Blavatsky, H P - Isis Sin Velo 4
Blavatsky, H P - Isis Sin Velo 4
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que as como usted lo recibi lo pueda hacer llegar a alguien ms.
HERNN
NDICE:
CAPTULO PRIMERO
LA MASONERA MODERNA - ALEGORAS DEL APOCALIPSIS - PRECEPTOS JESUTICOS - LA PASTO
RAL DE
CAMBRAY - LA MENTIRA COHONESTADA - PROFECA DE HERMES - LAS NIMAS VIVIENTES MORAL
EGIPCIA - FESTINES OBSCENOS - EL HOMBRE SEGN LOS EGIPCIOS - HOMBRES DESALMA
DOS - MILAGROS
BUDISTAS - APOLOGA DEL REGICIDIO - SOFISMAS ANTIMASNICOS - DEGENERACIN DE LA
MASONERA INTEMPERANCIAS DE WENINGER - LOS MODERNOS TEMPLARIOS - LOS CABALLEROS DE
MALTA - LOS
TEMPLARIOS BASTARDOS - EL NOMBRE MISTERIOSO - EL VENERABLE "MAH" - LA CARTA
DE UN MASN EL TEMPLO DE SALOMN - LA TAU PERFECTA - CIFRAS SECRETAS - PRONUNCIACIN DEL
"NOMBRE" CONFUSIN DE NOMBRES - EL NOMBRE DE ISRAEL - LAS TUMBAS DE GORNORE
CAPTULO II
EL MISTERIO DEL NMERO SIETE - SIGNIFICADO DEL ARCO IRIS - EL ESPRITU DE
LOS MANTRAS - LOS
NMEROS UNO, TRES Y SIETE - MSCARAS SIN CMICOS - LA CLAVE DEL RIG VEDA - SAB
IOS INDOS Y
EUROPEOS - EL DOMINGO CRISTIANO - MALDICIN ALEGRICA - DA Y NOCHE DE BRAMA SIMBOLISMO
DE NO - EL DILUVIO SEGN LOS INDOS - LOS VEDAS Y EL DILUVIO - FBULAS Y LE
YENDAS -
men-ben-Iochai menciona
repetidamente lo que los compaeros ensearon en obras antiguas. Entre estos compaeros
cita a los
ancianos Ieba y Hamnuna (3), pero nada refiere de lo que estos dos hicieron, por
que tampoco l lo sabe.
A la venerable escuela de los tanames, o con mayor propiedad, de los tananimes u
hombres sabios,
pertenecan los instructores de la doctrina secreta que iniciaron a unos cuantos d
iscpulos en el misterio final,
pues segn dice el Mishna Hagiga (4), el contenido de la Mercaba slo puede comunica
rse a los sabios
ancianos (5). La Gemara es todava ms explcita sobre el particular al decir: Los prin
cipales secretos de los
Misterios no se han de comunicar a todos los sacerdotes, sino tan slo a los inici
ados . El mismo sigilo
prevaleca en todas las religiones de la antigedad.
Pero vemos que ni el Zohar ni ningn otro tratado cabalstico contienen doctrina pur
amente juda, sino que,
como resultado de milenios de estudio, es comn patrimonio de todos los adeptos de
l mundo. Sin embargo, el
Zohar en su texto original y con los signos secretos del margen, no segn traduccin
y comentario de los
crticos modernos, es la obra que ensea mayor suma de ocultismo prctico. Los signos
secretos encierran las
instrucciones ocultas para esclarecer las interpretaciones metafsicas y manifiest
os absurdos en que de tal
modo se enga Josefo, por haber expuesto la letra muerta segn la haba recibido por pr
ofanos conductos
(6).
Las enseanzas de magia prctica que dan el Zohar y otros tratados cabalsticos, slo ap
rovecharan a
quienes acertaran a leerlas interiormente. Los apstoles cristianos, por lo menos
los que obraban milagros a
voluntad (7), debieron estar enterados de esta ciencia, y as no es bien que los c
ristianos tachen de
supersticin los talismanes, amuletos y piedras mgicas con que su poseedor logra ej
ercer en otra persona
aquella misteriosa influencia llamada vulgarmente mal de ojo . En las colecciones a
rqueolgicas, as pblicas
como particulares, pueden verse todava piedras convexas con enigmticas inscripcion
es rebeldes a toda
hermenutica, como por ejemplo, la cornerina blanca descrita por King (8), cuyos r
everso y anverso estn
cubiertos de inscripciones que slo pueden interpretar los adeptos. De los talisma
nes que en su citada obra
nos da King a conocer, se infiere que el evangelista San Juan, el iluminado de P
atmos, estaba muy instruido en
la ciencia cabalstica, pues alude claramente a la cornerina blanca y la llama alb
a petra o piedra de iniciacin,
que por lo general lleva grabada la palabra premio y se le entregaba al nefito lu
ego de vencidas felizmente las
pruebas del primer grado de iniciacin.
ALEGORAS DEL APOCALIPSIS
El Apocalipsis, como el Libro de Job, es un alegrico relato de los Misterios y de
la iniciacin en ellos de un
candidato, personificado en el mismo San Juan. As lo comprendern necesariamente lo
s masones de grado
superior, pues los nmeros siete, doce y otros, tan cabalsticos como estos, bastan
LA MENTIRA COHONESTADA
Acusaron a Simn de blasfemia contra el Espritu Santo, porque lo consideraba en el
femenino aspecto de
Mente matriz de todas las cosas, sin advertir que el mismo concepto expresa el L
ibro de Enoch cuando
contrapone al Hijo del Hombre el Hijo de la Mujer , as como el apcrifo Evangelio de los
hebreos, cuando
dice que Jess reconoca el aspecto femenino del Espritu Santo en la expresin: mi Madr
e, el santo Pneuma.
El mismo concepto exponen corrientemente el Cdigo de los nazarenos, el Zohar y lo
s Libros de Hermes.
Pero las blasfemias de Simn y de todos los herejes, qu son comparadas con las de lo
s jesuitas que de tal
suerte han dominado al pontificado y al orbe catlico? Oigmoslos de nuevo:
Haced lo que vuestra conciencia os represente por bueno y lcito, pero si por inve
ncible error creis que os
manda Dios mentir y blasfemar, blasfemad.
No hagis lo que repugne a vuestra conciencia, y si por invencible error creis que
Dios prohibe tributarle
culto, dejad el culto de Dios (28).
Obedeced los dictados de vuestra conciencia, sin importar que sean invenciblemen
te errneos, de modo que
si creis que os est mandada una mentira, mentid (29).
Si un catlico cree invenciblemente que est prohibido el culto de lasimgenes y las a
dora, no tendr
Jesucristo ms remedio que decirle: Aprtate de m, maldito, porque adoraste mi imagen
. As tampoco es
absurdo suponer que Jesucristo pueda decir: Ven, bendito, porque mentiste, credo
de que yo te mandaba
mentir (30).
No hay palabras lo suficientemente expresivas para manifestar la aversin que en t
oda conciencia honrada
ha de promover tan estupenda preceptiva. Sea el silencio, nacido de una repugnan
cia invencible, el mejor
comentario de semejantes extravos morales.
Cuando en 1606 fueron expulsados de Venecia los jesuitas, se sublev contra ellos
violentamente el
sentimiento popular. La multitud sigui tras los expulsados hasta el embarcadero,
despidindoles con gritos de:
id enhoramala! Segn comenta Michelet, de quien tomamos estos datos, aquel grito no
ces de resonar en los
dos siglos siguientes: en Bohemia el ao 1618; en la India el de 1623, y en toda l
a cristiandad en 1773.
Cmo es posible, pues, acusar de impiedad a Simn el Mago si obedeca los invencibles d
ictados de su
conciencia? Y bajo qu aspecto han sido los herejes y los mismos infieles de peor e
specie que los jesuitas?
Oigamos a los de Caen:
La religin cristiana es evidentemente creble, pero no evidentemente verdadera. Es
evidentemente creble
porque quienquiera que la abraza obra con prudencia; pero no es evidentemente ve
rdadera porque o bien
ensea oscuramente las cosas o son oscuras las cosas que ensea. Y quienes afirman q
ue la religin cristiana
Si un adltero, aunque sea eclesistico, mata al marido al verse atacado por ste, no
se le debe culpar (48).
Si un padre estuviese en el destierro por peligros a la seguridad del Estado y
al orden social, y no hubiese
otro medio de librarse de l, aprobara que su propio hijo le diese muerte (49).
Al clrigo secular o regular le es lcito matar al calumniador de su persona o de su
orden (50).
Y as son los dems ejemplos que nos dan las autoridades de la Orden para establecer
como regla que un
catlico puede quebrantar las leyes humanas hasta el crimen, sin menoscabo de su j
esutica santidad. Veamos
ahora qu principios morales enseaban los egipcios antes de que los jesuitas perfec
cionasen la tica de tan
curiosa manera.
MORAL EGIPCIA
En las ciudades importantes de Egipto estaba el cementerio separado de la poblac
in por un lago sagrado,
en cuya margen se reunan los cuarenta y dos jueces encargados de juzgar al alma d
el difunto, de la propia
suerte que el Libro de los muertos nos representa el juicio del alma en el mundo
espiritual. Si los jueces se
pronunciaban unnimemente a favor del alma, el barquero conduca el cadver a travs del
lago hasta el lugar
del enterramiento, y terminada la fnebre ceremonia regresaban los sacerdotes al s
agrado recinto, donde el alom-jah (51) instrua a los nefitos acerca del drama que en aquellos momentos se des
envolva en el mundo
invisible, y fortaleca su creencia en la inmortalidad del alma.
El Crata Nepoa (52) describe como sigue los siete grados de la iniciacin:
El nefito pasaba en la escuela de Tebas por las doce pruebas preliminares, se le
intimaba a dominar sus
pasiones y no apartar ni un momento de Dios su pensamiento. Despus haba de subir v
arias escaleras y
vagar a oscuras por una cripta de muchas puertas, pero todas ellas cerradas, par
a simbolizar en esta
ceremonia la peregrinacin del alma no purificada. Si triunfaba de las terribles p
ruebas preliminares reciba los
tres primeros grados de iniciacin, que se llamaban Pastophoris, Neocoris y Melane
phoris. Despus se le
conduca a una vasta cripta llena de momias colocadas con mucho aparato, y se le d
ejaba frente a un atad
con el mutilado cuerpo de Osiris. Esta cripta se llamaba Puerta de la Muerte , y se
guramente aluden a ella el
Libro de Job (53) y los Evangelios (54), aunque equiparndolas con las puertas del
infierno.
Vencida esta prueba, se le llevaba a la Cmara de los Espritus para que estos le juzg
asen.
Entre las enseanzas morales en que se instrua al nefito, figuraban la abstencin de t
odo gnero de
venganza, el auxilio del necesitado, aun con riesgo de la propia vida, honrar a
los padres, enterrar a los
muertos, respetar a los ancianos, proteger a los dbiles y pensar de continuo en l
a muerte seguida de la
resurreccin en nuevo e imperecedero cuerpo (55). La castidad era virtud rigurosam
ente prescrita en las
iniciaciones, y el adulterio estaba penado de muerte.
Padre
se restituye a su
originario elemento, segn hemos expuesto ya repetidamente; pero puede eludirse ta
n terrible experiencia por
el conocimiento del Nombre misterioso, llamado la Palabra por los cabalistas (68
).
Pero qu castigo llevaba aparejada la negligencia en el conocimiento de la Palabra?
El hombre de pura y
virtuosa vida no ha de temer castigo alguno, pues tan slo queda sujeto a una dete
ncin en el mundo astral,
hasta que est bastante purificado para recibir la Palabra de su Seor espiritual, p
erteneciente a la poderosa
Hueste; pero si durante la vida prevalece la naturaleza animal, queda el alma ms
o menos inconsciente del
espritu, segn el grado de sensibilidad cerebral y nerviosa, hasta que ms o menos ta
rde acaba por olvidarse
de su divina misin en la tierra. Porque si a manera del vurdalak o vampiro de la
leyenda servia, el cerebro se
nutre y vigoriza a expensas del espritu, la ya semi-inconsciente alma queda embri
agada con los vapores de la
vida terrena, pierde toda esperanza de redencin y es incapaz de vislumbrar el bri
llo del espritu y de or las
admoniciones de su ngel custodio , de su dios . Entonces convierte el alma sus anhelos
a la mayor plenitud
de la vida terrestre, con lo que nicamente puede descubrir los misterios de la na
turaleza fsica. Todas sus
penas y alegras, esperanzas y temores se contraen a las vicisitudes de la vida mu
ndana y rechaza cuanto no
puede percibir por sus rganos de actuacin sensoria. Poco a poco va muriendo el alm
a hasta su completa
aniquilacin, lo cual ocurre a veces muchos aos antes de morir el cuerpo fsico, en c
uyo principio vital ha
quedado ya absorbida el alma cuando llega la hora de la muerte. El nico residuo d
e la entidad humana en
semejantes circunstancias es un cadver astral a manera de bruto o idiota, que imp
otente para elevarse a ms
altas regiones, se disuelve en los elementos de la atmsfera terrestre.
HOMBRES DESALMADOS
Los videntes, los justos, cuantos lograron el supremo conocimiento del verdadero
hombre, recibieron
enseanzas divinas en sueos (69) o por otros medios de comunicacin. Auxiliados por l
os espritus puros que
moran en las regiones de eterna bienaventuranza, predijeron los videntes el porv
enir y previnieron a la
humanidad contra futuras contingencias. Aunque el escepticismo se burle de estas
afirmaciones, estn
corroboradas por la fe basada en el conocimiento espiritual.
En el ciclo que atravesamos menudean los casos de muerte de almas y a cada punto
tropezamos con gentes
desalmadas. No es, por lo tanto, extrao que Hegel y Schelling hayan fracasado en
su tentativa de planear un
abstracto sistema metafsico, cuando hombres que de cultos se precian niegan de pl
ano contra toda evidencia
los palpables fenmenos espiritistas que ocurren todos los das y a toda hora. Si lo
s materialistas niegan lo
concreto, menos dispuestos todava estarn para aceptar lo abstracto.
Al comentar el Ritual egipcio, dice Champollin (70) queen uno de los captulos se l
een misteriosos dilogos
entre el alma y diversas Potestades. Uno de estos dilogos da valiosa prueba de la
eficacia de la Palabra. La
escena ocurre en la Cmara de las Dos Verdades , cuyos diversos elementos constitutiv
os, tales como el
Portal y la Cmara de la verdad , se alegorizan prosopopyicamente para hablar con el alm
a que solicita
entrada y todos se la niegan si no pronuncia los nombres misteriosos. Ningn estud
iante de esoterismo dejar
de reconocer la identidad de estos nombres del Ritual egipcio con los de los Ved
as, la Kbala y los ltimos
textos industas.
Magos, cabalistas, msticos, neoplatnicos, teurgos (71), samanos, brahamanes, budis
tas y lamas
conocieron y confesaron en toda poca la potencia subyacente en estos varios nombr
es, cuya virtud dimana de
la nica e inefable Palabra (72).
Los cabalistas relacionan misteriosamente la virtud de la fe con esta Palabra, y
lo mismo hicieron los
apstoles, apoyados en las siguientes de Jess:
Porque en verdad os digo que si tuvierais fe, cuanto un grano de mostaza..., nad
a os ser imposible (73).
A lo que aade San Pablo:
Cerca est la palabra en tu boca y en tu corazn. sta es la palabra de fe que predica
mos (74).
Sin embargo, aparte de los iniciados, quin puede envanecerse de conocer su verdade
ro significado?
Lo mismo que en la antigedad, es necesaria la fe para creer en los milagros bblico
s; mas para operarlos es
indispensable el conocimiento esotrico de la Palabra. El doctor Farrar y el cannig
o Westcott dicen a una voz
que si Cristo no hubiese obrado milagros no seran los evangelios dignos de fe; pe
ro aun suponiendo que los
obrase, fuera prueba bastante para creer en relatos no escritos de su mano ni dic
tados por l? Por otra parte,
semejante argumento podra aducirse con igual vala para demostrar que los milagros
obrados por taumaturgos
de religin distinta a la cristiana atestiguan la veracidad de sus respectivas Esc
rituras, con lo que se viene a
reconocer la igualdad entre los libros cannicos del cristianismo y del budismo, p
ues tambin estos relatan
estupendos prodigios. Adems, la razn de que ya no haya taumaturgos cristianos es q
ue han perdido la
Palabra; pero si los viajeros no se han puesto de acuerdo para mentir en este pu
nto, hay lamas tibetanos y
talapines siameses muy capaces de obrar prodigios mucho mayores que los del Nuev
o Testamento, sin
atribuirlos a permisin divina ni a quebranto de las leyes naturales. El cristiani
smo contemporneo da pruebas
de estar tan mortecino en la fe como en las obras, mientras que el budismo rebos
a de vida y la demuestra en
obras.
MILAGROS BUDISTAS
La autenticidad de los milagros budistas tiene por apoyo la propia confesin de lo
s misioneros catlicos,
quienes, en la imposibilidad de negar la experiencia, se han visto precisados a
cohonestarlos diciendo que eran
obra del diablo (75). Tan sorprendidos quedaron los jesuitas al presenciar los p
rodigios de aquellos verdaderos
siervos de Dios, que arteramente se disfrazaron algunos de lamas y talapines (76
), para embaucar al vulgo
crdulo en vista de que se les escapaba de sus cristianas redes, hasta que se desc
ubri la impostura. A pesar
de todo, pretendieron los jesuitas de Caen justificar este proceder de los misio
neros, diciendo que as como el
sirio Naaman no disimul su fe al doblar la rodilla con el rey en la casa de Rimmo
n, tampoco los padres de la
Compaa de Jess la disimulan cuando adoptan la regla y visten el hbito de los talapin
es de Siam (77).
Con la misma fe que en los comienzos del perodo vdico se cree hoy en la potencia s
ubyacente de los
mantras y en el Vch de los industas. El Nombre inefable de toda religin es idntico a
l que los masones
forman con los nueve caracteres emblemticos de los nueve nombres con que los inic
iados conocan a la
Divinidad. sin duda alguna que los humildes e ignorantes paganos aventajan a los
altos dignatarios y caballeros
Zadoch de los grandes orientes de Europa y Amrica en el conocimiento de la creado
ra Palabra trazada por
Enoch en los dos deltas de oro pursimo, sobre los cuales grab dos de los misterios
os caracteres. Pero no
comprendemos por qu los compaeros del Arca Real han de lamentar tan de continuo y
tan amargamente su
prdida. Esta palabra de **** est compuesta exclusivamente de consonantes, por lo q
ue dudamos de que
ninguno de ellos haya aprendido a pronunciarla, ni tampoco aprendiera aunque en
vez de corromperla la
hubiesen sacado a la luz de las bvedas secretas .
Se cree que el nieto de Cam condujo al pas de Mizraim el delta sagrado del patria
rca Enoch, y por lo tanto,
nicamente puede encontrarse en Egipto y pases de Oriente la Palabra sagrada; pero
teniendo en cuenta que
tanto amigos como enemigos han divulgado los ms importantes secretos de la masone
ra, no ser malicia ni
animosidad decir que desde la infausta catstrofe de los templarios ninguna logia
masnica de Europa, ni
mucho menos de Amrica (78), ha sabido nada digno de permanecer oculto. Los furios
os ataques de catlicos
y protestantes contra la masonera resultan tan ridculos como la afirmacin del abate
Barruel al decir que los
actuales francmasones descienden de los templarios suprimido en 1314. En sus Mem
orias del jacobinismo, el
citado abate, testigo presencial de la Revolucin francesa, trata extensamente de
los rosacruces y otras
comunidades masnicas; pero la circunstancia de atribuir a los templarios la pater
nidad de los modernos
masones y de achacarles la perpetracin de todos los crmenes polticos, demuestra cun
poco enterado
estaba de esta cuestin y cun ardientemente deseaba poner a los masones como cabeza
de turco donde
descargar la culpabilidad de los golpes que asestaba desde la sombra la Compaa de
Jess, en cuyos
tenebrosos conventculos se han fraguado multitud de crmenes polticos.
Las acusaciones contra los masones no tuvieron otro fundamento que simples conje
turas insinuadas por la
premeditada intencin de envilecerlos. Ninguna prueba concluyente de culpabilidad
se ha podido aducir, y el
uramentos absurdos e
impertinentes ni tampoco los que Dios no acepta (88). Pero todo hombre honrado re
chazar, seguramente, tan
burdo sofisma, convencido de que el cdigo del honor humano obliga infinitamente ms
que cualquier
juramento prestado sobre la Biblia, el Corn o los Vedas.
Los esenios jams juraban sobre cosa alguna; pero su s y su no vala ms que un juramen
to. As, es muy
extrao que naciones tituladas cristianos hayan establecido el juramento obligator
io en los tribunales civiles y
eclesisticos en diametral oposicin al divino mandamiento (89). Por nuestra parte o
pinamos que no slo es
absurdo sino anticristiano sostener que un juramento no obliga si Dios no lo ace
pta, pues ningn hombre, por
infalible que sea, puede penetrar el pensamiento de Dios (90). nicamente la tende
nciosa conveniencia puede
dar la explicacin de semejante despropsito.
Ningn juramento tendr fuerza bastante para ligarnos, hasta que se universalice la
conviccin de que la
humanidad es el ms sublime reflejo del Supremo Ser en la tierra y todo hombre una
encarnacin de Dios;
hasta que el sentimiento de responsabilidad personal est tan vigorizado en el hom
bre, que repugne el perjurio
como el mayor agravio inferido a s mismo y a sus semejantes. La palabra de honor
obliga a cuanto hoy no
puede obligar el juramento.
SOFISMAS ANTIMASNICOS
Resulta, por consiguiente, un abuso de confianza pblica apoyarse, como Robertson
lo hizo en sus
conferencias, en parciales y tendenciosos testimonios. No es, segn dicen ellos, el
malicioso espritu de la
masonera en cuyo corazn se acuan las calumnias , sino el del clericalismo catlico y su
s corifeos. Ninguna
confianza merece el hombre que intente conciliar el honor con el perjurio.
Clamorosamente presume el siglo XIX de mayor civilizacin que los precedentes, y ms
clamorosa es
todava la presuncin clerical de que el cristianismo redimi al mundo de la idolatra y
de la barbarie. Pero ni el
siglo ni la Iglesia tienen razn, segn hemos visto en el transcurso de esta obra. L
a luz del cristianismo slo ha
servido para alumbrar la hipocresa y los vicios estimulados por sus tergiversadas
enseanzas (91) y para
poner de relieve cunto nos aventajaban los antiguos en el concepto del honor. La
errnea doctrina de la
redencin y el continuo insistir del clero en la fragilidad del hombre y su comple
ta subordinacin a los designios
de la Providencia han desvanecido en el cristiano el sentimiento del propio resp
eto y de la confianza en s
mismo, hasta el punto de que entre los llamados impos e incrdulos han de buscarse
los hombres de recia
voluntad y carcter entero.
Cuntase de Hiparco que, desesperado por la vergenza y oprobio resultantes de su pe
rjurio, dise la
muerte, y tan odiosa memoria dej entre las gentes, que nadie sepult su cadver, tend
ido a orilla del mar en la
isla de Samos (92). Esto suceda en tiempos del paganismo; pero en nuestros das los
noventa y seis
delegados asistentes al congreso antimasnico de los Estados Unidos (93) demandan
los de la antigedad, as como la pureza del rito templario ingls de siete grados, de
l que derivaron
espuriamente muchos otros (98).
No es nuestro intento revelar secretos que hace tiempo divulgaron masones perjur
os, pues todo cuanto de
esencial haya en los smbolos, ritos y consignas que hoy emplea la masonera, lo con
ocen las hermandades
orientales, aunque no exista entre stas y aqulla comunicacin alguna (99).
Pero si algunos masones han aprendido un tanto de la masonera esotrica, gracias al
estudio de libros
hermticos y de su trato personal con hermanos del remoto Oriente, no ocurre lo mism
o con la generalidad de
masones norteamericanos, a quienes conviene advertir que ha llegado el tiempo de
restaurar la masonera y
restituirla a los lmites que le sealaron las primitivas hermandades, con cuyo espri
tu se envanecan en el siglo
XVIII los fundadores de la masonera puramente especulativa. Desde entonces ya no
hay secretos masnicos,
pues la Orden va convirtindose en una asociacin degradada por gentes egostas y malvo
las.
El Consejo supremo del rito antiguo y aceptado, reunido recientemente en Lausana
, se pronunci en contra
de la impa creencia en un Dios personal con atributos humanos, en la siguiente de
claracin: La masonera
proclama, como viene proclamando desde su origen, la existencia de un Principio
creador denominado el Gran
Arquitecto del universo . de esta declaracin protest una exigua minora de masones, di
ciendo que la
creencia en un Principio creador no satisface ni equivale a la creencia en Dios
que la masonera exige de todo
candidato .
Esta opinin, por entero favorable al concepto del Dios personal, tuvo en su apoyo
al general Alberto Pike,
una de las mayores autoridades de la masonera norteamericana, quien dice:
No es un trmino nuevo sino renovado el del Principio creador. nuestros numerosos
y formidables
adversarios dirn con razn que ese Principio creador es idntico al Principio generad
or de los indos y
egipcios, simbolizado antiguamente en el Linga... Si aceptramos este Principio en
vez de un Dios personal,
equivaldra a renegar del cristianismo y del culto de Jehovah para volver a revolc
arnos en las pocilgas paganas
(100).
Son acaso ms limpias las del jesuitismo? La alusin a los numerosos y formidables ene
migos lo explica
todo, pues no hay para qu decir que son los catlicos y parte de los presbiterianos
reformados. En vista de lo
que masones y antimasones dicen unos de otros, cabe la duda de qu bando teme ms al
contrario, aunque no
vale la pena atacar a una asociacin que, como la masonera, no se atreve a tener cr
eencias propias por temor
de suscitar querellas. Si los juramentos masnicos significaran algo y las penas c
on que se conmina a los
perjuros no fuesen irrisorias, cmo podran enterarse los profanos de lo que ocurre p
uertas adentro de la
logia? El hermano terrible resulta tan bufo como el general Bum-Bum de Offenbach,
y los millones de afiliados
que se extienden por el mundo poco valen si no aciertan a mantenerse unidos parr
a desafiar a sus adversarios.
Parece como si el mstico nudo estuviese atado con cordeles de arcilla y la masonera
fuera un juguete a
propsito para satisfacer la vanidad de unos cuantos dignatarios que se complacen
en ostentar insignias y
bandas. Acaso es su autoridad tan falsa como su antigedad? As parece en efecto; per
o como tambin las
pulgas tienen sus pulgas, hay en la Amrica del Norte catlicos alarmistas que inten
tan asustar a los masones
amenazndoles con la unin de la Iglesia y el Estado bajo el patronato de Roma, como
ltima y lgica
consecuencia del desenvolvimiento de los principios protestantes. Viene esto a p
ropsito de que el secretario
de Marina R. W. Thompson public recientemente una obra titulada: El papado y el p
oder civil, cuya correccin
de lenguaje no mereca ciertamente la dureza con que le atacaron, primero un sacer
dote catlico de
Washington y despus el jesuita Weninger, quien derrama sobre el autor toda una re
doma de iracundia que
parece destilada en las bodegas del Vaticano, segn se infiere de las siguientes p
alabras:
INTEMPERANCIAS DE WENINGER
Las afirmaciones de Thompson respecto al forzoso antagonismo entre la Iglesia ca
tlica y las libres
instituciones del pas, denotan ciega audacia y deplorable ignorancia. El autor pr
escinde de la lgica, de la
historia, del sentido comn y de la caridad, y aparece ante el leal pueblo norteam
ericano como un hipcrita de
menguada inteligencia. Ninguna persona culta se atrevera a repetir las manoseadas
calumnias tantas veces
controvertidas... En rplica a la acusacin que de enemiga de la libertad lanza cont
ra la Iglesia, le dir que si
este pas se convirtiese algn da al catolicismo o si los catlicos por estar en mayora
se apoderaran del
gobierno, se desenvolveran ampliamente los principios constitucionales y quedaran
verdaderamente unidos
en todos los Estados de la repblica. Entonces vivira el pueblo en armnica paz al am
paro de la nica fe, y
todos los corazones latiran al unsono en el amor de la patria, henchidos de carida
d e indulgencia para con sus
mismos calumniadores... Puede mandar el autor su libro al zar de Rusia y al empe
rador de Alemania por ver si
en premio le nombran caballero de las rdenes de San Andrs y del guila Negra; pero d
e los patriotas
norteamericanos de claro entendimiento no espere otra condecoracin que la del des
precio. Mientras palpiten
los corazones americanos al calor de la sangre de nuestros padres, sern intiles lo
s esfuerzos de Thompson y
de cuantos le secunden. Los genuinos norteamericanos protegern siempre a la Igles
ia catlica, y por ltimo se
unirn a ella... Soltamos el libro que acabamos de refutar como se arroja una pilt
rafa a los cerncalos de Texas,
es decir, a los que se regodean con la hediondez de la mentira y la calumnia (10
1).
Mientras los norteamericanos quedan advertidos para entrar en el seno de la Igle
sia catlica, nos
complacemos en saber que un tan conspicuo masn como Len Hyneman (102) ha combatido
durante treinta
aos la tendencia de erigir en dogma masnico el concepto de un Dios personal, dicie
ndo a este propsito:
En vez de desenvolverse la masonera al comps del progreso cientfico y de la mentali
dad general, se ha
desviado de sus primitivos propsitos de confraternidad y toma notoriamente matiz
sectario. As se infiere con
toda evidencia del empeo con que mantiene en su ritual las sectarias innovaciones
en l introducidas...
Parece como si la masonera de este pas se mostrase tan indiferente a la antigua ndo
le de la Orden como lo
fueron en el siglo pasado los masones adheridos a la Gran logia de
Londres (103).
La Orden del Temple fue la ltima sociedad secreta que posey colectivamente algunos
de los misterios
orientales, aunque tanto en el siglo pasado como en nuestros das hubo, y tal vez
hay, hermanos aislados
que fiel y secretamente trabajaban bajo la direccin de las fraternidades oriental
es y que al afiliarse a alguna
asociacin masnica de Europa la instruyeron en todo lo que de importante han sabido
los masones, lo cual
explica la analoga entre los Misterios de la antigedad y los grados superiores de
la masonera. Estos
misteriosos hermanos jams descubran, ni aun entre s, los secretos de la asociacin a
que se afiliaban, pues
eran mucho ms sigilosos que los mismos masones, y cuando consideraban a alguno de
estos digno de su
confianza le iniciaban secretamente en los misterios orientales, sin que los otr
os supieran ni una palabra ms
de lo que saban.
Nadie ha podido sorprender la actuacin de los rosacruces, cuyo organismo y final
idad son todava, como
siempre lo fueron, desconocidos para el mundo, y ms particularmente para su encon
ado enemigo el
clericalismo, a pesar de los supuestos descubrimientos de cmaras secretas, velari
os llamados T y fsiles
caballeros de lmparas perpetuas, y a pesar tambin de las engaosas confesiones que e
l tormento arrancaba
a los tesofos, alquimistas, cabalistas, fingidos templarios y falsos rosacruces q
ue murieron en la hoguera.
LOS MODERNOS TEMPLARIOS
En cuanto a los modernos caballeros templarios y a las logias masnicas que preten
den descender
directamente de la antigua Orden del Temple, no poseen ni poseyeron nunca ningn s
ecreto peligroso para la
Iglesia, cuya persecucin contra ellos tuvo desde un principio apariencias de fars
a, pues, segn dice Findel, los
grados escoceses, o sea la ordenacin templaria, data tan slo de los aos 1735 a 1740
, y siguiendo sus
tendencias catlicas, establecieron su residencia principal en el colegio de jesui
tas de Clermont, en Pars, por
lo que se le denomin rito de Clermont.
El actual rito sueco tiene tambin algo del elemento templario, pero est libre de l
a influencia jesutica y no se
entremete en poltica (104).
las reliquias y el purgatorio. El Cristo era para los nazarenos un falso profeta
; pero a Jess lo respetaban como
hermano. San Juan Bautista era su Maestro; pero nunca le tuvieron en el concepto
que lo tiene la Biblia. Por
otra parte, respetaban las doctrinas de la alquimia, astrologa y magia, as como lo
s talismanes cabalsticos y
seguan las enseanzas de sus jefes.
Sobre el particular dice Findel:
En el siglo pasado, cuando la masonera se consideraba engaosamente hija de los tem
plarios, era muy
difcil creer en la inocencia de esta Orden, pues se acumularon contra ella multit
ud de patraas e imputaciones
no comprobadas, con deliberado propsito de sofocar la verdad. Los masones, admira
dores de los templarios,
recogieron la documentacin del proceso, publicada por Moldenwaher, en donde se pr
obaba la culpabilidad de
la Orden (109).
LOS CABALLEROS DE MALTA
Esta culpabilidad consista nicamente en su discrepancia de los dogmas de la Iglesi
a romana. Mientras los
verdaderos hermanos sufran muerte ignominiosa, los hermanos espurios formaron una s
ecuela de los
jesuitas, por lo que los masones sinceros deben rechazar con horror toda relacin
con ellos, dejndolos solos
con su ascendencia.
Dice sobre la materia el comandante Gourdin:
Los caballeros de San Juan de Jerusaln, llamados tambin hospitalarios y de Malta,
no eran masones sino
que, por el contrario, parecen haber sido enemigos de la masonera, porque el ao 17
40 el Gran maestre de la
Orden de Malta orden publicar en esta isla la bula pontificia de Clemente XII y p
rohibi bajo severas penas las
reuniones masnicas. Con este motivo se marcharon de la isla algunos caballeros y
muchos ciudadanos, y al
ao siguiente, 1741, la Inquisicin empez a perseguir a los masones. Seis caballeros
fueron desterrados
perpetuamente de la isla por haber asistido a una reunin masnica. Al revs de los te
mplarios, no tenan los
caballeros de Malta ceremonia secreta para el ingreso den la Orden, y por esto l
e fue imposible a Reghellini
procurarse un ejemplar del ritual secreto, pues no le haba (110).
Sin embargo, los masones caballeros templarios comprenden tres grados: Rosacruz,
Templario y de Malta
(111). As es que no pueden envanecerse los caballeros templarios de la herencia r
ecibida de los jesuitas, pues
no tienen ms remedio que aceptar la descendencia de los primitivos herejes y anti
cristianos cabalistas
templarios, o confesar su filiacin jesutica y tender sus cuadriculadas alfombras s
obre la plataforma del
ultramontanismo. De lo contrario, no pasarn de pura pretensin sus alegaciones.
La pseuda y clerical orden de los templarios tuvo origen en Francia al amparo de
los adictos a los Estuardos,
segn afirma Dupuy; y como sus favorecedores no han perdonado medio para encubrir
su procedencia
jesutica, no es extrao que un autor annimo (112) se esfuerce en defender a los temp
larios de la inculpacin
d herejas, con lo que despoja a aquellos mrtires del librepensamiento de la aureol
a de respeto que se haban
aquistado.
La falsa orden de los templarios se fund en Pars el 4 de Noviembre de 1804 con una
constitucin amaada
al efecto, y desde entonces ha venido contaminando a la masonera legtima, segn decl
aran los ms
conspicuos masones. La Carta de transmisin (113) tiene visos de tan remota antiged
ad, que, segn confiesa
Gregoire (114), le hubiera bastado este documento para desvanecer toda duda resp
ecto a la procedencia de la
orden (115).
El jesuita conde de Ramsay fue el primero en exponer la idea de que los templari
os se haban refundido con
los caballeros de Malta. Dice a este propsito:
Nuestros ascendientes los cruzados se reunieron en Tierra Santa desde todos los
puntos de la cristiandad y
resolvieron constituir una fraternidad que comprendiese a todas las naciones, co
n objeto de que ligadas en
corazn y alma se mejoraran mutuamente y pudiesen con el tiempo representar un sol
o pueblo intelectual.
LOS TEMPLARIOS BASTARDOS
Por esta razn se unieron los templarios a los caballeros de San Juan, quienes con
stituyeron una hermandad
masnica denominada Masones de San Juan . En el Sello rasgado (1745) se lee la siguie
nte impudentsima
falsedad, digna de los hijos de Loyola: Las logias estaban dedicadas a San Juan,
porque cuando las guerras
santas de Palestina los caballeros masones se refundieron con los caballeros de
San Juan .
Segn afirma Thory, el ao 1743 se invent en Lyon el grado de caballero Kadosh, que s
imboliza la
venganza de los templarios. Sobre lo cual dice Findel:
La orden del Temple fue abolida en 1311, y los caballeros se vieron en la precis
in de secularizarse en 1740
por no serles posible mantener su unin con la orden de San Juan de Malta, algunos
de cuyos individuos
haban sido desterrados de la isla por masones, pues la orden estaba entonces en l
a plenitud de su podero y
bajo la soberana del romano pontfice.
Por su parte, Clavel, una de las ms prestigiosas autoridades de la masonera, aade a
este propsito:
Es evidente que la orden francesa de los caballeros templarios no remonta ms all d
e 1804, y que en
manera alguna puede titularse sucesora de la sociedad denominada: Resurreccin de
los Templarios ni
tampoco sta se dilata en su origen a la genuina y primitiva orden del Temple.
As vemos que los templarios bastardos forjan en el ao 1806 en Pars, bajo la direccin
de los jesuitas, el
famoso Estatuto Larmenio, y veinte aos ms tarde, ya constituidos en asociacin teneb
rosa, mueven manos
asesinas contra uno de los ms nobles prncipes de Europa, cuya muerte qued en el mis
hermanos
EL NOMBRE MISTERIOSO
Cul era, pues, aquel Nombre misterioso, aquella poderosa Palabra por cuya virtud o
braban maravillas los
iniciados indos, caldeos y egipcios?
Dice Horus:
Yo conoc los espritus de An. Por glorioso que sea, no pasa adelante si no me da la
Palabra (123).
En otro himno, el alma transfigurada exclama:
Abridme el camino de Rusta. Soy el Supremo Ser revestido como el Gran Ser. Ya est
oy aqu! Ya he venido!
Deliciosos son para m los reyes de Osiris. Yo creo el agua por virtud de la Palab
ra. No he visto los secretos
ocultos. Yo di verdad al sol. Soy pureza. Me adoran por mi pureza (124).
En la envoltura de una momia se lee:
Yo soy el supremo Dios (Espritu) existente por S mismo y creador de Su nombre... Y
o conozco el nombre
de este supremo Dios que est all.
Los enemigos de Jess le acusan de obrar milagros, y los discpulos nos lo muestran
expeliendo demonios
por virtud del Nombre inefable. Los fariseos crean firmemente que Jess haba hurtado
del santuario el
sagrado Nombre. Los discpulos delatan su creencia en el pasaje siguiente:
Y hacindolos presentar en medio, les preguntaron: Con qu poder o en nombre de quin h
abis hecho
vosotros esto?
Entonces Pedro, lleno de Espritu Santo, les dijo:
... Sea notorio a todos vosotros... que en el nombre de Nuestro Seor Jesucristo N
azareno (125).
En este pasaje, el nombre de Jesucristo no significa su propio nombre, sino aque
l otro Nombre en cuya
posesin y conocimiento estaba Jess de Nazareth por efecto de su iniciacin, aunque l
os judos le acusaran
de haberlos sustrado. Adems, Jess afirma repetidamente que siempre obra en el Nombr
e del Padre y no en
el suyo. Pero qu masn moderno ha odo pronunciar este Nombre? El mismo rito masnico de
clara que lo
desconocen, pues el orador le dice al nefito, en el acto de la iniciacin, que las
consignas recibidas en los
grados precedentes son otras tantas corrupciones del verdadero nombre de Dios gr
abado en el tringulo y que,
por lo tanto, lo substituyen con otra palabra. Lo mismo sucede en las logias azu
les, cuyo Maestro representa al
rey Salomn y conviene con el rey Hiram en que la palabra *** substituir a la del M
aestro hasta que tiempos
ms sabios descubran la verdadera. De los miles de diconos que ayudaron a iniciar a
los nefitos y de los
muchos maestros que musitaron al odo del supuesto Hiram Abiffs la mstica palabra q
MAH
No pocos maestros de la masonera actual supondrn que est relacionado con la mdula de
los huesos ,
porque ignoran que el nombre del mstico personaje, llamado venerable MAH por los
adeptos orientales que le
obedecen, es abreviatura de la primera slaba de las tres que componen la sustituy
ente palabra masnica. El
Mah vive actualmente en un lugar que tan slo conocen los iniciados, circuido por
desiertos impenetrables, que
no se atrevern a cruzar los misioneros, porque estn llenos de peligros que arredra
n a los ms audaces
exploradores. Sin embargo, durante siglos ha estado resonando en los odos de los
nefitos este ininteligible
retintn de vocales y consonantes, como si aun tuviese virtud suficiente para desv
iar de su areo curso un
velln de cardo. Como el cristianismo, es la masonera un cadver abandonado hace much
o por el espritu.
