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Blavatsky, H P - Isis Sin Velo 4

Este documento presenta un resumen de los primeros dos capítulos del libro "Isis Sin Velo" de Helena Blavatsky. En el primer capítulo, se discuten temas como la masonería moderna, preceptos jesuitas, símbolos masónicos y la cábala judía. El segundo capítulo trata sobre el significado del número siete y la simbología en varias religiones como el hinduismo y el cristianismo. Se analizan conceptos como el arcoíris, los números uno, tres y siete, y su relación con diferentes

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Blavatsky, H P - Isis Sin Velo 4

Este documento presenta un resumen de los primeros dos capítulos del libro "Isis Sin Velo" de Helena Blavatsky. En el primer capítulo, se discuten temas como la masonería moderna, preceptos jesuitas, símbolos masónicos y la cábala judía. El segundo capítulo trata sobre el significado del número siete y la simbología en varias religiones como el hinduismo y el cristianismo. Se analizan conceptos como el arcoíris, los números uno, tres y siete, y su relación con diferentes

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ISIS SIN VELO

Clave de los misterios de la ciencia y teologa antigua y moderna


HELENA PETROVNA BLAVATSKY
OBRA COMPLETA EN 4 TOMOS
TOMO IV

Este libro fue pasado a formato digital para facilitar la difusin, y con el propsi
to de
que as como usted lo recibi lo pueda hacer llegar a alguien ms.
HERNN

Para descargar de Internet:


ELEVEN
Biblioteca del Nuevo Tiempo
Rosario
Argentina
Adherida al Directorio Promineo
FWD: www.promineo.gq.nu

NDICE:
CAPTULO PRIMERO
LA MASONERA MODERNA - ALEGORAS DEL APOCALIPSIS - PRECEPTOS JESUTICOS - LA PASTO
RAL DE
CAMBRAY - LA MENTIRA COHONESTADA - PROFECA DE HERMES - LAS NIMAS VIVIENTES MORAL
EGIPCIA - FESTINES OBSCENOS - EL HOMBRE SEGN LOS EGIPCIOS - HOMBRES DESALMA
DOS - MILAGROS
BUDISTAS - APOLOGA DEL REGICIDIO - SOFISMAS ANTIMASNICOS - DEGENERACIN DE LA
MASONERA INTEMPERANCIAS DE WENINGER - LOS MODERNOS TEMPLARIOS - LOS CABALLEROS DE
MALTA - LOS
TEMPLARIOS BASTARDOS - EL NOMBRE MISTERIOSO - EL VENERABLE "MAH" - LA CARTA
DE UN MASN EL TEMPLO DE SALOMN - LA TAU PERFECTA - CIFRAS SECRETAS - PRONUNCIACIN DEL
"NOMBRE" CONFUSIN DE NOMBRES - EL NOMBRE DE ISRAEL - LAS TUMBAS DE GORNORE
CAPTULO II
EL MISTERIO DEL NMERO SIETE - SIGNIFICADO DEL ARCO IRIS - EL ESPRITU DE
LOS MANTRAS - LOS
NMEROS UNO, TRES Y SIETE - MSCARAS SIN CMICOS - LA CLAVE DEL RIG VEDA - SAB
IOS INDOS Y
EUROPEOS - EL DOMINGO CRISTIANO - MALDICIN ALEGRICA - DA Y NOCHE DE BRAMA SIMBOLISMO
DE NO - EL DILUVIO SEGN LOS INDOS - LOS VEDAS Y EL DILUVIO - FBULAS Y LE
YENDAS -

TERGIVERSACIN DE TEXTOS - POCA DE ZOROASTRO - POBLADORES DE LA INDIA - IDIO


MAS SEMTICOS
- DIVINIDADES SOLARES - EL MESAS PROMETIDO - SARGN Y MOISS - NO Y EL ARCA EVA-LILITH Y
EVA - SIMBOLISMO DE LA SERPIENTE - ADN PROTOTIPO DE NO - LOS PATRIARCAS BBL
ICOS SIMBOLISMO DE LA CRUZ - SIMBOLISMO DEL ZODACO - EL SIGNO ZODIACAL "LIBRA
" - GENEALOGAS DE
CAN Y SETH - RUEDA DE EZEQUIEL - SIMBOLISMO DE LIBRA - POCAS GEOLGICAS - EQ
UIVALENCIAS
ENTRE LOS PATRIARCAS - ALEGORAS TALMDICAS - EL HOMBRE ARQUETPICO - QUERELLAS
DE
ERUDITOS
CAPTULO III
MISIONEROS CRISTIANOS - ORIGEN DE LA DEMONOLOGA - CRISTO Y EL DIABLO - SINN
IMOS DE
SATANS - EL DIOS TIPHN - LA TENTACIN DE JESS - SATN EN EL POEMA DE JOB - PE
RSONIFICACIN
DE LOS DIOSES - EL MITO DE LA SERPIENTE - MISTERIO DE DEMETER - ALEGORAS
DEL LIBRO DE JOB LA INICIACIN Y EL LIBRO DE JOB - ADULTERACIN DEL LIBRO DE JOB - EL HIEROFANTE
EN EL LIBRO DE
JOB - EL LIBRO DE JOB Y EL LIBRO DE LOS MUERTOS - MODERNO CONCEPTO DEL DIABLO
- EXCURSIONES
DE SATANS - VATICINIOS DE LA ENCARNACIN - CONCEPTO DEL INFIERNO - DUALIDAD
DE LOS DIOSES
SOLARES - EL MITO DEL DRAGN - POTICAS FIGURAS DE LUZBEL - EL CLIZ DE AGAT
HODEMON - EL
DESCENSO A LOS INFIERNOS - LA DERROTA DE SATANS - CARINO Y LENCIO - EVANGEL
IO DE NICODEMO EL CREDO DE TAYLOR - SACRIFICIOS HUMANOS EN ISRAEL - PERSEVERANCIA DE LO
S JUDOS - OPININ
DE WILDER
CAPTULO IV
IMPUTACIONES DE ATESMO - ARTIMAAS DE LOS MISIONEROS - RITO FUNERARIO DE LO
S VEDAS - LOS
INSTRUCTORES DEL MUNDO - LOS TRES SALVADORES - IDENTIDAD DE KRISHNA Y CR
ISTO - LA RUEDA DE
LA LEY - CRTICA DEL PERDN - SACRIFICIO DE JESS - CRUEL DOCTRINA DE CALVINO
- OSIRIS Y JESS
- EPISODIO DE LA SAMARITANA - FRACASO DE LOS MISIONEROS - EL MISTERIO DE
LA ANUNCIACIN ADVENIMIENTOS DE KRISHNA Y CRISTO - KRISHNA CRUCIFICADO - LA TRANSUBSTANCI
ACIN - CARCTER
DE JESS - LA TRANSMISIN DE LA VIDA - EL SEGUNDO NACIMIENTO - PROPIEDADES MG
ICAS DE LA
SANGRE - CREENCIAS DE LOS YAKUTES - NECROMANCIA ESLAVA - PRCTICAS DE LOS Y
EZIDIS INFLUENCIA CLERICAL EN LA INDIA - CRISTO SEGN EL APSTOL PABLO - INSINUACIO
NES DE LOUBRE LA LEYENDA DE SAN JOSAFAT - LAMASMO Y CATOLICISMO - REFERENCIAS DE JACOLL
IOT - MENDICANTES
Y MENDIGOS
CAPTULO V

LOS PRINCIPIOS DE LA MAGIA - PROPIEDADES DE ALGUNAS PLANTAS - CLARIVIDENC


IA ESPIRITUAL PSICOLOGA DE LOS ARIOS - PROYECCIONES ASTRALES - OPERACIONES TERGICAS - AVENT
URA CON UN
MONJE BUDISTA - EL ADEPTO Y EL NIO - LA INCINERACIN Y EL CUERPO ASTRAL EL ODO ESPIRITUAL
- EL LENGUAJE DE LAS LLAMAS - REGLAS MONSTICAS DEL BUDISMO - EL ALMA DE
LAS FLORES CREENCIAS POPULARES - LOS VERDADEROS FAKIRES - LOS TODAS DE LA INDIA - CO
MUNICACIONES DE
LOS LAMAS - FACULTADES TAUMATRGICAS - POSIBLES DESCUBRIMIENTOS CIENTFICOS - ME
DICINAS DE
LOS YOGUIS - EL FAKIR Y LA TIGRE - LOS SAMANES DE SIBERIA - ESCENA MGICA
EN TARTARIA - LOS
JUGLARES DE LA INDIA - LA CONSULTA DEL ESPEJO - LA HECHICERA DEL SOPLO ESTIGMAS MGICOS LOS BLANCOS, INEPTOS PARA LA MAGIA - INFERIORIDAD DEL ESPIRITISMO - HABLA
UN ESPIRITISTA - LA
VERDAD UNIVERSAL
CAPTULO PRIMERO
Los hijos pueden acusar a sus padres del crimen de hereja,
aunque sepan que por ello hayan de morir los acusados en
la hoguera... Y no slo pueden negarles hasta el alimento si
tratan de apartarlos de la fe catlica, sino que tambin pueden
darles muerte con toda justicia. (Precepto jesutico).
P. ESTEBAN FAGNEZ: Praecepta Decalogi, Lugduni, 1640.
EL PRIOR. -Qu hora es?
EL GUARDIN. La del alba. La hora en que se rasg el
velo del templo y las tinieblas se derramaron por la
consternada tierra y se eclips la luz y se rompieron los tiles del
constructor y se ocult la flamgera estrella y se hizo pedazos
la piedra cbica y se perdi la PALABRA.
Magna est veritas et praevalebit
-JAH-BUH-LUN.
El rabino Simen-ben-Iochai compuso el Zohar (...), el ms importante tratado cabalst
ico de los hebreos, un
siglo antes de la era cristiana, segn unos crticos, y despus de la destruccin del te
mplo, segn otros.
Complet la obra el rabino Eleazar, hijo de Simen, ayudado de su secretario el rabi
no Abba, cuyo concurso
era necesario, porque toda la vida de Eleazar no hubiera bastado a dar cima a un
a obra tan extensa y de
materia tan abstrusa como el Zohar. Pero como los judos ortodoxos saban que el aut
or estaba en posesin de
conocimientos ocultos y era dueo de la Mercaba que le aseguraba la recepcin de la
Palabra, atentaron
contra su vida y se vio precisado a huir al desierto, donde estuvo doce aos ocult
o en una cueva en compaa
de sus fieles discpulos hasta su muerte, sealada por muchos portentos y maravillas
(1).
Pero no obstante lo extenso de la obra y de tratarse en ella de muchos puntos de

la secreta tradicin oral, no


los abarca todos, pues el venerable cabalista no confi nunca al escrito los punto
s principales de la doctrina,
sino que los comunic oralmente a contados discpulos, entre los que se hallaba su h
ijo nico. Por lo tanto, sin
la iniciacin en la Mercaba quedar incompleto el estudio de la Kbala, y la Mercaba sl
o puede aprenderse en
la obscuridad , en lugares apartados del mundo y despus de pasar el estudiante por m
uchas y muy
tremendas pruebas, para escuchar la enseanza oralmente cara a cara y labio en odo,
desde la muerte de
Simen-ben-Iochai, la doctrina oculta ha sido un secreto inviolable para el mundo
externo.
El precepto masnico de labio en odo, o sea la comunicacin en voz baja, deriva de lo
s tanames, quienes a
su vez la tomaron de los Misterios paganos. La prctica moderna de esta costumbre
preceptiva debe atribuirse
seguramente a la indiscrecin de algn cabalista renegado, aunque la palabra transmi
tida es una moderna
sustitucin convencional de la palabra perdida , segn veremos ms adelante.
La verdadera palabra ha estado siempre en posesin privativa de algunos adeptos, d
e modo que tan slo
unos cuantos maestres de los templarios y otros tantos rosacruces del siglo XVII
, ntimamente relacionados
con los iniciados y alquimistas rabes, pudieron envanecerse de haberla posedo. Des
de el siglo XII al XV
nadie la posey en Europa, pues Paracelso fue el primer alquimista que recibi la in
iciacin, cuya ltima
ceremonia confera al iniciado el poder de acercarse a la zarza ardiente y de fundir
el becerro de oro y
disolver su polvo en agua. Verdaderamente, esta agua y la palabra perdida resuci
taron a los Adoniram,
Gedaliah e Hiram de la poca premosaica. La verdadera palabra, actualmente sustitu
ida por la de Mac Benac y
Mah, se haba empleado muchsimo antes de que los hijos de la viuda de estos dos ltimos
siglos
experimentaran sus pseudo-mgicos efectos.
LA MASONERA MODERNA
El primer masn activo de alguna importancia fue Elas Ashmole, a quien puede consid
errsele como el
postrer alquimista y rosacruz. Fue recibido en la Compaa de masones activos de Lon
dres el ao 1646,
cuando la masonera era una sociedad rigurosamente secreta sin color poltico ni rel
igioso, que admita en su
seno a todo amante de la libertad de conciencia, deseoso de sustraerse a la pers
ecucin de los clericales (2).
Hasta unos treinta aos de la muerte de Ashmole, ocurrida en 1692, no apareci la mo
derna francmasonera,
instituida el 24 de Junio de 1717 en la Taberna del Manzano , sita en la calle de C
arlos del Covent-Garden de
Londres. Segn nos dicen las Constituciones de Anderson, las cuatro logias del Sur
de Inglaterra eligieron a
Antonio Sayer gran maestre de la masonera, y no obstante su relativamente moderna
institucin, estas logias
se han arrogado la supremaca sobre todas las del mundo, como as se infiere de una
inscripcin colocada en
la de Londres.
Dice Frank al comentar los exotricos delirios cabalistas, como l los llama, que Si

men-ben-Iochai menciona
repetidamente lo que los compaeros ensearon en obras antiguas. Entre estos compaeros
cita a los
ancianos Ieba y Hamnuna (3), pero nada refiere de lo que estos dos hicieron, por
que tampoco l lo sabe.
A la venerable escuela de los tanames, o con mayor propiedad, de los tananimes u
hombres sabios,
pertenecan los instructores de la doctrina secreta que iniciaron a unos cuantos d
iscpulos en el misterio final,
pues segn dice el Mishna Hagiga (4), el contenido de la Mercaba slo puede comunica
rse a los sabios
ancianos (5). La Gemara es todava ms explcita sobre el particular al decir: Los prin
cipales secretos de los
Misterios no se han de comunicar a todos los sacerdotes, sino tan slo a los inici
ados . El mismo sigilo
prevaleca en todas las religiones de la antigedad.
Pero vemos que ni el Zohar ni ningn otro tratado cabalstico contienen doctrina pur
amente juda, sino que,
como resultado de milenios de estudio, es comn patrimonio de todos los adeptos de
l mundo. Sin embargo, el
Zohar en su texto original y con los signos secretos del margen, no segn traduccin
y comentario de los
crticos modernos, es la obra que ensea mayor suma de ocultismo prctico. Los signos
secretos encierran las
instrucciones ocultas para esclarecer las interpretaciones metafsicas y manifiest
os absurdos en que de tal
modo se enga Josefo, por haber expuesto la letra muerta segn la haba recibido por pr
ofanos conductos
(6).
Las enseanzas de magia prctica que dan el Zohar y otros tratados cabalsticos, slo ap
rovecharan a
quienes acertaran a leerlas interiormente. Los apstoles cristianos, por lo menos
los que obraban milagros a
voluntad (7), debieron estar enterados de esta ciencia, y as no es bien que los c
ristianos tachen de
supersticin los talismanes, amuletos y piedras mgicas con que su poseedor logra ej
ercer en otra persona
aquella misteriosa influencia llamada vulgarmente mal de ojo . En las colecciones a
rqueolgicas, as pblicas
como particulares, pueden verse todava piedras convexas con enigmticas inscripcion
es rebeldes a toda
hermenutica, como por ejemplo, la cornerina blanca descrita por King (8), cuyos r
everso y anverso estn
cubiertos de inscripciones que slo pueden interpretar los adeptos. De los talisma
nes que en su citada obra
nos da King a conocer, se infiere que el evangelista San Juan, el iluminado de P
atmos, estaba muy instruido en
la ciencia cabalstica, pues alude claramente a la cornerina blanca y la llama alb
a petra o piedra de iniciacin,
que por lo general lleva grabada la palabra premio y se le entregaba al nefito lu
ego de vencidas felizmente las
pruebas del primer grado de iniciacin.
ALEGORAS DEL APOCALIPSIS
El Apocalipsis, como el Libro de Job, es un alegrico relato de los Misterios y de
la iniciacin en ellos de un
candidato, personificado en el mismo San Juan. As lo comprendern necesariamente lo
s masones de grado
superior, pues los nmeros siete, doce y otros, tan cabalsticos como estos, bastan

para esclarecer las


tenebrosidades de dicho libro. Tal era tambin la opinin de Paracelso.
El siguiente pasaje desvanece toda duda sobre el particular:
Al vencedor dar yo man escondido y le dar una piedrecita blanca y en la piedrecita
un nuevo nombre
escrito, que no sabe ninguno sino aquel que lo recibe (9).
Qu maestro masn titubear en reconocer en esta inscripcin la misma con que hemos epigr
afiado el
presente captulo?
En los Misterios de Mithra, el nefito que triunfaba de las doce pruebas precedent
es a la iniciacin reciba
una hostia de pan zimo con figuras en ambas caras, que entre otros simbolismos te
na el del disco solar, y se
la llamaba tambin pan celeste o man . Rociaban despus al candidato con la sangre de un
ordero o de un
toro sacrificado al efecto, como cuando la iniciacin del emperador Juliano, y se
le comunicaban las siete
reglas misteriosas equivalentes a los siete sellos de que nos habla el evangelis
ta Juan (10), quien
indudablemente alude a esta ceremonia.
Los amuletos catlicos (11) y las reliquias bendecidas por los pontfices romanos ti
enen el mismo origen que
las piedras y pergaminos mgicos de Efeso, las filactrias (...) hebreas con verscul
os de la Escritura y los
amuletos mahometanos con versculos del Corn. Todos sirven igualmente para proteger
a quien cree en su
eficacia y encima los lleva. As es que cuando Epifanio reconviene a los maniqueos
por el uso de amuletos
(periapta), que califica de supersticiones y fraudes, debe incluir en la reconve
ncin los amuletos de la Iglesia
romana.
Pero la consecuencia es una virtud que la influencia jesutica va debilitando ms y
ms entre los clericales. El
astuto, solapado, sagaz y terrible jesuitismo es como el alma de la Iglesia roma
na, de cuyo poder espiritual se
apoder por entero. Conviene, pues, comparar la moral jesutica con la de los antigu
os tanames y teurgos,
para descubrir la ntima relacin que con las sociedades secretas tienen los arteros
enemigos de toda reforma.
No hay en la antigedad escuela ni asociacin ni secta alguna que se parezca siquier
a a la Compaa de
Jess, contra cuyas tendencias se levantaron generales protestas apenas nacida (12
), pues a los quince aos
de su constitucin se deshicieron de ella los gobiernos de Europa. Portugal y los
Pases Bajos expulsaron a los
jesuitas en 1578; Francia en 1594; la repblica de Venecia en 1606; Npoles en 1622;
Rusia en 1820 (13).
Desde su adolescencia mostr la Compaa de Jess las maas que todo el mundo le reconoce,
y que han
causado ms daos morales que las infernales huestes del mtico Satn. No le parecer exag
erada esta
afirmacin al lector cuando se entere de los principios, mximas y reglas de los jes
uitas, entresacados de sus
propios autores y de la obra mandada publicar por decreto del Parlamento francs (
5 de Marzo de 1762) y
revisada por la comisin que se nombr al efecto (14). Esta obra fue presentada al m
onarca para que, como
hijo primognito de la Iglesia, adviertiese la perversidad de (como dice textualme

nte el decreto del Parlamento)


una doctrina que permite el robo, el asesinato, el perjurio, la fornicacin, el par
ricidio y el regicidio, y sobre las
ruinas de la religin quiere erigir la supersticin, la hechicera, la impiedad y la i
dolatra .
Veamos primero las ideas sustentadas por los jesuitas respecto de la magia.
Dice Antonio Escobar:
Es lcito el uso del conocimiento adquirido por mediacin del demonio, con tal que n
o se emplee en provecho
del demonio, pues el conocimiento es bueno en s mismo y se borr el pecado cometido
al adquirirlo (15).
PRECEPTOS JESUTICOS
Esto supuesto, por qu no han de poder los jesuitas engaar al diablo como en
gaan a las gentes?
Dice el mismo P. Escobar en otro pasaje:
Los astrlogos y adivinos estn o no obligados a restituir el estipendio si no sucede
lo que vaticinaron?
Opino que no estn obligados, porque cuando un astrlogo o adivino ha puesto toda su
diligencia en el
diablico arte, sin el que no le fuera posible lograr su objeto, ha cumplido ya co
n su deber, sea cual fuese el
resultado. As como el mdico no est obligado a restituir los honorarios si el enferm
o muere, tampoco lo est
el astrlogo a la restitucin de los suyos si hace cuanto puede; con lo que no engaa,
a menos que por
desconocimiento del arte embauque a las gentes (16).
En punto a astrologa, dice el jesuita Arsdekin:
Si alguien afirma por conjeturas fundadas en la influencia de los astros y en el
carcter y disposicin de un
nio, que ser soldado, sacerdote u obispo, este vaticinio estar libre de todo pecado
, porque los astros y la
disposicin natural pueden inclinar la voluntad humana en determinado sentido, per
o no obligarla a seguirlo
(17).
Por su parte, aaden Busembaum y Lacroix:
Se considera lcita la quiromancia, si por medio de las rayas y divisiones de las
manos puede colegirse el
temperamento del cuerpo y conjeturar con mucha probabilidad los afectos e inclin
aciones del nimo (18).
A pesar de las afirmaciones contrarias, ha resultado que la Compaa de Jess pertenec
e en uno de sus
aspectos al linaje de las sociedades secretas. Sus constituciones, traducidas al
latn en 1558 por el P. Polanco
e impresas en Roma, se mantuvieron en riguroso secreto (19), hasta que en 1761 m
and publicarlas el
Parlamento francs cuando el famoso proceso del P. Lavalette.
Los grandes de la orden son seis, a saber: novicios, hermanos, sacerdotes, coadj
utores, profesos de tres
votos y profesos de cinco votos. Adems, hay un sptimo grado secreto, tan slo conoci
do del general de la
orden y de unos cuantos dignatarios, en que consiste el terrible y misterioso po

der de la Compaa, uno de


cuyos mayores timbres de gloria es para ellos la reorganizacin del sanguinario tr
ibunal del Santo Oficio, a
instancias de Loyola.
Los jesuitas son hoy da omnipotentes en la curia romana e influyen decisivamente
en las congregaciones de
cardenales y en la secretara de Estado, de modo que antes de la ocupacin de Roma p
udo decirse que estaba
en sus manos el gobierno pontificio.
Respecto a su organizacin interna dice Mackenzie:
La Compaa de Jess tiene signos secretos y contraseas distintas para cada uno de los
grados, y como no
llevan divisa alguna exterior es muy difcil reconocerlos, a no ser por declaracin
propia, pues segn el encargo
que reciban se presentan como catlicos o protestantes, plebeyos o aristcratas, fant
icos o escpticos.
Tienen espas en todas partes y en todas las clases sociales, y se fingen mentecat
os cuando as les conviene.
Hay jesuitas de ambos sexos y de toda edad que se inmiscuyen por doquiera, hasta
el punto de haber algunos
de familias distinguidas y complexin delicada, que no obstante estn de criados en
casas de protestantes para
mejor servir los intereses de la Compaa. Nunca nos precaveremos suficientemente co
ntra su influjo, pues
como la Orden se funda en la absoluta y ciega obediencia, puede convertir toda s
u fuerza hacia determinado
punto (20).
Por su parte, sostienen los jesuitas que la Orden no es de institucin humana sino
que la fund el mismo
Jess al trazarle la regla de conducta, primero con su ejemplo y despus con su pala
bra (21).
Veamos, pues, esta regla de conducta, y entrense de ella los cristianos piadosos.
Al efecto, entresacaremos
los siguientes pasajes de obras de los mismos jesuitas:
Si lo manda Dios es lcito matar a un inocente, robar y fornicar; porque Dios es S
eor de vida y muerte y de
todas las cosas, y debemos por lo tanto cumplir sus rdenes (22).
El religioso que temporneamente se despoja del hbito con algn propsito criminal, no
comete pecado
abominable ni tampoco incurre en pena de excomunin (23).
Est obligado un juez a restituir el estipendio que recibi por dictar sentencia? Si
se lo dieron con intento de
que fallase injustamente, es muy probable que se pueda quedar con l, pues tal es
el sentir de cincuenta y
ocho tratadistas (24).
LA PASTORAL DE CAMBRAY
No sigamos adelante, porque tan repugnantes por lo hipcritas, licenciosos y desmo
ralizadores son estos
preceptos, que no es prudente traducir del latn muchos de ellos (25), y as tan slo
citaremos ms adelante los
menos espinosos.
Pero qu porvenir aguarda al mundo catlico si ha de continuar dominado por esta nefa
nda sociedad? No
ser muy lisonjero desde el momento en que el mismo cardenal arzobispo de Cambray
levanta su voz en pro

de los jesuitas, aunque como han transcurrido ya dos siglos de la exposicin de ta


n abominables principios, les
ha sobrado tiempo a los jesuitas para amaar su defensa con mentiras afortunadas,
de modo que la mayora
de catlicos jams creern a sus acusadores. El pontfice Clemente XIV suprimi la Compaa d
Jess el 23
de Julio de 1773, y sin embargo la restableci Po VII el 7 de Agosto de 1814.
Pero copiemos el extracto que de la pastoral del arzobispo de Cambray publica un
peridico. Dice as:
... Los enemigos de la religin han establecido distinciones entre el clericalismo
, ultramontanismo y
jesuitismo, que son una sola y misma cosa, esto es, el catolicismo. Hubo tiempo
en que predomin en Francia
cierta opinin respecto a la autoridad del Papa, pero estaba circunscrita a nuestr
a nacin y era de origen
reciente. La potestad civil asumi durante siglo y medio la enseanza oficial. Los p
artidarios de estas doctrinas
se llamaron galicanos, y los oponentes recibieron el calificativo de ultramontan
os por estar Roma ms all de
los Alpes. Hoy da ya no cabe distinguir entre galicanos y ultramontanos, porque l
a doctrina ortodoxa se declar
en contra de la iglesia nacionalizada, segn decisin del concilio ecumnico del Vatic
ano. No es posible ser
hoy catlico sin ser al propio tiempo ultramontano y jesuita.

Esto define la cuestin. Prescindiendo de comentarios, compararemos la preceptiva


moral de los jesuitas con
la de los msticos y fraternidades de la antigedad, a fin de que el lector pueda ju
zgar imparcialmente entre
ambos extremos.
El rabino Jehoshua-ben-Chananea (26) declar que haba operado milagros por virtud d
el libro del Sepher
Yetzireh, y retaba a cuantos no lo creyeran (27).
Simn el Mago era indudablemente discpulo de los tanames de Samaria, y la fama adqui
rida con sus
prodigios, que le valieron el sobrenombre de gran poder de Dios , es prueba elocuen
te de la sabidura de sus
maestros. Ningn cristiano aventajaba a Simn en virtud taumatrgica, a pesar de las c
alumniosas
imputaciones contra l lanzadas por los compiladores de los Hechos de los apstoles.
Es de todo punto ridcula
la leyenda de que habindose elevado Simn en el aire, cayse de pronto por ruegos de
San Pedro y se
quebr las piernas en la cada. En vez de impetrar de Dios el fracaso de su rival, h
ubiera debido el apstol
pedir el auxilio necesario para prevalecer taumatrgicamente contra Simn y sobrepuj
arle en prodigios, pues
lograra con ello manifestar ms fcilmente la superioridad de su poder y convertir m
illones de gentiles y judos
al cristianismo. La posteridad slo conoce un aspecto de esta leyenda, y seguramen
te que de favorecer la
fortuna a los discpulos de Simn dira hoy la historia que fue Pedro el perniquebrado
, si no supiramos que
este apstol tena bastante prudencia para no presentarse en Roma. segn confiesan var
ios historiadores
eclesisticos, ningn apstol aventaj a Simn en maravillas sobrenaturales ; pero las gente
piadosas
replicarn diciendo que esto demuestra precisamente que Simn actuaba por obra del d
iablo.

LA MENTIRA COHONESTADA
Acusaron a Simn de blasfemia contra el Espritu Santo, porque lo consideraba en el
femenino aspecto de
Mente matriz de todas las cosas, sin advertir que el mismo concepto expresa el L
ibro de Enoch cuando
contrapone al Hijo del Hombre el Hijo de la Mujer , as como el apcrifo Evangelio de los
hebreos, cuando
dice que Jess reconoca el aspecto femenino del Espritu Santo en la expresin: mi Madr
e, el santo Pneuma.
El mismo concepto exponen corrientemente el Cdigo de los nazarenos, el Zohar y lo
s Libros de Hermes.
Pero las blasfemias de Simn y de todos los herejes, qu son comparadas con las de lo
s jesuitas que de tal
suerte han dominado al pontificado y al orbe catlico? Oigmoslos de nuevo:
Haced lo que vuestra conciencia os represente por bueno y lcito, pero si por inve
ncible error creis que os
manda Dios mentir y blasfemar, blasfemad.
No hagis lo que repugne a vuestra conciencia, y si por invencible error creis que
Dios prohibe tributarle
culto, dejad el culto de Dios (28).
Obedeced los dictados de vuestra conciencia, sin importar que sean invenciblemen
te errneos, de modo que
si creis que os est mandada una mentira, mentid (29).
Si un catlico cree invenciblemente que est prohibido el culto de lasimgenes y las a
dora, no tendr
Jesucristo ms remedio que decirle: Aprtate de m, maldito, porque adoraste mi imagen
. As tampoco es
absurdo suponer que Jesucristo pueda decir: Ven, bendito, porque mentiste, credo
de que yo te mandaba
mentir (30).
No hay palabras lo suficientemente expresivas para manifestar la aversin que en t
oda conciencia honrada
ha de promover tan estupenda preceptiva. Sea el silencio, nacido de una repugnan
cia invencible, el mejor
comentario de semejantes extravos morales.
Cuando en 1606 fueron expulsados de Venecia los jesuitas, se sublev contra ellos
violentamente el
sentimiento popular. La multitud sigui tras los expulsados hasta el embarcadero,
despidindoles con gritos de:
id enhoramala! Segn comenta Michelet, de quien tomamos estos datos, aquel grito no
ces de resonar en los
dos siglos siguientes: en Bohemia el ao 1618; en la India el de 1623, y en toda l
a cristiandad en 1773.
Cmo es posible, pues, acusar de impiedad a Simn el Mago si obedeca los invencibles d
ictados de su
conciencia? Y bajo qu aspecto han sido los herejes y los mismos infieles de peor e
specie que los jesuitas?
Oigamos a los de Caen:
La religin cristiana es evidentemente creble, pero no evidentemente verdadera. Es
evidentemente creble
porque quienquiera que la abraza obra con prudencia; pero no es evidentemente ve
rdadera porque o bien
ensea oscuramente las cosas o son oscuras las cosas que ensea. Y quienes afirman q
ue la religin cristiana

es evidentemente verdadera, se ven obligados a confesar que es evidentemente fal


sa.
De esto se infiere:
1. Que no es evidente que en el mundo haya en la actualidad una religin verdadera
.
2. Que no es evidente que la religin cristiana sea entre todas la verdadera, porq
ue acaso habis viajado
por todos los pases del mundo y conocis las religiones que profesan?
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . .
4. Que no es evidente que los profetas estuviesen inspirados por Dios, pues tant
o pudieron vaticinar por
profeca como por mera conjetura.
5. Que no es evidente la realidad de los milagros de Jesucristo, aunque nadie pu
eda prudentemente
negarlos.
Tampoco es necesario que los cristianos confiesen explcitamente que creen en Jesu
cristo, en la Trinidad, en
el declogo y los artculos de la fe, pues basta que crean como los judos en Dios y e
n su justicia remunerativa
(31).
Por nuestra parte inferiremos de todo esto que es ms que evidente que al ms solemn
e embustero del
mundo se le puede escapar tal o cual verdad en determinados momentos de su vida.
Ejemplo de ello son los
autores jesuitas, hasta el punto de que es fcil advertir de dnde salieron los anat
emas del concilio ecumnico
de 1870 contra ciertas herejas y la definicin de nuevos dogmas, cuyos inspiradores
eran quienes menos
crean en ellos. La historia no sabe todava que el octogenario Po IX, engredo de su r
ecientemente definida
infalibilidad, es eco fidelsimo de los jesuitas. As dice Michelet:
Un tembloroso valetudinario se ve levantado sobre el pavs del Vaticano. Todo qued
a absorbido y limitado
en l... Durante quince siglos la cristiandad haba estado sometida al yugo espiritu
al de la Iglesia, pero esto no
bastaba, pues les era necesario que el mundo entero se doblegase bajo la mano de
un solo dueo. Pero como
mis palabras seran demasiado dbiles, tomar las del obispo de Pars, cuando en pleno c
oncilio de Trento
deca que los jesuitas han querido convertir a la esposa de Cristo en la concubina
esclava de los caprichos de
un hombre (32).
PROFECA DE HERMES
Los jesuitas se salieron con la suya. Desde la definicin de la infalibilidad, la
Iglesia es un ciego instrumento y
el Papa un agente servil de la Compaa de Jess. Hasta cundo? Mientras les llega el fin
, pueden los
cristianos sinceros recordar las profticas lamentaciones de Hermes Trismegisto so
bre su propio pas, en que
deca:
Ay, hijo mo! Da llegar en que los sagrados jeroglficos parezcan dolos, porque el mundo
tomar por

dioses los emblemas de la ciencia y acusar al glorioso Egipto de haber adorado mo


nstruos infernales. Pero
quienes de este modo nos calumnian adorarn a la muerte en lugar de la vida, y a l
a locura en vez de la
sabidura. Abominarn del amor y de la fecundidad, llenarn sus templos de huesos de m
uerto que llamarn
reliquias, y malograrn su juventud en soledad y llanto. Sus vrgenes preferirn ser m
onjas a ser esposas y se
consumirn en el dolor, porque los hombres habrn profanado con menosprecio los sagr
ados misterios de Isis
(33).
Del acierto de esta profeca nos da prueba el siguiente pasaje:
La opinin ms razonable es que todas las cosas inanimadas e irracionales pueden ser
objeto de adoracin.
Quien comprenda debidamente la doctrina expuesta, advertir que no slo las imgenes p
intadas y toda
representacin de cosas santas expuesta por la autoridad eclesistica al culto de Di
os puede ser adorada
como si fuese el mismo Dios, sino cualquier otra cosa de este mundo, sea de natu
raleza inanimada, racional o
irracional.
Por qu no adorar y venerar como a Dios sin peligro alguno cualquier cosa de este m
undo, puesto que Dios
est en ella en esencia (34) y la conserva continuamente con Su poder? Cuando nos
inclinamos ante ella y la
besamos, nos presentamos ante Dios su autor con toda nuestra alma, considerndole
como el prototipo de la
imagen (35). A esto podemos aadir, que puesto es obra de Dios todo lo de este mun
do y Dios de continuo
mora y labora en el mundo, ms fcil nos ser conocer a Dios por las cosas del mundo q
ue a un santo por los
vestidos que le pertenecieron. Por lo tanto, sin tener en cuenta la dignidad de
la cosa creada, no es vano ni
supersticioso sino puro acto de religin besar el objeto adorado o arrodillarnos s
umisamente ante l, con tal
que dirijamos a Dios nuestro pensamiento (36).
Aunque la doctrina expuesta en este pasaje no redunde en honor de la Iglesia cri
stiana, puede al menos
aprovechar a los llamados paganos para redargir con ella cuando se les eche en cara
su idolatra.
La profeca de Hermes es mucho ms difana que las de Isaas, que facilitaron pretexto p
ara calificar de
demonios a los dioses gentilicios. Pero los hechos suelen tener mayor consistenc
ia que la ms robusta fe.
Todo cuanto los judos saban lo aprendieron de pueblos ms antiguos. Los magos caldeo
s les ensearon la
doctrina secreta durante la cautividad de Babilonia.
Plinio menciona tres escuelas de magia: una de origen desconocido por lo antigua
; la segunda fundada por
Osthanes y Zoroastro; la tercera establecida por Moiss y Jambres. Sin embargo, es
tas mismas escuelas
derivaron sus enseanzas de la India, de las comarcas que se extienden a uno y otr
o lado de los Himalayas.
lAs arenas del desierto de Gobi, en el Turquestn oriental, encubren ms de un secre
to y los sabios del Khotan
han perpetuado curiosas tradiciones y raros conocimientos alqumicos.
Dice Bunsen que las oraciones e himnos del Libro de los Muertos datan de la dina

sta premenista (37) de


Abydos, por los aos 4500 a 3100 antes de J. C. El sabio egiptlogo remonta al ao 305
9 el reinado de Menes
o establecimiento del imperio nacional, antes de cuya poca se conoca ya el culto d
e Osiris y dems
divinidades de la mitologa egipcia (38).
Por otra parte, Bunsen nos lleva mucho ms atrs de los cuatro mil aos computados por
la Biblia a la actual
edad del mundo, y en los himnos correspondientes a esta preadmica era encontramos
preceptos morales
idnticos en el fondo y muy parecidos en la forma a la doctrina expuesta por Jess e
n el sermn de la
montaa. As se infiere de las investigaciones llevadas a efecto por los ms eminentes
egiptlogos y
hierlogos. Dice Bunsen sobre el particular:
Las inscripciones de la duodcima dinasta abundan en frmulas ritualsticas correspondi
entes a muy
primitivos tiempos, as como se ven extractos de los libros hermticos en los monume
ntos de las primeras
dinastas... De estas inscripciones se infiere que para los egipcios el primer fun
damento de piedad consista en
dar de comer al hambriento, de beber al sediento, vestir al desnudo y enterrar a
los muertos. En aquella poca
se conoca ya la doctrina de la inmortalidad del alma, segn demuestra la tablilla n
. 562 del Museo britnico
(39).
LAS NIMAS VIVIENTES
Y acaso sea mucho ms antigua, porque se remonta, en efecto, a la edad en que el a
lma era un ser objetivo,
y por lo tanto no poda negarse a s misma, cuando la espiritualidad de la raza huma
na no conoca la muerte.
Hacia la declinacin del ciclo de vida, el etreo hombre espiritual cay en dulce sueo
de transitoria
inconsciencia para despertar en todava ms alta y luminosa esfera; pero as como el h
ombre espiritual se
esfuerza continuamente en ascender a su fuente originaria, pasando por los ciclo
s y esferas de la vida
individual, el hombre fsico haba de incorporarse al ciclo mximo de la creacin univer
sal hasta revestirse de
carne. Entonces qued el alma demasiado abrumada por el peso de las terrestres ves
tiduras para reconocerse
a s misma, excepto en aquellas naturalezas delicadas, que escasean ms y ms en cada
ciclo.
Sin embargo, ningn pueblo prehistrico neg jams la existencia del verdadero hombre, d
el Yo superior,
pues la filosofa antigua enseaba que slo el espritu es inmortal y que el alma no es
por s misma eterna ni
divina, sino que, unida ntimamente a su envoltura terrestre, se convierte en la m
ente finita, en el principio de la
vida animal o nephesh de las Escrituras hebreas, segn se infiere de los siguiente
s pasajes:
Y cri Dios las grandes ballenas y toda nima (nephesh) que vive y se mueve (40).
Con esto se da a entender la creacin de los animales.
... Y fue hecho el hombre en nima (nephesh) viviente (41).

Aqu vemos que la palabra nephesh se aplica indistintamente al hombre inmortal y a


l bruto mortal.
Porque la sangre de vuestras nimas (nephesh) demandar de mano de todas las bestias
(42).
Salva tu nima (nephesh) (43).
No le quites la vida (nephesh) (44).
El que hiriere animal restituir otro en su lugar, esto es, alma por alma (nephesh
por nephesh) (45).
En los libros de los Reyes tambin se toma la palabra nephesh por sinnima de vida y
alma (46).
Verdaderamente, muy poco podemos aprender en el Antiguo Testamento respecto a la
inmortalidad del
alma, a menos de leerlo cabalsticamente para desentraar su oculto significado. El
vulgo de los hebreos no
tuvo ni tiene la ms ligera idea de la distincin entre alma y espritu, pues confunde
los conceptos de vida,
sangre y alma, llamando a esta ltima soplo de vida. Los traductores de la Biblia
han tergiversado de tal modo
los conceptos, que nicamente los cabalistas pueden restablecer el significado ori
ginal.
La doctrina de la naturaleza trina del hombre est explcitamente expuesta en los li
bros hermticos, en la
filosofa de Platn y en las doctrinas industa y budista. Sin embargo, es una de las
enseanzas ms
importantes y menos comprendidas de la ciencia hermtica. Los Misterios egipcios,
de los que slo conoce el
mundo lo poco que de ellos nos dicen las Metamorfosis de Apuleyo, ejercitaban a
los iniciados en las ms
heroicas virtudes y le transmitan conocimientos que en vano buscan en los libros
cabalsticos los modernos
investigadores, y que las enigmticas enseanzas de la Iglesia romana, inspirada por
los jesuitas, sern
incapaces de descubrir. Resulta, por lo tanto, un agravio para las antiguas conf
raternidades secretas de
iniciados comparar sus doctrinas con las alucinaciones de los discpulos de Loyola
, por sinceros que fuesen en
los primeros tiempos de la Orden.
Uno de los ms poderosos obstculos para la iniciacin, as entre los egipcios como entr
e los griegos, era el
haber derramado sangre humana en cualquiera de las modalidades del homicidio. En
cambio, una de las
mayores recomendaciones para el ingreso en la Compaa de Jess es el haber cometido o
estar dispuesto a
perpetrar un asesinato en defensa del jesuitismo, segn se colige del siguiente pa
saje:
Los hijos que profesen la religin catlica pueden acusar a sus padres del crimen de
hereja si tratan de
apartarlos de la fe; y esto aunque sepan de antemano que han de ser condenados a
muerte en hoguera, como
Tolet ensea... Y no slo pueden negarles el alimento, sino tambin matarlos con justi
cia (47).
Sabido es que el emperador Nern jams se atrevi a solicitar la entrada en los Mister
ios a causa de haber
dado muerte a su madre Agripina. En cambio, oigamos lo que dice un jesuita acerc
a del homicidio:

Si un adltero, aunque sea eclesistico, mata al marido al verse atacado por ste, no
se le debe culpar (48).
Si un padre estuviese en el destierro por peligros a la seguridad del Estado y
al orden social, y no hubiese
otro medio de librarse de l, aprobara que su propio hijo le diese muerte (49).
Al clrigo secular o regular le es lcito matar al calumniador de su persona o de su
orden (50).
Y as son los dems ejemplos que nos dan las autoridades de la Orden para establecer
como regla que un
catlico puede quebrantar las leyes humanas hasta el crimen, sin menoscabo de su j
esutica santidad. Veamos
ahora qu principios morales enseaban los egipcios antes de que los jesuitas perfec
cionasen la tica de tan
curiosa manera.
MORAL EGIPCIA
En las ciudades importantes de Egipto estaba el cementerio separado de la poblac
in por un lago sagrado,
en cuya margen se reunan los cuarenta y dos jueces encargados de juzgar al alma d
el difunto, de la propia
suerte que el Libro de los muertos nos representa el juicio del alma en el mundo
espiritual. Si los jueces se
pronunciaban unnimemente a favor del alma, el barquero conduca el cadver a travs del
lago hasta el lugar
del enterramiento, y terminada la fnebre ceremonia regresaban los sacerdotes al s
agrado recinto, donde el alom-jah (51) instrua a los nefitos acerca del drama que en aquellos momentos se des
envolva en el mundo
invisible, y fortaleca su creencia en la inmortalidad del alma.
El Crata Nepoa (52) describe como sigue los siete grados de la iniciacin:
El nefito pasaba en la escuela de Tebas por las doce pruebas preliminares, se le
intimaba a dominar sus
pasiones y no apartar ni un momento de Dios su pensamiento. Despus haba de subir v
arias escaleras y
vagar a oscuras por una cripta de muchas puertas, pero todas ellas cerradas, par
a simbolizar en esta
ceremonia la peregrinacin del alma no purificada. Si triunfaba de las terribles p
ruebas preliminares reciba los
tres primeros grados de iniciacin, que se llamaban Pastophoris, Neocoris y Melane
phoris. Despus se le
conduca a una vasta cripta llena de momias colocadas con mucho aparato, y se le d
ejaba frente a un atad
con el mutilado cuerpo de Osiris. Esta cripta se llamaba Puerta de la Muerte , y se
guramente aluden a ella el
Libro de Job (53) y los Evangelios (54), aunque equiparndolas con las puertas del
infierno.
Vencida esta prueba, se le llevaba a la Cmara de los Espritus para que estos le juzg
asen.
Entre las enseanzas morales en que se instrua al nefito, figuraban la abstencin de t
odo gnero de
venganza, el auxilio del necesitado, aun con riesgo de la propia vida, honrar a
los padres, enterrar a los
muertos, respetar a los ancianos, proteger a los dbiles y pensar de continuo en l
a muerte seguida de la
resurreccin en nuevo e imperecedero cuerpo (55). La castidad era virtud rigurosam
ente prescrita en las
iniciaciones, y el adulterio estaba penado de muerte.

Al recibir el cuarto grado (Kristophores) se le comunicaba al candidato el miste


rioso nombre de IAO y en el
quinto (Balahala) se le comunicarban los secretos de la alquimia (chemia) en nom
bre de Horus.
En el sexto grado se le enseaba la danza cclica sacerdotal que era un verdadero cu
rso de astronoma,
pues simbolizaba el movimiento de los planetas. En el sptimo grado se le iniciaba
en el misterio final, despus
de pasar por la ltima prueba en el astronomus (56), y entonces reciba la cruz (tau
) que al morir le colocaban
sobre el pecho. Ya era hierofante.
FESTINES OBSCENOS
Cabe comparar la moral de los jesuitas con la de los Misterios paganos, contra l
os que la Iglesia romana
desencadena las iras de su vengativo Dios. Si la Iglesia tuvo tambin sus ritos mi
steriosos, seran tan nobles,
puros y morales ni ms propicios a la ejemplaridad de una vida virtuosa? Oigamos l
o que dice Niccolini
respecto a los modernos misterios del claustro.
En la mayor parte de monasterios y ms particularmente en los de capuchinos y refo
rmados, comienza por
Navidad una serie de fiestas que no terminan hasta Carnaval, y en ellas se entre
gan los monjes a toda clase de
juegos y diversiones, celebran suntuosos banquetes y acuden al refectorio gran nm
ero de vecinos si est el
convento enclavado en una poblacin de segundo orden. Por Carnaval son todava ms esp
lndidos los
festines, en cuyas mesas parece que la abundancia hubiese derramado cumplidament
e su cuerno, a pesar de
que ambas rdenes son mendicantes (57). Al sombro silencio del claustro sucede ento
nces el bullicioso
jolgorio del festn, y en las ttricas bvedas resuenan cantos muy distintos de la sal
modia. Termina la fiesta con
un animado baile, en que para demostrar sin duda cmo el voto de castidad ha desar
raigado en ellos todo
apetito carnal, se presentan vestidos de mujer los monjes ms jvenes y los dems en t
raje de caballero
seglar. No podra por menos de repugnar al lector la escandalosa escena que a todo
esto se sigue. Baste decir
que con frecuencia he sido espectador de semejantes saturnales (58).
El ciclo est en descenso, y a medida que desciende, la naturaleza fsica y pasional
del hombre cobra
mayores bros a costa del Yo superior (59).
Seguramente que apartaremos disgustados la vista de esa farsa religiosa llamada
cristianismo moderno,
para convertirla a las nobles creencias de la antigedad.
En el Libro de los Muertos, que Bunsen califica de inestimable y misterioso libro ,
leemos un discurso que se
supone dirigido por el difunto en representacin de Horus, enumerando todo cuanto
ha hecho por su padre
Osiris. Entre otras cosas, dice el dios:
30. Yo te di el espritu.
31. Yo te di el alma.
32. Yo te di el cuerpo (la fueza).

En otro pasaje, la entidad a que el difunto llama


o, pues el versculo
dice:

Padre

representa el espritu human

Yo llev a mi alma a que hablase con su Padre, con su Espritu (60).


Los egipcios crean que su Ritual era de inspiracin divina, lo mismo que para los i
ndustas lo son los Vedas
y la Biblia para los judos. Segn Bunsen y Lepsius, la palabra hermtico equivale a i
nspirado, porque Thoth, la
Divinidad en persona, revela a sus elegidos los arcanos de las cosas divinas, de
modo que en los libros
hemticos hay pasajes enteros que los egipcios suponan escritos por el mismo dedo de
Thoth (61).
Por su parte dice Lepsius:
En un perodo posterior es todava ms distinguible el carcter hermtico de estos libros,
pues en la
inscripcin grabada sobre un atad correspondiente a la vigesimosexta dinasta, anunci
a Horus al difunto que
el mismo Thoth le ha trado los libros de su palabra divina o Escrituras hermticas
(62).
EL HOMBRE SEGN LOS EGIPCIOS
Sabido que Moiss era sacerdote egipcio, o por lo menos que estaba iniciado en la
doctrina esotrica, no es
maravilla que dijese:
Y el seor me dio dos tablas de piedra escritas con el dedo de Dios (63).
Y dio el Seor a Moiss las dos tablas del testimonio, que eran de piedra, escritas
con el dedo de Dios (64).
La filosofa religiosa de los egipcios consideraba en el hombre tres principios fu
ndamentales: cuerpo, alma y
espritu; pero adems lo consideraban formado de seis elementos componentes, convien
e a saber: kha, cuerpo
fsico; khaba, cuerpo astral; ka, principio de vida o alma animal; akh, mente conc
reta; ba, alma superior; sah,
principio cuyas funciones no comenzaban hasta despus de la muerte fsica.
Durante el perodo de purificacin, el alma visita con frecuencia el momificado cadv
er de su cuerpo fsico,
hasta que, ya purificada del todo, se absorbe en el Alma del mundo, convirtindose
en un dios menor
subordinado al dios mayor Phtah (65), el Demiurgo egipcio o Creador del mundo ma
terial, equivalente al
Elohim bblico. Segn el Ritual egipcio, el alma purificada y unida al superior e in
creado espritu, queda ms o
menos expuesta a la tenebrosa influencia del dragn Apofis. Si alcanz el conocimien
to final de los misterios
celestiales e infernales, es decir, la gnosis consiguiente a su perfecta identid
ad con el espritu, triunfar de sus
enemigos; de lo contrario, ha de quedar sujeta a la segunda muerte (66).
De conformidad con esta doctrina, dice alegricamente el evangelista San Juan:
Y el diablo que los engaaba fue metido en el estanque de fuego y azufre... Y el i
nfierno y la muerte fueron
arrojados en el estanque del fuego. sta es la muerte segunda (67).
Esta segunda muerte es la desintegracin paulatina del cuerpo astral, cuya materia

se restituye a su
originario elemento, segn hemos expuesto ya repetidamente; pero puede eludirse ta
n terrible experiencia por
el conocimiento del Nombre misterioso, llamado la Palabra por los cabalistas (68
).
Pero qu castigo llevaba aparejada la negligencia en el conocimiento de la Palabra?
El hombre de pura y
virtuosa vida no ha de temer castigo alguno, pues tan slo queda sujeto a una dete
ncin en el mundo astral,
hasta que est bastante purificado para recibir la Palabra de su Seor espiritual, p
erteneciente a la poderosa
Hueste; pero si durante la vida prevalece la naturaleza animal, queda el alma ms
o menos inconsciente del
espritu, segn el grado de sensibilidad cerebral y nerviosa, hasta que ms o menos ta
rde acaba por olvidarse
de su divina misin en la tierra. Porque si a manera del vurdalak o vampiro de la
leyenda servia, el cerebro se
nutre y vigoriza a expensas del espritu, la ya semi-inconsciente alma queda embri
agada con los vapores de la
vida terrena, pierde toda esperanza de redencin y es incapaz de vislumbrar el bri
llo del espritu y de or las
admoniciones de su ngel custodio , de su dios . Entonces convierte el alma sus anhelos
a la mayor plenitud
de la vida terrestre, con lo que nicamente puede descubrir los misterios de la na
turaleza fsica. Todas sus
penas y alegras, esperanzas y temores se contraen a las vicisitudes de la vida mu
ndana y rechaza cuanto no
puede percibir por sus rganos de actuacin sensoria. Poco a poco va muriendo el alm
a hasta su completa
aniquilacin, lo cual ocurre a veces muchos aos antes de morir el cuerpo fsico, en c
uyo principio vital ha
quedado ya absorbida el alma cuando llega la hora de la muerte. El nico residuo d
e la entidad humana en
semejantes circunstancias es un cadver astral a manera de bruto o idiota, que imp
otente para elevarse a ms
altas regiones, se disuelve en los elementos de la atmsfera terrestre.
HOMBRES DESALMADOS
Los videntes, los justos, cuantos lograron el supremo conocimiento del verdadero
hombre, recibieron
enseanzas divinas en sueos (69) o por otros medios de comunicacin. Auxiliados por l
os espritus puros que
moran en las regiones de eterna bienaventuranza, predijeron los videntes el porv
enir y previnieron a la
humanidad contra futuras contingencias. Aunque el escepticismo se burle de estas
afirmaciones, estn
corroboradas por la fe basada en el conocimiento espiritual.
En el ciclo que atravesamos menudean los casos de muerte de almas y a cada punto
tropezamos con gentes
desalmadas. No es, por lo tanto, extrao que Hegel y Schelling hayan fracasado en
su tentativa de planear un
abstracto sistema metafsico, cuando hombres que de cultos se precian niegan de pl
ano contra toda evidencia
los palpables fenmenos espiritistas que ocurren todos los das y a toda hora. Si lo
s materialistas niegan lo
concreto, menos dispuestos todava estarn para aceptar lo abstracto.
Al comentar el Ritual egipcio, dice Champollin (70) queen uno de los captulos se l
een misteriosos dilogos
entre el alma y diversas Potestades. Uno de estos dilogos da valiosa prueba de la

eficacia de la Palabra. La
escena ocurre en la Cmara de las Dos Verdades , cuyos diversos elementos constitutiv
os, tales como el
Portal y la Cmara de la verdad , se alegorizan prosopopyicamente para hablar con el alm
a que solicita
entrada y todos se la niegan si no pronuncia los nombres misteriosos. Ningn estud
iante de esoterismo dejar
de reconocer la identidad de estos nombres del Ritual egipcio con los de los Ved
as, la Kbala y los ltimos
textos industas.
Magos, cabalistas, msticos, neoplatnicos, teurgos (71), samanos, brahamanes, budis
tas y lamas
conocieron y confesaron en toda poca la potencia subyacente en estos varios nombr
es, cuya virtud dimana de
la nica e inefable Palabra (72).
Los cabalistas relacionan misteriosamente la virtud de la fe con esta Palabra, y
lo mismo hicieron los
apstoles, apoyados en las siguientes de Jess:
Porque en verdad os digo que si tuvierais fe, cuanto un grano de mostaza..., nad
a os ser imposible (73).
A lo que aade San Pablo:
Cerca est la palabra en tu boca y en tu corazn. sta es la palabra de fe que predica
mos (74).
Sin embargo, aparte de los iniciados, quin puede envanecerse de conocer su verdade
ro significado?
Lo mismo que en la antigedad, es necesaria la fe para creer en los milagros bblico
s; mas para operarlos es
indispensable el conocimiento esotrico de la Palabra. El doctor Farrar y el cannig
o Westcott dicen a una voz
que si Cristo no hubiese obrado milagros no seran los evangelios dignos de fe; pe
ro aun suponiendo que los
obrase, fuera prueba bastante para creer en relatos no escritos de su mano ni dic
tados por l? Por otra parte,
semejante argumento podra aducirse con igual vala para demostrar que los milagros
obrados por taumaturgos
de religin distinta a la cristiana atestiguan la veracidad de sus respectivas Esc
rituras, con lo que se viene a
reconocer la igualdad entre los libros cannicos del cristianismo y del budismo, p
ues tambin estos relatan
estupendos prodigios. Adems, la razn de que ya no haya taumaturgos cristianos es q
ue han perdido la
Palabra; pero si los viajeros no se han puesto de acuerdo para mentir en este pu
nto, hay lamas tibetanos y
talapines siameses muy capaces de obrar prodigios mucho mayores que los del Nuev
o Testamento, sin
atribuirlos a permisin divina ni a quebranto de las leyes naturales. El cristiani
smo contemporneo da pruebas
de estar tan mortecino en la fe como en las obras, mientras que el budismo rebos
a de vida y la demuestra en
obras.
MILAGROS BUDISTAS
La autenticidad de los milagros budistas tiene por apoyo la propia confesin de lo
s misioneros catlicos,
quienes, en la imposibilidad de negar la experiencia, se han visto precisados a
cohonestarlos diciendo que eran

obra del diablo (75). Tan sorprendidos quedaron los jesuitas al presenciar los p
rodigios de aquellos verdaderos
siervos de Dios, que arteramente se disfrazaron algunos de lamas y talapines (76
), para embaucar al vulgo
crdulo en vista de que se les escapaba de sus cristianas redes, hasta que se desc
ubri la impostura. A pesar
de todo, pretendieron los jesuitas de Caen justificar este proceder de los misio
neros, diciendo que as como el
sirio Naaman no disimul su fe al doblar la rodilla con el rey en la casa de Rimmo
n, tampoco los padres de la
Compaa de Jess la disimulan cuando adoptan la regla y visten el hbito de los talapin
es de Siam (77).
Con la misma fe que en los comienzos del perodo vdico se cree hoy en la potencia s
ubyacente de los
mantras y en el Vch de los industas. El Nombre inefable de toda religin es idntico a
l que los masones
forman con los nueve caracteres emblemticos de los nueve nombres con que los inic
iados conocan a la
Divinidad. sin duda alguna que los humildes e ignorantes paganos aventajan a los
altos dignatarios y caballeros
Zadoch de los grandes orientes de Europa y Amrica en el conocimiento de la creado
ra Palabra trazada por
Enoch en los dos deltas de oro pursimo, sobre los cuales grab dos de los misterios
os caracteres. Pero no
comprendemos por qu los compaeros del Arca Real han de lamentar tan de continuo y
tan amargamente su
prdida. Esta palabra de **** est compuesta exclusivamente de consonantes, por lo q
ue dudamos de que
ninguno de ellos haya aprendido a pronunciarla, ni tampoco aprendiera aunque en
vez de corromperla la
hubiesen sacado a la luz de las bvedas secretas .
Se cree que el nieto de Cam condujo al pas de Mizraim el delta sagrado del patria
rca Enoch, y por lo tanto,
nicamente puede encontrarse en Egipto y pases de Oriente la Palabra sagrada; pero
teniendo en cuenta que
tanto amigos como enemigos han divulgado los ms importantes secretos de la masone
ra, no ser malicia ni
animosidad decir que desde la infausta catstrofe de los templarios ninguna logia
masnica de Europa, ni
mucho menos de Amrica (78), ha sabido nada digno de permanecer oculto. Los furios
os ataques de catlicos
y protestantes contra la masonera resultan tan ridculos como la afirmacin del abate
Barruel al decir que los
actuales francmasones descienden de los templarios suprimido en 1314. En sus Mem
orias del jacobinismo, el
citado abate, testigo presencial de la Revolucin francesa, trata extensamente de
los rosacruces y otras
comunidades masnicas; pero la circunstancia de atribuir a los templarios la pater
nidad de los modernos
masones y de achacarles la perpetracin de todos los crmenes polticos, demuestra cun
poco enterado
estaba de esta cuestin y cun ardientemente deseaba poner a los masones como cabeza
de turco donde
descargar la culpabilidad de los golpes que asestaba desde la sombra la Compaa de
Jess, en cuyos
tenebrosos conventculos se han fraguado multitud de crmenes polticos.
Las acusaciones contra los masones no tuvieron otro fundamento que simples conje
turas insinuadas por la
premeditada intencin de envilecerlos. Ninguna prueba concluyente de culpabilidad
se ha podido aducir, y el

mismo asesinato de Morgan fue un pretexto de que los farsantes de la poltica se a


provecharon con fines
electorales (79). En cambio, los jesuitas, no slo toleraron sino que aun indujero
n en ciertos casos al regicidio y
al crimen de lesa patria (80).
APOLOGA DEL REGICIDIO
Dice acerca de este asunto el P. Manuel Sa:
La rebelin de un eclesistico contra el rey no es crimen de lesa majestad, porque l
os eclesisticos no son
sbditos del rey (81).
Aade el P. Juan Bridgewater:
No solamente es lcito a los sbditos, sino que se les requiere como exigido deber a
que nieguen obediencia
y rompan la fidelidad al prncipe siempre que as lo ordene el Vicario de Cristo, so
berano pastor de todas las
naciones de la tierra (82).
El P. Juan de Mariana va todava ms lejos al decir:
Si las circunstancias lo exigieran, ser lcito aniquilar con la espada al prncipe qu
e haya sido declarado
enemigo pblico... No creo que obre mal quien satisfaciendo a la opinin pblica atent
e contra la vida de tal
prncipe, pues no solamente es accin lcita sino loable y gloriosa (83).
Pero la ms delicada muestra de sus cristianas enseanzas nos las da el propio P. Ma
riana en otro pasaje de
la obra precedentemente citada, que dice as:
Soy de opinin que al enemigo no se le debe envenenar con drogas ni ponerle ponzoa
en la comida o
bebida; pero con todo, ser lcito este procedimiento en el caso de que tratamos, pu
es quien matase al tirano
sera sumamente favorecido y alabado, porque accin gloriosa es exterminar de la soc
iedad civil a esta raza
daina y pestilente. Y as no conviene forzar a quien haya de morir por tirano a que
l mismo tome el veneno
interiormente, sino que sin su intervencin se lo aplique otra persona externament
e, pues cuando el veneno
tiene mucha fuerza, basta que se derrame por el asiento o por los vestidos para
quitar la vida (84).
No es extrao que, segn afirma Pasquier, atentase de este modo el jesuita Walpole c
ontra la reina Isabel de
Inglaterra (85).
Burton Robertson, catedrtico de historia contempornea en la universidad de Dublin,
dio en 1862 una serie
de conferencias sobre: La masonera y sus peligros, en las que por todo apoyo recu
rri al abate Barruel (86) y
a Robinson (87), pues ya es costumbre en todo campo recibir fruiciosamente al de
sertor del contrario y
absolverle de toda culpa.
Por otra parte, la Asamblea antimasnica celebrada en los Estados Unidos el ao 1830
acept por razones
polticas aquella jesutica proposicin de Puffendorf, segn la cual a nada obligan los j

uramentos absurdos e
impertinentes ni tampoco los que Dios no acepta (88). Pero todo hombre honrado re
chazar, seguramente, tan
burdo sofisma, convencido de que el cdigo del honor humano obliga infinitamente ms
que cualquier
juramento prestado sobre la Biblia, el Corn o los Vedas.
Los esenios jams juraban sobre cosa alguna; pero su s y su no vala ms que un juramen
to. As, es muy
extrao que naciones tituladas cristianos hayan establecido el juramento obligator
io en los tribunales civiles y
eclesisticos en diametral oposicin al divino mandamiento (89). Por nuestra parte o
pinamos que no slo es
absurdo sino anticristiano sostener que un juramento no obliga si Dios no lo ace
pta, pues ningn hombre, por
infalible que sea, puede penetrar el pensamiento de Dios (90). nicamente la tende
nciosa conveniencia puede
dar la explicacin de semejante despropsito.
Ningn juramento tendr fuerza bastante para ligarnos, hasta que se universalice la
conviccin de que la
humanidad es el ms sublime reflejo del Supremo Ser en la tierra y todo hombre una
encarnacin de Dios;
hasta que el sentimiento de responsabilidad personal est tan vigorizado en el hom
bre, que repugne el perjurio
como el mayor agravio inferido a s mismo y a sus semejantes. La palabra de honor
obliga a cuanto hoy no
puede obligar el juramento.
SOFISMAS ANTIMASNICOS
Resulta, por consiguiente, un abuso de confianza pblica apoyarse, como Robertson
lo hizo en sus
conferencias, en parciales y tendenciosos testimonios. No es, segn dicen ellos, el
malicioso espritu de la
masonera en cuyo corazn se acuan las calumnias , sino el del clericalismo catlico y su
s corifeos. Ninguna
confianza merece el hombre que intente conciliar el honor con el perjurio.
Clamorosamente presume el siglo XIX de mayor civilizacin que los precedentes, y ms
clamorosa es
todava la presuncin clerical de que el cristianismo redimi al mundo de la idolatra y
de la barbarie. Pero ni el
siglo ni la Iglesia tienen razn, segn hemos visto en el transcurso de esta obra. L
a luz del cristianismo slo ha
servido para alumbrar la hipocresa y los vicios estimulados por sus tergiversadas
enseanzas (91) y para
poner de relieve cunto nos aventajaban los antiguos en el concepto del honor. La
errnea doctrina de la
redencin y el continuo insistir del clero en la fragilidad del hombre y su comple
ta subordinacin a los designios
de la Providencia han desvanecido en el cristiano el sentimiento del propio resp
eto y de la confianza en s
mismo, hasta el punto de que entre los llamados impos e incrdulos han de buscarse
los hombres de recia
voluntad y carcter entero.
Cuntase de Hiparco que, desesperado por la vergenza y oprobio resultantes de su pe
rjurio, dise la
muerte, y tan odiosa memoria dej entre las gentes, que nadie sepult su cadver, tend
ido a orilla del mar en la
isla de Samos (92). Esto suceda en tiempos del paganismo; pero en nuestros das los
noventa y seis
delegados asistentes al congreso antimasnico de los Estados Unidos (93) demandan

por una parte el respeto


debido a honrados caballeros, y por otra aducen jesuticos sofismas contra la vali
dez del juramento masnico.
El Congreso, apoyado, segn decan, en las ms eminentes autoridades de filosofa moral y
en los inspirados
(94) autores que escribieron antes de existir la masonera , resolvi que como el juram
ento es un convenio
entre el hombre por una parte y el supremo Juez por otra, y siendo todos los mas
ones infieles, y por lo tanto
indignos de la confianza social, forzosamente han de ser sus juramentos ilegales
y sin obligacin ninguna" (95).
Pero volviendo a los cargos que contra la masonera acumula Robertson en sus Confe
rencias, vemos que
principalmente les acusa de no creer en un Dios personal (96) y de que presumen
poseer el secreto de mejorar
a los hombres y hacerlos con l ms dichosos que con sus doctrinas la Iglesia apostli
ca. Aunque esta doble
acusacin tuviese algo de verdad, denotara que los masones se han apartado del Cris
to mtico y del bblico
Jehovah; pero en sus dos extremos es tan malvola como absurda, segn veremos.
No nos mueve ningn sentimiento personal en estas consideraciones sobre la masonera
, cuyos originarios
estatutos respetamos profundamente (97); pero combatimos la adulteracin de princi
pios en que
modernamente ha degenerado por intrigas de los cleros catlico y protestante. La m
asonera presume de ser la
ms pura organizacin democrtica y est monopolizada por los plutcratas y los ambiciosos
. Se presenta
como maestra de la verdadera tica y es en realidad la propagandista de la teogona
antropomrfica. En el
primer grado de iniciacin oye el aprendiz de labios del venerable que toda catego
ra social se queda a las
puertas de la logia, pues all todos son hermanos sin distincin entre el monarca y
el mendigo; pero en la
prctica es la masonera servil cortesana de cualquier regio vstago que con propsito d
e valerse de ella para
fines polticos se digne ponerse el un da simblico vellocino.
DEGENERACIN DE LA MASONERA
De la decadencia de la masonera podemos juzgar por lo que dice Yarker:

Nada perdera la asociacin masnica si adoptara una ms elevada norma de compaerismo y m


oralidad
con exclusin de todo boato y de cuanto lleva en s fraudes, imposturas, concesin de
grados y otros abusos
inmorales... Tal como est hoy gobernada la confraternidad masnica, va convirtindose
rpidamente en el
paraso de la buena vida, del caritativo hipcrita que olvidando el consejo de San P
ablo decora su pecho con la
joya de la caridad , y en cuanto obtiene la prpura desdea a sus hermanos ms capaces aun
ue menos
ricos. Tal es el fabricante de mezquino oropel masnico, el ruin mercader que esta
fa a miles de incautos
prevalido de las dctiles conciencias de los pocos que hacen caso de sus O. B. Tal
es son los emperadores
masnicos y otros charlatanes que obtienen podero y riquezas gracias a los pujos ar
istocrticos con que
captan la voluntad del vulgo... Creemos haber apuntado suficientemente la relacin
de los ritos masnicos con

los de la antigedad, as como la pureza del rito templario ingls de siete grados, de
l que derivaron
espuriamente muchos otros (98).
No es nuestro intento revelar secretos que hace tiempo divulgaron masones perjur
os, pues todo cuanto de
esencial haya en los smbolos, ritos y consignas que hoy emplea la masonera, lo con
ocen las hermandades
orientales, aunque no exista entre stas y aqulla comunicacin alguna (99).
Pero si algunos masones han aprendido un tanto de la masonera esotrica, gracias al
estudio de libros
hermticos y de su trato personal con hermanos del remoto Oriente, no ocurre lo mism
o con la generalidad de
masones norteamericanos, a quienes conviene advertir que ha llegado el tiempo de
restaurar la masonera y
restituirla a los lmites que le sealaron las primitivas hermandades, con cuyo espri
tu se envanecan en el siglo
XVIII los fundadores de la masonera puramente especulativa. Desde entonces ya no
hay secretos masnicos,
pues la Orden va convirtindose en una asociacin degradada por gentes egostas y malvo
las.
El Consejo supremo del rito antiguo y aceptado, reunido recientemente en Lausana
, se pronunci en contra
de la impa creencia en un Dios personal con atributos humanos, en la siguiente de
claracin: La masonera
proclama, como viene proclamando desde su origen, la existencia de un Principio
creador denominado el Gran
Arquitecto del universo . de esta declaracin protest una exigua minora de masones, di
ciendo que la
creencia en un Principio creador no satisface ni equivale a la creencia en Dios
que la masonera exige de todo
candidato .
Esta opinin, por entero favorable al concepto del Dios personal, tuvo en su apoyo
al general Alberto Pike,
una de las mayores autoridades de la masonera norteamericana, quien dice:
No es un trmino nuevo sino renovado el del Principio creador. nuestros numerosos
y formidables
adversarios dirn con razn que ese Principio creador es idntico al Principio generad
or de los indos y
egipcios, simbolizado antiguamente en el Linga... Si aceptramos este Principio en
vez de un Dios personal,
equivaldra a renegar del cristianismo y del culto de Jehovah para volver a revolc
arnos en las pocilgas paganas
(100).
Son acaso ms limpias las del jesuitismo? La alusin a los numerosos y formidables ene
migos lo explica
todo, pues no hay para qu decir que son los catlicos y parte de los presbiterianos
reformados. En vista de lo
que masones y antimasones dicen unos de otros, cabe la duda de qu bando teme ms al
contrario, aunque no
vale la pena atacar a una asociacin que, como la masonera, no se atreve a tener cr
eencias propias por temor
de suscitar querellas. Si los juramentos masnicos significaran algo y las penas c
on que se conmina a los
perjuros no fuesen irrisorias, cmo podran enterarse los profanos de lo que ocurre p
uertas adentro de la
logia? El hermano terrible resulta tan bufo como el general Bum-Bum de Offenbach,
y los millones de afiliados

que se extienden por el mundo poco valen si no aciertan a mantenerse unidos parr
a desafiar a sus adversarios.
Parece como si el mstico nudo estuviese atado con cordeles de arcilla y la masonera
fuera un juguete a
propsito para satisfacer la vanidad de unos cuantos dignatarios que se complacen
en ostentar insignias y
bandas. Acaso es su autoridad tan falsa como su antigedad? As parece en efecto; per
o como tambin las
pulgas tienen sus pulgas, hay en la Amrica del Norte catlicos alarmistas que inten
tan asustar a los masones
amenazndoles con la unin de la Iglesia y el Estado bajo el patronato de Roma, como
ltima y lgica
consecuencia del desenvolvimiento de los principios protestantes. Viene esto a p
ropsito de que el secretario
de Marina R. W. Thompson public recientemente una obra titulada: El papado y el p
oder civil, cuya correccin
de lenguaje no mereca ciertamente la dureza con que le atacaron, primero un sacer
dote catlico de
Washington y despus el jesuita Weninger, quien derrama sobre el autor toda una re
doma de iracundia que
parece destilada en las bodegas del Vaticano, segn se infiere de las siguientes p
alabras:
INTEMPERANCIAS DE WENINGER
Las afirmaciones de Thompson respecto al forzoso antagonismo entre la Iglesia ca
tlica y las libres
instituciones del pas, denotan ciega audacia y deplorable ignorancia. El autor pr
escinde de la lgica, de la
historia, del sentido comn y de la caridad, y aparece ante el leal pueblo norteam
ericano como un hipcrita de
menguada inteligencia. Ninguna persona culta se atrevera a repetir las manoseadas
calumnias tantas veces
controvertidas... En rplica a la acusacin que de enemiga de la libertad lanza cont
ra la Iglesia, le dir que si
este pas se convirtiese algn da al catolicismo o si los catlicos por estar en mayora
se apoderaran del
gobierno, se desenvolveran ampliamente los principios constitucionales y quedaran
verdaderamente unidos
en todos los Estados de la repblica. Entonces vivira el pueblo en armnica paz al am
paro de la nica fe, y
todos los corazones latiran al unsono en el amor de la patria, henchidos de carida
d e indulgencia para con sus
mismos calumniadores... Puede mandar el autor su libro al zar de Rusia y al empe
rador de Alemania por ver si
en premio le nombran caballero de las rdenes de San Andrs y del guila Negra; pero d
e los patriotas
norteamericanos de claro entendimiento no espere otra condecoracin que la del des
precio. Mientras palpiten
los corazones americanos al calor de la sangre de nuestros padres, sern intiles lo
s esfuerzos de Thompson y
de cuantos le secunden. Los genuinos norteamericanos protegern siempre a la Igles
ia catlica, y por ltimo se
unirn a ella... Soltamos el libro que acabamos de refutar como se arroja una pilt
rafa a los cerncalos de Texas,
es decir, a los que se regodean con la hediondez de la mentira y la calumnia (10
1).
Mientras los norteamericanos quedan advertidos para entrar en el seno de la Igle
sia catlica, nos

complacemos en saber que un tan conspicuo masn como Len Hyneman (102) ha combatido
durante treinta
aos la tendencia de erigir en dogma masnico el concepto de un Dios personal, dicie
ndo a este propsito:
En vez de desenvolverse la masonera al comps del progreso cientfico y de la mentali
dad general, se ha
desviado de sus primitivos propsitos de confraternidad y toma notoriamente matiz
sectario. As se infiere con
toda evidencia del empeo con que mantiene en su ritual las sectarias innovaciones
en l introducidas...
Parece como si la masonera de este pas se mostrase tan indiferente a la antigua ndo
le de la Orden como lo
fueron en el siglo pasado los masones adheridos a la Gran logia de
Londres (103).
La Orden del Temple fue la ltima sociedad secreta que posey colectivamente algunos
de los misterios
orientales, aunque tanto en el siglo pasado como en nuestros das hubo, y tal vez
hay, hermanos aislados
que fiel y secretamente trabajaban bajo la direccin de las fraternidades oriental
es y que al afiliarse a alguna
asociacin masnica de Europa la instruyeron en todo lo que de importante han sabido
los masones, lo cual
explica la analoga entre los Misterios de la antigedad y los grados superiores de
la masonera. Estos
misteriosos hermanos jams descubran, ni aun entre s, los secretos de la asociacin a
que se afiliaban, pues
eran mucho ms sigilosos que los mismos masones, y cuando consideraban a alguno de
estos digno de su
confianza le iniciaban secretamente en los misterios orientales, sin que los otr
os supieran ni una palabra ms
de lo que saban.
Nadie ha podido sorprender la actuacin de los rosacruces, cuyo organismo y final
idad son todava, como
siempre lo fueron, desconocidos para el mundo, y ms particularmente para su encon
ado enemigo el
clericalismo, a pesar de los supuestos descubrimientos de cmaras secretas, velari
os llamados T y fsiles
caballeros de lmparas perpetuas, y a pesar tambin de las engaosas confesiones que e
l tormento arrancaba
a los tesofos, alquimistas, cabalistas, fingidos templarios y falsos rosacruces q
ue murieron en la hoguera.
LOS MODERNOS TEMPLARIOS
En cuanto a los modernos caballeros templarios y a las logias masnicas que preten
den descender
directamente de la antigua Orden del Temple, no poseen ni poseyeron nunca ningn s
ecreto peligroso para la
Iglesia, cuya persecucin contra ellos tuvo desde un principio apariencias de fars
a, pues, segn dice Findel, los
grados escoceses, o sea la ordenacin templaria, data tan slo de los aos 1735 a 1740
, y siguiendo sus
tendencias catlicas, establecieron su residencia principal en el colegio de jesui
tas de Clermont, en Pars, por
lo que se le denomin rito de Clermont.
El actual rito sueco tiene tambin algo del elemento templario, pero est libre de l
a influencia jesutica y no se
entremete en poltica (104).

