[go: up one dir, main page]

0% encontró este documento útil (0 votos)
2K vistas2 páginas

Sion Madre de Los Pueblos - Salmo 87 86 PDF

1. Este salmo presenta a Jerusalén como la madre de todos los pueblos a pesar de ser pequeña, debido a que Dios la ha elegido. 2. Aunque otros pueblos fueron enemigos de Israel, el salmo dice que incluso ellos reconocerán a Jerusalén como su madre. 3. La tradición cristiana aplica este salmo a la Iglesia y también a María, vista como la nueva Jerusalén que dio a luz a Jesús y engendró a los hijos de Dios.

Cargado por

julian7784
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
2K vistas2 páginas

Sion Madre de Los Pueblos - Salmo 87 86 PDF

1. Este salmo presenta a Jerusalén como la madre de todos los pueblos a pesar de ser pequeña, debido a que Dios la ha elegido. 2. Aunque otros pueblos fueron enemigos de Israel, el salmo dice que incluso ellos reconocerán a Jerusalén como su madre. 3. La tradición cristiana aplica este salmo a la Iglesia y también a María, vista como la nueva Jerusalén que dio a luz a Jesús y engendró a los hijos de Dios.

Cargado por

julian7784
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 2

SIN, MADRE DE TODOS LOS PUEBLOS

Salmo 87 (86)
El salmo 86 literalmente canta la gloria de Jerusaln y su maternidad universal. Dios ha colocado en la
ciudad santa su morada y la ama con predileccin: El Seor prefiere las puertas de Sin a todas las
moradas de Jacob. Por eso, aunque humanamente Jerusaln sea exigua e insignificante a los ojos del
mundo, llegar a ser la madre de todos los pueblos; incluso los ms poderosos y terribles enemigos de
Israel: Egipto y Babilonia, desearn llegar a ser sus hijos: Contar a Egipto y a Babilonia entre mis fieles.
Cantar con acentos tan entusiastas la gloria de una ciudad pequea y sin prestigio, desconocida por las
grandes potencias del mundo y frecuentemente pisoteada por los pueblos enemigos, no significa
megalomana por parte del pueblo creyente, sino fe y confianza en las promesas de Dios.
Para nosotros, hijos de la nueva Jerusaln, este salmo debe servirnos para cantar la gloria de nuestra
madre la Iglesia. No con sentimientos de un falso triunfalismo -sabemos que la Iglesia es, como la Jerusaln
de la antigua alianza, pequea y exigua por nuestros valores humanos-, sino con adhesin firme a la
palabra de Cristo, que tanto am a su Iglesia que se entreg a s mismo por ella, purificndola con el bao
del agua, para colocarla ante s gloriosa, sin mancha ni arruga (Ef 5,25-27). El Seor prefiere las puertas
de Sin a todas las moradas de Jacob; el amor de Cristo a su Iglesia es el fundamento de nuestra
esperanza de que, al fin de los tiempos, ella ser madre de todos los hombres, aun de aquellos que ahora
aparecen como sus enemigos: Contar a Egipto y a Babilonia entre mis fieles.
(Pedro Farns)
CATEQUESIS DE JUAN PABLO II
Jerusaln, madre de todos los pueblos.
1. Este canto a Jerusaln, ciudad de la paz y madre universal, por desgracia est en contraste con
la experiencia histrica que la ciudad vive. Pero la oracin tiene como finalidad sembrar
confianza e infundir esperanza.
La perspectiva universal del salmo 86 puede hacer pensar en el himno del libro de Isaas, en el
cual confluyen hacia Sin todas las naciones para escuchar la palabra del Seor y redescubrir la
belleza de la paz, forjando de sus espadas arados, y de sus lanzas podaderas (cf. Is 2,2-5).
En realidad, el salmo se sita en una perspectiva muy diversa, la de un movimiento que, en vez
de confluir hacia Sin, parte de Sin; el salmista considera a Sin como el origen de todos los
pueblos. Despus de declarar el primado de la ciudad santa no por mritos histricos o
culturales, sino slo por el amor derramado por Dios sobre ella (cf. Sal 86,1-3), el salmo
celebra precisamente este universalismo, que hermana a todos los pueblos.
2. Sin es aclamada como madre de toda la humanidad y no slo de Israel. Esa afirmacin
supone una audacia extraordinaria. El salmista es consciente de ello y lo hace notar: Qu
pregn tan glorioso para ti, ciudad de Dios! (v. 3). Cmo puede la modesta capital de una
pequea nacin presentarse como el origen de pueblos mucho ms poderosos? Por qu Sin
puede tener esa inmensa pretensin? La respuesta se da en la misma frase: Sin es madre de
toda la humanidad porque es la ciudad de Dios; por eso est en la base del proyecto de Dios.
Todos los puntos cardinales de la tierra se encuentran en relacin con esta madre: Raab, es
decir, Egipto, el gran Estado occidental; Babilonia, la conocida potencia oriental; Tiro, que