A este propsito copiaremos la carta que nos envi el conspicuo masn Carlos Sotheran
(126) y dice as:
Nueva York, 11 de Enero de 1877.
En respuesta a su carta, tengo mucho gusto en proporcionarle los datos que desea
respecto a la antigedad
y circunstancias de la masonera actual. Mi placer es mayor al considerar que pues
to pertenece V. a las
mismas sociedades secretas, puede mejor apreciar la necesidad de mantenerme rese
rvado en algunos puntos.
Con mucha razn dice V. que la masonera, como las fracasadas religiones del da, tien
e un pasado fabuloso.
No es extrao que la Orden haya visto estorbadas sus civilizadoras funciones con m
enoscabo de su utilidad,
por efecto de los muchos obstculos que se le han puesto y el cmulo de absurdas ley
endas bblicas
entremezcladas con su historia. Afortunadamente, el movimiento antimasnico promov
ido en los Estados
unidos en este mismo siglo, despert en gran nmero de investigadores el deseo de in
dagar el verdadero
origen de la Confraternidad masnica, determinando con ello una favorable reaccin.
El movimiento de
Amrica se propag a Europa y en ambos continentes salieron a la defensa de la Orden
masones tan
conspicuos como Rebold, Findel, Hyneman, Mitchell, Mackenzie, Hugan, Yarker y ot
ros, cuyas obras son hoy
da valiosos documentos histricos, de suerte que las enseanzas, jurisprudencia y rit
ual de la masonera no
son ya un secreto para los profanos cuyo buen criterio les permita comprenderlas
tal como estn expuestas.
Acertadamente dice V. que la Biblia es la mayor luz de las masoneras europea y am
ericana, pues la
cosmogona bblica y el concepto testico de Dios son sus piedras angulares. Tambin par
ece que su
cronologa est basada en la de la revelacin, y as afirma el doctor Dalcho que la maso
nera es coetnea de la
creacin del mundo. No es maravilla, pues, que tal o cual pundit asegure que Dios
fue el primer Gran maestre y
Adn el segundo, quien inici a Eva en el gran misterio, como despus lo fueron las sa
cerdotisas de Cibeles y
las seoras Kadosh. Otra autoridad masnica, el reverendo doctor Oliver, relata con
toda seriedad los
pormenores de una logia cuyo gran maestre era moiss y su gran diputado era Josu, y
Aholab y Bezaleel los
grandes guardianes.
Como dice V. muy bien, en los misterios masnicos desempea importante papel el temp
lo de Salomn, que
segn han demostrado los arquelogos modernos, no es ni de mucho tan antiguo como se
supone y cuyo
nombre denota su mstico carcter, pues Salomn es palabra formada de Sol-Om-On, nombr
es del sol en tres
distintos idiomas. Esta y otras fbulas, como la colonizacin masnica del Egipto anti
guo, han atribuido a la
Orden un origen que en realidad no tiene, pues las mitologas griega y romana resu
ltaran insignificantes en
comparacin de cuarenta siglos de historia legendaria. Las hiptesis egipcia, caldea
y otras de que se valieron
los inventores de grados elevados , han tenido su corto perodo de preeminencia. La lt
ima hacha por afilar
ha sido consecutivamente la fecunda madre de la esterilidad.
Ambos estamos de acuerdo en que el antiguo sacerdocio tuvo doctrinas esotricas y
ceremonias secretas.
De la hermandad de los esenios, derivada de los gimnsofos industas, procedieron si
n duda alguna las
sodalias de Grecia y Roma. segn las describen los autores paganos. De ellas copia
ron ritos, consignas,
seas, etc., las comunidades medioevales, pues as como las actuales asociaciones ob
reras de Londres son
hijuelas de los antiguos gremios, as tambin los masones operativos eran trabajador
es con ms elevadas
pretensiones. La palabra masn deriva etimolgicamente de la francesa macon (albail),
que a su vez procede
de la raz normanda mas que significa casa. Y de la propia suerte que las citadas
asociaciones londinenses
concedan de cuando en cuando el ttulo de socio libre a los extraos, tambin hicieron
lo mismo los gremios
de masones, como sucedi con Elas Ashmole, fundador del Museo Ashmoleano, que fue r
ecibido en la
comunidad de Warrington el 16 de Octubre de 1646. El ingreso de estos masones li
bres en la Hermandad
operativa prepararon el camino para la gran revolucin masnica de 1717, de que naci
la masonera
especulativa. El falso masn Andrson redact las Constituciones de 1723 y 1738 para
el rgimen de la primera
Gran Logia de masones libres y aceptados de Inglaterra , de donde las han copiado t
odas las logias del
mundo. Para cohonestar Anderson el amao de estas Constituciones, tuvo la audacia
de afirmar que los
reformadores de 1717 haban destruido todos los documentos relativos a la masonera
inglesa; pero
afortunadamente, Rebold, Hughan y otros publicistas encontraron en el Museo Britn
ico, la Biblioteca
Bodleiana y otros establecimientos de pblica erudicin, datos bastantes acerca de l
os masones operativos
para rebatir lo dicho por Anderson.
LA CARTA DE UN MASN
Opino que los mismos autores han demostrado tambin concluyentemente la apocricida
d de la Constitucin
de Colonia de 1535 y de las cuestiones que se suponen entresacadas por el anticu
ario Leylande de un
manuscrito de Enrique VI de Inglaterra, en las que se atribuye a Pitgoras la fund
acin de una logia en Crotona
a la que se afiliaron muchos masones, de los cuales pasaron algunos a Francia do
nde hicieron muchos
proslitos que con el tiempo difundieron la institucin por Inglaterra. Al arquitect
o constructor de la catedral de
San Pablo en Londres, Cristbal Wren, se le llam Gran Maestre de los masones libres ,
pero fue tan slo el
Maestre o Presidente de la corporacin de los masones operativos de Londres. Si re
specto a las Grandes
Logias que actualmente tienen a su cargo los tres primeros grados simblicos, se h
an urdido tantas y tan
groseras fbulas, no es extrao que haya ocurrido lo mismo con los grados superiores
de la masonera, con
mucho acierto tenidos por incongruente mezcolanza de principios contradictorios.
Por otra parte, resulta muy curioso que la mayora de las corporaciones masnicas en
que intervienen los
grados superiores, como el Rito escocs antiguo y aceptado , el Rito de Avin , la Orden
temple , el
Rito de Fessler , el Gran Consejo de los Emperadores de Oriente y Occidente , los Sober
anos Prncipes
masones , etc., etc., sean la progenie de Loyola. El barn Hundt, el caballero Ramsa
y, Tschudy, Zinnendorf y
otros institutores de grados en estos ritos, obraban segn instrucciones recibidas
del general de los jesuitas, y
tuvieron por nido incubador el Colegio de jesuitas de Clermont , en Pars, a cuya inf
luencia estaban ms o
menos sujetos todos los ritos masnicos.
El Rito escocs antiguo y aceptado , hijo bastardo de la masonera, al que no reconocen
las logias azules,
fue invencin del jesutico caballero Ramsay, quien lo estableci en Inglaterra por lo
s aos de 1736 a 1738 con
propsito de laborar por la causa de los Estuardos. A fines del siglo XVIII, unos
cuantos masones aventureros
reorganizaron el rito en la actual serie de treinta y tres grados, en Charleston
(Carolina del Sur). Dos de estos
aventureros, el sastre Pirlet y el maestro de baile Lacorne, fueron los precurso
res de un nuevo reorganizador
llamado Gourgas, oficial de un buque mercante que viajaba entre Nueva York y Liv
erpool.
El mdico Crucefix, apodado Goss y sedicente inventor de algunos medicamentos de nd
ole sospechosa,
introdujo en Inglaterra esta reforma masnica sin otra autoridad que un documento
que decan firmado en
Berln por Federico el Grande el 1. de Mayo 1786 para revisar la Constitucin de los
grados superiores del rito
antiguo y aceptado. Sin embargo, las Grandes Logias de los Tres Globos de Berln d
emostraron
concluyentemente la falsedad de dicho documento, con cuyo apoyo se dice que el R
ito antiguo y aceptado
defraud a los confiados hermanos de Amrica y Europa miles de dlares, parra vergenza
de la humanidad.
Los modernos templarios a que se refiere V. en su carta, son sencillamente grajo
s engalanados con plumas
Para que no se nos tilde de vana presuncin, daremos las claves de algunas cifras
secretas de los ms
importantes grados masnicos, que, si no nos equivocamos, no han sido reveladas ha
sta hoy a los profanos
(136), pues se mantuvieron celosamente reservadas en el seno de las distintas co
rporaciones. Como no nos
liga promesa ni juramento alguno, no abusamos de la confianza de nadie. No es nu
estro propsito satisfacer
una frvola curiosidad, sino demostrar por igual a masones y jesuitas que no posee
n secreto alguno digno de la
atencin de las fraternidades orientales, que con visera calada pueden quitar el a
ntifaz a las asociaciones
europeas, pues universalmente se reconoce que los profanos nada saben de los sec
retos de las supervivientes
fraternidades.
CIFRAS SECRETAS
Los jesuitas emplearon algunas de estas cifras en tiempos de la conspiracin jacob
ita, cuando la Iglesia se
vala para fines polticos de la masonera sedicente sucesora de los templarios. Sobre
esto expone Findel:
En el siglo XVIII, adems de los modernos caballeros templarios, adulteraron los j
esuitas el verdadero
carcter de la masonera. Muchos autores masones, que conocan perfectamente aquel pero
do histrico,
aseguran que siempre influyeron los jesuitas perniciosamente en la fraternidad m
asnica... Respecto a los
rosacruces masones, su primitivo objeto fue nada menos que favorecer y fomentar
el catolicismo, y cuando
esta religin tom el manifiesto propsito de reprimir la libertad de pensamiento... l
os rosacruces redoblaron
sus esfuerzos para detener en lo posible el progreso de la civilizacin (137).
Por otra parte, el Sincerus Renatus (138) dice que las reglas dictadas para el rg
imen de los Rosacruces de
Oro ofrecan pruebas inequvocas de la intervencin jesutica.
Expondremos primeramente el sistema cifrado de los Soberanos Prncipes Roscaruces
39).
CLAVE DE LOS S
uv
P
c
&
ij
(1
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
16 17
a b c d e f g h
e kf kg kh
10 11 12 13 14 15
ba
kb kc kd
b c
81 82 83 84 85 86 90 91 94 95
p
q
r
s
t
u
k
v
PROCEDIMIENTOS CRIPTOGRFICOS
CLAVE DEL ARCA REAL
m
y
n
z
El alfabeto de esta clave tiene veintisis letras divididas en dos series de trece
, como sigue:
l. serie:
Hay dos procedimientos criptogrficos para usar esta clave. Consiste el primero en
alternar los signos uno sin
punto y otro con l, de modo que correspondan a las veintisis letras del abecedario
ingls, conviene a saber:
Basta con lo expuesto (142). Ahora hemos de aducir algunas pruebas demostrativas
de que el nombre de
Jehovah, tan querido de los masones, podr substituir pero nunca reemplazar al adm
irable Nombre perdido.
Los cabalistas saben esto perfectamente, y en su secreta etimologa del nombre ...
demuestran
concluyentemente que es uno de los muchos sucedneos del verdadero Nombre, y resul
ta de la combinacin
de Iod, Vau y Heva o sea el nombre del primer andrgino (Adn) y de la serpiente fem
enina, smbolo de la
divina Inteligencia emanada del espritu creador (143).
Por consiguiente, no puede ser Jehovah en modo alguno el Nombre inefable. Si Moi
ss hubiese comunicado
a Faran el verdadero Nombre, no se hubiera resistido a la intimacin, pues por una
parte, los reyes de Egipto
estaban iniciados y conocan dicho Nombre tan bien como quien de ellos lo haba apre
ndido, y por otra parte, el
Nombre era en aquellos tiempos comn posesin de todos los adeptos del mundo (144).
Pero Moiss, segn el
texto literal del xodo, habla a Faran en nombre de Yeva (145), y de aqu que el mona
rca responda:
Quin es el seor (Yeva) para que obedezca a su voz? (146).
PRONUNCIACIN DEL
NOMBRE
(155).
Jehovah es tan slo el Metratn, uno de los eones pero no el superior, ni tampoco ca
be identificarlo con la
entidad llamada Memro (Palabra) por Onkelos ni con el Jahve ..., el Ser Supremo.
La enmaraada confusin de los nombres divinos deriv del sigilo en que los primitivos
cabalistas
mantuvieron el verdadero y de las cautelosas precauciones adoptadas por los alqu
imistas y ocultistas
medioevales para salvar la vida. Por esto identific el vulgo a Jehovah con el nico
y supremo Dios. Los
ancianos de Israel y los profetas y rabinos de exquisita erudicin distinguan entre
ambos conceptos; pero
como la diferencia de los nombres era de fontica y la pronunciacin del verdadero a
carreaba la muerte,
ningn iniciado se atreva a comunicarlo al vulgo. De esta suerte, la divinidad sinat
ica se identific andando el
tiempo con Aqul cuyo nombre conocen tan slo los sabios .
En la traduccin bblica de Capellus se lee:
Quienquiera que pronunciare distintamente el nombre de Jehovah, sufra pena de mu
erte.
Este pasaje contiene dos considerables errores. Por una parte, si Jehovah repres
enta aqu la Divinidad, ya
masculina, ya andrgina, est de ms la h final que da terminacin femenina al nombre, e
quivalente en esta
forma al de Binah o tercera emanacin. Por otra parte, traduce Capellus la palabra
nokeb por pronunciar
distinta o claramente, cuando su recto significado es pronunciar correctamente.
Resulta, en consecuencia, que
el bblico nombre de Jehovah es el de una Potestad que en el concepto exotrico sust
ituy al del supremo
Dios.
Entre los muchos errores de traduccin del Levtico, seala Cahen el que debidamente c
orregido denota que
la prohibicin no se refera en modo alguno al exotrico nombre Jehovah, que como los
dems nombres
equivalentes (156) poda pronunciarse impunemente.
La defectuosa versin del texto dice:
Y quien blasfemare el nombre del Seor, sea condenado a muerte (157).
Pero Cahen lo traduce fielmente, diciendo:
Y el que blasfemare el nombre del Eterno, morir (158).
Los smbolos de los israelitas, como los de las naciones gentiles, estaban siempre
directa o indirectamente
relacionados con el culto del sol. El exotrico Jehovah bblico es dual, a semejanza
de las divinidades
gentilicias, por ms que David, opuesto a la ley mosaica, glorifique al seor dicien
do que es Dios de dioses.
Para nosotros, el Seor Dios de Israel merece la misma consideracin que Brahm, Zeus y
otras divinidades
subalternas, pero no reconocemos en l al Dios de Moiss ni al Padre de Jess ni el Nombr
e inefable de los
cabalistas. Jehovah es probablemente uno de los elohimes, uno de los constructor
es que intervinieron en la
formacin (no creacin) del universo, valindose para ello de la preexistente materia;
pero no es ni pudo ser la
incognoscible Causa que cre (bara) en la noche de la eternidad. Los elohimes form
an y bendicen primero para
despus destruir y maldecir. Como Jehovah pertenece al orden de los elohimes, es a
lternativamente benfico y
malfico, que primero castiga y despus se arrepiente. Es el contratipo de Esa y Jaco
b, los mellizos que
simbolizan el principio dual de la Naturaleza. As es que Jacob, por otro nombre I
srael, es la columna de la
izquierda, el aspecto femenino de Esa o principio masculino y columna de la derec
ha. Cuando Jacob lucah
con el Seor Malach-Iho se transmuta ste en la columna de la derecha y Jacob le lla
ma Dios (159), aunque
los intrpretes de la Biblia le hayan relegado a la categora de ngel del Seor. Jacob
le vence, como la materia
suele vencer al espritu, pero sale de la lucha con el muslo dislocado.
EL NOMBRE
DE ISRAEL
El nombre de Israel significa el que lucha con Dios, y se deriva de Isaral o Asa
r, el dios solar llamado
asimismo Suryal, Surya y Sur. El sol que asciende sobre Jacob-Israel equivale al d
ios solar Isaral que
fecunda la materia, simbolizada en el femenino Jacob. Como de costumbre, esta al
egora tiene varios
significados cabalsticos. Tambin Esa o Asu simboliza el sol, y como el Seor , lucha con
Jacob y queda
vencido. El dios solar lucha primero contra l y despus se eleva sobre l en seal de a
lianza, segn se infiere
del siguiente pasaje:
Y salile el sol luego que pas de Fanuel; mas iba cojeando de un pie (160).
siguen distinta tctica, porque les aleccionaron las diatribas y persecuciones del
pasado.
LAS TUMBAS DE GORNORE
Hay hermandades secretas que no se relacionan con los sedicentes pases civilizado
s y mantienen oculta en
su seno la secular sabidura. Estos adeptos podran si quisieran atestiguar su incal
culable antigedad de origen
con documentos comprobatorios que esclareceran muchos puntos oscuros de la histor
ia, as sagrada como
profana; pero si los Padres de la Iglesia hubiesen conocido las claves de los es
critos hierticos y el significado
de los simbolismos egipcio e ndico, seguramente que no escapara a la mutilacin nin
gn monumento antiguo,
aunque la casta sacerdotal tuvo buen cuidado de anotar en sus secretos anales je
roglficos todo cuanto con
ellos se relacionaba. Estos anales se conservan todava, por ms que no sean del dom
inio pblico, y contienen
el historial de monumentos desaparecidos para siempre de la vista de los hombres
.
De cuarenta y siete tumbas reales que segn los anales sagrados existen en las cer
canas de Gornore, tan
slo se tena pblica noticia de diecisiete, segn refiere Diodoro de Sicilia que visit a
quel paraje unos sesenta
aos antes de J. C. No obstante esta prueba histrica, podemos asegurar que todava ex
isten todas las
tumbas, y a su nmero pertenece la descubierta por Belzoni en las montaas areniscas
de Biban-el-Meluk. Los
monjes coptos, de ndole superior a los de otros ritos cristianos, cuyos solitario
s monasterios estn esparcidos
por el desierto de Libia, conocen la existencia de estas tumbas; pero por razone
s que no nos incumbe apuntar,
mantienen el secreto, aunque alguien crea que su hbito es disfraz de ocultas inte
nciones, ms fciles de llevar
a cabo en aquellos desiertos parajes rodeados de tribus musulmanas. Sin embargo,
los monjes griegos de
Jerusaln y los peregrinos que anualmente acuden por Pascua de Resurreccin a visita
r el Santo sepulcro,
tienen a los monjes coptos en mucha estima, y es fama que cuando estos se hallan
presentes en la ceremonia,
desciende milagrosamente de veras el fuego del cielo atrado por sus plegarias (16
2).
Por la violencia se ha de alcanzar el reino de los cielos, y por la violencia lo
alcanza el fuerte . Muchos
aspiran a entrar en el sendero que conduce a las secretas hermandades, y como la
mayor parte se ven
contrariados en su intento, se consuelan de la negativa diciendo que no hay tale
s hermandades. De los pocos
admitidos fracasan las dos terceras partes en la prueba, pues la generalidad de
los hombres no pueden resistir
el rigor de la sptima regla constitucional de los legtimos rosacruces, de comn apli
cacin a todas las
hermandades secretas, segn la cual el rosacruz se ha de hacer por s mismo sin que n
adie lo haga .
Pero no se crea que los candidatos fracasados en la prueba vayan a divulgar lo p
oco que se les enseara,
como hacen algunos masones, pues saben muy bien cun difcil les fuera el intento. A
s es que las
hermandades secretas proseguirn su labor sin replicar palabra a quienes nieguen s
que encontramos en todas las pginas de las Escrituras hebreas y en cada estrofa y
dstico de los textos
industas y budistas? De dnde proceden estos nmeros que animan el pensamiento de Pitgo
ras y Platn y
que ningn orientalista profano ni comentador bblico es capaz de desentraar? Aunque
poseyeran la clave no
sabran utilizarla. En parte alguna como en la India se comprende tan bien el mstic
o valor del lenguaje humano
y su influencia en las acciones, ni nadie lo explica mejor que los autores de lo
s Brhamanas, donde no
obstante su remota antigedad exponen ms concretamente las metafsicas y abstractas e
speculaciones de
sus antecesores.
El profundo respeto de los brahmanes por los sacrificios religiosos les mueve a
decir que el universo surgi a
la existencia a causa de una palabra sacrificial pronunciada por la Causa Primera.
Esta palabra es el Nombre
inefable de los cabalistas, sobre el que ya hemos discurrido precedentemente.
El secreto de los Vedas, el conocimiento sagrado , es impenetrable sin auxilio de l
os Brhmanas. La parte
de los Vedas escrita en verso est constituida por los mantras, himnos o plegtaria
s mgicas, cuya clave est en
los Brhmanas, escritos en prosa. Los mantras son puramente sacros, mientras que l
os Brhmanas contienen
la exgesis teolgica con las interpretaciones sacerdotales. Los orientalistas europ
eos no progresarn
substancialmente en la comprensin de la literatura vdica hasta tanto que pongan su
atencin en obras hoy
desdeadas, como los Brhmanas titulados: Aitareya y Kaushtaki, correspondientes al R
ig Veda.
A Zoroastro se le llam manthran o cantor de mantras, y segn Haug, una de las prime
ras denominaciones
de las Escrituras parsis fue la de Mnthraspenta. El poder y vala del brahmn que ofi
cia en el sacrificio del
Soma deriva de su pleno conocimiento del lenguaje sagrado (Vch), personificado en
Sarasvti, esposa de
Brahm y diosa del conocimiento secreto . Se la representa generalmente montada en un
pavo real, de cola
en abanico, los ojos de cuyas plumas simbolizan la perpetua vigilancia que ve to
das las cosas, es decir, que
quien anhele llegar a ser adepto de la Doctrina Secreta ha de tener los cien ojos
de Argos para ver y entender
todas las cosas.
Tal es la razn por qu creemos imposible resolver los abstrusos problemas subyacent
es en los textos
industas y budistas sin la previa comprensin del significado esotrico de los nmeros
pitagricos. La eficacia
del lenguaje sagrado (Vch) depende de la entonacin dada a los mantras por el ofici
ante, segn el nmero de
slabas, acentuacin y metro del verso sagrado. Si lo pronuncia lentamente y con det
erminado ritmo, producir
un efecto muy distinto del que produzca si lo pronuncia rpidamente y con diverso
ritmo. dice Haug sobre el
particular:
Cada metro potico de los mantras ejerce su respectiva influencia en determinada c
osa del mundo visible, a
la que, por decirlo as, sirve de exponente ideal. La significativa vala del lengua
je mtrico depende del nmero
de slabas de cada verso, porque todas las cosas (segn ensea el sistema pitagrico) es
tn sujetas a
determinada proporcin numrica. Los metros (chhandas), estomas y pristas son tan di
vinos y eternos como
las palabras que contienen. Los primitivos telogos indos no slo creyeron en la rev
elacin de la palabra
sagrada, sino tambin en la de las formas fonticas que haban de asumir estas palabr
as. Estas formas, en
que se encierran las sempiternas palabras vdicas, son smbolos expresivos de las co
sas del mundo invisible y
ofrecen varios puntos de semejanza con las ideas platnicas.
Este pasaje de un autor que no milita en nuestro campo atestigua una vez ms la id
entidad fundamental de la
doctrina subyacente en todas las religiones. Por ejemplo, el metro gyatri consta
de veinticuatro slabas en tres
cesuras de ocho y se lee considera como el ms sagrado metro. Es el metro de Agni,
dios del fuego, y suele
simbolizar al mismo Brahm, el supremo Creador que hizo al hombre a su imagen y se
mejanza.
EL ESPRITU DE LOS MANTRAS
Dice Pitgoras:
El nmero ocho, por otro nombre octada, es el cubo primordial, es decir, que est cu
adrado por todas sus
caras como un dado, de cuya base proceden dos y aun siete nmeros. As es el hombre
un cuadrado
cudruple o cuadrado perfecto (4).
Claro est que excepto los pitagricos y cabalistas, nadie comprender del todo esta i
dea, pero a su
comprensin puede auxiliar el ntimo parentesco entre los nmeros y los himnos vdicos.
Los ms importantes
problemas teolgicos estn ocultos bajo la alegora del fuego y el cambiante lengeteo d
e sus llamas. La zarza
ardiente de la Biblia, el fuego sagrado del mazdesmo y otras religiones, el alma
universal de Platn, el aura
gnea de los rosacruces y el inmortal e inteligente elemento (5) que penetra todas
las cosas, tienen el mismo
significado.
Los Brhmanas estn silbicamente dispuestos de modo que se corresponden con los nmeros
; y segn ha
demostrado Haug, cada forma fontica es el arquetipo de otra visible en la tierra,
de buenos o malos efectos. El
lenguaje sagrado puede salvar la vida, pero tambin dar la muerte, y sus virtudes
son tan slo conocidas del
adepto (dikshita) iniciado en los misterios religiosos, que ya naci del todo a la
vida espiritual. El Vch o espritu
de los mantras es una energa fontica cuyas vibraciones levantan otras anlogas, de m
ayor y ms oculta
energa. Cada una de estas potestades fonticas est personificada por su correspondie
nte entidad en el
mundo de los espritus, y segn se ponga en actuacin, respondern a ella los espritus be
nignos (dioses) o los
espritus malignos (rakshasas). Con arreglo a las creencias industas y budistas, un
a maldicin, una bendicin,
un voto, un deseo, un mal pensamiento pueden asumir forma visible y manifestarse
objetivamente a la vista de
su autor o de aqul a quien vayan dirigidos. Toda culpa se encarna, por decirlo as,
Max Mller, cuyos discpulos admiten cuanto dice cual si fuera el evangelio de la fi
lologa, tiene razn hasta
cierto punto cuando al determinar la ndole de las divinidades industas las calific
a de mscaras sin cmico...,
nombres sin seres y no seres sin nombres (13). Sin embargo, con esto demuestra Mlle
r el monotesmo de la
religin vdica, y mucha duda cabe de que ni l ni sus discpulos lleguen a desentraar el
pensamiento de los
arios (14) sin previo y detenido estudio de esas mscaras , que les parecern fantasmas
vanos a los
materialistas o cientficos empeados en la imposible tarea de conciliar los hechos
histricos con sus
personales opiniones o con la letra de la Biblia. Pero estas autoridades, de ind
udable prestigio en la ciencia
experimental, son y han sido siempre recusables, como inseguros guas, en cualquie
r otro orden de
investigaciones. Los patriarcas bblicos son tan mscaras sin cmicos como los prajpatis
industas; y sin
embargo, cada supuesto personaje simboliza una idea de la filosofa antigua (15).
Por lo tanto, quin ms a
propsito para desentraar el sentido oculto que los mismos brahmanes y cabalistas?
Negar en redondo la filosofa subyacente en el Rig Veda, equivale a desconocer la
religin madre en que late
el ntimo pensamiento de los filsofos anteriores a la composicin de los Brhmanas. Si
las divinidades
industas son para Mller vanas mscaras, tambin debe suponer que los autores vdicos no
seran capaces
de descubrir a los actores, y entonces no slo los tres Vedas, que segn Mller no mer
ecen este nombre, sino
el mismo Rig Veda resulta una baranda de palabras sin sentido, porque ningn cientfi
co moderno, por erudito
que sea, podr inquirir los significados que no hubiese podido inquirir la sutil y
universalmente reconocida
sagacidad de los antiguos sabios de la India. Tena razn Taylor al decir que la filo
loga no es filosofa .
Resulta muy contrario a la lgica admitir primero un pensamiento subyacente en la
obra literaria de una raza,
tal vez tnicamente distinta de la nuestra, y negarle despus significado filosfico a
este mismo pensamiento,
tan slo porque no nos consiente comprenderlo la diversa orientacin de nuestro dese
nvolvimiento mental.
Esto es precisamente lo que hacen Mller y su escuela, dicho sea con todo el respe
to debido a su erudicin.
Dice el ilustre orientalista a este propsito:
Nos vemos cara a cara y mente a mente con hombres cuyas ideas no comprendemos to
dava a pesar de
haber desechado todo prejuicio. No siempre estaremos afortunados en la interpret
acin, pues muchas
palabras, versos y aun himnos enteros del Rig Veda son y han de ser letra muerta
para nosotros... Porque, con
raras excepciones..., la ideologa vdica est tan all de nuestro horizonte mental, que
en vez de traducir, slo
nos cabe suponer y conjeturar (16).
Esto equivale a decir que, si bien con cautela y fatiga, podemos seguir las huel
las de los autores vdicos.
Por otra parte, slo reconoce Mller verdadero valor al Rig Veda, del que afirma que
es el nico importante,
el nico Veda autntico , y repudia los otros tres por indignos de atencin seria, porqu
e contienen frmulas de
sacrificios, hechizos y conjuros (17). Para Mller, los otros tres Vedas merecen ta
nto este nombre como el de
Biblia el Talmud.
Pero se nos ocurre una pregunta muy natural sobre este punto. Conoce algn erudito
el oculto significado
de las en apariencia absurdas frmulas de sacrificios, hechizos, conjuros y dems qu
imeras mgicas del
Atharva Veda?
Cabe responder que no, si nos apoyamos en la poco antes citada declaracin de Max
Mller, pues si la
ideologa vdica (18) cae tan all del horizonte mental de los eruditos, que en vez de
traducir tan slo les cabe
suponer y conjeturar; si los otros tres Vedas, aparte del Rig, son puerilidades y
tonteras (19), y si los
Brhmanas, los Sutras Yska y Syana, aunque de poca ms prxima al Rig, se prestan a muy f
rvolas y
errneas interpretaciones, no es posible que ni Mller ni erudito alguno juzguen ace
rtadamente la literatura
industa. Adems, si los autores de los Brhamanas (cuya fecha es la ms cercana a la de
l Rig) hubiesen sido,
como se les supone, incapaces de otra cosa que de errneas interpretaciones , en qu poca
, en dnde y
quines compusieron estos grandiosos poemas cuyo mstico sentido perdieron las gener
aciones posteriores?
Por lo tanto, si los textos sagrados de Egipto eran ya ininteligibles (20) para
los escribas sacerdotales de hace
cuatro mil aos, y si los Brhmanas no son ni ms ni menos que pueriles y frvolas inter
pretaciones del Rig
Veda, resultaran los sistemas religiosos de la India y Egipto incalculablemente ms
antiguos de lo que los
mitlogos suponen cautelosamente, y hubieran estado en lo cierto los sacerdotes eg
ipcios, como lo estn los
brahmanes contemporneos, al asignar a sus libros remotsima antigedad.
LA CLAVE DEL RIG VEDA
Jams admitiremos que los otros tres Vedas sean menos valiosos que el Rig, ni que
el Talmud y la Kbala
sean inferiores a la Biblia. El mismo ttulo de Vedas (21) denota que los compusie
ron aquellos hombres
llamados sabios en toda poca y pas. Si prescindiramos del Talmud y de su antecesora
la Kbala, nos sera
imposible interpretar acertadamente ni una sola palabra de esa Biblia tan encomi
ada a sus expensas. Pero
esto es tal vez los que se proponen sus defensores. Repudiar los Brhmanas equival
e a perder la clave del Rig
Veda. La interpretacin literal de la Biblia ha dado ya sus frutos. Tambin los dar l
a de las Escrituras industas,
con la diferencia de que la absurda interpretacin de la Biblia ha logrado con el
tiempo lugar preeminente en los
dominios del ridculo, con defensores ciegos a toda luz y refractarios a toda prue
ba. En cuanto a la literatura
llamada pagana, despus de algunos aos ms de intiles tentativas para descubrir su rel
igioso significado,
quedar relegada al limbo de reprobables supersticiones, para que las gentes no oi
gan hablar ms de ellas.
Quisiramos que se nos comprendiera con toda claridad antes de reconvenirnos por l
as precedentes
observaciones. Ni aun sus propios adversarios dudan de la vasta erudicin del famo
so catedrtico de la
universidad de Oxford. Sin embargo, deploramos que tan a la ligera condene lo qu
e, segn confesin propia,
est ms all de su horizonte mental, pues lo que en los Brhmanas diputa por ridculos er
rores, otros eruditos
lo diputarn contrariamente.
Dice un antiguo rishi en el Rig Veda:
Quin es el supremo entre los dioses? Quin ha de ser el primer loado en nuestros cant
os?
Pero Mller toma equivocadamente el interrogativo pronombre personal
re de una
divinidad, y exclama:
Quin?
por el nomb
declarase errores
brahmnicos , seguira siendo para los telogos industas de Benars y Ceiln tan verdad como
para los judos
la interpretacin de las Escrituras de Maimnides y Filo Judeo contra las sofistific
aciones de Eusebio e Ireneo
sancionadas por los concilios. Un telogo, un filsofo indo, no conocern la religin e i
dioma de sus
antepasados muchsimo mejor que un erudito ingls o alemn? No tiene un hermeneuta indo
la misma
autoridad para interpretar las Escrituras industas que los rabinos las hebreas? L
os traductores y comentadores
indgenas son seguramente ms fidedignos que los exticos. Sin embargo, cabe la espera
nza de que el
incierto porvenir nos reserve algn erudito europeo que interprete los libros de l
a religin de sabidura con
acierto bastante para que ningn colega le contradiga.
Entretanto, prescindamos de toda presunta autoridad y estudiemos algunos mitos a
ntiguos, apoyndonos en
la interpretacin popular y valindonos del misterioso nmero siete, linterna mgica de
Trismegisto, para
alumbrar nuestro camino. Alguna razn debe de haber para que universalmente haya s
ervido este nmero de
cmputo mstico. Todos los pueblos de la antigedad colocaron sobre el sptimo cielo la
morada del Demiurgo.
As dice el cabalista emperador Juliano:
Si huybiese de hablar de la iniciacin en nuestros sagrados Misterios, que los cal
deos consagraron al dios de
los siete rayos cuya veneracin exaltaba las almas, dira cosas desconocidas, muy de
sconocidas del vulgo,
pero que saben bien los benditos teurgos (25).
Por su parte expone Lido:
Los caldeos dan a Dios el nombre de Iao, y algunas veces el de Sabaoth. Al que e
st sobre las siete rbitas
(26) le llaman Demiurgo (27).
Es preciso consultar los autores pitagricos y cabalistas para percatarse de la po
tencialidad del nmero siete.
Los siete rayos del espectro solar estn representados exotricamente en el dios Hep
taktis (el de los siete
rayos), y se resumen en tres rayos primarios rojo, azul y amarillo, que forman l
a trinidad solar y tipifican
respectivamente el espritu-materia y el espritu-esencia (28).
Los pitagricos llamaban al nmero siete vehculo de vida, como si estuviese dotado de
cuerpo y alma; pues,
segn ellos, el cuerpo humano se compone de cuatro elementos y el alma de tres, co
nviene a saber: razn,
pasin y deseo. Colocaban los griegos la Palabra inefable en el sptimo y ms alto lug
ar, sobre sus siete
substitutas o sucedneas, correspondientes a los grados de iniciacin. Los judos toma
ron el precepto del
sbado de los antiguos, que tenan este da por nefasto y estaba consagrado a Saturno.
En India, Arabia, Siria
y Egipto figuraba ya en los cmputos del tiempo la semana de siete das, que los rom
anos se asimilaron al
conquistar estos pases, aunque hasta el siglo IV no qued del todo substituido por
el hebdomadario el
cmputo de calendas, nonas e idus. Los nombres astronmicos de los das (29) prueban q
ue no deriv de los
hebreos la semana de siete das. Pero antes de analizar cabalsticamente este nmero,
conviene examinarlo
desde el punto de vista del sbado judaico-cristiano.
El Shabbath o Yom-shaba instituido por Moiss en memoria del descanso del Seor Dios
, tras la obra de la
creacin, era tan slo, como dice el Zohar, un velo para encubrir el verdadero signi
ficado. Entonces contaban
los judos y siguen contando ahora numeralmente los das de la semana de esta manera
:
Yom-ahad; yom-sheni; yom-shelisho; yom rebis; yom-shamishi; yom-shishi; y yom-sh
aba. Que equivalen a
da primero; da segundo; da tercero; da cuarto; da quinto; da sexto; da sptimo.
La palabra hebrea ....., consta de las tres letras: s, b, o, y tiene varias ace
pciones. En primer lugar significa
poca o ciclo (shab-ang). La voz ... (sbado) quiere decir poca antigua y tambin desca
nso en idioma copto.
Sabe significa sabidura, erudicin. Los arquelogos modernos han descubierto que el tr
mino hebreo ... (sab)
quiere decir asimismo cabeza gris, y por lo tanto, el da de saba era aquel en que
los hombres de cabeza gris ,
o sea los ancianos de una tribu, se reunan para celebrar los sacrificios (30).
EL DOMINGO CRISTIANO
As que la semana de siete das es el antiqusimo perodo Saba o Sapta. Las fiestas luna
res de la India
demuestran que tambin en este pas se celebraban asambleas semanales. As como cada f
ase de la luna
determina alteraciones atmosfricas, tambin ocurren mudanzas en el universo entero,
de las que las
meteorolgicas son las menos importantes. El da sptimo, el ms poderoso da prismtico, se
congregan los
adeptos de la ciencia secreta, como se congregaban hace miles de aos, para actuar
de agentes de las ocultas
fuerzas naturales (emanaciones del Dios operante) y comunicarse con los mundos i
nvisibles. Los antiguos
sabios santificaban el sptimo da, no porque creyeran en el divino descanso, sino p
orque conocan su oculta
influencia. De esto deriva la profunda veneracin en que los antiguos filsofos tenan
el nmero siete, que
calificaban de sagrado y venerable . La Tetraktis pitagrica, tan respetada por los pla
tnicos, se
representaba en forma del cuadrado debajo del tringulo, smbolo este ltimo de la Tri
nidad comprensiva de la
invisible Mnada o Unidad; pero el nombre de la Tetraktis, por lo sacratsimo, slo po
da pronunciarse en el
santuario.
La austera observancia del sbado (31) por los protestantes tiene mucho de tirana r
eligiosa y su dao
excede al beneficio, pues con toda seguridad que no estuvo jams en el pensamiento
de Jess distinguir dicho
da de los otros seis, como as lo demostr con hechos y palabras, aparte de que los p
rimitivos cristianos no
guardaban este precepto (32).
Cuando el judo Trifn reconviene a los cristianos porque no guardaban el sbdo, le re
sponden los
reconvenidos:
La nueva ley os mandar guardar un sbado perpetuo. Vosotros imaginis que sois religi
osos, despus de
pasar un da en la ociosidad; pero el Seor no se satisface con esto. Si el perjuro
y el defraudador se
enmiendan y el adltero se arrepiente, guardarn el sbado ms acepto a Dios. Los elemen
tos jams estn
ociosos ni guardan sbado. Si antes de Moiss no hubo necesidad de guardar el sbado,
tampoco debe
haberla despus de Jesucristo.
En cuanto al concepto de la Causa primera, dice Juan Reuchlin:
La Heptaktis no es la Causa suprema, sino sencillamente Su emanacin, el primer ef
ecto visible de la
irrevelada Potestad. Es como Su divino aliento que, surgido impetuosamente, se c
ondensa y refulge hasta
convertirse en Luz que perciben los sentidos externos (33).
Este concepto de la emanacin del Altsimo equivale al del Demiurgo o los Elohim (34
) que forman el mundo
en seis das y descansan el sptimo. Pero los Elohim no son ni ms ni menos que la per
sonificacin de las
fuerzas de la Naturaleza, los fieles agentes de las leyes de Aqul que de por S es
armnica e inmutable Ley.
Los Elohim moran en el sptimo cielo (mundo espiritual), pues, segn los cabalistas,
formaron sucesivamente
los seis mundos materiales, o mejor dicho, los seis bosquejos de mundos preceden
tes al nuestro, que es el
sptimo. Pero si dando de mano al concepto metafsico-espiritual, nos contraemos al
cientfico-religioso de la
creacin en seis das, tan detenida y dilatadamente comentado por los exgetas, podrem
os acaso desentraar
el oculto sentido de esta alegora.
Los antiguos filsofos estaban versados en ciencias ocultas y podan ensear que los s
eis mundos
precedentes haban evolucionado fsicamente en las sucesivas etapas de nacimiento, d
esarrollo, madurez,
decrepitud y muerte, y que terminado el ciclo de evolucin se haban restituido a su
prstina modalidad de
mundo etreo, para morada durante toda una eternidad (35) de los espritus de hombre
s y animales (36).
