La Circularidad Identitaria de la Huacha
en  
Madres y Huachos. Alegoras del 
mestizaje chileno 
de Sonia Montecino 
Carolina A. Navarrete Gonzlez
1
 
canavarr@puc.cl 
Pontificia Universidad Catlica de Chile 
 
  
     
  
Slo es necesario observar que es 
imposible entregar la imagen de lo 
que no somos: el perfil de uno se 
construye en un complicado ejercicio 
en que juegan no slo la mirada que 
uno tiene sobre el mismo sino 
tambin la mirada que el otro tiene 
sobre uno. 
            Ana Pizarro. Todos los Chile: 
Chile  
  
Si para lograr un conocimiento del otro, hay que hacer un viaje( 
principalmente a travs de los hbitos mentales) y realizar la 
experiencia de un descubrimiento, de una conversin hacia el otro, 
entonces el presente anlisis se enmarcar como el develamiento, a 
travs de un viaje tropolgico- argumentativo
2
 y temtico
3
 de la obra 
Madres y huachos, de Sonia Montecino, de aquellos espacios que 
median entre la huacha y una serie de figuras que actan como 
alegoras del mestizaje, creando un cierto tipo de imaginario que 
opera en la cultura latinoamericana
4
 en general y, en especial, en la 
cultura chilena. 
Opino, a la luz del texto, que la identidad de la huacha obedecera a 
un modelo circular predeterminado culturalmente, es decir, 
participara de un modelo de identidad reiterado por una 
caracterstica comn: el abandono, el ser arrojada o tirada al mundo. 
En primera instancia, la huacha, participara de una ilegitimidad 
originara, entindase sta como el desprecio que suscita su figura 
ante el padre al momento de nacer, repitindose el mismo rechazo, 
posteriormente, cuando la figura masculina, tras acometerla 
sexualmente, la abandone con su progenie.  
Sin embargo, este destino marcado por el bastardaje encontrara en 
el marianismo su punto de fuga. En otras palabras, postulo al 
marianismo como la posible solucin del drama mestizo de la 
huacha, en cuanto virgen y madre se entrecrucen en el imaginario 
americano. En este sentido y por asociacin metafrica, la virgen se 
entendera como la figura de la mujer latinoamericana (huacha y 
madre) capaz de limpiar y de salvar tanto el dolor como la vergenza 
del sometimiento acarreado por el bastardaje.  
Ahora bien, para comenzar con el anlisis se proceder, desde el 
enfoque tropolgico / argumentativo ofrecido por Hayden White
5
, con 
la caracterizacin de las figuras alegricas encontradas en el texto, 
las cuales servirn para delimitar, posteriormente, los posibles 
espacios relacionales que median entre la huacha y aquellas 
representaciones. 
Explicitar antes, que el propsito del libro se encontrara ligado por 
el tema general de la identidad
6
 chilena resulta importante puesto 
que, desde el enfoque de la huacha la problemtica identitaria se 
vuelve preponderante. Basta recordar la cita introductoria del libro, 
tomada de Octavio Paz: En el patio un pjaro pa/ como el centavo 
de su alcanca. / Un poco de aire su plumaje/ se desvanece en un 
viraje/ Tal vez no hay pjaro ni soy/ ese del patio en donde estoy. 
Esta duda insertada en los versos de Paz remite junto a una crtica 
de la percepcin de la realidad, a un cuestionamiento de la identidad 
y con ello a un propsito de develamiento. En este sentido, el 
develamiento identitario de la huacha
7
 estar dado, segn lo 
entiendo, por los intersticios culturales producidos entre ella y las 
figuras alegricas que la rodean, es decir, por la alegora de la 
madre, por la del padre y por la del marianismo, sta como solucin 
del drama mestizo. A continuacin se proceder con el anlisis 
alegrico de cada uno de estas figuras para intentar, luego, la 
configuracin interpretativa del retrato identitario de la huacha. 
La mujer, segn Montecino, se identifica con el rol materno, de 
manera que su interaccin con todos los hombres de una forma 
maternal reviste a su figura de una gran importancia en la 
constitucin de la sociedad chilena:  La asuncin de lo femenino 
como Madre ha otorgado a esta imagen una fuerza asombrosa que 
se debate tanto en lo positivo como en lo negativo, y que muchas 
veces adquiere ribetes fantsticos (60) En este punto resulta 
conveniente resaltar el carcter dual y contradictorio de la mujer, 
desde el punto de vista masculino. Por un lado la madre asume el rol 
de soporte de sus hijos, pero por otro lado, constituye la figura de la 
traicin, cuando se rinde ante el enemigo provocando que sus 
huachos sean abandonados. As, la mujer sera la salvacin y la 
condena respectivamente. La figura ms cercana, entonces, se 
convierte en la figura que simblicamente traiciona.  
