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Arminio Se Revuelca en Su Tumba

Se han preguntado ¿por qué el evangelicalismo actual se encuentra en el estado en el que se encuentra? Todo sistema filosófico o teológico-cualquier forma de pensamiento-depende de la teoría o de la doctrina en la que se basa. Esa doctrina es la que moldea todo el sistema y le da sus características propias que lo distinguen de los otros sistemas filosóficos o teológicos.

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Arminio Se Revuelca en Su Tumba

Se han preguntado ¿por qué el evangelicalismo actual se encuentra en el estado en el que se encuentra? Todo sistema filosófico o teológico-cualquier forma de pensamiento-depende de la teoría o de la doctrina en la que se basa. Esa doctrina es la que moldea todo el sistema y le da sus características propias que lo distinguen de los otros sistemas filosóficos o teológicos.

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¡Arminio Se Revuelca En Su Tumba!

Se han preguntado ¿por qué el evangelicalismo actual se encuentra en el estado en el que se


encuentra? Todo sistema filosófico o teológico-cualquier forma de pensamiento-depende de la
teoría o de la doctrina en la que se basa. Esa doctrina es la que moldea todo el sistema y le da sus
características propias que lo distinguen de los otros sistemas filosóficos o teológicos.

El evangelicalismo, como sistema doctrinal, está sujeto al mismo principio. Pudo haber comenzado
con ciertas características propias de las raíces doctrinales que lo hicieron crecer, pero de pronto,
por la entrada y aceptación de otras teorías fue moldeado en lo que vemos en nuestros días. Michael
Horton escribió en la década de los noventa un gran artículo en la revista Modern Reformation
afirmando que el término evangelicalismo debía ser desechado para el sistema teológico protestante
que conocemos hoy en día y que es tan popular (ver enlaces traducidos aquí, aquí y aquí).

Todo el argumento de Horton era que el evangelicalismo contemporáneo se había apartado del
verdadero sentido evangélico que caracterizó al sistema teológico de la antigüedad. Y Horton tenía
razón. Cuando hablamos con aquellos creyentes que no tienen convicciones reformadas vemos un
sistema teológico bastante aberrante. Muchos de ellos se definen como arminianos, pero la realidad
es otra.

Ciertamente los creyentes que mantenemos una teología reformada somos los menos, pero cuando
consideramos a los creyentes que mantienen una posición arminiana clásica, podemos notar que no
son tampoco la mayoría. ¿Cuál es el sistema teológico, entonces que domina en lo que conocemos
hoy con el nombre de evangelicalismo? Tristemente es el mismo sistema doctrinal que el de Roma.

Han habido muchos reformados que han atacado al arminianismo tratándolo como el complemento
católico romano, sin embargo creo que esto es algo injusto. Honestamente creo que el sistema
teológico arminiano es inconsistente. Tienen una visión inadecuada del hombre –por lo menos en la
práctica; tiene una visión inadecuada de la obra de Cristo; tiene una visión inadecuada del Espíritu
Santo; tiene una visión inadecuada de la soberanía de Dios, entre otras cosas. Pero no creo que
podamos compararlo con la teología que ha salido del Vaticano. Los arminianos del siglo XVII se
identificaban plenamente con el protestantismo, a pesar de no estar de acuerdo con el sistema
reformado que fue el que diferenció al evangelicalismo del romanismo.

Tristemente el evangelicalismo contemporáneo no cumple ni siquiera con los postulados


arminianos. Por lo menos no se basa en las afirmaciones clásicas expuestas por Jacobo Arminio. El
evangelicalismo moderno no es arminiano, sino semi-pelagiano. Y deseo usar este término, ya que
he visto muchos casos que ni siquiera podríamos usar este término, pues son claramente pelagianos.
Y ya voy a hablar un poco más sobre estos términos.

