Debia el Ajente callar para que el plan tuviera todo
su efecto? ¿Debia prostituir su representacion, faltar á su pa
tria, y á su Gobierno, y mostrarse mas bien un Ajente del
Perú que de Colombia? Ciertamente es increible que se haga
este cargo al Ajente: será la primera vez que se hace uno se
mejante á un Ministro público, por dar noticias á su Gobier no
de todo lo que podía convenirle, é interesarle; y estaba reser
vado al Perú, no solo bacerlo, sino fundar, en él la expulsion
del Ajente de Colombia.
El señor Ministro deduce seguramente del hecho expresado
el cargo que hace al señor Armero de que se mezclaba en los
negocios interiores del Perú: pues su señoría no indica otro
acto en que aquel Ministro haya toviado parte en las pro
videncias del Gobierno, resistidolas y protestádolas. Siendo,
pues, de este hecho del que trata su señoría, el cargo pre
senta otra prueba del proyecto que meditaba el Gobierno del
Peru cuando remitió á la tercera division auxiliar, confesando
su señoría tácitamente que hubo este proyecto, que se dió de
terminacion, y que en tanto ofendió el aviso del Ajente, en
cuanto se versaba sobre un negocio del mismo Gobierno. ¿Y
será posible que todavía se niegue la intervencion que hubo
de parte del Perú en la invasion de los departamentos meri
dionales de Colombia? ¿Y lo será que so haga negocio interior
del Perú un plan, una determinacion para despedazar el ter
ritorio de Colombia, fomentar la guerra civil y arruinar áesta
nacion? Asombra y pasma que asi lo haya supuesto el Go-
erno del Perú.
—94—
Puede ser que la mezcla en los uegocios interiores que se
atribuye al Ajente se refiera al proyecto fie que se le acusa de
querer trastornar el país: pero como no se hace mérito de acto
alguno en que el Ajente haya faltado al Gobierno estableci
do; de medios que hubiera empleado para resistir sus provi
dencias, para trastornar el orden: ni de insubordinaciones
que hubiera promovido y fomentado, ni de otro negocio en
que se injiriera: es claro que aquel cargo no puede tener rela:
cion sino á lo que él hizo para resistir la venida de la tercera
division, y al aviso que dio sobre el objeto con que venia. Si
no fuere así, el infrascrito no alcanza á comprender á qué alu
de el señor Ministro, cuando asegura que el señor Armero se
mezclaba en los uegocios interiores del país.
¿Con qué datos, con qué fundamentos le califica el señor
Ministro por enemigo del Perú? ¿Miéntras permaneció en Li
ma y en sus inmediaciones la tercera division auxiliar, se le
vió emplear algun medio de seducirla para que verificase otro
cambio de Gobierno? ¿No hizo antes todo lo que estuvo de
su parte para que conservara el órd'en, la disciplina y la su
bordinacion? ¿Se le han hallado cartas, plaues, ó proyectos
de invasion, ó ha llamado él á algun enemigo del Estado?
Una imputacion semejante de tanta gravedad no se puede
hacer á nadie, y mucho ménos á un Ministro público sin pre
sentar hechos muy comprobados que la pongan en la esfera
de la certidumbre, ó por lo ménos de la probabilidad.
El señor Ministro le hace tambien un cargo de que hubiera
despachado al bergantín Colombia dejando en tierra la corres
pondencia, y haciendo embarcar al mayor Urbina sin pasa
porte. Es la primera ocasion que se informa al Gobierno de
Colombia de este hecho; no se hizo mérito de él, ni en la ór-
den que se comunicó al Ajente para salir del territorio Perua
no, ni en la del Ministro del Perú sobre esa ocurrencia; y de
aquí se deduce naturalmente que no fué una de las causas de
ía expulsion. El Gobierno da Colombia debiano admitirlo,
cuando no se presentó en tiempo, cuando no se reconvino al
Ajente en mas de tres meses que permaneció despues en el
Perú, y cuando no se dirijió queja alguna inmediatamente,
como era regular, si el Gobierno se hubiera creido agraviado:
pero supuesto que el señor Ministro lo hace, es preciso con
testarlo para vindicar absolutamente al Ajente.
Ningun comprobante se presenta del hepho que se refiere; y
si fué cierto no se puede dudar que el Gobierno del Perú lo
permitió, ó por lo ménos lo consintió. El puerto del Callao
estaba cerrado; por consiguiente no podia sa.Mr de él ningun
buque sin orden del Gobierno, ó si alguno lo intentaba los
luegos de la plaza deüiau contenerlo. No se usó de estos; no
—95-
se hizo cargo despues á las autoridades del Callao por tío ha
ber impedido la salida del bergautin como podiau, y debian:
luego hubo un permiso, ó por lo menos se contó de parte de
los ajentes leí Gobierno con su voluntad de concederlo. ¿Y
no habiéndolos castigado, ni aun reconvenido por la falta
de ejecucion de sus órdenes, no es prueba de que ellas no eran
contrarias á la conducta del Ajente de Colombia? ¿Su proce
dimiento no fué aprobado por un absoluto silencio? ¿De qué,
pues, tiene que quejarse el Gobierno del Perú, habiendo con
sentido y dado por rato lo que no quiso improbar?
Está, pues, demostrado, que no hubo causa justa, pero ni
aun aparente para la expulsion del Ajente de Colombia; y
sin que la haya ningun autor sostiene una medida que todos
reputan injuriosa al Gobierno de quien dependa el Ajente.
Reclama por tanto Colombia el agravio que se le hizo, y pide
la satisfaccion debida á su dignidad y á su decoro, la de que
se admita nuevamente al señor Armero en el ejercicio de sus
funciones. Si no se toma esta medida, le será imposible creer
en la amistad del Gobierno del Perú, en sus deseos de la paz
y de conservar las relaciones que ligan á los dos Estados; y él
la exija como prueba de esa amistad, de sus deseos pacíficos
y de esas intenciones benévolas.
Está igualmente probado, y con argumentoj^tanto mas vic
toriosos cuanto que han sido tomados de los hechos que refiere
el señor Ministro, y de las piezas justificativas de su memoria,
que el Gobierno del Perú tuvo una parte muy activa, muy
eficaz en todo lo que emprendió y ejecutó la tercera division
auxiliar en los departamentos meridionales de Colombia, y
que hizo suya la empresa por haberla aoojido y amparado.
Ella ha costado mucho á esta República, que tuvo que sufrir
por algun tiempo los niales de una guerra civil; y por lo mis
mo este Gobierno se cree con derecho á indemnizaciones de
parte del del Perú, á quien desdo el principio hizo responsa
ble el Ajente de Colombia de todo lo que sucediera. Las exije,
pues, y reclama un convenio sobre las que deban dársele.
Aunque los cargos ya referidos sean de tanta gravedad, el
Gobierno del que suscribe gozaría do alguna satisfaccion, si á
ellos solos se hubiera limitado el del Perú. Se le ahorrarían
entónces la pena y el disgusto de seguir enumerando los ultra
jes que la nacion ha recibido de quien no solodebia evitarlos,
sino que estaba obligado á la gratitud, y al reconocimiento:
pero el Gobierno del Perú no ha querido que disfrutase de tan
pequeño placer, y ha aumentado sus agravios para hacerlos
mas intensos y dolorosos. Un lugar muy preferente merece
entre los irrogados posteriormente, la denegacion de dar paso
por un pueblo del territorio Peruano á la division Colombiana
que estaba en Bolivia.
No se puede concebir cual haya sido el fundamento que ha
tenido el Gobierno del señor Ministro para no prestar á esas
tropas un oficio de humanidad, de beneficencia, de justicia, y
de la mas extricta obligacion, sino con condiciones degradan
tes y deshonrosas. Admira ciertamente que á esos valientes
que han dado libertad al Perú, sin haberlos vencido, se les
quisiera hacer que pasaran desarmados como prisioneros de
guerra por el territorio que libertaron: que volviesen con ig
nominia por donde habian transitado con gloria: que depusie
sen marchitos sus laureles donde los recojieron con honor,
verdes y lozanos; y que sufriesen el yugo, y atravesasen las
horcas candmas despues de haber obtenido brillantes victo
rias, triunfos eminentes á que debian su independencia, su
libertad, y su dicha los mismos que querían sujetarlos á un
exceso tan grande de afrenta. ¿Qué fin tenia en todo esto el
Gobierno del Perú? Reducir á esas tropas á la desesperacion
para que ejecutasen el movimiento del 25 de Diciembre en la
Paz; movimiento que ha costado lágrimas y dolor á este Go
bierno y á la nacion, porque allí se derramó la sangre Colom
biana por los mismos Colombianos.
El Gobierno del Perú no tenia derecho para rehusar el pa
so que se le pedia, Las tropas existentes en Bolivia fueron en
auxilio del Perú: por servirle, salieron de su país; y si siguie
ron hasta el Potosí fué con el designio de aniquilar el poder
español en su última guarida, y asegurar de una vez á los
Peruanos la independencia, la tranquilidad, la seguridad, y
q ue gozasen con descauso de los bienes de la paz. El Gobier
no del Perú no las habia devuelto á su patria, y para que lo
verificasen despues de haberle servido con tau buen suceso,
estaba en la obligacion do concederles uo solo el tránsito sino
tambien todos los auxilios que necesitasen. Estaba compro
metido á ello por una obligacion perfecta de gratitud, por los
bienes que le habian adquirido, de reconocimiento, por los
servicios que le habian prestado, de justicia, porque las habia
llamado en su auxilio y era dendor á estos auxiliares de cuan
to poseía y disfrutaba, de beneficencia, porque lo único que
apetecían era volver á su país de donde habian salido por las
necesidades del Perú, y de humanidad, porque no perecieran
en el tránsito por un camino difícil y penoso, despues de que
habian sufrido privaciones y consagrado sus vidas á la inde
pendencia y libertad de aquel Estado. ¿Y podrá decirse que
con esta denegacion no ha inferido el Gobierno del Perú á
Colombia un agravio y de mucha magnitud? Ha faltado con
ella á todas las leyes que arreglan la sociedad de las naciones.
—97—
No es de este caso del que trata el autor, cuya doctrina cita
el señor Ministro. El habla del paso do tropas que no van á
servir, ni han servido al Estado por donde han de transitar:
él no se refiere á tropas auxiliares que han sido llamadas por
aquel mismo Gobierno por cuyo territorio han de pasar cuan
do vuelvan á su país: en fin, él no alude sino á un caso en
que una nacion no tenga una obligacion perfecta de prestar
el oficio que se le exije. Ninguna afinidad existe entre la doc
trina de Vattel, y lo que ha sucedido á la division Colombiana
que se hallaba en Bolivia con el Gobierno del Perú. Si ese
autor viviera, y supiera la conducta que se ha guardado con
esas tropas, y con la nacion á que pertenecen: si los que han
escrito de derecho internacional, natural, y dejentes hubieran
tenido á la vista este procedimiento, y esta correspondencia
de afrentas y ultrajes por beneficios eminentes,. no habrian
dejado de caracterizarla de pero dejemos un punto
que no se puede tratar siu la irritacion que siempre inspira
una injusticia. E! paso se habrá ya verificado por voluntad
6 por fuerza, y el agravio dura aun, y durará mientras Co
lombia exista, si el Perú no trata de borrarlo con acciones
mny jenerosas.
Bien ha temido aquel Gobierno de que podría cansar con
tanto ultraje la paciencia del de Colombia, y de esta nacion
á quien tanto debe; pues que lleno de temores y de sobresal
tos infundados, ha hecho armamentos considerables en las
fronteras como si esperase una guerra próxima. El Gobierno
de Colombia no la teme: pero tampoco ha querido emprenderla
no obstante que so le ha provocado tanto. ¿Qué tendría que
temer cuando aun existe el ejército libertador, que pudo inde
pendizar á su patria sin auxilio ajeno, ty marchar despues á
libertar al Perú del triple yugo con que estaba oprimido por
la tiranía, por la anarquía, y por la deslealtad: cuando viven
auu los jefes que siempre han conducido á esas lejiones al
campo de batalla con honor, y los han sacado con gloria; y
cuando no ha muerto aun en los pechos Colombianos el or
gullo que les inspiraron las proezas militares del ejército, y
arde en ellos el amor á la patria por la que hau hecho tantos
sacrificios? Mas, sin embargo, el Gobierno ha preferido los
medios de conciliacion y de paz, y esperado que al fin el del
Perú conducido por la sabiduria y la prudencia, abandonaría
sus miras hostiles, y.procuraria los desagravios.
¿De dónde ha podido deducir el Gobierno del señor Minis
tro que en Colombia se trataba de hacerle la guerra? La in
dignacion que manifiesta el Libertador en la proclama que
cita el señor Ministro es toda dirijida contra la tercera divi
sion auxiliar, que habia venido á dar la ley al soberano á
Tom. vin. ." Historia—13
—98—
quien debiera obedecer. El designio que presenta es el de
marchar á los confines meridionales de la República á espo
ner su vida y su gloria para salvar á los Colombianos de esos
pérfidos, que despues de haber hollado sus deberes mas sa
grados, habian enarbolado el estandarte de la traicion para
invadir departamentos leales. ¿En dónde se habla aquí del
Perú? ¿El Gobierno y pueblos Peruanos eran acaso los nuevos
pretoriauos, los pérfidos que habiau cometido en este país los
excesos que refiere el Libertador? ¿Es el Perú confín meri
dional de Colombia? No daba, pues, este documento un mo
tivo justo de alarma á aquel Gobierno.
Tampoco lo presta la comunicacion que desde Cachira diri-
jió el Libertador al Congreso objetando la ley que reducía
la fuerza armada. S. E. hizo observar entónces, es verdad, las
intenciones que habia manifestado el Gobierno del Perú, su
rivalidad hácia Colombia, y el proyecto que habia formado de
segregar los departamentos del Sur: hizo palpar la necesidad
que teníamos de aumentar las fuerzas en vez de disminuirlas,
para poder resistir á la España, y al Perú: pero nada dijo de
llevar la guerra á la patria del señor Ministro. ¿De dónde,
pues, se ha inferido el deseo de emprenderla para que se ha
yan hecho armamentos considerables en los departamentos
limítrofes á Colombia? El señor Ministro y su Gobierno sa
ben que el Presidente de esta República no puede hacerla, siu
que se haya declarado por el Congreso: en aquella comunica
cion era oportuno haber solicitado tal declaratoria, y no obs
tante no se pidió, ni el Congreso la dió entónces, ni en las
renniones que tuvo despues: luego es indudable que jamás so
ha pensado en ella. ¿Por qué tanta alarma, tanto temor?
Que un periódico de Guayaquil dijese que probablemente ge
declararía la guerra que tanto se deseaba, no prueba que en
efecto se trataba de intentarla. Esas serian cuando mas las
intenciones del periodista, pero no las del Gobierno de quien
no era aquel papel. Permanecía éste en Bogotá'sufriendo ul
trajes y callando, y esta quietud no dejaría de saberse en Li
ma, y en todo el Perú para donde no ha estado prohibida la
correspondencia. Tambien debería saberse que apaciguadas
las turbulencias del Sur, en vez de aumentarse las tropas so
han ido disminuyendo, y que por lo mismo no habia probabi
lidad de guerra: pero sin embargo el Perú siguió levantando
tropas y acumulándolas en el Departamento de la Libertad.
¿Y podrán ser para defenderse cuando no hay guerra entre
los dos Estados, ni deseos de emprenderla de parte de Co
lombia?
Si el ánimo del Gobierno del Perú con estos preparativos
no ha sido hostil, es preciso lo manifieste reduciendo esas tro
—90—
pas á las que tenia á principios del año pasado en aquellos
departamentos. Si no lo hiciere, el Gobierno de Colombia
tendrá que aumentar tambien las suyas para ponerse á cu
bierto de toda invasion, y de los males que puedan seguirse
con este estado de alarma, será responsable el Gobierno del
Perú, pues que los ha provocado.
Se ha olvidado tanto aquel Gobierno de las circunstancias
en que se vió su país el año de 1823, que ha perdido de su
memoria las estipulaciones que entónces celebró para salvar
se del poder español, que era formidable y al que no le que
daba otra esperanza de destruir, sino recurriendo á Colombia.
La invocó pues en sus conflictos: la pidió socorros con instan
cia, y remitió un comisionado á Guayaquil suficientemente
autorizado para solicitar los auxilios, y convenir en las condi
ciones bajo las cuales debian darse. La cópia que se acompaña
núm. 1? lo es del convenio Celebrado entre ese comisionado y
el de S. E. el Ltbbktador: y por él verá el señor Ministro que
se estipuló por el Perú el reemplazo de las bajas numérica
mente. La cópia núm. 2? es de la credencial que trajo el
mismo comisionado, general Mariano Portocarrero, en virtud
'de la que se entró á tratar con él.
En este convenio no se exijió la ratificacion de los dos Go
biernos. Ajustado y firmado por los dos comisionados plena
mente autorizados, segun ellos lo expresan, empezó á tener
todo su efecto en el momento; y así fué que los auxilios si
guieron inmediatamente, y que de parte do Colombia se cum
plió fiel y legalmente con lo estipulado. El Perú se aprovechó
de las tropas que se le remitieron, las tuvo á su servicio:
debió saber las condiciones con que se le dieron, y con accio
nes tan decisivas ratificó solemnemente el convenio. ¿Y seria
posible que solo quisiese estar por lo favorable de él, y des
pués de haberse aprovechado de todo lo que le convenia, no
quisiese ahora estar por lo adverso? ¿Qué se diria de su ho
nor, de su rectitud y buena fé?
Si como ha dicho el señor Ministró al infrascrito en confe
rencia verbal, el Presidente del Perú no tenia facultad para
celebrar tal convenio , tampoco la tendría para pedir esos
auxilios. ¿Y cómo es que el Congreso que estaba rennido
cuando llegaron á Lima, no solo no improbó su adquisicion,
sino que dispuso de ellos? ¿Y si el Presidente pudo pedirlos
y tenia autoridad para ello, cómo es que carecia de la de obli
gar á su nacion á lo que con tal motivo se estipulase? A
quien se le concede el fin, se le conceden los medios que ten
gan relacion con él, y de otro modo es negatoria é inútil la
concesion.
—100—
Es, pues, evidente que existe un compromiso solemne de
paito del Perú para reemplazar las bajas de las tropas Colom
bianas que hicieron la campaña de la independencia en aquel
país, y que le libertaron de sus antiguos y formidables opre
sores: y el señor Ministro no puede desconocerlo ya sin des
doro de su nacion y de su Gobierno. El de Colombia reclama
su cumplimiento de parte del Perú, ccmo lo ha tenido de la
suya, y no duda de la justicia y buena fé de aquel Gobierno
que llevará á efecto una estipulacion que ba sido de tanto
precio para él, y accederá á la demanda del reemplazo de las
bajas.
El convenio, como observará el señor Ministro, es de Marzo
del año de 1823, muy posterior á la ocurrencia que refiere del
Gobierno del Perú con el señor general Castillo; y es por
tanto de creerse, que la necesidad habia hecho variar esa re
solucion, en que se hallaba el mismo Gobierno el año de 1822.
Si entóneos se denegó el reemplazo de las bajas, posterior
mente se convino en él, y es á este convenio, y no á aquella
denegacion que debe estarse. Sin tal condicion el Gobierno
de Colombia se hubiera abstenido de remitir sus tropas, ni de
dar un auxilio en que todo le debia ser desfavorable.
Todo lo referido hasta aquí presenta pruebas indudables
del ánimo hostil con que ha procedido el Gobierno del Perú
con respecto á Colombia: pero todavia se convence mas con
las persecuciones y malos tratamientos que han sufrido los
Colombianos en aquel territorio. El señor Ministro no los
niega; y para agravarlos convierte en una cruel ironía las pa
labras de que usó el antecesor del que suscribe, de que no
negaban las inspiraciones del amorpatrio. ¿Conque la patria
inspiraba las maldades, que el señor Ministro refiere sin prue
ba, y solo bajo su dicho, que cometían aquellos Colombianos?
¡Ah señor, este es un insulto muy grave hecho no solo á los
expulsados, sino á todos los hijos de Colombia! Bien ha sen
tido el Perú cuales son las inspiraciones del amor patrio de
los Colombianos: la independencia de que goza; la libertad
que posee; los beneficios de que disfruta y ser una nacion,
todo lo debe á ese amor patrio que anima á los que han naci
do en este territorio.
El señor Ministro expresándose de este modo, y no negan
do los hechos sobre que se funda este cargo, lo ha fortificado
en vez de debilitarlo. Se desentiende su señoría de la expul
sion de varios Colombianos que en las frontera ¡ cultivaban
las artes de la paz, ó habian ido á recuperar su salud. No
niega la detencion en el puerto del Callao del ¡omandanto
Ramon Márquez. Confiesa su señoría que el capitan Machu
ca fué detenido á protesto de contrabando que no contenia el
—101—
buque en que iba, y que con este mismo pretesto se le remitió
al puerto expresado; y se complace en referir el procedimien
to contra los oficiales Arznru y Zorro. Queda, pues, esta
queja con el misino vigor y con mayor fuerza de la que antes
tenia.
El señor Ministro trata de disculpar la detencion del co
mandante Márquez con que se habia tomado la medida, por
las circunstancias del Perú, de detener á todos los pasajeros
á bordo de los buques en que llegaban. El Gobierno de Co
lombia quedaría satisfecho con la excusa, si la medida fué
general para todo pasajero, cualquiera que fuese su proce
dencia: mas si solo era general para los que procedieran de
los puertos de Colombia, entonces en vez de quedar satisfecho
tendrá un nuevo motivo de queja hácia el Perú.
Esta Secretaría no tiene noticia de las instrucciones que
refiere el señor Ministro que llevaba el capitan Machuca, y
sobre que intenta hacer un cargo'á este Gobierno: pero supo
niéndolas ciertas, ¿qué tiene de particular que se desconfiase
en ellas de los buques de guerra del Perú, cuando el Gobier
no á quien pertenecían habia dado, y estaba dando tantas
pruebas de hostilidad hácia Colombia? Se temeria que la
correspondencia fuese interceptada; y el señor Ministro ha
justificado estos temores acompañando como documento una
carta interceptada en el Perú al general Heres, de que no
solo se ha usado privadamente, sino que se le ha dado toda la
publicidad posible imprimiéndola. ¿Y no debería el Gobierno
de este país esperar que lo mismo se hiciese con su correspon
dencia?
El señor Ministro intenta vindicar á su Gobiorno do la in
fraccion del tratado entre el Perú y Colombia, interpretando
el artículo en virtud del cual los Colombianos deben gozaren
el Perú de todos los derechos de Peruanos, así como éstos
en Colombia deben gozaj los de Colombianos. Es bien difícil
dar interpretacion á palabras tan expresas, tan claras, y tan
terminantes como las que contiene este artículo, cualquiera
que se le diese lo destruye, y así lo ha sucedido al señor
Ministro, pues que su interpretacion equivale á un nuevo ar
tículo.
Poro no funda su señoría en esto solo el derecho del Gobier
no del Perú para expeler del territorio á los Colombianos sin
cansa, sin conviccion y sin audiencia, sino que confesando de-
biau ser tratados como Peruanos alega el decreto del Congreso
por el cual se facultó al Poder Ejecutivo para separar del país
temporalmente á las personas que considerara peligrosas. En
concepto pues, del señor Ministro, los Colombianos han sido
expelidos del Perú, en uso de esta facultad gubernativa atri
—102—
buida al Toder Ejecutivo. ¡Triste suerte la que les ha cabido
en aquel país, ser considerados como peligrosos despues de
haberle servido fervientemente!
El señor Ministro se ha exaltado, creyendo que el Gobierno
de Colombia repetía como un agravio del Perú, que no hu
biera ratificado los tratados del Istmo. No se ha hecho tal
cosa. En la nota á que se contesta por su señoría se han hecho
sentir las ventajas que resultarían de la gran Asamblea Ame
ricana; y observándose que si existiera , olla terminaría las
desavenencias entro Colombia y el Perú de un modo pacífico
y amigable interviniendo como mediadora: pero de ningun
modo se ha querido hacer obligatoria al Perú la ratificacion
de esos tratados. Puede ó nó hacerlo segun quiera: el Gobier
no de Colombia nunca lo considerará como agravio: pero sí,
sentirá siempre la falta de aquel cuerpo, que representando á
todos los Estados de la América Española tendna un poder
moral inmenso para terminar las diferencias que se suscitaren
entre ellos.
Ha querido el señor Ministro producir agravios inferidos
por Colombia al Perú, y ha presentado dos hechos sobre los
que el Gobierno de su señoría no ha formado queja jamás,
conociendo la justicia con que se procedió. Despues de ellos
se ha ocurrido á Colombia como á la mas fiel aliada del Perú:
se le han pedido' servicios, y los ha prestado: y ha manifestado
una amistad sincera, un deseo intenso del bien del Perú, y
una voluntad constante de hacerle toda suerte de buenos ofi
cios. Si pudieron, pues, existir esos motivos de queja> queda
ron ahogados por el silencio, y por los servicios.
Concluyamos por tanto. Nada tiene de qué quejarse el
Perú de Colombia, á no ser que los beneficios sean agravios;
y Colombia sí tiene de qué quejarse del Perú, de tantos actos
de hostilidad como los que se han referido y probado en esta
contestacion, y en las anteriores comunicaciones de esta Se
cretaría. El señor Ministro no ha satisfecho á ellos; y quedan
vijentes todos, y el Gobierno de Colombia espera que dentro
del tiempo señalado en la nota á que ha contestado el señor
Ministro, se le darán las satisfacciones ya pedidas, y son:
1? Que venga un Ministro autorizado expresamente para
convenir sobre la liquidacion y pago de los suplementos he
chos al Perú, y sobre las indemnizaciones convenientes por
los daños que causó la empresa dela tercera division auxi
liar sobre los departamentos del Sur. 2? Que se pongan á
órdenes del Intendente del Asuay la provincia de Jaen y la
parte de Maiuas que corresponde á esta República. 3? Que
se admita al señor Armero nuevamente en calidad de Encar
gado de Negocios de Colombia. 4? Que declare el Gobierno
—103—
del Peni estar pronto á dar los reemplazos correspondientes
por los Colombianos que murieron en servicio de aquel país.
5* Que se retiren las tropas que se han acumulado en las
fronteras. 6? Y que se dé satisfaccion por haberse dilatado
tanto tiempo el permiso para el tránsito de la division auxi
liar que estaba en Bolivia.
El infrascrito Secretario de Estado en el Despacho de Re-
laciones Exteriores tiene la honra do renovar al honorable
señor José Villa las protestas de su respeto y alta considera
cion.—Estanislao Vergara.
DOCUMENTOS.
NÓM, 1.°
Lima, Mamo 1? de 1823.
Al Excmo.-Señor Libertador Simon Bolivar, &. &. &.
Excmo. Señor:
Con fecha 9 de Setiembre último ofreció V. E. por el con
ducto de su Secretario General grandes auxilios al Perú, de
los que solo fueron aceptados cuatro mil fusiles, pues las cir
cunstancias no exijian al parecer mayores medios de defensa
que los que poseíamos. Mas habiendo variado et aspecto de
las cosas, y queriendo la actual administracion terminar de
una vez la guerra quitando á los españoles toda esperanza
de afianzar su dominio en América, ocurre á V. E. para que se
sirva proporcionar entre otras cosas cuatro mil soldados; y es
tal la confianza que tiene en la disposicion de V. E. para ve
rificarlo, que envia cuatro transportes á efecto deque los con
duzcan, esperando que la mediacion de V. E. facilitará al
Ajente Diplomático cerca de aquel Gobierno, general de bri
gada don Mariano Portocarrero, los que sean necesarios, cu
yos gasto* se pagarán inmediatamente por la Tesorería Ge
neral de esta República, y que le dispensará su alta protec
cion para que pueda conseguir los demás objetos de que va
encargado.
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Tengo la honra de ofrecer á V. E. .los sentimientos de la
mas distinguida consideracion con que soy de V. E. su atento
servidor—José de la Rira-Agüero.
Núm. 2.°
Convenio ajustado entre el general Juan Paz del Castillo por
parte de la República de Colombia y el general don Mariano
Portocarrero por parte de la República del Perú, sobre el envío
de las tropas auxiliares á ésta, sobre su pago, equipo y perma
nencia en dicho Estado.
1. ° La República de Colombia auxiliará con 6,000 hombres
á la República del Perú, y con cuantas fuerzas disponibles
tenga segun las circunstancias.
2. ° El Gobierno del Perú se obliga á satisfacer á la Repú
blica de Colombia todos los costos del transporte de estas
tropas á su territorio.
3. ° El Gobierno del Perú se obliga á pagar á los general es, ,
jefes y oficiales de Colombia los sueldos que se-pagan á los
de sus clases en el Perú, segun el reglamento de sueldos de
aquel Estado.
4.° Las tropas de Colombia en guarnicion disfrutarán la
paga de diez pesos mensuales por plaza, descontándose de
estos el rancho y vestuario. Este descuento se les hará en sus
cuerpos respectivos; pero en campaña gozarán de los diez
pesos íntegros y el Gobierno del Perú les dará raciones y ves
tuarios sin descuento alguno.
5 o El equipo del ejército de Colombia será por cuenta del
Gobierno del Perú, lo mismo que la reposicion de las armas
y composiciones y reparos de estas mismas.
6. ° El ejército de Colombia será provisto de las municiones
que le corresponden en campaña, cualquiera que sea su acti
tud y recibirá tambien las que pida para su instruccion.
7. ° Los generales y jefes recibirán del Gobierno del Perú
los caballos de ordenanza para el servicio.
8.° Para las marchas se dará al ejército de Colombia los
bagajes de ordenanza, desde el general basta el soldado.
9. ° Siendo muy costoso y difícil que Colombia llene las
bajas do su ejército en el Perú con reemplazos enviados de su
territorio; el Gobierno del Perú se obliga á reemplazarlas nu
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mélicamente, sea cual fuere la causa de estas bajas. Estos
reemplazos se darán como vayan ocurriendo las bajas; pues
de otro modo el ejército de Colombia no podia contar con la
fuerza necesaria para obrar.
10.° Los gastos del ejército de Colombia para volver á su
territorio serán satisfechos por el Gobierno del Perú.
11.° Los buques de guerra de la marina de Cólombia serán
tratados en el Perú como los buques de guerra de aquella
República siempre que estén á su servicio.
Autorizados plenamente los contratantes por nuestros Go
biernos respectivos, hemos convenido, prévios los requisitos
legales, en los once artículos anteriores que contiene el pre
sente convenio, y firmamos dos de un tenor en Guayaquil, d
18 de Marzo de 1823—13° de la República de Colombia y 4.°
de la República del Perú.—Juan Paz del Castillo.—Mariano
Portocarrero José J>. Espinar, Secretario.—Manuel de la Ve
ga, Secretario de la mision.
REPUBLICA DEL PERU.
Legacion cerca del Gobierno de Colombia.—Bogotá, Mayo 27 dt
' 1828.
Al honorable señor Secretario de Estado en el Despacho de
Relaciones Exteriores de la República de Colombia, &.&.&.
Señor.
El Ministro Plenipotenciario del Perú tiene la honra de
contestar á una comunicacion que el honorable señor Secre
tario de Relaciones Exteriores de Colombia ha tenido la bon
dad de dirijiiie con fecha 22 del presente mes, en la que su
señoría insista en todos los puntos á que se contrajo su ante
cesor en nota de 3 de Marzo.
El infrascrito cree que en la memoria que dirijió al Gobier
no de Colombia no se contrajo sino á los cargos que se habian
hecho al Perú, como puede verse examinando si todos ellos no
están comprendidos en la citada nota de 3 de Marzo casi con
las misma» palabras con que se enuncian en el documento
que la sirvió de contestacion. Aun do los reemplazos que
ahora se piden se trató entonces en la cláusula que sigue;
Tom. viii. Historia—14
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"Y si dentro de dicho térmiuo, no se hubiesen reducido las
tropas y no hubiere declarado el Gobierno del Perú que
está pronto á dar los reemplazos debidos por millares de Co
lombianos que murieron en defensa de la independencia Pe
ruana, &." No es pues nuevo este cargo.
El honorable señor Secretario de ¿elaciones Exteriores de
Colombia asegura que el infrascrito ha usado de estilo poco
conciliatorio. El infrascrito cree que no ha hecho otra cosa
que expresarse con la claridad que corresponde á fin de no
dar motivo á equivocaciones que retardasen la conclusion de
los negocios que tiene á su cargo. Esto exije la buena fé
que desde el principio se propuso observar. Nunca se ha aco
modado á hablar con disfraces. Su política lo mismo que la
de su Gobierno jamás ha sido artera. La sinceridad y la fran
queza forman su carácter.
Pero si alguna vez se fe ha escapado expresion que no fuese
muy moderada, deberá considerarse como una parte mínima
de retribucion por los desaires que se le han hecho, por el es
tilo de superioridad y de desprecio respecto del Perú de que
se ha usado, por las calumnias que se han insertado en la Ga
ceta ministerial, y por los demás favores de esta clase con que
se le ha obsequiado desde su llegada. Considerándolo todo,
no podrá dejarse de admirar que el Ministro Plenipotenciario
del Perú, haya tenido sufrimiento bastante para continuar
una negociacion que no le ha proporcionado otra cosa que
disgustos continuos, casi con desdoro del Gobierno que tiene
el honor de representar.
El infrascrito al dar esta contestacion no.se contraerá á las
razones que se adujeron por el Gobierno de Colombia en la
comunicacion de 3 de Marzo, y que están repetidas en la de
22 del comente, siempre que no se les haya agregado algo de
nuevo ó no se oponga algun argumento en contra de las ex
plicaciones que dio en su memoria. Bajo de este supuesto
entra en la materia.
El infrascrito ha declarado desde el principio que no tiene
instrucciones de su Gobierno para tratar sobre la denda, y
sobre la provincia de Jaen y parte de la de Mainas; y así,
cuando ha expresado lo que ha creido mas racional acerca de
estos puntos, no ha hecho otra cosa que manifestar su opinion
particular. No contento con la declaracion á que alude, y
que consta de su nota de 20 de Febrero, expresó esto mismo
en la memoria, y presentó los motivos. Si se ha negado á
pedir nuevas instrucciones, es porque siendo su comision ex
traordinaria, debe volverse á dar cuenta de ella á su Gobierno.
A esta razon puede agregarse que no recibiría contestacion
de Lima en menos tiempo que cuatro meses, y el modo como
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ha "sido" tratado por el Gobierno de Colombia no presenta
atractivos á su mansion en Bogotá, especialmente sabiendo
que el sacrificio que hiciera seria enteramente inútil. .
¿Por creer en la buena fé del Gobierno de Colombia se de
jará de examinar las cuentas como pretende el honorable
señor Secretario de Relaciones Exteriores? ¿No pueden ha
ber equívocos involuntarios? ¿No puede haberse hecho- algun
pago, cuya constancia se haya traspapelado en la inmensa
distancia que separa á los dos Gobiernos? ¿No se asientan
partidas de cargo, sobre cuyo abono es preciso convenir pri
mero, por una discusion acerca de las razones en que se fun
dan, como la de 17 pesos por cada 83? El artículo tercero
del tratado de union, liga y confederacion perpetua firmado
por los Plenipotenciarios del Perú y Colombia en 6 de Julio
de 1822 dice: "Los gastos que se hubiesen impendido en es
tas operaciones se liquidarán por convenios separados." Trata
del caso en que el territorio de uno de los dos Estados sea in
vadido y el otro lleve la guerra á él, sin que las ^circunstan
cias hubiesen permitido ponerse de acuerdo á los dos Gobier
nos. Parece que es el caso actual, pues las circunstancias
hicieron que marchasen al Perú los auxilios de Colombia, siu
que hubiese precedido un tratado sobre el modo de hacerse el
pago. Es preciso, pues, ocurrir á los convenios separados de
que habla el artículo. Podria el infrascrito hacer algunas re
flexiones sobre si conforme al mismo artículo, aun cuando se
hubiesen hecho los convenios de que trata, habia llegado ya
el tiempo de hacer el pago: pero esto seria entrar en cuestio
nes para las cuales no está autorizado.
Se asegura que el Gobierno del Perú prometió dar dos mi
llones de pesos á buena cuenta. Como el infrascrito, segun ha
expresado, no tiene instrucciones sobre este asunto, ignora si
sea cierta tal promesa. Es muy probable que ella se refiera
á lo que se ha dicho de las letras j iradas contra el nuevo em
préstito que se iba á levantar en Londres, el cual no se ve
rificó.
Respecto de la provincia de Jaen, por mas que diga el ho
norable señor Secretario, el derecho es cuestionable. No per
tenece al infrascrito exponer las razones que tenga el Perú.
Aunque no tuvieran fuerza, bastaría la posesion para que no
se desprendiese de ella, sin oir á lo menos los motivos porque
se le quiera quitar. Esto se hace por medio de tratados. Ca
balmente se ha convenido así en el que poco antes se acaba
de citar. El artículo 9.° contiene estas palabras terminantes:
"La demarcacion de los límites precisos que hayan de dividir
los territorios de la República de Colombia y el Estado del
Perú se arreglarán por un convenio particular De esto se
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.deducen dos consecuencias importantes. 1? Que la posesion
de Jaen no es una usurpacion manifiesta, en ol concepto del
Congreso y del Gobierno de Colombia, pues si hubieran esta
do en esta conviccion, no habrían ratificado el tratado dejan
do el arreglo de límites para otro posterior. 2? Que no puede
pedirse de plano, como se hace, la entrega de esta provincia
sin faltar á la fé de los tratados. El infrascrito no se ha re
ferido autes al que se hizo en 1822 que está ratificado, pues
solo contiene sobre esta materia el artículo que acaba de ci
tar. Ha hecho referencia al que se celebró en 1823 y no fué
ratificado por Colombia. A este no le faltan las circunstan
cias que el honorable señor Secretario echa de ménos en aquel.
Aun en el caso de que le faltasen, desaprobado por el Con
greso de esta nacion, jpor qué no se propuso hacer otro en
tiempo oportuno? En la memoria se ha probado que no
estaba el Perú en aptitud de hacerlo las otras veces que se
tocó este punto.
El infrascrito, como ha repetido muchas veces , no tiene
instrucciones sobre los dos asuntos mencionados, y así lo que
ha dicho acerca de ellos es solamente por los conocimientos
privados que como simple ciudadano del Perú ha podido ad
quirir. Sin embargo, conociendo la buena fé que caracteriza á
su Gobierno, los vehementísimos deseos que tiene de transar
todas sus disputas por vías pacíficas y amistosas, y su empeño
en estrechar cuanto sea posible los lazos que cree deben unir
perpetuamente á las naciones Peruana y Colombiana, propo
ne: "que los dos asuntos de que se trata se arreglen pacifica
mente no en Lima como parece mas natural, sino en Guaya
quil por comisionados que nombren ambos Gobiernos." Este
puerto presenta muchas ventajas. Todos los auxilios que han
ido al Peru han pasado por él. La mayor parte ha salido de
ese Departamento y de los del Sur do Colombia, segun consta
del mensaje del V i ce-Presiden te dirijido á las Cámaras el año
de 26: los demás han ido por Panamá. Guayaquil es, pues,
un punto que por su situacion jeográfica está en comunica
cion inmediata con todos aquellos á los cuales puede sor
necesario ocurrir por documentos ó informaciones. Ademas
pertenece á Colombia, y está disipado el temor, aunque in
fundado, de que el comisionado de esta nacion, pudiese no ser
bien recibido en el Perú. El infrascrito cree que ceder hasta
este punto, es la prueba mas convincente que pueda dar del
ardor con que desea que todo se termine de un modo amiga
ble. El sin embargo de que cree que el Gobierno del Perú
convenga sin dificultad en la proposicion enunciada siempre
que acceda tambien á ella el de Colombia, promete interponer
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con el empeño mas decidido sus~hnenos oficios, á fin de ven
cer cualquiera dificultad, si es que llega á presentarse.
Si el puerto del Callao estuvo cerrado algunos dias, fué so
lamente interin se sabia con qué objeto se habia tomado igual
medida en Guayaquil. Teniendo el Perú y Colombia unos
mismos amigos y un mismo enemigo, era muy probable que
lo que convenia en Guayaquil conviniese tambien en el Callao.
La prudencia exijia que se esperasen noticias circunstancia
das. La prueba decisiva de que no se cerró el puerto por ocul
tar á Colombia la salida de la division, es que se dijo al señor
Armero que podia dar aviso por mar ó tierra, y se le permitió
que con este fin saliese la goleta "Olmedo". Fuera de esto,
los correos estuvieron viniendo como siempre, y como en el
Perú se observa inviolablemente el secreto de las cartas, cual
quiera era libre para escribir lo que quisiera. Si desde el
principio no se dió al Encargado de Negocios un aviso oficial,
fué porque nada se bizo ocultamente: todo fué público: todo
lo supo el señor Armero desde su principio.
Es cierto que el Gobierno acojió con placer la propuesta
que el comandante Bustamante le hizo para que se le propor
cionasen transportes con el objeto de venirse á Colombia cou
la division. Se han expuesto las razones que se tuvieron
presentes. Aunque Bustamante hubiese prometido respetar
al Gobierno Peruano, ni era indudable que cumpliese su pa
labra, ni debia tenerse confianza en que su respeto fuese capaz
de impedir una revolucion. La prueba de que esta descon
fianza era justa, es el suceso do Cuenca, donde lo prendieron
las mismas tropas. Lo que él dijo en su comunicacion de 4
de Marzo fué que, siguiendo los sentimientos patrióticos que
impulsaron á la division para el movimiento del 26 de Enero
qneria dedicar sus servicios en favor del Congreso Nacional u
de la Constitucion. Estas mismas ideas habian propagado to
dos con una perfecta unanimidad. ¿Habia en ellas algo con
trario á Colombia?
Es preciso repetir que el Gobierno del Perú sin fuerza de
qué disponer no tenia como hacerse obedecer de los auxilia
res. Un pueblo indisciplinado difícilmente puede medirse con
tropas de línea, y aun cuando pudiera hacerlo seria á costa de
arroyos de sangre: lance que se debe evitar á toda costa. En
tal situacion no habia otro arbitrio que c«der á cuanto quisie
se la division. Aunque el señor Armero propuso que fuese á
Panamá, el Gobierno no podia mandarlo. La navegacion del
Callao á Guayaquil se hace viendo siempre la costa, y ella es
tan frecuente que casi no hay en ambos lugares quien no la
conozca muy bien. Las tripulaciones de buques mercantes
son insuficientes para disponer cosa alguna contra la voluntad
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de la fuerza armada que en ellos navegue. Uno ó dos buques
de guerra no pueden obligar á que sigan su mismo rumbo to-
* dos los transportes. El Perú está muy persuadido de ello
porque el año de 23 á pesar de que los transportes que condu
cían do Intermedios los restos de un desgraciado ejército
Peruano, navegaban bajo los fuegos de la escuadra que los
queria dirijir á donde Éiva-Agüero, que estaba en Trnj'illo,
muchos de ellos llegaron al Callao y se pusieron á las órdenes
del Congreso. Si los auxiliares hubieran conocido que se les
conducía á un punto que no les agradaba, podía haber desem
barcado alguna parte de ellos en pueblos indefensos de la
costa, y hecho los estragos que hubiesen querido, supuesto
que el Gobierno no tenia como impedirlo. Fuera de esto no
habian de ser ellos tan tontos que no hubiesen conocido en la
cantidad de viveres que se embarcaba, que se les quería con-
ducir á un punto mucho mas distante que Guayaquil, como
es Panamá. Estas razones tendrían fuerza, aun cuando se
hubiese sospechado que la division traía un objeto contrario á
Colombia; pero el Gobierno del Perú estaba muy distante de
esta sospecha, como se ha dicho.
Que los buques do guerra viniesen á las órdenes del coman
dante Bustamante, no es extraño, pues él no habia manifes
tado miras algunas contrarias á Colombia. La prueba decisiva
de que el Gobierno Peruano queria proceder en todo confor
me á los deseos é intereses del Colombiano, es que mandó se
entregasen los transportes al primer buque de guerra de Co
lombia que se encontrase: circunstancia de que ya se ha hecho
mencion. El Gobierno del Perú no dio orden alguna sobre
desembarco.
El mismo Gobierno habia pedido un oficial general para
que se hiciese cargo de la division. Entro los males que esto
jefe debia evitar, era uno y muy principal el peligro de la se
guridad de Lima. Si su llegada hubiera sido tal vez cuando
ya el mal hubiese estado hecho: si el Gobierno no tenia auto
ridad bastante para oponerse á la division: si en su salida no
veia ningun proyecto contrarío á Colombia, ¿habría debido
esperar la llegada del general?' Aun en caso de creerse obli
gado á esperarla, ¿le habría sido posible? Por lo que hace á
la salida do la division á cantones, y al juramento de sus
banderas, era cosa muy pequeña para que se hubiese desobe
decido y el Ministro de Relaciones Exteriores del Perú ha
dicho al de Colombia con focha 31 de Enero de 1827 quo "es
tas medidas debian considerarse como débiles narcóticos que
calmarían instantáneamente el desenvolvimiento de la inmo
ralidad." Ya se ha dicho el caso que debia. hacerse de las
promesas do Bustamante. Aunque hubiesen sido sinceras,
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como se puede creer, no era cierto que estuviese en su facul
tad cumplirlas. No se necesita de pruebas para persuadirse
del peligro de una contrarevolucion despues de la revolucion
del 26 de Enero. A la pequeña fuerza Peruana que estaba en
Jauja, y que era muy inferior al número de mil y quinientos
hombres que designa el honorable señor Secretario de Bela-
ciones Exteriores, le faltaba mucho para componer la mitad
de la fuerza de la division auxiliar. La carta del señor Ileres
dice bien claro que el señor Urdaneta llevaba designios ocul
tos bajo el pretesto ostensible de conducir un batallon al Ist
mo, y da á conocer de un modo indudable que estos designios
eran revolucionarios. Esto se halla expresado tan claramente
qne es preciso cenar los ojos para no verlo. Esta carta no
fué interceptada, pues en el Perú no se intercepta correspon
dencia: fué mandada á Lima de Guayaquil.
Está demostrado que la division al salir del Perú no mani
festó miras contrarias á Colombia. Su comandante dijo: "que
siguiendo los sentimientos patrióticos que la impulsaron para
el movimiento del 26 de Enero, quería dedicar sus servicios
en favor del Congreso Nacional y de la Constitucion." Supón
gase que haya procedido de un modo contrario a esta decla
racion, ¿será responsable de ello el Perú? De ningun modo,
pues el mal no se habría hecho, en tal caso, con su consenti
miento ni aun con su noticia. El objeto que se mostró era
bueno, y no habia motivo para creer lo contrario. Esto basta
ría aun cuando el Gobierno del Perú hubiera podido hacerse
obedecer.
Si un general Peruano fué colocado al frente del Gobierno
de Guayaquil, no lo puso el Perú, y segun todas las noticias
quo tiene el infrascrito tampoco lo puso la division. El pueblo
Gnayaquileño, viéndose abandonado de las autoridades que
lo gobernaban, oscojió por sí mismo á ese virtuoso y benemé
rito general Peruano que puso á su cabeza. Aunque las cosas
hubiesen pasado de otro modo, jamás el Gobierno del Perú
seria responsable, iuteríu no se probase quo so habia procedi
do por órdenes suyas. La España es amiga de la Inglaterra
y de la Francia. ¿Se le concederá derecho para que se queje
de estas naciones porque muchos oficiales de ellas están en
nuestras filas?
La declaracion de Bustamante fué arrancada por la seduc
cion y por la fuerza como él mismo lo dice en su manifiesto,
y estando preso, como todo el mundo sabe. Su retractacion
no fué ante las autoridades Peruanas, sino en Guayaquil
donde el Perú no tenia intervencion alguna. Cuando despues
llegó al Callao, y le preguntó el Gobierno lo que habia sobre
esto, no tenia motivo para negar la verdad. El no habia di
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cho que el ofrecimiento fué del Gobierno, sino (le un particu
lar. Aunque hubiera afirmado ser verdadera la declaracion,
no era el Gobierno comprometido. Supongamos que Busta-
mante en lugar de desdecirse se hubiera ratificado, el cargo
que de esto hubiera deducido el Gobierno de Colombia no
habría sido jamás contra el Perú sino contra un particular.
El Perú no sabe ni debe saber si la tercera division proce
dió bien ó mal respecto de su patria. Juzgar sobre esto seria
establecer una intervencion muy funesta en los negocios in
teriores de otros Estados. Si los particulares como tales han
formado sus juicios, éstos jamás deberán servir para arreglar
la marcha pública del Gobierno. En este sentido se ha elo-
jiado por algunos la conducta de la tercera division El
honorable señor Secretario de Relaciones Exteriores se queja
de que el infrascrito usa de un estilo poco conciliatorio, y sin
embargo lo pone en la necesidad de repetir aquello mismo
que tanto desagrada á su señoría. El infrascrito siente mucha
repugnancia para hacerlo, y así se contenta por ahora con
referirse á lo qué ha dicho en su memoria sobre los motivos
que han podido tener los particulares para elojiar la conducta
de la tercera division con respecto al Perú, sin mezclarse en
examinarla con relacion á Colombia.
El honorable señor Secretario confiesa que su Gobierno uo
ha pedido á los emigrados, y añade que no piensa pedirlos.
En caso de que los pidiera, seria oportuno averiguar, si el
artículo 11 del tratado de 6 de Julio de 1822 con la restriccion
que le puso el Congreso de Colombia los comprende ó no.
Por ahora ellos han sido admitidos en el Perú del mismo mo
do que se admite á cualquier extranjero.
El infrascrito ignora si se dijo al señor Armero que si no
cerraba sus almacenes no se le miraría como Ministro públi
co. Cree que esto no sea verdadero, pues su Gobierno no se
lo ha puesto en las instrucciones que le dió, sin embargo de
que son muy circunstanciadas. Pero en caso de que lo sea,
no se hizo en ello cosa alguna que pueda tenerse por agravio.
Si el señor Armero continuaba ejerciendo el comercio, es claro
que quedaba sujeto á la jurisdiccion del país, y que, por con
siguiente, cesaban sus privilegios.
El señor Armero no ha estado preso. Como precisaba que
saliese del país, era necesario que el Gobierno le proporcio
nase un lugar en que pudiera estar mientras encontraba
transporte. El lugar que se le proporcionó fué la corbeta
"Libertad." La prueba de que no estaba en ella en clase de
preso, es que luego que pidió pasar á un buque nentral se lo
contestó que podia hacerlo. ¿Qué preso es el que tiene facul
tad para estar donde quiera?
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¿Qué mas ha podido hacer el infrascrito que citar hechos
sobre la conducta del señor Armero en Lima? ¿Se queria que
para probar cada uno se hubiese formado una causa como las
que se forman en los tribunales, y se hubiese Venido á presen
tarlas al Gobierno de Colombia y á esperar humildemente la
sentencia? Los Gobiernos merecen otro crédito en sus aser
ciones. Bastaría el deseo manifestado de satisfacer á otro para
que éste se diese por satisfecho. Pero el Perú se halla en un
caso muy distinto. Algunos de los hechos que ha alegado es
tán apoyados en pruebas: otros son de naturaleza que no es
posible sean finjidos. Que el señor Armero recibió dinero de
Bolivia está confesado por su hermano: que no lo invirtió en
los objetos que dijo. está demostrado por la contestacion del
señor general Santa-Cruz á una nota en que el Gobierno le
preguntaba sobre la materia,. Que el Gran-Mariscal de Aya-
cucho quiso agregar á Bolivia el Cuzco, Arequipa y Puno,
consta por los avisos del Plenipotenciario del Perú en aquella
República y por las cartas que el mismo Gran Mariscal escri
bió á los Prefectos de los dos primeros de estos departamen
tos. Que el señor Armero tenia juntas en su casa con el objeto
de trastornar el orden, es público en Lima. Que hizo salir al
bergantín "Colombia" sin pasaporte, dejando en tierra, no la
correspondencia, sino sus documentos, es un hecho que el mas
descarado no se atrevería á tinjir, por la facilidad que hay de
descubrir la verdad. Que esta es una infraccion do los regla
mentos del país, el mas ciego lo conoce. Que tal procedi
miento no pudo tener otro objeto que despreciar al Gobierno,
es muy claro, pues si hubiera pedido licencia para que saliera
el bergantín se le hubiera concedido, como se le concedió pa
ra la goleta "Olmeda".
Dice el honorable señor Secretario que el señor Armero
haria solo las juntas, pues no se han castigado los cómplices.
Se debe tener presente que hay circunstancias en que es pre
ciso disimular muchas cosas, cuando ha desaparecido ya el
peligro. El señor Armero abusando de su inmunidad, podía
hacer mucho mal en el país y apoyar á otros. No existiendo
el apoyo, tampoco existia el peligro, en cuyo caso el partido
mejor es la induljencia.
Si el Gobierno de Colombia cree que todo no es mas quo
imposturas, y que el del Perú ha sido capaz de fraguarlas, á
pesar de que en tal caso seria muy fácil desmentirlo, porque
muchos de los hechos citados son de una naturaleza pública;
entónces será preciso que lo crea tan sin pudor como el
hombre mas vil y descarado; pero si le hace La justicia de
creerlo, cuando menos algo celoso de su honor, es preciso que
no cierre los oidos á las razones que se le alegan.
Tom. viii. * Historia—lo
—114—
La facultad que tienen los Gobieruos de hacer salir de su
territorio á los ministros extranjeros, puede decirse que es un
efecto de la gran suma de privilejios de que estos gozan. Por
la misma razon que no se les puede formar una causa, es pre
ciso ocurrir á algun otro medio para librarse de sus insidias,
y no hay otro que hacerles salir del país, en que se sospecha
que pudieran ser perjudiciales. Esto no es una pena, sino una
precaucion. Hacer salir á un Ministro extranjero, no es expa
triarlo: el lugar en que reside no es patria suya: se le consi
dera en él siempre como transeunte.
No es un delito ser ajente de personas que quieran trastor
nar el país, cuando la ajencia no tiene el mismo objeto; pero
no es este el caso del señor Armero. Su ajencia de Bolivia
era para trastornar el país, segun todos los datos, como se ha
expresado en la memoria.
Decir que se inventaron por el Gobierno del Perú las jun
tas clandestinas, es decirle en términos claros que es un im
postor. ¿Y qué razon se da para tal acriminacion? Que nada
se .dijo sobre dichas juntas al señor Armero cuando se le
mandó salir, siuo diez y seis dias despues en la comunicacion
que se dirijió al Gobierno de Colombia. Y cuando se dijo al
Encargado de Negocios con fecha 25 de Junio que "el Go
bierno recibia repetidas quejas de que quería trastornar el
orden establecido en ebpaís, é impedir que se constituyese,"
¿no comprendia en esta indicacion los medios que se hubiesen
tomado? ¿Las juntas clandestinas no serian uno de estos
medios? ¿Era preciso que se hubiese expresado al señor Ar
mero por menor todo lo que daba motivo á que se le hiciese
salir? No: á quien debia hacerse esta exposicion amig,ible era
al Gobierno de Colombia, como se ha hecho.
Si se hubiera pedido informe al señor Armero sobre su
conducta, como indica el honorable señor Secretario de Rela
ciones Exteriores, ¿qué habría contestado? Seguramente no
hubiera confesado su culpa, y además hubiera dicho que no
conocía derecho en el Gobierno del Perú para interrogarle
acerca de esta materia. Lo que ahora se supone echar do
menos, habría sido motivo de queja. Se hubiera dicho que el
Gobierno del Perú habia tratado al Encargado de Negocios
de Colombia como súbdito suyo.
Se cree inverosímil que el señor Armero pudiese obrar des
de Lima acerca de la separacion de los departamentos de
Arequipa, Cuzco y Puno, mientras que parece que no hay
cosa mas natural. Si el Perú [se constituía era imposible ve
rificar la empresa: el único medio de disminuir las dificultades
era trastornar el centro del Gobierno, á fin de que esos depar
tamentos se incomodasen de pertenecer á un Estado que es
—lis
taba en anarquía, y que al mismo tiempo el Gobierno care
ciese de fuerza para conservar ha integridad nacional.
Se afirma que el infrascrito dice" que se han perdido los
documentos que hacían en contra del señor Armero. No con
fundamos los tiempos y las cosas. El iuñascrito al hablarde
la órden que el Gobierno dirijió al Prefecto de Arequipa con
focha 26 de Diciembre de 1826 dice lo que sigue: "Como han
variado las personas que entonces componían el Gobierno
Peruano, no es fácil averiguar los datos que se tuvieron pre
sentes para esta sospecha; pero hay otros posteriores que la
confirman." Lo único que se asienta es que no se tienen
presentes los datos de este solo hecho; pero el infrascrito no
funda en él los motivos de queja respecto del señor Armero,
sino en los otros posteriores de que ha hablado.
Que el señor Armero fuese Encargado de Negocios de una
nacion amiga, lo único que quiere decir es, que no debia obrar
en contra del Perú, pero de ningun modo que no obrase. Los
hombres no siempre obran conforme á sus deberes. Aunque
Bolivia tuviese un Plenipotenciario en Lima, no debe creerse
que éste entrase en el proyecto, si el temple de su alma no lo
permitía avezarse á tales bajezas.
Si el señor Armero hubiese hablado verdad cuando dijo á
su Gobierno que el del Perú enviaba la tercera division para
que le agregase los departamentos del Sur de Colombia, cier
tamente habría cumplido con su deber; pero siendo falsa esta
imputacion, no puede librarse de la fea nota de calumniante.
Si una calumnia es un gran crimen entre particulares, es infi
nitamente mayor entre Gobiernos por los resultados que
puede producir. Decir que el aviso fué una calumnia como
se ha dicho, es decir bien claro que no fué verdadero. ¡Célebre
confesion tacita!
Se equivoca el honorable señor Secretario de Relaciones
Exteriores cuando dice que el infrascrito huputa al señor Ar
mero haber protestado las providencias del Gobierno. Lo que
ha dicho es que las despreciaba y las infrinjia, aludiendo con
bastanta claridad á la salida .del bergantiu "Colombia" sin
pasaporte. Se mezclaba en los negocios del país por la se
duccion que empleaba.
¿Cómo quiere el .honorable señor Secretario que se hayan
encontrado al señor Armero cartas ó planes cuando no se ha
rejistrado su correspondencia? ¿No es bastante que lo hayan
denunciado las personas mismas que presenciaban su con
ducta?
Cree el honorable señor Secretario muy fácil que las auto
ridades del Callao hubiesen impedido la salida del bergantín
"Colombia". Para hablar de esto ora preciso conocer el puerto.
—llfi—
A cualquiera hora. pueden salir de 61 los buques,' y siendo
enteramente abierto, no hay cosa que lo impida. Ño sucede
lo mismo para entrar, pues entonces es preciso pasar por de
lante de fuertes baterías. Lo que hace que los buques no
puedan salir sin el correspondiente permiso, es que luego que
llegan entregan sus documentos y no se les devuelven hasta
el momento de dar la. vela; poro el bergantín "Colombia"
salió de noche dejando los suyos. Cuando este hecho sucedió,
lo sufrió el Gobierno por un excoso de moderacion; mas esto
no quiere decir que lo aprobó.
El Perú está pronto á dar á Colombia todas las pruebas de
amistad que le sean posibles; hará por ella cuantos sacrificios
se le exijan; pero no puede sacrificarle el honor nacional, y
esto es lo que se le exije queriendo que admita nuevamente
. al señor Armero como Encargado de Negocios.
El honorable señor Secretario do Relaciones Exteriores ma
nifiesta creer que el Perú no tenia derecho para negar paso
por su territorio á la division Colombiana que se halla en Bo-
livia. No pudiendo negarse á la fuerza de las razones alega
das, dice que el caso es diferente porque las tropas habian
ido de auxiliares del Perú. El infrascrito no debia ya dete
nerse en esto porque el permiso se ha concedido y las tropas
están pasando. Sin embargo hará alguna reflexion.
La division cuyo paso so pidió, aunque habia sido auxiliar
del Perú, no lo era ya. Habia permanecido largo tiempo en
Bolivia en otros objetos. Habiendo salido del Perú, habian
cesado los mutuos deberes que produce el estado de auxilia
res. Si se quiere establecer que las tropas que una vez lo han
sido conservan eternamente derecho para que, haya ó no pe
ligro. se les deje pasar siempre que quieran por el territorio
que han auxiliado, esta es una doctrina que no merece refuta
cion. Suponiendo que todavía lo fuesen, el derecho para ne
garles paso y para que la nacion á quien se pide sea el único
juez en este asunto, depende de que ella sola puede juzgar de
lo que amenace á su seguridad, y esta seguridad puede ser
amenazada tanto por auxiliares como por los que no lo son.
Pero aunque esto no fuese verdadero, el paso está concedi
do y parece que ya no habia mas que tratar sobre esto. Si no
se concedió prontamente, habrá sido porque el Perú estaba
tomando medidas de seguridad.
El infrascrito ignora si se ha puesto la condicion de que
pasen desarmados; pero si se ha hecho así, está probado an
tes, que el Perú tenia derecho para hacerlo.
No es del caso tratar del movimiento de laPaz. Sus causas,
aunque no son muy ocultas, segun las noticias que pública
—117—
mente corren, no tienen ninguna relacion con las negocia
ciones presentes.
El honorable señor Secretario de Relaciones Exteriores dice
que el paso se habrá verificado ya por voluntad ó por fuerza.
El infrascrito cree que ciertamente se ha verificado; pero no
por fuerza, pues esto no habría sido posible.
El honorable señor Secretario asegura que su Gobierno no
piensa hacer guerra al Perú. Sean los que fuesen los datos
que hay en contra, no puede el infrascrito dejar de creer la
palabra de un Gobierno comunicada por un conducto legal.
Se conviene, pues, á que en los departamentos limítrofes de
las dos naciones queden las fuerzas respectivas reducidas al
número en que se hallaban en los primeros meses del año do
1827. Esto quitará la desconfianza por ambas partes.
Al llegar el honorable señor Secretario á tratar de esta ma
teria habla mucho de valor, de hazañas, do heroísmos, &. El
infrascrito no so contraerá á ello porque no pertenece á las
cuestiones que ahora le ocupan. Solo dirá que hay mucha
diferencia entre miedo y prudencia. El Perú no ha tenido
aquel; pero posee ésta. Por eso ha tratado de ponerse en si
tuacion de no ser sorprendido. Pero si de buena fé se cree
que tiene miedo, ¿podrá creerse do igual modo que piensa en
hacerse agresor? El honorable señor Secretario manifiesta
creer lo uno y lo otro: el infrascrito confiesa que no tiene
capacidad bastante para conciliar dos ideas tan opuestas.
Se piden reemplazos Peruanos por las bajas del ejército
auxiliar. Se alega para ello un tratado hecho en Guayaquil
entre los generales Portocarrero y Paz del Castillo. Esta
materia exije alguna detencion.
Por las copias que el honorable señor Secretario de Rela
ciones Exteriores se ha servido acompañar á su comunicacion
de 22 del actual, aparece que el general Bi va- Agüero, ¡Presi
dente del Perú, mandó á Guayaquil al general Portocarrero:
que éste celebró con el señor general Paz del Castillo un tra
tado sobre auxilios; y que en él se convino, entre otras cosas,
que serian reemplazadasJas bajas que tuviese el ejército
auxiliar.
Es preciso examinar la cópia de la credencial con que el
general Portocarrero se presentó en Guayaquil. Lo único que
olla dice es, que habiendo ofrecido el Libertador grandes
auxilios al Perú, de los cuales solo fueron admitidos cuatro
mil fusiles, venia ese general á pedir á S. E. entro otras cosas,
cuatro mil soldados. ¿En qué se fundaba Biva-Agüero para
esta peticion? En ninguna otra cosa que en los ofrecimientos
del Libertador. No solo no se habla de tratado, ni de facul
tad en Portocareero para hacerlo; pero ni siquiera se vé la
—118—
cláusula general que se pone eu todas las credenciales diplo
máticas de que se dé entero crédito á loque diga el '.Enviado.
¿Dónde está, pues, el Poder de Portocarrero para esta nego
ciacion? No se encuentra, y, por consiguiente, es nulo cnanto
hizo excediendo sus facultades. El infrascrito ignoraba esta
circunstancia, y así queda muy obligado al honorable señor
Secretario de Relaciones Exteriores de Colombia, por haber
tenido la bondad de poner en sus manos copia de un docu
mento tan interesante.
Supongamos que Portocarrero hubiese tenido poderes bas
tantes de su comitente para hacer el tratado, ó que su comi
tente mismo lo hubiese hecho en persona, y examinemos la
cuestion bajo de este aspecto.
Para que un tratado sea válido es preciso que. sea hecho
por quien tiene facultad para hacerlo. El general Riva-Agüe
ro desempeñaba la Presidencia de la República sujeto al re
glamento del Poder Ejecutivo dado por el Congreso en 14 de
Octubre de 1822. El art. 1? del cap. G? dice así: "Nombrará
y separará los Ministros Plenipotenciarios y Ajentes Diplo
máticos cerca de las demás potencias y Gobiernos ooh prévio
conocimiento del Congreso." ¿Dónde está la constancia de que
haya habido ese previo conocimiento del Congreso en la mision
del general Portocarrero? El art. 5.° del decreto de 21 de Se
tiembre del mismo año corroborado por el artículo segundo,
capítulo sexto del reglamento citado, dice así: "Esta comision
(habla del Poder Ejecutivo) consultará al Congreso en los ne
gocios diplomáticos y cualesquiera otros arduos." ¿Donde
consta que Riva-Agüero hubiese consultado al Congreso acer
ca del tratado de Guayaquil?
Se sigue que el general Riva-Agüero que desempeñaba la
Presidencia de la República conforme á las facultades que le
habia concedido el Congreso, no podia sin el consentimiento
de este cuerpo mandar al general Portocarrero para hacer un
tratado; y que si lo hizo, debe considerarse este procedimiento
como enteramente nulo.
Hay mas: bien sabido es que el órgano por el cual se cor
responden las naciones es el Ministerio de Relaciones Exte
riores, y mucho mas en los Gobiernos representativos. "En las
cópias que se tienen á la vista sobre el tratado de Guayaquil
no aparece la menor intervencion del Ministro de Relacio
nes Exteriores del Perú. La comision de Portocarrero no debe
considerarse de otro modo que. como un acto puramente per
sonal del general Riva-Agüero, pues no intervino en olla el
Ministerio, ni se encuentra algun otro de los requisitos que
debian acompañar á los actos oficiales del Presidente del Pera.
—119—
El convenio que so cita no debo considerarse como un tra
tado, sino en la clase que los publicistas llaman Sponcio. Vat-
tel la define "un ajuste perteneciente á los negocios del
Estado hecho por una persona pública fuera de los límites
de su comision , y sin órden ó despacho del Soberano."
Riva-Agüero es la persona pública que hizo el convenio y está
demostrado que excedió los límites de su comision y procedió
sin órden ó despacho del Soberano. No debe olvidarse que
hablamos bajo el supuesto de que Portocarrero hubiese teni
do poderes bastantes del Presidente. '
Cuando un Gobierno entra en un contrato lo primero quo
debe averiguar es si la persona con quien trata está suficien
temente autorizada. Si no lo hace, él mismo echa sobre sí el
peligro y se espone á los resultados S. E. el Libertador.
trató con el general Riva-Agüero ó sabiendo que este no te
nia facultad para tal cosa ó ignorándolo. La averiguacion le
habría sido muy fácil pues por leyes solemnemente promul
gadas se hallaban designadas las facultades del Ejecutivo.
Bien sea en el primer caso, bien en el segundo, la culpa fué
de Colombia.
El honorable señor Secretario de Relaciones Exteriores ha
citado el pasaje de las horcas caudinas aunque con diferente
objeto; pero él es muy análogo al convenio de que so trata.
Los generales romanos viéndose comprometidos con su ejér
cito en un lugar extremamente desventajoso, hicieron un tra
tado con los Samnitas. E! Senado no se creyó obligado á
aprobarlo, ni tampoco á acceder á la solicitud de los enemi
gos, de que el ejército Romano volviera á ponerse en la situa
cion en que se hallaba cuando trató. ¿Y por qué razon? No
hay otra sino que ios generales no tenían facultad para hacer
el tratado, que es lo mismo que sucedo en el presente caso.
Vattel, autor respetable, no solo por sus luces, sino tambien
por su amor á la justicia, aprueba la conducta del Senado
Romano.
La historia moderna, entre muchos ejemplos, suministra
uno muy reparable. El Rey de Francia Francisco I. hallán
dose prisionero en Madrid, hizo un tratado con el Emperador
Carlos V, obligándose á algunas cosas que noestabau en su
facultad, y en esta virtud le fué permitido volver á su patria.
Rennidos los estados generales desaprobaron el tratado, sin
embargo de que ya habian reportado ventajas do él, y el Rey
se hallaba en libertad. Los escritores de derecho público
aprueban la conducta de los franceses, y añaden que el Em
perador perdió justamente todo el fruto de la victoria, solo por
no haber averiguado si el Rey Francisco tenia facultad para
contraer las obligaciones que se contenían en el tratado.
—120—
Los dos hechos anteriores se reducen generalmente á la
clase de simples promesas ó sponsiones: lo mismo que debe
decirse del convenio de Guayaquil.
El Perú no se aprovechó del fruto del tratado. Antes de
que se celebrase ya partían las tropas de Guayaquil. En la
coleccion de documentos relativos á la vida pública del Liberta
dor, tomo 3.°, se encuentran algunos que lo acreditan. En
las pajinas 153 y 154 se lee una nota del general Portocarre-
ro dirijida á S. E. luego que llegó á Guayaquil, y en ella so
ven las palabras siguientes: "No me ha quedado mas que
desear, ni cosa alguna que proponer en esta parte, despues
de haber visto á mi llegada, estaba próxima á zarpar la pri
mera division auxiliadora compuesta de tres mil hombres y
preparándose rápidamente la segunda de igual número: todo
lo que V. E. por sí y sin insinuacion alguna de la Junta que
gobernaba en- Lima tenia dispuesto á costa de indecibles sa
crificios." La contestacion de S. E. dice así: "La República
de Colombia se complace en hacer sacrificios por la libertad
del Perú, y hoy mismo están navegando sus batallones en
busca de los tiranos del Perú." Nótese que estas comunica
ciones son de 18 de Marzo de 1823, dia mismo en que'aparece
concluido el tratado. Es decir que sin él, ya navegaban al
Perú los auxiliares.
La empresa no era únicamente en provecho del Perú. Co
lombia misma jamás habría podido estar segura, miéntras un
ejército español existiese en un Estado vecino. Colombia sabia ,
por lo sucedido en Lima con el señor general Paz del Casti
llo que el Perú no quería consentir en dar reemplazos: Colom
bia sin embargo hacia marchar tropas aun antes del tratado
que ahora se alega. ¿Con qué condiciones deberá creerse que
las enviaba? Seguramente era con las únicas que reconoce la
práctica de las naciones, entre las cuales no hay quien diga
que se cuenta la de reemplazos.
El tratado no fué causa do los auxilios: clíos marchaban an
tes de que él se hiciese. Así es que el Perú no se ha aprove
chado de la parte favorable que contiene.
Dice el honorable señor Secretario que este tratado no ne
cesitaba de ratificacion. La práctica constante de las naciones
ha establecido que todos los tratados se ratifiquen, para evitar
muchos inconvenientes. En las promesas ó sponsiones es mu
cho mas necesaria la ratificacion por la falta de facultades en
el que las hace. Así es que los publicistas establecen como
regla esencial que toda la firmeza de esta especie de convenios
consiste en la esperanza de que sean ratificados.
Se quiere que él silencio del Congreso equivalga á una ra
tificacion presunta. Para esto seria necesario que á lo ménoa
—121 —
el tratado le hubiese sido presentado. ¿Quién se lo presentó!
ÍTi lo hizo el general Riva-Agliero, ni instó para ello ningun
Ajente de Colombia. El Congreso no ha tenido ningun cono
cimiento legal de tal negociacion. Si ha .visto llegar tro
pas, esto no acredita la existencia de tm tratado, pues como
so ha demostrado, ellas marchaban sin esta circunstancia.
El infrascrito no ha dicho que estuvo preso el capitan Ma
chuca. Por el contrario ha asentado que la cansa que se
siguió á la goleta "Sirena" no tuvo relacion alguna con el
oficial que navegaba en ella como pasajero, y ha concluido
con estas palabras: "El capitan Machuca estuvo en Lima ón
plena libertad, y salió de allí cuando quiso sin que nadie le
hubiese obligado á quedarse ui á irse."
Tampoco ha dicho que estuvo preso el señor Ramon Már
quez. Al contrario en comunicacion de 1.° de Abril dijo que
este jefe fué detenido á bordo del buque en que iba, por una
medida general; pero luego que mandó á tierra su pasaporte
quedó en libertad de desembarcarse ó de hacer lo que quisie
ra, y aun recibió una satisfaccion. Fué tan general la medida,
que habiendo llegado el infrascrito al Callao en el mes de Oc
tubre del mismo año, no de puertos de Colombia, sino de
Huanchaco, que pertenece al Perú, pudo desembarcar inme
diatamente solo porque iba á desempeñar las funciones de
Diputado á Congreso; pero los demás pasajeros que iban con
él tuvieron que mandar á tierra sus pasaportes, y esperar
permiso.
El infrascrito ha dicho también que no sabe quienes eran
los otros expelidos del Perú á que se abulia. Solo tiene noticia
de ios. oficiales Alzuru y Zorro, de quienes habló largamente
en su memoria. Estos eran los que estaban en Piara como
enfermos. Si se hubieran especificado algunos otros por el
honorable señor Secretario de Relaciones Exteriores, habría
habido ocasion de tratar de ellos.
La expulsion de los mencionados no tuvo relacion alguna
con su patria. Atendiendo á la conducta que observaban, lo,
mismo se habría hecho, aunque hubiesen sido nacidos en
cualquiera otra parte del mundo y aun en el Perú mismo.
La interpretacion que el infrascrito ha dado al art. 4.° del
tratado de (' de Julio de 1822 no es arbitraria, ó mas bien no
es una interpretacion, sino la letra del mismo artículo. El
exije que un individuo haya establecido su domicilio en el "
Estado á que quiera pertenecer para que disfrute en é1 los
derechos de ciudadano. El que vive en un lugar sin el objeto
de avecindarse no establece domicilio, y mucho ménos el que
aun no ha entrado. La significacion de la palabra domicilio
es tan clara, que seria agraviar al honorable señor Secretario
TOM. VIII. " HlSTOKTA—10
—122—
de Relaciones Exteriores entrar en mas explicaciones sobre
ella.
Si es triste la suerte de los Colombianos que se han creido
sospechosos en el Perú, debe atribuirse esta desgracia á sus
mismos procedimientos. La prueba de esto es que, como se
ha dicho, hay infinitos Colombianos en el Perú en toda clase
de empleos y de industria, y ninguno de ellos ha sufrido la
menor molestia porque su conducta no ha sido contraria á los
intereses del país.
Si se han tocado algunos agravios hechos al Perú, se ha
dicho que no era con el objeto de hacer cargos sobre ellos. No
es cierto que todos sean anteriores á la ida del ejército auxi
liar. Los insultos hechos al Perú por el general Figueredo, el
año de 1827, tampoco son anteriores á esta época. Si no se
han hecho reclamaciones, es porque el Perú sabe hacer sacri
ficios por la amistad, sin interés nmguno, y porque está muy
distaute del deseo de acriminar.
De todos los artículos á que se contrae el final de la comu
nicacion del honorable señor Secretario de Relaciones Exte
riores, lo único á que puede acceder el infrascrito es álo que
lleva expresado que se reduce á los artículos siguientes:
1. ° Aunque el Ministro Plenipotenciario del Perú no tiene
instrucciones de su Gobieruo para tratar sobre límites, ni so
bre la denda, propone que estos dos puntos se traten en Gua
yaquil por comisionados de ambas naciones, creyendo que su
Gobierno acceda á esta propuesta, y prometiendo emplear con
todo empeño sus buenos oficios á este fin.
2.° Las tropas de las dos naciones se reducirán en los de
partamentos limítrofes, al número de que constaban en Fe
brero de 1827.
3. ° Se ratificará este tratado por ambas partes, lo mas
pronto que sea posible, y las ratificaciones serán canjeadas en
Guayaquil antes de que se cumplan seis meses de la fecha.
4.° Inmediatamente que se canjeen las ratificaciones ten
drán pleno cumplimiento los artículos 1.° y 2.°
El infrascrito tiene determinada su salida de Bogotá al Pe
rú para el 2 de Junio próximo. Si el honorable señor Secre
tario de Relaciones Exteriores tuviese á bien contestarle en
los dias que faltan, recibirá con mucha complacencia sus co
municaciones.
El Ministro Plenipotenciario del Perú que suscribe, tiene la
honra de reiterar al honorable señor Secretario de Relaciones
Exteriores de Colombia los sentimientos de su mas distingui
do aprecio.—José Villa.
—123—
REPUBLICA DEL PERU."
Legacion cerca del Gobierno de Colombia.—Bogotá, Mago 29 de
1828.
Al honorable señor Secretario do Estado on el Despacho de
Relaciones Exteriores de la República de Colombia.
El infrascrito Ministro Plenipotenciario del Perú ha deter
minado salir de Bogotá para el Perú el día 2 del próximo
Junio, y espera que el honorable señor Secretario de Relacio
nes Exteriores de Colombia tenga la bondad de mandarle el
correspondiente pasaporte incluyendo en él al Secretario de
la Legacion y cinco criados.
El infrascrito tiene la honra de reiterar al honorable señor
Secretario de Relaciones Exteriores de Colombia los senti
mientos de su mas distinguido aprecio.—José Villa.
REPUBLICA DE COLOMBIA.
Secretaría de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores. —
Bogotá, Mayo 29 de 1828.
Al señor Dr. José Villa.
Señor
He tenido el honor de recibir la comunicacion de V. fecha
27 del corriente que se me ha entregado ayer 28 á las 2 de la
tarde, en la que responde V. á la que con fecha de 22 del cor
riente le dirijí en contestacion á la memoria que se sirvió
acompañar á su nota de 25 de Marzo.
Bien fácil me seria responder á V. ahora, como lo he hecho
autos do un modo victorioso, valiéndome de las mismas re
flexiones de V. y de lo que dice en esta comunicacion, y dijo
en su memoria: pero debo prescindir de toda contestacion
cuando ya no puede resultar efecto alguno, y por consiguien
te seria inútil, habiendo V. vuelto dudosa su mision, por ca
—124—
recer la credencial que ha presentado de su Gobierno de las
formalidades que V. exijo en da del general Mariano Porto-
carrero, y ñor cuya falta cree nulo el convenio que celebró.
Dice V.: "El general Ri va-Aguero desempeñaba la Presi
dencia de la República sujeto al reglamento del Poder Ejecu
tivo dado por el Congreso en 14 de Octubre de 1822. El art.
1.° del cap. G.° dice así: —Nombrará y separará los Ministros
Plenipotenciarios y Ajenies Diplomáticos cerca de las demás po
tencias y gobiernos con previo conocimiento del Congreso. ¿Dónde
está la constancia de que baya habido ese previo consenti
miento del Congreso en la mision del general Portocarrero?"
pregunta V.; y de esta pregunta y de lo que dice en el acápite
siguiente, se deduce que Portocarrero en concepto de V. no
fué un Ministro del Gobierno del Perú por cuanto no acreditó
debidamente que su nombramiento se hiciera consintiéndolo
el Congreso. En el mismo caso se halla el de V., y el Gobierno
de Colombia no puede tratar con persona que lía manifestado
duda de un nombramiento que se acredita del miímo modo y
en los mismos términos que el suyo.
lia asegurado V. en su memoria que la Constitucion que
ahora rije en el Perú, es la que rejia cuando el Libertador
estaba en aquel país, y cuando se rennió el Congreso de Pa
namá. Esta Constitucion no es otra que la dada en Lima á
12de Noviembre de 1823 y ella exijeen el miembro 8.° del art.
80 que los Ajentes Diplomáticos sean nombrados por el Pre
sidente de la República con acuerdo del Senado. ¿Y dónde
está la constancia de que V. haya sido nombrado Ministro
Plenipotenciario cerca de esta República con aquel acuerdo?
La credencial que V. ha presentado no lo dice, y callándolo,
como se calló en la del general Portocarrero, el Gobierno de
Colombia se expondría á que lo que tratase y conviniese coa
V. se tuviera como nulo por otro Ministro ó Ajente que vi
niera; mucho mas cuando V. ha prestado todos estos datos, y
dado una leccion muy fuerte á este Gobierno para que no ad
mita Ministros del Perú, no negocie, ni trate con ellos sin
averiguar si están suficientemente autorizados, porque de no
echa sobre sí el peligro, y se espone á los resultados.
El Gobierno do Colombia trató de muy buena fé con el
general Portocarrero. Le estimó autorizado para hacer el
convenio que con él celebró á virtud de una credencial tan
solemne como laque presentó al Libertador; y sin embargo,
para negar este convenio, para invalidarlo, y uo cumplir con
lo que se ofreció, se dice ahora que su nombramiento careció
de la formalidad legal. Sin esta formalidad se ha presentado
V., y es de sentirse que la leccion (pie ha dado V. á este Go
bierno haya sido tan tarde que no pudo aprovecharse de ella
—125—
en tiempo, para no entrar en contestaciones con persona
desautorizada, y que en su concepto mismo no es Ministro
público, no habiendo sido acreditado debidamente.
Lo que hizo entonces este Gobierno con el general Porto- ,
carrero será válido y subsistente en todo tiempo, porque no
tuvo motivo para dudar de que era un Ministro del Gobierno,
encargado de pedir tropas y de una negociacion diplomática,
segun.se expresaba el Presidente del Perú sobre este objeto.
Tampoco hubiera tenido motivo para dudar del nombramien
to de V., si V. no le hubiera abierto los ojos, é indicádoleque
no era suficiente la credencial que presentó para acreditar su
mision ; pero V. ha tenido esta buena té, que es por cierto
muy laudable.
El Gobierno de Colombia reclamará los reemplazos de sus
tropas de el del Perú, y con él se entenderá directamente so
bre las demás quejas, que vino V. á satisfacer, y que no ha
satisfecho, sino agravado extremamente. Queda pues todo
en el estado en que se hallaba cuando vino V.
Acompaño á V. el pasaporte que me pide en su oficio de
esta fecha para regresar al Peru. Se ha extendido por la Se
cretaría del Interior, y V. puede usar de él cuando lo tenga
por conveniente.
Soy deV. con la mayor consideracion muy obediente servi
dor—Estanislao Vergara.
REPUBLICA DE COLOMBIA.
José Manuel Restrepo, Secretario d« Estado del Despacho del
Interior, &.
Concedo libre y seguro pasaporte al señor Dr. D. José Villa
que regresa al Perú, por Ibagne, , valle del Cauca, y puerto
de la Buenaventura, por donde habia venido á esta capital
enviado por S. E. el Presidente de aquella República á nego
cios del servicio, el que lleva en ¡su compañía á don U. Sa-
ravia, y cinco criados. Ordeno á cualesquiera autoridades
civiles, y militares del tránsito, en el territorio de Colombia,
le den todos los auxilios que necesite para hacer su viaje con
seguridad y prontitud, los que satisfará por su justo precio. —
Dado en Bogotá, á 29 de Mayo de 1828.—18.—José Manuel
Restrepo.
REPUBLICA DEL PERU.
Legacion cerca del Gobierno de Colombia.—Bogotá, Mayo 29 de
1828.
Al honorable señor Secretario de Estado en el Despacho de
Relaciones Exteriores de la República do Colombia.
Señor:
El infrascrito Ministro Plenipotenciario del Perú, acaba de
recibir en esto momento lina comunicacion del honorable se
ñor Secretario de Relaciones Exteriores y pasaporte para re
gresar á su país.
El caso en que se halla el infrascrito no es el mismo que el
del general Poitocarrero. Si hasta ahora no ha manifestado
documento que acredito que se le nombró por su Gobierno de
acuerdo con el Congreso, es porque no se lo ha pedido; pero
ahora que se echa de ménos esta circunstancia, tiene la honra
de acompañar una comunicacion de su Gobierno de 24 de No
viembre de 1827. Ella manifiesta que al iu trascrito no le
falta el requisito de que se trata.
Por lo demás, el infrascrito despues de haber hecho notar
la falta de poderes del general Portocarrero no solo porque
no hay constancia del Congreso sino tambien por lo demás
que expresó, se ha puesto en ol caso de que el Presidente
de la República lo hubiese autorizado conformo á la ley y ha
reflexionado bajo de este punto de vista.
El infrascrito nota con justicia que en el pasaporte que se
le ha mandado so le designe el camino que debe seguir sin
que él lo haya indicado. Además, no se lo pone conforme al
carácter con que ha estado en Bogotá y que realmente tiene;
pues aunque el honorable señor Secretario de Relaciones Ex
teriores notase la falta de un requisito, parece que no era re
gular despojarlo del carácter de que ha gozado sin averiguar
antes si realmente faltaba ó no. Siu embargo usará del pa
saporte y este nuevo agravio aumentará la lista de los que
antes ha recibido.
El infrascrito espera que el honorable señor Secretario de
Relaciones Exteriores se sirva devolverle el documento ad
junto luego que lo vea y aprovecha osta oportunidad para
ofrecer á su señoría los sentimientos de su mas distinguido
aprecio.. .José Villa. % ^
REPUBLICA DEL PERU.
Legacion cerca del Gobierno de Colombia.—Bogotá, Mayo 31 de
1828.
Al honorable señor Secretario de Estado .en el Despacho de
Relaciones Exteriores de la República de Colombia.
El infrascrito Ministro Plenipotenciario del Perú al recibir
la comunicacion del honorable señor Secretario de Relaciones
Exteriores de Colombia, en que le desconoce bajo el carácter
de Ministro Plenipotenciario, tuvo la honra de pasar á manos
de su señoría un documento que acredita que su nombramien
to fué hecho con acuerdo del Congreso, Esta satisfaccion no
ha sido debida; sin embargo el infrascrito no ha querido dejar
el menor efujio de duda.
Es bien sabido que la persona que administra el Poder
Ejecutivo es quien expide las credenciales para los empleados
diplomáticos. Ellos tratan legalmente: pero sus tratados que
dan en la clase de promesas ó sponsiones hasta que sean rati
ficados con acuerdo del Poder Lejisfativo, en los Estados en
que se necesita de esta circunstancia. Lo que esto quiere
decir es que no puede el Ejecutivo hacer un tratado definitivo
por sí mismo.
En el caso de que el general Portocarrero hubiera tenido
poderes de Riva-Ayüero (pues el documento que se ha pre
sentado no es un poder) se habría podido tratar con él; pero
quedando siempre el tratado sujeto á ratificacion. Mientras
no se hubiese ratificado, no debia considerarse validero. Cuan
do una de las partes con trata n tés procede sin la ratificacion
de la otra, echa sobre sí el peligro de sus procedimientos y se
espone á los resultados.
El infrascrito para ser reconocido como Ministro Plenipo
tenciario y aun para hacer un tratado, no necesitaba otra co
sa que presentar su credencial del Poder Ejecutivo de su país;
pero si hubiera pretendido que lo convenido en el tratarlo se
empezasse á poner en ejecucion sin que él hubiera sido ratifi
cado, entonces habria sido necesario que manifestase facultad
bastante no solo del Poder Ejecutivo, sino tambien del Lejis-
lativo.
El general Portocarrero, si hubiera tenido poderes del Pre
sidente del Perú, habria podido tratar; pero sujeto á ratifica
cion. Si Colombia, como dice el honorable señor Secretario,
—128—
convino en que no se ratificase el tratado, echó sobre sí el
peligro, pues quiso proceder en virtud de una simple promesa
de quien no tenia facultad para cumplirla. A tiempo de la
ratificacion y antes de cumplir lo acordado en el tratado, era
cuando se debia examinar si la ratificacion se habia hecho
conforme a las leyes del país. Siempre que el Congreso hu
biera accedido á ella se entendía que dispensaba cualquiera
falta en los procedimientos.
El caso del infrascrito es muy diferente. Sus poderes están
en la forma en que acostumbran darlos todas las naciones, y
él jamás ha pretendido concluir cosa alguna sin sujetarla á la
ratificacion conveniente. Si hubiera tenido esta pretension
habría llegado el caso de que el Gobierno de Colombia le hu
biera pedido una constancia de la autorizacion del Congreso.
En caso de no haberla presentado, no se le habría desconoci
do en su carácter público, sino que se hubiera suspendido la
ejecucion del tratado hasta que fuese ratificado.
El procedimiento del Gobierno de Colombia con respecto al
infrascrito ha sido enteramente contrario al derecho de jentes.
Además ha faltado á sus compromisos, pues el infrascrito en
tró en Bogotá en virtud de una comunicacion de la Secretaría
de Relaciones Exteriores en la cual se le reconocía como Mi
nistro Plenipotenciario. Desde entonces se comprometió el
Gobierno de Colombia á mirarlo como tal. Despues ha ad
quirido nueva fuerza este compromiso en todo el curso de las
negociaciones; y así aunque por fin se hubiera visto que fal
taba alguna circunstancia á sus poderes, se debia haberle
guardado sus privilejios hasta que saliese del territorio de
Colombia.
El infrascrito espera solamente para partir que el honora
ble señor Secretario de Relaciones Exteriores tenga la bondad
de devolverle el documento que tuvo la honra de pasar á ma
nos de su señoría con fecha 29 del actual, y aprovecha esta
oportunidad para reiterar á su señoría los sentimientos del
mas distinguido aprecio.—José Villa.
129-
REPUBLICA DE COLOMBIA.
Secretaria de Estado eu el Despacho de Relaciones Exteriores.—'
Bogotá, 31 de Mayo de 1 828.—18.
Al señor Dr. D. José Villa.
Señor.
Con el oficio de V. fecha, 29 del corriente he tenido el honor
de recibir el documento que acompaña y que le devuelvo.
Ciertamente se dice á V. en ese documento, que el Gobier
no del Perú le habia nombrado Ministro Plenipotenciario
cerca del de esta República con acuerdo de la Representacion
^Nacional: pero esta expresion contenida en un oficio de V. no
hace constancia para. con el Gobierno de Colombia, á quien no
es dirijida. El debe estar únicamente por la credencial firmada
por S. E. el Presidente del Perú, en virtud de la que V. era
acreditado cerca del de Colombia; y de ella no consta aquella
formalidad que se dijo á V. privadamente habia precedido a
su nombramiento. ¿Pudo V. acreditarse con ese oficio sin
presentarla credencial? Seguramente que no; y nopudiendo
comprobar de ese modo su mision, tampoco las formalidades
con que fué nombrado.
El Gobierno de Colombia ha tenido á V. como Ministro
Plenipotenciario del Perú, miéntras V. no snsiitó dudas so
bre su nombramiento. No ha estimado V. válido el del ge
neral Portocarrero, porque no se decia en la credencial que
habia sido hecho con acuerdo del Congreso, y este mismo si
lencio se guarda en la que V. ha presentado, que es á la
que debe arreglarse este Gobierno.
]Sb tiene V. que quejarse de agravio alguno de parte del
Gobierno de Colombia. Se le ha tratado como á un Ministro
público miéntras no hubo duda: se le han guardado las esen-
ciones y privilejios de tal: se le ha oido cuanto ha querido de
cir por escrito y de palabra, y aun se lo han sufrido ofensas,
como la de que se le habia interceptado su correspondencia,
de la que no ha dado V. satisfaccion, á pesar de constarle lo
contrario.
Se ha procedido, pues, en el caso, siguiendo las indicacio
nes que V. ha hecho; y por lo mismo no hay motivo para va
riar lo que he dicho á V. en mi anterior comunicacion.
Soy de V. con perfecto respeto muy obediente servidor.—
Estanislao Tergara.
Tom. viii. Historia—17
Editorial de "El Mercurio Peri'ano" núm. 223, del Mar
tes 6 de Mayo de 1828.
Por fir. hemos forzado al periódico ministerial á romper su
silencio asiático, para revelar ni público el misterio de la sepa
racion (qué suavidad de expresion!) del ciudadano Vida arre
del territorio de esta República de orden del Ejecutivo. El núme
ro 33 contiene el artículo apologético de este exceso para
siempre deplorable, que cabalmente aguardábamos: compues
to de los miserables sofismas, y de las alusiones injustas, ma
lignas, é inoportunas, queformau todo el raciocinio y toda la
elocuencia de que es capaz una pluma enervada por la triste
y larga costumbre de escribir á favor del poder, cualquiera
que sea. Es verdad.que era bastante difícil defender bien una
tan mala causa; pero á lo ménos podía haberle buscado quien
supiese siquiera disimular la crasa ignorancia de la historia
que se atreve á invocar, y la torpe servilidad de los priucipios
que profesa. Experimentamos repugnancia y rubor al ocu
parnos de un escritor, que, apareciendo como órgano de los
mandatarios responsables de una Nacion libre y soberana,
proclama máximas dignas del intérprete del ministerio de un
monarca absoluto. Que los hombres rectos y sensatos lean
ese alegato, y juzguen. Nosotros preáer.taremus algunas sen
cillas reflexiones, atendiendo tan solo á la importancia de la
materia.
Sepa la Nacion que la ilegalidad perpetrada, el golpe de esta
do que acabamos de presenciar con dolor y escándalo, S6 re
petirá siempre que se repitan las mismas circunstancias que,
á juicio del Ministerio que por desgracia nos rije, le han he
cho necesario. La "Prensadnos declara que cuando el "con
flicto de la autoridad, los peligros imprevistos que atropella
damente se suceden, y el fundado temor de que cundiendo la
corrupcion por todo el cuerpo político miserablemente se di-,
suelva. . . .fuerzan á los que se hallan al fíente de la Nacion á
tomar severas providencias que ¡£§piiagau una pausa saluda- .
ble en el ejercicio ordinario de las leyes,¿SF| SOLO puede
salvarse la nave del Estado arrojando de su seno al que oca
siona su zozobra." ¿Y por qxié no existe en un país libre y
civilizado otro partido que adoptar mas que el tremendo y
odioso que el Ministerio nos anuncia? Porque las leyes "per
. —131—
siguiendo al criminal, no por esto lo arrancan la confesion de
su delito, ni dan á los procedimientos que ellas designan la
virtud de contener la accion de los aj entes ocultos y tenaces
de una conspiracion profundamente meditada "—Es decir
[traduciendo en lenguaje claro estas preñadas frases] que
cuando se trata de descubrir y castigar grandes delitos, las
leyes y sus sacerdotes son absolutamente insuficientes: es in
dispensable violarlas, y proscribir arbitrariamente á los acu
sados;—es decir que no se puede impedir la corrupcion de todo
el cuerpo político (expresion infinitamente honrosa para la Na
cion!) sino mediante el aborrecible poder de la Dictadura;—
es decir, que (hablamos hipotéticamente) siempre que un ciu
dadano se hiciese revelador de las torpezas do un Ministerio
corrompido y se atrajese así su enemistad bastaría implicarle
en una conspiracion verdadera ó supuesta, proclamar que la
sociedad se hallaba "próxima á su disolucion," y asegurar ba
jo sn simple palabra que no "podia salvarse la nave sin arro
jarle de su seno" para privarle de los derechos mas sagrados,
sofocar sus reclamaciones, despreciar su defensa, separarlo de
su familia y de sus hogares, y relegarle á un pais lejano,
marcándole con el sello del oprobio y de la ignominia. ¡Y
esto se estampa en el siglo 19.°! ¡y en América! ¡y en un país
que se titula República representativa! y en donde hace pocos
dias que hemos jurado ante el Dios de la justicia observar re-
lijiosamente el código político que encierra la solemne decla
racion de esas "garantías" de cuya sola inviolabilidad pende
la libertad y la dignidad de seres racionales!!!— No tenemos
palabras para expresar el horror y la indignacion que nos ins
piran estas blasfemias políticas.
Protestamos contra el torcido uso que hace la Prensa de al
gunas de nuestras expresiones. Si por amor á la imparciali
dad que constantemente nos dirijo confesamos que el señor
Vidaurre era en el Perú un ciudadano muy peligroso y perju
dicial, tuvimos cuidado de añadir que no por eso era lícito
conculcar sus derechos con menosprecio de las leyes. La
Prensa misma hace. el proceso al Ministerio manifestando que
el señor Vidaurre habia tocado la trompeta revolucionaria, ca
lumniado groseramente á la Representacion Nacional, desacredi
tado al Kjecutico, >j concitado á la sedicion á los asistentes á la
barra del Congreso. fistos, particularmente el último, eran
hechos públicos, notorios, facilísimos de ser probados enjui
cio. ¿Porqué no se le formó causa inmediatamente? ¿porqué
no se lo refrenó en tiempo mediante un lejítimo castigo? ¿por
qué el fiscal no denunció el primer manifiesto, atestado de
doctrinas anárquicas y desorganizadoras, y en que se hace
abiertamente la apología do la sedicion? ¿Eran tambien in
—132—
suficientes Las leyes para reprimir estos extravíos? ¿Existían
acuso en ellos esos amaños y precaucioues que se supone burlan
su accion benéfico, y obligan á adoptar medidas ilegales?
Vergüenza nos da en verdad internarnos en una discusion,
polemica ociosa para todo hombre de buen sentido, y que nos
expone á la mortificacion de que los extranjeros se burlen con
razon de la necesidad en que nos vemos de defender los prin
cipios mas obvios y respetables de la justicia y del derecho.
Seduzcamos la cuestion á dos palabras. Asegurais que resul
taba tal peligro de la permanencia del señor Vidaurre en el
país, que á minos de expelerle sin pérdida de un solo instan
te, se desplomaba el edificio social. Pues bien: esta proposi
cion es la que debiais haber probado ya de un modo irrefra
gable que arrojase de si una evidencia que nadie pudiese
oscurecer; ese grande é inminente peligro es el que debiais
haber demostrado clara y explícitamente al Congreso; esa
demostracion luminosa es la quo la Nacion tiene derecho pa
ra exijir. Hasta que lleneis esta imperiosa obligacion, nos
sobrará razon para creer que hau sido extraviadas la probidad
y rectas intenciones del Presidente de la República, y sor
prendida hT rectitud de la Representacion Nacional.
No es del caso contestar á lo que, por pura malignidad é
impotencia, dice la Prensa con respecto á los hombres incom
petente* y arbitrarios á quienes sirvió y elojió bastala nausea
la misma pluma que ahora los acusa do haber querido arrai
gar el despotismo. La imparcial historia se ocupará de ellos
algun dia, y demostrará que cuanto se les achaca es una im
postura grosera; así como los hechos recientes, comparados
con la conducta de aquellos mismos hombres, hacen de ellos
la mas completa apología. Os compadecemos pobre Prensista!
bien sabeis que no merece aquella administracion los títulos
de "viciosa y nefanda!" Pudo errar; pero tuvo sanas inten
ciones.
Concluiremos dando á la "Prensa" el consejo de no hablar
de lo que no sabe. Ciceron no "expelió" al jefe de la conspi
racion á la cual alude. No hay niño que mi sepa que Catilina
se puso al frente de sus tropas y murió con la espada en la
mano peleando con un denuedo digno de mejor causa; la ile
galidad de Marco Tulio consistió en haberse amedrentado por
el número y calidad de los conjurados, y haberlos hecho pere
cer en los calabozos sin atreverse á someterlos á un juicio
publico peligroso. Pero en cuanto puede formarse juicio sobre
sucesos tan lejanos y oscuros, el cónsul cometió un atentado
del cual ciertamente no le lava el dictado que le concediera
un Senado desgarrado por facciones, á quien Ciceron habia
comunicado sus temores. Los grandes nombres no deben
—133—
servir de excusa á los crímenes y quien inconsideradamente
hace uso de la historia para excusar violemos desmanes, me
rece ser comparado con quien de las yerbas mas útiles extrae
perniciosos venenos.
Editorial de "La Phexsa Peeoana" Núm. 35, del Jueves
8 de Mayo de 1828.
Muy distantes estuvimos al escribir el artículo editorial del
número 33, do imajinar que lo refutara el Mercurio, descen
diendo á personalidades, en que ha errado equivocando las
plumas que so emplean en sostener al Gobierno, y defendien
do sin pudor la administracion despótica, en que desempeñó
el papel mas importante. Con esta conducta dá claramente á
conocer, que en reprobar la separacion del señor Vidaurre del
territorio de la República, ha encontrado un plausible protes
to para justificar la nefanda dictadura de un extranjero, que
para subyugarnos sin recurso nos tuvo sumidos en un silencio
asiático. Jamás creimos que el Mercurio, despues de su arre
pentimiento frecuente y patéticamente repetido, atacase tan
abiertamente al Gobierno; concitase contra él la malqueren
cia general, y degradase tanto á la Nacion, que publicara—
los hechos recientes comparados con la conducta de. los hombres
incompetentes y arbitrarios que nos rijieron, hacen de ellos la mas
completa apología. Es decir: que es mejor al Perú estar bajo
la férrea vara de Bolivar, que sor rejido por sus propios hijos.
Indigna que so color de ideas liberales, y do sostener los de
rechos del ciudadano, se desgarre el seno de esta patria nues
tra, y que tan arteramente se procure sembrar la desunion y
desconfianza, para arrastrarnos á la desolacion y cautiverio;
cuyas cadenas se reputarán deliciosos y benéficos lazos por el
que léjos de temer cargarlas, está muy seguro de ayudar á
darles estabilidad y mayor peso. Pero sin detenernos en re
flexiones, que de suyo se ofrecen á todo hombre de rectitud,
patriotismo y buen sentido, debemos ya ocuparnos en la refu
tacion de aquel periodista.
No son torpemen te serviles los principios que profesamos, ni
proclamamos máximas dignas del intérprete del Ministerio da un
—134—
monarca absoluto. Extos y cu¡mtos le rodean no tienen mas
ley que su capricho: pueden sacrificar á los hombres de mas
puras y probadas intenciones, y perseguir la virtud que siem
pre les causa sobresalto. Tenemos de ello una reciente y
amarga experiencia. Mas en los pueblos que profesan como
dogma que la soberanía reside en la Nacion, y son á ella res
ponsables los ajentos del poder, nada pueden hacer éstos á su
arbitrio, ni tomar medida alguna que no sea conforme á la
ley designada para el caso. Y ¿en que" nos hemos apartado
de estas verdades fundamentales? ; Hemos dicho qu« el Mi
nisterio puedo por sí solo hacer callar las leyes, y arrojar do
la República al que ocasiona su trastorno? No hemos dado
motivo á imputacion tan injusta y tan gratuita. Dijimos que
el conflicto de, la autoridad, los peligros imprevistos que atrope
lladamente se suceden Se., fuerzan á los que se hallan al frente
de la nacion á tomar severas providencias que hagan una pausa
saludable en el ejercicio ordinario de las leyes. Deberá, pues,
confesar el Mercurio, que en su dictamen solo los Ministros
son los que se hallan al frente de la Nacion, 6 que no hay ra
zon para llamarnos intérpretes del Ministerio de un monarca
absoluto. Nosotros por consiguiente, cuando usamos do aque
llas expresiones, exijiamos no solo la intervencion del Minis
terio, sino tambien la autoridad del Ejecutivo, y la especial
autorizacion del Congreso.
¿Y puede marcarse con el abominable sello de arbitraria una
medida tomada de acuerdo por ambos poderes, y con perfecto
conocimiento de las razones poderosas que la motivaron? Pe
ro, dice el "Mercurio" ¿por qué no existe, en un país libre y civi
lizado otro partido, que adoptar el tremendo y odioso que el
Ministerio nos anuncia? Esto rs decir que cuando se trata de
descubrir y de castigar grandes delitos, la ley y sus sacerdotes son
absolutamente insuficientes—es indispensable violarlas. Tiempo
ha que uno de los publicistas mas severos, y acérrimo enemi
go de los déspotas enseñó: "que la inflexibilidad delas leyes,
quo las impide conformarse con los acontecimientos, puede
en ciertos casos hacerlas perniciosas y causar la pérdida del
Estado en su crisis. El orden y lentitud de las forma» piden
un espacio de tiempo (pie algunas veces no permiten las cir
cunstancias. Se pueden presentar mil rasos que no ha podido
precaver el lejislador." Así que no se violan las leyes, sino
antes se les dá mas vigor y estabilidad, y se afianzan mejor
pis instituciones políticas y el orden social, concediéndose al
Supremo Majistrado en los graves y urjentes peligros un po
der que seria abusivo é ilegal en el estado ordinario de la
sociedad. La Constitucion de la "República que hace pocos dios
hemos jurado ante el Dios dela justicia observar relijiosamente;
— 1.'55—
Mí código político que encierra la solemne declaracion de esas ga
rantios, de cuya sola inviolabilidad, pende la libertad y la digni
dad de seres racionales, prescribe (1) que en caso de invasion ó
sedicion el Congreso autorice extraordinariamente al Ejecuti
vo, si la seguridad pública lo exijiere; quedando éste obligado
á dar al Congreso razon motivada de las medidas que tomare.
¿Cuál de las condiciones expresas en este artículo de la ley
íuudamental ha faltado, ó se ha omitido para separar del ter
ritorio al señor Vidaurre? ¿Na se han verificado todas? ¿Ha
procedido por sí solo el Ejecutivo? ¿Ha decretado el Congre
so Constituyente su expulsion por mero antojo? ¿Y si en nada
se ha violado la resolucion única y terminante en materia tan
delicada y trascendental, cuáles son las garantías que reclama
el Mercurio en favor del señor Vidaurre? Las garantías las
dá la ley: son seguridades concedidas al ciudadano, no ins
trumentos para dislocar la máquina social, ni auxilios para
hollar las leyes. Exijirlas indistintamente, proclamarlas y
suponerlas violadas, cuando el conflicto público, lá salud de
la patria, y la ley misma á que el ciudadano se ha sometido
no las conceden ni declaran, es dar al pacto social una latitud
que solo refluyera en daño coman y pretender sustraerse á las
condiciones que él impone. Esto seria convertir la libertad
en una arma insidiosa, ó mas bien de las yerbas mas útiles
extraer perniciosos venenos.
El Mercurio despues de echar áun lado la discusion de los
principios, se reduce á la cuestion de hecho para decirnos, que
debiéramos'Jiaber probado, que resultaba tul peligro de la per
manencia del señor Vidaurre en el país, que á ménos de expe
lerle sin pérdida de un solo instante, se desplomaba el edificio
social. Aun cuando el Mercurio hable de un instante mate
mático, es muy obvio probarlo con sus mismos escritos, de un
modo irrefragable que arroje de sí una evidencia, que nadie
pueda oscurecer ese grande c inminente peligro. Ha dicho que '
la sedicion del batallon Núm. 9 (2) es un suceso que 'no puede
ser considerado aisladamente; que no es seguramente mas que un
eslabon de la larga cadena de tramas y conspiraciones que hace
mucho tiempo amenaza al orden público;—cadena que desgracia
damente creemos no haya sido rota sino por pocos días, y que
volverá á ser anudada á la sombra de los achaques deque adole
ce el cuerpo político. Con que, segun vos Mercurio, la Repú
blica está espuesta á una série de tramas y conspiraciones que
(1) Art. 48. atr. «5
[2) More. N. 213.
—136—
piolo se interrumpirá por pocos días. Con que en vuestro con
cepto se repetirán si se desperdician esos pocos dias, ¿y cómo
se aprovecharían? ¿Había otro medio que cortar esa cadena
alejando del territorio la mano que la dirijia, y era capaz de
volverla anudar? Pava esto tío bastaban las leyes existentes.
La bárbara lejislacion que todavía nos tije ha de hacer tan com
plicado, confuso, prolijo y dilatorio el nuevo proceso, formado
á los autores de la sedicion del batallon Núm. 9, en que apa
rece ser cabecilla el señor Vidanrre, como lo es el que se lo ha
seguido por la conspiracion descubierta ahora cuatro meses.
A la conclusion de estas dos causas que debian correr bajo
una cuerda, y en cuya prosecucion franquean las leyes á los
reos campo pura los ardides y subterfnjios, que se han usado
por el señor Vidanrre en la primera, no podía arribarse en
pocos dias; y entre tanto, no solo lograrán los sediciosos la
impunidad, y se acusará de indolencia al Gobierno, sino que la
misma República estaría en riesgo de perecer, aprovechándo
se de sus achaques los ajentes de la conspiracion. ¿Y cuál
era esa mano capaz de anudar la cadena de tramas y conspira
ciones? Quién sino el mismo (pie vos Mercurio habeis califi
cado ser el ciudadano mus peligroso y perjudicial que puede
imajinarse—quién sino el señor Vidaurre. Conociendo que
en estas expresiones habeis implícitamente confesado la jus
ticia de la medida tomada respecto á él, y caíais en pueril
contradiccion, protestais de ellas, ocurrís á vuestra táctica de
retractaciones disfrazando la presente con el nombre modesto
de protesta, y cambiando en seguida las expresiones que ver
tisteis fen vuestro número 21. A. vos que sois tau maestro en
el habla castellana, y quizá entendeis mejor la cartilla diplo
mática, ¿cómo se os habia de ocultar que no es lo mismo ase
verar que el señor Vidaurre era en el Perú el ciudadano mas
^peligroso y perjudicial que. puede imajinarse, que decir era un
ciudadano muy peligroso y perjudicial. Segun aquellas expre
siones el señor Vidanrre es el peor de todos los malos ciuda
danos, y su malignidad es tal que agota la imajiuacion, fallo
que nosotros, sin embargo de reputarle pernicioso á la Repú
blica, y justamente separado de ella, no osaríamos pronun
ciar; miéntras por las otras solamente le presentais igual á
otros ciudadanos muy peligrosos. Mas si n recargar sobre la
destreza con (pie habeis intentado enervar la fuerza de vues
tras primeras expresiones; confesad—que resulta de lo mismo
que habeis dicho y hemos aducido que debia expelerse sin
pérdida de un solo instante al señor Vidaurre. Y ¿quereis
todavía demostracion mas luminosa? Con vuestros mismos
argumentos hemos llenado la imperiosa obligacion que la Na
cion tiene derecho de exijirnos. •
—137—
Seguramente ya no creereis que han sido extraviadas la
probidad y rectas intenciones del Presidente de la República y
sorprendida la rectitud de la Representacion Nacional.
Concluyamos, pues, Mercurio, que habeis escrito contra
vuestro convencimiento, que vuestra propia pluma os ha ven
dido, y que vuestras recriminaciones de torpe servilidad de
principios y de ser dignos intérpretes de un monarca absoluto,
son tan justas y fundadas como el habernos reprochado de
crasa ignorancia de la historia; acusacion de que os habeis re
tractado en vuestro número de ayer, en el que advertimos
otro error histórico, que sin duda habreis cometido por la pre
cipitacion con que se compone un periódico de la naturaleza del
vuestro.
Editorial de "El Mercurio Peruano" Núm. 2*19, del Jue
ves 1.° de Mayo de 1828.
Se dice—no sabemos si con fundamento—que don Manuel
Vidaurre está implicado en la conspiracion de que ayer ha
blamos; que el Ejecutivo expuso al Congreso, en sesion secre
ta, que no podiaTesponder de la tranquilidad pública mióntras
permaneciese en el Perú dicho majistrado; y que obtuvo con
siguientemente autorizacion especial para expelerle del terri
torio de la República, conservándole honores y sueldo. El
hecho cierto es que el señor Vidaurre ha sido trasladado—
parece que nocturnamente—á un buque de guerra , desde
donde será trasbordado á otro que le conduzca á los Estados
Norte-Americanos.—Este suceso dá márjen á desagradables
reflexiones.
El señor Vidaurre estaba preso como acusado de haber sido
jefe de la otra conspiracion descubierta hace cerca de cuatro
meses; despues de un proceso complicado, confuso, prolijo y
dilatorio como son todos los nuestros, gracias á la bárbara
legislacion que todavia nos rije, se estaba por fin viendo la
causa para sentenciar; la defensa del acusado corre impresa;
no podia ni debia diferirse el fallo del Consejo Militar; ¿es
concebible que la inculpacion de un nuevo delito haya servi
do de motivo ó de protesto para alejarle repentinamente de
Tom. vm, Historia—18
i
—138—
sus jueces, poniéndole fuera de los efectos legales de la sen
tencia que se pronuncie? Y si ésta fuese favorable, si el señor
Vidaurre resultase inocente del crimen que se le atribuye,
¿con qué razon, con qué justicia, se le niega la satisfaccion
lejitima de aparecer entre sus conciudadanos lavado de tan
fea mancha? ¿cómo se le niegan los derechos que correspon
den al individuo mas humilde de la sociedad?
Por otra parte, la reciente conspiracion es mas importante
que la primera, puesto que, además de haber tenido un prin
cipio de accion, debe ministrar datos mas seguros para des
cubrir los cómplices y las ramificaciones. ¿Cómo es que se
aleja del país arbitrariamente al individuo señalado como el
eje y móvil principal de ella privando así á los magistrados
de las luces que necesitan para investigar los hechos, y á la
vindicta pública de la satisfaccion que le pertenece?
Hay fuertes pruebas morales que convencen de su culpabilidad,
aunque ésta no resulte duramente del proceso. i
Muía razon seria ésta en un país que se supone rejido por
instituciones libres, y en época en que acaba de prestarse ju
ramento á una Constitucion que sanciona todas las garantías
individuales. ¿Qué podemos esperar para lo futuro despues
do un ejemplo tan funesto? En ningun tiempo faltan motivos
aparentes para cohonestar una violencia; y si un magistrado
superior, si un representante de la Nacion, si un hombre lleno
de conexiones y amistades ha sido víctima de un ostracismo
ilegal, ¿quién podrá jamás considerarse seguro despues de ver
abierta esa triste senda, despues de ver á los ciudadanos, no
solo distraidos de sus jueces naturales bajo pretesto de una
ley tiránica que nos dejaron nuestros opresores, sino hasta
privados del beneficio que pueda resultarles del fallo de aque
llos que les fueron substituidos?
Nosotros no somos apologistas del señor Vidaurre; hemos
ya manifestado nuestra opinion con respecto á él, y no tene
mos rebozo en añadir que le creemos en el Perú el ciudadano
mas peligroso y perjudicial que pueda imajinarse, aunque en
otras partes no habría sido mas que objeto de risa y compa
sion, á pesar de los talentos que uo pueden negársele. Pero
de que un individuo sea peligroso y perjudicial no se sigue
que con relacion á él puedan violarse las leyes, despreciarse
las formalidades mas respetables, y conculcarse las garantías
sociales que se proclaman siempre con tanto aparato, sin que
jamás se disfrute de ellas con aquella plena é inconcusa segu
ridad que sola puede darles su verdadero valor, y hacer amar
el réjimen bajo el cual vivimos. Hay en el Perú personas mas
peligrosas que la expulsada: ¿las expeleremos á todas? Si el
señor Vidaurre se ha hecho peligroso, suya no es toda la cul
—139—
pa; gran parte tienen tantos como le aplaudieron, fomentaron
y dieron ánimo para precipitarse en locas" empresas. ¿No ex
perimentarán siquiera algun remordimiento los que despues
de conocido y befado, despues que se habia burlado de la re
ligion, del pudor, y de la decencia pública, le elevaron á la
dignidad de Presidente del Congreso? los que patrocinaron su
injusta pretension de percibir el sueldo íntegro; los que impi
dieron que se le formase causa cuando cometió el escandaloso
atentado de salir por la barra amotinando al pueblo? Si en
aquella época hubiese sido castigado como merecía, si hubie
se encontrado censura y reprobacion en todos los ciudadanos
rectos, su influjo pernicioso habría sido completamente neu
tralizado, y ahora no existiría pretesto para lamentables ilega
lidades que forman indudablemente el escalon entre la pasada
y la futura arbitrariedad.
Se nos contestará acaso: Bien está; todos conocemos los prin
cipios; en la aplicacion está la dificultad. Ante el interés de la
conservacion del órden público cede en importancia todo lo demás.
La presencia del señor Vidaurre amenazaba una esplosion fatal
para la sociedad; ha sido indispensable expulsarle.
Estas son las máximas mismas de que continuamente abu
san los tiranos; estas son aquellas , contra las cuales han de
clamado con tanta acrimonia los mismos individuos que ahora
las.ponen en práctica, en circunstancias infinitamente ménos
críticas, y de un modo mucho mas violento é ilejítimo de lo
que usaron los hombres á quienes acusaron de déspotas y
traidores. Tal es el hombre! luego que llega á disfrutar de
poder, se desvanece, se engríe, se contradice, y se llena de
terrores pánicos. ¿Qué se dirá en el mundo cuando se sepa
que hemos temblado de conservar una hora mas en nuestro
país á una persona como el señor Vidaurre, y que hemos
atropellado cuanto hay de sagrado en la sociedad por librar
nos de enemigo tan formidable? No hemos tenido valor para
poner en claro los delitos que se le achacaron, y hacer con él
un saludable escarmiento, haciendo cegar su cuello por la
cuchilla de la Ley; y para compensarle sus conatos por desor
ganizarnos, le pagamos una decente pension, y le enviamos á
países extranjeros á desacreditarnos é insultar con razon á
nuestra injusticia y debilidad!
Bajo cualquier aspecto que se considere este suceso, con
trista el alma del ciudadano amigo de su país y de la libertad.
Ni siquiera se cumplirán las miras del Gobierno: el señor Vi
daurre desembarcará en Valparaíso, y desde allí podrá*seguir
el hilo de sus maquinaciones, si en efecto se ha ocupado en
ellas, y lo hará acaso con mejor éxito, ligándose tambien con
los prosélitos de un jefe que fué objeto de sus artificiosos elo
—140—
jios; sus amigos se escandecerán mas contra la actual admi
nistracion despues de semejante acto de impolítica é inútil
violencia, así como ya pintan estos acontecimientos como fru
to do maniobras ministeriales; en toda América se presentará
él como la víctima de la prepotencia y ojeriza de los gober
nantes de su país y concitará contra el Perú nuevos sarcas
mos de nuestros émulos y enemigos; y si llega á pisar el suelo
norte-americano—ese'suelo privilejiado donde no se conocen
ostraoismos, donde impera absolutamente la Ley, donde no
se experimentan vanos terrores, y abiertamente se declama,
se conspira contra una administracion viciosa ó inepta y se
reemplaza con otra, siempre por medios legales, francos, y
varoniles, donde á manera de conmocion electrica cada indi
viduo siente la menor injusticia hecha al mas humilde miem
bro de la comunidad y el espíritu público se despliega con
una enerjía irresistible—si llega á pisar ese suelo privilejiado,
decimos, nos suscitará el desprecio de aquellos hombres fuer
tes, quienes al considerar el acto ilegal y el deplorable silen
cio y sumision con que ha sido mirado, tal vez nos dirán:—
"Id, imbéciles; no sois dignos de la libertad!"—
Editorial de "La Prensa Peruana" Núm. 33, del Jueves
1." de Mayo de 1828.
En la noche del Martes 29 del pasado dió la vela la fraga
ta norte-americana "China" con direccion al puerto de Salem,
conduciendo á su bordo al señor don Manuel Lorenzo Vidaur-
re, separado del territorio de esta República de orden del Eje
cutivo, expresamente autorizado por el Congreso para tomar
esta medida, que demandaba la conservacion de la seguridad
del Estado.
Sensible es á la verdad que existan entre nosotros ciudada
nos tan mal avenidos con el réjimen bajo que vivimos, y con
el Gobierno mas lejítimo y nacional que hemos conocido,
desde que somos independientes; que procuren derribarlo, y
sumir á su patria en los horrores de la anarquía, con el insano
y depravado objeto de usurpar el poder, y saciar sus pasiones
criminales en medio del desórden y dela confusion inherentes
—141—
á la caida ilegal y tumultuosa de la administracion estableci
da. El conflicto en que ponen á la autoridad, la ansiedad en
que entran los buenos ciudadanos, los peligros imprevistos
que atropelladamente se suceden, y el fundado temor de que
cundiendo la corrupcion por todo el cuerpo político misera-
rablemente se disuelva, viuiendo al fln á ser presa de un ex
traño y astuto acechador, despues de haber sido víctima de
facciones encarnizadas; fuerzan á los que se hallan al frente
de la Nacion, á tomar severas providencias que hagan una
pausa saludable en el ejercicio ordinario de las leyes; que per
siguiendo al criminal, no por esto le arrancan la confesion de
su delito, ni dan á los procedimientos que ellas designan la
virtud de contener la accion de los ajenies ocultos y tenaces
de uua conspiracion privadamente meditada, dirijida con as
tucia, pfevision, y todas las precauciones y amaños de que es
capaz un conspirador artificioso.
En tan deplorables circunstancias solo puede salvarse la
nave del Estado arrojando de su seno al que ocasiona su zo
zobra, al que ha trabajado por verla sumerjida, para dominar
la y disponer de ella á su placer. Boma habría perecido si
deteniéndose Ciceron en las férmulas de un juicio, hubiera
dado tiempo á que se realizasen los sanguinarios planes del
mas sagaz, laborioso, y osado enemigo doméstico del pueblo
romano. Ciceron le expelió, frustró la revolucion, y pudo
ahogarla, y descubrir todos los que en ella tuvieron parte y
entregarlos al rigor benéfico de las leyes. ¿Fué acaso Cice
ron un déspota, se estremecieron por esto los ciudadanos rec
tos, se creyó en peligro la seguridad personal, y el romano
pacífico receló que el Cónsul le llevara á abandonar algun dia
su patria? Léjos de esto, recurso tan enérjico afirmó la tran
quilidad comun, robusteció la autoridad del Sonado y de las
leyes, y atrajo sobre su autor el inapreciable título de Padre
do la patria.
¿Y quién podrá poner en duda que el señor Vidaurre era un
perturbador infatigable del órden público, que habia tocado
la trompeta revolucionaria, que procuraba sembrar el descon
tento y allegar á sí cuantos pudieran fomentarlo? El ha ca
lumniado groseramente á la Representacion Nacional , ha
desacreditado al Ejecutivo, y ha concitado á la sedicion á los
asistentes á la barra del Congreso. Sus escritos no respiran
mas que ódio encarnizado contra las autoridades y contra la
Constitucion que hemos jurado. En una palabra, segun se
expresa el "Mercurio Peruano" del dia de hoy, era el ciudada
no mas peligroso y perjudicial que pueda imajinarse—que se ha
bía burlado de la religion, del pudor y de la decencia pública.
¿Puede desearse proceso mas evidente y comprobado, cargos
—142—
mas detallados y mas justos que los que contienen las pocas
palabras que hemos citado? ¿Si á qué fin aguardar el éxito
del que se le ha formado? Acusarse pudiera de iudolencia al
Gobierno, si habiendo estallado la sedicion del batallon Núm.
9, tramada para colocar al señor Vidaurre en la Presidencia
de la República; si estando convencido de los malogrados es
fuerzos que aquel hizo para rennir los colegios electorales, y
resolverlos á que le reclamasen como el representante que ha
bian elejido, aguardara sereno la reproduccion de nuevas in
trigas y nuevos atentados, de los que uno solo que se llevara
al cabo, sumiera á la República en desastres que ciertamente
la hicieran perecer. Cortar el progreso de las revoluciones
era su primero y urjento deber.
Por otra parte le cumplía aprovechar la feliz oportunidad,
que en mnchos dias no se presentará, de quitar á un conspi
rador tan implacable todo punto de contacto con el país, y
privar á sus colaboradores de toda esperanza de ser dirijidos
por él, enviándole en un buque que vaya á Norte-América sin
hacer escala en ningun puerto del Pacífico ó del Atlántico.
Perdida esa favorable ocasion, y siendo condenado en jui
cio el señor Vidaurre, ¿á donde se le depositará que dejase de
conspirar como lo ha hecho en su prision? ¿Y si resultara
absuelto, preguntamos á todo hombre de buen sentido, cam
biaría de condicion el hombre mas peligroso y perjudicial que
pueda imajinarse?
¿Y qué semejanza puede haber entre una medida eminen
temente nacional, ora se considere la autoridad que la ha
dictado, ora se mire el objeto vital á que fué dirijida, y otras
que hemos vis.to tomar por hombres incompetentes y arbitra
rios tan solo por arraigar entre nosotros el despotismo? Hor
roriza su memoria. Ellas llevaron la República á punto de
insurreccionarse contra ese poder tiránico en su oríjen y ejer
cicio, dieron campo á que adquiriese popularidad, cobrara
nombre y ascendiente el señor Vidaurre, á que se colocara al
frente de los negocios, y so le nombrase Diputado. A no ha
ber pasado el Perú por esos días de opresion y envilecimiento,
no se hubiera visto ese hijo inquieto y ambicioso en posicion
de emprender y conspirar. Suya no es en verdad toda la cul
pa. ¡Gran parte tienen los que se desvivieron por sostener la
viciosa y nefanda administracion de que estuvieron encar
gados!
Cuando se publique el extracto de la causa de que no se
puede dar una noticia exacta, mientras no se concluya y se
sentencie; cuando so refuten sus escritos, poniendo á toda luz
las imposturas de que están atestados, la falsedad y siniestra
aplicacion de sus principios y doctrinas, la capciosa interpre
. -7.143—
tacion que hace de las leyes, y sus esfuerzos por depravar la
opinion pública y minar los fundamentos del Estado; enton
ces nuestros conciudadanos conocerán con mas extension y
certidumbre cuán saludable ha sido apartar de en medio de
ellos, sin esperar el fallo de las leyes, á un hombre cuya per
manencia en el país era una continua amenaza á las institu
ciones lejítimamente establecidas, al reposo y felicidad comun.
COLOMBIA.
PROCLAMA A LOS DEPARTAMENTOS DEL SUR.
Compatriotas!—Los crímenes de la faccion Peruana llaman
al Libertador hácia nosotros: su venida se anuncia tan respe
table como el trueno; y hasta la tierra se conmueve con su
nombre. Dispongámonos á* recibirlo con lágrimas de gozo en
los transportes de gratitud.
Compatriotas.—Parece que se acerca el dia de la vindicta
del honor patrio. Los pérfidos, que han mancillado nuestra
gloria, responderán de su sacrilega maldad en el terrible tri
bunal que la justicia del cielo les prepara. ¡Nos han sublevado
los ejércitos! Han tentado los medios de .usurpar nuestro her
moso territorio! ¡Han mandado á nuestras costas la cala
midad que deplorais! Quieren extender sus límites funestos
con la violenta refusion de una República vírjen, que nació
en los campos de Ayacucho á la sombra de los laureles co
lombianos; y aun se han atrevido á flamear su bandera de
rebelion en un pueblo del Asuay!! ¿Qué debemos esperar de
los atroces que hollan el derecho de las naciones—los ingra
tos que dañan á sus jenerosos bienhechores? ¡Nada! Los
traidores no tienen qué ofrecer. ¿Vengaremos el baldon?
Soldados.—Colombia ha recibido un nuevo ultraje: vosotros
os brindais á repararlo. ¿Volvereis á surcar la tierra movedi
za del Perú? ¿La planta de la justicia seguirá por las huellas
del honor que marcaron vuestros pasos? El tiempo lo dirá....
Los pueblos son amigos: la fuerza de un partido los oprime:
ellos se muestran taciturnos; compadezcamos su dolor. . . .y
victoriemos desde ahora su infalible redencion que ofrecen
vuestras armas.
Juan José Flores.
Cuartel general en Guayaquil, á 18 de Abril de 1828.—18.
—144—
EL PREFECTO
DEL DEPARTAMENTO DE LA LIBERTAD,
A los pueblos.
Compatriotas:—Un general de Colombia acaba de suscribir
una proclama, convidando los pueblos del Sur, para hacernos
la guerra. Llamando faccion la masa del Perú, y crimen atroz,
insulto, sacrilejio, maldad, perfidia, nuestra negacion á ser es
clavos. Aun nos insulta mas: supone que nos mostramos ta
citurnos é indolen tes de nuestra suerte. En su delirio ha creido
que somos capaces de dejar hollar el suelo en que respira la
dulce libertad. ¿Ignora que la justicia nos protejet ¿Y que los
peruanos vencedores en Junin, y Ayacucho, cubren nuestras
fronteras, deseosos de derramar su sangre, defendiendo la pa
tria? Si se atreven á avanzar su estandarte una línea sobre
nuestro temtorio, tendrán que arrepentirse.
Compatriotas:—La planta de úu tirano no pisará ya nues
tras provincias, porque nuestros cadáveres formarán la mura
lla, No hay sacrificio grande cuando se trata vde defenderlo
todo, y á vosotros os cumple hacer entender á todo el mundo,
que entre conservar la dignidad de un pueblo libre, que per -
enece exclusivamente á sí mismo, ó pasar á ser viles escla -
*vos, sin patria, sin honor, sin esposas, sin hijos, sin fortuna,
no teneis que elejir, sino la muerte.
Trujillo, 29 de Abril de 1828. '
Luis José Orbegoso.
PROCLAMA.
¡Soldados!—Una proclama rubricada por el mas pérfido ele
los ajentes del despotismo nos anuncia la aproximacion del
tirano de Colombia á nuestras fronteras. Los soldados tle
aquella República que en otro tiempo pelearon por la libertad,
guiados hoy por los mas viles intereses é inicuamente plega
dos á las miras ambiciosas do Bolivar, desoyendo los clamo
res de la patria, tornan contra el seno de ella sus espadas
liberticidas. Pero aun se atreven á mas: ellos os insultan,
—145—
calumnian, y amenazan hollar con su planta inmunda vuestro
territorio para arrebatarnos la libertad, de la que el Perú, es
el santuario.
¡Soldados!—A vosotros está confiada su custodia. ¿Permi-
tireis que la profanen? ¿Querreis que ellos sacien su hambre
y su inopia en vuestros propios hogares, y con el sustento
de vuestros hijos? ¿Consentireis por último en que se man
cille de este modo el sagrado de nuestro honor nacional!
No, soldados: vosotros sois peruanos. En vuestros semblan
tes se advierte ya la sed de los combates y de la gloria.
Volareis á ellos, y repetireis á los tiranos la terrible leccion
que los guerreros de la Grecia dieron á los soldados del gran
rey. Los que hoy se declaran vuestros enemigos, vieron en los
campos de Pichincha de cuánto era capaz vuestro valor en su
defensa. Tiemblen si lo empleais ahora en sepultarlos, quizá
en esos mismos campos.
¡Soldados! —La República exije hoy de vosotros, esa impa
sibilidad en las privaciones, firmeza en los trabajos, y ese
denuedo heroico en los combates que son vuestros rasgos
característicos: pero ellos ofrecen en recompensa, tesoros mas
estimables que la vida—IGUALDAD, LIBERTAD, GRATI
TUD, Y GLORIA.
Vuestro compañero—
J. M. Plaza.
Editorial de "La Prensa Peruana" Núm. 36, del Martes
10 de Mayo de 1828.
Al leer la proclama antecedente ¿habrá peruano que no se
encienda en ira, y no arda por vengar los ultrajes que se ha
cen á su patria? Parece que la injusticia y la desesperacion
se han apoderado del general que manda las tropas acantona
das al Sur de Colombia. ¿Qué agravios son los que tanto de
canta, y repite siempre que se dirije á sus soldados? Nuestra
fraternidad con esa República, nuestros votos por estrechar
mas y mas los vínculos que á ella nos unen, nuestro reconoci
miento á los sacrificios que hizo por el bien comun en la guer
ra de independencia contra el poder español, y nuestro des-
Tom. viii. Historia— 19
—14f>—
prendimiento en recompensar á sus guerreros están marcados
con hechos que no pueden desmentir ni oscurecer los que mas
interés tengan en concitarnos la animosidad de aquellos pue
blos. Ni otra conducta nos permite el respeto á los derechos
de las naciones, á su independencia, soberanía y libertad, que
hemos observado relijiosamente. El Perú está en aptitud do
envanecerse justamente de estar esento de aspiraciones per
judiciales á sus vecinos y hermanos, de haber atentado opri
mirlos, ó de menguar su territorio. Sin embargo de tauta
virtud, franqueza y honradez hemos llegado á punto de ser
vilipendiados, y estar apercibidos á repeler con las armas una
injusta agresion. Se calumnia nuestra conducta, se recrimi
nan nuestras intenciones, se nos prodigan gratuitas imputa
ciones, y se pretende hacer recaer sobre nuestra República,
para inundarla en sangre y dominarla, los funestos ó inevita
bles efectos del desorden y confusion en que sumerjió á Co
lombia la disidencia de sus provincias.
/ Cuándo hemos sublevado sus ejércitos t Hemos remitido
' ajentes al territorio de esa República? ¿Nos hemos valido del
dinero, 6 hemos solicitado relaciones para desmoralizar la
fuerza armada, lograr el trastorno de sus instituciones y con
sumar la ruina de Colombia? El Perú no ha estado en con
tacto sino con la division auxiliar que el general Bolivar dejó,
cuando concluido ya el objeto á que era venida, debia haber
regresado á su país, dejando al nuestro en absoluta posesion
de sí mismo. Afectóse éata de las divisiones que ajitaban á
su patria; declaróse por la Constitucion y leyes que habia
jurado: y dejando de ser el instrumento para subyugar pueblos
á quienes habia ayudado á libertarse; pudimos'abrir nuestros
lábios sellados por el terror, y declarar solemnemente que solo
debian rejirnos instituciones que, formadas por nosotros mis
mos, entregasen á la excecracion las que fueron dictadas por
un extranjero, prevalido de una fuerza que aun no estábamos
en actitud de resistir. Colocados en tal situacion, deber nues
tro hubiera sido vengar la injuria que se nos habia irrogado,
ligándonos pérfidamente á la voluntad de un jefe de Colom
bia, si su Nacion hubiese tenido en ello parte alguna, y si
apartándose de la rectitud de principios que siempre ha pro
fesado, hubiese encomendado á ese hijo suyo el reducirnos á
la espantosa servidumbre á que estuvimos condenados. Pero
el Perú bien conoce que á esa República jenerosa jamás la
han animado tan perniciosos sentimientos, que ella ha sentido
nuestros males, y que lamenta se haya extendido á sus costas
del Pacífico, la misma calamidad que hasta ahora ha luchado
por desterrar de las que posee en el Atlántico.
—147—
Peregrino es, por no decir ridículo, imputarnos haber pt*
meado la bandera de rebelion en tt/i pueblo del Asuay. Desde
que nuestros batallones penetraron hasta ej Pichincha en
ayuda de nuestros hermanos de Colombia, ningun soldado
peruano ha pasado el territorio de esa República. ¿Cómo pues
se nos acusa, con tamaño insulto, de haber suscitado revueltas
en Colombia? Cúlpense á sí mismos todos los males que afli
jan á su patria, los que por someterla á una faccion, y elevar
á un hombre sobre las ruinas de la libertad, han relajado los
lazos sociales, han puesto en combustion á los pueblos, y dado
á cada ciudadano el derecho de intentar sustraerse de cual
quier modo á un poder que aborrece, y cuya ilegalidad le au
toriza á sostituirle con el que mas le plazca y le convenga.
Tso se presentará un solo documento, no so aducirá un solo
acto en que el Perú haya provocado esos disturbios, ni con
sentido en agregar á su territorio parte alguna del territorio
colombiano, ó del Alto Perú al que gratuitamente se nos re
procha querer refundir en nuestra República, por el mas fiel
de los súbditos colaboradores, del que aun se desvive para
levan lar sobre la refusion de tres repúblicas el trono de su
imperio.
A tan injustos é infundados cargos se añade tambien la
impudencia de presentar como una faccion al Gobierno esta
blecido por la libre y expresa voluntad de la Nacion represen
tada c:n un Congreso General, elejido por los pueblos con
plena y absoluta independencia del influjo y relaciones del
poder. ¿Cuáles los pueblos que en él no hayan tenido parte,
ó cuáles los que se hayan manifestado repugnantes á nombrar
sus diputados, cu la iirme esperanza de consolidar su libertad
y ponerla á salvo de las insidias del usurpador? ¿Y hay des
caro bastante para afirmar que son amigos de la tiranía, que
se muestran taciturnos? ¿Quiérese lenguaje mas cnéijico y
expresivo que la uniformidad con que todos aplaudieron el
cambiamiento del 2(5 de Enero; su dócil obediencia á las me
didas tomadas sin el aparato de la fuerza, ni el temor de tro
pelías y violencias para convocar y rennir cuanto antes la
Representacion Nacional, y la prontitud con que se han orga
nizado dos ejércitos capaces de sostener la independencia, y
escarmentar á injustos agresores, á quienes no puede ocultarse,
que aun cuando por un momento la fortuna traicionasela
justicia de nuestra causa, de todas las provincias volará á los
campos de batalla la milicia nacional, en que no hay ciuda
dano que no se haya inscrito, para repeler enemigos quehollan
los derechos de las naciones, y que vienen á sumirlos en males
mas terribles y acerbos que cuantos antes sufrieron bajo la
prepotencia que en vano pretenden recuperar?
—148-
¡Tnfelices pueblos si tornárais al yugo de un déspota ex
tranjero! Derramada seria la sangre de vuestros hijos para
extender y afianzar sus conquistas: arrancados de sus bogares
perecieran en climas lejanos: vuestra heredad fuera presa de
ávidos extranjeros que solos lograrían el fruto de vuestras
fatigas y trabajo. Agoviados seríais de contribuciones, y re
ducidos á la clase do provincia conquistada, seríais eljuguete
de vuestros enemigos y la befa de las naciones libres.
Lo§ Editores.
Franca y respetuosa manifestacion que hace de sus votos el bravo
ejército del Sur, á la Gran Convencion de Colombia.
Excmo. Señor Presidente de la Convencion.
-
Señor:
Los generales, jefes y oficiales del ejército del Sur, tienen el
honor de dirijirse á la Gran Convencion Colombiana por el
respetable órgano de V. E. usando el derecho de peticion que
la ley conreele, para emitir los votos de sus corazones que no
han renunciado como ciudadanos, porque el jeneroso sacrifi
cio de haber prodigado su sangre para redimir de la esclavitud
á sus queridos compatriotas, no ha podido arrebatarles el de
recho do tener voluntad igual á ellos ni á obligarlos á enmu
decer como siervos en la gran crisis de las instituciones, y
cuando todas las clases de la sociedad se han excedido, por
decirlo así, en la manifestacion de sus deseos.
Colombia, Señor, está inminentemente espuesta á sumer- '
jirse en un piélago de males, por no decir en el olvido, si una
mano redentora no la salva. Las esperanzas de salud en (pie
habiamos consentido despues de doce meses de revolucion,
han desaparecido ya con la presteza de una sombra, y el
monstruo de la desconfianza se apodera de los corazones, por
el recelo que inspiran algunos diputados enemigos de la pros
peridad de Colombia, y hombres ingratos al Libertador que la
ha fundado. La Gran Convencion que preside V. E. fué el
grito uijente de los pueblos, y este grito fué tambien repetido
por nosotros para no contrariar los votos de los ciudadanos, y
porque creimos como ellos, que la Convencion seria el reme
dio de los males, el vínculo de felicidad, y la fuente del bien
que se deseav Estaba lejos de nosotros sospechar que la cap-
—140—
ciosa maledicencia escalase el único recinto reserva lo á la
razon y á la imparcial sabiduría, como tristemente lo acaba
mos de palpar en laa personas que hau tenido la rastrera ha
bilidad de hacerse elejir diputados para colmar la medida del
daño que empezaron con escándalo. Muy fácil seria para
nosotros arrojar las espadas que ceñimos y abandonar despa
voridos el lugar que ocupamos en las filas del ejército, para
ir despues á confundirnos en la masa de los pueblos y llorar
las calamidades de la patria, si no temiésemos el juicio seve
ro de la posteridad, la burla de los tumultuarios, la excecra-
cion de los sensatos y un remordimiento atroz de nuestras
propias conciencias. El imperio de la naturaleza, nuestras
mas caras relaciones, la ley exijente de la necesidad y nuestros
deberes sacro-patrios, reclaman de nosotros la salvacion de la
República, y nos creemos autorizados á salvarla, despues que
el espíritu /le partido ha profanado el templo augusto en que
habiamos co i ven ido prosternarnos. Los pueblos del Sur con
quienes hemos ligado nuestra suerte, se han fijado en el Li
bertador para depositarle la plenitud de sus confianzas, y
nosotros hemos ofrecido sostener esta determinacion brillante
porque la creemos necesaria, porque es conforme á nuestras
voluntades, y porque solo el jénio ilustre que arrancó á Co
lombia del fango de la ignominia, puede hoy preservarla de
la infernal anarquía que la arrastra á su infalible destruccion.
Llegó, Señor, el dia en que es preciso marchar con paso
altivo contra las revoluciones que menguan á la patria, y
contra el frenético delirio de continuar el ensayo fatal de esas
meras teorías que han dañado á la Nacion en nombre de los
principios. Las terribles lecciones de una experiencia doraros»
no pueden olvidarse en los momentos decisivos: es menester
confesar que el mal se ha propagado por las manos abstractas
de monitores incautos que al fin se han visto desmentidos por
los propios errores de sus doctrinas ilusorias; y que no es pru
dente fiar en sus consejos para rejimentar á un pueblo grande
que le debe las calamidades que deplora. El Libertador que
es sin duda la áncora divina de nuestras esperanzas, y la úni
ca antorcha que le queda á Colombia para alumbrar los he
chos que se pierden en la oscuridad de su distancia, debe
encargarse del mando supremo del Estado, para que con la
experiencia de su sabiduría haga las reformas que crea nece
sarias, restablezca la confianza pública, consolida la opinion,
reviva el honor y la viitud para que no se empañen el brillo
de la gloria y el lustre de la libertad, mejore los diferentes
ramos de la administracion, y haga en fin con su brazo omni
potente que .Colombia vuelva áser Colombia. .
—150—
Estos son, Señor, los votos fervientes de nuestros corazones,
á los cuales no reservamos niugua jénero de sacrificios, por
costosos que sean, y aun cuando los fieros detractores nos
insulten con los apodos de serviles, mercenarios, deliberantes
&., que agoten en hora. buena, sus nécias acritudes; que gri
ten, que exclamen todo cuanto 'quieran; y que tambien nos
miren con horror: nosotros lo consentimos por el bien de la
patria y por la felicidad de ellos mismos. Pero ¿cuál es, Se
ñor, aquel que desconfia do las sabas intenciones delos Liber
tadores? ¿Cuáles los que pueden disputarnos aquellos títulos
honrosos que marcan nuestros cuerpos con profundas cicatri
ces? Solo la mano de la Providencia tiene potestad para
borrarlas. ¿Cuáles los que pretenden usurparnos el derecho
de ser los grandes amigos de la Libertad? ¿Cuáles los que
pueden aventajar las pruebas que hemos dado en quince años
de combates, Iudiando con la muerte en las batallas, con la
desuudez en los desiertos, con la hambre en los campos dela
esterilidad, y con pereunes privaciones en los cuarteles de la
paz? ¿Qué? ¿Y podríamos sufrir sin murmurar que fuese con-
ti líjente hasta nuestra santa fé política, depurada en el crisol
ensangrentado de una guerra desastrosa, y acreditada muchas
veces en el cruel martirolojio inventado por la ferocidad es
pañola para probar nuestra constancia, único patrimonio que
legaremos en herencia á nuestros descendientes? No tememos
la censura de los buenos diputados: ellos pensarán como no
sotros, porque son varones próbidos, patriotas incorruptibles;
poseen el instinto del bien, y quieren el bien para Colombia.
Los exaltados demagogos son los vínicos que pueden ofender
se de nuestra resolucion irrevocable, porque no consentiremos
mas, que se arroguen la voz de los pueblos para hacerse ne
cios intérpretes de sus voluntades. Jíada nos arredra, nada
puede intimidarnos: haremos por Colombia y el Libertador
lo que no hicimos por nosotros cuando esas leyes depresivas
ajaron el lustre do la milicia, rebajándola á lamas degradan
te condicion. Entóneos toleramos el oprobio porque so hizo
á nuestros propios intereses: —ahora os á La patria en sus do
lencias, es á la causa de la humanidaíT que consagramos nues
tros débiles servicios; sin patria no queremos existir, y sin el
Libertador para salvarla buscaríamos en vano en qué apo
yarnos. El señor coronel Leon Cordero, que pondrá en manos
de V. E. esta franca exposicion, es el órgano de que se vale el
ejército para aclarar sus voluntades en las dudas que puedan
ocurrir en la Convencion.
Hemos hablado, Señor, el lenguaje del honor y de la nece
sidad; queremos que |el Libertador termine las revoluciones
que nacen cada dia con los nuevos ensayos, y confiamos para
—151 —
correjirlo en la parte sana de la Asamblea Convencional:
nuestros deseos son loables: nuestra resignacion es inocente,
ycnando la sociedad jime por calamidades tan funestas, sus
raros protectores no son orgullosos, no son culpables ah! ellos
son sensibles. El plomo y el acero han invalidado nuestros
miembros, y en otros han borrado las perfecciones que reci
bieron de la Naturaleza; pero nos quedan corazones y espa
das que ofrecer, y cuando en nosotros muera la esperanza,
qne será cuando dejemos de existir, el velo de nuestras tum
bas exbalará todavía suspiros á la patria ✓.
General en jefe del ejercito, Juan José Flores.—El *general
Intendente, J. Illingrot.— El general comandante general,
Arturo Sanders.—El general, Juan Paz del Castillo.—El coro
nel jefe de E. M., Leon de F. Cordero.—El jefe de E. M. del
Departamento, Antonio de la Guerra. —El coronel, Tomás C.
Wriyht.—Coronel, Manuel A. Lnzarrmaga.—Primer coman
dante del batallan Caracas, Javier Guevara.— Primer coman
dante, Juan Fulojio Alzuru. — Primer comandante, Francisco
María Campos. —Primer comandante, José María Camadaro.
—El segundo graduado, José Santos Eoharis. —José Rivas.—
José Hernandez. —Santiago Loedel.—Juan Barrera.—Juan Jo
sé Rodríguez.—Francisco Ortiz.—Juan Gonzalez.—Domingo
Yodan.— Gabriel Urbina.—A. Portocarrero.—Archibale Failos.
—Lorenzo Fernandez de Laos. —Pedro Venegas.—Miguel Fa-
rias.—Juan Otamendi.—Francisco Calderon.—Santiago Cruz.
Francisco Lira. —Andrés María Picon.— Pedro Sanchez.—Lo
renzo Esteves.—Manuel Mestre. — Yictor Ycpes.—Manuel Luna.
—Juan Verguerra.— Guillermo Corcer.—José María Urbina.—
Juan Granja.—Trinidad Gil.—Juan Gonzalez.— Tomás Mora.
Hilario Duran. —Matías Piñang.—Ilermenejildo Oliva. —José
Antonio Chiriboga.—José Antonio Franca.—José Urbina.
Editorial de "La Prensa Peruana" Núm. 37, del Martes
13 de. Mayo de 1828.
Cuando el Perú se ha esmerado mas en estrechar con la
República de Colombia los lazos de paz y de fraternidad,
cuando para conseguirlo habia adoptado todos los medios co
munmente recibidos entre las naciones civilizadas, enviando
—152—
cerca de aquel Gobierno un Ministro Plenipotenciario, y
cuando debiera esperarse fundadamente que nada se opusiera
á la concordia entre dos pueblos que se deben recíprocos 6
interesantes servicios; el Presidente Bolivar, despetes de ob
servar una conducta indecorosa y nada franca con nuestro
Enviado, le ha declarado, por el órgano del Ministerio de Re-
laciones Exteriores, que si dentro de seis meses no cumple
nuestro Gobierno con las obligaciones que le detalla, creerá
aquel no solo que el Perú lo hostiliza con ánimo irrevocable, sino
que ha dejado la decision de lo jtisto ála suerte de las armas. No
fuera tan'chocante este lenguaje duro y amenazador del Mi
nisterio, si fueren claros y evidentes los derechos que reclama,
ó si despues de haberse discutido y aclarado nos resistiéramos
á entrar en transacciones pacíficas y amigables. Empero omi
tiendo estos prévios y naturales pasos que afirman la paz de
las naciones, consultan y establecen su bienestar y relaciones,
y demuestran la buena fié de la parte que reclama, acompa
ñar sus demandas con los amagos de una guerra á que hemos
visto provocar solemnemente al general de los departamentos
del Sur; solo puede ser propio del que á falta de verdades y
sólidas razones se vale de pretestos para cubrir y dar una
apariencia legal á sus miras ambiciosas, y á la sed de ven
ganza que le aqueja.
Ni cómo dar otro carácter á la conducta del general Bolí
var, cuando no habiendo reconocido á nuestro Enviado, exije
satisfacciones y reparos de derechos que no están deslindados,
de procedimientos que derivan de la soberanía nacional y de
que nadie puede acusar á una Nacion independiente. Exami
nemos separadamente las condiciones que se nos proponen
como único medio para evitar la guerra.
1? Dentro de seis meses debe poner el Perú á tos órdenes dsl
intendente dsl Asuay la provincia de Jaen, y parte de la de Mai-
nas, que retiene.
Siendo estas provincias situadas en los confines de ambas
Repúblicas, pende de un arreglo de límites el saberse á cual
de las dos deben pertenecer. lY se ha propuesto siquiera por
parte del general Bolivar entrar en este arreglo, nombrar co
misionados á este efecto, y en caso de que estos no puedan
convenirse ocurrir á otros medios tan legales y mas eficaces
que los que hemos designado? Muy buenos podrán ser los
derechos que tenga Colombia á esos territorios; ¿pero cómo
saber si son mejores que los que podamos alegar? ¿Cómo re
clama el general Bolivar unas provincias que indirectamente
convino en que perteneciesen al Perú, cuaudo se hallaba á su
frente; para una de las cuales nombró obispo el Consejo de
Gobierno, que en todo procedía segun sus instrucciones? Con.-
—153—
tradiccion es esta demasiado repugnante para que pueda pa
sarse por alto, al aducirse como razon justificativa de un»
guerra, la posesion de esas provincias por el mismo que ha
con(*irrido y autorizado que estuviesen en nuestro poder.
2? Que dentro del mismo pUizo satisfaga á Colombia la suma
de tres millones quinientos noventa y cinvo mil setecientos cua
renta y siete pesos, ochenta y nueve céntécimos, á que montaban á
fines de Diciembre último los suplementos que se le hicieron para
su emancipacion.
¿Quién ha liquidado esta denda? ¿Se han nombrado por
ambas Repúblicas individuos bastantemente autorizados que
las examinen, revean, y presenten para su reconocimiento el
líquido que contra nosotros resülte? Y cuando todo esto se
hubiera practicado, tampoco se ha formalizado estipulacion
alguna acerca del modo y plazos en que deba satisfacerse.
Alegar esto como razon para abrir hostilidades, seria lo mis
mo que si á un particular sin haberle oido en juicio se le apre
miara con la amenaza de una horrible calamidad al pago de
la cuenta presentada por su acreedor. Y si de injusto é inhu
mano debidamente se calificara al acreedor que así repite, al
juez que de este modo procediera, y de imbécil al dendor que
con vigor y enerjía no se defendiese; ¡cómo sin cubrirnos de
oprobio y manifestarnos indignos de la libertad que hemos
adquirido, pudiéramos someternos á satisfacer la cantidad que
se demanda, ni cómo el Gobierno de Colombia sin escandalo
sa infraccion de las reglas comunes de justicia, y sin incurrir
ante la faz del mundo, en la vergonzosa nota de arbitrario y
agresor se determinara á declarar le paguemos llanamente lo
que pide en un plazo perentoriamente designado, so pena de
sufrir los males de la guerra?
¡Y que así se proceda entre gobiernos de pueblos amigos y
hermanos, entre las Repúblicas nacientes de la América, cuan
do entre las viejas monarquías de la Europa se observa una
conducta mas racional y jenerosa, y no se llega á punto de
pedir con las armas en la mano el pago de dendas injentes y
de costosos auxilios que en sus alianzas se han prestado! ¡Mas
candor, mas pureza tendrán entre sí los reyes, mas amor á
sus vasallos y mas horror á derramar la sangre de los suyos y
extraños en los campos de batalla, que los supremos majistra-
dos de las Repúblicas para anegarlas en sangre de hombres
libres!—Y estaba reservado á Bolivar dar el triste y horroroso
espectáculo de ser al frente de Colombia mas injusto, mas
inhumano, y ménos circunspecto que las testas coronadas de
Europa!
4? Si dentro de dicho término no hubiere declarado el Gobier
no del Perú estar pronto á dar los reemplazos debidos por los
Tom. VIII. Historia—20
—154—
millares de colombianos que murieron en defensa de la indepen
dencia peruana.
Verdad es que Colombia ha sacrificado sus hijos jenerosa-
mente por v ;uir á combatir al poder español cm los campos
del Perú. Pero esta causa no era exclusivamente nuestra:
interesábale igualmente á Colombia: habría vacilado su inde
pendencia, si unidos sus esfuerzos á los nuestros, no hubiesen
derribado al enemigo comun. La libertad de Colombia fué
afirmada desde que nosotros fuimos libres. Cesó entonces
para ella todo peligro que antes le amenazara, si encadenado
el Perú se le hubiesen arrancado sus recursos para obrar con
tra esa República, que los españoles desearan volver á someter
á su dominio. ¿Y por qué política tan peregrina y desusada,
y por qué nuevos principios de justicia y conveniencia recí
proca hemos de ser exclusivamente los obligados no solo á
satisfacer los costos de los auxilios remitidos, sino además
pagar hombre por hombre de los que perecieron en comun
provecho, como si se tratara de reponer animales, ó los útiles
que forman el equipo del soldado?
Sin embargo de ser siempre injusta y reprobada cualquiera
convencion hecha á este respecto, pudiera obligársenos si hu
biéramos en ello consentido. ¿Pero dónde existe este pacto?
¿Cuándo lo celebramos y fué ratificado? Nosotros no tenemos
noticia de él—y antes bien sabemos que la division de Colom
bia al mando del general Paz del Castillo regresó á Guayaquil
por ser esta una de las condiciones á que no quiso acceder el
Congreso Constituyente del año 22.
5? Si dentro de dicha término no se huhiesen reducido las tro
pas del Departamento limítrofe al número que tenían en el mes
de Marzo del año próximo pasado.
A esta condicion puede contestarse victoriosamente con la
proclama del general Flores que hemos insertado en nuestro
número anterior. Redúzcanse las tropas que éste tiene á su
mando, y lo mismo haremos con las nuestras. Contra nues
tros naturales sentimientos, venciendo la repugnancia que
tenemos á verter la sangre de nuestros hermanos, y á los
grandes sacrificios que demandan los preparativos de una
guerra, hemos engrosado nuestras fuerzas por consultar nues
tra seguridad y tener en ella la única garantía de nuestra in
dependencia, amenazada por las continuas provocaciones del
jefe militar de Guayaquil y las frecuentes amenazas de guer
ra del periódico oficial de aquel Departamento, y del "Cons
titucional" de Bogotá que en todo ha sostenido las miras del
general Bolivar. Un dia de placer fuera para nosotros aquel
en que se redujeran las tropas de Colombia y las que tenemos
en Piura.
—1/55—
6? Si no repara el insulto irrogado á Colombia volviendo á re
cibir al señor A rmero en Lima con el carácter de Encargado de
Negocios que tenia cuando ignominiosamente fué expelido.
Notorias son al Perú y á Colombia todas las relaciones
del señor Armero. Separándole nosotros no despedimos de
nuestro seno al Representante del Gobierno de Colombia: ar
rojamos sí, á un individuo que nos era sospechoso, y de quien
justamente recelábamos minase el nuevo órden establecido
en el país. En esto hemos usado de la facultad inherente y
esencial á todo Gobierno do remover los obstáculos que pue
dan impedir su tranquilidad y marcha legal. "Todo soberano,
"dice Vattel, tiene un derecho incuestionable á despedir á un
"embajador culpable ó justamente sospechoso, porque es Se-
"ñor en su casa, y ningun extranjero puede permanecer en su
"córte, ó en sus estados sin su consentimiento. Si los sobera
dos están generalmente obligados á escuchar las resolucio
nes de las potencias extranjeras y admitir sus Ministros;
"cesa enteramente esta obligacion respecto de un Enviado
"que faltando á los deberes que nos impone su carácter; se
"hace peligroso, ó causa justamente sospechas á quien no
"puede presentarse sino como Ministro de paz. ¿Estará obli
gado un príncipe á sufrir en su territorio y en su córte á un
"enemigo secreto, que turbe el Estado, ó maquine su pérdi-
"da?" ¿Cuál es pues la injuria que hemos irrogado á Colom
bia? ¿Y cómo se nos quiere obligar á volver á recibir al señor
Armero, habiendo en su despedida usado de nuestro derecho?
A vista de las poderosas razones que hemos expuesto. de
los incontrastables principios en que se apoyan, no puede
concluirse como pretende el Ministro de Relaciones Exterio
res de Colombia, que se ha violado la fé nacional, pues que
ningun tratado nos liga á. la satisfaccion de los cargos que
ahora se nos hacen; que se ha infrinjülo el derecho de jentes,
jmes que le hemos observado relijiosamente, y que se hayan
visto con desprecio cuantas tentativas ha hecho Colombia para
obtener el desagravio, pues que ni nosotros le hemos injuriado,
ni se han discutido ni examinado segun el uso y costumbre
de las naciones, las razones y motivos de nuestra conducta, y
aquellas en que el general Bolivar, como Presidente de Co
lombia, funda los agravios que supone. Mucho ménos puede
inferirse que nos resistimos á toda conciliacion y transaccion
amistosa, por no haber enviado nuestro Ministro á la Gran
Asamblea Americana: no es este el único medio de cortarlas
diferencias, conciliar los ánimos y consultar la ;oíproca ar
monía, ni tampoco el Peni se ha obligado explícitamente á
entrar en aquel Congreso. Y aun cuando por haber tenido
parte en los tratados celebrados en Panamá, se le quiera iu
—In
terpretar como una tácita denegacion el no haber mandado
su Representante á Tacubaya, debierattenerse presente que el
Perú ocupado enteramente en organizarse y en darse institu
ciones no estaba en aptitud de tener representacion legal y
suficiente, entre tanto no fuere señor de sí mismo; ni le fuera
conveniente someter sus iutereses á las deliberaciones de un
Congreso cuyas sesiones se tenían en un país envuelto en una
guerra civil, y que habian de ser absolutamente imajinarias,
ó pudieran afectarse de las escena* deplorables que pasaban
á su vista.
No haremos á Colombia la injusticia de creerla interesada
en una guerra desastrosa, cuyos estragos y triunfos deplora
mos por cualquier parte que se decidiera la victoria. Provo
caciones semejantes obra son de úu solo hombre que desgra
ciadamente procura elevarse á toda costa sobre las ruinas de
Repúblicas á cuya libertad ha concurrido; y que aun le mira
rían como su mas firme apoyo si no se hubiese extraviado de
la senda que le trazaban sus deberes como guerrero y como
ciudadano. Doloroso será para nosotros llegar al extremo
de que se. deje la decision de lo justo á la suerte de las armas;
empero á todo estamos apercibidos y no es de ningun modo
el temor el que nos hace escuchar las voces de la razon, y de
la conveniencia de ambas Repúblicas.
COLOMBIA.
VOTO DE UN COLOMBIANO.
La suerte de las naciones es demasiado importante para que
sobre ella se intenten formar nuevas teorías de gobierno, con
el objeto de aplicarlas en la práctica. En las delicias físicas y
morales un sistema inventado por una imajinacion acalorada,
y una razon fría, que persigue hasta en sus últimas consecuen
cias una hipótesis de la cual se deducen todas las consecuen
cias posibles, la novedad puede ser un bien, ó por lo ménos
un mal de poca trascendencia, que no arrastre la perdida do
un pueblo; pero la rennion de los individuos deque se compo
nen las naciones, exije otra clase de respetos, y nunca es per
mitido esponerse á causar perjuicios inmensos, solo por reali
zar proyectos que tiendan á la perfectibilidad de la especie
humana, dejando de plantear instituciones conocidas que
—157—
puedan haber producido la felicidad de otras sociedades. Así
es que, en mi concepto, la Gran Convencion no necesita de
consagrarse al trabajo de inventar un nuevo sistema ó nueva
forma de Gobierno para establecer en Colombia. Ella debe
ser bastante moderada pava rechazar la tentacion fuerte de la
oryinalidad, y solo debe acordarse que vá á formar la Consti
tucion de un pueblo que, si fué colonia española por 300 años,
hace hoy 18 que está peleando por la verdadera libertad polí
tica y civil, transcurso de tiempo que vale por 18 siglos;—que
acaba de suspender por el momento una revolucion espanto
sa, que todavía no ha terminado, y que á pesar de nuestros
• deseos no es imposible renazca el dia que ménos se piense;—
y cuya revolucion ha nacido, segun lo aseguran los reformis
tas, de los vicios del sistema central, y que no pudo sofocarse
en su oportunidad á causa de la debilidad inmanente de ese
Gobierno para obrar en los extremos. Colombia, pues, es la
que va á recibir la Constitucion: los colombianos de 1828 y
todas las jeneraciones futuras son los que van á experimentar
los males ó los bienes de la forma de Gobierno que se adopte;
y es l'ajo de tal supuesto que voy á emitir mi opinion, no
guiado de una pasion del instante, sino instruido por la expe
riencia de siete años.
Hago á la gran mayoría de los colombianos, la justi
cia de creer que detestan de corazon el Gobierno monár
quico , bien sea despótico ó limitado , bien sea que el
jefe de la Nacion lleve el nombre de Rey , ó el de Pre
sidente vitalicio; bien sea que el poder se trasmita por su
cesion hereditaria, ó sea que intervenga el derecho de elejir
en una ó muchas personas;—porque á excepcion de muy po
cos que pretenden hacer el papel de aristócratas, apoyos
seguros del trono, cada uno de nosotros, si consulta 3U cora
zon ó sus verdaderos intereses, debemos responder que abor
recemos tanto al Rey de España que intentara despojarnos
de la independencia, como á cualquiera otro que quisiese
dominarnos en calidad de soberano, y arrancarnos el derecho
que hemos adquirido para gozar de una justa y racional liber
tad. Prescindimos pues de la cuestion de la monarquía, y la
dejamos relegada á la impotencia de sus autores, á quienes
para librarles del sinsabor de una ambicion engañada, de
seáramos de buena gana quedaran convencidos de que en
Colombia los pueblos no se han sacrificado por el engrande
cimiento de uno solo, ni han sacudido el yugo de los vireyes,
y gobernadores españoles, por tener en su propio suelo mili
tares ó mandarines que sucediesen á los sátrapas de la Penín
sula.. Nos contraeremos por tanto al Gobierno republicano,
y ensayamos dar la solucion del problema: jcuál es la forma
—158—
de Gobierno republicano que exijan las circunstancias de Co
lombia en 1828, y para los años sucesivos? Hé aquí el objeto
de este escrito que sometemos con la mayor desconfianza al
exámen de nuestros compatriotas, no por ía debilidad de nues
tras razones, que deben arrastrar la conviccion, sino por el
desaliño en que debe presentarlas una mano inexperta que no
está acostumbrada á escribir, y lo hace ahora solo por pagar
este pequeño tributo de su celo á la causa de la libertad de
su patria.
Gobierno popular representativo unitario ó central es el
que estableció la Constitucion de 1821, y es el que ha rejido
hasta el 30 de Abril de 1826; de entonces para acá solo ha
habido desorden y anarquía er. todos los extremos y partes
litorales de Colombia (á excepcion del importante Departa
mento del Istmo de Panamá), y recientemente una especie de
calma, debida mas bien al influjo de las personas, que al vigor
de las leyes. Resulta pues de aquí que en Colombia á lo
ménos, el centralismo no tiene la fuerza necesaria siquiera
para conservar la tranquilidad interior. Y un Gobierno que
carece de esta indispensable cualidad, para nada es aparente,
sino para legalizar la anarquía. No hay tampoco para qué
ocurrir á la inquisicion de otras causas productivas de los es
cándalos que tuvieron su principio en 1826: sean las que fue
ren, siempre será cierto que el Gobierno central no pudo
anularlas, ni aun nentralizarlas: que si el encargado de la ad
ministracion era el que tenia en sí esta deficiencia, la forma
de suyo no era bastante adecuada, á la vez que el encargado
de la autoridad no pudo sentir la eficiencia de su poder, y que
las cualidades personales sou las únicas que pueden dar al
centralismo en Colombia la er.erjía que le ha negado su pro
pia naturaleza. Despues de tal experiencia seria un suicidio
iKjlítico insistir en el malhadado centralismo: seria desoír la
voz imperiosa de los hechos, que ningun arbitrio humano po
drá jamás resistir por largo tiempo. Es menester abandonar,
proscribir un sistema, que ha burlado la única esperanza por
la cual pudo introducirse entre nosotros, y buscar el camino
de la felicidad por otro punto mas seguro, el que está sancio
nado por la de un pueblo ilustre, que siempre será el modelo
de los que quieran .ser libres.
Aunque no hubiésemos ya cojido los amargos frutos de tan
calamitosa experiencia, la razon por sí sola nos descubrirá
fácilmente la impotencia del Gobierno central para conservar
la tranquilidad interior. Para uo equivocarnos se hace indis
pensable advertir que por tranquilidad entendemos, no la in
diferencia que se apodera del ánimo de los habitantes de un
país, cuando no pueden tener ninguna influencia en su Go
—159—
bieruo; ni la ciega sumision de los esclavos, que poseidos de
terror, ya do sienten los estímulos de la honra, ni los deseos
de vivir libres; sino la conciencia del bien que se disfruta en una
sociedad bien ordenada, que se refiere directa ó indirectamente d
la naturaleza de su Gobierno, y que por lo mismo obliga á cada
vno de los asociados á sostener este Gobierno, como el oríjen de
aquel bkn. Damos á la palabra tranquilidad esta acepcion, y
de ningun modo la primera, porque si en este sentido hubié
ramos de hablar, inútil seria la presente discusion, como que
proclamando de nuevo el réjimen colonial, ó entregándonos á
discrecion de un déspota americano, volveríamos á gozar de
la interrumpida tranquilidad de los 300 años de nuestra es
clavitud, ó vendríamos á representar el triste y doloroso pa
pel rte los vasallos del gran Kan de los Tártaros. Bajo de tal
supuesto decimos que la tranquilidad en esta tierra no puede
ser subsistente, si continuase rejida por el Gobierno central.
¿Cómo podrá amarse ni siquiera respetarse este Gobierno
por los departamentos y provincias lejanos de su centro,
cuando de ellos no es bastante conocido? ¿Cuando los inten
dentes y gobernadores en razon de la misma distancia pue
den ejercer impunemente una autoridad ilimitada y despótica?
¡Cuando si reciben algun bien, deben atribuirlo á los fun
cionarios inmediatos, y jamás lo refieren al jefe de la admi
nistracion? Así es que el Gobierno central nunca podrá
merecer la gratitud de estos habitantes por el bien que pueda
hacerles, y siempre le imputarán los males que cansen sus su
balternos, aunque sea contra la expresa determinacion del
primer majistrado. Recordaremos en comprobacion de esta
verdad que cuando éramos colonos solo teníamos por delante
á los vi rey es y gobernadores, el Gobierno de estos sátrapas
era el que obtenía nuestros aplausos, si no era demasiado ve
jatorio, y nuestro pensamiento jamás llegó á extenderse hasta
abrazaren sus combinaciones el amo que teníamos en Ma
drid. Desconocida la influencia del Gobierno en los extremos
del país, y no pudiendo tampoco ejercer ninguna sobre el Go
bierno los habitantes de dichos extremos, falta entre ellos
toda relacion, los pueblos no pueden amar un ente que no
conocen, y se extingue por lo mismo el principio de que ema
na la verdadera tranquilidad política. Para que allí se con
serve la sumision, es necesario ocurrir al móvil del terror,
reunir como se ha hecho el maudo inmediato y despótico de
las armas, con la direccion dulce é ilustrada de los intereses
del Departamento ó Provincia, mezcla de la cual solo puede
resultar segun lo acredite la experiencia de todos los siglos,
el despotismo consolidado y defendido con el aparato de las
leyes. Es imposible, pues, que este Gobierno tenga larga
—160—
duracion, y ha de amanarse indefectiblemente, despnes de
haber producido toda clase de calamidades en las partes mas
distantes del punto único de su accion. No se crea que estas
son hipótesis aventuradas; es la narracion circunspecta de los
sucesos que se han verificado en Colombia desde 1820, y
con los cuales hemos tenido la desgracia de escaudali/ar al
mundo.
Es pues iunegable que el Gobierno republicano central en
Colombia y tranquilidad interior en todos los departamentos
y provincias, á lo ménos por un largo espacio de tiempo. son
cosas que mutuamente se destruyen, ó que no podrán coinci
dir. Si queremos, pues, ahorrar á nuestros compatriotas el
dolor, y al mundo ilustrado, el escándalo de frecuentes insur
recciones, es necesario que detestemos el Gobierno unitario,
y solo se trate de establecer una federacion, á manera de los
Estados-Unidos del Norte.
Si en la primera parte de este pequeño escrito he logrado
convencer que la tranquilidad interior de Colombia no podrá
coincidir largo tiempo con el Gobierno central, me parece
mas fácil todavía demostrar que esta forma es inconciliable
con la verdadera felicidad de la Nacion. Vuelvo á decir, que
yo no me refiero á simples hipótesis, ni á teorías encantado
ras, me contraigo solo á la historia de los últimos seis años, y
prescindiendo absolutamente de las personas que han estado
al frente de la administracion.
Durante esta época, es cierto que los departamentos han
carecido de una autoridad tutelar que velase en su territorio
por la prosperidad de los administrados. Cuando por fortuna
han recaido las intendencias y gobernaciones en sujetos ami
gos de su propia fama y de la dicha de los departamentos ó
provincias, la ley de una parte ha sido un obstáculo para de
terminar y hacer el bien, y el propio interés de los funciona
rios, por otra, una rémora insuperable que les ha impedido
desplegarla beneficencia de su carácter. Aquella ha obligado á
recurrir al centro del poder para el establecimiento de un ban
co provincial, para la apertura de un camino, para la enaje
nacion de un terreno comunal, y es claro que la sola dilacion
que esto debería producir, habria de causar indispensable
mente primero la tibieza, y últimamente la indiferencia y aun
abandono del proyecto. Y el propio interés de los goberna
dores é intendentes que dependiendo mas del Gobierno que
los nombraba y porlia suspenderlos, que de los pueblos á
quienes presidian, y que solo teniau el derecho de acusarlos,
exijia que procurasen antes complacer la autoridad que les
había sacado y podía reducirlos á la nada, que no congraciarse
la voluutad impotente de los pueblos, que cuando mas podia
—161—
decretarles la estéril efusion de su agradecimiento. Colocado
pues el ajente entre dos fuerzas tan desiguales, puede adivi
narse, sin riesgo de equivocacion, hácia qué lado se inclina
rían sus acciones. í es de advertir que cuanto mas rigor se
coloque en el centro, tanto mayor será el resultado de su in
flujo, y menor por consiguiente el de los lazos que estrechen
al gobernante con los administrados. Es pues un mal nece
sario el de que la prosperidad suya quede siempre descuidada,
y solo á cargo de un Gobierno que por la inmensa extension
de sus ocupaciones, apenas puede consagrar a cada Departa
mento la duodécima parte de toda su actividad.
Lo que acabo de exponer está comprobado en la historia
de Colombia, y nos descubre la causa de la exactitud con que
los departamentos lejanos deben quejarse del Gobierno cen
tral, y la injusticia en qite incurren cuando atribuyen su des
gracia á la persona que ha estado encargada de la suprema
administracion. Por vastos que fueran sus conocimientos é
infatigable su constancia para el trabajo, su poder no era ca
paz de hacer sentir igualmente su accion en todos los puntos
del círculo; y era preciso que en el centro fuese mas enérjico y
eficaz. De aquí se conoce que la Constitucion del año de 21
debia ser mas querida en los departamentos del interior que
en los lejanos, porque en estos era ménos sensible su benéfica
influencia; y que lo que antojadizamente se ha llamado pre
dileccion del Poder Ejecutivo hacia Cundinamarca, no es mas
que una consecuencia inevitable del principio de que la fuer
za disminuye en razon de la distancia.
Si la felicidad de los individuos es inseparable de la de la
Nacion, ó mas bien ésta es el resultado de aquella; si los indi
viduos no pueden ser felices, cuando tienen las manos atadas
para el ejercicio de su industria, para el fomento de su riqueza
y deben ocurrir hasta un poder que reside á muchas leguas
de distancia, para que les quite las esposas, y les permita
abrir un camino, desaguar un pantano, vender una heredad,
que nada les sirve, y está secuestrada del comercio de los
hombres, no puede negarse que el centralismo es un obstácu
lo insuperable para la felicidad de Colombia.
Fuera de esto, él estriba sobre una quimera, mirado bajo
el aspecto de que tratamos. Presumen que tiene mas inteli
gencia, actividad y celo, un Presidente que acaso no conoce
el Departamento que exije cierta mejora, que los mismos que
en él han visto la luz, que á él pertenecen por todas las rela
ciones sociales, y en él deben experimentar las ventajas ó
inconvenientes de la medida en cuestion. Presupone que
lejisladores nombrados por otros departamentos, é influidos
de intereses locales encontrados, habrán de ser mas instruidos
Tom. vm. Historia—21
*_162—
que los representantes del propio Departamento ó Estado, y
habrán de tener la heroicidad de sacrificar sus peculiares ade
lantamientos á los de ana Provincia que reputan como rival.
Presupone en íiu cualidades que no pueden adquirirse: y en
una abnegacion de la utilidad individual y local, que si puede
existir en un anacoreta, seria la aniquilacion de la virtud
entre los que viven en sociedad.
Es pues innegable que el Gobierno central no ha podido
hacer la felicidad de los colombianos, ni podrá hacerla tam
poco en lo sucesivo. Y es de suyo tan incapaz de producir
estos efectos, que el mismo Departamento de Cundinamaroa
ha sufrido, a pesar de que aquel ha estado constantemente
ejerciendo sus funciones en la ciudad de Bogotá. Recuérdese
en prueba de ello que los recursos propios do estas provincias
hau tenido que salir á pagar los gastos que de todas clases se
causan en propios de estas provincias, han tenido que salir a
pagar los gastos que de todas clases se causan en otros depar
tamentos; miéntras que no han sido aplicados á ninguna
mejora de tantas como exije su peculiar situacion: que Cuu-
dinamarca no ha tenido la mas pequeña intervencion, ni
siquiera el derecho de propuesta en el nombramiento de su
intendente y gobernadores, de sus jueces de primera y segun
da instancia; y que todos estos empleados han debido mi
rarse como ajentes del Gobierno; y no como depositarios de
la confianza de los pueblos;—y por último, que la municipali
dad de la capital no ha podido enajenar sus ejidos ó una parte
de ellos, á pesar de los cuantiosos gastos <jue le han impuesto
los destrozos de los terremotos, y do que con el producto de
la enajenacion podia atender á esta urjencia del momento;
solo porque era menester ocurrir al cuerpo lejislativo general,
y en él habia hombres que están creyendo que el estanca
miento de las propiedades es el oríjen de la riqueza.
En conclusion, si los departamentos lejanos han carecido
por lo comun de los benéficos efectos de un Gobierno propio,
y consagrado á su prosperidad; si esta falta se ha observado
cuando el poder estaba depositado en quien no podia tener
intereses contrarios á la dicha general; cuando la prensa go
zaba de la mas ámplia libertad desde Guayaquil hasta Cu-
maná, y cada escritor era reputado como un majistrado que
desempeñaba funciones públicas, sometidas exclusivamente
á la ley que refrena los abusos de la imprenta; y si es un
hecho que aun el mismo Departamento de Cundinamarca,
donde ha residido el Gobierno central, proporcion al mente
hablando, ha salido perjudicado en su riqueza, fomento de su
industria, y garantías, tenemos derecho para concluir que tal
forma es inadecuada al principal objeto que se proponen las
—163—
sociedades, que es su propia felicidad, y que seria mi rasgo de
insensatez pretender su continuacion para el aniquilamiento
de Colombia.
Además de estos ruinosos efectos del sistema central en
Colombia, me será permitido alegar otro que desgraciadamen
te puede verificarse, si por ventura la virtud sublime de cier
tas personas ha impedido que se desarrolle en esta porcion de
la América antiguamente española: hablo del peligro inmi
nente que corre !a libertad de la Nacion, y aun la de cada uno
de sus individuos, en medio del aparato de exterioridades re
publicanas, y de nombres sacrosantos. Imajinemos un Pre
sidente ó jefe de un país, con el derecho de nombrar por sí
solo todos los empleados del ramo de hacienda; casi todos los
de la administracion de justicia, todos los del órden guberna
tivo, todos los militares, y casi todos los eclesiásticos, desde el
Arzobispo basta el sacristan mayor, por sí ó por sus ajentes,
con influjo mas ó ménos directo; —con facultad de mandar en
persona los ejércitos, prévia una licencia que fácilmente pue
de obtenerse; y la prerogativa de declarar toda la. .República,
en estado de asamblea, y sujeta á su autoridad discrecional;
y asistido de secretarios que han logrado el carácter de irres
ponsables ante la Nacion; imajinemos, repito, un hombre re
vestido de esta amplitud de autoridad, y entonces conoceremos
qne si la seguridad individual no queda comprometida, es solo
por la heroica virtud del que gobierna, y no porque le falten
medios de oprimir á la patria. Pues loque acaba de leerse
no es una mera suposicion; es un resiímen incompleto de las
atribuciones que se han concedido en Colombia al jefe de la
República por el sistema central. Si á esto se agrega, como
no es improbable, un Senado complaciente, una Cámara de
Representantes dominada de pasiones, ó compuesta alguna
vez de individuos entre los cuales pocos ó muchos se degra
den al extremo de ser órganos de las voluntades y caprichos
del poder, ya no queda á la Nacion ninguna esperanza de
recuperar su libertad de.una manera legal. . . .
{Para qué, pues, nos hemos de esponer, como estúpidos
miserables, á peligros tan grandes? ¿Por qué homos de esti
mar tan poco la libertad, que la comprometamos en la virtud
de un hombre? El carácter de las personas varía con la edad,
los alimentos, los compañeros que se escojen, los parásitos que
se arriman á los poderosos, y por otra multitud de circuns
tancias; el (pie era defensor do los derechos de los pueblos
pnede venir á ser el exterminio do todos ellos: la garantía
fundada en la probidad de un individuo es tan débil y pere
cedera, que nadie ha hecho caso de ella en ningun árduo ne
gocio: establezcámosla pues nosotros 'en las instituciones, que
—164—
siempre duran, y no en el frájil vaso de la vida humana; por
que, como sabemos, tras del filósofo Marco Aurelio rijió el
imperio romano el brutal Comodo, y como decía el Ministro
Pando recomendando la Constitucion Boliviana, los hombres
pasan, y solamente las instituciones permanecen.
Mas ya me parece que oigo replicar á los partidarios del Go
bierno central republicano, apoyados en la opinion de los que
quieren monarquía mas ó menos disfrazada, que si Colombia
establece un sistema federal, á manera de los Estados-Unidoa
del Norte, .destruimos la idea gigantesca, y por lo mismo ar
rebatadora de la rofusion de Bolivia, Perú y Colombia; nos
rebajamos del grado excelso adonde habia de elevarnos ese
estado colosal; y lo que es peor, el Gobierno será débil, y la
seguridad del país respecto de los enemigos exteriores que
dará comprometida. Creo que á estas razones se reducen los .
principales argumentos de loa contrarios, porque ya no es
permitido alegar en su favor el ahorro de gastos, á1a vez que
en Colombia el centralismo exije la conservacion do un ejér
cito respetable y un enjambre de empleados; y estas dos si
mas que engullen todas nuestras riquezas, (pie nos impiden
pagar los intereses de la denda extranjera, y nos han reduci
do á la clase de insolventes, habrán de quedar cegadas con la
adopcion del federalismo, ó á lo ménos disminuidas conside
rablemente. Ya no habrá entonces prodigalidad en los grados
militares, el Gobierno dejará de inventar cada dia nuevos
empleos para premiar á los que le son adictos, y quedara
proscrito para siempre el malhadado pensamiento de aniqui
lar la marina, á fin de que los corsarios españoles roben nues
tros miserables buques, y nosotros no demos un paso por las
calles y los caminos, y los teatros y los mercados, y no poda
mos siquiera entrar al templo, sin ser sorprendidos con la
presencia de un hombre que en su vestido manifiesta no per
tenecer á la sociedad comun, y en sus armas que nos amenaza
ó nos teme. No siendo pues la economía argumento de
que deban valerse los partidarios del sistema central, omi
timos refutarlo, y nos contraemos á los otros dos que llevamos
indicados.
El primero es tan fútil, que se le honraría domasiado, si
repitiésemos lo que ya han dicho escritores juiciosos desde
1826; á saber, que la refusion de los tres países en uno solo,
seria el oríjen de la discordia, de la miseria y la opresion de
todos tres; y principalmente la ruina y aniquilamiento do
Colombia. Por eso nos limitamos á recordará los que creen
consiste la formacion y prosperidad de un Estado en su ex
tension inmensa, sin hacer cuenta de la libertad de los aso
ciados, que desde el 26 de Enero de 1327 cayó de una manera
* _ir,r>—
estrepitosa el edificio que se iba levantando; y que no es dado
al poder de ninguno, aunque se le presten auxilios ó se le den
esperanzas de proteccion extranjera, reedificar la que la na
turaleza y los hombres no querian consentir. Voy pues, á
examinar el segundo argumento, que se contrae á la debili
dad del sistema federal.
Empiezo asegurando que, aun concedida esta debilidad,
nada han ganado los centralistas, como que ya he demostra
do al principio, que en Colombia el Gobierno urtitario tiene
una debilidad muy grande en toda la periferia del círculo; y
añado ahora que á esta causa somos dendores de los progre
sos de las disensiones intestinas, y del escándalo que debe
producir en el mundo, y la vergüenza de que debe cubrirnos,
la conservacion del godo Cisueros y toda su faccion, en los
alrededores de Caracas, desde 1824. Si fuera menester citar/
otro ejemplo, recordaría el de nuestra antigua madre patria.