Cabe destacar que fue precisamente esta mujer, cargada de un 
peso simblico, la que constituy el centro del modelo familiar
8
 
durante la colonia. Este hecho interroga a las formas en que se 
produjeron las identificaciones primarias. Al respecto Montecino 
seala: 
Cmo se constitua la identidad de la mestiza huacha frente 
a una madre presente y nico eje de la vida familiar? Creemos 
que la respuesta se anida para la mujer en la constitucin 
inequvoca de su identidad como madre (espejo de la propia, de 
la abuela y de toda la parentela femenina) ( 48) 
Como podemos observar la huacha encontrara su signo identitario 
a travs de la imagen entregada por el espejo de su propia madre, 
como tambin por la del retrato de las generaciones femeninas 
precedentes. La huacha, entonces, recibira la herencia del 
imaginario materno, donde la mujer es entendida, en trminos de 
identificacin metafrica, como representacin del lado indgena
9
 del 
mestizaje latinoamericano. As, es dable afirmar que el destino 
circular determinado por la dominacin y el desprecio ser el espacio 
cultural donde la huacha develara su marginalidad social. 
Ahora bien, por oposicin a la figura de la madre, la cual puede ser 
caracterizada eminentemente por su presencia en la sociedad 
chilena, podemos identificar a la figura del padre por su ausencia. 
Primero el conquistador espaol, padre de una familia espaola, 
procrea hijos con una mujer indgena, dando lugar a mestizos. Sin 
embargo, la abandona, como consecuencia de la ausencia del 
matrimonio, ya que las uniones entre el conquistador y la indgena no 
se institucionalizaban, sin ocuparse de ejercer su paternidad ms all 
de la accin biolgica. As, el padre adquiere una marca negativa de 
violencia y abuso del poder. El padre no sera una figura, sino que es 
la ausencia del padre lo que se transforma en un smbolo poderoso 
de la cultura latinoamericana: 
Pensamos que el hueco simblico del Pater, en el imaginario 
mestizo de Amrica latina, ser sustituido con una figura 
masculina poderosa y violenta: el caudillo, el militar, el 
guerrillero. El padre ausente se troca as en presencia teida de 
potestad poltica, econmica y blica. Presencia que llena el 
espacio que est fuera de la casa; pero que impone en ella el 
hlito fantasmtico de su imperio, aunque sea slo por 
evocacin o visin fugaz. (31) 
Como podemos apreciar es el hueco simblico del padre lo que 
marca e influencia la cultura. En este sentido, tanto la forma de poblar 
el lugar vacante del padre, encontrada en la representacin del 
guerrero junto con la representacin producida por el machismo, 
entendida sta como una suerte de recuperacin del padre 
fundacional (el espaol), que se manifiesta en la oposicin 
conquistador (masculino)/conquistada (femenino)
10
 (31) vuelcan la 
asuncin del androcentrismo como una construccin cultural 
simblica, donde la mujer es la sometida y la abandonada en tanto 
sus huachos son despreciados por su progenitor. Se asumen, de esta 
manera, tanto la ilegitimidad como el bastardaje en los signos 
fundantes de la estructuracin de la familia mestiza en la historia de 
la cultura latinoamericana. 
Resulta importante destacar, adems, la comprensin del padre a 
nivel metafrico. Como metfora, se entiende que el padre es el no 
padre, la falta de padre, la ausencia. El padre espaol se transform 
en un ausente (43). Este fenmeno presenta entonces el siguiente 
panorama en torno a la mujer y el hombre como productores del 
mestizaje: la progenitora, presente y singular, era quien entregaba 
una parte del origen: el padre era plural, poda ser ste o aquel 
espaol, un padre genrico (43). As, el padre representa una figura 
trnsfuga que procrea y luego se marcha hacia otra parte 
Extensivamente se entiende como la metfora de la carencia en la 
cultura chilena, la privacin de una figura masculina inserta en el 
contexto familiar e incapaz de mostrar a su progenie lo que significa 
hacerse cargo de los hijos.  