Sobre la presumida filiacin de los actuales caballeros templarios dice Wilcke:

Los actuales caballeros templarios de Pars pretenden descender directamente de la


antigua Orden y tratan
de probarlo por medio de sus reglas internas, enseanzas secretas y otros document
os. Segn Foraisse, la
masonera naci en Egipto y Moiss comunic sus enseanzas a los hebreos, Jess a los apstol
s, y pro este
camino llegaron hasta los templarios. Todas estas invenciones necesitan los temp
larios parisienses para
apoyar su pretensin sin que las apoye la historia, pues todo este artificio se tr
am en el captulo superior de
Clermont al amparo de los jesuitas, que por entonces contaban con el favor de lo
s Estuardos.
De aqu que el obispo Gregoire (105) y Mnter (106) se declaren en pro de los actual
es templarios.
Entre estos y los antiguos no hay a lo sumo otra analoga que la adopcin de ciertos
ritos y ceremonias de
ndole eclesistica, astutamente incorporadas por el clero a la antigua Orden, que d
esde entonces fue
perdiendo la primitiva sencillez de carcter hasta su total ruina.
La Orden del Temple fue instituida el ao 1118 por Hugo de Payens y Godofredo de S
aint-Omer con el
aparente propsito de proteger a los peregrinos de Jerusaln, pero con el verdadero
objeto de restaurar el
primitivo culto secreto. Teocletes, sumo sacerdote de los nazarenos juanistas, i
nstruy a Hugo de Payens en la
verdica historia de Jess y del cristianismo primitivo, y posteriormente otros dign
atarios de la misma secta le
iniciaron en sus misterios (107). Su oculto designio era libertar el pensamiento
y restaurar la religin nica y
universal. En un principio hacan voto de pobreza, castidad y obediencia, de suert
e que fueron los verdaderos
discpulos del Bautista, que se alimentaba en el desierto de langostas y miel silv
estre. Tal es la verdadera y
tradicional versin cabalstica.
Es un error creer que la Orden de los templarios no se declar contra el dogma catl
ico hasta sus ltimos
tiempos, pues desde un principio fue hertica en el sentido que la Iglesia da a es
ta palabra. La cruz roja sobre
manto blanco simbolizaba, como entre los iniciados de los dems pases, los cuatro p
untos cardinales del
universo (108). Cuando ms tarde tom la Orden carcter de logia y comenzaron las pers
ecuciones, hubieron
de reunirse los templarios muy secretamente en la sala capitular, y para mayor s
eguridad en cuevas o chozas
levantadas en medio de los bosques, con objeto de practicar las ceremonias propi
as de su institucin, al paso
que en las capillas pblicas celebraban el culto catlico.
Aunque eran infamemente calumniosas la mayor parte de las acusaciones levantadas
contra los templarios a
instigacin de Felipe IV de Francia, haba fundamento para inculparles de hereja, segn
el criterio dogmtico
de la Iglesia romana. Los actuales templarios no pueden conciliar su fe en la Bi
blia con la pretensin de ser
directos descendientes de aquellos nazarenos que no crean en la divinidad ni en l
a misin redentora de Cristo
ni en sus virtudes taumatrgicas ni en los principales dogmas catlicos, como la tra
nsubstanciacin, los santos,

las reliquias y el purgatorio. El Cristo era para los nazarenos un falso profeta
; pero a Jess lo respetaban como
hermano. San Juan Bautista era su Maestro; pero nunca le tuvieron en el concepto
que lo tiene la Biblia. Por
otra parte, respetaban las doctrinas de la alquimia, astrologa y magia, as como lo
s talismanes cabalsticos y
seguan las enseanzas de sus jefes.
Sobre el particular dice Findel:
En el siglo pasado, cuando la masonera se consideraba engaosamente hija de los tem
plarios, era muy
difcil creer en la inocencia de esta Orden, pues se acumularon contra ella multit
ud de patraas e imputaciones
no comprobadas, con deliberado propsito de sofocar la verdad. Los masones, admira
dores de los templarios,
recogieron la documentacin del proceso, publicada por Moldenwaher, en donde se pr
obaba la culpabilidad de
la Orden (109).
LOS CABALLEROS DE MALTA
Esta culpabilidad consista nicamente en su discrepancia de los dogmas de la Iglesi
a romana. Mientras los
verdaderos hermanos sufran muerte ignominiosa, los hermanos espurios formaron una s
ecuela de los
jesuitas, por lo que los masones sinceros deben rechazar con horror toda relacin
con ellos, dejndolos solos
con su ascendencia.
Dice sobre la materia el comandante Gourdin:
Los caballeros de San Juan de Jerusaln, llamados tambin hospitalarios y de Malta,
no eran masones sino
que, por el contrario, parecen haber sido enemigos de la masonera, porque el ao 17
40 el Gran maestre de la
Orden de Malta orden publicar en esta isla la bula pontificia de Clemente XII y p
rohibi bajo severas penas las
reuniones masnicas. Con este motivo se marcharon de la isla algunos caballeros y
muchos ciudadanos, y al
ao siguiente, 1741, la Inquisicin empez a perseguir a los masones. Seis caballeros
fueron desterrados
perpetuamente de la isla por haber asistido a una reunin masnica. Al revs de los te
mplarios, no tenan los
caballeros de Malta ceremonia secreta para el ingreso den la Orden, y por esto l
e fue imposible a Reghellini
procurarse un ejemplar del ritual secreto, pues no le haba (110).
Sin embargo, los masones caballeros templarios comprenden tres grados: Rosacruz,
Templario y de Malta
(111). As es que no pueden envanecerse los caballeros templarios de la herencia r
ecibida de los jesuitas, pues
no tienen ms remedio que aceptar la descendencia de los primitivos herejes y anti
cristianos cabalistas
templarios, o confesar su filiacin jesutica y tender sus cuadriculadas alfombras s
obre la plataforma del
ultramontanismo. De lo contrario, no pasarn de pura pretensin sus alegaciones.
La pseuda y clerical orden de los templarios tuvo origen en Francia al amparo de
los adictos a los Estuardos,
segn afirma Dupuy; y como sus favorecedores no han perdonado medio para encubrir
su procedencia
jesutica, no es extrao que un autor annimo (112) se esfuerce en defender a los temp

larios de la inculpacin
d herejas, con lo que despoja a aquellos mrtires del librepensamiento de la aureol
a de respeto que se haban
aquistado.
La falsa orden de los templarios se fund en Pars el 4 de Noviembre de 1804 con una
constitucin amaada
al efecto, y desde entonces ha venido contaminando a la masonera legtima, segn decl
aran los ms
conspicuos masones. La Carta de transmisin (113) tiene visos de tan remota antiged
ad, que, segn confiesa
Gregoire (114), le hubiera bastado este documento para desvanecer toda duda resp
ecto a la procedencia de la
orden (115).
El jesuita conde de Ramsay fue el primero en exponer la idea de que los templari
os se haban refundido con
los caballeros de Malta. Dice a este propsito:
Nuestros ascendientes los cruzados se reunieron en Tierra Santa desde todos los
puntos de la cristiandad y
resolvieron constituir una fraternidad que comprendiese a todas las naciones, co
n objeto de que ligadas en
corazn y alma se mejoraran mutuamente y pudiesen con el tiempo representar un sol
o pueblo intelectual.
LOS TEMPLARIOS BASTARDOS
Por esta razn se unieron los templarios a los caballeros de San Juan, quienes con
stituyeron una hermandad
masnica denominada Masones de San Juan . En el Sello rasgado (1745) se lee la siguie
nte impudentsima
falsedad, digna de los hijos de Loyola: Las logias estaban dedicadas a San Juan,
porque cuando las guerras
santas de Palestina los caballeros masones se refundieron con los caballeros de
San Juan .
Segn afirma Thory, el ao 1743 se invent en Lyon el grado de caballero Kadosh, que s
imboliza la
venganza de los templarios. Sobre lo cual dice Findel:
La orden del Temple fue abolida en 1311, y los caballeros se vieron en la precis
in de secularizarse en 1740
por no serles posible mantener su unin con la orden de San Juan de Malta, algunos
de cuyos individuos
haban sido desterrados de la isla por masones, pues la orden estaba entonces en l
a plenitud de su podero y
bajo la soberana del romano pontfice.
Por su parte, Clavel, una de las ms prestigiosas autoridades de la masonera, aade a
este propsito:
Es evidente que la orden francesa de los caballeros templarios no remonta ms all d
e 1804, y que en
manera alguna puede titularse sucesora de la sociedad denominada: Resurreccin de
los Templarios ni
tampoco sta se dilata en su origen a la genuina y primitiva orden del Temple.
As vemos que los templarios bastardos forjan en el ao 1806 en Pars, bajo la direccin
de los jesuitas, el
famoso Estatuto Larmenio, y veinte aos ms tarde, ya constituidos en asociacin teneb
rosa, mueven manos
asesinas contra uno de los ms nobles prncipes de Europa, cuya muerte qued en el mis

terio por intrigas


polticas con afrenta de la verdad y la justicia. Este prncipe, afiliado a la mason
era, fue el postrer depositario
de los secretos de los legtimos caballeros templarios, que durante cinco siglos h
aban eludido toda indagacin
y celebrado reuniones trienales en Malta (116), mientras los falsos templarios,
los caballeros papistas, dorman
tranquilamente, sin remordimiento de sus crmenes.
Dice a este punto Rebold:
Y a pesar de todo, no obstante el embrollo que los jesuitas armaron de 1763 a 17
72, slo haban logrado
entre sus diversos propsitos el de desnaturalizar y desprestigiar la institucin ma
snica, y para complementar
su disolvente labor organizaron una orden titulada: Oficialidad de los templario
s en confusa amalgama del
espritu de las cruzadas con las quimeras de los alquimistas, que estuvo desde un
principio supeditada al
clericalismo y se movi como sobre las ruedas representativas del propsito que pres
idiera la fundacin de la
Compaa de Jess (117).
De aqu que, a pesar del origen precristiano de la masonera, se hayan incorporado t
odos sus ritos y
smbolos al cristianismo y de que ste le haya comunicado su sabor, pues antes de qu
e el nefito sea admitido
en la logia ha de afirmar su creencia en un Dios personal (118) y asimismo en Cr
isto con relacin a los grados
del Campamento, mientras que los primitivos templarios crean en el desconocido e
invisible Principio de que
emanan las potestades creadoras, impropiamente denominadas dioses, y se atenan a
la versin nazarena,
segn la cual fue Ben-Panther el pecador padre de Jess, quien se proclam hijo de dios
y del Hombre (119).
Esto da la explicacin de los terribles juramentos que sobre la Biblia se exigen a
los masones y de la servil
analoga de sus leyendas con la cronologa bblica. As, por ejemplo, al conferir el gra
do de rosacruz, forman en
lnea los caballeros, y al acercarse el nefito al altar procede el capitn de la guar
dia a proclamarlo caballero
diciendo: A la gloria del Gran Arquitecto del Universo (120), bajo los auspicios
del Soberano Santuario de la
antigua y primitiva masonera etc. . despus, el caballero orador de la logia da un go
lpe y participa al nefito
que las narraciones masnicas se remontan a cuarenta siglos (121) y que hacia el ao
2188 antes de J. C.
coloniz Mizraim el Egipto y ech los cimientos de una monarqua, cuya duracin fue de 1
663 aos (122).
Desde luego, se echa de ver el gran error de cmputo que denota este nmero, aunque
concuerde
piadosamente con la cronologa bblica. Por otra parte, los nueve nombres mticos de l
a Divinidad que, segn
los masones, se conocieron en Egipto en el siglo XXII antes de J. C., se encuent
ran en monumentos de doble
antigedad, en opinin de los ms notables egiptlogos, sin contar con que los masones d
esconocen dichos
nombres.
Lo cierto es que la masonera moderna difiere muy radicalmente de la en otro tiemp
o secreta confraternidad
universal, cuando los adoradores de Brahma, simbolizado en AUM, intercambiaban s

us signos y consignas con


los devotos del TUM. Entonces eran
erra.

hermanos

los adeptos de todos los pases de la ti

EL NOMBRE MISTERIOSO
Cul era, pues, aquel Nombre misterioso, aquella poderosa Palabra por cuya virtud o
braban maravillas los
iniciados indos, caldeos y egipcios?
Dice Horus:
Yo conoc los espritus de An. Por glorioso que sea, no pasa adelante si no me da la
Palabra (123).
En otro himno, el alma transfigurada exclama:
Abridme el camino de Rusta. Soy el Supremo Ser revestido como el Gran Ser. Ya est
oy aqu! Ya he venido!
Deliciosos son para m los reyes de Osiris. Yo creo el agua por virtud de la Palab
ra. No he visto los secretos
ocultos. Yo di verdad al sol. Soy pureza. Me adoran por mi pureza (124).
En la envoltura de una momia se lee:
Yo soy el supremo Dios (Espritu) existente por S mismo y creador de Su nombre... Y
o conozco el nombre
de este supremo Dios que est all.
Los enemigos de Jess le acusan de obrar milagros, y los discpulos nos lo muestran
expeliendo demonios
por virtud del Nombre inefable. Los fariseos crean firmemente que Jess haba hurtado
del santuario el
sagrado Nombre. Los discpulos delatan su creencia en el pasaje siguiente:
Y hacindolos presentar en medio, les preguntaron: Con qu poder o en nombre de quin h
abis hecho
vosotros esto?
Entonces Pedro, lleno de Espritu Santo, les dijo:
... Sea notorio a todos vosotros... que en el nombre de Nuestro Seor Jesucristo N
azareno (125).
En este pasaje, el nombre de Jesucristo no significa su propio nombre, sino aque
l otro Nombre en cuya
posesin y conocimiento estaba Jess de Nazareth por efecto de su iniciacin, aunque l
os judos le acusaran
de haberlos sustrado. Adems, Jess afirma repetidamente que siempre obra en el Nombr
e del Padre y no en
el suyo. Pero qu masn moderno ha odo pronunciar este Nombre? El mismo rito masnico de
clara que lo
desconocen, pues el orador le dice al nefito, en el acto de la iniciacin, que las
consignas recibidas en los
grados precedentes son otras tantas corrupciones del verdadero nombre de Dios gr
abado en el tringulo y que,
por lo tanto, lo substituyen con otra palabra. Lo mismo sucede en las logias azu
les, cuyo Maestro representa al
rey Salomn y conviene con el rey Hiram en que la palabra *** substituir a la del M
aestro hasta que tiempos
ms sabios descubran la verdadera. De los miles de diconos que ayudaron a iniciar a
los nefitos y de los
muchos maestros que musitaron al odo del supuesto Hiram Abiffs la mstica palabra q

ue les sostena en los


cinco puntos de la hermandad, quin sospech la verdadera significacin ni siquiera de
esta palabra
sucednea?
EL VENERABLE

MAH

No pocos maestros de la masonera actual supondrn que est relacionado con la mdula de
los huesos ,
porque ignoran que el nombre del mstico personaje, llamado venerable MAH por los
adeptos orientales que le
obedecen, es abreviatura de la primera slaba de las tres que componen la sustituy
ente palabra masnica. El
Mah vive actualmente en un lugar que tan slo conocen los iniciados, circuido por
desiertos impenetrables, que
no se atrevern a cruzar los misioneros, porque estn llenos de peligros que arredra
n a los ms audaces
exploradores. Sin embargo, durante siglos ha estado resonando en los odos de los
nefitos este ininteligible
retintn de vocales y consonantes, como si aun tuviese virtud suficiente para desv
iar de su areo curso un
velln de cardo. Como el cristianismo, es la masonera un cadver abandonado hace much
o por el espritu.
A este propsito copiaremos la carta que nos envi el conspicuo masn Carlos Sotheran
(126) y dice as:
Nueva York, 11 de Enero de 1877.
En respuesta a su carta, tengo mucho gusto en proporcionarle los datos que desea
respecto a la antigedad
y circunstancias de la masonera actual. Mi placer es mayor al considerar que pues
to pertenece V. a las
mismas sociedades secretas, puede mejor apreciar la necesidad de mantenerme rese
rvado en algunos puntos.
Con mucha razn dice V. que la masonera, como las fracasadas religiones del da, tien
e un pasado fabuloso.
No es extrao que la Orden haya visto estorbadas sus civilizadoras funciones con m
enoscabo de su utilidad,
por efecto de los muchos obstculos que se le han puesto y el cmulo de absurdas ley
endas bblicas
entremezcladas con su historia. Afortunadamente, el movimiento antimasnico promov
ido en los Estados
unidos en este mismo siglo, despert en gran nmero de investigadores el deseo de in
dagar el verdadero
origen de la Confraternidad masnica, determinando con ello una favorable reaccin.
El movimiento de
Amrica se propag a Europa y en ambos continentes salieron a la defensa de la Orden
masones tan
conspicuos como Rebold, Findel, Hyneman, Mitchell, Mackenzie, Hugan, Yarker y ot
ros, cuyas obras son hoy
da valiosos documentos histricos, de suerte que las enseanzas, jurisprudencia y rit
ual de la masonera no
son ya un secreto para los profanos cuyo buen criterio les permita comprenderlas
tal como estn expuestas.
Acertadamente dice V. que la Biblia es la mayor luz de las masoneras europea y am
ericana, pues la
cosmogona bblica y el concepto testico de Dios son sus piedras angulares. Tambin par
ece que su
cronologa est basada en la de la revelacin, y as afirma el doctor Dalcho que la maso
nera es coetnea de la

creacin del mundo. No es maravilla, pues, que tal o cual pundit asegure que Dios
fue el primer Gran maestre y
Adn el segundo, quien inici a Eva en el gran misterio, como despus lo fueron las sa
cerdotisas de Cibeles y
las seoras Kadosh. Otra autoridad masnica, el reverendo doctor Oliver, relata con
toda seriedad los
pormenores de una logia cuyo gran maestre era moiss y su gran diputado era Josu, y
Aholab y Bezaleel los
grandes guardianes.
Como dice V. muy bien, en los misterios masnicos desempea importante papel el temp
lo de Salomn, que
segn han demostrado los arquelogos modernos, no es ni de mucho tan antiguo como se
supone y cuyo
nombre denota su mstico carcter, pues Salomn es palabra formada de Sol-Om-On, nombr
es del sol en tres
distintos idiomas. Esta y otras fbulas, como la colonizacin masnica del Egipto anti
guo, han atribuido a la
Orden un origen que en realidad no tiene, pues las mitologas griega y romana resu
ltaran insignificantes en
comparacin de cuarenta siglos de historia legendaria. Las hiptesis egipcia, caldea
y otras de que se valieron
los inventores de grados elevados , han tenido su corto perodo de preeminencia. La lt
ima hacha por afilar
ha sido consecutivamente la fecunda madre de la esterilidad.
Ambos estamos de acuerdo en que el antiguo sacerdocio tuvo doctrinas esotricas y
ceremonias secretas.
De la hermandad de los esenios, derivada de los gimnsofos industas, procedieron si
n duda alguna las
sodalias de Grecia y Roma. segn las describen los autores paganos. De ellas copia
ron ritos, consignas,
seas, etc., las comunidades medioevales, pues as como las actuales asociaciones ob
reras de Londres son
hijuelas de los antiguos gremios, as tambin los masones operativos eran trabajador
es con ms elevadas
pretensiones. La palabra masn deriva etimolgicamente de la francesa macon (albail),
que a su vez procede
de la raz normanda mas que significa casa. Y de la propia suerte que las citadas
asociaciones londinenses
concedan de cuando en cuando el ttulo de socio libre a los extraos, tambin hicieron
lo mismo los gremios
de masones, como sucedi con Elas Ashmole, fundador del Museo Ashmoleano, que fue r
ecibido en la
comunidad de Warrington el 16 de Octubre de 1646. El ingreso de estos masones li
bres en la Hermandad
operativa prepararon el camino para la gran revolucin masnica de 1717, de que naci
la masonera
especulativa. El falso masn Andrson redact las Constituciones de 1723 y 1738 para
el rgimen de la primera
Gran Logia de masones libres y aceptados de Inglaterra , de donde las han copiado t
odas las logias del
mundo. Para cohonestar Anderson el amao de estas Constituciones, tuvo la audacia
de afirmar que los
reformadores de 1717 haban destruido todos los documentos relativos a la masonera
inglesa; pero
afortunadamente, Rebold, Hughan y otros publicistas encontraron en el Museo Britn
ico, la Biblioteca
Bodleiana y otros establecimientos de pblica erudicin, datos bastantes acerca de l
os masones operativos
para rebatir lo dicho por Anderson.

LA CARTA DE UN MASN
Opino que los mismos autores han demostrado tambin concluyentemente la apocricida
d de la Constitucin
de Colonia de 1535 y de las cuestiones que se suponen entresacadas por el anticu
ario Leylande de un
manuscrito de Enrique VI de Inglaterra, en las que se atribuye a Pitgoras la fund
acin de una logia en Crotona
a la que se afiliaron muchos masones, de los cuales pasaron algunos a Francia do
nde hicieron muchos
proslitos que con el tiempo difundieron la institucin por Inglaterra. Al arquitect
o constructor de la catedral de
San Pablo en Londres, Cristbal Wren, se le llam Gran Maestre de los masones libres ,
pero fue tan slo el
Maestre o Presidente de la corporacin de los masones operativos de Londres. Si re
specto a las Grandes
Logias que actualmente tienen a su cargo los tres primeros grados simblicos, se h
an urdido tantas y tan
groseras fbulas, no es extrao que haya ocurrido lo mismo con los grados superiores
de la masonera, con
mucho acierto tenidos por incongruente mezcolanza de principios contradictorios.
Por otra parte, resulta muy curioso que la mayora de las corporaciones masnicas en
que intervienen los
grados superiores, como el Rito escocs antiguo y aceptado , el Rito de Avin , la Orden
temple , el
Rito de Fessler , el Gran Consejo de los Emperadores de Oriente y Occidente , los Sober
anos Prncipes
masones , etc., etc., sean la progenie de Loyola. El barn Hundt, el caballero Ramsa
y, Tschudy, Zinnendorf y
otros institutores de grados en estos ritos, obraban segn instrucciones recibidas
del general de los jesuitas, y
tuvieron por nido incubador el Colegio de jesuitas de Clermont , en Pars, a cuya inf
luencia estaban ms o
menos sujetos todos los ritos masnicos.
El Rito escocs antiguo y aceptado , hijo bastardo de la masonera, al que no reconocen
las logias azules,
fue invencin del jesutico caballero Ramsay, quien lo estableci en Inglaterra por lo
s aos de 1736 a 1738 con
propsito de laborar por la causa de los Estuardos. A fines del siglo XVIII, unos
cuantos masones aventureros
reorganizaron el rito en la actual serie de treinta y tres grados, en Charleston
(Carolina del Sur). Dos de estos
aventureros, el sastre Pirlet y el maestro de baile Lacorne, fueron los precurso
res de un nuevo reorganizador
llamado Gourgas, oficial de un buque mercante que viajaba entre Nueva York y Liv
erpool.
El mdico Crucefix, apodado Goss y sedicente inventor de algunos medicamentos de nd
ole sospechosa,
introdujo en Inglaterra esta reforma masnica sin otra autoridad que un documento
que decan firmado en
Berln por Federico el Grande el 1. de Mayo 1786 para revisar la Constitucin de los
grados superiores del rito
antiguo y aceptado. Sin embargo, las Grandes Logias de los Tres Globos de Berln d
emostraron
concluyentemente la falsedad de dicho documento, con cuyo apoyo se dice que el R
ito antiguo y aceptado
defraud a los confiados hermanos de Amrica y Europa miles de dlares, parra vergenza
de la humanidad.
Los modernos templarios a que se refiere V. en su carta, son sencillamente grajo
s engalanados con plumas

de pavo real, que tratan de cristianizar a la masonera, pues admiten en su seno,


sin distincin de nacionalidad
ni fe religiosa, a todo el que crea en un Dios personal y en la inmortalidad del
alma. Segn la mayora de los
masones judos, los templarios son idnticos a los jesuitas.
Extrao parece que cuando va debilitndose la creencia en un Dios personal, cuando l
a misma teologa
admite la imposibilidad de definir la idea de Dios, haya quienes intercepten y e
mbaracen el camino para llegar a
la general aceptacin del sublime pantesmo de los antiguos filsofos de Oriente, reno
vado por Jacobo
Boehme y Spinoza. En las logias de sta y otras jurisdicciones se loa frecuentemen
te al Padre, Hijo y Espritu
Santo con disgusto de los masones judos y librepensadores, que de este modo ven o
fendidas sus particulares
creencias. No sucede as en la India, donde la luz de una logia es indistintamente
el Korn, el Zendavesta o los
Vedas. Es preciso, por lo tanto, eliminar de la masonera el sectarismo cristiano,
pues hay actualmente en
Alemania logias que niegan la iniciacin a los judos no alemanes; pero los masones
franceses se han
sublevado contra esta tirana, y el Gran Oriente de Francia admite an a los ateos y
materialistas, por lo que los
dems Orientes repudian a los masones franceses, dando con ello prueba elocuente c
ontra la supuesta
universalidad de la masonera.
Mas, a pesar de sus muchas culpas (pues la masonera especulativa es falible como
toda obra humana), no
hay institucin que haya realizado y est dispuesta a realizar tantos esfuerzos a fa
vor del progreso poltico y
religioso de la humanidad. En el siglo pasado los iluminados predicaron por toda
Europa paz a la choza y
guerra al palacio . Tambin en el pasado siglo lograron los Estados Unidos su indepe
ndencia gracias al auxilio
de las sociedades secretas, ms eficaz de lo que se cree generalmente, pues masone
s fueron Washington,
Lafayette, Franklin, Jefferson y Hamilton. En el siglo XIX, el general Garibaldi
, masn del grado 33, fue el brazo
ejecutor de la unidad de Italia, proclamada desde aos antes por el tambin masn Jos M
azzini con arreglo a
los masnicos o ms bien carbonarios principios de libertad, igualdad, fraternidad,
independencia y unidad.
La masonera especulativa tiene an muchas tareas que realizar, y una de ellas es la
de admitir a la mujer
como colaboradora del hombre en las actuaciones de la vida, segn han hecho recien
temente los masones
hngaros al iniciar a la condesa Haideck. Otra importante tarea es el reconocimien
to prctico de la fraternidad
humana, de modo que la nacionalidad, el color, creencia y posicin social no sean
obstculos para el ingreso
en la masonera. El negro no ha de ser tan slo tericamente el hermano del blanco, pu
es los masones de raza
negra no son admitidos en las logias norteamericanas. Es preciso persuadir a la
Amrica del Sur a que
participe en los deberes de la humanidad.
Si la masonera ha de ser, como se pretende, una escuela de ciencia progresiva y d
e religin progresiva,
debe ir siempre a la vanguardia y nunca a retaguardia de la civilizacin. Pero si
ha de contraerse a esfuerzos
empricos, a meras tentativas para resolver los ms arduos problemas de la humanidad

, debe ceder el puesto a


quienes ventajosamente puedan sucederla, y entre ellos a uno a quien V. y yo con
ocemos, que en los das de
sus esplendorosos triunfos inspir tal vez a los dignatarios de la Orden, como a Sc
rates le inspiraba su
daimonion.
De V. sincero amigo,
Carlos Sotheran
EL TEMPLO DE SALOMN
As se desmorona, cual otro Evangelio revelado, el pico poema de la masonera cantado
por tantos y tan
misteriosos caballeros. Como vemos, los mismos masones contemporneos socavan y de
rruyen el templo de
Salomn, que el vulgo masnico persiste en considerar como fbrica arquitectnica con ar
reglo a las
descripciones exotricas de la Biblia, pero que los estudiantes de la doctrina eso
trica diputarn siempre por
mtica alegora de la ciencia secreta. Diluciden los arquelogos si existi o no el temp
lo de Salomn; pero
ningn erudito versado en las terminologas cabalstica y alqumica dudar de que es puram
ente alegrica la
descripcin del templo, segn el tercer libro de los Reyes. La construccin del templo
de Salomn simboliza la
gradual adquisicin de la magia o sabidura secreta; la evolucin de lo terreno en esp
iritual; la manifestacin
fsica del poder y gloria del espritu por medio de la sabidura y genio del construct
or, que al convertirse en
adepto supera en podero al mismo rey Salomn, emblema del sol o Luz del mundo real
y subjetivo que brilla
en la obscuridad del mundo objetivo. Tal es el templo que puede edificarse sin gol
peteo de martillos ni otras
herramientas.
En algunos puntos de Oriente, la ciencia secreta se llama el templo de siete piso
s y en otros puntos el
templo de nueve pisos , cada uno de los cuales simboliza un grado de conocimiento.
En todos los pases
orientales se llaman constructores los estudiantes y maestros de la ciencia secret
a y de la religin de
sabidura, pues construyen el templo de los secretos conocimientos. A los adeptos
activos se les da el nombre
de operarios o constructores prcticos y a los nefitos se les llama constructores t
ericos. Los primeros
demuestran con obras su dominio de las fuerzas naturales, mientras que los segun
dos estn aprendiendo los
rudimentos de la sagrada ciencia. Los desconocidos fundadores de las primitivas
asociaciones masnicas
tomaron de Oriente estas denominaciones.
En la ordinaria terminologa masnica se entiende por masones operativos los albailes
y artesanos que
constituyeron el gremio hasta la poca de Cristbal Wren, y por masones especulativo
s los individuos de la
Orden tal como est hoy constituida. A pesar de las adulteraciones de los intrprete
s, se trasluce el significado
original de las palabras atribuidas a Jess: T eres Pedro y sobre esta piedra edific
ar mi Iglesia y las puertas
del infierno no prevalecern contra ella . Ya vimos lo que Pater y Petra significaba

n para los hierofantes, que


transmitan al sucesor la interpretacin trazada sobre tablas de piedra en la inicia
cin final. Una vez conocido el
misterio de estas tablas, que le revelaban el misterio de la creacin, el iniciado
se converta en constructor,
pues ya estaba familiarizado con el dodecaedron o figura geomtrica que sirvi de mdu
lo a la construccin del
universo. A lo aprendido en los anteriores grados de iniciacin acerca de las regl
as arquitectnicas, aadase
entonces el empleo de la cruz, cuyos equilteros y simtricos brazos simbolizaban la
planta del templo
espiritual, y cuya interseccin representaba, segn Pitgoras, el punto primordial, el
elemento de toda
existencia, la primera idea concreta de la Divinidad. desde aquel momento era ya
maestro constructor (127) y
poda levantar el templo de sabidura sobre la Petra y permitir que otro lo erigiese
sobre tan firme cimiento.
Las insignias del hierofante egipcio eran una escuadra y un capacete cuadrado (1
28), sin las cuales no poda
presentarse en ceremonia.
LA TAU PERFECTA
La tau perfecta, formada por el brazo vertical (129), el brazo horizontal (130)
y el crculo mundanal, era
atributo de Isis, que al morir un iniciado se colocaba sobre el pecho de su momi
a. Resulta, por lo tanto, muy
extempornea la pretensin de que la cruz es smbolo genuinamente cristiano, pues ya E
zequiel marca con la
tau la frente de los hombres de Jud (131). Los antiguos hebreos trazaban la tau e
n esta disposicin: .......;
pero en los jeroglficos egipcios aparece trazada en esta otra ........ o sea idnti
ca a la cruz cristiana. En el
Apocalipsis vemos tambin que el Alfa y Omega (132) traza el Nombre del Padre en la
frente de los electos
(133).
Prueba de que Jess era iniciado, maestro constructor o maestro masn, como ahora se
les llama, la
tenemos en que en las catedrales ms antiguas aparece su efigie con los atributos
masnicos (134).
Los maestros constructores supervivientes a la hermandad operativa del verdadero
templo andan
literalmente medio desnudos y medio descalzos, no por pueril ceremonia, sino por
que, como el Hijo del
Hombre , no tienen donde reclinar la cabeza, y sin embargo son los nicos poseedores
de la Palabra. Les sirve
de cable remolcador el sagrado cordel triple del sannysi o el cordn de que ciertos
lamas cuelgan la piedra yu,
cuyos talismanes, sin valor aparente, no trocara ninguno de ellos por todas las r
iquezas de Salomn y de la
reina de Saba. La caa de bamb de siete nudos del fakir puede tener tanta virtud co
mo la vara de Moiss, que
brot en el crepsculo vespertino y llevaba grabado el glorioso NOMBRE, por cuyo pode
r obr maravillas en
Mizraim .
Pero estos operativos trabajadores no temen que los presidentes capitulares les tr
aicionen y descubran sus
secretos, pues no los recibieron de Moiss, Salomn ni Zorobabel. Si el hermano Moiss
Miguel Hayes, que en
Diciembre de 1778 (135) introdujo en la Amrica del Norte la Real Arca Masonera, hu

biese presentido las


futuras traiciones, ciertamente que estipulara obligaciones ms severas.
Verdaderamente, la magna y omnieficiente palabra del Arca Real, por largo tiempo
perdida, pero ya
encontrada, ha cumplido su promesa. La consigna de aquel grado ya no es: Yo soy
quien soy, sino
simplemente: Fui, pero no soy.

Para que no se nos tilde de vana presuncin, daremos las claves de algunas cifras
secretas de los ms
importantes grados masnicos, que, si no nos equivocamos, no han sido reveladas ha
sta hoy a los profanos
(136), pues se mantuvieron celosamente reservadas en el seno de las distintas co
rporaciones. Como no nos
liga promesa ni juramento alguno, no abusamos de la confianza de nadie. No es nu
estro propsito satisfacer
una frvola curiosidad, sino demostrar por igual a masones y jesuitas que no posee
n secreto alguno digno de la
atencin de las fraternidades orientales, que con visera calada pueden quitar el a
ntifaz a las asociaciones
europeas, pues universalmente se reconoce que los profanos nada saben de los sec
retos de las supervivientes
fraternidades.
CIFRAS SECRETAS
Los jesuitas emplearon algunas de estas cifras en tiempos de la conspiracin jacob
ita, cuando la Iglesia se
vala para fines polticos de la masonera sedicente sucesora de los templarios. Sobre
esto expone Findel:
En el siglo XVIII, adems de los modernos caballeros templarios, adulteraron los j
esuitas el verdadero
carcter de la masonera. Muchos autores masones, que conocan perfectamente aquel pero
do histrico,
aseguran que siempre influyeron los jesuitas perniciosamente en la fraternidad m
asnica... Respecto a los
rosacruces masones, su primitivo objeto fue nada menos que favorecer y fomentar
el catolicismo, y cuando
esta religin tom el manifiesto propsito de reprimir la libertad de pensamiento... l
os rosacruces redoblaron
sus esfuerzos para detener en lo posible el progreso de la civilizacin (137).
Por otra parte, el Sincerus Renatus (138) dice que las reglas dictadas para el rg
imen de los Rosacruces de
Oro ofrecan pruebas inequvocas de la intervencin jesutica.
Expondremos primeramente el sistema cifrado de los Soberanos Prncipes Roscaruces
39).
CLAVE DE LOS S

uv

P
c

&

ij

CLAVE DE LOS CABALLEROS ROSA CRUZ DE KILWINING

(1

0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
16 17
a b c d e f g h
e kf kg kh

10 11 12 13 14 15
ba

kb kc kd

18 19 20 30 40 50 60 70 80 90 100 200 300 400 500 600 700 800 9


00 1000
ki
kj ck dk ek fk gk hk ik jk
l
cl
dl
el
fl
gl
hl
il
jl
m
CLAVE DE LOS CABALLEROS KADOSH (140)
70 2 3 12 15 20 30 33 38 9 10 40 60 80
a

b c

81 82 83 84 85 86 90 91 94 95
p
q
r
s
t
u

k
v

JEROGLFICO DE LOS CABALLEROS KADOSH (141)

PROCEDIMIENTOS CRIPTOGRFICOS
CLAVE DEL ARCA REAL

m
y

n
z

El alfabeto de esta clave tiene veintisis letras divididas en dos series de trece
, como sigue:
l. serie:

Estos mismos signos con un punto interior componen la


2. serie:

Hay dos procedimientos criptogrficos para usar esta clave. Consiste el primero en
alternar los signos uno sin
punto y otro con l, de modo que correspondan a las veintisis letras del abecedario
ingls, conviene a saber:

El segundo procedimiento consiste en corresponder los trece signos impuntuados d


e la primera serie con las
trece primeras letras hasta la m inclusive; y los trece signos puntuados con las
trece letras restantes (de la n a
la z).

Aleccionados indudablemente por sus expertos tutores, los jesuitas, perfeccionar


on ms tarde los masones
del Arca Real su clave con la adicin de signos correspondientes a la notacin ortog
rfica y fontica, entre los
cuales tenemos los siguientes:

Basta con lo expuesto (142). Ahora hemos de aducir algunas pruebas demostrativas
de que el nombre de
Jehovah, tan querido de los masones, podr substituir pero nunca reemplazar al adm
irable Nombre perdido.
Los cabalistas saben esto perfectamente, y en su secreta etimologa del nombre ...
demuestran
concluyentemente que es uno de los muchos sucedneos del verdadero Nombre, y resul
ta de la combinacin
de Iod, Vau y Heva o sea el nombre del primer andrgino (Adn) y de la serpiente fem

enina, smbolo de la
divina Inteligencia emanada del espritu creador (143).
Por consiguiente, no puede ser Jehovah en modo alguno el Nombre inefable. Si Moi
ss hubiese comunicado
a Faran el verdadero Nombre, no se hubiera resistido a la intimacin, pues por una
parte, los reyes de Egipto
estaban iniciados y conocan dicho Nombre tan bien como quien de ellos lo haba apre
ndido, y por otra parte, el
Nombre era en aquellos tiempos comn posesin de todos los adeptos del mundo (144).
Pero Moiss, segn el
texto literal del xodo, habla a Faran en nombre de Yeva (145), y de aqu que el mona
rca responda:
Quin es el seor (Yeva) para que obedezca a su voz? (146).
PRONUNCIACIN DEL

NOMBRE

La forma nominativa de Jehovah empez a usarse desde la innovacin masotrica, cuando


temerosos los
rabinos de perder las claves de su doctrina, compuestas hasta entonces exclusiva
mente de consonantes,
interpolaron entre ellas puntos representativos de las vocales. Pero los rabinos
desconocan por completo la
recta pronunciacin del Nombre, y en consecuencia le dieron la fontica de Adonah y
la grfica de Ja-ho-vah,
que result de esta suerte una adulteracin del santo y verdadero Nombre. Ciertament
e que los rabinos no
podan por menos de ignorar la recta pronunciacin, pues tan slo el sumo sacerdote le
conoca y comunicaba
poco antes de morir a su sucesor, como es tambin ley entre los brahmtmas de la Ind
ia. nicamente una vez
al ao, en la fiesta de expiacin, poda el sumo sacerdote pronunciar muy quedo el Nom
bre tras el velo del
ntimo recinto del santuario.
La cruel persecucin emprendida contra los cabalistas que conocan el sagrado Nombre
en premio de toda
una vida de santidad, tuvo por causa la sospecha de que abusaban de su virtud (1
47).
El Libro de Jasher (148) abunda en alegoras cabalsticas, alqumicas y mgicas (149), y
resume
compendiadamente el Antiguo Testamento tal como lo tenan los samaritanos, esto es
, el Pentateuco sin los
libros de los profetas. Aunque los rabinos ortodoxos repudian el Libro de Jasher
, parece que es anterior a la
Biblia mosaica (150), de la propia suerte que los Evangelios apcrifos precediero
n a los cannicos. Tanto el
Libro de Jasher como los Evangelios apcrifos son una compilacin de leyendas religi
osas abundantes en
milagros, cuya descripcin no tiene congruencia alguna con la cronologa ni el dogma
.
En ningn otro libro aparece tan clara la diferencia entre los conceptos de Elohim
y Jehovah, pues de este
ltimo tiene el Jasher el mismo que tuvieron los ofitas, es decir, que lo consider
a como emanacin de IldaBaoth o Saturno. Segn el Jasher, Faran pregunta a los magos de su corte: Quin es el d
e quien Moiss
dice: Yo soy quien soy? Y los magos responden: Sabemos que el Dios de Moiss es el H
ijo del Sabio, el Hijo
de antiguos reyes (151).
Ahora bien; quienes opinan que el Libro de Jasher es una leyenda compilada en el

siglo XII, debieran explicar


la anomala de que en los libros cannicos no aparezca la pregunta de Faran a los mag
os y s la respuesta,
segn demuestran los pasajes siguientes:
Los prncipes de Tanis son necios. Los consejeros sabios de Faran dieron un consejo
necio. Cmo diris a
Faran: Yo soy hijo de sabios, hijo de reyes antiguos? (152).
Y parronse el sol y la luna hasta que el pueblo se vengase de sus enemigos. Por v
entura no est escrito
esto en el Libro de Jasher? (153).
Y mand que enseasen el arco a los hijos de Jud, como est escrito en el Libro de Jash
er (154).
De esto se infiere por otra parte, que Jasher debi florecer antes de Josu y que le
tuvieron los hebreos por
autoridad en materia religiosa, por ms que el actual Libro de Jasher sea tan slo r
esumida y extractada copia
del original y consideremos el Pentateuco como el primitivo asiento de los anale
s hebreos.
CONFUSIN DE NOMBRES
De todos modos, Jehovah no es el Anciano de los ancianos a que alude el Zohar, p
ues este tratado nos lo
representa pidindole consejo a Dios para crear al hombre, y as dice:
El Constructor habl al Seor y le dijo:

Hagamos al hombre a nuestra imagen

(155).

Jehovah es tan slo el Metratn, uno de los eones pero no el superior, ni tampoco ca
be identificarlo con la
entidad llamada Memro (Palabra) por Onkelos ni con el Jahve ..., el Ser Supremo.
La enmaraada confusin de los nombres divinos deriv del sigilo en que los primitivos
cabalistas
mantuvieron el verdadero y de las cautelosas precauciones adoptadas por los alqu
imistas y ocultistas
medioevales para salvar la vida. Por esto identific el vulgo a Jehovah con el nico
y supremo Dios. Los
ancianos de Israel y los profetas y rabinos de exquisita erudicin distinguan entre
ambos conceptos; pero
como la diferencia de los nombres era de fontica y la pronunciacin del verdadero a
carreaba la muerte,
ningn iniciado se atreva a comunicarlo al vulgo. De esta suerte, la divinidad sinat
ica se identific andando el
tiempo con Aqul cuyo nombre conocen tan slo los sabios .
En la traduccin bblica de Capellus se lee:
Quienquiera que pronunciare distintamente el nombre de Jehovah, sufra pena de mu
erte.
Este pasaje contiene dos considerables errores. Por una parte, si Jehovah repres
enta aqu la Divinidad, ya
masculina, ya andrgina, est de ms la h final que da terminacin femenina al nombre, e
quivalente en esta
forma al de Binah o tercera emanacin. Por otra parte, traduce Capellus la palabra
nokeb por pronunciar
distinta o claramente, cuando su recto significado es pronunciar correctamente.
Resulta, en consecuencia, que
el bblico nombre de Jehovah es el de una Potestad que en el concepto exotrico sust
ituy al del supremo

Dios.
Entre los muchos errores de traduccin del Levtico, seala Cahen el que debidamente c
orregido denota que
la prohibicin no se refera en modo alguno al exotrico nombre Jehovah, que como los
dems nombres
equivalentes (156) poda pronunciarse impunemente.
La defectuosa versin del texto dice:
Y quien blasfemare el nombre del Seor, sea condenado a muerte (157).
Pero Cahen lo traduce fielmente, diciendo:
Y el que blasfemare el nombre del Eterno, morir (158).
Los smbolos de los israelitas, como los de las naciones gentiles, estaban siempre
directa o indirectamente
relacionados con el culto del sol. El exotrico Jehovah bblico es dual, a semejanza
de las divinidades
gentilicias, por ms que David, opuesto a la ley mosaica, glorifique al seor dicien
do que es Dios de dioses.
Para nosotros, el Seor Dios de Israel merece la misma consideracin que Brahm, Zeus y
otras divinidades
subalternas, pero no reconocemos en l al Dios de Moiss ni al Padre de Jess ni el Nombr
e inefable de los
cabalistas. Jehovah es probablemente uno de los elohimes, uno de los constructor
es que intervinieron en la
formacin (no creacin) del universo, valindose para ello de la preexistente materia;
pero no es ni pudo ser la
incognoscible Causa que cre (bara) en la noche de la eternidad. Los elohimes form
an y bendicen primero para
despus destruir y maldecir. Como Jehovah pertenece al orden de los elohimes, es a
lternativamente benfico y
malfico, que primero castiga y despus se arrepiente. Es el contratipo de Esa y Jaco
b, los mellizos que
simbolizan el principio dual de la Naturaleza. As es que Jacob, por otro nombre I
srael, es la columna de la
izquierda, el aspecto femenino de Esa o principio masculino y columna de la derec
ha. Cuando Jacob lucah
con el Seor Malach-Iho se transmuta ste en la columna de la derecha y Jacob le lla
ma Dios (159), aunque
los intrpretes de la Biblia le hayan relegado a la categora de ngel del Seor. Jacob
le vence, como la materia
suele vencer al espritu, pero sale de la lucha con el muslo dislocado.
EL NOMBRE

DE ISRAEL

El nombre de Israel significa el que lucha con Dios, y se deriva de Isaral o Asa
r, el dios solar llamado
asimismo Suryal, Surya y Sur. El sol que asciende sobre Jacob-Israel equivale al d
ios solar Isaral que
fecunda la materia, simbolizada en el femenino Jacob. Como de costumbre, esta al
egora tiene varios
significados cabalsticos. Tambin Esa o Asu simboliza el sol, y como el Seor , lucha con
Jacob y queda
vencido. El dios solar lucha primero contra l y despus se eleva sobre l en seal de a
lianza, segn se infiere
del siguiente pasaje:
Y salile el sol luego que pas de Fanuel; mas iba cojeando de un pie (160).

Jacob-Israel, en contraposicin a su hermano Esa, toma el nombre de Samael, cuyos h


omnimos son
Azazel y Satn (161).
Si se arguyera que Moiss desconoca la cosmogona industa y no pudo tomar al regenerad
or y destructor
Siva por modelo de su Jehovah, habramos de admitir que todas las naciones dieron
por maravillosa intuicin a
su divinidad exotrica el aspecto dual que vemos en el Seor Dios de Israel . Todas est
as fbulas mitolgicas
son de por s suficientemente significativas. Osiris, Jehovah y Siva simbolizan po
r excelencia el principio activo
de la Naturaleza, las fuerzas que presiden la transformacin de la materia, la vid
a y la muerte que
perpetuamente construyen y destruyen bajo la continuada influencia del anima-mun
di, alma universal o invisible
y omnipotente e inmutable. Espritu que preside la correlacin de fuerzas siempre en
armona con la inmanente
ley del universo. la Vida espiritual es el primordial principio superior; la Vid
a fsica es el primordial principio
inferior; pero ambas son una sola vida en sntesis dual. Cuando el Espritu se desli
ga por completo de la ilusin
para restituirse a su originaria Causa, puede, si quiere, vislumbrar la eterna V
erdad. Pero hasta entonces no
forjemos dolos a nuestra semejanza ni confundamos las sombras con la inextinguibl
e Luz.
Grave error de nuestro siglo ha sido comparar la vala respectiva de las viejas re
ligiones y mofarse de la
Kbala y otras doctrinas tildadas de supersticiosas. Pero la verdad es todava ms sor
prendente que la ficcin,
y al aplicar este aforismo al caso presente vemos que la sabidura de las pocas arc
aicas o la doctrina secreta
de la Kbala oriental no se extingui con los filoleteanos de la escuela eclctica, pu
es todava tiene la gnosis
muchos aunque desconocidos fieles.
Antes de Mackenzie mencionaron otros autores las hermandades secretas, y la circ
unstancia de que se las
tomara por ficciones noveleras contribuy a que los adeptos mantuviesen ms fcilmente
el incgnito. Hemos
conocido personalmente a varios de estos adeptos que muy a su gusto haban convers
ado con escpticos que,
sin sospechar quin fuese su interlocutor, negaban la existencia de las logias y c
omunidades a que aqullos
pertenecan y se burlaban de las facultades en cuyo uso estaban de generacin en gen
eracin durante siglos.
Algunos de dichos adeptos se entremezclan con los grupos de viajeros excursionis
tas, y hasta fines del feliz
reinado de Luis Felipe los camareros y comerciantes de Pars les llamaban nobles ex
tranjeros , credos de que
eran boyardos, nabaes indos o margraves hngaros que visitaban la capital del mund
o civilizado para admirar
sus monumentos y gozar de sus diversiones. Sin embargo, hay observadores que lle
van lo que el mundo llama
su chifladura al extremo de relacionar la presencia en Pars de estos misteriosos
huspedes con
acontecimientos polticos que poco despus ocurrieron, como por ejemplo, la notable
coincidencia de que la
revolucin del 93 estallase a poco de haber estado en Pars unos "nobles extranjeros
que llamaron la atencin
pblica por sus sobrenaturales dotes y msticas doctrinas. Pero los St. Germain y Cagl
iostros de este siglo

siguen distinta tctica, porque les aleccionaron las diatribas y persecuciones del
pasado.
LAS TUMBAS DE GORNORE
Hay hermandades secretas que no se relacionan con los sedicentes pases civilizado
s y mantienen oculta en
su seno la secular sabidura. Estos adeptos podran si quisieran atestiguar su incal
culable antigedad de origen
con documentos comprobatorios que esclareceran muchos puntos oscuros de la histor
ia, as sagrada como
profana; pero si los Padres de la Iglesia hubiesen conocido las claves de los es
critos hierticos y el significado
de los simbolismos egipcio e ndico, seguramente que no escapara a la mutilacin nin
gn monumento antiguo,
aunque la casta sacerdotal tuvo buen cuidado de anotar en sus secretos anales je
roglficos todo cuanto con
ellos se relacionaba. Estos anales se conservan todava, por ms que no sean del dom
inio pblico, y contienen
el historial de monumentos desaparecidos para siempre de la vista de los hombres
.
De cuarenta y siete tumbas reales que segn los anales sagrados existen en las cer
canas de Gornore, tan
slo se tena pblica noticia de diecisiete, segn refiere Diodoro de Sicilia que visit a
quel paraje unos sesenta
aos antes de J. C. No obstante esta prueba histrica, podemos asegurar que todava ex
isten todas las
tumbas, y a su nmero pertenece la descubierta por Belzoni en las montaas areniscas
de Biban-el-Meluk. Los
monjes coptos, de ndole superior a los de otros ritos cristianos, cuyos solitario
s monasterios estn esparcidos
por el desierto de Libia, conocen la existencia de estas tumbas; pero por razone
s que no nos incumbe apuntar,
mantienen el secreto, aunque alguien crea que su hbito es disfraz de ocultas inte
nciones, ms fciles de llevar
a cabo en aquellos desiertos parajes rodeados de tribus musulmanas. Sin embargo,
los monjes griegos de
Jerusaln y los peregrinos que anualmente acuden por Pascua de Resurreccin a visita
r el Santo sepulcro,
tienen a los monjes coptos en mucha estima, y es fama que cuando estos se hallan
presentes en la ceremonia,
desciende milagrosamente de veras el fuego del cielo atrado por sus plegarias (16
2).
Por la violencia se ha de alcanzar el reino de los cielos, y por la violencia lo
alcanza el fuerte . Muchos
aspiran a entrar en el sendero que conduce a las secretas hermandades, y como la
mayor parte se ven
contrariados en su intento, se consuelan de la negativa diciendo que no hay tale
s hermandades. De los pocos
admitidos fracasan las dos terceras partes en la prueba, pues la generalidad de
los hombres no pueden resistir
el rigor de la sptima regla constitucional de los legtimos rosacruces, de comn apli
cacin a todas las
hermandades secretas, segn la cual el rosacruz se ha de hacer por s mismo sin que n
adie lo haga .
Pero no se crea que los candidatos fracasados en la prueba vayan a divulgar lo p
oco que se les enseara,
como hacen algunos masones, pues saben muy bien cun difcil les fuera el intento. A
s es que las
hermandades secretas proseguirn su labor sin replicar palabra a quienes nieguen s

u existencia, hasta que les


llegue la oportunidad de rasgar el velo para mostrarse abiertamente dueas del cam
po.
CAPTULO II
Todas las cosas estn gobernadas en el seno de esta
Trada.- LIDO: De Mensibus, 20.
Tres veces giran los cielos en su eterno eje.
OVIDIO: Fast, IV.
Y dijo Balaam a Balak: Edifcame aqu siete altares y
prepara siete becerros y siete carneros.
Nmeros, XXIII, i.
Todas las criaturas que me han ofendido quedarn anegadas
en siete das por un diluvio; pero t te salvars en un arca
milagrosamente construida. As, toma siete varones justos
con sus mujeres y parejas de todos los animales, y entra en
el arca sin temor, porque entonces vers a Dios cara a cara
y obtendrn respuesta todas tus preguntas.
Bagavta Purna.
Raer del haz de la tierra al hombre... y establecer
mi alianza contigo... Entra t y toda tu casa en el arca...
Porque pasados an siete das yo llover sobre la tierra.
Gnesis, VI, 7 y 18; VII, 1 y 4.
La Tetraktys no slo era venerada por contener en s
todas las sinfonas, sino porque en ella radica la naturaleza
de todas las cosas.- THEOS DE ESMIRNA: Mathem, 147.
Mal cumpliramos nuestra labor si en el curso de esta obra no hubisemos demostrado
la identidad de mitos
csmicos, smbolos y alegoras en que se basan el judasmo, gnosticismo, cristianismo y
masonera cristiana,
pero cuyo significado tan slo pueden comprender acabadamente quienes posean la cl
ave original.
Demostremos ahora cun errneamente interpretaron estos smbolos, mitos y alegoras los
especuladores
que de ellos se valieron para componer sus, en la forma distintos y en el fondo
idnticos, sistemas. Esta
demostracin no slo aprovechar al lector, sino que vindicar a los antiguos, cuyo geni
o merece el respeto del
linaje humano. Procedamos, pues, a cotejar los mitos bblicos con los de las sagra
das Escrituras de otras
naciones para distinguir entre los originales y las copias.
Tan slo hay dos sistemas que debidamente explicados sirvan a nuestro propsito. Es
tos sistemas son: el
industa expuesto en los Vedas y el hebreo resumido en la Kbala. Los Vedas ofrecen
mitos ms grandiosa y
filosficamente concebidos, al paso que la Kbala los remeda de los persas y caldeos
, aunque adaptndolos al
carcter de la nacin hebrea, cuya filosofa quedaba tan subyacente en el mito de absu
rda apariencia, que
nicamente los iniciados podan descubrirla. Pero los traductores cristianos de la B
iblia trastrocaron los mitos
en groseras supersticiones, cual jams imaginarn los filsofos de quienes los cristia

nos tomaron sus


conocimientos. Las quimricas ficciones del vulgo antiguo, envueltas en fluctuante
s sombras y vagarosas
imgenes, quedaron plasmadas en personajes vivos por mano de los telogos cristianos
. La fbula alegrica
se convirti en historia sagrada, y el mito pagano se transmut en revelacin divina.
Dice Horacio (1) que los mitos han sido compuestos por los sabios para dar fuerza
a las leyes y ensear
verdades morales , al paso que en opinin de Euhemereo entraan la historia de reyes y
hroes divinizados
posteriormente por la admiracin de las gentes. Este ltimo criterio prevaleci en el
dogmatismo cristiano al
representar los mitos en personajes de carne y hueso. Sin embargo, se muestran c
ontrarios a esta
personificacin los filsofos ms insignes de la antigedad, entre ellos Platn, Scrates, E
mpdocles, Plotino,
Porfirio, Proclo, Orgenes y aun el mismo Aristteles, quien afirma que la antiqusima
tradicin transmitida a la
posteridad en forma de mitos, nos ensea que las fuerzas naturales pueden consider
arse como potestades
divinas, puesto que la Divinidad anima la Naturaleza toda; pero que todo lo dems
se superpuso
posteriormente para drselo a entender al vulgo, muchas veces con el siniestro pro
psito de mantener leyes
favorecedoras de intereses bastardos, los cuentos de hadas no estn nicamente en la
bios de abuelas y
nodrizas. La humanidad en peso, con excepcin de los pocos que en toda poca compren
dieron su verdadero
significado, escuch infantilmente estos cuentos para transformarlos despus en smbol
os sagrados de que
derivaron las religiones culturales.
EL MISTERIO DEL NMERO SIETE
Pero procedamos en este asunto con todo el orden que consientan los sucesivos co
tejos, y empecemos por
el Gnesis, de cuyos mitos nos darn el verdadero significado las tradiciones industa
s y hebreas.
Segn la historia sagrada, Dios cre el mundo en seis das y el sptimo descans. De aqu el
precepto de la
santificacin del sptimo da, cuya rgida observancia tomaron los cristianos del sbado i
ndusta, aunque
alterando el da de descanso que fue el primero en vez del ltimo de la semana.
Todos los sistemas mstico-religiosos estn basados en nmeros. Segn Pitgoras, la Mnada o
unidad
engendra la duada, y con ella forma primero la trada y despus el cuaternario Arbail, cuyo mstico conjunto
constituye el nmero siete. Los nmeros sagrados principian en el UNO y terminan en
el cero, smbolo del
infinito e ilimitado crculo del universo. Todos los nmeros intermedios, sea cual s
ea su combinacin y
multiplicacin, representan ideas filosficas, desde el impreciso bosquejo hasta la
acabada definicin de los
fenmenos fsicos y morales. Son los nmeros la clave de los antiguos conceptos cosmogn
icos en su ms
amplio sentido, esto es, que comprenden la evolucin integral de la especie humana
y de todos los seres de la
Naturaleza.
El nmero siete es indudablemente de origen indo, y siempre se le tuvo por el ms sa
grado. Los filsofos

arios subordinaron hechos, ideas y lugares al nmero siete, y as tienen:


Los siete rishis o sabios que simbolizan las siete primitivas razas diluvianas,
llamadas por algunos
postdiluvianas.
Los siete lokas o mundos, entre superiores e inferiores, de donde procedieron re
spectivamente los siete
rishis y a donde volvieron antes de alcanzar la bienaventuranza final (moksha) (
2).
Los siete kulas o castas (3).
Las siete ciudades santas (sapta puras).
Las siete islas sagradas (sapta dwipa).
Los siete mares sagrados (sapta samudra).
Las siete montaas sagradas (sapta parvata).
Los siete desiertos (sapta arania).
Los siete rboles sagrados (sapta vruksha).
En la magia caldea ocupa el nmero siete tan preferente lugar como entre los indos
y se le considera bajo
dos aspectos, benfico o malfico, segn las condiciones. As vemos en las tablillas asi
rias, tan fielmente
interpretadas hoy da, el siguiente conjuro:
Tarde de mal agero, regin del cielo que produces desgracias...
Mensajero de peste.
Deprecantes de Ninkigal.
Los siete dioses del vasto cielo.
Los siete dioses de la vasta tierra.
Los siete dioses de las refulgentes esferas.
Los siete dioses de la legin celeste.
Los siete dioses malficos.
Los siete fantasmas dainos.
Los siete fantasmas de llamas malficas.
Demonio daino; daino alal; daino gigim; daino telal...; daino dios; daino maskim.
Recuerda, espritu de los siete cielos... Recuerda, espritu de las siete tierras.
Encontramos tambin el nmero siete en casi todas las pginas del Gnesis y en los dems l
ibros del
Pentateuco, as como en el Libro de Job y en la Kbala caldea. Si tan fcilmente lo ad
optaron los hebreos no
sera a ciegas, sino con completo conocimiento de su oculto significado, y de aqu q
ue tambin adoptaran las
doctrinas de sus vecinos paganos. Por lo tanto, lgico es que indaguemos en la fil
osofa pagana la significacin
del nmero siete que reaparece en el cristianismo aplicado a los siete sacramentos
, las siete iglesias del Asia
menor, los siete pecados capitales, las siete virtudes contrarias, las otras sie
te entre teologales y cardinales,
etc.
SIGNIFICADO DEL ARCO IRIS
Tenan los siete colores del arco iris visto por No otro significado adems de la alia
nza entre Dios y el
patriarca? Al menos para el cabalista tenan un significado inseparablemente unido
al de las siete pruebas
mgicas, las siete esferas superiores, las siete notas de la escala musical, los s
iete nmeros de Pitgoras, las
siete maravillas del mundo, las siete pocas y los siete peldaos masnicos que daban
acceso al Sancta
Sanctorum despus de atravesar los pasos perdidos de tres y cinco. Qu es, pues, este
frecuente nmero

que encontramos en todas las pginas de las Escrituras hebreas y en cada estrofa y
dstico de los textos
industas y budistas? De dnde proceden estos nmeros que animan el pensamiento de Pitgo
ras y Platn y
que ningn orientalista profano ni comentador bblico es capaz de desentraar? Aunque
poseyeran la clave no
sabran utilizarla. En parte alguna como en la India se comprende tan bien el mstic
o valor del lenguaje humano
y su influencia en las acciones, ni nadie lo explica mejor que los autores de lo
s Brhamanas, donde no
obstante su remota antigedad exponen ms concretamente las metafsicas y abstractas e
speculaciones de
sus antecesores.
El profundo respeto de los brahmanes por los sacrificios religiosos les mueve a
decir que el universo surgi a
la existencia a causa de una palabra sacrificial pronunciada por la Causa Primera.
Esta palabra es el Nombre
inefable de los cabalistas, sobre el que ya hemos discurrido precedentemente.
El secreto de los Vedas, el conocimiento sagrado , es impenetrable sin auxilio de l
os Brhmanas. La parte
de los Vedas escrita en verso est constituida por los mantras, himnos o plegtaria
s mgicas, cuya clave est en
los Brhmanas, escritos en prosa. Los mantras son puramente sacros, mientras que l
os Brhmanas contienen
la exgesis teolgica con las interpretaciones sacerdotales. Los orientalistas europ
eos no progresarn
substancialmente en la comprensin de la literatura vdica hasta tanto que pongan su
atencin en obras hoy
desdeadas, como los Brhmanas titulados: Aitareya y Kaushtaki, correspondientes al R
ig Veda.
A Zoroastro se le llam manthran o cantor de mantras, y segn Haug, una de las prime
ras denominaciones
de las Escrituras parsis fue la de Mnthraspenta. El poder y vala del brahmn que ofi
cia en el sacrificio del
Soma deriva de su pleno conocimiento del lenguaje sagrado (Vch), personificado en
Sarasvti, esposa de
Brahm y diosa del conocimiento secreto . Se la representa generalmente montada en un
pavo real, de cola
en abanico, los ojos de cuyas plumas simbolizan la perpetua vigilancia que ve to
das las cosas, es decir, que
quien anhele llegar a ser adepto de la Doctrina Secreta ha de tener los cien ojos
de Argos para ver y entender
todas las cosas.
Tal es la razn por qu creemos imposible resolver los abstrusos problemas subyacent
es en los textos
industas y budistas sin la previa comprensin del significado esotrico de los nmeros
pitagricos. La eficacia
del lenguaje sagrado (Vch) depende de la entonacin dada a los mantras por el ofici
ante, segn el nmero de
slabas, acentuacin y metro del verso sagrado. Si lo pronuncia lentamente y con det
erminado ritmo, producir
un efecto muy distinto del que produzca si lo pronuncia rpidamente y con diverso
ritmo. dice Haug sobre el
particular:
Cada metro potico de los mantras ejerce su respectiva influencia en determinada c
osa del mundo visible, a
la que, por decirlo as, sirve de exponente ideal. La significativa vala del lengua
je mtrico depende del nmero
de slabas de cada verso, porque todas las cosas (segn ensea el sistema pitagrico) es

tn sujetas a
determinada proporcin numrica. Los metros (chhandas), estomas y pristas son tan di
vinos y eternos como
las palabras que contienen. Los primitivos telogos indos no slo creyeron en la rev
elacin de la palabra
sagrada, sino tambin en la de las formas fonticas que haban de asumir estas palabr
as. Estas formas, en
que se encierran las sempiternas palabras vdicas, son smbolos expresivos de las co
sas del mundo invisible y
ofrecen varios puntos de semejanza con las ideas platnicas.
Este pasaje de un autor que no milita en nuestro campo atestigua una vez ms la id
entidad fundamental de la
doctrina subyacente en todas las religiones. Por ejemplo, el metro gyatri consta
de veinticuatro slabas en tres
cesuras de ocho y se lee considera como el ms sagrado metro. Es el metro de Agni,
dios del fuego, y suele
simbolizar al mismo Brahm, el supremo Creador que hizo al hombre a su imagen y se
mejanza.
EL ESPRITU DE LOS MANTRAS
Dice Pitgoras:
El nmero ocho, por otro nombre octada, es el cubo primordial, es decir, que est cu
adrado por todas sus
caras como un dado, de cuya base proceden dos y aun siete nmeros. As es el hombre
un cuadrado
cudruple o cuadrado perfecto (4).
Claro est que excepto los pitagricos y cabalistas, nadie comprender del todo esta i
dea, pero a su
comprensin puede auxiliar el ntimo parentesco entre los nmeros y los himnos vdicos.
Los ms importantes
problemas teolgicos estn ocultos bajo la alegora del fuego y el cambiante lengeteo d
e sus llamas. La zarza
ardiente de la Biblia, el fuego sagrado del mazdesmo y otras religiones, el alma
universal de Platn, el aura
gnea de los rosacruces y el inmortal e inteligente elemento (5) que penetra todas
las cosas, tienen el mismo
significado.
Los Brhmanas estn silbicamente dispuestos de modo que se corresponden con los nmeros
; y segn ha
demostrado Haug, cada forma fontica es el arquetipo de otra visible en la tierra,
de buenos o malos efectos. El
lenguaje sagrado puede salvar la vida, pero tambin dar la muerte, y sus virtudes
son tan slo conocidas del
adepto (dikshita) iniciado en los misterios religiosos, que ya naci del todo a la
vida espiritual. El Vch o espritu
de los mantras es una energa fontica cuyas vibraciones levantan otras anlogas, de m
ayor y ms oculta
energa. Cada una de estas potestades fonticas est personificada por su correspondie
nte entidad en el
mundo de los espritus, y segn se ponga en actuacin, respondern a ella los espritus be
nignos (dioses) o los
espritus malignos (rakshasas). Con arreglo a las creencias industas y budistas, un
a maldicin, una bendicin,
un voto, un deseo, un mal pensamiento pueden asumir forma visible y manifestarse
objetivamente a la vista de
su autor o de aqul a quien vayan dirigidos. Toda culpa se encarna, por decirlo as,

para convertirse en entidad


acosadora de su perpetrador.
Palabras hay cuyas slabas entraan tan destructora energa como los proyectiles objet
ivos, porque cada
vibracin despierta su correlativa en el invisible mundo del espritu, con el consig
uiente buen o mal efecto. El
ritmo armonioso y la dulce meloda de suaves vibraciones establecen un ambiente de
benfica influencia que
acta potsimamente en la naturaleza, as psquica como fsica de todo ser viviente, y aun
reacciona en los que
llamamos inanimados, porque la materia es en esencia espritu, aunque nuestros gro
seros sentidos no sean
capaces de percibirlo.
Lo mismo ocurre con los nmeros. Doquiera que posemos la atencin, desde los profeta
s al Apocalipsis,
vemos que los autores bblicos emplean constantemente los nmeros tres, cuatro, siet
e y doce.
Y aun hay quien sostiene que los Vedas estn copiados de la Biblia! (6). Dicen Max
Mller y otros
orientalistas que el snscrito, idioma de los Vedas, tena ya su estructura gramatic
al completamente
establecida mucho antes de que la poderosa corriente emigratoria lo llevase a Oc
cidente; y por lo tanto, de la
literatura vdica hubieron de derivar los sistemas filosficos e instituciones relig
iosas desenvueltas con el
tiempo entre los semitas. Precisamente, los nmeros con mayor frecuencia repetidos
en esos sublimes cantos
a la creacin, a la unidad de Dios y a las innumerables manifestaciones de su pode
r, que se llaman himnos
vdicos, son el uno, el tres y el siete.
Escuchemos lo que dice el himno de Dirghatamas:
LOS NMEROS UNO, TRES Y SIETE
Al que representa todos los dioses. El Dios aqu presente, nuestro bendito patrn, n
uestro sacrificador, tiene
un hermano que se extiende en pleno aire. Hay un tercer hermano a quien rociamos
con nuestras libaciones...
le hemos visto dueo de los hombres y armado de siete rayos (7).
Siete bridas sirven para guiar un carro de una sola rueda del que tira un solo c
aballo que refulge con siete
rayos. La rueda tiene tres llantas. Es una rueda indestructible, que jams se desg
asta, de la cual penden los
mundos.
Algunas veces siete caballos arrastran un carro de siete ruedas en el que montan
siete personajes,
acompaados por siete fecundas ninfas acuticas.
De un himno al dios Agni entresacamos este otro pasaje:
Surge siempre uno, aunque se manifieste en tres formas de doble naturaleza (8).
Los sacerdotes en el acto
del sacrificio ofrecen a Dios sus plegarias que llegan al cielo llevadas por Agn
i.
Esto denota claramente que Agni es para los industas un espritu subordinado al nico
Dios.
La repeticin de los nmeros uno, tres y siete en todas las Escrituras, es mera coinc
idencia o, como la
razn nos dicta, resultado de la derivacin de las diversas religiones cultuales de
una sola y primitiva religin?

La respuesta es un misterio para el profano; mas para el iniciado es la solucin d


el ms sublime problema
psiquicofsico, pues exacta y verdaderamente le revela la divinidad del individual
espritu del hombre, que no
slo es emanacin del nico y supremo Dios, sino que es el nico Dios asequible a la dbil
y desamparada
comprensin del hombre, el nico Dios que el hombre puede sentir dentro de s mismo. E
sta verdad expone
claramente el poeta vdico al decir:
El Seor dueo del universo y lleno de sabidura ha entrado en m, flaco e ignorante, y
me ha formado de S
mismo en este lugar (9), donde con la ayuda de la ciencia obtienen los espritus e
l pacfico goce del fruto dulce
como ambrosa.
No importa que a este fruto del rbol del Conocimiento le llamemos manzana o pippa
la, como lo llama el
poeta vdico, pues simboliza el fruto de la sabidura esotrica. Nuestro propsito es de
mostrar que el sistema
religioso de la India es miles de aos anterior a las exotricas fbulas del Edn y del
diluvio universal. De aqu
la identidad de doctrinas, pues los iniciados en la primitiva fueron con el tiem
po fundadores de las escuelas
filosficas de Occidente.
Pero escuchemos otro himno:
Pippala, dulce fruto del rbol donde se posan los espritus amadores de la ciencia y
en el que los dioses
obran maravillas. ste es el misterio para quien no conoce al Padre del mundo.
................................................................................
................................................................................
.........
El ttulo de estas estancias anuncia que estn consagradas a los Viswadvas (1
0). El que no conozca al
Ser a quien canto en todas sus manifestaciones, no comprender nada de mis versos;
pero los que Le conocen
no son extraos a esta unin (11).
................................................................................
................................................................................
.........
El Ser inmortal est en la cuna del mortal ser. Los dos espritus coeternos
van y vienen por doquiera. Tan
slo algunos hombres conocen a uno sin conocer al otro (12).
Qu orientalista cuid de inquirir el verdadero sentido de los precedentes pasajes a
pesar de su claridad?
Quin ser capaz de formar concepto exacto de aquel de quien el Rig Veda dice: Al nico
le da el sabio
diversidad de nombres ? los himnos vdicos cantan todas las manifestaciones del nico
en la Naturaleza, y los
libros sagrados califican de puerilidad e insensatez ensear el modo de que los sere
s de sabidura acudan a
instruirnos segn se nos antoje. Porfirio dice que ensean la liberacin de cuanto se r
elaciona con la tierra...
como un vuelo del solo al SOLO .
MSCARAS SIN CMICOS

Max Mller, cuyos discpulos admiten cuanto dice cual si fuera el evangelio de la fi
lologa, tiene razn hasta
cierto punto cuando al determinar la ndole de las divinidades industas las calific
a de mscaras sin cmico...,
nombres sin seres y no seres sin nombres (13). Sin embargo, con esto demuestra Mlle
r el monotesmo de la
religin vdica, y mucha duda cabe de que ni l ni sus discpulos lleguen a desentraar el
pensamiento de los
arios (14) sin previo y detenido estudio de esas mscaras , que les parecern fantasmas
vanos a los
materialistas o cientficos empeados en la imposible tarea de conciliar los hechos
histricos con sus
personales opiniones o con la letra de la Biblia. Pero estas autoridades, de ind
udable prestigio en la ciencia
experimental, son y han sido siempre recusables, como inseguros guas, en cualquie
r otro orden de
investigaciones. Los patriarcas bblicos son tan mscaras sin cmicos como los prajpatis
industas; y sin
embargo, cada supuesto personaje simboliza una idea de la filosofa antigua (15).
Por lo tanto, quin ms a
propsito para desentraar el sentido oculto que los mismos brahmanes y cabalistas?
Negar en redondo la filosofa subyacente en el Rig Veda, equivale a desconocer la
religin madre en que late
el ntimo pensamiento de los filsofos anteriores a la composicin de los Brhmanas. Si
las divinidades
industas son para Mller vanas mscaras, tambin debe suponer que los autores vdicos no
seran capaces
de descubrir a los actores, y entonces no slo los tres Vedas, que segn Mller no mer
ecen este nombre, sino
el mismo Rig Veda resulta una baranda de palabras sin sentido, porque ningn cientfi
co moderno, por erudito
que sea, podr inquirir los significados que no hubiese podido inquirir la sutil y
universalmente reconocida
sagacidad de los antiguos sabios de la India. Tena razn Taylor al decir que la filo
loga no es filosofa .
Resulta muy contrario a la lgica admitir primero un pensamiento subyacente en la
obra literaria de una raza,
tal vez tnicamente distinta de la nuestra, y negarle despus significado filosfico a
este mismo pensamiento,
tan slo porque no nos consiente comprenderlo la diversa orientacin de nuestro dese
nvolvimiento mental.
Esto es precisamente lo que hacen Mller y su escuela, dicho sea con todo el respe
to debido a su erudicin.
Dice el ilustre orientalista a este propsito:
Nos vemos cara a cara y mente a mente con hombres cuyas ideas no comprendemos to
dava a pesar de
haber desechado todo prejuicio. No siempre estaremos afortunados en la interpret
acin, pues muchas
palabras, versos y aun himnos enteros del Rig Veda son y han de ser letra muerta
para nosotros... Porque, con
raras excepciones..., la ideologa vdica est tan all de nuestro horizonte mental, que
en vez de traducir, slo
nos cabe suponer y conjeturar (16).
Esto equivale a decir que, si bien con cautela y fatiga, podemos seguir las huel
las de los autores vdicos.
Por otra parte, slo reconoce Mller verdadero valor al Rig Veda, del que afirma que
es el nico importante,

el nico Veda autntico , y repudia los otros tres por indignos de atencin seria, porqu
e contienen frmulas de
sacrificios, hechizos y conjuros (17). Para Mller, los otros tres Vedas merecen ta
nto este nombre como el de
Biblia el Talmud.
Pero se nos ocurre una pregunta muy natural sobre este punto. Conoce algn erudito
el oculto significado
de las en apariencia absurdas frmulas de sacrificios, hechizos, conjuros y dems qu
imeras mgicas del
Atharva Veda?
Cabe responder que no, si nos apoyamos en la poco antes citada declaracin de Max
Mller, pues si la
ideologa vdica (18) cae tan all del horizonte mental de los eruditos, que en vez de
traducir tan slo les cabe
suponer y conjeturar; si los otros tres Vedas, aparte del Rig, son puerilidades y
tonteras (19), y si los
Brhmanas, los Sutras Yska y Syana, aunque de poca ms prxima al Rig, se prestan a muy f
rvolas y
errneas interpretaciones, no es posible que ni Mller ni erudito alguno juzguen ace
rtadamente la literatura
industa. Adems, si los autores de los Brhamanas (cuya fecha es la ms cercana a la de
l Rig) hubiesen sido,
como se les supone, incapaces de otra cosa que de errneas interpretaciones , en qu poca
, en dnde y
quines compusieron estos grandiosos poemas cuyo mstico sentido perdieron las gener
aciones posteriores?
Por lo tanto, si los textos sagrados de Egipto eran ya ininteligibles (20) para
los escribas sacerdotales de hace
cuatro mil aos, y si los Brhmanas no son ni ms ni menos que pueriles y frvolas inter
pretaciones del Rig
Veda, resultaran los sistemas religiosos de la India y Egipto incalculablemente ms
antiguos de lo que los
mitlogos suponen cautelosamente, y hubieran estado en lo cierto los sacerdotes eg
ipcios, como lo estn los
brahmanes contemporneos, al asignar a sus libros remotsima antigedad.
LA CLAVE DEL RIG VEDA
Jams admitiremos que los otros tres Vedas sean menos valiosos que el Rig, ni que
el Talmud y la Kbala
sean inferiores a la Biblia. El mismo ttulo de Vedas (21) denota que los compusie
ron aquellos hombres
llamados sabios en toda poca y pas. Si prescindiramos del Talmud y de su antecesora
la Kbala, nos sera
imposible interpretar acertadamente ni una sola palabra de esa Biblia tan encomi
ada a sus expensas. Pero
esto es tal vez los que se proponen sus defensores. Repudiar los Brhmanas equival
e a perder la clave del Rig
Veda. La interpretacin literal de la Biblia ha dado ya sus frutos. Tambin los dar l
a de las Escrituras industas,
con la diferencia de que la absurda interpretacin de la Biblia ha logrado con el
tiempo lugar preeminente en los
dominios del ridculo, con defensores ciegos a toda luz y refractarios a toda prue
ba. En cuanto a la literatura
llamada pagana, despus de algunos aos ms de intiles tentativas para descubrir su rel
igioso significado,
quedar relegada al limbo de reprobables supersticiones, para que las gentes no oi
gan hablar ms de ellas.
Quisiramos que se nos comprendiera con toda claridad antes de reconvenirnos por l
as precedentes

observaciones. Ni aun sus propios adversarios dudan de la vasta erudicin del famo
so catedrtico de la
universidad de Oxford. Sin embargo, deploramos que tan a la ligera condene lo qu
e, segn confesin propia,
est ms all de su horizonte mental, pues lo que en los Brhmanas diputa por ridculos er
rores, otros eruditos
lo diputarn contrariamente.
Dice un antiguo rishi en el Rig Veda:
Quin es el supremo entre los dioses? Quin ha de ser el primer loado en nuestros cant
os?
Pero Mller toma equivocadamente el interrogativo pronombre personal
re de una
divinidad, y exclama:

Quin?

por el nomb

En las invocaciones sacrificiales se le asigna un lugar al dios Quin, y se le ent


onan unos himnos llamados
quienescos.
Fuera menos natural designar a Dios con el pronombre quin que llamarle Yo soy con
sus correspondientes
salmos? Y quin podra asegurar que esto sea error y no expresin premeditada? No sera po
sible que tan
extrao trmino derivase del reverente temor que impidi al poeta dar nombre propio y
concreto a Dios,
suprema abstraccin de todo ideal metafsico? O no cabe tambin suponer que el mismo te
meroso
sentimiento determinara tiempo despus a los comentadores a dejar en manos de la f
utura humanidad la tarea
de antropomorfizar al Desconocido, al Quin?
El mismo Mller dice sobre el particular:
Aquellos poetas primitivos pensaban ms por s mismos que por los dems. En su lenguaj
e procuraban ms
bien ser fieles a su propio pensamiento que halagar la imaginacin de sus oyentes
(22).
Desgraciadamente, este pensamiento no despierta vibracin alguna en las mentes de
nuestros fillogos.
Aade Mller en otro pasaje, refirindose a los estudiantes del Rig Veda:
Que estudien los comentarios, los Stras, los Brhamanas y otras obras posteriores a
fin de beber en todas
las fuentes de informacin... No deben desdear las tradiciones de los brahmanes aun
cuando les parezcan
evidentes sus errores... No han de dejar inexplorado ni un rincn de los Brhmanas n
i de los Stras Ysha y
Syana antes de que intenten traducirlos... Cuando el investigador haya terminado
su obra, deben acabarla y
pulirla el poeta y el filsofo (23).
SABIOS INDOS Y EUROPEOS
Mal ao para el filsofo que haya de seguir los pasos de un fillogo para enmendar sus
errores! Curioso
fuera ver cmo acogeran los intelectuales europeos a un sabio entre los sabios indo
s, que tratara de corregir
los errores cometidos por cualquier exgeta al deslindar lo aceptable y lo repudia
ble, lo admisible y lo absurdo
en los libros sagrados de la India. Lo que el cnclave de cientficos europeos (24)

declarase errores
brahmnicos , seguira siendo para los telogos industas de Benars y Ceiln tan verdad como
para los judos
la interpretacin de las Escrituras de Maimnides y Filo Judeo contra las sofistific
aciones de Eusebio e Ireneo
sancionadas por los concilios. Un telogo, un filsofo indo, no conocern la religin e i
dioma de sus
antepasados muchsimo mejor que un erudito ingls o alemn? No tiene un hermeneuta indo
la misma
autoridad para interpretar las Escrituras industas que los rabinos las hebreas? L
os traductores y comentadores
indgenas son seguramente ms fidedignos que los exticos. Sin embargo, cabe la espera
nza de que el
incierto porvenir nos reserve algn erudito europeo que interprete los libros de l
a religin de sabidura con
acierto bastante para que ningn colega le contradiga.
Entretanto, prescindamos de toda presunta autoridad y estudiemos algunos mitos a
ntiguos, apoyndonos en
la interpretacin popular y valindonos del misterioso nmero siete, linterna mgica de
Trismegisto, para
alumbrar nuestro camino. Alguna razn debe de haber para que universalmente haya s
ervido este nmero de
cmputo mstico. Todos los pueblos de la antigedad colocaron sobre el sptimo cielo la
morada del Demiurgo.
As dice el cabalista emperador Juliano:
Si huybiese de hablar de la iniciacin en nuestros sagrados Misterios, que los cal
deos consagraron al dios de
los siete rayos cuya veneracin exaltaba las almas, dira cosas desconocidas, muy de
sconocidas del vulgo,
pero que saben bien los benditos teurgos (25).
Por su parte expone Lido:
Los caldeos dan a Dios el nombre de Iao, y algunas veces el de Sabaoth. Al que e
st sobre las siete rbitas
(26) le llaman Demiurgo (27).
Es preciso consultar los autores pitagricos y cabalistas para percatarse de la po
tencialidad del nmero siete.
Los siete rayos del espectro solar estn representados exotricamente en el dios Hep
taktis (el de los siete
rayos), y se resumen en tres rayos primarios rojo, azul y amarillo, que forman l
a trinidad solar y tipifican
respectivamente el espritu-materia y el espritu-esencia (28).
Los pitagricos llamaban al nmero siete vehculo de vida, como si estuviese dotado de
cuerpo y alma; pues,
segn ellos, el cuerpo humano se compone de cuatro elementos y el alma de tres, co
nviene a saber: razn,
pasin y deseo. Colocaban los griegos la Palabra inefable en el sptimo y ms alto lug
ar, sobre sus siete
substitutas o sucedneas, correspondientes a los grados de iniciacin. Los judos toma
ron el precepto del
sbado de los antiguos, que tenan este da por nefasto y estaba consagrado a Saturno.
En India, Arabia, Siria
y Egipto figuraba ya en los cmputos del tiempo la semana de siete das, que los rom
anos se asimilaron al
conquistar estos pases, aunque hasta el siglo IV no qued del todo substituido por
el hebdomadario el
cmputo de calendas, nonas e idus. Los nombres astronmicos de los das (29) prueban q

ue no deriv de los
hebreos la semana de siete das. Pero antes de analizar cabalsticamente este nmero,
conviene examinarlo
desde el punto de vista del sbado judaico-cristiano.
El Shabbath o Yom-shaba instituido por Moiss en memoria del descanso del Seor Dios
, tras la obra de la
creacin, era tan slo, como dice el Zohar, un velo para encubrir el verdadero signi
ficado. Entonces contaban
los judos y siguen contando ahora numeralmente los das de la semana de esta manera
:
Yom-ahad; yom-sheni; yom-shelisho; yom rebis; yom-shamishi; yom-shishi; y yom-sh
aba. Que equivalen a
da primero; da segundo; da tercero; da cuarto; da quinto; da sexto; da sptimo.
La palabra hebrea ....., consta de las tres letras: s, b, o, y tiene varias ace
pciones. En primer lugar significa
poca o ciclo (shab-ang). La voz ... (sbado) quiere decir poca antigua y tambin desca
nso en idioma copto.
Sabe significa sabidura, erudicin. Los arquelogos modernos han descubierto que el tr
mino hebreo ... (sab)
quiere decir asimismo cabeza gris, y por lo tanto, el da de saba era aquel en que
los hombres de cabeza gris ,
o sea los ancianos de una tribu, se reunan para celebrar los sacrificios (30).
EL DOMINGO CRISTIANO
As que la semana de siete das es el antiqusimo perodo Saba o Sapta. Las fiestas luna
res de la India
demuestran que tambin en este pas se celebraban asambleas semanales. As como cada f
ase de la luna
determina alteraciones atmosfricas, tambin ocurren mudanzas en el universo entero,
de las que las
meteorolgicas son las menos importantes. El da sptimo, el ms poderoso da prismtico, se
congregan los
adeptos de la ciencia secreta, como se congregaban hace miles de aos, para actuar
de agentes de las ocultas
fuerzas naturales (emanaciones del Dios operante) y comunicarse con los mundos i
nvisibles. Los antiguos
sabios santificaban el sptimo da, no porque creyeran en el divino descanso, sino p
orque conocan su oculta
influencia. De esto deriva la profunda veneracin en que los antiguos filsofos tenan
el nmero siete, que
calificaban de sagrado y venerable . La Tetraktis pitagrica, tan respetada por los pla
tnicos, se
representaba en forma del cuadrado debajo del tringulo, smbolo este ltimo de la Tri
nidad comprensiva de la
invisible Mnada o Unidad; pero el nombre de la Tetraktis, por lo sacratsimo, slo po
da pronunciarse en el
santuario.
La austera observancia del sbado (31) por los protestantes tiene mucho de tirana r
eligiosa y su dao
excede al beneficio, pues con toda seguridad que no estuvo jams en el pensamiento
de Jess distinguir dicho
da de los otros seis, como as lo demostr con hechos y palabras, aparte de que los p
rimitivos cristianos no
guardaban este precepto (32).
Cuando el judo Trifn reconviene a los cristianos porque no guardaban el sbdo, le re
sponden los
reconvenidos:

La nueva ley os mandar guardar un sbado perpetuo. Vosotros imaginis que sois religi
osos, despus de
pasar un da en la ociosidad; pero el Seor no se satisface con esto. Si el perjuro
y el defraudador se
enmiendan y el adltero se arrepiente, guardarn el sbado ms acepto a Dios. Los elemen
tos jams estn
ociosos ni guardan sbado. Si antes de Moiss no hubo necesidad de guardar el sbado,
tampoco debe
haberla despus de Jesucristo.
En cuanto al concepto de la Causa primera, dice Juan Reuchlin:
La Heptaktis no es la Causa suprema, sino sencillamente Su emanacin, el primer ef
ecto visible de la
irrevelada Potestad. Es como Su divino aliento que, surgido impetuosamente, se c
ondensa y refulge hasta
convertirse en Luz que perciben los sentidos externos (33).
Este concepto de la emanacin del Altsimo equivale al del Demiurgo o los Elohim (34
) que forman el mundo
en seis das y descansan el sptimo. Pero los Elohim no son ni ms ni menos que la per
sonificacin de las
fuerzas de la Naturaleza, los fieles agentes de las leyes de Aqul que de por S es
armnica e inmutable Ley.
Los Elohim moran en el sptimo cielo (mundo espiritual), pues, segn los cabalistas,
formaron sucesivamente
los seis mundos materiales, o mejor dicho, los seis bosquejos de mundos preceden
tes al nuestro, que es el
sptimo. Pero si dando de mano al concepto metafsico-espiritual, nos contraemos al
cientfico-religioso de la
creacin en seis das, tan detenida y dilatadamente comentado por los exgetas, podrem
os acaso desentraar
el oculto sentido de esta alegora.
Los antiguos filsofos estaban versados en ciencias ocultas y podan ensear que los s
eis mundos
precedentes haban evolucionado fsicamente en las sucesivas etapas de nacimiento, d
esarrollo, madurez,
decrepitud y muerte, y que terminado el ciclo de evolucin se haban restituido a su
prstina modalidad de
mundo etreo, para morada durante toda una eternidad (35) de los espritus de hombre
s y animales (36).
Nuestro planeta est tan sujeto a la evolucin fsica como todo cuanto en l existe. De
la mente de Aqul de
quien nada sabemos y que tan slo podemos concebir vagamente, impelido por Su volu
ntad creadora, surgi a
la existencia este globo, cuya materia, fludica y semi-etrea al principio, fue con
densndose gradualmente
hasta que la necesidad de evolucin fsica, determinada por la materia (37), actuali
z sus propias facultades
creadoras. La Materia ret al Espritu y la tierra tuvo tambin su cada, cuyo castigo e
st simbolizado en que
tan slo puede procrear y no crear. La tierra fsica o material es el agente servil
de su dueo el espritu. As
dicen los Elohim:
Multiplicar tus dolores; con dolor parirs los hijos... Maldita ser la tierra en tu
obra..., espinas y abrojos te
producir... (38).

