juglar y leyenda
FRANCISCO EL HOMBRE: JUGLAR Y
           LEYENDA
                  Ministerio de Cultura
                República de Colombia
                    Ministra de Cultura    Mariana Garcés Córdoba
               Viceministra de Cultura     María Claudia López Sorzano
                      Secretario General   Enzo Rafael Ariza Ayala
                Director de Patrimonio     Alberto Escovar Wilson-White
               Coordinadora Grupo de       Sebastián Londoño Camacho
         Patrimonio Cultural Inmaterial
                                 Asesora   Viviana Cortés Angarita
        Plan Especial de Salvaguardia de
         la Música Vallenata Tradicional
                del Caribe Colombiano
Grupo de Patrimonio Cultural Inmaterial
      Redacción y Elaboración de Textos Alexander Casalins Pérez
                                        César Augusto Sánchez Contreras
                                        Berena Vergara Serpa
                Diseño y Diagramación www.zeta-zeta.com
                             Impresión Cartagena de Indias, Septiembre de 2014
                                        ISBN: 978-958-58950-3-4
                      Edición de Textos Alexander Casalins Pérez
   Observatorio del Caribe Colombiano
                    Directora Ejecutiva Beatriz Bechara de Borge
                    Director Científico Phillip Wrigth
            Coordinadora de Proyectos Berena Vergara
                                        Esta pieza de divulgación hace parte de
                   Ministerio de Culturala las líneas estratégicas del Plan Especial
                       Carrera 8 Nº 8-09de Salvaguardia de la música Vallenata
          Línea gratuita 01 8000 913079 Tradicional del Caribe Colombiano; reso-
                          (571) 3424100 lución 1321 de 2014.
                 Bogotá D.C., Colombia  Se permite divulgación parcial de esta obra
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                  FRANCISCO EL HOMBRE:
                    JUGLAR Y LEYENDA
    A      lrededor de la figura del acordeonista y juglar Francisco Moscote
           Guerra se teje una singular leyenda del folclor de la región Caribe
    colombiana: la derrota infligida al Diablo en un enfrentamiento musical
    con Francisco el Hombre, personaje encarnado por Francisco Moscote.
    Los diferentes textos y narraciones sobre esta leyenda intentan construir
    o recrear un episodio que se remonta a una fecha inexacta, pero ubicada,
    según la cronología asociada al personaje, entre finales del siglo xix y los
    albores del xx.
       Cuenta la leyenda que una noche Francisco el Hombre regresaba a su pue-
    blo después de una gran parranda, y en medio del camino decidió abrir su
    acordeón y entonar sus melodías. De repente escuchó una respuesta: otro
    músico hizo sonar su acordeón. Francisco el Hombre continuó tocando, y
    el misterioso hombre entonó una melodía aún mejor. Intrigado, Francisco
    el Hombre fue en busca de su contendor. Para su sorpresa, era el mismísi-
    mo Maligno. El humilde acordeonista, viéndose casi derrotado, interpretó
    el credo al revés, con lo cual hizo que el Maligno desapareciera junto con
    las tinieblas que impedían que la luna iluminara el camino.
       Coinciden diferentes escritores (Diago Julio, 2010) (Mejía Duque,
    2001) (Quiroz Otero, 1983) (Medina Sierra, 2002) en que la leyenda de
    Francisco el Hombre es uno de los episodios narrativos más representati-
    vos del folclor regional. En cuanto al personaje, se lo considera el primer
    juglar de la música de acordeón, y se presume que puede ser el autor de
    versos y canciones aún tenidos por anónimos de la música vallenata. Las
    discusiones también se concentran en la realidad de los acontecimientos
    (el enfrentamiento musical con el Diablo), e incluso en la existencia del
    personaje como sujeto y como creador de aires musicales. Las narracio-
    nes sobre este personaje entretejen experiencias y prácticas culturales de
    muchos pueblos de la región Caribe colombiana, así que en ellos es posible
6
identificar o establecer patrones colectivos tales como las formas de orga-
nización, representaciones sociales y el drama individual y colectivo.