Nuestro planeta est tan sujeto a la evolucin fsica como todo cuanto en l existe. De
la mente de Aqul de
quien nada sabemos y que tan slo podemos concebir vagamente, impelido por Su volu
ntad creadora, surgi a
la existencia este globo, cuya materia, fludica y semi-etrea al principio, fue con
densndose gradualmente
hasta que la necesidad de evolucin fsica, determinada por la materia (37), actuali
z sus propias facultades
creadoras. La Materia ret al Espritu y la tierra tuvo tambin su cada, cuyo castigo e
st simbolizado en que
tan slo puede procrear y no crear. La tierra fsica o material es el agente servil
de su dueo el espritu. As
dicen los Elohim:
Multiplicar tus dolores; con dolor parirs los hijos... Maldita ser la tierra en tu
obra..., espinas y abrojos te
producir... (38).
MALDICIN ALEGRICA
Esta alegrica maldicin durar hasta que la ms diminuta partcula de materia terrestre h
aya recorrido su
ciclo evolutivo y por sucesivas transformaciones llegue a integrar el alma vivie
nte, de modo que sta alcance el
punto terminal del arco ascendente del ciclo y se identifique con su metraton, o
espritu redentor, en el ms alto
peldao de los mundos espirituales, de vuelta ya a la primaria morada de donde ema
n. Ms all se abre el
ABISMO sin fondo y empieza el MISTERIO.
Conviene recordar que todas las cosmogonas reconocen una Trinidad creadora formad
a por el Padre
(espritu), la Madre (materia) y el Hijo (universo manifestado), procedente de amb
os. Cada uno de los astros
que constituyen el universo pasa sucesivamente por cuatro edades o pocas anlogas a
las de la vida
humana, y as tienen su infancia, juventud, virilidad y vejez. Estas cuatro pocas,
con las tres personas de la
Trinidad creadora, componen de nuevo el sagrado siete.
Los captulos preliminares del Gnesis no exponen ni la ms remota alegora de la creacin
de nuestro
mundo, sino que entraan el concepto metafsico de un perodo indefinido (39) de la et
ernidad, durante el cual
la ley de evolucin intent diversas veces construir universos. As dice el Zohar:
Hubo mundos que perecieron apenas surgidos a la existencia. No tenan forma y se l
es llam chispas, como
las que el forjador hace brotar en todas direcciones cuando machaca el hierro. L
as chispas son los mundos
primitivos que no perduraron porque el Sacro Anciano (40) no haba asumido an su fo
rma de rey y reina (41),
y el Maestro no se ocupaba todava en desenvolver su obra (42).
Los seis perodos o das del Gnesis se refieren al mismo concepto metafsico, o sea que
infructuosamente
los Elohim intentaron por cinco veces construir nuestro universo, hasta que a la
sexta vez lograron formarlo con
todos sus planetas (43) y descansaron en el perodo sptimo. As dice el Zohar:
Y cuando el Santo cre el presente mundo, exclam: ste me place; los precedentes no m
e pluguieron (44).
Y dice el Gnesis:
Y vio Dios (Elohim) todas las cosas que haba hecho; y eran muy buenas. Y fue la t
arde y la maana el da
sexto (45).
DA Y NOCHE
DE BRAHM
e Brahm los
procesos de formacin alcanzan el mximo de actividad, y por la tarde van declinando
gradualmente hasta que
llega la noche y con ella el pralaya. Estas maana y tarde constituyen un da csmico,
por lo que no cabe duda
de que el autor del Gnesis se refera a un da de Brahm al decir:
Y fue la tarde y la maana, un da (46).
Seis das de gradual evolucin, uno de reposo y despus el anochecer. Desde la aparicin
del hombre en
este mundo, ha sido el tiempo un perpetuo sbado de reposo para el Demiurgo.
Las teoras cosmognicas del Gnesis se resumen en las razas de los hijos de Dios y de
los hijos de los
hombres, de los gigantes a que alude el captulo VI. En rigor, la historia bblica d
e la formacin (47) de la tierra
empieza cuando No se salva del diluvio en el arca. Las tablillas asirias reciente
mente traducidas por Jorge
Smith, no dejan duda sobre esto en quienes saben interpretarlas esotricamente. La
diosa Isthar predice en
una de estas tablillas la destruccin del sexto mundo y la aparicin del sptimo en lo
s siguientes trminos.
Por SEIS das y noches dominaron el viento, el diluvio y la tormenta.
En el sptimo da calm la tempestad y ces el diluvio que todo lo haba destruido como un
terremoto (48).
Las aguas volvieron a sus cauces y amain el viento y ces el diluvio.
Yo percib la costa en el lmite del mar.
... al pas de Nizir fue la nave (49); la montaa de Nizir detuvo la nave.
... el primero y segundo das hizo lo mismo la montaa de Nizir; el quinto y el sext
o hizo lo mismo la montaa
de Nizir.
... en el transcurso del sptimo da solt una paloma que se fue y no volvi..., y el cu
ervo se fue y no volvi...
Edifiqu un altar en la cumbre del monte.
... cort siete hierbas en cuyo fondo puse caas, pinos y simgar; los dioses acudier
on como moscas al
sacrificio.
... desde muy antiguo tambin el supremo Dios, en su carrera.
... el intenso fulgor (50) de Anu hubo creado (51).
... el amuleto que cie mi cuello no resistira la gloria de estos dioses...
Todo esto encubre un significado esotrico a un tiempo astronmico y mgico. En las ta
blillas se advierte
desde luego la narracin bblica, y se echa de ver cunto ha desfigurado sta el gran po
ema caldeo con la
personificada conversin de los dioses en patriarcas. No podemos detenernos en el
examen de los bblico
remedos de la alegora caldea; pero s recordaremos que, segn testimonios tan adverso
s como Lenormant
(52), la trinidad caldea emanada de Ilon (53) est constituida por Anu, Nuah y Bel
. Es Anu el caos primitivo, el
dios que a un tiempo simboliza el tiempo y el mundo (..... y .....), o la materi
a primordial desdoblada del eterno y
absoluto principio de todas las cosas. Nuah es, segn Lenormant, la inteligencia, o
mejor fuera decir el Verbo
que vivifica y fecunda la materia, penetra el universo y lo gobierna y anima. Es
el soberano del hmedo
elemento, el Espritu semoviente sobre las aguas . Tenemos, por lo tanto, que Nuah e
st representado
bblicamente por No dentro del arca que flota sobre las aguas, y el arca es emblema
de la luna (argha) o
principio femenino. As es No smbolo del espritu que desciende a la materia.
SIMBOLISMO DE NO
Apenas sale del arca, planta No una via cuyo vino bebe y le embriaga, lo cual sign
ifica la turbacin del
espritu en cuanto lo aprisiona la materia.
El sptimo captulo del Gnesis parafrasea el captulo primero, segn se infiere de los si
guientes pasajes:
Las tinieblas estaban sobre el haz del abismo y el Espritu de Dios era llevado so
bre las aguas (54).
Y el arca era llevada sobre las aguas (55).
Vemos, por lo tanto, que el No bblico es el Nuah caldeo o sea el espritu que vivifi
ca la materia catica
simbolizada en la profundidad de las aguas diluviales. En la narracin caldea est l
a diosa Ishtar o Astoreth (la
luna) encerrada en el arca, y enva a la paloma (56) en busca de tierra enjuta. Po
r otra parte, segn las tablillas
asirias, Xisuthrus o Hasisadra fue transportado junto a los dioses en premio de
su piedad, y en la Biblia este
mismo personaje es Enoch arrebatado al cielo en un carro de fuego.
Todos los pueblos antiguos creyeron en la sucesiva existencia de incalculable nme
ro de mundos anteriores
a la evolucin del nuestro; pero como los cristianos tergiversaron a su antojo las
Escrituras hebreas, perdieron
en castigo la clave de interpretacin. As vemos a los Padres de la Iglesia empeados
en la imposible tarea de
establecer un cmputo cronolgico sobre la interpretacin literal del texto bblico, mie
ntras que los rabinos
iniciados conocan perfectamente el significado esotrico de las alegoras, y por ello
hablan las obras
cabalsticas (57) de la serie de mundos surgidos del caos y evolucionados hasta su
destruccin.
La doctrina industa admite dos pralayas o desintegraciones; el mahapralaya o desi
ntegracin universal y el
pralaya o desintegracin parcial. El primero se refiere a la noche de Brahm, y el s
egundo a los cataclismos
geolgicos que sobrevienen al trmino de cada ciclo mnimo de nuestro globo. El diluvi
o de las narraciones
estuvo localizado en el Asia central y ocurri, segn cmputos de Bunsen, unos diez mi
l aos antes de J. C.,
sin relacin alguna con el mstico Nuah o No. Las tradiciones industas sealan al trmino
de cada poca del
mundo un cataclismo que no lo destruye, sino tan slo altera su configuracin geogrfi
ca, para que nuevas
razas de hombres, animales y plantas evolucionen de las desaparecidas a consecue
ncia del cataclismo.
Los dos rasgos caractersticos del Pentateuco son la cada del hombre y el diluvio univ
ersal , el alfa y el
omega o claves superior e inferior de la armnica escala en que resuena el himno d
e la creacin del hombre,
para quien indagando por medio del zura o gemantria figurativa el proceso de la
evolucin humana, desde el
puramente espiritual punto de partida hasta el impuramente material punto de con
versin (hombre
postdiluviano), descubre en estos dos smbolos todo el significado que encierran.
configuracin geogrfica del Asia central. Slo cabe explicar esta contradiccin admitie
ndo que los caldeos
aprendieron el relato de labios de los misteriosos huspedes a que algunos asirilog
os llaman acadianos, o
segn parece ms verosmil, descendientes de los salvados de la catstrofe. Los judos tom
aron de los caldeos
la tradicin del diluvio, como tomaron casi todas sus creencias populares, y los i
ndustas la aprenderan
seguramente de los pases en que se establecieron antes de apoderarse del Punjb. En
cambio, los egipcios,
cuyos primeros colonos llegaron del Sur de la India, tuvieron menos motivos para
recordar el cataclismo, cuyos
efectos se contrajeron, como hemos dicho, al Asia central.
Dice Burnouf que como el relato del diluvio se encuentra en un Brahmana de la lti
ma poca, pudieron muy
bien los indos haberlo copiado de las naciones semticas; pero contra este supuest
o se oponen conjuntamente
todas las tradiciones y costumbres de los indos, ya que los arios, y menos todava
los brahmanes, no copiaron
jams absolutamente nada de los semitas, segn corrobora el mismo abate Dubois que r
esidi cuarenta aos
en la India y es uno de aquellos animadversos testimonios , como llama Higgins a lo
s intrpretes ortodoxos de
la Biblia. Dice Dubois:
Jams he descubierto en la historia de los egipcios y hebreos, indicio alguno de q
ue ni estos dos pueblos ni
otro cualquiera de la tierra sea ms antiguo que el pueblo indo con sus brahmanes;
y por lo tanto, no creo que
estos copiaran sus ritos de naciones extranjeras, antes al contrario, opino que
son de fuente original y
exclusivamente propia. Quien conozca el carcter e ndoles de los brahmanes, su alti
vez, orgullo, vanidad,
esquivez y soberano desdn por todo lo extranjero y por cuanto ellos no han invent
ado, coincidir conmigo en
que de ningn modo copiaran los usos, leyes, costumbres y creencias de un pas extran
jero (61).
LOS VEDAS Y EL DILUVIO
El relato industa del diluvio alude al primer avatar de Vishn (62) y corresponde a
un yuga anterior al
nuestro, al de la aparicin de la vida animal (63). Por otra parte, la circunstanc
ia de que nada digan del diluvio
los primitivos libros industas es un poderoso argumento, de mayor vala en el caso
presente en que slo
disponemos de inducciones. Dice sobre el particular Jacolliot:
Los Vedas y los Libros de Man, estos dos monumentos de la primitiva mentalidad as
itica, son
incontrovertiblemente anteriores al diluvio, pues si por una parte la tradicin (6
4) nos presenta a Vishn
salvando los Vedas del diluvio, por otra parte ni los Vedas ni los Libros de Man
ni otras obras mencionan esta
catstrofe, al paso que los Purnas, el Mahbhrata y otras ms recientes la describen con
minuciosos
pormenores, demostrndose de eta suerte la antediluviana antigedad de aqullos, pues
los Vedas no
hubieran podido por menos de aludir en algn himno a la tremenda catstrofe que debi
emocionar a las
gentes muchsimo ms que los fenmenos ordinarios de la naturaleza; ni tampoco Man, que
describe la
creacin y expone cronolgicamente las pocas divinas hasta la aparicin del hombre sobr
e la tierra, hubiera
dejado en silencio un acontecimiento de tan excepcional importancia.
Man enumera (65) los nombres de diez eminentes santos, a quienes llama parajpatis
(66), que los
telogos industas consideran como profetas anteriores a la raza humana, pero que pa
ra los pundites son los
diez poderosos reyes que florecieron en la edad de oro (kritayuga), el ltimo de l
os cuales fue Brighu, de quien
descendieron por sucesin genealgica Swrotchica, Ottami, Tamasa, Raivata, el glorios
o Tchkchucha y el hijo
de Vivasvata, todos los cuales merecieron el ttulo de Man (legislador divino), con
ferido tambin a los
prajpatis y a todos los personajes de la India primitiva. La genealoga se detiene
en el nombre del hijo de
Vivasvata.
Ahora bien; segn los Purnas y el Mahbhrata, el diluvio ocurri en tiempos de este hijo
de Vivasvata, que
se llamaba Vaivaswata, y el recuerdo de la catstrofe se mantuvo por tradicin que l
os emigrantes difundieron
por todos los pases que colonizaron.
La genealoga expuesta por Man se detiene, segn hemos visto, en Vivaswata, lo que pr
ueba que cuando
se compuso dicho libro, no haba ocurrido todava la catstrofe del diluvio (67).
El argumento es irrefutable y debieran tenerlo en cuenta los cientficos cuya posi
cin oficial les inclina a
complacer al clero con la negativa de cuantos hechos prueban la formidable antige
dad de los Vedas y de los
Libros de Man.
El coronel Vans Kennedy dijo, hace mucho tiempo, que Babilonia fue desde un prin
cipio la metrpoli de la
literatura snscrita y de la erudicin brahmnica; pero cmo hubieran ido los brahmanes a
Babilonia si no por
haber emigrado a consecuencia de guerras intestinas? El relato ms completo del di
luvio nos lo da el
Mahbhrata, poema compuesto por Vedavyasa en loor de las alegricas guerras entre las
razas solar y lunar.
Una de las versiones de este relato dice que Vivaswata fue el progenitor de todo
s los pueblos de la tierra, como
de No afirma la narracin bblica. Otra interpretacin nos presenta a Vivaswata, a mane
ra de la leyenda griega
de Deucalin y Pirra, arrojando guijarros en el limo dejado por las aguas, para en
gendrar hombres a voluntad.
De estas dos versiones, una parecida a la hebrea y otra a la griega, cabe inferi
r, supuesta la antigedad del
pueblo indo, que los paganos griegos y los monotestas hebreos las tomaron respect
ivamente del poema
snscrito por mediacin de las escuelas de Babilonia.
La historia nos habla de la copiosa corriente emigratoria de los arios a lo larg
o del ro Indo, y nos dice que,
derramados despus por occidente, algunas tribus pasaron desde el asia menor a col
onizar la Grecia; pero no
hay el ms leve indicio histrico de que ni el pueblo escogido ni los griegos penetrar
an en la India antes del
siglo IV de la era precristiana, pues hasta esta poca no descubrimos las vagas tr
adiciones segn las cuales se
corrieron desde Babilonia a la India algunas de las problemticas tribus perdidas
medalla.
Si las leyendas, smbolos y alegoras son de tradicin inda, caldea o egipcia, apenas
se las considera
merecedoras de examen ni se sospechan sus relaciones con la astronoma y antropoge
nesia; pero en cuanto
mutilados y pervertidos se incorporan a la Escritura sagrada, se les acepta como
palabra de Dios. Dnde
queda en esto la imparcialidad? Dnde la justicia? Hace diecinueve siglos dijo el R
eformador cristiano que no
era posible servir a Dios y a Belial, y parafraseando esta mxima podramos afirmar
en nuestros tiempos que
no es posible servir a la verdad y al prejuicio, aunque los dogmatizadores presu
man de servir a la verdad.
Casi todos los mitos religiosos tienen fundamento a la par histrico y cientfico, p
ues como dice Pococke:
Vemos probado actualmente que los mitos son fbulas cuando no acertamos en su inte
rpretacin, y son
verdades cuando descubrimos el real significado con que los antiguos los compren
dieron. Nuestra ignorancia
ha convertido en mtico lo histrico, y esta ignorancia la hemos heredado de los gri
egos como consecuencia de
la vanidad helnica (73).
Ya demostraron Bunsen y Champollin que los libros sagrados de Egipto son muchsimo
ms antiguos que el
Gnesis; y las modernas investigaciones han robustecido la sospecha, para nosotros
certidumbre, de que las
leyes de Moiss son copia del Cdigo de Man, por lo que resulta muy probable que el E
gipto debiera a la
India su civilizacin, arte e instituciones sociales. Pero aunque contra este pare
cer se agrupen hostilmente toda
una falange de autoridades cientficas que niegan los hechos comprobatorios, tarde
o temprano habrn de
rendirse a la evidencia (74).
Dice Mller:
Difcil sera dilucidar si los Vedas son los libros ms antiguos del mundo y si parte
del Antiguo Testamento
puede o no aventajar en antigedad a los ms antiguos himnos vdicos (75).
Sin embargo, su cambio de opinin respecto del nirvana permite esperar que tambin l
a rectifique por lo que
se refiere a la antigedad del Gnesis, de modo que las gentes reciban el beneficio
de la verdad sancionada
por uno de los ms prestigiosos cientficos de Europa.
POCA DE ZOROASTRO
Sabido es que los orientalistas no se han puesto an de acuerdo sobre la poca de Zo
roastro; y por lo tanto,
ser ms seguro fiarnos de los cmputos brahmnicos que de las opiniones de los cientfico
s (76), pues
Bunsen calcula que Zoroastro floreci en Ecbatriana, que la emigracin de los ecbatr
ianos a la India
corresponde al ao 3784 antes de J. C. y el nacimiento de Moiss al 1392 de la misma
era precristiana (77).
Pero resulta muy anacrnico colocar a Zoroastro en poca anterior a los Vedas, puest
o que de estos libros est
entresacada toda la doctrina zoroastriana, y si bien residi Zoroastro algn tiempo
en el Afganistn antes de
pasar al Punjb, en este ltimo pas empezaron a escribirse los Vedas, que denotan el
progreso de los indos,
como el Avesta el de los iranios.por otra parte, Haug atribuye al brahmana Aitar
eya (78) una antigedad de
1400 a 1200 antes de J. C. y a los Vedas la de 2400 a 2000 aos. Mller pone algunos
reparos a este
cmputo, aunque no lo niega por completo (79). Pero suponiendo que Moiss escribiera
el Pentateuco (80), si
este legislador naci, como calcula Bunsen, el ao 1392 antes de J. C., no puede ser
el Pentateuco ms
antiguo que los Vedas, pues Zoroastro naci el 3784 antes de J. C., y ya su doctri
na es reflejo de los Vedas.
Adems, dice Haug (81) que algunos himnos del Rig Veda datan de treinta y siete si
glos antes de J. C.,
precedentemente al cisma de Zoroastro, ocurrido, segn Mller, durante el perodo vdico
; y por lo tanto, no
cabe remontar trozo alguno del Antiguo Testamento a la misma poca de los Vedas, y
mucho menos a una
poca anterior a los himnos vdicos.
Admiten generalmente los orientalistas que 3000 aos antes de J. C. estaban todava
los arios en las estepas
de la orilla oriental del mar Caspio, y Rawlinson conjetura que su foco central
era Armenia, de donde se
derramaron por Oriente hacia la India, por el Norte hacia el Cucaso y por Occiden
te hacia el Asia menor y
Grecia, de suerte que ya antes del siglo XV de la era precristiana aparecen en l
a cuenca del Indo superior, en
donde sobrevino el cisma entre los arios vdicos, que se encaminaron al Punjb, y lo
s arios zndicos, que se
dirigieron a Occidente para fundar los histricos imperios de Asia (82). Aade Rawli
nson que la primitiva
historia de los arios est envuelta en los velos del misterio; pero muchos y muy e
ruditos brahmanes han
encontrado indicios de la existencia de los Vedas 2100 aos antes de J. C., y por
otra parte atribuye Jones al
Yaguar-Veda una antigedad de 1580 antes de J. C., o sea muy anterior a Moiss.
Max Mller y otros orientalistas de Oxford se fundan en el supuesto hecho de que l
os arios emigraron del
Afganistn al Punjb unos quince siglos antes de J. C., para computar a determinadas
porciones del Antiguo
Testamento fecha igual o acaso ms temprana que la de los ms antiguos himnos vdicos.
Por lo tanto,
mientras los orientalistas no se pongan de acuerdo para fijar la fecha en que fl
oreci Zoroastro, no puede haber
autoridad tan fidedigna como la de los brahmanes para computar la poca de los Ved
as.
Es indudable que los judos copiaron la mayor parte de sus leyes de los egipcios,
que en nuestra opinin
fueron los primitivos indos (83), segn nos demostrar el examen geogrfico de la Indi
a antigual. En efecto, si
exceptuamos la Escitia y la Etiopa, no hay regin tan inciertamente delimitada en l
os mapas como la India
antigua, que se extenda hacia el oriente de Babilonia con el nombre de Indostn y f
ue cuna de las razas
cusitas o camticas, que dominaron por completo el pas y rindieron culto a las divi
nidades Bala y Bhavani. La
India de los primitivos sabios parece que fue el territorio comprendido entre la
s fuentes del Oxo y las del
Jaxartes. Apolonio de Tyana atraves la cordillera del Cucaso, llamada Kush por los
indos, y encontr a un
rey que le condujo al pas de los sabios, descendientes acaso de los que el histor
iador Amian Marcelino
denomina brahmanes de la India septentrional , a quienes visit Daro Histaspes e instr
uido por ellos
restableci el verdadero culto mgico. Este episodio de la vida de Apolonio indica,
al parecer, que estuvo en el
pas de Cachemira, donde los nagas le aleccionaron en las doctrinas budistas. En a
quella poca la India aria
no se dilataba ms all del Punjb.
POBLADORES DE LA INDIA
En nuestra opinin, el obstculo que mayormente se opone al progreso de la etnologa e
s la triple progenie
de No, pues los orientalistas occidentales se han empeado en la imposible concilia
cin de las razas
postdiluvianas con los descendientes de Sem, Cam y Jafet. La bblica arca de No ha
sido un lecho de
Procusto para cuanto se quiso encerrar en ella; y desviada la investigacin de las
verdaderas fuentes donde
beber el origen del hombre, tom por realidad histrica una alegora cosmognica. Mala f
ortuna tuvo el
cristianismo al escoger entre las Escrituras sagradas de los pueblos antiguos la
de uno de raza semtica, la
menos espiritual del linaje humano, raza incapaz de formar de sus numerosos idio
mas uno que sirviese de
apropiada expresin a las ideas de los mundos intelectual y moral, en vez de contr
aerse al bajo vuelo de las
figuras sensuales y terrenas; raza cuya literatura es desacertado remedo del pen
samiento ario, y cuyas ciencia
y filosofa andan necesitadas de los nobilsimos rasgos que caracterizan los metafsic
os y espirituales sistemas
de la raza aria o jaftica.
Bunsen opina que el idioma cmico del antiguo Egipto contena en s los grmenes del semt
ico, dando
prueba con ello del comn origen de las razas aria y semtica. Pero conviene recorda
r sobre el caso, que si
bien los pueblos del Asia sudoccidental y occidental, incluso los medos, eran to
dos arios, no est probado
todava quines fuesen los primeros pobladores de la India; y por lo tanto, mientras
la historia no documente
este punto, nada se opone a nuestra hiptesis de que esos primeros pobladores fuer
on los etopes orientales o
arios (84) de piel oscura, que durante mucho tiempo dominaron todo el territorio
de la antigua India, cuya
posesin asigna ms tarde Man al pueblo de idioma snscrito, segn le denominan los orien
talistas.
Se supone que los indos snscritos vinieron del Noroeste; se conjetura que profesa
ban la religin industa y
que probablemente hablaban el idioma snscrito. En estos tres deleznables datos se
han apoyado los fillogos
europeos que llevaron constantemente pendientes del cuello a los tres hijos de N
o desde que Jones public
sus estudios sobre el Indostn y la vasta literatura snscrita. sta es la ciencia expe
rimental libre de
preocupaciones religiosas? Mucho en verdad ganara la etnologa si alguien hubiese
arrojado al agua por la
borda al triunvirato notico antes de que el arca tomara tierra.
Generalmente incluyen los etnlogos a los etopes en el grupo semtico; pero ya veremo
s que no les
corresponde esta clasificacin y demostraremos tambin su influencia en la cultura e
gipcia, que siempre se
mantuvo en el mismo grado de esplendor sin prosperar ni decaer, como sucedi en ot
ros pases. El Egipto
debe su civilizacin, sus instituciones polticas y sus artes, especialmente el arqu
itectnico, a la India
prevdica, pues los colonizadores del pas fueron aquellos arios de piel oscura a qu
ienes Homero y Herodoto
llaman etopes orientales, o sean los habitantes de la India meridional que llevar
on a Egipto su ya adelantada
civilizacin, en la poca que Bunsen denomina premnica, pero que corresponde a los ti
empos histricos.
Dice sobre este punto Pococke:
El relato completo de las guerras entre los jefes solares Usras (Osiris), prncipe
de los glucas, y Tu-phu, es
alegora de aquellas otras guerras que la historia nos describe suscitadas entre l
os apianos o tribus hellicas
de Ude con las gentes de Tu-phu o Tbet, raza lunar compuesta por la mayor parte d
e budistas y enemiga de
Rama y los etyo-pias o gentes de Ude que fueron subsiguientemente los ethio-pian
os de frica (85).
Recordaremos a este propsito que en la epopeya Rmyana, el gigante Ravan aparece en
su lucha con
Ramachandra como rey de Lanka, nombre antiguo de Ceiln, que seguramente formara pa
rte en aquel
entonces del continente de la India meridional poblada por etopes orientales , quien
es vencidos por Rama,
hijo de Dasarata, rey solar de la antigua Ude, emigraron en parte al frica del No
rte, si, como muchos
sospechan, la Ilada de Homero es un plagio del Rmyana, no podemos por menos de reco
nocer remotsima
antigedad a las tradiciones que sirvieron de fundamento a este ltimo poema; y en c
onsecuencia, hay en la
prehistoria lugar sobrado para un perodo durante el cual los etopes orientales pud
ieran establecerse en Egipto
con todos los adelantos de su ndica civilizacin.
La arqueologa no ha interpretado an con acierto las inscripciones cuneiformes, y h
asta que las descifre
debidamente (86), quin es capaz de suponer los secretos que habrn de revelar? El mo
numento ms
antiguo de la lengua snscrita es el de Chandragupta (315 aos antes de J. C.), y la
s inscripciones
persepolitanas le aventajan de 220 aos. Hay manuscritos cuyos caracteres desconoc
en por completo los
fillogos y palegrafos (87).
IDIOMAS SEMTICOS
Los lingistas colocan los idiomas semticos en la familia indo-europea; pero except
o al copto y etope, no
creemos que a los dems les convenga esta clasificacin, no obstante las aparentes r
elaciones que con las
lenguas semticas establece engaosamente la corrupcin del moderno etope y varios dial
ectos del Norte de
frica.
Puede probarse la mayor consanguinidad entre los etopes y los arios de tez oscura
que entre estos y los
egipcios, pues recientemente se ha visto que los antiguos egipcios eran de raza
caucsica con la configuracin
craneal evidentemente asitica (88). Si los antiguos etopes no eran de tez tan cobr
iza como los modernos,
tambin pudieron tener ms delicada complexin. Es muy significativo el hecho de que e
ntre los antiguos
etopes no heredaba la corona el hijo del rey, sino el sobrino por parte de herman
a; y la misma ley rige todava
en la India meridional donde no suceden al rajah sus propios hijos, sino los hij
os de su hermana (89)
Otra prueba es que de todos los idiomas y dialectos a que se atribuye filiacin se
mtica, tan slo el etope se
escribe de izquierda a derecha, como el snscrito y dems de la familia aria (90).
As es que contra el origen indo de los egipcios tan slo se levanta la mtica hiptesis
de Cam, hijo de No,
que si no hubiese otros argumentos se desvanecera al observar que las institucion
es polticas, religiosas y
sociales de los egipcios declaran evidentemente su origen indo.
Las primitivas tradiciones de la India mencionan dos dinastas ya olvidadas en la
noche de los tiempos: la
dinasta del Sol que reinaba en Ayodhia (hoy Ude) y la dinasta de la Luna que reina
ba en Pruyag (hoy
Allahabad). El Libro de los muertos expone todo lo referente al culto religioso
de estos primitivos reyes, con las
particularidades de la adoracin del sol y de los dioses solares. Nunca nombra dic
ho libro a Osiris y Horus sin
relacionarlos con el sol, pues son los Hijos del Sol , y el Seor y Adorador del Sol es
su nombre. El Sol es el
creador del cuerpo y el progenitor de los dioses sucesores del Sol .
DIVINIDADES SOLARES
En su ingeniossima obra defiende Pococke con energa la misma opinin y seala ms claram
ente an la
identidad de las mitologas egipcia, griega e inda. Las primitivas tradiciones de
la India hablan del caudillo de la
raza solar llamado Cuclopos (91) y por sobrenombre el gran sol . Este prncipe fue el
progenitor y patriarca de
la dilatadsima estirpe inaquiense, y segn nos dice Pococke, recibi honores divinos
despus de la muerte y
su alma transmigr al cuerpo del buey Apis (92). Por otra parte, contina diciendo P
ococke, Osiris, cuyo
verdadero nombre es Usras, significa a la par "toro" y "rayo de luz".
Champollin (92) alude frecuentemente a las dos dinastas reales del Sol y de la Lun
a, cuyos monarcas
recibieron despus de muertos honores de divinidades solares y lunares. El culto d
e esos dioses menores fue
la adulteracin inicial de aquella potente fe primitiva que acertadamente vea en el
sol el ms expresivo smbolo
de la universal e invisible presencia del Seor de vida y muerte. De esta primitiv
a fe se descubren vestigios en
todas las antiguas religiones. Los himnos del Rig Veda invocan a Srya (el sol) y
a Agni (fuego) con los ttulos
de Gobernador del univeso , Seor de los hombres y Rey sabio . Los caldeos, parsis, egipc
os y griegos
adoraron tambin al sol bajo los respectivos nombres de Mitra, Ahuramazda, Osiris
y Zeus, y conservaron el
fuego sagrado en honor de su cercana pariente Vesta. El mismo culto del sol vemo
s entre los peruanos, en la
zarza ardiente de Moiss, en los altares levantados por los patriarcas bblicos y en
gentes e instituciones
pblicas que en Fenicia y otros pases.
Ezequas no era hijo natural, sino adoptivo de Achaz y yerno del profeta Isaas, con
quien Achaz rehus la
alianza que le brindaba, segn se infiere de los siguientes pasajes:
Pide para ti una seal del seor tu Dios en lo profundo del infierno o arriba en lo
alto.
Y dijo Achaz: No la pedir y no tentar al Seor (98).
El profeta Isaas le haba declarado al rey:
Si no lo creyereis no permaneceris (99).
En esta frase vaticina la extincin de la dinasta de Jud.
Pero hay otro pasaje que dice:
Por eso el mismo Seor os dar una seal. He aqu que concebir una virgen y parir un nio y
ser llamado
su nombre Emmanuel. Manteca y miel comer hasta que sepa desechar lo malo y escoge
r lo bueno... Traer el
Seor sobre ti y sobre tu pueblo y sobre la casa de tu padre por medio del rey de
los asirios, das cuales no
fueron desde los das en que se separ Efrain de Jud (100).
Tambin hay otros pasajes en que el profeta ensalza al futuro caudillo (101) que h
a de recoger los dispersos
de Jud de las cuatro plagas de la tierra (102). El prometido Redentor haba de nace
r en Bethlehem de la
estirpe de David y haba de dar en rostro a los asirios con quien Achaz se aliara,
y reformar la religin del pas.
Esto precisamente hizo el rey Ezequas, nieto por lnea materna del profeta Zacaras (
103), consejero de su
bisabuelo el rey Ozas (104), al apartarse de las abominaciones de sus predecesore
s, diciendo:
Pecaron nuestros padres e hicieron lo malo en la presencia del Seor nuestro Dios.
..
Ved cmo nuestros padres han perecido a cuchillo (105).
Intent Ezequas reconciliar a los reinos de Jud e Israel, como as pudo lograrlo (106)
aunque por breve
tiempo, pues la irrupcin de los asirios (107) instaur un nuevo rgimen.
De todo esto se infiere que en la religin de los judos se explayaban dos contrapue
stas orientaciones: la del
culto oficial mantenido por motivos polticos, y la del culto popular idoltrico, re
sultante de la ignorancia en que
estaba el vulgo de la doctrina esotrica enseada por Moiss. Ezequas destruy los altos,
tal los bosques y
quebr las estatuas levantadas en tiempo de Salomn.
Era Ezequas el Mesas esperado por los mantenedores de la exotrica religin oficial. E
ra la vara de la raz
de Jess (108) que deba rescatar a los judos de su lastimosa cautividad (109). Pero
si Ezequas aboli la
idolatra y el culto de Baal, tambin arrebat violentamente al pueblo de Israel la re
ligin de sus padres y los
secretos ritos instituidos por Moiss.
Daro Hystaspes estableci en Judea una colonia persa, cuyo caudillo sera tal vez Zor
obabel (que significa
hijo de Babilonia , como Zoroastro (.....) hijo de Ishtar ) (110) y estara, sin duda, f
Las pocas de la cronologa inda difieren muy poco de las griegas, romanas y aun de
las judas, segn nos
da a entender el cmputo mosaico. Si, como se empea la interpretacin clerical, hubira
mos de tomar al pie
de la letra la cronologa bblica, resultara que de la creacin del mundo a Moiss slo tra
nscurrieron cuatro
generaciones, lo cual es evidentemente ridculo (118); pero los cabalistas saben q
ue estas cuatro generaciones
representan edades del mundo. Las alegoras que en los cmputos estn hbilmente interpu
estas en los libros
mosaicos, gracias al artificiosos procedimiento masotrico, de modo tal, que se re
ducen al insignificante
perodo de 2513 aos.
NO Y EL ARCA
La cronologa exotrica de la Biblia est forjada de intento para que se corresponda c
on las cuatro edades: la
de oro (de Adn a Abraham), la de plata (de Abraham a David), la de cobre (de Davi
d a la cautividad de
Babilonia) y la de hierro (de la cautividad en adelante). Pero el cmputo secreto
es totalmente distinto y en
nada discrepa de los industas cmputos zodiacales. Ahora estamos en la edad de hier
ro (kaliyuga), que no
empez en la cautividad, sino con No o Nuah, el mtico progenitor de la quinta raza,
quien como todas las
manifestaciones personificadas de Swayambhuva, era andrgino, y as corresponde a ve
ces al elemento
femenino, Nuah o madre universal , de la trinidad caldea; pues, segn ya dijimos, tod
o elemento masculino o
activo tiene en las tradas cosmognicas su reflejo complemento femenino o pasivo. L
a trimurti industa tiene
sus saktis o desdobles femeninos, y a la trada masculina caldea, cuyos elementos
son: Ana, Belita y Davkina,
corresponden los elementos femeninos: Anu, Bel y Nuah. Los tres primeros se unif
ican en Belita, la soberana
diosa y seora del abismo inferior, madre de los dioses, reina de la tierra y de l
a fecundidad .
Cuando Belita representa la humedad primordial de que toda materia procede, se la
llama Tamti, smbolo
del mar, madre de la ciudad de Erech (la gran necrpolis caldea), y es, por lo tan
to, una diosa infernal. En el
mundo astronmico recibe el nombre de Ishtar o Astart, y equivale a Venus y dems rei
nas celestes, a
quienes se ofrecan en sacrificio (119) tortas y pasteles, as como tambin es idntica
a Eva, la madre de todo
ser viviente, y a la virgen Mara de los cristianos.
El arca en que No encerr los grmenes de todo lo necesario para repoblar la tierra e
s emblema de la
supervivencia y de la supremaca del espritu respecto de la materia en el conflicto
provocado por la oposicin
de las fuerzas naturales. En el mapa astroteosfico del rito occidental, el arca c
orresponde al sitio del ombligo,
y est colocada a la izquierda, en el lado de la mujer, uno de cuyos smbolos es la
columna izquierda (Booz)
del templo de Salomn, pues el ombligo est relacionado con la matriz, donde se dese
nvuelven los grmenes
de la raza (120).
Es el arca de No el sagrado Argha de los indos, bajel oblongo que los sacerdotes
empleaban a manera de
cliz en los sacrificios ofrecidos a Isis, Astart y Venus Afrodita, diosas de las f
uerzas generadoras de la
materia, y por lo tanto simbolizadas en el arca que encierra los grmenes de todas
las cosas vivientes.
Confesamos que las antiguas religiones tuvieron, y todava hay de ello ejemplo en
la India, smbolos que a
los hipcritas y puritanos les parecen escandalosamente obscenos; pero no copiaron
los judos la mayor parte
de estos smbolos? Hemos expuesto ya en otro lugar la identidad del lingham indo c
on la columna de Jacob, y
podramos citar numerosos ritos cristianos del mismo origen, si no se nos hubiesen
adelantado cumplidamente
en esta tarea otros investigadores (121).
Sobre el culto de los egipcios dice la seora Lidia Mara Child:
La veneracin por la fuerza generadora de la vida introdujo en el culto de Osiris
los emblemas sexuales, tan
comunes en el Indostn. El rey Tolomeo Filadelfo regal al templo de Alejandra una co
losal imagen de esta
ndole... La veneracin por el misterio de la vida organizada favoreci el reconocimie
nto de la dualidad
masculino-femenina en todas las cosas, as espirituales como materiales... Los emb
lemas sexuales que por
doquiera se descubren en las esculturas religiosas parecen obscenos a primera vi
sta; pero si se estudian casta
y reflexivamente, vemos cun austera y sencilla es su significacin (122).
Verdaderamente que estarn conformes con esta ilustre escritora cuantos, por su pu
reza mental y rectitud de
juicio, repugnen la gazmoera de esta nuestra poca que, movida de hipcritas sentimien
tos, ha desfigurado y
pervertido el significado de los antiguos emblemas religiosos.
EVA-LILITH Y EVA
Las aguas del diluvio, que en alegora a que nos referimos estn figuradas por el ma
r Tamti, simbolizan la
turbulenta materia catica, denominada el gran Dragn . Segn los gnsticos y rosacruces me
dioevales, en el
plan de la creacin no estuvo incluida la mujer, sino que fue engendrada por la im
ristiana y de que,
segn la tradicin religiosa, aplast a Kalinaga (serpiente del mal) y fue crucificado
, replican los polemistas
diciendo que todo ello eran profticas representaciones del porvenir. El mismo arg
umento aducen para
cohonestar la sorprendente semejanza de este mito cristiano con el Thor escandin
avo, que aplast la cabeza
de la serpiente al golpe de su maza cruciforme, y con el Apolo griego, que mat a
la serpiente Pitn (129).
Las aguas del diluvio equivalen simblicamente a la serpiente de las antiguas cosm
ogonas o el gran abismo
de materia, el Leviathn o dragn marino (130) sobre el cual boga el arca hacia el m
onte de salvacin. Pero el
Gnesis nos habla del arca de No porque Moiss estaba familiarizado con la mitologa de
los egipcios (131) y
conoca la leyenda que representa a Horus de pie sobre un esquife en forma de serp
iente, cuya cabeza
atraviesa con su lanza. Adems, no ignoraba Moiss el oculto significado y verdadero
origen de muchas otras
fbulas religiosas, y as encontramos en el Levtico la misma legislacin de Man.
Los animales encerrados en el arca simbolizan las pasiones humanas y aluden a ci
ertas pruebas de la
iniciacin en los misterios instituidos en muchas naciones para perpetuar esta ale
gora. El arca de No se
detuvo en el monte Ararat el da diecisiete del mes sptimo, y los animales puros en
traron en el arca en grupos
de siete. De nuevo encontramos aqu el nmero siete.
Por otra parte, al hablar de los misterios de Biblos respecto al rito del agua,
dice Luciano:
Un hombre permanece durante siete das en lo alto de una de las dos columnas levan
tadas por Baco (132).
Supone Luciano que esta ceremonia se cumpla en honor de Deucalin.
Cuando el profeta Elas estaba en oracin en la cumbre del monte Carmelo, le dijo a
su criado:
Sube y mira hacia el mar. El que habiendo subido y mirado dijo: No hay nada. Y s
egunda vez le dijo: Vuelve
hasta siete veces (133).
Y la Kbala dice:
Noah es una revolucin de Adam, y Moiss una revolucin (134) de Abel y Seth.