MALDICIN ALEGRICA
Esta alegrica maldicin durar hasta que la ms diminuta partcula de materia terrestre h
aya recorrido su
ciclo evolutivo y por sucesivas transformaciones llegue a integrar el alma vivie
nte, de modo que sta alcance el
punto terminal del arco ascendente del ciclo y se identifique con su metraton, o
espritu redentor, en el ms alto
peldao de los mundos espirituales, de vuelta ya a la primaria morada de donde ema
n. Ms all se abre el
ABISMO sin fondo y empieza el MISTERIO.
Conviene recordar que todas las cosmogonas reconocen una Trinidad creadora formad
a por el Padre
(espritu), la Madre (materia) y el Hijo (universo manifestado), procedente de amb
os. Cada uno de los astros
que constituyen el universo pasa sucesivamente por cuatro edades o pocas anlogas a
las de la vida
humana, y as tienen su infancia, juventud, virilidad y vejez. Estas cuatro pocas,
con las tres personas de la
Trinidad creadora, componen de nuevo el sagrado siete.
Los captulos preliminares del Gnesis no exponen ni la ms remota alegora de la creacin
de nuestro
mundo, sino que entraan el concepto metafsico de un perodo indefinido (39) de la et
ernidad, durante el cual
la ley de evolucin intent diversas veces construir universos. As dice el Zohar:
Hubo mundos que perecieron apenas surgidos a la existencia. No tenan forma y se l
es llam chispas, como
las que el forjador hace brotar en todas direcciones cuando machaca el hierro. L
as chispas son los mundos
primitivos que no perduraron porque el Sacro Anciano (40) no haba asumido an su fo
rma de rey y reina (41),
y el Maestro no se ocupaba todava en desenvolver su obra (42).
Los seis perodos o das del Gnesis se refieren al mismo concepto metafsico, o sea que
infructuosamente
los Elohim intentaron por cinco veces construir nuestro universo, hasta que a la
sexta vez lograron formarlo con
todos sus planetas (43) y descansaron en el perodo sptimo. As dice el Zohar:
Y cuando el Santo cre el presente mundo, exclam: ste me place; los precedentes no m
e pluguieron (44).
Y dice el Gnesis:
Y vio Dios (Elohim) todas las cosas que haba hecho; y eran muy buenas. Y fue la t
arde y la maana el da
sexto (45).
DA Y NOCHE

DE BRAHM

Ya explicamos oportunamente el significado del da y noche de Brahm. El da simboliza


un perodo de
actividad csmica y la noche igual perodo de reposo. Durante el da de Brahm se desenv
uelven los mundos a
travs de las cuatro etapas o edades de su existencia. Durante la noche, la inspir
acin de Brahm invierte el
sentido de las fuerzas naturales, se disgregan poco a poco las cosas visibles, s
obreviene el caos y en el reposo
cobra el Cosmos nuevo vigor para el prximo perodo de evolucin. En la maana de un da d

e Brahm los
procesos de formacin alcanzan el mximo de actividad, y por la tarde van declinando
gradualmente hasta que
llega la noche y con ella el pralaya. Estas maana y tarde constituyen un da csmico,
por lo que no cabe duda
de que el autor del Gnesis se refera a un da de Brahm al decir:
Y fue la tarde y la maana, un da (46).
Seis das de gradual evolucin, uno de reposo y despus el anochecer. Desde la aparicin
del hombre en
este mundo, ha sido el tiempo un perpetuo sbado de reposo para el Demiurgo.
Las teoras cosmognicas del Gnesis se resumen en las razas de los hijos de Dios y de
los hijos de los
hombres, de los gigantes a que alude el captulo VI. En rigor, la historia bblica d
e la formacin (47) de la tierra
empieza cuando No se salva del diluvio en el arca. Las tablillas asirias reciente
mente traducidas por Jorge
Smith, no dejan duda sobre esto en quienes saben interpretarlas esotricamente. La
diosa Isthar predice en
una de estas tablillas la destruccin del sexto mundo y la aparicin del sptimo en lo
s siguientes trminos.
Por SEIS das y noches dominaron el viento, el diluvio y la tormenta.
En el sptimo da calm la tempestad y ces el diluvio que todo lo haba destruido como un
terremoto (48).
Las aguas volvieron a sus cauces y amain el viento y ces el diluvio.
Yo percib la costa en el lmite del mar.
... al pas de Nizir fue la nave (49); la montaa de Nizir detuvo la nave.
... el primero y segundo das hizo lo mismo la montaa de Nizir; el quinto y el sext
o hizo lo mismo la montaa
de Nizir.
... en el transcurso del sptimo da solt una paloma que se fue y no volvi..., y el cu
ervo se fue y no volvi...
Edifiqu un altar en la cumbre del monte.
... cort siete hierbas en cuyo fondo puse caas, pinos y simgar; los dioses acudier
on como moscas al
sacrificio.
... desde muy antiguo tambin el supremo Dios, en su carrera.
... el intenso fulgor (50) de Anu hubo creado (51).
... el amuleto que cie mi cuello no resistira la gloria de estos dioses...
Todo esto encubre un significado esotrico a un tiempo astronmico y mgico. En las ta
blillas se advierte
desde luego la narracin bblica, y se echa de ver cunto ha desfigurado sta el gran po
ema caldeo con la
personificada conversin de los dioses en patriarcas. No podemos detenernos en el
examen de los bblico
remedos de la alegora caldea; pero s recordaremos que, segn testimonios tan adverso
s como Lenormant
(52), la trinidad caldea emanada de Ilon (53) est constituida por Anu, Nuah y Bel
. Es Anu el caos primitivo, el
dios que a un tiempo simboliza el tiempo y el mundo (..... y .....), o la materi
a primordial desdoblada del eterno y
absoluto principio de todas las cosas. Nuah es, segn Lenormant, la inteligencia, o
mejor fuera decir el Verbo
que vivifica y fecunda la materia, penetra el universo y lo gobierna y anima. Es
el soberano del hmedo
elemento, el Espritu semoviente sobre las aguas . Tenemos, por lo tanto, que Nuah e
st representado

bblicamente por No dentro del arca que flota sobre las aguas, y el arca es emblema
de la luna (argha) o
principio femenino. As es No smbolo del espritu que desciende a la materia.
SIMBOLISMO DE NO
Apenas sale del arca, planta No una via cuyo vino bebe y le embriaga, lo cual sign
ifica la turbacin del
espritu en cuanto lo aprisiona la materia.
El sptimo captulo del Gnesis parafrasea el captulo primero, segn se infiere de los si
guientes pasajes:
Las tinieblas estaban sobre el haz del abismo y el Espritu de Dios era llevado so
bre las aguas (54).
Y el arca era llevada sobre las aguas (55).
Vemos, por lo tanto, que el No bblico es el Nuah caldeo o sea el espritu que vivifi
ca la materia catica
simbolizada en la profundidad de las aguas diluviales. En la narracin caldea est l
a diosa Ishtar o Astoreth (la
luna) encerrada en el arca, y enva a la paloma (56) en busca de tierra enjuta. Po
r otra parte, segn las tablillas
asirias, Xisuthrus o Hasisadra fue transportado junto a los dioses en premio de
su piedad, y en la Biblia este
mismo personaje es Enoch arrebatado al cielo en un carro de fuego.
Todos los pueblos antiguos creyeron en la sucesiva existencia de incalculable nme
ro de mundos anteriores
a la evolucin del nuestro; pero como los cristianos tergiversaron a su antojo las
Escrituras hebreas, perdieron
en castigo la clave de interpretacin. As vemos a los Padres de la Iglesia empeados
en la imposible tarea de
establecer un cmputo cronolgico sobre la interpretacin literal del texto bblico, mie
ntras que los rabinos
iniciados conocan perfectamente el significado esotrico de las alegoras, y por ello
hablan las obras
cabalsticas (57) de la serie de mundos surgidos del caos y evolucionados hasta su
destruccin.
La doctrina industa admite dos pralayas o desintegraciones; el mahapralaya o desi
ntegracin universal y el
pralaya o desintegracin parcial. El primero se refiere a la noche de Brahm, y el s
egundo a los cataclismos
geolgicos que sobrevienen al trmino de cada ciclo mnimo de nuestro globo. El diluvi
o de las narraciones
estuvo localizado en el Asia central y ocurri, segn cmputos de Bunsen, unos diez mi
l aos antes de J. C.,
sin relacin alguna con el mstico Nuah o No. Las tradiciones industas sealan al trmino
de cada poca del
mundo un cataclismo que no lo destruye, sino tan slo altera su configuracin geogrfi
ca, para que nuevas
razas de hombres, animales y plantas evolucionen de las desaparecidas a consecue
ncia del cataclismo.
Los dos rasgos caractersticos del Pentateuco son la cada del hombre y el diluvio univ
ersal , el alfa y el
omega o claves superior e inferior de la armnica escala en que resuena el himno d
e la creacin del hombre,
para quien indagando por medio del zura o gemantria figurativa el proceso de la
evolucin humana, desde el
puramente espiritual punto de partida hasta el impuramente material punto de con
versin (hombre
postdiluviano), descubre en estos dos smbolos todo el significado que encierran.

De la propia manera que en los jeroglficos egipcios se ha de prescindir de todo s


igno inadaptable a
determinadas figuras geomtricas, pues son un velo puesto deliberadamente por el h
ierogramtico (58), as
tambin hay en el texto bblico muchos velos o enigmas que el lector ha de subordina
r a la misma regla de los
jeroglficos, prescindiendo de los que no respondan al sistema numrico de la Kbala.
El diluvio aparece relatado en el Mahbhrata, los Purnas y en el Satapatha, uno de l
os Brahmanas ms
posteriores, por lo que es muy posible que Moiss, o quien fuese el autor del Pent
ateuco, se aprovechara de
estas tradiciones para componer sus alegoras, desfigurndolas de propsito, con aadidu
ra de la narracin
caldea de Berosio. El Nemrod bblico es el rey Daytha del Mahbhrata, que lanza impre
caciones contra la
tempestad y amenaza conquistar el cielo con sus poderosos guerreros, por lo que
atrae sobre el linaje humano
la clera de Brahm, quien, como dice el texto, resolvise entonces a infligir tan terr
ible castigo a sus criaturas,
que sirviese de escarmiento a los sobrevivientes y su linaje .
EL DILUVIO SEGN LOS INDOS
Vaivasvata, cuyo equivalente nos da el No bblico, salva a un pececillo en que enca
rna Vishn para advertir
por su boca a aquel justo varn del inminente diluvio que va a sumergir la tierra
y ahogar cuanto en ella vive,
por lo que le manda construir una nave, en la que se haba de embarcar con toda su
familia. As lo hace
Vaivasvata, y luego de embarcado en la nave con su familia, una pareja de animal
es de cada especie y una
semilla de cada planta, empez a caer la lluvia. Entonces vino a colocarse delante
de la nave un enorme pez
unicornio, a cuyo cuerno at Vaivasvata una soga, con arreglo a las rdenes recibida
s, de modo que el pez
pudiese remolcar la nave por entre los desencadenados elementos, hasta que, apac
iguada su furia, se detuvo
el pez con la nave en la cumbre de los Himalayas (59).
Muchos comentadores ortodoxos dicen que este relato es copia del de las Escritur
as hebreas (60). Pero
seguramente que si el diluvio llamado universal hubiese ocurrido en poca que pudi
era recordar el hombre, lo
mencionaran algunos monumentos egipcios de remotsima antigedad, al par que menciona
n a Cam, Canan
y Mizraim, progenitores del pueblo copto; pero hasta ahora no se ha encontrado a
lusin alguna a esta
catstrofe, aunque Mizraim pertenece ciertamente a la primera generacin postdiluvia
na, si no fue
antediluviano. Sin embargo, los caldeos conservan la tradicin, segn atestigua Bero
sio, y los indos nos han
transmitido la leyenda antes citada; con lo que tenemos el contradictorio hecho
de que de dos naciones
coetneas y civilizadas, Caldea y Egipto, una haya conservado y otra no la tradicin
del diluvio, siendo as que,
segn la Biblia, parece estar el Egipto mucho ms relacionado con este asunto. El di
luvio citado en la Biblia, en
uno de los Brahmanas y en el Fragmento de Berosio, se refiere a un cataclismo pa
rcial que, segn Bunsen,
ocurri unos 10.000 aos antes de J. C., y segn los cmputos zodiacales de los industas
alter la

configuracin geogrfica del Asia central. Slo cabe explicar esta contradiccin admitie
ndo que los caldeos
aprendieron el relato de labios de los misteriosos huspedes a que algunos asirilog
os llaman acadianos, o
segn parece ms verosmil, descendientes de los salvados de la catstrofe. Los judos tom
aron de los caldeos
la tradicin del diluvio, como tomaron casi todas sus creencias populares, y los i
ndustas la aprenderan
seguramente de los pases en que se establecieron antes de apoderarse del Punjb. En
cambio, los egipcios,
cuyos primeros colonos llegaron del Sur de la India, tuvieron menos motivos para
recordar el cataclismo, cuyos
efectos se contrajeron, como hemos dicho, al Asia central.
Dice Burnouf que como el relato del diluvio se encuentra en un Brahmana de la lti
ma poca, pudieron muy
bien los indos haberlo copiado de las naciones semticas; pero contra este supuest
o se oponen conjuntamente
todas las tradiciones y costumbres de los indos, ya que los arios, y menos todava
los brahmanes, no copiaron
jams absolutamente nada de los semitas, segn corrobora el mismo abate Dubois que r
esidi cuarenta aos
en la India y es uno de aquellos animadversos testimonios , como llama Higgins a lo
s intrpretes ortodoxos de
la Biblia. Dice Dubois:
Jams he descubierto en la historia de los egipcios y hebreos, indicio alguno de q
ue ni estos dos pueblos ni
otro cualquiera de la tierra sea ms antiguo que el pueblo indo con sus brahmanes;
y por lo tanto, no creo que
estos copiaran sus ritos de naciones extranjeras, antes al contrario, opino que
son de fuente original y
exclusivamente propia. Quien conozca el carcter e ndoles de los brahmanes, su alti
vez, orgullo, vanidad,
esquivez y soberano desdn por todo lo extranjero y por cuanto ellos no han invent
ado, coincidir conmigo en
que de ningn modo copiaran los usos, leyes, costumbres y creencias de un pas extran
jero (61).
LOS VEDAS Y EL DILUVIO
El relato industa del diluvio alude al primer avatar de Vishn (62) y corresponde a
un yuga anterior al
nuestro, al de la aparicin de la vida animal (63). Por otra parte, la circunstanc
ia de que nada digan del diluvio
los primitivos libros industas es un poderoso argumento, de mayor vala en el caso
presente en que slo
disponemos de inducciones. Dice sobre el particular Jacolliot:
Los Vedas y los Libros de Man, estos dos monumentos de la primitiva mentalidad as
itica, son
incontrovertiblemente anteriores al diluvio, pues si por una parte la tradicin (6
4) nos presenta a Vishn
salvando los Vedas del diluvio, por otra parte ni los Vedas ni los Libros de Man
ni otras obras mencionan esta
catstrofe, al paso que los Purnas, el Mahbhrata y otras ms recientes la describen con
minuciosos
pormenores, demostrndose de eta suerte la antediluviana antigedad de aqullos, pues
los Vedas no
hubieran podido por menos de aludir en algn himno a la tremenda catstrofe que debi
emocionar a las

gentes muchsimo ms que los fenmenos ordinarios de la naturaleza; ni tampoco Man, que
describe la
creacin y expone cronolgicamente las pocas divinas hasta la aparicin del hombre sobr
e la tierra, hubiera
dejado en silencio un acontecimiento de tan excepcional importancia.
Man enumera (65) los nombres de diez eminentes santos, a quienes llama parajpatis
(66), que los
telogos industas consideran como profetas anteriores a la raza humana, pero que pa
ra los pundites son los
diez poderosos reyes que florecieron en la edad de oro (kritayuga), el ltimo de l
os cuales fue Brighu, de quien
descendieron por sucesin genealgica Swrotchica, Ottami, Tamasa, Raivata, el glorios
o Tchkchucha y el hijo
de Vivasvata, todos los cuales merecieron el ttulo de Man (legislador divino), con
ferido tambin a los
prajpatis y a todos los personajes de la India primitiva. La genealoga se detiene
en el nombre del hijo de
Vivasvata.
Ahora bien; segn los Purnas y el Mahbhrata, el diluvio ocurri en tiempos de este hijo
de Vivasvata, que
se llamaba Vaivaswata, y el recuerdo de la catstrofe se mantuvo por tradicin que l
os emigrantes difundieron
por todos los pases que colonizaron.
La genealoga expuesta por Man se detiene, segn hemos visto, en Vivaswata, lo que pr
ueba que cuando
se compuso dicho libro, no haba ocurrido todava la catstrofe del diluvio (67).
El argumento es irrefutable y debieran tenerlo en cuenta los cientficos cuya posi
cin oficial les inclina a
complacer al clero con la negativa de cuantos hechos prueban la formidable antige
dad de los Vedas y de los
Libros de Man.
El coronel Vans Kennedy dijo, hace mucho tiempo, que Babilonia fue desde un prin
cipio la metrpoli de la
literatura snscrita y de la erudicin brahmnica; pero cmo hubieran ido los brahmanes a
Babilonia si no por
haber emigrado a consecuencia de guerras intestinas? El relato ms completo del di
luvio nos lo da el
Mahbhrata, poema compuesto por Vedavyasa en loor de las alegricas guerras entre las
razas solar y lunar.
Una de las versiones de este relato dice que Vivaswata fue el progenitor de todo
s los pueblos de la tierra, como
de No afirma la narracin bblica. Otra interpretacin nos presenta a Vivaswata, a mane
ra de la leyenda griega
de Deucalin y Pirra, arrojando guijarros en el limo dejado por las aguas, para en
gendrar hombres a voluntad.
De estas dos versiones, una parecida a la hebrea y otra a la griega, cabe inferi
r, supuesta la antigedad del
pueblo indo, que los paganos griegos y los monotestas hebreos las tomaron respect
ivamente del poema
snscrito por mediacin de las escuelas de Babilonia.
La historia nos habla de la copiosa corriente emigratoria de los arios a lo larg
o del ro Indo, y nos dice que,
derramados despus por occidente, algunas tribus pasaron desde el asia menor a col
onizar la Grecia; pero no
hay el ms leve indicio histrico de que ni el pueblo escogido ni los griegos penetrar
an en la India antes del
siglo IV de la era precristiana, pues hasta esta poca no descubrimos las vagas tr
adiciones segn las cuales se
corrieron desde Babilonia a la India algunas de las problemticas tribus perdidas

de Israel. Pero aun cuando se


demostrara la existencia histrica de las diez tribus cautivas (68), no quedara res
uelto el problema; pues,
segn Colebrooke, Wilson y otros eminentes orientalistas, el poema Mahbhrata y el br
ahmana Satapatha,
textos ambos en que aparece el relato del diluvio, son de muchsimo anteriores a l
a poca de Ciro (69), el
monarca que dio libertad a los israelitas, quienes slo por entonces pudieron inte
rnarse en la India de vuelta a
Palestina.
En cuanto a la versin semejante a la griega hay tanta carencia de pruebas a favor
de su procedencia
helnica como respecto de la hebrea, y las tentativas de los helenistas han fracas
ado por completo en este
punto, pues cada da es ms dudoso que las huestes de Alejandro el Magno penetraran
en la India
septentrional, ya que los anales de este pas nada dicen acerca de semejante invas
in.
FBULAS Y LEYENDAS
Si aun la misma historia queda rectificada por las modernas investigaciones, qu pe
nsar de las fbulas y
leyendas que a primera vista delatan el artificio de su invencin? De ningn modo po
demos estar de acuerdo
con Max Mller cuando dice que parece blasfemia considerar las fbulas del mundo paga
no como adulterados
fragmentos de la divina revelacin recibida un tiempo por la raza humana . Fuera pre
ciso que en aras de la
imparcialidad y de la justicia debida a ambos contendientes incluyera Mller en el
nmero de estas leyendas
las de la Biblia, cuyo lenguaje no es ms puro ni ms moral que el de los textos ind
ustas, ni hay en el mundo
pagano fbula ms ridcula y blasfema que las plticas de Moiss con Jehovah (70) ni divin
idad alguna del
gentilismo tan malvola como en ciertos pasajes bblicos se muestra el dios tutelar
de Israel. Si al cristiano le
repugna la vista del Padre Kronos (Saturno) que devora a sus propios hijos y mut
ila a Urano, y si le horroriza el
espectculo de Jpiter que precipita a Vulcano del cielo a la tierra y se perniquieb
ra en la cada, en cambio, un
no cristiano se reir de ver a Jacob luchando a brazo partido con el Creador, quie
n impotente para vencerlo le
disloca el muslo, sin que esto sea obstculo para que el patriarca se mantenga fir
me contra Dios y le cierre el
paso. La fbula de Deucalin y Pirra que al arrojar piedras tras ellos engendraron a
la raza humana, no es ms
ridcula que la de la mujer de Lot convertida en estatua de sal o la del Todopoder
oso que forma al hombre del
barro de la tierra y le infunde despus el soplo de vida, a imitacin del dios egipc
io con cuernos de carnero que
forma al hombre en un torno de alfarero. La fbula de Minerva, diosa de la sabidura
, que surge del cerebro de
Jpiter armada de punta en blanco, es al menos poticamente sugestiva, y ningn griego
fue condenado a la
hoguera por resistirse a tomarla al pie de la letra. En general, las fbulas pagan
as no son tan absurdas ni
blasfemas como las interpoladas en el cristianismo con la aceptacin cannica del An
tiguo Testamento y la
apertura de los registro taumatrgicos de la Iglesia romana.

Aade a este punto Max Mller:


Muchos indos se sublevan al escuchar las inculpaciones de obscenidad contra las
divinidades de sus
Escrituras sagradas. Los brahmanes pueden demostrar que todas las fbulas religios
as tienen un muy
profundo significado, pues siendo la obscenidad incompatible con los seres divin
os, preciso es reconocer que
las fbulas y leyendas sancionadas por el tiempo encierran un misterio que la resp
etuosa investigacin sera
capaz de descubrir.
Esto mismo dice el clero cristiano para cohonestar las obscenidades e incongruen
cias del Antiguo
Testamento, con la diferencia de que en vez de admitir la interpretacin de quiene
s poseen la clave del enigma,
se arrogan el derecho de interpretarlas a su manera por supuesta delegacin divina
. Y no satisfechos con esto,
han despojado a los rabinos de sus consuetudinarios medios de interpretacin, de m
odo que apenas hay
actualmente un rabino versado en la ciencia cabalista. Si los judos han perdido l
a clave, cmo pueden acertar
en la interpretacin? Dnde estn los manuscritos originales? Se dice que el ms antiguo
de cuantos se
conocen en lengua hebrea es el Cdigo bodleiano, cuya antigedad no va ms all de ocho
a nueve siglos
(71). Por lo tanto, entre la poca de Esdras y la aparicin del Codex bodleiano tran
scurren quince siglos. El ao
1490 la Inquisicin mand quemar todas las Biblias hebreas, y solamente Torquemada e
ntreg seis mil a las
llamas en Salamanca.
TERGIVERSACIN DE TEXTOS
Excepto unos cuantos ejemplares del Tora Ketubim y del Nebiim usados en las sina
gogas y de ms reciente
fecha, nos parece que todos los manuscritos existentes estn punteados con falsa i
nterpretacin por parte de
los masotricos, de modo que sin este mtodo no se podra resistir en nuestro tiempo n
ingn ejemplar del
Antiguo Testamento. Sabido es que los masotricos, al copiar los manuscritos antig
uos suprimieron cuantas
frases les parecan inconvenientes (aunque escaparon a su atencin las de algunos pa
sajes), e interpolaron
otras de su propia invencin que tergiversaron el sentido del texto. Sobre el part
icular dice Donaldson que la
escuela masotrica de Tiberias se ocup en poner y quitar del texto hebreo todo cuan
to le vino en gana, hasta
la publicacin del Masorah . Por lo tanto, si poseyramos los manuscritos originales r
esultara curiosos e
instructivo cotejarlos con los Vedas y otros libros industas, pues seguramente qu
e ni la ms ciega fe fuera
capaz de engullirse tan enorme alud de fbulas obscenas. Pero si millones de gente
s que de cultas y
civilizadas presumen, creen en estas fbulas a cierra ojos porque les han dicho qu
e son de revelacin divina,
no debe nadie maravillarse de que los brahmanes crean tambin que sus libros sagra
dos son fruto de otra
divina revelacin (72).
Demos gracias a los masotricos por su obra, pero veamos por anverso y reverso la

medalla.
Si las leyendas, smbolos y alegoras son de tradicin inda, caldea o egipcia, apenas
se las considera
merecedoras de examen ni se sospechan sus relaciones con la astronoma y antropoge
nesia; pero en cuanto
mutilados y pervertidos se incorporan a la Escritura sagrada, se les acepta como
palabra de Dios. Dnde
queda en esto la imparcialidad? Dnde la justicia? Hace diecinueve siglos dijo el R
eformador cristiano que no
era posible servir a Dios y a Belial, y parafraseando esta mxima podramos afirmar
en nuestros tiempos que
no es posible servir a la verdad y al prejuicio, aunque los dogmatizadores presu
man de servir a la verdad.
Casi todos los mitos religiosos tienen fundamento a la par histrico y cientfico, p
ues como dice Pococke:
Vemos probado actualmente que los mitos son fbulas cuando no acertamos en su inte
rpretacin, y son
verdades cuando descubrimos el real significado con que los antiguos los compren
dieron. Nuestra ignorancia
ha convertido en mtico lo histrico, y esta ignorancia la hemos heredado de los gri
egos como consecuencia de
la vanidad helnica (73).
Ya demostraron Bunsen y Champollin que los libros sagrados de Egipto son muchsimo
ms antiguos que el
Gnesis; y las modernas investigaciones han robustecido la sospecha, para nosotros
certidumbre, de que las
leyes de Moiss son copia del Cdigo de Man, por lo que resulta muy probable que el E
gipto debiera a la
India su civilizacin, arte e instituciones sociales. Pero aunque contra este pare
cer se agrupen hostilmente toda
una falange de autoridades cientficas que niegan los hechos comprobatorios, tarde
o temprano habrn de
rendirse a la evidencia (74).
Dice Mller:
Difcil sera dilucidar si los Vedas son los libros ms antiguos del mundo y si parte
del Antiguo Testamento
puede o no aventajar en antigedad a los ms antiguos himnos vdicos (75).
Sin embargo, su cambio de opinin respecto del nirvana permite esperar que tambin l
a rectifique por lo que
se refiere a la antigedad del Gnesis, de modo que las gentes reciban el beneficio
de la verdad sancionada
por uno de los ms prestigiosos cientficos de Europa.
POCA DE ZOROASTRO
Sabido es que los orientalistas no se han puesto an de acuerdo sobre la poca de Zo
roastro; y por lo tanto,
ser ms seguro fiarnos de los cmputos brahmnicos que de las opiniones de los cientfico
s (76), pues
Bunsen calcula que Zoroastro floreci en Ecbatriana, que la emigracin de los ecbatr
ianos a la India
corresponde al ao 3784 antes de J. C. y el nacimiento de Moiss al 1392 de la misma
era precristiana (77).
Pero resulta muy anacrnico colocar a Zoroastro en poca anterior a los Vedas, puest
o que de estos libros est
entresacada toda la doctrina zoroastriana, y si bien residi Zoroastro algn tiempo

en el Afganistn antes de
pasar al Punjb, en este ltimo pas empezaron a escribirse los Vedas, que denotan el
progreso de los indos,
como el Avesta el de los iranios.por otra parte, Haug atribuye al brahmana Aitar
eya (78) una antigedad de
1400 a 1200 antes de J. C. y a los Vedas la de 2400 a 2000 aos. Mller pone algunos
reparos a este
cmputo, aunque no lo niega por completo (79). Pero suponiendo que Moiss escribiera
el Pentateuco (80), si
este legislador naci, como calcula Bunsen, el ao 1392 antes de J. C., no puede ser
el Pentateuco ms
antiguo que los Vedas, pues Zoroastro naci el 3784 antes de J. C., y ya su doctri
na es reflejo de los Vedas.
Adems, dice Haug (81) que algunos himnos del Rig Veda datan de treinta y siete si
glos antes de J. C.,
precedentemente al cisma de Zoroastro, ocurrido, segn Mller, durante el perodo vdico
; y por lo tanto, no
cabe remontar trozo alguno del Antiguo Testamento a la misma poca de los Vedas, y
mucho menos a una
poca anterior a los himnos vdicos.
Admiten generalmente los orientalistas que 3000 aos antes de J. C. estaban todava
los arios en las estepas
de la orilla oriental del mar Caspio, y Rawlinson conjetura que su foco central
era Armenia, de donde se
derramaron por Oriente hacia la India, por el Norte hacia el Cucaso y por Occiden
te hacia el Asia menor y
Grecia, de suerte que ya antes del siglo XV de la era precristiana aparecen en l
a cuenca del Indo superior, en
donde sobrevino el cisma entre los arios vdicos, que se encaminaron al Punjb, y lo
s arios zndicos, que se
dirigieron a Occidente para fundar los histricos imperios de Asia (82). Aade Rawli
nson que la primitiva
historia de los arios est envuelta en los velos del misterio; pero muchos y muy e
ruditos brahmanes han
encontrado indicios de la existencia de los Vedas 2100 aos antes de J. C., y por
otra parte atribuye Jones al
Yaguar-Veda una antigedad de 1580 antes de J. C., o sea muy anterior a Moiss.
Max Mller y otros orientalistas de Oxford se fundan en el supuesto hecho de que l
os arios emigraron del
Afganistn al Punjb unos quince siglos antes de J. C., para computar a determinadas
porciones del Antiguo
Testamento fecha igual o acaso ms temprana que la de los ms antiguos himnos vdicos.
Por lo tanto,
mientras los orientalistas no se pongan de acuerdo para fijar la fecha en que fl
oreci Zoroastro, no puede haber
autoridad tan fidedigna como la de los brahmanes para computar la poca de los Ved
as.
Es indudable que los judos copiaron la mayor parte de sus leyes de los egipcios,
que en nuestra opinin
fueron los primitivos indos (83), segn nos demostrar el examen geogrfico de la Indi
a antigual. En efecto, si
exceptuamos la Escitia y la Etiopa, no hay regin tan inciertamente delimitada en l
os mapas como la India
antigua, que se extenda hacia el oriente de Babilonia con el nombre de Indostn y f
ue cuna de las razas
cusitas o camticas, que dominaron por completo el pas y rindieron culto a las divi
nidades Bala y Bhavani. La
India de los primitivos sabios parece que fue el territorio comprendido entre la
s fuentes del Oxo y las del
Jaxartes. Apolonio de Tyana atraves la cordillera del Cucaso, llamada Kush por los

indos, y encontr a un
rey que le condujo al pas de los sabios, descendientes acaso de los que el histor
iador Amian Marcelino
denomina brahmanes de la India septentrional , a quienes visit Daro Histaspes e instr
uido por ellos
restableci el verdadero culto mgico. Este episodio de la vida de Apolonio indica,
al parecer, que estuvo en el
pas de Cachemira, donde los nagas le aleccionaron en las doctrinas budistas. En a
quella poca la India aria
no se dilataba ms all del Punjb.
POBLADORES DE LA INDIA
En nuestra opinin, el obstculo que mayormente se opone al progreso de la etnologa e
s la triple progenie
de No, pues los orientalistas occidentales se han empeado en la imposible concilia
cin de las razas
postdiluvianas con los descendientes de Sem, Cam y Jafet. La bblica arca de No ha
sido un lecho de
Procusto para cuanto se quiso encerrar en ella; y desviada la investigacin de las
verdaderas fuentes donde
beber el origen del hombre, tom por realidad histrica una alegora cosmognica. Mala f
ortuna tuvo el
cristianismo al escoger entre las Escrituras sagradas de los pueblos antiguos la
de uno de raza semtica, la
menos espiritual del linaje humano, raza incapaz de formar de sus numerosos idio
mas uno que sirviese de
apropiada expresin a las ideas de los mundos intelectual y moral, en vez de contr
aerse al bajo vuelo de las
figuras sensuales y terrenas; raza cuya literatura es desacertado remedo del pen
samiento ario, y cuyas ciencia
y filosofa andan necesitadas de los nobilsimos rasgos que caracterizan los metafsic
os y espirituales sistemas
de la raza aria o jaftica.
Bunsen opina que el idioma cmico del antiguo Egipto contena en s los grmenes del semt
ico, dando
prueba con ello del comn origen de las razas aria y semtica. Pero conviene recorda
r sobre el caso, que si
bien los pueblos del Asia sudoccidental y occidental, incluso los medos, eran to
dos arios, no est probado
todava quines fuesen los primeros pobladores de la India; y por lo tanto, mientras
la historia no documente
este punto, nada se opone a nuestra hiptesis de que esos primeros pobladores fuer
on los etopes orientales o
arios (84) de piel oscura, que durante mucho tiempo dominaron todo el territorio
de la antigua India, cuya
posesin asigna ms tarde Man al pueblo de idioma snscrito, segn le denominan los orien
talistas.
Se supone que los indos snscritos vinieron del Noroeste; se conjetura que profesa
ban la religin industa y
que probablemente hablaban el idioma snscrito. En estos tres deleznables datos se
han apoyado los fillogos
europeos que llevaron constantemente pendientes del cuello a los tres hijos de N
o desde que Jones public
sus estudios sobre el Indostn y la vasta literatura snscrita. sta es la ciencia expe
rimental libre de
preocupaciones religiosas? Mucho en verdad ganara la etnologa si alguien hubiese
arrojado al agua por la
borda al triunvirato notico antes de que el arca tomara tierra.
Generalmente incluyen los etnlogos a los etopes en el grupo semtico; pero ya veremo

s que no les
corresponde esta clasificacin y demostraremos tambin su influencia en la cultura e
gipcia, que siempre se
mantuvo en el mismo grado de esplendor sin prosperar ni decaer, como sucedi en ot
ros pases. El Egipto
debe su civilizacin, sus instituciones polticas y sus artes, especialmente el arqu
itectnico, a la India
prevdica, pues los colonizadores del pas fueron aquellos arios de piel oscura a qu
ienes Homero y Herodoto
llaman etopes orientales, o sean los habitantes de la India meridional que llevar
on a Egipto su ya adelantada
civilizacin, en la poca que Bunsen denomina premnica, pero que corresponde a los ti
empos histricos.
Dice sobre este punto Pococke:
El relato completo de las guerras entre los jefes solares Usras (Osiris), prncipe
de los glucas, y Tu-phu, es
alegora de aquellas otras guerras que la historia nos describe suscitadas entre l
os apianos o tribus hellicas
de Ude con las gentes de Tu-phu o Tbet, raza lunar compuesta por la mayor parte d
e budistas y enemiga de
Rama y los etyo-pias o gentes de Ude que fueron subsiguientemente los ethio-pian
os de frica (85).
Recordaremos a este propsito que en la epopeya Rmyana, el gigante Ravan aparece en
su lucha con
Ramachandra como rey de Lanka, nombre antiguo de Ceiln, que seguramente formara pa
rte en aquel
entonces del continente de la India meridional poblada por etopes orientales , quien
es vencidos por Rama,
hijo de Dasarata, rey solar de la antigua Ude, emigraron en parte al frica del No
rte, si, como muchos
sospechan, la Ilada de Homero es un plagio del Rmyana, no podemos por menos de reco
nocer remotsima
antigedad a las tradiciones que sirvieron de fundamento a este ltimo poema; y en c
onsecuencia, hay en la
prehistoria lugar sobrado para un perodo durante el cual los etopes orientales pud
ieran establecerse en Egipto
con todos los adelantos de su ndica civilizacin.
La arqueologa no ha interpretado an con acierto las inscripciones cuneiformes, y h
asta que las descifre
debidamente (86), quin es capaz de suponer los secretos que habrn de revelar? El mo
numento ms
antiguo de la lengua snscrita es el de Chandragupta (315 aos antes de J. C.), y la
s inscripciones
persepolitanas le aventajan de 220 aos. Hay manuscritos cuyos caracteres desconoc
en por completo los
fillogos y palegrafos (87).
IDIOMAS SEMTICOS
Los lingistas colocan los idiomas semticos en la familia indo-europea; pero except
o al copto y etope, no
creemos que a los dems les convenga esta clasificacin, no obstante las aparentes r
elaciones que con las
lenguas semticas establece engaosamente la corrupcin del moderno etope y varios dial
ectos del Norte de
frica.
Puede probarse la mayor consanguinidad entre los etopes y los arios de tez oscura
que entre estos y los

egipcios, pues recientemente se ha visto que los antiguos egipcios eran de raza
caucsica con la configuracin
craneal evidentemente asitica (88). Si los antiguos etopes no eran de tez tan cobr
iza como los modernos,
tambin pudieron tener ms delicada complexin. Es muy significativo el hecho de que e
ntre los antiguos
etopes no heredaba la corona el hijo del rey, sino el sobrino por parte de herman
a; y la misma ley rige todava
en la India meridional donde no suceden al rajah sus propios hijos, sino los hij
os de su hermana (89)
Otra prueba es que de todos los idiomas y dialectos a que se atribuye filiacin se
mtica, tan slo el etope se
escribe de izquierda a derecha, como el snscrito y dems de la familia aria (90).
As es que contra el origen indo de los egipcios tan slo se levanta la mtica hiptesis
de Cam, hijo de No,
que si no hubiese otros argumentos se desvanecera al observar que las institucion
es polticas, religiosas y
sociales de los egipcios declaran evidentemente su origen indo.
Las primitivas tradiciones de la India mencionan dos dinastas ya olvidadas en la
noche de los tiempos: la
dinasta del Sol que reinaba en Ayodhia (hoy Ude) y la dinasta de la Luna que reina
ba en Pruyag (hoy
Allahabad). El Libro de los muertos expone todo lo referente al culto religioso
de estos primitivos reyes, con las
particularidades de la adoracin del sol y de los dioses solares. Nunca nombra dic
ho libro a Osiris y Horus sin
relacionarlos con el sol, pues son los Hijos del Sol , y el Seor y Adorador del Sol es
su nombre. El Sol es el
creador del cuerpo y el progenitor de los dioses sucesores del Sol .
DIVINIDADES SOLARES

En su ingeniossima obra defiende Pococke con energa la misma opinin y seala ms claram
ente an la
identidad de las mitologas egipcia, griega e inda. Las primitivas tradiciones de
la India hablan del caudillo de la
raza solar llamado Cuclopos (91) y por sobrenombre el gran sol . Este prncipe fue el
progenitor y patriarca de
la dilatadsima estirpe inaquiense, y segn nos dice Pococke, recibi honores divinos
despus de la muerte y
su alma transmigr al cuerpo del buey Apis (92). Por otra parte, contina diciendo P
ococke, Osiris, cuyo
verdadero nombre es Usras, significa a la par "toro" y "rayo de luz".
Champollin (92) alude frecuentemente a las dos dinastas reales del Sol y de la Lun
a, cuyos monarcas
recibieron despus de muertos honores de divinidades solares y lunares. El culto d
e esos dioses menores fue
la adulteracin inicial de aquella potente fe primitiva que acertadamente vea en el
sol el ms expresivo smbolo
de la universal e invisible presencia del Seor de vida y muerte. De esta primitiv
a fe se descubren vestigios en
todas las antiguas religiones. Los himnos del Rig Veda invocan a Srya (el sol) y
a Agni (fuego) con los ttulos
de Gobernador del univeso , Seor de los hombres y Rey sabio . Los caldeos, parsis, egipc
os y griegos
adoraron tambin al sol bajo los respectivos nombres de Mitra, Ahuramazda, Osiris
y Zeus, y conservaron el
fuego sagrado en honor de su cercana pariente Vesta. El mismo culto del sol vemo
s entre los peruanos, en la
zarza ardiente de Moiss, en los altares levantados por los patriarcas bblicos y en

los sacrificios que los


monotestas judos ofrecan a la diosa Astart, reina del cielo.
A pesar de tantas controversias e investigaciones, la arqueologa y la historia na
da han averiguado de cierto
sobre el origen del pueblo judo, pues lo mismo pueden proceder de los tchandalas
o parias desterrados de la
antigua India, que de los albailes mencionados por Vinasvati, Vedavyasa y Man, de lo
s fenicios de
Herodoto, o de los hyksos de Josefo (pastores palis), aunque bien pudieran ser u
na entremezcla de todos ellos
(94).
Muchos personajes bblicos son figuras mticas, segn se infiere de sus rasgos biogrfic
os. As resultan el
profeta Samuel y el juez Sansn una misma entidad desdoblada en dos personalidades
, pues el primero era
hijo de El Kaina y Ana, y el segundo de Manua o Manoah. Equivalen respectivament
e a Ganesa y a Hrcules.
A Samuel se le atribuye la abolicin del culto cananeo de Baal (Adonis) y Astart (V
enus) y la restauracin del
de Jehovah con el establecimiento de la monarqua, cuando a ruegos del pueblo que
peda rey ungi primero a
Sal y despus por prevaricacin de ste a David.
David es una figura idntica a la del rey Arturo. Realiz grandes hazaas y extendi su
dominio a la Siria e
Idumea hasta la Armenia y la Asiria por el Norte y Nordeste, el desierto de Siri
a y el golfo Prsico al Este,
Arabia al Sur y Egipto por Oeste. Slo se libr la Fenicia del estruendo de sus arma
s.
La amistad de David con Hiram parece indicar que desde Fenicia efectu su primera
incursin en Judea, y su
prolongada estancia en Hebrn, la ciudad de los kabires (ciudad del Arba o de los
cuatro), permite conjeturar
que modific la religin de los hebreos.
A David le sucedi su arrogante y voluptuoso hijo Salomn, que mantuvo los dominios
de su padre y edific
el magnificente templo de Jerusaln en honor de Jehovah (Tukt-Suleima), al propio
tiempo que en el monte
Olivete levantaba altares a Moloch-Hrcules, Khemosh y Astart, derribados posterior
mente por Josas.
Pero a la muerte de Salomn estallaron revueltas en Idumea y Siria, y el profeta A
has se puso al frente de
un movimiento popular cuyo resultado fue la separacin de los reinos de Israel y J
ud, quedando el primero
bajo la soberana de Jerobon. Desde entonces predominaron los profetas en Israel y
prevaleci el culto del
becerro en todo el pas. Extinguida la familia real de Acab y fracasada la tentati
va de Jehu para reunir bajo un
solo cetro a todo Israel, subsisti la casa real de Jud, y al subir al trono Ezequas
, sacudi el yugo de los
asirios (95), y hay indicios de que instituy un colegio sacerdotal (96) y transmu
t radicalmente el culto religioso
del pas, hasta el punto de hacer pedazos la serpiente de bronce construida por Mo
iss (97). Esto demuestra
que son mticas las figuras de Samuel, David y Salomn, pues la mayor parte de los p
rofetas, que al propio
tiempo eran literatos, empezaron a escribir en aquella poca.
EL MESAS PROMETIDO
Finalmente, los asirios se apoderaron de Palestina, y encontraron all las mismas

gentes e instituciones
pblicas que en Fenicia y otros pases.
Ezequas no era hijo natural, sino adoptivo de Achaz y yerno del profeta Isaas, con
quien Achaz rehus la
alianza que le brindaba, segn se infiere de los siguientes pasajes:
Pide para ti una seal del seor tu Dios en lo profundo del infierno o arriba en lo
alto.
Y dijo Achaz: No la pedir y no tentar al Seor (98).
El profeta Isaas le haba declarado al rey:
Si no lo creyereis no permaneceris (99).
En esta frase vaticina la extincin de la dinasta de Jud.
Pero hay otro pasaje que dice:

Por eso el mismo Seor os dar una seal. He aqu que concebir una virgen y parir un nio y
ser llamado
su nombre Emmanuel. Manteca y miel comer hasta que sepa desechar lo malo y escoge
r lo bueno... Traer el
Seor sobre ti y sobre tu pueblo y sobre la casa de tu padre por medio del rey de
los asirios, das cuales no
fueron desde los das en que se separ Efrain de Jud (100).
Tambin hay otros pasajes en que el profeta ensalza al futuro caudillo (101) que h
a de recoger los dispersos
de Jud de las cuatro plagas de la tierra (102). El prometido Redentor haba de nace
r en Bethlehem de la
estirpe de David y haba de dar en rostro a los asirios con quien Achaz se aliara,
y reformar la religin del pas.
Esto precisamente hizo el rey Ezequas, nieto por lnea materna del profeta Zacaras (
103), consejero de su
bisabuelo el rey Ozas (104), al apartarse de las abominaciones de sus predecesore
s, diciendo:
Pecaron nuestros padres e hicieron lo malo en la presencia del Seor nuestro Dios.
..
Ved cmo nuestros padres han perecido a cuchillo (105).
Intent Ezequas reconciliar a los reinos de Jud e Israel, como as pudo lograrlo (106)
aunque por breve
tiempo, pues la irrupcin de los asirios (107) instaur un nuevo rgimen.
De todo esto se infiere que en la religin de los judos se explayaban dos contrapue
stas orientaciones: la del
culto oficial mantenido por motivos polticos, y la del culto popular idoltrico, re
sultante de la ignorancia en que
estaba el vulgo de la doctrina esotrica enseada por Moiss. Ezequas destruy los altos,
tal los bosques y
quebr las estatuas levantadas en tiempo de Salomn.
Era Ezequas el Mesas esperado por los mantenedores de la exotrica religin oficial. E
ra la vara de la raz
de Jess (108) que deba rescatar a los judos de su lastimosa cautividad (109). Pero
si Ezequas aboli la
idolatra y el culto de Baal, tambin arrebat violentamente al pueblo de Israel la re
ligin de sus padres y los
secretos ritos instituidos por Moiss.
Daro Hystaspes estableci en Judea una colonia persa, cuyo caudillo sera tal vez Zor
obabel (que significa
hijo de Babilonia , como Zoroastro (.....) hijo de Ishtar ) (110) y estara, sin duda, f

ormada en su mayor parte


por judos (111). La recopilacin de la ley mosaica se atribuye diversamente a las po
cas de Ezequas, Esdras,
Simn el Justo y asmoneo. Nada se sabe en definitiva, pues por doquiera aparecen c
ontradicciones. En los
comienzos de la poca asmoneana, los doctores de la ley se llamaban asideanos o kh
asdimes (caldeos) y
posteriormente se les dio el nombre de fariseos o farsis (parsis), lo cual indic
a que las colonias persas
predominaban en el pas, mientras que el pueblo de Isarel, con sus sacerdotes y le
vitas, conviva y se enlazaba
con todas las gentes circunvecinas que nombran los libros del Gnesis y Josu (112).
SARGN Y MOISS
El Antiguo Testamento no contiene ningn verdadero elemento histrico, y para encont
rarlo hemos de
recurrir a los profetas, cuyas indiscretas revelaciones nos suministran los poco
s datos fidedignos sobre que
apoyar la historia de Israel. Los libros que lo componen debieron de escribirlos
distintos autores en diversas
pocas, o ms bien sera una fbula inventada para cohonestar un culto religioso cuyo or
igen podemos
descubrir, por una parte, en los misterios rficos, y por otra, en los ritos egipc
ios, con los que estuvo Moiss
familiarizado desde su infancia.
A partir del siglo XVIII, la Iglesia se ha visto precisada a retroceder en el ca
mpo de la exgesis bblica que
antes usurpara a sus legtimos dueos, pues se ha demostrado que todos los personaje
s, uno tras otro, son
remedo de los mitos paganos. Los recientes descubrimientos del llorado asirilogo
Jorge Smith evidenciaron
que Sargn y sus tablillas superan en antigedad a Moiss y su Pentateuco, pues result
a que la biografa del
legislador hebreo es remedo de la de aquel personaje, como tambin el relato del xo
do fue copiado de los
asirios, y las joyas de oro y plata lo fueron de las egipcias.
Dice Smith:
En el palacio de Senacherib, en Kuyunjik, descubr otro fragmento de la curiosa hi
storia de Sargn que
oportunamente traduje y publiqu en los Trabajos de la Sociedad de Arqueologa bblica
, I, parte I, 46. Segn el
texto descubierto, a Sargn, uno de los primitivos monarcas babilnicos, lo tuvo esc
ondido su madre hasta que
lo puso en una cesta de mimbres, convenientemente calafateada con betn y pez, que
abandon a la corriente
del ufrates, lo mismo que la madre de Moiss hizo con su hijo, segn el relato bblico
(xodo, 2, 3). Descubri
la cesta un aguador llamado Akki, quien prohij al nio, que con el tiempo lleg a ser
rey de Babilonia y tuvo su
corte en Agadi (113), donde rein por tiempo de cuarenta y cinco aos (114). La ciud
ad de Agadi o Acad
estaba cerca de Sippara (115), sita a orillas del ufrates, al Norte de Babilonia.
Floreci Sargn en el siglo XVI
antes de J. C., y acaso antes de esta poca (116).
Es sumamente curiosa la historia de Sargn, tal como aparece en las tablillas asir
ias, que tradujo Smith en
los siguientes versculos:

1. Yo soy el poderoso rey Sargn, rey de Akkad.


2. Mi madre era una princesa; no conoc a mi padre; un hermano de mi padre reinaba
en el pas.
3. En la ciudad de Azupirana que est a orillas del ufrates.
4. Me concibi la princesa mi madre, y parime con mucho sufrimiento.
5. Me puso en una cesta de mimbres sellada con betn.
6. En ella me bot al ro, pero el ro no me ahog.
7. El ro me condujo a manos del aguador Akki, quien me recogi.
8. Akki, el aguador, se me llev solcitamente, etc., etc.
Este relato concuerda substancialmente con el bblico que dice:
Sali despus de
La cual concibi
ses.
Pero no pudiendo
pez y puso
dentro al nio y

esto un hombre de la casa de Levi y tom mujer de su linaje.


y pari un hijo, y vindole que era hermoso le tuvo escondido tres me
ya ocultarle, tom una cestilla de juncos y la calafate con betn y
lo abandon en un carrizal de la orilla del ro (117).

Las pocas de la cronologa inda difieren muy poco de las griegas, romanas y aun de
las judas, segn nos
da a entender el cmputo mosaico. Si, como se empea la interpretacin clerical, hubira
mos de tomar al pie
de la letra la cronologa bblica, resultara que de la creacin del mundo a Moiss slo tra
nscurrieron cuatro
generaciones, lo cual es evidentemente ridculo (118); pero los cabalistas saben q
ue estas cuatro generaciones
representan edades del mundo. Las alegoras que en los cmputos estn hbilmente interpu
estas en los libros
mosaicos, gracias al artificiosos procedimiento masotrico, de modo tal, que se re
ducen al insignificante
perodo de 2513 aos.
NO Y EL ARCA
La cronologa exotrica de la Biblia est forjada de intento para que se corresponda c
on las cuatro edades: la
de oro (de Adn a Abraham), la de plata (de Abraham a David), la de cobre (de Davi
d a la cautividad de
Babilonia) y la de hierro (de la cautividad en adelante). Pero el cmputo secreto
es totalmente distinto y en
nada discrepa de los industas cmputos zodiacales. Ahora estamos en la edad de hier
ro (kaliyuga), que no
empez en la cautividad, sino con No o Nuah, el mtico progenitor de la quinta raza,
quien como todas las
manifestaciones personificadas de Swayambhuva, era andrgino, y as corresponde a ve
ces al elemento
femenino, Nuah o madre universal , de la trinidad caldea; pues, segn ya dijimos, tod
o elemento masculino o
activo tiene en las tradas cosmognicas su reflejo complemento femenino o pasivo. L
a trimurti industa tiene
sus saktis o desdobles femeninos, y a la trada masculina caldea, cuyos elementos
son: Ana, Belita y Davkina,
corresponden los elementos femeninos: Anu, Bel y Nuah. Los tres primeros se unif
ican en Belita, la soberana
diosa y seora del abismo inferior, madre de los dioses, reina de la tierra y de l
a fecundidad .
Cuando Belita representa la humedad primordial de que toda materia procede, se la
llama Tamti, smbolo

del mar, madre de la ciudad de Erech (la gran necrpolis caldea), y es, por lo tan
to, una diosa infernal. En el
mundo astronmico recibe el nombre de Ishtar o Astart, y equivale a Venus y dems rei
nas celestes, a
quienes se ofrecan en sacrificio (119) tortas y pasteles, as como tambin es idntica
a Eva, la madre de todo
ser viviente, y a la virgen Mara de los cristianos.
El arca en que No encerr los grmenes de todo lo necesario para repoblar la tierra e
s emblema de la
supervivencia y de la supremaca del espritu respecto de la materia en el conflicto
provocado por la oposicin
de las fuerzas naturales. En el mapa astroteosfico del rito occidental, el arca c
orresponde al sitio del ombligo,
y est colocada a la izquierda, en el lado de la mujer, uno de cuyos smbolos es la
columna izquierda (Booz)
del templo de Salomn, pues el ombligo est relacionado con la matriz, donde se dese
nvuelven los grmenes
de la raza (120).
Es el arca de No el sagrado Argha de los indos, bajel oblongo que los sacerdotes
empleaban a manera de
cliz en los sacrificios ofrecidos a Isis, Astart y Venus Afrodita, diosas de las f
uerzas generadoras de la
materia, y por lo tanto simbolizadas en el arca que encierra los grmenes de todas
las cosas vivientes.
Confesamos que las antiguas religiones tuvieron, y todava hay de ello ejemplo en
la India, smbolos que a
los hipcritas y puritanos les parecen escandalosamente obscenos; pero no copiaron
los judos la mayor parte
de estos smbolos? Hemos expuesto ya en otro lugar la identidad del lingham indo c
on la columna de Jacob, y
podramos citar numerosos ritos cristianos del mismo origen, si no se nos hubiesen
adelantado cumplidamente
en esta tarea otros investigadores (121).
Sobre el culto de los egipcios dice la seora Lidia Mara Child:
La veneracin por la fuerza generadora de la vida introdujo en el culto de Osiris
los emblemas sexuales, tan
comunes en el Indostn. El rey Tolomeo Filadelfo regal al templo de Alejandra una co
losal imagen de esta
ndole... La veneracin por el misterio de la vida organizada favoreci el reconocimie
nto de la dualidad
masculino-femenina en todas las cosas, as espirituales como materiales... Los emb
lemas sexuales que por
doquiera se descubren en las esculturas religiosas parecen obscenos a primera vi
sta; pero si se estudian casta
y reflexivamente, vemos cun austera y sencilla es su significacin (122).
Verdaderamente que estarn conformes con esta ilustre escritora cuantos, por su pu
reza mental y rectitud de
juicio, repugnen la gazmoera de esta nuestra poca que, movida de hipcritas sentimien
tos, ha desfigurado y
pervertido el significado de los antiguos emblemas religiosos.
EVA-LILITH Y EVA
Las aguas del diluvio, que en alegora a que nos referimos estn figuradas por el ma
r Tamti, simbolizan la
turbulenta materia catica, denominada el gran Dragn . Segn los gnsticos y rosacruces me
dioevales, en el
plan de la creacin no estuvo incluida la mujer, sino que fue engendrada por la im

pura imaginacin del hombre,


y as dijeron los hermticos que fue una intrusa concebida en el mal (hora sptima), cua
ndo ya desvanecidos
los sobrenaturales mundos reales, empiezan a desenvolverse los naturales e iluso
rios a lo largo del
microcosmos descendente o sea el arco del ciclo mximo. Primero, la Virgen celeste
, la Virgo zodiacal, se
transmuta en Virgo Escorpio ; pero al desenvolverse su segunda compaera, el hombre,
sin darse cuenta de
ello, le infunde algo de su espiritualidad, y este nuevo ser engendrado por su i
maginacin se convierte en el
Salvador que le libra de las asechanzas de Eva-Lilith, la Eva primordial, en cuya
constitucin entraba mayor
cantidad de materia que en el primitivo hombre espiritual (123).
Tenemos, por lo tanto, que la mujer est cosmognicamente relacionada con la materia
o el gran abismo,
cuyo smbolo es la Virgen del Mar , que aplasta bajo sus pies la cabeza del Dragn (124
).
Por otra parte, los marinos catlicos veneran por patrona a la Virgen Mara, una de
cuyas invocaciones es
Maris Stella o Virgen del Mar. De la propia suerte era Dido patrona de los marin
os fenicios (125), y, como a
Venus y dems diosas lunares (126), se le daba el ttulo de Virgen del Mar (127). Po
r esta razn, el color azul,
que entre los antiguos era emblema del gran abismo, lleg a formar con el tiempo l
a librea de la Virgen Mara;
pero los mendeanos de Basra o cristianos de San Juan tienen aversin al color azul
, porque lo consideran
relacionado con la simblica serpiente.
Entre las hermosas lminas de Maurice hay una que representa a Krishna en actitud
de aplastar la cabeza de
la serpiente. Lleva el dios una mitra de tres puntas (emblema de la trinidad) y
en su talle se enrosca el cuerpo
del vencido reptil. Esta lmina denota el origen de la fbula compuesta posteriormen
te para cohonestar aquel
proftico pasaje que dice:
Enemistades pondr entre ti y la mujer y entre tu linaje y su linaje: ella quebran
tar tu cabeza y t pondrs
asechanzas a su calcaar (128).
Tambin los egipcios representaban a Orante con los brazos en cruz y aplastando a
la serpiente, y Horus (el
Logos) aparece en actitud de atravesar la cabeza de Tifn o Apofis. Esto nos da la
clave del episodio bblico de
Can y Abel, puess a Can se le consideraba como el progenitor de los hivitas (las s
erpientes), por lo que los
mellizos de Adn son remedo evidente de la fbula de Osiris y Tifn, cuyo esotrico sign
ificado es la lucha
entre el bien y el mal.
SIMBOLISMO DE LA SERPIENTE
Pero desde la era cristiana, cun extraamente elstica y acomodable a diversidad de in
terpretaciones fue
esta mstica filosofa! Nunca, como en nuestra cristiana poca de sutilezas casusticas,
tuvieron tan poca
eficacia para restablecer la verdad hechos incontrovertibles e irrefragablemente
ciertos. Porque ante la
demostracin de que a Krishna se le llamaba el Buen Pastor muchsimo antes de la era c

ristiana y de que,
segn la tradicin religiosa, aplast a Kalinaga (serpiente del mal) y fue crucificado
, replican los polemistas
diciendo que todo ello eran profticas representaciones del porvenir. El mismo arg
umento aducen para
cohonestar la sorprendente semejanza de este mito cristiano con el Thor escandin
avo, que aplast la cabeza
de la serpiente al golpe de su maza cruciforme, y con el Apolo griego, que mat a
la serpiente Pitn (129).
Las aguas del diluvio equivalen simblicamente a la serpiente de las antiguas cosm
ogonas o el gran abismo
de materia, el Leviathn o dragn marino (130) sobre el cual boga el arca hacia el m
onte de salvacin. Pero el
Gnesis nos habla del arca de No porque Moiss estaba familiarizado con la mitologa de
los egipcios (131) y
conoca la leyenda que representa a Horus de pie sobre un esquife en forma de serp
iente, cuya cabeza
atraviesa con su lanza. Adems, no ignoraba Moiss el oculto significado y verdadero
origen de muchas otras
fbulas religiosas, y as encontramos en el Levtico la misma legislacin de Man.
Los animales encerrados en el arca simbolizan las pasiones humanas y aluden a ci
ertas pruebas de la
iniciacin en los misterios instituidos en muchas naciones para perpetuar esta ale
gora. El arca de No se
detuvo en el monte Ararat el da diecisiete del mes sptimo, y los animales puros en
traron en el arca en grupos
de siete. De nuevo encontramos aqu el nmero siete.
Por otra parte, al hablar de los misterios de Biblos respecto al rito del agua,
dice Luciano:
Un hombre permanece durante siete das en lo alto de una de las dos columnas levan
tadas por Baco (132).
Supone Luciano que esta ceremonia se cumpla en honor de Deucalin.
Cuando el profeta Elas estaba en oracin en la cumbre del monte Carmelo, le dijo a
su criado:
Sube y mira hacia el mar. El que habiendo subido y mirado dijo: No hay nada. Y s
egunda vez le dijo: Vuelve
hasta siete veces (133).
Y la Kbala dice:
Noah es una revolucin de Adam, y Moiss una revolucin (134) de Abel y Seth.
Los personajes bblicos nos dan prueba de esta revolucin o repeticin caracterstica, p
ues, por ejemplo,
Cain fue el primer asesino, y asesino es tambin cada quinto descendiente de su es
tirpe. As tenemos que los
descendientes de Can son: Henoch, Irad, Maviael, Mathusael y Lamech, que por el q
uinto descendiente fue el
segundo asesino y padre de No (135). El Talmud da la genealoga completa de Can y sea
la trece asesinos
entre sus descendientes, sin que en ello haya coincidencia ni casualidad alguna,
pues ofrece notable analoga
con Siva el destructor, pero tambin el regenerador, ya que si Can es asesino es ta
mbin fundador de
naciones e inventor de artes tiles.
En Tebas (136) se han encontrado los mismos elementos decorativos de estilizacin
folicea que se

enumeran al describir las columnas del templo de Salomn, como por ejemplo, la hoj
a bicoloreada de olivo, el
trilobulado pmpano de higuera y la lanceolada hoja de laurel, que entre los antig
uos tenan significado
esotrico y exotrico.
Las investigaciones de los egiptlogos corroboran por otra parte la identidad entr
e las alegoras bblicas y las
caldea y egipcia. La cronologa de las dinastas faranicas (137) divide la historia d
e Egipto en cuatro pocas:
de los reyes divinos, de los semidioses, de los hroes y de los mortales (138). Es
tas pocas se corresponden
perfectamente con los Elohim bblicos, esto es, con los hijos de Dios, los gigante
s y los hombres noticos.
Diodoro de Sicilia y Berosio enumeran los doce dioses mayores que presidan los me
ses del ao y los signos
zodiacales (139). El dios Jano, de doble rostro, era el jefe de estos doce diose
s, y se le representa con las
llaves del cielo en la mano. De aqu salieron primero los doce patriarcas bblicos y
despus los doce apstoles,
cuyo jefe, San Pedro, tiene dos caras por efecto de la negacin, y se le represent
a asimismo con las llaves del
cielo en la mano.
ADN PROTOTIPO DE NO

Cada pgina del Gnesis demuestra que No, con sus tres hijos Sem, Cam y Jafet, es una
variacin de Adn
con los suyos, Can, Abel y Seth, pues vemos que Adn es el prototipo de No. La cada d
e Adn proviene de
haber comido el vedado fruto del conocimiento celestial, mientras la de No result
a de haber gustado el fruto
terrenal, esto es, el zumo de la vida, cuya embriaguez simboliza la perturbacin m
ental ocasionada por el
abuso del conocimiento. Adn se ve despojado de sus vestiduras celestes, y No de su
s ropas terrestres, y
ambos se avergenzan de su desnudez. La maldad de Can aparece reproducida en Cam, y
los descendientes
de ambos superan en sabidura a los dems hombres, por lo que se les llam serpientes o h
ijos de
serpientes , en el sentido de hijos de la sabidura , y no en el de hijos de Satans , como
han interpretado
torcidamente muchos telogos. La enemistad entre la serpiente y la mujer tan slo subsis
te en este
perecedero y fenomnico mundo del hombre nacido de mujer . Antes de la cada en la carn
e, la serpiente
Ophis simbolizaba la divina sabidura, que no necesitaba de la materia para procre
ar al hombre espiritual. De
aqu la enemistad entre la serpiente y la mujer, o sea entre el espritu y la materi
a. en su aspecto material es la
serpiente (Ophiomorphos) smbolo de la materia, y en su aspecto espiritual es Ophi
s-Christos. En la magia
sirio-caldea ambos aspectos estn unidos en el andrgino signo zodiacal Virgo-Escorp
io, para desdoblarlos
siempre que sea necesario. Por lo tanto, en lo referente al origen del bien y de
l mal, el significado de las SS y
de las ZZ ha sido siempre intermutable; y aunque en algunas ocasiones las SS hay
an denotado en los sellos y
talismanes la maligna influencia de la magia negra dirigida a tercera persona, t
ambin vemos las SS en los
clices sacramentales de la Iglesia para significar la presencia del Espritu Santo

o divina sabidura.
A los madianitas, cananeos y camitas se les daba el ttulo de hombres sabios o hijo
s de serpiente ; y tal fue
la nombrada de los madianitas en este particular, que el mismo Moiss, el profeta i
nspirado por Dios, se postra
ante Hobab, hijo del madianita Raguel, y le suplica que permanezca entre los isr
aelitas, dicindole:
... Ven con nosotros para que hagamos bien contigo... No quieras dejarnos, porqu
e t... sers nuestro gua
(140).
Ms adelante, cuando Moiss enva exploradores a la tierra de Canan, traen estos, en pr
ueba de la
feracidad (141) del pas, un enorme racimo de uvas cuyo peso hizo necesario que do
s hombres lo
transportasen pendiente de una prtiga. Adems, los exploradores, al dar cuenta de s
u cometido, le dicen a
Moiss:
Llegamos a la tierra donde nos enviaste, que en verdad mana leche y miel...; per
o tiene unos habitadores
muy valerosos... Hemos visto all la raza de Enak (142).
Enak equivale a Enoch, el patriarca que, segn la Biblia (143), fue arrebatado al
cielo, y segn la Kbala y el
ritual masnico, fue el primer poseedor del mirfico Nombre.
LOS PATRIARCAS BBLICOS
Si comparamos los patriarcas bblicos con los descendientes de Vaiswasvata (144) y
las tradiciones sobre el
diluvio conservadas en el Mahbhrata, veremos que son remedo de los patriarcas vdico
s que les sirvieron de
tipo. Pero antes de proceder provechosamente a la comparacin, conviene comprender
el verdadero
significado de los mitos industas, pues cada personaje mtico lo tiene astronmico, e
spiritual y antropolgico.
Los patriarcas prediluvianos no son tan slo personificacin de los dioses equivalen
tes a los doce dioses
mayores de Berosio y a los prajpatis, sino que con los postdiluvianos correspondi
entes a la famosa tablilla de
la biblioteca de Nnive equivalen tambin a los eones griegos, a los sephirotes caba
lsticos, a los signos
zodiacales y a los tipos de otras tantas razas humanas (145). La alteracin de die
z a doce en el nmero de
personajes se apoya, segn veremos, en la misma autoridad de la Biblia. Los Elohim
no son dioses mayores,
como los que describe Cicern (146), sino que se cuentan entre los doce dioses men
ores o reflejos terrestres
de los primeros (147). Del grupo de los doce dioses menores sobresale No, el espri
tu de las aguas, que
puede considerarse como la transicin de unos a otros, y pertenece, por lo tanto,
a la superior trada caldea.
Los dems dioses del grupo son idnticos a los dioses inferiores de Asiria y Babilon
ia, que bajo la direccin del
Demiurgo (Bel) le ayudaban en su obra, de la propia suerte que los patriarcas ay
udan a Jehovah.
Adems de los dioses menores (148) haba los cuatro genios equivalentes a los que, s
egn la visin de

Ezequiel, sostienen el trono de Jehovah, identificado por esta equivalencia con


su correspondiente persona de
la trinidad caldea, pues estos cuatro genios o querubines son los compaeros de lo
s cuatro evangelistas y al
propio tiempo los alados conductores de Jess, segn dice Ireneo.
Los libros de Ezequiel y del Apocalipsis denotan principalmente su parentesco co
n la Kbala inda en la
descripcin de las cuatro bestias que simbolizan los cuatro elementos: tierra, air
e, fuego y agua. Equivalen a
las esfinges asirias, que tambin se ven esculpidas en las paredes de casi todas l
as pagodas indas.
El autor del Apocalipsis describe el pentculo pitagrico (149), cuyo admirable diseo
trazado por Levi
reproducimos ms adelante. La diosa inda Adanari (150) aparece rodeada de las mism
as figuras simblicas y
es idntica a la "Rueda de Adonai", segn Ezequiel, ms conocida por "Querubn de Jehesk
iel", lo cual indica
sin duda alguna la fuente en donde el profeta hebreo bebi sus alegoras (151).
Sobre estas bestias estaban los dos grupos de espritus anglicos: los igili o seres
celestiales, y los amanaki
o espritus terrestres (152).
La Kbala denudata da a los cabalistas una muy clara que a los profanos les parece
confusa explicacin de
las substituciones de un personaje por otro. As, por ejemplo, dice que la centell
a (chispa divina) de Abraham
proceda de Miguel, jefe de los eones y primera emanacin de la Divinidad (153); y s
in embargo, Miguel y
Enoch son una sola y misma entidad, pues ambos son la figura humana que ocupa el
punto de unin de la cruz
zodiacal. Tambin, segn la Kbala denudata, la centella de Isaac era la de Gabriel, j
efe de la hueste anglica,
y la centella de Jacob proceda de Ariel, llamado fuego de Dios . El espritu de vida ms
penetrante de los
cielos no es Adam Kadmon, sino el Adam primario o Microprosopos, que en uno de s
us aspectos es Enoch, el
padre de Matusaln; pero el Enoch arrebatado por Dios que no muri , es el Enoch espiritu
al, smbolo de la
humanidad, tan eterna en el espritu como en la carne, aunque la carne se transfor
me y renueve, pues la
muerte es un nuevo nacimiento y la humanidad no muere jams. El Destructor se conv
ierte en Regenerador.
Enoch es el tipo del hombre dual en espritu y cuerpo, por lo que se ocupa el cent
ro de la cruz astronmica.
SIMBOLISMO DE LA CRUZ
Pero este smbolo, fue invencin de los hebreos? Nos parece que no. Todas las nacione
s versadas en
astronoma, y en especial la India, veneraban profundamente la cruz como base geomt
rica del simbolismo del
avatar o manifestacin de Dios en el hombre, del creador en la criatura. En los ms
antiguos monumentos de
India, Persia y Caldea aparece la cruz doble, de cuatro brazos u ocho puntas que
tan frecuentemente se echa
de ver en la morfologa natural, como por ejemplo en los cristales de nieve y en a
lgunas flores. Con
ultracristiano misticismo dice Lundy que estas flores cruciformes son la proftica
estrella de la Encarnacin
que une cielos y tierra, a Dios con el hombre (154).
Esta frase expresa perfectamente el concepto contenido en el antiguo apotegma ca

balstico: como es arriba


as es abajo , pues demuestra que Dios se encarna en beneficio de la humanidad enter
a, y no tan slo en el de
un puado de cristianos. Es la mundanal cruz de los ciclos reproducida en la natur
aleza terrestre y en el
hombre dual. El hombre fsico reemplaza al espiritual en el punto de unin donde est
el mstico Libra-HermesEnoch. La mano que seala al cielo en contraposicin de la otra que seala a la tierra
da a entender la infinidad
de generaciones de arriba en correspondencia con la infinidad de generaciones de
abajo, pues lo visible es
manifestacin de lo invisible, el hombre de polvo se restituye al polvo, el hombre
de espritu renace en espritu
y la humanidad finita es hija del infinito Dios.
Abba es el Padre; Amona, la Madre; el Universo, el Hijo. En todas las teogonas se
repite esta trada, y as
vemos que Kadmon, Hermes, Enoch, Horus, Krishna, Ormazd y Cristo son equivalente
s entre s, los
metratones o medianeros entre el cuerpo y el espritu, que redimen a la carne por
la regeneracin de abajo y al
espritu por regeneracin de arriba, donde la humanidad se une con Dios.
Ya dijimos en otro lugar que la tan egipcia tau es muy anterior a la poca de Abra
ham, el supuesto progenitor
del pueblo escogido, pues vemos que Moiss la tom de los sacerdotes egipcios. Prueb
a de que no slo los
judos, sino tambin los gentiles, tenan la tau por sagrada, nos da el siguiente pasa
je:
Y mojad un manojo de hisopo en la sangre que est en el umbral y rociad con ella e
l dintel y los dos postes
(155).
Esta seal de los dos postes es precisamente la misma tau egipcia (156) de que se
vala Horus para
resucitar muertos, segn se ve en las ruinas de Filoe (157). No cabe en modo algun
o admitir que la tau era un
anticipo inconscientemente proftico de la cristiana, por cuanto segn dice Lundy:
Los mismos judos veneraron la tau como signo de salvacin hasta que condenaron a Je
ss... La vara de
que se vala Moiss para operar prodigios delante de Faran era, sin duda, la cruz ans
ata u otra muy parecida
a la de los sacerdotes egipcios (158).
Por lo tanto, cabe inferir lgicamente que los judos tenan los mismos smbolos religio
sos que los paganos,
sin aventajar a estos en moralidad de conducta; y por otra parte, que si no obst
ante su conocimiento del oculto
simbolismo de la cruz y de los muchos siglos que esperaban al Mesas, no reconocie
ron ni al Mesas ni la cruz,
segn los cristianos, forzosamente hubieron de tener la tau por la verdadera cruz
religiosa.
Los que no quisieron reconocer a Jess como Hijo de Dios no pertenecan al vulgo de la
s gentes que
ignoraban el simbolismo religioso ni al partido de los saduceos que le conden a m
uerte, sino que fueron los
versados en la doctrina secreta que por conocer el significado oculto de la cruz
no podan consentir la
impostura de identificar con este smbolo al profeta nazareno.
SIMBOLISMO DEL ZODACO

Casi todos los vaticinios del nacimiento de Jess se atribuyen a los patriarcas y
profetas bblicos; pero si bien
algunos de estos ltimos han sido personajes histricos, los primeros lo son mticos,
segn demostraremos
mediante la oculta interpretacin del Zodaco, que nos descubrir la analoga entre los
signos y los patriarcas
antediluvianos.
Si recordamos los conceptos de la cosmogona industa, comprenderemos ms fcilmente la
relacin entre
estos patriarcas antediluvianos y la Rueda de Ezequiel , tan enigmtica para los come
ntadores. As, pues,
hemos de tener presente: 1. Que el universo no es una creacin sbita y espontnea, sin
o un trmino de la
indefinida serie de universos evolucionados de la substancia preexistente. 2. Que
la eternidad es una sucesin
de ciclos mximos en cada uno de los cuales ocurren doce transformaciones de nuest
ro mundo, ocasionadas
alternativamente por el fuego y el agua, de modo que la tierra queda tan alterad
a geolgicamente, que en
realidad constituye un nuevo planeta. 3. Que en las seis primeras de estas doce t
ransformaciones, todos los
seres y todas las cosas de la tierra van siendo cada vez ms densamente materiales
, mientras que en las seis
restantes van siendo cada vez ms sutiles y espirituales. 4. Que al llegar la evolu
cin al punto culminante del
ciclo, se desvanecen las formas objetivas; y las entidades que en ellas residier
on, hombres, animales y plantas,
esperan en el mundo astral el trmino de este pralaya menor para volver a la tierr
a y proseguir en ella su
evolucin (159).
Los antiguos representaban este maravilloso concepto en el smbolo del Zodaco o cin
turn celeste, para que
las gentes lo entendieran, aunque en vez de los doce signos ahora conocidos tan
slo se dieron al pblico los
nombres de diez signos, conviene a saber: Aries, Tauro, Gminis, Cncer, Leo, Virgo,
Sagitario, Capricornio,
Acuario y Piscis (160). Estos eran los signos exotricos; pero haba otros dos signo
s msticos, tan slo
conocidos de los iniciados, que eran Libra, punto intermedio de los doce, y Esco
rpio, que sigue inmediatamente
al de Virgo. Cuando fue necesario exoterizar estos dos signos, se les dieron los
nombres que ahora llevan,
para ocultar los verdaderos, cuyo conocimiento descubra los secretos de la creacin
y el origen del bien y del
mal.
La verdadera doctrina sabeana enseaba secretamente que estos dos signos encubran l
a gradual
transformacin del mundo, desde su espiritual y subjetivo estado, al sublunar de d
oble sexo. As fue que los
doce signos se dividieron en dos grupos de seis. El primer grupo se llam ascenden
te o lnea del Macrocosmos
(mundo espiritual mayor), y el segundo grupo se llam descendente o lnea del Microc
osmos (mundo
subalterno y reflejo del primero). Esta divisin recibi el nombre de Rueda de Ezequi
el , que comprenda en
primer trmino los cinco signos ascendentes personificados en los patriarcas, a sa
ber: Aries, Tauro, Gminis,
Cncer, Leo y por ltimo Virgo-Escorpio. Despus viene Libra, el punto equilibrante o
de conversin, y

enseguida se desdoblaba la primera mitad del signo Virgo-Escorpio para guiar el


grupo descendente del
Microcosmos hasta el ltimo signo, Piscis, cuya personificacin es No, emblema del di
luvio. Veremos esto
ms claro teniendo en cuenta que el signo Virgo-Escorpio indicado en un principio
por m se redujo
sencillamente a Virgo, y su pareja m o Escorpio, como personificacin de Can, qued c
olocado despus de
Libra (161), pues segn la teologa exotrica, Can fue la perdicin de la humanidad, pero
de acuerdo con la
verdadera doctrina de sabidura representa el descenso del universo, en el curso d
e la evolucin, de lo
subjetivo a lo objetivo.
EL SIGNO ZODIACAL

LIBRA

Suele creerse que el signo Libra lo inventaron los griegos; mas aunque as fuese, n
icamente lo conocieron
los iniciados, quedando el vulgo tan ignorante como siempre. De todos modos, el
nuevo signo sirvi
admirablemente para descubrir cuanto poda decirse sin revelar la verdad entera, y
se daba a entender con l
que cuando en el proceso de la evolucin lleg el mundo al grado mximo de materialida
d, o sea al punto
nfimo de su descenso, ya no poda descender ms porque aquel era el punto de equilibr
io (Libra), de balanza
o conversin, desde donde haba de iniciarse el ascenso por impulso de la divina chi
spa que arde en la
intimidad de todas las formas. La balanza simboliza el eterno equilibrio de armo
na y justicia que ha de reinar
en el universo, la ponderacin de las fuerzas centrfuga y centrpeta, de la luz y las
tinieblas, de la materia y del
espritu.
La interpolacin de los dos signos adicionales del Zodaco demuestra que el libro de
l Gnesis, tal como
aparece en las versiones actuales, es posterior a la invencin de Libra por los gr
iegos, pues la genealoga de
los patriarcas se corresponde con los doce signos zodiacales, cuando de ser dich
o libro de fecha anterior se
correspondera tan slo con diez. La adicin de los dos signos y la necesidad en que e
staban de ocultar la
verdadera clave movi a los compiladores a repetir los nombres de Enoch y Lamech e
n la tabla genealgica
(162).
Como quiera que todo lo referente a la creacin y el diluvio tiene diversas interp
retaciones, no es posible
comprender debidamente el significado del relato bblico sin estar enterado del ca
ldeo y del significado
esotrico de lo que sobre el diluvio dicen el Mahbhrata y el Satapatha. Los acadiano
s, que segn Rawlinson
eran oriundos de Armenia, pero que no fueron los primeros emigrantes de India, e
nsearon los misterios
religiosos y el idioma sacerdotal a los babilonios, quienes personificaron en Xi
suthrus el sol en Acuario (163),
as como Oannes, el hombre-pez y semidis, representaba el primer avatar de Vishn, co
n lo que tenemos la
clave del doble origen del relato bblico.
Oannes simboliza la sabidura esotrica, y por esto sale del mar, del gran abismo, d
e las aguas, emblema de
la doctrina secreta, y sta es tambin la razn de que los egipcios divinizaran el Nil

o y lo tuviesen por salvador


del pas en sus peridicas inundaciones y respetasen a los cocodrilos que moraban en
el abismo . Los
pueblos de raza camita se asentaron siempre a orillas del mar o en las mrgenes de
los ros, pues el agua fue
el primer elemento de la creacin, segn algunas cosmogonas antiguas, y as veneraban p
rofundamente los
sacerdotes caldeos el nombre de Oannes, y llevaban una tnica en forma de pescado,
cuya cabeza era el
bonete (164)
Dice Cicern (165) que, segn Tales de Mileto, el agua es el principio de todas las
cosas y que Dios es la
Mente suprema que del agua model todas las cosas.
Y Virgilio canta en la Eneida:
En el principio, el Espritu anima cielos y tierra, el lquido elemento, el brillant
e globo lunar y las titnicas
estrellas. La mente infundida por doquiera despierta a la masa y se entremezcla
con la primordial materia
(166).
As tenemos que el agua simboliza por una parte la dualidad del Macrocosmos-Microc
osmos vivificada por el
Espritu, y por otra, el Cosmos evolucionado del Kosmos. En este sentido, el diluv
io simboliza el perodo final
del conflicto entre los elementos correspondientes al trmino del primer ciclo mxim
o de nuestro planeta. Estos
perodos de recrudecida lucha entre los elementos se suceden para que del caos sur
ja el ordenamiento y el
ordenamiento vuelva a caer en el caos, de modo que los sucesivos tipos de organi
smo fsico estn adaptados
a las respectivas condiciones naturales de cada perodo. As tenemos que en el anter
ior al actual no pudo vivir
el hombre de hoy sobre la tierra, puesto que no estaba vestido de los trajes de
piel que alegricamente
menciona el Gnesis (167).
GENEALOGAS DE CAN Y SETH
Las generaciones de Can y Seth aparecen en la Escritura hebrea como siguen:
GENERACIN DE SETH
Principio del bien
ipio del mal

ael.