Pelagianismo

Este es un sistema teológico que lleva su nombre porque se basa en las enseñanzas de un monje
inglés que vivió en el siglo IV llamado Pelagio. Este monje fue el mayor oponente de Agustín y sus
enseñanzas. Prácticamente no contamos con escritos de Pelagio. Lo que sabemos lo conocemos por
los escritos de Agustín en contra de las enseñanzas pelagianas.

Agustín estaba enseñando en el siglo IV que el hombre en su estado natural era un pecador. Es más,
afirmaba que toda la humanidad era una masa de pecado. Decía que al estar el hombre natural unido

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a Adán por descendencia, heredaba el pecado suyo. Agustín estaba enseñando la doctrina del
pecado original como era promulgada por la iglesia.

El estado espiritual del hombre natural, enseñaba Agustín, era el de un muerto. Cuando Pelagio
supo de las enseñanzas de Agustín, se encolerizó y con más energía empezó a enseñar lo contrario.
Para Pelagio el pecado original era una farsa. Enseñaba que, “El pecado de Adán perjudicó sólo a
Adán, y no a la raza humana; y que los infantes al nacer se encuentran en el mismo estado de Adán
antes de la transgresión.“

Este es el pensamiento secular. El hombre natural no cree en el pecado original. Ellos saben que hay
algo malo en el mundo, sin embargo no pueden, ni quieren reconocer que es causa del pecado
original. Pero, ¿a cuántos creyentes hemos escuchado afirmar que un bebé es una criatura inocente
y sin pecado? ¡Me imagino que a bastantes! Este pensamiento es totalmente pelagiano. ¡No es
cristiano!

Debido a que Pelagio no creía en el pecado original, el hombre, decía él, aprendía a hacer el mal y
el bien. Su estado espiritual era neutral. Era el medio ambiente en el que el hombre se desenvolvía,
u otros hombres, los que le enseñaban a un niño a hacer el mal. Por lo tanto, en cuanto a la
salvación, la gracia no era necesaria. Cuando Pelagio leyó las Confesiones de Agustín, se encolerizó
al leer lo siguiente, No hay esperanza para mí excepto en tu gran misericordia. Dame la gracia
para hacer lo que tu ordenas, y ordena que yo haga tu voluntad.” Confesiones. Libro x. xxix

Para Pelagio no había necesidad para la gracia de Dios, pues el hombre era capaz de obedecer a
Dios y de hacer lo que le era requerido por Dios. Y si el hombre tenía esa capacidad, entonces no
era necesario ningún regalo de parte de Dios. El hombre era capaz de reconciliarse con el Señor por
sus propios medios.

Para Pelagio el hombre no estaba muerto espiritualmente, sólo enfermo, y por lo tanto ningún
hombre necesitaba nacer de nuevo o ser regenerado, ya que no había porque hacerlo, si el hombre
natural era en sí mismo bueno. El pecado era algo que el hombre natural había aprendido a hacer y
por lo tanto, algo que podía dejar si así lo quisiera. Podía sanarse a sí mismo. En el sistema
pelagiano lo único que necesita el hombre para ser salvo es el llamado de Dios por medio del
evangelio. ¡Sólo eso! Después, el hombre tiene la capacidad moral de responder a ese llamado sin la
necesidad de la gracia de Dios.

Por supuesto que la iglesia reaccionó y condenó las enseñanzas de Pelagio como herejías en el
segundo concilio de Orange en el año 529 d.C.

Semi-Pelagianismo

Este sistema surge con la idea de hacer menos extremas las posiciones de Agustín y de Pelagio con
respecto a la doctrina de la salvación, y llegar así a un punto intermedio. No niega por lo tanto la
doctrina del pecado original como sí lo hizo el pelagianismo, sin embargo tampoco mantiene la
doctrina de la depravación del hombre que surge de los escritos agustinianos.

