COMISIN TEOLGICA INTERNACIONAL
LA TEOLOGA HOY:
PERSPECTIVAS, PRINCIPIOS Y CRITERIOS
NDICECOMISIN TEOLGICA INTERNACIONAL
LA TEOLOGA HOY:
PERSPECTIVAS, PRINCIPIOS Y CRITERIOS
NDICE
NOTA PRELIMINAR
INTRODUCCIN
Captulo I. Escucha de la palabra de Dios
1. La primaca de la Palabra de Dios
2. La fe, respuesta de la Palabra de Dios
3. La teologa, comprensin de la fe
Captulo II. Permanecer en la comunin de la Iglesia
1. El estudio de la escritura como alma de la teologa
2. La fidelidad a la Tradicin apostlica
3. La atencin la sensus fidelium
4. La adhesin responsable al Magisterio eclesistico
5. La comunidad de los telogos
6. En dilogo con el mundo
Captulo III. Dar razn de la verdad de Dios
1. La verdad de Dios y la racionalidad de la teologa
2. La unidad de la teologa en una pluralidad de mtodos y disciplinas
3. Ciencia y sabidura
CONCLUSIN
NOTA PRELIMINAR
El estudio del tema del estatus de la teologa por parte de la Comisin Teolgica
Internacional comenz en su sesin quinquenal celebrada entre 2004 y 2008. El
trabajo fue realizado por una subcomisin presidida por el reverendo Santiago del
Cura Elena y compuesta por los siguientes miembros: monseor Bruno Forte,
monseor Savio Hon Tai-Fai, SDB, los reverendos Antonio Castellano, SDB,
Tomislav Ivancic, Thomas Norris, Paul Rouhana, Leonard Santedi Kinpupu, Jerzy
Szymik y el doctor Thomas Sding.
En tanto que esta subcomisin no tuvo manera de completar su trabajo por medio
de la publicacin de un documento, el estudio se reanud en la siguiente sesin
quinquenal, sobre la base del trabajo previamente emprendido. A estos efectos, se
constituy una nueva subcomisin presidida por monseor Jan Liesen y los
reverendos Serge Thomas Bonino, OP, Antonio Castellano, SDB, Adelbert Denaux,
Tomislav Ivancic, Thomas Norris, Paul Rouhana, Leonard Sandeti Kinpupu, Jerzy
Szymik, la Hermana Sara Butler, MSBT, y el doctor Thomas Sding.
Las conversaciones generales sobre este tema se mantuvieron a lo largo de
numerosas reuniones de la subcomisin, as como durante las sesiones plenarias
de la propia Comisin Teolgica Internacional celebradas en Roma entre 2004 y
2011. El presente texto se aprobin forma specifica el 29 de noviembre de 2011 y
fue presentado con posterioridad a su presidente, el cardenal William Levada,
Prefecto de la Congregacin para la Doctrina de la Fe, quien autoriz su publicacin.
INTRODUCCIN
1. Los aos que siguieron al Concilio Vaticano II han sido extremamente productivos
para la teologa catlica. Nuevas voces teolgicas han surgido, especialmente las
de los laicos, hombres y mujeres; teologas procedentes de nuevos contextos
culturales, particularmente de Latino Amrica, frica y Asia; nuevos temas de
reflexin, tales como la paz, la justicia, la liberacin, la ecologa y la biotica;
tratados de profundidad mayor sobre temas ya conocidos, gracias a la renovacin
de los estudios bblicos, litrgicos, patrsticos y medievales; y nuevos espacios para
la reflexin, como el dilogo ecumnico, interreligioso e intercultural. Todos ellos
son avances esencialmente positivos. La teologa catlica ha seguido la senda
abierta por el Concilio, que deseaba expresar su solidaridad, respeto y amor hacia
toda la familia humana entrando en dilogo con ella y ofreciendo las fuerzas
salvficas que la Iglesia, guiada por el Espritu Santo, recibe de su Fundador[1]. No
obstante, esta etapa ha presenciado una cierta fragmentacin de la teologa; y, en
el dilogo que se acaba de mencionar, la teologa se ha enfrentado continuamente
al reto de mantener su propia y verdadera identidad. Por tanto, es necesario
preguntarse qu es lo que caracteriza a la teologa catlica y conferir a esta, en sus
muchas formas y por medio de ellas, un sentido claro de identidad en su
compromiso con el mundo de nuestros das.
2. En cierta manera, la Iglesia necesita claramente un discurso comn si quiere
comunicar al mundo el mensaje nico de Cristo, teolgica y pastoralmente. Por
tanto, es legtimo hablar de la necesidad de una cierta unidad de la teologa. No
obstante, el concepto de unidad precisa ser cuidadosamente entendido aqu para
no confundirlo con la uniformidad o con un estilo individual. La unidad de la teologa,
como la de la Iglesia, tal como se profesa en el Credo debe estar estrechamente
vinculada a la idea de catolicidad, as como a las de santidad y apostolicidad[2]. La
catolicidad de la Iglesia procede del mismo Cristo, que es el Salvador del mundo
entero y de toda la humanidad (cf. Ef 1,3-10; 1 Tim 2,3-6). La Iglesia, por tanto se
encuentra como en casa en cada nacin y cultura, y busca cosechar de todas
partes su salvacin y santificacin[3]. El hecho de que solo haya un Salvador nos
muestra la necesidad de que exista un lazo que una la catolicidad y la unidad. La
teologa, igual que explora el inagotable Misterio de Dios y los infinitos caminos por
los que su gracia opera en diversos contextos para la salvacin, adopta de forma
recta y necesaria multitud de formas, y, si bien las investigaciones de la nica verdad
de la trinidad de Dios y del nico plan de salvacin se centran en el nico Seor
Jesucristo, esta pluralidad debe manifestar unos rasgos familiares distintivos.
3. La Comisin Teolgica Internacional (CTI) ha estudiado distintos aspectos de la
tarea teolgica en textos previos, de manera notable en: La unidad de la fe y el
pluralismo teolgico (1972), Magisterio y teologa (1975) y La interpretacin de los
dogmas (1990)[4]. El presente texto pretende identificar los rasgos familiares
distintivos de la teologa catlica[5]. Considera perspectivas y principios bsicos que
caracterizan la teologa catlica, y ofrece criterios por medio de los cuales teologas
mltiples y diversas pueden ser reconocidas, sin embargo, como autnticamente
catlicas y partcipes, por tanto, de la misin de la Iglesia catlica, que es proclamar
la buena nueva a personas de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas
(cf. Mt 28,18-20; Gn 7,9) para reunirlos a todos, hacindoles capaces de escuchar
la voz del nico Seor, en un solo rebao con un solo pastor (cf. Jn10,16). Dicha
misin necesita que en la teologa catlica convivan la diversidad en la unidad y la
unidad en la diversidad. Las teologas catlicas deberan ser identificables como
tales, fortalecindose mutuamente y rindindose cuentas tambin de manera
mutua, al igual que los mismos cristianos en la comunin de la Iglesia para la gloria
de Dios. El presente texto se compone en consecuencia de tres captulos que
abordan los siguientes temas: la teologa es catlica en la riqueza de la pluralidad
de sus expresiones, protagonistas, ideas y contextos, y por tanto fundamentalmente
una, si nace de la escucha atenta de la Palabra de Dios (cf. cap. I); si se incardina
consciente y sinceramente en la comuni6n de la Iglesia (cf. cap. II); y si se orienta
al servicio de Dios en el mundo, ofreciendo la verdad divina a los hombres y mujeres
de hoy, de una manera inteligible (cf. cap. III).
CAPTULO I
LA ESCUCHA DE LA PALABRA DE DIOS
4. Quiso Dios, en su bondad y sabidura, revelarse a s mismo y manifestar el
misterio de su voluntad (cf. Ef 1,9), es decir, que todas las personas, por medio
de Cristo, Verbo hecho carne, tuvieran acceso al Padre en el Espritu Santo y
llegaran a ser partcipes de la naturaleza divina (cf. Ef 2,18; 2 Pe 1,4)[1]. La
novedad de la revelacin bblica consiste en que Dios se da a conocer en el dilogo
que desea tener con nosotros[2]. La teologa, en sus diversas tradiciones,
disciplinas y mtodos, se basa en el acto fundamental de la escucha en la fe de la
Palabra de Dios revelada, Cristo mismo. La escucha de la Palabra de Dios es el
principio definitivo de la teologa catlica; conduce al entendimiento y al habla, y a
la formacin de la comunidad cristiana: la Iglesia se funda sobre la palabra de Dios,
nace y vive de ella[3]. Eso que hemos visto y odo os lo anunciamos, para que
estis en comunin con nosotros y nuestra comunin es con el Padre y con su Hijo
Jesucristo (1 Jn 1,3)[4]. El mundo entero debe escuchar la llamada a la salvacin,
para que oyendo crea; creyendo, espere; y esperando, ame[5].
5. La teologa es la reflexin cientfica sobre la revelacin divina que la Iglesia acepta
como verdad salvadora universal por medio de la fe. La absoluta plenitud y riqueza
de esa revelacin es demasiado grande para ser abarcada por teologa alguna, y
de hecho, da lugar a teologas mltiples al ser recibida de diversas maneras por los
seres humanos. En su diversidad, no obstante, la teologa est unida en su servicio
a la sola verdad de Dios. La unidad de la teologa, por tanto, no requiere uniformidad,
sino ms bien un enfoque nico en la Palabra de Dios y una explicacin de sus
riquezas innumerables por medio de teologas capaces de dialogar y comunicarse
unas con otras. Asimismo, la pluralidad de las teologas no debera suponer
fragmentacin o discordia, sino ms bien la exploracin de la verdad salvadora
nica de Dios por medio de innumerables caminos.
1. La primaca de la Palabra de Dios
6. En el principio exista el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era
Dios (Jn1,1). El Evangelio de Juan comienza con un prlogo. Este himno
remarca el mbito csmico de la revelacin y la culminacin de la revelacin en la
encarnacin del Verbo. En l estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres
(Jn 1,4). La creacin y la historia constituyen el espacio y el tiempo en el que Dios
se revela. El mundo, creado por Dios por medio de su Palabra (cf. Gn 1) es, no
obstante a su vez, el punto de partida para el rechazo de Dios por parte de los seres
humanos. Con todo, el amor de Dios a los hombres es siempre infinitamente mayor,
la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibi (Jn 1,5). La encarnacin del
Hijo es la culminacin de ese amor incondicional: Y el Verbo se hizo carne y habit
entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unignito del Padre,
lleno de gracia y de verdad (Jn 1,14). La revelacin de Dios como Padre que ama
al mundo (cf. Jn 3,16.55) se realiza en la revelacin de Jesucristo, crucificado y
resucitado, el Hijo de Dios y Salvador del mundo (Jn 4,42). En muchas
ocasiones y de muchas maneras habl Dios antiguamente a los padres por los
profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado
heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos (Heb 1,1s). A Dios
nadie lo ha visto jams: Dios unignito, que est en el seno del Padre, es quien lo
ha dado a conocer (Jn 1,18).
7. La Iglesia venera profundamente las Escrituras, pero es importante reconocer
que la fe cristiana no es una religin del Libro: el cristianismo es la religin de la
Palabra de Dios, no de una palabra escrita y muda, sino del Verbo encarnado y
vivo[6]. El evangelio de Dios est testimoniado fundamentalmente por la sagrada
Escritura del Antiguo y del Nuevo Testamento[7]. Las Escrituras estn inspiradas
por Dios y consignadas por escrito de una vez para siempre; por tanto, comunican
inmutablemente la palabra de Dios mismo, y en las palabras de los profetas y los
apstoles hacen resonar la voz del Espritu Santo[8]. La tradicin es transmisin
verdadera de la Palabra de Dios, atestiguada en el canon por los profetas y los
apstoles y en la leiturgia (liturgia) y diakonia (servicio) de la Iglesia.
8. San Agustn escribi que la Palabra de Dios fue escuchada por autores inspirados
y transmitida por medio de sus palabras: Dios habla por un hombre a usanza de
los hombres, pues que nos busca hablando as[9]. El Espritu Santo no solamente
inspir a los autores bblicos a encontrar las palabras verdaderas del testimonio,
sino que tambin ayuda a los lectores de la Biblia de todas las pocas a comprender
la Palabra de Dios por medio de las palabras humanas de las santas Escrituras. La
relacin entre Escritura y Tradicin hunde sus races en la verdad que Dios revela
en su Palabra para nuestra salvacin: los libros de la Escritura ensean
firmemente, fielmente y sin error la verdad que Dios, por nuestra salvacin, quiso
que fuera consignada en las sagradas letras[10], y a travs de los tiempos por el
Espritu Santo conduce a los creyentes a toda la verdad y hace que la palabra de
Cristo habite abundantemente en ellos (cf. Col 3,16)[11]. La Palabra de Dios se
nos da en la Sagrada Escritura como testimonio inspirado de la revelacin que, junto
con la Tradicin viva de la Iglesia, es la regla suprema de la fe[12].
9. Es criterio de la teologa catlica el reconocimiento de la primaca de la Palabra
de Dios. Dios habla de muchas y variadas formas, en la creacin, a travs de los
profetas y sabios, a travs de las Sagradas Escrituras, y de manera definitiva, por
medio de la vida, muerte y resurreccin de Jesucristo, la Palabra hecha carne
(cf. Heb 1,1s).
2. La fe, respuesta a la Palabra de Dios
10. San Pablo escribe en su carta a los Romanos: La fe nace del mensaje que se
escucha, y la escucha viene a travs de la palabra de Cristo (Rom 10,17). Resalta
dos elementos importantes aqu. Por una parte, explica que la fe procede de la
escucha de la Palabra de Dios, siempre con la fuerza del Espritu de Dios
(Rom 15,19). Por otra, aclara el medio por el que la Palabra de Dios llega a los odos
humanos: fundamentalmente por medio de aquellos que han sido enviados a
proclamar la Palabra y a despertar la fe (cf. Rom 10,14s). De ello se deduce que la
Palabra de Dios en todos los tiempos puede ser proclamada autnticamente solo
sobre la base de los apstoles (cf. Ef 2,20-22) y de la sucesin apostlica (cf. 1
Tim 4,6).
11. Puesto que Jesucristo, la Palabra hecha carne, es a un tiempo mediador y
plenitud de toda la revelacin[13], la respuesta que la Palabra busca, es decir, la
fe, es asimismo personal. Por medio de la fe, los seres humanos se confan
totalmente a Dios, en un acto que supone la sumisin total del intelecto y la
voluntad al Dios que se revela[14]. La obediencia de la fe (Rom 1,5) es, por tanto,
algo personal. Por la fe los hombres abren su corazn para recibir el amor de Dios
que se derrama sobre ellos por medio del don del Espritu Santo (cf. Rom 5,5); y
abundan en esperanza por la fuerza del Espritu Santo (Rom15,13), una
esperanza que no defrauda (Rom 5,5). De este modo, una fe viva puede
entenderse como comprensiva tanto de la esperanza como del amor. Pablo subraya
adems, que la fe evocada por la Palabra de Dios reside en el corazn y origina una
confesin verbal: si profesas con tus labios que Jess es Seor, y crees con tu
corazn que Dios lo resucit de entre los muertos, sers salvo. Pues con el corazn
se cree para alcanzar la justicia, y con los labios se profesa para alcanzar la
salvacin (Rom 10,9s).
12. La fe, entonces, es experiencia de Dios que implica conocimiento de l, puesto
que la revelacin abre las puertas a la verdad de Dios que nos salva (cf. 2 Tim 2,13)
y nos hace libres (cf. Jn 8,32). Pablo escribe a los Glatas que, como creyentes,
habis conocido a Dios, o, mejor dicho, Dios os ha conocido (Gl 4,9; cf. 1
Jn 4,16). Sin fe, sera imposible profundizar en esta verdad, porque es revelada por
Dios. La verdad revelada por Dios y aceptada en fe, adems, no es algo irracional.
Al contrario, da lugar al culto espiritual(logik latrea) que segn dice Pablo
conlleva una renovacin de la mente (Rom 12,1s). Que Dios existe y es uno, el
creador y Seor de la historia, puede conocerse con la ayuda de la razn a partir de
las obras de la creacin, segn una larga tradicin que se encuentra tanto en el
Antiguo (cf. Sab 13,1-9) como en el Nuevo Testamento (cf. Rom 1,18-23)[15]. Sin
embargo, que Dios se ha revelado a s mismo a travs de la encarnacin, vida,
muerte y resurreccin de su Hijo para la salvacin del mundo (cf. Jn 3,16), y que
Dios en su vida interior es Padre, Hijo y Espritu Santo, solo puede conocerse por
medio de la fe.
13. La fe es tanto el acto de creer o confiar como tambin aquello que se cree o
se confiesa, fides qua y fides quae, respectivamente. Ambos aspectos trabajan
juntos de manera inseparable, puesto que la confianza es adhesin a un mensaje
con un contenido inteligible, y la confesin no puede reducirse a meras palabras
vacas, debe surgir del corazn. La fe es al mismo tiempo una realidad
profundamente personal y eclesial. Al profesar su fe, los cristianos dicen tanto yo
creo como nosotros creemos. La fe se profesa dentro de lakoinonia del Espritu
Santo (cf. 2 Cor 13,13), que une a todos los creyentes con Dios y entre ellos mismos
(cf. 1 Jn 1,1-3), y que adquiere su ltima expresin en la Eucarista (cf. 1 Cor10,16s).
Las profesiones de fe han evolucionado dentro de la comunidad de los fieles desde
los primeros tiempos. Todos los cristianos estn llamados a dar testimonio personal
de su fe, pero los credos permiten a la Iglesia como tal profesar su fe. Esta profesin
corresponde a la enseanza de los apstoles, la buena nueva, sobre la que la
Iglesia se sostiene y por medio de la cual se salva (cf. 1 Cor 15,1-11).
14. Lo mismo que hubo en el pueblo falsos profetas, tambin habr entre vosotros
falsos maestros que propondrn herejas de perdicin (2 Pe 2,1)[16]. El Nuevo
Testamento muestra sobradamente que, desde los comienzos de la Iglesia, ciertas
personas han propuesto una interpretacin hertica de la fe mantenida en comn,
una interpretacin opuesta a la Tradicin apostlica. En la primera Carta de Juan,
la separacin de la comunin del amor es un indicador de las falsas enseanzas (1
Jn 2,18s). La hereja, por lo tanto, no solo distorsiona el Evangelio, sino que tambin
daa la comunin eclesial. La hereja es la negacin pertinaz, despus de recibido
el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y catlica, o la duda
pertinaz sobre la misma[17]. Aquellos que son culpables de dicha obstinacin en
contra de la enseanza de la Iglesia sustituyen la obediencia a la palabra de Dios,
la fides qua (el motivo formal de la fe), por su propio juicio. La hereja sirve como un
recordatorio de que la comunin de la Iglesia puede solo asegurarse sobre la base
de la fe catlica en su integridad, e induce a la Iglesia a una bsqueda an ms
profunda de la verdad en la comunin.
15. Es criterio de teologa catlica tomar la fe de la Iglesia como su fuente, contexto
y norma. La teologa mantiene la fides qua y la fides quae juntas. Expone la
enseanza de los apstoles, la buena nueva sobre Jesucristo segn las
Escrituras (1 Cor 15,3s), como norma y estmulo de la fe de la Iglesia.
3. La teologa, comprensin de la fe
16. El acto de fe, en respuesta a la Palabra de Dios, abre la inteligencia del creyente
hacia nuevos horizontes. San Pablo escribe: Pues el Dios que dijo: Brille la luz del
seno de las tinieblas ha brillado en nuestros corazones, para que resplandezca el
conocimiento de la gloria de Dios reflejada en el rostro de Cristo (2 Cor 4,6). A esta
luz, la fe contempla el mundo entero de una nueva manera; lo ve ms verdadero
porque, fortalecido por el Espritu Santo, participa de la perspectiva propia de Dios.
Por ello San Agustn invita a todo el que busca la verdad, a creer para
comprender (crede ut intelligas)[18]. Nosotros hemos recibido el Espritu que
viene de Dios, dice san Pablo, para que conozcamos los dones que de Dios
recibimos (1 Cor 2,12). Adems, en virtud de este don, somos atrados hacia un
conocimiento incluso del mismo Dios, porque el Espritu lo sondea todo, incluso lo
profundo de Dios (1 Cor 2,10). Al ensear que tenemos la mente de Cristo (1
Cor 2,16), san Pablo quiere decir que por medio de la gracia de Dios, en cierta
manera participamos incluso del propio conocimiento que Cristo tiene de su Padre
y por ello, en el propio autoconocimiento de Dios.
17. Encontrndose en posesin de la riqueza insondable de Cristo (Ef 3,8) en
virtud de la fe, los creyentes buscan conocer cada vez ms plenamente aquello en
lo que creen, meditndolo en su corazn. Llevados por el Espritu y utilizando todos
los recursos de su intelecto, se esfuerzan en asimilar el contenido inteligible de la
Palabra de Dios de forma que esta puede convertirse en luz y alimento para su fe.
Piden a Dios poder estar llenos de un conocimiento perfecto de su voluntad con
toda sabidura e inteligencia espiritual (Col 1,9). Este es el camino de la
comprensin de la fe (intellectus fidei). Como explica San Agustn, dicho camino
deriva del mismo dinamismo de la fe: el que a travs de la razn verdadera
comprende ahora lo que tan solo crea, es seguro que ser antepuesto al que
todava desea comprender lo que cree; pero el que ni siquiera desea comprender y
opina que basta con creer las cosas que se pueden comprender, no sabe an para
qu sirve la fe[19] . Este trabajo de comprensin de la fe contribuye a alimentar la
fe y permite que esta crezca[20]. Por ello, la fe y la razn son como las dos alas
con las cuales el espritu humano se eleva hacia la contemplacin de la verdad[21].
El sentido del intellectus fidei es el camino que va desde el acto de creer, que es su
fuente y principio permanente, a la visin de la gloria (la visin beatfica; cf. 1 Jn 3,2),
de la que el intellectus fidei es un anticipo.
18. El intellectus fidei adopta distintas formas en la vida de la Iglesia y en la
comunidad de creyentes segn los diferentes dones del fiel (lectio
divina, meditacin, predicacin, la teologa como una ciencia, etc.). En sentido
estricto, se hace teologa cuando el creyente se compromete a presentar el
contenido del misterio cristiano de una manera racional y cientfica. La Teologa es
por tanto scientia Dei en tanto que es participacin racional de la sabidura que Dios
tiene de s y de todas las cosas.
19. Es criterio de teologa catlica que tenga, precisamente como ciencia de fe, fe
que busca comprender (fides quaerens intellectum) [22], una dimensin racional. La
teologa trata de comprender lo que la Iglesia cree, por qu lo cree, y qu puede ser
conocido sub specie Dei. Como scientia Dei, la teologia aspira a comprender de
manera racional y sistemati ca la verdad salvadora de Dios.
CAPTULO II
PERMANECER EN LA COMUNIN DE LA IGLESIA
20. El autntico lugar de la teologa est dentro de la Iglesia, que ha sido reunida
por la Palabra de Dios. La eclesialidad de la teologa es un aspecto constitutivo de
la tarea teolgica porque la teologa se basa en la fe, y la fe es a la vez personal y
eclesial. La revelacin de Dios se dirige a la convocatoria y a la renovacin del
pueblo de Dios, y por medio de la Iglesia los telogos reciben el objeto de su
investigacin. En la teologa catlica, ha habido una reflexin notable sobre
los loci de la teologa, esto es, sobre los puntos fundamentales de referencia de la
tarea teolgica[1]. Es importante conocer no solo los loci sino tambin su peso
relativo y la relacin que se da entre ellos.
1. El estudio de la Escritura como alma de la teologa
21. El estudio de la sagrada pgina debera ser el alma de la sagrada
teologa[2]. El papa Benedicto XVI insiste en que: cuando la teologa no es
esencialmente interpretacin de la Escritura en la Iglesia, esta teologa ya no tiene
fundamento[3]. La teologa debera ser conforme a las Escrituras en su totalidad,
y las Escrituras deberan sostener y acompaar todo trabajo teolgico, porque la
teologa se interesa por la verdad del Evangelio (Gl 2,5), y puede conocer esa
verdad solamente si investiga su testimonio normativo en el canon de la Sagrada
Escritura[4] y si, haciendo esto, pone en relacin las palabras humanas de la Biblia
con la Palabra de Dios viva. Los exegetas catlicos no deben jams olvidar que lo
que ellos interpretan es la Palabra de Dios [...] El objetivo de su trabajo no se alcanza
ms que cuando han iluminado el sentido del texto bblico como palabra actual de
Dios[5].
22. Dei Verbum entiende la tarea de la exgesis como un determinar qu es lo que
Dios ha querido comunicarnos[6]. Para comprender y explicar el significado de los
textos bblicos[7], se deber hacer uso de todos los mtodos literarios, histricos y
filolgicos apropiados, con el fin de aclarar y entender las Sagradas Escrituras en
su propio contexto y periodo. De este modo, la historicidad de la revelacin se tiene
metodolgicamente en cuenta. Dei Verbum 12 se refiere en particular a la necesidad
de prestar atencin a las formas literarias: Pues la verdad se propone y expresa
de una u otra forma en los textos histricos (en sus diversas modalidades),
profticos o poticos, o en otras clases de discurso. Desde el Concilio, se han
desarrollado mtodos adicionales que pueden abrirnos hacia aspectos nuevos del
significado de las Sagradas Escrituras[8]. Dei Verbum 12 indica, no obstante, que
para conocer la dimensin divina de la Biblia y conseguir una interpretacin
teologal de la misma, se deben tomar en consideracin tres criterios
fundamentales[9]: la unidad de las Escrituras, el testimonio de la Tradicin y la
analoga de la fe[10]. El concilio se refiere a la unidad de las Escrituras porque la
Biblia testimonia la completa verdad de la salvacin solamente en su totalidad
pluriforme[11]. La exgesis ha desarrollado vas metodolgicas para tener en
cuenta el canon de las Escrituras en su conjunto como una referencia hermenutica
para interpretar las Escrituras. Se puede as establecer la importancia de la
ubicacin y contenido de los distintos libros y percopas. Pero sobre todo, como
ensea el Concilio, la exgesis debera esforzarse en leer e interpretar los textos
bblicos en el marco de la fe y de la vida del pueblo de Dios, sostenido a travs de
los tiempos por medio de la obra del Espritu Santo. Es en este contexto en el que
la exgesis busca el sentido literal y se abre al sentido espiritual o pleno (sensus
plenior) de las Escrituras[12]. Solo donde se aplican los dos niveles metodolgicos,
el histrico-crtico y el teolgico, se puede hablar de una exgesis teolgica, de una
exgesis adecuada a este libro[13].
23. Al decir que el estudio de las Sagradas Escrituras es el alma de la
teologa, Dei Verbum tiene en mente todas las disciplinas teolgicas. Este fundarse
en la Palabra de Dios revelada, segn la testimonian las Escrituras y la Tradicin,
es esencial para la teologa. Su tarea principal es interpretar la verdad de Dios como
verdad salvadora. Impulsada por el Vaticano II, la teologa catlica busca, en todo
su trabajo, escuchar la Palabra de Dios y por medio de ella el testimonio de las
Escrituras[14]. Por ello, en los ensayos teolgicos los temas bblicos deberan
ocupar el primer lugar, por delante de cualquier otra cosa[15]. Este enfoque se
corresponde de nuevo con el de los Padres de la Iglesia, quienes son en primer
lugar y esencialmente comentadores de la Sagrada Escritura [16] y abre la
posibilidad de la colaboracin ecumnica: la escucha comn de las Escrituras nos
impulsa hacia [...] el dilogo de la caridad y hace crecer el dilogo de la verdad[17].