   La leyenda de Francisco el Hombre presenta, en sus múltiples versiones,
muchos elementos comunes. Los principales son la lucha entre el bien y
el mal, la aparición de elementos religiosos como la oración del credo, el
Diablo como figura antropomorfa, y otros, como la presencia del juglar,
el acordeón y la zona rural. Los textos narrativos provienen de distin-
tas fuentes: se pueden encontrar referencias a la leyenda de Francisco el
Hombre en canciones vallenatas, en obras literarias como la novela de
Gabriel García Márquez Cien años de soledad, en los medios de difusión
del Festival Vallenato, celebrado en Valledupar, e incluso en portales web
de otras ciudades del país1. Todo ello da indicios de la transcendencia de
la leyenda de Francisco el Hombre en el folclor regional y nacional2.
   Estas narrativas sintetizan, a grandes rasgos, los diferentes relatos lite-
rarios y orales que han construido la memoria de Francisco el Hombre.
Es importante resaltar que se han hecho versiones que intentan separar
al personaje de la leyenda, tratando de humanizar lo más posible su ima-
gen mediante una semblanza exhaustiva que de razón de su procedencia
y hasta, en ocasiones, se pretende rastrear sus posibles descendientes. Así,
se dice que Francisco Moscote Guerra nació en 1850 en una población
rural de nombre Galán, cerca de Riohacha, en el actual departamento de
La Guajira, hombre que habría de protagonizar la contienda musical más
conocida de la región Caribe.
1 Esta versión es tomada del sitio web www.parrandavallenata.com.
2 Véase Diago Julio (2010) y Quiroz Otero (1983).
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          ENCUENTROS ENTRE LEYENDAS:
          RELACIONES INTERTEXTUALES EN
              FRANCISCO EL HOMBRE
    U      n aspecto importante a la hora de estudiar la leyenda de Francisco
           el Hombre es el reconocer que esta se inserta dentro de una tradi-
    ción literaria, tanto oral como escrita; son muchas las referencias que se
    pueden encontrar de personajes virtuosos que se enfrentan a fuerzas supe-
    riores, el hombre contra el poder de las deidades. Si se tomara a Francisco
    el Hombre, acordeonista prodigioso, como la representación de las artes
    humanan se podrán encontrar similitudes con leyendas y mitos pertene-
    cientes a épocas y culturas distintas.
       La mitología griega ofrece múltiples ejemplos de enfrentamientos entre
    los hombres y los dioses, dentro de esta variedad de relatos encontramos
    dos casos que sobresalen por tratarse de ser competencias en las que se
    miden las habilidades artísticas de los contendientes: Palas Atenea fue
    desafiada por la tejedora Aracne, cuyas habilidades con las agujas e hilos
    se habían hecho tan famosas y reconocidas, y en un acto de arrogancia
8
retó a la diosa. En este caso en particular el resultado fue en perjuicio de
la mortal que, al representar en su tejido escenas de los deslices amorosos
que solían tener los dioses del Olimpo con los seres humanos, despertó la
ira de Palas, la cual destrozó su obra y la condenó a tejer por el resto de su
vida transformada en araña3.
   Es preciso aquí recordar que en la mitología griega no se hace una dife-
rencia radical entre dioses buenos o malos, aun así no se podría descartar
las semejanzas entre el anterior relato y el de Francisco el Hombre. El arte,
en ambos casos, es el medio por el cual los mortales pueden tener una pelea
justa con los seres de fuerza superior. Para Francisco es la música de acor-
deón; para Aracne es el tejido –por medio del cual crea obras plásticas–, y
para Marsias, otro personaje de la mitología griega, es la melodía de su flauta.
   La mitología cuenta la historia de Marsias, un sátiro de Frigia, que por
alcanzar un alto grado de maestría tocando la flauta mágica de Atenea debió
enfrentarse en duelo musical con el dios Apolo, famoso por ser un virtuoso
de la lira. Al igual que Aracne, Marsias fue vencido por el inmortal al no
3 Esta versión es tomada del sitio web http://mitosyleyendascr.com/
                                                                                   9
     ser capaz de tocar la melodía al revés (era imposible hacerlo con la flauta).