Para este sistema el hombre es un pecador por naturaleza al ser descendientes de Adán. Sin
embargo, tampoco está totalmente corrompido por el pecado como era afirmado por Agustín o los
reformadores. El hombre, en este sistema, continúa siendo un mero enfermo, y no un muerto
espiritual.

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En lo que se refiere a la salvación afirma que el hombre natural tiene la capacidad de buscar a Dios
y producir la fe necesaria en Jesucristo. Una vez que esto ha ocurrido, por el libre albedrío que
supuestamente le es inherente al hombre, Dios aumenta y protege esa fe completando el proceso de
la salvación. La fe precede a la regeneración. Es decir, un hombre natural es capaz de producir fe en
Jesucristo y arrepentimiento no habiendo nacido de nuevo aún. Es a causa de esos supuestos actos
voluntarios del hombre que hacen a Dios regenerar al pecador.

A esto se le llama sinergismo, es decir, que la salvación es una obra de cooperación entre el hombre
y Dios. Dios llama a los hombres por medio del evangelio, el hombre inicia su salvación
produciendo fe y buscando a Dios, y es Dios quien entonces sigue el proceso aumentando esa fe y
asegurando la salvación de ese pecador que quiso, por su propia voluntad, ser salvo.

Este es, además, el sistema soteriológico del catolicismo romano. Noten lo que dice el catecismo en
cuanto a la libertad humana, “Nuestra libertad se halla debilitada a causa del pecado original. El
debilitamiento se agrava aún más por los pecados sucesivos” [CIC 366]. Para el romanismo,
entonces, el pecado solamente debilita al hombre natural, quien tiene la capacidad de responder por
sí mismo al llamado de Dios.

El semipelagianismo admite que el hombre necesita ser salvo, sin embargo el hombre inicia este
proceso y Dios es quien continúa la salvación. El hombre y Dios cooperan o trabajan juntos en su
salvación.

Arminio

Pero, ¿podríamos decir que el arminianismo es idéntico al semi-pelagianismo? Creo que esto no
sería justo. Noten lo que afirmaba Arminio con respecto al estado del hombre natural y su
capacidad,

“Pero en su estado pecaminoso y caído, el hombre no es capaz, por sí


ni de él mismo, tanto pensar, desear, o hacer aquello que es
verdaderamente bueno; sino que es necesario que sea regenerado y
renovado en su intelecto, afecciones o voluntad, y en todos sus
poderes, por Dios en Cristo por medio del Espíritu Santo, para que
esté calificado para comprender correctamente, valorar, considerar,
desear, y hacer aquello que es bueno. Cuando es hecho partícipe de
esta regeneración o renovación, considero que, debido a que ha sido
libertado del pecado, es capaz de pensar, desear, y hacer lo que es
bueno, pero no sin la continua asistencia de la Gracia Divina.” Obras
de Jacobo Arminio. Volumen 1.5.iii

Suena un poco reformado, ¿cierto? Pero, no hay duda que Arminio no creía lo que los semi-
pelagianos y pelagianos del pasado creían con respecto al hombre y su salvación. Ciertamente su
sistema teológico estaba plagado de inconsistencias, pero debemos afirmar que su antropología era
bíblica –por lo menos en la teoría.

Evangelicalismo Contemporáneo

Sin embargo, no podemos decir lo mismo del evangelicalismo de nuestros días. Cuando discutimos
con creyentes no reformados se pueden notar claramente las diferencias con los puntos propuestos

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por Arminio. Muchos se identifican con el arminianismo, pero cuando analizamos sus postulados
notamos claramente el semi-pelagianismo.

La mayoría de evangélicos creen que los niños son inocentes. Y esto es, como vimos, claramente
pelagiano. Y en cuanto a la salvación, creen que a pesar de que el hombre es un pecador por ser
descendiente de Adán, y de afirmar que es un esclavo del pecado, no está tan esclavizado, ni tan
muerto, ya que tiene la capacidad de mover su voluntad para hacer la voluntad de Dios, aparte de la
gracia y de la regeneración.

