Luis Arnal Simn
Los presidios en el norte de frica
y en la Nueva Espaa
p. 197-226
El mundo de los conquistadores
Martn F. Ros Saloma (edicin)
Mxico
Universidad Nacional Autnoma de Mxico
Instituto de Investigaciones Histricas / Silex Ediciones
2015
864 p.
Ilustraciones
(Serie Historia General, 34)
ISBN 978-607-02-7530-2 (UNAM)
ISBN 978-84-7737-888-4 (Slex)
Formato: PDF
Publicado en lnea: 8 de mayo de 2017
Disponible en:
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DR  2017, Universidad Nacional Autnoma de Mxico-Instituto de
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           Los presidios en el norte de frica y en la Nueva Espaa
                                        Luis Arnal Simn
                                     Posgrado en Arquitectura
                            Universidad Nacional Autnoma de Mxico
          La poltica de la corona espaola para ocupar los territorios en el
          norte de frica y la Nueva Espaa tuvo puntos de contacto en la
          resistencia que opusieron sus habitantes, la presencia de tropas, los
          complicados abastos y construccin de fuertes, hechos en lugares
          inhspitos, con dificultad para mantenerlos y resistirse a las fuer-
          zas locales. Enfrentarse con flechas y piedras no era lo mismo que
          ante culebrines y ballestas; as, los elementos defensivos, materiales
          constructivos, forma y tamao de los presidios del Mediterrneo
          fueron muy diferentes a los presidios de adobe y palizadas del in-
          terior de la Nueva Espaa.
              Los presidios de tierra adentro tenan como objetivo proteger
          los caminos y a los colonos, agricultores y rancheros, de los ataques
          de los indios nmadas y, a su vez, tratar de que estos ltimos se
          fueran acercando por medio de ddivas y comida para irse convir-
          tiendo en pobladores.
              En los presidios norafricanos, la defensa era contra el mar; los
          ataques provenan de navos bien armados con la intencin de
          romper el cerco que se haba ido formando en la proteccin de los
          convoyes espaoles por el Mediterrneo. Adems, se formaba una
          cabeza de playa estratgicamente emplazada, para ir entrando al
          Atlas y controlar las caravanas de productos del interior. En las se-
          cas tierras novohispanas, los presidios fueron el sistema ideal para
          controlar el territorio y alejar a las tribus hostiles de los centros de
                                                                                  197 5
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         produccin; en ambos casos, fueron sitios defendidos por solda-
         dos improvisados, sin pertrechos suficientes, que se sostuvieron
         gracias al paso de caravanas o galeras comerciales, que con el co-
         mercio acrecentaron su crecimiento a poblaciones firmes.
         Expansin y poblamiento del norte de frica
         En el norte de frica, el problema defensivo se plante con ms
         claridad que en otras partes: Estas fronteras establecidas en tiem-
         pos de Fernando el Catlico, sobre todo en los aos 1509 a 1511,
         se plantaron en los bordes de un pas arcaico, inconsistente, inca-
         paz de defenderse. Tal vez fueran solamente preocupaciones del
         aragons, demasiado tentado por las riquezas de Italia, las que
         impidieron a Espaa apoderarse del interior del pas del Magreb
         y una vez perdida la ocasin, ya no volvi a presentarse...1.
              La presencia de rabes y judos en el norte de frica se in-
         crement a partir de la reconquista de Espaa, sobre todo en
         las regiones del Tremecen y la Ifriqya; el Mediterrneo funcion
         como un borde de proteccin para los moriscos que huyeron de
         Espaa, aunque a partir de 1492, se hizo ms consciente el papel
         de la presencia de los musulmanes y el rol que jugaban en la
         economa, el arte y la ciencia: Despus de la toma de Grana-
         da... permanecieron en virtud de las capitulaciones concertadas
         muchos de los rendidos que mal avenidos con el yugo cristiano
         y ansiando recobrar la perdida independencia, se levantaron en
         armas, en abierta rebelda, obligando a los Reyes a sojuzgarlos por
         la fuerza y expatriar a los que no quisieran ser catlicos2; estos se
         pasaron a frica, donde quemaron aldeas y abordaron embarca-
         ciones, dedicndose al corso.
         1 Fernand Braudel, El mediterrneo y el mundo mediterrneo en la poca de Felipe II,
         Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1981, v. II, p. 271.
         2 Jaime Salva, La orden de malta y las acciones espaolas contra turcos y berberiscos en
         los siglos xvi y xvii, Madrid, Instituto Histrico de la Marina, 1944, p. 60.
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                   Los presidios en el norte de frica y en la Nueva Espaa
              En el siglo xvi, los principados magrebes no resistieron la
          presin hispnica y establecieron alianzas con los turcos, quienes
          posean una mejor flota, equipo y adiestramiento militar; incluso
          una de las constantes del pensamiento espaol sobre ellos fue la
          malignidad y violencia: por donde pasa un turco all adelante
          no puede producir yerba ni flor3; a pesar de esto, los espaoles
          se fueron resignando a convivir con ellos en un estado de alarma
          constante en los presidios, una realidad que form parte del Me-
          diterrneo hasta el siglo xviii.
              La manera de ver el mundo islmico en frica y el mundo
          indgena en Amrica, est en ntima relacin con los intereses
          econmicos regionales, la pretendida conversin de los ocupan-
          tes del suelo, y con la incorporacin al proceso administrativo y
          poltico de las regiones. Al igual que con los pactos con los indios
          en la Nueva Espaa, en las relaciones con los habitantes del norte
          de frica estos pactos muchas veces se rompan, sus consecuen-
          cias se reflejaban en el retraso de los trabajos de construccin
          y en el asentamiento de colonos: la inconstancia de los moros
          obliga a que no podamos decir cosa fixa de su gobierno, porque
          como de ordinario gobierna entre ellos el desorden, no es fcil
          mantengan nada.4
              Tanto en el norte de frica como en la Nueva Espaa, hubo
          una contradiccin entre las formas de gobierno; el modelo en
          donde los reyes gobernaron largos aos que daba estabilidad y
          duracin a leyes y normas se contrapona a los cambios constan-
          tes de caciques indios, o en su caso, muleys o jerifes.
              Para ciertos sectores de Espaa5, el mantenimiento de
          los presidios del Magreb era una carga demasiado pesada, y
          3 Antonio Fajardo y Acevedo, Relacin Universal de todo el imperio Otomano,
          BNM, Mss. 2793, f. 109, en Miguel ngel Burnes, La imagen de los musulmanes y
          del norte de frica en la Espaa de los siglos xvi y xvii, Madrid, Consejo Superior de
          Investigaciones Cientficas, Instituto de Filologa, 1989, p. 70.
          4 Antonio de Aranda, Verdadera informacin de la tierra santa segn la disposicin
          en que en este ao de MDXXX, el autor la vio y pase, en Burnes, op. cit., p. 269.
          5 Burnes, op. cit., p. 180.
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         recomendaban a la corona que encaminara sus mermados recur-
         sos al continente americano, dejando completamente la tierra de
         los sarracenos; quiz, lo que impidi esta decisin fue la reden-
         cin de los cautivos. La expansin en el norte de frica tuvo
         varios antecedentes y justificaciones: las entradas del Reino de
         Aragn en contacto comercial con los prncipes del Magreb y la
         fortificacin de algunos puntos de la costa como Djerba, desde el
         siglo xiii; la ocupacin de las islas Canarias en 1496, como estra-
         tegia de apoyo en los viajes a Amrica; el testamento de Isabel la
         Catlica, en el que anima a sus sucesores a prolongar la cruzada
         contra el islam en el Mediterrneo, como continuacin del xito
         en la pennsula; las alianzas con algunas tribus del reino de Tre-
         mecen, preocupadas por el xodo granadino, cuyos expulsados
         arrasaban todo a su paso; el cardenal Cisneros, confesor de la
         reina, quien fue nombrado regente de Castilla; al morir la reina
         y para frenar las ambiciones de su esposo, Cisneros confi a Jer-
         nimo Vianelli que conoca bien las costas argelinas, la conquista
         de Mazalquivir y Orn, cuya baha poda ser un puerto de escala
         para otras incursiones.