     Su castigo fue ser desollado vivo por Apolo4.
        La historia de Marsias posee un mayor grado de cercanía con el relato de
     Francisco el Hombre, pues se presenta el cantar o tocar ‘al revés’ como una
     habilidad que representa una contundente ventaja a la hora de demostrar el
     talento que se tiene. Mientras que Marsias se ve imposibilitado para realizar
     esta proeza, por ser su instrumento la flauta, Francisco el Hombre derrota
     al Maligno en el momento en que toca con su acordeón el credo al revés.
        También se puede encontrar este tipo de semejanzas en el repertorio de
     leyendas colombo-venezolanas, sobresale aquí la historia de Florentino, un
     hombre fiestero y de vida despreocupada, cuyo talento era la trova llanera.
     Este relato esta insertado en la literatura escrita a través del poema narra-
     tivo de Alberto Arvelo Torrealba (1957), titulado Florentino y el Diablo.
     Al leer se puede presenciar el contrapunteo entre los dos personajes, y asi-
     mismo, se revela la increíble destreza con la que cuenta Florentino; siendo
     tal que ni siquiera el Diablo puede igualársele. Es esta, al igual que la de
     Francisco el Hombre, una narración en la que el hombre vence al mal por
     medio del arte al demostrar que su talento es mayor.
        También es posible encontrar en el imaginario colectivo estadounidense
     relatos similares expresados en canciones populares, como es el caso de The
     Devil Went Down To Georgia, interpretada por la Charlie Daniels Band
     en 1979. Se basa principalmente en la historia de un niño, Johnny, que es
     descubierto por el Diablo tocando el violín. El Diablo estaba en ‘aprietos’
     y necesitaba hacerse de un alma con urgencia, así que le prometió al niño
     un violín de oro si lograba vencerlo tocando el instrumento; si perdía, en
     cambio, tendría que entregar su alma. Luego de que ambos aceptaran la
     apuesta, el Diablo empezó a tocar, acompañado de una banda de demo-
     nios, pero fue Johnny el ganador indiscutible, por el talento extraordina-
     rio que poseía. El Diablo, humillado, dejó el violín dorado a los pies del
     ganador y desapareció del lugar. Existe una clara concordancia entre la
     4 Esta versión es tomada del sitio web http://mitosyleyendascr.com/
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historia de Johnny y la de Francisco el Hombre, ambas dan la enseñan-
za de que se puede vencer al mal (en este caso el demonio y el Maligno)
siempre y cuando se tenga gran virtud y talento. Valores como la valentía,
la humildad, la fe, entre otros, son los que se reconocen como positivos e
indispensables para enfrentar al mal; eso sin dejar de lado el valor que se
le otorga al talento y al arte humano como medio que permite desafiar a
los propios dioses, si fuera necesario.
   Otros relatos pertenecientes a la memoria oral de la humanidad mues-
tran la música como un poderoso recurso utilizado con frecuencia por los
demonios o el mal en contra del hombre. Para ilustrar esta idea tenemos
la narración perteneciente a la mitología celta, que cuenta la historia del
guerrero Finn quien venció a un demonio que aterrorizaba a los huma-
nos lanzando bolas de fuego. Nadie había podido dar muerte al demonio
debido a que este tocaba una música que provocaba un profundo sue-
ño a todo aquel que la escuchara. Valiéndose de una lanza que le había
obsequiado un antiguo compañero y que tenía el poder de infundir una
furia incontrolable a la persona que se tocara la frente con su punta, Finn
derrotó al demonio y se convirtió en capitán de la Fianna5 6.
   Tal como se mencionó anteriormente, en la anterior leyenda la música
no sirve para enfrentarse al mal, sino que está a su servicio y es el hombre
quien debe ingeniárselas para triunfar sobre ella. Otras historias como
la de Fausto, proveniente de Alemania, relatan pactos entre músicos y el
Diablo7. Al parecer el arma predilecta del Diablo es la música, con ella
busca siempre dar golpes certeros a los hombres.