En este contexto, el padre tambin representa el abuso de poder. 
En otras palabras, es posible establecer que la ausencia del padre se 
representa, en la argumentacin del libro, como una metfora del 
poder, relegando a la madre e hijos al estado de abandono y soledad. 
La ausencia del padre representa el abandono y el abuso del poder 
que la figura masculina posea en trminos histricos y genricos en 
la cultura chilena.
11
  
En definitiva, la ausencia del padre, figurando simblicamente de 
modo negativo en el contexto de la argumentacin del libro, 
corresponde a la metfora de la razn de la ilegitimidad del 
huacharaje
12
, ya que la madre permanece con el hijo o la hija 
enfatizando por contraste la ausencia del padre. Esto acenta la 
soledad y la marginalidad del huacho y la huacha dentro de la 
sociedad chilena. 
Otra razn que da cuenta de los orgenes y causas de los modelos 
de identidades de gnero en Amrica Latina es el culto catlico a la 
Virgen Mara. Para Sonia Montecino, el estudio de la Virgen 
trasciende los lmites de la religin, en cuanto, el estudio de la 
representacin de la Mater muestra un signo social que permanece 
en el psiquismo de muchas sociedades, mostrando el modo de 
encarnacin de este smbolo dentro de la cultura. La Virgen Mara es 
madre, tanto de Cristo como de los hijos de Dios. En este sentido, la 
Virgen Mara actuara como la gran madre latinoamericana que cobija 
por igual a todos los hijos carentes de padre.  
Recordemos que el lugar que ocupa la Virgen/ Madre en el 
imaginario no slo mestizo, sino universal es preponderante. El 
sentimiento de ausencia paterna vislumbrado ya desde el clamor de 
Cristo hacia Dios, desgarra y somete a la soledad. El tema de la 
ausencia de Dios/ Padre aparece por primera vez en Jean Paul 
Ritcher con su clebre Sueo titulado: Discurso de Cristo muerto en 
lo alto del edificio del mundo: no hay Dios. Aqu aparece Cristo 
clamando por su Padre ausente: 
En medio del clamor de la multitud de las sombras, Cristo 
desciende y dice: He recorrido los mundos, sub hasta los soles 
y no encontr a Dios alguno; baj hasta los ltimos lmites del 
universo, mir los abismos y grit: Padre, dnde ests? [...] La 
eternidad reposaba en el caos, lo roa y, al roerlo, se devoraba 
lentamente ella misma. Los nios muertos se acercan a Cristo y 
le preguntan: Jess, no tenemos padre? Y l responde: todos 
somos hurfanos.
13
  
El tema de la orfandad universal, tal como lo encarna la figura de 
Cristo y de la humanidad, representada por los nios que le rodean, 
reflejan una vez ms a la figura huidiza del padre en el imaginario 
colectivo. En este sentido, se vuelve pertinente buscar en el texto de 
Montecino, la salvacin del huacharaje, es decir, ese nuevo camino 
con relacin a la soledad y al abandono. La Virgen, sostiene la 
autora, como una figura poderosa dentro de la cultura 
latinoamericana, llega a solucionar conflictos bsicos de la identidad, 
es decir, el hecho de nacer con un origen desigual, el hecho de 
poseer madre, pero no padre.  
Si la historia de nuestro continente est preada por el sincretismo 
religioso de la Virgen-madre, lo cual sigue vigente, as como sus ritos 
y cultos, atravesando muchas veces las ideologas, las clases y las 
diferencias sociales (93). Entonces, la virgen, constituira la metfora, 
adems del sincretismo religioso, del mestizaje en general 
otorgndole un carcter positivo a este fenmeno.
14
 
El marianismo, en un principio, es legado espaol y parte de la 
evangelizacin social de la conquista, ulteriormente, pasa a ser 
fenmeno ms complejo, en que el mestizo fue capaz de reflejar su 
propia realidad, con el fin de crear un nuevo smbolo mariano, que 
responde a sus necesidades representativas en trminos de creacin 
de imaginarios y smbolos sociales. De esta manera la Virgen Mara 
se identifica con la forma en que la cultura mestiza crea su propio 
relato de identidad y, con esto, su propio espacio de mundo. 