             En 1505, Diego Fernndez de Crdoba ocup Mazalquivir
         pero no Orn, lo que puso en aprietos la plaza, ya que los dos
         fuertes estn en la misma baha; esto se logr hasta 1509 con quin-
         ce mil hombres, bajo el mando de Pedro Navarro: envi una
         poderosa armada sobre Argel y Bujia con intencin de destruirla
         y quitar de all todos los corsarios y ladrones de la mar6. Durante
         esta incursin bien armada y pertrechada, se logr la captura del
         Pen de Vlez; en 1508, Buja; en 1510, Tnez y Trpoli, hasta
         llegar a Djerba, donde fue derrotado por las fuerzas: el desastre
         de Djerba, la dispersin de las fuerzas espaolas para vigilar las
         plazas ms importantes, y la necesidad de tomar tropas de frica
         6 Diego de Haedo, Topographia e Historia General de Argel, repartida en cinco trata-
         dos, do se vern casos extraos de muertes espantosas y tormentos exquisitos que conviene
         se entiendan en la cristiandad con mucha doctrina y elegancia curiosa 1612, Madrid,
         Sociedad de Biblifilos Espaoles, edicin de 1927-1929, 3 vols.
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                    Los presidios en el norte de frica y en la Nueva Espaa
          para las nuevas campaas de Italia, suponen a partir de este mo-
          mento el deterioro del dispositivo espaol en el Magreb7. Con
          esto, se acab el sueo de Cisneros de un frica espaola. Los
          principados magrebes se negaron a pagar tributos y se rompie-
          ron los tratados de paz.
              Al igual que en la Nueva Espaa, los espacios de apropiacin
          territorial se hicieron estrechos, solo la posibilidad de los presi-
          dios brindaba la seguridad de ocupar el territorio alrededor de
          ellos. Sin embargo, la presencia espaola sigui fortificndose y
          recuperando puntos importantes de la costa:
                 La ofensiva de Carlos V sobre el Magreb centro-oriental, cuyo
              episodio culminante es la memorable conquista de Tnez en
              1535, que redujo a ese pas a protectorado espaol, asegurado por
              el control de su antepuerto de La Goleta, fortificado con formi-
              dables defensas, la construccin posteriormente de la ciudadela
              conocida como Arx Nova esto ya en tiempos de Felipe Il,
              que dominaba la ciudad, y el aseguramiento de sus flancos me-
              diante el control de los puertos de Bizerta, Tabarca y Annaba o
              Bona por el oeste, y con la ocupacin de Kelibia, Harnmamet,
              Monastir, Sfax, Sussa y la isla Djerba, [donde se realiz] la cons-
              truccin del nuevo puerto fortificado de Mehedi, Mahdia, Ma-
              hdiya o frica, que de las cuatro maneras es mencionado. Sobre
              esas fortificaciones existe extensa cartografa y documentacin8.
          7 Mikel de Epalza y Juan Bautista Vilar, Planos y mapas hispnicos    de Argelia. Siglos
          xvi-xviii, Madrid, Instituto Hispano-rabe de Cultura, 1988, p. 59.
          8  Juan Bautista Vilar, Ciudades fortificadas espaolas en el Norte de frica. Orn-
          Mazalquivir como compendio y modelo de enclave espaol en el Magreb, en Aure-
          liano Gmez Vicano (coord.), Actas de las II jornadas sobre fortificaciones modernas
          y contemporneas. Mediterneo occidental, Cartagena, Octubre de 1999, Cartagena,
          AFORCA-Editorial glaya, Cartagena. 2001, pp. 109-126. http://www.aforca.org/
          bautista.htm (consultado en Diciembre 2004, Mayo 2008)
                                                                                          201 5
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         Las fortificaciones o presidios y sus ingenieros
         Durante el siglo xvi se erigieron presidios o fortificaciones en las
         costas del norte de frica, la teora y la prctica fueron determi-
         nantes para modificar el sentido mismo de la defensa y la forma
         de hacer la guerra. Fueron los ingenieros militares italianos quie-
         nes, inspirados en los tratados, dieron prestigio a la ingeniera
         militar; tambin algunos tratadistas espaoles, como Cristbal de
         Rojas, sentaron las mecnicas y traza para las fortificaciones. Las
         obras eran diseadas procurando ofrecer la mayor resistencia, por
         lo que se ubicaron en lugares estratgicos, montadas sobre coli-
         nas o promontorios, a la entrada de bahas, y fueron formando
         una cadena que dominaba el Mediterrneo, desde Trpoli hasta
         Melilla.
        Mazalquivir, en la punta de una pequea pennsula, fue uno de los fuertes ms
        grandes; y representa una de las obras ms esplndidas de la arquitectura militar
                            espaola. Del archivo personal del autor
              Giacomo Palearo, Il Fratino, trabaj en Melilla para trasladar
         el fuerte a su emplazamiento actual, cerca de la laguna, en un es-
         poln casi sobre el mar: un grupo de casas apretujadas, alrededor
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                    Los presidios en el norte de frica y en la Nueva Espaa
          de la iglesia9, con los lienzos y torreones de forma irregular, si-
          guiendo la forma del terreno.
               La familia Antonelli tambin trabaj en las fortificaciones no-
          rafricanas. Bautista Antonelli, hermano menor de Juan Bautista,
          trabaj los planos de Mazalquivir, y reforz y ampli Melilla; fue a
          Amrica, enviado por Felipe II donde trabaj en Veracruz y la Ha-
          bana, y a su regreso hizo proyectos para Larache y Gibraltar. Cris-
          tbal Antonelli, sobrino de estos, ampli Mazalquivir y Arzew10.
               Orn empez su sistema de fortificacin en 1509; era una ciu-
          dad abierta como Tremecen, rodeada de una gran muralla hecha
          por los primeros gobernadores. En 1534 se reforz con un doble
          recinto, un foso entre las primeras murallas y sta, por el conde
          de Alcaudete. En 1564 se ampli con un proyecto de los Anto-
          nelli, llevados ah por Vespasiano Gonzaga, virrey de Valencia,
          regin donde se hicieron cantidad de baluartes, castillos y torres
          durante el siglo xvi. Los ingenieros fortificaron Orn constru-
          yndole recintos exteriores o castillos, diversas atalayas y pues-
          tos de vigilancia completaban el proyecto reforzado con nuevas
          puertas en su permetro murario.