   Ahora bien, no todos los relatos populares que guardan una relación
intertextual con la leyenda de Francisco el Hombre, plantean un duelo
musical entre el hombre y seres del más allá, la astucia y demás cualidades
humanas son igualmente utilizadas para vencer el mal. Ejemplo de esto es
5 Pequeñas bandas semindependientes de guerreros que vivían separados de la sociedad, en la épo-
  ca de los inicios de Irlanda.
6 Esta versión es tomada del sitio web http://mitosyleyendascr.com/
7 Fausto era un músico exitoso pero inconforme, que vendió su alma al Diablo a cambio de place-
  res mundanos y conocimiento ilimitado.
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     la leyenda Originaria de Costa Rica, Diablo del puente de piedra, que cuenta
     la historia de un campesino que promete vender su alma al Diablo si este
     le construye un puente para pasar por un río, con la condición de que lo
     acabe antes de que cante el gallo. El Diablo, muy confiada de que ganaría
     aquella apuesta fácilmente se apresuró a construir el puente. El campesi-
     no, muy astuto, sacó de su carretilla unos gallos y, cuando le faltaba una
     piedra al Diablo para terminar su construcción, dio varios puntapiés a las
     aves hasta que una de ellas cantó justo antes de perder la apuesta. El cam-
     pesino, tranquilamente siguió con su camino dejando al Diablo derrota-
     do8. En historias como esta, se muestra al diablo como un ente ingenuo y
     fácil de timar, lo que no pasa exactamente en la de Francisco el Hombre,
     pues aunque éste lo vence, no es por timos sino por su habilidad superior
     y su fe cristiana.
        El escritor Tomás Carrasquilla, adentrándonos en la tradición literaria
     colombiana, plasma en uno de sus cuentos, En La Diestra de Dios Padre,
     cómo un hombre campesino, supremamente humilde y solidario, recibe cin-
     co deseos de Jesucristo y San Pedro –quien lo toma por tonto, al principio–,
     8 Esta versión es tomada del sitio web http://mitosyleyendascr.com/
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gracias a los cuales logra manipular a su antojo a la muerte y, además, ganarle
al Diablo más de treinta mil millones de almas, en el mismísimo Infierno.
El nombre de este personaje es Peralta. La historia de Peralta nos recuerda
sobre manera a una historia relatada en el libro de Don Segundo Sombra de
Ricardo Güiraldes (1926), en el cual Miseria, luego de recibir tres deseos
de parte de Jesucristo, logra engañar a gran cantidad de demonios en repe-
tidas ocasiones y vivir una larga vida de lujos y abundancia9.
   Tanto Francisco el Hombre como Peralta y Miseria, analizando las carac-
terísticas de los tres relatos, vencieron el mal con ayuda de la fe cristiana. La
lectura de estos relatos llevan a pensar que la leyenda de Francisco el Hombre
se inserta dentro de una tradición narrativa que está presente en mitologías
e imaginario colectivo de distintas culturas a lo largo de la historia: duelo
de habilidades entre el hombre y los dioses en el que el arte (música, plás-
tica) y los valores (astucia, humildad, valentía) son instrumentos y armas;
quien tenga mejor dominio de ellos será el ganador del enfrentamiento.
9 A diferencia de Peralta, Miseria termina siendo rechazado tanto en el Paraíso como en el Purgatorio
  y el Infierno mismo, por creerlo desagradecido y estafador.