1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.

Adam.
Seth.
Ens.
Cainn.
Mahalaleel.
Jared.
Enoch.
Mathusaln.
Lamech.
No.

GENERACIN

DE CAN
Princ
1. Adam.
2. Can.
3. Enoch.
4. Irad.
5. Mavi
6. Mathusal.
7. Lamech.
8. Jabel.
9. Jubal.
10. Tubalcan.

Estos son los diez patriarcas bblicos, equivalentes a los diez prajpatis de la Ind
ia y a los diez sephirotes de
la Kbala; pero aunque entre las dos generaciones suman veinte patriarcas, slo se c

uentan diez, porque la


lnea caintica tiene por objeto encubrir la verdad a los profanos y sealar ms compren
siblemente la idea del
dualismo en que se fundan todas las filosofas religiosas, pues ambas genealogas re
presentan las respectivas
potestades benficas y malficas correspondientes a los principios paralelamente opu
estos del bien y del mal.
Pero el velo es tan transparente que no se necesita mucha perspicacia para rasga
rlo aun sin el auxilio de la
doctrina secreta. Si eliminamos los nombres duplicados, nos desprenderemos de Ad
am, Enoch (168), Lamech
(169), Irad (170), Jubal, Jebal (171), Maviael (172) y Matusaln. As queda un solo
Can, que no obstante su
fratricidio aparece como padre del virtuossimo Enoch que en carne mortal fue arre
batado al cielo. Pero en la
genealoga stica, Enos, tambin equivalente a Enoch, es nieto de Adam y padre de Can-a
n. Esto no es pura
coincidencia, sino que representa una inversin de paternidad con el deliberado pr
opsito de poner en
confusin a los profanos.
Cabe insistir, por lo tanto, en que los patriarcas son personificaciones de los
signos del Zodaco, emblemas
de los mltiples aspectos de la evolucin fsica y espiritual de las razas humanas y sm
bolos de las divisiones
del tiempo. En astrologa se les llama ngulos, a causa de su mayor fuerza y poder.
El segundo cuaternario de
las doce mansiones de los cielos , o sean la primera, cuarta, sptima y dcima, cuyos ng
ulos estn
colocados hacia arriba y hacia abajo y corresponden a Adam, No, Can-an y Enoch. El
alfa y el omega, el mal
y el bien presiden el conjunto. Adems, cuando las doce mansiones se dividen en la
s cuatro tradas: gnea,
area, terrestre y acutica, vemos que esta ltima corresponde a No.
Enoch y Lamech estn repetidos en la genealoga caintica para completar los diez patr
iarcas, de modo que,
sin los dos nombres secretos, se correspondiesen con los diez sephirotes cabalsti
cos y con los diez y despus
doce signos del Zodaco, de manera tan slo comprensible para los cabalistas. Ahora
bien; en vez de Abel est
Seth en la lnea genealgica, a fin de que no toda la raza humana apareciese en desc
endencia directa de un
fratricida. Esta dificultad se ech de ver luego de completada la tabla caintica, y
por ello se le da a Adam por
tercer hijo a Seth. Es muy significativo que el Adam andrgino es imagen y semejan
za de los Elohim (173) y
despus engendra Adam a Seth a imagen y semejanza suya (174), lo que significa que
hubo hombres de razas
diferentes. Tambin es digno de nota que en la genealoga caintica no aparece dato al
guno referente a la edad
y dems particularidades de los patriarcas, mientras que lo contrario ocurre en la
genealoga stica.
Seguramente que nadie esperara encontrar en una obra del dominio pblico los mister
ios finales que
durante innumerables siglos estuvieron sigilosamente reservados en los santuario
s; pero sin temor de
indiscrecin ni de divulgar la clave entre los profanos, bien podemos descorrer al
gn tanto el velo que encubre
las majestuosas doctrinas de la antigedad, y as describiremos a los patriarcas tal
como deberan estar
relacionados con los signos zodiacales, que aparecen en el orden siguiente:

RUEDA DE EZEQUIEL

RUEDA DE EZEQUIEL (175)

Al tratar del doble signo Virgo-Escorpin y Libra dice Jennings:


Todo esto es incomprensible a menos que nos valgamos del misticismo de los gnstic
os y cabalistas, pues
todo el sistema requiere una clave que lo explique; pero los ocultistas niegan c
onstantemente la existencia de
dicha clave porque no les est permitido divulgarla (176).
Esta clave tiene siete distintas interpretaciones, de las que slo expondremos una
, a fin de que el profano
tenga un vislumbre del misterio. Feliz quien por completo lo conoce!
Para explicar la presencia de Jodheva o Yodheva (177) y de Adn y Eva en la Rueda
de Ezequiel, basta
tener presentes los siguientes versculos del Gnesis:
Y Dios (Elohim) cre al hombre a su propia imagen (a la de ellos)... macho y hembr
a los (lo) cre (178).
Macho y hembra los (lo) cre y llam el nombre de ellos Adam en el da en que fueron c
reados (179).
SIMBOLISMO DE LIBRA
Cuando se toma el ternario al principio del tetragrama, expresa la creacin espiri
tualmente divina, o sea sin
pecado carnal, y con l cuando se toma en sentido inverso, que entonces es femenin
o. El nombre de Eva est
compuesto de tres letras y el de Adam primitivo o celeste de una sola, Jod o Yod
h, y por lo tanto, la verdadera
fontica de Jehovah es Ieva o Eva. El Adam andrgino es espiritual (Adam Kadmon), y
cuando la mujer sale de
la costilla del Adam terreno, se desdobla de l la pura Virgo y cae en la generacin
o ciclo descendente,
convirtindose en Escorpin (180), emblema del pecado y de la materia. el ciclo asce
ndente representa las
razas puramente espirituales (181) acaudilladas por Adam Kadmon o Jodheva, mient
ras que el ciclo
descendente representa las razas carnales acaudilladas por Libra, equivalente a
Enoch (182), el sptimo
patriarca, semi-divino, semi-terreno, de quien por esto se dice que fue arrebata
do al cielo en carne mortal.
Libra y sus personificaciones son la balanza de universal armona, justicia y equi
librio, colocada en el punto
cntrico del Zodaco. El crculo mximo de los cielos, tan bien descrito por Platn en su
Timeo, simboliza la
desconocida Unidad, y los crculos mnimos que se entrecruzan por su divisin en el pl
ano del Zodaco
simbolizan la vida en el punto de interseccin. Las fuerzas centrpeta y centrfuga re
presentan el bien y el mal,
el espritu y la materia, la vida y la muerte, la creacin y la destruccin (183). Son
estas fuerzas las dos
potestades que tanto en los mundos objetivos como en los subjetivos mantienen po
r medio de perenne
conflicto la ponderacin entre el espritu y la materia. ambas fuerzas determinan co
mo resultante la lnea orbital
de los planetas, que atraviesa en cruz la faja zodiacal. Si prevaleciese la fuer
za centrpeta caeran los planetas
en el sol; y si, por el contrario, prevaleciese la centrfuga, se alejaran indefini
damente de su centro para caer

en el caos de la destruccin csmica. De la propia suerte los espritus vivientes de


los hombres se
confundiran centrpetamente con el invisible sol espiritual, el Paramtma, su padre,
mientras que en el caso
contrario se alejaran centrfugamente del universo objetivo para caer en la aniquil
acin. Pero la balanza, Libra,
con su finsimo fiel permanece en el punto de interseccin, siempre atenta a pondera
r la actividad de ambos
combatientes, cuyas contrarias fuerzas dan por resultante la paralelogrmica diago
nal que planetas y espritus
humanos recorren a travs del Zodaco y de la vida, manteniendo de este modo, entre
lo invisible y lo visible,
entre cielos y tierra, la estricta armona que reconcilia el espritu con la materia
. por esto Enoch, personificacin
de Libra, es el Metatrn, el medianero entre Dios y el hombre. Desde Enoch a No y s
us tres hijos, cada
patriarca representa una transformacin o perodo geolgico de la tierra, correspondie
ntes a distintas razas de
hombres y seres (184).
Can acaudilla la lnea ascendente (Macrocosmos) porque es hijo del Seor (185), es deci
r, que Can fue
hijo del pensamiento pecaminoso y no de generacin carnal. Por otra parte, Seth ac
audilla la genealoga
terrena porque es hijo de Adn y engendrado por ste a su imagen y semejanza (186).
El Can bblico equivale
al Kenu asirio y significa el mayor, mientras que la palabra hebrea ... signific
a artfice herrero.
POCAS

GEOLGICAS

La geologa demuestra que la tierra ha pasado por cinco distintas pocas o fases de
diferente estructura, que
de la ms reciente a la ms antigua se suceden como sigue:
1. poca cuaternaria, en que ya habita el hombre sobre la tierra.
2. poca terciaria, en la que se presume pudo existir ya el hombre en la tierra (1
86).
3. poca secundaria, la de los reptiles gigantescos, como el megalosaurio, ictiosa
urio y plesiosaurio, sin
vestigio alguno del hombre.
4. poca paleozoica, la de los crustceos gigantescos.
5. poca azoica, en que aun no haba aparecido la vida en la tierra.
Sin embargo, no pudiera ser que en estas remotsimas pocas hubiese ya existido el ho
mbre sin dejar
huellas materiales por no tener todava cuerpo organizado? El espritu no se fosiliz
a, y bien podra el hombre
haber vivido subjetivamente en la tierra antes de su existencia objetiva. Por lo
tanto, la cosmogona industa,
que divide la formacin de la tierra en cuatro pocas de 1.728.000 aos cada una, est m
ucho ms de acuerdo
con los modernos descubrimiento geolgicos que la absurda cronologa sancionada por
los concilios niceno y
tridentino.
Aunque posteriormente se hayan hebraizado los nombres de los patriarcas, su orig
en es con toda evidencia
asirio o ario. As, por ejemplo, Adam aparece en la Kbala revelada como un trmino tr
ansmutable que se
aplica a los dems patriarcas y sephirotes y viceversa. Adam, Can y Abel forman la
primera trada de los doce
y corresponden a los sephirotes: Corona, Sabidura e Inteligencia, y a la trigona a
strolgica de lo gneo, lo

terrestre y lo areo (188).


Adam Kadmon, simbolizado en Aries, equivale al dios Amun con cabeza de carnero q
ue en un torno de
alfarero forma hombres a su imagen y semejanza, por lo que tambin el Adam de barr
o equivale a Aries-Amun,
en cuanto es tronco de la generacin humana, pues tambin engendra hombres a su imag
en y semejanza.
En astrologa, el planeta Jpiter est relacionado con la primera mansin (189), y los a
strlogos caldeos le
vean de color rojo (190) desde el piso de las siete esferas de la torre de Borsippa
o Birs-Nemrod. Tambin
significa rojo, adems de hombre, la palabra hebrea Adam (...). Al dios ndico Agni
que preside el signo de
Piscis, contiguo al de Aries por su posicin extrema en la faja zodiacal, se le re
presenta de color rojo intenso
con dos caras, una de hombre y otra de mujer, tres piernas y siete brazos (191),
montado en un carnero y en la
cabeza una tiara en forma de cruz (192).
En el Zodaco de los astrlogos industas preside los signos la divinidad a que cada u
no de ellos est
dedicado. Los nombres snscritos de los signos zodiacales y su correspondiente div
inidad aparecen como
sigue:
SIGNO
Aries.
Tauro.
Gminis
Cncer.
Leo.
Virgo.
a.
Libra.
Escorpin.
Sagitario.
Capricornio.
Acuario.
Piscis.

NOMBRE SNSCRITO

Mithuna.

Mecha.
Vricha.
Karcataca
Sinha.
Kanya.
Tulha.
Vristchica.
Dhanus.
Makara.
Kumbha.
Minas.

DIVINIDAD PRESIDENTE

Pavana.

Ganesa.
Pulhar.
Indra.

Varuna.
Yama.
Srya.
Soma.
Kartikei
Kuvera.
Kama.

Agni.

Por otra parte, No, duodcimo patriarca (193) y simbolizado en Piscis, es reproducc
in de Adam, pues,
como ste, es progenitor de una nueva raza humana y tiene tambin tres hijos: uno ma
lo, otro bueno y el
tercero malibueno.
EQUIVALENCIAS ENTRE LOS PATRIARCAS
Es asimismo muy significativo que en el Zodaco caldeo presida Kain el signo de Ta
uro, que pertenece a la
trigona terrestre, y al cual alude el Avesta al decir que Ormazd engendr un ser (A
bel) arquetipo de todos los
seres, simbolizado en el toro, emblema de fuerza y Vida. Ahriman (Can) lo mat y de
su simiente (Seth)
nacieron nuevos seres.
En simbologa asiria, Abel significa hijo; pero la palabra hebrea ..... quiere dec
ir algo efmero, de corta vida y
escaso valor, as como tambin significa dolo (194). El asirio Kain significa estatua hr
mica o columna (195).
Tenemos, en resumen, que Abel es el desdoble femenino de Can, pues son gemelos y

constituyen el
andrgino Can-Abel, cuyo primer elemento corresponde a la Inteligencia y el segundo
a la Sabidura.
Lo mismo ocurre con los dems patriarcas. Ens (...), equivalente a Enoch, se identi
fica con Adam; y Cainn
(...) o Kain-an es el mismo Can. Por otra parte, Seth (...) equivale a teth, Thot
h o Hermes, y tal es la razn de
que Josefo (196) seale a Seth muy versado en astrologa, geometra y otras ciencias o
cultas, diciendo de l
que esculpi las reglas fundamentales de su arte en dos columnas de piedra y ladri
llo, una de las cuales
subsista en tiempo del famoso historiador judo quien la vio en Siria.
Resulta por lo tanto que tambin Seth es idntico a Enoch (197), a quien cabalistas
y masones atribuyen la
misma obra. Enoch (...) significa instructor, iniciador y a veces iniciado (198)
.
Respecto a Mahalaleel, deriva de ma-ha-la (...), que significa benigno y miseric
ordioso, por lo que cabe
identificarlo con el cuarto sephirote Amor y Misericordia, emanado de la primera
trada (199).
Jared es lo mismo que Irod (...) o Iared y significa descenso (del verbo ...) o
progenie (... arad), en perfecta
correspondencia con las emanaciones cabalsticas.
El nombre Lamech (...) no es de filiacin hebrea sino griega, y significa padre de
la poca , es decir, el padre
del que despus de la catstrofe pralyica da comienzo a una nueva era humana. De aqu q
ue Lamech sea el
padre de No y que ste equivalga al sephirote Reino (Malchuth), mientras que su pad
re equivale a Fundacin.
Adems, Lamech est simbolizado en Acuario y No en Piscis. Por ltimo, Lamech pertenece
al elemento
areo y No al trigonmicamente acutico.
Vemos que cada patriarca, como cada prajpati, representa bajo determinado aspecto
una nueva raza
antediluviana; y as pueden considerarse tambin como personificaciones de los saros
caldeos o pocas
cronolgicas, copiadas a su vez de las diez dinastas indas de reyes divinos (200).
De todos modos, estas
personificaciones son las ms profundas e ingeniosas alegoras de cuantas concibi la
mente humana.
El Nuctamern (201) simboliza en las doce horas la evolucin del universo y el gradu
al desenvolvimiento de
las razas humanas. Cada hora representa la evolucin de una nueva raza y est dividi
da en cuatro cuartos o
pocas, segn ensearon los primitivos arios y copiaron despus los sistemas religiosos
de todas las naciones,
de donde tom este cmputo el vidente de Patmos. Los caldeos representaron estas cua
tro pocas en los
cuatro Oannes o Soles que aparecieron consecutivamente, los griegos y romanos en
las cuatro edades de oro,
plata, cobre y hierro; los indos en los cuatro budas; y los parsis en los cuatro
profetas (202).
Las Escrituras hebreas nos dicen por otra parte:
No permanecer mi espritu en el hombre porque carne es; y sern sus das ciento veinte
aos (203).
ALEGORAS TALMDICAS
Como quiera que antes de que los hijos de Dios viesen a las hijas de los hombres

la vida humana era de 365


a 969 aos, slo cabe explicar tan brusca disminucin comparando el texto bblico con lo
s libros de Man,
donde se dice:
En los primitivos tiempos no haba enfermedades ni dolencias. Los hombres vivan cua
tro siglos (204).
Suceda esto en la edad Krita o de justicia, simbolizada en el toro firmemente ase
ntado sobre sus pies. En
esta edad permaneca el hombre fiel a la verdadera ley, sin que el mal le concitas
e a quebrantarla (205). En
cada una de las edades siguientes disminuye en una cuarta parte la duracin de la
vida humana, y as en la
edad Treta slo vive el hombre tres siglos, en la Dwapara dos y en la Kali (edad p
resente), cien aos a lo
sumo.
No, hijo de Lamech (206), es basto remedo de Man, hijo de Swayambhu, as como los se
is mans o rishis
engendrados por el primer hombre indo son los antetipos de Terah, Abraham, Isaac,
Jacob, Jos y Moiss,
los sabios hebreos de quienes se dice fueron profundos astrlogos y alquimistas, i
nspirados profetas y
esclarecidos videntes, es decir, magos.
La talmdica Mishna nos dice que la primera emanacin, el andrgino demiurgo Chochmah
(HachmaAchamoth) y Binah construyeron una casa apoyada en siete columnas. Son la Sabidu
ra e Inteligencia del
Logos, los arquitectos de Dios, el comps y la escuadra de la fbrica del universo.
Las siete columnas son las
siete etapas de la evolucin mundial, simbolizadas en los siete das de la creacin. D
ice, adems, que
Chochmah inmola a sus vctimas, o sean las mltiples fuerzas de la naturaleza que pa
ra vivir han de morir
(207). Las personificaciones de las fuerzas mueren, pero viven en sus hijos y re
sucitan en cada sptima
generacin. Los siervos de Chochmah (Sabidura) son, segn el Mishna, las almas de H-A
dam, en quien se
concentran todas las almas de Israel.
Contina diciendo el Mishna que el da tiene doce horas, durante las cuales se cumpl
i la creacin del
hombre. Esto sera ininteligible si no lo diese a comprender Man cuando dice que el
da abarca las cuatro
edades del mundo y dura doce mil aos dvicos.
Los cosmocratores (Elohim) bosquejan en la segunda hora la forma corporal de un
hombre, que desdoblan
para preparar la divisin en sexos. As han procedido los Elohim en todas las cosas
creadas (208), pues segn
la citada obra, los peces, aves, plantas y hombres eran andrginos en la primera ho
ra .
Dice el rabino Simen:
Oh compaeros! Al emanar el hombre era al mismo tiempo mujer, pues eman igualmente d
el lado del
Padre y del lado de la Madre. Tal es el sentido de las palabras: Hgase la luz y fu
e hecha la luz . Este es el
hombre desdoblado (209).
Era preciso que la mujer espiritual equilibrase al hombre espiritual, porque la
armona es la suprema ley del

universo.
Dice Platn:
Dios dot a nuestro universo de movimiento rotatorio, y anlogamente form el cuerpo d
el hombre como lisa
esfera, igual en todos sus puntos, desde el centro a la circunferencia, con rota
cin adecuada al tiempo de su
existencia personal. Posteriormente se desdobl el cuerpo del hombre en forma de l
etra X (210).
EL HOMBRE ARQUETPICO
San Justino Mrtir se apoy en este pasaje para acusar a Platn de haber plagiado su a
legora del universo y
del hombre de la mosaica serpiente de bronce; y por otra parte, Lundy lo comenta
diciendo que parece un
impremeditado vaticinio de la figura de Jess, aunque nada dice explcitamente acerc
a de si considera a Jess
tal como Platn describe al hombre primario. Mas, a pesar de la equivocada interpr
etacin de San Justino
Mrtir, debiera comprender Lundy que ya pasaron los tiempos de la casustica y que P
latn quiso dar a
entender que antes de quedar aprisionado en la materia, el hombre espiritual no
tena necesidad de miembros,
por lo que si el universo recibi forma esfrica en todos sus componentes, tambin esfr
ica hubo de ser la
forma del hombre arquetpico, cuya cada en cuerpo terreno determin la aparicin de mie
mbros. Ahora bien; si
imaginamos a un hombre con piernas y brazos extendidos en aspa, como si se apoya
ra en la primitiva forma
esfrica, tendremos la figura sealada por Platn, o sea la X inscrita en el crculo.
Los relatos de la creacin, de la cada del hombre y del diluvio pertenecen a la his
toria universal y no son en
modo alguno privativos de los hebreos, quienes slo pueden reclamar la propiedad d
e su peculiar exposicin
alegrica, en que adulteraron las tradiciones de los dems pueblos. El Libro de Enoc
h es muy anterior al
Pentateuco (211) y todava se desconoce su origen (212), aunque los judos lo consid
eran tan cannico como
los dems; y si los cristianos aceptaron la autoridad de estos otros, con igual mo
tivo debieron aceptar la del de
Enoch, pues no puede determinarse exactamente la antigedad de ninguno de ellos.
Dice Jost que cuando la divisin del reino de Israel, a la muerte de Salomn, los sa
maritanos slo
reconocieron por cannicos el Pentateuco y el Libro de Josu; pero que del saqueo de
l templo de Jerusaln, el
ao 68 antes de J. C., slo se salvaron unos cuantos manuscritos (213) que pudieron
ocultar los doctores de la
ley (214).
Todos los cabalistas del mundo formaron desde tiempo inmemorial una especie de c
onfraternidad o
masonera y se daban mutuamente el ttulo de compaero o inocente, como acostumbraron
despus algunas
asociaciones masnicas de Europa en la Edad Media (215). Creen los cabalistas, apo
yados en el
conocimiento, que tan slo pueden considerarse como libros sagrados autnticos los r
ollos hermticos de los
setenta y dos ancianos, que contenan la verdadera Palabra y, aunque perdidos para e
l mundo, se han
conservado en las comunidades secretas. Esto mismo corrobora Swedenborg (216) po

r testimonio recibido de
ciertas entidades espirituales, quienes le aseguraron que adoraban a Dios segn la
verdadera Palabra. En
cambio, otros estudiantes de ocultismo disponen de prueba ms valiosa que el testi
monio ajeno, pues por sus
propios ojos vieron los libros hermticos.
No es posible aceptar la Biblia en sentido exotrico, porque desaparecido el texto
que compuso Helcas lo
rehizo Esdras y lo complet Judas Macabeo; pero al transcribir en caracteres cuadr
ados el original compuesto
en caracteres corniales, qued ste muy alterado, y mucho ms todava al salir de manos
de los masotricos,
de modo que al texto actual no se le puede computar antigedad mayor de 150 aos ant
es de J. C., y aun as
aparece plagado de interpolaciones, mudanzas y omisiones. Por lo tanto, como tod
os estos errores estn ya
petrificados y se perdi la verdadera Palabra de Dios , no hay derecho a exigir de lo
s cristianos que den fe a
una serie de quimeras y alucinaciones y tal vez espurias profecas presuntuosament
e atribudas a la directa
inspiracin del Espritu Santo.
Por esta razn no damos validez al bblico texto monotesta, publicado precisamente cu
ando los sacerdotes
de Israel creyeron necesario para su poltica romper a mano airada con los gentile
s, perseguir a los cabalistas y
repudiar la sabidura antigua. La verdadera Biblia hebrea nunca estuvo a disposicin
de las gentes, pues eran
libros secretos mucho ms antiguos que la versin de los Setenta (217). Los Padres d
e la Iglesia ni siquiera
oyeron hablar de la secreta y verdadera Biblia; pues, como dice Swedenborg, la a
ntigua Palabra , antes que
en Occidente, debe buscarse en China o Tartaria. Es tanto ms valioso este testimo
nio, por cuanto, segn
afirma el clrigo londinense R. L. Tafel, escribi Swedenborg sus obras teolgicas por
inspiracin divina, que le
iluminaba internamente con eficacia superior a la de los autores bblicos, cuya in
spiracin era tan slo auditiva.
Dice sobre el caso el reverendo Tafel:
Cuando un miembro convencido de la Nueva Iglesia oiga negar o poner en duda la d
ivinidad e infalibilidad de
las doctrinas de la Nueva Jerusaln, tanto en su letra como en su espritu, ha de te
ner presente que, segn
estas mismas doctrinas declaran, el Seor vino por segunda vez mediante las obras
inspiradas a su siervo
Manuel Swedenborg.
Y si verdaderamente habl el Seor por mediacin de Swedenborg, nos queda el consuelo
de ver tan
supremamente corroborada nuestra afirmacin de que la Palabra de Dios ha de buscarse
en la Tartaria, el
Tbet y la China.
QUERELLAS DE ERUDITOS
Dice Pococke que la historia primitiva de Grecia es idntica a la historia primiti
va de la India (218).
Parafraseando a este autor podemos nosotros afirmar que la primitiva historia de
l pueblo de Israel es un
remedo de las tradiciones indas, injerto en tradiciones egipcias; pero muchos er

uditos, al advertir la analoga


entre los relatos bblicos atribuidos a revelacin divina y los relatos industas, se
contraen a sealar el parecido
y enzarzarse en discusiones sobre la interpretacin que debe drseles. As, Max Mller c
ontradice a Spiegel;
Whitney a Mller; Haug a Spiegel, y ste a otros. Menudearon en sucesiva alternacin l
as hiptesis referentes
a los acadianos, turanios, protocasdeanos, casdeoscitas y sumerianos. El asirilog
o Halevy rechaza el viejo
idioma acado-sumeriano de Babilonia; el egiptlogo Chabas, no contento con destron
ar la lengua turania que
tan excelentes servicios prest a las perplejidades de los orientalistas, califica
de charlatn a Lenormant, el
venerable patriarca de los acadianos. Entretanto, el clero cristiano se aprovech
a de estas intestinas querellas
para encomiar la superioridad de sus doctrinas teolgicas, diciendo que no puede e
star la razn de parte de
unos detractores que empiezan por discrepar entre s tan hondamente. De este modo
se pospone la vital
cuestin de substituir por el cristismo, o sea la pura doctrina del Cristo, el cri
stianismo dogmtico con us Biblia,
su redencin subrogada y su diablo, del que por ser personaje de tanta importancia
habremos de tratar en
captulo aparte.

CAPTULO III
Aprtate de m, Satans.- (Palabras de Jess a
Pedro) Mateo, XVI, 23.
... Y tal enredo de patraas y majaderas que me apartan
de mi fe. Os digo que anoche me tuvo lo menos nueve horas
recitndome los distintos nombres del diablo.- SHAKESPEARE:
Rey Enrique IV, parte 1, acto III.
A la terrible y justa potestad que eternamente mata los
abortos, la llamaron Tifn los egipcios, Samael los hebreos,
Satn los orientales y Lucifer los latinos. El Lucifer de la
Kbala no es un ngel cado y protervo, sino el ngel que
ilumina y regenera despus de la cada.- LEVI:
Dogma y ritual de la alta magia.
Aunque el diablo es malo de por s, los hombres echan
Sobre l todas sus maldades y le maltratan y acusan
Injustamente. DE FOE, 1726,
Hace algunos aos, un notable cabalista que se vea perseguido escribi el siguiente c
redo, comn para
catlicos y protestantes:
Creo en el Diablo, omnipotente Padre del Mal, destructor de todas las cosas, per
turbador de cielos y tierra.
Y en el Anticristo, su nico Hijo y perseguidor nuestro, que fue concebido por obr
a del Espritu maligno y
naci de una sacrlega y loca virgen. Fue glorificado por los hombres y rein sobre el
los. Subi al trono de Dios
todopoderoso, y sentado junto a l insulta desde all a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espritu del Mal, en la sinagoga de Satans, en la comunin de los malvados

, en la perdicin del
cuerpo y en la muerte e infierno perdurables. Amn.
Desde luego que este credo parece extravagante, cruel y blasfemo; pero escuchemo
s lo que, segn refiere el
peridico Sun de Nueva York, dijo un clrigo de Brooklyn en el ltimo cuarto del siglo
enfticamente llamado de
las luces:
Los predicadores bautistas se congregaron ayer en la capilla de los marinos con
asistencia de algunos
misioneros. El reverendo Sarles, de Brooklyn ley un discurso en que defenda la pro
posicin de que todo
adulto infiel que muere sin tener conocimiento del Evangelio se condena etername
nte. Esto equivale a decir
que el Evangelio es maldicin en vez de bendicin, y que los judos obraron en justici
a al crucificar a Cristo, con
lo que se derrumba todo el edificio de la religin revelada.
El misionero Stoddard asinti a las opiniones del pastor de Brooklyn, diciendo qu
e los indos entre quienes
ejerca eran muy grandes pecadores, y refiri en prueba de ello que una vez, despus d
e haberle odo predicar
en un mercado pblico, replicle un brahmn con estas palabras: Los indos podemos avent
ajar a todo el
mundo en embustes (1), pero este hombre nos gana, porque cmo sabe l que Dios nos am
a? Mirad las
serpientes venenosas, los tigres, leones y dems suertes de animales nocivos que n
os rodean. Si Dios nos
ama, cmo no los extermina?
El reverendo Pixley, de Hamilton, se adhiri con entusiasmo a las doctrinas de su
colega Sarles y pidi cinco
mil dlares para la enseanza de jvenes aspirantes al sacerdocio.
Y a estos hombres se les paga por ensear la doctrina de Jess cuya memoria insul
tan? Es extrao que
haya personas de talento que prefieran el escepticismo a una fe fundamentada en
tan monstruosa
supersticin?
Se apartaba de la verdad el brahmn del relato, al decir que el misionero Stoddard
aventajaba en embustes
a los indos? Motivo haba para ello al escuchar de sus labios que estaban etername
nte condenados por no
haber ledo un libro judo cuya existencia ni siquiera sospechaban, o por no haber i
mpetrado la salvacin de un
Jess de quien jams haban odo hablar. Pero el clero bautista, que necesita unos cuant
os miles de dlares
para los seminaristas, ha de recurrir a representaciones terrorficas con objeto d
e inflamar el corazn de sus
fieles.
MISIONEROS CRISTIANOS
Como de costumbre, prescindimos de nuestro personal testimonio siempre que podem
os valernos del ajeno,
y as solicitamos la opinin de nuestro amigo Guillermo O Grady (2) acerca de los misi
oneros cristianos en la
India, quien nos respondi con la siguiente carta:
Nueva York, 12 de Junio de 1877.

Me pregunta usted mi opinin acerca de los misioneros cristianos de la India. Dura


nte mi permanencia en
este pas, jams habl con un solo misionero, pues viven alejados del trato social; pe
ro a juzgar por lo que de
ellos he odo y lo que por mis propios ojos he visto, no me admira su retraimiento
. Influyen nocivamente en los
indgenas, y los conversos pertenecen en su mayor parte a las clases nfimas, sin qu
e por la conversin
mejoren su ruin conducta. Ninguna familia respetable admitir a su servicio indos
convertidos al cristianismo,
pues suelen ser mentirosos, ladrones, borrachos y sucios hasta el punto de verse
despreciados por sus propios
compatriotas, entre quienes la suciedad y la embriaguez son vicios rarsimos. Los
misioneros les dan a los
conversos un misrrimo ejemplo de consecuencia, pues mientras por una parte predic
an al paria que Dios no
distingue de castas ni categoras sociales, por otra se jactan de ser superiores a
los brahmanes.
El estipendio de los misioneros es en apariencia muy escaso, y sin embargo viven
, no se sabe por qu
medios, tan desahogadamente como un jefe del ejrcito que disfrute de paga dcuple.
Cuando los misioneros
regresan a su pas (3), refieren mil pueriles patraas, ensean a idolillos que se env
anecen de haber adquirido
con sumo trabajo, lo cual no es cierto, y para conmover a los oyentes enjaretan
fingidas relaciones de penas y
fatigas pasadas tan slo en su imaginacin. A ningn oficial ingls de los muchsimos que
conozco le o jams
ni una palabra a favor de los misioneros cristianos, a quienes las clases acomod
adas de la India desprecian
profundamente por su exasperador engreimiento. El gobierno ingls no les concede s
ubvencin alguna, pues
tiene establecida en la India la enseanza neutra, aunque sigue satisfaciendo a la
s pagodas la subvencin que
les concedi la Compaa de Indias; pero en cambio los protege contra toda violencia p
ersonal, y prevalidos de
esta proteccin, tratan tanto a los indgenas como a los europeos con insultante sob
erbia. Suelen ser los
misioneros de lo ms fantico del clero cristiano, y a su siniestra propaganda se de
bi en gran parte la
formidable insurreccin de 1857. En suma, son unos embaucadores peligrosos.
Guillermo L. D. O Grady
As, pues, el credo con que hemos abierto el captulo encierra, no obstante su bajez
a de conceptos, la
verdadera esencia de las doctrinas predicadas por los misioneros, quienes consid
eran ms impo y blasfemo
dudar de la existencia personal del diablo que de la del mismo Espritu Santo o de
la divinidad de Jesucristo.
Pero ya est casi olvidado el resumen del Koheleth (4) y nadie cita las palabras d
e oro del profeta Micheas (5)
ni parece hacer caso de la nueva Ley tal como la promulgara Jess en el Sermn de la
Montaa (6). Toda la
moral del cristianismo contemporneo se resume en el mandato de temer al diablo , cuy
a existencia
personalmente objetiva afirma el clero catlico secundado por algunos seglares, co
mo Des Mousseaux, quien,
ms papista que el papa, reconoce la realidad de los fenmenos espiritistas tan slo p
orque le sirven de
argumento para demostrar la del diablo (7), diciendo a este propsito:

Si la magia y el espiritismo y el espiritismo fuesen quimeras, tendramos que desp


edirnos para siempre de
cuantos ngeles rebeldes perturban hoy el mundo, pues no habra demonios en la tierr
a, y si los perdiramos,
perderamos tambin a nuestro Salvador. Porque de quin o de qu nos hubiera redimido? Po
r consiguiente
dejara de ser tal el cristianismo (8).
Oh Santo Padre del Mal! Oh santificado Satn! No abandones a cristianos tan piadosos
como el caballero
Des Mousseaux y los clrigos bautistas.
ORIGEN DE LA DEMONOLOGA
Por nuestra parte recordaremos las prudentes palabras de Colquhoun cuando dice:
Los que en los tiempos modernos creen en la existencia personal del diablo, no s
e dan cuenta de que en
realidad son politestas o idlatras (9).
En su afn de dar a su doctrina la supremaca sobre todas las dems, se atribuyen los
cristianos el
reconocimiento dogmtico del diablo, pues Jess fue el primero en emplear la palabra
legin aplicada a los
espritus malignos, y en esto se apoya Des Mousseaux para decir en una de sus obra
s:
Posteriormente, cuando al morir la sinagoga dej su herencia en manos de Cristo, f
lorecieron los Padres de
la Iglesia, a quienes algunos ignorantones presumidos acusaron de haber tomado d
e los teurgos el concepto
relativo a los espritus de tinieblas.
En este pasaje echamos de ver tres errores fcilmente rebatibles por lo evidentes.
En primer lugar, lejos de
haber muerto la sinagoga, subsiste hoy da en casi todas las ciudades de Europa, A
sia y Amrica, siendo de
todas las comuniones religiosas la que mejor conducta observa y la ms slidamente e
stablecida. En segundo
lugar, si bien nadie niega la existencia de los Padres de la Iglesia (10), basta
leer las obras de los platnicos de
la Academia, que ya eran teurgos anteriores a Jmblico, para descubrir en ellas el
origen de la demonologa,
as como la angelologa, cuyo ortodoxo simbolismo adulteraron lastimosamente los Pad
res de la Iglesia,
quienes si acaso brillaron en el mundo, como asegura Des Mousseaux, sera por su s
upina ignorancia (11),
pues San Agustn, no obstante llamarle sus partidarios coloso de sabidura y erudicin ,
negaba la esferoicidad
de la tierra porque los antpodas no podran ver a Jesucrito en su segundo advenimien
to ; Lactancio
argumentaba en contra de la misma teora de la redondez de la tierra, diciendo que
no era posible que los
rboles creciesen al revs y los hombres anduviesen cabeza abajo; Cosmas-Indicopleus
tes expuso un sistema
cosmogrfico de exquisita ortodoxia en su Topografa cristiana; y por ltimo, el vener
able Beda asegura que el
cielo est templado con aguas glaciales para que no se inflame (12), lo cual bien
pudiera atribuirse a especial

favor de la Providencia, a fin de impedir que las irradiaciones de la sabidura de


este telogo prendieran fuego
al cielo.
Sea como fuere, los Padres de la Iglesia tomaron de los judos cabalistas sus conc
eptos acerca de los
espritus de tinieblas , pero desfigurndolos de suerte, que sobrepujan en extravaganci
a a cuanto forj la ms
calenturienta fantasa del vulgo. No hay en el pandemonio persa un solo deva tan a
bsurdo como los ncubos
que Des Mousseaux remed de San Agustn. El Tifn egipcio, simbolizado en un asno, res
ultara un filsofo en
comparacin del diablo prendido por el labriego normando en el ojo de una llave. T
ampoco el persa Ahriman ni
el industa Vritra tomaran a bien que algn heresiarca indgena los identificase con Sa
tn, el genio protector
del cristianismo dogmtico, cuyo nombre no conviene pronunciar desde los plpitos po
r no herir los odos de
los fieles, a la manera como no era lcito pronunciar fuera del recinto los nombre
s sagrados ni las palabras
sacramentales de los misterios. Por esta razn, apenas conocemos los nombres de la
s divinidades de
Samotracia ni el nmero exacto de los Kabires. Los egipcios tenan por blasfemo pron
unciar el nombre de los
dioses adorados en sus ritos secretos, y aun hoy mismo los rabinos pronuncian me
ntalmente el nombre
inefable (...) y los brahmanes la slaba Aum. De aqu que los occidentales hayan adu
lterado los verdaderos
nombres de Hisiris y Yava en los abusivos de Osiris y Jehovah y vean en todas la
s divinidades gentlicas el
personaje que los pazguatos se abstienen de nombrar por no cometer un pecado de
blasfemia contra el
espritu Santo (13).
CRISTO Y EL DIABLO
Hace aos, un amigo nuestro demostr en un artculo periodstico que el Satans del Nuevo
Testamento
personifica una idea abstracta y no una entidad individual, a lo que replic un clr
igo diciendo que negar la
existencia del diablo equivala a negar la de Cristo y pecar contra el Espritu Sant
o, aunque el articulista insisti
en que slo negaba la de Satans.
Segn el clero catlico, el Padre de la Mentira
fue el inspirador de todas las antigu
as religiones, as como
de las posteriores herejas y del moderno espiritismo (14). Por lo tanto, no cabe
esperar que el clero cristiano
rehaga y enmiende su obra desechando al fin el concepto del diablo antropomrfico,
pues tanto equivaldra a
quitar la base de un castillo de naipes en cuyo derrumbamiento ira envuelta la cr
eencia en la divinidad de
Jesucristo, que por absurdo que parezca apoya la Iglesia romana en la existencia
de Satans, segn de ello
nos da testimonio el P. Ventura de Rulica, ex general de los teatinos, quien en u
na encomistica carta dirigida
a Des Mousseaux con motivo de su obra: Costumbres y prcticas de los demonios, afi
rma que a Satans y a
los ngeles rebeldes debemos en absoluto nuestro Salvador, pues de no ser por ello
s no hubiramos tenido
Redentor ni religin cristiana .
Las celosas y fervientes almas que se escandalizan porque Calvino dijo que el pe

cado es la necesaria causa


del supremo bien, han de tener en cuenta que se apoy para ello en los mismos dogm
as y se prevali de la
misma lgica que Des Mousseaux para argumentar en pro de la existencia del diablo;
pues, segn la teologa
dogmtica, el proceso y muerte de Jess fue el crimen ms horrendo que han perpetrado
los hombres, y no
obstante, lo exigi ineludiblemente la salvacin del gnero humano, o mejor dicho, de
los predestinados a la
salvacin. Por otra parte, Lutero exclama en un rapto de entusiasmo: O beata culpa
qui talem meruisti
Redemptorem (15). Vemos, por lo tanto, que de acuerdo con Calvino estn catlicos y
luteranos respecto a que
el pecado fue la causa necesaria del supremo bien.
Los mahometanos veneran mucho a Jess y dicen de l que verdaderamente era un profet
a de Alah y un
varn justo, pero que sus discpulos cometieron la locura de divinizarlo.
Max Mller dice a este propsito:
Se equivocaron los Padres de la Iglesia al ver en los dioses del gentilismo demo
nios o espritus malignos; y
por lo tanto, conviene precavernos del mismo error con respecto a las divinidade
s industas (16).
Pero la Iglesia nos presenta a Satans como un atleta que sostuviera sobre sus hom
bros el mundo cristiano,
de modo que todo volvera al caos si el sostn faltase.
El dogma del diablo y su derivado, el de la redencin, parece que se fundan en los
dos siguientes pasajes:
El que comete pecado es del diablo, porque el diablo desde el principio peca. Pa
ra esto apareci el Hijo de
Dios, para deshacer las obras del diablo (17).
Y hubo una gran batalla en el cielo. Miguel y sus ngeles lidiaban con el dragn, y
lidiaba el dragn y sus
ngeles.
Y no prevalecieron estos, y nunca ms fue hallado su lugar en el cielo.
Y fue lanzado fuera aquel gran dragn, aquella antigua serpiente que se llama diab
lo y Satans, que engaa
a todo el mundo (18).
Indaguemos, por lo tanto, en las antiguas teogonas el simbolismo de estos pasajes
. Primeramente hemos de
ver si la palabra diablo expresa el concepto de la maligna entidad que supone el
cristianismo dogmtico, o bien
la antagonstica fuerza del aspecto tenebroso de la naturaleza, es decir, la sombr
a respecto de la luz, y en
modo alguno la manifestacin de un principio esencialmente maligno. Los cabalistas
consideran esta fuerza
como antagonstica, pero al propio tiempo necesaria a la vitalidad, evolucin y vigo
r del principio del bien.
Ejemplo de ello tenemos en que las plantas moriran al nacer si estuvieran de cont
inuo expuestas a la luz del
sol, por lo que para vivir y crecer requieren la alternativa de das y noches. De
la propia suerte, el bien necesita
el contraste y la oposicin del mal para explayarse. En la naturaleza humana, el m
al manifiesta el antagonismo
de la materia con relacin al espritu, y por efecto de esta lucha se purifican a la
par cuerpo y espritu. La
armona del universo deriva de la equilibrada oposicin de las fuerzas centrfuga y ce

ntrpeta, ambas
igualmente necesarias, pues si cesara se rompera el concierto universal
SINNIMOS DE SATANS
Conviene examinar la personificacin de Satans desde tres distintos puntos de vista
: el del paganismo, del
Antiguo Testamento y de los Padres de la Iglesia. Supusieron los intrpretes que l
a serpiente del Paraso
terrenal simbolizaba el demonio; pero ningn pasaje del Antiguo Testamento aplica
el nombre de Satans a las
serpientes, y la que de bronce mand construir Moiss recibi de los hebreos adoracin d
ivina (19), porque era
el smbolo de Esmun-Asclepio, el Iao fenicio. Por el contrario, se advierte la ide
ntificacin de Satans con
Jehovah en los pasajes siguientes:
Mas Satans se levant contra Israel e incit a David a que hiciese la numeracin de Isr
ael (20).
Y se encendi de nuevo el furor del Seor contra Israel y movi a David contra ellos p
ara que dijese: Anda y
haz la numeracin de Israel y de Jud (21).
Asimismo aparece citado Satans en este otro pasaje:
Y me mostr el Seor a Josu, sumo sacerdote, que estaba en pie delante del ngel del Seo
r, y Satn
estaba a su derecha para oponrsele.
Y dijo el Seor a Satn: El Seor te increpe, oh Satn!, y te reprima el Seor que ha escog
ido a Jerusaln.
Pues no es ste un tizn sacado del fuego? (22).
Como la profeca de Zacaras, cuyo es el precedente pasaje, data de una poca posterio
r a la colonizacin
de Palestina por los hebreos (23), es muy verosmil que el profeta tomara de los a
sideanos esta personificacin
diablica, pues se sabe que estuvieron muy versados en la doctrina mazdesta y daban
a Ahriman o
Ahuramanyas los nombres sirios de Set o Sat-an (divinidad de los hititas e hykso
s) y de Beel-Zeebub, el dios
oracular mayormente venerado despus de Apolo.
El pasaje anterior es sin duda alguna simblico, pues as lo da a entender este otro
:
Cuando el arcngel Miguel, disputando con el diablo, altercaba sobre el cuerpo de
Moiss, no se atrevi a
fulminarle sentencia de blasfemo (... ... ...), mas dijo: El Seor te reprima (24)
.
Vemos aqu identificado el arcngel San Miguel con el Seor (...) o ngel del Seor, en de
mostracin de que
el Jehovah hebreo tiene doble carcter: el secreto y el manifestado en el ngel del
Seor o el arcngel San
Miguel. Del cotejo de entrambos pasajes se infiere claramente que el cuerpo de Mo
iss sobre el cual
contendan significaba la Palestina o tierra de Canan donde habitaban los heteos (2
5), cuya divinidad tutelar
era Seth (26). El arcngel Miguel, campen de la adoracin de Jehovah, pelea con su ad
versario Satans, pero
deja que juzgue su superior.

A Belial no se le puede considerar ni como dios ni como diablo, porque la palabr


a Belial (...) significa en
hebreo destruccin, asolamiento y esterilidad, de modo que la frase (... ....) ais
-belial (hombre-belial) quiere
decir hombre destructor y daino. Por consiguiente, la personificacin de Belial hab
ra de ser enteramente
distinta de Satans y anloga a una especie de diakka espiritual, a pesar de que los
demonlogos le colocan al
frente del tercer orden de demonios, cuya ndole es de duendes dainos, incapaces de
toda accin sostenida.
Asmodeo es un diablo de origen persa y no hebreo, pues Bral (27) lo identifica co
n el deva Eshem o
Aeshma de los parsis, el espritu de la concupiscencia, al que, segn dice Max Mller,
alude varias veces el
Avesta considerndole como uno de los devas que se convirtieron en espritus maligno
s (28).
Samael equivale a Satans; pero segn demuestran Bryant y otras autoridades, fue el
nombre dado al viento
del Sahara (simun) que tambin recibi el de atabul-os (diablo) (29).
EL DIOS TIPHN
Indica Plutarco que la palabra tifn quiere decir algo violento, desbaratado y sin
concierto, por lo que los
egipcios llamaron tifones a los desbordamientos del Nilo (30). Aunque Plutarco e
ra de muy ortodoxas creencias
y no miraba con mucha simpata a los egipcios, afirma que estos no adoraban a Tiphn
(el demonio) (31) sino
que le tenan en despectivo menosprecio como representante de la obstinada resiste
ncia que a la Divinidad
oponen las fuerzas antagonsticas (32).
Aade Plutarco que a Tiphn se le representaba en figura de asno, y que cuando la fi
esta de los sacrificios
en honor del sol, aconsejaban los sacerdotes al pueblo que no llevaran encima jo
yas ni adornos de oro para no
alimentar con ellos al asno (33).
Platn opinaba respecto del mal, respecto del mal, diciendo que en la materia suby
ace una fuerza obstinada
y rebelde que resiste a la voluntad del supremo Artfice. Esta fuerza es la que ba
jo la influencia del dogmatismo
cristiano se convirti en el personaje llamado Satn, de cuya identidad con Tiphn no
cabe dudar al leer en el
Libro de Jacob que Satans acusa al varn idumeo de ser capaz de maldecir a Dios en
el infortunio, lo mismo
que en el Libro de los muertos aparece Tiphn como acusador de las almas. La analo
ga se descubre
asimismo en los nombres, porque a Tiphn se le llamaba Seth o Seph, y satn en hebre
o y shatana en rabe
significan adversario, perseguidor. Esto concuerda con la mitolgica alegora a que
alude Maneto al decir que
Tiphn asesin traicioneramente a Osiris en complicidad con los semitas (israelitas)
. De aqu tal vez derive la
leyenda referida por Plutarco, segn la cual, luego de cometido el crimen escap Tip
hn montado en un asno y
anduvo durante siete das, engendrando despus dos nios llamados Yerosolomo y Judaios
, personificaciones
simblicas de Jerusaln y Judea
Al hablar de una invocacin a Tiphn-Seth, dice Reuvens que los egipcios adoraban a
este dios en figura de
asno, y que Seth era entre los semitas el trasfondo de su conciencia religiosa (

34). En copto la palabra ao


significa asno, y como es una variacin fontica de Iao se le dio al nombre de aquel
animal significacin
equvoca de smbolo.
Vemos, por lo tanto, que Satn es una invencin fantstica de los Padres de la Iglesia
, y por efecto de uno de
esos reveses de fortuna a que los dioses parecen estar tan expuestos como los mo
rtales, Tiphn-Seth cay de
las altezas de divinizado hijo de Adam Kadmon a la nfima categora de entidad subal
terna simbolizada en un
asno.
Los cismas religiosos estn nutridos por las miserias y rencores propios de la hum
anidad, que tanto se echan
de ver en los litigios judiciales. Prueba de ello nos ofrece la reforma religios
a de Zoroastro, cuando el
mazdesmo se desgaj del indusmo. Los fulgurantes devas vdicos trocronse, por rivalidad
es religiosas, en
los tenebrosos daevas o espritus malignos del Avesta. El mismo Indra, la divinida
d luminosa por excelencia,
qued sumido en lbregas tinieblas (35) para sustituirle por el resplandeciente Ahur
amazda, el supremo Dios.
La singular veneracin que los ofitas profesaban a la serpiente, smbolo de Christos
, resultar ms lgica si
el estudiante recuerda que en toda poca represent este reptil la sabidura divina qu
e mata para que lo muerto
resucite a mejor y ms perfeccionada vida. Moiss era de la tribu de Levi, secreta a
doradora de la serpiente.
Gautama fue tambin de estirpe srpica por pertenecer a la dinasta de los Nagas, que
reinaban en Magadha.
Tambin Hermes (Thoth) est simbolizado srpicamente en Tt. Segn las creencias ofitas, C
hristos naci por
obra de la serpiente (Espritu Santo o Sabidura divina), lo que significa que lleg a
ser Hijo de Dios por su
iniciacin en la ciencia de las serpientes. Por ltimo, Vishn, equivalente al dios eg
ipcio Kneph, descansa sobre
la eptacfala serpiente celeste.
El gneo dragn de los antiguos tiempos sirvi de ensea militar a los asirios, de quien
es lo tom Ciro al
apoderarse del pas, y ms tarde fue insignia de las cohortes romanas de occidente y
de oriente (36).
LA TENTACIN DE JESS
La tentacin (37) de Jess en el desierto es el pasaje del Nuevo Testamento en que c
on ms dramtico
carcter aparece la figura de Satans, a quien se le llama diabolos, esto es, acusad
or, anlogamente al epteto
de diobolos (hijo de Zeus) aplicado a los dioses Apolo, Esculapio y Baco. En el
desierto que se dilataba entre el
ro Jordn y el mar Muerto vivan eremticamente los hijos de los profetas y los esenios (
38), que sometan a
los nefitos a pruebas semejantes a las torturas de los ritos mtricos, y segurament
e de esta ndole fue la
tentacin de Jess, por lo que dice San Lucas en este pasaje:
Y acabada toda tentacin, se retir de l el diablo hasta el tiempo (... ...), y volvi
Jess en virtud del Espritu
a Galilea (39).
Pero en este ejemplo el diablo (...) no significa el espritu maligno, sino el espr

itu de subyugacin y disciplina,


en el concepto que algunas veces expresan sinnimamente las palabras Diablo y Satn
(40), segn vemos en
el siguiente pasaje de San Pablo:
Y para que la grandeza de las revelaciones no me ensalce, me ha sido dado un agu
ijn de mi carne, el ngel
de Satans, que me abofetee (41).
Adems, vemos que el ngel del Seor acta de oponente o de Satn en este otro pasaje:
Y el ngel del Seor se puso en el camino delante de Balam (42).
Nuevo ejemplo del simbolismo de Satn nos da el pasaje siguiente en que el profeta
Micheas habla al rey
Achab dicindole:
Vi al Seor sentado en su trono, y a todo el ejrcito del cielo que le rodeaba a la
derecha y a la izquierda.
Y dijo el Seor: Quin engaar a Achab para que suba y perezca en Ramoth de Galaad?
Mas sali un espritu... y respondi: Saldr y ser un espritu mentiroso en la boca de todo
s sus profetas (43).
Parecido carcter ofrece en el Libro de Job la figura de Satn, que se entremezcla c
on los hijos de Dios para
presentarse ante el Seor, como en el acto de mstica iniciacin.
El seor le da a Satn omnmoda licencia para afligir a Job, con tal de no quitarle la
vida; y prevalido del
consentimiento, le arrebata bienes, hijos y salud y le cubre el cuerpo de asquer
osa lepra, hasta el punto de que
su propia mujer se mofa de l porque an glorifica a Dios en tan extrema miseria. Su
s amigos le vituperan,
diciendo que muchas abominaciones debi de cometer para verse de tal modo castigad
o. El mismo Seor,
actuando de supremo hierofante, le reconviene por haber proferido palabras necia
s y disputado con el Altsimo.
Entonces Job replica diciendo:
Te preguntar y respndeme. Por oda de oreja te he odo; mas ahora te ve mi ojo. Por es
to yo me reprendo
a m mismo y hago penitencia en pavesa y ceniza (44).
Inmediatamente queda vindicado Job, porque el Seor se dirige a Eliphaz, dicindole:
Mi furor se ha airado contra ti y contra tus dos amigos, porque no habis hablado
delante de m lo recto,
como mi siervo Job (45).
SATN EN EL POEMA DE JOB
Resulta as reconocida la probidad de Job y cumplida su prediccin:
S que mi Campen vive y que hasta el ltimo da se mantendr ante m sobre la tierra; y que
despus de
consumida mi piel y corrodo mi cuerpo, aun sin mi carne ver a Dios (46).
Y el Seor volvi la penitencia de Job y le dio doblado todo cuanto haba tenido (47).
En ninguna de estas escenas se advierte la manifestacin del maligno carcter que el
cristianismo dogmtico
atribuye al enemigo de las almas .

Entienden eruditos y meritsimos autores que el Satn figurado en el Libro de Job es


un mito hebreo
relacionado con la doctrina mazdesta del principio del mal . Dice Haug a este propsit
o:
La religin mazdesta descubre ntima afinidad o ms bien identidad con el judasmo y el c
ristianismo en los
puntos referentes a la personalidad y atributos del diablo y a la resurreccin de
los muertos (48).
De la propia suerte, la guerra en el cielo entre Miguel y el Dragn a que alude el
Apocalipsis (49), puede
referirse a uno de los ms antiguos mitos parsis, pues el Avesta relata la lucha e
ntre Tretaona y la destructora
serpiente Azhidahaka, aunque a su vez este mito deriva segn ha demostrado Burnouf
, del que representan los
Vedas en la lucha de los dioses contra la serpiente Ahi. Los parsis personificar
on despus esta lucha en la del
justo contra el diablo, que es precisamente el carcter de la tentacin de Jess en el
desierto, por lo que bien
podemos identificar el concepto de Satn con el de Zohak o Azhidahaka, la serpient
e con rostro humano en
una de sus tres cabezas (50).
La personalidad de Beel-Zebub difiere de la de Satn en las alegoras. Segn el Nuevo
Testamento apcrifo
es el prncipe del mundo inferior y su nombre significa Baal de las moscas , para dar
a entender quiz con esta
ltima palabra los escarabajos sagrados. En cambio, el texto griego del Evangelio
le llama Beelzebul (51), que
significa el seor de su casa , segn se infiere del siguiente pasaje:
Si llamaron Beelzebub al padre de familias, cunto ms a sus domsticos? (52).
Tambin se le llamaba prncipe o arconte de los demonios.
En el Libro de los muertos acusa Tiphn a las almas que comparecen a juicio, lo mi
smo que Satn acusa al
sumo pontfice Josas ante el ngel y tienta a Jess en el desierto (53). Las alegoras de
la religin oficial de los
egipcios refieren que Tiphn mat traidoramente a su hermano Osiris, y despus de divi
dir el cadver en
catorce (54) pedazos lo puso en un atad (55). Anlogamente echamos de ver que el di
os Sabazios (56) de
Frigia fue muerto y dividido en siete pedazos por los titanes. El indo Siva est r
epresentado con siete
serpientes por corona, y es el dios de la destruccin y de la guerra. Tambin a Jeho
vah se le llama el Seor
Dios de los ejrcitos (Sabaoth), apelativo anlogo al de Baco o Dionisio Sabazios, de
lo que cabe inferir la
identidad de todas estas representaciones. Finalmente, segn la antigua simbologa,
los dioses que cuando el
asalto de los titanes hubieron de transformarse en animales para esconderse en E
tiopa, volvieron con el
tiempo y expulsaron a los pastores.
Afirma Josefo que los hyk-sos fueron los antecesores de los israelitas, conforme
se infiere de este pasaje:
Los egipcios aprovechaban muchas ocasiones para descargar en nosotros el odio y
la envidia que nos
tenan. En primer lugar, porque nuestros antepasados los hyk-sos o pastores eran d
ueos de Egipto, donde

aqullos vivieron prsperamente despus de sacudir el yugo de estos (57).


Sustancialmente es verdica la afirmacin de Josefo, aunque difiera algn tanto del re
lato de las Escrituras
hebreas, escritas muy posteriormente a dicho suceso histrico y alteradas repetida
s veces antes de divulgar su
texto.
Prosigue diciendo la alegora que Tiphn se hizo odioso en Egipto y que los pastores
llegaron a ser una
abominacin , as que en tiempos de la vigsima dinasta se vio tratado como un despreciab
le demonio y
qued borrada su efigie y su nombre de los monumentos donde se haban grabado (58).
PERSONIFICACIN DE LOS DIOSES
En toda poca mostrse inclinado el hombre a personificar a los dioses. Aun hay tumb
as de Zeus, Apolo,
Hrcules y Baco como si hubiesen vivido en carne mortal sobre la tierra; y por otr
a parte, Sem, Cam y Jafet son
respectivas personificaciones de la divinidad asiria Shamas, de la egipcia Kham
y del titn Iapetos. El dios de
los hyk-sos era Seth; el de los argivos, Enoch o Inaco; y Abraham descubre ciert
a sinonimia con Brahma, Isaac
con Ikshwaka y Jud con Yadu, del panten industa. Tiphn cay de la categora divina a la
condicin
diablica, tanto en su propio carcter de hermano de Osiris, como en concepto del Se
th o Satn asirio. Para los
fenicios no fue Apolo el dios solar ni la divinidad oracular, sino prncipe de los
demonios y monarca de los
dominios subterrneos. Cuando el mazdesmo se desgaj del indusmo, los disidentes trans
formaron en asuras
a los devas y en devas a los asuras, por lo que vemos a Indra subordinado a Ahri
man (59) y formado por ste
de materiales de tinieblas (60) junto con Siva (61) y los dos Asvines (62). Anlog
amente identificaron los
mazdests con Indra a Jahi, el demonio de la lujuria.
Todas las naciones tuvieron en tanta veneracin sus divinidades tutelares como en
aborrecimiento las de sus
enemigos. De esta ndole son las metamorfosis de Tiphn, Satn y Beelzebub (63).
Segn el Apocalipsis, Miguel y sus ngeles vencieron al Dragn y los suyos, conforme v
emos en el pasaje
siguiente:
Y fue lanzado fuera aquel grande dragn, aquella antigua serpiente que se llama di
ablo y Satans y engaa
a todo el mundo (64).

El Cordero, emblema de Cristo, descendi a los infiernos o reino de la muerte, y a


ll estuvo tres das, hasta
subyugar al enemigo. Los cabalistas llamaban Salvador y tambin ngel del Sol y ngel de
z (65), al
arcngel Miguel, que era el prncipe de los eones (66). Por lo tanto, si el autor de
l Apocalipsis no era cabalista,
por lo menos debi de ser gnstico, pues Miguel no fue para l una entidad original de
su revelacin (epopteia),
sino que nos lo representa en su ya conocido carcter de Salvador y vencedor del D
ragn. Las investigaciones
arqueolgicas han apuntado la identidad de Miguel y Anubis, cuya efigie fue recien
temente descubierta en un
monumento egipcio con coraza y lanza dando muerte al dragn srpico, tal como la ico

nografa cristiana
representa a San Miguel y a San Jorge (67).
Lepsius, Champollin y otros egiptlogos han reconocido sin dificultad la Virgen con
el Nio en las figuras
de Isis con Horus en brazos circuda de los rayos del sol y la luna a sus pies. Es
la Madre que, perseguida por
el Dragn, recibi alas de guila imprial de modo que pudiera volar al desierto (68).
EL MITO DE LA SERPIENTE
Los principios opuestos del bien y del mal estn simbolizados en los mticos bblicos
anlogamente a como lo
estn en los paganos, y as tenemos Can y Abel, Tiphn y Osiris, Apolo y Pitn, Esa y Jaco
b. La Biblia
describe a Esa cubierto de spero vello de color rojo, y tambin es Tiphn de piel roja
(69). La oposicin de
Esa respecto de su hermano Jacob es semejante a la de Tiphn respecto de Osiris. De
sde la ms remota
antigedad veneraron todos los pueblos a la serpiente como smbolo del espritu y de l
a Sabidura divina.
Segn Sanchoniaton, Hermes fue el primero que tuvo a la serpiente por el reptil ms
espiritual. La serpiente
gnstica con las siete vocales en la cabeza es remedo de la eptacfala serpiente Ana
nta sobre que descansa
Vishn.
No poco nos sorprende que al hablar del culto de la serpiente confiesen los trat
adistas europeos la ignorancia
de las gentes respecto al origen de esta supersticin , segn la llaman. Dice sobre el
particular C. Staniland
Wake:
Saben los mitlogos que los pueblos de la antigedad simbolizaban ciertos conceptos
metafsicos en la
serpiente, que era el emblema favorito de algunas divinidades, si bien no se sab
e con seguridad qu motivo
tuvieron para preferir este animal con dicho objeto (70).
Tampoco Fergusson ha sido ms afortunado en este punto, a pesar de los muchos mate
riales de informacin
que reuni acerca del particular (71).
Poco valor tendr para los simbologistas la explicacin que demos de este mito; y si
n embargo, estamos en
la creencia de que no cabe otra que la expuesta por los iniciados. Segn ya notamo
s en otro lugar, el
brahmana Aytareya, en el himno de la serpiente, dice que la sierpe Rjni es la rei
na de las sierpes y la madre
de todo cuanto se mueve . Esto significa que antes de tomar nuestro globo la forma
esferoidal tuvo la de una
larga cola de materia csmica, que se mova retorcidamente como una culebra modelada
por la incubacin del
Espritu de Dios flotante sobre las aguas . Esta serpiente est representada en actitud
de morderse la cola,
como emblema de la eternidad en el orden espiritual y de nuestro planeta en el o
rden fsico, porque, segn
itnerpretaron los antiguos filsofos, la tierra muda su configuracin superficial a
cada pralaya menor, como
muda de piel la serpiente, y despus del pralaya mayor pasa del estado subjetivo a
l objetivo, de la propia
suerte que, segn dice Sanchoniaton, la serpiente cada vez que muda la piel parece
como si se rejuveneciera y

cobrase mayor fuerza y energa. sta es la razn de que primero a Serapis y despus a Je
ss se les
representase en figura de serpiente; y tambin de que en nuestros mismos das se con
serve con especial
solicitud la enorme serpiente de la mezquita de El Cairo. Se cuenta que en el Al
to Egipto suele aparecerse un
famoso santo en figura de serpiente; y en la India hay costumbre de colocar junt
o a la cuna de las criaturas una
pareja de serpientes domesticadas que, en opinin popular, irradian un aura magntic
a de sabidura, salud y
dicha. Todas las serpientes descienden, segn los indos, de la primitiva Rjni, smbol
o de la tierra, y estn
dotadas de las mismas virtudes que su progenitora.
En la mitologa industa, el gran dragn Vasaki escupe contra Durga una ponzoa que por
intervencin de
Siva, esposo de sta, queda embebida en la tierra. Vemos, por lo tanto, que el msti
co drama de la Virgen
celeste perseguida por el dragn que intenta devorarle el hijo, estaba tambin repre
sentado en los ritos
secretos de los templos, adems de tener su signo entre las constelaciones zodiaca
les. Los misterios
simbolizaban este drama en el dios del Sol y lo grababan sobre una imagen de Isi
s esculpida en negro (72),
donde apareca el divino Nio perseguido por el cruel Tiphn (73). Dice una leyenda eg
ipcia que el Dragn
persigui a Isis mientras sta procuraba proteger a su hijo (74). Ovidio refiere que
Dion, madre de Venus y
esposa del Zeus pelasgo, huy al ufrates perseguida por Tiphn (75).
Por su parte, Virgilio exclama:
Salve, oh hijo amado de los dioses, descendiente de Jovel. Recibe el sumo honor,
porque se avecinan los
tiempos en que ha de morir la serpiente (76).
Alberto el Magno, entusiasta astrlogo, ocultista, alquimista y prelado catlico seal
la aparicin del signo
zodiacal Virgo en el horizonte el da 25 de Diciemrbe en que la Iglesia conmemora
el nacimiento de Jesucristo
(77).
MISTERIO DE DEMETER
En los misterios eleusinos, Plutn rapta a Persfona, hija de Demeter, y se la lleva
al Hades, donde su madre
la encuentra erigida en soberana del tenebroso reino. De este mito extrajo el cr
istianismo la leyenda de Santa
Ana (78) que va en busca de su hija Mara, que con su esposo Jos hubo de refugiarse
en Egipto. Las antiguas
imgenes de la Virgen Mara la representan con dos espigas de trigo en la mano, lo m
ismo que aparecen
representadas Persfona y la Virgen zodiacal.
El rabe Albumazar nos ofrece asimismo una variacin del mito en el siguiente pasaje
:
En el primer decn de la constelacin de la Virgen, naci la doncella Aderenosa (79),
la pura e inmaculada
Virgen (80) llena de gracia, de apostura encantadora, modesta en el vestir y cab
ellera flotante, que sentada en
adornado trono y con dos espigas de trigo en las manos, amamanta al nio Issa llam
ado Christos por los

griegos y Iessus por otras naciones (81).


Todo esto demuestra ms que de sobra la identidad del mito en las principales reli
giones del mundo.
Posteriormente tom nueva fase el pensamiento religioso. A los misterios de Dionis
io Sabazio sucedieron los
de Mitra, cuyas cuevas sustituyeron a las antiguas criptas desde Asiria hasta Br
etaa. El dios Serapis, venido
del Ponto, depuso de su trono a Osiris. El rey indo Asoka abraz la religin budista
y envi misioneros a
difundir por Grecia, Asia menor y Egipto el Evangelio de Sabidura, logrando conve
rtir a los esenios de Judea y
Arabia, los terapeutas (82) de Egipto y los pitagricos (83) de Grecia y Asia meno
r. En todos estos pases las
alegoras budistas sustituyeron a los mitos de Horus, Anubis, Adonis, Atys y Baco,
que metamorfoseados con
arreglo a las nuevas creencias se incorporaron consiguientemente en los Evangeli
os sinpticos y en el llamado
apcrifo, que los ebionitas, nazarenos y otras primitivas escuelas cristianas mant
uvieron secretos sin
ensearlos ms que a los iniciados, hasta que se los arrebat la predominante influenc
ia del dogmatismo
romano.
Cuando el sumo sacerdote Helcas encontr el Libro de la Ley, ya conocan los asirios
los Purnas indos,
pues ocasin les depar al efecto la conquista del pas comprendido entre el Helespont
o y el Indo, cuando con
toda probabilidad arrojaran de la Bactriana a los arios que transpusieron el Punjb
. As hay indicios de que el
Libro de la Ley era un Purna, pues rene las cinco condiciones requeridas para ello
por los brahmanes
eruditos, segn nos dice sir William Jones. Estas condiciones son:
1. Tratar de la formacin general de la materia.
2. Tratar de la formacin de la materia diferenciada y de la generacin de los seres
espirituales.
3. Dar un resumen cronolgico de las edades histricas.
4. Exponer un resumen genealgico de las dinastas del pas.
5. Incluir la biografa de algn personaje eminente.
Es indudable que el autor del Pentateuco se sujet a estas condiciones, de la prop
ia suerte que los autores
del Nuevo Testamento haban escuchado las enseanzas budistas de labios de los misio
neros que por
entonces menudeaban en Grecia y Judea.
Pero como, segn el dogmatismo cristiano, no cabe concebir a Cristo sin el Diablo,
hemos de cotejar estos
dos conceptos para descubrir la ntima y misteriosa relacin entre ambos. Todos los
msticos Hijos de Dios y
los Primognitos ofrecen idnticas caractersticas. Adam Kadmon se desdobla en sabidura c
onceptiva y
sabidura creadora, que desenvuelve la materia. el Adam de barro es a un tiempo hi
jo de Dios e hijo de Satn
(84).
Hrcules era asimismo primogntio y equivale a Bel, Baal y Bal y a Siva el destructor.
El poeta Eurpides
llama a Baco hijo de Dios, y se le tribut adoracin desde muy nio, como al Jess de lo
s evangelios. Los
filsofos le describen de condicin muy benvola para la humanidad, aunque inexorable
con los
quebrantadores de su culto (85).