¿Qué Gobierno puede ser mas central y mas vigoroso en con
cepto de los monarquistas y de todos sus aliados, que el de
Fernando VII despues de su última restauracion! Y sin em
bargo, Fernando VII, apoyado en auxiliares poderosos, no ha
podido sofocar ni las sediciones de los ultras, ni la insurrec
cion santa de los liberales. No se crea pues que el vigor es
el carácter distintivo de la plenitud de todos los poderes ó del
centralismo riguroso. La debilidad es propia de todos los
gobiernos que obran contra la opinion general, aunque estén
rodeados de jenízaros, y asistidos de caballeros andantes. La
fuerza suya al contrario, es la suma de la voluntad general, y
cuando ésta falta, os es contrariada por la forma de Gobierno,
ó la administracion del gobernante, el Gobierno debe arrui
narse, y aun tal vez aniquilarse la Nacion. Que dejen pues
de hacer ponderaciones en el sentido de que se trata, y si
continúa tal ocupacion, que las extiendan especialmente al
centralismo en Colombia, y á todos los gobiernos despóticos
que siempre han sido víctimas de las convulsiones.
¿En qué puede estribar la debilidad pretendida del federa
lismo? ¿La paz y la guerra no dependen exclusivamente del
Gobierno de la union! ¿Será crelble que halle éste mas obs
táculos para ser obedecido en los límites de sus atribuciones,
por las autoridades de cada. listado, que los que ahora encuen
tra el Gobierno unitario, cuando, como antes se dijo, es des
conocido de los pueblos lejanos, y éstos le atribuyen el oríjen
de los males que padecen? Desengañémonos: para ciertas
personas hay debilidad, cuando las propiedades y la seguridad
individual no están á merced del que manda: cuando la vida
y la fortuna, el honor y todos los derechos no son presa del
gobernante; y en verdad que estas personas pueden asegurar
,
—166—
Con exactitud, que la federacion es débil, porque la federacion
no debe legalizar la expatriacion de un escritor á protesto de
sedicioso, el maltratamiento de otro con achaque de sus opi
niones subversivas, ni la destitucion de un empleado, solo
porque no cree la infalibilidad de las autoridades, y se atiene
á la extricta observancia, de las leyes. El Gobierno federal es
débil para ejecutar esta clase de hazañas, y esta debilidad es
la que desean los pueblos, y la impotencia (pie yo quiero tenga
el Gobierno de Colombia.
Supóngase empero que haya con el tiempo gobernador ó
jefe de alguno de los Estados que intente sustraerse de la
autoridad del Gobierno de la union; pues tal suposicion es
muy difícil de realizar, como que aquel nada podría adelantar,
sin el apoyo de la lejislatura del Estado, ni ésta sin la opinion
de los respectivos habitantes. No es inverosímil tampoco que
la representacion de la Provincia, deliberando libremente,
abandonase al jefe insurrecto, y le negase toda cooperacion;
en cuyo caso él solo quedaría espuesto á sufrir las consecuen
cias de su crimen. Mas no sucede así bajo el réjimen central.
Benuida la autoridad militar y la civil en una misma persona,
ó teniendo aquella tanto influjo que ésta quede anonadada, el
jefe de la insurreccion, seduciendo primero, y despues apo
yándose en la fuerza armada, obliga á una y en seguida á
otras municipalidades, á que, usurpando una intervencion que
no tienen por la ley, sostengan su pronunciamiento, y el país
se presente en estado de anarquía. Que los que tanto exaje-
rau los peligros de la inobediencia en los sistemas federales,
los comparen con los que realmente existen bajo el Gobierno
central, y calculen sobre todo las funestas consecuencias de
una rebelion ¡i mano armada, que son infinitamente mayores,
que los males (pie pueden emanar de una resistencia, segura
mente moderada, que puede experimentarse en el Gobierno
federal. Que reflexionen por último que la postrera solo ten
drá lugar, generalmente hablando, por disputas sobre intere
ses nacionales, y la otra puede verificarse por resentimientos
del orgullo, por venganzas personales. Si estamos pues des
tinados á sufrir en una y otra organizacion los sinsabores ex
presados, y solo se nos concede el derecho de elejir entre ellos,
la prudencia nos dicta espoliernos al mal ménos grave que no
es imposible en el réjimen federativo, por no sufrir el trastor
no y confusion que causa en el centralismo la rebelion de un
jefe que al poder militar agregue la autoridad civil. Eu resu
men, la rebelion en ambos sistemas es un delito excecrable;
es mas fácil de cometerse en el central, y sus resultados son
mas perjudiciales y escandalosos: por consiguiente debemos
—167—
escojer la federacion, como que á lo ménos debe moderar los
males de los rebeldes.
Si es pues verdad que la forma de Gobierno que apetecemos
para Colombia, no tiene el carácter de debilidad que le atri
buyen sus enemigos, ni es mas costosa que el actual centra
lismo;—si es verdad que este último Gobierno no puede
producir la felicidad de los colombianos, y es incapaz de
mantener la tranquilidad interior, no cabe duda que Colombia,
si quiere ser dichosa, debe establecer la federacion, y abrogar
el réjimen central.
Ni se objete contra lo que acabo de expresar, que los males
experimentados en Colombia han nacido del encargo de la
administracion, y no del influjo del Gobierno. Yo preguntaré
á los que así piensan: ¿ha mejorado la suerte de la República
desde que otro que no es el general Santander, está al frente
de los negocios? ¿Las leyes se cumplen sobre todos los pun
tos de nuestro territorio? ¿Los ciudadanos gozan de seguridad
en sus personas? ¿Nuestros hermanos de Venezuela son re-
jidos por las mismas leyes que la antigua Nueva Granada y
los departamentos del Sur? ¿Ha sido aniquilada la faccion de
Cisneros? ¿En Guayaquil no imperan las facultades extraor
dinarias? ¿En muchos departamentos no ha estado rennida
la autoridad civil á la militar??? Hé aquí como el mal
proviene de las instituciones, y no precisamente de los hom
bres.
Es por último igualmente despreciable la objecion que pu
diera hacerse contra el Gobierno federal, diciendo ya que lo
repugnan los militares, ó ya que ellos lo resistirían. En la
República hay varias clases de militares: unos que fieles cons
tantemente á la causa de la libertad, por ella han sacrificado
su fortuna desde el principio, y espuesto su vida en el campo
de honor;—otros que mas tarde han abrazado esta carrera en
servicio de su patria, aunque antes hubiesen tenido opiniones
diferentes;—y otros en fin, que son muy pocos, los cuales son
soldados de Colombia, solo por vestir el uniforme, y adelantar
sn fortuna. Es seguro que los de la primera y la segunda
clase no pueden apetecer mas que la dicha del país, y que
defenderán con entusiasmo el Gobierno que se diere la Na
cion; ellos son patriotas, y sus sacrificios no han sido ofrecidos
á las personas, sino á la independencia y libertad, y por lo
mismo nada quieren sino gozar los efectos de estas dos fuen
tes del bien. Los militares de la tercera clase son, como he
dicho, una fraccion pequeñísima, y por esto, y por el blanco
de sus miras nada pueden influir en la resolucion del negocio.
Ouando se emprende una obra grande, ha de hallar sus obstá
culos; pero si estos son mucho menores en número é importan
—168—
cia que los bienes que de ella deben resultar, una locura seria
abandonar estos, por respetar ó contemporizar con los otros.
'Vuelvo á decir (pie los militares de Colombia en general son
los ínclitos defensores de la Patria, la Patria es para ellos su
divinidad, y Patria no puede haber cuando la libertad desa
parece. Cuéntese pues con la respetable mayoría del ejéicito
y no se deje de practicar el bien por el descontento de los
pocos.
Adoptando Colombia el Gobierno federal, el espíritu de lo
calidad tendrá una tendencia santa, como que será dirijido
por las instituciones: cada Estado hallará en su propio seno
todos los medios para adquirir la felicidad, ningun colombia
no podrá ser víctima de la tiranía: las disensiones intestinas
serán menos frecuentes y terminarán en paz: el ejército será
de Colombia, y cada soldado estará seguro de obtener adelan
tamientos legales: entonces no habrá corte; pero todos seremos
ciudadanos, dispuestos á sacrificarnos por una Patria verda
dera, y no por el engrandecimiento de los pocos.
[Tomado de "El Independiente" de Bogotá Núm. 48.]
MINISTERIO DE ESTADO EN' EL DEPARTAMENTO
DE GUBRUA Y MABINA.
República Peruana. —Secretaría del Congreso General Constitu
yente.—Lima, á 10 de Mayo de 1828.
Al Señor Ministro de Estado en el Departamento de Guerra
y Marina.
El Congreso enterado de la consulta del Ejecutivo fecha
veintidos del próximo pasarlo, ha resuelto se eonteste lo que
sigue:—"Los oficiales que abandonando los sagrados intereses
del Estado, se quedaron con los españoles, ó se enrolaron en
el ejército enemigo, fueron justamente borrados de la lista
militar por el decreto dictatorial de nueve de Julio de mil
ochocientos veinticuatro. Esta rayadura contenia no solo la
privacion de empleo, sino tambien la inhabilidad para ser
destinado al servicio en esa carrera, y la pena prevenida por
ordenanza. Aunque fueron indultados de esta pena despues
de la batalla gloriosa de Ayacucho, permanecieron privados
—169—
de sus destinos, y con la inhabilidad indicada. Atendiendo
el Congreso á la resignacion con que hablan sufrido por cua
tro años esa suerte desgraciada, se dignó alzar á esto» ciuda
danos esa pena ; pero no en su totalidad. Jamás tuvo por
objeto reponerlos á sus auteriores empleos, ó que se tuviesen
por oficiales sueltos, y con el goce de una tercia parte de
sueldo, y mucho ménos que se les expidiese despacho, ó que
se les abonara el anterior servicio, que habian perdido por el
abandono que hicieron de las armas, cuando eran tan necesa
rios para sostener la independencia dela República. Habien
do dicho el Ejecutivo los tuviese presentes segun sus aptitu
des, les alzó únicamente la inhabilidad para ser admitidos en
la carrera militar, segun sus luces, aptitud y talentos. Así
opinan las comisiones se conteste al Ejecutivo (pie por el de
creto de veintidos de Marzo se alzó tan solo á esos ciudadanos
la inhabilidad en que estaban para servir en el ejército, y que
podrá colocarlos segun sus aptitudes en el empleo que tenga
por conveniente, expidiéndoles entonces el correspondiente
despacho."
, De su orden lo comunicamos á US. y le transcribimos el
precedente informe para inteligencia del Presidente de la Re
pública, y efectos consiguientes.
Dios guarde á US.—Juan Antonio de Torres, Diputado Se
cretario.—Ramon de Echenique, Diputado Secretario.
Lima, Mayo 14 de 1828.
Guárdese y cúmplase: comuniquese á quienes corresponde,
é insértese en el periódico "La Prensa".—Una rúbrica de
S. E.—Por órden de S. E.—Salasar.
República Peruana.—Gasa del Gobierno en la capital de Lima,
á 19 de Mayo de 1828.
Señores Secretarios.
S. E. el Presidente de la República, me ha ordenado dirija
á USS., para que se sirvan elevarlo al conocimiento del Con
greso, en sesion secreta, el expediente que acompaño entabla
do por doña Dominga Vidaurre, á fin de qué se conmute la
pena de muerte impuesta por el Consejo de Guerra á su hijo
Tom. vm. ' Historia—22
—170-
el sargento 1? Juan Manuel Pastrana, como uno de los auto
res de la sedicion del batallon Núm. 9. Las excepciones en
que apoya su solicitud, si bien no son perentorias, inclinan
mucho el ánimo de V. B á otorgarle esta gracia; pero impe
dido por las leyes, ha tenido que luchar con los sentimientos
de su corazon, y sobreponerse á ellos. En este conflicto, y en
el de su honor que pudiera ser vulnerado en la opinion públi
ca, suponiéndosele personalmente interesado en ser inflexible
porque los sediciosos trataban de suplantarle en la Presiden
cia con el señor Vidaurre, el Ejecutivo cree ser de su deber
poner estas razones en consideracion del Congreso para que
decida con toda la plenitud de su poder en una materia de
suyo delicada, y en que segun el dictamen del Auditor Gene
ral de Guerra y del Consejo que pronunció el fallo, es de ejer
cerse la atribucion mas dulce y consoladora de un Gobierno
verdaderamente paternal, que es la clemencia prudente y sa
ludable.—Conmutar la pena capital á Pastrana y demás reos
sentenciados en otra no menos grave, pero mas conforme á la
humanidad, parece tambien ser muy adecuado y conveniente
á los principios mas sanos de política. Los principales auto
res de la sedicion, en quienes por su clase 6 influencia debiera
ser inexorable la justicia, se han sustraído á ella con la fuga.
Sus compañeros de armas á cuya presencia debiera ejecutarse
el castigo, están en marcha para incorporarse á la division
del Norte. Solo quedan espectadores en quienes no puede
obrar mas que la compasion, y en quienes no hay para qué
excitar los efectos de un escarmiento, pues que todos ellos
son esos mismos ciudadanos que en la noche del motin se ofre
cieron voluntariamente á sostener el orden y ia autoridad de
la República.
Soy de USS. atento obsecuente servidor—Juan Solazar.
Congreso Peruano.—Secretaría del Congreso \ General Constitu
yente.—Lima, á 19 de Mayo de 1828.
Al Señor Ministro de Estado en el Departamento de Guerra
y Marina.
Hemos elevado al conocimiento do la Representacion Na
cional la nota de US. fecha de hoy en que expone que el Pre
sidente de la República por las excepciones en que apoya su
solicitud doña Dominga Vidaurre, á efecto de que se conmu
—171—
tela pena de muerte impuesta á su hijo el sargento 1? Juan
Manuel Pastrana como uno de los autores de la sedicion del
batallon Núm. 9, cuyo expediente se acompaña, y pudíendo
suponérsele personalmente interesado en ser inflexible porque
los sediciosos trataban de deponerle de la Presidencia, desea
otorgar esta gracia á Pastrana y demás reos sentenciados, sin
. embargo de que las leyes le prohiben en estos casos usar de
la facultad de conmutar la pena que en otros le concede la
Constitucion Política.—En su consecuencia ha resuelto—Se
conteste:—Que el Congreso teniendo á la vístalas representa
ciones de la Vidaurre, y del defensor del reo José Polo, am
bas relativas á alcanzar igual gracia, y firmemente persuadido
de los sentimientos filantrópicos, que animan al President(*
de la República, se ha servido indultar de la pena capital (\
los tres reos que están en capilla; quedando al Ejecutivo e: -
pedira la facultad de conmutarla en uso de sus atribuciones.- -
De órden del mismo lo ponemos en noticia de US. para los
efectos consiguientes.
Dios guarde á US.—Juan Antonio Torres, Diputado Secre
tario.—Ramon de Echenique, Diputado Secretario.
Congreso Peruano.—Secretaría del Congreso General Constitu
yente.—Lima, 19 de Mayo de 1828.
Al Señor Ministro de Estado en el Departamento de Guerra
y Marina.
El Congreso en vista de la representacion de doña Domin
ga Vidaurre, madre de Juan Manuel Pastrana, sarjento 1? del
batallon Xúm. 9, solicitando se le conmute la pena de muerte
á su Lijo y demás reos que han sido condenados á la misma
en Consejo de Guerra, como comprendidos en la sedicion del
batallon indicado, acaecida en la noche del 23 de Abril último;
de igual solicitud que hace el ciudadano Juan Gualberto Evia,
capitan de la Brigada de Artillería, defensor del reo José
Polo, y enterado de que José Pellon se halla en el caso de
sufrir dicha pena por el mismo delito, ha indultado de la pena
capital á los tres reos que están en capilla y ha resuelto:—
Que el Ejecutivo les conmute ésta conforme á la atribucion
30 artículo 90 de la Constitucion.
—172—
De órden ¡del mismo lo comunicamos á US. para que el
Presidente de la República disponga lo necesario á su cum
plimiento.
Dios guarde á US.—Juan Antonio de Torres, Diputado Se
cretario.—Eamon Echenique, Diputado Secretario.
Lima, Mayo 11) de 1828.
Guárdese y cúmplase: en su consecuencia se conmuta la
pena capital á que fueron condenados los tres reos que se ex
presan, en la de diez años de presidio que sufrirán en la Isla
de Esteves, y miéntras se plantifica en el del Callao, expidan
se las órdenes consiguientes.
Una rúbrica de S. E.—P. O. de S. E.—Solazar.
COLOMBIA.
Simon Bolívar , Libertador Presidente |de la República
de Colombia, &. &. &.
I. Que el artículo 128 de la Constitucion concede facultades
extraordinarias al Poder Ejecutivo, en los casos de conmocion
interior á mano armada que amenace la seguridad de la Re
pública, y de una invasion exterior:
II. Que ha habido y hay conmociones interiores á mano
armada en los departamentos de Maturin, Venezuela,, Orino
co y Sulia, las que si no se cortan enteramente y cotí pronti
tud amenazan la seguridad de la República, con una guerra
sangrienta y exterminadora:
III. Que aprovechándose los españoles de las conmociones
expresadas despues de aumentarlas con intrigas y seducciones
y dirijir algunas en su favor, han aparecido sobre las costas
de Venezuela, con una escuadra respetable, la que segun no
ticias fidedignas debe aumentarse con otros buques mayores
y traer á su bordo hombres, armas y municiones para auxiliar
á los facciosos de los departamentos del Norte, como ya lo
han intentado:
IV. Que en estas circunstancias difíciles necesita el Go
bierno dictar medidas prontas y eficaces que no se hallen en
—173—
la esfera natural de sus atribuciones, para repeler la invasion
exterior, restablecer la tranquilidad interior y proporcionar
los fondos precisos para los crecidos gastos extraordinarios
que deben hacerse; oido el informe del Consejo de Gobierno,
He venido en decretar lo siguiente:
Art. 1? En los departamentos de Maturin, Venezuela, Ori
noco y Snlia, usará el Gobierno de las facultades extraordina
rias que concede el artículo 128 de la Constitucion, lo que
será por el tiempo necesario para repeler la invasion exterior
y restablecer la tranquilidad interior.
Art. 2? Si las circunstancias lo exijieren, esta autorizacion
se extenderá á otros departamentos de la República que se
hallen amenazados por el enemigo, en que se turbe la tran
quilidad interna, ó en que por su contigüidad con los expre
sados anteriormente , haya necesidad de procurar prontos
recursos para la defensa del país invadido ó insurrecto.
Art. 3o Luego que cese la imposibilidad que hay de que se
reuna el Congreso, al mismo tiempo que la Convencion, de la
que son miembros muchos senadores y representantes, se con
vocará inmediatamente segun lo previene el artículo 128.
El Secretario de Estado del Despacho del Interior queda
encargado de comunicar este decreto á quienes corresponda.
Dado en Bogotá, á 10 de Febrero de 1828.—18.—Simon Bo
lívar.—El Secretario de Estado del Despacho del Iuterior—
José M. Hestrepo.
AYACUCHO.
El ciudadano Domingo Tristan, General de Brigada, Prefecto y
Comandante General del Departamento de Agacncho &.
Habiéndose logrado que los iudíjonas de las Punas do esta
villa y de Loricocha, reconociendo su error, y dando las prue
bas mas positivas de su arrepentí miento, hayan vuelto al seno
de la patria, sin que permanezcan rebeldes mas que uno que
otro extranjero, ó cabecilla, y estos errantes en las selvas in
teriores, donde, sino son aprehendidos por la vijilancia y me
didas del Gobierno, van probablemente á ser míseros despojos
de los salvajes, fieras, ó de su hambre y privaciones; á que se
—174—
agrega hallarnos en vísperas de promulgar y jurar la Consti
tucion política ele la República, lazo que fraternal é indisolu
blemente debe unir para siempre á los peruanos formando de
ellos una sola familia, un solo corazon y unos mismos senti
mientos. Por todo esto, y en ejecucion de las ideas paterna
les que el Supremo Gobierno ha desplegado siempre en favor
de los extraviados de estas Punas: suspendo en todas sus par
tes mi bando de treinta de Enero, y permito que restablecien
do las Oroyas del Mayoc, se comunique y comercie desde hoy
en adelante con todas las Punas y Montañas bajo el indis
pensable requisito de llevar ó traer pasaporte, y con las si
guientes restricciones:
Primera: —Que el español 6 capitulado que se introduzca
nuevamente con cualquier protesto en los pueblos de las Pu
nas sin el correspondiente pasaporte librado por la Prefectura,
será reputado por conspirador; y al que lo entregue al Inten
dente de esta Provincia, se le gratificará en el acto con la
cantidad de doscientos pesos pagaderos por el tesoro público.
Segunda:—Que los cabecillas que no sean naturales de esta
Provincia, y aun los naturales de ella, á quienes por su gran
influjo en la conmocion de las Punas, se haya indultado, ó
indultare en lo sucesivo con la calidad de salir de la misma
Provincia ó del Departamento, tampoco puedan internarse á
las Punas, aun despues de levantárseles legalmente esta con
dicion, sin conocimiento y especial habilitacion de la Prefec
tura; y
Tercera:—Que por ahora no se introduzca á las Punas,
pólvora, salitre, plomo, ni arma de clase alguna, á ménos que
sean las muy precisas para la propia defensa, y se especifi
quen en los pasaportes.
Despues que no quede en ellas un solo cabecilla, promoveré
y haré el arreglo definitivo de su gobierno espiritual y políti
co, conforme á las leyes.
Publíquese por bando en las capitales y distritos de las tres
provincias limítrofes de Guamanga, ésta y la do Tayacaja:
indicándose la presente disposicion á las demás del Departa
mento, y al señor General Prefecto del de Junin, para que
respectivamente la tengan entendida, y manden la ejecucion
de la del 30 de Enero, fijándose además por carteles en las
primeras para su mayor publicidad, y que uadie alegue igno
rancia.
Dado en Iluanta, á 8 de Mayo de 1828. —Domingo Tristan.
—Martin José de Mugica, Secretario.
•175-
COLOMBIA.
Simon Bolivar, Libertador Presidente de la República de Colom
bia, &. &. &.
Usando de las facultades extraordinarias que concede al
Poder Ejecutivo el art. 128 de la Constitucion en los casos de
conmocion interior á mano armada, ó de invasion exterior,
las que he declarado corresponderse por el decreto de ayer,
oido el dictamen del Consejo de Gobierno, y
Considerando:
Ser de absoluta necesidad prescribir trámites breves y segu
ros para que sean castigados pronta é irremisiblemente todos
los traidores y conspiradores contra el Gobierno de la Repú
blica, lo que no se puede conseguir si los procesos siguen el
curso ordinario de las leyes conforme lo acredita la expe
riencia;
Decreto.
Art. 1? Los juicios contra los traidores, conspiradores y
demás abajo expresados, serán sumarios: ellos corresponderán
privativamente, y sin que valga fuero alguno en contrario, á
los comandantes generales de los departamentos, ó á los co
mandantes de armas, y donde no los haya á los gobernadores
de provincia. La sentencia se pronunciará con dictámen del
auditor y por su falta con el de un asesor, y será ejecutada
inmediatamente.
Art. 2? La pena de los traidores y de los conspiradores que
abajo se expresarán, será la de muerte y confiscacion de bie
nes á favor del Estado. Se exceptúan: 1? la dote y ganan
ciales que serán de la mujer siempre que resulte inocente:
2? el tercio y quinto de los bienes que serán de los hijos ó de
otros herederos forzosos, cuando los haya inocentes. I
Art. 3? Son traidores: 1? todos los que residiendo en el
territorio de Colombia toman las armas á favor de una poten
cia extranjera, y los que hacen la guerra y deponen de hecho
á cualquiera autoridad constituida por el Gobierno de la Re
pública: 2? los que aconsejan, auxilian ó fomentan la rebe
lion: 3? los que tengan correspondencia con los enemigos, ya
—176—
permanezcan éstos dentro, ó ya fuera de la República, y los
que circulen papeles seductores de los mismos enemigos.
Art. 4? Son conspiradores de 1? clase y deben sufrir la pena
del art. 2? y 1? todos los que secretamente se unan ó coliguen
ya en favor de los enemigos de la República, bien contra su
Gobierno ó autoridades constituidas: 2? los que aconsejen,
auxilien ó fomenten la conspiracion.
Art. 5? Los que sabiendo una conspiracion tramada no la
descubren inmediatamente, sufrirán la pena de presidio por
un término que no exceda de ocho años, ó serán expelidos del
territorio de la República por un tiempo que no exceda de
diez años.
Art. 6? Sufrirá la pena de expulsion ó destierro por tiempo
limitado: 1? los que con ánimo de seducir á los pueblos, es
parzan noticias falsas sobre los movimientos y número de los
enemigos: 2? los que abusando de su ministerio divulgaren
especies que desalienten el ánimo del pueblo, ó inspiren ideas
contrarias al Gobierno ó contra el sistema establecido, capa
ces de excitar la rebelion: 3? los que resistieren directamente
cumplir las providencias decretadas por el Gobierno para sal
var ei país.
Art. 7o Las personas que supieren que otras están en cual
quiera de los casos de los artículos 3?, 4?, 5o y 6? y no los de
nunciaren, serán juzgados por los mismos jueces y de igual
modo que los traidores y conspiradores, imponiéndoles por
tiempo limitado la pena de expulsion, destierro ó multa, seguu
la gravedad del delito.
Art. 8? Los juicios que se formen contra los ciudadanos no
militares por la infraccion de los artículos 1, 2 y 3 de mi de
creto de 24 de Noviembre de 1826 sobre renniones indebidas,
se sujetarán á las férmulas prescritas por el decreto del Con
greso de fecha 12 de Octubre del año 11 y á los perturbadores
se aplicará la pena de expulsion ó destierro por tiempo deter
minado que se proporcionará á la gravedad del delito.
Art. 9? El presente decreto se observará por ahora en los
departamentos de Maturin, Venezuela, Orinoco y Sulia.
Art. 10. El Secretario de Estado del Despacho del Interior
queda encargado de la ejecucion de este decreto.
Dado en Bogotá, á 20 de Febrero de 1828.—18.—Simon Bo
lívar.—El Secretario de Estado del Despacho del Interior—
José M. Restrego.
I
—177—
Simon Bolivar, Libertador Presidente de la Republica de Co
lombia &. &. &.
Habiendo declarado por mi decreto de 13 del corriente ha
llarme en el caso del artículo 128 de la Constitucion, y siendo
de la mayor importancia para mantener la tranquilidad inte
rior, prescribir un método breve y sumario para juzgar á los
conspiradores que estando seguros de la imposicion de la pe
na, se retraerán de cometer el delito;
Decreto:
Artículo único. Mi decreto de 20 de Febrero último sobre
juicios contra conspiradores dado para los departamentos de
Maturin, Venezuela, Orinoco y Sulia, se observará en los
demás departamentos de la República, á cuyo efecto se circu
lará y publicará inmediatamente.
El Secretario de Estado del Despacho del Interior queda
encargado de la ejecucion de este decreto.
Dado en Bogotá, á 15 de Marzo de 1828.—18.—Simon Bolí
var.—El Secretario de Estado del Despacho del Interior—
José M. Bestrepo. ,
Editorial de "La Prensa Peruana" Núm. 45, del Mártbs
3 de Junio de 1828.
Cual sea la deplorable situacion de Colombia, y el grado
de exasperacion del general Bolivar, pueden calcularlo nues
tros lectores por los decretos que hemos copiado de un impre
so traido de Guayaquil en el bergantín nacional "Industria."
Para expedir resoluciones tan tremendas y opresoras, nece
sario es que aquella República se encuentre en estado tau
convulsivo y que se haya pronunciado abiertamente su ánimo
á resistir el poder dictatorial, que no vea al rededor de sí mas
que peligros y asechanzas el que se ha declarado investido de
él, y á toda costa procura sostenerlo. Que se hubiese pro
mulgado en los departamentos de Maturin, Sulia y Orinoco
Ton. mi. Historia— 23
—178—
un decreto capaz de refrenar conspiraciones mientras el caci
que Cisueros inquietaba al país haciéndole la guerra á nom
bre de los españoles; pudiera tal vez disimularse, y atribuirse
medida tan iunecesaria y autojadiza á un celo mal entendido,
y al carácter exajerado qut, han tenido siempre cuantas ha
dictado el general Bolivar; pero ¿cómo podrá legalizarse la
que llevamos copiada, siendo tan atroz y despótica, que pare
ciera' tomada de los anales de la Inquisicion, y sostenida en
su vigor en esos pueblos, disipado ya todo protesto, con la
destruccion del cabecilla impotente que solo disponía de una
triste montonera; y habiéndose mandado observar últimamen
te por ley general en todo el territorio de Colombia? ¿Qué
nuevas y azarosas circunstancias han brotado desde el 20 de
Febrero al 15 de Marzo bastante poderosas á imponer silencio
á las leyes, despojar á los tribunales de las atribuciones que
les pertenecen, atropellar las férmulas y crear juzgados mili
tares que sin apelacion ejecuten sus sentencias, y persigan,
no solo á los autores y cómplices de las conspiraciones, sino
que castiguen á los que callen aquellas de que tengan noticia,
ó no delaten á los que la sepan? Necesario es pues que el
pueblo colombiano por un fenómeno sin ejemplo, y al mismo
tiempo inexplicable, haya perdido su nacionalismo, su amor
á la libertad y á las leyes y á la conservacion de la Repúbli
ca, ó que el general Bolivar quiera sobreponerse á todo, so
meter á sus intereses la voluntad nacional, y perseguir como
á viles conspiradores á los ciudadanos virtuosos que se opon
gan á sus designios, y reunan sus esfuerzos para evitar á su
patria el quedar á merced de un hombre, que sobradamente
manifiesta estar resuelto ;á todo, y no embarazarse en consi
deraciones ni respeto á los principios profesados en todo el
continente americano, y á los derechos sagrados de los pue
blos.
Y ¿en qué época se han dictado estos decretos malhadados,
oprobio de la mano que los ha escrito, y mengua de la civili
zacion americana? Nada ménos que cuando restaban pocos
dias para rennirse la Gran Convencion, cuando se hallaban
en Ocaña gran parte de los diputados elejidos por los pueblos
para esta augusta Asamblea, á la que el mismo general Bolí
var ha proclamado como el Iris de la paz de sus conciudada
nos, como el lazo que debia estrecharlos mas en la inalterable
fraternidad, y como el centro de que ninguno debiera desviar
se si verdaderamente aspiraran á ver la República libre, tran
quila, y en aquel grado de felicidad, á que todos anhelan, y á
la que han tendido los verdaderos hijos de Colombia, aun en
sus mismos extravíos. ¡Monstruosa contradiccion que pone
á toda luz los vergonzosos excesos á que arrastra una ambi
—179—
clon sin límites y largo tiempo acostumbrada á verse satisfe
cha! ¿Cómo podrá deliberar un cuerpo representativo en medio
de uua Nacion sometida al despotismo militar? ¿Cómo podrán
gozar sus miembros de plena libertad en sus opiniones, ni
cómo podrán dilucidarlas escuchando fias de sus comitentes;
si hasta el pensamiento está sujeto á la mas horrenda pesquisa,
si la palabra se halla reprimida por el temor de que arbitra
rias interpretaciones la desfiguren y atraigan la confinacion,
el destierro ó la muerte sobre los que la usen en conversacion
ó por escrito acerca de la causa pública? Imposible es de
consiguiente que exista la Convencion estando en vigor de
cretos tan absurdos, y que anulan los fines á que ha sido con
vocada, ó que si llega á rennirse no sea mas que un cuerpo
destinado á dar una apariencia legal, á las aspiraciones del
general Bolivar marchando constantemente por la senda que
éste le trace, y de que no le permitirá separarse la ominosa
fuerza de bayonetas, que se han declarado tan escandalosa
mente en contra de los principios.
Compadecemos y nos llenamos de la mas profunda afliccion
al considerar el triste cuadro que presenta una República tan
digna de mejor suerte por sus heroicos sacrificios en favor de
la libertad del nuevo mundo, y tan acreedora á nuestro reco
nocimiento por su generosa cooperacion en nuestra guerra de
independencia. ¡Pluguiera al cielo apartar de ella las calami
dades que han empezado ya á oprimirla, y que en la desastro
sa contienda de la fuerza contra la razon, sea el triunfo de
los pueblos, y puedan convencerse los que intentan oprimir
los, de que es incontrastable la voluntad de una Nacion deci
dida á sostener sus libertades. ✓
República Peruana.—Prefectura del Departamento.—Lima, Ju
nio 14 de 1828.
Al Señor Gobernador Eclesiástico de este Arzobispado.
Señor:
Con notable frecuencia se ha ocurrido de algun tiempo á
esta parte á la Prefectura solicitando permiso para sacar en
procesion por las calles á la Magestad Divina, y las imájenes
dfclos santos. Yo he advertido desde luego que este es un
—180—
abuso que no debe consentirse, tanto porque conozco que los
objetos mas sagrados de la religion y el culto, si se vulgari
zan demasiado, caen precisamente en desprecio, como porque
tales funciones, siendo muy repetidas, quitan al pueblo mucha
'parte del tiempo que debe ocuparse en el trabajo con utilidad
pública y privada, y le ponen tambien en contribucion; siendo
así que las circunstancias del dia son tan estrechas, que ape
nas pueden lasjentes subvenir á sus precisas necesidades y
cubrir las obligaciones pecuniarias que ha sido preciso impo
ner para soportar en parte los grandes gastos del ejército, y
demás en que está empeñado inevitablemente el Erario de la
Nacion. Siendo pues justo y debido regularizar las procesio
nes, fijando el número de ellas, determinando los motivos, las
épocas en que puedan hacerse, y dictando en fin las demás
reglas que fueren del propósito; y debiendo esto hacerse de
una manera, que, las medidas que se adopten, no surtan un
efecto contrario, y se conviertan en motivos de murmuracion,
si la autoridad civil las dicta aisladamente, deseo acordar con
US. lo mas conveniente sobre la materia, á cuyo efecto se
servirá US. tomar en consideracion estas observaciones, y
emitir su opinion, comunicándome lo que le .parezca justo y
razonable.
Soy con la mayor consideracion y aprecio de US. muy
atento obediente servidor—M. Ferreyros.
COLOMBIA.
Mensaje del Libertados Presidente de la República de
CoCdmbu Á la Gran Convencion en el año de 1828.--18.0
A los representantes del pmblo en Conversion Nacional.
Conciudadanos:
Os congratulo por la honra que habeis merecido de la Na
cion eonfiáadoos sus altos destinos. Al representar la lejiti-
midad de Colombia os hallais revestidos de los poderes mas
sublimes. Tambien participo yo de la mayor ventura devol
viéndoos la autoridad que se habia depositado en mis cansadas
manos: tocan á los queridos del pueblo las atribuciones sobe
ranas, los derechos- supremos, como delegados del omnipotente
■
—181—
augusto de quien soy súbdito y soldado. ¿En qué potestad mas
eminente depondría yo el baston de Presidente, y la espada
d« generál? Disponed libremente de estos símbolos de mando
y de gloria en beneficio de la causa popular, sin atenderá
consideraciones personales que os impidieran una reforma
perfecta.
Constituido por mis deberes á manifestaros la situacion de
la República, tendré el dolor de ofreceros el cuadro de sus
aflicciones. No juzgueis que los colores que empleo los ha
encendido la exajeracion, ni que han salido de la tenebrosa
mansion de los misterios: yo los he copiado á la luz del es-
cáudalo: su conjunto puede parecoros ideal; pero si lo fuera,
¿Colombia os llamará?
Los quebrantos de la patria han empezado desde luego á
remediarse ya que congregados los escojidos se disponen á
examinarlos. Vuestra empresa, en verdad, es tan difícil como
gloriosa; y aunque algo se han disminuido los obstáculos con
la fortuna de poderos presentar á Colombia unida y dócil á
vuestra voz; he de deciros que no debemos esta inapreciable
ventaja sino á las esperanzas libradas en la Convencion: es
peranzas que os muestran la confianza nacional y el peso que
os abruma.
Os bsstará recorrer nuestra historia para descubrir las cau
sas de nuestra decadencia. Colombia que supo darse vida se
halla exánime. Identificada antes con la causa pública, no
estima ahora su deber como la única regla de salud. Los
mismos que durante la lucha se contentaron con su pobreza,
y que no adendaban al extranjero tres millones, para mante
ner la paz han tenido que cargarse de dendas vergonzosas
por sus consecuencias. Colombia que al frente de las huestes
opresoras respiraba solo pundonor y virtud, padece como in
sensible el descrédito nacional. Colombia que no pensaba sino
eu sacrificios dolorosos, en servicios eminentes, se ocupa de sus
derechos, y no de sus deberes. Habría perecido la nacion si
nn resto de espíritu público no la hubiese impelido á clamar
el remedio y detenido al borde del sepulcro. Solamente un
peligro horroroso nos haria intentar la alteracion de las leyes
fnndamentales; solo este peligro se habría hecho superior a la
pasion que profesábamos á instituciones propias y lejítimas,
coyas bases nos Rabian procurado la deseada emancipadorn
Xada añadiria á este funesto bosquejo, si el puesto que
ocnpo no me forzara á dar cuenta á la Nacion de los inconve
nientes prácticos de sus leyes. Sé que no puedo hacerlo sin
esponerme á siniestras interpretaciones, y que al través de
mis palabras se leerán pensamientos ambiciosos: mas yo que
.. —182—
no he rehusado á Colombia consagrarle mi vida y mi reputa
cion, me conceptúo obligado á este último sacrificio.
Debo decirlo : nuestro Gobierno está esencialmente mal
constituido. Sin considerar que acabábamos de lanzar la co
yunda, nos dejamos deslumbrar por aspiraciones superiores á
las que la historia de todas las edades, manifiesta incompati
bles con la humana naturaleza. Otras veces hemos equivocado
los medios y atribuido el mal suceso á no habernos acercado
bastante á la engañosa guia que nos extraviaba, desoyendo á
los que pretendían seguir el orden de las cosas, y comparar
entre sí las diversas partes de nuestra Constitucion, y toda
ella con nuestra educacion, costumbres, é inexperiencia para
que nos precipitáramos en un mar proceloso.
Nuestros diversos poderes no están distribuidos cual lo re
quiere la forma social y el bien de los ciudadanos. Hemos
hecho del Lejislativo, solo el cuerpo soberano, en lugar de
que no debia ser mas que un miembro de este soberano: le
hemos sometido el Ejecutivo, y dado mucha mas parte en la
administracion general, que la que el interés lejítimo permite.
Por colmo de desacierto se ha puesto toda la fuerza en la vo
luntad, y toda la flaqueza en el movimiento y la accion del
cuerpo social.
El derecho de presentar proyectos de ley se ha dejado ex
clusivamente al Lejislativo, que por su naturaleza está lejos
de conocer la realidad del Gobierno y es puramente teórico.
El arbitrio de objetar las leyes concedido al Ejecutivo es
tanto mas ineficaz, cuanto que se ofende la delicadeza del Con
greso con la contradiccion. Este puede insistir victoriosa
mente, hasta con el voto de la quinta ó con ménos de la quinta
parte de sus miembros; lo que no deja medio de eludir el mal.
Prohibida la libre entrada á los Secretarios del Despacho
en nuestras Cámaras, para explicar ó dar cuenta de los moti
vos del Gobierno, no queda ni este recurso que adoptar para
esclarecer al Lejislativo en los casos de objetarse algun acuer
do. Mucho habría podido evitarse requiriendo determinado
lapso de tiempo, ó un número proporcional de votos, consi
derablemente mayor que el que ahora se exije para insistir en
las leyes objetadas por el Ejecutivo.
Obsérvese que nuestro ya tan abultado código, en yez de
conducir á la felicidad ofrece obstáculos á sus progresos. Pa
recen nuestras leyes hechas al acaso: carecen do conjunto, de
método, de clasificacion y de idioma legal. Son opuestas entre
sí, confusas, á veces iunecesarias, y aun contrarias á sus fines.
No falta ejemplo de haberse hecho indispensable contener con
disposiciones rigurosas vicios destructores y que se generali
zaban: la ley pues, hecha al intento ha resultado mucho mó
—183—
nos adecuada que las antiguas, amparando indirectamente los
vicios que se procuraban evitar.
Por aproximarnos á lo perfecto adoptamos por base de re
presentacion una escala que nuestra capacidad no admite
todavía. Prodigándose esta augusta funcion, se ha degrada
do, y ha llegado á aparecer, en algunas provincias, indiferen
te, y basta poco honroso representar al pueblo. De esto ha
emanado en parte, el descrédito en que ban caido las leyes; y
leyes despreciadas ¿qué felicidad producirán?
El Ejecutivo de Colombia no es el igual del Lejislativo, ni
el jefe del judicial: viene á ser un brazo débil del poder su
premo, de que no participa en la totalidad que le corresponde,
porque el Congreso se injiere en sus funciones naturales sobre
lo administrativo, judicial, eclesiástico y militar. El Gobierno
que debiera ser la fuente y el motor de la fuerza pública, tie
ne que buscarla fuera de sus propios recursos, y que apoyarse
en otros que le debieran estar sometidos. Toca esencialmente
al Gobierno ser el centro y la mansion de la fuerza, sin que el
oríjen del movimiento le corresponda. Habiéndosele privado
de su propia naturaleza, sucumbe en un letargo que se hace
funesto para los ciudadanos, y que arrastra consigo la ruina
de las instituciones.
No están reducidos á estos los vicios de la Constitucion con
respecto al Ejecutivo. Rivaliza en entidad con los menciona
dos, la falta cíe responsabilidad de los Secretarios del Despa
cho. Haciéndola pesar exclusivamente sobre el jefe de la
administracion, se anula su efecto, sin consultar cuanto es
posible la armonía y el sistema entre las partes; y se dismi
nuyen igualmente los garantes de la observancia de la ley.
Habrá mas celo en su ejecucion cuando con la responsabilidad
moral obre en los Ministros, la que se los imponga. Habrá
entonces mas poderosos estímulos para propender al bien. El
castigo que por desgracia se llegará á merecer, uo seria el jér-
men de mayores males, la causa de trastornos considerables y
el oríjen de las revoluciones. La responsabilidad en el esco-
jido del pueblo será siempre ilusoria, á no ser que voluntaria
mente se someta á ella, ó que contra toda probabilidad ca
rezca de medios para sobreponerse á la ley. Nunca, por otro
lado, puede hacerse efectiva esta responsabilidad no hallán
dose determinados los casos en que se incurre, ni definida la
expiacion.
Todos observan con asombro el contraste que presenta el
Ejecutivo, llevando en sí una superabundancia de fuerza al
lado de una extrema flaqueza: no ha podido repeler la invasion
exterior ó contener los conatos sediciosos, sino revestido de la
dictadura. La Constitucion misma convencida de su propia
-484—
falta se ha excedido en suplir con profusion las atribuciones
que él habia economizado con avaricia. De suerte que el Go
bierno de Colombia es una fuente mezquina de salud, ó un
torrente devastador.
No se ha visto en Nacion alguna entronizada á tanta altura
la facultad de juzgar como en Colombia. Considerándose el
modo con que están constituidos entre nosotros los poderes,
no puede decirse que las funciones del cuerpo político de una
Nacion se reducen á querer y á ejecutar su voluntad. Se
aumentó un tercer ajente supremo, como si la facultad de
decidir las leyes que convengan á los casos, no fuese la prin
cipal incumbencia de la ejecucion. Para que no influyese
indebidamente en los encargados de decidirlo, los dejaron del
todo inconexos con el Ejecutivo, de que son por sa naturaleza,
parte integrante; y á pesar de que se encargó á éste velar de
continuo en la pronta y cumplida administracion de justicia,
se le cometió el encargo sin proveerle de medios para descubrir
cuando fuese oportuna su intervencion, ni declararle hasta
qué punto pudiese extenderse. Aun la facultad de elejir, en
tre personas aptas, se le ha coartado.
No satisfechos con esta exaltacion hemos dado por leyes
posteriores á los tribunales civiles una absoluta supremacía en
los juicios militares contra la práctica uniforme de los siglos,
derogatoria de la autoridad que la Constitucion atribuye al
Presidente, y destructora de la disciplina que es el fundamen
to de una milicia de línea. Las leyes posteriores en la parte
judicial, han extendido hasta' donde nunca debió ser el dere
cho de juzgar. A consecuencia de la ley de procedimientos
se han complicado los litis. Por todas partes se han estable
cido nuevos juzgados y tribunales de canton, por cuya reforma
claman los miserables pueblos, que enredan y sacrifican en
provecho de los jueces. Repetidas ocasiones han decidido de
la buena ó mala aplicacion de la ley Cortes Superiores com
puestas casi exclusivamente de legos. El Ejecutivo ha oido
lastimosos reclamos contra el artificio ó prevaricacion de los
jueces, y no ha tenido medios para castigarlos; ha visto la ha
cienda pública víctima de la ignorancia y de la malicia de los
tribunales, y no ha podido aplicar el remedio.
La acumulacion de todos los ramos administrativos en los
ajentes naturales que el Ejecutivo tiene en los departamentos
aumenta su impotencia, porque el Intendente, jefe del órden
civil y de la seguridad interior, se halla recargado de la admi
nistracion de las rentas nacionales cuyo cuidado exije muchos
individuos, solo para impedir su deterioro. No obstante que
esta acumulacion parece conveniente, no lo es, sino con res
pecto á la autoridad militar, que debería estar rennida en los
—185—,
departamentos marítimos á la civil, y la civil separaba ríe la
de rentas, para que en cada uno de estos ramos se sirva de un
modo satisfactorio al pueblo y sil Gobierno,
Las municipalidades que serán útiles como concejo de los
gobernadores de provincias, apenas han llenado sus verdade
ras fmiciones: algunas de ellas han osado atribuirse la so
beranía (|ue pertenece á la Nacion, otras han fomentado la
Redicion; y casi todas las nuevas, mas han exasperado, que
promovido el abasto, el ornato, y la salubridad de sus respec
tivos umuicip'os. Tales corporaciones no son provechosas al
servicio a que se les ba destinado: han llegado á hacerse odio
sas por las gal'elas que cobran, por la molestia que causa á los
elec:os que las componen, y porque en muchos lugares no hay
siquiera con quien reemplazarlas. Lo que las hace principal
mente perjudiciales, es la obligacion en que ponen á los ciu
dadanos do desempeñar una judicatura anual, en que emplean
sn íiempo y sus bienes, comprometiendo muy frecuentemente
su responsabilidad y hasta su honor. ÍTo es raro el destierro
espontáneo de algunos individuos de sus propios hogares,
porque no los nombren para estos enojosos cargos. Y si he de
decir ío (pie todos piensan, no habría decreto mas popular que
el que eliminase las municipalidades.
Ño l abiendo ley sobre la policía general, no existe ni su
sombra, llesulta de aquí que el listado es una confusion,
diria mejor un misterio para los subalternos del Ejecutivo
que se hallan en velacion con uno á uno de los individuos, los
que no son manejables sin una policía dilijente y eficaz que
coloque á cada ciudadano en conexion inmediata con los ajen-
tes del Gobierno. v)e aquí provienen diversos inconvenientes
para que los intendentes basan cumplirlas leyes y reglamen
tos en todos los ramos de su dependencia.
Destruida la seguridad y el reposo, únicos anhelos del pue
blo, ha sido imposible á la agricultura conservarse siquiera en
el deplorable estado en que se bailaba. Sn ruina ha coopera
do á la de otras especies de industria, desmoralizado el alber-
guo rural, y disminuido los medios de adquirir; todo se ha
sumido en 'a miseria desoladora; y en algunos cantones los
ciudadanos lian recobrado su independencia primitiva, porque
perdidos sus goces, nada los liga á la sociedad, y aun se con
vierten en sus enemigos. El comercio exterior ha seguido la
misma escala que la industria del país: aun diria que apenas
basta para proveernos de lo indispensable; tanto mas que los
fraudes favorecidos por las leyes y por los jueces, seguido de
numerosas quiebras, han alejado la confianza de una profe
sion, que únicamente estriba en el crédito y la buena fé. Y
jqué comercio habrá sin cambios y sin provechos?
TOM. TUI. HlSTOKIA—24
—186—
Nuestro ejército era el modelo de la América y la gloria da
la libertad: su obediencia á la ley, al majistrado, y al general,
parecían pertenecer á los tiempos heroicos de la virtud repu
blicana. Se cabria con sus armas, porque no tenia uniformes;
pereciendo de miseria se alimentaba de los despojos del ene
migo, y sin ambicion no respiraba mas que el amor á la patria.
Tan jenerosas virtudes se han eclipsado,, en cierto modo, de
lante de las nuevas leyes dictadas para rejirlo y para prote
jerlo, Participe el militar de los sacudimientos que ba ajilado
toda la sociedad, no conserva mas que su devocion á la causa
que ha salvado, y un respeto saludable á sus propias cicatri
ces. He mencionado el funesto influjo que ha debido tener
en la subordinacion el haberle sujetado á tribunales civiles,
cuyas doctrinas y disposiciones son fatales á la disciplina se
vera, á la sumision pasiva y á la ciega obediencia que forma
la base del poder militar, apoyo de la sociedad entera. La ley
que permite al militar casarse sin licencia del Gobierno, ha
perjudicado considerablemente al ejército en su movilidad,
fuerza y espíritu. Con razon se ha prohibido tomar reempla
zos de entre los padres de familia: contraviniendo á esta regla
hemos hecho padres de familia á los soldados. Mucho ha
contribuido á relajar la disciplina el vilipendio que han reci
bido los jefes de parte de los subditos por escritos públicos.
El haberse declarado detencion arbitraria una pena correccio
nal, es establecer por ordenanzas los derechos del hombre, y
difundir la anarquía entre los soldado.*, que son los mas crue
les, como los mas tremendos cuando se hacen demogogos. Se
han promovido peligrosas rivalidades entre civiles y milita
res con los escritos, y con las discusiones del Congreso, no
considerándolos ya como los libertadores de la patria, sino
como los verdugos de la libertad. ¿Era esta la recompensa
debida á tan dolorosos y sublimes sacrificios? ¿Era esta la
recompensa reservada para los héroes? Aun ha llegado el
escándalo al punto de excitarse ódio y encono entre los mili
tares de diferentes provincias para que ni la unidad ni la
fuerza existiera.
No quisiera mencionarla clemencia que ha recaido sobre los
crímenes militares en esta época ominosa. Cada uno de los
lejisladores está penetrado de toda la gravedad de esta vitu
perable iuduljencia. ¿Qué ejército será digno en adelante, de
defender nuestros sagrados derechos, si el castigo del crimen
ha de ser recompensarlo? Y si la gloria no pertenece ya á la
fidelidad, al valor, á la obediencia!
Desde ochocientos veintiuno eu que empezamos á reformar
nuestro sistema de hacienda, todos han sido ensayos; y de
ellos el último nos ha dejado mas desengañados que los ante
—187—
riores. La falta de vigor en la administracion en todos y cada
uno de sus ramos, el general conato por eludir el pago de las
contribuciones, la notable infidelidad y descuido por parte de
los recaudadores, la creacion de empleados iunecesarios, el
escaso sueldo de éstos, y las leyes mismas, han conspirado á
destruir el Erario. Se ha confiado vencer algunas veces este
conjunto de resistencia, invocando la accion de los tribunales,
pero los tribunales con la apariencia de protectores de la ino
cencia han absuelto al contribuyente quejoso y al recaudador
procesado, cuando la lentitud y la secuela de los juicios no
ha dado tiempo al Congrego para dictar nuevas leyes que
enervasen aun la accion del Gobierno. Todavía el Congreso
no ha arreglado las comisarías que manejan las mas cuantio
sas rentas. Todavía el Congreso no ha examinado, por la
primera vez la inversion de los fondos de que el Gobierno es
simple administrador.
La demora en Europa de la persona á quien por órdenes
expedidas en 1823 toca responder de los millones que se deben
por el empréstito contratado y por el ratificado en Lóudres: la
expulsion del Eucargado de Negocios que teníamos en el Pe
rú, y que jestionaba el cobro de los suplementos que hicimos
á aquella República: por último, la distribucion y consuncion
de los bienes nacionales, nos han forzado á suplir con nume
rosas inscripciones en el libro de la denda nacional valores
que ellos pudieron dejar satisfechos. El Erario de Colombia
ha tocado pues, á la crisis de no poder cubrir nuestro honor
nacional con el extranjero jeneroso que nos ha prestado sus
fondos confiando en nuestra fidelidad. El ejército no recibe
la juitad de sus sueldos, y excepto los empleados de hacienda,
los demás sufren la mas triste miseria. El rubor me detiene,
y no me atrevo á deciros que, las rentas nacionales han que
brado, y que la República se halla perseguida por un formi
dable concurso de acreedores.
Al describir el caos que nos envuelve, casi me ha parecido
snpérfluo hablaros de nuestras relaciones con los demás pue
blos de la tierra. Ellas prosperaron á medida que se exaltaba
nuestra gloria militar y la prudencia de nuestros conciudada
nos, inspirando así, confianza de que nuestra organizacion
civil y dicha social alcauzarian al alto rango que la Providen
cia nos habia señalado. El progreso de las relaciones exte
riores ha dependido siempre de la sabiduría del Gobierno y de
la concordia del pueblo. Ninguna Nacion se hizo nunca esti
mar sino por la práctica de estas ventajas: ninguna se hizo
respetar sin la union que la fortifica. Y discorde Colombia,
menospreciando sus leyes, arruinando su crédito; ¿qué alicien
tes podrá ella ofrecer á sus amigas? ^qué garantes para con
I
—188—
servar siquiera á las que tiene? Retrogradando, en vez de
avanzar, en la carrera civil, no inspira sino esquivez. Ya be
ha visto provocada, insultada por un aliado, que tío existiera
üin nuestra magnanimidad. Vuestras deliberaciones van á
decidir, si arrepentidas las naciones amigas de habernos reco
nocido hayan de horrarnos de entre los pueblos que componen
la especio humana.
¡LEJI^LADORES! Ardua, y grande es la obra que la vo
luntad nacional os ha cometido. Salvaos del compromiso en
que os han colocado nuestros conciudadanos salvando á Co
lombia. Arrojad vuestras 'Miradas penetrantes en el recóndito
corazon do vnostros consíit'.yontes: allí leereis la prolongada
angustia que los agoniza: ellos suspiran por seguridad y re
poso. Un Gobierno firme, poderoso, y justo es e! grito de la
patria. Miradla de pié sobre las ruinas del desierto que ha
dejado el 'despotismo, pálid;¿ de espauto, llorando quinientos
mil héroes muertos por ella; cuya sangre sembrada en los
campos, hacia uacer sus derechos. Sí, Lejishidores, muertos
y vivos, sepulcros y ruinas, os pidon garantías. Y yo que
sentado ahora sobre el hogar de un simple ciudadano, y mez
clado entre la multitud, recobro mi voz y mi derecho, yo qne
soy el último que reclamo el fin de la sociedad; yo que he
consagrado un culto relijioso á la patria y á la libertad, no
debo callarme en momento can solemne. Dadnos un Gobier
no en que la ley sea obedecida, el uiajistrado respetado, y el
pueblo libre: un Gobierno que impida la trausgresion de la
voluntad general y los mandamientos del pueblo.
Considerad, LEJISEAÜORES, que la enerjía en la fuerza
publica es la salvaguardia de la llaqueza individual, la ame
naza que aterra al injusto, y la esperanza de la sociedad. Con
siderad, que la corrupcion de los pueblos nace de la induljoncia
de los tribunales y de la impunidad de los delitos. Mirad, que
sin fuerza no hay virtud; y sin virtud perece la República.
Mirad en ün, que la anarquía destruye la libertad, y que !a
unidad conserva el orden.
¡LEJIc-LAL/OltES! ¡A nombre de Colombia os :uego con
plegarias infinitas, que deis, á imájeu de la i'rovidencia que
representáis, como arbitros de íneslros destinos, Kara el pue
blo, para el ejercito, pora el juez, y para el majistrado—!¡¡LE-
YES INEXORABLES!!!
Bogotá, 29 de Febrero de 1828.
Simon Boliviw.
-
—189—
República Peruana.—Departamento de Puno—Mayo 31 de, 1828.
Al señor GeneraI Prefecto de) Departamento de Arequipa.
SePor General.
Acabo de recibir comunicacion dfd Sefor General defe del
E. M. G. de nuestro ejército, fechada en Belen ¡; 22 del (jue
acaba, y siguiendo sus marchas hácia Ornro, en que me par
ticipa el cb.oqnc que hubo en Sicasica entre nuestro escuadron
Dragones de Arequipa y una partida de caballería boliviana
que perdió 2i> s' ,Ma;los prisioneros y un capitan: y tengo el
bono;. de acompasar á US. cópia certificada de olla, por lo
satisfactorio que ha de serle su contenido.
Dios guarde á US.—Señor General.—Juan Francisco de
Reyes.
Estado Mayor General del Ejército del Sur del Perú.— Cuartel
General en Belen, á 22 de Mayo de 1828.
Al Señor Coronel Prefecto del Departamento de Puno.
Señor Prefecto.
fíA 29 del corriente continuó su marcha el ejército á los
pueblos fis Viacha y 7¿aja, en donde <¡e habia acantonado des
de el (t con objeto fie que se reparase da las fatigas qne hasta
aq'iel habia traido. Se destinó al escuadron . )ra::ones que
viniese á vanguardia para preparar la subsistencia de éste, el
qne á su entrada a Sicasica se encontró cm una partida de
treinta y dos hombres que obligó ,'. owestra descubierta á re
plegarse sobre el escuadro.* que se hallaba piteado á Corta
distancia. Visto esío por el oíiciaI que mandaba la contraria,
se avanzó á provocarla, y desaliarla, obligando al comandan
te del escuadron á destacar una mitad. Coa esta medida,
juzgó contenerlos ó precisarlos á retirarse; mas ellos obstina
dos comprometieron el lance de un modo que uo era decoro
so á los nuestros, volver las espaldas. Se trabó el choque
dirijiéndole el teniente Mota al capitan Montenegro una lan-
i
—190-
zada que pudo evadirla con una leve herida. Eu estas cir
cunstancias cargaron los nuestros y á su impulso volvieron
caras, y emprendieron una fuga precipitada. Se les persiguió,
y á las tres leguas se tomaron 29 soldados, y un capitan, y
solo lograron escapar el oficial Mota y un soldado.
El señor General en Jefe quiere que este incidente lo co
munique US. al señor Presidente de la República, y que le dé
publicidad en el Departamento de su mando.
Soy de US. atento obsecuente servidor—Manuel de Apari
cio.—Es cópia—José Tadeo de Rivera.
Segunda noticia.
República Peruana.—Departamento de Puno.—Junio 2 de 1828.
Al señor General Prefecto del Departamento de Arequipa.
Señor General.
Acabo de recibir el parte que tengo el honor de adjuntarle
con la agradable noticia á que se refiere: yo ruego á US. pa
sarlo al supremo conocimiento con el pliego adjunto que la
contiene con la rapidez que demanda su importancia, y tan
luego como reciba el resultado, llenaré el deber de trasmitirlo
con la misma puntualidad.
Dios guarde á US.—Señor General—Juan Francisco de
Reyes.
Copia.
Presidencia del Departamento de la Paz, á 29 de Mayo de 1828.
Al señor Intendente de Chucuito.
Consecuente á las últimas noticias que tuve el honor de
instruirle sobre el estado de nuestro ejército, he recibido parte
del Gobernador de Sicasica fechado á 26 desde el reducto de
i
-191—
Qnispimna en que sustancial men te tne dice que e1 28 tid? la
Doche á las ocho recibió parte oficial del señor General en
Jefe de haberse sublevado la infantería de Bolivia. Que el 26
se batia con la caballería del propio Bolivia, y que en socorro
de la primera se dirijia á marchas redobladas nuestro ejército
que salió á media noche del expresado reducto el 25.
Con la celeridad que aquí arriben las nuevas de nuestro
ejército, con la misma tendré el placer de trasmitirlas para su
intelijencia y fines deseados.
Dios guarde á US. —J. R. de Loayza.
Suh-Prefectura de Chucuito.—Zepita, Mayo 31 de 1828.
Al señor Coronel Prefecto del Departamento.
Señor Prefecto.
En esta hora que son las siete de la noche, llega de la Paz
el sarjento Francisco Cherigo con la importante y satisfacto
ria comunicacion del señor Prefecto de aquella ciudad que
orijinal acompaño á US. Ella parece no admite duda por su
carácter oficial, y por los rumores y antecedentes que hemos
tenido sobre esta ocurrencia. Introducida la desmoralizacion
en las tropas de los vitalicios, el triunfo es indudable á favor
del Perú, y tan plausible anuncio, no puede detenerse ni un
minuto sin que lo sepa US. y nuestro Presidente.
Dios guarde á US.—Atanasio Hernandez.
Es cópia.—José Tadeo de Rivera.
Editorial de "La Prensa Peruana" Ndm. 51, del Jueves
19 de Junio de 1828.
Por el parte que llevamos impreso sobre el suceso de Sica-
sica, está bien claramente pronunciado el ánimo hostil que
tiempo ha manifiesta al Perú el Gobierno de Bolivia; y la
conducta observada por la partida que ha atacado la descu
bierta ¡le nuestra vanguardia, uo doja iluda alguna de que
aquel Gobierno se halla decidido á sosí-ener contra losotros
una guerra que .10 temos provocado, y que ,le ',ecI,o se nos
declara mu poderse alegar motivo alguno que 'a justifique.
(Vmocído es de iodos e! m.>do franco y amigaNe con que el
Perú se ha manejado respecto de fkdivia, , rocurando por
cuantos "iedios han estado á sus alcances conservar y estre
char mas y uuvt 'a fraternidad que t ibiera minar cutre ambos
pueblos, si intereses particulares no se hubiesen constante
mente empeúado e:., romper la arm mía que siempre haexis-
tido entre estas dos acides. Gons'v.uente el Congreso i?e-
rmvoá esta ai.iiuad, y á la justicia con q (> Solivia solicitaba
su reconocí mieido cono ílepública i 'dape»diente, •,.• diula
verificav'o, y solo aguarda ,'ara entrar co i ella en relaciones,
á que libre del toder extrajo vie aun le oprime, pueda tener
voz en s is apuntos, y explicarse en el 1 !s con una voluntad
propia, y no sometida á oí caprichos de un disimulado domi
nador. Procedimiento íué e,<te, que, unido al rue o' ,servaba
nuestro Gobierno, acall.' entonces las voces con que se procu
raba animar á los bolivianos c >ntra el Perú, persuadiéndoles
que ése i i los i.ecou ceria, porgue 'es miraba como parle in
tegrante suya; valiéndose para mejor lograrlo, do la pintura
de los niales ,¡ue sufrieran si alguna vez conviniesen en agre
garse á esta .tepúolica, ' ne se les procuró presentar llena ile
miseria y degradacion, y al .lismo tiemp, animada de un
odio invencible contra los hijos de aquella.
Este incesauíe ahinco de fomentar animosidades entre am
bas naciones, si constantemente lo sostuvieron lus jefes (pie
aun dominan á iiolivia, toniJ . odas sis creces desde la éj'oca
ve lí nrosa le! 2<J de finero, en que por un feliz cambiamiento
se perteneció el Per;' á sí mismo, j' rompi' los vergonzosos
lazos queá la par de Solivia le tenían miserablemente enca
denado. f2ntó.'ces saji 't de madre !.• dese.speraci..n de los i¡ue
vieroi' escapárseles tau interesante nresa; y los papeles públi
cos del Gobierno de Üolivia al igual de algunos de Colombia,
agotaron los insultas contra el Perú, llamaron ingratos, co
bardes é imbéciles á sus hijos, nulo á ',n Gobierno, y la Ue-
preseni acion Nacional se figuraba en ell >s como una faccion
compuesta de 1'ombrec llenos (:e inmoralidad y •le críT tenes.
Los gobiernos de ambas repúblicas, nos obligaron ení óncesá
poner en pié n, ejército respetable que guarneciese nuestras
froníeras amagadas de una agresion, de que ya uo pudo du
darse, aten lidoel .nodo con que contra nosotros se expresaban
y la prisa con que aumentaban sus fuerzas, sin que i ,adíese
tener otro algun objeto que la guerra que tan fundadamente
recelábamos.
—193—
Excesiva tal vez ha sido la moderacion del Perú en no en
trar en una lucha que uo puede serle adversa, y para la que
ya ha tenido razones suficientes que sirvan de apoyo á su jus
ticia y á su necesidad. Si en sentir de los publicistas, todas
las naciones deben unirse para castigar á la nacion inquieta, y
maligna siempre dispuesta á dañarlas y suscitarles disensiones
intestinas; y si es un fin lejítiino para sostener la guerra solo el
precaver runa injuria ¿faltaban justos motivos para que el
Perú rompiese las hostilidades; podria ser mayor la cxijencia
coo que demandaba su honor vilipendiado la vindicta de las
iujurias que tan abiertamente se le inferían, y, los amaños y
arterías con que se procuraba turbar su tranquilidad, y tras
tornar el sistema y las instituciones que se daba? Nosotros,
empero, apercibidos á rechazar la agresion que nos amenaza
ba, hemos permanecido tranquilos aguardando el instante en
que se violase la integridad de nuestro territorio, por evitar
recayesen sobre pueblos amigos las calamidades consiguientes
á la venganza de agravios de que se hallan inculpables.
Si nuestra tropas han penetrado el territorio de Bolivia, no
por eso podrá decirse que henios faltado al derecho de las na
ciones. Efectuada la revolucion de Chuquisaca, el desórden
en que naturalmente debia envolverse Bolivia miéntras se sis
temaba; la anarquía que pudieran introducir los perversos, y
otros mil acontecimientos inevitables en semejantes ocurren
cias, pudieron comprometer la existencia de aquella Repúbli
ca, extendiendo su influjo hasta la nuestra, y alterando tal
vez la tranquilidad que acababa de establecerse en ella. Fué,
pues, la exijencia de atender á ia conservacion y sosiego de
su patria laque resolvió al general Gamarra á introducir su
ejército en Bolivia, conformándose al mismo tiempo con los
deseos de aquella Nacion de la que lo habian llamado con
instancia varias corporaciones, y mas de dos mil personas en
auxilio del órden, de su libertad y de su existencia compro
metidas.
Nuestro ejército no se ha presentado entre los bolivianos
en actitud hostil, ni lo ha llevado el deseo de vengar los in
sultos á su patria, ni la duplicidad con que el general Sucre
se ha apresurado á aumentar sus fuerzas despues que prome
tió solemnemente al general Gamarra en su entrevista parti
cular mantenerlas en un pié que no causase alarmas. Su único
fin ha sido la conservacion de Bolivia para que se pertenezca
a sí misma, impedir que sea destrozada por facciones, y ayu
darla á ponerse en aptitud de pronunciarse libremen te sobre
su suerte futura, segun el voto unánime y los clamores de
todos los ciudadanos honrados; objetos todos que no han po
dido desatenderse sin faltar á los oficios de humanidad que
Tüm. viu. Histobia— 25
—194—
entre sí so deben las naciones obligadas, del mismo modo que
los individuos, á auxiliarse en cuanto contribuya á su conser
vacion y adelantamientos. ¿Podia nuestro ejército permane
cer tranquilo espectador, de los desastres que amenazaban á
Bolivia y á nosotros, pudiendo contenerlos en su oríjen? ¿De
biera mirar con indiferencia la suerte de una Nacion que
luchaba por su libertad, y hacia esfuerzos heroicos por sacu
dirse de la opresion? Y se acriminará la conducta que ha
observado para impedir los males que refluirían seguramente
en la suerte de la República á que pertenece?
En vano los mandatarios de Bolivia querrán alucinarla,
presentado como enemigo al ejército que solo ha pisado su
territorio, para servirle de apoyo en el establecimiento del
sistema de libertad porque anhela. Nuestro ejército no puede
considerarse en modo alguno como un ejército conquistador,
su conducta lo abona, y frecuentes y muy extrictas órdenes
ha recibido su general para no mezclarse en los actos nacio
nales de aquella República, de donde deberá retirarse en el
momento mismo en que los pueblos hayan adoptado la forma
de gobierno que mejor vean convenirles.
Las hostilidades, pues, con que inconsideradamente han
sido recibidas nuestras tropas por una pequeña partida, no
son en modo alguno justificables. Empero este irregular pro
cedimiento no es en verdad obra de los hijos de aquella Repú
blica, ni por'él debe juzgarse de las disposiciones de su ejér
cito, al que no puede suponerse contrario á los intereses de
su patria é interesado en contribuir á que en ella se radique
una dominacion extraña y opresora. El suceso del 25 del
pasado y la lucha que se rompió el 26 entre su infantería y
caballería son un seguro comprobante de esta verdad; y es de
esperarse que recobrando Bolivia por sus propios esfuerzos su
independencia y libertad, dé un dia dejúbilo á todos los pue
blos libres de la tierra, y desaparezcan los inconvenientes que
hasta ahora han impedido estrechar los lazos de fraternidad
que deben unir á esta República con la nuestra, que solo as
pira á verla independiente, libre y venturosa.
—195-
NOTA DEL SEÑOR GENERAL DON JOSÉ SaN MARTIN AL SEÑOR
Presidente del Congreso Constituyente.
Bruselas y Setiembre 29 de 1827*
Excmo. Señor.
Si los sinceros votos por la felicidad de la República del
Perú, que hace un americano, que se gloría de tener el título
de fundador de su libertad, pueden ser gratos al Soberano
Congreso, ruego á V. E. se sirva elevarlos á su supremo co
nocimiento. Su libre instalacion (que he sabido por los pa
peles públicos) ha llenado mi alma de la mas completa satis
faccion: quiera el cielo que sus sabias deliberaciones afirmen
para siempre su independencia y prosperidad.
Sírvase V. E. aceptar la mas respetuosa consideracion con
que queda—Excmo. Señor—José de San-Martin.
/ Excmo. Señor Presidente del Soberano Congreso de la Repú
blica del Perú.
Es cópia—Manuel Jorge Terán, Diputado Secretario.
Carta del señor general don José jSan Martin á S. E. el
beñor Presidente de la República.
Bruselas y Setiembre 29 de 1827.
Excmo. Señor.
Interesado de buena fé en la independencia y prosperidad
de ese Estado, tengo una particular satisfaccion en felicitar,
no tanto á V. E. como á la República del Perú, por el nom
bramiento que el Soberano Congreso ha hecho en la persona
de V. E. para Presidente del Estado. ¡Que el acierto de V. E.
—196—
sea tan completo en todo el tiempo de su administracion, co
mo yo lo espero y deseo ardientemente! No mereceria el título
de fundador de la libertad del Perú, con que me ha honrado
esa República, si hallándose alguna vez amenazada su inde
pendencia, no la ofreciese mis servicios, como lo hago, por
conducto de V. E. Conozco que ellos son de poco valor; mas
yo cumplo con mi deber y con los votos de mi corazon reco
nocido.
Ruego á V. B. se sirva aceptar mi mas respetuosa y distin
guida consideracion—Excmo. Señor—José de San Martin.
Excrno. Señor Presidente de la República del Perú don José
de La-Mar.
República Peruana.—Prefectura del Departamento del Cuzco—
A 12 de Junio de 1828.
Al señor Ministro de Estado del Despacho de la Guerra.
Señor Ministro.
En la tarde del dia de ayer, arribó á esta ciudad el correo
de la ruta de Puno, y por él remite el señor Prefecto de dicho
Departamento el adjunto pliego, con encargo de que lo dirija
á US. como lo verifico con el mayor placer por el de esa via.
[1] En la comunicacion de dicho señor Prefecto, se me incluyó
en cópia la interesante del E. M. G. del ejército del Sur, fe
chada en Oruro á 3 del corriente: y aunque concibo que en el
pliego adjunto se han de ministrar á US. las mismas noticias
que á esta Prefectura, ó tal vez otras mas extensas, con todo,
por no faltar en nada á mis deberes, tengo el honor de incluir
á US. cópia de las que so me han trasmitido.
Dios guarde á US.— Vicente Leon.
\í] Este pliígo no ie ha recibido.
—197—
República Peruana.—Ejército del Sud.—General en Jefe— Cuar
tel General én Caracollo á 28 de Mayo de 1828.
Al señor Coronel Prefecto del Departamento de Puno.
Señor Prefecto.
Despues de haber noticiado á US. los sucesos favorables
del escuadron Dragones que destinado de descubierta, tomó
prisionera la del ejército deBolivia, compuesta de veintinueve
hombres de tropa que voluntariamente se han enrolado en
nuestras filas, y de un capitan, á quien se le concedió su pa
saporte para que se restituyera á su ejército, he seguido mar
chando hasta este punto sin la menor novedad. Para llegar
aquí redoblé la marcha, porque en el reducto de Panduro
donde nos alojamos la noche del 25, recibí aviso por medio
de un oficial, de una revolucion que se preparaba en el ejér
cito boliviano situado en Pária; la que debió estallar en la
madrugada del 26. Los jefes de ella eran, los de los batallo
nes 1? de Bolivia, el coronel Gonzalez, y el comandante de
Cazadores ciudadano Manuel Valdés. El capitan comandan
te de artillería estaba comprometido con ellos, á la par de un
número competente de oficiales subalternos. Con dificultad
y rara vez, se conserva el secreto confiado á muchas personas.
Los de esta empresa eran tantos, que, siu saber por quien,
fueron delatados cuasi en los momentos mismos destinados á
la explosion. Los dichos jefes en el instante de ser descubier
tos, se pusieron en fuga y se han acojido bajo nuestro pabe
llon, con ocho oficiales que han ido llegando sucesivamente.
Todos ellos concuerdan en que la fuerza boliviana no consiste
nías que en mil y quinientos hombres de todas armas, sin es
peranzas de aumentarla de manera alguna; porque se van
reduciendo á solo el territorio que pisan. El coronel Pedro
Blanco debe á la fecha ocupar los departamentos de Potosí
y Chuquisaca, y el coronel Portilla el de Cochabamba. Estos
obran espontáneamente sin iutelijencia conmigo, pero de
acuerdo con la voluntad nacional. El señor general Urdiui-
nea desengañado de su situacion, ha tenido la necesidad de
acceder á la última instancia que le hice invitándole á una
transaccion que terminase amigablemente la diferencia que
pudiera haber en nuestros principios. Con este objeto, y no
ticioso de mi enfermedad se sirvió pasar personalmente el día
de ayer á este cuartel general, y la indisposicion de mi salud
—198—
no me permitió entrar en la sesion á que estamos ya compro
metidos. Sin embargo hemos quedado emplazados para con
currir el dia de mañana al punto de Atita que es el intermedio
del que ocupan ambos ejércitos, distante unas cuatro leguas
de uno y otro extremo. La entrevista tendrá todo el carácter
de publicidad, y los puntos transijibles serán conferenciados
por una comisión, compuesta de igual número de individuos
nombrados por ambas partes. Su ratificacion será la que en su
caso decida la presente campaña.
Lo comunico á US. para que se sirva trasmitir en primera
oportunidad tan favorables noticias al supremo conocimiento
de S. E., mientras pueda yo darle una cuenta circunstanciada
de los resultados de mi expedicion, que basta aquí me prome
te afianzar la futura prosperidad de ambas repúblicas de una
manera absolutamente liberal.
Será oportuno el conocimiento que puede US. dar al De
partamento de su cargo y al del Cuzco, si las estrecheces del
correo se lo permitieren.
Soy de US., señor Prefecto, atento obsecuente servidor—
A. Gamarra.
República Peruana. —Ejército del Sud.—E. M. G.—Cuartel Ge
neral en Caracollo, á 28 de Mayo de 1828.
Al señor Coronel Prefecto del Departamento de Puno.
Señor Prefecto.
El ejército ha llegado á este punto sin novedad alguna.
Estamos á 7 leguas de los bolivianos que se hallan en Pária,
y en vísperas de una transaccion: mañana deben tratar los
comisionados de ambas partes en el pueblo de Atita, igual
mente distante de los dos campos. Ayer estuvieron en el
nuestro, los generales Urdininea y Fernandez, de lo que ha re
sultado el tratar de un avenimiento. Si este no se verifica
será por obstinacion de los generales bolivianos. En tal caso
veo muy cerca una batalla. Nuestro ejército está brillante:
las bajas han sido pocas, y el entusiasmo de los generales,
oficiales y tropa promete resultados lisonjeros. El coronel
Gonzalez, y el comadante Valdez que mandaban dos batallo
nes tiataron de hacer una revolucion en Paria; pero habiendo
—109—
sido descubiertos, se vinieron á nuestro campo con cinco ca
pitanes y tenientes, y el comandante de artillería Nuñez. El
coronel Blanco se ha pronunciado por nosotros con el reji-
miento de caballería de su mando, y se ha apoderado de los
fondos existentes en Potosí. El coronel Portilla se halla con
un grueso destacamento ocupando los desfiladeros del camino
de Pária á Cochabamba por manera que el ejército boliviano
reducido á Pária y Ornro apenas cuenta mil y pico de hom
bres de infantería, y 400' de caballería. Estas circunstancias
hacen esperar una transaccion que evite la efusion de sangre.
El señor general en jefe hace por su parte cuanto puede para
obtener este resultado. Si uo se consigue, repito á US., será
la causa el que los jefes bolivianos desconocerán enteramente
los verdaderos intereses de su país. Los pueblos nos han re
cibido con demostraciones de alegría, y nos han facilitado
recursos con mas abundancia que lo hicieron en tiempo de la
guerra de la independencia. Este es el estado actual de las
cosas: y tengo la honra, de ponerlo en el conocimiento de
US. de órden del señor general en jefe á fin de que US. se
sirva transcribirlo al Supremo Gobierno, y á los señores pre
fectos del Cuzco y Arequipa; y tambien me ha prevenido el
señor general en jefe ruegue á US. se sirva activar la remesa
del dinero que haya disponible, pues el ejército necesita con
urjencia, y la Comisaría se halla sin un peso.
Reitero á US. las consideraciones con que soy su atento
servidor—Manuel de Aparicio.
República Peruana.—Ejército del Sud.—E. M. G. — Cuartel Ge
neral en Oruro, á 3 de Junio de 1828.
Al soñor Prefecto del Departamento de Puno.
Señor Prefecto.
El señor general jefe del E. M. G. participa á US. desde
Caracollo los sucesos del ejército. Desde aquel punto hemos
seguido nuestra marcha con los acontecimientos siguientes: —
No habiendo resultado de la entrevista de Atita el avenimien
to que se esperaba por la tenacidad de los jefes bolivianos
en no querer asentir á la marcha de los auxiliares de Colom
bia, y su pretension de que en el término de doce dias precisos
—200—
debia nuestro ejército repasar el Desaguadero; continuamos
el movimiento el 30 de Mayo sobre Paria y acampamos en
Cayalmasi. En ese dia tenia el señor general en jefe una
comunicacion pendiente con el general Urdininea, y creiamos
estar en suspension de operaciones confiados en la buena fé
de este general. No obstante el coronel Brown acometió
nuestro campo á la una de la mañana con toda la caballería
enemiga. A la primera señal de las avanzadas tomó el ejér
cito las armas, y á pesar del arrojo que mostraron los contra
rios al atacar, una descarga de dos compañías que cubrían el
frente les hizo volver caras, dejando algunos caballos muer
tos y porcion de maletas y carabinas.—Despues hemos sabi
do que tuvieron 17 heridos y que han perdido 20 caballos.
Nosotros hemos tenido tres heridos de la avanzada de caba
llería que cargaron. El 31 siguió el ejército su marcha y el
1? acampamos á media legua de Paria donde está el enemigo.
El 2 quisimos acometer el pueblo, pero el enemigo lo habia
abandonado en la noche. El ejército continuó su marcha
hasta el Cerro de San Juan, donde se descubrió parte de su
caballería y se presentó el general Urdininea pidiendo parla
mento. Allí ofreció al señor general en jefe hacer marchará
los auxiliares y se fueron en retirada. Cuando entramos en
esta ciudad estaba aquí todavía el general Urdininea. A su
presencia se agolpó todo el pueblo en rededor del señor ge
neral en jefe con vivas y aclamaciones repetidas que llenaron
de confusion á Urdininea, el que se despidió al instante ofre
ciendo venir en este dia á entablar una transaccion.
Es cuanto ha ocurrido hasta hoy, y lo pongo en conoci
miento de US. de órden del señor general en jefe para su iu-
telijencia y con el objeto de que US. se sirva trasmitirlo al
Supremo Gobierno, y á los señores prefectos del Cuzco y de
Arequipa; teniendo la honra de ofrecer á US. la distinguida
consideracion con que soy su atento obsecuente servidor—
El coronel ayudante mayor— Miguel Benavides.
Es cópia—José Tadeo Rivera, Secretario.—Es cópia—Fran
cisco Artajona, Secretario.
—201—
Editorial de "La Prensa Peruana" Núm. 53, del Jueves
26 de Junio de 1828.
Las comunicaciones anteriores ponen bien á las claras el
desenlace que pronta y necesariamente luí (le concluir los
acontecimientos de Bolivia. El general de nuestro ejército,
atendiendo exclusivamente al único objeto que se propuso al
penetrar el territorio de aquella República, ha tentado todos
los medios de terminar sin efusion de sangre, y del modo mas
amigable, las diferencias de un país que le ha llamado en auxi
lio de su libertad Sin embargo, unos pocos ilusos han inten
tado neciamente malograr con su resistencia las miras salu
dables que éste se proponía, y hacen inevitable una contienda
que no puede serles favorable, ya se atienda á la desigualdad
de sus fuerzas, ya so considere la injusticia de 1a mala causa
que defienden contra los intereses y votos de los pueblos. Obs
tinados en sostener la esclavitud de su patria se han resistido
á todo avenimiento negándose á consentir en la salida de los
auxiliares, exijiendo repase nuestro ejército el Desaguadero,
para que abandonada Bolivia á su desventurada suerte, nin
gun apoyo encuentre la independencia nacional, que desde
entonces se viera sujeta sin esperanza de redencion, á la do
minacion extraña que aun la oprime, y se empeñan en radicar
hombres que debieran. ser sus priucipales amigos, si atendie
sen mas á los gritos de sus propias conciencias que á labrar
su fortuna con la desgracia de sus conciudadanos.
Si ceguedad tan miserable es digna de lamentarse en todos,
lo es incomparablemente en el general Urdininea, en quien
llegaron á fundarse esperanzas en pro de su patria, creyéndo
le amante de su prosperidad, y enemigo decidido de toda ti
ranía. El ha sido el obstáculo mas tenaz que han encontrado
las buenas intenciones del general Gamarra, y por sus órde
nes, contrarias á la buena té de que se le creia animado, fué
acometida la vanguardia de nuestro ejército, por juzgarle
descuidado, durante la suspension de hostilidades en que de
bieran concluirse las negociaciones entabladas. Con semejan
te conducta tan falta de injenuidad y de franqueza, ¿qué es
peranzas podrán fundarse de poner á Bolivia en el goce de
sus derechos sin llegar á las manos? ¿Cómo no usar de la
fuerza para desaparecer esa turba armada contra su libertad y
la nuestra cuyos jefes se mantienen sordos á las voces do la
Tomo viii. Histoeia—26
—202—
patria y de un ejército que los llama á la concordia y á la
union? Tal vez el escarmiento que han sufrido en su primera
tentativa, y la confusion de que han cubierto al general Ur.
diniuea las aclamaciones de júbilo con que en su presencia fué
recibido en Oruro nuestro ejército, llegarán á convencerle de
la arriesgada posicion en que se halla colocado, y que ningu
na confianza puede tener en soldados que perteneciendo á un
país naturalmente libre, no perderán la oportunidad favora
ble que se les presenta para pronunciarse por su libertad.
Quiera el cielo se realizen estos nuestros deseos, y que el ejér
cito peruano sin usar de su preponderancia, y de todos los me
dios que puede poner en obra para reprimir á los que intenten
resistirle, logre con sola su presencia, ayudar ásus desgracia
dos hermanos de Bolivia, á substraerse del yugo que aun quie
ren mantener sobre sus cuellos algunos de los desuatmalizados
hijos de esa República, digna por tantos títulos de una cum
plida libertad.
Prefectura del Departamento de Ayacucko.—Huanta, 17 de Ju
nio de 1828.
Al señor Ministro de Estado en el Departamento de la Guerra.
Señor Ministro.
Con posterioridad á mi nota número 107 de 2 del corriente,
me escribió el comandante Quintanilla, haber averiguado que
Soregui con algunos de los suyos existia muy enfermo en esta
banda del Enec ó Apurimac; y que si no se le presentaba es
pontaneamente, á virtud del llamamiento epistolar, que le
habia hecho, ó pensaba hacerle, se veria muy presto entre sus
mauos. De hecho, desde las cinco de la tarde del 8, se hallan
presos en nuestro poder, Soregui, Ramos, Garay, Hernandez,
el apóstata Pacheco y dos asistentes de aquella turba; toma
dos por un puñado de civicos de Tambo en la ribera del Apu
rimac, y dentro de los mismos aduares de los Chunchos, como
Quintanilla lo explica por menor en las dos notas orijinales
del 12 que me honro de poner á la vista del Excmo. Señor
Presidente; llegando á ¡nas de cincuenta los presos que el dia
14 debian salir (Te la montaña para limpiarla de todo enemigo
y perturbador del órden.
—203—
Noticioso por vias privadas de esta interesante adquisicion,
la mañana de ante ayer mo vine de Ayacucho acá, á ti n de ase
gurarla mas, y precaver todo desconcierto: y despues que arri
ben los presos, dispondré su traslacion á la ciudad para los
efectos que la justicia y política exijan combinadas con las sá-
bias máximas y órdenes del Supremo Gobierno.
Ya no nos queda libre mas cabecilla que Gnachaca, y acaso
algunos otros pocos de los indíjenas. El primero estuvo á fines
de Mayo en las inmediaciones de esta poblacion, quizá con el
designio de presentarse, disuadido por consejos ajenos. El 3
del corriente mandé abrir el correspondiente sumario contra
Francisco Garcia, Bernardo Inga, Mariano Granados y Pedro
Gnachaca, arrestados por las probanzas verbales de haber
receptado y ocultado á Gnachaca. Cualquiera que sea el
resultado de este procedimiento, entorpecido por mis graves
atenciones posteriores , jamás perderé de vista á los tales
cabecillas, ni las esperanzas de aprehenderlos si antes no se
ahuyentan á donde no puedan ser nocivos.
- Dios guarde á US.—Domingo Tristan.
Editorial de "La Prensa Peruana" Núm. 56, del Jueves
3 de Julio de 1828.
En la mañara de ayer ha llegado el correo de Arequipa; y
aunque por las noticias que conduce no han logrado todavía
un carácter definitivo los acontecimientos de Bolivia, la situa
cion de nuestro ejército es muy favorable, tanto por su tuerza,
disciplina y el entusiasmo de que se halla animado el soldado
para sostener la respetabilidad de sus banderas, como por la
¡mena acojida que ha tenido de los pueblos que miran en él,
y le proclaman, el restaurador de su libertad y el mas firme
apoyo de sus derechos: único objet¡' que están convencidos
movió al general Gamarra á pasar el Desaguadero, y penetrar
el territorio de aquella República, amagada delos inevitables
desastres que siempre acompañan á las conmociones políticas,
cuando no hay una fuerza que modere los extravíos de la
exaltacion, é impidan tengan nacimiento encarnizadas fac
ciones.
I
—204—
Las tropas del general Sucre, que ya fueran destruidas, si
por nuestra parte no se procurasen todos los medios de conci
liar las diferencias, sin llegar á las manos, se van retirando
al Potosí, considerablemente menguadas por la frecuente
desercion de los que abandonando sus filas, vienen á buscar
un asilo en las nuestras.—Este general que por todas partes
vé acabarse su influjo, y desmoronarse precipitadamente su
poder, ba ocurrido al arbitrio ya inútil de convocar el Con
greso Constitucional para el 25 de Mayo próximo pasado, que
á lo mas tarde debería instalarse el l'ó de Junio, si algun ac
cidente lo retardase, sin embargo de estarse pronunciando las
provincias de un modo que no le puede dejar duda que no
merece el nombre de Congreso Constitucional el que se con
gregue conforme á una Constitucion que mal de su grado
recibieron; que se componga de representantes elejidos por
reglas que desearan no existiesen, y bajo el influjo de un poder
extranjero que en nada debe interesarse ménos que en la
verdadera independencia de esos países.—Y cuando el señor
Sucre debiera, echando una mirada sobre sí mismo, sobre la
posicion que ocupa, y sobre el concepto que generalmente se
na formado con justicia del hombre de quien depende, y á
quien procura asegurar su odiada dominacion, sin perdonar
para ello los medios reprobados que le hemos visto poner en
práctica para frustrar las esperanzas de los pueblos, y burlar
la sencilla buena fé de los que en sus promesas se confiaron;
entonces es que aun trata de sostenerse aparentando pueril
mente que quiere retirarse á la vida privada, y baldona á
nuestro ejército imputándole que quiere introducir en Améri
ca el ominoso derecho del mas fuerte. ¿Fué con otro título
con el que se introdujo Bolivar en el réjimen del Perú, se lo
arrogó, dictó leyes, atropello las formas, despreció los princi
pios, disolvió la Representacion Nacional para plantear la
carta en que estaba sentado el primer escalon del trono que
intentaba erijir sobre las ruinas de la libertad de tres repúbli
cas? ¿No dejó su carta clavada en sus bayonetas para que en
ellas pereciese el que tuviese la noble osadia de querer arran
cándola libertar á su patria del oprobio, con que se le habia
cubierto á los ojos de las naciones libres? ¿Y las miserables
farsas que se representaban para dar á toda esta opresion el
aspecto de legalidad y conformidad con la voluntad pública,
no tenian su oríjen en el temor y el sobresalto que causabala
menor oposicion al derecho del man fuerte, en el terror que á
unos. infundía, en las gracias que á otros se dispensaban, en
el prestijio con que incesantemente se alucinaba á la muche
dumbre? ¿Quién, pues, podrá decirse que ha dado en la Amé
rica el abominable ejemplo de intervencion y ominoso derecho del
—205—
mas fuerte? Respondan los pueblos; respondan los sucesos de
los años pasados, y los conatos de sojuzgar los pueblos á mer
ced de un guerrero afortunado.
Cuantos males sufren éstos y se esfuerzan por repeler en el
dia, obra son de la intervencion extranjera, que si bien los
ayudó á conquistar su independencia, no debieron fundar en
estos auxilios un derecho para imponerles leyes y hacer de
ellos otros tantos eslabones de la cadena en que desgraciada
mente lograron aherrojarlos. Este decidido empeño de poner
en una sola mano las tres repúblicas, y uniformarlas bajo un
réjimen de simulada opresion, ha debido despertar en noso
tros la vijilancia y tenernos en continua alarma contra las
bien pronunciadas asechanzas y evidentes peligros que nos
amenazan, siempre que existan intactos y no pierdan del todo
su vigor los elementos que pudieran ponerse en accion para
hacernos retrogradar al miserable estado de que nos hemos
redimido. Nuestra inseguridad nos habia dado motivos bas
tantes é incuestionable facultad para atacar de frente al titu
lado Gobierno de Bolivia. Sin embargo hemos preferido me
didas amistosas que se han burlado por su jefe, uos hemos
visto en la dura necesidad de sostener grandes ejércitos para
guarnecer nuestras fronteras, y mantenernos en aptitud de
castigar al que osase invadirnos, cuando debiéramos ahorrar
tantos gastos y sacrificios si pudiéramos creer buena fé y
amistad en un Gobierno formado de los lazos que aprisionan
á un pueblo vecino, y en que pretende apoyarse el que nos
amenaza con la guerra. Entre tanto ha sucedido el rompi
miento del Gobierno de Bolivia con sus subditos, ha sido lla
mado nuestro ejército á protejerlos, y á evitar que para vin
dicar su libertad é independencia comprometida en el triunfo
del primero, y con ella nuestra tranquilidad y el reposo de
esta parte de la América, amagada de perder el fruto de sus
esfuerzos y sus mas caras esperanzas, se vertiese la sangre
americana, y que atentados, violencias y venganzas sucedie
ran á un movimiento santo en su oríjen, y de ese modo bas-
tardeara en daño de aquellos pueblos y de nosotros mismos,
hasta donde cundiera su perniciosa influencia.—En servicio,
pues, de la Nacion Boliviana, mas bien que en utilidad nues
tra, ha visitado nuestro ejército las provincias en que se halla
acuartelado. ¿Y qué hay en esto de semejante con las irrup
ciones de los pueblos bárbaros que talan y subyugan ársus
débiles vecinos? ¿Por qué acciones han merecido nuestras
tropas el epiteto ignominioso de tártaros? ¿Cuáles las estor-
siones en los pueblos de su tránsito, qué gravámen les ha
impuesto ni aun para su necesaria subsistencia, y cuál es
la ley á que ha querido someter esas provincias? ¿No ha pro
—206—
clamado, y cumplido relijiosamente no mezclarse en su réji-
men interior, dejarlas proceder libremente en todas sus deli
beraciones, y retirarse en el momento mismo en que estuvie
sen en paz, y señoras de sí mismas pudiesen concurrir auna
das á darse la organizacion que mejor creyesen convenirles?
Precisado á valerse de la astucia el jefe de Bolivia, denigra á
los nuestros: miserable y único recurso que le queda para
hacer sospechosa la conducta del general Gamarra y sustraer
le la confianza que en él han colocado los hijos de Bolivia, á
quienes pudiera prevenir contra fuerzas auxiliares la triste
suerte que han corrido abandonándose ciegamente al teniente
del general Bolívar. Mas en vano lucha éste por dar un ca
rácter pérfido al que manda nuestras fuerzas, y por concitar
contra ellas una guerra nacional. Los pueblos bien conocen
que si tales fuesen nuestras aspiraciones, tiempo ha que hu
biéramos entrado en la contienda, que siendo nuestro ca
rácter la franqueza y la liberalidad en los principios, solo
deseamos para las naciones hermanas la ventura y la completa
posesion de los derechos inalienables de toda sociedad; y
que si finalmente nos aquejase la excecrable sed de conquis
tas, que miramos como el frenesí mas insensato, las empren
diéramos sin doblez ui disimulo, sin valernos del dolo de que
desgraciadamente no carece la América de ejemplos.
Estén ciertos nuestros hermanos de Bolivia que nuestro
ejército no tomará en recompensa de los servicios que les pres
ta ni un polvo de tierra de su suelo, y que si nuestros valien
tes, para escarmiento de tiranos, llegan á derramar alguna
sangre; será para vengar la obstinacion de los que se empe
ñan en tratar como enemigo á nuestro ejército; á quien ¡1 pesar
de su moralidad y disciplina se le supone formado de jente
colecticia, sin táctica, órden, ni arreglo militar.
REPUBLICA BOLIVIANA.
Gobierno y Comandancia General del Departamento de Chuqui-
saca.—Abril 20 de 1828.
Al Illmo. Señor General en Jefe del Ejército de operaciones
de la República reruana, don Agustín Gamarra.
lllmo. Señor.
Un pueblo heroico, que ahora diez y ocho años expresó al
Universo, que ninguno deja de ser libre, cuando quiere serlo,
presenta á U. S. I. por mi medio sus cadenas quebrantadas
gloriosamente el 18 de Abril del año de 1828. Reducido al
último estado de abyeccion y humillacion, por una adminis
tracion la mas cruel de la tierra, dirijida por el extranjero y
por un aventurero español, ya no contaba con representacion
como los demás pueblos, ya no era compuesto de ciudadanos,
sino de víctimas destinadas al sacrificio, y á la sangre por la
mas leve indicacion del uso de sus derechos. No ha habido
entre nosotros propiedad segura, no hemos contado con nues
tros haberes, no se ha respetado la seguridad individual, y
sobre todo se ha descubierto claramente que no hay mas vo
luntad en la República, que la del Gobierno, graduándose de
crímen atroz cualquier funcion constitucional. La eleccion
popular del cuerpo electoral hecha en 3 de Febrero, con el
mejor entusiasmo y decoro, que tal vez no contará dicho
pueblo, ha sido graduada de faccion, castigándose con depo
siciones de empleos, con persecucion, con ultrajes y con la
impudencia mas descarada. Las augustas funciones del mis
mo poder electoral ejercidas en la capital y en las provincias,
se han sofocado con las bayonetas, y cualquier ciudadano que
ha manifestado su opinion, ha sido el objeto de la humillacion
y del oprobio. Sobre todo, el despotismo se ha entronizado, y
no habita mas poder que el de la fuerza. Resueltos mas bien
á envolvernos en nuestra sangre, y reducirnos á ceniza, que
no á vivir esclavos á la frente de repúblicas hermanas libres,
hemos seguido el 18 del corriente, el movimiento de la fuerza
armada existente en la capital, la que no pudiendo tolerar
nías la hambre, y las angustias por falta de pago de sus suel
dos, dió el grito y llamó á sus hermanos sus conciudadanos.
S. É. el Presidente, lejos de escuchar, se irritó y quiso reducir
todo á sangre, decidiendo de este modo á la tropa, y á todo
—208—
el pueblo, para que pidiera la libertad. S. E. y el pueblo, han
depositado en mí el Gobierno, y la patria toda ha invocado
el amparo de sus hermanos los peruanos. El grande ejemplo
de la República Peruana, dado en defensa de la libertad, y eu
destruccion de la tiranía, ha sido el fuego sagrado que ha
electrizado á Bolivia.
Sobre las armas nos hallamos Illmo. Señor, y aunque nues
tra muerte sola, será la que nos haga desistir de la lucha: mas
siendo un interés de todas las naciones libres protejer la li
bertad de las repúblicas hermanas, sedirije Bolivia á U. S. I.,
para que inmediatamente mueva sus fuerzas protectoras, no
pierda un momento ni instante, y desplegue su influjo, á fin
de uniformar las instituciones del Perú y Bolivia: cuyo voto es
destruir los tiranos y ser libres.
S. E. el Presidente, los ministros' del despacho, y demás
jefes se hallan presos, habiendo sido herido el primero en el
choque con el cuartel.
Tengo pues la honra, Illmo. Señor, de manifestarle con este
motivo mis mas profundas consideraciones y respetos.
Dios guarde a U. S. I.—José Antonio Acehey.
Ejército del Sur.— General en Jefe.— Cuartel General en Oruro,
á 6 de Junio de 1828.
Al Señor Ministro de Estado en el Departamento de Guerra
y Marina.
Señor Ministro.
Con fecha 11 de Mayo último, dirijí á US. las noticias oficia
les de los acontecimientos notables desde mi tránsito á esta
banda del Desaguadero, hasta mi ingreso á la ciudad de la
Paz. Di cuenta en ellas del temperamento de prudencia y sa
gacidad que habia adoptado para entrar en una transaccion
decorosa, que estableciendo en esta República un sistema pro
pio y análogo al de los demás estados continentales, salvase
la nuestra de los amagos de una invasion colombiana, cuyos
aparatos observaban muy de cerca. Avisé á US. de la comi
sion que habia conferido al efecto al señor Ministro de la
Corte Superior de Justicia, del citado Departamento de la Paz
Crispiu Medina, incluyéndole cópias certificadas, así de laño
—209—
ta dirijida por su conducto al Supremo Gobierno donde se en
caminaba como de la minuta de proposiciones que debian
servir de bases á nuestra negociacion.—Los sucesos de esta
medida no correspondieron á mis esperanzas. El referido se
ñor Medina fué mal recibido por el general José María Perez
de Urdininea, en quien el Gran Mariscal de Ayacucho habia
depositado la presidencia del Consejo de Ministros, y el desti
no de general en jefe del ejército boliviano, con facultades
extraordinarias para dirijir los negocios marciales del modo
que tuviere por conveniente. En uso de ellas arrestó á mi
enviado, y despues de haberlo altamente injuriado, graduando
de criminal ese paso, que á todas luces es digno de considera
cion, le concedió su pasaporte, sin otra respuesta que la de
un verbal recado. por el que me ofrecía la contestacion en las
puntas de sus bayonetas. La razon oficial que me dió el men
cionado señor Medina, en el punto de Sicasica del adverso
resultado de su comision, es la misma que en cópia acompaño
á US. Antes de haber recibido esta descomedida como des
vergonzada comunicacion verbal, marchaba de Viacha sobre
Ayoayo donde se me dió parte de que el escuadron de Drago
nas que iba de descubierta habia sido provocado por la del
ejército boliviano que andaba á nuestras inmediaciones: que
se vió en la precision de sostenerse, y que de resultas de haber
chocado fué hecha prisionera toda la partida enemiga que
constaba de veinte y nueve hombres de tropa y de un capitan.
Todos ellos me fueron presentados en el Ingenio de Belen,
distante cinco leguas de Sicasica. Consecuente con los prin
cipios de fraternidad con que miro á los bolivianos, puse en
libertad al dicho capitan, y le concedí su pasaporte, para que
se restituyera á su pabellon como deseaba. Los soldados fue
ron examinados sobre sus designios, y habiendo manifestado
muy vivamente que su voluntad era servir al Perú, tomaron
partido y se enrolaron en nuestras filas.
El dia 2ó levanté el campo de Sicasica, y al llegar al re
ducto de Panduro, en donde debia pasar aquella noche, recibi
noticia por medio de un oficial, de una revolucion que se pre
paraba en el ejército boliviano situado en el pueblo de Pária,
la que debia estallar en aquella misma noche. Sin embargo,
hice allí la jornada y madrugué de ella á las tres de la maña
na. Llegué á marcha redoblada al pueblo de Caracollo, y al
entrar en él, se me presentó el coronel don Ramon Gonzalez
que de resultas de haber sido descubierta la conspiracion de la
que era el principal jefe como comandante del batallon Nnm.
1? de Bolivia, se habia puesto en fuga, y pedido asilo bajo
nuestro pabellon. Sucesivamente se me presentaron el co
mandante del batallon Cazadores don Manuel Valdez y el ca-
Tom. VIII. Histobia—27
—210—
pitan comandaute de artillería don Narciso Núñez, y otros
muchos oficiales subalternos que se hallaban comprometidos
en este negocio. Por ellos mismos he sabido que fueron fu
silados un sarjento mayor del referido cuerpo del coronel
Gonzalez, y cuatro oficiales de clase subalterna, como com
prendidos en la expresada revolucion.
Con sucesos tan remarcables no podia ménos que haber
quedado desorganizado todo el ejército contrario, en cuyo
seno crecía el descontento que habian sembrado los liberales.
Trató pues de aprovechar de la ocasion para invitar de nuevo
á una transaccion amistosa, que sin necesidad de sacrificios
consolidase la seguridad de ambas repúblicas. Lo hice así, y
en respuesta se allanó el general Urdininea á tener conmigo
una entrevista en el punto de Atita, distante cuatro leguas
de ambos cuarteles generales.
Para dar á este paso.el carácter de publicidad, y la solem
nidad posible al pacífico desenlace que nos prometíamos,
propuse anticipadamente que una comision compuesta de
igual número de individuos nombrados por parte de ambos
ejércitos, examinase y discutiese los artículos que debieran
servir de base á nuestra indicada transaccion, á fin de que
suficientemente conferenciados y modificados en la manera
conveniente, se sometiese todo á nuestra ratificacion, y que
sellase las paces eternas de ambas repúblicas.
Convino en ello el general Urdininea, y habiéndome avisa
do que quedaban nombrados por su parte el coronel Anselmo
Rivas, el teniente coronel José Ballivian y el auditor de guer
ra Mariano Calvimonte, con el capitan Manuel Sagarnaga,
que debia hacer de secretario, procedí por la de nuestro ejér
cito á nombrar al coronel don Miguel Benavides, al teniente
coronel don Juan Agustín Lira, y al auditor de guerra doctor
don José Maruri de la Cuba, y al sarjento mayor don Juan
Bautista Zuviaga para que ejerciera las funciones de secreta
rio. Al efecto conferí á los primeros los poderes necesarios.
El dia 29 de Mayo último, era el prefijado para la celebra
cion de estos tratados. A las nueve de la mañana marché á
Atita compañado solamente de mis comisionados y ayudan
tes. No tardó mucho en apersonarse el general Urdininea
con los suyos, y despues de una urbana salutacion, á la que
se prestó placentero, expuse los motivos de nuestra rennion,
y el deseo que me asistia de entrar en una reconciliacion
amistosa que conciliando los verdaderos intereses de Bolivia
con los de los Estados continentales, cimentase su futura es
tabilidad y existencia propia. Recibi una respuesta harto
expresiva y decorosa, en la que se me aseguraba igual cohato
de economizar la guerra y ajustar las paces. En su virtud
—211—
acordamos dejar solos á los comisionados, á efecto de qué
abriesen sus sesiones, y diesen cuenta de sus resultas para
que el dia siguiente tuviésemos la satisfaccion de reunimos
nuevamente en el mismo punto, á ratificar y aprobar lo ac
tuado por nuestro delegado. Cualquiera por mas cauto que
fuese habría esperado que la buena fé y la sinceridad animase
álos contrarios, cuando simulaban el mayor aparato para
persuadirnos que anhelaban por la paz: pero toda esta apa
riencia no importaba mas que un deseo de paralizar nuestra
marcha y el de imponerse de nuestras fuerzas y posiciones
para sorprendernos, como sucedió poco despues, segun lo ex
presaré á su tiempo.
Nuestros comisionados conducidos de las intenciones mas
sanas, y del noble entusiasmo de desempeñar su cargo con el
acierto y buen suceso que les ofrecían las circunstancias, pre
sentaron su minuta de proposiciones rubricada por mí y los
poderes suso-mencionados. Hallaron tal prevencion para re
chazarlos, que despues de una rápida lectura que de ellas
habia hecho el auditor Calvimonte, se habia negado éste á
toda especie de discusion y habia estampado arbitrariamente
las respuestas que contiene el acta que presentó á nuestros
comisionados. Estos instaron por entrar en conferencia, y
exponer razones que pudieran haberlos convencido de la le
galidad de nuestras pretensiones, y de la ninguna utilidad
qne de ellas podía esperar el Perú en favor de sus particular
res intereses. La contestacion concluyente era decir, que ellos
no venían autorizados para entrar en disertaciones académi
cas, ni tenían facultades para mas, que contestar categórica
mente como lo habian hecho. Todo el dia fué dedicado áeste
asunto. Por su parte habian propuesto dos artículos insul
tantes, que habian sido contestados en los términos que indi
ca la misma acta. A las ocho de Ja noche se me dió cuenta
por la comision de todo lo ocurrido en el dia, y de habérseles
hurtado en la misma pieza de las sesiones la minuta orijinal
de proposiciones, pretestando ser éste un hurto diplomático.
Ella desde luego no hacia falta, porque ya se habia copiado
en la acta, pero es forzoso confesar que los comisionados boli
víanos se condujeron con muy poca delicadeza, pues que el
acto demandaba mayor circunspeccion y gravedad.
En el instante le dirijí al general Urdiniuea un parlamento
avisándole, que en atencion á no haber tenido lugar mis pro
posiciones, quedaban cercadas por mi parte las comunicacio
nes, y desplegados todos los resortes de la guerra. En conse
cuencia marché el dia siguiente á buscarlo. En el camino me
alcanzó un parlamento por medio del cual me avisaba su
conformidad y determinacion á un rompimiento; mas en una
—212—
carta particular que me acompañó á esta nota me daba espe
ranzas de arribar á la transaccion que nos habiamos propues
to. Este lenguaje contradictorio era para mí muy extraño, y
deseaba pedirle explicaciones de este misterio. No hubo a la
mano recado de escribir: urjía la marcha, y resolví contestar
le desde la jornada.
Llegamos tarde á la hacienda de Cayoguasi, donde acampó
el ejército. Ordené luego se pusiese la respuesta: se hizo así,
y las ocupaciones no dieron lugar á firmarla. En este estado
á las doce y media de la noche vino á cargarme toda la caba
llería comandada por el coronel Brown y los comandantes
Azera y Barriga. La Gran Guardia lo advirtió oportunamen
te: me dió pronto aviso, y tuve tiempo para aguardarlos en
vela. Asomaron en efecto, y fueron recibidos con fuego que
hicieron unas dos compañías que estaban situadas al tránsito,
y sin mas que esto fueron ahuyentados, de manera que en su
fuga me dejaron una porcion de sables, tercerolas, maletas,
caballos, morriones &. &., llevándose consigo diez y siete heri
dos. Yo he tenido dos muertos y cuatro heridos, y una pe
queña dispersion de bestias que se han recojido cuasi en su
totalidad. El resultado es que han salido escaimentados.
El 31 me situé en el cerro de Sorocachi, desde donde los
descubrí en su campamento de Pária. La altura de' mi posi
cion, las candeladas y mil incidentes debieron darles idea de
mi situacion inmediata á la suya, y sin embargo no se resol
vieron á hacer el menor movimiento. Pasé la noche sin no
vedad.
El dia primero del corriente me aproximé á Pária, y me
puse á un cuarto de legua de aquel pueblo. Coloqué el ejér
cito en disposicion de batirse cuando fuese invitado á ello,
porque no obstante la poca buena fé que se ha usado con no-
tros, llevo por divisa la paz, y la resolucion de solo defender
me, sin precisarlos al encuentro á que me han provocado. Pasé
la noche pacíficamente, y aunque á mucha distancia se oian
algunos tiros de fusil, me mantuve sereno, y despues he lle
gado á saber que los traquidos eran de los fusiles que habian
quemado aquella noche, entre los que estaban cargados algu
nos, y se inflamaban con el fuego de la quemazon y despedían
sus tiros. Esta operacion era reducida á disponer su retirada
para Oruro, como lo verificaron en la madrugada del 2. Nues
tro ejército levantó el campo á las siete de la mañana, y á las
ocho entró en Pária sin la mas leve resistencia.
Hallamos allí como 1,200 cañones y llaves de fusiles, cuyas
cajas fueron quemadas: 200 fusiles corrientes: 56 cajones de
pertrechos y otras menudencias que es excusado relatar. Lo
sustancial es que seguimos marchando, y descubrimos que á
—213—
ana legua distante del dicho pueblo se habian situado dos
escuadrones de caballería que iban protejiendo la retirada y
el trasporte de las cargas, que las llevaban á espaldas de in
dios. Apresuramos la marcha. Destacamos con anticipacion
la columna de cazadores en el punto de San Juan, que ofrecía
ana loma á propósito para evadirse de un empuje de caballos.
Bien colocados en esta posicion, esperaban mis órdenes para
romper el fuego, porque ya se hallaban avistados con el ene
migo. En este estado saltó el general Urdininea con los bra
zos abiertos pidiendo parlamento y preguntando por mí: se le
dió lugar para que avanzara, y lo ejecutó en compañía del
coronel Brown y del comandante Barriga.
Luego que me vieron se apresuraron á tomarme la palabra
y á hacerme nuevas protestas de entrar en transacciones: me
ofreció el general Urdininea hacer marchar á los auxiliares
de Colombia y abrir tratados sobre los demás artículos de la
minuta desechada de un modo definitivo. Accedí á su pre
tension, y en el acto mandé suspender las hostilidades, bajo
cuya seguridad continuaron su retirada á vista nuestra. En
traron en Oruro, y muy de paso quemaron en el reducto la
pólvora, algunas ruedas y cureñas de artillería, inutilizaron
los pozos llenándolos de pólvora é inmundicia, y por último
marcharon adelante á las cuatro de la tarde. A la media hora
despues, tomé yo posesion de la plaza y de su fortaleza; sien
do de notar la muchedumbre de la vecindad que inmediata
mente salió á recibirme con mil y mil demostraciones de júbi
lo y alegría que las [escuchaban los bolivianos. Resonaron
los vivas y los aplausos en. consonancia de las excecraciones
con que maldecían á los que acababan de dejarlos. Se me pa
só un oficial quedando muchos soldados de los suyos ocultos
en la poblacion, que se me están agregando. . Casi todos sus
artilleros están en mis filas. Su ruina es efectiva, y su diso
lucion los anonadará en breve.
Mny luego tuve noticia de que fueron á parar á Sorasora,
y que de allí se dirijieron á Poopo. Exijí el cumplimiento de
¡as promesas del dia anterior, pasándole una nota en que em
plazaba á Oruro al general Urdininea. Me contestó allanán
dose á la nueva entrevista que debia practicarse á tres leguas
fnera de aquí, donde concurriría con solos sus ayudantes. Al
efecto comisioné al general de brigada don Blas Cerdeña,
para que abriendo un parlamento, propusiese las bases de la
última comunicacion. Marchó para allá el dia 4 y fué comple
tamente burlado, porque un dia antes babia continuado su
retirada para Poopo. Considero que á la fecha estarán mas
lejos. Su objeto lo ignoro, pero infiero S3a sojuzgar al coronel
Blanco que con una partida considerable amagaba á Potosí.
—214—
Esta villa liberal usará de su derecho en el instante que se le
presente la mes lijera coyuntura.
Los valles de Mohosa y Tapacari están en conmocion hos
tilizando á las tropas de Sucre y obstruyéndole los recursos
que á mí me sobran. Dentro de cuatro (lias Cochabamba
estará á mis órdenes, y se habrán cumplido sus deseos, que
me los trasmite desde el centro de la opresion. Todo me anun
cia un feliz suceso, y el general contento de los pueblos que
ya respiran.
Por un órden regular concluirá esta campaña á fiu de este
mes, y me pondré en aptitud de volar al Norte á contener la
invasion de que se halla amagada nuestra República por Flo
res. Sus proposiciones injuriosas indignan al último do los
peruanos, y el ejército de mi mando ha protestado renunciar
su existencia por no vivir con el oprobio de un nuevo colo
niaje.
Sírvase US. elevar esta exposicion al supremo conocimien
to de S. E. é impartirme sus órdenes á las que prestará una
profunda obediencia, el que tiene la honra de suscribirse de
US. muy atento, obsecuente servidor—Agustín Gamarra.
COLOMBIA.
Instalacion de la Gran Convencion.
República de Colombia.— Ocaña, 10 de Abril de 1828.
A S. E. el Poder Ejecutivo de la República.
Excmo. Señor.
La Gran Convencion ha acordado en sesion de ayer, que se
comunique á V. E. su instalacion, veriñcada el mismo dia,
para que haga trascendental esto suceso á toda la República;
á cuyo efecto tengo la honra de acompañar á V. E. cópia
auténtica de la acta respectiva, de la cual consta la forma en
que dicha instalacion se ha verificado.
Al cumplir, como Presidente de esta Suprema Asamblea,
con el honroso deber de dirijir á V. E. esta comunicacion, me
—215—
aprovecho de la oportunidad que ella me presenta, para ofre
cer á V. E. los sentimientos de la mas distinguida considera
cion.
Tengo la honra de ser de V. E. muy obediente servidor—
Excmo. Señor—J. M. del Castillo.
Sesion del Miércoles 9 de Abril de 1828.
Habiéndose rennido en la sala de las sesiones los señores
diputados presentes en esta ciudad para instalar la Gran
Convencion, conforme á lo dispuesto en el artículo 41 del Re-
glamento de Elecciones, y á lo acordado en la sesion extraor
dinaria de la noche presente, se dirijieron á la iglesia parro
quial de esta ciudad, donde asistieron £ la celebracion de una
misa solemne de invocacion del Espíritu Santo, y despues de
terminada esta funcion relijiosa, se restituyeron á la misma
sala de las sesiones, donde se leyeron y aprobaron las dos
actas de las dos ultimas sesiones, ordinaria y extraordinaria.
Seguidamente se pasó lista nominal deJos miembros presen
tes, y resultando que no faltaba ninguno de los señores dipu
tados que se hallan en esta ciudad, se procedió á instalar la
Gran Convencion en la forma que constará de la siguiente
acta.
Acta de la instalacion de la Gran Convencion Nacional
de la República de Colombia.
En la ciudad de Ocaña, á 9 de Abril de 1828—18°—Renni-
dos en el salon destinado para las sesiones de la Gran Con
vencion los señores diputados á ella, que están calificados, y
se hallan presentes en esta ciudad, á saber: los señores Fran
cisco Soto, diputado por la provincia de Tunja, que presidió
el acto, Juan de Dios Aranzazu, Manuel Antonio Arrubla,
Francisco Montoya y Manuel Antonio Jaramillo, diputados
por la provincia de Antioquía, Juan José Pulido, por la de
Apure, Pedro Vicente Grimon, por la de Barcelona, Pedro
Briceño Mendez, ¡Miguel María Pumar y Francisco Conde,
por la de Barinas, Francisco de P. Santander, Vicente Azue-
ro, Luis Vargas Tejada, Diego Fernando Gomez, Joaquín
Gorri, Romualdo Liebano, Francisco López Aldana y José
—116—
Félix Merizalde, por la de Bogotá, Joaquín Mosquera, por la
de Buenaventura, Salvador Mesa, Francisco Aranda, Vicente
Michelena, Juan José Romero, Santiago Rodriguez y Juan
K Chavez, por la de Carabobo, Martin Tobar Ponte, Andrés
Narval te, José de Iribarren, Mariano Echezuria, Juan Ma
nuel Manrique, Manuel Vicente Huisi y Valentín Espinal,
por la de Caracas, José María del Castillo Rada, José María
del Real, Manuel Benito Rebollo, José Ucros y Juan Fernan
dez de Sotomayor, por la de Cartajena, Salvador Camacho,
por la de Casauare, Rafael Hermoso, por la de Coro, Manuel
Aviles y José Matías Orellana,' por la de Cuenca, Domingo
Bruzual, por la de Cumana, Hilario López Valdez, por la del
Choco, Pablo Merino, por la de Guayaquil, Antonio María
Briceño Altuve, por la de Maracaibo, Juan de Dios Picon,
por la de Merida, Manuel Cañarete y Juan Bautista Quinta
na, por la de Mompos, José Concha y Facundo Mutis, por la
de Pamplona, José Vallarino y Manuel Pardo, por la de Pa
namá, Rafael Mosquera, Fortunato Gamba y Rafael Diago,
por la de Popayan, Juan de Francisco Martin, por la de Rio-
acha, Santiago Paerez Mazenety José María Salazar por la de
Santa-Marta, Juan de la Cruz Gomez Plata, Anjel María
Flores y Manuel Bañts, por la del Socorro, Ignacio Márquez
Barrete, Manuel Joaquín Ramirez y José Escarpeta, por la
de Tunja: y resultando que habia presentes 64 miembros, nú
mero excedente de la pluralidad absoluta de 108 que corres
ponden á toda la República, puso el señor Director á votacion,
si se declaraba instalada la Gran Convencion, y la resolucion
fué afirmativa casi por unanimidad de votos. . . Entonces el
señor Director pronunció el siguiente discurso:
Señores.
Acaba de instalarse la Gran Convencion de la República de
Colombia. ¡Qué motivo de consuelo para todos los amigos
de la libertad del jénero humano, de confianza recíproca para
todos los que ansiosamente deseamos ver restablecida la con
cordia entre los hijos de una misma patria, y asegurados para
siempre los derechos de todos los colombianos! ¡Y qué desen
gaño tan convincente para los que habian llegado á formar
esperanzas de engrandecimiento propio sobre las disensiones
pasadas, de la destruccion de nuestras garantías sobre el ani
quilamiento del amor á la República! Bendigamos, pues, á la
Providencia, que, en compensacion de tantas penas con que
ha querido probar la virtud del pueblo colombiano, nos ha
rennido en este lugar para cicatrizar las heridas que ha reci
bido la patria, y afianzar de nuevo el goce de sus derechos,
-217-
despues de haber enterrado en el sepulcro del olvido la értiel
memoria de las anteriores desgracias.
Para conseguir este laudable objeto, no os disimularé, se
ñores, que es larga y muy penosa la marcha que debemos
emprender. Obstáculos graves,' y de una ramificacion inmen
sa, se opondrán á nuestrojpaso. Injustas pretensiones tendreis
que combatir y desechar. Esperanzas lisonjeras vendrán á
tentar nuestro ánimo para que sacrifiquemos los intereses del
pueblo colombiano; y tal vez, no será imposible que este sa
crificio se intente revestir con el terrible, pero augusto ropaje,
del imperio de las circunstancias y el mayor bien de Colom
bia. Mas yo aguardo, porque ya conozco á todos mis respe
tables compañeros, que la seduccion y el terror no podrán
penetrar este recinto, y que todos nosotros, sintiendo, y aun
manifestando, esa firmeza (pie inspira la santidad de la causa,
cuya defensa se ha cometido á nuestro cuidado, seremos siem
pre tan impasibles como lo son la libertad y la justicia. Que
abandonen, pues, su temeraria empresa, los que hayan podido
creer, que la Gran Convencion, dominada de pasiones, burla
ría la confianza del pueblo, y llegaría hasta vender sus mas
caros intereses.}
Dos son, señores, los gritos de la gran mayoría de los co
lombianos: independencia y libertad: aquella como el medio
indispensable para conseguir la otra, que es inseparable de la
felicidad de las naciones; ó mas bien, como que todos desea
mos ser felices, queremos ser libres, y como que no pudiéra
mos ser libres siendo esclavos del sanguinario rey de España,
queremos ser independientes para gozar de libertad y felici
dad. Nuestra mision, pues, se reduce á asegurar á los colom
bianos todos sus derechos civiles y políticos, y á darles la
garantía que demanda la opinion general, puesto que ya el
ejército, esa rennion de héroes que tiene asombrado al mundo,
apoyado en la decision y sacrificios del pueblo ha derrocado
para siempre el poder de los españoles. Correspondamos al
clamor de toda la República, y afiancemos sobre bases indes
tructibles la seguridad, la libertad y la propiedad da los co
lombianos. De otro modo, os lo denuncio, señores, con toda
la sinceridad de mi conciencia, nosotros vamos á cargar con
la excecracion general, á ser el ludibrio de los unos, y el obje
to de horror de los demás. Pero yo no debo indicar temores
que no turban mi espíritu. Léjos de eso, lo repito, como co
nozco á los dignos representantes de Colombia, firmemente
creo que la independencia de la República, y la libertad de
los ciudadanos quedarán irrevocablemente garantidas para
todas las jeneraciones futuras.
Tom. vía. Historiíl—28
—218—
Despues de haberos indicado, señores, los peligros que noá
cercan, y la confianza que tengo en la probidad é ilustracion
de mis respetables compañeros; y el placer que inunda mi
alma por la mstalacion del cuerpo encargado de la salvacion
de Colombia, solo tenso que suplicaros que disculpeis mi fal
ta de pericia en la direccion de la diputacion general, y os
persuadais, que solo he procurado el bien en las decisiones
que he podido pronunciar contra la opinion de algunos miem
bros, la cual sin embargo de eso, es para mí sumamente res
petable.
El ciudadano Manuel Salazar y Baquíjano, Vice-Presidente de
la República.
Por cuanto el Congreso ha dado la ley siguiente:
El Congreso General Constituyente del Perú.
Decreta:
Art. 1? Entre los ocho dias de verificadas las elecciones de
Diputados y Senadores á Congreso, los Prefectos en las capi
tales de Departamento y los Sub-prefectos en las de Pro
vincia, entregarán á los propietarios elejidos la suma á que
ascienda la asignacion de doce reales por legua, desde el lugar
de su salida hasta el del Congreso.
Art. 2? Los Diputados y Senadores con aquel auxilio em
prenderán su marcha, y procurarán llegar quince dias antes
del señalado para la apertura del Congreso.
Art. 3? Se abonará á cada uno de los Senadores y Diputa
dos ocho pesos de asignacion diaria miéntras se satisface la
denda externa, y diez despues de pagada, desde quince dias
antes de la ,apertura del Congreso, á los que se hallen en 61
incorporados. Los que lleguen despues de la apertura de las
sesiones, percibirán la asignacion anterior, desde que compa
rezcan en la sala si fuesen Senadores ó Diputados recibidos; y
si fuesen nuevamente electos, desde que presenten personal
mente sus poderes.
Art. í° Ño percibirán dietas los empleados y prebendados
electos Senadores ó Diputados que tengan igual dotacion, 6
—219—
mayor de lo que importan aquellas; pero si fuere menor se les
enterará el déficit.
Art. 5? Si se declara nula la eleccion se abonará al Senador
ó Diputado la asignacion devenida, para su regreso.
Art. 6? La Tesorería General satisfará el último de cada
mes los gastos del Congreso.
Art. 7? La Secretaría del Congreso le pasará tres dias an
tes el presupuesto.
Art. 8? Concluida la legislatura, la Tesorería General entre
gará la asignacion de leguaje á los Senadores y Diputados
cesantes que ingresen á sus provincias ó al lugar de donde
vinieron, conformo al artículo 1? Eu receso del Congreso se
pagará á unos y otros el leguaje respectivo de ida y vuelta.
Art. 9? Los diez Senadores que formen el Consejo de Esta
do continuarán gozando los ocho pesos de asignacion.
Art. 10. A los Diputados Departamentales se les auticipará
por los Sub-prefectos para su viaje doce reales por legua has
ta la capital del Departamento, y á su regreso lo mismo á
todos por la Tesorería General del Departamento.
Art. 11. Los Diputados Departamentales tendrán tres pesos
diarios desde ocho dias antes de su primera rennion, hasta el
día en que concluyan sus sesiones, en los términos que previe
ne el artículo 97 de la ley reglamentaria de Juntas Departa
mentales. El Secretario tendrá de sobre-sueldo doscientos por
la sesion del año, á mas de sus dietas: y los tres que queden
en comision continuarán disfrutando su asignacion.
Art. 12. El presupuesto mensual de sus gastos se pasará
tres dias antes á la Tesorería General para que sea cubierto á
su tiempo.
Comuniquese al Poder Ejecutivo para que disponga lo ne
cesario á su cumplimiento, mandándolo imprimir, publicar y
circular.
Dado en la Sala del Congreso en Lima, á 14 de Junio de
mil ochocientos veintiocho.—Juan Manuel Nocheto, Presiden
te.—Ramon Echenique, Diputado Secretario.—Juan José Sal
cedo, Diputado Secretario.
Por tanto: mando se imprima, publique, circule y se le dé el
debido cumplimiento. Dado en la Casa del Gobierno en Lima
á 23 de Junio de 1828—9?—Manuel Solazar—Por órden de
S. E.—José María Oaldiano.
—220—
República Peruana. —Ejército del Sud.— General en Jefe.—
Cuartel General en Oruro, á 15 de Junio de 1828.
Al señor Ministro de Estado del Departamento de Guerra y
Marina.
Señor Ministro.
Tan luego como tomé esta plaza, dirijí á US. un parte cir
cunstanciado y exacto de los sucesos de mi marcha desde que
levanté el campo de Viacha, hasta el 6 de Junio, con cuya fe
cha fué marcada mi última comunicacion. Eutóuces avisé á
US. que en el punto de San Juan estando avistado con el ene
migo y en disposicion de batirlo, pidió parlamento el general
Urdininea, y que en él me ofreció ajustar las paces por medio
de una transaccion amistosa, haciendo marchar inmediatamen
te á los auxiliares á Colombia.
Despues de pasados tres dias , me volvió á invitar al
enunciado tratado que debia celebrarse por comisionados
de ambos ejércitos, que, rennidos en el pueblo de Soraso-
ra, distante seis leguas de los extremos que ocupábamos,
acordasen los puntos sobre que debia recaer nuestra definiti
va ratificacion y una verdadera reconciliacion. Sin embargo
de la desconfianza que me inspiran los pasos supérfluos que
anteriormente se habian dado con este mismo fin, quise col
marme de razon, y accedí á la propuesta, sin perjuicio de mis
posiciones. Conferí al efecto un nuevo poder al teniente coro
nel don Juan Agustín Lira, y al auditor Dr. D. José Marnri
de la Cuba, nombrando por Secretario de la comision al capi
tan don José María López. Se les ministró al propio fin la
miunta de proposiciones que habian de hacerse por parte nues
tra. El dia 9 del corriente era el prefijado para la expedicion
de este negocio, y á la Tiora señalada marcharon los referidos
comisionados; y habiéndose constituido en el mencionado
punto de Sorasora, desempeñaron su encargo con exactitud y
acierto. Acordaron las bases de esta capitulacion en los tér
minos mas conformes á sus instrucciones, y me dieron cuenta
á las doce de la noche con exhibicion de la acta orijinal.
Inmediatamente presté mi aprobacion en todas sus partes, y
á la media hora marchó un oficial al cuartel enemigo situado
en Poopo con la noticia que anticiparon los comisionados de
habernos conformado con el tenor de las estipulaciones en to
das sus partes; y el resultado fué muy distinto del que era de
—221—
esperar despues de un aparato tan sério y en una materia de
suyo importante. La disconformidad provenida del general
Urdininea en el artículo mas interesante y esencial, como es
el de la salida de los auxiliares, era el especioso pretesto para
echar por tierra todo lo obrado con la mejor fé por nuestra
parte. Su respuesta fué reducida á decirme que era preciso
hacerles sus ajustes y pagas, y que esta dilijencia solamente
la podía escusar con la simultánea desocupacion del territo
rio de entrambos ejércitos auxiliares. Que se recelaba de mi
palabra de honor, recordando que solo aguardé la marcha del
batallon Pichincha para invadir á Bolivia. Mi contestacion
fué una explicacion de mi concepto, significándole que el
batallon Pichincha en su última fuerza de trescientos y pico
de hombres, no habría sido un embarazo á mi arribo, mucho
ménos cuando del grado de inmoralidad á que habia descen
dido, y por cuyo motivo habia sido ignominiosamente desar
mado, podía mas bien haber esperado de él que se me pasase,
como sucedió con la compañía de granaderos que voluntaria
mente tomó partido en mis filas con sus respestivos oficiales.
Entre estas y otras contestaciones que nada tenian de nue
vo sino el objeto de entretenerme con esperanzas pacíficas,
mientras se verileasen sus planes de sojuzgar al virtuoso co
ronel Blanco, para despues contrarrestar conmigo; cometió
el general Urdininea el atentado de despreciar las leyes de
un parlamento abierto y sobrepasar la línea de su situacion,
marchando personalmente al punto de Sorasora que se halla
ba ocupado por una partida mia de doce hombres, tratando
de sorprenderla con tres mitades de caballería que trajo con
sigo S. E. A favor del espionaje pude salvarla á la media
noche, es decir una hora antes de su llegada, y fué perfecta
mente burlado su proyecto.
Al dia siguiente me fué preciso pasarle una nota y el oficial
conductor de ella se encontró con el general Urdininea á
distancia de dos leguas y media de mi. campo, á donde se
avanzaba á sorprenderme. Este casual incidente lo retrajo
de ejecutar sus planes en esa noche, y en la del 13 me vi en
la necesidad de frustrárselos adelantándome, y destacar una
partida de sorpresa sobre él. El coronel don Clemente Althaus
se condujo á Sorasora con una compañía de granaderos y el
escuadron de Húzares. Logró sorprenderlos en los términos
que denota su parte. El general Urdininea pudo escaparen
paños menores, dejando su caballo y espada. Se tomaron
prisioneros al coronel Manuel Toro, " Secretario general de
S. E. al auditor de guerra, Mariano Calvimontes, y al capitan
Hilarion Hernandez Dalense, ayudante de campo del expre
sado general. En el parte de hoy dia me avisan que se han
hallado ríos muertos de los enemigos, y muchos útiles que se
recqjieron por despojos. Entre estos h¡iy algunos papeles de
importancia, especialmente las dos cartas del coronel Blanco
al referido general, que acompaño á US. para conocimiento
del Gobierno, como tambien un ejemplar impreso de las pa
tentes de corso libradas por él mismo para hostilizar á los
buques y costas del Perú. En nuestra partida no ha habido
absolutamente novedad alguna.
En este momento he recibido noticias relativas á asegurar
me que el resto de las tropas de Bolivia emprendía su retirada
por Vilcapujio á Potosí. En su virtud he resuelto levantar
mañana el campo de aquí, y seguir al enemigo para batirlo
donde lo halle, supuesto que me hallo convencido de que son
unos artificiosos siempre hipócritas é incapaces de ceder á la
voluntad nacional. El Departamento de» Cochabamba en cu
ya capital entró el señor general Cerdeña el día 10 del corrien
te, sin la mas leve oposicion, ha manifestado un entusiasmo
propio do un pueblo que ha salido de la mas ominosa servi
dumbre: así lo acredita el adjunto parte que he recibido hoy
mismo. Con estas permisas puedo contar muy seguramente
con la voluntad de los pueblos, y con esa fuerza moral que
tanto influye en los negocios de esta clase. De todas partes
recibo aclamaciones que me consternan y me precisan á pres
tarles un pronto socorro.
Sírvase US. someter todo lo expresado al supremo conoci
miento de S.E., repitiéndole mis sinceros votos de obediencia
á sus órdenes, con las que espero quiera US. honrarme contan
do con que soy de US. muy atento obsecuente servidor—
Agustín Gamarra.
Ejército del Sud del Perú. — Cochabamba, Junio 12 de 1828.
Al señor General en Jefe don Agustín Gamarra.
Señor General.
Del punto de Chaya, y con fecha 9 del presente, puse á US.
una comunicacion, en la que solo expresaba haber llegado
hasta allí sin ninguna novedad. El 10, que debia avanzarme
—223—
Sobre Tapacari, tnve avisos en la marcha, á distancia de dW
leguas de este pueblo, que cincuenta caballos del 4? escuadron
de Lanceros de Bolivia le habían ocupado aquella mañana:
inmediatamente adelanté cincuenta cazadores de infantería y
una untad de dragones al mando del capitan Montenegro
hasta las inmediaciones de dicho pueblo, con el objeto de des
cubrirlos, y cuando llegase la columna que no marchaba muy
distante, cargarlos si se ponían á la vista; mas en dichas in
mediaciones se me presentó un capitan y un teniente del
ííúm. 1? de Bolivia, y un alferez de Lanceros, todos pasados,
y me informaron haberse retirado la caballería tan luego
como me descubrió por las alturas del camino, no siéndome
posible ocultar la marcha por no permitirlo la localidad del
terreno. Igualmente me aseguraron que podían estar á dos
leguas de distancia, quebrada abajo de Tapacari y direccion
de esta capital, por lo que dispuse continuasen su marcha las
partidas que se habian adelantado, previniendo al comandan
te de ellas los persiguiese hasta el desembarque de la quebra
da; y continuando yo la marcha con la columna, pasé hasta
la hacienda de Vergara en la misma quebrada, tres leguas de
Tapacari, donde acampé aquella noche, quedando siempre
dispuesto á continuar mi marcha con el aviso que diese el
capitan Montenegro. Este lo verificó á las tres de la mañana
del dia 10, avisándome que los bolivianos continuaban con
precipitacion su retirada; por lo que al amanecer de este dia
levanté el campo con direccion al pueblo do Quillacollo, en
cuya marcha tuve repetidos avisos por espías que, al efecto
habia adelantado; de que el Prefecto Geraldino en esa misma
mañana habia abandonado Ja plaza con ochenta hombres de
caballería que era toda su fuerza, retirándose por el valle do
Clisa en direccion de Chuquisaca. Convencido intimamente
de que esta poblacion quedaba espuesta á los desórdenes que
podían haber causado algunos soldados dispersos de los que se
retiraban, mandé al capitan Montenegro con sus partidas á
las inmediaciones de esta poblacion con el objeto de evitar
cualquiera desórden ocasionado por aquellos.
En la noche de este dia se le presentaron á Montenegro
nueve lanceros con armamento corriente, pero mal montados,
y á mi llegada lo han hecho algunos oficiales que en primera
ocasion pondré en conocimiento de US., sus clases y destinos.
La division de mi mando al ocupar esta poblacion ha sido
recibida con el alborozo y entusiasmo propio de un pueblo
que ha salido de la mas ominosa abyeccion y servidumbre.
Adjunto á US. una relacion de los utensilios de guerra y
prendas de tropa que han quedado en este parque.
-224-
Anteayer he mandado al capitan Fernandez, ayudante mió,
al punco de Arque, para que el coronel Portilla le entregue
setenta caballos que conducían de Potosí para el ejército bo
liviano, siete mil quinientos sesenta y ocho pesos en dinero,
algun vestuario y herrajes del almacen de Lanceros. De todos
los resultados daré á US. avisos oportunamente.
Dios guarde á US.—Señor General—Blas Cerdeña.
Es cópia—Dr. J. M. de la Cuba.
Sorasora, d 14 de Junio de 1828.
Señor General en Jefe del Ejército del Perú.
Señor General.
Segun las órdenes ó instrucciones que recibí de US., em
prendí mi marcha sobre este punto á las siete de la noche, y
me acerqué al pueblo hacia las tres y media de la mañana,
y avisté dos mitades de caballería de Colombia situadas al
Sur del pueblo, y dispuestas á recibirnos.
Mandé cargar con la columna de Granaderos y lo efectuó
con tal intrepidez, que si no hubiese sido el enemigo resguar
dado por una zanja, hubiera sentido sus bayonetas.
Dispersada esta fuerza; y perseguida por parte del escua
dron de Húzares, moví toda la infantería y resto de caballe
ría sobre el pueblo suponiendo allá el resto de los escuadrones
de Colombia.
No sé como ponderar á US. el órden é intrepidez que mos
traron los señores oficiales y tropa. Seria superfino querer
esponer la bravura y disciplina de nuestros Húzares y su bra
vo comandante.
Su ayudante de campo don Bernardo Escudero y el capitan
Chavarría se precipitaron sobre el enemiffo formado, y desde
allá lograron hacer tomar á los bravos Granaderos, la direc
cion del pueblo con el mayor órden posible.
Tomamos prisioneros á tres oficiales, Toro, Dalence, y Cal-
vimontes y cuatro soldados, habiéndose escapado uua canti
dad á pié, y entre éstos el general Urdininea. Ahora que
amanece voy á reconocer el campo que está lleno de despojos
de los derrotados, para dar á US. aviso del resultado.
—225-
Tengo nn gusto particular en poder participar ¿i US. este
pequeño encuentro feliz donde brilló el valor y disciplina de
nuestra tropa, é impulsó en algo á nuestros tenaces y orgullo
sos enemigos.
Dios guarde á ITS.—Alíhaus.
Es copia.—Dr. J. M. de la Cuba.
Acta del juramento prestado A la Constitucion de la
Eepública por su Ejército del Sur.
E. M. G.
En la ciudad de Oruro, capital ¡del Departamento en la
República de Bolivia, a trece di as del mes deJnuiode mil
ochocientos veintiocho años, rennidos todos los cuerpos que
componen el ejército del Snr del Perú, en la plaza principal
de esta ciudad, á consecuencia de la órden general del dia
anterior, en la que se anunciaba, por la proclama del señor
General en Jefe, que era llegado el feliz dia en que solemne
mente debia jurarse la Constitucion política de la República
Peruana, que nuestros representantes hau sancionado para la
felicidad de ésta, en cuyo código sagrado se hallaban afianza
dos los inapreciables derechos que constituyen la prosperidad
y engrandecimiento de la Nacion á que tenian la gloria ae
pertenecer; y hallándose formados en dicha plaza con toda la
pompa y decencia posible, se anunció que era llegado el acto
por la lectura de la proclama que se leyó en voz alta á cada
uno de los cuerpos en los términos siguientes:
¡Soldados!— La. carta sagrada que os presento para que la
jureis, es el fruto de los trabajos de nuestros representantes.
Ella es la columna de union, órden y prosperidad. Con nues
tras espadas la sostendremos contra la anarquía y la ambicion,
y de ella recibiremos los frutos inapreciables de soberanía
y existencia nacional.
¡Soldados!—Sois ciudadanos. Las armas que se os han con
fiado por nuestros compatriotas son para sostener sus leyes y
su libertad. Cumplid con este glorioso deber, y sereis el ins
trumento de su esplendor y gloria. No olvideis jamás que
sois esencialmente obedientes.—El General en Jefe.
Tom. vul. Historia—29
—226—
Concluida ésta se principió á la de ta gran carta por el se
ñor coronel jete encarga' lo del Estado Mayor General don
Miguel Benavides. Terminada que fué, prestó ante él el señor
General en Jeí'e del ejército don Agustín Gamarra, el jura
mento prescrito por el supremo decreto de 2(3 de Mar/o del
presente año, y en seguida dicho señor lo recibió á los señores
jefes y oficiales que componen la plana mayor, y señores co
mandantes de cuerpos, prestándolo así mismo en general toda
la tropa, y dándose la órden para que lo verificasen los seño
res oficiales en particular en sus respectivos cuerpos, con lo
que quedó concluido este acto despues de haber hecho la ar
tillería los saludos correspondientes, y mostrado los concur
rentes un grande entusiasmo al destilar los cuerpos á sus res
pectivos cuarteles, llevando en el semblante retratado el
júbilo con que habian recibido el fruto de sus servicios, pro
testando cada uno en particular observar fiel y religiosamente
el sagrado juramento con que se habian ligado para sostenerla
y obedecerla; y para su constancia lo firmaron en dicho dia,
mes y año.—Agustín Gamarra —Miguel Benavides—.fosé de
Mendoza—Juan AgustinLira, primer ayudante—Juan Bautis
ta Zubiaga , segundo ayudante—José A. Boloña , segundo
ayudante—Ildefonso Paredes, segundo avadante — Manuel J.
Amador, segundo ayudante — Manuel Martínez, comandante
del '2? de Pichincha—Francisco Aleariño — Cirilo Figueroa —
Clemente Ramos — Pedro Torres, comandante del 1? de Zapita
— Mariano Guillen, comandante del 2? de Zépita—El coronel
de Lanceros, Mariano Armaza.
COLOMBIA.
REPRESENTACION.
Excmo. Señor Presidente Libertador de la llepública.
Señor:
Hoy ha venido á turbar la tranquilidad de mi espírit i la
funesta noticia de que en Cartajena un motin militar gritaba:
"muera la Convencion y el Vice- Presidente de la Bepública."
Necesito, Señor, para hablar á V. R. de este suceso, recojer
todas la fuerzas posibles, y explicarme con moderacion.
¿Por qué es que en la boca de unos pocos militares de
Cartajen a, y quizá á la fecha de cualquiera otra parte, está
espnesta la seguridad personal del segundo majistrado de Co
lombia? ¿No hay ya leyes, ni garantías para un majistrado,
ni para un ciudadano cuyos servicios patrióticos son tan an
tiguos como la misma República? Me asombro, Señor, de
que los mismos godos enemigos implacables de la causa de
Colombia hayan podido vivir tranquilos bajo las garantías de
la ley y de la proteccion del Gobierno, y que solamente yo
no pueda contar con seguridad desde que diferentes sucesos
políticos ajilan la Nacion. V. E. no lo puede dudar: el pueblo
colombiano, bien decidido por el orden legal, está frecuente
mente perturbado por la fuerza armada, ó m^jor dicho, por
una parte de ella, que me cree un fuerte obstáculo para des
truir la libertad; mi seguridad personal está amenazada, y mi
nombre no se pronuncia por los ajen tes del desorden, sino
con excecracion. ¿Y cuál es mi delito? ¿Ser enemigo de todo
réjhien arbitrario, de toda medida opuesta á las leyes consti
tucionales de todo paso que nos pueda conducir á la tiranía y
á la anarquía? Pues mas antes que yo, otros ilustres ciuda
danos presididos por V. E. eran crimj nales. ¿Es por ventura
el ser enemigo de V. E., caso que yo lo fuera? Las leyes no
han calificado de delito semejante enemistad, é innumerables
son los ejemplos que de ella han dado varios colombianos, y
que uo obstante han vivido tranquilos á la sombra de las le
yes. Pero dado caso que yo pudiera ser delincuente.—¿Es
acaso la fuerza armada de Cartajena, ni de ninguna otra par
te, la que puede juzgarme ó condenarme? ¿Eu esta tierra de
libertad se falla á muerte contra un ciudadano siu juicio pre
cedente y en tumultos escandalosos? ¡Desgraciada Colom
bia si así se verificase, y superfinos 18 años de sacrificios por
la libertad!
En estas circunstancias á nadie sino á V. E. como jefe de
la Nacion, y protector de los derechos del ciudadano debo
ocurrir reclamando justicia y la proteccion de la ley. Seguro
con la inocencia de mi conciencia, y con el contraste que pre
senta el pueblo colombiano con la tropa armada de Cartaje
na, el primero honrándome con su confianza al elejirme en
diferentes provincias su Diputado á la Gran Convencion, y la
segunda gritando mi muerte, ocurro á V. E. solicitando: pri
mero: el condigno castigo para los tumultuarios de aquella
plaza, que no solo han infrinjido las leyes, sino el decreto de
V. E. de 24 de Noviembre de 1S2Í5: —segundo: las garantías
correspondientes para la seguridad de ¡ni persona tanto aquí
en Ocaña, como en cualquiera otra parte donde pueda y deba
existir:- tercero: en caso de (pie el Gobierno no alcauce aso
—228—
gnrar mis derechos personales contra vias de hecho, suplico á
V. E. se sirva expedirme mi pasaporte para fuera de Colom
bia con la garantía correspondiente para mí, tres criados y mi
equipaje; pues antes que esponerme á ser víctima infructuosa
del encono y la venganza, el derecho natural me manda poner
me á salvo á despecho dela ley, y de mi destino de Vice-Pre-
sidente:—cuarto, en fin, que se sirva V. E. mandar imprimir
esta representacion con su decreto en la gaceta del Gobierno
para noticia del público.
Está V. E. en el caso de llenar una de sus mas augustas
funciones, la de proveer á la tranquilidad interior del país, y
á la seguridad de un ciudadano que cuenta 18 años de servi
cios continuos á su patria, que ha merecido ser general del
ejército, que lleva en su cuerpo dos cicatrices por la indepen
dencia y la libertad, que actualmente obtiene el cargo de
Diputado de la Nacion, y que hace ocho años que ejerce el
honroso título de Vice-Presidente de Colombia. Así lo espero
con confianza de la rectitud de V. E. y de su consagracion á
la causa pública.
Ocaña, Marzo 17 de 1828.—Excmo. Señor—El Vice-Presi
dente de Colombia Diputado de la Gran Convención —Fran
cisco de Paula Santander.
COLOMBIA.
PROCLAMA.
A los departamentos del Sur.
Compatriotas: —Los agresores del Perú invaden nuestro
sagrado territorio. El Presidente La-Mar viene á la cabera del
ejército, miéntras que Guayaquil debe sufrir na bloqueo. Los
cuatro mil Peruanos que guardaban la frontera del Sur, ho
llando todos los principios se hau lanzado contra Bolivia.
Nuestra propia seguridad nos obliga á rechazar con indigna
cion las insidias de un enemigo alevoso. •
Compatriotas: —Miéntras el gran Bolivar permanezca en-
medio de nosotros, nada debemos temer, muy pronto lo vereis
volar presidiendo á toda la Bepública para tomar venganza
de los atroces insultos que se han hecho á Colombia.
Compatriotas:—Los ingratos que os deben independencia y
libertad, quieren pagar bienes tan apreciables robándoos vues
—229—
tra gloria y vuestra patria: ayer recibieron de vosotros una
mano protectora, y hoy pretenden sacrificaros á sus negras
pasiones. ¡Miserables! ellos hallarán su tumba en la tierra
de los bravos. A nombre del ejército que mando os ofrezco
uu gran acto de justicia—la completa destruccion de los usur
padores.
Cuartel general en Quito, á 13 de Junio de 1828.
Juan José Flores.
PROCLAMA.
El General Intendente del Departamento del Asuay á sus
habitantes.
Conciudadanos: —Vuestro reposo y libertad "están amena
zados. Los ingratos que no existieran sin los jenerosos sacri
ficios qne hicisteis cuando ellos jemian esclavos, os traen en
recompensa la profanacion do vuestro hermoso suelo, y la
destruccion de vuestras fortunas. Caudillos sin crédito, ofi
ciales afeminados, soldados inmorales, y la pompa de una fac
cion liberticida, son las ofrendas con que pretenden retribuir
á vuestra magnanimidad. No contentos con los insultos que
nos han prodigado, quieren agotar el sufrimiento nacional.
¡Miserables! ¿Qué pueden prometerse? ¿Iguoran que vosotros
perteneceis á Colombia?
Compatriotas:—Vuestra custodia está confiada á los vete
ranos de la libertad: ellos han estudiado en la escuela de los
triunfos, y destruido millares de enemigos heroicos ¿qué será,
pues, ahora contra libertos novicios? ¡Comparad el resultado!
Conciudadanos de todas clases: —Una cooperacion eficaz,
es lo que la patria exije de vosotros. Acreditad de nuevo que.
perteneceis á la tierra de los héroes.
Cuenca, Junio 22 de 1828.—18?
V. Gonzalez.
—230—
Editorial de "La Prensa Peruana" Núm. 63, del Martes
22 de Julio de 1828.
Al leer las antecedentes proclamas, juzgará cualquiera que
no estuviese al cabo de la política hostil de los jetes que man
dan las fuerzas acuaiteladas en los Departamentos del Sur de
Colombia, ojie las nuestras penetraban ese territorio; que ya
• habian pasado la frontera, y que nuestra escuadra habia dado
la vela con destino á Guayaquil; pero no solo para los que es
tán entre nosotros, sino á los que viven muy lejos del Perú,
con tal que tengan conocimiento de la conducta descomedida
é injuriosa del general Flores, han de calificar de falso y ca
lumnioso cuanto vierte él, y el intendente del Asuay en aque
llos documentos; pues que en nuestros puertos uo se han
hecho los aprestos marítimos y necesarios para enviar una
escuadra á poner bloqueo dilatado y costoso á un puerto dis
tante, bien fortalecido y habilitado de lo necesario para su
subsistencia; ni nuestra division acantonada en Pin ra ha
levantado sus cuarteles y hecho marcha, ni preparativo algu
no para dirijirse sobre los Departamentos de Colombia. No
teniendo otro objeto la organizacion del brillante ejército del
Norte que sostener la integridad del territorio, la independen
cia y el honor nacional; las instrucciones dadas á sus jefes
solo Ies autorizan para repeler al enemigo, mas no para hacer
una agresion en las provincias de Colombia. ¿Cómo pues
asegura el general Flores y el intendente del Asuay que inva
dimos su territorio, y osan dar el vilipendioso título de agreso
res á nuestros soldados? ¡Oh! extraño seria por cierto é inin-
telijible que observaran otra conducta que fueran nobles y
leales en sus sentimientos, y queuo hablasen sino el lenguaje
de la verdad y de la buena té los encargados de venir á tocar
el. clarín de guerra en nuestros confines, de arrojar denuestos
y baldones contra nuestra República y nuestro Gobierno, y
concitar contra ella el odio y enemigos de pueblos que le son
tan caros como los mismos que la forman y componen.
¿Agresores los hijos del Perú? No nos deis lo que os perte
nece, general Flores, ni nos creais tan poco afectos á nuestro
buen nombre, ni tan poco celosos de conservarlo sin manci
lla, que queramos parecer ante el Universo como enemigos
de la paz y de la recíproca armonía y amistad con nuestros
vecinos. ¿Quién ha provocado un rompimiento sino el general
—231—
Flores? ¿Quién ha preparado á la opinion para invadir al
Perú? ¿Quién sino el genera¿ Flores ha alentado á sus solda
dos para internarse en nuestras provincias y enseñorearse de
la República, pintándosela como una tierra movediza deque
vendrían á disponer? ¿Y sin embargo de pasos tan injustos
y degradantes, quiere el general Flores hacer resaltar sobre
nosotros el oprobio de que su misma conducta le ha cubierto,
y de que no podrá purificarse aun cuando se aparte de la car
rera que ha emprendido?
Si por desgracia estuviéramos afectados de ese vértigo de
dominacion que á otros posee, haríamos sentir bien á su costa
á nuestros enemigos que no son sin crédito nuestros caudillos,
afeminados nuestros oticiales é inmorales nuestros soldados.
Bien probadas son sus virtudes y su valor en las victorias de
Pichincha, Junio yAyacucho, y aun en sus desastres y
derrotas en que si la fortuna les ha sido adversa, como en
otros combates á los hijos de Colombia y de otras secciones de
la America, han vuelto á los campos de honor á pelear con
denuedo por su patria.
En esta alternativa de triunfos y derrotas, de vigor y debi
lidad para conquitar su independencia, se han ayudado recí
procamente Colombia y el Perú: y cuando de ésta recibimos
una mano protectora, se la habiamos tendido mucho antes para
afirmar su libertad en las alturas de Pichincha y salir do la
mísera condicion de libertos precarios á que estuvieran redu
cidos mientras el poder español dominase alguna parte de su
territorio, ó conservase fuerzas y poder en cualquiera otra
parte de la América. La comun seguridad demandaba que
ninguno fuese indiferente en la contienda; que no viese sin
sobresalto los repetidos contrastes y malogrados los sacrificios
de sus hermanos. Hasta ahora subsistiera intacto é inviola
bles el lazo que á todos unió para hacer la guerra, si obtenida
1» paz y consolidada la libertad del continente, no hubiesen
brotado aspiraciones perjudiciales, y en vez de dejar los pue
blos en posesion de sí mismos, no hubiese querido elevarse
sobre ellos un poder colosal, fundando en el reconocimiento
y la gratitud títulos ó derechos para avasallarlos y disponer
de ellos á su voluntad.
Por nuestra parte jamá3 consentiremos en suerte tan vili
pendiosa y miserable, no perdonando esfuerzo alguno y ofre
ciendo en las aras de la libertad los tesoros y la sangre de los
hijos del Perú para celebrar un gran acto de justicia—la com-
pkta destruccion de los usurpadores, si obstinados persisten en
intentar uncirnos al yugo de su voluntad, y tienen la audacia
de profanar nuestro suelo con sus huestes.
—232—
Entre tanto no arriben á este extremo fatal, pretendiendo
hacernos el juguete de sus negras pasiones y escarnio del
universo, nosotros respetaremos inalterablemente los dere
chos del pueblo colombiano, sin que sea» bastante poderosos
los insultos gratuitos y atroces injurias que nos infieren al
gunos de sus jefes militares, para romper hostilidades contra
esa República tan inculpable hacia nosotros, como grande y
respetable para los demás y deseosa do no turbar su reposo
por querellas personales y miras ambiciosas que solo pueden
prosperar en mengua y daño suyo.
departamento de Puno.—Julio 8 de 1828.
Al señor General Prefecto del Departamento de Arequipa.
Señor General.
Tengo el honor de remitir á US. por el presente extraor
dinario el adjunto pliego que acaba de dirijirme para US. el
señor jefe del E. M. G. don Manuel de Aparicio, situado en
el Desaguadero. Me parece debido participará US. que en
el dia de ayer tuvimos la noticia de que la caballería enemi
ga venia por la direccion de Carabuco á internarse á nuestra
provincia de Huancané, y que el señor Sub. prefecto de ella,
coronel don Pedro Aguirre, que se hallaba en esta ciudad de
Prefecto accidental, por la ausencia del propietario en el De
saguadero, marchó inmediatamente, dejándome el encargo,
como á gobernador, de exitar á los indíjenas para hacer la
defensa posible de su territorio. Los partes que hemos teni
do hasta la media noche de ayer, indican haberse acobardado
los enemigos que quizá no pisarán nuestro suelo, y en esta
capital estamos todos sin excepcion alguna con el mayor en
tusiasmo haciendo preparativos de defensa. Como no hay
tiempo para que el señor general hable á US. de estas ocur
rencias en su adjunta comunicacion, yo me honro con hacerlo,
agregándole que el señor Prefecto de la Paz, que con otros
varios pudo fugar de su capital, está ya cerca de nosotros,
segun último aviso del gobernador de Huancané.
Voy á remitir á los señores generales y Prefecto las comu
nicaciones de US. que ha traido el correo y los extraordinarios
de regreso.
Saludo .i US. con respeto, y con el mlsuio rae ofrezco sti
muy atento obediente servidor—Señor general—»E1 goberna
dor de la ciudad de Puno—Nicolás Ramírez de Tinajero.
Desaguadero, 6 de Julio de 1828.
Al señor Prefecto del Departamento de Arequipa.
i
Señor General.
Despues de los últimos avisos que he dado al general sobre
el movimiento que han hecho los escuadrones de Colombia
desprendidos de los bolivianos en toda la retaguardia de nues
tro ejército, y por los partes diarios que me dan los pueblos
donde han cometido sus depredaciones, debo manifestarle que
el 3 del actual se retiró la partida que vino hasta Guayaquil.
Hoy se encuentran sobre la Paz y Viacha, y es de presumir
que para escapar de nuestro ejército, hagan algun otro movi
miento desesperado. Se cree tambien que no vuelvan á ren
nirse con los bolivianos, y sea como fuese, la frontera de la
República se halla resguardada con la fuerza que se ha ren
nido. Estoy en la mas exacta observacion de sus maniobras,
y de cualquier ocurrencia daré á US. un pronto aviso.
Dios guarde á US.—Señor General—Manuel de Aparicio.
Es copia.—J. A Martinez, Secretario.
Editorial de "La Prensa Peruana" Núm. 64, "del Jueves
24 de Julio de 1828.
En los números 34 y 35 del "Colombiano de Guayas," pe
riodico que se publica por el Gobierno de Guayaquil, se con
traen sus editores á contestar el número 37 de la "Prensa
Peruana," en que se refutan los cargos de que el general Bo
livar ha querido valerse, para emprender la guerra contra el
Toar. vin. Historia—30
I
—234—
Peru. La mejor respuesta seria, sin rinda, poner en nn solo
impreso las razones de que entonces usamos, y las frivolida
des é inepcias con que ba intentado desvanecerlas el Colom
biano. Sin embargo, para que no haya hijear ni á los menores
escrúpulos sobre una materia tan interesante y delicada; nos
haremos cargo de lo muy poco que á primera vista pudiera
alucinar por un momento á los ignorantes, para quienes ex
clusivamente parece que ha escrito el Colombiano.
Como nos hemos propuesto no manchar nuestras pajinas
con insultos ni acusaciones infundadas, nos abstenemos de
imitar la conducta del Colombiano, á quien pudiéramos retri
buir con otro exordio el que pone al artículo en que nos
ocupamos; estando de parte nuestra la ventaja de no faltar á
la verdad, por mas que nos extendiésemos en presentar como
enemigo del orden y del bien de las repúblicas americanas, al que
suponen exclusivamente consagrado á la causa pública. Muy fá
cil nos seria desenvolver todos los medios que un necio encono
sujierc á un Colombiano desnaturalizado, para volver á dominar
el Perú, y para manifestar el empeño harto español con que
procura concitar el odio contra esta Nacion, que contaba como
suya por la guarnicion que en ella habia dejado; por el modo
como la organizó en los dias de su prepotencia, y por consi
derar á los pueblos incapaces de recobrar sus derechos. Pero
dejando á un lado todo esto, no podemos menos que pregun
tar al Colombiano cuáles son las pruebas irrefragables llevadas
del mismo Palacio de Lima, del verdadero objeto de la, mision, del
señor Villa á Colombia, para calificarlo de ministro pseudo pa
cífico, y afirmar que no es de extrañar que el Libertador se excu
sase de no recibirle públicamente. Si en realidad se nos mos
trasen, como ni lo esperamos ni es de creer, habremos de
concluir que el general Bolivar mantiene una comunicacion
secreta y aleve, incompatible con el noble é incauto ánimo de
vuestro héroe. Mas si no las producís, Colombiano, no podreis
negar que mentís impudentemente; y que de ambos modos
habeis dado motivo al Gobierno del Perú, para que esté muy
en vela sobre cuantos viniesen de vuestra patria á la nuestra,
y nadie dejará de considerar muy justa la expulsion del señor
Armero, sobre que tanto y tan injustamente han cacareado
los periódicos de Guayaquil, y uno que otro de los demás de
partamentos de esa República.
De un error de imprenta en la numeracion de las condicio*
nes que se nos imponían para librarnos de una declaracion de
guerra, formais una acusacion al general La-Mar, suponien
do que se ha ocultado una. Las hemos vuelto á repasar, y no
hay ninguna omitida: señaladla y se contestará.
—235—
La publicidad que se les ha dado no sabemos por qué sea
un escándalo contra todas las reglas diplomáticas. Quereis que
no se procediese á censurarlas antes de entrar en discm ion.
Pero aun concediendo (pie esto sea contra el uso recibido en
tre las naciones; decidnos: ¿cual es mas grave y pernicioso
escándalo, presentar las primeras propuestas un aliado con la
amenaza de guerra, sin preceder discusion, hollando así la fé
de los pactos y las reglas de la razon ó no seguir férmulas
introducidas por el uso de que podemos apartarnos?
Peregrina es la razon que se aduce para invalidar la pode
rosa que expusimos sobre la devolucion de las provincias de
Jaen, y parte de-la de Mainas. Se toma do ser indiferente al
general Bolivar que fuese peruano ó colombiano el Obispo
de esa diócesis. Bien está que la persona le fuese indiferente,
y agregamos que era con forme á sus miras el que fuese pe
ruano; pero el Colombiano no debe ocultarse que la cuestion
es sobre la autoridad que lo nombró, y sobre el explícito re
conocimiento (pie hizo el general de pertenecernos esa pro
vincia; pues basta ahora no se ha visto que la suprema
autoridad de una nacion nombre los prelados de otra.—No
fué un desentendimiento el del general Bolivar. Mal puede
decirse (pie se desentendía, ó prescindía de entraren la cues
tion, cuando el Consejo de Gobierno (pie procedía por sus
órdenes, sin serle posible separarse do ellas, manifestó con un
acto solemne que no debia recelarse ningun reclamo de Co
lombia, siendo su mismo Presidente el autor de la provision
del obispado de Mainas por el Gobierno del Perú. Y aun
cuando nada de e.sto hubiese acaecido, la pertenencia de ese
territorio seria siempre cuestionable y no podrá entregarse en
tanto que no se ventilen y se pongan en claro los derechos
(lela parte reclamante y de la que se halla en posesion.—Si
nadie ha dudado que esas provincias pertenecieron á la antigua
presidencia de Quito, todo el mundo sabe tambien que el Perú
daha las guarniciones t que por él eran sostenidos los gastos
de las misiones; y que la revolucion que en todo ha mudado
el réjimen español, el prime»1 efecto (pie produjo en ellas fué
apartarlas de la sumision á las autoridades españolas de Qui
to. Entonces que era una sola la autoridad que rejia á toda
la América, era indiferente que un pueblo perteneciese á esta
ó á la otra seccion, porque de todos modos sus habitantes
permanecían vasallos del emperador de las Indias; pero hoy
que se ban formado da ella diferentes estados independiente?,
seria desmembrar cualquiera de ellos, intentar arrancarle una
provincia que desde su formacion ha compuesto con ella una
sociedad que antes no existía, y esto sí vendría á ser en rea
lidad usurpar la hacienda de su vecina.
—236—
53o se crea que lo que hemos expresado respecto á las pro
vincias de Jaen y Mainas, tiene otro objeto que manifestar
que no somos usurpadores, y que sea cual se fuese el resulta
do, éste no puede tener lugar sin prévia discusion en que el
Perú alegará estas y otras razones que favorezcan la posesion
en que se halla de aquel territorio. Esta no es mas que una
cuestion de límites, y debe decidirse en el mismo modo y for
ma que se trazan y terminan las de su naturaleza. Aun
cuando no fuese esta nuestra opinion, no podemos dudar que
la considere bajo este aspecto el general Bolivar, si procede
consecuente á sus principios, segun los que era de dictamen
que ninguna de las potencias de América tomase parte en la
contienda entre el Brasil y la República Arjentina, sobre la
posesion de la banda oriental del Rio de la Plata, por ser una
disputa de linderos entre dos estados limítrofes.
Acerca del reclamo de los 3.575,747 pesos noventa y nueve
centésimos que dice el Ministerio de Relaciones Exteriores de
Colombia adendar el Perú á aquella República, por los costos
y gastos de la expedicion auxiliar; alega el Colombiano de
Guayas, que debia repetirlos el general Bolivar sin prévía
liquidacion, sin nombrarse por ambas repúblicas individuos
bastantemente instruidos que examinen, revean las cuentas, y
presenten para su reconocimiento el líquido que contra noso
tros resulte, segun indicamos ser de necesidad y de justicia
por la razon do no haber usado el Perú con la Nacion colombia
na una conducta que le haga acreedor á las consideraciones* de
una perfecta reciprocidad. Nosotros negamos haber faltado en
lo menor á la armonía y buena fé que deben reinar entre na
ciones vecinas, amigas y ligadas por mutuos ó importantes
servicios, y desmentimos formalmente los demás cargos que
en este artículo nos hace el Colombiano. El Perú jamás ha
negado la denda con Colombia, ni sé le han hecho á este res
pecto los cargos legales y fundados por medio de ajenies su
ficientemente autorizados, para que pueda asegurarse que ha
sido una cuestion de mofa para los hombres encargados del réji-
men del país. Tampoco hemos dejado de recompensar los sa
crificios de los colombianos; pues bien sabido es que el Perú
dictó una ley de premios, que se ha cumplido relijiosameute
sin embargo de estar muy apurada su hacienda y en estado
de ahorrar gastos, por los i nj en tes á que lo precisó la guerra
que sostuvo para emanciparse de su primera esclavitud. Los
demás fundamentos que aduce el Colombiano para probar que
no hemos guardado extricta reciprocidad, son los cacareados
cargos d/? procurar desmembrar el territorio de Colombia: d i-
truir la fortuna de los colombianos avecindados en el Perú: y
haber tratado con el último vilipendio á cuantos hubiesen nacido
-
-287—
en ese suelo ó contribuido á la libertad de éste. Por toda res
puesta os provocamos Colombiano, áque citeis nna persecucion
contra alguno de vuestros compatriotas por haber nacido en
ese suelo, que nosotros os remitiremos una larga lista de co-
lombianos avecindados, contentos y atendidos en este país; y
tambien 'os convidamos á que presenteis las pruebas que ten
gáis de haber procurado nuestro Gobierno separar alguna de
las provincias de Colombia.
Y aun cuando hubiese todos estos motivos de queja contra
el Perú ¿estaría por esto obligado á pagar á Colombia la
cantidad que ésta le demandase, y perdería el derecho de
examinar las cuentas, purificar los cargos, segun es de perfecta
conformidad con el uso entre las naciones, y con las reglas mas
ó&ein.s de la justicia ordinaria entre individuos? Qué ¿la repa
racion de. un daño, la satisfaccion de una injuria autoriza para
exijir de otro el dinero gue se quiera, y compelerle al pago
por la fuerza? ¡Miserable sociedad si se plegase á practicar
esta maléfica moral que profesa el Colombiano de Guayas! No
habría mas para hacerse de dinero que trabar pendencias, y
figurar agravios, á fin de reducir al supuesto agresor á la dura
condicion de sacrificarse por pagar dendas que no se le permi
tiera liquidar. ¿Y se atreverían á llamarse bienhechores y
podría tenérseles por tales, hombres penetrados de principios
tan irracionales y perniciosos? Al juzgarlos por sus máximas,
se aseguraría con fundamento que sus beneficios eran redes
para sorprender incautos que debieran pagarlos á gran costo;
y que su auxilio no era mas que un preparativo do guerra y
dominacion. Felizmente estamos convencidos de que Colom
bia no profesa tan torcida y negra política, obra de solo
cuatro hombres entre quienes hace un papel subalterno el
Colombiano de Guayas.
Hablando de los reemplazos de los colombianos que se nos
piden por los muertos en la guerra; á cuyo cargo contestamos
que no existia pacto alguno que á ello nos ligase, responde el
Colombiano: que afectamos ignorarlo y que el Libertador así lo
estipuló con enviados de la autoridad que entonces mandaba en el
Perú. Nos admira que para manifestar nuestra afectacion y
convencernos sin réplica de nuestra pretendida duplicidad,
no se dé á luz la estipulacion celebrada entre el general Bo
livar y los enviados del Perú; á no ser que se tome el arbitrio
de decir que se hizo de palabra, y entonces nos causará mas
sorpresa c,ue el editor del Colombiano de Guayas admita la
tradicion. Pero sea verbal ó por escrito, ignoramos de cuáles
enviados del Perú habla el Colombiano. Si de los del Congre
so, dados están á luz sus nombramientos y las arengas pro
nunciadas al general Bolivar, sin que en unos ni otros docu
—238—
mentas haya por donde inferir, que este fué uno de los obje
tos de su mision. Si se alude á los enviados por el Presidente
que fué de la República, don José de la Riva- Agüero, se sabe
que ni estuvieron, ni podian estar para esto autorizados, des
pues de la repulsa del Consrreso á las proposiciones del gene
ral Paz del Castillo. Luego aun en el caso de que existiesen
tales estipulaciones, serian nulas como celebradas con perso
nas incompetentes, con manifiesta oposicion á la voluntad
nacional legítimamente expresada por sus representantes; y
que aun no se habian ratificado; y de consiguiente arguye
este paso que desde entonces ya se pensaba en acriminarse
algun dift al Perú, por su resistencia á cumplir aquello en
que nunca habia consentido y antes halda positivamente dese
chado.
Omitimos contestar á los dicterios que por via de exorna
cion injiere el Colombiano en este artículo; y con é1 conveni
mos en que es mas fatal para el general Bolívar el ejemplo que
ofncs el Perú, que si su territorio fuese ocupado otra ve: por un
ejército español; pues entonces habría alguna esperanza de
volver á sojuzgarlo; y no que ahora ha desplegado los princi
pios anárquicos de independencia, oponiéndose vigorosamente
á que el jénio colombiano esté en su lugar—en un trono elevado
sobre la libertad de tres repúblicas; y á que se tome la medida
de pura policía de arrancarnos batallones organizados á título
de separar de las poblaciones á los vagos y mal entretenidos so
lamente.
A la'reduccion de las tropas del norte al número que tenian
en Marzo del año próximo pasado, y que se nos impone como
condicion para evitar la guerra por el Ministerio del general
Bolivar, contestaremos recordando lo que hemos dicho en es
te periódico, y valiéndonos de los mismos principios del
Colombiano de Guayas. La cuestion se reduce á quitar todo
temor de guerra por ambas partes: lo natural es en este caso
proceder unánimemente; retire el general Bolívar sus tropas,
nosotros retiraremos las nuestras.— Lo contrario seria querer
nos reducir á nulidad para que fuese mas segura la agresion
y la destruccion de nuestro Gobierno nacional, que siendo
para ellos una faccion que ofrece un fatal ejemplo á los pueblos
por sus principio*, le sostituirian la única administracion buena
que ha tenido —la vitalicia irresponsable. Bien se conoce que
tanto empeño porque reduzcamos nuestras fuerzas, dimana
de que el Gobierno que observa una política torcida; que com
promete á cada paso el decoro de la Nacion, y que se halla sin
base alguna en la opinion pública, se asusta con las sombras.
Amena zennos cuanto quieran con la guerra, nosotros no la
temamos. lío podemos caMar á la vista de los ultrajes y de los
»
—239—
insultos repetidos á la Nacion; y creemos que faltaríamos á un
deber, si no insistiésemos en la necesidad y en la obligacion en
que se halla el Perú á no desarmar un solo soldado mientras no
se obtengan garantías para lo futuro, lo que solo podrá veri
ficarse, cuando suceda un cambiamiento de vital interés al pite-
Ha colombiano, que sea obra de él mismo y dsl que no repetiremos
la reparacion de lo pasado, porque los males que ha sufrido el
Perú, su opresion y vilipendio, los ha inferido un hombre, no
esa Nacion amiga con la que solo tenemos motivos de amis
tad y gratitud.
Por incidente nos echa en cara el Colombkino la acusacion
tan frecuente como desmentida, de haber enviado convoyadas
por un buque de guerra del Perú á esas costas, con el pérfido de
signio que todos saben, las tropas auxiliares que existían en Li
ma. Todos saben, que el pérfido designio no ha sido nuestro; que
consistió en haber dejado en el país una fuerza armada y ex
traña que debió partir tan luego como cesó el objeto de su
venida. Mucho antes las hubiéramos remitido si hubiera es
tado en nuestro poder el hacerlo, y en desprendernos de ellas
no hicimos mas que consultar la voluntad de esas tropas que
clamaban por su patria, do la que sin necesidad estaban sepa
radas; mirar por nuestro reposo, y libertarnos de un gravamen
inútil, restituyendo á Colombia fuerzas que pudieran servirle
para sostener la Constitucion que habian proclamado, y que
veían acometida en aquella República. El buque de guerra
que las convoyaba, se apartó do aquellas costas, sin haber
cometido alguna hostilidad, tan luego como. desembarcó la
division, y ni hubiera tocado en ellas si antes se le hubiese
presentado alguno de Colombia á quien entregarlas, segun
las instrucciones que (lió á su comandante nuestro Gobierno.
La expulsion del señor Armero que fundamos en principios
comunes y recibidos de derecho de jen tes, en el que tiene to
do Estado de mirar por su reposo y tranquilidad interior, y
en la obligacion de todos los demás no turbarle en el goce de
esta esencial prerrogativa, sin el que las comunicaciones en
tre pueblos sujetos á diferentes gobiernos serian un medio de
trastornarlos cuando así conviniese á las miras de algunos de
ellos;—este paso tan justo, natural y conforme á las relacio
nes establecidas entre el Perú y Colombia, que no podría lle
varlo á mal, y antes bien aprobarlo como lo habríamos hecho
nosotros, si un peruano que hubiese desplegado sobre Co
lombia planes de dominacion, dejara en ella un ajente que
ésta por su seguridad despidiese: esta conducta, decimos, es
mirada por el Colombiano como un agravio á su tiepública,
desentendiéndose del doble carácter del señor Armero de
quien hemos dicho que fué despedido, no como representante
-240-
de aquel Gobierno, sino como un hombro peligroso por süá
relaciones con el general Bolivar, y por la desconfianza gene
ral con que todos le miraban, y le hubiera espuesto á conse
cuencias muy funestas que el Gobierno trató do prevenir.
Para confirmar que nuestro modo de obrar era recibido por
el uso de las naciones, adujimos un pasaje de Vattel, que
quiere invalidar el Colombiano con el ejemplo que trae el mis
mo autor de Felipe II y la reina Isabel. Mas este mismo pasaje
corrobora nuestra opinion; pues de él deduce (pie la reina
Isabel justamente ofendida de la negativa de Felipe, hizo poner
guardias á su embajador. Las circunstancias de esos dos sobe
ranos no eran iguales á las nuestras. Ellos podían comunicarse
sin temor de que el tiempo que corriera les perjudicase: noso
tros sin haber establecido un Gobierno firme, y tratando de
constituirnos de un modo diferente al que habiamos sido for
zados por el general Bolivar, debiamos temerlo todo de un
día de mas que permaneciese entre nosotros uno de sus mas
allegados y favorecidos. ¿Ni qué debiéramos esperar, si con
tra toda prudencia, hubiésemos empleado el tiempo en recla
mos inútiles y naturalmente mal recibidos? Si entre dos
príucipes reconocidos se vé uno de ellos en la necesidad de
poner guardias al embajador del otro por resistirse éste remo
verlo, ¿(pié esperanza restaba al Gobierno del Perú, conside
rado como una faccion para conseguir el retiro del señor
Armero, cuya permanencia era uno de los primeros intereses
del general BolivarT —Finalmente, á la apolojía que Lace el
Colombiano de la conducta de este enviado, apoyándolo en las
notas que conserva en el archivo de su Legacion, responde
remos cuando se publiquen, y veamos el sentido en que están
escritas, y si pasan de aquellas de tantas fórmulas diplomáti
cas que tanto valen cuanto suenan..
Concluyamos repitiendo al Colombiano, que el Perú desea
vivamente paz y amistad estrecha con Colombia, á la que no
profesa tan poca estimacion que confunda sus intereses y sus
miras con las que desgraciadamente ha manifestado el gene
ral Bolivar. ¡Ojalá que cambiando éste de conducta llegue á
merecer que de él se diga con verdad: que es un hombre exclu
sivamente consagrado á la causa pública! Entonces cesarán los
aparatos de una guerra desastrosa é injustamente provocada
á nombre de una Nacion, que no tiene en ella parte ni interés
alguno; y entonces podrá decirse que no ha desoído los jem idos
de los buenos y oprimidos..
—24Í—
Opiniones sobre el sistema federal en Colombia.
Como la forma federativa no significa en todas partes una
misma cosa, sino solo la union de varios estados, en términos
mas ó ménos amplios, y aun prescinde de las diversas formas
de Gobierno, pues la hay en los Cantones Suizos, y entre los
príncipes de Alemania, es claro, que dicho sistema puede ser
bueno ó malo, segun fuere su diversa constitucion, y recta
aplicacion á los estados que la adopten.
Notamos brevemente los defectos que se han objetado á las
confederaciones enropeas, las cuales sirvieron de leccion pro
vechosa, á la de los Estados-Unidos de América, que es la
mas perfecta conocida, y el adelanto de este pueblo, y el lu
gar que ocupa en el orden político, son las mejores pruebas
de la bondad de su constitucion.
Con ellas puede responder á las objeciones de los políticos
enropeos que la han atacado en sus bases primarias: á las que
se deducen del libro de Delolme sobre la Constitucion inglesa:
á las que se toman del espíritu de las leyes acerca del Go
bierno mixto, y la corta extension de territorio que deben
tener las repúblicas, lo que está contradicho por el buen suce
so, y la carta jeogrática delos Estados de la Union: al Sanado
vitalicio propuesto por el abate Mabli como mejora de la
Constitucion Americana; y á los que repiten la frase favorita,
de (pie el sistema federal es bueno en teoría, y malo en prácti
ca; lo cual vale tanto como decir que es malo esencialmente,
porque los sistemas políticos no han de ser novelas para di
vertir, sino reglas prácticas de obrar en la felicidad de los
hombres.
Pero si es justo reconocer la bondad intrínseca de la Cons
titucion Americana, y su utilidad práctica en los Estados de la
Union; es un error insigne el creerla conveniente en todas
partes, sean cuales fueren las circunstancias de los pueblos, y
los diversos objetos de su estado social. Ni en política, ni
en medicina, hay panaceas universales, y no es ménos qui
mérica la utopia de Morns que el elixir de Paracelso. La
forma de Gobierno es mas bien efecto que causa de la condi
cion de la sociedad, al ménos en su oríjen aunque despues sea
muy poderosa su fuerza de reaccion: las leyes no obran por sí
mismas, sino por los que las aplican y observan, y una Cons-
Tom. vm. . Histokla—31
—242—
tiiucion política no es una vara májica que altera las naciones
por su encanto.
Insistiendo siempre en el principio de que la mejor maestra
de política es la experiencia, veamos lo que ha pasado por no
sotros y por otros pueblos del Sur-América en la adopcion
del sistema federativo; no para desecharlo del todo por su
abuso y funestos resultados, sino para hacer las modificacio
nes que la razon sujiere, y tomar de él la parte que nos toca
en nuestra condicion social.
Formáronse en Colombia, he dicho antes, pequeños esta
dos independientes, y cada provincia formó un Estado, tuvie
ra ó no capacidad de serlo. Satisfacía este plau á los que se
contentan con nombres curándose poco de lo que significan,
prefiriendo gratas ilusiones á intereses reales y bien entendi
dos. Mas el que pensaba que un Estado le es por los elementos
que lo constituyen, y no por vanos títulos; el que reflexionaba
sobre la educacion, costumbres y recursos del pueblo, no pre
sajiaba bien, y concebia temores de mudanza tan repentina.
Habia defectos orjinados del antiguo sistema colonial, que
se fomentaban por necesidad de las circunstancias. La aspi
racion á oficios públicos era bastante natural en un país ve
jado por las prohibiciones de la industria, y en que estaban
cerradas por los reglamentos las fuentes de la prosperidad:
pero si antes se limitaba dicha aspiracion al foro y la iglesia,
por ofrecer las otras carreras muy corto aliciente, con el nue
vo órden se abrió á la ambicion un vasto campo, se crearon
en cada provincia los emplos propios de un Estado, y hubo
por consiguiente un déficit enorme en el tesoro público, bas
tante empobrecido ya por otras causas. Antipatías locales,
celos y competencias de pueblos habia sido el efecto de la
educación y del sistema colonial, y con el nuevo obraron es
tas causas en un círculo mas extenso y con la mayor enerjía.
Las provincias vieron siempre con pena el engrandecimiento
de la capital, y fué uno de sus primeros actos ponerse á su
nivel; mas no fué ménos disputada la autoridad de las capita
les de provincia, y se reclamaron derechos que no se habian
previsto, no solo con palabras y escritos, sino con armas.
De aquí nacieron las guerras civiles de Valencia y Caracas,
Mompos y Cartajena, Valles del Cauca, de las provincias ren
nidas en Congreso y Cundinamarca &., tristes y necesarios
efectos de la inexperiencia y del error; pero lecciones útiles de
prudencia para lo venidero.
Una autoridad nacional fuerte y respetable hubiera impedi
do estos males; pero los débiles Congresos de Nueva-Granada
y Venezuela, no estaban dotados de bastante fuerza y poder
para salvar la patria de sí misma, y de los enemigos exterio
—245—
res. No fué precisamente la causa de esto la forma federal,
mas sí su mala combinacion y la ninguna práctica de ella
pues nada son las instituciones, si no están al nivel de las
ideas.
¿Cómo hubiera podido, de otro modo, el jefe español Mon-
teverde sojuzgar la confederacion venezolana, y despues á la
granadina el general Morillo? ¿Cómo no hubiera libertado la
primera á Coro, Maracaibo y Guaya na, que estuvieron desde
el principio en poder de los españoles, y la segunda á Quito,
y sus dependencias? ¿Y cómo no hubieran la una y la otra
acallado de un golpe las facciones internas que tanto contri
buyeron á su ruina? Incompleta y desunida su autoridad,
agotado el tesoro público, á quien fué necesario sostituir un
papel moneda sin garantía; sin marina y casi sin ejército, las
dos repúblicas tornaron al fin á la servidumbre colonial, no
ya imájen, como en otro tiempo, de la quietud de los sepul
cros, sino instrumento de procripcion, de saugre y de suplicios.