                                                                                                    13
         FRANCISCO EL HOMBRE: ENTRE LA
         TRADICIÓN ORAL Y LA LITERATURA
                     LOCAL
                                              Yo vi tocar a Santander Martínez,
                                             a Bolañito, a Francisco el Hombre…
                                            Carlos Huertas, el Cantor de Fonseca
     L    a tradición oral ha posicionado a Francisco el Hombre tanto en la cul-
          tura musical como en la literatura de la región. Las diferentes narra-
     ciones orales y escritas permiten visualizar a un personaje de características
     comunes, que, no obstante, tiene condiciones sobrenaturales y se inserta
     en la tradición a partir de unas bases históricas y geográficas. Francisco
     el Hombre, como personaje literario, es recreado en canciones, versos,
     pinturas y poesía. Las descripciones del hombre que enfrentó al Diablo
     lo dibujan con fisionomía afro, de alta estatura, hablan de su numerosa
     descendencia y destacan el hecho de que alcanzó una edad centenaria.
     Destacamos, en ese sentido, el texto de Walter Vides (2013), quien supone
     como descendientes de Francisco Moscote Guerra a las familias residentes
     en Machobayo de apellidos Camargo, Moscote, Amaya, Rodríguez, Pinto,
     Medina, Duarte y Magdaniel.
       Entre los relatos audiovisuales más difundidos se destaca el presentado
     por el periodista Ernesto McCausland, quien entrevista a la señora Etelvina
     Machado en la población de Machobayo, mujer que es presentada como
     nieta de Francisco Moscote. Ella relata así los últimos días del juglar:
            Cuentan que tres días antes de morir, Francisco pidió una
            tabla. Empezó a tocarla como si fuera un acordeón. Después
            pidió un machete, y empezó a dar machetazos al aire. Pidió
            que le trajeran un saco, que lo acostaran en el piso. Buscaron
            una estera, lo acostaron, y comenzó a agonizar. Al rato apa-
            reció una culebra al lado de él, llena de candela, como si la
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         hubieran prendido con gasolina, y empezó a arrastrarse por
         su cuerpo. La casa era de palma y todos salieron por temor
         a un incendio; pero su nieta se devolvió: no quería dejar
         solo a su abuelo. Al entrar en la casa ya no estaba la culebra.
         Francisco el Hombre había muerto10.
   Otro importante documento audiovisual fue realizado por el programa
Culturama, en el que el licenciado Abel Medina Sierra hace una exposición
sobre la vida y obra de Francisco Moscote, llamado el Hombre. Este docu-
mental ofrece una visión más local de la vida y obra del personaje11, pero en
ambos se aprecian elementos mágicos comunes en las leyendas populares,
y sobre todo el enfrentamiento del bien y el mal, el último representado
en el Diablo, al que en el leguaje local con frecuencia se lo designa como
el Maligno. En cuanto a los elementos de la tradición religiosa, se puede
constatar que la apropiación de los mismos es un proceso dialógico o diná-
mico, en el que los habitantes de los pueblo del Caribe colombiano actua-
lizan las creencias heredadas de la Colonia a partir de la cotidianidad local.
En este caso, el sincretismo permite tomar la oración católica del credo e
insertarla en un contexto secular, en la vivencia de un músico: Francisco
el Hombre. Así, ya no es un miembro de la Iglesia quien debe enfrentar al
mal, sino un hombre del pueblo, y los medios elegidos son un instrumen-
to —el acordeón— y la entonación del credo al revés.
   Otros relatos orales describen a Francisco el hombre como un sujeto
de alta estatura, siempre bien vestido, y resaltan su picardía para enten-
der y explicar el mundo. Un ejemplo de ello se constata en lo narrado por
Eliseo Moscote:
10 La versión escrita del documental ha sido tomada del sitio web http://gkillcity.com/articulos/chon-
  go-cultural/francisco-el-hombre-que-derroto-al-diablo. En cuanto a la entrevista de McCausland,
  puede verse en el siguiente enlace de YouTube, que muestra de forma precisa lo señalado: https://
  www.youtube.com/watch?v=roeZAJKf Tl0&list=RDXKRLxUnHJ3U&index=7.
11 Un fragmento del documental puede ser visto en https://www.youtube.com/
  watch?v=XKRLxUnHJ3U.
                                                                                                         15
        Mi abuelo Francisco Moscote medía casi uno con ochenta;
        fue un hombre bien hecho. Siempre vistió bien y le gusta-
        ba estar perfumado. Andaba siempre con su sombrero alón.