24. Es criterio de teologa catlica el deber de sacar continuamente conclusiones
partiendo del testimonio cannico de las Escrituras y de promocionar el anclaje de
toda la doctrina y prctica de la Iglesia en dicho testimonio, de modo que toda
predicacin eclesial, al igual que la misma religin cristiana, se nutra y se rija por la
Sagrada Escritura[18]. La teologa debera esforzarse en abrir con amplitud las
Escrituras a los fieles cristianos [19], de forma que estos puedan entrar en contacto
con la Palabra viva de Dios (cf. Heb 4,12).
2. La fidelidad a la Tradicin apostlica
25. Los Hechos de los Apstoles describen la vida de las primeras comunidades
cristianas de una forma que es esencial para la Iglesia de todos los tiempos:
Perseveraban en la enseanza de los apstoles, en la comunin, en la fraccin del
pan y en las oraciones (Hch2,42; cf. Ap 1,13). Esta descripcin sucinta, que se
pone al final del relato de Pentecosts, cuando el Espritu Santo abre las bocas de
los apstoles para que prediquen y atraigan a muchos de quienes los oan a la fe,
resalta distintos aspectos esenciales relativos a cmo el Espritu opera
continuamente en la obra de la Iglesia. Hay aqu ya un esbozo anticipatorio de la
enseanza de la Iglesia y de la vida sacramental, de su espiritualidad y compromiso
con la caridad. Todo esto comenz en la comunidad apostlica, y la transmisin de
este modo de vida ntegro en el Espritu es la Tradicin apostlica. La lex orandi (la
norma de la oracin),lex credendi (la norma de la fe) y lex vivendi (la norma de la
vida) son aspectos esenciales de esta Tradicin. Pablo se refiere a la Tradicin a la
que ha sido incorporado como apstol, cuando habla de la transmisin que l
mismo recibi (1 Cor 15,1-11; cf. tambin 1 Cor11,23-26).
26. La Tradicin, por tanto, es algo vital y vivo, un proceso continuado en el que la
unidad de la fe encuentra expresin en la variedad de idiomas y en la diversidad de
culturas. Deja de ser Tradicin si se fosiliza. Esta Tradicin que procede de los
apstoles progresa en la Iglesia bajo la asistencia del Espritu Santo: pues crece la
percepcin tanto de las cosas como de las palabras transmitidas [...] As, la Iglesia,
con el correr de los siglos, tiende constantemente a la plenitud de la verdad divina
hasta que en ella se consumen las palabras de Dios[20]. La Tradicin tiene lugar
por el poder del Espritu Santo, quien, tal y como Jess prometi a sus discpulos,
gua a la Iglesia hacia la completa verdad (cf. Jn 16,13), consolidando firmemente
la memoria del mismo Jess (cf. Jn 14,26), manteniendo a la Iglesia fiel a sus
orgenes apostlicos, permitiendo la transmisin segura de la fe, e impulsando una
siempre nueva presentacin del Evangelio bajo la direccin de los pastores que son
sucesores de los apstoles[21]. Por tanto, los componentes vitales de la Tradicin
son: el constante estudio renovado de las Sagradas Escrituras, la sabidura litrgica,
la atencin a lo que el testimonio de la fe ha enseado a travs de los tiempos, la
catequesis que fomenta el crecimiento en la fe, la prctica del amor a Dios y al
prjimo, el ministerio eclesial estructurado y el servicio prestado por el Magisterio a
la Palabra de Dios. Lo que lleva a comprender todo lo que contribuye para que el
Pueblo de Dios lleve una vida santa y crezca en su fe. La Iglesia en su doctrina,
vida y culto perpeta y transmite a todas las generaciones todo lo que ella es, todo
lo que cree[22].
27. Los dichos de los Santos Padres son un testimonio de la presencia vivificadora
de esta Tradicin, cuyas riquezas se transfunden en la praxis y la vida de la Iglesia
creyente y orante[23]. Dado que los Padres de la Iglesia, tanto de oriente como de
occidente, han jugado un papel singular en la transmisin fiel y en la explicacin de
la verdad revelada[24], sus escritos son un punto de referencia
especfico (locus) para la teologa catlica. La Tradicin, conocida y vivida por los
Padres, era multifactica y pujante de vida, como puede verse a travs de la
pluralidad de familias litrgicas y de las tradiciones espirituales y exegticoteolgicas (por ejemplo, en las escuelas de Alejandra y Antioqua), una pluralidad
firmemente arraigada y unida en la nica fe. Durante las grandes controversias
teolgicas de los siglos IV y V, la conformidad o disconformidad de una doctrina con
el consenso de los Padres era prueba de ortodoxia o hereja[25]. Para Agustn, el
testimonio comn de los Padres era la voz de la Iglesia[26]. Los concilios de
Calcedonia y de Trento comenzaron sus declaraciones solemnes con la frmula:
Siguiendo a los Santos Padres...[27], y el de Trento y el Concilio Vaticano I
indicaron claramente que, el consenso unnime de los Padres, era una gua
segura para la interpretacin de las Escrituras[28].
28. Muchos de los Padres eran obispos que se reunan con sus obispos hermanos
en los concilios, primero regionales y ms tarde mundiales o ecumnicos. Todo
ello, marc la vida de la Iglesia desde los primeros siglos, siguiendo el ejemplo de
los apstoles (cf. Hch15,6-21). Frente a las herejas cristolgicas y trinitarias que
amenazaron la fe y la unidad de la Iglesia durante la etapa patrstica, los obispos se
reunieron en grandes concilios ecumnicos Nicea I, Constantinopla I, feso,
Calcedonia, Constantinopla II, Constantinopla III y Nicea II para condenar los
errores y proclamar la fe ortodoxa en credos y definiciones de la fe. Estos concilios
establecieron que sus enseanzas, en particular sus definiciones solemnes, eran
vinculantes de forma normativa y universal; y estas definiciones, expresan y
pertenecen a la Tradicin apostlica y continan sirviendo a la fe y a la unidad de la
Iglesia. Los concilios posteriores que han sido reconocidos como ecumnicos en
occidente continan con esta prctica. El Concilio Vaticano II se refiere al ministerio
docente o magisterio del Papa y de los obispos de la Iglesia, y establece que los
obispos ensean infaliblemente cuando, o bien reunidos con el obispo de Roma en
un concilio ecumnico o en comunin con l aunque estn diseminados a lo largo
del mundo, acuerdan que una enseanza en particular, concerniente a la fe o a la
moral, debe sostenerse como definitiva. El Papa mismo, cabeza del colegio
episcopal, ensea infaliblemente cuando como pastor y maestro supremo de todos
los fieles [...] proclama por un acto definitivo la doctrina en cuestiones de fe y
moral[29].
29. La teologa catlica reconoce la autoridad de la enseanza de los concilios
ecumnicos, el magisterio ordinario y universal de los obispos y el magisterio papal.
Reconoce el estatus especial de los dogmas, esto es, afirmaciones en las que la
Iglesia proclama de tal modo una verdad revelada de forma definitiva y obligatoria
para la totalidad del pueblo cristiano, que su negacin es rechazada como hereja y
estigmatizada con anatema[30]. Los dogmas pertenecen a la Tradicin apostlica
viva y en camino. Los telogos son conscientes de las dificultades que acompaan
a su interpretacin. Por ejemplo, es necesario comprender la cuestin precisa que
se estudia a la luz del su contexto histrico y discernir cmo el significado y
contenido de un dogma se relacionan con su formulacin[31]. No obstante, los
dogmas son puntos seguros de referencia para la fe de la Iglesia y son utilizados
como tales en la reflexin y argumentacin teolgica.
30. En la fe catlica, las Escrituras, la Tradicin y el Magisterio de la Iglesia estn
inseparablemente unidos. La sagrada Tradicin y la Sagrada Escritura constituyen
un nico depsito sagrado de la Palabra de Dios confiado a la Iglesia, y la misin
de interpretar autnticamente la Palabra de Dios escrita o transmitida le ha sido
confiada solo al Magisterio vivo de la Iglesia[32]. Las Sagradas Escrituras no son
un simple texto sino locutio Dei [33]y verbum Dei [34], testimoniada inicialmente por
los profetas del Antiguo Testamento y en ltima instancia por los apstoles en el
Nuevo Testamento (cf. Rom 1,1s). Habiendo surgido en el seno del Pueblo de Dios,
y habiendo sido unificada, leda e interpretada por el Pueblo de Dios, la Sagrada
Escritura pertenece a la Tradicin viva de la Iglesia como testimonio cannico de la
fe de todos los tiempos. De hecho, La Escritura es el primer miembro de la tradicin
escrita[35]. Por consiguiente, la Escritura ha de ser proclamada, escuchada,
leda, acogida y vivida como Palabra de Dios, en el seno de la Tradicin apostlica,
de la que no se puede separar[36]. Este proceso se sostiene en el Espritu Santo,
por quien la voz viva del Evangelio resuena en la Iglesia, y por ella en el
mundo[37]. La Sagrada Escritura, en efecto, es el hablar de Dios en tanto que,
por inspiracin del Espritu divino, es consignado por escrito; mientras que la
sagrada Tradicin transmite ntegramente la Palabra de Dios, confiada por Cristo
Seor y por el Espritu Santo a los apstoles, a los sucesores de estos; para que,
guiados por la luz del Espritu de la verdad, la sirvan, expongan y difundan fielmente
en su predicacin. Sucede as que la Iglesia obtiene su certeza acerca de todas las
cosas reveladas no por la sola Sagrada Escritura[38]. Tambin obtiene dicha
certeza de la Tradicin apostlica, porque esta ltima es el proceso vivo de la
escucha de la Palabra de Dios por la Iglesia.
31. El Vaticano II distingui entre la Tradicin y aquellas tradiciones que pertenecen
a etapas concretas de la historia de la Iglesia, o a regiones o comunidades
particulares, tales como rdenes religiosas o iglesias locales concretas[39]. La
distincin entre la Tradicin y las tradiciones ha sido una de las tareas ms
importantes de la teologa catlica a partir del Vaticano II y en general de la teologa
en las ltimas dcadas[40]. Se trata de una tarea profundamente relacionada con la
catolicidad de la Iglesia, y que tiene muchas repercusiones ecumnicas. Son
numerosas las cuestiones que surgen, por ejemplo: Es posible determinar ms
precisamente cul es el contenido de la nica Tradicin? Con qu medios?
Contienen todas las tradiciones que se dicen cristianas la Tradicin? Cmo
podemos distinguir entre las tradiciones que incorporan la verdadera Tradicin y
aquellas tradiciones meramente humanas? Dnde encontramos la verdadera
Tradicin y dnde una tradicin empobrecida o incluso distorsionada?[41]. Por una
parte, la teologa debe mostrar que la Tradicin apostlica no es algo abstracto, sino
que existe de una manera concreta en diferentes tradiciones que se han formado
en el seno de la Iglesia. Por otra, la teologa tiene que considerar por qu
determinadas tradiciones son caractersticas no de la Iglesia en su conjunto, sino
de rdenes religiosas, iglesias locales o etapas histricas en concreto. Mientras que
el uso de la crtica no es adecuado en lo que concierne a la Tradicin apostlica en
s misma, las tradiciones deben siempre estar abiertas a la crtica, de manera que
pueda tener lugar la reforma permanente de la que la Iglesia tiene necesidad[42],
y que la Iglesia pueda renovarse a s misma de forma permanente en su nico
fundamento, que es Jesucristo. Tal crtica busca verificar si una tradicin especfica
expresa de hecho la fe de la Iglesia en un lugar y momento concretos, para
reforzarla o corregirla consecuentemente por medio del contacto con la fe viva de
todos los tiempos y lugares.
32. La fidelidad a la Tradicin apostlica es criterio de teologa catlica. Esta
fidelidad precisa de una recepcin activa y discerniente de las distintas expresiones
y testimonios de la Tradicin apostlica en curso. Implica el estudio de las Sagradas
Escrituras, de la liturgia y de los escritos de los Padres y Doctores de la Iglesia, y la
atencin a la enseanza del Magisterio.
3. La atencin al sensus fidelium
33. En su primera Carta a los tesalonicenses, san Pablo escribe: Por tanto, tambin
nosotros damos gracias a Dios sin cesar, porque, al recibir la palabra de Dios, que
os predicamos, la acogisteis no como palabra humana, sino, cual es en verdad,
como palabra de Dios que permanece operante en vosotros los creyentes (1
Tes 2,13). Estas palabras ilustran aquello a lo que el Vaticano se refiere como el
sentido sobrenatural de la fe (sensus fidei) de todo el pueblo[43], y la ntima
inteligencia que experimentan de las cosas espirituales[44]los fieles, esto es,
el sensus fidelium. El sujeto de la fe es el pueblo de Dios en su conjunto, que por la
fuerza del Espritu afirma la Palabra de Dios. Por ello, el Concilio declara que el
pueblo de Dios entero participa en el ministerio proftico de Jess[45], y que, ungido
por el Espritu Santo (cf. 1 Jn 2,20.27), no puede equivocarse en la fe[46]. Los
pastores que guan al pueblo de Dios, sirviendo a su fe, son ellos mismos, en primer
lugar, miembros de la comunidad de creyentes. Por ello, Lumen gentium habla
primero del pueblo de Dios y delsensus fidei que tiene[47], y luego de los
obispos[48] quienes, a travs de la sucesin apostlica en el episcopado y de la
recepcin de su carisma veritatis certum (carisma seguro de verdad) propio y
especfico[49], conforman, como colegio en comunin jerrquica con su cabeza, el
obispo de Roma y sucesor de san Pedro en la sede apostlica [50], el Magisterio de
la Iglesia. Asimismo, Dei Verbum ensea que la Palabra de Dios ha sido confiada
a la Iglesia y se refiere a todo el pueblo santo adhirindose a ella antes de
especificar que el Papa y los obispos tienen la tarea de interpretar autnticamente
la Palabra de Dios[51]. Este mandato es esencial para la teologa catlica. Como
dijo San Agustn: Vobis sum episcopus, vobiscum sum christianus[52].
34. La naturaleza y ubicacin del sensus fidei o sensus fidelium deber ser entendida
adecuadamente. El sensus fidelium no significa simplemente la opinin mayoritaria
en un momento o cultura dados, ni es solo una confirmacin secundaria de lo que
el Magisterio ensea primero. El sensus fidelium es el sensus fidei del conjunto del
pueblo de Dios que es obediente a la Palabra de Dios y es conducido en los caminos
de la fe por sus pastores. Por tanto, el sensus fidelium es el sentido de la fe que
est profundamente enraizado en el pueblo de Dios que recibe, comprende y vive
la Palabra de Dios en la Iglesia.
35. Para los telogos, el sensus fidelium es de gran importancia. No es solo un
objeto de atencin y respeto, es tambin una base y un locus para su trabajo. Por
un lado, los telogos dependen del sensus fidelium, porque la fe que exploran y
explican vive en el pueblo de Dios. Est claro, por tanto, que los mismos telogos
deben participar en la vida de la Iglesia para tener verdaderamente conocimiento de
ella. Por otro lado, es precisamente parte del servicio especfico de los telogos,
dentro del cuerpo de Cristo, explicar la fe de la Iglesia tal como se encuentra en las
Escrituras, la liturgia, credos, dogmas, catequesis, y en el sensus fidelium mismo.
Los telogos ayudan a aclarar y a articular el contenido del sensus
fidelium,reconociendo y mostrando que los aspectos relativos a la verdadera fe
pueden ser complejos, y que la investigacin de los mismos debe ser precisa[53].
Les toca tambin a ellos, en ocasiones, examinar crticamente expresiones de la
piedad popular, nuevas corrientes de pensamiento y nuevos movimientos en el seno
de la Iglesia en nombre de la fidelidad a la Tradicin apostlica. Las afirmaciones
crticas de los telogos deben ser siempre constructivas; deben ofrecerse con
humildad, respeto y caridad: El conocimiento (gnosis)engre, mientras que el
amor (agape) edifica (1 Cor 8,1).
36. La atencin al sensus fidelium es un criterio de teologa catlica. La teologa
debera esforzarse en descubrir y articular correctamente lo que de hecho cree el
fiel catlico. Debe declarar con amor la verdad, de forma que el fiel pueda madurar
en la fe y no ser llevado a la deriva por todo viento de doctrina (Ef 4,14s).
4. La adhesin responsable al Magisterio eclesistico
37. En la teologa catlica, el Magisterio es un factor integral de la empresa
teolgica, puesto que la teologa recibe su objeto de Dios por medio de la Iglesia,
cuya fe es interpretada autnticamente solo por el Magisterio vivo de la
Iglesia[54], esto es, por el Magisterio del Papa y de los obispos. La fidelidad al
Magisterio es necesaria para que la teologa pueda ser ciencia de la fe (scientia
fidei) y tarea eclesial. Una metodologa teolgica correcta requiere, por tanto, una
comprensin adecuada de la naturaleza y autoridad del Magisterio y sus diversos
niveles, y de las relaciones que realmente existen entre el Magisterio eclesial y la
teologa[55] 55. Los obispos y los telogos tienen vocaciones diferentes, y deben
respetar las competencias propias de cada uno, para evitar que el Magisterio
reduzca la teologa a mera ciencia repetitiva o que los telogos pretendan sustituir
el Magisterio de los pastores de la Iglesia.
38. La comprensin de la Iglesia como comunin es un buen marco en el que
considerar cmo la relacin entre los telogos y los obispos, entre la teologa y el
Magisterio, puede ser de colaboracin fructfera. Lo primero que hay que reconocer
es que tanto los telogos en su tarea, como los obispos en su magisterio, se
encuentran bajo la primaca de la Palabra de Dios, y nunca por encima de ella[56].
Entre los obispos y los telogos debera haber una mutua colaboracin respetuosa:
en su escucha obediente a esta Palabra y en la proclamacin fiel de la misma; en
su atencin al sensus fidelium y en el servicio para que la fe crezca y madure; en
su preocupacin por transmitir la Palabra a generaciones futuras, respetando las
nuevas cuestiones y retos; y en su testimonio lleno de esperanza de los dones ya
recibidos; en todas estas tareas, obispos y telogos tienen sus respectivos
cometidos en una misin comn[57], en la que teologa y Magisterio encuentran su
propia legitimacin y finalidad[58]. La teologa investiga y articula la fe de la Iglesia,
y el Magisterio eclesistico proclama esa fe y la interpreta autnticamente[59].
39. Por una parte, el Magisterio necesita de la teologa para demostrar en sus
intervenciones no solo autoridad doctrinal, sino tambin competencia teolgica y
capacidad para la evaluacin crtica, de manera que se debera llamar a los telogos
para ayudar en la preparacin y formulacin de los pronunciamientos magisteriales.
Por otra parte, el Magisterio es una ayuda indispensable para la teologa porque
transmite autnticamente el depsito de la fe (depositum fidei), particularmente en
momentos decisivos de discernimiento. Los telogos deberan reconocer la
contribucin de las declaraciones magisteriales al progreso teolgico y deberan
colaborar, aceptando dichas declaraciones. Las intervenciones magisteriales
pueden por s mismas estimular la reflexin teolgica, y los telogos deberan
mostrar cmo sus propias contribuciones son conformes con declaraciones
doctrinales previas del magisterio y las desarrollan. Hay en la Iglesia, de hecho, un
cierto magisterio de los telogos[60], pero no hay sitio para magisterios paralelos,
opuestos o alternativos[61], o para visiones que podran separar a la teologa del
Magisterio de la Iglesia.
40. Cuando el Magisterio llega a la interpretacin autntica de la fe, desempea
un papel que la teologa simplemente no puede tomar para s. La teologa no puede
sustituir una sentencia proveniente de los obispos por otra proveniente de la
comunidad teolgica cientfica. La aceptacin de esta funcin del Magisterio en
relacin con la autenticidad de la fe requiere el reconocimiento de los distintos
niveles de las afirmaciones magisteriales[62]. Estos distintos niveles dan lugar
correspondientemente a una respuesta diferenciada por parte de los fieles y de los
telogos. No toda la enseanza magisterial tiene el mismo peso. Esto es importante
para el trabajo de la teologa, y, de hecho, los distintos niveles se describen por
medio de lo que se denominan cualificaciones o notas teolgicas[63].
41. Precisamente debido a esta graduacin, la obediencia que los telogos, como
miembros del pueblo de Dios, deben hacia el Magisterio conlleva siempre
evaluacin y comentario crtico constructivo[64]. Mientras que el disenso hacia el
Magisterio no tiene lugar en el seno la teologa catlica, la investigacin y el
cuestionamiento s est justificado y son incluso necesarios cuando la teologa
quiere cumplir su tarea[65]. Sea cual sea la situacin, una mera obediencia o
adhesin formal y externa por parte de los telogos no es suficiente. Los telogos
deberan esforzarse en profundizar en su reflexin sobre la verdad proclamada por
el Magisterio de la Iglesia y deberan ambicionar que repercutiera en la vida cristiana
y en el servicio de la verdad. De esta manera, los telogos cumplen su propia tarea
y la enseanza del Magisterio no se ve reducida a meras citas que decoran los
discursos teolgicos.
42. La relacin entre los obispos y los telogos es a menudo buena y de mutua
confianza, con el debido respeto a las vocaciones y responsabilidades de unos y
otros. Por ejemplo, los obispos asisten y participan en las reuniones nacionales y
regionales de asociaciones teolgicas, hacen llamar a expertos en teologa cuando
formulan sus propias enseanzas y polticas, y visitan y prestan apoyo a las
facultades y escuelas de teologa en sus dicesis. Inevitablemente, habr tensiones
en algunos momentos en la relacin entre los telogos y los obispos. En su profundo
anlisis de la interaccin dinmica, en el seno del organismo vivo de la Iglesia, de
los tres ministerios de Cristo como profeta, sacerdote y rey, el beato John Henry
Newman reconoci la posibilidad de dichos choques y diferencias crnicas, y est
bien recordar que l las vea como pertenecientes a la misma naturaleza de la
cuestin[66]. La teologa es el principio esencial y regulador de todo el sistema
de la Iglesia, escribi, y, sin embargo, no puede marchar siempre por su propio
camino[67]. Respecto a las tensiones entre los telogos y el Magisterio, la
Comisin Teolgica Internacional dijo en 1975: dondequiera que hay vida
verdadera, hay igualmente tensin. Pero esta no debe ser interpretada en el tono
de la hostilidad ni de una verdadera oposicin: representa, por el contrario, un factor
de dinamismo y un estmulo que incita al Magisterio y a la teologa a desempear
concertadamente sus funciones respectivas practicando el dilogo[68].
43. La libertad de la teologa y de los telogos es un tema de especial inters[69].
Esta libertad se deriva de su responsabilidad cientfica[70]. La idea de la adhesin
al Magisterio lleva algunas veces a la distincin entre la llamada teologa cientfica
(sin presupuestos de fe o fidelidad eclesial) y la llamada teologa confesional
(elaborada dentro de una confesin religiosa), pero tal distincin no es correcta[71].
Tambin surgen otros debates al considerar la libertad de conciencia de los
creyentes o la importancia del progreso cientfico en la investigacin teolgica, y el
Magisterio es visto, algunas veces, como una fuerza represora o un freno al
progreso. La investigacin de tales materias constituye una parte de la tarea
teolgica, de manera que los aspectos cientficos y confesionales de la teologa se
integren adecuadamente, y se vea la libertad de la teologa dentro del horizonte del
designio y voluntad de Dios.
44. Es criterio de teologa catlica adherirse responsablemente al Magisterio en sus
distintas graduaciones. Los telogos catlicos deberan reconocer la competencia
de los obispos, y especialmente del colegio de obispos del que el Papa es cabeza,
para proporcionar una interpretacin autntica de la Palabra de Dios procedente de
las Escrituras y de la Tradicin[72].
5. La comunidad de los telogos
45. Como en el caso de todas las vocaciones cristianas, el ministerio de los
telogos, al tiempo que personal, es tambin comunitario y colegial; esto es, se
ejerce en la Iglesia y para la Iglesia en conjunto, y se vive en solidaridad con aquellos
que tienen la misma llamada. Los telogos son correctamente conscientes y estn
orgullosos de los vnculos profundos de solidaridad que les unen los unos a los otros
en el servicio al cuerpo de Cristo y al mundo. De muchas maneras, como colegas
en las facultades y escuelas de teologa, como miembros de sociedades y
asociaciones teolgicas, como colaboradores de investigacin, y como escritores y
profesores, se dan apoyo, alientan e inspiran los unos a los otros, y sirven tambin
de mentores y modelos de referencia para aquellos, en especial estudiantes
graduados, que aspiran a ser telogos. Ms an, vnculos de solidaridad se
extienden a travs del espacio y el tiempo, uniendo a telogos a lo largo y ancho
del mundo de distintos pases y culturas y a travs del tiempo en distintas pocas y
contextos. Esta solidaridad es verdaderamente beneficiosa cuando promueve la
advertencia y observancia de los criterios de la teologa catlica tal y como quedan
identificados en este documento. No hay nadie mejor situado para ayudar a los
telogos catlicos a que se esfuercen en dar el mejor servicio posible, conforme a
las caractersticas verdaderas de su disciplina, que otros telogos catlicos.
46. En nuestros das, es cada vez ms comn la colaboracin en la investigacin y
publicacin de proyectos, tanto dentro de cada uno como entre los distintos campos
de la teologa. Deberan cultivarse las oportunidades para realizar presentaciones,
seminarios y conferencias que fortalezcan el conocimiento mutuo y el aprecio entre
colegas en las instituciones y facultades teolgicas. Adems, se deberan fomentar
las ocasiones para los encuentros interdisciplinares y los intercambios entre
telogos y filsofos, investigadores de la naturaleza y la sociedad, historiadores,
etc., puesto que, tal y como se indica en este documento, la teologa es una ciencia
que prospera interactuando con las otras ciencias, como as lo hacen tambin ellas
en el fructfero intercambio con la teologa.
47. En razn de la naturaleza de su tarea, los telogos trabajan a menudo en las
fronteras de la experiencia y de la reflexin de la Iglesia. En particular, dado el
elevado nmero de telogos laicos que tienen experiencia en reas particulares de
interaccin entre la Iglesia y el mundo, entre el Evangelio y la vida, con las cuales
pueden no tener en cambio tanta familiaridad los telogos ordenados y los
religiosos, se da el caso, cada vez ms frecuente, de que los telogos dan una
articulacin inicial de la fe que busca entender ante nuevas circunstancias frente
a nuevos problemas. Los telogos necesitan y merecen la ayuda orante de la
comunidad eclesial en su conjunto, y particularmente la de otros telogos, en el
esfuerzo sincero que realizan en nombre de la Iglesia, pero el cumplimiento
meticuloso de los criterios esenciales de la teologa catlica es especialmente
importante en tales circunstancias. Los telogos deberan reconocer siempre la
intrnseca provisionalidad de sus esfuerzos, y ofrecer su trabajo a la Iglesia en su
conjunto, para su escrutinio y evaluacin[73].
48. Uno de los servicios ms valiosos que los telogos se prestan unos a otros es
el mutuo cuestionamiento y correccin, por ejemplo, por medio de la prctica
medieval de ladisputatio y la prctica actual de revisarse unos a otros los escritos,
de manera que las ideas y mtodos pueden pulirse y perfeccionarse
progresivamente, y este proceso generalmente ocurre de forma saludable dentro de
la misma comunidad teolgica[74]. Por su propia naturaleza, sin embargo, puede
ser un proceso lento y privado, y en particular en estos das de comunicacin
instantnea y de diseminacin de ideas fuera del alcance estricto de la comunidad
teolgica, no sera razonable imaginar que este mecanismo de autocorreccin es
suficiente en todos los casos. Los obispos que velan por los fieles, enseando y
cuidndolos, tienen ciertamente el derecho y la obligacin de hablar, de intervenir y
si es necesario de censurar el trabajo teolgico que consideren que es errneo y
daino[75].