Los personajes bblicos nos dan prueba de esta revolucin o repeticin caracterstica, p
ues, por ejemplo,
Cain fue el primer asesino, y asesino es tambin cada quinto descendiente de su es
tirpe. As tenemos que los
descendientes de Can son: Henoch, Irad, Maviael, Mathusael y Lamech, que por el q
uinto descendiente fue el
segundo asesino y padre de No (135). El Talmud da la genealoga completa de Can y sea
la trece asesinos
entre sus descendientes, sin que en ello haya coincidencia ni casualidad alguna,
pues ofrece notable analoga
con Siva el destructor, pero tambin el regenerador, ya que si Can es asesino es ta
mbin fundador de
naciones e inventor de artes tiles.
En Tebas (136) se han encontrado los mismos elementos decorativos de estilizacin
folicea que se
enumeran al describir las columnas del templo de Salomn, como por ejemplo, la hoj
a bicoloreada de olivo, el
trilobulado pmpano de higuera y la lanceolada hoja de laurel, que entre los antig
uos tenan significado
esotrico y exotrico.
Las investigaciones de los egiptlogos corroboran por otra parte la identidad entr
e las alegoras bblicas y las
caldea y egipcia. La cronologa de las dinastas faranicas (137) divide la historia d
e Egipto en cuatro pocas:
de los reyes divinos, de los semidioses, de los hroes y de los mortales (138). Es
tas pocas se corresponden
perfectamente con los Elohim bblicos, esto es, con los hijos de Dios, los gigante
s y los hombres noticos.
Diodoro de Sicilia y Berosio enumeran los doce dioses mayores que presidan los me
ses del ao y los signos
zodiacales (139). El dios Jano, de doble rostro, era el jefe de estos doce diose
s, y se le representa con las
llaves del cielo en la mano. De aqu salieron primero los doce patriarcas bblicos y
despus los doce apstoles,
cuyo jefe, San Pedro, tiene dos caras por efecto de la negacin, y se le represent
a asimismo con las llaves del
cielo en la mano.
ADN PROTOTIPO DE NO
Cada pgina del Gnesis demuestra que No, con sus tres hijos Sem, Cam y Jafet, es una
variacin de Adn
con los suyos, Can, Abel y Seth, pues vemos que Adn es el prototipo de No. La cada d
e Adn proviene de
haber comido el vedado fruto del conocimiento celestial, mientras la de No result
a de haber gustado el fruto
terrenal, esto es, el zumo de la vida, cuya embriaguez simboliza la perturbacin m
ental ocasionada por el
abuso del conocimiento. Adn se ve despojado de sus vestiduras celestes, y No de su
s ropas terrestres, y
ambos se avergenzan de su desnudez. La maldad de Can aparece reproducida en Cam, y
los descendientes
de ambos superan en sabidura a los dems hombres, por lo que se les llam serpientes o h
ijos de
serpientes , en el sentido de hijos de la sabidura , y no en el de hijos de Satans , como
han interpretado
torcidamente muchos telogos. La enemistad entre la serpiente y la mujer tan slo subsis
te en este
perecedero y fenomnico mundo del hombre nacido de mujer . Antes de la cada en la carn
e, la serpiente
Ophis simbolizaba la divina sabidura, que no necesitaba de la materia para procre
ar al hombre espiritual. De
aqu la enemistad entre la serpiente y la mujer, o sea entre el espritu y la materi
a. en su aspecto material es la
serpiente (Ophiomorphos) smbolo de la materia, y en su aspecto espiritual es Ophi
s-Christos. En la magia
sirio-caldea ambos aspectos estn unidos en el andrgino signo zodiacal Virgo-Escorp
io, para desdoblarlos
siempre que sea necesario. Por lo tanto, en lo referente al origen del bien y de
l mal, el significado de las SS y
de las ZZ ha sido siempre intermutable; y aunque en algunas ocasiones las SS hay
an denotado en los sellos y
talismanes la maligna influencia de la magia negra dirigida a tercera persona, t
ambin vemos las SS en los
clices sacramentales de la Iglesia para significar la presencia del Espritu Santo
o divina sabidura.
A los madianitas, cananeos y camitas se les daba el ttulo de hombres sabios o hijo
s de serpiente ; y tal fue
la nombrada de los madianitas en este particular, que el mismo Moiss, el profeta i
nspirado por Dios, se postra
ante Hobab, hijo del madianita Raguel, y le suplica que permanezca entre los isr
aelitas, dicindole:
... Ven con nosotros para que hagamos bien contigo... No quieras dejarnos, porqu
e t... sers nuestro gua
(140).
Ms adelante, cuando Moiss enva exploradores a la tierra de Canan, traen estos, en pr
ueba de la
feracidad (141) del pas, un enorme racimo de uvas cuyo peso hizo necesario que do
s hombres lo
transportasen pendiente de una prtiga. Adems, los exploradores, al dar cuenta de s
u cometido, le dicen a
Moiss:
Llegamos a la tierra donde nos enviaste, que en verdad mana leche y miel...; per
o tiene unos habitadores
muy valerosos... Hemos visto all la raza de Enak (142).
Enak equivale a Enoch, el patriarca que, segn la Biblia (143), fue arrebatado al
cielo, y segn la Kbala y el
ritual masnico, fue el primer poseedor del mirfico Nombre.
LOS PATRIARCAS BBLICOS
Si comparamos los patriarcas bblicos con los descendientes de Vaiswasvata (144) y
las tradiciones sobre el
diluvio conservadas en el Mahbhrata, veremos que son remedo de los patriarcas vdico
s que les sirvieron de
tipo. Pero antes de proceder provechosamente a la comparacin, conviene comprender
el verdadero
significado de los mitos industas, pues cada personaje mtico lo tiene astronmico, e
spiritual y antropolgico.
Los patriarcas prediluvianos no son tan slo personificacin de los dioses equivalen
tes a los doce dioses
mayores de Berosio y a los prajpatis, sino que con los postdiluvianos correspondi
entes a la famosa tablilla de
la biblioteca de Nnive equivalen tambin a los eones griegos, a los sephirotes caba
lsticos, a los signos
zodiacales y a los tipos de otras tantas razas humanas (145). La alteracin de die
z a doce en el nmero de
personajes se apoya, segn veremos, en la misma autoridad de la Biblia. Los Elohim
no son dioses mayores,
como los que describe Cicern (146), sino que se cuentan entre los doce dioses men
ores o reflejos terrestres
de los primeros (147). Del grupo de los doce dioses menores sobresale No, el espri
tu de las aguas, que
puede considerarse como la transicin de unos a otros, y pertenece, por lo tanto,
a la superior trada caldea.
Los dems dioses del grupo son idnticos a los dioses inferiores de Asiria y Babilon
ia, que bajo la direccin del
Demiurgo (Bel) le ayudaban en su obra, de la propia suerte que los patriarcas ay
udan a Jehovah.
Adems de los dioses menores (148) haba los cuatro genios equivalentes a los que, s
egn la visin de
Casi todos los vaticinios del nacimiento de Jess se atribuyen a los patriarcas y
profetas bblicos; pero si bien
algunos de estos ltimos han sido personajes histricos, los primeros lo son mticos,
segn demostraremos
mediante la oculta interpretacin del Zodaco, que nos descubrir la analoga entre los
signos y los patriarcas
antediluvianos.
Si recordamos los conceptos de la cosmogona industa, comprenderemos ms fcilmente la
relacin entre
estos patriarcas antediluvianos y la Rueda de Ezequiel , tan enigmtica para los come
ntadores. As, pues,
hemos de tener presente: 1. Que el universo no es una creacin sbita y espontnea, sin
o un trmino de la
indefinida serie de universos evolucionados de la substancia preexistente. 2. Que
la eternidad es una sucesin
de ciclos mximos en cada uno de los cuales ocurren doce transformaciones de nuest
ro mundo, ocasionadas
alternativamente por el fuego y el agua, de modo que la tierra queda tan alterad
a geolgicamente, que en
realidad constituye un nuevo planeta. 3. Que en las seis primeras de estas doce t
ransformaciones, todos los
seres y todas las cosas de la tierra van siendo cada vez ms densamente materiales
, mientras que en las seis
restantes van siendo cada vez ms sutiles y espirituales. 4. Que al llegar la evolu
cin al punto culminante del
ciclo, se desvanecen las formas objetivas; y las entidades que en ellas residier
on, hombres, animales y plantas,
esperan en el mundo astral el trmino de este pralaya menor para volver a la tierr
a y proseguir en ella su
evolucin (159).
Los antiguos representaban este maravilloso concepto en el smbolo del Zodaco o cin
turn celeste, para que
las gentes lo entendieran, aunque en vez de los doce signos ahora conocidos tan
slo se dieron al pblico los
nombres de diez signos, conviene a saber: Aries, Tauro, Gminis, Cncer, Leo, Virgo,
Sagitario, Capricornio,
Acuario y Piscis (160). Estos eran los signos exotricos; pero haba otros dos signo
s msticos, tan slo
conocidos de los iniciados, que eran Libra, punto intermedio de los doce, y Esco
rpio, que sigue inmediatamente
al de Virgo. Cuando fue necesario exoterizar estos dos signos, se les dieron los
nombres que ahora llevan,
para ocultar los verdaderos, cuyo conocimiento descubra los secretos de la creacin
y el origen del bien y del
mal.
La verdadera doctrina sabeana enseaba secretamente que estos dos signos encubran l
a gradual
transformacin del mundo, desde su espiritual y subjetivo estado, al sublunar de d
oble sexo. As fue que los
doce signos se dividieron en dos grupos de seis. El primer grupo se llam ascenden
te o lnea del Macrocosmos
(mundo espiritual mayor), y el segundo grupo se llam descendente o lnea del Microc
osmos (mundo
subalterno y reflejo del primero). Esta divisin recibi el nombre de Rueda de Ezequi
el , que comprenda en
primer trmino los cinco signos ascendentes personificados en los patriarcas, a sa
ber: Aries, Tauro, Gminis,
Cncer, Leo y por ltimo Virgo-Escorpio. Despus viene Libra, el punto equilibrante o
de conversin, y
LIBRA
Suele creerse que el signo Libra lo inventaron los griegos; mas aunque as fuese, n
icamente lo conocieron
los iniciados, quedando el vulgo tan ignorante como siempre. De todos modos, el
nuevo signo sirvi
admirablemente para descubrir cuanto poda decirse sin revelar la verdad entera, y
se daba a entender con l
que cuando en el proceso de la evolucin lleg el mundo al grado mximo de materialida
d, o sea al punto
nfimo de su descenso, ya no poda descender ms porque aquel era el punto de equilibr
io (Libra), de balanza
o conversin, desde donde haba de iniciarse el ascenso por impulso de la divina chi
spa que arde en la
intimidad de todas las formas. La balanza simboliza el eterno equilibrio de armo
na y justicia que ha de reinar
en el universo, la ponderacin de las fuerzas centrfuga y centrpeta, de la luz y las
tinieblas, de la materia y del
espritu.
La interpolacin de los dos signos adicionales del Zodaco demuestra que el libro de
l Gnesis, tal como
aparece en las versiones actuales, es posterior a la invencin de Libra por los gr
iegos, pues la genealoga de
los patriarcas se corresponde con los doce signos zodiacales, cuando de ser dich
o libro de fecha anterior se
correspondera tan slo con diez. La adicin de los dos signos y la necesidad en que e
staban de ocultar la
verdadera clave movi a los compiladores a repetir los nombres de Enoch y Lamech e
n la tabla genealgica
(162).
Como quiera que todo lo referente a la creacin y el diluvio tiene diversas interp
retaciones, no es posible
comprender debidamente el significado del relato bblico sin estar enterado del ca
ldeo y del significado
esotrico de lo que sobre el diluvio dicen el Mahbhrata y el Satapatha. Los acadiano
s, que segn Rawlinson
eran oriundos de Armenia, pero que no fueron los primeros emigrantes de India, e
nsearon los misterios
religiosos y el idioma sacerdotal a los babilonios, quienes personificaron en Xi
suthrus el sol en Acuario (163),
as como Oannes, el hombre-pez y semidis, representaba el primer avatar de Vishn, co
n lo que tenemos la
clave del doble origen del relato bblico.
Oannes simboliza la sabidura esotrica, y por esto sale del mar, del gran abismo, d
e las aguas, emblema de
la doctrina secreta, y sta es tambin la razn de que los egipcios divinizaran el Nil
ael.
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
Adam.
Seth.
Ens.
Cainn.
Mahalaleel.
Jared.
Enoch.
Mathusaln.
Lamech.
No.
GENERACIN
DE CAN
Princ
1. Adam.
2. Can.
3. Enoch.
4. Irad.
5. Mavi
6. Mathusal.
7. Lamech.
8. Jabel.
9. Jubal.
10. Tubalcan.
Estos son los diez patriarcas bblicos, equivalentes a los diez prajpatis de la Ind
ia y a los diez sephirotes de
la Kbala; pero aunque entre las dos generaciones suman veinte patriarcas, slo se c
RUEDA DE EZEQUIEL
GEOLGICAS
La geologa demuestra que la tierra ha pasado por cinco distintas pocas o fases de
diferente estructura, que
de la ms reciente a la ms antigua se suceden como sigue:
1. poca cuaternaria, en que ya habita el hombre sobre la tierra.
2. poca terciaria, en la que se presume pudo existir ya el hombre en la tierra (1
86).
3. poca secundaria, la de los reptiles gigantescos, como el megalosaurio, ictiosa
urio y plesiosaurio, sin
vestigio alguno del hombre.
4. poca paleozoica, la de los crustceos gigantescos.
5. poca azoica, en que aun no haba aparecido la vida en la tierra.
Sin embargo, no pudiera ser que en estas remotsimas pocas hubiese ya existido el ho
mbre sin dejar
huellas materiales por no tener todava cuerpo organizado? El espritu no se fosiliz
a, y bien podra el hombre
haber vivido subjetivamente en la tierra antes de su existencia objetiva. Por lo
tanto, la cosmogona industa,
que divide la formacin de la tierra en cuatro pocas de 1.728.000 aos cada una, est m
ucho ms de acuerdo
con los modernos descubrimiento geolgicos que la absurda cronologa sancionada por
los concilios niceno y
tridentino.
Aunque posteriormente se hayan hebraizado los nombres de los patriarcas, su orig
en es con toda evidencia
asirio o ario. As, por ejemplo, Adam aparece en la Kbala revelada como un trmino tr
ansmutable que se
aplica a los dems patriarcas y sephirotes y viceversa. Adam, Can y Abel forman la
primera trada de los doce
y corresponden a los sephirotes: Corona, Sabidura e Inteligencia, y a la trigona a
strolgica de lo gneo, lo
NOMBRE SNSCRITO
Mithuna.
Mecha.
Vricha.
Karcataca
Sinha.
Kanya.
Tulha.
Vristchica.
Dhanus.
Makara.
Kumbha.
Minas.
DIVINIDAD PRESIDENTE
Pavana.
Ganesa.
Pulhar.
Indra.
Varuna.
Yama.
Srya.
Soma.
Kartikei
Kuvera.
Kama.
Agni.
Por otra parte, No, duodcimo patriarca (193) y simbolizado en Piscis, es reproducc
in de Adam, pues,
como ste, es progenitor de una nueva raza humana y tiene tambin tres hijos: uno ma
lo, otro bueno y el
tercero malibueno.
EQUIVALENCIAS ENTRE LOS PATRIARCAS
Es asimismo muy significativo que en el Zodaco caldeo presida Kain el signo de Ta
uro, que pertenece a la
trigona terrestre, y al cual alude el Avesta al decir que Ormazd engendr un ser (A
bel) arquetipo de todos los
seres, simbolizado en el toro, emblema de fuerza y Vida. Ahriman (Can) lo mat y de
su simiente (Seth)
nacieron nuevos seres.
En simbologa asiria, Abel significa hijo; pero la palabra hebrea ..... quiere dec
ir algo efmero, de corta vida y
escaso valor, as como tambin significa dolo (194). El asirio Kain significa estatua hr
mica o columna (195).
Tenemos, en resumen, que Abel es el desdoble femenino de Can, pues son gemelos y
constituyen el
andrgino Can-Abel, cuyo primer elemento corresponde a la Inteligencia y el segundo
a la Sabidura.
Lo mismo ocurre con los dems patriarcas. Ens (...), equivalente a Enoch, se identi
fica con Adam; y Cainn
(...) o Kain-an es el mismo Can. Por otra parte, Seth (...) equivale a teth, Thot
h o Hermes, y tal es la razn de
que Josefo (196) seale a Seth muy versado en astrologa, geometra y otras ciencias o
cultas, diciendo de l
que esculpi las reglas fundamentales de su arte en dos columnas de piedra y ladri
llo, una de las cuales
subsista en tiempo del famoso historiador judo quien la vio en Siria.
Resulta por lo tanto que tambin Seth es idntico a Enoch (197), a quien cabalistas
y masones atribuyen la
misma obra. Enoch (...) significa instructor, iniciador y a veces iniciado (198)
.
Respecto a Mahalaleel, deriva de ma-ha-la (...), que significa benigno y miseric
ordioso, por lo que cabe
identificarlo con el cuarto sephirote Amor y Misericordia, emanado de la primera
trada (199).
Jared es lo mismo que Irod (...) o Iared y significa descenso (del verbo ...) o
progenie (... arad), en perfecta
correspondencia con las emanaciones cabalsticas.
El nombre Lamech (...) no es de filiacin hebrea sino griega, y significa padre de
la poca , es decir, el padre
del que despus de la catstrofe pralyica da comienzo a una nueva era humana. De aqu q
ue Lamech sea el
padre de No y que ste equivalga al sephirote Reino (Malchuth), mientras que su pad
re equivale a Fundacin.
Adems, Lamech est simbolizado en Acuario y No en Piscis. Por ltimo, Lamech pertenece
al elemento
areo y No al trigonmicamente acutico.
Vemos que cada patriarca, como cada prajpati, representa bajo determinado aspecto
una nueva raza
antediluviana; y as pueden considerarse tambin como personificaciones de los saros
caldeos o pocas
cronolgicas, copiadas a su vez de las diez dinastas indas de reyes divinos (200).
De todos modos, estas
personificaciones son las ms profundas e ingeniosas alegoras de cuantas concibi la
mente humana.
El Nuctamern (201) simboliza en las doce horas la evolucin del universo y el gradu
al desenvolvimiento de
las razas humanas. Cada hora representa la evolucin de una nueva raza y est dividi
da en cuatro cuartos o
pocas, segn ensearon los primitivos arios y copiaron despus los sistemas religiosos
de todas las naciones,
de donde tom este cmputo el vidente de Patmos. Los caldeos representaron estas cua
tro pocas en los
cuatro Oannes o Soles que aparecieron consecutivamente, los griegos y romanos en
las cuatro edades de oro,
plata, cobre y hierro; los indos en los cuatro budas; y los parsis en los cuatro
profetas (202).
Las Escrituras hebreas nos dicen por otra parte:
No permanecer mi espritu en el hombre porque carne es; y sern sus das ciento veinte
aos (203).
ALEGORAS TALMDICAS
Como quiera que antes de que los hijos de Dios viesen a las hijas de los hombres
universo.
Dice Platn:
Dios dot a nuestro universo de movimiento rotatorio, y anlogamente form el cuerpo d
el hombre como lisa
esfera, igual en todos sus puntos, desde el centro a la circunferencia, con rota
cin adecuada al tiempo de su
existencia personal. Posteriormente se desdobl el cuerpo del hombre en forma de l
etra X (210).
EL HOMBRE ARQUETPICO
San Justino Mrtir se apoy en este pasaje para acusar a Platn de haber plagiado su a
legora del universo y
del hombre de la mosaica serpiente de bronce; y por otra parte, Lundy lo comenta
diciendo que parece un
impremeditado vaticinio de la figura de Jess, aunque nada dice explcitamente acerc
a de si considera a Jess
tal como Platn describe al hombre primario. Mas, a pesar de la equivocada interpr
etacin de San Justino
Mrtir, debiera comprender Lundy que ya pasaron los tiempos de la casustica y que P
latn quiso dar a
entender que antes de quedar aprisionado en la materia, el hombre espiritual no
tena necesidad de miembros,
por lo que si el universo recibi forma esfrica en todos sus componentes, tambin esfr
ica hubo de ser la
forma del hombre arquetpico, cuya cada en cuerpo terreno determin la aparicin de mie
mbros. Ahora bien; si
imaginamos a un hombre con piernas y brazos extendidos en aspa, como si se apoya
ra en la primitiva forma
esfrica, tendremos la figura sealada por Platn, o sea la X inscrita en el crculo.
Los relatos de la creacin, de la cada del hombre y del diluvio pertenecen a la his
toria universal y no son en
modo alguno privativos de los hebreos, quienes slo pueden reclamar la propiedad d
e su peculiar exposicin
alegrica, en que adulteraron las tradiciones de los dems pueblos. El Libro de Enoc
h es muy anterior al
Pentateuco (211) y todava se desconoce su origen (212), aunque los judos lo consid
eran tan cannico como
los dems; y si los cristianos aceptaron la autoridad de estos otros, con igual mo
tivo debieron aceptar la del de
Enoch, pues no puede determinarse exactamente la antigedad de ninguno de ellos.
Dice Jost que cuando la divisin del reino de Israel, a la muerte de Salomn, los sa
maritanos slo
reconocieron por cannicos el Pentateuco y el Libro de Josu; pero que del saqueo de
l templo de Jerusaln, el
ao 68 antes de J. C., slo se salvaron unos cuantos manuscritos (213) que pudieron
ocultar los doctores de la
ley (214).
Todos los cabalistas del mundo formaron desde tiempo inmemorial una especie de c
onfraternidad o
masonera y se daban mutuamente el ttulo de compaero o inocente, como acostumbraron
despus algunas
asociaciones masnicas de Europa en la Edad Media (215). Creen los cabalistas, apo
yados en el
conocimiento, que tan slo pueden considerarse como libros sagrados autnticos los r
ollos hermticos de los
setenta y dos ancianos, que contenan la verdadera Palabra y, aunque perdidos para e
l mundo, se han
conservado en las comunidades secretas. Esto mismo corrobora Swedenborg (216) po
r testimonio recibido de
ciertas entidades espirituales, quienes le aseguraron que adoraban a Dios segn la
verdadera Palabra. En
cambio, otros estudiantes de ocultismo disponen de prueba ms valiosa que el testi
monio ajeno, pues por sus
propios ojos vieron los libros hermticos.
No es posible aceptar la Biblia en sentido exotrico, porque desaparecido el texto
que compuso Helcas lo
rehizo Esdras y lo complet Judas Macabeo; pero al transcribir en caracteres cuadr
ados el original compuesto
en caracteres corniales, qued ste muy alterado, y mucho ms todava al salir de manos
de los masotricos,
de modo que al texto actual no se le puede computar antigedad mayor de 150 aos ant
es de J. C., y aun as
aparece plagado de interpolaciones, mudanzas y omisiones. Por lo tanto, como tod
os estos errores estn ya
petrificados y se perdi la verdadera Palabra de Dios , no hay derecho a exigir de lo
s cristianos que den fe a
una serie de quimeras y alucinaciones y tal vez espurias profecas presuntuosament
e atribudas a la directa
inspiracin del Espritu Santo.
Por esta razn no damos validez al bblico texto monotesta, publicado precisamente cu
ando los sacerdotes
de Israel creyeron necesario para su poltica romper a mano airada con los gentile
s, perseguir a los cabalistas y
repudiar la sabidura antigua. La verdadera Biblia hebrea nunca estuvo a disposicin
de las gentes, pues eran
libros secretos mucho ms antiguos que la versin de los Setenta (217). Los Padres d
e la Iglesia ni siquiera
oyeron hablar de la secreta y verdadera Biblia; pues, como dice Swedenborg, la a
ntigua Palabra , antes que
en Occidente, debe buscarse en China o Tartaria. Es tanto ms valioso este testimo
nio, por cuanto, segn
afirma el clrigo londinense R. L. Tafel, escribi Swedenborg sus obras teolgicas por
inspiracin divina, que le
iluminaba internamente con eficacia superior a la de los autores bblicos, cuya in
spiracin era tan slo auditiva.
Dice sobre el caso el reverendo Tafel:
Cuando un miembro convencido de la Nueva Iglesia oiga negar o poner en duda la d
ivinidad e infalibilidad de
las doctrinas de la Nueva Jerusaln, tanto en su letra como en su espritu, ha de te
ner presente que, segn
estas mismas doctrinas declaran, el Seor vino por segunda vez mediante las obras
inspiradas a su siervo
Manuel Swedenborg.
Y si verdaderamente habl el Seor por mediacin de Swedenborg, nos queda el consuelo
de ver tan
supremamente corroborada nuestra afirmacin de que la Palabra de Dios ha de buscarse
en la Tartaria, el
Tbet y la China.
QUERELLAS DE ERUDITOS
Dice Pococke que la historia primitiva de Grecia es idntica a la historia primiti
va de la India (218).
Parafraseando a este autor podemos nosotros afirmar que la primitiva historia de
l pueblo de Israel es un
remedo de las tradiciones indas, injerto en tradiciones egipcias; pero muchos er
CAPTULO III
Aprtate de m, Satans.- (Palabras de Jess a
Pedro) Mateo, XVI, 23.
... Y tal enredo de patraas y majaderas que me apartan
de mi fe. Os digo que anoche me tuvo lo menos nueve horas
recitndome los distintos nombres del diablo.- SHAKESPEARE:
Rey Enrique IV, parte 1, acto III.
A la terrible y justa potestad que eternamente mata los
abortos, la llamaron Tifn los egipcios, Samael los hebreos,
Satn los orientales y Lucifer los latinos. El Lucifer de la
Kbala no es un ngel cado y protervo, sino el ngel que
ilumina y regenera despus de la cada.- LEVI:
Dogma y ritual de la alta magia.
Aunque el diablo es malo de por s, los hombres echan
Sobre l todas sus maldades y le maltratan y acusan
Injustamente. DE FOE, 1726,
Hace algunos aos, un notable cabalista que se vea perseguido escribi el siguiente c
redo, comn para
catlicos y protestantes:
Creo en el Diablo, omnipotente Padre del Mal, destructor de todas las cosas, per
turbador de cielos y tierra.
Y en el Anticristo, su nico Hijo y perseguidor nuestro, que fue concebido por obr
a del Espritu maligno y
naci de una sacrlega y loca virgen. Fue glorificado por los hombres y rein sobre el
los. Subi al trono de Dios
todopoderoso, y sentado junto a l insulta desde all a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espritu del Mal, en la sinagoga de Satans, en la comunin de los malvados
, en la perdicin del
cuerpo y en la muerte e infierno perdurables. Amn.
Desde luego que este credo parece extravagante, cruel y blasfemo; pero escuchemo
s lo que, segn refiere el
peridico Sun de Nueva York, dijo un clrigo de Brooklyn en el ltimo cuarto del siglo
enfticamente llamado de
las luces:
Los predicadores bautistas se congregaron ayer en la capilla de los marinos con
asistencia de algunos
misioneros. El reverendo Sarles, de Brooklyn ley un discurso en que defenda la pro
posicin de que todo
adulto infiel que muere sin tener conocimiento del Evangelio se condena etername
nte. Esto equivale a decir
que el Evangelio es maldicin en vez de bendicin, y que los judos obraron en justici
a al crucificar a Cristo, con
lo que se derrumba todo el edificio de la religin revelada.
El misionero Stoddard asinti a las opiniones del pastor de Brooklyn, diciendo qu
e los indos entre quienes
ejerca eran muy grandes pecadores, y refiri en prueba de ello que una vez, despus d
e haberle odo predicar
en un mercado pblico, replicle un brahmn con estas palabras: Los indos podemos avent
ajar a todo el
mundo en embustes (1), pero este hombre nos gana, porque cmo sabe l que Dios nos am
a? Mirad las
serpientes venenosas, los tigres, leones y dems suertes de animales nocivos que n
os rodean. Si Dios nos
ama, cmo no los extermina?
El reverendo Pixley, de Hamilton, se adhiri con entusiasmo a las doctrinas de su
colega Sarles y pidi cinco
mil dlares para la enseanza de jvenes aspirantes al sacerdocio.
Y a estos hombres se les paga por ensear la doctrina de Jess cuya memoria insul
tan? Es extrao que
haya personas de talento que prefieran el escepticismo a una fe fundamentada en
tan monstruosa
supersticin?
Se apartaba de la verdad el brahmn del relato, al decir que el misionero Stoddard
aventajaba en embustes
a los indos? Motivo haba para ello al escuchar de sus labios que estaban etername
nte condenados por no
haber ledo un libro judo cuya existencia ni siquiera sospechaban, o por no haber i
mpetrado la salvacin de un
Jess de quien jams haban odo hablar. Pero el clero bautista, que necesita unos cuant
os miles de dlares
para los seminaristas, ha de recurrir a representaciones terrorficas con objeto d
e inflamar el corazn de sus
fieles.
MISIONEROS CRISTIANOS
Como de costumbre, prescindimos de nuestro personal testimonio siempre que podem
os valernos del ajeno,
y as solicitamos la opinin de nuestro amigo Guillermo O Grady (2) acerca de los misi
oneros cristianos en la
India, quien nos respondi con la siguiente carta:
Nueva York, 12 de Junio de 1877.
ntrpeta, ambas
igualmente necesarias, pues si cesara se rompera el concierto universal
SINNIMOS DE SATANS
Conviene examinar la personificacin de Satans desde tres distintos puntos de vista
: el del paganismo, del
Antiguo Testamento y de los Padres de la Iglesia. Supusieron los intrpretes que l
a serpiente del Paraso
terrenal simbolizaba el demonio; pero ningn pasaje del Antiguo Testamento aplica
el nombre de Satans a las
serpientes, y la que de bronce mand construir Moiss recibi de los hebreos adoracin d
ivina (19), porque era
el smbolo de Esmun-Asclepio, el Iao fenicio. Por el contrario, se advierte la ide
ntificacin de Satans con
Jehovah en los pasajes siguientes:
Mas Satans se levant contra Israel e incit a David a que hiciese la numeracin de Isr
ael (20).
Y se encendi de nuevo el furor del Seor contra Israel y movi a David contra ellos p
ara que dijese: Anda y
haz la numeracin de Israel y de Jud (21).
Asimismo aparece citado Satans en este otro pasaje:
Y me mostr el Seor a Josu, sumo sacerdote, que estaba en pie delante del ngel del Seo
r, y Satn
estaba a su derecha para oponrsele.
Y dijo el Seor a Satn: El Seor te increpe, oh Satn!, y te reprima el Seor que ha escog
ido a Jerusaln.
Pues no es ste un tizn sacado del fuego? (22).
Como la profeca de Zacaras, cuyo es el precedente pasaje, data de una poca posterio
r a la colonizacin
de Palestina por los hebreos (23), es muy verosmil que el profeta tomara de los a
sideanos esta personificacin
diablica, pues se sabe que estuvieron muy versados en la doctrina mazdesta y daban
a Ahriman o
Ahuramanyas los nombres sirios de Set o Sat-an (divinidad de los hititas e hykso
s) y de Beel-Zeebub, el dios
oracular mayormente venerado despus de Apolo.
El pasaje anterior es sin duda alguna simblico, pues as lo da a entender este otro
:
Cuando el arcngel Miguel, disputando con el diablo, altercaba sobre el cuerpo de
Moiss, no se atrevi a
fulminarle sentencia de blasfemo (... ... ...), mas dijo: El Seor te reprima (24)
.
Vemos aqu identificado el arcngel San Miguel con el Seor (...) o ngel del Seor, en de
mostracin de que
el Jehovah hebreo tiene doble carcter: el secreto y el manifestado en el ngel del
Seor o el arcngel San
Miguel. Del cotejo de entrambos pasajes se infiere claramente que el cuerpo de Mo
iss sobre el cual
contendan significaba la Palestina o tierra de Canan donde habitaban los heteos (2
5), cuya divinidad tutelar
era Seth (26). El arcngel Miguel, campen de la adoracin de Jehovah, pelea con su ad
versario Satans, pero
deja que juzgue su superior.
nografa cristiana
representa a San Miguel y a San Jorge (67).
Lepsius, Champollin y otros egiptlogos han reconocido sin dificultad la Virgen con
el Nio en las figuras
de Isis con Horus en brazos circuda de los rayos del sol y la luna a sus pies. Es
la Madre que, perseguida por
el Dragn, recibi alas de guila imprial de modo que pudiera volar al desierto (68).
EL MITO DE LA SERPIENTE
Los principios opuestos del bien y del mal estn simbolizados en los mticos bblicos
anlogamente a como lo
estn en los paganos, y as tenemos Can y Abel, Tiphn y Osiris, Apolo y Pitn, Esa y Jaco
b. La Biblia
describe a Esa cubierto de spero vello de color rojo, y tambin es Tiphn de piel roja
(69). La oposicin de
Esa respecto de su hermano Jacob es semejante a la de Tiphn respecto de Osiris. De
sde la ms remota
antigedad veneraron todos los pueblos a la serpiente como smbolo del espritu y de l
a Sabidura divina.
Segn Sanchoniaton, Hermes fue el primero que tuvo a la serpiente por el reptil ms
espiritual. La serpiente
gnstica con las siete vocales en la cabeza es remedo de la eptacfala serpiente Ana
nta sobre que descansa
Vishn.
No poco nos sorprende que al hablar del culto de la serpiente confiesen los trat
adistas europeos la ignorancia
de las gentes respecto al origen de esta supersticin , segn la llaman. Dice sobre el
particular C. Staniland
Wake:
Saben los mitlogos que los pueblos de la antigedad simbolizaban ciertos conceptos
metafsicos en la
serpiente, que era el emblema favorito de algunas divinidades, si bien no se sab
e con seguridad qu motivo
tuvieron para preferir este animal con dicho objeto (70).
Tampoco Fergusson ha sido ms afortunado en este punto, a pesar de los muchos mate
riales de informacin
que reuni acerca del particular (71).
Poco valor tendr para los simbologistas la explicacin que demos de este mito; y si
n embargo, estamos en
la creencia de que no cabe otra que la expuesta por los iniciados. Segn ya notamo
s en otro lugar, el
brahmana Aytareya, en el himno de la serpiente, dice que la sierpe Rjni es la rei
na de las sierpes y la madre
de todo cuanto se mueve . Esto significa que antes de tomar nuestro globo la forma
esferoidal tuvo la de una
larga cola de materia csmica, que se mova retorcidamente como una culebra modelada
por la incubacin del
Espritu de Dios flotante sobre las aguas . Esta serpiente est representada en actitud
de morderse la cola,
como emblema de la eternidad en el orden espiritual y de nuestro planeta en el o
rden fsico, porque, segn
itnerpretaron los antiguos filsofos, la tierra muda su configuracin superficial a
cada pralaya menor, como
muda de piel la serpiente, y despus del pralaya mayor pasa del estado subjetivo a
l objetivo, de la propia
suerte que, segn dice Sanchoniaton, la serpiente cada vez que muda la piel parece
como si se rejuveneciera y
cobrase mayor fuerza y energa. sta es la razn de que primero a Serapis y despus a Je
ss se les
representase en figura de serpiente; y tambin de que en nuestros mismos das se con
serve con especial
solicitud la enorme serpiente de la mezquita de El Cairo. Se cuenta que en el Al
to Egipto suele aparecerse un
famoso santo en figura de serpiente; y en la India hay costumbre de colocar junt
o a la cuna de las criaturas una
pareja de serpientes domesticadas que, en opinin popular, irradian un aura magntic
a de sabidura, salud y
dicha. Todas las serpientes descienden, segn los indos, de la primitiva Rjni, smbol
o de la tierra, y estn
dotadas de las mismas virtudes que su progenitora.
En la mitologa industa, el gran dragn Vasaki escupe contra Durga una ponzoa que por
intervencin de
Siva, esposo de sta, queda embebida en la tierra. Vemos, por lo tanto, que el msti
co drama de la Virgen
celeste perseguida por el dragn que intenta devorarle el hijo, estaba tambin repre
sentado en los ritos
secretos de los templos, adems de tener su signo entre las constelaciones zodiaca
les. Los misterios
simbolizaban este drama en el dios del Sol y lo grababan sobre una imagen de Isi
s esculpida en negro (72),
donde apareca el divino Nio perseguido por el cruel Tiphn (73). Dice una leyenda eg
ipcia que el Dragn
persigui a Isis mientras sta procuraba proteger a su hijo (74). Ovidio refiere que
Dion, madre de Venus y
esposa del Zeus pelasgo, huy al ufrates perseguida por Tiphn (75).
Por su parte, Virgilio exclama:
Salve, oh hijo amado de los dioses, descendiente de Jovel. Recibe el sumo honor,
porque se avecinan los
tiempos en que ha de morir la serpiente (76).
Alberto el Magno, entusiasta astrlogo, ocultista, alquimista y prelado catlico seal
la aparicin del signo
zodiacal Virgo en el horizonte el da 25 de Diciemrbe en que la Iglesia conmemora
el nacimiento de Jesucristo
(77).
MISTERIO DE DEMETER
En los misterios eleusinos, Plutn rapta a Persfona, hija de Demeter, y se la lleva
al Hades, donde su madre
la encuentra erigida en soberana del tenebroso reino. De este mito extrajo el cr
istianismo la leyenda de Santa
Ana (78) que va en busca de su hija Mara, que con su esposo Jos hubo de refugiarse
en Egipto. Las antiguas
imgenes de la Virgen Mara la representan con dos espigas de trigo en la mano, lo m
ismo que aparecen
representadas Persfona y la Virgen zodiacal.
El rabe Albumazar nos ofrece asimismo una variacin del mito en el siguiente pasaje
:
En el primer decn de la constelacin de la Virgen, naci la doncella Aderenosa (79),
la pura e inmaculada
Virgen (80) llena de gracia, de apostura encantadora, modesta en el vestir y cab
ellera flotante, que sentada en
adornado trono y con dos espigas de trigo en las manos, amamanta al nio Issa llam
ado Christos por los
Dios permaneca sobre su tienda y l era juez soberano como rey en ejrcito, que a los
afligidos consolaba, y
los compara con el tiempo presente en que se mofan de l los vagabundos beduinos, l
os ms viles hombres
de la tierra , al verle postrado por el infortunio y por la lepra. Manifiesta desp
us Job la simpata que le inspiran
los desgraciados, y rememora que siempre fue casto, ntegro, honrado, justo, carit
ativo, sobrio, hospitalario,
magnnimo, misericordioso con el enemigo, extrao al culto del sol e intrpido defenso
r de la justicia aun
contra la oposicin de las gentes. Impetra del Todopoderoso una respuesta a este a
legato, e intima a sus tres
amigos la declaracin de las culpas que hayan descubierto en l. No caba rplica posibl
e. Los tres amigos
haban tratado de confundir a Job con especiosas razones, y l les redarga con su ejem
plar conducta.
Entonces aparece en escena el cuarto amigo: Elihu el buzita, hijo de Barachel, d
e la estirpe de Ram (97).
Elihu representa al hierofante. Empieza reprendiendo a los otros tres amigos de
Job, cuyos sofismas
desvanece como el viento de Poniente se lleva la movediza arena.
En la amargura de su corazn haba dicho Job a sus amigos:
Lo que vosotros sabis, yo tambin lo s y no soy inferior a vosotros.
Con todo eso, hablar al todopoderoso y con Dios deseo razonar.
Haciendo antes ver que vosotros sois unos forjadores de mentiras y secuaces de p
erversos dogmas.
Y ojal callareis para que fueseis tenidos por sabios (98).
Pero Elihu le dice:
No los de mucha edad son los sabios ni los ancianos los que juzgan lo justo.
Mas, a lo que veo, espritu hay en los hombres, y la inspiracin del Omnipotente da
la inteligencia.
Una vez habla Dios y segunda vez no repite la misma cosa.
Por sueo, en visin nocturna, cuando profundo sueo se echa sobre los hombres y estn d
urmiendo en su
lecho.
Entonces abre las orejas de los hombres, y amaestrndolos, les instruye en lo que
deben saber.
Atiende, Job, y oye y calla mientras yo hablo.
Y si tienes alguna cosa que decir, respndeme, habla; porque deseo que comparezcas
justo.
Y si no tienes, yeme, calla y te ensear sabidura (99).
Haba dicho antes Job, vacilante en su fe, al or que sus amigos no le ofrecan otra e
speranza que la eterna
condenacin:
El hombre nacido de mujer, vive breve tiempo y est relleno de muchas miserias.
Que como flor sale y es ajado, y huye como sombra y jams permanece en un mismo es
tado.
Mas el hombre despus que haya muerto y despojado que sea y consumido, dime, dnde es
t?
Crees por ventura que muerto un hombre tornar a vivir?
Y ojal se hiciera el juicio entre Dios y el hombre como se hace el de un hijo del
hombre con su compaero
(100).
