Rey de los judos Autor:Paulo Arieu
Pilato volvi a entrar en el palacio, llam a Jess y le pregunt: "Eres t el Rey de los judos?" Jess le
contest: "Viene de ti esta pregunta o repites lo que te han dicho otros de m?" Pilato respondi: "Acaso soy yo judo? Tu pueblo y los jefes de los sacerdotes te han entregado a m; qu has hecho?" Jess contest: "Mi realeza no procede de este mundo. Si fuera rey como los de este mundo, mis guardias habran luchado para que no cayera en manos de los judos. Pero mi reinado no es de ac". Pilato le pregunt: "Entonces, t eres rey?" Jess respondi: "T lo has dicho: yo soy Rey. Yo doy testimonio de la verdad, y para esto he nacido y he venido al mundo. Todo el que est del lado de la verdad escucha mi voz". (Jn 18:33-37)
Segn Marcos (15:1-15), Jess es conducido ante Pilato, quien le pregunta si es el rey de los judos. Los sumos sacerdotes le acusan de muchas cosas, de manera genrica, mientras Jess guarda silencio (1-5). A continuacin se narra el intento de Pilato por desbloquear la situacin, liberando a Jess y condenando a Barrabs; ante la presin del pueblo, que pide la crucifixin de Jess, Pilato cede y lo enva a la cruz (6-15). Mateo (27:11-26) se inspira en Marcos, pero aade dos episodios carentes de fundamento histrico: el sueo de la mujer de Pilato (19) y su gesto teatral lavndose las manos y provocando la terrible automaldicin del pueblo judo: Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos (24-25). Lucas (23:1-25) se distancia bastante de Marcos. Presenta a los sumos sacerdotes acusando a Jess de diversos cargos concretos (vv. 2-5) y nos informa de una comparecencia de Jess ante Herodes (6-12). Juan, por su parte, ofrece un relato mas largo y elaborado (18:28-19:16). Se trata de una construccin artificial en la que Pilato va pasando constantemente del interior del palacio, donde dialoga con Jess, al exterior, donde habla con los judos. Aunque ofrece detalles de inters para el historiador, su composicin es una leccin de cristologa que Pilato recibe de Jess. Entre las mltiples acusaciones de que estaba siendo objeto Jess, slo una interesa a Pilato: la de ser "el rey de los judos". Cuando el sanedrn se presenta ante Pilato con Jess, el procurador romano lo nico que le pregunt fue si era el rey de los judos. Todo apunta a que Pilato estaba esperando al predicador itinerante "sumamente peligroso" porque anunciaba un reino distinto del que l representaba y cuyo orden deba mantener (Mar. 15:2-5). El resto de las acusaciones se referan a cuestiones legales internas de tipo religioso. Esto a Pilato le tena sin cuidado. Un "blasfemo" ms no perturba el orden socio-poltico. El ttulo de "rey de los judos" sonaba en los odos del procurador romano a rebelin o levantamiento poltico. Tengamos en cuenta que no exista ya el rey de los judos, sino los tetrarcas que, en nombre de Roma, gobernaban el pas dividido en cuatro partes. (Pilato, adems, no pudo haber formulado la acusacin en los trminos en que nos es presentada, de forma idntica, por los cuatro evangelios. El la hubiese formulado, ms o menos, as: has afirmado que t eres el rey de los judos?).
No hay peor mentira que una verdad a medias. Si de la predicacin de Jess sobre el reino de Dios o el reino de los cielos quitamos las precisiones "de Dios" o "de los cielos", qu queda? Quedaba algo ante lo cual Pilato no poda permanecer impasible. Un hombre predicando un reino dentro de la jurisdiccin romana que l deba tutelar? En esta lnea apunta tambin "el careo" que tuvo Ans con Jess despus de ser arrestado (Jn. 18:13:19-24). Una vez detenido, Jess fue llevado ante Ans, porque era suegro del sumo sacerdote, que era Caifs. La razn dada para llevar a Jess ante Ans, tiene alguna consistencia? No habra que pensar, ms bien, en otra razn de tipo poltico, en la que no quiere entrar el evangelista Juan? Estamos convencidos de que la verdadera causa de aquel "careo", no proceso, era tener la oportunidad para deducir algn motivo que impactase a Pilato y le obligase a reaccionar. Le pregunt dos cosas: por su doctrina y por sus discpulos. Ya hemos visto cmo poda ser tergiversada su doctrina o predicacin sobre el reino de Dios o de los cielos. En cuanto a sus discpulos haba, al menos, un zelota, otros iban armados... Ans acta en esta ocasin como el poltico de turno que se requiere en una negociacin tan difcil como tena que ser la que se estaba consensuando entre el Sanedrn y Roma. La verosimilitud histrica de la acusacin se halla confirmada por el ttulo de la cruz, que contiene dicha acusacin. No existe fundamento alguno para considerar dicho ttulo como una invencin de la comunidad cristiana. Nunca la utiliz como ttulo cristolgico. En todo caso, la comunidad cristiana hubiese hablado del "rey de Israel", puesto que as se haca referencia al pueblo