Dentro de la religiosidad popular, la Virgen estara asociada a la 
figura de la madre soltera. La imagen de la Virgen con su hijo en 
brazos explica y tiende a mostrar la realidad de muchas mujeres 
latinoamericanas que viven la situacin de ser madres solteras. En 
este sentido y por asociacin metafrica, se entiende que la Virgen 
es la figura de la mujer latinoamericana o, ms bien, la figura del 
origen. El marianismo es entonces la metfora de la solucin del 
drama histrico. As, el dolor y la vergenza experimentados por el 
mestizaje encontraran su cura en el marianismo. 
Como punto relevante cabe mencionar la problemtica sobre la 
simbologa mariana evidenciada por Julia Kristeva. La autora postula 
que el hecho de que Mara sea universal y particular, pero nunca 
singular traera a escena la obliteracin de la madre concreta y la 
relacin de amor-odio de la huacha con ella: una mujer rara vez 
traspasa su pasin (amor y odio) por otra sin haber ocupado el lugar 
de su propia madre, sin haberse convertido ella misma en madre y, 
sobretodo, sin el largo aprendizaje de la diferenciacin de los iguales 
que le impone el cara a cara con su hija ( Kristeva, 229). Si bien el 
anlisis de la autora se remite a una tematizacin del marianismo 
desde un pensamiento europeo
15
, los lineamientos tericos de 
Kristeva sirven para analizarlos a la luz de los aspectos del 
marianismo que tambin seran audibles en Amrica Latina.
16
  
Se podra sostener, a la luz del texto, que siendo la figura de Mara 
nica en su sexo, sera dismil en su alegora, lo cual quedara 
demostrado en su culto en Amrica Latina. Lo dismil corresponde a 
la divinidad autnoma que de ella surge, la cual tomara muchos de 
los visajes occidentales, conjuntamente a los indgenas. Esta fusin 
provoca que lo materno sobrepase lo eminentemente humano 
erigindose tambin como sostenedor del orden csmico. (93) 
Ahora bien, en esta dualidad simblica del culto mariano se 
asentara el bastardaje de la huacha como posibilidad de limpieza de 
lo oscuro y de lo vergonzoso, en la medida que la huacha, convertida 
en madre, se entrecruce con la Virgen en el imaginario americano. 
Por lo tanto, sera la virginidad la que logra mostrar un rasgo de 
pureza sobre la oscuridad y violencia del origen representados en la 
escena originaria histrica. 
Como hemos podido apreciar Madres y huachos. Alegoras del 
mestizaje chileno, tiende a examinar las formas alegricas del origen, 
que en este caso son alegoras del mestizaje. Lo que interesa 
destacar es que en su composicin, las metforas
17
 seran las 
encargadas de arrojar mltiples interpretaciones de las 
conformaciones culturales chilenas.  
A travs de estas metforas se vuelve posible el acercamiento hacia 
los sentidos presentes entre los diversos conceptos estudiados como 
tambin las implicaciones en el terreno de la configuracin identitaria. 
En este contexto, las asociaciones de lo femenino con lo indgena, de 
lo masculino con el abandono y del marianismo como solucin del 
drama mestizo, permiten acceder a las conexiones metafricas 
realizadas por la autora. Lo interesante es que estas metforas 
pueden ser concebidas tambin en torno a una metfora totalizadora, 
la cual englobara la lectura de la autora en lo propuesto al inicio del 
presente anlisis, es decir, en una propuesta de develamiento. 
Montecino ve, a travs de partes de la cultura, una serie de 
significaciones que guardan relacin con la totalidad (conformacin 
de un ethos). La sincdoque
18
, esencialmente integrativa, rene y 
pone las partes en una coherencia global dada por la relacin de 
stas con las partes. As, el nfasis en la caracterizacin de las 
entidades particulares, es decir, el inters por nombrar y caracterizar 
los diferentes personajes del mestizaje, podra reflejar el proyecto 
escritural de la autora con un modo de argumentacin de orden 
formista, en trminos de identificacin de los sujetos que habitan o 
han habitado el campo histrico y social.  
En este sentido podramos decir que el modo formista de 
argumentacin estara ligado con un entramado cercano al romance
19
 
puesto que, tanto la marginalidad como el abandono y la soledad 
propios del drama mestizo tendran como solucin la creacin de 
nuevos espacios tendientes a situarlo de manera efectiva en un 
espacio determinado dentro del mundo. Este espacio significara la 
asuncin del sincretismo de las diferentes tradiciones que han 
elaborado un imaginario mestizo al cual el chileno pertenece. 