               En Orn se siguieron haciendo obras defensivas hasta finales
          del siglo xviii, cuando se hicieron hasta nueve fuertes o casti-
          llos y tneles que conectaban los baluartes y reductos entre s; se
          convirti en un laboratorio para las aplicaciones de la ingeniera
          militar: casi todos los ingenieros militares que estaban al servi-
          cio de Espaa y que trabajaron en las fortalezas de la pennsula
          o de Amrica en el siglo xviii pasaron por Orn11, el mismo
          fundador de la Academia de Barcelona, Marqus de Verboom,
          trabaj ah en 173212. No se puede entender el sistema defensivo
          de Orn sin conocer el papel de Mazalquivir, este fuerte empla-
          zado en una roca saliente de 900 m de largo por 200 de ancho, a
          9 Braudel, op. cit., v. II, p. 272.
          10 De Epalza, op. cit., p. 95.
          11 Ibidem, p. 104.
          12 Ibidem, p. 104.
                                                                                  203 5
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         manera de espoln; era un puerto natural protegido por el fuerte
         que construyeron los espaoles. El primer fuerte era cuadrado;
         Juan Bautista Antonelli lo ampli en 1574, formando cuatro bas-
         tiones y una muralla triangular en la punta, estos muros caan
         hasta el mar. La ciudadela preexistente nunca pudo ser destruida:
         ni siquiera con el asedio largo y dursimo que sufri con once
         asaltos terribles por parte de Hassan Dey en 1563, por mar y por
         tierra...13.
             Felipe II encarg al ingeniero Antonelli las obras y amplia-
         ciones durante el siglo xvi, como lo demuestran los planos en
         detalle que realiz, sealando las cortinas y el armamento con
         que contaba14 y las ampliaciones que se fueron formando: estoy
         haciendo un pozo y la iglesia se har con poco gasto.15
             Como sucedi con otros fuertes, los comentarios contra los
         ingenieros no se hicieron esperar:
                 [...] ya tengo escrito a V.M. como estaba algo diferente con
              J .Bautista, sobre la manera de fabricar la cortina que cae sobre
              la mar loca... vino muy gran fortuna de mar de otra montaa y
              se llev toda la cortina que tenamos hecha... con mucha canti-
              dad de tierra que estaba por terrapleno, estaban levantadas como
              cinco o seis hiladas de cantera adelante donde han de hacer los
              aljibes [...] parceme que en las partes necesarias se debe hacer
              de piedras tan grandes que sin mezcla se puede seguir y es forzo-
              so que sea esta cortina de muy grandsima altura [...] Juan Bau-
              tista piensa que yo le tengo que dejar hacer libremente lo que
              quisiere animndose a una clusula que hay en mi instruccin
              en la que manda V.M. se deje guiar las obras. V.M. ser servido
         13 Ibidem, p. 94.
         14 Plano del Castillo de Mels-el-Kebir, s. xvi, Archivo Histrico Nacional, Manus-
         crito 106-z-19, f. 4-5, en de Epalza, op. cit., p. 197.
         15 Carta de Juan Bautista Antonelli a Francisco de Eraso, 2 de mayo de 1565, Archivo
         General de Simancas, Estado 486, f. 8.
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             de avisarme lo que tengo que hacer muy claro porque no quiero
             que sea a mi cuenta lo que no tuviere culpa de ello...16
               Aunque Juan Bautista fue el principal ingeniero y encarga-
          do del diseo original, otros Antonelli tambin participaron en
          Mazalquivir, sobre todo en los ensanches de la parte del oriente
          donde la roca hace una tringulo, en donde se construy una
          muralla que se llam del Calvario, y se terraplen, lo cual per-
          miti construir lo que se llam la casa del rey, donde resida
          el gobernador y se hallaban los cuarteles, patios de armas y de-
          psitos de agua. En su interior podan albergarse hasta tres mil
          soldados. La plaza se perdi en 1708 y volvi a recuperarse con
          Felipe V en 1732. Durante esta segunda ocupacin espaola, se
          volvieron a hacer obras de restauracin y ampliacin, Manuel
          Snchez (1775), Juan Ballester, Antonio de Gaver (1742) y Jos
          Muoz, quien en 1741 hizo un faro y trabaj en el fuerte hasta
          1775. En el siglo xviii se reforzaron los muros, hicieron trinche-
          ras, pasos cubiertos y se construy un revelln en la punta de mar,
          lo que indica la preocupacin por tener en buenas condiciones la
          defensa. En 1790 un temblor destruy parte de las construcciones
          de Orn y Mazalquivir, y dos aos despus, Carlos IV las vendi
          al rey de Argel.
               Otra de las fundaciones de la costa argelina fue Bujia (Bid-
          jaia), pegada al reino de Tnez; cuando fue conquistada por Pe-
          dro Navarro, se construy el fuerte del Emperador por orden de
          Carlos V; su solucin geomtrica consiste en un recinto cuadrado
          de dos pisos, con dos bastiones irregulares, y se localiza en una
          colina con fuerte pendiente. En 1603 estaba en peor estado17.
          Los efectivos de la plaza eran similares a los de Orn, las casas de
          16 Carta de Rodrigo de Portillo, pagador de la fortaleza, al Rey, marzo de 1564,
          Archivo General de Simancas, Estado 486.
          17 Dibujo del Golfo, ciudad y puerto de Bujia, 1603, Archivo General de Simancas,
          Estado, L. 1951, Mapas y Planos y Dibujos, XVIII-52, en de Epalza, op. cit., p. 349.
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         la poblacin estaban muy cerca del castillo, lo que impidi hacer
         ampliaciones.
              Las pequeas guarniciones que se dejaban en los lugares con-
         quistados y los enormes sacrificios para sostenerlas, impidieron la
         consolidacin de poblados estables en aquellas inmensas costas.
         Algunos de los principales problemas fueron siempre los suminis-
         tros y alimentos: la absoluta dependencia de las guarniciones de
         los envos que les llegan por los puertos desde la pennsula es la
         causa de que cuando falten, por pocas de malas cosechas o por
         el simple apresamiento de las embarcaciones que los transportan,
         los soldados pasen hambre18.
              Bona o Annaba, tambin lleg a tener un fuerte construido
         por Carlos V en 1535; Bona fue un puerto de mucho trasiego para
         los marroques, por donde sacaban grandes cantidades de bienes
         con destino a los puertos genoveses. Incluso Andrea Doria utiliz
         Bona para armar sus galeras19.
              El puerto de Arzew fue ocupado tambin por Espaa; en
         1574, el ingeniero Cristbal Antonelli hizo el proyecto del fuerte,
         con cinco baluartes, una gran plaza para contener una numero-
         sa guarnicin y un campo exterior con algunas otras obras de
         defensa.
              Pero Argel fue la pieza ms importante del norte de fri-
         ca para la corona espaola; la ciudad estaba fortificada desde la
         poca magreb, cuando el emperador la tom en 1541 instal su
         fuerza en un castillo, un recinto rodeado de murallas dominando
         la alcazaba. En la relacin de Diego de Haedo, se menciona que
         el fuerte fue construido por el hijo de Barba Roja, Hassan Baja,
         en 1545; const de una torre redonda y hueca, sin terrapln, de
         25 p de ancho, donde instal tres piezas de artillera20. Cuando
         18 Miguel ngel Bunes, La vida en los presidios del norte de frica, en Mercedes
         Garca-Arenal, Relaciones de la pennsula ibrica con el Magreb, siglos xiii-xvi, Actas del
         Coloquio (Madrid 17-18 diciembre 1987), Madrid, Consejo Superior de Investigacio-
         nes Cientficas, 1988, p. 565.
         19 Braudel, op. cit., v. II, p. 463.
         20 De Epalza, op. cit., p. 111.
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                    Los presidios en el norte de frica y en la Nueva Espaa
          FelipeII atac Argel en 1579, se hizo fortificar de nuevo el castillo
          con fosos, terraplenes, nuevas cortinas y bastiones; hay que decir
          que la ingeniera militar practicada por los turcos era muy pare-
          cida a la de los tratados europeos, utilizando los fuertes de forma
          pentagonal o rectangular, el mismo castillo del Emperador, ubi-
          cado en la colina dominando Argel, tiene forma cuadrada con
          bastiones de igual forma.