¡Qaé de errores se cometieron así en la teoría como en la
práctica del sistema! Desde que las provincias se creyeron
estados soberanos, anularon de hecho la soberanía de la Na
cion, y sus representantes en el Congreso General y en el Go
bierno Ejecutivo fueron mas bien tratados como delegados de
las asambleas ó juntas provinciales, que como encargados del
ejercicio del supremo mando. Su representacion fué incomple
ta en número, débil en poder, insuficiente en autoridad, y á
pesar de eso excitaba celos y temor, cuando solo merecía com
pasion. Asi fué que el miedo quimérico de que se alzasen
con el mando perpetuo supuestos tiranos, hizo crear triunvi
ratos ejecutivos, mejor diré, pasivos, sin advertir que tal re
medio, no es el que conviene á la naturaleza del mal; y sin
recordar, entre otros ejemplos, que César y Augusto fueron
triunviros, cuando invadieron la libertad romana.
La Representacion Nacional lo era mas en el nombre que
en el ejercicio de sus funciones, y careció de medios, como he
mos dicho, para gobernar y salvar la República, no solo por
no estar bien definida su autoridad, sino por la inercia que
necesariamente habia de resultar de tantos obstáculos y con
tradicciones. ¿De qué serviría distribuir á las provincias cuo
tas ó continjentes en proporcion á sus recursos, si no habian
de ser satisfechas? ¿üe qué, crear impuestos, si cargados los
pueblos con nuevos gravámenes de costosas administraciones
y descuidadas por la revolucion las ocupaciones productivas,
faltaba materia imponible? ¿Cómo dirijir la fuerza armada,
cuando las juntas provinciales conferían los mas altos grados
de la milicia; ni la marina y relaciones exteriores, cuando has
—244—
ta en estos ramos de su resorte primitivo se vió obligado el
Congreso de la Nueva-Granada á delegar sus facultades!
Provincias hubo que gastaron el duplo de sus rentas en
sostener altos funcionarios, por tener tambien, y como las
mayores, sus tres poderes de la suprema administracion, pa
gando lejislaturas nominales, Corte de Justicia sin letrados, y
oficiales que creían serlo por los uniformes que vestían. Es
critos públicos, buscados con ánsia por nuestros enemigos,
ridiculizaron con ménos prudencia que razon, semejantes abu
sos; mas las guerras civiles volvieron muy sério el asunto, y
se pasaba alternativamente de la risa á las lágrimas, como
sucede en ciertos dramas mezclados de burla y de dolor, que
representan la vida humana.
No hay prncipio político mas puro en teoría, y mas suscep
tible de abusos en práctica, que el de la soberanía del pueblo:
él es, bien entendido, el alma de las instituciones liberales, y
mal aplicado causa ruina. De él se servían alternativamente
los demagogos y los tiranos para sus respectivos fines, y así
puede ser el instrumento de la licencia, como del despotismo:
de él deducía Hobbes el poder absoluto de su príncipe por la
ilimitada concesion del pueblo; Robespierre y sus compañeros
en faccion y en crímenes, sacrificaban la Nacion en nombre
de su propia soberanía; él sirvió á Bonaparte de escala al
imperio, y de él se valió Augusto para enseñorearse de Roma,
llamándose tribuno del pueblo que llegó al fin á dominar, ai
tuendam plebem tribunitio jure contentura, segun laenérjica ex
presion de Tácito.
Al frecuento abuso de dicho principio está mas espuesto
que otro alguno el sistema federativo de estados que com
ponen una sola Nacion; porque la soberanía del pueblo se re
fiere mas á las fracciones que al todo, y es instrumento ménos
difícil de miras ambiciosas; y porque estando en la naturaleza
de toda autoridad y corporacion, extender sus prerogativas,
las lejislaturas particulares querrán atribuirse las del Congre
so General, siendo tan intrincadas las relaciones de un Estado,
que muy fácilmente se confunden, y no iludiendo la Constitu
cion, como ninguna ley, preveer todos los casos de disputa.
Si no hay quien la decida, la fuerza la terminará, si no suce
diese la anarquía; y si la decide el Congreso de la Nacion,
siendo juez y parte en el asunto, se alterará la naturaleza del
sistema. Solo un cierto grado de instruccion en la masa de
la sociedad, y el hábito de instituciones á que se ha acostum
brado gradualmente, podrá impedir los abusos y mantener en
equilibrio la balanza constitucional; y este es el caso de los
Estados-Unidos de América; pero aun allí lo ha sido con va
rias excepciones. Tal fué la revolucion de Pensilvauia, orijtua
—245—
da de un derecho que impuso el Congreso, y fué resistido: las
disputas de Masachuset sobre la milicia en la última guerra;
la actual cuestion de Georgia en sus tratados con los indios;
y la de la mejora interna sobre que están divididas las opi
niones en todos los Estados-Unidos. Y si allí ocurren tales
dificultades despues de una práctica de muchos años en el
sistema federal, ¿debemos esperar que no ocurran y se multi
pliquen entre nosotros, cuando, ya han ocurrido, y que nos
pueda convenir dicho sistema, como existen en la América
del Norte, sin grandes modificaciones? Mas nuestras provin
cias fueron aun mas independientes que los Estados America*-
nos, y ya hemos visto sus resultados.
Las provincias Unidas del Rio de la Plata nos ofrece un
cuadro instructivo de los tristes efectos de un sistema, que no
es bien entendido y aplicado á las circustancia9 de un pueblo.
¡Cuántos años han trascurrido de facciones y de anarquía sin
acabar de consolidarse; qué de guerras civiles, de jefes de par
tidos y de revoluciones! En ninguna parte han sido las pro
vincias mas independientes, en ninguna mas débil el lazo de
union. Cuando vemos estos fatales resultados, y lo que sin em
bargo ha hecho aquel gran pueblo en la causa de la libertad,
su célebre campaña de Chile y del Perú, sus victorias y su
lucha actual con el Imperio del Brasil, no es posible negarle
del tributo de nuestra admiracion. Mas sin el espíritu y va
lor denodado de sus hijos, sin el mérito y combinaciones de
sus hábiles generales, sin la ilustracion de la ciudad de Bue
nos-Aires ¿cual seria hoy la suerte de aquel heróico pneblot
Chile ha estado muy largo tiempo sin Constitucion definiti
va, y el mundo liberal la espera ansiosamente, deseando que
sea digna de aquel hermoso suelo favorecido por la naturale
za y el carácter de sus habitantes; mas ui allí, ni en el nuevo
Estado de Bolivia, ni en el Bajo Perú, cuyo Congreso Cons
tituyente se halla rennido; podemos estudiar los efectos del
sistema federativo, porque ha prevalecido el de concentra
cion. No sucede lo mismo en Guatemala, que se creyó segu
ra y tranquila con su Constitucion federal, y en donde se
están renovando las guerras civiles de Buenos-Aires y Co
lombia. En todas partes las mismas causas producen los
mismos efectos, y los deseos inmoderados no causan mértos la
infelicidad de los pueblos que de los individuos.
—246—
* Tbatados de paz.
En el pueblo de Piquisa, á seis dias del mes de Julio de mil
ochocientos veintiocho años, rennidos los señores comisiona
dos para celebrar un tratado preliminar de paz entre los se
ñores, S. E. José María Perez de Urdi ninea, general en jefe
del Ejército Boliviano, y encargado del mando de la Repúbli
ca, y don Agustín Gamarra, general de la Division de los
Ejércitos de la República Peruana, y en Jefe del Sur, á saber:
—por parte del primero, los señores Miguel María Aguirre,
Ministro de Hacienda, José Miguel Velazco, general Prefecto
del Departamento de Chuquisaca, y como Secretario el doctor
don Miguel del Carpio ; y por parte del segundo, los se
ñores teniente coronel primer ayudante del E. M. G. don
Juan Agustín Lira, teniente coronel y ayudante de cam
po don Juan Bautista Arguedas, y el capitan don José María
López, como Secretario —canjearon recíprocamente sus pode
res respectivos, y constando de ellos estar suficientemente
facultados para redactar los artículos que han de servir de
base á la presente negociacion, entraron en una séria y dete
nida conferencia sobre los intereses de las dos Repúblicas, y
sobre los motivos que habian ocasionado las marchas del
Ejército Peruano sobre el territorio de BolLvia; y deseando
mutuamente restablecer la paz de una manera sólida, estre
char las relacioues de ambos Estados por los vínculos de una
sincera amistad, y alejar las cansas que han influido en los
aparatos hostiles que se han efectuado de una y otra parte—
convinieron espontaneamente en los artículos que siguen:
1? En el término de quince dias contados desde el en que
serán ratificados estos tratados por los señores generales en
jefe de los Ejércitos belijerantes, empezarán á desocupar el
territorio de la República Boliviana todos los individuos que
existan en su Ejército, ya sean colombianos ó extranjeros de
nacimiento.
2? Se exceptúan del artículo anterior los subalternos rela
cionados en el país, de capitanes inclusive para abajo, los
cuales podrán permanecer en la República dejaudo el servicio
de las armas, miéntras que nombrado el Presidente del Esta
do, pueda á su juicio llamarlos al Ejército.
3? Los ' generales, jefes y oficiales, que segun el artículo 1?
deban salir del territorio d© Bolivia, podrán regresar á la Re
pública luego que se instale la Asamblea Xacion al; y durante
—247—
sn ausencia, se les suministrará media paga delos fondos (Je
esta República, hasta que nombrado el Presidente, resuelva
si han de ser ó nó, continuados en el servicio de las armas, y
goze de sus sueldos. De esta media paga disfrutarán tambien
los comprendidos en el artículo 2?, y bajo la calidad estipula
da en el presente.
4? Los escuadrones de Granaderos y Húzares de Colombia
que existen en la República, emprenderán su marcha para
su país por la ruta que hasta Árica les designe el señor Gene
ral en Jefe del Ejército Peruano, siendo de cargo de éste el
proporcionar buques para su transporte, y del de la Repúbli
ca Boliviana la indemnizacion á la Peruana de los gastos que
ocasione.
5? El dia siguiente de ratificados estos tratados, expedirá
S. E. el señor general en jefe del Ejército Boliviano un decreto
convocando para el 1° de Agosto al Congreso Constituyente
que se halla en receso, el que se rennirá en la ciudad de Chu-
quisaca, para ocuparse: 1? de recibir el Mensaje y admitir la
renuncia del Presidente de la República, Gran Mariscal de
Ayacucho Antonio José de Sucre, segun lo tiene protestado:
2? de nombrar el: Gobierno provisorio: 3? de convocar inme
diatamente y á la celeridad posible una Asamblea Nacional,
que revea, modifique, ó declare subsistente la actual Consti
tucion.
6? Esta Asamblea Nacional se ocupará preferentemente en
elejir y nombrar la persona que ha de ejercer la Presidencia
del Estado, de fijar el dia en que el Ejército Peruano daba
empezar á evacuar el territorio de la República.
7? El Ejército Peruano ocupará el Departamento de Potosí
hasta el dia que se reuna el Congreso Constituyente, en el
que emprenderá su marcha para la Paz y Oruro por el Depar
tamento de Cochabamba, y en su tránsito se le proveerá de
ios artículos de subsistencia que necesite.
8? La Asamblea Nacional, despues de llenar los objetos
contenidos en el artículo 6?, suspenderá sus sesiones, para
continuarlas así que el Ejército Peruano haya repasado el
Desaguadero.
9? El Ejército Boliviano ocupará los Departamentos de
Chuquisaca, Cochabamba, Santa-Cruz y Tanja, y el de Potosí
al siguiente dia que lo haya desocupado el del Perú. Los
ingresos naturales por el tiempo que los ocupe, y los de Oruro
y la Paz por todo el que permanezca en el territorio el Ejér
cito Peruauo, deducidas sus pensiones, cederán á beneficio de
éste.
—248—
10. Los Supremos Gobiernos de ambas Repúblicas se aven*
drán sobre los cargos que tuviesen que demandar unos y otros
desde que el Ejército Peruano pasó el Desaguadero.
11. Las Repúblicas Peruana y Boliviana estrecharán sus
relaciones por medio de sus ajen tes diplomáticos, tan luego
como el Ejército baya desocupado el territorio Boliviano.
12. No podrán las Repúblicas Peruana y Boliviana entrar
en relaciones con el Imperio del Brasil, hasta que éste no
ajuste las paces con la República Arjentina.
13. Se entregarán inmediatamente todos los individuos que
se hallen enrolados en los Ejércitos y pertenezcan á las Re
públicas de uno y otro, con tal que los Bolivianos queden en
el país, y los Peruanos regresen al suyo dejándolos á su libre
eleccion. Se comprenden los soldados Colombianos de am
bos Ejércitos, y ni uno ni otro podrán reclamarlos pasados.
14. Ningun Boliviano será responsable ante la ley, ni mo
lestado directa ni indirectamente por haber emitido sus votos
en las presentes circunstancias; antes sí, los que se hallan en es
te caso serán atendidos y considerados segun sus aptitudes y
servicios.
15. Serán'responsables las partes contratantes de cualquier
acto hostil, que hubiese de parte de ambos Ejércitos, despues
de la ratificacion de estos tratados.
16. Para el cumplimiento de este tratado, se darán dos je
fes en rehenes, y serán designados por los señores generales
contratantes.
17. Estos tratados serán ratificados ó desechados en el tér
mino de veinte y cuatro horas, y caso de que sean desaproba
dos; ó no ratificados, quedarán rotas las hostilidades á las
doce horas.
En estos términos quedó acordada la presente estipulacion
que se concluyó á las ocho de la noche del mismo dia, mes y
año, y lo firmaron en dos ejemplares los expresados señores
comisionados de que certificamos los infrascritos Secretarios.
—Miguel María de Aguirre, General.—José Miguel de Velazeó.
—Miguel del Carpio, Secretario.—Juan Agustín Lira.—Juan
Bautista Arguedas.—José María López, Secretario.
1
—249—
Ratificacion.
José María Peres de Urdíninea, General en jefe del Ejército
de Bolita, Ministro de la Guerra, Presidente del Consejo de
Ministros, encargado de la administracion del Estado &.
Vistos y observados por mí los anteriores tratados, los rati
fico en todas sus partes, y prometo el que por la mía serán
fielmente cumplidos; protestando como protesto ante la Amé
rica y el mundo. entero, que si por parte del General en Jefe
del Ejército Peruano no son cumplidos con la misma relijio- ' .
sidad, no solo quedarán rotos, sino que los Boliviauos todos
quedan facultados para tomar las armas, para defender su
independencia y su libertad.
Dado en el Cuartel General do Potosí, á las diez de la ma
ñana del dia 7 de Julio de mil ochocientos veintiocho años.—
José María Perez de Urdininea.—Manuel Toro, Secretario.
Eu el cuartel General de Ciporo en siete dias del mes do
Julio de mil ochocientos veintiocho años, habiéndose presen
tado ante el señor General en Jefe del Ejército Peruano don
Agustín Gamarra, los tenientes coroneles don Juan Agustín
Lira, y don Juan Bautista Arguedas, asociados del capitan
don José María López, á dar cuenta de la comision que se
les confirió, para que reunidos con los señores de la Legacion
Boliviana, procediesen á acordar las bases de una negociacion
de paz entre ambos Ejércitos, actualmente belijerantes, y ha
biendo en efecto recibido la acta celebrada por la referida
comision en el punto de Piquísa, firmada por las partes con
tratantes á las ocho de la noche del dia de ayer, impuesto de
ella, dijo: Que confirmaba, aprobaba y ratificaba de una ma
nera solemne todo lo estipulado por los indicados señores de
la comision, con sola la diferencia do que los jefes que se da
rán en rehenes para el cumplimiento de esta capitulacion,
serán designados por sus respectivos generales, y no pedidos
al arbitrio de uno ni otro: y con sola esta pequeña modifica
cion, que se considera no tener influencia en lo sustancial de
los artículos concertados, ofrece su señoría observar, guardar
Tomo viii. Historia—32
—250—
y cumplir relijiosamente todo lo estipulado, y promete á nom
bre de su Gobierno, y en uso de las facultades que á este fin
le tiene concedidas, que estos tratados do paz y amistad entre
las Repúblicas Peruana y Boliviana, se harán guardar, cum
plir y ejecutar por las armas nacionales á usanza do guerra,
en cuyo comprobante así lo dijo, otorgó y firmó á las nueve
horas de la mañana del día de la fecha, de que yo el infras
crito Secretario de Guerra certifico.—Agustín Gamurra.—Por
órden de S. S.—Dr. José María de la Cuba
Eepública Peruana.—Ejército del Sur— General en Jefe— Cuar
tel General en Potosí, á 10 de Julio de 1828.
Al señor Prefecto del Departamento de la Paz.
Señor Prefecto.
Acabo de posesionarme pacíficamente de esta plaza, á con
secuencia de haberse ajustado las paces con el Ejército Boli
viano en los términos que manifiesta la adjunta copia de las
.transacciones acordadas en el punto de Piquisa, por los comi
sionados de ambas partes, las que han sido solemnemente ra
tificadas por el Excmo. Señor General en Jete José María
Perez de Urdininea, encargado de la suprema administracion
del Gobierno de esta República, y por mí, en virtud de las
facultades que al efecto me tiene concedidas el de la mia. Ya
Bolivia tiene existencia propia, ya pertenece á sí misma: ya
se han consumado los deseos delPerú y los mios; ya por últi
mo se halla en el anhelado caso de constituirse ú su arbitrio
sin injerencia del poder extraño que hasta ahora ha dispuesto
de su suerte. Yo siento un extremado placer al anunciarlo á
US., previniéndole por mi parte que á las veinticuatro horas
despues de que baya llegado esta nota á sus mauos, debe
hacer salir para la capital de Chuquisaca á los señores Dipu
tados del antiguo Congreso Constituyente que sancionó la
Carta fundamental, que hasta aquí ha rejido; para que renni
do el dia 1? del entrante Agosto, se ocupe en expedir las pro
videncias concertadas en el artículo o?.
Espero del verdadero patriotismo de US. y del interés que
ha manifestado por la felicidad de su país, que empeñará todo
—251—
sa esfuerzo, á fin de que bajo ningun pretesto se demore la
marcha de los expresados señores representantes que se hallen
en el Departamento de su mando, prestándoles para ello los
auxilios que los sean necesarios: los que deben proporcionarse
apelando á los intereses mas sagrados que se consideren ca
paces de acudir á esta urgentísima necesidad, bajo el supuesto
de su pronto y relijioso reintegro con el primer producto de
los fondos destinados á estas erogaciones.
Por el mismo tenor de las capitulaciones, quedará US. in
formado de que ese Departamento de su cargo con sus res
pectivos ingresos permanece sujeto á mis órdenes, hasta el
regreso de mis tropas. En su virtud, cuidará US. de que
haciéndose activamente las recaudaciones de los ramos de
vengados, se me remitan los productos para la subsistencia
de mi Ejército, arreglándose en todo lo demás á lo pactado
en ellas, cuya observancia exacta, se la recomiendo en la par
te que lo toca.
Dios guarde á US.— Agustín Gamarra.
Es eópia igual de su orijiual.—El 2? ayudante del E. M. G.
-/ Tejada.
A LOS COLOMBIANOS AMANTES DE LAS LEYES, Y DE LA CAUSA DE
LA LIBERTAD.
Frustradas hasta ahora las asechanzas de mis enemigos y
perseguidores, para perderme en el concepto público, acaban
de inventar la patraña de suponerme director de los escanda
losos disturbios de la benemérita Cartajena, en los dias 5, 6 y
7 de Marzo. Dos papeles públicos de allí así lo propalan,
seguramente con el designio de desconceptuarme, perseguir
me, y concitar. ne el odio vuestro. Pero yo confío cu la tran
quilidad de mi conciencia, en mi larga conducta pública, y en
la justicia de Colombia, que despreciareis esos desahogos de
la venganza, y no sometereis vuestro juicio, sino á pruebas
concluyentes y tan claras como la misma luz. Yo os juro
delante del Dios que me ha de juzgar, que no he sido, ni soy
conspirador, y que no he tenido la menor noticia de lo que
podia suceder en Cartajena. Mis principios, mi puesto en la
República, y hoy en la Convencion Nacional, y mi antigua y
leal sumision á las leyes y á las autoridades, nunca me per
—252—
ñutirán mancharme con la fea nota de conspirador y sedicio
so. Al Vice-presidente de Colombia, defensor acérrimo del
orden constitucional y de la causa de los pueblos, jamás le
haría honor perturbar el Estado, y aumentar la inmoralidad
del Ejército. Si la amistad que he profesado desde 181S al
benemérito general Padilla, y mi decision por el triunfo de las
libertades colombianas con todas sus garantías, son e! motivo
para imputárseme complicidad en los sucesos de Oartajena,
es preciso que la tengan tantos otros amigos de aquel ilustre
jefe, y todos los amigos de la libertad.
Estoy pronto á responder á cualquier cargo que judicial
mente y por los trámites prefijados por la Constitucion se me
quiera hacer, seguro de que haré relucir mi justicia. Los
desahogos de los impresos calumniadores los desprecio; y os
suplico, ilustres colombianos, defensores de una misma causa,
que los desprecieis vosotros; y que solo os atengais á las prue
bas concluyentes que se presentaren bajo la garantía inviola
ble de la ley, segun sus férmulas, en el tiempo y ante la
autoridad correspondiente. Esto os suplica en justicia y en
recompensa de los peligros que corre por sostener vuestros
derechos—Vuestro humilde compatriota.
Ocaña, Abril 1? de 1828.—18?^F. de P. Santander.
COLOMBIA.
PRONUNCIAMIENTO SOLEMNE DE BOGOTÁ.'
En la ciudad de Bogotá, capital de la República de Colom
bia, rennidos pacíficamente en la plaza mayor y casa de la
aduana, bajo de la presidencia del señor Intendente del De
partamento, y demás autoridades locales, los padres de fami
lia que suscribimos esta acta, y otros muchos que no han
podido firmarla, tanto do la ciudad como de las parroquias
inmediatas, despues de una madura deliberacion y discusion
do la crisis alarmante en que so halla la Republica, y de los
remedios prontos y eficaces que en nuestro concepto se nece
sitan para salvarla, abierta la discusion por un discurso
pronunciado por el señor Intendente, análogo á lo que ha
expuesto en la proclama que ha circulado hoy mismo, y de
haber expresado su concepto varios ciudadanos; atendiendo
al numeroso pueblo que hubia concurrido y dificultad de ser
oidos todos, propuso el señor iritendente se nombrasen uno ó
mas ciudadanos que á su nombre votasen, y por una aclama
cion general nombraron al ciudadano Manuel B. Alvarez, y
lijadas como preliminares las mociones que, así por la ilegali
dad del nombramiento de los Diputados á la Convencion, como
por no obrar éstos segun los intereses de esta provincia, se retiren
de aquel cuerpo ciuja autoridad se desconoce, y aprobadas por
repetidas aclamaciones, se fijó la segunda:— Que se autoriza al
Libertador Presidente para que con el lleno y plenitud de autori
dad correspondiente obre el bien y aleje el nuil, llanta que segun
las circunstancias y cuando su prudencia lo estime, llame la Na
cion por medio de sus representantes, que igualmente fué apro
bada: y considerando; 1? que grandes peligros amenazan nues
tra seguridad exterior, pues las armas del Perú han violado
nuestro territorio meridional y se agolpan tropas en la fronte
ra, cuando por el Norte preparan los españoles en la Isla de
Cuba fuerzas navales y terrestres para invadir á Colombia
iniéntras que se baila dividida en partidos: 2? Que en tales
circunstancias, y en medio de la desmoralizacion interior que
desgraciadamente tocamos por todas partes y en todos los
ramos, se necesita imperiosamente de un Gobierno fuerte y
euérjico que pueda hacer el bien y reprimir el mal en toda su
extension: .'i? Que la Convencion rennida en Ocaña, ya es
evidente que no puede establecer el Gobierno que necesita
Colombia, porque divididos sus miembros en opiniones encon
tradas es seguro que prevalecerán las de los enemigos del
Libertador, que se denegaron á llamarle á Ocaña, como lo
deseaban los pueblos, para que las reformas se acordaran,
teniendo presentes sus observaciones y las luces que le ha
suministrado la experiencia en el Gobierno: 4'.' Que las elec
ciones de los Diputados por Ja provincia de Bogotá para la
Convencion se hicieron con vicio y nulidad, y de ningun mo
do fueron obra de la mayoría de la capital y su provincia, la
que las juzga ilejítimas: 5? Que el proyecto de Constitucion
lejos de ser la expresion de la voluntad general, se ha forma
do enteramente por el mismo partido enemigo del Libertador,
que trata de dará Colombia un Gobierno sin autoridad alguna,
compuesto de un gran número de Departamentos, de Asam
bleas Departamentales, y de otra multitud de empleados que
indudablemente consumirían la sustancia de los pueblos y
causarían su ruina: 0? Que el indicado partido ha desoido y
vilipendiado las peticiones dirijidas á la Convencion por nues
tros hermanos de los Departamentos del Norte y Sur de la
Bepública, lo que no puede ménos que causar un extremo dis
gusto y un desconocimiento de los actos que emanen dela
—254—
Convencion, contrarios á los votos y protestas que aquellos
han emitido tan solemnemente: 7? Que en esto caso desgra
ciado los Departamentos del centro de la República si no uni
formaran sus opiniones, se verían envueltos en una guerra
civil que dislocaría á Colombia, y que terminaría nuestras for
tunas, y bienestar, resultado funesto que debemos evitar por
cuantos medios estén á nuestro alcance: 8? Que el hombre
llamado por la voluntad nacional á impedir estos males á la
cabeza del Gobierno, y el úuico que puede hacerlo en las
actuales circuntancias por la ilimitada confianza que en 61
tienen los pueblos, el Libertador Presidente, ha protestado
muchas veces que se separará del mando, y aun dejará á Co
lombia si no se le dan las facultades bastantes para hacer el
bien y evitar el mal, porque no quiere presidir á las exequias
de la República: 9? Que siendo ya conocido el resultado pro
bable de las reformas que ha de hacer la Convencion, y acer
cándose el Libertador á la capital, viene sin duda á resignar
el Gobierno en otras manos, y á retirarse conforme lo ha
prometido, lo que cansaría la anarquía, la guerra civil, y la
disolucion de Colombia. Deseando, pues, evitar por nuestra
parte tamaños males; persuadidos que la salud pública es la
suprema ley, y que estamos en el caso de ocurrir á remedios
extremos, protestando de la rectitud de nuestras intenciones,
que se dirijen á dar reposo interior, estabilidad y seguridad
exterior á Colombia, acordamos las resoluciones siguientes;
1? Que protestamos no obedecer, y que de ningun modo
obedeceremos cualesquier actos y reformas que emanen de la
Convencion, rennida en Ocaña, como que no son, ni pueden
ser la expresion de la voluntad general.
2? Que por ello, revocamos los poderes á los Diputados por
la provincia de Bogotá, en la Conveneion rennida en Ocaña,
que juzgamos ilejítima, y cuyos Diputados deben retirarse
inmediatamente de aquel cuerpo.
3? Que el Libertador Presidente se encargue exclusivamen
te del mando supremo de la República con plenitud de facul
tades que por nuestra parte le concedemos en todos los ramos,
lo que organizará del modo que juzgue mas conveniente para
curar los males que interiormente aquejan la República, con
servar su union, asegurar la independencia y restablecer el
crédito exterior, y cuya autoridad ejercerá hasta que estime
oportuno convocar la Nacion en su representacion.
4!.1 Que se dé cuenta al Libertador Presidente, invitándolo
á que acelere su regreso á la capital que desea con ánsia su
presencia, y que acuda, por su parte, á que se cumplan los
votos consignados en esta acta. Entre tanto, todas las auto
rídadea deben continuar ejerciendo las funciones que les cor
respondan por las leyes, y por los decretos del Gobierno.
5? Qne esta acta se imprima y circule por el señor Inten
dente, tanto al Departamento de Cundinamarca, como á los
demás de la República, manifestándoles que animados noso
tros por los mas ardientes y sincesos deseos de la felicidad de
Colombia, anhelamos porque en el resto de la República se
uniforme la opinion y se pronuncie del mismo modo la volun
tad nacional.
En fe' de lo cual firmamos en la capital de Bogotá, á 13 de
Junio de 1828— 18?—Pedro Alcántara Herran—El Arzobispo
de Bogotá—El jefe político municipal, José Pio Domínguez
—El alcalde 1? municipal, Enrique Umaña—El 2?, Baimundo
Santa María—Municipales, Ignacio Olano —Francisco Javier
Herran —Manuel Ricaurte—Rafael Aleares—José Crispin, Pe
ña-redonda—Secretario—José María Forero—Procurador pú
blico ad hoc, Manuel de B. Alvarez—El Provisor, Juan Agus
tín de la Bocha—El Rector de la Universidad, Pablo F. Plata—
Comandante general, Joaquín París—Secretario interino de
la Intendencia, Pedro de Herrera—(Siguen las firmas de los
demás ciudadanos.)
Aprobacion del Consejo de Gobierno.
Bepttblica de Colombia.—Secretaría de Estado del Despacho del
Interio/..—Palacio del Gobierno en Boqotá, á 13 de Junio de
1828.-18?
Al señor Intendente del Departamento de Cundinamarca.
Tuve el honor de poner en consideracion del Consejo de
Gobierno la acia acordada por las autoridades civiles y ecle
siásticas, y por los padres de familia de esta capital y de sus
alrededores, que US. convocó y presidió boy mismo para de
liberar sobre la crisis actual en que se halla la República,
amenazada por sus enemigos exteriores, y dividida en lo in
terior. El Consejo despues de considerar detenidamente las
resoluciones que contiene la acta, ha acordado conteste á US.
que juzga muy fundado y de imperiosa necesidad el pronun
ciamiento de la capital, la que ha manifestado en él los ar
—256—
dientes deseos que animan á sus dignos habitantes por la
prosperidad y estabilidad de Colombia, lo mismo que su amor
é ilimitada confianza en el Libertador Presidente.
Tengo el honor de comunicarlo á US. para su satisfaccion,
y para que lo haga trascendental al público.
Soy de US. con perfecto respeto muy obediente servidor—
Jose Manuel Restrepo.
Pronunciamiento solemne de Guayaquil.
En la sala de la Intendencia Departamental, rennidas las
autoridades presentes, y el vecindario que suscribe, con noti
cia del acto papular que se ha celebrado en la capital de la
República, para el laudable fin de poner término á la peligro
sa crisis en que se halla envuelta, y rechazar los ataques quo
se la preparan; y
Considerando:
1? Que en proporcion de estos males debe ser el remedio
que se aplique:
2? Que Guayaquil ha visto meses hace la marcha lenta y
tortuosa con que el espíritu de partido ha caracterizado á la
Convencion rennida en Ocaña, pues se han desechado las
proposiciones mas acordadas, y que debian conducir á esa
Asamblea por los senderos del acierto, tal como la del digno
Diputado de esta provincia el señor Merino, cu sesion del diez
de Abril:
3? Que constantemente y con entera libertad se ha explica
do este Departamento sobre la necesidad de reformas, y el
medio mas pronto, legal y seguro de obtenerlas:
Despues de la mas detenida y séria meditacion sobre nego
cio de tanta importancia, siguiendo las inspiraciones de la ra
zon, de la experiencia, y de la justicia en utilidad y provecho
del Estado; han venido en proclamar, como proclaman por su
parte, y ante todas las naciones de la tierra, Jefe Supremo en
todos los ramos de la administracion pública al Excmo. Señor
Libertador Presidente Simon Bolivar, para que auxiliado de
sus luces y patriotismo, y en ejercicio de la confianza que le
merece la Nacion proceda á darla desde luego la organiza
¿*,257—
(¡ion que conceptué mas adecuada; pues pafa todo lo necesaria
consignan en sus manos desde este momento la soberanía de
que pueden disponer, secundando así la deliberación de sus
hermanos del centro; y como éstos por las justas causales que
alegan, hayan resuelto igualmente recojer los poderes de sus
Diputados convencionales; y persuadidos los que bablan de la
necesidad de este paso por baber perdido toda esperanza de
bien de parte de la Asamblea que componen, pues que deben .
encontrarse necesariamente embarazados con la ley reglamen
taria los buenos sentimientos de que creen animados á los
suyos; y deseando identificar sus votos con los plausible»
mencionados; acuerdan: que el decoro de la representacion
guayaquileña exije imperiosamente que se retiren de Ocaña
los Diputados de este Departamento, porque puestos los des
tinos de la patria en manos del Libertador Presidente, se des
conoce desde este dia, todo acto que emanare de dicha Asam
blea; y para que la distinguida provincia de Manabi pueda
sellar el noble acto de su protesta contra el violento reglamen
to convencional, suplicamos al señor Intendente le baga
extensiva esta invitacion con la celeridad que demanda su
naturaleza é importancia. Con lo cual y renovando sus res
petos y obediencia ¡i todas las autoridades legales, y que ema
nen del Jefe Supremo, terminaron el acto en medio de vivas y
saludos al triunfo de la Libertad é Independencia.
Guayaquil, Julio 12 de 1828.— El Intendente, Juan Illingrot.
—Jefe 1'. Municipal.—Juan Rodríguez Coello.—Cura y Vica
rio. —Dr. Francisco Javier de Garaycoa.—Vicente Ramon
Roca.—Martin de 1 caza.—Francisco de Icaza.—.Juan Francis
co de Icaza.—Ignacio Coello. - Francisco Bernal.—Antonio
Vítores.—Coronel, Manuel Antonio Luzarraga. —Manuel. de
Icaza.—Francisco Camba.—Ignacio de Icaza. —Alcalde pri
mero Municipal, José Antonio Espantoso.—Coronel, José
María Villamil.—Cristóval de Armero.—Dr. Diego Fernandez
Córdova.—Dr. Manuel .Iosé Roca.— Administrador de Cor
reos, Francisco Lavalleri.—Mariano Perez.—Martin Plaza. —
Dr. José María Maldonado.—Antonio Mandastria. —Tesorero
Departamental, Pedro Santander.—Administrador de Adua
na, José Antonio Roca.—José Ignacio Gorricbategui.—Dr.
Vicente Espantoso. —Domingo de Ordeñana.—José Letamen-
di.—Bernardino Codecido.—Manuel Ibañez—Francisco Anto
nio Rebolledo.—Auditor de Guerra, José María Pareja.—J. J.
Avilés.—José Doroteo de Armero.—Luis Antonio Brizon.—
Coronel, Miguel Letamendi.—Joaquín Villamil.—Dr. Ber
nabé Cornejo.—Joaquín Febres Cordero.—Teniente Coronel,
José Garaycoa.—Id., Lorenzo Garaycoa.—Id. Luis Bartolomé
Dávalos.—Bernardo Echebres.—Manuel Lara.—Francisco Ja-
Tom. vni, , Historia—33
—258—
tíer de Aguirre.—El Secretario de la Intendencia, Juan de
Aguirre.—Miguel Ansuátegui. — Francisco Concha.—Capitan
de Navio, Juan Ignacio Pareja.—Manuel Ignacio Moreno.—
Ramon Avilés.—Fermín Antepara.—Domingo Iglesias.—-José
María Santistevan.—Claudio Diaz.—Marcos Hidalgo.—El
Alcalde 2? Municipal, Estevan Luque.—Gerónimo Zerda.—
Juan Bautista Elizalde.—El comisario ordenador, Pedro Mor
ías.—Luis Satu aniego. —El Vice-rector del Colegio, José An
tonio Campos. —Juan Coello.—Fernando Márquez de la Plata.
—Estevau José Amador.—Manuel Moran.—I uau Morán —Ja
cinto Caamaño.—Santiago Zepeda. —.luan Ferrusola.— Silves
tre Florencia.—Administrador de tabacos, Miguel Casilari.—
(Siguen las demás firmas.)
Editorial de "La Prensa Peruana" Núm. 70, del Martes
12 de Agosto de 1828.
El dia 3 de Junio se retiró de Bogotá nuestro Ministro
cerca del Gobierno de Colombia, don José Villa, sin haber
conseguido el objeto de su pacífica mision, ni logrado reducir
al Ministerio de aquella República á transar amistosamente
las pretendidas quejas que contra nosotros presentaba. Desde
su llegada á aquella Capital se le trató con un desdén y alti
vez que presajiaban cual habia de ser el término de esta Le
gacion, enviada por el Perú ú estrechar sus relaciones de paz
y amistad con un pueblo, que si pudiese expresar libremente
sus deseos, uo tendrían lugar las mas pequeñas diferencias.
Pero por desgracia de ambas naciones, se hallaba al frente
de aquella un hombre que no puede sufrir acto alguno que
manifieste la entera independencia del Perú, y la determina
cion en que está de sostenerla. Así es que se inventaron va-
ríos pretestos para que no tuviese lugar el recibimiento del
señor Villa, que no logró ser presentado ni aun en .secreto al
general Bolivar, y se le hizo pasar por la burla de aguardar
en la antesala largo tiempo, hasta que se le dijo; que S. E.
estaba en despacho. Excusa indecorosa y ridicula en un jefe
de una Nacion libre, para con un Ministro de otra, y mucho
mas cuando era el dia desigaado por el Ministerio al .señor
—259—
Tilla, para un acto tan interesante é indispensable, y sin el
qne no podia ser reconocido en el carácter diplomático de que
estaba investido.
A pesar de estos desaires, el señor Villa, entró en comuni
caciones con el Ministerio por tentar obtener el fin do su mi
sion. En ella se le indicaron, para no declarar la guerra
dentro de seis meses, las mismas condiciones que hemos re
batido en nuestro número .'i7, y de que hemos vuelto á hablar
en los números 64 y 07, refutando al Colombiano de Guayas.
Despues de largas memorias escritas por ambas partes, el
resultado ba sido verse precisado el señor Villa á pedir su
pasaporte que se lo ba expedido como á un particular cual
quiera enviado á negocios del servicio, y señalándole el camino
que necesariamente debia seguir en su viaje.
Con dolor referimos este suceso que hace desaparecer toda
esperanza de avenimiento, y nos precisa á mantenernos en
aptitud de rechazar una agresion que no puede dejar de rea
lizarse, siendo inveritícable el cumplimiento de las injustas
condiciones que se nos proponen como único medio de evitar
la guerra; y habiendo el general Bolivar, que hoy desgracia
damente dispone de ios destinos de aquella República, negá-
dose á todos los medios de conciliacion que á su Ministerio
propuso el señor Villa. Ni ¿cómo opinar de otro modo cuan
do este general desecha el partido racional, de nombrarse por
ambas Repúblicas ajentes bastante autorizados que revean y
examinen la denda del Perú á Colombia, y acuerden el trata
do de límites, y el de que se reduzcan por ambas partes las
tropas acantonadas en las fronteras al número que tenían en
Febrero de 827?
Entre todos los cargos que se han hecho á nuestro Enviado,
ninguno merece mas atencion por su injusticia y natural re
pugnancia, que el exijirnos reemplazos de los auxiliares con
hijos del Perú. Igualmente que éste hemos desvanecido,
sin temor de una solida refutacion, todos los demás; pero ha
biéndose apoyado éste por el Ministerio de Colombia en un
artículo del tratado que se celebró en Guayaquil entre los ge
nerales Paz del Castillo y Portocarrero á nombro de sus res
pectivos Gobiernos, á 18 de Marzo de 823, y do que hasta
ahora no teníamos noticia ni hay constancia en alguna de las
¡Secretarías de Gobierno; oreemos de nuestro deber encargar
nos de él, para que así resalte mas nuestra buena fé, y la falta
de ella queh..i manifestado el Ministerio de Colombia, empe
ñado en sostenerlo y darlo por válido, lejítimo y subsistente;
y en pretender hallarnos por él obligados á mandar á Colom
bia peruanos por los colombianos muertos en nuestra guerra
de indepsndencia.
—260—
El tratado que se alega fué celebrado, como lo ha hecho
ver el señor Villa, sin autorizacion bastante, y no fuératifica-
cado, ni en virtud do él se remitieron las tropas que ya nave
gaban en la fecha de esa estipulacion. De consiguiente este
convenio es nulo, y no puede ligar al Perú al duro é inaudito
sacrificio que se le exije; y solo debe considerarse como un
documento entre particulares que no obliga entretanto no se
extienda con los requisitos legales. Séanos lícito preguntar
¿por qué no se exijió, segun uso y costumbre de las naciones,
la sancion do este convenio; porqué se ocultó tan cuidadosa
mente que nadie en el Perú tuviese de él conocimiento; y
porqué el general Bolivar, cuando las naciones vecinas asom
bradas de que mandase nuestras fuerzas á Colombia, le
acusaban Agriamente de esta conducta escandalosa, jamás
contestó que estaba para ello autorizado por el tratado en
cuestion? Y si era de algun valor este convenio, ¿lo tendría
respecto de las tropas que habian ya salido de Colombia an
tes que se celebrase, y sin que tales tropas se pidiesen?
Pero, suponiendo que el tratado fuese válido y no faltase
condicion alguna esencial de las que en él se extrañan, nada
tendría que reclamar en este punto del Perú el general Boli
var. El artículo que habla de los reemplazos y es el 0?, dice
así, segun consta de una cópia fiel y segura que se nos ha
franqueado—Siendo muy costoso y difícil que Colombia llene las
bajas de su ejército en el Perú con reemplazos enviados de su ter
ritorio, el Gobierno del Perú se obliga á reemplazarlas numéri
camente sea cual fuere la causa de estas bajas Estos reemplazos
se darán como vayan ocurriendo las bajas; pues de otro modo ti
ejército de Colombia no podría contar con la fuerza necesaria
para obrar.
De los términos mismos del artículo aparece, que Colombia
reconoce la obligacion de llenar las bajas de su ejército con
reemplazos enviados de su territorio; y que el Perú, convi
niendo en hacerlo, solo atendió á lo costoso y difícil que seria á
Colombia remitirlos, con el fin de que mantuviese completas
sus fuerzas; pues de otro .modo el ejército de. Colombia no podría
contar con la fuerza necesaria. Ño se ha atendido, p ies, en
este artículo al ejército colombiano en otra situación que en
campaña contra los españoles; y ha renunciado el Perú parte
de la gloria que hubiera reportado su ejército, siendo el mas
numeroso, por licuar con sus hi jos las bajas do los auxi iares á
quienes habría sido costoso y difícil reemplazarlas con hombres
enviados de su territorio. Y ¿debió temerse que una estipu
lacion contenida en términos tan claros y precisos, y (jue con
tiene en sí el mas grande é inapreciable sacrificio qm puede
hacer una Jíacion, sirviese ahora para exijirnos aquello á que
—261—
no nos obliga ni tuvo jamás en mira el general Portocarrero?
No fué tan inadvertida este Enviado que dejase lugar á inter
pretaciones sobre los reemplazos á que se obligaba el Perú.
Así es que cuidó se expresase en el artículo el motivo y obje
to porque su Gobierno contraía este deber; porque de otro
modo el ejército de Colombia no podía contar con la fuerza nece
saria para obrar. Es decir: que no estando en campaña con
tra los españoles el ejército colombiano, no babia obligacion
de llenar sus bajas, ni evitarle lo difícil y costoso de reempla
zarlas. ¿Cómo pues cuando ésta ha concluido, y Colombia
no tiene ejército entre nosotros, se exijen los reemplazos?
Porque era necesario (pié de todos modos se manifestase la
injusticia con que se nos provoca, y con que se opone el ge
neral Bolivar á la amistad que procuramos cimentar con
nuestros hermanos los hijos de Colombia, que ninguna parte
tienen en los agravios que constantemente se nos iutíeren, ni
en los desaires que en la persona de nuestro Ministro se han
hecho á nuestra patria.
Editorial de "La Prensa Peruana" Núm. 73, del Martes
10 de Agosto de 1828.
En otros números nos hemos ocupado de las condiciones á
qne nos obligaba el Ministerio del general Bolivar, si quería
mos evitar la declaracion de una guerra; y en el número 70
hablamos del retiro del señor Villa, Ministro del Perú cerca
del Gobierno de Colombia, que le ha desconocido últimamente
en su carácter diplomático, despues de haberse escrito por am
bas partes memorias relativas á los cargos que aquel Gobierno
hace al nuestro. Creemos que no debe defraudarse al pú
blico del conocimiento de un asunto (pie tanto le interesa; y
cuyos pormenores ponen á toda luz la injusticia, y falta de
sinceridad con que se nos requiere á cumplir en un término
perentorio condiciones, que exijen una larga discusion, para
desenvolver completamente los fundamentos y razones espe
ciosas qne apoyan las pretensiones avanzadas del general
Bolivar, y para deducir como último resultado, lo (pie justa
mente se puede demandar de nosotros, y lo que no podemos
—262—
conceder sin mengua del honor nacional, y sin renunciar
nuestros íejítimos y naturales derechos. Con este objeto nos
ha parecido conveniente extractar las memorias, de modo que
á los argumentos que se nos oponen, correspondan las contes
taciones dadas por nuestro Ministro; tomándonos nosotros la
libertad de añadir algo de nuestro fondo, siempre que se nos
ocurriese alguna razon, que, á nuestro entender, dé mayor
fuerza á las que ha usado el señor Villa. Antes hablaremos
de la conducta que con é1 se ha tenido.
Sabido es que luego que se instaló el Congreso Constitu
yente del Perú, una de sus primeras y preferentes atenciones,
fué estrechar las antiguas relaciones de paz y amistad que
debian permanecer inalterables entre la República de Colom
bia y la Nacion Peruana. Para conseguirlo nombró el Go
bierno un Ministro Plenipotenciario, autorizado en toda for
ma, recayendo esta mision en un individuo de la Asamblea
Nacional; como que se quería hacer ver el interés que este
cuerpo tomaba en una Legacion, que prometía el resultado
mas feliz y mas conforme al bienestar y tranquilidad de am
bos Estados. Uste paso designado por la opinion pública,
fuertemente pronunciada por la fraternidad y union jamás
turbada con una República hermana, y que tanta parte ha
tenido en nuestra independencia; aplaudido por los buenos, y
mirado por todos como una muestra de los puros sentimientos
nacionales; solo pudo haber sido iueficaz y aun desdoroso á
nosotros bajo los principios que rijen la actual administracion
de Colombia, y por la resistencia que opone á entrar en con
venios y couciuir por vias pacíficas cualesquiera diferencias
que pudieran alegarse.
De aquí ha nacido la inurbanidad con que se ha tratado ^
nuestro Ministro, los desaires que ha sufrido, la nueva, iuau"
dita y desdeñosa diplomácia que con él se ha usado, y esa
pertinacia enjio darle audiencia pública ni privada, imitando
la conducta del rey Fernando cuando se negó á prestar oido
a ios enviados de la República Arjentina; y finalmente esa
política siniestra con que se redujo al señor Villa á entrar en
comunicaciones con el Miuisterio, exijiéndole declarase si se
hallaba autorizado para responder á los cargos que se hicie
sen á la Nacion Peruana.
Nuestro Enviado, creyendo de buena fé que habiendo esta
blecido sus comunicaciones, no habría impedimento en reci
birle, ofició al Ministerio con este objeto; pero lejos de que
así se verificase, se le coatestó remitiese aí Ministerio sus
credenciales, porque no rra posible á S. E. dar la audiencia
solemne que seria necesaria al señor Villa, para entregarlas per
—263—
sonalmente d S. E. Esta contestacion tiene la fecha de 7 cíe
Marzo, es decir un mes despues de la llegada de nuestro Mi
nistro á Bogotá. Y ¿será creible que en tantos dias transcur
ridos no hubiese podido el general Bolivar emplear una media
hora en la ceremonia prévia, esencial y general é invariable
mente establecida entre todas las naciones para recibir los
Ministros que se envían? ¿Tan poco interesante era la mi
sion del señor Villa, tan de poca consideracion el Gobierno
que la enviaba? ¿Y será tolerable este procedimiento, aun
cuando el general Bolivar nos considerase todavía en la mi
serable dependencia en que nos dejó á su partida del Perú, y
finalizó en el glorioso 20 de Enero? ¿Podria imajinarse que
tuviesen lugar en la América libres escenas que jamás ba pre
sentado la ambicion desmesurada de los déspotas del mundo
antiguo? El mismo Bolivar sentía la natural repugnancia, y
la infraccion de todo derecho que envolvía su chocante dene- .
gacion á un acto, á que debiera oponerse; y considerando que
en e|la agregaba una nueva y escandalosa prueba á las
muchas que tiene dadas en su vida pública, de aspirar á es
tablecer una dominacion absoluta en esta parte de América,
procuró evitarla ocurriendo á frivolos pretestos. Así es que
se alegó como un motivo para no recibir á nuestro Ministro
el estado ruinoso en que los temblores habian dejado la casa
del Gobierno; las incesantes ocupaciones del general Bolivar;
y últimamente el día en que el señor Villa debió concurrir á
una entrevista particular, segun habia convenido con el Minis
tro del Exterior, no pudo esta tener lugar, porgue habiendo sido
ti despacho muy crecido, se habla visto el general Bolívar en la
precision de estarse encerrado con los Ministros la mayor parte
del día; por lo que nuestro Ministro se estuvo en la antesala
basta que se le dijo que no podía verle. Escusa mas pueril ni
mas ridicula seria imposible de encontrarse, porque no conce
bimos que pueda ceder á otras ocupaciones, la de recibir á un
Ministro en las circunstancias en que llegaba el nuestro, y á .
quien se tenia preparada una larga lista de cargos de tanta
importancia que de ellos estaba pendiente en el ánimo de Bo
lívar una declaratoria de guerra. Y si el crecido despacho fué
un obstáculo aquel día ¿por qué no se realizó la entrevista al
siguiente ó se señaló cualquiera otro? Tanto mas nos admira
mos de esta conducta, cuantas son las que lo hemos visto no
embarazarse en el crecido despacho para recibir los grupos do
pueblo que le destacaban sus emisarios, y escuchar desde los
balcones las arengas á que se Ies obligaba, cuando se repre
sentaron, por este mismo mes en que escribimos, las graciosas
farsas de rogarle que no se fuese, brindándole con la presi
dencia vitalicia.
-2204-
Ya hemos ftntiücladd al público el fettro á que sé rió préct'
Sddo el señor Villa por la conducta dolosa del Ministerio de
Bolivar, cuya tenaz perseverancia en negarse á transacciones
amigables resaltará mas y mas en los extractos que en los nú
meros siguientes iremos dando en artículos separados de la
discusion sostenida por escrito entre nuestro Ministro y el de
Relaciones Exteriores de Colombia.
COLOMBIA.
La Convencion se ha disuelto. El 11 de Junio se retiraron
de ella 21 señores Diputados, cuyas representaciones inserta
remos en los números siguientes. Pretestos muy frivolos, y
que subvierten los principios esenciales del Gobierno repre
sentativo, disgustos y diferencias por no haber tomado las
discusiones y la opinion de la Asamblea la direccion que de
searan, y porque estaban pronunciados, en cuanto alegan
para haber dado un paso tan anárquico, como inaudito y con
trario á la libertad de Colombia. Escándalo irreparable se ha
dado á las nuevas Repúblicas, y la mas profunda y dolorosa
herida se ha hecho á sus recientes instituciones, dando el
funesto ejemplo de sustraerse la minoría de los cuerpos re
presentantes á lo que sancione la mayoría, que es la que
legalmente y segun las formas recibidas expresa la voluntad
nacional. ¿Pero cuál habia de ser la suerte de una Asamblea,
sin el apoyo de la fuerza pública, y cuya existencia era con
dicional en los planes del que se ha constituido árbitro de los
destinos de Colombia?
En Cartajena se habia representado la misma escena que
en Bogotá y Guayaquil para dar el mando absoluto al gene
ral Bolivar; quien ya nos ha declarado la guerra, y amenaza
combatirnos dentro de muy breve, como se lee en la proclama
que á continuacion insertamos. ¡Firmeza, Peruanos, union
estrecha é indisoluble, que estos son los escollos en que se
han estrellado los tiranos que oprimieron la tierra con su am
bicion desmesurada!
La moral del ejército del general Flores parece no estar
como él la quisiera. En Cuenca se descubrió una conspiracion
tramada por un sarjento del batallon Yaguachi.
—265—
PROCLAMA.
i
Simon Bolivar, Libertador Presidente (U Colombia, &. &. &.
Á LOS PUEBLOS DEL SUR.
Ciudadanos y soldados!
La perfidia del Gobierno del Perú ha pasado todos los lími
tes y hollado todos los derechos de sus vecinos de Bolivia y
de Colombia.—Despues de mil ultrajes sufridos con una pa
ciencia heroica nos hemos visto al fin obligados á repeler la
injusticia con la fuerza. Las tropas peruanas se han introdu
cido en el corazon de Bolivia sin previa declaracion de guerra
y sin causa para ella. —Tan abominable conducta nos dice lo
que debemos esperar de un Gobierno que no conoce ni las
leyes de las naciones, ni las de la gratitud, ni siquiera el mi
ramiento que se debe á pueblos amigos y hermanos.—Referi
ros el catálogo de los crímenes del Gobierno del Perú, seria
demasiado, y vuestro sufrimiento no podria escucharlo sin un
horrible grito de venganza;—pero yo no quiero escitar vuestra
indignacion, ni avivar vuestras dolorosas heridas.—Os convi
do solamente a alarmaros contra esos miserables que ya han
violado el suelo de nuestra hija, y que intentan aun profanar
el seno de la madre de los héroes.—Armaos colombianos del
Sur.—Volad á las fronteras del Perú y esperad allí la hora de
la vindicta. Mi presencia entre vosotros será la señal del
combate.—Bolívar.
EL VICE-PRESIDENTE DE LA REPUBLICA
Á LOS PUEBLOS DEL PERÚ.
Conciudadanos:—A nuestras proposiciones de paz ha con
testado el general Bolivar con el grito de guerra. Repleto de
venganza viene á derramarla á torrantes sobre vuestro suelo,
y á ahogar en ella á vosotros y á vuestros hijos. ¿Y lo con
sentireis? ¿Se convertirá en tierra de esclavos vuestra patria,
y recibirá la dura y abominable ley de un vencedor ambicioso
Tom. viii. Historia—34
—266—
é insaciable? No: habeis jurado ser libres, y el mundo entero
ha mirado con asombro los grandiosos sacrificios que hicisteis
en la contienda con el poder español, no menos injusto, terri
ble y poderoso, que el que ahora amenaza destruiros.
Conciudadanos:—El general Bolívar os acusa de haberos
sustraido del yugo que os impuso; de haberos dado un pacto
fundamental, y afianzado vuestra seguridad y vuestra gloria,
apercibiéndoos á defender la integridad del territorio, y á no
permitir que tiranos lo profanen ni desmembren. Estos son
los crímenes que han concitado su indignacion hacia vosotros,
como si el Perú fuera un país de degradacion, y vosotros pri
vados de loe derechos imprescriptibles, que son la salvaguar
dia de la sociedad, y el espanto y el tormento de los opresores
de la humanidad. A esta lista de agravios fementidos, ha
unido, en el colmo de su ira, la proteccion que prestasteis á
Bolivia para restaurar su independencia. ¡Qué, las leyes de
las naciones, y el miramiento que se debe á pueblos amigos y
hermanos prohiben ampararlos en sus conflictos, y repeler
con la fuerza la injusticia de un extranjero que ha logrado
avasallarlos! ¡Qué, la libertad no es el bien sumo de la es
pecie humana!
Conciudadanos:—El general Bolivar os insulta—Desmen
tidlo con vuestra consagracion á la causa pública:—Os vili
pendia—Haced recaer sobre él la humillacion de que en vano
quiere cubriros:—Se proclama vuestro enemigo, y anuncia
que «u presencia será la señal del combate—Animaos de un
noble orgullo—La victoria es de los pueblos que resisten con
magnanidad á los tiranos.
Conciudadanos:—De vosotros aguardan hoy la consolida
cion de su libertad, el triunfo de las instituciones liberales, y
la completa ruina del absolutismo, todos los que habitan desde
el Orinoco hasta las faldas del Potosí. ¿Renunciareis tanta
gloria?—Entre las huestes del agresor, del fondo de sus cora
zones elevan los libres al Cielo mil votos, porque la victoria
coronelías banderas del Perú.—Colombia es nuestra fiel alia
da.—¡Cómo ha de combatir derechos que tambien le pertene
cen, ni extinguir en comun daño la única esperanza que lo
resta para reducir á ese grupo de ingratos, que, desgarrando
su seno con impía mano, son el oprobio de América y el es
cándalo del siglo, cuando emprenden una guerra fratricida y
temeraria!
Lima, Agosto 25 de 1828.
Manuel Solazar.
COLOMBIA.
Honorables representantes.
Los infrascritos representantes de la Nacion en esta Asam
blea, hacemos presente á los demás señores miembros de ella
las poderosas razones que nos obligan á retirarnos á nuestras
respectivas provincias para devolver al pueblo los poderes
cou que hemos sido honrados, y que creemos que no nos es
posible desempeñar.
Este es, señores, para' nosotros, un dia de dolor. Cuando
salimos de nuestras casas, abandonando nuestras familias é
intereses, cuando sufríamos las incomodidades y nos espo
njamos á los peligros de un viaje largo y penoso para la ma
yor parte de nosotros, nos acompañaban ciertamente temores
muy fundados de la inutilidad de nuestros sacrificios; pero
nuestro patriotismo nos reanimaba con una esperanza nacida
del deseo de evitar los niales de inmensa trascendencia, áque
nuestra querida patria 'so hallaba espuesta, por causas que la
prudencia no nos permite mencionar. Llegamos á Ocaña, y
desde el primer momento en que hemos podido conocer las
opiniones, hemos visto confirmados nuestros tristes presenti
mientos. Un hombre, salares, á quien nosotros tributamos toda
la consideracion que merezca, por cuantos respectos sea acreedor
á ella, desgraciadamente ha venido á ocupar un asiento en la
Convencion. Todos sus amigos y una porcion de sus favore
cidos le rodean. Este partido, como él mismo tantas veces
se ha proclamado honrándose con el epíteto del partido de la
libertad, ha querido por una consecuencia necesaria que to
dos los demás representantes de la Nacion que no están alis
tados en sus banderas, y que mas ó menos no se aproximen á
él, formen forzosamente otro partido que ellos denominan de
la tiranía, imputándole miras ambiciosas y proyectos liberti
cidas.
Nosotros no trataremos de justificarnos porque son bien
públicas nuestras opiniones, y porque hemos presentado ya
nuestras ideas sobre la Constitucion que conviene á Colom
bia en su actual estado. Nuestro objeto es solamente hacer
sentir la imposibilidad en que nos hallamos unos y otros para
deliberar y resolver en la calnia de las pasiones con la impar
cialidad, libertad y acierto que es siempre necesario, y que
mas que nunca demanda la patria en sus actuales peligros.
—268—
La Convencion ha sido desde sus primeros dias un campo
de batalla en donde los enemigos se ven para combatirse,
y en donde ninguna arma , ningun ardid ; ningun medio
por prohibido que fuese á los ojos de la razon y del patriotis
mo, ha dejado de usarse para obtener el triunfo. El candor
y la bondad de algunos muy estimables miembros han sido
muchas veces víctimas de la sorpresa, ó de la precipitacion
de las deliberaciones, del cansancio y del fastidio de disensio
nes, que no diremos que intencionalmente se prolongaban, de
falsos rumores y de calumniosas imputaciones; y cuantas do
la certeza de ser calificados con apodos injuriosos y confun
didos con los que han sido llamados serviles, á cuyo temor la
honradez sola no ha podido hacerse superior. La calumnia
ha producido tambien una parte de sus efectos. La descon
fianza se ha apoderado de los ánimos de otros que no conocen
la rectitud de nuestras intenciones; y todos nuestros pasos
son interpretados, y todas nuestras ideas y palabras recibidas
con desagrado.
Si fuese necesario citar los hechos que habeis presenciado,
y que comprueban nuestro relato, nosotros referiríamos el
pormenor de la escandalosa resolucion de la noche del 17 de
Marzo, en que la comision preparatoria de calificacion acordó
una accion de gracias al general Padilla, por la revolucion de
Cartajena, los motivos y discursos que se interesaron en la
decision, las razones que se tuvieron presentes para revocarla
al siguiente dia, y quienes son los Diputados que insistieron
siempre en ella. Notaríamos que la acta del 18 de Marzo en
que consta aquella revocatoria, no se remitió para su publica
cion sino despues de muchas otras posteriores é infinitamente
ménos importantes: la inexistencia en el archivo del oficio
en que se comunicó al general Padilla, la resolucion de la co
mision, y el no haberse comprendido en la acta respectiva,
sino en virtud de reiterados reclamos, la explicacion con que
se trató de satisfacer á la Convencion que aquel documento no
tenia la aprobacion de la conducta de dicho general como el
lo habia asegurado oficialmente. Diríamos cómo habian sido
excluidos algunos representantes que sin ninguna tacha legal
se habian presentado á desempeñar sus deberes, el empeño
con que se pretendió sostener la eleccion de otros notoriamen
te incapaces por defectos de las calidades requeridas por la ley,
'y la astucia con que se logró que quedasen ciertos señores
cuyo nombramiento no podia sostenerse, si eran suficientes las
razones con que se reprobó el de aquellos que la obtuvieron
en la misma eleccion. Analizaríamos el discurso de inaugu
racion que el director de la junta de calificacion pronunció el
9 de Abril, la impresion funesta que él hizo en el ánimo do
—269—
muchos, y los fundamentos con que un honorable Diputado
pidió al siguiente dia que no se insertase en el acta. Presen
taríamos una por una las diversas ocurrencias, que han tenido
lugar en una Asamblea para negarse hasta á considerar
cuestiones de la mas grave importancia, y para admitir sin
embargo otras proposiciones y exposiciones absolutamente
ajenas del objeto de la Convencion, contra expresas reclama
ciones de algunos Diputados. Recordari amos los argumentos
que se han aducido repetidas veces con ofensa de la sana ra
zon, y los que produjeron el desorden con que terminó la
sesion del 22 de Abril, en que uno, bien notable por todas
sus circunstancias, tuvo la insultante afectacion de manifes
tar, á falta de razones, que no entendia las cosas porque no
le daba la gana de entenderlas. Citariamos la exposicion do
otro señor representante que en consecuencia de este suceso,
y pesando bien todo lo que tales expresiones permitían esperar
de nuestra rennion, solicitó desde entóneos licencia para reti
rarse. Os presentaríamos la historia de la disolucion de la pri
mera comision nombrada para formar el proyecto de Constitu
cion; la de las representaciones de los pueblos y del ejército
que han sido recibidas no solo con indignacion por la parte en
que algunas de ellas se han reputado injuriosas á ciertas perso
nas, siuo con suma indiferencia y aun con desprecio por lo que
respecta al objeto á que se dirijen todas en general; y Anal
mente la de todos aquellos actos en que un espíritu ciego de
partido ha obtenido el triunfo sobre la justicia y la convenien
cia pública.
Este carácter tienen indudablemente, señores, los sucesos
de los dias 29 y 31 do Mayo. Seria ocioso repetir aquí el por
menor de los que contiene la exposicion de uno de nosotros
que se halla pendiente en la Convencion; pero lo que ha pasa
do en la última sesion merece mencionarse particularmente,
porque es lo que nos ha decidido á dar este paso que sentimos
en nuestro corazon.
Habia pedido un Diputado la correccion de la acta del día
29, y la Convencion tenia acordado que se hiciese con arreglo
á sus indicaciones, porque los errores eran claros y constantes,
y con la ausencia de otro honorable Diputado interesado en
la exactitud de aquella parte, en que principalmente se habian
notado equivocaciones sustanciales. El Diputado Secretario
Vargas Tejada presentó el 31 una minuta ó borrador en que
por sí solo enmendó la referida acta, y pidió la aprobacion de
la Asamblea. Los señores que debieron intervenir en la cor
reccion sufrieron prudentemente este desaire, porque creyeron
sin duda que la libertad que se habia tomado el Secretario
pudiera excusarse con la exactitud de su trabajo. Fué sin
—270—
embargo, todo lo contrario. El Secretario no solo faltó á la
exactitud, sino que puso adiciones que no se habian pedido,
alterando lo que ya estaba aprobado por la Convencion, y
transformé las correcciones, que se habian solicitado, de ma
nera que dejando lo mismo que se mandó reformar, añadió
circunstancias que desfiguraban absolutamente los hechos con
notoria injusticia y falsedad. Esto fué reclamado en el ins
tante por el mismo Diputado, á cuya solicitud se habia deter
minado la correccion. El otro señor Diputado, que debió
haber concurrido á practicarla, observó tambien estos defec
tos, manifestando sus deseos do que constase lo que habia
pasado, y que de nuevo refirió con la prolijidad que era do
esperarse en estas circunstancias de su carácter injéuno y ve
raz, y tratándose de sus propios hechos y palabras. Pero el
señor Presidente contesto que no podia conformarse en que
se extendiese así porque resultaría él culpable de las faltas
que se notaban: y un Diputado tomó á su cargo entóneos
persuadir que los hechos no habian pasado segun asegurabau
sus autores, como podían testificarlo todos los que se acorda
sen bien de ellos, y como los habia maudado consignar la
Convencion en su acta del dia precedente con pleno conoci
miento de codas las circunstancias, y en virtud de una justa
y oportuua reclamacion. Otro señor exclamó tambien contra
los que hacian perder el tiempo en cuestiones de tan poca im
portancia; y con tales recomendaciones se exijió la votacion y
quedó aprobado lo que habia escrito el Secretario. Tal fué la
precipitacion, que muchos han manifestado despues que no
supieron lo que votaron, y que solo les ocupó el deseo de evi
tar una discusion mas desagradable, y que se caracterizaba
de sutil y metafísica. ¡Sutil y metafísica! No obstante que
ella tenia relacion con las violencias de que un Diputado se
habia quejado, protestando apelar al juicio de la opinion pú
blica, violencias empleadas para eludir el que se tomase en
consideracion el proyecto de Constitucion, que mas de veinte
representantes habian presentado: y cuando nadie ignoraba
que se procuraba desmentir y hallar criminal la exposicion
que el dia anterior se introdujo en la Convencion. con objeto
de que se certificasen dichas ocurrencias con la misma fideli
dad con que en ella se referían, por haber sido forzoso carac
terizar, aunque con suma moderacion, la conducta del Presi
dente de la Asamblea, y la de la misma Asamblea en aquel
negocio.
, Muchas veces hemos tenido que sufrir estas mismas faltas;
y cuando hemos podido lograr que se eviten, no se ha debido
sino á una indecible y penosa resistencia, favorecida por ca
sualidades, contra la mas sofística tenacidad, contra aprehen
—271—
siones y preocupaciones que nos han condenado antes de
oírnos, y que no pueden dejar que se nos oiga sin disgusto, ó
comentando cada una de nuestras palabras. ¿Cuánto trabajo
no fué, señores, necesario para que se nos diese el tiempo
muy preciso para examinar el proyecto de Constitucion que
compuso la comision, despues que se nos babia obligado á
votar en, la primera discusion solo con una rápida leetura
hecha por el Secretario, sobre su conveniencia en general!
¿Cuántos esfuerzos y disgustos no nos costó el que para la
segunda discusion se repitiese su lectura? ¿Qué obstáculos
no encontramos en dos sesiones consecutivas para que siquie
ra se leyese el otro proyecto que por via de modificacion se
presentó despues? Y luego ¿todo el desórden que se ha seguido
no ha sido consecuencia del conato de sofocar nuestras opi
niones sin examinarlas, privándosenos del derecho en que se
funda nuestra mision? Los hechos lo comprueban, señores,
y es de nuestro deber someterlos al juicio de la "Nacion ya que
nos es forzoso dimitir ante ella el honroso encargo de repre
sentantes suyos.
Aquí llegábamos cuando por las ocurrencias de la sesion de
este mismo día parece que se ha querido confirmarnos mas en
nuestro propósito. Nosotros nos abstenemos de expresar el
concepto de muchos que la han presenciado. ¿Hasta dónde,
señores, nos conduce el delirio de la desconfianza? ¿Qué pue
de resultar de ese calor que altera los mejores sentimientos,
y de esa ajitacion que no permite un dia de tranquilidad?
,^ Nos declaramos, señores, cansados de luchar, é incapaces
de continuar haciendo sacrificios infructuosos: incapaces de
prostituir nuestra representacion autorizando la obra de las
pasiones: incapaces de tomar bajo nuestra responsabilidad la
disimulacion de semejantes procedimientos, cuyo térmirib no
puede ser favorable á la patria, que quiere en los funcionarios
públicos, y principalmente en aquellos que tienen á su cargo
sus mas caros intereses, desprendimiento, candor y buena fé:
incapaces de degradarnos nosotros mismos autorizando la
conducta que nos oprime y el fraude que nos deshonra: inca
paces, en fin, de callar lo que el patriotismo nos manda pu
blicar.
Señores: nosotros estamos persuadidos de que no tenemos
la libertad necesaria para desempeñar nuestros poderes: y
probaremos que en esta Asamblea no existe ya la tranquili
dad con que deben recibirse los preceptos de la sabiduría, y
los dictámenes de la prudencia.
Al retirarnos, nosotros os protestamos, señores que siempre
hemos procurado daros pruebas de toda la consideracion y
respeto que nos mereceis. Nunca hemos confu ndido los hom
—272—
bres con las opiniones ni las circunstancias. Nuestros mas
sinceros votos se dirijen á ser reemplazados por ciudadanos
que renniendo á nuestros vehementes deseos por el bien pú
blico las luces de que carecemos, tengan la dicha de que no
se cubran sus intenciones con el velo de una prevencion des
favorable, que la calumnia respete su augusto ministerio, y
que al discutir los intereses comunes no se les obligue á for
mar partido, ni se les califique con denominaciones que re
prueba la conveniencia pública. Solo así los dignos repre
sentantes que quedan en esta honorable corporacion lograrían
aprovechar un tiempo precioso; y no se dirá de ellos que ren
nidos en la Gran Convencion convocada para salvar la patria,
han encendido el fuego devorador que consumiría á la des
venturada Colombia.
Ocaña, Junio 2 de 1828.—18?—Pedro Briceño Mendez.—
Francisco Aranda.—José M. del Castillo.—/. de Francisco Mar
tin.—J. J. Gori.—José Ucros. — Domingo Bruzualde Boaumont.
—Pedro Vicente Grimon.—José Félix Valdivieso.—/. Matías
Orellana.—J. Fermín Villavicencio.—Manuel Avilés.—Fermín
Orejuela.—José Moreno de Salas.—Francisco Montufar.—Mi
guel María Pumar.—Martin Santiago de Icasa.—Pablo Meri
no.—Aunque he pedido mi licencia para retirarme por mis
notorios males, firmo esta exposicion por estar enteramente
de acuerdo con ella—Rafael Hermoso.
Honorables representantes.
La adjunta exposicion que tenemos la honra de dirijíros
debió haber llegado á vuestro conocimiento desdo el dia 2 que
es el de su fecha. Se traslució esta resolucion á que nos fuerza
la mas imperiosa necesidad y algunos Diputados, origen de
la 'embarazosa y' difícil situacion en que se ha encontrado
la Convencion, manifestaron explícitamente un deseo de en
trar en explicaciones sobre algunos puntos del proyecto de
Constitucion que hemos presentado, á fin de que pudiera con
venirse en lo principal y se evitase nuestra separacion. Era
natural persuadirse que esta determinacion produjese nu re
sultado favorable. Ella habia sido espontánea por su parte,
y acojida por la nuestra con toda buena fe, atribuyendo no
sotfos á falta de iutelijehcía, como parecía indicarlo esta me
dida, la desconfianza que protestan é inspiran á otros sobre
nuestras intenciones.
Nosotros no pudimos variar de concepto ni con la extraña
pretension de no entenderse sino con uno solo de los que es
tábamos decididos a separarnos, ni con los rumores que naci
dos de su partido, ocupan desde los Diputados basta la jente
sencilla de la poblacion, los cuales tendían á desacreditar el
mismo paso que babian dado, á esparcir nuevas desconfianzas,
á generalizar las unas, y á destruir toda esperanza de una sin
cera reconciliacion. Medidos siempre nosotros en nuestros
juicios, no queriendo nunca juzgar sino por bechps claros y
constantes, y dispuestos ú no omitir ningun sacrificio que
produjese algun bien á la patria, prescindimos de todo, y
suspendimos gustosamente nuestra resolucion.
En dos entrevistas consecutivas bicieron aquellos señores
sus observaciones á varios artículos del proyecto de Constitu
cion, y se instruyeron de las razones y fundamentos en que
los apoyábamos: nada se decidió, nada se exijió por ninguna
de las partes, nada ocurrió tampoco que pudiese ni aun sospe
charse de principios exajerados por la nuestra ni pretensiones
irregulares. Una tercera entrevista quedó convenida para la
noche última, y aun se indicó por uno de aquellos señores que
podría concurrir á ella otro de los firmados, y que él designó.
El testimonio de personas de conocida probidad, que lo han
presenciado todo, responderá de la exactitud de nuestro rela
to. Nosotros los exijimos de los señores Navarrete, R. Mos
quera, Aranzazu, Montoya y Arrublas, y lo exijimos tambien
de todos los demás señores por lo que hayan podido sabir en
contrario.
Habiamos creido conveniente dejar 'de asistir á la Conven
cion basta resolver definitivamente si habia motivos para de
sistir de nuestro propósito, y esto se hizo entender á uno de
dichos señores que en la entrevista del dia 4 explicó su deseo
de que continuásemos concurriendo á las sesiones, añadiéndo
sele últimamente en satisfaccion á sus instancias que en el
estado del negocio no se creyeron oportunas—que pensaría
mos sobre ello. En estas circunstancias, ¿quién habia de pre
ver el paso que se preparaba? Soto, y Asuero, han pedido el
dia de ayer el permiso de la Convencion para retirarse, porque
dicen que sus principios liberales de que no pueden separarse,
eran un obstáculo para las reformas que se pretendían. Este
hecho, señores, cuando todo estaba indeciso, y nosotros pen
dientes de explicaciones que no habiamos querido dejar de
creer que fuesen francas, nos ha parecido una perfidia que
envuelve una nueva calumnia, cuya atrocidad es tanto mas
Tom. viii. . Historia—-35
criminal cuanto que las circunstancias la cubren con todas las
apariencias mas desfavorables para nosotros.
Se ha pretendido así confirmar el concepto de que nuestros
patrióticos esfuerzos han sido y son para entronizar la tiranía
que detestamos, en nuestra querida y desgraciada patria. Así
lo han repetido aquellos Diputados que están unidos en este
intento: se nos inculpa de tenacidad en imajinarios proyectos
de opresion, y en las noticias que se han hecho circular se
nos atribuyen ya con la evidencia que hace presumir la
conducta de aquellos señores, las ideas y esperanzas mas
absurdas.
Los hombres justos, están escandalizados, y profundamen
te conmovidos hasta la consternacion. Y nosotros engañados,
insultados, y sin esa dulce esperanza (pie habia renacido en
nuestro corazon y que no se ha podido arrancar de él sin des
pedazarle, no tenemos otro arbitrio que continuar con un nue
vo dolor el camino que nos habia indicado nuestra conciencia.
El juicio de la imparcialidad no condenará jamás nuestras
intenciones. La patria no puede ignorar que no somos capa
ces de hacerla verter una sola lágrima.—Ocaña, Junio 6 de
1828.—18?—
(Aquí las firmas de la anterior exposicion.)
EL CIUDADANO JOSE DE LA-MAE,
PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA.
A los Peruanos.
Ciudadanos:
La justa indignacion que excita la proclama del general
Bolivar, y el vehemente deseo de marchar á responder á su
insolente reto, parece que me restituyen inesperadamente la
salud.
Antes de invadir el territorio, ha osado atacar una propie
dad que amamos tanto como la patria, y mas que nuestra
misma vida—el honor. Terribles, abominables son las guer
ras fratricidas ¿pero qué hemos de hacer, si el patriotismo y
el pundonor vulnerados nos ponen las armas en la mano?
—275—
Tiempo ha que estaba resuelta tan inicua agresion; y solo
se buscaba la oportunidad de realizarla. Ya ha llegado. La
impudencia mas descarada; los xütrajes y denuestos son la
vanguardia del Ejército con que se nos amenaza.' • Se nos
pinta como agresores; y á la faz del mundo civilizado, en pre
sencia de nuestros contemporáneos y de los testigos de los
sucesos, se arroja á llamarnos pérfidos.—Pérfido es el que pro
metió solemnemente mantener nuestras libertades pátrias
para despojarnos de ellas. Pérfido, el que hollando la ley, y
burlando la sinceridad de los pueblos, usurpó su soberanía.
Pórfido, el que apoyado en su espada los forzó á recibir su
profesion de fé política, que es la excecracion de América y el
escándalo de Europa. ¡Y es pérfido el Perú! Por mí mismo,
y como órgano del sentimiento nacional, digo, delante del
Universo, que pérfida es la mano que escribió contra nosotros
tan enorme, in juria, y (pie mienten sin pudor los lábios que la
profirieron. Decidan los hombres imparciales de parte de
quién está la perfidia.
El Gobierno veía á la República amenazada de una doble
agresion. El artero jefe de la nueva Nacion del Alto-Perú,
de concierto con el que alevosamente la llama su hija, movía
por el Sur todos los resortes de su acreditado maquiavelismo,
y cou fuerza armada se avanzó precipitadamente á poner en
obra sus siniestros designios. Por el Norte el general Bolivar
mandaba levantar un Ejército y ocupar las fronteras y coor
dinar los elementos para volvernos á subyugar. Y cuando el
Gobierno miraba acercarse la tempestad; cuando sabia todas
las órdenes de sangre y exterminio comunicadas secretamen-.
teá ios jefes; cuando conocía todos los pasos que se daban en
ruina del Perú, y palpaba las tramas que se formaban, y los
lazos que se le tendían ¿era racional que yaciese en una cri
minal indolencia? ¿Y merece que se le acuso de pérfido por
que no se ha dejado engañar y sorprender? Pero ¿por qué
asombrarse do que cuando el general Bolivar ha invertido el
nombre do las cosas, segun sus intereses, cuando llama Go
bierno firme y fuerte, al despotismo; rebeldes á los pueblos exas
perados; anarquía el clamor de los oprimidos; tranquilidad pú
blica el silencio de los esclavos; enerjía los transportes de la
ira; derecho natural el ejercicio de la fuerza; orden el uso arbi
trario del x)oder, y leyes sus caprichos ¿por qué admirar que
tambien llamo perfidia nuestra prevision y nuestros esfuerzos
para impedir los desastres con (pie nos amaga la venganza
implacable de un ambicioso!
Llama en fin agresion y perfidia el auxilio que prestamos á
la nueva República, que ya se avergüenza de su nombre, pa
ra que rompiese el férreo yugo en que jemia. Pero nadie se
—276—
avanzará á negar que nuestras tropas estacionadas para aten
der al que se nombraba ejército de observacion, ó mas bien al
cordon sanitario de la frontera, solo se movieron al ruego que
de todos los ángulos del Alto-Perú se les dirijia invocándolas
como libertadoras; mas no en el sentido irónico con que algu
nos años ha profanan esta palabra, los que cifran su gloria
en la servidumbre de los pueblos. Nuestro Ejército y el be
nemérito general que lo mandaba, llenaron su deber. Entra
ron, restituyeron á su libertad ese desgraciado país á despecho
de la resistencia y amaños de sus dominadores: y se retiran
sin retardo para que se dicten libremente las leyes que le con
vengan. Si tan jenerosa conducta merece el desdoroso título
de agresion y perfidia ¿cuál queda reservado para la de aquel
que desde el Orinoco basta el Pilcomayo no ha pisado un pal
mo de tierra sin haberlo desbastado, y hecho entrar bajo su
dominacion? De aquel que solo ha sido tenazmente fiel á ese
grito involuntario de su conciencia, con el que una vez y quizá
sin poderse retractar, se denunció él mismo como uti ciudada
no peligroso en el Estado, y cuya existencia era una amenaza
perpétua á la República.
Peruanos:—Habeis vindicado vuestra dignidad, destruyen
do el réjimen facticio, ilegal y extraordinario bajo que jemiais
en el envilecimiento: habeis recobrado vuestra independencia,
rasgando esa famosa carta que debia sellar vuestra esclavitud
y coronar la carrera del guerrero lejislador. Tened siempre
fijos en vuestra mente estos actos grandes y solemnes de la
voluntad nacional. No hay paz con los tiranos, ni fé en sus
promesas, ni otro código que las bayonetas, ni seguridad sino
en arrojarlos por siempre de la tierra que oprimen, y cubren
de luto y de dolor.
Conciudadanos:—Muramos con gloria, antes (pie vivir en
la ignominia: indignos son del nombre de Peruanos, del apre
cio de sus compatriotas, y de la proteccion de las leyes, los
que insensibles á los conflictos do la. República le niegan su
ayuda, y crueles le rehusan los sacrificios que tiene derecho á
demandar de cada uno de sus hijos.
Soldados, queridos compañeros de armas, apoyo incontras
table de la independencia: —Os debo la reputacion con que me
honra la patria—esa divinidad consoladora y benéfica de los
hombres nos llama hoy á defenderla y á vengarla. Corramos
á rodearla con nuestros brazos, y hacer de ellos un ufuro inex
pugnable. Corramos á un triunfo fácil y glorioso. Los va
lientes de Colombia son con nosotros; los que han vencido en
los combates por la independencia y libertad, los que han
sostenido con su espada estos derechos sacrosantos do los pue
blos, y fieles á su conciencia en nada han desmentido los so
—277—
lemnes juramentos, que hicieron al cielo y á los hombres.
Los que sirven á la tiranía no son soldados, ni valientes, ni
colombianos.
Amigos:—Volemos al combate, que por amor á la humani
dad hemos procurado evitar, y á que ya nos compromete la
audacia del enemigo de nuestra Constitucion y nuestras
leyes. Los soldados de la República llevan consigo el triunfo
de la razon, el valor irresistible que ésta inspira y que doble
ga ála fortuna. Mostraos como siempre dignos de sostener la
causa de la justicia y del honor. Sí: restauremos la gloria
amancillada de las armas republicanas; probemos al Universo
y hagamos sentir á nuestros injustos enemigos que la virtud
es el alma de nuestros ejércitos, que no les aqueja la abomi
nable sed de las conquistas, que distingue á esos célebres
bandidos, que aspirando á un falso y excecrando heroísmo,
sacrifican millares de víctimas á su ambicion desenfrenada.
Lima, 30 de Agosto de 1828.
Jóse' de La-Mar.
Editorial de "La Prensa Peruana" Núm. 70, del Martes
2 de Setiembre de 1828.
La cruda guerra á que nos vemos provocados, y que tiempo
ha miramos como inevitable, no es una de aquellas en que se
disputan derechos cuestionables, ni con que se deciden pre
tensiones que á cada uno de los belijerantes presenta su am
bicion como un medio de debilitar a su contrario, de hacerle
tomar parte en sus intereses, para convertirlo en instrumento
ile sus caprichos, ni finalmente do las que pueden terminarse .
á costa de algunos sacrificios. La guerra de Bolivar contra
el Perú, es la de un conquistador á pueblos inocentes, á cuya
dominacion lo incita la idea de suponerlos débiles é incapaces
tle resistirle. Además de este carácter de conquista, nuestra
actual contienda debe considerarse tanto mas funesta, cuanto
es mirada por el agresor como un gran acto de venganza, ne
cesario para castigar á pueblos que so han sustraido á la obe
diencia que le prestaron, mientras el poder de las bayonetas
les impidió pronunciarse conforme á sus deseos de verdadera
—278—
libertad é independencia. El naborías recuperado son los
crímenes do que acusa al Perú, y que decantan con intolera
ble impudencia los tenientes del Atila de América, llamando
faccion al Gobierno establecido por la voluntad nacional,
cuando nuestro suelo no era profanado por los ejércitos de un
tirano, cuando ya no tenían lugar las ruines arterías de un
autócrata simulado, ni podían seducir y aterrar las pomposas
promesas, y las tremendas amenazas de un hombre fementido,
que, usurpando nuestra libertad, se lisonjeaba de que de su
monstruoso absolutismo estuviese pendiente la dicha 6 la
desgracia de los infelices que oprimía.
La independencia, pues, y la libertad, son los preciosos bie
nes que intenta arrancar al Perú el jénio que en su indigna
cion lanzó el cielo para prolongar en América los males de la
guerra, y para que nuevos torrentes de sangre sucediesen á
los que habia derramado la ciega obstinacion de sus primeros
opresores. Pero se engaña miserablemente en su frenética
ambicion: pueblos que una vez han gozado los dulces frutos
de una bien reglada libertad^ y á quienes una triste experien
cia ha demostrado cuan duro es y abominable el yugo del
extranjero, jamás transijirán con él; y les será soportables los
mayores sufrimientos, las extremas privaciones, y los mas
dolorosos sacrificios, si fuesen necesarios para aniquilar de
una vez las despreciables hordas de un tirano infatigable en
bacer revivir la servidumbre. Si sus tan atroces proyectos se
cumplieran, si una tenaz y denodada resistencia no se opusie
se á sus progresos liberticidas, si el peruano no sintiese arder
su corazon en ira, y una criminal é indolente apatía le ocupa
se; mereciera en verdad, perder la dignidad de hombre libre;
y el degradante apodo de miserable con que el tirano le desig
na, seria el epíteto (pie con razon le conviniera. Y ¿quién de
nosotros habrá tan degradado que prefiera la esclavitud á
gobernarse por sí mismo? ¿Quién tan egoísta que aprecie en
mas su fortuna y aun su existencia, que la felicidad de sus
conciudadanos, de sus amigos, de sus hijos: ni quién tan en-
* vilecido que pueda sin horror concebir la humillante perspec
tiva de arrastrarse á los pies de un opresor sanguinario, 'á
quien puede reducirse por la fuerza, si á todos los peruanos
anima el fuego sagrado del amor patrio, si todos concurren á
la defensa de sus instituciones, de sus hogares, de sus bienes
y de sus vidas, amenazadas igualmente de ser presa de la in
solente soldadezca atraida por la corrupcion y el pillaje con
(pie los alienta al combate el infame que la acaudilla? Es muy
grato para nosotros afirmar, que no hay entre nosotros ciuda
danos tan abyectos; que los amagos de guerra son para el
peruano la señal do que se acerca el dia de la vindicacion de
—279—
América, mancillada á los ojos del mundo con la existencia
de un poder arbitrario, creado enmedio de pueblos libres por
un guerrero mas ominoso al nuevo mundo, que los que des
bandados del Norte talaron el antiguo. Si nuestra inocente
sencillez, si nuestro candor y buena í'é pudieron ser sorpren
didas por las insidias y el prestijio que rodeaba á un guerrero
afortunado, cuando arteramente ocultaba bajo el velo del bien
general sus planes de dominacion; hoy que impudentemente
La arrojado la máscara; que en el seno mismo de su patria
ceba su manó parricida, y sueña enseñorearse sobre pueblos
qne detestan su nombre y maldicen su memoria; el recuerdo
de pasadas injurias, la consideracion, do las presentes, y la
certidumbre de las sin cuento que á ellas sucedieran, ha infla
mado el resentimiento general; y este pueblo miserable, por
demasiado agradecido, está resuelto á sostener á todo trance
el honor nacional, y á manifestarse tan terrible al tirano,
cuanto es el insolente desprecio con que éste no cesa de in
sultarle.
El ciudadano Manuel de Solazar y Baquíjano, Vive-Presidente
de la República.
Considerando:
I. Que el general Bolivar por su proclama suscrita en Bo
gotá á 3 de Julio último declara la guerra al Perú;
II. Que es un deber del Gobierno sostener la independencia
é integridad de la Nacion, y tomar todas las medidas que exi
jo el derecho de la guerra, para frustrar las combinaciones del
enemigo y disminuir sus recursos;
He venido en decretar:
1? Los puertos „ y caletas comprendidos entre los paralelos
de 3 grados 6 minutos Sur, y 9 Norte, es decir: desde Tumbes
exclusive, hasta el puerto de Panamá, se declaran en rigoro
so estado de bloqueo.
2? Todas las naciones so considerarán suficientemente no
tificadas de esta declaracion vencido el término que se prefija
en el artículo siguiente; no pudiendo ninguna en consecuen
cia traficar con los indicados puertos, sin incurrir en la res
ponsabilidad que impone el derecho de jentes.
,-280-.
5"? Se prefija el término de ocho mese» para fas naciones
europeas, Estados-Unidos de América y puertos de Africa; el
de cuatro para los del Brasil, Estados-Unidos Mejicanos, y la
República Arjentina, y el de dos para los de Chile y Centro -
América. Este término se extenderá á un año para los esta
blecimientos enropeos del Asia y costa oriental de Africa.
4? Todo buque que tocando en los puertos bloqueados des
pues de concluido el término designado en el artículo anterior,
condujese cualquiera clase de artículos de armamento, muni
ciones, viveres, útiles navales y cuanta especie pueda contri
buir al auxilio del enemigo y prolongacion de la guerra, será
remitido al Callao para ser juzgado con arreglo á la ley de
las naciones.
5? No podrá ningun buque entrar en los puertos compren
didos en la latitud prescripta; y el comandante del bloqueo
notificará, á cuantos arriben á ellos, esta declaracion, anotán
dolo para constancia en las licencias que presenten, á fin de
que si no obstante la intimacion tocaren en alguno, puedan
ser remitidos al Callao para su juzgamiento.
6? Los buques que arribasen á dichos puertos sin los docu
mentos correspondientes, ó con otros que sean simulados,
quedan sujetos á lo dispuesto en el artículo 4?
7? Los comandantes de los buques de guerra destinados á
sostener el bloqueo, intimarán á cualesquiera embarcaciones,
que encontrasen ancladas en los puertos que abraza la latitud
indicada, que verifiquen su salida de ellos en el término de
horas que les señalen con concepto á sus circunstancias; en
intelijencia que si excediesen del tiempo que se les detalle, ó
arribasen á otro, serán detenidos y mandados al Callao para
ser juzgados.
8? En las licencias para salidas de buques se anotará la
notificacion del bloqueo para hacer en caso de violacion, el
cargo correspondiente con este documento.
El Ministro de Estado en el Departamento de Marina que
da encargado de la ejecucion de este decreto. Imprímase,
publíquese y circúlese. Dado en la Casa del Gobierno en
Lima, á 9 de Setiembre de 1828—9? y 7. —Manuel Solazar.—
P. O. de S. E.—Mariano Castro.
—281—
República Peruana.—Ejército del Sur—General en Jefe— Cuar
tel General en Chuquisaca, á 4 de Agosto de 1828.
Señor Ministro de Estado en el Departamento de Guerra y
Marina.
Señor Ministro.
En comunicacion otícial fecha en Potosí á 27 de Julio últi
mo, avisé á US. que habiendo calmado los motivos hostiles
de los Ejércitos belijerantes, en virtud de los tratados cele
brados en Piquisa, nos hallamos pacíficamente cumpliendo
con el tenor de nuestras estipulaciones. Con arreglo á ellas,
he mandado contramarohar al Departamento de la Paz una
division de mi Ejército á las órdenes del señor general don
Blas Cerdeña, compuesta de los batallones 1? de Pichincha,
1? del Callao, 2? de Zepita; de los escuadrones Húzares de
Junin y Dragones de Arequipa, y de toda la artillería. El
resto ha quedado en la referida plaza de Potosí, mióntras el
Gobierno de esta República arregla los artículos de subsis
tencia, que deben suministrar los pueblos del Departamen
to de Cochabamba por donde debe emprender su regreso.
Este se verificará probablemente dentro de seis dias. Yo so
lo, con una pequeña escolta, he determinado permanecer aquí,
hasta la rennion de la gran Convencion, de cuya convocato
ria trata actualmente el Congreso Constituyente, que se ins
taló el dia de ayer con treinta y cuatro Diputados. En él se
ha leido el mensaje que dejó el gran Mariscal de Ayacucho al
partir el dia 2 para el puerto de La-Mar, por donde ha deter
minado embarcarse para Guayaquil, El trató de leerlo per
sonalmente al Congreso, con cuyo objeto vino de Mojotorri-
11o á fines de Julio próximo pasado á esta capital, de expreso
consentimento mio. Mas observando que el pueblo le habia
recibido, no solo con indiferencia, sino con ardientes y tu
multuarias execraciones de exterminio, resolvió dejarlo á un
confidente suyo, y marcharse por calles extraviadas, tres
horas antes de mi llegada á esta ciudad. Acompañado de
solos sus ayudantes se apresuró á desocupar tristemente
una capital, donde los entusiasmados aparatos que se pre
paraban espontáneamente para hacerme una recepcion pla
centera y solemne, lo habian constituido en el último grado
de desesperacion.—Ingresé en efecto en el mismo dia 2 ar
riba citado, y fui dendor de una demostracion de júbilo con
Tomo vih. Historia—36
—282-
que se empeñó este ilustre vecindario en honrarme,' y ponde
rar los servicios que habia prestado á una nacion, que por la
vez primera respiraba el dulce aire de la libertad. Mil acla
maciones de gratitud mezcladas de lágrimas de gozo, eran
las'cifras del contento general, que resonaban en la atmósfera
de Chuquisaca. Un numeroso acompañamiento poblaba las
calles del tránsito, y las entapizadas galerías de sus magnífi
cas casas, denotaban la parte que tenian sus habitantes en el
voto universal que se pronunciaba á íávor del Ejército Pro
tector del Perú.
Hoy ha tenido el Congreso una nueva sesion. Su objeto ha
sido nombrar el jefe provisorio del Poder Ejecutivo: y despues
de algunos debates sobre el proyecto de si se encargaría este
poder á un solo individuo, ó á un Consejo de Gobierno, com
puesto do siete miembros; á saber, uno por cada Departamen
to, se ha diferido su resolucion para el día de mañana. Los
candidatos en el primer caso son los señores Gran Mariscal
don Andrés Santa-Cruz, y el general don José Miguel de Ve-
lasco. Ambos reunen á su favor la mejor opinion, y el pue
blo Boliviano está decididamente pronunciado por ellos.
La mezquina y agonizante faccion, que se conservaba ven
dida á la política del Gobierno de Colombia, ha desaparecido
absolutamente desde mi arribo á esta capital, en donde he
entrado con solo mis ayudantes; y no habiendo aquí tropa
alguna, delibera el Soberano Congreso con plena libertad.
Considero que cuando US. haya recibido esta nota, estarán
los .auxiliares de Colombia surcando el Pacífico, si algun des
graciado incidente no ha influido en el apresto de los trans
portes en el puerto de Africa, á cuyo Sub-prefecto le he
pasado prevenciones anticipadas de las que remití á US. có-
pia, inclusa en mi anterior comunicacion.
Siguiendo como es de esperar la marcha regular de los ne
gocios políticos de este Estado, serán muy en breve desenlaza
dos, y puedo ya desde ahora ofrecerme al servicio con que se
me quiera honrar en el Norte, en el caso de que la ambicion
del general Bolivar osase atentar nuestros sagrados derechos.
En circunstancias tales en que la patria sea insultada por una
sacrilega invasion, será para mí de igual placer x'resentarme
en la última clase, ó mandando una compañía. Al efecto
espero que US. se sirva indicarme el destino en que se me
quiera ocupar, seguro de que mi empleo no debe ser un em
barazo para privarme do la gloria de concurrir á los trabajos
de la mejor y mas interesante campaña que se prepara con
tra las insidias del enemigo comun.
Soy de US. atento servidor—A. Gamarra.
—283—
Editorial de "La Prensa Peruana" Núm. 79, del Martes
9 de Setiembre de 1828.
Hemos bosquejado en nuestros números anteriores el horri
ble cuadro que presentaría la República, si, por una desgracia
inconcebible, permitiera el Dios de la justicia, que sin duda
alguna nos proteje, que tuviese un fin adverso la campaña á
que somos provocados, y emprendemos tan solo por sostener
los derechos, que él mismo ha grabado en el corazon de todo
hombre, que no puede dejar arrebatárselos sin faltar á una
de sus primeras y mas esenciales obligaciones; y sin trocar
cobardemente su dignidad natural por la abyeccion de los se
res destituidos de razon y de albedrío. Tal vez lo poco que
hemos dicho pareciera exajerado á los que, en países distan
tes, no conocen el carácter personal del general Bolivar, ni
se hallan al alcance do los hechos que le han merecido justa
mente la detestacion de los pueblos que oprime y que amena
za esclavizar: tal vez se creerán dictadas nuestras líneas, por
el empeño con que se abultan las miras del enemigo, las ca
lamidades que prepara á los vencidos, y la crueldad de que se
le supone animado. Para que se vea, pues, que la veracidad
ha guiado nuestra pluma, y que en nada nos hemos excedido,
remitimos á nuestros lectores á los números 13 y 14 del Rui
señor, periódico de Guayaquil, sostenido por un Gobierno que
en todo depende del dictador Bolivar.
Hablando del Perú, dice aquel papel;—mientras sus armas
opresoras no evacuen el territorio de Bolivia, dejando las cosas
tal cual ellas existían antes del 18 de Abril último: miéntras no
xv arregle el payo de lo que se nos debe, por los gastos hechos en la
libertad de aquel Estado, y por los de la presente GUERRA: y ,
miéntras no se nos dé una garantía perpetua de no atentarjamas
por ninguna via contra nuestra seguridad 6 integridad; nada
podrá impedir que nuestras armas ocupen todo el territorio pe
ruano, y nosotros mismos nos hagamos justicia &. ¿Y qué otras
esacciones hemos señalado? ¿Y cuál seria el método de que
se valieran para sacarlas de un país acusado de la mas negra
ingratitud, pur haber roto el yugo de los que ahora amenazan
hacerse justicia por sí mismos, desbastando nuestro territorio?
Sin duda procederían de un modo mas horrible que el que
—284—
hemos delineado, y nos consumirían con el enorme peso de la
brutal venganza que respiran en todos sus escritos.
Caracterizando torpemente de invasion nuestros preparati
vos de defensa, nos protestan que por sí mismos nos obligarán
á dar una garantía perpetua, de no atentar contra su seguri
dad é independencia. ¿Quién habría imajinado que los humil
des siervos de un señor absoluto, de un guerrero inhumano,
tuviesen la impudencia de presentarse como custodios de la
independencia de su patria, en la hora misma en que, vili
pendiándola atrozmente, y proclamando la anarquía, han
relajado los lazos sociales; y en que puestos al frente de la
rebelion contra las leyes, han entregado esa Nacion heroica,
digna de mejor suerte, á manos de un soldado que todo lo so
juzgue y lo envilezca? Solo pudieron sospecharlo los que, en
todo el curso de su ominosa carrera, le han visto cooperar á
que los pueblos se sustraigan del poder español con el único
fin de someterlos al suyo, y quebrantar el cetro de la antigua
metrópoli para erijirse un trono sobre las ruinas de los pue
blos. ¡Garantía se nos pide!—Garantías debiera prestar á toda
la América el general Bolivar, siempre armado contra su li
bertad é independencia: garantía perpetua debieran darse
contra él todas las Repúblicas, aunándose para destruir un
poder con el que no pueden conciliarse la paz y la seguridad
de ninguna.
Pero veamos cual puede ser la garautía perpetua que exi-
jieran al Perú los vencedores. No seria otra que reducirlo,
como ya lo hemos dicho, á una absoluta nulidad y á la inca
pacidad de resistirles en algun tiempo. Necesario fuera para
ello despoblar nuestras provincias, extrayendo para remitir á
Colombia, los hombres capaces de llevar las armas, y conde
nar al patíbulo á cuantos se hubiesen distinguido por sus
ideas liberales y decision contra la usurpacion de un extran
jero. En su misma patria, aquel mismo general Padilla, á
quien tanto debe Colombia, por sus célebros triunfos. navales,
ya habrá espirado en un cadalso, como lo añrma el Ruiseñorf
y esta misma será la suerte del benemérito general Santau-
der, mártir de las leyes, y la de los intrépidos republicanos
doctores Soto y Asuero, que han reproducido los nobles ejem
plos que admirábamos y apenas creíamos de esos modelos de
firmeza y patriotismo, que nos dejaron las antiguas Repúbli
cas. Ya el general Bolivar, por la pluma del Fiscal habla
pedido su arresto, y ya sabemos que donde imperan déspotas, .
los hombres virtuosos solo salen de las prisiones para el su
plicio; porque sus virtudes son una continua reprension y un
tormento involuntario del que impíamente los persigue. Pero
¿á qué demorarnos, ni mortificar á nuestros lectores desenvol-
—285—
viendo todo lo que se nos exijiera á protesto de garantía.
Todo está comprendido en las siguientes palabras del Ruise
ñor.—nada tendrá que extrañar el Perú cuando las naciones ve
cinas (el general Bolivar) le dicten las condiciones con que dsbe
existir. Si aun nuestra existencia depende de las condiciones
que nos dicte ¿cuántos males no debieran sobrevenirnos? Mas
estamos seguros de que estos raptos de sañosa desesperacion
son pot si mismos la prueba de que jamás serán cumplidos;
pues al leerlos, la indignacion y el ódio á un tirapo que ba
jurado exterminarnos, se une al entusiasmo que siempre ha
distinguido á los Peruanos para sostener la causa de su patria.
BOLIVIA.
El general Urdininea al Ejército Nacional.
Compañeros:—Durante el tiempo que tuve el honor de
mandaros, jamás pude mirar con indiferencia el voto público,
ni ménos rechazar el grito sagrado de la justicia: protesto so
lemnemente que solo éllos me obligaron á ratificar los trata
dos de, Piquisa.
Soldados:—Tenemos por tanto Patria en nuestra Patria. —
Con esta dulce satisfacción me retiro al seno de mi familia, y
tambien con la de dejar á la cabeza de vosotros y del Gobier
no Supremo de la República hijos de nuestro suelo que sabrán
dirijiros con acierto.—Escarmentad en lo sucesivo de servir á
los extranjeros, que no trabajan sino para degradarnos.
Chuqúísaea, Agosto 1? dé 1828.— Urdininea.
COLOMBIA.
Extractos de la "Aguila de Júpiter.'"
Examinemos si realmente el doctor Soto, el doctor Asuero
y los"que piensan como ellos han podido merecer los epítetos
ultrajantes de que Se les ha colmado.
—286—
1? ¿Han contribuido, directa ó indirectamente los republi
canos de Bogotá ála asociacion é instalacion del Club liberti
cida establecido en Caracas en 1823?
2? ¿Fueron los republicanos de Bogotá los que hicieron
perecer de enfermedades el ejército de Riohacha en lugar de
hacerle obrar activamente contra Maracaibo?
3? ¿Fueron los republicanos de Bogotá los que sembraron
la discordia entre Riva-Agüero y el Congreso del Perú?
4? ¿Son el doctor Soto y el doctor Asuero los que mucho
tiempo antes de las elecciones de 1825, insinuaban en el Club
de Caracas y en tertulias y otras renniones, la necesidad in
dispensable de establecer un Gobierno monárquico?
5? ¿Fueron ellos los que confiaron 300,000 pesos de la per
tenencia de la República al doctor Miguel Peña?
6? ¿Fueron ellos los que antes de las elecciones de 1825,
escribieron á un representante del pueblo de Cartajena, que
si el general Santander era reelejido para la Vice-presidencia,
Venezuela se separaría de la República?
7? ¿Son Soto y Asuero los que han puesto en combustion
toda la República Arjentiua: que han suscitado las disensio
nes que han aflijido á Guatemala y á Méjico?
8? ¿Si segun el vaticinio de un alto personaje,' la reeleccion
del general Santander para la Vice-presidencia de Colombia
debia producir indispensablemente la separacion de Venezue
la, y si por consecuencia necesaria la acusacion del bravo
íjeneral Paez no ha sido sino ana causa ocasional, han podido
los doctores Soto y Asuero, contribuir á la causa oculta de es
ta separacion?
9? ¿Despues de la carta escrita por el general Bolivar con
motivo de las opiniones sobre federacion omitidas por el di
funto patriota general Nariño, y que restableció la calma y la
serenidad en todos los ángulos de la República, los doctores
Soto y Asuero ó-sus amibos podían y debian dar crédito á la
profesion de fé política, dirij ida ála municipalidad de •Gua
yaquil por el general Perez secretario del general Bolivar? En
la carta citada, escrita por el último en la ocasion á que hago
referencia, hay este .pasaje: "La Constitucion de 1821, es
inviolable por diez años: mi espada y las bayonetas de los
bravos que mando harían arrepentir al audaz y temerario que
se permitiera el menor ataque contra ella."
10. ¿Son culpables los republicanos de que con motivo de
la acta de Valencia del 30 de Abril de 1820, el general Boli
var no haya juzgado oportuno escribir respecto del general
Paez, en los términos en que en 1823, escribió con relacion al
general Nariño? ¿Son elfos, sobre todo, culpables por haber
respetado mas los sentimientos expresados en la carta del
—287—
general Bolivar misino, quo los de la de su secretario el gene
ral Perez?
11. ¿Son los republicanos de Bogotá los que han difundido
por todos los puntos de la República los principios subversi
vos del Club de Caracas?
12. Pero supongamos, con el eco do la subversion, que los
republicanos de Bogotá han tenido en realidad el poder y los
medios de excitar las disensiones civiles que han aflijido á
Colombia; es cierto por lo ménos, que así como en tiempo del
general Nariüo, el general Bolivar ha podido hacer entrar en
el orden al general Paez, pues que segun las apariencias mas
probables, éste no se ha puesto al frente del movimiento or
ganizado por el Club faccion de Caracas, sino para darle una
direccion ménos perjudicial á la República, que con su valor
y su patriotismo ha contribuido tau poderosamente á fundar
y de la cual es de esperarse aunque su grande alma vendrá
tal vez á ser el restaurador y apoyo. ¡Cuántos otros militares
lamentan en secreto haber sido víctimas de la astucia y de la
malignidad de las maquinaciones impías de lobos sangrientos
cubiertos de la piel de oveja!
13. ¿Son los doctores Soto y Asuero ó los republicanos que,
como ellos, viven del fruto de la industria de sus ocupaciones
sociales, los quo han asalariado escritores que hacen un tráfi
co infame del arte de pensar, y los que han enviado de un
extremo al otro de la América Meridional, apóstoles del po
der absoluto para predicar una cruzada contra todas las re
públicas y los republicanos?
14. ¿Fué el general Santander Vice-presidente de Colom
bia, ó alguno de los republicanos de ésta el que dispuso
soberanamente de los millones que ella prestó al Perú, de las
tasas, contribuciones é impuestos; de la vida y de la fortuna
de la Nacion Peruana? (1)
15. ¿Son el doctor Soto y el doctor Asuero los que despues
de la expulsion total de los españoles del Perú, han querido
mantener á los peruanos encorvados bajo el humillante y
enorme pesoTde un ejército extranjero {con el designio de im
ponerles leyes? ¿Son los republicanos de Colombia los que
1 (1) No podrá atribuirse á parcialidad ni á gratitud hacia la persona del gene
ral Santander, la opiuion ventajosa y favorable que tengo, y he expresado de eit«
inajistrado ilustro, pues desdo 162T', lie sido víctima de uo procedimiento arbitra
rio 6 injusto que 61 dejo cometer, el cual ha subsistido durante todo el tiempo da
su administracion y no lia sido modificado sino por el Presidente Bolívar en bu
decreto de tí de Octubre último. Expreso que a imitacion de mi amigo «1 célebre
Dr. José V. de Madrid, yo reconozco que si bien el general Santander ha podido
tener una prevencion contra mí, 61 no es enemigo de la República ni autor de las
calamidades que la han allijido: y que tratándose de los negocios de una Nacion,
el interés o los resentimientos particulares deben callar delante del bien general.
—288—
sostienen tropas colombianas en el Alto-Perú, para hacer res
petar la autoridad del general Sucre?
En 1796 Bonaparte libertó á la Italia del yugo de los aus
tríacos; pero habiendo continuado allí el ejército francés, los
italianos reconocieron bien pronto que no habian hecho sino
cambiar de amo: así, tan luego como supieron la derrota de
la escuadra francesa en Abonkir, organizaron en todos los
puntos de la Italia una insurreccion contra las tropas france
sas, y las que no estaban rennidas en cuerpo de ejército im-
ponente, fueron inhumanamente asesinadas por los italianos
irritados. Si las mismas causas producen ordinariamente los
mismos efectos—si el general Lara so habia creido en la ne
cesidad de solicitar órdenes para regresar del Perú á Colom
bia, ¿qué hay que extrañar de que la tercera division auxiliar
de la segnnda de estas repúblicas en la primera, se haya juz
gado obligada á hacer lo que hizot ¿Qué tendría tampoco de
extraño el que la Nacion del Alto-Perú, indignada del yugo
extranjero que se le ha impuesto recurriese á las armas del
despecho para quemar la Constitucion á que se le ha someti
do y expeler al Presidente á quien las bayonetas solas obli
gan á respetar? Para verificarse todo esto basta el que un
pueblo comience á sonar el clarín de la insurreccion patriótica.
Desgraciadamente para la América los ajentes de los poten
tados habian iniciado desde el Congreso de Cucuta, que esta»
inmensas rejiones debian ser rejidas por el imperio de uno so
lo. El general Bolivar, á pesar de que su proyecto de OonsU
tucion oligárquica habia sido rechazado por unanimidad en el
Congreso de Angostura, se persuadió de que el edificio de
una confederacion que modificase la palabra imperio chocaría
ménos—que esta Confederacion se sometería igualmente á un
jefe supremo, y que este jefe debería indispensable y absolu
tamente ser el mismo. Sin embargo, habiendo sondeado á
muchos republicanos obtuvo el desengaño de que un jefe su
premo, cualquiera que pudiese ser su nombre, seria resistido
con indignacion. Considerando entónces incorruptible la in-
flexibilidad de los republicanos, el general Bolivar se propuso
abatirlos por reveses, con el fin de hacerse implorar por ellos
mismos e) favor de darles leyes.
Antes de partir para los departamentos meridionales, tomó
un cuidado muy particular de disponer al Vice-presidente en
su favor, de darle un consejo en que presidiese su alma, (1) y
(1) Gual, Briceno Méndez, y Pe&a Presidente de la alta curte, eran miembros
de esto Conssjo entonces.
—289—
de nombrar los intendentes de los 'puntos más importantes,
eleccion que recayó en personas de cuyas acciones estaba
cierto de disponer soberanamente á la menor señal que les
hiciese. Por otra parte trató de conciliarse los ánimos de los
mismos españoles á quienes habia vencido, con el objeto de
poder, en caso necesario, oponerlos á los republicanos. Con
esta mira los confirió grados militares y dignidades, y derramé
sobre ellos beneficios á manos llenas. Con semejante política
torcida y artificiosa, el general Bolivar, sin quererlo tal vez,
(sellaba los fundamentos de un sistema de traicion y de infa
mia que debia necesaria é indubitablemente contaminar las
instituciones sociales establecidas, debilitar la austeridad de
las costumbres republicanas, relajar la disciplina militar, y
condenar, en fin, las leyes á una absoluta desuetud.
Los republicanos habian en todas ocasiones vencido á sus
enemigos; mas, se carecía de medios para corromper á todos
aquellos de quienes se creyó tener necesidad para realizar el
proyecto de la dominacion absoluta de todas las repúblicas
americanas. Además, los españoles y sus partidarios ocupa
ban todavía muchos puntos importantes en América. Era
pues indispensable expelerlos antes de dar principio á la eje
cucion de tal empresa, y para realizar estas gloriosas hazañas
.se hacia necesario el concurso y la union íntima de los ciuda
danos de todos los Estados: así habría sido muy peligroso en
semejantes circunstancias suscitar el desenfreno de la ambi
cion, que despues ha precipitado á la República en un abismo
de males espantosos.
El general Bolivar hizo partir para Inglaterra á su Secre
tario particular, Revenga, y poco tiempo despues contrató
Colombia en Londres un empréstito de treinta millones de
pesos, en el cual fueron recibidos como dinero contante vales
vi obligaciones por diez millones, firmados por el general Bo
livar y entregados por éste al ciudadano Zea; de cuyos diez
millones Colombia no ha recibido sino el contrato (pie los re
conoce como denda nacional. De los otros veinte millones,
cuatro fueron puestos á disposicion del Perú en donde el ge
neral Bolivar ha determinado su inversion. Habría querido
yo no mencionar estas transacciones; pero como los soi-ilisant
amigos del general Bolivar han atacado con tanta audácia,
furor y violencia al general Santander con motivo del em
préstito, y á pesar do los estados debidamente comprobados
de sus cuentas que ha presentado al público, los mercenarios
del poder absoluto no cesan de esparcir el veneno mortífero
de la calumnia mas delirante y furibunda contra la integri
dad de este majistrado, he querido demostrar que el general
Bolivar ha dispuesto soberanamente de la mitad de este em-
Tom. viii. HiSTOiáA—37
—290—
présfcito, sin que jamás haya dado cuenta de su empleo, ni
que los repubhcanos se la hallan pedido. Estos hechos son
públicos y notorios, y segun ellos los hombres justos é impar
ciales decidirán si habiendo los republicanos, en una lejítima
defensa, guardado un silencio relijioso sobre circunstancias
tan agravantes, no han demostrado invenciblemente cuanto
mas celosos son de conservar intacta é inmaculada la gloria
del general Bolivar, que los que le lisonjean hoy día, y que
lo precipitarían mañana en el abismo, si no temieran que en
caso necesario él obtendría aun la asistencia do los republi
canos—Mas, sigamos el hilo de los acontecimientos sucesivos.
La total expulsion de los españoles de la Costa-firme, y la
posesion de fondos disponibles, determinaron la rennion del
Congreso de Panamá. Sea que la conducta del general Bo
lívar en el Perú hubiese sobresaltado á la República Arjenti-
na—sea que los ajentes que él envió cerca de esta República
hiciesen confesiones indiscretas, ó sea, en fin, que de Europa
se le hubiese advertido que desconfiase de la ambicion del
general Bolivar, el hecho es que la República rehusó formal
mente hacerse representar en el Congreso de Panamá, la que
no quiso aceptar el ejército que le ofreció el general Bolivar
para luchar con el Brasil: que los papeles públicos de Buenos-
Aires se pronunciaron vigorosamente contra la aspiracion
del general Bolivar al poder soberano, y que este encendió la
guerra civil en aquella República. Entre tanto los escritores
de Colombia sostenían la integridad de los principios repu
blicanos, y el desinterés de su héroe. No obstante, algunos
buenos espíritus descubrieron, en secreto, al través del triple
velo con que el general Bolivar se cubría aun entóneos, la
exactitud delas inculpaciones que le hacian los publicistas de
Buenos-Ayres; y al fin los colombianos abrieron los ojos para
observar todos los pasos y los procedimientos del general
Bolivar.
Se desóubrió, entónces, que se enviaban edecanes en comi
sion á ciertos generales de Colombia y de las otras repúbli
cas, sin la menor intervencion ni conocimiento del Gobierno:
se reconoció que las personas notables por su aversion á la
República, y que habian sido enemigas inveteradas ó impla
cables del general Bolivar le preconizaban con énfasis: cartas
insinuaban la conveniencia y ventajas del Gobierno monár
quico: hombres públicos de alta categoría y adictos al general
Bolivar manifestaban públicamente en la misma capital la
necesidad indispensable de un Gobierno absoluto: muchos
intendentes militares obraban como tenientes generales de
un Monarca, convertían en objeto de irrision y de burla al
Vice-presidente de la República y calificaban de faccioso á
—291—
su consejo (1) En una palabra, las medidas estaban concerta
das de modo, que se podia por donde quiera romper todos los
lazos de sociabilidad sin el temor mas leve de castigo, por
que los partidos contendentes sometían á la vez sus diferen
cias á la decision del general Bolivar, quien por ósculo
comun ofreció su Constitucion Boliviana. Este código, que,
segun su panejirista Leocadio Guzman, es el conjunto de to
das las perfecciones, tuvo la desgracia de no agradar á na
die; —no á los republicanos porque estos hallaron que no ofre
cía suficientes garantías, y tampoco á los otros porque no
establecía pura y simplemente la autoridad de Fernando VII;
de manera que el general Bolivar y su Constitucion no con
servaban en su favor sino algunos militares para quienes to
das las leyes son iguales, con tal que ellos sean dueños abso
lutos de obrar conforme a sus deseos.
Con medidas decisivas los republicanos, á quienes se agre
gaba la masa nacional, habrían podido confundir á sus detrac
tores y poner en claro sus maquinaciones, para vergüenza
suya, por hechos positivos que excluían las contradicciones,
las paradojas y sofismas: el Vice-presidente al momento en
que estalló la rebelion de Caracas habria.podido destituir a los
miembros del Consejo yá los intendentes que eran ajentos ac
tivos de la subversion; pero, como todos estos seres hab:an
sido colocados en sus empleos por el general Bolivar, se te
mía disminuir su gloria ó por lo ménos indisponerle no pen
sando como el de sus creaturas. Por otra parte se conservaba
la esperanza consoladora de hacerle por la moderacion entrar
en la senda del patriotismo, y estas ideas lisonjeras les hacian
soportar pacientemente el pesado yugo del oprobio con que
los abrumaban los sicofantas del poder absoluto. Pero ¡ay! el
general Bolivar en lugar de agradecer á los repubhcanos los
sacrificios que su prudencia les habia dictado, no quiso ver en
su condescendencia jenerosa sino ignorancia de sus intencio
nes, ó debilidad; y dejó continuar el sistema de trastorno: aun
hizo mas, lo aceleró.
Se ha visto y palpado que miéntras el general Bolivar cre
yó necesitar del orden armonioso en la "marcha del Gobierno
de Colombia, no solamente fué turbada la tranquilidad, sino
que los desórdenes mismos que se habian experimentado an
tes de ponerse en accion el pacto social, concurrían á porfía
á la conservacion dela libertad pública é individual; y que
la felicidad de que gozaba la Nacion Colombiana era un efec
to positivo de su pasiva sumision á las leyes. Mas, ¿podia
(1) No recaía esta oalifioaoion sobrelos secretarios Reven ja y Sonblete, que
siempie ban sido adictos & los plaaes del general Bolivar.
. —292— -
perpetuarse este órden tan justamente digno de la admiracion
del filósofo y de la filosofía, cuando por sus ramificaciones im
pías el Club de Caracas habia plantado en todos los ángulos
de la República la semilla de la subversion: cuando generales
al frente de sus tropas proclamaban en actos públicos la di
solucion del órden social, y amenazaban pulverizar á los qne
habian tenido la virtud de sostener la integridad de 'la auto
ridad lejítima de las leyes, y cuando por su profesion de fé
política el general Bolivar aplaudía á los rebeldes y la rebe
lion! Que los que pretenden que las Repúblicas no son bue
nas sino en teoría demuestren que Colombia no ha gozado
cuatro años de los beneficios prácticos de libertad—que el
Norte-América no se ha elevado al apojéo de la felicidad so
cial—finalmente que nos digan si instituciones que fueron en
teramente la obra de hombres inspirados, de ánjeies de Dios
'mismo, podrían resistir contra ataques dirijidos con tanta
solicitud, obstinacion y perversidad por hombres omnipoten
tes resueltos á destruirlas? No, la forma de Gobierno no
importa en este caso; ellas deben sucumbir necesariamente,
siempre que el maquiavelismo auxiliado de la fuerza las ataca.
La historia de todos los pueblos, este monumento eterno de
gloria y de vergüenza, nos demuestra invenciblemente que
no es jamás por golpes de Estado y de violencia que el despo
tismo se arroga el poder que destruye la libertad pública é
individual; él no rompe jamás con ímpetu los resortes del Go
bierno que el pueblo admira. No: él los enmohece primero
por medio de la corrupcion; él obra lentamente y por medidas
concertadas en secreto, cuyas ramificaciones establecen un
centro comun con las de los gabinetes de los otros déspotas,
de donde se extienden á todos los puntos y á todos los órde
nes de la sociedad; él oprime de un lado, protejo de otro, mi
na sordamente la reputacion de los hombres de una integri
dad inflexible; combate ó intimida la razon cubriendo de
burla á los atletas valerosos que osan defender la libertad;
sus diestros y astutos emisarios lisonjean por todas partes las
pasiones de los hombres de reputacion, y encendiendo el fue
go del deseo de satisfacerlas, acaban por hacer á todo el mun
do insensible al bien público; y ciudadanos así pervertidos,
tienen en vano Constitucion y leyes para ser libres; —ellos
quieren y deben inevitablemente ser esclavos.
La revolucion francesa ha demostrado invenciblemente,
que á favor de las sociedades patrióticas, los franceses, trai
cionados y vendidos por las castas privilejiadas, sin dinero,
sin crédito, sin armas, sin municiones y devorados por la
hambre facticia que los ajentes del despotismo le habian sus
citado, triunfaron de todas las instituciones humanas á que el
—293—
entusiasmo sirve de base, y las suyas dejeneraron en un poco
de anarquía; pero que no obstante esto, mientras ellas exis
tieron nadie osó atentar contra los derechos del pueblo, y que
indistintamente todos los reyes temblaban en su trono al
considerar el aspecto imponente é invencible de la fuerza fí
sica y moral de un Estado, en que cada individuo conocía
toda la extension de sus derechos, y se mostraba resuelto á
hacerlos respetar ó sepultarse en las reliquias de sus ruinas.
Los tiranos y sus satélites saben muy bien que las asociacio
nes patrióticas sirviendo de centro común al pueblo, son ba
luartes inexpugnables que garantizan el goce positivo de los
derechos de éste; porque, admitiendo la in corruptibilidad de
todos los escritores públicos; ¿la libertad de la prensa, es por
sí sola del todo incapaz de imprimir ó detener los progresos
de proyectos concebidos en la caberna tenebrosa del misterio
por audaces temerarios que aspiran á la usurpacion del sobe
rano poder? ¿Puede ella liar la indiferencia y la parcialidad
de los que están encargados de administrar la justicia distri
butiva? Los unos denunciarán hechos, los otros seducidos
por relaciones ó apariencias contrarias y estimulados por el
amor propio de parecer mas exactos en sus opiniones que sus
colegas, los contradecirán ó alterarán, y harán suspender el
juicio de los hombres mas prudentes, y mejor dispuestos.
¿Qué será, pues, si en vez de esta integridad de principios que
acabamos de suponer en los publicistas, admitimos, que, co
roo en los del Reconciliador y la Lira de Caracas, algunos de
ellos están iniciados en el complot formado para destruir la
libertad pública y todos los derechos del pueblo? ¿Sobre todo,
quiéu puede dar fuerza y mérito á la libertad de la imprenta
si no es el pueblo mismo? ¿Qué podrían contra la tiranía sin
freno y sin medida millares de escritores, por quienes el pue
blo fuese insensible ó en cuyo favor no pudiese éste hacer
entender los sentimientos unánimes de su voluntad? Sus
escritos á lo mas, producirian murmuraciones impotentes,
desagrado en los espíritus, de quo el usurpador se prevaldría
para encender el fuego que le abriese el camino del poder ab
soluto. Sin embargo, estas asociaciones patrióticas, que, en
tiempo de peligros inminentes como aquellos en que se halla
ba la Francia en la época á que hemos aludido, son solas
capaces de salvar la patria y su libertad, en tiempos ordina
rios podrían venir á sor perniciosas bajo muchos respectos. —
A pesar de todo, como importa siempre que la Nacion esté
constantemente en estado de hacer respetar su soberanía, y
como la experiencia de los siglos ha probado que el Cuerpo
Lejislativo en una ó en dos cámaras, nunca es un garanto se
guro contra las usurpaciones y la arbitrariedad, nos parece
—294—
que la Nacion que desee gozar largo tiempo de sus derechos,
debe necesariamente tener un poder semejante, que la repre
sente y que sirva de equilibrio entre el Cuerpo Lejislativo y
el Poder Ejecutivo.
Desengañémonos: Ti moleon y Washington, desde que el
jénero humano existe, son las únicas excepciones de la regla
general que nos bace ver á todos los hombres naturalmente
inclinados á la dominacion de sus semejantes, y todos los que
han tenido el manejo de los negocios públicos, se han embria
gado mas ó méuos, bebiendo largo tiempo en la copa del
poder. Si es pues injusticia suponer en un hombre toda la
perversidad de los demonios, es tambien, por lo ménos, una
imprudencia reprensible, no suponerle sino virtudes anjélicas.
De resto es siempre peligroso para la libertad que el pueblo
no pueda, en caso necesario, hacer oir la unanimidad de sus
votos, para obligar á respetar su soberanía.
En lugar de la seduccion conseguida por medio de profusas
prodigalidades, de ascensos y condecoraciones conferidas á la
bajeza y á la infamia por medio de privilejios y de monopolios
ofrecidos ostentosamente á la avaricia: en lugar de la perver
sidad escoltada del cortejo de la sagacidad, de la astucia y de
la malicia que enturbia todo lo que es puro, y afea todo loque
es hermoso: en lugar de la apostasía sacrilega de un Cuerpo
Lejislativo usurpando la soberanía nacional para esclavizar la
Nacion de acuerdo con el Ejecutivo: en lu^ar del prest ijio de
gloria que fascina aun á la Nacion y la condena á la irreso
lucion: en lugar del desuso ó violacion de las leyes: en lugar,
digo, de todo esto, supongamos un Congreso riel á todos sus
deberes; una Nacion que conoce toda la extension de sus de
rechos y desea ardientemente hacerlos respetar; la rennion,
en fin, de todos los corazones de los ciudadanos en su amor á
las instituciones sosiales, y en su aborrecimiento al despotis
mo y á la tiranía: —en esta hipótesis ciertamente ventajosa,
¿cómo podría resistir, un Estado situado de la manera que lo
ha estado Colombia, siirpunto central de rennion, el Congreso
y la masa nacional aislados, contra los ataques bien con
certados de la fuerza armada deliberante dirijida por Tamer-
lanes, Gengis-Kan, Mahomas? En circunstancias iguales na
da podria hacerse mejor que someterse á discrecion, y esperar
que un tiempo y circunstancias propias permitiesen recurrir
á las armas de la desesperacion para librarse de sus opreso
res. Estas horribles calamidades llegarían difícilmente al
rigor excesivo de semejantes extremos, si en un Consejo
Nacional de ancianos, tal como el que hemos indicado en
nuestro proyecto de Constitucion, la Nacion tuviera constan
temente un centinela vijilante y activo, revestido de la auto
—295—
ridad de prevenir y cortar los progresos de los vicios y de las
violaciones de las leyes sociales, con la suspension repentina
de los funcionarios prevaricadores ó inmorales, y que constan
temente sirviese de equilibrio entre el Cuerpo Lejislativo y el
Poder Ejecutivo, cuyas recíprocas usurpaciones son la fuente
de donde emauan los disturbios civiles que, minando las bases
fnndementales de los Estados, los cubren de ruinas, sobre las
cuales erije el despotismo su trono y su poder.
La opinion de (pie la jeneracion política de las colonias es
pañolas se ha anticipado prematuramente un siglo, no nos
parece mas fundada que la pretendida instabilidad y no dura
cion de la existencia política de las repúblicas. Con todos los
hombres que tienen un sentido comun en política, creemos
que la expedicion del general Miranda fué el azote de la li
bertad americana; pero, debemos á la memoria de los ilustres
mártires de la libertad racional, decir que la revolucion efec
tuada en 1810, y {particularmente la de la Nueva-Granada,
fué la obra del patriotismo ilustrado por la sana razon y todas
las virtudes de los bellos dias de Roma, Atenas, y Lacedemo-
nia. Es mas que probable, tambien, que sin la emigracion de
Venezuela, la Nueva-Granada habria constituido su libertad
y su independencia nacional sobre bases cuya solidez habría
hecho encallar las intrigas y esfuerzos de toda especie de des
potismo,
En justificacion de todo lo que hemos dicho antes, trascri
bimos la siguiente carta escrita por el general Bolivar, al
general Heres, Ministro de la Guerra y la Marina de la Re-
publica del Perú.
"Tunja, 4 de Diciembre de 1826."
"En los ocho dias que he permanecido en Bogotá no me he
ocupado de .otra cosa que de penetrar al Vicepresidente y
Secretarios de adoptar el plan de la confederacion de los seis
Estados, y creo que el Vice-presidento lo apoyará con todo
su influjo. Hemos convenido en que no se reuna el Congreso
y que se convoque la Gran Convencion, y entonces será fácil
consagrar el derecho de aquello que ya existe de hecho. Ve
nezuela queda de hecho independiente, y será la que dé pasos
mas avanzados en este plan; porque destrozada por las pasio
nes exaltadas y por los intereses encontrados, vacilante, sin
gobierno y llena de miseria, lo abrazará con gusto. Todo el
Sur lo desea con ánsia, y la Nueva-Granada no podrá quedar
aislada en
Esta
medio
cartadeendos
cuanto
Estados
á loque
político
abrazan
es sus
tambien
extremos...."
para el
—296—
general Santa-Cruz, y sus dignos Ministros,] á quienes se la
manifestará U. para que la tengan presente cuando llegue el
caso que el Perú proponga á Colombia la confederacion en los
términos concebidos." Siman Bolivar, (l)
El contenido de la carta de Bolivar (2) no permite á la
razon ilustrada revocar en la menor duda, que el proyecto de
una confederacion de las repúblicas de la América Meridio
nal, habia sido resuelto y convenido entre el general Bolivar
y el Gobierno Provisorio del Perú, largo tiempo, por supuesto,
antes del regreso de este general á Colombia. Ella descubre,
igualmente, los motivos que habian tenido los facciosos del
Club de Caracas para pretender que la eleccion de Vice-presi-
dente de la República recayese en los generales Bricen o Men
dez, Sonblette, ó Montilla, pues que cualquiera de estos tres
se habría sometido ciegamente á todo lo que el general
Bolivar, hubiese exijido de él. Entónces, por el concurso
comun de Colombia y el Perú, el general Bolivar habría pre
sentado á la República Arjentiua, á las de Guatemala y de
Méjico su Constitucion Boliviana, como único medio do apa-
siguar los disturbios intestinos que él mismo ha suscitado por
todas partes, y en reconocimiento por este servicio se habría
hecho nombrar Jefe Supremo de estas Repúblicas unidas
bajo el título de Confederacion Americana.
No se deseaba el nombramiento del general Briceño, de
Sonblette ó de Montilla para la Vice-presidencia de la Repú
blica de Colombia, poique él hubiese podido prevenir ó con
tener la rebelion de Venezuela, pues que esta era necesaria
para servir de pretesto al general Bolivar, para echar por
tierra la Constitucion; sino porque se tenia la níayor certeza
de que cualquiera de estos tres generales en quien hubiese
recaido dicho nombramiento se habría prestado gustosamente
á todo lo que su señor hubiese querido imponer á Colombia.
Lareelecion del general Santander, trastornó un poco el plan
del general Bolivar; sin embargo este creyó que podría hacer
plegar el carácter íntegro -inflexible del general Santander,
y hacerle contribuir á sus deseos á fuerza de crear dificulta
des y desórdenes, y de multiplicar las calamidades aflictivas
de su país.
Conforme lo dice el general Bolivar en su carta de Tunja
al general Heres, apenas llegó á Bogotá propuso su plan,
(1) Ks muy probable, y podría, tal vez asegurarse, que el general Sucre en So
livia, y, otros ajentos dol g moral Bolivar, en las demás Repúblicas Americanas,
han recibido de él curtas iguales á esta. ,
(2) Véase el numero 83.
—297—
de una manera Vaga é indeterminada, y habiéndole pregun
tado el doctor Castillo cuáles serian los lazos sociales que
unirian á esta confederacion, el general Bolivar creyó satis
facer á esta sabia y prudente cuestion diciendo: "yo viviré
bastante tiempo para asegurar la permanencia de su dura
cion."—¿Mas, si V. E. muriese antes de haberla establecido
sólidamente? replicó el doctor Castillo. Entonces UU. se
arreglarán como puedan, contestó el general Bolivar. Digan
los hombres justos, los amigos del órden social y de la pros
peridad nacional si la respuesta del general Bolivar, satisfa
cía de algun modo la prudente prevision del doctor Castillo,
del Yice-presidente y del Consejo de Estado (1) para que
ciegamente abrazaran todas las ideas que él habia concebido
con la mira de lograr sus intentos. Por respeto y por con
descendencia hácia el general Bolivar se le propuso que diese
un plan circunstanciado de su proyecto, á fin de examinarlo
y discutirlo en todos sus puntos principales, y someter luego
á su sabiduría las observaciones que se le hiciesen; para con
venir en bases fijas y bien determinadas, el general Bolivar
ofreció participarles circunstanciadamente su proyecto: pero
no lo verificó jamás.
El contenido de la carta que hemos trascrito fielmente,
patentiza del modo mas positivo, que las medidas que él ha-,
bria tomado autes de salir del Perú, —el Poder Supremo que
habia conferido á'sus creaturas en los Departamentos Meridio
nales,—la devocion absoluta á sus deseos de los generales
Carreño Intendente y Comandante General del Istmo de Pa
namá: Montilla del Departamento del Magdalena: Urdaneta
del Zulia, y en fin de casi todos los comandantes militares de
los puntos mas esenciales de las costas marítimas y do toda
Venezuela, en donde el Club de Caracas le protestaba existir
generalmente las mejores disposiciones á su favor, le hicieron
comprender, ó al menos le persuadieron, de que absolutamen
te no necesitaba tener la condescendencia de someter su plan
al Vice-presúlente y al Consejo de Estado, y que era bastante
haberles dicho que lo tenia formado para que voluntariamen
te se sometiesen á él, y que de lo contrario los podia obligar
por la fuerza.
El Vice-presidente y el Consejo de Estado (excepto el ge
neral Sonblette Secretario de Guerra y Marina) creyeron que
el general Bolivar habia desistido de su empresa: maliciaron
otros que habia omitido enviar su plan porque contenia cosas
contrarias á las garantías nacionales, y estas sospechas se
(1) No incluyo al hablar aquí del Consejo \t Estado á los secretarios Revenga
y Soablette, que como ya se ha dicho estaban Tendidos al genaral Bolivar.
Tomo vtii. Historia—38
* —298—
fortificaban con todos los actos públicos del general Bolivar:
ejecutados en los lugares por donde pasaba de marcha do
Bogotá para Caracas. El general Sonblette y otros adictos
á la causa del general Bolivar le participaban minuciosamen
te la mengua progresiva que sufría ea el espíritu público y
la desaprobacion de su conducta, que manifestaban el Vice
presidente y todos los que , como éste , eran sinceramente
afectos á los principios liberales.
Informado circunstanciadamente el general Bolivar de la
disposicion de los espíritus de Bogotá y contando sobre los ar
reglos que habia hecho en el Perú y sobre la cooperacion del
jefe superior que habia colocado en los departamentos meri
dionales de la República;—sin inquietarse de lo que se pen
saba y se hacia en la capital, no pensó sino en oponer á
Venezuela contra la Nueva Granada. Hizo su pretendida
reconciliacion con el general Paez, le declaró públicamente el
salvador de la patria, promovió todos los oficiales rebeldes á
empleos superiores, destruyó á los jefes y oficiales que habian
sido fieles á la Constitucion y á las leyes, agregó á Caracas
los departamentos que habian rehusado entrar en la rebelion,
hizo publicar dos periódicos en que se acumulaban las mas
negras y atroces calumnias contra el Vice-presidente y los
republicanos de Bogotá, — puso, en fin, en accion, todo lo que
podia contribuir á exasperar los ánimos y conducirlos á los
horrores de la guerra civil. No obstante la prudencia de los
republicanos desconcertó los siniestros planes del general Bo
livar, oponiendo evidencias de hechos y de raciocinios á los
sofismas y á las paradojas calumniosas que éste hacia vomitar
contra ellos en su Lira y su Reconciliador.
( Copiado del periódico intitulado "La Aguila de
Júpiter" que se publicaba en Bogotá.)
—299—
Republica Peruana.—Prefectura del Departamento.—Lima, á 10
de Setiembre de 1828.
Al señor Ministro de Estado en el Departamento de Gobierno.
Señor Ministro.
Trascribo á US. para su intelijencia, y para que se sirva
poner en conocimiento de S. E. la nota que con esta fecha he
dirijido á los inspectores de cuartel de esta capital, y cuyo
tenor es como sigue:
"La proclama del general Bolivar, inserta en la Prensa
Peruana numero 74, es una declaratoria de guerra al Perú, y
envuelve la mas atroz calumnia contra nuestro Gobierno, y
los mas groseros insultos á los ciudadanos. Seria un escán
dalo para todos los hombres libres de América, que amenaza
dos los Peruanos con tan injusta agresion, permaneciésemos
tranquilos en una fria y criminal indiferencia, viendo al jefe
de la República de Colombia, y á las huestes que ciegas obe
decen sus caprichos, y favorecen su injusticia, prepararse á
arrebatarnos la libertad de que disfrutamos despues de ocho
años de sacrificios de todo jénero. La uniformidad en las
opiniones, una eficaz y activa cooperacion por nuestra parte
cuando se trata del bien de la Patria, y una constancia inde-
fesa en sostener nuestros derechos, serán las armas mas pode
rosas que opondremos al enemigo de nuestras libertades en la
presente lucha. Con ellas acaso combatiremos con tan feliz
éxito como con las bayonetas. Yo estoy íntimamente conven
cido de que por fortuna este es el voto, y estos los sentimien
tos de los Peruanos en todos los ángulos de la República; y
con esta conviccion parecería de mas exitar á los ciudadanos
á la union y firmeza para defender sus derechos, y repeler la
agresion. Sin embargo, á mí como encargado por la Consti
tucion de la seguridad de este Departamento, yáUS. á quien
se ha encomendado el mismo encargo en su respectivo cuar
tel, cumple por cuantos medios esté á nuestro alcance gene
ralizar y concentrar la opinion, y multiplicar nuestros esfuer
zos para que se desplegue y se difunda el espíritu público. A
este efecto creo muy ronveniente que US. haga rennir por
barrios á todos los vecinos de la coiu prehension de su cuartel,
para que leyéndoles y trasmitiéndoles las reflexiones que se -
hacen en el artículo editorial de la Prensa Peruana, de que
incluyo á US. ejemplares, se penetren de los males y calami-
—300—
dados que necesariamente habría de sufrir el Perú, si por
desgracia triunfase la causa de la injusticia, y nos viésemos
precisados á someternos al yugo del que nos quiere oprimir y
esclavizar.—Por último, yo espero que US. en fuerza de su
patriotismo, y en cumplimiento del deber que le impone el
cargo que desempeña, no omitirá esfuerzo alguno que coinci
da con sus sentimientos de amor al país para que se uniforme
la opinion, y se logre la salud de la Patria."
Dios guarde á US.—M. Ferreyros.
Editorial de "La Prensa Peruana" Núm. 80, del Sábado
6 de Setiembre de 1828.
BOLIVIA.
El 3 de Agosto se rennió el Congreso Constituyente y
elijió para Presidente Provisorio al Gran Mariscal don An
drés Santa-Cruz, y para Vice-presidente al general don José
Miguel Velasco, que prestó el juramento necesario para en
cargarse del mando, por ausencia del primero. Han sido
nombrados para el Ministerio de Gobierno el doctor don Ca
simiro Olañeta, para el de Guerra el general Blanco y para el
de Hacienda el ciudadano Delance. Debe sernos muy satis
factorio que personas tan beneméritas y distinguidas por su
ascendrado patriotismo, hayan obtenido los altos destinos en
que tanto se interesa el bienestar y la felicidad naciente de
su patria, necesitada de un Gobierno benéfico y liberal, para
reparar los males que le ha ocasionado el despotismo, y respi
rar el aura de la libertad, que procuraban de todos modos
alejar de ese suelo, extranjeros opresores bajo el nombre de
auxiliares. Estos procedimientos al paso que acreditan ba
ilarse Bolivia en el pleno goce de derechos que hasta ahora
miró usurpados, son la respuesta mas terminante que puede
dar el Perú á los que, atribuyéndole miras ambiciosas en el
auxilio prestado á esa República* hermana, no han cesado de
acriminarle atrozmente. Los que imparcialmente consideren
la dura opresion bajo que ésta jornia, y el jeneroso y desinte
—301—
resado socorro que le hemos prestado para emanciparse, no
podrán menos que confesar, haciéndonos justicia, que nues
tro ejército es el primero que verdaderamente puede titularse
protector de la libertad é independencia de los pueblos. El
se apresura á retirarse á nuestras provincias, sin intervenir en
el réjimen de aquella República, sin valerse de la fuerza para
darle leyes, bajo el infame protesto de no ser capaz de otras,
y sin exijir premios que la empobrezcan y la humillen.
Por otra parte, cuán grato debe sernos que aquellos mismos
pueblos, que, á su pesar, hubieran contribuido á sostener la
guerra temeraria é impía que nos ha declarado el general
Bolivar, sean hoy nuestros aliados, y que sea una misma con
la suya nuestra causa; no pudiendo existir libres, si á noso
tros se nos arrebatase la libertad que hemos cooperado á
establecer en su territorio. A los servicios que les hemos
prestado, pueden agregar los Bolivianos la solemne promesa
de que no volverá á ser profanado su suelo por las plantas
del extranjero que arteramente supo, como á nosotros, subyu
garlos, y que antes se derramaran torrentes de sangre perua
na, y se viera nuestra patria convertida en un inmenso yermo
cubierto de cadáveres de los que pelearan en defensa de la
libertad comun. Tanto mas firme debe considerarse esta pro
mesa, cuanto es insoportable la idea sola de volver á jemir
bajo los hierros que una vez se rompieron, y sufrir la mayor
de las ignominias, tornando á la servidumbre por no haber
sabido apreciar y sostener la libertad. Mas ni nosotros ni
nuestros hermanos de Bolivia, darán en el mundo nuevo el
espectáculo doloroso de pueblos envilecidos, que tiendan sin
resistencia el cuello al yugo de que felizmente se safaron.
Eeflexione el general Bolivar, sobre la masa de hombres libres
que de dos naciones se han de oponer á sus planes monárqui
cos, y conocerá cuan desesperada y quimérica es la empresa
que solo pudo sujerirle su nécia ambicion, para que, antici
pando el término de su ominosa carrera, castigue ella misma
las calamidades de que ha cubierto á los infelices pueblos,
que desgraciadamente cometieron el error densuponerle capaz
de sinceridad en sus protestas y de formar la felicidad de al
guno de ellos.
—302-
PROCLAMA.
El general Urdininea á los Bolivianos.
Paisanos.—La guerra ha terminailo por medio de un desen
lace pacífico, cual convenía á los verdaderos intereses de
nuestra patria; mas una influencia extranjera por medio do
sus ajentes serviles, está empeñada en hacer creer lo contra
rio.—Suspended el juicio, paisanos, hasta ver mi manifiesto,
que lo daré tan luego como venga á mis manos el célebre
mensaje presentado por el Gran Mariscal de Ayacuoho al ex
traordinario Congreso Constituyente.— El os informará de tai
conducta y operaciones militares, y quedareis convencidos
que léjos de ser traidor y cobarde, he logrado evitará nuestra
patria querida, por los tratados de P i quisa, la sangre, la muer
te y la desolacion.
Paisanos:—Alguna vez me dispensareis por ellos la grati
tud que creo merecer do vosotros.
Chuquisaca, Agosto 1? de 1828. — Urdininea.
El ciudadano José de La-Mar, Presidente de la República.
Por cuanto el Congreso ha dado la ley siguiente:
El Congreso General Constituyente del Perú.
Considerando:
I. Qrte cT*general Bolivar, Presidente de Colombia, no ha
recibido segun la práctica de las naciones al Ministro Pleni
potenciario de esta República cerca de ese Gobierno; que á
mas de esta falta le ha pasado por conducto de su Ministro
de Relaciones Exteriores una nota exijiendo condiciones, unas
que debieran transijirse amistosamente, y otras desconocida
en el derecho internacional, con la precisa calidad de cum
plirse en el término de seis mesen, ó en caso contrario librar
su decision á la, suerte de las armas: que el general Flores ha
proclamado á las tropas del Sur de Colombia en términos que
en cualquiera Nacion se consideraría un rompimiento; y que el
—803—
íreuera! Figueredo á las órdenes del jefe de Bolivia ha hecho
anteriormente en iguales términos otra proclama á la divi
sion auxiliar de Colombia existente en Bolivia.
II. Que estos hechos y otros que se tienen en consideracion
ponen de manifiesto el empeño del general Bolivar en llevar
adelante su plan de dominacion atacando la independencia
de la República.
III. Que el primero y mas sagrado deber de la Representa
cion Nacional es defender la existencia de la Nacion y soste
ner su dignidad.
Decreta:
Art. 1? El Poder Ejecutivo contestará por conducto del
Ministerio respectivo á los puntos contenidos en la nota de 3
de Marzo último del Ministro de Relaciones Exteriores de
Colombia, y demás que convenga para el sosten de los dere
chos de la Nacion.
Art. 2? Pondrá el Ejército y Armada en el pié de fuerza
capaz de resistir ó atacar las tropas qqe atentaren á la digni
dad nacional; bajo la protesta solemne de que en el caso ine
vitable de un rompimiento, el Perú no hará la guerra á los
pueblos hermanos de Colombia y de Bolivia sino á sus actua
les jefes.
Art. 3? Podrá disponer de la milicia nacional fuera de sus
respectivos departamentos.
Art. 4? El Presidente puede mandar en persona el Ejército
dentro y fuera del territorio do la República, ocurriendo adon
de lo llame la necesidad.
Art. 5? En el caso del artículo anterior mantendrá el man
do político de los departamentos en que se hallare, y fueren
el teatro de la guerra.
Art. 6? El Vice-presidente quedará encargado de las admi
nistraciones de la República conforme al artículo 83 de la
Constitucion.
Comuniquese al Poder Ejecutivo para que disponga lo ne
cesario á su cumplimiento, mandándolo imprimir, publicar y
circular. Dado en la Sala del Congreso, en Lima, á 17 de
Mayo de 1828.—Mariano Alvarez, Presidente.—Juan Antonio
de Torres, Diputado Secretario.—Ramon Echenique, Diputado
Secretario.
Ejecútese, guárdese y cúmplase. Dado en la Casa del Go
bierno, á 20 de Mayo de 1828.—José de La-Mar.—P. O. de
S. E.—Juan Solazar.
—304—
Nota del Excmo. señor Presidente de la .República á
S. E. el Vice-presidente.
Lima, Setiembre 13 de 1828.
Excmo. Señor:
La crítica situacion de la República, y la insuficiencia de
sus entradas para subvenir á los injentes gastos qué demanda
el estado de defensa en que debe ponerse para repeler la in
justa agresion del general Bolivar, me han obligado á expedir
á los señores Prefectos la circular siguiente:
Lima, Setiembre 12 de 1828.
Señor Prefecto.
Mañana me embarco para el Norte á ponerme al frente del
Ejército. El Vice-presidente de la República queda encarga
do del Ejecutivo, é investido de las facultades que yo ejercía
al separarme del mando. De aquí es que sus providencias
exijen una inviolable observancia, particularmente en la cri
sis actual, en que todos los peruanos deben uniformar su opi
nion, concentrar sus votos, rivalizar en desprendimiento, y
rennirse en torno de su Gobierno para auxiliarlo, robustecer
lo, y conseguir en fin la salvacion del país, que está cifrada,
en gran parte, en laactiva y enérjica cooperacion quedesple
guen los señores Prefectos para proporcionar recursos con
que equipar y cubrir las atenciones del Ejército.
No puede oscurecerse á US. que las privaciones desalientan
al soldado, corrompen su moral y relajan su disciplina, si no'
se le acude oportunamente con el prest y vestuario; y que
seria demencia esperar el triunfo de tropas reducidas a arros
trar peligros, y sufrir penalidades por librar el honor, la vida,
y los intereses mas caros de sus conciudadanos, mientras que
éstos insensibles'á las penurias de sus defensores, disfrutarán
seguros reposo y comodidad.
No diré á US. que nuestro Ejército ofrezca un cuadro tan
melancólico; pero siendo posible que los acontecimientos se
compliquen de un modo que no esté á nuestro alcance el
preverlo, la prudencia aconseja prevenir las dificultades, an
—305—
ticipar los medios de superarlas, y tenerlos expeditos para
emplearlos al momento mismo que se necesiten.
La crítica situacion en que hemos entrado, disminuye nues
tros ingresos al paso que recrece Ios.gastos. Así el Ejecutivo
existe colocado en la cruel alternativa de llenarlos apelando
á arbitrios que no le permite la ley fundamental, ó de ser un
frio espectador de la ruina, del Estado, si se plega sumisamen
te á cuanto ella le prescribe.
Persuadido de que mi obligacion primaria es salvar la Re
pública, y que no la cumpliría sin hacer un corto paréntesis á
los artículos constitucionales que prohiben al Ejecutivo agra
var las contribuciones y negociar empréstitos, usando á la vez
•le la autoridad ó del poder, he resuelto suspenderlos, con vio
lencia de mis principios, y cargar enteramente sobre mí la
responsabilidad. Dura es por cierto esta precision; pero tam
bien seria horrible la suerte que corriera la patria si no se to
man las medidas (pie reclama su defensa, en circunstancias
que sus agresores prescinden de miramientos, y atrepellan
todas las vías legales para extraer recursos con que engrosar
sus fuerzas, y venir á despedazar esa misma Constitucion que
nosotros veneramos, y que yo no me atrevería á alterar, si la
urjencia de los conflictos, y la creciente de los apuros, no me
convencieran que no podemos existir políticamente sin algu
nas medidas fuertes y extraordinarias.
Usando de las facultades que el Congreso me ha concedido
para declarar la guerra al general Bolivar, y de las que la
misma Constitucion me inviste para defender la inviolabilidad,
del territorio, autorizo á US. para que tome las disposiciones
correspondientes, á fin de que además de los sobrantes de las
entradas naturales de ese Departamento, remita mensualmen-
to á esta Tesorería General la cautidad de miéntras dure
la campaña. Esto podrá US. verificarlo tocando primera
mente el arbitrio de levantar un empréstito voluntario y
reintegrable, luego que se alianze la paz, ó bien forzoso, si
esos ciudadanos indiferentes á los riesgos y á sus deberes se
mostrasen insensibles á las angustias de la patria.
Es inoficioso extenderme en estrechar á US. á la cabal eje
cucion de este mandato; porque á su penetracion no se ocul
tará, que si no se cumple así en ese Departamento, los demás
encontrarían un pretesto plausible para eximirse de concurrir
,al préstamo, y la causa pública se perdería por contempla
cion, parcialidad ó falta de firmeza.
Finalmente, señor Prefecto, la República no puede repeler
á sus enemigos desatendiéndose en lo menor al Ejército; y
todos los ciudadanos y funcionarios deben hacer proporcional-
niente sacrificios para su sostén.
Tom. VIII. Histokia—39
—306—
Despues de haberme dilatado en hablar á US. sobre recar
gos pecuniarios, solo me resta reiterarle que se observen las
órdenes comunicadas por el respectivo Ministerio, acerca de
las providencias que conviene expedir para conservar inalte
rable la tranquilidad doméstica. Si US., como lo espero, llena
relijiosamente estas prevenciones, merecerá la gratitud de la
Nacion, y ser numerado entre sus redentores.
Y tengo la honra de trascribirla á V. E. rogándole que ex
ceda, si es posible, su acrisolado nacionalismo, y se arme de
toda la firmeza necesaria, para que cada uno do los señores
Prefectos entere á su tiempo la cuota señalada á su Depar
tamento.
Con sentimientos del mayor aprecio y perfecta considera
cion me suscribo de V. E. su muy atento y obsecuente servi
dor—José de La-Mar.
Excmo. Señor Vice-presidente de la República. '
Ministerio de Estado en el Departamento de Gobierno y Relacio
nes Exteriores.
Habiendo el coronel don Mariano Castro marchado al Ejér
cito del Norte, á desempeñar bajo el carácter de Ministro de
Guerra las funciones de Secretario General, al lado de S. B.
el Presidente de la República, se ha encargado accidental
mente al coronel don Rafael Jimena del depacho de todo lo
concerniente á este ramo, sin perjuicio del empleo que obtie
ne de Comandante General de Artillería.
Ministerio de Estado en el Departamento de Guerra y Marina.
Al fin tiene el Gobierno el profundo dolor de anunciar que
se hau roto las hostilidades, sin que su moderacion é incesan
tes esfuerzos para inclinar al jefe de Colombia á mantener las
relaciones de fraternidad y de paz que aun nos estrechan con
los pueblos que manda, hayan podido evitar que llegase este
funesto trance.
—307—
En la mañana del dia de hoy se han recibido noticias ofi
ciales de que el 5 del corriente, en la tarde, ancló en Paita la
corbeta de guerra "Libertad", procedente del Crucero, en
donde se le aproximaron el 31 de Agosto riltimo, la corbeta
"Pichincha'' y la goleta "Guayaquileña^ de la República de
Colombia, haciéndole interrogaciones amistosas. Conociendo
el comandante don Carlos Postigo que el designio de los bu
ques enemigos era abordarle por las aletas, con la considera
ble tropa y marinería que traian, les repitió la voz de tomar
distancia; pero notando que se empeñaban en acercársele,
rompió el fuego, y se trabó el combate que duró cerca de una
hora, y concluyó retirándose los buques colombianos.
El resultado de este choque ha sido para nosotros la pérdi
da de ocho hombres muertos, contándose entre éstos al bravo
alferez de fragata don Pedro Willamson, y treinta y dos he
ridos, con el valiente comandante Postigo. Los mas de ellos
lo fueron por los frascos de incendio que arrojaron los ene-
migos.
No es fácil calcular con exactitud el daño que hayan sufri
do éstos; pero si se atiende á la duracion del combate, á la
proximidad de los buques, á la muchedumbre que montaba
los suyos, y á que uno de estos abandonó cobardemente el
costado de la corbeta "Libertad", no parecerá abultada la
pérdida de cuarenta muertos, fuera de los heridos, que por las
mismas causas deben haber sido muchos mas, y de haber sa
lido muy averiados sus buques.
En aquella fecha se ignoraba .en nuestro Cuartel General el
paradero de Bolivar, á pesar de que se tenían noticias recien
tes y fidedignas de los departamentos del Sur de Colombia.
El general Heres llegó á Cuenca el 14 de Agosto.
En la provincia de Loja se estaba haciendo un reclutamien
to numeroso sin distincion de personas, y se ejecutaba con
tal violencia, que solo del miserable pueblo de Sosoranga
habian sacado noventa y un hombres.
—308—
Editorial de, "La Prensa Peruana" Núm. 82, del Jueves
18 de Setiembre de 1828.
IMPORTANTE.
Estando al tirarse el presente número, hemos sabido que la
fragata de guerra nacional "Presidente" ha zarpado del puer-
to del Callao, á las 9 de la noche, conduciendo á su bordo á
S. E. el Presidente de la República, que vá á ponerse al frente
del Ejército del Norte.
Nosotros deseábamos ver partir cuanto antes á S. E. á di-
rijir la campaña mas brillante y mas justa que puede empren
der una Nacion que se vé reducida á la dura necesidad de
repeler una agresion ¡nidia y arbitraria. La pericia de este
jefe en el arte de la guerra es una ventaja incalculable que
tenemos sobre el enemigo, débil además por su injusticia, su
arrogancia, y por la aversion de los pueblos que domina, á
sostener una guerra temeraria y fratricida. Quizá la presen
cia del general La-Mar en nuestro ejército, el entusiasmo y
valor de nuestras tropas harán abandonar al general Bolívar
sus funestos designios, y buscar. en la paz, las ventajas que
seguramente ha de perder en la guerra. Mas si el cielo,
abandonándole á sus duros y crueles sentimientos, permite
que se derrame sangre americana por el capricho y la osadía
de un hombre tan inhumano como injusto, nos prometemos
la mas gloriosa victoria, y estrechar en nuestros brazos, coro
nado de laureles al general La-Mar, celebrando á un mismo
tiempo el triunfo de nuestras armas, y el de nuestra herma-
Da y fiel aliada la República de Colombia.
—309—
Comunicacion entre el Gobierno y el general Sucre.
A hordo de la fragata "Porcospiti" á la vela sobre el Puerto del
Callao, d 10 de Setiembre de 1828.
Al Excmo. Señor Presidente de la República.
Excmo. Señor:
Los negociadores del Gobierno Boliviano ofrecieron de mi
parte al, general del ejéreito del Perú, que en mi bajada del
puerto de La-Mar á Guayaquil, tocaría en éste, con el obje
to de ofrecer mis buenos oficios, ea cuanto tendieran á tran
sijir las diferencias del Gobierno Peruano con el de Colombia.
Aunque los acontecimientos en aquel país variaron de tal mo-
do, que pudiera considerarme exonerado de mí compromiso,
he creido útil cumplirlo, oponiendo á los rencores personales
un acto jen eroso; y llenando mi palabra, he llegado aquí de
sechando las ocasiones que tuve en Cobija y Arica, para mar
char directamente á Guayaquil.
Ignorando el estado presente de las cosas entro Colombia
y el Perú, no acierto á decidir si mi paso será de algun prove
cho, ó si en las opiniones sojuzgará bien ó mal. En raí posi
cion única, me toca mostrar con él mis desaos particulares,
por la paz entre los pueblos de América, convencido de que
la guerra trae siempre consigo males públicos, especialmente
en nuestros desolados países.
Mi falta de conocimiento del estado actual de las relaciones
entre Colombia y el Perú, me deja ignorante de si los intere
ses ó el honor de alguno delos dos pueblos hacen imprescin
dible la guerra. Sin examinar los derechos ó los deberes en
que alguno esté para llevarla al cabo, habiéndoseme acusado
de que soy yo una de las causas ó el ajente de un rompimien
to, debo individualmente, hasta por mi reputacion, desmentir
esta calumnia, añadiendo el paso que doy á mi conducta há-
cia el Perú desde principios de 1827, que es suficiente compro
bante de mi anhelo porque la paz no fuera turbada.
Sitil Gobierno Peruano acepta mis oficios para una recon
ciliacion con Colombia, recibiré con gusto cualquiera comision
en favor "del reposo de esta República; y puede diríjirme á
bordo sus instrucciones que prometo desempeñarlas honra
damente. Si al contrario mi oferta fuese inoportuna, porque
6 sea tarde, ó porque el honor ó interés de una de estas
—310—
naciones exija ó importase luego la guerra, habré siquiera
deshecho aquella calumnia y puéstome á cubierto ante la
América de toda responsabilidad por los males que alguna de
ellas sufra; especialmente cubriré mi conducta ulterior en la
situacion en que me coloquen las circunstancias, para que en
ningun caso se juzgue que mis procederes son guiados por
resentimientos personales, por enconos ó venganzas, á que de
todo corazon renuncio cuando se trata del bien público; y que
por justos que sean los pospongo á la dicha de los pueblos, á
quienes siempre he consagrado mis constantes servicios. ¡Oja
lá que no sea yo vengado ni por los sucesos ni por la lucha
de pretensiones. entre los mismos que me han ofendido, para
que los pueblos no sean las víctimas!
Habiendo pensado no bajar á tierra y recibir abordola
contestacion y el despacho de V. E. ruego que sea pronto;
porque si el estado de mi salud permite cualquiera sacrificio
por la cansa general, tambien reclama mi pronta llegada á
Quito para completar mi curacion. Es por esto, que si el Go
bierno Peruano halla inútiles ó inoportunos mis oficios pacífi
cos, se dignará en retribucion á la buena fé y sinceridad con
que he venido á ofrecerlos á la República, proporcionar un
pequeño buque, que de mi cuenta me conduzca á Guayaquil,
siguiendo viaje hoy mismo si es posible.
Dios guarde á V. E.—Por S. E. el Mariscal de Ayacucho.
—El Edecan—José Escolástico Andrade.
República Peruana.—Ministerio de Estado en el Departamento
de Gobierno y Relaciones Exteriores.— Casa del Gobierno en
Lima, á 11 de Setiembre de 1828.—9?
Excmo. Señor:
El Gobierno acaba de recibir la comunicacion de V. E. de
ayer, y de su órden me apresuro á contestarla diciendo, que
aunque en todos los actos y papeles ya públicos, ya oficiales
de las Repúblicas vecinas se ha pretendido con especial estu
dio pintarnos como agresores en los últimos sucesos; el Go
bierno no deseando mas que la paz, ha procurado evitar hasta
el último trance un rompimiento que mucho tiempo ha recla
maban, no los ultrajes y dicterios con que ha sido vulnerado
el pundonor peruano, (pues solo se ha opuesto un jeneroso
—311-^-
desden á la villanía de esas armas) sino los aprestos y los bien
conocidos planes que por el Sor y por el Norte se formaban
contra el Perú.
Estos sentimientos pacíficos son tan sinceros, que el Gobier
no no puede negarse á aceptar la oficiosa intervencion de
V. E. para con el general Bolivar, á pesar deque conoce, con
certeza, que no puede ser fructuosa; ya porque quien ha anun
ciado hasta el punto y tiempo del combate: quien ha sufocado
la voz de su patria heroicamente pronunciada por la libertad
y por los destinos del Perú para no ser refrenado. en su carre
ra: quien se ha negado tenazmente á admitir y oir un Pleni
potenciario nuestro, manifestando bien que ha temido que
nuestras explicaciones francas y amigables alejasen la guerra;
mucho méuos se prestará á los buenos oficios de quien no te
niendo ni carácter político, ni encargo particular de nuestra
parte, no podrá conseguir mas que expresiones vagas y dila
torias: á no ser que V. E. crea que el ánimo de aquel jefe se
halle hoy mejor dispuesto de lo que estaba antes.
De todos modos, y por cualesquiera medios, este Gobierno
ha resuelto oir y aceptar todas las proposiciones racionales y
decorosas que se le hagan, pero no hacerlas. Un nuevo desai
re seria insoportable al pueblo y al Gobierno.
Pero aun cuando fuesen vanos los buenos oficios de V. E.,
la América siempre le hará justicia; pues es regular que estos
ofrecimientos estén en armonía con los sentimientos que V. E.
habrá expresado francamente en el mensaje que remitió al
Congreso de la República que antes presidia. Como no se
ha recibido aun ese papel importante, ni los manifiestos do
cumentados que han ofrecido los generales Gamarra y Urdi-
ninea, el Gobierno se abstiene de tocar los demás puntos á
que alude la comunicacion de V. E.
A pesar del inconveniente que presenta hoy el tráfico con
el puerto de Guayaquil, el Gobierno ha tomado providencias
para proporcionar á V. E. la fragata "Porcia" que zarpará en
el dia, y cuyo capitan se pondrá en comunicacion con V. E.
Dios guarde á V. E..—José María Galdiano.
Excmo. Señor Gran Mariscal Antonio José Sucre.
—312—
Al Señor Ministro de Estado de Relaciones Exteriores del
Perú.
A bordo de la fragata "Porcospiri", & 11
de Setiembre de 1828.
Seííor Ministro:
S. E. el Gran Mariscal de Ayacucho ha recibido la nota de
U. S. I. de boy, en que contesta la que él dirijió ayer al Go
bierno Peruano. S< E. repite, que él ignora aun el verdadero
estado do las relaciones entre Colombia y el Perú, á pesar de
que en las veinte y cuatro horas que está en el puerto del Ca
llao ha oi¿lo diferentes noticias sin haber visto ningun papel.
Los únicos documentos oficiales que ha recibido desde al
gun tiempo, son las seis notas adjuntas del Gobierno de Co
lombia al de Bolivia fechadas el 28 y 29 de Junio, que en
ninguna de ellas habla aquel Gobierno al de Bolivia, sobre las
hostilidades con el Perú; lo cual desmiente el que jamás ha
yan existido miras de ofender á éste. En uno dice muy ter
minante el Libertador, cuánto se complace de que la voz de la
razon y de la justicia, se hagan oir para que todas las AméHcas
se entiendan di un modo amistoso y pacífico, lluego á U. S. I.
que vistas estas notas les dé curso á su destino.
S. E. nada responde del penúltimo párrafo de U. S. I. rela
tivo á su mensaje al Congreso de Bolivia, . porque en ese papel
él habló allí con su carácter público de Presidente de aquella
Nacion; y en desempeño de los deberes de su puesto y de los
intereses del país, solicitó el auxilio de los amigos de éste,
para repeler los ultrajes y la agresion que se le ha hecho.
Aquí ha ofrecido al Gobierno Peruano sus oficios particulares
en favor de la paz; si como es justo, se oye la razon para que
ésta se mantenga sobre la independencia de los Estados y
del respeto do los derechos de cada uno, llenará fielmente su
promesa en los términos que ha sido aceptada. Este proceder
de S. E. distinguiendo su posicion, es la prueba misma, de
que si ha llenado sus juramentos escrupulosamente cuando
ha obtenido cargos públicos, en el Perú y Bolivia, con mas
razon deberá cumplirlos si las circunstancias lo arrebatan á
su pesar del retiro en que desea vivir, y es empleado por su
patria para servir á su honor, á sus intereses y á sus derechos.
El capitan de la fragata "Porcia'' ha venido á verse con
S. E. y arreglado su trasporte á Guayaquil.—Ya estaba habla
do y corriente el de la "María."
Dios guarde á U. S. I.—Firmado—El Edecan—J. E. An-
drade.
—313—
Manuel Ferreyros, Prefecto de Lima, á los pueblos del
departamento.
Conciudadanos:—El opresor de Colombia, el enemigo de
todas las garantías sociales, el general Bolivar, ha jurado ex
terminarnos y se dispone á vengar en nuestra sangro y la de
nuestros hijos el crimen de haber despedazado el nefando de
creto de ¡nuestra esclavitud, y haber dado libertad á pueblos
hermanos que imploraron nuestro socorro. El amenaza inva
dirnos lanzando en nuestro hermoso territorio un puñado de
soldados mercenarios, furiosos de hambre, y sedientos de nues
tras riquezas. El insulta en fin el decoro de nuestro Gobierno,
y ofende atrozmente á la Nacion entera, llamando miserables á
los Peruanos.
Conciudadanos:—Tamaña osadía despierta nuestro coraje,
y aviva en todo corazon republicano los nobles sentimientos
de libertad y de honor nacional.—¿Consentiríamos que vol
viese á subyugarnos un déspota frenético, cuya ambicion no
reconoce límites, y que se goza en la humillacion de los des
graciados pueblos, á quienes oprime y martiriza?—No: nunca.
—Acérquese desde luego á las fronteras: allí encontrará su
escollo en el entusiasmo y valor de nuestros bravos, conduci
dos á la victoria por el virtuoso republicano y hábil guerrero,
á quien la patria ha encomendado sus destinos.
Conciudadanos:—El Perú necesita triunfar para hacerse
respetable y temible á sus enemigos: para ponerse por siem
pre á cubierto de injustas agresiones, y para desmentir al que
se ha atrevido á llamarnos miserables.—Yo os convido en el
nombre de nuestra patria amada, á que coopereis eficazmen
te duna empresa tan gloriosa. Union y perfecta uniformidad
de sentimientos, obediencia al Gobierno, y algunos sacrificios,
es lo único que ella exije de nosotros para asegurar su liber
tad:— la libertad, que es la vida de los republicanos.—Sin ella,
creedme, ¡oh pueblos! la muerte seria un bien, y antes que im
tirano aborrecible lograse el fin de su mision sacrilega, debié
ramos con nuestras propias manos entregar nuestros hogares
á las llamas para que levantase su trono ensangrentado sobre
nuestras cenizas y sus crímenes.
Lima Setiembre 20 de 1828.—9?—Manuel Ferreyros.
Tosí. VIH. Historia—10
—314—
Editorial de "La Prensa Peruana" Nüm. 83, del Sábado
20 de Setiembre de 1828.
En el parte oficial de este número hemos publicado las co
municaciones entre S. E. el general Sucre y el Ministro de
Relaciones Exteriores de esta República, acerca del ofreci
miento que desde el puerto del Callao hizo aquel jefe de
Colombia á nuestro Gobierno, para mediar con el general
Bolivar, á fin de ajustar un avenimiento que impidiese los
males de la guerra que nos ba declarado, y restableciese la
paz entre dos Repúblicas siempre amigas. Xo podemos mé-
nos de convenir en que el Ministerio ha llenado con firmeza
su deber, y que el Gobierno se ha mostrado digno de hallarse
al frente de una República justamente celosa de su dignidad
y su decoro, la que de ningun modo debe abatirse hasta el
extremo de hacer nuevas proposiciones de paz al guerrero
altivo que tan descortés y descomedidamente se ha negado,
con escandaloso desprecio de las formas establecidas, á recibir
á un enviado pacífico, acriminando su mision é imputándole
miras y proyectos pérfidos que carecen de todo fundamento,
y solo se han inventado para evitar la censura de las demás
naciones, á quienes se agravia suponiéndolas tan absoluta
mente destituidas *le discernimiento, que no distiugau estas
groseras imposturas.
La Nacion Peruana no se halla en el caso de sufrir la ley
del que se juzga vencedor, sin probar la suerte de las armas
en defensa de su justicia arbitrariamente atropellada. Men
gua suya fuera presentar por sí misma la ocasion da recibir
nuevos insultos, y que otra vez se le repitan las vergonzosas
é injustas condiciones que ya se le han señalado como únicos
medios de evitar la guerra, y que dejarían de serlo, si olvida
da la Nacion Peruana de lo que se debe á sí misma y á las
demás entre las que se numera, consintiese en comprar una
paz infame y desastrosa á costa de su honor y de la miseria
de sus hijos.
Se viera entóneos al general Bolivar añadir aun mas pesa,
das condiciones, y declarar sin rebozo que no hay otro medio
para los Peruanos que someterse voluntariamente á una do
minacion extranjera, restituyéndose á un estado mas degra
dante y opresivo que el ignominioso bajo que jemian antes
del 26 de Enero del año de 27.
—31o—
Nos es muy doloroso vernos obligados á usar este lenguaj»
que desgraciadamente es el de la verdad, y aun lo es mucho
mas que las armas sean el único medio de transijir entre sí
pueblos americanos, cuyo principal interés consiste en man
tenerse estrechamente unidos, para robustecerse y arribar al
grado de prosperidad y de fuerza que hace respetables á las
naciones. Mas si tal es la desgracia de esta parte del nuevo
mundo, que en ella se hayan de repetir las sangrientas esce
nas que han desbastado al antiguo por sostener los intereses
de una persona ó familia, opongamos al que en ellas se com
place y las promueve los insuperables esfuerzos de la constan
cia patriótica, sin la que no puede existir un pueblo libre; y
esa heróica y denodada resolucion contra la que se estrellan
infaliblemente los embates del despotismo y el ciego furor de
los tiranos.
Gran servicio hiciera á su patria y á la América el general
Sucre, si oponiendo á los rencores personales un acto no jeneroso
sino racional y justo; procura curar la insania bélica del gene
ral Bolivar, refiriéndole fielmente, sin difraz, ni rodeos los
sucesos de que ha sido testigo en Bolivia, y le convence de
que la guerra que nos ha declarado, no puede serle favorable,
cuando su nombre se ha hecho justamente odioso á dos na
ciones que apuraron las amarguras de la opresion, y empiezan
á gozar los dulces bienes de la libertad. Tal es el único me
dio con que puede reparar su reputacion y ponerse á cubierto
ante la América de toda responsabilidad, por los males que sufra
alguna de las naciones beligerantes; porque solo así evitaría
los únicos que pueden parangonarse con los que jénios am
biciosos han causado á esta parte del nuevo mundo, por esta
blecer en ella su imperio. Pero dolorosamente no traslucimos
otra conducta en ef general que ha ofrecido su mediacion, que
la que él mismo anuncia escusándose anticipadamente de ir
á cooperar en la agresion; senda desesperada por donde sueña
restablecerce en la presidencia de Bolivia—El Gobierno bien
podría haberle ahorrado las fatigas de la campaña y hacerle
completar su curacion en el Perú, si ménos jeneroso hubiera
impedido su salida por el derecho incuestionable que á toda
Xacion asiste, para hacer prisionero á un general enemigo
que abierta la guerra llega á su territorio. Mas el Perú ha
querido sobreponerse á todo, añadiendo este paso de extraor
dinaria jenerosidad á los que ha dado desde principio de 1827,
que es suficiente comprobante de su anhelo porque la paz no fuera
turbada.
Prescindiendo de si las comunicaciones ostensibles que ha
adjuntado á la suya el general Sucre, sean las únicas que ha
recibido del general Bolivar, no podemos dejar de advertir y
—rufi—
hacer presente á nuestros lectores la monstruosa contradiccion
que salta á la vista del hombre ménos avisado entre la guer
ra injusta temerariamente declarada al Perú por el Dictador
de Colombia, y su complacencia en que la voz de la razon y de
la justicia se hagan oir, para que todos los americanos se entien
dan de un modo amistoso y pacifico.
Si tan benéfica y noble fuera su política, no le habríamos
visto amenezarnos siempre con las armas, concitar el resen
timiento entre pueblos hermanos, y animar sus soldados á
una agresion manifiesta con las proclamas (pie de su orden
han publicado sucesivamente los jefes del Sur contra la Na
cion Peruana y su Gobierno. ¿Pero cuándo han estado do
acuerdo las palabras y procedimientos de Bolivar?
Comunicaciones entre el Gobierno de Bolivia y el del
Perú.
José Miguel de Velasco, General de ]}hision de los Ejércitos Na
cionales, Vice-presidente de la República Boliviana &.
A nuestro grande y buen amigo el Presidente de la Repúbli
ca Peruana Gran Mariscal don José de La-Mar.
Grande y buen amigo:
Los ardientes votos de Bolivia están cumplidos. Ya se halla
libre del humillante pupilaje (á que habia sido reducida por
una política extraña. Pertenece á sí misma para darse las
leyes que sean conformes á la civilizacion del siglo. En ade
lante los bolivianos tendrán una patria que es suya, no olvi
dando jamás los esfuerzos heroicos de sus hermanos los del
Perú, que tanta parte han tenido en esto feliz cambiamento.
La Representacion Nacional, convocada segun los tratados
que celebraron en Piquisa los jefes delos ejércitos belijeran-
tes, ha elejido para Presidente Provisorio al Excmo. Señor
Gran Mariscal don Andrés Santa-Cruz, y á mí para Vice-pre
sidente. Por su ausencia estoy desempeñando las delicadas
funciones de jefe de la Nacion.
—317—
Yo me hago la honra de cumplir con mi primer deber, di-
rijiéndome á vos, grande y buen amigo, para aseguraros la
disposicion de esta República en mautener las mas sinceras
y fraternales relaciones de amistad con la del Perú, cuyo Go
bierno desempeñais sabiamente. La naturaleza é intereses
recíprocos, llaman á estos dos Estados á estrecharse con vín
culos indisolubles. Por mi parte no omitiré, grande y buen
* amigo, ningun arbitrio que pueda contribuir al establecimien
to de aquellos principios, que aseguren la prosperidad ríe los
nuevos estados americanos. Dado en el Palacio de Gobierno
en la capital de Gunquisaca á lí) de Agosto de 1828—Firma
do—J. Miguel de Velasco.— El Ministro de Relaciones Exterio
res,—Casimiro de Olañeta.
Manuel Salasar y Baquíjano, Vice-presidente ,de la Mepública
Peruana.
A nuestro grande y buen amigo el Vice-presidente de la Re
pública Boliviana, General de Division don José Miguel de
Velasco.
Grande y buen amigo:
La independencia de Bolivia ha sido el voto constante del
Perú, el blanco de sus mas ardientes deseos, y es ahora el col
mo de sus esperanzas, y el complemento de su seguridad.
No podían conservarse puras, y sin temor de ser violadas, su
libertad, honor, y gloria, permaneciendo esa República some
tida a la ominosa, y degradante tutela que la envilecía, y era
al mismo tiempo una continua asechanza al reposo, y á la
existencia política del Perú. La República que presido, gran
de y buen amigo, ha seguido invariable esta política, dictada
por la razon, fundada en la justicia, y apoyada en el reciente
y memorable ejemplo que han dado las naciones de Europa,
destruyendo un poder que á todas tenia avasalladas, ó en
perpetuo sobresalto.
Yo os congratulo, graude y buen amigo, por la feliz restau
racion de esa República que tan dignamente presidís; y tam
bien me felicito, con inconcebible satisfaccion, por la pronta,
eficaz, y jenerosa cooperacion del Perú á romper las ataduras
que ligaban á Bolivia su hermana, vecina, y mancomunada
—318—
por la identidad de intereses y principios contra la interven
cion extranjera.
Yo considero, grande y buen amigo que la marcha de Bo.
livia sea próspera, y digna de una Nacion que siempre se ha
excedido á sí misma en sus heróicos esfuerzos, por no perte
necer á poder alguno de la tierra. Garantiza tan venturoso
porvenir el acierto con que la Representacion Nacional, al
entrar en la libre posesion de sus derechos, ha encargado el
réjimen de la República, á ciudadanos eminentes por sus
servicios, y capaces por su acrisolado civismo y talentos mi
litares, de cimentar la tranquilidad, y sostener la soberanía
nacional.
La Nacion, ¡í cuyo frente me hallo, grande y buen amigo,
jamás abandonará sus nobles y francos sentimientos hacia
Bolivia, y dirije al cielo las mas fervorosos plegarias por la
ventura de ese Estado, y porque sea indisoluble la estrecha
union de ambas Repúblicas.
Dado en la Casa del Supremo Gobierno en la capital de
Lima, á 21 de Setiembre de mil ochocientos veintiocho.—Fir
mado—Manuel Solazar —El Ministro de Relaciones Exterio
res—José María Galdiano.
La Comision del Congreso General Constituyente de la
República Peruana,
A los Peruanos.
Ciudadanos:
Se han roto ya las hostilidades sobre las ondas del Pacífico;
y un grito de indignacion resuena por todos los ángulos de la
República. El que se decia Libertador de Colombia y del
Perú sacude entre ambos pueblos sus teas incendiarias, y con
duce al exterminio los restos de la pasada lucha, feroz, pero
justa y gloriosa. Se verificó el presentimiento del Congreso
Constituyente en 17 de Mayo. Era inevitable el rompimiento
en vista de los amagos insidiosos del general Bolivar, y de su
tenacidad en desoír el acento majestuoso de la razon, y en
hollar con desprecio las leyes mas sagradas.
—319—
En efecto: ni la recaudacion de unos subsidios aun ilíquidos:
ni el reemplazo de bajas sufridas en una guerra de interés
comun, jamás acordado entre naciones aliadas: ni la entrega
de provincias pendiente de la division de límites: ni la despe
dida de un Enviado artero y enemigo descarado de nuestra
libertad: ni el auxilio á nuestros hermanos del Alto-Perú en
el sacudimiento de un yugo extranjero y tiránico: ni la aboli
cion del código de 1826. eso padron eterno de nuestra degra
dacion é ignominia, podían ser motivos justos para alterar la
paz de unos pueblos estrechamente unidos por su oríjen, por
su relijion, por su interés recíproco, y por los pactos mas sa
grados. Todo, todo, ha sido un protesto del general Bolivar,
para encubrir.su ambicion frenética; y restaurando la Consti
tucion Boliviana erijirse Presidente vitalicio, y seguir despues
las huellas del tirano de la República Francesa, que sin duda
ha tomado por modelo.
Ciudadanos:—Una mano sacrilega y feroz intenta destrozar
nuestro código sagrado. Por ser libres, y gozar de los demás
dones, que en él se franquean, hemos sacudido el yugo de los
españoles á costa de inmensos sacrificios. Si cooperó á esta
empresa el general Bolivar, es acreedor á la gratitud nacional;
pero jamás podrá exijir la restauracion del código boliviano ni
la presidencia vitalicia, objeto verdadero de esta guerra injus
ta y temeraria. Hay deberes inflexibles en política; y uno de
ellos es conservar á todo trance el pacto social, como base
primera del Estado.
El Presidente de la República ha partido ya á sostener
nuestra gran carta. Su presencia terrible en los combates,
llenará de espanto á los malvados, que se atrevan á hollar el
territorio del Perú. Armaos en masa, ciudadanos, y corred á
engrosar las filas sagradas de los defensores de la patria. Si
os insultan por vuestro carácter suave y pacífico, dad á cono
cer que la dulzura no excluye la firmeza de alma, cuando se
trata de intereses tan poderosos como !a independencia y li
bertad. Habeis jurado defenderlas con vuestra persona y
vuestros bienes. Ha sonado ya la hora de dar cumplimiento
á ese deber. Acreditad que sois dignos de haberlas procla
mado.
Compatriotas:—A las armas. O entonad el cántico de los
libres, ó pereced con gloria.
Lima y Setiembre 22 de 1828.—Juan Manuel Nocheto, Pre
sidente.—Juan José, Salcedo, Diputado Secretario suplente.
—320—
AREQUIPA.
EL GENERAL PREFECTO, Á LOS HABITANTES DEL DEPARTAMENTO.
Ciudadanos:—El jefe de Colombia obstinado en desconocer
la absol uva incapacidad en que se baila de realizar los anti
guos y manifiestos designios de su ambicion, anuncia en la
proclama que ya habeis visto, su resolucion de acometer nues
tro suelo. El dolor de baber perdido esta rica presa que creyó
suya en el frenesí de su orgullo, le persuade que tendrá me
dios de reconquistarla. Fija su vista en sí mismo y en su
engrandecimiento, y alucinado por los esclavos que lisonjean
su vanidad, hace tiempo que olvidó que son invencibles los
baluartes de la libertad, que pueblos que ban gustado sus
dulzuras no pueden ser sojuzgados, y que mal puede restable
cer por la fuerza entre nosotros un Gobierno que la fuerza no
pudo sostener vencida por la opinion que la trastornó.
Ciudadanos:—Es llegado pues el dia de gloria para el Perú;
el dia de vengarlos incalculables males que nos. ha hecho el
opresor de la América, las injurias con que han procurado
mancillarnos sus generales y escritores, los peligros que nos
suscitan, las intrigas que emplean para dividirnos. Nos titula
agresores, y las naciones que le oyen, se sorprenden de quo
nos impute su crimen: llama á la guerra contra sus hermanos
á los hijos de Colombia, y estos unen sus votos á los nuestros
para pedir el pronto exterminio de nuestro comun enemigo:
invoca la justicia, y ella se irrita de ver profanado su augusto
nombre por el violador de sus leyes: la patria que le dió el
ser, y cuyo seno desgarra, le maldice en vista de la crueldad
con que arrebata á sus hijos para sacrificarlos á su loca am
bicion en nuestra frontera, despues de haberles robado la
tranquilidad y la union en su propio país: el Alto- Perú se rie
de que le llame su hija, y se apresta á combatirle con nosotros
para que le retire este nombre. Las demás Repúblicas de
América aguardan su total caida por resultado de esta em
presa, para entonar sobre su sepulcro el himno á la libertad.