Adems, la autora, a travs de su escritura, se encarga de expurgar 
las verdades vergonzantes y dolorosas, debido a su condicin de 
tab, con el fin de acceder a un conocimiento global de las 
dimensiones conflictivas implicadas en la condicin del mestizaje 
chileno.  
Ahora bien, tras la comprensin de la dimensin tropolgica / 
argumentativa del libro, interesa desentraar aquellos sentidos, 
desprendidos de una lectura temtica / intersticial, de los aspectos 
reveladores de la condicin identitaria de la huacha.  
Primero, la alegora de la madre como la representacin del lado 
indgena del mestizaje latinoamericano y por lo tanto asociada con la 
marginalidad social arroja un espacio silente sobre la huacha. Slo en 
tanto madre, de los vstagos abandonados por el padre, es posible 
reconocer lo femenino. La huacha, entonces, al convertirse en madre 
logra superar la barrera del silencio y de su obliteracin identitaria, 
puesto que, su identidad cultural se define recin cuando se convierte 
en madre. En este sentido la huacha asumir el extraamiento 
vivencial de su devenir.  
En otras palabras, si vivir es separarnos del que fuimos para 
internarnos en el que vamos a ser, futuro extrao siempre ( El 
Laberinto de la soledad, 211). La huacha experimentar la 
separacin de su madre en un vaivn circular, rearticulando su 
identidad en la apropiacin de un mundo ajeno pero cercano a la vez. 
La huacha despus de la convivencia con su madre se convertir en 
el objeto sexual de su patrn internndose en lo que fue el destino de 
su madre, es decir, se convertir en la china
20
. Esto se torna posible 
de constatar a travs del comentario de Montecino sobre el texto Ser 
huacho en la historia de Chile escrito por el historiador Gabriel 
Salazar. En este texto se rescata la experiencia colectiva de la 
ilegitimidad, como hecho fundante de una cosmovisin que otorga a 
los sujetos una especificidad social: 
El destino de la hermana del huacho ser la servidumbre, 
suerte que tambin su progenitora podr tener, y no podemos 
olvidar que la servidumbre entraaba en esa poca ser objeto 
sexual del patrn. As madre y hermana compartirn un mismo 
espacio en la psiquis del hijo: lo femenino como fuerza 
gensica, arrasadora, cuerpo que siendo seductor (abrasador) 
est asociado a lo reproductivo ms que a lo afectivo, e 
irrevocablemente anclado en la funcin maternal. (54) 
Si bien esta aseveracin de lo femenino desde el punto de vista del 
huacho, resulta pertinente en cuanto permite verificar el destino 
predeterminado de la huacha, concordando en su mayora con lo 
sealado, discrepo en lo relacionado con la asociacin unvoca de lo 
femenino como entidad reproductiva ms que afectiva. Opino que la 
poltica de los afectos revestira a la huacha / madre de una 
posibilidad salvfica. Basta recordar la vertiente que se abre a travs 
del entrecruzamiento de la huacha, convertida en madre, con la 
Virgen en el imaginario americano. 
Es interesante hacer notar, tras una lectura paciana sobre el sino de 
la mujer donde: la mujer puede ser dolo, diosa, madre, pero jams 
puede ser ella misma, entre la mujer y el hombre se impone un 
fantasma, el de su imagen (Paz, 214) su imposibilidad, 
especficamente de la huacha, de ser ella misma. La huacha 
encuentra en su configuracin identitaria modelos impuestos 
culturalmente por una sociedad mestiza que se niega a s misma. 
En este sentido, es necesario hacer notar que la figura de la huacha 
debe desenvolverse en un entorno cuya imposicin cultural se 
encuentra fundada sobre el fenmeno del blanqueamiento (blanquear 
la piel morena que muestra la evidencia del mestizaje). As el culto de 
las apariencias
21
, propio de la cultura chilena, le impone a la huacha 
ser el objeto sexual escondido de su patrn. El blanqueamiento al 
constituir la metfora de la mentira, del ocultamiento de la realidad, 
implica la marginacin social de la mestiza.  
Ahora bien, si la soledad es el fondo ltimo de la condicin humana, 
entonces entre la huacha y su padre (como tambin entre la china y 
su patrn) habitar un espacio de soledad y desamparo. Este espacio 
podra ser colmado, a mi entender, a travs de la unin con el 
imaginario universal de la Virgen. sta anclara como modo de 
expurgacin en el espacio de soledad habitado por la huacha. As, el 
marianismo abolira las culpas y la predeterminacin negativa del 
huacharaje.  