EL HIEROFANTE EN EL LIBRO DE JOB
Pero por fin escucha Job la sabidura de Elihu, el inspirado filsofo, el instructor
perfecto, el hierofante de
cuyos severos labios bnrota la justa reconvencin de haber dudado impamente de la b
ondad de Dios
achacndole los males de la humanidad. As dice Elihu:
Lejos est de Dios la impiedad, y del Omnipotente la injusticia. Porque l pagar al h
ombre su obra y
recompensar a cada uno segn sus caminos. Porque en verdad, Dios no condenar sin razn
ni el
Omnipotente trastornar la justicia (101).
Callado se haba mantenido el hierofante mientras al nefito le satisifzo su propia
sabidura mundana en
irreverente incomprensin de la Providencia y sus designios, y dio odos a los perni
ciosos sofismas de sus
consejeros. Mas, en cuanto la mente del nefito anhela conocer la verdad y se pred
ispone de esta suerte a la
instruccin y al consejo, resuena la voz del hierofante, que lleno del divino Espri
tu exclama:
No podemos conocer a Dios dignamente. Grande en fortaleza y en juicio y en justi
cia. l es inefable.
Por esto le temern los hombres y no se atrevern a contemplarle todos los que se ti
enen a s mismos por
sabios (102).
Y responde Job a Baldad:
Verdaderamente s que as es y que no ser justificado el hombre comparado con Dios.
l traslad los montes y los mismos que trastorn en su furor no le conocieron.
l conmueve la tierra de su lugar y sus columnas se estremecen.
l manda al sol y no sale y cierra las estrellas como bajo de sello.
l hace cosas grandes e incomprensibles y admirables que no tienen nmero.
Si viniere a m no lo ver; si se retirare, no lo entender (103).
Hermosa leccin para los predicadores a la moda que multiplican las palabras sin en
cerrar sabidura en ellas
(104)!
Escucha Job la palabra de sabidura y despus le habla el Seor desde el torbellino de
la Naturaleza (105),
diciendo:
Podrs enviar los relmpagos e irn y te dirn cuando vuelvan: Aqu estamos? (106).
A lo que responde Job.
Yo, que he hablado con ligereza, qu cosa puedo responder? Pondr mi mano sobre mi bo
ca (107).
Ya sabe cules son sus caminos y
e el hombre de las
aflicciones la suprema Sabidura
ad de cazar al Leviatn
clavndole el arpn en la nariz,
viatn) nicamente pueden
poner la mano, pero nada ms que
aracin merecen que
Dios no se lo encubra.
sus profundos
sentimientos religiosos eran acrrimos adversarios del clero, y as se justifican la
s palabras de Paracelso
cuando vctima de persecuciones y calumnias, mal comprendido por amigos y enemigos
, maltratado por
clrigos y seglares, exclamaba:
Oh vosotros los de Pars, Padua, Montpeller, Salerno, Viena y Leipzig! No sois maes
tros de la verdad, sino
confesores de la mentira. Vuestra filosofa es mentirosa. Si queris saber lo que ve
rdaderamente significa la
magia, estudiad el Apocalipsis de San Juan... Puesto que no podis probar que vues
tras enseanzas derivan
de la Biblia y del Apocalipsis, dad de mano a vuestras farsas. La Biblia es la v
erdadera clave y el verdadero
intrprete. Lo mismo que Moiss, Elas, Enoch, David, Salomn, Daniel, Jeremas y los dems
profetas, fue
Juan mago, cabalista y adivino. Si alguno de ellos viviera hoy da, seguramente qu
e lo inmolarais en vuestro
fementido matadero, y no slo a ellos, sino aun al mismo Creador de todas las cosa
s, si os fuera posible.
Prcticamente demostr Paracelso que haba aprendido muy tiles aunque escondidas cosas
en el
Apocalipsis, la Biblia y la Kbala, por lo que le apellidaron padre de la magia y d
el magnetismo fenomnico
(112). Tan firme era la creencia popular en los sobrenaturales poderes de Parace
lso, que todava perdura entre
el vulgo de Alsacia la tradicin de que no muri, sino que duerme en su tumba (113),
y que el csped que la
rodea se agita al impulso de la respiracin de aquel fatigado pecho, de cuyo fondo
brotan lastimeros gemidos
cuando el insigne filsofo del fuego despierta al recuerdo de las injusticias con
que por su amor a la verdad le
abrumaron los calumniadores.
MODERNO CONCEPTO DEL DIABLO
De todo cuanto llevamos expuesto se infiere fcilmente que el Satn del Antiguo Test
amento y el Diablo de
los Evangelios y de las Epstolas apostlicas son personificaciones del principio an
tagonstico peculiar de la
materia, no necesariamente malo por s mismo en la acepcin tica de la palabra. Los j
udos aprendieron en la
cautividad de Babilonia la doctrina de los dos opuestos principios del bien y de
l mal personificados
respectivamente por los asidianos y parsis en Ormazd, cuyo nombre secreto era ..
., y en Ahriman, equivalente
al Satn de los heteos y al Diobolos de los griegos. Los primitivos cristianos de
la escuela de San Pablo y
despus los gnsticos y sus sucesores refinaron metafsicamente estos conceptos, que e
l dogmatismo
tergivers por ltimo, al propio tiempo que persegua de muerte a sus genuinos definid
ores.
La Iglesia protestante entraa el espritu de reaccin contra la Iglesia catlica, y no
forma un todo coherente y
homogneo, sino una especie de torbellino cuyas partes giran en torno de un centro
comn, que se atraen y
repelen mutuamente impelidas unas hacia roma por la fuerza centrpeta y empujadas
otras por la fuerza
EXCURSIONES DE SATANS
Los fieles a las antiguas enseanzas religiosas fueron acusados de hechicera y cond
enados a muerte. Los
albigenses, descendientes de los gnsticos, y los valdenses, precursores de los lu
teranos, quedaron
exterminados por implacables persecuciones. Al mismo Martn Lutero le acusaron de
estar en connivencia con
Satans en persona, y aun sigue el mundo protestante bajo el peso de esta imputacin
de sus adverrsarios,
porque el dogmatismo romano no distingue entre disidentes, herejes, cismticos y h
echiceros, y todo cuanto se
aparte de su norma lo anatematiza por ofensivo a su autoridad, pues la libertad
religiosa es un principio
nefando para la Iglesia catlica.
Sin embargo, los protestantes llevaban en los labios la leche con que les amaman
t su madre, y as estaba
Lutero tan sediento de sangre como el papa, y calvino fue ms intolerante todava qu
e la curia romana. Durante
treinta aos asol la guerra comarcas enteras de Alemania, sin que en la lucha fuese
n menos crueles los
protestantes que los catlicos. Tambin la religin reformada dirigi sus tiros contra l
a hechicera y se
establecieron sangrientas penas en los cdigos de Suecia, Dinamarca, Alemania, Hol
anda, Inglaterra y
colonias de Amrica. A prisin y muerte se expona quien pblicamente declaraba opinione
s ms liberales y
razonables que las de sus compatriotas. Las hogueras a punto de extinguirse en S
mithfield se avivaron para
abrasar a los magos, y era menos arriesgado rebelarse contra la autoridad real q
ue contra el dogma religioso.
En el siglo XVII se apareci el diablo en persona en Nueva Inglaterra, Nueva Jerse
y, Nueva York y otras
colonias inglesas de Amrica, segn nos refiere Cotton Mather. Aos despus, visit la par
roquia de Mora, en
Suecia, al paso que los vecinos de Dalecarlia divertan su aburrimiento los sbados
a la puerta de la iglesia con
la quema de nios de corta edad y el vapuleo de otros. Pero el escepticismo de los
tiempos presentes ha
recluido en los conventos la creencia en el diablo de cuerpo humano con pezua, cu
ernos y rabo. De cuando
en cuando aparece en las Encclicas pontificias y otros documentos oficiales del c
atolicismo; pero la severidad
protestante slo consiente que se le nombre a media voz en los plpitos.
Sealadas ya las huellas del diablo desde su primera aparicin en India y Persia, co
nviene examinar ahora
las opiniones religiosas dominantes en el mundo durante los primeros tiempos del
cristianismo.
Todas las religiones antiguas crean en los avatares o encarnaciones de la Divinid
ad, que en la India llegaron
a constituir una serie ordenada. Los parsis esperaban a Sosiosh y los judos al Me
sas. Tcito y Suetonio
refieren que en tiempo de Augusto arda el Oriente en expectacin de un gran Instruc
tor; y segn dice Williams,
unas doctrinas tan obvias para los cristianos, eran enigmticas para los gentiles (1
23). Plutarco habla de
Maneros, un nio que haba de nacer en Palestina (124), como mediador de Mithra, el
Salvador, identificado
con Osiris, el Mesas. En las actuales Escrituras cannicas se descubren vestigios d
el culto antiguo, y los ritos,
Pero como esta expresin recordaba la guerra entre Jpiter y los titanes, los traduc
tores substituyeron la
palabra trtaro por la de abismo o infierno. Las puertas de la muerte y cmara de la mue
te que suelen
hallarse en el Nuevo Testamento no son ni ms ni menos que las puertas del sepulcro
a que aluden los
Salmos y Proverbios. El infierno y el diablo son invenciones del tirano y dogmat
izante cristianismo oficial,
nacidas al hervor de las calenturientas visiones de los eremitas. Triste degener
acin de la mentalidad humana
denota el dominante concepto del diablo, si lo comparamos con el que los antiguo
s tenan del Padre del Mal ,
simbolizado en Tiphn (148), cuyo emblema era el asno.
DUALIDAD DE LOS DIOSES SOLARES
As como Tiphn representaba entre los egipcios el aspecto tenebroso y sombro, en opo
sicin a su hermano
Osiris, as tambin entre los griegos represent Python el aspecto antittico al del esp
lendente Apolo, dios de
las visiones y de los orculos. Python mata a Apolo, pero resucitado ste, mata a Py
thon, y redime de este
modo la culpa del linaje humano. En memoria de la muerte de Python se adornaban
las sacerdotisas de Apolo
con piel de serpiente, emblema del fabuloso monstruo vencido por el dios, y bajo
el excitador influjo magntico
de aquella piel se transportaban las sacerdotisas al frenes mntico y por su boca d
aba Apolo los orculos.
Apolo y Python significan los desdoblados elementos de la divinidad solar, que t
odos los pueblos sin
excepcin, concibieron andrgina. El suave y benfico calor del sol vivifica las plant
as, pero el riguroso ardor de
la cancula las marchita y agosta. Cuando pulsa la lira de siete cuerdas difunde A
polo por doquiera la armona;
pero en su pitnico aspecto es perturbacin y disonancia. As sucede en todas las divi
nidades solares.
Averiguado est que el apstol San Juan viaj por Persia y otras comarcas asiticas dond
e, si bien
predominaba la religin zoroastriana, abundaban los misioneros budistas, por lo qu
e cabe dudar de si el
evangelista hubiera o no escrito el Apocalipsis de no haber estado en comunicacin
y trato con los budistas;
pues aparte de sus alusiones al dragn, hay de ello vehementes indicios en los pro
fticos pasajes relativos al
segundo advenimiento de Cristo, cuya figura copia exactamente el apstol de la de
Vishn en trazos del todo
desconocidos de los dems evangelistas.
Tenemos, por consiguiente, que Ophios y Ophiomorfos, Apolo y Pythn, Osiris y Tiphn
, Cristo y el Diablo
son smbolos equivalentes en sus respectivas dualidades, cuyos elementos no podramo
s reconocer uno sin
otro, como tampoco fuera posible diferenciar el da sin la noche. Ambos elementos
son regeneradores y
salvadores: el positivo en el orden espiritual y el negativo en el orden fsico. E
l elemento positivo confiere la
inmortalidad por virtud propia del espritu; el elemento negativo la confiere por
regeneracin de los grmenes
rpicos. El Redentor del linaje humano ha de morir, porque revela el maravilloso s
ecreto del Yo. La serpiente
del Gnesis incurre en la maldicin divina, porque prometi a la mater (madre Eva o ma
teria) la inmortalidad,
dicindole:
De ninguna manera moriris (149).
Entre los egipcios, el aspecto antittico de la serpiente es el segundo Hermes o r
eencarnacin del Hermes
Trismegisto.
Es Hermes inseparable compaero e instructor de Osiris e Isis, la personificacin de
la sabidura, el hijo del
Seor, que como el Can bblico edifica ciudades y alecciona a los hombres en el ejerc
icio de las artes.
Repetidas veces declararon los misioneros cristianos que los indos estn sumidos e
n el culto idoltrico del
demonio, cuando precisamente los nicos adoradores del diablo son los cristianos v
ulgares, a quienes un clero
fantico mantiene en la absurda creencia del diablo personal, de quien se reiran no
slo el clero superior
(oepasampalas) sino hasta los novicios (samenaira) del sacerdocio budista, cuyos
doctores (pundites) cuidan
de advertir que todo es alegrico en el culto externo; y aunque se les pueda culpa
r de negligencia en el
descuaje de las muchas y muy groseras supersticiones del vulgo, no las inventan
ni estimulan como ocurre en
Occidente respecto de la fomentada creencia en el diablo personal, enemigo de Di
os y de la humanidad.
El dragn de San Jorge que se ve esculpido en casi todas las catedrales, no aventa
ja en hermosura
alegrica al budista Nammadnamnraya, el gran Dragn o rey de las sierpes. Por otra par
te, no debiera el
clero catlico indignarse contra las supersticiones de los cingaleses que en los e
clipses de luna creen que la
devora el demonio planetario Rahu, ni contra las de los chinos que en los eclips
es de sol salen a la calle
provistos de bombos, platillos y discos con que arman estrepitosos ruidos para a
huyentar al monstruo que
amenaza devorar al sol; pues segn nos dice Draper, cuando en 1456 apareci el comet
a llamado despus de
Halley, produjo tal espanto en las gentes, que el papa Calixto III se crey obliga
do a exocizarle, y gracias a las
maldiciones pontificias se precipit en los cerleos abismos para no reanudar la ave
ntura hasta setenta y cinco
aos despus (150).
No sabemos que el clero cristiano haya intentado convencer al vulgo de que nada
de diablico tienen los
eclipses ni los cometas, y en cambio vemos cmo un prelado budista responde a un o
ficial que le echaba en
cara aquella supersticin: Nuestros libros cannicos ensean que los eclipses de sol y
luna resultan de la
acometida del planeta Rahu (151), pero no de diablo alguno (152).
EL MITO
DEL DRAGN
El mito del Dragn, que tan importante parte toma en el Apocalipsis y la Leyenda d
e oro (153), es de origen
prebudista, pues deriva de la comarca de Cachemira, cuyos habitantes, convertido
s ms tarde por los
misioneros budistas, profesaron en primitivos tiempos la religin ofita con el cul
to de la serpiente. Desde la
conversin del pas sucedieron los incruentos sacrificios con ofrenda de flores e in
cienso a los cruentos
sacrificios humanos cuya principal determinante era la personificacin del diablo
investido de abominable
potestad; supersticiosa creencia que heredaron los cristianos.
El Mahvansa, el libro ms antiguo de las Escrituras ceilanesas, relata la leyenda d
el rey Covercapal (sierpe
cobra), el dios serpiente convertido al budismo por un santo arhat (154), y de e
sta leyenda deriv seguramente
la de San simen Estilita.
El Logos triunfa del gran Dragn, y el luminoso arcngel Miguel, prncipe de los eones
, vence a Satn (155).
Conviene no olvidar que mientras el iniciado mantenga en secreto lo que sabe, ni
ngn mal le sobrevendr
por su sigilo. Tal sucedi en tiempos antiguos y lo mismo sucede ahora. Tan luego
como el Verbo se encarn
en la tierra para sacar del silencio la divina palabra, qued sujeto a la muerte.
La serpiente es emblema de la
sabidura y de la elocuencia, pero tambin lo es de la muerte. Osar, conocer, querer
y callar es el lema
fundamental del cabalista. Como Apolo y otros dioses solares, Jess muere por accin
de su Logos (156); pero
resucita para ser l a su vez el matador y maestro. Las coincidencias entre los mi
tos religiosos de los pueblos
antiguos, transmutados en dogmas teolgicos, son lo bastante sorprendentes para so
spechar que tal vez
tuvieran algn significado tan oculto que nadie haya sido capaz de presumirlo.
La identidad del Miguel cristiano con los celestes caudillos de otras teogonas y
la de Satn con el Dragn de
los paganos demuestra con toda evidencia que la India ha sido la cuna comn de los
mitos religiosos surgidos
al calor del misticismo. En sus comentarios a los Vedas dice Ramatsariar:
El mundo principi con la lucha entre el Espritu del bien y el Espritu del Mal y en
lucha ha de acabar. Tras
de la desintegracin de la materia el mal dejar de serlo, porque se restituir al cao
s.
Una vez vio esta bruja cerca de s durante media hora a un sujeto negrsimo, de espa
ntable aspecto, con
enormes manos cuyos dedos parecan garfios. Los sentidos de la vista, tacto y olfa
to fueron corroborados por
el del odo (163).
Cun distinto de este mal oliente galanteador es el majestuoso Satn de Milton! No ca
be concebir la
soberbia figura del ngel rebelde, personificacin del orgullo, encerrado en la piel
de un reptil repulsivo, tal
como nos lo representa el dogmatismo cristiano al decir que el demonio tom la ins
inuante y fascinadora figura
de serpiente para tentar a Eva en el paraso. Dios maldice a la serpiente y la con
dena a arrastrarse sobre su
vientre y a comer tierra todos los das de su vida (164), lo que, segn observa Levi
, en nada se parece a las
tradicionales llamas del infierno.
Por otra parte, tambin se le daba el ttulo de Dominus a Ophin o aspecto demonaco de
la dualidad
manifestada, como vemos no slo en Hrcules (165), hijo de Jpiter y Alcmena y personi
ficacin del Logos,
sino en los dems dioses solares, todos ellos de doble naturaleza (166). La palabr
a dios se deriva del snscrito
deva que significa divinidad refulgente, y la palabra diablo proviene de la pers
a daeva que en la religin
mazdesta significaba espritu maligno, pero que originariamente fue el deva industa
(167).
El Agathodemon o demonio benfico (168), al que los ofitas denominaban Logos o Sab
idura divina, estaba
representado en los misterios bquicos por una serpiente empinada sobre una prtiga.
Anlogamente, segn
dice Deane, la serpiente con cabeza de halcn es uno de los ms antiguos emblemas eg
ipcios de la mente
divina (169). Por otra parte, expone Movers (170) la identidad entre Moloch y Sa
mael o Azazel, lo cual explica
que Aarn, hermano de Moiss, ofreciese igualmente sacrificios a Jehovah y Azazel, c
omo vemos en este
pasaje:
Har estar los dos machos de cabro delante del Seor a la entrada del tabernculo... Y
echando suertes
sobre los dos, la una para el Seor y la otra para el macho de cabro emisario (Azaz
el, (171).
El Antiguo Testamento nos muestra a Jehovah con todos los atributos de Saturno (
172), no obstante las
transmutaciones de Adonai en Eloi, y en Dios de dioses y Seor de seores (173).
Satans tienta a Jess en el desierto y le promete los reinos de la tierra si postra
do le adora (174). De la
propia suerte el demonio Wasawarthi tienta a Gautama en el momento de salir del
palacio de su padre,
dicindole que no se vaya, pues all le aguardan la gloria, la riqueza y el podero; p
ero Gautama resiste a la
tentacin y el demonio rechina los dientes de ira y promete vengarse. Como Buda, t
ambin triunfa Cristo del
demonio (175).
EL CLIZ DE AGATHODEMON
En los misterios bquicos se pasaban los fieles de mano en mano el cliz consgrado q
ue llamaban del
Agathodemon (176), y de estos misterios tomaron indudablemente los ofitas la mis
ma ceremonia, pues la
comunin en las dos especies de pan y vino se conoci en el culto de las principales
divinidades (177).
Respecto al sacramento casi mtrico que adoptaron los gnsticos marcosianos, tambin c
abalistas y teurgos,
nos cuenta Epifanio una curiosa leyenda en demostracin de las artimaas del demonio
.
Dice as:
En la fiesta congregacional de la Eucarista llenaban los marcosainos de vino blan
co tres grandes vasos de
finsimo y transparente cristal. Durante la ceremonia tomaba el vino a la vista de
todos los fieles un color rojo de
sangre, que cambiaba despus en prpura y por ltimo en azul celeste. Entonces el cele
brante entregaba uno
de los tres vasos a una mujer de la congregacin para que lo bendijera, y esto hec
ho trasegaba el celebrante
su contenido a otro vaso mucho mayor diciendo: Que la gracia de Dios inconcebible
e inexplicable, que
domina todas las cosas, llene tu interno ser y acreciente el conocimiento del qu
e est dentro de ti, sembrando
la simiente de mostaza en tierra frtil (178).
Terminada esta plegaria, el licor del vaso se embravece hasta rebosar (179).
EL DESCENSO A LOS INFIERNOS
El descenso de Cristo a los infiernos tiene su punto de comparacin en las antigua
s religiones (180). El
Credo cristiano, cuya composicin atribuye San Agustn (181) a los doce apstoles, cad
a uno de los cuales
interpuso una de las doce proposiciones o artculos en que se divide, contiene la
de: descendi a los infiernos
y al tercer da resucit de entre los muertos . Este artculo corresponde a Santo toms en
el orden de
atribucin, sin duda como en penitencia de su incredulidad; pero no obstante, lo ms
probable es que fuera
interpolado posteriormente, pues nada prueba que los apstoles compusieran el Cred
o ni que en la poca
apostlica se conociese tal como est hoy redactado (182). En cambio, hay fundados m
otivos para afirmar que
este artculo se interpol hacia el ao 600 (183), porque Teodoreto, Epifanio, Eusebio
, Ireneo, Orgenes,
Tertuliano y Scrates no lo conocieron (184) ni constaba en los antiguos textos de
l smbolo de la fe, segn dice
el obispo Parsons (185), ni lo mencionan los concilios anteriores al siglo VII,
ni el Credo de San Agustn (186).
Por otra parte, Rufino (187) afirma que en su tiempo no apareca este artculo ni en
el Credo latino ni en el
griego.
Sin embargo, se disipa toda duda al saber que hace muchos siglos le habl Hermes a
l encadenado
Prometeo, diciendo:
No cesar tu tormento hasta que un dios lo padezca en tu lugar y descienda a los t
enebrosos abismos del
Trtaro (188).
En la mitologa griega este dios era Heracles, el unignito, el Salvador (189), a qu
Caifs (conductor de
almas a la Sinagoga), sobre el Libro de la ley, POR Adonai y el Dios de Israel,
que dirn verdad en lo que
declaren. Acto seguido hacen la seal de la cruz (209) sobre sus lenguas y piden p
apiro en que apuntar sus
revelaciones (210), segn las cuales, mientras estaban en el infierno sumidos en t
inieblas vieron sbitamente
una intensa y purprea luz que iluminaba aquel lugar. Al punto se regocijaron las
almas de Adn, de los
patriarcas y profetas, entre quienes se hallaba Isaas, que se ufan de haber profet
izado en su tiempo todo
cuanto a la sazn acaeca. Entonces llega Simen, el padre de los resucitados, y dice
que el nio a quien haba
tenido en sus brazos en el templo iba a libertarles. A esto aparece un eremita q
ue declara ser Juan el Bautista
(211), y sin acordarse de las dudas puestas en su boca por el evangelista San Ma
teo (212) acerca de si Jess
era o no el Mesas, lo reconoce como tal diciendo: Y yo, Juan, henchido de Espritu S
anto, al ver que hacia m
vena Jess, exclam: He aqu el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo... . y la
bautic y vi que el
Espritu Santo descenda sobre l, al par que de lo alto clamaba una voz: ste es mi Hijo
muy amado, en
quien tengo puestas todas mis complacencias (213). Entonces aparece en escena Adn,
quien receloso de no
ser credo por las cohortes infernales, llama a su hijo Seth para que repita lo qu
e el arcngel San Miguel le
haba dicho en las puertas del Paraso cuando fue a suplicar a Dios que ungiera la c
abeza de l, su padre, a la
sazn enfermo (214).
Requerido por Adn, declara Seth que Miguel le aconsej que parra ungir a su padre e
nfermo no le pidiera a
Dios el aceite del rbol de la misericordia, pues no le sera posible recibirlo hast
a la plenitud de los tiempos,
pasados 5.500 aos.
Esta pltica entre Miguel y Seth fue indudablemente interpolada para cohonestar la
cronologa de los Padres
de la Iglesia y dar algn fundamento al mesianismo de Jess. Pero los primitivos telo
gos se equivocaron al
derrocar las imgenes paganas y perseguir a los sacerdotes gentiles en vez de demo
ler los monumentos
egipcios por los cuales saben hoy los arquelogos que el rey Menes y sus arquitect
os florecieron cinco mil
aos antes de que, segn la Biblia, crease Dios el universo de la nada y formase al
padre Adn del barro de la
tierra (215).
EVANGELIO DE NICODEMO
Sigue diciendo el Evangelio de Nicodemo (216) que mientras los santos andaban al
borozados por la buena
nueva, Satn, el caudillo de la muerte, le dice al Prncipe del Averno: Disponte a re
cibir a Jess de Nazareth,
que se vanaglori de ser Hijo de Dios y era un hombre temeroso de la muerte, pues
dijo: Triste est mi alma
hasta la muerte .
Los telogos griegos se quejan de que algunos herejes (acaso Celso) hayan argido so
bre este punto contra
los ortodoxos, diciendo que si Jess hubiese sido Dios no se lamentara como lo hiz
o ni tampoco exclamara con
lastimera voz: Dios mo, Dios mo!, por qu me has abandonado? . A esta objecin redarguye
Evangelio
de Nicodemo por boca del Prncipe del Infierno, quien responde a la intimacin de Sa
tn diciendo: Cmo un
tan poderoso prncipe ha de ser temeroso de la muerte? Te aseguro que quiso engaart
e al decir que tema a
la muerte. Por lo tanto, desgraciado sers por toda la eternidad .
Es muy significativo que Nicodemo se cia todo lo posible en su Evangelio al Nuevo
Testamento, y ms
estrechamente al cuarto evangelista, para cohonestar, mediante dilogos inocentes
al parecer, los pasajes ms
sospechosos de los Evangelios cannicos que los gnsticos analizaron detenidamente c
on su delicada
hermenutica, por lo que tuvieron los Padres de la Iglesia mayor cuidado en destru
ir los tratados gnsticos que
en refutar las que llamaban herejas. Ejemplo de la tendencia observada en el Evan
gelio de Nicodemo nos da
el dilogo entre Satn y el Prncipe del infierno, en que ste pregunta ingenuamente:
Quin es ese Jess de Nazareth que sin rogar a Dios, con slo su palabra me arrebata lo
s muertos? (217).
A lo que responde Satn con malicia jesutica:
Tal vez sea el mismo que me arrebat a Lzaro despus de cuatro das de muerto, cuando y
a heda... Es el
mismo Jess de Nazareth.
Y el Prncipe del infierno le replica:
Yo te conjuro por nuestra comn potestad, que no me traigas a Jess de Nazareth, pue
s cuando o hablar del
poder de su palabra entrme miedo y mis impos ministros se conturbaron. Y no pudimo
s detener a Lzaro,
pues maliciosamente se nos escap de entre manos con violenta sacudida, y la tierr
a en cuyo seno reposaba
lo restituy sano y vivo. Ahora reconozco que l es el Dios omnipotente, poderoso en
sus dominios y en su
naturaleza humana, pues es el Salvador de la humanidad. No me lo traigas ac, porq
ue libertara a cuantos
tengo presos por incrdulos y los conducira a la vida eterna (218).
Hasta aqu lo apuntado en las escritas declaraciones de Carino y Lencio. El primer
o las entrega a Ans,
Caifs y Gamaliel; el segundo a Jos y Nicodemo. Despus se convirtieron los dos en bl
ancos espectros que,
desvanecidos, no se les volvi a ver ms.
Para demostrar que ambas almas estuvieron durante todo aquel tiempo en estrictas
condiciones de
comprobacin , como diran los modernos espiritistas, aade Nocedemo que lo escrito por
ambos coincida tan
exactamente que no haba en lo de uno ni ms ni menos letras que en lo del otro.
Sigue diciendo el mismo Evangelio que todas aquellas voces se derramaron por las
sinagogas, y en vista de
ello aconsej Nicodemo a Pilatos que reuniese a los judos en el templo, donde Ans y
Caifs confiesan que el
Jess a quien ellos crucificaron es Jesucrito, Hijo de Dios y el verdadero Dios om
nipotente. Pero no obastante
esta confesin, ni Ans ni Caifs ni Pilatos ni judo alguno de suposicin y arraigo se co
nvierte al cristianismo,
cosa santsima. Y toda consagracin que ofrece un hombre no se rescatar, sino que mor
ir de muerte (233).
La dualidad, cuando no la pluralidad de los dioses adorados por los israelitas,
est manifiesta en las
predicaciones de los profetas contra el rito de los sacrificios, que ninguno de
ellos sancion sino que todos
vituperaron, segn nos dan ejemplo Samuel y Jeremas en estos pasajes:
Y dijo Samuel: Pues qu quiere el Seor, holocaustos y vctimas o no ms bien que se obed
ezca la voz del
Seor? Porque mejor es la obediencia que las vctimas (234).
Porque no habl con vuestros padres ni les mand el da que los saqu de tierra de Egipt
o, de asunto de
holocaustos y de vctimas (235).
Los profetas anatematizadores de los sacrificios humanos eran sin excepcin nazare
s o iniciados y
acaudillaban el partido anticlerical, es decir, a los hombres de claro entendimi
ento que se rebelaban contra la
tirana de los sacerdotes, como posteriormente haban de luchar los gnsticos contra l
os Padres de la Iglesia.
Cuando a la muerte de Salomn se dividi la monarqua hebrea, quedaron los sacerdotes
en el reino de Jud,
cuya capital era Jerusaln, donde estaba el templo, y los profetas quedaron en Sam
aria, capital del reino de
Israel, sin religin cultualmente definida. En el reino de Jud no aparecieron profe
tas de importancia hasta
Isaas, cuando ya haba perecido el reino de Israel.
Elas y Eliseo no tuvieron reparo en ponerse en trato y prestar auxilio al rey Aca
b de Israel, que estableci el
culto de Baal y las divinidades asirias. Eliseo ungi por rey a Jeh, con propsito de
que exterminase a las
familias reales de ambos reinos y los uniera en una misma corona ceida a sus sien
es. eN cuanto al templo de
Salomn, ningn profeta hebreo le dio la menor importancia ni jams pusieron los pies
en l, pues como
estaban iniciados en la doctrina secreta de Moiss iban cuidadosos de no confundir
se con los sacerdotes que
mantenan al pueblo en la idolatra y le inculcaban el exotrico concepto de Jehovah,
que despus adoptaron
los telogos cristianos.
PERSEVERANCIA DE LOS JUDOS
Ahora bien; si segn hemos visto, el dogmatismo romanista es una mezcolanza de las
mitologas paganas,
cmo relacionarlo con la religin mosaica, cuando el apstol San Pablo y los gnsticos di
stinguan
esencialmente entre el cristianismo y el judasmo? Les deca Esteban a los judos: Voso
tros recibisteis la Ley
por ministerio de los ngeles (236) y no de las propias manos del Altsimo . Y los gnst
icos identificaban a
Jehovah con Ilda-Baoth, hijo del caos (bohu) y adversario de la divina sabidura.
Pero toda duda se desvanece al considerar que la llamada ley de Moiss, con su inh
erente monotesmo, no
puede remontarse ms all de tres siglos antes de J. C., pues el Pentateuco fue escr
ito despus de la
cautividad de Babilonia, cuando los reyes de Persia ordenaron la colonizacin de P
alestina. El embrollo deriva
de que empeados los Padres de la Iglesia en ensamblar con el judasmo su recin forja
do sistema religioso,
para mejor combatir de esta suerte al paganismo, huyeron de Escila y sin adverti
rlo cayeron en Caribdis, pues
bajo el superficial barniz de monotesmo se ech luego de ver la fibra de los mitos
paganos.
A pesar de todo, no hemos de zaherir a los actuales judos porque sus padres adora
ran a Moloch segn
hicieron sus circunvecinos, ya que desde la vuelta del cautiverio no quebrantaro
n la ley monotestica ni
desobedecieron a sus profetas, sin que les hayan arredrado las ms violentas perse
cuciones. Mientras el
cristianismo se ha dividido en infinidad de sectas hostiles, el pueblo hebreo, a
unque disperso por el haz de la
tierra, se mantiene indisgregablemente unido por el espiritual lazo de la fe.
Las hermosas virtudes predicadas por Jess en el Sermn de la Montaa no resplandecen
cual debieran en
el mundo cristiano, y en cambio las practican los ascetas budistas y los fakires
industas; al paso que los vicios
achacados por viperinas lenguas al paganismo, corroen al clero y demuelen la soc
iedad cristiana.
Puramente imaginario es el abismo que, apoyada en la autoridad de Pablo, ve abie
rto la exageracin
religiosa entre el cristianismo y el judasmo, pues los occidentales no somos ni ms
ni menos que los
herederos intolerantes del fanatismo de los antiguos israelitas que adoraban a B
aco-Osiris, el Dio-Nyssos, el
Jove de Nyssa, la divinidad sinatica de Moiss, a diferencia de los del tiempo de H
erodes y de la poca
romana, que a pesar de toso sus defectos se mantenan en la ms rigurosa ortodoxia m
onotesta.
Los llamados demonios cabalsticos se tuvieron por entidades objetivas, sin parar
mientes en su profundo
significado alegrico, y en ello encontraron los demonlogos pretexto bastante para
forjar toda una jerarqua
diablica.
El famoso mote de los rosacruces: Igne natura renovatur integra (237) se adulter
en el clebre inri de Iesus
Nazarenus rex Iudoeorum, tomando al pie de la letra el sarcasmo de Pilatos, cont
ra el que protestaron
enrgicamente losj judos por no reconocer por su rey a Jess.
El triagrama I. H. S. suele interpretarse Iesus Hominum Salvator o bien In hoc s
igno, siendo as que IHE es
uno de los ms antiguos nombres de Baco.
A la luz de la teologa comparada descubrimos que el principal propsito de Jess, ini
ciado en la doctrina
secreta, fue mostrar a los ojos del vulgo la diferencia entre la suprema Divinid
ad (238) y el Jehovah del
dogmatismo hebreo. Por esta razn, uno de los ms graves cargos que los catlicos impu
tan a los rosacruces
es que estos atribuyen a Jess la abrogacin del culto de Jehovah. Mejor fuera que a
s lo hubiera logrado,
pues no se encontrara el mundo sumido en tinieblas al cabo de diecinueve siglos d
e cruenta y mortfera lucha
entre las trescientas sectas cristianas que parecen dominadas por el diablo pers
onal.
Apoyados en la declaracin de David (239) para quien eran dolos todas las divinidade
s gentlicas,
transmutaron los telogos cristianos en diablo al dios Baco, que en la teogona rfica
era el Unignito
(Mongenes) del padre Zeus y su esposa Kor. Pero los doctores de la Iglesia, cuyo f
antico celo corra
parejas con su ignorancia, no sospechaban que de esta suerte iban a proporcionar
pruebas contra ellos
mismos y facilitar la solucin del enigma a los modernos escudriadores de la cienci
a y la religin.
OPININ DE WILDER
El mito de Baco mantuvo oculto durante largos y tenebrosos siglos el futuro desq
uite de las divinidades
gentlicas y la clave del enigma concerniente a la extraa dualidad humano-divina qu
e tan definidamente
caracteriza al Dios del Sina y cuya explicacin tan clara va apareciendo a las escr
utadoras miradas de los
modernos investigadores, segn demuestra el siguiente extracto final del estudio d
e Wilder sobre la materia:
Tal era el Jove de Nysa para sus adoradores, que vean en l la doble representacin d
el mundo objetivo y
del mundo mental. Era el Sol de Justicia que en sus rayos traa la salud a los morta
les, alegraba su corazn y
les infunda la esperanza en la vida eterna. Naci de madre humana a quien por la al
teza de su dignidad elev
desde el mundo de la muerte a las regiones etreas para que recibiese adoracin y re
verencia. Era el Jove de
Nysa a la par Seor y Salvador de los mundos.
Tal era Baco, el dios profeta. Pero el cambio de religin decretado a instancias d
e Ambrosio, obispo de Miln,
por aquel imperial asesino llamado Teodosio el Grande, le atribuy inicuamente car
acteres demonacos. El
culto de Baco, hasta entonces universal, qued estancado en las comarcas rurales l
lamadas pagos, y se
tuvieron sus ritos por abominaciones de hechicera y por aquelarres sus misterios,
y su preferente emblema de
la pezua hendida se troc en atributo corporal del diablo.
Un tiempo recibi Baco el sobrenombre de Padre de familia (Beelzebub); pero desde
entonces, sobre
cuantos a su servicio estaban, recay la acusacin de servir a las potestades tenebr
osas. Se levantaron
cruzadas contra ellos, y poblaciones enteras sufrieron los horroes de la matanza
. El verdadero y hondo saber
fue condenado como magia y hechicera, y la ignorancia qued convertida en madre de
la devocin mojigata.
Galileo pen largos aos en un calabozo por ensear que el sol era el centro de nuestr
o sistema planetario.
Bruno muri en la hoguera por su intento de restaurar la filosofa antigua. Mas a pe
sar de todo, la liberalia o
fiesta religiosa de Baco se convirti en fiesta de la Iglesia (240), y el dios en
un santo cuatro veces repetido en
los calendarios y representado en los altares en brazos de su divinizada madre.
Cambiaron los nombres; pero
han perdurado inalterables los conceptos (241).
Demostrada la quimera del diablo y de los ngeles rebeldes, pasaremos a tratar ace
rca de la divinidad de
Jess y de su obra redentora, que segn la teologa cristiana consisti en arrancarnos d
e las garras del mtico
Satn.
Para ello ser preciso cotejar paralelamente las vidas, doctrinas y milagros de Kr
ishna, Gautama y Jess.
CAPTULO IV
No pecar, hacer el bien y purificar la mente. Tal es la
enseanza de quien ha despertado.
Ms valioso que la soberana de la tierra y que la gloria
del cielo y que el dominio de los mundos es el premio de
quien da el primer paso en el sendero de la santidad.
Dhammapada, 178 y 183.
Creador, en dnde estn los tribunales, en dnde juzgan
las audiencias y se renen los jurados a quienes el mortal ha
de dar cuenta de su alma?- Vendidad, XIX, 89.
Salve oh humano! que desde la regin de lo transitorio
te elevaste a la de lo imperecedero.-Vendidad, VII, 136.
El verdadero creyente acoge la verdad doquiera la
halla, y ninguna doctrina le parece menos aceptable
ni menos verdadera porque la hayan expuesto Moiss
o Cristo, Buda o Lao Tse.-MAX MLLER.
Quienes desearon vindicar a la filosofa religiosa de Oriente no tuvieron feliz oc
asin para ello, pues no
parece sino que de algn tiempo a esta parte estn en secreta connivencia los erudit
os del mundo oficial y los
misioneros cristianos en pases infieles, para desfigurar cautelosamente toda verd
ad que pugne con sus
congruas. Adems, es muy fcil acallar las voces de la conciencia cuando los gobiern
os se apoyan en la
religin del Estado, que cualquiera que sea tan tilmente explotan en su provecho. T
al es la diplomacia de la
ciencia oficial.
En su Historia de Grecia compara Grote a los pitagricos con los jesuitas, y dice
que se prevalan de su
confraternidad para fines polticos. Algunos historiadores se han apresurado a pre
sentar a Pitgoras segn le
pinta la maledicencia de Herclito y otros autores antiguos, esto es, como hombre
astuto y hbil para el mal y
de juicio desequilibrado, aunque de muy vasta erudicin. El satrico Timn dice de Pitg
oras que fue hombre de
agradable elocuencia a propsito para cazar incautos; y si los detractores de la f
ilosofa antigua no reparan en
dar crdito a esta opinin, cmo negrselo a lo que de Jess nos dice Celso? La imparcialid
ad del historiador
ha de sobreponerse a sus personales creencias, y tanta exige la posteridad respe
cto de unas como de otras
doctrinas. La vida y hechos de Jess no estn apoyados en las pruebas de histrica vala
que atestiguan la
vida y hechos de Pitgoras; porque seguramente que nadie negar la autenticidad de l
os escritos de Celso,
mientras que de los evangelistas dudan muchos si escribieron ni una lnea de los r
elatos que respectivamente
se les atribuyen. Adems, Celso es un testimonio por lo menos tan valioso como Herc
lito, y algunos Padres
de la Iglesia reconocen que fue un neoplatnico de mucha erudicin, mientras que la
existencia de los cuatro
evangelistas tiene por principal apoyo la ciega fe. Si Timn llam farsante al ilust
re filsofo de Samos, lo mismo
com
destinadas al dinero de San Pedro (7) y lucrar con el remedo de los brahmanes y
bonzos. Entre los adoradores
de Krishna y Cristo y los de Avany y Mara no hay tanta diferencia como entre vish
nustas y sivitas, pues para
los conversos es Cristo el mismo Krishna con leves modificaciones (8). Tan servi
les son los misioneros en la
copia y tanto cuidado ponen en no lastimar las costumbres del pas, que mantienen,
aun entre los conversos, la
distincin de castas, hasta el punto de que los de inferior no pueden entrar en la
s iglesias a que asisten los de
superior (9).