49. El dilogo y la investigacin ecumnica proporcionan un campo privilegiado
nico y potencialmente productivo para la colaboracin entre los telogos catlicos
y los telogos de otras tradiciones cristianas. En dicho trabajo, los asuntos de fe, de
significado y de lenguaje se ponderan profundamente. Como trabajan para
promover la comprensin mutua sobre aspectos que han sido ocasin de disputa
entre sus tradiciones, quizs durante siglos, los telogos actan como embajadores
de sus comunidades en la tarea santa de la bsqueda de la reconciliacin y la
unidad de los cristianos, de forma que el mundo pueda creer (cf. Jn17,21). Esta
tarea de embajadores requiere una especial adhesin, por parte de los participantes
catlicos, a los criterios aqu delineados, de forma que los mltiples dones que
contiene la tradicin catlica puedan ofrecerse verdaderamente en el intercambio
de dones que supone siempre el dilogo ecumnico y la colaboracin, en el sentido
ms amplio[76].
50. Un criterio de teologa catlica es que esta debera practicarse en colaboracin
profesional, orante y caritativa con el conjunto de telogos catlicos en la comunin
de la Iglesia, con un espritu de mutuo aprecio y apoyo, atento tanto a las
necesidades y comentarios de los fieles, como a la gua de los pastores de la Iglesia.
6. En dilogo con el mundo
51. El pueblo de Dios [...] cree que es guiado por el Espritu del Seor, que llena el
orbe de la tierra[77]. El Concilio Vaticano II dijo que la Iglesia debera por tanto
estar preparada para discernir en los acontecimientos, exigencias y deseos del
mundo de hoy lo que pueden ser signos verdaderos de la actividad del Espritu[78].
Para cumplir esta tarea, corresponde a la Iglesia el deber permanente de escrutar
a fondo los signos de los tiempos(signa temporum perscrutandi) e interpretarlos a
la luz del Evangelio, de forma que, de manera acomodada a cada generacin,
pueda responder a los perennes interrogantes de los hombres sobre el sentido de
la vida presente y futura y sobre la relacin mutua entre ambas. Es necesario, por
tanto, conocer y comprender el mundo en el que vivimos, sus expectativas, sus
aspiraciones y su ndole muchas veces dramtica[79].
52. Todos los cristianos, al vivir con fe su vida diaria en el mundo, se enfrentan al
reto de interpretar los acontecimientos y las crisis que surgen en lo que concierne a
los asuntos del hombre, y se introducen en conversaciones y debates en los que,
inevitablemente, la fe es cuestionada y es precisa una respuesta. La Iglesia entera
vive, por as decirlo, en el punto de cruce entre el Evangelio y la vida de cada da,
que es tambin la lnea fronteriza entre el pasado y el futuro, puesto que la historia
avanza. La Iglesia est siempre en dilogo y en movimiento, y dentro de la comunin
de los bautizados, que estn de este modo dinmicamente comprometidos, los
obispos y los telogos tienen responsabilidades particulares, como dej claro el
concilio. Corresponde a todo el Pueblo de Dios, especialmente a los pastores y
telogos, auscultar, discernir e interpretar, con la ayuda del Espritu Santo, los
diferentes lenguajes de nuestro tiempo y juzgarlos a la luz de la palabra divina, para
que la Verdad revelada pueda ser percibida ms completamente, comprendida
mejor y expresada ms adecuadamente[80].
53. La teologa tiene una particular competencia y responsabilidad en este sentido.
A travs de su dilogo constante con las corrientes sociales, religiosas y culturales
del momento, y a travs de su apertura a las otras ciencias que, utilizando sus
propios mtodos examinan esos desarrollos, la teologa puede ayudar a los fieles y
al Magisterio a apreciar la importancia de los desarrollos, los acontecimientos y las
tendencias en la historia humana, y a discernir e interpretar las vas por medio de
las cuales el Espritu puede estar hablando a la Iglesia y al mundo.
54. Se pueden describir los signos de los tiempos como aquellos acontecimientos
o fenmenos de la historia de la humanidad que, en cierto sentido, por su impacto
o extensin, definen la apariencia de un perodo, y vienen a expresar las
necesidades y aspiraciones concretas de la humanidad en dicho momento. Al
utilizar el Concilio la expresin los signos de los tiempos, muestra que reconoce
ntegramente la historicidad no solo del mundo, sino tambin de la Iglesia, que est
en el mundo (cf. Jn 17,11.15.18) aunque no es del mundo (cf.Jn 17,14.16). Todo lo
que acontezca en cualquier parte del mundo, sea bueno o malo, no puede nunca
resultar indiferente para la Iglesia. El mundo es el lugar donde la Iglesia, siguiendo
las huellas de Cristo, anuncia el Evangelio, da testimonio de la justicia y misericordia
de Dios y participa en el drama de la vida humana.
55. Los ltimos siglos han presenciado muchos cambios sociales y culturales
notables. Se podra pensar por ejemplo en el descubrimiento de la historicidad y en
movimientos tales como la Ilustracin y la Revolucin francesa (con sus ideales de
libertad, igualdad y fraternidad), en los movimientos de emancipacin y de
promocin de los derechos de la mujer, en los movimientos a favor de la paz y la
justicia, en la liberacin y la democratizacin, y en el movimiento ecologista. La
ambivalencia de la historia humana ha llevado a la Iglesia en momentos del pasado
a ser extremadamente cauta en lo que se refiere a dichos movimientos, a fijarse
solo en las amenazas que pudieran ocasionar a la fe y a la doctrina cristiana y a
descuidar su importancia. No obstante, tales actitudes se han ido modificando
gradualmente gracias al sensus fidei del pueblo de Dios, a la mirada clara de
creyentes individuales profticos, y al dilogo paciente de los telogos con las
culturas circundantes. A la luz del Evangelio, se ha realizado un mejor
discernimiento con mayor disposicin a buscar la forma en que el Espritu de Dios
pudiera estar hablando por medio de tales acontecimientos. En todo caso, el
discernimiento debe distinguir cuidadosamente entre los elementos compatibles con
el Evangelio y aquellos que le son contrarios, entre las contribuciones positivas y
los aspectos ideolgicos, pero la comprensin ms precisa del mundo que resulte
no podr dejar de impulsar una apreciacin mayor y ms profunda de Cristo el Seor
y del Evangelio[81], puesto que Cristo es el Salvador el mundo.
56. Al mismo tiempo que el mundo de la cultura humana se beneficia de la actividad
de la Iglesia, esta tambin se beneficia de la historia y la evolucin de la
humanidad. La experiencia de los siglos pasados, el progreso de las ciencias, los
tesoros ocultos en las diferentes formas de cultura humana, con los que la
naturaleza del hombre mismo se manifiesta ms plenamente y se abren nuevos
caminos hacia la verdad[82]. El trabajo laborioso para establecer vnculos
provechosos con las otras disciplinas, ciencias y culturas, para fortalecer esa luz y
ampliar tales vas, es tarea propia de los telogos, y el discernimiento de los signos
de los tiempos presenta grandes oportunidades para la empresa teolgica, a pesar
de las complejas cuestiones hermenuticas que despierta. Gracias al trabajo de
muchos telogos, el Vaticano II fue capaz de reconocer distintos signos de los
tiempos referentes a su propia enseanza[83].
57. Al prestar odos a la Palabra definitiva de Dios en Jesucristo, los cristianos se
abren a la escucha de los ecos de su voz en las otras personas, lugares y culturas
(cf. Hch 14,15-17; 17,24-28; Rom 1,19-30). El Concilio recomend que los fieles
deberan familiarizarse con sus tradiciones nacionales y religiosas; descubrir
gozosa y respetuosamente las semillas del Verbo latentes en ellas[84]. En
particular ense que la Iglesia catlica no rechaza nada de lo que hay de
verdadero y santo en las otras religiones no cristianas, cuyos preceptos y
doctrinas no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a
todos los hombres[85]. De nuevo, el descubrimiento de tales semillas y el
discernimiento de dichos rayos es tarea especialmente de los telogos, que tienen
una importante aportacin que realizar al dilogo interreligioso.
58. Un criterio de teologa catlica es que debera estar en constante dilogo con el
mundo. Eso debera ayudar a la Iglesia a leer los signos de los tiempos iluminada
por la luz que proviene de la revelacin divina, y a beneficiarse as en su vida y
misin.
CAPTULO III
DAR RAZN DE LA VERDAD DE DIOS
59. La Palabra de Dios, aceptada en la fe, ilumina la inteligencia y el entendimiento
de los creyentes. La mente humana no recibe de forma meramente pasiva la
revelacin. Al contrario, la inteligencia creyente comprende activamente la verdad
revelada[1]. Impulsada por el amor, se esfuerza en asimilarla, puesto que la Palabra
responde a sus preguntas ms profundas. Sin pretender en ningn momento agotar
las riquezas de la revelacin, se esfuerza en apreciar y explorar la inteligibilidad de
la Palabra de Dios fides quaerens intellectum y en ofrecer una justificacin de
la verdad de Dios. En otras palabras, de esa forma racional y cientfica que es propia
del entendimiento humano.
60. En tres apartados de investigacin, que abordan un cierto nmero de temas
actuales, este captulo toma en consideracin aspectos esenciales de la teologa
como esfuerzo humano racional, que tiene su posicin propia, autntica e
irremplazable en el seno de toda investigacin intelectual. Primero, la teologa es un
trabajo de la razn iluminado por la fe(ratio fide illustrata), que busca traducir la
Palabra de Dios expresada en la revelacin al discurso cientfico. Segundo, la
variedad de mtodos racionales que utiliza y la pluralidad de disciplinas teolgicas
especializadas resultantes siguen siendo compatibles con la unidad fundamental de
la teologa como discurso sobre Dios a la luz de la revelacin. Tercero, la teologa
est estrechamente vinculada a la experiencia espiritual, que ella ilumina y por la
cual es, a su vez, nutrida, y por su naturaleza se abre hacia una autntica sabidura
con un sentido vivo de la trascendencia de Dios en Jesucristo.
1. La verdad de Dios y la racionalidad de la teologa
61. Esta seccin considera algunos aspectos de la historia de la teologa, desde los
retos de los primeros tiempos hasta los de hoy, en relacin con la naturaleza
cientfica de la teologa. Queremos conocer a Dios, conocer la verdad de Dios. Esta
es la vida eterna: que te conozcan a ti, nico Dios verdadero, y a tu enviado,
Jesucristo (Jn 17,3). Jess vino para dar testimonio de la verdad (cf. Jn 18,37) y
presentarse como el camino, la verdad y la vida (Jn 14,16). Esta verdad es un
don que desciende desde el Padre de las luces (Sant1,17). Dios Padre inici esta
iluminacin (cf. Gl 4,4-7), y l mismo la consumar (cf. Gn21,5-7). El Espritu
Santo es tanto el Parclito, consolador de los fieles, como el Espritu de la verdad
(Jn 14,16s), que inspira e ilumina la verdad y gua al fiel hasta la verdad plena
(Jn 16,13). La revelacin final de la plenitud de la verdad de Dios ser el
cumplimiento ltimo de la humanidad y de la creacin (cf. 1 Cor 15,28).
Consecuentemente, el misterio de la Trinidad debe ser el centro de la contemplacin
teolgica.
62. La verdad de Dios, aceptada en la fe, se encuentra con la razn humana. Creada
a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,26s), la persona humana es capaz, a la luz
de la razn, de penetrar en la profundidad verdadera de las cosas, ms all de
las apariencias, y abrirse por medio de ello a la realidad universal. La referencia
comn a la verdad, que es objetiva y universal, hace posible el autntico dilogo
entre los humanos. El espritu humano es a la vez intuitivo y racional. Es intuitivo al
comprender espontneamente los principios primeros de la realidad y del
pensamiento. Es racional al descubrir progresivamente, partiendo de esos primeros
principios, verdades previamente desconocidas por medio de la utilizacin de
procedimientos rigurosos de anlisis e investigacin, organizndolos de una manera
coherente. La ciencia es la forma ms alta que toma la consciencia racional.
Designa una forma de conocimiento capaz de explicar cmo y por qu las cosas
son como son. La razn humana, que forma parte de la realidad creada, no
simplemente proyecta sobre la realidad, con toda su riqueza y complejidad, un
marco de inteligibilidad; se adapta, ms bien, a la inteligibilidad intrnseca de la
realidad. Segn su objeto, es decir, segn el aspecto concreto de la realidad que
estudia, la razn utiliza mtodos distintos adaptados al objeto mismo. La
racionalidad por tanto es una, pero adopta una pluralidad de formas que constituyen
medios rigurosos para comprender la inteligibilidad de la realidad. La ciencia,
asimismo, es pluriforme; cada ciencia tiene su propio objeto y mtodo especfico.
Existe una tendencia moderna a reservar el trmino ciencia para las ciencias
puras (matemticas, ciencias experimentales, etc.) y a desestimar, como
irracional y mera opinin, todo conocimiento cuyos criterios no se correspondan con
los de dichas ciencias. Esta visin unvoca de la ciencia y de la racionalidad es
reductiva e inapropiada.
63. Por tanto, la verdad revelada de Dios precisa de la razn del creyente, al mismo
tiempo que la estimula. De una parte, la verdad de la Palabra de Dios debe ser
considerada y explorada por el creyente; de este modo comienza el intellectus
fidei, la forma que adopta el deseo del creyente de ver a Dios aqu en la tierra[2].
Su objetivo no es en modo alguno reemplazar a la fe[3], al contrario, se desarrolla
naturalmente a partir del acto de fe del creyente, y puede ayudar incluso a aquellos
cuya fe puede estar vacilando frente a la hostilidad[4]. El fruto de la reflexin racional
del creyente es la inteligencia de las verdades de la fe. Por medio del uso de la
razn, el creyente alcanza a comprender las conexiones profundas que existen
entre las distintas etapas de la historia de la salvacin y tambin entre los distintos
misterios de la fe que se iluminan unos a otros. Por otra parte, la fe estimula a la
misma razn y extiende sus lmites. La razn es invitada a explorar caminos que
por s misma no habra siquiera sospechado que hubiera podido tomar. Este
encuentro con la Palabra de Dios enriquece la razn, porque descubre horizontes
nuevos e insospechados[5].
64. El dilogo entre fe y razn, entre teologa y filosofa, es por tanto necesario no
solo para la fe sino tambin para la razn, como explica el papa Juan Pablo en Fides
et ratio[6]. Es necesario, porque una fe que rechaza o desprecia a la razn corre el
riesgo de caer en la supersticin o el fanatismo, mientras que la razn que se cierra
deliberadamente a la fe, aunque puede avanzar mucho, no logra alcanzar la
verdadera altura de lo que puede saberse. Este dilogo es posible por la unidad de
la verdad en la variedad de sus aspectos. Las verdades aceptadas en la fe y las
verdades descubiertas por la razn no pueden, en ltimo trmino, contradecirse
unas a otras, puesto que proceden de la misma fuente, la misma verdad de Dios, el
creador de la razn y el que concede la fe[7]. De hecho, fe y razn se ayudan e
iluminan una a otra: la recta razn demuestra los fundamentos de la fe e, ilustrada
por la luz de esta, cultiva la ciencia de las cosas divinas, mientras que la fe, por su
parte, libra y defiende a la razn de los errores y la provee de mltiples
conocimientos[8].
65. Esta es la razn profunda por la que, aunque la religin y la filosofa estuvieron
enfrentadas en el pensamiento antiguo, la fe cristiana desde sus inicios las
reconcili en torno a una visin ms amplia. De hecho, si bien bajo la forma de una
religin, el primer cristiano se vea a s mismo no como una nueva religin, sino ms
bien como una filosofa verdadera[9], capaz de alcanzar la verdad ltima. El
cristianismo pretenda ensear la verdad tanto sobre Dios como sobre la existencia
humana. Por tanto, en su compromiso con la verdad, los Padres de la Iglesia
deliberadamente distanciaron su teologa de la teologa mtica y poltica, en la
forma en que estas ltimas eran entendidas en aquel momento. La teologa mtica
contaba historias de dioses, de una manera que no respetaba la trascendencia de
lo divino; la teologa poltica era un enfoque puramente sociolgico y utilitario de la
religin que no prestaba atencin a la verdad. Los Padres de la Iglesia situaron el
cristianismo en el marco de la teologa natural, que aspiraba a ofrecer una
ilustracin racional sobre la naturaleza de los dioses[10]. Sin embargo, al ensear
que el Logos,principio de todas las cosas, era un ser personal con un rostro y un
nombre y que buscaba la amistad con la humanidad, el cristianismo purific y
transform la idea filosfica de Dios, y la introdujo en un dinamismo de
amor (agape).
66. Los grandes telogos orientales se sirvieron del encuentro del cristianismo con
la filosofa griega como una oportunidad providencial para reflejar la verdad de la
revelacin, esto es, la verdad del Logos. Para defender e iluminar los misterios de
la fe (la consustancialidad de las personas de la Trinidad, la unin hiposttica, etc.),
adoptaron pronto, si bien de forma crtica, nociones filosficas y las pusieron al
servicio de la comprensin de la fe[11]. No obstante, tambin insistieron firmemente
en la dimensin apoftica de la teologa: la teologa no debe reducir nunca el
misterio[12]. En occidente, al finalizar la etapa patrstica, Boecio inaugur una
manera de hacer teologa que acentuaba la naturaleza cientfica del intellectus fidei.
En sus opuscula sacra orient todos los recursos de la filosofa para tratar de aclarar
la doctrina cristiana y present una exposicin sistemtica y axiomtica de la fe.
Este nuevo mtodo teolgico, que utiliza herramientas refinadas de la filosofa y que
pretende una cierta sistematizacin, tambin se desarroll en cierta medida en
Oriente, por ejemplo con san Juan Damasceno.
67. A lo largo del periodo medieval, especialmente con la fundacin definitiva de las
universidades y el desarrollo de la metodologa escolstica, la teologa
progresivamente se diferenci, aunque no necesariamente se separ, de las otras
formas del intellectus fidei (por ejemplo la lectio divina, la predicacin). Se constituy
en verdadera ciencia, segn los criterios aristotlicos de ciencia especialmente
establecidos en su Posteriora analyticorum:esto es, por medio del razonamiento se
podra mostrar por qu algo fue de una manera y no de otra, y por medio del
razonamiento se podra llegar tambin a conclusiones partiendo de los principios.
Los telogos escolsticos buscaban presentar el contenido inteligible de la fe
cristiana en la forma de una sntesis racional y cientfica. Para hacer esto,
consideraron los artculos de la fe como principios de la ciencia de la teologa. Ms
tarde, los telogos hicieron uso de la razn para establecer la verdad revelada con
precisin y para defenderla mostrando que no era contraria a la razn, o mostrando
su inteligibilidad interna. En este ltimo caso, formularon una jerarqua (ordo) de
verdades, tratando de establecer cules eran ms fundamentales y, por tanto,
pudieran iluminar mejor a otras[13]. Articularon las conexiones inteligibles entre los
misterios (nexus mysterirum), y la sntesis que alcanzaron explic el contenido
inteligible de la palabra de Dios de una manera cientfica, conforme a las exigencias
y capacidades de la razn humana. Este ideal cientfico, no obstante, no tom nunca
la forma de un sistema racionalista hipottico-deductivo. Al contrario, se model
siempre sobre la realidad que se contemplaba, que supera de lejos las capacidades
de la razn humana. Adems, aunque emprendieron diferentes tareas y utilizaron
gneros literarios diversos del comentario bblico, la Biblia fue la fuente viva de la
inspiracin de los telogos escolsticos la teologa precisamente buscaba un
mejor entendimiento de la Palabra, y san Buenaventura y Santo Toms de Aquino
se reconocan primeramente como magistri in sacra pagina. El papel jugado por
el argumento de la idoneidad fue crucial. El telogo no razona a priori, sino que
escucha la revelacin y busca los caminos sabios que Dios libremente ha elegido
en su plan de amor. Arraigada firmemente en la fe, por tanto, la teologa fue
concebida en s misma como una participacin humana del conocimiento que Dios
tiene de s y de todas las cosas, quaedam impression divinae scientiae quae est
una et simplex omnium [14]. Esa fue la fuente primaria de su unidad.
68. Hacia el final de la Edad Media, la estructura unificada de la sabidura cristiana,
de la que la teologa era piedra angular, comenz a romperse. La filosofa y las otras
disciplinas laicas se separaron cada vez ms de la teologa y la teologa misma se
fragment en especialidades que en ocasiones perdieron de vista su conexin
profunda. Hubo una tendencia de la teologa a distanciarse de la Palabra de Dios,
de manera que en ocasiones se convirti en una pura reflexin filosfica aplicada a
cuestiones religiosas. Al mismo tiempo, quiz por este abandono de la Escritura, su
dimensin theo-lgica y su finalidad espiritual desaparecieron de vista, y la vida
espiritual comenz a evolucionar de forma independiente separndose de una
teologa universitaria racionalista, e incluso oponindose a esta ltima[15]. La
teologa, fragmentada de esta manera, se separ ms y ms de la vida real del
pueblo cristiano y result mal preparada para enfrentarse a los retos de la
modernidad.
69. La teologa escolstica fue criticada durante la Reforma por valorar
excesivamente la racionalidad de la fe y demasiado poco el dao que el pecado
hace a la razn. La teologa catlica respondi manteniendo en alta consideracin
la antropologa de la imagen de Dios(imago Dei) y la capacidad y responsabilidad
de la razn, herida pero no destruida por el pecado, y confirmando a la Iglesia como
el lugar donde Dios puede verdaderamente ser conocido y donde la ciencia de la fe
puede desarrollarse.
70. La crtica de la fe y de la teologa realizada durante la Ilustracin, no obstante,
fue ms radical. De alguna manera, la Ilustracin tena un estmulo religioso. Sin
embargo, alinendose con el desmo, los pensadores de la Ilustracin vieron una
divergencia irreconciliable entre las contingencias reales de la historia y las
necesidades genuinas de la razn. Para los pensadores de la Ilustracin, la verdad
no iba a ser encontrada en la historia, y la revelacin, como acontecimiento histrico,
no poda servir por ms tiempo como fuente fiable de conocimiento para los
hombres. En muchos casos, la teologa catlica reaccion defensivamente en
contra del reto del pensamiento ilustrado. Dio prioridad a la dimensin apologtica
de la fe, en vez de a la dimensin sapiencial, separ demasiado el orden natural de
la razn y el orden sobrenatural de la fe, y dio gran importancia a la teologa
natural y demasiado poco al intellectus fidei, como comprensin de los misterios
de la fe. La teologa catlica result daada en distintos aspectos en este encuentro,
debido a su propia estrategia. En el mejor de los casos, no obstante, la teologa
catlica tambin busc un dilogo constructivo con la Ilustracin y su crtica
filosfica. En relacin con las Escrituras y con la enseanza de la Iglesia, la idea de
la revelacin como mera instruccin fue criticada teolgicamente, y la idea de la
revelacin fue reformulada en trminos de autorrevelacin de Dios en Jesucristo,
de manera que la historia poda ser todava entendida como el lugar de los actos
salvadores de Dios.
71. Hoy existe un nuevo reto, la teologa catlica tiene que hacer frente a una crisis
posmoderna de la razn clsica, que tiene serias consecuencias para el intellectus
fidei. La idea de verdad parece muy problemtica. Existe algo como la
verdad? Hay solo una verdad? Conduce tal idea a la intolerancia y la
violencia? La teologa catlica tradicionalmente opera con un fuerte sentido de la
capacidad de la razn para ir ms all de las apariencias y extraer la realidad y la
verdad de las cosas, pero hoy la razn es vista a menudo en sentido dbil, como
incapaz en principio de alcanzar la realidad. Existe por tanto un problema que
hace que la orientacin metafsica de la filosofa, que fue importante para los
modelos anteriores de la teologa catlica, contine en una crisis profunda. La
teologa puede ayudar a superar esta crisis y a revitalizar una metafsica autentica.
La teologa catlica est interesada, en todo caso, en el dilogo sobre la cuestin
de Dios y la verdad con todas las filosofas contemporneas.
72. En Fides et ratio el papa Juan Pablo II rechaz tanto el escepticismo filosfico
como el fidesmo e hizo un llamamiento a la renovacin de la relacin entre la
teologa y la filosofa. Reconoci que la filosofa es una ciencia autnoma y un
interlocutor crucial de la teologa. Insisti en que la teologa debe recurrir
necesariamente a la filosofa: sin la filosofa, la teologa no puede criticar de forma
adecuada la validez de las afirmaciones, ni aclarar sus ideas, ni comprender
correctamente las diferentes escuelas de pensamiento[16]. La fuente y punto de
partida es la palabra de Dios revelada en la historia, y la teologa busca
comprender esa palabra. Sin embargo, la palabra de Dios es Verdad (cf. Jn 17,17)
y, por tanto, la filosofa, la bsqueda humana de la verdad, puede ayudar a
comprender la palabra de Dios[17]
73. Un criterio de teologa catlica es que debera hacer esfuerzos para proporcionar
una presentacin argumentada racionalmente de las verdades de la fe cristiana. Por
ello, necesita hacer uso de la razn y debe reconocer la fuerte relacin existente
entre la fe y la razn, sobre todo la razn filosfica, y de esta manera superar tanto
el fidesmo como el racionalismo [18].
2. La unidad de la teologa en una pluralidad de mtodos y disciplinas
74. Esta seccin considera la relacin entre la teologa y las teologas, y la relacin
que tambin existe entre la teologa y las otras ciencias. La teologa catlica,
comprendida fundamentalmente con San Agustn como el razonamiento o
discurso sobre Dios[19], es una en su esencia y tiene sus exclusivas
caractersticas propias como ciencia: su materia propia es el solo y nico Dios, y
estudia su materia del modo que le es propio, esto es, por medio del uso de la razn
iluminada por la revelacin. En el comienzo de la Summa theologiae, santo Toms
explica que todo en la teologa se entiende en referencia a Dios, sub ratione Dei [20].
La gran diversidad de asuntos que el telogo est llamado a considerar encuentra
su unidad en esta ltima referencia a Dios. Todos los misterios contenidos en los
distintos tratados teolgicos se refieren a lo que es el Misterio absoluto individual en
el sentido ms estricto, es decir, el Misterio de Dios. La referencia a este Misterio
une a la teologa, en su amplia variedad de materias, asuntos y contextos; y la idea
de reductio in Mysterium puede ser valorada como una expresin del dinamismo
que une profundamente las proposiciones teolgicas. Puesto que el Misterio de Dios
se revela en Cristo por la fuerza del Espritu Santo, el Vaticano II indic que todos
los tratados teolgicos han de renovarse a partir de un contacto ms vivo con el
misterio de Cristo y con la historia de la salvacin[21].
75. Los Padres de la Iglesia conocan la palabra teologa solamente en singular.
Para ellos, la teologa no era el mito, sino el Logos de Dios mismo. En tanto
que el espritu humano est marcado por el Espritu de Dios a travs de la revelacin
del Logos e invitado a contemplar el misterio infinito de su naturaleza y accin, los
seres humanos tambin pueden hacer teologa. En la teologa escolstica, la
diversidad de cuestiones estudiadas por el telogo poda justificar el uso de varios
mtodos, pero nunca puso en duda la unidad fundamental de la teologa. Hacia el
final de la Edad Media, no obstante, hubo una tendencia a distinguir e incluso
separar la escolstica de la teologa mstica, la teologa especulativa y la positiva,
etctera. En los tiempos modernos, se ha producido una tendencia creciente a
utilizar la palabra teologa en plural. Se habla de las teologas de diferentes
autores, perodos o culturas. En la mente estn los conceptos caractersticos, temas
significativos y perspectivas especficas de esas teologas.
