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Acta Poetica 30-1
PrimAverA
2009
La Lucinda de Schlegel
Del panten romntico alemn, la fgura de Friedrich Schlegel ha sido 
una de las ms descuidadas, relativamente hablando, por los lectores 
y crticos de aquel privilegiado momento de la literatura alemana y 
europea ms an despus de su muerte, ocurrida en 1829, cuando 
estaba a punto de cumplir 57 aos. Su resonancia literaria est hoy 
muy  lejos  de  la  de  otros  autores,  como  Novalis  o  Hlderlin  que 
an dan mucho de qu hablar y de qu leer y escribir. Claro, dirn 
algunos, stos son poetas, grandes poetas, y Schlegel no lo fue tanto, 
aun cuando l as se consider. Poeta no en el sentido de versifcador, 
sino de quien mediante el ingenio, la sensibilidad y la imaginacin 
logra reproducir y expandir el ms bello caos de sublimes armonas 
y apasionantes gozos, segn nos dice al inicio de su Lucinda, inde-
pendientemente de que se escriba prosa, verso o drama.
El prestigio de Schlegel se bas sobre todo en su labor como cr-
tico y ensayista, tanto de arte y literatura como de flosofa. Su Di-
logo sobre la poesa, texto clave en el ideario romntico, se public 
apenas un ao despus de su novela, lo cual justifcara una lectura 
cruzada entre ambos textos, no slo por su cercana cronolgica, sino 
temtica. Dicho Dilogo puede verse como una de las primeras pie-
zas  en  desarrollar  lo  que  luego  se  llamara  literatura  comparada, 
pues al escribir sobre literatura Schlegel siempre tiene en mente un 
concepto europeo y global de ella. No en balde Lucinda empieza con 
una evocacin de Petrarca, Boccaccio y Cervantes.
Escribi tambin fragmentos y aforismos (tan caros a la sensibi-
lidad romntica, por su carcter directo y tentativo, intuitivos signos 
en mutacin), e igualmente largas cartas ensaysticas sobre diversos 
pintores europeos como Correggio, Leonardo y Rafael; ensayos so- 
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bre  arquitectura  gtica  y  literatura  inglesa,  en  especial  acerca  de 
Shakespeare. Entusiasmado por el snscrito, que causaba furor entre 
lingistas, poetas y fllogos de su tiempo, lo estudi y escribi un 
pionero ensayo titulado Sobre el lenguaje y la flosofa de los indios. 
As apuntal el creciente orientalismo de la poca, que l juzgaba to-
talmente compatible con su propio movimiento literario. No en balde 
proclama en su Dilogo que hay que buscar en Oriente el supremo 
romanticismo.
Mientras vivi, algunos contemporneos suyos pensaron que Sch- 
legel era un autor voluble, para decirlo suavemente, libertino y cnico 
en su juventud (muestra literaria de ello era justamente la novela Lu-
cinda), y luego conservador, tras su conversin al catolicismo. Entre 
estos dos Schlegel, el joven y el maduro, el rebelde y el reaccionario, 
algunos  observan  continuidad,  otros  ruptura  y  cambio  en  cuanto  a 
su  obra  intelectual.  En  cualquier  caso,  contemporneos  suyos  tales 
como  Hegel  (sobre  todo),  Schelling  y  Schleiermacher  coincidieron 
en negar a sus trabajos flosfcos el rigor y la profundidad para ser 
dignos de su consideracin.
Una vez muerto Schlegel, el siglo XIX pareci correr un discreto ve- 
lo sobre su fgura, que no fue rasgado, sino hasta la siguiente centu-
ria, cuando el crtico alemn Walter Benjamin lo reley en su intento 
por  comprender  a  Fichte,  gran  referente  flosfco  de  Schlegel,  en 
un libro que fue su tesis doctoral titulado El concepto de crtica de 
arte  en  el  romanticismo  alemn.  El  resultado  de  su  lectura  es  muy 
diferente al de los contemporneos de Schlegel, quienes miraban por 
encima del hombro a aquel diletante que osaba incursionar en los mi-
nados campos de la flosofa. Benjamin seala con razn la particular 
recepcin que hizo Schlegel de la flosofa de Fichte. En palabras de 
Diego Snchez Meca:
Si, para Fichte, la intuicin intelectual es pensamiento que engendra 
su  objeto,  para  Schlegel  la  refexin  es  pensamiento  que  engen- 
dra su forma []. Si, para Fichte, la mediacin entre el yo y el mun-
do es la conciencia, para Schlegel es el arte, con lo que el yo, en vez 
de  ponerse  como  conciencia  absoluta,  como  absoluta  subjetividad, 
se  exterioriza,  sale  de  s  mediante  la  comunicacin  y  la  creativi- 
dad, cuyo mdium es el lenguaje como arte, es decir, la poesa (Es-
tudio, 14-15).