ALEGORAS DEL LIBRO DE JOB


El Libro de Job nos descubre ms claramente que otro alguno la ndole y naturaleza d
el concepto del Diablo,
de conformidad con nuestras afirmaciones.
Todo cuanto en este libro se relata es alegrico, y no se han de alarmar por ello
las gentes piadosas, pues en
tiempos antiguos era costumbre dar alegricamente las enseanzas morales, segn corrob
ora el mismo San
Pablo en los siguientes pasajes:
Todas estas cosas les acontecan a ellos en figura; mas fueron escritas para escar
miento de nosotros en
quienes los fines de los siglos han llegado (86).
Porque escrito est, que Abraham tuvo dos hijos: uno de la sierva y otro de la lib
re... Las cuales cosas fueron
dichas por alegoras (87).
Por lo tanto, si, segn toda probabilidad lindante con la certidumbre, el Nuevo Te
stamento tiene carcter
alegrico, no ser mucho decir del Libro de Job lo mismo que dijo San Pablo de las f
iguras de Abraham y
Moiss.
Conviene advertir, sin embargo, la diferencia entre alegora y smbolo. En la primer
a se encubre la verdad
con la suficiente transparencia para que el oyente o el lector pueden inducirla.
El smbolo entraa una cualidad
abstracta de la Divinidad, fcilmente comprensible para los profanos, que por ello
, le tributaron adoracin
idoltrica. La alegora estaba reservada en los recintos internos, donde slo eran adm
itidos los iniciados; y as
se explican aquellas palabras de Jess cuando deca:
Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a
ellos no les es dado.
Porque al que tiene, se le dar y tendr ms, y al que no tiene, aun lo que tiene se l
e quitar (88).
En los misterios menores se efectuaba la operacin de lavar una marrana, que luego
se dejaba otra vez entre
el fango, para significar la purificacin del nefito y lo insuficiente de la obra h
asta entonces cumplida.
El mito encierra un pensamiento no manifestado, es decir, que personifica histric
amente el reflejo de una
idea religiosa. En el mito ha de predominar, como en la epopeya, el elemento his
trico, de modo que los
hechos exotricos constituyan la base del mito y en ellos se entretejan las ideas
religiosas.
El Libro de Job es muy claro para quien comprende el pintoresco lenguaje emplead
o por los iniciados
egipcios en el Libro de los muertos. En la escena del Juicio aparece Osiris sent
ado en el trono con el garfio en
una mano y el mstico abanico bquico en la otra. Ante l estn los cuarenta y dos aseso
res del difunto. Junto
al trono se levanta un altar cubierto de ofrendas y rematado por la flor de loto
, sobre el cual se ven cuatro
espritus. En la puerta permanece estacionada el alma que va a comparecer a juicio
, y Thmei, diosa de la
Verdad, se le acerca en actitud de darle la bienvenida. Thoth empua una caa y exam
ina el proceso del alma

en el Libro de la Vida. Horus y Anubis, delante de las balanzas, observan si el


corazn del difunto equilibra o no
el peso del smbolo de la Verdad. Sobre un pilar est sentada la ramera que ha de so
stener la acusacin.
Segn saben los eruditos, en los misterios se representaban las escenas del mundo
inferior, y tal es la alegora
de Job.
LA INICIACIN Y EL LIBRO DE JOB
Varios crticos han atribuido a Moiss el Libro de Job, que seguramente es ms antiguo
que el Pentateuco,
pues en l no se nombra a Jehovah; y si bien este nombre aparece en el prlogo, es p
or error de traduccin o
por la necesidad posteriormente sentida de dar carcter monotesta al politesmo hebre
o, convirtiendo para ello
en divinidad individual la pluralidad representada en los Elohim. En el primitiv
o texto del Libro de Job no se le
da a Dios el nombre de Jehovah (89), sino los de Al, Aleim, Ale, Shaddai, Adonai
, de lo cual se infiere que,
como todos los dems manuscritos antiguos, fueron adulterados de propsito el prlogo
y el eplogo del Libro
de Job, pues no cabe suponer que se aadieran posteriormente. No hay en este arcai
co poema alusin
ninguna a la institucin sabtica; pero s copiosas referencias al sagrado nmero siete,
de que hablaremos ms
adelante, y una abierta discusin sobre el sabesmo prevaleciente por aquellos das en
Arabia. El Libro de Job
llama a Satn hijo de Dios, pues lo cuenta entre los asistentes al consejo del Alts
imo, a quien induce a poner
en toque la fidelidad del varn idumeo, de donde vemos corroborada la significacin
de acusador o adversario
que etimolgicamente tiene la palabra Satn y su identidad conceptiva con el Tiphn de
los egipcios que acusa
a las almas en el Amenti (90).
Es el Libro de Job una acabada figura de las antiguas iniciaciones y de las prue
bas preliminares de tan
augusta ceremonia. El nefito se ve privado de todo bien terreno y afligido por un
a enfermedad repugnante. Su
esposa le aconseja que ponga en la muerte su nica esperanza. Tres amigos van a vi
sitarle: Eliphaz, el erudito
temanita lleno del conocimiento que los sabios recibieron de sus padres, a quien
es slo a ellos les fue dada la
tierra; Baldad, el de temperamento positivista, que toma las cosas segn vienen y
opina que la afliccin de Job
es consecuencia de sus culpas; y Sophar, espritu generalizador de sabidura superfi
cial. A sus reconvenciones
responde Job:
Sea as que yo haya errado, mi yerro quedar conmigo.
Mas vosotros os levantis contra m y me dais en cara con mis oprobios... porque la
mano del Seor me ha
tocado.
Pues yo s que mi Campen vive y que hasta el ltimo da se mantendr ante m sobre la tierr
a; y que
despus de consumida mi piel y corrodo mi cuerpo, aun sin mi carne ver a Dios...
Por qu, pues, ahora decs: Persigmosle y hallemos raz de palabra contra l? (91).
Algunos intrpretes han considerado que este epteto de Campen alude al Mesas, y en mu
chas versiones

aparece sustituda la palabra Campen por la de Redentor, aunque en la de los Setent


a aparece el pasaje
como sigue:
Porque s que es eterno Aqul que ha de libertarme de la tierra para restaurar sta mi
piel que sufre de estos
males.
Indudablemente se refiere Job en este pasaje a su Yo superior, inmortal y eterno
que por medio de la muerte
fsica ha de libertarle de su corrompido cuerpo carnal y revestirle de nueva envol
tura. En los Misterios de
Eleusis, en el Libro de los Muertos y en otros tratados relativos a la iniciacin
se le dan nombres propios al Yo
inmortal, que los neoplatnicos denominaron Nous y Augoeides, los budistas Aggra,
los mazdestas Feruer y
los industas Atman, con ms los frecuentes eptetos de Liberador, Campen, Mediador, et
c. en las escultura
mtricas de Persia aparece el Feruer o Yo superior simbolizado por una alada figur
a que planea sobre el cuerpo
de un hombre (92). Es el inmortal espritu que ha de redimir nuestra alma de la es
clavitud de la materia. en los
textos caldeos el citado pasaje se lee como sigue:
Mi libertador (93) ha de restaurar mi gastado cuerpo y convertirlo en vestidura
etrea.
ADULTERACIN DEL LIBRO DE JOB
Sin embargo, todas las versiones derivadas de la de San Jernimo adolecen de las m
ismas inexactitudes y
mudanzas que este doctor se permiti en su Vulgata, segn demuestra la evidente adul
teracin de este
versculo:
Pues yo s que vive mi Redentor y que en el ltimo da he de resucitar de la tierra. Y
de nuevo he de ser
rodeado de mi piel y en mi carne ver a mi Dios (94).
En este amao se advierte el manifiesto propsito que San Jernimo tuvo de disponer el
texto
convenientemente para cohonestar la resurreccin de la carne tal como la entiende el
dogmatismo cristiano
(95). No poda el autor del Libro de Job conocer el Nuevo Testamento, por cuanto n
i siquiera conoca el
Antiguo, ya que ni remotamente alude a los patriarcas. Sin duda fue iniciado su
autor, pues una de las tres hijas
de Job lleva el mitolgico nombre de Kerenhappuch, que cada versin traduce de disti
nto modo. La Vulgata la
llama Cuerno de antimonio, y los Setenta traducen Cuerno de Amalthea (96). Basta
el nombre de esta heroan
pagana en la versin de los Setenta para advertir por una parte la ignorancia de e
stos traductores y por otra la
filiacin esotrica del Libro de Job.
En vez de consolar a Job, sus tres amigos le reconvienen dicindole que merecida t
iene la afliccin en
castigo de sus culpas, a lo que responde el santo varn rechazando semejantes impu
taciones y prometiendo
que mantendr su causa mientras aliente. Recuerda los prsperos tiempos de su dicha c
uando el secreto de

Dios permaneca sobre su tienda y l era juez soberano como rey en ejrcito, que a los
afligidos consolaba, y
los compara con el tiempo presente en que se mofan de l los vagabundos beduinos, l
os ms viles hombres
de la tierra , al verle postrado por el infortunio y por la lepra. Manifiesta desp
us Job la simpata que le inspiran
los desgraciados, y rememora que siempre fue casto, ntegro, honrado, justo, carit
ativo, sobrio, hospitalario,
magnnimo, misericordioso con el enemigo, extrao al culto del sol e intrpido defenso
r de la justicia aun
contra la oposicin de las gentes. Impetra del Todopoderoso una respuesta a este a
legato, e intima a sus tres
amigos la declaracin de las culpas que hayan descubierto en l. No caba rplica posibl
e. Los tres amigos
haban tratado de confundir a Job con especiosas razones, y l les redarga con su ejem
plar conducta.
Entonces aparece en escena el cuarto amigo: Elihu el buzita, hijo de Barachel, d
e la estirpe de Ram (97).
Elihu representa al hierofante. Empieza reprendiendo a los otros tres amigos de
Job, cuyos sofismas
desvanece como el viento de Poniente se lleva la movediza arena.
En la amargura de su corazn haba dicho Job a sus amigos:
Lo que vosotros sabis, yo tambin lo s y no soy inferior a vosotros.
Con todo eso, hablar al todopoderoso y con Dios deseo razonar.
Haciendo antes ver que vosotros sois unos forjadores de mentiras y secuaces de p
erversos dogmas.
Y ojal callareis para que fueseis tenidos por sabios (98).
Pero Elihu le dice:
No los de mucha edad son los sabios ni los ancianos los que juzgan lo justo.
Mas, a lo que veo, espritu hay en los hombres, y la inspiracin del Omnipotente da
la inteligencia.
Una vez habla Dios y segunda vez no repite la misma cosa.
Por sueo, en visin nocturna, cuando profundo sueo se echa sobre los hombres y estn d
urmiendo en su
lecho.
Entonces abre las orejas de los hombres, y amaestrndolos, les instruye en lo que
deben saber.
Atiende, Job, y oye y calla mientras yo hablo.
Y si tienes alguna cosa que decir, respndeme, habla; porque deseo que comparezcas
justo.
Y si no tienes, yeme, calla y te ensear sabidura (99).
Haba dicho antes Job, vacilante en su fe, al or que sus amigos no le ofrecan otra e
speranza que la eterna
condenacin:
El hombre nacido de mujer, vive breve tiempo y est relleno de muchas miserias.
Que como flor sale y es ajado, y huye como sombra y jams permanece en un mismo es
tado.
Mas el hombre despus que haya muerto y despojado que sea y consumido, dime, dnde es
t?
Crees por ventura que muerto un hombre tornar a vivir?
Y ojal se hiciera el juicio entre Dios y el hombre como se hace el de un hijo del
hombre con su compaero
(100).
EL HIEROFANTE EN EL LIBRO DE JOB

Pero por fin escucha Job la sabidura de Elihu, el inspirado filsofo, el instructor
perfecto, el hierofante de
cuyos severos labios bnrota la justa reconvencin de haber dudado impamente de la b
ondad de Dios
achacndole los males de la humanidad. As dice Elihu:
Lejos est de Dios la impiedad, y del Omnipotente la injusticia. Porque l pagar al h
ombre su obra y
recompensar a cada uno segn sus caminos. Porque en verdad, Dios no condenar sin razn
ni el
Omnipotente trastornar la justicia (101).
Callado se haba mantenido el hierofante mientras al nefito le satisifzo su propia
sabidura mundana en
irreverente incomprensin de la Providencia y sus designios, y dio odos a los perni
ciosos sofismas de sus
consejeros. Mas, en cuanto la mente del nefito anhela conocer la verdad y se pred
ispone de esta suerte a la
instruccin y al consejo, resuena la voz del hierofante, que lleno del divino Espri
tu exclama:
No podemos conocer a Dios dignamente. Grande en fortaleza y en juicio y en justi
cia. l es inefable.
Por esto le temern los hombres y no se atrevern a contemplarle todos los que se ti
enen a s mismos por
sabios (102).
Y responde Job a Baldad:
Verdaderamente s que as es y que no ser justificado el hombre comparado con Dios.
l traslad los montes y los mismos que trastorn en su furor no le conocieron.
l conmueve la tierra de su lugar y sus columnas se estremecen.
l manda al sol y no sale y cierra las estrellas como bajo de sello.
l hace cosas grandes e incomprensibles y admirables que no tienen nmero.
Si viniere a m no lo ver; si se retirare, no lo entender (103).
Hermosa leccin para los predicadores a la moda que multiplican las palabras sin en
cerrar sabidura en ellas
(104)!
Escucha Job la palabra de sabidura y despus le habla el Seor desde el torbellino de
la Naturaleza (105),
diciendo:

Quin es ese que envuelve sentencias en indoctos discursos?


Cete como varn tus lomos; te preguntar y respndeme:
Dnde estabas cuando yo echaba los cimientos de la tierra?
Por ventura has considerado la anchura de la tierra? Dame razn, si sabes, de todas
estas cosas.
Cuando me alababan a una los astros de la maana y se regocijaban los hijos de Dio
s.
Quin encerr con puertas el mar?
Lo cerr dentro de mis trminos y dije: Hasta aqu llegars y no pasars ms all y aqu queb
tus
hinchadas olas.
Quin dio curso a un aguacero impetuossimo y camino al trueno ruidoso para que llovi
ese en una tierra sin
hombre, en el desierto, donde no mora mortal ninguno?
Podrs acaso juntar las brillantes estrellas de las Plyades o podrs detener el giro d
e Arturo?

Podrs enviar los relmpagos e irn y te dirn cuando vuelvan: Aqu estamos? (106).
A lo que responde Job.
Yo, que he hablado con ligereza, qu cosa puedo responder? Pondr mi mano sobre mi bo
ca (107).
Ya sabe cules son sus caminos y
e el hombre de las
aflicciones la suprema Sabidura
ad de cazar al Leviatn
clavndole el arpn en la nariz,
viatn) nicamente pueden
poner la mano, pero nada ms que
aracin merecen que
Dios no se lo encubra.

se abren sus ojos por vez primera. Desciende sobr


y en este final Petroma le muestra la imposibilid
lo cual significa que en el conocimiento oculto (Le
la mano, quienes por sus facultades y debida prep

EL LIBRO DE JOB Y EL LIBRO DE LOS MUERTOS


As dice el Seor:
Podrs por ventura sacar fuera con anzuelo al Leviatn y atar su lengua con una cuerd
a?
Quin descubrir el haz de su vestido y en medio de su boca quin entrar?
Quin abrir las puertas de su rostro? Alrededor de sus dientes hay espanto.
Su cuerpo es como escudos fundidos apiados de escamas que se aprietan. La una se
junta con la otra y ni
un respiradero pasa por entre ellas.
Su estornudo es resplandor de fuego y sus ojos como los prpados de la aurora.
Detrs de l lucir la senda y reputar al abismo como lleno de canas.
No hay sobre la tierra poder que se le iguale, pues fue hecho para que no temies
e a ninguno.
Todo lo alto ve. l es el rey de todos los hijos de soberbia (108).
Y responde Job:
S que todo lo puedes y que ningn pensamiento se te esconde.
Quin es ese que sin ciencia encubre el consejo?
Por esto yo he hablado neciamente y lo que sin comparacin exceda mi ciencia.
Oye y yo hablar; te preguntar y respndeme.
Por oda de oreja te he odo; mas ahora te ve mi ojo.
Por esto yo me reprendo a m mismo y hago penitencia en pavesa y ceniza (109).
Reconoce a su Campen y se convence de que ha llegado la hora de su reivindicacin.
Entonces le dice el Seor a Eliphaz:
Mi furor se ha airado contra ti y contra tus dos amigos, porque no habis hablado
delante de m lo recto como
mi siervo Job.
El seor asimismo se volvi a la penitencia de Job... y le dio doblado todo cuanto h
aba tenido (110).
En el juicio del alma segn el Libro de los muertos, el difunto invoca a los cuatr
o espritus residentes en el
Lago de Fuego, y luego de purificado por ellos le conducen a la mansin celeste, d
onde le reciben Athar e Isis
en presencia de A-tum (111). Se ha convertido en turu (hombre espiritual), que d
esde entonces ser el ojo de
fuego (on-ati) compaero de los dioses.
Los cabalistas comprendan perfectamente el grandioso poema de Job, y no obstante

sus profundos
sentimientos religiosos eran acrrimos adversarios del clero, y as se justifican la
s palabras de Paracelso
cuando vctima de persecuciones y calumnias, mal comprendido por amigos y enemigos
, maltratado por
clrigos y seglares, exclamaba:
Oh vosotros los de Pars, Padua, Montpeller, Salerno, Viena y Leipzig! No sois maes
tros de la verdad, sino
confesores de la mentira. Vuestra filosofa es mentirosa. Si queris saber lo que ve
rdaderamente significa la
magia, estudiad el Apocalipsis de San Juan... Puesto que no podis probar que vues
tras enseanzas derivan
de la Biblia y del Apocalipsis, dad de mano a vuestras farsas. La Biblia es la v
erdadera clave y el verdadero
intrprete. Lo mismo que Moiss, Elas, Enoch, David, Salomn, Daniel, Jeremas y los dems
profetas, fue
Juan mago, cabalista y adivino. Si alguno de ellos viviera hoy da, seguramente qu
e lo inmolarais en vuestro
fementido matadero, y no slo a ellos, sino aun al mismo Creador de todas las cosa
s, si os fuera posible.
Prcticamente demostr Paracelso que haba aprendido muy tiles aunque escondidas cosas
en el
Apocalipsis, la Biblia y la Kbala, por lo que le apellidaron padre de la magia y d
el magnetismo fenomnico
(112). Tan firme era la creencia popular en los sobrenaturales poderes de Parace
lso, que todava perdura entre
el vulgo de Alsacia la tradicin de que no muri, sino que duerme en su tumba (113),
y que el csped que la
rodea se agita al impulso de la respiracin de aquel fatigado pecho, de cuyo fondo
brotan lastimeros gemidos
cuando el insigne filsofo del fuego despierta al recuerdo de las injusticias con
que por su amor a la verdad le
abrumaron los calumniadores.
MODERNO CONCEPTO DEL DIABLO
De todo cuanto llevamos expuesto se infiere fcilmente que el Satn del Antiguo Test
amento y el Diablo de
los Evangelios y de las Epstolas apostlicas son personificaciones del principio an
tagonstico peculiar de la
materia, no necesariamente malo por s mismo en la acepcin tica de la palabra. Los j
udos aprendieron en la
cautividad de Babilonia la doctrina de los dos opuestos principios del bien y de
l mal personificados
respectivamente por los asidianos y parsis en Ormazd, cuyo nombre secreto era ..
., y en Ahriman, equivalente
al Satn de los heteos y al Diobolos de los griegos. Los primitivos cristianos de
la escuela de San Pablo y
despus los gnsticos y sus sucesores refinaron metafsicamente estos conceptos, que e
l dogmatismo
tergivers por ltimo, al propio tiempo que persegua de muerte a sus genuinos definid
ores.
La Iglesia protestante entraa el espritu de reaccin contra la Iglesia catlica, y no
forma un todo coherente y
homogneo, sino una especie de torbellino cuyas partes giran en torno de un centro
comn, que se atraen y
repelen mutuamente impelidas unas hacia roma por la fuerza centrpeta y empujadas
otras por la fuerza

centrfuga muy lejos de Roma, hasta ms all de la idea cristiana.


Precisamente, el concepto moderno del diablo es el que tuvieron las multitudes i
gnaras de Babilonia, madre
de las idoltricas y abominables religiones del gentilismo mundano . Tal vez se reda
rguya diciendo que las
teologas industa y budista tambin admiten la existencia individual de los espritus m
alignos; pero la sutil
mentalidad inda (114) considera al diablo o espritu maligno como una abstraccin me
tafsica, una alegora del
mal necesario, mientras que para los cristianos es un personaje real de cuerpo y
alma, sin cuya existencia no
pueden fundamentar el dogma de la redencin (115).
Los protestantes ingleses, no satisfechos con la personificacin bblica del diablo,
adoptaron la demonologa
expuesta por Milton (116) en su Paraso perdido, donde el Ilda-Baoth de los ofitas
se transforma en Lucifer
identificado con el Dragn apocalptico (117) despus de su cada (118) con las huestes
rebeldes en el
tenebroso abismo del pandemonio. En la tercera parte del poema celebra Satans con
sejo en el palacio
levantado para su residencia en sus nuevos dominios, y determina emprender una e
xploracin en busca de un
nuevo mundo. La cuarta parte relata la cada del hombre, su destierro en la tierra
, el advenimiento del Hijo de
Dios (Logos) y la redencin del linaje humano (119).
El poema del Paraso perdido entraa implcitamente el concepto que del diablo tienen
los protestantes
ingleses (120), y no creer en el diablo personal equivale para ellos a negar a Cr
isto y a blasfemar contra el
Espritu Santo (121). Posteriormente, el poeta Roberto Pollok se inspir en el poema
de Milton para escribir el
suyo, titulado: El curso del tiempo, que tambin fue tenido durante algunos aos por
tan fidedigno como la
Biblia (122).
Bosquejemos ahora el carcter del diablo segn el concepto cristiano. Es la entidad
que interviene en la
hechicera, brujera y otros maleficios, segn creyeron los fariseos y de ellos lo tom
aron los Padres de la
Iglesia, quienes identificaron con el diablo las gentlicas divinidades de Mitra,
Serapis y otras, cuyo culto
consider siempre el doctrinarismo catlico como trato y connivencia con las potesta
des tenebrosas. Los brujos
y hechiceros medioevales fueron para la Iglesia adoradores del diablo, a pesar d
e que los antiguos
consideraron la magia como la ciencia divina o sea el conocimiento y sabidura de
Dios. Mgica era el arte de
curar en los templos de Esculapio y en los santuarios de la India y Egipto. El m
ismo Daro Hystaspes que haba
exterminado a los magos de mala ley y a los teurgistas caldeos, restableci el cul
to de Ormazd y con l la
verdadera magia en que le instruyeran los brahmanes. Entr a la sazn en una nueva f
ase el pensamiento
religioso. La ignorancia del vulgo engendr la falsa devocin y el dogmatismo impera
nte conden la genuina
sabidura, cuyos adeptos hubieron de recatarse de la vista de las gentes y escribi
r sus tratados filosficos en
lenguaje enigmtico slo comprendido de los iniciados en la doctrina secreta, soport
ando resignadamente el
oprobio, la calumnia y la pobreza.

EXCURSIONES DE SATANS
Los fieles a las antiguas enseanzas religiosas fueron acusados de hechicera y cond
enados a muerte. Los
albigenses, descendientes de los gnsticos, y los valdenses, precursores de los lu
teranos, quedaron
exterminados por implacables persecuciones. Al mismo Martn Lutero le acusaron de
estar en connivencia con
Satans en persona, y aun sigue el mundo protestante bajo el peso de esta imputacin
de sus adverrsarios,
porque el dogmatismo romano no distingue entre disidentes, herejes, cismticos y h
echiceros, y todo cuanto se
aparte de su norma lo anatematiza por ofensivo a su autoridad, pues la libertad
religiosa es un principio
nefando para la Iglesia catlica.
Sin embargo, los protestantes llevaban en los labios la leche con que les amaman
t su madre, y as estaba
Lutero tan sediento de sangre como el papa, y calvino fue ms intolerante todava qu
e la curia romana. Durante
treinta aos asol la guerra comarcas enteras de Alemania, sin que en la lucha fuese
n menos crueles los
protestantes que los catlicos. Tambin la religin reformada dirigi sus tiros contra l
a hechicera y se
establecieron sangrientas penas en los cdigos de Suecia, Dinamarca, Alemania, Hol
anda, Inglaterra y
colonias de Amrica. A prisin y muerte se expona quien pblicamente declaraba opinione
s ms liberales y
razonables que las de sus compatriotas. Las hogueras a punto de extinguirse en S
mithfield se avivaron para
abrasar a los magos, y era menos arriesgado rebelarse contra la autoridad real q
ue contra el dogma religioso.
En el siglo XVII se apareci el diablo en persona en Nueva Inglaterra, Nueva Jerse
y, Nueva York y otras
colonias inglesas de Amrica, segn nos refiere Cotton Mather. Aos despus, visit la par
roquia de Mora, en
Suecia, al paso que los vecinos de Dalecarlia divertan su aburrimiento los sbados
a la puerta de la iglesia con
la quema de nios de corta edad y el vapuleo de otros. Pero el escepticismo de los
tiempos presentes ha
recluido en los conventos la creencia en el diablo de cuerpo humano con pezua, cu
ernos y rabo. De cuando
en cuando aparece en las Encclicas pontificias y otros documentos oficiales del c
atolicismo; pero la severidad
protestante slo consiente que se le nombre a media voz en los plpitos.
Sealadas ya las huellas del diablo desde su primera aparicin en India y Persia, co
nviene examinar ahora
las opiniones religiosas dominantes en el mundo durante los primeros tiempos del
cristianismo.
Todas las religiones antiguas crean en los avatares o encarnaciones de la Divinid
ad, que en la India llegaron
a constituir una serie ordenada. Los parsis esperaban a Sosiosh y los judos al Me
sas. Tcito y Suetonio
refieren que en tiempo de Augusto arda el Oriente en expectacin de un gran Instruc
tor; y segn dice Williams,
unas doctrinas tan obvias para los cristianos, eran enigmticas para los gentiles (1
23). Plutarco habla de
Maneros, un nio que haba de nacer en Palestina (124), como mediador de Mithra, el
Salvador, identificado
con Osiris, el Mesas. En las actuales Escrituras cannicas se descubren vestigios d
el culto antiguo, y los ritos,

ceremonias y jerarquia eclesistica de los budistas estn remedadas en el culto catlic


o. Los primitivos
Evangelios, que un tiempo fueron tan cannicos como hoy los sinpticos, contienen re
latos enteros copiados
de los libros budistas, segn han puesto en claro las investigaciones de Burnouf,
Asoma, Korosi, Beal, Hardy y
Schmidt, aparte de las traducciones del Tripitaka, que dejan fuera de duda la fi
liacin budista del cristianismo
(125).
Aqu vemos el motivo de lo vivamente interesada que est la Iglesia romana en recata
r de las miradas del
vulgo la Biblia hebrea y las obras de los filsofos griego, pues la filologa y teol
oga comparadas demuesttran
incontrovertiblemente las amaadas falsificaciones de Ireneo, Epifanio, Eusebio y
Tertuliano.
En aquel tiempo parece que gozaban de mucho predicamento los Libros sibilinos, y
fcilmente se echa de
ver que dimanan de las mismas fuentes de donde brotaron las dems obras gentlicas.
He aqu un pasaje de Galleo:
Ha surgido nueva Luz que descendida del cielo toma forma mortal. Oh Virgen! Recib
e a tu Dios en tu
pursimo seno. El Verbo alete en la matriz virginal y asumi forma de carne. La Virge
n concibi un Nio. Los
magos adoraron la nueva estrella enviada por Dios. El nio envuelto en paales repos
en un pesebre. Y
Bethlem fue la cuna del Verbo (126).
VATICINIOS DE LA ENCARNACIN
A primera vista parece este pasaje una profeca del nacimiento de Cristo; pero tam
bin pudiera aludir a otras
divinidades creadoras, pues hay expresiones anlogas que se refieren a Baco y Mitr
a, como, por ejemplo, la
del siguiente pasaje:
Yo, hijo de Zeus, he venido al pas de los tebanos. Soy Baco, a quien pari la virge
n Semel, hija de Cadmo,
el hombre de oriente, y engendrado por el rayo portador de la llama, tom forma mo
rtal en vez de la divina
(127).
Las Dionisacas, que datan del siglo V, esclarecen este punto y ponen de relieve s
u ntima relacin con la
leyenda cristiana acerca del nacimiento de Jess, segn vemos en este pasaje:
Oh! Kore Persfona (128). T eras la virgen esposa del Dragn cuando Zeus, transformado
en apariencia de
galn y rebosante de amor, se desliz hasta tu lecho virginal y fecund tu seno, cuyo
fruto fue Zagreus (129), el
nio coronado de cuernos (130).
Descubrimos aqu todo el secreto del culto ofita y el origen del dogma cristiano d
e la Encarnacin del Verbo.
nicamente los gnsticos entre los primitivos cristianos tenan, siquier rudimentario,
un sistema teolgico al que
adaptaron la figura de Jess considerada como Cristo; pero de ningn modo cabe presu
mir que su teologa
derivara de las enseanzas cristianas. Entre los gnsticos precristianos era muy con
ocida la leyenda segn la
cual la gran serpiente (131) se haba deslizado cautelosamente hasta el lecho de S

emel para vivificar su seno,


y esta misma leyenda aplicaron los gnsticos cristianos a la concepcin de Jess dicie
ndo que el Dios del bien
(132) transfigurado en Dragn de Vida se desliz hasta la cuna de la nia Mara (133). P
ara los gnsticos
cristianos la Serpiente era el smbolo del Logos, el Cristo o encarnacin de la Sabi
dura divina por obra de su
padre Ennoia y de su madre Sophia. As dice Jess:
Entonces, mi madre, el Espritu Santo me tom (134).
Aqu vemos que Cristo se llama a s mismo hijo de Sophia (Espritu Santo) (135).
Por otra parte nos dice el Nuevo Testamento:
Y respondiendo el ngel, le dijo: El Espritu Santo vendr sobre ti y te har sombra la
virtud del Altsimo. Y
por esto lo Santo que nacer de ti ser llamado Hijo de Dios (136).
Y aade San Pablo:
En estos das nos ha hablado Dios por el Hijo, al que constituy heredero de todo, p
or quien hizo tambin los
siglos (137).
Todas estas expresiones son variadas copias del concepto significado en la frase
de Nonnus: por medio del
Draconteo etreo , pues el ter simboliza al Espritu Santo o tercera persona de la trin
idad y equivale al Kneph
egipcio o serpiente con cabeza de halcn, emblema de la Mente divina (138) y del A
lma universal de los
platnicos.
Dicen las Escrituras cristianas:
Yo (la Sabidura) sal de la boca del Altsimo... y como niebla cubr toda la tierra (13
9).
Tambin Pymander (Logos) surge del seno de la infinita Obscuridad y cubre la tierr
a de nubes que sobre ella
se extienden a manera de formas serpentinas (140). El Logos activo es la primari
a imagen de Dios, segn Filo
(141). El Padre es el pensamiento latente.
Esta universal idea aparece expresada en idtnica terminologa entre los gentiles, j
udos y cristianos
primitivos. En la cosmogona babilnica de Eudemo, el Logos es el unignito del Padre,
y un himno homrico al
sol empieza con este verso:
Load a Eli, hijo de Deus (142).
El dios solar Mithra es imagen del Padre, lo mismo que el cabalstico Seir Anpin.
CONCEPTO DEL INFIERNO
Imposible parece, y sin embargo tal es la triste realidad, que entre todas las r
eligiones del mundo tan slo el
cristinismo dogmtico haya sostenido la creencia en la personalidad del diablo. Ni
los egipcios a quienes
Porfirio diputa por la ms sabia nacin del mundo (143) ni los griegos, sus fieles imi
tadores, ni los judos
cayeron jams en tan monstruoso absurdo, ni tampoco en el no menos quimrico de la c
ondenacin eterna en

el infierno, por ms que el actual cristianismo atribuya al demonio todo cuanto se


relaciona con los paganos.
La palabra infierno que aparece en el original hebreo se traduce siempre torcida
mente en las versiones
cannicas. Los hebreos no tenan del infierno el concepto que posteriormente le dier
on los intrpretes y
traductores en el pasaje siguiente:
... y las puertas del infierno no prevelecern contra ella (144).
El texto original dice: las puertas de la muerte ; y en ninguna parte aparece la pa
labra infierno con el
significado de condenacin eterna que le dieron los forjadores de este dogma. El Top
het (145) o valle de
Ennom (146) no significa infierno, y la palabra griega gehenna equivale, en opin
in de competentes fillogos, al
Trtaro de que habla Homero. Prueba de esto nos da el apstol San Pedro en el pasaje
siguiente:
Y si Dios no perdon a los ngeles que pecaron, sino que, atndolos con amarras de inf
ierno, los arroj al
trtaro (147).

Pero como esta expresin recordaba la guerra entre Jpiter y los titanes, los traduc
tores substituyeron la
palabra trtaro por la de abismo o infierno. Las puertas de la muerte y cmara de la mue
te que suelen
hallarse en el Nuevo Testamento no son ni ms ni menos que las puertas del sepulcro
a que aluden los
Salmos y Proverbios. El infierno y el diablo son invenciones del tirano y dogmat
izante cristianismo oficial,
nacidas al hervor de las calenturientas visiones de los eremitas. Triste degener
acin de la mentalidad humana
denota el dominante concepto del diablo, si lo comparamos con el que los antiguo
s tenan del Padre del Mal ,
simbolizado en Tiphn (148), cuyo emblema era el asno.
DUALIDAD DE LOS DIOSES SOLARES
As como Tiphn representaba entre los egipcios el aspecto tenebroso y sombro, en opo
sicin a su hermano
Osiris, as tambin entre los griegos represent Python el aspecto antittico al del esp
lendente Apolo, dios de
las visiones y de los orculos. Python mata a Apolo, pero resucitado ste, mata a Py
thon, y redime de este
modo la culpa del linaje humano. En memoria de la muerte de Python se adornaban
las sacerdotisas de Apolo
con piel de serpiente, emblema del fabuloso monstruo vencido por el dios, y bajo
el excitador influjo magntico
de aquella piel se transportaban las sacerdotisas al frenes mntico y por su boca d
aba Apolo los orculos.
Apolo y Python significan los desdoblados elementos de la divinidad solar, que t
odos los pueblos sin
excepcin, concibieron andrgina. El suave y benfico calor del sol vivifica las plant
as, pero el riguroso ardor de
la cancula las marchita y agosta. Cuando pulsa la lira de siete cuerdas difunde A
polo por doquiera la armona;
pero en su pitnico aspecto es perturbacin y disonancia. As sucede en todas las divi
nidades solares.
Averiguado est que el apstol San Juan viaj por Persia y otras comarcas asiticas dond

e, si bien
predominaba la religin zoroastriana, abundaban los misioneros budistas, por lo qu
e cabe dudar de si el
evangelista hubiera o no escrito el Apocalipsis de no haber estado en comunicacin
y trato con los budistas;
pues aparte de sus alusiones al dragn, hay de ello vehementes indicios en los pro
fticos pasajes relativos al
segundo advenimiento de Cristo, cuya figura copia exactamente el apstol de la de
Vishn en trazos del todo
desconocidos de los dems evangelistas.
Tenemos, por consiguiente, que Ophios y Ophiomorfos, Apolo y Pythn, Osiris y Tiphn
, Cristo y el Diablo
son smbolos equivalentes en sus respectivas dualidades, cuyos elementos no podramo
s reconocer uno sin
otro, como tampoco fuera posible diferenciar el da sin la noche. Ambos elementos
son regeneradores y
salvadores: el positivo en el orden espiritual y el negativo en el orden fsico. E
l elemento positivo confiere la
inmortalidad por virtud propia del espritu; el elemento negativo la confiere por
regeneracin de los grmenes
rpicos. El Redentor del linaje humano ha de morir, porque revela el maravilloso s
ecreto del Yo. La serpiente
del Gnesis incurre en la maldicin divina, porque prometi a la mater (madre Eva o ma
teria) la inmortalidad,
dicindole:
De ninguna manera moriris (149).
Entre los egipcios, el aspecto antittico de la serpiente es el segundo Hermes o r
eencarnacin del Hermes
Trismegisto.
Es Hermes inseparable compaero e instructor de Osiris e Isis, la personificacin de
la sabidura, el hijo del
Seor, que como el Can bblico edifica ciudades y alecciona a los hombres en el ejerc
icio de las artes.
Repetidas veces declararon los misioneros cristianos que los indos estn sumidos e
n el culto idoltrico del
demonio, cuando precisamente los nicos adoradores del diablo son los cristianos v
ulgares, a quienes un clero
fantico mantiene en la absurda creencia del diablo personal, de quien se reiran no
slo el clero superior
(oepasampalas) sino hasta los novicios (samenaira) del sacerdocio budista, cuyos
doctores (pundites) cuidan
de advertir que todo es alegrico en el culto externo; y aunque se les pueda culpa
r de negligencia en el
descuaje de las muchas y muy groseras supersticiones del vulgo, no las inventan
ni estimulan como ocurre en
Occidente respecto de la fomentada creencia en el diablo personal, enemigo de Di
os y de la humanidad.
El dragn de San Jorge que se ve esculpido en casi todas las catedrales, no aventa
ja en hermosura
alegrica al budista Nammadnamnraya, el gran Dragn o rey de las sierpes. Por otra par
te, no debiera el
clero catlico indignarse contra las supersticiones de los cingaleses que en los e
clipses de luna creen que la
devora el demonio planetario Rahu, ni contra las de los chinos que en los eclips
es de sol salen a la calle
provistos de bombos, platillos y discos con que arman estrepitosos ruidos para a
huyentar al monstruo que
amenaza devorar al sol; pues segn nos dice Draper, cuando en 1456 apareci el comet

a llamado despus de
Halley, produjo tal espanto en las gentes, que el papa Calixto III se crey obliga
do a exocizarle, y gracias a las
maldiciones pontificias se precipit en los cerleos abismos para no reanudar la ave
ntura hasta setenta y cinco
aos despus (150).
No sabemos que el clero cristiano haya intentado convencer al vulgo de que nada
de diablico tienen los
eclipses ni los cometas, y en cambio vemos cmo un prelado budista responde a un o
ficial que le echaba en
cara aquella supersticin: Nuestros libros cannicos ensean que los eclipses de sol y
luna resultan de la
acometida del planeta Rahu (151), pero no de diablo alguno (152).
EL MITO

DEL DRAGN

El mito del Dragn, que tan importante parte toma en el Apocalipsis y la Leyenda d
e oro (153), es de origen
prebudista, pues deriva de la comarca de Cachemira, cuyos habitantes, convertido
s ms tarde por los
misioneros budistas, profesaron en primitivos tiempos la religin ofita con el cul
to de la serpiente. Desde la
conversin del pas sucedieron los incruentos sacrificios con ofrenda de flores e in
cienso a los cruentos
sacrificios humanos cuya principal determinante era la personificacin del diablo
investido de abominable
potestad; supersticiosa creencia que heredaron los cristianos.
El Mahvansa, el libro ms antiguo de las Escrituras ceilanesas, relata la leyenda d
el rey Covercapal (sierpe
cobra), el dios serpiente convertido al budismo por un santo arhat (154), y de e
sta leyenda deriv seguramente
la de San simen Estilita.
El Logos triunfa del gran Dragn, y el luminoso arcngel Miguel, prncipe de los eones
, vence a Satn (155).
Conviene no olvidar que mientras el iniciado mantenga en secreto lo que sabe, ni
ngn mal le sobrevendr
por su sigilo. Tal sucedi en tiempos antiguos y lo mismo sucede ahora. Tan luego
como el Verbo se encarn
en la tierra para sacar del silencio la divina palabra, qued sujeto a la muerte.
La serpiente es emblema de la
sabidura y de la elocuencia, pero tambin lo es de la muerte. Osar, conocer, querer
y callar es el lema
fundamental del cabalista. Como Apolo y otros dioses solares, Jess muere por accin
de su Logos (156); pero
resucita para ser l a su vez el matador y maestro. Las coincidencias entre los mi
tos religiosos de los pueblos
antiguos, transmutados en dogmas teolgicos, son lo bastante sorprendentes para so
spechar que tal vez
tuvieran algn significado tan oculto que nadie haya sido capaz de presumirlo.
La identidad del Miguel cristiano con los celestes caudillos de otras teogonas y
la de Satn con el Dragn de
los paganos demuestra con toda evidencia que la India ha sido la cuna comn de los
mitos religiosos surgidos
al calor del misticismo. En sus comentarios a los Vedas dice Ramatsariar:
El mundo principi con la lucha entre el Espritu del bien y el Espritu del Mal y en
lucha ha de acabar. Tras
de la desintegracin de la materia el mal dejar de serlo, porque se restituir al cao
s.

Tertuliano adulter evidentemente en su Apologa las doctrinas y creencias sustenta


das por los paganos
respecto a los orculos y a los dioses, pues llama a estos demonios y diablos y le
s inculpa de obsesionar aun a
las aves del aire. Ningn cristiano pondr en tela de juicio la autoridad de Tertuli
ano al verla previamente
corroborada por el rey David, cuando dice que son dolos todos los dioses de los g
entiles; y el mismo ngel de
las escuelas identifica los dolos con los demonios, segn stas sus palabras:
Se acercan a los hombres y les incitan a que los adoren; para lo cual se valen d
e ciertas obras que parecen
milagrosas (157).
Los telogos han procedido con refinada astucia en sus amaos, pues despus de haber f
orjado al diablo se
creyeron obligados a modelar santos. Ejemplo de ello nos da Baronio, que al leer
en una obra del Crisstomo
lo que este Padre de la Iglesia dice acerca del santo xenoris (158), lo tom por e
ntidad personal de la que hizo
un mrtir de Antioqua, cuya fingida biografa compuso con muchos pormenores que le da
ban visos de
autenticidad. Otros telogos han supuesto que el Anticristo (159) y por consiguien
te el demonio, es el Apollyon
en que Platn simboliza la divinidad que purifica, lava y redime del pecado.
POTICAS FIGURAS DE LUZBEL
Segn Max Mller, la serpiente paradisaca entraa un concepto originario al parecer de
los hebreos, sin que
sea posible compararla con las terribles entidades Vritra y Ahriman de los Vedas
y el Avesta. Pero recordemos
que para los cabalistas era el diablo el invertido aspecto de Dios y por esto le
ha llamado Eliphas Levi:
embriaguez astral, considerndole como una fuerza parecida a la electricidad, segn
se infiere de aquellas
alegricas palabras en que Jess dice cmo vio a Satn cual si fuese un rayo cado del ciel
o .
Aseguran los dogmatizantes que la tarea del diablo consiste en tentar continuame
nte al gnero humano por
permisin de Dios, cuyo amor a los hombres no quedara muy bien parado si fuese cie
rta la aseveracin, pues
denotara en Dios una perfidia incompatible con su augusta paternidad y se hiciera
digno de que tan slo le
adorase un clero capaz de entonar el Tedeum despus de la matanza de San Bartolom y
de bendecir las
armas templadas por los musulmanes para exterminar a los cristianos de Grecia (1
60).
Verdaderamente ridculas y pueriles son las diferencias que se advierten entre las
distintas representaciones
del diablo. Los fanticos lo pintan con cuernos y rabo y se lo imaginan de figura
horrible y hedor pestilente
(161); pero en cambio, Milton, Byron, Gethe y Lermontoff (162) han poetizado la f
igura de Luzbel hasta darle
en el Satn de Milton y en el Mefistfeles de Gethe ms vigoroso relieve que a las de l
os santos y ngeles
representados en las prosaicas leyendas de los mojigatos.
Ejemplo de estas descripciones del diablo nos da Des Mousseaux al relatar el cas
o de una bruja confabulada
con un ncubo, segn vemos en el siguiente pasaje:

Una vez vio esta bruja cerca de s durante media hora a un sujeto negrsimo, de espa
ntable aspecto, con
enormes manos cuyos dedos parecan garfios. Los sentidos de la vista, tacto y olfa
to fueron corroborados por
el del odo (163).
Cun distinto de este mal oliente galanteador es el majestuoso Satn de Milton! No ca
be concebir la
soberbia figura del ngel rebelde, personificacin del orgullo, encerrado en la piel
de un reptil repulsivo, tal
como nos lo representa el dogmatismo cristiano al decir que el demonio tom la ins
inuante y fascinadora figura
de serpiente para tentar a Eva en el paraso. Dios maldice a la serpiente y la con
dena a arrastrarse sobre su
vientre y a comer tierra todos los das de su vida (164), lo que, segn observa Levi
, en nada se parece a las
tradicionales llamas del infierno.
Por otra parte, tambin se le daba el ttulo de Dominus a Ophin o aspecto demonaco de
la dualidad
manifestada, como vemos no slo en Hrcules (165), hijo de Jpiter y Alcmena y personi
ficacin del Logos,
sino en los dems dioses solares, todos ellos de doble naturaleza (166). La palabr
a dios se deriva del snscrito
deva que significa divinidad refulgente, y la palabra diablo proviene de la pers
a daeva que en la religin
mazdesta significaba espritu maligno, pero que originariamente fue el deva industa
(167).
El Agathodemon o demonio benfico (168), al que los ofitas denominaban Logos o Sab
idura divina, estaba
representado en los misterios bquicos por una serpiente empinada sobre una prtiga.
Anlogamente, segn
dice Deane, la serpiente con cabeza de halcn es uno de los ms antiguos emblemas eg
ipcios de la mente
divina (169). Por otra parte, expone Movers (170) la identidad entre Moloch y Sa
mael o Azazel, lo cual explica
que Aarn, hermano de Moiss, ofreciese igualmente sacrificios a Jehovah y Azazel, c
omo vemos en este
pasaje:
Har estar los dos machos de cabro delante del Seor a la entrada del tabernculo... Y
echando suertes
sobre los dos, la una para el Seor y la otra para el macho de cabro emisario (Azaz
el, (171).
El Antiguo Testamento nos muestra a Jehovah con todos los atributos de Saturno (
172), no obstante las
transmutaciones de Adonai en Eloi, y en Dios de dioses y Seor de seores (173).
Satans tienta a Jess en el desierto y le promete los reinos de la tierra si postra
do le adora (174). De la
propia suerte el demonio Wasawarthi tienta a Gautama en el momento de salir del
palacio de su padre,
dicindole que no se vaya, pues all le aguardan la gloria, la riqueza y el podero; p
ero Gautama resiste a la
tentacin y el demonio rechina los dientes de ira y promete vengarse. Como Buda, t
ambin triunfa Cristo del
demonio (175).
EL CLIZ DE AGATHODEMON
En los misterios bquicos se pasaban los fieles de mano en mano el cliz consgrado q

ue llamaban del
Agathodemon (176), y de estos misterios tomaron indudablemente los ofitas la mis
ma ceremonia, pues la
comunin en las dos especies de pan y vino se conoci en el culto de las principales
divinidades (177).
Respecto al sacramento casi mtrico que adoptaron los gnsticos marcosianos, tambin c
abalistas y teurgos,
nos cuenta Epifanio una curiosa leyenda en demostracin de las artimaas del demonio
.
Dice as:
En la fiesta congregacional de la Eucarista llenaban los marcosainos de vino blan
co tres grandes vasos de
finsimo y transparente cristal. Durante la ceremonia tomaba el vino a la vista de
todos los fieles un color rojo de
sangre, que cambiaba despus en prpura y por ltimo en azul celeste. Entonces el cele
brante entregaba uno
de los tres vasos a una mujer de la congregacin para que lo bendijera, y esto hec
ho trasegaba el celebrante
su contenido a otro vaso mucho mayor diciendo: Que la gracia de Dios inconcebible
e inexplicable, que
domina todas las cosas, llene tu interno ser y acreciente el conocimiento del qu
e est dentro de ti, sembrando
la simiente de mostaza en tierra frtil (178).
Terminada esta plegaria, el licor del vaso se embravece hasta rebosar (179).
EL DESCENSO A LOS INFIERNOS
El descenso de Cristo a los infiernos tiene su punto de comparacin en las antigua
s religiones (180). El
Credo cristiano, cuya composicin atribuye San Agustn (181) a los doce apstoles, cad
a uno de los cuales
interpuso una de las doce proposiciones o artculos en que se divide, contiene la
de: descendi a los infiernos
y al tercer da resucit de entre los muertos . Este artculo corresponde a Santo toms en
el orden de
atribucin, sin duda como en penitencia de su incredulidad; pero no obstante, lo ms
probable es que fuera
interpolado posteriormente, pues nada prueba que los apstoles compusieran el Cred
o ni que en la poca
apostlica se conociese tal como est hoy redactado (182). En cambio, hay fundados m
otivos para afirmar que
este artculo se interpol hacia el ao 600 (183), porque Teodoreto, Epifanio, Eusebio
, Ireneo, Orgenes,
Tertuliano y Scrates no lo conocieron (184) ni constaba en los antiguos textos de
l smbolo de la fe, segn dice
el obispo Parsons (185), ni lo mencionan los concilios anteriores al siglo VII,
ni el Credo de San Agustn (186).
Por otra parte, Rufino (187) afirma que en su tiempo no apareca este artculo ni en
el Credo latino ni en el
griego.
Sin embargo, se disipa toda duda al saber que hace muchos siglos le habl Hermes a
l encadenado
Prometeo, diciendo:
No cesar tu tormento hasta que un dios lo padezca en tu lugar y descienda a los t
enebrosos abismos del
Trtaro (188).
En la mitologa griega este dios era Heracles, el unignito, el Salvador (189), a qu

ien tomaron por modelo los


Padres de la Iglesia y de quien dice Luciano:
Heracles no domin a las naciones por la fuerza, sino por persuasin y sabidura divin
a. Heracles mejor a
los hombres, estableci una religin suave y desbarat la doctrina de la condenacin ete
rna expulsando del
mundo inferior al Cerbero (190).
Del mismo modo que de Cristo se nos dice, se ofreci Heracles voluntariamente en s
acrificio por los pecados
del mundo y puso fin a los tormentos de Prometeo (191), descendiendo a los dos l
ugares inferiores: el Hades y
el Trtaro.
Dice Bart sobre el particular:
Su voluntario sacrificio augur el nuevo nacimiento etreo de los hombres... Al libe
rtar a Prometeo y erigir
altares se constituy en mediador entre las creencias antiguas y modernas... Aboli
los sacrificios humanos...
Descendi en espectro al sombro reino de Plutn y ascendi en espritu al Olimpo para reu
nirse con su padre
Zeus.
Tan difundida estaba en la antigedad la leyenda de Heracles y por tan de fe se te
na, que hasta los mismos
hebreos, errneamente diputados por monotestas, la copiaron en sus alegoras; pues as
como de Heracles se
dice que quiso robar el orculo dlfico, as tambin, segn el Sepher Toldoth Jeschu, sust
rajo Jess del
santuario el Nombre inefable. No es, por lo tanto, extrao que de la propia suerte
se haya copiado su descenso
a los infiernos. El Evangelio de Nicodemus, que hasta estos ltimos tiempos no se
ha declarado apcrifo,
excede en plagios y falsedades a todo atrevimiento, como se colige de su examen.
El captulo XVI de este
Evangelio presenta en amigable pltica a Satans y al Prncipe del infierno, quienes d
e pronto se ven
sobrecogidos por una voz tonante como el trueno y rugiente como el huracn, que le
s manda abrir las puertas
de sus dominios porque ha de entrar por ellas el Rey de la Gloria. El Prncipe del
infierno reconviene entonces
a Satans por no haberse prevenido para impedir semejante visita, y despus de fuert
e altercado expulsa el
Prncipe a Satans del infierno y ordena a sus impos oficiales que cierren las broncne
as puertas de crueldad y
luchen denodadamente para no caer prisioneros. Pero al or esto, los santos (192)
le dijeron con encolerizada
voz al Prncipe de las tinieblas: Abre las puertas de tu reino para que entre por e
llas el Rey de la Gloria (193).
Y el profeta David exclam diciendo: Acaso no profetic yo verdad cuando estaba en la
tierra? . Y el santo
profeta Isaas habl y dijo: No profetic yo verdad? . Los santos se levantan entonces con
tra el Prncipe del
infierno, quien replica fingindose ignorante: Nunca se haban portado tan insolentem
ente los muertos. Quin
es el Rey de la Gloria? . A esto responde David que conoce bien su voz y comprende
sus palabras porque le
habla al espritu; pero viendo que a pesar de todo no quiere el Prncipe del infiern
o abrir las broncneas puertas

de la iniquidad, le replica airadamente: Y ahora, oh t, inmundo y hediondo Prncipe d


el infierno!, abre las
puertas... El Rey de la Gloria viene... Djale entrar . Todava estaban en esta querel
la cuando apareci el
poderoso Seor en forma humana, cuya presencia atemoriz a la impa muerte y a sus cru
eles ministros, que
temblorosos halagan a Cristo y le hablan interrogativamente, de modo que cada pr
egunta entraa el mismo
concepto que los artculos del credo. As le dicen: Quin eres t, de tal poder y grandeza
que rompes las
cadenas del pecado original?... Eres t aquel Jess de quien hace poco nos deca Satn qu
e por la muerte en
cruz mereciste recibir poder sobre la muerte? . Pero el Rey de la Gloria no respon
de: huella a la muerte,
prende al Prncipe del infierno y le despoja de su poder.
LA DERROTA DE SATANS
Entonces se promueve en el infierno un alboroto, magistralmente descrito por Hom
ero y Hesodo, segn nos
demuestra su intrprete Preller (194) en el relato de Hrcules invicto y de las fies
tas de Tiro, Tarsis y Sardia.
Luego de iniciado en los misterios eleusinos desciende Hrcules al Hades, y a su p
resencia huyen
aterrorizados los muertos (195) y todo es confusin, horror y lamentos. Al ver la
batalla perdida, el Prncipe del
infierno encoge prudentemente el rabo y se pone del lado del ms fuerte. El pobre
Satn contra quien, segn
los apstoles Pedro y Judas, no se haba atrevido ni el mismsimo arcngel San Miguel a
levantar ante el Seor
una sola queja, se ve ignominiosamente tratado por el Prncipe del infierno, a qui
en el rey de la Gloria le dice:
Oh Beelzebub, prncipe del infierno! Desde ahora y para siempre quedar Satn sujeto a
tu dominio en vez
de estarlo Adn y su linaje, que ya es mo... Venid a m oh mis santos!, que fuisteis c
reados a mi imagen y
condenados por el fruto prohibido a la esclavitud de la muerte y el demonio. Viv
id ahora por el leo de mi cruz,
pues el diablo, rey de este mundo, est sojuzgado y vencida la muerte. Dicho esto,
el Seor toma a Adn por la
mano derecha, a David por la izquierda, y seguido de Enoch, Elas, el buen ladrn y
los santos patriarcas, sube
del infierno al cielo (196).
Otra analoga de este mito nos ofrece el Cdigo de los nazarenos, donde Tobo, el lib
ertador del alma de
Adn, la conduce del Orco (197) al asiento de Vida. Es Tobo lo mismo que Tobadonas,
uno de los nueve
levitas enviados por Josafat a predicar el Libro de la ley por las ciudades de J
ud (198). Segn los cabalistas,
los levitas, discpulos o magos enfocaban los rayos solares para iluminar el mundo
intermedio (199) y mostrar
al alma de Adn (200) el camino que se aparta de las tinieblas de la ignorancia.
En el Libro de los muertos dice Osiris:
Yo brillo como el sol cuando celebra su fiesta en la mansin estrellada (201).
Tambin a Cristo se le llama Sol de Justicia y Helios de Justicia (202) como reminisce
ncia de las alegoras
paganas; lo que no deja de ser blasfemia en boca de quienes presumen describir c
on ello un episodio de la

peregrinacin terrena de su Dios.


Por otra parte tenemos los siguientes pasajes:
Heracles ha salido de las cmaras de la tierra, de la subterrnea morada de Plutn (20
3).
Ante Ti tembl la laguna Estigia y se atemoriz el portero del Orco. No pudo amedren
tarte ni aun el mismo
tiphn. Salve verdadero hijo de Jove! Gloria a los dioses! (204).
Ms de cuatro siglos antes del nacimiento de Jesucristo haba ya escrito Aristfanes (
205) su inmortal
parodia del descenso de Heracles a los infiernos con el coro de bienaventurados,
los Campos Elseos, la
llegada de Heracles en compaa de Baco (206), a quienes reciben con antorchas encen
didas, emblema de la
resurreccin a nueva y luminosa vida desde las tinieblas de la muerte. Nada falta
en la aristofanesca comedia:
Las ranas, de cuanto sobre el descenso a los infiernos relata el Evangelio de Ni
codemo. De ella son los
siguientes versos:
Despierta, enciende las antorchas..., porque t llegas oh Iaccho! y en tus manos la
s blandes oh
fosforescente astro del nocturno rito!
Los cristianos aceptan como artculo de fe el aventurero descenso de Cristo a los
infiernos, sin advertir la
amalgama de esta creencia con el mito pagano, tan donosamente ridiculizado por A
ristfanes. El Evangelio de
Nicodemo, con todos sus absurdos, se ley durante muchsimo tiempo en las iglesias,
lo mismo que el Pastor
de Hermas, puesto por Ireneo entre los libros autnticos de las Escrituras revelad
as.
Los telogos cristianos, entre ellos Eusebio, Atanasio y Jernimo, insisten en la ne
cesidad de que ambos
libros se lean en las iglesias, pues los Padres recomiendan su lectura, a fin de
confrirmar a los fieles en la fe y
en la piedad. Sin embargo, tuvo posteriormente su reverso esta hermosa medalla,
porque el mismo San
Jernimo, que encomia el Evangelio de Nicodemo en su catlogo de autores eclesisticos
, lo repudia en sus
comentarios por apcrifo e insulso. Y Tertuliano, que mientras profes el catolicism
o se deshizo en elogios del
Pastor de Hermas, revolvise contra l al abrazar la hereja de Montano (207).
CARINO Y LENCIO
El mismo Evangelio de Nicodemo nos da el relato de las almas de Carino y Lencio,
los resucitados hijos de
aquel Simen que, segn el evangelista San Lucas, tom al nio Jess en brazos y bendijo a
Dios diciendo:
Ahora, Seor, despides a tu siervo, segn tu palabra, en paz. Porque han visto mis o
jos tu salud (208).
Carino y Lencio se levantaron de la tumba para declarar los misterios que haban p
resenciado en el infierno,
y resucitan a ruegos de Ans, Caifs, Nicodemo, Jos de Arimatea y Gamaliel, deseosos
de conocer los
importantes secretos que ambas almas revelan despus de jurar, a intimacin de Ans y

Caifs (conductor de
almas a la Sinagoga), sobre el Libro de la ley, POR Adonai y el Dios de Israel,
que dirn verdad en lo que
declaren. Acto seguido hacen la seal de la cruz (209) sobre sus lenguas y piden p
apiro en que apuntar sus
revelaciones (210), segn las cuales, mientras estaban en el infierno sumidos en t
inieblas vieron sbitamente
una intensa y purprea luz que iluminaba aquel lugar. Al punto se regocijaron las
almas de Adn, de los
patriarcas y profetas, entre quienes se hallaba Isaas, que se ufan de haber profet
izado en su tiempo todo
cuanto a la sazn acaeca. Entonces llega Simen, el padre de los resucitados, y dice
que el nio a quien haba
tenido en sus brazos en el templo iba a libertarles. A esto aparece un eremita q
ue declara ser Juan el Bautista
(211), y sin acordarse de las dudas puestas en su boca por el evangelista San Ma
teo (212) acerca de si Jess
era o no el Mesas, lo reconoce como tal diciendo: Y yo, Juan, henchido de Espritu S
anto, al ver que hacia m
vena Jess, exclam: He aqu el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo... . y la
bautic y vi que el
Espritu Santo descenda sobre l, al par que de lo alto clamaba una voz: ste es mi Hijo
muy amado, en
quien tengo puestas todas mis complacencias (213). Entonces aparece en escena Adn,
quien receloso de no
ser credo por las cohortes infernales, llama a su hijo Seth para que repita lo qu
e el arcngel San Miguel le
haba dicho en las puertas del Paraso cuando fue a suplicar a Dios que ungiera la c
abeza de l, su padre, a la
sazn enfermo (214).
Requerido por Adn, declara Seth que Miguel le aconsej que parra ungir a su padre e
nfermo no le pidiera a
Dios el aceite del rbol de la misericordia, pues no le sera posible recibirlo hast
a la plenitud de los tiempos,
pasados 5.500 aos.
Esta pltica entre Miguel y Seth fue indudablemente interpolada para cohonestar la
cronologa de los Padres
de la Iglesia y dar algn fundamento al mesianismo de Jess. Pero los primitivos telo
gos se equivocaron al
derrocar las imgenes paganas y perseguir a los sacerdotes gentiles en vez de demo
ler los monumentos
egipcios por los cuales saben hoy los arquelogos que el rey Menes y sus arquitect
os florecieron cinco mil
aos antes de que, segn la Biblia, crease Dios el universo de la nada y formase al
padre Adn del barro de la
tierra (215).
EVANGELIO DE NICODEMO
Sigue diciendo el Evangelio de Nicodemo (216) que mientras los santos andaban al
borozados por la buena
nueva, Satn, el caudillo de la muerte, le dice al Prncipe del Averno: Disponte a re
cibir a Jess de Nazareth,
que se vanaglori de ser Hijo de Dios y era un hombre temeroso de la muerte, pues
dijo: Triste est mi alma
hasta la muerte .
Los telogos griegos se quejan de que algunos herejes (acaso Celso) hayan argido so
bre este punto contra
los ortodoxos, diciendo que si Jess hubiese sido Dios no se lamentara como lo hiz
o ni tampoco exclamara con

lastimera voz: Dios mo, Dios mo!, por qu me has abandonado? . A esta objecin redarguye
Evangelio
de Nicodemo por boca del Prncipe del Infierno, quien responde a la intimacin de Sa
tn diciendo: Cmo un
tan poderoso prncipe ha de ser temeroso de la muerte? Te aseguro que quiso engaart
e al decir que tema a
la muerte. Por lo tanto, desgraciado sers por toda la eternidad .
Es muy significativo que Nicodemo se cia todo lo posible en su Evangelio al Nuevo
Testamento, y ms
estrechamente al cuarto evangelista, para cohonestar, mediante dilogos inocentes
al parecer, los pasajes ms
sospechosos de los Evangelios cannicos que los gnsticos analizaron detenidamente c
on su delicada
hermenutica, por lo que tuvieron los Padres de la Iglesia mayor cuidado en destru
ir los tratados gnsticos que
en refutar las que llamaban herejas. Ejemplo de la tendencia observada en el Evan
gelio de Nicodemo nos da
el dilogo entre Satn y el Prncipe del infierno, en que ste pregunta ingenuamente:
Quin es ese Jess de Nazareth que sin rogar a Dios, con slo su palabra me arrebata lo
s muertos? (217).
A lo que responde Satn con malicia jesutica:
Tal vez sea el mismo que me arrebat a Lzaro despus de cuatro das de muerto, cuando y
a heda... Es el
mismo Jess de Nazareth.
Y el Prncipe del infierno le replica:
Yo te conjuro por nuestra comn potestad, que no me traigas a Jess de Nazareth, pue
s cuando o hablar del
poder de su palabra entrme miedo y mis impos ministros se conturbaron. Y no pudimo
s detener a Lzaro,
pues maliciosamente se nos escap de entre manos con violenta sacudida, y la tierr
a en cuyo seno reposaba
lo restituy sano y vivo. Ahora reconozco que l es el Dios omnipotente, poderoso en
sus dominios y en su
naturaleza humana, pues es el Salvador de la humanidad. No me lo traigas ac, porq
ue libertara a cuantos
tengo presos por incrdulos y los conducira a la vida eterna (218).
Hasta aqu lo apuntado en las escritas declaraciones de Carino y Lencio. El primer
o las entrega a Ans,
Caifs y Gamaliel; el segundo a Jos y Nicodemo. Despus se convirtieron los dos en bl
ancos espectros que,
desvanecidos, no se les volvi a ver ms.
Para demostrar que ambas almas estuvieron durante todo aquel tiempo en estrictas
condiciones de
comprobacin , como diran los modernos espiritistas, aade Nocedemo que lo escrito por
ambos coincida tan
exactamente que no haba en lo de uno ni ms ni menos letras que en lo del otro.
Sigue diciendo el mismo Evangelio que todas aquellas voces se derramaron por las
sinagogas, y en vista de
ello aconsej Nicodemo a Pilatos que reuniese a los judos en el templo, donde Ans y
Caifs confiesan que el
Jess a quien ellos crucificaron es Jesucrito, Hijo de Dios y el verdadero Dios om
nipotente. Pero no obastante
esta confesin, ni Ans ni Caifs ni Pilatos ni judo alguno de suposicin y arraigo se co
nvierte al cristianismo,

lo cual excusa todo comentario.


El Evangelio de Nicodemo termina como sigue:
En nombre de la Santsima Trinidad (219) as concluyen los hechos de nuestro Salvado
r Jesucristo, que el
emperador Teodosio el Grande encontr en los archivos del palacio de Pilatos en Je
rusaln, y que segn
refiere la historia escribi Nicodemo en lengua hebrea. Ocurrieron estas cosas el
ao dcimonono del reinado
de Tiberio Csar, emperador de los romanos, y en el dcimo sptimo del gobierno de Her
odes, hijo de
Herodes, rey de Galilea, el octavo da de las calendas de abril...
sta es la ms atrevida impostura de cuantas se forjaron desde que con el primer obi
spo de Roma se inici
la era de piadosas ficciones.
El burdo amaador de este Evangelio ech en olvido que el dogma de la Trinidad no se
promulg hasta cinco
siglos despus, y que ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento aparece la palabr
a Trinidad ni hay la ms
leve alusin a esta doctrina. No hay pretexto bastante a justificar la publicacin d
e este Evangelio cuyos
capitales conceptos son hoy dogmas de la Iglesia, no obstante haberlo sta declara
do apcrifo, pues los
hermenuticos sinceros advirtieron desde un principio que todo l era impostura, y a
l fin no tuvo la Iglesia ms
remedio que reconocer avergonzada su yerro.
EL CREDO DE TAYLOR
Por lo tanto, no estar de ms copiar el Credo cristiano segn lo enmend roberto Taylor
, y dice as:
Creo en Zeus, padre omnipotente, y en su hijo Iasios Cristo nuestro Seor, que fue
concebido por el Espritu
Santo y naci de la virgen Electra. Muerto por un rayo fue sepultado y descendi a l
os infiernos, subi a los
cielos y desde all ha de volver a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el
santo Nous, en el santo crculo
de los dioses mayores, en la comunin de las divinidades, en el perdn de los pecado
s, en la inmortalidad del
alma y en la vida perdurable.
Se ha demostrado que los israelitas adoraban a Baal (220) y a la serpiente sabac
iana de Esculapio y que
celebraban los misterios bquicos; pero todava hallaremos mayores pruebas de ello a
l considerar la identidad
entre el sobrenombre de Seth (221) dado a Tiphn; el nombre de Seth (222), hijo de
Adn, y el nombre de
Seth, divinidad adorada por los heteos. Adems, el historiador Apin dice que en tie
mpo de los Macabeos
tenan los judos en el templo una cabeza dorada de asno que, cuando el saqueo de Je
rusaln, se llev
Antoco Epifanes. Y segn refiere la Escritura, el profeta Zacaras se queda mudo a co
nsecuencia del susto
que le dio la aparicin de una divinidad en figura de asno (223).
Dice Pleyt que la divinidad solar denominada El por los asirios, egipcios y semit
as es idntica a Set o Seth y
a Saturno o Israel (224), que por otra parte equivale al Siva etope, al caldeo Ba
al o Bel y al Kiyun o Chium del

profeta Ams, pudiendo resumirse todas estas divinidades en el destructor Tiphn. Cu


ando la teogona defini
ms claramente sus conceptos, qued Tiphn desdoblado de su buen aspecto y cay en la de
gradacin de
potestad ininteligente.
No es raro ver estas alteraciones en el pensamiento religioso de un pas. En sus p
rimitivos tiempos adoraron
los judos a Baal, Moloch y Hrcules (225), de modo que los profetas hubieron de rec
onvenirles por su idolatra.
Adems, el Jehovah bblico ofrece en sus rasgos caractersticos mayores semejanzas con
Siva que con una
divinidad benvola e indulgente, aunque al fin y al cabo no pierde nada Jehovah en
su parecido con Siva, dios
de la sabidura, que segn Wilkinson es el ms inteligente dios del panten indo. Tiene
tres ojos, y como
Jehovah es terrible en sus venganzas e irresistible en su clera; y si bien destru
ye, tambin regenera con
perfecta sabidura (226). Es el tipo de aquella Divinidad que segn San Agustn conden
a a los tormentos del
infierno a quienes osan escudriar sus arcanos, y pone a prueba la razn humana forzn
dola a someterse por
igual a sus buenas o malas acciones.
SACRIFICIOS HUMANOS EN ISRAEL
Los israelitas lograron disfrazar la verdad, hoy abundosamente comprobada, de qu
e adoraban a diversas
divinidades y aun ofrecan sacrificios humanos el ao 169 antes de J. C., pues Antio
co Epifanes al entrar en el
templo de Jerusaln hall un hombre dispuesto al sacrificio; y en poca en que los pag
anos haban ya
sustituido las vctimas humanas por reses de ganado (227), aparece Jeft sacrificand
o a su hija en holocausto
del seor.
Bastan las admoniciones de los profetas para demostrar que los israelitas adorab
an a dioses ajenos, que los
altares erigidos en las cumbres de los montes eran de la misma condicin que los d
e las naciones gentiles, y
las profetisas hebreas remedo de las pitonisas y bacantes. Dice Pausanias que ha
ba comunidades femeninas
al cuidado del culto de Baco, y alude adems a las dieciseis matronas de Elis (228
); pero tambin tenemos en
el pueblo de Israel anlogos ejemplos, segn denotan los siguientes pasajes:
Haba una profetisa llamada Dbora..., la cual en aquel tiempo juzgaba al pueblo (22
9).
Fueron, pues, Helcas el sacerdote..., a buscar a Holda profetisa, la cual habitab
a en el estudio (230).
... hizo venir de all una mujer sagaz (231).
Mas una mujer sabia de la ciudad dijo a voces: Pues qu, no soy yo la que doy respu
estas verdaderas en
Israel? (232).
Todo esto a pesar de que Moiss haba prohibido la adivinacin y los augurios.
En cuanto a los sacrificios humanos y a la analoga del culto de Jehovah con el de
Moloch, nos da de ello
vehementes indicios este otro pasaje:
Todo lo que es consagrado al Seor, sea hombre, animal o campo, no se vender ni pod
r rescatarse..., ser

cosa santsima. Y toda consagracin que ofrece un hombre no se rescatar, sino que mor
ir de muerte (233).
La dualidad, cuando no la pluralidad de los dioses adorados por los israelitas,
est manifiesta en las
predicaciones de los profetas contra el rito de los sacrificios, que ninguno de
ellos sancion sino que todos
vituperaron, segn nos dan ejemplo Samuel y Jeremas en estos pasajes:
Y dijo Samuel: Pues qu quiere el Seor, holocaustos y vctimas o no ms bien que se obed
ezca la voz del
Seor? Porque mejor es la obediencia que las vctimas (234).
Porque no habl con vuestros padres ni les mand el da que los saqu de tierra de Egipt
o, de asunto de
holocaustos y de vctimas (235).
Los profetas anatematizadores de los sacrificios humanos eran sin excepcin nazare
s o iniciados y
acaudillaban el partido anticlerical, es decir, a los hombres de claro entendimi
ento que se rebelaban contra la
tirana de los sacerdotes, como posteriormente haban de luchar los gnsticos contra l
os Padres de la Iglesia.
Cuando a la muerte de Salomn se dividi la monarqua hebrea, quedaron los sacerdotes
en el reino de Jud,
cuya capital era Jerusaln, donde estaba el templo, y los profetas quedaron en Sam
aria, capital del reino de
Israel, sin religin cultualmente definida. En el reino de Jud no aparecieron profe
tas de importancia hasta
Isaas, cuando ya haba perecido el reino de Israel.
Elas y Eliseo no tuvieron reparo en ponerse en trato y prestar auxilio al rey Aca
b de Israel, que estableci el
culto de Baal y las divinidades asirias. Eliseo ungi por rey a Jeh, con propsito de
que exterminase a las
familias reales de ambos reinos y los uniera en una misma corona ceida a sus sien
es. eN cuanto al templo de
Salomn, ningn profeta hebreo le dio la menor importancia ni jams pusieron los pies
en l, pues como
estaban iniciados en la doctrina secreta de Moiss iban cuidadosos de no confundir
se con los sacerdotes que
mantenan al pueblo en la idolatra y le inculcaban el exotrico concepto de Jehovah,
que despus adoptaron
los telogos cristianos.
PERSEVERANCIA DE LOS JUDOS
Ahora bien; si segn hemos visto, el dogmatismo romanista es una mezcolanza de las
mitologas paganas,
cmo relacionarlo con la religin mosaica, cuando el apstol San Pablo y los gnsticos di
stinguan
esencialmente entre el cristianismo y el judasmo? Les deca Esteban a los judos: Voso
tros recibisteis la Ley
por ministerio de los ngeles (236) y no de las propias manos del Altsimo . Y los gnst
icos identificaban a
Jehovah con Ilda-Baoth, hijo del caos (bohu) y adversario de la divina sabidura.
Pero toda duda se desvanece al considerar que la llamada ley de Moiss, con su inh
erente monotesmo, no
puede remontarse ms all de tres siglos antes de J. C., pues el Pentateuco fue escr
ito despus de la
cautividad de Babilonia, cuando los reyes de Persia ordenaron la colonizacin de P
alestina. El embrollo deriva

de que empeados los Padres de la Iglesia en ensamblar con el judasmo su recin forja
do sistema religioso,
para mejor combatir de esta suerte al paganismo, huyeron de Escila y sin adverti
rlo cayeron en Caribdis, pues
bajo el superficial barniz de monotesmo se ech luego de ver la fibra de los mitos
paganos.
A pesar de todo, no hemos de zaherir a los actuales judos porque sus padres adora
ran a Moloch segn
hicieron sus circunvecinos, ya que desde la vuelta del cautiverio no quebrantaro
n la ley monotestica ni
desobedecieron a sus profetas, sin que les hayan arredrado las ms violentas perse
cuciones. Mientras el
cristianismo se ha dividido en infinidad de sectas hostiles, el pueblo hebreo, a
unque disperso por el haz de la
tierra, se mantiene indisgregablemente unido por el espiritual lazo de la fe.
Las hermosas virtudes predicadas por Jess en el Sermn de la Montaa no resplandecen
cual debieran en
el mundo cristiano, y en cambio las practican los ascetas budistas y los fakires
industas; al paso que los vicios
achacados por viperinas lenguas al paganismo, corroen al clero y demuelen la soc
iedad cristiana.
Puramente imaginario es el abismo que, apoyada en la autoridad de Pablo, ve abie
rto la exageracin
religiosa entre el cristianismo y el judasmo, pues los occidentales no somos ni ms
ni menos que los
herederos intolerantes del fanatismo de los antiguos israelitas que adoraban a B
aco-Osiris, el Dio-Nyssos, el
Jove de Nyssa, la divinidad sinatica de Moiss, a diferencia de los del tiempo de H
erodes y de la poca
romana, que a pesar de toso sus defectos se mantenan en la ms rigurosa ortodoxia m
onotesta.
Los llamados demonios cabalsticos se tuvieron por entidades objetivas, sin parar
mientes en su profundo
significado alegrico, y en ello encontraron los demonlogos pretexto bastante para
forjar toda una jerarqua
diablica.
El famoso mote de los rosacruces: Igne natura renovatur integra (237) se adulter
en el clebre inri de Iesus
Nazarenus rex Iudoeorum, tomando al pie de la letra el sarcasmo de Pilatos, cont
ra el que protestaron
enrgicamente losj judos por no reconocer por su rey a Jess.
El triagrama I. H. S. suele interpretarse Iesus Hominum Salvator o bien In hoc s
igno, siendo as que IHE es
uno de los ms antiguos nombres de Baco.
A la luz de la teologa comparada descubrimos que el principal propsito de Jess, ini
ciado en la doctrina
secreta, fue mostrar a los ojos del vulgo la diferencia entre la suprema Divinid
ad (238) y el Jehovah del
dogmatismo hebreo. Por esta razn, uno de los ms graves cargos que los catlicos impu
tan a los rosacruces
es que estos atribuyen a Jess la abrogacin del culto de Jehovah. Mejor fuera que a
s lo hubiera logrado,
pues no se encontrara el mundo sumido en tinieblas al cabo de diecinueve siglos d
e cruenta y mortfera lucha
entre las trescientas sectas cristianas que parecen dominadas por el diablo pers
onal.
Apoyados en la declaracin de David (239) para quien eran dolos todas las divinidade
s gentlicas,
transmutaron los telogos cristianos en diablo al dios Baco, que en la teogona rfica
era el Unignito

(Mongenes) del padre Zeus y su esposa Kor. Pero los doctores de la Iglesia, cuyo f
antico celo corra
parejas con su ignorancia, no sospechaban que de esta suerte iban a proporcionar
pruebas contra ellos
mismos y facilitar la solucin del enigma a los modernos escudriadores de la cienci
a y la religin.
OPININ DE WILDER
El mito de Baco mantuvo oculto durante largos y tenebrosos siglos el futuro desq
uite de las divinidades
gentlicas y la clave del enigma concerniente a la extraa dualidad humano-divina qu
e tan definidamente
caracteriza al Dios del Sina y cuya explicacin tan clara va apareciendo a las escr
utadoras miradas de los
modernos investigadores, segn demuestra el siguiente extracto final del estudio d
e Wilder sobre la materia:
Tal era el Jove de Nysa para sus adoradores, que vean en l la doble representacin d
el mundo objetivo y
del mundo mental. Era el Sol de Justicia que en sus rayos traa la salud a los morta
les, alegraba su corazn y
les infunda la esperanza en la vida eterna. Naci de madre humana a quien por la al
teza de su dignidad elev
desde el mundo de la muerte a las regiones etreas para que recibiese adoracin y re
verencia. Era el Jove de
Nysa a la par Seor y Salvador de los mundos.
Tal era Baco, el dios profeta. Pero el cambio de religin decretado a instancias d
e Ambrosio, obispo de Miln,
por aquel imperial asesino llamado Teodosio el Grande, le atribuy inicuamente car
acteres demonacos. El
culto de Baco, hasta entonces universal, qued estancado en las comarcas rurales l
lamadas pagos, y se
tuvieron sus ritos por abominaciones de hechicera y por aquelarres sus misterios,
y su preferente emblema de
la pezua hendida se troc en atributo corporal del diablo.
Un tiempo recibi Baco el sobrenombre de Padre de familia (Beelzebub); pero desde
entonces, sobre
cuantos a su servicio estaban, recay la acusacin de servir a las potestades tenebr
osas. Se levantaron
cruzadas contra ellos, y poblaciones enteras sufrieron los horroes de la matanza
. El verdadero y hondo saber
fue condenado como magia y hechicera, y la ignorancia qued convertida en madre de
la devocin mojigata.
Galileo pen largos aos en un calabozo por ensear que el sol era el centro de nuestr
o sistema planetario.
Bruno muri en la hoguera por su intento de restaurar la filosofa antigua. Mas a pe
sar de todo, la liberalia o
fiesta religiosa de Baco se convirti en fiesta de la Iglesia (240), y el dios en
un santo cuatro veces repetido en
los calendarios y representado en los altares en brazos de su divinizada madre.
Cambiaron los nombres; pero
han perdurado inalterables los conceptos (241).
Demostrada la quimera del diablo y de los ngeles rebeldes, pasaremos a tratar ace
rca de la divinidad de
Jess y de su obra redentora, que segn la teologa cristiana consisti en arrancarnos d
e las garras del mtico
Satn.
Para ello ser preciso cotejar paralelamente las vidas, doctrinas y milagros de Kr
ishna, Gautama y Jess.