76. Distintos factores han contribuido a esta pluralidad moderna de teologas.
Dentro la teologa cada vez hay ms especializacin interna en distintas
disciplinas: por ejemplo, estudios bblicos, liturgia, patrstica, historia de la Iglesia,
teologa fundamental, teologa sistemtica, teologa moral, teologa pastoral,
espiritualidad, catequesis y derecho cannico. Este desarrollo es inevitable y
comprensible por la naturaleza cientfica de la teologa y las exigencias de la
investigacin.
Hay una diversificacin de estilos teolgicos por la influencia externa de las otras
ciencias: por ejemplo, la filosofa, la filologa, la historia y las ciencias sociales,
naturales y de la vida. Como resultado, hoy coexisten muy distintas formas de
pensamiento en los campos centrales de la teologa catlica: por ejemplo, la
teologa trascendental y la teologa histrica de la salvacin, la teologa analtica, la
teologa escolstica y metafsica renovada, la teologa poltica y de la liberacin.
Hay, respecto a la prctica de la teologa, una multiplicidad cada vez ms
creciente de temas, lugares, instituciones, intenciones, contextos e intereses, y una
nueva apreciacin de la pluralidad y variedad de culturas[22].
77. La pluralidad de teologas es indudablemente necesaria y est justificada[23].
Surge fundamentalmente de la abundancia de la verdad divina que los seres
humanos pueden comprender solamente en sus aspectos concretos y nunca como
un todo, y menos an de forma definitiva, sino siempre, por as decirlo, con ojos
nuevos. Surge tambin porque ante la diversidad de los objetos que considera e
interpreta (por ejemplo, Dios, los seres humanos, los acontecimientos histricos,
textos), y ante la diversidad tan grande del modo humano de investigar, la teologa
debe inevitablemente recurrir a una pluralidad de disciplinas y mtodos[24],
conforme a la naturaleza del objeto que se estudia. La pluralidad de teologas refleja,
de hecho, la catolicidad de la Iglesia, que se esfuerza en proclamar el nico
Evangelio a gentes de todas partes y en toda clase de circunstancias.
78. La pluralidad, por supuesto, tiene lmites. Hay una diferencia fundamental entre
el legtimo pluralismo de la teologa, por una parte, y el relativismo, la heterodoxia o
la hereja, por otra. El pluralismo en s mismo es problemtico si no hay
comunicacin entre las distintas disciplinas teolgicas o si no existen criterios
acordados por los que distintas formas de la teologa se pueden reconocer tanto
por ellas mismas como por otros como teologa catlica. Es esencial para evitar
o superar tales problemas que haya un reconocimiento bsico y comn de la
teologa, scientia fidei y scientia Dei, de manera que cada teologa pueda verse
evaluada respecto de una verdad comn universal.
79. La bsqueda de la unidad en la pluralidad de las teologas adopta hoy formas
distintas: insistiendo en la referencia a una tradicin eclesial comn de la teologa,
practicando el dilogo y la interdisciplinariedad, y prestando atencin para prevenir
que las otras disciplinas con las que la teologa est en contacto impongan sobre la
teologa su propio magisterio. La existencia de una tradicin teolgica comn en
la Iglesia (que debe distinguirse de la Tradicin, pero que no est separada de
esta)[25] es un factor importante en la unidad de la teologa. Existe una memoria
comn en la teologa, as como ciertos logros histricos (por ejemplo, los escritos
de los Padres de la Iglesia, tanto de Oriente como de Occidente, la sntesis de santo
Toms, Doctor communis)[26], que continan siendo puntos de referencia para la
teologa hoy. Es verdad que determinados aspectos de la tradicin teolgica anterior
pueden y deben hoy ser abandonados en algunos casos, pero la obra del telogo
nunca puede prescindir de una referencia crtica a la tradicin que le precedi.
80. Las distintas formas de teologa que bsicamente pueden distinguirse hoy (por
ejemplo, bblica, histrica, fundamental, sistemtica, prctica, moral),
caracterizadas por sus diversas fuentes, mtodos y tareas, estn todas
intrnsicamente unidas por un esfuerzo en el conocimiento verdadero de Dios y de
su plan salvador. Debera por tanto haber una comunicacin y cooperacin intensa
entre ellas. El dilogo y la colaboracin interdisciplinar son medios indispensables
para asegurar y expresar la unidad de la teologa. El singular, teologa, no indica
en modo alguno una uniformidad de estilos o conceptos; al contrario, sirve para
indicar la bsqueda comn de la verdad, el servicio comn del cuerpo de Cristo y la
entrega comn al nico Dios.
81. Desde los tiempos antiguos, la teologa ha trabajado en colaboracin con la
filosofa. Si bien esta colaboracin contina siendo esencial, en los tiempos
modernos se han descubierto otros colaboradores de la teologa. Los estudios
bblicos y la historia de la Iglesia se han visto ayudados por el desarrollo de nuevos
mtodos de anlisis e interpretacin de textos, y por nuevas tcnicas para demostrar
la validez histrica de las fuentes y para describir los cambios sociales y
culturales[27]. Las teologas sistemtica, fundamental y moral se han beneficiado
de la relacin con las ciencias naturales, econmicas y mdicas. La teologa prctica
se ha beneficiado del encuentro con la sociologa, la psicologa y la pedagoga. En
todas estas relaciones, la teologa catlica debera respetar la coherencia propia de
los mtodos y ciencias utilizados, pero debera asimismo hacer uso de ellos de
manera crtica, a la luz de la fe que es parte de la propia identidad y motivacin del
telogo[28]. Los resultados parciales, obtenidos por medio de un mtodo tomado en
prstamo de otra disciplina, no pueden ser determinantes para la obra del telogo,
y deben ser crticamente integrados en la propia tarea y argumentacin de la
teologa[29]. La utilizacin insuficientemente crtica del conocimiento o mtodos de
las otras ciencias distorsionar y fragmentar probablemente el trabajo de la
teologa. De hecho, la fusin apresurada entre la fe y la filosofa fue ya identificada
por los Padres como fuente de herejas[30]. En resumen, no se debe permitir que
las otras disciplinas impongan su propio magisterio sobre la teologa. El telogo
debera, de hecho, tomar y utilizar los datos facilitados por las otras disciplinas, pero
a la luz de los principios y mtodos propios de la teologa.
82. En esta asimilacin e integracin crtica por parte de la teologa de los datos
provenientes de las otras ciencias, la filosofa tiene un papel mediador que jugar.
Pertenece a la filosofa, en tanto que sabidura racional, introducir los resultados
obtenidos por distintas ciencias dentro de una visin ms universal. El recurso a la
filosofa en su papel mediador ayuda al telogo a utilizar los datos cientficos con el
debido cuidado. Por ejemplo, el conocimiento cientfico obtenido sobre la evolucin
de la vida necesita ser interpretado a la luz de la filosofa, de manera que se
determine su valor y significado, antes de ser tomado en consideracin por la
teologa[31]. La filosofa ayuda asimismo a los cientficos a evitar la tentacin de
aplicar de manera unvoca sus propios mtodos y los frutos de sus investigaciones
a cuestiones religiosas que precisan de un enfoque distinto.
83. La relacin entre la teologa y las ciencias de la religin o los estudios de la
religin (por ejemplo, la filosofa de la religin, la sociologa de la religin) es de
particular inters. Las ciencias/estudios de la religin trabajan con textos,
instituciones y fenmenos de la tradicin cristiana, pero por la ndole de sus
principios metodolgicos lo hacen desde fuera, sin considerar la cuestin referente
a la verdad de lo que estudian; para ellos, la Iglesia y su fe son simples objetos de
investigacin como otros objetos. En el siglo XIX, existieron controversias
importantes entre la teologa y las ciencias/estudios de la religin. De una parte, se
adujo que la teologa no era una ciencia por sus premisas de fe; solamente las
ciencias/estudios religiosos podan ser objetivos. Por otra, se dijo que las
ciencias/estudios de la religin eran antiteolgicos porque negaban la fe. Hoy, estas
antiguas controversias reaparecen en ocasiones, pero en nuestros das se dan
mejores condiciones para un dilogo fructfero entre ambas partes. Por una parte,
las ciencias/estudios de la religin estn hoy integradas en el entramado de los
mtodos teolgicos, porque es necesario no solo para la exgesis y la historia de la
Iglesia, sino para la teologa pastoral y fundamental, tambin para investigar la
historia, estructura y fenomenologa de las ideas, temas, ritos, etc., religiosos. Por
otra parte, las ciencias fsicas y la epistemologa contempornea, de forma ms
general, han mostrado que nunca existe una posicin neutral desde la que se pueda
investigar la verdad; el que cuestiona siempre aporta perspectivas, ideas y premisas
particulares que influyen en el estudio que se est realizando. Contina habiendo,
no obstante, una diferencia fundamental entre la teologa y las ciencias/estudios de
la religin: la teologa tiene como objeto de estudio la verdad de Dios y reflexiona
sobre ella con fe y a la luz de Dios, mientras que las ciencias/estudios de la religin
tienen a los fenmenos religiosos como su objeto de estudio y se acercan a los
mismos con un inters cultural, prescindiendo metodolgicamente de la verdad de
la fe cristiana. La teologa supera las ciencias/estudios de la religin porque
reflexiona desde el interior de la Iglesia y su fe, pero la teologa puede tambin
beneficiarse de las investigaciones que las ciencias/estudios de la religin realizan
desde fuera.
84. La teologa catlica reconoce la autonoma propia de las otras ciencias, as
como la competencia profesional y el esfuerzo por el conocimiento que en ellas se
descubre. Ella misma ha generado progresos en muchas ciencias. La teologa
tambin abre camino para que otras ciencias se relacionen con los temas religiosos.
Por medio de la crtica constructiva ayuda a las otras ciencias a liberarse de
elementos antiteolgicos adquiridos por influencia del racionalismo. Al expulsar a la
teologa del mbito de la ciencia, el racionalismo y el positivismo redujeron el mbito
y poder de las mismas ciencias. La teologa catlica critica cualquier forma de auto
absolutizacin de las ciencias como una auto reduccin y empobrecimiento[32]. La
presencia de la teologa y de los telogos en el corazn de la vida de la universidad
y el dilogo que esta presencia permite con las otras disciplinas ayuda a promover
una visin amplia, analgica e integral de la vida intelectual. Como scientia
Dei yscientia fidei, la teologa juega una parte importante en la sinfona de las
ciencias, y por ello pide un lugar propio en la academia.
85. Un criterio de teologa catlica es que intente integrar pluralidad de cuestiones
y mtodos en el proyecto unificado del intellectus fidei, y que insista en la unidad de
la verdad y por tanto en la unidad fundamental de la teologa en s misma. La
teologa catlica reconoce los mtodos propios de las otras ciencias y los utiliza
crticamente en su propia investigacin. No se asla a s misma de la crtica y da la
bienvenida al dilogo cientfico.
3. Ciencia y sabidura
86. Esta seccin final considera el hecho de que la teologa no es solo una ciencia
sino tambin una sabidura, con un papel particular por jugar en la relacin que
existe entre el conocimiento humano y el misterio de Dios. La persona humana no
se satisface con las verdades parciales, sino que busca unificar las diferentes partes
y reas de conocimiento en una comprensin de la verdad ltima de todas las cosas
y de la vida humana misma. Esta bsqueda de la sabidura, que indudablemente
anima a la teologa, otorga a esta una relacin inmediata con la experiencia
espiritual y la sabidura de los santos. Ms ampliamente, sin embargo, la teologa
catlica invita a todo el mundo a reconocer la trascendencia de la Verdad ltima,
que nunca se puede alcanzar o dominar completamente. La teologa no es solo una
sabidura en s misma, es tambin una invitacin a las otras disciplinas a entrar en
la sabidura. La presencia de la teologa en el debate cientfico y la vida de la
universidad tiene potencialmente el efecto beneficioso de recordar a todos la
vocacin sapiencial de la inteligencia humana, y la pregunta reveladora que Jess
hace en su primera intervencin en el evangelio de Juan: Qu buscis?
(Jn 1,38).
87. En el Antiguo Testamento el mensaje central de la teologa de la sabidura
aparece tres veces: Principio de la sabidura es el temor del Seor (Sal 111:10;
cf. Prov 1,7; 9,10). La base de este lema es la visin de los sabios de Israel de que
la sabidura de Dios est operante en la creacin y en la historia y de que aquellos
que lo descubren comprenden el significado del mundo y de los acontecimientos
(cf. Prov 7ss; Sab 7ss). El temor de Dios es la actitud correcta en la presencia de
Dios (coram Deo). La sabidura es el arte de comprender el mundo y de orientar la
propia vida en obediencia a Dios. En los libros del Eclesiasts y de Job, los lmites
de la comprensin humana de los pensamientos de Dios y de su forma de actuar
se revelan claramente, no tanto para destruir la sabidura de los hombres, cuanto
para profundizar en el horizonte de la sabidura de Dios.
88. Jess mismo Jess se mantuvo en esta tradicin sapiencial de Israel, y en l
fue transformada la teologa de la revelacin del Antiguo Testamento. l or: Te
doy gracias, Padre, Seor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas
a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeos (Mt 11,25). Este
desconcierto de la sabidura tradicional aparece en el contexto del Evangelio al
proclamar algo nuevo: la revelacin escatolgica del amor de Dios en la persona de
Jesucristo. Jess contina: Nadie conoce al Hijo ms que el Padre, y nadie conoce
al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar, y esto introduce
su famosa invitacin: Venid a m todos los que estis cansados y agobiados, y yo
os aliviar. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de m, que soy manso y
humilde de corazn, y encontraris descanso para vuestras almas (Mt 11,27-29).
Esta enseanza se descubre en el discipulado en la compaa de Jess. Solo l
abre las Escrituras (cf. Lc 24,25-27; Jn 5,36-40; Ap 5,5), porque la verdad y la
sabidura de Dios han sido reveladas en l.
89. El apstol Pablo critica la sabidura del mundo que entiende la cruz de
Jesucristo solo como una necedad (1 Cor 1,18-20). Esta necedad es la que l
proclama ser una sabidura divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios
antes de los siglos y ahora revelada (1 Cor 2,7). La cruz es el momento crucial del
plan salvador de Dios. Cristo crucificado es fuerza de Dios y sabidura de Dios (1
Cor 1,18-25). Los creyentes, aquellos que poseen la mente de Cristo (1 Cor 2,16),
reciben esta sabidura que les da acceso al misterio de Dios (1 Cor 2,1s). Es
importante sealar que mientras la sabidura paradjica de Dios, manifestada en la
cruz, contradice a la sabidura del mundo, no contradice, sin embargo, a la
autntica sabidura humana. Al contrario, la trasciende y la completa de una manera
inaudita.
90. La fe cristiana descubri temprano el deseo griego de sabidura. Centr su
atencin en los lmites de ese deseo, especialmente en relacin con la idea de la
salvacin por medio solo del conocimiento (gnosis), pero tambin incorpor ideas
autnticas de los griegos. La sabidura es una visin unificadora. Mientras que la
ciencia trata de dar cuenta de un aspecto limitado y bien definido de la realidad
particular, subrayando los principios que explican las propiedades del objeto
estudiado, la sabidura se esfuerza en proporcionar una visin unificada de toda la
realidad. Es, en efecto, un conocimiento segn las causas ms altas, ms
universales y ms aclaratorias[33]. Para los Padres de la Iglesia, el sabio era aquel
que juzgaba todas las cosas a la luz de Dios y de las realidades eternas, que son la
norma para las cosas de la tierra[34]. Por tanto, la sabidura tiene tambin una
dimensin moral y espiritual.
91. Tal como indica su nombre, la filosofa se entiende a s misma como una
sabidura, o al menos como una bsqueda amorosa de la sabidura. Los
metafsicos, en concreto, proponen una visin de la realidad unificada en torno al
misterio fundamental del ser; pero la Palabra de Dios, que revela lo que ni el ojo
vio, ni el odo oy, ni el hombre puede pensar (1 Cor2,9), abre a los seres humanos
el camino de una sabidura superior[35]. Esta sabidura cristiana sobrenatural, que
trasciende la sabidura puramente humana de la filosofa, adopta dos formas que
se sostienen una a otra pero que no deberan confundirse: la sabidura teolgica y
la sabidura mstica[36]. La sabidura teolgica es el trabajo de la razn iluminado
por la fe. Es por tanto una sabidura adquirida, aunque por supuesto supone el don
de la fe. Ofrece una explicacin unificada de la realidad a la luz de las verdades
ltimas de la revelacin, e ilumina todo desde el misterio fundante de la Trinidad,
considerado en s y en su accin en la creacin y la historia. En este sentido, el
Vaticano I dijo: La razn iluminada por la fe, cuando busca celosa, pa y
seriamente, consigue con la ayuda de Dios, algn entendimiento de los misterios y
una compresin ms fructfera tanto por analoga con aquellas cosas que conoce
de forma natural, como tambin por la conexin que los misterios tienen entre s y
con el fin definitivo del hombre [37]. La contemplacin intelectual que resulta de la
labor racional del telogo es por tanto una verdadera sabidura. La sabidura mstica
o el conocimiento de los santos es un don del Espritu Santo que procede de la
unin con Dios en el amor. El amor, de hecho, crea una connaturalidad afectiva
entre los seres humanos y Dios, que permite a las personas espirituales conocer e
incluso padecer cosas divinas (pati divina) [38], experimentndolas de manera real
en sus vidas. Este es un conocimiento no conceptual, que se expresa a menudo en
la poesa. Conduce a la contemplacin y a la unin personal con Dios, en paz y
silencio.
92. La sabidura teolgica y la sabidura mstica son formalmente distintas y es
importante no confundirlas. La sabidura mstica no sustituye nunca a la sabidura
teolgica. Est claro, sin embargo, que existen vnculos fuertes entre estas dos
formas de sabidura cristiana, tanto en la persona del telogo como en la comunidad
de la Iglesia. De una parte, una vida espiritual intensa que se esfuerza en la santidad
es requisito para la teologa autntica, como nos ensean con su ejemplo los
doctores de la Iglesia, de Oriente y Occidente. La teologa verdadera presupone la
fe y est animada por la caridad: Quien no ama no ha conocido a Dios, porque
Dios es amor (1 Jn 4,8) [39]. La inteligencia proporciona a la teologa una razn
clarividente, pero el corazn tiene su propia sabidura que purifica la inteligencia. Lo
que es verdad de todos los cristianos, a saber, que estn llamados a ser santos
(1 Cor 1,2), tiene una resonancia particular para los telogos. De otra parte, el propio
ejercicio de la labor teolgica que ofrece una comprensin cientfica de la fe permite
verificar la autenticidad de la experiencia espiritual[40]. Por ello santa Teresa de
Jess quiso que sus monjas buscaran el consejo de los telogos: y mientras ms
merced el Seor os hiciere en la oracin, es menester ms ir bien fundadas sus
obras y oracin[41]. Con la ayuda de los telogos, es tarea ltima del Magisterio
determinar si una afirmacin espiritual es autnticamente cristiana.
93. El objeto de la teologa es el Dios vivo, y la vida del telogo no puede dejar de
verse afectada por el esfuerzo sostenido de conocer al Dios viviente. El telogo no
puede excluir de su propia vida el esfuerzo por comprender toda la realidad en
referencia a Dios. La obediencia a la verdad purifica el alma (cf. 1 Pe 1,22), y la
sabidura que viene de lo alto es, en primer lugar, intachable, y adems es apacible,
comprensiva, conciliadora, llena de misericordia y buenos frutos, imparcial y
sincera (Sant 3,17). Se deduce que la labor de la teologa debera purificar la mente
y el corazn del telogo[42]. Esta caracterstica particular de la empresa teolgica
no violenta en modo alguno el carcter cientfico de la teologa; al contrario, est en
profundo acuerdo con este ltimo. De este modo, la teologa est caracterizada por
una espiritualidad propia. Son parte integrante de la espiritualidad del telogo: el
amor a la verdad, la disposicin hacia la conversin del corazn y la mente, el
esfuerzo por la santidad, y el compromiso con la comunin y la misin eclesial[43].
94. Los telogos han recibido una llamada particular al servicio en el cuerpo de
Cristo. Por esta llamada y los dones recibidos se encuentran en una relacin
especial con el cuerpo y con todos sus miembros. Viviendo en la comunin del
Espritu Santo (2 Cor 13,13), junto a sus hermanos y hermanas, deberan buscar
que sus vidas se amolden al misterio de la Eucarista por la que la Iglesia vive y se
desarrolla sin cesar[44]. De hecho, llamados como estn a explicar los misterios
de la fe, deberan estar especialmente vinculados a la Eucarista, en la que se
contiene el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua,
cuya carne se hace viva y vivificante por el Espritu Santo[45]. Como la Eucarista
es fuente y cima de la vida de la Iglesia[46] y de toda evangelizacin[47], es
tambin fuente y cima de toda la teologa. En este sentido, la teologa puede
entenderse como esencial y profundamente mstica.
95. La verdad de Dios no es por tanto simplemente algo que explorar por medio de
una reflexin sistemtica y algo que justificar por medio de un razonamiento
deductivo; es la verdad viva, experimentada por la participacin en Cristo, el cual
se ha hecho para nosotros sabidura de parte de Dios, justicia, santificacin y
redencin (1 Cor 1,30). Como sabidura, la teologa es capaz de integrar aspectos
de la fe tanto estudiados como experimentados y de trascender en el servicio a la
verdad de Dios los lmites de lo que es estrictamente posible desde una perspectiva
intelectual. Tal reconocimiento de la teologa como sabidura puede ayudar a
resolver dos problemas a los que la teologa se enfrenta hoy: en primer lugar, ofrece
una va para tender puentes entre los creyentes y la reflexin teolgica; y, en
segundo, ofrece una va para ampliar la comprensin de la verdad de Dios, y as
facilitar la misin de la Iglesia en las culturas no cristianas caracterizadas por
distintas tradiciones de sabidura.
96. El sentido del misterio que propiamente caracteriza a la teologa conduce a un
reconocimiento de los lmites del conocimiento teolgico, contrario a todas las
pretensiones racionalistas de agotar el Misterio de Dios. La enseanza del
Lateranense IV es fundamental: entre el creador y la criatura no puede apreciarse
semejanza sin apreciar una falta desemejanza mayor[48]. La razn, iluminada por
la fe y guiada por la revelacin, es siempre consciente de los lmites intrnsecos de
su actividad. Por ello, la teologa cristiana puede tomar la forma de la teologa
negativa o apoftica.
97. No obstante, la teologa negativa no es en modo alguno una negacin de la
teologa. Las teologas cataftica y apoftica no deberan situarse en oposicin
mutua; lejos de descalificar un enfoque intelectual del Misterio de Dios, la va
negativa subraya simplemente los lmites de tal enfoque. La va negativa es una
dimensin fundamental de todo discurso autnticamente teolgico, pero no puede
separarse de la va affirmativa y de la va eminentiae[49]. El espritu humano,
elevndose desde los efectos a la Causa, de las criaturas al Creador, comienza por
afirmar la presencia en Dios de las perfecciones autnticas descubiertas en las
criaturas (via affirmativa), luego niega que tales perfecciones se encuentren en Dios
en el modo imperfecto en el que se encuentran en las criaturas (via negativa);
finalmente, afirma que se encuentran en Dios en un modo propiamente divino que
escapa a la comprensin humana (via eminentiae)[50]. La teologa intenta hablar de
manera verdadera del Misterio de Dios, pero al mismo tiempo sabe que su
conocimiento, si bien verdadero, es inadecuado en lo referente a la realidad de Dios,
que nunca puede comprender. Como dijo San Agustn: Si le comprendes, no es
Dios [51].
98. Es importante ser conscientes del sentimiento de vaco y de ausencia de Dios
que muchas personas sienten hoy y que imbuye buena parte de la cultura moderna.
La realidad primera de la teologa cristiana, sin embargo, es la revelacin de Dios.
El punto de referencia obligatorio es la vida, muerte y resurreccin de Jesucristo.
En estos acontecimientos, Dios ha hablado definitivamente por medio de su Palabra
hecha carne. La teologa afirmativa es posible como resultado de la escucha
obediente de la Palabra, presente en la creacin y en la historia. El misterio de Dios
revelado en Jesucristo por el poder del Espritu Santo es un misterio
dextasis, amor, comunin y morada mutua de las tres personas divinas; es tambin
un misterio de kenosis, la renuncia a la forma de Dios por Jess en su encarnacin,
para poder tomar la forma de un esclavo (cf. Flp 2,5-11); y un misterio de theosis, los
seres humanos son llamados a participar en la vida de Dios y a compartir su
naturaleza divina (2 Pe 1,4) por medio de Cristo, en el Espritu. Cuando la teologa
habla del camino negativo y del mutismo, se refiere a un sentido de asombro ante
el misterio trinitario en el que est la salvacin. Aunque las palabras no pueden
describirlo plenamente, por medio del amor los creyentes participan ya en el
Misterio. Sin haberlo visto lo amis y, sin contemplarlo todava, creis en l y as
os alegris con un gozo inefable y radiante, alcanzando as la meta de vuestra fe:
la salvacin de vuestras almas (1 Pe 1,8s).
99. Un criterio de teologa catlica es que debera buscar y deleitarse en la sabidura
de Dios que es necedad para el mundo (cf. 1 Cor 1,18-25; 2,6-16). La teologa
catlica debera enraizarse en la gran sabidura de la tradicin de la Biblia, conectar
con la sabidura de las tradiciones del cristianismo oriental y occidental, y buscar
establecer un puente con todas las tradiciones de sabidura. Al intentar alcanzar la
sabidura verdadera en su estudio del Misterio de Dios, la teologa reconoce la
prioridad absoluta de Dios; busca, no poseer sino ser poseda por Dios. Debe por
tanto estar atenta a lo que el Espritu est diciendo a las iglesias por medio del
conocimiento de los santos. La teologa implica un esfuerzo por la santidad y una
conciencia a un mas profunda de la trascendencia del Misterio de Dios.
CONCLUSIN
100. Como la teologa es un servicio prestado a la Iglesia y a la sociedad, este texto,
escrito por telogos, busca servir a nuestros colegas telogos y tambin a aquellos
con los que los telogos catlicos entablen un dilogo. Escrito en el respeto a todos
los que se interesan por la pregunta teolgica, y con un profundo sentido de la
alegra y de los privilegios de una vocacin teolgica, se esfuerza en indicar
perspectivas y principios que caracterizan a la teologa catlica, as como en ofrecer
criterios por medio de los cuales dicha teologa pueda ser identificada. En resumen,
se puede decir que la teologa catlica estudia el Misterio de Dios revelado en Cristo,
y articula la experiencia de fe que tienen aquellos que participan de la vida de Dios
en la comunin de la Iglesia por la gracia del Espritu Santo, que conduce a esta
hacia la verdad (Jn 16,13). Pondera la inmensidad del amor por el que el Padre
entrega a su Hijo al mundo (cf. Jn 3,16), y la gloria, gracia y verdad que fueron
reveladas en l para nuestra salvacin (cf. Jn 1,14); y subraya la importancia de
fundar la esperanza en Dios y no en las cosas creadas, una esperanza que se
esfuerza por dar razones (cf. 1 Pe 3,15). En todos sus empeos, conforme al
mandato de Pablo de ser agradecidos siempre (Col 3,15; 1 Tes5,18), incluso en
la adversidad (cf. Rom 8,31-39), es principalmente doxolgica, se caracteriza por la
alabanza y la accin de gracias. Considerando la obra de Dios para nuestra
salvacin y la naturaleza incomparable de sus logros, la gloria y alabanza son su
modalidad ms apropiada, tal y como san Pablo no solo ensea, sino tambin
ejemplifica: Al que puede hacer mucho ms sin comparacin de lo que pedimos o
concebimos, con ese poder que acta entre nosotros; a l la gloria en la Iglesia y en
Cristo Jess por todas las generaciones de los siglos de los siglos. Amn
(Ef 3,20s).