personifica el pueblo comercial del norte; mientras Etiopa representa el sur lejano y Palestina la
zona central, tambin ella hija de Sin.
En el registro espiritual de Jerusaln se hallan incluidos todos los pueblos de la tierra: tres
veces se repite la frmula han nacido all (...); todos han nacido en ella (vv. 4-6). Es la expresin
jurdica oficial con la que se declaraba que una persona haba nacido en una ciudad determinada
y, como tal, gozaba de la plenitud de los derechos civiles de aquel pueblo.
1
3. Es sugestivo observar que incluso las naciones consideradas hostiles a Israel suben a
Jerusaln y son acogidas no como extranjeras sino como familiares. Ms an, el salmista
transforma la procesin de estos pueblos hacia Sin en un canto coral y en una danza festiva:
vuelven a encontrar sus fuentes (cf. v. 7) en la ciudad de Dios, de la que brota una corriente
de agua viva que fecunda todo el mundo, siguiendo la lnea de lo que proclamaban los profetas
(cf. Ez 47,1-12; Zc 13,1; 14,8; Ap 22,1-2).
En Jerusaln todos deben descubrir sus races espirituales, sentirse en su patria, reunirse
como miembros de la misma familia, abrazarse como hermanos que han vuelto a su casa.
4. El salmo 86, pgina de autntico dilogo interreligioso, recoge la herencia universalista de los
profetas (cf. Is 56,6-7; 60,6-7; 66,21; Jl 4,10-11; Ml 1,11, etc.) y anticipa la tradicin cristiana
que aplica este salmo a la Jerusaln de arriba, de la que san Pablo proclama que es libre;
es nuestra madre y tiene ms hijos que la Jerusaln terrena (cf. Ga 4,26-27). Lo mismo dice el
Apocalipsis cuando canta a la nueva Jerusaln, que baja del cielo, de junto a Dios (Ap 21,2.10).
En la misma lnea del salmo 86, tambin el concilio Vaticano II ve en la Iglesia universal el lugar
en donde se renen todos los justos, desde Adn, desde el justo Abel hasta el ltimo elegido.
Esa Iglesia llegar gloriosamente a su plenitud al final de los siglos (Lumen gentium, 2).
5. En la tradicin cristiana, esta lectura eclesial del salmo se abre a la relectura del mismo en
clave mariolgica. Jerusaln era para el salmista una autntica metrpoli, es decir, una
ciudad-madre, en cuyo interior se hallaba presente el Seor mismo (cf. So 3,14-18). Desde esta
perspectiva, el cristianismo canta a Mara como la Sin viva, en cuyo seno fue engendrado
el Verbo encarnado y, como consecuencia, han sido regenerados los hijos de Dios. Las
voces de los Padres de la Iglesia como, por ejemplo, Ambrosio de Miln, Atanasio de Alejandra,
Mximo el Confesor, Juan Damasceno, Cromacio de Aquileya y Germano de Constantinopla,
concuerdan en esta relectura cristiana del salmo 86.
Citaremos ahora a un maestro de la tradicin armenia, Gregorio de Narek (ca. 950-1010), el cual,
en su Panegrico de la santsima Virgen Mara, se dirige as a la Virgen: Al refugiarnos bajo tu
dignsima y poderosa intercesin, encontramos amparo, oh santa Madre de Dios, consuelo y
descanso bajo la sombra de tu proteccin, como al abrigo de una muralla bien fortificada: una
muralla adornada, en la que se hallan engarzados diamantes pursimos; una muralla envuelta en
fuego y, por eso, inexpugnable a los asaltos de los ladrones; una muralla que arroja pavesas,
inaccesible e inalcanzable para los crueles traidores; una muralla rodeada por todas partes, segn
David, cuyos cimientos fueron puestos por el Altsimo (cf. Sal 86,1.5); una muralla fuerte de la
ciudad de arriba, segn san Pablo (cf. Ga 4,26; Hb 12,22), donde acogiste a todos como
habitantes, porque, mediante el nacimiento corporal de Dios, hiciste hijos de la Jerusaln de arriba
a los hijos de la Jerusaln terrena. Por eso, sus labios bendicen tu seno virginal y todos te
proclaman morada y templo de Aquel que es de la misma naturaleza del Padre. As pues, con
razn se te aplican las palabras del profeta: "Fuiste nuestro refugio y nuestro defensor frente a los
torrentes en los das de angustia" (cf. Sal 45,2) (Testi mariani del primo millennio, IV, Roma 1991,
p. 589).
- Fuente: Juan Pablo II, Catequesis sobre los Salmos, Audiencia general del 13-XI-2002.
___
Nota a los salmistas: El objetivo de estos documentos es ayudar al salmista a profundizar en el
canto. Os rogamos no usarlo para dar una larga catequesis sobre el canto a la asamblea.
Estos escritos podran no obstante darnos alguna idea clave para transmitirla a la asamblea,
segn el contexto de la celebracin litrgica, con la intencin que sta sea un verdadero
encuentro con Cristo resucitado.
Este y otros comentarios en: http://www.cruzgloriosa.org/cantos/comentarios
2

También podría gustarte