CAPTULO IV
No pecar, hacer el bien y purificar la mente. Tal es la
enseanza de quien ha despertado.
Ms valioso que la soberana de la tierra y que la gloria
del cielo y que el dominio de los mundos es el premio de
quien da el primer paso en el sendero de la santidad.
Dhammapada, 178 y 183.
Creador, en dnde estn los tribunales, en dnde juzgan
las audiencias y se renen los jurados a quienes el mortal ha
de dar cuenta de su alma?- Vendidad, XIX, 89.
Salve oh humano! que desde la regin de lo transitorio
te elevaste a la de lo imperecedero.-Vendidad, VII, 136.
El verdadero creyente acoge la verdad doquiera la
halla, y ninguna doctrina le parece menos aceptable
ni menos verdadera porque la hayan expuesto Moiss
o Cristo, Buda o Lao Tse.-MAX MLLER.
Quienes desearon vindicar a la filosofa religiosa de Oriente no tuvieron feliz oc
asin para ello, pues no
parece sino que de algn tiempo a esta parte estn en secreta connivencia los erudit
os del mundo oficial y los
misioneros cristianos en pases infieles, para desfigurar cautelosamente toda verd
ad que pugne con sus
congruas. Adems, es muy fcil acallar las voces de la conciencia cuando los gobiern
os se apoyan en la
religin del Estado, que cualquiera que sea tan tilmente explotan en su provecho. T
al es la diplomacia de la
ciencia oficial.
En su Historia de Grecia compara Grote a los pitagricos con los jesuitas, y dice
que se prevalan de su
confraternidad para fines polticos. Algunos historiadores se han apresurado a pre
sentar a Pitgoras segn le
pinta la maledicencia de Herclito y otros autores antiguos, esto es, como hombre
astuto y hbil para el mal y
de juicio desequilibrado, aunque de muy vasta erudicin. El satrico Timn dice de Pitg
oras que fue hombre de
agradable elocuencia a propsito para cazar incautos; y si los detractores de la f
ilosofa antigua no reparan en
dar crdito a esta opinin, cmo negrselo a lo que de Jess nos dice Celso? La imparcialid
ad del historiador
ha de sobreponerse a sus personales creencias, y tanta exige la posteridad respe
cto de unas como de otras
doctrinas. La vida y hechos de Jess no estn apoyados en las pruebas de histrica vala
que atestiguan la
vida y hechos de Pitgoras; porque seguramente que nadie negar la autenticidad de l
os escritos de Celso,
mientras que de los evangelistas dudan muchos si escribieron ni una lnea de los r
elatos que respectivamente
se les atribuyen. Adems, Celso es un testimonio por lo menos tan valioso como Herc
lito, y algunos Padres
de la Iglesia reconocen que fue un neoplatnico de mucha erudicin, mientras que la
existencia de los cuatro
evangelistas tiene por principal apoyo la ciega fe. Si Timn llam farsante al ilust
re filsofo de Samos, lo mismo

dijo Celso de Jess o ms bien de quienes se abroquelaban tras su nombre. En una de


sus obras apostrofa
Celso a Jess con estas palabras: Aun concediento que obraras las maravillas que de
ti se cuentan, no
hicieron otras tantas los juglares egipcios que en la plaza pblica pedan el bolo de
las gentes? .
Por otra parte, la acusacin levantada contra Pitgoras de que era varn de grave pala
bra con propsito de
pescar hombres , puede tambin recaer sobre Jess si consideramos aquel pasaje que dice
:
Venid en pos de m y har que vosotros seais pescadores de hombres (1).
No se vea en todo esto ni la ms leve ofensa a los sentimientos religiosos, siemp
re respetables cuando
sinceros, de quienes creen en la divinidad de Jesucristo, pues aunque por nuestr
a parte no le adoremos como
Dios, le veneramos como hombre, y de este modo estamos seguros de tributarle may
or honra que si le
reconociramos la misma individualidad del supremio Dios y creysemos que vino al mu
ndo a representar el
desairado papel que el fanatismo piadoso le seala, pues si bien se mira, la supue
sta misin que trajo no ha
tenido los resultados correspondientes a su dignidad, ya que al cabo de veinte s
iglos no forman los cristianos ni
la quinta parte de la total poblacin del globo ni es fcil que en el porvenir se pr
opague a mayor nmero de
gentes. Nuestro exclusivo ideal es la justicia estricta sin preferencias por det
erminada personalidad. nUestras
reconvenciones van dirigidas a los que sin creer en Jess ni en Pitgoras ni en Apol
onio mueven los labios en
oraciones que no nacen del corazn; a los que hablan del Salvador y de Nuestro Seor
o si tuvieran
ms fe en el Cristo teolgico que en el fabuloso Fo de la China.
IMPUTACIONES DE ATESMO
Antiguamente no haba ateos, incrdulos ni materialistas en el moderno concepto de e
stas denominaciones,
as como tampoco haba mojigatos de lengua detractora. Mala prueba de buen sentido c
rtico dara quien
juzgase a algunos filsofos antiguos por el matiz aparentemente ateo de ciertas fr
ases cuyo significado interno
es preciso desentraar para estimarlas en su verdadero valor. As, por ejemplo, la d
octrina de Pirro, que los
comentadores superficiales diputan por inconcusamente racionalista, ha de interp
retarse en cotejo y
comparacin con la primitiva filosofa ndica que, desde Man hasta el ltimo esvabavica,
tuvo por principal
caracterstica la afirmacin de la realidad del espritu prevaleciente contra el mundo
objetivo de mudables,
ilusorias y perecederas formas. Las numerosas escuelas fundadas por Kapila ensear
on las mismas doctrinas
que ms tarde haba de exponer Timn, a quien Sexto Emprico llama el precursor de Pirro
. Las ideas de este
filsofo acerca del divino reposo del espritu, la firmeza con que mantena sus opinio
nes frente a las ajenas y su
aversin al sofisma, denotan que estudi detenidamente a los gimnsofos y vaibasicas d
e la India. No es
posible calificar de ateos a Pirro y sus discpulos por el solo hecho de que resum

com

ieron todas sus


especulaciones en los puntos suspensivos de la perplejidad y la duda (2), como t
ampoco es justo tachar de
ateos a filsofos como Vedavyasa (3), Kapila, Giordano Bruno y Spinoza. Estas ensea
nzas filosficas
predominaban entre los pensadores del mundo precristiano, y a despecho de la ene
miga concitada contra ellas
por los dogmatizantes y de las deplorables tergiversaciones de mal intencionados
expositores, todava son la
piedra angular de todas las religiones excepto el cristianismo (4).
La teologa comparada es arma de dos filos. Por una parte, los apologistas del cri
stianismo dogmtico, sin
hacer caso de las pruebas en contrario, acusan de politesta al indusmo y de ateo a
l budismo, en tanto que
reservan exclusivamente para el cristianismo la creencia en un solo y nico Dios o
mnipotente, de bondad
infinita, representado en Jehovah, cuyos profetas son para los catlicos el romano
pontfice y para los
protestantes Martn Lutero. Mas si miramos el arma por el otro filo, veremos que,
no obstante las predicaciones
de los misioneros y la influencia que en Oriente ejerci el cristianismo por las g
uerras y el comercio, nada
descubren los llamados idlatras y paganos en las enseanzas de Jess, a pesar de lo sub
lime de algunas
de ellas, que no les hayan dicho ya las de Krishna y Gautama. As es que para mejo
r prosperar en su
apostolado y mantener fieles a los pocos convertidos, no tienen los misioneros o
tro remedio que vestirse a la
usanza de los sacerdotes del pas y practicar los mismo ritos y ceremonias que tan
to denigran en los
indgenas.
ARTIMAAS DE LOS MISIONEROS
Segn ya dijimos en otro lugar, los misioneros catlicos de Siam y Birmania han adop
tado el aspecto de los
talapines, aunque no imitan sus virtudes. En la India meridional fueron acusados
de superchera por su propio
colega el abate Dubois (5), y aunque hubo quien le desminti despus, hay otros test
imonios de la acusacin,
entre ellos el capitn O Grady, quien dice a este propsito:
Los misioneros toman fingidas apariencias de mendicantes y simulan sentir repugn
ancia por los manjares de
carne y bebidas espirituosas para predisponer a su favor al vulgo industa... Pero
un misionero a quien convid,
o mejor dicho que se convid a comer en mi casa repetidas veces, no hizo remilgos
a las lonjas de carne asada
ni se abstuvo de beber copiosamente (6).
El mismo autor habla de los Cristos de rostro negro , de Vrgenes con ruedas y de las p
rocesiones segn
el ritual romano, que ms tienen de diablico que religioso . Por nuestra parte hemos v
isto estas procesiones,
que acompaadas de orquestas cingalesas con mucho bombo y platillos, resultaban po
r la variedad de colores
y lo pintoresco de los trajes y lo aparatoso de la escena, mucho ms solemnes y gr
andiosas que las saturnales
cristianas. Los misioneros, con sus prelados al frente, aprovechan estas procesi
ones para recoger limosnas

destinadas al dinero de San Pedro (7) y lucrar con el remedo de los brahmanes y
bonzos. Entre los adoradores
de Krishna y Cristo y los de Avany y Mara no hay tanta diferencia como entre vish
nustas y sivitas, pues para
los conversos es Cristo el mismo Krishna con leves modificaciones (8). Tan servi
les son los misioneros en la
copia y tanto cuidado ponen en no lastimar las costumbres del pas, que mantienen,
aun entre los conversos, la
distincin de castas, hasta el punto de que los de inferior no pueden entrar en la
s iglesias a que asisten los de
superior (9).
Pocos escritores hay cuya valerosa sinceridad, de que tan hermoso ejemplo nos da
Inman, les lleve a
coincidir con ste en que tanto el indusmo como el budismo son filosficamente superi
ores al cristianismo
teolgico, sin que nadie tenga fundado motivo de tildar al primero de fetichista y
al segundo de ateo. Sobre el
particular dice Inman:
A mi entender es de todo punto gratuita la afirmacin de que Sakya no crea en Dios.
Por el contrario, todo su
sistema filosfico descansa en la creencia de que hay entidades superiores con pot
estad para castigar las
culpas de los hombres, y aunque no le llamara Elohim ni Jah ni Jehovah ni Jahveh
ni Adonai ni Ehieh ni Baalim
ni Ashtoreth, crea en la existencia del Ser supremo (10).
El budismo cuenta con cuatro escuelas teolgicas, una de ellas pantesta y las otras
tres francamente
monotestas. Los investigadores modernos slo tratan de la primera, y en cuanto a la
s otras tres, difieren
nicamente en las externas modalidades de exposicin.
Oigamos lo que un racionalista escptico dice sobre el tantas veces comentado conc
epto del nirvana:
En las puertas de las pagodas interrogu a centenares de budistas, y todos sin exc
epcin me respondieron
que por medio de la austeridad de vida esperaban alcanzar la inmortalidad. Ningu
no habl de la aniquilacin
final. Hay ms de trescientos millones de budistas que ayunan, oran y se sujetan a
toda clase de privaciones.
Verdaderamente estaran locos o fueran imbciles si tal hiciesen convencidos de ante
mano de que al fin haba
de aniquilarse su ser (11).
Tambin por nuestra parte hemos inquirido entre industas y budistas el
pritu de la filosofa
oriental, y nos hemos convencido de que el concepto del apavarga es del
esto al de aniquilacin, pues
entraa la identidad final con Dios, de cuya increada luz es refulgente
espritu del hombre. Todo
budista, por ignorante que sea, alienta la esperanza de no perder jams
ualidad, pues, como deca
muy bien un amigo nuestro, si as no fuese parecera la vida terrena un
inete para Dios y una mortal
tragedia para el hombre.

verdadero es
todo opu
chispa el
su individ
divertido sa

RITO FUNERARIO DE LOS VEDAS


Otro tanto cabe decir de la doctrina de la metempscosis, deplorablemente tergiver

sada por los orientalistas


europeos; pero segn vayan adelantando las investigaciones, se descubrirn nuevas be
llezas metafsicas en
las antiguas religiones.
Whitney (12) ha puesto de relieve en su traduccin de los Vedas la mucha importanc
ia que el rito funerario de
los industas conceda a los cadveres de sus fieles, segn denotan los siguientes pasaj
es de los himnos
fnebres:
Levntate y anda! Rene todos los miembros de tu cuerpo (13) y no los dejes en abando
no.
Parti tu espritu. Sguele ahora. Doquiera te deleite l, ve all.
Rene todos tus miembros y con auxilio de los ritos yo te los modelar.
Si Agni olvid algn miembro al enviarte desde aqu al mundo de tus padres, yo te lo d
ar de nuevo para que
con todos tus miembros te regocijes en el cielo entre tus padres (14).
La creencia en la inmortalidad del alma est expuesta en este otro pasaje del ritu
al funerario:
Los que permanecen estacionados en la esfera de la tierra; los que moran en los
reinos de la dicha; los
padres que por mansin tienen la tierra, la atmsfera y los cielos. Antecielo se lla
ma el tercer cielo donde est
el solio de los padres (15).
Visto el alto concepto que de Dios y de la inmortalidad del alma tiene el indusmo
, no es extrao que resulten
victoriosos los Vedas y el Cdigo de Man de su comparacin con el mezquino e inespiri
tual Pentateuco, en
cuyo texto no descubren los investigadores exotricos prueba alguna de que los judo
s creyeran en la eterna
vida del espritu ni que Moiss les enseara esta doctrina. Sin embargo, algunos orien
talistas eminentes
apuntan la sospecha de que la letra muerta del Pentateuco encubre el vivificante
significado. As dice Whitney:
A medida que nos fijamos ms detenidamente en los formulismos del moderno ritual i
ndusta, aparece ms
definida la correspondencia entre la doctrina y la observancia, de suerte que no
es posible explicar una sin la
otra... Preciso es reconocer o que la India copi su ritual de algn otro pueblo y l
o ha seguido practicando
ciegamente sin darse cuenta de su verdadero significado, o que dicho ritual expr
es desde un principio una
antiqusima doctrina, y al degenerar sta sigui incorporado a las tradiciones religio
sas del pueblo (16).
Pero no se ha perdido esta antiqusima doctrina que los iniciados comprenden hoy t
an filosficamente como
los de diez mil aos atrs, aunque no han de esperar los cientficos que se les revele
a la primera intimacin ni
tampoco ha de serles posible descubrirla en el exotrico ritual de las religiones
cultuales.
Los telogos industas y budistas no negarn en redondo el misterio de la Encarnacin; p
ero en vez de
entenderlo segn el dogma cristiano, lo explicarn de conformidad con sus enseanzas r
eligiosas, cuya piedra
angular es precisamente la creencia en los avatares o encarnaciones peridicas de

la Divinidad, cada vez que


el gnero humano se pervierte de modo que necesita el auxilio de una poderosa Enti
dad descendida a la
terrena forma que elige por morada. El Mensajero del Altsimo se une a la dualidad c
uerpo-alma y constituye
la trina individualidad del Salvador que encamina al gnero humano por el sendero
de la verdad y de la virtud.
Esta misma creencia predomin entre los primitivos cristianos cuya mente estaba em
bebida en las doctrinas
religiosas de Oriente, pues de otro modo no hubieran definido en dogma de fe el
segundo advenimiento de
Cristo ni hubiesen forjado la fbula del Anticristo como astuta precaucin contra la
s encarnaciones venideras.
No se percataron los telogos cristianos de que Melquisedek fue un avatar de Crist
o ni advirtieron que Krishna
le dice a Arjuna:
Cuando quiera que la rectitud desmaya, oh Bhrata!, y cobra bros la iniquidad, enton
ces renazco para
proteger a los buenos, confundir a los malos y restaurar firmemente la justicia.
De edad en edad renazco Yo
con este intento (17).
LOS INSTRUCTORES DEL MUNDO
No es posible desdear la doctrina de los avatares al ver que de tiempo en tiempo
han aparecido en el
mundo personajes tan extraordinarios como Krishna, Sakya y Jess, que fueron seres
reales divinizados por
sus adoradores con arreglo al sistema religioso de su respectiva poca.
El redentor indo precede de algunos miles de aos al redentor cristiano, y entre a
mbos se interpone
Gautama, que por una parte es reflejo de Krishna y por otra ilumina la lejana fi
gura de Jess en que encarna el
Cristo histrico. La misma leyenda ha engalanado con su potico ropaje a tres figura
s de humana realidad,
divinizadas por el instinto popular que presinti en ellas el mstico carcter de su i
ndividualidad. Vox populi, vox
Dei fue verdadero aforismo en otros tiempos, por falible que nos parezca en una p
oca como la nuestra en que
la plebe est dominada por el clero.
Kapila, Orfeo, Pitgoras, Platn, Bas-ilides, Marciano, Amonio y Plotino fundaron es
cuelas donde germin la
semilla de altos pensamientos y al desaparecer del mundo dejaron tras s la refulg
ente estela de los
semidioses; pero Krishna, Gautama y Jess aparecieron en su respectiva poca como ve
rdaderos dioses y
legaron a la humanidad tres religiones fundadas sobre la indestructible roca del
tiempo. Ninguna culpa les cabe
a estos tres nobilsimos reformadores que el fanatismo adulterara posteriormente s
us enseanzas, y ms an
la cristiana, que est casi desconocida en nuestra poca. La culpa recae en los clrig
os que se titulan
cultivadores de la via del Seor. Si de los tres sistemas religiosos eliminamos la
escoria de los humanos
dogmas, hallaremos en los tres identidad de esencia. Aun el mismo San pablo, el
honrado y sincero apstol, o
se dej llevar del entusiasmo para torcer algn tanto la doctrina de su Maestro, o s
e han tergiversado sus
escritos hasta el punto de no parecerse apenas al original. El Talmud reconoce l

os relevantes mritos de San


Pablo como filsofo y telogo, no obstante haber apostado del judasmo (18), y dice en
el Yerushalmi que
corrompi la doctrina de aquel hombre (19).
Pero entretanto la ciencia imparcial y las generaciones futuras concilian estas
tres grandes religiones, demos
una ojeada a su respectivo desenvolvimiento.
LOS TRES SALVADORES
LEYENDA DE LOS TRES SALVADORES
KRISHNA
GAUTAMA
JESS
Aunque la ciencia europea no se
atreve a computar el nacimiento
de Krishna, la cronologa industa
lo remonta a unos 5.000 aos
antes de J. C. Nace Krishna de
estirpe real, pero le educan unos
pastores que le dan el
sobrenombre de Dios Pastor.
Temerosos de las iras del rey
Kansa, mantienen en secreto el
nacimiento y origen de Krishna.
Se le consider como
encarnacin de Vishn, la
segunda persona de la Trimurti.
Fue adorado en Madura, situada
a orillas del Jumna (20). Kansa,
tirano de Madura, persigue a
Krishna, quien se salva
milagrosamente. Con propsito
de matar al nio manda el rey
degollar a todos los de su misma
edad.
La madre de Krishna fue la
inmaculada Virgen Devaki (23).
Desde el instante de su
nacimiento es Krishna
omnisciente, omnipotente y
perfectamente bello. Opera
milagros, sana a los para- lticos,
da vista a los ciegos y expele
demonios. Lava los pies a los
brahmanes y desciende a los
infiernos para libertar a los
muertos y asciende al Vaicontha
(30).
Es Krishna la encarnacin de
Vishn.
Convierte los becerros en nios y
los nios en becerros, y aplasta la
cabeza de la serpiente (31).
Predica Krishna la unidad de Dios
y la inmortalidad del alma.
Reconviene al clero por su
ambicin e hipocresa y divulga
los secretos del santuario. Segn

tradicin, pereci Krishna vctima


de las iras clericales y le
abandonaron todos los discpulos
menos Arjuna su predilecto.
Parece que muri clavado en una
cruz por una flecha (35). Por fin,
asciende a los cielos (swarga) y
se convierte en nirguna.
Segn los clculos de la ciencia
europea y los cmputos
ceilaneses, naci Gautama hace
2.540 aos.
Fue hijo de un rey, y eligi sus
primeros discpulos entre
mendigos y pastores.
Unos le consideran como
encarnacin de Vishn, otros
como la de uno de los Budas y
algunos como la de la Sabidura
suprema (Ad Buddha).
La leyenda cristiana presenta a
Gautama bajo el nombre de San
Josafat, hijo del rey de
Kapilavastu, que asesin a
multitud de jvenes cristianos
(24).
La madre de Gautama fue Maya
o Mayadeva, que no obstante su
matrimonio, se mantuvo virgen
inmaculada.
Est dotado Gautama de los
mismos poderes y cualidades y
opera prodigios anlogos a los de
Krishna. Pasa la vida
acompaado de mendicantes.
Dicen los budistas que Gautama
fue distinto de los dems
avatares, pues en estos slo se
infundi parte (ansa) de la
Divinidad, al paso que en l se
encarn enteramente el espritu
de Buddha.
Gautama aplasta la cabeza de la
serpiente, cuyo culto fetichista
abroga en todas partes; pero
como Jess, da a la serpiente el
emblema de la sabidura divina.
Abole la idolatra, divulga los
misterios de la unidad de Dios y
del nirvana, cuyo verdadero
significado tan slo conocan
hasta entonces los sacerdotes.
Perseguido por sus enemigos,
tuvo que huir del pas para
librarse de la muerte, y
acomparonle en la huda unos
cuantos centenares de creyentes
en su misin bdica.
Muere rodeado de sus discpulos,
entre quienes est Ananda, el

predilecto, primo suyo y cabeza


de los dems. En muchas
pagodas se le representa sentado
sobre un rbol cruciforme (32), el
rbol de la Vida . Otras
imgenes le representan con
una cruz en el pecho, sentado
sobre la Naga o reina de la
serpiente (36). Gautama alcanza
el Nirvana.
Se supone que Jess naci hace
1.877 aos. es de la estirpe real
de David. Los pastores le adoran
al nacer y se le da el
sobrenombre de Buen Pastor
(21).
Se mantienen secretos su
nacimiento y alcurnia para
despistar al tirano Herodes.
Es la encarnacin del Verbo por
obra del Espritu Santo (22).
Fugitivos de la persecucin de
Herodes, tetrarca de Jerusaln, le
llevan sus padres por aviso de un
ngel a Matarea o Madura de
Egipto donde obra sus primeros
milagros (25). Con propsito de
matarle, ordena Herodes la
degollacin de los inocentes,
cuyo nmero se calcula
La madre de Jess fue Mariam o
Miriam, que no obstante su
matrimonio con Jos se mantuvo
virgen, aunque concibi otros
hijos.
Est dotado de las mismas
cualidades y poderes que Krishna
y Gautama (28).
Frecuenta el trato de publicanos y
pecadores y expele demonios
(29). Lava los pies a sus
discpulos y despus de su
muerte desciende a los infiernos
para sacar a las almas de los
santos padres y sube a los cielos.
Aplasta la cabeza de la serpiente
(33), transforma a los cabritos en
nios y en nios a los cabritos
(34).
Acusa Jess de hipcritas y
dogmatizantes a los rabinos,
escribas y fariseos. Quebranta el
precepto del sbado y trasgrede
la letra de la ley mosaica. Divulga
los secretos del santuario y los
fariseos le acusan de blasfemo.
De sus discpulos, Uno le niega,
otro le traiciona, y al fin todos le
abandonan menos Juan, el
predilecto.

Muere en el rbol de la cruz (37)


y asciende al Paraso.
IDENTIDAD DE KRISHNA Y CRISTO
Tal es el esquema biogrfico de los fundadores de estas tres religiones que parece
n mallas de una misma
cadena (38). Si los dogmatistas cristianos no hubiesen pasado ms adelante, segura
mente que no fueran tan
desastrosas las consecuencias, pues no caba derivar perniciosos sistemas religios
os de las sublimes
enseanzas de Krishna y Gautama; pero transpusieron todo lmite y adulteraron la pur
eza del primitivo
cristianismo con las fbulas exotricas de Hrcules, Orfeo y Baco. As como los musulman
es niegan todo
parentesco del Corn con la Biblia, as tambin los cristianos se resisten a reconocer
que casi todo su
dogmatismo est tomado de las religiones de la India. Sin embargo, la cronologa dem
uestra evidentemente
esta derivacin, por ms que algunos orientalistas traten intilmente de atribuir la i
dentidad caracterstica de
Krishna y Cristo al relato de los apcrifos Evangelios de la Infancia y de Santo T
oms, que, segn dichos
crticos, se difundieron copiosamente por la costa de Malabar, dando con ello moti
vo a que en la figura de
Cristo se convirtiese Krishna (39). Sin embargo, lo cierto es que, inversamente,
la figura de Krishna precedi a
la de Cristo, pues cuando el apstol Toms hall en Malabar la creencia en Krishna, tu
vo buen cuidado de
incorporarla en todo y por todo a la figura de Cristo, y al efecto copi en su Eva
ngelio los rasgos principales del
avatar indo, y con ello introdujo la hereja cristiana en el indusmo. Quien conozca
el temperamento de los
brahmanes repugnar desde luego por ridcula la suposicin de que fuesen capaces de co
piar smbolo alguno
de gentes extranjeras. Sus firmsimas creencias religiosas, que siglo tras siglo r
esisten el influjo occidental, no
les consiente interpolar en sus libros sagrados alegricos relatos de ajenas relig
iones.
No nos detendremos a examinar las ntimas analogas entre los rituales budista-lamai
co y romano, cuya
exposicin tan cara le cost al abate Huc, sino que nos contraeremos a cotejar los p
untos ms importantes. De
los textos budistas que de diversos idiomas orientales se han traducido a los eu
ropeos, merecen preferente
mencin el Dhammapada (Sendero de virtud), traducido del pali por el coronel Roger
s (40), y la Rueda de la
Ley (41), en cuya lectura hall Inman tan sorprendentes analogas, que le determinar
on a decir:
Despus de cuarenta aos de convivencia entre los defensores y los adversarios del c
ristianismo, declaro
con toda sinceridad que los segundos aventajan en virtud y pureza moral a los pr
imeros. Conozco
personalmente a muchos y muy piadosos cristianos cuya conducta admiro y me tendra
por dichoso en imitar;
pero que precisamente merecen esta loa por haber antepuesto a la doctrina de la
fe la de las buenas obras... A
mi modo de ver, los cristianos ms puros que conozco son los budistas reformados,
quienes seguramente no

han odo hablar nunca de Siddartha (42).


Entre los dogmas y ceremonias de las religiones budistas-lamaica y romana hay ci
ncuenta y un puntos de
coincidencia y cuatro de discrepancia (43). Estos ltimos son:
1. Afirman los budistas que no puede ser enseanza de Gautama cuanto contradiga a
la sana razn.
Los catlicos romanos admiten cualquier contrasentido que la Iglesia defina dogmtic
amente.
2. Los budistas no adoran a la madre de Gautama (44).
Los catlicos adoran a la madre de Jess e impetran su proteccin y auxilio (45).
3. Los budistas no tienen sacramentos.
Los catlicos tienen siete.
4. Los budistas creen que los pecados no quedan perdonados hasta reparar el mal
causado por ellos.
Los catlicos creen que la sangre de Cristo basta para lavar las culpas de todos l
os pecadores que confiesen
la fe cristiana (46).
LA RUEDA DE LA LEY
Dice La Rueda de la Ley:
Creen los budistas que todo pensamiento, palabra y obra es causa de un efecto qu
e reaccionar ms o
menos tarde. el efecto es de la misma naturaleza de la causa, y as toda buena acc
in producir un bien y toda
mala accin producir un mal (47).
Tal es la estricta e imparcial justicia de una Potestad suprema que no puede equ
ivocarse ni sentir ira ni
compasin, sino que deriva de toda causa sus naturales efectos. Aquellas palabras
de Jess: Pues con el
juicio con que juzgareis seris juzgados y con la medida con que midiereis os volv
ern a medir (48) contraran
tanto en letra como en espritu la idea de la salvacin propia por merecimiento ajen
o. La ira y la misericordia
son sentimientos finitos e incompatibles por lo tanto con la infinidad de Dios,
en quien slo cabe inflexible
justicia distributiva (49). En La Rueda de la Ley explica su sutor el concepto d
e Dios en el siguiente pasaje:
El budista cree en la existencia de un Dios sublimemente superior a todas las cu
alidades y atributos
humanos, un Dios perfecto que trasciende el amor, el odio y los celos, que repos
a tranquilamente en el seno de
imperturbable dicha. El budista venerara a este Dios sin propsito de agradarle ni
temor de disgustarle, porque
fuera de por s digno de ser amado. Pero el budista no concibe un Dios con los mis
mos atributos y cualidades
de los hombres; un Dios que siente amor, odio y clera; un Dios que, segn lo pintan
los cristianos,
musulmanes, judos e industas, resulta inferior a los hombres de mediana moralidad
(50).
Muy extraos son los conceptos que de Dios y su justicia tienen los cristianos cuy
a razn est ofuscada por
los prejuicios religiosos que el clero les imbuye. La doctrina de la redencin es
a todas luces ilgica y una de

las ms perniciosamente desmoralizadoras, sin otro resultado que subyugar ms gravem


ente la conciencia de
las gentes.
Segn la moral eclesistica de la Iglesia romana, la sangre derramada por Jess en su
voluntario sacrificio
por la salvacin del linaje humano tiene la suficiente eficacia para lavar todo pe
cado por enorme que sea, pues
la misericordia de Dios es infinita y siempre dispuesta a abrir las puertas del
Paraso al pecador arrepentido,
aunque se arrepienta en el ltimo instante de su vida. As lo hizo en la cruz el bue
n ladrn, y as pueden
hacerlo segn la Iglesia romana otros tan malvados como l.
CRTICA

DEL PERDN

Pero si trasponiendo el estrecho crculo de la fe dogmtica consideramos el universo


como un todo
equilibrado por la perfecta armona de sus elementos constituyentes, el sano juici
o y el ms rudimentario
sentimiento de justicia chocarn contra la doctrina del perdn de los pecados por me
recimiento ajeno. sI el
pecador slo se perjudicase a s mismo y por medio de un sincero arrepentimiento pud
iese borrar su culpa de
la memoria de los hombres y de los indelebles anales que ni el mismo Dios lograra
torcer, tendra algn viso
de justicia la doctrina de la redencin; pero es absurdo sostener que quien perjud
ica a sus semejantes y
perturba el equilibrio de la sociedad y el orden natural de las cosas, se conmue
va al fin por el miedo, la
esperanza o la violencia y alcance el perdn de sus crmenes gracias a los mritos de
una sangre que lava las
manchas de otra sangre. No es posible evitar las consecuencias de una culpa como
se daran por evitadas con
el perdn de los pecados (51). Los efectos de una causa trasponen los lmites de una
misma causa, y por lo
tanto las consecuencias de un crimen no se contraen al ofensor y al ofendido, si
no que repercuten en el
universo entero como la piedra que conmueve toda la masa lquida al caer en un est
anque y produce ondas
cuyo nmero y rapidez dependen del tamao de la piedra; pero aun el ms diminuto grano
de arena producir
efectos ondulatorios en el agua del estanque. El choque se transmite en todas di
recciones, molcula por
molcula de la masa lquida, hasta conmoverla toda. Pero no se detiene aqu la accin, s
ino que se dilata a las
capas atmsfericas en contacto con la superficie del agua y se difunde por el espa
cio. Ha vibrado la materia y
nadie es capaz de anular su vibracin.
Lo mismo ocurre con las buenas o malas acciones, cuyos efectos perduran en el es
pacio y en el tiempo por
instantnea que haya sido la causa. Cuando sea posible anular en el espacio y en e
l tiempo los efectos
dinmicos de la piedra arrojada en el estanque, entonces y slo entonces podremos ad
mitir el dogma de la
redencin tal como lo entiende el clericalismo romano. Es verdaderamente incompren
sible que un asesino cuya
brutal acometida no dio tiempo a su vctima para arrepentirse ni de invocar a Jess
para que le lavara con su
sangre y morir en estado de gracia (y por lo tanto fue causa de que se condenara
, segn el dogma), reciba

poco antes de subir al cadalso los auxilios espirituales y obtenga por ellos el
perdn del crimen cometido y con
l la felicidad perdurable de los bienaventurados, mientras que su vctima ha de pen
ar eternamente en el
infierno (52). A no ser por el crimen no hubiera tenido el asesino ocasin de arre
pentirse y salvarse.
Otro ejemplo nos ofrece el crimen de seduccin, uno de los ms frecuentes y de los q
ue denotan mayor
egosmo y dureza de corazn. La sociedad rechaza de su seno a la vctima, que al verse
despreciada busca
remedio a su desgracia en el suicidio o, si teme a la muerte, se hunde en el vic
io, expuesta a ser madre de
criminales (53) que a su vez procreen toda una generacin de malvados. Podr perdonar
la divina justicia al
causante de tan graves daos sociales y castigar nicamente a los engendros de su luj
uria?
En Inglaterra y los Estados Unidos ha ido introduciendo el clero anglicano la co
nfesin auricular, a estilo de la
Iglesia romana, fundndose, lo mismo que sta, en la potestad conferida por Jess al a
pstol San Pedro
cuando le dijo:
Y a ti dar las llaves del reino de los cielos. Y todo lo que ligares sobre la tie
rra, ligado ser en los cielos, y
todo lo que desatares sobre la tierra, ser tambin desatado en los cielos (54).
Sin embargo, queda invalidada esta alegacin al considerar los cinco puntos siguie
ntes:
1. Que la divinidad de Jesucristo no se defini dogmticamente hasta dos siglos desp
us de la muerte del
iniciado Jess.
2. Que en consecuencia no tena autoridad para conferir a Pedro el poder de perdon
ar los pecados.
3. Que la palabra petra (roca) se refera a las verdades reveladas del Petroma y n
o al discpulo que haba
de negarle tres veces.
4. Que la sucesin apostlica es una grosera y evidente superchera.
5. Que el Evangelio llamado de San Mateo es amaada copia de un manuscrito enteram
ente distinto.
Resulta, por lo tanto, la confesin auricular una violencia que por igual se hace
al sacerdote y al penitente.
Por otra parte, si los titulados ministros de Dios recibieron la potestad de per
donar los pecados, cmo no
recibieron tambin el don de milagros para reparar los perjuicios resultantes del
pecado contra cosas y
personas?
As lo demandaran las ms rudimentarias nociones de justicia. Cuando resuciten al ase
sinado, devuelvan
honra y hacienda a quienes por robadora mano las pierden y pongan en el fiel las
balanzas de la justicia
podremos creer en su potestad de atar y desatar en la tierra; pero hasta ahora sl
o le han dado al mundo
sofismas propios para alimentar la fe ciega, sin pruebas palpables de la justici
a divina. Todos callan; nadie
responde a estas objeciones y entretanto la inexorable e infalible ley de ponder
acin prosigue su camino,
prescindiendo de creencias y confesiones religiosas y tratando por igual a pagan
os y cristianos. nO hay
absolucin capaz de escudar a estos cuando culpables, ni anatema bastante a confun
dir a aqullos cuando

inocentes.
Desechemos el insultante concepto que de la justicia divina mantienen los clrigos
por su propia autoridad
para regocijo de cobardes y criminales, pues contra la legin de doctores y telogos
que lo defienden se
levanta con suprema autoridad la eterna ley de armona y justicia.
SACRIFICIO DE JESS
Pero hay adems otro argumento igualmente poderoso contra la tergiversada interpre
tacin de la justicia
divina. Si los cristianos creen como verdades reveladas las narraciones evanglica
s, en qu pasaje aparece
que Jess se ofreciera en voluntario sacrificio? Por el contrario, del texto se in
fiere que deseaba cumplir su
misin y que muri al verse traicionado de modo que no poda llevarla a trmino. Antes d
e la entrega rehua los
peligros, hacindose invisible por medio del mismo poder hipntico sobre los circuns
tantes de que goza todo
adepto oriental; pero cuando vio llegada su hora, sometise a la ineludible ley de
l destino. En el huerto de
Getseman le ruega al Padre que a ser posible aparte de l aquel cliz y en su afliccin
tremenda suda gotas
de sangre. Desfallece en la lucha y ha de bajar del cielo un ngel para confortarl
e. Por fin dice: Mas no se
haga mi voluntad sino la tuya (55). Ciertamente que sta no es la figura de un mrtir
que de su propia voluntad
se entrega al sacrificio.
Anlogamente a este episodio de la vida de Cristo se nos ofrece en la de Krishna a
quel otro en que clavado
en un rbol por la flecha de un cazador, le responde a ste que implora perdn:
-Ve, oh cazador!, por mediacin ma a los cielos donde moran los dioses.- Y unido Kri
shna con su puro,
imperecedero y nonato espritu, idntico al de Vasudeva, desech su cuerpo mortal para
convertirse en nirguna
(56).
No se ve aqu el episodio del Calvario, cuando Cristo perdona al buen ladrn y le pro
mete un lugar en el
paraso?
Sobre esto dice Lundy:
Semejantes ejemplos, muy anteriores al cristianismo, demandan que se investigue
y compruebe su origen. El
concepto de Krishna como pastor es a mi entender una figura proftica de Cristo, m
ucho ms antigua que el
Evangelio de la infancia y el de San Juan (57).
Analogas como stas dieron posteriormente pretexto para declarar apcrifas todas las
obras que, como las
Homilas, demostraban el primitivo origen y verdadero significado de la doctrina d
e la redencin, no definida por
autoridad alguna. Las Homilas difieren muy poco de los Evangelios, pero discrepan
completamente del
dogmatismo teolgico.
Nada saba de la redencin el apstol San Pedro, y su respeto hacia el mtico padre Adn n
o le hubiera
consentido creer que este patriarca pec y lo maldijo Dios. Las escuelas alejandri
nas no conocieron este

dogma, ni tampoco habla de l Tertuliano, ni lo discutieron los Padres de la Igles


ia. Filo Judeo expone
simblicamente la cada del hombre y Orgenes y San Pablo la consideran como una alego
ra (58).
El dogmatismo cristiano toma al pie de la letra el episodio del Paraso en que la
serpiente tienta a Eva.
Sobre esto dice San Agustn:
Por su librrima voluntad elige Dios a cierto nmero de humanas criaturas sin tener
en cuenta sus acciones y
su fe, y las predestina a la salvacin o a la condenacin eterna (59).
CRUEL DOCTRINA DE CALVINO
Tambin Calvino expone conceptos igualmente abominables acerca de la justicia divi
na, pues dice sobre el
particular:
Corrompido el linaje humano por la cada de
iginal que slo pueden
borrar los mritos de un Salvador encarnado
go, del beneficio de la
redencin disfrutan nicamente las almas de
que voluntariamente
favorece Dios con su gracia, pues los dems
denacin por decreto
inmutable del plan divino. La justificacin
n de Dios.

Adn, lleva en s el estigma del pecado or


para redimir a la humanidad. Sin embar
antemano elegidas y predestinadas, a las
hombres estn predestinados a eterna con
se obtiene por la fe, y la fe es un do

De lo expuesto inferiremos cunto y cunto se ha blasfemado de la justicia divina, p


ues la propiciatoria
eficacia de la sangre no es creencia originariamente cristiana, sino que la enco
ntramos en los ms antiguos
ritos. Todos los pueblos ofrecan a los dioses sacrificios cruentos de vctimas anim
ales y aun humanas, con la
esperanza de aplacar su ira y tenerlos propicios de modo que les librasen de las
pblicas calamidades. La
historia nos ofrece ejemplos de generales griegos y romanos que dieron su vida e
n sacrificio por la salvacin
del pueblo. Julio Csar observ la misma costumbre entre los galos y dice a este pro
psito:
Se entregan voluntariamente a la muerte, pues creen que los dioses inmortales slo
quedan satisfechos
cuando se les ofrece vida por vida.
Los sacerdotes egipcios tenan la siguiente frmula de invocacin sacrificial:
Caiga sobre la cabeza de la vctima todo mal que amenace a los sacrificadores o al
pueblo egipcio (60).
Por otra parte, omos decir a Gautama:
Caigan sobre m los pecados del mundo para que el mundo sea salvo.
Nadie se atrever en nuestra poca a decir que los egipcios remedaron a los israelit
as (61), pues Bunsen,
Lepsius y Champollin han demostrado con toda evidencia la mucha mayor antigedad de
l pueblo egipcio
respecto del hebreo, cuyos ritos religiosos son por lo tanto remedo de los de su

s predecesores. El Nuevo
Testamento (62) abunda en repeticiones y parfrasis de El Libro de los muertos, y
segn las palabras que en
boca de Jess ponen los evangelistas, debi estar familiarizado el fundador del cris
tianismo con los himnos
funerarios de los egipcios (63).
En el Recinto de las dos verdades el alma comparece ante Osiris, el seor de la Verda
d , que est sentado
en su trono con la cruz egipcia como emblema de la vida eterna y el cetro o la v
ara de la justicia (64) en la
diestra. El alma invoca anhelosamente al dios y despus procede a enumerar todas s
us acciones que
confirman o recusan los cuarenta y dos jueces en quienes estn personificadas las
buenas y malas acciones
del declarante. Si logra justificarse le confieren los jueces el ttulo de Osiris
en significacin de su divino origen,
y le dicen estas palabras llenas de majestuosa justicia:
Abrid paso al Osiris. Ya veis que est sin mancha. Vivi en la verdad y se aliment de
la verdad. El dios le ha
acogido benvolamente segn deseaba, porque dio de comer al hambriento y de beber al
sediento y visti al
desnudo. Con el sagrado manjar de los dioses aliment a los espritus.
OSIRIS Y JESS
Anlogamente vemos que el Hijo del Hombre (65) sentado en el trono de su gloria ju
zgar a todas las gentes
diciendo:
Venid, benditos de mi Padre, poseed el reino que os est preparado desde el establ
ecimiento del mundo.
Porque tuve hambre y me diste de comer; tuve sed y me diste de beber...; desnudo
y me cubristeis (66).
Para mayor semejanza con Osiris tenemos que San Juan Bautista dice de Jess:
Su bieldo en su mano est; y limpiar bien su era y recoger su trigo en el granero...
(67).
Las mismas analogas se advierten entre los relatos cristianos y los budistas. Eje
mplo de ello tenemos en el
siguiente pasaje:
Venid en pos de m y har que vosotros seais pescadores de hombres (68).
Este mismo concepto aparece en el smil aplicado por los textos budistas a un conv
ertido que haba
quedado preso en el anzuelo de la doctrina como el pez que muerde el cebo y con
el sedal lo saca el pescador
del agua (69).
En las pagodas siamesas el futuro buda Maitreya est representado con una red en l
a mano, mientras que
en las tibetanas lleva una especie de lazo. La explicacin de la alegora es como si
gue:
Sobre el ocano del nacimiento y la muerte esparce el Buddha la flor del Loto de l
a Buena Ley a manera de
cebo puesto en el anzuelo de la devocin que jams arroja en vano, pues siempre pesc
a hombres y se los
lleva a la otra margen del ro donde est el verdadero conocimiento (70).

Si Grabe, Parker y el erudito arzobispo Cave viviesen en estos nuestros tiempos


de erudicin orientalista a lo
Max Mller, de seguro que no se esforzaran en dar autoridad cannica a las Epstolas d
e Jesucristo y Abgarus,
rey de Edessa. Eusebio, obispo de Cesrea, fue el primero en mencionar estas Epstol
as, como si se
empeara en aducir pruebas de las extravagantes fantasas de los dogmatistas. No sab
emos si Eusebio
conoca los idiomas cingals, pahlavi, tibetano y otros; pero cierto es que de los t
extos budistas transcribi las
Epstolas de Jess y Abgarus con la leyenda del milagroso lienzo que reprodujo la fa
z de Cristo por la
impresin del sudor. El mismo eusebio declara (71) que en los archivos de la ciuda
d de Edessa, donde reinaba
Abgarus, encontr una Epstola de este rey escrita en siriaco. Recordemos sobre ello
las palabras de Babrias:
El mito, oh hijo del rey Alejandro!, es una antigua invencin de los sirios que viv
ieron en otro tiempo bajo el
dominio de Nino y Belo.
Edessa fue una de las ciudades sagradas de la antigedad, que todava tienen en much
a veneracin los
rabes, pues en ella se habla el idioma rabe en toda su pureza y la llaman Orfa. An
tiguamente llev el nombre
de Arpha-Kasda (Arfajad) y fue sede de un colegio de magos, cuyo misionero, llam
ado Orfeo, introdujo en
Tracia los misterios bquicos. All encontr Eusebio las narraciones que le sirvieron
para entresacar la leyenda
de Abgarus y del retrato que de Tathgta (72) hab obtenido en el lienzo el rey Bimbi
s*ara (73).
Anlogamente, el gnstico autor del cuarto Evangelio plagi la leyenda budista, segn la
cual, Ananda, el
discpulo favorito de Gautama, encontr junto a un pozo a una mujer matangha, quien
le responde al monje
diciendo que era de casta inferior y ningn trato poda tener con l, a lo cual replic
a el discpulo:
No te pregunto, oh hermana ma!, por tu casta y parentela. Tan slo te pido si puedes
darme agua.
Conmovida la mujer por estas palabras se deshace en lgrimas, y arrepentida de su
licenciosa conducta se
convierte a la religin budista y viste el hbito monacal de los mendicantes de Gaut
ama.
EPISODIO DE LA SAMARITANA
Este episodio se ve reproducido en la escena de Jess y la Samaritana junto al poz
o (74) de donde esta
mujer iba a sacar agua cuando el Maestro le pidi de beber. Las circunstancias del
relato budista sirvieron a los
autores cristianos para forjar las figuras de Mara Magdalena y otras santas y mrti
res del cristianismo.
Otra analoga advertimos en los siguientes pasajes:
Y todo el que diere a beber a uno de aquellos pequeitos un vaso de agua fra tan so
lamente en nombre de
discpulo, en verdad os digo que no perder su galardn (75).

Quien con puro corazn ofrezca tan slo un vaso de agua a la asamblea espiritual o a
pague la sed del pobre
o de un animal silvestre, mantendr durante muchas pocas el merecimiento de su accin
(76).
Al nacer Gautama refiere la leyenda que hubo en el mundo treinta y dos millares
de maravillas. Detuvieron
las nubes su marcha y los ros su curso; no florecieron las plantas; enmudecieron
de asombro las aves; la
Naturaleza toda qued suspensa de admiracin. Una luz celestial ilumin los espacios;
los brutos apartaron su
boca del sustento; los ciegos recobraron la vista y los mudos el habla y los lis
iados el movimiento (77).
Anlogamente dice un texto cristiano con relacin al nacimiento de Jess:
En el instante de la Natividad mir Jos al cielo y vio que las nubes suspendan su ma
rcha y las aves
detenan su vuelo y los cabritos que a orilla del ro tocaban con la boca el agua si
n beberla... Y vio los rebaos
dispersos y, sin embargo, la oveja estaba all...
Una refulgente nube se pos encima de la cueva iluminndola con tan viva claridad qu
e ofuscaba la vista...
San Salom de la mano que seca tena... Los ciegos volvieron a ver y hablaron los mud
os y anduvieron los
lisiados (78).
Refieren los bigrafos de Gautama que en la escuela despunt entre todos sus condiscp
ulos por su facilidad
en aprender no slo la lectura y la escritura sino tambin las matemticas, metafsica y
astronoma, de la propia
suerte que venci en el pugilato y el manejo del arco. Fue tal su sabidura que ense a
sus propios maestros
sesenta y cuatro distintas clases de escritura hasta entonces desconocidas (79).
Mucha semejanza ofrece con
este relato lo que los libros cristianos cuentan de la infancia de Jess, diciendo
:

Y doce aos tena Jess cuando un muy principal rabino le pregunt si haba ledo libros, y
un astrnomo si
haba estudiado astronoma. Y el seor Jess les respondi explicndoles cosas que la razn h
mana no
descubri jams, acerca de las esferas celestes y de la fsica y la metafsica y de la c
onstitucin del cuerpo
humano y de la manera como el alma acta en el cuerpo. Y a todo esto qued tan sorpr
endido el rabino, que
no pudo por menos de exclamar: Creo que este nio naci antes que No. Sabe ms que todo
s los maestros
(80).
Los preceptos de Hillel, que muri cuarenta aos antes de nacer Jess, estn reproducido
s en el Sermn de
la Montaa, y esto corrobora la aseveracin de que nada dijo Jess que antes no hubies
en dicho otros
maestros. El Sermn de la Montaa contiene preceptos budistas aceptados por los esen
ios, rficos,
neoplatnicos y filohelnicos que, como Apolonio, vivan ascticamente. Predica Jess el d
esprecio de las
riquezas terrenas, el amor al prjimo, la castidad, la resignacin, la confianza en
el Padre que ha de proveer a
las necesidades del maana (81). Promete la bienaventuranza a los pobres de espritu

, a los mansos, a los que


han hambre y sed de justicia, a los misericordiosos y pacficos, y como Gautama, r
epresenta a los ricos y
soberbios la dificultad de entrar en el reino de los cielos.
Todo su Sermn es un eco de los preceptos del monaquismo budista (82). Para conoce
r al Jess histrico es
preciso prescindir completamente del Cristo mtico y considerar lo que de la human
a figura del Maestro
nazareno dice el Evangelio de San Mateo. En el Sermn de la Montaa encontramos resu
midas sus
enseanzas, opiniones e ideales religiosos.
FRACASO DE LOS MISIONEROS
Por esta razn fracasan los misioneros en su intento de convertir a los industas y
budistas, quienes ven que
las excelencias de la nueva religin ofrecida a su sentimiento, se contraen a espe
culaciones tericas, mientras
que, segn su nativa fe, es indispensable corroborar con obras las palabras. Los m
isioneros cristianos no
aciertan a comprender el espritu de una religin basada en la doctrina de las emana
ciones, tan contradictoria
de la teologa occidental; pero la lgica de los metafsicos budistas es tan rigurosa
e inflexible que deja sin
rplica a eruditos de la talla de Gutzlaff (83) y Judson, famoso misionero de la s
ecta de los bautistas, quien
confiesa el mucho embarazo en que se vio para redargir a los telogos budistas, de
entre los cuales cita a uno
llamado Uyan, y dice de l que su poderosa inteligencia abarcaba las ms difciles cue
stiones y su palabra era
suave como el aceite, dulce como la miel y aguda como filo de navaja, de suerte
que no haba medio de resistir
a su poderosa dialctica. Sin embargo, parece que ms tarde advirti el misionero Juds
on que no haba
comprendido rectamente la doctrina budista, pues confiesa que el atesmo sospechad
o en ella es en ltimo
trmino un refinamiento conceptuoso de las Escrituras budistas, y advierte que en
este sistema religioso,
adems del estado bdico, por cuya virtud pueden superar a las divinidades subaltern
as los hombres que lo
alcanzan, hay tambin vislumbres de una suprema Divinidad, alma del mundo, anterio
r y superior a todos los
budas (84).
De la propia suerte, los tan calumniados chinos creen en un solo y nico Dios, sup
remo gobernador de los
cielos, a quien llaman Yuh-Hwang-Shang-ti, cuyo nombre est grabado, sin otro algu
no, en la tabla de oro del
altar celeste en el grandioso templo T Iantan, de Pekn. Sobre el particular dice Yu
le:
Segn refiere el cronista de la embajada musulmana que el sha Rukh envi a China por
los aos 1421 de J.
C., el soberano del celeste imperio se retira en algunas solemnes festividades a
un altar del templo principal
que no tiene dolo ninguno, y all adora al Dios del cielo.
Respecto del sabesmo, que muchos asirilogos tienen por idolatra, dice Chwolsohn que
el erudito rabe
Shahrastani deca ya en su tiempo:

Dios es demasiado grande y sublime para ocuparse direcamente en el gobierno de n


uestro mundo, y por lo
tanto ha delegado su potestad en los dioses, aunque reservndose los asuntos de ca
pital importancia.
Adems, el hombre es muy insignificante para relacionarse directamente con el Altsi
mo, y as ha de elevar sus
plegarias y ofrecer sus sacrificios a las divinidades subalternas a quienes Dios
confi el gobierno de este
mundo (86).
El misionero portugus P. Buri, que estuvo en Cochinchina en el siglo XVI, se lame
nta de que todos los ritos,
ceremonias, vestiduras, smbolos y ornamentos de la Iglesia romana hayan sido remed
ados por el demonio
en aquel pas. Cuando el misionero exhort a los indgenas a que abandonaran el culto
de los dolos, le
respondieron diciendo que eran imgenes representativas de hombres eminentes en vi
rtud de sabidura a
quienes tributaban el mismo culto que los catlicos a sus mrtires y confesores (87)
, y aun as slo les renda
esta veneracin el nimo del vulgo, pues la filosofa religiosa del budismo no admite d
olos ni fetiches. La
robusta y potente vitalidad de esta filosofa dimana de su metafsico concepto del Y
o humano, de la espiritual
individualidad, no de la fsica y terrena, por donde serpentea el cauce del ro nirvn
ico cuyo flujo conduce a la
suprema felicidad. Las doctrinas budistas exhortan al hombre a imitar prcticament
e el ejemplo de Gautama, y
sealan especial importancia a las cualidades espirituales cuya educcin es necesari
a para operar milagros
(meipos) en esta vida y conseguir ulteriormente el estado nirvnico.pero volvamos
a tratar de las mticas
analogas entre Krishna, Gautama y Cristo.
EL MISTERIO DE LA ANUNCIACIN
Las narraciones budistas nos dicen que Santusita (el Boddhisat) se le apareci a M
ahmy, refulgente
como nube en plenilunio, con un loto blanco en la mano. Vena del Norte, y anunci a
la reina Mahmy el
nacimiento de su hijo que del devaloka descendi a sus entraas en el mundo de los h
ombres, en cuanto el
ngel dio tres vueltas en torno del lecho de la reina (88). La analoga de este epis
odio con el de la aparicin del
arcngel Gabriel a la Virgen Mara para anunciarle la encarnacin del Hijo de Dios en
su seno, se advierte ms
claramente en las iluminaciones de los salterios medioevales (89).
Los anales budistas en idioma pali, y otros textos de esta religin, dicen que Mahmy
(90) y cuantos la
asistan estaban favorecidos con el don de ver la gestacin del nio Bodhisatva en el
seno materno, desde
donde ya difunda sobre la humanidad el argentino resplandor de su futura miserico
rdia (91).
Asimismo aparece en las narraciones budistas el episodio de la Visitacin. Dicen l
os anales palis que
estando Mahmy encinta de Gautama, fue a visitar a una prima suya (92) que estaba en
cinta de Ananda, el
que despus fue discpulo predilecto de Buda. Segn el relato, los frutos de ambos vie
ntres saltaron de gozo
en los senos de sus respectivas madres cuando stas se saludaron, y lo mismo se le

e en los Evnagelios,
segn nos muestra el siguiente pasaje:
Y cuando Elisabeth oy la salutacin de Mara, la criatura dio saltos en su vientre (9
3).
ADVENIMIENTOS DE KRISHNA Y CRISTO
Comparemos ahora los pasajes de las Escrituras cristianas en que se profetiza la
venida de Cristo con las
profecas que referentes al advenimiento de Krishna encontramos en las ramatsariar
ianas tradiciones del
Athrva, los Vedangas y Vedantas (94). Para la mejor comprensin de los textos, los
cotejaremos
sinpticamente:
TEXTO INDUSTA
TEXTO CRISTIANO
1. El Redentor vendr coronado de luz, y el
pursimo fludo que brote de su poderosa alma
disipar las tinieblas (Atharva).
1. Pueblo que estaba sentado en tinieblas vio una
gran luz (San Mateo, IV. 16)
El pueblo que andaba en tinieblas vio una grande
luz (Isaas, IX, 2).
2. En los comienzos del Kali-yuga nacer el hijo de
la Virgen (Vedanta).
... He aqu que concebir una Virgen y parir un
Hijo... (Isaas, VII, 14).
He aqu, la Virgen concebir y parir hijo... (San
Mateo, I, 23).
3. Vendr el Redentor, y los malditos rakhasas irn
a refugiarse en lo ms profundo del averno
(Atharva).
3. He aqu que Jess de Nazareth con el glorioso
resplandor de su divinidad ahuyent a las
Potestades tenebrosas (Evangelio de Nicodemo).
4. Vendr l, y la vida desafiar a la muerte, porque
l reavivar la sangre de todos los cuerpos y
purificar las almas.
4. Y yo les doy vida eterna y no perecern jams
(San Juan, X, 28).
5. Vendr l, y todos los seres animados, flores,
plantas, hombres, mujeres, nios, esclavos,
entonarn cnticos de alegra, porque l es el
Seor de todas las criaturas, es poder, sabidura,
belleza. l lo es todo y est en todo (Atharva).
5. Regocjate mucho, oh hija de Sin!; canta, oh
hija de Jerusaln! Mira que tu Rey vendr a ti justo
y salvador...
Porque cul es el bien de l y cul es su
hermosura, sino el trigo de los escogidos y el vino
que engendra vrgenes? (Zacaras, IX, 9 y 17).
6. Vendr l. Es ms dulce que mieles y ambrosa,
ms puro que cordero sin mancha (Atharva).
6. Y mirando a Jess que pasaba dijo: He aqu el
Cordero de Dios (San Juan, I, 36).
l se ofreci porque l mismo lo quiso y no abri su
boca. Como oveja ser llevado al matadero, y como

cordero, delante del que lo trasquila enmudecer...


(Isaas, 53, 7).
7. Feliz el bendito seno que lo ha de llevar
(Atharva).
7. Bendita t entre las mujeres. Bienaventurado el
vientre que te trajo (San Lucas, I, 28; XI, 27).
8. Y Dios manifestar su gloria y resplandecer su
poder y se reconcilar con sus cristuras (Atharva).
8. Y la Vida fue manifestada (I Epstola de San
Juan, I, 2).
Porque ciertamente Dios estaba en Cristo
reconciliando el mundo consigo (San Pablo: II,
Corintios, V, 19).
9. El rayo del esplendor divino recibir forma
humana en el seno de una virgen que parir sin
mancilla (Vedangas).
9. Lo que no sucedi jams, una virgen parir un
hijo, parir al Seor sin que contacto impuro la
Mancille (Evangelio de Mara, III).
Por mucho que se exagere o no se exagere la antigedad de los Vedas, siempre resul
tarn estas profecas
anteriores al cristianismo con su cumplimiento en Krishna, que precedi a Cristo.
Una de las obras mejor documentadas sobre el particular es el Cristianismo monum
ental, de Lundy, cuya
asombrosa erudicin se ha valido de las esculturas de los templos, de monumentos a
ntiqusimos, de
inscripciones y otros testimonios infalibles que, salvados de la piqueta iconocl
asta, del can de los fanticos y
de los estragos del tiempo, aseveran la precedencia de los ms insignificantes smbo
los cristianos en las
religiones de Krishna, Buda y Osiris. Nos muestra Lundy a Krishna y Apolo en ale
grica figura del Buen Pastor.
A Krishna con el cruciforme chank, con el chakra, y crucificado en el espacio (9
5). Esta figura, tomada por
Lundy del Panten indo de Moor, no puede por menos de poner en perplejidad a los a
rquelogos cristianos por
su asombroso parecido con los crucifijos del arte iconogrfico, pues no falta en e
lla ni el ms leve rasgo
caracterstico, segn la describe el mismo Moor en este pasaje:
Aunque esta imagen se parece muchsimo a un crucifijo cristiano, opino que es ante
rior al cristianismo. El
trazado, la actitud, los estigmas de los clavos en manos y pies indican origen c
ristiano, mientras que la coronilla
parthiana de siete puntas, los rayos de gloria en la parte superior y la falta d
el leo y del inri sealan al parecer
origen distinto. Ser acaso la figura del hombre-vctima o el sacerdote-vctima que, se
gn la mitologa inda, se
ofreci en sacrificio antes que los mundos existiesen? Ser la figura del segundo Dio
s de Platn que se
imprimi en el universo con los brazos en cruz (96)? O ser la del hombre divino que
quiso someterse al
tormento de azotes, cadenas y muerte en cruz?
Para nosotros es todo esto y mucho ms, porque la arcaica filosofa religiosa fue un
iversal.
KRISHNA CRUCIFICADO

Pero aunque Lundy contradice a Moor y sostiene que la figura en cuestin es la de


Wittoba, uno de los
avatares de Vishn, resulta ser la de Krishna y por lo tanto anterior al cristiani
smo. Incurre Lundy en notoria
contradiccin al afirmar, por una parte, que la figura no tiene relacin alguna con
Cristo y creer, por otra que
equivale a una profeca del Cristo. Dice Lundy en apoyo de su opinin:
En el crucifijo cristiano la aureola surge siempre de la cabeza, y en la figura
industa nace de arriba,
exteriormente a la cabeza de la imagen. De esto se inferira que el Wittoba sera el
Krishna crucificado, el dios
pastor de Mathura, el Salvador, el Seor de la Alianza de cielos y tierra, en quie
n se unifican la pureza y la
impureza, la luz y las tinieblas, el bien y el mal, la paz y la guerra, la manse
dumbre y la ira, el sosiego y la
turbulencia, la misericordia y la justicia. Sera un Dios entreverado de hombre, p
ero no el Cristo del evangelio.
Sin embargo, la descripcin de Lundy lo mismo debiera convenir a Jess que a Krishna
, pues tambin fue
hombre por parte de madre, aunque se le suponga Dios por generacin; y pruebas de
su entreverada
naturaleza tenemos en que maldice a la higuera y unas veces predica la paz y otr
as la guerra. Desde luego que
el Wittoba publicado por Moor no represent jams a Jess de Nazareth, sino que, como
el citado autor declara
de acuerdo con las Escrituras industas, es la imagen de Brahm en el carcter de sace
rdote-vctima que
asume su hijo Krishna al morir en la tierra por la salvacin del linaje humano, cu
mpliendo de esta suerte el
solemne sacrificio del Sarvameda; pero con todo, la significacin de Krishna es idn
tica a la de Jess, porque
ambos se identificaron con su Chrestos.
De cuanto llevamos dicho se concluye que o hemos de admitir las encarnaciones pe
ridicas de espritus
superiores y entidades poderosas o hemos de repudiar la gnesis del cristianismo c
omo la mayor impostura y
el ms desahogado plagio que vieron los siglos.
En cuanto a la cronologa bblica, cuyo cmputo se atribuye nada menos que al Espritu S
anto, nicamente
puede aceptarla tal como est expuesta el fanatismo ciego del clericalismo catlico
(97). Si creyramos sin otro
examen el relato bblico, resultara que el ao 2298 de la creacin del mundo se asent Ja
cob con sus hijos,
nietos y iservos, hasta setenta personas, en la tierra de Gessn; y que en el ao 25
13, o sea 215 despus,
eran ya tan numerosos sus descendientes, que haba entre ellos 600.000 hombres tile
s para la guerra, sin
contar mujeres y nios, pues de contarlos tendramos una poblacin de dos a tres millo
nes de individuos.
Verdaderamente que la biogenesia no conoce ejemplo de tan asombrosa fecundidad ms
que en los arenques;
pero basta la muestra para que los misioneros cristianos no se burlen con razn de
los cmputos cronolgicos
de la India.
Dice Bunsen:
Dichosos, aunque no envidiables, son quienes admiten sin reparo que al frente de
ms de dos millones de

hebreos sali Moiss de Egipto despus de haber levantado al pueblo contra el rey en l
a gloriosa poca de la
dinasta XVIII, y que ms tarde conquistaron la tierra de Canan al mando de Josu, prec
isamente cuando los
egipcios guerreaban con formidable empuje en aquel mismo pas. Los anales de Egipt
o y asiria, cotejados con
la exgesis bblica, demuestran que el xodo de los israelitas ocurri en tiempo de Mene
phthah, y que Josu
no pudo cruzar el Jordn antes de la Pascua de 1280, pues la ltima campaa de Ramss II
I en tierras de
Canan o Palestina, corresponde al ao 1281 (98).
Reanudemos ahora nuestros comentarios sobre la personalidad de Gautama, quien ja
ms escribi (como
tampoco Jess) ni una tilde de sus enseanzas, por lo que hemos de juzgarlas por el
testimonio de sus
discpulos en su valor puramente intrnseco. A pesar de la notable semejanza entre l
as doctrinas de Gautama y
Jess, los expositores de una y otra parten de principios diametralmente opuestos,
y en las frecuentes
discusiones entre los misioneros cristianos y los telogos budistas (99) llevan es
tos siempre la mejor parte por
la contundente lgica de su argumentacin, aparte de la paciente serenidad con que r
esponde a los insultos e
injurias del adversario, cuya conducta desdice de sus predicaciones. El telogo bu
dista permanece fiel a las
enseanzas de su Maestro, al paso que el misionero cristiano desnaturaliza la doct
rina evanglica y suplanta lo
que Jess ense con las absurdas y no pocas veces perniciosas interpretaciones de los
hombres (100).
Contra los anatemas pontificios y las decisiones absolutas de los concilios, que
siempre pospusieron la razn
a la fe y la ciencia a la revelacin, se levantan humanitarias y benvolas estas pal
abras de Gautama el Buda:
No creis una cosa porque muchos hablen de ella ni pensis que esto la pruebe verdad
era.
No creis lo que leyereis porque os digan que lo escribi un sabio, pues aunque as fu
ere, no sabis si el
sabio revis el texto que leis.
No tomis por verdaderas las ideas que fuera de lo vulgar se os ocurran, figurndoos
que algn deva o ser
maravilloso os las inspira.
No deis por cierto lo dudoso ni por seguro lo conjeturado ni lo sentis como premi
sa para inferir conclusiones.
Antes de contar el dos, tres y cuatro, fijad bien el uno.
No apoyis vuestra opinin en la autoridad de vuestros instructores y maestros ni ta
mpoco habis de obrar
tan slo por imitacin y remedo, sino que por vosotros mismos debis conocer lo que lo
s sabios dicen que es
malo y punible, pues si nicamente lo creis os causar pesares sin ventaja alguna, y
en cambio cuando por
experiencia lo conozcis sabris evitarlo (101).
Oigamos ahora a Roberto Dale Owen que dice:
Ms pernicioso es todava el culto de las palabras que el de las imgenes. La gramatol
atra es el peor
fetichismo. Hemos llegado a una poca en que el verbalismo sofoca la fe... La letr
a mata (102).

LA TRANSUBSTANCIACIN
Estas palabras convienen ms que a otro alguno al dogma catlico de la transubstanci
acin apoyado en las
siguientes palabras atribudas a Jess:
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna (103).
A esto responden los discpulos:
Duro es este razonamiento, y quin lo puede or? (104).
Y replica Jess con sabidura de iniciado:
Esto os escandaliza?
El espritu es el que da vida; la carne nada aprovecha.
Las palabras (remata o expresiones misteriosas) que yo os he dicho, espritu y vid
a son (105).
Sobre el dogma de la transubstanciacin dice More:
Nos ocupamos con demasiado celo en cosas que nos parecen papistas, y en cambio e
scatimamos nuestra
repugnancia a las que verdaderamente lo son, como por ejemplo aquel burdo, grose
ro y escandaloso absurdo
de la transubstanciacin, sin contar las diversas formas de abominable idolatra con
sus nefandas
supercheras, la deslealtad hacia los legtimos soberanos por mantenerse en supersti
cioso vasallaje a la tirana
espiritual del papa, y la brbara y salvaje crueldad contra quienes no son ni tan
bobos para creer en
semejantes imposturas ni tan hipcritas y falsos que conociendo algo mejor finjan
creerlas (106).
En los Misterios el vino era smbolo de Baco (107) y el pan de Ceres (108). El hie
rofante, antes de la
iniciacin final ofreca al candidato el pan y el vino para que de ellos comiera y b
ebiera en seal de que el
espritu iba a vivificar la materia e infundirse en su cuerpo la sabidura divina po
r medio de los conocimientos
que se le iban a comunicar. Adems, Jess sola compararse con la vid (109), y al hier
ofante revelador del
petroma se le daba el ttulo de Padre. As es que cuando Jess dice: Bebed, sta es mi sa
ngre , se compara
con la vid que produce la uva, cuyo zumo es el vino, su sangre, para significar
que as como l haba sido
iniciado por su Padre, deseaba iniciar a otros. Su Padre es labrador, l la vid y
sus discpulos los sarmientos;
pero como los judos no entendan la simblica terminologa de los Misterios y por otra
parte les prohiba la ley
de Moiss derramar sangre, natural era que les sorprendieran las palabras de Jess a
l decirles que comieran
su carne y bebieran su sangre.
CARCTER DE JESS
En los Evangelios cannicos hay suficientes indicios de que el inmenso y desintere
sado amor de Jess a la
humanidad le movi a divulgar entre las multitudes los conocimientos que se reserv

aban unos cuantos, y as


predica la existencia de un Dios puramente espiritual cuyo templo es el hombre,
pues en nosotros vive y
nosotros vivimos en l. Este mismo concepto tenan de Dios los iniciados de la escue
la de Hillel y los judos
cabalistas; pero los escribas o doctores de la ley se haban separado de los taname
s o verdaderos instructores
espirituales, para caer en el dogmatismo textual y perseguir por heterodoxos a l
os cabalistas. De aqu que
Jess truene contra ellos diciendo:
Ay de vosotros, doctores de la ley, que os alzasteis con las llaves de la ciencia
! Vosotros no entrasteis y
habis prohibido a los que entraban (110).
Muy claro es el sentido de este pasaje. Los doctores de la ley se apoderaron de
la clave sin provecho alguno,
pues no saban manejarla para descubrir el verdadero significado oculto en los tex
tos. Ni Renn ni Strauss ni
D Amberley comprendieron rectamente las parbolas de Jess ni el carcter del insigne in
iciado galileo. Para
Renn fue Jess un rabino heterodoxo, el de ms simptica y gallarda mentalidad entre to
dos los rabinos, a
quien llama repetidas veces doctor sublime (111), sin afiliarle por ello a la escu
ela de Hillel ni otra alguna, sino
que nos lo presenta como un sentimental y entusiasta joven salido de la plebe ga
lilea, cuya imaginacin forja
en sus parbolas la figura de reyes cubiertos de prpurra y pedrera como los que inte
rvienen en los cuentos
infantiles (112).
En cambio, el Jess de Amberley es un idealista iconoclasta muy inferior en sutile
zas lgicas a sus crticos y
comentadores. Renn tiene a Jess por semimanitico. Amberley lo mira desde el nivel d
e la aristocracia
inglesa, y dice a propsito de la parbola del festn de bodas:
Nadie puede vituperar que una persona caritativa invite a su mesa a los lisiados
, mendigos y menesterosos
sin distincin de clases. Pero no cabe admitir que esta buena accin haya de ser obl
igatoria, y conviene en
cambio que hagamos precisamente lo que Cristo parece prohibirnos, esto es, convi
dar a nuestros vecinos y
recibir sus convites cuando lo requieran las circunstancias, pues en estos casos
las personas cultas no piensan
ni por asomo en recompensa alguna por el agasajo que a sus amigos dispensan. Jess
no tuvo en cuenta las
prcticas sociales (113).
Esto demostrar por una parte que Jess no andaba muy al corriente de las leyes regu
ladoras de la vida
mundana en los crculos aristocrticos; pero tambin demuestra que es muy general la t
orcida interpretacin de
sus insinuantes parbolas.
Examinemos ahora otro punto de semejanza entre las doctrinas antiguas y las de J
ess.
El Bhagavad Git (114) es un canto puramente metafsico y tico, de espritu en cierto m
odo contrario al de
los Vedas o por lo menos a las ltimas interpretaciones brahmnicas de estas Escritu
ras. Sin embargo, no
repudian los brahmanes el Bhagavad Git por heterodoxo, sino que lo tienen en gran

dsima veneracin, a
pesar de que en l se expone la doctrina de la unidad de Dios en oposicin al polites
mo del vulgo.
En caso anlogo, la Iglesia cristiana hubiera entregado al fuego cuantos ejemplare
s hallara de la hertica
obra; pero los brahmanes se limitan a impedir que caiga en manos profanas, y as l
a ocultan a la vista de las
gentes de toda casta menos la sacerdotal, aunque con ciertas restricciones. Efec
tivamente, el Bhagavad Git
contiene los principales misterios de la religin industa, como asi lo reconocen los
mismos budistas, quienes
solventan segn su particular juicio las dificultades dogmticas con que al comentar
lo tropiezan. De su doctrina
moral nos da una muestra el Bhagavad Git en los siguientes pasajes:
Mejor es, en verdad, la sabidura que la prctica constante. Mejor que la sabidura es
la meditacin y mejor
que la meditacin, la renuncia al fruto de las obras (115).
Yo lo genero todo. Todo de M procede. Los sabios que as lo comprenden Me adoran co
n transportada
emocin (116).
Al que renuncia a las obras por el yoga... no le ligan las acciones (117).
Esta doctrina es idntica a la de Gautama y coincide exactamente con la de Jess, co
mo se infiere de este
pasaje:
No todo el que me dice Seor, Seor, entrar en el reino de los cielos, sino el que ha
ce la voluntad de mi
Padre (118).
Esto equivale a que la fe por s sola de nada sirve sin las buenas obras.
Respecto a las enseanzas del Atharva Veda poco saben los orientalistas europeos,
porque ninguno de ellos
posee un ejemplar completo, segn asegura el abate Dubois al decir:
De esta obra apenas quedan ejemplares, y aun hay quienes creen que han desaparec
ido todos. Lo cierto es
que todava los hay, pero que los brahmanes los ocultan cuidadosamente con objeto
de que nadie sospeche
que conocen los misterios mgicos que, segn fama, ensea la obra (119).
LA TRANSMISIN DE LA VIDA
Hubo candidato del ltimo grado de iniciacin que ignor el modo de transmitirse la vi
da del hierofante al
discpulo (120), de suerte que un adepto de superior categora, mediante esta transm
isin vital, puede vivir
indefinidamente (121). Sin embargo, como sucede en la reencarnacin de los dalaila
mas del Tbet, es preciso
emplear ciertos procedimientos alqumicos para mantener el vigor del cuerpo ms all d
e su ordinaria duracin,
y aun as no excede la vida corporal de 200 a 240 aos, porque se desgasta el vehculo
fsico y el Ego ha de
desecharlo y tomar otro cuerpo joven y sanamente henchido del principio vital.
Entre los orientales menudean, con fundamento o sin l, creencias de ndole tanto o
ms sorprendente que
las fantasas de Poe y Hoffmann. Estas creencias estn connaturalizadas con el puebl
o que les dio vida, y
cuidadosamente depuradas de toda supersticin se advierte que encierran la univers

al creencia en las
vagabundas entidades astrales llamadas vampiros. El obispo armenio Yeznik, que f
loreci en el siglo V, cita
algunos casos de esta clase en un manuscrito que treinta aos atrs se conservaba to
dava en la biblioteca del
monasterio de Etchmeadzine, en la Armenia rusa, uno de los ms antiguos de la cris
tiandad. En el mismo pas
subsiste una tradicin del tiempo del paganismo, segn la cual siempre que muere en
el campo de batalla un
hroe cuya vida es todava necesaria en la tierra, los aralez (122) lamen las herida
s del cado y soplan en ellas
hasta infundirle nueva y vigorosa vida fsica. Reanmase el cuerpo del guerrero, cie
rra sus heridas sin dejar
cicatriz en ellas, y vuelve a ocupar su puesto en el combate; pero desde entonce
s hasta el fin de sus das es
como templo abandonado, porque el inmortal espritu no se restituy al resurrecto cu
erpo.
Una vez iniciado el candidato en el profundo misterio de la transfusin de vida, q
ue constitua el postrero y
ms pavoroso rito de la iniciacin sacerdotal perteneciente a la teurgia superior, q
uedaba su espritu
enteramente libre y no podan daarle los siete pecados capitales que hubieran queri
do destrozarle el corazn
al atravesar las siete estancias y subir las siete escaleras, porque haba cumplid
o las doce hazaas de la ltima
iniciacin, haba triunfado de las doce purebas finales (123).
Tan slo el sumo hierofante conoca el modo de infundir su propia vitalidad en el ad
epto elegido para
sucederle, quien de esta suerte quedaba dotado de doble vida (124).
EL SEGUNDO NACIMIENTO
Dicen los Evangelios:
En verdad te digo que no puede ver el reino de Dios sino aqul que renaciese de nu
evo (125).
Lo que naci de la carne, carne es; lo que ha nacido del espritu, espritu es (126).
El brahmana Satpa nos explica esta alegora diciendo que para conseguir la perfeccin
espiritual ha de
pasar el hombre por tres nacimientos: el fsico, el religioso (127) y el espiritua
l (128). No ha de parecernos
extrao encontrar en las mrgenes del Ganges la interpretacin de una enseanza proclama
da en las orillas
del Jordn, pues aunque los judos se asombraran al or hablar a Jess del segundo nacim
iento, ya se haba
enseado esta doctrina tres mil aos antes del Profeta galileo, no solamente en la I
ndia, sino en todos los
pases donde se celebraban los sublimes misterios de la vida y la muerte. El arcan
o de los arcanos, o sea que
el espritu no est entretejido en la carne, tuvo su demostracin prctica en los yoguis
de la escuela de Kapila,
que por haberse emancipado de la esclavitud de los sentidos y de la mente concre
ta (129) robustecieron su
potencia espiritual y volitiva hasta el punto de comunicarse, aun en carne morta
l, con los mundos superiores y
operar los fenmenos impropiamente llamados milagros (130). Los hombres que en la
vida terrena alcanzan el
mukti son semidioses, y al desencarnar entran en el nirvana o moksha. Este es su
segundo y espiritual

nacimiento.
Tan explcitamente como Jess, ensea Gautama la doctrina del nuevo nacimiento. Deseos
o el reformador
indo de difundir entre mayor nmero de gentes las verdades hasta entonces encubier
tas en los Misterios,
expone claramente su pensamiento, aunque manteniendo en sigilo determinadas ensea
nzas. Dice a los que
le oyen:
Algunos nacen de nuevo. Los malos van al infierno; los buenos van al cielo; los
que estn libres de todo
deseo mundano entran en el nirvana (131).
En otro pasaje aade Gautama:
Bueno es creer en la futura vida de dicha o de infortunio, porque quien as lo cre
a amar la virtud y
aborrecer el pecado. pero aunque no hubiese otra vida, la conducta virtuosa es di
gna de loa y merece el
respeto de las gentes. Por el contrario, quienes crean en la aniquilacin despus de
la muerte, se encenagarn
en el pecado, porque nada esperan en lo futuro (132).
Dice San Pablo:
Porque donde hay testamento, necesario es que intervenga la muerte del testador.
En donde entr por nosotros Jess, nuestro precursor, constituido pontfice eternament
e segn el orden de
Melquisedech.
El cual no fue hecho segn la ley del mandamiento carnal, sino segn la virtud de vi
da inmortal.
As tambin Cristo no se glorific a s mismo para hacerse pontfice, sino aqul que le dijo
: T eres mi hijo, yo
hoy te he engendrado (133).
Esto demuestra evidentemente que a Jess se le consideraba como sumo sacerdote, ig
ual que a
Melquisedech (134), y que en el momento de la iniciacin por el bautismo de agua s
e haba infundido en su
cuerpo el espritu que le transmut en Hijo de Dios; pero sin haber nacido fsicamente
ya Dios ni haber sido
engendrado por Dios. Todo candidato se transmutaba en la iniciacin final en Hijo
de Dios, y as lo demuestra
la frmula de ritual pronunciada por el hierofante Mximo de feso, que inici al empera
dor Juliano en los
misterios mtricos dicindole:
PROPIEDADES MGICAS DE LA SANGRE
Esta sangre lava tus pecados. El Verbo del Altsimo se ha infundido en ti, y su es
pritu reposar de hoy ms
en ti, el de nuevo nacido y ahora engendrado por el supremo Dios... Eres hijo de
Mithra.
Anlogamente, despus del bautismo de Cristo, le dijeron los discpulos: Eres el Hijo d
e Dios . Cuando el
apstol San Pablo echa al fuego la vbora que se le haba trabado en la mano sin daarle
con su ponzoa, los
melitenses, en cuya presencia obr el prodigio, dijeron que era un dios (135). Por
ltimo, los discpulos de

Simn el Mago le apellidaban: Hijo de Sios, el Hermoso y el gran poder de Dios.


El concepto de la Divinidad est condicionado en el hombre por sus limitaciones me
ntales. Cuanto ms
dilatado sea el campo de su percepcin espiritual, tanto ms grandioso y sublime ser
su concepto de Dios,
cuya existencia no tiene mejor demostracin que el hombre mismo con sus divinos po
deres espirituales,
potencialmente latentes en quien todava no los haya educido. Sobre esto dice Wild
er:
La sola posibilidad de las facultades taumatrgicas, prueba su existencia... Por l
o general, el crtico incrdulo
es mental y espiritualmente inferior a la persona o materia que critica, y por l
o tanto, raras veces juzga
competentemente. Si hay imposturas, esto mismo demuestra que en alguna parte ha
de estar el original
autntico (136).
Acerca de los ocultos efectos del derramamiento de sangre, conviene advertir que
las emanaciones de este
orgnico tejido lquido proporciona a las entidades astrales el plasma a propsito par
a materializarse
temporneamente, y por esto se dice que la sangre engendra fantasmas. Oigamos a El
iphas Levi sobre el
particular:
La sangre es el plasma primario del fluido universal, la materializacin de la luz
vital. Su origen es maravilla
de maravillas, pues procede de elementos en que no hay ni una gota de ella, y tr
ansmutndose
incesantemente como universal Proteo, se metamorfosea en carne, huesos, lgrimas y
sudor. Puede
substraerse a la corrupcin y a la muerte, pues aunque se descompone al morir el c
uerpo, hay quien sabe
magnetizar sus glbulos de suerte que cobren nueva dia. Si la substancia universal
con su doble accin es el
gran arcano de la forma, la sangre es el gran arcano de la vida.
Por su parte, dice el filsofo indo Ramatsariar:
La sangre encubre el misterioso secreto de la existencia, pues no hay forma orgni
ca que pueda vivir sin ella.
Adems, el legislador hebreo, en consonancia con la tradicin universal, prohibi come
r la sangre de las
vctimas sacrificiales. Paracelso afirma que los magos negros se valen de los vapo
res de la sangre para evocar
a las entidades astrales que en este elemento encuentran el plasma conveniente p
ara materializarse. Los
sacerdotes de Baal se heran en el cuerpo para provocar con la sangre apariciones
tangibles. En Persia, cerca
de las factoras rusas de Temerchan-Shura y Derbent, los adherentes de cierta sect
a religiosa celebran sus
ceremonias en locales cerrados, sobre cuyo pavimento extienden una espesa capa d
e arena. Van estos
fanticos vestidos de blancas y flotantes tnicas, con la cabeza descubierta y cuida
dosamente afeitada.
Forman en crculo y giran rpidamente hasta llegar al frenes mntico, y en este estado
se hieren unos a otros
con cuchillos que a prevencin traen consigo, y muy luego quedan con los trajes en

sangrentados y dejan la
arena empapada en sangre. Entonces, cada uno de los circunstantes se ve acompaado
en la danza por una
entidad astral con pelos en la cabeza que la distinguen de sus inconscientes evo
cadores (137),
CREENCIAS DE LOS YAKUTES
Antiguamente, las hechiceras de Tesalia mezclaban sangre de cordero y de nio para
evocar espectros, y
tambin a los sacerdotes se les enseaba la evocacin de los espritus, aunque no por he
chicera. Aun hay en
Siberia una tribu llamada de los yakutes (138) que practica la hechicera como en
tiempos de las brujas de
Tesalia. Las creencias religiosas de esta tribu son un extravagante amasijo de f
ilosofa y supersticin. Adoran a
un Dios nico y supremo llamado Aij-Taion, a quien atribuyen la superintendencia d
e la creacin sin que nada
haya creado por s mismo. Reside en el noveno cielo, y sus ministros, los dioses s
ubalternos, moran en el
sptimo, desde donde se manifiestan a las criaturas. Segn les han revelado a los ya
kutes las divinidades de
inferior categora (139), el noveno cielo tiene tres soles y tres lunas y en su su
elo hay cuatro lagos (140), pero
no de agua sino de suavsimo aire (141). Aunque no ofrecen sacrificios a la suprema
Divinidad, porque dicen
que para nada los necesita, procuran mantener propicias a las divinidades subalt
ernas, benficas o malficas,
a las que respectivamente llaman dioses blancos y dioses negros , sin considerarlos b
uenos o malos en s
mismos, sino que como todos estn sujetos al supremo Aij-Taion y cada cual ha de c
umplir el encargo que
desde la eternidad le fue confiado, no son responsables del bien y el mal que oc
asionen en este mundo.
Dan los yakutes una muy curiosa explicacin de los sacrificios que a las divinidad
es subalternas ofrecen,
diciendo que con ellos les facilitan el cumplimiento de su misin, y de esta suert
e no puede por menos de
quedar complacido el supremo Dios, pues siempre que un hombre ayuda a otro a cum
plir su deber, contribuye
con ello al mantenimiento de la justicia. Como quiera que los dioses negros estn en
cargados de afligir a los
hombres con enfermedades, desgracias y toda suerte decalamidades cuando transgre
den la ley, les ofrecen
sacrificios cruentos de vctimas animales, mientras que a los dioses blancos les ded
ican ofrendas puras, que
suelen ser animales consagrados de propsito, cuya vida mantienen cuidadosamente.
Creen los yakutes que las almas de los muertos se convierten en sombras condenad
as a vagar por la tierra
hasta que se efecta en ellas una mudanza favorable o adversa, cuyo proceso no sab
en ni pretenden explicar.
Las sombras de los buenos son luminosas y protegen y guardan a quienes amaron en
la tierra. Las sombras
de los malos son tenebrosas y gustan de daar a quienes conocieron en vida, incitnd
oles al crimen y a las
malas acciones. Reconocen los yakutes, como los antiguos caldeos, siete divinida
des subalternas, que llaman
sheitanes (142). Celebran los yakutes nocturnamente los sacrificios cruentos par
a evocar a las sombras
tenebrosas y saber de ellas cmo aplacar su malignidad. Al efecto, necesitan derra

mar sangre sin cuyos


vapores no podran materializarse las sombras y aun fueran mucho ms peligrosas, por
que la sorberan de las
personas vivas por medio de la transpiracin (143). En cuanto a las sombras lumino
sas no slo no hay
necesidad de evocarlas, sino que les desagradara la evocacin, pues tienen la facul
tad de manifestarse sin
ceremonia ni preparacin alguna siempre que sea indispensable su presencia.
Aunque con diverso objeto, tambin se practica la evocacin cruenta en algunos distr
itos de Bulgaria y
Moldavia, especialmente en los lindantes con Turqua. La horrible esclavitud en qu
e durante siglos han estado
sujetos los cristianos de estos pases acrecent en ellos la supersticin. El 7 de May
o se celebra all la Trizna o
fiesta de los muertos. Al anochecer, multitud de personas de ambos sexos se enca
minan procesionalmente
cirio en mano al cementerio para rezar junto a las tumbas de sus deudos. Durante
la dominacin musulmana
se celebraba esta fiesta todava con mayor esplendor. Cada tumba tiene una especie
de alhacena de medio
metro de altura con cuatro estantes de piedra y dobles puertas de gozne, en dond
e se guarda el llamado ajuar
del difunto, es decir, unos cuantos cirios y una lmpara de aceite que se enciende
la noche de la fiesta y queda
encendida hasta la misma hora del da siguiente. La lmpara de las tumbas pobres es
de barro y la de las ricas
de plata artsticamente repujada, con aadidura de imgenes muy adornadas de pedrera (1
44). Creen los
blgaros que todos los sbados del ao y diariamente en las siete semanas que median e
ntre la vspera de
Pascua florida y la de la Trinidad vuelven a la tierra las almas de los muertos
para comunicarse con los vivos,
pedir perdn a quienes ofendieron y proteger a quienes amaron. Durante estas siete
semanas arden las
lmparas de las tumbas todos los sbados, y el 7 de Mayo, noche de la fiesta, derram
an vino sobre las losas y
queman incienso alrededor de ellas desde la puesta a la salida del sol.
NECROMANCIA ESLAVA
Esto por lo que toca a los habitantes de las ciudades, pues en los campesinos of
rece la fiesta sealados
caracteres de evocacin tergica. La vspera de la Ascensin acuden las campesinas blgara
s al cementerio
de la aldea y encienden cirios, lmparas y fanales que colocan sobre trpodes junto
a las tumbas y queman
incienso cuyo perfume se difunde por algunas millas a la redonda. En honra y mem
oria de sus difuntos, cenan
las familias en el mismo cementerio con sus amigos y reparten entre los pobres,
segn la posibilidad del
donante, limosnas, raciones de vino y un aguardiente llamado raki. Al terminar l
a cena, se aproximan los
convidados a la tumba y dan gracias al difunto por el obsequio. Cuando se marcha
n los extraos y slo quedan
los ms parientes cercanos, se dice que la mujer ms vieja de la familia procede a l
a ceremonia de la
evocacin. Tras fervorosas splicas, insistentemente repetidas con el rostro pegado
a la losa sepulcral, se
pincha la mujer en el pecho izquierdo hasta que unas cuantas gotas de sangre sal
tan y caen lentamente sobre

la tumba y dan a la entidad astral, errante por aquel paraje, el suficiente vigo
r para materializarse visiblemente
durante algunos instantes y comunicarse con la teurga cristiana si tiene algo qu
e decirle o si no limitarse a
bendecirla, con lo que se desvanece la aparicin hasta el ao siguiente (145).
Bien pueden creer que en la naturaleza hay secretos terribles quienes como nosot
ros han presenciado casos
anlogos al del znachar ruso en que el mago no puede morir sin comunicar a su suce
sor la palabra secreta, y
as lo hacen los hierofantes de la magia blanca, pues parece como si la temible Pal
abra de Poder slo
pudiera confiarse en el supremo momento a un hombre de determinada regin y catego
ra. En la antigedad,
cuando el brahmatma estaba a punto de aliviarse de la carga de la vida fsica, com
unicaba el secreto a su
inmediato sucesor, ya oralmente, ya por medio de un escrito encerrado hermticamen
te en un arca. Moiss
posa sus manos en la cabeza de su discpulo Josu antes de morir en el monte Nebo. A
aron inicia a Eleazar
en el monte Hor. Gautama promete a sus discpulos poco antes de morir infundirse e
n quien de ellos ms lo
mereciera, y en seguida abraza al predilecto Ananda, murmura algo a su odo y muer
e. El apstol San Juan
reclina la cabeza sobre el pecho de Jess, quien le dice que ha de esperar hasta que
l vuelva. Como las
hogueras encendidas en las cumbres dan aviso de una a otra comarca, as tambin desd
e los albores de la
historia hasta nuestros das se ha ido transmitiendo de sabio en sabio la Palabra
sagrada, que al relampaguear
en los labios del que se va concede la visin al que le sucede. Y entretanto se de
strozan las naciones en
nombre de otra palabra sin sentido, superpuesta y torcidamente interpretada por
cuantos la invocan.
PRCTICAS DE LOS YEZIDIS
Pocas sectas hay que verdaderamente practiquen la magia negra. Entre ellas se cu
enta la de los yezidis, a
quienes errneamente a nuestro entender se les considera emparentados con los kurd
os. Habitan en las
montaosas y ridas comarcas de la Turqua asitica, Armenia, Siria y Mesopotamia en nmer
o de unos
200.000, y de sus tribus son las ms peligrosas las de las cercanas de Bagdad, dise
minadas por las montaas
de Sindjar. El jefe de estas tribus tiene su residencia fija junto a la tumba de
Adi, su profeta y reformador
religioso, pero en cada tribu hay un jefe o cheique particular, elegido entre lo
s ms expertos en magia negra. El
profeta Adi o Ad es personaje mtico sin realidad histrica, y equivale en concepto
al Ab-ad de los parsis y al
Adi-Buddha de los indos, aunque degenerativamente antropomorfizado.
Tienen fama los yezidis de adoradores del demonio, y no precisamente por ignoran
cia o preocupacin
practican el culto y establecen el trato con las ms perniciosas entidades, tanto
elementarias como
elementales, sino que convencidos de su maldad y temerosos de ellas tratan de ma
ntenerlas propicias. Dicen
que si bien el jefe de los espritus malignos est en perpetua querella con Alah, ha
de llegar da en que se
pongan en paz, y entonces sufrirn las consecuencias de su desvo quienes se lo haya

n mostrado al espritu
negro, con lo que tendrn a los dos en contra suya (146).
Se han imaginado los yezidis todo un pandemonio (147), y recurren a los yakshas
(espritus del aire) y a los
afrites (espritus del desierto) para transmitir sus ruegos a Satn, el rey del aver
no. En sus asambleas cultuales
se toman los yezides de las manos y forman amplsimos corros en cuyo centro se sita
el cheique o sacerdote,
quien manos en alto entona un himno en loor de Sheitan (Satn), mientras los del c
orro voltean y saltan y
mutuamente se hieren con puales hasta caer algunos exnimes, pues las heridas que s
e infieren son ms
profundas que las de los lamas y yoguis del Tbet y la India. Durante la ceremonia
suplican con grandes voces
a Sheitan que se manifieste por medio de prodigios, y como celebran estas asambl
eas por la noche, suelen
obtener algunas manifestaciones fenomnicas, entre ellas la de enormes globos de f
uego que luego toman
figura de extraos animales.
Segn testimonio de un ockhal druso, la seora Ester Stanhope, verdadera autoridad e
n la masonera de
Oriente, presenci disfrazada en traje de emir las ceremonias de los yezidis llama
das misas negras , y a pesar
de sus animosos bros se desmay a la vista de aquel espectculo y mucho trabajo hubo
para volverla en su
sentido (148).
Un peridico catlico public recientemente un artculo sobre las prcticas del nagual y d
el obed,
modalidades de magia negra, y dice que la repblica de Hait es el centro de socieda
des secretas en cuyos
abominables ritos de iniciacin se sacrifican nios que despus devoran los circunstan
tes. El articulista aduce
por otra parte el testimonio del viajero francs Pirn, quien presenci en Cuba una te
rrible escena en casa de
cierta seora de quien nadie hubiera sospechado que perteneciese a tan monstruosa
secta. Actuaba de
sacerdotisa una muchacha de raza blanca que enteramente desnuda se puso en frene
s mntico por medio de
danzas y hechizos acompaadas del sacrificio de dos gallinas, respectivamente blan
ca y negra. Una serpiente
domesticada al efecto se fue enroscando en el cuerpo de la muchacha al son de un
instrumento msico,
mientras parte de los fieles acompaaba a sta en sus danzas y otra parte segua atent
amente todos sus
movimientos y contorsiones, hasta que al fin cay al suelo presa de un ataque epilp
tico.
El articulista en cuestin deplora que ocurran semejantes escenas en pases cristian
os, y achaca a la natural
depravacin del corazn humano la tenaz persistencia en la demonolatra de los antepas
ados, por lo que excita
el celo de los catlicos para atajar tan grave mal.
Sin embargo, el articulista, que no repara en dar por cierta la paparrucha de la
inmolacin de nios en las
referidas ceremonias de magia negra, olvida que precisamente de la fe brotan los
hroes y los mrtires de las
creencias de un pueblo prevalecientes contra las ms enconadas y sangrientas perse
cuciones, al paso que es
un pueblo de apstatas y renegados el que se convierte a religin distinta de la de
sus antepasados. Una
religin impuesta por violencia, forzosamente ha de fomentar la hipocresa.