NOTA PRELIMINAR
El estudio del tema del estatus de la teologa por parte de la Comisin Teolgica
Internacional comenz en su sesin quinquenal celebrada entre 2004 y 2008. El
trabajo fue realizado por una subcomisin presidida por el reverendo Santiago del
Cura Elena y compuesta por los siguientes miembros: monseor Bruno Forte,
monseor Savio Hon Tai-Fai, SDB, los reverendos Antonio Castellano, SDB,
Tomislav Ivancic, Thomas Norris, Paul Rouhana, Leonard Santedi Kinpupu, Jerzy
Szymik y el doctor Thomas Sding.
En tanto que esta subcomisin no tuvo manera de completar su trabajo por medio
de la publicacin de un documento, el estudio se reanud en la siguiente sesin
quinquenal, sobre la base del trabajo previamente emprendido. A estos efectos, se
constituy una nueva subcomisin presidida por monseor Jan Liesen y los
reverendos Serge Thomas Bonino, OP, Antonio Castellano, SDB, Adelbert Denaux,
Tomislav Ivancic, Thomas Norris, Paul Rouhana, Leonard Sandeti Kinpupu, Jerzy
Szymik, la Hermana Sara Butler, MSBT, y el doctor Thomas Sding.
Las conversaciones generales sobre este tema se mantuvieron a lo largo de
numerosas reuniones de la subcomisin, as como durante las sesiones plenarias
de la propia Comisin Teolgica Internacional celebradas en Roma entre 2004 y
2011. El presente texto se aprobin forma specifica el 29 de noviembre de 2011 y
fue presentado con posterioridad a su presidente, el cardenal William Levada,
Prefecto de la Congregacin para la Doctrina de la Fe, quien autoriz su publicacin.
INTRODUCCIN
1. Los aos que siguieron al Concilio Vaticano II han sido extremamente productivos
para la teologa catlica. Nuevas voces teolgicas han surgido, especialmente las
de los laicos, hombres y mujeres; teologas procedentes de nuevos contextos
culturales, particularmente de Latino Amrica, frica y Asia; nuevos temas de
reflexin, tales como la paz, la justicia, la liberacin, la ecologa y la biotica;
tratados de profundidad mayor sobre temas ya conocidos, gracias a la renovacin
de los estudios bblicos, litrgicos, patrsticos y medievales; y nuevos espacios para
la reflexin, como el dilogo ecumnico, interreligioso e intercultural. Todos ellos
son avances esencialmente positivos. La teologa catlica ha seguido la senda
abierta por el Concilio, que deseaba expresar su solidaridad, respeto y amor hacia
toda la familia humana entrando en dilogo con ella y ofreciendo las fuerzas
salvficas que la Iglesia, guiada por el Espritu Santo, recibe de su Fundador[1]. No
obstante, esta etapa ha presenciado una cierta fragmentacin de la teologa; y, en
el dilogo que se acaba de mencionar, la teologa se ha enfrentado continuamente
al reto de mantener su propia y verdadera identidad. Por tanto, es necesario
preguntarse qu es lo que caracteriza a la teologa catlica y conferir a esta, en sus
muchas formas y por medio de ellas, un sentido claro de identidad en su
compromiso con el mundo de nuestros das.
2. En cierta manera, la Iglesia necesita claramente un discurso comn si quiere
comunicar al mundo el mensaje nico de Cristo, teolgica y pastoralmente. Por
tanto, es legtimo hablar de la necesidad de una cierta unidad de la teologa. No
obstante, el concepto de unidad precisa ser cuidadosamente entendido aqu para
no confundirlo con la uniformidad o con un estilo individual. La unidad de la teologa,
como la de la Iglesia, tal como se profesa en el Credo debe estar estrechamente
vinculada a la idea de catolicidad, as como a las de santidad y apostolicidad[2]. La
catolicidad de la Iglesia procede del mismo Cristo, que es el Salvador del mundo
entero y de toda la humanidad (cf. Ef 1,3-10; 1 Tim 2,3-6). La Iglesia, por tanto se
encuentra como en casa en cada nacin y cultura, y busca cosechar de todas
partes su salvacin y santificacin[3]. El hecho de que solo haya un Salvador nos
muestra la necesidad de que exista un lazo que una la catolicidad y la unidad. La
teologa, igual que explora el inagotable Misterio de Dios y los infinitos caminos por
los que su gracia opera en diversos contextos para la salvacin, adopta de forma
recta y necesaria multitud de formas, y, si bien las investigaciones de la nica verdad
de la trinidad de Dios y del nico plan de salvacin se centran en el nico Seor
Jesucristo, esta pluralidad debe manifestar unos rasgos familiares distintivos.
3. La Comisin Teolgica Internacional (CTI) ha estudiado distintos aspectos de la
tarea teolgica en textos previos, de manera notable en: La unidad de la fe y el
pluralismo teolgico (1972), Magisterio y teologa (1975) y La interpretacin de los
dogmas (1990)[4]. El presente texto pretende identificar los rasgos familiares
distintivos de la teologa catlica[5]. Considera perspectivas y principios bsicos que
caracterizan la teologa catlica, y ofrece criterios por medio de los cuales teologas
mltiples y diversas pueden ser reconocidas, sin embargo, como autnticamente
catlicas y partcipes, por tanto, de la misin de la Iglesia catlica, que es proclamar
la buena nueva a personas de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas
(cf. Mt 28,18-20; Gn 7,9) para reunirlos a todos, hacindoles capaces de escuchar
la voz del nico Seor, en un solo rebao con un solo pastor (cf. Jn10,16). Dicha
misin necesita que en la teologa catlica convivan la diversidad en la unidad y la
unidad en la diversidad. Las teologas catlicas deberan ser identificables como
tales, fortalecindose mutuamente y rindindose cuentas tambin de manera
mutua, al igual que los mismos cristianos en la comunin de la Iglesia para la gloria
de Dios. El presente texto se compone en consecuencia de tres captulos que
abordan los siguientes temas: la teologa es catlica en la riqueza de la pluralidad
de sus expresiones, protagonistas, ideas y contextos, y por tanto fundamentalmente
una, si nace de la escucha atenta de la Palabra de Dios (cf. cap. I); si se incardina
consciente y sinceramente en la comuni6n de la Iglesia (cf. cap. II); y si se orienta
al servicio de Dios en el mundo, ofreciendo la verdad divina a los hombres y mujeres
de hoy, de una manera inteligible (cf. cap. III).
CAPTULO I
LA ESCUCHA DE LA PALABRA DE DIOS
4. Quiso Dios, en su bondad y sabidura, revelarse a s mismo y manifestar el
misterio de su voluntad (cf. Ef 1,9), es decir, que todas las personas, por medio
de Cristo, Verbo hecho carne, tuvieran acceso al Padre en el Espritu Santo y
llegaran a ser partcipes de la naturaleza divina (cf. Ef 2,18; 2 Pe 1,4)[1]. La
novedad de la revelacin bblica consiste en que Dios se da a conocer en el dilogo
que desea tener con nosotros[2]. La teologa, en sus diversas tradiciones,
disciplinas y mtodos, se basa en el acto fundamental de la escucha en la fe de la
Palabra de Dios revelada, Cristo mismo. La escucha de la Palabra de Dios es el
principio definitivo de la teologa catlica; conduce al entendimiento y al habla, y a
la formacin de la comunidad cristiana: la Iglesia se funda sobre la palabra de Dios,
nace y vive de ella[3]. Eso que hemos visto y odo os lo anunciamos, para que
estis en comunin con nosotros y nuestra comunin es con el Padre y con su Hijo
Jesucristo (1 Jn 1,3)[4]. El mundo entero debe escuchar la llamada a la salvacin,
para que oyendo crea; creyendo, espere; y esperando, ame[5].
5. La teologa es la reflexin cientfica sobre la revelacin divina que la Iglesia acepta
como verdad salvadora universal por medio de la fe. La absoluta plenitud y riqueza
de esa revelacin es demasiado grande para ser abarcada por teologa alguna, y
de hecho, da lugar a teologas mltiples al ser recibida de diversas maneras por los
seres humanos. En su diversidad, no obstante, la teologa est unida en su servicio
a la sola verdad de Dios. La unidad de la teologa, por tanto, no requiere uniformidad,
sino ms bien un enfoque nico en la Palabra de Dios y una explicacin de sus
riquezas innumerables por medio de teologas capaces de dialogar y comunicarse
unas con otras. Asimismo, la pluralidad de las teologas no debera suponer
fragmentacin o discordia, sino ms bien la exploracin de la verdad salvadora
nica de Dios por medio de innumerables caminos.
1. La primaca de la Palabra de Dios
6. En el principio exista el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era
Dios (Jn1,1). El Evangelio de Juan comienza con un prlogo. Este himno
remarca el mbito csmico de la revelacin y la culminacin de la revelacin en la
encarnacin del Verbo. En l estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres
(Jn 1,4). La creacin y la historia constituyen el espacio y el tiempo en el que Dios
se revela. El mundo, creado por Dios por medio de su Palabra (cf. Gn 1) es, no
obstante a su vez, el punto de partida para el rechazo de Dios por parte de los seres
humanos. Con todo, el amor de Dios a los hombres es siempre infinitamente mayor,
la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibi (Jn 1,5). La encarnacin del
Hijo es la culminacin de ese amor incondicional: Y el Verbo se hizo carne y habit
entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unignito del Padre,
lleno de gracia y de verdad (Jn 1,14). La revelacin de Dios como Padre que ama
al mundo (cf. Jn 3,16.55) se realiza en la revelacin de Jesucristo, crucificado y
resucitado, el Hijo de Dios y Salvador del mundo (Jn 4,42). En muchas
ocasiones y de muchas maneras habl Dios antiguamente a los padres por los
profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado
heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos (Heb 1,1s). A Dios
nadie lo ha visto jams: Dios unignito, que est en el seno del Padre, es quien lo
ha dado a conocer (Jn 1,18).
7. La Iglesia venera profundamente las Escrituras, pero es importante reconocer
que la fe cristiana no es una religin del Libro: el cristianismo es la religin de la
Palabra de Dios, no de una palabra escrita y muda, sino del Verbo encarnado y
vivo[6]. El evangelio de Dios est testimoniado fundamentalmente por la sagrada
Escritura del Antiguo y del Nuevo Testamento[7]. Las Escrituras estn inspiradas
por Dios y consignadas por escrito de una vez para siempre; por tanto, comunican
inmutablemente la palabra de Dios mismo, y en las palabras de los profetas y los
apstoles hacen resonar la voz del Espritu Santo[8]. La tradicin es transmisin
verdadera de la Palabra de Dios, atestiguada en el canon por los profetas y los
apstoles y en la leiturgia (liturgia) y diakonia (servicio) de la Iglesia.
8. San Agustn escribi que la Palabra de Dios fue escuchada por autores inspirados
y transmitida por medio de sus palabras: Dios habla por un hombre a usanza de
los hombres, pues que nos busca hablando as[9]. El Espritu Santo no solamente
inspir a los autores bblicos a encontrar las palabras verdaderas del testimonio,
sino que tambin ayuda a los lectores de la Biblia de todas las pocas a comprender
la Palabra de Dios por medio de las palabras humanas de las santas Escrituras. La
relacin entre Escritura y Tradicin hunde sus races en la verdad que Dios revela
en su Palabra para nuestra salvacin: los libros de la Escritura ensean
firmemente, fielmente y sin error la verdad que Dios, por nuestra salvacin, quiso
que fuera consignada en las sagradas letras[10], y a travs de los tiempos por el
Espritu Santo conduce a los creyentes a toda la verdad y hace que la palabra de
Cristo habite abundantemente en ellos (cf. Col 3,16)[11]. La Palabra de Dios se
nos da en la Sagrada Escritura como testimonio inspirado de la revelacin que, junto
con la Tradicin viva de la Iglesia, es la regla suprema de la fe[12].
9. Es criterio de la teologa catlica el reconocimiento de la primaca de la Palabra
de Dios. Dios habla de muchas y variadas formas, en la creacin, a travs de los
profetas y sabios, a travs de las Sagradas Escrituras, y de manera definitiva, por
medio de la vida, muerte y resurreccin de Jesucristo, la Palabra hecha carne
(cf. Heb 1,1s).
2. La fe, respuesta a la Palabra de Dios
10. San Pablo escribe en su carta a los Romanos: La fe nace del mensaje que se
escucha, y la escucha viene a travs de la palabra de Cristo (Rom 10,17). Resalta
dos elementos importantes aqu. Por una parte, explica que la fe procede de la
escucha de la Palabra de Dios, siempre con la fuerza del Espritu de Dios
(Rom 15,19). Por otra, aclara el medio por el que la Palabra de Dios llega a los odos
humanos: fundamentalmente por medio de aquellos que han sido enviados a
proclamar la Palabra y a despertar la fe (cf. Rom 10,14s). De ello se deduce que la
Palabra de Dios en todos los tiempos puede ser proclamada autnticamente solo
sobre la base de los apstoles (cf. Ef 2,20-22) y de la sucesin apostlica (cf. 1
Tim 4,6).
11. Puesto que Jesucristo, la Palabra hecha carne, es a un tiempo mediador y
plenitud de toda la revelacin[13], la respuesta que la Palabra busca, es decir, la
fe, es asimismo personal. Por medio de la fe, los seres humanos se confan
totalmente a Dios, en un acto que supone la sumisin total del intelecto y la
voluntad al Dios que se revela[14]. La obediencia de la fe (Rom 1,5) es, por tanto,
algo personal. Por la fe los hombres abren su corazn para recibir el amor de Dios
que se derrama sobre ellos por medio del don del Espritu Santo (cf. Rom 5,5); y
abundan en esperanza por la fuerza del Espritu Santo (Rom15,13), una
esperanza que no defrauda (Rom 5,5). De este modo, una fe viva puede
entenderse como comprensiva tanto de la esperanza como del amor. Pablo subraya
adems, que la fe evocada por la Palabra de Dios reside en el corazn y origina una
confesin verbal: si profesas con tus labios que Jess es Seor, y crees con tu
corazn que Dios lo resucit de entre los muertos, sers salvo. Pues con el corazn
se cree para alcanzar la justicia, y con los labios se profesa para alcanzar la
salvacin (Rom 10,9s).
12. La fe, entonces, es experiencia de Dios que implica conocimiento de l, puesto
que la revelacin abre las puertas a la verdad de Dios que nos salva (cf. 2 Tim 2,13)
y nos hace libres (cf. Jn 8,32). Pablo escribe a los Glatas que, como creyentes,
habis conocido a Dios, o, mejor dicho, Dios os ha conocido (Gl 4,9; cf. 1
Jn 4,16). Sin fe, sera imposible profundizar en esta verdad, porque es revelada por
Dios. La verdad revelada por Dios y aceptada en fe, adems, no es algo irracional.
Al contrario, da lugar al culto espiritual(logik latrea) que segn dice Pablo
conlleva una renovacin de la mente (Rom 12,1s). Que Dios existe y es uno, el
creador y Seor de la historia, puede conocerse con la ayuda de la razn a partir de
las obras de la creacin, segn una larga tradicin que se encuentra tanto en el
Antiguo (cf. Sab 13,1-9) como en el Nuevo Testamento (cf. Rom 1,18-23)[15]. Sin
embargo, que Dios se ha revelado a s mismo a travs de la encarnacin, vida,
muerte y resurreccin de su Hijo para la salvacin del mundo (cf. Jn 3,16), y que
Dios en su vida interior es Padre, Hijo y Espritu Santo, solo puede conocerse por
medio de la fe.
13. La fe es tanto el acto de creer o confiar como tambin aquello que se cree o
se confiesa, fides qua y fides quae, respectivamente. Ambos aspectos trabajan
juntos de manera inseparable, puesto que la confianza es adhesin a un mensaje
con un contenido inteligible, y la confesin no puede reducirse a meras palabras
vacas, debe surgir del corazn. La fe es al mismo tiempo una realidad
profundamente personal y eclesial. Al profesar su fe, los cristianos dicen tanto yo
creo como nosotros creemos. La fe se profesa dentro de lakoinonia del Espritu
Santo (cf. 2 Cor 13,13), que une a todos los creyentes con Dios y entre ellos mismos
(cf. 1 Jn 1,1-3), y que adquiere su ltima expresin en la Eucarista (cf. 1 Cor10,16s).
Las profesiones de fe han evolucionado dentro de la comunidad de los fieles desde
los primeros tiempos. Todos los cristianos estn llamados a dar testimonio personal
de su fe, pero los credos permiten a la Iglesia como tal profesar su fe. Esta profesin
corresponde a la enseanza de los apstoles, la buena nueva, sobre la que la
Iglesia se sostiene y por medio de la cual se salva (cf. 1 Cor 15,1-11).
14. Lo mismo que hubo en el pueblo falsos profetas, tambin habr entre vosotros
falsos maestros que propondrn herejas de perdicin (2 Pe 2,1)[16]. El Nuevo
Testamento muestra sobradamente que, desde los comienzos de la Iglesia, ciertas
personas han propuesto una interpretacin hertica de la fe mantenida en comn,
una interpretacin opuesta a la Tradicin apostlica. En la primera Carta de Juan,
la separacin de la comunin del amor es un indicador de las falsas enseanzas (1
Jn 2,18s). La hereja, por lo tanto, no solo distorsiona el Evangelio, sino que tambin
daa la comunin eclesial. La hereja es la negacin pertinaz, despus de recibido
el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y catlica, o la duda
pertinaz sobre la misma[17]. Aquellos que son culpables de dicha obstinacin en
contra de la enseanza de la Iglesia sustituyen la obediencia a la palabra de Dios,
la fides qua (el motivo formal de la fe), por su propio juicio. La hereja sirve como un
recordatorio de que la comunin de la Iglesia puede solo asegurarse sobre la base
de la fe catlica en su integridad, e induce a la Iglesia a una bsqueda an ms
profunda de la verdad en la comunin.
15. Es criterio de teologa catlica tomar la fe de la Iglesia como su fuente, contexto
y norma. La teologa mantiene la fides qua y la fides quae juntas. Expone la
enseanza de los apstoles, la buena nueva sobre Jesucristo segn las
Escrituras (1 Cor 15,3s), como norma y estmulo de la fe de la Iglesia.
3. La teologa, comprensin de la fe
16. El acto de fe, en respuesta a la Palabra de Dios, abre la inteligencia del creyente
hacia nuevos horizontes. San Pablo escribe: Pues el Dios que dijo: Brille la luz del
seno de las tinieblas ha brillado en nuestros corazones, para que resplandezca el
conocimiento de la gloria de Dios reflejada en el rostro de Cristo (2 Cor 4,6). A esta
luz, la fe contempla el mundo entero de una nueva manera; lo ve ms verdadero
porque, fortalecido por el Espritu Santo, participa de la perspectiva propia de Dios.
Por ello San Agustn invita a todo el que busca la verdad, a creer para
comprender (crede ut intelligas)[18]. Nosotros hemos recibido el Espritu que
viene de Dios, dice san Pablo, para que conozcamos los dones que de Dios
recibimos (1 Cor 2,12). Adems, en virtud de este don, somos atrados hacia un
conocimiento incluso del mismo Dios, porque el Espritu lo sondea todo, incluso lo
profundo de Dios (1 Cor 2,10). Al ensear que tenemos la mente de Cristo (1
Cor 2,16), san Pablo quiere decir que por medio de la gracia de Dios, en cierta
manera participamos incluso del propio conocimiento que Cristo tiene de su Padre
y por ello, en el propio autoconocimiento de Dios.
17. Encontrndose en posesin de la riqueza insondable de Cristo (Ef 3,8) en
virtud de la fe, los creyentes buscan conocer cada vez ms plenamente aquello en
lo que creen, meditndolo en su corazn. Llevados por el Espritu y utilizando todos
los recursos de su intelecto, se esfuerzan en asimilar el contenido inteligible de la
Palabra de Dios de forma que esta puede convertirse en luz y alimento para su fe.
Piden a Dios poder estar llenos de un conocimiento perfecto de su voluntad con
toda sabidura e inteligencia espiritual (Col 1,9). Este es el camino de la
comprensin de la fe (intellectus fidei). Como explica San Agustn, dicho camino
deriva del mismo dinamismo de la fe: el que a travs de la razn verdadera
comprende ahora lo que tan solo crea, es seguro que ser antepuesto al que
todava desea comprender lo que cree; pero el que ni siquiera desea comprender y
opina que basta con creer las cosas que se pueden comprender, no sabe an para
qu sirve la fe[19] . Este trabajo de comprensin de la fe contribuye a alimentar la
fe y permite que esta crezca[20]. Por ello, la fe y la razn son como las dos alas
con las cuales el espritu humano se eleva hacia la contemplacin de la verdad[21].
El sentido del intellectus fidei es el camino que va desde el acto de creer, que es su
fuente y principio permanente, a la visin de la gloria (la visin beatfica; cf. 1 Jn 3,2),
de la que el intellectus fidei es un anticipo.
18. El intellectus fidei adopta distintas formas en la vida de la Iglesia y en la
comunidad de creyentes segn los diferentes dones del fiel (lectio
divina, meditacin, predicacin, la teologa como una ciencia, etc.). En sentido
estricto, se hace teologa cuando el creyente se compromete a presentar el
contenido del misterio cristiano de una manera racional y cientfica. La Teologa es
por tanto scientia Dei en tanto que es participacin racional de la sabidura que Dios
tiene de s y de todas las cosas.
19. Es criterio de teologa catlica que tenga, precisamente como ciencia de fe, fe
que busca comprender (fides quaerens intellectum) [22], una dimensin racional. La
teologa trata de comprender lo que la Iglesia cree, por qu lo cree, y qu puede ser
conocido sub specie Dei. Como scientia Dei, la teologia aspira a comprender de
manera racional y sistemati ca la verdad salvadora de Dios.
CAPTULO II
PERMANECER EN LA COMUNIN DE LA IGLESIA
20. El autntico lugar de la teologa est dentro de la Iglesia, que ha sido reunida
por la Palabra de Dios. La eclesialidad de la teologa es un aspecto constitutivo de
la tarea teolgica porque la teologa se basa en la fe, y la fe es a la vez personal y
eclesial. La revelacin de Dios se dirige a la convocatoria y a la renovacin del
pueblo de Dios, y por medio de la Iglesia los telogos reciben el objeto de su
investigacin. En la teologa catlica, ha habido una reflexin notable sobre
los loci de la teologa, esto es, sobre los puntos fundamentales de referencia de la
tarea teolgica[1]. Es importante conocer no solo los loci sino tambin su peso
relativo y la relacin que se da entre ellos.
1. El estudio de la Escritura como alma de la teologa
21. El estudio de la sagrada pgina debera ser el alma de la sagrada
teologa[2]. El papa Benedicto XVI insiste en que: cuando la teologa no es
esencialmente interpretacin de la Escritura en la Iglesia, esta teologa ya no tiene
fundamento[3]. La teologa debera ser conforme a las Escrituras en su totalidad,
y las Escrituras deberan sostener y acompaar todo trabajo teolgico, porque la
teologa se interesa por la verdad del Evangelio (Gl 2,5), y puede conocer esa
verdad solamente si investiga su testimonio normativo en el canon de la Sagrada
Escritura[4] y si, haciendo esto, pone en relacin las palabras humanas de la Biblia
con la Palabra de Dios viva. Los exegetas catlicos no deben jams olvidar que lo
que ellos interpretan es la Palabra de Dios [...] El objetivo de su trabajo no se alcanza
ms que cuando han iluminado el sentido del texto bblico como palabra actual de
Dios[5].
22. Dei Verbum entiende la tarea de la exgesis como un determinar qu es lo que
Dios ha querido comunicarnos[6]. Para comprender y explicar el significado de los
textos bblicos[7], se deber hacer uso de todos los mtodos literarios, histricos y
filolgicos apropiados, con el fin de aclarar y entender las Sagradas Escrituras en
su propio contexto y periodo. De este modo, la historicidad de la revelacin se tiene
metodolgicamente en cuenta. Dei Verbum 12 se refiere en particular a la necesidad
de prestar atencin a las formas literarias: Pues la verdad se propone y expresa
de una u otra forma en los textos histricos (en sus diversas modalidades),
profticos o poticos, o en otras clases de discurso. Desde el Concilio, se han
desarrollado mtodos adicionales que pueden abrirnos hacia aspectos nuevos del
significado de las Sagradas Escrituras[8]. Dei Verbum 12 indica, no obstante, que
para conocer la dimensin divina de la Biblia y conseguir una interpretacin
teologal de la misma, se deben tomar en consideracin tres criterios
fundamentales[9]: la unidad de las Escrituras, el testimonio de la Tradicin y la
analoga de la fe[10]. El concilio se refiere a la unidad de las Escrituras porque la
Biblia testimonia la completa verdad de la salvacin solamente en su totalidad
pluriforme[11]. La exgesis ha desarrollado vas metodolgicas para tener en
cuenta el canon de las Escrituras en su conjunto como una referencia hermenutica
para interpretar las Escrituras. Se puede as establecer la importancia de la
ubicacin y contenido de los distintos libros y percopas. Pero sobre todo, como
ensea el Concilio, la exgesis debera esforzarse en leer e interpretar los textos
bblicos en el marco de la fe y de la vida del pueblo de Dios, sostenido a travs de
los tiempos por medio de la obra del Espritu Santo. Es en este contexto en el que
la exgesis busca el sentido literal y se abre al sentido espiritual o pleno (sensus
plenior) de las Escrituras[12]. Solo donde se aplican los dos niveles metodolgicos,
el histrico-crtico y el teolgico, se puede hablar de una exgesis teolgica, de una
exgesis adecuada a este libro[13].
23. Al decir que el estudio de las Sagradas Escrituras es el alma de la
teologa, Dei Verbum tiene en mente todas las disciplinas teolgicas. Este fundarse
en la Palabra de Dios revelada, segn la testimonian las Escrituras y la Tradicin,
es esencial para la teologa. Su tarea principal es interpretar la verdad de Dios como
verdad salvadora. Impulsada por el Vaticano II, la teologa catlica busca, en todo
su trabajo, escuchar la Palabra de Dios y por medio de ella el testimonio de las
Escrituras[14]. Por ello, en los ensayos teolgicos los temas bblicos deberan
ocupar el primer lugar, por delante de cualquier otra cosa[15]. Este enfoque se
corresponde de nuevo con el de los Padres de la Iglesia, quienes son en primer
lugar y esencialmente comentadores de la Sagrada Escritura [16] y abre la
posibilidad de la colaboracin ecumnica: la escucha comn de las Escrituras nos
impulsa hacia [...] el dilogo de la caridad y hace crecer el dilogo de la verdad[17].
24. Es criterio de teologa catlica el deber de sacar continuamente conclusiones
partiendo del testimonio cannico de las Escrituras y de promocionar el anclaje de
toda la doctrina y prctica de la Iglesia en dicho testimonio, de modo que toda
predicacin eclesial, al igual que la misma religin cristiana, se nutra y se rija por la
Sagrada Escritura[18]. La teologa debera esforzarse en abrir con amplitud las
Escrituras a los fieles cristianos [19], de forma que estos puedan entrar en contacto
con la Palabra viva de Dios (cf. Heb 4,12).