elegido; nunca "rey de los judos", puesto que esta frmula designara una "nacionalidad" -equivaldra, por tanto, a una limitacin en la realeza de Jess y se excluira el pensamiento de la "eleccin"-. Por otra parte, la comunidad cristiana primitiva ya haba precisado el ttulo de Mesas vinculndolo a la pasin-resurreccin, proclamando como Seor al crucificado y resucitado. La respuesta de Jess nos orienta en la misma direccin: el "t lo has dicho" es una circunlocucin muy bien pensada para evitar la contestacin afirmativa a Pilato, ya que, en ella, el ttulo sera necesariamente entendido en sentido poltico y nacionalista. Ante Pilato, Jess identifica su dignidad real con la de testigo de la verdad. Para Jess el ser testigo de la verdad consiste en dar a conocer el amor de Dios hacia los hombres y llevar a los hombres al reino temporal y eterno de Dios. Esa es la verdad real que testimonia Cristo Rey, y con l todos sus verdaderos sbditos, discpulos, cristianos autnticos. Jess es el nico Rey verdadero, principio, conductor y fin de la historia..., centro de la humanidad, gozo del corazn humano y plenitud total de sus aspiraciones (Gaudium et Spes 45). Es Rey de todo lo creado visible e invisible, pues todo es obra suya. Es Rey de amor, de sufrimiento y de gloria. Rey de la vida y la verdad, de la justicia y la paz, del amor y la libertad, de la dignidad humana y la fraternidad universal... Rey crucificado y resucitado, presente y actuante en la historia de la humanidad y de cada persona humana. Los reyes y gobernantes de este mundo se apoyan en los ejrcitos, en las armas, en el dinero, en el poder, en la mentira, en la injusticia, en la represin, en la corrupcin, en la esclavitud, en la violencia, en el odio. Y a menudo edifican el bienestar propio y el de sus pueblos ricos sobre la explotacin y muerte de pueblos pobres. Y no pueden escuchar la palabra de Jess ni comprender su poder fundado en el amor, en el servicio, en la cruz y en la resurreccin. Eso para ellos equivale a fracaso total. Por otra parte Jess, Rey crucificado, desestima la lucha por el poder y las riquezas entre los hombres religiosos al amparo de la religin. El INRI (Jess Nazareno Rey de los Judos) sobre la cabeza de Jess es la mejor vacuna contra la ambicin combinada de poder y riqueza; ambicin que se filtra fcilmente en la Iglesia y en todo cristiano, como les sucedi ya a los primeros discpulos de Cristo. Por perfecto o imperfecto que este fuera, no dudamos que hubo un proceso en el que el prefecto romano condena a Jess a ser ejecutado en una cruz, acusndolo de la pretensin de presentarse como rey de los judos. Las fuentes ofrecen indicios suficientes y el texto de la condena colocado en la cruz lo confirma. El juicio tiene lugar probablemente en el palacio en el que reside Pilato cuando acude a Jerusaln. Es temprano. Siguiendo la costumbre de los magistrados romanos, el prefecto comienza a impartir justicia muy pronto, despus del amanecer. Pilato ocupa su sede en la tribuna desde la que dicta sus sentencias. Varios delincuentes esperan esa maana el veredicto del representante del Csar.
Jess comparece maniatado. Es uno ms. Las autoridades del templo lo han trado hasta aqu. Cuando llega su hora, Pilato no se limita a ratificar el proceso o la investigacin que ha podido llevar a cabo Caifs. No dicta un exequatur, ejectese. Busca su modo propio de plantear el caso. Aunque Jess ha sido entregado como culpable por las autoridades judas, el prefecto desea asegurarse por s mismo si este hombre ha de ser ejecutado. Es l quien impone la justicia del Imperio. Pilato no acta de forma arbitraria. Para juzgar un caso como el de Jess en una provincia del Imperio como era Judea poda elegir entre dos procedimientos vigentes en aquellos momentos. Al parecer no acta siguiendo la prctica de la coertio, que le da potestad absoluta para tomar, en un determinado momento, todas las medidas que juzgue necesarias para mantener el orden pblico, incluso la ejecucin inmediata; se trataba, en realidad, de una actuacin arbitraria legalizada. Por lo que podemos saber, recurre ms bien a la cognitio extra ordinem, que es la prctica seguida de ordinario en Judea por los gobernadores romanos: una forma expeditiva de administrar justicia, en la que no se siguen todos los pasos exigidos en los procesos ordinarios. Basta atenerse a lo esencial: escuchar la acusacin, interrogar al acusado, evaluar la culpabilidad y dictar sentencia. Al parecer, Pilato acta con gran libertad y de manera muy personal al desarrollar la cognitio. Escucha a los delatores, da la palabra al acusado y, prescindiendo de ms pruebas y pesquisas, centra la cuestin en lo que realmente tiene ms inters para l: el posible peligro de agitacin o insurreccin que puede representar este hombre. Esta es la pregunta