Pocos escritores hay cuya valerosa sinceridad, de que tan hermoso ejemplo nos da
Inman, les lleve a
coincidir con ste en que tanto el indusmo como el budismo son filosficamente superi
ores al cristianismo
teolgico, sin que nadie tenga fundado motivo de tildar al primero de fetichista y
al segundo de ateo. Sobre el
particular dice Inman:
A mi entender es de todo punto gratuita la afirmacin de que Sakya no crea en Dios.
Por el contrario, todo su
sistema filosfico descansa en la creencia de que hay entidades superiores con pot
estad para castigar las
culpas de los hombres, y aunque no le llamara Elohim ni Jah ni Jehovah ni Jahveh
ni Adonai ni Ehieh ni Baalim
ni Ashtoreth, crea en la existencia del Ser supremo (10).
El budismo cuenta con cuatro escuelas teolgicas, una de ellas pantesta y las otras
tres francamente
monotestas. Los investigadores modernos slo tratan de la primera, y en cuanto a la
s otras tres, difieren
nicamente en las externas modalidades de exposicin.
Oigamos lo que un racionalista escptico dice sobre el tantas veces comentado conc
epto del nirvana:
En las puertas de las pagodas interrogu a centenares de budistas, y todos sin exc
epcin me respondieron
que por medio de la austeridad de vida esperaban alcanzar la inmortalidad. Ningu
no habl de la aniquilacin
final. Hay ms de trescientos millones de budistas que ayunan, oran y se sujetan a
toda clase de privaciones.
Verdaderamente estaran locos o fueran imbciles si tal hiciesen convencidos de ante
mano de que al fin haba
de aniquilarse su ser (11).
Tambin por nuestra parte hemos inquirido entre industas y budistas el
pritu de la filosofa
oriental, y nos hemos convencido de que el concepto del apavarga es del
esto al de aniquilacin, pues
entraa la identidad final con Dios, de cuya increada luz es refulgente
espritu del hombre. Todo
budista, por ignorante que sea, alienta la esperanza de no perder jams
ualidad, pues, como deca
muy bien un amigo nuestro, si as no fuese parecera la vida terrena un
inete para Dios y una mortal
tragedia para el hombre.
verdadero es
todo opu
chispa el
su individ
divertido sa
DEL PERDN
poco antes de subir al cadalso los auxilios espirituales y obtenga por ellos el
perdn del crimen cometido y con
l la felicidad perdurable de los bienaventurados, mientras que su vctima ha de pen
ar eternamente en el
infierno (52). A no ser por el crimen no hubiera tenido el asesino ocasin de arre
pentirse y salvarse.
Otro ejemplo nos ofrece el crimen de seduccin, uno de los ms frecuentes y de los q
ue denotan mayor
egosmo y dureza de corazn. La sociedad rechaza de su seno a la vctima, que al verse
despreciada busca
remedio a su desgracia en el suicidio o, si teme a la muerte, se hunde en el vic
io, expuesta a ser madre de
criminales (53) que a su vez procreen toda una generacin de malvados. Podr perdonar
la divina justicia al
causante de tan graves daos sociales y castigar nicamente a los engendros de su luj
uria?
En Inglaterra y los Estados Unidos ha ido introduciendo el clero anglicano la co
nfesin auricular, a estilo de la
Iglesia romana, fundndose, lo mismo que sta, en la potestad conferida por Jess al a
pstol San Pedro
cuando le dijo:
Y a ti dar las llaves del reino de los cielos. Y todo lo que ligares sobre la tie
rra, ligado ser en los cielos, y
todo lo que desatares sobre la tierra, ser tambin desatado en los cielos (54).
Sin embargo, queda invalidada esta alegacin al considerar los cinco puntos siguie
ntes:
1. Que la divinidad de Jesucristo no se defini dogmticamente hasta dos siglos desp
us de la muerte del
iniciado Jess.
2. Que en consecuencia no tena autoridad para conferir a Pedro el poder de perdon
ar los pecados.
3. Que la palabra petra (roca) se refera a las verdades reveladas del Petroma y n
o al discpulo que haba
de negarle tres veces.
4. Que la sucesin apostlica es una grosera y evidente superchera.
5. Que el Evangelio llamado de San Mateo es amaada copia de un manuscrito enteram
ente distinto.
Resulta, por lo tanto, la confesin auricular una violencia que por igual se hace
al sacerdote y al penitente.
Por otra parte, si los titulados ministros de Dios recibieron la potestad de per
donar los pecados, cmo no
recibieron tambin el don de milagros para reparar los perjuicios resultantes del
pecado contra cosas y
personas?
As lo demandaran las ms rudimentarias nociones de justicia. Cuando resuciten al ase
sinado, devuelvan
honra y hacienda a quienes por robadora mano las pierden y pongan en el fiel las
balanzas de la justicia
podremos creer en su potestad de atar y desatar en la tierra; pero hasta ahora sl
o le han dado al mundo
sofismas propios para alimentar la fe ciega, sin pruebas palpables de la justici
a divina. Todos callan; nadie
responde a estas objeciones y entretanto la inexorable e infalible ley de ponder
acin prosigue su camino,
prescindiendo de creencias y confesiones religiosas y tratando por igual a pagan
os y cristianos. nO hay
absolucin capaz de escudar a estos cuando culpables, ni anatema bastante a confun
dir a aqullos cuando
inocentes.
Desechemos el insultante concepto que de la justicia divina mantienen los clrigos
por su propia autoridad
para regocijo de cobardes y criminales, pues contra la legin de doctores y telogos
que lo defienden se
levanta con suprema autoridad la eterna ley de armona y justicia.
SACRIFICIO DE JESS
Pero hay adems otro argumento igualmente poderoso contra la tergiversada interpre
tacin de la justicia
divina. Si los cristianos creen como verdades reveladas las narraciones evanglica
s, en qu pasaje aparece
que Jess se ofreciera en voluntario sacrificio? Por el contrario, del texto se in
fiere que deseaba cumplir su
misin y que muri al verse traicionado de modo que no poda llevarla a trmino. Antes d
e la entrega rehua los
peligros, hacindose invisible por medio del mismo poder hipntico sobre los circuns
tantes de que goza todo
adepto oriental; pero cuando vio llegada su hora, sometise a la ineludible ley de
l destino. En el huerto de
Getseman le ruega al Padre que a ser posible aparte de l aquel cliz y en su afliccin
tremenda suda gotas
de sangre. Desfallece en la lucha y ha de bajar del cielo un ngel para confortarl
e. Por fin dice: Mas no se
haga mi voluntad sino la tuya (55). Ciertamente que sta no es la figura de un mrtir
que de su propia voluntad
se entrega al sacrificio.
Anlogamente a este episodio de la vida de Cristo se nos ofrece en la de Krishna a
quel otro en que clavado
en un rbol por la flecha de un cazador, le responde a ste que implora perdn:
-Ve, oh cazador!, por mediacin ma a los cielos donde moran los dioses.- Y unido Kri
shna con su puro,
imperecedero y nonato espritu, idntico al de Vasudeva, desech su cuerpo mortal para
convertirse en nirguna
(56).
No se ve aqu el episodio del Calvario, cuando Cristo perdona al buen ladrn y le pro
mete un lugar en el
paraso?
Sobre esto dice Lundy:
Semejantes ejemplos, muy anteriores al cristianismo, demandan que se investigue
y compruebe su origen. El
concepto de Krishna como pastor es a mi entender una figura proftica de Cristo, m
ucho ms antigua que el
Evangelio de la infancia y el de San Juan (57).
Analogas como stas dieron posteriormente pretexto para declarar apcrifas todas las
obras que, como las
Homilas, demostraban el primitivo origen y verdadero significado de la doctrina d
e la redencin, no definida por
autoridad alguna. Las Homilas difieren muy poco de los Evangelios, pero discrepan
completamente del
dogmatismo teolgico.
Nada saba de la redencin el apstol San Pedro, y su respeto hacia el mtico padre Adn n
o le hubiera
consentido creer que este patriarca pec y lo maldijo Dios. Las escuelas alejandri
nas no conocieron este
s predecesores. El Nuevo
Testamento (62) abunda en repeticiones y parfrasis de El Libro de los muertos, y
segn las palabras que en
boca de Jess ponen los evangelistas, debi estar familiarizado el fundador del cris
tianismo con los himnos
funerarios de los egipcios (63).
En el Recinto de las dos verdades el alma comparece ante Osiris, el seor de la Verda
d , que est sentado
en su trono con la cruz egipcia como emblema de la vida eterna y el cetro o la v
ara de la justicia (64) en la
diestra. El alma invoca anhelosamente al dios y despus procede a enumerar todas s
us acciones que
confirman o recusan los cuarenta y dos jueces en quienes estn personificadas las
buenas y malas acciones
del declarante. Si logra justificarse le confieren los jueces el ttulo de Osiris
en significacin de su divino origen,
y le dicen estas palabras llenas de majestuosa justicia:
Abrid paso al Osiris. Ya veis que est sin mancha. Vivi en la verdad y se aliment de
la verdad. El dios le ha
acogido benvolamente segn deseaba, porque dio de comer al hambriento y de beber al
sediento y visti al
desnudo. Con el sagrado manjar de los dioses aliment a los espritus.
OSIRIS Y JESS
Anlogamente vemos que el Hijo del Hombre (65) sentado en el trono de su gloria ju
zgar a todas las gentes
diciendo:
Venid, benditos de mi Padre, poseed el reino que os est preparado desde el establ
ecimiento del mundo.
Porque tuve hambre y me diste de comer; tuve sed y me diste de beber...; desnudo
y me cubristeis (66).
Para mayor semejanza con Osiris tenemos que San Juan Bautista dice de Jess:
Su bieldo en su mano est; y limpiar bien su era y recoger su trigo en el granero...
(67).
Las mismas analogas se advierten entre los relatos cristianos y los budistas. Eje
mplo de ello tenemos en el
siguiente pasaje:
Venid en pos de m y har que vosotros seais pescadores de hombres (68).
Este mismo concepto aparece en el smil aplicado por los textos budistas a un conv
ertido que haba
quedado preso en el anzuelo de la doctrina como el pez que muerde el cebo y con
el sedal lo saca el pescador
del agua (69).
En las pagodas siamesas el futuro buda Maitreya est representado con una red en l
a mano, mientras que
en las tibetanas lleva una especie de lazo. La explicacin de la alegora es como si
gue:
Sobre el ocano del nacimiento y la muerte esparce el Buddha la flor del Loto de l
a Buena Ley a manera de
cebo puesto en el anzuelo de la devocin que jams arroja en vano, pues siempre pesc
a hombres y se los
lleva a la otra margen del ro donde est el verdadero conocimiento (70).
Quien con puro corazn ofrezca tan slo un vaso de agua a la asamblea espiritual o a
pague la sed del pobre
o de un animal silvestre, mantendr durante muchas pocas el merecimiento de su accin
(76).
Al nacer Gautama refiere la leyenda que hubo en el mundo treinta y dos millares
de maravillas. Detuvieron
las nubes su marcha y los ros su curso; no florecieron las plantas; enmudecieron
de asombro las aves; la
Naturaleza toda qued suspensa de admiracin. Una luz celestial ilumin los espacios;
los brutos apartaron su
boca del sustento; los ciegos recobraron la vista y los mudos el habla y los lis
iados el movimiento (77).
Anlogamente dice un texto cristiano con relacin al nacimiento de Jess:
En el instante de la Natividad mir Jos al cielo y vio que las nubes suspendan su ma
rcha y las aves
detenan su vuelo y los cabritos que a orilla del ro tocaban con la boca el agua si
n beberla... Y vio los rebaos
dispersos y, sin embargo, la oveja estaba all...
Una refulgente nube se pos encima de la cueva iluminndola con tan viva claridad qu
e ofuscaba la vista...
San Salom de la mano que seca tena... Los ciegos volvieron a ver y hablaron los mud
os y anduvieron los
lisiados (78).
Refieren los bigrafos de Gautama que en la escuela despunt entre todos sus condiscp
ulos por su facilidad
en aprender no slo la lectura y la escritura sino tambin las matemticas, metafsica y
astronoma, de la propia
suerte que venci en el pugilato y el manejo del arco. Fue tal su sabidura que ense a
sus propios maestros
sesenta y cuatro distintas clases de escritura hasta entonces desconocidas (79).
Mucha semejanza ofrece con
este relato lo que los libros cristianos cuentan de la infancia de Jess, diciendo
:
Y doce aos tena Jess cuando un muy principal rabino le pregunt si haba ledo libros, y
un astrnomo si
haba estudiado astronoma. Y el seor Jess les respondi explicndoles cosas que la razn h
mana no
descubri jams, acerca de las esferas celestes y de la fsica y la metafsica y de la c
onstitucin del cuerpo
humano y de la manera como el alma acta en el cuerpo. Y a todo esto qued tan sorpr
endido el rabino, que
no pudo por menos de exclamar: Creo que este nio naci antes que No. Sabe ms que todo
s los maestros
(80).
Los preceptos de Hillel, que muri cuarenta aos antes de nacer Jess, estn reproducido
s en el Sermn de
la Montaa, y esto corrobora la aseveracin de que nada dijo Jess que antes no hubies
en dicho otros
maestros. El Sermn de la Montaa contiene preceptos budistas aceptados por los esen
ios, rficos,
neoplatnicos y filohelnicos que, como Apolonio, vivan ascticamente. Predica Jess el d
esprecio de las
riquezas terrenas, el amor al prjimo, la castidad, la resignacin, la confianza en
el Padre que ha de proveer a
las necesidades del maana (81). Promete la bienaventuranza a los pobres de espritu
e en los Evnagelios,
segn nos muestra el siguiente pasaje:
Y cuando Elisabeth oy la salutacin de Mara, la criatura dio saltos en su vientre (9
3).
ADVENIMIENTOS DE KRISHNA Y CRISTO
Comparemos ahora los pasajes de las Escrituras cristianas en que se profetiza la
venida de Cristo con las
profecas que referentes al advenimiento de Krishna encontramos en las ramatsariar
ianas tradiciones del
Athrva, los Vedangas y Vedantas (94). Para la mejor comprensin de los textos, los
cotejaremos
sinpticamente:
TEXTO INDUSTA
TEXTO CRISTIANO
1. El Redentor vendr coronado de luz, y el
pursimo fludo que brote de su poderosa alma
disipar las tinieblas (Atharva).
1. Pueblo que estaba sentado en tinieblas vio una
gran luz (San Mateo, IV. 16)
El pueblo que andaba en tinieblas vio una grande
luz (Isaas, IX, 2).
2. En los comienzos del Kali-yuga nacer el hijo de
la Virgen (Vedanta).
... He aqu que concebir una Virgen y parir un
Hijo... (Isaas, VII, 14).
He aqu, la Virgen concebir y parir hijo... (San
Mateo, I, 23).
3. Vendr el Redentor, y los malditos rakhasas irn
a refugiarse en lo ms profundo del averno
(Atharva).
3. He aqu que Jess de Nazareth con el glorioso
resplandor de su divinidad ahuyent a las
Potestades tenebrosas (Evangelio de Nicodemo).
4. Vendr l, y la vida desafiar a la muerte, porque
l reavivar la sangre de todos los cuerpos y
purificar las almas.
4. Y yo les doy vida eterna y no perecern jams
(San Juan, X, 28).
5. Vendr l, y todos los seres animados, flores,
plantas, hombres, mujeres, nios, esclavos,
entonarn cnticos de alegra, porque l es el
Seor de todas las criaturas, es poder, sabidura,
belleza. l lo es todo y est en todo (Atharva).
5. Regocjate mucho, oh hija de Sin!; canta, oh
hija de Jerusaln! Mira que tu Rey vendr a ti justo
y salvador...
Porque cul es el bien de l y cul es su
hermosura, sino el trigo de los escogidos y el vino
que engendra vrgenes? (Zacaras, IX, 9 y 17).
6. Vendr l. Es ms dulce que mieles y ambrosa,
ms puro que cordero sin mancha (Atharva).
6. Y mirando a Jess que pasaba dijo: He aqu el
Cordero de Dios (San Juan, I, 36).
l se ofreci porque l mismo lo quiso y no abri su
boca. Como oveja ser llevado al matadero, y como
hebreos sali Moiss de Egipto despus de haber levantado al pueblo contra el rey en l
a gloriosa poca de la
dinasta XVIII, y que ms tarde conquistaron la tierra de Canan al mando de Josu, prec
isamente cuando los
egipcios guerreaban con formidable empuje en aquel mismo pas. Los anales de Egipt
o y asiria, cotejados con
la exgesis bblica, demuestran que el xodo de los israelitas ocurri en tiempo de Mene
phthah, y que Josu
no pudo cruzar el Jordn antes de la Pascua de 1280, pues la ltima campaa de Ramss II
I en tierras de
Canan o Palestina, corresponde al ao 1281 (98).
Reanudemos ahora nuestros comentarios sobre la personalidad de Gautama, quien ja
ms escribi (como
tampoco Jess) ni una tilde de sus enseanzas, por lo que hemos de juzgarlas por el
testimonio de sus
discpulos en su valor puramente intrnseco. A pesar de la notable semejanza entre l
as doctrinas de Gautama y
Jess, los expositores de una y otra parten de principios diametralmente opuestos,
y en las frecuentes
discusiones entre los misioneros cristianos y los telogos budistas (99) llevan es
tos siempre la mejor parte por
la contundente lgica de su argumentacin, aparte de la paciente serenidad con que r
esponde a los insultos e
injurias del adversario, cuya conducta desdice de sus predicaciones. El telogo bu
dista permanece fiel a las
enseanzas de su Maestro, al paso que el misionero cristiano desnaturaliza la doct
rina evanglica y suplanta lo
que Jess ense con las absurdas y no pocas veces perniciosas interpretaciones de los
hombres (100).
Contra los anatemas pontificios y las decisiones absolutas de los concilios, que
siempre pospusieron la razn
a la fe y la ciencia a la revelacin, se levantan humanitarias y benvolas estas pal
abras de Gautama el Buda:
No creis una cosa porque muchos hablen de ella ni pensis que esto la pruebe verdad
era.
No creis lo que leyereis porque os digan que lo escribi un sabio, pues aunque as fu
ere, no sabis si el
sabio revis el texto que leis.
No tomis por verdaderas las ideas que fuera de lo vulgar se os ocurran, figurndoos
que algn deva o ser
maravilloso os las inspira.
No deis por cierto lo dudoso ni por seguro lo conjeturado ni lo sentis como premi
sa para inferir conclusiones.
Antes de contar el dos, tres y cuatro, fijad bien el uno.
No apoyis vuestra opinin en la autoridad de vuestros instructores y maestros ni ta
mpoco habis de obrar
tan slo por imitacin y remedo, sino que por vosotros mismos debis conocer lo que lo
s sabios dicen que es
malo y punible, pues si nicamente lo creis os causar pesares sin ventaja alguna, y
en cambio cuando por
experiencia lo conozcis sabris evitarlo (101).
Oigamos ahora a Roberto Dale Owen que dice:
Ms pernicioso es todava el culto de las palabras que el de las imgenes. La gramatol
atra es el peor
fetichismo. Hemos llegado a una poca en que el verbalismo sofoca la fe... La letr
a mata (102).
LA TRANSUBSTANCIACIN
Estas palabras convienen ms que a otro alguno al dogma catlico de la transubstanci
acin apoyado en las
siguientes palabras atribudas a Jess:
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna (103).
A esto responden los discpulos:
Duro es este razonamiento, y quin lo puede or? (104).
Y replica Jess con sabidura de iniciado:
Esto os escandaliza?
El espritu es el que da vida; la carne nada aprovecha.
Las palabras (remata o expresiones misteriosas) que yo os he dicho, espritu y vid
a son (105).
Sobre el dogma de la transubstanciacin dice More:
Nos ocupamos con demasiado celo en cosas que nos parecen papistas, y en cambio e
scatimamos nuestra
repugnancia a las que verdaderamente lo son, como por ejemplo aquel burdo, grose
ro y escandaloso absurdo
de la transubstanciacin, sin contar las diversas formas de abominable idolatra con
sus nefandas
supercheras, la deslealtad hacia los legtimos soberanos por mantenerse en supersti
cioso vasallaje a la tirana
espiritual del papa, y la brbara y salvaje crueldad contra quienes no son ni tan
bobos para creer en
semejantes imposturas ni tan hipcritas y falsos que conociendo algo mejor finjan
creerlas (106).
En los Misterios el vino era smbolo de Baco (107) y el pan de Ceres (108). El hie
rofante, antes de la
iniciacin final ofreca al candidato el pan y el vino para que de ellos comiera y b
ebiera en seal de que el
espritu iba a vivificar la materia e infundirse en su cuerpo la sabidura divina po
r medio de los conocimientos
que se le iban a comunicar. Adems, Jess sola compararse con la vid (109), y al hier
ofante revelador del
petroma se le daba el ttulo de Padre. As es que cuando Jess dice: Bebed, sta es mi sa
ngre , se compara
con la vid que produce la uva, cuyo zumo es el vino, su sangre, para significar
que as como l haba sido
iniciado por su Padre, deseaba iniciar a otros. Su Padre es labrador, l la vid y
sus discpulos los sarmientos;
pero como los judos no entendan la simblica terminologa de los Misterios y por otra
parte les prohiba la ley
de Moiss derramar sangre, natural era que les sorprendieran las palabras de Jess a
l decirles que comieran
su carne y bebieran su sangre.
CARCTER DE JESS
En los Evangelios cannicos hay suficientes indicios de que el inmenso y desintere
sado amor de Jess a la
humanidad le movi a divulgar entre las multitudes los conocimientos que se reserv
dsima veneracin, a
pesar de que en l se expone la doctrina de la unidad de Dios en oposicin al polites
mo del vulgo.
En caso anlogo, la Iglesia cristiana hubiera entregado al fuego cuantos ejemplare
s hallara de la hertica
obra; pero los brahmanes se limitan a impedir que caiga en manos profanas, y as l
a ocultan a la vista de las
gentes de toda casta menos la sacerdotal, aunque con ciertas restricciones. Efec
tivamente, el Bhagavad Git
contiene los principales misterios de la religin industa, como asi lo reconocen los
mismos budistas, quienes
solventan segn su particular juicio las dificultades dogmticas con que al comentar
lo tropiezan. De su doctrina
moral nos da una muestra el Bhagavad Git en los siguientes pasajes:
Mejor es, en verdad, la sabidura que la prctica constante. Mejor que la sabidura es
la meditacin y mejor
que la meditacin, la renuncia al fruto de las obras (115).
Yo lo genero todo. Todo de M procede. Los sabios que as lo comprenden Me adoran co
n transportada
emocin (116).
Al que renuncia a las obras por el yoga... no le ligan las acciones (117).
Esta doctrina es idntica a la de Gautama y coincide exactamente con la de Jess, co
mo se infiere de este
pasaje:
No todo el que me dice Seor, Seor, entrar en el reino de los cielos, sino el que ha
ce la voluntad de mi
Padre (118).
Esto equivale a que la fe por s sola de nada sirve sin las buenas obras.
Respecto a las enseanzas del Atharva Veda poco saben los orientalistas europeos,
porque ninguno de ellos
posee un ejemplar completo, segn asegura el abate Dubois al decir:
De esta obra apenas quedan ejemplares, y aun hay quienes creen que han desaparec
ido todos. Lo cierto es
que todava los hay, pero que los brahmanes los ocultan cuidadosamente con objeto
de que nadie sospeche
que conocen los misterios mgicos que, segn fama, ensea la obra (119).
LA TRANSMISIN DE LA VIDA
Hubo candidato del ltimo grado de iniciacin que ignor el modo de transmitirse la vi
da del hierofante al
discpulo (120), de suerte que un adepto de superior categora, mediante esta transm
isin vital, puede vivir
indefinidamente (121). Sin embargo, como sucede en la reencarnacin de los dalaila
mas del Tbet, es preciso
emplear ciertos procedimientos alqumicos para mantener el vigor del cuerpo ms all d
e su ordinaria duracin,
y aun as no excede la vida corporal de 200 a 240 aos, porque se desgasta el vehculo
fsico y el Ego ha de
desecharlo y tomar otro cuerpo joven y sanamente henchido del principio vital.
Entre los orientales menudean, con fundamento o sin l, creencias de ndole tanto o
ms sorprendente que
las fantasas de Poe y Hoffmann. Estas creencias estn connaturalizadas con el puebl
o que les dio vida, y
cuidadosamente depuradas de toda supersticin se advierte que encierran la univers
al creencia en las
vagabundas entidades astrales llamadas vampiros. El obispo armenio Yeznik, que f
loreci en el siglo V, cita
algunos casos de esta clase en un manuscrito que treinta aos atrs se conservaba to
dava en la biblioteca del
monasterio de Etchmeadzine, en la Armenia rusa, uno de los ms antiguos de la cris
tiandad. En el mismo pas
subsiste una tradicin del tiempo del paganismo, segn la cual siempre que muere en
el campo de batalla un
hroe cuya vida es todava necesaria en la tierra, los aralez (122) lamen las herida
s del cado y soplan en ellas
hasta infundirle nueva y vigorosa vida fsica. Reanmase el cuerpo del guerrero, cie
rra sus heridas sin dejar
cicatriz en ellas, y vuelve a ocupar su puesto en el combate; pero desde entonce
s hasta el fin de sus das es
como templo abandonado, porque el inmortal espritu no se restituy al resurrecto cu
erpo.
Una vez iniciado el candidato en el profundo misterio de la transfusin de vida, q
ue constitua el postrero y
ms pavoroso rito de la iniciacin sacerdotal perteneciente a la teurgia superior, q
uedaba su espritu
enteramente libre y no podan daarle los siete pecados capitales que hubieran queri
do destrozarle el corazn
al atravesar las siete estancias y subir las siete escaleras, porque haba cumplid
o las doce hazaas de la ltima
iniciacin, haba triunfado de las doce purebas finales (123).
Tan slo el sumo hierofante conoca el modo de infundir su propia vitalidad en el ad
epto elegido para
sucederle, quien de esta suerte quedaba dotado de doble vida (124).
EL SEGUNDO NACIMIENTO
Dicen los Evangelios:
En verdad te digo que no puede ver el reino de Dios sino aqul que renaciese de nu
evo (125).
Lo que naci de la carne, carne es; lo que ha nacido del espritu, espritu es (126).
El brahmana Satpa nos explica esta alegora diciendo que para conseguir la perfeccin
espiritual ha de
pasar el hombre por tres nacimientos: el fsico, el religioso (127) y el espiritua
l (128). No ha de parecernos
extrao encontrar en las mrgenes del Ganges la interpretacin de una enseanza proclama
da en las orillas
del Jordn, pues aunque los judos se asombraran al or hablar a Jess del segundo nacim
iento, ya se haba
enseado esta doctrina tres mil aos antes del Profeta galileo, no solamente en la I
ndia, sino en todos los
pases donde se celebraban los sublimes misterios de la vida y la muerte. El arcan
o de los arcanos, o sea que
el espritu no est entretejido en la carne, tuvo su demostracin prctica en los yoguis
de la escuela de Kapila,
que por haberse emancipado de la esclavitud de los sentidos y de la mente concre
ta (129) robustecieron su
potencia espiritual y volitiva hasta el punto de comunicarse, aun en carne morta
l, con los mundos superiores y
operar los fenmenos impropiamente llamados milagros (130). Los hombres que en la
vida terrena alcanzan el
mukti son semidioses, y al desencarnar entran en el nirvana o moksha. Este es su
segundo y espiritual
nacimiento.
Tan explcitamente como Jess, ensea Gautama la doctrina del nuevo nacimiento. Deseos
o el reformador
indo de difundir entre mayor nmero de gentes las verdades hasta entonces encubier
tas en los Misterios,
expone claramente su pensamiento, aunque manteniendo en sigilo determinadas ensea
nzas. Dice a los que
le oyen:
Algunos nacen de nuevo. Los malos van al infierno; los buenos van al cielo; los
que estn libres de todo
deseo mundano entran en el nirvana (131).
En otro pasaje aade Gautama:
Bueno es creer en la futura vida de dicha o de infortunio, porque quien as lo cre
a amar la virtud y
aborrecer el pecado. pero aunque no hubiese otra vida, la conducta virtuosa es di
gna de loa y merece el
respeto de las gentes. Por el contrario, quienes crean en la aniquilacin despus de
la muerte, se encenagarn
en el pecado, porque nada esperan en lo futuro (132).
Dice San Pablo:
Porque donde hay testamento, necesario es que intervenga la muerte del testador.
En donde entr por nosotros Jess, nuestro precursor, constituido pontfice eternament
e segn el orden de
Melquisedech.
El cual no fue hecho segn la ley del mandamiento carnal, sino segn la virtud de vi
da inmortal.
As tambin Cristo no se glorific a s mismo para hacerse pontfice, sino aqul que le dijo
: T eres mi hijo, yo
hoy te he engendrado (133).
Esto demuestra evidentemente que a Jess se le consideraba como sumo sacerdote, ig
ual que a
Melquisedech (134), y que en el momento de la iniciacin por el bautismo de agua s
e haba infundido en su
cuerpo el espritu que le transmut en Hijo de Dios; pero sin haber nacido fsicamente
ya Dios ni haber sido
engendrado por Dios. Todo candidato se transmutaba en la iniciacin final en Hijo
de Dios, y as lo demuestra
la frmula de ritual pronunciada por el hierofante Mximo de feso, que inici al empera
dor Juliano en los
misterios mtricos dicindole:
PROPIEDADES MGICAS DE LA SANGRE
Esta sangre lava tus pecados. El Verbo del Altsimo se ha infundido en ti, y su es
pritu reposar de hoy ms
en ti, el de nuevo nacido y ahora engendrado por el supremo Dios... Eres hijo de
Mithra.
Anlogamente, despus del bautismo de Cristo, le dijeron los discpulos: Eres el Hijo d
e Dios . Cuando el
apstol San Pablo echa al fuego la vbora que se le haba trabado en la mano sin daarle
con su ponzoa, los
melitenses, en cuya presencia obr el prodigio, dijeron que era un dios (135). Por
ltimo, los discpulos de
sangrentados y dejan la
arena empapada en sangre. Entonces, cada uno de los circunstantes se ve acompaado
en la danza por una
entidad astral con pelos en la cabeza que la distinguen de sus inconscientes evo
cadores (137),
CREENCIAS DE LOS YAKUTES
Antiguamente, las hechiceras de Tesalia mezclaban sangre de cordero y de nio para
evocar espectros, y
tambin a los sacerdotes se les enseaba la evocacin de los espritus, aunque no por he
chicera. Aun hay en
Siberia una tribu llamada de los yakutes (138) que practica la hechicera como en
tiempos de las brujas de
Tesalia. Las creencias religiosas de esta tribu son un extravagante amasijo de f
ilosofa y supersticin. Adoran a
un Dios nico y supremo llamado Aij-Taion, a quien atribuyen la superintendencia d
e la creacin sin que nada
haya creado por s mismo. Reside en el noveno cielo, y sus ministros, los dioses s
ubalternos, moran en el
sptimo, desde donde se manifiestan a las criaturas. Segn les han revelado a los ya
kutes las divinidades de
inferior categora (139), el noveno cielo tiene tres soles y tres lunas y en su su
elo hay cuatro lagos (140), pero
no de agua sino de suavsimo aire (141). Aunque no ofrecen sacrificios a la suprema
Divinidad, porque dicen
que para nada los necesita, procuran mantener propicias a las divinidades subalt
ernas, benficas o malficas,
a las que respectivamente llaman dioses blancos y dioses negros , sin considerarlos b
uenos o malos en s
mismos, sino que como todos estn sujetos al supremo Aij-Taion y cada cual ha de c
umplir el encargo que
desde la eternidad le fue confiado, no son responsables del bien y el mal que oc
asionen en este mundo.
Dan los yakutes una muy curiosa explicacin de los sacrificios que a las divinidad
es subalternas ofrecen,
diciendo que con ellos les facilitan el cumplimiento de su misin, y de esta suert
e no puede por menos de
quedar complacido el supremo Dios, pues siempre que un hombre ayuda a otro a cum
plir su deber, contribuye
con ello al mantenimiento de la justicia. Como quiera que los dioses negros estn en
cargados de afligir a los
hombres con enfermedades, desgracias y toda suerte decalamidades cuando transgre
den la ley, les ofrecen
sacrificios cruentos de vctimas animales, mientras que a los dioses blancos les ded
ican ofrendas puras, que
suelen ser animales consagrados de propsito, cuya vida mantienen cuidadosamente.
Creen los yakutes que las almas de los muertos se convierten en sombras condenad
as a vagar por la tierra
hasta que se efecta en ellas una mudanza favorable o adversa, cuyo proceso no sab
en ni pretenden explicar.
Las sombras de los buenos son luminosas y protegen y guardan a quienes amaron en
la tierra. Las sombras
de los malos son tenebrosas y gustan de daar a quienes conocieron en vida, incitnd
oles al crimen y a las
malas acciones. Reconocen los yakutes, como los antiguos caldeos, siete divinida
des subalternas, que llaman
sheitanes (142). Celebran los yakutes nocturnamente los sacrificios cruentos par
a evocar a las sombras
tenebrosas y saber de ellas cmo aplacar su malignidad. Al efecto, necesitan derra
la tumba y dan a la entidad astral, errante por aquel paraje, el suficiente vigo
r para materializarse visiblemente
durante algunos instantes y comunicarse con la teurga cristiana si tiene algo qu
e decirle o si no limitarse a
bendecirla, con lo que se desvanece la aparicin hasta el ao siguiente (145).
Bien pueden creer que en la naturaleza hay secretos terribles quienes como nosot
ros han presenciado casos
anlogos al del znachar ruso en que el mago no puede morir sin comunicar a su suce
sor la palabra secreta, y
as lo hacen los hierofantes de la magia blanca, pues parece como si la temible Pal
abra de Poder slo
pudiera confiarse en el supremo momento a un hombre de determinada regin y catego
ra. En la antigedad,
cuando el brahmatma estaba a punto de aliviarse de la carga de la vida fsica, com
unicaba el secreto a su
inmediato sucesor, ya oralmente, ya por medio de un escrito encerrado hermticamen
te en un arca. Moiss
posa sus manos en la cabeza de su discpulo Josu antes de morir en el monte Nebo. A
aron inicia a Eleazar
en el monte Hor. Gautama promete a sus discpulos poco antes de morir infundirse e
n quien de ellos ms lo
mereciera, y en seguida abraza al predilecto Ananda, murmura algo a su odo y muer
e. El apstol San Juan
reclina la cabeza sobre el pecho de Jess, quien le dice que ha de esperar hasta que
l vuelva. Como las
hogueras encendidas en las cumbres dan aviso de una a otra comarca, as tambin desd
e los albores de la
historia hasta nuestros das se ha ido transmitiendo de sabio en sabio la Palabra
sagrada, que al relampaguear
en los labios del que se va concede la visin al que le sucede. Y entretanto se de
strozan las naciones en
nombre de otra palabra sin sentido, superpuesta y torcidamente interpretada por
cuantos la invocan.
PRCTICAS DE LOS YEZIDIS
Pocas sectas hay que verdaderamente practiquen la magia negra. Entre ellas se cu
enta la de los yezidis, a
quienes errneamente a nuestro entender se les considera emparentados con los kurd
os. Habitan en las
montaosas y ridas comarcas de la Turqua asitica, Armenia, Siria y Mesopotamia en nmer
o de unos
200.000, y de sus tribus son las ms peligrosas las de las cercanas de Bagdad, dise
minadas por las montaas
de Sindjar. El jefe de estas tribus tiene su residencia fija junto a la tumba de
Adi, su profeta y reformador
religioso, pero en cada tribu hay un jefe o cheique particular, elegido entre lo
s ms expertos en magia negra. El
profeta Adi o Ad es personaje mtico sin realidad histrica, y equivale en concepto
al Ab-ad de los parsis y al
Adi-Buddha de los indos, aunque degenerativamente antropomorfizado.
Tienen fama los yezidis de adoradores del demonio, y no precisamente por ignoran
cia o preocupacin
practican el culto y establecen el trato con las ms perniciosas entidades, tanto
elementarias como
elementales, sino que convencidos de su maldad y temerosos de ellas tratan de ma
ntenerlas propicias. Dicen
que si bien el jefe de los espritus malignos est en perpetua querella con Alah, ha
de llegar da en que se
pongan en paz, y entonces sufrirn las consecuencias de su desvo quienes se lo haya
n mostrado al espritu
negro, con lo que tendrn a los dos en contra suya (146).
Se han imaginado los yezidis todo un pandemonio (147), y recurren a los yakshas
(espritus del aire) y a los
afrites (espritus del desierto) para transmitir sus ruegos a Satn, el rey del aver
no. En sus asambleas cultuales
se toman los yezides de las manos y forman amplsimos corros en cuyo centro se sita
el cheique o sacerdote,
quien manos en alto entona un himno en loor de Sheitan (Satn), mientras los del c
orro voltean y saltan y
mutuamente se hieren con puales hasta caer algunos exnimes, pues las heridas que s
e infieren son ms
profundas que las de los lamas y yoguis del Tbet y la India. Durante la ceremonia
suplican con grandes voces
a Sheitan que se manifieste por medio de prodigios, y como celebran estas asambl
eas por la noche, suelen
obtener algunas manifestaciones fenomnicas, entre ellas la de enormes globos de f
uego que luego toman
figura de extraos animales.
Segn testimonio de un ockhal druso, la seora Ester Stanhope, verdadera autoridad e
n la masonera de
Oriente, presenci disfrazada en traje de emir las ceremonias de los yezidis llama
das misas negras , y a pesar
de sus animosos bros se desmay a la vista de aquel espectculo y mucho trabajo hubo
para volverla en su
sentido (148).
Un peridico catlico public recientemente un artculo sobre las prcticas del nagual y d
el obed,
modalidades de magia negra, y dice que la repblica de Hait es el centro de socieda
des secretas en cuyos
abominables ritos de iniciacin se sacrifican nios que despus devoran los circunstan
tes. El articulista aduce
por otra parte el testimonio del viajero francs Pirn, quien presenci en Cuba una te
rrible escena en casa de
cierta seora de quien nadie hubiera sospechado que perteneciese a tan monstruosa
secta. Actuaba de
sacerdotisa una muchacha de raza blanca que enteramente desnuda se puso en frene
s mntico por medio de
danzas y hechizos acompaadas del sacrificio de dos gallinas, respectivamente blan
ca y negra. Una serpiente
domesticada al efecto se fue enroscando en el cuerpo de la muchacha al son de un
instrumento msico,
mientras parte de los fieles acompaaba a sta en sus danzas y otra parte segua atent
amente todos sus
movimientos y contorsiones, hasta que al fin cay al suelo presa de un ataque epilp
tico.
El articulista en cuestin deplora que ocurran semejantes escenas en pases cristian
os, y achaca a la natural
depravacin del corazn humano la tenaz persistencia en la demonolatra de los antepas
ados, por lo que excita
el celo de los catlicos para atajar tan grave mal.
Sin embargo, el articulista, que no repara en dar por cierta la paparrucha de la
inmolacin de nios en las
referidas ceremonias de magia negra, olvida que precisamente de la fe brotan los
hroes y los mrtires de las
creencias de un pueblo prevalecientes contra las ms enconadas y sangrientas perse
cuciones, al paso que es
un pueblo de apstatas y renegados el que se convierte a religin distinta de la de
sus antepasados. Una
religin impuesta por violencia, forzosamente ha de fomentar la hipocresa.
En apoyo de esta verdad acude la respuesta que unos indos dieron al misionero Ma
rgil cuando ste les
pregunt: Cmo sois tan paganos despus de haber sido tanto tiempo cristianos? . A lo que
respondieron los
preguntados: Qu harais vos si los enemigos de vuestra fe invadieran vuestro pas? No es
conderais
vuestros libros, ornamentos y smbolos religiosos en las ms ocultas cuevas de las m
ontaas? Pues as han
hecho nuestros sacerdotes, profetas, adivinos y naguales .
Si un catlico respondiera de esta suerte a parecida pregunta de un cismtico griego
o de un hereje
protestante, de seguro que se ganara un lugar en el martirologio romano. Preferib
le a un cristianismo cuyos
progresos exigen la desaparicin de pases enteros como barridos por tromba de fuego
(149), es una religin
como la japonesa sintosta, que aunque la llamen pagana mereci de San Francisco Jav
ier la opinin de que
en virtud y honradez aventajaban sus fieles a cuantas naciones haba visto .