En apoyo de esta verdad acude la respuesta que unos indos dieron al misionero Ma
rgil cuando ste les
pregunt: Cmo sois tan paganos despus de haber sido tanto tiempo cristianos? . A lo que
respondieron los
preguntados: Qu harais vos si los enemigos de vuestra fe invadieran vuestro pas? No es
conderais
vuestros libros, ornamentos y smbolos religiosos en las ms ocultas cuevas de las m
ontaas? Pues as han
hecho nuestros sacerdotes, profetas, adivinos y naguales .
Si un catlico respondiera de esta suerte a parecida pregunta de un cismtico griego
o de un hereje
protestante, de seguro que se ganara un lugar en el martirologio romano. Preferib
le a un cristianismo cuyos
progresos exigen la desaparicin de pases enteros como barridos por tromba de fuego
(149), es una religin
como la japonesa sintosta, que aunque la llamen pagana mereci de San Francisco Jav
ier la opinin de que
en virtud y honradez aventajaban sus fieles a cuantas naciones haba visto .
La embriaguez y la inmoralidad en todas sus formas son las consecuencias inmedia
tas en los indos que
apostatan de la fe de sus padres y se convierten a una religin formulista.
INFLUENCIA CLERICAL EN LA INDIA
Para saber lo que est haciendo el cristianismo en India, no necesitamos recurrir
al testimonio de sus
adversarios, pues un cristiano, el capitn O Grady, que ha servido en la India, dice
sobre el particular:
El gobierno britnico comete una torpeza al consentir que los naturales del pas se
conviertan de sobrios en
beodos. Las religiones industa, budista y musulmana prohben las bebidas espirituos
as, y no obstante se va
extendiendo cada da ms el vicio de la embriaguez... La venta de licores, monopoliz
ada por el gobierno al
estilo del tabaco en Espaa, ha ocasionado en la India males tan hondos como el co
mercio del opio fomentado
en China por la codicia britnica... Generalmente, los criados forasteros de las f
amilias europeas son beodos
incorregibles; pero los criados del pas detestan la bebida y son, desde este punt
o de vista, ms dignos de
respeto que sus amos, pues all todo el mundo bebe, sin exceptuar los clrigos de to
da categora y aun las
colegialas de pocos aos.
Estas son las bendiciones que el moderno cristianismo derrama en el pas con sus b
iblias y catecismos. La
embriaguez de los licores y de la lujuria estragan con su influencia el Indostn,
la China y Tahit, con el
agravante del mal ejemplo dado por la hipocresa religiosa y el escepticismo ateo,
como si estos corrosivos de
las naciones civilizadas fueran todo cuanto necesitaran los pases sometidos al pe
sado yugo teolgico,
mientras que por otra parte se adultera deliberadamente, cuando no se niega sin
escrpulo todo cuanto de
noble, elevado y espiritual alent en la genuina religin cristiana.
Si leemos lo poco que de San Pablo queda en los escritos atribuidos a su mano, n
o encontraremos ni un
pasaje en que el valiente, honrado y sincero apstol d a la palabra Cristo otro sig
nificado que el de la divinidad

latente en el hombre. Segn San Pablo, no es Cristo una persona sino la encarnacin
de una idea, y as dice:
Renovaos, pues, en el espritu de vuestro entendimiento y vestos del hombre nuevo (
150).
Fue Pablo el nico apstol que comprendi el sentido esotrico de las enseanzas de Jess, a
unque nunca
estuvo en directo trato con l; pero era adepto, y decidido a iniciar una nueva y
amplsima reforma que
abarcara a la humanidad entera, antepuso este propsito a la sabidura de los Mister
ios y de su epopteia o
revelacin final, por lo que, como acertadamente dice Wilder, el verdadero fundado
r del cristianismo no fue
Jess sino Pablo, y en Antioqua empezaron a llamarse cristianos los fieles de la nu
eva religin (151). Oigamos
sobre el particular a Wilder:
Hombres como Ireneo, Epifanio y Eusebio son tristemente clebres por sus falsifica
ciones y deshonrosos
procedimientos de impostura, y el corazn se encoge al escuchar el relato de los c
rmenes cometidos en
aquella poca... Cuando los musulmanes invadieron la Siria y el Asia Menor, recibir
onles los cristianos como a
libertadores de la insoportable opresin en que les tenan las autoridades eclesistic
as (152).
Nunca divinizaron los musulmanes a Mahoma, y sin embargo, el prestigio de su nom
bre ha bastado para que
millones de creyentes adoren al nico Dios con fe incomparablemente ms ardorosa que
la de los cristianos,
aunque desde la poca del profeta hayan degenerado lastimosamente sus sentimientos
religiosos. Al fin y al
cabo esto es consecuencia del actual prevalecimiento de la materia sobre el espri
tu en el mundo entero, y
tanto como los musulmanes han degenerado los cristianos, porque bien debieran ve
nerar la figura de Jess
(para ellos mil veces superior a la de Mahoma) siguiendo su ejemplo y practicand
o sus enseanzas en vez de
adorarle ciegamente como Dios, al estilo de ciertos budistas que echan a la suer
te sus plegarias. Notoria es la
esterilizacin de la fe cristiana, y as le cuadra el nombre de cristianismo tan sin
iestramente como cuadrara el
de budismo al culto fetichista de los kalmucos.
CRISTO SEGN EL APSTOL PABLO
Sobre esto dice Wilder:
El cristinismo moderno no se parece a la religin predicada por Pablo, pues carece
de su amplitud de miras,
su severidad y sutilsima percepcin espiritual. En cada pas asume el moderno cristia
nismo la modalidad
adecuada a las caractersticas tnicas, y as es el mismo en Italia y Espaa, pero difie
re completamente en
Francia, Alemania, Holanda, Suecia, Inglaterra, Rusia, Armenia, Kurdistn y Abisin
ia.
Comparado con las religiones que le precedieron, ofrece el cristianismo ms discre
pancias externas que
internas. Las gentes anochecieron paganas y amanecieron cristianas. En cuanto al

Sermn de la Montaa, no
hay pas cristiano que obedezca sus preceptos, pues tan frecuentes como en tiempos
del paganismo son hoy
la opresin, la crueldad y la barbarie.
Contra el cristianismo de Pablo prevaleci el de Pedro, que a su vez qued influido
por las dems religiones
del mundo. Cuando la humanidad adelante lo suficiente en su evolucin espiritual y
a las razas brbaras
sucedan otras de ms nobles costumbres, entonces podrn concretarse en realidad los
puros ideales del
cristianismo.
El concepto que del Cristo tuvo Pablo ha sido un enigma muy costoso de descifrar
, pues era algo ms que el
Jess de los Evangelios, de cuyas genealogas prescindi por completo el apstol de los
gentiles. El autor del
cuarto Evangelio, que indudablemente fue un gnstico alejandrino, representa a Jess
como la encarnacin del
divino Espritu. Es el Logos, la Emanacin primaria, el Metratn. La madre de Jess, com
o la princesa Maya y
las vrgenes Danae y Periktion, no concibi un hijo del amor humano, sino del amor di
vino. Ni los judos ni los
primitivos cristianos ni los mismos apstoles haban tenido de Jess este concepto. En
cambio, Pablo habla de
Cristo ms bien como de un personaje que como de una persona. en las asambleas sec
retas solan
representarse la bondad y verdad divinas en forma de un hombre asediado por las
pasiones y apetitos de la
carne, pero superior a ellos. Esta alegora dio pretexto a los sacerdotes ignorant
es y a gentes de mezquina
mentalidad para forjar el dogma de la encarnacin del Verbo por obra del Espritu Sa
nto.
Entresacaremos ahora un pasaje de la obra que sobre el reino de Siam public en 16
93 el seor de la
Loubre, embajador del rey de Francia en aquel pas, pues da en ella interesantes no
ticias de la religin
siamesa y del redentor Sommona Cadom. Dice as:
Aunque los siameses diputan por prodigioso el nacimiento de su Salvador, le atri
buyen padre y madre (153).
Segn los libros balis (152), fue su madre Maha-Mara, que me parece significa Gran
Mara, ya que maha
quiere decir grande. Esta coincidencia ha llamado la atencin de los misioneros, y
dio motivo a los siameses
para creer que Jess era hermano de Sommona-Cadom (pues tambin se lo representan co
mo hijo de Mara);
pero el hermano perverso, a quien ellos llaman Thevetat, y que por ello fue cruc
ificado, padece en el infierno un
suplicio semejante al de la cruz... Los siameses esperan el advenimiento de otro
Salvador, tan prodigioso como
Sommona-Cadom, a quien llaman Pronarote y de quien dicen fue profetizado por Som
mona.
Mientras este ltimo estuvo en la tierra, oper toda clase de prodigios y tuvo dos d
iscpulos: Maglia y
Scaribut, cuyas imgenes se ven respectivamente a la derecha y a la izquierda del d
olo de Sommona.
El padre del Salvador siams era, segn dicen los mismos libros balis, rey de Tevela
nca como ellos llaman a
Ceiln. Sin embargo, los libros balis no llevan fecha ni nombre de autor, y as no t
ienen ms autoridad que la

de cualquier otra tradicin de origen desconocido (153).


Este ltimo argumento es tan infantil como deleznable, pues si a comparar fusemos n
o hay en el mundo
obra tan dudosa respecto a fechas, autores y texto como la Biblia hebreo-cristia
na. Desde este punto de vista,
tanta razn tienen los siameses para creer en su milagroso Sommona-Cadom como los
cristianos para creer
en el prodigioso nacimiento de su Salvador. Adems, no les asiste a los misioneros
cristianos ms valiosa
razn para infundir sus creencias a los siameses o cualquier otro pueblo que la qu
e les asistira a los budistas
para convertir al budismo a los franceses e ingleses a filo de espada. Aun en la
librepensadora Unin
Americana se expondra un misionero budista a continuos insultos, y en cambio los
misioneros cristianos
escarnecen pblicamente la religin nacional de los pases en que actan, sin que ni bra
hmanes ni lamas ni
bonzos tengan siempre libertad para replicarles. Ciertamente, no es as como se di
sipan las tinieblas del
paganismo con la luz del cristianismo y de la civilizacin.
INSINUACIONES DE LOUBRE
Sin embargo, esta agresividad contra millones de hermanos nuestros que tan slo de
sean que se les deje en
paz, era la tnica fundamental de la propaganda religiosa en el siglo XVII, segn se
infiere de las jesuticas
observaciones apuntadas sobre el particular por el seor de la Loubre en su ya refe
rida obra, donde dice:
De lo expuesto acerca de las creencias de los orientales, resulta fcil de compren
der cun magna es la
empresa de convertirlos a la religin cristiana. De aqu la necesidad de que los mis
ioneros conozcan
perfectamente las costumbres y creencias religiosas de estos pueblos. Porque as c
omo los apstoles y
primitivos cristianos, no obstante ver apoyada su predicacin con tantos prodigios
, no revelaron de una vez a
los paganos los adorables misterios de nuestra religin, sino que por largo tiempo
ocultaron aun a los mismos
catecmenos el conocimiento de todo cuanto pudiera escandalizarles, as tambin me par
ece muy puesto en
razn que los misioneros, faltos del don de milagros, no descubran desde luego a l
os orientales ni todos los
misterios ni todas las ceremonias del cristianismo.
Por ejemplo; sera conveniente, salvo mejor opinin, ensearles con suma prudencia el
culto de los santos, y
por que toca al conocimiento de Jesucrito, no hablarles del misterio de la Encar
nacin hasta que estuviesen
convencidos de la existencia de Dios. Porque cmo persuadir a los siameses de que e
chen de sus altares a
Sommona Cadom, Mogla y Scaribut para colocar a Jess, Pedro y Pablo? Fuera conveni
ente no representarles
la imagen de Cristo crucificado sin ensearles antes la posibilidad de que un homb
re sea inocente y sin
embargo desgraciado, y que en virtud del principio por ellos mismos admitido de
que el inocente puede asumir
la responsabilidad del culpable, era necesario que Dios se hiciese hombre con ob
jeto de que este Dios-hombre

redimiese por el voluntario sacrificio en afrentosa muerte los pecados de todos


los hombres; pero antes sera
preciso sugerirles la idea del Dios creador justamente indignado contra los homb
res. As no escandalizara a
los siameses el sacramento de la Eucarista, como escandaliz a los paganos europeos
, tanto ms por cuanto
estos indgenas no creen que los talapines puedan comerse a la mujer e hijos de So
mmona-Cadom.
Por el contrario, como los chinos respetan escrupulosamente a sus padres, no dud
o de que si se les diera a
leer el Evangelio, les escandalizara aquel pasaje en que Jess desdea a su madre y h
ermanos, y les
ofenderan aquellas otras palabras en que Jess dice: Deja que los muertos entierren
a sus muertos .
Sabidos son los reparos que los japoneses pusieron al dogma de la condenacin eter
na que les enseaba
San Francisco Javier, pues se resistan a creer que sus antepasados estuviesen con
denados por no profesar el
cristianismo del que jams oyeron hablar.
Parece necesario, por lo tanto, imitar al insigne apstol de las Indias establecie
ndo ante todo la idea de un
Dios omnipotente, omnisciente, justo, autor de todo bien y nico digno de adoracin,
por cuya voluntad hemos
de respetar a los reyes, obispos, magistrados y padres.
Suficientes son estos ejemplos para representar la necesidad de predisponer caut
elosamente el nimo de los
orientales a fin de que acepten sin repugnancia los dogmas de la fe cristiana (1
56).
Pero si prescindimos de la figura de Jesucristo, qu les queda por predicar a los m
isioneros? Sin el
Salvador desaparece la redencin, la muerte en cruz por los pecados del mundo, el
Evangelio entero, el dogma
de la condenacin eterna. Adems, faltos del don de milagros, no tienen los misioner
os jesuitas a su
disposicin ms que el polvo de los santuarios paganos para cegar con l a los siamese
s. Cruel en verdad es
el sarcasmo de borrar los rasgos caractersticos del cristianismo para que lo acep
ten unas gentes cuya moral
religiosa no les consentira aceptarlo ntegramente. Necesariamente ha de tener algo
errneo una religin que
no puede resistir la crtica espontnea de un pueblo leal, honrado, piadoso, modelo
de ternura filial y
profundamente temeroso de Dios. As lo va demostrando poco a poco el tiempo.
LA LEYENDA DE SAN JOSAFAT
En la expoliacin que sufri el budismo para nutrir la nueva religin cristiana, era d
e esperar que los
expoliadores no descuidaran de aprovecharse de la figura de Gautama para llenar
los huecos dejados en la
legendaria historia de Jess, despus de servirse al mismo efecto de la de Krishna.
As es que incluyeron en el
santoral romano y en la Leyenda de Oro al reformador indo con el nombre de San J
osafat, digno compaero de
impostura de los santos Longino, Anfbolo, Aura y Plcida (157). Posteriormente trat
aron algunos hagigrafos
de dar autenticidad a este santo apcrifo, y una de las invenciones ms curiosas fue
la de convertirle en Josu,
el hijo de Nun; pero por fin resolvieron copiar literalmente de los libros budis

tas la vida de Gautama para


adscribrsela a San Josafat, sin ms alteracin que los nombres de los personajes (158
).
El historiador Couto fue el primero en descubrir el plagio, aunque, segn Mller, La
boulaye dio la primera
noticia acerca de la identidad de ambas biografas (159). No nos detendremos a con
siderar estas insulseces
clericales que dejaron perplejo a Dominico Valentyn, quien dice entre otras cosa
s:
Hay algunos que tienen a este Budhum por un judo fugitivo de Siria. Otros le cree
n discpulo del apstol
Santo Toms, pero no se comprende cmo pueda ser esto si por otra parte fijan en 622
aos antes de J. C. el
nacimiento del supuesto santo. Diego de Couto opina que fue Josu, lo cual me pare
ce todava ms absurdo.
Por su parte aade Yule:
La novela religiosa intitulada: Vidas de Barlaam y Josafat, fue durante algn tiem
po una de las obras ms
populares de la cristiandad. Se tradujo a muchos idiomas europeos, entre ellos e
l escandinavo y el eslavo...
Aparece por vez primera esta leyenda en las obras de San Juan Damasceno que flor
eci en la primera mitad
del siglo VIII (160).
Aqu est ciertamente la explicacin del enigma, pues San Juan Damasceno, antes de su
conversin al
cristianismo, desempe un elevado cargo en la corte del califa Abu-Jafar-Al-Manzor,
en donde sin duda oira
esta leyenda y la acomodara a las ortodoxas exigencias de la metamorfosis de Gaut
ama en santo de la Iglesia
romana.
El historiador Diego de Couto dice por su parte:
Los gentiles han dedicado a Buda magnficas pagodas por toda la India. Respecto a
esta leyenda, hemos
inquirido diligentemente si entre los escritos de aquellos paganos haba alguna no
ticia de San Josafat que fue
convertido a la fe por Barlaam, y era hijo de un poderoso rey de la India con to
das las particularidades que de
Buda se cuentan.
En mi viaje por la isla de Salsette fui a visitar la rara y admirable pagoda de
Knhari a que los portugueses
llamamos Canar, edificada en la cumbre de una montaa con muchos recintos excavados
en la roca viva. Le
pregunt a un anciano quin haba mandado construir tan soberbia obra, y me respondi qu
e sin duda el padre
de San Josafat para tenerle all preso como en su vida se refiere. Y puesto nos di
ce esta su biografa que fue
hijo de un poderoso rey de la India, bien pudiera ser el Buda de quien tantas ma
ravillas se cuentan (161).
La leyenda cristiana est tomada en casi todos sus pormenores de la budista tradic
in ceilanesa, pues de
Ceiln era rey el padre de Gautama, a quien recluy en un soberbio palacio erigido a
l efecto con toda suerte de
comodidades y placeres que le hiciesen apetecible la vida. Marco Polo refiere la
historia de Buda tal como la

oy de labios de los ceilaneses, y hoy se ha echado de ver que el relato del intrpi
do navegante concuerda
fielmente con los diversos textos budistas. Apunta ingenuamente Marco Polo que G
autama llev tal vida de
mortificaciones, abstinencias y santidad como si hubiese sido cristiano, y de se
rlo de seguro que tuviera en l
Jesucristo uno de sus ms ilustres santos por la bondad y pureza de su vida.
Aade a eso el coronel Yule que no es Marco Polo el nico personaje de nota cuyo hui
cio se rinde ante la
santidad de Gautama, pues sobre el particular dice Max Mller:
Sea cual sea el concepto que tengamos de la santidad, quien dudase del derecho d
e Buda a figurar entre los
santos, lea la historia de su vida en los cnones budistas. Si vivi como all se refi
ere, pocos santos tienen
tanto derecho a este ttulo como Buda, y ni griegos ni latinos deben arrepentirse
de haber conferido a su
memoria los honores de la santidad conferidos a San Josafat, el prncipe asceta.
LAMASMO Y CATOLICISMO
Nunca como en el siglo XIII, durante el reinado del kan Kublai, tuvo la Iglesia
romana tan favorable
oportunidad de cristianizar la China, el Tbet y la Tartaria, pues dicho monarca a
nduvo algn tiempo perplejo en
escoger entre el cristianismo, el islamismo, el judasmo y el budismo, y aunque pa
reca inclinarse al
cristianismo, movido de la elocuencia de Marco Polo, fracasaron las gestiones de
ste a consecuencia de
haber muerto por entonces el pontfice Clemente IV y haber durado el interregno al
gunos meses, de modo que
no fue posible enviar los misioneros pedidos por el kan Kublai. Para quienes cre
en en la Providencia que
gobierna nuestro nfimo mundo, fue indudablemente motivado aquel contratiempo, por
que sin la oportuna
muerte del pontfice de seguro hubiesen cado los budistas en el idoltrico formulismo
romano. Esto demuestra
que en los providenciales designios aventaja el budismo al cristianismo.
La religin budista ha degenerado en lamasmo en la Tartaria y el Tbet; pero aun con
todos sus defectos de
pura ceremonia, que escasamente afectan a la esencialidad de la doctrina, es muy
superior al catolicismo
romano.
El abate Huc no tard en convencerse de ello y escribe sobre el caso:
A medida que con mi caravana me internaba en el pas, me decan los naturales que cu
anto ms adelantase
hacia Occidente, ms puras y luminosas enseanzas religiosas hallara.
Lha-Ssa era el intenso foco de luz cuyos rayos se debilitaban al difundirse leja
namente. Cierto da le di a un
lama tibetano un catecismo de la doctrina cristiana, y me maravill de que no le p
areciese extrao, pues dijo
que tena mucha semejanza con las creencias de los lamas del Tbet, entre las cuales
ech de ver maravillado
los dogmas de la unidad de Dios, la Encarnacin y la presencia real en la Eucarista
... Este desconocido
aspecto de la religin budista me inclin a esperar que encontrara entre los lamas de
l Tbet un ms puro
sistema religioso (162).

Precisamente por estos encomios del lamasmo retir el Papa las licencias al abate H
uc y puso su obra en el
ndice expurgatorio.
Preguntado ms tarde el kan Kublai por qu no haba elegido por religin oficial la cris
tiana, a pesar de
parecerle la mejor de las cuatro, respondi:
Cmo queris que me declare cristiano? Hay cuatro profetas mayormente venerados en to
do el mundo. Los
cristianos dicen que su Jesucristo es Dios. Los musulmanes veneran a Mahoma; los
judos a moiss; los
budistas a Sogomon Borkan (163), que es el primer dios entre sus dolos. Pues bien
, yo adoro y venero a los
cuatro, y ruego al mayor de ellos que me conceda su auxilio.
Podemos rernos del cauteloso proceder del kan de Tartaria; pero no vituperarle po
r dejar a la Providencia el
cuidado de resolver tan embarazoso conflicto ni tampoco por las razones siguient
es que expuso a Marco Polo:
T ves que los cristianos de estos pases son muy ignorantes y no saben hacer nada,
al paso que los
budistas hacen cuanto les place; y cuando me siento a la mesa vienen a mis labio
s las copas sin que nadie las
toque y bebo de ellas. Dominan las tormentas de modo que las desvan a su arbitrio
, reciben avisos y
predicciones de boca de los dolos y operan muchas otras maravillas. Por otra part
e, si me convirtiese al
cristianismo, mis nobles me preguntaran qu poderes he visto en los cristianos parr
a moverme a la conversin,
pues ya sabes que los budistas atribuyen cuantos prodigios operan a la santidad
de sus dolos. A esta objecin
no sabra yo qu responderles, y en vez de convertirlos les confirmara en su error, y
como son gente experta
en artes milagrosas, tal vez maquinaran mi muerte. As pues, vete a ver al sumo pon
tfice de tu religin y
rugale de mi parte que enve por ac un centenar de varones versados en vuestra ley;
con lo que si son
capaces de rebatir frente a frente las prcticas de los budistas y demostrarles qu
e tambin saben ellos, pero
que no quieren, operar tales prodigios, porque se deben al valimiento del demoni
o y de los espritus malignos.
Si adems son capaces de dominar en mi presencia a los budistas de modo que no pue
dan estos obrar
maravilla alguna, entonces abolir el culto de su religin, y yo y todos mis nobles
recibiremos el bautismo, con
lo que habra ms cristianos en estos pases que en los vuestros (164).
Por qu no aceptaron los cristianos tan razonable proposicin? Moiss no vacil en afront
ar la misma
prueba ante el Faran contra los magos egipcios y sali airoso de ella. A nuestro en
tender, aquel inculto mogol
discurra con admirable intuicin e irrebatible lgica, pues echaba de ver que, ya fue
se un hombre cristiano,
musulmn, judo o budista, era indistintamente capaz de educir sus potencias espirit
uales y llegar por medio de
su respectiva fe a la percepcin de la verdad suprema. Por esto peda una prueba evi
dente de la virtualidad de
la religin que haba de escoger para su pueblo.
Aunque tan slo juzguemos a la India por sus prestidigitadores e ilusionistas, for

zoso es reconocer que


aventaja a las academias europeas en conocimientos fsicoqumicos y psquicosfsicos, si
n contar los
fenmenos de indudable autenticidad psquica producidos por algunos fakires del sur
del Indostn, los
saberones del Tbet y los hobilanos de Mongolia. La fenomenotecnia ha llegado en a
quellos pases a un punto
de perfeccin que jams alcanz en otro alguno (165), y aunque la mayora de los extranj
eros que residen o
viajan por la India se figuren que estos fenmenos son juegos de prestidigitacin, n
o faltan europeos que han
tenido la rara fortuna de situarse tras el velo de las pagodas y conocen, por lo
tanto, la causa eficiente de los
fenmenos operados en las asambleas secretas de la India. Algunos, aunque pocos eu
ropeos, han estado en
el mahdevas-sthanam (166) de las pagodas.
REFERENCIAS DE JACOLLIOT
No sabemos si el fecundo Jacolliot (167) pudo entrar en uno de estos recintos; p
ero lo dudamos en vista de
las muchas fantasas que relata acerca de la inmoralidad de las ceremonias industas
, de los fakires y aun de
los sacerdotes budistas, reservndose para s el papel del casto Jos.
De todos modos, es evidente que los brahmanes no le descubrieron ningn secreto, p
ues al hablar de los
prodigios operados por los fakires, dice:
Practican las ciencias ocultas en la soledad de las pagodas bajo la direccin de l
os brahmanes iniciados... Y
nadie ha de sorprenderse de ello ni creer que las ciencias ocultas abren las pue
rtas de lo sobrenatural, pues si
bien hay fenmenos tan extraordinarios que desafan toda investigacin, no hay ninguno
que no pueda
explicarse con arreglo a las leyes naturales.
Verdaderamente, todo brahmn iniciado sera capaz de explicar cualquiera de estos ex
traordinarios
fenmenos; pero de seguro que rehusar explicarlos. En cambio, todava esperamos que l
as profanas
lumbreras de las ciencias fsicas expliquen siquiera el ms vulgar fenmeno de los pro
ducidos por un fakir
adscrito a una pagoda.
Dice Jacolliot:
No me sera posible relatar cuantas maravillas he presenciado; pero baste decir qu
e el magnetismo y
espiritismo de los europeos est todava en el abec de las operaciones fenomnicas, mie
ntras que los
brahmanes han logrado efectos de todas veras sorprendentes. Al presenciar estas
extraas e innegables
manifestaciones, cuya causa operante mantienen los brahmanes tan cuidadosamente
oculta, se rinde la mente
al vasallaje de lo maravilloso, y no hay otra solucin que marcharse de all para ro
mper el hechizo.
La nica explicacin que pude obtener de un erudito brahmn amigo mo fue la siguiente: V
osotros habis
estudiado la naturaleza fsica cuyas leyes han puesto en vuestras manos el vapor y
la electricidad; pero hace
ms de veinte mil aos que estudiamos nosotros las fuerzas mentales y hemos descubie

rto sus leyes de suerte


que, bien por actuacin independiente, bien en armona con la materia, obtenemos res
ultados mucho ms
asombrosos que los vuestros .
Por mi parte he visto cosas que no referir por recelo de que el lector las dipute
disparatadas, y
verdaderamente se comprende al presenciarlas que los antiguos creyeran en los de
monios obsesores y en el
exorcismo (168).
Sin embargo, este irreconciliable enemigo de las supercheras religiosas de todos
los pases y del clero de
toda confesin, incluso brahmanes, lamas y fakires, no deja de reconocer la superi
oridad de las ceremonias
industas y budistas respecto de las ridculas presunciones de la liturgia romana, y
al describir las horribles
torturas que se infligen los fakires, exclama en un momento de justa indignacin:
MENDICANTES Y MENDIGOS
Estos brahmanes mendicantes, estos fakires, aparecen, sin embargo, magnficos en s
u martirio cuando se
azotan, se arrancan trozos de carne y baan el suelo con su sangre. Pero qu hacis vos
otros, carmelitas,
capuchinos y franciscanos, fanticos sin fe y mrtires sin tortura? De qu os sirven lo
s cordones de nudos, los
pedernales, los cilicios, las disciplinas, los pies descalzos, sino de cmica mort
ificacin para baaros en agua
de rosas? No hay derecho de preguntaros si obedecis la ley de Dios al encerraros e
n los muros
conventuales para eludir la ley del trabajo que pesa sobre los dems hombres? Atrs!
Sois unos mendigos.
Pero basta ya. Demasiado nos hemos ocupado en ellos y su embrollada teologa, sin
que ni unos ni otra
hayan resistido el repeso en las balanzas de la historia, de la lgica y de la ver
dad, pues incapaces sus
sacerdotes de probar con obras que recibieron potestad divina fomentan el atesmo,
la desesperacin y el
crimen. Da feliz para la humanidad fuera el en que el clericalismo dogmtico desapa
reciese de la faz de la
tierra tan fcilmente como de la vista del lector. Entonces igualaran Nueva York y
Londres en moralidad a las
ciudades no intervenidas por cristianos, y Pars no correra pareja con la antigua S
odoma. Cuando los catlicos
y protestantes se convenzan, cual lo estn industas y budistas, de que toda mala ac
cin ha de tener
irremisiblemente su castigo y toda buena accin su recompensa, emplearn en converti
r a los infieles de
Occidente las cuantiosas sumas con que hoy subvencionan a los misioneros de Orie
nte, cuya efectiva misin
es despertar en los pases no cristianos el odio a la cristiandad.
En comprobacin de la filosofa ocultista examinaremos como trmino de nuestra tarea a
lgunos fenmenos
de que en diversos pases hemos sido oculares testigos y todo viajero puede corrob
orar personalmente.
Desaparecieron los pueblos antiguos, pero subsiste la primieval sabidura asequibl
e para cuantos quieran,
sepan y puedan mantenerla en sigilo.

CAPTULO V
Mi grande y noble capital, mi Daltu esplndidamente
adornada. Y t, oh Shangtu-Keibung!, mi fresca y deleitosa
residencia vernal. Ay de mi nombre, soberano del mundo!
Ay de mi Daitu, sede de santidad, obra gloriosa del
inmortal Kublaf! Todo, todo lo perd!
YULE: Libro de Marco Polo.
En cuanto a lo que dicen quienes extravan a muchos,
asegurndoles que una vez separada el alma del cuerpo no
sufre ni es consciente, ya s que no te consentir creerlos tu
buen fundamento en las doctrinas recibidas de nuestros
antepasados y confirmadas en las sagradas orgas de
Dionisio; porque muy conocidos nos son los smbolos msticos
a cuantos pertenecemos a la Fraternidad.-PLUTARCO.
El hombre es el problema de la vida. La Magia, o mejor
dicho, la Sabidura es el pleno conocimiento de las internas
facultades del ser humano, que son emanaciones divinas.
As por intuicin percibe el hombre su origen y se inicia en
este conocimiento. Empezamos con el instinto y nuestro
trmino es la omnisciencia.-WILDER.
Quien sabe, puede.-Libro industa de la evocacin.
Si algn extrao a la metafsica o a la mstica hubiese llegado hasta aqu en la lectura d
e esta obra, le
aconsejaramos que no se tomara el trabajo de pasar adelante, pues si bien todo cu
anto a decir vamos es
absolutamente cierto, lo diputara sin duda por imposturas y ficciones.
LOS PRINCIPIOS DE LA MAGIA
Para comprender los fundamentos de las naturales leyes a que obedecen los fenmeno
s cuya descripcin
nos proponemos, es preciso recapitular las reglas bsicas de la filosofa esotrica, c
onviene a saber:
1. Los fenmenos llamados milagros no son tales milagros, sino efectos de una ley
eterna, inmutable y
continuamente activa (1).
2. La naturaleza es trina. En su elemento invisible es arquetipo, energa y vitali
dad del objetivo y visible.
Ambos son mudables y perecederos en subordinacin al tercero y espiritual elemento
que es la nica,
inmutable y eterna realidad, fuente, origen y raz de toda energa.
3. El hombre es trino. Su elemento objetivo es el cuerpo fsico; su elemento invis
ible es el alma; su
elemento superior es el espritu inmortal que ilumina y cobija a los dos elementos
subordinados. Cuando el
alma se identifica con el espritu, alcanza el hombre la inmortalidad.
4. La magia es la ciencia de actuar espiritualmente en el cuerpo fsico de conform
idad con los principios
reguladores de la actividad del espritu sobre s mismo y sobre la materia.
5. La magia es tambin el arte de practicar los principios reguladores de la activ
idad del espritu. La
siniestra aplicacin de esta prctica es hechicera. La recta aplicacin de esta prctica
es sabidura.

6. El dediumnismo es la anttesis del adeptado. El mdium es pasivo instrumento de i


nfluencias ajenas. El
adepto se domina a s mismo y subyuga a las potestades inferiores.
7. El adepto puede saber ciertamente todo cuanto hasta ahora ha ocurrido en el m
undo, porque todo
suceso queda registrado en los anales de la luz astral.
8. Las cualidades esprituales difieren en los hombres segn la raza, tanto como las
cualidades fsicas de
color, estatura, fisonoma, etc. En algunos pases prevalece el don de profeca; en ot
ros, la mediumnidad; en
algunos, la hechicera (2).
9. Por medio de los conocimientos mgicos es posible que el alma (3) se separe del
cuerpo fsico. Sin
embargo, esta separacin es involuntaria e inconsciente en los mdiums y voluntaria
y consciente en los
adeptos (4).
10. La piedra angular de la magia es el profundo conocimiento prctico del magneti
smo y la electricidad con
todas sus propiedades, correlaciones y efectos en el reino animal y en el humano
.
Hasta aqu las reglas de filosofa esotrica, que necesitan los consiguientes comentar
ios.
Cuando el hombre se desprende interinamente de su cuerpo fsico para actuar en el
astral, se substrae
tambin a las condicionalidades de tiempo y espacio. El taumaturgo profundamente v
ersado en ciencias
ocultas puede hacer invisible su cuerpo fsico o asumir proteicamente la forma obj
etiva que le plazca, mediante
la hipntica alucinacin ejercida en los sentidos de los circunstantes (5).
Pero si el vehculo astral no encuentra obstculos en su movimiento, el cuerpo fsico
est sujeto a los medios
ordinarios de locomocin, aunque es posible levitarlo en determinadas condiciones
magnticas (6). En ciertos
casos y circunstancias cabe transportar la materia fsica inorganizada por medio d
e la desintegracin de sus
molculas hasta el estado de dializacin, para reintegrarla despus de atravesar las p
aredes y dems
obstculos densos; pero este procedimiento de desintegracin dializada no es aplicab
le a los organismo vivos.
Crean los discpulos de Swedenborg, de acuerdo con la ciencia oculta, que la separa
cin de alma y cuerpo
es caso frecuente, y que en la vida cotidiana encontramos a menudo cuerpos vivos
pero sin alma, pues los
principios superiores al cuerpo fsico pueden desprenderse de ste a causa de violen
tas emociones, como el
miedo cerval, la pena honda, la desesperacin, la exacerbada sensualidad, los ataq
ues de epilepsia y otras
condiciones morbosas. Entonces puede infundirse en aquel desalmado cuerpo la ent
idad astral de un
hechicero, de un elementario o de un elemental (7); y si bien los adeptos o mago
s blancos tienen el mismo
poder, jams se infundirn en un cuerpo impuro, a no ser que hayan de cumplir una mi
sin extraordinariamente
trascendental.
PROPIEDADES DE ALGUNAS PLANTAS
En los casos de locura, o bien queda expuesta el alma a la influencia de las ent
idades circunvalantes por no
poder valerse de su vehculo fsico, o bien se aleja definitivamente de l, y entonces

lo ocupa alguna entidad


vamprica prxima a desintegrarse, que as halla medio de prolongar algn tanto su exist
encia con los placeres
sensuales que aquella forma corporal le proporciona.
Por lo que se refiere a la regla dcima, conviene advertir que muchos minerales po
seen propiedades ocultas
tan sorprendentes como las de la llamada piedra imn; y si los naturalistas descon
ocen dichas propiedades, ha
de conocerlas forzosamente el mago para operar con xito. Todava tienen algunas pla
ntas propiedades
ocultas ms maravillosas que los minerales, y el secreto de la eficacia de ciertas
hierbas en los hechizos y
encantamientos, slo se ha perdido para la ciencia europea (8). Las mujeres de Tes
alia y del Epiro, femeninos
hierofantes de los ritos sabacienses, no sepultaron sus secretos bajo las ruinas
de los santuarios, pues quienes
conocen las cualidades del soma tambin conocen las de otras plantas.
Magia es sinnimo de sabidura espiritual y la naturaleza es la aliada, discpula y es
clava del mago, que por
serlo ha logrado la perfeccin y con su voluntad subyuga el vital principio que an
ima todas las cosas. De esta
suerte puede el adepto estimular en animales y plantas la accin de las fuerzas bi
olgicas hasta ms all de
los lmites que ordinariamente llamamos naturales, sin por ello contrariar a la na
turaleza, sino favorecerla con la
intensificacin del principio vital.
El adepto es capaz de alterar la condicionalidad sensoria y emotiva del cuerpo a
stral de quien no sea adepto;
puede valerse a su albedro de las entidades elementales o espritus de la Naturalez
a; pero de ningn modo le
cabe dominar el espritu de hombre alguno ni encarnado ni desencarnado, porque tod
o espritu es chispa divina
no sujeta a externas influencias.
Hay dos modalidades de clarividencia: psquica y espiritual. La clarividencia de l
os modernos sujetos
hipnotizados difiere de la de las antiguas pitonisas tan slo en los medios de pro
ducir el estado lcido y de la
mayor o menor agudeza de los sentidos astrales; pero ni unas ni otros llegan de
mucho a la perfecta y
omnisciente clarividencia espiritual, sino que slo pueden vislumbrar la verdad a
travs del velo de la
naturaleza fsica.
El principio mental llamado favtma por los yoguis indos es el mediador entre los
elementos espirituales y
materiales del hombre, pues por una parte domina y por otra est sujeto al cerebro
fsico. La claridad y
exactitud de las percepciones espirituales de la mente dependen, mientras est lig
ada al cuerpo material, de su
grado de relacin con el principio superior, y cuando esta relacin le permite actua
r independientemente de los
principios inferiores y unida al superior, entonces percibe la verdad sin mezcla
de error alguno. Este es el
estado que los indos llaman samdhi, o sea la ms elevada condicin espiritual asequib
le para el hombre en la
tierra (9).
Los vocablos snscritos prnayma, pratyhra y dhrn expresan otros tantos estados psquic
0).
Enel de dhrn queda el cuerpo fsico completamente catalptico y es subjetiva y clarivid
ente la percepcin
del alma libre; pero como no deja de funcionar el principio senciente del cerebr

o fsico, las percepciones


mentales estarn entremezcladas con las percepciones objetivas del mecanismo cereb
ral, y por ello se le
representarn la memoria y la fantasa en vez de la visin perfecta. Pero el adepto sa
be cmo suspender el
funcionalismo mecnico del cerebro y as son sus visiones claras, puras, verdaderas
e inalterables. Al paso que
el vidente, incapaz de anular las vibraciones astrales, slo percibe imgenes ms o me
nos incompletas por
medio del cerebro, el clarividente sujeta a su voluntad todas sus potencias psqui
cas y facultades fsicas, y no
puede tomar las sombras por realidades porque su percepcin es directamente espiri
tual, sin que el Yo
superior o subjetivo est eclipsado por el yo inferior u objetivo.
CLARIVIDENCIA ESPIRITUAL
Tal es la genuina clarividencia espiritual que, segn dice Platn, eleva al alma ms a
ll de los dioses
menores hasta identificarla con el simple, puro, inmutable e inmaterial Nous. Ta
l es el estado que Plotino y
Apolonio llamaron de unin con Dios, los antiguos yoguis isvara (11) y los moderno
s samdhi. Sin embargo, la
clarividencia espiritual es tan distinta de la videncia psquica como una estrella
de una lucirnaga (12).
Amonio Sacas, el Teodidactos (enseado por Dios), dice que la memoria (13) es la ni
ca potencia que
directamente se opone al don de profeca y previsin.
Olimpiodoro dice por su parte:
La fantasa es un impedimento para nuestra percepcin mental, y de aqu que si intervi
ene cuando estamos
movidos de inspiracin divina, cesa la energa entusistica, pues el entusiasmo es inc
ompatible con el xtasis.
Si se nos preguntara si el alma es capaz de energizarse sin la fantasa, respondera
mos que s lo es, segn
demuestra su percepcin de los universales independientemente de la fantasa, que si
n embargo acompaa al
alma y acrecienta su actividad como la tempestad acelera el movimiento de la nav
e (14).
Adems, el mdium no puede subyugar voluntariamente sus cuerpos mental y fsico, sino
que necesita para
ello la ajena intervencin de una entidad desencarnada, de un hipnotizador terreno
o bien de algn medio que
artificiosamente le ponga en trance, mientras que a los adeptos y fakires les ba
sta para ello un breve rato de
reconcentracin y ensimismamiento.
Entre los medios artificiales (15) de que se valan los antiguos para determinar e
l estado de trance, citaremos
las columnas de bronce del templo de Salomn; las campanillas y granadas de oro de
Aarn y sumos
pontfices hebreos; las sonoras campanas que pendan alrededor de la estatua de Jpite
r Capitolino (16); las
tazas de bronce que se empleaban en los Misterios durante el Kora (17), y las co
pas de bronce pendientes en
crculo de un doble aro de doscientas granadas que servan de chapaletas en el hueco
de las columnas. Las
sacerdotisas que en el norte de la antigua Germania actuaban bajo la direccin de
los hierofantes, slo podan

profetizar entre el tumulto de las olas del mar o mirando de hito en hito la rpid
a corriente de un ro. Las
sacerdotisas de Dodona se situaban al mismo efecto bajo el roble de Zeus (18) y
quedaban hipnotizadas al
murmullo de las hojas del rbol o del arroyuelo que regaba sus races (19).
Pero el adepto no necesita valerse de estos artificiosos medios, pues le basta c
on la simple accin de su
potencia volitiva. Segn el Atharva-Veda, la actualizacin de la potencia volitiva e
s la forma superior de la
oracin que entonces obtiene inmediata respuesta. Del grado de intensidad del anhe
lo depende su realizacin,
y sta, a su vez, de la pureza interior.
Un erudito indo ha publicado recientemente en un peridico ingls algunos preceptos
vedantinos y dice sobre
el particular:
Ensea la filosofa snkhya, que cuando el cuerpo astral sirve de vehculo al alma puede
comprimir su etrea
masa hasta el punto de penetrar por los poros de la materia fsica o bien por el c
ontrario dilatarse en
gigantescos tamaos; elevarse a lo largo de un rayo de luz hasta el globo solar; a
mpliar el sentido del tacto de
modo que toque la luna con la mano; introducirse en el seno de la tierra tan fcil
mente como en el de las
aguas; dominar los objetos animados o inanimados del mundo visible; alterar el c
urso de la naturaleza; y
cumplir todo cuanto se proponga. Estas diversas facultades reciben de menor a ma
yor los nombres de anima,
mahima, laghima, garima, prpti (20), prkmya (21), vashit (22) e ishit, correspondient
e esta ltima al
estado espiritual que sintetiza todas las facultades anteriores, pues ya entonce
s se halla el yogui lleno del
espritu de Dios.
No hay enseanza sagrada alguna tan definitiva y concluyente como la tocante a la
naturaleza y actividad del
alma. Parece que algunos rishis concedieron capitalsima importancia a esta metafsi
ca fuente de conocimiento
(23).
Desde los tiempos ms remotos estuvo convencida la humanidad de la existencia del
alma, cuyo grado de
espiritualidad depende de su ms o menos ntima unin con el superior e ntimo principio
(24). Cuanto ms
estrecha sea esta unin, tanto ms desembarazado quedar el destino del hombre y menos
expuesto a los
riesgos de las condiciones externas.
PSICOLOGA DE LOS ARIOS
Esta creencia no es fanatismo ni supersticin, sino un perenne e instintivo presen
timiento de la existencia del
mundo espiritual, que aunque invisible y subjetivo para el yo inferior, es perfe
ctamente objetivo para el Yo
superior. Creyeron tambin los antiguos que la voluntad humana est subordinada en s
u accin a
determinadas condiciones externas e internas, sin caer no obstante en el fatalis
mo que hubiera sido la accin
ciega de una fuerza todava ms ciega; pero admitan el hado o destino que durante su
vida va tejindose el
hombre como tela de araa. Dos influencias actan en el destino del hombre: la benfic

a, personificada por
algunos en el ngel custodio, y la malfica o concupiscente, personificada en el dem
onio o ngel tentador.
Ambas influencias solicitan la voluntad y una de las dos ha de prevalecer; pero
desde que se inicia la invisible
lucha entre una y otra, interviene la severa e inflexible ley de compensacin para
regular las fluctuaciones y
vicisitudes del combate.
Hilada ya la ltima hebra y envuelto el hombre en la red por l mismo entretejida, q
ueda preso en ella y
sujeto a su destino, que o bien lo clavar en determinado sitio como lapa en la ro
ca, o bien, cual leve pluma, lo
llevar de un lado a otro arrastrado por el torbellino de sus propias acciones.
A los filsofos antiguos no les pareca imposible que las entidades del otro mundo s
e comunicaran con los
mortales por medio de signos alfabticos, por toque o por vislumbre, para revelarl
es hechos ya acaecidos pero
ignorados, y tambin acontecimientos futuros, segn nos dice Amonio. Por otra parte
Lamprias y algunos ms
afirman que si bien las entidades desencarnadas pueden volver a la tierra en aux
ilio de los hombres, tambin
hay almas encarnadas que tienen el don de profeca y lo conservan despus de la muer
te.
Sobre esto dice Lamprias:
No es posible que el alma adquiera al separarse del cuerpo la facultad de profet
izar si no la tuvo durante su
vida terrena; pero hemos de suponer que mientras estuvo unida al cuerpo la posea,
aunque no educida por
completo... Porque as como el sol siempre refulge aunque lo eclipsen las nubes, a
s tambin el alma posee
siempre la facultad de escrutar el porvenir, aunque entorpecida por su conexin co
n el cuerpo.
Entre los varios fenmenos contradictorios de la facultad de manifestacin objetiva
de las entidades astrales,
merece citarse el de las manos luminosas de contextura nebuloide, pero lo bastan
te consistente para manejar
el lpiz y escribir comunicaciones y desvanecerse luego a la vista de los circunst
antes. Estos fenmenos son
verdaderos y dignos de atento estudio, pues los han comprobado testimonios del t
odo fidedignos, aunque
algunas veces haya habido supercheras y fraudes en este particular (25).
Precisamente, los mdiums ms a propsito para la manifestacin de las entidades astrale
s, son los menos
capaces de comprender y explicar los fenmenos. Sobre el punto de las manos lumino
sas, el doctor Fairfield,
aunque mdium en ejercicio, se declara contra la explicacin que del fenmeno dan los
espiritistas y dice:
He presenciado personalmente este fenmeno en condiciones por m mismo establecidas
en mi propio
aposento, en pleno da con el mdium sentado en un sof a unos dos metros de la mesa s
obre la que apareca
la mano luminosa. Apliqu a esta mano un imn en forma de herradura, y en seguida os
cil visiblemente, al
paso que el mdium era presa de violentas convulsiones, en prueba lo bastante conc
luyente para inferir que de
su sistema nervioso dimanaba la fuerza productora del fenmeno (26).

PROYECCIONES ASTRALES
Acert Fairfield al inducir de su experimento que la mano luminosa era una magntica
emanacin del
mdium, pues la influencia del imn demuestra cientficamente lo que todo ocultista af
irma apoyndose en la
filosofa y en la autoridad de su experiencia, esto es, que las entidades psquicas
se valen de la materia del
cuerpo astral del mdium (27) para dar apariencia objetiva a los brazos y manos lu
minosos, mientras el cuerpo
fsico del mismo mdium queda paralizado y catalptico. Porque el cuerpo astral, que n
o puede amputar el
cirujano, sigue siendo el vehculo sensorio aun despus de la muerte del cuerpo fsico
, no obstante cuantas
hiptesis neurolgicas se hayan establecido en contrario. Las entidades que se valen
de la materia astral del
cuerpo del mdium o de las auras de los circunstantes, son por lo general los elem
entarios o las entidades no
purificadas todava, porque los espritus puros no quieren ni pueden manifestarse ob
jetivamente. Desgraciado
del mdium que cae en poder de las entidades astrales!
De la propia suerte que el mdium en estado catalptico proyecta espectralmente un b
razo, una mano o una
cabeza, es posible que proyecte todo su vehculo astral y aparezca el espectro de
cuerpo entero. A veces esta
proyeccin es efecto de la voluntad del Yo superior del mdium, sin que de ello teng
a conciencia el yo inferior;
pero generalmente la voluntad del mdium queda paralizada por la influencia de las
entidades elementarias y
elementales que se apoderan del cuerpo astral del mdium y lo proyectan por efecto
de una accin anloga a
la del hipnotizador respecto del sujeto.
Tiene razn Fairfield al afirmar que casi todos los mdiums estn aquejados de alguna
enfermedad orgnica
o desequilibrio psquico, y en algunos casos transmiten estas dolencias a sus hijo
s. En cambio, se equivoca
completamente al atribuir todos los fenmenos psquicos a las morbosas condiciones f
isiolgicas del mdium,
pues los adeptos de la magia superior gozan constantemente de robusta salud ment
al y fsica (28), y
precisamente slo ellos son capaces de producir a su libre voluntad fenmenos psquico
s. El adepto tiene
perfecta conciencia de su actuacin y no est sujeto como los mdiums a los cambios de
temperatura de la
sangre ni otros sntomas morbosos ni exige condiciones previamente establecidas, s
ino que opera los
fenmenos en todo tiempo y lugar, y en vez de sujetarse a influencias ajenas, rige
y domina las fuerzas
psquicas con su frrea voluntad.
Pero ya en otro punto de esta obra demostramos la diametral oposicin entre el ade
pto y el mdium. Slo
cabe aadir aqu que en el adepto actan armnicamente cuerpo, alma y espritu, al paso qu
e en el mdium el
cuerpo es una masa de materia catalptica y el alma y el espritu se ausentan casi s
iempre mientras dura aquel
estado para prestar sus vehculos inferiores a las entidades psquicas. Los adeptos
no slo pueden proyectar
espectralmente a voluntad una parte, sino todo su cuerpo astral (29).
En cambio, el mdium no actualiza fuerza de voluntad alguna, pues basta para la pr
oduccin del fenmeno

que antes de caer en trance sepa lo que de l esperan los investigadores. Cuando e
l Ego del mdium no est
entorpecido por influencias ajenas, actuar fuera de la conciencia fsica con tanta
seguridad como en los casos
de sonambulismo, y sus percepciones objetivas y subjetivas sern de agudeza igual
a las del sonmbulo,
porque cuanto ms sutil es el vehculo en que acta el Ego tanto ms delicadas y agudas
son sus
percepciones (30).
Dice Peary Chand Mittra:
El espritu es una energa, una esencia, un poder sin forma alguna, pues la idea de
forma es inseparable de
la de materia; pero el espritu puede manifestarse y actuar en formas de materia ms
o menos sutil, y entre
ellas las formas astrales que una entidad espiritual puede asumir temporneamente.
Cuanto ms sumida est
nuestra alma en la materia, ms grosero es nuestro concepto del espritu (31).
OPERACIONES TERGICAS
Es fama que el rfico Epimnides estuvo dotado de santas y maravillosas facultades,
entre ellas la de
desprenderse de su cuerpo fsico siempre y durante el tiempo quera. Muchos otros fi
lsofos antiguos tuvieron
la misma facultad. Apolonio de Tyana poda dejar conscientemente su cuerpo fsico en
cualquier instante y
operaba fenmenos prodigiosos a la luz del da, como por ejemplo, cuando en presenci
a del emperador
Domiciano y de multitud de circunstantes se desvaneci de repente para aparecer al
cabo de una hora en la
gruta de Puteoli (32). Tampoco necesit de nadie el taumaturgo pitagrico Empdocles d
e Agrigento para
resucitar a una mujer ni exigi condiciones preestablecidas para desviar una tromb
a de agua que amenazaba
caer sobre la ciudad. Estos teurgos eran magos, y por esto podan obrar a voluntad
semejantes prodigios a que
no hubieran alcanzado si tan slo fuesen mdiums.
De la propia suerte, no le era necesario a Simn el Mago ponerse en trance para el
evarse por los aires en
presencia de multitud de testigos, entre los que se hallaban los apstoles. Como d
ice Paracelso:
No requieren estas obras conjuros ni ceremonias ni formacin de crculos ni quemas d
e incienso. Es tal la
alteza del espritu humano, que no acierta a expresarse con palabras. Si comprendir
amos debidamente hasta
dnde alcanza su poder, nada nos sera imposible en la tierra. Inmutable y eterno co
mo Dios es el espritu del
hombre. La imaginacin se educe y robustece por la confianza en nuestra voluntad.
La confianza debe
confirmar la imaginacin, porque establece la voluntad.
Segn relata Turner (33), el ao 1783 el embajador del rey de Inglaterra con su squit
o visit al dalailama,
nio entonces de dieciocho meses, quien no obstante su corta edad recibi a los envi
ados con tal aire de
dignidad y decoro que les llen de admiracin y asombro. Tena el grave continente de
un filsofo de muchos
aos, reposado y sumamente corts. El embajador represent al infantil pontfice la pena

que al gobernador
general de Calcuta, la ciudad de los palacios, y al pueblo indo en general les h
aba causado la noticia de su
muerte, y la viva satisfaccin por todos ellos experimentada al saber que haba reen
carnado en el lozano y
robusto cuerpo del nio que ante s vea, por lo que el gobernador de Calcuta esperaba
que el dalailama
continuara por largo tiempo iluminando al mundo con su presencia, y que la amista
d contrada por ambos se
fortificara ms y ms en beneficio de sus inteligentes devotos. A este discurso corre
spondi el nio con
expresivas miradas de complacencia, inclinando por dos veces la cabeza en seal de
asentimiento como si
comprendiese y aprobase cuanto el embajador acababa de decir (34). Despus le obse
qui, as como a los del
squito, con t y dulces servidos en bandeja de oro, y cuando alguna taza quedaba va
ca miraba hacia los
criados con aire ceudo sin cesar en esta actitud hasta que los criados las volvan
a llenar.
AVENTURA CON UN MONJE BUDISTA
Hace algunos aos bamos unos cuantos viajeros en penosa marcha de Cachemira a Leh,
ciudad del
Ladhk, comarca central del Tbet. Entre nuestros guas iba un samn trtaro, misterioso p
ersonaje que
hablaba el ruso y algo el ingls, pero que se ingeni de modo que pudo darse a enten
der de nosotros y sernos
de mucha utilidad. Enterado de que algunos viajeros ramos de nacionalidad rusa cr
ey que podramos
protegerle en todo y por todo y proporcionarle el medio de regresar salvo y sano
a su casa de Siberia, de
donde segn nos dijo haba tenido que huir veinte aos antes al pas de los chagaros (35
) pasando por Kiachta
y el desierto de Gobi. En vista de la confianza que en nosotros puso el samn nos
consideramos seguros bajo
su gua, pues algunos de nuestros compaeros haban maquinado el temerario plan de ent
rar en el Tbet al
amparo de diversos disfraces, sin que ninguno de ellos conociese la lengua del p
as excepto uno a quien
llamar K, ex pastor luterano que saba algo del idioma kasan trtaro. Muy luego fuero
n descubiertos a pesar
del disfraz. A los hermanos N que tambin eran de la expedicin se les condujo con m
ucho miramiento a la
frontera, y en cuanto a K, cay en cama con fiebre y hubo de esperar algunos das pa
ra volverse a Lahore por
Cachemira. Este incidente le dio ocasin de presenciar un suceso que para l equival
i a ver la reencarnacin
de Buda. Profesaba K con orgullo la filosofa positivista, y como haba odo hablar de
la prodigiosa
reencarnacin de Buda a un viejo misionero ruso en quien confiaba mucho ms que en e
l abate Huc, hizo
propsito, alimentado ya de muchos aos, de descubrir la trampa de aquella jugarreta
pagana , como l la
llamaba. Pero las cosas no salieron a la medida de su esperanza. A unas cuatro j
ornadas del miserable villorrio
de Islamabad, sin otro atractivo que su magnfico lago, nos detuvimos a descansar
por unos cuantos das.
Algunos compaeros se desparramaron por los alrededores, quedando todos en reunirn
os en el villorrio y all

nos enter el gua samn de que una numerosa peregrinacin de monjes budistas estaban al
ojados en un
templo covneo de las cercanas, donde haban establecido un vihara provisional, y com
o segn noticias iban
con ellos los tres nobles (36), podan los monjes operar los mayores prodigios. Nues
tro compaero K,
entusiasmado ante la perspectiva de confundir la secular superchera, se apresur a
visitar a los peregrinos en
su vihara o campamento, situado en un solitario paraje a cubierto de toda intrus
in, y muy luego contrajimos
todos amigables relaciones con ellos.
A pesar de las atenciones, cumplidos, finezas y aun regalos (37) con que intilmen
te procur K captarse la
voluntad de Pase Budhu, jefe de la peregrinacin y muy santo asceta, no quiso ste e
fectuar el fenmeno de la
encarnacin hasta que quien estas lneas escribe le ense cierto talismn (38). Apenas lo
io hizo los
preparativos necesarios, y al efecto, una vecina le prest un nio de tres o cuatro
meses. A K le exigieron
juramento de que hasta siete aos despus no divulgara nada de cuanto viese y oyese.
Antes de que todo estuviera dispuesto, pasaron algunos das sin otro suceso de not
a que la aparicin de
unos rostros espectrales evocados por un monje del cristalino seno del lago, mie
ntras nos hallbamos
sentados a sus orillas en la entrada del vihara. Uno de aquellos rostros era el
de la hermana de K, a quien ste
haba dejado buena y sana en su casa, pero que, segn despus se supo, muri antes de ll
egar nosotros al
paraje en que nos hallbamos. De pronto sobrecogise K a la vista de la aparicin, mas
luego se apoy en su
escepticismo para explicarse aquel fenmeno diciendo que era efecto de la sombra d
e las nubes o de las
ramas de los rboles, como en casos semejantes suelen replicar los escpticos.
EL ADEPTO Y EL NIO
La tarde sealada al efecto colocaron al nio de pecho sobre una alfombra en el cent
ro del vestbulo del
santuario provisional, pues K no poda pasar de all, y despus de despedidos los curi
osos colocronse dos
monjes de centinela para impedir la entrada a cuantos no estuviesen invitados.
Sentronse entonces los monjes en el suelo, de espalda contra las paredes de grani
to, en disposicin que les
separaba como unos tres metros del nio colocado en el centro. El jefe de la pereg
rinacin se sent en el
rincn ms apartado del aposento, sobre una piel recortada en cuadro que de propstio
haban extendido los
legos. Tan slo K se coloc junto al nio, en acecho de sus ms leves movimientos. Se no
s puso por condicin
que guardramos absoluto silencio en paciente espera de los acontecimientos. La lu
z del sol entraba a
raudales por la puerta, y poco a poco fue cayendo el superior en profunda medita
cin, mientras que los monjes,
despus de una corta invocacin en voz muy queda, callaron sbitamente y clavaron la v
ista como si fuesen
estatuas. El llanto del nio interrumpa aquel angustioso silencio. Al breve rato ce
s el nio de moverse y
quedse rgido, sin que ninguno de los circunstantes se hubiese apartado de su asien
to. El superior no miraba
al nio, porque tena los ojos fijos en el suelo, y plido e inmvil pareca ms bien la bro

ncnea estatua de un
talapn en meditacin que un ser viviente. Con profunda sorpresa vimos que el nio se
sentaba como maniqu
movido por ocultos alambres, y despus de varias sacudidas se puso en pie.
Cabe presumir la admiracin que en todos nosotros caus el espectculo, y la estupefac
cin de K al
convencerse de que nadie absolutamente haba movido pie ni mano del sitio en que e
staba ni pronunciado
tampoco palabra alguna. Y sin embargo, all estaba erguido y firme como hombre hech
o y derecho aquel nio
de paales!
Copiaremos la restante explicacin de los apuntes tomados por K, quien dice:
Despus de un par de minutos de vacilacin, volvi el nio la cabeza y fij en m los ojos c
on tan viva lumbre
de inteligencia, que me estremec de pavor. Me pellizqu las manos y me mord los labi
os hasta casi brotar la
sangre, para asegurarme de que no soaba. Sin embargo, lo sucedido hastaentonces n
o era ms que el
prlogo. La prodigiosa criatura, segn imagin, dio dos pasos hacia m, volvi a sentarse
y mirndome
fijamente repiti palabra por palabra, en lengua que supuse tibetana, la frase sac
ramental de las encarnaciones
de Buda: Yo soy el viejo Lama. Soy su espritu en nuevo cuerpo .
Se me erizaron entonces los cabellos de espanto, se me hel en las venas la sangre
, y ni con amenazas de
muerte se me hubiera podido arrancar una palabra. All no caba impostura ni ventril
oquismo. Meneaba el nio
los labios, y su mirada pareca escudriar en mi alma con tal expresin en su semblant
e, que me representaba
el del mismo superior, cual si delante lo tuviese y su espritu se hubiese infundi
do en aquel infantil cuerpo a
cuyos ojos se asomara como a travs de un disfraz. Me sent entonces arrebatado por
el vrtigo. El nio se me
acerc y me tom la mano, cuya sensacin fue para m la de un ascua de carbn. Incapaz de
presenciar la
escena por ms tiempo, me cubr el rostro con las manos, y al apartarlas a poco, ya
estaba otra vez el nio
lloriqueando lastimosamente. El superior haba recobrado su estado normal y conver
saba tranquilamente con
nosotros.
Durante diez das presenci otros fenmenos similares que me convencieron de la verdad
de lo que siempre
tuve por impostura cuando me lo referan los viajeros. Entre muchas preguntas que
el superior consider
impertinentes, hubo una a la que respondi de modo harto significativo. Le pregunt
por mediacin del samn,
qu hubiera sucedido si loco yo de terror y credo de que el nio era el diablo, arrem
etiera contra l y le matara.
A esto me dijo que si la muerte del nio hubiese sido instantnea, tambin hubiera mue
rto el superior, pero tan
slo el nio si el golpe no lo matara desde luego.
En el Japn y Siam hay dos categoras de sacerdotes: una pblica y relacionada con el
pueblo; otra
rigurosamente secreta que jams se presenta en pblico y cuya existencia slo conocen
unos cuantos
naturales del pas y ni siquiera sospechan los extranjeros. Los sacerdotes esotrico
s celebran sus ceremonias
en templos subterrneos, ante escaso nmero de circunstantes cuya cabeza responde de

l secreto, y tan slo


en ocasiones de excepcional importancia, como la muerte de algn individuo de la f
amilia real o eclesisticos
de muy elevada dignidad.
LA INCINERACIN Y EL CUERPO ASTRAL
Uno de los fenmenos ms misteriosos y sorprendentes es la separacin del cuerpo astra
l cuando se
incinera el cadver (39). En Siam, Japn y Tartaria es costumbre modelar con las cen
izas del difunto (40)
amasadas en agua, diversos objetos como medallones, figulinas e idolillos cocido
s y dorados al fuego. La
lamasera de U-Tay, en la comarca mongol de Chan-Si, sobresale en este linaje de l
abores, y las gentes ricas
envan all las cenizas de sus difuntos para que con ellas modelen el objeto deseado
.
Para separar de las cenizas el cuerpo astral, que sin esta operacin permanecera al
gn tiempo apegado a
los restos de su envoltura fsica, amontona el mago las cenizas del difunto sobre
una placa metlica de longitud
aproximada a la talla regular del hombre, y con el talapatnang (41) las va avent
ando suavemente, mientras
musita una invocacin. Como si las tenues cenizas tuviesen inteligencia y vida, fo
rman en el aire la silueta del
difunto, que poco a poco va condensndose en blanquecinos vapores hasta transforma
rse en su cuerpo astral
que por fin desaparece.
Los magos de Cachemira, Tbet, Mongolia y Tartaria son demasiado famosos para que
nos detengamos a
enumerar su actuacin; pero si los escpticos persisten en decir que no pasan de ser
prestidigitadores,
invitamos a los ms hbiles y expertos de Europa a que les imiten si a tanto llega s
u destreza.
Los qumicos europeos no han logrado todava descubrir el secreto del embalsamamient
o egipcio, y mucha
mayor sera su confusin al ver, como nosotros hemos visto, cadveres conservados por
medio de
procedimientos alqumicos, con tan maravilloso arte, que por la naturalidad de sus
carnes, la lisura de su piel y
el vidrioso brillo de sus ojos, pareca despus de muchos siglos como si en aquel mo
mento acabaran de morir.
En las tumbas de reyes, prncipes y magnates est colocado el cadver sobre suntuosos
tmulos con adornos
dorados y algunas veces de oro, y alrededor se ven las alhajas, armas y adminculo
s de uso personal del
difunto, custodiadas por la servidumbre de ambos sexos cuyos cadveres estn embalsa
mados tan
cuidadosamente como el de su dueo, de manera que parecen dispuestos a servirle en
cuanto los llame.
En el convento del Gran Kuren y en otro sitio de la montaa sagrada de Boht-Ula, ha
y, segn se dice,
algunas de estas sepulturas que respetaron siempre los invasores del pas. El abat
e Huc tuvo referencias de
estas sepulturas aunque no logr verlas, pues no se le consiente a ningn extranjero
que no vaya provisto del
correspondiente salvoconducto. Lo que dice el abate Huc de que las tumbas de los
soberanos de Tartaria
estn rodeadas de cadveres de nios envenenados con mercurio, a fin de conservarlos i
ncorruptibles, es una

de tantas patraas forjadas por los misioneros para embaucar al vulgo que cree cua
nto le refieren.
Los budistas no han inmolado jams seres vivos, ni hombres ni animales, pues tales
sacrificios son del todo
contrarios a los principios de su religin. Cuando un rico deseaba que a su muerte
le enterrasen en compaa
de alguien, enviaba la familia emisarios por todo el pas en unin de los lamas emba
lsamadores, por ver si
haba muerto de muerte natural algn nio, cuyo cadver entregaban a dicho objeto los pa
dres, que se
consideraban dichosos de conservar el cuerpo de sus hijos de tan potica manera, e
n vez de entregarlo a la
podredumbre y exponerlo a la voracidad de las hienas.
EL ODO ESPIRITUAL
Al regresar del Tbet el abate Huc, le refiri en Pars a un caballero ruso llamado Ar
senieff varios sucesos
maravillosos que no fueron del dominio pblico, entre los cuales se cita el siguie
nte, que presenci durante su
estancia en la lamasera de Kunbum. Conversaba Huc cierto da con un lama, cuando de
pronto ces ste de
hablar y qued en actitud de escuchar algo que Huc no acertaba a or. A poco, el lam
a exclam como si
respondiese a un invisible interlocutor: En ese caso debo ir .
-Ir a dnde? Con quin hablis? pregunt asombrado el abate Huc.
-A la lamasera de *** -repuso el lama.- El shaberon me necesita y me ha llmado.
La lamasera de *** est a muchas jornadas de la de Kunbum donde ocurra el suceso; pe
ro lo que ms
pasm al abate Huc fue que en vez de tomar el lama el camino de la lamasera, se dir
igi a una especie de
cpula situada en la azotea del edificio conventual, donde despus de breves palabra
s con otro lama le encerr
ste en ella bajo llave. El que haba encerrado al amigo de Huc volvise entonces haci
a el abate que haba
seguido atentamente toda aquella operacin, y sonriente le particip que ya haba part
ido su husped. A lo que
respondi el abate:
-Pero cmo es posible, si lo habis encerrado aqu dentro y no hay salida alguna?
-Y qu obstculo es para l una puerta? l ha partido, y como no necesita su cuerpo en el
viaje, lo dej a mi
cuidado.
A pesar de los muchos prodigios de que en su arriesgado viaje haba sido testigo,
el abate Huc recel de que
ambos lamas le hubiesen engaado. Al cabo de tres das, como no viera por all a su ha
bitual amigo, pregunt
por l y le respondieron que regresara aquella misma tarde. a la puesta de sol, en
el momento en que los
lamas iban a recogerse, oy Huc la voz de su amigo que pareca como si desde las nub
es llamase al otro lama
para que le abriese la puerta de la cpula, tras cuya celosa se dibujaba, en efecto
, la silueta del hasta
entonces ausente. Apenas le franquearon la salida de la cpula fue a ver al lama g
uardin de Kunbum y le
enter de ciertos mensajes y comunicaciones recibidas en el lugar adonde haba ido.
Nada ms pudo saber
Huc acerca de aquel viaje areo; pero sospech que fue una farsa premeditada con el pr
opsito realizado de
all a poco de confinarles a l y a su compaero de misin, el P. Gabet, en Chogar-tan,
lugar aledao de la

lamasera de Kunbum. Las sospechas del audaz misionero pudieron tener fundamento e
n su imprudente
indiscrecin.
Si el abate Huc hubiese conocido la filosofa oriental, no le sorprendiera, de seg
uro, el viaje del lama en
cuerpo astral a la lejana lamasera ni la para l inaudible pltica que tuvo con el sh
aberon. Recordaremos a
este propsito los recientes experimentos efectuados en Amrica con el telfono, que p
ermite transmitir a muy
lejanas distancias la voz humana y los sonidos musicales por medio de un alambre
. Asimismo conviene no
olvidar que, segn los filsofos hermticos, cuando una llama desaparece de la vista,
no por ello se extingue
totalmente, sino que pasa del mundo visible al invisible, y puede, por lo tanto,
percibirla la vista interna
adecuada a las cosas de este otro y ms real universo. la misma ley rige en el son
ido; pero as como el odo
corporal percibe tan slo las vibraciones acsticas a travs del aire hasta cierto gra
do de intensidad, segn la
mayor o menor agudeza de este sentido en el individuo, el adepto puede percibir
las vibraciones sutilsimas del
ambiente astral sin necesidad de alambres, solenoides ni tornavoces, pues le bas
ta el poder de su voluntad. El
odo espiritual salva todo obstculo de tiempo y espacio, de suerte que un adepto pu
ede conversar con otro de
las antpodas, tan fcilmente como si ambos estuvieran en el mismo aposento.
Confirmaran nuestra aseveracin numerosos testigos que oyeron el son de instrumento
s msicos y de la voz
humana a millares de millas de distancia del lugar en donde nos habllbamos, sin s
ospechar que el adepto les
haba comunicado por breves momentos la auditiva percepcin espiritual de que l goza
constantemente.
Si los cientficos examinaran en vez de ridiculizar el principio de filosofa oculta
que proclama la unidad de las
fuerzas naturales, daran pasos de gigante en el camino de la verdad, por el cual
hoy tan lentamente adelantan.
Los recientes experimentos de Tyndall (42) desbarataron cuantas hiptesis se haban
establecido hasta ahora
para explicar la propagacin del sonido, y los llevados a cabo con las llamas mgica
s (43) le condujeron hasta
los umbrales de la ciencia oculta. Otro paso adelante le hubiese revelado cmo pue
den los adeptos
comunicarse verbalmente desde lejansimas distancias. Pero nadie dar por ahora este
paso.
EL LENGUAJE DE LAS LLAMAS
Dice Tyndall acerca de sus experimentos con las llamas mgicas:
Cuando se golpea un yunque colocado a cierta distancia, disminuye la longitud de
la llama unas siete
pulgadas, por liegero que sea el golpe. Al sacudir un manojo de llaves, la llama
se agita violentamente con
fuerte ruido. Si se deja caer una moneda de plata sobre otra, disminuye la llama
. El crujido del calzado la
conmueve bruscamente, y el mismo efecto causan el roce de un vestido de seda y e
l ruido del papel al
arrugarlo o rasgarlo. El tiquiteo de un reloj de pared muy cercano, la disminuye
hasta apagarla con ligera
explosin, y cuando se da cuerda a uno de bolsillo, la mueve tumultuosamente. Algu

nos de estos fenmenos


pueden producirse desde unos treinta metros de distancia. Si se lee en voz alta
cerce de la llama, se agita ms
o menos bruscamente en correspondencia con la entonacin y modulaciones de la voz,
segn me sucedi al
leer un trozo de la Farie Queene.
Tales son las maravillas de la moderna fsica, para cuya experimentacin se necesita
n silbatos, trompetas,
campanas y discos con los gases a propsito para la produccin de los sonidos. En ca
mbio, los adeptos, libres
de toda esta impedimenta, obtienen los mismos resultados fenomnicos, aunque le pa
rezca imposible a la
ciencia profana. Por lo que toca a nuestra personal experiencia, diremos que en
cierta ocasin de excepcional
importancia, hubo necesidad de consultar un orculo, y al efecto vimos cmo un monje
mendicante obtuvo la
respuesta por medio del movimiento de una llama sin aparato alguno. Encendi el mo
nje una hoguera con
ramas del rbol llamado beal y ech en el fuego unas cuantas hierbas sacrificiales.
Quedse el mendicante
absorto en profunda meditacin junto a la hoguera y al fin empez el interrogatorio.
En los intervalos de
pregunta a pregunta arda con dificultad la hoguera como si fuese a apagarse; pero
al explanar la pregunta se
empinaban, retorcan y lengeteaban las llamas en alternada direccin de los cuatro pu
ntos cardinales (44). De
cuando en cuando, una llama se inclinaba hacia el suelo hasta lamer el csped por
todos lados y desapareca
sbitamente. Terminado el interrogatorio emprendi el mendicante la marcha de regres
o a la selva en donde
moraba y fue entonando por el camino un montono y quejumbroso canto a cuyo ritmo
respondan las llamas
con maravillosas modulaciones de su rumor (45) que duraron hasta perderse de vis
ta el mendicante. Entonces
se apag de repente la hoguera dejando una capa de cenizas ante la admirada vista
de los circunstantes (46).
En los pases budistas ofrece la religin dos distintos caracteres: el exotrico o pop
ular y el esotrico o
filosfico. Este ltimo se encierra en la escuela de los strantikas (47), atenidos ri
gurosamente al espritu de las
directas enseanzas de Gautama, que demuestran la necesidad de la percepcin intuiti
va con todas sus
consecuencias. Los strantikas no divulgan el resultado de sus investigaciones ni
permiten su divulgacin.
Cuando el moribundo cabe el rbol sl se dispona a entrar en el nirvana, exclam Gautam
a:
Todo lo compuesto es perecedero. El Espritu es la nica substancia simple y primord
ial, y cada uno de sus
rayos es inmortal, eterno e imperecedero. Guardaos de las ilusiones de la materi
a.
El rey Aska difundi el budismo por toda Asia y ms all todava de sus confines. Era nie
to del taumaturgo
monarca Chandragupta que haba reconquistado el Punjb a los macedonios (48), reunie
ndo la India entera
bajo su cetro y recibi a Megathenes en su corte de Pataliputra.
Fue Aska el ms ilustre monarca de la dinasta de Marya, y de libertino y ateo se conv
irti a la virtud y la

piedad tan hondamente que mereci el dictado de prydasi (amado de los dioses). Ningn
otro soberano le
aventaj en pureza de intenciones y su recuerdo perdura en el corazn de los budista
s, perpetuado en los
edictos que en diversos dialectos quedaron esculpidos en las columnas y rocas de
Allahabad, Delhi, Gujerat,
Peshawur, Orissa y otros lugares (49).
Cuando los estaviras del tercer concilio budista enviaron misioneros a Cachemira
y convirtieron a los
adoradores de las serpientes, se propag el budismo con la rapidez del fuego. Los
strapas, que desde la
muerte de Alejandro Magno se repartan el territorio ndico, aceptaron la nueva reli
gin que se extendi
igualmente por Gndhara y Cabul (50).
REGLAS MONSTICAS DEL BUDISMO
Los upsakas y upsakis son hombres y mujeres seglares adscritos a la vida conventua
l, pero sin dejar el
mundo, con voto de observar las reglas monsticas y estudiar los meipos o fenmenos
psquicos. Quienes
incurren en los cinco pecados quedan excluidos de la congregacin. Entre las reglas
citadas, conviene citar
como ms importantes:
1. No maldecir a nadie, porque la maldicin recae sobre el que la echa y sus parie
ntes, tambin envueltos
en la misma atmsfera.
2. Amar al prjimo, aunque sea nuestro ms encarnizado enemigo.
3. Abstenerse de llevar armas defensivas, y sacrificar la existencia no slo en be
neficio del prjimo, sino
aun de los mismos animales cuando sea necesario.
4. Vencerse a s mismo, en que consiste la mayor victoria.
5. Evitar todo vicio.
6. Practicar todas las virtudes y especialmente la humildad y la clemencia.
7. Obedecer a los superiores; amar y respetar a los padres, a los ancianos y a l
os varones doctos y
virtuosos.
8. Proveer de alimento y abrigo a los hombres y animales menesterosos.
9. Plantar rboles en las mrgenes de los caminos y abrir pozos parra comodidad de l
os caminantes.
Tales son las reglas a que estn sujetos los monjes y monjas budistas.
Cuenta esta religin con numerosos santos, famosos por la austeridad de su vida y
lo admirable de sus
milagros. Tissu, consejero espiritual del emperador, que consagr al kan Kublai, t
uvo general renombre por la
santidad de su conducta y las maravillas que obr; pero no se detuvo aqu su labor,
sino que depur la religin
budista, y de l se dice que por su consejo expuls el kan Kublai de una sola comarc
a de la Mongolia
meridional a quinientos mil monjes impostores que so capa de religin se entregaba
n a la ociosidad viciosa.
Ms tarde, en el siglo XIV, tuvieron los lamastas su gran reformador y tambin taumat
urgo, el shaberon SonKa-po, nacido, segn tradicin, de la virgen Koko-nor. Uno de sus prodigios fue que
el rbol del Kunbum o de
las diez mil imgenes, marchito desde haca algunos siglos por la decadencia de la f
e, rebrot con ms vigor y
lozana que nunca de los cabellos de este avatar de Buda. La misma tradicin dice qu
e Son-Ka-po ascendi a
los cielos el ao 1419. Contrariamente a la opinin del vulgo, pocos de los santos b

udistas son avatares (51).


