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Bernard Lonergan Metodo en Teologia Cap.1

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MÉTODO EN TEOLOGIA

B e rn a rd Lonergan
VERDAD E IMAGEN
106

C olección dirigida p o r
Ángel Cordovilla Pérez
BERNARD LONERGAN

METODO
EN TEOLOGiA

CTJARTA EDICI6N

EDICIONES SiGUEME
SALAMANCA
2006
Cubierta disenada por Christian Hugo Martin

Tradujo Gerardo Temolina sobre el original inglês Method in Theology

© Darton, Longman and Todd, London21973


© Ediciones Sígueme S.A.U., 1988
C/ García Tejado, 23-27 - E-37007 Salamanca / Espana
Tlf.: (34) 923 2 18 203 - Fax: (34) 923 2 7 0 563
e-mail: ediciones@sigueme.es
www.sigueme.es

ISBN: 84-301-1053-4
Depósito legal: S. 1.491-2006
Impreso en Espana /Union Europea
Imprime: Gráficas Varona, S.A.
Polígono El Montalvo, Salamanca 2 0 06
CONTENIDO

Introducción ....................................................................................... 9
1. El método.................................................................................. 11

2. El bien humano....................................................................... 33
3. Significación.............................................................................. 61
4. Religion....................................................................................... 103
5. Especializaciones funcionales constitutivas dei método
teológico ................................................................................... 125
6. Investigación de los datos..................................................... 145
7. Interpretación........................................................................... 149
8. Historia ..................................................................................... 169
9. Historia e historiadores ......................................................... 191
10. Dialéctica .................................................................................. 229
11. Explicación de los fundamentos ......................................... 261
12. Establecimiento de las doctrinas ......................................... 289
13. Sistematización......................................................................... 323
14. Comunicación........................................................................... 341

Índice de matérias y nombres 355


índice g e n e ra l............................. 387
Introducción

La teologia es una m ediación en tre una determ inada matriz cultu­


ral y e l significado y fu n ción d e una religión dentro d e dicha matriz.
La nocíón clásica d e cultura era normativa: a l m enos de jure n o había
sino una cultura, a la vez universal y perm anente. Sus normas e ideales
podían ser e l objeto d e las aspiraciones d e los hom bres no-cultos, ya se
tratara de los jó v en es o d e la masa, o d e los nativos o d e los bárbaros.
Pero además de la noción clásica hay tam bién una n oción empírica d e
cultura. Es e l conjunto d e significaciones y valores que inform an un
determ inado m odo d e vida. P uede perm anecer inm utable durante si-
glos, p ero p u ed e también estar som etido a un p roceso d e len to desarro-
llo o d e rápida desintegración.
Cuando preva lece la noción clásica d e cultura, la teologia se con-
cib e com o una realización acabada y en ton ces se discurre sob re su
naturaleza. Cuando la cultura se con cib e en form a empírica, la teologia
se en foca domo un p roceso evolu tivo y en ton ces s e escribe sobre su
m étodo.
El m étodo no es un conjunto d e regias que cualquiera, incluso un
tonto, ha d e segu ir m eticulosam ente; es más bien un m arco destinado
a fa v o recer la creatividad y la colaboración. El m étod o describe los
diversos grupos d e operaciones que los teólogos han d e realizar en e l
cum plim iento d e sus diversas tareas. En nuestra época e l m étodo ha
d e con ceb ir estas tareas en e l contex to d e la ciência actual, d e la erudi-
ción y d e la filosofia contem porânea, d ei carácter histórico d e la praxis
colectiva y d e la corresponsabilidad.
En una teologia contem porânea así concebida, consideram os och o
tareas diferentes: la investigación, la interpretación, la historia, la dia-
léctica, la explicitación d e los fundam entos, e l establecim iento d e las
doctrinas, la sistematización, la com unicación. Los n u eve capítulos que
constituyen la segunda parte d e esta obra explican, ya sea en form a
global, ya sea en form a más detallada, la manera com o se ha d e reali­
zar cada una d e estas tareas. La prim era parte tratará d e algunos a sm -
10 Introducción

tos más generales que se presuponen en la segunda parte. Tales son e l


problem a d ei m étodo, e l bien humano, la significación, la religión y
las especializaciones fu ncionales constitutivas d e la teologia. El capítu­
lo sobre este últim o tem a —las especializaciones fu n cion a les constitu­
tivas d e la teologia — expondrá las razones p o r las que hem os llegado
a determ inar nuestra lista d e och o tareas diferentes.
Lo que vam os a decir hay que tomarlo, en general, com o un m ode­
lo. Por m odelo no se en tien d e algo que hay que copiar o imitar. Tam-
p oco es una descripción d e la realidad o una hipótesis acerca d e ella.
Es sim plem ente un conjunto in teligible y articulado d e térm inos y
relaciones que p u ed e ser útil ten er a disposición al ir a describir la
realidad o a construir hipótesis sobre ella. Sem ejante a un provérbio,
el m odelo es un instrum ento que con vien e ten er p resen te cuando se
ha d e afrontar una situación o em prender un trabajo.
Sin embargo, no creo tener únicamente m odelos para ofrecer. Por e l
contrario, espero que los lectores encuentren en lo que voy a decir algo
más que modelos. Pero son ellos quienes han de descubrirlo. En efecto,
el primer capítulo, que trata sobre el m étodo, muestra lo que ellos pue-
den descubrir en s í mismos, a saber, la estructura dinâmica de su ser
personal, capaz de conocim iento y d e acción moral. En la medida en que
descubran esta estructura, encontrarán también algo que no es suscepti-
ble de m a revisión radical. Porque esa estructura dinâmica es la condi-
ción de posibilidad de cualquier revisión. Por lo demás, los capítulos
subsiguientes son, en lo esencial, prolongaciones d ei primero. Lo presu­
ponen. Ciertamente lo complementan, pero lo hacen llamando la aten-
ción d ei lector sobre aspectos ulteriores, implicaciones más amplias o
aplicaciones adicionales. Sin embargo, así com o cada uno ha d e encontrar
en s í mismo la estructura dinâmica descrita en e l capítulo primero, así
también cada uno ha de verificar por s í mismo la validez d e las adiciones
ulteriores que se presentan en los capítulos subsiguientes. Como ya dije,
e l m étodo no ofrece regias que haya que seguir ciegam ente sino un marco
destinado a favorecer la creatividad.
Si espero que m uchos lectores llegu en a identificar en s í m ism os la
estructura dinâmica d e que hablo, s é tam bién q u e otros quizás n o
lograrán hacerlo. Les ru ego que no s e escandalicen p o r e l h ech o d e
que cite tan raras veces la Escritura, los con cílios ecum énicos, las en cí­
clicas d e los papas, o a otros teólogos. No estoy escribiendo un tratado
teológico sino presentando un m étodo para hacer teologia. No m e inte-
resan en primera instancia los tem as tratados p o r los teólogos sino las
operaciones que éstos realizan.
Pienso que el m étodo que presento es importante no sólo para los
teólogos católicos, pero debo dejar a los miembros de otras com uniones
el decidir acerca de la medida en que pueden emplear el presente método.
1

Método

La reflexión sobre el método puede hacerse en una de las tres


formas siguientes. En la primera, el método se concibe más como
un arte que como una ciência. No se aprende en los libros o en los
cursos, sino en el laboratorio o en el seminário. [Lo que cuenta es el
ejemplo dei maestro, el esfuerzo por imitarlo y sus comentários acer­
ca dei trabajo dei estudiantei Tal ba de ser, a mi modo de ver, el
origen de toda reflexión sobre el método, porque ésta debe partir
de una realización previa. Este también será siempre el camino por
el que se comunicarán los refinamientos y sutilezas propios de las
áreas especializadas.
Hay, sin embargo, espíritus más audaces. Estos seleccionan la
ciência de mayor êxito en su tiempo, estudian sus procedimientos,
Tormulan leyes y finalmente proponen una concepción analógica de
ciência. La ciência propiamente dicha es la ciência que han analiza-
do. Otras disciplinas son científicas en la medida en que se confor-
man a sus procedimientos, e infracientíficas en la medida en que se
apartan de ellos. Es así como David Ross anota a propósito de Aris­
tóteles: «A través de toda su obra encontramos que asume el punto
de vista de que fuera de las matemáticas todas las demás ciências
reciben el nombre de ciência sólo por cortesia, puesto que se ocu-
pan de matérias en las que la contingência juega un papel»1. Así]
también, la palabra inglesa «ciência» significa hoy ciência natural. I
Se bajan uno o más peldanos de la escalera cuando se habla de
ciência dei comportamiento, o de ciências humanas. Finalmente,
con frecuencia los teólogos tienen que contentarse con ver su mate-i
ria catalogada no en una lista de ciências, sino de disciplinas acadé-',
micas.