Entonces, contrario a lo que enseñó Arminio, ellos creen lo que los católicos romanos creen,
haciéndolos semi-pelagianos. Y esto me quedó muy claro en una reciente discusión en un foro en
Facebook. Argumentando en contra de la posición reformada un hombre comentando sobre el
pasaje de Mateo 12: 46-50 dijo lo siguiente,

“¿Sabes que le ocurría a María y al resto de la familia humana de


Jesús?, no habían decidido todavía someter su voluntad y esto es una
decisión personal.”

El punto era que los hermanastros rechazaban a Cristo por su propia voluntad, pero que iban a
someterse a Él de sus propias fuerzas o por su propia voluntad. No hay necesidad de gracia, sino
que en su estado natural tenían la capacidad de obedecer a Cristo y someterse a Él con fe y
arrepentimiento.

El problema del evangelicalismo actual es que ha intentado con todas sus fuerzas de defender el
libre albedrío del hombre, y se ha negado a someterse a la verdad bíblica de la depravación del
hombre a causa del pecado. Y por ese fin se han introducido enseñanzas totalmente pelagianas
como las que he expuesto con respecto a la salvación.

¿Quién es el causante de este declive doctrinal? La mayor culpa la tiene Charles Finney, un hombre
que a principios del siglo XX negó la doctrina del pecado original, argumentando que la
depravación no era un atributo de la naturaleza humana. El hombre no heredaba el pecado de Adán.
Con ello introdujo toda una serie de doctrinas que atentaban contra la doctrina bíblica de la
salvación, la redención, la justificación, la expiación, etc. Para este hereje, la salvación era iniciada
por el hombre y luego era continuada por Dios. La fe precedía a la regeneración. Es más, en un
artículo sobre las condiciones para ser salvo escribió,

“No digas o no pienses que no puedes hacer lo que Dios requiere. Al


contrario, piensa siempre que puedes hacerlo. Si partes de la base
que no puedes, esta misma suposición será fatal para tu salvación.”

Y más adelante escribe,

“Dios, sin duda ha hecho todo lo que tiene que hacer para tu
salvación. Todo lo que en la naturaleza del caso le corresponde hacer
a Él, o bien ya lo ha hecho, o está dispuesto a hacerlo tan pronto
como tu posición y actitud sea tal que se lo permita hacerlo. Mucho
antes de que nacieras ya vio de antemano todas tus necesidades como
pecador, y empezó a hacer provisión para ellas. Dio a su Hijo para
que muriera por ti, haciendo con ello todo lo que hay que hacer con
miras a la expiación. Él dispuso que fuera preparada su Palabra y
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que el Espíritu estuviera a tu disposición. En realidad, te ha dado las
mayores evidencias posibles de su energía y prontitud en hacer su
parte, pues tiene interés en tu salvación. Tú lo sabes bien. ¿Qué
pecador teme que Dios haya sido descuidado en hacer su parte en la
salvación? Ninguno. No, muchos están más bien contrariados de que
Dios trabaje con tanto interés para asegurar su salvación. Y ahora,
¿puedes en buena conciencia decir que estás esperando a que Dios
haga su parte en este cumplimiento tuyo del deber?

El hecho es que hay cosas que tú tienes que hacer que Él no puede
hacer por ti. Las cosas que te ha mandado y revelado como
condiciones de tu salvación Él no puede hacerlas por ti, y no las hará.
Si Él pudiera hacerlas no te pediría que las hicieras. Todo pecador
tiene que considerar esto. Dios requiere tu arrepentimiento y fe
porque es imposible que otro los ponga por ti. Son cosas personales,
tuyas propias, el ejercicio voluntario de tu propia mente; y no hay
otro ser en el cielo, tierra o infierno que pueda hacer estas cosas en
tu lugar. En tanto que la substitución era posible, Dios ya lo hizo,
como en el caso de la expiación.