Ciudadanos:—Corred á recibir la corona: la corona de los
libertadores de Colombia, destruyendo al orgulloso enemigo
de vuestra patria. Asegurad vuestros hogares y fortunas que
aquel destina al pillaje para premiar á los que le ayuden á
imponeros de nuevo su férreo yugo: enseñadle á respetar el
decoro de la Nacion á que perteneceis, y escarmenfcad al fin
en vuestro actual enemigo á todos los que intentaren levan.
—321—
tar su grandeza sobre la humillacion de los pueblos. El Ejér
cito del Norte, el del Sud que sin efusion de sangre ha dado
la libertad á una República oprimida, el Gobierno Nacional,
los jefes de todos los departamentos se preparan con placer a
esta grandiosa lucha; y en la cooperacion que prestarán todos
los habitantes del Estado, espero que os distingais como los
mayores enemigos de los tiranos, los defensores mas celosos
de la libertad. Ofreced conmigo á la patria los últimos sacri
ficios que pide para consolidar su existencia.
Arequipa, Setiembre 9 de 1828.
Antonio O. de La-Fuenttt.
Manifiesto que hace el Gobierno de Colombia de los fun
damentos QUE TIENE PARA HACEB LA GUERRA AL GOBIERNO
del Perú.
Obligado el Gobierno de Colombia á emplear contra el Pe
rú las armas que le dieron independencia y libertad, debo á
la opinion pública, debe á los demás Estados de América y
debe á todas las naciones la manifestacion de los motivos que
le hacen llevar la guerra al territorio á que antes llevó la paz
y la felicidad.
Ninguna Nacion ha tenido el sufrimiento y la moderacion
de que ha usado Colombia con el Perú. Provocaciones, in
sultos, ultrajes, todo lo ha sufrido por el bien de la paz y por
evitar un rompimiento entre Estados cuya existencia comien
za, y cuyos intereses debian estar íntimamente ligados para
su defensa, para su dicha y prosperidad: pero el Gobierno del
Perú desatendiendo toda consideracion no ha cesado en sus
ofensas, y ya no es posible sufrirlas sin renunciar al honor
nacional, y sin que Colombia se haga indigna de ser enume
rada entre los pueblos independientes de la tierra.
Son bien notorios los servicios eminentes, los sacrificios
heroicos que Colombia ha hecho para libertar al Perú de sus
antiguos amos, de la deslealtad de sus hijos, de la guerra
civil, del desorden y de la anarquía. Cuando todo estaba
perdido en el Perú, cuando ninguna esperanza le quedaba de
salvacion, porque la fuerza de los enemigos era inmensa, y la
Tom. viii. Historia—41
^322
desmoralizacion general, enfónces llama en su auxilio á Co
lombia: le prodiga ésta sus socorros; y Dios que babia prote
jido á los colombianos para destruir á sus opresores y bacer
libre á su patria, les proteje tambien para salvar al Perú y
sacarle de la abyeccion y de la nada. Inmortales victorias
coronaron sus esfuerzos é bicieron independiente á aquel país.
El Congreso se reune entonces: maniñesta la gratitud de la
Nacion, y no juzgándola libre aun del influjo de las facciones
y del poder de la anarquía, invoca nuevamente á Colombia y
solicita de ella una division auxiliar. Conviene esta Repú
blica en que sus tropas permanecieran en el Perú, y las tropas
colombianas mantienen el órden y aseguran la tranquilidad.
El Gobierno del Perú comienza aquí sus agravios: sin reco
nocer el beneficio que estaba recibiendo, y olvidándose de
todo sentimiento honroso y noble, pagaá Colombia seducien
do á los auxiliares, infundiéndoles el espíritu de rebelion y
haciendo que depusiesen á sus generales, y que se declarasen
árbitros de la suerte de su patria. Es imposible dudarlo:
militares tan subordinados como los colombianos, acostum
brados á obedecer á sus jefes, á respetar á su Gobierno, y á
quienes no eran indiferentes el honor y la gloria, sin una se
ducción muy fuerte, sin alicientes que solo podían venir de
parte de los mandatarios del Perú, y sin contar con la pro
tección eficaz de éstos, no se hubieran atrevido á faltar á su
deber, á marchitar sus laureles, y perder su reputacion.
Violada la fé de la amistad, á quien' se habian confiado el
buen órden, la disciplina y subordinacion de aquellas tropas,
ya nada detuvo al Gobierno del Perú para obrar hostilmente
contra Colombia. Formó el proyecto de apoderarse en pro-
funda paz de los tres departamentos meridionales, y para que
la ofensa fuese mas grave, y el ultraje mas doloroso, resolvió
valerse para esta empresa de los mismos cuerpos colombianos
..á quienes encargó del sacrilego atentado de despedazar á su
patria. Con protestas de amistad y de mantener la mejor
armonía con Colombia, el Gobierno del Perú inspiraba la
traicion en las tropas de esta República; y la inspiraba en su
provecho, y en pago de los inmensos servicios que babia re
cibido, y que siendo tan recientes no podia haber olvidado.
La venida de la division auxiliar se acordó únicamente con
el que se titulaba comandante general de ella, principal cóm
plice de la sublevacion; no se dió aviso anticipado ni al Go
bierno de Colombia, ni á su ajente en Lima: no se esperaron
sus órdenes, ni el general que el mismo Gobierno del Perú
habia pedido para que tomase el mando: se equipó de cuanto
necesitaba con la mayor presteza y con la mas grande reserva,
y para que no quedara duda de la hostilidad que se intentaba
—323—
y del objeto con que venían esas tropas, se cerró el puerto del
Callao, miéntras se verificaba el embarque, y los buques de
guerra y trasportes despues de haber desembarcado una parte
de la division, ban permanecido al frente de los puertos del
Departamento de Guayaquil, por algunos dias aguardando el
resultado. La Providencia hizo inútiles las maquinaciones
de los traidores y de los enemigos gratuitos: desbarató sus
proyectos y anuló su empresa; pero el Gobierno del Perú es
responsable de ella, de los atentados que se cometieron para
llevarla á efecto, y de los males que sufrió Colombia por algun
tiempo.
El ajente de esta República tuvo noticia de la veqida de las
tropas cuaudo estaban ya embarcándose; reclamó entónces y
protesté fuerte y enéticamente de cuanto se hacia, mas su
reclamo fué desatendido, y sus protestas no tuvieron otro
resultado que el de que se le persiguiera con encarnizamiento
hasta expelerlo del país en el término de diez y ocho horas
con ignominia y afrenta, conduciéndosele á bordo con una
escolta y manteniéndosele preso en un buque de guerra, sin
causa, sin motivo, y sin una apariencia siquiera de culpabili
dad. La representacion de Colombia fué ultrajada atrozmente
en la persona de su ajente, y hasta ahora no ha visto este
Gobierno satisfaccion alguna por esta horrenda violacion de
la ley de las naciones.
Restablecido el órden de los departamentos meridionales,
los traidores que lo hablan trastornado huyendo de la vindic
ta nacional, se han refnjiado al Perú, y no solo se les ha aco-
jido, sino que se les han tributado elojios por su traicion, por
su maldad, y por su perversa conducta. Su acojimiento es
tanto mas escandaloso cuanto que los oficiales colombianos
que no habian tomado parte en sus operaciones y que las
desaprobaban, contra la té de los tratados existentes han sido
expelidos del Perú como personas sospechosas. El castigo ha
recaido sobre los honrados y pacíficos colombianos, y los pre
mios y consideracion sobre los malvados y delincuentes.
El Gobierno de Colombia callaba y con su silencio respon
día á las injurias que se le irrogaban. Manda un oficial con
pliegos para Bolivia, y se le detiene en un puerto del Perú
obligándole á hacer viaje al Callao: tiene que arrojar al mar
la correspondencia que se quería que entregase, y se le lleva
á Lima á donde se le mantiene mucho tiempo. El Vice-pre-
sidente de esta República remite á uno de sus edecanes con
el encargo de presentar al Presidente de Bolivia la espada
que le decretó el Congreso de Colombia, y es tambien deteni
do en el Callao. Pasa á Lima y ponderándosele riesgos en el
camino, no se le permite pasar adelante, y se vé precisado á
-324—
volverse dejando allí la espada y la comunicacion de que iba
encargado. El Perú estaba en guerra con Colombia sin ha
berla declarado, y Colombia en paz y queriendo cultivar la
amistad con el Peru.
Destruido el proyecto de conquistar una parte (iel territorio
con el auxilio de las tropas colombianas, el Gobierno del
Perú no pierde sin embargo las esperanzas de hacerse de él
por otro medio. Emprende con este objeto formar un ejército
en las fronteras, y lo ejecuta con tanta eficacia, como si muy
pronto debiera abrir la campaña. Bien se hizo cargo de que
un paso semejante alarmaría al Gobierno de Colombia, y
creyendo que podría adormecer su vijilancia, le manda un
Ministro Plenipotenciario, sin instrucciones ni poderes para
concluir cosa alguna, anunciándole que el objeto de su mision
era dar satisfacciones por los agravios de que tenia que que
jarse, y que el mismo Gobierno del Perú supuso haberle irro
gado, sin que se le hubiera hecho reclamo alguno. Tanto era
el convencimiento en que se hallaba de que todos sus actos
eran hostiles.
No desconoció el Gobierno de Colombia la trama que se le
urdía, y el fin con que se le enviaba ese Ministro: pero le ad
mitió no obstante para manifestar hasta qué punto llegaban
sus deseos de la paz y de la conciliacioT). Se le propusieron
los motivos de queja; y se le indicaron las satisfacciones que
pedia este Gobierno; y el Ministro se declaró abiertamente
sin instrucciones para convenir en la liquidacion y pago de lo
que adenda el Perú á Colombia en razon de los suplementos
que se le hicieron, y para tratar de la devolucion de la pro
vincia de Jaen y parte de Mainas que el Perú tiene usurpa
das; negó el convenio, en virtud del cual fueron las tropas
colombianas al Perú, y por el que se estipuló solemnemente
por aquel Gobierno el reemplazo numérico de las bajas que
sufriesen los cuerpos; y en vez de satisfacciones en cuanto á
los demás cargos, los hizo mas graves aun, prodigando inju
rias é insultos al jefe del Gobierno, á los generales de Colom
bia, á sus tropas y á todos los colombianos. Su mision no
tuvo, pues, otro fin que el de aumentar el catálogo de los
agravios, y el de tener la complacencia el Gobierno del Peiú
de insultar y ultrajar al do Colombia, valiéndose de la inmu
nidad de que gozaba su Ministro.
Entre tanto estaba ocupado ese Gobierno en negar el paso
por un punto de su territorio á las tropas que le dieron liber
tad y existencia, que se hallaban en Bolivia, y que deseaban
volver á su patria despues de haber derramado su sangre y
prodigado sus vidas por dar independencia y labrar la feli
cidad de esos mismos que entónces les negaban el permiso
—325—
de transitar libremente por el país que fué testigo de sus glo
rias, y que recojió sus laureles. Esta negativa y la seduccion
que al mismo tiempo se empleaba por los generalas del Perú,
produjeron el movimiento de aquellas tropa» en 25 de Diciem
bre líltimo en la Paz, movimiento que pudo apaciguarse en
el instante, pero uo sin derramamiento de la sangre colom
biana. El Gobierno del Perú se complació cuando lo supo;
elojió en un papel oficial á sus autores; y al principal de ellos,
al sarjente que lo emprendió, y que cometió las mas grandes
violencias en la Paz, robando á sus 'vecinos, se le ba recibido
en Lima con bonor, y se le prodigan las mayores considera
ciones. ¿Qué puede esperarse de un Gobierno para quien son
desconocidos el honor, la probidad, la moral, la buena fé, que
excita la traicion, que se complace en ver derramar la sangre
de sus bienhechores, y cuyos pasos están marcados por la in
gratitud y por la perfidia?
El ha hecho ahora invadir á Bolivia, con quien Colombia
tiene las mas íntimas relaciones de amistad y fraternidad, sin
haber declarado préviamente la guerra; y su general ha teni
do la osadía de proclamar á las tropas colombianas, excitán
dolas nuevamente á que falten á sus deberes, y violen sus
obligaciones. El ha resuelto remitir una escuadra para que
bloquee al puerto de Guayaquil, y que su ejército estacionado
en la frontera marche sobre Colombia, y á su frente el mismo
Presidente del Perú: él antes ha tolerado que un destacamen
to da ese mismo ejército entrara al pueblo de Zapotillo del
territorio colombiano, que enarbolara allí la bandera Peruana
y convidara á los habitantes á la insurreccion. El ha permi
tido al general del mismo ejército y al Prefecto del Departa
mento de la Libertad que expidan proclamas amenazantes y
en que se injuria é insulta atrozmente al Presidente de esta
República: él ha insertado en sus papeles oficiales artículos
ultrajantes á Colombia y á su Gobierno: él en fin, ha empeza
do las hostilidades y comenzado la guerra sin respeto alguno
por el derecho de jentes, y cuando pendían aun las negocia
ciones con su Enviado y no se sabia cual podría ser su tér
mino.
La guerra se ba hecho, pues, inevitable entre Colombia y
el Perú, y sus consecuencias serán de cargo del que la ha
provocado. El Gobierno de Colombia no la ha querido, y
desearía no haberse visto nunca en la precision de empren
derla; pero ¿qué debe hacer? Se trata ya por el Perú de
invadir este territorio, como ba invadido el de Bolivia: se in
tenta el bloqueo de sus puertos y se quiere sublevar las tropas
auxiliares que aun permanecen en el nrismo Bolivia. ¿Podrá
ser indiferente á estos males y dejar que se verifique la coo
—326-
quista que se intenta? Las naciones imparoiales decidirán si
basta este punto pudiera llegar su moderacion y sufrimiento.
El Gobierno de Colombia no tiene de qué quejarse del pue
blo del Pcsrú: no ignora sus sentimientos y la gratitud que le
anima bácia este país. La guerra no se diríje, pues, contra
él, sino contra su Gobitjrno, autor único de ella, y de todos
los ultrajes, ofensas y perfidias que ha sufrido Colombia.
¡Quiera el Cielo que sobro él únicamente y sobre sus ajentes
recaigan las calamidades que deben seguirse! ¡Quiera él tam
bien que termine muy pronto, haciendo que ese Gobierno
reconozca la justicia y se prepare á dar las satisfacciones
correspondí en tes, dejando en paz i'i sus vecinos y dándoles
garantías de su amistad y buena fé. '
Invoca el Gobierno de Colombia el testimonio de los demás
Estados Americanos para acreditar sus miras pacíficas y los
deseos que le asisten de que todos se estrechen por los víncu
los mas fuertes de fraternidad y do alianza. Con este fin
promovió la Confederacion Americana, que si existiese, evi
taría ahora el extremo á que han llegado las desavenencias
entre Colombia y el Perú. Ella serviría de árbitro y media
dor y su mediacion seria eficaz; pero el jéniodel mal ha hecho
inútiles los esfuerzos para que tuviese efecto la Confederacion;
y el Gobierno del Perú se ha obstinado en negarse á ella, es
tando comprometido por los tratados existentes. Se ha for
mado una política aparto para hostilizar á los otros Estados
impunemente, y ha visto con horror un juez imparcial que
condenaría su conducta.
El Gobierno de Colombia emprende contra su voluntad esta
guerra: no quiere una victoria bañada en la sangre america
na: evitará el combate miéntras le fuere posible; y estará
siempre dispuesto á oír proposiciones de x'az conciliables con
el honor y decoro de la Nacion que preside.
Manifiesto del Gobierno del Perú, en constestacton al
que ha dado el general bolivar, sobre los motivos que
tiene para hacerle la guerra.
Despues de haber proclamado el general Bolivar solemne
mente la guerra, ha rmlilicado el mauiíiesto de los funda
mentos que tiene para dirijír sus armas contra esta Nacion
jenerosa que le colmó de honores, y que cayó en la débil con
—327—
descendencia de fiarle sus destinos. Es altamente satisfacto
rio al Gobierno del Perú, y muy honro o á los pueblos que
rije, no leerse en este documento otras razones, para cohones
tar la agresion, que los injustos protestos y calumniosas re
clamaciones frecuentemente repetidas por algunos periódicos
de Colombia, victoriosamente refutados por los que se publi
can en el Perú, y. que completamente ha desvanecido el Mi
nistro enviado cerca de aquella República. La* naciones de
América y de Europa, que hasta ahora no habrán visto, sin
sorpresa, una República naciente, levantando en sus fronteras
un ejército, como si estuviera amenazada de una guerra ine
vitable, conocerán la prudencia y prevision del Gobierno del
Perú en hacer aprestos militares, y poner á la República en
actitud de no dejarse sorprender y avasallar nuevamente por
la política insidiosa y la ambicion del auxiliar que en otro
tiempo la tuvo en servidumbre. El GobiernoMel Perú, siem
pre franco y leal á la verdad y á lajusticia, apela al juicio de
los hombres rectos, á la opinion de los pueblos celosos de su
libertad, y á la triste, pero saludable experiencia que en el
presente siglo ha marcado con sangre y desbastacion, un
guerrero indomable, que esclavizando su patria subyugo las
demás naciones.
Entre todos los pueblos del nuevo mundo, ninguno, se ha
mostrado tan amigo y estrechamente interesado, como el Perú
en la próspera suerte de Colombia. Apenas se habia decla
rado independiente una parte del territorio peruano; aun no
se habia organizado la fuerza bastante á destruir el poder es
pañol, cuando, olvidándose de los peligros que corriera su
mal segura y reciente independencia, envia una fuerte divi
sion que afiance la de Colombia en la memorable jornada de
Pichincha. La oportunidad é importancia de este auxilio, en
qne solo se tuvo en mira salvar á Colombia de los grandes
conflictos en que se veian los pueblos del Sur, y el reparo de
sus anteriores derrotas, fundó un derecho á la gratitud y re
ciprocidad de aquel Gobierno, que manifestó su reconocimien
to y la obligacion en que so hallaba de retribuir estos servi
cios, remitiendo la primera division que de esa República vino
en 1822 á tener parte en la guerra de la independencia del
Perú. La conducta, empero, de los jefes que la mandaban:
su denegacion á unirse á las fuerzas Peruanas: su pretension
de obrar aisladamente. y ocupar una provincia de que estaban
remotos los peligros: y sobre todo las onerosas é inauditas
condiciones que propusieron tenazmente al Gobierno del Pe
rú, le obligaron á despedirla como inútil y gravosa. So tras
tornaron enteramente los planes de campaña, y su éxito, que
con la fiel cooperacion de los auxiliares hubiera sido favorable
—328—
y derribado completamente el poder español, aumentó las
desgracias del pais, incapaz de reponer prontamente con fuer
zas propias el vacío que dejaban los auxiliares; que habiau
entrado en cálculos para dar principio á las operaciones mili
tares. Con tan desleal conducta retornaron los jefes de la di
vision maudada por Bolivar los costosos y heroicos sacrificios
del Perú, para socorrer á Colombia en las terribles angustias
de ser derrotados sus ejércitos y de haber perdido el general
Bolivar una fuerte division que le era imposible rehacer.
Los españoles, entretanto obtuvieron una victoria, que de
bió haber sido su total derrota, si el Gobierno del Perú hu
biese podido disponer de las fuerzas auxiliares, para ocupar
las provincias que el enemigo dejaba sin guarnicion y siu
defensa. Terribles consecuencias de este contraste fueron,
no solo las pérdidas de nuestro ejército, sino tambien, las
convulsiones políticas que se dejaron sentir en la Eepública,
y la necesidad altamente dolorosa de volver á recibir en su
seno auxiliares en quienes ya no podían confiar, recelando
justamente que viniesen á mandar, no á contribuir como
amigos á la libertad de la Nacion. Sucesos posteriores con
firmaron, que tal habia sido su funesta mision. Al tocar esta
época desastrosa, podría el Gobierno del Perú desenvolver los
torcidos medios que puso en obra el jefe de las fuerzas colom
bianas para reagravar la azarosa 'situacion de la República,
y llevarla á término de tal flaqueza y disolucion, que se viese
obligada á arrojarse en los brazos de un extranjero, que se
allanaba de este modo los caminos, para apoderarse en paz y
en guerra del supremo mando sobre pueblos oprimidos por sus
satélites armados. Mas si la prodijiosa victoria, que las tro
pas de Colombia nos ayudaron á conseguir en Ayacúcho,
borró enteramente de la memoria de los Peruanos tan justos
motivos de resentimiento, aun cuando se les denegaba la
gran porcion de gloria que adquirieron en accion tan memo
rable, consecuente el Gobierno del Perú á este acto inimita
ble de jenerosidad nacional, debe pasarlos en silencio, y solo
traer á cuenta la crecida lista do insultos y .de ultrajes que se
infirieron á la Nacion desde el momento en que, vencidos los
antiguos enemigos de su independencia no le permitió el gene
ral Bolivar gozar do su libertad, hirejirse por otras leyes, que
por las que él dictase, para sumirla en la abyeccion y en la na
da, á que jamás se vió reducida anté"s, á pesar de sus varios
reveses en la guerra.
Concluida, con la victoria de Ayacucho, la monstruosa
dictadura del general Bolivar, rennió ésto el Congreso que se
la habia conferido, y que habiendo dado al país una Consti
tucion provisoria, no podia ser convocado nuevamente, por
—329—
haber llenado el objeto fundamental de los poderes precarios
y presuntos de que estaba investida la mayoría de sus miem
bros, miéntras todos los pueblos pudieran elejir por sí mismos
sus U jitímos representantes. A esta representacion devolvió
el poder dictatorial, seguro de que lo continuaría en su perso
na, á protesto de no estar aun consolidada la República, como
si la organizacion social, la paz y el reposo de los pueblos
pudiesen nacer de un poder que no reconoce ley alguna. Tu
vieron lugar entónces escenas vergonzosas, en que el Dicta
dor, afectando horrorizarse de este nombre, se convenia con
ejercer el absolutismo, bajo una denominacion que disfrazase
sus excesivas é ilegales facultades, y el título dulce y afec
tuoso de Libertador que designó por medio de sus ajentes
encubrió la odiosa y exeecrable dictadura, solo tolerada y so
portable en los peligros de una situacion desesperada.
El general Bolivar, ya en pacífica posesion de un mando
ilimitado, dirijió todos sus conatos á sacrificar á su interés
personal la existencia y libertad del Perú. Convocó un Con
greso cuya instalacion impidió despues, por no convenir á
sus proyectos, intimidando á la capital con el retiro de sus
tropas, y con golpes atroces de terror y sangre y asustándola
con el fantasma de la anarquía, al paso mismo que sus ajentes
prefiriendo sus medras personales á sus deberes, infundían el
desaliento con la horrible idea de la vengan/a que Bolivar
tomaría de la injuria que juzgaban inferírsele, dejando en sus
manos solamente un poder legal en vez del absoluto que ejer
cía. Entónces e! Consejo de Gobierno, ajente subalterno, y
forzado á obrar en la direccion que el Dictador, le daba, ins
tigó á las corporaciones y á sus mas insignificantes funciona
rios, para que humildemente pidiesen su permanencia en el
Perú, aunque en nada le era necesaria, y de cuya ambicion
mal disimulada ya todo era de temerse. Así se logró, al ca
bo, dar una falsa popularidad á las medidas que suscribió la
mayoría de esa famosa representacion, que de uno en uno y
separadamente se les presentaba por hombres vendidos al
Dictador, que agotaban todos los recursos de la astucia, para
doblegar el patriotismo de los unos, para halagar el egoísmo
de los otros, y para "decidir la incertudumbre de los que vaci
laban entre la constancia coo que debieran sostenerse, y las
calamidades que les presajiaban si no se acomodaban á la ley
del conquistador.
Con la suspension del Congreso removió Bolivar el único
poderoso obstáculo que se le presentaba, sin preverlo en su
carrera de ambicion; y nada pudo ya impedirle que desplega
se enteramente los últimos resortes de su maléfica política,
y revelase sin embozo el objeto á que tendían uniformemente
Tomo vih. Historia—42
Vl,¿Us'Jiéfchos anteriores. Dió la Constitucion. Bolivíaua, hollau-
"VlW(odLá§ las formas; desove •inndola soberanía de los pueblos;
""{Wipbjánáo á la Xacion de la facultad de darse leyes, en cu-
"' 5^ Ü^enléial prerogativa consiste su independencia; y se esta-
"Dlfetirt-'iñlófnarca del Perú, logrando por la coaccion, que reu-
""uloubíJ'Ue!¡ hombres sin poderes ni mision, le entregasen de
'"ltítfr'Vrfltt y sin responsabilidad alguna la administracion de
"Ta R«pÚiWi«a.
''''''•Ñe'ée'Sarlo ha sido dar esta rápida ojeada sobre los procedi-
'"'niitítítby'p'dlíticos del general Bolivar, para que bis naciones
"•'^láyyíe't^H venzan de la injusticia con que acusa de ingrata
' a'laQíYi^ttHi 'Peruana, y le ha declarado guerra á nombre de
'')'OaibinWaVlcóri quien el Perú ha mantenido y mantiene intac-
,,Mtá nfia'alulsraU pura y sincera, cimentada en uniformidad de
interesé, ^"'fomentada, además, por los recíprocos servicios
"l•'qWé'jéUerbs&ttléhte se prestaron para obtener su independen-
-',,¿}A\' 'OoiV varias1 y ridículos pieiestos procura el general Boli-
-||,Var,lericWmW *la enemistad y el odio, para restablecer, con
,¡ WXñtt'ttii atfbas" repúblicas, el poder absoluto de que se sustra-
i:l'ftéVe»c'Wd,dé ráfeWÉfMonesJ ni haber faltado, respecto de Colom-
"'Ma'1 aiWríWióf'dfc'shs compromisos.
i.i n 1.(1^^1 Iherólea'1 paciencia habia sufrido la permanencia de
": /rVlíéi4aá,'kixltrah.rl,raíí inútilmente graves, que sin el con sen ti-
"'"uVién^O'ab'la.ifatíUü'conservaba en su seno el general Bolivar,
'|',ÍfibU''él ^ktfffrstvo'^bjtíto de mantenernos sometidos á su capri-
'*tt'tíéfel'¡^tthín1l,á'd.,: 'Bl' Congreso provisorio del año de 25 no
• 111 1 feeHcíéó •He'OiflpWíbW 'tma division auxiliar: solicito la perma-
'¡''ilettciá ító"Bi/rtiJA¥,l''.y*perando del prestijio que entonces le
i*» wydtea'WiV,nyidé',Ik,butíü,a' te de ([ne le suponía animado, el esta-
""'Wftttjmieriüo' graduaPdé un réjimen beneficioso y libre, y que
,:.,t¿rmíü«tia 'énl1a• cm'njHíWa observancia de la Constitucion de
, WlTSe^bWea/ ,¡Í,Jás,,frolJas colombianas no se hallaban, pues,
'. "éü tíl'paW, ^ra'UfatWeflfcr el órden y asegurar la tranquilidad,
b¡ lftíl'éytab'aur'ettl'r,tíFa<;iüillc6ti otros intereses, que los personales
':"¡«e,¡Bé!l'SJár,.il »1' '(•''»•'''•( "
•)'n«ioQ^ttd«^i{Rj(!érJide#aif,raociones y el furor de la anarquía
-'•"tfeYiWlida'balrt lVt'llhisfeHB'A'Vle Bolivar en Colombia, se apartó
é^t^ftiaé!'l>ért\;|'i*tí'lH(évá¥l,con8igo, cual debiera, las tropas
átL^iliareS.,M,DBt*i'rtíinftdas,lfetas á no ser indiferentes alas
disensiones de su patria, intentaron un movimiento, que si la
''•''aílsdlpHtoaWflivafM^ absuelve el amor patrio. Mi-
"« 'Hla*fe,qWtííhttl>iad ^errY(,miid(),su sangre por la libertad de su
i:ü.'platg,,lqtltílha(rtrin"jrtHi(lkí sHs%ünter sus instituciones y las veiau
,n.»ife'rtefigO'^láefiaédtrtlítt^,','*e.i'Üejaron arrastrar del impulso
"J 1 "•J>*(tl(16«i¿Ü,(luy¡l^1blibUi'líéélit5ÍVe.sis»tir tantos peligros; cedie-
'.'I / r.ioixi II
—331—
ron al ejemplo de sus compañeros de armas, que en{ Colombia
tomaban parte en tan noble contienda y efectuaron una revo
lucion que sus jefes no constitucionales no pudieron ni prever
ni contener. ¿Que seduccion ni qué aliciente pudieran ofre
cer los mandatarios del Perú á militares á quienes no eran
indiferentes el honor y la gloria, y que, obrando de otro modo
juzgaran faltar á su deber, y marchitar sus laureles y perder
su reputacion* La insurreccion de bis tropas colombianas no
tuvo en el Perú otra causa que la misma que producía la uni
versal combustion de Colombia. El Gobierno del Perú está
satisfecho, de que basta observar el curso de las revoluciones
y los resortes del corazon humano, para convencer al mundo
de que en el movimiento de las tropas no ha tenido la parte
que, por calumniarle, le atribuye el general Bolivar. Esta ,
sencilla exposicion será suficiente para todo hombre impar-
cial: pero la respuesta perentoria á esta insidiosa acrimina
cion. e¿ que el general Bolivar confunde estudiosamente las
épocas y los hechos. El actual Gobierno no mandaba enton
ces; era el general Bolivar quien mandaba el Perú por sí, ó
por los consejos gubernativos puestos á su arbitrio, y que
ciegamente le obedecían. Pues impútese á sí mismo si los
resultados en este acontecimiento no correspondieron á sus
proyectos: iyipútese á sí mismo el no conocer todavía bien el
espíritu y temple de opinion del pueblo colombiano.
Consumada la revolucion de los auxiliares faltó la fuerza
qne encadenaba la voluntad nacional, que se pronunció con
enerjía irresistible contra la carta dada por Bolivar, y con
entusiasmo entró el Perú en el pleno goce de sus derechos.
Testimonio es este irrefragable de la opresion en que yac^a,
y de su detestacion á la autoridad exótica de un j(Jfc,y,i|ta}icjo|¡
El Gobierno del Perú pidió entónce3 al.d^C.ojqipíjja^un, jéfft,,
qne viniese á ponerse al frente dViiJW'.,4i^Í:1'Pn.i Wlffínííi^PM?iyt
estaba resuelto á sostf^jtír;|a1;eí{.,úiu,tu..fl{ie. ^oj^ru^iese,.,.^
reposo y seg^u.j^ad, ,dfc ^l^iinn))jjtja;T^s,.J(í^í;tííí| .uMfiFWt
trasi)or,l,viS!(imVílr(i'ftftVt^K .ib^H, (P^ViV ymW,f«IPJw W^ti?,
weiw.mm^", iWiyWwMfc iiiwtwtp, iw^nroi)My, 1^,%^
llUiíi fHS^.ííltíra,^ , jcqujtqvuW; >A I '¡«Hí^; A"íe1,pR|.)qsJ,Wjq}íIosr4eísn
—332—
independencia de Colombia; son hechos que debieran probar
se con documentos auténticos, para poder asegurar, que el
Perú obraba hostilmente contra Colombia al mismo tiempo que
le hacia protestas de amistad: pero cuando tales acusaciones
carecen de todo racional fundamento, y están públicamente
desmentidas por los hechos, toca en lo sublime de la injusticia
y de la falsedad, y manifiesta un ciego deseo de inventar
agravios en qué apoyar la declaracion escandalosa de guerra.
Esas mismas tropas, (pie ahora se consideran encargadas del
sacrilego atentado de despedazar á su patria, fueron presen
tadas entonces á sus compañeros de armas, como modelos de
imitacion en su obediencia á las leyes, y en su fidelidad á la
Constitucion que habian jurado. Recomendacion es esta muy
reciente, hecha por autoridades de aquel país, y de todos muy
sabida, para que pueda haberla echado en olvido el general
Bolivar; y muy clara, legal y terminante, para que pueda re
vocarse en duda la falta de sinceridad y la mala fé con que
hace al Gobierno del Perú la mas gravé ofensa ij el ultraje mas
doloroso.
Haber hecho salir la division auxilar debió ser la primera
atencion del Perú, desde que esas fuerzas no eran necesarias,
y desde que sin un jefe nombrado por su Gobierno para man
tener la disciplina, estaban espuestas á perder sn moral, y ¡í
envolver al país en los horrores de las sediciones militares.
Siu embargo el Gobierno del Perú, esponiéndose á graves
males, las mantuvo, dando tiempo á la llegada del general
que habia pedido. Mas cuando los jefes de la division pidie
ron su regreso, ya no fué el Gobierno poderoso á detenerlos,
y méuos á impedir que ellos y sus tropas se creyeran agravia
das, y que sospechando que el Gobierno favorecía el partido
enemigo de la Constitucion de su patria embarazandoles que
fuesen á defenderla; rompiesen contra él hostilidades, y el
Perú inocente se anegase en la sangre de sus hijos, convir
tiendo imprudentemente en enemigos á los que podían recor
dar el terrible poder que ejercieron cuando combatían, bajo
mi ambicioso feliz, en nombre de la patria. De aquí la pres
teza en equiparlos completamente, á pesar de las angustias
del Erario, y el haberse sometido ei Gobierno á cuautas con
diciones se exijieron, á mantener cerrado el puerto del Callao,
y á tolerar (pie impidiesen la salida del buque en que el ajen-
t . de Colombia comunicaba á su Gobierno la marcha de la
oiviaioTi auxiliar. Sí el general Bolivar, para hacer jurar su
Consti v ioii y hacerse reconocer por Presidente vitalicio, no
hubiese concentrado en la ciudad la division auxiliar, si no
hubiese desmantelado las fortalezas del Callao, desarmado
nuestra escuadra, licenciado su tripulacion; y en una palabra,
—asa-
reducido el Perú á la nulidad que ora necesaria á su política,
habría mas apariencia para imputar al Gobierno del Perú
alguna parte en este suceso, ó algunas miras' siniestras ó á lo
mános falta de dignidad. Sobre el general Bolivar gravan
exclusivamente los males que hayan sobrevenido á Colombia
del arribo de la division auxiliar, si es que á ella pueden atri
buirse los que ya entonces aflijian á los Departamentos del
Sur, que como ios del Norte eran presa del desorden que ame
nazaba disolver esa República. Responda, pues, de ellos el
general Bolivar á su Nacion y al mundo entero; y no acuse á
la República Peruana del resultado de acontecimientos, que
preparados por él mismo para afianzar su poder absoluto, han
servido á la Providencia siempre justa, para hacerle sentir las
amargas consecuencias de su traicion á la libertad del Perú y
á la causa de la América.
El buque de guerra que convoyaba los trasportes, además
de bailarse mal armado, iba sin la dotacion de mar correspon
diente y con órdenes terminantes de entregar la division al
primer buque de guerra colombiano que encontrase en la tra
vesía, y de no detenerse en la costa de Guayaquil verificado
que fuese el desembarco de las tropas. Cumplidas fueron
estas instrucciones, y los buques no permanecieron al frente
de los puertos, esperando el resultado mas de un mes como
dice falsamente el general Bolivar. ¿Ni qué resultado pudieran
aguardar cuando estaba concluido el objeto á que fueron
enviados, ni de qué podían servir los trasportes á la vista de
la costa?
Colocado el Perú, por la salida de la division auxiliar en
aptitud de obrar libremente, y sin recelos de ver turbada su
tranquilidad, se dedicó el Gobierno á curar las profundas he
ridas (pie en el coraron de la República habia dejado el gene
ral Bolivar, á reponer las fuerzas que éste habia deshecho, y
á alzarla del estado de postracion á que la habia reducido, al
grado de fuerza y de vigor que necesitaba para hacerse respe
tar y merecer el nombre de Nacion independiente. Pero nue
vos y fundados temores alteraron su reposo. El general Sucre
intentó la desmembracion de los departamentos del Sur, su
jiriendo á los jefes que los mandaban, formasen de ellos una
República que se federase con Bolivja. El Gobierno del Perú
tenia tija su atencion en las operaciones secretas y privadas
de este general; é inquiriendo solícitamente que nuevas ma
quinaciones tramaii* por habérsele frustrado la primera, y de
cuales ajentes se valiera, descubrió estar en comunicacion,
con el ajente de Colombia en esta capital y haberle remitido
dinero para otros fines muy diferentes de los que se supusie
ron. El Gobierno se convenció entonces de que era perniciosa
—334—
la permanencia de aquel Ministro sospechado generalmente
de conspirar contra el nuevo órden establecido, y conocido
por su influjo y medras, bajo el absolutismo del general Bolí
var que estaba en sus intereses ver restablecido. El Gobierno
del Perú se hallaba de consiguiente en la vez de usar del de
recho comun á todas las naciones para expeler al Ministro
extranjero que le era, sospechoso; señalándole para salir del
territorio, el plazo conveniente.
El señor Armero, antiguo ajente de los planes del general
Bolivar, su íntimo confidente, no debió permanecer en el país
desde que la Providencia concedió al Perú sacudir el yugo
que le oprimía. — Sobrados miramientos guardó. el Gobierno
del Ferú al de Colombia, respetando el carácter de su repre
sentante en la persona del que era en realidad ajente delos
proyectos del general Bolivar; aun pudiera tachársele de de
bilidad, y de imprudencia, permitiendo un solo dia despues
del 26 de Enero, que permaneciese en el país un hombre que
preparaba el mayor servicio al general Bolivar anarquizando
al Perú. Tan urjente erala salida de este inquieto ajente
como eran activas sus maniobras. Habría sino el colmo de la
inepcia, cuando un dia de tardanza pudiera perdernos, seguir
los lentos trámites diplomáticos demarcados para los casos
ordinarios.
Tan léjos estuvo el Gobierno del Perú de perseguir con en
carnizamiento á aquel ajente, que como se ha manifestado,
comprometió la tranquilidad pública por la bondadosa credu
lidad de que eorresnonderia su comportamiento particular al
de un representante de un Gobierno amigo y aliado. ¡Cuál
es pues, el ultraje hecho A Colombia eu la persono, de su ajente?
¿Cuál la horrenda violación de la ley de las naciones?
Cuando las disensiones del Sur de Colombia se terminaron
por el triunfo de uno de los partidos, los jefes y oficiales del.»
division auxiliar que no pertenecian al vencedor, serefujiaron
al Perú, que viendo en ellos lmos colombianos desgraciados,
les prestó la hospitalidad y acojida que no habría denegado á
los de la opinion contraria, si se hubiesen hallado en igual
caso. El Gobierno del Perú.debió recibirlos en su territorio,
con tanta mas seguridad de no chocar con los intereses de
Colombia, cuanto que el Gobierno de esa República, dpsw-
chando el artículo de las estipulaciones celebradas ifmtr8itS'li
Ministro Plenipotenciario y el de Relafijpr^e^^.É^t^DiOfle» (J<'1
Perú, relativo á la entrega de los, íTa,u^r,»jR.uí.4,ruuj¿a^,iide
una de las República9,,qijja.8e.rj3íujja^,^i.Ja 0t^,jW#flta*e
dejó en libertad ^rarpcjbjijlos,,. sipo¡íju/í0ade)iíi4fil Tp.anifoató
imp^tiimeníp, 4«e ,pra, jp^er,^ , d^furüiafil aoQjwW.jv, .««.ite-
^laittaílos1¡ ..Es^imkuQso, ú^iV'fiiV^fl.npg^Tliw ,}A,eiitradai»n
—335—
la .República, como pernicioso mantener en ella á los pocos
colombianos, que iusultabau á los particulares, promovían el
descontento en los pueblos que habitaban, y cometían excesos
que el Perú habría castigado severamente eu sus propios hi
jos: aun existen en el país colombianos de los que desaprobaban
las operaciones de la division auxiliar, gozando de la proteccion
de las leyes, y de la consideracion que debe á todo hombre
honrado y pacífico una sociedad bien constituida.
El Gobierno del Perú establecido sobre bases liberales res
peta relijiosamente la libertad de la imprenta y uo puede, sin
quebrantar las leyes, restrinjir este precioso derecho reglado
por un código especial que se observa puntualmente. En toda
la extension dela República en libre á todos publicar sus
pensamientos, y el que abusa de esta prerogativa no puede
ser reconvenido, sino por autoridad competente, y en el modo
designado por la ley. Habría sido un acto de monstruosa
arbitrariedad, una abominable imitacion de los gobiernos dic
tatoriales prohibir los elojios prodigados á la division auxiliar
en los periódicos y otros impresos del Perú. ¿Y cuáles son
los encomios que merecen censura y pueden en algun modo
justificar las quejas del general Bolivar? Los papeles públicos
sin vulnerar, ni deprimir á la Nacion Colombiana, se convir
tieron únicamente contra los que agraviaron acervamente al
Perú, y recomendaron el noble comportamiento con que la
division colombiana, pronunciándose yor la Constitucion y
leyes de su patria, dejó de ser un instrumento de opresion, y
el custodio de la servidumbre de estos pueblos. Si ser fieles
á solemnes juramentos; rehusar servir por mas tiempo á pla
nes opresivos y velar por sostener las instituciones patrias,
desgarradas por facciones es traicion, maldad y perversa con
ducta, el general Bolivar revela al mundo una moral, que
destruye los fundamentos de las sociedades; autoriza el dere
cho del mas fuerte, y reprueba el auxilio que deben prestar
los buenos ciudadanos á su patria dilacerada y aflijida.
Una política derivada de tan absurdos principios ha sujeri-
do inculpar al Gobierno del Perú los desaciertos de los dos
comisionados de Colombia al Gobierno de Bolivia que arriba
ron al Perú. El edecan del Vice-presidente deesa República
encargado de presentar al Presidente de Bolivia la espada
que le decretó el Congreso de su patria, arribó al Callao en
circunstancias de haberse mandado , que ningun pasajero
desembarcara sin previa licencia del Gobierno. Se le dejó
ve'uir á Lima tan luego como se supo su llegada, estuvo en
libertad, se le dispensaron consideraciones y aprecio, y si no
coVilinuó su viaje por mar yaque le retrajeron de seguirlo por
"tierra los riesgos del camino; es la acusacion mas peregrina
—336—
imputar al Perú el regreso de ese Enviado, que pudo, tomando
otra direccion, sustraerse á esos peligros.
Denunciada la goleta "Sirena" de tener íí su bordo un va
lioso contrabando, la detiene el gobernador del puerto di?
Huacho, adonde habia arribado y la obliga á hacer viaje al del
Callao para esclarecer esta denuncia. Cu oficial colombiano
que en ella venia de pasaje, conduciendo pliegos para el Go
bierno de Bolivia, los arroja al mar; su conducta arreglada,
sin duda, á las instrucciones que habia recibido, ocupa ahora
un lugar en la lista de los pretendidos agravios de que se queja
el general Bolivar. ¿Debe acaso responder el Perú del error
del comisionado de Colombia, de su precipitacion, aturdi
miento, ó de que por los particulares reencargos de su jefe
sospechara, contenían planes hostiles al Perú las comunicacio
nes que se le habian entregado, y que era de su deber echarlas
al agua porque su conciencia intimidada le dictara, que tal era
su obligacion? El Gobierno del Perú no ha dado, como otros,
ejemplo alguno de violencia, para que se le hiciera ia ofensa
imperdonable de juzgarle capaz de violar la correspondencia
entredos gobiernos, añadiendo el atentado de adquirirla por
la fuerza: y asegura confiadamente, ser una atroz calumnia,
acusarle de haber querido que el oficial entregase la correspon
dencia que le trajo á Lima, y que de su Arden hubiese en ella
permanecido mucho tiempo.
Este incidente aumentó las justas sospechas de apercibirse
el general Bolivar para una guerra á que, tiempo ha, incitaba
á los pueblos de Colombia por medio de los periódicos (pie
dirijia. Muy en breve se vieron confirmados recelos tan fu
nestos. El general Bolivar en comunicaciones oficiales ma
nifestaba al Congreso de su patria su enemistad al Perú, y
la necesidad de no reducir la fuerza permanente de Colombia.
El Gobierno del Perú se vio forzado á formar un ejército en
las fronteras, para impedir una agresion, y contener las inten
ciones hostiles que ya no podiau serle dudosas. Cierto es,
que \o juntó con tanta eficacia, como si muy pronto debiera abrir
la campaña: mas es tambien innegable que no ha internado
sus fuerzas en el territorio colombiano, en el largo tiempo
que ha trascurrido, sin embargo de favorecer esta empresa
la superioridad numérica de sus tropas, su valor y disciplina.
¿Y es creíble que el Perú animado, como gratuitamente se
supone, del excecrable espíritu de conquista, consumiese inú
tilmente sus recursos en largos preparativos; diese tiempo al
enemigo para crear nuevas fuerzas y rennir las que tuviese
diseminadas; de que cesaran las divisiones, los partidos y
revueltas de Colombia; y para que el general Bolivar naciona
lizase una guerra, cuyos motivos solo se hallan en sujenial
—337—
ambicion y en su insaciable sed de domíuar? Sobrada causa
lia tenido el Gobierno del Perú para atacar al de Colombia,
y todas las naciones habrían considerado en este rompimiento
uu acto de lejítima defensa. Mas el Perú no ha podido echar
eu olvido su antigua y estrecha amistad con aquella Repú
blica, y su respeto á los derechos de un pueblo libre; sobre
quien no puede, con justicia y sin crueldad, hacer que recai
gan los funestos efectos de una guerra encendida y fomentada
por un hombre que es, en el dia, la calamidad de su patria, y
la amenaza perpetua á todas las repúblicas.
El vehemente deseo de evitar grandes desgracias, de con
servar la paz, y de no presentar en América el escándalo de
dos repúblicas derramando impíamente la sangre de sus hijos,
que podría ahorrarse por transacciones amigables, movió al
Gobierno del Perú á nombrar cerca del de Colombia un
Enviado extraordinario, con el solo objeto de estrechar la
fraternidad y union de ambas naciones. El Peru, aunque
irravemente ofendido por Bolivar, se habia abstenido de pedir
reparaciones; y tan solo exijia que se le dejase en la tranqui
lidad que le prometían sus nuevas instituciones. El Presiden
te de Colombia acababa de manifestar, que el Perú habiá dado
pruebas multiplicadas de intenciones siuiestras contra Co
lombia; y. cuando debiera haberlas detallado y reclamarlas
oficialmente, observa una taciturnidad fria y desdeñosa, que
daba á conocer lo infundado de su acriminacion, y un alto
desprecio á la Nacion y al Gobierno Peruano. Creyó éste en
su buena fé, que atendiendo ménos á su dignidad, que á sqs
miras pacíficas y conciliadoras, desistiera el general Bolivar
de la guerra porque se desvivía, entrando con él en negocia
ciones que esclareciesen solemnemente la verdad, y no deja
sen á Colombia duda de la amistad y estrecha armonía que
con ella se quería conservar á todo trance. Mas el Peiú no
atendía á que trataba con un hombre iucapaz de retroceder
en sus designios de conquista, y que de la misma jenerosidad
de la Nacion Peruana y de la nobleza de su proceder, habian
de sacarse armas para ofenderla y calumniarla, publicando
que se qwria adormecer la vijilancia del Gobierno de Colombia,
mandándole un Ministro Plenipotenciario sin instrucciones ni
poderes para concluir cosa alguna.
Si nada pudo concluirse, obra fué del general Bolivar, que,
irreconci Hable con los libres del Perú, tuvo una conducta in
digna del Presidente de Colombia, y una actitud altiva y
amenazadora. Las primeras comunicaciones del Ministerio
del general Bolivar con el Enviado del Perú contenían con
diciones de paz bajo la amenaza de una declaracion de guer
ra, dentro de un térmiuo muy breve y perentorio. Se negó el
Tom. mi. Historia— 43,
—338—,
general Bolivar á pasar por las satisfacciones* que fie dieron 4
los supuestos agravios; y entre sus temerarias proposiciones,
designó unas contrarias á lod tratados existentes entre ambas
repúblicas, y otra horriblemente injusta y apoyada en un con
venio clandestino en que se halla implícitamente rechazada.
Tales fueron los úuicos medios con que manifestó el general
Bolivar luista qué panto llegaban sus deseos de la paz y la conci
liacion.
No era llegado el caso de exijir la satisfaccion de la denda
del Perú á Colombia: estaba estipulado por el tratado de liga
y confederacion de ambas repúblicas, que se liquidaseu en
un convenio separado los cargos recíprocos que resultasen de
subsidios prestados en la guerra, sin especial acuerdo de los
dos gobiernos. Que á esta clase pertenezcan los auxilios cuya
satisfaccion se reclama, lo pone bien en claro haber estado ya
navegando las tropas auxiliares antes de pedirlas el Gobierno
del Perú.—Tampoco era justa y racional la devolucion de
la provincia de Jaen y parte de la de Mayuas, sin haberse
discutido y aprobado el tratado de límites que debiera arre
glar los de ambas repúblicas, que habian estipulado lijarlos
por una transaccion especial. Solo de este modo debieraü
esclarecerse los derechos de Colombia á estas provincias que
eran parte del territorio Peruano, y cuya posesion implícita
mente se obligó á no reclamar Colombia, dejando pendiente
la demarcacion de los confines. De consiguiente, el Ministro
del Perú no debió llevar instrucciones ni poderes para estos
dos objetos, que no podía exijir el general Bolivar sin faltar
abiertamente á los anteriores compromisos de Colombia.
Quien así violaba la fé de los tratados, y osaba demandar
con amenazas lo que no habia obligacion de concederle, ha
obrado consecuente á sus principios, reclamando cruelmente
el cumplimiento de un convenio destituido de solemnidades
que le den valor y subsistencia: tratado que él mismo se ha
avergonzado de publicar, y cuya ratificacion jamás ha solici
tado. Tal es el tratado que ha desconocido el Ministro del
Perú, y por el que se reclama el reemplazo numérico de las
bajas de los cuerpos colombianos. Lo celebró el general Bo
livar con un comisionado particular del llamado entónces Pre
sidente del Perú, sin poderes para una negociacion inaudita
é inhumana, cuyo objeto fué uno de los poderosos motivos
que determinaron al Perú á despedir los primeros auxiliares
venidos á su territorio despues de la famosa batalla de Pi
chincha. Si el Gobierno del Perú, con una barbarie que no
horroriza al general Bolivar; y despreciando, como él los de
rechos de la naturaleza, se hubiera avenido á tan inhumano
cambio, lejos de hallarse obligado, con justicia reclamara un
—339—
gran residuo de los millares de peruauos arrastrados á morir
en Colombia, por el general Bolivar, que redujo á cuadros los
cuerpos peruanos; para que careciendo el Perú de ejército
propio fuera incapaz de resistirá las fuerzas colombianas, con
las que creyó establecer y consolidar su odiosa dominacion.
Pero el tratado mismo en que se apoyara esta reclamacion,
si fuera bueno y valedero, no la concede despues del regreso
de los auxiliares á su patria. Ofrece los reemplazos peruanos,
durante la guerra, con el fin de que tuviese el ejército de Colom
bia la fuerza necesaria para operar, y no por otra razon, que
ser muy costoso y difícil á Colombia llenar las bajas con reem
plazos enviados de su territorio. La guerra ha terminado; no
hay en el Perú cuerpos colombianos: ha desaparecido el obje
to y el motivo único y expreso de esta obligacion: ¿y por qué
se babia de exijir su cumplimiento? Los auxiliares sostenían
con grandes ventajas una contienda que les interesaba no
ménos que á los que habian venido á socorrer—defendían la
independencia de Colombia en el Perú. Eu fin, para hacer
esta bárbara reclamacion es preciso ignorar hasta los rudi
mentos de esta clase de transacciones, que están al alcance
aun de los militares ménos estudiosos.
El lenguaje duro y arrogante del Ministerio del general
Bolivar movió al Enviado del Perú á no mostrarse débil y
sumiso, y á responder con firmeza y moderacion, cual cum-
plia, al Representante de una Nacion independiente, pronta á
transijir amigablemente, pero sin mengua de su honor, las
diferencias verdaderas ó supuestas que existían entre el Perú
y el general Bolivar. Mas este se ha ofendido altamente de
qne nuestro Ministro no se hubiese intimidado, y le acrimina
de haber prodigada injurias é insultos al Gobierno, á los gene
rales de Colombia, á sus tropas y á.todos los colombianos; como
si aun tuviera avasallado al Perú con tropas extranjeras; y no
amasen, sobre todo, los buenos colombianos el puro acento de
la verdad, y la valerosa oposicion de un pueblo libre á los
descomedimientos de un tirano.—Injurias é insultos se prodi
garon al Perú en la persona de su Ministro. No se le recibe en
público; se le niega una audiencia con el general Bolivar, que
se excusa en el dia señalado por su Ministro para verificarla:
no se le deja abierto otro camino para desempeñar su mision,
que una correspondencia privada: y finalmente se pretestan
dudas sobre la legalidad de sus poderes, cuando ya se pro
ponían las bases de un avenimiento; y necesitado á retirarse
se le expide pasaporte como ¿i un particular, negándole loque
aun á estos se concede, y señalándole la ruta, que forzosa
mente debia seguir en su regreso. Así el general Bolivar ha
resistido reconocer la soberanía del Perú, la lejitimidad de
—340—
su Gobierno, y reduciendo á su Plenipotenciario á un carác
ter privado, ha violado las leyes primordiales del derecho de
las gentes: y puesto el colmo á los agravios que ha inferido ul
Perú, quitando de una vez toda esperanza de acomodamiento.
Pendiente la mision, se hacían ul Perú u nevos ultrajes por
el jefe que mandaba en Bolivia las tropas colombiauas cuyo
tránsito por el territorio peruano se habia pedido p-^r el Pre
sidente colombiano de aquella República. El Gobierno del
Perú concedió su permiso para que se embarcasen en Arica,
sin embargo de que bien podia mirar como' enemigas á las
que su jefe habia proclamado en un sentido que anunciaba el
rompimiento de hostilidades contra el Peni, y de envolver
una sospecha muy fundada el hecho de querer embarcarlas en
el Perú existiendo puerto en Bolivia, en que aseguraba su
Gobierno haber todo lo necesario para establecer un comercio
activo con el interior.
Sublévase entre tanto un batallon colombiano acantonado
en la Paz. El general Bolivar atribuye la sedicion á los
generales del Perú y á la demora del Congreso Peruano en
permitirles el paso por su territorio, como si ya no hubiese
multitud de ejemplos anteriores de desobediencia en los cuer
pos colombianos residentes en su patria, y en cualquier otro
punto donde se les hacia servir para la opresion ;de los pue
blos; y como si los genérales peruanos pudieran ejercer algu
na influencia en jefes extranjeros colocados á una larga dis
tancia. El movimiento del batallon colombiano estaba en la
naturaleza misma de las cosas, y era una consecuencia nece
saria de guarnecer pueblos (pie naturalmente se valían de
todos los medios para romper los hierros de una dominacion
extraña. El Gobierno del Perú se complació en este aconte
cimiento, que se le comunicó bajo el aspecto de ser la entera
libertad de Bolivia; pero es tan falso, queelojiase el procedi
miento de los sublevados en su periódico oficial, (cuya publi
cacion se hallaba entonces accidentalmente suspensa) como
distante de toda verdad, que se haya recibido con honor, y
prodiijndo Uis mayores consideraciones en Lima al sarjei.to autor
principal d« aquel movimiento, siendo casi ignorada eu esta
capital su llegada, y permaneciendo él en la oscuridad, sin
distincion ni recompensa de ninguna clase. Mas nada tienen
t'.e extraño calumnias semejantes en la pluma de un hombre,
uiya política ha sido siempre imponer, alucinar con voces y
palabras, dominar en el hecho, y que diestro en dar un aspec
to odioso á, las mas justas y sencillas acciones, fin je atentados
para cebar su ira en los que tienen virtud bastante para resis
tir su poder.
-
—.341—
Eu tanto el Gobierno del Perú "no pudo conseguir del Pre
sidente de Bolivia explicaciones sobre la alocucion injuriosa
é insultante, dirijida por el general colombiano á las tropas
de su mando. Este silencio reagravó las anteriores pruebas
de la hostil disposicion del Gobierno de Bolivia, que tocó al
último grado de certidumbre al saber el Gobierno del Perú
ipie el general Bolivar previno á Sucre desde Ocaña, que le
comunicaría noticias y órdenes desde Bogotá á donde mar
chaba con celeridad. El Gobierno del Perú se penetró entón-
cer de la dolorosa idea de una guerra indispensable con Boli
via para poner en salvo á la República de las asechanzas
combinadas por estos dos jefes y de la agresion (pie prepara
ban para cuando sus tuerzas estuviesen en aptitud de obrar.
Mas se anticipó la Nacion Alto-peruana pronunciándose
abiertamente contra sus opresores, y pidiendo con instancia
el socorro del Perú, para evitar las calamidades (pie acompa
ñan á los cambiamientos políticos cuando puede oponérseles
la tuerza de las armas. Por las continuas invitaciones y en
carecidos ruegos de los pueblos, el general peruano internó
su ejército en el territorio de esa República, proclamando sus
intenciones de paz, su ninguna intervencion en el Gobierno
que se diera; y haciendo entender á las tropas colombianas,
que no debian ser parte en la contienda, fieles á su deber y á
los principios reconocidos y jurados en Colombia. Felizmente
la terminacion de estos sucesos desmiente las calumnias del
general Bolivar; y convence de que el Perú no llevó allí la
guerra, sino la independencia; no la conquista y la opresion,
sino la libertad y el reposo. El pueblo se constituye por sí
mismo, no vé! á su frente extranjero alguno que impida su
marcha: del mas vergonzoso pupilaje, de !» abyeccion mas
ignominiosa se levanta á figurar entre las repúblicas del mun-
do nuevo. El Ejército Peruano se retira, no cargado de la
exceeracicn (pie siempre sigue á los que han derVamado la
sangre de los pueblos sino cumedio de las bendiciones de una
Xacion, (pie con su auxilio ha restaurado sus derechos y der
rocado ei despotismo extranjero.
Si el Perú amaso la guerra, si su Gobierno nodirijiese todos
sus conatos á conservar la paz, los ejércitos peruanos habrían
ya penetrado en el territorio de Colombia para vengar los
ultrajes, é impedir la agresion con que le amenazaba el su
balterno Dictador de los departamentos del Sur de aquella
República. Mas él ha llevado el sufrimiento hasta el extre
mo de tolerar nuevos insultos sin emprender, como debiera,
sobre las costas, ó traspasando las fronteras de Colombia. La
escuadra del Perú se ha mantenido en sus posiciones, respe
tando, hasta que fué alevosamente acometida, los buques que
—342—
tenían en la mar el pabellon colombiano: el ejército se ha
mantenido en aptitud respetable, sin tomar la ofensiva, y sus
jefes no le han proclamado hasta que á ello los precisaron las
insolentes proclamas de los generales enemigos.
El Perú no ha roto las hostilidades, ni ha completado sns
aprestos navales y terrestres, basta que el general Bolivar ha
dicho que se ace,reaba la hora de la venganza, y que su presencia
iba á ser la. señal del combate. ¿Cuáles son, pues, las expedicio
nes de guerra por parte del Perú? ¿Cuáles las hostilidades
que ha roto con Bolivia, ni cuáles las que ha abierto con Co
lombia, antes de ser provocado por el general Bolivar y sos
tenientes? Pero conviene á los intereses de este general, que
se fomente la enemistad al Perú, y valerse de las tropas de
su patria para conquistarlo, y que á su vez las de este sirvan
para subyugar á aquella. De otro modo no añadiera á losca- '
lumniosos pretestos que hacen el fondo de su manifiesto de
guerra, el ridiculo y miserable de haberse enarbolado la ban
dera peruana en un baile del carnaval que tuvieron los sol
dados peruanos, rennidos amigablemente con los de Colombia
en el pequeño caserío de Zapotillo.
El Gobierno del Perú podría oponer una série de verdade
ros agravios á los supuestos en que el general Bolivar funda
su declaracion de guerra. Pero ya que esta se ha hecho ine
vitable; ya que él todo lo sacrifica á sus aspiraciones de res
tablecer en el Perú su ominosa dictadora, y la paz se ha
hecho inaccequiblc, el Gobierno del Perú sostendrá con honor
una guerra, en la que el triunfo de su justicia, ha de com
prarse al doloroso precio de la sangre de sus hermanos de Co
lombia, y de la de sus propios hijos. Pero la suerte de estos
mismos hijos no deja en su mano otro medio que el de defen
derse para no servir, y para impedir que sus vidas y fortunas
sean despojo de la avidez de nu extranjero, que solo vende Lt
paz por, injentes sumas de dinero irjie nos exi je, y por el des
tierro de la juventud peruana á los mortíferos climas de
Colombia. A tan extravagantes é inhumanas condiciones
quedará sujeta la República, si traicionando el Gobierno del
Perú la confianza de los pueblos, si faltando cobardemente á
sus deberes, dejara cebar en ellos la crueldad del hipócrita,
que afectando no hacer la guerra á la Nacion, propone, para
no verificarla, empobrecer y despoblar sus provincias. De
manera que sea por la paz, sea por la guerra, nos amenaza la
devastacion y la servidumbre. Caigan pues todos los males
de tan justa resistencia y toda laexcecracion americana sobre
quien nos arrastra á tan dura extremidad.
Aunque existiese la Coi federacion Americana, á que la
República del Perú no ha debido concurrir, desde que ha es
—343—
tado ajitado de la guerra civil el país á que fué trasladada:
¿qué respeto prestaría á sus decisiones nu guerrero audaz,
ministro del jénio del mal para establecer en el nuevo mundo
el reiau de la discordia, y para cubrir de ignominia á la Amé
rica, presentándola incapaz de darse por sí misma leyes, ór-
den y paz?
Desvanecidos ya todos lo< falsos protestos alegados por el
general Bolivar, resalta la verdadera, la única causa de la
guerra. Al pisar este jefe nuestras playas, afectando des
preciar un grano de sus arenas, y al reconocer por sus ojos el
valor del Perú sintió que era llegado el momento de realizar
sus antiguos proyectos y de afirmar su dominacion. Desde
ñando ya todo disfraz proclamó la célebre carta llamada su
hija predilecta, concebida en el delirio de la ambicion, y dada
á reconocer por la fuerza y por las artes nias viles, denuncia
das al mundo por documentos oficiales impresos en el Perú,
en Colombia y reimpresos en varios periódicos de Europa.
Mas apenas el Perú se vió libre de la opresion é influjo del
Dictador, cuando levantó su frente humillada y recobró su
dignidad. Este jeneroso pueblo fué el primero que rasgó y
holló con indignacion esa carta de ignominia mas iliberal,
mas monstruosa que las constituciones impelíales que hemos
vi9to en nuestro continente, y aun en la isla africana de nues
tro emisferio.
Sabida es la impresion de rábia y despecho que hizo en el
ánimo del general Bolívar esta noble empresa, y sabido es
tambien el juramento que hizo de vengar un ultraje que le
arrebataba el cetro de fierro, que tendia sobre estos pueblos—
que ponia á toda la América sobre su guarda—y que le des
pojaba de los últimos rayos de su gloria.
Desde entonces debimos apercibirnos á la defensa. Sin es
ta indispensable precaucion (calificada de perfidia por el ge
neral Bolivar) concíbase cuál suerte se preparaba á nuestra
patria. El país habia sido desvastado por un guerrero (pie se
llamaba su amigo: ¿qué seria si volviese como su conquista
dor? El Perú fué oprimido y sojuzgado aun cuaudo estaba
clejido para ser el trono de su gloria y de su antigua esperan
za: ¿qué seria despues de estar destinado á ser el sangriento
teatro de sus venganzas?
En otras circunstancias esta habría sido la ocasion deque
el Gobierno del Perú hiciese tambien al mundo el manifiesto
de los agravios y extrañas vejaciones que ha sufrido, como
suficitantes motivos de resentimiento y de guerra. Mas por
ahora se contenta con haber manifestado que es injusta y vio
lenta la guerra que se le mueve, y que toma las armas invo
luntariamente.
I
—344—
SÍ: el Gobierno del Perú protesta solemnemente que sufri
ría todo jénero de sacrificios, ménos el de la honra, por evi
tar esta guerra que será el escándalo de América, —nuestra
degradacion en Europa, — y la mayor calamidad de los pue
blos amigos y hermanos, que desde el principio de su existen
cia política se ven destinados á pagar con su sangre el crimen
de la ambicion de uno solo.
Naciones de Europa: príncipes que estais á su frente: na
cientes repúblicas de América; hombres libres que dirijís su
marcha: pueblos hermanos y aliados que habeis pasado de la
servidumbre á la libertad, jamás se han presentado ante el
respetable tribunal de vuestra opinion pruebas mas evidentes
é irrefragables de la temeraria ambicion de un hombre, de los
inicuos proyectos á que le arrastra: ni de la justicia y derecho
con que se apresta á resistirle una Nacion que sufrida y agra
viada hasta el extremo, en vez de medios de reparacion y de
venganza, ha cedido de su dignidad, ocurriendo á los de con
ciliacion y avenimiento.
Guerra ha sido el grito que ha dado el general Bolivar, y
guerra ha debido contestar el Gobierno del Perú. Pluguiese
al cielo que antes de sonar la hora del combate, dando el ge
neral Bolivar una mirada á los verdaderos intereses de Co
lombia, entablase negociaciones de paz, que no desoiría el
Perú armado solo por sostener su integridad, y poner á salvo
las fortunas, la sangre y el reposo de sus hijos, y la indepen
dencia y libertad nacional.
República de Colombia.—Secretaría de Estado en el Despacho
de Relaciones Exteriores.—Bogotá, 15 de Julio de 1828— 18V
Al Excmo. señor Ministro de Estado en el Departamento de
Relaciones Exteriores de la República Peruana &. &. &.
Señor:
Informado el Gobierno de Colombia que el del Perú depo
niendo todo medio de conciliacion y de paz, iutenta ya inva
dir el territorio de esta República, y bloquear sus puertos, se
ha visto en la precision de dar el Manifiesto que el infrascripto
Secretario de Estado y del despacho de Relaciones Exteriores
-345—
tiene el honor de dirijir al honorable señor Ministro del mis
mo Departamento en el Perú.
El Gobierno de Colombia se vé compelido, á pesar suyo, á
entrar en tma guerra que ha procurado evitar por cuantos
medios han estado á su alcance. Ha prescindido de ella,
miéntras la seguridad del territorio no se ha visto amenazada:
pero ahora que el Gobierno del Perú trata de atacarla, su
deber le impone la necesidad de armarse para repeler la
agresion.
El Gobierno de Colombia no puede dudar de los intentos
del del Perú. Las proclamas del Prefecto de la Libertad, y
del general del ejército estacionado en aquel Departamento,
se lo manifiestan. Las que el general Gamarra ha expedido
á las tropas de Colombia, que se hallaban en Bolivia, excitán
dolas á la insurreccion para que las perdiera esta República,
se lo demuestran; y la invasion de Bolivia, por el mismo ge
neral en plena paz y sin prévia declaracion de guerra, se lo
comprueban. Así como en las fronteras de Bolivia se habia
formado un ejército que se ha hecho obrar cuando se ha crei
do conveniente, así tambien en las fronteras de Colombia se
ha formado otro que marchara á este territorio, ya antes inva
dido por sus mismas tropas protejidas por el Gobierno del
Perú.
Sin embargo que los agravios de que tenia que quejarse el
Gobierno de Colombia de el del Perú eran tan graves, nunca
se propasó á vengarlos por las armas, y esperaba siempre que
ellos terminarían, y que por el interés de ambas naciones se
le darían explicaciones capaces de satisfacer. El señor Villa
vino con esa mision segun lo aseguró: el Gobierno del que
suscribe la aoqjió con placer: le hizo presente sus quejas; mas
en vez de desvanecerlas, sus contestaciones fueron nuevas
ofensas, y al fin partió de esta capital sin haberse podido con
cluir cosa alguna.
Al tiempo que se remitió al señor Villa, y que él venia á
dar satisfacciones, se verificaba el movimiento de los cuerpos
auxiliares colombianos en Bolivia, que el general Gamarra
trató de protejer con su division, que ha sido elojiado en los
papeles oficiales del Perú; y cuyo principal autor ha sido
bien acojido en Lima. El Gobierno del que suscribe pudo
quejarse de este nuevo ultraje: mas por no agriar las negocia
ciones guardó silencio, esperando que el éxito funesto de aque
lla sublevacion militar pondría un término á tantos agravios.
Pendientes aun las conferencias con el señor Villa, y sin
saberse su resultado, el Gobierno del Perú ha acordado hos
tilizar abiertamente á Colombia; y esta medida prueba que
todos los ultrajes no habian tenido otro fin que el de provo-
Tom. viii. Historia—44
—346—
car la guerra, y romper los vínculos de amistad y de alianza
que existían entre estos dos Estados, y que deberían ser muy
estrechos para su bien. El Gobierno del que suscribe así lo
cree, y aunque dispuesto á obrar hostilmente, y hacer uso de
las armas, nunca desoirá las proposiciones de conciliacion y
de paz.
La correspondencia de esta Secretaría con el señor Vlila,
que el infrascrito tiene el honor de acompañar en cópia al
señor Ministro, á quien so dirijo, impondrá á 8. E. de las ofen
sas de que se ha quejado este Gobierno, de las satisfacciones
que ha pedido, y de las contestaciones que se han dado. El
Gobierno del que suscribe estaba dispuesto á ocurrir directa
mente al del Perú para obtener lo que por falta de instruccio
nes y poderes no habia obtenido el señor Villa. Estaba per
suadido de que de este modo pacífico se entenderian los dos
gobiernos; y que terminándose las desavenencias, se restable
cerían la concordia y buena intelijencia: mas las medidas
hostiles adoptadas últimamente por el Gobierno del Perú han
hecho desaparecer las esperanzas que mantenía el de esta Re
pública, á quien le es muy doloroso ver rotas las relaciones
que unían á las dos naciones, y que habian constantemente
fomentado con empeño y eficacia.
Los mas íntimos deseos del Gobierno do Colombia son los
de la concordia y la paz. Los manifestará en todo tiempo, y
el del Perú debe estar persuadido de ellos, y de que por nada
ánsia tauto como oir de su parte proposiciones que evitando
la guerra entre dos repúblicas hermanas, amigas y aliadas,
sean capaces de establecer la mas cordial reconciliacion.
El infrascrito Secretario de Estado y del Despacho de Re
laciones Exteriores ofrece á S. E. el Ministro de Relaciones
Exteriores del Perú las seguridades de su respeto y conside
racion.—(Firmado)—Estanislao Vergara.
347—
Jltpública Peruana.—Ministerio de Estado del Despacho de Re
laciones Exteriores. — Casa del Supremo Gobierno en Lima, d
16 de,Octubre de 1828—9?
Señor:
Impuesto el Gobierno del Perú de la nota que dirijió al in
frascrito el señor Secretario del Despacho de Relaciones Ex
teriores de Colombia, acompañándole el Manifiesto de los
motivos que tiene su Gobierno para hacerle la guerra, nada
lia encontrado en estos documentos que no hayan reve'ado
antes las comunicaciones de S. E. el general Bolivar al Con
greso de Colombia, las que se pasaron al señor Villa, y la
conducta que con él se ha observado.
El Gobierno del Perú siempre moderado, siempre amigo de
la paz, y celoso al mismo tiempo del honor y dignidad de la
República, se encuentra reducido á la dura extremidad de
sostener con las armas la independencia uacional, amenazada
de una guerra á que ha sido injustamente provocado, y á
desvanecer con el injénuo lenguaje de la verdad, en el Mani
fiesto que de su órden incluye al señor Secretario el infrascri
to, los pretendidos agravios é infundadas reclamaciones ale
gadas por S. E. el general Bolivar. • .,
El Gobierno del Perú, para conservar inalterable la cordial
armonía con Colombia, envió cerca del de esa República un
Ministro Plenipotenciario con solo el objeto de estrechar las
relaciones que existían entre ambos. La acojida que se dió á
Bti Representante, el procedimiento ambiguo ¡é inaudito de en
trar con él en explicaciones sin recibirle en su carácter públi
co, segun la práctica comun y uniforme de los gobiernos; que
en este acto prestan el reconocimiento de la independencia de
la Nacion á que pertenece el Enviado, y el solemne testimonio
de su buena y leal inteli1encia, y la amenaza iunecesaria de
guerra con que se acompañaron las reclamaciones; todo acre
ditaba el invariable propósito de hacer S. E. el general Bolí
var, inútil, humillante y perniciosa al Perú la mision de su
Ministro, y de no ceder á la razon ni á la justicial ' " '
El Gobierno del Perú, á pesar de hallarse agraviado por es
te comportamiento injurioso, estaba firmemente resuelto á
echarlo en el olvido, á que ha relegado otros no ménos ofensi
vos y odiosos que le ha inferido S. E. el general Bolivar, por
evitar una contienda siempre deplorable y desastrosa; pues
habia de sostenerse entre pueblos amigos y hermanos, ligados
y
—348—
por la reciprocidad de sentimientos, y obligados á tuiardarse
tma mútua gratitud por los auxilios que se prestaron en la
guerra de su independencia.
Pero ni estos viñados afectuosos y estrechos, ni la ilimita
da jenerosidad del Gobierno del Perú, han bastado á desar
mar á S. E. el general Bolivar, y retraerlo de emprender una
agresion gratuita, que no pudiendo apoyar en fundamentos
sólidos, quiere justificar con imputaciones siniestras y hechos
improbables á que es difícil prestar fé, tan solo al contemplar
que las razones presentadas por S. E. el general Bolivar son
protestos para atacar un Gobierno nacional, alzado sobre las
ruinas de su poder militar, y de su Gobierno vitalicio.
Acerba es esta declaracion: y el Gobierno del Perú jamás
deseará recordar ni ofrecer á la memoria pública sucesos de
que derivan las amargas consecuencias en que se vé inocente
mente envuelto.
Los aprestos militares que el Gobierno del Perú ha hecho
sobre las fronteras, fueron obra de la imperiosa necesidad de
prevenir la invasión que por ellas amenazaba, dirijida por
una sola mano que la realizara al momento de tener á su fa
vor las probalidades del buen éxito. El Gobierno del Perú
cauto y advertido, limitó sus miras á guarnecer el territorio,
y á no presentar en su indefension la oportunidad de ser so
juzgado sin peligro. El largo tiempo corrido desde que em
pezó á organizar sus ejércitos, la aptitud estacionaria en que
los ha mantenido sobro la línea divisoria, y el no haber apro
vechado la ocasion de ocupar los departamentos del Sud de
Colombia, cuando no habia en ellos fuerza bastante á resistir,
son incontrastables argumentos de que el Gobierno del Perú
ha estado muy distante de turbar la paz y el reposo de Co
lombia, de abrigar contra ella planes hostiles y ambiciosos, y
de que ha consultado úuicamente á su seguridad y su exis
tencia, levantando fuerzas militares. Constantemente obe
dientes á las órdenes del Gobierno, los jefes que las mandan
en el Norte, no han traspasado los límites de la República; y
si proclamaron á sus tropas, á ellos les provocó el general Flo
res, haciendo á las de su mando una alocucion intempestiva
insultando al Perú, ultrajando á su Gobierno, alentándolas á
combatir, y prometiéndoles que se enseñorearían del suelo
peruano.
El ejército del Perú, acantonado en el Departamento limí
trofe á Bolivia, no la ha acometido, ni obrado como enemigo
ansioso de incorporarla á nuestro territorio. Mucho antes se
habian percibido síntomas evidentes de una reaccion eir Boli
via, de su descontento y anhelo de cambiar por un Gobierno
propio e! extranjero que la regia, sin que el del Perú tomase la
—349—
parte que gratuitamente le atribuye S. E. el general Bolivar.
Mas no pudo ensordecerse al clamor de los pueblos que le po
dían ayuda para restaurar su independencia, ni debió desa
tenderlos, y mjrar con fría indiferencia su dolorosa ansiedad
y enérjicos esfuerzos, que la justicia, la humanidad y la inde
pendencia de los nuevos estados americanos aconsejaban pro-
tejer con celeridad y eficacia. El ejército peruano los auxilió;
ahorró la sangre y las calamidades de las disenciones civiles;
y dejando á Solivia en plena y absoluta libertad, ha dado á
su patria la garantía que mas necesitaba para afianzar su se
guridad.
Tal ha sido la pronta y circunspecta conducta del Gobierno
del Perú, que afecta desconocer S. E. el general Bolivar, acu
mulando acusaciones infundadas, resistiéndose á la evidencia
de los hechos, y variando su verdadero aspecto, circunstancias
é influencia, para paliar sus intenciones hostiles contra la fe
liz y legal trastorna acion del Perú, que, no ménos que Bolivia,
tiene derecho de estar en posesion de sí mismo, sea cual fuere
el rango y los servicios hechos á la causa pública por las per
sonas que quieran despojarlas de las prerogativas esenciales
á la soberanía nacional.
El Gobierno del Perú, usando de los medios indispensables
para conservarse, y preparándose á repeler la fuerza con la
fuerza, no ha infrinjido ley alguna—no ha faltado á sus debe
res con Colombia—no ha violado la amistad, ni iuferídolo
agravios, cuya reparacion esté autorizado á pedir con las ar
mas S. E. el general Bolivar; á no ser que injurie á ese pue
blo heroico y magnánimo, atribuyéndole que la sumision y
abajamiento de sus vecinos y aliados, os el primer interés do
su política, y el fundamento de sus relaciones fraternales.
Muy distante el Gobierno del Perú de concebirle poseido.de
sentimientos tan innobles, cree firmemente que solo aspira
por justicia y conveniencia á proceder con el Perú, como de
sea que con él se comporten las demás naciones.
Por estos principios, que no ménos ama y se complace en
Ver relijiosamente observados, el Gobierno del Perú, está,
pronto á olvidar las injurias que se le han prodigado, y res
tablecer la buena intelijencia y armonía con-Golombia, tur
bada en daño de la prosperidad de ambas repúblicas, si se le
proponen racionales y decorosas bases de un avenimiento que
disipe toda futura sospecha, y envuelvan eo sí las garantías
consoladoras de una paz inalterable y duradera que es su úni
co voto, el objeto de sus incesantes deseos, y la necesidad á
qne deben atender esencialmente los estados de América.
Si las protestas pacíficas encarecidas por el señor Secreta
rio de Relaciones Exteriores de Colombia llegan á verilicarse,
—350—
sentándose los preliminares do una negociacion, ol Gobierno
del Perú nada perdonará para acelerar el término de estas
odiosas diferencias, y evitar la efnsion de saugre entre los
hijos de dos repúblicas, que por su bien y su naturaleza son
llamadas á permanecer unidas.
El infrascrito Ministro de Relaciones Exteriores del Perú,
reitera al señor Secretario do Estado del mismo Departamen
to en Colombia las seguridades de su distinguida considera
cion.—(Fi rmado)—Justo Figuerola.
Señor Secretario de Estado del Despacho de Relaciones Ex
teriores de Colombia.
PliOCLAMA DEL GENERAL GaMAKRA Á LA HeX'ÚBLICA E'JLIVIAXA.
Bolivianos:— El ejército (pie vino á restituiros á vuestros
derechos, y arrojar los usurpadores, está ya marchando al
suelo patrio. El os ha puesto en estado de constituiros con
toda libertad. Creo (pie on nada ba faltado á su palabra y á
sus promesns. .
Compatriotas:— Bolivia tiene ya existencia propia, y su
suerte queda on manos de sus mismos hijos. Una Asamblea
Nacional está convocada para reformar la carta ignominiosa,
(pie extranjeros ambiciosos os entregaron en las puntas de sus
bayonetas solo para colonizaros. Su augusta inauguracion sea
el principio de vuestra gloria y prosperidad.
Bolivianos: —El ejército peruano vuelve á pasar el Desa-
guadero; pero lleno de contento; por haber reintegrado en sus
goces á una Nacion amiga y hermana. Lleva pues en recom
pensa la amistad, y los ósculos de paz que le dirijen pueblos
justos y reconocidos¡ • '''' ••
Bolivianos:—Sea feliz la patria: sea la Asamblea Nacional,
la columna de vuestra dicha: rennios en torno de ella: respetad
sus leyes: la concordia y fraternidad sean vuestra . divisa.; si
no, ¡siento decirlo! vais á sumiros en sangre y anarquía..
Cuartel General en Chuquisaea, Setiembre 8 de 1828.
Agustín Gamarm.
COLOMBIA.
A la Gran Convencion de la República de Colombia.
Señor:
Los infrascritos representantes del pueblo de Colombia, y
sus diputados á la Gran Convencion, hacemos presente respe
tuosamente que hemos llegado á persuadirnos con harto dolor
de nuestro corazon, (pie es imposible ya discutir y sancionar
el proyecto de Constitucion (pie se halla en segundo debate.
Tocamos de una manera induvitable el riesgo de que se di
suelva la Gran Convencion sin dejar á la República ni el
cousuelo de aquellas reformas cardinales que demanda la opi
nion nacional, que los pueblos necesitan para asegurar su
libertad, seguridad, y sus demás derechos sagrados é impres
criptibles. Hace cuatro dias que no concurro á la Convencion
un número considerable de diputados, cuya ausencia ha pro
ducido dificultades tan graves como notorias para rennir el
número 'apenas suficiente para abrir las sesiones en los dias
tres, cuatro y cinco. Diputados notoriamente enfermos han
hecho el sacrificio de asistir en dichos dias para proporcionar
á la República el empleo útil del tiempo en la discusion del
proyecto de Constitucion. No es seguro, y por el contrario
es probable, que si ellos, como algunos otros, sean acometidos
(le males que les impidan concurrir á las sesiones; por otra
parte ya se han leido aquí dos exposiciones de otros tantos
diputados, manifestando que carecen de medios do subsisten
cia para poder permanecer por mas tiempo en Ocaña. Entre
los que firmamos habemos quienes sufrimos igual penuria.
El resultado al fin es, que hay muchos motivos de esperar
que la Convencion termine su existencia política, sin haber
llenado sns deberes, ni correspondido á la confianza de ¡fia
pueblos.
Los infrascritos sienten todo el peso de la responsabilidad
moral que gravita sobre sus hombros al considerar que des
pues de que hemos prestado nuestros servicios viniendo á
Ocañajcon perjuicio de nuestra salud, de nuestras familias,
de nuestros intereses, y quizá hasta ' de nuestra vida, tenga
mos qiie regresar á nuestros hogares, llevando á los pueblos
la noticia de un nuevo escándalo. La Convencion decretó
que debia reformarse la Constitucion, y desechó la proposicion
deque se alterase el presente réjimen central; pero todo nos
—352—
conduce á temer, que ni un solo acto benéfico a los pueblos
salga ya si continúa la situacion presente. Para libertarnos
en parte de la excecracion pública, y satisfacer en alguna ma
nera á nuestros comitentes hemos deliberado presentar á la
Gran Convencion este memorial reducido á los dos puntos
siguientes:
1? Protestamos solemnemente ante Dios, ante Colombia y
los hombres, que no somos responsables de los males que
puedan resultar á la República de la disolucion de la Gran
Convencion, así por causa de la no concurrencia de los dipu
tados que sin justo motivo calificado por la Convencion, ha
yan dejado de asistir á las sesiones, como por otra cualquiera
causa, y declaramos que haremos patente á la Nacion que de
nuestra parte hemos procurado cumplir con el deber que nos
impuso, elidiéndonos sus diputados.
2? Presentamos á la Convencion el adjunto proyecto de ac
to adicional á la Constitucion de 1821, que discutiéndose y
aprobándose en tres debates conforme al reglamento podrá
quedar sancionado en quince dias, y con él no solo recibirá el
pueblo colombiano el consuelo que apenas nos es permitido
proporcionarle en las circunstancias actuales, sino quedará
en parte á cubierto el honor nacional, y la responsabilidad de
los infrascritos.
No nos queda otro partido que tomar despues de los pasos
confidenciales que hemos dado algunos de los infrascritos pa
ra conciliar los ánimos, que el de presentar el mencionado
proyecto, y suplicar á la Gran Convencion que se sirva adop
tarlo por la salud del pueblo á quien representa, por su pro
pio honor, y por el de esta República tan digna do ser libre,
dichosa y feliz.
Ocaña, Junio 6 de 1828—18?
Acto adicional á la Constitucion de 1818. —18.°
•
Nos los representantes del pueblo colombiano rennidos en
Gran Convencion; cumpliendo con los deseos de nuestros co
mitentes en orden á hacer á la Constitucion del año 11? las
reformas convenientes al bienestar de los pueblos, á su liber
tad, seguridad é igualdad, y habiendo resuelto por unanimi
dad de nuestros votos que era urjente verificar dichas refor
mas, ordenamos y mandamos el siguiente acto adicional á la
Constitucion del año 11?
Art. 1? El Gobierno de Colombia es popular, representati
vo, responsable, electivo y alternativo.
—353—
Art. 2? Las elecciones de que trata el artículo 35 ¡de la
Constitucion se verificarán por medio do boletas, en las cua
les se escriba el nombre ó nombres de las personas que van á
elejirse.
Art. 3? La atribucion 25 del artículo 55 de las que se con
ceden al Congreso por la dicha Constitucion queda abrogada.
Art. 4? El Poder Ejecutivo con el dictamen de su Consejo
puede presentar al Congreso por medio de una de las Cáma
ras cualquiera proyecto de ley que estime conveniente.
Art. 5? Los miembros del Senado y de la Cámara de Re-
presentantes, durante el ejercicio de sus funciones, y dos años
despues no pueden solicitar ni recibir del Poder Ejecutivo
para sí ó para otros, ningun empleo ó destino público.
Art. 6? Cada provincia nombrará un representante por ca
da 35,000 almas de su poblacion; si quedare un exceso de
18,000 almas tendrá un representante mas, y toda provincia
cualquiera que sea su poblacion nombrará por lo ménos un
representante.
Art. 7? En los casos de conmocion interior á mano armada,
que amenace la seguridad de la República, y en los de una
invasion exterior, ejercerá el Poder Ejecutivo las siguientes
facultades:
Ia Aumentar el ejército ó con reclutamientos, ó con las
milicias nacionales en la forma prescrita por la ley.
2a Pedir por viade anticipaciones cualquiera parte de las
contribuciones directas ó indirectas decretadas por el Congre
so, ó algunas otras cantidades por via de préstamo.
3!1 Conceder amnistía ó indultos generales y particulares
cuaudo lo estime conveniente para lograr ó la seguridad de
la Repúbliea ó el restablecimiento de la tranquilidad interior.
Art. 8? Fuera de las atribuciones expresadas en el artículo
anterior, no podrá el Poder Ejecutivo, ni ninguno de sus ajen-
tes, ejercer otras facultades; para ejercer las que se le conce
den, procederá con prévio dictamen del Consejo de Gobierno.
Art. 9? Los miembros del Consejo de Gobierno son res
ponsables por los dictámenes que dieren contrarios á la Cons
titucion y á las leyes.
Art. 10. Los Secretarios del Despacho son responsables de
las órdenes que expidieren, ó de los decretos que autorizaren
cuando sean contrarios á la Constitucion y á las leyes, sin
que les salve de esta responsabilidad el haber procedido de
mandato del Poder Ejecutivo.
Tom. viu. Historia—45
—354—
Art. 11. Los funcionarios públicos de cualquiera clase que
sean, no ejercerán otras atribuciones, que las que la Consti
tucion y las leyes les hayan concedido.
Art. 12. El artículo .191 de la Constitucion del año 11?
queda abrogado.
Asambleas provinciales.
Art. 13. En cada provincia babrá una Asamblea compues
ta de diputados de los cantones comprendidos en ella. El
Congreso fijará el número de diputados de que deba compo
nerse cada Asamblea, de manera que ninguna tenga méuos
de nueve ni mas de veinticinco.
Art. 14. Los miembros de las asambleas provinciales serán
elejidospor las Asambleas electorales, en la misma forma que
los representantes y deberán tener los mismos requisitos.
Art. 15. Están excluidos de ser miembros de las asambleas
provinciales los senadores y representantes, los ministros de
la alta córte y córtes superiores, y jueces do primera instancia,
los intendentes y gobernadores, los comandantes generales y
comandantes de armas, y los jefes de las oficinas principales
de hacienda.
Art. 16. Corresponde á las asambleas departamentales:
1? Promover el adelantamiento y prosperidad delas pro
vincias, las obras públicas de ellas, y cualesquiera estableci
mientos de utilidad, comodidad y beneficencia, á costa de las
rentas municipales, ó de los arbitrios que adoptaren y sean
aprobados por el Congreso.
2? Intervenir y aprobar el repartimiento hecho á los pue
blos de las contribuciones que hubieren cabido á la provincia,
como el del continjento de hombres que le toque para el
reemplazo ó aumento del ejército y armada.
3? Dirijir peticiones á todas las autoridades constituidas
reclamando el cumplimiento de las leyes, la derogacion de
algunas, ó la necesidad de otras, ó las medidas propias para
la prosperidad de las provincias, remediar las necesidades ó
remover los obstáculos que se experimenten en ellas.
4? Denunciar las infracciones de la Constitucion y de las
leyes, y los abusos que se cometan en los diferentes ramos de
la administracion pública.
5? Elevar al Presidente de la liepública una lista de
cuantas personas consideren aptas para el réjimen de los res
pectivos departamentos y provincias, con informes motivados
de su capacidad, probidad y demás cualidades necesarias pa
ra el desempeño exacto de aquellos destinos.
—355—
6? Ejerce? las demás atribuciones que la ley Iiís designe.
Art. 17. El Congreso en su primera rennion arreglará por
medio de una ley todo lo concerniente á la formacion, orga
nizacion y atribuciones de las asambleas provinciales.
Art. 18. El presente acto se tendrá como adicional á la
Constitucion de 1821, y para reformarse, alterarse ó abrogar
se se procederá de la manera establecida para reformar, alte
rar ó abrogar la dicha Constitucion.
Art. 19. Se declara en toda su fuerza y vigor la Constitu
cion de 1821, ménos los artículos reformados ó abrogados por
el presente acto adicional.
Dado en Ocaña, á de Junio de 1828.—Diego Fernando
Gomez.—Juan de la Cruz Gomez Plata.—Francisco de P. San
tander—José Feliz Merizalde—Francisco Loto— Manuel Parco.
—Luis Vargas Tejada.—Romualdo Liebano.— Vicenté Aznero—
José VallaHne—José Escarpeta—Hilario López Valdez.—Juan
José Homero,—Francisco López Aldana.—Facundo Mutis. —
José Concha.—Juan Nepomuceno Toseano.—Rafael Diago. —
Francisco Gómez.—Juan de Dios Picon.—Salvador Camocho.
—Manuel José Ramírez.—Juan Bautista Quintana. —Manuel
Cañarete.—Martin Tobar.— Valentín Espinal.—José Ignacio
Marquey.—Anjel María Flores.—Fortunato Gamba y Valen
cia.—Manuel María Quijano.—Santiago Paerez Mazenet.
Es cópia—Aranzazu.
( Gaceta de Colombia del 31 de Julio.)
Editorial de "La Prensa Peruana" Núm. 05, del Jueves
30 te Octubre de 1828.
En la Gaceta de Colombia se ha publicado el convenio clan
destino, entre el general Portocarrero, comisionado particular
del Presidente de la República del Perú, y el general colom
biano Juau Paz del Castillo, relativo al reemplazo de las ba
jas del ejército auxiliar en el Perú, y al modo y tiempo de
realizarlas. Basta la simple lectura de este documento pri
vado, para ver, con mas claridad que en medio dia, que el
Perú no está obligado, concluida la guerra con los españoles,
—356—
á remitir sus hijos á Colombia, en recompensa de los auxilia
res, muertos, inutilizados y desertores de sus banderas, aun
cuando aquel convenio fuese válido, se hubiese celebrado con
las solemnidades esenciales, y lo que en él se estipulaba no
fuese tan contrario á la humanidad, como extraño y nunca
visto entre pueblos civilizados. Penetrado el general Boli-
var en el fondo de su conciencia, de la injusticia de su de
manda, y, á falta de razones en (pie apoyarla, ha ocurrido á
presentar al Perú como el autor de esta clase de convenios, y
pretender que aquel cuyo cumplimiento reclama, está fundado
en una oxtricta reciprocidad. Así es que la Gaceta de Colom
bia afirma, haberse incorporado en la Division Peruana, que
aseguró la libertad dé Colombia en la jornada de Pichincha,
800 colombianos en reemplazo de las bajas que sufrió, y en
virtud del convenio celebrado entre el general Santa-Cruz y
el general Heres. Hemos solicitado con el mayor esmero al
guna cópia de esta estipulacion, de la que no hay memoria, ni
indicio alguno en las secretarias del Gobierno, y del que no
dan noticia los militares que sirvieroo en la expedicion liber
tadora del Sur de Colombia. Por esta razon estamos en la
vez de dudar fundadamente de la existencia de este tratado, y
de negarlo entre tanto no se nos manifieste. Nos creemos
tanto mas autorizados á concebirlo quimérico y de moderna
invencion, cuanto que el Ministro del general Bolivar en sus
comunicaciones con el Ministro Plenipotenciario del Perú, no
solo no hizo uso de él, sino que ni aun lo mencionó, cuando
no ha dejado argumento por tocar en apoyo de sus intempes
tivas y calumniosas reclamaciones.
Pero aun cuando se hubiera otorgado este convenio, y en
su consecuencia so hubiesen reemplazado con colombianos las
bajas de la division del Perú, ¿tendría por esto derecho el ge
neral Bolivar á exijirnos hoy la reposicion delos auxiliares
colombianos? Colombia mandando el año 22 á sus ciudadanos
á servir en filas extranjeras, los empleaba en el servicio de su
patria, en afianzar su independencia, y en destruir un enemi
go comun, respecto del cual no habia diferencia de naciones
en América, diversos derechos que reclamar, sino una sola é
insoluble obligacion, y el mas grande y sólido interés en ar
rojarlo del último palmo de tierra que ocupara en sus Colo
nias, que se llamaban españolas. No serian pues en favor del
Perú exclusivamente, sino en seguridad de la misma Colom
bia los repuestos de las bajas do la division peruana; y los
ciudadanos de Colombia que á ella se destinaran, no sufrieran
otro extrañamiento que el que padece un militar que va en
busca del enemigo implacable á quien debe perseguir, para
que no convalezca de sus quebrantos y vuelva á cautivarle.
—357—
De esto principio dimanaría el tratado do S22, si os que efec
tivamente fué celebrado. ¡Mas cuánta diferencia entre lo
que exije boy Colombia, y lo que entóneos estipularía el Perú!
Los peligros ban pasado, la libertad Je América está conso
lidada, cada uno de los nuevos Estados está en posesion abso
luta de sí mismo, y no les asiste derecho alguno para repetir
entre sí lo que hubieren estipulado con el solo objeto do la de
sastrosa guerra en que estaban empeñados, y de concluirla en
provecho comun.
Nosotros preguntamos: ¿si Colombia reemplazaría hoy las
bajas que se le repitieran por el Perú, en virtud de aquel tra
tado, que Bolivar pretende haberse celebrado entre Santa-
Cruz y Heres; y si consintiera en violar la primera garantía
del hombre en sociedad: la de no ser arrancado del seno de
su familia, sino en castigo de algun delito al que la ley seña
lara por pena el extrañamiento. Creemos, que no cometería
uu atentado tan atroz, que destruye todos los principios do
asociacion y del bien estar del ciudadano. Seguramente que
el general Bolivar justamente se denegará á esta demanda.
¿Y por qué se le babia de obligar al Perú á concederla?
Sin entrar nosotros en otras cuestiones que se tocan en la
Gaceta de Colombia, de que ahora nos ocupamos, por ser de
masiado claro que no hay servicio capaz de equipararse al que
presta una Nacion, dividiendo sus fuerzas para socorrer á su
amiga, cuando aun no bastaban, como aconteció al Perú, pa
ra arrojar á un enemigo poderoso, que ocupa la mejor parte
de su territorio, y tiene en él todos los elementos para obrar
con ventaja y asegurar el buen éxito de sus empresas; y pres
cindiendo de examinar si la cooperacion de Colombia merece
ser considerada como un beneficio tranco y desinteresado, xó
si mas bien no fué mas que la retribucion del que le hizo el
Perú socorriéndola, en una época en que leera absolutamente
imposible libertar sus departamentos meridionales, por las
repetidas derrotas que habian sufrido sus ejércitos, nos limi
taremos á indicar la noble conducta de los jefes y tropa pe
ruana en aquella campaña, y á hacer conocer ála Gaceta, que
falta groseramente á la justicia zahiriéndolos y denigrándolos
sin razon. Su conducta y la de la division do su mando fué
intachable todo el tiempo que permanecieron en Quito: fueron
auxiliares que no dejaron una cola de ódios tras de sí; auxilia
res que se dieron por satisfechos con lo que se les daba en razon
de sus haberes, sin exijir mas que sus alimentos: auxiliares cu
yo general en jefe cedió la.mitad de su sueldo, y cuyos soldados
no percibieron mas que un real diario y mala racion; auxiliares
que no encontraron la rica é inagotable mina de ajustes y
gratificaciones; auxiliares á quienes no se les dió dinero algu
—358—
lio para "su regreso; auxiliares que recibieron por todo ves-
tuarjo 960 varas de paüete del país; y auxiliares, en fin, que
cedieron á la desuuda division de Colombia su caja militar,
sus armas y municiones, pues que estaba enteramente desti
tuida. Este, fué el descuido é incapacidad de los jefes peruanos;
y estos son servicios desinteresados y fraternales, cuya reci
procidad fué la esclavitud y empobrecimiento del Perú, á que
dió principio el general Bolivar, reteniendo la division 'del
general Santa-Cruz, entre tanto situaba sus fuerzas en Gua
yaquil, disponía napoleónicamente de esta provincia, y en
viaba de ella tropas que empezasen á obrar en el Perú, uo
contra los españoles á quienes rehusaron, bajo diferentes pro
testos combatir, siuo á allauarles los caminos de la domina
cion. Publique el general Bolivar las proposiciones, que por
su autorizacion presentó al Perú el general Paz del Castillo,
y el mundo entero se convencerá de que esta República ha
sido la víctima sacrificada por la ambicion del general Bolí
var, y que si hay justas reclamaciones, son las que nosotros
podemos entablar, y de que uos hemos abstenido, porque la
jenerosidad peruana no es inferior á la rectitud y pureza que
resalta en todos nuestros procedimientos.
CUARTEL GENERAL.
Proclama de S. E. el general Presidente de la República.
¡Soldados!—Vengo á ponerme al frente de vosotros, para
participar de los peligros, y de la gloria en la campaña á que
sois provocados. El jurado enemigo de la independencia pe
ruana: el agresor de los derechos nacionales: el que no puede
escuchar, que sois virtuosos sin arrebatarse de ira: el único
hombre que proclama el absolutismo en el continente ameri
cano: el general Bolivar se ha arrojado á declararnos la guer
ra, y dar por señal del combate su presencia en la frontera.
Vencereis á los arrogantes esclavos que le acompañan en tan
fratricida empresa:—vengareis los ultrajes inferidos á vuestro
honor—los insultos prodigados á la República —y labrareis la
prosperidad de dos naciones amigas y hermanas."
¡Soldados!—Tales son vuestros sublimes destinos. La patria
citra en vosotros tan preciosas esperanzas. Mostraos dignos
de encargo tan grandioso. Cumplid los votos de vuestros
—359—
conciudadanos, que son la expresion de la ley, y la medida
de vuestro deber.
¡Soldados!—El valor distingue á los libres 'de los míseros
que se arrastran en vidumbre. Pero la fuerza de las fa-
lanjes republicanas consiste en la disciplina, en la moral, y
en la concordia. Ellas son el garante del triunfo, y el terror
de nuestros enemjgos. Sin disciplina no hay orden, sin órden
no hay moral y sin moral no hay esa unidad de sentimientos,
quo debe presentaros jenerosamente resueltos a triunfar, ó
perecer por la felicidad de la patria, y por la conservacion de
su integridad é independencia.
¡Compañeros!—Guerra á los que buscan su engrandecimien
to en nuestra humillacion: paz y amistad al pueblo de Colom
bia que es. nuestro amigo, hermano y aliado.
Tambo Grande, 12 de Octubre de 1828.
José de La-Mar.
BOLIVrA.
Mensaje del Presidente d'e Bolivia,
Al Congreso extraordinario de 1828.
Señor:
El Congreso Constitucional fué convocado extraordinaria
mente por el Consejo de Gobierno: la incursion inesperada
de un ejército extranjero impidió su rennion. Con sus bayo
netas obligó al Gobierno a que en lugar de aquel, se renniera
el antiguo Congreso Constituyente cuyos poderes caducaron,
conforme nuestras leyes, el primer Domingo de Mayo último,
en que los pueblos nombraron nuevos apoderados para la
Representacion Nacional. Sin embargo la ley de Enero del
año pasado da legalidad á este Congreso hasta el 6 de Agos
to; y por ello es, que aunque separado del Gobierno, desde
que fui herido, vengo hoy á presentarle una exposicion deta
llada de los sucesos, reservando no obstante al Consejo de
Ministros el ampliarla cuando fuese menester.
Recien terminaban las sesiones del Congreso Constituyente,
á principios de 1827, cuando el partido que se apoderó de la
—360—
administracion del Perú, empezó á trabajar sin descanso, pava
introducir en Bolina el descontento y la guerra civil. Ningun
medio perdonó para lograr su objeto; pero los pueblos satisfe
chos de sus instituciones se guardaron de las asechanza» y
despreciando invitaciones desorganizadoras conservaban la
paz y las garantías que les daban la verdadera libertad. A la
época de las elecciones en que comunmente seajitan los espí
ritus, algunos descontentos do Chuquisaca, que desuudos de
medios de vivir, no pudieron obrar empleos, formaron un par
tido, acaudillado por unos pocos aspiradores y levantaron el
estandarte de la discordia, desde el instante do las elecciones
primarias. El Gobierno Peruano tenia situado sobre nuestras
fronteras un fuerte cuerpo de tropas, que protej tesen las iu
surrecciones, y aquellos descontentos, no encontrando apoyo
ni en nuestros pueblos, ni en nuestros soldados, traicionaron
á su patria, buscándola enere bayonetas extranjeras.
Me hallaba en el Departamento de la Paz, cuando empeza
ron esas turbulencias; y deseaudo por nuestra parte mantener
la buena armonía con nuestros vecinos, tuve una conferencia
con el general peruano en el Desaguadero, el que dándome
protestas, de que en ningun modo se injeriría en nuestros ne
gocios interiores, solicitó el regreso á Colombia de los mil
soldados auxiliares que permanecían en la República, que iu-
fundiau recelos y temores al Perú. Le fué concedido, porque
no solo estaba resuelta de antemano la vuelta de esas tropas,
sino que su marcha habia hasta entonces dependido del con
sentimiento del Gobierno de Lima, }*ara transitar por Arica.
Repetidos avisos anunciaron que del Perú se alentaba á los
descontentos á una insurreccion, ofreciéndoles protojerlos con
fuerza armada, y que de acuerdo entre las tropas de la fron
tera y los facciosos, se habia señalado el momento del embar
que del batallon Pichincha, para una rebelion en Chuquisaca,
y una invasion. Los avisos no eran bastantes para pruebas
judiciarias; y no permitiendo la debilidad de nuestras leyes
otras medidas, fué preciso esperar el tumulto, porque si de un
lado estaba satisfecho, que la opinion pública, respecto á la
administracion lo sofocaría y daria lugar á refrenar los dísco
los; de otro, aun ahora mismo, tengo la confianza de que es
tando yo á la cabeza del ejército, nuestras fronteras no serian
traspasadas, y en todo caso era la oportunidad de escarmen
tar á nuestros vecinos, para que jamás volvieran á mezclarse
en nuestros negocios. Se activó el despacho de los auxiliares,
reservando solo sus dos escuadrones, que unidos al ejército
nacional, era mas fuerza de la necesaria, para arrojar dentro
el Desaguadero á los invasores.
—361—
Regresé de la Paz á Chuquisaca, donde la guarnicion exce
día poco de tres docenas do soldados. A la misma época se
acercaban las elecciones de los diputados para el Congreso
Constitucional, y aquellos descontentos despechados de su po
co influjo en ellas, ocurrieron á las vias de hecho. Sedujeron
con dinero y ofertas algunos cabos y sarjentos peruanos, que
habia en la pequeña guarnicion: y comprando la osadía de
algunos aventureros errantes forasteros de Bolivia, sorpren
dieron el cuartel, y estalló el motín de 1,S de Abril. Mis de
beres exijiau sofocar esto tumulto de la tropa, y echándome
sobre ella, recibi estas heridas que estuvieron fuera de todo
cálculo, para el caso de una invasion extranjera, que ha hecho
de Bolivia un cadáver, y que abiertas aun, han autorizado á
los enemigos de la República, á imponerle condiciones degra
dantes y vergonzosas. Las tropas, los pueblos todos, corrían
contra los facciosos, y un entusiasmo que difícilmente se re
petirá en Bolivia, justiücó la adhesion de sus habitantes á las
leyes. Mientras los ciudadanos se armaban para sostenerlas;
el benemérito general López con setenta soldados del ejército
nacional, marchó do Potosí sobre Chnquisaca, y el 22 de Abril
quedó el orden restablecido. La poca fuerza, que obtuvo este
triunfo, prueba suficientemente el ningun séquito de los tu
multuarios.
Con excepcion de tan lamentable acontecimiento, la paz
interior, no sufrió alteracion ninguna. Los departamentos no
solo quedaron fieles, siuo que desde luego obedecieron al
Consejo de Ministros, que conforme á la Constitucion, me su
cedió en el Gobierno de la República. Así el motin de 18 de
Abril quedó sofocado y terminado el 22; y con mas destreza
eu los administradores, la exaltacion que produjo en los pue
blos, pudo aumentar en un tercio la fuerza armada, cuando
fué necesaria para las atenciones exteriores. Entre tanto el
ejército peruano de las fronteras pretestó dislocacion en nues
tro réjimen, y aprovechando el momento, pasó al Desaguade
ro el 1? de Mayo; y lo que es inaudito en los anales de los
pueblos cultos, un cuerpo de tropas amigas que tantas veces
habia, lo mismo que su Gobierno, protestado públicamente
buena armonía, se presentó en campaña contra el ejército
boliviano, sin motivo de queja, explicacion alguna, sin prece
dente declaracion de guerra.
Desde mucho tiempo el Perú ha concebido miras de usur
pacion, y de refundir á Bolivia en aquella República. Voso
tros mismos estais enterados, de que estos eran los objetos de
una mision diplomática que vino á esta Capital el año de 20,
y que obteniendo una absoluta negativa, fué el oríjen de
nuestras diferencias con aquel Estado. Sabeis que por resul.
Touo vnr. HisrottiA—46
—362—
tado se celebró un tratado de federacion, que vosotros apro
basteis, con algunas restricciones, y que sin embargo nunca
recibió Ia ratificacion del Ejecutivo, por considerarlo perjudi
cial á los intereses de la dacion. Creyó el Gobierno Peruano,
que la negativa de la fusion era solo mia; y manteniendo es
peranzas de realizarla, puso eji ejercicio la seduccion, é intri
ga, y últimamente se ha aventurado, á probar la fuerza.
El comportamiento noble, jeneroso y heroico del Departa
mento de la Paz, al entrar allí las tropas agresoras, distin
guiéndose siempre como el adorno de la Republica: las firmes
repulsas de los pacíficos cochabambinos en medio de las ba
yonetas enemigas; la conducta del Departamento de Oruro;
el desden y ódio que les hau manifestado los potosinos; el
triste silencio con que los han recibido los propietarios y per
sonas respetables de Chuquisaca; y la solemne, enérjica y pa
triótica protesta de los Diputados al Congreso Constitucional,
que se hallaban ya en esta ciudad, han convencido á los pe
ruanos, de (pie los hi jos de Bolivia, aman su independencia, y
que no caerán ni en los astutos y secretos lazos que se les
preparan.
Al momento de la invasion, las fuerzas militares no eran
suficientes á rechazarlas. La necesidad de concentrarlas hi.-
zo, que prudentemente se evacuara el Departamento de la
Paz. Las guarniciones todas marcharon al punto de rennion
con el grito de la venganza, y la victoria era el resultado in
falible; cuando el coronel Blanco, por resentimientos innobles
con el Gobierno, puso en problema la cuestion por una defec
cion escandalosa. Separándose con el rejimiento de Cazado
res á caballo que mandaba, dela causa nacional, y distrayen
do una columna para atenderlo en la provincia de Chichas
debilitó al ejército de un cuarto de su fuerza. Sin embargo
el entusiasmo que manifestaron nuestros soldados en esta
ocasion suplió al húmero, y los campos de Oruro les ofrecie-
ron'el triunfo.
En lugar del combate, se iniciaron negociaciones pacíficas
en Paria, con el general peruano: éste exijió condiciones ig
nominiosas, que fueron rechazadas. No quedaba otro arbi
trio que librar á las armas la decision; y cuando la República
esperaba el resultado, vió con sorpresa destacar casi todo el
ejército contra el jefe disidente, situado en Chichas, distante
mas de cien leguas á retaguardia, y cuya fatal y sospechosa
medida, si por una parte abandonó la mayor porcion del ter
ritorio al enemigo, por otra consumaba la guerra civil. Las
consecuencias fueron, las que debiau esperarse: los disidentes
por marchas precipitadas se unieron al enemigo; y el desa
liento y la desmoralizacion se introdujeron, uo solo en el ejér
—363—
cito nacional, que se disminuía diariamente, sino tambien en
los pueblos, que viéndose sin apoyo desfallecían de su entu
siasmo, y se plegaban á las bayonetas de los invasores.
Entre tanto nuevas negociaciones se estipulaban en Sora-
sora; y ellas habrían restablecido las cosas, manejadas diestra
mente por el encargado de la administracion de la República;
pero sin saberse porqué, éste repulsó enteramente las condi
ciones, y por tercera vez ofreció á los bolivianos la victoria.
Repentinamente el teatro de operaciones del ejército fué
reducido al Departamento de Potosí, conservando á Santa-
Cruz y Tarija. El de Ohnquisaca lo invadió bruscamente la
fnerza de Blanco, unida á una columna peruana; y en esta
desgracia, tambien fui yo envuelto, pues se me arrastró brutal
mente el 4 de Julio del retiro en que me curaba de mis heri
das, para obligarme á marchas y fatigas, que me han agrava
do considerablemente, despues de haberme dado ofertas, y
protestas de que no seria molestado.
Para este tiempo habian ya comenzado nuevas estipulacio
nes que fueron concluidas el 6 de Julio, y que os presentará el
Consejo de Ministros. Ellas han en verdad ahorrado sangre;
pero han tambien humillado á Bolivia: cubierto de oprobio á
los que la redujeron á aceptarlas. La única sangre derrama
da en esta campaña pertenece á Colombia, cuyos hijos llenan
do sus deberes por la libertad é independencia de ,.sta Repú
blica, prefirieron los combates, á la vergüenza de sus aliados,
y en los pocos sucesos, han justificado que la victoria pro teje
á los que &o conducen por el honor.
Extraño á todos los acontecimientos, desde la invasion por
causa do mis heridas, y hasta el caso de ignorar, á veces dos
semanas, las ocurrencias, he tenido que recojer estos informes
para daros algunas luces, respecto al valor del tratado de 6
de Julio: mientras que respondiendo en un juicio el general
en jefe que está á la vez encargado de la a br.imsti acion de
la República, se esclarezcan los misterios de esta campaña,
envuelta hasta hoy entre la cobardía, la traicion'y la perfidia;
y en la (pie á pesar de las desgracias, los restos del ejército se
nan conservado sin mancha, y los pueblos pronunciados por
su independencia.
Tengo una responsabilidad en la opinion pública, por el
nombramiento do Presidente del Consejo de Ministros, y an
tes de continuar debo satisfacerla. El artículo 82 de la Cons
titucion concede la presidencia del Consejo al mas antiguo;
pero como no era este nacido en Bolivia, elují al general Ur-
'Mninea, Ministro de Guerra, que sobre serlo, es tambien el
general mas graduado de los (pie están dentro de la Repúbli
ca; y que con algun crédito militar, era el llamado en lascir
—364—
cunstancias; que no tenia contra sí prevencion de los propie
tarios, y de la parte sana; que habia sido aclamado de los fac
ciosos por su jefe: y á quien el Gobierno Peruano, por un do
cumento que orijinal existe en mi poder, y que comprueba su
moral y su política, habia invitado á insurreccionarse contra
la administracion. Creí pues conciliar los partidos, y las mis
mas pretensiones extrañas con esta eleccion. Si no be acer
tado, mi intencion fué toda, el bien público. El Consejo de
Ministros delegó en el Presidente sus facultades, creando así
un poder inconstitucional, y por sanos y disculpables que ha
yan sido los deseos del Consejo en su apurada situacion, los
actos de este poder inconstitucional son ilegales: toca al cuer
po lejislativo ratificar esta declaracion, porque nada seria mas
peligroso á las libertades públicas, que el dar lejitimidad á los
actos de un poder inconstitucional que por lo mismo es una
usurpacion y una transgresion de las leyes.
El general peruano que por primera vez vé sus armas ob
tener ventajas, ha apurado el uso de la fuerza: se ha atrope
llado, á cometer violencias: por el tratado de 6 de Julio, ha
impuesto á Bolivia condiciones mas fuertes y ofensivas que
un conquistador: se me empieza por exijir al Gobierno sepa
rar del servicio, y expulsar de la República una porcion de
los mas fieles servidores, á pretesto de extran jeros, cuando el
ejército peruano, lo mismo que su Gobierno, está lleno de'
ellos, y á la vez se le obliga á premiar á los militares rebeldes.
El general peruano, al pasar el Desaguadero protestó por di
ferentes notas, no injerirse en nuestros negocios domésticos,
. y que la orden del dia era respetar la independencia de Bo
livia: que sus objetos se limitaban á evitar la anarquía, ú sal
var mi persona que él creia comprometida por el motín de 18
de Abril; pero en estas negociaciones, el abuso de la fuerzalo
ha precipitado hasta exijir reformas de nuestras instituciones;
hasta impedir la rennion del Congreso Constitucional; hasta
coartara! Ejecutivo en sus relaciones exteriores: hasta forzar
al Gobierno á traspasar sus facultades, concediendo indultos
generales, que solo competen al Cuerpo Lejislativo, y que si
bien son urjentes en la política, y en las circunstancias, siem
pre es un ataque á las leyes: en fin, con escándalo de todos los
hombres (pie siquiera han soñado con la libertad, obliga á la
Representacion Nacional á abrir sus sesiones y á deliberar ba
jo sus bay onetas; de estas bayonetas que han hecho esta tár
tara invasion del Norte de Bolivia, del mismo modo que los
bárbaros del Norte de la Europa, la hicieron en aquellos tiem
pos salvajes, y que por lo mismo han manifestado, que su pro
fesion es la alevosía, y los derechos que reconocen la fuerza.
El otro pretesto de la invasion, de salvar mi persona es tan
—365—
ridículo, que no merece mencionarse, en este papel; y mucho
ménos, cuando su comportamiento conmigo, despues de tan
tas protestas de respeto y consideracion, es digno do sus prin
cipios, de su educacion y de su carrera, y menos decente del
que debia esperar de un cosaco. Él bien sabia, que nunca
estaba mi persona mas segura y respetada entre los pueblos
(le Bolivia.
Es por todo esto, señores, que ni en medio de los peligros,
me degradaré á quebrantar vuestras instituciones, y á man
char mi administracion por un solo acto, cuando en toda ella
no he traspasado jamás una ley. Vosotros sabeis, que despues
de haber puesto la¡; bases de la República por mi decreto do
9 de Febrero de 1825, y oonducídola hasta rennir el Con
greso Constituyente, rechacé las muestras de gratitud que
quisisteis darme, nombrándome Presidente de ella, y repi
tiendo este sentimiento unánime de la Asamblea General.
Pretendisteis comprometerme á aceptar este puesto, pidiendo
los votos de los pueblos, para justificar, que vuestros intentos
estaban con s'us deseos. Los sufrajios casi uniformes de los
colegios electorales, me elevaron á la Presidencia Constitucio
nal: mas mi ánsia por la vida privada, me hizo rehusarla, y la
renuncié segunda vez. Vosotros dictasteis entóneos la ley do
.i de Noviembre de 1826, declarándoos sin facultades para ad
mitir la renuncia de un destino dado por la Nacion entera, y
reservando exclusivamente al Congreso Constitucional, el
aceptarla ó nó. Os hice presente por tercera vez, que solo
ejercería la Presidencia, hasta entregarla conforme á esta ley,
al Congreso Constitucional en su primera sesion. Las cir
cunstancias han impedido reunirse las Cámaras; mi presencia
en Bolivia es azorosa al Perú, que querría con este pretesto
mantener aquí sus tropas, cierto de (pie en cualquiera clase
que yo permaneciera, los pueblos y el ejército so unirían cada
vez mas á mí, para lavar muy pronto la afrenta de las armas
nacionales. Debo, pues, por varios motivos ausentarme de la
República; poro cumpliendo la ley de .'> de Noviembre, devuel
vo la Presidencia de la Nacion, por mano de la autoridad de
signada por esta ley, resignándosela desde este momento,
entera y totalmente en su primera sesion, y protestando otra
vez, no recibirla jamás; dejando por testigo de mi renuncia al
Congreso Constituyente, que á la voz será tambien testigo,
de que solo y únicamente la dimito y entrego al Congreso
Constitucional, nombrado por los pueblos, conforme á nues
tras leyes, el primer Domingo de Mayo último.
Esta restriccion, señores, es necesaria á mi honor, y al ho
nor é independencia de Bolivia. Existe en el territorio un
nuueroso cuerpo de tropas enemigas, y podría creerse, que
—366—
arredrado por ellas presentaba mi renuneia; podria así mismo
creerse, que este Congreso se prostituirá á hollar su misma
ley de 3 de Noviembre, y hasta someterse á las pretensiones
extranjeras, para que uo se reuna el Congreso Constitucional.
íSi las bayonetas enemigas, continuando el uso del derecho
bárbaro de la fuerza, os obligan á traspasar vuestros deberes,
apelo en nombro de la Nacion á los Estados de América por
la venganza; porque está en los intereses de toctos, destruir
este derecho de [intervencion eme se ha arrogado el Perú, y
que envolvería nuestro continente en eternas guerras y en
calamidades espantosas: apelo especialmente al Libertador
aclamado por la República, padre y protector de la República,
para que defendiéndola de sus enemigos la deje en libertad de
reformar sus instituciones, si lo cree necesario, cuando no haya
absolutamente dentro del territorio ninguna fuerza extranjera
que coacte su voluntad. Es por tan poderosa consideracion,
que ante la Nacion protesto solemnemente, que cualquiera re
forma hecha miéntras tropas peruanas ocupen la República,
es nula, y que todo ciudadano, cualquiera militar, los tribuna
les y corporaciones, están no solo facultados para desobede
cerlas, sino para destruirlas, y restablecer el réjimen constitu
cional, contando para ello con el apoyo del protector de la
República, á quien dejo salvos los derechos (pie le dan nues
tras leyes fundamentales para correjir los trastornos que las
facciones pudieran causar en el país, contener á los traidores,
que despues de haber asesinado á sus hermanos en la guerra
de la revolucion, pretenden satisfacer aun sus pasiones, y se
atreven á disputar el amor á la libertad, á los que la han fun
dado, y á los que la América debe la independencia y las ins
tituciones hbres de que gozan.
Del Perú se ha dicho que los bolivianos están descontentos
de la Constitucion: y esta voz repetida por los ajentes de allí
entre nosotros, y apoyada por un muy pequeño número de
individuos ha hecho que algunos tímidos se pleguen á las pre
tensiones de fuera, por deshacerla: yo no he observado tal
descontento de la Nacion: pero si lo hay, toca á ella, y no á
los extranjeros, el declararlo. De mi parte haré la confesion
sincera de que no soy partidario de la Constitucion Boliviana:
ella dá sobre el papel estabilidad al Gobierno, mientras que
de hecho le quita los medios de hacerse respetar; y no tenien
do vigor, ni fuerzas el Presidente para mantenerse, son nada
sus derechos, y los trastornos serán frecuentes. Rejistrad el
discurso (pie os hice, cuando me llamásteis á prestar el jura
mento de la Constitucion, y encontrareis que os dije, que no
era responsable, ni del bien, ni del mal que hiciera: estaba
persuadido que un principio de ella iba á causar alarmas, en
tanto que el Ejecutivo apoyado tan débilmente no podi.i con
tenerlas. Es por esto que os repito, que evacuado el territorio
de toda fuerza extranjera, y .libres los pueblos para pronun
ciarse, el Congreso Constitucional dirá la opinion pública:
tomará los medios de informarse de los votos de la Nacion, y
dictará con reposo las reformas, que sean análogas á los inte
reses, y al bien de Bolivia; pero tambien repito que jamás,
jamás, reconoceremos reformas hecbas en medio de las bayo
netas enemigas; y mucho menos de las de un ejército que
hollando á Bolivia, le ofrecía con palabras vagas respetar su
independencia, mientras con hechos positivos ha abusado es
candalosamente do la fuerza para imponerle condiciones omi
nosas; y que, en fin, no podiendo obtener la dominacion, ha
cifrado su política en dividir á nuestros ciudadanos, y á nues
tros militares, un introducirnos los jérmenes de la anarquía,
en formar partidos, y mantener la discordia, para. que de este
modo ejerza su Gobierno un influjo que le valga por la domi
nacion.
No debo ocultar, señores, á la Nacion, que hay fundados
motivos, para creer, que se acecha la buena fé de los bolivia
nos, con la lisonjera idea de agregar á la República los depar
tamentos del Cuzco, Arequipa, y Puno, y halagándola con
este engrandecimiento, por el mayor territorio, y poblacion,
por la mejora de sus puertos &., prepararle el golpe de su fu
sion en la República Peruana. En cualquiera negociacion, en
cualquiera convenio, echad la vista sobre la mision diplomá
tica, que nos vino de aquel país el año de 2fi, y allí encontra
reis las verdaderas pretensiones.
Aquí debiera terminar mi Mensaje á esta Lejislatura ex
traordinaria; pero siendo el período de la rennion ordinaria
(tel Congreso, y como me ausento del país, daré cuenta de los
ilemás negocios do la República, y tendré que ser minucioso.
Hasta el 18 de Abril en que ejercí el Gobierno, nuestras
relaciones exteriores nos lisonjeabau. El mismo Perú (pie nos
ha invadido, reconoció la independencia, y protestó sus res-
netos á la soberanía de la República. Las dificultades que
habian ocurrido al Gobierno Arjentino para el mismo paso, y
de que conoció la anterior Lejislatura, terminaron del modo
mas amigable y satisfactorio, y respectivamente' han sido re
cibidos ministros diplomáticos, que aseguren fraternales rela
ciones entre los dos Estados. Estoy informado que en estas
circunstancias las autoridades limítrofes arjentinas, se han
conducido noblemente, y los propietarios arjentinos residen
tes en la República, han manifestado interés por nuestra
causa. El Emperador del Brasil ha reconocido la indepen
dencia de la manera mas franca, y cortés, y pedido el mensa
—3t)8—
jero diplomático que se le ofreció, para asegurar la mejor
armonía, y buena vecindad entre los dos gobiernos. Colombia
nos ha invitado á una alianza defensiva entre las dos repúbli
cas; y habiéndola »)1 Ejecutivo aceptado, reservé el nom
bramiento, y las instrucciones del comisionado que debia
negociarla á la administracion queme suceda; pues siendo yo
colombiano, y en vísperas de regresar á mi país, debía proce
der con esta circunspeccion. Todo subsiste en el mismo pié,
excepto las relaciones con el Perú.
El Congreso autoriza al Ejecutivo, para nombrar diputarlos
á la Asamblea Americana do Panamá. Esta Asamblea se
trasladó á Tacubaya en Méjico; y el Ministro de Relaciones
Exteriores informará de los motivos que han retardado la
marcha de estos diputados. Es urjente que ellos concurran lo
mas pronto á las conferencias de Tacubaya.
En el Departamento del Interior, la educacion pública es
lo que ba hecho mas progresos. Los colegios quedan estable
elos; marchan bien en todas las capitales de deparlamentos
donde tambien se han abierto escuelas de enseñanza mutua
que adelantan rápidamente, y en tres de ellos la.? hay para
ambos sexos. Las escuelas primarias por el antiguo método,
se han multiplicado en las provincias y cantones. Parala
enseñanza el Gobierno ha dado un plan de estudios, análogo
á la ilust: acion del siglo.
Los establecimientos de beneficencia se han aumentado, y
casi están completos los decretados. Necesitan sin duda per
feccionarse en su réjimen, para (pie los acojidos á ellas sean
mas útiles. Sus rentas, como las de la educacion pública, son
mas de las que hubo esperanzas de adquirir; pero ellas nece
sitan aumento, para dotar suficientemente á sus profesores,
si es que ba de haberlos buenos, y hábiles.
Una ley previno al Ejecutivo de ponerse en relaciones con
la Silla Apostólica para atender á las necesidades de la iglesia
boliviana. El Gobierno ha procurado cumplirlas manifestán
dolas al Sumo Pontífice, y. pidiendo las Bulas para el Obispo
de la Paz que ha presentado. El Obispado de Santa-Cruz, y
la Metropolitana subsisten vacantes. Tres decretos han orga
nizado las catedrales de la República, y ellos darán la doble
utilidad de servir de base al Cuerpo Lejislativo, para siquiera
modificar el impuesto de diezmos tan oneroso á la agricultura.
Las reformas de los regulares, están ejecutadas, conforme á
la ley, y de los treinta y seis conventos de relijiosos que habia
en la República, al encargarme de su Gobierno, solo quedan
seis. Algunas correcciones se han hecho en la administracion
de las rentas de los monasterios: pero aun no se ha podido
cumplir del todo, lo preceptuado por la ley á este respecto,
—369—
El Gobierno dictó una resolucion organizando la policía;
pero todo en ella está aun en la infancia, inclusos los presi
dios, cárceles, y casas de correccion.
La agricultura iba mejorando, y después de seis años de de
solacion, se veian ya hasta sobre los caminos, ganados y cam
pos cultivados. La invasion que hemos sufrido ha causado un
retroceso mas penoso que grande. Las exacciones que pade
cieron los capitales en la guerra de la revolucion, los retraía
de ninguna empresa, y fué necesaria la conducta mas circuns
pecta del Gobierno para no exijir jamás un centavo de em
préstito forzoso, ó de contribucion, ni tomar la menor parte
de la propiedad de un ciudadano, aun en las mayores urjen-
cias, para restablecer así la confianza.
El ejército agresor ha trastornado todas las garantías, é
introducido de nqevo la desconfianza.
La minería ha padecido de este mismo mal despues que iba
convaleciendo de sus atrasos. La esplotacion de metales en
el año último ha excedido en un tercio sobre muchos de los
anteriores. Si las garantías se restablecen de una manera
sólida, este ramo importante de la riqueza pública, progresa
rápidamente.
El comercio ha recibido las mejoras que trae consigo la paz;
y para protejerlo el Gobierno atendia con eticácia al tráfico
por el puerto de Cobija, cuyo establecimiento merece una
atencion especial del Cuerpo Lejislativo, para que la Repúbli
ca no sufra en las internaciones de efectos de ultramar las
condiciones caprichosas de nuestros vecinos.
El Congreso Constituyente sometió al Libertador la elec
cion de la capital de la República; y por su contestacion, que
se someterá al Congreso, él prefiere á Cochabamba, como el
punto señalado hasta por la naturaleza misma. Eu conse
cuencia el Gobierno mandó construir allí los edificios para el
Cuerpo Lejislativo; y sin las ocurrencias de esta guerra esta
rían concluidos. Sin embargo como les falta, considerada
Cochabamba como capital de la República, se rennirá allí el
Congreso Constitucional.
La Lejislatura ordinaria debia ocuparse preferentemente de
las leyes que exije la Constitucion, para completar el réjimen
interior de la República, que el Congreso Constituyente no
dió sino las mas esenciales. El Ejecutivo en virtud de una
autorizacion, ha dictado algunos reglamentos.
La hacienda pública no ha recibido mejora,*, en el cambio
del sistema de impuestos. Los directos que sostituyen á los
indirectos del réjimen anterior, hau producido descontento, y
dejan comparativamente un considerable déficit; pero el Go
bierno ha observado tan apurada economía, que á pesar de
Tom, vill. Historia—47 .
fisto, no solo ha atendido á los gastos comunes con las rentas
ordinarias, sino que con ellas ha cubierto fuertes sumas de
gastos extraordinarias, no comprendidos en el presupuesto
general, y tales como el despacho de las tropas auxiliares, y
el abono de una parte de la denda exterior, segun la última
liquidacion con el Perú, alcanza por todo á doscientos veinti
cuatro mil pesos, los mismos que aquella República traspasó
á favor de los cuerpos colombianos que existían en ésta, yá
quienes los debia por sus sueldos de los años veintitres, y vein
ticuatro. El Congreso decretó un empréstito para este pago,
y el de las gratificaciones al ejército libertador; pero no ha
biéndose realizado, se ha suplido á estos gastos, con mas de
cien mil pesos de las rentas-. comunes. Se debe pues uua con
siderable cantidad á aquellos cuerpos. En el mes de Abril se
habia de tal modo calculado, el arreglo de las entradas con
las erogaciones para fin de Junio, teniendo corrientemente los
gastos, qtie por una resol uoion del dia 12 so destruyó aun el
descuento que se hacia á los empleados por contribucion di
recta, y que indebidamente continuó desde el año pasado.
Hasta el mismo mes de Abril en que me separé de la admi
nistracion, los intereses del crédito público habian sido fiel
mente satisfechos, lo mismo que la centécima parte designada
por la ley para su amortizacion. Con todo esto el'Ejecutivo,
no ha insumido sino muy poco mas de tres cuartos de la can
tidad, que le señaló el Congreso para los gastos ordinarios de
la República.
El Ministro de Hacienda someterá á la Representacion Na
cional un decreto del 12 de Junio del año pasado, por el que
se dispuso emitirá la circulacion un millon de pesos en vales
de empréstito interior, por cuenta de los dos millones del em
préstito mandado levantar por el Congreso y cuyos vales
destinó el Ejecutivo á pagar las gratificaciones del ejército.—
De estos vales solo están medio millon circulando, que con
los tres millones de billetes del crédito público, forman el to
tal de la denda anterior. Otro decreto de 12 de Junio habi
litó los vales y billetes, para comprar con ellos las propiedades
públicas, las de educacion, las de beneficencia, y á redimir
censos de manos muertas. Los resultados han sido tan bené
ficos á los ciudadanos, como á aquellos establecimientos al
mismo tiempo que de una utilidad suma al Erario, segun in
formará oportuna y detalladamente el Ministro.
En medio de las urjencias del Erario, el Ejecutivo ha podi
do llevar al cabo el establecimiento de las casas de rescate
que fueron decretados; y sus economías habian producido
hasta Abril un fondo efectivo excedente de doscientos mil pe
sos, que daban productos considerables á las tesorerías, á 1»
—371— .
tez que eran de gran provecho á los mineros, por el aumento
de precio á sus metales.
Por el Ministerio será informado el Cuerpo Lejislativo, que
la ley de indemnizaciones, es no solo defectuosa, sino injusta.
Se han dado recompensas indebidas, y privado de ellas á per
sonas que merecen la mas alta consideracion por sus padeci
mientos y servicios. Sin las reformas que esa ley tuvo por
las observaciones del Ejecutivo, las indebidas indemnizacio
nes, habrían hecho subir hoy la denda inferior á mas de diez
millones, miéntras los tres habrían bastado, si llenando los
objetos que se propuso el Ejecutivo al presentar el proyecto,
no hubiera recibido tanta extension.
Ignoro el estado de la hacienda despues de Abril, porque
desde el 18 hasta hoy no he conocido de ninguna medida: se
me ha informado que la ocupacion de algunos departamentos
por el ejército peruano ba disminuido, mas dela mitad de las
entradas, y atrasado por consiguiente los pagos. Si esto es
natnral, es tambien muy raro, que en las negociaciones, con
los agresores, no sé con qué facultades, los encargados de la
administracion, les han cedido los productos de los tres mas
ricos departamentos á ménos que hayan arrancado esta con
dicion, con sus bayonetas; en cuyo caso este despojo violento,
caracteriza á nuestros invasores. Sé ha tambien instruido,
que las tesorerías de que en algun momento, su han apodera
do los tumultuarios, han sufrido disipaciones, igualándose así
á sus protectores.
Las tropas nacionales constaban en Abril último de dos mil
trescientos infantes, ochocientos hombres de caballería y cien
artilleros, segun constan en los estados existentes en el Mi
nisterio de Guerra; y todos regularmente vestidos, y provistos
en sus necesidades. Habia además, los dos escuadrones co
lombianos, con trescientas plazas, y doscientos hombres del
batallon Pichincha que no babian ponido marcharse por falta
de buque. De esta fuerza existían para formar un cuerpo
activo de operaciones mil ochocientos hombres, de los tres
batallones que estaban en la Paz, y doscientos infantes de
Pichincha, con trescientos soldados á caballo de Colombia, y
cuatrocientos lanceros allí en Cochabamba. Cien artilleros
con las correspondientes piezas de batidla en Oruro, trescien
tos infantes en el Departamento de Potosí, con mas de tres
cientos cazadores á caballo, y cerca de cien granaderos en
Chuquisaca, resto del escuadron de la guardia: que es decir
tres mil quinientos hombres de fuerza efectiva, y sin contar
la guarnicion de Santa-Cruz, y las milicias activas de allí, y
las de Tarija que se pusieron sobre las armas. La defeccion
del coronel de cazadores á caballo el 17 de Mayo, sustrajo de
—372—
esta fuerza, inclusas las que lo aterraban desde Potosí, como
ochocientos hombres. El resto, deducidas las bajas acciden
tales, estuvo en los campos de Paria.
Los almacenes se hallaban suficientemente provistos, de
armas, municiones y pertrechos, inclusos los fusiles última
mente comprados, habia cinco mil en los depósitos; es decir,
descontados los que tenian las tropas en manos. Unicamente
faltaban caballos en el ejército, que solo tenia seiscientos
propios, pero los habia abundantemente en el país, prontos
para cualquiera urjencia, y con la facilidad de reemplazarlos
con quinientos que le llegaron al Gobierno en el mes de Ma
yo, por con trata en la República Arjentina, y otros quinientos
que estáu en Santa-Cruz correspondientes al Estado.
El ejército nacional estaba al recibir mil reclutas que ve-
nian de los departamentos, y que no pudieron antes enro
larse en las filas por falta de medios con que sostenerlos en
razon de los gastos que causaban las tropas auxiliares, y
estas no se habian ido desde Agosto del año pasado, por
que el Gobierno Peruano despues que recibió su existencia, y
la de aquella Nacion por esas mismas tropas, les rehusó el
embarque por Arica. Era menester que ellas evacuasen el
territorio, para que los ingresos produjeran, con qué aumentar
las nacionales.
Los cuerpos colombianos que pidió la Asamblea General,
para guarniciones de la República, que el Congreso Constitu
yente solicitó de nuevo por cuidados con sus vecinos, y que
a pesar de esto yo nunca pedí, estuvieron prontos á marchar
se, un año ha; y aunque se les ofreció cubrirles sus ajustes y
gratificaciones, antes de embarcarlos, prescindieron de este
reclamo, y unos marcharon ya, y otros están en marcha sin ser
pagados. El Cuerpo Lejislativo avaluará lo sagrado de esta
denda, para disponer los medios de llenarla.
La Nacion y la América juzgarán, si las fuerzas que exis
tían en el tiempo de la invasion bastaban á rechazarla; á lo
ménos, si aprovechándose de la moral, y del entusiasmo, que
las animaba en Paria, sus directores hubiesen preferido el ho
nor de defender la patria á una existencia manchada. Para
colmo de las maldades, entr(* tan sorprendentes acontecimien
tos, el ejército boliviano, que se formaba sobre las mas sóli
das bases, de la moral y disciplina, ha sido contaminado por
un fatal ejemplo. Se ha premiado á los caudillos de una de
feccion con que clavaron un puñal á su patria, y este es un
terrible* obstáculo, para que la fuerza armada de la República
vuelva al mismo brillo con que empezó su carrera. En me
dio de tantas calamidades, parece que un triste desengaño,
vá por fin uniendo los espíritus de los militares disidentes
—373—
con fieles, y que la reconciliacion, sucederá á las rivalidades.
Concebida esta union, y con esmero de los jefes, los cuadros
del ejército bastarán á subirlo á seis mil soldados, que debe
mantener la República sobre las armas hasta hacerse respetar
por los que no reconocen otro derecho que el de la fuerza, y
que la Ñacion puede sostener con sus rentas corrientes, si se
sigue la economía que estaba establecida, porque en adelan
te, ni ajustes atrasados, ni gratificaciones, ni trasportes de
cuerpos auxiliares, ni otra porcion de gastos extraordinarios
«bsorverán los ingresos comunes.
En la parte de guerra me he estendido en detalles, porque
las circunstancias así lo exijen. El Ministro de este Depar
tamento presentará oportunamente los estados, y relaciones
del mes de Abril, y los de las fuerzas, armas, y pertrechos
existentes.
Despues de haber dado una minuciosa cuenta de los suce
sos, y de la situacion de la República; me resta informaros,
que habiendo cumplido mi promesa de permanecer en Bolivia
hasta Agosto de mil ochocientos veintiocho, me ausento hoy
de regreso para mi patria: conforme al artículo 82 de la Cons
titucion queda el Poder Ejecutivo en el Consejo de Ministros
nuevamente organizado por decreto de hoy; miéntras que la
Representacion Nacional apruebe el Vice-presi dente de la Re
pública, que en virtud de las atribuciones constitucionales
del Presidente propongo en este pliego que dejo cerrado en
vuestras manos, y que contiene otros tres de los candidatos,
que conforme á nuestras instituciones debo presentar al Cuer
po Lejislativo. Me despido señores de vosotros, y de Bolivia,
y no dudo que sea para siempre porque cuento, que al ins
tante rennireis el Congreso Constitucional, ante quien de
hecho está sometida mi renuncia, y por quien de hecho me
considero desde el momento de su instalacion exonerado eter
namente de la Presidencia. Juzgo que aprovechareis el tiem
po de vuestras sesiones; y que la dignidad, la firmeza, y el
patriotismo, las guien, con tanta sabiduría, moderacion, y
amor al bien público, como en 1826.
Al separarme haré una confesion injénua que servirá de
ejemplo á mis sucesores. Desde que estoy encargado del Go
bierno de Bolivia, mis sentimientos todos los he sometido á
mis compromisos con ella. Aun en las cuestiones que han
ocurrido con los limítrofes, no he conocido otro lenguaje que
el que exijia mi puesto público; y por él han callado mis
inclinaciones particulares, siguiendo los principios de un hom
bre recto, he observado el de que eti política, no hay ni amis
tad, ni ódio, ni otros deberes que llenar, sino la dicha del
pueblo quo se gobierna,' la conservacion de sus leyes, su in
-374—
dependoncia, "y su libertad, mis amistades, 6 mis afeetos han
sido en mi administracion, por los amigos, ó enemigos de Bo-
livia. Aun el presente documento que es mi último acto pú
blico, vá marcado por este proceder.
No concluiré mi Mensaje, sin pedir á la Representacion Na
cional un premio por mis servicios; que pequeños ó grandes,
han dado existencia á Bolivia, y que lo merecerán por tanto.
La Constitucion me hará inviolable; ninguna responsabilidad
me cabe por los actos de mi Gobierno. Ruego pues que se
me destituya de esta prerogativa, y que se examine escru
pulosamente toda mi conducta. Si hasta el 18 de Abril se me
justifica una sola infraccion de ley; si las Cámaras Consti
tucionales juzgan que hay lugar á la formacion de causa al
Ministerio, volveré de Colombia á someterme al fallo de las
leyes. Exijo este premio con tanta mas razon, cuanto que
declaro solemnemente que eu mi administracion, yo he gober
nado; el bien, ó el mal, yo lo he hecho; pues por fortuna, la
naturaleza me ha excluido de entre esos miserables seres, que
la casualidad eleva á la majistratura, y que entregados á sus
ministros renuncian hasta la obligacion de pensar en los
pueblos que dirijen. Los ministros solo han tenido aquí la
organizacion de los ramos de sus departamentos en que han
gozado de toda la amplitud que les era necesaria. Al des
pedirme pido esta recompensa á los Representantes de la Na
cion; y si por respeto á la ley, la rehusan al Presidente de
Bolivia, que no la nieguen á su gran ciudadano, que con tan
ta consagracion la ha servido, y que la implora como garantía,
que lo ponga á cubierto de las acusaciones, con que la male
dicencia y la envidia querrían calumniarlo.
Aun pediré otro premio á la Nacion entera, y á sus admi
nistradores: el de no destruir la obra de mi desercion; de con
servar por entre todos los peligros la independencia de Boli
via; y de preferir todas las desgracias, y la muerte misma de
sus hijos, antes que perder la soberanía de la República que
proclamaron los pueblos, y que obtuvieron en recompensa de
sus jenerosos sacrificios en la revolucion.
De resto señores es suficiente remuneracion de mis servi
cios, regresar á la tierna patria, despues de sois años de au
sencia, sirviendo con gloria á los amigos de Colombia, y aun
que por resultados de instigaciones extrañas llevé roto este
brazo que en Ayacucho terminó la guerra de la independen-
dencia americana, que destrozó las cadenas del Perú, y dió
6er á Bolivia, me conformo cuando en medio de difíciles cir
cunstancias, tengo mi conciencia libre de todo crimen. Al
pasar el Desaguadero encontré una porcion de hombres divi
didos, entre asesinos y víctimas, entre esclavos y tiranos,
—
devorados por los enconos, y sedientos de venganza. Ooticíllé-
los ánimos: he formado un pueblo que tiene leyes propias,
y que vá cambiando su educacion, y sus hábitos coloniales;
que está reconocido de sus vecinos; que está esento de dendas
exteriores; que solo tiene un interior pequeño, y en su propio
provecho; y que dirijido por un Gobierno prudente será feliz.
Al ser llamado por la Asamblea General para encargarme de
Bolivia, se me declaró que la independencia, y la organiza
cion del Estado, se apoyaban sobre mis brazos. Para alcanzar
aquellos bienes en medio de los partidos, que se ajitaban
quince años, y de la desolacion del país; no he hecho jemir á
ningun boliviano, ninguna viuda, ningun huérfano solloza
por mi causa: he levantado del suplicio porcion de víctimas
condenadas por la ley; y he señalado mi Gobierno, por la cle
mencia, la tolerancia, y la bondad. Acaso se me culpe que
esta condescendencia es el oríjen de mis mismas heridas; pe
ro *stoy contento de ellas, si mis sucesores con igual lenidad
acostumbran al pueblo boliviano, á conducirse por las leyes,
sin que sea necesario que el estrépito de las bayonetas esté
perennemente amenazando la vida del hombre, y amenazando
la libertad. En el retiro de mi vida, veré mis cicatrices; y
nunca me arrepentiré de llevarlas, cuando me recuerden que
para formar á Bolivia preferí el imperio de las leyes á ser el
tirano, ó el verdugo, que llevara siempre una espada pendien
te sobre la cabeza de los ciudadanos.
Representantes del pueblo, hijos de Bolivia; que los desti
nos os protejan: desde mi patria, desde el seno de mi fajnilia
mis votos constantes serán por la prosperidad de Bolivia.
Chuquisaca á 4 de Agosto de 1828.—Firmado—
Antonio José de Sucre.
—376
República Peruana.— Vice-Almirante de la Escuadra y Coman
dante General de ella.—A bordo de la fragata de guerra "Pre
sidente" al ancla en Puna, Octubre (i de 1828.
Al señor Secretario General de S. E. el Presidente de la Re
pública.
Señor Secretario:
Por noticia que tuve al fondear en ésta, que en el pueblo del
Naranjal habia una partida de tropa que, procedente de Gua
yaquil, marchaba conduciendo muchos útiles de guerra para
el ejército de Cuenca, ordené que el teniente primero don
Roberto Mayhlijohn con treinta hombres de tropa y cuatro
botes bien tripulados y armados, y mandados cada uno por
oficiales de la dotacion de esta fragata, y corbeta fuese á in
tentar sorprenderla y tomarle el cargamento. Efectivamente
con esa fuerza salió de este bordo el 1? del presente á las
once del dia, llegó al puerto del Naranjal á las diez de la no
che, y faltándole como tres leguas que marchar por tierra,
desembarcó la tropa y parte de la marinería armada, y ven-
cidos con el mayor entusiasmo los embarazos que presenta de
noche un camino por entre espesos montes, todo él de loda-
zaleS, llegó al pueblo á las dos de la mañana é hizo la sorpre
sa, objeto de su comision; desgraciadamente ya no existia en
ese pueblo el todo de la partida y cargamento que fué á bus
car; pero los restos que quedaban fueron tomados con muy
poca resistencia, y conducidos á este bordo el dia siguiente;
entregándome dos capitanes, un subalterno, dos soldados, el
gobernador y administrador de correos de ese distrito, seis
fusiles completos, cuatro cajones de municiones, tres sables,
y tres tercios efectos de vestuario; teniendo por nuestra parte
solamente al alferez de fragata don Francisco Forcelledo he
rido en el brazo derecho, de bala de fusil, y un marinero con
tuso. Yo debo recomendar á US., para que lo haga á S. E.,
á todos los oficiales, tropa y tripulacion que han hecho este
primer ensayo sobre los soldados de la tiranía, debiendo ad
vertir á US., que ninguno de ellos fué nombrado para la ex
pedicion, sino todos presentados voluntariamente; pudiendo
yo asegurar á US., que si hubiese convenido con todos los
que queriau ir á ella, yo me hubiera quedado solo en la es
cuadra.
—377—
El alferez Forcelledo ha sido herido por su intrepidez y ar
dimiento en arrojarse sobre el friego enemigo; por esto á
nombre de S. E. el Presidente le he «frecido el grado de te
niente segando, que espero que US. se servirá pedir apruebe
8. E.
Yo tengo el mayor placer de comunicar á U,S. este primer
ensayo de los que tengo el bonor de mandar, y manifiesta
que ellos son capaces de las mayores empresas, y tambien el
de suscribirme de US. su atento, seguro servidor— Martin
Jorje Ghiisse.
Es cópia—Mendiburu.
Razon de los oficiales de Colombia prisioneros que se remiten al
Cuartel General á disposicion de S. E. el Presidente de la Re
pública.
Capitan de ejército D. Felipe Bravo.
Idem de milicias „ Jerónimo Santa-Cruz.
Alferez idem „ Pedro Lobo Guerrero.
Paita, Octubre 12 de 1828.—M. Herrero.
El señor Vjce-Almirante don Martin Jorje Guisse en nota
11 de Octubre datada en Punta de Arenas, comunica al señor
Secretario General de S. E. el Presidente de la República,
que habiendo mandado al teniente don Manuel Sauri á reco
nocer la costa, hizo prisionero en la boca del rio de Balao al
comandante de Colombia Manuel Barrera, ayudante del E. M.
con dos soldados, tomándoles varios fusiles. Entre los pape
les interceptados es de notarse una carta de un jefe de con
cepto de Colombia dirijida al general Illingrot, cuyo tenor es
como sigue:
Al señor general Juan Illingrot.
Machala, Octubre 5 de 1828.
Mi amado general y amigo.
Todo el mundo hablado la guerra del Peru: por consiguien
te quiero yo tambien manifestar á U. mi opinion sobre el
Tom. viu. Histokia— 48
—378—
particular. Es un desacierto el mas graude abrir la campaña
con seis mil hombres, las dos tercias partes de reclutas, y la
otra de veteranos, la ma\ or parte desmoralizados. Para que
sea el éxito feliz, se necesitan diez mil infantes, mil hombres
de caballería, y una marina superior á la del Perú, pues se
trata de hacer la guerra á una Ñacion entera que nos detesta,
y que ningunísimo partido tenemos en ella ni en Bolivia, quo
hará sin duda causa comun con el Perú. Ya U. no ignora que
desde el Macará basta Piura, han quemado todos los pastos,
quitando el ganado y cuantos recursos babia en el tránsito.
Él general Flores se pone en marcha, y superando todos los
obstáculos primitivos llega á Piura mientras el enemigo efec
túa lentamente su retirada basta Trujillo. El general sigue
su marcha, y con infinitos trabajos llega al frente del enemi
go con las dos tercias partes de*su tropa, pues entre deserto
res, enfermos y muertos en los despoblados, no puede ménos
de tener esta pérdida: halla al enemigo con un ejército de
doce ó catorce mil hombres, con una brillante artillería de
campaña, y posiciones ventajosas: ¿entóneos qué se hace!
¿Atacar con casi la certidumbre de perder? Entonces, adios
ejército, adios departamentos del Sur: y si miéntras el ge
neral en jefe está á la inmediacion del enemigo, éste en- '
via ochocientos hombres, y los desembarca en Machala, se
' toma el Asuay, prodiga dinero, y hace gritar el Perú, ¿quién
defenderá este Departamento y el del Ecuador? ¿Los mili
cianos? No mi general. El refran dice, que quien anda con
indios, anda solo, y en el dia quien cuenta con milicianos,
cuenta con nadie.—La opinion ha desaparecido: el malcon
tento es general por los empréstitos, contribuciones, levas,
recopilacion de bestias y viveres, y las vejaciones de algunos
militares, lo que ha forzado á algunas familias de la provin
cia de Loja á pasarse al territorio peruano. Bien sabe U. mi
general, que en Guayaquil, á excepcion de algunas familias,
todos son adictos al Perú. Finalmente, mi general, yo he
pasado toda mi vida en la carrera militar; tengo un poco de
experiencia, y pronostico malísimos resultados de esta guerra
que desaprueba casi toda Colombia. Dios quiera que mis
cálculos salgan errados.
He manifestado á U. lo que siento en mi corazon, sin faltar
jamás á mis principios y á mi deber; y si el señor jefe vé la
presente, soy seguro que no tendrá sentimiento por ella, pues
el pensamiento de ver próxima la ruina de la República, me
ha inducido á exponer ( lo que siente mi alma sensible á los
males de la patria.
Soy siempre de U., mi general, su atento servidor y amigo
Q. B. S. M.- A. Z.
—379—
República Peruana—Ejército del Sud— General en Jefe— Cuar
tel General en Chuquisaca, á 3 de Setiembre de 1828.
Al señor Ministro de Relaciones Exteriores de la República
de Bolivia.
Señor Ministro:
1
Consumada la obra de la rejeneracion política de Bolivia,
con la absoluta transformacion de su Gobierno: establecidas
las bases de una majestuosa Representacion Nacional con que
debe marchar enrolada entre los Estados verdaderamenre li
bres; entregada como se baila al arbitrio de sus propios hijos
qne disponen y disfrutan de los destinos, con que premia las
aptitudes, y el mérito de los que trabajaron por su emanci
pacion; elevada al fin al rango de una Nacion que reciente
mente sustraida de la tutela extranjera que la degradaba,
ofrece surjir al puerto de la prosperidad y de la dicha, despues
de haber salvado felizmente de la borrascosa tormenta que
amenazaba su existencia; tiene el general que suscribe la hon
ra de anunciar á la suprema autoridad encargada de la admi
nistracion provisional del Poder Ejecutivo responsable de esta
dicha República, por medio del señor Ministro, á quien se di-
rije, y de hacer saber al mundo entero que la observa, hallar
se en disposicion de dar espontaneamente la última prueba
de amistad, y de la consideracion fraternal que le debe, reti
rando como de hecho retira ya el ejército peruano de su man
do, á la otra banda del Desaguadero. Al efecto se halla la
primera division en la Paz, y la segunda que salió de la plaza
de Potosí el 18 de Julio último, marcha siu cesar con igual
direccion y objeto, no obstante que por el artículo r'? de los
tratados de E'iquisa debiera conservarse en ei territorio hasta
que la Asamblea Nacional prefijase el dia en que debia co
menzar á.evacuarlo. Ha determinado á este fiu el general
que suscribe, dejar esta capital en el perentorio término de
cuatro dias, que se reserva para despedirse de sus buenos
amigos, los ilustres habitantes de Chuquisaca, que avisados
en la escuela de la revolucion y de las horribles oscilaciones
en que han sabido sostenerse, lograron al fin pertenecer á sí
mismos. Ellos son ahora los garantes de la felicidad 6 des
gracia de su suelo. Hoy se consigna la suerte de toda la
Nacion, á los que están llamados á figuraren este gran teatro,
y á dirijir los pasos de la pubertad en que se halla esta pre-
' ciosa porcion del continente americano.
—380—
No olvidarán los bolivianos que su agonizante fuerza se
hallaba á principios de Julio' último en el lamentable estado
de esteunacion é inmoralidad. Que los tratados de Piquisa
han podido conservar la pequeña milicia que sirve ya de base
al ejercito nacional, y que á su vez sabrá sostener las institu
ciones patrias y una carta propia que será el timbre de su
libertad. El virtuoso general Blanco, puesto hoy á su cabeza,
ofrece, á las esperanzas bolivianas, corresponder con su infa
tigable trabajo, y contener los amagos del desorden por lo
comun consiguientes al cambiamiento de las formas guberna
tivas. Equilibrado de esta manera el torrente de las pasiones
con los respetos militares, marchará sin duda esta República
por la senda de la virtud, demarcada por el digno y muy
honrado general que actualmente preside sus destinos. El que
suscribe está íntimamente penetrado de la sanidad y acriso
lado juicio con que el general Velasco ha sabido labrar su
brillante carrera. Él merece la confianza de sus hermanos.
Su decidido pronunciamiento por la libertad de su país, y por
el exterminio de los tiranos, que querían uncirlo al carro de
la servidumbre, lo hace acreedor á la obediencia de sus com
patriotas. El ha sabido elojir las personas de los que desem
peñan los empleos á satisfaccion de los pueblos: su Gobierno
será feliz.
Regularizado de esta suerte el nuevo orden de los negocios
políticos de Bolivia, parece iunecesaria la permanencia del
ejército peruano. Por tanto, despues de haber cumplido con
sus deberes, trata de apresurar su regreso, y de hacer ver al
Universo, que ninguna secreta pretension pudo caber jamás
en su pecho. Vuelve pues al suelo á que pertenece, cubierto
de una gloria mucho mas inapreciable que la que ofrecen las
ruinas de Marte. Su desinterés lo acredita con renunciar
desde principios de Octubre los ingresos de las tesorerías de
la Paz y Oruro, que en virtud de lo estipulado en el artículo
9? de los mencionados tratados de Piquisa, y del nuevo plazo
' últimamente detallado, para la instalacion de la Asamblea
Nacional, debia percibir hasta mediados de Diciembre. Quie
re, pues, el general que suscribe, que despues del presente
mes, reuna Bolivia aquel auxilio, para acudir á sus actuales
necesidades, y fomentar con él la creacion de un ejército
imponente, que sepa en el caso de una agresion, repeler
cualquier atentado extranjero. Su actual posicion no es ab
solutamente segura. El ambicioso de Colombia, no es posible
que se circunscriba á la órbita que la naturaleza le ha de
marcado. Bolivia bajo el especioso y efímero título de hija
predilecta, era el escalon por donde debia subir Bolivar al tro
no Andesiano que le sujirieron sus delirios. Desbaratado este
—381—
plan con la emancipacion de esta República, la hidrofobia
debe á la fecha haberse apoderado de su espíritu. Es menes-
ter prevenirse á resistir sus miras, sin dejar de confesar que
sin ellas habría sido colocado en el templo de la inmortalidad,
y recibido inciensos de eterna gratitud. Con el ropaje de ti-
raüo es detestable.
El cambiamiento del 26 de Euero de 1827 lo tiene alarmado
contra el Perú. Hasta el dia no hsy una noticia cierta de
haber llegado el caso de un rompimiento; empero las procla
mas de los generales Urdan eta, Gonzalez &., y sobre todo las
humillantes intimaciones con que se ha insultado el decoro
peruano, solicitando hombres, dinero y ensanche del usurpa-
pado territorio de Guayaquil, bien manifiestan que las armas
serán las que decidan la cuestion. Ella es de trascendencia
inmediata á los Estados limítrofes, y muy particularmente á
este, cuya situacion topográfica lo pone al nivel del suelo pe
ruano. Esta consideracion debe hacer ver que la causa es
comun, sin contar con las relaciones de amistad que acaban
de sellarse solemnemente en los campos do Piquisa y Siporo.
El ejército peruano sabrá á su vez pagar con usura, y con la
misma sinceridad que ahora, cualquier comedimiento con que
le quiera obsequiar.
El general abajo firmado, al tiempo mismo de despedirse
del Alto Perú por medio de esta nota, ruega al señor Minis
tro, á quien le alarga una mano amiga, para darle el último
adios, quiera recabar de S. E. el Vice-presidente la gracia de
que su le permita apersonarse solo ante la augusta Asamblea
Nacional á leerle una Memoria que manifieste los motivos,
sucesos y resultados de la presente campaña, con cuyo único
objeto promete volar de la parte donde se halle. Su juicio
será el precio que deba tener para siempre la empresa que
acaba de plantearse. La mejor y única recompensa que am
biciona será la felicidad de Bolivia en un estado homojéneo
que florezca rodeado en toda clase de prosperidades.
Con estos injénuos sentimientos y los de un alto aprecio se
repite del señor Ministro de Relaciones Exteriores, atento,
obediente, servidor—
Agustín Gamarra.
—382—
República Boliviana.—Ministerio de Estado del Despacho de
Relaciones Exteriores.—Palacio del Gobierno en Chuqnisaca,
á 4 de Setiembre de 1828.—18?
Cuando el Ministro que suscribe iba leyendo a S. E. el Vi-
ee-presidente encargado de la administracion del Estado, el
contenido de la apreciable nota del señor general en jefe del
ejército peruano de fecha de ayer, interrumpiéndole la lectura,
exclamó: estaba reservada al general Gamarra la gran gloria
de destruir la máxima de auxiliar á un pueblo oprimido para
esclavizarlo aun mas. El jefe del ejército peruano repasando
el Desaguadero se presenta para la historia como el guerrero
filósofo que ha sabido convertir los instrumentos de ruina y
desbastacion en beneficio de la humanidad doliente. Él en
la campaña contra los auxiliares ha economizado la sangre
de sus hermanos de Bolivia, ha firmado en Piquisa unos tra
tados, consecuencia de los principios liberales que ha adopta
do su Gobierno, ha conservado un ejército que podia haber
reducido á la nada, ha rennido la Representacion Nacional, y
por último, jenerosaruente entrega las rentas de los departa
mentos de Oruro y la Paz, y se vuelve dejando los destinos
de Bolivia en manos de sus propios hijos.1 Una tal conduptaes
inaudita en los acontecimientos humanos.; Que él al poner los
pies en la ilustre patria de los Incas reciba la gratitud de los
bolivianos, el reconocimiento de sus conciudadanos, y la ad
miracion de los hombres amigos de la libertad! ¡Que la fortuna
le acompañe en sus empresas, la victoria presida sus campa
ñas siempre que luche contra la tiranía, y que sea el sostén
e los derechos de la República Peruana! Estas palabras
mezcladas con otras expresiones de una antigua amistad per
sonal, son las mismas que el Ministro que suscribe ha oido
proferirá S. E. el Vice-presidente, y que se hace el alto honor
de trasmitirlas al conocimiento del señor general en jefe del
ejército peruano á quien se dirije.
El actual Gobierno de Bolivia que ha adoptado una mar
cha franca y liberal, hará todos los esfuerzos que estuvieren á
sus alcances para hacer callar las pasiones exaltadas y conte
ner el desorden, dirijiéndose siempre por la senda que le
designe la opinion pública, que es la gran guia de los manda
tarios que trabajan por la felicidad de los pueblos. Prestará
toda su cooperacion para que los queridos del pueblo sancio
nen una Constitucion que sea el fruto de la civilizacion del
siglo en que vivimos. El virtuoso y apreciable general Blanco
—383—
que se halla á la cabera "del ejército, y los jefes ofrecen hna
plena garantía de estabilidad y órden en la República. Los
empleados del ramo civil soa por sus particulares compromi
sos los amigos mas decididos de las reformas. Si el Gobierno
no ha marchado hasta aquí de una mauera mas resuelta, es
porque graves consideraciones políticas no se lo permiten.
Tiempo llegará y muy breve, en que manifieste hasta qué
punto llegan sus ideas por la transformacion. En cuanto á
las nobles expresiones del señor general en jefe en relacion á
S. E. el Vice-presidente, la contestacion sea un silencioso pe
ro profundo reconocimiento a ellas. Así pues en Bolivia no
hay un leve motivo de disgustos interiores que puedan turbar
la tranquilidad pública ni de recelos exteriores al respecto de
la administracion gubernativa. Al marcharse el señor gene-
ral en jefe de este territorio, nadie podrá acusarle de inter
vencion en los negocios domésticos; antes sí por el contrario
lleva la gloria de haber sacado de la nada un pueblo entero,
roto sus cadenas presentándolo al continente americano como
una Nacion, y no bajo el vergonzoso y humillante pupilaje á
que se le habia reducido.
Ya otra vez el Ministro que suscribe dijo al señor general
en jefe á nombre de su Gobierno que era necesario preparar
se á resistir los ataques que ha mucho tiempo dispone contra
el Perú un hombre astuto, feliz y de gran génio. Hoy día se
repite que Bolivia será reducido á cenizas antes que sufrir un
yugo abominable. Si sus hijos han hecho sacrificios sin tér
mino para salvarla de la dominacion peninsular y de la que
le sucedió, en otra vez la experiencia les conducirá á la muer
te ó á la gloria. Siempre abrazados de la imájen de la liber
tad, reclamarán sus derechos, su justicia. Cuando esto do
bastare, correrán á las armas. Si el triunfo huyere de sus
esfuerzos, el general Bolivar y cualquiera otro que quiera ti
ranizarlos, dominará un grande cementerio de víctimas consa
gradas en holocausto á su divinidad tutelar— La libertad.—
La causa del Perú es la de Bolivia aun sin contarse con los
solemnes compromisos á que se ha ligado por los tratados de
Piquisa. Es del deber del Gobierno Boliviano defender la
independencia de la República, y perdido el Perú, era cuasi
inevitable la ruiua de Bolivia. Por consiguiente, es de su
obligacion, no un comedimiento para obsequiar á su hermana
la República Peruana, sino el hecho positivo de volar en su
auxilio siempre que se vea amenazada. Con este objeto el
Gobierno del que suscribe desea eficazmente que el señor ge
neral en jefe contribuya de su parte á que cuanto antes venga
un Plenipotenciario de la República Peruana para celebrar
—384—
tratados de alianza, que estrecharán indisolublemente sits
vínculos de amistad.
El Ministro abajo firmado se complace en contestar la con
clusion de la nota del señor general en jefe. La mano amiga
que le alarga para dar por su conducto el último adios á S. E.
el Vice presidente, es la misma mano que ha trabajado ince
santemente ha tantos años por la causa de la independencia
americana. El Gobierno ni la República nada tienen que
temer de esa mano bienhechora. Puede el señor general en
jefe permanecer en Chuquisaca ó en cualquiera otro punto
deí territorio, ó regresar si le parece para personarse aute la
augusta Asamblea Nacional, á leerle la Memoria que indica.
Quiera el señor general en jefe admitir los sinceros senti
mientos y el alto aprecio con que el Ministro de Relaciones
Exteriores se suscribe su muy atento, obediente servidor—
Casimiro Olañeta.
Señor general en jefe del ejército peruano don Agustin Ga-
marra.
Editorial de "La Prensa Peruana" Núm. 99, del Jueves
13 de Noviembre de 1828.
El bergantín francés "Endimion", procedente de Guaya
quil, ancló anoche en la bahía del Callao, y por las comuni
caciones particulares que ha traido, se sabe que en la noche
del 25 de Setiembre estalló en Bogotá una sedicion militar
contra el general Bolivar, que escapó por una ventaua, ha
biendo perecido la mitad de su guardia y dos de sus edeca
nes, Perguson y Bolivar, en la casa del Gobierno asaltada por
el cuerp'o de artillería. El general Bolivar logró apaciguar
el mot'm; y se dice que al dia siguiente habia mandado pren
der á los generales Santander y Padilla.
De cuánta trascendencia sea este suceso, y hasta qué pun
to manifieste el espíritu de oposicion al poder absoluto entre
las mismas tropas que, con tanta mengua de su gloria, han
aparecido, como su mus linne apoyo, es bien fácil calcularlo
por los movimientos de las divisiones que el general Bolívar
—385—
dejó de guarnicion bajo el falso carácter de auxiliares en el
Perú y en Bolivia. Tropas que un i vaz se han conmovido,
no para saciar viles pasiones, sino llevadas del sano y loable
deseo de combatir la tiranía, y volver á su patria la libertad
de que ha sido despojada, dejan tras sí un ejemplo que excitan
á imitar los felices esfuerzos de la guerra por la independen
cia del poder español, la presencia de los males que derrama
sobre la patria un poder erijido sobre las ruinas de las leyes,
y la voz imperiosa de la opinion pública avisa á todos su de
ber, y despierta el justo temor de ver cada uno atropellados
sus derechos y holladas sus garantías por la misma mano que
ha destruido las de la Nacion á que pertenece. Sentimientos
son estos que no pueden borrarse, y poderosos resortes de una
reaccion que no necesita mas que aparecer para extenderse
sin limites, y tener término venturoso, aunque hayan sido
desgraciados sus primeros é inciertos pasos.
El general Bolivar, por mas que afecte despreciar la tenta
tiva del 25 de Setiembre, no puede ménos de estremecerse al
considerarla. j,Dóude estará á salvo de un golpe do mano,
terrible é imprevisto? ¿lin qué fuerzas descansará su absolu
tismo? Los pueblos han peleado por gozar de una libertad
racional, y de instituciones propias dadas por ellos mismos, y
del modo que las han establecido las naciones cultas del siglo,
y en el órden trazado por los principios inalterables de la ra
zon y la experiencia. Mas el general Bolivar á todo se ha
sobrepuesto: ha injerido el voto de la fuerza armada entre los
sufrajios libres y espontáneos de la Nacion: se ha arrogado el
poder por vias reprobadas, y que él mismo se ha allanado: ha
protejido la destruccion de la Asamblea Nacional, autorizando
que la minoría perpetre una escandalosa defeccion, y se acabe
de una vez la esperanza de arribar á una reforma lejítima, y
conforme al querer de la Nacion. Los pueblos pues no son
sus amigos; y el ejército ya no es su tiel y constante aliado.
Por lo que respecta al Perú, esta sedicion es un rayo de luz,
que puede prometernos la feliz y pacílica terminacion de la
guerra injusta y temeraria en que nos ha envuelto la ambicion
del general Bolivar, y ver restablecidas nuestras relaciones
fraternales con nuestros hermanos de Colombia. Mas guar
démonos de hacer dejenerar en funesta con fianza esta remota
y halagüeña probabilidad. Debemos continuar cou incesante
actividad y sin miramiento alguno, nuestros preparativos
militares, pues la misma crisis en que se halla el poder del
general Bolivar, puede arrastrarle á emprender desesperada
mente contra el Perú, y probar el subyugarlo, para calmar
la efervescencia de su ejército, y quitarle todo punto de con
tacto y de interés con el pueblo colombiano.
Tou. VIII. HlSTOKIA—4í)
—386—
COLOMBIA.
Proclama del Libertador Presidente.
Simon Bolivar, TÁbertaAor Presidente ih Colombia &. &.
Coiombianos! —Las voluntades públicas se habian expresa
do enéticamente por las reformas políticas de la Nacion: el
Cuerpo Lejislativo cedió á vuestros votos mandando convocar
la Gran Convencion, para que los representantes del pueblo
cumplieran con sus deseos, constituyendo la República con
forme á nuestras creencias, á nuestras inclinaciones y á nues
tras necesidades: nada quería el pueblo que fuera ajeno de su
propia esencia. Las esperanzas de todos se vieron, no obs
tante, burladas en la Gran Convencion, que al fin tuvo que
disolverse, porque dóciles unos á las peticiones de la mayoría,
se empeñaban otros en dar las leyes que su conciencia ó sus
opiniones les dictaban. La Constitucion de la República ya
no tenia fuerza de ley para los mas; porque aun la misma
Convencion la habia anulado, decretando unánimemente la
urjencia de su reforma. Penetrado el pueblo entonces de la
gravedad de los males que rodeaban su existencia, reasumió
la parte de los derechos que habia delegado; y usando desde
luego de la plenitud de su soberanía, proveyó por sí mismo á
su seguridad futura. El Soberano quiso honrarme con el tí
tulo de su Ministro, y me autorizó, además, para que ejecu
tara sus mandamientos. Mi carácter de primer ínajistrado
me impuso la obligacion de obedecerle y servirle aun mas
allá de lo que la posibilidad me permitiera. No he podido
por manera alguna denegarme, en momento tan solemne, al
cumplimiento de la confianza nacional, de esta confianza que
me oprime con una gloria inmensa, aunque al mismo tiempo
me anonada haciéndome aparecer cual soy.
Colombianos!—Me obligo á obedecer extrictamente vues
tros lejítimos deseos: protejeré vuestra sagrada relijion como
la fé de todos los colombianos y el código de los buenos:
mandaré haceros justicia por ser la primera ley de la natu
raleza y la garantía universal de los ciudadanos. Será la
economía de las rentas nacionales el cuidado preferente de
vuestros servidores; nos esmeraremos por desempeñar las
obligaciones de Colombia con el extranjero jeneroso. Yo, eu
fin, no retendré la autoridad suprema sino hasta el dia que
—387—
me mandeis devolverla, y si ¡intes no disponeis otra cosa,
convocaré dentro de un año la Representacion Nacional.
Colombianos!—No os diré nada de libertad, porque si cum
plo mis promesas sereis mas que libres—sereis respetados:
además bajo la dictadura ¿quién puede hablar de libertad!—
¡Compadezcámonos mutuamente del pueblo que obedece y
del hombre que manda, solo!
Bogotá, 27 de Agosto de 1828.—
Bolivar.
Simon Bolívar, Libertador Presidente de la República de Co-
lombia &. &. &.
Considerando:
I.. Que por todas partes se reciben las noticias de que la
España aumenta extraordinariamente bis fuerzas terrestres y
marítimas de la Isla de Cuba, sin duda con el objeto de inva
dir alguno de los nuevos estados americanos:
II. Que en tales circunstancias se necesita el estableci
miento de un jete suficientemente autorizado, que ejerza en
los tres departamentos limítrofes de Sulia, Magdalena, é Ist
mo la autoridad superior civil y militar, bastante para repeler
la invasion exterior y mantener la tranquilidad interna, sin
las demoras que serian consiguientes si permanecieran obran
do con absoluta independencia los intendentes de los expresa
dos departamentos: en uso de las facultades extraordinarias
que ejerzo;
Decreto:
Art. I? Habrá un jefe superior civil y militar para los de
partamentos de Sulia, Magdalena é Istmo. quien ejercerá las
atribuciones concedidas por el Congreso Constituyente en su
decreto de H de Octubre de 1821 al jefe superior creado para
los departamentos que expresa. Dichas facultades se fijarán
eu un decreto posterior.
Art. 2? El benemérito general de division Mariano Monti-
lla queda nombrado jefe superior civil y militar de los depar
tamentos de Sulia, Magdalena é Istmo, y entrará inmediata
mente en el ejercicio de su autoridad.
—388—
El Secretario de Estado del Despacho del Interior dará las
comimicacionos y circulará las órdenes oportunas para la eje
cucion de este decreto.
Dado en Bogotá, á 21 de' Julio de 1828.—Simon Bolivar.—
El Secretario de Estado del Despacho del Interior—José M.
Restrepo.
El dia 12 de Agosto tomó posesion el benemérito general
de division Mariano Montilla del mando de jefe superior de
los departamentos de Magdalena, Istmo y Sulia, para que ha
sido nombrado por el decreto anterior.
[Gaveta de Colombia.]
República Boliviana.—Ministerio de Estado del Despacho de Re
laciones Exteriores.—Palacio del Gobierno en Ortiro, A 11 ie
Octubre de 1828.— 18?
Señor:
Incluye el que suscribe al señor Ministro de Relaciones
Exteriores de la República Peruana, un pliego para que tenga
la bondad de remitirlo á su rótulo. Su contenido es la nota
que el señor Ministro recibirá en oópia para instruir de ella á
•, su Gobierno. La amistad é interés de Bolivia y el Perú las
obligan á no ceder en la lucha á que las fuerzan la ambicion
de un hombre que quiere hacerse superior á todos los derechos.
Los sentimientos y conducta franca del Gobierno del que sus
cribe serán siempre por la mejor intelijencia con el del Perú,
y por correr ambos los azares de la guerra, á cubrirse de glo
ria sosteniéndose en la causa de la razon y justicia. El señor
Ministro podrá mandarla imprimir si io tiene á bien, como se
hará aquí.
El infrascrito reitera al señor Ministro su respeto y consi
deracion como su obsecuente, seguro servidor.—Firmado—
Casimiro Olañeta.
Al señor Ministro de Relaciones Exteriores de la República
del Peru.
República Boliviana.—Ministerio de Estado del Despacho de Re
laciones Exteriores.—Palacio del Gobierno en Oruro, á 11 de
Octubre de 1828.— 18?
Señor:
El Gobierno del infrascrito ha recibido, por el último correo,
una proclama de S. E. el Presidente de esa República, y con
ella la infausta noticia de que intenta declarar la guerra á la
Nacion Peruana. Entre otras razones se funda, en que el ejér
cito de aquella ha penetrado hasta el corazon de Bolivia, sin
usar de las férmulas establecidas por el derecho internacional.
Ha sorprendido á todos los amigos de la libertad que el jefe
de una Nacion con quien Solivia no ha contraido obligacion
alguna de recíproca defensa, bajo el pretesto de haberse in
vadido este territorio, quiera exijir satisfacciones por las su
puestas ofensas á otro Estado. Verdad es que el Gobierno
de Colombia toma la iniciativa para formar tratados que ase
gurasen la independencia de ambas naciones. El de Boli-
via contesto prestando su avenimiento. Ofreció enviar un
Plenipotenciario que ajustase el convenio de mútuas venta
jas. Esta negociacion no tuvo el resultado que se buscaba.
En consecuencia Colombia yBolivia quedaron libres de un
compromiso al cual aun no se habian ligado solemnemente
por el consentimiento de ambos gobiernos, y mucho ménos
por el sello de la voluntad nacional, que es la que dá todo el
vigor necesario A las estipulaciones internacionales.
Faltaría el Gobierno del infrascrito á los deberes que ha
contraido con su Nacion, á los principios que profesa y á la
justicia misma, si despues de haberse impuesto en el conteni
do de la indicada proclama no entrara en francas bien que
d&sagradables explicaciones. S. E. el Presidente de Colom
bia manifiesta el deseo de be.cer la guerra al Perú para soste
ner á la administracion que ha desaparecido en Bolivia por
el voto cuasi unánime de sus hijos. Cansados de sufrir el
arbitrarismo y la dominacion extraña, humillados mas vil
mente que cuando eran colonos, y sujetos á nn pupilaje de
gradante, se pronunciaron por pertenecer á si mismos. Sus
votos se cumplieron por la justa intervencion de sus hermanos
del Perú. A su presencia los pueblos, y el ejército conocieron
que habia llegado el tiempo de ser puramente bolivianos.
Tres años lucharon entre los sentimientos de la gratitud á
sus libertadores, y el santo deseo dé ser libres. Ellos creye
ron que con su paciencia dulcificarían sus males; pero el si
—.190—
lencio de los esclavos habia sido el orgullo de sus déspotas.
Un profundo reconocimiento á sus servicios eminentes les
hizo recibir una Constitucion que es la vergüenza de la espe
cie humana, porque es el pacto de los opresores de los pue
blos con cuatro parasitos. Por esta gratitud han sufrido que
los extranjeros ocupasen los ministerios, las prefecturas, los
generalatos y cuantos destinos de alta jerarquía hay en Bo-
livia. Sus plenipotenciarios y ajenies públicos ó secretos, ex
cepto uno solo fueron extranjeros, presentando la idea al
munflo de que éramos ineptos. Las leyes conculcadas, atro
pellados todos los derechos, despreciados todos los patriotas,
considerados los que siempre fueron a/nigos de la tiranía, y
en fin colocado el capricho y todas las pasiones en el lugar
donde solo debia residir la imparcialidad. Tal ha sido la des
graciada suerte de Bolivia. Llevando su moderacion basta un
extremo, ocurrió; á las vias legales. Los buenos ciudadanos
procuraron tomar parte en las elecciones con el objeto de re
formar los abusos. De su parte el Gobieruo hizo los mas
graudes esfuerzos i'ara sostenerse. Abandonado de la opinion
pública, cuando la razon le decia que dejase el puesto hono
rablemente, usa del último recurso de los tiranos—la fuerza.
Con la punta de sus bayonetas señaló los diputados precipi
tando así el tiempo para que llegara la hora tremenda de la
indignacion popular. Llegó: conmovida la Nacion desde sus
cimientos la caida fué espantosa. Libre Bolivia de esa abo
minable dominacion ha nombrado su Cobierno Naeional y
propio, resuelta á sostenerlo á toda costa. Ya no quiere ser
el patrimonio de personas, la colonia de otro Estado America
no, la esclava de su política, el pedestal de sus aspiraciones,
y aborrece el título de la hija querida. Bolivia habria re
conocido un padre si sacada de la esclavitud no se la enca
denara de nuevo, y se la hubiera dejado disponer libremente
de sus destinos y suerte. ¿Hija: á la que se le ha dado una
Constitucion por la fuerza? ¿Hija: la que ha sufrido el or
gullo de sus señores? Hija: la que ha sostenido una fuerte
division, agotando sus tesoros, y que ha recibido en cambio
las repetidas revoluciones y la inmoral izacion de su ejército
con su fatal ejemplo? ¿Hija: á la que se ha humillado pre
sentándola al mundo como una Nacion degradada incapaz
de servirse de sus hijos, sino en asuntos los mas pequeños?
¿Hija pupila sin poderse emancipar, cuando fué la primera
que convidó al nuevo mundo á la jítíui rejeneracion política?
Bolivia renuncia para siempre una, mil y millones de veces
á tal dictado. No tiene otra madre que la libertad, otros
hermanos que las naciones que obren por los principos de
justicia universal, ni mas parientes que la razon.
—391—
Esta exposicion habrá parecido un poco fuerte al señor Mi
nistro de Relaciones á quien se dirije el infrascrito. Ella es
necesaria para convencer y demostrar cual es la inmutable
resolucion del Gobierno Boliviano en no consentir que la Re
pública vuelva á ser ocupada por tropas extranjeras de nin
guna Nacion. La guerra que se vá á declarar al Perú por
S. E. el Presidente de Colombia, amenaza muy de cerca eu
independencia y los derechos de su absoluta soberanía. Ocu
pado el Perú por las tropas de Colombia, Bolivia corre el riesgo
de sufrir una nueva esclavitud, y en esto no consentirá jamás.
Por otra parte ya no hay cuestion sobré las intenciones de
sujetar los pueblos á miras personales. Datos inequivocos
prueban que se quiere restablecer el sistema de colonizacion.
El continente americano por la uniformidad de sus principios
debe resistir á las cadenas que rompió con su sangre. Ya es
tiempo que llegue á su feliz desenlace de su prosperidad, im
pedida por los mismos que fueron sus bienhechores. Medite,
el señor Ministro además, que la posicion de Bolivia limítrofe
al Perú, la o liga á tomar parte en la guerra para salvar su
independencia de cualquiera de las partes belijerantes, des
pues de sancionada la paz. Un Estado pequeño no puede
permanecer indiferente cuando poderes fuertes entran en la
lucha: su nentralidad baria su ruina. Siendo la causa del
Perú en principios idéntica á la de Bolivia, cuando allí, como
aquí se detesta la esclavitud, y se ama la libertad, cuando la
experiencia ha enseñado á ambas naciones lo funesto que es
para los pueblos consentir extranjeros en su territorio, y
cuando ia justicia está de parte del Perú, Bolivia ha resuelto
cooperar á la guerra prestando todos los auxilios que estén
en su poder para resistir la agresion, no de Colombia donde
se aborrece el despotismo, sí de un hombre que pretende so
breponerse á todos los derechos.
El infrascrito rnega al señor Ministro de Relaciones, á quien
tiene el honor de escribir, quiera instruir á su Gobierno de la
firme y constante determinacion del de Bolivia, en cooperar
á la guerra auxiliando al Perú. Esta resolucion está de
acuerdo con la opinion pública. No es difícil el triunfo cuan
do se tiene de su parte la justicia y el querer nacional. Puede
ser que la victoria abandone á Bolivia en esta contienda; mas,
señor Ministro, dígnese hacer saber á S. E. el Presidente que
entre millares de cadáveres y ruinas, incendiado todo el país,
un boliviano (pie quede ha de defender sus derechos odiando
á su opresor. Desde la tria tumba han de dirijir los bolivia
nos sus ardientes deseos á los amantes de la humanidad por
la venganza. La exceeracion general cubrirá de oprobio á
los autores de una general desbastacion. Bolivia será el lugar
—392—
sagrado que se visite con entusiasmo. Se llenará de gloria
inmortal.
Pnede el señor Miuistro aceptar las consideraciones y el
profundo respeto del Ministro de Bolivia que le saluda mny
amistosamente— Casimiro de Olañeta.
Señor Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia.
GENERAL BOLIVAR.
Ya va á cumplirse la sentencia de muerte que este general
ba querido pronunciar contra sí mismo. Siendo el Liberta
dor de un gran mundo, el padre de la patria, y el ídolo de los
pueblos, su ambicion le ha conducido á un suicidio político.
$1 ba dado una cruel muerte á sus hazañas, á su gloria y á
su inmortalidad. ¡Funestos efectos de la ambicion! Dar la
muerte á un hombre inmortal! Así debia suceder, pues que
sus servicios se consagraron á su persona y no á la causa pú
blica. Colombia le ha manifestado el camino de su enmien
da. Los periódicos le han aconsejado remedio. Sordo á los
de su conciencia, por fin disolvió la Gran Convencion valién
dose de vías indirectas, cual siempre ejercen los déspotas pa
ra oprimir. Una de ellas ha sido la formacion de las actas
de Bogotá y Guayaquil. La razon principal para retirar los
poderes á los Diputados es„que demuestran no ser amigos
del Libertador, y la otra, que el proyecto de Constitucion no
está de acuerdo con su voluntad. ¡Dios eterno, qué es esto!