1. W. D. Ross, Aristotle‘s Prior and Posterior Amlytics, Oxford 1949, 14. Cf.
p. 51 ss,
12 M étodo en teologia

Es claro que estas dos formas de abordar el problema dei méto­


do hacen muy poco por hacer avanzar las matérias que menor êxito
han alcanzado. Porque precisamente en estas matérias, por haber
obtenido menos êxito, faltan maestros que seguir y modelos que
imitar. Ni resulta útil recurrir a la analogia de ciência, porque esta
analogia, lejos de extender su mano en ayuda de las matérias menos
avanzadas, se contenta con asignarles un puesto inferior en la jerar­
quia. Hay que encontrar, pues, un tercer caminp, y, aunque resulta
difícil y laborioso, se ha de pagar ese precio si no se quiere que las
disciplinas de menor êxito permanezcan en la mediocridad o vayan
lentamente cayendo en la decadência y el desuso.
El objetivo dei presente capítulo es el de sentar las bases de este
tercer camino. En primer lugar, apelaremos a las ciências de mayor
êxito para formamos una noción de método. En segundo lugar,
más allá de los procedimientos de las ciências naturales, iremos a
algo más general y a la vez más fundamental: a saber, a los procedi­
mientos de la mente humana. En tercer lugar, en dichos procedi­
mientos discerniremos un método transcendental, es decir, un es­
quema básico de las operaciones que se realizan en todo proceso
cognoscitivo. En cuarto lugar, indicaremos la relevância dei método
transcendental en la formulación de otros métodos más específicos,
apropiados a campos particulares.I.

I. N o c ió n p r e l im in a r

Un método es un esquema normativo de operaciones recurrentes


y relacionadas entre si que producen resultados acumulativos y pro-
gresivos. Hay, pues, un método cuando hay operaciones distintas,
cuando cada una de las operaciones se relaciona con las otras, cuan­
do el conjunto de operaciones constituye un esquema, cuando el
esquema se concibe como el camino correcto para realizar una tarea,
cuando las operaciones se pueden repetir indefínidamente, de acuer-
do con el esquema, y cuando los frutos de dicha repetición no son
repetitivos, sino acumulativos y progresívos.
Así, en las ciências naturales el método inculca un espíritu de
■investigación, y la investigación se reproduce. Insiste en la observa-
\ ción y descripción cuidadosas, y las observaciones y descripciones se
,. reproducen. Sobre todo, estimula los descubrimientos, y los descubri-
mientos se reproducen. Pide la formulación de los descubrimientos
p en hipótesis, y las hipótesis se reproducen. Exige la deducción de las
tj implicaciones de las hipótesis y las deducciones se reproducen. No
t cesa de incitar a los investigadores a concebir y realizar experimentos
i'j para verificar con hechos observables las implicaciones de las hipóte­
sis, y dichos procesos de experimentación se reproducen.
M étodo U

j Estas operaciones, distintas y recurrentes, están relacionadas en­


tre sí. La investigación transforma la simple experiencia en un análi-
sis riguroso de observación. Lo que se observa se fija en la descrip-
ción. Las descripciones contrastantes hacen surgir problemas y los
problemas se resuelven con los descubrimientos. Lo que se descubre
se expresa en forma de hipótesis. De las hipótesis se deducen sus
implicaciones, y éstas sugieren experimentos que hay que realizar.
Es así como las múltiples operaciones se relacionan entre sí; las
relaciones forman un esquema y el esquema define el camino correc­
to que hay que seguir en una investigación científica.
Finalmente, los resultados de las investigaciones son acumulati-
vos y progresivos. El proceso de experimentación aporta nuevos
datos, nuevas observaciones, nuevas descripciones que pueden o no
confirmar la hipótesis que se está verificando. En la medida en que
la confirman, revelan que la investigación no va dei todo por mal
camino. En la medida en que no la confirman, conducen a modifica-
ciones de la hipótesis y, en el limite, a un nuevo descubrimiento,
una nueva hipótesis, una nueva deducción y a nuevos experimentos.
La rueda dei método no solamente gira sino que también avanza. El
campo de los datos observados no cesa de ampliarse. Nuevos descu­
brimientos se anaden a los antiguos. Nuevas hipótesis y teorias ex-
presan no solamente nuevas intelecciones, sino también lo válido de
las antiguas; esto da al método su carácter acumulativo y engendra
la convicción de que, por muy lejos que podamos estar aún de la
explicación completa de todos los fenómenos, al menos estamos
ahora más cerca de lo que estábamos antes.
Tal es, de manera muy sumaria, el método de las ciências natura-
les. Esta presentación está, desde luego, muy lejos de ser lo suficien­
temente detallada como para guiar al hombre de ciência en su traba-
jo. Al mismo tiempo es demasiado específica como para trasladaria a
otras disciplinas; pero al menos ilustra una noción preliminar de mé­
todo como un esquema normativo de operaciones recurrentes y relacio­
nadas en tre sí que producen resultados acumulativos y progresivos.
Se imponen ahora algunas observaciones.
En primer lugar, el método se concibe con frecuencia como un
conjunto de regias que, incluso cuando alguien las sigue ciegamente,
no deja de producir resultados satisfactorios. Concedo que esta con-
cepción de método es aceptable cuando se produce indefinidamente
el mismo resultado, como en un juego mecânico o en «nuevo méto­
do para lavar ropa». Pero de ninguna manera si se espera obtener
resultados progresivos y acumulativos. Los resultados son progresi­
vos solamente si se da una sucesión continuada de descubrimientos;
son acumulativos solamente si se efectúa una síntesis de cada nueva
14 M étodo en teologia

intelecdón con las intelecciones anteriores válidas. Pero ni los des-


cubrimientos, ni las síntesis, dependen infaliblemente de un conjun­
to de regias. La aparición de descubrimientos y síntesis sigue leyes
estadísticas; éstas pueden aumentar su grado de probabilidad, pero
ningún conjunto de prescripciones puede asegurar la producción de
tales descubrimientos y síntesis.
En segundo lugar, nuestra noción preliminar no concibe el mé­
todo como un conjunto de regias, sino como un esquema de opera-
ciones, prévio y normativo, dei cual pueden derivarse las regias.
' Más aún, las operaciones que consideramos no se limitan a operacio-
nes estrictamente lógicas, es decir, a operaciones referentes a propo-
siciones, términos y relaciones. Desde luego que incluye tales opera­
ciones, ya que había de describir, de formular problemas e hipótesis,
de deducir implicaciones. Pero no duda en moverse fuera de este
grupo y hablar de investigación, observación, descubrimiento, expe­
rimento, síntesis, verificación.
En tercer lugar, nos ocuparemos en la siguiente sección de preci­
sar la naturaleza de estas operaciones no-lógicas. Pero por abora
podemos anotar que la ciência moderna deriva su carácter distintivo
de esta combinación de operaciones lógicas y no-lógicas. Las lógicas
tienden a consolidar lo que se ha alcanzado. Las no-lógicas hacen
que lo que se ha alcanzado se mantenga abierto a ulteriores progre-
sos. La conjunción de ambas conduce a un proceso abierto, dinâmi­
co, progresivo y acumulativo. Este proceso contrasta claramente no
sólo con la fijación estática que surge de la concentración de Aristó­
teles en lo necesario e inmutable, sino también con la dialéctica de
Hegel en cuanto movimiento encerrado dentro de un sistema com­
pleto.