Si tienes intención de ser salvo, no tienes que esperar a que Dios


haga nada. No hay nada que tengas que esperar. Dios ha hecho de su
parte todo lo que tenía que hacer y no le queda nada. Está dispuesto y
esperando en este momento para hacer su deber e impartirte la
gracia necesaria.”

Noten las palabras subrayadas: “Dios requiere tu arrepentimiento y fe porque es imposible que otro
los ponga por ti. Son cosas personales, tuyas propias, el ejercicio voluntario de tu propia mente.”
Para Finney, la fe y el arrepentimiento eran algo que podía ser producido por el hombre natural por
la voluntad de su propia mente. No era necesaria la regeneración previa. ¿No es esto lo que creen la
gran mayoría de creyentes hoy en día? Como Finney muchos argumentan que la fe y el
arrepentimiento preceden a la regeneración, a que el hombre no está muerto espiritualmente, y por
lo tanto es capaz de ejercer su libre albedrío para hacer tanto el mal como el bien (Pueden leer este
artículo que sirve de ejemplo).

Entonces, antes de afirmar que un creyente no reformado es arminiano, detengámonos y


examinemos cuidadosamente sus creencias, pues puede ser posible que estemos tildando de
arminiano a alguien que es semi-pelagiano, y creo que eso verdaderamente haría revolcarse en su
tumba a Arminio.

Pero antes de terminar deseo que veamos lo que realmente dice la palabra de Dios,

9
¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna
manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están
bajo pecado. 10 Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; 11 No hay
quien entienda, No hay quien busque a Dios. 12 Todos se desviaron, a
una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni
siquiera uno.” Romanos 3: 9-12

5
7
Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios;
porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; 8 y los que
viven según la carne no pueden agradar a Dios.” Romanos 8: 7-8

Por lo tanto si ese es el estado espiritual del hombre natural, es necesario para su salvación que sea
regenerado antes, o sea que su corazón sea cambiado para poder obedecer y desear obedecer a Dios,
especialmente con respecto al mandato de creer en Su Hijo y arrepentirse. ¿Qué dice la Biblia con
respecto a esto?

22
Por tanto, di a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: No lo
hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo
nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis
llegado. 23 Y santificaré mi grande nombre, profanado entre las
naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las
naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea
santificado en vosotros delante de sus ojos. 24 Y yo os tomaré de las
naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro
país. 25 Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de
todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. 26
Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y
quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de
carne. 27 Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en
mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. 28
Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis
por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios. 29 Y os guardaré de todas
vuestras inmundicias; y llamaré al trigo, y lo multiplicaré, y no os daré
hambre. 30 Multiplicaré asimismo el fruto de los árboles, y el fruto de
los campos, para que nunca más recibáis oprobio de hambre entre las
naciones. 31 Y os acordaréis de vuestros malos caminos, y de vuestras
obras que no fueron buenas; y os avergonzaréis de vosotros mismos
por vuestras iniquidades y por vuestras abominaciones. 32 No lo hago
por vosotros, dice Jehová el Señor, sabedlo bien; avergonzaos y
cubríos de confusión por vuestras iniquidades, casa de Israel.”
Ezequiel 36: 22-32

¿Pueden encontrar en ese texto algo que indique que el hombre colabora en algo en su salvación?
¿Pueden encontrar algún indicio de sinergismo? ¿Pueden encontrar alguna pista que indique que
Dios responde a las acciones del hombre natural? ¡Jamás! ¿Por qué? Porque la salvación es de
Jehová (Jonás 2:9). De principio a fin Dios es quien decide salvar a un pecador. Simplemente no
hay escapatoria con respecto a esta doctrina. El hombre es simplemente el receptor de la gracia de
Dios por medio de la cual Él lo salva de sus pecados y lo reconcilia consigo mismo.

http://sujetosalaroca.org/2010/08/11/arminio-se-revuelca-en-su-tumba/

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