              En Ifriqya, la Tunicia, tambin se hicieron presidios para pro-
          teccin del corso y para defensa del interior; esta regin baada
          por el Mediterrneo al norte y al este, permiti el crecimiento de
          pequeos plantos y palmeras; sus animales de pastoreo permitie-
          ron abastecer las plazas militares de Bizerta, La Goleta y Djerba.
              E importante de los fuertes de Tnez fue La Goleta, que
          en rabe quiere decir anillo de ro. Al principio era una torre
          o casa cuadrada con algunas torres hechas en la misma muralla,
          no es muy grande ni muy fuerte...21, as estaba emplazada: de
          la una banda a medio da est asentada sobre el canal que sale del
          estuario para la mar, la otra est levante sobre la mar, la otra mira
          al poniente a Tnez, las otras tramontan al cubo de Cartago22.
          En 1535, Carlos V conquist Tnez y La Goleta: llev 73 galeras
          y 260 velas cuadradas23.
              La Goleta fue reconstruida por Il Fratino en 1565, quien ya
          haba trabajado para Felipe II, en Navarra; este ingeniero realiz
          una obra de gran envergadura:
                  [...] habindome tomado la resolucin que en la Goleta de
               Tnez se haga la fortificacin que me ha parecido de convenir
               para no estar cada ao que hay nueva armada, con el cuidado
               y gasto que se suele tener en proveerla y mandado que Il Fratin
          21  La toma de la Goleta en 1535, en Pedro Fernndez, Coleccin de documentos
          inditos para la historia de Espaa que publica el Marqus de la Fuensanta del Valle, v.
          XII, v. 12, 13 y 14, Madrid, Viuda de Calero, 1842-1883, p. 154.
          22 Ibidem.
          23 Ibidem.
                                                                                          207 5
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           nuestro ingeniero vaya a ponerla en ejecucin, el cual queda ya
           despachado, habemos acordado que de ese reino se lleven para la
           dicha fortificacin 200 gastadores que sean tiles y las vituallas
           [...] y desde luego daris cargo alguna persona que se entienda
           con el dicho Fratin... y para que la dicha fortificacin dice el
           dicho ingeniero que sern menester 70000 fanegas de cal, es-
           cribimos a D. Alfonso Pimentel nuestro alcalde y capitn de la
           Goleta, que junte y haga traer de Tnez toda la cantidad della
           que pudiere y que la que faltara se podr llevar de ese reino de
           Npoles y del de Cerdea... y que se enve a dicha plaza para que
           no se pierda tiempo24.
             Il Fratino tuvo serios conflictos con el gobernador Alonso
         Pimentel, las denuncias entre los dos llegaron a Felipe II, pero a
         pesar de todo, la obra fue creciendo. Como sucedi en muchos
         presidios, tanto en frica como en Nueva Espaa, las denuncias
         entre capitanes o gobernadores y los encargados de las obras fue-
         ron constantes, tambin Garca Toledo hizo crticas a la obra:
              [...] los fosos son bajos y poco hondos por la parte de las bate-
           ras, las espaldas de los caballeros son muy dbiles y muy descon-
           venientes [...] la plaza de adentro muy pequea y muy aparejada
           por la poca altura [...] el remedio que se poda dar es levantando
           de adentro un caballero que suba de 30 a 40 palmos en altos que
           la muralla para enseorear de una a la otra batera [...] en todas
           las maneras demando comenzase luego esta obra y que por ganar
           tiempo hasta llegarla a la altura de la muralla la fundase sobre pi-
           lares de fbrica que pues la muralla los defiende -a los gastadores
           o albailes- de ser batidos, aunque la fbrica sea nueva ser de
           poca importancia y que sobre ellos arme trabazn para levantar
         24 Carta de Felipe II a Garca Toledo, 31 de octubre de 1565, Archivo General de
         Simancas, Estado 486, f. 29.
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                     Los presidios en el norte de frica y en la Nueva Espaa
               de tierra el dicho caballero [...]25; en 1573 ya tena alrededor de
               la vieja torre, un cinturn de nuevas construcciones:
                  la nueva fortificacin est muy adelantada para poder de-
               fender y falta poco para estar en toda perfeccin y lo que al
               presente es hecha para resistir toda la fuerza del gran turco
               cuando pudiese intentarla, y la fortificacin muy bien aten-
               dida y los fosos cumplidos...26. Se haban realizado obras
               interiores, tales como molinos, almacenes, cisterna, incluso
               una iglesia, ya que las misas se hacan encima de uno de los
               bastiones, en ellos se haba emplazado el armamento, que era
               la fuerza de la corona ante las flotas turcas. La nueva fortifi-
               cacin, rodeando la antigua, tiene baluartes y la torre como
               otro bastin ms; en el exterior, estaba rodeada de un foso
               con un canal hacia el mar. La Goleta protega el canal de
               entrada al lago de Tnez y su poblacin. En 1574 La Goleta y
               Tnez fueron tomados, a pesar de la obstinacin de don Juan
               de Austria en defenderlas, lo que demostr que un fuerte no
               bastaba para defender una ciudad de su tamao.
              Otro fuerte importante en Tnez fue Djerba o frica, tam-
          bin llamado Gelves; imposible de tomar en 1510, fue conside-
          rado pieza estratgica, pues su ubicacin le permiti controlar,
          junto con Trpoli, el estrecho entre Sicilia y Tnez, y as dominar
          el Mediterrneo hispano, es decir, la mitad occidental del mar.
              Trpoli y Djerba cambiaron de manos en varias ocasiones; en
          1550 la perdi Espaa a manos de Dragut: [...] Su armada de los
          Gelves que es una isla en las syrtes menores que por un puente
          se junta con el cabo de zeta, vino sobre frica, enviando delante
          por tierra un ejrcito de turcos. Tomada frica, Dragut se llam
          25 Carta de Garca Toledo al Rey, 27 de abril de 1565, Archivo General de Simancas,
          Estado 486, f. 29.
          26 Archivo General de Simancas, Estado 453, f. 85.
                                                                                     209 5
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         seor de ella...27. Dragut era uno de los ms peligrosos corsarios
         dedicado al pillaje; su estancia en Djerba era un estorbo para las
         maniobras de las flotas comerciales entre Italia y Espaa. En 1560
         se volvi a tomar la isla, cuando la flota de Piali Pacha, quien vino
         desde Constantinopla, destruy la armada espaola y las muchas
         galeras asentistas que cargaban bienes de la isla; se dedic a sitiar
         el fuerte, sin embargo no se perdi el valor de los ejrcitos de
         tierra que contrast con los marinos que se rindieron fcilmente:
                 [...] que los turcos tienen sus trincheras tan cerca del fuerte
              que fcilmente se tiran con los arcos y arcabuces y se hacen dao
              de la una a la otra parte y aunque han alzado una de ellas tan alta
              como los muros del fuerte no han asentado en ella artillera y aun
              que la asienten no le harn dao porque por dentro asimismo
              alzado los parapetos tras los cuales se va sin peligro ninguno28;
              cuando se pensaba que los turcos se retiraran por falta de ali-
              mentos y agua: ...que en la armada del turco se padece tanto
              por la falta de las vituallas, como en el fuerte de agua, porque de
              todas partes de Berbera les traen de comer todo es poco y no les
              basta...29. El 1 de agosto, capitul el fuerte por traicin de los
              soldados espaoles, que no resistieron el sitio: Djerba y el ao
              1560 marcan el momento culminante del podero otomano30.