II. El e s q u e m a f u n d a m e n t a l d e l a s o p e r a c io n e s

: ' Las operaciones dei esquema son: ver, oír, tocar, oler, gustar,
inquirir, imaginar, entender, concebir, formular, reflexionar, orde-
j nar y ponderar la evidencia, juzgar, deliberar, evaluar, decidir, ha-
I blar, escribir.
Se presume que el lector está familiarizado al menos con algunas
de estas operaciones y que tiene alguna noción dei significado de
los otros términos. Nuestro propósito es el de explicitar y aclarar el
esquema dentro dei cual ocurren estas operaciones, pero no podre-
mos tener êxito sin una dosis excepcional de esfuerzo y actividad
por parte dei lector. Tendrá que familiarizarse con nuestra termino­
logia. Tendrá que descubrir en su propia experiencia las relaciones
dinâmicas que conducen de una operación a la siguiente. De otra
Método U

manera encontrará, no sólo este capítulo, sino todo el libro, tan


iluminador como un ciego puede encontrar una lectura sobre el
color2.
En primer lugar, las operaciones de la lista son transitivas. Tie-
nen objetos. Son transitivas no solamente en el sentido gramatical,
en cuanto las denotamos con verbos transitivos, sino también en el
sentido psicológico, en cuanto a través de ellas nos hacemos cons­
cientes dei objeto. Este sentido psicológico es el que significamos
con el verbo tender-a (intenâ), el adjetivo intencional, y el nombre
intencionalidad. Decir que las operaciones tienden-a-objetos es re­
ferimos a tales hechos en el sentido de que: a través dei ver se hace
presente lo que es visto; a través dei oír se hace presente lo que es
oído, a través dei imaginar se hace presente lo imaginado, etc., es
decir, que en cada uno de estos casos la presencia en cuestión es un
acontecimiento psicológico.
En segundo lugar, las operaciones de la lista pertenecen a un
operador que recibe el nombre de sujeto. El operador es sujeto no
solamente en el sentido gramatical, en cuanto lo denotamos con un
nombre que es sujeto de los verbos activos de las operaciones, sino
que es también sujeto en el sentido psicológico, es decir, que opera
conscientemente. De hecho, ninguna de las operaciones de la lista
puede realizarse en un estado de sueno sin imágenes, o en un estado
de coma. Además, siempre que se realiza una de estas operaciones,
el sujeto es consciente de sí mismo operando, está presente a sí
mismo operando, se experimenta a sí mismo operando. Por otra
parte, como se verá enseguida, la calidad de la consciência cambia
con las diferentes operaciones que realiza el sujeto.
Por consiguiente las operaciones no sólo tienden-a-objetos, sino
que tienen también una ulterior dimensión psicológica. Se dan en
forma consciente y por ellas el sujeto que opera se hace consciente.
Así como por su intencionalidad las operaciones hacen presentes
los objetos al sujeto, así por la consciência hacen presente a sí mismo
ai sujeto que opera.

2. Hice una presentación amplia de este esquema de operaciones en el libro


Insight (London and New York), 1957 (version cast.: Insight, Sigueme, Salaman­
ca 1999), y en forma más resumida en un artículo titulado Cognitional Structure:
Continuum 2 (1964) 530-542, que fue reimpreso en Collection, Papers by Bernard
Lonergan, editado p or F. E. Crow e (New York and London), 1967. Pero el asun-
to es tan crucial para nuestro propósito que es necesario incluir aqui un resumen.
Téngase en cuenta, p or favor, que ofiezco sólo un sumario, que el sumario no
puede presentar más que una idea general, que el proceso de la auto apropiación
ocurre sólo en forma lenta y, de ordinário, sólo mediante una lucha con un libro
como Insight.
16 M étodo en teologia

He empleado el adjetivo presente refiriéndome tanto al objeto


como al sujeto. Pero lo he empleado de manera ambigua, porque la
presencia dei objeto es totalmente diferente de la presencia dei suje­
to. El objeto está presente como aquello a lo que se mira, se atiende,
o se tiende. Pero la presencia dei sujeto consiste en el mirar, el
atender, el tender-a. Por esta razón el sujeto puede ser consciente
de sí mismo en cuanto atiende, y, con todo, prestar íntegramente su
atención al objeto en cuanto es atendido.
Por otra parte, hablé dei sujeto que se experimenta a sí mismo
operando. Pero no se crea que este experimentar es otra operación
que se debe anadir a la lista, ya que este experimentar no consiste
en tender-a, sino en ser consciente. No es otra operación fuera y
además de la operación que se experimenta. Es la misma operación,
la que, además de ser intrinsecamente intencional, es también intrin­
secamente consciente.
—N En tercer lugar, existe la palabra «introspección», que puede
desorientamos en cuanto sugiere una inspección interior. La inspec-
ción interior es un mito. Su origen radica en una analogia equivoca­
da, según la cual todo suceso cognoscitivo ha de ser concebido de
manera análoga a la visión ocular; la consciência es una forma de
acontecimiento cognoscitivo y por consiguiente hay que concebida
de manera análoga a la visión ocular; y puesto que no inspecciona
hacia el exterior, necesariamente se trata de una inspección interior.
Sin embargo, la «introspección» puede entenderse no como la
consciência misma, sino como el proceso de objetivación de los con-
tenidos de la consciência. Así como partiendo de los datos de los
sentidos podemos llegar a través dei inquirir, de la intelección, de la
reflexión, dei juicio, a afirmaciones acerca de las cosas sensibles, así
también a partir de los datos de consciência podemos llegar, a través
dei inquirir, dei entender, dei reflexionar y dei juzgar, a afirmaciones
acerca de los sujetos conscientes y sus operaciones. Esto es, precisa­
mente, lo que estamos haciendo y a lo que invitamos al lector a
hacer ahora. Pero el lector lo hará, no mirando interiormente, sino
reconociendo en nuestras expresiones la objetivación de su expe-
riencia subjetiva.
En cuarto lugar, hay que distinguir diferentes niveles de cons­
ciência y de intencionalidad. Durante nuestros suenos la consciência
y la intencionalidad son de ordinário fragmentarias e incoherentes.
Cuando nos despertamos, toman un cariz diferente al expandirse en
cuatro niveles sucesivos y relacionados entre sí, pero cualitativamen-
te diferentes. Se da en primer lugar el nivel em pírico, en el cual
tenemos sensaciones, percibimos, imaginamos, sentimos, hablamos,
nos movemos. Se da el nivel intelectual, en el cual inquirimos,
M étodo 17