¡Dónde estamos! ¡Se puede oir sin indignacion una blasfer
mia mas infame! ¿En el derecho público, natural ó de jentes
que son las únicas guias de los lejisladores se manda amar
al general Bolivar, y que se disuelva el Cuerpo Lejislativo
porque no le quieren? Es lo mismo, aun cuando así fuese,
aborrecer sus principios políticos, su profesion de fé que hacen
de los hombres unas bestias, y sujetarlos á su capricho, (pie
no querer particularmente su personal ¿Conque no deben
ser Diputados sino los (pie le amen? ¿Entónces para qué el
sistema representativo, la oposicion de donde dimana el acier
to y cuanto conduce á la felicidad nacional? ¿No seria mejor
proclamar lo absoluto? Esto se quiere. Lo ha conseguido
aunque momentáneamente, porque la razon mas fuerte que
los hombres que pretenden sofocarla, triunfa tarde ó tempra
—393—
no de sus opresores. Así lo hemos escrito otra vez, y ahora
agregaremos lo que dijo un filósofo. La injusticia produce la
independencia.
Es muy idéntico el otro motivo por el cual se ha disuelto la
Convencion. No haber hecho lo que quería el Libertador. Si
esto habia de ser así, era inútil la eleccion de diputados. Me
jor habría sido el sic rolo y se evitarían gastos supérfluos. De
esta manera obra el Sultan; mas el general Bolivar bajo las
apariencias legales, ha hecho su voluntad; y desde que no
pudo con esta táctica llevar al fin sus planes, ha usado de los
grandes golpes de autoridad. El Sultan tambien pudo decir
que diiijia los pueblos bajo el sistema representativo hacien-.
do su Congreso lo que quisiese.
Desearíamos saber qué defensa le hacen sus partidarios ó
los de su interés particular. No les cabe otra que decir; los
pueblos no pueden gozar de la libertad sin que Bolivar sujete
la anarquía y el desorden. Sus prestijios y su autoridad son
el freno de la licencia. Aun no están en el caso de gozar de
todos los bienes de la civilizacion, y el único medio es la
corona en las sienes de Bolivar y el cetro en sus manos ven
cedoras. ¡Miserables! Rodeado mejor que hoy de sus prestijios,
ha sufrido el abandono de la opinion y de la fuerza moral que
le hizo triunfar. Durante su grandeza, el Perú se sustrajo de
su obediencia: Bolivia aborrece su despotismo, y en Chile y
Buenos-Ai res le conocen. Si esto sucede ahora, ¿qué no ve-
riamos si él se hiciera Rey por la gracia de Dios, aunque con
tra la voluntad de los pueblos? Su presencia réjia, su ceño
adusto, sus parasitos y su grandeza, impedirían el descon
tento general: la revolucion y defecciones de sus generales
ayudados del pueblo? Desengañémonos: el único medio de
progresar en el camino de la política es la justicia. El que no
obre así, se precipita.
Todas las veces que nos ocupamos del general Bolivar,
nuestro corazon palpita de sentimiento. Un hombre tan
grande, el orgullo de la filosofía y de la América, nos ha
desacreditado. Al ménos no podemos asegurar como antes
que teníamos un muy mas grande Washington: esta es nues
tra desgracia, pero sin embargo sus servicios á la causa de
América, son de valor infinito aunque le venga muy bien
aquel verso de Voltaire en su trajedia de Alcira:
¡Qué mezcla, gran Dios,
De bondad y de horror;
151 asesino de su madre (
Es su Libertador!
[El Nacianal de Bolivia.]
Tom. VIII. Historia—50
—394—
ALCANCE A LA "PRENSA PERUANA"
yf.yt. 100.
¡TKIUNFü! GLORIA, FELICIDAD PARA EL PERÚ Y COLOMBIA.
A las doce y media de la noche del dia de ayer, por medio
de un expreso, recibió el señor Ministro de la Guerra y Secre
tario de S. E. el General en Jete, los partes que á continuacion
insertamos, con la noticia muy importante, de que se habia
pasado hacia nosotros la corbeta "Pichincha", armada en
guerra por la faccion de Guayaquil. Apenas hizo entender tan
inapreciable nueva, en el Cuartel General, el señor Ministro
de la Guerra, que nos apresuramos á solicitar una cópia fiel
de los partes orijinales que tenemos la satisfaccion de ofrecer
á nuestros lectores. Estamos asegurados de que no se nos
inferirá el agravio de oponer la mas remota duda á la reali
dad de esta noticia; pues aunque este periódico es exclusiva
mente nuestro, hemos protestado ya, y ahora protestamos
igualmente, que nos hemos constituido fiadores, para en todo
tiempo, de cuanto se publique en él.
NOTICIA INTERESANTE.
¡VIVA LA LIBERTAD! ¡VIVA LA PATRIA!
Comandancia Militar.— Paita, Noviembre 6 de 1828.
Al señor Secretario General de S. E. coronel don Mariano
Castro Taboada.
Señor Secretario:
Entre mil vivas al Peni, y salvas de mar y tierra, ha fon
deado en esta bahia, á la una del dia de hoy, la corbeta de
guerra colombiana "Pichincha", que desde Taboga viene á
disposicion de S. E. el Presidente de la República.
—395—
Un oficial de la marina nacional que se hallaba aquí con
destino á la escuadra, don Rafael Soto, queda hecho cargo del
buque hasta la resolucion suprema de S. E., lo que participo
á US. para su intelijencia y efectos que estime oportunos,
teniendo el honor de dirijir a sus manos una nota que al in
tento me ha sido entregada por los que han conducido la em
barcacion.
Reitero á US. las consideraciones de aprecio con que me
suscribo de US. muy atento servidor—Señor Secretario—M.
Herrero.
¡Viva la Libertad!
A bordo de la corbeta de guerra "Pichincha", en la bahía de Pai
ta, á 6 de Noviembre de 1 828.
Al señor Secretario General de S. E. el Presidente de la Re
pública.
Señor Secretario:
Los infrascritos Manuel Bnstamante y Ramon Avilés, por
sí, y á nombre de los guardias-marinas, oficiales de mar, y
tripulacion de la corbeta de guerra "Pichincha", con el mas
alto respeto, tienen el honor de diri.jirse á US. y hacerlo pre
sente, para que por su digno conducto llegue á noticia de
S. E. el General Presidente, que animados do los mas ardien
tes votos por la libertad y gloria del continente americano, y
por lo tanto enemigos de cualesquier tirano, que como el
general Bolivar pretenda despotizarnos; hemos resuelto de
nuestro consentimiento, y sin mas interés que el ser partíci
pes en la gloriosa lucha que emprende el Perú por la felicidad
de nna Nacion, ilustre, magnánima y guerrera, cual es Co
lombia, presentarnos con nuestro buque en este puerto, y
entregarlo al jefe militar que en él comanda, como en efecto
se ha verificado hoy despues de una travesía de veintisiete
dias que hacen zarpamos de Taboga; para que puesto á dis
posicion del Supremo Jefe de la República haga el uso de él,
que estime por conveniente.
—396—
Dígnese US., señor Secretario, patentizar nuestros votos í
S. E., á quien rogamos se sirva aceptar nuestra pequeña ofer
ta, y á US. el que admita las consideraciones de afecto y
subordinacion con que nos suscribimos de US. muy atentos
servidores—Manuel Bustamante.—Ramon Aviles.
[El Botafuego Núm. 8/|
República Peruana.—Ministerio de Estado del Despacho de Go
bierno y Relaciones Exteriores. — Casa del Gobierno en Lima,
á 19 de Setiembre de 1828.
Señor Prefecto:
Siendo necesarios en el ejército del JVorte los servicios del
señor general don Antonio Gutierrez de La-Fuente, Prefecto
del Departamento de Arequipa, se le previene con esta fecha
que se ponga en marcha, y que entregue á US. el mando in
mediatamente que se le presente— US. dejará el de esa Pre
fectura en persona que merezca su plena satisfaccion, y sin
demora alguna se dirijirá á Arequipa—El Gobierno y la Na
cion así lo demandan de US.—La exactitud con que US. ha
llenado sus deberes en Puno, y la justa confianza que merece
al Gobierno, le hacen descansar en la certidumbre que se con
ducirá de la misma manera en el nuevo Departamento que
vá á mandar, y que llenará todas las prevenciones que se le
comunicaren— Una de las muy principales es que sea US. in
fatigable en perseguir el frecuente contrabando que se hace
en la costa, con indecible perjuicio de la moral pública y me
noscabo de los ingresos de la Nacion. Tengo el honor de
participarlo á US. por mandato expreso de S. E. el Vice-pre-
sidente de la República para su cabal obedecimiento.
Dios guarde á US..—José María Galdiano.
Señor Prefecto del Departamento de Puno.
Señor Prefecto don Juan Francisco de Reyes.
Lima, Setiembre 19 de 1828.
Mi estimado amigo:
Antes de marchar ayer nuestro Presidente, me pasó una
nota significándome la uecesidad de que el general La-Puen
te venga al Norte á prestar sus servicios en el ejército, y que
se nombre para la Prefectura de Arequipa una persona de la
confianza del Gobierno. Apénas leí lo que me indicaba el
Presidente, me decidí á poner á usted al frente de ese Depar
tamento donde sus servicios son demasiado interesantes, y su
presencia. muy urjente. La conducta recomendable de usted,
su ascendrado patriotismo y su puntualidad en cumplir las ór
denes superiores, han contribuido mucho á los resultados del
Sur, y lo llaman á desempeñar este puesto—Ya se han libra
do las órdenes al general La-Puente, y de usted espero se
ponga inmediatamente en camino, dejando encargada la Pre
fectura de Puno al sujeto (pie sea de su satisfaccion. Encar
go á usted la celeridad de su viaje, y me ofrezco como siempre
su afectísimo amigo y servidor—Manuel Solazar.
Arequipa, Octubre 19 de 1828.
Al señor Ministro de Estado en el Despacho de Gobierno y
Relaciones Exteriores.
Señor Ministro:
Llegó á esta con retardo el último correo, tanto que solo
me permitió acusar su recibo en globo. Inmediatamente re
gresé al puerto de Islay con solo el objeto de traer á mi
familia, y con esta ocasion aproveché de la goleta "Descubri
dora" que zarpaba para el Callao. Como el principal de los
negocios en aquella comunicacion era para mi la orden del
Excmo. Señor Presidente con fecha 19 de Setiembre último
para que me presente en la campaña del Norte, nunca me
creí mas obligado y favorecido, que cuando se me presentaba
—398—
la ocasion de desplegar mis sentimientos, y acreditar que mis
obras tal vez serian superiores á estos; mucho mas cuando
S. E. me honró con la expresion de que eran necesarios mis
servicios. No se me presentaba pues obstáculo qn£ retrajese
mi ardor, y obligaciones militares. Puse en ménos la suerte
de mi esposa, y de mis hijos: todo miramiento y circunstan
cias me fueron despreciables, y así uo pensé en mas, que en
coronar mi fortuna, y decir al Gobierno en contestacion 9 del
corriente, que no quedaría el menor vacio á su orden con la
velocidad de mi marcha. Preparado á ella, y esperando con
sinceridad al sucesor pava entregarle el mando, todo se tras
torna con uno de esos acontecimientos políticos, que si hacen
variar las ideas, influyen tambien mucho en las desgracias.
Este es el suplemento al número 52 de "Arequipa Libre" en
el que se ha dado al público la nota 1l> de Setiembre próximo
pasado, y en la que el Ministro participa al señor coronel don
Juan Francisco Keyes ser mi sucesor en el mando para que
inmediatamente lo reciba, y á continuacion la carta particular
con igual fecha de S. E. señor Vice-presidente don Manuel
Salazar; de cuyas piezas adjunto bastantes ejemplares.
Contraerse al comentario de ellas, seria degradante á mi
pundonor, pero de ningun modo inútil. Claro está en su con
tenido mi desaire, ó mi castigo; y es mas claro en las leyes
del deber, que yo no debo entrar ni por uno ni por otro, cuan
do mi comportacion no da mérito, cuando mis servicios no
' pueden ser interpretados, cuando mi constancia es superior á
las prueba^, cuando mi decision no ha podido padecer por la
mordacidad, cuando mi lugar no ha llegado á ser ocuparlo
por la envidia, y cuando el conjunto de circunstancias difíci
les, y sucesos no comunes me colocan en el número singular
de los hombres que saben sacrificar su fortuna porque preva
lezca la general. No es elacion la que me induce á expre
sarme de este modo: hágame justicia la imparcialidad: hágan
mela los resultados, hágamela el Departamento de Arequipa:
hágamela la ley qm he jurado, y he hecho obedecer: hágau-
mela mis émulos que yo me la tengo ya hecha en el tribunal
de mi conciencia.
Esajusticia, señor Ministro, me faculta para decir á US. que
se ha cometido contra mí la mayor de las injusticias. ¿Como
se me hizo creer que era yo necesario en el ejército, cuando
el llamamiento fué por sacarme de esta Prefectura? ¿Como
se han olvidado los muy importantes servicios practicados
por mí en los dias presentes, .sin recadar los grandes de los
pasados? ¿Cómo postergar mi mérito antiguo y de tanto pe
so, al de aquellos que apénas empiezan á contraerlo? ¿Cómo
sacarme de un destino, que desempeño con escrnpulosida
—399—
en todo ramo "dígalo el mundo" dejando aisladas mis circuns
tancias particulares, nombrándome iri sucesor con la facul
tad honrosa, y no usitada de que él deje en su lugar al que
sea de su agrado? ¿Por qué privarme de esta gracia, y llamar
me por una sorpresa que tiene todas las realidades de separa
cion por castigo? ¿Porqué ley está üabiiitada esta medida
de desigualdad, siendo á mi favor el contrapeso en cuantas
calidades puedan buscarse en mi funcionario público? ¿Cuá
les son las que recomiendan al señor Beyes para que sea con
siderado y premiado con superioridad á mi, y con un agravio
que se me hace increíble emane del Gobierno del Perú? ¿Có
mo no se considera que los auxilios que ha prestado, y aun
puede prestar Axequipa de, numerario, reclutas, armamento
de guerra, vestuarios &. &., solo pueden proporcionarse por
una mano conocida y experta, cuando los de Puno son de
una regularidad (pie no demandan empeños, comprometi
mientos, ni esa destreza que solo se aprende en la continua
cion del celo y la fatiga? ¿Porqué se infiere á ese Departa
mento el daño de que mis empresas veri flcadas puedan su
cumbir, o queden imperfectas las (pie no se han concluido á
cansa de faltarles mi amor, mi tesón, y la gloria de ser mias?
¿No estaba en el orden de la justicia y de la política, el que
yo designase una persona, que aunque temporalmente secun
dase mis plañe») y sostuviese mis ideas, que, tanta felicidad,
tau buen nombre, y mejor marcha ha proporcionado á los
dignos arequi peños? ¿Por qué en este solo caso se salta sobre
la ley injuriando al que es llamado por ella para sucederme,
como es el Sub-prefecto, persona revestida de las cualidades
necesarias á la fiel correspaudencia, y se busca un extraño,
cuya colocacion ha de ser murmurada, y por ello de un éxito
no lisonjero? ¿Cómo, señor Ministro, "aquí llamo la atencion",
se le dice al señor Reyes que tenga por una de las princi
pales prevenciones el ser in fatigable en perseguir el frecuente
contrabando que se hace en la Costa con indecible perjuicio de la
moral pública y menoscabo de, los ingresos de la Nacion? ¿Podia
decirse mas de un jefe con mando en tiempo de los españoles?
¿Puede figurarse un Prefecto con mayores crímenes que éste?
¿Y esto se dá por causal para mi separacion? ¿Esto se manda
estampar por el mismo favorecido á presencia del insultado?
Si el horrendo crimen de contrabando se conceptúa positivo
en mi gobierno, ¿para qué la triste medida de llamarme sin
una condenacion anticipada? ¿Para qué imponerme tan fea
mancha acompañando á ella mi impunidad, y el mal ejemplo
con el que todos los gobernantes tuviesen igual conducta sin
temor de castigo, y con la seguridad de que un golpe político
era el término de su inicua versacion? Para qué pero
-400—
basta de interrogados que, lejos de ser satisfechos, ponen en
claro mi agravio, y me inducen á la desesperacion.
No es esta la oportunidad de hacer presente hasta el con
vencimiento la purificada conducta que se observa en la ad
ministracion de la hacienda: abundan datos en el Ministerio
de ella: no los presentarán tan clásicos y frecuentes otros de
partamentos, ni la misma capital. Hable US. consigo mismo,
y rejistre su despacho en este particular; pero ello es, que aun
así la mano oculta y enemiga (pie ha dirijido este paso, ha
logrado tambien desconcertarme con una herida en lo cuas
noble de mi corazon. No triunfará sobre mi ruina política,
porque aun cuando yo quede sin representacion, no dejaré re
sorte para sincerarme de una imputacion á la que no pueden
ser superiores el miramiento, las consideraciones, ni la misma
reflexion. Por esto es (pie me hallo en la justa necesidad de
decir: no puedo, ni debo dejar la Prefectura de Arequipa, sin que
á mi separacion de ella preceda la residencia ordenada por la ley.
Para que so verifique, no pido gracia ni término: su resultado
dirá si me escuda la razon, y si el Gobierno con respecto á mí
ha guardado esos trámites que no se niegan á los prevaricado
res, indiferentes, ni enemigos. Sin ser residenciado no me
presentaré en la campaña. ¿Cuáles serian en ella mis funcio
nes con un ánimo inquieto, y con una nota que siempre me
colocaría en el lugar de la animadversion y desprecio?
Repito que no salgo sin ser extrictamente residenciado; y
si cuando me llamó S. E. el Presidente quería volar á su lado,
y personarme á los riesgos y trabajos, hoy que se me presen
tan los objetos de esa medida, digo tambien abiertamente,
que me niego al cumplimiento de ella sin faltar al respeto y
decoro debidos á la autoridad suprema. Nada es preferible
al esclarecimiento de mi reputacion, y como en las notas al
señor Reyes están de hecho indicados los puntos de mi resi
dencia, suplico á US., que por esto, y los demás que expongo,
se digne alcanzar la orden de S. E. para la continuacion de
ella, segun derecho. Tenga US. parte en la concesion de es
ta gracia (pie por la tal la reputa un general Prefecto que la
recibirá como la mejor recompensa de sus servicios. En este
mismo modo se lo digo con esta fecha á S. E. el Presidente
acompañándole eópia de esta nota.
Dios guarde á US.—Señor Ministro—Antonio Gutierre; de
La-Fuente.
—401—
República Peruana.—Ministerio de Estado del Despacho de Go
bierno y Relaciones Exteriores.—Casa del Gobierno en Lima,
á 4 de Noviembre de 1828.—9.
Señor General:
El Excmo. Señor Vice-presidente de la República, leyó la
nota de US. número 311, y ha extrañado la queja de US. por
haber sido llamado al ejército, cuando US. mismo por el ho
nor que le caracteriza brindó al Gobierno sus servicios en el
Norte. ¿Puede en esto haber castigo ni desaire? Acceder
el Gobierno á la solicitud de US. y nombrar quien le reem
plazo es prestarse á ¡sus mismos votos, y cumplir un deber
que está en sus primeras atribuciones. No, no ha sido ménos
sorprendente á S. E. la rara interpretacion dada por US. á los
documentos insertos en el alcance número 52 que en nada
hieren la delicadeza de US.
Como en la órden de S. E. de 18 del pasado, se señaló á
US. el tiempo en que debia dar la residencia, están contesta
dos los demás puntos á que se contrae US. en su citada nota,
subsistiendo en su vigor aquella resolucion.
Sujetando la ley a todo funcionario público á ser residen
ciado, US. pudo abreviar esta dilijencia, dirijiéndose á esa
Córte Superior de Justicia, sin necesidad de ocurrir al Gobier
no. Mas habiéndolo hecho, cuando es necesaria su presencia
en el Norte, se le previno lo que debia practicar, y debió re
signarse á cumplirlo sabiendo que lá milicia es esencialmente
obediente, y que á ningun individuo de ella, cualquiera que
sea su rango, le es permitido ni aun vacilar en el cabal obe
decimiento de las órdenes superiores.
Los establecimientos á que US. se refiere, pertenecen á la
Nacion, y el Gobierno ó las corporaciones, á quienes ella en
carga su fomento, no serán indiferentes en protejerlos.
Así US. omitiendo consultas y dilaciones se embarcará en
primera oportunidad para Paita á incorporarse en el ejército.
Comunicolo á US. por mandato supremo para los fines con
siguientes.
Dios guarde á US..—Justo Figuerola.
Señor general don Antonio Gutierrez de La-Fuente.
Toa:. Tin. Historia—51
Prefectura de Arequipa.—Noviembre 3 de 1828.
Al señor Ministro de Estado, y del Despacho de Gobierno y
Relaciones Exteriores.
Señor Ministro:
Hasta hoy no ha llegado á esta ciudad el señor coronel don
Juan Francisco Reyes que debe relevarme de la Prefectura,
y por lo mismo continúo en el mando de ella, de que me cree
separado S. E. el Vice-presidente, segun la nota de US. 18
del pasado. Yo celebraría mucho que con esta oportunidad
recabase US. mi residencia á continuacion de mi relevo, por
lo que tengo expuesto en nota de 19 del mismo, y por los nue
vos motivos que me ofrece cada dia el tenor de las órdenes
supremas, bastante sorprendente á quien como yo ha dado
tantas pruebas de amor al órden, subordinacion á la ley, y de
una contraccion exclusiva al desempeño de las atenciones del
destino; complicadas infinitamente por las circunstancias po
líticas. *
Dios guarde á US.—Firmado—Señor Ministro—Antonio 6.
de La-Fuente.
BOLIVIA.
Colombia y Perú.
Allí ; un guerrero feliz devorado de la ambicion de mandar
á su arbitrio ha tocado cuantos medios le dicta su desespera
cion para hacerse dueño de los hombresí aquí la razon triun
fante ha levantado un altar á la libertad. Allí uu tirano
disuelve la Convencion Nacional, seduce á los incautos, man
da formar actas ilegales y destruye el sistema representativo;
aquí, se representan las garantías, y abierto el templo augus
to de las leyes, se sanciona el pacto fundamental de una Na
cion. Allí se hace callar la opinion pública con la fuerza, y
una soldadezca de cosacos lleva en triunfo su caudillo talando
lo que hace oposicion á sus intereses privados; aquí un jefe
esclavo de las leyes marcha conduciendo su pueblo á la feli
cidad. Allí loa militares son el instrumento de la opresión,
—403—
los enemigos de la humanidad; aquí hacen consistir su gloria
en defender la patria. Allí el pueblo yace encadenado; aquí
levantada su augusta frente manda con imperio para luego
obedecer en silencio. Allí dá hambre y el deseo de hacer
nueva fortuna prepara las conquistas; aquí uniforme un gran
pueblo espera la agresion para rechazarla con entusiasmo
heroico. Allí, en fin, el leon herido de muerte por la pérdida
de la hija de su ambicion (Bolivia) intenta anegar de sangre
la tierra y satisfacer sus venganzas, viene á Guayaquil y vá
á abrir una campaña fratricida, anuí el patriotismo prepara
el túmulo y señala la isla en que descansen las cenizas del
Napoleon de América.
El general Bolivar ha jurado someter el Perú á su domina
cion. Su proclama fecha en Bogotá á 3 de Julio es una pre
paracion á la ruptura y la guerra nos parece inevitable. Las
disposiciones que toma el Gobierno Peruano son de resistir
la agresion. Se aproxima la hora tremenda y el cañon vá á
resonar para desgracia de los pueblos. ¿Estas desgracias
quien las causa? Un hombre solo que quiere mandar á sus
semejantes como á bestias de albarda, un ambicioso, un tira
no, un ingrato á los mil títulos de amor y confianza que debe
á los pueblos de América. El general Bolivar es este mons
truo, y al general Bolivar es preciso hacerle conocer que no
se usurpan los derechos de los pueblos y la independencia de
las naciones impunemente: debemos hacer todos los esfuer
zos de que es capaz el amor á la libertad para combatirle.
Bolivia en esta lucha no puede ser indiferente: su indepen
da corre grandes riesgos si la victoria abandona á los perua
nos. Su seguridad debe buscarla ea los campos de batalla y
volar en auxilio de sus hermanos. La causa del Perú es la de
Bolivia, porque es la de la humanidad y de la justicia.
Cuando por fortuna nos vemos perteneciendo á nosotros
mismos con un Gobierno que es todo nacional y proxima á
rennirse la Asamblea Convencional, que ha de darnos leyes
propias ¿consentiríamos en el oprobio de sujetarnos nueva
mente á extranjeros que nos humillaban? ¿Queremos ver nues
tra patria talada por viles aventureros, por codiciosos insa
ciables y cosacos inmorales? ¿Permitiremos que nuestras
rentas pasen á lejanas tierras para sostener el lujo y vicios
de conquistadores sanguinarios? ¿Será posible sufrir la cor
rupcion pública, el ultraje y su orgullo? Antes es preciso re
nunciar á la vida que llevar una existencia penosa por la
esclavitud. Si hay boliviano que no piense así, si no arde en
sus venas el fuego que entusiasma á los amigos de la liber
tad, si una indiferencia criminal ocupa el lugar del deber, si
hay algun traidor, es necesario que perezca mil veces. ...
—404—
que perezca. Recomendamos al Gobierno que vele sobre la
conducta de algunos que aun piensan salvarse del naufrajio
si llega á suceder, para tributar sus infames inciensos á la
tiranía. Le rogamos por su cooperacion á la guerra en favor
del Perú y que no bayan consideraciones. La salud de la
patria hace callar las leyes. Al enemigo de la causa pública
sé le castiga con la muerte para que su cadáver pálido y hor
rible sirva de espectáculo digno á la justicia.
Desde Oruro S. E. el Vice-presidente ha salido precipita
damente para Cochabamba con el fin laudable de rennir el
ejército y hacerlo marchar sobre las fronteras del Norte para
conservarlo dispuesto á abrir la campaña si los colombianos
invaden al Perú por Arica ó lio, entre tanto diez mil perua
nos se reunen en el Norte para esperar al general Bolivar.
Las milicias cívicas están llenas de entusiasmo y hasta las pie
dras se conmueven á resistir á los injustos. Bolivia por su
parte hará lo mismo, porque juró ser libre. Ha probado qne
lo quiere. Lo será. ¡Bolivianos! No cabe eleccion entre la
esclavitud y la libertad. Bolivar quiere guerra y venganzas.
Que satisfaga su sed de sangre. Los bolivianos contesté
mosle guerra. Derramemos nuestra sangre á torrentes en la
guerra. Guerra por la independencia, por la libertad, y por
nuestros derechos. Repitámosle guerra; pero tambien qne
oiga libertad, libertad, y libertad.
[El "NacionaP de Bolivia.]
República de Colombia.—Comandancia en Jefe del Ejército
del Swr.— Cuartel General en Cuenca á 24 de Agosto de
1828.—18.
Al Excmo. Señor General José María Perez de Urdininea.
Señor:
En virtud de la invitacion del Gobierno de Bolivia al de
esta República para que hiciese la guerra á la del Perú, he
recibido órdenes para abrir inmediatamente la campaña, obrar
decididamente y en combinacion con las fuerzas del mando
de V. E. En su cumplimiento dentro de dos meses, conta
dos desde la fecha, ó habré destruido la fuerza que manda el
general Plaza, 6 lo obligaré á retirarse; y de todos modos ocu
paré el Norte de Lima.
Convendría al pronto é infalible buen éxito de las opera
ciones que miéntras yo obro por esta parte, se sirviese V. E.
hacer otro tanto por el Sur, ó al ménos entretener poderosa
mente la atencion del enemigo; porque preveo que desemba
razado éste despues de los tratados celebrados con Y. E. el
6 de Julio en Piqulsa; y contando con la movilidad que le
proporciona la posesion del mar, el ejército del general Ga-
marra, podría dentro de muy pocos dias y con mucha facili
dad reforzar el de Plaza, y aunque esto no cambiaría los
resultados de la guerra, podría dilatarlos multiplicando los
sacrificios de pueblos inocentes que yo quisiera (á todo trance)
evitar.
Por el contenido de esta nota vendrá V. E. en conocimiento
que la dirijo á pesar de que por los tratados de Y. B. con el
general Gamarra á que me refiero, la invasion á Bolivia ha
tenido un término que ha hecho deponer las armas á los con
tendientes; mas unido en sentimientos, á los de mi Gobierno,
he esperado de la lealtad, y resolucion de V. E. que no deja
rá comprometidas las armas de Colombia que van á brillar
en el Perú, solo por dar á su fiel amiga Bolivia una prueba
del alto grado de interés que toma en su suerte.
Las circunstancias en que calculo se halla esa República,
me han dictado la reserva de no dirijirme á V. E. por el Mi
nisterio respectivo, como debiera hacerlo fuera de este caso.
Con sentimiento de alta consideracion tengo el honor de
suscribirme al de V. B.—Bxcmo. Señor.—Su muy atento,
muy obediente servidor—Juan José Flores.
BOLIVIA.
¡¡¡escíndalo notable!!!
El 25 de Octubre el excecrable Aguilera, cuya atroz con
ducta es bien conocida á los bolivianos, ha sorprendido la
pequeña fuerza del Valle Grande y en union del brutal cura
Salvatierra que habia seducido á aquellos miserables, ha te
nido la idea estrafalaria y peregrina de dar un rebuzno, que
dice Fernando VIL—Aquel caudillo antiguo de los españo
les, que ha empapado cien veces sus traidoras manos en la
I
—406—
preciosa sangre de los patriotas; es el que se fué al Janeiro,
pidió auxilio á aquel Gobierno, é invadió Mojos y Chiquitos
despues de la batalla de Ayacucho, y de la desaparicion de
Olañeta. Aquel fué el asesino de ÍTvarnes y Padillas, aquel
el salteador de los correos de Santa-Cruz, y aquel, en fin, el
que hoy ha manchado el suelo boliviano con una tercera en
tidad, tan rara cuanto estrafalaria.
Los bolivianos deben llenarse de un furor santo por la li
bertad amada para cooperar al exterminio de este sacrilego,
que nos ha puesto bajo de un punto de vista humilde respec
to de los demás Estados continentales. ¡Fernando VII en el
país que convidó por primera vez al continente americano á
la gloriosa insurreccion, y á las reformas! Sí, Fernando VIL
Este es el fruto de la pasada administracion; ella ha tolerado
á éste, cien veces asesino; ella ha sembrado, en fin, las ideas
monárquicas y de servilismo, y ella es la culpable del sonrojo
que nos causa al tirar estas líneas.
La fuerza que tiene Aguilera son como 150 hombres; su
incomunicacion, su descrédito, lo aislado en suma en que se
halla, prueba que sus objetos son robar y transcursarse al
Brasil por Santa-Cruz. Seria de desear que el Gobierno to
mase todas los medidas para que este vil no se escapase á las
venganzas á que ha sido, y se ha hecho acreedor. La indig
nacion que ha producido en todos los habitantes de este país
libre, solo puede ser aplacada con el último suplicio de este
miserable. La marcha que en cierto modo ha echado sobre
este suelo, solo puede ser lavada con el hierro y el fuego. Es
preciso hacer sentir á nuestros vecinos, que nuestros senti
mientos están al nivel de los de ellos, y darles una especie de
satisfaccion, diré mas así, haciendo desaparecer al pérfido;
rogándoles entre tanto, que no juzguen delos habitantes de
este hermoso país por la conducta de un perdulario como el
odioso Aguilera.
-40T-
Proolamas.
El General en Jefe del Ejercito Nacional de Bolivia Pedro Blan
co, á los habitantes del Departamento de Santa-Cruz.
Conciudadanos:—Es llegado el caso de cumplir el ofreci
miento que os hice: prometí volar de cualquier distancia en
vuestro socorro cuando vuestra seguridad y bienestar lo de
mande, y debo llenar este agradable deber en circunstancias,
en que el mismo verdugo que ha inundado de sangre vuestro
suelo, quiere tomar su antigua plaza. Aguilera tan conocido
de vosotros y cuyo solo nombre debe recordar el ódio y ven
ganza general, osa insultaros pretendiendo plantificar en
vuestro suelo la dominacion del Rey Fernando.
Crucenos:—La justicia que quiere que este monstruo expíe
sus crímenes, inflama todos los corazones libres: ella ha de
cretado su exterminio y el ejército no tiene sino obedecer su
imperiosa voz. Estoy seguro que al asomo de las armas na
cionales le desamparará esa cuadrilla de pérfidos que han
secundado sus inicuas miras.
El ominoso nombre de Fernando VII ha sido en todos
tiempos el velo con que ha encubierto sus maldades: él mis
mo ha sido el título que lo ha autorizado para ejercitarlas
impunemente, no será hoy lo mismo. Todos los americanos
se alarman al oir este nombre, y no hay uno solo desde el
Golfo Mejicano, hasta la Tierra del Fuego, que no pueda irri
tarse de la impudencia con que se pretende establecer el Go
bierno del Rey mas imbécil y odioso del mundo; ¿y sereis
vosotros Crucenos los que deis el escándalo de sostener un
tan temerario proyecto? No: yo lo aseguro por vosotros.
Crucenos:—Evitaos del contajio de esa peste que puede
acarrearos calamidades, entre tanto que á la cabeza de una
fuerte columna del Ejército Nacional, voy á disiparla: entón
eos tendré el placer de restituiros por segunda vez, la paz
y el órden que se habrán perturbado por algunos momentos.
Cuartel General en Cochabamba, á 1? de Noviembre de
1828.—Pedro Blanco.—Es cópia—El coronel Jefe de E. M. G.
—Ramon Gascon.
El General en Jefe del Ejercita Nacional de Bolivia á los indi
viduos de él.
Soldados:—La anarquía es vuestro mas odioso enemigo; ha
aparecido en nuestro territorio bajo el mas deforme aspecto;
ha tomado la máscara de Fernando VII y osa anunciarnos el
gobierno extranjero de un Rey absoluto. Esto solo basta pa
ra excitar vuestro patriotismo.
Soldados:—Aguilera, aquel mismo tiranuelo que sacrificó
en el país millares de víctimas, enlutó innumerables familias,
y ejerció en nuestra patria una sangrienta influencia, es el
que se atrevió á insultar vuestro patriotismo, y desafiar
vuestro valor. Vosotros escarmentareis su atrevimiento, sois
elejidos para esta empresa.
Soldados:—Esta nueva expedicion os vá á renovar los lau
reles que teneis adquiridos en los campos de la libertad. Al
menor esfuerzo de las armas nacionales se disipará esa niebla
que oscurece el horizonte de Valle-Grande: á vosotros toca
restituir á vuestros hermanos de allí y Santa-Cruz, la paz y
tranquilidad de que se ven hoy privados. Colocado á vuestra
cabeza me prometo vindicar á la patria de este ultraje, y á
las armas republicanas del insulto de proclamar sin temor
suyo el gobierno del Rey mas aborrecido del mundo.
Cuartel general en Cochabamba, á 1? de Noviembre de
1828.—Pedro Blanco.—Es cópia.—El coronel jefe de E. M. G.
—Ramon Gascon.
—409—
Comandancia General del Departamento.— Valle~Grande y Octu
bre 31 de 1828.
A S. G. el señor Prefecto y Comandante General del Depar
tamento de Chuquisaca.
Señor Comandante General:
A S. I. el General en Jefe del Ejército con esta fecha doy
el parte siguiente:
Señor General:
Tengo la satisfaccion de comunicar á U. S. L que á las
ocho y media de la noche de ayer, batí al feroz Aguilera,
general de los españoles, que formaba su tropa en esta plaza
por aviso que tuvo media hora antes de hallarme á las inme
diaciones, con cuyo motivo fué recibida mi columna con un
fuego vivo, que despreciado por los bravos del Número 2,
rompieron á la bayoneta hasta dispersar completamente estos
vasallos del Eey de España, que despavoridos fugaron por
todas direcciones en la mas vergonzosa derrota, dejando una
porcion de muertos, todas las armas que tenían y pasan de
250 fusiles, 82 lanzas, algunos caballos y demás útiles, asegu
rándose que Aguilera está herido oculto dentro de esta ciu
dad, donde acabo de aprehender á su jefe de E. M teniente
coronel don Francisco Suarez, metido en un agujero, quien
será fusilado hoy mismo.
Ayer forcé la marcha catorce leguas por un camino suma
mente quebrado, en que tratando dar racion de carne á la tro
pa, se presentó el cabo Ramos de la tercera compañía, que
sorprendió el 25 este general español, con lágrimas de gozo
al ver á sus compañeros, quienes llenos del mas noble entu
siasmo nacional me pidieron por premio continuar la marcha
y que no querían tomar raciones por no atrasarla.
Me cabe la honra de asegurar á TT. S. I. que el batallon
Número 2, de mi cargo, se precipita á los peligros en defensa
de la patria, sosteniendo siempre las leyes fundamentales de
ella y el decoro nacional, y que debo recomendar por justicia
el entnsiasmo y valor de todos los oficiales, la enerjía y sere
nidad del mayor Simon Tadeo Rivera y el intrépido esfuerzo
del bravo capitan de cazadores Pedro Rodriguez, que á la ca
beza de la primera mitad de su compañía fué el primero que
cargó sobre los enemigos; para que U> S. I. tengala dignacion
Tom. viii. Historia—52
-410-
de ponerlo en el supremo conocimiento de 8. B. el Vice-pre.
sidente encargado de la administracion del Estado, ofreciendo
á TL S. I. mi mas respetuosa consideracion y aprecio.
Lo trascribo á V. G. para su intelijencia y de todos los bo
livianos de su país, asegurándole no queda mas atencion que
la de perseguir á Aguilera solo, que estoy seguro me será
entregado por los mismos habitantes de esta provincia.
Dios guarde á V. G.—Señor Prefecto—El coronel—Ansel
mo Eivas.
General en Jefe del Ejército Real.
Número 22.
Ayer á las cuatro de la mañana, tom é posesion de esta plaza
con el objeto de restablecer el respeto y obediencia á los mas
justos y sagrados derechos de la Relijion Católica rey y patria:
y en obsequio de estos y del de la humanidad tengo á bien
decir á US. que rinda las armas de su mando á mi disposicion,
bajo las formalidades del caso, pareciéndome supérfluo co
mo en efecto lo es otra mas difusa exposicion, de razones y
justicia, que siendo solo únicas y necesarias para el réjimen
de la naturaleza, cultivada en estos principios, deja sin lugar
las pruebas del capricho que solo servirán para empeorar los
negocios y protesto á US. le extenderé el seguro pase, como
á los demás individuos para el destino de su agrado. Si todo
lo mirase US. por el contrario á mi propuesta, remito á una
próxima experiencia su amargo desengaño, que trascenderá
no solo á los pueblos, sino á los equivocados ó vanamente ex
presados individuos de su mando de que US. será el primer
responsable ante Dios y el rey y el público. He dicho á US.
cuanto he creido de mi deber; pero si para expedir el objeto
propuesto considera justamente de necesidad otros mas pasos,
podrán estos dirijirse bajo de una lijera entrevista en el pun
to que US. se digne de los del comedio. Considerando á US.
situado ya en el punto de Samaipata, el conductor de esta
que sale á las doce de este dia lleva el término de presentár
seme de regreso á las seis de la tarde del dia siguiente, pero
si US. se halla todavía mas distante, ó tal vez por algun ac
cidente en la capital de Santa-Cruz, llegara á sus manos ya
por el conducto del juez de Samaipata: en primer caso espero
—411—
su contesto en el término de cuatro dias, y en el segundo, de
ocho, que creo mas que suficientes para el efecto ya indicado.
Dios guarde á US. muchos años.—Valle-Grande, Octubre
26 de 1828.—Francisco Javier de Aguilera.
Señor Coronel don Anselmo Bivas.
Contestacion.
República Boliviana.—Comandancia General.—Samaipata, Oc
tubre 27 de 1828.
Al señor General del Bey de España don Francisco Javier de
Aguilera.
Es en mi poder la nota de US. de ayer en que tiene la au-
dácia de intimarme le entregue la division de mi mando, sin
advertir que estos no son aventureros como US. y que de
fienden la Nacion á que pertenecen y han jurado sostener á
toda costa. La mala fé de algunos descontentos y el des
cuido de los oficiales han dado á US. lugar para sorprender
una pequeña fuerza, á beneficio de su desesperacion con cua
tro años que ha estado oculto en los bosques. Por esto mas
bien protesto á US. bajo mi palabra de honor y las segurida
des que guste justas, que para evitar su misma ruina, y los
males de estos pasos se le dará su pase franco á España, ó
donde sea su agrado, debiendo para ello dejar esa guarnicion,
bajo el pié que la encontró en su sorpresa. Desengáñese US.
señor general español, que ya Bolivia es independiente y re
conocida por muchas naciones: que US. no tiene mas apoyo
que su despecho; y el de unos pocos incautos que le siguen y
luego le abandonarán, y que por estas poderosas razones debe
aprovechar mi jenerosa propuesta del pase seguro que ofrezco.
En el caso contrario declaro por mi bando de hoy la guerra á
muerte, á cuantos sigan á US. en sus locos proyectos, y creo
que muy breve se desengañarán que los bravos de mi division
no se pegan á ningun aventurero, y sí castigan á los enemi
gos del órden, de la relijion y de nuestra patria Bolivia que
exclusivamente defendemos.
Dios guarde á US.—Anselmo Bivas.
—412—
República Peruana.—Secretaria General de S. 'E. el Presidente.
— Cuartel General en Tambo-Grande, á 6 de Diciembre de
1828.
Señor Coronel encargado del Despacho del Ministerio de
Guerra y Marina.
Señor Coronel:
En el dia de ayer he recibido dos partes, datados el 25 de
Noviembre anterior, del comandante de la corbeta de guerra
"Libertad" don José Boterin, y del teniente coronel don Fran
cisco del Valle-Riestra, secretario del señor Vice-almirante
Comandante General de la Escuadra Nacional, relativos al
ingreso de ésta en el puerto de Gusyaquil á las 4 de la tarde
del 22 de dicho mes. Desde aquel momento sostuvo un fuego
constante á tiro de fusil hasta las dos de la tarde del 24, ha
biendo por consiguiente durado el combate 46 horas. En la
mañana del último dia, terminó su existencia el Vice-almi
rante Guisse atravesado por una bala de cañon, y sacrificado
á su heroica intrepidez, á su entusiasmo por escarmentar los
enemigos de la libertad del Perú, y á sus deseos de arrancar
á un pueblo digno de mejor suerte de las manos de sus im
placables opresores, habiéndole accidentalmente sucedido el
bravo comandante Boterin. La República tendrá que llorar
justamente la muerte de un general ilustre y esforzado, cuyo
decidido amor á las instituciones nacionales lo ha obligado á
esponer su vida á los peligros hasta llegar á perderla, ven
diéndola bien cara álos visires del general Bolivar, á los ajen-
tes del mas escandaloso absolutismo y de la tiranía mas
horrible.
Nuestras pérdidas consisten en el fallecimiento del Vice-al
mirante, del teniente 1? de fragata Meiklefohr, del alferez
graduado Perez y de nueve individuos, habiendo resultado
entre la tropa y marinería cuarenta y seis heridos y contusos,
de los que hay pocos de alguna gravedad. Las averías de los
buques de la armada, no son de consideracion, y segun los
partes deben á la fecha estar completamente reparadas.
Han quedado enteramente destruidas las baterías enemi
gas que guarnecían la ribera de Guayaquil, y especialmente
la de las Cruces, que montaba nueve cañones de á 24: estos
han sido clavados y reducidos á cenizas sus montajes: se han
echado á pique, segun se indica, al nuevo bergantín "Adela",
cuya construccion se estaba concluyendo, dos de cuatro lan
—413—
chas cañoneras, anunciándose igualmente la pérdida de las
dos restantes, la de la goleta "Guayaquileña", que se asegura
haber barado, la de otro buque menor, y la muerte del gene
ral Sanders, sobre lo que, y acerca de las demás circunstan
cias, no podré dar á US. una idea bien exacta, respecto de no
haber aun recibido los detalles del combate.
Sin embargo, el guardia-marina don Agustin Arriola, con
ductor de los partes, ha manifestado, que, á la llegada de la
Escuadra, fugaron vergonzosamente los individuos que guar
necían la fortificacion de las Cruces, despues de haber hecho
una inútil resistencia, y quedado aniquilada en el sitio una
compañía del batallon Caracas, que se acercaba á reforzarla.
Asegura igualmente haber sufrido algun daño la poblacion,
cuyos perjuicios trataron de evitarse en todo lo posible, ha
biendo cesado los fuegos por consideracion á ella; pues no era
justo que sus inocentes vecinos sufriesen un castigo que en
manera alguna pueden merecer, cuando al contrario excita la
compasion mas viva su estado violento y oprimido.
Por consecuencia de todo, han desaparecido las baterías,
esos inanimados instrumentos de la ignominia y dura escla
vitud de Guayaquil, y las fuerzas navales con que podía con
tar el general ^Bolivar, para fortalecer el aherrojamiento y
servidumbre de un país tan desgraciado, como acreedor á una
dicha y tranquilidad inalterables. Han sido reducidos á la
nada los elementos con que podían atentar á los derechos y
seguridades peruanas los profanadores de las libertades pú
blicas, que en el servilismo de los pueblos, pretenden fijar la
detestable base de una grandeza y poderío incompatibles con
los derechos naturales y sociales, y diametralmente opuestos
á la razon y á las luces del siglo.
Para eterno honor de la armada peruana, debo manifestar
á US. que el comandante Boterin con todos los oficiales, tro
pa y marinería han desplegado un ardimiento y arrogancia,.
que hoy ha colmado de honra, y llenará siempre de gloria al
pabellon nacional. Ellos despreciando una muerte que acre
ditan no temer, cuando defienden los derechos de la patria,
y llenan sus deberes, han dado esta terrible leccion á los ti
ranos. No les ha desalentado la sangre de sus compañeros,
no la muerte del digno jefe que los mandaba; al contrario
están resueltos á vengarla, en aquellos cuyas temerarias su
gestiones nos han compelido á una guerra desbastadora y fra
tricida, y aun en la persona misma del que pudiendo ser el
lustre y la confianza de la América, se ha tornado por una
ambicion ilimitada en daño de ella, y en baldon y oprobio de
sí mismo. •
—414—
Todo lo que tengo la honra de expresar á US. de órden de
S. E. el General Presidente, para intelijencia y satisfaccion
del Excmo. Señor Vice-presidente, suscribiéndome su atento,
obsecuente servidor.—Mariano Castro.
BOLIVIA.
NOTABLE.
Los editores del "Nacional", no cumplirían con el deber
formidable de descubrir la impostura, y combatir los vicios
hasta en su último retrete, si nos los declarasen hoy por la
publicidad de la prensa lo que bajo de este epígrafe publican.
Tenemos la franqueza de decir, que, sea cualquiera la persona
que intente comprometer nuestra independencia amada, ha
remos otro tanto, que ahora al acusar á nuestros compatriotas
y ante el Gobierno de la República, el siguiente plan Notable.
Despues que la pasada administracion fué derrotada hasta
en su última batería, y que los jenerosos alto-peruanos, los
dejaron ir intactos con sus dineros y con cuanto les habian
extraido de su suelo; era esperable que esta conducta les ins
pirase la marcha de la prescindencia de nuestros negocios,
si no era del arrepentimiento de sus pillajes. Mas no ha sido
así.—En Atocha, un rancho les sirvió de casa consistorial y
allí acordaron con toda seriedad que en el Palacio de Gobierno,
que destruirían el Alto-Perú. Nadie debería extrañar esta
conducta en el ingrato Infante; pero en el general Sucre, es
espantosa; ella apaga todas las glorias de su vida pública, y
desdice su gran mérito. El general Sucre se ha olvidado de
sí mismo y no conoce sin duda su posicion.
El general Sucre marchaba á Colombia, el español Infante
se iba á Chile. El resultado del acuerdo fué combinarse que
el segundo se fuese á Salta, para de allí fomentar la revolu
cion y la anarquía. Otro individuo, que tambien llevaba la
ruta de Infante, y por resultado del acuerdo y de órden del
general Sucre, se vino á Potosí á fomentar la idea del federa
lismo: de allí pasó á esta capital en donde existe. Nosotros
nos abstendremos de entrar en la cuestion de reformas de
Gobierno, nos abstendremos de imputar á la federal, á ese
complemento de las instituciones malas de suyo; pero en
nuestro estado; pero el objeto con que se ha excitado á esta
-418-
fbfffla por la primera vez, es el complemento de las traicione*
y lo mas exquisito de las perfidias; pero en nuestra actual
ilustracion y en el estado de las masas, nosotros no vacila
mos en asegurar ser inadaptable para nosotros. Por fortuna,
la docilidad de estos pueblos ponen al Gobierno en la feliz
aptitud de velar y cortar de raiz cualquiera asomo que pueda
haber sobre esto, y él será responsable ante el santuario de la
patria, si con estas indicaciones nos evita los males que unos
nombres que alguna vez nos creyeron su patrimonio y su for
tuna vitalicia, ahora nos desamparan.
Por fin, en prosecucion de este odioso plan, y consumado
ya el crimen, ha llegado á la Paz de Ayacucho un chapeton-
cito mandado por su paisano Infante. El tal borriquito ha
conducido muchas cartas conteniendo cada una cientos de
mentiras, y de groseras imputaciones. Probado el hecho, y
habiendo felizmente aquí un Ministro público de aquella Re-
pública, en donde está el perverso, podría el Gobierno acele
rarse á hacer tratados que muy bien podían comprender este
punto: y que no haya asilos contra los que ganan un castillo,
digamos así, para hacer fuego á sus vecinos, mucho mas si
son del calibre de este, es decir, godo ó monarquista.
(El "Nacional? de Bolivia.)
El "Nacional" de Bolivia analizando el Mensaje del general
Sucre, trae el siguiente rasgo que manifiesta cuanto hemos
dicho acerca de la dominacion del general Bolivar.
Se asegura en el documento que analizamos que en todo el
periodo de la pasada administracion no se ha traspasado una sola
ley. El autor del Mensaje merece ser general de ejército por
su valor. Los editores del "Nacional" quisieran que se indica
se una sola ley que no haya sido no traspasada, sino cruzada,
estropeada, vejada, y que no se haya hecho una diseccion
anatómica si es posible. ¡Bueno! El general Sucre arrancó
con sus bayonetas y con su intriga el título de gran ciudada
no, sin lo cual no podia ser Presidente segun la ley, y para
esto el título de la batalla que se dio en el Perú-Bajo, en
Ayacucho. ¡Pero Infante! ¿cómo era que estaba al frente
de todos los Ministros? ¡El primero, el Presidente de los Mi
nistros, la llave y el muelle real de toda la máquina á un ex
tranjero! Agréguese á esto, que era un extranjero español;
—416—
del pata con quien estábamos precisamente en lacha, y que
aun pretendía sus derechos sobre la América. Él no era Li
bertador, él léjos de haber querido pelear por la libertad, vino
á pelear por la esclavitud del país, y lo prueba bien eso, por
que no se fué á Buenos-Aires, Colombia ú otra República de
las que combatían por la libertad. Es verdad que era del
bando de españoles constitucionales, pero así lo eran todos
los capitulados de Ayacucho. Eh, bien. Despues de esto, ¿con
qué derecho fué nombrado Ministro cuando la ley fundamen
tal prohibe se emplee el que no es ciudadano, nacido en el
país ó tenga el tiempo para adquirir esta prerogatiya? Hé ahí
el primero, el gran decreto de la pasada administracion tras
pasando una ley.
¿Qué acto, qué cosa, qué derecho habia para el absolutismo
de la administracion? No habia seguridad, no habia interés,
no habia fondo alguno de que no dispusiese á su antojo, sin
dar cuenta á nadie, y sin sujecion á ley alguna. ¿No se ha
visto arrastrar los ciudadanos á los cuarteles sin saber por
qué? ¿Y esos mismos ciudadanos despues de la vista fiscal,
en que se aconsejaba sobreserse en la causa, porque no le gas
tó al general Sucre, mandar de que se aprisionen de nuevo y
hacerlos juzgar por un Consejo de militares, y de militares
subalternos? ¡Oh! en aquellos tiempos Nec spes libertatis erat,
nec curapeculi. ¡Qué! ¿ha olvidado el autor del Mensfje, que
no pudiendo hacer renunciar á un gobernador de provincia,
y no teniendo como acomodar allí un ahijado, le finjieronuna
renuncia, y le decretaron su admision mandando al otro so
bre la marcha? ¿Y es esto respetar las leyes?
Desengañémonos: aquí no habia mas ley que la subordina
cion á Bolivar, y á los caprichos de la faccion colombiana. Si
se nos apura, citaremos hechos particulares, en que acaso por
un regalo de vino hecho al Presidente se dejaban al jeneroso
comerciante que lo hacia, acaso la facultad de disponer de
todas las entradas exteriores del país. Pero:::::::::: á los hechos
públicos. Tan no habia ley alguna, tan sujeta estaba esta
política á las miras de Bolivar, y tan degradados estábamos,
que vamos á citar algunos hechos en comprobante de nuestro
aserto.
Aquí festá don Mariano Serrano, que fué mandado al Con
greso de Panamá; que declare ¿cuáles fueron sus instruccio
nes? Fueron las mas degradantes, las mas viles, el último de
los insultos, á saber: "Que se sujete en todo á lo que diga el
Ministro de Colombia": las instrucciones de éste eran las de
nuestro Ministro. A la verdad, que en la Laponia, no se da
rían otras mas cortas. ¿Y aun así se quejaran de nosotros?
¿Y aun tendrá la impudencia de hablar con tanta arrogancia
—417—
el autor del libelo que analizamos? Cuando considere, que el
Dean Funes fué hecho Ajente de Bolivia y Dean de la Paz
para pagarle los devengados de la Ajencia de Colombia, cuan
do considere que para pagar así mismo al Ministro que tenia
Colombia en el Brasil, era Palacios Ajente secreto de Bolivia,
y que otro tanto sucedía, es decir, era Ajente privado de Bo
livia en Lóndres el señor Hurtado, Ministro de Colombia. Así
todo gravitaba sobre la pobre Bolivia, y se le hacia servir de
esclava de su señora Colombia. El autor del Mensaje ha olvi
dado sin duda, el motivo secreto (que no lo es tal; que no lo
sepan muchos,) por qué fué hecho Obispo de la Paz de Aya-
cucho, cierto enviado; á quien en recompensa de su haber,
que no se sabe lo que se hizo, se le condonó con la mitra
COLOMBIA.
CONSPIRACION DEL 25 DB SETIEMBRE.
Por los progresos que han seguido haciéndose en la inves
tigacion de este atentado infernal, se ha hecho ya notorio que
la primer intencion de los traidores fué llevarlo á efecto en
la noche del 10 de Agosto, durante el baile de máscaras con
que la Municipalidad de esta ciudad celebró el aniversario de
la entrada del Libertador en ella despues de la victoria de
Boyaca. No les habia parecido bastante feo, bastante horri
ble el conato por sí solo: querían los malvados probar de un
modo mas irrefragable su ¿dio á esta ciudad, sacrificando en
semejante dia al mismo que la rescató: y para dejar mas de
manifiesto su encono contra Colombia, se habian propuesto,
que el aniversario de una de las batallas que ha sido mas fa
tal al español fuese en adelante el de nuestra horfandad y
desolacion. Fallado como habian nuestro esterminio se com
placían en todo cuanco reagravase la pública calamidad. Los
detenia entónces el no estar todavia bastante sazonado el
plan: no contaban aun con los artilleros: no estaban rennidos
todos los conjurados. Concurrieron sin embargo al baile en
cuadrilla y con las mismas divisas. Debia tentarlos la oca
sion, pues el Libertador recorrió solo los diversos salones y
anduvo entre las máscaras: los tentó en efecto; mas la feliz
estrella de Colombia salvó á 8. E., que se retiró á palacio an
tes del tiempo en que los conspiradores creyeron que lo baria.
Tomo vih. Historia—53
—418—
¿Qué habría sido de la rennion, qué de la ciudad y de toda la
República, si á la inmensa trascendencia del crimen hubiese
habido que añadir tan graves circunstancias?
Pasada aquella noche intentaron aprovecharse del paseo
que el Libertador hizo á Soacha el 21 del próximo pasado.
Pernoctó allí S. E. por dos noches, y solo estaba acompañado
del señor general Urdaneta, los señores José y Ramon Paris,
y algunos criados. Carujo tenazmente insistía, en que era
forzoso aprovechar aquella oportunidad: podía hacerse todo
sin estar fuera de la ciudad mas de tres horas: él creia que
elijiendo la noche podían quedar encubiertos para siempre
sus autores; y nunca habría habido necesidad de matar á mas
que á las ocho personas que habia en la casa. Presentábase
la ocasion al asesino tan fácil, tan halagüeña que segun confe
só el ex-coronel Guerra costó sumo trabajo el retardar la eje
cucion. Se decidieron por fin á diferirla, porque habría sido
imposible ocultar para siempre los autores, y nunca serian
estimados por otra cosa que por atroces asesinos; y era mas
difícil entóneos sacar de su prision al general Padilla, que
habia de tomar el mando de las tropas. Quedaba además
mucho que hacen existia el Consejo de Ministros y el de Es
tado; que seguirían la marcha á que el Libertador habia dado
ya principio; existia el ejército que los apoyaría: y sobre todo
el pueblo se confirmaría de este modo en la justicia y en la
conveniencia de su resolucion, con respecto á la nueva forma
de Gobierno que se ha dado, porque explicaría el atentado
como continuacion de los esfuerzos hechos en Ocaña por des
truir su obra, sancionar la disolucion y la ruina de la Repú
blica. Habia de morir el Libertador, pero de modo que sn
muerte fuese útil á sus autores. Los que de ellos concitaban
á ejecutarla como espías del enemigo, preferían que ella diese
oríjen á la division y á la guerra: preferían que con ella se
consumiesen nuestras fuerzas para satisfacer á la saña y á la
impotencia española. Así es que ya se habia previsto. segun
dijo Horment, que tendrían que habérselas luego con los gene
rales Paez y Flores. Pero contaban con que los españoles
diesen cuenta del primero, y los peruanos del segundo; y con
fiaban tambien en que Padilla recobraría á Cartajena: ó en
que por lo ménos aniquilarían al Departamento.
Resolvieron, pues, esperar y fortalecerse. Continuaron re
partiendo dinero, y ganando prosélitos. Renovábanse con
mayor frecuencia las juntas en casa de Horment, ó en la de
Luis Vargas Tejada. Esmerábanse en estas juntas en exal
tar la imajinacion de los mas jóvenes, en familiarizarlos con
las ideas de muerte y de carnicería: y aun hubo quien en una
de ellas hiciese un largo y acalorado elojio de las atrocidades
—419—
de Robespierre, ;que representaban como sacrificio necesario,
porque pretendían los malvados que el árbol de la libertad
ha de regarse con sangre.
Hallábase en este estado la conjuracion, cuando el 25 por
la tarde fué descubierta al Gobierno por el sub-teniente Fran
cisco Salazar, del batallon Junin, y á quien estando aquí de
paso trató de seducir el capitan Triana. Descubierta, se or
denó inmediatamente la prision del último; y como fué comu
nicada la órden al ex-coronel Ramon Guerra, que estaba de
jefe de Estado Mayor Departamental, al momento lo supieron
los conjurados, y alarmados todos celebraron á las ocho de
la misma noche en casa de Luis Vargas Tejada, la junta de
que hablamos en nuestro suplemento del 28 de Setiembre úl
timo. Unánimes entonces sobre que descubierta la conspi
racion habian de creerse todos al dia siguiente en el estado
en que ya estaba Triana, fallaron que al punto debia llevarse
á efecto. Formaron, pues, su plan de operaciones, y enten
dido y aprobado de todos, partieron á cumplir cada uno con
la parte que le estaba designada. J8o estaban todavía gana
das todas las clases y tropas de artillería; pero les ocurrió ar
marla toda, alegando, como luego lo hicieron, necesidad
de ir á contener la guardia del Libertador que supondrían
amotinada, y aun anunciándoles desde el principio que S. E.
mismo se pondría al frente de la artillería. Ignoraban la
eficácia que hubiesen tenido las tentativas practicadas por
desacreditar á los comandantes y principales oficiales deVar-
gas y Granaderos para con sus respectivos cuerpos; mas
creyeron suficiente el remedio de destacar personas que espe
cialmente los buscasen para asesinarlos. En cuanto á la
guardia de Padilla, que era de Granaderos, confiaron en que
el teniente Gutierrez, antes del batallon Paya, y que recien
temente habia sido agregado á aquel cuerpo, y mandaba di
cha guardia, la desarmaría quitando los pedernales y baquetas
á las carabinas.
De este modo se prepararon á la empresa los conspiradores.
Lo que luego hicieron consta del dicho suplemento, y de
nuestro número 375. Faltan en todas estas relaciones mu
chos pormenores de bastante importancia; pero no nos es
permitido publicar nada de lo que se halle mas íntimamente
conexo con los juicios pendientes. Procederemos, pues, á
dar noticia, segun prometimos en nuestro anterior número de
los cargos hechos á los que han sido ajusticiados desde enfcón-
ces, y concluiremos por hoy esta molesta relacion, corrijiendo
algunos errores en que por ¡las circunstancias caímos en el
citado suplemento.
—420—
El 2 del corriente fueron pasados por las armas, y luego
ahorcados el ex-coronel Ramon Guerra, y el ex-general José
Padilla.
A Ramon Guerra se le probó que habia tenido una parte
activa en las juntas preparatorias celebradas en las casas de
Horment, y de Luis Vargas Tejada: que fué el que sedujo al
comandante de artillería Silva, y el que lo introdujo en las
juntas que se celebraban en casa de Horment, para organizar
el plan: que hizo municionar la artilleria, ordenó que estuvie
se pronta, y además estuvo él mismo presidiendo á todos es
tos preparativos en el mismo cuartel. Guerra era colombia
no, coronel en los ejércitos de la República, y jefe del Estado
Mayor Departamental. Probáronse los cargos con el testi
monio unánime del mismo comandante de artilleria, del te
niente Galiudo, y de dos sarjentos, con las órdenes orijinales
que dió, y con la falsedad de todas las escusas que adujo pa
ra justificarse; pero él se mantuvo en la negativa. Por fin lo
confesó todo en la capilla. Como traidor fué condenado á
muerte; que conforme al artículo 26, tratado, 8? título 10
de la ordenanza del ejército debia ser de horca, prévia degra
dacion.
Al ex-general José Padilla se lfe probó con las declaracio
nes del mismo comandante de artilleria, del teniente Ignacio
López, y del cabo Bautista Moreno, que estaba comprendido
entre ios conjurados, y destinado por ellos á ponerse al frente
de la tropa que conspirara: que con este objeto fué que antes
de todo se cuidó de ponerlo en libertad: que habiéndola ob
tenido con la muerte del coronel Bolivar y dispersion de la
guardia en vez de unirse á los que combatían á los traidores,
se trasladó por sobre una pared con el auxilio de una escalera
y de los artilleros, de la casa donde guardaba su arresto al
cuartel de éstos y se incorporó: permaneció con ellos, hasta
que con los que habian quedado en el cuartel fué trasladado
preso al de Vargas: que de acuerdo con todo esto, y durante
toda la refriega habia sido constantemente aclamado desde el
principio, y los conspiradores se preguntaban unos á otros, si
ya el general Padilla estaba á la cabeza. Obró igualmepte en
el juicio la parte que dicho Padilla tuvo en la revolucion de
Cartajena, de que por declaracion de 7 testigos contestes y
por la notoriedad se le probó que era autor: el haber depues
to entóneos á las autoridades superiores constituidas por el
Gobierno, constituido las que quiso, y en efecto ejercido la
suprema autoridad. Padilla se obstinó al principio en negar
todos los crímenes de que se le acusaba: pero no pudo resis
tir á las pruebas ni careo que se le hizo con sus cómplices
—421—
Probada pues la traicion sobradamente, fué condenado á
ser degradado y á sufrir la pena de horca conforme al artícu
lo 2(i, tratado 8?, título 10 de la ordenanza.
¿Añadiremos á estos cargos el entusiasmo con que pasado
todo el peligro se ofreció Padilla á salir á la defensa del Li
bertador, y la aparente tranquilidad con que visitó Guerra á
S. E. al amanecer? Pero no escribimos la historia de la do
blez y de la perversidad de que sea capaz el hombre.
Editorial de "La Prensa Peruana" Núm. 113, del Jueves
8 de Enero de 1829.
El anterior artículo copiado de la "Gaceta" de Bogotá de
5 de Octubre del año próximo pasado, escrito con el deseo-
de acriminar mas y mas á los llamados conspiradores, y pres
sentarlos como un objeto de ódio y de excecracion á los ojo-
de Colombia y del mundo entero; produce un efecto entera
mente contrario en el ánimo de todo el que conoce los se t
vicios y virtudes de los que ha conducido al cadalso el noble
empeño de mantener su patria libre de tiranos, y de conser
var en ella el réjimen popular sancionado legalmente por la
voluntad nacional, y tan vergonzosamente trastornado por
las intrigas y maleficas artes de un ambicioso incontenible.
No ha sido sin duda otro el objeto que se propusieron esos
buenos defensores de la independencia y libertad de Colom
bia, y ningun cadalso podrá empañar el brillo de las grandes
acciones que han ilustrado el nombre de Padilla, á quien ja
más convendrá americano alguno en concebir capaz de man
char su gloria con oscuros y viles asesinatos. Lleno él y sus
compañeros de la amargura de ver á una patria á quien con
sagraron tantos sacrificios hecha presa de un solo hombre y
espuesta á ser el vilipendio de las demás naciones libres stls
hermanas, se resolvieron á oponer la fuerza á la fuerza para
restituir el imperio de las leyes sobre las ruinas del de la ar
bitrariedad. que humilla desgraciadamente á Colombia. Si el
fin á que atendieron hubiese sido la muerte del general Bolí
var, para saciar ofensas personales, lo hubieran conseguido
en el tumulto del baile ó en la soledad del campo, y entonces
—422—
se habría visto que no hay quien vengue la muerte de un ti
rano y que pasado el horror que infunde cuando manda, todo
pueblo virtuoso se goza en su destruccion y maldice su me
moria. Mas las discusiones que precedieron entre los conju
rados, el no haber aprovechado las felices oportunidades de
que habla el articulista, y no habría desperdiciado un malva
do, y sobre todo el procurar tráer á su bando las fuerzas acan
tonadas en Bogotá ¿qué otra cosa acredita sino que el intento
no era otro que una insurreccion santa y nacional contra la
tiranía, sin tocar al tirano que podia haber perecido sin que
se descubriesen los autores de su muerte? Tal es el verdadero
punto de vista bajo que debe considerarse este acontecimien
to, que los periodistas del general Bolivar, se esmeran en des
figurar con los colores de un negro asesinato; pero por mas
que se esfuercen, la conducta de los llamados asesinos mere
cerá los elojios de todos los amantes de la libertad ameri
cana en gran manera ultrajada por el Gobierno actual de
Colombia que es el refinado absolutismo de los monarcas mas
despóticos.
Piel imitador de su sistema el general Bolivar, solo atiende
á mautener en su devocion al ejército, haciendo á soldados de
un país libre el insulto de ganárselos con el dinero para que
estén siempre prontos á sostener con sus bayonetas el asiáti
co poder que con ellas ha establecido. En la noche del peli
gro, temeroso de que oyesen la voz de su deber, ofreció á las
tropas 30,000 pesos, de los cuales ya se habian distribuido
15,000, para cuyo entero, segun insinua la "Gaceta'', habian
puesto en el tesoro varios extranjeros algunas cantidades,
siendo de notar no lo hubiese hecho mas que un solo hijo
del país á quien se exijió de empréstito la cantidad de 5,000
pesos. Repetiremos con el editor de la "Gaceta", que se ha
movido siempre el Libertador en una órbita que le es peculiar.
—Seducir á las tropas con el cebo del dinero, moviéndolas por
el interés para que olviden sus deberes.
Concluiremos este artículo preguntando al editor de la "Ga
ceta," cuál sea la pena de que se ha hecho digno el general
Bolivar alzándose con la soberanía de la Nacion, si el gene
ral Padilla ha sido fusilado y ahorcado por ser uno de los
delitos de que se le acusaba el haber depuesto las autoridades
superiores de Cartajena, y haber ejercido en efecto la suprtma
autoridad.
-423-
BOLIVIA.
EXTRACTO DEL "NACIONAL."
Situacion del Ex-gemral Aguilera desde el 12 de Octubre de 1825
que fugó de Cochabaniba, hasta, el 25 de Octubre de, 1828.
Años. Meses! Dias.
En el pueblo de Totora, sostenido por Olivera,
correjidor de aquel canton
En Yungan de Aripucho, sostenido por el mis
mo correjidor y teniendo correlaciones con
su hermano José María
En Barrientos, cerros limítrofes á Cuevas, so
bre su izquierda, y sostenido por el cura de
Samaipata
Ea Rio Colorado, á la derecha del citado Cue
vas, sostenido por el mismo cura
En los altos de Quirucillas, desde donde lo con
dujo Manuel Bosado á Corositos
En Corositos, sostenido por su hermano José
María
Viajó errante para dar á entender se habia
desaparecido de aquellos países
Volvió á situarse en la Víbora, dos leguas de
Corositos, bosques impenetrables
Salió de aquel punto el 14 del pasado Octubre
y remaneció en ésta el 25 del mismo
Nota.——Los cinco meses que se halló en Barrientos y Bio
Celorado sufrió mucha calamidad por hallarse al abrigo de
peñascos y no querer los confidentes del cura de Samaipata
llevarle viveres, temiendo ser descubiertos por los Alvas que
allí los tienen por muy patriotas, y así es que al punto de
Barrientos solo le llevaron una carga de viveres, y al de Bio
Colorado le condujeron por tres ó cuatro ocasiones. En Coro-
sitos y la Rivera fué socorrido su hermano José María de todo
lo necesario, acompañándole en todas sus correrías José Ma
nuel Arucema y Felipe Gonzalez, y los últimos tres ó cuatro
-424—
meses se le rennió un tal Agustín Mendoza, vecino de Santa-
Cruz, quien le acompañó hasta el dia de su derrota, sirvién
dole de bombero á la cordillera y otros parajes. Arucema, su
su primer confidente, le reconvenía muchas veces sobre su
situacion tan infeliz, y que él se marcharía á presentarse; y
en caso de que, servirle fuese delito, lo pagaría con gusto por
salir de aquellos bosques, en donde solo se oía el eco de las
fieras. Que á esto le contestaba, le habia dado su palabra de
acompañarle en sus desgracias, que la cumpliera: que le ofre
cía cuatro pesos cada mes, un mil cuando fuese mas feliz, y
un empleo con que le satisfaría los servicios que le habia
hecho: en efecto á su llegada á esta, luego que se presentó el
tal Arucema que fué despues de tomada esta plaza, lo dio á
reconocer en la órden general por alferez de la primera com
pañía de Lanceros.
Que la noche del 30, antes de ser batido, entró dicho Agui
lera á la casa en que vivía y á los primeros tiros salió con
unas alforjitas que tenia con dinero, y dijo á Arucema que le
quedaba el recurso de marchar á rennirse con su hermano
Tomás en Santa-Cruz, para combinar con él otros planes mas
seguros porque no desesperaba de llevar su empresa adelante
mientras existiese, y que para ello tenia el apoyo de muchos
amigos.
Es un extracto de la declaracion de Arucema, á 19 de No
viembre de 1828.—El capitan juez riscal—Pedro Rodrigues.
—425—
El Coronel de Caballería, Comandante General y Prefecto de este
Departamento Manuel Eusebio Ruiz.
El señor Coronel del batallon Constitucional Nnm. 2 don
Anselmo Rivas, del punto del Valle-Grande me dice con fe
cha 23 del corriente, lo que sigue:
Ejército Boliviano— Comandancia General— Valle-Grande, No
viembre 23 de 1828.
A S. G. el señor Prefecto del Departamento de Chuquisaoa.
Señor Prefecto:
Con grande placer he comunicado á S. S. I. el General en
Jefe del Ejército con esta fecha lo que cópio:
"Señor General:
Acabé la obra de la pacificacion de este Departamento; to
dos los mónstruos que osaron atacar la República, han desa
parecido ya. Tengo el honor de participar á U. S. I. que hoy
al amanecer se ha tomado preso al ex-general Aguilera, cuya
ominosa espada, teñida largo tiempo en la preciosa sangre
americana, remito á U. S. I., asegurándole que á beneficio de
mis enérjicas providencias, y los esfuerzos del infatigable ca
pitan Pedro Kodriguez y el benemérito teniente Mariano Ro-
cavado, ha sido conseguido. Aguilera acaba de ser fusilado y
su cabeza puesta en una pica, pura que los habitantes de esta
provincia, respiren bajo el seguro de que no les queda otro
pérfido seductor, que los alucine, ni un solo enemigo de la
amada patria que perturbe su tranquilidad y sosiego.
Con este motivo me cabe la honra de asegurar á U. S. I. que
nada queda que desear y que la revolucion del Valle-Grande
en favor del gobierno despótico de Fernando VII, ba termi
nado; habiendo perecido en ella sus principales motores."
Lo trascribo á V. G. para su satisfaccion y de todos los bo
livianos amantes de la libertad.
Dios guarde á V. G.—El coronel—Anselmo Eivas.
Tom. vm. Historia—54
Chuquisaca, 27 de Noviembre de 1828.
Recibido; con la adjunta proclama: publíquese por bando
en la forma ordinaria; fíjense; y para que se circulen, pásense
al director de la imprenta para su impresion.—Ruiz.—Manuel
Escobar, Secretario.
Proclama del coronel Anselmo Rivas, Comandante General del
Departamento de Santa-Cruz, á sus habitantes, en 23 de No
viembre de 1828.
Compatriotas:—El dia de paz y libertad vuelve á amanecer
en nuestro suelo con todo el brillo de su luz. La tenebrosa
nube que lo oscurecía se ha disipado, y ya podeis contar con
vuestra independencia, hallándoos en el pleno goce de vues
tros derechos y de vuestras propiedades usurpadas por el mas
feroz ménstruo que vomitó el averno. Este infame sanguina
rio y sus secuaces Suarez y Peña, han desaparecido ya de
entre nosotros: no devorarán ya mas víctimas en obsequio de
su amo el Rey de España y de sus ambiciosos y locos capri
chos. Me cabe el placer de volver á contaros entre los libres,
y mi corazon se llena de la mas dulce satisfaccion al ver que
muy oportunas y enérjicas providencias, dieron la completa
victoria del 30 de Octubre próximo pasado, sin la cual estaba
perdida esta provincia y acongojada toda la República. La
sangre de estos pérfidos ha lavado la nota irreparable con
que mancharon este país libre proclamando al nulo Fernando
VII, y se ha afianzado para lo futuro nuestra independencia
y libertad adquirida con torrentes de preciosa sangre.
Crucenos:—Al despedirme de vosotros supuse os dejaba en
la mas completa paz, y os ofrecí que si fuese turbada, volaria
en vuestro socorro. En Samaipata encontré la inesperada no
ticia de ser restablecida en esta ciudad por el feroz Aguilera
la dominacion de Fernando, con cuyo suceso os repetí no se
pararme del Departamento hasta destruir este ailtiguo hijo
del despotismo. A vuestra solicitud por conducto de ese be
nemérito Prefecto que no me marchase á mi destino mientras
existiese este tirano, contesté que lo perseguiría constante
mente. He llenado mis votos y el hermoso Santa-Cruz queda
sin enemigos. Tengo la gloria de contaros entre los libres del
nuevo mundo.
-427—
Valle-grandinoa—Sírvaos de ejemplo cuanto acaba de pa
garos. No os dejeis alucinar otra vez por ningun aventurero
que con mentiras groseras pueda sorprender vuestra sencillez.
Respetad las leyes y autoridades establecidas por ellos. No
os olvideis que sois bolivianos y sereis felices, como os desea
vuestro compatriota y hermano—Anselmo Bivas.
Análisis del Mensaje del general Sucre.
Del Perú se ha dicho que los bolivianos, dice el Mensaje; es
tán descontentos de la Constitucion', y esta voz repetida por los
ajentes de allí entre nosotros y apoyada por un muy pequeño
número de individuos, ha hecho que algunos tímidos se pleguen
á las pretensiones de fuera por deshacerla. Yo no he observado
tal descontento de la Nacion; pero si lo hay toca á ella y no á los
extranjeros &. Pues qué ¿habrá un idioma mas fuerte, será
preciso aun mas para hacer ostencible á todas las naciones el
descontento de la masa de la poblacion de Bolivia por la
odiosa Constitucion vitalicia^ ¿No será suficiente la gloriosa
lucha que han sostenido los ciudadanos sin mas corazas que
sus pechos ni mas armas que la reclamacion de sus derechos,
contra un poder jigantesco y formidable? ¿Habrá olvidado el
autor del Mensaje, las derrotas que sufrió su ministerio en
las elecciones de Febrero en toda la República? No recordará
ya las estorsiones y violencias perpetradas para acallar ese
grito de descontento, llevando las injusticias hasta asesinar
á dos ciudadanos, á quienes en aquella época dieron dos ba
lazos de los cuales murió uno? ¡Cobardes! Miéntras el pueblo
existia en la plaza ejerciendo su soberanía durante el escru
tinio, y miéntras temblaban á esta rennion, perseguían á ba
lazos á los que se separaban hasta los alrededores! Mucho
pudiéramos decir aun sobre el modo de hacer ese grito de
indignacion nacional. Acaso se han pagado asesinos para de
saparecer á los que un pronunciamiento franco y alguna po
pularidad los hacia temibles. Pero, á qué ocurrimos á estas
pruebas que pueden decirse negativas. ¿Habrá un hecho mas
positivo, habrá una palabra mas expresa del descontento de
los pueblos, que el desenlace de los negocios? ¿Qué individuo
ha tomado las armas, ni ha disparado un fusilazo por el sos
tenimiento de la Constitucion vitalicia?
—428—
Si el autor del Mensaje, no ha notado, como dice, ese des
contento, es preciso que haya cerrado los ojos á la luz, 6 que
haya renunciado el buen sentido. De lo contrario, las cosas
y los negocios eran muy claros y muy pronunciados desde
mucho tiempo atrás para que se ocultasen á un individuo en
quien era obligacion saberlos. Por otra parte, ¿cómo es que
no habia notado este descontento en la época del Mensaje,
cuando tres meses antes á la vuelta de la Paz, lo habia nota
do, hasta sacar la espada contra los indefensos ciudadanos á
quien el miedo arrancaba unas forzadas arengas segun la
hemos ya notado anteriormente? De esto resulta, ó que aque
llas bravatas eran fanfarronadas estúpidas, ó que el descon
tento estaba marcado, muy mucho antes que los ajentes del
ejército extranjero lo hubiesen repetido como se asegura. 0 sal
ve el autor del Mensaje esta inconsecuencia, ó confiese que
aunque la masa de la poblacion estaba por la reforma de la
Constitucion, se quoria sostener ésta á todo trance, y contra
viento y marea, como se dice.
Ella dá (la Constitucion) continúa, sobre el papel, estabilidad,
al Gobierno, miéntras que de hecho le quita los medios de hacerse
respetar y no teniendo vigor ni fuerza el Presidente &., mirum
istius audacie!!! Un Presidente Rey, un Presidente irrespon
sable, una dinastía efectiva, podrá decir, que lo faltan me
dios de sostenerse! Ya en otra ocasion, y con este mismo
propósito hemos preguntado, que se diga ¿qué ramo no estaba
subordinado omnímodamente al Gobierno? Las fuerzas, la ha
cienda y cuanto móvil reconocen los hombres y el corazon,
todo, todo dependía de una manera ilimitada del Presidente
vitalicio. Los empleados todos eran creaturas exclusivas de él.
Nada habia heterojéneo, en todo se veia el dedo del Presiden
te extranjero. Él era la providencia de Bolivia, y una sola
paja no se movia sin su querer. Así lo confiesa el mismo au
tor del Mensaje, cuando en otra parte asegura, que "el bien ó
el mal él lo ha hecho. Es por ello os repito, continúa, que
evacuado el territorio de toda fuerza extranjera, y libres los
pueblos para pronunciarse, el Congreso Constitucional, oirá
la opinion pública, dictará con reposo las reformas que sean
análogas á los intereses y al bien de Bolivia" ¡oh qué bellos
hubieran sido estos sentimientos si el general Sucre, los hace
efectivos en un principio, y cuando nos dieron esa Constitu
cion bajo del peso de 9 mil soldados extranjeros! Esta bella
máxima que no la recordaron, cuando el sayo les venia, y
que ahora se rejistra en diversas pajinas del Mensaje, debie
ron tener presente en aquella época y solo en ese caso debia
ser aplicada por el autor del Mensaje, Ahora es tarde y á des
tiempo. Es verdad que nosotros podemos y debemos procla
—429—
marla: ¡pero en el general Sucre! es escupir contra el viento,
para que le caiga en la cara. Es probar mas su mala fé, y ha
cernos ver que solo una malicia y no una ignorancia, la hizo
callar ú omitir en época anterior.
Pero tambien repito, continúa, que jamás, jamás reconocere
mos refirmas hachas en medio de las bayonetas enemigas. Ya
hemos dicho antecedentemente que miéntras el autor del
Mensaje no nos muestre las patentes que tiene para hablar
á nombre de la Nacion y como apoderado de ella, desconoce
remos esos oficiosos procedimientos, y esa blandura de oveja,
mientras que era un fuerte lobo en tiempo en que pudo hacer
las efectivas. El ser criminal cuando hubo eleccion y libertad,
y aparecer virtuoso cuando la necesidad le obliga á hacer pre
cisamente una cosa ó accion, mas antes que á virtud, debe
interpretarse á hipocresía. Repetimos, ya es tarde la procla
macion de estas máximas. Por lo demás, de esas acusaciones
que hace á la Nación Peruana, de la fusion de ambas repúblicas,
de agregar á esto los departamentos del Cusco, Arequipa y Puno
&. &., son cosas que todo boliviano, y el mundo entero pue
de juzgar. La conducta noble de esta Nacion vecina, ya ha
contestado de un modo público y desmentido altamente es
tas imputaciones, con que se ha intentado con la mas negra
perfidia, alarmar á los habitantes de Bolivia. Ojalá que la
conducta de los peruanos hubiera sido el modelo que se hu
bieran propuesto los anteriores libertadores! En este caso,
¡qué de bendiciones y de sentimientos de placer, que nó nos
ha sido dado fomentar, hubiéramos ejercitado!!
¡Qué celoso se halla el autor del Mensaje por la libertad de
Bolivia! ¡Con qué entusiasmo declama contra el uso del derecho
bárbaro de la fuerza! ¡Y cómo podríamos cuanto dice en es
te documento contra las armas é intervencion de los auxilia
res del Perú, aplicárselo a él y á su ejército de Colombia!
Mas vamos al singular apelo especialmente al Libertador, acla
mado por la República padre y protector de Bolivia, para que
defendiéndola de sus enemigos &. Esas protestas de nulidad,
*tsa autorizacion á los ciudadanos miliUires, ese hablar á nom
bre de la República, cuando era nada por las capitulaciones
de Piquisa, y mas nada aun por su dimision que habia hecho
tres Dieses antes, depositando la autoridad en el Consejo de
Ministros es un lenguaje que asombra. ¡Con qué poderes se
ha erijido en representante ó procurador de la Nacion! ¿Con
qué facultad, aun dado el caso de que estuviese encargado de
lo ejecutivo de la Nacion, hace protestas y actas que exi-
jen deliberacion, estando existente y en actual ejercicio el
Congreso Constituyente? ¡Cómo se escribe que el autor del
Mensaje estuviese en su juicio al hablar con una confianza
—430—
como si fuese toda la Nacion, en circunstancias que era un
particular!
La conducta que tiene en este trozo que analizamos, es en
todo consonante á su desesperacion, á su conducta en aquel
tiempo, y á la carta de Infante al general Urdininea que
hemos insertado y por la que le asegura .que han pedido
auxilio por triplicado al jefe de Colombia, creyendo así mismo
que el general Bolivar no los desamparará. Estos hechos son
muy notables para que puedan pasarse en silencio. Y despues
de esto, ¿qué deberemos pensar de los documentos oficiales
que ha insertado en su número 3? nuestro estimable coes
critor la Crónica? Cómo salvar esta antilojia insostenible que
resulta de la comparacion de estos dos documentos. El fuego
concentrado en la imajinacion del autor del Mensaje, parece
no haber tenido sino calor para comunicar su frenesí, sin
poder ilustrar su espíritu sobre la compatibilidad ó incompa
tibilidad de sus principios ó consecuencias. Cualesquiera que
tire una mirada sobre los documentos citados, creerá que son
dos individuos totalmente de distintas y aun contrarias opi
niones los autores de él. Sin embargo es uno mismo, el que
los dá bajo su firma. Y el mismo que apela en su Mensaje al
Libertador, el mismo que pidió auxilio á Colombia por tripli
cado, para que atacase al Perú, el mismo que opinaba que
debia darse accion á toda costa para que las naciones vean á
la distancia que han entrado sobre cadáveres, y calculen que
es contra la voluntad nacional: es el mismo que ofrece al
Gobierno del Perú mediar é interponer sus respetos particu
lares para que no inicie una guerra fratricida. ¡Qué es esto!
¡hablan de conciencia los criminales! Quieren la paz los mas
obstinados en la guerra. Ojalá esta antilojia que notamos no
sea tal, sino un verdadero arrepentimiento, aunque fuera
efecto de posteriores convicciones, y de haber visto la impo
sibilidad de obtener suceso en una guerra tan sin objeto para
ellos, y tan popular para el Perú y Bolivia.
En tal caso seria de esperar, á lo menos así lo dicta la na
tural razon de las cosas, que las protestas, y salvos de derecho
y apelos, y demás acaloramientos de antaño que quedaron
colgadas en el Mensaje para que á su tiempo tuviesen efecto,
se suspendiesen así mismo, por otra solemne protesta tan
valedera como la á que nos referimos. Seria así mismo ape
tecible que la seguridad individual que quedó colgada, ha
biéndose dicho cuando se suspendió, que hasta la vuelta no
se quitaría esta suspension, que alzase así mismo, pues que
hasta la fecha ignoran los editores del "Nacional" se haya
hecho esto. En tal caso, y supuesto que el autor del Mensaje,
es el autor mas moderno aun de las notas á que nos hemos
—431—
referido, seria de desearse que esa palinodia cantada en este
ramo, se cantase así mismo y con mayor razon, sobre los
insultos y dicterios de traidores y facciosos con que nos honra
en esta misma parte del Mensaje que tenemos á la vista.
Ejército Peruano.—E. M. G.— Cuartel General en Loja.—Di
ciembre 30 de 1828.
Al señor Ministro de Estado del Despacho de Gobierno y
Relaciones Exteriores.
Señor Ministro:
S. E. el General en Jefe al ocupar esta provincia con el
ejército de su mando, me ha prevenido se ordene al goberna
dor que se ha nombrado en ella don Manuel Carrion lo que
verá US. en la nota que trascribo para que se sirva ponerla
en conocimiento de S. E. el Vice-presidente.
"Habiéndose encargado á U. el mando de la provincia, y
siendo el objeto del ejercito del Perú sostener decorosamente
los verdaderos intereses de nuestra amiga Colombia, por los
que han hecho los pueblos heroicos sacrificios, y consecuente
S. E. el General en Jefe con las prevenciones de su Gobierno,
me manda decirle: que haga U. se observe extricta y puntal-
mente la Constitucion de Colombia: que esta se respete segun
corresponde, y que ella sea la única norma que rija á los ma-
jistrados.—Los pueblos que nao visto con el mayor horror
los ultrajes hechos al código que por sus comitentes se dieran
para ser rejidos, y el resultado de su supresion, quieren tener,
en sus personas derechos y propiedades, garantías que los
pongan fuera de los ataques del despotismo; y esta es una
razon mas que obliga al ejército á sostenerlo; ¿y qué cosa mas
sagrada, señor, que un código formado por lejítimos repre
sentante de unaÑacion, sancionado y jurado por los pueblos
y un ambicioso ha de clavarlo en su espada? Horroriza tal
conducta y vivir sin leyes análogas, es morir civilmente.
Para los fines consiguientes tengo la honra de comunicarlo
á U. suscribiéndome su atento servidor."
Con cuyo motivo y por hallarse ausente el señor coronel
Secretario General de S. E., tengo la honra.de comunicarlo á
US., repitiéndome con la mayor consideracion, su atento ser
vidor—Señor Ministro —P. Bermudez.
—432—
Al Ejébcito Peruano.
¡Soldados!—Ha sonado la hora del combate, y de acreditar
al mundo que teneis coraje, para vengar el desprecio con que
se mofan de vuestras virtudes los jefes que se han pronuncia
do servilmente por el absolutismo del general Bolivar, olvi
dando las glorias que han adquirido cuando peleaban por la
libertad de su patria.
¡Soldados!—El territorio que pisais es amigo, sus habitan
tes nos reciben con los brazos abiertos, porque saben que
somos sus buenos hermanos, y que no venimos á su casa para
saquearlos, ni dominarlos, sino en persecucion de nuestros
enemigos—los facciosos—partidarios del Dictador de Colom
bia,—que los aflijen de muerte, y que se empeñan en mancillar
nuestro honor, contra éstos habeis armado las bayonetas,
porque nos han declarado la guerra mas injusta con el objeto
de volver á encadenarnos. ¡Miserables! Ellos pagarán bien
caro su desvarío y arrogancias: sus mismos soldados conocen
ya, que no son jefes lejítimos, y los abandonan, pasándose á
nuestras filas: su fin será desastroso, á ménos que se reconci
lien luego luego con su patria y con el Perú.
¡Soldados!—Están con vosotros nuestros compañeros de ar
mas del Ejército del Sur, que penetraron por la misma causa
el suelo de Bolivia, y despues de haber contribuido poderosa
mente á que se destruyese el imperio extranjero, que lo tenia
humillado, y que pretendía establecerse igualmente en el
nuestro, segun la combinacion acordada entre el gobernante
de aquella República desgraciada, con el "absolutista" de
Colombia; repasaron el Desaguadero, dejándola entregada á
sus propios hijos.
¡Soldados!—Sois valientes, y moderados: no apeteceis el
decantado título de libertadores, porque lo han hecho ridícu
lo y sospechoso, los que se lo han arrogado para deslumhrar
y conseguir hipócritamente sus malvados intentos; todos los
hombres libres observan vuestra conducta y la aprueban con
aplauso; los aspirantes y bajos aludadores se confunden; aca
bemos pues con los americanos desuaturalizados, que atrepe
llan los derechos de la Nacion Colombiana, y amenazan la
existencia política de nuestra patria.
¡Soldados!—La posteridad mas remota admirará esta em
presa graudiosa, y recordará siempre con ternura y gratitud,
vuestra fraternidad y sentimientos jenerosos.
Cuartel General en Gonzanama, á 26 de Diciembre de 1828.
El General en Jefe del Ejército Peruano—José de La-Mar.
—433—
Al Ejército Colombuko.
¡Soldados!—Los campos de Pichincha, de Junin y de Aya-
cucho presenciaron la union y valentía con que se dispararon
. vuestras armas, y las Arjentinas y *las Peruanas contra el
ibero opresor, reportando tres victorias señaladas que deci
dieron nuestra ¡independencia y nos dió gloria, opinion y li
bertad.
Y ¿será posible que se tomen ahora esas mismas armas para
matarse Peruanos y Colombianos, solo porque conviene así á
la pérfida ambicion de unos cuantos jefes vuestros que se han
empeñado en dividirnos, y hacernos recíprocamente sospecho
sos para llevar mejor al cabo sus planes liberticidas? ¡Alevo
sos! No conseguirán su objeto; el Ejército Peruano marcha
contra ellos, porque están ya descubiertas sus maquinaciones,
porque ellos nos han insultado|torpemente, y porque ellos han
querido en fin esta guerra fratricida que ha declarado al Perú
el Dictador de Colombia.
¡Soldados!—Olvidándose estos propios jefes del renombre
ilustre, que adquirieron con vuestro servicio cuando se batie
ron, porque su patria fuese independiente y libre, se han
prostituido ignominiosamente declarándose por el general
Bolivar, que si fué en tiempo el idolo de Colombia y del Perú,
es en el dia su mayor tormento.
¡Soldados!—Desertad de esas filas degradadas porjefes que
deben considerarse como traidores á la Nacion; unios á las
peruanas como lo han verificado ya muchos bravos granade
ros á caballo del rejimiento de Junin; en ellas encontrareis
amigos y fraternidad, hagamos causa comun con los pueblos
y exterminemos la tiranía que los acaba y consume. El Ejér
cito Peruano se retirará entonces á su nativo suelo, y dará
una nueva prueba de su desinterés y amor á la gloria.
Cuartel General en Gonzanama, á¡26 de Diciembre de 1828.
El General en Jefe del Ejército Peruano—
José de La-Mar.
Tom. vra. HlíTOEIA—55
434
A LOS PUEBLOS DEL ECUADOR.
¡Compatriotas!—Las armas del Perú no vienen trayendo
desbastacion y muerte: ellas son las armas de la libertad y de
la patria.
La América está amenazada de perder en un solo dia cua
tro lustros de sacrificios y de gloria. La América entera debe
levantarse en masa, y se levantará sin duda contra los delirios
de la ambicion.
El Perú que ha sido el primer teatro en que se ensayaba la
tiranía coronada, ba debido tambien ser el primero en armar
se contra ella, y manifestar al mundo, que si desgraciadamen
te ha sido de los postreros en proclamar la independencia, no
quiere ceder á nadie la palma de ser el primero en conquistar
y defender la libertad.
¡Compatriotas!—Este es el único objeto del Ejército Perua
no que tengo el honroso orgullo de mandar. No el ánsia de
gloría, ni la sed de conquistas, nos han puesto las armas en
la mano. Es solo por sacudir ;el yugo, que se nos habia im
puesto alevosamente, y por contener en su oríjen el torrente
de males en que se nos quiere sumerjir. r
Este mismo beneficio venimos á proporcionaros. Acostum
brados como estais á ser engañados, no pretendo ser creido
sobre mi palabra. Atended á los hechos. Ved lo que acaban
de hacer nuestras tropas en Bolivia. Fueron invocadas por
aquella República oprimida; acudieron á su socorro—la auxi
liaron poderosamente—para que se rescatase de una servi
dumbre tan dura como vergonzosa, y se retiraron para que se
constituyese en libertad: han vuelto, en fin, sin mas compen
sacion, que las voluntarias bendiciones de aquellos pueblos y
su amistad sincera. Esta jenerosidad del Perú, este noble
comportamiento del Ejército, no se desmentirá jamás. Com
parad tambien, mis caros compatriotas, comparad la conducta
del Gobierno del Perú, con la del jefe absoluto de Colombia,
y decidid vosotros mismos. El Perú, al salir de la peste dic
tatorial, en medio de las convulsiones que son consiguientes
á una súbita transformacion, y cuando se hallaba amenazado
por Norte y Sud de una guerra desoladora, entónces reune la
Representacion Nacional; entónces escribe y pone en ejercicio
sus leyes, porque sabe que las leyes creando y encendiendo
el amor pátrio que todo lo puede, y formando el espíritu pú
blico que se atreve á todo, son la verdadera fuerza de los
Estados.
—435—
El Dictador de Colombia al contrario ha publicado el céle
bre "decreto constitucional", que ha suplantado la Constitu
cion de su patria, libelo horrendo contra la libertad, vaciado
en el molde de la famosa carta, que es la excecracion de am
bos mundos. A este insulto nefando el pueblo de Colombia
ha respondido dignamente; se irrita, se reune, acomete al
causa del tirano, atrepella y desbarata su guardia mercena
ria, lo persigue y solo por una fuga afrentosísima salva su
existencia. Tambien sobre el mar se ha manifestado el ascen-
drado amor de Colombia por la libertad, y ya vemos incor
porada á nuestra escuadra una parte de la fuerza marítima
que el Dictadorjtenia en el Pacífico.
¡Compatriotas!—¿Qué quiere decir todo esto? Que por todas
partes los libres se revelan contra la opresion, y los buenos
patriotas contra los proyectos y malas artes de la ambicion;
y que el pueblo colombiano, y aquellos beneméritos soldados,
que sintiendo un noble valor, desdeñan de servir al despotis
mo, han querido añadir un nuevo timbre á las glorias que han
adquirido en los campos del honor con su jenerosa traicion á
la tiranía.
Pueblos del Ecuador que tanto os habeis distinguido por
vuestro patriotismo: mirad la suerte que os espera en la que
han sufrido los buenos ciudadanos que eran el orgullo de
Colombia—proscriptos—arrastrados ignominiosamente ante
tribunales vendidos al poder—encarcelados con los mas viles
malhechores.—Quizás en este momento han pagado en un
patíbulo el crimen de haber amado á la libertad con virtudes,
y á su patria sin aspiraciones. Quizás ya no existen esas
víctimas ilustres.
¡Compatriotas!—El Ejército Peruano dispuesto como viene
á sostener su honor y sus leyes propias, puede ayudaros á
restablecer vuestras libertades y el órden, trastornadas por la
mas obstinada ambicion. Nada mas se necesita que vuestra
voluntad para facilitar y apresurar ol instante, en que dos
pueblos amigos puedan darse el estrecho y sincero abrazo de
la fraternidad y seguir marchando juntos en la senda de la
prosperidad, sofocando discordias civiles y tiranos.
Cuartel General en Gonzanamai á 26 de Diciembre de 1828.
El General en Jefe del Ejército Peruano—
Jose de La-Mar.
COMUNICACION DIRIJIDA POR EL COMANDANTE ACCIDENTAL DE LA
Escuadra, al señor Secretario General de S. E. el
General Presidente.
Comandancia accidental de la Escuadra del Perú.—Fragata
"Presidente* al ancla en la ria de Guayaquil.—Diciembre 15
de 1828.
Al señor Secretario General Ministro de Guerra y Marina.
Señor Ministro:
De resultas de una expedicion que mandé al Morro con un
oficial y doce soldados parla sorprender al comandante militar
y ocho soldados de caballería que tenia, se ha sublevado este
pueblo, y levantado una montonera de cien hombres armados
de lanza: hoy me avisan que necesitan fusiles, pero como no
tengo sino los precisos para la fragata, lo noticio á US. por
si tiene á bien ordenar la remision de algunos.
Dios guarde á US.—José Boterin.
Editorial de "La Prensa Peruana" Núm. 117, del Jueves
22 de Enero de 1829.
Por fin nuestras tropas han penetrado ya en el territorio de
Colombia, sin experimentar la mas lijera resistencia de parte
de los que tiempo ha amenazaban al Perú con que era llegada
la hora de vengar los agravios que suponian haber recibido
aquella República de nuestro Gobierno. Esta resolucion del
general Presidente del Perú ha sido tomada en la mas feliz
oportunidad, y puede asegurarse que la Providencia, siempre
—437—
atenta á la conservacion y mejoramiento de los pueblos vir
tuosos, acelera el dia eu que Colombia protejida por las armas
peruanas, recobre su libertad y logre todo el fruto de sus he-*
róicos esfuerzos por ver restablecido el imperio de la ley sobre
cuya ruina intenta alzar el suyo el general Bolivar. Si tan
lisonjeras esperanzas debiera concebirse con solo los primeros
pasos que ha dado el Ejército Peruano, si el ejemplo de otra
República hermana auxiliada por nosotros en la defensa de
sus derechos es bastante á confirmarla; el estado de eferves
cencia en que se halla Colombia, el grito de libertad y ódio
al tirano que ha resonado en varios pueblos do aquella Repú
blica, la denodada y firme determinacion de los jefes que se
han puesto á su frente, las ventajas que han reportado, y los
recursos que han encontrado para sostener una reaccion po
derosa que afirme el sistema liberal de su patria, todas estas
y otras muchas circunstancias hacen infalible el buen éxito de
una guerra á que se nos provocó á nombre de los mismos
colombianos, que en el triunfo de nuestras armas miran el de
su patria y sus instituciones.—Decimos esto con referencia
á los coroneles Obando y López. La insurreccion de estos je
fes es de la mayor importancia para todo el Sur de Colombia.
Yahabian derrotado al coronel Mosquera, tomado municiones,
reclutas y dinero que se remitían al general Flores, y se les
habian rennido muchos oficiales cuyo número so aumentaba
diariamente. Conocido es el valor de los naturales de Pasto
y la firmeza con que sostienen el partido que abrazan. ¿Qué
no deberá pues esperarse hallándose á su fronte buenos jefes,
y subalternos de probadas aptitudes, pudiendo ocupar las
ventajosas posiciones que ofrece una provincia quebrada y
extensa, y teniendo al mismo tiempo todos los elementos
necesarios para sostener Ja especie de guerra porque se de
terminen? Entre tanto el general Flores aborrecido en los
pueblos que ocupa, por las vejaciones á que los ha sometido,
se halla precisado á dividir su atencion entre los peligros que
se le presentan por parte del coronel Obando, y por nuestras
fuerzas que ya le buscan y persiguen.
Tal es el favorable aspecto de una campaña en que se pro
metía el general Bolivar un triunfo fácil y cierto que asegu
rase su dominacion en tres repúblicas, y escarmentase A los
pueblos que se atrevieron á resistir sus caprichos. Él imajiuó
en su ambielon qué podia disponer arbitrariamente de sus
conciudadanos, y que el Perú carecía de virtud para oponér
sele; mas se ha engañado miserablemente. Los pueblos de
Colombia han conocido que una misma es con la suya nuestra
causa; que defendemos unos mismos intereses, y que el mayor
para ambas repúblicas es la destruccion de un poder que
—438—
oprime á la una, y se esfuerza por avasallar á la otra.—
Empero tan grandes probabilidades de nn buen éxito se des
vanecerían, si confiando en ellas demasiado, se entibiase el
entusiasmo que se ha mostrado en el principio, y cada uno de
los ciudadanos rehusase los cortos sacrificios que muy poco
tiempo deben exijírseles para poner á salvo nuestra seguri
dad exterior y cubrir do gloria el nombre peruano.
ESTADOS-UNIDOS.
Artículo sacado de un periodico de Nueva-York. (1)
Tenemos actualmente á la vista el Manifiesto del Gobierno
de Colombia ó mas bien, de Bolivar, en que se expresan los
fundamentos, para hacer esta guerra al Perú. En él se habla
extensamente, y en términos generales del estado de debili
dad 'del Perú, antes de la expulsion de las tropas españolas
de su territorio; del envío, á solicitud suya, de las colombia
nas para su auxilio, de los triunfos reportados por ellas; y
(con una certeza, de que no se dá la menor prueba) de la
total incapacidad del Perú en todos tiempos, paro emprender
por sí cosa alguna; añadiéndose, que sí permanecieron allí
las tropas colombianas, despues de estar libre de la domina
cion española fué porque su Congreso lo pidió así al de
Colombia. Y aquí dice el Manifiesto, comienza el Perú sus
agravios, ó males inferidos á Colombia.
Nosotros hallamos muy oportuno recordar á nuestros lec
tores, que esa época, designada en el Manifiesto, era precisa
mente aquella, en que Bolivar en directa contradiccion con
todas sus pomposas declaraciones, protestas, y juramentos,
hechos públicamente introdujo, valiéndose de la fuerza, y
débiles arterías, el sistema boliviano en el Perú; y ¡que ese
fué tambien el período, en que un número considerable de
colombianos y peruanos clamaban por el regreso á su país de
las tropas auxiliares. No hay pues la menor duda (y .esta es
la ¿opinion do todos los hombres sensatos, ó imparciales) de
(1) Damos lugar íi esto artículo cu nuestro periodico por lo muy interesante que es,
y poique al mismo tiempo que debemos congratularnos encuentre defensores nuestra
justicia on este país previlejiado, se vean aducidas casi las mismas razones expuestas
i n ol Manifiesto de nuestro Gobierno. Esto último no es extraño, la razon y la justi
cia es única. Lo mismo so dirá en Constantinopla, San-Petersborgo, Madrid, Paris,
Londres, etc. que en los Estados-Unidos.
—439—
que Bolivar solamente ha sido la causa de I03 males de que
él ¡se lamenta hipócritamente, y que muy de veras aquejan
ahora á aquellas dos repúblicas. Pero sigamos el Manifiesto.
Al Gobierno del Perú se le hace cargo, de haber instigado
al ejército auxiliar á la insurreccion. Mas ¿quién no vé, que
esto solo se asegura por meras sospechas? Porque aquel ejér
cito que sufría de ksus jefes las mas tiránicas restricciones,
junto con la injusta prohibicion, de no corresponderse, ni aun
con sus mismos compatriotas: y que al mismo tiempo veia los
esfuerzos continuos que se hacian por Bolivar, y sus partida
rios, para trastornar su país natal, y establecer en él los
detestables principios del código boliviano, llegaron á disgus
tarse, como era muy natural, en tanto grado, que se declara-^
ronjabiertamente contra ellos. Entónces el Gobierno del Perú,
libre del influjo de la fuerza y no estando ya contenido por
la presencia de Bolivar, manifestó justamente, en uso de los
derechos imprescriptibles de la naturaleza, una total resisten
cia á (la Constitucion Boliviana, que tanto aborrecía; y de
consiguiente quedó esta enteramente destruida. Sí este acon
tecimiento fué para Bolivar un mal grandísimo, de que él se
queja muy amargamente, aunque sin ninguna justicia, es
preciso confesar que naturalmente debia verificarse, sin es
peranza alguna de remedio; no obstante que sus ambiciosos
planes le [hacían creer, que lo tendrían fácilmente; así como
cualesquiera otros que ulteriormente ocurriesen. En este tiem
po se hallaba Bolivar en el Norte de Colombia, en donde con
escándalo ¡imponderable se apropió el poder de perdonar la
rebelion del general Paez, como pasó que le era muy conve
niente, para, ya fuese intimidando la Gran Convencion, ó
destruyéndola, lograr el establecimiento del Imperio, por el
que tanto ha anhelado.
Las tropas auxiliares de [Colombia, al llegar á Guayaquil,
publicaron una declaracion £n favor del Vice-presidente San
tander, y de la Constitucion^ y el Manifiesto dice, que fueron
allí, como invasores, favorecidos del Gobierno del Perú, ¿y
qué pruebas sostienen esta asercion? Solo se exhiben sospe
chas, que dimanadas de apariencias equivocas, pertenecen á la
clase de voluntarías; porque es muy del caso notar, que la
difícil situacion de Santander no le permitía aprobar abierta
mente la conducta de las tropas auxiliares, y que despues de
algunas ocurrencias en Guayaquil, tan desgraciadas, como
imposibles de haber sido previstas, fué absolutamente indis
pensable, que una parte de los oficiales se salvase de sus ene
migos, acojiéndose al Perú, que no podia entregarlos á ser
víctimas del furor de ellos. Ni un momento vacilamos, en
asegurar, que por mas que Bolivar se esfuerzo en hacer abo
—440—
niinable la conducta de la division, ella será siempre plausí*
ble, por la inmensa importancia de sus resultados; y tambien
por su naturaleza, incomparablemente mas justificable, que
la rebelion de Paez, excitada, fomentada,'y aprobada por Bo-
livar, no obstante de haber sido un crimen de lesa República,
por dirijirse á la destruccion del Gobierno, y de la Constitu
cion, que años habia estaba pacíficamente jen observancia, y
por haber sido causa de considerable efusion de sangre.
El Manifiesto alega además;—que un Enviado de Colombia
cerca de Bolivia fué detenido en el Perú, y obligado á pasar
á Lima, despues de haber sido rotos sus despachos: que tam
bien fué detenido un ayudante de campo, enviado con una
espada para el general Sucre en Bolivia: que el Perú envió
despues tropas á las fronteras de Colombia; que aunque man
dó un Plenipotenciario, para dar satisfaccion de cualquier
queja que abrigase Colombia contra el Perú, este Enviado
no fué autorizado, ni para acordar el pago de lo que este
Gobierno le estaba debiendo por los auxilios prestados, ni
para la devolucion del territorio reclamado: que el Pleni
potenciario negó el convenio sobre las tropas auxiliares;
propasándose basta el extremo de insultar á los oficiales del
Ministerio de Colombia: que á las tropas colombianas en
Bolivia se les negó el tránsito por el territorio del Perú de
que resultó el movimiento de la insurreccion de ellas ocurrido
en la Paz en Setiembre de 1827: que el Perú invadió sin de
claracion de guerra á Bolivia, aliada de Colombia, ó mas
propiamente diremos, hija predilecta de Bolvcan que convidó
á las tropas de esta República á desertar de sus banderas y
unirse á las del Perú: que permitió que un destacamento de
su ejército pasase las fronteras de Colombia, tremolase allí
sus banderas, y excitase á los colombianos á la rebelion: que
tambien permitió, que Colombia fuese insultada por los ofi
ciales del ejército del Perú, y porisus periodistas: finalmente,
que el Perú ha intentado invadir algunos puntos de Colombia.
Todos estos pasajes (que unos son conocidamente supuestos,
otros enteramente infundados, y otros muy exajerados, ó des
figurados; y cuyo esclarecimiento exijia comunicaciones mú-
tuas, amigables, y de buena fé) han sido, no la causa verda
dera, porque está exclusivamente ésta vinculada en el loco
empeño de Bolivar de dominar al Perú y á toda la América;
sino unos meros protestos, de que él se vale ahora, para hacer
la guerra al Perú. Sin duda debe ya haber sufrido este ener
gúmeno mucha humillacion, y vergüenza, si ha llegado á dar
siquiera una ojeada sobre la desesperada, y funesta situacion
en que le han colocado sus ambiciosos designios. Ello» solos
le han precipitado, á tomar la medida de semejante guerra,
—441—
que siendo tan escandalosa, injusta, y contraria á la opinion,
y principios de ambos Estados, lejos de poderle ser favorable,
necesariamente, si no retrocede de ella, le hará terminar de
un modo desastroso su vida política. ¡Qué asombro! El que
cometió el atentado de usurparsela autoridad de la Nacion
para perdonar á un reo de lesa República, como el general
Paez, y á disolver la Gran Convencion de Colombia á fuerza
de bajas intrigas, se atreve ahora, á introducir una funesta
enemistad entre dos Repúblicas, que por todos respectos deben
ser eternamente amigas: sin concurrir de parte de Bolivar
otro motivo, que su anhelado sistema de dominacion arbi
traria.
A nosotros nos parece tan imposible logre Bolivar sus ini
cuos designios, que no tememos asegurar, que muy en breve
se realizárá lo que con ansia suma deseamos, y confiadamen
te esperamos; de que las huestes peruanas de consuno con
los pueblos de Colombia derrocarán á este usurpador, ponien
do así término á su cruel opresion, y horribles perfidias, para
restablecer entre ellas la paz, de un modo inalterable, y es
trechar indisolublemente sus amistosas relacionest para su
mutua felicidad, y engradeci miento. Estos son nuestros sin
ceros votos, que tenemos el placer de publicar, como un home
naje, á que por muchos títulos las consideramos acreedoras.
(El Telégrafo.)
BOLIVIA.
La Asamblea Convencional.
Considerando:
Que las circunstancias extraordinarias del momento exijen
una medida correspondiente á la naturaleza que urje:
Que la República se halla accidentalmente en acefalía: 1
Que los protestos verdaderos, ó falsos que han atraido la
espantosa crisis que gravita sobre este pueblo, son la existen
cia de una faccion que ha asumido un carácter, y una investi
dura ilegal para hacerse árbitra de la suerte de la Bepública;
y siendo preciso ocurrir al remedio urjentemente;
Tom. vm, Historia—56
—442—
Ha sancionado la siguiente ley:
Art. único. Atendidas las circunstancias del instante, se
autoriza al general de division José Miguel de Velasco con
el Poder Ejecutivo de la República, entre tanto que esta
Asamblea delibere lo conveniente á la salud pública.
Comuniquese, publíquese y circúlese. Dada en la sala de
sesiones en Chuquisaca, á 31 de Diciembre de 1828.— Crispin
Diaz de Medina—Presidente.—Es cópia—Manuel Ruperto de
Orosco, Diputado Secretario.—Fermín Eyzayuirre, Diputado
Secretario.
Proclama.
El coronel Mariano Armaza, á sus conciudadanos y compañeros
de armas.
Compatriotas:—Los desaciertos de unos pocos hombres fal
tos de conocimientos conducían ú la patria al precipicio, sin
embargo de los grandes trabajos que concluyeron en Piquisa
para sacarla de la nulidad en que yacia: pero la patria se ha
salvado ayer. Los que elevaron al señor general Pedro Blan
co á la Presidencia de la República, no atendieron al estado
de los negocios en las diferentes secciones del Sud-América,
ni las circunstancias que debieron adornar á las personas que
se encargasen de la administracion del Estado. Esta inadver
tencia ha ocasionado un cambiamiento indispensable á la fe
licidad del país; todos debemos concurrir á tan santo objeto;
yo os invito, conciudadanos, á nombre de la patria.
Soldados: ¡Inmortal es vuestra gloria! Ayer habeis asentado
la primera piedra del edificio de la prosperidad pública. El
clamor general impetraba vuestros esfuerzos para preservar á
la Nacion de grandes desgracias, y llenos de virtudes volás-
teis en su socorro.
Soldados:—Vuestros compañeros de armas han aplaudido
vuestra conducta en todos los puntos de la República: no
decaigais de vuestro loable propósito, y os hareis dignos de
la gratitud de la patria, y de los elojios de la posteridad.
Chuquisaca y Enero 1? de 1829.—Mariano Armaza.
—443—
Manifiesto que el coronel Mariano Armasa presenta al pública
para satisfacer á sus conciudadanos sobre las poderosísimas
razones que lian dado lugar al cambiamiento del Gobierno,
ejecutado en 31 de Diciembre último.
Veinte años de combates, derramamientos de sangre y pa
decimientos de toda especie, han testificado al mundo que los
pueblos americanos ningun sacrificio perdonan en defensa de
sus derechos. Esta leccion sublime cuya descripcion formará
mi capítulo brillante en los anales del Universo, debiera te
ner un grande influjo en las deliberaciones de los escojidos
del pueblo para labrar su felicidad; debiera ser un freno sa
ludable á las pasiones; debiera ser una regla invariable de
conducta en los hombres llamados á rejir los destinos de la
Nacion. Pero, ¡oh desgracia! Ni los repetidos desastres sufri
dos por tanto tiempo, ni la experiencia adquirida por conti
nuas oscilaciones, ni los trastornos lamentables que aflijen á
nuestros vecinos, han sido hasta ahora suficientes para1 inspi
rarnos cordura, y amor á la justicia! Desatendemos al bien
público por dar pábulo á nuestras afecciones privadas, ¡y
queremos ser felices!!!
Para libertar á Bolivia del yugo de los extranjeros arrostran
centenares de sus hijos los peligros mas eminentes: el Perú
mueve sus ejércitos, y se empeña en una guerra peligrosa:
todo esto será perdido.—A pesar de que el grande hombre
que ha dado impulso á estos acontecimientos esté altamente
designado por la opinion general para dar la última mano á
la felicidad pública; unos pocos individuos apegados constan
temente á su interés particular preferirán á un inepto, apo
yados en que prestó un aparente servicio.—Este jóven inex
perto, sin conocimientos ni experiencia, no tendrá voluntad
propia, y cometerá mil errores desde el momento de su elec
cion.—Unos hombres sin talento formarán su Consejo; ellos
no consultarán las leyes, la razon ni la justicia, y no tardará
el momento en que todo respeto se atropello y desaparezca
la seguridad de los individuos y de las cosas.—Si así se hu
biese verificado, ¿qué habrian aprovechado á Bolivia tantos
y tantos sacrificios? ¿Pero será esto creibleí—Vamos á de
mostrarlo.
El general Pedro Blanco prestó su juramento como Presi
dente de la República en 26 de Diciembre, y el 31 fué de
puesto.—En solo los cuatro dias que ha durado su Gobierno,
se han perpetrado las siguientes infracciones de ley:
—444—
1? Quitó de su propia autoridad á la República el nombre
de Bolivia que le habia sido dado por decreto de la Asamblea
deliberante, y sin embargo de hallarse rennida la Asamblea
Convencional, única autoridad á quien compete derogar 6 nó
aquella ley. Aunque este procedimiento no ha disgustado á
persona alguna, debió no obstante verificarse por la via legal,
pues no es lo mismo la voluntad del ciudadano y la rectitud
de la majistratura.
2* No ha usado del sello nacional en los despachos ó notas
oficiales que ha pasado á la Asamblea Convencional, subro
gándole otro particular.
3? Ha violado la determinacion de la Asamblea Conven
cional nombrando Ministros antes de recibir el Reglamento
provisorio que debia prescribir sus facultades, y bajo cuya
regla indispensable juró ejercer su autoridad.
4? Presentó un proyecto de ley de amnistía en favor de
delincuentes no conocidos, con que diverjía en lugar de con
fluir los ánimos, no obstante que la Asamblea Convencional
habia exonerado al Ejecutivo de la iniciativa de las leyes.
5? Despojó á honrados militares de sus destinos, sin causa
ni forma alguna de proceso, sin embargo de sus aptitudes,
sobresaliente conducta y servicios á la patria, queriéndose
disculpar con que se lo exijian así los sujetos que le rodeaban
y era preciso darles gusto.
6? Confirió la Comandancia General de toda la caballería
al coronel Ramon Gascon, español de nacimiento, capitulado
en Ayacucho, y uno de los mas decididos sostenedores del
general Sucre.
jSi en el imperceptible espacio de cuatro dias este Gobierno
ha cometido tan clásicos errores, qué habría sido de nosotros
si hubiese durado mas tiempo?
Al presentarse en esta capital el general Blanco, vino ro
deado de una escolta de caballería escojida y un batallon para
la guardia de su persona. ¿Puede conjeturarse que la Asam
blea Convencional deliberase libremente con semejante apa
rato de fuerza armada?
Compatriotas: teneis descifrado el arcano del suceso que os
sorprendió en el dia de ayer. La conocida ineptitud del ge
neral Blanco para el mando de la República; los atrevidos
pasos que dió contra las leyes y la justicia en los cuatro dias
de su administracion, y la desconsoladora perspectiva que se
presentaba para lo futuro, han pronunciado el voto público
contra su permanencia en el mando. Los virtuosos militares
que ayer le han descendido de su puesto, no han hecho mas
que ponerse á la cabeza de la voluntad nacional para preser
var á la patria de los males que la amenazaban sin recurso.
—445—
Ni la ambicion, ni los resentimientos los han inspirado el
cambiamiento; su conducta os lo comprobará: solo han tenido
por objeto la felicidad pública y 'algun dia les tributareis
vuestro agradecimiento!
Chuquisaca y Enero 1? de 1829.
Mariano Armaza.
Editorial de "La Prensa Peruana" Num. 120, del Martes
3 de Febrero de 1829.
Estos son los únicos documentos que han llegado al Go
bierno sobre la violenta deposicion del general Blanco, que
obtuvo la Presidencia de Bolivia por eleccion de la Asamblea
Convencional en su sesion de 17 de Diciembre último. El
Ministro de Guerra Armaza, valiéndose de la tropa que su
hallaba acantonada en Chuquisaca, hizo el cambiamiento del
Gobierno por los motivos que expresa en su Manifiesto, y que
no podemos calificar por falta de los demás datos que son no
cesarios para formar un juicio seguro. Este acontecimiento
debe tener grande influencia en la marcha de aquella Re.
pública, que deseáramos no fuese el teatro de semejantes
escenas al principiar á usar enteramente de su libertad de
mocrática; pues no deja de ser igualmente sensible la necesi
dad ó la injusticia de tal procedimiento.
Las primeras noticias que de este movimiento recibió el
Gobierno, vinieron tan complicadas en las declaraciones to
madas en Puno á los que de Bolivia habian llegad ) á aquel
punto; que lo que únicamente resultaba era haber acontecido
en Charcas una sublevacion en favor del general Bolivar, y
(pie se habia difundido hasta la Paz, donde el coronel López
habia sublevado un batallon do cazadores que se dirijia á
Cochabamba al mando del coronel Castro, decidido á soste
ner al Presidente Blanco. En consecuencia de esta maniobra
de López el batallon se disolvió, y Castro solo pudo rennir
cien tiradores, con los que pasó á nuestro territorio, y se situó
por órden del Prefecto de Puno al lado de acá del puente del
Desaguadero. Con esta nueva se alarmaron los jefes de la
division militar situada en Arequipa y pidieron al Gobierno
instrucciones sobre la conducta que deberían observar, pro
—446—
poniendo colocarse en el Departamento limítrofe. El Gobier
no convino en esta medida, pero revocó sus órdenes en el
momento que supo que la revolucion de Chuquisaca provenia
de diferencias domésticas, y no era promovida en provecho
del enemigo comun: lo que conocido tambien por los jefes de
Arequipa contuvo su marcha que juzgaron innecesaria.
Por lo que hace al asesinato del Presidente Blanco, nada
puede asegurarse de positivo, por no haber una comunicacion
que lo afirme y estar disconformes las noticias que se han
recibido. Últimamente se ha referido en conversaciones pri
vadas y se ha dado por cierta en un periódico una contra-re
volucion, seguida de la muerte de Armaza, con referencia á
un extraordinario venido de Arequipa. Podemos asegurar
que el Gobierno no ha recibido ni la menor indicacion acerca
de este hecho, aun en el alcance al correo que salió de Puno
el 23 del pasado.
Deseamos por el grande interés que nos anima por el bien
de nuestra patria, por el general de la América, y por su
buena opinion en las naciones enropeas, se terminen amiga
blemente estas diferencias, de que desgraciadamente se valen
los enemigos de nuestra independencia, para presentarnos
como incapaces de reposo y de gobernarnos por leyes propias,
saludables y conformes á los principios sociales, sin que para
adoptarlos seamos capaces de acallar nuestras pasiones, y
preferir el bien comun á nuestros iuteréses particulares.
EJÉRCITO PERUANO.
BOLETIN NÚM. 1.°
Rolas las cadenas con que un auxiliar ambicioso habia es
clavizado al opulento Peru, era necesario prepararse á resistir
vigorosamente los nuevos ataques que debian dirijirse contra
la libertad. Mientras se empleaban todos los medios que po
dían sujerir la prudencia, y la política á fin de evitar una
guerra fratricida, no se descuidaba en tomar las medidas con
venientes para ponernos en un pié respetable de defensa. Se
mandó formar un ejército al "Norte, y otro al Sur del Perú,
los cuales no debiau obrar hasta que la necesidad lo exijiese.
El general Bolivar, sordo á las voces de la razon, y de la
justicia no pensaba en otra cosa que en restablecer su poder
—44?—
en el Perú; y vengarse de los que tenemos á sus ojos el hor
rendo delito de sostener esa libertad, á cuyo culto hemos
consagrado inmensos sacrificios. Mientras que embarazado
con los asuntos interiores de Colombia no podia hacer que las
bayonetas sirviesen á sus designios, se contentaba ¡con desa
hogar su furor en dicterios é insultos. Los periódicos que se
escribian bajo su influjo y el de sus ajentes, además de ha
bernos anunciado positivamente la guerra, no han tenido
otro lenguaje, respecto á nosotros, que el de pérfidos, cobar
des, infames, &.
Esto unido á la combinacion que se supo tenia establecida
con los instrumentos de su poder en Bolivia, formaba una
rennion de motivos bastante poderosa para romper hostilida
des, sin que los hombres imparciales pudiesen condenarlas
como injustas. Era indudable que nuestra libertad iba á ser
atacada, y el honor nacional se hallaba atrozmente herido.
Sin embargo, el Gobierno se contentaba con mantener el
país en estado de defensa, y se esforzaba en contener al ejér
cito que ardia por vengar los insultos que continuamente se
le hacían, y por purgar á la América del tirano que la ame
naza y la deshonra. Esta moderacion, a pesar de la superio
ridad de nuestras fuerzas físicas y morales; no impidió que
el general Bolivar inmediatamente que se revistió del poder
absoluto en su patría, nos hiciese el desafío que se vé en su
proclama de 3 de Julio próximo pasado. Ya fué inevitable el
rompimiento, pues nuestra seguridad, y nuestro honor lo
exijian.
El 11 de Noviembre despues de haberse rennido en Tambo-
Grande todos los elementos necesarios para la guerra, dispu
so S. E. el general en jefe el movimiento de un batallon so
bre Ayabaca, pueblo de la frontera.
El 28 del mismo, encargó al primer ayudante del E. M. G.
don Manuel Porras, una partida de observacion compuesta de
35 hombres de caballería, con instrucciones para penetrar en
el territorio colombiano. El primero de Diciembre llegó este
jefe al pueblo de Sosoranga, y allí tomó prisioneros al capitan
Juan García, y ocho hombres del esenadron Cedeño.
El mismo dia marchó el señor general de .brigada, don
José María Plaza, á ocupar con la division de su mando la
frontera: y le siguieron en escalones los demás cuerpos de
infantería del ejército.
El 19 de Diciembre fué ocupada Loja, capital de esta pro
vincia, y el pueblo manifestó el mayor júbilo al ver á sus
libertadores.
Al marchar S. E. el General en Jefe de Tambo-Grande, se
le presentaron 14 hombres del escuadron Junin de Colombia,
—448—
pidiendo servicio en el ejército peruano; y ofreciendo obrar
á la vanguardia contra las tropas del tirano de su patria. S. E.
ha aceptado el ofrecimiento de estos buenos ciudadanos, con
servando en su emplo al sarjento Santiago Hernandez que
los manda.
El 23 el señor coronel don Pedro Raulet al mando de una
compañía de caballería y otra de infantería, marchó sobre
Saraguro, 14 leguas al Norte de esta ciudad. El coronel co
lombiano Mariano Azero ocupaba este punto, y lo abandonó
poniéndose en una fuga vergonzosa, y dejando en nuestro
poder toda la correspondencia tanto oficial, como particular.
El 2 del presente, el señor coronel Raulet habiendo recibi
do un refuerzo, mandado por el señor coronel don Francisco
Vidal avanzó basta el pueblo de Oña 5 leguas á vanguardia
de Saraguro. Así se hallaba el general enemigo Braown con
mas de 100 infantes .escojidos de los batallones Birles y
Yaguachi, y con 60 caballos de los escuadrones Cedeño y
Granaderos. La escabrocidad de un camino estraviado, que
tomaron nuestros bravos, no les permitió llegar autes de
amanecer; y por esto tuvo tiempo de prepararse para la fuga.
Sin embargo, una pequeña fuerza al mando del capitan Mo-
reyra del batallon número 8, precipitándose sobre el enemigo
que ya montaba á caballo, lo atacó con denuedo, y consiguió
arrollarle, y ponerle en fuga ayudado de la mitad que man
daba el intrépido teniente Grados del rejimiento Húzares de
Junin. Entretanto otra mitad de caballería mandada por el
valeroso teniente Estrada, ocupó un callejon por donde se
retiraban; mas esta pequeña fuerza fué detenida por un fuego
vivísimo de los infantes enemigos, que seguían el movimien
to de la caballería, la cual se dirijia por la hacienda de Susn-
del aunque en bastante desorden. En este tránsito el capitan
Crespo del batallon número 8, con 30 infantes y con una ve
locidad increible los cargó á la bayoneta, y los puso en com
pleta dispersion. Este suceso dejó por resultado en nuestro
favor siete prisioneros y un gran número de muertos: de mo
do que solo repasaron el puente de Cartajena 60 infantes y
15 caballos: por nuestra parte hubo 6 muertos y 7 heridos,
entre los que se halla sin gravedad el teniente Estrada. No
fué posible perseguir al enemigo por el cansaucio de la tropa
que habia andado en la noche mas de 12 leguas por rodeos
que tuvo que hacer, á fin de que su aproximacion no fuese
sentida.
Al retirarse á su anterior posicion el coronel Raulet, por
serle inútil la que habia oenpado, se le presentó una guerrilla
de 50 granaderos del batallon auxiliar de Cuenca, al mando
de los comandantes Felipe y Manuel Serrano; el primero del
—449—
mismo batallon, y el segundo jefe encargado de la guerrilla,
con mas un capitan y dos subalternos, quienes eran remitidos
por el general Flores para obrar sobre nuestro ejército ha
ciendo la guerra de vandalaje.
Estos buenos americanos no quisieron mas prestar sus ser
vicios á los tiranos de su patria, y se unieron á los defensores
de ella. En sus mismos empleos, harán como lo han ofrecido
la campaña en favor de su patria, de la que recibirán los pre
mios cuando sea libre. Entretanto gozarán de las bendiciones
de los amigos de la libertad, y vivirán con nosotros en union
fraternal.
Todos los informes que recibimos son unánimes sobre la
conducta de nuestros enemigos: talan y queman cnanto en
cuentran nivelándose á los tártaros, cuya conducta se les ha
prescrito oficialmente por sus jefes.
Todos los que se vienen al ejército nuestro son recibidos
como hermanos, y se les proporciona los auxilios que necesi
tan. Si quieren emplearse con nosotros en trabajar por la
libertad, continúan la campaña con su misma escarapela;
mas si prefieren vivir lejos del ruido de las armas, se les per
mite hacerlo conservando tambien sus empleos. Cualquiera
que deja de servir á los caprichos del general Bolivar, es
recibido en nuestros brazos: estrechísimos lazos unen á los
pueblos del Perú y Colombia: los mismos intereses, los mismos
principios, los mismos deseos hacen comun nuestra causa.
Loja y los demás puntos que ha ocupado nuestro ejército,
han manifestado el mayor júbilo al recibirlo, y han demostra
do del modo mas terminante cuanto aborrecen á sus opre
sores. ,
Al considerar el lenguaje que constantemente han usado
nuestros enemigos creiamos que no cediesen un palmo de ter
reno sin combatir; pero hemos visto que nos han dejado ocupar
mas de 59 leguas sin oponernos el menor obstáculo. Hemos
atravesado caminos quebradísimos, y eminencias casi inac
cesibles, que ofrecen las posiciones mas ventajosas. En ellas
habría sido muy fácil hacer una resistencia vigorosa y moles
tar nuestro ejército en su marcha con grandes ventajas. ¿Qué
se ha hecho, pues, ese valor, esa superioridad tan decantada?
Jactancias vanas, que solo han servido para cubrir de ver
güenza á sus autores.
Es imposible que los esclavos de un tirano, osen medir sus
fuerzas con los que defienden la cansa de los pueblos. La
esclavitud envilece y anonada los corazones, la libertad los
ennoblece y los eleva.
Las marchas que ha hecho el ejército desde Tambo-Grande
hasta esta ciudad por caminos difíciles y penosos, sin encon-
Tom. viii. Historia—57
—450—
trar recursos de viveres ni de movilidad en los pueblos mise
rables del tránsito, arrasados por los que se llamaban sus
libertadores, y la disciplina severa que ba observado, sufrien
do sin producir la menor queja, inmensas privaciones y fati
gas extraordinarias, interesa la gratitud de la República y
compensa abundantemente los gastos injentes que ha causa
do su formacion. Este ejército se prepara decididamente á
dar glorias al pabellon que lo distingue, y la verdadera liber
tad á estos países oprimidos y desgraciados.
Cuartel General en Loja v Enero 8 de 1829.—El coronel
Jefe de E. M.
Pedro Bermndez.
BOLIV1A.
PABA LA HISTORIA.
Muy frecuentemente los pocos amigos de la pasada admi
nistracion preguntan con orgullo, ¿cuál es la ley que ha in-
frinjido Sucre miéntras ba mandado en Bolivia? Hasta ahora
nadie les ha querido contestar, porque entre nosotros no se
ignora su arbitrarismo. Sin embargo, cuando en los papeles
públicos se repite lo mismo, nos ocuparemos de hacer ver las
leyes que ba infriujido escandalosamente en el exterior é in
terior.
Él nombró de Ajente nuestro en Inglaterra á un colombia
no sin obtener carta de naturaleza y que aun cuando hubiera
sido ciudadano de Bolivia, era incompatible su eleccion. Le
encargó negociar los reemplazos de sus tropas con irlandeses
para que las ventajas todas estuvieran de parte de Colombia
y daño nuestro, puesto que la negociacion se hacia por un
colombiano interesado en los progresos de su país. Para esta
negociacion dictó un decreto particular usurpando las atribu
ciones del Cuerpo Lejislativo que en esta clase de asuntos
debia fijar la base despues de examinar si habia lugar á tales
reemplazos en virtud de tratados entre la Nacion que pidió
las tropas y la otorgante. En el batallon Junin trasladado á
Colombia desde la Paz, se condujeron como ochocientos alto-
peruanos y en el de Ayacucho, mas de quinientos. No habia
lugar á reemplazos por tropas que estaban reemplazadas mu
cho antes que la Asamblea las pidiera.
—451—
Para satisfacer al Dr. Gregorio Funes sus sueldos de En
cargado de Negocios de Colombia, se le indemnizó con el
Deanato de la Paz, concediéndole un empleo sin que perte
neciera á Bolivia. Poco despues fué elejido Ajente nuestro,
porque el primer empleo no bastó á satisfacer las cantidades
adendadas. Además de especular en favor de Colombia con
nuestras rentas, nos humilló nombrando un extranjero.
Nombró de Ajente secreto cerca del Emperador del Brasil
al colombiano Palacios que entró en relaciones á nombre
de Bolivia pidiendo el reconocimiento de la independencia,
hallándose en guerra aquel Estado con nuestra hermana la .
República Arjentina, y cuando se criticó una política tan cen
surable, quiso paliaría con la eleccion de un Plenipotenciario
Boliviano. Se le propuso al Dr. Olañeta esta mision que no
tuvo efecto, por haberla impedido la revolucion del 18 de
Abril. Aunque era diverso el Ajente, se trató de mantener
las mismas relaciones.
A nuestro Enviado el Dr. Serrano se le dió por toda ins
truccion que en Panamá se sujetara á la voluntad de los
plenipotenciarios colombianos como si hubiéramos sido sus
colonos. Durante su permanencia en Buenos-Aires se le pa
garon sus sueldos en papel moneda con una quiebra excesiva
apoderándose de mas de siete mil pesos que se cargaron en
dinero efectivo á las tesorerías de Bolivia. No ignoramos
tampoco los motivos que hicieron firmar los despachos del
Obispo de la Paz al que le indemnizaron por sueldos embro
llados. ¿Es ó nó infrinjir las leyes, atrepellando todo para
consultar la conveniencia de Colombia, ó la particular sin
acordarse de nuestros verdaderos intereses?
Al respecto del interior uos asombra que se diga sin pudor
que Sucre jamás violó una ley. ¿No es infrinjir la ley mez
clarse en las elecciones de mano armada; decidir nulidades;
hacer que la Córte Suprema intervenga coactándola moral-
mente y que veintiocho votos sean insuficientes y declarar
que nueve bastan? ¿No es infrinjir las leyes crear el emprés
tito de un millon para comprar los vales á precio ínfimo por
el descrédito en que ellos mismos los pusieron por medio de
sus intrigas para luego comprar las fincas de Beneficencia y
pagar con ellas sus escandalosos placeres? ¿No es infrinjir la
ley, regalar la placa de flores al general Fernandez en once
mil pesos, cuando vale treinta y arrojar con deshonor á los
individuos de la junta que se opusieron al robo? ¿No es infrin
jir la ley poner á Chacon en tormento porque vivó la Bepúbli-
ca Arjentina y condenarlo á servir de soldarlo en el batallon
Voltíjeros, cuya representacion la conservamos orijinal, por
que no quiso Sucre decretarla? ¿No es infrinjir la ley man
—452—
dar encarcelar al honrado José Lara, herir á Berdeja, dar de.
palos á Dorado, Nuñez, y conducirlos á un calabozo inmundo
donde á cada instante se les amenazaba con la muerte? ¿No
es infrinjirla ley mandar pedir públicamente por varios pa
gados, las cabezas de los doctores Olañeta y Moscoso? ¿No es
infrinjir la ley poner preso á Reyes y Zegarra sin otro crimen
que su influencia en las elecciones? ¿No es infrinjir la ley
impedir la libertad del pensamiento y sostituirlo con el espio
naje que se hacia hasta el extremo de haberse costeado por
Sucre una cena en la casa del Dr. Callejo, para descubrir las
opiniones, y luego perseguir como se hizo á los que no dobla
mos nuestras rodillas al poder? ¿No es, en fin, infrinjir las
leyes, inmoralizar el país formando del Palacio un lupanar,
corrompiendo la virtud y quitando el crédito en su mesa, á
las infelices que ellos mismos habian seducido? Hay tanto
que escribir á este respecto, que la decencia no lo permite.
La Córte Suprema de Justicia, el Obispado de la Paz, los
canónigos todos debian nombrarse por la Cámara de propues
ta del Senado conforme á la Constitucion, Sucre para hacerse
de criaturas adheridas á su persona, despreció la ley sostitu-
yéndola con su capricho. Desde que principiaron las eleccio
nes el 3 de Febrero, no pudo proveer en propiedad destino
alguno de la República. Las atribuciones de cada poder se
hallaban detalladas. La del electoral era nombrarlos prefec
tos, jueces de letras y gobernadores; mas perdida su influen
cia y por consiguiente la esperanza de hacer su capricho en
los colegios y continuar en el mando bajo las apariencias de
lejitimidad, dié por sí cuantos empleos vacantes habia á sus
partidarios. Hizo á López Prefecto de Potosí y á Galindo co
lombiano, de Cochabamba, á Fernandez salteño de la Paz, á
Cavero y Taborga, iueces de letras, y otros empleos por este
órden, con usurpacion escandalosa de ajenas facultades.
La Córte Superior de Chuquisaca, sufrió agrias reprensio
nes porque sus ¡udividuos sostuvieron con decencia 6U puesto
y cumplieron con sus deberes impidiendo las tropelías de un
Intendente de Policía, aconsejado por ürculln, Ministro dela
Suprema, que á la vez escribia los oficios de Ivañez á la Su
perior, y él como majistrado, fallaba la competencia. Al Mi
nistro Gutierrez, digno hijo de la Paz, le dijo Sucre que si
teniamos derechos, él no carecía de pólvora y balas, que si
habia leyes y enredadores, á éi no le faltaban fusiles, y que
la América debia ser mandada en sus diferentes secciones
por otros tantos militares despóticamente como único medio
de hacerla feliz. ¿Esto no era infrinjir las leyes y hasta que
rer hacerse dueño de una tierra á que entró sin otro título
lejítimo que la fuerza?
Digan lo que quieran los que comieron un pan de municion
dado por Sncre: este general será siempre aborrecido en nues
tra memoria por sus negras intrigas, por su inmoralidad con
sumada, que la probaremos con hechos y documentos, por su
arbitrariedad y por su insaciable ambicion. La posteridad le
dará el lugar que se merece examinando imparcialmente este
artículo que hemos escrito para la historia.
(El "Nacional" de Bolivia.)
Guayaquil á 20 de Setiembre de 1828.
Al Excmo. Señor Ministro de Relaciones Exteriores del Perú.
S. E. el Gran Mariscal de Ayacucho llenando la oferta que
hizo al Gobierno Peruano cuando tocó en el puerto del Callao,
lia dirijido ayer la nota que de su orden incluyo á U. S. I. en
cópia y con la que queda satisfecha la comision que espontá
neamente tomó á su cargo.
S. E. se complace de que las seguridades que (lió al Gobier
no Peruano de los deseos del Libertador por la paz, estén
justificados por la mision que ha encontrado aquí diríjida á
esa República con objetos pacíficos.
Dios guarde á U. S. I.—El edecan — P. E. Andrade,
Guayaquil á 19 de Setiembre de 1828.
Al Excmo. Señor Presidente de Colombia &.
Excmo. Señor:
Al dejar el territorio de Bolivia, hacia ciuco meses que isr.
uoraba el estado de las relaciones entre el Peni y Colombia:
solo sabia que las desavenencias entre uno y otro Gobierno
crecían, y que podían llegar á abrirse hostilidades. Oonocien
—454—
do que V. B. aceptaría la guerra en el único caso de no quedar
otro partido para salvar el honor de la Nacion, y que veria
con placer todo paso que tendiera á buscar la paz entre los
americanos, resolví tocar en el puerto del Callao en mi bajada
á éste de Guayaquil, para ofrecer al Gobierno de Lima mis
oficios particulares en favor de esta deseada paz, á fin de evi
tar un rompimiento. En consecuencia dirijí al Presidente de
aquella, la nota adjunta en cópia bajo el número 1? que fué
contestada en los términos del número 2? y á que hice respon
der con la del número 3?
Llegado á Guayaquil, he encontrado aquí con una mision
de V. E. cerca del Gobierno del Perú para tentar negociacio
nes pacíficas: y habiendo entregado al comisionado cópia de
estas contestaciones, le he instruido de lo que he juzgado
conveniente k llenar sus objetos.
Si se observa que por parte de 8. E. se solicita la paz, y que
por la del Gobierno del Perú tambien se habla de la paz co
mo el bien mas necesario á los nuevos Estados de nuestro
continente, resulta que la falta de explicaciones es la que vá
á conducirnos á una guerra, en (pie grandes males agobiarán
á los pueblos, y en que muchas víctimas serán sacrificadas.
El espíritu do partido que domina en casa de nuestros ve
cinos, y las prevenciones con qué su actual administracion
oirá las proposiciones del comisionado de V. E., me hace sos
pechar que no llegaremos á una transaccion sincera, sino
despues de algunos desastres. Es por esto que mi amor por
la América me conduce ¡i la libertad de indicar, que habien
do sido Y. E. ('I que primero propuso la congregacion de un
Cuerpo Americano, arbitro en nuestras diferencias, se le so
metan las cuestiones existentes entre el Perú y Colombia,
con asistencia de los representantes de estos Estados, y del
de Bolivia (pie tiene gran parte en la guerra que se prepara.
Parece indudable que si el Gobierno Peruauo anhela, como
dice, por la paz, se prestará gustoso ¡\ que Ias diferencias en
tre aquella República con la de Colombia y Bolivia. se diri
man en el Congreso de Tacubaya.
Habiendo transitado por las tres Repúblicas procurando
siempre que la razon y la justicia sean oidas para mantener
la paz sobre el respeto á la independencia y soberanía de
cada una de ellas, he observado que existen desconfianzas
respecto á la observancia de cualquiera negociacion, en que
cada Gobierno fuese reducido á sus límites. Persuadido que
el de Colombia no quiere extenderse al derecho de interven
cion (pie actualmente ha tenido el del Perú en Bolivia, y que
solo busca las garantías de una paz sólida, me he permitido
indicar, que colocando de responsable ó mediadora una Na
» —455—
clon poderosa como los Estados- Unidos ú otra cuya fuerza
marítima sea suficiente para esta responsabilidad, cesarían
aquellas desconfianzas, y se alcanzaría una paz durable por
tratados permanentes.
Acaso esta medida aparecerá falta de dignidad entre na
ciones independientes; pero no es la primera vez que se adop
ta, y ella es tanto mas disculpable entre nosotros, cuanto que
el incendio revolucionario que existe en América, en que los
partidos arrebatan el Gobierno en alguno de nuestros Estados,
hacen urjente una garantía que cubra á cada uno de ser en
vuelto en las disensiones de otro.
En la situacion actual de las cosas, parece que V. E. exije
al Perú como primera condicion la salida de sus tropas del
territorio de Bolivia; y casi puedo asegurar á V. E. que esta
se llenará sin necesidad de solicitarla. El pueblo y el Ejército
Boliviano han manifestado un pronunciamiento tan firme y
claro contra la fusion de aquella Eepública en la Peruana,
que todas las invitaciones y las intrigas de los agresores, han
sido completamente frustradas; y estos no se atreven á em
plear la fuerza, porque ella es insuficiente á dominar aquel
país y atentar á Colombia, No dude V. E. que el territorio de
Bolivia será evacuado, y que el Gobierno invasor presentará
esta forzada medida como un acto de liberalidad; así como
tampoco debe V. E. dudar, que la idea de subyugar á Boli
via renacerá constantemente si negociaciones bien garanti
das no reducen á nuestros vecinos á sus límites.
Entonces aquella República libre enteramente para mani
festar sus votos respecto á su organizacion interior, hará las
reformas que juzgue útiles á sus instituciones; y reformará
tambien los actos vergonzosos que hoy le arrancan las opre
soras bayonetas del Perú, contra el pronunciamiento mas
terminante de sus pueblos.
Al hablar á V. E. de la paz, es como he dicho en el concepto
de que ella se funde sobre el respeto recíproco de los Estados,
á su independencia y libertad. De resto, aunque yo sea el
que rmas motivo tenga de rencor contra la actual adminis
tracion del Perú, renuncio todo clamor de venganza, cuando
contemplo que los pueblos serían los mártires por los extra
víos y la ingratitud de algunas personas que de allí nos han
ofendido.
Habiendo llenado mis obligaciones en la comision que
espontáneamente he tomado en favor de la paz entre las Re-
públicas Americanas, me resta solo pedir, que V. E. sea in-
duljente con la libertad que he tomado, exponiéndole mis
opiniones que serán mas extensamente explicadas por mi ede
can el primer comandante Escolástico Andrade, que personal
—456— *
mente tendrá el honor de poner en manos de V. E. esta nota,
y que le informará á la voz de cuanto V. E. desee respecto al
estado de Bolivia, y de algunos pormenores importantes del
Perú.
Dios guarde á V. E.—Antonio José de Sucre.
Es cópia.—Una rúbrica.
Editorial de "La Prensa Peruana" Núm. 122, del Sábado
7 de Febrero de 1829.
El general Sucre consecuente á la hipócrita conducta que
ha observado desde que empezó á figurar en la guerra de
América, intenta ahora persuadir á los que no le conocen,
el grande y sincero empeño que toma en impedir se lleve
adelante la guerra entre el Perú y Colombia—Aparentando
estos deseos cópia á nuestro Gobierno la nota que dirijió al
general Bolivar, y dejamos inserta, en la que le dá cuenta
de su arribada al puerto del Callao, para ofrecernos sus ofi
cios particulares á favor de la paz, y en que despues de pin
tarnos del modo que su encono le dicta, propone los medios
que cree mas oportunos para cortar los males que serán ine
vitables, si cuanto antes no se procura la armonía entre am
bas repúblicas.
Si el general Sucre fuese un hombre nuevo en nuestra re
volucion, extraño á los interéses de la actual contienda, y
conociese ménos el caráter ambicioso y los planes de conquis
ta del general Bolivar, pudiera creérsele de buena fé, y juz
gar que le animaba un vivo interés por la tranquilidad de los
pueblos, pero habiendo sido el principal ajente de los proyec
tos de Bolivar sobre el Perú, su mas íntimo confidente, y el
encargado de retener cautiva á Bolivia para lograr la fusion
de tres repúblicas en un solo imperio; insensato en extremo
fuera el que diese crédito á sus palabras y á sus protestas de
amor á la paz. ¿Y qué sinceridad puede suponerse en las pro
mesas de mediacion hechas por el mismo que ha apurado los
dicterios contra nosotros en un documento tan solemne como
su Mensaje al Congreso de la República que le expelió de su
seno? ¿Ni cómo fiarse en la oficiosa interposicion de un jefe
I
—457—
qae no perdonó medio alguno por poco decoroso y fementi
do que fuese, para concitar animosidades en Bolivia contra
el Perú, y exaltar los ánimos á tal grado que fuese probable
nn rompimiento? Un hombre semejante, no puede alimenta/
en su pecho sentimientos de paz, ni es de concebir una trans
formacion tan repentina que venga á ser ánjel de reconci
liacion el que hasta ahora solo ba servido al genio del mal.
Dice en la comunicacion de que tratamos, que por parte del
general Bolivar se solicita la paz, y que el Gobierno del Perú
tambien habla de ella como del bien mas necesario. Esto equi
vale á decir que el general Bolivar ha puesto en accion todos
los resortes para alcanzarla, y que el Perú no la quiere sino
de palabra. El señor Sucre no puede haber olvidado que el
oríjen de esta guerra está en habernos sustraido de la do
minacion de Bolivar; que para evitarla hemos enviado un
Plenipotenciario, y aun hemos faltado á la dignidad de la
Nacion esponiéndola con este paso á las humillaciones é in
sultos que se le hicieron en la persona de su representante, y
que ya habian previsto todos los que conociendo las miras de
Bolivar saben que no hay otro medio de conciliacion para el
Perú que volver á colocarse bajo el yugo que se ha sufrido.
¿Quién declaró la guerra? ¿Quién amenazó con la hora de la
venganza á pueblos que ningun delito cometieron? ¿Se dirá
que el general Bolivar solicita la paz por la mision del co
ronel Óleaii? ¿Era ocasion de solicitarla cuando ya se nos
habia precisado á los injentes gastos que demandaban los pre
parativos para resistir una guerra de venganza, cuando para
aumentar nuestro ejército se habia turbado la tranquilidad
de los pueblos, y dado el alarma en toda la extension del
territorio? Mas á nada de esto habríamos atendido si en la
mision de Oleari hubiese aparecido muestras de que el gene
ral Bolivar empezaba á obrar de buena fé. ¿Si solicitaba la
paz, ¿por qué no ha presentado las bases do la transaccion y
los medios de poder acordarse ambos gobiernos?
Examinadas las bases habria tenido lugar la discusion, y
á esta fecha estaría firmada la paz si las proposiciones hubie
ran sido racionales, y en su conjunto se descubriera un espí
ritu de avenimiento y de franqueza. Mas nada de esto ha
podido verificarse, y han sobrado fundamentos para creer,
que lo único á que se aspiraba era prolongar la campaña, y
adormecernos en una inaccion que necesariamente debiera
consumirnos, miéntras que el general Bolivar armado de su
poder sultánico ahogaba las conmociones de Colombia, y
aumentaba sus fuerzas.
El general Sucre conociendo que el Peru estaba al alcan-
oe de semejantes extratajemas diplomáticas, y llevado de su
Tom. Tin. Historia—68
—458—
intento de acriminarnos, atribuye nuestros prudentes recelos
al espíritu de partido que domina en nuestra casa. ¡Que así se
exprese el general Sucre, que en promover partidos ha en
contrado su fortuna, y que ha sido el instrumento de Bolivar
para dividir los pueblos como un medio para dominarlosí
Los desastres que anuncia como preliminares de una tran
saccion sincera, no dudamos se realicen, no como un efecto
del espíritu de partido y de las desacordadas prevenciones
del Perú, sino de la necesidad de resistir al general Bolivar,
que hasta ahora no ha hecho mas que oponerse con exajera-
das y temerarias pretensiones á la paz que vivamente hemos
solicitado, y de que él habla solo para alucinar á los pueblos,
y para que su odiosidad recaiga sobre nosotros.
De la siniestra suposicion de estar nosotros animados de
espíritu de partido, deduce el general Sucre la necesidad de
ocurrir para transar las diferencias entre el Perú y el gene
ral Bolivar al Congreso de Tacubaya, ó á la mediacion de
una potencia poderosa como los Estados-Unidos. Demasiado
se ha escrito en los periódicos de América y de Europa sobre
el Congreso de Panamá, y los planes monárquicos que se
proponía en su rennion el primero que lo propuso, y tanto se
empeñó en que se instalase. Así es inútil ocuparnos de él y de
desentrañar los fines á que tiende la propuesta de que aquel
cuerpo sea el árbitro en la actual contienda. Solo preguntare
mos si existe este cuerpo, ¿qué Estado americano ha enviado
sus representantes para que se le considere como un recurso
fácil y seguro en el conflicto de buscar un arbitrio que tenga
poder y respetabilidad para hacer cumplir lo que decida?
En cuanto á la garantía de otra potencia, estamos autoriza
dos para afirmar, que el Gobierno del Perú no ha descuidado
un punto solicitar la interposicion de naciones poderosas pa
ra evitar una declaracion de guerra, y conservar las relacio
nes amistosas del Perú y Colombia.
El oríjen de todas las dificultades para una transaccion, lo
encuentra además el general Sucre en las desconfianzas que
existen respecto á la observacion de cualquiera negociacion en
que cada Gobierno fuese reducido d sus límites, lo que apoya
suponiendo que el Perú ha intervenido en los asuntos domés
ticos de Bolivia. Este es el colmo de la mala fé del general Su
cre. El Ejército Peruano no entró á Bólivia sino para destruir
la intervencion extranjera que oprimía á aquella República y
amenazaba la nuestra. El derecho de intervencion fué intro
ducido por el general Bolivar, formando una Constitucion á
su antojo y segun sus interéses personales, la misma que an
tes habia dado á Bolivia adonde sostuvo como su teniente al
general Sucre. Así el temor á este derecho de intervencion
—459—
se funda en la conducta del general Bolivar, que no ha queri
do abandonar la posesion de los países que ha pisado con el ca
rácter de auxiliar. El mismo general Sucre que ahora declama
contra la fusion de Bolivia en el Perú, que jamás ha querido
éste, ni será capaz de emprender, es el mismo que ha tenido
mas empeño en que se llevase adelante, y ha instado fuerte
mente al Gobierno libre del Perú por la ratificacion del trata
do de límites, que no era otra cosa que el preliminar de la
consolidacion de ambas repúblicas.
Finalmente los insultos que prodiga el general Sucre al
Perú en su comunicacion al general Bolivar, son la moneda
corriente cuando entre ellos se habla de nosotros.—Mas diga
el señor Sucre cuanto le dicte su exasperacion por haber per
dido su presa, todo el mundo ha visto que el Ejército Peruano
ha salido de Bolivia sin imitar en lo menor á sus antiguos
auxiliares.
Comandancia General del Departamento de la Libertad.—Piura,
Enero 30 de 1829.
Al Señor Ministro de Guerra y Marina. '
Señor Ministro:
Tengo el honor de dirijir á manos de US. la adjunta copia
de las capitulaciones celebradas por el Gobierno de Guaya
quil con el Comandante General de la Escuadra Nacional,
quien me la ha dirijido con su nota de 21 del que concluye, y
segun ella, se vé que á la fecha habrán ocupado aquella pla
za nuestras armas.
Sírvase US. trasmitirlo al conocimiento de S. E. el Vice
presidente de la República, para su satisfaccion y de los ciu
dadanos que la componen.
Dios guarde á US.—Juan Pardo de Zela.
En el r'o do Guayaquil á la vista de la ciudad en 19 de
Enero de 1829, rennidos á bordo de la goleta de guerra do la
República del Perú, nombrada "Arequipeña", los señores co
roneles don Antonio Luzarraga y Juan Ignacio Pareja, comi
—460—
sionado por el señor Comandante General de la Plaza de
Guayaquil, General de Brigada Juan Ulingrot; y los señores
tenientes comandantes don Alejandro Acquaroni y don José
Féüx Márquez, comisionados por parte del señor Comandan
te en Jefe de la Escuadra don José Botterin, con el objeto de
acordar los puntos convenientes por ambas partes, sobre la
evacuacion de la referida Plaza; y á fin de evitar los padeci
mientos consiguientes á un estrecho bloqueo y demás acci
dentes de la guerra despues de haber canjeado sus respectivos
poderes por ante nosotros los secretarios alferez de fragata de
la Armada don Manuel Gonzalez Pavon, y Florencio Bello,
oficial de la Tesorería del Departamento, presentaron los re
feridos señores comisionados por su parte las proposiciones
siguientes:
1? Que si dentro de diez dias Concedido,
no se tuviese una noticia ofi
cial, por una de las dos partes
contratantes, de haberse dado
una batalla entre los ejércitos
del Perú y Colombia, se eva
cuará la Plaza bajo de las con
diciones necesarias para la se
guridad de las personas y pro
piedades de las que se hallen
comprometidas por sus opi
niones políticas.
2? Si antes, como es proba- Concedido,
ble, tuviese el general de la
Plaza órdenes de su jefe para
evacuarla, lo hará bajo de las
mismas condiciones.
3* Si nuestro ejército per- Concedido,
diese una batalla, se evacuará
del mismo modo la Ciudad al
tercer dia de haberse recibido
la noticia oficial.
4? Los buques de guerra", Concedido; y solo podrá ha
fuerzas sutiles, artillería de la cer uso de estas armas cuando
Plaza y demás máquinas de lo exijiese la tranquilidad pú
su servicio que se entregaran blica.
con las formalidades acostum
bradas, permanecerán en clase
—461—
de depósito, durante la pre
sente guerra, sin que puedan
emplearse contra laRepública
ó cualquier partido de ella.
5? Hallándose el vecindario Con respecto á la forma de
temeroso de los males de la gobierno que debe rejir al pne-
anarquía, el jefe de la Escua- blo desocupado, será en lo po
dra designará la forma de go- lítico el actual que 1 o rijo ,
bierno que se ha de establecer, mientras el Supremo Gobierno
despues de evacuada la Plaza del Perú, instruye sobre esta
para garantir la tranquilidad materia. Por lo que toca al
pública y las propiedades de jefe militar, el comandante de
la Escuadra nombrará el que
considero mas idóneo para
mantener el reposo y tranqui
lidad de los habitantes, pro
porcionándole la fuerza que
juzgue bastar al objeto indi
cado.
6? Las dendas contraidas Concedido, siendo de prime-
por el Gobierno serán religio- ra deduccion los gastos de la
samente cumplidas y pagadas, guarnicion y Armada,
quedando establecidas las ren
cas sobre las cuales se han
contraido algunas dendas de
preferencia.
7? Respecto á que las fuer- Concedido.
zas sutiles hostilizan indirecta
mente la poblacion, amedren
tando los abastecedores, por
hallarse colocadas en su trán
sito, se incorporarán á la Es
cuadra, y si llegase el caso de
romperse las hostilidades, se
les permitirá tomar la posicion
que actualmente tienen, dán
dose el aviso respectivo una
creciente antes de que espire
el término.
8? No será la Plaza moles- Concedido: y de las en tra
tada con contribuciones. das naturales se hará uso para
el sostenimiento de la tropa y
—462—
marina que sea indispensable
mantener en el puerto, valién
dose, en el caso que estas no
sean suficientes, de los medios
que dicta la prudencia.
9? No se obligará á ningun Concedido,
vecino á que tome las armas
contra el ejército do Colombia.
10? Las comunicaciones en- Concedido,
tre las partes contratantes se
harán como basta ahora por
medio do parlamento.
11? No se hostilizarán las Convenidos,
partidas que desembarquen
fuera del alcance de tiro de
cañon, para comprar viveres,
ó hacer aguada, como su nú
mero no pase de diez á doce
hombres.
Siguen las proposiciones de los comisionados por la parte de la
Escuadra Bloqueadora.
1? Todas las personas que Concedido,
se hayan pasado á la Escuadra
Peruana ó emigrado por opi
niones políticas, durante el
bloqueo, volverán á tomar po
sesion de sus propiedades, ó
se les hará la debida indemni
zacion con arreglo á las leyes
del país.
2? Las tropas de la guarní- Concedido,
cion evacuarán la Plaza á las
24 horas del término prefijado
en el artículo 1? de las propo
siciones hechas por parte del
jefe de ellas, sin que hostilice
de ningun modo la poblacion,
—463—
y si por algun suceso de los
de la guerra, llegase el caso de
que deba volver á ocuparla,
dará precisamente un aviso al
jefe de la guarnicion, para que
evacue la Plaza segun y en los
términos que se ha estipulado
en estos tratados.
3o Todo vecino que habien- Concedido,
do pertenecido al ejército ó
marina se quedase en la Plaza,
no será molestado en su per
sona, ó propiedades, siempre
q'ue su comportamiento sea
conforme al orden que se esta
blezca.
4í No se aumentarán las Concedido^ á excepcion de
fuerzas d e ninguna manera lo estipulado en el capítulo 7?
porlaspartescontratantes.Se sobre la incorporacion delas
continuarán ocupandolas mis- fuerzas sutiles de la Escuadra,
mas posiciones que al presen
te; y no se romperán las hos
tilidades sino despues de diez
horas en caso de no haber
convenio.
Estos tratados quedan concluidos á las ocho de la noche
del dia de la fecha: serán ratificados dentro de 24 horas: si
ocurriese alguna duda, se esclarecerá por ambas partes, antes
de espirar el prefijado término; y si fuese necesario prolon
garlo, se verificará con convenio delas mismas.—Manuel An
tonio Luzarraga.—Juan Ignacio Pareja.—Alejando Acquaroni.
—José Félix Márquez.—Manuel Gonzalez Pavon.—Florencio
Bello.
El presente tratado queda aprobado en todo su contenido
por mi parte como Intendente y Comandante General de este
• Departamento.
Guayaquil, Enero. 20 de 1829.—Juan Illingrot.—José María
UrUna, Secretario.
Queda ratificado por mí y aprobado en todas sus partes
cuauto se ha transado en la presente negociacion.—Joté Bot-
terin.
—464—
Como Comandante General que soy de la presente Escua
dra contratante, ratifico y apruebo en todas sus partes los
anteriores tratados que se han celebrado por mi antecesor; y á
fin de que se dé el debido cumplimiento por esta Escuadra.
A bordo de la fragata "Presidente"—Enero 20 de 1829.—
Hipólito Buchar.
Editorial de "La Prensa Peruana" Núm. 125, del Sábado
14 de Febrero de 1829.
EJÉRCITO PERUANO.
El vivo deseo que nos anima de instruir á nuestros lectores
en todo cuanto tenga relacion con los intereses de esta pug
na de los principios contra la tiranía, y la obligacion á qHe
estamos sometidos de ser en todo tiempo los mas verídicos,
y los mas consiguientes á nuestras promesas, nos hacen hoy
postergarla publicacion de algunos documentos que justifican
mas y mas las razones de nuestra grandiosa empresa, y nos
compelen á dar á luz, las que entienden con nuevo vigor á
patentizar el sistema privativo de los opresores de estos
desgraciados pueblos. Por las anteriores instrucciones del
general Urdaneta al coronel Azero, por las que siguen á con
tinuacion, por sus oflcios, y sobre todo por su carta particu
lar inserta en el número 17 de este periódico, bien se puede
venir en conocimiento del fluctuante estado en que se encuen
tran estos facciosos, acojidos al falaz prestijio de su jefe, el
general Bolivar. Sin leyes que los contengan, ni opinion se
gura que los dirija, no ceden á otro impulso que al de sus
bárbaros caprichos. Sin mas aspiraciones que la de su parti
cular engrandecimiento; el norte de su conducta, es la desbas-
tacion de los departamentos del Sud, que jimen bajo su peso;
y el descrédito absoluto del Gobierno de Colombia: el mas
ilejítimo, y el mas tirano de los gobiernos.
Por los datos irrefragables, que hemos visto publicados en
el "Boletín" núm. 1? del Ejército Peruano, se acabará de con
vencer cualquiera, que no esté negado á la lux de la razon,
—465—
que todo el plan de ataque, ó sea mas bien el plan de retira
da combinados por los torpes secuaces del absolutismo, se
re duce á convertir estos fértiles valles, en espantosos cemen
terios, y en aniquilar el resto de los hombres liberales para
elevar unos despues de otros, ó simultáneamente quizá, el
trono de su poder, sobre cadáveres de entusiastas ciudadanos,
y sobre los escombros de una República desierta.
Si cuando se unen dos jefes ambiciosos dan tantos motivos
de sospechas, ¿cuántos darán los que aparentan ocuparse de
la injusta causa del general Bolivar? Podemos asegurar, con
la satisfaccion de que descubriremos un misterio fundado en
la mas eterna verdad, que los tiranuelos subalternos de este
jefe y cómplice á la vez de la mas horrenda faccion, no son
aquellos que en cien batallas se distinguían por su amor
ardiente de la patria, y por su obediencia al ominoso Liberta
dor. Estos, ya no harán mas que huir á la vista de las falan-
jes defensoras de la libertad, y saquear los pueblos indefensos
para saciar su sed ávida de adquirir. No: jamás harán frente
á nuestro grande ejército: así porque las hordas errantes no
pueden resistir á los destellos luminosos, que despiden las
armas de los virtuosos vencedores, como porque los subditos
de la tira nía no se acercan, sin temblar, á la presencia impe
riosa de los libres veteranos; y porque en fin el imbécil Flores,
y demás jefes del ejército enemigo, ya no conocen mas razon
que la de su bienestar y conveniencia.
¿Cuál vigorosa defensa, opuso, pues, el general Braown con
sus cien escojidos infantes, y sus 60 caballos, en la mañana
que fueron sorprendidos, por una pequeña fuerza de nuestras
avanzadas? Él huye, y segun avisos mas recientes, y positi
vos, huyó, dejando en nuestro poder, su equipaje de campaña,
sus bravos abandonados al denuedo, y al furor de los nues
tros, sus heridos, sus armas, y ciento y tantas bestias, entre
muías y caballos, inclusiva su misma caballería, ensillada, y
con su maleta. ¿Y este es' el mismo que en la Paz trató de
oponerse á nuestro virtuoso ejército del Sud? ¿Y este es uno
de los que nos retan para los cacareados campos de Tarqui?
Pues sepan todos que los tiranos, y sus satélites no dan un
paso en su descarriada senda, que no sea un paso mas hácia
su tumba.
Tom. VIII, Historia—59
-4«tt—
Señor coronel Mariano Azero.
Cuenca, Noviembre 14 de 1828.
Mi querido Azero:
El correo de Guayaquil no ha llegado, y el de Bogotá no
ha traido mas que es lo que U. verá en la "Gaceta", relativo
al 25 de Setiembre.
El coronel Obando se ha sublevado en Patia, con una guer
rilla, pero segun escribe Mosquera de Popayan, ya aquello
debe estar terminado, pues Obando no tenia mas que 200
hombres, y Mosquera tenia cerca de mil, de las milicias de
Popayan y el Cauca, y las reliquias de Ayacucho y Húzares.
Por otra parte el Gobierno de Pasto habia marchado sobre el
Mayo con 500 pastuzos, de suerte que el pobre hombre se vá
á sacar su prenda sin contera.
Para que salga bien hecho un cubilete á los peruanos, es
necesario que U. haga pasar los adjuntos impresos con seguri
dad, y con toda la reserva necesaria, pues nos interesa mucho
que ellos crean que las noticias que se les dan sean ciertas,
para ver si animamos á esos caballeros á que vengan ó se
descuiden y nos esperen.
Expresiones á Franco, y U. disponga del afecto de su ami
go—L. TTrdaneta.
Adicion.—El anónimo que le incluyo, hágalo cerrar y mán
delo tambien con seguridad, y que vaya á manos de las
avanzadas, pero de un modo que crean que son descontentos
los que los remiten. Es necesario mucha viveza.
—467—
Mariano Azero de los libertadores de Venezuela, Cundinamarca
y Quito, condecorado con la Cruz de Boyacá, y los escudos de
honor de Magdalena, Junin y Ayacucho, benemérito ele la pa
tria en grado heráico y eminente, coronel efectivo de los ejércitos
de la República, comandante de armas de la provincia de Loja
y gobernador político de ell,a, &.
Por cuanto el Gobierno tiene datos positivos de qne los
peruanos intentan profanar el territorio de Colombia, segun
lo aproximados que se hallan á esta provincia; manteniendo
en la frontera fuerzas para invadirnos, y siendo de mi deber
en todo trance salvar el último pueblo de la República, y
precaver en parte el torrente de males en que es susceptible
se envuelva en estas circunstancias;
Decreto:
1? Se tendrá por fratricida, y se le castigará como á tal, á
toda persona que auxiliase de cualquier modo á los enemigos
que con la insolencia mas descarada se prometen hollar el
territorio colombiano que debiau respetar.
2? Todos los habitantes de esta provincia desde el primer
pueblo de la línea, se retirarán con sus animales, y todo jé-
nero de recursos á las inmediaciones del ejército de que de
penden, para que no se aproveche de ellos el enemigo, en
intelijencia que si no lo verifican serán tratados como traido
res, y juzgados con arreglo á este juicio en cualquier tiempo.
Para que llegue á noticia de todos, publíquese, fíjese y cir
cúlese para su puntual cumplimiento.
Dado en Loja, á 5 de Diciembre de 1828.—18?—M. Azero.
José Manuel Talledo.
Se publicó en esta misma fecha, en las cuatro esquinas de
esta plaza mayor con la solemnidad acostumbrada de que
certifico.— Talledo.
Benemérito señor coronel comandante de armas de Loja.
—468—
Cuenca, Dicmnbre 7 de 1828.
Supongo ya al enemigo en Loja ó sus inmediaciones; y que
en este estado, habrá US. adoptado ó puesto en práctica mis
reduplicadas instrucciones para este caso. Si aun encuentra á
US. ésta en Loja, y creyendo ya llegado el instante, debo
prevenir á US.: 1? Que procure hacer su retirada con él mejor
órden, empleando mucho cuidado en la conservacion de los
caballos, organizacion de la tropa. 2? Que desde el punto ó
paraje de donde comience la retirada, venga US. arrasando,
destruyendo, quemando y aniquilando con cuanto encuentre
que pueda ser útil al enemigo, de modo que no le quede una
rama de yerba, un grano de cebada, de trigo, paja, animales
ni cosa alguna. 3? Que cuide mucho US. de no dejarse sor
prender, ni cortar por el enemigo: que las avanzadas y espías
vijilen lo mismo que US. para moverse con la prontitud y
seguridad posible, segun los avisos y las circunstancias; tener
presente, que desde el Sapotillo hay un camino desviado has
ta dar en Tarqui, por el que (aunque no supongo al enemigo
en estado de una violenta marcha) podrá emprender ocupar
la retirada por si llega este caso, sabrá US. que desde Jima
parte un camino excelente hasta Gualaseo, por el que podrá
US. avanzar á cualesquiera de los puntos de este Cuartel
General. El tercer escuadron Húzares, permanece en Tarqui,
con órden de no pasar de Jima. y US. ;podrá ponerse en co
municacion con él; y proceder de acuerdo ó en combinacion.
En vista de cuanto se sirve US. comunicarme en sus notas
de 3 y 4 del presente que satisfago, es que he puesto á US. la
antecedente instruccion que junta con las demás del caso,
dará á US. la regla para sus operaciones.
Dios guarde á US.—L. JJrdaneta.
[Botafuego Núm. 19.]
—469—
República Boliviana.— Comandancia General de Armas.—Alto
de la Recoleta, á 2 de Enero de 1829.
Al Excmo. Señor Presidente Provisorio de la República.
Excmo. Señor:
En la noche de ayer, desde las 8 á las 11 de ella, recibi cin
co partes de que varios grupos del pueblo se rennían armados
en los suburvios de esta ciudad vivando al general Pedro
Blanco. A las doce fueron justificados aquellos partes des
cargando algunos tiros de fusil con que se amagó acometer á
la tropa de mi mando. Salí á reconocer quienes causaban la
alarma y descubrí unos cuantos paisanos que disparaban sobre
este punto. Tomé las medidas necesarias para rechazarlos, y
entre tanto el general Blanco queriendo hacer esfuerzos para
fugarse, fué muerto por la tropa sin que pudieran impedirlo
el coronel Vera y el capitan de guardia Basilio Herrera, que
le custodiaban, cuyo desgraciado accidente vine á saber cuan
do ya era imposible remediarlo. Cuatro díscolos comprome
tiendo á algunos infelices inermes para rendir las tropas de
mi mando, han sido causa de un suceso que dilacerará mi
alma. El coronel Ramon Gascon y el teniente coronel Manuel
Valdez se han salvado por la casualidad de haber ocurrido el
comandante Ballivian oportunamente, cuya presencia piulo
contenor á la tropa enfurecida.
Para que á V. E. no quede duda alguna sobre la veracidad
de los partes que me fueron dirijidos anoche, copiaré el mas
extenso de ellos que es como signe:
"Al señor Armaza y en su defecto al señor Ballivian.
Caro compañero:
Creo ser de necesidad que salgan dos patrullas eu sus res
pectivos cuartos, que no pasen ni bajen de cincuenta hombres
con oficiales de confianza.—Loaiza no parece hasta ahora en
su casa, so asegura que hay varias renuiones de cholos en el
Prado y otros puntos vivando á Blanco, y aunque no pueden
causarnos un mal de gravedad, pero sí perturbar la tranquili
dad pública, y harán creer que tiene opinion y partido aquel,
y es preciso evitarlo de un modo prudente y sijiloso. Velasco
ha tenido que irse á dormir fuera de su casa. El parque es
í
—470—
necesario reforzarlo, como tambien Santo Domingo, donde
están los caballos que tienen poca escolta. No están demás
las precauciones."
Los grupos que menciona el parte antecedente y acometie
ron este punto fueron dispersados y restablecida la tranquili
dad hasta ahora que son las seis de la mañana sin novedad
alguna.
Tengo la honra de elevarlo á V. E. para su conocimiento,
y suplicarle tenga por bien influir por su parte para que esos
perturbadores del sosiego público, no repitan sus tiroteos que
solo servirán para causar desgracias inútiles.
Reproduzco á V. E. la distinguida consideracion y respeto
con que me suscribo su mas obsecuente servidor—Excmo.
Señor—Mariano Armaza.
Comamlamia Genera/ de Armas. — Chuquisaca, 2 de Ene^o de
1829,
Al Excmo. Señor Presidente de la República.
Excmo. Señor:
El cadáver del general Pedro Blanco que desgraciadamente
fué muerto anoche por la tropa en la confusion ocurrida en
este punto de la Recoleta, ha sido inhumado en la iglesia del
convento de la misma.
Lo elevo al conocimiento de V. E. con la honra de suscri
birme su muy atento obsecuente servidor—Excmo. Señor—
Mariano Armaza.
Ciudadanos:—El triste acontecimiento que expresan los
partes anteriores, le han ocasionado los díscolos que sin repa
rar en circunstancias y teniendo en nada las desgracias y
basta la patria misma por seguir sus miras, intentan envolver
la Nacion en el desorden, llanto y luto, ya que no les es dado
bollar tranquilamente los derechos de sus conciudadanos.
Ellos han querido interpretar mis expresiones siniestramente;
ninguu medio omiten para conseguir sus fines. El viva Bolivia
(pie pronuncié en medio de la plaza y al frente de las tropas
se ha construido en un viva dado á Bolivar. Yo os protesto
que solo soy de mi patria el Alto-Perú, y no de ningun homs
—471—
bre en particular; que solo sirvo á mi patria y niugun otro
interés me liga que su prosperidad.
¡Conciudadanos!—No os dejeis alucinar por los cuentos y
trapacerías de los embusteros que os quieren seducir; repeled
sus instigaciones, manteneos tranquilos en vuestros hogares.
Vuestros seductores quisieran ver correr torrentes de sangre,
negaos tenazmente á unos estragos que Horaria la patria.
Mariano Armaza.
DESENGAÑO AL PÚBLICO.
/
La malignidad se ha ocupado desde el día 31 de Diciembre
último en esparcir el absurdo de que yo coartaria la libertad
en sus deliberaciones á la Soberana Asamblea Convencional.
Se ha querido infundir la idea de que los honorables señores
Diputados corrían riesgo de sus vidas. Se ha procurado pin
tarme con los colores mas denegridos, y ninguna calumnia se
ha omitido al intento. Para desvanecer unas imputaciones tan
ajenas de mi corazon, he pasado á los honorables señores Se
cretarios de la Soberana Asamblea la siguiente nota. Por
ella verán mis conciudadanos que ninguno está mas dispuesto
que yo á obedecer las resoluciones de la Representacion Na
cional; y mi conducta ulterior les demostrará que mis opera
ciones no se dirijen á ningun interés particular mio.
Comandancia General '.de Armas.— Chuquisaca, á 2 de Enero
de 1829.
A los honorables señores Secretarios de la Soberana Asam
blea Convencional.
Honorables señores Secretarios:
Extrajudicialmente he sabido que S. E. el Presidente de la
República ha enviado su dimision á la Soberana Asamblea
Convencional, y que los señores Diputados rehusan rennirse
á deliberar temerosos de que se atente contra sus personas.
La renuncia de S. E. juzgo no debiera ser admitida en las
actuales circunstancias en que tanto necesita la Nacion de
sus importantes servicios; mas si la Soberana Asamblea se
decide á admitirla, demandan las exijeneias públicas que en
—472—
la misma sesion se proceda á elejir una persona en quien
concurra la prudencia, la imparcialidad, el prestijio, y los
conocimientos necesarios para preservar la acion de los es
pantosos males en que podría envolverla cualesquiera medida
imprudente. El temor que manifiestan los señores Diputados
no tiene fundamento alguno. Un error cometido por una
deliberacion poco meditada ha ocasionado el movimiento
militar que excitaron las faltas del encargado del Gobierno,
cuya muerte desgraciada que lamenta mi corazon, la han
causado los díscolos que en la noche de ayer alarmaron la
tropa disparando tiros de fusil sobre el cuartel. Todo esto ha
sucedido, pero ningun individuo ha faltado al respeto que es
debido á la Soberana Asamblea, ni á ningun señor Diputado
en particular. La Soberana Asamblea Convencional, no pue
de querer sino el bien público porque todos suspiramos. La
Hacion ha confiado á su prudencia y aciertos el estableci
miento de la prosperidad general. Ella es el ajente é imajen
principal del Soberano á quien todos acatamos. Si un mo
mento de irreflexion pudo suscitar contradiccion á una de
sus resoluciones, es de esperar que sus repetidos aciertos
libren á su comitente de los embates que le amenazan. En
consecuencia protesto á UU., señores, que individuo alguno,
ni del pueblo, ni de las tropas, se excederá en lo menor con
tra la Soberana Asamblea, ni ninguno de sus honorables
miembros, á cuyo efecto están tomadas las medidas mas efi
caces. Con esta seguridad me permito suplicar á UU., seño
res, se sirvan invocar el patriotismo, el honor y celo de la
Soberana Asamblea Convencional, á nombre de la patria,
para que continúe sus sesiones, y delibero libremente sin te
mor alguno, cuyas disposiciones serán cumplidas con la exac
titud que merecen las resoluciones emanadas de los elejidos
del pueblo, á quienes en ningun caso pueden ser indiferentes
las desgracias públicas, siendo su mas sagrado deber el ocur
rir con el bálsamo saludable de su prudencia á remediarlas.
Tengo la honra de decirlo á UU., señores de la Asamblea
Convencional, con la prontitud que exijen las circunstancias,
reproduciendo á UU., señores, la distinguida consideracion y
respeto con que me suscribo su mas atento obsecuente servi
dor—Mariano Armdsa.
-473—
REPÚBLICA DE COLOMBIA.
Señor Coronel Mariano Azero.
Cuenca, Diciembre 6 de 1828.
Mi querido Azero:
En el momento de marchar Lecumberri, acabo de recibir
una noticia, aunque no oficial, de haber desembarcado en
Santa Elena las tropas de Gamarra, y estar Guayaquil fuer
temente amenazado: he suspendido la marcha de Huzares
hasta saber el resultado, y es preciso que miéntras tanto U.
esté alerta, y dispuesto á desplegar al primer aviso: tome las
medidas necesarias para este caso, y para hacer una marcha
rápida. Por supuesto, que si llega á verificarse, es necesario
que U. queme todo, y se traiga cuanto pueda, porque la guer
ra será en el Ecuador. .
El oficial que lleva esta, no es de confianza, y pudiera
sernos acá perjudicial. Es preciso que U. lo tenga allá con
comisiones, 6 protestos, hasta que yo le avise: esto es muy
importante.
Mándeme U. en el rfcto, y volando, al capitan Rafael Espe
jo, sin la menor demora.
Tenemos grandes cosas que luego diré á U., miéntras tanto
encargo á U. vijilancia, enerjía y prontitud.
Saludo á todos los oficiales, y me repito de U. su afectísimo.
L. Urdaneta.
Adicion.—Tenga U. esta por de oficio.— Urdaneta.
República de Colombia.—Comandancia General del Departamen
to de Asuay.—Cuenca, Diciembre 9 de 1828.
Benemérito señor coronel M. Azero.
Tengo á la vista, y quedo instruido de la de US. de 5 del
presente, lo mismo que del adjunto parte del alcalde de Gon-
zanama. Consecuente á esto, debo prevenir á US. lo siguien
te, exijiendo su puntual cumplimiento.
Tom. viii. Historia—60
—474—
1? Que en Saraguro, donde le supongo de retirada de Loja,
la que apruebo en todas sus partes, deberá US. permanecer
todo el tiempo que le permitan las circunstancias, miéutras
tenga US. la mas grande seguridad de no ser cortado ni sor
prendido: el objeto de su permanencia, es en primer lugar
embarazar de algun modo la rapidez del enemigo, y dar tiem
po á que tengamos aquí el necesario para conducir á Riobam-
ba el numeroso parque, enfermos de hospital, y cargamentos
de todo jén ero, que aun existen en esta plaza, y en segundo,
que gaste US. y arrase en cada paraje con cuanto haya servi
ble al enemigo especialmente con la cebada, alfalfares y pas
tos de toda especie.
2? Que llegado el caso de retirarse de Saraguro, lo verifique
con el mejor orden á la parroquia de Oña, en donde perma
necerá US. en los mismos, é igual objeto que en la anterior;
y por supuesto, todo el tiempo que la total seguridad le per
mita.
3? Que obligado por las circunstancias á dejar Oña, pasará
US. á Nabon, en donde hará igual mansion, entreteniendo el
tiempo lo mas que pueda, y obrando en todo conforme á los
objetos indicados.
4? Que en último término se retirará á Jima, en donde
miéntras pueda permanecer, gastará á discrecion de un grande
cargamento que tenemos de cebada, dando dos ó tres piensos
por dia si es posible á los caballos: el comandante Lecumber-
ri, entre tanto US. llegue, hará lo mismo segun le prevengo
en esta fecha; de modo que llegado el momento en que los
dos hayan de replegar á esta capital con toda la fuerza que
mandan, prenda US. fuego al último resto que haya quedado
de este artículo, lo mismo que á los demás pastos.