             El Pen de Vlez de la Gomera, fue lugar de refugio de los
         moros, lo que oblig al rey en 1505 a iniciar conversaciones con
         el rey de Portugal para construir una fortaleza. El conde Pedro
         Navarro la construy en 1512:
         27 Juan Cristbal Calvete de Estrella, La conquista de la ciudad de frica en Berbera,
         traducida al castellano por Diego Gracin, Salamanca, Juan de Canova, 1558, 73 p.
         28 Avisos de los Gelves y de la armada turquesa. Lo que refiere un piloto de la gale-
         ra..., 14 de julio de 1560, Archivo General de Simancas, Estado 485.
         29 Ibidem
         30 Fernand Braudel, op. cit., v. II, p. 449.
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                     Los presidios en el norte de frica y en la Nueva Espaa
                  [...] fuerte y tajada y que al frente tena un espoln que iba
               muy tendido en el cual bata el mar por todas partes y que tena
               otro a la parte del poniente, que con dificultad se poda subir de
               ah a lo alto [...] que tena un puerto para tres galeras y veinte
               naos [...] y pido permiso a los reyes catlicos para hacer el fuerte
               ah y lo hizo y puso ah en el castillo que labr de cal y canto que
               era una torre de ocho varas en alto, por alcalde a Juan de Villalo-
               bos con 35 soldados y cinco bombardas... este hizo un aljibe que
               fue de gran provecho y una gra por donde suban un bergantn
               cuando le venan bastimentos de Mlaga [...]31.
               En 1564 fue capturada por los turcos y gracias a la enorme
          fuerza destinada por Garca de Toledo, fue tomada de nuevo:
                  [...] entraron en Vlez al cual dejaron los moros desamparado,
               juntamente con un fortezuelo que haban hecho a manera de
               palomar en la playa, pero haba un pueblo, ya que se alojaron
               en la mezquita los capitanes y en la villa y arrabales los dems,
               derribaron una torre a la mitad y subieron armas y pelotera, el
               alcalde fue Diego Prez de Arnalte [...] despus vinieron unos
               moros a tratar de paz para poblar y as se dej alguna orden
               dello [...]32.
              Actualmente es un fuerte en la cima de la roca, con una serie
          de muros de proteccin que caen a plomo sobre el mar, dejando
          dos terraplenes, uno como plaza militar donde se dispondran:
          hasta 400 soldados y 100 gastadores y marineros33, ms abajo
          el poblado, que se une a tierra firme por una lengua de arena que
          en pleamar se cubre de agua.
          31  Dionisio Hidalgo, Sucesos de las armadas as espaolas como turquesas, en
          Pedro Fernndez, Coleccin de documentos inditos para la historia de Espaa que
          publica el Marqus de la Fuensanta del Valle, Madrid, Viuda de Calero, 1842-1883, v.
          XIV, p. 504.
          32 Ibidem.
          33 Ibidem.
                                                                                      211 5
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        Luis Arnal Simn
                                              fig. 2
        Djerba en Tnez; se notan con claridad las diferentes etapas de crecimiento del
               fuerte, especialmente el refuerzo del permetro con nuevas torres.
                                Del archivo personal del autor
         La formacin de poblaciones en frica
         Formar centros de poblacin, puestos comerciales en los presi-
         dios o alrededor de ellos, no fue fcil, tampoco como dice Brau-
         del: se contentaban con no morir.34 La construccin de los
         presidios o fuertes y las subsecuentes ampliaciones, acarreaban no
         solo materiales de construccin sino mano de obra, gastadores,
         maestros y comerciantes legales e ilegales, que sacaban provecho
         de las penurias.
             Por un lado, los presidios tenan gente suficiente para formar
         un poblado y en algunos casos lo hicieron, como en Pen de
         Vlez y en Arzew, donde una pequea villa se ubic cercana al
         presidio, con pobladores de la regin. Pero a diferencia de los
         34   Fernand Braudel, op. cit., v. II, p. 278.
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                   Los presidios en el norte de frica y en la Nueva Espaa
          presidios en Mxico, donde los habitantes se arrimaban a sus mu-
          ros, estableciendo ligas comerciales y rutas de tierra, en el norte
          de frica se contaba con ms militares en su organizacin, las
          tropas y sus familias, trabajadores o comerciantes se establecan
          en el interior del fuerte; rara vez se atrevan a salir, por temor a
          algn ataque por tierra o por mar. En frica casi todas las vi-
          tuallas llegaban por barco y solo en los poblados como Orn,
          Argel, Melilla y Trpoli, las guarniciones obtenan algo de carne
          y trigo de las caravanas o de los cultivos de los alrededores; haba
          centros expendedores de trigo como Mlaga, o de quesos y vino
          como Npoles y Sicilia, que tambin les enviaban trigo, galleta,
          bizcocho, carne salada, pescado seco, habas y garbanzos, aceite,
          vinagre, sal y dems. As, era muy difcil que se hiciera un centro
          de poblacin, porque todo tena que obtenerse de los almacenes
          oficiales.
          Los Presidios en la Nueva Espaa, caminos de tierra
               Una frontera mvil con puntos dbiles por donde penetraban
          las tribus aguerridas, haca ms difcil el establecimiento de po-
          bladores, que solo podan sostenerse con la presencia de una red
          presidial; este sistema fue perfeccionndose en Nueva Espaa y
          fue el principal instrumento de conversin, defensa, proteccin,
          poblamiento y, por lo tanto, de consolidacin de los factores de
          produccin desde el siglo xvi al xviii. A diferencia de los presi-
          dios norafricanos, en tierra adentro se formaron poblados, esta-
          bleciendo un sistema de proteccin apoyado, por un lado, en la
          defensa de la posicin ganada y, por otro, el pensar que se poda
          formar un sitio autosuficiente y con un atractivo comercial. Las
          condiciones del territorio, tanto en la Nueva Espaa como en
          frica, eran inclementes; el calor intenso haca que los soldados
          de presidio tuvieran que aplicarse en la vestimenta que les deba
          de proteger de las certeras flechas de los indios; en ambos casos,
                                                                                  213 5
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         estaba conformado por terrenos semidesrticos y solo parcial-
         mente ocupados por tribus, en forma de reducidos grupos de
         familias que se movan asiduamente en busca de refugio y ali-
         mentos, relacionndose ocasionalmente con otros grupos con los
         que se cruzaban, intercambiando objetos diversos. La diferencia
         era que en frica las caravanas proporcionaban de vez en cuando
         algunos bastimentos, en cambio en Mxico era al revs, los indios
         atacaban los pueblos para robarse la comida o el ganado.
         La estrategia lineal
         Con el descubrimiento de las minas de Zacatecas en 1548, se dio
         un salto a travs de las lneas chichimecas, establecindose el ca-
         mino de la plata pasando por San Miguel, San Felipe, Portezue-
         lo, Ojuelos, Aguascalientes, Bocas, Cuicillo y Cinega Grande,
         con cortos ramales hacia las haciendas de sustento defendidas
         tambin por presidios35; estos fueron hechos de prisa, con los
         materiales a la mano y sin un plan preconcebido, por toscos capi-
         tanes de frontera, ayudados por lo mejor de la calaa, puado de
         mercenarios, a sueldo escaso y malamente armados, mayormen-
         te sostenidos por los mismos mineros, ganaderos, mercaderes o
         agricultores. Una vez que se desmontaba el presidio por estar en
         zona pacificada, era olvidado y con el tiempo se converta en una
         poblacin que aprovechaba cualquier resto de construccin para
         hacer casas, trojes y formar la plaza.