llegamos a entender, expresamos lo que hemos entendido, elabora­


mos las presuposiciones e implicaciones de nuestra expresión. Se da
el nivel racional, en el cual reflexionamos, ordenamos nuestras evi­
dencias, hacemos juicios ya sea sobre la verdad o falsedad de una
afirmación, ya sea sobre su certeza o probabilidad. Se da el nivel
responsable, en el cual nos interesamos por nosotros mismos, por
nuestras operaciones, nuestras metas, etc. y deliberamos acerca de
las posibles vias de acción, las evaluamos, décimos y tomamos nues­
tras decisiones.
Todas las operaciones en estos cuatro niveles son intencionales y
conscientes. No obstante, la intencionalidad y la consciência difieren
de nivel a nivel, y dentro de cada nivel las diversas operaciones
conllevan ulteriores diferencias. Nuestra consciência se amplia a una
nueva dimensión cuando dei mero experimentar pasamos al esfuer-
zo de entender lo que hemos experimentado. Una tercera dimensión
de racionalidad surge cuando consideramos el contenido de nues-
tros actos de entender simplemente como una idea brillante, y nos
esforzamos por establecer si realmente es así. Viene luego una cuarta
dimensión, cuando a los juicios sobre hechos sigue la deliberación
acerca de lo que hay que hacer a propósito de tales hechos. En cada
uno de los cuatro niveles somos conscientes de nosotros mismos,
pero al ascender de un nivel a otro es más pleno el yo dei cual
somos conscientes y la consciência misma es diferente.
En cuanto empiricamente conscientes, no parecemos diferir de
los animales superiores. Pero en nosotros la consciência y la inten­
cionalidad empíricas son solamente un sustrato de ulteriores activi-
dades. Los datos de los sentidos provocan el inquirir; el inquirir
conduce al entender; el entender se expresa a sí mismo en el lengua-
je. Sin los datos no tendríamos nada que inquirir ni nada que enten­
der. Con todo, lo que es buscado por el inquirir nunca es un dato
distinto de la idea o de la forma, de la unidad inteligible o dei nexo
que organiza los datos en totalidades inteligibles. Más aún, sin el
esfuerzo de entender y sus resultados conflictivos, no tendríamos
ocasión de juzgar. Pero tales ocasiones son recurrentes, y entonces
el centro inteligente dei experimentar revela su racionalidad reflexi­
va y crítica. Una vez más, se da un yo más pleno dei cual nos hace­
mos conscientes, y una vez más la consciência misma es diferente.
En cuanto inteligente, el sujeto busca intelecciones, y al acumularse
las intelecciones, las revela en su conducta, en su discurso, en la
captación de las situaciones y en el dominio de los campos teóricos.
Pero en cuanto es consciente de manera refleja y crítica, encarna el
desprendimiento y el desinterés, se entrega a los critérios de verdad
y de certeza, y su único interés es la determinación de lo que es o
18 M étodo en teologia

no es así; y ahora, de la misma manera que el yo, también la cons­


ciência dei yo reside en esa encarnación, en ese abandonarse a sí
mísmo, en esa concentración en el único interés de la verdad. Hay
todavia una ulterior dimensión dei ser humano: en ella emergetnos
como personas, nos encontramos unos a otros en un interés común
por los valores, buscamos abolir la organización de la vida humana
basada en el egoísmo competitivo y reemplazarla por una organiza­
ción basada en la perceptividad e inteligência dei hombre, en su
razonabilidad y en el ejercicio responsable de su libertad.
En quinto lugar, así como las diferentes operaciones producen
modos cualitativamente diferentes de ser conscientes los sujetos, así
también producen modos cualitativamente diferentes de tender-a
(iintending). El tender-a de nuestros sentidos es un atender; normal­
mente es selectivo pero no creativo. El tender-a de nuestra imagina-
ción puede ser representativo o creativo. Lo que se capta en la inte-
lección no es ni un dato de los sentidos dado actualmente, ni una
creación de la imaginación, sino una organización inteligible que
puede ser o no pertinente con relación a los datos. El tender-a de la
concepción pone juntos el contenido de la intelección y el de la
imagen, en cuanto ésta es esencial para que se dé la intelección; el
resultado es el tender-a cualquier ser concreto seleccionado por un
contenido no determinado completamente (y, en ese sentido, abs-
tracto).
Sin embargo, la diferencia más fundamental entre los modos de
tender-a se da entre el categorial y el transcendental. Las categorias
son determinaciones. Poseen una capacidad limitada de denotar.
Varían con los câmbios culturales. Pueden ser ilustradas con el tipo
de clasificación asociada al totemismo y de la cual se dice reciente-
mente que es esentialmente una clasificación por homología3. Pue­
den ser conocidas reflejamente como categorias, así como lo fueron
las aristotélicas de sustancia, cantidad, cm lidad, relación, acüón, pa-
sión, lugar, tiem po, posición, hábito. No necesitan ser llamadas cate­
gorias, como las cuatro causas, final, efid en te, material, form al, o las
distinciones lógicas de género, diferencia, especie, propiedad, acáden-
te. Pueden ser productos refinados de logros científicos, como los
conceptos de la física moderna, la tabla periódica dei químico, el
árbol de la evolución dei biólogo.
Por el contrario, los transcendentales son comprensivos en la
connotación, irrestrictos en la denotación, invariables en los câmbios
culturales. Mientras que las categorias se necesitan para poner deter-

3. Claude Lévi-Strauss, El pemamiento salmje, México 1964.


M étodo 19

minadas cuestiones y dar determinadas respuestas, los transcenden-


tales se hallan contenidos en las cuestiones, previamente a las res­
puestas. Son el tender-a radical, que nos conduce de la ignorância
al conocimiento. Son a priori porque van, más allá de lo que conoce-
mos, a buscar lo que aún no sabemos. Son irrestrictos porque las
respuestas nunca son completas, de tal manera que sólo hacen surgir
nuevas preguntas. Son comprensivos porque tienden-a la totalidad
desconocida, de la cual nuestras respuestas revelan sólo una parte.
Así la inteligência nos lleva, más allá dei experimentar, a preguntar
qué y por qué y cómo y para qué. La racionalidad nos lleva, más
allá de las respuestas de la inteligência, a preguntarnos si las respues­
tas de la inteligência son verdaderas y si lo que ellas significan es
realmente así. La responsabilidad va, más allá del hecho y dei deseo
y de la posibilidad, a discernir entre lo que verdaderamente es bue-
no y lo que sólo es bueno aparentemente. De esta manera, si objeti­
vamos el contenido dei tender-a inteligente, formamos el concepto
transcendental de inteligible. Si objetivamos el contenido dei tender-
a razonable, formamos los conceptos transcendentales de lo verda-
dero y lo real. Si objetivamos el contenido dei tender-a responsable,
obtenemos el concepto transcendental de valor y de bien verdadero.
Pero totalmente distintas de estos conceptos transcendentales, que
pueden ser concebidos de manera errónea y de hecho lo son con
frecuencia, se dan las nociones transcendentales previas que consti-
tuyen el autêntico dinamismo de nuestra intencionalidad consciente
y nos impulsan dei mero experimentar al entender, dei mero enten­
der a la verdad y realidad, dei conocimiento de los hechos a la
acción responsable. Este dinamismo, lejos de ser un producto del
avance cultural, es la condición de su posibilidad; y cualquier igno­
rância o error, cualquier negligencia o malicia que desfigure o blo­
quee dicho dinamismo, es oscurantismo en su forma más radical.
En sexto lugar, comenzamos hablando de operaciones que tien-
den-a-objetos. Ahora debemos distinguir entre objetos elementales
y compuestos, entre conocimiento elemental y compuesto. Por
conocimiento elemental queremos significar cualquier operación
cognoscitiva, como ver, oír, entender, etc. Por objeto elemental en­
tendemos el objeto a que tiende el conocimiento elemental. Por
conocimiento compuesto se entiende la conjunción de varias instan­
cias de conocimientos elementales en un único conocimiento. Por
objeto compuesto entendemos el objeto construido por la union de
vários objetos elementales.
Ahora bien, el proceso de composición es precisamente el trabajo
de las nociones transcendentales, las çuales desde el comienzo tien­
den-a lo desconocido que, gradualménte, va siendo mejor conoci-
20 M étodo en teologia