5? Que con la mayor escrupulosidad y dilijencia, me remita
US. instantáneamente partes bien detallados de cuanto vaya
ocurriendo desde el momento en que reciba esta, para que de
este modo fijemos con exactitud y la mejor oportunidad nues
tras operaciones y movimientos.
Dios guarde á US.—L. Urdaneta.
-475—
Comandancia General del Departamento del Asuay.—Cuenca,
Diciembre 6 de 1828.
Benemérito señor coronel Maríano Azero, comandante de ar
mas de la provincia de Loja.
Despues de reproducir á US. cuanto le tengo dicho, con.
respecto al oficial que salió para esa antes de esta; tengo aho
ra la gloriosa satisfaccion de comunicar á US. la muerte del
pérfido Guisse, á consecuencia de haber sido mortalmentf
herido en el combate del.dia 24 del próximo pasado en Gua
yaquil: no omitirá US. ^publicar por bando esta importante)
noticia en la provincia de su mando. Con este acontecimien
to y otros que sucesivamente ocurren, deberá US. calcular
varíadas absolutamente las circunstancias de Guayaquil, y
por consiguiente nosotros en disposicion de alarma y movi
miento. Consecuente á lo dicho," exijo de US. la mas grande
actividad y esmero en preparar los cuerpos y alistarlo todo,
todo, en términos de comenzar á obrar en el momento de que
(JS. reciba el órden de romper las hostilidadas.
Dios guarde á US.—L. Urdaneta.
Adicion.—Interesándonos mucho dar un golpe sobre el
Perú, que á mas de imponer al enemigo, estimule y aliente
nuestras tropas; vengo en decir á US.: que no omita dilijencia
ni resorte, á fin de ver si se echa encima de alguno de los
cuerpos enemigos, el que estuviese mas avanzado á la línea,
que podrá ser el de Ayabaca, y destruirlo: mas es menester
para esto, asegurarse mucho, mucho, mucho en el buen éxito
de la empresa, calculando y examinando todas las circuns
tancias, con la mejor madurez y acuerdo.—El tercer escuadron
Húzares siempre sigue su marcha, y podrá US. contar con
esa fuerza, á mas de las suficientes que tiene US. á su mando;
pero, si todas estas no fuesen bastantes para asegurar la cosa
sin esponerse á continjencias, me lo avisará US. para remi
tirle volando el auxilio que necesite. Esto debe sor lo mas
pronto; y cuento, mediante la actividad, esmero, valor y co
nocimientos de US. con el mejor efecto en esta interesante
operacion.— Urdaneta.
—476—
Señor coronel Mariano Azero.
Cuenca, Diciembre 7 tfr?'1828.
Mi buen amigo:
Tengo á la vista las dos particulares de U. de 1? y 2 del
que rije, con la satisfaccion de saber [por ellas, no haberle
ocurrido novedad alguna.
Sabe U. que no hay caso, ni es posible pensar en los puntos
que contienen, mncho ménos en el permiso para venirse. Va
riadas las circunstancias, y en tan crífcicos]momentos no tiene
U. sino desplegar su vijilancia y conocimientos, redoblar sus
trabajos, y desempeñar, por supuesto, á satisfaccion del Go
bierno, su encargo actual, que es por naturaleza el mas inte
resante.
Supongo es llegado el caso de su retirada y que observando
puntualmente mis presentes y ^anteriores disposiciones, se
acerque la ocasion de vernos.
Mucho cuidado, mi amigo; y estar aun en los ápices de la
guerra y de sus circunstancias.
Páselo U. bien; y reciba la buena voluntad que le profesa
su amigo—L. Urdaneta.
Comandancia General del Departamento del Amay.— Cuenca,
Diciembre 17 de 1828.
Benemérito señor coronel M. Azero, comandante de armas de
Loja.
Impuesto de la de US. de 14, desde Saraguro, y de las no
ticias que me adjunta, hago á US. las siguientes prevenciones:
1? Que no se abandone á Saraguro, basta el último caso, ó
que falten los recursos.
2? Que el repliegue de los cuerpos de su mando, será mejor
ejecutarlos por escalones, para que se puedan proporcionar
con mas facilidad los auxilios y forrajes.
3? Que siendo las parroquias de Ocaña y Nabon, escasas
de dichos auxilios y principalmente de pan, tome US. todas
—477—
las medidas necesarias para sacarlos, y poder sostener los
cuerpos, hasta que las circunstancias lo permitan, ó basta que
se cumplan las prevenciones que hice á US. en fecha 7 del
presente mes.
4? Que procure LJS. dejar en todos los pueblos, hombres
fieles que nos den avisos de la fuerza y movimientos del ene
migo, el estado de su caballería, bagajes, (Se. &.
Como es regular que la marcha del enemigo sea pausada,
por falta de movilidad, ó mal estado de sus caballerías, US.
en el último caso vendrá á Tarqui, donde hay buenos pastos
y cebada para los caballos, y adonde se podrán mandar desde
aquí, las raciones de pan y sal, como [se hace con el tercero
de Húzares; mas, repito á US., que esto será en el último ca
so, y cuando se hayan agotado los recursos en las otras par
roquias.
Dios guarde á US.—L. Urdaneta.
Editorial de "La Prensa Peruana" Núm. 127, del Sábado
21 de Febrero de 1829.
Publicamos las comunicaciones del general Bolivar sobre
la entrega de las islas de Chiloé, y su agregacion al Perú,
como un documento de la verdad con que hemos aseverado
estar en sus planes no respetar derecho alguno de las nacio
nes, y solo propender á aumentar la extension de lo que creía
pertenecerle por derecho de conquista. Cuando se entablaron
aquellas negociaciones de que habla en uno de sus oficios, y
que por desgracia se ha desaparecido, contaba con que el
Perú era una propiedad suya, que jamás se zafana do sus
manos, y por esto so empeñaba en agregarle el archipiélago,
bien fuese por estipulaciones con su gobernador, bien ar
mando una expedicion que los conquistase. Para proceder á
conseguir esta objeto se despreciaron los derechos de la Re
pública de Chile á las referidas islas, que siempre se han
considerado dependientes y sometidas á su Gobierno, y sin
consultarla ni buscar su avenimiento se intentó desmenbrar-
le tan considerable é interesante parte de su territorio. Esta
conducta que debe reputarse una meditada usurpacion, se
->-478—
pretendía cohonestar con la seguridad que se daba á la na
vegacion del Pacífico, con la pretendida impotencia en que
siempre habia estado Chile para hacer los gastos que deman
daban al Gobierno esas posesiones, y la incapacidad en que
entonces so hallaba de libertarlas del yugo de los españoles.
Si no llegó á ocuparse esta porcion de la República Chilena,
no fué porque el general Bolivar omitiese las dilijencias qne
estaban á su alcance sin reparar en la injusticia de los me
dios que ponia en obra. Él mismo encargaba se mandase una
persona do confianza que fuese disponiendo el ánimo del
gobernador para que consintiese en entregarse al Perú y se
verificase la agregacion de Chiloé, sin que Chile tuviese parte
ni aun aviso de ella, ni lugar de reclamar de este atentado.
Él se habria sin duda consumado si el sitio del Callao no
hubiese demorado tan largo tiempo, y necesitado las fuerzas
navales que debieran emplearse en aquella expedicion.
Tan inconsecuente como injusto fraguaba el general Bolí
var una injuria tan atroz á una República que habia manda
do su escuadra á estacionarse frente al Callao en auxilio de
la nuestra. Sin embargo este hombre cuya vida está llena de
hechos que le presentan como un modelo de usurpadores, so
arroja á imputar al Perú miras ambiciosas, y á señalarnos
como infractores del derecho internacional y como vecinos
perjudiciales á las repúblicas limítrofes; y sus tenientes ce
losos en imitar su tortuosa política han usado el mismo
calumnioso lenguaje. Así hemos visto al general Sucre atri
buirnos el oríjen de las desconfianzas para lograr un aveni
miento, acusándonos de haber atentado á.la integridad déla
República Alto-Peruana. Mas por mucho que se empeñen en
manchar á otros con los vicios que á ella los han hecho de
testables, el mundo todo está convencido que en esta parte
de la América estaría ya olvidado el infundo derecho de con
quista, si por desgracia y mengua de estas rej iones, no exis
tiese un Bolivar que ha tratado de restablecerlo sobre vecinos,
amigos y aun sobre su misma patria. Esta verdad que ya no
necesita de pruebas en los pueblos que ha pisado, recibe para
los países lejanos una nueva luz en* los documentos siguientes.
República Peruana.— Ministerio de Estado en el Departamento
de Gobierno y Relaciones Exteriores.—Palacio de Gobierno
en la Capital de Lima, á 9 de Julio de 1825.
Al señor Gobernador de la provincia de Chiloé.
La justicia y equidad con que se ha conducido US. euel
mando de esa provincia, y de que tiene S. E. el Libertador
de esta República testimonios recomendables, le han movido
—479—
á insinuarse con este Consejo de Gobierno, á fin de que per
suadiéndole del sério carácter que ha adquirido la revolucion
en todas las secciones establecidas independientes de Améri
ca, propenderá con sus luces y el amor á la libertad que de
ellas resulta, á dar un dia placentero, un acto el mas sublime
de cuantos hayan de estamparse en los fastos de la historia
del nuevo mundo. La provincia de Chiloé que US. gobierna,
y se nos presenta hasta hoy con el odioso título de enemiga,
es merecedora por su localidad y por la índole de sus mora
dores, á entrar con la masa general en el goce de su indepen
dencia y libertad. Comprendida en un mismo continente, y
por sí sola tan poco capaz de rivalizar con ninguna de las
potencias limítrofes, no ceder á la razon, sino esperar ádos
violentos choques de una hostil conducta, es seguramente
sumirla en el profundo término de su aniquilamiento. Apar
temos pues la vista de una idea tan poco conforme á lo que
US. merece por su juiciosidad como funesta para los misera
bles que la Providencia ha puesto á su cuidado.
Confiar en los auxilios y refuerzos que le pueda prestar la
antigua metrópoli de España es una quimera que US. no
puede concebir, y aun á mí me es doloroso tener que expli
carme en términos que manifiestan su pública impotencia.
Las repetidas convnlsiones de que ha sido víctima, y las
constantes variaciones de su sistema administrativo tienen
agotadas las fuerzas que la hicieron respetable tantas veces en
el globo, y muerta la voluntad de sus hijos para restablecerla
á su antiguo poderío. Las naciones sus vecinas en quienes
podria fijar el punto de apoyo de su pretendida reconquista,
solo tienen por norte de sus operaciones nentrales la brújula
que señala los grados de utilidad en sus especulaciones mer
cantiles. ¿Pero para qué empeñarme en demostrar á US. lo
nulo de tales esperanzas, cuando estoy cierto que US. lo pal
pa con mayor evidencia de la que yo puedo dar á mis aser
ciones.
Señor gobernador, una capitulacion honrosa en que saque
la España todas las ventajas que US. estime y quiera, rati
ficada por S. E. el Jefe Supremo de esta República, y un
abrazo de paz ^y de cordialidad con los españoles nuestros
progenitores, sea por el liberalismo de US. la solucion del
problema que tantos años ha nos tiene vinculados á la an
gustia, al encono y á la ruina.
Declarada la independencia en Chiloé, nadie duda que el
monarca católico se apresurará en reconocer en total la de
ambas Américas, y agradecidas estas á la mano bienhechora
de US. bendecirán con entusiasmo la memoria de su nombre,
á la par de mil padres que entonces se unirán á sus hijos,
—480-^
otros tantos esposos á sus tiernas consortes, y volviendo á
ser unos los intereses de americanos y españoles, recuperare
mos todos la antigua prosperidad que nos ha usurpado la
fatal discordia.
Entre tanto dando por lograda esta sincera invitacion, yo
recibo el mayor honor suscribiéndome con todo respeto y
consideracion de US. su muy atento obediente servidor.—
José Morales.
Lima, 26 de Setiembre de 1825.
Al Secretario General de S. E. el Libertador.
Cuando se ha recibido la de US. fecha 3 del corriente relati
va á las disposiciones que S. E. el Libertador quiere se tomen
con respecto á las islas de Chiloé, es regular hayan llegado
los oficios en que he participado haber dirijido uno por medio
del Cónsul ingles al gobernador de las referidas islas, per
suadiéndole á que pusiese término á la guerra y desgracia
de esos habitantes, aviniéndose con las propuestas ventajosas
que se le harian.
S. E. por su extremado pundonor y delicadeza no Labia
dado órden para mas, á fin de que el Gobierno de Chile no
tuviese el menor motivo de queja. Mas lo cierto es, que co
mo expone US. de órden de S. E. el archipiélago de Chiloé
es la llave del mar del Sur, y bien permanezca en poder de
los españoles, bien se entregue á cualquiera otra Nacion ex
tranjera, ó sea el abrigo de piratas, será un jérmen de males
para todos estos pueblos. Yo siempre he visto con preferen
cia el bien general de la América al particular del Perú, pues
cuando el todo no es feliz, no pueden serlo con estabilidad
las partes.—Mas es preciso confesar, que por el estado lasti
moso en que se halla el Gobierno de Chile y por su falta de
recursos, jamás podrá ocupar ni sostener aquel importante
archipiélago de Chiloé. Esto se ha visto desde la misma con
quista, y las cajas del Perú han tenido anualmente que hacer
los gastos del Gobierno político y militar de aquel punto, sin
sacar ninguna utilidad. Pero en esta interesante materia tiene
S. E. justísima razon en no pararse en lo que pierda ó gane
el Perú con esa adquisicion mercantilmente, ni ménos en las
infundadas quejas que puedan tener los chilenos, sino en ase
gurar las llaves del Oceano Pacífico y establecer la tranquili
dad de su navegacion, que de otra suerte ha de ser turbada.
S. E. quiere que entregada la fortaleza del Callao se pro
—481—
ceda ó hacer al gobernador de Chiloé una invitacion autori
zada, ó que se forme una expedicion—El Callao no ofrece
todavía un dia seguro en que se entregue: puede dilatarse
hasta fin del año, y para ese tiempo seria bueno estar asegu
rado de las intenciones de Quintanilla, y hallándose á tanta
distancia S. E. el Libertador, el Consejo de Gobierno con
consulta del General en Jefe resolverá si acaso puede ir algun
buquesito en que se anticipe una persona de confianza á
tratar con Quintanilla, de manera que cuando se rinda el
Callao pueda inmediatamente remitirse la expedicion si aca
so fuese necesaria y aprovechar el buen tiempo del estío,
pues de lo contrario toda expedicion será perdida.
Al llegar aquí con la pluma se trajo la correspondencia da
Chile de 31 de Agosto próximo pasado que acompaño á US.
con oficio por separado; y en ella se vé que aquel Gobierno
se ofrece á verificar la expedicion bajo las condiciones que
indica
Sírvase US. hacer presente á S. E. el Libertador esta co
municacion, y aceptar las particulares consideraciones con
que soy &.—Hipólito Unánue.
Republica Peruana..—Secretaria General.—Cuartel General en
Potosí á 27 de Octubre de 1825.
Al señor Ministro de Estado en el Departamento de Gobierno.
Señor Ministro:
S. E. el Libertador queda enterado del contenido de la
nota de US. de 26 de Setiembre, en constestacion á lá que
tuve el honor de dirijirle con fecha 3 del propio mes, relati
va á las disposiciones que S. E. quiere se tomen con respecto
al archipiélago de Chiloé.
No se han recibido aun los oficios que US. dice haber diri-
jido á esta Secretaría General, participando la remision de
otro al gobernador de las islas de Chiloé, persuadiéndole á
que pusiese término á la guerra y desgracia de esos habitan
tes, admitiendo las propuestas ventajosas que se le harían.
A S. E. le parece muy bien que antes de la rendicion del
Callao se anticipe una persona de confianza á tratar con Quin
tanilla sobre la terminacion de la guerra, como US. propone;
pero S. E. cree que este jefe español no entrará en negocia
ciones, miéntras no sepa la rendicion de la plaza del Callao.
Soy de US. muy atento servidor.—Señor Ministro—
F. 8. Estenós.
Tom. vm. Histobia—61
—482—
COLOMBIA.
El siguiente documento es el parte o6cial que pasó el
general Mosquera al seücv ¡secretario de la Guerra despues
de la accion de la Ladera, y que fué interceptado poruña
partida de las tropas constitucionales.
República de Colombia.—Comandancia General é Intendencia
del Departamento del Cauca.—Sala del Despacho en Popayan,
ál3de Noviembre de 1828.
Al señor Ministro de Estado en el Departamento de la Guerra.
Antes de ayer se presentó el enemigo con sus fuerzas de
infantería y caballería en número de 300 hombres bien arma
dos, fuera de la jente de montonera que le seguía. Hubo una
escaramusa y perdimos un soldado muerto: luego me moví
de los cuarteles sobre el enemigo porque me habia cortado
la correspondencia, y logré recibir los correos de Bogotá y
del Valle.
Ayer 12 salió el señor coronel Mnrgueitio con cien mili
cianos, 40 caballos, y 50 volnntarios del Cauca á observarlos
movimientos del enemigo; éste que tenia desensillada la ca
ballería, se movió sobre él, y le auxilié con cien infantes de
los soldados del escuadron Cabal que iba á pié. (1) Se co
menzó un tiroteo con las guerrillas del enemigo, y fué ataca-
do por su frente hasta quitarle las posiciones que
tenia su infantería, sin mas pérdida que dos heridos nues
tros. El comandante Sirakoski que vió rechazar nuestras
guerrillas de infantería, vino á la reserva en que me hallaba
yo, y me pidió que le dejase cargar con su caballería; se lo
permití fiado en su informe, y dirijió tan atropelladamente
(2) el movimiento que no resistió á la caballería enemiga, y
envolvió toda nuestra ala derecha, que fué prisionera y muer
ta por el enemigo. Con los que se salvaron me replegué al
cuartel á obserrar los movimientos del enemigo que fué re
chazado por el coronel Murgueitio (3) en su ala derecha:
(1) Sobre 600 hombres atacaron á los bravos de la Ladera.
(2) Debía decir para no faltar á la verdad, denodadamente y con intrepidez; por
que peleo y murio como valiente, dando ejemplo á los que sabiendo que los muertos
no hablan, le atribuyen la pérdida y derrota.
. (8) £1 señor Murgueitio parecido a don Quijote en el encuentro de los molinos de
viento, observo en la venta de Antomoreno las mujeres de los valientes de la Lader».
y eon su acostumbrado heroísmo voló allá y las disperso en el momento. Esta fué U
lasaña déla ala deroeha.
—483—
logré al fin verlo moverse sobre la parte que ocnpa este jefe,
monté en persona (4) con diez hon)bres para hacer un moví-
miento por retaguardia y llamarles la atencion para que pu
diese romper la columna que lo atacaba. Cuaudo llegué al
punto de cargar ya dicho señor coronel habia roto al enemi
go (5) y se desplegaba á la plaza. Juntos volvimos al cuartel
desde cuyo momento estamos empleados en tomar las medi
das de defensa convenientes para cubrir el honor de nues
tras armas. La falta de cien veteranos y la precipitacion de
Sirakoski nos han causado esta pérdida. (6)
El pueblo todo me ha abandonado. (7) No tengo recursos
ningunos de subsistencia para un largo sitio, y así US. puede
considerar la necesidad de que vuele al Cauca el ejército que
está en movimiento.
Nuestra pérdida (8) consiste en la muerte de dos jefes, tres
oficiales, y 15 de tropa. Prisioneros dos jefes y 5 oficiales con
180 de tropa, y sus respectivas armas y municiones. Luego
(9) que me lo permita el estado de trabajo en que me en
cuentro daré los detalles de todo.
Las correspondencias oficiales del Gobierno las he salvado
para que no se pierdan (10) pues temo mucho por la suerte
de este Departamento por falta de un pronto auxilio.
Dios guarde á US.—Tomás Cipriano Mosquera.
La siguiente carta ha sido remitida orijinal por el señor
genera! Obando que la escribia el memorable general Tomás
Heres al gobernador de Pasto.
(4) Monto en persona con 10 hombres su señoría, y cobardemente tnvo qne retro
ceder "volando" por haberse visto cargado por el soldado Santiago David qne tnvo
el arrojo de perseguir á este "bravo" jefe hasta la puerta de su cuartel de Santo Do
mingo, in aonda fué hecho prisionero el soldado David.
(6) Ya había sido roto el coronel Murgueito por el coronel Lopez, y 5 compañeros
de los coastiuicioEfJes.
(6) La pérdida la canso el luchar por intereses particulares y contra la libertad,
que es la que inspira valor.
(7) Porque es ilustrado y consulta á los intereses de la República.
(8) La pérdida consistio en que nada le quedo al señor Mosquera, y el pormenor se
vé en el Boletín número 2. °
(9) El señor Mosquera debia decir, "luego que salga de mi cuerpo el terror pánico
de que me hallo poseído, podré hablar a U3 la v rdad, pnes lo que llevo expuesto
no tiene otro objeto que ver si reo puedo librar del Consejo de Guerra que justamen
te debe seguírseme, por haber sido el pnr*íiro rae afc.'r-doné la columna corriendo al
cuartel"
(10) Debia ser así; porque se habrían de. -u^brto múltenos de opresion, y quién sa
be qué mas.
Señor gobernador Francisco Gutierrez.
Tuquerres, Diciembre 8 de 1828.
Mi muy estimado amigo y señor.
El diablo quiere que nuestras cosas no se compongan tan
pronto como yo habia pensado y como quisiera. Cuando yo
esperaba las tropas acabo de recibir avisos de Quito que no
pueden marchar porque hay nuevos cuidados por aquella
parte, pero sin expresarme cuales son. Entretanto yo confio
en que U. mantendrá á toda costa la provincia, porque el
carácter firme y honrado de U. rennido al esfuerzo de los
pastusos son suficientes para ello, aunque el coronel O ban
do traiga dobles fuerzas de las que han dicho. Estoy con el
cuidado de los emisarios de Obando, dígame IT. lo que haya
sobre esto. El general Flores escribe al coronel Guerrero, al
2? comandante Guerrero, Pancho Delgado, Villota, Puerta,
Chavez, y Ordoñez, pero las cartas no han llegado, pero
luego que las reciba las remitiré inmediatamente.—Me repi
to a U. su estimado amigo y afectísimo servidor.—
Tomás Heres.
¡¡¡VIVA LA CAUSA DE LA HUMANIDAD!!!
PASTO LIBRE.
República de Colombia.—Comandancia General de la Division
Constitucional.—Cuartel General en Berruecos, á 9 de Diciem
bre de 1828.—18?
Al señor Intendente del Departamento.
Yo no tendría tanta gloria si participara á US. que Pasto
habia sido ocupado á viva fuerza, cuanto tengo en asegurarle
que en el mismo campo de Buesaco, donde estaban los ele
mentos dictatoriales, estalló una revolucion en favor de la
Constitucion, en la noche del dia 6. De ella resultó la acla
macion general por el pacto único que enlaza á Colombia. La
—486—
PROCLAMA.
Habitantes del Asuay:—Vuestros sacrificios me han enter
necido, porque en estos dias de maldicion solo vosotros habeis
desplegado virtudes verdaderamente civicas, superiores á las
mezquinas pasiones que han arrastrado á algunos de vuestros
compatriotas. Las circunstancias han hecho necesaria la mar
cha de algunos cuerpos hacia el Ecuador. Esperad tranquilos
el resultado de nuestras combinaciones. Permanece todavía
en este Departamento una guarnicion respetable capaz de
destruir los ochocientos miserables que han invadido á Loja.
Habitantes del Asuay: —Si sucesos extraordinarios me obli
gan á separarme de este Departamento, será por poco tiempo,
porque no puedo ser indiferente á la suerte de un pueblo tan
fiel. Sea siempre vuestra divisa LEALTAD Y CONSTAN
CIA. La victoria es compañera de los bravos.
Cuartel General en Cuenca, á 21 de Enero de 1829.
Juan José Florn.
República Peruana.— Cuartel General en Loja, á 29 de Enero
de 1829.
Señor Coronel encargado del Despacho de Guerra y Marina.
Señor Coronel:
El 25 del corriente entraron en este Cuartel General los
batallones Pichincha, 1? de el Callao y 2? de Zepita, en el
mejor pié, habiendo hecho una marcha feliz desde Paita. Los
escuadrones 3? de Húzares y Dragones de Arequipa, de que
se ha formado un rejimiento de caballería con el nombre del
último, segun aviso que doy á US. con fecha anterior, queda
ron en Pinra por hallarse pié á tierra, y se han tomado las
disposiciones convenientes para montar el 1? en el punto en
que se halla, á fin do que sin pérdida de tiempo continúe á
incorporarse al ejército, y el otro se dirija al pueblo de Ma
chala, en el que, y en los demás inmediatos á él se le propor
cionarán bestias de marcha y de batalla, á cuyo efecto se ha
comisionado al coronel don Juan José Salas.
—487—
W Rennida pues la division del señor Gran Mariscal Gamarra,
que llegó muy anteriormente sin la menor novedad, se ha he
cho el arreglo del ejército en los términos que aparece de la
orden general que en cópia tengo el honor de acompañar
áUS.
La 1? y la 3? division se hallaban el 26 del actual ocupando
los puntos de Oña, el Tablon y Oduschapa, que tienen entre
sí una pequeña distancia y están á veinte ó veinticinco leguas
de Cuenca.—El coronel liaulet con la compañía de flanquea-
dores avanzó en aquella fecha para el pueblo de Nabon con
el objeto de hacer reconocimientos del enemigo, y los cin
cuenta civicos que se pasaron de Cuenca marcharon á Suso-
del con un piquete de veteranos.
El general Flores á consecuencia de la revolucion de Pasto,
y ven tajas reportadas por el coronel Oltando de que se ins
truirá US. por el número 23 del "Botafuego", ha marchado
para el Ecuador con dos cuerpos dejando el resto de su fuerza
en Cuenca.
Los batallones de Pichincha y Zepita, que forman la 2?
division, salen el 1? mañana, y el 2? pasado á incorporarse al
ejército, debiendo seguir inmediatamente sus movimientos el
1? del Callao, y los brillantes rejimieiitos de Húzares y Lan
ceros.
S. E. el General Presidente ha marchado hoy á Saraguro,
para continuar sin demora al punto en que debe rennirse el
ejército, y dirijir á la inmediacion sus operaciones. Yo le se
guiré, evacuado que sea el presente correo, y realizadas las
prevenciones que me tiene hechas sobre distintos objetos de
movilidad y subsistencia de la tropa.
Tengo el honor de comunicarlo á US. para que se sirva po
nerlo en conocimiento de S. E. el Vice-presidente de la Re
pública.
Dios guarde á US.—Mariano Castro.
El Comandante General de la Escüadba Peruana,
A los habitantes del Guayas.
Gnayaquileños:—Las repetidas amenazas del general Bo
livar y de sus insolentes satélites, no podían ser indiferentes
al Gobierno del Perú, el que por su seguridad y por restituir
¿ los pueblos al goce de sus derechos, no ha omitido gastos
—488—
ni sacrificios para poner un ejército y escuadra respetable, y
capaces de escarmentar á los ambiciosos que os han oprimi
do y querido sobreponerse á las leyes.
Al fin habeis quedado libres que os opriman con la másca
ra de libertad, de que os sacrifiquen so pretesto de órden, y
de que os saqueen con el nombre de contribuciones, y la es
cuadra que con orgullo maudo, ocupa vuestra capital con la
gloria de haber ahorrado hostilidades y víctimas. Solo las
consideraciones á estos pueblos desgraciados, pudieron haber
nos hecho entrar en transacciones con los que impotentes
nos han desafiado, con los que faltos á la buena fé, han ata
cado uno de nuestros buques y por los medios mas bajos han
tratado de incendiarnos; y por último con los obstinados en
erijir el trono del absolutismo y opresion.
Vanos serán los esfuerzos de los partidarios del general
Bolivar para conservaros bajo el pesado yugo de la horroro
sa y venal dictadura; y vano tambien el empeño de hacernos
sospechosos, titulándonos conquistadores, porque quien ja
más ha faltado á sus promesas—El general La-Mar—os ha
ofrecido respetar vuestros votos, y solo sustraeros de la cu
chilla de un nuevo Calígula—Atended á los hechos, y ellos
os dirán cuales son los tiranos.—No son conquistadores los
que no necesitan mas territorio del que tienen, los que están
prontos á deponer las armas y retirarse á su patria luego que
podais oponeros á la tiranía ó que ella se destruya.
Habitantes del Guayas:—Despreciad como nosotros las
amenazas de los anteriores mandatarios, prestad cooperacion
y os convencereis de que nada pueden, y de que con entu
siasmo se consigue la libertad.—Vosotros que por tanto tiem
po habeis sido el juguete de la fuerza armada como lo mani
fiestan la infinidad de documentos vergonzosos que os han
hecho suscribir, acreditad al mundo que teneis dignidad,
que abominais á los tiranos y que sabeis vengar vuestros ul
trajes: y contad siempre con los esfuerzos de los Peruanos, y
con los últimos sacrificios que hará por sosteneros esta Es
cuadra, y que os ofrece vuestro amigo.—Hipólito Bouchard.
—489—
Comandancia General de la Escuadra.—Fragata "Presidente"
al ancla en la Mía de Guayaquil Febrero 1? de 1829.
Al señor Contra-Almirante Comandante General de Marina.
Señor General:
Hoy dia de la fecha como á las tres de la tarde ha fondeado
la escuadra de mi mando en frente de la ciudad de Guaya
quil para tomar posesion de la plaza como lo he verificado
haciendo desembarcar la segunda compañía de Ayacucho y
parte de la tropa de marina de la guarnicion de los buques al
mando del capitan de la 1? don Casimiro Negron, á quien
por falta de un jefe, he nombrado provisionalmente coman
dante militar de la plaza.
Mañana deberá empezarse por los comisionados al efecto
la entrega de todos los útiles de guerra que se hallan exis
tentes y tambien de los buques y lanchas cañoneras: conclui
da que sea pasaré á US. fiel cópia de los inventarios para su
conocimiento.
Ya he hecho presente á S. E. el General en Jefe la necesidad
que hay de tropas para reforzar el punto y ponerlo á cubierto
de las tentativas de los enemigos que se han ido á situar á
Daule. Tambien pido la remision de un buen jefe que se haga
cargo del gobierno militar.
Con la mayor satisfaccion tengo la honra de comunicarlo á
US. para que se digne ponerlo en conocimiento de S. E. el
Vice-presidente de la República.
Dios guarde á US.—Hipólito Bouchurd.
Don Hipólito Botichard, Capitán de Navio, Comandante en Jefe
de la Escuadra Peruana &.
Considerando:
De absoluta necesidad el arreglo de esta capital para pre
caverla de cualquiera invasion y conservarla bajo un pié
respetable, he venido en ordenar lo siguiente:
1? El Gobierno será arreglado á la Constitucion y leyes de
Colombia.
Tom. viii. , Historia—62
—490—
2? Todos sus vecinos deberán conservar la decente mora
lidad que exijen las circunstancias presentes, ayudando al
Gobierno con cuantos recursos necesite, principalmente evi
tando la venganza de resentimientos particulares, para no
alterar el órden público, y asegurar á toda costa la tranquili
dad apetecida de los buenos ciudadanos.
3? Todos los que hayan militado en algun cuerpo de línea,
principalmente los civicos deberán presentarse en el peren
torio término de cuatro dias en la plaza de San Francisco á
tomar las armas para defender sus hogares.
4? Todos los desertores que se hallen en el Departamento
deberán concurrir al mismo objeto y en el sitio que previene
el artículo anterior, para dar una verdadera prueba de su
adhesion al órden y hacerse apreciables del vecindario.
Publíquese por bando, comuniquese á quienes corresponda,
fijándose en los lugares públicos y acostumbrados. Dado en
Guayaquil, á 3 de Febrero de 1829.—Hipólito Bouehard.—
Es cópia.—Manuel Sauri, Secretario.
Don Casimiro Negron, Jefe Militar de la Plaza y Departamen
to de Guayaquil, &.
Considerando:
Que para conservar la seguridad de la poblacion, cuya de
fensa se me ha encargado, es necesario impedir el espionaje
tan perjudicial en estas circunstancias, he tenido á bien ex
pedir el siguiente
Decreto:
1? Toda persona de cualquier clase que sea, que venga de
fuera de la poblacion, se presentatá inmediatamente en esta
Comandancia Militar.
2V El que fuese tomado sin haber dado cumplimiento al
anterior artículo, será tenido por sospechoso, y se tomarán
determinaciones severas, si su procedencia es de lugar que
esté ocupado por los enemigos, y caso de serlo de cualquiera
de éstos, será considerado como espía.
3? A la misma nota se harán acreedores las personas que
admiten en sus casas individuos venido de fuera, que no
diesen parte de su llegada inmediatamente.
—491—
4? Los serenos y rondas de la poblacion cuidarán que,
durante la noche, permanezcan en todas las puertas de calle
los faroles encendidos para que pueda perseguirse á los mal
hechores, y cortar las desgracias que causa esta clase de
hombres á la sociedad.
Publíquese por bando, fijándose en los lugares públicos y
acostumbrados. Dado en Guayaquil, á 4 de Febrero de 1829.
—Casimiro Negron.—Es cópia—Manuel Sauri.
Puno, 15 de Febrero de 1829.
Al señor Coronel Prefecto Comandante General del Depar
tamento don Rufino Macedo.
Señor Prefecto:
La revolucion cuenta un número no pequeño de proscriptos
que lo han sido por el furor de la faccion que hoy domiua en
Bolivia. Mi desgracia me comprende en este catálogo. Per
seguido hasta el extremo de ver amenazada mi existencia,
vengo á la jenerosa República Peruana á buscar mi patria,
las ventajas de un Gobierno liberal que he perdido. Ño por
esto pretendo sustraerme del rigor de las leyes, pronto estoy
á responder de mis operaciones en favor de la marcha de la
libertad si mi Gobierno reclama mi persona. Solo exijo de la
humanidad de US. que en el Departamento de su mando me
dispense el asilo necesario mientras se concilian en mi Re
pública los ánimos, y tornan las leyes á su acierto.
Con este objeto me dirijo á US. protestando ante todo res-
potar las del país, á US. los sentimientos y consideraciones
con que soy su atento seguro servidor Q. S. M. B.—Señor
Prefecto—Dr. Melclwr Urquidi.
Puno, Febrero 25 de 1829.
Contando el ocurrente con el asilo que exije de la Nacion
Peruana, y del que se le otorgará el necesario testimonio por
separado, preséntese en la Prefectura á prestar una declara
cion instructiva del estado en que dejó los asuntos de la Re
—492—
pública Boliviana, sus pormenores y los motivos que le im
pulsaron á emigrar de aquella Nacion, cuya dilijencia se
evacuará en el acto para lo que haya lugar.—Macedo.—Por I.
del S.—Felipe Solazar, Oficial mayor.
En la ciudad de Puno, á 15 de Febrero de 1829 años, en
cumplimiento del presente decreto, fué presente el Dr. D .
Melchor Urquidi, ciudadano de Cochabamba, á quien el señor
Coronel Prefecto de este Departamento le recibió juramento
y lo hizo por Dios nuestro Señor y una señal de cruz, ofre
ciendo decir la verdad de lo que supiere y fuere preguntado;
y siéndolo con relacion á los motivos que tuvo para emigrar
desde la Paz, dijo: Que descubierta la revolucion del 27 de
Enero en que el declarante no tuvo la menor conexion, y
cuyo objeto fué el sostener la Asamblea Nacional, amenazada
con la disolucion, tuvo avisos familiares de que se le perse
guía de muerte como á otros, y esta causa le impulsó á aban
donar aquella ciudad y ponerse en seguridad en el territorio
peruano, habiendo ingresado en esta ciudad en esta misma
fecha y responde.
Preguntado cual es el estado actual de los asuntos políticos
de Bolivia: el punto que ocupan sus cuerpos militares y las
noticias mas recientes de aquella Nacion, dijo: Que la Asam
blea de Chuquisaca está disuelta, anulados sus actos, sin re
presentacion sus individuos, rehechos los negocios de la
Nacion al estado en que estuvieron el 9 de Diciembre de 1828;
llamado al mando supremo provisorio el Gran Mariscal don
Andrés Santa-Cruz, y convocada la Asamblea, todo por un
decreto librado por el Vice-presidente general Vclasco. El
batallon Cazadores existe en la Paz con considerable aumen
to en su fuerza á mas de una inmediata creacion que se dis
ponía de un escuadron; que generalmente se decia, que el
batallon Núm. 1? se reconcentraba sobre la Paz, y tambien
que el Vice-presidente de la República venia con este cuerpo.
Que no sabe mas noticia que la publicacion de una proclama
del general Sucre hecha privadamente entre todos los depar
tamentos: que aquella anunciaba su regreso á Bolivia ame
nazando la infidencia de los pueblos de quienes exijiria una
satisfaccion. Que es, la verdad de cuanto sabe y puede decla
rar en fuerza del juramento que tiene prestado, y lo firmó con
su señoría de que certifico.—Rufino de Macedo. —Dr. Melchor
Urquidi.—Felipe Solazar, Oficial mayor.
—493—
Proclama de S..E. el General en Jefe del Ejército del
Norte á los Guayaquileños.
La Providencia ha escuchado por fm vuestros suspiros, y
se ha compadecido de la dura servidumbre á que la tremen da
dictadura os habia reducido, sustrayendo vuestras fortunas, y
dejándoos solamente los ojos para llorar males, que no habeis
merecido despues de haber hecho sacrificios inmensos por
conservar esa independencia, debida únicamente á vuestros
esfuerzos.
¡Guayaquileños! Enjugad vuestras lágrimas. La Escuadra
poderosa que os defiende y el Ejército que tengo el honor do
mandar, no tiene otra ambicion que la de contribuir á que
Colombia recobre los derechos que se le habian usurpado por
una porcion de hombres llamados sus libertadores. Él peleará
hasta el último extremo, á no ser que ellos abjuren sus pla
nes liberticidas, bajo de garantías sólidas é incontrastables.
¡Guayaquileños! Debiéndose poneros un Gobierno segun
los tratados celebrados el 19 de Enero, he dispuesto (pie se
encarguen de la administracion del Departamento, hijos del
país que lo mirarán con el interés que inspira el suelo natal,
y os atenderán en justicia cuanto representeis. Soloos encar
go paz, union y olvido absoluto de cualquier resentimiento
que pueda existir entre vosotros, del mismo modo que de las
opiniones y de los servicios que hayan sido prestados ante
riormente á los enemigos de vuestra prosperidad y sosiego.
Cuartel General en Saraguro, á 3 de Febrero de 1829.
José de La-Mar.
—494—
BOLIVIA.
Manifiesto que dá á los pueblos de Bolivia el Vice-pbesi-
dente de la república, sobre la conducta de la asam
BLEA Convencional.
Entre el diluvio de males que sufrió la República á conse
cuencia de los disturbios interiores, y la ocupacion del Ejér
cito Peruano, aun quedaba la esperanza de llegar al término
feliz de la organizacion del Estado. La Asamblea Conven
cional fué el grito uniforme de Bolivia. En la gran tempes
tad, era la arca de la alianza donde todos creyerou acojerse.
La patria se hubiera salvado porque la mayoría quiere el
órden, desea la paz, y ama sinceramente el ejercicio de una
libertad moderada. El ejército babia dado las mejores pruebas
de su moral, y de una virtud sublime. Los pueblos colocados
en torno del Gobierno, se esforzaban á darle respetabilidad
y pruebas de adhesion. Los bolivianos, ya habiamos manifes
tado ante las naciones que podíamos gobernarnos por noso
tros mismos, sin correr los riesgos de la anarquía con que
nos amenazaban. El 9 de Diciembre, dia señalado pava la
inauguracion de la Asamblea, la República oí'recia una pers
pectiva lisonjera. Bajo auspicios tan felices solo nos restaba
que nuestros diputados desuudándose de pasiones innobles,
cumpliesen la mision augusta que les confiaron. Si hubieran
visto solo á la patria, olvidando sus personas, y alejando de
sí el destructor espiritu de partido, ya sus trabajos se halla
rían terminados, mereciendo las bendiciones del pueblo, y
Bolivia marchando sin obstáculos á darse una Constitucion
hija de las luces del siglo en que vivimos. Sea que ¡as nacio
nes necesiten de un largo aprendizaje para gozar en calma
de la libertad, conociendo en la escuela de las desgracias el
bien y el mal hasta aprovecharse, ó sea el fatal destino de
los pueblos de América, nosotros como los demás nos vemos
envueltos en los mismos males. Si ellos fueran el tributo
necesario de la inexperiencia ó de errores involuntarios se
rían disculpables, y sufriríamos en silencio todos los horrores,
con la resignacion de mejorarse nuestras desgracias por la
buena fé de aquellos mismos que la causaron. Cuando en
lugar de la justicia se coloca el capricho, á la libertad se sos-
tituye el interés individual, y en el trono de las leyes se pone
al descarado arbitrarismo, entonces los autores de la ruina
de los pueblos, son responsables. Denunciarlos ante el inoxo
—495—
rabie tribunal do la opinion piiblica, es el deber de todo
ciudadano, y lo es del Gobierno á quien se lo deja aislado,
ignorando la regla de conducta que ba de observar en la
desercion que ba hecho la Asamblea. La apelacion al pueblo
es el único medio que le ha quedado, para que como fuente
del bien cure las heridas que so han abierto á la patria. Cree
el Gobierno de su obligacion manifestarlas. Con el examen
iinparcial de los hechos y derechos, fácil será demostrar que
una porcion de diputados titulándose la mayoría, han causado
los trastornos de que por fortuna salimos sin sangre, y
evitándose la guerra civil. Esta mayoría formando una fac
cion y obrando secretamente bajo compromisos ha conculcado
las leyes, usurpado la autoridad ejecutiva, y ha amenazado
de muerte á varios miembros que no se prestaron á sus intri
gas. Excediéndose de sus poderes, ha dado reglamentos al
Gobierno antes de revisar la Constitucion, que no se podia
derogar sin una discusion seria y meditada. Ella en fin de
clarándose lejisladora con plenitud de facultades intentaba
apoderarse de todos los empleos, distribuyéndolos entre sus
individuos, probando una tal conducta, la mas desenfrenada
ambicion, único móvil de sus operaciones. Hay todavía mas;
ha consumado sus deseos de anarquizar el país desertando
maliciosamente puesto que gozando de libertad plena, no ha
querido escuchar las reclamaciones juiciosas de otros diputa
dos que los llamaban á no excederse de sus poderes limita
dos. Se ha opuesto á la admision de protestas fundadas, y
ha llegado al extremo de negar el derecho de peticion á los
ciudadanos, y el de presentar proyectos á los diputados que
no le pertenecian. Así disuelta la Asamblea sin una ley que
convocase otro Congreso sin mancha, ó bajo cualesquier otros
principios, el Gobierno se encuentra rodeado de escollos. No
halla como superar los obstáculos sino ocurriendo á los pue
blos: su sentencia será relijiosamente venerada por el Ejecu
tivo. Siendo el pueblo la sabiduría misma, sus decisiones no
pueden ser equívocas, ni argiiirse jamás de nulas, miéntras
se le permita la libertad de pronunciarse.
Rennidos varios diputados en casa del Presidente de la
Asamblea, de noche mandaron citar á otros, bajo el protesto
de hallarse la patria en peligro. Allí les exijieron el juramen
to de guardar secreto en sus deliberaciones, y de trabajar de
acuerdo en público lo que decidiesen, privadamente. Uu pa
pel que contenia el compromiso, debia firmarse por todos para
en caso de oposicion ó falta castigar severamente al perjuro.
La virtud de alguno resistió con vigor á esta maquinacion
prestándose voluntariamente á la muerte antes que capitu
lar con el crimen, y convertir sus deberes en instrumento de
—496—
miras personales. Firme en oponerse al puñal con que fué
amenazado, adoptó el medio de permitirle la salida siempre
que reservase aquel acontecimiento. Este Diputado como
otros, diferentes veces en el seno de la Asamblea, han inten
tado probar la faccion con documentos, cuya lectura se ha
impedido guardando silencio los tachados. Con tales prepa
rativos ¿qué bienes pudimos esperar? Privados de libertad
los representantes con amenazas del ejército, otras veces con
puñales, y siempre rodeados de temores ó de seducciones,
carecían de aquella tranquilidad necesaria para obrar. Un
número de individuos que desde las elecciones primarias se
propusieron satisfacer su sedienta venganza, formaban docu
mentos falsos, hacian correr criminales noticias, y trabajaban
para llamar á otros á su causa, sin pararse en los medios. La
faccion consiguió su triunfo robusteciéndose por las vias del
temOr para conducir la República al caos. En todos los pue
blos donde se ha adoptado el sistema representativo hay
partidos que son de la naturaleza misma de esta admirable
invencion política. Son además necesarios para mantener el
equilibrio de los poderes, y conservar la libertad. Mas es pre
ciso distinguir un partido que trabaja con las leyes, con las
opiniones, con el saber, con la discusion y la franqueza, de
la faccion que envuelta en la oscuridad y mala fé, no admite
. examen, no escucha la razon, y marcha el Cuerpo Legislativo
violando cuanto hay de mas sagrado entre los hombres que
viven en sociedad pxíblica, preparada á dar tiros de muerte
y desbastacion irrevocablemente. Un partido es el resultado
de la conviccion para mejorar las administraciones y trabajar
por la felicidad pública. Una faccion, es el complot de hom
bres interesados en su bien particular destruyéndolo todo.
Aquel tiene objetos nobles. Este muy viles. La Asamblea
principió dominada con el enorme peso de los que pactaron
labrar la suerte sobre las ruinas de la República. Por esto su
primera ocupacion fué el acto escandaloso de usurpar la au
toridad ejecutiva, reasumirla, pasarla á otras manos, concul
cando la ley que se la habia trasmitido, y despreciando la
fuerza moral que la habia robutescido.
Es un principio para todos los pueblos que han entrado en
la civilizacion, que tratados entre los gobiernos no tienen va
lidez miéntras no los ratifiquen los cuerpos lejislativos, repre
sentantes de la Nacion. Los que se celebraron en Piquisa
tuvieron la sancion del Congreso Constituyente, que admitio
la renuncia del Gran Mariscal de Ayacucho; nombró un Go
bierno provisorio, y convocó la Asamblea Convencional, ob
jetos primarios de aquella pactacion. El mismo Congreso negó
su accesit á la permanencia del Ejército Peruano hasta el 1?
—497—
de Noviembre, y á la eleccion del Presidente de la República,
antes de revisarse la Constitucion Boliviana, declararla re
formable ó subsistente. Verdaderamente era monstruosa en
política, la eleccion de un Presidente Constitucional, antes
de fijarse las bases de su duracion, y del modo con que debia
practicarse. Para evitar este absurdo, dispuso el Congreso
que el Ejecutivo provisorio negociase la subsistencia del Go
bierno, hasta que dada la Constitucion se elijiese en propie
dad. He aquí como quedó suspensa la ratificación de los
artículos 6?, 8? y 9? segun consta de la acta y documentos
que existen en el Ministerio del Interior y Relaciones Exte
riores. Supuesto esto ¿con qué facultades, la Asamblea infrin-
jió la ley del Congreso, nombrando otro Ejecutivo provisorio?
Si los tratados de Piquisa se la dieron, la Nacion negando la
ratificacion, no se lo permitió. Su deber era someterse á la
deliberacion del Cuerpo Lejislativo, y no humillarse en cum
plir preceptos de extranjeros, que los dictaron con la punta
de las bayonetas. Cuando la mayoría dela Asamblea hubie
ra querido preferir la ley del vencedor á la dictada por la
Nacion, ¿no era fácil pedir explicaciones sobre el resultado
de la negociacion, al respecto de los iudicados artículos? Con
vista de los documentos se convencería de la inaudita usur
pacion que hizo de la autoridad. Veria que el señor general
Gamarra dando al artículoG ?su verdadera intelijencia supu
so que el Gobierno provisorio debia durar hasta que revisada
la Constitucion se nombrase el Presidente, consolidando así
el querer del Congreso. La fiel relacion de estos hechos, vi
gorizan el derecho, y convencenlos avances de la Asamblea
al dia siguiente de su rennion.
Los Congresos como apoderados de los pueblos, no tienen
otras atribuciones que las designadas, en sus poderes. A los
constituyentes las otorgan plenas, para formar el pacto so
lemne entre el pueblo y sus conductores. Los constituciona
les sujetos á bases prescritas, jamás pueden apartarse de
aquello que se les permite. Las Asambleas rennidas para ca
sos extraordinarios, como el nuestro, tambien suelen tener
la amplitud, ó convocarse ad hoc como al presente. Nadie ha
puesto en duda estos principios. Segun ellos desde el momen
to que un Cuerpo Lejislativo Constitucional antes del período
establecido nombrase otro Gobierno, usurpando la autoridad,
¿no seria digno de disolverlo por la fuerza, como infractor de
las leyes? En este caso convertido en déspota, dislocaría la
sociedad y habia un justo derecho para contenerlo en los lí
mites de su deber, como la causa primaria del desórden y la
dislocacion social. De la misma manera, cuando la Asamblea
traspasando sus poderes y la ley, elijió otro Gobierno, come-
Tom. viH. Historia—63
—498—
tió un crimen obrando actos por su naturaleza nulos, escan
dalosos y subversivos. Con esta conducta reprensible atrajo
sobre sí la excecracion de todos los buenos, y ha espuesto á la
República á males infinitos. En vano se acoje á que el Go
bierno, en su Mensaje, dijo, que devolvía la autoridad que se
le habia confiado. Inútil es alegar que el Ministro del In
terior en su Menoría expuso que el acto de su lectura era
el último de su vida pública. El Gobierno que conoció el
espíritu de la faccion, las maniobras secretas que se ponían
en juego, y sus fines reprobados, quiso usar de prudencia pa
ra evitar males á la patria. Su desprendimiento bien acredi
tado, fué un acto que ha sido censurado por debilidad. En
cuanto al Ministro, despues de dos renuncias, continuó sir
viendo bajo la calidad indispensable de separarse el dia de la
instalacion de la Asamblea. Su renuncia debió hacerla al Go
bierno y no á aquella. Es bien extraño que se tengan en con
sideracion fundamentos tan débiles. Por otra parte, si se
juzga que en el Mensaje hubo una formal renuncia, ¿cómo es
que la Asamblea no se ocupó de ella para admitirla ó recha
zarla? ¿Dónde está la ley ó comunicacion que lo acredite?
Solo la mala fé puede acogerse á razones tan frivolas como
despreciables.
Lo mas notable de aquel acto singular fué que en mónos
de un cuarto de hora, como por asalto se hizo todo. Varios
diputados pidieron los tratados de Piquisa: el señor Baca
exijió la lectura de la acta donde constaba la negativa del
Congreso á la ratificacion de los tratados y pidió que el
Gobierno informase de las negociaciones encargadas al Po
der Ejecutivo con el general peruano. En aquel acto los tra
tados y los libros desaparecieron y todo se hizo con la ánsia
del hambriento á quien le parece escaparse la presa. Tales
fueron los procedimientos de la Asamblea al nombrarse el
Gobierno provisorio.
¿A qué objeto fué convocada la Asamblea? La presente
cuestion será decidida lijeramente con examinar los tratados
de Piquisa, la ley del Congreso, y los poderes que dieron y
debieron dar los colegios electorales á los diputados. Revisar
la Constitucion Boliviana, modificarla ó declararla subsisten
te, he aquí el todo de su mision, y es en lo que ménos se ha
ocupado. El pacto fundamental del pueblo rije entre tanto
no se declara su nulidad, ó se sancione otro que sea mas con
veniente á la felicidad general. Todas las leyes, como la ex
presion de la voluntad del lejislador, desde que se publican
empiezan á obligar hasta el instante de su derogacion por la
autoridad lejítima. La Asamblea, vijente la Constitucion, an
tes de declararla insubsistente, ha dado reglamentos al Ejecu
—499—
tivo que le sirvan de regla: nombrando un Gobierno contra
la ley, ya no se paró en violar otras. La Constitucion fué
destruida sin los requisitos necesarios, en el acto de haberse
decretado el reglamento del Ejecutivo cuyas facultades esta
ban detalladas constitucionalmente. Cuales puedan ser los
fundamentos que haya tenido para lejislar con esta amplitud
lo deberán manifestar los diputados. Convertirse en absolu
tos lejisladores de modificantes, dar leyes sin facultades,
avanzarse de sus poderes limitados, y destruir en un dia el
órden establecido, es levantar el estandarte de la anarquía, y
echar por tierra los principios sociales despreciando los de
la lejitimidad. No solo así ha manifestado sus excesos, sino
que tambien ha dado otras leyes particulares sobre diferentes
objetos probando sus deseos de eternizarse. ¿A qué fin además
de elejida . la comision de negocios constitucionales, nombró
las de Hacienda, Guerra, Lejislacion, y demás detalladas en
el reglamento interior que tambien fué variado? Para lejislar
sin duda. ¿Sus poderes se lo permitían? De ninguna manera.
Clara es pues la usurpacion de la soberanía del pueblo, y su
inaudito atentado.
Pasando de la i lejitimidad con que ha obrado, al modo y
esencia del reglamento para el Ejecutivo, es difícil sostener
la decencia y moderacion. La patria, este nombre sacrosanto
de que se valen las pasiones para sus iufandos goces, fué
invocada con el fin de dar al Gobierno unas atribuciones
tremendas. Quisieron otorgarle facultades extraordinarias ale
gando que habia en Bolivia enemigos de la libertad. Quisie
ron que levantase un ejército hasta el número que lo juzgue
conveniente. Quisieron el aumento de contribuciones sin cuyo
requisito era insignificante el de las tropas. Quisieron que in
terviniese en el ramo judicial. Quisieron los titulados libera
les la destitucion sin causa legalmente sentenciada, de los
empleados antes de una ley detallada. Quisieron destruir las
garantías, establecer la proscripcion, y convertir á Bolivia en
la Roma de Mario y Sila, ó en la Francia de Robespierre. La
faccion apoderándose d'el honorable título de liberal, principió
por desconocer los encantos de la libertad, que es la toleran
cia de las opiniones. Atacó con acrimonia á los que se opo
nían á sus planes desbastadores, y llenó de insultos á los que
llamaban vitalicios, porque no accedieron á que la República
fuese el teatro de la ambicion. Una Asamblea con semejantes
proyectos, no pudo ser el iris de paz en la tormenta, sino el
génio del mal y de la desbastacion, colocado en el trono de
la razon. ¿Quién habia de creer que los que manifestaban
tanto ódio á los extranjeros como infractores de las leyes, y
los que aborrecían la Constitucion, á la que llamaron el pacto
—500—
de cuatro malvados con la tiranía, fuesen los primeros en san
tificar la conducta de aquellos, y que los pueblos en su deses
peracion los deseasen? ¿Quién juzgará que gritando con voz
en cuello, por la libertad, la ahogasen en su cuna, cuando nos
brindaban la felicidad? ¿Y quién no esperaba el desprendi
miento, la justicia y buena fé, de parte de los liberales! No
habia sido el deseo de las mejoras, la reforma de la adminis
tracion, y el bien público, el móvil de su conducta. La ánsia
de hacer suerte á toda costa, y nada mas. Si no fué esto ¿por
qué no sancionaron el proyecto de no ser empleados los re
presentantes hasta despues de cuatro años? Prefirieron los
actos mas bochornosos á la sancion de aquel decreto. La opo
sicion, esclava, vitalicia, adherida á los extranjeros, hizo su
abnegacion virtuosa. Los de la faccion impávidamente dije
ron que los empleos eran el premio de los servicios y del mé
rito; que siendo ellos los únicos patriotas en quienes el pueblo
habia depositado su confianza, á ellos les correspondían. La
primera calidad del patriotismo es el desinterés, y desde que
votaron por obtener empleos, acreditaron lo contrario. La
comision informando, expuso que esta ley era fundamental, y
que se incluiria en la Constitucion no siendo aun tiempo de
sancionarse. ¿Las facultades del Ejecutivo no corresponden
á la Constitucion? ¿Tuvieron facultades para lo uno, y care
cían para lo otro? Este modo de discurrir evitando la cues
tion, fué despues que pasados ocho días habian paralizado
el asunto con pretestos frivolos. Un señor Diputado, pidió
que antes de todo acto ulterior, se procediese á decretar el
proyecto como la base de la libertad de los representantes.
Desoyendo la justicia, nada les fué mas azaroso: al señorgene-
ral Blanco para que se retirase el proyecto, y no consiguién
dolo, al fin se presentaron en lo sublime de lo ridículo. Con
tales hombres la Asamblea perdió su respetabilidad y la opi
nion que se funda en la justicia. Esta comparacion despre
ciada entró en laxitud, el pueblo conociendo los males i(lue
le amenazaban, robustecía su causa por la reconcentracion
de sus derechos. La alarma que causó el debate del regla
mento provisorio, fué universal. Cad¡i ciudadano se prepara"
ba á dejar su país porque veía levantada sobre su cabeza 'a
cuchilla del despotismo. Fácil era presajiar un cambiamiento
pronto é inevitable. Sucedió, y como por encanto se Í*1Z0
uniforme en la Nacion. Aun habia tiempo de que la Asa,a-
blea, conociendo su posicion falsa, volviese á sus deb0res'
dejando pretensiones tan interesadas como inverificables; jpm
alucinada, ciega y desesperada, ocurrió á medios reprobí*^08
c inmorales. La faccion se dirijió secretamente por condt»0*10
de su Presidente Dr. Crispin Diaz de Medina al señor covo^
—501—
Rivae, para que marchando á Oruro sostuviese una guerra
cruel y fratricida. ¡¡¡Los padres de la patria proponerse su
destruccion!!! Esto np tiene ejemplo sino entre los pueblos
salvajes, donde se degüellan los hombres por sus pequeños
intereses. Obraban asi al mismo tiempo que la Asamblea,
mandó á todas las autoridades, reconocer al Ejecutivo nue
vamente nombrado. El cielo que se empeña en que Bolivia
sea, ha frustada sus planes de sangre y patricidio. No con
tando ya con recurso alguno, la prudencia y sus deberes les
aconsejaban dejar el puesto con alguna apariencia siquiera
de dignidad. Una ley de disolucion, llamando otro Congreso
habría salvado su reputacion, y evitado males á la Repúbli
ca. Nada les molesta tanto como dejar la silla en que no su
pieron sentarse, sin embargo que ciento y mas vecinos de
Potosí, han reclamado por la nulidad de su diputacion. La
conducta de la faccion en este asunto es la mas injusta y
arbitraria.
Prescindiendo de la justicia de aquella solicitud, y de los
fundamentos sólidos ó despreciables con que esté apoyada;
nadie sin renunciar al sentido comun, negará el derecho de
peticion de todo ciudadano á las autoridades, y la obligacion
de admitir las reclamaciones dándoles el curso legal. Si el
pueblo ha depositado sus derechos en sus mandatarios, jamás
se desprendió del uso de aquellos que son esenciales. La pe
ticion, la censura, y la libertad del pensamiento de palabra
ó por escrito, la seguridad y propiedad son inalienables. Ne
garle el ejercicio de estas garantías, es atacar la naturaleza
y el gran derecho del hombre civil. La Asamblea lo ha hecho,
oponiéndose hasta á la lectura de la representacion, y que
ella siguiese el curso legal. Se ha gritado anarquía, tumulto,
subversion, equivocando maliciosamente las palabras y su
sentido. Pedir ante la autoridad; reclamar de las violencias;
manifestar las nulidades; es seguir el órden, amar las leyes.
Subvertir el órden, es rennirse nocturnamente en una casa
privada, trazar planes de exterminio, y conveniencia indivi
dual. Los potosinos hicieron lo primero; los diputados lo se
gundo. A los reclamantes de Potosí se les llamó un grupo,
y que era preciso que todo el Departamento pidiese la nuli
dad. ¿Dónde estamos? ¿A dónde se nos quiere conducir con
tales doctrinas? ¿Doscientas y mas mil almas distribuidas en
un vasto territorio han podido rennirse en un solo dia, para
firmar la peticion? No es bastante la de ciento, la de veinte,
la de diez, y la de un solo ciudadano? ¿Quién le ha desconoci
do este derecho? A la Asamblea se habia reservado este acto
opuesto á todos los principios, declarando inadmisible la
solicitud de ciento treinta vecinos porque no la firmaron
—502—
doscientos rail. Peligra la verdad de este hecho; mas su
publicidad es el comprobante de la injusticia. En esta misma
discusion, los diputados de Potosí, votaron, decidiendo que
su nombramiento fué lejítimo, y que no debia considerarse
la peticion. Es la primera vez que los miembros, de cuya
lejitimidad se reclama, han decidido que no son ilejítimos.
Despreciando las reclamaciones para que no asistiesen, se
determinó que sin su concurrencia no babia sala. La igno
rancia acompañada de la mala fé, era la única capaz de tras
mitir á nuestra historia acciones tan feas. ¿No sabian que
hay sala plena deliberante y concurrente? ¿Pudieron ignorar
que en tales casos, los cuerpos lejislativos, aunque no haya
el número de miembros que designa la ley, los demás forman
sala, puesto que sin este requisito jamás podrían examinar
las actas de un Departamento, cuyas elecciones fueron vicio
sas? ¿Ignoraban que el último Tribunal en todo país para
determinar esta clase de asuntos, es el Lejislativof Sea la ig
norancia ó el capricho, !o cierto es que los diputados de Po
tosí, prestaron su voto por sí mismos.
Otros hechos ciertamente abusivos, manifestarán el empe
ño de la faccion, en llevar adelante sus miras. El señor Di
putado Eyzaguirre presentó un proyecto de ley que se negó
su lectura, y consiguiente pasó á la comision, á pretesto de
que contenia la disolucion de la Asamblea, que debia tratar
se en otro de receso presentado por la comision, cuando sus
bases eran distintas, esencialmente. El uno ponia las cosas
en aquel estado que legalmente debian tener, y el otro esta
blecía principios de federacion. Intentaban que los colegios
electorales nombrasen sus prefectos y gobernadores soste
niendo la manía de lejislar. ¿Y cuáles podían ser estos cole
gios? ¿Nó los de la Constitucion cuyas atribuciones cesaron
en el acto de rennirse la Asamblea para su exámen. Tampo
co los últimos que elijiendo sus diputados quedaron disueltos
en virtud de su comision, y lo resuelto por la ley que clara
mente lo determina. La Asamblea que por sus poderes, uo
debia ocuparse mas que de un asunto ¿de dónde sacó faculta
des para trasmitirlas legalmente á otras corporaciones? ¡¡¡Raro
empeño de abusar!!! Diez y siete diputados viendo que á toda
transaccion racional se hacia una sistemada oposicion, intro
dujeron una protesta fundada. Al principiar el Secretario su
lectura, se dijo que eran inadmisibles las presentaciones, con
fundiendo lo que es protesta con solicitud. Se sostuvo ade
más que el reglamento prohibia salvar los votos, como sí
fuera lo mismo protestar que exijir la constancia de un dic
tamen particular. De esta manera increíble ha llevado la
Asamblea las cosas hasta su disolucion de hecho. Convertido
—503—
el santuario de las leyes en un campo de batalla, donde las
armas eran los dicterios, insultos, acriminaciones, y desaho
go de resentimientos; ni la moderacion, la prudencia, el si
lencio de algunos señores, han bastado á contener las furias
desencadenadas. Cansada la honradez, agotada la paciencia,
los hombres juiciosos y prudentes, se retiraron de la Asam
blea para poner término al incendio que preparaban en su
desesperacion contra la patria, á la que no pudiendo dominar
intentaban destruir. En consecuencia de estos acontecimientos
la Asambiea se ha disuelto, con una desercion que dejando
al Gobierno aislado, le ha puesto en la estrecha necesidad de
manifestar la conducta de la faccion para ocurrir al pueblo
soberano. A él pertenece exclusivamente decidir en estas
cuestiones que le interesan tan de cerca.
El Gobierno en su mas grande conflicto, rodeado de di
ficultades se propone dirijirse á la Soberanía Nacional, re
presentada en cada Departamento por los individuos que se
nombren. A este objeto desea que todos los ciudadanos ins
truyéndose en los hechos mediten en la calma y tranquilidad,
para la eleccion de los hombres que han de componer la nue
va Asamblea á cuyo intento se expide el decreto, que á con
tinuacion, aparece,
¡BOLIVIANOS! El Gobierno ha reasumido la autoridad
que el Congreso Constituyente puso en sus manos por la ley
del 6 de Agosto. Apesar de que aborrece el mando, y teme
la ingratitud pública, su deber le estrecha á no abandonar
con infamia el puesto que le confió la Nacion. Sujeto á las
atribuciones que le dieron, restablece las cosas al estado que
tuvieron el 9 de Diciembre. Su conducta será nivelada por
la Constitucion Boliviana, y las leyes vij entes, miéntras aque
lla no sea derogada por la autoridad lejítima.
Entretanto procuremos los hijos de nuestra gran madre la
patria, curar sus heridas, enjugar sus lagrimas, escuchar sus
clamores, y volar á su socorro. La division es el jérmen de
todos los males públicos. Unidos seremos felices. Separados
con disensiones intestinas, nos exponemos á ser esclavos de
un tirano, ó de la licencia popular, mas temible que todas las
cadenas.
¡BOLIVIANOS! La guerra fratricida nos amenazó. Ya
veíamos al padre luchando con el hijo, al hermano despeda
zando la mitad de su alma, á la esposa traicionando á su
marido. La amistad y la justicia huyendo á otra tierra feliz
para buscar un asilo. La industria muerta, los campos incen
diados, el comercio paralizado, atacada la propiedad. Levan
tado un cadalzo en cada boca calle, las poblaciones solitarias
pero cubiertas de cadáveres, y sangre, y llanto y desolacion.
—504—
La historia de los siglos, la experiencia de los otros estado»
de América, y la nuestra propia ¿no serán suficientes leccio
nes que nos dicen lo que debemos hacer? ¡Bolivianos! Una
víctima y no mas. Basta.
José Miguel de Velasco.
José Miguel de Velasco, Vice-pbesidente de la Eepública
Boliviana.
Considerando:
I. Que la lejitimidad de la Asamblea Convencional está
reclamada por el Departamento de Potosí, exijida su disolu
cion y protestada su nulidad por tddos los diputados del de
la Paz y algunos de Oruro, Santa-Cruz y la provincia de
Tarija.
II. Que siendo convocados los diputados al solo objeto de
revisar y modificar la Constitucion, han propasado los límites
de sus atribuciones, conculcando las leyes del Congreso Cons
tituyente en sesiones turbulentas, indecorosas é impropias de
la Soberanía Nacional, hasta el extremo de disolverse de he
cho por la desercion de unos y separacion de otros.
III. Que desapareciendo de este modo la Asamblea ha deja
do al Gobierno aislado sin una nueva regla que dirija su
administracion y á la Nacion acéfala en lo relativo á sus leyes
fundamentales.
IV. Que demandando finalmente la salvacion de la patria
la adopcion de medidas prontas y saludables en las críticas y
extraordinarias circunstancias en que se halla;
He venido en decretar y decreto:
1? Se declara disuelta la Asamblea Convencional y los
miembros que la componían sin representacion nacional.
2? Se restablece y repone el réjimen y Gobierno de la Ee
pública Boliviana al mismo estado en que lo dejó el Congreso
Constituyente en su rennion extraordinaria, y las leyes de la
Asamblea quedan sin vigor y fuerza.
3? Por tanto: se llamará nuevamente al Gran Mariscal D.
Andrés Santa-Cruz, como á Presidente provisorio nombrado
por el Congreso Constituyente y deseado por todos los boli
vianos.
—505—
4? El Gobierno convocará para el 25 de Mayo próximo ó
antes si fuere posible una nueva Asamblea que llene los ob
jetos á que fué rennida la que se ha disuelto.
5? Los colegios electorales que se formarán desde sus ele«-
ciones primarias, podrán nombrar los mismos diputados ú
otros nuevos segun crean conveniente á la salud de la patria.
6? Con oportunidad se dará el decreto de convocatoria
sirviendo á él de base la ley reglamentaria de elecciones san
cionada por el Congreso Constituyente.
7? El Gobierno se reserva la designacion del lugar donde
ha de rennirse la próxima Asamblea segun lo exijan las cir
cunstancias.
8? El Ministro del Interior queda encargado de la ejecucion
de este decreto, y lo hará imprimir, publicar y circular.— Dado
en el Palacio del Gobierno en Chuquisaca, á 31 de Enero de
1829.—José Miguel de Velasco.—El Ministro del Interior—
Mariano del Callejo.
COLOMBIA.
SENTENCIA CONTRA EL GENERAL SANTANDER.
Bogotá siete de Noviembre de mil ochocientos veintiocho.
Visto el proceso criminal formado contra el general Fran
cisco de Paula Santander por la conspiracion del veinticinco de
Setiembre último; y resultando—Primero: que dicho general
tanto en su declaracion indagatoria como en su confesion ha
negado haber tenido noticia de que se tramaba aquella cons
piracion ni ninguna otra en contra del actual réjimen político
y la persona de S. E. el Libertador Presidente.—Segundo: que
de las declaraciones del comandante Rudesindo Silva, tenien
te Ignacio López, capitanes Emigdio Briseño y Rafael Men
doza, consta que perteneciendo estos individuos á diversas
secciones, en las que estaban distribuidos los conspiradores
para trabajar el plan y que estaba reservado para dirijir los ne
gocios, siempre que la revolucion tuviese buen suceso; pues
así se lo habian asegurado á ellos, Florentino Gonzalez, el co
mandante Pedro Canijo, y el coronel Ramon Guerra, jefes de
las secciones parciales.—Tercero: que el coronel Guerra en su
última exposicion afirma, que al general Santander le habló
Toar, vhi. Historia—64
—506—
sobre la conspiracion, y que dicho general se opuso á ella;
sosteniéndose Guerra en su exposicion en el careo practicado
con el general Santander.—Cuarto: que el comandante Pedro
Carujo expone lo mismo y aun haberle comunicado el pro
yecto de asesinar al Libertador en el pueblo de Soacha el
Domingo veintiuno de Setiembre y que el general Santander
se opuso á que se perpetrase aquel designio; con cuya expo
sicion ha convenido el general Santander en el acto del careo
con el referido Carujo.—Quinto: que Florentino Gonzalez
tambien asegura haber hablado con el expresado general so
bre la conjuracion, y que en contestacion le dijo; que no era
tiempo oportuno, indicándole el sistema de formar en varios
departamentos juntas con el nombre de republicanas, depen
dientes de la central, que debia establecerse en esta capital
para dirijir las operaciones de aquellas que tendrian el fin de
ganar prosélitos, y el influjo de algunos generales adictos al
actual réjimen, y á la persona de S. E. el Libertador Presi
dente para que de ese modo el movimiento fuese general y
simultáneo.—Sexto: que todos los conjurados que han sido
descubiertos y juzgados, convienen en sus respectivas decla
raciones, que el plan abortó en la noche del veinticinco, pero
que no tenian dia prefijado para dar el golpe; circunstancia
que justifica lo que Florentino Gonzalez y el comandante
Pedro Carujo dicen con respecto al general Santander, de que
se oponía á aquel suceso, porque todavía no era tiempo, y
porque no quería que se efectuase mientras estuviera él en
Colombia.—Y considerando: 1? que aunque el general San
tander al, principio de su causa ha negado haber sabido que
se tratase de alguna conspiracion contra el presente réjimen
y la persona de S. E. el Libertador Presidente; despues ha
confesado en ¡fuerza de las declaraciones del coronel Ramon
Guerra, del comandante Pedro Carujo y Florentino Gonza
lez, haberla sabido, pero que se opuso á que se llevase á efec
to, y mucho mas á que se asesinase la persona del Libertador,
mientras estuviese él en Colombia; pero que convino en que
se practicara la conspiracion cuando se hallase fuera de la
República, y que entonces estaría pronto á prestar sus servi
cios.—:2? que como ciudadauo de Colombia, y mucho mas
como general de la República, no solo no ha cumplido con
sus primeros deberes en haber impedido la conjuracion y el
asesinato premeditado contra el Jefe Supremo de la Nacion,
sino que ha cometido un crimen de alta traicion, por no ha
ber denunciado la revolucion que se tramaba, y el horrendo
designio de asesinar en Soacha al Libertador.—3? que el ex
presado general no solo se manifiesta sabedor de una revolu
cion, sino tambien con el carácter de aconsejador y auxiliador
—507—
de ella, sin que pueda valerle de ningun modo el que no haya
estado en su ánimo la conspiracion del veinticinco; pues él
mismo confiesa haber aprobado la revolucion, y aun haber
aconsejado los medios de realizarla por el establecimiento de
la sociedad republicana, circunstancias que lo califican de
cómplice en la conspiracion del veinticinco; pues poco impor
ta para su defensa, que haya estallado en aquel dia ó en
cualquier otro la revolucion que aconsejaba y caracterizaba
de justa, porque, lo que se deduce es, que abortó su plan por
la prision del capitan Benedicto Triana, cuyo acontecimiento
no dió lugar á que se efectuase, cuando el general Santander
se pusiese en marcha para los Estados-Unidos del Norte, se
gun él deseaba. Por estos fundamentos y lo mas que resulta
de autos se concluye que el general de division Francisco de
Paula Santander ba infrínjido el artículo 26 del tratado 8?,
título 10 de las ordenanzas del ejército que imponen pena de
horca & los que intentaren una conspiracion, y á los que
sabiendo no la denunciaren; ha infrínjido el artículo 4? del
decreto de 24 de Noviembre del año de 26, por el que- se
prohiben las renniones clandestinas, y con mas eficacia el
decreto de 20 de Febrero del presente año contra los conspi
radores. En esta virtud se declara, que el general Santander
se halla incurso en la clasificacion que comprende el segundo
inciso del artículo 4? de este último decreto y se le condena
á nombre de la República y por autoridad de dicho decreto á
la pena de muerte y confiscacion de bienes en favor del Es
tado, prévia degradacion de su empleo conforme á ordenanza;
consultándose esta sentencia para su aprobacion ó reforma
con S. E. el Libertador Presidente.—Rafael Urdaneta.—Tomás
Barriga y Brito,
Bogotá, Noviembre 10 de 1828.
Al Señor Ministro Secretario de Estado del Despacho de la
Guerra.
Señor Ministro:
El dia 7 luego que recibi la comunicacion de US. de aque
lla fecha, renní el Consejo de Ministros para ver y examinar
las causas que US. me acompañó de orden del Libertador
Presidente, y despues de haber leido todos los procesos y
conferenciado escrupulosamente en diferentes renniones so
bre cada uno en particular y sobre el conjunto de todos en
—508—
general, el Consejo procede á manifestar su opinion en cada
ana de las causas que se le han pasado al efecto.
El primer comandante Pedro Carujo, uno de los reos prin
cipales de la conjuracion abortada la noche del 25 de Setiem
bre, estando oculto, ofreció imponer al Gobierno por un tér
mino abstracto y general sobre layarte motiva, ó consideracibnes
que han producido esta conspiracion, sus elementos, con la exten
sion de ellos, y sus efectuaciones. El Libertador deseoso de eco
nomizar la sangre colombiana, ofreció á Carujo perdonarle
la vida, y concederle pasaporte para salir del territorio de la
República, si descubría los proyectos de los conjurados, como
lo ofreció con la esperanza de frustrar sus miras y asegurar
la tranquilidad pública sin necesidad tal vez de castigar de
muerte; y Carujo con esta garantía se presentó, hizo su pri
mera declaracion en 26 de Octubre y fué examinado en los
dias siguientes. El 27 se pasó al Consejo de Ministros para
que expusiese su concepto sobre si Carujo bubiese cumplido
con lo que ofreció, y si el Gobierno estaba en el caso de con
cederle el pasaporte para salir de Colombia. El Consejo dió
su parecer en 27 del mismo y fué adoptado por el Libertador,
é impuesto Carnjo en él bizo su posterior declaracion del 31
de aquel mes y fué careado y confrontado con otros reos.
En estos actos ha sido Carujo ménos reservado, declarando
lo que ocultaba al principio, y piensa el Consejo que habría
declarado aun mas si se le hubieran hecho otras preguntas.
Él habia ofrecido descubrir espontáneamente la verdad de
todo, y sin embargo ha sido necesario mostrarle que no cum
plía su ofrecimiento, y que se le trataría como á cualquier
otro reo para arrancarle las revelaciones que ha hecho.
Por lo mismo en el rigor de la justicia podría el Gobierno
tratarle con ménos consideracion; pero como ha cumplido en
parte lo que ofreció y el Gobierno no debe dar el menor pro
testo á los descontentos para que crean y digan que ha faltado
á lo prometido, opina el Consejo que S. E. debe otorgar á
Carnjo la gracia de la vida, y el pasaporte para salir del país,
destituyéndole de su empleo con prohibicion de que vuélva, á
él sin licencia expresa y con calidad de que sea juzgado como
conjurado y asesino si quebrantare esta prohibicion.
Están absueltos por el juzgado de la Comandancia General
el capitan Tomás Gómez, Francisco Torres, José María Du
que, y Manuel Antonio Árrubla y las sentencias dictadas en
los respectivos procesos son sin duda justas. Mas el Consejo
cree de su deber indicar que en su concepto el capitan Tomás
Gómez se ha hecho sospechoso y que seria bien separarle del
B. M. y destinarle á servir en uno de los cuerpos del ejército,
en el Departamento de Maturin, sin admitirle excusa alguna,
—509—
y que José María Duque sea encargado especialmente al
cuidado de su padre, con cargo á éste de responsabilidad y
prohibiéndose que pueda en diez años ocuparse en la ense
ñanza y educacion de los jóvenes ni en establecimientos pú
blicos ni privados.
Arrublas y Torres deben quedar en plena libertad sin que
obste al primero su prision y seguimiento de causa, pues está
absuelto del cargo que se le hizo, cuando el segundo lo es
solamente de la instancia.
Sobre el Dr. Ezequiel Hojas, el Comandante General remiro
el negocio ajuicio del Gobierno, y el Consejo que se ha ins
truido en los procesos, que ha oido el concepto que siempre
se ha tenido de este joven, que está impuesto de sus princi
pios y conexiones, juzga que debe ser desterrado de Colom
bia con prohibicion de que vuelva al país, sin llamamiento ó
licencia de la suprema autoridad.
El general Francisco de Paula Santander ha sido condena
do á la pena de muerte y confiscacion de bienes, prévia de
gradacion de su empleo, ha sentencia que lo condena es justa
y está, arreglada al decreto de veinte de Febrero de este año, por
cuanto resulta bien probado que ha tenido conocimiento de una
conspiracion muy meditada, que la aprobaba, que ha dado sus
consejos y opiniones sobre ella y que siempre quiso tuviese su efec
to, despues de su salida del territorio de la República; pero como
no estaba bien probado que tuviese igual parte en el suceso
específico del 25 de Setiembre, en cuya noche abortó la con
juracion, en que por mucho tiempo aparece que se ocuparon
los facciosos, ó porque no tuvo noticia de ella, ó porque no
quiso prestarse á apoyarla ó aprobarla, el Consejo opina que
pudiéndose justificar por esta circunstancia el indulto de la
pena ordinaria ó la conmutacion de ella, conviene tener en
consideracion el tiempo que ha pasado desde el 25 de Setiem
bre, suficiente para que se haya convertido en sentimientos
de compasion el horror que produjo el crímen.que se trató de
cometer aquella noche y las circunstancias que han precedido
á las personales del mismo reo. Este ha gobernado la Repú
blica por algunos años, y despues de algun tiempo se ha os
tentado en ella el defensor de la libertad y se ha reputado el
rival del Libertador; y aunque la causa, los antecedentes, y
la sentencia misma podrían justificar á los ojos de los impar
ciales la pena á que esta le condena; los descontentos, los poco
advertidos, los malignos y los que en tales casos juzgan siem-
pte contra el Gobierno, mirarían laejecucion como injusta, co
mo excesivamente severa, y tal vez como parcial y vengativa.
Despues que la enormidad misma del crimen debe haber
desengañado á muchos ilusos cuando por fortuna se han po
—510-
dido asegurar los principales ajenies y tomar las precaucio -
nes necesarias y habiendo ya expiado su culpa en el patíbulo
algunos de los mas feroces actores ó ejecutores del crimen,
el interés del Gobierno es poner á los demás en la incapaci
dad de répetirlo y en la situacion de que su suerte sirva de
escarmiento á otros.
El crimen meditado y comenzado á ejecutar ha sido de una.
gravedad imponderable, pero no habiéndose consumado ni
tenido las funestas consecuencias que hubiera producido, el
derramamiento de mas sangre no produciría ningun efecto
saludable, sino que antes bien ocasionaría tal vez mas horror
á la pena que al mismo crimen. En tal caso la justa modera
cion del Gobierno, la clemencia, el vivo deseo de restablecer
la paz y la confianza y tantas otras consideraciones que no se
ocultan al Libertador, deben templar la severidad de la jns-
ticia y presentar al mundo el contraste de la clemencia de un
Gobierno, altamente ofendido con la enormidad del crimen
de sus ofensores. Si contra el general Santander existieran
las pruebas de su cooperacion en la noche del 25, como exis
ten contra el difunto ex-general Padilla, el Consejo no titu
bearía en aconsejar al Libertador Presidente que mandase
ejecutar la sentencia pronunciada en 7 de este mes por el
juzgado de la Comandancia General, pero no existiendo estas
pruebas, teniendo lugar las consideraciones indicadas y no
perdiendo de vista que el general Santander ha manifestado
que impidió el asesinato deí Libertador, que se intentó come
ter en el pueblo de Soacha el dia 21 de Setiembre, asesinato
que consta haberse proyectado y que en realidad no se co
metió aquel dia, es de opinion que el Gobierno obraría mejor
conmutando la pena de muerte en la de destitucion de empleo
de general, y extrañamiento de la República, con prohibicion
de volver á pisar su territorio, sin que se le permita una gracia
especial del Supremo Gobierno, con calidad de que sí contra
viniese en cualquier tiempo á esta prohibicion, será ejecutada
la sentencia de muerte por cualquier juez ó jefe militar del
lugar en que sea aprehendido; y que sus bienes raices, se con
serven como en depósito sin poder ser enajenados, gravados
ni hipotecados para que sean una prenda de seguridad, deque
no se quebrantará la prohibicion, y un objeto en que pueda
efectuarse la confiscacion en el caso contrarío, para que entre
tanto pueda el reo vivir con los productos desdichos bienes.
De este modo opina el Consejo que se satisface á la vengan
za de la justicia y que se conciba el Gobierno, el amor, la
admiracion y el respeto delos gobernados y por consecuencia
necesaria, so logra la paz y la confianza de los ciudadanos.
—511—
Tambien están condenados á la pena de muerte Florentino
Gonzalez, los capitanes Emidio Briseño, Rafael Mendoza y
Joaquín Acevedo, el sub-teniente Teodoro Galindo y Juan
Miguel Acevedo. La sentencia pronunciada contra Gonzalez,
es justa en todas sus partes: Gonzalez fué uno de los que
trabajaron mas por llevar á efecto la¡ conspiracion y de los
mas ardientes conjurados en la noche del 25 de Setiembre.
Cuanto se ha actuado en todos los procesos le convencen ple
namente y la ejecucion de su sentencia no podíia ser censu
rada por ninguno que ame la justicia; pero si se ha de poner
un término al derramamiento de sangre; y si tan urjentes
motivos reclaman la conmutacion de la del general Santan
der, la equidad demanda que sea tambien conmutada la que
impone á Florentino Gonzalez la sentencia de ¿0 de Octubre
último: y el Consejo es de dictamen que la conmutacion sea
en encierro solitario en una de las bóvedas del castillo de
San José de Cartajena, por término de diez años y prohibicion,
de que se relaje el encierro, aun vencido el término señalado
sin órden expresa del Gobierno.
La sentencia pronunciada contra el capitan retirado Joa
quín Acevedo ha parecido al Consejo excesivamente dura,
comparada con el mérito del proceso, por lo que y por las
consideraciones anteriores es de dictámen que se conmute en
la de seis años de presidio ríjido en cualquiera de las de la
República.
El mismo juicio hace el Consejo de la del sub-teniente
Teodoro Galindo, á quien cree que puede conmutarse en otros
seis años de presidio en los mismos términos que al anterior.
No están en el mismo caso las pronunciadas contra los ca
pitanes Briseño y Mendoza: ambas son justas y deberían eje
cutarse si no se tratase de economizar la sangre, y si no se les
hubiese ofrecido usar de induljencia con ellos en el caso de
que declarasen la verdad. La han declarado en efecto y cuan
to han dicho muestra bien su sinceridad, como que se opu
sieron constantemente á que se derramase la sangro del
Libertador. Por lo tanto piensa el Consejo que tambien de
ben participar de la conmutacion de la pena, destinándoseles
á seis años de presidio, con separacion y á ser privados de
sus empleos lo mismo que Acevedo y Galindo.
Por último, aunque el Consejo reconoce que la sentencia
de muerte, decretada contra Juan Miguel Acevedo, es justa
y arreglada al mérito del proceso, en el que se halla éste con
victo y confeso de haber concurrido á la junta preparatoria
de aquella misma noche en la casa de Luis Vargas Tejaday
al Palacio de Gobierno entre los asesinos, descubre que este
jóven distraido de la sociedad y dedicado á los trajbaos ma
—512—
teriales del campo, sin conocimientos y careciendo de Una
regular educacion, fué seducido momentáneamente por per
sonas allegadas, y alucinado con esperanzas que manifiestan
su poca capacidad y ninguna deliberacion para tomar parte
en aquel crimen; y asi es de dictámen que por esta razon y
por las que en general ha desenvuelto arriba, le sea conmu
tada la pena en la de servicio militar, por ocho años, en la
clase de soldado raso sin opcion á ascenso alguno.
Despues que el Consejo ha expuesto su dictámen contraido
al proceso de cada uno de los reos, espera que no llevará á
mal el Libertador que se extienda á la causa de conspiracion
en general. El Consejo conoce el corazon de S. E. y sabe
cuáles son sus ardientes deseos de ver terminada una causa
que le ha ocasionado mas afliccion, por la calidad y número
de los reos, que por los riesgos que corrió y de que le ha sal
vado la Providencia. Guiado por estos conocimientos se atre
ve á proponer al Gobierno la conveniencia de publicar un
indulto de la vida en favor de los reos prófugos cuyos críme-
menes ya comprobados los hacen dignos de la pena de muer
te, con tal de que se presenten en el perentorio término que
se tenga á bien señalar, á fin de que pueda disponerse de
shs personas y concluirse enteramente un negocio que mién-
tras esté pendiente tiene por necesidad distraida la atencion
pública, ocupado el Gobierno y sobresaltados á los ciudada
nos, Los reos se presentarán probablemente en el término
señalado viendo asegurada su vida y mejorada su condicion
penosa: desde luego sentirán el dulce placer del reconoci
miento, en vez de las penas insoportables del sobresalto y de
la incertidumbre, y se reconocerán mejorados y arrepentidos
por solo el efecto de una clemencia que desconocieron y no
debieran esperar. El público tendrá una prueba mas de la
iniquidad con que se atentó contra el Gobierno y de la negra
ingratitud con que se intentó asesinar al Libertador, y S. E.
gozará del placer inefable de haber forzado á todos al amor,
al respeto, á la obediencia y á la admiracion de sus virtudes
por un medio tan digno de su nombre y de sus eminentes
cualidades. .
Sírvase US. presentar al Libertador Presidente este dictá
men del Consejo de Ministros, para que S. E. en su vista re
suelva como tenga á bien, manifestándole que el Consejo no
ha sido guiado por otros sentimientos que los que expresa, ni
ha tenido otro objeto al expresarlos que asegurar el crédito
del Gobierno, la estabilidad de éste y el amor de todos los
colombianos al mismo.
Dios guarde á US.—José María del Castillo.—Estanislao
Vergara. —Nicolás M. Manco.—José María Córdova.
—513—
Republica Peruana.—Ministerio de Estado en el Departamento
de Guerra y Marina.—Secretaria General de 8. E. el General
Presidente.— Cuartel General en Laja, á 13 de Febrero de
1829.
Señor Coronel encargado del Despacho del Ministerio de
Guerra y Marina.
Señor Coronel:
El Ejército del Norte lleno de ardor marcial, de un heroico
entusiasmo, y de los mas ardientes deseos por asegurar la in
dependencia de su patria penetró en el territorio de Colombia
hasta este punto, y siguió al de Saraguro con la invariable
resolucion de atacar al enemigo, y vengar los ultrajes que
han inferido al Perú los partidarios del general Bolivar. En
él se halla actualmente sin suspender las operaciones que
puedan contribuir al mejor éxito de la campaña que presenta
el aspecto mas favorable. En estas circunstancias, se presentó
el general Sucre á la cabeza del ejército enemigo con la in
vestidura de jefe superior del Sud de Colombia, encargado
por su Gobierno de continuar la guerra ó de hacer la paz, y
colocado al frente de Saraguro en posiciones muy fuertes in
vitó á S. E. el Presidente á iniciar negociaciones. S. E. á
pesar de hallarse convencido de que no procede de buena fé,
y de que no obstante sus protestas de amor á la concordia, no
ha tenido otro motivo para suponer conatos de restablecerla
entre las dos naciones que la estrecha situacion á que ha que
dado reducido, consideró necesario manifestarse accesible, á
fin de que los Estados de América y Europa, no crean que
están en una guerra en que léjos de ventilarse los mas sagra
dos derechos de la República, obraban el capricho ó miras
particulares; convenciéndose por otra parte, que sin embargo
de las ventajas que tenemos reportadas dejaríamos las armas,
si pudiésemos hacerlo, asegurando la libertad, los intereses y
el honor de la Nacion. Bajo de estos principios, han ocurrido
entre ambas partes las comunicaciones que tengo la honra de
acompañar á US. en cópias, por las cuales se demuestra que
S. E. ha tratado de no separarse un punto de las determina
ciones del Congreso y del Gobierno Supremo. Por el estilo
arrogante de que usa el general Sucre, y por otros datos bien
fundados se ha penetrado S. E. de que aquel á pesar de su
aislada y azarosa posicion no trata de entrar en negociacio-
Tom. viii. Historia—65
—514—
nes que puedan conciliar los intereses del Perú, siendo única
mente su objeto, producir demoras basta que la recepcion de
refuerzos, ó cualquiera otros incidentes lo pusiesen en el caso
de atacarnos con ventaja; mas los pasos que se ban dado
acreditarán siempre que procuramos un avenimiento bonroso
con tratados justos y racionales.
S. E. cree haberse conducido en esta ocasion en conformi
dad con sus deberes, y me manda hacerlo presente á S. E. el
Vice-presidente de la República por el conducto de US., á
cuyo efecto se servirá poner en su alto conocimiento esta co
municacion y las adjuntas.
Soy de US. muy atento obediente servidor—
Mariano Castro.
República de Colombia.— Cuenca, Enero 28 de 1829.
Excmo. Señor:
En consecuencia de mis comunicaciones desde el Callao
con el Gobierno Peruano, he sido autorizado por el de Colom
bia para entender en los negocios de esta República con la
del Perú, y continuar la guerra, ó restablecer la paz. Aceptan
do este encargo he llegado aquí ayer, y siguiendo el primer
impulso de mi corazon de ahorrar la sangre americana próxi
ma á derramarse en la presente campaña, invierto mis oficios
por evitar que los soldados que á mis órdenes pelearon por la
independencia, empleen sus armas para destruirse recíproca
mente, y dar este triunfo al enemigo comun. Jeneroso por
carácter, olvido mis agravios personales cuando média la
causa pública, y en lugar de venganzas y de los estragos de
la guerra ofrezco al Gobierno Peruano la concordia entre los
dos pueblos.
Presento á V. E. estos sentimientos de conciliacion en el
momento en que atraido V. E. por los ardides del General en
Jefe del Ejército del Sur á nuestro territorio, se halla compro
metido á una batalla cuyas probabilidades no están en su
favor.
No es mi intento arredrar á V. E. con ios peligros de que
está rodeado. Sé que un valeroso, es excitado por los riesgos
mismos á buscar mayor gloria; pero V. E. sabe tambien á
cuánta costa la procurará inútilmente, porque conoce lo que
—515—
vale un ejército colombiano sobre el campo del combate.—
No pretendiendo sino dejar bien puesto el honor, los intereses
y la dignidad del Gobierno y del pueblo de Colombia, sin
exijir humillaciones á la República Peruana; comprendo que
aun es tiempo de entendernos.
La independencia de los Estados Americanos es nuestro in
tento. Casualmente se halla en este Cuartel General el señor
coronel Oleary comisionado del Gobierno para negociar con
el del Perú, y á pesar de las informalidades que se han guar
dado bácia su carácter, está pronto á llevar al cabo su mision.
Habiéndose desgraciadamente roto las hostilidades, será ino
portuno suspenderlas miéntras una transaccion final, ó una
victoria las terminen; pero no queriendo ser ni remotamente
responsable de la sangre y de los males de una lucha que
puede llamarse patricida, dejo libre eleccion á V. E. entre
ía paz y la guerra.
Soy de V. E. atento servidor—Antonio José de Sucre.
Excuio. Señor Presidente de la República Peruana.
Cuartel General en Saraguro, á 2 de Febrero de 1829.
Excmo. Señor:
Se sirve V. E. comunicarme con techa 28 de Enero anterior
estar autorizado por el Gobierno de Colombia para continuar
la guerra ó restablecer la paz con la República del Perú. Los
deseos que V. E. mauifiesta de evitar el derramamiento de
sangre entre pueblos hermanos, no pueden ser mas ardientes
que los mios. Yo baria cualquiera sacrificio como no fuese el
de los intereses y el honor del Perú, porque nos uniera perpe
tuamente un lazo fraternal: y estoy pronto á admitir, en
cuanto alcaucen mis facultades, toda propuesta que pueda
conciliarse con las determinaciones del Congreso y del Go
bierno de que dependo.
Desde que se tuvieron los primeros datos de que podría
haber un rompimiento, el Perú envió á la capital de Colombia -
un Plenipotenciario, para que diese explicaciones sobre los
agravios que se suponía haber inferido á aquella Nacion, y en
vez de la acojida favorable que debia creerse tendría el Mi
nistro Peruano tanto por las relaciones que existían entre los
—516—
dos Estados, como por el objeto de su mision, se vió con asom
bro que fué recibido con desaire y tratado con un tono de
superioridad y desprecio que no podia dejar de manifestar de
un modo indudable los proyectos que se formaban. Se desa
tendieron sus razones, y por último se desconoció su carác
ter público, agraviándolo aun en el pasaporte que se le dio
para su vuelta. El mundo imparcial ba visto lo relativo á
esta mision, y su juicio ba sancionado ya nuestra justicia.
El señor coronel Oleary comunicó ciertamente haber recibido
poderes de ese Gobierno para entablar negociaciones: se le
contestó que manifestase las bases sobre las cuales debia ne
gociar, y su réplica fué que ellas serian la extricta justicia.
V. E. conocerá que esta proposicion incierta y vaga no ha
podido satisfacer al Gobierno del Perú. En los asuntos inter
nacionales cada uno pretende apoyarse en la justicia, y así,
decir que ella será la base de una negociacion, es no decir
otra cosa que sostener cada uno sus pretensiones. Presente
V. E. ó el señor Olerry unas bases mas determinadas, y si
ellas fuesen equitativas no babrá impedimento alguno para
dar principio á las negociaciones.
Si no se versaran tan grandes intereses, yo habria devuelto
á V. E. la comunicacion á que contesto. V. E. agravia en ella
al Ejército Peruano, que si ha penetrado el territorio de Co
lombia, lo ha hecho confiado en la justicia de su causa, en su
fuerza moral y física, y en la opinion de los pueblos cansados
de sufrir un yugo insoportable de que ya Guayaquil está li
bre. Irritar los ánimos, no es el medio de buscar una conci
liacion.
El Perú jamás ha tenido miras ambiciosas: él no ha abier
to la campaña sino despues de haber sido insultado y provo
cado: una dura necesidad le ha puesto las armas en la mano,
y no vacilará para deponerlas siempre que la paz pueda con
cillarse con su seguridad, y con su honor.
Pero si fuese necesario continuar la guerra, el campo de
batalla y no las jactancias indignas de los valientes, será lo
que acredite de qué parte está la superioridad.
Soy de V. E. muy atento servidor.
José de La-Mar.
Excmo. Señor General Antonio José de Sucre, Jete Superior
del Sur de Colombia.
Excmo. Señor:
Anoche he recibido la comunicacion con que V. E. contestó
ayer á mi nota del 28 desde Cuenca. Deseo uo entrar en ex
plicaciones sobre los motivos que tuvo mi Gobierno para la
inadmision del Plenipotenciario Peruano que pasó á Bogotá;
porque ellos fueron suficientemente expresados entónces, y
ahora solo servirían á extraviarnos de nuestro designio.—La
* falsa posicion en que llegaron á colocarse Colombia y el Perú,
parecía que naturalmente las condujo á romper esas ambiguas
relaciones, para establecer otras sobre bases fijas, bien fuera
para la victoria, ó por estipulaciones.
Lo confirma que al acto mismo de la declaratoria de la
guerra, se siguió una mision de paz. Esto prueba que jamás
existieron los proyectos de conquista que se suponen, y lo
justifica tambien nuestros procederes en no enviar jamás al
Peni ajentes que dislocaran la administracion, ni aun para
retribuir los conatos con que se pretendió, sublevar nuestros
pueblos.
Es cierto, que se pidieron al señor coronel Oleary las bases
sobre que el Gobierno de Colombia ofrecía la paz; pero ade
más de que esta es una férmula inusitada, él contestó que no
tenia condiciones extrictas, porque eran ámplios sus poderes
para tratar. Esto mismo podría yo responder ahora á la indi
cacion de V. E., pero habiéndose supuesto que no procedemos
con franqueza, y que el Gobierno de Colombia aprovechando
el espíritu emprendedor y militar de sus soldados, solo piensa
en conquistas, no tengo embarazo en remitir á V. E. en la
minuta adjunta, las principales bases de una negociacion
de paz, y en las cuales hallará V. E. que no pretendemos si
no lo justo. Tampoco hay embarazo deque el mismo coro
nel Oleary pase á explicarlas para evitar dilaciones en una
transaccion, porque cualquiera que sea e4 horror que nos can
se esta guerra, es mucho mayor el que nos produce ver sobre
nuestro territorio un ejército enemigo, que humilla á una
porcion de nuestros compatriotas. Preferimos en este caso la
sangre, la muerte y todos los males antes que sufrir este ul
traje á la tierra de los libertadores. Consideramos que el mun
do culto verá con sorpresa, y aun con escándalo á dos ejérci
tos que pelearon ayer juntos por emancipar su patria, armarse
hoy para destruirse, cuando á nuestras puertas mismas se
hallan las armas españolas acechando el momento en que nos
debilitemos por nuestras disensiones para renovar su domi
nacion; pero el mundo culto encontrará sancionada nuestra
—518—
justicia observando que el primer paso de un Gobierno que
tantos motivos de reconocimiento tiene hacia Colombia, sea
invadir nuestros hogares y arruinar á nuestros pueblos. Cual
quiera que sea el resultado de la lucha, los hombres todos
fallarán en nuestro favor. V. E. llega hasta hablar en su nota
del yugo insoportable en que jimen nuestros pueblos, y esto
es ciertamente robustecer nuestra justicia. En todos los Es
tados hay descontentos y mucho mas en los nacientes donde
las pasiones están desenfrenadas; tal vez algunos pueden ha
ber alucinado á nuestros agresores, pero el oirlos y protejerlos
es indigno de un Gobierno limítrofe, rejido por la decencia y
la buena fé. Todos los dias se reciben en Colombia quedas
contra la administracion peruana: se le supuso el Gobierno de
una faccion de los liberticidas y se implora nuestra proteccion
como de sus libertadores. El Gobierno de Colombia, desoye
estas súplicas; porque nuestra mision al Perú fué solo arran
carlo del poder espafiol; y nuestra mision quedó gloriosamente
concluida. Aun cuando fuera cierta la acusacion de V. E.,
¿quién le ha autorizado para intervenir en nuestros negocios
domésticos? ¿¿¿No es el escándalo mas espantoso que el Perú
que necesitó de nuestros esfuerzos para dejar de ser colonia,
pretenda ahora darnos preceptos y mezclarse en nuestras ins
tituciones??? ¿y no es provocar á sus vecinos áun insigne acto
de justicia para contener en sus límites á un Gobierno que
marca su nacimiento por abrogarse el funesto derecho de inter
vencion y llevar la discordia á las nacion es fronterizas? Cítenos
"V. E. cuál acto del Gobierno de Colombia ha manifestado nua
conducta igual hácia el Perú, no obstante los muy repetidos
que hizo el pueblo peruano poniéndose bajo la proteccion del
Libertador. Siento (pie V. E. me haya impelido á extender
en esta nota con reflexiones ajenas de mi intento que es solo
la paz; pero he debido hacerlo por el penúltimo párrafo de la
suya. Deseamos sinceramente la paz; y si el Gobierno Perua
no la busca, del mismo modo veri a con placer que ni en la
negociacion, ni en las contestaciones se recordarán sucesos
pasados que nos alejan de la reconciliacion. En cuanto al
último párrafo ruego á V. E. que me excuse de responderlo;
porque ventilándose aquí intereses de magnitud, seria innoble
en mí el contestarlo.
Soy de V. E. atento, obediente, servidor—
Antonio José de Sucre.
Cuartel General en Uña, á 3 de Febrero de 1829.
Excmo. Señor General Presidente del Perú.
—519—
MINUTA DE BASES PARA UNA NEGOCIACION DE PAZ ENTRE LAS
REPÚBLICAS DE COLOMBIA Y DEL PERÚ.
1* Las fuerzas militares del Perú y del Sur de Colombia se
reducirán al pié de guarniciones' y se determinará las que
deban quedar en los dos países.
2? Las partes contratantes nombrarán una comision para
arreglar los límites de los dos Estados sirviendo de base la
division política y civil de los vireinatos de Nueva-Granada
y el Perú en Agosto de 1809 en que estalló la revolucion de
Quito, y se comprometerán los contratantes á cederse recí
procamente aquellas pequeñas partes de territorio que por
los defectos de la antigua demarcacion perjudiquen á los ha
bitantes.
3? La misma ú otra comision liquidará la denda del Perú
á Colombia y á sus súbditos. Esta denda se pagará de con
tado con sus intereses desde el año en que se empezaron los
gastos en el término de diez y ocho meses, ó del modo que se
conviniere. Colombia y el Perú nombrarán cada uno un Go
bierno Americano para que en caso de diferencia sirvan de
arbitros.
4? El Perú pondrá en las costas de Colombia un número de
personas enropeas igual al de los reemplazos que aquella Re-
pública debe á un ejército auxiliar que hizo la campaña de
Ayacucho, ó bien dará una indemnizacion pecuniaria con
que Colombia pueda hacerlos trasportar.
5? El Gobierno Peruano dará al de Colombia por la expul
sion de su ajente en Lima la satisfaccion que en tales casos
se acostumbra entre las naciones, y el de Colombia dará al
del Perú explicaciones satisfactorias por la inadmision de su
Plenipotenciario.
6? Nmguna de las dos Repúblicas tiene derecho de inter
venir en la forma de gobierno de la otra, ni en sus negocios
domésticos. Este mismo respeto á la independencia y sobera
nía de los Estados lo guardarán las partes contratantes hácia
Bolivia, á quien se dejará en plena libertad para organizarse
como mas convenga á sus intereses.
7? La extricta observancia del artículo anterior en cuanto
á las partes contratantes y á Bolivia, lo mismo que las demás
diferencias actuales se arreglarán de ud modo claro en el tra
tado definitivo.
8? Existiendo desconfianzas recíprocas entre los dos Go
biernos, y para dar seguridades de la buena fé que los anima,
—520—
luego que se ajuste un tratado de paz, se solicitará del Go
bierno de 8. M. B. ó del de los Estados-Unidos, que en clase
de mediador garantice su cumplimiento, hasta autorizarlo, si
es preciso, para que esta mediacion sea armada, y por un tér
mino, que no baje de seis años.
9? Como Colombia no consentirá jamás en firmar un tra
tado de paz, miéntras que tropas extranjeras ocupen cual
quiera parte de su territorio, se convendrá en que sentadas y
reconocidas que sean estas bases, se retirará el Ejército Pe
ruano á la orilla izquierda del rio de Santa, y el de Colombia
al norte del Departamento del Asuay para proceder á los ar
reglos definitivos, á cuyo efecto se elejirán, desde luego, los
plenipotenciarios que deben rennirse en Panamá en todo el
mes de Abril del presente año. Entre tanto solo podrán exis
tir, en las provincias fronterizas pequeñas guarniciones, de
biéndose nombrar en uno y otro ejército comisarios que vijilen
la observancia de este artículo.
10? Las partes contratantes se comprometen, desde luego,
á que estas bases sean forzosas para el tratado definitivo, y
que la Nacion mediadora las obligue á su cumplimiento.
Cuartel General en Oña, á 3 de Febrero de 1829.—Danki
F. Oleary, comisionado de Colombia.
Cuartel General en Saraguro, á 4 de Febrero de 1829.
Excmo. Señor:
He visto la comunicacion que se ha servido V. E. dirijirme
con fecha de ayer, y las propuestas preliminares para un
tratado definitivo de paz que la acompañan, suscritas por el
señor Daniel Oleary. Yo dije á V. E. que estaba pronto á en
trar en negociaciones, siempre que se propusiesen bases que
on fuesen contrarias á los intereses y al honor del Perú; mas
las que he recibido, no solo están muy distantes de tener es
tas calidades indispensables, sino que enteramente las con
trarían. Ellas mas bien parecen condiciones durísimas pues
tas en el campo mismo del triunfo á un pueblo vencido, que
proposiciones hechas á un ejército, que, como el que tengo el
honor de mandar, ha conseguido ya ventajas considerables y
posee todas las probabilidades de la victoria. Sería inútil en
trar en una larga discusion, cuando algunos de los artículos
—521—
propuestos son inútiles, como los que se dirijen á que el Perú
no intervenga en los asuntos interiores de Bolivia, pues esta
Nacion ba quedado en completa libertad para constituirse
como le parezca: otros están llenos de la mas decidida injus
ticia, como el que se contrae á que so pongan en puertos de
Colombia extranjeros que reemplacen las bajas que tuvo el
ejército auxiliar en el Perú, y casi todos son altamente inju
riosos á la República Peruana, que á pesar de que desea ar
dientemente la paz, no seria capaz de someterse á condiciones
tan duras, tan injustas y tan degradantes, mientras que uno
solo de sus hijos se halle en estado de presentarse en el cam
po de batalla. Casi todas las materias contenidas en las bases
propuestas se han discutido largamente, bien con el Ministro
Plenipotenciario del Perú, que el año próximo pasado estuvo
en Bogotá, bien en los manifiestos, con que los Gobiernos
Peruano y Colombiano apoyaron sus respectivas declaracio
nes de guerra; bien en otros impresos que por ambas partes
se han publicado, y todo el mundo imparcial, despues de ha
ber pesado las razones, está plenamente convencido de que
no pretendemos cosa alguna injusta, y de que la necesidad de
defender nuestra independencia, nuestros intereses y nuestro
honor, nos ha puesto las armas en la mano, muy á nuestro
pesar, Seria preciso detenerme en esta comunicacion mucho
mas de lo une permiten las circunstancias, si me contrajera á
contestar detenidamente á todo lo que eontiene la última de
V* E. Baste por ahora decir, que con respecto al señor Oleary
no se ha hecho otra cosa que lo que continuamente hacen las
naciones mas ilustradas de Europa; y que aunque el Perú no
se atribuye el derecho de intervenir en los asuntos interiores
de otros Estados, tampoco desconoce ni desconocerá cual
quiera hombre sensato el (pie tiene para valerse de cuantas
circunstancias crea que puedan serle favorables en contra de
un Gobierno, con el cual so halla en guerra. Esto es lo que
sucedo en el (ha con el descontento tan. general como justo
que muy claramente se nota en todo el pueblo colombiano
respecto de su actual administracion. El Perú no ha tenido
derecho para declarar una guerra por este solo motivo, pero
sí, para valerse de él, y para extender una mano protectora á
los infelices que jimen bajo tui yugo insoportable, despues de
que por otras razones muy distintas se hayan roto las hostili
dades. Respecto de estas disposiciones de los colombianos,
V. E. ha tenido en su marcha las demostraciones mas inequí
vocas, pues ha encontrado enteramente solos los pueblos que
ha pasado, cuyos vecinos han huido precipitadamente con la
sola noticia de la aproximacion de las tropas de V. E., mien
tras que han mirado coa la mayor confianza á las peruanas,
TüM. VIII. . Historia—66
—523—
y se les han presentado espontáneamente, siempre que se les
han acercado. Repito, que yo consecuente á los votos del Go
bierno y del pueblo peruano, dese(» ardientemente la paz, pe
ro una paz que salve los justos intereses y el honor del Perú.
Si las bases que se ha servido V. E. enviarme, tuvieran estas
circunstancias, yo no me detendría en hacer cualesquiera
otros sacrificios, á fin de que no se derramase una sola gota
de sangre entre soldados que se aman, y que empuñan las
armas á su pesar, los unos, por defender á su patria de pre
tensiones injustas, y los otros alucinados ó forzados por per
sonas interesadas en satisfacer pasiones individuales.
Soy de V. E. atento servidor—José de La-Mar.
Stóor General Antonio José de Sucre, Jefe Superior del Sud
de Colombia.
Secretaría General de 8. E. el General Presidente.—Cuartel Ge
neral en Loja, á 13 de Febrero de 1829.
Señor Coronel encargado del despacho del Ministerio de Guer
ra y Marina.
Señor Coronel:
En nota número 277 tuve el honor de manifestar á US. los
puntos que ocupaba el Ejército, y la distancia de veinte ó
veinticinco leguas á que se hallaba de Cuenca la 1? division.
Mas despues ya sea porque la marcha del general Flores con
dos cuerpos al Ecuador fuese falsa, ya porque lo hiciese re
gresar el general Sucre, que llegó á dicha ciudad el 28 de
Enero último, rennieron los enemigos toda su fuerza, é hicie
ron un movimiento general sobre nuestra vanguardia. Ésta
se replegó en consecuencia sin pérdida de un solo hombre al
pueblo de Saraguro, donde se hallaba el resto del Ejército.
El enemigo continuó su marcha hasta ponerse al frente en
posiciones igualmente fuertes que las nuestras, y divididas
por una quebrada, en donde han babido pequeñas escaranm-
sas decididas á nuestro favor, con la muerte de algunos sol
dados colombianos, y la pbsesion de otros que se han tomado
—523—
prisioneros. El Ejército del Perú continuó en la misma situa
cion hasta el 12 del actnal, en cuya noche ha marchado por
la izquierda del enemigo, á tomar el camino de Cuenca. Las
consecuencias de este acontecimiento deben de ser de grande
importancia, pues á mas de quedar aquel cortado, y en incomu
nicacion con los países en donde tenian sus recursos, se verá
en la necesidad indispensable de variar de posiciones.
US. se servirá poner todo lo expuesto en el conocimiento
del Supremo Gobierno de la República.
Dios guarde á US.—Mariano Castro.
Cuartel General en Loja, á diez y seis de Febrero de 1829.
Señor Coronel encargado del Ministerio de Guerra y Marina.
Señor Coronel:
He demorado la salida del correo hasta este dia por ver si
podia dar á US. alguna noticia sobre el estado del Ejército.
Efectivamente ayer ha llegado á Saraguroel teniente coronel
.don Francisco del Valle-Riestra, quien en comunicacion que
me dirijió y recibi hoy, me anuncia que el Ejército seguía en
el mejor órden su marcha para Cuenca, adonde probablemen
te llegaría en esta fecha, ó cuando ménos á los llanos de
Tarqui que están á poca distancia de dicha ciudad.
El referido jefe trae órdenes de S. E. el Presidente para
rennir la fuerza que existe en este punto, y llevarla en segui
miento del Ejército, que la espera en los indicados llanos de
Tarqui, donde debe darse la batalla. En consecuencia salgo
esta noche con mas de quinientos hombres, dejando en este
punto una compañía de guarnicion, conforme á las preven
ciones de S. E. á quien me renniré con toda la brevedad
posible.
Todas las circunstancias presentan lisonjeras esperanzas, y
bajo este principio creo, que dentro de pocos días daré noti
cias plausibles del buen éxito de la campaña, ó al ménos de
las ventajas de nuestro Ejército,
Sírvase US. comunicarlo á S. E. el Vico-presidente de la
República.
Dios guarde á US.—Mariano Castro.
—524-
Comandancia General del Departamento.—Guayaquil, Febrero
18 de 1829.
Al señor Ministro de Estado en el Departamento de Guerra
y Marina.
Consecuente á las capitulaciones celebradas por los jefes
colombianos que mandaban esta plaza, con los de nuestra
escuadra; ocuparon bis tropas peruanas la ciudad de Guaya
quil el 1? del corriente retirándose el enemigo, en número de
800 hombres á Danle: la posicion que ocupa en este panto le
es demasiado gravosa; pues que tanto la estacion como lo
enfermizo del clima, van concluyendo con sus soldados del
modo mas notable, de manera que en el dia apenas cuentan
con poco mas de 400 inmutes, con los (pie emprenden sus
movimientos á proporcionarse recursos, porque las fuerzas
que existen aquí y la respetable escuadra los han hecho variar
algunas veces de la osada intencion do atacarnos.
En la tarde del 16 de este mes tomé posesion de la Coman
dancia General de este Departamento para lo que mo hizo
marchar desde el Cuartel General S. E. el Presidente do la
la República; al participar á S. E. el Vice-presidente por el
digno y respetable conducto á US. el nuevo destino con
que el Gobierno de la Nacion á que pertenezco, se ha servido
honrarme, me cabela mas alta satisfaccion, porque estoy per
suadido, que él no dudará jamás de mis rectas intenciones en
bien de una República por cuya prosperidad me desvelo.
Dígnese ÜS. hacerlo así presente á S. E.
Con este motivo tengo el honor de suscribirme de US.,
señor Ministro, muy atento obediente servidor—
' José Prieto.
— 525—
Comandancia General del Departamento.— Guayaquil, 19 de Fe
brero de 1829.
Al señor Ministro de Estado en el Departamento de Guerra
y Marina.
Señor Ministro:
El señor general de brigada colombiano Vicente Gonzalez,
y comandante Federico Valencia, que fueron hechos prisio
neros por el señor coronel don Pedro Ranlet en el choque de
Cuenca, ha llegado ayer á esta plaza escoltado por un oficial
de los de nuestro ejército, y como aquí por las circunstancias
no se proporciona toda la seguridad necesaria para tenerlos;
he dispuesto marchen hoy mismo á Paita en la goleta de
guerra "Gnayaquileña" para que presentados que sean al se
ñor Comandante General del Departamento do la Libertad,
disponga sigan á Lima á órdenes del Gobierno Supremo.
Tengo la honra de comunicarlo á US. para su conocimiento.
Soy de US., Señor Ministro, atento obediente servidor—
José Prieto.
Comandancia General del Departamento.— Guayaquil, Febrero
18 de 1829.
Señor Ministro de Estado en el Departamento dela Guerra y
Marina.
El parte del señor coronel don Pedro Eaulet que en copia
tengo la honrado adjuntar á US. para que se sirva elevarlo
al conocimiento de S. E. el Vice-presidente, contiene un su
ceso glorioso que las armas peruanas han reportado sobre los
de sus mas injustos enemigos. Por esto pues me es demasiado
grato ser yo el conducto por el que se imponga el Gobierno
Supremo de un triunfo que da honor, respetabilidad al bravo
Ejercito de la Nacion.
Soy de US. muy atento obsecuente servidor—Señor Minis
tro—José Prieto.
—526—
Comandancia General de Guayaquil.—Cuenca, á 11 de Febrero
de 1829.
Al Jefe Superior de las tropas peruanas, estacionadas en Gua
yaquil.
Tengo la satisfaccion de comunicar á US. que con fecha
ayer he ocupado esta ciudad con una division volante del
Ejército del Norte: despues de una horade un vivísimo fuego
en la plaza, ha capitulado el señor general Gonzalez con trein
ta oficiales, y demás tropa que quedan prisioneros de guerra,
queda en nuestro poder el parque de reserva, municiones y
utensilios de guerra.
El 5 de este quedaba el Ejército rennido á las ór denes del
Excmo. Señor Presidente, y del Señor Gran Marisca] D. Agus
tín Gamarra en el punto de Saraguro, teniendo á su frente,
todo el Ejército Colombiano, á las órdenes de los s eñores ge
nerales Sucre y Flores en Paquichapa, separado solamente
por el rio de Saraguro, ambos ejércitos ocupan aquellas posi
ciones desde el dia 3 (le este; el dia 7 salí de Saraguro con el
objeto de dar este golpe de mano, haciendo una marcha rápi
da por el flanco derecho del Ejército enemigo. Ha habido al
gunas proposiciones ríe paz, ignoro si ellas surtirán efecto,
mas bien lo dudo, y en este caso es regular que haya una ac
cion general en estos dias: la posicion nuestra en Saraguro es
inexpugnable: la del enemigo en Paquichapa es algo fuerte,
nadie quiere atacar primero.
Los pueblos todos son contra los colombianos por los mu
chos excesos que han cometido. Obando está fuerte en Pasto,
ha habido un movimiento en Quito, no se sabe el resultado.
El Ejército en Saraguro era magnífico y lleno de brío: debe
mos contar que en breves dias todo estará concluido á la sa
tisfaccion de los amigos de libertad.
Dios guarde á .US—Pedro Raulet.
El conductor de los anteriores partes que dejamos insertos
venidos en el bergantín goleta "María'' procedente de Gua
yaquil con 19 dias de navegacion, da por noticia que al
momento de recibir su pase, el Comandante General de la
Escuadra recibió esta comunicacion oficial de haber apresado
nuestras lauchas, cuatro canoas de piezas enemigas que ye
ldan con 200 hombres de trasporte á sorprender la guarnicion
de Samborondon.
-52?-
TRIUNFO EBCISrVO DE LAS ARMAS PERUANAS SOBRE LAS DEL
GENERAL BOLIVAR.
¡¡¡HONOR Y GLORIA
1 LOS VALIENTES DEFENSORES DE LA LIBERTAD!!!
República Peruana.—Comandancia de Artillería y Militar de
la Provincia.—Trujillo, Marzo 12 de 1829.
Al Señor Ministro de Guerra y Marina.
Señor Ministro: *
En este momento que son las siete de la noche, acabo de
recibir el pliego que tengo la honra de remitir á US. cum
pliendo con el encargo especial que al efecto me hace el señor
General Comandante General de este Departamento, y será
entregado á US. por el teniente de infantería don Manuel
Morales.
Dios guarde á US.—Mariano de los Santos Marchan.
Comandancia General.—Piura, Marzo 7 de 1829.
Son las doce de la noche.
Al Señor Ministro de Guerra y Marina.
Señor Ministro:
Apesar de que esta Comandancia General no ha recibido
oficialmente la confirmacion de la plausible victoria que ha
conseguido nuestro ejército, en una batalla campal, sobre el
del enemigo: segun lo indican las dos notas orijinales, que
tengo la gloriosa satisfaccion de acompañar á US. para que
en vista de ellas, se sirva trasmitirlo al conocimiento de S. E.
el Viee-presideute de la República: noticia demasiado inte
* —528—
rosante, tanto al honor y engrandecimiento de la República,
cuanto para la satisfaccion de los conciudadanos que la com
ponen.
Sírvase, pues, Señor Ministro felicitar A S. E. de mi parte,
por tan célebre acontecimiento y admitir US. mis respetos y
consideracion.
Dios guarde á US.—Juan Pardo de Zela.
Colaisaca, Marzo 5 de 1829.—
A las cinco de la tarde.
Al Señor Comandante General del Departamento.
Tengo la honra de acompañar á US. la adjunta comunica
cion por la que se impondrá del triunfo de nuestro ejército:
en circunstancias de estarse retirando todo cuanto babia en
Loja, he recibido otra nota y miéntras llega el pliego que se
me indica me apresuro á dirijirle esta.
Me es muy honroso felicitará US. por la victoria de nues
tras armas, y me suscribo su seguro servidor—
José María Frías.
Señor teniente coronel D. José María Frías.
Gonzanama, Marzo 5 de 1829.
Mi mejor amigo:
Por una carta fidedigna de fecha 4 del presente se comu
nica lo siguiente: la Providencia nos ha querido dar una prue
ba de proteccion poniéndonos en los últimos conflictos, para
darnos un consuelo inesperado: así es que derrotada nuestra
primera division y viniendo triunfante el colombiano sobre
el resto del ejército peruano, ha sufrido Una completa derrota:
se destruyó el escuadron Oedeño de que quedaron solo cinco:
murió Oamacaro en la acción: fueron igualmente destrozados
—529—
Bifles, Cauca y Yaguachi, de modo que no le han quedado á
Sucre mas que como dos mil hombres y ha propuesto capi
tulaciones, porque vé ya su impotencia; murió Leon aunque
no lo aseguran con certeza. La mortandad ha sido muy gran
de de una y otra parte: bendito sea Dios que empezamos á
respirar.
Soy de TJ. hasta otro rato, su afectísimo—Mariano Zamora.
Republica Peruana.— Comandancia General de la Provincia.—
Loja, Marzo 2 de 1829.
Al Señor Ministro de Guerra y Marina.
Señor Ministro:
Habiéndose dispersado la 3? division que sostenía el mo
vimiento del ejército en Saraguro, la noche del 12, por un
ataque falso del enemigo, de que creeo ya á US. instruido,
el señor Secretario General tomando las medidas mas activas
y propias de su buen disernimiento y entusiasmo pudo ren
nir la tropa que en todas direcciones juzgaba sorprendida, y
formar una columna de 700 hombres, con las que marchó in
mediatamente á engrosar el ejército el 16 del próximo pasado,
llevando tambien todos los pertrechos que existían en esta
ciudad.
Por los datos que sucesivamente he tenido hasta el dia,
puedo asegurar á US. con la mayor evidencia que no tuvo
novedad alguna en la marcha hasta el dia 24 que se incorpo
ró al ejército en el punto de San Fernando, y que permane
cía en dicho lugar.
El señor coronel Raulet que fué mandado con fecha 8 de
Saraguro á Cuenca con 200 hombres ha ocasionado al ene
migo grandes estragos en dicha ciudad, tanto en el parque
como en su movilidad, tomándole tambien 15 mil pesos y al
general Gonzalez prisionero.
Esto mismo se servirá US. ponerlo en el supremo conoci
miento de S. E. el Vice-presidente de la República.
Dios guarde á US.—José Llerena.
Tom. VIII. Historia—67
—530—
Guayaquil Marzo 1? de 1829.—República Peruana.—Coman
dancia General del Departamento.
Al Señor Ministro de Estado en el Departamento de la Guer
ra y Marina, Coronel D. Rafael Jimena.
Señor Ministro:
En nota de 19 del mes que acaba de espirar anuncié á US.
que el, señor general de Colombia Juan Illingrot con las tro
pas de su mando principiaba á retirarse de Daule sobre el
Departamento- del Ecuador. Hoy tengo la satisfaccion de
participar á US. que en la mañana del 23 de dicho mes eva
cuaron los enemigos completamente esa villa obligados á dar
este paso por la presencia de las fuerzas que sobre ellos dirijí.
La marcha que emprendieron fué tan precipitada que han
perdido un número considerable de soldados: abandonaron
cuatro piezas de artillería de calibre de diez y ocho, que se
llevaron de esta plaza, faltando á lo estipulado en las capitu
laciones, despues haber arrojado al rio seiscientos fusiles y un
repuesto considerable de municiones: se trabaja por salvar el
armamento y ya se ha conseguido sacar del rio una parte
considerable, sin embargo de que la fuerza de las aguas, no
permite contraerse á esta operacion con todo el interés que
demanda. El hospital con mas ochenta soldados enfermos
existe en nuestro poder, y cada dia van engrosando nuestras
filas partidas de individuos de tropa pasados, y desertores
que se toman.
La direccion que han tomado los enemigos en su fuga ha
sido por el Balsar al Palenque, y de este punto al Zapotal
desde donde seguirán ya para la Sierra. En mi concepto es
pero fundadamente que el señor general Illingrot apénas
salvará en su marcha la mitad de sus fuerzas porque he dis
puesto que las tropas de mi mando lo persigan por todas di
recciones.
. Los pueblos del Palenque Samborondon, Pueblo Viejo,
Bava, Bodegas, Yaguachi, Balao, Machala, Puná, Morro,
Santa Elena, Chanqui, Chongon y Daule se hallan en el mas
inexplicable gozo bajo la proteccion de las armas peruanas.
Para tomar la provincia de Manabi que hasta hoy existe ba
jo el poder colombiano, salen mañana las tropas necesarias
para esta operacion que debe conducirlas la goleta "Areqni-
peña," y por la decision de los pueblos me prometo que den
tro de muy pocos dias el Departamento todo se hallará libre
—531—
de las fuerzas opresoras y principiará á disfrutar de los bene
ficios que le proporcionan los lejisladores constitucionales que
antes lo rejian.
Dígnese US. Señor Ministro poner en conocimiento de S. B.
el Vice-presidente de la República estas ocurrencias y de ad
mitir los sentimientos de mi mas profundo respeto con que
soy de US. muy atento obediente servidor—Señor Ministro—
José Prieto.
De "La Prensa Extraordinaria" Núm. 139 del Lúnes 6
de Abril de 1829.
El Gobierno ha recibido del Comandante General de Marina
un impreso publicado en Cuenca, y conducido por el bergan
tín francés "Carlos Federico" que fondeó ayer en el Callao
con quince dias de navegacion del puerto de Guayaquil.
Contiene el impreso el siguiente convenio entre el general de
nuestras fuerzas y el de las tropas enemigas. Por nuestro có
digo político no residen en el Ejecutivo facultades para apro
bar tratados de paz, siendo esta una atribucion exclusiva del
Congreso, pues en el Peni la Nacion es la que declara la
guerra y sanciona la paz por el órgano de sus representantes.
Entre tanto se reune el Congreso y decide sobre el convenio
de que hablamos, el Gobierno cumpliendo sus deberes nada
perdonará por conservar la integridad de la República y "sal
var el honor nacional.
CONVENIO.
A consecuencia de la batalla de Tarqui empeñada el dia de
ayer, en que ha sido destruida una parte considerable del
Ejército Peruano, despues de una bizarra resistencia: se ren
nieron en este puesto los señores comisionados: general de
division Juan José Flores y el de brigada Daniel Florencio
Oleary, ambos por parte de S. E. el Jefe Superior de los De-
partamentos'del Sur de Colombia; y los señores Gran Mariscal
D. Agustín Gamarra, y general de brigada D. Luis José de
Orbegoso por la de S. E. el Presidente del Perú, asociados
de sus respectivos secretarios, coronel José María Saenz y
—532 —
doctor don José Maruri de la duba: 'y habiendo canjeado sus
respectivos poderes, procedieron á acordar, y sentar las si
guientes bases de un tratado definitivo de paz entre ambas
Repúblicas.
Art. 1? Las fuerzas militares del Norte del Perú, y del Sur •
de Colombia, se reducirán al pié de guarniciones, y no pasa -
rán de tres mil hombres en cada país.
2? Las partes contratantes, ó sus respectivos gobiernos,
nombrarán una comision para arreglar los límites de los dos
Estados, sirviendo de base la division política de los vireina-
tos de la Nueva-Granada y el Perú en Agosto de 1809, en
que estalló la revolucion de Quito; y se comprometerán á
cederse recíprocamente aquellas pequeñas partes de territorio,
que por los defectos de una inexacta demarcacion perjudican
á los habitantes.
3? La misma comision liquidará la denda del Perú á Colom
bia de resultas de la guerra de la Independencia. Esta deuda
se pagará de contado con sus intereses, desde el dia en que
se empezaron los gastos, y en el término de 18 meses, ó del
modo que se conviniere. Las dendas de particulares, cuyo
pago quedó en suspenso, se allana por el órden regular: la
accion de los acreedores es vijente, y su derecho esta á salvo
para que se emprenda su cobranza. En cuanto á la denda
nacional referida, Colombia y el Perú nombrarán cada uno
un Gobierno Americano, para que en caso de diferencia sirvan
de árbitro.
4? Existiendo un documento (como se asegura por los se
ñores comisionados de Colombia) por el cual el Perú quedó
obligado á reemplazar las bajas que tuvo el Ejército Colom-
. biano en el auxilio que prestó en la guerra de la Independen
cia Peruana, ocurrirá relijiosamente el Estado del Perú á su
exacto cumplimiento, en los términos en que convenga la
comision de que habla el artículo segundo.
5? El Gobierno Peruano dará al de Colombia, por la expul
sion de su ajente en Lima, la satisfaccion que en tales casos
se acostumbra entre las naciones; y el de Colombia dará al
del ¡Perú explicaciones satisfactorias por la inadmision de su
Plenipotenciario.
6? Ninguna de las dos Repúblicas tiene derecho de inter
venir en la forma de gobierno de la otra, ni en sus negocios
domésticos: y se comprometen á respetar la independencia de
la República Boliviana, como la de los demás Estadosconti-
nentales.
7? La extricta observancia del artículo anterior en cuanto
á las partes contratantes, y á Bolivia, lo mismo que las demás
—533—
diferencias actuales, se arreglarán de un modo claro en el
tratado definitivo.
8? Existiendo desconfianzas recíprocas entre los dos Go
biernos, y para dar seguridades de la buena fé que los anima,
luego que se ajuste el tratado de paz, se solicitará del Go
bierno de los Estados-Unidos del Norte, que en clase de me
diador garantice el cumplimiento de la presente estipulacion.
9? Como Colombia no consentirá en firmar un tratado de
paz mientras que tropas enemigas ocupen su territorio, se
conviene en que sentadas estas bases se retirará el resto del
Ejército Peruano al Sur del Macará, y se procederá al arreglo
definitivo, á cuyo efecto se elejirán dos Plenipotenciarios por
cada parte ;contratante que deben rennirse en la ciudad de
Guayaquil en todo el mes de Mayo. Entre tanto solo podrán
existir en las provincias fronterizas pequeñas guarniciones,
debiéndose nombrar en uno y otro Ejército comisarios que
vijilen la observancia de este artículo.
10? El Gobierno del Perú se compromete á entregar al de
Colombia la corbeta "Pichincha" en el menos tiempo posible;
y la cantidad de ciento cincuenta mil pesos en el término de
un año, para cubrir las dendas que el Ejército y Escuadra del
Perú hayan contraido en los departamentos del Asuay y Gua
yaquil, que no estén aun pagadas; y en retribucion de algunos
perjuicios hechos á propiedades particulares.
11? El Ejército Peruano emprenderá su retirada por Loja
desde el dia dos del próximo Marzo, y evacuará completa
mente el territorio de Colombia dentro de veinie dias contados
desde la fecha. En el mismo término se devolverá á las res
pectivas autoridades la ciudad de Guayaquil, y su marina,
con los elementos de guerra en los mismos términos que se
entregaron en depósito al jefe de la Escuadra Peruana por la
estipulacion, é inventario de veintiuno de Enero último.
12? Los colombiauos en el Perú y los peruanos en Colom
bia tendrán una completa seguridad en sus personas, cual
quiera que haya sido su opinion política: sus propiedades
tendrán la mas cabal garantía, y no serán sujetas á contribu
ciones ordinarias y extraordinarias ni en tiempo de paz ni de
guerra, sino del mismo modo que sean gravados por las leyes
los subditos de ambos gobiernos.
13? Los comisionados de Colombia y del Perú se compro
meten á solicitar un decreto de amnistía de sus respectivos
gobiernos en favor de todas las personas que hayan emitido
sus opiniones políticas, comprometiéndose en la presento
guerra.
14? En [este tratado preliminar queda iniciada la alianza
defensiva que una comision diplomática debe ajustar, de ma
—5.34—
uera que permanezca sellada para siempre la sincera amistad
que las repúblicas de Colombia y del Perú desean conservar
ante la faz del mundo civilizado, contra toda agresion extran
jera, que osare atentar los derechos nacionales y su sagrada
independencia.
15? Las partes contratantes se comprometen desde luego á
que estas bases sean forzosas para el tratado definitivo de paz.
16? El bloqueo declarado á los puertos de Colombia se en
tenderá haber cesado desde que los comisionados de ambos
ejércitos hayan entrado en la plaza de Guayaquil á ejecutar
el cumplimiento del artículo undécimo.
17? De estos tratados se firmarán cuatro ejemplares, de que
dos serán para cada una de las partes; ratificándose dentro de
veinticuatro horas por S. E. el Mariscal de Ayacucho, Jefe
Superior del Sur de Colombia, á nombre de su Gobierno; y
por S. E. el Presidente de la República Peruana á nombre del
suyo; quedando con esta formalidad con todo el valor y fuer
za que tienen los documentos de esta clase, sin necesidad de
nuevas ratificacion.
Dado y firmado en el campo de Jiron, á 28 dias del mes de
Febrero de 1829 años.—Juan José Flores.—Agustín Gamarra.
—Daniel Florencio O' Leary.— Luis José de Orbegoso. —José M.
Saenz, Secretario.—Dr. José Mar uri de la Cuba, Secretario de
la comision peruana.
Cuartel General frente á Jiron, á 1? de Marzo de 1829.
Deseando dar un testimonio relevante, y la mas incontes
table prueba de que el Gobierno de Colombia no quiere la
guerra: de que ama al pueblo peruano, y de que no pretende
abusar de la victoria, ni humillar al Perú, ni tomar un grano
de arena de su territorio: apruebo, confirmo, y ratifico este
tratado.— Firmado—Antonio José de Sucre.
Cuartel General en el campo de Jiron, á 1? de Marzo de 1829.
Ratificado á las siete de la noche de esta fecha.—Firmado.
José de La-Mar.
Por orden de S. E.—Mariano Castro.
-535—
Secretaría General de S.JE. el General Presidente.— Cmrtel Ge
neral en Laja, á 11 de Marzo de 1829.
Señor Coronel encargado del Despacho del Ministerio de la
Guerra.
Señor Coronel:
Con fecha 3 del corriente he puesto á US. desde Sulupali
la nota siguiente que conduce él coronel don Juan Bautista
Eléspuro.
"En la comunicacion que bajo el número 331 dirijí á US.
desde Loja en 16 de Febrero último por medio de un expre
so que alcanzase al correo que algunas horas antes habia sa
lido de aquella ciudad, le hize presente la dispersion que
sufrió la 3? division á consecuencia de la sorpresa, que á
favor de la oscuridad y del terreno, le hicieron los enemigos,
y la pérdida de alguna parte del parque que aun no habia po
dido avanzar el espacio necesario para ponerse á cubierto de
este contraste. (1) Sin embargo semejante suceso no envol
vió á las demás divisiones del Ejército que siguieron su mar
cha en el mejor órden hasta el pueblo de San Fernando,
distante trece leguas de Cuenca, en donde fué forzoso acam
parlas. Yo logré rennir cerca de 600 hombres de los que se
habian dispersado, y seguí con ellos el movimiento de que
hablé á US. en nota núm. 330. A mi llegada a Saraguro me
instruí de que la pérdida del parque era de mas considera
cion que la que anteriormente se me habia expresado. Con
tinué la marcha y logré rennirme al Ejército el 23 de Febrero
con la fuerza que llevaba. Con anterioridad habia salido so
bre Jiron la 1? division que el 26 ocupó el Portete llamado
de Tarqui, distante dos leguas, á las cinco de la tarde. El
resto del Ejército salió de San Fernando el mismo dia al re
ferido pueblo de Jiron, y el 27 á las 3 de la mañana hizo su
movimiento con direccion al punto que ocupaba la 1? divi
sion, mas desgraciadamente no pudo llegar en oportunidad
respecto 'de que los enemigos la habian cargado á dicha hora
con toda su fuerza y destruidola casi enteramente despues de
haber sufrido una pérdida crecida por la tenaz, vigorosa y
heroica resistencia que les hizo hasta el grado de rechazar
(1) No ha recibido el Gobierno el parte & que se refiero el señor Castro, & quien ha
reconvenido, por el conducto del Ministerio de la Guerra creyéndole culpable de ha
ber omitido cumplir con su deber, de comunicarle ocurrencia tan notable 6 influyente
en el buen exito de la campaña.—E. £.
—536—
varias columnas que la atacaban. Pero reforzadas estas su
cesivamente por otros cuerpos consiguieron posesionarse del
Portete y continuar atacando la columna de cazadores que
se hallaba en marcha por una estrechura para sostener á
aquella, y viéndose obligada á tomar el .bosque sobre la iz
quierda, el batallon Pichincha que la seguia tuvo que empe
ñar sus fuegos y continuarlos hasta perder las dos tercias
partes de su fuerza, con lo que proporcionó al resto de la 2?
division á que pertenecía y ála 3? posiciones á retaguardia.
En etse estado tuvo que replegarse hácia ellas el resto del
referido batallon, y habiendo sido cargado por el escuadron
Cedeño en unas pequeñas llanuras, le salió al encuentro el
1? del rejimiento de Húzares de Junin con el señor general
D. Mariano Necochea, de cuya carga resultó que aquel fuese
acuchillado habiendo podido salvar muy pocos hombres. Este
suceso impuso á los enemigos, quienes cesaron en virtud de
él los ataques, que avanzando terreno y valido de sus posicio
nes hacían á nuestra infantería. Logró en consecuencia reti
rarse al llano mas inmediato que ocupaban los cuerpos de
caballería y esperó que los enemigos continuasen el ataque
saliendo del lugar montuoso en que se hallaban; mas ellos se
contentaron con permanecer en los puntos de que la habian
rechazado.
Esta inaccion duró algunas horas despues de la que fué
preciso retirar el Ejército á las inmediaciones de Jiron donde
pasó el resto del día sin que el de Colombia hubiese hecho
otro movimiento, pues sus ventajas consistían únicamente en
la calidad del terreno donde se verificó el combate. Concluido
este, el general Sucre mandó un parlamento con el objeto de
iniciar tratados de paz, y tuvo por contestacion que se expli
case por escrito como lo verificó. En la mañana del dia si
guiente rennió S. E. el Presidente á los señores generales y
comandantes generales de las divisiones, quienes atendiendo
á que en la noche del 12 de Febrero se habia perdido la ma
yor parte del parque; á que con el fuego vivísimo que se sos
tuvo el dia del combate se hallaba casi concluido el resto de
municiones que pudo salvarse, y teniendo además en consi
deracion otras |poderosas circunstancias, fueron de parecer
que se ajustasen las bases preliminares de paz propuestas
por el general Sucre. (1) Ellas se han hecho efectivamente en
el orden que aparece del ejemplar que por mandato de S. E.
tengo el honor de acompañar á US. á fin de que se sirva po
nerlo en el conocimiento del Gobierno Supremo de la Repu
lí) Las capitulaciones son literalmente las mismas que pueden verse en 1 a página
31 de este tomo.
—537—
blica para los fines que estime convenientes, haciéndole al
mismo tiempo presente lo expuesto en esta nota, y asegurán
dole que elevaré por el conducto de US. el detalle de -esta
accion luego que se reciban los partes necesarios."
Y temiendo que pueda tener algun extravío, he creido con
veniente trascribirla á US. adjuntándole cópia de los trata
dos que se indican para los efectos consiguientes.
Dios guarde á US.—Mariano Castro.
Cuartel General en Cariamanga, á 18 de Marzo de 1829.
Señor Coronel encargado del Despacho del Ministerio de
Guerra y Marina.
Señor Coronel:
El Excmo. Señor Presidente de la República ha dirijido
con fecha 17 del corriente, á S. E. el Jefe Superior del Sur de
Colombia, la nota que en cópia tengo el honor de pasar á
manos de US. Ella es referente al impreso adjunto, en que
aparecen el decreto de premios expedido por el general Sucre,
y el parte que dá al Ministerio de su República, acerca de
los sucesos que habian terminado la campaña. Quiera US.
presentar estos documentos al Supremo Gobierno, como se
lo encargo de orden de S. E. el Presidente, para los efectos
consiguientes con respecto á las nuevas operaciones de que
oportunamente iré dando avisos á consecuencia de lo que se
conteste por dicho Jefe Superior, y de lo que se obre en su
virtud.
Dios guarde á US.—Mariano Castro.
Excmo. Señor General Antonio José de Sucre, Jefe Superior
del Sur de Colombia.
Tom. vin. Histobia—68
—538—
Cuartel General en Gonsanama, 17 de Marzo de 1829.
Excmo. Señor:
Hace dias se rujia que al coronel don Pedro Raulet, muerto
en la accion del Portete de Tarqui, se le hizo cortar la cabeza
por algunos jefes del ejército que está á las órdenes de V. E.
y fué enviada á Cuenca como en triunfo, y en señal de indig
na venganza por su entrada á esa ciudad. Semejante proce
dimiento solo puede acostumbrarse con los facinerosos, á
quienes . se les aplica tan difamante castigo, para presentar
un ejemplar escarmiento, y procurar el órden y quietud de
la sociedad. Noticias posteriores confirman la efectividad de
este denigrante atentado, perpetrado en contradiccion con
la valiente y jenerosa conducta que observó el coronel Rau
let en su expedicion sobre aquel punto, como puede testifi
carlo todo su vecindario.
Igualmente se ha sabido por conductos fidedignos que mu
chos jefes, oficiales é individuos de tropa que se hicieron
prisioneros en la accion, estando heridos y aun sanos, pere
cieron á manos de otros de igual clase de las tropas que
obedecen á V. E. por el bajo, sórdido, y vil interés de sa
quearlos. Uno de ellos es el coronel don Juan Gonzalez, que
encargado por un señor general á un oficial subalterno para
que lo condujese en seguridad á ser curado de la herida que
recibió, fué asesinado entre dos jefes, y despojado indecente
mente de las prendas que, á mas de la espada, llevaba de
valor.
Por otros avisos, que merecen el mejor crédito, estoy ins
truido de que mucha parte de los soldados peruanos que se
tomaron en la jornada referida, ha sido incorporado en ese
Ejército; cuando segun las leyes de la guerra, debian perma
necer en la clase de prisioneros. Mas, obligarlos á servir
entre las filas cuyos ataques acababan de sufrir, enrolarlos
entre los que tenían aun teñidas frescamente las manos con
la sangre de sus compañeros y hermanos, es un procedimien
to repugnante, es un abuso temerario, muy principalmente
cuando sancionadas las bases preliminares de paz en Jiron,
y próximo á celebrarse el tratado definitivo, debian volver á
su patria.
Yo deseoso de restablecer de un modo sólido la armonía
y buena intelijencia entre Colombia y el Perú, y decidido á
contener el curso de la sangre americana, me habia solo li
mitado á reclamar contra tan ilegal conducta, para que se
—539—
pusiesen los remedios necesarios, así como animado de igua
les motivos, presté una silenciosa tolerancia á la ofensiva é
inusitada ratificacion que "V.E. sentó en los tratados de Jiron.
Pero hoy que ha llegado á mis manos el parte de la batalla,
dirijido al Ministerio de Guerra de la República á que V. E.
pertenece, y el decreto de premios que ha expedido en favor
del ejército que manda, dados á luz en la imprenta de Cuen
ca, ni debo desentenderme del honor del Perú, ni puedo mo
derar la indignacion que ha desplegado el Ejército que está
á mis órdenes, con la vista de tan ignominiosos documentos,
despues de haberle irritado justamente los hechos que llevo
mencionados.
Ciertamente, señor general, no son compatibles los deseos
que V. E. ha decantado tan repetidas veces por el estableci
miento de la paz, cuando emprendidos los primeros y esen
ciales pasos para conseguir tan inestimable bien, y en tiempo
en que todo debia concurrir al avenimiento y la concordia,
vuelven á sembrarse los elementos de la desunion. ¿Acaso
la jenerosidad de que V. E. hace tanto alarde, consiste en
deprimir la dignidad dela Nacion Peruana? ¿Considera V. E.
como el mejor medio para entablar nuevas relaciones con
ella, pintar su Ejército bajo el aspecto mas humillante y ver
gonzoso? ¿Es por ventura una invasion alejar del suelo cuyos
derechos debia sostener, los desastres de una guerra declarada
con el mayor escándalo? ¿O quería V. E. que una criminal
inaccion pusiese á los pueblos del Perú en el riesgo de ser
presa de las tropas de V. E. que no han sabido respetar los
lugares de su propia Eepnblica, en que cometieron horribles
atentados? ¿Hasta cuándo se niega la muy esencial parte que
en las memorables jornadas de Junin y Ayacucho tuvo el
Ejército Peruano, y se pretende abrogar exclusivamente la
gloria de haber libertado el suelo de los incas del yugo español,
por los que no debian, ni pueden ser imparcialmente, mirados
sino como auxiliares, que prestaron su cooperacion para el lo
gro de una obra efectivamente grande, aunque en recompensa
de los esfuerzos que el Estado del Perú hizo por emancipar
una parte del territorio colombiano? El Ejército Peruano no
ha peleado con sus pretendidos libertadores, ni con los virtuo
sos soldados que lo ayudaron á conquistar la independencia
de su país; sino con los que tornados en serviles instrumentos
de muy diversas miras, han querido sojuzgar al Perú, intro
duciéndole las desgracias de la guerra. ¡Qué diferencia tan
notable; qué distancia tan inmensa entre las tropas que un
tiempo combatieron por la cansa santa de la libertad, y las
que despues solo han estado destinadas á alterar la quietud,
y procurar males al suelo mismo en cuyo obsequio consagra
—540—
ron sus servicios, y queden gratitud á ellos, les prodigó abun
dantes recompensas!
Dígase lo que se quiera sobre el número de los soldados
peruanos que han pisado el Sud de Colombia: sobre la fuerza
que repasará el Macará: sobre la indicacion equivoca del lu
gar en que se combatió: y sobre cuantas circunstancias se
supongan gratuitamente para exajerar una ventaja debida
solo á raros incidentes. V. E. mismo está íntimamente per
suadido, de que solo fué destruida nuestra vanguardia, com
puesta de cerca de mil hombres en el Portete de Tarqui, que
es el punto que no ha querido determinarse, despues de ha
ber resistido vigorosamente á todo el Ejército de V. E. que la
atacó. Ni podrá V. E. negar, que colocado todo el resto del
Ejército Peruano sobre el llano mas inmediato, á ménos de
una legua de distancia, permaneció en él algunas horas es
perando inútilmente que continuase el combate suspendido,
despues de la carga de dos mitades del primer escuadron de
Húzares sobre el escuadron Cedeño, que quedó batido y
muerto su comandante. Los dos ejércitos están impuestos,
de que habiendo cesado el fuego, fué V. E. el primero que
invitó á iniciar negociaciones de paz, á cuya propuesta se le
contestó se explicase por escrito. V. E. mismo ha declarado
que las fuerzas de su mando constaban de cuatro mil hombres,
y habiéndose hallado entónces las que están á mis órdenes
con solo 4500, es indubitable que la superioridad numérica
era muy corta por mi parte, miéntras V. E. tenia las ventajas
de haber atacado la primera division, sin que se hubiesen
podido rennir á ella las demás que estaban en marcha, y de
ocupar mejores posiciones. Mas sin embargo de todo esto,
trata V. E. de asegurar á la faz pública, que fueron vencidos
ocho mil peruanos por cuatro mil bayonetas colombianas,
sufriendo una equivocacion voluntaria, por engrandecer un
hecho de muy inferior importancia, á la que quiere dársele,
y ménos nacido de virtudes militares que de otras circuns
tancias. Parece muy indigno de un guerrero atribuirse glo
rías que no le corresponden, tratar de deprimir á un enemigo
que sostuvo su honor con bravura, y eternizar por tales me
dios el ódio y los resentimientos que debian extinguirse.
Yo prescindo de hacer otras explicaciones que serian tan
difusas como molestas, y que se practicarán en su tiempo con
perfecta conformidad a los sucesos acaecidos el 27 de Febrero.
Trato ahora de esclarecer, ¿cómo se mandan erijir columnas
para infamar la memoría de los que se titulan invasores, al
mismo tiempo que se ponderan tanto el amor al Perú, y los de
seos de la pazt ¿Podrá esta ser duradera subsistiendo indebida
mente los monumentos que al pretender envilecernos, son el
—541—
incentivo de la discordia? No señor general: no puede entrar
un país con otro en sincera y recíproca amistad, si no media
el absoluto olvido de las disensiones anteriores; y mucho
ménos, cuando fomentándose estas, quiere reducirse á uno
de ellos á la formacion de vínculos y relaciones, permane
ciendo los principios que atacan su decoro. Ni el Ejército, ni
la Nacion, ni yo, podemos permitir, que el primero se envi
lezca, y humille á su patria, conduciendo una paz degradante
y vergonzosa, cuando aun tiene mucho aliento, carácter, y re
solucion para sostener su dignidad á toda costa.
Por tan poderosos motivos, se han dado órdenes para que
se suspenda la entrega do la plaza de Guayaquil; y si esta se
hubiese ya verificado, por la buena fé con que se dictaron
las providencias conducentes al efecto, quedarán en lo demás
pendientes los tratados de Jiron, miéntras acerca de los pun
tos á que se contrae la presente comunicacion, se dan satis
facciones capaces de indemnizar las injurias recibidas, y se
destruyan los depresivos documentos, cuya existencia aleja
ría basta la esperanza de la reconciliacion. De otro modo,
será indispensable, violentando los deseos de lá República
Peruana, que en la realidad aspira al goce de una paz, que
no manche su honor ni compromete su respetabilidad, volar
á impedir que se fije ese monumento de infamia, cuando por
medios racionales y decorosos al Perú y Colombia, podía
mos evitar que la infeliz América se convierta, por injustos
caprichos, en un teatro de sangre, desolacion, y muerte.
Soy de V. E. muy atento servidor—
José de La-Mar.
-542—
OFICIO.
República de Colombia.—El Jefe Superior del Sur.— Cuartel
General en frente á Jiron á 1? de Marzo de 1829.—19?
Al Excíno. Señor Ministro de [Estado en el Despacho de la
Guerra.
Excmo. Señor:
Tengo la satisfaccion de acompañar á V. E. para conoci
miento del Supremo Gobierno el convenio celebrado con el
Ejército Peruano, invasor del Sur de Colombia, á consecuen
cia de los triunfos obtenidos por nuestras armas en Tarqui.
V. E. bailará por mi ratificacion que bemos podido sacar
mas ventajosas condiciones, y aun imponerlas abusando de
la victoria; pero juzgue" del bonor de la Nacion y del Gobier
no que el Ejército concediera casi lo mismo que habiamos
exijido antes de la batalla, y que no humilláramos las armas,
ni al pueblo peruano, especial mente despues que nuestros
guerreros habian mostrado en el Perú mismo una jenerosidad
sin límites con los españoles en el campo de Ayacucho.
Para despachar sin dilacion estos avisos, escusé detalles
importantes, que comunicaré despues. Por el momento feli
cito á Colombia y al Gobierno en nombre del Ejército del Sur
por las nuevas glorias de la República: por la venganza na
cional satisfecha por una victoria: y por el honor del Liberta
dor comprometido en esta guerra, y sostenido con la sangre
de sus compatriotas.
La campaña y la guerra están terminadas: pocas reliquias
del Ejército invasor repasarán el Macará. Luego presentará
el Ejército vengador de Colombia sus trofeos victoriosos al
Libertador, á cuyo nombre be dictado el decreto de recom
pensas que adjunto á V. E.
Dios guarde á V. E.—
Antonio José de Sucre.
-543-
DECBBTO.
Antonio José de Sucre, General en Jefe de los Ejércitos de la
República, Gran Mariscal de Ayacucho, Jefe Superior del
Swr de Colombia, &¡
Considerando:
Io Que la batalla de Tarqui ha salvado los Departamentos
meridionales de la República: y triunfando el Ejército del Sur
de un doble número de fuerzas extranjeras que los invadieron
ha cubierto de nuevas glorias á las armas colombianas, dejan
do á la vez satisfecho el honor nacional en la guerra contra el
Perú;
2? Que la justicia exije lecompensas á los bravos que han
combatido en la jornada de este dia;
3? Que siendo testigo del bizarro comportamiento del Ejér
cito del Sur, es la mas oportuna ocasion de usar de las facul
tades de que estoy investido por el Gobierno Supremo;
He venido en decretar y decreto:
1? En el campo de batalla se levantará una columna de
jaspe, (1) por el diseño que dará el Gobierno, en que se ins
cribirán: de un lado los nombres de los cuerpos del Ejército
del Sur, en el opuesto los de sus generales y jefes: en el terce
ro el de los oficiales y tropa muertos y heridos en el com
bate: y en el que mira al campo del enemigo se inscribirá en
letras de oro—"El Ejército Peruano de ocho mil soldados,
que invadió la tierra de sus libertadores, fué vencido por cua
tro mil bravos de Colombia el veinte y siete de Febrero de
mil ochocientos veinte y nueve.''
2° Los batallones Yaguachi, Caracas, Rifles, y el escua
dron Cedeño, que han combatido y obtenido esta victoría, •
pondrán en sus banderas el mote "Vengadores de Colombia en
Tarqui" y tambien lo llevará sobre su banderola, la compa
ñía de cazadores del Cauca.
3? Todos los individuos del Ejército del Sur, que han asis
tido en esta batalla, usarán por recuerdo de ella, una medalla
al pecho pendiente de una cinta verde. La de la alta clase
será de oro: de plata la de la tropa: y todas costeadas de los
fondos del Estado.
(l) En el mismo campo de batalla hay nna cantera de piedra jaspe.
»
—544—
4? La medalla será de la figura y dimension de la de Aya-
cucho: tendrá al pié un fusil y una lanza en aspa: y en la
parte superior la misma inscripcion: "Vengadores de Colombia
en Tarqui."
5? Al general de division Juan José Flores, comandante
en jefe del Ejército, ascendido á aquel grado sobre el campo
de batalla, le presentará la junta provincial del Asuay, en
testimonio de la gratitud pública á sus servicios en la presente
campaña, la medalla que le corresponde guarnecida de bri
llantes, y con el lujo digno del personaje á quien se dedica.
En el reverso dirá "El Asuay, al ilustre defensor del Sur.'"
6? Con preferencia á todos los gastos comunes asistirán las
tesorerías del Sur, á las viudas, é hijos de los jefes, oficiales,
y tropa muertos en esta batalla, con las pensiones que seña
lan las leyes.
7? En los rejistros públicos de las juntas provinciales del
Asuay, Ecuador, y Guayaquil serán inscriptos los nombres
de los jefes, oficiales, y tropa muertos en esta importante
jornada, como mártires y vengadores de su patria.
Dado en el Cuartel General del Portete de Tarqui, á 27 de
Febrero de 1829.—19?—Antonio José de Sucre.—Por S. E. el
Jefe Superior—Francisco Montufar, Secretario interino.
República Peruana.— Comandancia General de la Escuadra.—
Fragata "Presidente" al ancla en el Rio de Guayaquil, Marzo
11 de 1829.
Al Señor Ministro de Guerra y Marina Coronel D. Rafael
Jimena.
Señor Ministro:
El Comandante General de este Departamento y yo hemos
recibido hoy con las desgraciadas noticias del Ejército y mas
desgraciadas capitulaciones órden expresa de S. E. el General
en Jefe para que evacuemos este Departamento en atencion
y conforme á los artículos 10, 11, y 16, de dicho congenio que
me trascribe. En vista de esto y ambos de acuerdo celebra
mos inmediatamente una junta de guerra compuesta de to
dos los jefes de la Escuadra y Ejército, y en ella se resolvió
(atendiendo á no creer las facultades competentes en S. E.
—545—
el General en Jefe para hacer y aprobar tales convenios que
serán siempre el oprobio de nuestra Nacion) que no se de
samparase el .Departamento hasta la resolucion de ese Suj te
mo Gobierno. Él verá por la acta de la junta celebrada que
le acompaña el referido Comandante General las razones en
que se ha fundado para no dar cumplimiento á la orden de
S. E. y creemos nos dé su aprobacion en vista de ella y dé
los artículos del convenio que nos fijan una eterna vergüenza,
y creemos que solo la Nacion puede deliberar su aprobacion
en caso de mas tristes circunstancias. A la verdad las noticias
mas puntuales que tenemos de nuestro Ejército es de hallarse
con cinco mil hombres y el de los enemigos ha padecido ma
yor destrozo, y sin saber ni estar al alcance del motivo que
haya habido para tan tristes capitulaciones, nos hallamos en
un caos de incertidumbro y confusion; y en estas circunstan
cias estamos persuadidos seria muy mal visto siguiésemos
los movimientos del Ejército y desistiésemos con ignominia
de la empresa que con tanto entusiasmo y honor de la Nacion
nos ha confiado para sostenerla y conservar sus derechos.
Al adoptar por mi parte esta determinacion he tenido tam
bien á la vista la necesidad de reparar esta fragata en este
Rio, pues actualmente estamos recorriéndola, y como he di
cho á US. necesita palos, y á mas que nuestro Ejército para
su conservacion, seguridad y movimientos no necesita del
replegue de la Escuadra á Paita como me lo ordena S. E. y
en caso de que fuere necesario mandaría yo los buques pre
cisos sin desamparar este interesante punto que es la llave
que dominaría nuestra República.
Yo espero que al poner US. esto en conocimiento del Su
premo Gobierno queriendo reparar el honor nacional, tome á
bien nuestro procedimiento y me imparta las órdenes para
mis procedimientos igualmente que los auxilios que necesita
la Escuadra y que necesitará consiguiente al tiempo que se
demora y movimientos que deba hacer.
Dios guarde á US.—Hipólito Bouchard.
»
V
En la ciudad de Guayaquil á las once dias del mes de
Marzo de 1829—10?— de la independencia: rennidos en la
casa y por convocacion de S. S. el coronel don José Prieto,
Comandante General de este Departamento, los señores jefes
de la guarnicion y Escuadra que suscriben,—á saber:—El
Tom. viu. HiSioüiA—69
—546—
capitan de navio comandante en jefe de las fuerzas navales
dpn Hipólito Bouchard, el de fragata comandante de la "Pre
sidente" don Guillermo Prunier, el de igual clase, comandan
te de la corbeta "Libertad" don Juan Elcorobarrutia, el te-
niente coronel graduado sarjento mayor de caballería de
.Ejército don Manuel Odriozola, Secretario de la Comandancia
General, el capitan de corbeta y del puerto don Juan Iladoy,
el sarjento mayor don Antonio Boloña, comandante de la
columna de infantería guarnicionaria, y el de igual clase co
mandante del segundo escuadron de Dragones de Arequipa
don Baltasar Caravedo.—Ocuparon sus respectivos asientos
despues de haberse nombrado por Secretario de la junta ex
traordinaria de guerra, para cuya celebracion habian concur
rido, al capitan encargado del Estado mayor de esta plaza,
don Manuel Ros. Inmediatamente tomó la palabra el señor
Comandante General presidente de dicha junta é hizo saber á
los señores vocales que el objeto de su extraordinaria rennion,
era conferenciar la conducta que debia observarse por parte
de los jefes de la plaza y de la Escuadra relativamente á
aquellos artículos del tratado preliminar de paz, fecho y rati
ficado el dia 27 del pasado Febrero por los Excmos. Señores
Presidente de la República General en Jefe del Ejército Na
cional, y Jefe Superior de los departamentos Sur-colombianos
que tuvieran conexion con el Departamento y con la Escua
dra, para que á la madurez y detenimiento con que debía*
discutirse asunto de tamaña influencia, se agregara un cono
cimiento perfecto de todos los datos referentes á la cuestiones
que iban á sujetarse al examen de los jefes ya nombrados: el
señor Comandante General hizo leer por el infrascrito Secre
tario los documentos que en seguida se indican.—Las dos
notas dirijidas á él, por el señor Secretario General de S. E.
el Presidente y datadas el 3 del presente en el Cuartel Gene
ral de Lenta, reducidas á trascribir los artículos 10, 11 y 16
de la expresada convencion preliminar, que tambien se leyó
íntegra, y á prevenir el cumplimiendo de los referidos artí
culos, advirtiendo además que el teniente coronel don Manuel
Porras, conductor de las comunicaciones dispondría con arre
glo á las órdenes de S. E. lo que fuese conveniente sobre el
destino de los jefes, oficiales y tropa que del Ejército Colom
biano existieran prisioneros en esta plaza. Leidas estas pie
zas y la nota del señor general de Colombia Leon de Febres
Cordero al Comandante General de este Departamento, en
que el expresado señor general contestaba no traer comuni
caciones para la Comandancia General del Departamento, á
la en que el mencionado señor coronel le acababa de pasar
con este fin, habiendo sabido por el comandante Porras y por
—547—
avisos de la Escuadra que el señor general Cordero, era el
jefe comisionado por los representantes de su Gobierno para
recibir la plaza de la autoridad militar del Departamento de
conformidad á lo estipulado en los artículos 10 y 11 del con
venio de Jirón, con cuyo motivo le acompañaba en calidad
de interventor el teniente coronel Porras; el señor Coman
dante General Presidente de lajunta, fijó en un breve discur
so los puntos sobre que debian dictaminar en su concepto los
señores vocales dividiéndolos en las tres cuestiones siguientes:
Primera: ¿los preliminares de la paz entre Colombia y el Perú
acordados por los comisionados de S. E. el Jefe Superior del
Sur de Colombia, general de division Juan José Plores, y de
brigada Daniel, P. O'Leary; y por los señores Gran Mariscal
D. Agustín Gamarra; y general de brigada D. Luis José Or-
begoso, comisionados por S. E. el Presidente de la Repúbli
ca podrán considerarse válidos, subsistentes, y ratificados en
virtud de facultades constitucionales? Segunda: ¿si los pre
liminares de paz celebrados entre los jefes de los ejércitos de
Colombia y el Perú, no son mirados por la junta como fechos
y confirmados por autoridad competente, deberá prestárseles
obediencia en lo relativo al Departamento y Escuadra, ó sus
penderse por el contrario su cumplimiento miéntras lleguen
las nuevas resoluciones que dicte á este respecto la suprema
autoridad de la República? Tercera: si abraza la junta el
segundo extremo de la cuestion antecedente, ¿qué deberá
contestarse á la nota del teniente coronel D. Manuel Porras,
comisionado por S. E. el Presidente de la República para
intervenir en la entrega de la Plaza, que leerá ahora mismo
el Secretario? Leyóse en efecto la indicada comunicacion en
que el comandante Porras exijia se resolviera por la Coman
dancia General el resultado do su comision, acompañando
los despachos antes presentados á la junta de la Secretaría
General de S. E. procediéndose inmediatamente á recibir in
dividualmente los votos de los señores vocales, se volvieron á
leer por excitacion de varios de ellos las estipulaciones de
.lirón, y se hizo tambien la lectura de los artículos, atribu
ciones, restricciones contenidas en el título 5? de la Cons
titucion política de la República. A continuacion tuvo lugar
una larga y animada conferencia en la que tomando alterna
tivamente la palabra todos los señores jefes que componían
la junta, alegaron algunos la imposibilidad absoluta que habia
de evacuar la Plaza por ser indispensablemente necesario
finalizar la refaccion de los buques de la Escuadra, que se
hallan en estado de no poder navegar, y con especialidad la
Fragata "Presidente," que tiene empezadas obras de la ma
yor importancia y que aun prescindiendo de esto casi no
—548—
puede contar con sn palo mayores y trinquete: varios otros
de los señores vocales manifestaron la inmensa amargura que
devoraba sus espíritus al considerar en los artículos de los
tratados de Jiróu el sello de la ignomiuia y el oprobio perpé-
tuo de la República: y todos por último convinieron en que
á su modo de ver S. E. el Presidente no estuvo autorizado
para ratificar por sí solo, ni aun con el consejo de los 'jefes
del Ejército una transaccion que como la presente está sujeta
por la atribucion 13? artículo 90, título 5o de la Constitu
cion de la República, á la aprobacion del Congreso, que pre
viniéndose por la restriccion 3 del artículo 91 y el mismo
título que el Vice-presidente quede encargado de la adminis
tracion del Poder Ejcutivo en los casos en que el Presidente
mande la fuerza armada en campaña, aparecían muchos mas
vicios aun en la ratificacion del tratado de paz, ratificado por
S. E. el Presidente, en circunstancias de que hallándose á la
cabeza del Ejército, no ejercía el poder conforme á la Consti-
cion y carecía por tanto aun de la intervencion que con anuen
cia del Congreso, concede al Presidente en las transacciones
diplomáticas la citada atribucion 13* cuando se halla al fren
te de la administracion.
Dijeron tambien los señores jefes concurrentes que bailán
dose, por una parte obligados por los deberes de su profesion
á prestar la mas puntual obediencia á las órdenes de S. E. el
Presidente, y habiendo jurado por otra en la ley fundamen
tal sostener la ejecucion de las leyes (artículo 145 título 8?) ellos
que la creían vulnerada por el tratado de Jirón, no podian
ménos de abrazar en tal conflicto la decision comprendida en
el 2? miembro de la 2? cuestion, propuesta por el señor Pre
sidente de la junta.
A consecuencia de todo se resolvió por unanimidad lo si
guiente:
Resuelto: 1? Que se suspenda el cumplimiento de los preli
minares de paz contratados por ambos ejércitos en la parte
que tenga relacion con la Escuadra y con la Plaza.
Resuelto: 2? Que con insercion de la presente acta, se co
muniquen por el señor Comandante General del Departa
mento las resoluciones de la junta á los señores Ministro de
Estado en el Departamento de la Guerra y Secretario Gene
ral de 8. E. el Presidente para que por el órgano del primero,
sean sometidas al conocimiento de S. E. el Vice-presidente
encargado de la administracion, y por el de el 2? al del Excmo.
Señor Presidente de la República, cuyas decisiones serán la
guia de los ulteriores piocedimientos de los señores jefes del
Departamento y de la Escuadra.
—549—
Resuelto: 3V Que conceptuándose preciso el término de
45 dias para recibir las contestaciones de los magistrados á
qnienes se consultará, se hagan saber al señor general de
brigada Leon de Febres Cordero, comisionado por las auto
ridades colombianas para recibir la plaza, por medio del
comandante Porras, las determinaciones de la junta, agre
gándole además que en el término indicado ó antes, si llegan
las resoluciones que exijen los jefes del Departamento y de
la Escuadra, cumplirán exactamente el tratado si así se les
previene, y en todo caso obedecerán ciegamente las dispo
siciones del Gobierno."
Resuelto: 4? Que mañana mismo se embarque á bordo de
la corbeta mercante nacional "Libertad" un ofieial que con
duzca las comunicaciones de la Comandancia General á que
alude la resolucion 2a, y remitiendo desde Pinra las dirijidas
á la Secretaría General de S. E. el Presidente, emprenda sin
demorarse una marcha veloz á la capital de la República
para entregar allí las que se remitan conforme á lo acordado
al Ministerio de la Guerra, y dar verbal mente á S. E. los
informes mas detallados, sobre el estado actual del Departa
mento, de la Plaza y de la Escuadra.
Convenidos el señor Comandante General y los jefes que
suscriben en las cuatro resoluciones anteriores, se mandaron
extender tres ejemplares-de esta acta, la una para que fuese
archivada en la Comandancia General y las dos restantes
para ser agregadas con arreglo á los ofieios que se pasen á
Ios-señores Ministro de la Guerra y Secretario General. Disol
vióse con esto la rennion, habiendo protestado ante los seño
res Presidente y vocales que en el caso de-que desatendiendo
los jefes de Colombia las poderosas razones que motivaban
las determinaciones de la junta, se resolvieran á traerles la
guerra, sabrían vindicar la honra del pabellon nacional de
fendiendo á costa de los mas grandes esfuerzos la posesion
de la Plaza durante los 45 dias, dentro los cuales esperan la
respuesta del Gobierno manifestando así á los ojos de su
patria, y á los del mundo entero, que aun tiene el Perú ciu
dadanos que arrostrarán los embates del infortunio y de la
muerto misma antes que consentir, en que se mancille la
gloria del Perú, á que se honran de pertenecer.—Para que
constelo firmaron—José Prieto—Hipólito Bouchard— Guiller
mo Prunier—Juan Elcorrobarrutia—Manuel de Odriozolu—
Juan de Iladoy—José A. Botona—Baltasar Oaravedo—Secre
tario, Manuel Eos.
—550—
República Peruana.— Comandancia Generaljiel Deparlamento—
Guayaquil, Marzo 12 de 1829.
Señor Coronel D. Rafael Jimena, Ministro de Estado en el
Departamento de la Guerra.
Señor Ministro:
Con esta misma fecha y por medio del oficial que pondrá
en manos de US. la presente comunicacion, be dirijido á S. S.
el Secretario General doS. E. el Presidente de la República
la nota que á la letra copio.
"Por una fatalidad que jamás deploraré bastante me hallo
encargado dé este Departamento en circunstancias tan difí
ciles en que tengo que cargar con una suma de responsabili
dad que nunca pensé seguramente llevar sobre mí. Digo esto
Señor Secretario," porque he sido sorprendido en todos senti
dos con la orden de entregar el territorio que ocupo, cuando
ménos lo esperaba, y cuando me consideraba criminal dándo
la cumplimiento. Mis deberes como militar me imponen una
ciega obediencia A las disposiciones de mis jefes, pero la
Constitucion que he rejistrado con los mas vivos deseos de
que no se opusiese á el ios, ha puesto una barrera á mi su
bordinacion, haciéndome negar como me he negado condi-
cionalmente á cumplir con puntualidad la citada determina
cion. Para decidirme á tomar esta providencia he reunido
una junta de guerra extraordinaria compuesta de los jefes de
las fuerzas de mar y tierra que guarnecen la Plaza; quienes
teniendo presentes las razones que se indican en la acta que
orijinal incluyo, han adoptado las resoluciones que verá US.
en este mismo documento."
"La atribucion 13? artículo 1)0 título 5? de la Constitucion
favorece bastante los conceptos de la junta, y ella á la vez
que me ha hecho sentir como amigo del órden militar, creo
que ha salvado en esta ocasion considerables intereses de la
República. Ni la junta ni yo hemos desconocido la autoridad
de S. E. el Presidente; pero sí nos ha parecido que la cele
bracion del tratado preliminar de paz estaba reservada por el
artículo 83 de la misma Constitucion en la restriccion 3? del
91 al Supremo Poder Ejecutivo, y que aunque el encargado
de la administracion hubiese hecho el tratado, no podia por
el sentido mismo de la ley dársele cumplimiento antes de
que recibiera la aprobacion del Congreso."
"Juzgo innecesario fundar tan largamente como podría mi
deliberacion y la de la junta, siendo así que por cualquiera
—551—
. parte que se abra nuestro código fundamental, se encontra
rán artículos que la apoyen, á no ser que S. E. baya recibido
'del Congreso á este respecto facultades de que no tengo co
nocimiento alguno. Si le han sido concedidas, yo espero que
se comunicarán en contestacion, pero entretanto no puedo
ménos de convencerme de que yo y la junta hemos seguido
en la incertidumbre que nos rodeaba la línea de conducta
que nos han marcado nuestras primeras obligaciones. Bepito
á US. que me considero desgraciado por encontrarme en la
precision de observar sus procedimientos, al mismo tiempo
qué obedeciéndole con mi corazon he tenido que desobede
cerle en mi caracter público. La acta de que tengo hecha
referencia está suficientemente entendida y razonada para
que deba yo agregar nuevos fundamentos en confirmacion
de la lejitimidad de mi desobediencia á la orden de entrega
y evacuacion del país."
"Sírvase US. poner en conocimiento de S. E. el Presidente
de la República uno y otro escrito, rogándole encarecidamen
te á mi nombre considere con detenimiento la difícil posicion
en que he estado colocado, y los motivos que me han forzado
á obrar de esta manera contraviniendo á sus disposiciones."
Lo que tengo el honor de repetir á US. para que se sirva
elevarlo á la consideracion de S. E. el Vi ce-presiden te encar
gado del Poder Ejecutivo, acompañándole tambien un otro
ejemplar de la acta á que se refiere mi citado oficio al se
ñor Secretario General, y esperando que asi como esta nota
sea sometida por US. á la deliberacion del Gobierno, cuya
suprema resolucion será el norte de mis ulteriores proce
dimientos.
La premura del tiempo por la precipitada salida del buque
que debe conducir esta comunicacion, y las multiplicadas
atenciones que se me han agolpado en una crisis tan delica
da como la presente, me impiden dilatarme como quisiera
para justificar los acuerdos de la junta extraordinaria de
Guerra, y mi absoluta deferencia á, los dictámenes de 1 os se
ñores jefes que la compusieron; mas yo me complaz co en
esperar que las razones consignadas en las dos piezas inclu
sa y trascrita bastarán á persuadir á S. E. de que cuando
los jefes militares de Guayaquil hayan procedido bajo prin
cipios erroneos, sus determinaciones solo han sido dictadas
por la mas viva consagracion al honor nacional, y á la invio
labilidad de la ley del Estado.
Dígnese US. aceptar las seguridades de la perfecta estima -
cion y respeto con que soy de US. Señor Ministro atento
obsecuente.servidor—/ M. Prieto.
—552—
Adicion—El alferez del escuadron Dragones de Arequipa
D. Marcelino Inojosa que pondrá en manos de US. esta co
municacion, es el oficial nombrado por mí con arreglo á la 4*
resolucion de la adjunta acta.—Prieto.
República Peruana.—Casa del Gobierno en la Capital de Lima,
á6de Abril de 1829.
Señor Comandante General del Departamento de Guayaquil.
He dado cuenta á S. E. el Vice-presidente de la República
de la apreciable nota de US. de 12 de Marzo último, que he
recibido hoy, en que se sirve trascribir la que con la misma
fecha dirijió al señor Secretario General de S. E. el general
Presidente, adjuntándole cópia de la acta celebrada el dia
anterior por los jefes de la guarnicion de esa Plaza y de la
Escuadra; y considerando detenidamente su contenido, me
manda contestar á US. que no estando en las atribuciones
del Poder Ejecutivo aprobar los tratados celebrados en Jirou,
el 28 de Febrero último, entre las fuerzas belijerantes de
Colombia y del Perú, se ha reservado su conocimiento y
decision al • Congreso Nacional, á cuyo efecto se oonvoca
extraordinariamente: y hallándose apoyadas en aquel princi
pio las razones alegadas por dicha junta, S. E. se ha penetra
do de los justos sentimientos que la han impulsado para no
dar cumplimiento á los artículos de la estipulacion, que con-
ciernen a la entrega de la Plaza, y aplaude el celo que han
manifestado por el honor de las armas de la República tos
jefes que la compusieron: y en consecuencia ordena—que
sostenga US., á todo trance, esa Plaza, contando con los re
cursos que estén á su arbitrio, y con los auxilios que se le
remitirán do esta capital y del Ejército.
Tengo la honra de comunicarlo á .US. para su inteligencia
y fines consiguientes.
Dios guarde á US.—Rafael Jimena.
—553—
Editorial de "La Prensa Peruana" Núm. 141 del Jueves
9 de Abril de 1829.
El Gobierno resuelto á sostener la dignidad nacional, y
penetrado de que solo al Congreso cumple determinar defini
tivamente sobre las ominosas transacciones de Jirón, que en
su concepto y en el del público deben desecharse como una
marca afrentosa á la República, y como un monumento de
degradacion, si se llegara á darles cumplimiento, activa cuan
tas providencias son necesarias para rennir los elementos que
exija la continuacion de la campaña, y vengar las injurias
que nos ha prodigado el general Sucre y subalternos, ya en
sus decretos atestados de embustes, ya en la ferocidad con
que han violado las leyes deia guerra, y atropellado los de
rechos sagrados de la humanidad en la persona de nuestros
prisioneros.
Al dia siguiente de haber recibido la infausta noticia de
las transacciones de Jirón, libró órdenes para aumentar los
continjentes de reclutas pedidos con anticipacion á las pro
vincias del interior y para poner en movimiento los que ya
estuviesen disciplinándose en los depósitos. La division de
reserva que se halla en Arequipa, y ya manda trasportarse
al Norte, deberá no retardar su embarque en virtud de el
nuevo mandato del Gobierno, que aun ha contratado aquí
trasportes para su conduccion, sin embargo de haberlos en
Hay, y servirán para las fuerzas que deben levantarse pron
tamente. Guayaquil que es la llave de Colombia y del Pací
fico, y el punto que mas nos interesa conservar, será pronto
auxiliado con los pertrechos y dinero que para la Escuadra y
el Ejército conduce la "Peruviana? Si á todas estas medidas
militares se agrega la pronta instalacion del Congreso Cons
titucional, podemos asegurar que el Gobierno ha dado todo
el impulso, de que es capaz legalmente á la fuerza física y
moral—para romper un tratado que jamás debiera celebrarse.
Tom. vm. Historia—70
—554—
Bepublica Peruana.—Comandancia General del Departamento.
— Guayaquil, 16 de Marzo de 1829.
Al Señor Ministro de Estado en el Departamento de Guerra
y Marina.
Señor Ministro:
En la mañana del dia de ayer, emprendieron su regreso
para el Ejército de que dependen, por la via de Yaguachi, y
con las comodidades precisas, los señores generales de la
República de Colombia Leon de Febres Cordero, y Arturo
Sanders, comisionados por su Gobierno para recibirse de esta
Plaza, en conformidad de los tratados celebrados en Jirón.
Como por lo resuelto en la junta de guerra extraordinaria
rennida el 11 del presente, se acordase diferir el cumplimien
to, de los artículos 10, 11 y 16 de dichas estipulaciones, tuve
á bien conceder á los expresados señores generales que re
gresasen á dar cuenta al Jefe Superior del Sur de los re
sultados de su comision. Por esta ocurrencia han mediado
algunas comunicaciones por parte de dicho señor general Cor
dero las que en copia tengo la honra de acompañar á US. para
que se sirva elevarlas al conocimiento de S. E. como así mis
mo las contestaciones que he tenido por conveniente darles.
Con sentimientos de la mas alta consideracion y respeto,
tengo la honra de suscribirme de US. muy atento obediente
servidor—S. M.—José Prieto.
Núm. 1?—Guayaquil, Marzo 11 de 1829.
Al Señor Coronel José María Prieto, Comandante General
del Departamento.
S. E. el Presidente de la República ha tenido á bien comi
sionarme para que presente á US. el adjunto pliego, reducido
á que por US. como Comandante General de esta Plaza se dé
cumplimiento al artículo 11 de los tratados de paz celebra
dos en Jirón, entre el Ejército Peruano y Colombiano; y
espero que US. se sirva resolver sobre mi comision de que
—555—
está pendiente el señor general de brigada del Ejército de
Colombia Leon de Febres Cordero comisionado por S. E. el
Jefe Superior del Sur para recibirse de esta Plaza.
Tengo el honor de ofrecer á US. mi consideracion y respeto.
Dios guarde á US.—Manuel Porras.
Ntím. 2?—República Peruana.—Guayaquil, Marzo 11 de 1829.
Al Señor Coronel Comandante General del Departamento
D. José María Prieto.
El señor general de brigada del Ejército de Colombia Leon
de Febres Cordero, comisionado por S. E. el Jefe Superior del
Sur para recibirse de esta Plaza con mi intervencion, en
virtud de los tratados de paz celebrados en Jirón en 28 del
pasado, me ha dirijido las dos notas que tengo el honor de
acompañar á US. con el fin de que se digne contestarme, si
dá cumplimiento á las órdenes de S. E. el Presidente de la
República, que he tenido el honor de poner en manos de US.
á las diez del dia, esperando su contestacion para cubrir mi
compromiso con el señor general comisionado, que por su
órden se halla detenido á bordo de la corbeta "Libertad" en
union del señor general Sanders.
Dios guarde á US.—Manuel Porras.
Núm. 3?— Guayaquil, Marzo 11 de 1829.
Al Teniente Coronel primer Ayudante General del E. M. G.
del Ejército D. Manuel Porras.
La suma gravedad de los puntos á que se refiere la nota de
U. que acabo de recibir, y las dos comunicaciones del señor
Secretario General de S. E. el Presidente que se sirve U.
incluirme, me han decidido á convocar en este momento una
junta de guerra extraordinaria, compuesta de los señores
jefés de la guarnicion, y la Escuadra, para conferenciar con
r
—556—
ellos t an importante asunto, y resolver de comun acuerdo la
línea de conducta que deba observar á este respecto.
Muy en breve serán rennidos los señores vocales, y termi
nada la discusion, satisfaré mis deberes y los deseos de IT.
poniendo en su noticia las determinaciones que se crea con
veniente adoptar.
Dios guarde á U.—José Prieto.
Núm. 4?—República de Colombia.—A bordo de la corbeta "Li-
bertadP al frente de Guayaquil, Marzo 12 de 1829.
Al Señor Teniente Coronel Ayudante General D. Manuel
Porras.
Despues de tres horas de estar detenido en esta corbeta, y
cuando esperaba que U. me comunicase el resultado de su
comision, he recibido un oficio del señor coronel D. José
Prieto, actual jefe de esta Plaza, que se niega posesionar de
ella á las autoridades nombradas por mi Gobierno: para cuyo
fin U. trae las órdenes correspondientes de S. E. el Presiden
te del Perú; siéndome muy extraña esta comunicacion, y
hallándonos el señor general Sanders sufriendo una prision
simulada, yo protesto contra estos procedimientos, y me atre
vo á pedir á U. explicaciones sobre ellos.
Con sentimientos de consideracion soy de U. atento, obe
diente servidor—El general Leon de Febres Cordero.
Núm. 5?—República de Colombia.—A bordo de la corbeta perua
na "Libertad?'1 frente á Guayaquil, Marzo 12 de 1829.
Al señor Teniente Coronel Ayudante General D. Manuel
Porras.
Hacen seis horas que estoy detenido en este buque, y tres
que pasé á U. mi comunicacion oficial en las cuales con so
brada justicia he esperado la contestacion que aun no he
recibido—Además veo que se vá concluyendo el dia en que
—557—
debe tener su cumplimiento el artículo 16 de los tratados; y
en lugar de ellos observo con asombro que continúan los
ultrajes irrogados á los generales de Colombia que han veni
do confiados en la buena fé de un convenio ajustado legal
mente, y ratificado por Si E. el mismo Presidente del Perú.