               Durante el siglo xvi y principios del xvii, los presidios se
         harn siguiendo una lnea, una cadena en la que cada eslabn era
         fuerte en s mismo y solo funcionaba para proteccin del mismo
         sitio, sin ninguna relacin con los alrededores, sobretodo si estos
         eran lejanos.
         35 Luis Arnal, El presidio en Mxico en el siglo xvi, Mxico, Universidad Nacional
         Autnoma de Mxico, Facultad de Arquitectura, 1995, p. 202.
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                   Los presidios en el norte de frica y en la Nueva Espaa
              Durante los ataques chichimecas no solo robaban ganado,
          ropa y mercancas, tambin hacan cautivos y mataban con refi-
          nada destreza a los pobladores y viajeros de esos caminos: arran-
          caban varias partes del cuerpo, costillas y huesos de los brazos y
          piernas, uno por uno, hasta que el cautivo mora36. Estos pre-
          sidios tenan una estrategia de abrir campo, empujando a las
          tribus hacia el norte y liberando amplios espacios para el cultivo
          y crianza; algunos tuvieron la misin de proteger asentamientos
          congregados por las rdenes mendicantes, otros defendan reales
          mineros, y otros ms estaban en lugares que formaban el mismo
          camino hacia Zacatecas, funcionando tambin como almacenes,
          hostales o corrales.
              Esta cadena parta de Mxico, llegando hasta ms all de
          Zacatecas, localizndose en los centros mineros de Fresnillo,
          Sombrerete, San Martn, Chalchihuites, San Andrs, Cuencame,
          Avio y Mazapil; por el poniente, los presidios de San Hiplito
          de Topia y Santa Catalina de Tepehuanes defendan las misiones
          y minas de Santiago Papasquiaro. La ubicacin de estos presidios
          iniciales fue en forma de puestos aislados: las partes y lugares
          donde estos salteadores hacen daos son en los ltimos pueblos
          de la Nueva Espaa y en haciendas, estancias de ganado y labores
          que confinan con sus trminos y tierras y asimismo las minas y
          caminos que van hacia ellos porque son las ltimas partes que
          hay...37.
          La defensa centralizada
          La rebelin de los acaxees, xiximes, tepehuanes, salineros y con-
          chos entre 1610 y 1645, y la gran alianza entre los tarahumaras de
          1649 a 1653, conocida como la sublevacin de indios brbaros
          36 Philip Powell, La guerra Chichimeca (1550-1600), Mxico, Fondo de Cultura Eco-
          nmica, 1977, p. 65.
          37 Orozco al Rey, 25 de noviembre de 1576, Archivo General de Indias, Mxico 69.
                                                                                    215 5
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        Fuerte de Montesclaros; la actual plaza central de la ciudad, estaba ocupada por
                                 la plaza de armas del presidio.
                                   Reinterpretacin del autor.
         en los contornos de Nueva Vizcaya38, as como las rebeliones en
         Texas y Coahuila, forzaron una modificacin en la composicin
         de las tropas y en la distribucin arquitectnica de los presidios.
         Se fue pasando de un pequeo fuerte a base de tapias, adobe o
         palizada, suficiente solo para albergar unas cuantas tropas y ca-
         ballada en su interior, a una pequea concentracin de casas de
         soldados, capitn, capilla y almacenes, formadas en cuadro, con
         una plaza de armas en medio, a cuyo alrededor con el tiempo
         empezaron a asentarse comerciantes, artesanos y algunos pocos
         pobladores dedicados a la agricultura, con huertos y corrales,
         formando un pequeo conglomerado e inicindose el binomio
         presidio-villa.
         38   Carta al Rey, 22 de diciembre de 1685, Archivo General de Indias, Guadalajara 141.
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                   Los presidios en el norte de frica y en la Nueva Espaa
               Las distancias cada vez mayores entre presidios, impusieron
          un nuevo concepto; ya no se poda depender de la ayuda del
          presidio prximo, sino de lo que cada uno lograra por s mis-
          mo. Dado el avance de los misioneros que se iban localizando
          en parajes cada vez ms peligrosos para ellos, se oblig a localizar
          presidios en zonas cada vez ms alejadas de la frontera.
               En Nuevo Len, los presidios de Cerralvo (1626) y Cadereita
          (1637) fueron villas, y tuvieron conventos fundados en 1630 y
          1640 respectivamente; protegieron las misiones franciscanas que
          se ubicaron unos aos ms tarde en sus alrededores: Santa Mara
          del Ro Blanco (1648), San Cristbal de los Gualagises (1664),
          San Antonio de los Llanos (1666), Santa Teresa del lamo (1659),
          San Nicols de Gualeguas (1672), Nuestra Seora de Dolores de
          la Punta de Lampazos (1698), Guajuco (1736), Labradores (1678)
          y Boca de Leones (1687)39. En varios casos, las misiones crecieron
          en pobladores, a tal grado que pudieron defenderse solas, como
          en Linares donde hubo convento (1715). Pero el factor que deto-
          n la formacin de presidios centralizados en Nueva Vizcaya,
          fue la catstrofe de Nuevo Mxico de 1680, que se extendi desde
          la regin de los Moqui y Pueblo, a otras naciones como los con-
          chos, tobosos, julimeos y un centenar de tribus ms (en 1683 se
          sublevaron ochenta y cinco naciones del ro Nazas y la Laguna)40
          obligando por un lado a mover a todos los pobladores y misiones,
          desde Santa Fe y las riveras del alto ro Grande, hacia el sur; los
          ataques llegaron hasta Casas Grandes, Julimes y Conchos.
               En Madrid se tomaron decisiones vitales que modificaron la
          estrategia geogrfica, la forma de entender la estructura y funcin
          de los presidios; se orden la eliminacin de los presidios de San
          Hiplito de Topia y Santa Catalina de Tepehuanes, ya que los
          acaxees y tepehuanes haban mantenido la paz por ms de setenta
          39 Israel Cavazos, Breve historia de Nuevo Len, Mxico, El colegio de Mxico, 1999,
          pp. 31-38.
          40 Luis Navarro, Don Jos de Glvez y la comandancia de las provincias internas del
          norte de Nueva Espaa, Sevilla, Escuela de Estudios hispanoamericanos, 1964, p. 30.
                                                                                      217 5
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         aos, y San Sebastin (Chiametla), aunque este ltimo se conser-
         v un poco ms de tiempo. Carlos II orden en 1685 la creacin
         de cuatro presidios fundamentales para la defensa de Nueva Viz-
         caya: Pasaje (Cuencame), San Pedro del Gallo, Cerro Gordo: El
         presidio con veinticuatro soldados y un cabo, fabricaron el fuerte
         en el puesto ms conveniente y en el medio de la circunferen-
         cia fundndose este presidio para que explorase la tierra, corriese
         las campaas...41 y Conchos, en una lnea casi vertical de sur a
         norte, entre Fresnillo y Chihuahua, conservando la distancia de
         veinticinco leguas entre uno y otro; en 1711 se fundara el presidio
         de Mapim, que penetraba ms hacia el Bolsn. Es importante
         destacar la forma arquitectnica de estos presidios, que repre-
         sentaban una ciudad interior; dejando afuera el mundo salvaje y
         dentro la organizacin protegida (por eso las murallas) dotaban
         de seguridad a los soldados y a los agricultores; de aquellas cons-
         trucciones del siglo xvi, se pas a la teora militar, la trinchera, el
         anillo defensivo, el engao de sus murallas de madera o adobe,
         pintadas como piedras, el fuerte-casa, autosuficiente y prctico,
         que limita al territorio y fue smbolo en la soledad de la frontera,
         pieza inexpugnable.