2. La fidelidad a la Tradicin apostlica
25. Los Hechos de los Apstoles describen la vida de las primeras comunidades
cristianas de una forma que es esencial para la Iglesia de todos los tiempos:
Perseveraban en la enseanza de los apstoles, en la comunin, en la fraccin del
pan y en las oraciones (Hch2,42; cf. Ap 1,13). Esta descripcin sucinta, que se
pone al final del relato de Pentecosts, cuando el Espritu Santo abre las bocas de
los apstoles para que prediquen y atraigan a muchos de quienes los oan a la fe,
resalta distintos aspectos esenciales relativos a cmo el Espritu opera
continuamente en la obra de la Iglesia. Hay aqu ya un esbozo anticipatorio de la
enseanza de la Iglesia y de la vida sacramental, de su espiritualidad y compromiso
con la caridad. Todo esto comenz en la comunidad apostlica, y la transmisin de
este modo de vida ntegro en el Espritu es la Tradicin apostlica. La lex orandi (la
norma de la oracin),lex credendi (la norma de la fe) y lex vivendi (la norma de la
vida) son aspectos esenciales de esta Tradicin. Pablo se refiere a la Tradicin a la
que ha sido incorporado como apstol, cuando habla de la transmisin que l
mismo recibi (1 Cor 15,1-11; cf. tambin 1 Cor11,23-26).
26. La Tradicin, por tanto, es algo vital y vivo, un proceso continuado en el que la
unidad de la fe encuentra expresin en la variedad de idiomas y en la diversidad de
culturas. Deja de ser Tradicin si se fosiliza. Esta Tradicin que procede de los
apstoles progresa en la Iglesia bajo la asistencia del Espritu Santo: pues crece la
percepcin tanto de las cosas como de las palabras transmitidas [...] As, la Iglesia,
con el correr de los siglos, tiende constantemente a la plenitud de la verdad divina
hasta que en ella se consumen las palabras de Dios[20]. La Tradicin tiene lugar
por el poder del Espritu Santo, quien, tal y como Jess prometi a sus discpulos,
gua a la Iglesia hacia la completa verdad (cf. Jn 16,13), consolidando firmemente
la memoria del mismo Jess (cf. Jn 14,26), manteniendo a la Iglesia fiel a sus
orgenes apostlicos, permitiendo la transmisin segura de la fe, e impulsando una
siempre nueva presentacin del Evangelio bajo la direccin de los pastores que son
sucesores de los apstoles[21]. Por tanto, los componentes vitales de la Tradicin
son: el constante estudio renovado de las Sagradas Escrituras, la sabidura litrgica,
la atencin a lo que el testimonio de la fe ha enseado a travs de los tiempos, la
catequesis que fomenta el crecimiento en la fe, la prctica del amor a Dios y al
prjimo, el ministerio eclesial estructurado y el servicio prestado por el Magisterio a
la Palabra de Dios. Lo que lleva a comprender todo lo que contribuye para que el
Pueblo de Dios lleve una vida santa y crezca en su fe. La Iglesia en su doctrina,
vida y culto perpeta y transmite a todas las generaciones todo lo que ella es, todo
lo que cree[22].
27. Los dichos de los Santos Padres son un testimonio de la presencia vivificadora
de esta Tradicin, cuyas riquezas se transfunden en la praxis y la vida de la Iglesia
creyente y orante[23]. Dado que los Padres de la Iglesia, tanto de oriente como de
occidente, han jugado un papel singular en la transmisin fiel y en la explicacin de
la verdad revelada[24], sus escritos son un punto de referencia
especfico (locus) para la teologa catlica. La Tradicin, conocida y vivida por los
Padres, era multifactica y pujante de vida, como puede verse a travs de la
pluralidad de familias litrgicas y de las tradiciones espirituales y exegticoteolgicas (por ejemplo, en las escuelas de Alejandra y Antioqua), una pluralidad
firmemente arraigada y unida en la nica fe. Durante las grandes controversias
teolgicas de los siglos IV y V, la conformidad o disconformidad de una doctrina con
el consenso de los Padres era prueba de ortodoxia o hereja[25]. Para Agustn, el
testimonio comn de los Padres era la voz de la Iglesia[26]. Los concilios de
Calcedonia y de Trento comenzaron sus declaraciones solemnes con la frmula:
Siguiendo a los Santos Padres...[27], y el de Trento y el Concilio Vaticano I
indicaron claramente que, el consenso unnime de los Padres, era una gua
segura para la interpretacin de las Escrituras[28].
28. Muchos de los Padres eran obispos que se reunan con sus obispos hermanos
en los concilios, primero regionales y ms tarde mundiales o ecumnicos. Todo
ello, marc la vida de la Iglesia desde los primeros siglos, siguiendo el ejemplo de
los apstoles (cf. Hch15,6-21). Frente a las herejas cristolgicas y trinitarias que
amenazaron la fe y la unidad de la Iglesia durante la etapa patrstica, los obispos se
reunieron en grandes concilios ecumnicos Nicea I, Constantinopla I, feso,
Calcedonia, Constantinopla II, Constantinopla III y Nicea II para condenar los
errores y proclamar la fe ortodoxa en credos y definiciones de la fe. Estos concilios
establecieron que sus enseanzas, en particular sus definiciones solemnes, eran
vinculantes de forma normativa y universal; y estas definiciones, expresan y
pertenecen a la Tradicin apostlica y continan sirviendo a la fe y a la unidad de la
Iglesia. Los concilios posteriores que han sido reconocidos como ecumnicos en
occidente continan con esta prctica. El Concilio Vaticano II se refiere al ministerio
docente o magisterio del Papa y de los obispos de la Iglesia, y establece que los
obispos ensean infaliblemente cuando, o bien reunidos con el obispo de Roma en
un concilio ecumnico o en comunin con l aunque estn diseminados a lo largo
del mundo, acuerdan que una enseanza en particular, concerniente a la fe o a la
moral, debe sostenerse como definitiva. El Papa mismo, cabeza del colegio
episcopal, ensea infaliblemente cuando como pastor y maestro supremo de todos
los fieles [...] proclama por un acto definitivo la doctrina en cuestiones de fe y
moral[29].
29. La teologa catlica reconoce la autoridad de la enseanza de los concilios
ecumnicos, el magisterio ordinario y universal de los obispos y el magisterio papal.
Reconoce el estatus especial de los dogmas, esto es, afirmaciones en las que la
Iglesia proclama de tal modo una verdad revelada de forma definitiva y obligatoria
para la totalidad del pueblo cristiano, que su negacin es rechazada como hereja y
estigmatizada con anatema[30]. Los dogmas pertenecen a la Tradicin apostlica
viva y en camino. Los telogos son conscientes de las dificultades que acompaan
a su interpretacin. Por ejemplo, es necesario comprender la cuestin precisa que
se estudia a la luz del su contexto histrico y discernir cmo el significado y
contenido de un dogma se relacionan con su formulacin[31]. No obstante, los
dogmas son puntos seguros de referencia para la fe de la Iglesia y son utilizados
como tales en la reflexin y argumentacin teolgica.
30. En la fe catlica, las Escrituras, la Tradicin y el Magisterio de la Iglesia estn
inseparablemente unidos. La sagrada Tradicin y la Sagrada Escritura constituyen
un nico depsito sagrado de la Palabra de Dios confiado a la Iglesia, y la misin
de interpretar autnticamente la Palabra de Dios escrita o transmitida le ha sido
confiada solo al Magisterio vivo de la Iglesia[32]. Las Sagradas Escrituras no son
un simple texto sino locutio Dei [33]y verbum Dei [34], testimoniada inicialmente por
los profetas del Antiguo Testamento y en ltima instancia por los apstoles en el
Nuevo Testamento (cf. Rom 1,1s). Habiendo surgido en el seno del Pueblo de Dios,
y habiendo sido unificada, leda e interpretada por el Pueblo de Dios, la Sagrada
Escritura pertenece a la Tradicin viva de la Iglesia como testimonio cannico de la
fe de todos los tiempos. De hecho, La Escritura es el primer miembro de la tradicin
escrita[35]. Por consiguiente, la Escritura ha de ser proclamada, escuchada,
leda, acogida y vivida como Palabra de Dios, en el seno de la Tradicin apostlica,
de la que no se puede separar[36]. Este proceso se sostiene en el Espritu Santo,
por quien la voz viva del Evangelio resuena en la Iglesia, y por ella en el
mundo[37]. La Sagrada Escritura, en efecto, es el hablar de Dios en tanto que,
por inspiracin del Espritu divino, es consignado por escrito; mientras que la
sagrada Tradicin transmite ntegramente la Palabra de Dios, confiada por Cristo
Seor y por el Espritu Santo a los apstoles, a los sucesores de estos; para que,
guiados por la luz del Espritu de la verdad, la sirvan, expongan y difundan fielmente
en su predicacin. Sucede as que la Iglesia obtiene su certeza acerca de todas las
cosas reveladas no por la sola Sagrada Escritura[38]. Tambin obtiene dicha
certeza de la Tradicin apostlica, porque esta ltima es el proceso vivo de la
escucha de la Palabra de Dios por la Iglesia.
31. El Vaticano II distingui entre la Tradicin y aquellas tradiciones que pertenecen
a etapas concretas de la historia de la Iglesia, o a regiones o comunidades
particulares, tales como rdenes religiosas o iglesias locales concretas[39]. La
distincin entre la Tradicin y las tradiciones ha sido una de las tareas ms
importantes de la teologa catlica a partir del Vaticano II y en general de la teologa
en las ltimas dcadas[40]. Se trata de una tarea profundamente relacionada con la
catolicidad de la Iglesia, y que tiene muchas repercusiones ecumnicas. Son
numerosas las cuestiones que surgen, por ejemplo: Es posible determinar ms
precisamente cul es el contenido de la nica Tradicin? Con qu medios?
Contienen todas las tradiciones que se dicen cristianas la Tradicin? Cmo
podemos distinguir entre las tradiciones que incorporan la verdadera Tradicin y
aquellas tradiciones meramente humanas? Dnde encontramos la verdadera
Tradicin y dnde una tradicin empobrecida o incluso distorsionada?[41]. Por una
parte, la teologa debe mostrar que la Tradicin apostlica no es algo abstracto, sino
que existe de una manera concreta en diferentes tradiciones que se han formado
en el seno de la Iglesia. Por otra, la teologa tiene que considerar por qu
determinadas tradiciones son caractersticas no de la Iglesia en su conjunto, sino
de rdenes religiosas, iglesias locales o etapas histricas en concreto. Mientras que
el uso de la crtica no es adecuado en lo que concierne a la Tradicin apostlica en
s misma, las tradiciones deben siempre estar abiertas a la crtica, de manera que
pueda tener lugar la reforma permanente de la que la Iglesia tiene necesidad[42],
y que la Iglesia pueda renovarse a s misma de forma permanente en su nico
fundamento, que es Jesucristo. Tal crtica busca verificar si una tradicin especfica
expresa de hecho la fe de la Iglesia en un lugar y momento concretos, para
reforzarla o corregirla consecuentemente por medio del contacto con la fe viva de
todos los tiempos y lugares.
32. La fidelidad a la Tradicin apostlica es criterio de teologa catlica. Esta
fidelidad precisa de una recepcin activa y discerniente de las distintas expresiones
y testimonios de la Tradicin apostlica en curso. Implica el estudio de las Sagradas
Escrituras, de la liturgia y de los escritos de los Padres y Doctores de la Iglesia, y la
atencin a la enseanza del Magisterio.
3. La atencin al sensus fidelium
33. En su primera Carta a los tesalonicenses, san Pablo escribe: Por tanto, tambin
nosotros damos gracias a Dios sin cesar, porque, al recibir la palabra de Dios, que
os predicamos, la acogisteis no como palabra humana, sino, cual es en verdad,
como palabra de Dios que permanece operante en vosotros los creyentes (1
Tes 2,13). Estas palabras ilustran aquello a lo que el Vaticano se refiere como el
sentido sobrenatural de la fe (sensus fidei) de todo el pueblo[43], y la ntima
inteligencia que experimentan de las cosas espirituales[44]los fieles, esto es,
el sensus fidelium. El sujeto de la fe es el pueblo de Dios en su conjunto, que por la
fuerza del Espritu afirma la Palabra de Dios. Por ello, el Concilio declara que el
pueblo de Dios entero participa en el ministerio proftico de Jess[45], y que, ungido
por el Espritu Santo (cf. 1 Jn 2,20.27), no puede equivocarse en la fe[46]. Los
pastores que guan al pueblo de Dios, sirviendo a su fe, son ellos mismos, en primer
lugar, miembros de la comunidad de creyentes. Por ello, Lumen gentium habla
primero del pueblo de Dios y delsensus fidei que tiene[47], y luego de los
obispos[48] quienes, a travs de la sucesin apostlica en el episcopado y de la
recepcin de su carisma veritatis certum (carisma seguro de verdad) propio y
especfico[49], conforman, como colegio en comunin jerrquica con su cabeza, el
obispo de Roma y sucesor de san Pedro en la sede apostlica [50], el Magisterio de
la Iglesia. Asimismo, Dei Verbum ensea que la Palabra de Dios ha sido confiada
a la Iglesia y se refiere a todo el pueblo santo adhirindose a ella antes de
especificar que el Papa y los obispos tienen la tarea de interpretar autnticamente
la Palabra de Dios[51]. Este mandato es esencial para la teologa catlica. Como
dijo San Agustn: Vobis sum episcopus, vobiscum sum christianus[52].
34. La naturaleza y ubicacin del sensus fidei o sensus fidelium deber ser entendida
adecuadamente. El sensus fidelium no significa simplemente la opinin mayoritaria
en un momento o cultura dados, ni es solo una confirmacin secundaria de lo que
el Magisterio ensea primero. El sensus fidelium es el sensus fidei del conjunto del
pueblo de Dios que es obediente a la Palabra de Dios y es conducido en los caminos
de la fe por sus pastores. Por tanto, el sensus fidelium es el sentido de la fe que
est profundamente enraizado en el pueblo de Dios que recibe, comprende y vive
la Palabra de Dios en la Iglesia.
35. Para los telogos, el sensus fidelium es de gran importancia. No es solo un
objeto de atencin y respeto, es tambin una base y un locus para su trabajo. Por
un lado, los telogos dependen del sensus fidelium, porque la fe que exploran y
explican vive en el pueblo de Dios. Est claro, por tanto, que los mismos telogos
deben participar en la vida de la Iglesia para tener verdaderamente conocimiento de
ella. Por otro lado, es precisamente parte del servicio especfico de los telogos,
dentro del cuerpo de Cristo, explicar la fe de la Iglesia tal como se encuentra en las
Escrituras, la liturgia, credos, dogmas, catequesis, y en el sensus fidelium mismo.
Los telogos ayudan a aclarar y a articular el contenido del sensus
fidelium,reconociendo y mostrando que los aspectos relativos a la verdadera fe
pueden ser complejos, y que la investigacin de los mismos debe ser precisa[53].
Les toca tambin a ellos, en ocasiones, examinar crticamente expresiones de la
piedad popular, nuevas corrientes de pensamiento y nuevos movimientos en el seno
de la Iglesia en nombre de la fidelidad a la Tradicin apostlica. Las afirmaciones
crticas de los telogos deben ser siempre constructivas; deben ofrecerse con
humildad, respeto y caridad: El conocimiento (gnosis)engre, mientras que el
amor (agape) edifica (1 Cor 8,1).
36. La atencin al sensus fidelium es un criterio de teologa catlica. La teologa
debera esforzarse en descubrir y articular correctamente lo que de hecho cree el
fiel catlico. Debe declarar con amor la verdad, de forma que el fiel pueda madurar
en la fe y no ser llevado a la deriva por todo viento de doctrina (Ef 4,14s).
4. La adhesin responsable al Magisterio eclesistico
37. En la teologa catlica, el Magisterio es un factor integral de la empresa
teolgica, puesto que la teologa recibe su objeto de Dios por medio de la Iglesia,
cuya fe es interpretada autnticamente solo por el Magisterio vivo de la
Iglesia[54], esto es, por el Magisterio del Papa y de los obispos. La fidelidad al
Magisterio es necesaria para que la teologa pueda ser ciencia de la fe (scientia
fidei) y tarea eclesial. Una metodologa teolgica correcta requiere, por tanto, una
comprensin adecuada de la naturaleza y autoridad del Magisterio y sus diversos
niveles, y de las relaciones que realmente existen entre el Magisterio eclesial y la
teologa[55] 55. Los obispos y los telogos tienen vocaciones diferentes, y deben
respetar las competencias propias de cada uno, para evitar que el Magisterio
reduzca la teologa a mera ciencia repetitiva o que los telogos pretendan sustituir
el Magisterio de los pastores de la Iglesia.
38. La comprensin de la Iglesia como comunin es un buen marco en el que
considerar cmo la relacin entre los telogos y los obispos, entre la teologa y el
Magisterio, puede ser de colaboracin fructfera. Lo primero que hay que reconocer
es que tanto los telogos en su tarea, como los obispos en su magisterio, se
encuentran bajo la primaca de la Palabra de Dios, y nunca por encima de ella[56].
Entre los obispos y los telogos debera haber una mutua colaboracin respetuosa:
en su escucha obediente a esta Palabra y en la proclamacin fiel de la misma; en
su atencin al sensus fidelium y en el servicio para que la fe crezca y madure; en
su preocupacin por transmitir la Palabra a generaciones futuras, respetando las
nuevas cuestiones y retos; y en su testimonio lleno de esperanza de los dones ya
recibidos; en todas estas tareas, obispos y telogos tienen sus respectivos
cometidos en una misin comn[57], en la que teologa y Magisterio encuentran su
propia legitimacin y finalidad[58]. La teologa investiga y articula la fe de la Iglesia,
y el Magisterio eclesistico proclama esa fe y la interpreta autnticamente[59].
39. Por una parte, el Magisterio necesita de la teologa para demostrar en sus
intervenciones no solo autoridad doctrinal, sino tambin competencia teolgica y
capacidad para la evaluacin crtica, de manera que se debera llamar a los telogos
para ayudar en la preparacin y formulacin de los pronunciamientos magisteriales.
Por otra parte, el Magisterio es una ayuda indispensable para la teologa porque
transmite autnticamente el depsito de la fe (depositum fidei), particularmente en
momentos decisivos de discernimiento. Los telogos deberan reconocer la
contribucin de las declaraciones magisteriales al progreso teolgico y deberan
colaborar, aceptando dichas declaraciones. Las intervenciones magisteriales
pueden por s mismas estimular la reflexin teolgica, y los telogos deberan
mostrar cmo sus propias contribuciones son conformes con declaraciones
doctrinales previas del magisterio y las desarrollan. Hay en la Iglesia, de hecho, un
cierto magisterio de los telogos[60], pero no hay sitio para magisterios paralelos,
opuestos o alternativos[61], o para visiones que podran separar a la teologa del
Magisterio de la Iglesia.
40. Cuando el Magisterio llega a la interpretacin autntica de la fe, desempea
un papel que la teologa simplemente no puede tomar para s. La teologa no puede
sustituir una sentencia proveniente de los obispos por otra proveniente de la
comunidad teolgica cientfica. La aceptacin de esta funcin del Magisterio en
relacin con la autenticidad de la fe requiere el reconocimiento de los distintos
niveles de las afirmaciones magisteriales[62]. Estos distintos niveles dan lugar
correspondientemente a una respuesta diferenciada por parte de los fieles y de los
telogos. No toda la enseanza magisterial tiene el mismo peso. Esto es importante
para el trabajo de la teologa, y, de hecho, los distintos niveles se describen por
medio de lo que se denominan cualificaciones o notas teolgicas[63].
41. Precisamente debido a esta graduacin, la obediencia que los telogos, como
miembros del pueblo de Dios, deben hacia el Magisterio conlleva siempre
evaluacin y comentario crtico constructivo[64]. Mientras que el disenso hacia el
Magisterio no tiene lugar en el seno la teologa catlica, la investigacin y el
cuestionamiento s est justificado y son incluso necesarios cuando la teologa
quiere cumplir su tarea[65]. Sea cual sea la situacin, una mera obediencia o
adhesin formal y externa por parte de los telogos no es suficiente. Los telogos
deberan esforzarse en profundizar en su reflexin sobre la verdad proclamada por
el Magisterio de la Iglesia y deberan ambicionar que repercutiera en la vida cristiana
y en el servicio de la verdad. De esta manera, los telogos cumplen su propia tarea
y la enseanza del Magisterio no se ve reducida a meras citas que decoran los
discursos teolgicos.
42. La relacin entre los obispos y los telogos es a menudo buena y de mutua
confianza, con el debido respeto a las vocaciones y responsabilidades de unos y
otros. Por ejemplo, los obispos asisten y participan en las reuniones nacionales y
regionales de asociaciones teolgicas, hacen llamar a expertos en teologa cuando
formulan sus propias enseanzas y polticas, y visitan y prestan apoyo a las
facultades y escuelas de teologa en sus dicesis. Inevitablemente, habr tensiones
en algunos momentos en la relacin entre los telogos y los obispos. En su profundo
anlisis de la interaccin dinmica, en el seno del organismo vivo de la Iglesia, de
los tres ministerios de Cristo como profeta, sacerdote y rey, el beato John Henry
Newman reconoci la posibilidad de dichos choques y diferencias crnicas, y est
bien recordar que l las vea como pertenecientes a la misma naturaleza de la
cuestin[66]. La teologa es el principio esencial y regulador de todo el sistema
de la Iglesia, escribi, y, sin embargo, no puede marchar siempre por su propio
camino[67]. Respecto a las tensiones entre los telogos y el Magisterio, la
Comisin Teolgica Internacional dijo en 1975: dondequiera que hay vida
verdadera, hay igualmente tensin. Pero esta no debe ser interpretada en el tono
de la hostilidad ni de una verdadera oposicin: representa, por el contrario, un factor
de dinamismo y un estmulo que incita al Magisterio y a la teologa a desempear
concertadamente sus funciones respectivas practicando el dilogo[68].
43. La libertad de la teologa y de los telogos es un tema de especial inters[69].
Esta libertad se deriva de su responsabilidad cientfica[70]. La idea de la adhesin
al Magisterio lleva algunas veces a la distincin entre la llamada teologa cientfica
(sin presupuestos de fe o fidelidad eclesial) y la llamada teologa confesional
(elaborada dentro de una confesin religiosa), pero tal distincin no es correcta[71].
Tambin surgen otros debates al considerar la libertad de conciencia de los
creyentes o la importancia del progreso cientfico en la investigacin teolgica, y el
Magisterio es visto, algunas veces, como una fuerza represora o un freno al
progreso. La investigacin de tales materias constituye una parte de la tarea
teolgica, de manera que los aspectos cientficos y confesionales de la teologa se
integren adecuadamente, y se vea la libertad de la teologa dentro del horizonte del
designio y voluntad de Dios.
44. Es criterio de teologa catlica adherirse responsablemente al Magisterio en sus
distintas graduaciones. Los telogos catlicos deberan reconocer la competencia
de los obispos, y especialmente del colegio de obispos del que el Papa es cabeza,
para proporcionar una interpretacin autntica de la Palabra de Dios procedente de
las Escrituras y de la Tradicin[72].
5. La comunidad de los telogos
45. Como en el caso de todas las vocaciones cristianas, el ministerio de los
telogos, al tiempo que personal, es tambin comunitario y colegial; esto es, se
ejerce en la Iglesia y para la Iglesia en conjunto, y se vive en solidaridad con aquellos
que tienen la misma llamada. Los telogos son correctamente conscientes y estn
orgullosos de los vnculos profundos de solidaridad que les unen los unos a los otros
en el servicio al cuerpo de Cristo y al mundo. De muchas maneras, como colegas
en las facultades y escuelas de teologa, como miembros de sociedades y
asociaciones teolgicas, como colaboradores de investigacin, y como escritores y
profesores, se dan apoyo, alientan e inspiran los unos a los otros, y sirven tambin
de mentores y modelos de referencia para aquellos, en especial estudiantes
graduados, que aspiran a ser telogos. Ms an, vnculos de solidaridad se
extienden a travs del espacio y el tiempo, uniendo a telogos a lo largo y ancho
del mundo de distintos pases y culturas y a travs del tiempo en distintas pocas y
contextos. Esta solidaridad es verdaderamente beneficiosa cuando promueve la
advertencia y observancia de los criterios de la teologa catlica tal y como quedan
identificados en este documento. No hay nadie mejor situado para ayudar a los
telogos catlicos a que se esfuercen en dar el mejor servicio posible, conforme a
las caractersticas verdaderas de su disciplina, que otros telogos catlicos.
46. En nuestros das, es cada vez ms comn la colaboracin en la investigacin y
publicacin de proyectos, tanto dentro de cada uno como entre los distintos campos
de la teologa. Deberan cultivarse las oportunidades para realizar presentaciones,
seminarios y conferencias que fortalezcan el conocimiento mutuo y el aprecio entre
colegas en las instituciones y facultades teolgicas. Adems, se deberan fomentar
las ocasiones para los encuentros interdisciplinares y los intercambios entre
telogos y filsofos, investigadores de la naturaleza y la sociedad, historiadores,
etc., puesto que, tal y como se indica en este documento, la teologa es una ciencia
que prospera interactuando con las otras ciencias, como as lo hacen tambin ellas
en el fructfero intercambio con la teologa.
47. En razn de la naturaleza de su tarea, los telogos trabajan a menudo en las
fronteras de la experiencia y de la reflexin de la Iglesia. En particular, dado el
elevado nmero de telogos laicos que tienen experiencia en reas particulares de
interaccin entre la Iglesia y el mundo, entre el Evangelio y la vida, con las cuales
pueden no tener en cambio tanta familiaridad los telogos ordenados y los
religiosos, se da el caso, cada vez ms frecuente, de que los telogos dan una
articulacin inicial de la fe que busca entender ante nuevas circunstancias frente
a nuevos problemas. Los telogos necesitan y merecen la ayuda orante de la
comunidad eclesial en su conjunto, y particularmente la de otros telogos, en el
esfuerzo sincero que realizan en nombre de la Iglesia, pero el cumplimiento
meticuloso de los criterios esenciales de la teologa catlica es especialmente
importante en tales circunstancias. Los telogos deberan reconocer siempre la
intrnseca provisionalidad de sus esfuerzos, y ofrecer su trabajo a la Iglesia en su
conjunto, para su escrutinio y evaluacin[73].
48. Uno de los servicios ms valiosos que los telogos se prestan unos a otros es
el mutuo cuestionamiento y correccin, por ejemplo, por medio de la prctica
medieval de ladisputatio y la prctica actual de revisarse unos a otros los escritos,
de manera que las ideas y mtodos pueden pulirse y perfeccionarse
progresivamente, y este proceso generalmente ocurre de forma saludable dentro de
la misma comunidad teolgica[74]. Por su propia naturaleza, sin embargo, puede
ser un proceso lento y privado, y en particular en estos das de comunicacin
instantnea y de diseminacin de ideas fuera del alcance estricto de la comunidad
teolgica, no sera razonable imaginar que este mecanismo de autocorreccin es
suficiente en todos los casos. Los obispos que velan por los fieles, enseando y
cuidndolos, tienen ciertamente el derecho y la obligacin de hablar, de intervenir y
si es necesario de censurar el trabajo teolgico que consideren que es errneo y
daino[75].