Por estas consideraciones, por la dignidad propia de mi ca
rácter y de mi comision, por mi deber en fin, vuelvo á pro
testar de nuevo, y á reclamar las explicaciones que á U. le
corresponden darme, para saber de una vez el buen ó mal
resultado que tenga nuestra comision.
Me repito de U. atento, obediente servidor—
El general León de Febrcs Cordero.
Núm. 6?—República Peruana.— Guayaquil, Marzo 11 de 1829.
Al Teniente Coronel primer Ayudante General del E. M. del
Ejército D. Manuel Porras.
Rennida en mi alojamiento la junta de guerra cuya con
vocacion indiqué á U. en mi nota anterior respondiendo á
la primera de las suyas, ha acordado por unanimidad, bien
instruida de los acontecimientos precedentes, y posteriores
al tratado de Jirón, las resoluciones que siguen:
Primera: que apareciendo muchas dudas acerca de la au
toridad de S. E. el Presidente de la República para ratificar
la Convencion indicada, sin anuencia del Cuerpo Lejislativo;
único poder competente segun la atribucion 13? artículo 90
título 5? de la Constitucion política de la República, la junta
se considera en la obligacion de suspender por su parte el
cumplimiento de los artículos 10, 11 y 16, hasta que eleván
dose las exposiciones correspondientes á SS. EE. el Presidente
de la República y General en Jefe del Ejército, y al Vice-pre-
sidente encargado del Poder Ejecutivo, por medio de la Co
mandancia General del Departamento que acompañará á los
oficios las respectivas cópias de la acta celebrada, se reciba
con las determinaciones de. los referidos supremos majistra-
dos la resolucion de las dudas que cercan á los jefes de la
guarnicion y de la Escuadra.
Segunda: que conceptuando necesario el plazo de cuarenta
y cinco dias para que arriben á esta ciudad las contestaciones
mencionadas en la resolucion anterior; se responda al tenien
te coronel Porras para que lo trasmita al conocimiento de su
—558—
señoría el general comisionado por las autoridades de Colom
bia para recibir la Plaza, que vencido este término, ó llegada
que sea la contestacion de SS. EE. el Presidente y Vice-pre-
sidente de la República, los jefes del Departamento y de la
Escuadra protestan solemnemente dar el mas cumplido Heno
á las órdenes que sobre el particular contengan dichas con
testaciones.
Tal ha sido señor comandante el resultado de la conferen
cia tenida en este dia sobre los objetos de la comision de U.,
como no pueden ocultarse sería á U. ni al señor general Cor
dero la circunspeccion y detenimiento que por su naturaleza
misma requiere nn negocio de tanta entidad para el que como
yo tiene sobre sí la onerosa responsabilidad del mando de
una Plaza, y se fatiga por satisfacer relijiosamente los debe
res que le imponen su honor y el puesto que ocupa. Yo con
fío en que ni U. ni el señor general dejarán de disimular la
dilacion de esta nota, atendida la indispensable demora de
la rennion de la junta, de la redaccion de sus deliberaciones,
y de tantos otros pormenores que omito detallar á U. por
demasiadamente obvios. Me lisonjea tambien la esperanza
de que ni el señor general Cordero, ni alguna otra persona
que observe de buena fé los poderosos fundamentos en que
se apoyan las resoluciones de la junta de guerra, podrán con
siderarlas bajo un punto de vista siniestro.
En cuanto á las reclamaciones con que termina la nota de
U. sobre la detencion que sufre en la corbeta "Libertad'' el
señor general Cordero, U. me dispensará señor comandante
le haga observar que por grande que sea mi confianza en las
recomendables calidades privadas de este señor: en la ex-
trordinaria ajitacion que sucesos de tanta magnitud como los
últimamente acaecidos han hecho sentir á estos habitantes,
yo no he debido proceder sino con todas las precauciones
que estuvieran en mi posibilidad para mantener á cualquiera
costa, miéntras me hallare al frente del Departamento la
tranquilidad y el orden público que era muy de temer fuesen
alteradas con la presencia sola del señor general, cualquiera
que sea por otra parte, como ya he dicho á U. mi confianza
en el carácter del señor Cordero, y por nimiamente escrupu
loso que fuera su comportamiento.
Por lo demás estoy yo persuadido que el señor genera no
podrá quejarse con justicia de que se haya faltado por mí en
lo mas leve á las consideraciones debidas á su rango militar,
á la comision que le ha conducido al Departamento, ni á sus
derechos personales. Cuando no so creyera suficiente mi pro
pio testimonio, sobre las prevenciones que he hecho sobre el
particular al comandante de la "Libertad" U. mismo las ha
—559—
presenciado: el capitan Elcorrobarrutia puede testificarlo de
su parte, y sobre todo, señor comandante, yo no puedo creer
que la conducta del jefe que manda la "Libertad" haya des
mentido su carácter personal, dando un tratamiento indebido
á los huéspedes que tiene á su bordo.
Concluiré asegurando á U. con la mayor sinceridad, que si
U. 6 el señor Cordero se hubieran servido avisarme de su
repentina llegada, yo habría tomado las medidas correspon
dientes para alojar en tierra á él y su comitiva, asegurándo
me de antemano contra cualquiera turbacion; pero no ha
sido así, y en medio de las graves atenciones que me han cir
cundado, nada otra cosa me ha sido posible hacer en obsequio
de mis deberes, y aun de mis sentimientos personales. Auto
rizo á U. sin embargo, para que asegure á mi nombre al
señor general Cordero que él goza de la mas franca comuni
cacion, y que su familia y toda otra persona se halla en liber
tad de visitarlo cuantas veces guste.
Contestada ya la última de las notas que U. me ha pasado
en este dia, solo me falta reiterarle las seguridades de la con
sideracion con que soy de U. atento, obsecuente servidor—
José Prieto.
Núm 7?—República Pertiana.—Guayaquil, Marzo 12 de 1829.
Al señor Comandante General del Departamento D. José
Prieto.
Tengo el honor de copiar á US. literalmente la contesta
cion que me ha remitido el señor .general Leon Cordero en
virtud de haberle trascrito la decision de US. sujeta á lo re
suelto de la junta de guerra celebrada sobre la entrega de
esta Plaza con el fin de que US. se imponga de los cargos
que dicho señor general hace sobre el particular.
"Al señor Teniente Coronel Ayudante General D. Manuel
Porras.
He leido detenidamente y con la mayor admiracion la nota
que en respuesta á las dos mias de ayer me dirije U. trascri
biéndome la del jefe actual de esta Plaza, reducida á haber
resuelto en junta de guerra negarse á dar cumplimiento á los
tratados; en la parte que le toca á U., me permitirá observarle
lo que creo de mi deber, sobre las excusas que ella contiene.
—560—
No siendo el convenio celebrado en Jirón un tratado defi
nitivo de paz, sino puramente las bases sobre que debe prac
ticarse por la comision de su Gobierno que se rennirá con la
del nuestro en esta ciudad en todo el mes de Mayo, conforme
al artículo 9? del mismo tratado, es consiguiente que ella
traiga las facultades necesarias, y lo que se estipule segun
ellas, se ratificará con acuerdo del Congreso.
Por lo ajustado ahora, ¿no es constante que S. E. el Gene
ral La-Mar obtuvo nn decreto del Cuerpo Lejislativo invis
tiéndole de facultades omnímodas para deliberar libremente
en los departamentos que formaban el teatro de la guerra?
Nadie podrá revocarlo á duda. Luego es claro que un conve
nio celebrado con todas las formalidades de costumbre, y ra
tificado por S. E. que es la primera autoridad del Perú, debia
tener su cumplimiento. Por otra parte, señor, ¿hay en la
Constitucion, ó en las ordenanzas militares de aquel país
algun artículo que faculte á las autoridades subalternas á
hacer observaciones sobre una determinacion del jefe del Go
bierno? Es increíble, porque si así fuese ninguna Nacion se
comprometería jamás á tratar ni convenir con él sobre punto
alguno.—Aun hay mas, señor: en virtud de la capitulacion
celebrada entre el señor general Blingrot y el jefe de la Es
cuadra peruana en 21 de Enero último, ¿no quedaba solo en
depósito esta Plaza, y todos sus enseres hasta la decision de
una batalla? ¿Y será posible que ni esta poderosa obligacion
tenga efecto y que se falte abiertamente á la relijiosidad con
que debia cumplirse? Yo no me tomaría la libertad de hacer
observaciones de esta naturaleza, si no me encontrara con
fundido al ver ultrajada la buena fé de ambos tratados, y sin
efecto las transacciones que se concedieron por nuestra parte
para que no se derramase mas sangre.
Sírvase U. hacer presente que se recuerden los disgustos
que ha costado la negativa del señor Villa, sobre que el ge
neral Portocarrero no habia traido las facultades necesarias
cuando fué comisionado por el Presidente Riva-Agüero: qui
zá esta habrá sido una de las causas porque mas de 800 pe
ruanos han muerto el día de Tarqui, dejando a su patria cen
tenares de viudas, y huérfanos, y observe U. en fin los males
inmensos que sobrevendrán tal vez por el escándalo con que
aquí se ha faltado, atrepellando el convenio aprobado por las
autoridades de la República Peruana y del Sur de Colombia.
Yo prescindo de traer á la memoria los ultrajes que hemos
recibido el señor general Sanders y yó; porque habiendo ya
motivos nacionales no quiero agravarlos con los nuestros. Así
es que concluyo con mis comunicaciones y regreso al Ejército,
protestando de todo cuanto se ha hecho en Guayaquil sobre el
—561—
particular, y sintiendo desde ahora los funestos resultados
que pueden ser consiguientes; pero el mundo imparcial deci
dirá de parte de quien está la responsabilidad.
El general que suscribe tiene el honor de repetirse de U.—
Leon de Febres Cordero."
Dios guarde á US.—Manuel Porras.
Núm. 8?—República Peruana.— Guayaquil, Marzo 12 de 1829.
Al señor Coronel D. José Prieto, Gobernador y Comandante
General del Departamento. (
Tengo la honra de trascribir á US. la nota que he recibido
del señor general de brigada del Ejército Colombiano Leon
Cordero, para que se sirva resolver lo mas conveniente acerca
de lo que en ella solicita, advirtiendo á US. que me es cons
tante lo escabroso del camino del Naranjal á Cuenca, y la re
mision de los bagajes que condujeron la comitiva que vino en
compañía de dicho señor general, cuyo tenor es el siguiente:
"Siéndole á U. constante lo intransitable que es en esta
estacion el camino del Naranjal, como igualmente que volvi
mos todos los auxilios con que podíamos ahora verificar nues
tro regreso (inesperado justamente) U. se servirá solicitar del
actual jefe de esta Plaza que tenga la bondad de disponer se
nos proporcionen hoy mismo dos canoas de piezas.
Existiendo partidas militares segun se me ha informado de
positivo en todo el Departamento, es tambien de absoluta
necesidad que se nos proporcione una escolta de 12 soldados
mandados por un oficial, y que sea toda de peruanos para que
nos acompañe hasta el punto de Sabaneta, por cuya via úni
camente podremos marchar por los recursos, y la estacion.
Dios guarde á U.—Leon de Febres Cordero."
Dios guarde á US.—Manuel Porras.
Tom. vm. Historia—71
—502—
Núm. 9?— República Peruana.— Guayaquil, Marzo 12 de 1829.
Al Teniente Coronel D. Manuel Porras.
Bien impuesto de la nota de este dia en que se sirve U.
trascribirme la que con igual fecha le ha dirijido el señor ge
neral de brigada del Ejército de Colombia Leon de Febres
Cordero, debo decirle en contestacion, que no habia por mi
parte el menor embarazo para obtemperar á la solicitud del
mencionado señor general siempre que acorde este señor coa
mis votos y aun con mis esperanzas, prometa por la suya que
el territorio ocupado en este Departamento por las fuerzas de
mi mando no será hostilizado en los 45 dias, que como indiqué
á U. en mi último oficio, he señalado por término perentorio
para mi resolucion definitiva sobre los objetos de la comision
del señor Cordero.—Si por el contrario el señor general uo
estimase conveniente ofrecer la seguridad indicada, yo tendré
que pasar por el dolor de denegarme á su viaje por el camino
de la Sabaneta; porque bailándose en esta direccion las tro
pas del señor general Illingrot que aun conservan su aptitud
hostil ignorando tal vez el tratado de .Jirón; yo no puedo es
ponerme á faltar ámis deberes dejando de tomar todas las
precauciones que exije la seguridad del Departamento que
tengo á mi cargo. Aun en esta extremidad, U. puede decir al
señor Cordero que dictaré las órdenes mas estrechas á fin de
que se le proporcionen cuantos auxilios le sean posibles para
su mas pronta y cómoda marcha, en la intelijencia de que si
el general Cordero se sirve condescender á mi primera peti
cion, puede contar con la escolta que se refiere en su nota, y
con todo lo demás que quiera exijir para facilitar un viaje rá
pido y seguro.
Sírvase U., señor comandante, trascribir esta comunicaciou
á su señoría el general Cordero, reiterándole á mi nombre las
seguridades de la distinguida consideracion y respeto que
merece su persona.
Dios guarde á U.—José Prieto.
—5G3—
Nim. 10.—-República Peruana.— Guayaquil, Mavso 12 de 1829.
Al señor general Leon de Febres Cordero.
Los argumentos que US. se sirve elevar contra las deter
minaciones de la junta do guerra celebrada el día de ayer, en
su comunicacion de esta fecha, que acaba de copiarme ínte
gra el teniente coronel primer ayudante del E. M. G. D. Ma
nuel Porras, me ponen en la precision do hacer por mí algu
nas réplicas al intento; bien que deseara obviar todo género
de contestacion, sobre puntos que como estos dependen en
todo de las nuevas resoluciones de mi Gobierno, y que siendo
por todo invariables por ahora, cualesquiera discusion relati
va á ellos, solamente puede acarrearnos desazones que tal
vez seau inevitables, y es mi intencion evitar á toda costa.
A pesar pues de mis deseos, ofreceré á la consideracion de
US. varias reflexiones, rogándole desde luego tenga la digna
cion de no forzarme por su parte á nuevas é infructuosas ex
plicaciones sobre el particular.—US. observa primeramente
que no siendo sino preliminares los artículos estipulados en
Jirón, la confirmacion del Poder Lejislativo solo debe recaer
sobre las transacciones definitivas que aquí se concluyan con
arreglo al artículo 1)'.', pero la junta ha opinado señor general
que la. Convencion de Jirón no contiene una cláusula que no
(leba considerarse como parte de un tratado definitivo; y que
sus artículos todos solo el nombre tienen do preliminares;
pueden los vocales haber errado en su dictamen: pueden sus
temores ser infundados; mas ¿con qué objeto, sino con el de
disipar esta incertidumbre, con el do enmendar sus equivoca
ciones, si las tuvieran, imploran del Gobierno Supremo la
última determinacion, y se someten solemne y formalmente
á cumplirla sin vacilar?
El Congreso Constituyente invistió á la verdad á S. E. el
Presidente del ejercicio del Poder Ejecutivo en los departa
mentos que sirvieron de base á las operaciones del Ejército:
antes de este decreto fueron tambien concedidas á S. E. de
terminadas facultades extraordinarias; pero ninguno de los
jefes que han concurrido á la junta recuerda que dichas fa
cultades entónces ni despues hubieran sido conferidas tan
ilimitadamente como US. lo supone. Si es positivo este hecho,
si aunque así no sea S. E. se halla revestido con toda esa su
ma de poder por alguna determinacion reservada, he aquí la
principal noticia que solicitan los jefes de Guayaquil.
—564—
La Constitucion y las ordenanzas militares de nuestro
país prescriben á los individuos de nuestra profesion la debida
obediencia gradual á las autoridades superiores; pero no es un
deber en el Perú esa sumision estópida é irreflexiva á cuales,
quiera precepto por el solo origen de que él emane. Los ciuda
danos que forman la fuerza pública tienen por su principal
obligacion, sostener la ejecucion de las leyes á diferencia de
los soldados que en los países gobernados por un réjimen ab
soluto no conocjendo los términos precisos de la subordina
cion vuelven tan fácilmente sus armas contra la majestad de
las leyes aun contra sus mismos señores por la sola excitacion
de sus jefes inmediatos como practican sin murmurar las
órdenes de estos mismos jefes, aunque se dirijan contra las
prendas mas caras á su corazon. Sin embargo en el caso pre
sente la junta de guerra no se ba revelado contra la autori-
toridad suprema, han bailado los vocales en sus conciencias
gravísimos fundamentos para suspender el cumplimiento de
una orden, mas declarando altamente que obedecerán la nue
va que se dicte á consecuencia de la exposicion de sus exci
taciones: ellos no juzgan que conducta tan circunspecta, y
juiciosa pueda hacer recaer la tacha de insubsistente sobre
la legislacion de su país: no señor general, todo Estado puede
contraer empeños con el Perú, ellos serán cumplidos relijio-
samente, las promesas do mi Gobierno son y han sido siem
pre inviolables, y la ocurrencia actual que no importa mas
que una suspension temporal, nada prueba en contrario.
¡La capitulacion de 21 de Enero! ¡Ah señor! Ella fué in-
frinjida apenas se ratificó. El general Illingrot al retirarse á
Danle ha llevado contra el tenor expreso del tratado, cañones
de calibre, y otros elementos de guerrá que correspondiendo
á la dotacion de la Plaza, debieron permanecer en depósito
conforme á lo estipulado.
En cuanto .al recuerdo que US. se sirve hacer sobre la ne
gativa de nuestro Ministro Plenipotenciario, con respecto á
ciertas circunstancias de la negociacion celebrada por el ge
neral Portocarrero, aunque ni por mi puesto como militar, ni
por otra alguna consideracion, me sea lícito decidir sobre
cuestiones tan intrincadas en el vasto campo de la alta polí
tica de los Estados. US. tendrá la bondad de disimular que le
observe cuánta es la distancia de los dos casos que US. segu
ramente ha confundido por un raciocinio poco exacto. La
denegacion á que US. alude señor general, fué hecha en vir
tud de las instrucciones del Gcfbierno, mientras aquí ni hay
una negativa absoluta, ni se pueden comparar en nada las
circunstancias ni los resultados de ambos hechos entre sí.
—565—
Absueltas ya todas las dificultades aducidas por US. aun
me resta decirle que mi opinion no es acorde con la de US.
en cuanto á que nuestras dudas pueden producir un nuevo
rompimiento: mis anteriores razones vienen ahora á corrobo
rar este concepto; pero si por desgracia así sucediese, yo lo
lamentaré, sin que tampoco me crea responsable de las vícti
mas de esta guerra futura que no espero.
Con sentimientos &.—fosé Prieto.
Núm. 11.—República Peruana.— Guayaquil, Marzo 12 de 1829.
Al señor Coronel D. José María Prieto.
Siendo absolutamente inútil mi permanencia en esta Plaza,
y debiendo al mismo tiempo regresar volando á dar cuenta
de mi comision á S. E. el Presidente do la República; me pon
go en marcha al momento de terminar esta nota, y otras en
que aviso al señor general de Colombia Leon Cordero mi
partida con el objeto de que se entienda con US. acerca do
la ruta que debe tomar, quedando impuesto de las dos notas
que me ha pasado dicho señor general, y las trascribo á US. la
una haciendo cargos por la decision de la junta de guerra y la
otra, proponiendo las condiciones con que emprenderán su
marcha por Sabaneta. siendo este último asunto lo Vínico que
hay pendiente.
Dios guarde á US.—Manuel Porras.
Núm. 12.—República Peruana.— Guayaquil, Marzo 12 de 1829.
Al señor Comandante General del Departamento D. José
María Prieto.
Puesta en conocimiento del señor general Leon de Febres
Cordero la apreciable nota de US. en que propone las condi
ciones con que puede emprender su regreso para Sabaneta y
demás que solicita, me ha contestado lo siguiente qne tras
cribo á US.
—566—
"Al señor Teniente Coronel Ayudante General del Ejército
Peruano D. Manuel Porras.
Impuesto de la contestacion que con esta lecha ha dado el
señor coronel actual jefe de esta Plaza á la solicitud que hice
por conducto de U. á fin de (pie se me proporcionase los auxi
lios necesarios para verificar mi regreso al Ejército por la Sa-
baneta, diré á U. que no siéndome permitido salir del objeto
de mi comision reducida solamente, como U. sabe, á hacer
me cargo de la Plaza por mi Gobierno, no está en la esfera
de mis facultades comprometerme á que se verifiquen los de
seos de dicho señor lo mismo que no encuentro justicia para
que su señoría me ponga restricciones de que estoy libre por
todo derecho, si se atienden las circunstancias que me han traí
do aquí, y mucho mas cuando he pedido una escolta peruana.
En este supuesto U. puede hacerle presente á no volver
al Naranjal por las dificultades que he expuesto, á ménos de
ser obligado por la fuerza, en cuyo caso sufriré como colom
biano este nuevo atropell amiento, que alimentará los ultrajes
que he recibido.
Sin embargo de estas poderosas razones para dar un testi
monio mas de la buena intencion que anima' á mi Gobierno
y á mis compatriotas decididos por la paz y amistad con el
Perú. Si el señor general Illingrot como supongo ha recibido
órdenes de los tratados para venir á ocupar la Plaza y estu
viese en Daulo ó en sus inmediaciones, yo me comprometo
gustoso á seguir por esa direccion hasta encontrarle, y toma
ré el nombre de su señoría el General en Jefe del Ejército
para que suspenda su marcha en aquel pueblo, por el término
que se necesite basta saber las últimas disposiciones de S. E.
el Jefe Superior del Distrito, ó del mismo General en Jefe,
en consecuencia do la cuenta que yo dé sobre el resultado de
mi comision, y siempre que el señor coronel Prieto ofrezca
tambien por su parte suspender toda hostilidad.
Sírvase U., señor comandante, presentar mi reconocimie/ito '
al señor Prieto, por las atenciones particulares que tiene la
bondad de dispensarme y U. admita los sentimientos con que
soy'— Leon Febres Cordero.'"
Dios guardo á US. —Manuel Porras.
"», '* .V. •"
♦
—567—
iVtíffl. 13.—República Peruana.— Guayaquil, Marzo 13 de 1829.
Al señor General Leon de Febres Cordero.
El teniente coronel D. Manuel Porras primer ayudante del
E. M. del Ejército me ha copiado en su nota que recibi la no
che de ayer la respuesta oficial que US. se sirvió dar á la en
que el indicado comandante Porras tuvo el honor de trascribir
á US., la última que habia recibido de mí, acerca de la ruta
que US. el señor general Sanders y su comitiva hayan de
seguir hacia su Ejercito. En consecuencia y habiendo salido
anoche mismo el teniente coronel Porras para dar cuenta á
S. E. el Presidente de mi liepública de los resultados de su
comision, me cabe la honra de entenderme directamente con
US. relativamente al objeto á que alude la expresada comu
nicacion de US. que paso á contestar.
Siendo así que US. no se considera autorizado para condes
cender por su parte á la condicion que me vi en la necesidad
de pedir en mi anterior oficio: yo no creo tampoco que me sea
lícito consentir en que US. emprenda su viaje en los términos
en que lo desea; y por consiguiente me limito, Já prometerle
que á mas de todos los auxilios que US. juzgue precisos para
realizar su marcha por el Naranjal, haré que se proporcione
para US. y el señor general Sanders un bote en que puedan
hacer su navegacion con comodidad y presteza, una lancha
cañonera que le sirva de custodia, y las embarcaciones preci
sas para su comitiva.
Altamente sensible mees, señor general, que US. se queje
de ultrajes de que no tengo la menor idea, y que son tan
opuestos á mi carácter personal, como á mis deberes y á las
instrucciones de mi Gobierno, mas no dependiendo de mí evi
tar las quejas de US. sino únicamente quitarles toda aparien
cia, ¡guardando á US. como me lisonjeo de haberlo hecho,
todas las consideraciones que le debo; me ceñiré únicamente
á manifestar á US. el profundo sentimiento que me causa su
absoluta negativa á todas mis peticiones.
Con ^sentimiento de la mas distinguida consideracion y
respeto me [ofrezco de US. atento, obediente servidor—José
Prieto.
—568—
i Núm. 14.—República de Colombia.—A bordo de la corbeta "¿i-
bertad" frente de Guayaquil.—Marzo 13 de 1829.
Al señor Coronel D. José Prieto, actual jefe de esta Plaza.
Señor Coronel:
Despues de asegurar á US. que me es demasiado agradable
entenderme con US. á consecuencia de la marcha del señor
comandante Porras, pasaré á contestar su estimable nota de
hoy.
Siendo muy claro que sin traspasar la línea de los deberes
de mi comision, no me es posible absolutamente prometer
que se verifique la condicion que US. puso en su nota de ayer
que me trascribió el expresado señor teniente coronel Porras;
parece que no es justo que se deniegue US. bajo ningun título
á mi regreso al Ejército por el camino mas corto, ya por las
incontestables razones que llevo expuestas, como por las que
añadiré de nuevo.
Sabida como le es al comandante Porras la dificultad posi
tiva de encontrar recursos en el Naranjal, precisándome vol
ver al destino de jefe de E. M. 6. que ejerzo en el Ejército,
en virtud de quedar sin efecto el objeto de mi comision y de
hallarse S. E. el General en Jefe en Riobamba ¿con qué fin
sino el de quedar paralizado en aquel pueblo podría yo diri-
jirme á él? ¿Y con qué derecho sino el de la fuerza puede
precisárseme á seguir una ruta opuesta á la marcha directa
que me tocaí ¿Se pueden legalmente despreciar tambien las
garantías que me conceden los tratados, encargo con que es
toy investido, y la salvaguardia de un jefe peruano que me ha
acompañado? Si motivos tan sagrados no me ponen á cu
bierto, y si de otro modo no puedo libertarme de la prision
que sufro, yo acepto gustoso la custodia que US. me ofrece;
pero solo por la fuerza marcharé al Naranjal con eL señor ge
neral Sanders y nuestra comitiva. Mas reclamo por segunda
vez que debo verificarlo vía recta á mi destino; con cuyo fin
y en prueba de mi buena fé he pedido una escolta peruana
que á la vez que forme mi seguridad sea testigo de mi con
ducta.
Por otra parte, señor, para acreditar los buenos deseos que
se han manifestado constantemente por los colombianos para
con la Eepública Peruana, hice ayer un ofrecimiento superior
á mi poder. Hoy para que US. se convenza que no trato de
sostener un capricho, presento á la consideracion de US. el
—569—
camino de Yaguachi para seguir por él; pero si nada baste, y
si US. no cede, partiré por la direccion que se me obligue,
experimentaré inmensos perjuicios, mas yo protestaré mil
veces por la infraccion que se hace á los derechos que me cor
responden.
Yo agradezco las atenciones personales de US., pero me
permitirá observarle que no comprendo como dice US. que
ignora los ultrajes que recibimos, cuando léjos de acceder á
mis justos reclamos, nos impele á seguir á un destierro como
debe llamarse al Naranjal, en donde tendremos que invernar
á causa de la falta de bagajes que es irremediable.
Cualquiera que sea la resolucion de US., espero tenga la
bondad de decidirla lo mas breve posible, pues á pesar del
buen trato que particularmente recibimos del señor coman
dante del buque, .US. conocerá que despues de haber sido
vencedores, es bien desagradable aparecer como prisioneros.
Con perfecta consideracion me repito (de US. muy atento,
obediente servidor—Leon de Febres Cordero.
Núm. 15.—República Peruana.— Guayaquil, Marzo 14 de 1829.
Al señor General Leon de Febres Cordero.
Tanto como á US., señor general, me ha sido satisfactorio
que nos entendamos directamente desde ahora, acerca de los
pormenores que aun se nos ofrece ventilar de una manera
oficial; pues que á mas de que mis respuestas á las comunica
ciones de US. han sufrido por la indispensable mediacion del
comandante Porras que tenia que trascribirmelas, dilaciones
así disgustantes para US. como contrarias á mi deseo de sa
tisfacer con brevedad tan grato deber, yo me persuado que
esta circunstancia puede conducirnos á transijir amigable
mente y sin rodeos, cualquiera nueva dificultad. Para que
US. se convenza de que no ha sido jamás mi ánimo emba
razar en lo menor su pronta reincorporacion al Ejército de
que depende, para que nunca pueda decir con justicia que
yo haya pretendido forzar indiscretamente á que cediese á mis
deseos, marchando por el Naranjal, y para que en fin se desen
gañe de la fatal equivocacion que le atormenta, recelando
que yo menosprecio tal vez las respetables garantías baj o las
que ha venido á este Departamento, condesciendo con gusto
Tom. viii. Historia—72
—570— '
á la proposicion que US. se digna hacerme sobre realizar su
viaje por el camino de Yaguachi, y le prometo muy de buena
voluntad la escolta á que se refiere en su estimable ¡oficio de
esta fecha que tengo el honor de responder, y los demás auxi
lios que se ha servido pedirme verbalmente para su viaje,
por medio del capitan D. Manuel Ros, á quien hizo US. la
honra de comunicar en esta noche lo que cree necesario para
proporcionarse una marcha tan veloz, y tan cómoda como se
la deseo.
Antes de terminar mi contestacion concédame US. la liber
tad de avanzar alguna observacion contra las amargas recla
maciones contenidas en sus despachos. Yo las debo :á mi
reputacion personal, á la responsabilidad de mi destino, y
aun á la dignidad de mi Gobierno; porque estos tres objetos
tan dignos de mi consideracion, y tan queridos para mí, pue
den ser ofendidos con los recelos que US. deja ver en sus co
municaciones, y con sus protestaciones que yo juzgo no muy
bien fundadas. US. se dice ultrajado, y sin embargo en nin
guna de sus comunicaciones ha citado otra cosa en apoyo de
su dicho que su pretendida prision. Pero, señor general, ¿podrá
tenerse por tal el hecho de no concederse á US. que venga á
esta ciudad? Cuando US., el señor general Sanders y su comi
tiva se hallan autorizados por mí para regresar á su Ejército,
cuando solo han ocurrido hasta aquí contestaciones tan mode
radas como debian ser sobre cuestiones secundarias relativa
mente á este objeto, ¿quién podrá calificar como presos á US.,
al señor general Sanders, ni á las personas que los acompa
ñan? Yo por lo ménos he creido siempre que solo aquellos
individuos á quienes no fuera permitido cambiar de posicion
debian llamarse presos en un lenguaje preciso. US. sabe bien
lo mismo, y me hará la justicia debida en no seguir consi-
siderándose como prisionero, ni detenido, despues de haber
tenido la fortuna de vencer; porque ni ha estado en mi arbitrio
deferir á sus primeras peticiones, ni mmea le he declarado á
US. que no debiera regresar á su Ejército, ni por último be
dejado de darle las manifestaciones mas satisfactorias sobre
las razones de su destino en esa corbeta.
Eenuevo á US., señor general, con toda la injenuidad de mi
alma, las seguridades mas positivas de la perfecta considera
cion y respeto con que soy de US. muy humilde y muy obse
cuente servidor—José Prieto.
—571—
Néni. 16.—República de Colombia.—A bordo de la corbeta "Li
bertad'1 ai frente de Guayaquil, d 13 de Marzo de 1829.
Al señor Coronel D. José Prieto, jefe actual de esta Plaza.
Señor Coronel:
Si como puede suceder á consecuencia de los tratados de
Jirón y confiados en las garantías que ellos ofrecen, viniesen
algunos individuos del Ejército colombiano de cualquiera
clase que sea en comision ó con otro destino en este Depar
tamento, yo creo; de mi deber y me atrevo á pedir á US. que
se sirva darles sus pasaportes con que puedan regresar al
Ejército, respecto á que en ningun caso deben reputarse como
prisioneros. Igualmente recomiendo á US. las comunicaciones
oficiales y particulares que vengan en* la confianza referida,
para que su seguridad sea inviolable como es justo, lo mismo
que las personas que las traigan.
Yo espero que persuadido US. de la justicia de este recla
mo, tenga todo el efecto que me propongo.
Con sentimientos de consideracion soy de US. atento, obe
diente servidor—Leon de Pebres Gordero.
Núm. 17.—República Peruana.— Guayaquil, Marzo 13 de 1829.
Al señor General de Colombia Lcon de Pebres Cordero.
En vjsta de la apreciable nota de US. de esta fecha tengo
la honra de contestarle, que todos los individuos de cualquier
clase que sean que viniesen del Ejército colombiano, bien sea
en comision, ó con otro destino si este "Departamento, regre
sarán libremente con sus pasaportes y todos los auxilios, que
necesiten. Así mismo aseguro á US. que las comunicaciones
de oficio y particulares que llegaren serán inviolables, igual
mente que las personas que las conduzcan.
Con este motivo me es satisfactorio repetirme de US. con
el mayor respeto atento servidor— José Prieto.
—572—
Núm. 18.—República de Colombia.—A bordo de la corbetaperua
na "Libertad? frente á Guayaquil.—Marzo 14 de 1829.
Al señor Coronel D. José Prieto, Comandante General de
Guayaquil.
Señor Coronel:
Multiplicándose avisos bastante fundados de que hay una
preparacion para asesinarnos en la marcha al señor general
Sanders y á mí, y sin embargo de estar bien cierto que seme
jante infamia no está en la intencion de ningun individuo del
Ejército del Perú, me creo autorizado en virtud de las garan
tías que me ofrece el objeto que me ha traido aquí, para pedir
á la autoridad de US. se sirva responder de un modo expreso
y terminante de la seguridad de todas las personas que roe
acompañan y de la mia, mientras transitemos por el territo
rio que US. manda.
US. me permitirá observarle que al dar este paso no solo
consulto mi conservacion, sino tambien el honor del Gobierno
Peruano que será comprometido, si se realizase un atentado
que está en el arbitrio de US. evitar con las medidas que le
parezcan oportunas.
Con perfecto respeto me suscribo de US. atento y obediente
servidor—Leon de Febres Cordero.
Núm. 19.—República Peruana.— Guayaquil, Marzo 14 de 1829.
Al señor General de Colombia Leon de Febres Cordero.
Nunca pude concebir, señor general, que no contento US.
con los repetidos prometimientos que oficialmente y por me
dio del capitan Ros le tengo hechos, de facilitarle cuanto se
halle á mi alcance para que su viaje sea tan seguro, tan có
modo, tan pronto, y aun tan lleno de dulzuras como US. puede
apetecerlo; exijiera US. de mí una seguridad como la que
acabo de recibir en esta noche.
Si he de hablar á US. en contestacion con la franqueza que
me caracteriza y con la que creo es forzoso explicarme á este
—573—
respecto, no puedo dispensarme de confesarle que su solici
tud ha sido ciertamente considerada por mí como ofensiva de
mi buena fé, y aun detractora tal vez de los rectos y honrados
sentimientos que me lisonjeo profesar.
Y en efecto, seüor general, habiendo prometido espontá
neamente á US. sin que me la pidiese una lancha cañonera
que lo asegure contra cualquiera temor durante su navega
cion; habiendo accedido sin la menor dificultad á la peticion
que US. se ha servido hacerme de una escolta peruana que lo
conduzca, y habiendo dejado á su arbitrio el señalamiento
del término de la marcha de esta tropa ¿podia yo esperar que
todavía cupiesen recelos sobre mis buenas disposiciones?
¿Cuál duda puede ajitar á US. hasta el extremo de reclamar
de oficio que yo tome sobre mí el cargo de la seguridad de su
persona, de la del señor general Sanders y de los demás in
dividuos de su séquito?
Creo, señor general, que US. no tiene motivo alguno para
abrigar sospechas injuriosas á mi honor; pero esta misma con
viccion concurre á hacerme mas sensible á la idea de que in
justamente so vulnere mi buena reputacion. US. me afirma
que los proyectados asesinatos de que se le ha informado no
están en la intencion de individuo alguno del Ejército del
Perú. US. piensa muy bien y hace al Ejército Peruano la jus
ticia que se le debo en esta parte: mas temer que estos asesi
natos puedan perpetrarse á pesar de la escolta que ha de
acompañar á US. ¿no equivale á suponer que la autoridad
militar que en mí resido tendrá connivencia en tamaña ini
quidad, ó que por lo ménos el Departamento se ha trastorna
do por mi causa en la mansion de los malhechores? Ambas
suposiciones son igualmente denigrativas para que yo desee
que US. me satisfaga.
Por ¡o demás aseguraré á US. que la partida que por soli
citud suya le ha de custodiar sabrá defender por su parte las
personas de US., del señor general Sanders y de cuantos les
acompañan hasta el último trance, y que por otra parte me
hallo convencido, y protesto á US. en cuanto me es dado,
que nadie osará en el Departamento, emprender el atentado
que US. teme, así como en todo el tiempo de mi mando no se
ha cometido ningun hecho que pueda ni aun por su asomo,
hacer creíbles las noticias que sin duda se han dado á US.
con demasiada lijereza ó falsedad.
Con sentimientos de la mas alta consideracion y respeto
tengo la honra de repetirme de US. muy atento seguro ser
vidor—José Pr ieto.
—574—
Núm. 20.—República Peruana — Guayaquil, Marzo 11 de 1829,
Al señor General de Colombia Leon de Fe ores Cordero.
El teniente coronel D. Manuel Porras mp ha participado
que US. trae comunicaciones para el jefe de esta Plaza; y ha
llándome encargado del mando do ella, espero que se sirva
US. remitirme los pliegos que conduzca ó de lo contrario de
cirme lo que haya sobre el particuhir.
Dios guarde á US.—José Prieto. 1
Núm. 21.—República de Colombia.—A bordo de la corbeta pe
ruana "Libertad" anclada al frente de Guayaquil, á 11 (le
Marzo de 1829.
Al señor Coronel D. José Prieto, actual jefe del Departamento.
Siendo el objeto de mi mision hacerme cargo de esta Plaza
y posesionar á las autoridades nombradas por mi Gobierno en
cumplimiento de los tratados celebrados y ratificados por SS.
EE. el Presidente de la República Peruana y el Jefe Superior
del Sur de Colombia; ninguna comunicacion traigo para US.,
pues con este fin ha venido el señor Teniente Coronel Ayu
dante General D. Manuel Porras en clase de comisionado, v
con las órdenes necesarias del Excmo. Señor Presidente del
Perú; y á este jefe exclusivamente Je toca entenderse con US.
y comunicarme su resultado.
Lo que tengo el honor de decir á US. en contestacion de
su nota de esta fecha.
Dios guarde á US.—El General—Leo» de Febres Cordero.
—575—
Ministerio de Estado en el Departamento de Gobierno y Relacio
nes Exteriores.
Cuando el Perú armado por la defensa de sus mas preciosos
derechos contara la agresion del general Bolivar, esperaba del
valor de sus hijos ver coronada por la victoria la justicia de
su causa; cuando el número y disciplina de sus tropas, y los
primeros pasos de la campaña le prometían un triunfo fácil
y seguro sobre un enemigo que no osando resistirles, no
hallaba otro medio de ofenderlas que talar las provincias,
para que, no encontrando auxilio alguno, sufriesen por el
hambre los estragos que no podían causarles las bayonetas
enemigas; y finalmente cuando sobreponiéndose nuestro Ejér
cito á tantas privaciones, por hábiles maniobras, precisaba al
enemigo á una batalla decisiva en los llanos de Tarqui; fata
les é imprevistas circunstancias cambiaron repentinamente el
lisonjero aspecto de la campaña, y el convenio celebrado en
Jirón fué el resultado de un combate en que se mostró ingrata
la fortuna al entusiasmo y denuedo con que parte de nuestras
fuerzas cubriéndose de gloria pelearon con una resolucion y
firmeza que impusieron al enemigo, y le forzaron á no des
cender al campo á medir sus fuerzas con las nuestras, por
conocer que era perdido si abandonaba la posicion á que de
biera sus ventajas. Así un infortunio inesperado y la misma
timidez del enemigo, le han dado ocasion á jactarse de una
victoria que en realidad no ha conseguido, y á que se firmase
un convenio inadmisible que debiéramos romper aun cuando
él mismo no lo hubiera ya roto por su parte.
Las mas de las condiciones comprendidas en este convenio
fueron rechazadas por el Congreso Constituyente, como en
teramente desconocidas en el derecho internacional, y el ha
bérsele designado al Perú como único medio de conservar la
paz con Colombia, fué la causa primera de que el Congreso
autorizase al Gobierno para hacer la guerra, si el general
Bolivar persistía tenaz en exij irlas. Manifestada tan clara y
expresamente la voluntad nacional ¿qué poder habrá bastante
en la República para separarse de ella, y tan abiertamente
contrariarla!
El Gobierno que no es sino el jefe de la administracion,
y debe rigurosamente ceñirse á las. determinaciones de la
Asamblea Nacional, faltaría al mas esencial de sus deberes,
si vacilase un punto en desechar pretensiones que han mira
do como ajenas del derecho de jentes los encargados por los
pueblos de rejir sus destinos, y de velar sobre la conserva
—576—
cion de la República, apartando de ella cuanto pueda men
guar su honra y su poder. Mas aun cuando no existiera un
tan poderoso motivo de resistirse á aceptarlas, en la termi
nante resolucion de la Asamblea; la Carta Constitucional
que autoriza al Ejecutivo para celebrar tratados de paz y
amistad, le prescribe como indispensablemente necesaria la
aprobacion del Congreso. Si tan estrechas son las facultades
del Jefe Supremo de la República en lo que concierne á
establecer relaciones permanentes con las demás naciones,
ligando con ellas nuestros intereses ó dirimiendo las diferen
cias que se hayan suscitado; ninguna fuerza, en verdad, pue
de suponerse en las estipulaciones que se celebren por el jefe
encargado de hacer la guerra, que si, atendidas algunas cir
cunstancias, puede moderar su curso, ó proseguirla, jamás
está autorizado para aceptar toda especie de condiciones por
conseguir la paz; ni por funesta que haya sido la suerte de
su Ejercito le es dado en modo alguno reglar la suerte de la
Nacion, y fijar sus destinos futuros. ¡Infelices naciones si la
desgracia de sus generales fuese la reguladora de su fortuna,
y si hubiesen de quedar á discrecion del que en el campo de
batalla solo atiende á salvar los restos de su Ejército!
Defecte tan insanable en los tratados de Jirón, no podía
ignorarse por el general Sucre, á quien no son desconocidas
nuestras leyes, y que en razon de su destino se le debe creer
instruido en las facultades de un General en Jefe, y de su ex
tension y límites segun la clase de Gobierno de que depende
y á quien sirve. Ni es por tantode creer que el general Su
cre súbdito de un Gobierno en que no hay discernimiento de
poderes, y ni mas voluntad que la del hombre que se ha co
locado á su frente, juzgase al general La-Mar tan plenamen
te autorizado para ratificar un convenio, como lo estaba él
para proponerlo y obligar á su cumplimiento al Gobierno de
Colombia. El general La-Mar debió considerarse como un
simple General en Jefe, y no como Presidente de la Repúbli
ca desde el momento en que traspasó los límites del territorio
peruano: y aun cuando hubiera conservado este carácter, ba
jo el que el general Sucre aparenta reconocerle en el conve
nio, ninguna mayor fuerza adquiriera su ratificacion, si no se
llegase á obtener la del Congreso: solemnidad entre nosotros
esencial y necesaria, cuya importancia dió á conocer el gene
ral Sucre en el acto mismo de querer eludirla sus comisiona
dos, exijiendo que los tratados de Jirón tuviesen su valor y
fuerza con la sola ratificacion del general La-Mar. El gene
ral Sucre procediendo de .modo tan artero é ^ilegal, ha mani
festado sin embozo que era nulo un tratado que se celebraba
con una autoridad subalterna ó incompetente, y á cuyo cum
—577—
plimiento no podria obligarse á la Nacion Peruana, si ella
misma por sus representantes se negaba á dar subsistencia á
un convenio, que además encierra condiciones, muy duras y
sobre algunas de las cuales ha pronunciado ya el fallo de su
justa reprobacion.
El Gobierno del Perú, sin dar una prueba reprensible de
flaqueza, y sin acarrear sobre sí una inmensa y vergonzosa
responsabilidad, no podria obligarse á prestar su consenti
miento á un tratado lleno de insoportables condiciones, que
reducen á la Nacion á recibir la ley mas dura que pudiera
dictar un vencedor irresistible al pueblo mas débil y humilla
do. ¿Y á qué Nacion se ha jamás exijido la cesion de una
parte de su territorio, rompiendo cruelmente los lazos que
unen á sus habitantes con el resto de sus conciudadanos, con
quienes han vivido bajo una misma fé política y en manco
munidad de derechos é intereses? Necesario fuera volver á
divinizar el excecrable derecho de conquista, y que abjuran
do la América los sanos y luminosos principios que desde su
emancipacion ha profesado, se repitiesen en ella las escan
dalosas escenas en que sin tener en nada la dignidad del
hombre, cedian los soberanos sus vasallos, cual si fuesen su
patrimonio, y ejerciesen sobre ellos el derecho de permutar
los y venderlos.
Es igualmente injusto y peregrino el exijir no solamente
el monto de los auxilios enviados por Colombia al Perú en
la guerra de la independencia de América, sino tambien
obligarle á pagar intereses que no se han estipulado; y que
exclusivamente recaiga sobre el Perú todo el gravámen de
una contienda igualmente útil á las dos repúblicas, que ha
brían vuelto á la servidumbre si el poder español prevaleciera
en el Perú. Conducta es esta tanto mas repugnante, cuanta
fué la jenerosidad con que, sin atender á peligros interiores,
y á los grandes sacrificios á que estaba sujeta la República,
volaron las tropas peruanas en socorro de Colombia, sin que
por su cooperacion en la victoria de Pichincha hubiesen to
mado un grano de arena, ni jamás se haya reclamado canti
dad alguna por los gastos y mucho ménos por los intereses
que rindieran. La vez primera es esta en que una Nacion,
desatendiendo la justicia y equidad, convierte en productivas
las dendas que de otra reclama sin un convenio precedente que
regle sus recíprocas obligaciones y derechos.
¿Pero en qué principio de razon ni de justicia ha de apoyar
sus pretensiones un enemigo, que, para imponer al Perú la du
ra é insoportable obligacion de reponer con hijos suyos los de
Colombia muertos en la guerra de Independencia, hace valer
como tratado solemne un documento particular, cuya existen-
Tom. vin. Historia—73
—578—
cia aseguran los comisionados de Colombia? Cuando estas
mismas condiciones se intimaron como el único medio de
evitar la guerra, se nos decia obligados á los reemplazos por
convenio que celebró un enviado del Perú suficientemente au
torizado, y que no necesitaba de ratificacion alguna para obte
ner toda la fuerza de una estipulacion nacional. Ahora que se
ha desvanecido la existencia de convenio semejante, se ocurre
por iiltimo arbitrio, á humillar á la Nacion haciéndola pasar
por la promesa de un particular; y atacando su soberanía se le
fuerza á entregar sus hijos sin que por sí misma y de un modo
lejítimo hubiese en ello convenido. ¿Ni de qué otro modo que
con documentos de ningun valor, podrá probarse nunca que
exista una Nacion tan abatida tan degradada y aun tan bár
bara, que condescendiese á prestacion tan inhumana é inau
dita? ¿Ni cómo se dijera independiente, ni en el goce de la
libertad sus ciudadanos, cuando la sola promesa de uno de
ellos bastara á sujetarla á tan horrendos sacrificios? Esta sola
condicion envuelve en sí la nulidad de todo el convenio, y
ella sola manifiesta el espíritu que las ha dictado: admitirla
seria envilecerse el Perú, hacerse digno del desprecio de las
demás naciones, y que sus mismos hijos se avergonzasen de
pertenecerle. Pero examínense las demás condiciones.
Todas ellas forman un tratado en que se echa ménos la
igualdad, sin la que no hay contrato alguno racional y equi
tativo; y son demasiado gravosas al Perú, renniendo en su
conjunto todo lo que es capaz de alejarnos de la paz. El Go
bierno Peruano habia de dar al de Colombia por la pretendida
expulsion de su ajente la satisfaccion que se acostumbra en
tre las naciones, cuando con desaire de ellas se expulsa á su
lejítimo representante; miéntras el de Colombia solo queda
obligado á dar explicaciones satisfactorias por la inadmision
de nuestro Plenipotenciario. Además el Perú habría de res
tituir la corbeta "Pichincha" y la Plaza de Guayaquil, y en
tregar 150,000 pesos para cubrir la denda que el Ejército y
Escuadra del Perú hayan contraido en aquel Departamento
y el del Asuay, y en retribucion de algunos perjuicios hechos
á propiedades particulares. ¿Qué compensacion encuentra el
Perú en estas y demás estipulaciones, en que el enemigo
consultando sus ventajas, no ha tenido presente otro objeto
que satisfacer sus deseos de venganza, prescribiendo condi
ciones en que el Perú solo es el obligado, y Colombia la que
reporta el honor y el provecho? ¿Por qué no se consideran
los perjuicios inferidos al Perú, forzándole por la agresion
mas injusta á sostener una campaña de que debieran ponerle
á cubierto su buena fé, su paciencia, su jenerosidad y sus
heróicos sacrificios por evitar una guerra á que el general
—579—
Bolivar y sus satélites le provocaron cubriéndole de oprobio?
¿Hay justicia alguna para que el agresor reciba satisfacciones
y reparos, y el ofendido cargue toda la responsabilidad que
debiera recaer sobre el que ña dado oríjen á las calamidades
que aflijen á los pueblos cuando sus diferencias se dirimen
por las armas?
Se insulta atrozmente al Perú forzándole á una alianza
defensiva por medio de una guerra. Alianza que no puede
contraerse sino por buenos oficios, recíprocas ventajas, y por
el mutuo respeto á las leyes fundamentales de las naciones
contratantes. ¿Y cuál consideracion se ha guardado á las que
rijen en el Perú, cuando se ataca tan abiertamente la inde
pendencia, la libertad y la soberanía nacional, sujetándole
forzosamente á tratados y alianzas que no ha prometido, por
medio de personeros plenamente autorizados?
Felizmente el mismo general Sucre ha roto este convenio,
presentando un nuevo motivo para que el Gobierno del Perú
lo deseche como nulo bajo todos aspectos é insoportable en
las condiciones que reglan los oficios de ambas partes con
tratantes. Él ha observado una conducta contraria á la natu
raleza misma de la paz, cebándose en nuestros prisioneros, y
en los cadáveres de los^bravos que rindieron gloriosamente
sus líltimos alientos por la defensade su patria. Ha procedido
de un modo incompatible con la esencia de las estipulaciones
celebradas en Jirón, y quebrantado esa alianza prometida
levantando nn monumento perenne de infamia al Perú, y
decretando por premio distinciones que en sí mismas llevan
la semilla de discordia y odio inextinguible entre los hijos de
ambas repúblicas.
Así los medios mismos con que el general Sucre solicitaba
paz, han llegado á ser para el Perú nuevos y poderosos moti
vos de guerra y de venganza, y cuando simulaba querer ahor
rar la sangre de los hijos de dos naciones que nada tienen
de enemigas, atizaba cruelmente los ódios y creaba rencores
que fuesen perdurables. Tal es la línea de conducta que
el general Bolivar ha trazado desdo que proponiendo las
mismas humillantes condiciones que ahora repite su teniente
Sucre, declaró á la faz del mundo no haber para el Perú
otro medio de evitar su ruina y su deshonra que sostener
dignamente con las armas la independencia y el honor de
que se procura despojarle.
¡Pueblos del Perú! el comportamiento de vuestros enemi
gos os fuerza á la prosecucion de una guerra que se hace
inevitable, y que el Gobierno quisiera ver terminada por
transacciones amistosas y legales, y sin mengua de la Nacion
á que preside. Mas ya que es visto sernos esto negado, él
—580— .
prepara los elementos necesarios para que continuando la
guerra, se conquiste una paz sólida y saludable á los dos
pueblos que una suerte aciaga hace mirar como enemigos.—
Vuestros representantes van á rennirse: á ellos solos toca
fallar definitivamente sobre las transacciones celebradas en
el campo de Jirón. Entre tanto el Gobierno os exijirá algunos
sacrificios. ¿Y quién podrá negarlos al nombre de la patria?
Manuel Solazar y Baquíjano Vice-presidente de la República.
Debiendo pasar al Ejército las tropas que formaban la
reserva en los departamentos de Arequipa, Cuzco y Puno; y
en ejercicio de las facultades concedidas al Ejecutivo por
decreto del Congreso Constituyente de 17 de Mayo del año
próximo pasado;
Decreto:
1? En los departamentos de Arequipa, Cuzco y Puno se
creará un batallon con la fuerza de reglamento bajo la deno
minacion de "Reserva" y sobre las bases que dejen los ba
tallones 2? Zepita, y Provisional.
2? Los expresados departamentos contribuirán para la for
macion del batallon de "Reserva?" con doscientos reclutas el
primero, trescientos cincuenta el segundo y doscientos cin
cuenta el tercero.
El Ministro de Estado del Despacho de la Guerra queda
encargado de la ejecucion de este decreto. Dado en la Casa
del Supremo Gobierno en Lima, á 17 de Abril de 1829.—10—
Manuel Solazar.—P. O. de S. E.—Rafael Jimena.
Manuel Solazar y Baquíjano, Vice-presidente de la República.
Debiendo crearse una reserva que provea las bajas continuas
del Ejército, de modo que éste se halle durante la campana
en aptitud de obrar; y hallándose el Poder Ejecutivo aatori
—581—
zado por el decreto del Congreso Constituyente de 17 de Mayo
próximo pasado para poner al Ejército y Armada en el pié de
fuerza capaz de resistir ó atacar las tropas que atentasen á la
dignidad nacional;
Decreto:
Los continjentes de hombres asignados á los departamen
tos de Lima, Junin y Ayacucho por resoluciones de 12 de
Marzo último, se aumentarán á seiscientos hombres en el
primero, mil quinientos en el segundo, y mil en el tercero.
El Ministro de Estado del Despacho de ¡a Guerra queda
encargado de la ejecucion de este decreto. Dado en la Casa
del Supremo Gobierno en Lima, á 7 de Abril de 1829.—Ma
nuel Solazar.—P. O. de S. E.—Rafael Jimena.
Manuel Solazar y Baquíjano, Vice-p residente de la República.
Siendo indispensable formar un depósito para la remonta y
movilidad del Ejército; y debiendo recaer esta exaccion sobre
el Departamento que menos ha participado de las auteriores
de esta clase; en uso de las facultades concedidas al Ejecutivo
por el decreto del Congreso Constituyente de 17 de Mayo
próximo pasado;
Decreto:
l? Se hará un reparto proporcional en el Departamento de
Lima para la recoleccion de trescientos caballos y doscientas
mulas para servicio del Ejército.
2? Por el importe de las bestias que se tomen á justa tasa
cion, se expedirán á favor de sus dueños billetes del crédito
nacional, los que concluida la guerra, se amortizarán relijio-
samente con dinero; bien sea presentando los interesados
estos mismos documentos, ú otros de igual valor aunque no
sean directos.
El Ministro de Estado del Despacho de la Guerra queda
encargado de la ejecucion de este decreto. Dado en la Casa
del Supremo Gobierno en Lima, á 21 de Abril de 1829.—10?
—Manuel Solazar.—Por órden de S. E.—Rafael Jimena.
—582—
OFBECIMIENTO QUE HAN HECUO AL GOBIERNO LOS ALUMNOS DEL
COLEGIO DE LA INDEPENDENCIA.
Colegio de la Independencia.—Lima, Abril 10 de 1829.
Al señor Ministro de Estado en el Departamento de Guerra
y Marina. '
Señor Ministro:
Los que suscriben, alumnos internos del Colegio de la In
dependencia, impelidos por el fuego sagrado de la libertad de
su patria, no pueden ver con indiferencia los nuevos ultrajes
inferidos por los prosélitos del tirano á la Nacion á que per
tenecen. La desgracia que ha hecho que perdamos una por
cion de nuestros bravos guerreros, ha dado lugar á que los
enemigos envanecidos por una ventaja tan poco considerable
á la que han dado ellos el colorido de triunfo, hayan prodigado
premios y erijido un monumento de infamia al Perú; .seriamos
criminales, é indignos do llevar el nombre de peruanos, si
tolerásemos con indolencia estos hechos que son los precurso
res del exterminio de nuestra patria.
La juventud que hoy componen este Colegio, animada de
los nobles sentimientos que inspira el amor patrio, ofrece es
pontáneamente sus servicios á la Nacion; y que US. como
órgano inmediato del Supremo Gobierno eleve al conocimien
to de S. E. el Vice-presidente el ardiente deseo que tienen de
enrolarse en las filas del Ejército en la clase de soldados, y
volar al campo dela gloria y el honor, á vengar los ultrajes y
la sangre de las víctimas que tan alevosamente han sido in
moladas al capricho del tirano de Sud-América.
DECRETO SUPREMO.
Lima, Abril 15 de 1829.
Al Gobierno son muy gratos los sentimientos que animan á
los jóvenes que suscriben de prestar sus servicios en las filas
del Ejército: se admiten, los de aquellos que hayan cursado
las matemáticas y el dibujo, en clase de cadetes de artillería
—5S3—
siempre que obtengan el beneplácito de sus familias; en inte
lijencia que en el término de un año, que se considera necesa
rio para que se instruyan en lo mecánico del servicio, serán
ascendidos á sub-tenientes. Insértese en la "Prensa" para su
satisfaccion.
Una rúbrica de S. E.—Jimena.
Ministerio de Estado en el Departamento de Querra y Marina.—
Ejército del Perú.— Comandancia General.—Division del Sur.
—Arequipa Abril 20 de 1829.
Al Señor Ministro de Estado en el Departamento de la Guerra.
Señor .Ministro:
Por la comunicacion de US. fecha 7 del corriente soy im
puesto de los acontecimientos del Norte: estos sin duda de
mandan la mayor actividad para reforzar nuestro Ejército y
sostener á todo trance el honor de la Nacion. Bajo este su
puesto puede US. asegurar á S. E. el Vice-presidente que
dentro de quince dias estaré navegando para esa con la fuerza
que se me tiene ordenado, dejando en esta uno de los pocos
jefes que tiene la division para que entre los departamentos
del Cuzco, Puno y éste, organice un batallon que á la vez
puede ser útil, esperando que esta determinacion merezca su
suprema aprobacion.
Dios guarde á US.—Antonio G. dela Fuente.
AREQUIPA.
ENVIADOS DE BOLIVIA CERCA DEL GRAN MARISCAL SANTA-CRUZ.
El dia 9 de este mes se presentaron en la casa del Dlmo.
Señor Gran Mariscal del Perú D. Andrés de Santa-Cruz los
diputados por el Gobierno, por los departamentos, y varias
corporaciones de la República de Bolivia, que despues de
haber celebrado actas solemnes con multitud de ciudadanos
—584—
suscritos, segun se ven en el suplemento del "Republicano"
número 13, han mandado personas caracterizadas con las
credenciales bastantes, para que expresen de un modo so
lemne la voluntad general, y le presenten la eleccion di
recta, que ha merecido á todos los ciudadanos de aquella
República que ansian porque vaya á tomar las riendas del
Estado.
Dada la hora el señor Santa-Cruz se presentó en un salon
acompañado de sus antiguos compañeros de armas los gene
rales, y patriotas beneméritos con un concurso notable y nu
meroso, en aptitud tan tocante, que imponian á su aspecto;
pues al ver á cada uno de los concurrentes se recordaba la
memoria de servicios, pruebas, y hazañas en favor de la inde
pendencia. Era este el templo de la libertad, poblado de los
sacerdotes de la patria. Introducidos los ilustres enviados (1)
por un oficial antiguo, y de rango (2): hechos los honores de
estilo por la guardia del Gran Mariscal: dijeron el objeto de
su mision, en oraciones concertadas, sublimes, y patéticas,
que arrancaban involuntariamente lágrimas de los oyentes,
que se mostraron interesados en el resultado; y en la expre
sion de tan fervientes votos. Ellos pintaron esa Eepública
malhadada, espuesta á envolverse en desgracias irreparables:
ellos movieron los resortes del sentimiento, y acabaron inte
resando en su favor á todo el concurso. El silencio, que sigue
á los dolores profundos, anunciaba la conmocion de los áni
mos, y los ojos humedecidos se buscaban para avivarse la
suave impresion, que recibian.
Guando todos concluyeron, el Gran Mariscal contestó ha
ciendo breve mencion de las materias, que se habian tratado:
manifestó su situacion delicada, entre dos deberes iguales,
á que tenia que atender; á su gratitud, y compromisos con el
Perú, y á las necesidades de su país natal, que reclama sus
servicios en una ocasion tan difícil. Él se ha decidido por fin,
ofreciendo su persona en sacrificio, si tanto exije la tranqui
lidad púbUca; y reiterando su amor al Perú con el mayor
interés por su gloria.
Séanos permitido aventurar nuestra opinion sobre esta esce
na singular. Es preciso confesar, que jamás se vió hombre
colocado en tan fuerte alternativa. César al pasar el Rubicon
no sentía tanta perplejidad. Razones hay que pueden re
tí) Señor Alquiza por el Gobierno y Corte de Justioia de la Paz. Señor Eyzagairre
por el Vice-presidente SoSor general Velasco. Señor Cordova (Arcediano de 1& P"
por el cabildo, Obispo electo, y clero. El Señor Buitrago por el general Prefecto de J»
Paz. El Señor Navarro'por el Departamento de Oruro. El Señor Cordova (Don Jos*)
por los empleados de la Paz. Los SS. Rivero, y Miranda por el batallon C»zworea
número 2. El Señor VelaBeo por el batallon Constitucional número 3.
(2) El jefe de E. M. de la division del Sud don Félix fosé Castro.
—585—
traerlo de pasar á Bolivia: es verdad; que no le conocen sus
conciudadanos, que no le han visto segar laureles, pero su fama
ha volado por los ángulos de la América; y su nombradla le
dá aquel imperio, que la razon predica; mas fuerte muchas
veces, que el que disciernen la presencia de los sucesos; ¿y
todos en el Perú han confesado el mérito del general Santa
Cruz? No le confiesan muchos, que aun obstinados en su
capricho se muestran indiferentes cuando no pueden como
encarnizados enemigos cebar su rábia contra él; pero el ma
yor número reparando esta falta le tributa el honor, que
merece, y á la posteridad pasará su nombre sin reproches,
cuando las pasiones muertas no rivalizen las mismas virtudes.
Así ha sido el mundo todo: los héroes se han celebrado mas
miéntras mas léjos de nosotros han vivido. Así nada importa,
que los bolivianos no hayan sido testigos de la carrera del
Gran Mariscal, esto mismo creo, que aumenta su prestijio:
esto mismo entiendo, que lo hará mas importante para gervi-
á su patria; y sobre todo él se hará conocer por los m is
mos medios, que lo han hecho tan querido, y respetable en e[
Perú.
La Nacion Boliviana, que quiere órden y tranquilidad, lo
llama de un modo hasta ahora desusado, y él por demasiada
delicadeza no puede, ni debe negarse á ofrecer el remedio,
ni abandonarlos en la hora del conflicto. El Gran Mariscal
no vá á ocupar una silla manchada. ¡Marco Aurelio, Antonio
Pio no debieron sentarse jamás en el trono de Calígula! Vá
á reparar tantos desaciertos, y á terminar las causas, que
aun pueden hacer repetir aquellos actos ambiciosos. Como
que nada les debe: irá muy léjos de plegarse á circunstancia
alguna, que no sea restituir la tranquilidad de Bolivia, siste
mar su Gobierno, y darle respetabilidad. La dulzura queremos
sea su norte, la humanidad su encanto, y la justicia distribu
tiva su anhelo: así parece, fijará los destinos del país, y mere
cerá de toda la América la aprobacion de sus aciertos. No es
imposible esta esperanza, si desde ahora somos induljent es
con los hombres públicos, cuyos errores no han sido el parto
de una ignorancia presuntuosa, ni de aquella ambicion desar
reglada, que vá mas allá de lo que alcanzan sus pretensiones.
No disfrazaremos los errores, pero no seremos censores atra
biliarios: medidos en nuestros juicios no pretendemos jamás
este funesto derecho de juzgar con intervencion en discusio
nes domésticas de nuestros vecinos. Bastante hemos opinado;
pero siempre con equidad, y sin mojar la pluma en sangre.
Júzguese como se quiera esta conducta: queremos mas ser
consejeros saludables, que médicos cáusticos, ú atrabiliarios
espíritus, que enardecen los ánimos, y fomentan la discordia.
Tom. Yin. Historia—74
—586—
Si erramos, no será extraño. En ninguna ciencia estamos
mas espnestos á ello, que en política: la precision misma daña
algunas veces, porque los resultados son con gran frecuencia
contrarios á los principios generales, y á la experiencia mis
ma que se vé engañada todos los dias. Pero estamos muy
seguros del acierto, cuando felicitamos á nuestra amiga Boli-
via de su eleccion, y le deseamos, que vea el colmo de su
fortuna, conduciéndose bajo los auspicios del Gran Mariscal.
(Arequipa Libre.)
República Peruana.—Secretaría General de S. E. el Presidente
—Cuartel General en Piura, á 29 de Abril de 1829.
Señor Coronel encargado del Despacho del Ministerio de
Guerra y Marina.
Señor Ministro:.
La declaracion que en cópia tengo el honor de acompañar
á US. de órden de S. E. el Presidente, instruirá al Supremo
Gobierno de lo ocurrido al indíjena Juan Ayala que se dirijia
de Guayaquil á Paita en una balsa, con una goleta de guerra
que lo encohtró en el rincon de Plateros. Por los términos de
dicha declaracion se infiere que aquel buque sea la "Tipua-
ni", que puede haberse armado en guerra en Panamá; y los dos
mas á que hace referencia, algunas presas, ó embarcaciones
mercantes, respecto de que procediendo de la costa del Norte,
en donde los enemigos no tienen buques de guerra, no pue
den pertenecer á esta clase.—Al Comandante General de la
Escuadra se han hecho, á virtud de esta ocurrencia, las pre
venciones necesarias por diversos conductos, á fin de que sin
pérdida de instantes disponga el reconocimiento y persecu
cion de los expresados buques. Mas en el interin, cree S.E.
indispensable se mande suspender la marcha de los quedeb en
conducir á Guayaquil el batallon Zepita, luego que arriben al
Callao; ó se tomen respecto de este cuerpo las disposiciones
que creyere convenientes el Gobierno para evitar el peligro á
que con su venida quedaría expuesto. Al efecto dirijo áUS.
por un extraordinario la presente comunicacion.
Con este motivo, y mientras surten su efecto las disposicio
nes tomadas, se ha mandado suspender el regreso de la "Pe
—587—
ruana" y se han expedido órdenes para que se tomen las pre
cauciones debidas en los puertos de este Departamento.
Dígnese US. hacer presente lo expuesto al Excmo. Señor
Vicé-presidente de la República para los efectos oportunos.
Dios guarde á US.—Mariano Castro.
República Peruana.—Secretaría General de S. E. el General
Presidente.
En el pueblo de Paita, ó las siete de la noche del (lia vein~
tisiete de Abril de mil ochocientos veintinueve años, se pre
sentó en esta Comandancia Militar el ciudadano Juan Ayala,
remitido por el gobernador de Amotape, y preguntado por mí
el comandante militar del Canton, el objeto de su venida, dijo
despues de prometer bajo el juramento decir la verdad:—Que
ha sido enviado por el gobernador de Amotape á fin de contar
lo que le pasó el Viernes próximo con un buque colombiano
que lo tomó en el rincon de Plateros.—Preguntado de dónde
venia, cómo fué aprehendido, qué clase de buque fué, qué ar
tillería y jente tenia á su bordo, qué conversacion tuvo con
ella y lo demás que sepa—Dijo: Que viniendo en la balsa
"Mercedes" de Guayaquil para Sechura, divisó á sotavento
dos buques que venían hácia la bahía el Jueves por la tarde,
pero que no los tuvieron por sospechosos: que el Viernes á las
dos de la tarde, un bergantín goleta les tiró un cañonazo, y
que 110 haciendo los de la balsa caso de él, siguieron andando
hasta que les tiró un segundo con bala, á lo cual aferraron su
vela, y habiéndoseles llamado á bordo, fué el que declara con
el piloto, y haciendo los del bergantín arrimarse al costado la
balsa, saltaron como veinte ó mas hombres á ella, les quitaron
tres sacos de babas, todos los plátanos y sombreros que traían,
despues de trabuscar hasta los sacos vacíos: que el que go
bierna es un inglés y lu tripulacion se compone de zambos y
negros, do los puales uno dijo que venían de Panamá para
entrar en Guayaquil, luego que llegase la Escuadra de Colom
bia, á la cual aguardaban por momentos: que el buque solo
tiene un cañon grande de bronce de coliza, y que habría como
' doscientos hombres; pero que no puede asegurarlo por el te
mor que tenia: que al tirar el bergantín el cañonazo, se puso
el otro buque, que es una fragata, en facha, y ambos se fueron
para afuera luego que acabaron de saquear la balsa, volviendo
—588—
á poco rato sobre ella, pero que notado esto por los que venían
dentro, se echaron sobre la costa arrojándose al agua»—De
estos han llegado seis á Amotape y no sabe de los otros,
pues por todos eran trece entre pasajeros y balseros y dos
mujeres: que el Sábado estaban rennidos tres buques á la boca
de Mancora, el bergantín, la fragata y otro que no conoció.
Que el bergantín y la fragata los han traido á la vista desde
la boca de Tumbes, y que entre ellos, los de la balsa, creían
que venían para Paita.
Preguntado qué día salió de Guayaquil y si ha encontrado
algunos buques con tropa, dijo: que el Jueves Santo, y que el
Lúnes divisaron á la "Guayaquileña" y "Pichincha" de Punta
de Arenas á Monte-Seco—Sin mas novedad.
Preguntado dónde se hallan sus compañeros de viaje que
llegaron con él á Amotape, dijo: que desde este punto toma
ron el camino de sus casas y que solo al que declara se le or
denó venir aquí.—Que tambien encontró el correo de Guaya
quil que iba de Piura, que le avisó de lo acaecido para que
diese cuenta.—Que no tiene mas que decir, que lo dicho es la
verdad á cargo del juramento hecho, y dijo ser de ejercicio co
merciante y de edad de cuarenta años. Y por no saber firmar
hizo una señal de cruz que reconocerá siempre.—Martin Her
rero.—Una Cruz—Es copia—Castañeda.
Excmo. Señor:
Los infrascritos alumnos del Convictorio, sensibles á los
infortunios de la patria, mas que lo serian á los propios, ce
diendo al justo dolor de que los penetra la ignominia de esta,
sellada irrevocablemente en el mismo campo que debió ser el
monumento de su gloria, recurren confiadamente á V. E. para
ofrecerla por su órgano todo el socorro do que son capaces —
la sangre que recibieron de ella y que reputarán por inefable
dicha derramar, si no para restaurar el honor nacional vilipen
diado, á lo ménos para mostrar á sus conciudadanos y al
mundo un relevante testimonio de adhesion y sentimientos en
favor del suelo natal, que se glorian de amar sobre todas las
cosas de la tierra.
Resaltan á la vista ménos perspicaz los fundamentos en que
los infrascritos apoyan su solicitud: sin embargo se permiten
la libertad de repetirlos á V. E. en prueba de que no es el
-
'
—589—
calor de la juventud exaltada, sino una reflexion juiciosa el
resorte que los mueve.
Los cálculos políticos del general Bolivar relativos á las
repúblicas americanas del medio dia, son por ventura gene
ralmente conocidos, y seria necesario vendarse espontánea
mente para no ver en la humillante capitulacion, concedida
la tregua necesaria á la pérfida astucia de este soldado feliz
para atacar segura é irresistiblemente y para alzar su trono
en el palacio de los Incas. i
Por otra parte, Bolivar, cuya ambicion característica ha
sido corroborada por el buen éxito repetido de sus empresas,
ha jurado mil veces en su corazon empuñar á toda costa el
cetro del vasto imperio que se ha forjado en su delirio; seria
por consiguiente ridicula insensatez pretender hallar en sus
promesas la garantía de su conducta posterior. Segun todo
esto, el empeño de los infrascritos no es únicamente por la
vindicta de la patria ultrajada hasta la infamia, sino por la
defensa de su libertad, de sus fueros sagrados, de sus familias
y de sus intereses.
Señor:—Los infrascritos no vacilan en asegurar á V. E. que,
sin extrañar el descanso de la casa paterna, sabrán soportar
con ánimo fuerte todas las privaciones y molestias de la cam
paña, sostenidos por la esperanza de contribuir en alguna
parte á la salvacion de su patria, ó de morir gloriosamente
en el combate. Dígnese pues V. E. decretar sin demora su
marcha para proveer de este modo á la justicia, al honor, y
á los ardientísimos votos de los infrascritos.
DECEETO.
Lima, Mayo 6 de 18L»Í>.
El Gobierno aprecia, como es debido, el entusiasmo, con
que los alumnos del Convictorio Carolino ofrecen sus servi
cios para marchar al Ejército en clase de soldados; y no sien
do justo desoir una solicitud tan laudable, ni separar de la
carrera literaria á los que, por su tierna edad, no puedan so
portar la de las armas, se admiten únicamente á los diez y
seis que resultan aparentes, destinándoles de cadetes: cuatro
de ellos, que hayan cursado las matemáticas, á la artillería, y
los demás á los cuerpos del Ejército que ellos elijan, prévio
el beneplácito de sus familias, y bajo del ofrecimiento de que
—590—
serán ascendidos al grado inmediato, dentro de un año, ó an,
tes si su dedicacion y conducta los hace acreedores. ... .
Una rúbrica de S. E.—Por órden de S. E.—Jimena,
Señor Coronel Prunier.
Babaoyo, á 29 de Marzo.
A preciable señor mio:
Sin el honor de conocer á U. me permito escribir esta carta
para tratar asuntos públicos.— U. no puede ignorar, señor,
que despues dela victoria de Tarqui, pudimos humillar al
Perú, ó por lo menos destruir completamente las reliquiasde
su Ejército; y qne nuestra jenerosidad pasó todos los límites,
porque pedimos icénos de lo que el Perú debe á Colombia, y
méuos de lo que habiamos exijido antes del triunfo. ¿Mas cuál
ha sido la recompensa? la ruptura del tratado de Jirón; pnes
el jete que manda en Guayaquil se ha resistido, segun dicen,
á cumplir el artículo 11? del mismo tratado, y el convenio del
28 de Enero, por el cual se entrega la Plaza en mero depósito
para ser devuelta despues de una victoria. Apelo á U. mismo,
señor, que como caballero nos hará justicia en su conciencia.
Se dice vulgarmente que uno de los motivos porque se nie
ga la entrega de Guayaquil, es porque la "Prueba" está care
nándose, ó sufriendo una activa recomposicion. Si esta noticia
fuera positiva, como puede suceder, yo me atreviera á ofrecer
á U. el astillero de Guayaquil, y aun recursos pecuniarios
para que U. concluyera su trabajo sin que la entrada de nues
tras tropas obste para que U. permanezca con la fragata en la
Ria. '• Me he tomado la confianza de escribir esta carta, porque
el Libertador, (pie llegó á Quito el 17, ha dicho mil alabanzas
ile U. y lo ha titulado su amigo. Suplico á U. para concluir,
reserve el contenido de este papol si no quiere contestarlo, y
(pie en todas circunstancias me reconozca U. como su nmy
obediente servidor—J. J. Flores.
—591
CONTESTACION.
Señor General .1. J. Flores.
Fragata "Prmdente".— Guayaquil, Abril Io de 829.
Señor de todo mi respeto:
Excusaría coatestar la carta que ha tenido la bondad de
dirijirme, si el temor de que , confirme US. el juicio que ha
formado sobre "mi carácter no me pusiera en el deber de de
simpresionarle de una equivocacion, que á la verdad deshon
ra mi persona ante US. y á mis propios ojos.
Dirijirse US., señor general, á un jefe subalterno como yo,
para tratar privadamente asuntos del mas alto interés y que
no están en el pequeño círculo de mis atribuciones, es en mi
opinion ofender mi delicadeza como caballero, mi honor como
militar, y los respetos que se deben entre sí los subditos de
diversos gobiernos.
US. me prodiga expresiones harto lisonjeras, pero que no
dejo de merecer en' cuanto á la severidad de los principios
que siempre han guiado mi conducta. Sin embargo, señor,
yo ruego á US. que no tenga á mal le haga presente, que no
puedo conciliar la ventajosa idea que me asegura tener de
mí, con el paso de solicitar mi accesion á un hecho, que, no
siendo conforme al honor, ni hallándose en la esfera de mi
autoridad, yo no podría acometer sin echar sobre mí una
negra mancha: US. no puede ignorar que el señor capitan de
navio D. Hipólito Bonchard, obtiene el mando de nuestras
fuerzas navales, tiempo hace; pues que él mismo ratificó la
Convencion de 28 de Enero que me recuerda en su estimable
carta, y por consiguiente sabe que es al señor Bonchard,
bajo cuyas inmediatas órdenes tengo el honor de mandar
esta fragata, á quien tocaba á US. dirijirse para obtener los
resultados que apetece. No hacerlo así, solo puede aparecer
como un medio de seduccion; y ya verá US. señor general,
que yo no podré concebir esta idea sin que me sienta grave
mente injuriado.
Si S. E. el Presidente Bolivar se ha dignado honrarme con
sus elojios, segun se sirve US. avisármelo, yo le soy recono
cido por esta distincion, que ni creo merecer, ni ménos espe
raba de parte de S. E. Esta noticia ha excitado mi sorpresa
porque no puedo penetrar cual haya sido el objeto de US. en
comunicármela, así como,tampoco»me es fácil acordar la buena
r
—592—
reputacion que hoy disfruto cerca de S. E., con el duro trata
miento que S. E. mismo me hizo dar en 825, cuando fui de
portado, ignominiosamente y sin culpa, del mismo país qne
me honro en reconocer por patria, y al que habia prestado no
muy pequeños servicios.
No me determino á hablar á US. sobre las reconvenciones
que contiene su carta contra los jefes que suspendieron el
cumplimiento del tratado de Jirón, para no traspasar los lími
tes á que mi contestacion debe sujetarse; mas á pesar de todo
no puedo dispensarme de observar á US., antes de concluir,
que las esperanzas y los recursos de una Nacion como el Perú
no se destruyen ni aun con la mas completa victoria sobre uno
de sus ejércitos; que el combate de Tarqui no tiene ciertamente
toda la importancia que US. pretende darle; y que ni los jefes
de Guayaquil hicieron otra cosa que suspender temporalmente
los preliminares de Jirón, ni ahora mismo hacen mas, defen
diendo el territorio que ocupan, que llenar las órdenes expre
sas de su Gobierno.
Repitiendo á US. las mismas sinceras gracias por sus bonda
dosas atenciones, tengo la honra de ofrecerme su muy humilde
obsecuente servidor— Guillermo Prunier.
EJÉECITO PERUANO.
BOLETIN NÚM. 2.
En el número anterior se ha hablado de las operaciones
del Ejército hasta el 2 de Enero. Fué necesario permanecer
en Loja miéntras llegaba la division del benemérito señor
Gran Mariscal D. Agustín Gamarra, que por Zapotillo, Cata-
cocha, y Catamayo se dirijia á la ciudad.
El 11 marchó el batallon 2? del Callao al pueblo de Sara-
guro con el doble objeto de custodiar el parque que se estaba
enviando en pequeñas porciones, y asegurar ese punto intere
sante por su situacion y recursos. Allí encontró la fuerza q«e
anteriormente se habia enviado, y se ocupó en preparar lo
necesario para la próxima llegada de todo el Ejército.
El 12 estuvo en Gatamayo seis leguas al Sur de Loja el
rejimiento de Húsares de Junin, cuyos caballos despues de
una marcha larga y continuada estaban como salieron de sus
cantones. El 15 se situó en Malacates cerca de Oatamayo el
de Lanceros del Callao.
—593—
El 13 marchó el señor coronel Raulet al Tablon, cuatro le
guas al Norte de Saraguro, con dos compañías del batallon
Número 8, los pasados de Cuenca, y sesenta caballos. Ocupó
ese punto sin oposicion, y permaneció en él hasta el 16, en
que el señor general Plaza con los batallones 2? Callao y
Número 8, pasó al pueblo de Oña. Entóneos avanzó á Navon,
y entretanto los demás cuerpos del Ejército marcharon por
escalones á Saraguro.
El 18 llegó á Loja el benemérito Gran Mariscal D. Agustín
Gamarra, y con su presencia infundió nuevo entusiasmo al
Ejército.
EL 25 se nos rennió en la misma ciudad la division del
Sur, compuesta de los batallones 1? de Pichincha, 1? del Ca
llao, y 1? de Zepita, que despues de haber roto el yugo de la
República Alto-Peruana, volaban á tender una mano protec
tora á sus hermanos de Colombia, y á vengar los insultos
hechos á su patria.
El mismo dia se dió una nueva organizacion al Ejército,
formando tres divisiones de infantería. La 1? ,ee compuso de
los batallones 1? de Ayacucho y Número 8, al mando del
benemérito señor general D. José María Plaza: la 2? de
Pichincha y Zepita á las órdenes del señor general D. Blas
Cerdeña, y la 3? del 2? de Ayacucho y el segundo Callao
mandada por el benemérito señor coronel D. José Prieto. El
batallón 1? del Callao y las compañías de cazadores del 2?
Ayacucho, 2? Callao, Pichincha y Zepita, compusieron una
columna á cuyo frente se puso al benemérito señor coronel
D. Miguel Benavides. Los regimientos de Húsares y Lanceros
quedaron como estaban. Se mandó que el tercer escuadron
del primero y el de Dragones de Arequipa que vinieron del
Sur, formasen un rejimiento al mando del comandante D.
Manuel Vargas. Se arreglaron los estados mayores divisio
narios, y el batallon Número 9, se redujo á cuadro para que
se formase nuevamente en Lambayeque.
El 26 se dió á reconocer por General en Jefe del Ejército al
benemérito Gran Mariscal D. Agustín Gamarra, reservándo
se S. E. el Presidente el mando supremo para la direccion de
la guerra.
El 28 emprendieron los cuerpos del Sur su marcha hácia
Saraguro en escalones, con un dia de intervalo; y el 30,
marchó la caballería con el último que fué el batallon Zepita.
El 1? de Febrero, llegaron á Saraguro S. E. el Presidente,
y el señor General en Jefe, despues de haber recibido en las
juntas la noticia de que Guayaquil habia capitulado con la
Escuadra Peruana. El señor» coronel Prieto fué nombrado
Tom. vin. Historia—75
—594—
Comandante militar de esa Plaza, y el señor coronel Jimenez
tomó en su lugar el mando de la tercera division.
El 2, estuvo rennido en dicho pueblo todo el Ejército, á ex
cepcion de los cuerpos que se hallaban avanzados con el se
ñor general Plaza.
El 3, nos disponíamos á continuar la marcha, cuando se
supo que los enemigos se hablan movido de Tarqui á Navon.
Nuestras fuerzas avanzadas se replegaron á la vista de ellos
sobre Saraguro.
El 4, ocupó el Ejército enemigo la altura de Paquichapa,
media legua distante de Saraguro, despues de un corto tiro
teo con nuestras avanzadas, y se detuvo allí con la tuerza de*
5,000 hombres. La posicion que ocupaba era muy fuerte: la
nuestra tambien bastante, y así ambos ejércitos se observaban,
discurriendo el modo de atacarse con ventaja.
El general Sucre Jefe Superior de los departamentos del
Sur de Colombia, propuso abrir negociacion de paz, que se
dará al público tan pronto como sea posible. Despues de al
gunas comunicaciones, se nombraron por ambas partes comi
sionados que se rennieron el 11, en el rio de Saraguro. El 12r
continuaron sus sesiones en el campo de Paquichapa; masr
nada pudieron concluir, á pesar de los ardientes deseos d e
S. B. el Presidente, para que se pusiese fin á la guerra; por
que sordos los enemigos á la voz de la razon y de la justicia,
exijian condiciones injustas y humillantes al Perú.
Convencido S. E. de que solo las. armas podían decidir la
presente contienda, se dispuso un movimiento por el flanco
derecho del enemigo, con el objeto de tomar su retaguardia.
En la noche del 12, marchó, pues, todo el Ejército por la ha
cienda de la Papaya hácia el valle de Yunguilla. La tercera
division que cubría nuestra retaguardia, fué atacada por par
tidas enemigas; la oscuridad de la noche hizo que fuese dis
persada, y se retirase por Quebrada Honda,-en la direccion de
Loja. Este movimiento dejó descubierto el parque, y la caba
llería que á distancia de ménos de cuatro cuadras desfilaban
por un camino estrecho, fragoso y embarazado por las cargas
de municiones. El fuego de las casas del pueblo que incen
diaron los enemigos, alumbraba á mucha distancia; de modo
que se veia perfectamente nuestra marcha. En esa noche pudo
el enemigo haber conseguido inmensas ventajas, pero su im
pericia les hizo contentarse con tomar y quemar algunas car
gas de municiones.
El Ejército continuó su marcha hasta San Fernando, adon
de llegó el 17. 1
Allí fué necesario esperar que lo alcanzase la 3? division,
que rennida en Loja seguía hácia el mismo punto, bajo la di
—595—
reccion del señor Ministro de Guerra y Marina coronel D.
Mariano Castro. Estejefe contrajo un mérito muy distinguido
por el acierto con que rennió y condujo hasta San Fernando
esas tropas desorganizadas ya, en la noche de Saraguro.
El 6, se habia movido el señor coronel Raulet, con 200
hombres hácia Cuenca por el mismo camino que despues lle
vó el Ejército. El 10, entró en la ciudad, que á pesar de es
tar defendida por mas de cuatrocientos hombres, que hácian
fuego vivísimo de las torres y balcones de la plaza, tuvo que
capitular. Por la estipulacion quedaron prisioneros el general
Gonzalez y 19 oficiales. El jefe peruano les permitió que se
retirasen á sus casas bajo su palabra de honor, de que se pre
sentarían al dia siguiente, pero solo lo hicieron el general y
dos oficiales. Reconvenido el general Sucre por los diez y
siete que faltaron, contestó que no estaban ligados á ningun
compromiso, porqué habian usado del derecho natural de es
caparse.
El señor coronel Raulet se portó en Cuenca con la mayor
jenerosidad. Allí estaban los equipajes de todo el Ejército
enemigo, y no solo no los tocó, sino que proporcionó medios
para que fuesen trasladados á los lugares que quisieron los
encargados de ellos. Solo tomó 1,400 pesos que repartió á la
tropa: 1,200 fusiles que inutilizó por la imposibilidad de con
ducirlos, y algunas cantimploras y capotes. -
El intrépido jefe despues de haber tomado las medidas de
precaucion que le dictó la prudencia, colocó su pequeña co
lumna en Sayausi el 11, dos leguas distante de Cuenca. Desde
allí envió á Guayaquil al general Gonzalez, dos oficiales y
alguna tropa prisionera.
El coronel Raulet en virtud de las órdenes que se le habiau
dirijido, se retiró por la derecha de Cuenca, y se rennió al
Ejército el 18, despues de haber sostenido en su brillante ex
pedicion, el honor de las armas peruanas y acreditado con su
jenerosidad la del país cuya causa habia abrazado.
El Ejército en su marcha hasta San Fernando ha tenido
que pasar por inmensos sufrimientos. El camino extraviado
que siguió es tan escabroso, que aun los viajeros no pueden
transitarlo sin grandes dificultades. Las lluvias continuas, y
la necesidad de pasar todas las noches al descubierto, hubiera
exasperado aun á los soldados mas endurecidos en los traba
jos; pero los peruanos lo han sufrido todo, no con resignacion
sino con la mayor alegría.
Cuartel General en San Fernando, á 24 de Febrero de 1829
El Coronel Jefe de E. M.
Pedro Bermudez.
—596-
Eepüblica Peruana.—Cuartel General en Piura, á 20 de Abril
de 1829.
Señor Coronel encargado del Despacho del Ministerio de
Guerra y Marina.
Señor Ministro:
Oon fecha 5 del corriente, me dice el señor Comandante
General del Departamento de Guayaquil lo siguiente:
"Situado el señor coronel José Bustamante con algunos
oficiales y tropa de la 3? division en el pueblo de Samboron-
don, ó informado de que en la villa de Baba, existia un des
tacamento de tropa del general Illingrot, determinó irlas á
batir, como en efecto lo logró el 31 del mes último: despues
de un largo y vivo fuego el campo quedó por aquel jefe, lo
grando tomarles de cuarenta á cincuenta prisioneros, entre
estos cuatro oficiales; hubieron algunos muertos por ambas
partes, siendo superior el número de los enemigos.
Como en el acto del ataque los enemigos se hubiesen atrin
cherado en un cuartel, para obligarlos a que se rindiesen no
encontró otro medio que prenderle fuego, el que esparcido por
la mayor parte del pueblo ha causado á sus moradores algu
nas pérdidas.
Tengo la honra de comunicar á US. este incidente, para
que se sirva ponerlo en el supremo conocimiento de S. E.;
advirtiéndole á US. que los cuatro oficiales prisioneros los he
devuelto al señor general Flores, sin cargo alguno."
Y 16 trascribo á US. para que se sirva ponerte en el cono
cimiento del Supremo Gobierno.
Dios guarde á US.—Mariano Castro.
República Peruana.— Cuartel General en Piura, á 22 de Abril
de 1829.
Señor Coronel encargado del Despacho del Ministerio de
Guerra y Marina.
En oficio de 11 de Marzo último se sirve US. decirme entre
otras cosas: que el Supremo Gobierno se habia instruido por
cartas particulares de la dispersion que sufrieron en Saraguro
—597—
los batallones 1? de Ayacucio y Jíúm. 8. Esto prueba el ara-
mente que no ha llegado á manos de US. el parte que bajo
del número 331 le di acerca de este suceso, segun lo indiqué
en la comunicacion con que tuve el honor de dirijirle los tra
tados de Jirón, y se ratifica por la nota puesta en la "Prensa
Peruana" del 7 del actual número 140, y siendo pues un deber
mio satisfacer al Gobierno Supremo en el asunto, he creido
necesario dirijir á US. un duplicado del referido parte como
lo verifico.
Además el "Mercurio" 10 del corriente, número 493, con
tiene un artículo en que se hacen varias observaciones sobre
la materia. Sea cual fuere su autor con quien no tengo nece
sidad de entenderme, me considero en la obligacion de con
testar de mi conducta sobre el particular ante el Gobierno y
el público.
Al momento de recibir noticias fijas sobre la dispersion de
dichos cuerpos, tomé disposiciones activas para contener á los
soldados en su fuga; y como habia salido pocas horas antes el
correo de Loja tuve que pedir al coronel Llerena, comandante
militar de la Provincia, un hombre racional y seguro que
saliera á alcanzarlo, como se practicó, no habiendo podido
hacerlo con un oficial respecto de que los pocos que entónces
existian en el lugar fueron destinados á perseguir á los dis
persos. El resto de aquel dia lleno de afanes y atenciones se
pasó en tpmar otras providencias con igual objeto, y lo mismo
sucedió en mucha parte del siguiente en que emprendí la
marcha para venirme al Ejército. Desde entónces la posicion
en que me hallaba, las circunstancias de que estaba rodeado
y la falta de conductos en un tránsito desierto á consecuencia
de lo ocurrido en Saraguro que tuvo bastante trascendencia
á los habitantes del país, me impidieron absolutamente co
municarme con US. sobre cosa alguna, no siendo por tanto
extraño que no hubiese remitido el duplicado de la nota. Ve
rificarlo despues de la accion del Portete, en que volví á en
tablar la correspondencia, era ya intempestivo, y además
confieso á US. que no me figuré se hubiese extraviado el prin
cipal, por los cuidados que tuve para asegurar su direccion.
Yo no encuentro la menor implicancia en lo que respecta á
la pérdida del parque, á que me contraigo en la nota sobre la
accion del Portete; porque ciertamente estando en Loja, tuve
aviso de que consistía solo en alguna parte de él, y despues
al llegar á Saraguro, me informé que era de mayor considera
cion. Estas expresiones no denotan que hubiese dejado de
perderse la mayor parte, como en la realidad se ejecutó y lo
expreso en el final.
—598—
Dejo á la consideracion del Excmo. Señor Vice-presidente
de laRepública, graduar, por los datos que tiene, el trabajo de
la Secretaría General de mi cargo en campaña. Estoy conven
cido de que S. E. y cuantos me conocen, me harán la justicia
de confesar que acepté este destino, sacrificando mis intereses
y familia, y mi decision por la vida privada, sin otro objeto
que el servicio de mi país; pues hallándome absolutamente
desuudo de ambicion, jamás podría estimularme el logro de
mezquinas utilidades.
Suplico á US. señor coronel, se digne instruir de lo ex
puesto en esta nota á S. E. el Vice-presidente y admitir las
consideraciones con que soy su atento, obediente servidor—
Mariano Castro.
República Peruana.—Secretaría General de S. E. el Generé
Presidente.— Cuartel General en Piura, d 24 de Abril de 1829.
Señor Coronel encargado del Despacho del Ministerio de
Guerra y Marina. —Núm. 404.
Señor Coronel:
Con la comunicacion que en copia tengo el honor de acom
pañar á US. me ha pasado el dia de ayer el benemérito señor
Gran Mariscal D. Agustín Gamarra, General en Jefe del
Ejército, el Boletín adjunto, en que se detallan los sucesos
ocurridos en la jornada del 27 de Febrero último sobre el
Portete de Tarqui. Al dirijir á US. estos documentos, para
la debida intelijencia del Gobierno Supremo y del público,
me ordena S. E. el General Presidente manifestar á US.: que
si el resultado de la accion no ha sido satisfactorio, por lo de
más el Ejército ha llenado sus deberes..
El señor Gran Mariscal Gamarra se ha portado del modo
mas digno como general, y como soldado; habiéndole ocasio
nado su presencia enmedio del fuego mas activo la muerte de
dos caballos, y otros tantos al Coronel Jefe del E. M. G. D-
Pedro Bermudez.
S. E. el Presidente hizo cuanto estuvo á sus alcances para
reforzar y sostener la accion con la columna de cazadores de
que trata el Boletín; mas le fué imposible lograrlo, porque
envanecidos los enemigos con la ventaja que habian reporta
—599—
do sobre la division de vanguardia, y ocupando excelentes
posiciones cargaban á nuestros soldados haciendo un fuego
muy vivo. A pesar de tan fatal situacion permaneció allí
8. E. porque se creia obligado á no abandonar el puesto y con
el fin de que su presencia contribuyese á contener á los dis
persos en la retirada, y los compeliese á hacer algunos altos
y fuego, para no desordenar el resto de la infantería que se
replegaba al llano inmediato. Se consiguió efectivamente este
objeto, en que no tuvieron poca parte la buena disciplina de
la tropa y las disposiciones del señor general D. Blas Cerde-
ña, que se condujo con serenidad y bizarría; habiendo tambien
contribuido en su respectiva esfera al órden de la retirada, el
capitan graduado de Húsares Estrada, y el teniente Lagos
de Pichincha.
Todos los señores generales, jefes y oficiales que en el Bo
letín van recomendados, han contraído un mérito distinguido,
y son acreedores á los premios de la Nacion; pues esta siem
pre desapasionada é imparcial no atiende á los resultados,
para remunerar los sacrificios de sus hijos, sino al órden de
sus servicios.
S. E. llama con especialidad la atencion del Gobierno Su
premo hácia los beneméritos jefes que terminaron gloriosa
mente la campaña del Alto-Perú comprendidos en la relacion
inclusa; y no habiendo obtenido entónces premio alguno por
sus particulares servicios, cree necesario se impetren de la
Representacion Nacional los grados superiores de que se han
hecho dignos.
Considera igualmente S. E. arreglado á los principios de
justicia, repetir la recomendacion que hace el Boletín á sus
edecanes, coronel D. Juan de Dios Gonzalez y capitan D.
José Manuel Estrada, que habiendo muerto, el primero ase
sinado, despues de haber recibido una grave herida, y el otro
en el acto, por el distinguido valor con que ambos se portaron,
y por haber cumplido exactamente las órdenes de S. E. al
través de los peligros, han dejado á sus familias un derecho
para reclamar las consideraciones del Gobierno. La conducta
del teniente coronel D. José Villa, tambien edecan de S. E.,
no ha sido inferior á la de aquellos: y habiendo llenado pun
tualmente sus deberes, merece una distincion particular.
Dígnese US. hacer presente al Excmo. Señor Vice-presi-
dente de la República lo que de órden de S. E. el General
Presidente llevo expuesto en esta nota, y admitir los sen
timientos de respeto con que soy su atento, obediente servi
dor—Mariano Castro.
—000—
EJÉRCITO PEEÜANO.
BOLETIN NÚM. 3.
Mientras el Ejército Peruano se hallaba en San Fernando,
con el objeto de esperar que se le renniesen los batallones
ocho y primero de ^Ayacucho, los enemigos entraron en el
llano de Tarqui; y se situaron en Guaguatarqui. El 25, mar
chó la 1? division al mando del señor general Plaza, al pueblo
de Jirón. El 26 siguió todo el Ejército hácia el mismo punto,
y al medio dia estuvo en él. En la tarde, el señor general
Plaza con la division de su mando, se dirijió al Portete, y
llegó sin novedad y á tiempo de reconocer el campo, y orde
nar á los jefes de los batallones, que estaban bajo sus órdenes,
las posiciones que debian tomar luego que oscureciese, ha
biendo antes ocupado dicho punto el señor coronel Raulet,
con una compañía del 2? batallon Ayacucho. Entrada la no
che, la compañía de cazadores del 2? batallon Callao, ocupó
una altura, dos cuadras á la izquierda del rio, y recibió órde
nes de establecer una avanzada á su izquierda, y otra al
frente. El batallon Ayacucho formado en masa y con las
precauciones necesarias, tomó la derecha del Portete, y el
Callao en la misma formacion se situó al frente de la que
brada.
Establecida de este modo la vanguardia, se consideraba
perfectamente defendida, y se creia fuese difícil desalojarla
por los enemigos, antes de recibir los socorros del Ejército.
A las cuatro y media de la mañana del 27, fué atacada la
compañía avanzada, pero consiguió rechazar al enemigo, des
pues de un corto tiroteo.
Al primer crepúsculo, un peloton de caballería cargó con
bastante arrojo la compañía de cazadores del 2? batallon Ca
llao, la que fué dispersada dejando descubierta nuestra iz
quierda.
El señor general Plaza, mandó que una compañía del mismo
batallon desplegase al frente sobre el rio, y otra á iu izquier
da sobre una eminencia montuosa que dominaba el Portete.
Üna columna enemiga destinada á obrar á la retaguardia de
nuestra division, amaneció por casualidad al frente y rompió
el fuego, entónces fué cubierta nuestra derecha con los caza
dores del 2? Ayacucho, los cuales recibieron órden de soste
nerse á todo trance, mientras que otra compañía del mismo
cuerpo se situó un poco mas abajo. El fuego se hacia mas vivo
—601—
á cada momento, á proporcion que se acercaban tres cuerpos
enemigos, cuya marcha indicaba que trataban de forzar nues
tros flancos. La compañía de cazadores del 2? Ayacucho, fué
desalojada y dispersada, y se reemplazó con una mitad de
- granaderos del mismo cuerpo, cargando á la bayoneta la otra
por el frente.
Nuestros soldados faltos ya de municiones, batiéndose con
todo el Ejército enemigo, viendo que aun no llegaban otros
cuerpos á auxiliarlos, se precipitaron á un bosque inmediato
enmedio del cual continuaron peleando á bayonetazos: por Ja
derecha del campo, solo habia quedado ya una pequeña fuerza
que por todas partes sufria un fuego vivísimo. Entonces el
señor general Plaza enarboló un pañuelo blanco con el doble
objeto de indicar la suspension del fuego, y paralizar el rápi
do movimiento del enemigo sobre el Portete, por si daba lugar
á que se aproximase el Ejército nuestro, mas esta medida no
tuvo efecto, porque nuestros soldados llenos de un ardiente
coraje, deseosos de vengar los ultrajes hechos á su Nacion,
oponian una resistencia sin ejemplo, y preferían antes la
muerte: habiendo sido hecho entonces prisionero con sus dos
ayudantes el mismo señor general.
El benemérito señor General en Jefe acompañado del Jefe
de E. M. G. estaba en marcha para el Portete, y oidos los
primeros tiros de la avanzada, la continuó al galope al lugar
que ocupaba la 1? division: llegó esta á tiempo que compro
metido el choque, se disputaba con el mayor entusiasmo la
ocupacion del Portete, empleando el general todos sus es
fuerzos en hacer cubrir la izquierda nuestra que habia queda
do accesible á la invasion del enemigo: el Jefe de E. M. con
dos compañías que encontró formadas del 2? batallon Callao,
procuró cargar á la bayoneta las fuerzas enemigas que ataca
ban por esa parte con el objeto de entretener al enemigo
miéntras se lograba cubrir la izquierda, lo que no pudo con
seguirse á pesar de haberlo rechazado dos veces; en razon de
la superioridad numérica de sus tropas, y en cuyos choques
casi toda la fuerza que obraba por la izquierda quedó muerta
y prisionera en el campo.
El General Presidente subia entretanto seguido de una
columna de cazadores, y del resto del Ejército. Al llegar á la
entrada del Portete encontró al General en Jefe, quien le dió
parte de que la vanguardia estaba ya batida; y que era de
absoluta necesidad que el Ejército replegase y tomase posi
cion, para oponerse al enemigo en caso de que continuara su
ataque. Esta medida le pareció acertada á S. E. y ordenó se
realizara) quedándose él miéntras se rennían los cazadores.
Ouando estos llegaron no era dable ya que cumplieran con la
Tom. vm, HlSTOBIA—76
—602—
órden dada á au comandante, el mayor Salaveriy, por el Ge
neral en Jefe, reducida á dirijirse por una senda estrechísima
del bosque de la izquierda, y á forzar unas posiciones que
ocupaba el enemigo, respecto á que éste posesionado ya ven
tajosamente del terreno hacia un fuego horrible y mortífero
por el frente y flancos del camino que debian seguir; que era
á la verdad un desfiladero, embrollado además, con aquellos
dispersos que causan siempre el desórden; y á consecuencia
tuvieron que retirarse, dando lugar á que se replegase en or
den el resto de la infantería, como lo efectuó, haciéndolo des
pues el General Presidente.
A la indicada columna seguía inmediatamente la 2? divi
sion, al mando del señor general D. Blas Cerdeña, quien reci
bió la órden del General en Jefe para emprender su retirada,,
sosteniendo el terreno palmo á palmo, entre tanto se procura
ba formar los demás cuerpos en un llano de nuestra retaguar
dia, para evitar la prosecucion de la batalla, y emprenderla
de nuevo con mejor éxcito.
La 3* division, que al mando del señor coronel Benavides,
tenia órden de continuar su marcha á retaguardia de la 2?, la
recibió para contramarcha!- dejando el 1? de Ayacucho con el
teniente coronel D. Francisco Valle y Riestra, Jefe de E. M.
de la division, para que siguiese., la marcha del batallon Ca
llao que la emprendía, y en caso de no permitírselo el terreno,
saliese al llano en que estaba formada la caballería, como se
verificó. En estas circunstancias fué atacada por caballería é
infantería su compañía de granaderos, sostenida por la 1? que
formadas ambas en el camino dieron tiempo que pasasen lo/s
demás.
Orgullosos los enemigos por las ventajas que habian re-
portado, tendieron una fuerte guerrilla en la garganta del
llano; y sostenido por ella un escuadron de Cedeños, cargó á
otra guerrilla nuestra que mantenía un fuego bastante vivo,
y protejia á nuestra artillería, que volaba á posesionarse de
una eminencia, desde la que molestó al enemigo de un modo
bastante sensible para él. Entónces el valiente general Neco-
chea, que habia recibido órden del señor General en Jefe para
sostener la infantería, adelantando un escuadron que el señor
general Orbegoso tenia ya en marcha con bastante prevision,
cargó con tanta impetuosidad, que en un momento quedó
el campo sembrado de cadáveres, habiendo escapado solo seiB
ú ocho hombres del escuadron enemigo. El intrépido coman
dante Nieto, al frente del primer escuadron de los bravos
Húsares, atravezó en este choque con su lanza al comandan
te Camacaro, y tuvo en esta carga tin soldado muerto y otro
herido: el resto de nuestra caballería^ lleno de uoa noble
—603—
Emulacion y del deseo de vengar á sus compañeros de armas,
ardía por entrar en accion; pero el enemigo se mantuvo en
lugares quebrados sin osar ya descender al llano: no tenien
do por tanto ocasion de satisfacer sus votos.
Apénas habia cesado el fuego, cuando el general Sucre que
mandaba en jefe el Ejército enemigo, pidió por medio de un
parlamentario, se entablasen negociaciones de paz: se le
contestó que manifestase por escrito las bases sobre que que
ría fundarla: lo hizo así por conducto del general Heres, y el
coronel O'Leary; mas viendo S. E. que no eran decorosas,
contestó que no podía concederlas.
El Ejército habia permanecido en el llano inmediato á Ji
rón, á tiro de cañon de los enemigos todo el dia 27, esperan
do que bajasen para continuar la batalla, mas viendo que
esto no se verificaba, y que la posicion enemiga no podía ser
forzada por su inaccesibilidad pasó el rio a las seis de la
tarde, y se situó en una altura inmediata, á retaguardia
del pueblo, donde permaneció hasta la conclusion de los tra
tados.
Habiéndose notado el 28, por la mañana, que el Ejército
estaba falto de municiones porque la mayor parte de su par
que se habia perdido en Saraguro, se admitieron las negocia
ciones, habiendo sido nombrados comisionados por nuestra
parte los señores General en Jefe Gran Mariscal D. Agus
tín Gamarra y general de brigada J>. Luis Orbegoso, y por
los enemigos general Juan José Flores y coronel Florencio
O'Leary. El 29, (1) se ajustaron los tratados que S. E. rati
ficó.
El Ejército se ha portado brillantemente: los enemigos de
la libertad del Perú, los que han hollado tantas veces sus de-
Techos, han quedado escarmentados, y ya sabrán para siempre
que los peruanos, con su existencia y con heróicos esfuerzos,
sabrán hacerse respetar. Las víctimas del Portete, que de
muestra la relacion puesta en seguida y cuya sangre se ha
vertido atroz é indignamente por sus enemigos, serán un mo
numento eterno de oprobio para los colombianos, y servirán
de un noble estímulo á sus conciudadanos. Muchos de ellos
han perecido estando prisioneros.
Segun los datos que se han adquirido, el número de muer
tos y heridos de los enemigos es superior al nuestro, se
cuentan entre los primeros cuatrocientos, y quinientos de los
segundos, habiéndose dispersado una gran parte de los ba
tallones Rifles, Caracas y Yaguachi que mas empeñaron el
(1) Es un yerro conocido de imprenta
—604—
ataque. Entre los muertos cuentan los enemigos, tres jefes y
de 16 á 20 oficiales. 1
Nos es forzoso repetir que el Ejército todo ha tenido el me
jor comportamiento; seria demasiado lato recomendar á cada
uno de los que le componen. Él es digno de la consideracion de
la República, mas como en una batalla se proporciona á algu
nos hacer mas remarcables sus servicios, se hace indispensable
hacerlo con los señores coroneles D. Prudencio Sufriátegui, el
señor coronel D: Juan Gonzalez, los tenientes coroneles D.
Manuel Martínez, D. Domingo Nieto, D. Manuel Orosco: los
sarjentos mayores D. Francisco Gálvez, D. Miguel San Ro
man, D. Antonio Dalon, D. Juan Montenegro, D. Juan Bau
tista Arellano: los capitanes D. Mateo Moran, D. José Garri
do, D. Miguel Noriega, D. Manuel Cuba, D. Manuel Estrada,
D. Agustín Lerzundi, D. Buenaventura Éaygada, D. Nicolás
Rodríguez, D. Pablo Palma, D. Casimiro Morales, D. Anto
nio Ugarteche, D. Pablo Delgado, D. Pascual Arabena y DX
Rufino Echenique: á los tenientes D. Enrique Wiman, D.
Javier Estrada, D. Cárlos Lagomarsino, D. Bernardo Bermu-
dez, D. Maríano Rosel, D. Manuel Gomez, D. Andrés Romero,
D. Francisco Espinosa, D. Andrés Reyes, D. Cárlos Alvarez,
D. Manuel Rosel, D. Francisco Guevara; y los sub-tenientes
D. Juan Mendibnrn, D. Pedro Vega, D. Pascual Chacaltana,
D. Miguel Mezones, D. José Chávez, D. Francisco Cuba, D.
Enrique Sontac, D. Manuel Martínez y D. José Urias.
BELACION DE LOS MUERTOS.
Coronel . Pedro Raulet.
Idem Juan de Dios Gonzalez, edecan de S. E.
Teniente coronel Manuel Martínez, comaudante del bata
llon Pichincha.
Sarjento mayor Francisco Gálvez, mayor de idem.
Idem idem Antonio Dalon, ayudante del General
en Jefe.
Capitan Mateo Morán.
Idem José Garrido.
Idem Miguel Noriega.
Idem Manuel Cuba.
Idem Pablo Palma.
Idem Manuel Estrada, edecan de S. E.
Teniente Francisco Espinosa.
Idem Andrés Reyes.
—605—
Teniente D. José Guerara.
Idem „ Juan Ruiz.
Idem „ Joaquín Eosel.
Idem „ Eujenio Fernandez.
Idem „ José Dávalos.
Sub-teniente „ Ramon Casalla.
Entre los muertos de tropa se calcula cuatrocientos hom
bres poco mas ó ménos.
RELACION DE HERIDOS.
Coronel D. Prudencio Sufriátegui.
Capitan „ Joaquín Torneo.
Idem „ Casimiro Morales.
Teniente „ Bernardo Bermudez.
Idem „ Manuel Rosel.
Idem „ Andrés Romero.
Idem „ Javier Estrada.
Sub-teniente „ Juan Mendibnru.
Idem „ Bernardo Tarifa.
Entre la tropa se recojieron ciento cuarenta heridos, y se
calcula hayan quedado entre los enemigos cincuenta de esta
clase, y trescientos prisioneros.
Cuartel General en Loja, á 12 de Marzo de 1829.
El Coronel Jefe de E. M.
Pedro Bermudez.
AREQUIPA.
Al ver llegar á esta ciudad diferentes individuos bolivianos
con un carácter oficial, y encargados de representar los votos
de aquella República al Gran Mariscal D. Andrés Santa-Cruz
para que marche á ponerse á la cabeza de sus destinos, fii
espectacion pública se hallaba en la mayor ansiedad por no
saber su última resolucion en tan importame negocio. Llegó
por fin el dia en que diese una contestacion terminante, y
—606—
podemos manifestarla al público con el honorable consenti
miento que ha prestado á los deseos de sus compatriotas.
El dia 9 del corriente fueron presentados con toda ceremo
nia los comisionados de la Nacion Boliviana á S. E. el Gran
Mariscal, quien los recibió en audiencia pública.—La solem
nidad de aquel acto, ¿a respetable concurrencia de los gene
rales y jefes del Ejército, la de las corporaciones, majistrados,
y ciudadanos mas notables, y las emociones que excitaba en
los corazones, la presencia de un jefe que por tanto tiempo
ha formado el honor de la libertad, y las glorias del Perú,
daban á este suceso el carácter mas tierno y patriótico.—In
sertamos las alocuciones que los enviados produjeron al tiem
po de entregar sus credenciales; y como tanto estas, cuanto
la contestacion de S. E., forman un precioso trozo para la
historia, creemos sea digna de la atencion pública.
El señor Dr. D. Baltasar Alquiza, Ministro de la Corte Su
perior de la Paz, enviado del supremo mando de Bolivia, dijo:
Excmo. Señor:—Grandes é interesantes objetos de política
nos conducen á visitar á V. E. La República Boliviana, nues
tra cara patria, ajirada en diversos sentidos anuncia funestos
resultados. Su actual Gobierno en la impotencia de bien re
jilla, invoca, y ruega al vencedor, de Pichincha, al que con
diestra mano supo el tiempo anterior gobernar al Perú con
suceso y gloria; en pocas palabras, el Gran Mariscal Santa-
Cruz. Estos son los sentimientos del Gobierno de Bolivia,
estos los de la Superior Córte de Justicia de la Paz, de que
me hallo particularmente encargado como su Miuistro. Con
todo esto ¿será V. E. indiferente á tan justo pedido? No me
persuado. Quiera V. E. correr presuroso, y corramos juntos
todos los bolivianos á salvar á Bolivia.
El Señor Dr. D. Fermín Eyzaguirre de dicha Córte, y man
dado por el mismo Gobierno, continuó:
Señon—Enviado por el Vice-presidente de Bolivia cerca
de la persona de V. E. para expresar los votos de aquella
República: toco el momento feliz de cumplir con tan honora
ble mision. Yo necesitaba poseer en este acto un talento
irresistible, no para convencer á V. E., sino para arrancarle
torrentes de lágrimas á vista de los males que aflijón á nues
tra patria.
El suelo inocente de Bolivia fué llamado á gozar de los
dulces encantos de la libertad, bajo los auspicios de la paz, y
•le la justicia. Todo venturoso en su situacion hacia que lle
gase el momento de constituirse, Los corazones honrados se
—607— i
inclinaban á buscar el punto, que debia afianzar perpetua
mente su existencia y bienestar.
La Asamblea Convencional fué convocada con tan sagra
dos fines. Los pueblos reanimados con esta noble esperanza
llegaron á sus comicios, deseosos de confiar sus destinos en
ciudadanos capaces de corresponderá aquel magnífico objeto.
Mas el génio del mal nos perseguía, y estaba decretado que
Bolivia arrostrase los contrastes de la mas horrenda fluctua
cion. Patricidas que deseaban devorar á sus semejantes, y
sentarse sobre el cadáver de la patria, sorprendieron la senci
llez de los pueblos: ellos arrebataron los sufrajios con la mas
inaudita coaccion y prostituyendo todos los principios de la
moral, y de la decencia arrastraron al santuario de las leyes
una mayoría corrompida y venal. Así por el medio de aten
tados que se resisten aun á los sentimientos humanos, fué
creado un Gobierno sin prestijio, sin respetabilidad, y sin
ninguno de aquellos elementos capaces de fundar la prosperi
dad de los pueblos.
Por humillante que hubiese sido la situacion de los bolivia
nos, no podían contemplar á sangre fria el deshonor de su
patria. El Ejército, el pueblo y la República entera, dieron el
grito de indignacion al ver una conducta tan contraria á sus
intereses. ¿Ni cómo unos pueblos que habian servido de cuna
á la libertad, se someterían á tan temerarios procedimientos?
Preciso habría sido compararlos á las hordas errantes del
Africa, ó suponer que en Bolivia no hay hombres justos, ó
del menor sentido comun. Y no obstante, se trató de que los
bolivianos inclinasen la cerviz á los caprichos de una admi
nistracion efímera, que en los pocos instantes de su duracion,
conculcó las leyes y los derechos mas sagrados. Al verse Bo
livia de este modo burlada en sus esperanzas; violada la jus
ticia, la buena fé, y las mas simples consideraciones, era
indispensable que una grande resolucion salvase el Estado, ó
le borrase de la faz del globo. Sucedió La historia y la
posteridad designarán los responsables de la funesta jornada
del 31 de Diciembre.—Por lo que hace á nuestros pueblos,
despues de aquel acontecimiento todos ellos han justificado
el cambio. Casi los mas departamentos han reclamado la nu
lidad de sus diputados, que abusando de los poderes que ja
más merecieron, han envilecido su nombre, empleándose solo
en desgarrar las entrañas de la patria y conducirla al borde
de su ruina. Afectados así, Excmo. Señor., los manantiales
de la vida del Estado, entronizada la anarquía en la misma
Asamblea, y difundida por todos los pueblos de la República,
fué consiguiente la disolucion de aquel cuerpo que moralmente
había perdido toda su opinion. Es entóneos que entregada
—608—
Bolivia á la horfandad mas lamentable, y no divisando otro
horizonte que catástrofes sin fin, vuelve sus abatidos ojos ha
cia V. B¡.— Un clamor general, y la eleccion mas espontánea, y
directa, ratifican el voto del Con garoso Constituyente extraor
dinariamente rennido. Por todos los ángulos de la República
el nombre de V. E. se clama como el ánjel de la paz. El Vi-
ce-presidente regulador de la opinion pública corresponde á
ella y á sus deberes. Baste decir que con solo anunciar que
V. E. es llamado á Bolivja, segun el decreto de 3 de Enero,
las pasiones mas exaltadas, y los ánimos mas irritados se res
tituyen á la calma, porque todos esperan que V. E. pondrá
un término á sus males.—Tal es señor la situacion actual de
mi patria. Atemorizada por el cuadro de las desgracias pre
sentes, y no ménos aflijida por los infortunios de lo venidero;
quiere que V. E. sea el conciliador de las diferencias domés
ticas, el que cicatrice las heridas de la Nacion; el que ampa
re la inocencia, y la justicia; y en fin el que restablezca á
Bolivia su nombre, su reputacion y reposo.
Si Y. E. ha sabido adquirirse un nombre sin mancilla sir
viendo á esta Nacion magnánima; ¡cuántos mas títulos de
gloria debe esperar, empleando sus talentos en obsequio de
la misma patria! Volvamos, señor, á nuestros hogares. Allá
en medio de sus hermanos, compatriotas y amigos, podrá
consolarse de la pérdida de las dulces satisfacciones que dis
fruta en este suelo jeneroso, y por lo ménos el mérito de haber
salvado á su patria, compensará tantas privaciones y sacrifi
cios. ¿Seria posible, que V. E. permitiese, que los infelices
bolivianos jiman por mas tiempo bajo el peso del infortunio?
¿Que la sangre de sus hijos inunde los campos, y que una
vasta soledad cubra de horrores la tierra en que nació? No,
Coriolano resentido cedió al llanto de su madre: la naturaleza,
recobró sus derechos, y desarmó el brazo de la mas fuerte
venganza. ¿Y V. E. querido y llamado por la madre patria,
por esa patria adorada, desoirá sus clamores? Repito, que no:
porque, ¿dónde entóneos los deberes del honor, de la sangre,
y de lo que hay mas caro, y amable en el universo? Preciso
es, señor, escuchar los acentos de la naturaleza, y no ahogar
ese dulce impulso. Corramos pues á las altas cumbres del
Illimani, y del Potosí.
Desde aquellas elevadas cimas, los manes de nuestros pa
dres que honraron con su vida los patíbulos, gritan al corazon
de V. E. Y á mí que por uno de aquellos resortes del destilo,
me ha sido confiado el alto ministerio de representarle la
imájen de mis infortunados compatriotas, séame permitido
conjurarle á nombre del Dios del Universo, que venga á enju
gar el llanto de los bolivianos ó rmxvnow el nombre americano.
—609—
El señor Dr. D. Agustín Fornanrlez Córdoba, Arcediano
de la Paz, como Representante de aquel Cabildo Eclesiástico,
su R. Obispo y Clero:
Señor:—Habeis oido las desgracias de Bol ivia.—En todos
tiempos y en todos los estados ha habido dias de felicidad, y
momentos de desgracia, y el Cielo que decreta el daño, suele
compasivo proporcionar el remedio. El Cabildo Eclesiástico
de la Santa Iglesia Catedral de la Paz en Bolivia, su reve
rendo Obispo electo, y el resto de Clero de la Diócesis, al
Teros próximo á volver á pisar el patrio suelo, que os ha
•visto nacer, y por unánime consentimiento de los pueblos,
investido de la augusta dignidad de Presidente del Estado,
despues de los instantes funestos en que las pasiones de los
hombres, usurpando el dominio de la razon despertaron la
discordia, que empezó á sacudir sobre todas las cabezas sus
antorchas incendiarias; conoce con claridad que el Omnipo
tente (aunque inmutable) pasa de la cólera á la compasion,
de la justicia á la misericordia, de la venganza al perdon:
que pasen los bolivianos de la muerte á la vida, de la igno
minia á la gloria, de la flaqueza á la potestad, del combate de
las ideas á la victoria, del juicio y de la victoria al triunfo.
Los bolivianos, señor, cuyo carácter es la moderacion y la
cordura, y cuya fuerza consiste en la íntima union y en la
concordia, han dado el pernicioso ejemplo de una alteracion
fatal por sucesos que la maledicencia componia, y el error
exajeraba, para aumentar en los unos la confusion, y en los
otros la amargura. Fijan en vos su corazon y sus ojos, y sien
do ya la fortaleza, y la esperanza sus áncoras, están seguros
de que no perecerán. Favores son del Cielo que ha querido
protejerlos. El alto respeto que os tributa como á su Jefe
Supremo, el amor que os profesan como á su conciudadano,
la ternura que inspira la dulce cualidad de compatriota, y la
esperanza que nace de ser vos de su eleccion y de sus votos,
el ejemplo de vuestras grandes virtudes, y vuestras acciones
heroicas dignas de ser envidiadas de losScipiones y Anníbales;
son otros tantos motivos, que les aseguran en vos exclusiva
mente el término feliz de sus desgracias, y su dicha constante
en lo futuro. Por esto han quemado inciensos puros sobre los
altares para que lleguen con sus adoradores hasta el trono del
Altísimo, por esto han enviado repetidas veces al Cielo el sa
crificio de gracias porque lluevan torrentes de felicidad sobre
Bolivia y su ilustre Presidente. iY permitireis, señor, queden
frustradas tan lisonjeras y ta» bien fundadas esperanzas?
Tom, ni. Hhtobia—77
—610—
Cuando al dejaros ver en Bolivia la virtud reconocerá su
imperio, sus derechos la libertad, y sus obligaciones el pueblo:
¿rehusareis lanzaros adonde os llama el desti no mas glorioso!
Proclamado el salvador de nuestra patria, ¿la negareis e» su.
naufrajio una mano bienhechora? No, señor. Sabido es, que
vuestro pecho es sobradamente noble, y vuestra alma dema
siadamente jenerosa; y nosotros, que tenemos el distinguido
honor de ser enviados cerca de vuestra persona, ya tardamos
en satisfacer sus ánsias de veros en su seno, ejerciendo la su
prema autoridad que por el Congreso General Constituyente,
la Asamblea Convencional, el Vice-presidente Ejecutivo pro
visorio, los departamentos, los pueblos, los cuerpos, los indivi
duos de tantas maneras os ha sido confiada. Sus se ntimientos
se hallan cifrados en estos renglones, que tenemos el honor
de presentaros.—Dignaos, señor, recibir bien, -y á la faz del
mundo entero, esta sincera expresion de su n\as libre, y es
pontánea voluntad.—Y dígnese V. E., Señor T^xcmo., recibir
con igual bondad mi particular sumision, v ñ obediencia y
respeto.
Don José Buytrago, capitan y ayudante del señor general
Prefecto de la Paz Francisco López:
Excmo. Señor:—La comunicacion que tengo la honra de
poner en manos de V. E. acredita mi persona para poder tras
mitir los sentimientos del señor Prefecto y Comandante Ge
neral de la Paz, y decir á V. E., que aque Ha patria que le vió
nacer, y en la que respiró V. E. los primeros alientos de la
vida, hoy se halla abandonada á los caprichos del azar. Ella
quiere ser rejida por V. E. como por el mas digno de sus hijos
y como el hombre habituado á los trabaj os del Gobierno fijará
sus destinos sobre las bases de la justicia, y sobre los princi
pios que ha proclamado el nuevo mando. ¿Podrá V. E. desa
tender sus votos? Bolivia pide, y su naturaleza es su garante.
El Prefecto y Comandante General López por su parte ofre
ce á V. E. cuanto puede ofrecerle: una espada que se ha dis
tinguido siempre en defensa de las leyes, y un corazon que
jamás se ha contajiado con los horrores de la indisciplina, á
pesar de los terribles ejemplos que se han ejecutado en Boli
via; Fiel á las instituciones y á sus deberes: respetuoso á las
autoridades de la Nacion; él aborrece los desórdenes, y se dis
tingue por un carácter pacífico que solo puede turbarse en los
riesgos de la patria. Soldado en el campo de batalla, ciuda
dano en el reposo de las armas, sensible en fin en las desgra
cias de su país; él quiere obedecer á V. E. y ver el término de
tan desastroza carrera.—Si al cumplir esta honrosa comisión
—611—
•tne fdeee permitido decir algo de mis sentimientos particula
res; yo, señor, rogaría á V. E., por los intereses de mi patria,
insigne, cuyas virtudes pueden solas hacer la felicidad de la
Nacion.
Don Manuel Navarro, capitan y ayudante del señor coronel
Prefecto de Oruro D. José Villegas:
Excmo. Señor:—El Departamento de Oruro de donde tengo
el honor de ser enviado está así mismo lleno de los senti
mientos mas clásicos de patriotismo; y su mayor ansia es ver
salvada la patria por el hijo predilecto de Bolivia, por el Gran
Mariscal Santa-Cruz: el acta que tengo la gloria de poner en
las respetables manos de Y. E. comprueba hasta la evidencia
mi expresion.
Don José Fernandez de Córdoba, Sub-prefecto de la pro
vincia de Muñecas, por los empleados de la Paz:
Excmo. Señor:—No es de la patria de' Coriolano, que los
conciudadanos de V. E. vienen á desarmar un brazo pronto á
descargar sobre sus cabezas. Es Bolivia cuyo seno se halla
despedazado por una série de acontecimientos desastrozos,
que implora los servicios del mas ilustre de sus hijos. Este
pueblo primojénito de la independencia, que convidó á las
demás secciones de la América á la lucha continental; aun no
puede gozar los bienes de su emancipacion, por aquel terrible
ascendiente, que las pasiones tienen sobre el corazon del
hombre. Los partidos y los intereses privados han devorado
^ub entrañas; la indisciplina ha ocasionado desórdenes funes
tos; la exaltacion de las ideas ba llevado la patria á aquellos
excesos que son su consecuencia. Los lazos de Bolivia han
jemido largo tiempo sobre la ruina de las leyes, y una nube
pendiente sobre nuestras cabezas, amenazaba despedir el ra
yo desolador. Pero sea que el génio del bien haya sonreido
sobre nosotrosl sea, que las tempestades violentas se disipan
en sus mismos estragos, el orden va á restablecer su imperio,
y la República no espera sino el brazo bienhechor de V. E.
para levantarse de sus ruinas.
Ella ha invocado á V. E. con aquellos derechos que cree
tener sobre su persona, persuadiéndose, que aquel de sus hi
jos qué llevó la victoria bajo los fuegos del Ecuador, y supo
dirijir los destinos de tm gran pueblo en las oscilaciones de la
opinion, no podrá negarse á sus necesidades, y sus deseos:
V. E. es la esperanza de Bolivia; y solo V. E. puede salvarla.
—612—
Estos son, señor, sus títulos, y ellos tienen mucho imperio
sobre un corazón que se ha consagrado á la gloria. V.JB. pa
sará á los fastos de la América con aquel renombre con que
han pasado hasta nosotros los Cincinatos y los Camilos: y Bo-
livia jirando en el curso de los siglos, dirá que debe su exis
tencia y su grandeza á las virtudes de V. E. Estos son, señor,
los sentimientos de todos los empleados del Departamento de
la Paz, á que tengo la honra de pertenecer, y los de todo bo
liviano amante á los intereses de su patria.
El capitán D. Fermín Eivero, por el batallon Cazadores
número 2:
Excmo. Señor:—órgano de los sentimientos del batallon
Cazadores número 2 de Bolivia, tengo el honor de presentar
me á V. E., y trasmitirle los votos de cada uno de los que
componen aquel cuerpo. Ellos aman la patria: ellos la ven
espuesta á los estragos del desórden, y no encuentran otro re
medio á las desgracias públicas que la aparicion de V. E. en
el suelo natal. Grandes acontecimientos han tenido lugar en
Bolivia y han escandalizado la opinion; pero el batallon á que
tengo la felicidad de pertenecer, ni ha olvidado su moral, ni
ha perdido jamás la austeridad de su disciplina. Hoy mas que
nunca, que se halla rejido por unos superiores amantes del
honor y de la gloria, puede considerarse como el mejor apoyo
de las leyes. Sus bayonetas enfrenarán la discordia, y V. E.
dirijiendo los destinos de la patria en que nació, tendrá el
placer de presentarse al mundo como el autor de la dicha de
millares de hombres y de mil jeneraciones. Estos son, señor,
los mas sinceros votos de los jetes, oticie'es y tropa del bata
llon Cazadores, y los míos particuíarmeme como el último de
sus individuos. .
El capitan D. José Benito Velasco, por el batallon Consti
tucional número 3:
Excmo. Señor:—El batallon Constitucional número 3 de Bo
livia no pudiendo mostrarse indiferente á las calamidades, de
la patria, y viendo que solo V. E. puede salvarla de los desas
tres que la amenazan, ha querido dirijir esta comunicacion
que tengo la honra de ponerla en manos de V. E. En ella
existen los sentimientos del cuerpo de que yo dependo, que no
son sino el eco de la expresion general de toda la República.
Mis compañeros de armas al tiempo de confiarme esta honrosa
comision, me han impuesto el deher de asegurar á V. E. las
muestras de su subordinacion y respeto, y protestarle firme
—613—
mente que las bayonetas del batallon Constitucional serán en
todo tiempo, como hasta ahora lo han sido, el apoyo de las
leyes, y el garante del orden público. Quiera V. E. aceptar
tan sinceros sentimientos, como los mios particulares.
CONTESTACION DE S. E. EL GBAN MARISCAL D. ANDRÉS SANTA-CRUZ.
Triste es, señores, la reseña que me habeis presentado de
Bolivia, y aunque os habia precedido el ruido de los aconte
cimientos que allí se han sucedido, no he podido escucharos
sin lastimar mi corazon. Los conflictos de esa República exci
tan el pesar al verla desplomarse en el abismo de la anarquía
y envolverse en ella una porcion de americanos ilustres, cuyo
llamamiento á la libertad resuena todavía en el continente.
Un estado tan funesto hace irresistible vuestra mision para
un americano que ha consagrado su existencia á la causa de
los pueblos, y que no puede ser indiferente á las desgracias
de la tierra en que nació.
No debo ocultar cuan sensible me sea tener que ausentarme
de entre mis mejores amigos, y del país á que me ligan la
gratitud y tambien la sangre. Bien sabido es cuanto debo al
Perú, y que este ha sido el campo de mis trabajos, y donde
algunos de mis servicios, protejidos por la fortuna, han sido
consagrados por la afeccion, y no debe extrañarse que yo lu
che todavia en tan fuerte perplejidad.
En circunstancias mas prósperas para Bolivia yo habria
dudado menos: pero cuando la afliccion y los infortunios han
concentrado la voluntad general para llamarme, y se ba crei-
dq que mis débiles esfuerzos pueden contribuirá levantar esa
Nacion casi sumerjida, ya no me es dado vacilar. Los peli
gros de la patria, las grandes dificultades que se oponen á su
organizacion, y el voto nacional manifestado de tantos modos
por las diferentes clases del pueblo y por el Gobierno Supre
mo, en ocasion tan difícil; son los motivos que pueden deci
dirme, y excusar mi ausencia ante los peruanos.
Iré, señores, no á ocupar una silla que no es de mi inclina
cion, sino á servir á Bolivia, y á sacrificarme en su obsequio,
por corresponder á su confianza, y llenar sus esperanzas.
Esta es ya mi resolucion que podeis trasmitir á vuestros
comitentes, agregando que no será imposible la obra que nos
—814—
proponemos, si como han sabido rennirse para obligarme,
continúan en torno del Gobierno para ayudarle; deponiendo
por el bien público pasiones innobles, é intereses personales.
Proteja el cielo tantos esfuerzos, y los eficaces de vuestra mi
sion. Que su resultado sea la existencia de Bolivia siempre
amiga del Perú.
ftejníblica Peruana.—Comandancia General del Departamento
de Guayaquil, á 25 de Abril de 1829.
Señor Coronel D. Mariano Castro, Secretario General de S. E.
el Presidente.
Señor Coronel:
Tengo la honra de comunicar á US. mi arribo á esta ciu
dad en la goleta nacional "Sirena", la noche del 22 del pre
sente á los tres días de navegacion, habiéndome precedido un
diael batallon Ayacucho 1? de línea qué condujo la corbeta
"Pichincha", y el bergantín holandés "Mercurio". Despues de
recibir de mi antecesor el señor coronel Prieto con el mando
militar del Departamento los conocimientos respectivos del
estado de las fuerzas guarnicionarías, de los puntos ocupados
por nuestras armas, y del número y posiciones del enemigo,
determiné reconocer personalmente el pueblo de Samboron-
don, y marché con efecto en la tarde del 23 con las lanchas
cañoneras que se remitieron de la Escuadra para aumentaría
línea de fuerzas útiles al frente de dicho pueblo. Informaré á
US. del resultado que ha tenido este reconocimiento, y de la
situacion presente de los invasores de Guayaquil, bajo todos
aspectos, para que instruido S. E. el Presidente, por US. mis
mo, de todos estos pormenores pueda apreciarlas necesidades
del Departamento, y penetrarse bien de cuanto tiene relacion
con el particular.
Los batallones enemigos Caracas y Yaguachi, fuertes de
600 plazas segun las noticias recibidas, doscientos Rifles, y
cien Húsares de Colombia ocupan Samborondon bajo la con
ducta de) general Flores, mientras el general Illingrot á la
cabeza de seiscientos infantes de los batallones Ayacucho y
Jiraldo, de doscientos otros Rifles y de una compañía del es
cuadron del Istmo, tiene bajo su poder la villa de Daule y
algunos puntos avanzados con direccion á esta Plaza, en los
—615—
que mantiene alternativamente fuerzas mas ó ménos numero
sas. Se me ha asegurado tambien' noy mismo, aunque no de
una manera probable, que el batallon Quito ha llegado á Ba-
bahoyo con el destino de reforzar á la division enemiga. Pero
aun sin hacer mencion de este cuerpo, debe creerse que los
enemigos cuentan en toda la extension del Departamento una
fuerza de mil ochocientos ó dos mil hombres, infantes y ca
ballos, que se han apoderado de la mayor parte de las pobla
ciones situadas á las márjenes de los rios que corren al N. E.
y 29", O. de esta ciudad; y que pió á tierra nuestros cuerpos de
caballería y reducida la esfera de nuestras posiciones en el
Departamento á la sola capital y algunos de los pueblos mas
desprovistos de todo jénero de recursos, es sumamente indis
pensable que la division que ocupa la Plaza se aumente todo
lo posible hasta que llegue á ponerse en actitud de abrir las
operaciones sobre el enemigo con esperanza de un buen su
ceso. Conseguiremos-entonces extender la línea de nuestros
recursos, podremos colectar algunos caballos para los cuerpos
de esta arma casi condenados á la nulidad en el día; y aun es
de esperar que obtengamos sobre el enemigo grandes ven
tajas.
El escuadron 1? Dragones de Arequipa, y el batallon Ca
llao que arribaron á la Puna, con el rejimiento Húsares, el 23
del presente, llegarán en la noche de hoy ó mañana a mas
tardar en la "Pichincha" y "Guayaquileña", que zarparon
ayer de esta Ria para trasladarlos, no pudiendo la "Montea-
gudo" venir así cargada hasta el fondeadero. La llegada de
estos cuerpos asegura sin duda la conservacion de Guayaquil
bajo nuestras armas, cualesquiera que sean los movimientos
y ataque del enemigo; mas yo creo muy conveniente y aun
me atrevo á decir necesario que se remitan tres ó cuatrocientos
caballos para poder iniciar las operaciones cuyo éxito seria
bien dudoso de otra manera.
Con sentimientos de consideracion y aprecio me suscribo
de US. atento, obediente servidor—M. Necochm.
i
Adicion:—26 de Abril de 1829.—Por dos espías acabados de
llegar de Samborondon, he recibido la noticia de que el bata
llon Quito empezaba hoy á llegar á este pueblo.
—616—
COLOMBIA.
PROCLAMA.
¡Colombianos!—Despues de la pacificacion de Pasto, de
la victoria de Tarqui y del convenio de Jirón, me dirijo á
vosotros para felicitaros por el término que han tenido las
garandes crisis que ajitaban la República. Tan prósperos acon
tecimientos deben prometernos esperanzas lisonjeras de la
augusta Representacion Nacional, que se ha convocado para
el 2 de Enero. Ventilareis allí todos vuestros derechos, todos
vuestros intereses; y de acuerdo con vosotros mismos os dareis
un nuevo Gobierno capaz de mantener la libertad y la inde
pendencia de Colombia: pero necesitamos para lograr esta
dicha, calma en las pasiones y firmeza en los combates.
TSo se ha cumplido, el convenio de Jirón, por parte del Pe-
rñ, alegando por pretestos nuevas injurias contra Colombia.
Nos veremos obligados á emplear la fuerza para conquistar la
paz, y aunque la gloria seria el producto de nuevos comba
tes, propondremos todo á la consecucion del reposo de la
América, y en particular de los pueblos del Sur, cuyos dolo
rosos y crueles sacrificios han servido poderosamente para
repeler la invasion del enemigo.
Recuperemos á Guayaquil únicamente para cumplir con los
preliminares de paz concluidos con el Perú: no dispararemos
un tiro, ni aun para defendernos, sino despues de haber agota
do nuestro sufrimiento, y de haber reclamado en vano nuestros
incontestables derechos. Haremos mas: expulsados que sean,
los peruanos y los facciosos de Guayaquil, pediremos la paz á
los vencidos: esta será nuestra vindicta. Tan moderada con
ducta desmentirá á la faz del universo nuestros proyectos de
conquistas y la inmensa ambicion que nos suponen. Y si des
pues de estos rasgos de noble desinterés y de desprendimiento
absoluto, nos combaten todavía, nos calumnian y nos quieren
oprimir con la opinion del mundo, responderemos en los cam
pos de batalla con nuestro valor, y en las negociaciones con
nuestros derechos.
¡Colombianos!—Gomo súbdito de la voluntad nacional, yo
no hago mas que manifestar la intencion del pueblo y la ca
pacidad del Ejército. Justo el primero, y heroico el segundo,
contemos con la victoria y la paz.
Cuartel General en Rumipamba, á 3 de Abril de 1829.
Bolívar.
—G17—
EJÉRCITO PERUANO.
BOLETIN NÚM. 4.
Adicion al Boletín núm. 3.
En este número dejó de recomendarse á las consideraciones
de la República por falta de datos, al teniente coronel gra
duado de artillería D. Francisco Mendiz, y á los capitanes de
infantería D. Julian Montoya, D. Joaquín Torrico y D. Felipe
Rosel.
JE1 2 de Marzo despues de ratificados los tratados en Jirón,
empezó el Ejército á contramarchar por divisiones: en dicho
panto se dejó un hospital con 114 heridos, á cargo del capi
tan D. Francisco Guerrero, bien provisto de botiquines, dine
ro, subsistencia, y un facultativo que los asistiese.
El Ejército en el órden indicado atravesó eL camino hasta
el Macará, el que por su natural desprovision, aumentada
por el tránsito del primer cuerpo del Ejército que salió de
Tambo-grande, ofrecía obstáculos casi invencibles para pro
porcionarle la subsistencia necesaria; pero superados estos á
fuerza de actividad, y por el sufrimiento y subordinacion, sin
ejemplo, de nuestros soldados, llegó á la Tina el 28, despues
de hacer los descansos precisos. Allí permaneció la 2a divi
sion, mientras el resto del Ejército esperaba que el Macará
bajase el caudal de sus aguas que con la multitud de lluvias
era bien copioso, y casi impasable: lo verificó la caballería el
24, y en seguida toda la demás infantería continuando su
marcha en el mismo órden hasta Piura.
En esta ocasion han justificado nuestras tropas lo que vale
la moral y disciplina. Cualquiera que haya transitado por es
tos lugares del Asuay, admirará que 3,500 hombres los hayan
atravesado, siendo el país casi desierto en la fuerza de la
estacion del invierno, y lo que es mas, sin que haya sido ne
cesario hacer el mas pequeño castigo correccional.
En el camino se encontraban continuamente muchos de
nuestros dispersos, que presentándose á sus filas engrosaban el
Ejército; do manera que al llegar á Piura contaba este con
cerca de 4,000 hombres de todas armas, numerándose entre
ellos algunos que han fugado del Ejército colombiano, donde
habian sido enrolados despues de haber tenido la desgracia
de caer prisioneros. Cada paso que han dado los jefes colom
bianos es un insulto á la Nacion: precisar á los soldados pe
ruanos á tomar las armas asociados á sus asesinos, es una
Tom. viu, Historia—78
—618—
conducta desconocida entre los ejércitos, y un brusco ataque
al derecho de jentes, abusando del estado desgraciado en que
se hallaban nuestros soldados al tiempo de precisarlos á tan
miserable partido: algunos de los fugados anuncian que nues
tros heridos despojados de sus vestidos, de sus útiles, y aun
de su dinero, han sido incorporados á sus batallones, y esta
seria la última atrocidad, indecencia, y mala fé: los hospitales
son un sagrado aun entre los bárbaros. Suspendemos pues
el juicio sobre este particular, pues nos es casi imposible creer
tal infamia.
Nuestros oficiales prisioneros se restituyeron al Ejército, á
excepcion del señor coronel Sufriátegui, y alférez Mendiburn,
que por estar mal heridos, quedaron en Cuenca. Todos los
generales, jefes y oficiales prisioneros que existían en este
Cuartel General pertenecientes á Colombia se devolvieron
tambien, y para que lo verifiquen algunos que existen en el
interior, se han dado las órdenes convenientes.
Algunas provisiones y almacenes que existían en el tránsi
to, especialmente en Loja, se hicieron conducir al Perú sin
dejar nada que nos interese, lo que ha costado grandes sacri
ficios.
Cuartel General en Piura, á 1? de Abril de 1829.
El Coronel Jefe de E. M. G.
Pedro Bermudes.
PIUEA.
AL PUEBLO DE COLOMBIA Y ¿ TODOS LOS PUEBLOS DE AKÉBICA»
Para presentar una prueba tan auténtica como incontesta
ble de la alevosía y mala fé que ha señalado casi todos los
actos de los gobernantes de Colombia con respecto al Perú
antes y despues del célebre manifiesto en que el general Bolí
var hizo su solemne rompimiento de la paz, se ha resuelto
dar á luz pública la siguiente nota del general Plores, cuyo
orijinal existe en poder del 2? ayudante del E. M. G. sarjente
mayor D. Manuel Odriozola para que sea confrontado por las
personas que gusten hacerlo. Este documento, al paso que
desmiente el parte dado por el coronel Wright, las protestas
—619—
délos generales Flores é Illingrot, las aserciones que se ha
llan en varios documentos oficiales del Gobierno de Colombia,
y en fin las descaradas falsedades que estamparon los perio
distas de Guayaquil en aquella época de vergüenza y de men
tira, pone al descubierto la perversidad de los jefes que sirven
á la causa del general Bolivar, y trabajan por hacer brillar sus
sienes con la diadema de los reyes, convirtiendo á su patria
en una prision de esclavos y cambiando el dulce cetro de las
leyes por el látigo feroz de la tiranía.
República de Colombia.— Comandancia en Jefe del Ejército del
Sur— Cuartel General en Cueiusa, ál de Agosto de 1828—18.
Al señor General Comandante del Apostadero de Marina de
Guayaquil.
Por las poderosas reflexiones que US. se ha servido hacerme
en su oficio del primero del corriente, y considerando que los
intereses nacionales y particulares del benemérito comercio
de esa ciudad, he resuelto:—Primero: que la goleta de guer
ra la "Guayaqui leña"' unida á otro buque que US. hará armar
y tripular lo mejor posible, y ambos á las órdenes del señor
coronel Carlos T. Wright, tomen la corbeta de guerra del
Perú "Libertad" donde quiera que la hallen sola. Segun
do: que tomado este buque y despues depuesto en perfecto
estado de guerra se una á la misma "Guayaquileña", y am
bos buques al mando del mismo coronel Wright salgan inme
diatamente al mar con los objetos siguientes: 1? Tomar todos
los buques de guerra y mercantes del Perú, sea que los en
cuentren en alta mar, ó sea que estén en cualquiera de los
puertos, caletas ó surjideros de aquel Estado. 2? Con el de
hostilizar el comercio del Perú, y aun de arruinarlo si posible
fuere, 3o Con el de inquietar los ánimos y esparcir la alarma
en toda la costa del Perú, ya amagando con desembarcos, ya
apresando toda especie de buques, poniéndose en comunica
cion con los habitantes, y ya, en fin, esparciendo notieias so
bre la fuerza, movimientos y triunfo de nuestro Ejército. 4?
Con el de maniobrar de tal modo que impidan todo bloqueo
sobre Guayaquil. 5? Con el de impedir todo movimiento de
tropas por el mar que nos pueda ser perjudicial. US. dará
además al coronel Wright todas aquellas instrucciones que
—620—
tiendan al buen desempeño fde su importante comision. En
ella contraerá US. todo su saber y su experiencia á presentar
todos los medios imajinables para impedir un combate desi
gual por el cual perdiésemos alguno de los buques, pues US.
sabe muy bien que son tan graves los males que se nos segui
rán de esto, como son importantes los servicios que ellos nos
podrían prestar, y como es alta la reputacion que resultaría
al coronel Wright, del buen excito de las operaciones que se
le confian J. J. Flores.
PROCLAMA.
El Comandante General del Departamento, á los habitantes de
Guayaquil.
Guayaquileños:—Desde que la munificencia de mi Gobierno
me encomendó el honroso encargo de ponerme al frente de
este Departamento, yo consentí gustoso en desempeñarlo á
pesar de su enorme responsabilidad, confiado mas que en
mis propias fuerzas, en el valor de mis compañeros y en
vuestras virtudes civicas. Admirador de tantas bellas accio
nes que señalaron la época de vuestra emancipacion, y con
vencido de vuestro constante ódio á toda especie de tiranía,
yo no pude dejar de conocer de cuánto seriais capaces por
sacudir la que pesaba sobre vosotros: hasta el dia no hau sido
burladas mis esperanzas, y esta feliz conformidad entre vues
tros sentimientos y los del Gobierno, me han obligado á ha
blaros con franqueza. ¿Ni qué tendría que ocultar á hombres
que conocen sus derechos y se interesan tan vivamente en
sostenerlos? Yo os anuncio pues sin rebozo, que el enemigo
tiene la osadía de acercarse á vuestros bogares, que se atreve
amenazaros en su indignacion, y que ha llegado en fin la
hora de volar á defenderlos, y de que humilleis su impotente
altivez en compañía de los bravos que hau jurado rendir el
último suspiro antes de abandonar este hermoso pueblo al
desenfreno de esa soldadezca brutal y sedienta de vuestra
sangre.
Compatriotas:— Eecordad el dia fausto en que Guayaquil
rodeada del esplendor de su gloria levantó altiva su cabeza
del océano de lágrimas en que fué sumerjida por el despotis
mo peninsular. Rompísteis entónces denodados el cetro de
—621—
los reyes, y ¿os encorbareis ahora bajo el ominoso yugo de los
dictadores? No: jamás caiga tamaña infamia sobre el suelo
que os vió nacer. Antes morir mil veces que transijir con los
tiranos. ¿Qué podeis esperar de su cólera sino sangre y hor
rores? De su misma clemencia ¿qué podeis prometeros sino
los caprichos del poder absoluto, la débil abyeccion de los
esclavos, y los insultos y el desprecio de los señores? Nosotros
os ofrecemos la seguridad, las garantías y la majestuosa dig
nidad del hombre libre.
¿Y vacilareis al elejir entre'el honor y la infamia, entre la
libertad y la servidumbre? ¡Ah! No: vosotros seguireis sin
duda la senda á que os llama vuestro amigo—
José Prieto.
Guayaquil, Abril 9 de 1829.
PBOCLAMA.
A los cuerpos que guarnecen el Departamento de Guayaquil.
Soldados:—Pisamos un suelo amigo que despues do haber
sufrido los males horrorosos del despotismo, se halla bajo de
vuestra poderosa proteccion. Al mismo tiempo que defende
remos la Libertad, vengaremos los agravios con que se ha
querido hundirnos en el abismo de la infamia.
Soldados:—Aun humea la sangre cobardemente derramada
de nuestros compañeros de armas que tuvieron la desgracia
de caer prisioneros el 27 de Febrero, y oimos los gritos de
venganza que exhalan desde la tumba.—No contentos nues
tros enemigos con haber cometido tan infames asesinatos, nos
llenan de nuevas injurias, mandando erijir monumentos que
lleven hasta las jeneraciones mas remotas un baldon inmenso
para nosotros y para la República. ¿Y habiamos de sufrirlo?
No; perezcamos todos con gloria antes que vivir en la igno
minia.
Soldados:—Aunque los enemigos afecten despreciaros, ellos
en el fondo de sus conciencias conocen lo que valeis; no se
acercarán sino con el respeto que inspiran los valientes; y la
experiencia les enseñará cuan caros se pagan los insultos
hechos á'hombres que prefieren la muerte al envilecimiento.
Soldados—En los mayores peligros estará siempre con vo
sotros vuestro general—
Mariano Necochea.
Cuartel General en Guayaquil, á 24 de Abril de 1829.
—622—
PROCLAMA.
A los guayaquileños.
Guayaquileños:—Vuestros votos han sido escuchados. El
Perú os tiende una mano protectora, os sostiene con todas
sus fuerzas. Un Ejército, cuya vanguardia ha desembarcado
ya, vuela á protejer vuestra Libertad: esa Libertad que tanto
mereceis, porque habeis hecho inmensos sacrificios por con
seguirla. Vuestros antiguos tiranos no volverán á pisar este
suelo que tantas veces han profanado con sus crímenes.
Guayaquileños:—No se consiguen grandes bienes sin gran
des sacrificios. El Ejército Peruano está dispuesto á hacerlos,
y yo espero que vosotros le ayudeis con todas vuestras fuer
zas. El tiempo de la tormenta será corto, y cuando el cielo
aparezca sereno entonareis himnos á la Libertad con tanto
mayor placer cuanto mas hayais trabajado por conseguirla.
Guayaquileños: —Yo me congratulo de haber sido destinado
á la noble empresa de defenderos. Constante siempre en ha
cer la guerra á los tiranos, exhalaré el último aliento soste
niendo la causa de los pueblos.
Mariano Necoehea.
Cuartel General en Guayaquil, á 24 de Abril de 1829.
Ejército del Perú.—Estado Mayor.—Tercera Division.—Can
ton de la Magdalena, á 5 de Junio de 1829.
Al señor General Comandante General D. Antonio Gutierrez
de La-Puente.
Señor General:
Tengo la honra de elevar á manos de US. la adjunta repre
sentacion. Ella tiene por objeto el que US. acceda á la súpli
ca de los jefes que la suscriben. Penetrado del interés que le
anima por la felicidad de su patria, estoy seguro que pesará
-«23—
en la balanza de una equidad la mas severa, las razones que
alegan para salvar al país. Yo descanso en esta persuasion:
y desde luego US. queda responsable, ante la Nacion, de los
males que irremediablemente van á abrumarla, si en el mo
mento mismo no justifica la confianza que en US. han depo
sitado todos los verdaderos amantes de su prosperidad.
Dios guarde á US.—El Jefe.—J. Félix Castro.
Señor General:
Los jefes que suscriben, unánimes y conformes en senti
mientos, é impelidos del deber sagrado que les impone la
sadvacion de la patria, á US. con la debida subordinacion
representan: Que, conservando las bases de la milicia, y cie
gos obedientes á las órdenes superiores, prestaron su reconoci
miento de obediencia al actual Presidente y Vice-presidente,
sin que entónces hubiesen desconocido sus derechos ni de
jado de calcular los males en que iba á ser 'envuelta la
República. Bajo de estos mismos principios la fuerza armada
ocupó las fronteras del Norte para contener á costa de su
sangre la inviolabilidad del territorio de la República que se
decia amenazado por el general Bolivar, penetrando otra par
te respetable de él, en el Sur, sobre Bolivia, y cuya guerra
considerada mas de alta política que de invasion 6¡conquista,
correspondió á los deseos del héroe que la dirijió, y á los inte
reses de ambas repúblicas. En este estado de cosas, un cálculo
militar errado, 'y apoyado por intereses particulares, obligó á
S. E. el Presidente á traspasar los límites de Colombia. Ha
cer una referencia, según lo demuestran los papeles públicos,
de esta marcha hasta su término en Tarqui, seria molestar
sin fruto á US. y separarnos del gran objeto que nos anima.
En Jirón se celebraron preliminares que debian servir de ba
se para el establecimiento de una paz duradera. Estos, rati
ficados por ambas partes, suspendieron las hostilidades, que
despues se han roto. Los que suscriben no se meterán á in
dagar si S. E. tuvo ó nó facultades para ello: pero sí, saben
que su decision está "fijada á la Representacion Nacional; y
que el Excmo. Señor Presidente el Illmo. Señor General en
Jefe, por su posicion, convendrían en ellos.
La situacion actual del Perú es la mas crítica y peligrosa
en que un país puede encontrarse: y ella arrastra á sus hijos
—624—
á un abismo de males incalculables. La criminal apatía que
se observa en todas las medidas, la falta de opinion en el
Gobierno, los ningunos recursos con que cuenta para sostener
la presente lucha, y el obstinado empeño en continuarla con
multitud de elementos de destruccion, han hecho pronunciar
la opinion pública de un modo claro y terminante, por un
cambio político que corte oportunamente las desgracias que
amenazan.
El obstinado empeño en sostener la Plaza de Guayaquil,
haciendo aparecer ante el mundo al Perú como una Ñacion
falta de fé, y, lo que es mas, sin esperanza de suceso en las
presentes circunstancias no tiene otro objeto que peruanizar
á algunos colombianos, á costa de toda clase de sacrificios
por parte del Perú: y, á pesar de estar tocando la imposibili
dad, se continúa el plan proyectado; asolando la República,
y empeñándola en una guerra desastrosa con la de Colom
bia. Ofuscados absolutamente desconocen, aun, que los suce
sos mas remarcables son obra de la suspicácia de un enemigo
astuto. La reciente pérdida de la fragata "Presidente" corro
bora esta verdad.
Los infrascritos, llenos del respeto y sumision á las leyes
que caracterizan á un militar, han visto, con dolorosa sereni
dad que de error en error el país marcha á su disolucion; mas,
como peruanos, como ciudadanos constituidos en su defensa,
no pueden ya mirar con ojo enjuto se prolonguen por mas
tiempo los males que, envolviendo al Perú, los haga sucum
bir con él.
Hasta este punto llegó su sufrimiento.—El Gobierno, aba
sando de la subordinacion de los que suscriben, trata de sa
crificarlos, remitiendo á Guayaquil el único resto del Ejército
que debe conservarse, ya para consultar el órden interior de
la República, y ya para que, aumentándole, pueda oponerse
á los ataques exteriores.
Los infrascritos están penetrados de que toda la República
ánsia ppr un nuevo órden de cosas: han oido los clamores de
los ciudadanos mas respetables de los departamentos del Sud:
y el acontecimiento del Cuzco, no queriendo por Prefecto al
nombrado por la presente administracion, pone en claro la
opinion de aquellos pueblos.—Los de esta capital han implo
rado su auxilio como los únicos que pueden salvar la Repú
blica del abismo en que infaliblemente se sepulta.
Los que suscriben podrían manifestar á US. muchas mas
razones por las que se han visto obligados á dar este paso.
Empero, satisfechos de que US. no desconoce la actual posi
cion de la República, excusan el extenderse, aglomerando
—625—
convencimientos que US. mismo no necesita, y- que á su veü
se harán públicos por medio de un manifiesto.
Ciertamente que siendo la milicia esencialmente obediente,
los que la forman deberían excusar dar pasos que puedan
atribuirse á una indisciplina ó desmoralizacion de que, de
hecho, puede resultar la relajacion de las leyes; mas en la
presente crisis, estas no pueden ni deben tener su fuerza, que
solo la conservará un Gobierno legal y justo que, prescindien
do de intereses personales, se consagre exclusivamente á los
generales. £1 que hoy dia se halla á la cabeza de la Repúbli
ca nos pone fuera de este compromiso. Él, al paso que no
reune aquellas dos primeras circunstancias, se ha entregado,
desde que se constituyó, á una faccion que, mirando solo las
venganzas, insensiblemente le hace prescindir del bien públi
co, y aun nos puede acabar en completo estado de nulidad.
Finalmente, señor general, un Gobierno nulo, sin prestijio,
sin respeto, sin sistema no promete ninguna esperanza.
En esta virtud les ha parecido oportuno suplicar respe
tuosamente á US. que, atendiendo á las razones dichas, se
resuelva á reasumir en sí el mando político y militar de la
República; y rennir á la mayor brevedad la Representacion
Nacional, (pie maliciosamente se ha diferido, para que ésta
elija el jefe que en lo sucesivo la dirija; en intelijencia de los
que suscriben, así como han sabido arrostrar toda clase de
peligros y privacionei en los campos de batalla, están deci
didos á salvar el país á cualquiera costa—Estos son los inal
terables sentimientos de los que se lo prometen todo del amor
é interés que US. ha manifestado siempre por la patria.
Canton en la Magdalena, á 4 de Junio de 1829.—Señor Ge
neral.— El Jefe de E. M. G.—Félix Castro.— El Coronel B.
Eléspuru.—Coronel J. M. Rayyada.—Comandante de Lance
ros /. J. Loyolave.—El Comandante del 2? de Zepita Mariano
Guillen.—El Comandante Mamon García.—El 2? Ayudante
de E. M. G. Tejada.—El Comandante de Dragones de Policía
José Bravo de Rueda.—El Mayor de Lanceros Joaquín Aran*
zabal.—El 2? Ayudante de É. M. Manuel José Amador.—El
Coronel Antonio Plasencia.—El Mayor del número 8 N. Boni-
fáz. —El Mayor del 2? batallon Zepita José Benigno Carrillo.—*
El Sarjento Mayor J. Cárdenas.
Toai. VIII. HlBTOBIA—79
—626—
En la ciudad de Lima capital de la República Peruana, el
dia seis de Junio de mil "ochocientos veinte y nueve, décimo
de la independencia, rennida la Honorable Municipalidad, á
instancia de un gran número de ciudadanos bajo la presiden
cia del señor D. Mariano Gárute, con el objeto de tomar en
consideracion la triste situacion en que se encuentra la capi
tal, á consecuencia de la renuncia de la suprema majistratu-
ra hecha en el dia de ayer por el señor D. Manuel Salazar
encargado interinamente del Poder Ejecutivo; como se sabe
por notoriedad: movidos los que suscriben de un interés viví
simo por la conservacion de la pública tranquilidad, que pu
diera peligrar de un modo horroroso, si continuase la acefa-
lía en que de hecho ha caido la República, y por un deseo
ardiente de que se restituya á la Nacion el reposo, la gloria
y la observancia de la Constitucion y de las leyes lastimosa
mente violadas y conculcadas: tomaron unánimemente, y
despues de un maduro exámen, las resoluciones siguientes:
Primera:—Que no estando previsto en el código de la Na
cion el caso actual de que el Jete del Poder Ejecutivo se ha
lla en campaña, sin facultad para ejercer las funciones de
tal, y de que haga dimision del mando el que lo ejercia pro
visionalmente; se invite al señor general D. Antonio Gutier
rez de La-Fuente, General de la Division del Sur, á que se
encargue del ejercicio del Poder Ejecutivo, interin se insta
lasen las Cámaras Legislativas con arreglo á la Constitucion.
Segunda:—Que se le invite igualmente, á nombre de la
patria moribunda, á que dicte las providencias necesarias
para la pronta rennion del Congreso del cual, en sentir de
los ciudadanos que suscriben, depende principalmente la sal
vacion del país, mediante las resoluciones que esperan dicte
con respecto á la celebracion de una paz justa, honrosa y
necesaria, y á la convocacion de los colegios electorales que á
tenor de la Constitucion designen candidatos para la presi
dencia y vice-presidencia de la República.
Tercera:—Que tambien se invite al señor General La-Fuen
te á que, posesionado provisionalmente de la autoridad su
prema, procure apartar de los pueblos agobiados el terrible
azote de una guerra insensata, celebrando con el Gobierno
de Colombia, un convenio de suspension de hostilidades, has
ta la resolucion del Congreso.
Cuarta:—Que una comision escojida del seno de la presen
te reunion, presente esta acta al señor General La-Fuente,
protestándole que el único objeto de los ciudadanos que sus
criben ha sido coadyuvar á que se eviten males de grande
trascendencia, en una época en que.no existe autoridad que
legalmente pueda sancionar la renuncia hecha por el encar
-627— ...
gado del Poder Ejecutivo: así como ellos protestan, solemne
mente á la faz del mondo, que en el acto de reunirse y de
celebrar la puente acta no ban entendido infrinjir en manera
alguna las leyes, sino mostrarse buenos hijos de la madre
patria, propendiendo á salvarla de crueles desgracias, del
único modo que permiten las extraordinarias circunstancias
que han acarreado, tanto la guerra fratricida en que nos ha
llamos envueltos, como los desaciertos y extravíos de la pa
sada administracion.
Así lo resolvieron pacífica y unánimemente los ciudadanos
cuyos nombres siguen, en el mencionado dia mes y año, sin
que por esto hayan pretendido abrogarse ninguna atribucion
política, ni vulnerado los preceptos de la Constitucion de la
República que profundamente veneran; y por cuya entera y
relijiosa observancia con la mayor sinceridad anhelan—Ma
riano Gárate —Martin Mayan—Lino Seguin—Manuel León de
Leon—Pedro Barrera—José Morales—José Peñalosa—Ambro
sio Seguin —Hipólito Domínguez—Juan José Daza—José Rober
to Ramos—Manuel Garoia—Agustín Cruzate—Juan Manuel
Campo-blanco—José Freyre—Siguen las firmas de los demás
ciudadanos—Entre renglones—de una paz justa, honrosa y
necesaria y á la convocacion y extravíos—Todo vale.
Es copia de la acta á que se contrae, á la que me remito.
Lima y Junio 6 de mil ochocientos veintinueve—José Antonio
de Cobian, Secretario.
República Peruana.—Casa del Gobierno.—Lima Junio 6 d«
1829.
Al Sr. Presidente de la Comision Permanente del Congreso.
Señor:
No pudiendo desoír por mas tiempo la voz del Ejército y
de ciudadanos honrados y amantes de su país que con ins
tancia me han rogado para que me encargue provisoriamente
del mando de la República que se hallaba próxima á perecer
por las constantes nulidades de la anterior administracion; y
exijiendo este mal' un pronto remedio, tomé la determinacion
de manifestarlo ayer á S. E. el Vice-presidente, quien, con
vencido del estado de las cosas, dimitió en mi persona el
—62S—
mando supremo. Yo me encargo, señor, de este grave pesor
y protesto que no me ha impulsado á ello el espíritu de am
bicion ni ninguna pasion baja, sino el puro deselle la salva
cion de la patria. Ansio por el instante feliz en.^ue, rennida
la Representacion Nacional, pueda dar cuenta de mis proce
dimientos, entregándole el mando, insoportable para un mi
litar cuya carrera está distante de las delicadas tareas del
gabinete. Entre tanto he creido de mi deber dictar el decreto
que en cópia tengo la honra de incluir á US. para conoci
miento de la Comision Permanenté del Congreso. ,
Con sentimientos de profundo respeto me suscribo de US.
muy^atento servidor.—Antonio Gutierrez de La-Fuente.
República Peruana.— Comision Permanente del Congreso Gene
ral Constituyente.—Lima ád de Junio de 1829.
Excmo. Señon
La Comision, á quien he hecho presente la apreciable no
ta de V. E. de esta fecha, queda enterada do los motivos que
le han impelido á hacerse cargo del Gobierno Supremo de la
República; é igualmente del tenor del decreto que se sirve
acompañarme: y complacido de que los sentimientos de V. B.
con respecto á la pronta reunion del Congreso son conformes
con los suyos, continuará haciendo cuanto esté de su parte
para que se verifique lo que siempre La sido el objeto de sus
mas ardientes deseos.
Tengo el honor de ofrecer á V. E. el profundo respeto y
distinguido aprecio con que soy de V. E. muy atento obse
cuente servidor.—Juan Manuel Nocheto.
Excmo. Señor Jefe Supremo de la República.
—629-
JE7 Ciudadano Antonio Gutiérrez de La-Fuente.
Considerando:
1? Que la República se ha hallado al borde del precipicio
por los extravíos, falta de enerjía y respetabilidad de la ante
rior administracion:
2? Que todos los buenos peruanos han manifestado so
lemnemente sus votos porque se haga un cambiamiento sa
ludable:
3? Que me haria responsable ante Dios y los hombres, si
desoyese la voz de los pueblos y del Ejército que han clamado
porque me ponga al frente de los negocios:
4? Que, como peruano y como general, no debo omitir
sacrificio para salvar al país de la horrible crisis en que se
halla:
5? Que convencido el Vice-presidente, encargado del Poder
Ej ecutivo, de la necesidad del cambiamiento por las rozones
indicadas, y por otras muchas que no se ocultan al público,
ha. dimitido en mi persona el mando;
Decreto:
1? Queda desde esta fecha reasumido provisoriamente en
mi persona el mando de la República que ejerceré, hasta que
se reuna la Representacion Nacional, bajo la denominacion
de Jefe Supremo.
2? A las diez de la mañana del dia 8 del corriente se ren
nirán, en el salon de recibimiento de la Casa del Gobierno,
los generales y oficiales, -del Ejército y Armada, las autorida
des civiles, militares y eclesiásticas á prestar el respectivo
reconocimiento.
El encargado del Despacho del Ministerio de Gobierno y
Relaciones Exteriores dispondrá el cumplimiento de este de
creto.
Publíquese por bando, imprímase y circúlese á quienes cor
responda. Casa del Gobierno en Lima, á 6 de Junio de 1829.
—10—y 8?—Antonio Gutierrez de La-Fuente.—P. O. de S. E.
—José Dávila Condemarin. Oficial 1?
—630—
EL CIUDADANO ANTONIO GUTIEBREZ DE LA-FÜENTE,
A los lutbitantes de la República.
¡Peruanos!—Una série no interrumpida de desastres, debi
dos á la impericia y á la intriga, ha colocado á la República
al bordé del precipicio. La faccion que ha rodeado exclusiva
mente á los encargados del ejercicio del Poder Ejecutivo, no
solo ha Cometido el crimen de hacer infructuosas sus rectas
intenciones, Sino que los ha arrastrado á imprudencias y desa
ciertos que altamente han comprometido el honor y la segu-
dad de nuestra patria.—Una guerra insensata y fratricida
provocada artificiosamente con depravados designios; una
invasion del territorio extranjero ejecutada con la mas insigne
indiscrecion; la campaña que, dirijida por las máximas mas
óbvias del arte militar, hubiera debido producir laureles á
nuestros bravos guerreros, terminada con desdichas ó inme
recido oprobio; los valientes salvados de las consecuencias
primeras de la ineptitud condenados despues á perecer lasti
mosamente en un suelo mortífero; el nombre peruano, sin
mancilla en medio de los antiguos reveses de la fortuna,
ahora pronunciado con desprecio por las naciones, y con bal-
don por un pueblo hermano; la Constitucion y las leyes ho
lladas por satisfacer privados é innobles resentimientos, ó
para arrancar á la indijencia contribuciones onerosas desti
nadas á alimentar la funesta lucha; los campos yermos, las
familias desoladas, cegados todos los manantiales de la pros
peridad pública hé aquí, en bosquejo, el triste, el espan
toso cuadro que presenta el Peru, cuando debia ya saborear,
en paz y alegría, los goces de la abundancia y de la dicha
social. Pocos individuos, obsecados por ruines pasiones, han
bastado para hacer estériles tantos sacrificios, tanta sangre
vertida por un pueblo digno de mejor suerte, digno de la li
bertad por la cual ha combatido denodado!
¡Conciudadanos!—He escuchado vuestros jemidos1, y mi
corazon ha sido traspasado por el dolor. He oido vuestras
quejas; y me he sentido penetrado de indignacion. He visto
el peligro y la ignominia de nuestra comun madre; y he vo
lado á salvarla aun á costa de mi reputacion, el bien mas
precioso del hombre en sociedad. Los votos de nn sin núme
ro de ciudadanos honrados, de varios departamentos y de la
capital, me han llamado á ocupar provisionalmente el árduo
-631-
cargo de primer májistrado: y la renuncia hecha por quien la
ejercia, despues de haberse. convencido de la inutilidad de sus
loables esfuerzos para romper las redes en que la habia en
vuelto la malignidad, me ha constituido en la obligacion de
inmolarme por el bien público en circunstancias tan criticas
como singulares é imprevistas. ¿Podia yo permanecer sordo
á los dictados de mi conciencia y á los preceptos, dolorosos
pero irresistibles de la patria espirante? ¡]So, conciudadanos!
—Perezca el egoista que calcula fríamente sus intereses y
sus riesgos: perezca el apático que tiembla ante el espectáculo
de grandes compromisos. He visto la inmensa responsabili
dad que iba á gravitar sobre mi cabeza y no he vacilado
en arrostrarla, por llenarlos deberes austeros que mé imponen
los graves peligros quo amenazan á la República.
¡Compatriotas!-^Dos objetos primordiales van á ocupar con
preferencia la atencion del Gobierno provisorio; la pronta ins
talacion del Congreso Constitucional de quien debemos espe
rar el remedio eficaz á nuestros males, y la celebracion de un
convenio que suspenda las hostilidades que están causando
el escándalo de la América. ¡Ojalá que la suspension de ar
mas que vá á consolar á los pueblos, sea el preludio de una
paz honrosa y necesaria! ¡Ojalá que no se repita nunca en
este suelo emancipado de la tiranía enropea el horrible ejem
plo que hemos tomado de los furores que en aquel hemisferio
conducen á las naciones á destrozarse mútuamente!
¡Conciudadanos!—Mientras se logran estos bienes, vivid en
union y concordia bajo la éjida de un Gobierno celoso por la
conservacion de vuestros derechos, y protector de vuestra
tranquilidad. Pasada la tormenta, el Perú disfrutará infali
blemente de los dones con que le brinda naturaleza; y se ele
vará á destinos de gloria, de reposo y de prosperidad.
Lima, 6 de Junio de 1S29.
Antonio Gutierrez fe La-Fuente.
—632—
República Peruana.—Ministerio de Estado en el Departamento
de Gobierno y Relaciones Exteriores.— Gasa del Gobierno en
Lima, ál de Junio de 1829.
Señor Prefecto:
S. E. ha tenido noticia que algunos señores diputados de
partamentales existentes en esta capital, tratan de ausentarse
de ella: y con este motivo me manda decir á US. que expida
providencias activas y eficaces á efecto de que, si posible
fuese, mañana se reunan dichos diputados, y comiencen á
preparar sus tareas, pues que muy en breve se instalará el
Congreso, objeto primordial que ocupa la atencion del Go
bierno.
De orden suprema lo comunico á US. para su intelijencia y
cumplimiento; iudicándole que S. E. espera por la acreditada
actividad y celo de US. ver realizada, la instalacion de la
Junta Departamental con la prontitud que desea y exijen las
circunstancias.
Dios guarde á US.—El oficial mayor—Manuel del Rio.
Señor Prefecto del Departamento.
República Peruana.—Ministerio de Estado en el Departamento
de Gobierno y Relaciones Exteriores.— Casa del Gobierno en
Lima, á&de Junio de 1829—10?
Señor
S. E. el Jefe Supremo de la República, teniendo en consi
deracion los distinguidos servicios de US. á la causa pública,
sus luces, probidad y buen concepto, se ha servido por decreto
de hoy nombrarle Ministro de Estado en el Departamento de
Gobierno y R elaciones Exteriores.
S. E., al verificar este nombramiento, ha dado á la Repú
blica el primer testimonio de sus miras benéficas; pues reu
niendo US. aquellas calidades, desde ahora se perciben los
felices resultados de su administracion.
—633—
Me lisonjeo de ser el órgano por donde me cabe la honra
de comunicarlo á US., con cuyo motivo ofrezco á US. mis
respetos, como su muy atento obsecuente servidor—Señor—
El oficial 19—José Dávila.
.
Señor Dr. D. Mariano Alejo Alvarez.
Lima, Junio 6 de 1829.
Al señor oficial 1? encargado del Despacho del Ministerio de
Gobierno y Relaciones Exteriores.
He tenido la honra de recibir la apreciable nota de U., de
esta fecha, en que se sirve avisarme que S. E. el Jefe Supre
mo Provisorio, ha tenido á bien encargarme el Despacho del
Ministerio de Gobierno y Relaciones Exteriores. Esta prue
ba de la confianza que me dispensa el Gobierno al paso que
me estimula á sacrificarme en su obsequio y de la patria, me
pone en el compromiso de manifestar mis ningunas aptitudes
y conocimientos para el árduo despacho de los negocios que
versan en ese Ministerio. Es tambien de considerarse el ser
yo actualmente miembro de la Comision Permanente del Con
greso, sin cuyo acuerdo no puedo ni debo aceptar el encargo.
Protesto á U. que solo mi insuficiencia me arredra. Por lo
demás estoy pronto á cuanto S. E- tenga á bien ordenarme,
seguro de que mi contraccion suplirá la falta de conoci
mientos.
Dios guarde á U.—Mariano Alvarez.
República Peruana.—Ministerio de Estado en el Departamento
de Gobierno y Relaciones Exteriores.—Casa del Gobierno en
Lima, 6 6 de Junio de 1829—10? »
Señor:
Al tomar S. E. el Jefe Supremo las riendas del Gobierno,
ha tenido muy presentes las circunstancias de la República,
y la necesidad de encargar el despacho de los ministerios á
TOM. vm. Hibtokia—80
—634—
personas de su confianza y concepto público, que reunan al
mismo tiempo las luces y disposiciones precisas para que la
administracion del Estado marche con la rapidez y acierto
que tanto apetece.— En este concepto tuvo á bien nombrar
hoy para el Despacho deoste Ministerio al señor Dr. D. Ma
riano Alejo Alvarez quien, por ser individuo de la Comision
Permanente, se ha excusado de admitir el cargo, segun verá
TL por la contestacion que en cópia tengo la honra de incluir
le. S. E. penetrado pues, de que los servicios y conocimientos
del señor Alvarez en las presentes circunstancias le son de
suma importancia, y de que debiendo instalarse muy en breve
el Congreso, á la Comision le es fácil desprenderse de un
miembro suyo en las pocas sesiones que le restan, por tal de
que él sirva un destino á que el Gobierno le considera nece
sario, me ha prevenido se lo haga presente por conducto de
U. á fin de que se sirva prestar su acuerdo, y que tenga
efecto el nombramiento de Ministro verificado en dicho señor
Alvarez.
Siendo tan urjente la resolucion de este asunto, S. E. de
searía que el señor Presidente de la Comision convocase á
sesion extraordinaria en la tarde ó noche de hoy, si posible
fuese: y así se servirá ü. hacerle esta indicacion.
Con este motivo tengo el honor de ofrecer á U. los senti
mientos de aprecio con que soy su atento obediente servidor.
—El oficial Vi—JoséDávila.~
Señor oficial mayor de la Secretaría General del Congreso.
Secretaria del Congreso General Constituyente.—Lima, ál de
Junio de 1829.
Enterada la Comision Permanente de la nota de TJ. fecha
de ayer relativa á exponer que S. E. el Jefe Supremo, pene
trado de los servicios y conocimientos del señor D. Mariano
Alejo Alvarez en las presentes circunstancias le son de suma
importancia, le ha nombrado para el Despacho de ese Minis
terio; cuyo nombramiento no ha querido aceptar hasta que
la Comision se sirva prestar su acuerdo, segun lo manifiesta
en su contestacion que en cópia se sirve U. incluirme; y que
S. E. se dirije á ella con este objeto; ha acordado lo que sigue.
La Comision no tiene embarazo en que el señor Alvarez sir
—635—
va el Ministerio que se indica. De su orden pongo en conoci
miento de U. el acuerdo expresado, par* que tenga la bondad
de elevarle al de S. B.
Dios guarde á U.—J. Martin Garro.
Señor oficial 1? ecuargado del Despacho '[del Ministerio de
Estado en el Departamento de Gobierno y Relaciones Exte
riores.
República Peruana.—Ministerio de Estado en el Departamento
de Gobierno y Relaciones Exteriores.— Gasa del Gobierno en
Lima, ál de Junio de 1829.—10?
Señor:
Necesitando el Supremo Jefe de la Repúblioa un ciudada
no de ascendrado patriotismo, probidad incorruptible y de la
capacidad moral que requiere el delicado desempeño del Mi
nisterio de Gobierno, y Relaciones Exteriores, se ha servido
conferir á US. este cargo, despues de estar satisfecho de que
concurren en US. estas cualidades, y de haber obtenido el
consentimiento de la Comision Permanente.
Al tener yo la honra de ser el órgano por donde se trasmi
ta á US. esta acertada resolucion de S. E. le ruego que se sir
va aceptar la sincera expresion de mi júbilo, y los respetos
de consideracion con que me suscribo de US. muy atento
obediente servidor—El oficial mayor—Manuel del Rio.
Señor Dr. D. Mariano Alejo Alvarez.
—636—
Alcance á "La Prensa Peruana" núm. 155, del Sábado 13
de Junio de 1829.
Secretaría del Congreso General Constituyente.—Lima, á 7 de
Junio de 1829.
La Comision del Congreso General Constituyente del Perú,
deseosa de que la República no se halle ni un solo instante
sin una garantía solemne de que su Constitucion es obedecida
y sostenida por quien la mande; acuerda—Se diga al Jefe
Supremo actual de ella preste en la sala de sus sesiones el
juramento de obedecerla; á cuyo efecto se espera á las 10 del
dia de mañana.
De órden de la misma Comision lo participo á U. para que
se sirva hacerlo presente á S. E. el Jefe Supremo.
Dios guarde á U.—J. Martin Garro.
Señor oficial 1? encargado del despacho del Ministerio de Es
tado en el Departamento de Gobierno y Relaciones Exte
riores.
República Peruana.—Ministerio de Estado del Despacho de Go
bierno y Relaciones Exteriores.— Casa del Gobierno en Lima,
á8de Junio de 1829.—10?
Señor Ministro:
En esta fecha ha proveido S. E. el decreto que sigue:
"Debiendo el Jefe Supremo ser. el primero que dé ejemplos
"de desprendimiento, y el mas obligado á promover el au-
"mento de las rentas públicas y la mayor economía en los
"egresos, solo percibirá el sueldo de su grado de general de
"division en campaña al frente de la tercera del Ejército, sin
"otro emolumento que el indispensable para costear los gas-
"tos de absoluta necesidad que demanda la decencia y manejo
"económico de la casa del Gobierno, los cuales serán abonados
í —637—
*'por la Tesorería al mayordomo de ella, quien los presentará
'en la forma que corresponde, para acreditar en lo posible su
"lejítima inversion; y no excederán, por motivo alguno, de la
"cantidad de mil pesos mensuales; debiendo preceder, á la
"órden del pago de su importancia, el exámen respectivo.
"Comuniquese al Ministro de Hacienda."
En su consecuencia tengo la honra de trascribirlo á US. á
fin de que se sirva disponer lo conveniente á su cumplimiento.
Dios guarde á US.—Mariano Alvarez.
Señor Ministro de Estado en el Departamento de Hacienda.
M^pública Peruana.— Casa del Gobierno en Lima, á 8 de Junio
de 1829.
C1BCULAE NÜM. 128.
Señor Prefecto:
Por mas vivos que sean los deseos del Jefe Supremo para
detener el progreso de los males que aflijen á la Eepública, le
es imposible tomar una resolucion definitiva sobre el estable
cimiento de la paz, ó la continuacion de la guerrá, mientras
no se reuna el Congreso que es la única autoridad á quien
toca decidir un asunto de tan vital importancia.
S. E. está persuadido de que muchos señores representantes
se hallan en marcha para esta capital, á virtud de las órdenes
comunicadas á US. Pero si la falta de recursos necesarios
para trasladarse, tuviese demorados á algunos de ese Departa
mento, US. los auxiliará con alguna cantidad, á mas de la que
la ley les señala para leguaje; y dará cuenta al Ministerio de
Hacienda.
S. E. quiere que US., no solo por la responsabilidad que le
resultaría por la menor neglijencia en el puntual cumplimien
to de esta órden, sino por la obligacion de contribuir como
ciudadano al bienestar de su país, empeñe su celo y su pa
triotismo en llenarla con la mayor exactitud.
Dios guarde á US.—Mariano Alvarez.
Señor Prefecto del Departamento de. .
—638—
El ciudadano Antonio Gutierrez de La-Fuente, General de Di
vision de, los ejércitos nacionales y Jefe Supremo de la iíepit-
'blica &. &.
Considerando:
Que los grandes gastos que gravan al tesoro público exijen
se observe la mayor economía, y se eviten los que no sean de
primera necesidad, y no tengan una inversion útil é indis
pensable:
Que, por la Constitucion política de la República, está or
denado el restablecimiento del Tribunal de Minería, luego
que la ley designe los lugares donde deba haberle, y atribu
ciones peculiares (pje le competan, de lo que resulta tácita
mente, revocado el decreto por el que se erijió la Direccion
' General de Minería:
Que, por la ordenanza do mineros, es desconocida la Direc
cion, y bastantes, para atender á los asuntos del ramo, las
juntas superior y subalternas sostituidas en las antiguas di
putaciones, 6 investidas de sus atribuciones:
Que los gastos que orijina la actual Direccion, á mas de su
bulto, uo dan una utilidad conocida en circunstancias que so
amontonan otros instantáneos ó imprescindibles:
Decreta:
La Direccion General de Minería queda, por ahora y hasta
la resolucion del próximo Congreso, suprimida. Los ciudada
nos destinados en ella serán atendidos, en las vacantes de
Hacienda que sobrevengan, segun su aptitud, probidad y
méritos.
El despacho de los asuntos concernientes al ramo queda
reasumido en el Ministerio de Estado y del Despacho, quien
ejercerá todas las atribuciones y facultades que, por decreto
(íe 4 de Julio de 820 y otros posteriores, residan en el Di
rector.