La embriaguez y la inmoralidad en todas sus formas son las consecuencias inmedia
tas en los indos que
apostatan de la fe de sus padres y se convierten a una religin formulista.
INFLUENCIA CLERICAL EN LA INDIA
Para saber lo que est haciendo el cristianismo en India, no necesitamos recurrir
al testimonio de sus
adversarios, pues un cristiano, el capitn O Grady, que ha servido en la India, dice
sobre el particular:
El gobierno britnico comete una torpeza al consentir que los naturales del pas se
conviertan de sobrios en
beodos. Las religiones industa, budista y musulmana prohben las bebidas espirituos
as, y no obstante se va
extendiendo cada da ms el vicio de la embriaguez... La venta de licores, monopoliz
ada por el gobierno al
estilo del tabaco en Espaa, ha ocasionado en la India males tan hondos como el co
mercio del opio fomentado
en China por la codicia britnica... Generalmente, los criados forasteros de las f
amilias europeas son beodos
incorregibles; pero los criados del pas detestan la bebida y son, desde este punt
o de vista, ms dignos de
respeto que sus amos, pues all todo el mundo bebe, sin exceptuar los clrigos de to
da categora y aun las
colegialas de pocos aos.
Estas son las bendiciones que el moderno cristianismo derrama en el pas con sus b
iblias y catecismos. La
embriaguez de los licores y de la lujuria estragan con su influencia el Indostn,
la China y Tahit, con el
agravante del mal ejemplo dado por la hipocresa religiosa y el escepticismo ateo,
como si estos corrosivos de
las naciones civilizadas fueran todo cuanto necesitaran los pases sometidos al pe
sado yugo teolgico,
mientras que por otra parte se adultera deliberadamente, cuando no se niega sin
escrpulo todo cuanto de
noble, elevado y espiritual alent en la genuina religin cristiana.
Si leemos lo poco que de San Pablo queda en los escritos atribuidos a su mano, n
o encontraremos ni un
pasaje en que el valiente, honrado y sincero apstol d a la palabra Cristo otro sig
nificado que el de la divinidad
latente en el hombre. Segn San Pablo, no es Cristo una persona sino la encarnacin
de una idea, y as dice:
Renovaos, pues, en el espritu de vuestro entendimiento y vestos del hombre nuevo (
150).
Fue Pablo el nico apstol que comprendi el sentido esotrico de las enseanzas de Jess, a
unque nunca
estuvo en directo trato con l; pero era adepto, y decidido a iniciar una nueva y
amplsima reforma que
abarcara a la humanidad entera, antepuso este propsito a la sabidura de los Mister
ios y de su epopteia o
revelacin final, por lo que, como acertadamente dice Wilder, el verdadero fundado
r del cristianismo no fue
Jess sino Pablo, y en Antioqua empezaron a llamarse cristianos los fieles de la nu
eva religin (151). Oigamos
sobre el particular a Wilder:
Hombres como Ireneo, Epifanio y Eusebio son tristemente clebres por sus falsifica
ciones y deshonrosos
procedimientos de impostura, y el corazn se encoge al escuchar el relato de los c
rmenes cometidos en
aquella poca... Cuando los musulmanes invadieron la Siria y el Asia Menor, recibir
onles los cristianos como a
libertadores de la insoportable opresin en que les tenan las autoridades eclesistic
as (152).
Nunca divinizaron los musulmanes a Mahoma, y sin embargo, el prestigio de su nom
bre ha bastado para que
millones de creyentes adoren al nico Dios con fe incomparablemente ms ardorosa que
la de los cristianos,
aunque desde la poca del profeta hayan degenerado lastimosamente sus sentimientos
religiosos. Al fin y al
cabo esto es consecuencia del actual prevalecimiento de la materia sobre el espri
tu en el mundo entero, y
tanto como los musulmanes han degenerado los cristianos, porque bien debieran ve
nerar la figura de Jess
(para ellos mil veces superior a la de Mahoma) siguiendo su ejemplo y practicand
o sus enseanzas en vez de
adorarle ciegamente como Dios, al estilo de ciertos budistas que echan a la suer
te sus plegarias. Notoria es la
esterilizacin de la fe cristiana, y as le cuadra el nombre de cristianismo tan sin
iestramente como cuadrara el
de budismo al culto fetichista de los kalmucos.
CRISTO SEGN EL APSTOL PABLO
Sobre esto dice Wilder:
El cristinismo moderno no se parece a la religin predicada por Pablo, pues carece
de su amplitud de miras,
su severidad y sutilsima percepcin espiritual. En cada pas asume el moderno cristia
nismo la modalidad
adecuada a las caractersticas tnicas, y as es el mismo en Italia y Espaa, pero difie
re completamente en
Francia, Alemania, Holanda, Suecia, Inglaterra, Rusia, Armenia, Kurdistn y Abisin
ia.
Comparado con las religiones que le precedieron, ofrece el cristianismo ms discre
pancias externas que
internas. Las gentes anochecieron paganas y amanecieron cristianas. En cuanto al
Sermn de la Montaa, no
hay pas cristiano que obedezca sus preceptos, pues tan frecuentes como en tiempos
del paganismo son hoy
la opresin, la crueldad y la barbarie.
Contra el cristianismo de Pablo prevaleci el de Pedro, que a su vez qued influido
por las dems religiones
del mundo. Cuando la humanidad adelante lo suficiente en su evolucin espiritual y
a las razas brbaras
sucedan otras de ms nobles costumbres, entonces podrn concretarse en realidad los
puros ideales del
cristianismo.
El concepto que del Cristo tuvo Pablo ha sido un enigma muy costoso de descifrar
, pues era algo ms que el
Jess de los Evangelios, de cuyas genealogas prescindi por completo el apstol de los
gentiles. El autor del
cuarto Evangelio, que indudablemente fue un gnstico alejandrino, representa a Jess
como la encarnacin del
divino Espritu. Es el Logos, la Emanacin primaria, el Metratn. La madre de Jess, com
o la princesa Maya y
las vrgenes Danae y Periktion, no concibi un hijo del amor humano, sino del amor di
vino. Ni los judos ni los
primitivos cristianos ni los mismos apstoles haban tenido de Jess este concepto. En
cambio, Pablo habla de
Cristo ms bien como de un personaje que como de una persona. en las asambleas sec
retas solan
representarse la bondad y verdad divinas en forma de un hombre asediado por las
pasiones y apetitos de la
carne, pero superior a ellos. Esta alegora dio pretexto a los sacerdotes ignorant
es y a gentes de mezquina
mentalidad para forjar el dogma de la encarnacin del Verbo por obra del Espritu Sa
nto.
Entresacaremos ahora un pasaje de la obra que sobre el reino de Siam public en 16
93 el seor de la
Loubre, embajador del rey de Francia en aquel pas, pues da en ella interesantes no
ticias de la religin
siamesa y del redentor Sommona Cadom. Dice as:
Aunque los siameses diputan por prodigioso el nacimiento de su Salvador, le atri
buyen padre y madre (153).
Segn los libros balis (152), fue su madre Maha-Mara, que me parece significa Gran
Mara, ya que maha
quiere decir grande. Esta coincidencia ha llamado la atencin de los misioneros, y
dio motivo a los siameses
para creer que Jess era hermano de Sommona-Cadom (pues tambin se lo representan co
mo hijo de Mara);
pero el hermano perverso, a quien ellos llaman Thevetat, y que por ello fue cruc
ificado, padece en el infierno un
suplicio semejante al de la cruz... Los siameses esperan el advenimiento de otro
Salvador, tan prodigioso como
Sommona-Cadom, a quien llaman Pronarote y de quien dicen fue profetizado por Som
mona.
Mientras este ltimo estuvo en la tierra, oper toda clase de prodigios y tuvo dos d
iscpulos: Maglia y
Scaribut, cuyas imgenes se ven respectivamente a la derecha y a la izquierda del d
olo de Sommona.
El padre del Salvador siams era, segn dicen los mismos libros balis, rey de Tevela
nca como ellos llaman a
Ceiln. Sin embargo, los libros balis no llevan fecha ni nombre de autor, y as no t
ienen ms autoridad que la
oy de labios de los ceilaneses, y hoy se ha echado de ver que el relato del intrpi
do navegante concuerda
fielmente con los diversos textos budistas. Apunta ingenuamente Marco Polo que G
autama llev tal vida de
mortificaciones, abstinencias y santidad como si hubiese sido cristiano, y de se
rlo de seguro que tuviera en l
Jesucristo uno de sus ms ilustres santos por la bondad y pureza de su vida.
Aade a eso el coronel Yule que no es Marco Polo el nico personaje de nota cuyo hui
cio se rinde ante la
santidad de Gautama, pues sobre el particular dice Max Mller:
Sea cual sea el concepto que tengamos de la santidad, quien dudase del derecho d
e Buda a figurar entre los
santos, lea la historia de su vida en los cnones budistas. Si vivi como all se refi
ere, pocos santos tienen
tanto derecho a este ttulo como Buda, y ni griegos ni latinos deben arrepentirse
de haber conferido a su
memoria los honores de la santidad conferidos a San Josafat, el prncipe asceta.
LAMASMO Y CATOLICISMO
Nunca como en el siglo XIII, durante el reinado del kan Kublai, tuvo la Iglesia
romana tan favorable
oportunidad de cristianizar la China, el Tbet y la Tartaria, pues dicho monarca a
nduvo algn tiempo perplejo en
escoger entre el cristianismo, el islamismo, el judasmo y el budismo, y aunque pa
reca inclinarse al
cristianismo, movido de la elocuencia de Marco Polo, fracasaron las gestiones de
ste a consecuencia de
haber muerto por entonces el pontfice Clemente IV y haber durado el interregno al
gunos meses, de modo que
no fue posible enviar los misioneros pedidos por el kan Kublai. Para quienes cre
en en la Providencia que
gobierna nuestro nfimo mundo, fue indudablemente motivado aquel contratiempo, por
que sin la oportuna
muerte del pontfice de seguro hubiesen cado los budistas en el idoltrico formulismo
romano. Esto demuestra
que en los providenciales designios aventaja el budismo al cristianismo.
La religin budista ha degenerado en lamasmo en la Tartaria y el Tbet; pero aun con
todos sus defectos de
pura ceremonia, que escasamente afectan a la esencialidad de la doctrina, es muy
superior al catolicismo
romano.
El abate Huc no tard en convencerse de ello y escribe sobre el caso:
A medida que con mi caravana me internaba en el pas, me decan los naturales que cu
anto ms adelantase
hacia Occidente, ms puras y luminosas enseanzas religiosas hallara.
Lha-Ssa era el intenso foco de luz cuyos rayos se debilitaban al difundirse leja
namente. Cierto da le di a un
lama tibetano un catecismo de la doctrina cristiana, y me maravill de que no le p
areciese extrao, pues dijo
que tena mucha semejanza con las creencias de los lamas del Tbet, entre las cuales
ech de ver maravillado
los dogmas de la unidad de Dios, la Encarnacin y la presencia real en la Eucarista
... Este desconocido
aspecto de la religin budista me inclin a esperar que encontrara entre los lamas de
l Tbet un ms puro
sistema religioso (162).
Precisamente por estos encomios del lamasmo retir el Papa las licencias al abate H
uc y puso su obra en el
ndice expurgatorio.
Preguntado ms tarde el kan Kublai por qu no haba elegido por religin oficial la cris
tiana, a pesar de
parecerle la mejor de las cuatro, respondi:
Cmo queris que me declare cristiano? Hay cuatro profetas mayormente venerados en to
do el mundo. Los
cristianos dicen que su Jesucristo es Dios. Los musulmanes veneran a Mahoma; los
judos a moiss; los
budistas a Sogomon Borkan (163), que es el primer dios entre sus dolos. Pues bien
, yo adoro y venero a los
cuatro, y ruego al mayor de ellos que me conceda su auxilio.
Podemos rernos del cauteloso proceder del kan de Tartaria; pero no vituperarle po
r dejar a la Providencia el
cuidado de resolver tan embarazoso conflicto ni tampoco por las razones siguient
es que expuso a Marco Polo:
T ves que los cristianos de estos pases son muy ignorantes y no saben hacer nada,
al paso que los
budistas hacen cuanto les place; y cuando me siento a la mesa vienen a mis labio
s las copas sin que nadie las
toque y bebo de ellas. Dominan las tormentas de modo que las desvan a su arbitrio
, reciben avisos y
predicciones de boca de los dolos y operan muchas otras maravillas. Por otra part
e, si me convirtiese al
cristianismo, mis nobles me preguntaran qu poderes he visto en los cristianos parr
a moverme a la conversin,
pues ya sabes que los budistas atribuyen cuantos prodigios operan a la santidad
de sus dolos. A esta objecin
no sabra yo qu responderles, y en vez de convertirlos les confirmara en su error, y
como son gente experta
en artes milagrosas, tal vez maquinaran mi muerte. As pues, vete a ver al sumo pon
tfice de tu religin y
rugale de mi parte que enve por ac un centenar de varones versados en vuestra ley;
con lo que si son
capaces de rebatir frente a frente las prcticas de los budistas y demostrarles qu
e tambin saben ellos, pero
que no quieren, operar tales prodigios, porque se deben al valimiento del demoni
o y de los espritus malignos.
Si adems son capaces de dominar en mi presencia a los budistas de modo que no pue
dan estos obrar
maravilla alguna, entonces abolir el culto de su religin, y yo y todos mis nobles
recibiremos el bautismo, con
lo que habra ms cristianos en estos pases que en los vuestros (164).
Por qu no aceptaron los cristianos tan razonable proposicin? Moiss no vacil en afront
ar la misma
prueba ante el Faran contra los magos egipcios y sali airoso de ella. A nuestro en
tender, aquel inculto mogol
discurra con admirable intuicin e irrebatible lgica, pues echaba de ver que, ya fue
se un hombre cristiano,
musulmn, judo o budista, era indistintamente capaz de educir sus potencias espirit
uales y llegar por medio de
su respectiva fe a la percepcin de la verdad suprema. Por esto peda una prueba evi
dente de la virtualidad de
la religin que haba de escoger para su pueblo.
Aunque tan slo juzguemos a la India por sus prestidigitadores e ilusionistas, for
CAPTULO V
Mi grande y noble capital, mi Daltu esplndidamente
adornada. Y t, oh Shangtu-Keibung!, mi fresca y deleitosa
residencia vernal. Ay de mi nombre, soberano del mundo!
Ay de mi Daitu, sede de santidad, obra gloriosa del
inmortal Kublaf! Todo, todo lo perd!
YULE: Libro de Marco Polo.
En cuanto a lo que dicen quienes extravan a muchos,
asegurndoles que una vez separada el alma del cuerpo no
sufre ni es consciente, ya s que no te consentir creerlos tu
buen fundamento en las doctrinas recibidas de nuestros
antepasados y confirmadas en las sagradas orgas de
Dionisio; porque muy conocidos nos son los smbolos msticos
a cuantos pertenecemos a la Fraternidad.-PLUTARCO.
El hombre es el problema de la vida. La Magia, o mejor
dicho, la Sabidura es el pleno conocimiento de las internas
facultades del ser humano, que son emanaciones divinas.
As por intuicin percibe el hombre su origen y se inicia en
este conocimiento. Empezamos con el instinto y nuestro
trmino es la omnisciencia.-WILDER.
Quien sabe, puede.-Libro industa de la evocacin.
Si algn extrao a la metafsica o a la mstica hubiese llegado hasta aqu en la lectura d
e esta obra, le
aconsejaramos que no se tomara el trabajo de pasar adelante, pues si bien todo cu
anto a decir vamos es
absolutamente cierto, lo diputara sin duda por imposturas y ficciones.
LOS PRINCIPIOS DE LA MAGIA
Para comprender los fundamentos de las naturales leyes a que obedecen los fenmeno
s cuya descripcin
nos proponemos, es preciso recapitular las reglas bsicas de la filosofa esotrica, c
onviene a saber:
1. Los fenmenos llamados milagros no son tales milagros, sino efectos de una ley
eterna, inmutable y
continuamente activa (1).
2. La naturaleza es trina. En su elemento invisible es arquetipo, energa y vitali
dad del objetivo y visible.
Ambos son mudables y perecederos en subordinacin al tercero y espiritual elemento
que es la nica,
inmutable y eterna realidad, fuente, origen y raz de toda energa.
3. El hombre es trino. Su elemento objetivo es el cuerpo fsico; su elemento invis
ible es el alma; su
elemento superior es el espritu inmortal que ilumina y cobija a los dos elementos
subordinados. Cuando el
alma se identifica con el espritu, alcanza el hombre la inmortalidad.
4. La magia es la ciencia de actuar espiritualmente en el cuerpo fsico de conform
idad con los principios
reguladores de la actividad del espritu sobre s mismo y sobre la materia.
5. La magia es tambin el arte de practicar los principios reguladores de la activ
idad del espritu. La
siniestra aplicacin de esta prctica es hechicera. La recta aplicacin de esta prctica
es sabidura.
profetizar entre el tumulto de las olas del mar o mirando de hito en hito la rpid
a corriente de un ro. Las
sacerdotisas de Dodona se situaban al mismo efecto bajo el roble de Zeus (18) y
quedaban hipnotizadas al
murmullo de las hojas del rbol o del arroyuelo que regaba sus races (19).
Pero el adepto no necesita valerse de estos artificiosos medios, pues le basta c
on la simple accin de su
potencia volitiva. Segn el Atharva-Veda, la actualizacin de la potencia volitiva e
s la forma superior de la
oracin que entonces obtiene inmediata respuesta. Del grado de intensidad del anhe
lo depende su realizacin,
y sta, a su vez, de la pureza interior.
Un erudito indo ha publicado recientemente en un peridico ingls algunos preceptos
vedantinos y dice sobre
el particular:
Ensea la filosofa snkhya, que cuando el cuerpo astral sirve de vehculo al alma puede
comprimir su etrea
masa hasta el punto de penetrar por los poros de la materia fsica o bien por el c
ontrario dilatarse en
gigantescos tamaos; elevarse a lo largo de un rayo de luz hasta el globo solar; a
mpliar el sentido del tacto de
modo que toque la luna con la mano; introducirse en el seno de la tierra tan fcil
mente como en el de las
aguas; dominar los objetos animados o inanimados del mundo visible; alterar el c
urso de la naturaleza; y
cumplir todo cuanto se proponga. Estas diversas facultades reciben de menor a ma
yor los nombres de anima,
mahima, laghima, garima, prpti (20), prkmya (21), vashit (22) e ishit, correspondient
e esta ltima al
estado espiritual que sintetiza todas las facultades anteriores, pues ya entonce
s se halla el yogui lleno del
espritu de Dios.
No hay enseanza sagrada alguna tan definitiva y concluyente como la tocante a la
naturaleza y actividad del
alma. Parece que algunos rishis concedieron capitalsima importancia a esta metafsi
ca fuente de conocimiento
(23).
Desde los tiempos ms remotos estuvo convencida la humanidad de la existencia del
alma, cuyo grado de
espiritualidad depende de su ms o menos ntima unin con el superior e ntimo principio
(24). Cuanto ms
estrecha sea esta unin, tanto ms desembarazado quedar el destino del hombre y menos
expuesto a los
riesgos de las condiciones externas.
PSICOLOGA DE LOS ARIOS
Esta creencia no es fanatismo ni supersticin, sino un perenne e instintivo presen
timiento de la existencia del
mundo espiritual, que aunque invisible y subjetivo para el yo inferior, es perfe
ctamente objetivo para el Yo
superior. Creyeron tambin los antiguos que la voluntad humana est subordinada en s
u accin a
determinadas condiciones externas e internas, sin caer no obstante en el fatalis
mo que hubiera sido la accin
ciega de una fuerza todava ms ciega; pero admitan el hado o destino que durante su
vida va tejindose el
hombre como tela de araa. Dos influencias actan en el destino del hombre: la benfic
a, personificada por
algunos en el ngel custodio, y la malfica o concupiscente, personificada en el dem
onio o ngel tentador.
Ambas influencias solicitan la voluntad y una de las dos ha de prevalecer; pero
desde que se inicia la invisible
lucha entre una y otra, interviene la severa e inflexible ley de compensacin para
regular las fluctuaciones y
vicisitudes del combate.
Hilada ya la ltima hebra y envuelto el hombre en la red por l mismo entretejida, q
ueda preso en ella y
sujeto a su destino, que o bien lo clavar en determinado sitio como lapa en la ro
ca, o bien, cual leve pluma, lo
llevar de un lado a otro arrastrado por el torbellino de sus propias acciones.
A los filsofos antiguos no les pareca imposible que las entidades del otro mundo s
e comunicaran con los
mortales por medio de signos alfabticos, por toque o por vislumbre, para revelarl
es hechos ya acaecidos pero
ignorados, y tambin acontecimientos futuros, segn nos dice Amonio. Por otra parte
Lamprias y algunos ms
afirman que si bien las entidades desencarnadas pueden volver a la tierra en aux
ilio de los hombres, tambin
hay almas encarnadas que tienen el don de profeca y lo conservan despus de la muer
te.
Sobre esto dice Lamprias:
No es posible que el alma adquiera al separarse del cuerpo la facultad de profet
izar si no la tuvo durante su
vida terrena; pero hemos de suponer que mientras estuvo unida al cuerpo la posea,
aunque no educida por
completo... Porque as como el sol siempre refulge aunque lo eclipsen las nubes, a
s tambin el alma posee
siempre la facultad de escrutar el porvenir, aunque entorpecida por su conexin co
n el cuerpo.
Entre los varios fenmenos contradictorios de la facultad de manifestacin objetiva
de las entidades astrales,
merece citarse el de las manos luminosas de contextura nebuloide, pero lo bastan
te consistente para manejar
el lpiz y escribir comunicaciones y desvanecerse luego a la vista de los circunst
antes. Estos fenmenos son
verdaderos y dignos de atento estudio, pues los han comprobado testimonios del t
odo fidedignos, aunque
algunas veces haya habido supercheras y fraudes en este particular (25).
Precisamente, los mdiums ms a propsito para la manifestacin de las entidades astrale
s, son los menos
capaces de comprender y explicar los fenmenos. Sobre el punto de las manos lumino
sas, el doctor Fairfield,
aunque mdium en ejercicio, se declara contra la explicacin que del fenmeno dan los
espiritistas y dice:
He presenciado personalmente este fenmeno en condiciones por m mismo establecidas
en mi propio
aposento, en pleno da con el mdium sentado en un sof a unos dos metros de la mesa s
obre la que apareca
la mano luminosa. Apliqu a esta mano un imn en forma de herradura, y en seguida os
cil visiblemente, al
paso que el mdium era presa de violentas convulsiones, en prueba lo bastante conc
luyente para inferir que de
su sistema nervioso dimanaba la fuerza productora del fenmeno (26).
PROYECCIONES ASTRALES
Acert Fairfield al inducir de su experimento que la mano luminosa era una magntica
emanacin del
mdium, pues la influencia del imn demuestra cientficamente lo que todo ocultista af
irma apoyndose en la
filosofa y en la autoridad de su experiencia, esto es, que las entidades psquicas
se valen de la materia del
cuerpo astral del mdium (27) para dar apariencia objetiva a los brazos y manos lu
minosos, mientras el cuerpo
fsico del mismo mdium queda paralizado y catalptico. Porque el cuerpo astral, que n
o puede amputar el
cirujano, sigue siendo el vehculo sensorio aun despus de la muerte del cuerpo fsico
, no obstante cuantas
hiptesis neurolgicas se hayan establecido en contrario. Las entidades que se valen
de la materia astral del
cuerpo del mdium o de las auras de los circunstantes, son por lo general los elem
entarios o las entidades no
purificadas todava, porque los espritus puros no quieren ni pueden manifestarse ob
jetivamente. Desgraciado
del mdium que cae en poder de las entidades astrales!
De la propia suerte que el mdium en estado catalptico proyecta espectralmente un b
razo, una mano o una
cabeza, es posible que proyecte todo su vehculo astral y aparezca el espectro de
cuerpo entero. A veces esta
proyeccin es efecto de la voluntad del Yo superior del mdium, sin que de ello teng
a conciencia el yo inferior;
pero generalmente la voluntad del mdium queda paralizada por la influencia de las
entidades elementarias y
elementales que se apoderan del cuerpo astral del mdium y lo proyectan por efecto
de una accin anloga a
la del hipnotizador respecto del sujeto.
Tiene razn Fairfield al afirmar que casi todos los mdiums estn aquejados de alguna
enfermedad orgnica
o desequilibrio psquico, y en algunos casos transmiten estas dolencias a sus hijo
s. En cambio, se equivoca
completamente al atribuir todos los fenmenos psquicos a las morbosas condiciones f
isiolgicas del mdium,
pues los adeptos de la magia superior gozan constantemente de robusta salud ment
al y fsica (28), y
precisamente slo ellos son capaces de producir a su libre voluntad fenmenos psquico
s. El adepto tiene
perfecta conciencia de su actuacin y no est sujeto como los mdiums a los cambios de
temperatura de la
sangre ni otros sntomas morbosos ni exige condiciones previamente establecidas, s
ino que opera los
fenmenos en todo tiempo y lugar, y en vez de sujetarse a influencias ajenas, rige
y domina las fuerzas
psquicas con su frrea voluntad.
Pero ya en otro punto de esta obra demostramos la diametral oposicin entre el ade
pto y el mdium. Slo
cabe aadir aqu que en el adepto actan armnicamente cuerpo, alma y espritu, al paso qu
e en el mdium el
cuerpo es una masa de materia catalptica y el alma y el espritu se ausentan casi s
iempre mientras dura aquel
estado para prestar sus vehculos inferiores a las entidades psquicas. Los adeptos
no slo pueden proyectar
espectralmente a voluntad una parte, sino todo su cuerpo astral (29).
En cambio, el mdium no actualiza fuerza de voluntad alguna, pues basta para la pr
oduccin del fenmeno
que antes de caer en trance sepa lo que de l esperan los investigadores. Cuando e
l Ego del mdium no est
entorpecido por influencias ajenas, actuar fuera de la conciencia fsica con tanta
seguridad como en los casos
de sonambulismo, y sus percepciones objetivas y subjetivas sern de agudeza igual
a las del sonmbulo,
porque cuanto ms sutil es el vehculo en que acta el Ego tanto ms delicadas y agudas
son sus
percepciones (30).
Dice Peary Chand Mittra:
El espritu es una energa, una esencia, un poder sin forma alguna, pues la idea de
forma es inseparable de
la de materia; pero el espritu puede manifestarse y actuar en formas de materia ms
o menos sutil, y entre
ellas las formas astrales que una entidad espiritual puede asumir temporneamente.
Cuanto ms sumida est
nuestra alma en la materia, ms grosero es nuestro concepto del espritu (31).
OPERACIONES TERGICAS
Es fama que el rfico Epimnides estuvo dotado de santas y maravillosas facultades,
entre ellas la de
desprenderse de su cuerpo fsico siempre y durante el tiempo quera. Muchos otros fi
lsofos antiguos tuvieron
la misma facultad. Apolonio de Tyana poda dejar conscientemente su cuerpo fsico en
cualquier instante y
operaba fenmenos prodigiosos a la luz del da, como por ejemplo, cuando en presenci
a del emperador
Domiciano y de multitud de circunstantes se desvaneci de repente para aparecer al
cabo de una hora en la
gruta de Puteoli (32). Tampoco necesit de nadie el taumaturgo pitagrico Empdocles d
e Agrigento para
resucitar a una mujer ni exigi condiciones preestablecidas para desviar una tromb
a de agua que amenazaba
caer sobre la ciudad. Estos teurgos eran magos, y por esto podan obrar a voluntad
semejantes prodigios a que
no hubieran alcanzado si tan slo fuesen mdiums.
De la propia suerte, no le era necesario a Simn el Mago ponerse en trance para el
evarse por los aires en
presencia de multitud de testigos, entre los que se hallaban los apstoles. Como d
ice Paracelso:
No requieren estas obras conjuros ni ceremonias ni formacin de crculos ni quemas d
e incienso. Es tal la
alteza del espritu humano, que no acierta a expresarse con palabras. Si comprendir
amos debidamente hasta
dnde alcanza su poder, nada nos sera imposible en la tierra. Inmutable y eterno co
mo Dios es el espritu del
hombre. La imaginacin se educe y robustece por la confianza en nuestra voluntad.
La confianza debe
confirmar la imaginacin, porque establece la voluntad.
Segn relata Turner (33), el ao 1783 el embajador del rey de Inglaterra con su squit
o visit al dalailama,
nio entonces de dieciocho meses, quien no obstante su corta edad recibi a los envi
ados con tal aire de
dignidad y decoro que les llen de admiracin y asombro. Tena el grave continente de
un filsofo de muchos
aos, reposado y sumamente corts. El embajador represent al infantil pontfice la pena
que al gobernador
general de Calcuta, la ciudad de los palacios, y al pueblo indo en general les h
aba causado la noticia de su
muerte, y la viva satisfaccin por todos ellos experimentada al saber que haba reen
carnado en el lozano y
robusto cuerpo del nio que ante s vea, por lo que el gobernador de Calcuta esperaba
que el dalailama
continuara por largo tiempo iluminando al mundo con su presencia, y que la amista
d contrada por ambos se
fortificara ms y ms en beneficio de sus inteligentes devotos. A este discurso corre
spondi el nio con
expresivas miradas de complacencia, inclinando por dos veces la cabeza en seal de
asentimiento como si
comprendiese y aprobase cuanto el embajador acababa de decir (34). Despus le obse
qui, as como a los del
squito, con t y dulces servidos en bandeja de oro, y cuando alguna taza quedaba va
ca miraba hacia los
criados con aire ceudo sin cesar en esta actitud hasta que los criados las volvan
a llenar.
AVENTURA CON UN MONJE BUDISTA
Hace algunos aos bamos unos cuantos viajeros en penosa marcha de Cachemira a Leh,
ciudad del
Ladhk, comarca central del Tbet. Entre nuestros guas iba un samn trtaro, misterioso p
ersonaje que
hablaba el ruso y algo el ingls, pero que se ingeni de modo que pudo darse a enten
der de nosotros y sernos
de mucha utilidad. Enterado de que algunos viajeros ramos de nacionalidad rusa cr
ey que podramos
protegerle en todo y por todo y proporcionarle el medio de regresar salvo y sano
a su casa de Siberia, de
donde segn nos dijo haba tenido que huir veinte aos antes al pas de los chagaros (35
) pasando por Kiachta
y el desierto de Gobi. En vista de la confianza que en nosotros puso el samn nos
consideramos seguros bajo
su gua, pues algunos de nuestros compaeros haban maquinado el temerario plan de ent
rar en el Tbet al
amparo de diversos disfraces, sin que ninguno de ellos conociese la lengua del p
as excepto uno a quien
llamar K, ex pastor luterano que saba algo del idioma kasan trtaro. Muy luego fuero
n descubiertos a pesar
del disfraz. A los hermanos N que tambin eran de la expedicin se les condujo con m
ucho miramiento a la
frontera, y en cuanto a K, cay en cama con fiebre y hubo de esperar algunos das pa
ra volverse a Lahore por
Cachemira. Este incidente le dio ocasin de presenciar un suceso que para l equival
i a ver la reencarnacin
de Buda. Profesaba K con orgullo la filosofa positivista, y como haba odo hablar de
la prodigiosa
reencarnacin de Buda a un viejo misionero ruso en quien confiaba mucho ms que en e
l abate Huc, hizo
propsito, alimentado ya de muchos aos, de descubrir la trampa de aquella jugarreta
pagana , como l la
llamaba. Pero las cosas no salieron a la medida de su esperanza. A unas cuatro j
ornadas del miserable villorrio
de Islamabad, sin otro atractivo que su magnfico lago, nos detuvimos a descansar
por unos cuantos das.
Algunos compaeros se desparramaron por los alrededores, quedando todos en reunirn
os en el villorrio y all
nos enter el gua samn de que una numerosa peregrinacin de monjes budistas estaban al
ojados en un
templo covneo de las cercanas, donde haban establecido un vihara provisional, y com
o segn noticias iban
con ellos los tres nobles (36), podan los monjes operar los mayores prodigios. Nues
tro compaero K,
entusiasmado ante la perspectiva de confundir la secular superchera, se apresur a
visitar a los peregrinos en
su vihara o campamento, situado en un solitario paraje a cubierto de toda intrus
in, y muy luego contrajimos
todos amigables relaciones con ellos.
A pesar de las atenciones, cumplidos, finezas y aun regalos (37) con que intilmen
te procur K captarse la
voluntad de Pase Budhu, jefe de la peregrinacin y muy santo asceta, no quiso ste e
fectuar el fenmeno de la
encarnacin hasta que quien estas lneas escribe le ense cierto talismn (38). Apenas lo
io hizo los
preparativos necesarios, y al efecto, una vecina le prest un nio de tres o cuatro
meses. A K le exigieron
juramento de que hasta siete aos despus no divulgara nada de cuanto viese y oyese.
Antes de que todo estuviera dispuesto, pasaron algunos das sin otro suceso de not
a que la aparicin de
unos rostros espectrales evocados por un monje del cristalino seno del lago, mie
ntras nos hallbamos
sentados a sus orillas en la entrada del vihara. Uno de aquellos rostros era el
de la hermana de K, a quien ste
haba dejado buena y sana en su casa, pero que, segn despus se supo, muri antes de ll
egar nosotros al
paraje en que nos hallbamos. De pronto sobrecogise K a la vista de la aparicin, mas
luego se apoy en su
escepticismo para explicarse aquel fenmeno diciendo que era efecto de la sombra d
e las nubes o de las
ramas de los rboles, como en casos semejantes suelen replicar los escpticos.
EL ADEPTO Y EL NIO
La tarde sealada al efecto colocaron al nio de pecho sobre una alfombra en el cent
ro del vestbulo del
santuario provisional, pues K no poda pasar de all, y despus de despedidos los curi
osos colocronse dos
monjes de centinela para impedir la entrada a cuantos no estuviesen invitados.
Sentronse entonces los monjes en el suelo, de espalda contra las paredes de grani
to, en disposicin que les
separaba como unos tres metros del nio colocado en el centro. El jefe de la pereg
rinacin se sent en el
rincn ms apartado del aposento, sobre una piel recortada en cuadro que de propstio
haban extendido los
legos. Tan slo K se coloc junto al nio, en acecho de sus ms leves movimientos. Se no
s puso por condicin
que guardramos absoluto silencio en paciente espera de los acontecimientos. La lu
z del sol entraba a
raudales por la puerta, y poco a poco fue cayendo el superior en profunda medita
cin, mientras que los monjes,
despus de una corta invocacin en voz muy queda, callaron sbitamente y clavaron la v
ista como si fuesen
estatuas. El llanto del nio interrumpa aquel angustioso silencio. Al breve rato ce
s el nio de moverse y
quedse rgido, sin que ninguno de los circunstantes se hubiese apartado de su asien
to. El superior no miraba
al nio, porque tena los ojos fijos en el suelo, y plido e inmvil pareca ms bien la bro
ncnea estatua de un
talapn en meditacin que un ser viviente. Con profunda sorpresa vimos que el nio se
sentaba como maniqu
movido por ocultos alambres, y despus de varias sacudidas se puso en pie.
Cabe presumir la admiracin que en todos nosotros caus el espectculo, y la estupefac
cin de K al
convencerse de que nadie absolutamente haba movido pie ni mano del sitio en que e
staba ni pronunciado
tampoco palabra alguna. Y sin embargo, all estaba erguido y firme como hombre hech
o y derecho aquel nio
de paales!
Copiaremos la restante explicacin de los apuntes tomados por K, quien dice:
Despus de un par de minutos de vacilacin, volvi el nio la cabeza y fij en m los ojos c
on tan viva lumbre
de inteligencia, que me estremec de pavor. Me pellizqu las manos y me mord los labi
os hasta casi brotar la
sangre, para asegurarme de que no soaba. Sin embargo, lo sucedido hastaentonces n
o era ms que el
prlogo. La prodigiosa criatura, segn imagin, dio dos pasos hacia m, volvi a sentarse
y mirndome
fijamente repiti palabra por palabra, en lengua que supuse tibetana, la frase sac
ramental de las encarnaciones
de Buda: Yo soy el viejo Lama. Soy su espritu en nuevo cuerpo .
Se me erizaron entonces los cabellos de espanto, se me hel en las venas la sangre
, y ni con amenazas de
muerte se me hubiera podido arrancar una palabra. All no caba impostura ni ventril
oquismo. Meneaba el nio
los labios, y su mirada pareca escudriar en mi alma con tal expresin en su semblant
e, que me representaba
el del mismo superior, cual si delante lo tuviese y su espritu se hubiese infundi
do en aquel infantil cuerpo a
cuyos ojos se asomara como a travs de un disfraz. Me sent entonces arrebatado por
el vrtigo. El nio se me
acerc y me tom la mano, cuya sensacin fue para m la de un ascua de carbn. Incapaz de
presenciar la
escena por ms tiempo, me cubr el rostro con las manos, y al apartarlas a poco, ya
estaba otra vez el nio
lloriqueando lastimosamente. El superior haba recobrado su estado normal y conver
saba tranquilamente con
nosotros.
Durante diez das presenci otros fenmenos similares que me convencieron de la verdad
de lo que siempre
tuve por impostura cuando me lo referan los viajeros. Entre muchas preguntas que
el superior consider
impertinentes, hubo una a la que respondi de modo harto significativo. Le pregunt
por mediacin del samn,
qu hubiera sucedido si loco yo de terror y credo de que el nio era el diablo, arrem
etiera contra l y le matara.
A esto me dijo que si la muerte del nio hubiese sido instantnea, tambin hubiera mue
rto el superior, pero tan
slo el nio si el golpe no lo matara desde luego.
En el Japn y Siam hay dos categoras de sacerdotes: una pblica y relacionada con el
pueblo; otra
rigurosamente secreta que jams se presenta en pblico y cuya existencia slo conocen
unos cuantos
naturales del pas y ni siquiera sospechan los extranjeros. Los sacerdotes esotrico
s celebran sus ceremonias
en templos subterrneos, ante escaso nmero de circunstantes cuya cabeza responde de
de tantas patraas forjadas por los misioneros para embaucar al vulgo que cree cua
nto le refieren.
Los budistas no han inmolado jams seres vivos, ni hombres ni animales, pues tales
sacrificios son del todo
contrarios a los principios de su religin. Cuando un rico deseaba que a su muerte
le enterrasen en compaa
de alguien, enviaba la familia emisarios por todo el pas en unin de los lamas emba
lsamadores, por ver si
haba muerto de muerte natural algn nio, cuyo cadver entregaban a dicho objeto los pa
dres, que se
consideraban dichosos de conservar el cuerpo de sus hijos de tan potica manera, e
n vez de entregarlo a la
podredumbre y exponerlo a la voracidad de las hienas.
EL ODO ESPIRITUAL
Al regresar del Tbet el abate Huc, le refiri en Pars a un caballero ruso llamado Ar
senieff varios sucesos
maravillosos que no fueron del dominio pblico, entre los cuales se cita el siguie
nte, que presenci durante su
estancia en la lamasera de Kunbum. Conversaba Huc cierto da con un lama, cuando de
pronto ces ste de
hablar y qued en actitud de escuchar algo que Huc no acertaba a or. A poco, el lam
a exclam como si
respondiese a un invisible interlocutor: En ese caso debo ir .
-Ir a dnde? Con quin hablis? pregunt asombrado el abate Huc.
-A la lamasera de *** -repuso el lama.- El shaberon me necesita y me ha llmado.
La lamasera de *** est a muchas jornadas de la de Kunbum donde ocurra el suceso; pe
ro lo que ms
pasm al abate Huc fue que en vez de tomar el lama el camino de la lamasera, se dir
igi a una especie de
cpula situada en la azotea del edificio conventual, donde despus de breves palabra
s con otro lama le encerr
ste en ella bajo llave. El que haba encerrado al amigo de Huc volvise entonces haci
a el abate que haba
seguido atentamente toda aquella operacin, y sonriente le particip que ya haba part
ido su husped. A lo que
respondi el abate:
-Pero cmo es posible, si lo habis encerrado aqu dentro y no hay salida alguna?
-Y qu obstculo es para l una puerta? l ha partido, y como no necesita su cuerpo en el
viaje, lo dej a mi
cuidado.
A pesar de los muchos prodigios de que en su arriesgado viaje haba sido testigo,
el abate Huc recel de que
ambos lamas le hubiesen engaado. Al cabo de tres das, como no viera por all a su ha
bitual amigo, pregunt
por l y le respondieron que regresara aquella misma tarde. a la puesta de sol, en
el momento en que los
lamas iban a recogerse, oy Huc la voz de su amigo que pareca como si desde las nub
es llamase al otro lama
para que le abriese la puerta de la cpula, tras cuya celosa se dibujaba, en efecto
, la silueta del hasta
entonces ausente. Apenas le franquearon la salida de la cpula fue a ver al lama g
uardin de Kunbum y le
enter de ciertos mensajes y comunicaciones recibidas en el lugar adonde haba ido.