        Él me decía: ¡Vea, mijo!, pa’ conseguir mujeres no hay que
        tener plata, sino vestir bien, porque a las mujeres les gusta es
        lo que usted lleva puesto (Diago Julio, 2010).
    Entre las canciones atribuidas a Francisco el hombre resalta La puya
  de Chencha (Diago Julio, 2010), una jocosa historia de amor en la que
  Francisco el Hombre es rechazado por una mujer que prefirió el amor de
  un panelero ya casado:
                       Hortensia me dijo a mí:
                       No es este el tiempo pasado.
                       Despreció a Francisco el Hombre
                       por querer a Lucas, ya casado.
                       Hortensia me dijo a mí
                       que iba a queré a un panelero.
16
   Pero Francisco nuevamente sale, de algún modo, victorioso, pues al
final la mujer, un tanto ambiciosa, se quedó deseando las pertenencias del
panelero, ya que este nada le dio. Historias como esta revelan una tradi-
ción en la que a los músicos le precedía la mala fama, pues se los tenía por
mujeriegos y parranderos.
   En la canción El canto del amor, una copla de origen anónimo, aunque
muchos suelen atribuírsela a Francisco el Hombre (Diago Julio, 2010), el
mal, en este caso la muerte, es vencido por la alegría que produce el ena-
moramiento:
                      Este es el amor, amor,
                      el amor que me divierte.
                      Cuando estoy enamorado
                      no me acuerdo de la muerte.
   Estás canciones construyen la imagen de Francisco el Hombre como un
sujeto enamorado, alegre, irónico y, sobre todo, como un músico destinado
a luchar contra el mal. En las letras que se le atribuyen también se refleja una
                                                                                   17
     concepción ética de la vida. Así, de La puya a Chencha deriva una moraleja
     en la que se rechaza la avaricia y se resalta la igualdad entre las personas:
                           Ella se quedó esperando
                           la miel pá’ los buñuelos,
                           porque tuvo que acostarse
                           en una cama, que todos tenemos.
       En El canto del amor, la muerte es olvidada por la alegría que produce
     estar enamorado. Allí, el gozo y el amor se convierten en las herramientas
     para obtener una vida plena. Debemos recordar que el humor ha sido una
     constante en las letras de la música acompañada por acordeón; ejemplo
     de ello es la canción La puerca mona, cuya autoría también se atribuye a
     Francisco el Hombre:
                           Mataron a mi puerca mona
                           Era de Francisco el Hombre
                           Ya que mataron a mi puerca
                           Guárdenme los chicharrones
                           (Vides Ochoa, 2013, pp. 30-31)
                             Relatos de la leyenda
       A continuación se presenta una muestra de las narraciones que reprodu-
     cen la leyenda de Francisco el Hombre, que con su diversidad conforman
     una parte fundamental del acervo cultural de la región caribe colombiana.
18
                  La leyenda de Francisco el Hombre12
        Eran las siete de la noche del domingo siete, cuando Francisco
        el Hombre se despidió de sus amigos, montó en su mula y con
        el acordeón entre sus manos, marchó a Machobayo, donde
        tenía a Teresa Lavette, su segunda esposa tras la muerte de
        Rosita Cuadrado. Él sabía perfectamente que eran seis horas
        de camino que le esperaban, pero hacer ese viaje y a esa hora,
        para Francisco el Hombre era una vieja costumbre. Sobre su
        mula cabalgaba, fumándose un largo tabaco fabricado por
        su hija Lorenza Antonia. Ejecutando su acordeón avanza-
        ba con la noche. No espoleaba siquiera su mula, no llevaba
        nunca prisa. Todo era soledad.