De esta manera, la soledad, que es condicin misma de la vida de 
la huacha, se le aparece como una prueba y una purgacin, a cuyo 
trmino angustia e inestabilidad tenderan a desaparecer.  
En definitiva, para el presente estudio, el develamiento identitario de 
la huacha ha consistido en un desentraamiento de los conceptos 
que han sido obliterados por la tradicin cultural chilena. Lo 
importante es que a travs de la escritura de Montecino se ha vuelto 
posible un descubrimiento de conceptos como el mestizaje, la 
bastarda y el marianismo, con el fin de explicar de qu modo esas 
instancias han moldeado o han influido en la sociedad chilena. As, el 
blanqueamiento se manifestara como un intento de ocultamiento de 
la faceta mestiza de un Chile que procura olvidar su orfandad y el 
color mestizo de su piel. Montecino estudi rasgos de la sociedad 
que han sido tradicionalmente rasgos pertenecientes al dominio 
privado. Sostener que la propuesta de develacin presente en 
Montecino recuerda al fenmeno de la verdad sabida por todos, pero 
a la cual nadie se atreve a referir oficialmente resultara acertado, 
puesto que el drama del mestizaje y principalmente de la huacha 
pareciera ser la cruz silente que espera ser cargada de una vez por 
todas para abrazar la cara de ese padre ausente que tanto atemoriza 
e inquieta. Ser huacha, ser mujer y trascender hacia ese ms all del 
otro, slo se vuelve posible a travs de una toma de conciencia de la 
propia identidad mestiza que caracteriza a la historia de Chile. 
Cabe preguntarse si esta toma de conciencia sea viable en una 
sociedad donde en vez de volcarse hacia el descubrimiento del 
propio ncleo identitario, se intenta aprehender modelos forneos sin 
apreciar la riqueza de su propia hibridez. En este sentido, opino, que 
se vuelve necesario reemplazar la comunicacin hojaldrada de los 
niveles identitarios por la una comunicacin horizontal capaz de 
enriquecer las concepciones del origen latinoamericano.  
  
NOTAS 
[1] Carolina A. Navarrete Gonzlez actualmente es doctoranda por 
la Pontificia Universidad Catlica de Chile, casa de estudios 
donde ya ha recibido el ttulo de Licenciada en Letras 
Hispnicas, en Ciencias de la Educacin y el ttulo de profesora 
de Castellano. Adems, ha publicado una serie de artculos en 
revistas nacionales e internacionales donde ha enfocado su 
inters, principalmente, en el gnero de la novela chilena e 
hispanoamericana. 
[2] Por esta denominacin entindase el estudio y comentario de 
los diversos tropos (metfora, metonimia, sincdoque, irona) 
desde el punto de vista de la argumentacin evidenciada en el 
texto.  
[3] Esta lectura guarda relacin con la identificacin de la temtica 
textual, a travs de la cual se vuelven evidenciables ciertos 
espacios conformadores del imaginario identitario de la huacha. 
[4] Segn Sonia Montecino, la pregunta en torno a lo 
latinoamericano se formula en trminos de que si existe o no 
una cultura latinoamericana y, por ende, una identidad. Ella 
afirma que algunos autores como Pedro Morand, Octavio Paz 
y Jorge Guzmn, entre otros, encaminan sus reflexiones hacia 
la aseveracin de que somos una cultura ritual cuyo nudo 
fundacional es el mestizaje acaecido durante la Conquista y la 
Colonizacin ( Sonia Montecino. Madres y huachos. Alegoras 
del mestizaje chileno (39)). Esta sntesis mestiza definira a lo 
latinoamericano en trminos de unos y otros que, por lo 
general, guardan relaciones entre s de subalternidad.  