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Lo anterior no signifca, como deca Hegel con furia antirromnti-
ca, que el mundo y la historia queden bajo el arbitrio de la subjetivi-
dad del artista, sino que su consistencia est tramada por el lenguaje, 
y su objetividad es apenas un tejido de imgenes y de discursos. No 
resulta esto demasiado cercano a ciertas posturas tericas tardomo-
dernas o posmodernas? As, sobre todo a partir del trabajo de Ben-
jamin,  nuevos  lectores  volvieron  sus  ojos  al  viejo  y  defenestrado 
Schlegel; volvieron a publicarse sus obras, se rescataron inditos, se 
tradujeron ms ampliamente sus escritos (si bien no lo sufciente, por 
lo menos no en espaol) y todo parece indicar que el siglo XXI ser 
ms generoso con l que el XIX, pues ya ahora tenemos trabajos re-
cientes que nos presentan a un Schlegel pionero de la posmodernidad 
y  del  desconstruccionismo,  como  es  el  caso  del  libro  de  Elizabeth 
Milln-Zaibert titulado Friedrich Schlegel and the Emergence of Ro-
mantic Philosophy (SUNY, 2008).
Independientemente de su vnculo con Fichte, Schlegel desarroll 
de  manera  original  una  serie  de  elementos  tericos  del  ideario  ro-
mntico, de los cuales el ms notable es el concepto de irona, que l 
defne ms all de la retrica y el humor como la conciencia clara de 
la agilidad eterna, del caos y de su infnita plenitud (Snchez, Estu-
dio, 159), y que se convirti, a decir de Octavio Paz en Los hijos del 
limo, en pieza clave de la esttica romntica, junto con la analoga.
Muchos de los temas con que he intentado caracterizar el pensa-
miento de Schlegel es posible encontrarlos en su novela Lucinda, que 
a mi juicio funciona como una especie de crisol narrativo de su estti-
ca. De hecho, en el ya mencionado Dilogo sobre la poesa, Schlegel 
titula uno de los apartados Carta sobre la novela y, tras mencionar 
algunos  de  sus  modelos  narrativos  (en  particular  Diderot,  Sterne  y 
Richter), expresa por boca de uno de sus personajes el deseo de es-
cribir una teora de la novela escrita como novela. Creo que Lucinda 
cumple bastante bien con este anhelo.
El carcter escandaloso de dicha obra a su salida se debi, segn 
sus crticos, tanto a sus aspectos ideolgicos por ejemplo, su elogio 
de la voluptuosidad (en especial la femenina) y del ocio (en un mun-
do crecientemente capitalista) como a sus aspectos formales: una 
estructura  literaria  bastante  amorfa,  que  incluye  diversos  registros 
(la carta, el dilogo, la narracin en primera y en tercera personas), 
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su menosprecio por la accin y su apuesta por la refexin y el arre-
bato emocional (principalmente en la expresin amorosa, y que hoy 
puede resultar cursi para muchos lectores). Lo que result subversivo 
para  muchos  de  sus  contemporneos,  como  Hegel,  fue  el  proyecto 
alternativo que Schlegel procur desarrollar, por el cual desvincula-
ba la refexin de las constricciones de un discurso concebido como 
discurso de la verdad, propio de la flosofa acadmica. Nuestro autor 
no busca una verdad ltima e inamovible, sino ms bien, en palabras 
de Snchez-Meca, una experiencia paradjica de la verdad abierta a 
la dimensin imaginaria de lo posible (13). De aqu su recurso a la 
novela, que tampoco era el tipo de novela que se escriba en su poca. 
Ya fuera desde el lado de la flosofa, ya fuera desde el mbito de la 
narrativa, Schlegel quiso romper viejos patrones y experimentar con 
otros nuevos y perecederos.
Al leer este texto notamos que un asunto recurrente es la explora-
cin de la diferencia sexual desde la masculinidad en el marco ideo-
lgico  de  su  poca,  una  bsqueda  que  hoy,  en  tiempos  postfreudia-
nos nos resulta bastante restringida, a veces hasta ingenua. En ella, lo 
femenino, asimilado a la Naturaleza, aparece como superior a lo mas-
culino, aun cuando sea este ltimo quien determine las formas del po-
tencial plstico representado por lo femenino. De manera paradjica, 
en Schlegel parecen convivir el esencialismo y el constructivismo en 
materia sexual, lo que signifca ms bien una novedad en un medio que 
vea la sexualidad como algo dado, y no como algo construido. Tra- 
baja nuestro autor con una visin de sexos complementarios, y se apo- 
ya, en este sentido, en la antigua teora del andrgino, a la cual pro-
bablemente lleg por vas neoplatnicas. Podemos encontrar la mejor 
expresin de estas ideas en el apartado de la novela titulado Fantasa 
ditirmbica sobre la ms bella situacin, donde plantea la maravi-
llosa alegora, plena de sentido, de la conjuncin de lo masculino y de 
lo femenino en una sola y absoluta humanidad (Schlegel, Lucinda, 
13).