do. En virtud de este tender-a, lo que se experimenta puede ser lo


mismo que se entiende; lo que se experimenta y entiende puede ser lo
mismo que se concibe; lo que se experimenta, entiende y concibe
puede ser lo mismo que se afirma como real; lo que se experimenta,
entiende, concibe y es afirmado como real, puede ser lo mismo que es
aprobado como verdaderamente bueno. Así, los diversos objetos ele-
mentales se construyen en un único objeto, compuesto, y a su vez los
diversos objetos compuestos serán ordenados en un único universo.
En séptimo lugar, hemos distinguido numerosas operaciones
conscientes e intencionales y las hemos ordenado en ima sucesión
de diferentes niveles de consciência. Pero así como numerosos obje­
tos elementales constituyen conjuntos más amplios, así como nume­
rosas operaciones se conjugan en un único conocimiento compues­
to, así también los numerosos niveles de consciência no son sino
etapas dei desenvolvimiento de una única verdad, el eros dei espíritu
humano. Para conocer el bien, debe conocer lo real; para conocer
lo real, debe conocer lo verdadero; para conocer lo verdadero debe
conocer lo inteligible; para conocer lo inteligible debe atender a los
datos. Así, dei dormitar despertamos al atender. El observar hace
que la inteligência se intrigue y que nos pongamos a inquirir. El
inquirir conduce al placer de la intelección, pero las intelecciones
son moneda corriente y por eso la crítica racional duda, constata,
asegura. Se presentan vias de acción alternativas y deseamos saber si
la más atractiva es verdaderamente buena. Realmente, la relación
entre las sucesivas nociones transcendentales es tan íntima que es
sólo gracias a una diferenciación especializada de la consciência
como nos apartamos de las formas ordinárias de vida para dedicar-
nos a una búsqueda moral de la bondad, a una búsqueda filosófica
de la verdad, a una búsqueda científica dei entendimiento, a una
búsqueda artística de la belleza.
Finalmente, para concluir esta sección, advertimos que el esquema
básico de las operaciones conscientes e intencionales es dinâmico. Es
materialmente dinâmico en cuanto es un esquema de operaciones, así
como una danza es un esquema de movimientos corporales, o una
melodia es un esquema de sonidos. Pero es también formalmente dinâ­
mico en cuanto suscita y reúne las operaciones apropiadas en cada
etapa dei proceso, así como un organismo en crecimiento va suscitando
sus propios órganos y vive de su funcionamiento. Finalmente, este es­
quema, doblemente dinâmico, no es ciego sino clarividente; es atento,
inteligente, razonable, responsable; es un tender-a consciente que va
siempre más allá de lo que se da o se conoce, que se esfuerza por una
aprehensión más plena y rica de la totalidad, dei conjunto o dei univer­
so aún desconocido o conocido en forma incompleta.
M étodo 21

m . M étodo t r a n sc e n d e n t al4

Lo que hemos venido descríbiendo como el esquema fundamen­


tal de las operaciones constituye el método transcendental. Es un
método, porque es un esquema de operaciones recurrentes y relacio­
nadas entre sí que producen resultados acumulativos y progresivos.
Es un método transcendental, porque los resultados considerados
no se limitan a las categorias de un sujeto o de un campo particular,
sino que se refieren a cualquier resultado a que puedan tender las
nociones transcendentales, que son totalmente abiertas. Mientras
otros métodos procuran satisfacer las exigências y aprovechar las
oportunidades propias de campos particulares, el método transcen­
dental busca satisfacer las exigências y aprovechar las oportunidades
que ofrece la mente humana en cuanto tal. Es una búsqueda que es
a la vez fundante y universalmente significativa y pertinente.
Ahora bien, en cierta forma todo hombre conoce y aplica el
método transcendental. Todo hombre lo conoce y aplica precisa­
mente en la medida en que es atento, inteligente, razonable, respon-
sable. Pero, en otro sentido, es muy difícil familiarizarse con el mé­
todo transcendental, porque no se adquiere leyendo libros, o escu-
chando conferencias, o analizando el lenguaje. Se trata esencialmen-
te de alcanzar un grado superior de consciência objetivándola, y
esto es algo que en último término tiene que hacerlo cada uno por
sí mismo.
<fEn qué consiste esta objetivación? Se trata de aplicar las opera­
ciones en cuanto intencionales a las operaciones en cuanto conscien­
tes. Así pues, si por razón de la brevedad denotamos las diversas
operaciones de los cuatro niveles con el nombre de la principal de
cada nivel, podemos hablar de las operaciones de experimentar, en­
tender, juzgar y decidir. Estas operaciones son al mismo tiempo

4. Èn su libro titulado : The Trascendental Method, Herder and Herder, New


York 1968, Otto Muck elabora una noción general de método transcendental, deter­
minando las características comunes que aparecen en las obras de quienes emplean
este método. Aunque no tengo objeción alguna contra este procedimiento, no lo
considero muy pertinente para la comprensión de mis propias intenciones. Concibo
el método de manera concreta. Lo concibo, no en términos de princípios y regias,
sino como un esquema normativo de operaciones que producen resultados acumula­
tivos y progresivos. Distingo los métodos apropiados a campos particulares y, de otro
lado, su sustancia y su base común que llamo método transcendental. Aqui la palabra
transcendental se emplea en un sentido análogo al escolástico, opuesto al sentido
categorial (o predicamental). Pero mi procedimiento es transcendental en el sentido
kantiano, en la medida en que saca a luz las condiciones de posibilidad de conoci-
miento de un objeto, en la medida en que ese conocimiento es a príori.
22 M étodo en teologia

intencionales y conscientes. Pero lo que es consciente puede ser


objeto de nuestra intencionalidad. La aplicación de las operaciones
en cuanto intencionales a las operaciones en cuanto conscientes se
realiza en cuatro etapas: 1) experim entar el propio experimentar,
entender, juzgar y decidir; 2) en ten d er la unidad y las relaciones
entre el experimentar, el entender, el juzgar y el decidir que experi­
mentamos; 3) afirmar la realidad deí experimentar, dei entender,
dei juzgar y dei decidir que experimentamos y entendemos; 4) d eci­
dir obrar de acuerdo con las normas inmanentes a la relación espon­
tânea que se da entre el propio experimentar, entender, juzgar y
decidir que experimentamos, entendemos y afirmamos.
Así pues, en primer lugar, hay que experimentar el propio expe­
rimentar, entender, juzgar y decidir. Pero esta cuádruple experiencia
es precisamente la consciência. La tenemos cada vez que experimen­
tamos, o entendemos, o juzgamos, o decidimos. Pero nuestra aten-
ción tiende a concentrarse en el objeto, y nuestro obrar consciente
permanece como algo periférico. Debemos, pues, ampliar nuestro
interés, recordar que una misma e idêntica operación no solamente
tiende-a un objeto sino que también revela un sujeto que está ten-
diendo-a; debemos descubrir en nuestra propia experiencia la ver-
dad concreta correspondiente a esta afirmación. Este descubrimien-
to no se hace, por supuesto, solamente mirando, examinando,
inspeccionando. Se trata de una consciência, no dei objeto al cual se
tiende, sino dei acto mismo de tender-a. Se trata de constatar en sí
mismo el acontecer consciente de la acción de ver, en el momento
en que se ve algo; el acontecer consciente de la acción de oír, cuan-
do se oye algo, etc.
Puesto que las sensaciones pueden producirse o interrumpirse a
voluntad, resulta algo muy simple atender a ellas y familiarizarse
con ellas. Por el contrario, se necesita no poca reflexión y habilidad
para alcanzar un grado de consciência superior con relación a la
investigación, a la intelección, a la formulación, a la reflexión crítica,
al sopesar la evidencia, al juzgar, al deliberar, al decidir. Hay que
conocer el significado preciso de cada una de estas palabras. Hay
que producir en sí mismo la operación correspondiente. Hay que
estar produciéndola hasta Uegar, más allá dei objeto al que se tiende,
al sujeto que está operando conscientemente. Hay que hacer todo
esto dentro dei contexto apropiado, que consiste no en la inspección
interior, sino en la investigación, en el interés ampliado, el discerni-
miento, la comparación, la distinción, la identificación y la designa-
ción por medio de un nombre.
Hay que experimentar las operaciones no sólo una por una, sino
en sus relaciones recíprocas: porque no se trata solamente de opera-
M étodo 23