        Pero cuando llevaba tres horas y media de camino, la aven-
        tura nocturna de Francisco el Hombre estaba a punto de ser
        leyenda. Mientras seguía ejecutando su acordeón como a 10
        o 15 kilómetros adelante, simultáneamente escuchaba otro
        acordeón, pero con sonido del otro mundo, extraordinario
        y con notas que hasta ese momento el solo creía sacarlas. Ese
        extraño hecho le produjo sorpresa, pero sin intimidarlo, hizo
        un receso en sus cantos sin detener los pasos de la mula y se
        limitó a escuchar en silencio ese otro instrumento que pau-
        latinamente trataba de superar al suyo, y fue precisamente
        cuando Francisco el Hombre se vio asaltado por los nervios
        por primera vez en su vida. Entonces inmediatamente reto-
        mó [al acordeón] y en forma de contestación irónica, con
        notas y coplas vulgares le mencionó la madre a su contendor.
        Así lo había escuchado desde niño, que a los muertos había
        que decirles inmoralidades para que se retiraran de una vez
        por todas. Pero el extraño acordeón de su contrincante con-
        tinuaba sonando con mucha más fuerza […]
12 Versión de Pepe Palacio Coronado en el texto de Ciro Quiroz Otero Vallenato, hombre y can-
  to (1983).
                                                                                                19
     El duelo a larga distancia y en la oscuridad seguía su curso
     con alternativas intervenciones, y el resultado arrojaba un
     empate a punto de romperse.
     Entre tanto, la claridad de la luna era sustituida por un cie-
     lo parcialmente nublado, y en un fuerte pero efímero tem-
     blor de la tierra hacía hervir los arboles de dividivi. Fue este
     precisamente el momento en que francisco el hombre com-
     prendió que se encontraba en una situación difícil de sortear.
     Ya con los vellos erizados y el corazón a una velocidad mayor
     que la del péndulo de un reloj, creyó tener a su contendor a
     dos kilómetros de distancia; ya lo tenía frente al frente. Era
     un hombre fantasmagórico como de cinco metros de alto,
     sobre un caballo tres veces superior a la mula del perplejo
     trotamundos.
     Aunque no lo había visto nunca antes, Francisco el Hombre
     se dio inmediatamente cuenta de que se trataba de Satanás,
     de quien tantas referencias había hecho por todos los lugares
     que visitaba, y sin pronunciar una sola palabra permaneció
20
atónito contemplando al Diablo, que sin pestañear conti-
nuaba ejecutando espeluznantemente su acordeón.
A los cinco minutos de haber llegado, no quiso darse por
vencido, y en cuestión de segundos, magistralmente le inter-
pretó el padre nuestro en una forma mucho mejor a como lo
había hecho dos días antes en la iglesia de Riohacha. Quiso
complementarle seguidamente con un avemaría, pero el
Diablo le interrumpió visiblemente exasperado, porque se
estaba percatando de que Francisco el Hombre lo derrotaría
con notable diferencia. Todo comenzó así:
Cantó el Diablo:
             Yo vengo de tierra lejana
             Yo soy un diablo desatao.
             Prepárate, Francisco el Hombre,
             Que te tengo acorralao.
                                                               21
     Contestó Francisco:
                 Muy diablo puedes sé,
                 No me tiene acorralao.
                 Por ser diablo desatao,
                 Te rezo el credo al revé.
        Referencia intertextual de Francisco el Hombre
                      en Cien años de soledad
     Meses después volvió Francisco el Hombre, un anciano tro-
     tamundos de casi 200 años que pasaba con frecuencia por
     Macondo divulgando las canciones compuestas por él mismo.
     En ellas, Francisco el Hombre relataba con detalles minu-
     ciosos las noticias ocurridas en los pueblos de su itinerario,
     desde Manaure hasta los confines de la Ciénaga, de modo
     que si alguien tenía un recado que mandar, le pagaba dos
     centavos para que lo incluyera en su repertorio… (Cien años
     de soledad, pág. 23).
                         La puerca mona
                   Autor: Francisco el Hombre
                   Mataron a mi puerca mona.
                   Era de Francisco el Hombre.
                   Ya que mataron a mi puerca,
                   Guárdenme los chicharrones.
                   Me fui para Machobayo.
                   De vuelta de cueva Honda,
                   Ese aguacero tan grande
                   Y esa puerca tan hedionda.