49. El dilogo y la investigacin ecumnica proporcionan un campo privilegiado
nico y potencialmente productivo para la colaboracin entre los telogos catlicos
y los telogos de otras tradiciones cristianas. En dicho trabajo, los asuntos de fe, de
significado y de lenguaje se ponderan profundamente. Como trabajan para
promover la comprensin mutua sobre aspectos que han sido ocasin de disputa
entre sus tradiciones, quizs durante siglos, los telogos actan como embajadores
de sus comunidades en la tarea santa de la bsqueda de la reconciliacin y la
unidad de los cristianos, de forma que el mundo pueda creer (cf. Jn17,21). Esta
tarea de embajadores requiere una especial adhesin, por parte de los participantes
catlicos, a los criterios aqu delineados, de forma que los mltiples dones que
contiene la tradicin catlica puedan ofrecerse verdaderamente en el intercambio
de dones que supone siempre el dilogo ecumnico y la colaboracin, en el sentido
ms amplio[76].
50. Un criterio de teologa catlica es que esta debera practicarse en colaboracin
profesional, orante y caritativa con el conjunto de telogos catlicos en la comunin
de la Iglesia, con un espritu de mutuo aprecio y apoyo, atento tanto a las
necesidades y comentarios de los fieles, como a la gua de los pastores de la Iglesia.
6. En dilogo con el mundo
51. El pueblo de Dios [...] cree que es guiado por el Espritu del Seor, que llena el
orbe de la tierra[77]. El Concilio Vaticano II dijo que la Iglesia debera por tanto
estar preparada para discernir en los acontecimientos, exigencias y deseos del
mundo de hoy lo que pueden ser signos verdaderos de la actividad del Espritu[78].
Para cumplir esta tarea, corresponde a la Iglesia el deber permanente de escrutar
a fondo los signos de los tiempos(signa temporum perscrutandi) e interpretarlos a
la luz del Evangelio, de forma que, de manera acomodada a cada generacin,
pueda responder a los perennes interrogantes de los hombres sobre el sentido de
la vida presente y futura y sobre la relacin mutua entre ambas. Es necesario, por
tanto, conocer y comprender el mundo en el que vivimos, sus expectativas, sus
aspiraciones y su ndole muchas veces dramtica[79].
52. Todos los cristianos, al vivir con fe su vida diaria en el mundo, se enfrentan al
reto de interpretar los acontecimientos y las crisis que surgen en lo que concierne a
los asuntos del hombre, y se introducen en conversaciones y debates en los que,
inevitablemente, la fe es cuestionada y es precisa una respuesta. La Iglesia entera
vive, por as decirlo, en el punto de cruce entre el Evangelio y la vida de cada da,
que es tambin la lnea fronteriza entre el pasado y el futuro, puesto que la historia
avanza. La Iglesia est siempre en dilogo y en movimiento, y dentro de la comunin
de los bautizados, que estn de este modo dinmicamente comprometidos, los
obispos y los telogos tienen responsabilidades particulares, como dej claro el
concilio. Corresponde a todo el Pueblo de Dios, especialmente a los pastores y
telogos, auscultar, discernir e interpretar, con la ayuda del Espritu Santo, los
diferentes lenguajes de nuestro tiempo y juzgarlos a la luz de la palabra divina, para
que la Verdad revelada pueda ser percibida ms completamente, comprendida
mejor y expresada ms adecuadamente[80].
53. La teologa tiene una particular competencia y responsabilidad en este sentido.
A travs de su dilogo constante con las corrientes sociales, religiosas y culturales
del momento, y a travs de su apertura a las otras ciencias que, utilizando sus
propios mtodos examinan esos desarrollos, la teologa puede ayudar a los fieles y
al Magisterio a apreciar la importancia de los desarrollos, los acontecimientos y las
tendencias en la historia humana, y a discernir e interpretar las vas por medio de
las cuales el Espritu puede estar hablando a la Iglesia y al mundo.
54. Se pueden describir los signos de los tiempos como aquellos acontecimientos
o fenmenos de la historia de la humanidad que, en cierto sentido, por su impacto
o extensin, definen la apariencia de un perodo, y vienen a expresar las
necesidades y aspiraciones concretas de la humanidad en dicho momento. Al
utilizar el Concilio la expresin los signos de los tiempos, muestra que reconoce
ntegramente la historicidad no solo del mundo, sino tambin de la Iglesia, que est
en el mundo (cf. Jn 17,11.15.18) aunque no es del mundo (cf.Jn 17,14.16). Todo lo
que acontezca en cualquier parte del mundo, sea bueno o malo, no puede nunca
resultar indiferente para la Iglesia. El mundo es el lugar donde la Iglesia, siguiendo
las huellas de Cristo, anuncia el Evangelio, da testimonio de la justicia y misericordia
de Dios y participa en el drama de la vida humana.
55. Los ltimos siglos han presenciado muchos cambios sociales y culturales
notables. Se podra pensar por ejemplo en el descubrimiento de la historicidad y en
movimientos tales como la Ilustracin y la Revolucin francesa (con sus ideales de
libertad, igualdad y fraternidad), en los movimientos de emancipacin y de
promocin de los derechos de la mujer, en los movimientos a favor de la paz y la
justicia, en la liberacin y la democratizacin, y en el movimiento ecologista. La
ambivalencia de la historia humana ha llevado a la Iglesia en momentos del pasado
a ser extremadamente cauta en lo que se refiere a dichos movimientos, a fijarse
solo en las amenazas que pudieran ocasionar a la fe y a la doctrina cristiana y a
descuidar su importancia. No obstante, tales actitudes se han ido modificando
gradualmente gracias al sensus fidei del pueblo de Dios, a la mirada clara de
creyentes individuales profticos, y al dilogo paciente de los telogos con las
culturas circundantes. A la luz del Evangelio, se ha realizado un mejor
discernimiento con mayor disposicin a buscar la forma en que el Espritu de Dios
pudiera estar hablando por medio de tales acontecimientos. En todo caso, el
discernimiento debe distinguir cuidadosamente entre los elementos compatibles con
el Evangelio y aquellos que le son contrarios, entre las contribuciones positivas y
los aspectos ideolgicos, pero la comprensin ms precisa del mundo que resulte
no podr dejar de impulsar una apreciacin mayor y ms profunda de Cristo el Seor
y del Evangelio[81], puesto que Cristo es el Salvador el mundo.
56. Al mismo tiempo que el mundo de la cultura humana se beneficia de la actividad
de la Iglesia, esta tambin se beneficia de la historia y la evolucin de la
humanidad. La experiencia de los siglos pasados, el progreso de las ciencias, los
tesoros ocultos en las diferentes formas de cultura humana, con los que la
naturaleza del hombre mismo se manifiesta ms plenamente y se abren nuevos
caminos hacia la verdad[82]. El trabajo laborioso para establecer vnculos
provechosos con las otras disciplinas, ciencias y culturas, para fortalecer esa luz y
ampliar tales vas, es tarea propia de los telogos, y el discernimiento de los signos
de los tiempos presenta grandes oportunidades para la empresa teolgica, a pesar
de las complejas cuestiones hermenuticas que despierta. Gracias al trabajo de
muchos telogos, el Vaticano II fue capaz de reconocer distintos signos de los
tiempos referentes a su propia enseanza[83].
57. Al prestar odos a la Palabra definitiva de Dios en Jesucristo, los cristianos se
abren a la escucha de los ecos de su voz en las otras personas, lugares y culturas
(cf. Hch 14,15-17; 17,24-28; Rom 1,19-30). El Concilio recomend que los fieles
deberan familiarizarse con sus tradiciones nacionales y religiosas; descubrir
gozosa y respetuosamente las semillas del Verbo latentes en ellas[84]. En
particular ense que la Iglesia catlica no rechaza nada de lo que hay de
verdadero y santo en las otras religiones no cristianas, cuyos preceptos y
doctrinas no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a
todos los hombres[85]. De nuevo, el descubrimiento de tales semillas y el
discernimiento de dichos rayos es tarea especialmente de los telogos, que tienen
una importante aportacin que realizar al dilogo interreligioso.
58. Un criterio de teologa catlica es que debera estar en constante dilogo con el
mundo. Eso debera ayudar a la Iglesia a leer los signos de los tiempos iluminada
por la luz que proviene de la revelacin divina, y a beneficiarse as en su vida y
misin.
CAPTULO III
DAR RAZN DE LA VERDAD DE DIOS
59. La Palabra de Dios, aceptada en la fe, ilumina la inteligencia y el entendimiento
de los creyentes. La mente humana no recibe de forma meramente pasiva la
revelacin. Al contrario, la inteligencia creyente comprende activamente la verdad
revelada[1]. Impulsada por el amor, se esfuerza en asimilarla, puesto que la Palabra
responde a sus preguntas ms profundas. Sin pretender en ningn momento agotar
las riquezas de la revelacin, se esfuerza en apreciar y explorar la inteligibilidad de
la Palabra de Dios fides quaerens intellectum y en ofrecer una justificacin de
la verdad de Dios. En otras palabras, de esa forma racional y cientfica que es propia
del entendimiento humano.
60. En tres apartados de investigacin, que abordan un cierto nmero de temas
actuales, este captulo toma en consideracin aspectos esenciales de la teologa
como esfuerzo humano racional, que tiene su posicin propia, autntica e
irremplazable en el seno de toda investigacin intelectual. Primero, la teologa es un
trabajo de la razn iluminado por la fe(ratio fide illustrata), que busca traducir la
Palabra de Dios expresada en la revelacin al discurso cientfico. Segundo, la
variedad de mtodos racionales que utiliza y la pluralidad de disciplinas teolgicas
especializadas resultantes siguen siendo compatibles con la unidad fundamental de
la teologa como discurso sobre Dios a la luz de la revelacin. Tercero, la teologa
est estrechamente vinculada a la experiencia espiritual, que ella ilumina y por la
cual es, a su vez, nutrida, y por su naturaleza se abre hacia una autntica sabidura
con un sentido vivo de la trascendencia de Dios en Jesucristo.
1. La verdad de Dios y la racionalidad de la teologa
61. Esta seccin considera algunos aspectos de la historia de la teologa, desde los
retos de los primeros tiempos hasta los de hoy, en relacin con la naturaleza
cientfica de la teologa. Queremos conocer a Dios, conocer la verdad de Dios. Esta
es la vida eterna: que te conozcan a ti, nico Dios verdadero, y a tu enviado,
Jesucristo (Jn 17,3). Jess vino para dar testimonio de la verdad (cf. Jn 18,37) y
presentarse como el camino, la verdad y la vida (Jn 14,16). Esta verdad es un
don que desciende desde el Padre de las luces (Sant1,17). Dios Padre inici esta
iluminacin (cf. Gl 4,4-7), y l mismo la consumar (cf. Gn21,5-7). El Espritu
Santo es tanto el Parclito, consolador de los fieles, como el Espritu de la verdad
(Jn 14,16s), que inspira e ilumina la verdad y gua al fiel hasta la verdad plena
(Jn 16,13). La revelacin final de la plenitud de la verdad de Dios ser el
cumplimiento ltimo de la humanidad y de la creacin (cf. 1 Cor 15,28).
Consecuentemente, el misterio de la Trinidad debe ser el centro de la contemplacin
teolgica.
62. La verdad de Dios, aceptada en la fe, se encuentra con la razn humana. Creada
a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,26s), la persona humana es capaz, a la luz
de la razn, de penetrar en la profundidad verdadera de las cosas, ms all de
las apariencias, y abrirse por medio de ello a la realidad universal. La referencia
comn a la verdad, que es objetiva y universal, hace posible el autntico dilogo
entre los humanos. El espritu humano es a la vez intuitivo y racional. Es intuitivo al
comprender espontneamente los principios primeros de la realidad y del
pensamiento. Es racional al descubrir progresivamente, partiendo de esos primeros
principios, verdades previamente desconocidas por medio de la utilizacin de
procedimientos rigurosos de anlisis e investigacin, organizndolos de una manera
coherente. La ciencia es la forma ms alta que toma la consciencia racional.
Designa una forma de conocimiento capaz de explicar cmo y por qu las cosas
son como son. La razn humana, que forma parte de la realidad creada, no
simplemente proyecta sobre la realidad, con toda su riqueza y complejidad, un
marco de inteligibilidad; se adapta, ms bien, a la inteligibilidad intrnseca de la
realidad. Segn su objeto, es decir, segn el aspecto concreto de la realidad que
estudia, la razn utiliza mtodos distintos adaptados al objeto mismo. La
racionalidad por tanto es una, pero adopta una pluralidad de formas que constituyen
medios rigurosos para comprender la inteligibilidad de la realidad. La ciencia,
asimismo, es pluriforme; cada ciencia tiene su propio objeto y mtodo especfico.
Existe una tendencia moderna a reservar el trmino ciencia para las ciencias
puras (matemticas, ciencias experimentales, etc.) y a desestimar, como
irracional y mera opinin, todo conocimiento cuyos criterios no se correspondan con
los de dichas ciencias. Esta visin unvoca de la ciencia y de la racionalidad es
reductiva e inapropiada.
63. Por tanto, la verdad revelada de Dios precisa de la razn del creyente, al mismo
tiempo que la estimula. De una parte, la verdad de la Palabra de Dios debe ser
considerada y explorada por el creyente; de este modo comienza el intellectus
fidei, la forma que adopta el deseo del creyente de ver a Dios aqu en la tierra[2].
Su objetivo no es en modo alguno reemplazar a la fe[3], al contrario, se desarrolla
naturalmente a partir del acto de fe del creyente, y puede ayudar incluso a aquellos
cuya fe puede estar vacilando frente a la hostilidad[4]. El fruto de la reflexin racional
del creyente es la inteligencia de las verdades de la fe. Por medio del uso de la
razn, el creyente alcanza a comprender las conexiones profundas que existen
entre las distintas etapas de la historia de la salvacin y tambin entre los distintos
misterios de la fe que se iluminan unos a otros. Por otra parte, la fe estimula a la
misma razn y extiende sus lmites. La razn es invitada a explorar caminos que
por s misma no habra siquiera sospechado que hubiera podido tomar. Este
encuentro con la Palabra de Dios enriquece la razn, porque descubre horizontes
nuevos e insospechados[5].
64. El dilogo entre fe y razn, entre teologa y filosofa, es por tanto necesario no
solo para la fe sino tambin para la razn, como explica el papa Juan Pablo en Fides
et ratio[6]. Es necesario, porque una fe que rechaza o desprecia a la razn corre el
riesgo de caer en la supersticin o el fanatismo, mientras que la razn que se cierra
deliberadamente a la fe, aunque puede avanzar mucho, no logra alcanzar la
verdadera altura de lo que puede saberse. Este dilogo es posible por la unidad de
la verdad en la variedad de sus aspectos. Las verdades aceptadas en la fe y las
verdades descubiertas por la razn no pueden, en ltimo trmino, contradecirse
unas a otras, puesto que proceden de la misma fuente, la misma verdad de Dios, el
creador de la razn y el que concede la fe[7]. De hecho, fe y razn se ayudan e
iluminan una a otra: la recta razn demuestra los fundamentos de la fe e, ilustrada
por la luz de esta, cultiva la ciencia de las cosas divinas, mientras que la fe, por su
parte, libra y defiende a la razn de los errores y la provee de mltiples
conocimientos[8].
65. Esta es la razn profunda por la que, aunque la religin y la filosofa estuvieron
enfrentadas en el pensamiento antiguo, la fe cristiana desde sus inicios las
reconcili en torno a una visin ms amplia. De hecho, si bien bajo la forma de una
religin, el primer cristiano se vea a s mismo no como una nueva religin, sino ms
bien como una filosofa verdadera[9], capaz de alcanzar la verdad ltima. El
cristianismo pretenda ensear la verdad tanto sobre Dios como sobre la existencia
humana. Por tanto, en su compromiso con la verdad, los Padres de la Iglesia
deliberadamente distanciaron su teologa de la teologa mtica y poltica, en la
forma en que estas ltimas eran entendidas en aquel momento. La teologa mtica
contaba historias de dioses, de una manera que no respetaba la trascendencia de
lo divino; la teologa poltica era un enfoque puramente sociolgico y utilitario de la
religin que no prestaba atencin a la verdad. Los Padres de la Iglesia situaron el
cristianismo en el marco de la teologa natural, que aspiraba a ofrecer una
ilustracin racional sobre la naturaleza de los dioses[10]. Sin embargo, al ensear
que el Logos,principio de todas las cosas, era un ser personal con un rostro y un
nombre y que buscaba la amistad con la humanidad, el cristianismo purific y
transform la idea filosfica de Dios, y la introdujo en un dinamismo de
amor (agape).
66. Los grandes telogos orientales se sirvieron del encuentro del cristianismo con
la filosofa griega como una oportunidad providencial para reflejar la verdad de la
revelacin, esto es, la verdad del Logos. Para defender e iluminar los misterios de
la fe (la consustancialidad de las personas de la Trinidad, la unin hiposttica, etc.),
adoptaron pronto, si bien de forma crtica, nociones filosficas y las pusieron al
servicio de la comprensin de la fe[11]. No obstante, tambin insistieron firmemente
en la dimensin apoftica de la teologa: la teologa no debe reducir nunca el
misterio[12]. En occidente, al finalizar la etapa patrstica, Boecio inaugur una
manera de hacer teologa que acentuaba la naturaleza cientfica del intellectus fidei.
En sus opuscula sacra orient todos los recursos de la filosofa para tratar de aclarar
la doctrina cristiana y present una exposicin sistemtica y axiomtica de la fe.
Este nuevo mtodo teolgico, que utiliza herramientas refinadas de la filosofa y que
pretende una cierta sistematizacin, tambin se desarroll en cierta medida en
Oriente, por ejemplo con san Juan Damasceno.
67. A lo largo del periodo medieval, especialmente con la fundacin definitiva de las
universidades y el desarrollo de la metodologa escolstica, la teologa
progresivamente se diferenci, aunque no necesariamente se separ, de las otras
formas del intellectus fidei (por ejemplo la lectio divina, la predicacin). Se constituy
en verdadera ciencia, segn los criterios aristotlicos de ciencia especialmente
establecidos en su Posteriora analyticorum:esto es, por medio del razonamiento se
podra mostrar por qu algo fue de una manera y no de otra, y por medio del
razonamiento se podra llegar tambin a conclusiones partiendo de los principios.
Los telogos escolsticos buscaban presentar el contenido inteligible de la fe
cristiana en la forma de una sntesis racional y cientfica. Para hacer esto,
consideraron los artculos de la fe como principios de la ciencia de la teologa. Ms
tarde, los telogos hicieron uso de la razn para establecer la verdad revelada con
precisin y para defenderla mostrando que no era contraria a la razn, o mostrando
su inteligibilidad interna. En este ltimo caso, formularon una jerarqua (ordo) de
verdades, tratando de establecer cules eran ms fundamentales y, por tanto,
pudieran iluminar mejor a otras[13]. Articularon las conexiones inteligibles entre los
misterios (nexus mysterirum), y la sntesis que alcanzaron explic el contenido
inteligible de la palabra de Dios de una manera cientfica, conforme a las exigencias
y capacidades de la razn humana. Este ideal cientfico, no obstante, no tom nunca
la forma de un sistema racionalista hipottico-deductivo. Al contrario, se model
siempre sobre la realidad que se contemplaba, que supera de lejos las capacidades
de la razn humana. Adems, aunque emprendieron diferentes tareas y utilizaron
gneros literarios diversos del comentario bblico, la Biblia fue la fuente viva de la
inspiracin de los telogos escolsticos la teologa precisamente buscaba un
mejor entendimiento de la Palabra, y san Buenaventura y Santo Toms de Aquino
se reconocan primeramente como magistri in sacra pagina. El papel jugado por
el argumento de la idoneidad fue crucial. El telogo no razona a priori, sino que
escucha la revelacin y busca los caminos sabios que Dios libremente ha elegido
en su plan de amor. Arraigada firmemente en la fe, por tanto, la teologa fue
concebida en s misma como una participacin humana del conocimiento que Dios
tiene de s y de todas las cosas, quaedam impression divinae scientiae quae est
una et simplex omnium [14]. Esa fue la fuente primaria de su unidad.
68. Hacia el final de la Edad Media, la estructura unificada de la sabidura cristiana,
de la que la teologa era piedra angular, comenz a romperse. La filosofa y las otras
disciplinas laicas se separaron cada vez ms de la teologa y la teologa misma se
fragment en especialidades que en ocasiones perdieron de vista su conexin
profunda. Hubo una tendencia de la teologa a distanciarse de la Palabra de Dios,
de manera que en ocasiones se convirti en una pura reflexin filosfica aplicada a
cuestiones religiosas. Al mismo tiempo, quiz por este abandono de la Escritura, su
dimensin theo-lgica y su finalidad espiritual desaparecieron de vista, y la vida
espiritual comenz a evolucionar de forma independiente separndose de una
teologa universitaria racionalista, e incluso oponindose a esta ltima[15]. La
teologa, fragmentada de esta manera, se separ ms y ms de la vida real del
pueblo cristiano y result mal preparada para enfrentarse a los retos de la
modernidad.
69. La teologa escolstica fue criticada durante la Reforma por valorar
excesivamente la racionalidad de la fe y demasiado poco el dao que el pecado
hace a la razn. La teologa catlica respondi manteniendo en alta consideracin
la antropologa de la imagen de Dios(imago Dei) y la capacidad y responsabilidad
de la razn, herida pero no destruida por el pecado, y confirmando a la Iglesia como
el lugar donde Dios puede verdaderamente ser conocido y donde la ciencia de la fe
puede desarrollarse.
70. La crtica de la fe y de la teologa realizada durante la Ilustracin, no obstante,
fue ms radical. De alguna manera, la Ilustracin tena un estmulo religioso. Sin
embargo, alinendose con el desmo, los pensadores de la Ilustracin vieron una
divergencia irreconciliable entre las contingencias reales de la historia y las
necesidades genuinas de la razn. Para los pensadores de la Ilustracin, la verdad
no iba a ser encontrada en la historia, y la revelacin, como acontecimiento histrico,
no poda servir por ms tiempo como fuente fiable de conocimiento para los
hombres. En muchos casos, la teologa catlica reaccion defensivamente en
contra del reto del pensamiento ilustrado. Dio prioridad a la dimensin apologtica
de la fe, en vez de a la dimensin sapiencial, separ demasiado el orden natural de
la razn y el orden sobrenatural de la fe, y dio gran importancia a la teologa
natural y demasiado poco al intellectus fidei, como comprensin de los misterios
de la fe. La teologa catlica result daada en distintos aspectos en este encuentro,
debido a su propia estrategia. En el mejor de los casos, no obstante, la teologa
catlica tambin busc un dilogo constructivo con la Ilustracin y su crtica
filosfica. En relacin con las Escrituras y con la enseanza de la Iglesia, la idea de
la revelacin como mera instruccin fue criticada teolgicamente, y la idea de la
revelacin fue reformulada en trminos de autorrevelacin de Dios en Jesucristo,
de manera que la historia poda ser todava entendida como el lugar de los actos
salvadores de Dios.
71. Hoy existe un nuevo reto, la teologa catlica tiene que hacer frente a una crisis
posmoderna de la razn clsica, que tiene serias consecuencias para el intellectus
fidei. La idea de verdad parece muy problemtica. Existe algo como la
verdad? Hay solo una verdad? Conduce tal idea a la intolerancia y la
violencia? La teologa catlica tradicionalmente opera con un fuerte sentido de la
capacidad de la razn para ir ms all de las apariencias y extraer la realidad y la
verdad de las cosas, pero hoy la razn es vista a menudo en sentido dbil, como
incapaz en principio de alcanzar la realidad. Existe por tanto un problema que
hace que la orientacin metafsica de la filosofa, que fue importante para los
modelos anteriores de la teologa catlica, contine en una crisis profunda. La
teologa puede ayudar a superar esta crisis y a revitalizar una metafsica autentica.
La teologa catlica est interesada, en todo caso, en el dilogo sobre la cuestin
de Dios y la verdad con todas las filosofas contemporneas.
72. En Fides et ratio el papa Juan Pablo II rechaz tanto el escepticismo filosfico
como el fidesmo e hizo un llamamiento a la renovacin de la relacin entre la
teologa y la filosofa. Reconoci que la filosofa es una ciencia autnoma y un
interlocutor crucial de la teologa. Insisti en que la teologa debe recurrir
necesariamente a la filosofa: sin la filosofa, la teologa no puede criticar de forma
adecuada la validez de las afirmaciones, ni aclarar sus ideas, ni comprender
correctamente las diferentes escuelas de pensamiento[16]. La fuente y punto de
partida es la palabra de Dios revelada en la historia, y la teologa busca
comprender esa palabra. Sin embargo, la palabra de Dios es Verdad (cf. Jn 17,17)
y, por tanto, la filosofa, la bsqueda humana de la verdad, puede ayudar a
comprender la palabra de Dios[17]
73. Un criterio de teologa catlica es que debera hacer esfuerzos para proporcionar
una presentacin argumentada racionalmente de las verdades de la fe cristiana. Por
ello, necesita hacer uso de la razn y debe reconocer la fuerte relacin existente
entre la fe y la razn, sobre todo la razn filosfica, y de esta manera superar tanto
el fidesmo como el racionalismo [18].
2. La unidad de la teologa en una pluralidad de mtodos y disciplinas
74. Esta seccin considera la relacin entre la teologa y las teologas, y la relacin
que tambin existe entre la teologa y las otras ciencias. La teologa catlica,
comprendida fundamentalmente con San Agustn como el razonamiento o
discurso sobre Dios[19], es una en su esencia y tiene sus exclusivas
caractersticas propias como ciencia: su materia propia es el solo y nico Dios, y
estudia su materia del modo que le es propio, esto es, por medio del uso de la razn
iluminada por la revelacin. En el comienzo de la Summa theologiae, santo Toms
explica que todo en la teologa se entiende en referencia a Dios, sub ratione Dei [20].
La gran diversidad de asuntos que el telogo est llamado a considerar encuentra
su unidad en esta ltima referencia a Dios. Todos los misterios contenidos en los
distintos tratados teolgicos se refieren a lo que es el Misterio absoluto individual en
el sentido ms estricto, es decir, el Misterio de Dios. La referencia a este Misterio
une a la teologa, en su amplia variedad de materias, asuntos y contextos; y la idea
de reductio in Mysterium puede ser valorada como una expresin del dinamismo
que une profundamente las proposiciones teolgicas. Puesto que el Misterio de Dios
se revela en Cristo por la fuerza del Espritu Santo, el Vaticano II indic que todos
los tratados teolgicos han de renovarse a partir de un contacto ms vivo con el
misterio de Cristo y con la historia de la salvacin[21].
75. Los Padres de la Iglesia conocan la palabra teologa solamente en singular.
Para ellos, la teologa no era el mito, sino el Logos de Dios mismo. En tanto
que el espritu humano est marcado por el Espritu de Dios a travs de la revelacin
del Logos e invitado a contemplar el misterio infinito de su naturaleza y accin, los
seres humanos tambin pueden hacer teologa. En la teologa escolstica, la
diversidad de cuestiones estudiadas por el telogo poda justificar el uso de varios
mtodos, pero nunca puso en duda la unidad fundamental de la teologa. Hacia el
final de la Edad Media, no obstante, hubo una tendencia a distinguir e incluso
separar la escolstica de la teologa mstica, la teologa especulativa y la positiva,
etctera. En los tiempos modernos, se ha producido una tendencia creciente a
utilizar la palabra teologa en plural. Se habla de las teologas de diferentes
autores, perodos o culturas. En la mente estn los conceptos caractersticos, temas
significativos y perspectivas especficas de esas teologas.
76. Distintos factores han contribuido a esta pluralidad moderna de teologas.
Dentro la teologa cada vez hay ms especializacin interna en distintas
disciplinas: por ejemplo, estudios bblicos, liturgia, patrstica, historia de la Iglesia,
teologa fundamental, teologa sistemtica, teologa moral, teologa pastoral,
espiritualidad, catequesis y derecho cannico. Este desarrollo es inevitable y
comprensible por la naturaleza cientfica de la teologa y las exigencias de la
investigacin.