ciones conscientes sino de procesos conscientes. Mientras que la


percepción sensible no revela relaciones inteligibles, de tal manera
que, como afirmaba Hume, no percibimos causalidad sino sucesión,
tratándose de la consciência el asunto es diferente. Es verdad que
en el nível empírico el proceso se identifica con el conocimiento
sensible espontâneo; es inteligible solamente en el sentido de que
puede ser entendido. Pero con la investigación surge el sujeto inteli­
gente, y el proceso se hace inteligente; no es meramente un inteligi­
ble que puede ser entendido^ sino el correlato activo de la inteligibi-
lidad: la inteligência que busca entender inteligentemente, que llega
a entender y que opera a la luz de la realización de su entender.
Cuando la investigación llega a un resultado o a un «impasse», la
inteligência cede inteligentemente el lugar a la reflexión crítica; en
cuanto es capaz de reflexionar críticamente, el sujeto entra en rela-
ción consciente con un absoluto —el absoluto que nos hace mirar
el contenido positivo de las ciências no como verdadero y cierto
sino únicamente como probable. Finalmente, el sujeto racional, ha-
biendo realizado el conocimiento de lo que es y podría ser, cede
racionalmente el camino a una libertad consciente y a una responsa-
bílídad que se ejercíta de manera concíenzuda.
Así pues, las operaciones se realizan en el interior de un proceso
que es formalmente dinâmico, que hace surgir y reúne sus propios
componentes, y que procede de manera inteligente, razonable y res-
ponsable. Tal es, pues, la unidad y relación de las distintas operacio­
nes. Es una unidad y una relación que existe y funciona antes de
que busquemos atender a ella explícitamente, entenderia y objetivar­
ia. Son una unidad y una relación totalmente diferentes de las unida­
des y relaciones inteligibles, con las cuales organizamos los datos de
los sentidos, porque aquéllas son meramente inteligibles, mientras
que la unidad y la relación dei proceso consciente es inteligente,
razonable y responsable.
Hemos examinado, en primer lugar, la experiencia de las opera­
ciones y, en segundo lugar, la intelección de su unidad y relación.
Surge entonces la cuestión de la reflexión. <;Se producen efectiva-
mente estas operaciones? <;Se producen según el esquema descrito?
(fNo es este esquema puramente hipotético, un esquema que tarde
o temprano necesita ser revisado y, una vez revisado, necesita, tarde
o temprano, una ulterior revisión?
En primer lugar, las operaciones existen y se producen. A pesar
de las dudas y negaciones de los positivistas y behavioristas, nadie,
a menos que alguno de sus órganos sea deficiente, dirá que en su
vida nunca tuvo la experiencia de ver o de oír, de tocar o de oler o
gustar, de imaginar o percibir, de experimentar sentimientos o de
24 Método en teologia

moverse; o bien, si da la impresión de haber tenido tales experiên­


cias, no va a decir que se trataba de mera apariencia, que a lo largo
de toda su vida se ha comportado como un sonâmbulo, sin cons­
ciência alguna de sus propias' acciones. Más aún, ^quién introduciría
sus conferencias expresando reiteradamente la convicción de que
nunca ha tenido ni siquiera una experiencia fugitiva de curiosidad
intelectual, de investigación, de concentración, de llegar a entender
algo y de expresar lo que se ha captado en la intelección? Quién
comenzaría un artículo de revista recordándole a sus posibles lecto-
res que nunca ha tenido en su vida la experiencia de algo que pueda
llamarse reflexión crítica, que nunca se ha detenido a interrogarse
sobre la verdad o falsedad de una afirmación; y que si alguna vez ha
dado la impresión de hacer uso de su racionalidad, dando un juicio
que esté estrictamente de acuerdo con los elementos de prueba dis-
ponibles, eso debe ser tenido como pura apariencia, porque el autor
en cuestión ignora totalmente la existência de un acontecimiento
semejante o de una tendencia similar. Pocos son, finalmente, quie-
nes al comienzo de sus libros hacen la advertência de que no tienen
noción de lo que pueda significar responsabilidad; de que en sus
vidas nunca han tenido la experiencia de obrar responsablemente, y
esto sobre todo al componer los libros que ofrecen al público. En
suma, las operaciones conscientes e intencionales existen, y cual-
quiera que trate de negar su existência lo hace descalificándose a sí
mismo como sonâmbulo irresponsable, irracional y carente de inteli­
gência.
Pero, ,das operaciones se dan realmente conforme al esquema
que aqui hemos esbozado y que presentamos mucho más amplia-
mente en nuestro libro Insighfi La respuesta a esta pregunta es, por
supuesto, que no experimentamos las operaciones de manera aislada
y después, a través de un proceso de investigación y descubrimiento,
llegamos al esquema que las relaciona unas con otras. Por el contra­
rio, es la unidad de consciência la que se nos da a sí misma; el
esquema de operaciones es parte de la experiencia de las mismas
operaciones; y la investigación y el descubrimiento son necesarios,
no para realizar la síntesis de un conjunto de elementos que entre sí
no tienen relación alguna, sino para analizar una unidad funcional
en funcionamiento. Es verdad que sin análisis no podemos discernir
ni distinguir las operaciones particulares; y hasta que las operaciones
no hayan sido distinguidas, no podemos formular las relaciones que
se dan entre ellas. Pero lo esencial en la afirmación de que el esque­
ma mismo es consciente, se refiere a esto: una vez formuladas las
relaciones, se constata que no revelan novedades sorprendentes, sino
que simplemente se manifíestan como objetivaciones de la rutina de
Método 25

nuestra vida y de nuestro actuar conscientes. Antes de que la inves-


tigación ponga en evidencia el esquema, antes de que el metodólogo
enuncie sus preceptos, el esquema ya es consciente y se halla en
acción. Pasamos espontáneamente de experimentar al esfuerzo por
entender, y esta espontaneidad no es inconsciente o ciega; por el
contrario, es un elemento constitutivo de nuestra inteligência cons­
ciente, exactamente como la ausência de esfuerzo es constitutiva de
la estupidez. Pasamos espontáneamente de entender, con sus múlti-
ples expresiones conflictivas, a la reflexión crítica; y una vez más, la
espontaneidad no es inconsciente o ciega; es constitutiva de nuestra
racionalidad crítica, de la exigencia que hay en nosotros de una
razón suficiente; una exigencia que opera antes de cualquier formu-
lación dei principio de razón suficiente; y es el olvido o la ausência
de esta exigencia la que constituye la necedad. Pasamos espontánea­
mente de los juicios de hecho o de posibilidad a los juicios de valor
y a la deliberación que conduce a la decisión y al compromiso; y
esta espontaneidad no es inconsciente o ciega; ella nos constituye en
personas conscientes y responsables, y su ausência haría de nosotros
unos psicópatas. En formas detalladas y diversas, el método nos
invitará a ser atentos, inteligentes, razonables, responsables. Los de-
talles de sus prescripciones dependerán dei trabajo en curso y varia-
rán con él. Sin embargo, la fuerza normativa de sus imperativos no
estará fundada únicamente en sus pretensiones de autoridad, ni tam-
poco en la probabilidad de que lo que tuvo buen êxito en el pasado
lo tendrá en el futuro, sino que estará enraizada en la espontaneidad
y en las exigências naturales de nuestra consciência que, al juntar
sus partes constitutivas, les da unidad en un todo completo en una
forma tal que no podemos rechazar sin mutilar, por decirlo así,
nuestra propia personalidad moral, nuestra racionalidad, nuestra in­
teligência y nuestra sensibilidad.
(jPero este esquema no es una simple hipótesis que habrá que
revisar, una y otra vez, a medida que se va desarrollando el conoci-
miento que el hombre tiene de sí mismo?
Aqui debemos hacer una distinción entre el esquema normativo
inmanente a nuestras operaciones intencionales y conscientes y, por
otra parte, las objetivaciones de ese esquema en conceptos, proposi-
ciones y palabras. Obviamente, la revisión no puede afectar sino a
las objetivaciones. No puede cambiar la estructura dinâmica de la
consciência humana. Todo lo que puede hacer es conducir a una
explicitación más adecuada de esta estructura.
Más aún, para que una revisión sea posible, es necesario cumplir
ciertas condiciones. Porque, en primer lugar, cualquier revisión po­
sible debe apelar a datos que no tuvo en cuenta o que no captó bien
26 Bernard Lonergan