             En el norte y a espaldas de la Tarahumara, se erigi el presidio
         de San Felipe y Santiago de Janos en 1686, que se sostuvo durante
         todos los cambios de estrategias, ya que cortaba el paso de los pi-
         mas por las sierras hacia el presidio de Fronteras (1720) y Sonora.
         Casas Grandes y el Paso del Norte se establecieron en 1687 y 1682,
         para proteccin de los colonos que huan de Nuevo Mxico y las
         misiones que se reubicaron en las mrgenes del ro Grande.
             En Coahuila se fund el presidio de Santiago de la Monclova
         en 1689, con la intencin de dejar un puesto de refuerzo en el
         camino hacia Texas, y en 1701 se levant el presidio de San Juan
         Bautista del Ro Grande (Paso de Francia) como proteccin de
         41Thomas Taylor, The presidio and militia on the Northen of New Spain 1570-1700,
         Tucson, University of Arizona Press, 1980, p. 454.
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                   Los presidios en el norte de frica y en la Nueva Espaa
          las misiones cercanas: [...] estos para situacin de su presidio una
          cinega que estaba inmediata a la misin de San Juan Bautista,
          lugar de poca comodidad ya que por lo bajo el sitio da poco lugar
          a los vivientes y por consiguiente son excesivos los calores...42;
          este sera el primer escaln hacia las fundaciones del ro San An-
          tonio43. La reorganizacin del territorio oblig a que los presi-
          dios en la segunda etapa se convirtieran en entidades mviles; los
          soldados salan constantemente a patrullar, pero siempre con el
          peligro que los ataques penetraran entre estos crculos.
          La lnea de presidios en la frontera
          En virtud de las visitas a los presidios, desde 1724 se fueron dando
          los primeros proyectos de una organizacin total de la frontera;
          militar y administrativamente, los altos costos de las tropas y la
          ineficiencia de los presidios en ciertos sitios que no impedan los
          ataques a las misiones o a los colonos fueron obligando a reforzar
          ciertos puntos y olvidar otros, pero sobre todo, a proceder con
          normas y reglamentos, a reponer la disciplina y orden entre sol-
          dados, indios, colonos y misioneros.
              A consecuencia de la visita de Rivera 1724-1728, y con las
          opiniones de diversos capitanes de frontera, se inici una redis-
          tribucin territorial, aadiendo nuevos presidios. En Sonora se
          fund el de Terrenate ( 1741), Tubac (1752), San Pedro de la Con-
          quista del Pitic (1741), San Miguel de Horcasitas (1750) y Buena-
          vista, este fundado primero con refuerzos del presidio de Sinaloa
          en 1740 y reforzado permanentemente en 1765 (San Carlos de
          Buenavista).
              En la zona norte de Nueva Vizcaya, Rivera dej ocho pre-
          sidios: Janos, Conchos, San Bartolom, Mapimi, Cerro Gordo,
          42 Descripcin del territorio del presidio, Archivo General de la Nacin, Historia 29.
          43 Robert Weddle, San Juan Bautista, gateway to Spanish Texas, Austin, University
          of Texas Press, 1991, p. 37.
                                                                                        219 5
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         Gallo y Pasaje, y el del Paso que dependa de Nuevo Mxico. Pero
         fue a partir de 1761 que se fueron exponiendo nuevas razones
         para modificar la estrategia general. Se ampli la defensa hasta
         Sonora, consolidando el presidio de San Carlos de Buenavista en
         el ro Yaqui en 1765, y en ese mismo ao otro en el Valle de San
         Buenaventura, entre Janos y el Paso del ro del Norte, el primero
         para detener a los indios de Cerro Gordo, y el segundo como
         defensa de Chihuahua, conservndose San Miguel de Horcasitas,
         localizado entre los pueblos seris de Ppulo y los ngeles. En
         toda esta tctica se trataba de enlazar los territorios y proteger los
         asentamientos locales.
              La expedicin de Rub iniciada en 1766, acompaado de
         Nicols Lafora, le dio oportunidad de hacer un recorrido por
         casi todos los presidios hasta entonces en funciones; con esta
         inspeccin se dejaron organizados: Janos, San Buenaventura, El
         Paso, Julimes, Huajoquilla, Cerro Gordo y Pasaje; es decir, des-
         parecen San Bartolom sustituyndose por Huajoquilla, Con-
         chos por Julimes, Mapim y El Gallo se eliminaron, y se reforz
         el de San Buenaventura. En Coahuila estaban el de Monclova y
         San Juan Bautista del Ro Grande, aadindose dos ms, Santa
         Rosa del Sacramento y San Sab, que se sujet a la provincia
         cuando se traslad bajo el ro Grande en 1773, con el nombre
         de San Vicente; en Texas se puso uno ms, el de Orcoquizac,
         sumndose a los tres de los Adaes, San Antonio y la Baha.
         Cerralvo y Cadereita se eliminaron dejando mejor fortificado
         Monterrey se conservaron el de Santa Fe y la Mesa del Nayar.
         Sin embargo, estos reacomodos no fueron suficientes para des-
         alentar a los indios entre 1749 y 1763; haban causado ms de
         ochocientas muertes, muchas minas se haban abandonado y
         los indios vendan ganado en Coahuila con hierros de Nueva
         Vizcaya; los apaches, natajes, coahuiltecos y otras tribus aliadas,
         entraban hasta el camino real de Chihuahua con facilidad, por
         lo que se decidi formar una lnea ms estrecha que contuviera
         las andanzas de los indios.
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                    Los presidios en el norte de frica y en la Nueva Espaa
              Pero la importancia de estas expediciones fue el reconoci-
          miento del territorio y de los movimientos de las tribus. Los
          indios se sentan como un impedimento para el avance de los
          colonos y mineros, y ms aun del progreso, como lo plantea-
          ban las ideas ilustradas: en todos estos cerros (Huajoquilla) hay
          muchas minas de plata, que no se trabajan por temor de los
          brbaros44.
              En 1771 con las ideas de Glvez y otros jefes militares, se pas
          al Consejo y al rey un dictamen de reubicacin de presidios;
          al reducir el nmero de presidios, se crea reducir al erario los
          gastos que ocasionaban los veinticuatro existentes. Aunque esta
          propuesta fue la primera en plantear la nueva estrategia de ligar
          los presidios en forma tal que impidieran los ataques, la pues-
          ta en operacin del plan tuvo que esperar unos aos ms. Este
          concepto lineal provena de los tratados militares que explicaban
          la funcin de las trincheras o lneas de defensa que ya haban
          practicado en obra y teora el Marqus de Santa Cruz de Marce-
          nado, quien en Orn, Cerdea y Portugal, hizo efectivo el uso de
          avances escalonados para acercarse a las plazas y tomar tierras en
          poder del enemigo45.
              Las provincias internas solo podan sostenerse con un plan
          de accin que combinara el poblamiento, la defensa y la pro-
          duccin. Hugo OConnor dedic la mayor parte del tiempo en
          que tuvo el mando de la frontera como inspector de los presidios
          internos (1771-1777), en garantizar estos tres determinantes; pero
          solo tuvo xito gracias al entendimiento que tuvo con el virrey
          Bucareli. Fue hasta 1772 en que gracias a los esfuerzos de varias
          expediciones, y especialmente a lo aportado por Rub y los planos
          de Lafora, se public en Madrid el Reglamento e instruccin para
          los presidios que se han de formar en la lnea de frontera de la
          44 Nicols de Lafora, Relacin del viaje que hizo a los presidios internos situados en la
          frontera de la Amrica Septentrional, Mxico, P. Robredo, 1939, p. 274.