Para la expedicion de cuanto concierna al ramo, los pape
les y documentos que hoy se custodian en la Direccion, se
recibirán por la seccion del Ministerio á quien competa, á la
que á juicio del Ministerio y consulta al Gobierno, se aumen
tará un empleado ó subalterno para desempeñar estas labores.
Los archivos de la Direccion y todos los papeles que hagau
relacion con ella se entregarán bajo formal inventario al Mi
nisterio del Despacho.
—639—
perteneciendo los demás encargos que hoy tiene la Direc
cion á las atribuciones del Ministerio del Interior, éste cuidará
de acordar quien deba encargarse de su custodia y conserva
cion, para lo que se le comunicará la orden oportuna.
El Ministro de Estado en el Despacho de Hacienda queda
encargado del cumplimiento de este decreto. Dado en la Casa
del Gobierno en Lima y Junio 9 de 829.—Antonio Gutierrez
de La-Fuente.—P. O. de S. E.—Lorenzo Bazo.
República Peruana.—Ministerio de Estado en el jJepartamento
de Gobierno y Relaciones Exteriores.— Oasa del Gobierno en
Lamia , á 9 de Junio de 1829.—10?
Deseando S. E. el Jefe Supremo de la República apresurar
la instalacion del Congreso, me ha prevenido dirijirme á U.
para que se sirva decirme cuantas son las actas de diputados
que no se han calificado, á qué provincia pertenecen, y en
qué pende la demora.
Sk E. anhela dar solemnes y repetidos testimonios de que
no quiere ahorrar resolucion alguna que tienda á acelerar la
reunion de las cámaras: y le será muy satisfactorio que, al
contestarse esta nota, se le indique cualquiera otra medida
que concurra á llenar sus deseos que ciertamente no son otros
que ver rennidos cuanto antes á los representantes de la Na
cion, para que remedien radicalmente sus males.
Dios guarde á U.—Manuel del Rio.
Señor oficial mayor de la Secretaria del Congreso.
República Peruana.—Ministerio de Gobierno y Relaciones Ex
teriores.—Casa del Gobierno en Lima, á 9 de Junio de 1829.
Señor:
Desde el momento que S. E. el Jefe Supremo se encargó
del mando de la República, no ha cesado de dictar providen
cias para zanjar los obstáculos que, á pesar suyo, han demo
—640—
rado la instalacion de la Junta Departamental, por no haber
llegado hasta ahora mas que nueve señores diputados. Y con
siderando S. E. que, si corre el intervalo constitucional que
ha de mediar entre la rennion del Congreso y la de la Junta,
no tendrá éste tiempo para llenar sus atribuciones, me ha
prevenido consultar á la Comision por conducto de Ú. si po
drá disponer que los nueve diputados existentes en «sta ca
pital empiecen sus sesiones preparatorias.
Dios guarde á U.—Manuel del Rio.
Señor oficial mayor de la Secretaría del Congreso.
República Peruana.—Ministerio de Gobierno y Relaciones Ex
teriores.—Casa de Gobierno en Lima, álQde Junio de 1829.—
10?
Señor Presidente:
S. E. el Jefe Supremo de la República, cumpliendo con
preferentes deberes que le impone la Constitucion de velar
sobré la pronta é imparcial administracion de justicia, y cui
dar de los ingresos de la Nacion, necesita instruirse dentro de
tercero dia, del número de causas en que tiene interés el Era
rio que penden en los juzgados y ese Tribunal; del estado en
que se hallan, y de los motivos que retardan su fallo.
Tambien me manda S. E. prevenir á US. que, sin perjuicio
de informarle en los términos expuestos, se le pase semanal-
mente razon de las dilijencias que se vayan practicando por
el fenecimiento de las predichas causas.
Dios guarde á US.—Mariano Alvarez.
Señor Presidente de la Oórte Superior de Justicia.
—641—
República Peruana.—Ministerio de Estado en el Departamento
de Gobierno y Relaciones Exteriores.—Casa del Gobierno en
Lima, áll de Junio de 1829.—10.
Señor Presidente:
Correspondiendo al Gobierno Supremo velar sobre la pron
ta administracion de justicia en los tribunales y juzgados, y
sobre el cumplimiento de las sentencias que estos pronuncien,
dispone S. E. que cada Sábado se remita á este Ministerio có-
pia de las que expidiere ese Tribunal, segun se habia dispues
to [de antemano; sin omitir pasar la razon de las causas
que previene el artículo 29 seccion 1? del Reglamento de Tri
bunales.
Igualmente quiere S. E. que se dé parte semanalmente del
resultado de la visita de cárceles que se practica los sábados
expresándose el número de presos, estado de sus causas, fe
cha en que comenzaron, y juzgados ante quienes penden; para
con estos datos, expedir las providencias que sean conformes
á sus atribuciones.
De órden del mismo lo comunico á US. para intelijencia y
cumplimiento del Tribunal.
Dios guarde á US.—Mariano Alvarez.
Señor Presidente de la Córte Superior de Justicia de esta
capital.
República Peruana.—Ministerio de Gobierno y Relaciones Exte
riores.—Casa del Gobierno en Lima á 11 de Junio de 1829.
Señor Presidente:
Correspondiendo al Gobierno Supremo velar sobre la pronta
administracion de justicia en los tribunales y juzgados, y so
bre el cumplimiento de las sentencias, dispone S. E. que cada
Sábado se remita á este Ministerio cópia de las que pronuncie
la Suprema Córte, y la razon de causas que previene el artícu-
ToM.vm. Historia—81
—642—
lo 29 seccion 1? del Reglamento de Tribunales, especialmente
de las de hacienda y en que tiene interés el Erario Nacional.
De órden suprema tengo la honra de comunicarlo á US.
para que, haciéndolo presente al Tribunal, tonga su debido
cumplimiento.
Dios guarde á US.—Mariano Alvarez.
Señor Presidente de la Suprema Córte de Justicia.
Mepüblica de Colombia.—Secretaria General de S. E. el Liberta
dor Presidente.—Cuartel General en Quito, á 13 de Abril de
1829.—19?
Al honorable señor Ministro de Estado y del Despacho do
Relaciones Exteriores del Perú.
Señor:
El infrascrito Secretario de Estado y del Despacho general
del Libertador Presidente ,de Colombia ha tenido la honra de
dar parte á S. E. .de la nota oficial en que el Excmo. Señor
Presidente de la República del Perú comunica á S. E. el Gran
Mariscal de Ayacucho, con fecha 17 de Marzo próximo ante
rior, haber mandado retener la Plaza de Guayaquil á protesto
de diferentes agravios que se dicen inferidos al Perú antes de
concluir el convenio de Jirón.
El que suscribe tiene órden del Libertador para manifestar
al Gobierno del Perú que por el de Colombia se ha cumplido
relijiosamente aquel convenio; y que ha visto con sorpresa
que despues de tantas ventajas como ha logrado el Ejército
Peruano, en virtud de las estipulaciones de Jirón, se viole
escandalosamente la fé de las naciones.
El Gobierno de Colombia no entrará á examinar por qué
parte se alegan mayores agravios; y, respetando el inviolable
sello de las ratificaciones, desconoce el derecho indefinido de
exijir con amenazas la satisfaccion de ofensas que, sobre no
tener la menor conexion con los tratados, harían interminable
la guerra. Conviene solamente en que los preliminares de
Jirón han debido imponer silencio á todos los resentimientos
que existían antes y durante la campaña. A consecuencia de
este principio, ni el Perú ni Colombia se hallan en el caso de
—643—
reclamar contra cualquiera abuso de poder, ó contra las inju
rias positivas de un órden subalterno, que hubiesen tenido
lugar por una ú otra parte. Limitarse estrictamente á cum
plir con los artículos del convenio, seria el modo mas eficaz
de poner término á una guerra fratricida; y, concluyendo en
el próximo mes de Mayo el tratado definitivo que debe cele
brarse en Guayaquil, se evitará (como dice S. E. el Presidente
del Perú) que la infeliz América se convierta, por injustos
caprichos, en un teatro de sangre, desolacion y muerte."
Le es sensible al Gobierno del infrascrito que el del Perú
funde por su parte la continuacion de hostilidades en una
falta de jenerosidad para con los vencidos. Si tal conducta
ha tenido lugar, el Gobierno lo ignora: y una indignidad se
mejante degrada mas á quien la comete que al que la sufre.
Pero si hubiera de investigarse de qué lado se encuentra mas
cúmulo de injusticias durante la guerra yantes de ella, no
seria fácil que un parcial pudiera decidirlo. Además algunos
son de tal naturaleza, que no podria exijirse una satisfaccion
de ellas, ni aun darla, sin insidir en recriminaciones dolorosas
que destruyesen hasta la buena intelijencia.
Por estas consideraciones el Gobierno de Colombia se li
mita á preguntar categóricamente al del Perú: ¿si se cumple
ó nó el convenio de Jirón? ¿Si se falta á la capitulacion de
Guayaquil? y ¿si, en fin, hade continuar la guerra entre am
bas repúblicas? Siendo estas cuestiones de importancia vital
para el Perú y Colombia, parece que debieran ocupar exclu-
sivamente á los gobiernos respectivos; y no perder un tiem
po precioso en querellas que, ó no son justas, ó han debido
olvidarse. Sea pues permitido al infrascrito llamar la atencion
del Gobierno del Perú, por el digno órgano del señor Minis
tro á quien se dirije, á la solucion de las cuestiones predichas,
por una contestacion terminante
Rehusar la devolucion de Guayaquil á las armas colombia
nas es cometer en un mismo acto dos infracciones del derecho
de jentes. Y si el Gobierno de Colombia ha mandado reocu-
par la mencionada Plaza, si fuere menester por la fuerza, es,
entre otras razones de extricta justicia^ para librar á aquellos
ciudadanos del incendio do las poblaciones, de los asesinatos
(pie perpetran diariamente los malvados que alternan con las
tropas de aquella Plaza; del saqueo, del robo y vandalaje en
que se ejercitan. Desde mediados de Febrero comenzaron los
invasores sus ensayos feroces en la muy benemérita persona
del señor general de division José Mires, asesinado en union,
de otros prisioneros: y despues han continuado este ejercicio
de crueldad y de muerte hasta en las personas mas sagradas,
como en los sacerdotes, las mujeres y los niños. El que sus
—644—
cribe no se ha permitido añadir estas últimas cláusulas, sino
para responder á diferentes cargos que hace el Gobierno del
Perú á los súbditos de Colombia por actos casi irremediables,
cuando para repeler una invasion extranjera, se ocurre al
empleo de las armas; y llega á hacerse la guerra con encarni
zamiento. Pero terminada ésta, ajustados los preliminares de
paz, al retirarse las tropas peruanas por la provincia de Loja,
asesinan ciudadanos inermes; persiguen á las señoras por los
montes; cometen torpezas inauditas; roban las casas; las in
cendian; destruyen las haciendas; talan los campos; per
petran en ñn todo jénero de crímenes. Tan incivil como
excecrable conducta autoriza á la República para reclamar
satisfaccion é indemnizaciones. Sin embargo, el Gobierno de
Colombia y la Nacion misma solo piden la paz. El ilustre
jefe, vencedor en Tarqui, consecuente á las instrucciones de
su Gobierno, fué el primero en ofrecerla al Ejército vencido.
Muy honroso es para el Secretario que suscribe el protestar
al señor Ministro de Relaciones Exteriores y al Gobierno del
Perú que la República de Colombia no quiere la guerra: y
,que, para obtener la paz, está pronta á no ahorrar sacrificio
compatible con su dignidad. No se cree el Gobierno del in
frascrito degradado al expresar estos jenerosos sentimientos;
porque no teme la suerte de los combates, cuando la injusti
cia viene á probar el temple de las armas colombianas.
Tampoco el Gobierno de Colombia, ni ninguno de la tierra,
puede fundar la dicha del pueblo sobre las victorias obteni
das á precio de sangre y de destruccion. Con tan cordialas y
sinceros sentimientos desea el Libertador Presidente de Co
lombia la paz con el Perú.
Y al cumplir el infrascrito con el honroso deber de trasmi
tirlos al Gobierno del señor Ministro de Relaciones Exterio-
des, á quien se dirije, aprovecha la oportunidad de asegurarle
eel respeto y distinguida consideracion con la cuaí tiene
ol honor de ser de US., Señor Ministro, muy humilde, muy
obediente servidor—José de, Espinar.
—64o—
Lima, 13 de Junio de 1829.
Al Señor Secretario de Estado y del Despacho General del
Libertador Presidente do Colombia.
El infrascrito Ministro de Estado del Despacho de Gobier
no y Relaciones Exteriores del Perú ha recibido órden de S. E.
el Jefe Supremo de la República para contestar á la nota que,,
fechada en Quito á 13 de Abril último, fué dirijida á su an
tecesor por el señor Secretario de Estado y del Despacho
general del Excmo. Señor Libertador Presidente de Colombia.
Al cumplir con este deber, le es muy sensible al infrasorito
np poder limitarse á aplaudir los sentimientos humanos y
pacíficos en que abunda dicho documento: pues, conteniendo
además alguna proposicion infundada, y ciertas quejas y
recriminaciones, en sentir del Gobierno del Perú, poco justas;
se hace indispensable, por desgracia, alguna discusion para
poner las cuestiones bajo su verdadero punto de vista, y sin
cerar al Perú de la tacha inmerecida con que se trata de em
pañar la buena fé que ha guiado sus procedimientos.
En asunto tan iugrato cuidará el infrascrito de ser lacónico;
pasando rápidamente sobre incidentes que deseara ver sepul
tados en eterno olvido; y seguirá el mismo órden observado
en su nota por el señor Secretario de Estado á quien tiene la
honra de dirijirse.
Se asienta con plena confianza que el convenio de Jirón ha
sido reliiiosamente cumplido por parte de Colombia, para
fundar el extraño principio de que, á consecuencia de aquellas
estipulaciones, ni el uno ni el otro país se hallan en el caso
de reclamar contra cualquiera abuso de poder, ó contra las
injurias positivas de un órden subalterno que hubieran tenido
lugar por una y o'tra parte. Mas el Gobierno Peruano no
puede convenir en semejante doctrina que le parece opuesta
álos preceptos del derecho púbKeo, y capaz de producir males
de mucha trascendencia, si fuese alguna vez admitida. Está
bien que el convenio de Jirón, como cualquier otro de su cla
se, impusiese silencio á todos los resentimientos que existían
antes y -durante la campaña; pero jamás podrá pretenderse
con justicia que los nuevos agravios inferidos despues de la
campaña sean comprendidos en ese mismo silencio. Esto se
ria dar márjen á que una de las partes contratantes incurriese
en abusos que sabia habian de ser encubiertos por la santidad
del pacto préviamente celebrado. Es claro, para la razon mé-
nos perspicaz, que si la guerra habia sido orijinada por insultos
—646-
y violencias, el repetirlas despues de formado un tratado de
paz, daba suficiente hiotivo para romperle; y para renovar,
aun con mas ardor, las hostilidades que tan efímeramente se
babia pretendido hacer cesar.
En el odcio escrito con fecha 17 de Marzo último por el
señor general La-Mar al señor general Sucre se hace una
formal reclamacion contra infracciones clásicas del derecho
de jen tes cometidas por los jefes de Colombia, y contra bár
baras violaciones de cuanto hay do mas sagrado entre los
hombres, perpetradas .inte sus ojos, con escándalo de la Amé
rica y horror de la humanidad estremecida. En lugar de prac
ticarse ¡as averiguaciones que eran tan fáciles, tratándose de
actos ejecutados delante de muchos testigos; y de dar todas
aquellas satisfacciones propias de un Gobierno recto y jene-
roso, so contenta el señor Secretario General con decir que su
Gobierno las ignora. Es verdad que semejantes indignidades
degradan mas á quien las comete que á quien las sufre: pero
no era esta suficiente razon para desentenderse de hechos
atroces, por sí solos capaces de encender odios encarnizados
entro las dos naciones, y de perpetuar la deplorable lucha.
• Xo existe punto de comparacion entre las violencias que se
dice cometidas en la retirada del Ejército Peruano por solda
dos dispersos, sin jefes que pudiesen contenerlos, y aquellas
ejecutadas á presencia de los jefes colombianos que debiau
' ' respetar y honrar el valor traicionado por la fortuna--
lío se detendrá el infrascrito en materia que presenta re
cuerdos tau amargos. Si la ha tocado, ha sido con el único
objeto de indicar que, en semejantes circunstancias, nada era
mas natural que la suspension de la entrega do Guayaquil,
por la que se reconviene al Gobierno del Perú, en su concep
to, con poca equidad. Injusto, degradante hubiera sido para
el Perú haber callado sumisamente al recibir nuevos agravios,
y cumplir exactamente las estipulaciones de un convenio tan
desigual, en que todas las cláusula.* onerosas son para él,
todas las ventajosas para Colombia. Humillante hubiera sido
soportar en silencio que se insulte. al denuedo de los soldados
peruanos, proclamando infundadamente que su Ejército ha
bia sido vencido, cuando aguardó por algunas horas, en el
llano, á que el Me Colombia bajase á renovar el combate.
Vergonzoso en fin hubiera sido consentir en que se inmorta
lizase una solemne impostura, levantando un monumento
de baldon para guerreros á quienes, para ser los vencedores,
no les faltó mas que la suerte. Si Colombia tiene honor y
orgullo nacional, debe permitir que le tengan tambien los
demás pueblos; y, si de veras quiere la paz, no debe tratar
—647—
con lijereza esos actos subalternos que hieren la delicadeza
de una Nacion en la parte mas sensible, ni exijir, al mismo
tiempo, que vulneran é irritan, que por parte del Perú no se
haga uso mas que de una paciencia sobrehumana, para cum
plir con un convenio duro y bochornoso.
El Perú desea la paz con la mayor sinóeridad. Nada será
mas fácil que entenderse en caso que Colombia se halle ani
mada de los mismos sentimientos. Destiérrese para siempre
el lenguaje del insulto, y de una afectada superioridad; y po
drán cumplirse los votos de los hombres justos é imparciales
que lamentan con tanta razon la barbárie de una contienda
tan insensata. Contestando el infrascrito á las preguntas con
tenidas en la nota del señor Secretario General á quien se
dirije, tiene órden de su Gobierno para manifestar:
1? Que no puede cumplirse por otra parte del Perú el con
venio de Jirón mientras no lo apruebo el Congreso á quien,
segun nuestras leyes fundamentales, corresponde exclusiva
mente la sancion de toda especie de tratados internacionales.
Y, procediendo con la franqueza que le caracteriza, el Gobier
no del infrascrito debe anticipar desde ahora que su opinion
es que el Congreso no podrá aprobar el mencionado convenio
en su actual forma, puesto que encierra condiciones excesiva
mente gravosas y aun indecorosas para el Perú.
2? Que el Gran Mariscal General en Jefe del Ejército del
Norte ha recibido ya órden del Gobierno para proponer al
Jefe del Ejército Colombiano una suspensión de armas cuya
duracion sea hasta tanto que las Cámaras resuelvan sobre la
cuestion de la paz ó de la guerra: y que una de las estipula
ciones de dicho convenio podrá ser la restitucion de la Plaza
de Guayaquil.
3? Que la continuacion de la guerra dependerá de las dis
posiciones del Gobierno de Colombia. Si quisiese exijir defe
rencias humillantes y sacrificios incompatibles con la dignidad
6 la independencia del Perú, seria forzoso recurrir de nuevo
al funesto partido de las armas. Mas si, guiado por los nobles
sentimientos que se expresan en la nota del señor Secretario
de Estado, á quien contesta el infrascrito, tendiese al del Pe
rú una mano amiga, será estrechada cordialmente:—pues el
pueblo peruano decidido, cualesquiera que sean los aconteci
mientos, á limitarse á defender á todo trance sus hogares,
presentando un valladar de fierro, detesta los tristes laureles
teñidos con sangre de hermanos, y solo anhela por cultivar,
bajo la sombra de la oliva, los dulces frutos de la industria y
de la libertad.
—648—
El infrascrito Ministro aprovecha esta primera ocasion, pa
ra tener la honra de ofrecer al señor Secretario de Estado y
del Despacho General del Libertador Presidente de Colombia
las sinceras expresiones de su alta consideracion con que es
de US., señor Ministro, atento servidor—Mariano Alvares.
EL GOBERNADOR DEL CALLAO Á LOS HABITANTES DE ESTE PUEBLO
Y BELLA-VISTA.
¡Compatriotas!—Nadie desconoce la necesidad que la Amé
rica toda, y, especialmente, el Perú tiene de la paz. El gene
ral La-Fuente nos la ofrece con honra. No es la vez primera
que su celo salvó la Nacion. Unámonos á él, para conservar
esta patria tan querida que tantos sacrificios de toda especie
nos cuesta.
Una fatalidad, que este digno jefe desterrara de entre no
sotros, nos ha llevado largo tiempo de abismo en abismo. De
hoy mas no se verán los destinos de la Republica sujetos á
las maquinaciones de los negociadores del poder que han pre
cipitado al Gobierno.
¡Conciudadanos!—Unid vuestros esfuerzos á los del Ejército,
así como lo están vuestros sentimientos y opiniones: y el re
sultado será la salvacion de la patria, la prosperidad de la
República, la comun y eterna felicidad de la Nacion.
Fortaleza de la Independencia y Junio 9 de 1829.
t
M. harem*.
ALCANCE AL NÚMERO 156 DE "LA PRENSA PEBÜANA"
VIVA EL GENERAL GAMARRA.
Ya puede el Perú felicitarse de que se acerca el dia en que
va á salir, por fin, del hondo abismo en que le habian sumido
los desaciertos y maniobras de la administracion anterior. El
general La-Mar, dimitiendo, por fortuna, el cargo de Presi
dente, y abandonando el país, ha restituido á los peruanos el
sagrado derecho de gobernarse por sí mismos; y puesto toda
la suerte de las armas de la República en las expertas manos
del general Gamarra que las coronará seguramente con la
gloria del triunfo, si fuese indispensable triunfar, para con
quistar una paz honrosa á la Nacion: pero que antes hará los
últimos esfuerzos para terminar sin sangre, pero sí con decoro,
una guerra fratricida y destructora que únicamente se em
prendió por miras personales, contra el voto general y los
intereses de los pueblos.
Solo una cosa falta ya al Perú, para entrar en el catálogo
de las naciones grandes; uniformar su opinion. Rennidos sus
hijos; y mandados sus ejércitos por el general Gamarra, que
tan gloriosamente ha trabajado por la causa de la libertad,
impondrá respeto á las potencias vecinas: y, libres ya del azar
de que vengan á inquietarlos en sus mismos hogares, se con
sagrarán exclusivamente á trabajar en la convalecencia de la
patria que tanto ha padecido; darán impulso al comercio que
tienen paralizado los monopolios y las trabas; harán florecer
la ^industria que ha hecho casi olvidar la falta de fomento;
explotarán las minas cuyas labores tiene entorpecidas la falta
de enerjía; prestarán pábulo á las luces que se trataba de
apagar, para que en las tinieblas no se vieran las arterías y
manejos; y el nombre de Perú se escribirá en la lista de las
repúblicas modernas en el lugar preferente que la misma na
turaleza tuvo á bien señalar á esta parte privilegiada del glo
bo, derramando sobre ella, con tan pródiga mano, todos los
elementos do la prosperidad y la opulencia.
TOM. VIII. Historia—82
—050—
República Peruana.—Ejército Nacional.— General en Jefe-
Cuartel General en Piura, á 11 de Junio de 1829.
Al señor Comandante General de la 3? division D. Antonio
Gutierrez de La-Puente.
Señor General:
Habiéndose desengañado el Ejército de que no se cumpliau
los designios de la Nacion en la presente campaña, sino que,
por el contrario, se tendían por todas partes criminales redes
para hacerle fracasar al frente del enemigo; y que la iutriga
del palacio se habia apurado basta el extremo de formar dos
partidos pronunciados que estaban á punto de acuchillarse
entre compañeros, llamados por su instituto á la union y obe
diencia; y viendo, por otra parte, que toda esta artería era
reducida á anular la division del Sud á la que se habia cons
tituido en el último grado do abatimiento, titulándola servil;
ha tenido que conformarse con la renuncia que ha hecho de
la presidencia el señor Gran Mariscal D. José de La-Mar,
quien ha dejado el país, dando la vela en la noche del í> del
actual, en compañía del coronel D. Pedro Bermudez. Queda
por tanto lasuerte de la patria consignada al empeño de sus
propios hijos.
La República, al jurar solemnemente la carta fundamental
que se dió en 18 de Marzo del año de 1828, ha declarado en
el artículo 81 que debia ser gobernada por peruanos de naci
miento; y, en quince meses que han trascurrido desde aquel
feliz dia, no ha podido hasta ahora ver ejecutada su soberana
voluntad. Ha sufrido el descrédito universal de estar gober
nada por un colombiano de nacimiento, con agravio de un
Estado digno por mil respectos de pertenecer á sí mismo. Sus
leyes no han tenido valor sino en la parte que ha convenido
al sistema ministerial. ¿En qué parto del mundo ó en qué
seccion de Caribes podrá suceder que en quince meses no se
pueda atinar con una eleccion de diputados y senadores tanto
mas sencilla cuanto que, sujeta á terminantes reglamentos,
nos estamos ocupando en estas dilijencias desdo el año de
1821! ¿Qué concepto formarán las naciones ultramarinas de
la Kepública del Perú, al saber este procedimiento? ¿Será po
sible creer que pueblos libres hayan podido pasar por la nota
de ineptos; y que, entre dos millones de habitantes, no haya
habido aliento para reclamar un derecho tan sagrado como el
cumplimiento de la carta nacional; ni aparecido uno solo ca
—651—
paz de dirijir sus destinos? ¿Ha sido necesario atrepellar la
1ey; y mendigar un extranjero, para poner en sus manos las
riendas de nuestro Gobierno? ¿Somos por ventura tan infeli
ces, que no contamos con un peruano que satisfaga á los vo
tos de nnestro país?
No estamos en el caso de tolerar por mas tiempo este
ridículo aspecto que nos ha querido dar una faccion. Bastan
te nos han sonrojado las naciones enropeas con el dictado
humillante, de indignos de rolar con ellas. Hasta ahora no está
reconocida nuestra independencia, y esta notable falta se
atribuye á un misterio inaveriguable, sin confesar que una
apatía criminal con que se ha dejado marchar la Nacion do
una manera anticonstitucional, es la causa general de nues
tros atrasos.
Yo debo hacer saber á US. que no he desperdiciado coyun
tura alguna para poder convencer al señor Gran Mariscal
La-Mar de los desaciertos de su administracion. Le he jurado
pública y privadamente prestarle mis injénuos comedimien
tos, y acompañarlo de buena fé en el mejor arreglo de los ne
gocios, si, dejando á un lado los planes destructores de que
partía, se proponía de nuevo uniformar la opinion del Ejército,
sofocar los partidos, amalgamar los sentimientos, y hacernos
marchar con aquella sinceridad y confianza (pie estan precisa
cu una campaña. Le he demostrado miles de veces la falsedad
de nuestra posicion: le he manifestado que no era posible ha
cer esas distinciones inconsideradas de Sud y Norte; que todos
éramos peruanos; y (pie por último so extrañaba esa miste
riosa conducta que daba lugar á que unos cuerpos se alarma
sen contra otros: le he observado, en fin, que si trataba de
anular á los hijos del país, para hacer necesarios á los extran
jeros, los resultados serian mas funestos que los que se pro
metía. Todo se ha traducido al revés; y so ha creido que la
ambicion era la que dictaba estas noticias. ¡Qué de agravios
no he tolerado en este órden! ¡Cuánta moderacion no han
manifestado mis consideraciones, y cuántos sacrificios no han
hecho mis compañeros en conformarse con los públicos desai
res que se les han hecho sufrir!! En tan críticas circunstancias
ha asomado una crisis que es preciso aprovecharla, para dar
un nuevo impulso á los empeños de la Nacion. Las dos pro
clamas que tengo la honra do incluir á TJS. le manifestarán
los votos solemnes do mi corazon, de los que jamás me apar
taré, mientras que, rennida la Representacion Nacional, dis
ponga lo que fuere de su supremo agrado.
Entre tanto cumple á US. activar por su parte la propor
cion de los elementos de guerra para la conservacion del
Ejército, y su próximo triunfo. Nuestro objeto será negociar
—652—
á toda costa una paz honrosa que tanto desean nuestros
exhaustos pueblos; y protejer las instituciones patrias, el cum
plimiento de sus leyes, y la seguridad y adelantamiento de
sus propiedades.
Dios guarde á US.—Agustín Gamwra.
PROCLAMA DEL GENERAL EN JEFE DEL EJÉRCITO DEL PERÚ,
Á LOS PUEBLOS DE LA REPÚBLICA.
Compatriotas:—La independencia de la patria estaba á
riesgo de desaparecer. Nuestros pasados sacrificios iban á ser
el material de nuestras cadenas. Ya me entendeis; pues ha
beis visto con horror el abismo socabado á vuestros pies por
los caprichos y desaciertos de nuestra caduca administracion.
En este profundo caos de desgracias iba á sumirse la Repú-
blica; y terminar nuestra penosa existencia, nuestra amarga
libertad. ¡¡Patriotas!! ¡¡Mártires de la libertad peruana!! ¿Ha
beis advertido hasta ahora alguna diferencia del antiguo Go-
bieruo de los extranjeros? ¿Disfrutais de esa felicidad que os
prometisteis al derramar vuestra sangre, y al ofrecer vuestros
bienes en holocausto á esa deidad que aun no conoceis? Os
habeis dado una carta ahora quince meses, ¿y están plantea
das muestras leyes fundamentales? Los motivos no los igno
rais: y habeis disimulado un agravio que no es tiempo ya de
tolerar.
Compatriotas:—El Ejército ha querido tomar á su cargo la
garantía de vuestros derechos, la respetabilidad de vuestras
leyes, y la seguridad de vuestras propiedades. Pronto os pre
sentará la oliva de paz en las puntas de sus bayonetas. Vues
tros intereses nacionales, y no. ya los de persona alguna ni
familia son el objeto de nuestras tareas.
Compatriotas: —Vuestros hermanos os ofrecen por mi con
ducto llevaros los testimonios de su patriotismo, de su honor
y bravura. Se han propuesto bajo mis órdenes reponer el de
coro nacional, ó dejar de existir; arraucar del enemigo una
paz honrosa y apreciable por todos sus aspectos, y dar térmi
no á una guerra fratricida que se ha sostenido por fines par
ticulares, ó ser rayados para siempre en el catálogo de los
militares.
Compatriotas:—Somos ya absolutamente peruanos. El ge
neral Presidente ha dimitido su empleo, y restituido á la
—f'r».'í—
Nacion ese alto destino que el artículo 48 do nuestra Consti
tucion se lo tiene denegado. Al fin pertenecemos á nosotros
mismos. De aquí en adelanto podeis tenor el orgullo de go
bernaros por vuestras leyes, y por vuestros hijos.
Compatriotas: — ¡No mas extranjeros, no mas!!! (1)
Cuartel General en Piura, á 8 de Junio do 1829.
A. Gamarra.
TROCLAMA DEL GENERAL EN JEFE AL EJÉRCITO.
Soldados: —Vuestros sacrificios en esta campaña han sido
infructuosos, porque habeis sido víctimas mas bien de miras
personales quo del interés nacional.
Soldados:—La renuncia del Presidente do la República y
vuestros últimos compromisos imponen al Ejército un nuevo
deber, Uma nueva tarea. LA PATliIA, solamente, es ya
nuestro objeto. Las pasiones que os atacaban, inquietaban y
dividían, han desaparecido. Pensad ahora únicamente en
triunfar del enemigo exterior, y en arrancarle una paz deco
rosa ó el hilo de su existencia.
Soldados:—El Perú aguarda con impaciencia que le lleveis
la oliva de paz, para recompensaros con laureles (pie os acom
pañarán mas allá de la tumba. Su felicidad y dicha dependen
de vuestros trabajos. Comenzad, pues, por abrazaros cordial-
mente entre los del Sud y Norte. Todos sois peruanos. Vues
tros intereses son los de todos. Olvidemos y detestemos, para
siempre, ese principio de desmoralizacion, sujerido por la vil
iutriga, cuyo foco no está ya entre vosotros: y ya que estamos
afortunadamente reconcentrados, resueno en nuestra atmós
fera aquella voz majestuosa que aclame exclusivamente la
Libertad, la Patria, el Perú, el honor ó la muerte.
Cuartel General en Piura, á 8 de Junio de 1829.
A. Gamarra.
(1) Se habla do los quo ostán vedados por la ¡Constitucion, para obtener la Presi
dencia do la República.
—654—
Eepública Peruana.— Prefectura y Comandancia General del
Departamento de la "Libertad..— Trvjillo, á 13 de Junio de
1829.
Al señor Ministro de Estado y del Despacho do Gobierno y
Relaciones Exteriores.
Señor Ministro:
El dia de ayer recibi, por extraordinario, la suprema órden
circular número 120 que US. se sirve comunicarme en su apre-
ciable nata 6 del presente, relativa á haber dimitido S. E. el
Vice-presidente dé la Republica el mando supremo en el se
ñor general de division I). Antonio Gutierrez de La-Fuente,
para satisfacer los anhelos de los pueblos y Ejército que así lo
han deseado, acompañada de los ejemplares del decreto y pro
clama expedidos por S. K. el Jete Supremo, los que han sido
publicados en esta capital, y circulados á las demás autorida
des de mi dependencia.
Hijo los auspicios de tan feliz cambiamiento, no hay duda,
va á prosperar la República entera; y mas este Departamento
á quien han aflijido, de cerca, los estragos de una penosa lu
cha. Así pues sus habitantes lo han recibido llenos de regocijo
y entusiasmo; creyendo firmemente que es el único remedio
de sus males políticos. Y tengo la honra de avisarlo á US.
en contestacion, felicitándole por un suceso tan memorable,
y rogándole se sirva ponerlo en el conocimiento do S. E. el
Jefe Supremo de la Nacion.
Dios guarde á USi
1. Pardo de Zrht.
—G55—
Mepúb¡¿ca Peruana.—Ejército Nacional.— General en Jefe. —
GuarUl Generaren Piura, á 10 de Junio de ?.829.
ISxcmo. Señor Vice-prcsidente de la República.
Excmo. Señor:
La crisis, de que paso á dar parte á V. E., es sin duda el
último remedio que ha adoptado el Ejército para ocurrir a la
salvacion do la patria. El réjimen anticonstitucional, soste
nido por la intriga, .no podia menos que producir el descon
tento, y cebar la discordia. El Perú se ba conducido basta el
dia con el mas recomendable sufrimiento, esperando la ins
talacion del Congreso que se ha demorado por mas tiempo
que el designado por la Constitucion. El que debia rennirse
el 29 de Julio del año pasado, en cumplimiento del artículo
34 de la ¿carta fundamental de la Ilepública, no se ba inau
gurado basta abora. El Poder Ejecutivo con transgresion de 1
las atribuciones 2?, 3!.' y 4il del artículo 90, no solo ba dificulta
do su rennion, obstruyendo los recursos que debian facilitarla,
sino que estudiosamente la ba postergado; baciendo odiosn
la alta comision do representantes á quienes se ba mandado
salir de sus casas; y dejar sus peculiares labores, para que se
establezcan en la capital, subsistiendo á sus esponsas. ¿Quién,
con este ejemplo, querrá en adelante admitir este cargo pú
blico; y exponerse á consumir sus intereses, miéntras llegue
ese indefinido tiempo de funcionar?
Hacer duradera la administracion ilegal y diametralmenté
opuesta al artículo 81 de la Constitucion, basta que se bayau
realizado ciertos planes que debian anular á los bijos del país,
y bacer aparecer como necesarios á los extranjeros, ha sido
el proyecto que ba reducido ¡1 teorías las leyes fundamentales
de la Nacion. Do este principio han partido las intrigas que
han ajitado y conmovido los pueblos, y sembrado la descon
fianza y diverjencia de opiniones en el seno mismo del Ejér
cito. Incautos jóvenes, al respaldo de una proteccion, ban
sido los instrumentos de ridiculas arterías deplegadas con el
objeto de bacer desmerecer á los jefes á quienes ¡ deben respe
tar y obédecer. Se ba formado un partido con el fin de atacar
la tmidad de la fuerza, y debilitarla al frente mismo del ene
migo. Los periódicos de Guayaquil , y especialmente el que
se titula Atleta de la Libertad, se han escrito por oficiales del
Ejército que han tenido la desfachatez de poner ejemplares
—656—
en manos de la tropa, al efecto de corromper su moral, y des
truir su disciplina. Los jefes de los cuerpos lo han represen
tado, solicitando el remedio, y haciendo ver cual podria ser
el resultado de estas peligrosas mauiobras. Los unos tfian re
nunciado los empleos, los otros han salvado su responsabili
dad, asegurando todos que esos papeles alarmaban la tropa,
y la poniau en estado de insubordinacion. El Presidente se
ha impuesto de estas justas representaciones; y, léjos de to
mar medida alguna que impidiese el progreso de ese cáncer,
se las ha guardado en su gabinete de donde se han vuelto á
recojer para dar cuenta á V. E. y al público á su vez. Sou
estos los documentos que acompaño bajo el número 1?
Desmoralizado de esta suerte el Ejército, al paso que mal
pagado, por haber cuerpos á los que se deben cinco y seis
meses de sueldo sucesivo: dividido, por otra parte, no solo en
qpiuiones, si tambien en opuestas secciones que se alarmaban
mútuamente, desconfiando de sus propios compañeros, no era
posible que así se presentase con suceso al combate exterior,
cuando los recelos interiores lo llamaban la atencion. La pre
sencia del enemigo en estas críticas circunstancias ¿qué efecto
favorable podria haber producido al Perú? Uua rivalidad, fo
mentada por el palacio, haciendo despreciables á los soldados
del Sud, á sus oficiales y jefes, procurando atizar el partido
de los del Norte con el dictado de liberales, en contraposicion
de aquellos que injustamente han sido denigrados con el apodo
de serviles, he aquí la destructora política con que se nos ha
dirijido. Y ¿qué consecuencia funesta no era de esperar de
tan extraordinario manejo? Pero, todo se desconsideraba,
cuando era preciso disipar la opinion hija de la buena fé. A
la intriga, que se ha apurado con bajeza, se han opuesto la
moderacion y el sufrimiento, observaciones amistosas, y re-
flexionqs fuertes; pero nada, nada ha sido bastante para va
riar este alevoso sistema, ni reducir á la senda legal á los quo
han querido sacrificar la Nacion á sus particulares intereses.
La division de Guayaquil se ha denominado Ejército: el ge
neral Necoehea se ha titulado General en Jefe: el coronel
Prieto se suscribe Jefe de E. M. G.: y este nuevo Ejército
manifestaba á prisa los principios de independencia que so le
habian sujerido con respecto á este Cuartel General. Los hon
rados comandantes de los batallones Ayacucho y Callao, y «
del rejimiento Dragones de Arequipa, no se han dejado sedu
cir; y han clamado por el remedio de los males en que han sido
envueltos sus cuerpos. Vuelva V. E. á leer esas notas de que
he hecho memoria arriba, y verá si, á vista de esos documen
tos, era posible aguardar friamente la explosion de ese volcan
que nabria inundado en sangre al Perú. Sí señor: estoy segu
—657—
ro de que entónces habría corrido sangre á torrentes; y no sé
cuál habría sido el desenlace, ni quién hubiera apagado ese
incendio.
Por otra parte era indudable, como es tambien ahora el
movimiento del enemigo sobre nuestras fronteras. Muestra
posicion era. y aun es todavía, falsa: nuestra fuerza pequeña
para obrar dividida: y los elementos precisos para una nueva
campaña, que se ha abierto contra una Nacion que decanta
una mentida victoria én el Portete de Tarqui, no son sufi
cientes para contar con la probabilidad de un triunfo. Mis
indicaciones continuas en este órden han sido recibidas con
prevenido desagrado: y, lejos de dictarse providencias enérji-
oas y fuertes para la organizacion de un Ejército respetable,
hemos perdido el tiempo en desavenencias emanadas de la
suspicacia ministerial.
El Ejército que ha observado esta injusta diverjencia, esta
contradiccion manifiesta del palacio á todo lo que indicaban
las circunstancias, y por último el misterio profundo á que se
ha sujetado el primer objeto de la guerra, desechando las pa
ces que nos han pedido los enemigos en Saraguro, y ostentan
do un cruel deseo de derramar la sangre americana, sin querer
dar lugar á estipulacion alguna que, manejada de buena fé,
pudo ser en un principio ventajosa al Perú, se ha visto en
la precision de dar un diferente impulso á los negocios de
la campaña, conformándose con la renuncia que ha hecho
de la Presidencia, que anticonstitucionalmente obtenía el se
ñor Gran Mariscal D. José de La-Mar, quien se ha marchado
fuera de la República en la noche del 9 del corriente; dejando
la Nacion en el estado de miserable' dislocacion en que se
mira, y á cuyo pronto arreglo es preciso ocurrir á todo trance.
El Soberano Congreso que, si V. E. manda, se rennirá en el
acto, es al que exclusivamente cumple determinar lo que ten
ga por conveniente. Por mi parte prometo, bajo mi palabra
de honor, sujetarme á lo que en estas circunstancias fuere
servido resolver. Obedecer á una autoridad constitucional es
todo mi anhelo: y descender, en su caso, á la clase de último
soldado, pará ponerme al frente del enemigo es seguramen
te el último punto de mi aspiracion. Ver repuesto el decoro
nacional por medio de un convenio hijo de la victoria, -y
relegados al olvido los humillantes tratados de Jirón, es el
voto solemne que ha hecho el Ejército: y yo por ahora soy
el garanto de su observancia y cumplimiento, si, como desde
luego espero, se sirve V. E. revelarme ese alto secreto en que
hasta aquí se ha hecho consentir el objeto de la presente
guerra; y trasmitirme los planes de la campaña que jamás se
me comunicaron. Si la Nacion ha querido honrarme con el
Tom. vin. Historia—83
—658—
rango que ocupo en la milicia, yo tengo sin duda un derecho
para quejarme de esta injusticia. Mas, habiendo hecho propó
sito de posponer todo asunto personal al interesante servicio
del Estado, diré á V. E. que no es mi ánimo pedir satisfaccion
de las públicas injurias que se me han hecho sufrir, ni recor
dar los insultos de mis gratuitos enemigos, pues que su propio
remordimiento es la mayor de las penas á que se les debe
condenar. Trato pues solamente de consagrar mi atencion y
trabajo á la seguridad de la independencia; y a hacer efecti
va esa felicidad que todos han ofrecido á mi patria, y ella
hasta ahora no la ha tocado, ni la conoce.
Cuando asoma la convalecencia de un desesperado acci
dente ningun sacrificio es reparable. Yo aseguro que si los
pueblos se penetran de este principio, que es bastante senci
llo, y del que partirán mis operaciones, no tendrán un em
barazo en auxiliar al Ejército con los elementos que en la
actualidad son absolutamente necesarios. De otra manera,
salvo desde ahora mi responsabilidad; y convengo en retirar
me al seno de mi familia, á confundirme con los últimos ciu
dadanos de mi país.
Sírvase V. E. honrarme con una pronta y terminante con
testacion, aceptando las consideraciones y respetos de quien
tiene el honor de suscribirse de V. E. muy atento, obediente
servidor—A. Gamarra.
NÚMERO 1?
* Guayaquil, 24 de Mayo de 1829.
Señor Coronel Comandante General D. Miguel Benavides.
No puedo ménos que hacer presentes á US. los efectos y
sentimientos que causa el periódico titulado Atleta. En él se
ven los ataques que hacen á las primeras autoridades de la
Nacion¿separándose de las leyes militares, del eje principal
de estasj tanto mas cuanto que se abre el campo á que se
desmienta la opinion que el Ejército ha tenido en su union.
Estaba persuadido que hubiese tomado medidas á evitar la
continuacion de éste; pero he visto el segundo, y éste, rolando
por algunos individuos de tropa ¿qué efecto causará en el
ánimo de los que están destinados á la presente guerra? Nada
—050—
nías que la desconfianza que se arraiga en estos para con sus
jetes. Yo do mi parto aseguro á US., por la responsabilidad
que gravita sobre mí y por la confianza que he merecido de
que se me confiase el mando do un cuerpo, que si no sé toman
medidas que evitew estas imputaciones, me veré en el caso de
no tener la gloria do coadyuvar en algun tanto á la tranqui
lidad y felicidad de la República á que pertenezco.
Dios guarde á US.— Clemente Hamos.
2IÚMEKO 2?
Al señor Coronel Comandante General de la 2? division.
Señor Coronel:
A pesar del respeto que profeso a la libre emision del pen
samiento por medio de la prensa, no puedo dejar de manifes
tar á US. los perniciosos efectos que produce sin cesar el
periódico titulado Atleta de la Libertad. Desde que salió á luz
su primer número, se ha comenzado á notar un desabrimiento
casi general al servicio; y algunos señores oficiales han lle
gado á pedir permiso para solicitar su licencia absoluta. Se
dice pues que no debe servirse en el Ejército, en el dia, cuyos
primeros jefes, divididos en partidos, ni tienen unidad en las
operaciones, ni firmeza para refrenar las aspiraciones donde
no hay pericia ni valor para el campo de batalla, imparciali
dad ni justicia para apreciar el mérito y recompensarlo. Per
suasiones de esta especie, fomentadas tal vez por ocultos
ajentes del enemigo, comienzan á generalizarse en las clases,
inspirando desconfianzas recíprocas y apropiaciones odiosas.
Pronto se introducirá tambien el espionaje, y se repetirán los
dias de escándalo en que la exaltacion y las sujestiones del
espíritu de partido hacían que el subalterno mirase como ser
vil y déspota al jefe que, contraido á su deber, ni pensaba ni
obraba sino en la esfera de su condicion militar. Por desgra
cia, señor, he sido testigo de estos ejemplos que son bien
recientes, y que han influido no poco en nuestros últimos re
veses: y, antes que se renueven, deseo alejar de mí toda res
ponsabilidad. Para ello presunto á US. si estoy obligado á
perseguir, contener y castigar conversaciones que destruyen
la moral, pero que están autorizadas sin embargo por la tole
—660—
rancia en la edicion del Atleta: y si seré sostenido en las me
didas que para el efecto fueren necesarias. Segundo: si he de
permitirlas en este caso, no hallándome obligado á tentar nn
sistema de iunovacion contra las prescripciones expresas de
mi deber, y las confirmaciones de la experiencia, deseo se me
separe del cuerpo, estoy pronto á cambiar con gusto el rango
de comandante por la clase de simple paisano. Eu ella estoy
seguro de cumplir con el sacrificio de un individuo, sin ser
arrastrado en la ruina del cuerpo.
Espero se sirva US. hacerlo así. presente; y darme oportuno
aviso sobre lo que resultare.
Dios guarde á US.—Juan Pablo Fernandini.
JltMEEO 3°
República Peruana.— Comandancia General de Infantería.—
Guayaquil, Mayo 26 de 1829.
Al señor General Comandante General del Departamento.
Señor General:
Por las dos notas, que orijinales tengo el honor de incluir
á US., se impondrá del justo reclamo que en ellas hacen los
jefes que se suscriben contra el papel titulado el Atleta de la
Libertad; y sobre cuyo contenido diré á US. en obsequio de
la justicia lo siguiente:—Colocado á la cabeza de la segunda
division del Ejército, mi primera y principal atencion es velar
por su conservacion, moral y disciplina: mas para que esta
sea efectiva, es de absoluta necesidad que las leyes militares,
que nos rijen, tengan su fuerza y vigor. Y ¿cómo será posible
que pueda infundir y sostener en esta division la moral y su
bordinacion que constituyen al soldado, cuando el mismo
papel autoriza á todos los individuos para^faltar á sus supe
riores con el disfrazado nombre de libertad, así como sus au
tores lo hacen descaradamente á las primeras autoridades del
Ejército y la Nacion? Y ¿podrá gravitar sobre mí una res
ponsabilidad que se hace ilusoria por esta misma libertad?
Estoy seguro que semejante conducta nos hará ocupar un
lugar bastante triste en el concepto de sus espectadores. Si
los jefes no son tratados con el decoro, subordinacion y res
—661—
peto que es debido, al paso que se infrinjan los artículos 2.°
y 6.° tratado 2.° título 17 de la Ordenanza General, son in
calculables los males que de su inobservancia se dejan cono
cer; ellos mismos dan lugar á representaciones en térmiuo»
legales. Y ¿qué confianza podrán inspirar á la Xacion y al
Ejército mismo los que han de dirijir nuestras operaciones, y
los que se bailan destinados para salvar la República do sus
compromisos, si son atacados públicamente en su honor y
conducta? A la verdad, señor general, que si cada uno de los
individuos que componen el Ejército no se circunscribe en los
límites de su deber y la obediencia que esencialmente debe
mos profesar, la desmoralizacion y la insubordinacion rejirán
los destinos; y nuestros compatriotas mirarán como instru
mentos de sus desgracias á aquellos que deben sostener sus
derechos y libertad.
Espero que US., penetrado de lo expuesto y de las demás
razones que al efecto aducen los jefes que se suscriben, tome
US., con la cordura que le es característica, una medida capaz
de contener los males que son consiguientes, y de poner á cu
bierto mi responsabilidad de los ataques que puedan amena
zarla.
Dios guarde á US.—Miguel Benavides.
Republica Peruana.— Comandancia General del Departamento
de Guayaquil, á 26 de Mayo de 1829.
Al señor Coronel Comandante General de Infantería.
Señor Coronel:
He recibido la apreciable nota de US. fecha de hoy, y con
ella las dos que le han sido dirijidas por el comandante del
batallon Ayacucho y sarjento mayor del Callao, reducidas á
manifestar la tpascendencia y pernicioso influjo que pueden
tener en la moral de sus cuerpos respectivos lns opiniones
emitidas por el papel titulado el Atleta. Hecho cargo de las
reflexiones que US. me hace al reclamar contra el oreferido
papel, yo no puedo contestar sino que en mí no residen fa
cultades para deliberar sobre este asunto, puesto que el artí-
—GÜ2—
culo 159 título 9.° de nuestra Constitucion faculta á todos
para que puedan comunicar sus pensamientos de palabra ó
por escrito; publicarlos por medio do la imprenta sin censura
prévia, pero bajo la responsabilidad que determine la ley; y
que aunque las ordenanzas españolas están vijentes seguí) el
artículo 148 titulo 3.°, el artículo l'ól título ti.° de la misma
Constitucion dice: que todas las leyes que no se opongan á
esta Constitucion queden en su vigor y fuerza hasta la orga
nizacion de los códigos.
En esta virtud me parece lo mas conveniente sujetar eonio
lo bago al conocimiento de S. E. el Presidente este negocio,
ciñéndome por ahora á influiroon los editores del Atleta, para
que no continúen escribiendo .siempre una materia que, en
opinion de los jefes que representan, puede perjudicar á la
disciplina y moral de los oficiales y tropa que están á su-s
órdenes.
Dios guarde á US.—M. Necoehea.
NÚMERO 5°.
Rejimiento Dragones' de Arequipa. — Guayaquil, Mayo veintio
cho de mil ochocientos veintinueve.
Al señor Coronel D. Pedro Bermudez, Jefe del E. M. G. del
Ejército.
Señor Coronel:
Movido de mi deber y de los perniciosos efectos que han
producido en los cuerpos de esta division los núm.*l.° y 2.°
del periódico titulado Atleta, que acompaño á US., he puesto
al señor General Comandante General de este Departamento
la nota que tengo el honor de copiar igualmente que su con-
ie.st acion.
—GG3—
"Bejimiento Dragones de Arequipa. — Guayaquil, Mayo veinti
siete de mil ochocientos veintinueve.
Al señor General de Division D. Mariano Necochea, Coman
dante General del Departamento. ,
Señor General:
Puesto á la cabeza de un cuerpo cuyo cargo me ha confiado
la Nacion, creo no deben ser otros mis desvelos que conservar -
en él el órden, la obediencia y la moral como únicas bases de
la disciplina militar. ¿Y podre yo, acaso, ni jefe alguno llevar
adelante éstas, á vista del escandaloso ataque que se hace
contra las primeras autoridades del Ejército en los números
1.° y 2.° del periódico titulado el Atleta! ¿Podré tampoco
privar á mis súbditos, y aun á la misma tropa, de la pública
crítica contra estos jefes? Ellos no hacen mas que seguir la
rutina ,á que estos papeles les dan lugar; y los grandes resul
tados que por un órden natural deben sobrevenir, solo los
palpa el inmediato jefe que manda un cuerpo, y que vé dise
minado en él el descontento y la inmoralidad, obra de estos
documentos. Impelido pues do tan grandes como poderosos
motivos, creo me hallo en la necesidad de no desentenderme
de las conversaciones que han atraido dichos periódicos; y sí
de perseguirlos, cumpliendo con las atribuciones de mi desti
no; pero este caso no podrá llegar en el iuterín no se ponga
en un juicio á sus editores, como perturbadores del órden, é
infractores del código que nos rije, porque si se toleran y no
se toman las medidas que cimenten una moral cual deben te
ner los cuerpos, protesto de mi destino: y con mas placer sa
crificaré mis servicios como un simple particular, antes que
ver gravitar sobre mí el enorme peso de la responsabilidad.
Espero que US. se dignará darme contestacion sobre el
particular, pues ella servirá de norma á mis determinaciones
Dios guarde á US.
Manuel Vargas."
—664—
"República Peruana.— Comandancia General del Departamento
de Guayaquil, á veintisiete de Mayo de mil ochocientos veinti
nueve.
Al Teniente Coronel Comandante del rejimiento Dragones
de Arequipa.
Con fecha de ayer he contestado al señor Coronel Coman
dante General de la division de Infantería sobre el mismo
asunto á que se refiere la nota de IT. á que respondo lo que á
la letra sigue:
"He recibido la apreciable nota de US. fecha de hoy, y con
ella las dos que le han sido dirijidas por el comandante del
batallon Ayacucho y sarjente mayor del Callao, reducidas á
manifestar la trascéndencia y pernicioso influjo que pueden
tejer, en la moral de sus cuerpos respectivos, las opiniones
emitidas por el papel titulado el Atleta.
Hecho cargo do las reflexiones que US. me hace al recla
mar contra el referido papel, yo no puedo contestar sino que
en mí no residen facultades para deliberar sobre esto asunto,
puesto que el artículo 159, título 9 de nuestra Constitucion
faculta á todos para que puedan comunicar sus pensamientos
de palabra ó por escrito; publicarlos por medio de la imprenta
sin censura previa, pero bajo la responsabilidad que determi
ne la ley: y que, aunque las ordenanzas españolas están vi-
jentes segun el artículo 141 título 8, el artículo 131 título 6
de la misma Constitucion dice que: todas las leyes que no se
opongan á esta Constitucion quedan en su vigor y fuerza
hasta la organizacion de los códigos.
En esta virtud me parece lo mas conveniente sujetar, como
lo hago, al conocimiento de S. B. el Presidente este negocio,
.ciñéndome por ahora á influir con los editores del Atleta, para
que no continúen escribiendo sobre una materia que, en opi
nion de los jefes que representan, puede perjudicar á la disci
plina y moral de los oficiales y tropa que están á sus órdenes.''
Lo trascribo á U. para su intelijencia y gobierno; agregán
dole que no se halla en mis' facultades calificar á los editores
del Atleta con las denominaciones que U. les aplica, y que,
como ciudadano del Perú, puede usar contra ellos del derecho
que tiene para denunciar sus escritos ante el Tribunal desig
nado por las leyes.
Tampoco podré admitir en ningun caso' la renuncia de su
destino que indica U. en su nota^ como vina consecuencia de
—665—
mí negativa al juicio de los editores del Atleta; porque U. de-
he saber que uo'es á mí, sino á la autoridad que se le confió,
á quien corresponde aceptar ó nó tales dimisiones; así como
recaerá siempre sobre U. la responsabilidad de la moral y dis
ciplina de su Tejimiento que las ordenanzas le imponen, y de
que nadie, ni circunstancia alguna puede salvarlo miéntras
ejerza el mando.
Dios guarde ¡i U.—Mariano Necockea."
US. se dignará poner ésta en conocimiento de la superiori
dad por la vía regular como un testimonio de mi contraccion
á las prescripciones de mi destino, y para que, en fuerza de lo
expuesto, se resuelva lo que se tuviese por conveniente.
Dios guarde á US.—Manuel Vargas.
NÚMERO 6?
República Peruana.— Comandancia General de la division de
Infantería del Ejército de operaciones de Guayaquil.—Mayo
veintiocho de mil ochocientos veintinueve.
Al señor Coronel .leí'e del E. M. G. del Ejército del Perú D.
Pedro Bermudez.
Señor Coronel: ,i
El comandante accidental del batallon Callao, sarjento ma
yor D. Clemente Ramos, con fecha 24 del presente, me dirijió
la nota que en copia bajo el número Io tengo el honor de
acompañar á US.; y aunque su contenido me pareció ser de
bastante trascendencia por los males que se dejan conocer,
creí oportuno suspender el juicio hasta examinar mas proli
jamente el influjo que causaba en los individuos de la division
que está á mis órdenes el papel titulado El Atleta de la Liber
tad. Pero, habiéndome elevado con fecha 25 del mismo el co
mandante del batallon Ayacucho la que en cópia y bajo el
número 2 incluyo á US., ya no fué posible desentenderme de
las poderosas razones con que este jefe trataba en ella de
salvar su responsabilidad, en cuyo caso, y siéndome ya cons
tante cuanto en ella se expone, elevé al conocimiento del se
ñor General Comandante General, la que en cópia y bajo el
Tom. viii. Historia.—84
—66(5—
número 3 inserto, de las que hecho cargo S. S. se sirvió cou-
testarme lo que parece bajo el número 4. Espero pues, señor
coronel, que, penetrado US. de la justicia de este reclamo, y
convencido de los ataques que semejante libelo hacen á la
disciplina militar, y en particular á las primeras autoridades
del Ejército y la Nacion, bajo cuyo influjo han de ser demar
cadas nuestras operaciones, se sirva, por el conducto que es
debido, elevarlo al conocimiento de S. E. el General Presi
dente, para que, si lo tiene á bien, dicte providencias tan
ejecutivas como demanda el caso, á. fin de cortar abusos de
esta especie.
Sírvase US. aceptar las consideraciones del mas perfecto
respeto con que se suscribe de US. atento obsecuente servi
dor—Señor Coronel—Miguel Benavides.
NÚMERO 7?
República Peruana.—Ejército del Norte.—Estado Mayor Ge
neral.—Cuartel General en Piara, á dos de Junio de mil ocho
cientos veintinueve.
Benemérito señor General en Jefe.
Señor General:
Elevo al conocimiento de US. la nota que acabo de recibir
del señor coronel comandante general de la 2? division D.
Miguel Benavides. Su contenido, apoyado en las manifesta
ciones que le hicieron los comandantes del batallon 1? Aya-
cucho y 1? del Callao, por las notas número 1? y 2.° que eu
cópia se acompañan, merece el que US. considerando con el
tino y circunspeccion que le son característicos, dicte ó reca
be de S. E. el general Presidente el que se tome una medida
sobre el particular tan preservativa de los males que nos
amenazan, que corte de raiz el abuso destructor de que se ha
plagado en el Ejército en Guayaquil. El Comandante General,
los jefes representantes y la lectura misma del Atleta de la Li
bertad indican la cima de desmoralizacion en que muy en bre
ve nos vá á sumir un papel tan incendiario como es este. Es
verdad señor general que la Constitucion garantiza el emitir
libremente los pensamientos sean cuales fuesen; pero también
—667—
es mas eterna 6 infalible el que en las circunstancias presen
tes, en que nos es tan necesaria la union y ciega subordina
cion militar, la suprema ley debe ser acallar cuanto no tenga
tendencia con la salvacion de la patria. El periódico este, 6
mas bien sus autores tratan de desunirnos para que triunfe el
enemigo comun. Deben ser declarados enemigos nuestros, y
por lo tanto, entiendo debe procederse contra ellos, para de
ese modo ejemplarizar á los que por sus máximas emitidas se
bayan desviado del sendero que nos prescribe nuestra profe
sion: y, si esta no es conforme, US. se dignará indicarme la
contestacion que debo dar al jefe que se ha dirijdo solicitan
do el remedio tan justo de este mal: y, miéntras tanto, me
suscribo de .US. su mas atento , obediente servidor—Señor
General—Pedro Bermudez.
NÚMERO 8'.'
República Peruana.—Ejército del Norte.— General en Jefe.—
Cuartel General en Piara, á 2 de Junio de 1829.
Señor Secretario General de S. E. el Presidente.
Señor Secretario:
Tengo la honra de elevar al supremo conocimiento de S. E.,
por el apreciable órgano de US., la adjunta comunicacion del
señor Coronel Comanc'ante General de la division de Infan-
ría existente en la Plaza de Guayaquil, á las que acompañan
copias de las representaciones que lo han pasado los jefes del
batallón 1.° do Ayacucuo y 1.° del Callao; salvando su res
ponsabilidad de la disciplina y moral de sus cuerpos por el
iuílujo que tiene á este respecto el periódico titulado el Atleta
de la Libertad, del que corren ejemplares en manos de la tro
pa. El señor General Comandante General de aquel Depar
tamento, informado de estos justos recelos de los jefes de los
cuerpos, ha contestado no residir en él facultades para poder
deliberar sobre el asunto; aduciendo equivocadamente va
rios artículos de la Constitucion, cuya siniestra intelijencia
ha producido hasta el di a efectos que la prudencia no pudo
dejar de prever en un principio, para sofocar en su cuna ese
•
incendio en que se abraza la República. Sin apartarme de los
respetos que tributo á la carta fundamental de la Nacion,
entiendo que ella no autoriza la sedicion. Prescindo de si este
papel está ó nó impreso: yo encuentro dentro de los cuarteles
del Ejército, y en las manos de los soldados esta clase de ius-
truccion que ponen en ridículo á sus primeros jefes, los hacen
aparecer como indignos de la obediencia de un tambor. Si la
carta nacional define esencialmente obediente al militar, no
me equivoco en creer que las doctrinas, sean ó nó impresas,
si atacan este principio, son necesariamente subversivas, y
que es indispensable perseguir el oríjen, y castigar el hecho.
Nadie ignora que semejante proyecto nos conduce á una de
feccion, marcha infaliblemente á la disolucion de la fuerza de
que podría aprovechar el enemigo que se halla afrontado, y
que no por aparecer aquellas ideasen periódicos1 impresos,
han variado de valor, sino aumentado por el contrario de un
modo que su misma publicidad y la franqueza con que se dejan
correr por todas direcciones, hacen que el vulgo gradúe de
dogmático todo lo que ha pasado por la imprenta; y, lo que
es peor, que el enemigo se imponga de la inmoralidad de
nuestro Ejército. Dejando pues á salvo el derecho del juez
para que á su vez ejerza sus atribuciones sobre el abu o, y
aplique por su parte la pena que corresponde, considero que
estamos en el preciso caso de disponer se juzgue la sedicion
con arreglo á ordenanza, en un consejo de guerra, al modo
que procederiamos con los autores de los pasquines.
Sírvase pues, US., informar do todo á S. E., y muy parti
cularmente de la comunicacion del señor Coronel Jefe del E.
M. G., á fin de que se sirva librar providencias ejecutivas que
ocurran á remediar el contajio de esta alarmante zizaña, dig
na de cortarse radical y oportunamente.
Dios guarde á US.—Agustín Gamarra.
Cuartel General en Piura, Junio 3 de 1829.
Corra con el dictámen pedido al Auditor General del Ejér
cito.—Por enfermedad del señor Secretario General—Cas-
tañeda.
Es cópia de los orijinales que quedan en esta Secretaría del
i limo. Señor General en Jefe—Dr. José Maruri de la Cuto,
Secretario.
—609—
"EL ATLETA DE LA LIBERTxlD."
Prospecto.
Ofrecemos á nuestros compatriotas este nuevo periódico,
cuyo objeto vamos á manifestar, aunque nos parece suficien
temente indicado por su solo título. Sea por natural perver
sidad del corazon humano, sea efecto de corrupcion nacida
del estado social, sea por esta fatal ignorancia—mal que tan
to nos aqueja—ó sea, en fin por todas, ó algunas de estas
causas combinadas, es evidente que en todos los países, y en
todas las edades ha existido, por desgracia de la humanidad
el jérmen productor de la tiranía. El se encontraba en el re
cinto de Esparta, ejercía su maléfico influjo dentro de los
muros de Aténas, y lo que aun es mas admirable, no hacian,
sino fecundarlo con su sangre los ínclitos guerreros que por
la libertad de la Grecia, sacrificaron tan jenerosamento sus
vidas en el estrecho de Salamina, y en los campos de Mara
ton, y de Platea. En vano se ligaron las virtudes, el saber, y
la elocuencia para impedir (pie se propagase hasta el Pueblo
Eey. Nada pudo preservarlo, y la tiranía produjo sus amar
gos frutos en aquel suelo sagrado, donde reposaban las ceni
zas de tantos ilustres republicanos y donde vieron la luz pri
mera Bruto, y Catón, Scípion, y Régnlo.
Tal es el ejemplo que la historía de esos dos pueblos nos su
ministra. Otros no menos melancólicos nos ofrece la de los
modernos, y á pesar de la escasez de nuestros conocimientos
nos permitiriamos entrar en el análisis de esta materia, si
por una parte no nos pareciese ajena de nuestro asunto, y por
otra no creyésemos inútil demostrar á nuestros lectores una
verdad, de que los suponemos harto convencidos.
Pero contrayéndonos por ahora al Continente Americano,
si bien nos escusaremos de inquirir cual sea la fuente de don
de emane el vicio que deploramos—operaeion que exijiria un
examen muy prolijo y desagradable—nos vemos precisados
á confesar que es el campo mas vasto y feraz, en que la in
fernal semilla ha podido jerminar. Nuestros lectores, al njé
nos los imparciales, convendrán con nosotros en que no se
habria tan facilmente desenvuelto, si desde los primeros tiem
pos de nuestra existencia civil no la hubiesen cultivado con
tanto esmero los mismos que debieron extirparla.
—G70—
Desde entónces, ¡oh dolor! comenzó a desarrollarse ni abri
go de los crímenes cuyo calor la mantiene y viyifica, y en el
dia son ya tan abundantes, son tan pingües sus cosechas,
que no solo los que tanto trabajaron por obtenerlas, los que
algunos derechos, si tales pueden llamarse, alegaban sobre
ejlos, sino hasta la ambicion oscura y desuuda de mérito:
aquella que no sabe medir "ú sus fuerzas, ni la magnitud de
la empresa aspira y se afana por recocerlas, Sí: digámoslo
de una.vez: los mismos Pigmeos pretenden erijirse en Colo
sos y son Pigmeos por mas que se paren sobre las puntas de
sus piés. El Atleta, sin embargo, contra unos y otros dirije
sus golpes, porque unos y otros son igualmente perniciosos,
unos y otros igualmente abominables. ¿No impusieron los
unos duro y pesado yugo a la patria? ¿Los otros no emplea
ron sus fuerzas todas para conservarle la cerviz y que lo
recibiese? ¿No le han declarado aquellos eterna guerra? ¿No
han jurado su exterminio? ¿Y estos no acaban de llevarla al
borde del precipicio? ¿No trabajan aun por sepultarla en él!
Pus bien: nosotros somos sus hijos. ¿Y por qué uos arrepen
tiríamos de haberlo dicho? No: lo repetimos: contra ellos dirije
H Atleta sus golpes.
Acompáñanos únicamente el sentimiento de (pie descarga
dos por nosotros sean demasiado débiles. Porque en efecto,
los que esto escribimos bien convencidos de nuestra fla
queza, es»amos mnyléjosde aspirar al renombre do escritores.
Educados por decirlo así, bajo la tienda de campaña no he
mos podido adquirir los conocimientos ' que se necesitan pa
ra merecerlo, r:i aprendido jamás el difícil manejo de la pluma.
Impelidos por el amor á la libertad, nos lanzamos en el torbe
llino de la i evolucion á defender su santa causa; y empuñamos
por ella las espadas, cuando nuestros brazos aun infantiles
apenas tenían fuerzas para sustentarlas. Si estas circunstan
cias, pues, nos privan de la facultad de agradar á nuestros
1. 'clores, \ de merecer sus aplausos, creemos (pie nos han da
do en recompensa esa ardiente enerjía, esa franqueza varonil
tan inopia de nuestra profesion. Con ellas presentaremos al
público verdades desuudas que confundirán á los que quieran
declararse nuestros enemigos. Bien prevemos que el número
de estos será inüuito porque siempre lo es el de aquellos que
tributan inciensos al poder; pero ni sus insultos, ni sus de
nuestos, ni sus calumnias, ni todos sus ataques que recibire
mos con firmeza serán bastantes para intimidarnos. Vivimos
t ranquilos con los recuerdos de nuestra conducta, y ningu
na bajeza., ningun crimen se nos podrá jamás echar en cara.
Nuestra conciencia nos repite sin cesar: '''Quedad serenos,
4 complaceos, y aun lisonjeaos porque sois patriotas, y todo
—071—
"lo habéis sacrificado á vuestros juramentos y vuestros de-
"beres."
' Réstanos tan solo advertir al público que sobrecargados
con las ocupaciones de nuestro destino, y consagrados casi
exclusivamente á otra especie de labores, nuestras publica
ciones no podrán ser sino semanales. Todos los jueves saldrá
á luz uno de nuestros números, y por ahora se admitirán las
suscriciones en la Imprenta de esta Ciudad, miéntras, habien
do adquirido relaciones de que hoy carecemos, indicamos
otros lugares para el mismo efecto.—Los números sueltos
serán vendidos en la tienda del señor Juan Coronel al precio
acostumbrado de dds reales, y el valor de las suscriciones
será el de tres pesos por cada trimestre.
"EL ATLETA DE LA LIBERTAD."
NUM 1.°
Guayaquil, Juevey 14 de Mayo de 1829—30?
ÚLTIMOS SUCESOS DE LA CAMPAÑA DEL SUD DE COLOMBIA.
Bien sea que valoricemos los acontecimientos á que se refie
re el epígrafe de este artículo por la suma influencia que
pudieron tener sobre los destinos de nuestra patria, solo con
siderados militarmente, ó bien se les recuerde, como la prin
cipal, y mejor explicacion de los funestos resultados que
produjeron, destruyendo de un golpe la bella y consoladora
perspectiva que con tanto fundamento nos presentaba el por
venir, atendida la justicia de nuestra causa, y el brillante
aspecto del Ejército que la defendía; es indudable que nin
gun objeto merece mas preferentemente fijar las miradas de
cuantos peruanos se interesen por la libertad, por la gloria,
y aun por la independencia mismn do su país.
El deseo de satisfacer, en cuanto nos sea dado, este vivo
interés, do que suponemos animados á todos nuestros compa
triotas por descubrir la verdadera causa del inesperado con
traste que sufrieron nuestras armas en el malhadado Portete
(le Tarqui, nos ha decidido á reimprimir en nuestro periódico
-
—672—
el "Boletín'' Nuni. 3, en que se halla la descripcion cíe todas
las operaciones que tuvieron lugar, desde que fijó sus reales
nuestro Ejército en el pueblo de San Fernando, basta el fu
nesto desastre, con que terminó el último período de aquella
campaña, fruto de tan heroicos esfuerzos, abierta bajo los
mas felices auspicios; y que casi sepultara en el abismo de la
infamia, el honor nacional, con las esperanzas de los buenos
peruanos.
El papel que nos hemos propuesto copiar ha desfigurado, y
presentado los sucesos bajo colores muy distintos de la rea
lidad, si hemos de dar ascenso al testimonio unánime de un
gran niimero de testigos, á todos respectos fidedignos. Xos
será, pues, lícito hacer algunas aclaraciones para romper las
sombras que aun nos ocultan los motivos ciertos, del desastre
que precipitó á nuestro Ejército desde la altura, á que le ha
bian hecho subir sus primeros sucesos; que nos conducirán á
penetrar por entre la densa nube que ha escondido hasta
ahora el oríjen de esas capitulaciones afrentosas que tanto
han manciliado el nombre peruano, y que realzará, finalmen
te, en gran manera, el admirable denuedo de muchos de los
bravos inmolados en el Portete, sin provecho para la patria,
mostrando en su verdadero punto de vista la vil atrocidad
con que los decantados vengadores de Colombia se saciaron
cobardemente en la sangre de los mártires de ias libertades
patrias, y de la hermosa causa de los principios. Sí: rasgue
mos cuanto antes este odioso velo. Que todos distingan cla
ramente los sacrificios rendidos á la patria, de los servicios
dedicados al mezquino interés individual. No se confundan
de hoy mas los soldados que consagran sus brazos al culto de
la Libertad de su patria con los miserables que buscan un
señor que la domine, y solo trabajan por su engrandecimien
to personal. Esto interesa á la Nacion, y podrá contribuir á
su futura prosperidad: esto se debe á la justicia ofendida, y
ella clama en favor de los bravos que ven oscurecida su re
putacion, y lloran de dolor, al encontrarse mezclados con los
mismos que intentaron echar sobre la historia de su país una
mancha horrenda de ignominia.
—673—
EJÉRCITO PERUANO.
BOLETIN NÚM. 3.
Miéntras el Ejército Peruano se hallaba en San Fernando,
con el objeto de esperar que se le renniesen los batallones ocho
y primero de Ayacucho, los enemigos entraron en el llano de
Tarqui; y se situaron en Guagua-Tarqui. El 25, marchó la 1?
division al mando del señor general Plaza, al pueblo de Jirón.
El 26, siguió todo el Ejército h^cia el mismo punto, y al me
dio dia estuvo en él. En la tarde, el señor general Plaza con
la division de su mando, se dirijió al Portete, y llegó sin nove
dad y á tiempo de reconocer el campo, y ordenar á los jefes
de los batallones que estaban bajo sus órdenes, las posiciones
que debian tomar luego que oscureciese, habiendo antes
ocupado dicho punto el señor coronel Raulet, con una com
pañía del 2.° batallon Ayacucho. Entrada la noche, la com
pañía de cazadores del 2.° batallon Callao, ocupó una altura
dos cuadras á la izquierda del rio, y recibió órdenes de es
tablecer una avanzada á su izquierda,, y otra al frente. El
batallon Ayacucho formado en masa y con las precauciones
necesarias tomó la derecha del Portete, y el Callao en la mis
ma formacion se situó al frente de la Quebrada.
Confiesa el Boletín la detencion de nuestro Ejército en el
pueblo de San Fernando, y para justificar esta dilatada inac
tividad, áque muchos atribuyen con justicia una de las prime
ras causas de los desdichados acaecimientos que la sucedieron,
no alega, sin embargo, otro motivo que la necesidad de aguar
dar la rennion de los ciuerpos dispersados en Saraguro. Mu
chos han creido, y no carece de fundamento esta opinion,
que la llegada de aquellos batallones debia producir el desa
liento, y la inmoralidad en el resto de nuestras tropas. No
diremos que tal haya acontecido, porque nos faltan datos
bastante seguros para afirmarlo; mas sí osamos avanzar, apo
yados en las lecciones de la experiencia, y uniendo nuestro
voto á los de cuantos tienen algun uso de mando militar, y
conocimiento de las costumbres del soldado, que la incorpo
racion de los dispersos de Saraguro—sobre cuyo suceso se
ha esperado en vano, por largo tiempo una declaracion que
satisfaciese al Ejército, y un acto de justicia que reclaman los
Toar, vih, Historia— 85
—674—
patriotas—osamos avanzar, decíamos, que la reincorporacion
de aquellos dispersos debia natural mente enervar la moral de
nuestros soldados, afectando de una manera bien sensible su
disciplina, su entusiasmo, y ese orgullo marcial, fecundo se
millero de todas las virtudes bélicas, al que tantas veces se
han debido las victorias.
Olvidaremos sin embargo, todo esto, y aun haremos mas;
concedemos gratuitamente que nuestro Ejército, superior to
davía en número al enemigo no hubiera podido continuar sus
operaciones con un batallon ménos: pero no nos es posible
disimular la falta en que ha incurrido el E. M. al indicar la
fecha del movimiento de la division Plaza sobre el pueblo de
Jirón. Errores hay que el observador mas benigno no puede
jamás considerar inocentes, el que acabamos de citar es uno
de los mas robustos argumentos que pueden hacerse contra
los movimientos de la campaña, y el equivoco de un papel
oficial sobre acontecimientos que han orijinado todos, ó mu
chos de los que le siguieron no es de aquellos á que con faci
lidad se hallan excusas.
Refiramos la historia de la primera division del Ejército
como se nos ha trasmitido por las personas en cuyo dicho nos
fundamos para discurrir sobro el asunto que nos ocupa, y
comparándola con la que da el Boletín, será bien fácil asignar
el verdadero motivo de la variacion que acabamos de hacer
notar.
El 22 de Febrero, cuatro días antes de la fecha señalada en
el Boletín, marebó el señor general Plaza sobre Jirón precedi
do del coronel liaulet, que con una mitad de caballería había
emprendido el mismo movimiento, y ocupado la poblacion, á
la que se replegó desde el Portete, por órden expresa del ge
neral Gamarra. El grueso do nuestras fuerzas no se unió,
pues, á la primera division, en el dia siguiente á la llegada
de ésta, como lo supone el Boletín, y movimiento tan inma
turo que ha sido mirado por algunos como una indicacion al
enemigo, de que se trataba de ocupar el Portete, fué muy
probablemente el que movió al general Sucre á emprender su
mareba de Guagua-Tarqui, ó debe creerse al ménos que le
descubrió la nueva direccion que repentinamente tomaba
nuestro Ejército abandonando la del Pajon que habia seguido
desde su salida de Saraguro, con el objeto de penetrar al llano
de Tarqui. No parecerá, pues, extraño atribuir al mismo mo
vimiento el pronto y brusco ataque de las fuerzas enemigas
contra nuestra division de vanguardia, que sucumbió, en fin,
á pesar de su heróica resistencia, antes que pudiera recibir
tropas de refresco. A la verdad: ¿cuando los jefes enemigos
han asegurado de palabra, y en el diario mismo de las ope-
-~675—
radones de su Ejército, que la noticia sola de que nuestra
vanguardia habia ocupado el pueblo de Jirón, les decidió á
emprender el movimiento con que dieron término á su cam
paña, cabrá todavia el menor recelo contra la proposicion que
acabamos, de asentar, de que la marcha del general Plaza,
tantos dias anterior á la del Ejército, y determinada contra
la bien pronunciada opinion de esto valiente jefe, si no ha
tenido un objeto tan malicioso, como el que antes indicamos—
lo que no podremos asegurar—fué sin duda uno de los prin
cipales motivos de las desgracias que la patria lamenta? Y
no siendo así, qué ocupar con una anticipacion tan cho
cante el pueblo de Jirón? ¿A qué exponer á dos de nuestros
mejores batallones á que atacados por el enemigo y reducidos
á combatir en un foso (que tal debe considerarse aquel punto,
respecto á las posiciones de ambos ejércitos), perecieran, como
muy bien pudo suceder?
Pero aun desechando estas importantísimas circunstancias,
que tanto han influido en el éxito de la campaña, ¿podremos
olvidar las noticias que el mismo General en Jete aseguró
haber recibido sobre el movimiento del campo enemigo, aun
antes que salieran de Jirón los cuerpos que condujo el gene
ral Plaza para posesionarse del Portete? ¿Por qué desatender
una nueva de tamaño bulto, que se difundió al momento en
todo el Ejército, y cuyo menosprecio podia atraer una desgra
cia por entónces irreparable, como la que tan acerbos males
ha causado á la República? Nadie se atreverá á revocar en
duda, que si se hubiese dado crédito á este rumor general, si
se hubiera escuchado el grito de nuestros mas acreditados
guerreros que pretendían volar todos al Portete con el Ejér
cito rennido; la posicion no hubiera sido forzada, Flores ha
bría recibido un duro escarmiento, si tanta hnbiera sido su
osadía que llevara sus soldados contra toda la masa de nues
tras fuerzas, y no solo habríamos reportado la ventaja de
rechazar al enemigo, sino que pudimos tambien haber atra
vesado por el Portete hasta el gran llano, y forzado á los
generales de Bolivar á una batalla no tan desigual por la
fuerza numérica de ambos ejércitos, cuanto por la superio
ridad inmensa do nuestra caballería sobre la enemiga. ¡Ah!
¡cuán diversa fuera hoy la suerte del Perú! Habría tal vez
terminado la guerra en un combate glorioso para este mismo
Ejército, que ha sufrido mal de su grado las vilipendiosas
humillaciones á que el fatal convenio de paz le condenó, y las
amargas quejas, y las bochornosas reconvenciones de toda la
Nacion que ha visto tan cruelmente burladas sus mas queri
das esperanzas, tan ignominiosamente malogrados sus gene
rosos sacrificios, y que creo recibir de las falanges mismas á
—676—
cuyas armas habia confiado la defensa de sus derechos, y la
restauracion de la honra nacional, el pacto impío de su opro
bio y de su vergüenza.
¿Se opondrán acaso dificultades para la continuacion de la
marcha do los cuerpos al Portete, como parece se ha hecho
ya, queriendo contestar este mismo argumento? Si: se no9
íiirá sin duda que era preciso que comiesen los cuerpos, y aun
no faltará quien procure persuadirnos de que la fortuna nos
negó el tiempo necesario para seguir el movimiento. Pero
¿podrá creer hombre alguno dotado de sentido comun, que
cuerpos acostumbrados á marchar ocho y diez leguas en el día,
sin reposo, que estos cuerpos que habian hecho una larga
mansion en el pueblo de San Fernando, disfrutando todo jé-
nero de comodidades, y que apenas habían tenido que hacer
una jornada de tres leguas, no pudieran seguir marchando dos
otras mas, que era la distancia entre Jirón, y el Portetef ¿Se
rá creíble que un Ejército no pueda caminar cinco leguas, sin
tomar los dos ranchos del dia, antes de llegar á su destino?
Y últimamente: sobrado tiempo hubo para que nuestros sol
dados se recobrasen de cualquiera fatiga, y para que recibie
ran sus raciones; pues habiéndose alojado á la una de la tarde,
cuatro horas mas era lo sumo que podia emplearse en este ob
jeto. Habría, pues, seguido el Ejército su marcha, como algu
nos lo indicaron entónces mismo, y se hubiera evitado de esta
manera un dia de luto, y de desconsuelo para los buenos pa
triotas, y un revés que ha llenado de soberbia á nuestros fero
ces enemigos.
(Continuará.)
REMITIDO.
Señores Editores:
La curiosidad que excitan asuntos de tanta importancia, co
mo los contenidos en la nota del señor Secretario General de
S. E. el Presidente al señor Ministro de la Guerra, inserta en el
"Botafuego" núm. 24, me impele á suplicar á UU. se sirvan
dar lugar en su periódico á las siguientes preguntas que es
pero, responda satisfactoriamente el señor Secretario para
desengaño del público y tambien del curioso que las hace y
suscribo este artículo.
1? ¿El señor Secretario presenció uno siquiera de los acon
tecimientos de la batalla?
—677—
2? ¿Piado el señor Secretario observar, ni clasificarla con
ducta de los individuos del Ejército, y en este caso era acree
dor á ser recomendado por la suya el señor general Cerdeña?
¿Fué ésta comparable á la que observaron el señor general
Xecochea, y el capitan Moran, habiendo aquel salvado el
Ejército próximo á ser completamente destruido, y ésto ter
minado sus dias de un modo tan glorioso como heroico por
sostener la causa nacional, que otros habian olvidado y aban
donado?
3? El señor Secretario vió bajar á la llanura al señor gene
ral Cerdeña y observó las medidas que tomaba para impedir
que se dispersara su division, como se dispersó, aunque el se
ñor Secretario, lo niegue? ¿Ignora el señor Secretario, que á
pesar de la bizarría que atribuye á este general careció de la
suficiente para situar, como se le indicó por algun jefe, sobre
el flanco derecho, dos compañías que sostuviesen la retirada?
4a ¿Sabe el señor Ministro cuál sea la clase militar que go
cen los caballos y muías de los señores generales en jefe, y
jefes de E. M. G., cosa que interesa saber, puesto que de ello
se ocupa tanto su Señoría, y tanto lamenta su muerte, cuando
lia olvidado la del capitan Moran, y muchos otros, (dignos es
verdad de mejor panejirista,) lo que da derecho á creer que
aquellos llaman con preferencia la atencion de su Señoría por
la superioridad del rango que como caballos de tan altos per
sonajes ocupaban?
Si UU., señores Editores, logran alcanzar las respuestas,
continuará haciendo sus preguntas—
Uno de los cinco mil.
(Del "Telégrafo" de Lima.)
El correo de Valles no nos ha traido noticia alguna de im
portancia. Por algunas cartas se sabe que el Ejército habia
llegado á Pinra: su fuerza actual es de 4,500 hombres; de estos
se preparaban á marchar á Guayaquil dos batallones y tres
escuadrones al mando del valiente general Necochea, y quo
S. E. el Presidente lo seguiría en el mes entrante con una
fuerza respetable; compuesta sin duda de las tropas que ac
tualmente están en marcha, es decir, de 1,500 hombres al
mando del señor general La-Fuente, y dos mil con que baja
rá dentro de pocos dias, del Departamento de Junin el señor
—678—
general Otero; á mas de los que se han rennido con actividad
en el Departamento de la Libertad: todo anuncia que conti
nuará la campaña, habiéndose roto las capitulaciones del Por
tete de Jirón.
Entretanto hay quien diga que el señor Obando ba sido
derrotado por Sucre; que ba capitulado quedándose de capi
tan general de Pasto; y que Bolivar se hallaba en Quito con
3,000 hombres. Es preciso esperar la confirmacion de tales
nuevas, pues por una parte hay en ellas alguna cosa que pa
rece increíble, y por otra no bay tiempo bastante para tan
grandes operaciones, practicadas á grandes distancias y que
haya podido venir la noticia hasta Lima. Aumenta nuestra
incredulidad la persona que se dice tiene la carta, ser esta la
única en que se dan tales noticias, habiéndose ignorado en el
Ejército y Guayaquil, desde cuyos puntos no se comunica
cosa alguna, y es bien extraño que todos callasen un suceso
de tanta importancia.
"EL ATLETA DE LA LIBERTAD."
NÚM¿ 2.°
Guayaquil, Jueves 21 de Mayo de 1829.—10.°
MINIBTEBIO DE ESTADO EN EL DEPARTAMENTO DE GUERRA Y
MARINA.
Manuel Solazar y Baquijano. Vice-qrresidente de la República.
Debiendo pasar al Ejército las tropas que formaban la re
serva en los departamentos de Arequipa, Cuzco y Puno, y en
ejercicio de las íácultades concedidas al Ejecutivo por decreto
del Congreso Constituyente do 17 de Mayo del año próximo
pasado;
Decreto:
L° En los departamentos de Arequipa, Cuzco y Puno se
creará un batallon con la fuerza de reglamento, bajo la do
—679—
minacion de Reserva y sobre las bases que dejen los batallo
nes 2.° Zepita y Provisional.
2.° Los expresados departamentos contribuirán para la
formacion del batallon de Reserva con doscientos reclutas el
primero, trescientos cincuenta el segundo, y doscientos cin
cuenta el tercero.
El Ministro de Estado del Despacho de la Guerra queda
encargado de la ejecucion de este decreto. Dado en la casa del
Supremo Gobierno en Lima, á 17 de Abril de 1829—30.—Ma
nuel Solazar.—P. O. de S. E.—Rafael Jimena.
Manuel Solazar y Baquíjano, Vice-presidente de la República.
Debiendo crearse una reserva que provea las bajas conti
nuas del Ejército, de modo que éste se halle durante la cam
paña en aptitud de obrar; y hallándose el Poder Ejecutivo
autorizado por decreto del Congreso Constituyente de 17 de
Mayo próximo pasado para poner al Ejército y Armada en el
pié de fuerza capaz de resistir ó atacar las tropas que atenta
sen á la dignidad nacional;
Decreto:
Los continjentes de hombres asignados' á los departamen
tos de Lima, Junin y Ayacucho por resoluciones de 12 de
Marzo último, se aumentarán á seiscientos hombres en el pri
mero, mil quinientos en el segundo, y mil en el tercero.
El Ministro de Estado del Despacho de la Guerra queda
encargado de la ejecucion de este decreto. Dado en la casa
del Supremo Gobierno en Lima, á 7 de Abril de 1829.—Ma
nuel Solazar.—P. O. de S. E.—Rafael Jimena.
Manuel Solazar y Baquíjano, Viee-presidente de la República.
Siendo indispensable formar un depósito para la remonta y
movilidad del Ejército; y debiendo recaer esta exaccion sobre
el Departamento que mÓnos ha participado de las anteriores
—680—
de esta clase; en uso de las facultades concedidas al Ejecutivo
por el decreto del Congreso Constituyente de 17 de Mayo
próximo pasado;
Decreto:
1. ° Se hará un reparto proporcional en el Departamento de
Lima para la recoleccion de trescientos caballos y doscientas
muías para servicio del Ejército.
2.° Por el importe de las bestias que se tomen á justa ta
sacion, se expedirán á favor de sus dueños billetes del crédito
nacional, los que concluida la guerra, se amortizarán religio
samente con dinero; bien sea presentando los interesados es
tos mismos documentos, ú otros de igual valor aunque no sean
directos.
El Ministro de Estado del Despacho de la Guerra queda
encargado de la ejecucion de este decreto. Dado en la casa
del Supremo Gobierno en Lima, á 21 de Abril de 1829— 10—
Manuel Solazar.—P. O. de S. E.—Rafael Jimena.
El Supremo Gobierno se ha servido nombrar al general de
brigada D. Manuel Martinez de Aparicio, Comandante Gene
ral de Armas de los departamentos de Arequipa, Puno y
Cuzco, á fin de que se activen y concentren las disposiciones
militares que se dicten para esos departamentos.
{La Prensa.)
INCENDIO DB"LA FRAGATA "PRESIDENTE."
Cuantos acontecimientos experimentamos en el curso de la
vida se presentan á nuestra imajinacion, como de mayor ó
menor magnitud, segun el hábito que tenemos do mirar las
cosas, segun nuestras preocupaciones, segun nuestros intere
ses y en general segun las circunstancias en que nos sobre
vienen. Así una tempestad, cuyo terrible aparato ha mirado
siempre con indiferencia el habitante de las altas cordilleras,
—681—
espantó en tiempo de nuestros abuelos á los que moraban en
las orillas deliciosas del Rimac; así lastiman los oidos de una
piadosa devota palabra que diria por salutacion un marmero
soez, y así desprecia un grueso capitalista la pérdida de cierto
caudal, que al comenzar su jiro le habría sumerjido en el
abatimiento, y quizá precipitado en la desesperacion. Pero los
inesperados y ruidosos sucesos tienen además la virtud de
ofrecerse á nuestra vista mas abultados de lo que son en rea
lidad, porque la multitud de ideas que á su aspecto se agolpan
al entendimiento embotau ó distraen todas nuestras faculta
des. Y si las cosas puramente morales fuesen comparables á
las tísicas, podría decirse que esa muchedumbre de imájenes
amontonadas en desorden forman un volúmen mayor, y ocu
pan mas espacio que si estuvieran arregladas y metódica
mente dispuestas.
Uña prueba de esta verdad harto costosa para muchos que
han profesado la carrera militar nos ofrecen las sorpresas. El
aturdimiento que estos repentinos ataques producen general
mente en los ánimos es sin duda el motivo de que los ejércitos
mas bien disciplinados se disuelvan por ellos. Creemos, pues,
que causas semejantes han orijinado el comun asombro, y el
universal sentimiento que observamos por el infausto suceso
del dia 18. En efecto: acostumbrados á ver ú oir el temor que
la fragata "Presidente" infundía á nuestros enemigos, el po
der y las ventajas que por la situacion del país obtenía sobre
ellos, persuadidos de que las fuerzas navales han sido uno do
los mas firmes baluartes de uuestra independencia, penetrados
de que la fragata constituia la mayor parte de ellas, testigos
del funesto desastre que experimentó, y observadores última
mente del doloroso espectáculo que presentaba á nuestros
ojos este hermoso buque devorado por las llamas— espectácu
lo que nadie pudo precaver ni sospechar—hemos palpado á
la vez el efecto natural de todas las causas, de que arriba hi
cimos mencion, y su pérdida nos afectó de un modo tal, que la
creíamos irreparable. Mas bien considerada, ¿tiene toda la
importancia, toda la trascendencia que se le quiere atribuir?
A poco que reflexionemos hallaremos que no. ¿Necesitába
nlos la "Presidente" para tener el dominio de los mares? Sin
ella lo poseemos aun, y siete buques de guerra que cuenta la
República bastan para llenar los fines á que la Escuadra está
destinada. ¿Tememos perderla toda por la falta de la fragata?
Aun en ese caso que consideramos muy remoto, la ciudad
quedaría bien defendida con las fuerzas sutiles. ¿El Ejército
que la guarnece querria buques para una retirada? No: noso
tros no la emprenderemos: no ba sido huir el objeto de nues
tra venida; á vencer nos ha mandado la Nacion; vencer es el
Tom. vin. Historia—80
—682—
precepto que nos imponen el honor y los deberes. Del Guayas
al Juanambú nos aguarda una inmensa extension de terreno
para combatir, para humillar el insolente orgullo de nuestros
enemigos, y para franquearnos las comunicaciones de nuestra
patria.
Ejemplo de mayor y mas heroica resolucion nos dieron
grandes capitanes de la antigüedad quemando voluntaria
mente sus bajeles, al pisar la tierra enemiga, y no muy lejos
de nosotros fué repetido por el audaz aventurero á quien una
noble osadía valió la conquista del opulento Méjico. ¿Y ¡qué!
no seremos dignos de seguir sus huellas, de llamarnos siquiera
sus imitadores? Léjos de nosotros tan degradante concepto:
por el contrario; sentimos cierta especie de regocijo conside
rando que algun dia podríamos decir á nuestros soldados,
como Annibal, en una ocasion casi igual, á los suyos: "¡Com
pañeros! Los enemigos deben temblar hoy, nó vosotros. Ten
ded la vista por este campo, y no vereis retirada para los co
bardes; todos perecemos hoy si somos vencidos. Pero, ¿qué
prenda mas segura del triunfo, qué señal mas visible de la
proteccion del Cielo, que haberos colocado entre la victoria y
la muerte?"
ÚLTIMOS SUCESOS DE LA CAMPAÑA DEL SUD DE COLOMBIA.
[Continuacion del número anterior.]
SIGUE EL BOLETIN NÚM. 3?
Establecida de este modo la vanguardia, se consideraba
perfectamente defendida, y se creia fuese difícil desalojarla
por los enemigos antes de recibir los socorros del Ejército.
A las cuatro y media de la mañana del 27, fué atacada la
compañía avanzada, pero consiguió rechazar al enemigo des
pues de un corto tiroteo.
Al primer crepúsculo un peloton de caballería cargó con
bastante arrojo la compañía de cazadores del 2? batallon
Callao, la que fué dispersada dejando descubierta nuestra
izquierda.
El señor general Plaza, mandó que una compañía del mis
mo batallon desplegase al frente sobre el rio, y otra á su iz
quierda sobre una eminencia montuosa que dominaba el
—683—
Portete. Una columna enemiga destinada 'á obrar á la reta
guardia de nuestra division, amaneció por casualidad al fren
te y rompió el fuego; entonces fué cubierta nuestra derecha
con los cazadores del 2? Ayacucho; los cuales recibieron órden
de sostenerse á todo trance, mientras que otra compañía del
mismo cuerpo se situó un poco mas abajo. El fuego se hacia
mas vivo á cada momento, á proporcion que se acercaban
tres cuerpos enemigos, cuya marcha indicaba que trataban'
»Ie forzar nuestros flancos. La compañía de cazadores del 2?
Ayacucho, fué desalojada y dispersada, y se reemplazó con
una mitad de granaderos del mismo cuerpo, cargando á la
bayoneta la otra por el frente.
Nuestros soldados faltos ya de municiones, batiéndose con
todo el Ejército enemigo, viendo que aun no llegaban otros
cuerpos á auxiliarlos, se precipitaron á un bosque inmediato,
en medio del cual continuaron peleando á bayonetazos: por la 1
derecha del campo, solo habia quedado ya una pequeña fuer
za que por todas partes sufrió un fuego vivísimo. Entonces
el señor general Plaza enarboló un pañuelo blanco con el
doble objeto de indicar la suspension del fuego, y paralizar el
rápido movimiento del enemigo sobre el Portete, por ver si
daba lugar á que se aproximase el Ejército nuestro; mas esta
medida no tuvo efecto, porque nuestros soldados llenos de un
ardiente coraje, y deseosos de vengar los ultrajes hechos á su
Nacion, oponían una resistencia sin ejemplo, y preferían an
tes la muerte: habiendo sido hecho entónces prisionero con
sus dos ayudantes el mismo señor general.
El benemérito señor General en Jefe acompañado del Jefe
de E. M. G. estaba en marcha para el Portete, y oidos los
primeros tiros de la avanzada, la continuó al galope al lugar
que ocupaba la 1* division: llegó á esta á tiempo que com
prometido el choque, se disputaba con el mayor entusiasmo
la ocupacion del Portete, empleando el general todos sus es
fuerzos en hacer cubrir la izquierda nuestra que habia queda
do accesible á la invasion del enemigo: el Jefe de E. M. con
dos compañías que encontró formadas del 2? batallon Callao,
procuró cargar á la bayoneta las fuerzas enemigas que ata
caban por esa parte con el objeto de entretener al enemigo
mientras se lograba cubrir la izquierda, lo que no pudo con
seguirse á pesar de haberlo rechazado dos veces, en razon de
la superioridad numérica de sus tropas, y en cuyos choques
casi toda la fuerza que obraba por la izquierda quedó muerta
y prisionera en el campo.
{Continuará.)
—684—
En nuestro número anterior hemos dicho que la division
Plaza llegó á Jirón el 22 y no el 25, como asegura el Boletm,
y que habiendo salido de San Fernando el Ejército, y reuní-
dosele el 20, esa permanencia de la vanguardia sobre un
punto mal situado, y la morosidad, con que, á pesar de algu
nos, (1) la siguió el Ejército hácia el Portete, adonde ella ba-
bia pasado el mismo 26, contra la pronunciada opinion del
jefe que la mandaba, son operaciones que si no manifiestan
grande malicia, nunca podrán por lo menos justificarse.
Continuando la relacion del mismo Boletín, é indicando de
paso que el general Plaza apenas tuvo tiempo para reconocer
el frente de la posicion á que fué destinado y á la cual llegó
a las cinco de la tarde, añadiremos que ni pudo ser vista á dos
cuadras de distancia, y al primer crepúsculo de la mañana,
la carga con que se dice, fué deshecha la compañía avanzada
por la izquierda, ni la carga tuvo tampoco lugar al primer
crepúsculo. Mas como, de cualquier modo, es cierta la disper
sion de aquella compañía, vamos á contraernos desde luego
á nuestro objeto, considerando ya descubierta la izquierda
como lo confiesa el Boletín.
" El señor general Plaza, dice éste, mandó que una compa-
" ñía del mismo batallon (Callao) desplegase al frente sobre
" el rio, y otra á la izquierda sobre una eminencia montuosa
" que dominaba el Portete." ¿Pero estas órdenes fueron cum
plidas? Hé aquí precisamente lo que el Boletín no ha querido
descubrirnos.—El general Plaza, en efecto, mandó con opor
tunidad por medio de su ayudante Mendiburn, que una com
pañía del batallon Callao situado en el centro, y al frente de
la quebrada tomara su eminencia, que, para hablar con mas
propiedad, diremos desde ahora, no era otra que el mismo
bosque de la izquierda. Poco despues, hallándose este gene
ral todo ocupado en hacer personalmente que penetrara por
el de la derecha la primera compañía de (2) Ayacucho, con
quo intentaba reemplazar á la de cazadores del mismo cuer
po que habia sido envuelta, fué advertido por un jefe que le
acompañaba, de que dos columnas enemigas poco distantes
cutre sí, con arma baja, y atravesando por los fuegos del cen
tro se apresuraban á tomar el camino, que, pasando cabal
mente al pié del bosque de la izquierda, so hallaba tambien
descubierto. " Hé mandado mucho ha, contestó entonces el ge-
(1) El general Nccochea insto vivamente para que el Ejército pasase de Jiron, lue
go que salio la vanguardia.
(2) No fué una mitad do granaderos, como dice el Boletín, sino esta compañía.
—685—
" neral Plaza al jefe que le hablaba, que una compañía del
" Callao se defienda sobre esa altura; mas, sin embargo, mar-
" che U., pida una compañía del mismo cuerpo, y sosténgase
"allí." El comandante Quirós, que fué el destinado para
este Objeto, encontró sobre su marcha al General en Jefe que
habia tomado el mando, y mostrándole la direccion de las
columnas le declaró la órden que traia. Pero el general ape
nas se dignó contestarle con un encojimiento do hombros,
queriendo así manifestar que la posicion, en su concepto, era
ya perdida, y sin embargo pocos momentos despues, la pri
mera de las dos columnas fué desordenada por los fuegos de
las compañías establecidas á las inmediaciones del rio, y so
bre el centro del Portete, como el mismo señor General en
Jefe lo hizo observar a cuantos se hallaban á su rededor.
Formada de nuevo esta columna, y reforzada por la segunda,
continuó su movimiento hácia el camino, que despues de tan
largo tiempo, se hallaba abandonado todavía, y el general
Gamarra suplicó entóneos al comandante Quirós, buscase á
sus ayudantes para que lo trajeran caballos, pero dándole
este jefe el que montaba, recibió en cambio la muía (3) can
sada, en que el general llegó al Portete. Unos pocos cazado
res tomaron á la sazon el funesto bosque que tan fácilmente
podríamos haber ocupado, mataron" varios caballos inmedia
tos, y entre ellos el que acababa de recibir el general Gamar
ra, que tomando al instante el del comandante Allende, se
retiró por el camino, sin que el grueso de las fuerzas ene
migas hubiera llegado anu. Si el General en Jefe, lejos de
emprender esta retirada prematura, cuando aun combatían
nuestros soldados con ardor; hubiese tomado antes las medi
das que la naturaleza misma del terreno y las disposiciones
del señor general Plaza la señalaban como indispensables, la
posicion, acaso se habría conservado el tiempo necesario para
que sucesivamente llegasen los demás cuerpos, y otro fuera
en ese caso el éxito de la campaña y otra la presente situa
cion de la República.
Hemos llamado prematura la retirada del general Gamarra,
y la hemos llamado así tanto mas seguros, cuanto que esta
asercion nace inmediatamente del contesto mismo del Bole
tín; pues que pasando el camino que baja del Portete á,lirón
por el pié del bosque de la izquierda, como ya se dijo, el Ge
neral en Jefe que encontró, segun lo afirma el Boletín cerca
del Portete al General Presidente, bajara por el bosque del
centro ú de la derecha, y no por esto único camino, si el ene
migo lo hubiera ya ocupado. Tampoco debe ser positivo, que
(3) Esta mala no murio como algunos han supuesto.
—686—
el señor general Gatnarra hubiera dado parte al General Pre
sidente de haberse perdido la posicion, porque en este caso
continuar subiendo S. E. y el general Cerdeña, á quien tam
bien encontró poco despues el General en Jefe, hubiera sido
un paso temerario y absurdo, respecto á que si se supone al
Portete tomado por el enemigo, era inaccesible para nosotros,
y el general Cerdeña, con especialidad, no habria querido
sacrificar su division infructuosamente, y contra la orden ex
presa de retirarse, que se supone haberle dado el General en
.Jefe. Confiésese pues francamente que la posicion no estuvo
perdida, cuando descendió el General en Jefe: que esta idea
fué la que esforzó al General Presidente, y al general Cerde
ña para seguir adelante, y que rennir dispersos fué el único
pretestoque alegó el señor general Gamarra para justificarse
ante S. E. Ni ¿cómo podria creerse perdida la posicion, cuan
do el Ejército entero sentia el activo fuego de nuestros solda
dos, decididos á sostenerse á toda costa?
Si antes el Boletín no quiso hablarnos de la ejecucion, y de
los resultados de las medidas tomadas por el general Plaza,
tampoco quiere ahora detallarnos todos esos esfuerzos que en
hacer cubrir la izquierda nuestra que lutbia quedado accesible á
la invasion drt, enemigo, empleó el General en Jefe. ¿Y por qué
tanto descuido, ó tanto arte en un documento oficial destina
do á referir hechos que debieran narrarse sencillamente? ¿No
pudo haberse ocupado en detallar los principales, siquiera el
tiempo que consume en hablar de esa carga que solo se pro
curó dar, y con la cual, sin embargo, afirma que fué en ella,
no los soldados que la dieron, como era natural, sino la fuerza
que obraba por la izquierda? ¿Cómo se olvida de este modo,
que muy pono antes, se nos acaba de presentar esa misma
izquierda indefensa y descubierta, y que aun en este párrafo
se asegura, que las cargas de las dos compañías solo tenían
el objeto de dar lugar á que se cubriese? Temeridad semejan
te, y en un documento, por el cual quizá puede ser juzgada
la conducta del Ejército, tal temeridad, repetimos, nos hiciera
soltar la pluma, áno hallarnos solemnemente comprometidos
á escribir sobre estos sucesos, ó si no estuviéramos tau al
principio de la refutacion que nos hemos propuesto hacer
del Boletín.
{Continuará.)
—687—
"EL ATLETA DE LA LIBERTAD."
NÚM. 3?J
Ghtayaqui., Jueces 28 de Mayo de 1829.—10?
LA "PRENSA PERUANA" NÚM. 145.
Ministerio de Estado en el Departamento de Gobierno y Rela
ciones Exteriores.
Cuando el Perú armado por la defensa de sus mas precio
sos derechos contra la agresion del general Bolivar, esperaba
del valor de sus hijos ver coronada por la victoria la justicia
de su causa; cuando el número y disciplina de sus tropas, y
los primeros pasos de la campaña le prometían un triunfo
fácil y seguro sobre un enemigo que no osando resistirles,
no hallaba otro medio de ofenderles que talar las provincias,
para que, no encontrando auxilio alguno, sufriesen por el
hambre los estragos que no podían causarles las bayonetas
enemigas, y finalmente cuando sobreponiéndose nuestro Ejér
cito á tantas privaciones, por hábiles maniobras, precisaba al
enemigo á una batalla decisiva en los llanos de Tarqui; fata
les é imprevistas circunstancias cambiaron repentinamente
el lisonjero aspecto de la campaña, y el convenio celebrado
en Jirón fué el resultado de un combate en que se mostró
ingrata la fortuna al entusiasmo y denuedo con que parte
de nuestras fuerzas, cubriéndose de gloria, pelearon con una
resolucion y una firmeza que impusieron al enemigo, y le
forzaron á no descender al campo á medir sus fuerzas, con las
nuestras, por conocer que era perdido si abandonaba la posi
cion á que debiera sus ventajas. Así un infortunio inesperado
y la misma timidez del enemigo, le han dado ocasion á jac
tarse de una victoria que en realidad no ha conseguido y á que
se firmase un convenio inadmisible que debiéramos romper
aun cuando él mismo no lo hubiera ya roto por su parte
Las mas de las condiciones comprendidas en este convenio
fueron rechazadas por el Congreso Constituyente, como ente
ramente desconocidas en el derecho internacional, y el ha
—(¡88—
bérsele designado al Perú como único medio de conservar la
paz con Colombia, fué la causa primera de que el Congreso
autorizase al Gobierno para hacer la guerra, si el general Bo
livar persistía tenaz en exijirlas. Manifestada tan clara y ex
presamente la voluntad nacional ¿qué poder habrá bastante
en la República para separarse de olla, y tan abiertamente
contrariarla? - /
El Gobierno que no es sino el jefe de la administracion, y
debe rigurosamente ceñirse á las determinaciones de la Asam -
blea Nacional, faltaría al mas esencial de sus deberes, si va
cilase un punto en desechar pretensiones que han mirado
como ajenas del derecho de j entes los encargados por los
pueblos de rejir sus destinos, y de velar sobre la conservacion
de la República, apartando de ella cuanto pueda menguar su
honra y su poder. Mas aun cuando no existiera un tan po
deroso motivo de resistirse á aceptarlas, en la terminante
resolucion de la Asamblea; la carta constitucional que auto
riza al Ejecutivo para celebrar tratados de paz y amistad, le
' prescribe como indispensablemente necesaria la aprobacion
del Congreso. Si tan estrechas son las facultades del Jefe
Supremo de la República en lo que concierne á establecer
relaciones permanentes con las demás naciones, ligando con
ellas nuestros intereses ó dirimiendo las diferencias que se
hayan suscitado; ninguna fuerza, en verdad, puede suponer
se en las estipulaciones que se celebren por el jefe encargado
de hacer la guerra, que si, atendidas algunas circunstancias,
puede moderar su curso, ó proseguirla, jamás está autorizado
para aceptar toda especie de condiciones por conseguir la
paz; ni por funesta que haya sido la suerte de su Ejército le
es dado en modo alguno reglar la suerte de la Nacion, y fijar
sus ¿destinos futuros. ¡Infelices naciones si la desgracia de
sus generales fuese la reguladora de su fortuna, y si hubiesen
de quedar á discrecion del que en el campo de batalla solo
atiende á salvar los restos de su Ejército!
{Continuará.)
—OSO-
ÚLTIMOS SUCESOS DE LA CAMPAÑA DEL SüD DE COLOMBIA.
(Continuacion del número anterior.)
SIGUE EL BOLETIN NUM. 3?
El General Presidente sabia entretanto seguido de una
columna de cazadores, y del resto del Ejército. Al llegar á
la entrada del Portete encontró al General en Jefe, quien le
dió parte de que la vanguardia estaba ya batida y que era
de absoluta necesidad que el Ejército replegase y tomase po
sicion, para oponerse al enemigo en caso de que continuara
su ataque. Esta medida le pareció acertada á S. E. y ordenó
se realizara, quedándose él miéntras se rennian los cazadores.
Cuando estos llegaron no era dable ya que cumplieran con
la órden dada á su comandante el mayor Salaverry, por el
General en Jefe, reducida á dirijirse por una senda estrechí
sima del bosque de la izquierda, y á forzar unas posiciones
que ocupaba el enemigo respecto á que este posesionado ya
ventajosamente del terreno hacia un fuego horrible y mortí
fero por el frente y flancos del camino que debian seguir, que
era á la verdad un desfiladero embrollado además, con aque
llos dispersos que causan siempre el desórden; y á consecuen
cia tuvieron que retirarse, dando lugar á que se replegase en
órden el resto de la infantería, como lo efectuó, haciéndolo
despues el General Presidente.
A la indicada columna seguia inmediatamente la 2? di
vision, al mando del señor general D. Blas Cerdeña, quien
cirebió la órden del General en Jefe para emprender su re
tirada sosteniendo el terreno palmo á palmo entretanto se
procuraba formar los demás cuerpos en un llano de nuestra
retaguardia, para evitar la prosecucion de la batalla, y em
prenderla de nuevo con mejor éxito»
La 3? division que al mando del señor coronel Benavides,
tenia órden de continuar su marcha á retaguardia de la 2? la
recibió para contramarchar dejando el 1? de Ayacucho con
el teniente coronel D. Francisco Valle y Riestra, Jefe de E. M.
de la division, para que siguiese la marcha del batallon Ca
llao que la emprendía, y en caso de no permitírselo el terreno,
saliese al llano en que estaba formada la caballería, como se
verificó. En estas circunstancias fué atacada por caballería é
infantería su compañía de granaderos sostenida por la 1? que
formadas ambas en el camino dieron tiempo á que pasasen
las demás.
Tom. vm. Historia—87
—690—
Orgullosos los enemigos por las ventajas que habian repor
tado, tendieron una fuerte guerrilla en la garganta del llano,
y sostenida por ella un escuadron de Cedeños, cargó á otra
guerrilla nuestra, que mantenía un fuego bastante vivo, y
protejía á nuestra artillería, que volaba á posesionarse de una
eminencia, desde la que molestó al enemigo lie un modo bas
tante sensible para él. Entóuces el valiente general Necochea
que habia recibido órden del señor General en Jefe para sos
tener la infantería, adelantando un escuadron que el señor
general Orbegoso tenia ya en marcha con bastante prevision,
cargó con tanta impetuosidad que en un momento quedó el
campo sembrado de cadáveres, habiendo escapado solo seis
ú ocho hombres del escuadron enemigo. El intrépido coman
dante Meto, al frente del primer escuadron de los bravos
Húsares, atravesó en este choque con su lanza al comandan
te Camacaro, y tuvo en esta carga un soldado muerto y otro
herido: el resto de nuestra caballería, lleno de una noble
emulacion y del deseo de vengar á sus compañeros de armas,
ardia por entrar en accion; pero el enemigo se mantuvo en
lugares quebrados sin osar ya descender al llano: no teniendo
por tauto ocasion de satisfacer sus votos.
(Continuará.)
Probadas, como hemos dejado, en nuestro 2? número los
notables equivocaciones que sobre los acontecimientos mas
influyentes en el resultado de la campaña, y en el éxito mis
mo del combate del Portete, se observan en el tercer Boletín
del Ejército; habiendo demostrado que fué prematura en ex
tremo la retirada del señor General en Jefe del puesto que
defendía, y que si se hubiese mantenido algun tiempo mas á
la cabeza de aquel cuerpo de tropas, su presencia probable
mente hubiera contribuido á que estos valientes que de un
modo tan heroico sostuvieron la posicion hubiesen prolonga
do la defensa siquiera por los momentos necesarios para la
llegada de alguna parte de los refuerzos que ya venían en su
ayuda: despues de haber manifestado las razones que nos ha
cen tener por incierto el parte de la pérdida de la posicion,
que segun el Boletín, recibió S. E. el Presidente del General
en Jefe; denotada, en fin, de una manera palpable la contra
diccion en que incurre el diario, cuyo análisis nos hemos pro
—691—
puesto, al hablarnos de aquellos esfuerzos que para hacer
cubrir la izquierda nuestra que habia quedado accesible á la in
vasion del enemigo puso en obra el señor General en Jefe,
proseguiremos nuestras observaciones con relacion á la parte
de este escrito qqe acabamos de copiar.
Aunque podria creerse suficiente la reflexion que sobre el
segundo período de este capítulo del Boletín hicimos en nues
tro número anterior, para mostrar que debia dudarse cuando
ménos, el parte que se supone dado por el señor general
Gamarra, no será demas añadir literalmente, en confirmacion
de nuestro voto, las expresiones con que Su Señoría terminó
el discurso que sobre la marcha y con harta precipitacion
dirijió al General Presidente "mi general: vea U. esto que yo
me voy á contener los dispersos." ¿Y podrá esta cláusula
concillarse con la noticia de la pérdida del Portete que afirma
el Boletín haber recibido el Presidente de la boca misma que
pronunció la primera? Si no quedaba esperanza alguna de
reocupar la posicion, si la retirada, por tanto era ya inevitable,
Su Señoría en nada ménos debia ocuparse que en la rennion
de los pocos dispersos de la vanguardia que hubieran logra
do atravesar el desfiladero, é incorporarse á las divisiones que
marchaban. Diremos mas: aun cuando el señor general Ga
marra hubiese alcanzado á ver en dispersion el resto de nues
tras fuerzas—suposicion que no puede hacerse, porque ni tal
cosa habia acontecido hasta entónces, ni aun en este caso era
fácil observarla desde el lugar en que encontró á S. E.—lejos
de marchar á rehacer en persona los cuerpos desordenados,
Su Señoría como General en Jefe del Ejército, habría debido
confiar este encargo á cualquiera de tantos jefes idóneos pa
ra el objeto, y retirarse con el Presidente á tomar las dispo
siciones oportunas para renovar la batalla. Y bien: ¿por qué
en lugar de hacer esto, abandonar á S. E. entre los mayores
peligros, ó por qué no indicarle siquiera las providencias que
debian tomarse, ya que se le entregaba a la muerte por un
pretesto tan frivolo, como el de contener los dispersos de la
division Plaza? ¿Pero se nos dirá que Su Señoría manifestó
al Presidente era de absoluta necesidad que el Ejército se reple
gara y tomase posicion. Contestacion es esta muy trivial porque
¿á quién parecerá creíble semejante advertencia, cuando es
positivo y nadie podrá negar que S. E. permaneció mucho
tiempo despues de su encuentro con el General en Jefe, sin
emprender su retirada?
Una compañía de la columna lijera empezaba ya á forzar
el pequeño llano que se hallaba sobre el mismo camino, y era
defendido por el enemigo, cuando su comandante el sarjento
mayor Salaverry recibió por la primera vez órden del General
—692-
en Jefe para penetrar por esa senda estrechísima que montuosa
y escarpada hasta el extremo podia llamarse impracticable.
Este jefe vaciló al principio en dar cumplimiento á la órden,
porque conociendo su absurdidad, solo pudo atribuirla a equí
voco del ayudante que se la comunicó. Sin embargo, habién
dola recibido de nuevo por medio del mismo capitan Mendi-
buru dejó espontáneamente para la defensa de S. E. la mitad
que mandaba el bravo teniente Lagos, y siguiendo su marcha
con los cazadores, en la imposibilidad de subir una cuesta tan
difícil como el Boletín lo confiesa, se vió forzado á emprender
la retirada, con pérdida muy enorme á la verdad, pero que
fué inevitable.
El general Cerdeña, segun el Boletín, emprendió la suya
por la órden del General en Jefe para que la practicara sos
teniendo el terreno palmo á palmo. No llegaremos a negar
abiertamente este hecho: mas nos es imprescindible hacer
recuerdo de otro mas evidente, por cierto, y en el que no te
memos ser desmentidos. El General Cerdeña y su division
continuó la marcha muy despues del momento en que el
general Gamarra debió hallarlo, y llegó hasta el paraje en
que estaba el Presidente cerca todavia del pequeño llano del
camino. ¿Cómo explicar, pues, dos hechos tan contradictorios
entre sí, y de los cuales el uno tiene en su favor el testimonio
de todo el Ejército, cuando el otro solo se funda en la relacion
del Boletín? Nosotros, en verdad, no vemos medio alguno
entre estas dos proposiciones. O el general Cerdeña no reci
bió la órden de retirarse, ó en caso contrario, esta órden fué
desobedecida. El Boletín niega lo último, nosotros lo creemos
en esta parte, y en medio de todo, lo que hay de cierto es que
la 2? division siguió marchando hasta el camino, y hasta muy
cerca de él no emprendió su retirada. Parece pues que lo ra
cional es dudar del hecho mas incierto.
Que durante la retirada de esta division se procuraba for
mar los demás cuerpos en tm llano de nuestra retaguardia es la
proposicion que sigue á la que acabamos de refutar, y en la
que sin duda convenimos muy voluntariamente; pero lo que
no nos es posible dejar de hacer notar es la vaguedad estu
diosa de la frase que ha usado el Boletín en esta parte de su
relacion, el cuidado que se ha tenido en valerse do una locu
cion tan impersonal, tan poco expresiva, tan diversa en fin,
de todo el resto de este escrito. ¿Y cómo no extrañaríamos
que se omitiese nombrar el jefe ó jefes que procuraron formar
los cuerpos, cuando hemos observado hasta aquí el mayor es
mero por señalar nominalmente todas las personas á quienes
con verdad ó sin ella se ha pretendido dar influencia en los
sucosos de aquel dia que jamás podremos olvidar? ¿Será por
—693—
ignorancia, será por descuido, de buena, ó de mala fé? ¿Pero
por qué vacilamos, cuando el enigma se descifra con solo
traer á la memoria que á S. E. el Presidente y al general Ne-
cochca fué únicamente debida la reforma de nuestros bata
llones en el llano, miéntras Su Señoría el General en Jefe se
bailaba entonces sobre el pueblo?
Si bemos de emitir nuestra opinion sobre los distintos pen
samientos que ajitaron al General en Jefe el dia del combate,
con toda la franqueza con que tenemos resuelto escribir, di
remos de una vez que del contesto del mismo Boletín y de
. los demás bechos consignados en nuestras observaciones, no
sotros deducimos que cuando Su Señoría supuso en su con
ciencia del todo perdida la posicion que defendía nuestra van
guardia no tuvo otra mira por entónces, que replegar los
cuerpos aun intactos sobre alguna otra, tanto, ó mas fuerte
que la perdida. Recobrado en parte, durante la marcha, de
la fuerte impresion que le tenia sobrecojido, cayó despues,
segun nuestro sentir, en el lastimoso error de suponer posi
ble la reocupacion del Portete, y omitió por esto la órden de
retirada que hubiera dado sin duda en el otro caso, y dirijió
por esto mismo al señor general Necochea con uno de sus
ayudantes la órden positiva de que subiese al Portete la ca
ballería,—órden que ni siquiera examinaremos bajo alguna
de sus faces, porque á nadie puede ocultarse que su ejecucion
babria producido sin duda la pérdida irremediable de los
cuerpos de esta arma que eran la áncora de las esperanzas
del Ejército.
Dejamos pues al buen juicio de nuestros lectores la inves
tigacion de las razones que pudiera tener presentes el señor
general Gamarra para ordenar la marcha de estos cuerpos
por un desfiladero montuoso, cuyo frente, y flancos, así como
las alturas que lo dominaban, erau ya del enemigo; miéntras
las últimas órdenes para la continuacion de la retirada, cuan
do ya perseguidos nuestros cuerpos en el llano, ora de temer
se dispersasen si seguían su contramarcha, nos hacen inferir
que desengañado el General en Jefe de su segundo error, no
fué hasta entóneos, cuando efectivamente mandó que retro
gradasen los cuerpos.
El batallon Ayacucho destinado á sostener el movimiento
de la 3? division, tuvo que destacar dos de sus compañías
para que hicieran frente á las fuerzas enemigas que lo ataca
ban. Este es uno de los sucesos consignados en el Boletín, á
que no negaremos nuestro ascenso; poro naturalmente nos
ocurre una cuestion, importante á nuestro modo de entender,
y que deseariamos se nos contestara satisfactoriamente. Se
gun el Boletín, la 3? division que tenia órden de continuar su
—694—
marcha á retaguardia de la 2? la recibió para contramarchar .
Tal determinacion la colocaba en un órden inverso, y por el
cual debió resultar á la cabeza de la 2* division, por lo mis-
mo que esta habia marchado hasta entónces á su vanguardia,
y debió quedar entre el enemigo y la 3? ¿A qué, pues, dedi
car uno de los cuerpos de la última para que sostuviera la
retirada de los dos que la componían? ¿La 2? division habia
desaparecido acaso? ¿No era á ella á la que correspondía en
todos sentidos rechazar los ataques del enemigo?
Continúa el Boletín en sus equivocos inexcusables, asegu
rando que el general Necochea no dió aquella brillante carga
que destruyó á Cedeño y contuvo al enemigo engreido, sino
por la órden que con anticipacion habia recibido del General
en Jete para sostener la infantería. Ninguna reflexion eleva
remos contra esta parte del Boletín, que solo deba impug
narse desmintiendo formalmente, como lo hacemos, que el
señor General en Jefe hubiera tenido ni aun conocimiento de
la carga del 1" de Húsares determinada solo por el general
Necochea.
{Continuará.)
REMITIDOS.
Señores Editores del Atleta:
El mismo pregunton á quien hicieron UU. el honor de fran
quear una parte de las columnas de su número 1" vuelve á
importunarlos con algunas otras, porque su curiosidad se
aviva diariamente con las publicaciones de todas clases que
aparecen sobre la campaña. Ruega pues á UU. aquel mismo
caballero, bajo distinta denominacion, que inserten en su
próximo número las que siguen, cuya resolucion no cede eu
importancia á las anteriores.
I? ¿Fué verba luiente, ó por medio de algun ayudante, como
recibió el señor general Necochea la órden que supone el
tercer Boletín le dió el General en Jefe para sostener la in
fantería? Si lo primero es cierto, que se nos diga clarito para
desmentir itl que lo afirme: si lo segundo, señálese el ayudan
te que condujo la órden y haremos tambien lo mismo. Pero
¿no es una verdad que Su Señoría el General en Jefe se
hallaba (dicen que buscando posicion) del otro lado del pueblo
—695—
ínas allá de media legua del campo, en que tuvo lugar la
brillante carga con que el señor general Necochea á la cabeza
de los bravos Húsares, desordenó y destruyó á Cedeño, des
pues de rehacer nuestra infantería, y sostuvo, en fin, el honor
de las armas nacionales?
2? ¿El haber encargado S. E. el Presidente al coronel Elés-
puru que refiriese al Gobierno los pormenores de la campaña,
el haberle mandado dar este simple recado, habrá sido bas
tante para que Su Señoría se tome la libertad de convertirse
en el órgano de S. E. con el Gobierno, se nos salga erijiendo
nada menos que en clase de Ministro, y suponiéndose llega
do á este rango, se mezcle á dirijir un parte tan circunstan
ciado, aunque por desgracia tan inexacto como el que ba
dado á la imprenta en la capital? ¿Presenció acaso el señor
Eléspuru la sorpresa de Saraguru; acompañó siquiera en este
peligro al general de quien era edecan; llegó á subir al Porte-
te, ni vió algunos de los acontecimientos que ocurrieron el
27 de Febrero, despues de que abandonaudo á S. E. el Presi
dente, con quien habia debido estar como su ayudante, ó por
mejor decir, olvidándolo cual siempre, fué de los primeros en
asegurar su persona con las armas de la velocidad! Si, como es
cierto, y el mismo señor coronel no podrá negarlo, casi nada
de lo que cuenta en su parte ha ocurrido bajo sus ojos, ¿no
valdría mas que Su Señoría hubiera quedado calladito ó al
ménos por qué se ha dejado engañar, por qué no ha buscado
datps mas seguros?
Disimulen UU. SS. las impertinencias de su afectísimo
obligado servidor—
El Artillero del Rosellon. (1)
(1) Solo estos tres números de "El Atleta de la Libertad" so publicaron por sus
Redactores, que lo fueron el finado general Vivanco, entoneos capitan, el de la misma
clase D. Manuel Eos, y el teniente coronel graduado Editor do esta obra. Una orden
absoluta que dirigio Gamarra como General en Gefe del Ejército al general Necochea
para que nos mandase presos al Cuartel General en Piura, obligo al honrado señor
Necochea & que nos salvase favoreciendo nuestra evasion para el Callao en la goleta
"Yon Cato", A influjo de esta providencia escapamos de ser fusilados, pura que con
esta mira se nos mando prender.
El Editor.
—69G—
REPÚBLICA PERUANA.
En la ciudad de Lima, capital de la República del Perú, ú
quince de Junio de mil ochocientos veintinueve, el Excmo.
Señor Jefe Supremo, encargado del mando de ella, rennió en
la sala de su despacho á los señores Ministros de Estado en el
Departamento de Gobierno y Relaciones Exteriores, Dr. D.
Mariano Alejo Alvarez; de Guerra y Marina, general D. José
Rivadeneira; y de Hacienda, D. Lorenzo Bazo y Villanueva;
y les manifestó que el Erario Nacional no solamente estaba
exhausto para cubrir sus gastos naturales, sino que se hallaba
empeñado en injentes sumas que debia á esos mismos gastos;
que, obstruidas sus entradas casi en lo absoluto al mismo pa
so que se habian aumentado sus mas precisas atenciones, se
presentaba un déficit considerable que acarrearía indispensa
blemente la ruina del Estado, si, por medio de oportunas
medidas, no se consultaba su salvacion; que el Ejército del
Norte, á quien hacia algun tiempo no se remitía el continjen-
te con que siempre se le socorrió, clamaba por prontos auxi
lios; que aumentada la lista militar con la 3? division, y ésta
con las tropas que, para reforzarla, deben llegar de la provin
cia de Jauja, se acrecía la angustia, y se imposibilitaban los
pagos mas necesarios; que cruzada la entrada mas pingüe,
mas segura y mas efectiva, que es la de la Aduana de esta
Capital, por las anticipaciones que en enorme importancia ha
recibido la anterior administracion, dejando embargados los
productos de ese establecimiento por algunos meses; que
desorganizada y mal satisfecha la contribucion, no podia con
tarse ni aun con el pago de los semestres corrientes, y mucho
ménos con la denda atrasada; que debiendo instalarse dentro
de poco la próxima Lejislatura, demandaba gastos que ya se
han ordenado para la habilitacion de sus individuos y rápida
marcha á esta Capital; y, poi último, que hallándose obstrui
do el producto que daban al Estado los efectos prohibidos por
la ley de 11 de Junio del año próximo pasado; habia resuelto
rennirlos para que, pesando las dificultades que cercaban al
Gobierno, y la embarazosa situacion en que se hallaba por la
falta absoluta de medios con que sostener los gastos mas ne
cesarios de su administracion; conservar la integridad y el
honor nacional de que se halla especialmente encargado por
la soberana resolucion de 17 de Mayo de 1828; y consultar el
órden y la tranquilidad pública que debian alterarse precisa
mente, si el Gobierno desatendía Ja subsistencia de los que
—697—
deben ayudarle á sostenerla; proporcionasen medidas, y pre
sentasen recursos capaces de evitar males de tauta trascen
dencia.
El Ministro de Hacienda, convencido por sus propias atri
buciones de la existencia del cuadro lastimoso que acababa
de trazar S. E., y penetrado de la amarga certidumbre de la
insuficiencia é inutilidad de los medios adoptados por la
anterior administracion para llenar el déficit en que se encon
traba, y de que no se presentaban otros con que poder propor
cionar auxilios, si no capaces de sacar del todo al Gobierno
de sus apuros, al ménos que aliviasen en parte su ponosa
situacion, que los de suspender la ley de prohibiciones hasta
tanto que la próxima Lejislatura, á quien deberá darse cuen
ta, resolviese lo que estime justo; y que se procure, por todos
los modos posibles, ir desempeñando los productos de la
Aduana; propuso ambas cosas con tanta mayor confianza,
cuanto que, encargado del Poder líjecutivo particularmente
de conservar la integridad y el honor nacional, lo está tam
bien de adoptar todos los medios que crea convenientes para
conseguir objetos de tanta importancia. Los otros dos señores
Ministros, despues de una detenida meditacion y prolijas dis
cusiones, convinieron en que se adoptasen las medidas pro
puestas por el de Hacienda; y S. E. se sirvió así resolverlo;
mandando se extendiera por acta, se pusiera en el libro de
los acuerdos, y se diera cuenta oportunamente á la próxima
Lejislatura. —Antonio Gutierrez de La-Fuente.—Mariano Al
varez.—José Bivadeneira.—Lorenzo Bazo.
El ciudadano Antonio Gutierrez de La-Fuente, General de Di
vision y Jefe Supremo provisorio de la República &. &. &.
Considerando:
Que el Erario Nacional se halla no solamente en incapaci
dad de cubrir sus injentes gastos naturales, sino que tambien
está empeñado en grandes sumas que de antemano debe á
esos mismos gastos;
Que obstruidas sus entradas casi en lo absoluto, al paso que
se habian aumentado sus mas precisas atenciones, se presen-
taba un déficit considerable que demanda un pronto y eficaz
remedio por medidas oportunas;
Tom. vin. Historia—88
—698-
Que el Ejército del Norte, á quien hacia algun tiemp o no
se remitia el contingente con que siempre se le socorrió cla
maba por prontos auxilios;
Que aumentada la lista militar con la tercera division, y
Ó3ta con las tropas que ban llegado de Jauja, y deben llegar
de otras provincias, se acrecentaba la angustia, y se imposi
bilitaban los pagos mas necesarios;
Que cruzada la entrada mas pingüe, segura y efectiva que
es la de 2a Aduana de esta Capital, por las anticipaciones que
en enorme importancia ha recibido la anterior administracion,
dejando embargados los productos de este establecimiento
por algunos meses;
Que desorganizada y mal satisfecha la contribucion, no po
día contarse ni aun con el pago de los semestres corrientes, y
mucho ménos con la denda atrasada;
Que estando para instalarse la próxima Lejislatura, deman
da gastos que ya se han ordenado para la habilitacion de sus
miembros, á fin de que á la mayor.brevedad se trasladen á
esta Capital;
Que hallándose cerciorado el Gobierno de que, en los de
partamentos do la República en que se cosecha el trigo, no
hay sobrante de este artículo para proveer á esta Capital y
los pueblos de la costa, de lo que resulta que la escasez em
pieza á aflij irlos con el alza del precio y consiguiente dimi
nucion en el peso del pan;
Últimamente, que hallándose obstruidos los productos que
daban al Estado los efectos prohibidos por la ley de once d«
Junio del año próximo pasado, tiene el Erario esos ménos re
cursos con que atender, y hacer llevaderas sus urjencias;
Decreto:
Se suspende la ley prohibitiva de once de Junio del año
anterior sobre importaciones de efectos extranjeros de 90 por
ciento de derechos y demás que se expresan en ella; respecto
á no haber producido los plausibles fines que impulsaron al
Congreso á sancionarla.
El Ministro de Estado del Despacho de Hacienda, queda
encargado del cumplimiento de este decreto.
Imprímase, circúlese y comuniquese á quienes corresponda.
Dado en Lima, á 15 de Junio de 1829.—10? y 89—Antonio
Gutierrez de La-Fuente.—P. O. de S. E.—Lorenzo Bazo.
—699^
BOLIVIA.
EL GRAN MARISCAL ANDRÉS SANTA-CRUZ, CIUDADANO PRESIDENTE
DE BOLIVIA, Á LA NACION.
Ciudadanos:—Vedme aquí entre vosotros, arrastrado por
vuestros clamores, y todo el corazon ocupado de vuestra fe
licidad. Vuestras desgracias, afectando á mi sensibilidad, me
han decidido á volar en vuestro socorro. Yo vengo á Bolivia
resuelto á sacrificaros mi reposo y aun mi vida, por corres
ponder á la confianza con que me habeis llamado.
Ciudadanos:—Toda la América se ha consternado de vues
tros infortunios. Los acontecimientos do Bolivia han sido el
escándalo de la libertad. Al pasar el Desaguadero he encon
trado un suelo todo vacilante; sus leyes puestas en olvido; su
reposo perturbado; los hombres desconfiando, y aborrecién
dose mutuamente; y, en fin, todos los ramos de la adminis
tracion confundidos en el desorden. Tal es la triste situacion
en que los destinos han querido entregarme á Bolivia. ¡Di
choso yo si llego á terminar mis deberes haciéndoos todo el
bien que habeis esperado de mí!
Ciudadanos:—Grandes medidas apenas bastarán á remediar
los males que habeis sufrido, y que aun os amenazan. Yo
estoy resuelto á adoptarlas. Autorizado por las circunstancias
y por vuestra misma voluntad que me ha mandado salvaros
de un naufrajio cierto, yo allanaré la senda de vuestra felici
dad; y venceré, como mas convenga, las dificultades que se
opongan. Ved que yo no puedo pe* enecer á los particulares
intereses que os han ajitado. Una sola pasion puede ocupar
me, y esta es el deseo del bien general. Mi administracion
será imparcial, mi política franca é inalterable, y mi sistema
muy constante, huyendo de los dos extremos igualmente
funestos para un Gobierno; la opresion y la debilidad. Yo
respetaré vuestros derechos, sosteniendo con mi sangre el sa
grado voto de independencia nacional. Jamás tendré en con
sideracion las personas sino las cosas: y todos mis esfuerzos
serán dirijidos hácia la causa comun.
Compatriotas; —No mas desorden. Yo vengo á ser el centro
de todos los partidos. Venid á reposar en mi seno en el que
hallareis patriotismo y buena fé. Nada quiero saber de vues
tras divisiones y extravíos pasados. Decidme solo que sois
bolivianos, y que sabreis obedecer á la ley. Yo os prometo,
de mi parte, que os volveré el reposo; que fijaré vuestra suerte
—700—
sobre las bases mas sólidas de la felicidad pública; y que go
zareis de las verdaderas garantías que nadie violará impune
mente.
Esta es, bolivianos, la mas bella ocasion que seos ofrece de
presentaros como Nacion respetable y feliz. No la perdais....
Palacio del Gobierno en la Paz de Ayacucho, á 24 de Mayo
de 1829.
Andrés Santa-Cruz.
SUPLEMENTO AL "TELÉGRAFO DE LIMA" NÚM. 670.
Lima, 18 de Julio de 1829.
El aviso oficial con que termina el número 4? del "Desper
tador Republicano",—periódico que se publica en el Cuartel
General de Piura—contiene las cláusulas siguientes:
" A consecuencia de haber abandonado el señor general
" D. Mariano Necochea la 2? division del Ejército, que bajo
" sus órdenes ocupaba la Plaza de Guayaquil, y de haber da-
" do la vela en el momento mismo en que se aproximaba el
" enemigo á atacarla, ha caducado tambien su destino de
" Comandante General de Caballería. El Perú que al fin tie-
" ne la fortuna do dar el debido valor á sus^propios recursos,
" goza de la satisfaccion de ver un hijo suyo destinado á
" conducir la division de esta arma. El señor general de bri-
" gada D. Luis José de Orbegoso, que en la última campaña
" de Colombia ha desplegado su patriotismo y aptitudes, es
" quien ha reemplazado con usura á su antecesor. Su decidi-
" do pronunciamiento por el nuevo órden de los negocios na-
" cionales, y la sinceridad y entusiasmo con que ha emitido
" sus votos públicos en este Cuartel General, son las pruebas
" iuequivocas de su amor á la libertad, y sobre todo á la dig-
" nidad de su suelo. Es por tanto acreedor á la gratitud,
" consideracion y respeto de sus compatriotas. "
Como por este aviso se trata insidiosamente de inclinar la
opinion del Ejército y del público contra mi reputacion,
yo me veo en la necesidad de desvanecer tales calumnias.
Aguardaría en silencio el resultado de mi juzgamiento y re-
posaria tranquilo con el testimonio de mi conciencia, en el
honroso concepto que me ha granjeado mi conducta militar,
si solo se me ofendiera con aquellas vagas declamaciones que
nada pueden contra el antiguo crédito de un oficial delicado.
Pero citándose hechos desfigurados y que podrían aparente
mente justificar la infame acusacion con que se pretende vul
nerar mi honor—esta prenda que yo amo sobre mi existencia,
y que debieran respetar las personas mismas que me han
declarado su ódio—me es ya forzoso descender á rebatirla,
porquo ella me hiere precisamente por el flanco mas sensible,
aunque jamás creí verme reducido á tan triste condicion. Y
aunque, á la verdad, sea para mí un empeño tan repugnante
como embarazoso, copiaré mi contestacion á las primeras
preguntas de la declaracion que se me ha recibido hace 5 dias
como el mejor medio de explicar los motivos de mi salida de
Guayaquil, y su sola lectura bastará para que suspendan su
juicio las personas que hayan visto el aviso inserto en el
"Despertador". Verdad es que nadie podrá persuadirse por
esta sola publicacion de que yo, que me glorío de no haber
vuelto jamás la espalda á los peligros, fuera capaz de des
viarme por un solo instante de la única senda porque estoy
acostumbrado á marchar; mas yo debo á mí mismo y á los
bravos con quienes he militado, el desagravio de mi honor, y
quiero además alejar de su vista el doloroso ejemplo de que
una reputacion antigua y costosa pueda caer por tierra al
mas leve soplo de la vil impostura.
Primera pregunta.
¿Cuál fué el motivo que le obligó á dimitir el mando de las
armas del Departamento, y resolver su viaje á esta Capital?
Dijo:
Que en la madrugada del dia 12 del pasado tuvo noticia
por el comandante de la corbeta "Pichincha", procedente de
Paita, de que en la noche del 7 del mismo mes se habia hecho
un movimiento por la division estacionada en Piura á las ór
denes del Illmo. señor Gran Mariscal D. Agustín Gamarra pa
ra deponer al Presidente, de que resultó haber sido conducido
dicho señor al puerto, por una compañía mandada por el coro
nel Llerena, con el objeto de embarcarlo y alejarle del país,
—702—
para lo quo fué solicitado dicho comandante por el que lo era
militar de Paita, coronel Soyer, y no conviniendo con este se
ñor, dio la vela para Guayaquil sin órdenes de las autoridades.
Con este antecedente rennió en el momento á los jefes de la
guarnicion, y les hizo entender la transformacion practicada
en Piura, pidiéndoles su opinion sobre el partido que en tales
circunstancias seria mas adaptable para conservar el orden,
y no dejar al enemigo un solo flanco para que se aprovechase
del momento en que aparecieran en la division sentimientos
encontrados. Todos los señores vocales fueron de sentir que
se aguardase la llegada de los avisos oficiales para tomar uua
resolucion definitiva; pero cuando todo seguía bajo este pié,
el capitan—'fonico llegó del Cuartel General con instruccio
nes reservadas para los jefes, a fin de (pie en Guayayuil se
segundara por ellos el movimiento de Piura, suponiendo que
el general declarante obraría en un sentido contrario é impe
diría el libre pronunciamiento de las opiniones. Que esto llegó
inmediatamente ¡í su noticia, y para evitar cualquiera escena
de desorden al frente del enemigo, se apresuró á rennir nue
vamente los jefes, y exijirles sus votos sobre el particular;
pues otro proceder hubiera dado lugar á que realizándose l;i
comision del capitan—Torrico, la division perdiera su moral,
relajándose todos los lazos de la subordinacion desde que los
jefes hubieran atacado la autoridad superior del Departamen
to. El acta que orijinal acompaña bajo el número primero—
firmada por todos los jefes, á excepcion del comandante de
Ayacucho Foruandini, mayor del mismo, Moreira, y el de
igual clase del número 10 Boloña,—acreditan los anteceden
tes (pie se acaban de sentar. El General en Jefe, y el Supre
mo Gobierno por su conducto, ba recibido una nueva acta
(pie también presenta orijinal el declarante bajo el número
2, pero esta fué redactada en una nueva junta de jefes el dia
,5, despues de haber recibido el mando de la Plaza el coronel
Benavides; porque alguno de entre ellos observó que no pare
cía conveniente presentar al público todos los pormenores
que en la otra se detallan. El general que declara la suscribió
por remover de su parte todo motivo de choque en tan críticas
circunstancias; pero es de notar (pie faltan en ella las firmas
del coronel Prieto y comandante Quirós, quienes se resistie
ron á firmarla porque en ella no estaban especificados los
hechos tales, cuales sucedieron. Aun hay mas acerca del
particular. En medio de lomas acalorado do la discusion, y
cuando los vocales de la junta no se atrevían á emitir franca
mente sus opiniones, el snrjento mayor D. Bernardo Sofiia le
repitió Ja noticia de la comision secreta que habia traido el
capitan Torrico, agregándole que en el momento mismo do
—703—
haber llegado la noche anterior este capitan, el señor coronel
Benavides habia rennido en Junta a los jefes para conferen
ciar con ellos sobre dichas instrucciones—las do remitir al
Ejército al general declarante, si como se sospechaba, hacia
oposicion al cambiamiento—puesto que ellas partían del Ge
neral en Jefe. El general que declara llamó entóneos al ci
tado coronel Benavides, y reconviniéndolo á presencia de
Soffla, que sostuvo su dicho, por la simulacion con que habia
procedido—simulacion que pudo acarrear muy funestas con
secuencias—él convino con Soffla, excusando su reserva con
el deseo de conciliario todo de una manera amigable y orde
nada. Que entóneos el declarante volvió á ocupar su asiento
en la junta, y manifestando á los vocales, como consta del
acta que ha presentado que habia recibido avisos positivos
del objeto que tenia la venida del capitan Torneo, se verificó
la votacion, segun aparece de los documentos presentados,
procediendo en seguida el declarante á dimitir ante la junta
su destino, convencido como se hallaba, do que ultrajada su
autoridad, y rotos todos los vínculos de la subordinacion pol
las órdenes que habiau recibido los jefes de los cuerpos, su
continuacion en Guayaquil no podía producir sino desórdenes
en lo sucesivo—
Segunda.
¿Si la junta de guerra que segun acaba de declarar, admi
tió su renuncia y procedió al nombramiento de su sucesor
era en su concepto, una corporacion autorizada para tales ac
tos? , Dijo:
Que aunque nunca consideró suficientemente autorizada a
la junta de jefes para aceptar, ó rehusarse á la dimision del
mando que hizo ante ella, la extraordinaria situacion en que
se hallaba colocado, le forzó á mirar aquella medida, como
la única capaz de salvar el órden, y sus compromisos; porque
ya lo tiene declarado, su honor habia sido altamente ofendido
por la comision del capitan Torrico, su autoridad vilipendia
da ante sus mismos subordinados, y las bases todas de la mo
ral y disciplina fuertemente conmovidas. Que los jefes vocales
de la junta quisieron continuarlo en el mando; pero el gene
ral declarante se negó abiertamente á admitirlo, porque no
le era honroso deber su reinstalacion en el puesto á la volun
tad de los mismos, que debiendo estarlo siempre sujetos,
habian recibido instrucciones para hacerle descender.
Mariano Necochea.
FIN DEL TOMO OCTAVO,
INDICE
DEL TOMO OCTAVO
PÁGINAS.
Editorial del periódico oficial "La Prensa Peruana" nú
mero 29 3
Parte del comandante del batallon Núm. 9, sobre la su
blevacion de este cuerpo 10
Editorial del periódico oficial "La Prensa Peruana" nú
mero 30 12
Correspondencia entre la Secretaría de Relaciones Ex
teriores de la República de Colombia y el señor
José Villa, que vino con el carácter de Ministro
, Plenipotenciario de la República del Perú 15
Editorial de "El Mercurio Peruano" núm. 223, del Mar
tes 6 de Mayo de 1828 130
Editorial de "La Prensa Peruana" núm. 35, del Jueves
8 de Mayo de 1828 - 133
Editorial de "El Mercurio Peruano" núm. 219, del Jue
ves 1? de Mayo de 1828 .. 137
Editorial de "La Prensa Peruana" núm. 33, del Jueves
1? de Mayo de 1828. . . 140
Colombia.—Proclama á los Departamentos del Sur. . . 143
El Prefecto de la Libertad á los pueblos 144
Otra proclama del general Plaza 144
Tom. yiii. Historia—89
—II—
fáoisá»;
Editorial de "La Prensa Peruana" núm. 36, del Martes
10 de Mayo de 1828 145
Franca y respetuosa manifestacion que hace de sus vo
tos el bravo Ejército del Sur, á la Gran Convencion
de Colombia 148
Editorial de "La Prensa Peruana" núm. 37, del Martes
13 de Mayo de 1828 151
Colombia.—Voto de un colombiano 156
Resolucion del Congreso declarando que los oficiales
que abandonando los intereses del Estado se que
daron con los españoles ó se enrolaron en el Ejérci
to enemigo fueron justamente borrados de la lista
militar 168
Nota del Ministro de la Guerra á los Secretarios del
Congreso pidiendo se conmute la pena de muerte
impuesta al sargento 1? D.Juan Pastrana, como
uno de los autores de la sedicion del batallon Nú
mero 9 169
Contestaciones 170
Colombia.—Decreto del Libertador Bol ivar declarando
que en los departamentos de Maturin y Venezuela,
Orinoco y Sulia, usará el Gobierno de las faculta
des extraordinarias 172
Decreto del Prefecto de Ayacucho dictando algunas
medidas que deben observarse sobre los capitula
dos españoles que se han introducido en las Punas
de esa Villa y de Loricocha 173
Decreto del Libertador Bolivar prescribiendo términos
breves y seguros para que sean castigados pronta
é irremisiblemente todos los traidores y conspira
dores contra el Gobierno de la República 175
Decreto del Libertador Bolivar declarando que su de
creto sobre juicios contra conspiradores dado para
los departamentos de Maturin, Venezuela, Orino
co y Sulia, se observará en los demás departamen
tos de la República 177
Editorial de "La Prensa Peruana" núm. 45, del Martes
3 de Junio de 1828 177
Nota del Prefecto del Departamento de Lima al Gober
nador Eclesiástico del Arzobispado, sobre el abuso
que se comete en pedir licencias para sacar en pro
cesion por las calles á la Magestad Divina y las
imágenes de los santos 179
página».
Mensage del Libertador de Colombia á la Gran Con
vencion 180
Nota del Prefecto del Departamento de Puno al de
Arequipa, participándole el choque que hubo en
Sicasica entre nuestro escuadron Dragones de Are
quipa y una partida de caballería boliviana 189
Oficio del Gefe de E. M. G. del Ejército del Sur del
Perú, participándole al Prefecto del Departamento
de Puno el choque á que se refiere la nota anterior. 189
Nota y cópias que remite el Prefecto de Puno, sobro
haberse sublevado la infantería de Bolivia, que se
batía con la caballería de la misma Nacion, y que
en socorro de la primera se dirijia nuestro Ejército
á marchas redobladas 191
Editorial de "La Prensa Peruana" núm. 51, del Jueves
19 de Junio de 1828 191
Nota del señor general San Martin á S. E. el Presiden
te del Congreso Constituyente 195
Carta del señor D. José San Martin á S. E. el señor
Presidente de la RepAblica 195
Oficio del Prefecto del Cuzco al Ministro de la Guerra,
acompañándole un pliego que le dirigió el Gefe del
E. M. del Ejército del Sur 196
Oficio del General en Gefe del Ejército del Sur al Pre
fecto del Departamento de Puno, referente á los
sucesos ocurridos en Bolivia 197
Otro oficio del Gefe de E. M. G. del Ejército del Sud
al Prefecto de Puno, participándolo las ocurrencias
habidas en el Ejército 198
Otro oficio del mismo Gefe de E. M. G. al Prefecto de
Puno 199
Editorial de "La Prensa Peruana" núm. 53, del Jueves
26 de Junio de 1828 „ 201
Nota del Prefecto de Ayacuoho al Ministro de la Guerra 202
Editorial de "La Prensa Peruana" núm. 56, del Jueves
3 de Julio de 1828 203
Nota del Gobernador y Comandante General de Chu-
quisaca al General en Gefe del Ejército del Sud
del Perú 207
Oficio del General en Gefe del Ejército del Sud al
Ministro de Guerra y Marina, participándole los
acontecimientos ocurridos 208
Instalacion de la Gran Convencion de Colombia 214
Ley por la que se determina lo que debe abonarse á los
Senadores y Diputados por sus dietas, y por legua-
je desde el lugar de su salida hasta el del Congreso. 218
Oficio del general Gamarra al Ministro del Departa
mento de la Guerra, participándole lo ocurrido en
el Ejército del Sud de su mando 220
Comunicacion del coronel Cerdeña al general Gamar
ra, dándole cuenta de lo ocurrido en la division
que se le confió para que ocupase Cochabamba 222
Parte del gefe Althaus, participando al general Gamar
ra de haber derrotado dos mitades de Colombia
que halló situadas en el pueblo de Sorasora 224
Acta del juramento prestado á la Constitucion por su
Ejército del Sud 225
Representacion del Vice-presidente Santander al Li
bertador de la República de Colombia 226
Proclama del general Flores á los departamentos del
Sur de Colombia 228
Proclama del general intendente del Asuay á sus habi
tantes 229
Editorial de "La Prensa Peruana" núm. (>3, del Martes
22 de Julio de 1828 . 230
Oficio del gobernador de Puno al Prefecto del Depar
tamento de Arequipa, acompañándole un pliego
que recibió para dicha autoridad del Gefe de E. M.
G. del Ejército del Sud 232
Comunicacion á que se refiere la anterior 233
Editorial de "La Prensa Peruana" núm. 64, del Jueves
24 de Julio de 1828 233
Opiniones sobre el sistema federal de Colombia 241
Tratados de paz entre los ejércitos de Bolivia y del
Perú 246
Ratificaciones 249
Oficio del general Gamarra al Prefecto del Departa
mento de la Paz, participándole haberse posesio
nado de esa Plaza con el Ejército de su mando, á
mérito de las paces ajustadas con el Gobierno de
. Bolivia 250
A los Colombianos amantes de las leyes y de la causa
de la libertad.—Manifestacion del general Santan
der Vice-presidente de Colombia 251
Pronunciamiento solemne de Bogotá 252
Aprobacion del Consejo do Gobierno de la República
de Colombia 255
Pronunciamiento solemne de Guayaquil , 256
íáqnus.
Editorial de "La Prensa Peruana" núm. 70, del Martes
12 de Agosto de 1828 258
Editorial de "La Prensa Peruana" núm. 73, del Martes
19 de Agosto de 1828 2G1
Colombia.—La Convencion se ha disuelto & 264
Proclama del general Bolivar á los pueblos del Sur de
Colombia 265
Proclama.—El Vice-presidente dela República del Pe
rú á los pueblos 265
Colombia.—Manifestacion que hacen los Diputados quo
se expresan de los motivos que los obligan á reti
rarse á sus provincias para devolver á los pueblos
los poderes que no les es posible desempeñar 267
Comunicacion con que se acompaña el anterior mani
fiesto 272
Proclama.—El Presidente de ln República á los Pe
ruanos 274
Editorial de "La Prensa Peruana" núm. 76, del Martes
2 de Setiembre de 1828 277
Decreto supremo declarando en rigoroso bloqueo los
puertos y caletas comprendidos entre los paralelos
de 3 grados 6 minutos Sur, y 9 Norte, es decir, des
de Tumbes exclusive hasta Panamá 279
Oficio del general Gamarra al Ministro de la Guerra,
participándole que habiendo calmado los motivos
hostiles de los ejércitos beligerantes, en virtud de
los tratados celebrados en Piquisa, se halla pacífi
camente cumpliendo con el tenor de las estipula
ciones ajustadas 281
Editorial de "La Prensa Peruana" núm. 79, del Martes
9 de Setiembre de 1828 283
Bolivia.—El general Urdininea al Ejercito Nacional.. . 285
Colombia.—Extractos de la "Águila de Júpiter" 285
Oficio del Prefecto del Departamento de Lima al Mi
nistro de Gobierno, trascribiéndole la que ba diri
gido á los inspectores de cuartel sobre la proclama
del general Bolivar 299
Editorial de "La Prensa Peruana" núm. 80, del Sábado
6 de Setiembre de 1828 300
Proclama.—El general Urdininea á los Bolivianos 302
Ley del Congreso Constituyente del Perú, facultando
al Gobierno para que conteste por el Ministerio
respectivo á los puntos contenidos en la nota de 3
de Marzo último del Ministro de Relaciones Exte
VI—
piaraas.
riores de Colombia, y demás que convenga para el
sostén de los derechos de la Nacion 303
Nota del Presidente de la República á S. E. el Vice
presidente, trascribiéndole la circular que ha diri
gido á los Prefectos de la República 304
Avisa el Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores
que habiendo marchado al Ejército del Norte el
coronel D. Mariano Castro, bajo el carácter de Mi
nistro de Guerra y Secretario General al lado de
S. E. el Presidente de la República, se ha encarga
do accidentalmente al coronel D. Rafael Jimena de
todo lo concerniente áeste ramo, sin perjuicio de
retener el mando de la Comaudaucia General de
Artillería 300
Anuncia el Ministerio de Guerra y Marina que se han
roto las hostilidades con Colombia 30G
Editorial de "La Prensa Peruana" uúm. 82, del Jueves
18 de Setiembre de 1828 308
Comunicacion entre el Gobierno y el general Sucre. . . 309
Proclama del Prefecto del Departamento de Lima á los
pueblos de su mando 313
Editorial de ''La Prensa Peruana" núm. 83, del Sábado
20 de Setiembre de 1828 314
Comunicaciones entre el Gobierno de Bolivia y el del
Perú 316
Proclama á los Peruanos.—La Comision del Congreso
General Constituyente de la República 318
Proclama. -El General Prefecto del Departamento de
Arequipa, á los habitantes de su mando 320
Manifesto que Lace el Gobierno de Colombia de los
fundamentos que tiene para hacer la guerra al Go
bierno del Perú 321
Manitiesro del Gobierno del Perú, en contestacion al
que ha dado el general Bolivar sobre los motivos
que tiene para hacerle la guerra 326
Oficio del Secretario de Estado del Despacho de Rela
ciones Exteriores del Gobierno de Colombia al de
los mismos ramos de la República del Peni, sobre
los fundamentos que han inducido á su Gobierno
para declarar la guerra al Perú 344
Contestacion 347
Proclama del general Gamarra á la República de Boli
na 350
Colombia.— Representacion y protesta de algunos di-
—vn—
PÁCItSA».
putados á la Convencion de esa República, y acto
adicional que presentan á dicho cuerpo, sobre la
Constitucion de 1818 351
Editorial de "La Prensa Peruana" núm. 95, del. Jueves
30 de Octubre de 1828 355
Proclama del general La-Mar, Presidente de la Repú
blica 358
Mensage del Presidente de Bolivia al Congreso ex
traordinario de 1828 359
Oficio del Vice-almirante de la Escuadra del Perú, par
ticipándole al Secretario General del Presidente
de la República haber sorprendido con la fuerza
que destacó sobre el pueblo del Naranjal una par
tida de tropa procedente de Guayaquil 376
Cópia de una carta interceptada para el general Illin-
grot por un oficial de la Escuadra que mandó á re
conocer la costa el Vice-almirante de la Escuadra
del Perú 377
Oficio del general Gamarra al señor Ministro do Rela-
ciones Exteriores de Bolivia 379
Contestacion 382
Editorial de "La Prensa Peruana" núm. 99, del Jueves
13 de Noviembre de 1828 384
Proclama del Libertador Bolivar á los colombianos. . . 386
Decreto del general Bolivar nombrando gefe superior,
civil y militar de los departamentos de Sulia, Mag
dalena é Istmo 387
Oficio del Ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia
al de igual clase del del Perú, acompañándole có
pia de la comunicacion que le acompaña para que
la remita al Ministro de Relaciones Exteriores de
Colombia 388
La cópia á que se refiere el oficio anterior 389
General Bolivar.—Artículo de "El Nacional de Bolivia" 392
Alcance á "La Prensa Peruana" núm. 100 394
Oficio del comandante militar de Paita al señor Secre
tario General de S. E. el Presidente, participándole
que desde Taboga viene á ponerse á disposicion
del Gobierno del Perú la corbeta de guerra "Co
lombiana", acompañándole una nota por los que
han conducido la embarcacion 394
Nota á que se refiere el oficio anterior 395
Oficio del Ministro de Gobiérno y Eelaciones Exterio
res al Prefecto del Departamento de Puno, indi-
r
— vin-
PÁGIKAS.
cándole que siendo necesarios los servicios en el
Ejército del Norte del Prefecto del Departamento
de Arequipa, se le previene que inmediatamente
se ponga en marcha, encargándose del mando de
dicho Departamento 396
Carta del Vice-presidente de la República al Prefecto
del Departamento de Puno 397
Oficio del general Prefecto de Arequipa al Ministro de
Gobierno y Relaciones Exteriores 397
Contestacion á la nota anterior j del señor Ministro de
Gobierno y Relaciones Exteriores 401
Oficio del Prefecto de Arequipa al señor Ministro de
Gobierno, indicándole el por qué no ha entregado
el mando le la Prefectura 402
Bolivia.—Colombia y Perú (artículo de "El Nacional
deBolivia") 402
Oficio del general colombiano Juan José Flores al ge
neral boliviano Perez de Urdininea 404
Bolivia.—¡Escándalo notable! Insurreccion en la pro
vincia de Santa-Cruz de Bolivia, acaudillada por
un español gefe antiguo del Ejército Real Francis
co Javier de Aguilera 405
Proclamas á los habitantes del Departamento de San
ta-Cruz, y á los individuos del Ejército de Bolivia
por el General en Gefe D. Pedro Blanco 407
Oficio del Comandante General del Departamento de
Santa-Cruz al Comandante General del Departa
mento de Chuquisaca, participándole haber batido
y dispersado completamente al feroz Aguilera. . 409
Oficio de Aguilera al gefe boliviano encargado de la
division que lo perseguía 410
Contestacion - 411
Comunicacion del Secretario General de S. E. el Presi
dente de la República del Perú al Ministro de la
Guerra y Marina, participándole la toma de Gua
yaquil y muerte de el Vice-almirante de la Escua
dra en el combate que se sostuvo para tomar esa
Plaza 412
Bolivia.—Notable—(artículo, de "El Nacional" de esa
República) 414
Colombia.—Conspiracion del 25 de Setiembre 417
Editorial de "La Prensa Peruana" núm. 113, del Jueves
8 de Enero de 1829 421
—IX—
piaiMis.
Bolivia.—Extracto de "El Nacional".—Situacion del
ex-general Aguilera desde el 12 de Octubre de
1825 que fugó de Cochabamba hasta el 25 de Oc
tubre de 1828 423
Oficio del gefe de la fuerza que batió á Aguilera al
Prefecto del Departamento de Cbuquisaca 425
Proclama de dicho gefe á los habitantes del Departa
mento de Santa-Cruz 426
Análisis del Mensage del general Sucre 427
Oficio del Gefe de Estado Mayor General del Ejército
del Perú al señor Ministro de Gobierno y Relacio-
nes Exteriores 431
Proclama del Presidente de la República al Ejército Pe
ruano , 432
Otra del mismo Presidente al Ejército Colombiano 433
Otra del mismo á los pueblos del Ecuador 434
Oficio del gefe accidental de la Escuadra del Perú al
Ministro de la Guerra, pidiéndole armamento 436
Editorial de "La Prensa Peruana" núm. 117, del Jueves
22 de Enero de 1829 436
Estados-Unidos.—Artículo sacado de un periódico de
Nueva-York 438
Bolivia.—Decreto de la Asamblea Convencional encar
gando el mando del Poder Ejecutivo de esa Repú
blica al general de division José Miguel de Velasco. 441
Proclama del coronel boliviano Mariano Armaza á sus
conciudadanos y compañeros de armas 442
Manifiesto que dicho coronel Armaza presenta sobre
las poderosísimas razones que han dado lugar al
cambiamiento del Gobierno 443
Editorial de "La Prensa Peruana" núm. 120, del Mar
tes 3 de Febrero de 1829 445
Ejército Peruano.—Boletín núm. 1? 446
Bolivia.—Para la historia 450
Comunicacion del edecan del general Sucre al señor
Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, acom
pañándole cópia de la comunicacion que dirigió
dicho Gran Mariscal al Presidente de la República
de Colombia 453
Editorial de "La Prensa Peruana" núm. 122, del Sába
do 7 de Febrero de 1829 456
Oficio del Prefecto del Departamento de la Libertad al
señor Ministro de Guerra y Mariua, adjuntando
cópia de las capitulaciones celebradas entre el Go-
Tom. Tin. Historia.—90
tXatnim.
bierno de Guayaquil y el Comandante General de
la Escuadra Nacional 459
Editorial de "La Prensa Peruana" núm. 125, del Sába
do 14 de Febrero de 1829 464
Oficio del coronel boliviano Mariano Armaza al Presi
dente de esa República, participándole la funesta
muerte del general Blanco por la tropa que lo
custodiaba en su prision en los momentos de que
rer fugar 469
Otro oficio de dicho coronel al mismo Presidente, avi
sándole que el cadáver del general Blanco ba sido
inhumado en la iglesia del con vento de la Recoleta 470
Manifestacion del expresado Armaza á sus conciudada
nos sincerándose de la ninguna parte que tuvo en
la desastrosa muerte del general Blanco 470
Oficio del Comandante General de armas de la Repú
blica de Bolivia á los Secretarios de la Asamblea
Convencional de esa República 471
Notas dirigidas por el general colombiano Urdanetaal
coronel Mariano Acero 473
Editorial de "La Prensa Peruana" núm. 127, del Sába
do 21 de Febrero de 1829. ... 477
Comunicaciones á las que se refiere el editorial que an
tecede 478
Colombia.—El siguiente documento es el parte oficial
que pasó el general Mosquera al Secretario de
Guerra despues de la accion dela Ladera 482
Carta del general colombiano Heres al gobernador de
Pasto 483
Oficio del Comandante General de la Division Cons
titucional de Colombia al Intendente del Departa
mento de Pasto, participándole que esa ciudad la
ha ocupado pacíficamente 484
Proclama del general colombiano Juan José Flores á
los habitantes del Asuay 486
Oficio del Secretario General de S. E. el Presidente de
la República al Ministro de Guerra y Marina, par
ticipándole el ingreso al Cuartel General en Loja
de varios cuerpos pertenecientes al Ejército 486
Proclama.—El Comandante General de la Escuadra
Peruana á los habitantes del Guayas 487
Oficio del Comandante General de la Escuadra del Perú
al Comandante General de Marina, participándole
que la Escuadra ha fondeado frente á la ciudad de
—XI—
píocas.
Guayaquil para tomar posesion de la Plaza como
lo verificó - 489
Bando del mismo Comandante en Gefe de la Escuadra
dictando algunas medidas de orden para que se
observen en la ciudad de Guayaquil 489
Otro bando del Gefe militar de la Plaza y Departa
mento de Guayaquil, dictando medidas sobre la
conservacion del orden de esa ciudad 490
Comunicacion del Dr. D. Melchor Urquidi, ciudadano
boliviano, al Prefecto del Departamento de Puno,
pidiéndole asilo en esa ciudad como proscripto de
su patria 491
Decreto del dicho Prefecto de Puno á la nota anterior. 491
Declaracion prestada por órden del Prefecto de Puno
por dicho Dr. Urquidi 492
Proclama de S. E. el General en Gefe del Ejército del
Norte á los Guayaqui leños 493
Bolivia.—Manifiesto que da á los pueblos de Bolivia el
Vice-presidente de la República, sobre la conduc
ta de la Asamblea Convencional 494
Decreto del Vice-presidente de la República Boliviana
declarando disuelta la Asamblea Convencional y
los miembros que la componían sin representacion
nacional „ 504
Colombia.—Sentencia contra el general Santander 505
Oficio del Consejo de Ministros al Libertador Bolivar,
dando su opinion sobre la sentencia firmada con
tra el general Santander y demás reos complicados
en esa causa 507
Oficio del Secretario General de S. E. el General Pre
sidente al coronel encargado del Despacho del Mi
nisterio de Guerra y Marina, participándole que
S. E. el General Presidente do la República y Ge
neral en Gefe del Ejército han sido invitados por el
general Sucre á iniciar negociaciones 513
Comunicacion del Gran Mariscal Sucre á que se refiere
la nota anterior „ 514
Contestacion 515
Otro oficio del mismo Gran Mariscal Sucre, referente
al mismo objeto 517
Minuta de bases para una negociacion de paz entre las
repúblicas de Colombia y el Perú 519
Oficio de S. E. el General Presidente del Perú al Gran
Mariscal Sucre, contestándole sobre las propuestas
—xn—
PÁGINAS
preliminares para un tratado definitivo de paz que
le acompañó 520
Nota del Secretario General de S. E. el General Presi
dente del Perú al Ministro de Guerra y Marina,
participándole los movimientos practicados por el
Ejército 522
Otro oficio del mismo Secretario General al Ministro
de la Guerra, dándole cuenta de las operaciones de
la campaña 523
Oficio del coronel D. José Prieto, Comandante General
del Departamento de Guayaquil, al Ministro de
Guerra y Marina, participándole haber tomado po
sesion do la Comandancia General de ese Depar
tamento por nombramiento de S. E. el General
Presidente de la República del Perú 524
Otro oficio de dicho coronel al mismo Ministro de
Guerra y Marina, participándole haber remitido
á Paita en !a goleta de guerra "Guayaquileña" al
gencral de brigada colombiano Vicente Gonzalez
y comandante Federico Valencia, hechos prisione
ros por el coronel Raulet en el choque de Cuenca. 525
Otro oficio del mismo gefe al Ministro de Guerra y
Marina, acompañándole cópia del parte que le di
rigió el coronel Raulet sobre haber ocupado la
ciudad de Cuenca despues de una hora de un viví
simo fuego, capitulando el general Gonzalez con
treinta oficiales y demás tropa que quedaron pri
sioneros de guerra , 525
Comunicacion del comandante de artillería y militar
de la provincia de Trujillo al Ministro de la Guer
ra, acompañándole un pliego por encargo especial
que ha recibido del General Comandaute General
de ese Departamento 527
Oficio á que so refiere la nota anterior dirigida por el
general Pardo de Zela al Ministro de la Guerra,
6obre la campaña campal sobre el enemigo 527
Nota del Comandante General de la provincia de Loja
al Ministro de la Guerra, en la que le participa que
á pesar de haberse dispersado la 3? division que
sostenían el movimiento del Ejército en Saraguro,
el Secretario General de S. E. el Presidente habia
logrado formar una columna de setecientos hom
bres con la que marchó á engrosar el Ejército. . . . 529
—xm—-
Nota del Comandante General del Departamento de
Guayaquil al Ministro de Guerra y Marina, dándo
le cuenta de que principiaban á retirarse de Daule
las fuerzas colombianas en presencia de las fuer
zas que sobre ellos le dirigió 530
De "La Prensa extraordinaria" núm. 139, del Lúnes
6 de Abril de 1829.—Anuncia haber recibido el
Gobierno un impreso publicado en Cuenca, que
contieno el convenio celebrado entre el general de
nuestras fuerzas y el de las tropas enemigas. En
seguida se inserta dicho convenio 531
Oficio del Secretario General de S. E. el Presidente de
la República al Ministro de la Guerra y Marina,
dándole parte de la batalla de nuestro Ejército en
el campo do el Portete llamado de Tarqui 535
Oficio del mismo Secretario General de S. E. el Presi
dente del Perú al Ministro de la Guerra y Marina,
acompañándole cópia del oficio que S. E. el Presi
dente ha dirigido al Gefe Superior del Sur de Co
lombia, sobre el decreto de premio expedido por el
general Sucre, y el parte que da al Ministerio de
su República acerca de los sucesos que habian ter
minado la campaña 537
Oficio á que se refiere la nota anterior 538
Oficio con que el general Sucre remitió á su Gobierno
el convenio celebrado con el Ejército Peruano 542
Decreto de recompensas al Ejército Colombiano dicta
do por el general Sucre, segun se refiere en la nota
anterior 543
Oficio del Comandante General de la Escuadra del Pe
rú surta en Guayaquil al Ministro de la Guerra,
participándole que á consecuencia de las desgra
ciadas noticias del Ejército, y mas desgraciadas
capitulaciones, habia recibido órden tanto él como
el Comandante General de ese Departamento pa
ra que lo evacuase conforme á los artículos 10, 11
y 1G de el convenio; pero que atendiendo á no te
ner facultades competentes S. E. el General en
Gefe para hacer y aprobar tales convenios, se habia
rennido una junta de guerra compuesta de todos
los gefes de la Escuadra y Ejército, y en ella se
resolvió no desamparar el Departamento hasta la
resolucion del Supremo Gobierno 544
—xtv—
Acta de los gefes de la Escuadra y guarnicion de Gua
yaquil á que se refiere el oficio anterior 545
Nota del Comandante General del Departamento de
Guayaquil al Ministro de la Guerra, trascribiéndo
le la que dicho gefe dirigió al Secretario General
de S. E. el Presidente de la República, referente á
lo determinado por la junta de guerra de sostener
esa Plaza y Departamento hasta la resolucion del
Gobierno Supremo 550
Contestacion del Ministro de la Guerra aprobando lo
resuelto por la junta de gefes, y disponiendo en
consecuencia se sostenga á todo trance la Plaza
de Guayaquil 552
Editorial de "La Prensa Peruana" núm. 141, del Jueves
9 de Abril de 1829 553
Oficio del Comandante General del Departamento de
Guayaquil al Ministro de Guerra y Marina, parti
cipándole que los generales de la República de Co
lombia Leon de Febres Cordero, y Arturo Sanders
comisionados por su Gobierno para recibirse de esa
Plaza emprendieron su regreso para el Ejército de
que dependen 554
Correspondencia seguida entre el coronel comisionado
por el General en Gefe del Departamento de Gua
yaquil, para entregar la Plaza á los gefes colom
bianos en cumplimiento del artículo 11 de los
tratados celebrados en Jirón 554
Ministerio de Estado en el Departamento de Gobierno
y Relaciones Exteriores—Manifiesto que comprue
ba las nulidades que entrañan los tratados de Jirón 575
Decreto supremo ordenando que se levante un bata
llon con la denominacion de "Reserva" en los de
partamentos de Arequipa, Cuzco y Puno, con la
fuerza de el reglamento 580
Otro decreto supremo ordenando que los contingentes
de hombres asignados á los departamentos de Li
ma, Junin y Ayacucho, por resoluciones de 12 de
Marzo se aumenten á seiscientos hombres en el '
primero, mil quinientos en el segundo, y mil en el
tercero; 580
Otro decreto supremo ordenando so haga un reparto
proporcional en el Departamento de Lima para la
recoleccion de trescientos caballos y doscientas
mulas para el servicio del Ejército 581
ÍÍ9ISAS.
Ofrecítíiieoto que hacen al Gobierno los alumnos de el
Colegio de la "Independencia", de sus servicios á
la Nacion 582
Decreto supremo admitiendo los de aquellos que hayan
cursado las matemáticas y el dibujo, en clase de
cadetes de artillería, siempre que obtengan el be
neplácito de sus familias 582
Oficio del general D. Antonio Gutierrez de La-Fuente,
Comandante General de la Division del Sur al
Ministro de la Guerra, avisándole de Arequipa.que
dentro de quince dias estará navegando para esta
capital con la fuerza que se le tiene ordenado. . . . 583
Arequipa.—Enviados de Bolivia cerca del Gran Maris
cal Santa-Cruz 583
Oficio del Secretario General de S. E. el Presidente al
Ministro de la Guerra y Marina, acompañándole
cópia de una declaracion tomada al indígena Juan
Ayala, que se dirigía de Guayaquil á Paita en una
balsa, y se encontró con un buque de guerra, que
se infiere sea la "Tipuani'', que pueden haberla ar
mado en guerra en Panamá 586
Declaracion á que se refiere la nota anterior 587
Representacion al Gobierno de los alumnos del Convic
torio Carolino, ofreciendo sus servicios en el Ejér
cito en clase de soldados 588
Decreto aceptando solo 16 que se encuentran aparentes
para soportar las penalidades de la campaña, por
ser los demás menores—se destinan en clase de
cadetes 4 á la artillería y los demás á los cuerpos
, del Ejército que ellos elijan '. 589
Carta del general Flores al coronel Prunier 590
Contestacion 591
Ejército Peruano.—Boletín núm. 2. 592
Oficio del Secretario de S. E. el Presidente de la Repú-
blica al Ministro de la Guerra, trascribiéndole lo
que le participa el Comandante General del De
partamento de Guayaquil, referente á que el coro
nel Bustamante con algunos oficiales y tropa de la
3? division batió una fuerza del general Illingrot,
tomándole prisioneros 596
Oficio del Secretario de S. E. el Presidente al Ministro
de Guerra y Marina, informándole sobre los suce
sos fatales de la dispersion que sufrieron en Sara-
guro los. batallones 1? de Ayacucao y Núm. 8. . . . 596
—XVI—
Oficio del Secretario de S. B. el Presidente al Ministro
de la Guerra, referente á lo ocurrido en la batalla
deTarqui 598
Ejército Peruano.—Boletín núm. 3 600
Areqmpa.—Relacion de las arengas que le pronuncia
ron al general Santa-Cruz por los comisionados
por la República de Bolivia cerca de él para que
marchase á encargarse del mando de esa Nacion. . 605
Oficio del general Neeochea Comandante General de
Guayaquil al Ministro de la Guerra participándole
su arribo a esa ciudad 614
Colombia.—Proclama del general Bolivar ... 616
Ejército Peruano.—Boletín núm. 4.—Adicion al Bole
tín núm. 3 617
Piura.—Al pueblo de Colombia y á todos los pueblos
de América - 618
Documento á que se refiere el artículo anterior 619
Proclama.—El Comandante General del Departamento
de Guayaquil 620
Proclama del general Necochea á los cuerpos que guar
necen el Departamento de Guayaquil 621
Proclama del mismo general Necochea á los Guayaqui-
leños 622
Comunicacion del Gefe de Estado Mayor de la tercera
division al General Comandante General D. A. G.
de La-Fuente acompañándole la representacion
que dirigen los gefes para que en fuerza de las ra
zones que aducen reasuma en sí el mando supremo. 622
Representacion á que se refiere la nota anterior 623
Acta del Cabildo de Lima encargando el mando supre
mo de la República aL general La-Fuente bajo la
denominacion de Gefe Supremo 626
Oficio del General La-Fuente al Presidente de la Co
mision Permanente del Congreso participándole
haberse encargado del mando supremo por dimi
sion que hizo en él el Vice-presidente de la Repú
blica 627
Decreto del general La-Fuente sobre haber reasumido
el mando supremo provisoriamente hasta la ren
nion de la Representacion Nacional bajo la deno
minacion de Gefe Sttpremo 629
El ciudadano Antonio Gutierrez de La-Fuente á los
habitantes de la Eepública , 630
—XVII—
FÁOIKAB.
Oficio dirigido por el oficial mayor del Ministerio de Go
bierno y Relaciones Exteriores al Prefecto del De
partamento para que disponga que los Diputados
existentes en esta capital se reunan y comiencen á
preparar sus tareas 632
Oficio del oficial 1? del mismo Ministerio al Dr. D. Ma
riano Alejo Alvarez, participándole que el Gobier
no lo ha nombrado Ministro de ese Ministerio •632
Contestacion del Dr. Alvarez indicando que siendo
miembro de la Comision Permanente del Congre
so, sin licencia de este cuerpo no puedo encargar
se del Ministerio 633
EL mismo oficial Io del Ministerio de Gobierno y Rela
ciones Exteriores te dirige al oficial mayor de la
Secretaría del Congreso pidiendo la licencia 633
Contestacion indicando que la Comision ha concedido
la licencia ; 634
Oficio del oficial mayor del Ministerio de Gobierno y
Eelaciones Exteriores al Dr. Alvarez, anunciándo
le que despues de haber obtenido el consentimien
to de la Comision Permanente, el Gefe Supremo
le ha confiado el cargo del desempeño del Minis
terio 635
Oficio del Secretario de la Comision Permanente del
Congreso para que el Gefe Supremo se presente á
prestar el juramento de obedecer la Constitucion. 636
Oficio del Ministerio de Gobierno y Reláciones Exte
riores al de Hacienda, avisándole que el Gefe Su
premo solo percibirá el sueldo de su grado de
general de division en campaña 636
Circular á los Prefectos para que activen la marcha de
los Diputados para la instalacion del Congreso. . . 637
Decreto supremo suprimiendo la Direccion General de
Minería 63S
Oficio del oficial mayor del Ministerio de Gobierno y
Relaciones Exteriores al oficial mayor de la Secre
taría del Congreso, preguntándole cuantas son las
actas de los Diputados que no se han calificado y
á qué provincia pertenecen 639
Otro oficio al mismo oficial mayor de la Secretaría
del Congreso, indicándole consulte á la Comision
Permanente si con solo los nueve Diputados exis
tentes en esta capital se podrá disponer que la
Tom. VTI1. HreTOHIA—91
—XVIII—
Junta Departamental empiece sus sesiones prepa
ratorias 639
Ofieio del Ministerio de Gobierno y Relaciones Exte
riores al Presidente de la Córte Superior de Justi
cia, indicándole le instruya dentro de tercero dia
del número de causas en que tiene interés el Era
rio que penden en los juzgados y ese Tribunal,
del estado en que se hallan y de los motivos que
retardan su fallo; y que semanalmente se le pase
igual razon .• 6 40
Otro oficio del dicho Ministro al Presidente de la mis
ma Córte Superior de Justicia, disponiendo que
cada Sábado se le remita cópia de las sentencias
que expidiere el Tribunal siu omitir la razon de
las causas que previene el artículo 29, ' seccion 1?
del Reglamento de Tribunales. Igualmente que
se dé parte semanalmente del resultado de la visi
ta de cárceles que se practica los Sábados, expre
sándose el número de presos, estado de sus cansas,
fecha en que comenzaron, y juzgados ante quienes
penden 641
Otro oficio del mismo Ministro al Presidente de la
Córte Suprema, previniéndole que cada Sábado le
remita cópia de las sentencias que pronuncie eso
Tribunal, y la razon de causas que previene el ar
ticulo 29, seccion 1? del Reglamento de Tribunales,
especialmente de las de Hacienda y en que tiene
interés el Erario Nacional : 641
Comunicacion del Secretario General deS. E. el Liber
tador al Ministro de Relaciones Exteriores del
Perú 642
Contestacion 645
Proclama de Golwrnador del Callao á loa habitantes
de ese pueblo y de Bellavista 648
Alcance al número 166 de "La Prensa Peruana" G49
Oficio del general Gauiarra al Comandante General de
la 3? division getieral D. Antonio G. de La-Fuente,
participándole que el Gran Mariscal D. José de La-
Mar habiendo renunciado la Presidencia de la Re
pública ha dejado el país dando á la vela en com
pañía del coronel D. Pedro Bermndez 650
Proclama del general Gatnarra, General en Geíe (leí
Ejército del Perú á los pueblos de la República.. 652
Proclama de! misoio General en Gefe al Ejército 653
XIX—
PluirUB.
Oñcío del Prefecto de la Libertad al Ministro de Gobier- -
no y Relaciones Exteriores, avisándole que se han
publicado en esa ciudad y circulado á las demás
autoridades de su dependencia la dimision del man
do que ba hecho el Vice-presidente de la Repúbli
ca en el general La-Fnente 654
Oficio del General en Gefe D. A. Gamarra al Vice-pre
sidente de la República manifestándole las razones
que han mediado para que el Presidente de la Re
pública general La-Mar haya renunciado el mando
y se ha marchado fuera de la República 655
Documentos á que se hace mencion en el oficio que
antecede del núm. 1? al 8 658
"El Atleta de la Libertad."—El prospecto y tres únicos
números que se publicaron en Guayaquil á cuyo
periódico se refiere el general Gamarra en su oficio
al Vice-presidente de la República 669
Acta celebrada por el Consejo de Ministros para sus
pender la ley de prohibiciones hasta tanto que la
próxima legislatura resuelva lo que estime justo. . 696
Decreto del Gefe Supremo suspendiendo la ley de
prohibiciones de efectos extranjeros 697
Bolivia.—El Gran Mariscal Santa-Cruz á la Nacion. . . 699
Suplemento de! "Telégrafo de Lima" núm. 670 700
FIX DBL. ÍHDICS DBL TOMO OCTAVO.
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