En su reivindicacin de la mujer (algo que escandaliz a sus con-
temporneos), Schlegel la incita a liberarse de prejuicios, de falsos pu- 
dores, aunque no a la manera libertina, pues mantiene la institucin ma- 
trimonial en algn punto del encuentro amoroso, en particular cuando 
aparece la maternidad. El autor no cae en la divisin que tanto xito 
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tendra en un siglo XIX crecientemente misgino entre una mujer fr-
gil y otra fatal, entre una celeste y otra telrica, sino que quiere una 
mujer total, compaera del hombre, a la misma altura que ste y quiz 
hasta un poco ms. Para l, la mujer no es slo sujeto ertico, tambin 
sujeto intelectual, generador de ideas, y por esto puede participar en el 
debate, como efectivamente lo hace en su Dilogo sobre la poesa, en 
donde intervienen no slo hombres, como era usual en el gnero, sino 
tambin mujeres, un rasgo de avanzada en el gnero literario del di-
logo si se le compara con sus antecedentes antiguos, como los Di-
logos de Platn, o renacentistas, como Ficino o Len Hebreo, en los 
que nicamente los hombres acceden al coloquio intelectual, y aca- 
so mujeres arquetpicas como Ditima o Sofa.
Ahora bien, no hay que ser ingenuos a la hora de juzgar el encuen-
tro amoroso en Schlegel, que nunca se queda en el nivel bsico de los 
cuerpos, sino que supone un trasfondo flosfco de tipo fchteano en 
el que se impone a la larga un yo, si no absoluto, s masculino, con 
pretensin  andrgina,  vinculado  con  una  empresa  de  conocimiento 
superior. El solipsismo fchteano que impregna a Schlegel encuentra 
su alegora en el mito de Narciso, que no en balde es aludido por el 
pintor Julio, un personaje masculino de la novela, quien seala los ms 
caros objetos perseguidos por su pincel: jovencitas en el momento 
de  tomar  un  bao,  un  muchacho  que  miraba  con  secreta  pasin  su 
propia  imagen  en  las  aguas,  o  una  madre  cariosa  y  sonriente  con 
su adorado nio en los brazos (Schlegel, Lucinda, 78).
Lucinda, quien es inteligente, y que adems representa a la natura-
leza voluptuosa y maternal, se da cuenta de este elemento narcisista 
de su amante, y es as como al fnal de la novela, sin dejarse llevar por 
el arrebato lrico de su enamorado, le responde:
No es a m, Julio, a quien retratas con tan sagrado sentimiento, si bien 
deseo  lamentarme  como  el  ruiseor  y  estoy  lo  siento  en  mi  esen-
cia consagrada por entero a la noche. Eres t, es la maravillosa for 
de tu imaginacin, eternamente tuya, la que ves refejada en m cuando 
desaparece el ajetreo del da, y tu noble espritu deja de distraerse en 
lo ordinario (109).
Esta revelacin alude al trasfondo fchteano del asunto, presente 
no slo en Schlegel sino tambin en otros romnticos, como su gran 
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amigo  Novalis,  quien  asimismo  expresa  narrativamente  el  misterio 
del yo absoluto de Fichte, se que todo lo comprende en s mismo a 
partir de la exterioridad del no-yo; esto es, de la naturaleza, ese velo 
que  esconde  el  rostro  de  Isis  en  su  novela  Los  discpulos  en  Sais, 
publicada  llamativamente  por  los  mismos  aos  de  Lucinda  (1898-
1899). Ah  tambin  el  personaje  principal  realiza  un  autodescubri-
miento por medio de la otredad: Levant el velo de la diosa de Sais. 
Y  qu  vio?  Vio  prodigio  de  prodigios  a  s  mismo.  De  esta 
manera,  el  mbito  del  no-yo  es  el  yo  mismo  todava  no  desvelado 
para s, an no autodescubierto.
Otros  tpicos  valiosos  estn  presentes  en  la  novela  de  Schlegel, 
como el de las amistades masculinas, que tanto dieron de qu hablar 
y de qu escribir en los siglos XVIII y XIX, o el papel del ingenio y de 
la imaginacin, facultades privilegiadas del hombre romntico. Sin 
duda, ha sido una buena decisin poner a circular editorialmente este 
texto de Schlegel.
JOS RICARDO CHAVES
REFERENCIAS
SNCHEZ  MECA,  Diego  (notas  y  trad.),  Estudio  preliminar  a  Frie-
drich Schlegel, Poesa y flosofa, Madrid, Alianza, 1994, 2-43.
SCHLEGEL, Friedrich von, Lucinda, trad. Mara Josefna Pacheco, M-
xico, Siglo XXI, 2007.
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