Nada ms pudo saber
Huc acerca de aquel viaje areo; pero sospech que fue una farsa premeditada con el pr
opsito realizado de
all a poco de confinarles a l y a su compaero de misin, el P. Gabet, en Chogar-tan,
lugar aledao de la
lamasera de Kunbum. Las sospechas del audaz misionero pudieron tener fundamento e
n su imprudente
indiscrecin.
Si el abate Huc hubiese conocido la filosofa oriental, no le sorprendiera, de seg
uro, el viaje del lama en
cuerpo astral a la lejana lamasera ni la para l inaudible pltica que tuvo con el sh
aberon. Recordaremos a
este propsito los recientes experimentos efectuados en Amrica con el telfono, que p
ermite transmitir a muy
lejanas distancias la voz humana y los sonidos musicales por medio de un alambre
. Asimismo conviene no
olvidar que, segn los filsofos hermticos, cuando una llama desaparece de la vista,
no por ello se extingue
totalmente, sino que pasa del mundo visible al invisible, y puede, por lo tanto,
percibirla la vista interna
adecuada a las cosas de este otro y ms real universo. la misma ley rige en el son
ido; pero as como el odo
corporal percibe tan slo las vibraciones acsticas a travs del aire hasta cierto gra
do de intensidad, segn la
mayor o menor agudeza de este sentido en el individuo, el adepto puede percibir
las vibraciones sutilsimas del
ambiente astral sin necesidad de alambres, solenoides ni tornavoces, pues le bas
ta el poder de su voluntad. El
odo espiritual salva todo obstculo de tiempo y espacio, de suerte que un adepto pu
ede conversar con otro de
las antpodas, tan fcilmente como si ambos estuvieran en el mismo aposento.
Confirmaran nuestra aseveracin numerosos testigos que oyeron el son de instrumento
s msicos y de la voz
humana a millares de millas de distancia del lugar en donde nos habllbamos, sin s
ospechar que el adepto les
haba comunicado por breves momentos la auditiva percepcin espiritual de que l goza
constantemente.
Si los cientficos examinaran en vez de ridiculizar el principio de filosofa oculta
que proclama la unidad de las
fuerzas naturales, daran pasos de gigante en el camino de la verdad, por el cual
hoy tan lentamente adelantan.
Los recientes experimentos de Tyndall (42) desbarataron cuantas hiptesis se haban
establecido hasta ahora
para explicar la propagacin del sonido, y los llevados a cabo con las llamas mgica
s (43) le condujeron hasta
los umbrales de la ciencia oculta. Otro paso adelante le hubiese revelado cmo pue
den los adeptos
comunicarse verbalmente desde lejansimas distancias. Pero nadie dar por ahora este
paso.
EL LENGUAJE DE LAS LLAMAS
Dice Tyndall acerca de sus experimentos con las llamas mgicas:
Cuando se golpea un yunque colocado a cierta distancia, disminuye la longitud de
la llama unas siete
pulgadas, por liegero que sea el golpe. Al sacudir un manojo de llaves, la llama
se agita violentamente con
fuerte ruido. Si se deja caer una moneda de plata sobre otra, disminuye la llama
. El crujido del calzado la
conmueve bruscamente, y el mismo efecto causan el roce de un vestido de seda y e
l ruido del papel al
arrugarlo o rasgarlo. El tiquiteo de un reloj de pared muy cercano, la disminuye
hasta apagarla con ligera
explosin, y cuando se da cuerda a uno de bolsillo, la mueve tumultuosamente. Algu
piedad tan hondamente que mereci el dictado de prydasi (amado de los dioses). Ningn
otro soberano le
aventaj en pureza de intenciones y su recuerdo perdura en el corazn de los budista
s, perpetuado en los
edictos que en diversos dialectos quedaron esculpidos en las columnas y rocas de
Allahabad, Delhi, Gujerat,
Peshawur, Orissa y otros lugares (49).
Cuando los estaviras del tercer concilio budista enviaron misioneros a Cachemira
y convirtieron a los
adoradores de las serpientes, se propag el budismo con la rapidez del fuego. Los
strapas, que desde la
muerte de Alejandro Magno se repartan el territorio ndico, aceptaron la nueva reli
gin que se extendi
igualmente por Gndhara y Cabul (50).
REGLAS MONSTICAS DEL BUDISMO
Los upsakas y upsakis son hombres y mujeres seglares adscritos a la vida conventua
l, pero sin dejar el
mundo, con voto de observar las reglas monsticas y estudiar los meipos o fenmenos
psquicos. Quienes
incurren en los cinco pecados quedan excluidos de la congregacin. Entre las reglas
citadas, conviene citar
como ms importantes:
1. No maldecir a nadie, porque la maldicin recae sobre el que la echa y sus parie
ntes, tambin envueltos
en la misma atmsfera.
2. Amar al prjimo, aunque sea nuestro ms encarnizado enemigo.
3. Abstenerse de llevar armas defensivas, y sacrificar la existencia no slo en be
neficio del prjimo, sino
aun de los mismos animales cuando sea necesario.
4. Vencerse a s mismo, en que consiste la mayor victoria.
5. Evitar todo vicio.
6. Practicar todas las virtudes y especialmente la humildad y la clemencia.
7. Obedecer a los superiores; amar y respetar a los padres, a los ancianos y a l
os varones doctos y
virtuosos.
8. Proveer de alimento y abrigo a los hombres y animales menesterosos.
9. Plantar rboles en las mrgenes de los caminos y abrir pozos parra comodidad de l
os caminantes.
Tales son las reglas a que estn sujetos los monjes y monjas budistas.
Cuenta esta religin con numerosos santos, famosos por la austeridad de su vida y
lo admirable de sus
milagros. Tissu, consejero espiritual del emperador, que consagr al kan Kublai, t
uvo general renombre por la
santidad de su conducta y las maravillas que obr; pero no se detuvo aqu su labor,
sino que depur la religin
budista, y de l se dice que por su consejo expuls el kan Kublai de una sola comarc
a de la Mongolia
meridional a quinientos mil monjes impostores que so capa de religin se entregaba
n a la ociosidad viciosa.
Ms tarde, en el siglo XIV, tuvieron los lamastas su gran reformador y tambin taumat
urgo, el shaberon SonKa-po, nacido, segn tradicin, de la virgen Koko-nor. Uno de sus prodigios fue que
el rbol del Kunbum o de
las diez mil imgenes, marchito desde haca algunos siglos por la decadencia de la f
e, rebrot con ms vigor y
lozana que nunca de los cabellos de este avatar de Buda. La misma tradicin dice qu
e Son-Ka-po ascendi a
los cielos el ao 1419. Contrariamente a la opinin del vulgo, pocos de los santos b
menos con la necromancia del hechicero (jdgar o shir), tan temido y odiado en la In
dia. Entre las
operaciones de unos y otros no sabe distinguir el europeo escptico; pero el atent
o observador y la generalidad
de los indos, sin distincin de castas, descubren la sutilsima y honda diferencia q
ue separa la ndole de los
fenmenos. La bruja (kanglin) que se prevale de sus facultades hipnticas (abhi-chr) p
ara causar dao, est
expuesta a que cualquiera la mate, pues para todo indo es lcito matar a una bruja
. El prestidigitador (bukkabaz) se limita a divertir al pblico, y los encantadores de serpientes que las lle
van en su b-ni no alcanzan a
ms all de fascinar a estos venenosos reptiles, sin potestad de influir en los sere
s humanos mediante
hechizos mgicos y las operaciones llamadas mantar phnkn por los naturales. En cambi
o, el yogui y el
sannysi deben sus maravillosas facultades a la educacin mental y fsica, y los indos
veneran a algunos de
ellos como semidioses.
Rarsimos europeos pueden juzgar de la naturaleza de estas facultades, pues slo tie
ne ocasin de
presenciar sus operaciones mgicas quien cuenta con la benevolencia de algn brahmn o
en casos de
especiales y fortuitas circunstancias. Es tan inslito para un europeo ver a un fa
kir autntico, como a una de las
doncellas llamadas nautch, de quienes hablan todos los viajeros aunque poqusimos
verzamente, pues estn
adscritas al servicio interior de las pagodas. As es que no deben los europeos co
nsiderar como fakires a los
desastrados y asquerosos sujetos que se pasan meses y aun aos en una misma actitu
d a las puertas de las
pagodas o en las plazas pblicas y se torturan horriblemente por el procedimiento
del raddwa bahu.
Muy extrao es que no obstante la infinidad de viajeros que han recorrido la India
y comarcas colindantes y a
pesar de que all residen millones de europeos, no se tenga todava nocin exacta de l
a ndole de aquel pas.
Tal vez alguno de nuestros lectores suponga que ya se sabe cuanto puede saberse
de la India y dude de
cuanto hemos dicho o acaso lo contradiga abiertamente, como nos sucedi en cierta
ocasin. Los ingleses
residentes en la India, segn deca un oficial del ejrcito, creen de mal tono y de pe
or gusto ocuparse en cosas
referentes a los indos y demostrar deseo de conocer cuanto de maravilloso y extr
aordinario se les atribuye;
pero bien hubieran podido los viajeros suplir esta desatencin de los residentes y
explorar ms detenidamente
tan interesante pas.
Hace cosa de medio siglo iban de caza dos intrpidos oficiales ingleses por las mo
ntaas Azules o de
Neilgherry, en la India meridional, cuando al internarse en los bosques descubri
eron unas gentes de raza
distinta por su tipo e idioma de las otras del pas. Muchas conjeturas ms o menos d
escabelladas se hicieron
acerca del origen y naturaleza de estas gentes, y los misioneros, que siempre es
tn dispuestos a relacionarlo
todo con la Biblia, llegaron a suponer que fuesen los descendientes de una de la
s dispersas tribus de Israel,
fundndose para ello en el deleznable indicio de que tenan la tez blanca y los rasg
os fisonmicos
caractersticos del pueblo judo. Sin embargo, hay en esto error evidente, pues ese
pueblo llamado de los todas
no denota ni la ms remota semejanza de complexin, costumbres, idioma y rasgos tnico
s con el tipo judo
(55).
No obstante el tiempo transcurrido y del aumento de poblacin en aquellas montaas,
cuyas faldas son hoy
asiento de nuevas ciudades, nada se ha adelantado en el conocimiento de este pue
blo singular acerca del cual
se han derramado las ms absurdas voces, sobre todo por lo que se refiere al nmero
de sus individuos y a la
poliandria que se les achaca y por cuya costumbre van extinguindose rpidamente, de
modo que tan slo
quedan ya unos cuantos centenares de familias todas. Sin embargo, por nuestro pe
rsonal testimonio podemos
afirmar categricamente que los todas no practican la poliandria ni su nmero es tan
escaso como se supone,
aunque nadie ha visto jams a los nios de los todas sino en todo caso a los nios de
los badagas que suelen
llevar en su compaa, a pesar de ser estos badagas una tribu inda enteramente disti
nta, pero que siente
profunda veneracin hacia los todas, a quienes proporcionan alimento, vestido y tr
ibutan adoracin casi divina.
Son los todas de estatura gigntea, de tez blanca como los europeos, barba y cabel
lo muy largos y poblados,
sin que jams les haya tocado filo de tijera o navaja.
LOS TODAS DE LA INDIA
Del relato de varios viajeros y de las obras de algunos orientalistas entresacam
os los siguientes informes
acerca de este extrao pueblo:
Son los todas de aspecto hermoso como el de una estatua de Fidias o Praxiteles,
y pasan el tiempo en la
ociosidad y la indolencia. Jams hacen uso del agua ni cuidan del aseo personal. S
u vestido se contrae a una
amplia tnica de lana negra con cenefa de color en los bajos. No gustan de adornos
ni joyas a que tan
aficionado se muestra el indo. Su nica bebida es la leche, y aunque apacientan re
baos no comen la carne de
las reses ni hacen trabajar a las bestias de carga ni se ejercitan en la industr
ia ni en el comercio. Desdean las
armas, pues ni siquiera llevan bastn y no saben leer ni quieren salir de su analf
abetismo. Son los todas
desesperacin de los misioneros, y segn parece no profesan otra religin que el culto
de s mismos como
seores de la creacin (56).
Sin embargo, hemos de rectificar parte de estos informes en vista de los que res
pecto del particular nos dijo
un santo gur, brahmn merecedor de nuestro ms profundo respeto. De ello resulta que
nadie ha podido ver
jams juntos a ms de cinco o seis todas, pues rehuyen el trato de los extranjeros y
no les permiten entrar en
sus largas y achatadas cabaas con slo una puerta de acceso sin ventanas ni chimene
a. No se ha podido ver
ningn viejo entre los todas ni que enterraran a muerto alguno. En los recrudecimi
entos de la endemia colrica
quedan indemnes, al paso que mueren miles de los dems indgenas atacados de la terr
ible enfermedad.
Tampoco han de temer nada los todas ni sus ganados de los animales feroces o ven
enosos, a pesar de que,
segn ya dijimos, no van ni siquiera armados de un mal palo. No se conoce el matri
monio entre los todas, y si
parece escaso su nmero es porque nadie ha tenido ocasin de computarlo. Tan pronto
como el alud de la
civilizacin quebrant su soledad, tal vez a causa de la indiferencia en que vivan, e
migraron a parajes ms
recatados an que las montaas Neilgherry. No descienden los todas de la propia esti
rpe de su raza, sino que
son hijos de una escogidsima secta y destinados desde su primera infancia a fines
puramente religiosos. As
es que el nombre de todas designa a los que por su complexin y otras caracterstica
s quedan consagrados
desde su nacimiento a este especial destino religioso. Cada tres aos se renen los
todas en determinado
paraje por cierto perodo de tiempo, y la suciedad de su cuerpo es como un disfraz
a propsito para desorientar
a quienes puedan verlos (57). Dedican a fines sagrados la mayor parte de sus reb
aos y ningn profano ha
entrado jams en los templos donde efectan sus ceremonias, pero se sabe que igualan
en magnificencia a las
ms renombradas pagodas. No es, por lo tanto, extrao que por su nacimiento y mister
iosos poderes veneren
los badagas a los todas como semidioses y les proporcionen cuanto necesitan para
la vida.
Tenga el lector la completa seguridad de que cualquier informe distinto de los p
recedentes se aparta de la
verdad. Los misioneros no lograrn atraerse a ningn toda ni habr badaga capaz de tra
icionar, ni aunque le
despedacen, a quienes tan sinceramente sirven. Son los todas una comunidad que c
umple una altsima misin
bajo inviolable secreto.
Pero, adems de los todas, hay en la India otras tribus igualmente misteriosas, y
si bien hemos aludido a
algunas en el curso de esta obra, quedan otras en silencio y sigilo.
Muy poco sabe hasta ahora el comn de las gentes acerca del samanismo, y aun inexa
ctamente, como
ocurre en todo lo relativo a las religiones no cristianas. Generalmente se cree
que el samanismo es el culto
pagano dominante en Mongolia, cuando precisamente es una de las ms antiguas modal
idades religiosas de la
India. Se funda el samanismo en la creencia de que despus de la muerte persiste l
a individualidad del
hombre, aunque se haya desprendido del cuerpo fsico, y que sigue viviendo en natu
raleza espiritual. Es el
samanismo una derivacin de la primitiva teurgia que entrefunde el mundo invisible
con el visible. Cuando un
mortal desea comunicarse con sus invisibles hermanos, le es preciso, segn la doct
rina samnica, elevarse
hasta el plano en que residen, de modo que de ellos reciba energa espiritual, en
tanto que, por su parte, les da
l a ellos energa fsica, a fin de que puedan manifestarse espectralmente. Este tempo
rneo intercambio de
condiciones es una operacin tergica; pero quienes no la comprenden acusan a los sa
manes de hechicera y
de evocar los espritus de los muertos en ayuda de sus artes necromnticas.
COMUNICACIONES DE LOS LAMAS
ompaadas del ms
riguroso ascetismo sin detrimento de la salud del cuerpo, cuya vida se prolonga
hasta muy provecta edad. Ni
por asomo imaginaron jams los eremitas cristianos los refinamientos disciplinario
s con que los fakires
industas y los monjes budistas fortalecen su voluntad, hasta el punto de que la ar
ea austeridad de Simen el
Estilita resulta en comparacin juego de chiquillos.
FACULTADES TAUMATRGICAS
Pero no es lo mismo el estudio terico que el ejercicio prctico de la magia. El col
egio mongol de Brs-ssPungs cuenta con ms de trescientos magos (61) y doble nmero de discpulos que cursan
la magia desde los
doce a los veinte aos; pero al terminar los estudios tardan todava mucho tiempo en
recibir la iniciacin final, y
apenas llega a merecerla uno de cada cien candidatos. aSimismo, entre los muchos
miles de lamas que
ocupan una serie de conventos alrededor de toda una ciudad, tan slo el dos por ci
ento educen facultades
taumatrgicas. Cabe aprender de memoria lnea por lnea los 108 volmenes del Kadjur (62
) y sin embargo,
carecer de facultades taumatrgicas. Slo hay un camino para llegar seguramente a la
meta y de l nos hablan
algunos autores hermticos, entre ellos el alquimista rabe Abipili, quien dice:
Te advierto, oh t!, quienquiera que seas e intentes sondear los arcanos de la natu
raleza, que si no hallas
dentro de ti lo que buscas, tampoco lo hallars fuera de ti. Si desconoces las exc
elencias de tu propia casa
por qu tratas de indagar la excelencia de otras cosas? Oh hombre! Concete a ti mismo
. En ti yace oculto el
tesoro de los tesoros.
En otro tratado de alquimia que se titula: De manna Benedicto, el autor dice res
pecto de la piedra filosofal:
Por diversas razones no tengo intencin de hablar mucho sobre este asunto, ya explc
itamente descrito al
relatar ciertos usos mgicos y naturales de esta piedra que desconocen muchos de l
os que la poseen. Pero
cuando contemplo a estos hombres me tiemblan las rodillas, se estremece mi corazn
y me quedo absorto.
Todo nefito ha experimentado en mayor o menor grado anlogos sentimientos, hasta qu
e una vez vencidos
se elev a las altezas del adeptado. En los claustros de Tashi-Lhunpo y Si-Dzang e
ducen algunos lamas las
facultades mgicas hasta su extrema perfeccin. famoso es en la India el Banda-Chan
Rambutchi, el Hutuktu
de la capital del alto Tbet, y renombrada en todo el pas la confraternidad de Khelan, entre cuyos hermanos
sobresali un ingls (peh-ling) que venido de Occidente abraz la religin budista y al
cabo de un mes de
noviciado fue admitido en la cofrada de Khe-lan. Segn tradicin, conoca este ingls tod
as las lenguas
orientales, incluso la tibetana, y estaba versado en todas las ciencias y artes.
Por la santidad de su vida y sus
dotes taumatrgicas lleg a ejercer al poco tiempo las elevadas funciones de shabern,
es, el procedimiento
de proyectar instantneamente su cuerpo astral a miles de kilmetros de distancia y
actuar en l tanto o ms
certera e inteligentemente que en el cuerpo fsico, del cual se desprenden y dejan
entretanto con el
indispensable fluido vital para mantener catalpticamente la vida orgnica. La energa
universal tiene una
modalidad vibratoria muy superior a la elctrica, nica que hasta ahora conocen los
investigadores cientficos, y
aun hay diversas transformaciones de la electricidad de cuyos inexperimentados e
fectos nadie es capaz de
sospechar la amplitud.
Dice Schott que los chinos, y particularmente los de la secta de Tao-Kiao, llama
dos taoss, dieron ya desde
muy antiguo el nombre de sian o shin-sian al anacoreta que, o bien por austerida
d de vida o por efecto de
hechizos y elixires, tienen virtudes taumatrgicas y han alcanzado la inmortalidad
terrena (68). Sin embargo,
hay exageracin, aunque no error, en esta referencia, pues no tienen el don de la
inmortalidad corporal, sino
tan slo el de prolongar la vida, como lo atestigua Marco Polo en el siguiente pas
aje:
Hay all unos hombres llamados chughis (69), pero cuyo verdadero nombre es el de a
braiamanes (70), que
viven de 150 a 200 aos. son muy sobrios y se alimentan principalmente de arroz y
leche. Dos veces al mes
toman una extraa pcima de azufre y mercurio que, segn dicen, les alarga la vida y e
stn acostumbrados a
tomarla desde su infancia (71).
Dice Yule que, segn Burnier, saben los yoguis preparar tan admirablemente el merc
urio, que un par de
grnulos de su preparacin tomados por la maana entonan salutferamente el cuerpo. Aade
a esto Yule que
el mercurius vitae de Paracelso era una pcima en cuyos ingredientes entraban el a
ntimonio y el mercurio (72).
Muy desaliados e incorrectos son estos informes que estamos en disposicin de recti
ficar. Por de pronto, la
longevidad de algunos lamas y talapines es proverbial, y todo el mundo sabe all q
ue beben una mixtura por
cuya virtud se renueva la sangre vieja , como ellos la llaman. Asimismo saban los al
quimistas que el aura de
plata tomada a prudentes dosis devuelve la salud y prolonga considerablemente la
vida. Pero en cuanto a si
era mercurio la base del elixir usado por los yoguis y alquimistas, tenemos fund
amento para afirmar que no es
mercurio aunque lo parezca, pues tanto Paracelso como los dems msticos y alquimist
as entendan por
mercurie vitae el espritu o aura de la plata y no del mercurio. Es de todo punto
errnea la afirmacin de que
Paracelso introdujera el uso del mercurio en la farmacopea teraputica, pues ningn
preparado de mercurio, ya
lo fuera por mano de algn medioeval filsofo del fuego, ya lo est por la de los mode
rnos farmacuticos, no
pudo ni podr poner en perfecta salud al cuerpo. Tan slo los inescrupulosos charlat
anes preconizarn las
virtudes de semejante droga, y as opinan muchos comentadores que los enemigos de
Paracelso forjaron esta
imputacin con el malfico propsito de que las gentes lo tuvieran por un charlatn.
a prestidigitacin, aunque
muchos rusos residentes en Siberia estn convencidos de la verdad de las facultade
s de los samanos.
Celebran estos sus ceremonias religiosas al aire libre, en la cumbre de un colin
a o en lo ms escondido de las
selvas, a semejanza de los antiguos druidas. Las ceremonias del nacimiento, matr
imonio y muerte son parte
secundaria del culto religioso y consisten en ofrendas de esencias y leche, derr
amadas en el fuego del
sacrificio al ritmo de conjuros mgicos que entona el celebrante y corean los fiel
es.
LOS SAMANES DE SIBERIA
El traje de los sacerdotes es de piel de gamuza u otro animal de virtudes magntic
as y est adornado con
numerosas campanillas de hierro y bronce (83), que sirven para ahuyentar a las m
alignas entidades areas.
Tambin se valen a este propsito de un bastn cubierto de jeroglficos y guarnecido de
cascabeles, hacia
cuyo puo queda atrada por misteriosa fuerza la mano del sacerdote o sacerdotisa cu
ando se comunica con el
espritu, y a poco se ve levantado en los aires hasta considerable altura, desde d
onde vaticina el porvenir (84).
Ejemplo de ello nos da el samn que en 1847, desde un apartado lugar de Siberia, p
redijo con todos sus
pormenores la guerra de Crimea, ocurrida seis aos ms tarde.
Aunque por lo general no conocen la astronoma ni siquiera de nombre, predicen los
eclipses y otros
fenmenos astronmicos y descubren a los culpables de robos y asesinatos. Los de Sib
eria son todos
analfabetos, y entre los del Tbet y Tartaria predominan los decultura emprica y au
todidctica, que no se
someten a la influencia de las entidades psquicas. Los primeros son mdiums y los s
egundos magos. No es
extrao, por lo tanto, que cuando los samanes se comunican en estado de trance con
los espritus, digan las
gentes supersticiosas que estn posedos del demonio. Como en las bacantes y coriban
tes de la antigua
Grecia, el frenes mntico de lossamanes se manifiesta en violentsimos gestos y turbu
lentas danzas que por
contagio imitan los espectadores atacados tambin del mismo frenes, cuyas consecuen
cias suelen ser fatales
en algunos individuos que acaban por caer rendidos al suelo (85).
Ejemplos de este linaje de contagios psquicos nos ofrece la historia de los tiemp
os medioevales, entre ellos
el famoso baile de San Vito o corea, del que Paracelso cur a muchos atacados, por
lo que le acusaron sus
enemigos de haber lanzado demonios por obra de uno muy poderoso que llevaba meti
do en el puo de la
espada (86).
El samn iletrado es vctima de las entidades psquicas, y mientras se halla en trance
suele ver a los
circunstantes en figura de diversos animales y les contagia de sus alucinaciones
. En cambio, los samanes
educados en los colegios sacerdotales saben ahuyentar a las entidades elementari
as que producen las
alucinaciones, y las ahuyentan por procedimiento anlogo al de los hipnotizadores,
o sea por el conocimiento
que tienen de su ndole y naturaleza (87).
Los samanes llevan consigo, pendiente de un cordn por debajo del brazo izquierdo,
un talismn anlogo a
la cornerina de que ya hablamos. Al samn que nos guiaba por el Tbet le preguntamos
ms de una vez:
-De qu sirve esta piedra y qu virtudes tiene?
Pero el samn eluda siempre toda respuesta categrica, con promesa de que tan luego c
omo se le deparara
coyuntura y estuvisemos solos le dira a la piedra que respondiese por ella misma.
Muchas conjeturas nos
sugera entonces tan vaga esperanza, pero muy luego lleg el da en que pudo hablar la
piedra. Ocurri el caso
en una de las situaciones ms crticas de mi vida, cuando el anhelo de viajar me haba
llevado a los arenosos
desiertos de Mongolia (88) cuyo pavoroso silencio en las puestas de sol, a pesar
de que no estn del todo
deshabitados, sobrecoge el nimo mayormente que en las sabanas americanas, las est
epas rusas o las
soledades africanas. Una tarde en que todos los compaeros de viaje estaban ausent
es de la yurta (89) le
record su promesa al samn, confiando en que la cumplira movido de la proteccin que a
los extranjeros de
la partida nos dispensaba. Suspir el samn con muestras de duda, y a poco se levant
del pedazo de cuero
en que estaba sentado, y saliendo de la tienda plant junto a la entrada una estac
a rematada por una cabeza
de macho cabro cuyos cuernos hacia arriba daban seal de que l estaba operando y nad
ie se atrevera por lo
tanto a entrar en la tienda. Hecho esto, volvi junto a m despus de correr la cortin
a de fieltro, y sacse del
seno el talismn, tamao como una nuez, y desenvolvindolo cuidadosamente del envoltor
io en que lo
guardaba hizo ademn de tragrselo, aunque no puedo afirmar si se lo trag en efecto.
Lo cierto es que al poco
rato cay el samn al suelo tan yerto, fro y paraltico que hubiera parecido cadver a no
ser por el movimiento
de los labios en respuesta a mis preguntas. La escena era en verdad dramticamente
embarazosa. Iba
cayendo el da en brazos de la noche, y tan slo quebraba la oscuridad de la tienda
el mortecino fulgor de las
ascuas que haban sido hoguera. La soledad me pareca an ms horrible junto a aquel cue
rpo inerte; mas por
fortuna tard muy poco en variar la escena, porque o una voz que, como si saliera d
e las entraas del suelo en
que yaca el samn, pregunt: Mahand! La paz sea contigo. Qu me quieres? no me sorprend
fenmeno, por maravilloso que parezca, pues ya haba visto a otros samanes en trance
s anlogos, y as
enfoqu toda mi fuerza mental en la entidad cuya voz haba odo, y le dije mentalmente
:
ESCENA MGICA EN TARTARIA
-Quienquiera que seas, ve a K y procura indagar el pensamiento de tal persona y
qu est haciendo tal otra,
y dile *** qu hacemos y en dnde estamos.
La voz respondi:
-Ya llegu. La anciana seora (90) est sentada en el jardn y se cala los anteojos para
leer una carta.
-Entrate al punto del contenido de esa carta.
Prepar papel y lpiz y fui transcribiendo lo que la voz me dictaba lentamente, como
si quisiera darme el
tiempo necesario para la correcta transcripcin de las palabras, pues hablaba en i
dioma vlaco del que yo
conoca la fontica, pero no el significado. De esta suerte llen toda una pgina.
Despus dijo la voz que, aunque del mismo timbre del samn, resonaba cavernosa y com
o si de lejos
viniese:
-Mira a Occidente, hacia la tercera prtiga de la yurta. El pensamiento de la seora
est aqu.
Entonces se irgui el samn de medio cuerpo arriba y se abalanz hacia m, de suerte que
me tom de los
pies con ambas manos y entre ellos apoy la cabeza. La situacin no me pareca muy agr
adable; pero la
curiosidad vino en auxilio del valor. En el ngulo occidental de la tienda apareca,
como reflejo del cuerpo vivo,
la trmula, oscilante y nebulosa figura espectral de una seora rumana de la regin vla
ca, muy querida amiga
ma, de temperamento mstico, pero incrdula en absoluto respecto de los fenmenos psquic
os.
Dejo entonces la voz:
-Su pensamiento est aqu, pero su cuerpo yace inconsciente. No puedo traerla aqu de
otro modo.
Interrogu al espectro en splica de que me respondiese, mas en vano, pues si bien e
l semblante pareca
gesticular con expresin de temor o angustia, no despeg los labios, y tan slo cre or a
lo lejos, aunque tal
vez fuese ilusin auditiva, una voz que deca en rumano: non se pte (no es posible).
Durante dos horas tuve repetidas y evidentes pruebas de que el samn actuaba en su
cuerpo astral,
obediente a mis sugestiones mentales. Diez meses despus recib una carta de mi amig
a en contestacin a
otra en que le enviaba yo la transcripcin de lo dictado por la voz del samn. Corro
boraba la seora todo
cuanto yo haba transcrito, pues segn me dijo en su carta, estaba aquella maana en e
l jardn entretenida en
la prosaica ocupacin de hacer conservas (91), y en un intervalo de la operacin se
sent para leer una carta
recibida de su hermano, cuando de pronto, a causa sin duda del mucho calor, segn
ella colega, se desmay y
me vio en sueos sentada en una tienda de gitanos , en un paraje desierto que mi amig
a describa
exactamente, aadiendo que ya no le era posible dudar por ms tiempo de la verdad de
estos fenmenos.
Pero el experimento tuvo una segunda y todava mejor parte. En vista de nuestra crt
ica situacin en aquel
desierto, y con propsito de que nos sacara de ella, dirig la entidad astral del sa
mn hacia mi amigo kutchi de
Lha-Ssa, que segn dije est continuamente yendo y viniendo del Tbet a la India britni
ca. Realizse
felizmente mi propsito, porque al cabo de pocas horas lleg en nuestro socorro una
partida de veinticinco
jinetes capitaneados por un amigo personal del kutchi, un adepto a quien no haba
yo visto hasta entonces ni
he vuelto a ver despus, pues siempre est en la lamasera (sumay) donde no me fuera p
osible entrar. Mi
amigo el kutchi le despach en nuestro socorro tan luego como supo astralmente la
situacin en que nos
hallbamos, y sin contratiempo llegaron al paraje que nadie hubiera podido encontr
ar por ordinaria orientacin.
Fcil es que la generalidad de los lectores duden de cuanto acabamos de relatar; p
de las lmparas sepulcrales egipcias que, segn Kircher (97), se encontraron en los
subterrneos de Menfis y
en las ruinas de Perspolis (98). La forma de esta lmpara es parecida a una copa ab
ultada en el centro y de
figura de corazn en la parte superior. Los mecheros son triangulares y en el cent
ro se dibuja un heliotropo
invertido, cuyo tallo, graciosamente curvado, arranca del asa de la lmpara. Este
adorno denota claramente
que era uno de los vasos sagrados empleados en el culto del sol, pues los griego
s llamaron heliotropo a la flor
de este nombre por la semejanza de su corola con el disco solar. Los magos calde
os usaban tambin esta
lmpara en las ceremonias cultuales, y tal vez su triple luz alumbr el rostro del r
ey hierofante Daro Hystaspes.
Hemos descrito tan al pormenor esta lmpara, porque hay una leyenda muy estrechame
nte relacionada con
ella. Por referencias sabemos en qu consisten las ceremonias kurdas del pleniluni
o, pues aquellas gentes
tienen exquisito cuidado en recatarse de los profanos y ms todava de los extranjer
os. Sin embargo, pudimos
enterarnos de que en cada tribu hay uno o varios ancianos, en sagrada veneracin t
enidos, que vaticinan el
porvenir, descubren el pasado y aciertan cuanto se les consulta.
LA CONSULTA DEL ESPEJO
Hemos pasado algn tiempo entre los kurdos de diversas tribus (99) y podemos refer
ir algn curioso suceso.
En cierta ocasin robaron de la tienda una preciosa silla de montar, un tapiz y do
s dagas circasianas con
montura de oro cincelado. Una de las tribus kurdas, con su jefe a la cabeza, vin
o a protestar en nombre de Al
que el ladrn no era de los suyos. As lo cremos, porque hubiera sido un hecho sin pr
ecedentes en aquellas
tribus nmadas, tan famosas por el sagrado respeto con que tratan a sus huspedes co
mo por el desembarazo
con que les roban y si a mano viene les asesinan en cuanto trasponen los lmites d
e su al o campamento.
Un georgiano que iba en nuestra caravana sugiri entonces la traza de recurrir a l
os conocimientos del
kudian o hechicero de aquella tribu, como as lo efectuamos con mucha solemnidad y
sigilo al filo de la media
noche en plenilunio. A la hora sealada nos acompaaron a la tienda anteriormente de
scrita, en cuyo
abovedado techo se haba abierto un lucernario cuadrangular por donde entraban los
rayos de la luna para
confundirse con los de las vacilantes llamas de la triple lmpara. El hechicero, a
nciano de gigantesca estatura
cuyo piramidal turbante tocaba al techo de la tienda, despus de murmurar durante
algunos minutos varios
conjuros que nos parecieron dirigidos a la luna, sac un espejo redondo de los lla
mados persas y
desenroscado que hubo la tapa ech el aliento sobre el cristal por espacio de diez
minutos, para desempaarlo
despus con un manojo de hierbas mientras musitaba frmulas de encantamiento. A cada
frotacin aumentaba
la brillantez del espejo hasta emitir refulgentes y fosfricos rayos en todas dire
cciones. Terminada la operacin
quedse el hechicero espejo en mano, inmvil como una estatua, y por fin murmur entre
labios: Mira, Hanum,
aquel punto quedaba la vctima afligida por todo linaje de males bajo el hechizo o
rdinariamente llamado mal de
ojo .
Los anales franceses refieren varios casos de terrible ndole, especialmente algun
os relativos a sacerdotes
catlicos, que demuestran con toda evidencia el empleo del aliento humano con sini
estros fines. Esta
modalidad de hechicera se conoce de muy antiguo. El emperador Constantino estable
ci seversimas penas
(102) contra quienes se valieran de la hechicera para violentar la castidad o mov
er a bajas pasiones. San
Agustn amonesta contra el mismo vicio (103). San Jernimo, San Gregorio Nacianceno
y otras autoridades
eclesistricas se quejan de esta hechicera que no era infrecuente en el clero. Sobr
e el particular relata Baffet
(104) el caso del prroco de Peifane, quien por artes de hechicera caus la perdicin d
e una de sus feligreses,
la respetable y virtuosa seora Du Lieu, por cuyo crimen le conden a la hoguera el
parlamento de Grenoble.
En 1611 el de Provenza sentenci a la misma pena al clrigo Gaufridy por haber seduc
ido en el confesionario a
la penitente Magdalena de la Palud, soplndole la cara con el logrado intento de i
nspirarle concupiscente y
violenta pasin hacia l.
Constan los casos precedentes en el informe oficial del mucho ms famoso cuyo reo
fue el influyentsimo P.
Girard, procesado y juzgado ante el parlamento de Aix por haber seducido, valindo
se de hechiceras, a su
penitente, la seorita Catalina Cadire, de Toln, bella y piadosa joven de ejemplares
virtudes que cumpla
escrupulosamente con sus deberes religiosos. Esto fue la causa de su perdicin, po
rque el P. Girard puso la
vista en ella y desde aquel punto empez a maquinar su desgracia. Con la hipcrita s
antidad que el jesuita
aparentaba, supo captarse la confianza de la joven y de su familia, y muy luego
hall ocasin de soplarle el
rostro, de lo que la doncella sinti nacer una violenta pasin por su confesor y tuv
o desde entonces visiones
extticas de ndole religiosa, acompaadas de convulsiones histricas y de estigmas de l
a Pasin. Deparsele
por fin al clrigo la tan deseada coyuntura de hallarse a solas con su penitente,
y volviendo a soplarle el rostro
la dej en desmayo, de que el hechicero se aprovech para lograr su intento antes de
recobrar el sentido la
pobre muchacha. Durante algunos meses sigui el P. Girard sugestionando a su vctima
con sofstica
palabrera para excitarle el fervor religioso y encubrirle la fealdad de su accin;
pero no obstante las arteras
empleadas por l, la seorita abri por fin los ojos a la verdad, y enterados del caso
sus padres incoaron
proceso contra el seductor. La Compaa de Jess emple todo su poder e influjo en defen
sa del acusado, y
segn se dijo, gast un milln de francos en el intento de invalidar las pruebas aduci
das en el proceso. El 12 de
Octubre de 1731 se dict sentencia por los veinticinco magistrados del Parlamento,
de los que doce votaron
pena de muerte (105).
ESTIGMAS MGICOS
valor moral, del que dan prueba en sus escritos, ni tampoco por indiferencia, pu
es sobrado entusiasmo hay en
su campo y estn convencidos de cuanto hacen, ni siquiera por falta de capacidad,
ya que hombres hay entre
ellos que pueden igualarse con los ms esclarecidos talentos. Es porque, casi sin
excepcin, les confunden las
contradicciones con que tropiezan y esperan que futuras experiencias confirmen s
us aventuradas hiptesis. Tal
es, sin duda, el mtodo de investigacin cientfica; el que sigui Newton al diferir por
diecisiete aos con el
herosmo propio de su noble y generoso nimo la exposicin de su teora de la gravedad u
niversal porque no
estaba todava plenamente convencido de ella.
El espiritismo, cuya ndole es ms bien agresiva que defensiva, acert en sus tendenci
as iconoclastas; pero
no tuvo en cuenta que demoler no es construir. Toda verdad realmente substancial
que proclama, queda muy
luego sepultada en confusas ruinas bajo un alud de quimeras. A cada paso que da
el espiritismo, a cada nueva
posicin ventajose de que se apodera en el terreno de los hechos, sigue un desastr
e en forma de fraude o
descrdito que le quita lo ganado y le reduce a la impotencia, pues los espiritist
as no pueden y sus invisibles
amigos no quieren, o tal vez pueden menos todava, probar sus afirmaciones. Estrib
a su fatal debilidad en que
slo disponen de una hiptesis para explicar los tan combatidos fenmenos, o sea la ac
tuacin de los espritus
humanos desencarnados, a quienes rendidamente se sujeta el mdium. Con vehemencia
digna de mejor
causa, atacan los espiritistas a cuantos discrepan de esta opinin y repudian todo
argumento impugnador de su
hiptesis como ofensa inferida a su buen sentido y a sus facultades de observacin,
por lo que ni siquiera
accedern a discutir el asunto.
As, pues, cmo puede elevarse el espiritismo a la categora de ciencia? La ciencia, se
gn nos dice Tyndall,
requiere para serlo tres condiciones necesarias: observacin de los hechos, inducc
in de las leyes y reiterada
comprobacin experimental de estas mismas leyes. Qu observador experto reconocer en e
l espiritismo
estas tres condiciones? El mdium no est siempre en circunstancias de rigurosa comp
robacin, y por lo tanto
las inducciones derivadas de los supuestos hechos carecen de elementos comprobat
orios y son dudosas, con
aadidura de que no las ha corroborado la experiencia. En suma, falta el primer el
emento de certeza.
Para que no se nos inculpe de haber expuesto tendenciosamente la situacin del esp
iritismo en los actuales
momentos, ni de negar los progresos que verdaderamente haya hecho, apuntaremos q
ue en la asamblea
quincenal de los espiritistas londinenses, celebrada el 19 de Febrero de 1877 se
suscit un debate sobre el
tema: Pensamiento antiguo y espiritismo moderno, en el que terciaron algunos de
los ms inteligentes
espiritistas de Inglaterra, entre ellos Stainton Moses, quien haba estudiado reci
entemente la relacin entre los
fenmenos antiguos y modernos. Dijo as:
HABLA UN ESPIRITISTA
Este libro fue digitalizado para distribucin libre y gratuita a travs de la red
Revisin y Edicin Electrnica de Hernn.
Rosario - Argentina
10 de Julio 2003
22:59
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