la opinión que se va a revisar, y así cualquier revisión posible debe


presuponer por lo menos un nivel empírico de operaciones. En se­
gundo lugar, cualquier revisión posible ofrecerá una mejor explica-
ción de los datos, y así cualquier revisión posible debe presuponer
un nivel intelectual de operaciones. En tercer lugar, cualquier revi­
sión posible proclamará que la mejor explicación es la más probable,
y así cualquier revisión posible debe presuponer un nivel racional
de operaciones. En cuarto lugar, una revisión deja de ser una simple
posibilidad y comienza a ser un hecho cumplido en cuanto es el
resultado de un juicio de valor y de una decisión. No se emprende
un trabajo, con todos los riesgos de fracaso y de frustración que
comporta, si no se está muy convencido, no solamente en teoria
sino también en la práctica, de que vale la pena verificar las teorias
en discusión, saber a qué atenerse y contribuir al avance de la ciên­
cia. Así, a la raiz de todo método hay que presuponer un nivel de
operaciones a partir dei cual evaluar y elegir responsablemente al
menos el método de nuestras operaciones.
Se sigue que hay un sentido en el cual la objetivación dei esquema
normativo de nuestras operaciones intencionales y conscientes no ad­
mite revisión. Es decir, que ía actividad de revisar consiste en ejecutar
tales operaciones de acuerdo con dicho esquema, de tal manera que
una revisión que rechazara el esquema se rechazaría a si misma.
Hay, pues, una roca sobre la que es posible edificar. Pero permí-
taseme insistir en la naturaleza particular de esta roca5. Cualquier
teoria, descripción o explicación de nuestras operaciones conscien­
tes e intencionales, necesariamente es incompleta y admite ulteriores
clarificaciones y ampliaciones. Pero tales clarificaciones y ampliacio-
nes tendrán que proceder de las mismas operaciones conscientes e
intencionales. En cuanto dadas en la consciência, estas operaciones
son la roca; ellas confirman cada una de las explicaciones correctas
y refutan cada una de las explicaciones inexactas o incompletas. La
roca es, entonces, el sujeto, con su atención, su inteligência, su racio-
nalidad y su responsabilidad conscientes y al mismo tiempo no-obje-
tivadas. El trabajo de objetivar al sujeto y sus operaciones conscien­
tes tiene por finalidad el que comencemos a aprender cuáles son
estas operaciones y que realmente existen.
IV. Las f u n c io n e s d e l m é t o d o t r a n sc e n d e n t a l

Hemos venido invitando al lector a descubrir en el interior de sí


mismo el esquema normativo y originário de operaciones recurren-

5. En el capítulo 4 se hará evidente que la parte más importante de esta roca no


se ha descubierto aún.
M étodo 27

tes y relacionadas entre sí, que producen resultados acumulativos y


progresivos. Tenemos que considerar ahora los usos y funciones de
este método transcendental.
En primer lugar, el método transcendental tiene una función
normativa. Todos los métodos especiales tienen por tarea especificar
los preceptos transcendentales: sé atento, sé inteligente, sé razona-
ble, sé responsable. Pero antes de ser formulados en conceptos y
expresados en palabras, estos preceptos tienen una existência y una
realidad anterior en el dinamismo espontâneo y estructurado de la
consciência humana. Además, así como los preceptos transcendenta­
les descansan simplemente en el estúdio de las operaciones mismas,
así también los preceptos categoriales específicos descansan en un
estúdio de la mente que opera en un campo determinado. El último
fundamento, tanto de los preceptos transcendentales como de los
categoriales, será el caer en la cuenta de la diferencia entre atención
e inatención, inteligência y estupidez, razonabilidad e irrazonabili-
dad, responsabilidad e irresponsabilidad.
En segundo lugar, el método transcendental tiene una función
crítica. Todavia persiste el escândalo de que mientras los hombres
tien den a estar de acuerdo en cuestíones científicas, tíenden de la
manera más ultrajante a estar en desacuerdo sobre asuntos filosófi­
cos básicos. Así, por ejemplo, no están de acuerdo acerca de las
actividades llamadas conocimiento, ni acerca de la relación de estas
actividades con la realidad, ni tampoco acerca de la realidad misma.
Sin embargo, las diferencias acerca de la tercera, la realidad, pueden
reducirse a diferencias acerca de la primera y la segunda, conoci­
miento y objetividad. Las diferencias sobre la segunda, objetividad,
pueden reducirse a diferencias sobre la primera, teoria dei conoci­
miento. Finalmente, las diferencias en la teoria dei conocimiento
pueden resolverse poniendo al descubierto la contradicción existen­
te entre una teoria equivocada dei conocimiento y la forma de actuar
de un teórico equivocado6. Para tomar el caso más sencillo, Hume
pensó que la mente humana era un conjunto de impresiones encade-
nadas por la costumbre. Pero la propia mente de Hume era bastante
más original. Por consiguiente, la propia mente de Hume no era lo
que Hume consideraba que era la mente humana.
En tercer lugar, el método transcendental tiene una función dia-
léctica. Porque el uso crítico dei método transcendental puede apli-
carse a cualquier teoria equivocada dei conocimiento, ya sea que se
exprese con universalidad filosófica o que se presuponga en un mé­

6. En forma más detallada, Insight, 387 ss. Colleciion, 203 ss.


28 M étodo en teologia

todo hermeneútico, o de investigación histórica, o de teologia o de


desmitologización. Además, estas aplicaciones pueden extenderse a
puntos de vista concomitantes sobre epistemología metafísica. En
esta forma se pueden determinar las series dialécticas de posiciones
básicas que la crítica confirma y las contraposiciones básicas que la
crítica refuta.
En cuarto lugar, el método transcendental tiene una función sis­
temática. Porque en la medida en que el método transcendental se
objetiviza, encontramos un conjunto determinado de términos bási­
cos y de relaciones básicas, a saber: los términos que se refieren a
las operaciones dei proceso cognoscitivo y las relaciones que encade-
nan estas operaciones entre sí. Dichos términos y relaciones son la
sustancia de la teoria dei conocimiento y constituyen el fundamento
de la epistemología. Se constata, además, que son isomorfos7 con
los términos y las relaciones que denotan la estructura ontológica de
cualquier realidad proporcionada al proceso cognoscitivo humano.
En quinto lugar, la función sistemática anterior asegura la conti-
nuidad sin imponer rigidez. Se asegura la continuidad mediante la
fuente de donde surgen los términos básicos y las relaciones básicas:
porque dicha fuente es el proceso cognoscitivo humano en su rea­
lidad concreta. No se impone rigidez alguna, porque de ninguna
manera se excluye un conocimiento más pleno y más exacto dei
proceso cognoscitivo humano; y en la medida en que se obtiene tal
conocimiento, se seguirá una determinación más plena y exacta de
los términos básicos y de las relaciones básicas. Finalmente, la exclu-
sión de rigidez no es una amenaza para la continuidad porque, como
hemos visto, las condiciones de posibilidad de revisión ponen un
limite a la posibilidad de revisar la teoria dei conocimiento; y mien-
tras más elaborada sea la revisión, tanto más estrictos y definidos
serán los limites.
En sexto lugar, el método transcendental tiene una función heu­
rística. Toda investigación tiene por finalidad transformar lo desco-
nocido en conocido. La investigación es, pues, algo intermédio entre
la ignorância y el conocimiento. Es menor que el conocimiento, pues
de lo contrario no habría que investigar; pero es más que la ignorân­
cia, porque hace manifiesta la ignorância y nos impulsa a reempla-
zarla por el conocimiento. Este intermédio entre la ignorância y el
conocimiento es una intencionalidad, y aquello a que se tiende es lo
desconocido que debemos conocer.