[5] Recordemos que para White la comprensin de ciertos ncleos 
de argumentacin se logra a travs de la identificacin de 
figuras extrapoladas, es decir, desde una lectura tendiente a 
determinar una agrupacin de argumentaciones en torno a un 
tropo especfico. Con relacin al lenguaje figurativo, el autor, en 
su libro metahistoria (1997), escribe: El pensamiento sobre el 
objeto a ser representado y las palabras a utilizar para 
representar ya sea el objeto o el pensamiento sobre el objeto 
son consignados todos a los usos del discurso figurativo. Es 
imperativo, por lo tanto, cuando se analizan representaciones 
supuestamente realistas de la realidad, determinar el modo 
potico dominante en que est expresado su discurso. Al 
identificar el modo (o los modos) de discurso dominante, se 
penetra en ese nivel de conciencia en que un mundo de 
experiencia es constituido antes de ser analizado (42) 
[6] Entendida en los trminos expuestos por Montecino en 
Identidades de gnero en Amrica Latina: mestizajes, 
sacrificios y simultaneidades: Cuando decimos que la 
identidad es una experiencia, estamos afirmando que ella est 
lejos de ser una conciencia -en el sentido de una estructura de 
logos, de un discurso filosfico-, y creemos que esto es, 
sobretodo, pertinente a los sujetos latinoamericanos. La 
identidad constituye una experiencia ontolgica que se va 
transmitiendo de generacin en generacin y se articula a 
travs de vivencias. (266) 
[7] Tarea difcil desde el punto de vista explicito del texto de 
Montecino ya que el tema de la huacha propiamente tal, est 
trabajado ms bien en forma soslayada y tangencial. 
Recordemos que la figura del huacho, correspondiente tanto al 
hijo ilegtimo como al hurfano, es la ms preponderante en los 
lineamientos temticos del libro. Si bien ste se refiere 
extensamente a la situacin del huacho y su posicin dentro de 
la cultura chilena, rescatando su figura desde diferentes 
referencias culturales: relatos histricos, textos literarios, 
historias folclricas, etc., no deja de ser un desafo interesante 
ocuparse del rol de la huacha, hija ilegtima que permanece con 
la madre y que comparte el destino de su madre, dentro del 
imaginario cultural chileno, intentando leer las identidades que 
se desprenden de ella.  
[8] Conviene tener presente que tras la prolongada Guerra de 
Arauco y la economa minera y agrcola se favoreci una 
constante migracin de los hombres: Las mujeres permanecan 
por meses, e incluso aos, solas, a cargo de estancias y 
familias, socializando a los hijos con las sirvientas y parentelas 
femeninas. Cada madre, mestiza, india y espaola dirigi el 
hogar y bord laboriosamente un ethos en donde su imagen se 
extendi poderosa. ( Montecino, 48)  
[9] Los espaoles no consideraron a la mujer indgena de la misma 
manera que a la mujer espaola. La mujer indgena debi 
permanecer trabajando o viviendo debajo del poder espaol o 
tuvo que empezar a trabajar por su cuenta para lograr la 
independencia econmica necesaria para mantener a sus hijos, 
permaneciendo como el oscuro objeto del deseo del hombre 
quien pudo requerirla a su antojo.  
[10] Esta oposicin se asemeja segn Montecino, al grito del poder 
desde la ausencia, y la necesidad de legitimacin de lo 
masculino en tanto Pater, en una red simblica que lo excluye. 
Sin embargo, es necesario recalcar un trasfondo distinto de 
esta realidad, la cual ser enunciada por Irma Palma de la 
siguiente manera: el macho se identifica con el conquistador. 
Su poder, su voluntad sin lmites, su superioridad lo hunden en 
una homosexualidad reprimida. El macho tiene la fuerza para 
herir, rajar, matar, humillar. [...] Entonces el hombre vive bajo la 
mscara, la mentira, el disfraz. La simulacin es en este mundo 
su forma de autenticidad. La relacin con el mundo femenino se 
vive como conquista, como lucha, como violacin. La rigidez 
que la sociedad le impone al macho, lo vuelca en la 
embriaguez, su ms autntico disfraz. ( Palma, Persona y 
Sociedad, 34 )  
[11] Recordemos que la figura masculina se vali de la 
superioridad que posea para tener relaciones con diversas 
mujeres a su completo antojo, lo cual muestra al poder de la 
figura masculina como a un ser siniestro y tirnico, el cual 
puede dejarse llevar por sus deseos sin medir las 
consecuencias de sus actos y sin mostrar ningn acto de apoyo 
a los hijos que va esparciendo. 
[12] Se refiere al conjunto de hijos ilegtimos ( ver Rodolfo Lenz en 
Diccionario Etimolgico de las voces chilenas derivadas de las 
lenguas indgenas Americanas ) 
[13] Fragmento del Sueo de Jean Paul Ritcher citado por Octavio 
Paz en Los Hijos del Limo, p. 74. 