En muchas lamaseras hay escuelas de magia y la ms famosa es la del monasterio de S
hutukt, vasto como
mediana ciudad, pues a l estn adscritos ms de treinta mil monjes y monjas. Algunas
de estas ltimas
poseen notables virtudes taumatrgicas, y de tiempo en tiempo van en peregrinacin d
e Lha-Ssa a Candi, la
Roma del budismo, que atesora muchos santuarios y reliquias de Gautama.
Para evitar el encuentro con musulmanes y gentes de otras creencias, viajan de n
oche completamente
inermes y sin temor de los animales salvajes que no las han de acometer. Durante
el da se refugian en cuevas
y viharas que sus correligionarios les preparan al efecto en parajes conveniente
s (52).
EL ALMA DE LAS FLORES
Uno de los ms interesantes fenmenos que nos llev a presenciar nuestro anhelo de inv
estigacin, lo
realiz un peregrino budista hace ya algunos aos, cuando esta clase de manifestacio
nes eran una novedad
para nosotros. Un amigo budista natural de Cachemira, de padres katchis pero con
vertido al lamasmo y de
mstico temperamento, que reside ordinariamente en Lha-Ssa, nos invit a visitar a l
os peregrinos, entre los
cuales haba una monja alta, demacrada y ya metida en aos, que al ver en nuestras m
anos un ramo de
hermosas y fragantes flores, pregunt:
-Por qu lleva ese manojo de flores muertas?
-Muertas? Pues si acabo de cortarlas de la planta!
-Y sin embargo, estn muertas. Nacer en este mundo es morir. Ahora veris cmo son est
as flores en el
mundo de la perpetua luz, en los jardines de nuestro bendito Foh.
Sin moverse del sitio donde en el suelo estaba sentada, tom la monja una flor del
ramillete, se la puso en la
falda y arroj sobre ella grandes puados de una materia invisible extrada al parecer
de la atmsfera
circundante. Muy luego apareci una tenue neblina que poco a poco fue tomando form
a y color hasta que se
detuvo en el aire y vimos la exacta imagen de la flor con todos sus ptalos y mati
ces, pero mil veces ms
hermosos y de ms delicada belleza, de la propia suerte que el glorificado espritu
humano aventaja
incomparablemente a su envoltura fsica. Flor tras flor fue reproduciendo la monja
todo el ramo hasta la ms
insignificante brizna, con la particularidad de que aparecan y desaparecan alterna
tivamente a impulsos de
nuestro pensamiento. En cierta ocasin sostenamos con el brazo extendido una rosa p
lenamente abierta, y a
los pocos minutos aparecieron brazo, mano y flor perfectamente reproducidos en e
l aire a unos dos metros de
nuestro asiento; pero mientras que el aspecto de la flor era etreo y de tan indes
criptible hermosura como el de
las dems flores astralmente reproducidas, el brazo y la mano aparecan cual refleja
dos en un espejo, de
suerte que hasta se vea en el antebrazo una gran mancha producida por la tierra hm
eda de una de las races
de la flor. Ms tarde supimos la razn de este fenmeno.
Hace medio siglo declar acertadamente el doctor Broussais que si el magnetismo fu
ese verdad sera un

absurdo la medicina. El magnetismo es verdad, y en cuanto a quea absurdo la medi


cina, no contradeciremos al
mdico francs. Segn hemos demostrado, el magnetismo es el alfabeto de la magia, pues
no cabe
comprender las operaciones mgicas sin la previa comprensin de las atracciones y re
pulsiones magnticas en
la Naturaleza.
Muchas de las llamadas supersticiones populares son en el fondo el instintivo co
nocimiento de esta ley,
porque por secular experiencia sabe el vulgo que ciertos fenmenos ocurren bajo de
terminadas condiciones, y
que se repiten invariablemente siempre que se establecen dichas condiciones; per
o como el vulgo desconoce
el fundamento reflexivo de la ley, atribuye el fenmeno a causas sobrenaturales.
Ejemplo de estas supersticiones tenemos en la subsistente en la India, Rusia y o
tros pases que consiste en
la instintiva repugnancia de cruzar por la sombra que proyecta un hombre y ms tod
ava si es pelirrojo, as
como la aversin de los indos a estrechar la mano de quien no sea de su raza. Hay
en esto explicacin racional
y no son ridculas quimeras, pues toda persona tiene su correspondiente aura o efl
uvio magntico, que no
obstante la perfecta salud fsica del sujeto puede influir morbosamente en quienes
reciban sus emanaciones.
Segn el doctor Esdaile y otros hipnotizadores, las gentes de raza oriental y part
icularmente los indos son ms
sensitivos que los de raza blanca.
Los experimentos del barn de Reichenbach, si no bastaran los del mundo entero, ha
n demostrado que son
mucho ms intensos los efluvios magnticos que irradian de las extremidades torcicas
y abdominales del
cuerpo humano, y as lo corroboran las manipulaciones teraputicas. Por consiguiente
, los apretones de manos
son verdaderos contactos magnticos que pueden transmitir condiciones morbosas o a
ntipticas, por lo que
obran cuerdamente los indos en mantenerse fieles a este precepto de Man.
CREENCIAS POPULARES
Por lo que atae a la sombra de los pelirrojos, hemos observado en todos los pases
la misma prevencin
contra los hombres de este pigmento, segn corroboran los refranes corrientes sobr
e el particular en Rusia,
Persia, India, Francia, Turqua y Alemania (53), que achacan a los pelirrojos el s
er traicioneros y solapados.
Ahora bien; cuando un hombre est iluminado por la luz del sol, proyecta las emana
ciones magnticas en la
misma direccin de su sombra (54) por efecto del magnetismo solar, que al avivar l
a vitalidad del individuo
acrecienta su energa electro-magntica. De aqu quye aqul a quien un hombre le sea ant
iptico, har bien en
no cruzar por la sombra de este hombre.
Si los mdicos se desinfectan las manos despus de tocar a un enfermo y no por ello
los inculpamos de
supersticiosos, por qu llevar esta inculpacin contra los indos? Los microbios morbo
sos son invisibles y, sin
embargo, de efectiva realidad en su accin, como han demostrado los bacterilogos; p
ero tambin los
experimentadores orientales demostraron hace miles de aos que los grmenes de una e
pidemia moral

pueden propagarse por comarcas enteras y que el magnetismo siniestro es contagio


so.
Otra creencia vulgar en la regin rusa de Georgia y en varias de la India es que c
uando no reaparece el
cadver de un ahogado, se puede encontrarlo con slo echar al agua una prenda de rop
a de uso del difunto,
pues ir flotando en el agua hasta detenerse en el punto perpendicular al en que e
st hundido el cadver, que
la atraer hacia el fondo.
Hemos presenciado este fenmeno en un caso en que sirvi de prenda el cordn sagrado d
e un brahmn,
que fue trazando curvas sobre el agua como si buscase algo, hasta que, lanzndose
repentinamente en lnea
recta en un trayecto de cincuenta metros, se hundi en el sitio de donde ms tarde l
os buzos extrajeron el
cadver.
Tambin subsiste en los Estados Unidos de Amrica la misma creencia. Un peridico de P
ittsburgo relataba
no hace mucho tiempo el hallazgo del cadver de un nio llamado Reed, que se ahog en
el ro Monongahela.
Fracasadas cuantas tentativas se hicieron para encontrar el cadver, se recurri a e
char al agua una camisa
del difunto, que despus de flotar durante algn tiempo se hundi en determinado paraj
e, de donde se extrajo
el cadver. Por absurda que parezca esta creencia, es muy comn entre las gentes de
aquel pas.
Se explica este fenmeno por la poderosa atraccin que el cuerpo humano ejerce en lo
s objetos que por
largo tiempo estuvieron en contacto con l, y as slo sirven para el caso las prendas
muy usadas y de ningn
modo las nuevas.
Desde tiempo inmemorial, las doncellas rusas siguen la costumbre de echar al ro e
l da de la Trinidad
guirnaldas de hojas tejidas por sus manos para adivinar su destino. Si la guinal
da se hunde, es seal de que la
muchacha morir soltera aquel mismo ao; si la guirnalda flota, se casar la muchacha
dentro de un perodo de
tiempo cuya duracin corresponde al nmero de versculos que pueda ella recitar durant
e el experimento. Por
nuestra parte afirmamos que hemos comprobado personalmente la verdad de algunos
de estos casos,
especialmente de dos en que las protagonistas fueron dos amigas cuya guirnalda s
e hundi y murieron antes
del ao. Si el experimento se hiciera cualquier otro da que no fuese el de la Trini
dad dara el mismo resultado,
pues el hundimiento de la guirnalda debe atribuirse a estar impregnada del magne
tismo morboso de algn
rgano aquejado de mortal dolencia, por lo que el fondo del ro atrae la guirnalda.
En cuanto a las dems
circunstancias del fenmeno dejaremos su explicacin a los amigos de las coincidenci
as.
LOS VERDADEROS FAKIRES
Tambin se tachan de supersticiones, no obstante su fundamento cientfico, los fenmen
os operados por los
fakires, a quienes los escpticos confunden con los prestidigitadores e ilusionist
as, cuando precisamente nada
tienen que ver los fenmenos (kmiya) del fakir con las habilidades (batte-bzi) del p
restidigitador ni mucho

menos con la necromancia del hechicero (jdgar o shir), tan temido y odiado en la In
dia. Entre las
operaciones de unos y otros no sabe distinguir el europeo escptico; pero el atent
o observador y la generalidad
de los indos, sin distincin de castas, descubren la sutilsima y honda diferencia q
ue separa la ndole de los
fenmenos. La bruja (kanglin) que se prevale de sus facultades hipnticas (abhi-chr) p
ara causar dao, est
expuesta a que cualquiera la mate, pues para todo indo es lcito matar a una bruja
. El prestidigitador (bukkabaz) se limita a divertir al pblico, y los encantadores de serpientes que las lle
van en su b-ni no alcanzan a
ms all de fascinar a estos venenosos reptiles, sin potestad de influir en los sere
s humanos mediante
hechizos mgicos y las operaciones llamadas mantar phnkn por los naturales. En cambi
o, el yogui y el
sannysi deben sus maravillosas facultades a la educacin mental y fsica, y los indos
veneran a algunos de
ellos como semidioses.
Rarsimos europeos pueden juzgar de la naturaleza de estas facultades, pues slo tie
ne ocasin de
presenciar sus operaciones mgicas quien cuenta con la benevolencia de algn brahmn o
en casos de
especiales y fortuitas circunstancias. Es tan inslito para un europeo ver a un fa
kir autntico, como a una de las
doncellas llamadas nautch, de quienes hablan todos los viajeros aunque poqusimos
verzamente, pues estn
adscritas al servicio interior de las pagodas. As es que no deben los europeos co
nsiderar como fakires a los
desastrados y asquerosos sujetos que se pasan meses y aun aos en una misma actitu
d a las puertas de las
pagodas o en las plazas pblicas y se torturan horriblemente por el procedimiento
del raddwa bahu.
Muy extrao es que no obstante la infinidad de viajeros que han recorrido la India
y comarcas colindantes y a
pesar de que all residen millones de europeos, no se tenga todava nocin exacta de l
a ndole de aquel pas.
Tal vez alguno de nuestros lectores suponga que ya se sabe cuanto puede saberse
de la India y dude de
cuanto hemos dicho o acaso lo contradiga abiertamente, como nos sucedi en cierta
ocasin. Los ingleses
residentes en la India, segn deca un oficial del ejrcito, creen de mal tono y de pe
or gusto ocuparse en cosas
referentes a los indos y demostrar deseo de conocer cuanto de maravilloso y extr
aordinario se les atribuye;
pero bien hubieran podido los viajeros suplir esta desatencin de los residentes y
explorar ms detenidamente
tan interesante pas.
Hace cosa de medio siglo iban de caza dos intrpidos oficiales ingleses por las mo
ntaas Azules o de
Neilgherry, en la India meridional, cuando al internarse en los bosques descubri
eron unas gentes de raza
distinta por su tipo e idioma de las otras del pas. Muchas conjeturas ms o menos d
escabelladas se hicieron
acerca del origen y naturaleza de estas gentes, y los misioneros, que siempre es
tn dispuestos a relacionarlo
todo con la Biblia, llegaron a suponer que fuesen los descendientes de una de la
s dispersas tribus de Israel,
fundndose para ello en el deleznable indicio de que tenan la tez blanca y los rasg
os fisonmicos

caractersticos del pueblo judo. Sin embargo, hay en esto error evidente, pues ese
pueblo llamado de los todas
no denota ni la ms remota semejanza de complexin, costumbres, idioma y rasgos tnico
s con el tipo judo
(55).
No obstante el tiempo transcurrido y del aumento de poblacin en aquellas montaas,
cuyas faldas son hoy
asiento de nuevas ciudades, nada se ha adelantado en el conocimiento de este pue
blo singular acerca del cual
se han derramado las ms absurdas voces, sobre todo por lo que se refiere al nmero
de sus individuos y a la
poliandria que se les achaca y por cuya costumbre van extinguindose rpidamente, de
modo que tan slo
quedan ya unos cuantos centenares de familias todas. Sin embargo, por nuestro pe
rsonal testimonio podemos
afirmar categricamente que los todas no practican la poliandria ni su nmero es tan
escaso como se supone,
aunque nadie ha visto jams a los nios de los todas sino en todo caso a los nios de
los badagas que suelen
llevar en su compaa, a pesar de ser estos badagas una tribu inda enteramente disti
nta, pero que siente
profunda veneracin hacia los todas, a quienes proporcionan alimento, vestido y tr
ibutan adoracin casi divina.
Son los todas de estatura gigntea, de tez blanca como los europeos, barba y cabel
lo muy largos y poblados,
sin que jams les haya tocado filo de tijera o navaja.
LOS TODAS DE LA INDIA
Del relato de varios viajeros y de las obras de algunos orientalistas entresacam
os los siguientes informes
acerca de este extrao pueblo:
Son los todas de aspecto hermoso como el de una estatua de Fidias o Praxiteles,
y pasan el tiempo en la
ociosidad y la indolencia. Jams hacen uso del agua ni cuidan del aseo personal. S
u vestido se contrae a una
amplia tnica de lana negra con cenefa de color en los bajos. No gustan de adornos
ni joyas a que tan
aficionado se muestra el indo. Su nica bebida es la leche, y aunque apacientan re
baos no comen la carne de
las reses ni hacen trabajar a las bestias de carga ni se ejercitan en la industr
ia ni en el comercio. Desdean las
armas, pues ni siquiera llevan bastn y no saben leer ni quieren salir de su analf
abetismo. Son los todas
desesperacin de los misioneros, y segn parece no profesan otra religin que el culto
de s mismos como
seores de la creacin (56).
Sin embargo, hemos de rectificar parte de estos informes en vista de los que res
pecto del particular nos dijo
un santo gur, brahmn merecedor de nuestro ms profundo respeto. De ello resulta que
nadie ha podido ver
jams juntos a ms de cinco o seis todas, pues rehuyen el trato de los extranjeros y
no les permiten entrar en
sus largas y achatadas cabaas con slo una puerta de acceso sin ventanas ni chimene
a. No se ha podido ver
ningn viejo entre los todas ni que enterraran a muerto alguno. En los recrudecimi
entos de la endemia colrica
quedan indemnes, al paso que mueren miles de los dems indgenas atacados de la terr

ible enfermedad.
Tampoco han de temer nada los todas ni sus ganados de los animales feroces o ven
enosos, a pesar de que,
segn ya dijimos, no van ni siquiera armados de un mal palo. No se conoce el matri
monio entre los todas, y si
parece escaso su nmero es porque nadie ha tenido ocasin de computarlo. Tan pronto
como el alud de la
civilizacin quebrant su soledad, tal vez a causa de la indiferencia en que vivan, e
migraron a parajes ms
recatados an que las montaas Neilgherry. No descienden los todas de la propia esti
rpe de su raza, sino que
son hijos de una escogidsima secta y destinados desde su primera infancia a fines
puramente religiosos. As
es que el nombre de todas designa a los que por su complexin y otras caracterstica
s quedan consagrados
desde su nacimiento a este especial destino religioso. Cada tres aos se renen los
todas en determinado
paraje por cierto perodo de tiempo, y la suciedad de su cuerpo es como un disfraz
a propsito para desorientar
a quienes puedan verlos (57). Dedican a fines sagrados la mayor parte de sus reb
aos y ningn profano ha
entrado jams en los templos donde efectan sus ceremonias, pero se sabe que igualan
en magnificencia a las
ms renombradas pagodas. No es, por lo tanto, extrao que por su nacimiento y mister
iosos poderes veneren
los badagas a los todas como semidioses y les proporcionen cuanto necesitan para
la vida.
Tenga el lector la completa seguridad de que cualquier informe distinto de los p
recedentes se aparta de la
verdad. Los misioneros no lograrn atraerse a ningn toda ni habr badaga capaz de tra
icionar, ni aunque le
despedacen, a quienes tan sinceramente sirven. Son los todas una comunidad que c
umple una altsima misin
bajo inviolable secreto.
Pero, adems de los todas, hay en la India otras tribus igualmente misteriosas, y
si bien hemos aludido a
algunas en el curso de esta obra, quedan otras en silencio y sigilo.
Muy poco sabe hasta ahora el comn de las gentes acerca del samanismo, y aun inexa
ctamente, como
ocurre en todo lo relativo a las religiones no cristianas. Generalmente se cree
que el samanismo es el culto
pagano dominante en Mongolia, cuando precisamente es una de las ms antiguas modal
idades religiosas de la
India. Se funda el samanismo en la creencia de que despus de la muerte persiste l
a individualidad del
hombre, aunque se haya desprendido del cuerpo fsico, y que sigue viviendo en natu
raleza espiritual. Es el
samanismo una derivacin de la primitiva teurgia que entrefunde el mundo invisible
con el visible. Cuando un
mortal desea comunicarse con sus invisibles hermanos, le es preciso, segn la doct
rina samnica, elevarse
hasta el plano en que residen, de modo que de ellos reciba energa espiritual, en
tanto que, por su parte, les da
l a ellos energa fsica, a fin de que puedan manifestarse espectralmente. Este tempo
rneo intercambio de
condiciones es una operacin tergica; pero quienes no la comprenden acusan a los sa
manes de hechicera y
de evocar los espritus de los muertos en ayuda de sus artes necromnticas.
COMUNICACIONES DE LOS LAMAS

Sin embargo, el verdadero samanismo floreci en la India tres siglos antes de J. C


., en la poca de
Megathenes, y no cabe juzgar de l por las degeneradas derivaciones que actualment
e practican los samanes
de Siberia, as como tampoco es posible juzgar del budismo por las supersticiones
fetichistas de los siameses y
birmanos. Hoy da el samanismo o comunicacin tergica con los espritus desencarnados s
e profesa en las
principales lamaseras de Mongolia y Tbet, pues el budismo lamaico ha conservado cu
idadosamente los
primitivos conocimientos mgicos y opera en los tiempos presentes tan maravillosos
fenmenos como en la
poca del kan Kublai y sus magnates. Lo mismo que hace trece siglos, la mstica frmul
a: Aum mani padm
hum (58) del rey Srong-ch-Tsans-Gampo tiene virtudes mgicas. Avalokitesvara, el p
rincipal de los tres
bodisatvas y santo patrn del Tbet, se aparece espectralmente a los fieles en la la
masera de Dga-G Dan, por
l fundada, y la luminosa sombre de Son-Ka-pa, en figura de gnea nubecilla desprend
ida de los rayos solares,
conversa con los miles de lamas de aquella comunidad y su voz resuena como el su
surro de la brisa al orear
los rboles, hasta que la hermosa aparicin se desvanece entre los del parque de la
lamasera.
Dcese que en el Garma-Khian o lamasera metropolitana, los lamas adeptos provocan l
a aparicin de los
espritus malignos y regresivos para forzarles a dar cuenta de sus fechoras y repar
ar el dao inferido a las
gentes. A esto le llam ingenuamente el abate Huc la personificacin de los demonios .
Si los escpticos
europeos pudieran leer los dietarios de la lamasera de Moru (59) en la ciudad esp
iritual de Lha-Ssa, donde se
anotan los resultados de las comunicaciones de los lamas con las entidades del m
undo invisible, no
desdearan en estudiar los fenmenos que tan ponderativamente describen los peridicos
espiritistas.
En la lamasera de Foht-Ila, residencia veraniega del dalailama, una de las ms impo
rtantes de las miles del
pas, se ve flotar en los aires el cetro del prior del monasterio, cuyos movimient
os regulan los actos de la vida
conventual. Cuando el prior llama a un monje para que d cuenta de su conducta, sa
be de antemano el
llamado que le sera intil mentir, pues el cetro regulador de la justicia oscilar en
uno u otro sentido para
corroborar o desmentir las declaraciones del monje (60).
En el monasterio de Sikkim hay algunos lamas taumaturgos. El difunto patriarca d
e Mongolia, Gegen
Chutuktu, que resida en el paradisaco lugar de Urga, fue la dcimosexta encarnacin de
Gautama, y por lo
tanto, tuvo categora de bodisatva y facultades taumatrgicas verdaderamente admirab
les, aun entre los
taumaturgos de aquella tierra de las maravillas por excelencia.
Pero no vaya a creerse que estas facultades taumatrgicas puedan educirse sin esfu
erzo. Las vidas de estos
ejemplarsimos varones son ya de por s un milagro, por ms que la ignorancia los cali
fique de vagabundos,
holgazanes, mendigos e impostores. Decimos que su vida es ya de por s un milagro,
porque nos demuestra
cumplidamente a cunto alcanzan la pureza de conducta y rectitud de intenciones ac

ompaadas del ms
riguroso ascetismo sin detrimento de la salud del cuerpo, cuya vida se prolonga
hasta muy provecta edad. Ni
por asomo imaginaron jams los eremitas cristianos los refinamientos disciplinario
s con que los fakires
industas y los monjes budistas fortalecen su voluntad, hasta el punto de que la ar
ea austeridad de Simen el
Estilita resulta en comparacin juego de chiquillos.
FACULTADES TAUMATRGICAS
Pero no es lo mismo el estudio terico que el ejercicio prctico de la magia. El col
egio mongol de Brs-ssPungs cuenta con ms de trescientos magos (61) y doble nmero de discpulos que cursan
la magia desde los
doce a los veinte aos; pero al terminar los estudios tardan todava mucho tiempo en
recibir la iniciacin final, y
apenas llega a merecerla uno de cada cien candidatos. aSimismo, entre los muchos
miles de lamas que
ocupan una serie de conventos alrededor de toda una ciudad, tan slo el dos por ci
ento educen facultades
taumatrgicas. Cabe aprender de memoria lnea por lnea los 108 volmenes del Kadjur (62
) y sin embargo,
carecer de facultades taumatrgicas. Slo hay un camino para llegar seguramente a la
meta y de l nos hablan
algunos autores hermticos, entre ellos el alquimista rabe Abipili, quien dice:
Te advierto, oh t!, quienquiera que seas e intentes sondear los arcanos de la natu
raleza, que si no hallas
dentro de ti lo que buscas, tampoco lo hallars fuera de ti. Si desconoces las exc
elencias de tu propia casa
por qu tratas de indagar la excelencia de otras cosas? Oh hombre! Concete a ti mismo
. En ti yace oculto el
tesoro de los tesoros.
En otro tratado de alquimia que se titula: De manna Benedicto, el autor dice res
pecto de la piedra filosofal:
Por diversas razones no tengo intencin de hablar mucho sobre este asunto, ya explc
itamente descrito al
relatar ciertos usos mgicos y naturales de esta piedra que desconocen muchos de l
os que la poseen. Pero
cuando contemplo a estos hombres me tiemblan las rodillas, se estremece mi corazn
y me quedo absorto.
Todo nefito ha experimentado en mayor o menor grado anlogos sentimientos, hasta qu
e una vez vencidos
se elev a las altezas del adeptado. En los claustros de Tashi-Lhunpo y Si-Dzang e
ducen algunos lamas las
facultades mgicas hasta su extrema perfeccin. famoso es en la India el Banda-Chan
Rambutchi, el Hutuktu
de la capital del alto Tbet, y renombrada en todo el pas la confraternidad de Khelan, entre cuyos hermanos
sobresali un ingls (peh-ling) que venido de Occidente abraz la religin budista y al
cabo de un mes de
noviciado fue admitido en la cofrada de Khe-lan. Segn tradicin, conoca este ingls tod
as las lenguas
orientales, incluso la tibetana, y estaba versado en todas las ciencias y artes.
Por la santidad de su vida y sus
dotes taumatrgicas lleg a ejercer al poco tiempo las elevadas funciones de shabern,

y los tibetanos veneran


su memoria, aunque tan slo los shaberones conocen su verdadero nombre.
El fenmeno mgico cuya operacin anhela ms vehementemente el budista devoto es el de v
iajar por los
aires. El famoso chino Pia Metak, que fue rey de Siam, sobresala por su saber y d
evocin; pero no alcanz
aquella eminentsima facultad hasta que se puso bajo la directa tutela docente de
un sacerdote budista.
Crawfurd y Finlayson, durante su residencia en Siam, observaron atentamente los
esfuerzos de algunos nobles
siameses para adquirir esta facultad (63).
Muchas y muy diversas sectas se dedican por entero en China, Siam, Tartaria, Tbet
, Cachemira e India
britnica a la educcin de los llamados poderes sobrenaturales. Acerca de una de est
as sectas, la de los
taoss, dice Semedo:
Aseguran los taoss que por medio de ciertas prcticas y meditaciones pueden unos de
ellos rejuvenecerse y
otros alcanzar el estado de shien-sien o de beatitud terrenal en el que les es d
ado realizar todos sus anhelos y
trasladarse pronta y fcilmente de un lugar a otro por muy distante que est (64).
Esta facultad se contrae a la proyeccin del vehculo astral ms o menos densificado,
pero no a la
locomocin area del cuerpo fsico, pues dicho fenmeno puede compararse al reflejo de l
a imagen en el
espejo donde aparece reproducida nuestra persona en sus ms minuciosos pormenores,
sin que haya en ella
ni un tomo de materia. la fotografa proporciona otra prueba de esta proyeccin refle
ja, y si los fsicos no han
descubierto todava el procedimiento de obtener fotografas a lejanas distancias (65
), nada se opone a que lo
hayan encontrado en la virtud de su propia voluntad quienes la desligan de todo
inters mundano (66).
POSIBLES DESCUBRIMIENTOS CIENTFICOS
La ciencia afirma que el pensamiento tambin es materia y que toda vibracin energtic
a conmueve la masa
atmosfrica. Por lo tanto, si el hombre, como todos los seres y todas las cosas, e
st circuido del aura formada
por sus propias emanaciones, y si con la imaginacin puede trasladarse instantneame
nte a los ms distantes
lugares, qu imposibilidad cientfica se opone a que, regulado, intensificado y dirig
ido su pensamiento por la
educada voluntad, asuma temporneamente una forma objetiva que para la persona a q
uien vaya encaminado
sea fidelsima figura del pensamiento original? Es acaso esta afirmacin ms hipottica q
ue no hace mucho
tiempo lo eran el telgrafo, la fotografa y el telfono?
Desde el momento en que la placa sensibilizada retiene tan minuciosamente nuestr
a imagen fisonmica, ha
de ser esta imagen algo material, aunque tan en extremo sutil que escape a la or
dinaria percepcin sensoria. Y
puesto que por medio de la linterna mgica podemos proyectar nuestra imagen person
al sobre una pared
blanca (67) desde cien metros de distancia, no es cientficamente imposible que lo
s adeptos conozcan ya algo
que los cientficos niegan hoy todava, pero que con seguridad descubrirn maana, esto

es, el procedimiento
de proyectar instantneamente su cuerpo astral a miles de kilmetros de distancia y
actuar en l tanto o ms
certera e inteligentemente que en el cuerpo fsico, del cual se desprenden y dejan
entretanto con el
indispensable fluido vital para mantener catalpticamente la vida orgnica. La energa
universal tiene una
modalidad vibratoria muy superior a la elctrica, nica que hasta ahora conocen los
investigadores cientficos, y
aun hay diversas transformaciones de la electricidad de cuyos inexperimentados e
fectos nadie es capaz de
sospechar la amplitud.
Dice Schott que los chinos, y particularmente los de la secta de Tao-Kiao, llama
dos taoss, dieron ya desde
muy antiguo el nombre de sian o shin-sian al anacoreta que, o bien por austerida
d de vida o por efecto de
hechizos y elixires, tienen virtudes taumatrgicas y han alcanzado la inmortalidad
terrena (68). Sin embargo,
hay exageracin, aunque no error, en esta referencia, pues no tienen el don de la
inmortalidad corporal, sino
tan slo el de prolongar la vida, como lo atestigua Marco Polo en el siguiente pas
aje:
Hay all unos hombres llamados chughis (69), pero cuyo verdadero nombre es el de a
braiamanes (70), que
viven de 150 a 200 aos. son muy sobrios y se alimentan principalmente de arroz y
leche. Dos veces al mes
toman una extraa pcima de azufre y mercurio que, segn dicen, les alarga la vida y e
stn acostumbrados a
tomarla desde su infancia (71).
Dice Yule que, segn Burnier, saben los yoguis preparar tan admirablemente el merc
urio, que un par de
grnulos de su preparacin tomados por la maana entonan salutferamente el cuerpo. Aade
a esto Yule que
el mercurius vitae de Paracelso era una pcima en cuyos ingredientes entraban el a
ntimonio y el mercurio (72).
Muy desaliados e incorrectos son estos informes que estamos en disposicin de recti
ficar. Por de pronto, la
longevidad de algunos lamas y talapines es proverbial, y todo el mundo sabe all q
ue beben una mixtura por
cuya virtud se renueva la sangre vieja , como ellos la llaman. Asimismo saban los al
quimistas que el aura de
plata tomada a prudentes dosis devuelve la salud y prolonga considerablemente la
vida. Pero en cuanto a si
era mercurio la base del elixir usado por los yoguis y alquimistas, tenemos fund
amento para afirmar que no es
mercurio aunque lo parezca, pues tanto Paracelso como los dems msticos y alquimist
as entendan por
mercurie vitae el espritu o aura de la plata y no del mercurio. Es de todo punto
errnea la afirmacin de que
Paracelso introdujera el uso del mercurio en la farmacopea teraputica, pues ningn
preparado de mercurio, ya
lo fuera por mano de algn medioeval filsofo del fuego, ya lo est por la de los mode
rnos farmacuticos, no
pudo ni podr poner en perfecta salud al cuerpo. Tan slo los inescrupulosos charlat
anes preconizarn las
virtudes de semejante droga, y as opinan muchos comentadores que los enemigos de
Paracelso forjaron esta
imputacin con el malfico propsito de que las gentes lo tuvieran por un charlatn.

MEDICINAS DE LOS YOGUIS


Los antiguos yoguis usaban, y aun hoy usan los lamas y talapines, un brebaje com
puesto de cierto jugo
lechoso extrado de una planta medicinal y mezclado con un poco de azufre. Algn mar
avilloso secreto deben
de conocer estos hombres, cuando les hemos visto curar en breves das muy peligros
as heridas y soldar
fracturas de huesos en tantas horas como das necesita la ciruga para obtener el mi
smo resultado (73).
Tambin hemos odo hablar de cierta agua llamada b-i-hayt que mana de la fuente b-i-hai
wn- y segn
creencia vulgar slo pueden ver los santos sannysis. Sin embargo, los talapines no
han querido revelar sus
secretos teraputicos ni a los cientficos ni a los misioneros, por recelo de que si
rviese de lucro lo que
graciosamente debe emplearse en beneficio de la humanidad (74).
En las solemnes festividades de las pagodas indas o en los festejos con que se c
elebran las bodas de
prncipes y magnates y siempre que con cualquier motivo se rene gran multitud de ge
ntes, acuden all los
gunis o encantadores de serpientes, los fakires hipnotizadores, los ilusionistas
y alguno que otro sannysi
milagrero. Los europeos que presencian los sorprendentes fenmenos operados por es
tas gentes podrn
burlarse fcilmente de ellos, pero no les ser posible explicarlos cientficamente. Al
ver a un encantador de
serpientes con las cobras enroscadas al cuerpo, los brazos ceidos por varios cora
llilos (75) y en el cuello un
trigonocfalo (76) a manera de corbata, sonren despectivamente los escpticos, y ya q
ue no puedan negar el
fenmeno tratan de explicarlo diciendo que el encantador ha desemponzoado de antema
no a los reptiles
arrancndoles los colmillos (77) y sumindolos al efecto en sopor hipntico.
Ocurri cierta vez que un oficial ingls, el capitn B, regateaba mritos a un encantado
r de serpientes
diciendo que por lo inofensivas era ridculo temerlas. Entonces el guni, acercndose
al capitn, le pregunt:
-Quiere el seor acariciar una de mis serpientes?
Solt el capitn una interjeccin incompatible con los caracteres de imprenta y echse rp
idamente hacia
atrs demostrando tanta ligereza de pies como de lengua, y gracias a la sugestiva
accin del guni pudo librarse
de una humillacin pblica.
Por media rupia (78), cualquier profesional del hechizo srpico atraer a s multitud
de serpientes indmitas,
de las especies ms ponzoosas, que reptarn por piernas y brazos hasta enroscrsele por
todo el cuerpo, de
modo que las manosee indemnemente (79). Habr algn prestidigitador, domador o hipnot
izador europeo que
ose efectuar semejante experimento a diario repetido en la India?
EL FAKIR Y LA TIGRE
Una vez, los vecinos de un villorrio sito no lejos de Dakka, en las cercanas de u
na selva, se vieron
sorprendidos de espanto por la aparicin, al rayar el alba (80), de una corpulenta
tigre de raza bengalesa a la
que un atrevido cazador haba arrebatado sus cachorros. Vctimas de la fiera se cont

aban ya dos hombres y un


nio, cuando un fakir que sala de la pagoda vise frente al felino, agachada junto a
un rbol en espantable
actitud de lanzarse sobre otra presa. Sin vacilar, encaminse el fakir derechament
e a la fiera cantando un
mantra de letra ininteligible para los profanos, y a cosa de tres metros de dist
ancia dio unos cuantos pases
magnticos cuyo efecto fue que, con asombro de los vecinos refugiados tras las pue
rtas de sus casas o
subidos a los rboles, dio la bestia tan tremendo salto que todos creyeron vctima d
e su furia al santo varn;
pero subi de punto el general asombro al verla retorcindose y revolcndose a sus pie
s hasta quedar con la
cabeza apoyada en las patas delanteras y la vista apaciblemente fija en l. Sentse s
te entonces junto a la
fiera y la acarici pasndole la mano por la listada piel hasta que gradualmente ces
de rugir, y al cabo de
media hora acudieron los vecinos en peso a contemplar al fakir recostado sobre l
os lomos de la tigre, a manera
de almohada, con la mano derecha sobre la cabeza del animal que le lama suavement
e la izquierda apoyada
sobre el csped bajo su espantable boca.
De este modo subyugan los fakires a las bestias ms feroces de la India, entre las
cuales no es la menor el
tigre, y seguramente que ningn domador europeo fuera capaz de otro tanto a pesar
del hierro candente.
Desde luego que no todos los fakires poseen tan maravillosas facultades, pues so
n los menos; pero no
obstante, su nmero es considerable, y como el procedimiento para educirlas se les
ensea secretamente en
las pagodas, slo lo conocen los iniciados. Esto confirma la verdad de las hasta h
oy tenidas por fbulas de
Krishna y Orfeo, que con sus cantos amansaban a las fieras.
Es innegable que ni un solo europeo residente en la India, de asiento o de viaje
, puede jactarse de haber
estado en el recinto interno de una pagoda, pues no hay influencia ni soborno ca
paces de franquear sus
puertas a los profanos, y menos an a los extranjeros. Si alguien intentara allana
r el santuario, fuera lo mismo
que prender fuego a un polvoran, pues los cien millones de indos, tan sufridos y
pacientes (81), se sublevaran
como un solo hombre, sin distincin de secta ni casta, contra semejante profanacin
y exterminaran a los
extranjeros.
La Compaa de Indias estaba perfectamente enterada de esta disposicin de nimo y desde
luego procur
aquistarse la benevolencia de los brahmanes, cuyas pagodas subvencion precavidame
nte. El gobierno
britnico sigue la misma conducta y ha logrado consolidar hasta cierto punto su do
minio, respetando la religin,
costumbres y leyes de los indgenas.
Pero reanudemos el examen del samanismo o culto de los espritus, la ms extraa y a l
a par menos
conocida de las religiones anteriores al cristianismo. No tienen los samanes cul
to externo, dolos ni altares y
celebran una sola ceremonia, ritualstica en el solsticio de invierno, sin permiti
r la entrada a los profanos (82).
Los rusos, a pesar de su trato frecuente con los samanes de Siberia y tartaria,
nada saben de cierto sobre esta
religin, excepto lo relativo a las virtudes mgicas de sus sacerdotes, que achacan

a prestidigitacin, aunque
muchos rusos residentes en Siberia estn convencidos de la verdad de las facultade
s de los samanos.
Celebran estos sus ceremonias religiosas al aire libre, en la cumbre de un colin
a o en lo ms escondido de las
selvas, a semejanza de los antiguos druidas. Las ceremonias del nacimiento, matr
imonio y muerte son parte
secundaria del culto religioso y consisten en ofrendas de esencias y leche, derr
amadas en el fuego del
sacrificio al ritmo de conjuros mgicos que entona el celebrante y corean los fiel
es.
LOS SAMANES DE SIBERIA
El traje de los sacerdotes es de piel de gamuza u otro animal de virtudes magntic
as y est adornado con
numerosas campanillas de hierro y bronce (83), que sirven para ahuyentar a las m
alignas entidades areas.
Tambin se valen a este propsito de un bastn cubierto de jeroglficos y guarnecido de
cascabeles, hacia
cuyo puo queda atrada por misteriosa fuerza la mano del sacerdote o sacerdotisa cu
ando se comunica con el
espritu, y a poco se ve levantado en los aires hasta considerable altura, desde d
onde vaticina el porvenir (84).
Ejemplo de ello nos da el samn que en 1847, desde un apartado lugar de Siberia, p
redijo con todos sus
pormenores la guerra de Crimea, ocurrida seis aos ms tarde.
Aunque por lo general no conocen la astronoma ni siquiera de nombre, predicen los
eclipses y otros
fenmenos astronmicos y descubren a los culpables de robos y asesinatos. Los de Sib
eria son todos
analfabetos, y entre los del Tbet y Tartaria predominan los decultura emprica y au
todidctica, que no se
someten a la influencia de las entidades psquicas. Los primeros son mdiums y los s
egundos magos. No es
extrao, por lo tanto, que cuando los samanes se comunican en estado de trance con
los espritus, digan las
gentes supersticiosas que estn posedos del demonio. Como en las bacantes y coriban
tes de la antigua
Grecia, el frenes mntico de lossamanes se manifiesta en violentsimos gestos y turbu
lentas danzas que por
contagio imitan los espectadores atacados tambin del mismo frenes, cuyas consecuen
cias suelen ser fatales
en algunos individuos que acaban por caer rendidos al suelo (85).
Ejemplos de este linaje de contagios psquicos nos ofrece la historia de los tiemp
os medioevales, entre ellos
el famoso baile de San Vito o corea, del que Paracelso cur a muchos atacados, por
lo que le acusaron sus
enemigos de haber lanzado demonios por obra de uno muy poderoso que llevaba meti
do en el puo de la
espada (86).
El samn iletrado es vctima de las entidades psquicas, y mientras se halla en trance
suele ver a los
circunstantes en figura de diversos animales y les contagia de sus alucinaciones
. En cambio, los samanes
educados en los colegios sacerdotales saben ahuyentar a las entidades elementari
as que producen las
alucinaciones, y las ahuyentan por procedimiento anlogo al de los hipnotizadores,
o sea por el conocimiento
que tienen de su ndole y naturaleza (87).

Los samanes llevan consigo, pendiente de un cordn por debajo del brazo izquierdo,
un talismn anlogo a
la cornerina de que ya hablamos. Al samn que nos guiaba por el Tbet le preguntamos
ms de una vez:
-De qu sirve esta piedra y qu virtudes tiene?
Pero el samn eluda siempre toda respuesta categrica, con promesa de que tan luego c
omo se le deparara
coyuntura y estuvisemos solos le dira a la piedra que respondiese por ella misma.
Muchas conjeturas nos
sugera entonces tan vaga esperanza, pero muy luego lleg el da en que pudo hablar la
piedra. Ocurri el caso
en una de las situaciones ms crticas de mi vida, cuando el anhelo de viajar me haba
llevado a los arenosos
desiertos de Mongolia (88) cuyo pavoroso silencio en las puestas de sol, a pesar
de que no estn del todo
deshabitados, sobrecoge el nimo mayormente que en las sabanas americanas, las est
epas rusas o las
soledades africanas. Una tarde en que todos los compaeros de viaje estaban ausent
es de la yurta (89) le
record su promesa al samn, confiando en que la cumplira movido de la proteccin que a
los extranjeros de
la partida nos dispensaba. Suspir el samn con muestras de duda, y a poco se levant
del pedazo de cuero
en que estaba sentado, y saliendo de la tienda plant junto a la entrada una estac
a rematada por una cabeza
de macho cabro cuyos cuernos hacia arriba daban seal de que l estaba operando y nad
ie se atrevera por lo
tanto a entrar en la tienda. Hecho esto, volvi junto a m despus de correr la cortin
a de fieltro, y sacse del
seno el talismn, tamao como una nuez, y desenvolvindolo cuidadosamente del envoltor
io en que lo
guardaba hizo ademn de tragrselo, aunque no puedo afirmar si se lo trag en efecto.
Lo cierto es que al poco
rato cay el samn al suelo tan yerto, fro y paraltico que hubiera parecido cadver a no
ser por el movimiento
de los labios en respuesta a mis preguntas. La escena era en verdad dramticamente
embarazosa. Iba
cayendo el da en brazos de la noche, y tan slo quebraba la oscuridad de la tienda
el mortecino fulgor de las
ascuas que haban sido hoguera. La soledad me pareca an ms horrible junto a aquel cue
rpo inerte; mas por
fortuna tard muy poco en variar la escena, porque o una voz que, como si saliera d
e las entraas del suelo en
que yaca el samn, pregunt: Mahand! La paz sea contigo. Qu me quieres? no me sorprend
fenmeno, por maravilloso que parezca, pues ya haba visto a otros samanes en trance
s anlogos, y as
enfoqu toda mi fuerza mental en la entidad cuya voz haba odo, y le dije mentalmente
:
ESCENA MGICA EN TARTARIA
-Quienquiera que seas, ve a K y procura indagar el pensamiento de tal persona y
qu est haciendo tal otra,
y dile *** qu hacemos y en dnde estamos.
La voz respondi:
-Ya llegu. La anciana seora (90) est sentada en el jardn y se cala los anteojos para
leer una carta.
-Entrate al punto del contenido de esa carta.
Prepar papel y lpiz y fui transcribiendo lo que la voz me dictaba lentamente, como

si quisiera darme el
tiempo necesario para la correcta transcripcin de las palabras, pues hablaba en i
dioma vlaco del que yo
conoca la fontica, pero no el significado. De esta suerte llen toda una pgina.
Despus dijo la voz que, aunque del mismo timbre del samn, resonaba cavernosa y com
o si de lejos
viniese:
-Mira a Occidente, hacia la tercera prtiga de la yurta. El pensamiento de la seora
est aqu.
Entonces se irgui el samn de medio cuerpo arriba y se abalanz hacia m, de suerte que
me tom de los
pies con ambas manos y entre ellos apoy la cabeza. La situacin no me pareca muy agr
adable; pero la
curiosidad vino en auxilio del valor. En el ngulo occidental de la tienda apareca,
como reflejo del cuerpo vivo,
la trmula, oscilante y nebulosa figura espectral de una seora rumana de la regin vla
ca, muy querida amiga
ma, de temperamento mstico, pero incrdula en absoluto respecto de los fenmenos psquic
os.
Dejo entonces la voz:
-Su pensamiento est aqu, pero su cuerpo yace inconsciente. No puedo traerla aqu de
otro modo.
Interrogu al espectro en splica de que me respondiese, mas en vano, pues si bien e
l semblante pareca
gesticular con expresin de temor o angustia, no despeg los labios, y tan slo cre or a
lo lejos, aunque tal
vez fuese ilusin auditiva, una voz que deca en rumano: non se pte (no es posible).
Durante dos horas tuve repetidas y evidentes pruebas de que el samn actuaba en su
cuerpo astral,
obediente a mis sugestiones mentales. Diez meses despus recib una carta de mi amig
a en contestacin a
otra en que le enviaba yo la transcripcin de lo dictado por la voz del samn. Corro
boraba la seora todo
cuanto yo haba transcrito, pues segn me dijo en su carta, estaba aquella maana en e
l jardn entretenida en
la prosaica ocupacin de hacer conservas (91), y en un intervalo de la operacin se
sent para leer una carta
recibida de su hermano, cuando de pronto, a causa sin duda del mucho calor, segn
ella colega, se desmay y
me vio en sueos sentada en una tienda de gitanos , en un paraje desierto que mi amig
a describa
exactamente, aadiendo que ya no le era posible dudar por ms tiempo de la verdad de
estos fenmenos.
Pero el experimento tuvo una segunda y todava mejor parte. En vista de nuestra crt
ica situacin en aquel
desierto, y con propsito de que nos sacara de ella, dirig la entidad astral del sa
mn hacia mi amigo kutchi de
Lha-Ssa, que segn dije est continuamente yendo y viniendo del Tbet a la India britni
ca. Realizse
felizmente mi propsito, porque al cabo de pocas horas lleg en nuestro socorro una
partida de veinticinco
jinetes capitaneados por un amigo personal del kutchi, un adepto a quien no haba
yo visto hasta entonces ni
he vuelto a ver despus, pues siempre est en la lamasera (sumay) donde no me fuera p
osible entrar. Mi
amigo el kutchi le despach en nuestro socorro tan luego como supo astralmente la
situacin en que nos
hallbamos, y sin contratiempo llegaron al paraje que nadie hubiera podido encontr
ar por ordinaria orientacin.
Fcil es que la generalidad de los lectores duden de cuanto acabamos de relatar; p

ero no as quienes con


nosotros conozcan las dilatadsimas posibilidades de la actuacin astral, sobre todo
cuando este vehculo,
como en el caso del samn, sirve de instrumento a una entidad superior (92).
LOS JUGLARES DE LA INDIA
Quien slo haya presenciado las habilidades qumicas, pticas y mecnicas de los prestid
igitadores
europeos, quedar seguramente asombrado al ver las que sin aparatos a propsito llev
an a cabo los juglares
indos (93). Pero aunque los viajeros que no saben refrenar la fantasa exageran de
smesuradamente sus
relatos sobre el particular, los hay que se cien estrictamente a lo visto, como p
or ejemplo, el capitn O Grady,
quien dice:
He visto cmo un hombre lanzaba sucesivamente al aire unas veinte bolas numeradas
en serie natural, que
se elevaban hasta desaparecer de la vista de los espectadores. Entonces el jugla
r invitaba a un circunstante a
que indicase el nmero de la bola que quisiera, y al punto caa violentsimamente al s
uelo la indicada. Estos
juglares van medio desnudos y no emplean aparato alguno en sus suertes. Tambin le
s he visto meterse en la
boca tres especies de polvos diversamente coloreados y beber luego a chorrilo de
un lotah o botijo de bronce
tanta agua como les caba en el cuerpo hasta rebosarle por la boca. Despus vomitaro
n toda el agua que
haban bebido y escupieron las tres porciones de polvo separadamente y completamen
te secos sobre un
pedazo de papel (94).
Las belicosas tribus del Kurdestn, de puro origen indoeuropeo y sin una gota de s
angre semita en las venas
(95), son tan msticos como los indos y tan magos como los caldeos, en cuyo antigu
o territorio se asentaron y
lo defenderan si preciso fuese no slo contra las ambiciones de Turqua sino contra E
uropa entera (96).
Aunque unos son musulmanes de la secta de Omar y otros cristianos de la doctrina
de Nestorio, o ms bien de
Maniqueo, slo cabe llamarlos as nominalmente, porque en doctrina y prcticas son pur
amente magos. El
nmero de los kaldanis llega a cien mil y estn bajo la jurisdiccin espiritual de dos
patriarcas. Muchos de ellos
son yezides.
Una de estas tribus se distingue por su aficin al culto del fuego. Al salir y pon
erse el sol desmontan los que
viajan a caballo y con el rostro vuelto hacia el astro rezan la oracin de la maana
o la de la tarde. en cada
plenilunio celebran misteriosas ceremonias que duran toda la noche en una tienda
dispuesta para el caso, en
cuyo tupido telamen de lana negra campean misteriosos signos bordados en colores
rojo intenso y amarillo. En
el centro de la tienda se levanta un altar ceido por tres cenefas de bronce, de l
as cuales penden aros
sostenidos por trencillas de pelo de camello en nmero suficiente para que cada ci
rcunstante empue uno
durante la ceremonia. Sobre el altar arde una lmpara oblonga de plata, de tres me
cheros, con asa por el estilo

de las lmparas sepulcrales egipcias que, segn Kircher (97), se encontraron en los
subterrneos de Menfis y
en las ruinas de Perspolis (98). La forma de esta lmpara es parecida a una copa ab
ultada en el centro y de
figura de corazn en la parte superior. Los mecheros son triangulares y en el cent
ro se dibuja un heliotropo
invertido, cuyo tallo, graciosamente curvado, arranca del asa de la lmpara. Este
adorno denota claramente
que era uno de los vasos sagrados empleados en el culto del sol, pues los griego
s llamaron heliotropo a la flor
de este nombre por la semejanza de su corola con el disco solar. Los magos calde
os usaban tambin esta
lmpara en las ceremonias cultuales, y tal vez su triple luz alumbr el rostro del r
ey hierofante Daro Hystaspes.
Hemos descrito tan al pormenor esta lmpara, porque hay una leyenda muy estrechame
nte relacionada con
ella. Por referencias sabemos en qu consisten las ceremonias kurdas del pleniluni
o, pues aquellas gentes
tienen exquisito cuidado en recatarse de los profanos y ms todava de los extranjer
os. Sin embargo, pudimos
enterarnos de que en cada tribu hay uno o varios ancianos, en sagrada veneracin t
enidos, que vaticinan el
porvenir, descubren el pasado y aciertan cuanto se les consulta.
LA CONSULTA DEL ESPEJO
Hemos pasado algn tiempo entre los kurdos de diversas tribus (99) y podemos refer
ir algn curioso suceso.
En cierta ocasin robaron de la tienda una preciosa silla de montar, un tapiz y do
s dagas circasianas con
montura de oro cincelado. Una de las tribus kurdas, con su jefe a la cabeza, vin
o a protestar en nombre de Al
que el ladrn no era de los suyos. As lo cremos, porque hubiera sido un hecho sin pr
ecedentes en aquellas
tribus nmadas, tan famosas por el sagrado respeto con que tratan a sus huspedes co
mo por el desembarazo
con que les roban y si a mano viene les asesinan en cuanto trasponen los lmites d
e su al o campamento.
Un georgiano que iba en nuestra caravana sugiri entonces la traza de recurrir a l
os conocimientos del
kudian o hechicero de aquella tribu, como as lo efectuamos con mucha solemnidad y
sigilo al filo de la media
noche en plenilunio. A la hora sealada nos acompaaron a la tienda anteriormente de
scrita, en cuyo
abovedado techo se haba abierto un lucernario cuadrangular por donde entraban los
rayos de la luna para
confundirse con los de las vacilantes llamas de la triple lmpara. El hechicero, a
nciano de gigantesca estatura
cuyo piramidal turbante tocaba al techo de la tienda, despus de murmurar durante
algunos minutos varios
conjuros que nos parecieron dirigidos a la luna, sac un espejo redondo de los lla
mados persas y
desenroscado que hubo la tapa ech el aliento sobre el cristal por espacio de diez
minutos, para desempaarlo
despus con un manojo de hierbas mientras musitaba frmulas de encantamiento. A cada
frotacin aumentaba
la brillantez del espejo hasta emitir refulgentes y fosfricos rayos en todas dire
cciones. Terminada la operacin
quedse el hechicero espejo en mano, inmvil como una estatua, y por fin murmur entre
labios: Mira, Hanum,

mira fijamente . Aparecieron entonces sombras manchas en el espejo donde momentos a


ntes se reflejaba la
radiante faz de la luna llena, y a los pocos segundos se dibujaron la silla, tap
iz y dagas robados, como si
surgieran del fondo de claras y cristalinas aguas, con los contornos cada vez ms
definidos. Despus, una
sombra ms intensa todava cubri dichos objetos, sobre los cuales se fue gradualmente
condensando hasta
aparecer agachada encima de ellos la figura de un hombre, tan visiblemente como
si se la mirara con
telescopio.
-Lo conozco! exclam.- Es el trtaro que anoche vino a ver si le queramos comprar la mu
la.
La imagen desapareci entonces como por ensalmo. El hechicero mene la cabeza en seal
de asentimiento
y sigui inmvil. A poco musit extraas palabras, y de pronto empez a cantar con lenta y
montona
modulacin en lengua desconocida, hasta que al cabo de unas cuantas estrofas, sin
cambiar de ritmo ni tono,
chapurr en ruso a manera de recitado las siguientes palabras: Ahora, Hanum, mira b
ien si podremos
apresarle y dinos el hado del ladrn. Queremos saberlo esta misma noche...
Volvieron a agruparse las sombras, y sin transicin apenas vimos al trtaro tendido
de espaldas sobre la silla
en un charco de sangre y otros dos jinetes que a lo lejos galopaban. Tan horroro
sa angustia me dio aquel
cuadro que ya no quise ver ms. Sali el hechicero de la tienda y not que, como si le
s diese instrucciones,
hablaba con unos kurdos all en espera. Dos minutos despus, una docena de jinetes b
ajaban a galope tendido
por la montaa donde acampbamos, y a la maana siguiente regresaron con los objetos r
obados. La silla
estaba manchada de cuajarones de sangre y no quisimos tomarla. Refirieron que al
perseguir al fugitivo
echaron de ver que tras la cumbre de una lejana colina desaparecan dos jinetes, y
que al correr hacia ellos
dieron con el cadver del ladrn tendido sobre los objetos robados, exactamente como
le habamos visto en el
espejo mgico. Le haban asesinado los dos salteadores con intento de robarle, pero
se vieron sorprendidos
por el pelotn que despach el viejo hechicero.
LA HECHICERA DEL SOPLO
En Oriente esta clase de hombres obtienen resultados notabilsimos con slo soplar s
obre una persona, ya
con buena, ya con mala intencin. Esto es puro hipnotismo, y los derviches que lo
practican suelen intensificar
el magnetismo animal con el de los elementos. Dicen que es peligroso colocarse d
e cara a determinados
vientos, y nadie sera capaz de persuadir a un entendido en ciencias ocultas a que
al ponerse el sol anduviese
en la direccin en que sopla el viento. Conocimos a un viejo persa natural de Baku
(100), a orillas del Caspio,
que gozaba la poco envidiable fama de lanzar hechizos con la oportuna ayuda del
viento que suele soplar en
aquella ciudad, segn da a entender su nombre (101). Si quien hubiese despertado l
a clera del hechiero iba
de cara al viento, aparecasele aqul como por encanto, y cruzando el camino le sopl
aba en el rostro. Desde

aquel punto quedaba la vctima afligida por todo linaje de males bajo el hechizo o
rdinariamente llamado mal de
ojo .
Los anales franceses refieren varios casos de terrible ndole, especialmente algun
os relativos a sacerdotes
catlicos, que demuestran con toda evidencia el empleo del aliento humano con sini
estros fines. Esta
modalidad de hechicera se conoce de muy antiguo. El emperador Constantino estable
ci seversimas penas
(102) contra quienes se valieran de la hechicera para violentar la castidad o mov
er a bajas pasiones. San
Agustn amonesta contra el mismo vicio (103). San Jernimo, San Gregorio Nacianceno
y otras autoridades
eclesistricas se quejan de esta hechicera que no era infrecuente en el clero. Sobr
e el particular relata Baffet
(104) el caso del prroco de Peifane, quien por artes de hechicera caus la perdicin d
e una de sus feligreses,
la respetable y virtuosa seora Du Lieu, por cuyo crimen le conden a la hoguera el
parlamento de Grenoble.
En 1611 el de Provenza sentenci a la misma pena al clrigo Gaufridy por haber seduc
ido en el confesionario a
la penitente Magdalena de la Palud, soplndole la cara con el logrado intento de i
nspirarle concupiscente y
violenta pasin hacia l.
Constan los casos precedentes en el informe oficial del mucho ms famoso cuyo reo
fue el influyentsimo P.
Girard, procesado y juzgado ante el parlamento de Aix por haber seducido, valindo
se de hechiceras, a su
penitente, la seorita Catalina Cadire, de Toln, bella y piadosa joven de ejemplares
virtudes que cumpla
escrupulosamente con sus deberes religiosos. Esto fue la causa de su perdicin, po
rque el P. Girard puso la
vista en ella y desde aquel punto empez a maquinar su desgracia. Con la hipcrita s
antidad que el jesuita
aparentaba, supo captarse la confianza de la joven y de su familia, y muy luego
hall ocasin de soplarle el
rostro, de lo que la doncella sinti nacer una violenta pasin por su confesor y tuv
o desde entonces visiones
extticas de ndole religiosa, acompaadas de convulsiones histricas y de estigmas de l
a Pasin. Deparsele
por fin al clrigo la tan deseada coyuntura de hallarse a solas con su penitente,
y volviendo a soplarle el rostro
la dej en desmayo, de que el hechicero se aprovech para lograr su intento antes de
recobrar el sentido la
pobre muchacha. Durante algunos meses sigui el P. Girard sugestionando a su vctima
con sofstica
palabrera para excitarle el fervor religioso y encubrirle la fealdad de su accin;
pero no obstante las arteras
empleadas por l, la seorita abri por fin los ojos a la verdad, y enterados del caso
sus padres incoaron
proceso contra el seductor. La Compaa de Jess emple todo su poder e influjo en defen
sa del acusado, y
segn se dijo, gast un milln de francos en el intento de invalidar las pruebas aduci
das en el proceso. El 12 de
Octubre de 1731 se dict sentencia por los veinticinco magistrados del Parlamento,
de los que doce votaron
pena de muerte (105).
ESTIGMAS MGICOS

Los estigmas de la Pasin, que segn el precedente relato aparecieron en el cuerpo d


e Catalina Cadire,
eran seales cruentas de las espinas en la frente, de la lanzada en el costado y d
e las cuatro llagas de los
clavos en manos y pies. Pero conviene aadir que los mismos estigmas aparecieron e
n el cuerpo de otras seis
penitentes del mismo jesuita, las seoras de Guyol, Laugier, Grodier, Allemande, B
atarelle y Reboul. Se ech
de ver que las ms hermosas penitentes del P. Girard mostraban extraa predisposicin
a los estigmas y a los
xtasis. Tambin descubri el ecamen quirrgico parecidos estigmas en la seorita Palud, s
educida por el cura
Gaufridy.
En todo esto hay motivo para llamar la atencin de cuantos (y especialmente los es
piritistas) atribuyen estos
estigmas a la accin de espritus puros. Porque dando de mano a la influencia del di
ablo (a quien ya dejamos
tranquilo en otro captulo), apurados se veran los catlicos, no obstante la infalibi
lidad de su Iglesia, para
distinguir entre los estigmas procedentes de hechicera y los que, segn ellos, son
obra del Espritu Santo o de
los ngeles. La Iglesia achaca a remedos forjados por el diablo la simulacin de est
os signos de santidad; pero
el subterfugio no sirve, porque el diablo est ya fuera de combate.
Quienes hasta aqu hayan perseverado en la lectura de esta obra preguntarn cul es su
finalidad prctica.
Mucho se ha dicho acerca de la magia y sus potencialidades, as como de la incalcu
lable antigedad de su
ejercicio. Acaso afirmamos que todo el mundo ha de conocer y practicar las cienci
as ocultas? Acaso
intentamos substituir el moderno espiritismo por la magia antigua? Ni una cosa n
i otra. No cabra tal
substitucin ni fuera posible divulgar el estudio de la magia, sin promover enorme
s peligros pblicos. En el
momento de escribir estas lneas nos enteramos de la prisin de un conocido hipnotiz
ador y espiritista,
acusado de violar a una mujer por l hipnotizada. Todo hechicero es un enemigo pbli
co, y el hipnotismo puede
convertirse fcilmente en hechicera de la peor especie.
No pretendemos que los cientficos, telogos y espiritistas sean magos en ejercicio,
sino convencerles de que
antes de nuestra poca se conocieron ya la verdadera ciencia, la religin pura y los
fenmenos autnticos.
Quisiramos que todos cuantos tienen alguna influencia en la educacin de las gentes
supieran primero, para
ensearlo despus, que las obras legadas por los antiguos son los ms seguros guas para
lograr la sabidura
y la felicidad humanas; y que en los pases donde los preceptos de los antiguos fi
lsofos sirven de norma de
conducta a las gentes, son ms sublimes las aspiraciones espirituales y mucho ms el
evado el nivel moral.
Quisiramos generalizar el convencimiento de que las potencias mgicas son potencias
espirituales y laten en
todo hombre. Quisiramos que actualizasen estas potencias cuantos sienten verdader
a vocacin al magisterio
y estn dispuestos a la disciplina y dominio internos que su desenvolvimiento dema
nda.
Muchos hombres vislumbraron la verdad y creyeron por ello poseerla plenamente. S
in embargo, estos
hombres no hicieron el bien que desearon y hubieran podido hacer, porque la vani

dad personal se interpuso


entre los creyentes y la verdad completa que tras ellos refulga. El mundo no nece
sita iglesias sectariamente
exclusivistas, llmense de Buda, Jess, Mahoma, Swedenborg, Calvino o cualquier otro
instructor religioso. Si
la verdad es una, tambin ha de ser una la iglesia necesaria para la humanidad, y
esta iglesia es el reino de
Dios que est en nosotros; el templo interior que, aunque circuido de los muros de
la materia, es fcilmente
accesible para quienes acierten con el sendero que conduce a la entrada. As los l
impios de corazn vern a
Dios.
La trinidad de la Naturaleza es la cerradura de la magia y la trinidad del hombr
e su llave. En el solemne
recinto del santuario no tuvo ni tiene nombre la SUPREMA DIVINIDAD innominada, i
nconcebible e inefable.
Pero todo hombre halla a Dios en su interior.
En el Khordah-Avesta pregunta el alma desencarnada ante las puertas del Paraso: Quin
eres, oh
hermossimo ser!? . Y le responden: Soy, oh alma!, tus puros y buenos pensamientos, tu
s buenas acciones,
tu buena ley..., tu ngel... y tu Dios . Entonces el hombre espiritual se rene consig
o mismo, porque este Hijo
de Dios es uno con l, es su propio Mediador, el Dios de su alma humana, su Justifi
cador. As dice Platn:
Dios no se revela inmediatamente al hombre, sino que el espritu es su intrprete (106
).
LOS BLANCOS, INEPTOS PARA LA MAGIA
Pero muy poderosas razones dificultan adems el estudio prctico de la magia en Euro
pa y Amrica (aunque
consientan el terico), por la general incapacidad de la raza blanca para la compr
ensin experimental de la
ms difcil ciencia.
No importa que el hombre de raza blanca intente este estudio en su propio pas o e
n los de Oriente.
Fracasar igualmente, porque con toda probabilidad, de cada milln de europeos y ame
ricanos tan slo uno
tiene las aptitudes fsicas, psquicas y espirituales que demanda el estudio prctico
de la magia; y entre diez
millones ni uno solo reunira las condiciones requeridas para su ejercicio.
El hombre civilizado carece de la prodigiosa resistencia fsica y mental de los or
ientales, ni tampoco tiene su
apacible temperamento y benigna idiosincrasia. El indo, el rabe, el tibetano, han
heredado la intuitiva
percepcin de que la voluntad humana puede dominar las ocultas fuerzas de la Natu
raleza, y tienen por otra
parte mucho ms agudos que las gentes de Occidente los sentidos del cuerpo y del e
spritu. El diferente
espesor del crneo de un europeo, comparado con el de un indo meridional, no supon
e superioridad
psicolgica, sino que es un accidente climatolgico debido a la mayor intensidad de
los rayos solares.
Adems, el hombre civilizado tropezara con tremendas dificultades en el curso de su
adiestramiento, si vale
la palabra, porque todos estn contaminados de la secular supersticin dogmtica y del
tan desarraigable como
injusto sentimiento de superioridad respecto de a quienes los ingleses llaman de
spectivamente negros .

Difcilmente se sometera el blanco europeo o americano a la instruccin prctica que si


n mayor esfuerzo
reciben un copto, un brahmn o un lama.
Para merecer el ttulo de nefito es preciso entregarse en cuerpo y alma al estudio
de las ciencias msticas,
entre las cuales es la magia imperativa y celosa amante que no tolera rival. Con
tra lo comn en las dems
ciencias, de nada sirve en la magia el conocimiento terico de las frmulas si no ha
y capacidad mental para
comprenderlas ni potencia espiritual para aplicarlas. El espritu ha de mantener s
ujeta la combatividad de la mal
llamada razn educada, hasta que los hechos hayan triunfado de la insulsa sofistera
.
Los espiritistas son quienes mejor dispuestos estn al estudio del ocultismo, aunq
ue por efecto de sus
preocupaciones se hayan opuesto obstinadamente hasta ahora a que se hablara de e
llo en pblico. A pesar de
las insensatas negativas, son reales y autnticos los fenmenos espiritistas; pero a
pesar tambin de su
autenticidad se equivocaron por completo los afiliados a dicha escuela, cuyo des
crdito diman de la
insuficiente hiptesis que exclusivamente atribuye los fenmenos a espritus desencarn
ados. Una infinidad de
mortificantes fracasos no han logrado convertir ni su razn ni su intuicin a la ved
ad. Ignorantes de las
enseanzas del pasado, no han descubierto otras capaces de suplirlas. Nosotros les
brindamos deducciones
filosficas en vez de hiptesis incomprobables y el anlisis y la demostracin cientfica
a cambio de la fe ciega.
La filosofa oculta les proporcionar medios de responder a las racionales demandas
de la ciencia y les librar
de la humillante necesidad de recibir las oraculares enseanzas de inteligencias por
lo general ms flacas
que las de los nios de la escuela. As fundados y robustecidos, los modernos fenmeno
s mereceran la
estudiosa atencin y el respeto de quienes dirigen la mentalidad colectiva. Si el
espiritismo rechaza este auxilio,
ha de resignarse a vegetar igualmente repudiado, y no sin razn, por cientficos y t
elogos, porque en su
moderna modalidad no es ciencia ni religin ni filosofa.
INFERIORIDAD DEL ESPIRITISMO
Somos acaso injustos? Habr algn espiritista de sano criterio que nos acuse de haber
retorcido esta
cuestin? Qu podr exponernos sino embrollo de teoras y mescolanza de hiptesis mutuament
e
contradictorias? Ser capaz de afirmar que el espiritismo, no obstante sus treinta
aos de manifestaciones
fenomnicas, constituye una filosofa ordenadamente eslabonada ni siquiera algo con
apariencias de mtodo
definido que acepten y sigan sus conspicuos representantes?
Sin embargo, esparcidos por el mundo hay profundos eruditos y entusiastas escrit
ores espiritistas que,
adems de la cientfica disciplina mental y de la razonada fe en el fenmeno por s mism
o, renen los
requisitos necesarios para dirigir el movimiento. Por qu se abstienen de colaborar
en la formacin de un
sistema filosfico y se limitan a publicar obras aisladas o a colaborar en la pren
sa? No ciertamente por falta de

valor moral, del que dan prueba en sus escritos, ni tampoco por indiferencia, pu
es sobrado entusiasmo hay en
su campo y estn convencidos de cuanto hacen, ni siquiera por falta de capacidad,
ya que hombres hay entre
ellos que pueden igualarse con los ms esclarecidos talentos. Es porque, casi sin
excepcin, les confunden las
contradicciones con que tropiezan y esperan que futuras experiencias confirmen s
us aventuradas hiptesis. Tal
es, sin duda, el mtodo de investigacin cientfica; el que sigui Newton al diferir por
diecisiete aos con el
herosmo propio de su noble y generoso nimo la exposicin de su teora de la gravedad u
niversal porque no
estaba todava plenamente convencido de ella.
El espiritismo, cuya ndole es ms bien agresiva que defensiva, acert en sus tendenci
as iconoclastas; pero
no tuvo en cuenta que demoler no es construir. Toda verdad realmente substancial
que proclama, queda muy
luego sepultada en confusas ruinas bajo un alud de quimeras. A cada paso que da
el espiritismo, a cada nueva
posicin ventajose de que se apodera en el terreno de los hechos, sigue un desastr
e en forma de fraude o
descrdito que le quita lo ganado y le reduce a la impotencia, pues los espiritist
as no pueden y sus invisibles
amigos no quieren, o tal vez pueden menos todava, probar sus afirmaciones. Estrib
a su fatal debilidad en que
slo disponen de una hiptesis para explicar los tan combatidos fenmenos, o sea la ac
tuacin de los espritus
humanos desencarnados, a quienes rendidamente se sujeta el mdium. Con vehemencia
digna de mejor
causa, atacan los espiritistas a cuantos discrepan de esta opinin y repudian todo
argumento impugnador de su
hiptesis como ofensa inferida a su buen sentido y a sus facultades de observacin,
por lo que ni siquiera
accedern a discutir el asunto.
As, pues, cmo puede elevarse el espiritismo a la categora de ciencia? La ciencia, se
gn nos dice Tyndall,
requiere para serlo tres condiciones necesarias: observacin de los hechos, inducc
in de las leyes y reiterada
comprobacin experimental de estas mismas leyes. Qu observador experto reconocer en e
l espiritismo
estas tres condiciones? El mdium no est siempre en circunstancias de rigurosa comp
robacin, y por lo tanto
las inducciones derivadas de los supuestos hechos carecen de elementos comprobat
orios y son dudosas, con
aadidura de que no las ha corroborado la experiencia. En suma, falta el primer el
emento de certeza.
Para que no se nos inculpe de haber expuesto tendenciosamente la situacin del esp
iritismo en los actuales
momentos, ni de negar los progresos que verdaderamente haya hecho, apuntaremos q
ue en la asamblea
quincenal de los espiritistas londinenses, celebrada el 19 de Febrero de 1877 se
suscit un debate sobre el
tema: Pensamiento antiguo y espiritismo moderno, en el que terciaron algunos de
los ms inteligentes
espiritistas de Inglaterra, entre ellos Stainton Moses, quien haba estudiado reci
entemente la relacin entre los
fenmenos antiguos y modernos. Dijo as:
HABLA UN ESPIRITISTA

El espiritismo vulgar no es cientfico y muy poco adelanta en el orden de la compr


obacin cientfica. Adems,
el espiritismo exotrico no va, por lo general, ms all de la presunta comunicacin con
amigos personales, del
alimento de la curiosidad o de la mera exhibicin de fenmenos... La verdadera cienc
ia esotrica del
espiritismo es muy rara y tan rara como valiosa. De ella debiramos extraer los co
nocimientos que hubisemos
de explanar exotricamente... Imitamos demasiado el procedimiento de los fsicos, y
nuestras pruebas son
bastas y con frecuencia ilusorias, de suerte que sabemos poqusimo de la proteica
energa del espritu. Los
antiguos estaban en esto incomparablemente ms adelantados que nosotros y mucho es
lo que pueden
ensearnos. No hemos establecido con certeza las condiciones de experimentacin segn
requieren
indispensablemente las investigaciones cientficas. Esto dimana principalmente de
que nuestros crculos estn
constituidos sin sujecin a principios... Ni siquiera hemos comprendido las verdad
es elementales de los
mdiums. Tanto ocup nuestra atencin lo maravilloso, que apenas hemos catalogado los
fenmenos ni
siquiera expuesto una hiptesis satisfactoriamente explicativa del ms sencillo... N
unca afrontamos la pregunta:
Qu es la inteligencia? Tal es nuestro escollo; tal nuestro ms frecuente manantial d
e error, y aqu podramos
aprender provechosamente de los antiguos. Los espiritistas repugnan admitir la p
osibilidad de las verdades
ocultas. En este punto son tan difciles de convencer como lo es el vulgo respecto
del espiritismo. Los
espiritistas parten del falaz principio de que todos los fenmenos derivan de la a
ccin de espritus humanos
desencarnados y no se han percatado de las potencias del humano espritu. Desconoc
en, los lmites del campo
de accin del espritu y lo que en su interior subyace (107).

No cabe definir mejor nuestras afirmaciones. Si el espiritismo ha de ser algo en


el porvenir depende de
hombres como Stainton Moses.
Hemos terminado nuestra obra, y ojal la hubisemos mejor cumplido! Pero a pesar de n
uestra
inexperiencia en el arte de componer libros, y no obstante la grave dificultad d
e escribir en idioma extrao,
creemos haber dicho algo que perdure en la mente de los pensadores. Quedan conta
dos y puestos en revista
los enemigos de la verdad. La ciencia moderna, incapaz de satisfacer las aspirac
iones de la humanidad, le
arrebata toda esperanza y deja vaco el porvenir. Es, hasta cierto punto, como el
baitalpachisi, el vampiro de la
fantasa popular de los indos que vive en los cadveres de cuya podredumbre se alime
nta. Los ms preclaros
talentos de la poca han restregado la teologa cristiana hasta descubrir su urdimbr
e, y hemos visto que en
conjunto es ms bien subversiva que estimuladora de espiritualidad y sana moral, p
orque en vez de exponer
las reglas de la ley divina y de la divina justicia, no habla ms que de s misma y
antepone el espritu maligno a
la sempiterna Divinidad, de suerte que confunde a Dios con el diablo. No nos deje
s caer en la tentacin es la
splica de los cristianos. Quin es el tentador? Satans? No va dirigida a l la splica. E

aquel genio tutelar


que endureci el corazn del rey de Egipto, que infundi el maligno espritu en Sal, que
envi mendaces
mesajeros a los profetas e indujo a pecar al rey David. Es el bblico Dios de Isra
el.
Nuestro examen de la multitud de creencias religiosas que en una u otra poca ha p
rofesado la humanidad
demuestra evidentemente el comn origen de todas ellas, como si fuesen diversos mo
dos de expresar el
ardiente anhelo que las encarceladas almas sienten de comunicarse con las celest
es esferas. As como el
prisma desompone la luz blanca en los colores del iris, as tambin el rayo de la ve
rdad divina, al atravesar el
tridrico prisma de la humana naturaleza, se quiebra en los coloreados fragmentos
que se llaman
RELIGIONES. Y as como los rayos del espectro se funden uno en otro por impercepti
bles gradaciones,
tambin as las teologas divergentes del centro original vuelven a converger en los c
ismas, herejas, escuelas
y brotes surgidos de todos lados. En sinttico conjunto, resumen la verdad eterna;
separadas, no son ms que
sombras del error humano y signos de imperfeccin. El culto de los pitris vdicos se
convierte rpidamente en
el culto de la porcin ms espiritual del linaje humano. slo necesita la recta percep
cin de las cosas objetivas
para el final descubrimiento de que el nico mundo real es el mundo subjetivo.
El despectivamente llamado paganismo fue sabidura antigua, de Divinidad henchida,
y el cristianismo y el
islamismo tomaron cuanto de inspirado tienen de su tnico padre el judasmo. El indus
mo prevdico y el
budismo son la doble fuente de que brotaron todas las religiones. El nirvana es
el ocano donde todas han de
verter.
Para los fines del anlisis filosfico no hemos necesitado tener en cuenta las enorm
idades que han
entenebrecido el recuerdo de muchas religiones del mundo. La verdadera fe es el
vaso corporal de la caridad
divina, y humanos y slo humanos son los ministros de sus altares. Al hojear las s
angrientas pginas de la
historia eclesistica, echamos de ver que siempre fue el mismo el argumento de la
tragedia, aunque
representada por distintos actores con diversos trajes.
LA VERDAD UNIVERSAL
Pero la noche eterna planeaba en todo y sobre todo, y nosotros pasamos de lo vis
ible a lo invisible. Nuestro
ferviente anhelo ha sido ensear a las almas sinceras a descorrer el velo, para qu
e en el resplandor de aquella
Noche transmutada en Da contemplen serenamente la VERDAD SIN VELO.
FIN DE LA OBRA
*

Este libro fue digitalizado para distribucin libre y gratuita a travs de la red
Revisin y Edicin Electrnica de Hernn.
Rosario - Argentina
10 de Julio 2003
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