          45 Miguel Artola, El pensamiento militar de Santa Cruz de Marcenado, Revista de
          Historia Militar, Ministerio de Defensa, Madrid, n. 29, 1985, pp. 75-80.
                                                                                           221 5
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        El presidio de Carrizal se construy a corta distancia de la misin; la forma del
              presidio obedece a los criterios militares de principios del siglo xviii.
                                    Reinterpretacin del autor
         Nueva Espaa, resuelto por el rey nuestro seor en cdula de 10
         de septiembre de 1772. As, se movieron los presidios para ubicar-
         los en una lnea continua, desde las costas del mar de Corts has-
         ta el golfo de Mxico, liberando todos los movimientos rebeldes
         al sur de la lnea e impidiendo el paso de ataques apaches desde el
         norte; el proyecto contemplaba que los presidios deberan quedar
         a unas cuarenta leguas uno de otro. Se hicieron otros presidios
         nuevos, como el de Prncipe o Pilares en 1774, entre San Elizario
         y la Junta, para conservar la distancia reglamentada, y el de Babia
         entre Agua Verde y San Carlos, veinte leguas al sur del ro Gran-
         de. Las guarniciones de Nuevo Len y Nayarit se suprimieron, y
         redujeron al mnimo las de Buenavista, Horcasitas y el Orcoqui-
         zac en Texas. Con esto se reduca la lnea a quince presidios, ms
         el de San Antonio del Bejar y la Baha.
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                     Los presidios en el norte de frica y en la Nueva Espaa
              La organizacin de los presidios, como lo plante Rub, deja-
          ba a cada uno con cincuenta hombres de guarnicin, compren-
          diendo a tres oficiales y un sargento, con lo que la lnea quedaba
          formada por setecientas cincuenta plazas, ms los individuos de
          los presidios alejados (Santa Fe, la tropa de Robledo, San An-
          tonio y El Cbolo) se aumentaban a novecientos diez hombres;
          adems, haba que incluir a las compaas volantes de Sonora46.
          Los proyectos arquitectnicos de los presidios se modificaron de
          acuerdo con los tratados de ingeniera militar, los del siglo xvii y
          principios del xviii eran ms bien un grupo de casas de soldados
          alrededor de las cuales se limitaba una plaza de armas no muy
          grande, con el rea de corrales anexa, con una capilla pequea y
          casa para el capitn, y que con el tiempo fue un atractivo y se-
          guridad para nuevos pobladores, indios y mestizos, que hicieron
          sus casas y huertos en las inmediaciones. En los de nueva fbrica
          del siglo xviii, se adoptaron los dos ltimos modelos, un cuadro
          de casas de soldados alrededor de una plaza de armas formando
          un recinto seguro (Janos, Huajoquilla, Carrizal, El Paso), y los
          de planta cuadrada con dos baluartes (San Carlos, Pilares, San
          Elizario):
                  Se ha de formar primero el cuadro de tapias comunes de ado-
               bes y los dos pequeos baluartes en sus ngulos en forma de
               diamante, y despus levantar en el interior la capilla, cuerpo de
               guardia, casa del capitn, oficiales, capelln y habitaciones de los
               soldados e indios, guarecindose todos entretanto en tiendas de
               campaa y barracas provisionales...47 .
          46 Fernando Ocaranza, Crnica de las provincias internas de Nueva Espaa, Mxico,
          Polis, 1939, p. 323.
          47 Jos Basilio Arrillaga, Recopilacin de leyes, decretos, bandos, reglamentos, circulares
          y providencias de los supremos poderes de los Estados Unidos Mexicanos, vols. Mxico,
          Imp. A. Boix, M. Zornoza, 1861-1866, v. IX, p. 141.
                                                                                             223 5
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             Con la Comandancia General de las Provincias Internas, se
         reforz la presencia de los presidios con compaas volantes for-
         madas por indios amigos como los patas, y se dot de armas y
         entrenamiento a las milicias de los poblados, lo que modific la
         estrategia defensiva, con la organizacin de pueblos y villas de
         apoyo a los presidios.
         El tejido defensivo con la red de villas
             Croix se dio cuenta de que solo con los presidios no era po-
         sible detener las incursiones de los enemigos; el alto costo que
         esto comprenda, le llev a replantear la situacin defensiva, la
         administracin y produccin en la frontera; en su ltimo informe
         de 1782, propuso algo que transform radicalmente el concepto
         de frontera, pasando de una situacin solo militar a otra, en la
         que se combin la presencia de pueblos y villas ms consolidados,
         debido a que algunos fueron pueblos de misin, para ir eliminan-
         do el costo del sistema presidial. En el primer frente, el Prncipe,
         de 1780, se dise como el pueblo de Coyame, la tropa de San
         Carlos pas tambin a la villa de Chorreras y la de San Vicente o
         La Babia fue distribuida en el pueblo de Santa Rosa, donde ha-
         ba cuarenta vecinos y varios sirvientes, y en sus contornos doce
         ranchos desde una a cuatro leguas de distancia donde hay muy
         buenas labores48. La tropa del presidio de Aguaverde se trasla-
         d a la villa de San Fernando de Austria fundada en 1753, para
         entonces una villa de buen tamao, donde tambin se haban
         acogido los pobladores de los Adaes cuando se pas la capital de
         Texas a San Antonio; a la tropa de Monclova Viejo la regres a
         Monclova, que para entonces tena [...] cien familias de vecinos
         espaoles, mestizos y mulatos. La villa tiene una planta hermosa,
         48   De Lafora, op. cit., p. 182.
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                   Los presidios en el norte de frica y en la Nueva Espaa
          gran plaza, calles despejadas y tiradas a cordel. Los edificios son
          bajos, de adobe y los ms sin blanquear como en Saltillo49.
              Croix pensaba modificar algunos presidios y rancheras, ha-
          ciendo la traza de veintiocho nuevas poblaciones, con las ideas
          surgidas en Espaa y los experimentos de la Sierra Morena, po-
          blaciones fundadas en las teoras de produccin y fomento puestas
          en prctica por Campomanes, donde se increment el nmero de
          artesanos y pequeos comerciantes, sustituyendo poco a poco a
          los agricultores.
              Si bien el desarrollo de la frontera pas por muchos conflictos,
          no cabe duda de que la poltica presidial consolid y pacific el te-
          rritorio con los primeros presidios del siglo xvi y hasta la unin del
          presidio-villa, que fue integrando una red y conectando centros
          productores con comerciales, en un amplio territorio que siempre
          tuvo escasez de pobladores.
              Estos dos sistemas presidiales fueron el mtodo para intentar
          pacificar y obtener un espacio de tierra que pudiera funcionar
          como impulsor de nuevos descubrimientos, a pesar de la gran-
          des fuerzas desplegadas en frica, de los gastos, recursos de gente,
          materiales y expertos constructores que se llevaron all, solo unos
          cuantos presidios pudieron resistir hasta el siglo xviii, y en pocos
          casos se logr formar un centro de poblacin, a diferencia de la
          Nueva Espaa, donde en tierra adentro se dieron mejor las condi-
          ciones para formar poblados permanentes a partir de los presidios.
          49 Juan Agustn Morfi, Viaje de indios y diario del Nuevo Mxico, Mxico, Porra,
          1935, pp. 281-82.
                                                                                   225 5
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