7. Este isomorfismo se basa en el hecho de que el mismo y único proceso combina


a la vez los actos elementales dei conocimiento para formar un conocimiento compues-
to y los objetos elementales dei conocimiento para formar un objeto compuesto.
M étodo 29

Ahora bien, todo método consiste fundamentalmente en el apro-


vechamiento de dicha intencionalidad, porque el método describe
las etapas que hay que seguir, si se quiere ir de la intencionalidad
inicial, desencadenada por la pregunta, hasta el conocimiento even­
tual de aquello a que se tiende durante todo el proceso. Además,
dentro dei método es fundamental el empleo de procedimientos
heurísticos. Ellos consisten en designar y nombrar lo desconocido
que se pretende conocer, en determinar de una vez todo lo que
puede afirmarse de él, y en usar este conocimiento explícito como
una guia, como un critério y/o como una premisa en el esfuerzo por
llegar a un conocimiento más pleno. Tal es la función de la incógnita
X en la solución de los problemas de álgebra. Tal es la función que
desempenan en la física las funciones indeterminadas o genéricas y
las clases de funciones específicas por las ecuaciones diferenciales.
El método transcendental cumple una función heurística. Revela
la verdadera naturaleza de esa función sacando a luz la actividad
intencional y su correlato, es decir, aquello a lo que se tiende, lo
cual, aunque desconocido, es el objeto de dicha intencionalidad.
Además, en la medida en que la función sistemática ha suministrado
conjuntos de términos básicos y de relaciones básicas, se tienen a la
mano determinaciones básicas inmediatamente utilizables siempre
que lo desconocido sea un sujeto humano o un objeto proporciona­
do al proceso humano dei conocimiento, es decir, un objeto que
pueda ser conocido por la experiencia, la intelección y el juicio.
En séptimo lugar, el método transcendental tiene una función
fundante. Los métodos especiales derivan sus propias normas de la
experiencia acumulada por los investigadores en sus diversos cam­
pos. Pero, además de las normas propias, existen normas comunes.
Además de las tareas propias de cada campo, existen los problemas
interdisciplinares. Subyacente al consenso científico que se da entre
hombres de ciência, subsiste entre ellos un desacuerdo en cuestiones
de importância e interés supremos. Sólo en la medida en que los
métodos particulares reconozcan en el método transcendental su nú­
cleo común, se podrán reconocer normas comunes a todas las ciên­
cias, se podrá alcanzar una base segura para afrontar los problemas
interdisciplinares, las ciências podrán alcanzar una mayor unidad de
vocabulário, de pensamiento y de orientación, que las haga capaces
de hacer una contribución esencíal a la solución de los problemas
fundamentales.
En octavo lugar, el método transcendental es pertinente a la
teologia. Esta pertinência está mediada, desde luego, por el método
propio de la teologia; éste ha sido desarrollado por la reflexión que
los teólogos han elaborado sobre sus propios logros y fracasos pasa-
30 M étodo en teologia

dos y presentes. Pero este método particular, que tiene sus propios
grupos de operaciones y sus combinaciones propias, es en no menor
medida obra de mentes humanas que realizan las mismas operacio­
nes básicas y tienen las mismas relaciones básicas de otros métodos
particulares. En otras palabras, el método transcendental es una par­
te constitutiva dei método particular propio de la teologia, así como
es también una parte constitutiva dei método particular propio de
las ciências naturales o de las ciências humanas. No obstante, es
verdad que uno está atento, entiende, juzga y decide de manera
diferente en las ciências naturales, a como lo hace en las ciências
humanas y en la teologia; pero estas diferencias en ninguna forma
implican o sugieren que al pasar de una disciplina a otra, se pueda
pasar de la atención a la distracción, de la inteligência a la estupidez,
de la racionalidad a la necedad, o de la responsabilidad a la irres-
ponsabilidad.
En noveno lugar, los objetos de la teologia no se hallan fuera dei
campo transcendental. Porque siendo este campo ilimitado, no hay
absolutamente nada que pueda encontrarse fuera de él. Además, no
es ilimitado en el sentido de que las nociones transcendentales sean
abstractas, mínimas en connotación y máximas en denotación; las
nociones transcendentales, en efecto, no son abstractas sino com-
prensivas; tienden a comprender todo acerca de todo. Lejos de ser
abstractas, es precisamente por medio de ellas como tendemos-a lo
concreto, es decir, tendemos a conocer todo lo que se puede cono-
cer acerca de una cosa. Finalmente, aunque es verdad que el conoci-
miento humano es limitado, no obstante, cuando se trata de nocio­
nes transcendentales, el asunto no es de conocimiento sino de inten-
cionalidad; ellas tendían a todo aquello que cada uno de nosotros
buscaba aprender, y ahora están tendiendo a todo aquello que aún
permanece desconocido para nosotros. En otras palabras, el campo
transcendental se define no por lo que el hombre conoce, ni por lo
que puede conocer, sino por todo aquello acerca de lo cual puede
preguntar. Y sólo porque podemos hacer más preguntas de las que
podemos responder, conocemos las limitaciones de nuestro conoci­
miento.
En décimo lugar, asignarle al método transcendental un papel
en la teologia, no es darle a ésta un nuevo instrumento, sino simple-
mente llamar Ia atención sobre un instrumento que se ha empleado
siempre. Porque el método transcendental es el despliegue concreto
y dinâmico de la atención, de la inteligenda, de la racionalidad y de
la responsabilidad humanas. Este despliegue ocurre siempre que al-
guien emplea su inteligência de maneia apropiada. Por eso, introdu-
cir el método transcendental, no es introducir un instrumento nuevo
Método 31

en la teologia: porque los teólogos siempre han tenido inteligência y


la han empleado; pero aunque el método transcendental no va a
introducir ningún instrumento nuevo, aporta, sin embargo, luz y
precisión considerables a la realización de las tareas teológicas; con­
fio que esto se hará evidente a su debído tíempo.
En undécimo lugar, el método transcendental constituye una cla­
ve para la unificación de las ciências. La inmovilidad dei ideal aristo-
télico choca con el desarrollo de las ciências naturales y de las ciên­
cias humanas, lo mismo que con el desarrollo dei dogma y de la
teologia. Por el contrario, la mente humana está en armonía con
todo tipo de desarrollo, ya que ella misma está en continuo desarro­
llo. Factor de unidad entre todos los campos de la investigación,
por dispares que parezcan, es, una vez más, la mente humana la que
opera en todos los campos, y de manera radicalmente idêntica en
cada uno de ellos. Por medio dei auto-conocimiento, de la explicita-
ción dei esquema básico normativo de las operaciones dei proceso
cognoscitivo humano, se hace posible entrever un futuro en el que
todos los investigadores de todos los campos puedan encontrar, en
el método transcendental, normas y fundamentos comunes, una sis-
tematización común, y procedimientos comunes de crítica, de dia-
léctica y de heurística.
En duodécimo lugar, la introducción dei método transcendental
deroga la vieja metáfora que describe la filosofia como esclava de la
teologia, y la reemplaza por un hecho muy preciso. El método trans­
cendental no es la intromisión en la teologia de un elemento extra-
no, procedente de una fuente extrana. Su función es la de llamar la
atención sobre el hecho de que las teologias son hechas por teólo­
gos, de que los teólogos tienen inteligência y la usan; de que su
actividad intelectual no debe ser ignorada o pasada por alto, sino
que debe ser reconocida explícitamente en sí misma y en sus impli-
caciones. Repitámoslo: el método transcendental corresponde a una
parte importante de lo que generalmente ha sido considerado como
filosofia, pero en realidad no es ni una filosofia, ni toda la filosofia.
Consiste exactamente en una elevación de nuestro grado de cons­
ciência que pone en evidencia nuestras operaciones conscientes e
intencionales y nos lleva a responder a estas tres preguntas funda-
mentales: <;Qué hago cuando conozco? <fpor qué esta actividad es
conocimiento? <{qué conozco cuando realizo esa actividad? La pri-
mera respuesta es una teoria dei conocimiento. La segunda es una
epistemología. La tercera es una metafísica en el sentido transcen­
dental, es decir, una integración de las estructuras heurísticas, y no
una especulación categorial que lleva a la revelación de que todo es
agua, o matéria, o espíritu, o proceso, o cualquier otra cosa.
32 M étodo en teologia

Sin embargo, el método transcendental es solamente una parte


dei método teológico. El método transcendental ofrece el componen­
te antropológico fundamental, pero no el componente específicamen­
te religioso. En consecuencia, para pasar dei método transcendental
al método teológico, es necesario reflexionar sobre la religión. Pero
para poder hablar de la religión debemos abordar antes las cuestiones
dei bien humano y de la significación humana.

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