Hay una diversificacin de estilos teolgicos por la influencia externa de las otras
ciencias: por ejemplo, la filosofa, la filologa, la historia y las ciencias sociales,
naturales y de la vida. Como resultado, hoy coexisten muy distintas formas de
pensamiento en los campos centrales de la teologa catlica: por ejemplo, la
teologa trascendental y la teologa histrica de la salvacin, la teologa analtica, la
teologa escolstica y metafsica renovada, la teologa poltica y de la liberacin.
Hay, respecto a la prctica de la teologa, una multiplicidad cada vez ms
creciente de temas, lugares, instituciones, intenciones, contextos e intereses, y una
nueva apreciacin de la pluralidad y variedad de culturas[22].
77. La pluralidad de teologas es indudablemente necesaria y est justificada[23].
Surge fundamentalmente de la abundancia de la verdad divina que los seres
humanos pueden comprender solamente en sus aspectos concretos y nunca como
un todo, y menos an de forma definitiva, sino siempre, por as decirlo, con ojos
nuevos. Surge tambin porque ante la diversidad de los objetos que considera e
interpreta (por ejemplo, Dios, los seres humanos, los acontecimientos histricos,
textos), y ante la diversidad tan grande del modo humano de investigar, la teologa
debe inevitablemente recurrir a una pluralidad de disciplinas y mtodos[24],
conforme a la naturaleza del objeto que se estudia. La pluralidad de teologas refleja,
de hecho, la catolicidad de la Iglesia, que se esfuerza en proclamar el nico
Evangelio a gentes de todas partes y en toda clase de circunstancias.
78. La pluralidad, por supuesto, tiene lmites. Hay una diferencia fundamental entre
el legtimo pluralismo de la teologa, por una parte, y el relativismo, la heterodoxia o
la hereja, por otra. El pluralismo en s mismo es problemtico si no hay
comunicacin entre las distintas disciplinas teolgicas o si no existen criterios
acordados por los que distintas formas de la teologa se pueden reconocer tanto
por ellas mismas como por otros como teologa catlica. Es esencial para evitar
o superar tales problemas que haya un reconocimiento bsico y comn de la
teologa, scientia fidei y scientia Dei, de manera que cada teologa pueda verse
evaluada respecto de una verdad comn universal.
79. La bsqueda de la unidad en la pluralidad de las teologas adopta hoy formas
distintas: insistiendo en la referencia a una tradicin eclesial comn de la teologa,
practicando el dilogo y la interdisciplinariedad, y prestando atencin para prevenir
que las otras disciplinas con las que la teologa est en contacto impongan sobre la
teologa su propio magisterio. La existencia de una tradicin teolgica comn en
la Iglesia (que debe distinguirse de la Tradicin, pero que no est separada de
esta)[25] es un factor importante en la unidad de la teologa. Existe una memoria
comn en la teologa, as como ciertos logros histricos (por ejemplo, los escritos
de los Padres de la Iglesia, tanto de Oriente como de Occidente, la sntesis de santo
Toms, Doctor communis)[26], que continan siendo puntos de referencia para la
teologa hoy. Es verdad que determinados aspectos de la tradicin teolgica anterior
pueden y deben hoy ser abandonados en algunos casos, pero la obra del telogo
nunca puede prescindir de una referencia crtica a la tradicin que le precedi.
80. Las distintas formas de teologa que bsicamente pueden distinguirse hoy (por
ejemplo, bblica, histrica, fundamental, sistemtica, prctica, moral),
caracterizadas por sus diversas fuentes, mtodos y tareas, estn todas
intrnsicamente unidas por un esfuerzo en el conocimiento verdadero de Dios y de
su plan salvador. Debera por tanto haber una comunicacin y cooperacin intensa
entre ellas. El dilogo y la colaboracin interdisciplinar son medios indispensables
para asegurar y expresar la unidad de la teologa. El singular, teologa, no indica
en modo alguno una uniformidad de estilos o conceptos; al contrario, sirve para
indicar la bsqueda comn de la verdad, el servicio comn del cuerpo de Cristo y la
entrega comn al nico Dios.
81. Desde los tiempos antiguos, la teologa ha trabajado en colaboracin con la
filosofa. Si bien esta colaboracin contina siendo esencial, en los tiempos
modernos se han descubierto otros colaboradores de la teologa. Los estudios
bblicos y la historia de la Iglesia se han visto ayudados por el desarrollo de nuevos
mtodos de anlisis e interpretacin de textos, y por nuevas tcnicas para demostrar
la validez histrica de las fuentes y para describir los cambios sociales y
culturales[27]. Las teologas sistemtica, fundamental y moral se han beneficiado
de la relacin con las ciencias naturales, econmicas y mdicas. La teologa prctica
se ha beneficiado del encuentro con la sociologa, la psicologa y la pedagoga. En
todas estas relaciones, la teologa catlica debera respetar la coherencia propia de
los mtodos y ciencias utilizados, pero debera asimismo hacer uso de ellos de
manera crtica, a la luz de la fe que es parte de la propia identidad y motivacin del
telogo[28]. Los resultados parciales, obtenidos por medio de un mtodo tomado en
prstamo de otra disciplina, no pueden ser determinantes para la obra del telogo,
y deben ser crticamente integrados en la propia tarea y argumentacin de la
teologa[29]. La utilizacin insuficientemente crtica del conocimiento o mtodos de
las otras ciencias distorsionar y fragmentar probablemente el trabajo de la
teologa. De hecho, la fusin apresurada entre la fe y la filosofa fue ya identificada
por los Padres como fuente de herejas[30]. En resumen, no se debe permitir que
las otras disciplinas impongan su propio magisterio sobre la teologa. El telogo
debera, de hecho, tomar y utilizar los datos facilitados por las otras disciplinas, pero
a la luz de los principios y mtodos propios de la teologa.
82. En esta asimilacin e integracin crtica por parte de la teologa de los datos
provenientes de las otras ciencias, la filosofa tiene un papel mediador que jugar.
Pertenece a la filosofa, en tanto que sabidura racional, introducir los resultados
obtenidos por distintas ciencias dentro de una visin ms universal. El recurso a la
filosofa en su papel mediador ayuda al telogo a utilizar los datos cientficos con el
debido cuidado. Por ejemplo, el conocimiento cientfico obtenido sobre la evolucin
de la vida necesita ser interpretado a la luz de la filosofa, de manera que se
determine su valor y significado, antes de ser tomado en consideracin por la
teologa[31]. La filosofa ayuda asimismo a los cientficos a evitar la tentacin de
aplicar de manera unvoca sus propios mtodos y los frutos de sus investigaciones
a cuestiones religiosas que precisan de un enfoque distinto.
83. La relacin entre la teologa y las ciencias de la religin o los estudios de la
religin (por ejemplo, la filosofa de la religin, la sociologa de la religin) es de
particular inters. Las ciencias/estudios de la religin trabajan con textos,
instituciones y fenmenos de la tradicin cristiana, pero por la ndole de sus
principios metodolgicos lo hacen desde fuera, sin considerar la cuestin referente
a la verdad de lo que estudian; para ellos, la Iglesia y su fe son simples objetos de
investigacin como otros objetos. En el siglo XIX, existieron controversias
importantes entre la teologa y las ciencias/estudios de la religin. De una parte, se
adujo que la teologa no era una ciencia por sus premisas de fe; solamente las
ciencias/estudios religiosos podan ser objetivos. Por otra, se dijo que las
ciencias/estudios de la religin eran antiteolgicos porque negaban la fe. Hoy, estas
antiguas controversias reaparecen en ocasiones, pero en nuestros das se dan
mejores condiciones para un dilogo fructfero entre ambas partes. Por una parte,
las ciencias/estudios de la religin estn hoy integradas en el entramado de los
mtodos teolgicos, porque es necesario no solo para la exgesis y la historia de la
Iglesia, sino para la teologa pastoral y fundamental, tambin para investigar la
historia, estructura y fenomenologa de las ideas, temas, ritos, etc., religiosos. Por
otra parte, las ciencias fsicas y la epistemologa contempornea, de forma ms
general, han mostrado que nunca existe una posicin neutral desde la que se pueda
investigar la verdad; el que cuestiona siempre aporta perspectivas, ideas y premisas
particulares que influyen en el estudio que se est realizando. Contina habiendo,
no obstante, una diferencia fundamental entre la teologa y las ciencias/estudios de
la religin: la teologa tiene como objeto de estudio la verdad de Dios y reflexiona
sobre ella con fe y a la luz de Dios, mientras que las ciencias/estudios de la religin
tienen a los fenmenos religiosos como su objeto de estudio y se acercan a los
mismos con un inters cultural, prescindiendo metodolgicamente de la verdad de
la fe cristiana. La teologa supera las ciencias/estudios de la religin porque
reflexiona desde el interior de la Iglesia y su fe, pero la teologa puede tambin
beneficiarse de las investigaciones que las ciencias/estudios de la religin realizan
desde fuera.
84. La teologa catlica reconoce la autonoma propia de las otras ciencias, as
como la competencia profesional y el esfuerzo por el conocimiento que en ellas se
descubre. Ella misma ha generado progresos en muchas ciencias. La teologa
tambin abre camino para que otras ciencias se relacionen con los temas religiosos.
Por medio de la crtica constructiva ayuda a las otras ciencias a liberarse de
elementos antiteolgicos adquiridos por influencia del racionalismo. Al expulsar a la
teologa del mbito de la ciencia, el racionalismo y el positivismo redujeron el mbito
y poder de las mismas ciencias. La teologa catlica critica cualquier forma de auto
absolutizacin de las ciencias como una auto reduccin y empobrecimiento[32]. La
presencia de la teologa y de los telogos en el corazn de la vida de la universidad
y el dilogo que esta presencia permite con las otras disciplinas ayuda a promover
una visin amplia, analgica e integral de la vida intelectual. Como scientia
Dei yscientia fidei, la teologa juega una parte importante en la sinfona de las
ciencias, y por ello pide un lugar propio en la academia.
85. Un criterio de teologa catlica es que intente integrar pluralidad de cuestiones
y mtodos en el proyecto unificado del intellectus fidei, y que insista en la unidad de
la verdad y por tanto en la unidad fundamental de la teologa en s misma. La
teologa catlica reconoce los mtodos propios de las otras ciencias y los utiliza
crticamente en su propia investigacin. No se asla a s misma de la crtica y da la
bienvenida al dilogo cientfico.
3. Ciencia y sabidura
86. Esta seccin final considera el hecho de que la teologa no es solo una ciencia
sino tambin una sabidura, con un papel particular por jugar en la relacin que
existe entre el conocimiento humano y el misterio de Dios. La persona humana no
se satisface con las verdades parciales, sino que busca unificar las diferentes partes
y reas de conocimiento en una comprensin de la verdad ltima de todas las cosas
y de la vida humana misma. Esta bsqueda de la sabidura, que indudablemente
anima a la teologa, otorga a esta una relacin inmediata con la experiencia
espiritual y la sabidura de los santos. Ms ampliamente, sin embargo, la teologa
catlica invita a todo el mundo a reconocer la trascendencia de la Verdad ltima,
que nunca se puede alcanzar o dominar completamente. La teologa no es solo una
sabidura en s misma, es tambin una invitacin a las otras disciplinas a entrar en
la sabidura. La presencia de la teologa en el debate cientfico y la vida de la
universidad tiene potencialmente el efecto beneficioso de recordar a todos la
vocacin sapiencial de la inteligencia humana, y la pregunta reveladora que Jess
hace en su primera intervencin en el evangelio de Juan: Qu buscis?
(Jn 1,38).
87. En el Antiguo Testamento el mensaje central de la teologa de la sabidura
aparece tres veces: Principio de la sabidura es el temor del Seor (Sal 111:10;
cf. Prov 1,7; 9,10). La base de este lema es la visin de los sabios de Israel de que
la sabidura de Dios est operante en la creacin y en la historia y de que aquellos
que lo descubren comprenden el significado del mundo y de los acontecimientos
(cf. Prov 7ss; Sab 7ss). El temor de Dios es la actitud correcta en la presencia de
Dios (coram Deo). La sabidura es el arte de comprender el mundo y de orientar la
propia vida en obediencia a Dios. En los libros del Eclesiasts y de Job, los lmites
de la comprensin humana de los pensamientos de Dios y de su forma de actuar
se revelan claramente, no tanto para destruir la sabidura de los hombres, cuanto
para profundizar en el horizonte de la sabidura de Dios.
88. Jess mismo Jess se mantuvo en esta tradicin sapiencial de Israel, y en l
fue transformada la teologa de la revelacin del Antiguo Testamento. l or: Te
doy gracias, Padre, Seor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas
a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeos (Mt 11,25). Este
desconcierto de la sabidura tradicional aparece en el contexto del Evangelio al
proclamar algo nuevo: la revelacin escatolgica del amor de Dios en la persona de
Jesucristo. Jess contina: Nadie conoce al Hijo ms que el Padre, y nadie conoce
al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar, y esto introduce
su famosa invitacin: Venid a m todos los que estis cansados y agobiados, y yo
os aliviar. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de m, que soy manso y
humilde de corazn, y encontraris descanso para vuestras almas (Mt 11,27-29).
Esta enseanza se descubre en el discipulado en la compaa de Jess. Solo l
abre las Escrituras (cf. Lc 24,25-27; Jn 5,36-40; Ap 5,5), porque la verdad y la
sabidura de Dios han sido reveladas en l.
89. El apstol Pablo critica la sabidura del mundo que entiende la cruz de
Jesucristo solo como una necedad (1 Cor 1,18-20). Esta necedad es la que l
proclama ser una sabidura divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios
antes de los siglos y ahora revelada (1 Cor 2,7). La cruz es el momento crucial del
plan salvador de Dios. Cristo crucificado es fuerza de Dios y sabidura de Dios (1
Cor 1,18-25). Los creyentes, aquellos que poseen la mente de Cristo (1 Cor 2,16),
reciben esta sabidura que les da acceso al misterio de Dios (1 Cor 2,1s). Es
importante sealar que mientras la sabidura paradjica de Dios, manifestada en la
cruz, contradice a la sabidura del mundo, no contradice, sin embargo, a la
autntica sabidura humana. Al contrario, la trasciende y la completa de una manera
inaudita.
90. La fe cristiana descubri temprano el deseo griego de sabidura. Centr su
atencin en los lmites de ese deseo, especialmente en relacin con la idea de la
salvacin por medio solo del conocimiento (gnosis), pero tambin incorpor ideas
autnticas de los griegos. La sabidura es una visin unificadora. Mientras que la
ciencia trata de dar cuenta de un aspecto limitado y bien definido de la realidad
particular, subrayando los principios que explican las propiedades del objeto
estudiado, la sabidura se esfuerza en proporcionar una visin unificada de toda la
realidad. Es, en efecto, un conocimiento segn las causas ms altas, ms
universales y ms aclaratorias[33]. Para los Padres de la Iglesia, el sabio era aquel
que juzgaba todas las cosas a la luz de Dios y de las realidades eternas, que son la
norma para las cosas de la tierra[34]. Por tanto, la sabidura tiene tambin una
dimensin moral y espiritual.
91. Tal como indica su nombre, la filosofa se entiende a s misma como una
sabidura, o al menos como una bsqueda amorosa de la sabidura. Los
metafsicos, en concreto, proponen una visin de la realidad unificada en torno al
misterio fundamental del ser; pero la Palabra de Dios, que revela lo que ni el ojo
vio, ni el odo oy, ni el hombre puede pensar (1 Cor2,9), abre a los seres humanos
el camino de una sabidura superior[35]. Esta sabidura cristiana sobrenatural, que
trasciende la sabidura puramente humana de la filosofa, adopta dos formas que
se sostienen una a otra pero que no deberan confundirse: la sabidura teolgica y
la sabidura mstica[36]. La sabidura teolgica es el trabajo de la razn iluminado
por la fe. Es por tanto una sabidura adquirida, aunque por supuesto supone el don
de la fe. Ofrece una explicacin unificada de la realidad a la luz de las verdades
ltimas de la revelacin, e ilumina todo desde el misterio fundante de la Trinidad,
considerado en s y en su accin en la creacin y la historia. En este sentido, el
Vaticano I dijo: La razn iluminada por la fe, cuando busca celosa, pa y
seriamente, consigue con la ayuda de Dios, algn entendimiento de los misterios y
una compresin ms fructfera tanto por analoga con aquellas cosas que conoce
de forma natural, como tambin por la conexin que los misterios tienen entre s y
con el fin definitivo del hombre [37]. La contemplacin intelectual que resulta de la
labor racional del telogo es por tanto una verdadera sabidura. La sabidura mstica
o el conocimiento de los santos es un don del Espritu Santo que procede de la
unin con Dios en el amor. El amor, de hecho, crea una connaturalidad afectiva
entre los seres humanos y Dios, que permite a las personas espirituales conocer e
incluso padecer cosas divinas (pati divina) [38], experimentndolas de manera real
en sus vidas. Este es un conocimiento no conceptual, que se expresa a menudo en
la poesa. Conduce a la contemplacin y a la unin personal con Dios, en paz y
silencio.
92. La sabidura teolgica y la sabidura mstica son formalmente distintas y es
importante no confundirlas. La sabidura mstica no sustituye nunca a la sabidura
teolgica. Est claro, sin embargo, que existen vnculos fuertes entre estas dos
formas de sabidura cristiana, tanto en la persona del telogo como en la comunidad
de la Iglesia. De una parte, una vida espiritual intensa que se esfuerza en la santidad
es requisito para la teologa autntica, como nos ensean con su ejemplo los
doctores de la Iglesia, de Oriente y Occidente. La teologa verdadera presupone la
fe y est animada por la caridad: Quien no ama no ha conocido a Dios, porque
Dios es amor (1 Jn 4,8) [39]. La inteligencia proporciona a la teologa una razn
clarividente, pero el corazn tiene su propia sabidura que purifica la inteligencia. Lo
que es verdad de todos los cristianos, a saber, que estn llamados a ser santos
(1 Cor 1,2), tiene una resonancia particular para los telogos. De otra parte, el propio
ejercicio de la labor teolgica que ofrece una comprensin cientfica de la fe permite
verificar la autenticidad de la experiencia espiritual[40]. Por ello santa Teresa de
Jess quiso que sus monjas buscaran el consejo de los telogos: y mientras ms
merced el Seor os hiciere en la oracin, es menester ms ir bien fundadas sus
obras y oracin[41]. Con la ayuda de los telogos, es tarea ltima del Magisterio
determinar si una afirmacin espiritual es autnticamente cristiana.
93. El objeto de la teologa es el Dios vivo, y la vida del telogo no puede dejar de
verse afectada por el esfuerzo sostenido de conocer al Dios viviente. El telogo no
puede excluir de su propia vida el esfuerzo por comprender toda la realidad en
referencia a Dios. La obediencia a la verdad purifica el alma (cf. 1 Pe 1,22), y la
sabidura que viene de lo alto es, en primer lugar, intachable, y adems es apacible,
comprensiva, conciliadora, llena de misericordia y buenos frutos, imparcial y
sincera (Sant 3,17). Se deduce que la labor de la teologa debera purificar la mente
y el corazn del telogo[42]. Esta caracterstica particular de la empresa teolgica
no violenta en modo alguno el carcter cientfico de la teologa; al contrario, est en
profundo acuerdo con este ltimo. De este modo, la teologa est caracterizada por
una espiritualidad propia. Son parte integrante de la espiritualidad del telogo: el
amor a la verdad, la disposicin hacia la conversin del corazn y la mente, el
esfuerzo por la santidad, y el compromiso con la comunin y la misin eclesial[43].
94. Los telogos han recibido una llamada particular al servicio en el cuerpo de
Cristo. Por esta llamada y los dones recibidos se encuentran en una relacin
especial con el cuerpo y con todos sus miembros. Viviendo en la comunin del
Espritu Santo (2 Cor 13,13), junto a sus hermanos y hermanas, deberan buscar
que sus vidas se amolden al misterio de la Eucarista por la que la Iglesia vive y se
desarrolla sin cesar[44]. De hecho, llamados como estn a explicar los misterios
de la fe, deberan estar especialmente vinculados a la Eucarista, en la que se
contiene el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua,
cuya carne se hace viva y vivificante por el Espritu Santo[45]. Como la Eucarista
es fuente y cima de la vida de la Iglesia[46] y de toda evangelizacin[47], es
tambin fuente y cima de toda la teologa. En este sentido, la teologa puede
entenderse como esencial y profundamente mstica.
95. La verdad de Dios no es por tanto simplemente algo que explorar por medio de
una reflexin sistemtica y algo que justificar por medio de un razonamiento
deductivo; es la verdad viva, experimentada por la participacin en Cristo, el cual
se ha hecho para nosotros sabidura de parte de Dios, justicia, santificacin y
redencin (1 Cor 1,30). Como sabidura, la teologa es capaz de integrar aspectos
de la fe tanto estudiados como experimentados y de trascender en el servicio a la
verdad de Dios los lmites de lo que es estrictamente posible desde una perspectiva
intelectual. Tal reconocimiento de la teologa como sabidura puede ayudar a
resolver dos problemas a los que la teologa se enfrenta hoy: en primer lugar, ofrece
una va para tender puentes entre los creyentes y la reflexin teolgica; y, en
segundo, ofrece una va para ampliar la comprensin de la verdad de Dios, y as
facilitar la misin de la Iglesia en las culturas no cristianas caracterizadas por
distintas tradiciones de sabidura.
96. El sentido del misterio que propiamente caracteriza a la teologa conduce a un
reconocimiento de los lmites del conocimiento teolgico, contrario a todas las
pretensiones racionalistas de agotar el Misterio de Dios. La enseanza del
Lateranense IV es fundamental: entre el creador y la criatura no puede apreciarse
semejanza sin apreciar una falta desemejanza mayor[48]. La razn, iluminada por
la fe y guiada por la revelacin, es siempre consciente de los lmites intrnsecos de
su actividad. Por ello, la teologa cristiana puede tomar la forma de la teologa
negativa o apoftica.
97. No obstante, la teologa negativa no es en modo alguno una negacin de la
teologa. Las teologas cataftica y apoftica no deberan situarse en oposicin
mutua; lejos de descalificar un enfoque intelectual del Misterio de Dios, la va
negativa subraya simplemente los lmites de tal enfoque. La va negativa es una
dimensin fundamental de todo discurso autnticamente teolgico, pero no puede
separarse de la va affirmativa y de la va eminentiae[49]. El espritu humano,
elevndose desde los efectos a la Causa, de las criaturas al Creador, comienza por
afirmar la presencia en Dios de las perfecciones autnticas descubiertas en las
criaturas (via affirmativa), luego niega que tales perfecciones se encuentren en Dios
en el modo imperfecto en el que se encuentran en las criaturas (via negativa);
finalmente, afirma que se encuentran en Dios en un modo propiamente divino que
escapa a la comprensin humana (via eminentiae)[50]. La teologa intenta hablar de
manera verdadera del Misterio de Dios, pero al mismo tiempo sabe que su
conocimiento, si bien verdadero, es inadecuado en lo referente a la realidad de Dios,
que nunca puede comprender. Como dijo San Agustn: Si le comprendes, no es
Dios [51].
98. Es importante ser conscientes del sentimiento de vaco y de ausencia de Dios
que muchas personas sienten hoy y que imbuye buena parte de la cultura moderna.
La realidad primera de la teologa cristiana, sin embargo, es la revelacin de Dios.
El punto de referencia obligatorio es la vida, muerte y resurreccin de Jesucristo.
En estos acontecimientos, Dios ha hablado definitivamente por medio de su Palabra
hecha carne. La teologa afirmativa es posible como resultado de la escucha
obediente de la Palabra, presente en la creacin y en la historia. El misterio de Dios
revelado en Jesucristo por el poder del Espritu Santo es un misterio
dextasis, amor, comunin y morada mutua de las tres personas divinas; es tambin
un misterio de kenosis, la renuncia a la forma de Dios por Jess en su encarnacin,
para poder tomar la forma de un esclavo (cf. Flp 2,5-11); y un misterio de theosis, los
seres humanos son llamados a participar en la vida de Dios y a compartir su
naturaleza divina (2 Pe 1,4) por medio de Cristo, en el Espritu. Cuando la teologa
habla del camino negativo y del mutismo, se refiere a un sentido de asombro ante
el misterio trinitario en el que est la salvacin. Aunque las palabras no pueden
describirlo plenamente, por medio del amor los creyentes participan ya en el
Misterio. Sin haberlo visto lo amis y, sin contemplarlo todava, creis en l y as
os alegris con un gozo inefable y radiante, alcanzando as la meta de vuestra fe:
la salvacin de vuestras almas (1 Pe 1,8s).
99. Un criterio de teologa catlica es que debera buscar y deleitarse en la sabidura
de Dios que es necedad para el mundo (cf. 1 Cor 1,18-25; 2,6-16). La teologa
catlica debera enraizarse en la gran sabidura de la tradicin de la Biblia, conectar
con la sabidura de las tradiciones del cristianismo oriental y occidental, y buscar
establecer un puente con todas las tradiciones de sabidura. Al intentar alcanzar la
sabidura verdadera en su estudio del Misterio de Dios, la teologa reconoce la
prioridad absoluta de Dios; busca, no poseer sino ser poseda por Dios. Debe por
tanto estar atenta a lo que el Espritu est diciendo a las iglesias por medio del
conocimiento de los santos. La teologa implica un esfuerzo por la santidad y una
conciencia a un mas profunda de la trascendencia del Misterio de Dios.
CONCLUSIN
100. Como la teologa es un servicio prestado a la Iglesia y a la sociedad, este texto,
escrito por telogos, busca servir a nuestros colegas telogos y tambin a aquellos
con los que los telogos catlicos entablen un dilogo. Escrito en el respeto a todos
los que se interesan por la pregunta teolgica, y con un profundo sentido de la
alegra y de los privilegios de una vocacin teolgica, se esfuerza en indicar
perspectivas y principios que caracterizan a la teologa catlica, as como en ofrecer
criterios por medio de los cuales dicha teologa pueda ser identificada. En resumen,
se puede decir que la teologa catlica estudia el Misterio de Dios revelado en Cristo,
y articula la experiencia de fe que tienen aquellos que participan de la vida de Dios
en la comunin de la Iglesia por la gracia del Espritu Santo, que conduce a esta
hacia la verdad (Jn 16,13). Pondera la inmensidad del amor por el que el Padre
entrega a su Hijo al mundo (cf. Jn 3,16), y la gloria, gracia y verdad que fueron
reveladas en l para nuestra salvacin (cf. Jn 1,14); y subraya la importancia de
fundar la esperanza en Dios y no en las cosas creadas, una esperanza que se
esfuerza por dar razones (cf. 1 Pe 3,15). En todos sus empeos, conforme al
mandato de Pablo de ser agradecidos siempre (Col 3,15; 1 Tes5,18), incluso en
la adversidad (cf. Rom 8,31-39), es principalmente doxolgica, se caracteriza por la
alabanza y la accin de gracias. Considerando la obra de Dios para nuestra
salvacin y la naturaleza incomparable de sus logros, la gloria y alabanza son su
modalidad ms apropiada, tal y como san Pablo no solo ensea, sino tambin
ejemplifica: Al que puede hacer mucho ms sin comparacin de lo que pedimos o
concebimos, con ese poder que acta entre nosotros; a l la gloria en la Iglesia y en
Cristo Jess por todas las generaciones de los siglos de los siglos. Amn
(Ef 3,20s).