[14] Al respecto, hay que tener en cuenta la posible respuesta de 
la permanencia en el tiempo de su smbolo poderoso, para lo 
cual se vuelve necesario rescatar lo que el mismo Octavio Paz 
sostiene en El Laberinto de la soledad cuando define a la 
Virgen: ser la madre de los mestizos, que al negar su origen, 
encontraron en ella una identidad y muchas veces un destino. 
Pues bien, tras un cruce paciano, Jacques Lafaye, en 
Quetzalcoatl y Guadalupe, sostiene que la cuestin del origen 
es para el mestizo la cuestin de vida y muerte. En la 
imaginacin de los mestizos Tonatzin/Guadalupe tiene una 
rplica infernal: la Chingada. La madre violada abierta al mundo 
exterior, desgarrada, invulnerable y que encierra en sus 
entraas a un hijo. Entre la Chingada y Tonatzin/Guadalupe 
oscila la vida secreta del mestizo (Prefacio al libro Quetzalcoatl 
y Guadalupe). 
[15] Al respecto, Sonia Montecino seala que el anlisis de 
Kristeva traducira, en parte, la visin analtica sobre el culto 
mariano que pensadoras europeas estn realizando 
contemporneamente.  
[16] Hay que tener en cuenta tambin la percepcin de ciertas 
diferencias entre la concepcin del marianismo en Europa y en 
Latinoamrica. Las diferencias percibidas por Montecino, se 
sitan en, al menos dos niveles. Uno de ellos es el de la 
virginidad, y el otro, el de la relacin entre Mara y Cristo. 
Niveles que, en Chile, adquieren otra faz. Por una parte, el 
asunto de la virginidad no es la cualidad preponderante del 
smbolo mariano en Chile. De hecho en la imaginera popular 
existe una analoga entre Mara y la madre soltera, esta ltima 
como ya sabemos, sujeto histrico que evoca lo que fue nuestra 
historia fundacional: madre india o mestiza presente y padre 
ausente (Montecino, 89). Por otra parte, la relacin entre la 
Madre y el hijo, en Amrica Latina estara dada si bien por la 
presencia de los poderes celestiales de la Virgen, sta como 
Virgen mestiza no se arrodillara ante el hijo. Aqu estara la 
brecha entre las alegoras marianas de Europa y Latinoamrica. 
Montecino, postula que en Amrica latina hay una autonoma 
de la divinidad femenina. La Virgen mestiza es una diosa-
madre, ms que intercesora o mediadora, es un poder en s 
mismo. De esta manera su sumisin al Dios Padre (o al 
espritu Santo) y al Hijo no sera tan evidente. (Montecino, 90). 
[17] White entiende por este tropo lo siguiente: En la metfora 
(literalmente transferencia), por ejemplo, los fenmenos 
pueden ser caracterizados en trminos de su semejanza con, y 
diferencia de, otros, al modo de la analoga o el smil 
(Metahistoria, 43) 
[18] Con respecto a la sincdoque, White, en su libro Metahistoria, 
seala: Por el tropo de sincdoque, sin embargo es posible 
interpretar las dos partes a la manera de una integracin en un 
todo que es cualitativamente diferente de la suma de las partes 
y del cual las partes no son sino rplicas microcsmicas (44). 
En este sentido las partes actuaran como un reflejo de las 
condiciones del todo. 
[19] El entramado relacionado con el romance tiene que ver con la 
presentacin de un conflicto y su consecuente solucin al final 
de la obra. 
[20] Los hablantes que usaban china, segn Jorge Guzmn, 
podan fluctuar entre la posicin de blanco ( cuando insultaban 
a su servidumbre) y la de indios (cuando se acogan a una 
asombrosa intimidad ertica con sus amadas. La china, la 
mestiza, la pobre constituy el oscuro objeto del deseo de los 
hombres; ella iniciaba a los hijos de la familia en la vida sexual, 
siendo adems la suplantadora de la madre, en su calidad de 
nana (niera). (Montecino, 50) 
[21] Recordemos que para la autora el culto a las apariencias 
constituye la disociacin del discurso pblico con la prctica 
cotidiana. Montecino considera este fenmeno como un rasgo 
de la sociedad mestiza chilena, revelador de la fuerza de la 
palabra, la palabra representara una cierta realidad que no se 
corresponde por la prctica individual. 
  
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