                   Chema Roja y Salomón
                   Son amigos indolentes
                   Que me mataron la puerca
22
                     Y la enterraron como gente.
                     Yo estaba tranquilo en treinta
                     Y me mandaron a llamá.
                     Dos me mataron la puerca
                     Y dos me la van a pagar.
                     Me voy para Camarones
                     En busca de un abogado,
                     Que me paguen los lechones
                     Como si fueran capados.
                     (Vides Ochoa, 2013, pp. 30-31).
  Por último se transcribe un poema de Luis Carlos Brito Sierra, apodado el
Mello de Galán, referenciado por el historiador Lázaro Diago Julio, quien
señala que Brito hizo parte del conjunto musical de Francisco Moscote
Guerra, el Hombre.
                 A Francisco Moscote, ‘El Hombre’
                    Ana Juliana se llamaba
                    la mamá de Francisco el Hombre,
                    el tipo de más renombre,
                    y todavía existe su fama.
                     Él, su acordeón lo tocaba
                     con amor y alegría;
                     él cantaba y se reía,
                     y la gente se emocionaba.
                     Galán fue su patria chica,
                     donde Francisco nació,
                     y en Machobayo murió,
                     en una triste casita.
                                                                              23
     El público lo critica,
     y ahí fue su eterno descanso,
     allí cayó en el fracaso
     el superacordeonista.
     El tío ‘Checame’ Moscote
     era el papá de Francisco;
     él fue quien le dio el principio
     y fue músico desde entonces.
     Aquel que nada conoce
     no dejará de ignorar
     que él quiso desarrollar
     la música de acordeón,
     y formó el primer complot
     con su esencia natural.
     Él fue bautizado en Treinta,
     en la iglesia de San Isidro;
     eso fue en el otro siglo:
24
estábamos en la inocencia,
cuando entonces no había prensa,
ni tampoco grabación.
Hoy hay la televisión,
que todo lo representa.
El 19 de noviembre del año 53,
Francisco el Hombre se fue
para siempre y nunca volver.
El 24 de diciembre
Francisco venía viajando
cuando tocó con el diablo,
que la historia lo refiere.
En la ciudad de Riohacha
fue su primera entrevista,
y en los tendíos Buenavista
salió y le pidió ranchera.
                                   25
     Francisco en su desconfianza
     no le quiso saludar,
     y le rezó un conjuro real,
     y Satanás salió en balanza.
     La cuna de los acordeones
     fue creada en La Guajira;
     todavía le damos ¡vivas!
     al viejo Francisco el Hombre.
     Todavía le ponen flores
     en su triste sepultura;
     él no fue nacido en cuna,
     fue un hombre sencillo y pobre.
     Francisco nació con el don
     y por él, por el mismo Dios fue amado,
     y fue el primer colombiano
     que hizo sonar un acordeón.
     El son del ‘Amor, amor’,
     lo sacó de su cerebro
     y nos lo dejó de recuerdo
     en esta alegre región.
     Galán, es grande tu nombre,
     y grande tiene que ser,
     porque tú viste nacer
     al viejo Francisco el Hombre.
     Lo sintió el campo y las flores
     cuando Francisco murió
     y al diablo conquistó
     con sus grandes oraciones.
26
Sí, hay músicos de renombre,
no se puede oscurecer,
pero no han podido hacer
lo que hizo Francisco el Hombre.
Toditos sus seguidores
quisieron hacerlo igual;
nunca tuvieron lugar:
él, solo, ganó renombre.
Él tocaba en Machobayo,
Cotoprix, Monguí y Galán,
a los Altos y al Tablazo
también iba a parrandear.
Era un hombre popular,
de todo el mundo deseado,
le gustaba tomar tragos
cuando se ponía a tocar.
Son veinte las estrofas,
la historia del viejo Francisco el Hombre,
por autoría del viejo
Luis Carlos Brito Sierra,
el Mello de Galán.
(Diago Julio, 2010, pp. 23-28)
                                             27
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