que se repite en todas las fuentes: Eres t el rey de los judos?. Es cierto que Jess trata de erigirse como rey de esta provincia romana? Esta cuestin es nueva. No se haba planteado con ese contenido poltico ante las autoridades del templo. Desde la perspectiva del Imperio es la pregunta decisiva. Para Pilato, la intervencin de Jess en el templo y las discusiones que pueda haber sobre su condicin de verdadero o falso profeta son, en principio, un asunto interno de los judos. Como prefecto del Imperio, l est ms atento a las repercusiones polticas que puede tener el caso. Este tipo de profetas que despiertan extraas expectativas entre la gente pueden ser a la larga peligrosos. Por otra parte, los ataques al templo son siempre un asunto delicado. Quien amenaza el sistema del templo est tratando de imponer algn nuevo poder. Las palabras de Jess contra el templo y su reciente gesto de amenaza pueden socavar el poder sacerdotal, fiel en estos momentos a Roma y pieza clave en el mantenimiento del orden pblico. La pregunta del prefecto significa un desplazamiento de la acusacin. Si la inculpacin se confirma, Jess est perdido. El ttulo rey de los judos era peligroso. Haban sido los sacerdotes asmoneos los primeros en atribuirse este ttulo, al proclamar la independencia del pueblo judo despus de la rebelin de los Macabeos (143-63 a. e.). Ms tarde fue Herodes el Grande (37-4 a.e.) quien fue llamado rey de los judos, porque as lo nombr el Senado romano. Puede alguien pensar realmente que Jess est intentando restablecer una monarqua como la de los asmoneos o la de Herodes el Grande? Aquel hombre no va armado. No lidera un movimiento de insurrectos ni predica un levantamiento frontal contra Roma. Sin embargo, sus fantasas sobre el imperio de Dios, su crtica a los poderosos, su firme defensa de los sectores ms oprimidos y humillados del Imperio, su insistencia en un cambio radical de la situacin, son una rotunda desautorizacin del emperador romano, del prefecto y del sumo sacerdote designado por el prefecto: Dios no bendice aquel estado de cosas. Jess no es inofensivo. Un rebelde contra Roma es siempre un rebelde, aunque su predicacin hable de Dios. Lo que ms sola preocupar a los gobernantes eran siempre las reacciones imprevisibles de las muchedumbres. Tambin a Pilato. Era verdad que Jess no tena seguidores armados, pero su palabra atraa a las gentes. Estos casos haba que cortarlos de raz, antes de que el conflicto adquiriera mayores proporciones. No era necesario detenerse en las motivaciones religiosas de estos visionarios. Lo sucedido aquellos das en una Jerusaln repleta de peregrinos judos venidos de todo el Imperio, en el explosivo ambiente de las fiestas de Pascua, no augura nada bueno: Jess se ha atrevido a desafiar pblicamente el sistema del templo y, al parecer, algunos peregrinos andan aclamndolo en las calles de la ciudad. Est en peligro el orden pblico: la pax romana. Pilato considera a Jess lo suficientemente peligroso como para hacerlo desaparecer. Basta con ejecutarlo a l. Sus seguidores no forman un grupo de insurrectos, pero conviene que su ejecucin sirva de
escarmiento para quienes suean en desafiar al Imperio. La crucifixin pblica de Jess ante aquellas muchedumbres venidas de todas partes era el suplicio perfecto para aterrorizar a quienes podan albergar alguna tentacin de levantarse contra Roma. Los expertos discuten si la sentencia se basa en el delito de perduellio, es decir, sedicin o ataque grave contra Roma, o ms bien en el de crimen laesae maiestatis populi romani, es decir, dao al prestigio del pueblo romano y de sus mandatarios. Poco importa,Jess es ejecutado por peligroso. Su crucifixin no fue, pues, un lamentable error ni el resultado de un cmulo desgraciado de circunstancias. El profeta del reino de Dios es ejecutado por el representante del Imperio romano por instigacin e iniciativa de la aristocracia local del templo. Unos y otros ven en Jess un peligro. No actan de manera especialmente monstruosa. Muchas veces se acta as con quienes representan una amenaza para los intereses de los poderosos. Tiberio nombraba a sus prefectos para asegurar su imperio en todas las provincias sometidas a Roma. Pilato debe cumplir con su obligacin suprimiendo de raz todo altercado que pueda poner en peligro el orden pblico de Judea. Caifs y su consejo tienen que defender el templo e impedir la intromisin de fanticos difciles de controlar. Los soldados cumplen rdenes. Probablemente, parte de la poblacin de Jerusaln, que no conoca demasiado a Jess y cuya vida depende en buena parte del funcionamiento del templo y la llegada de peregrinos, se deja influir por sus dirigentes y se posiciona contra Jess. Los simpatizantes tienen miedo y se callan. Sus seguidores ms cercanos huyen. El profeta del reino de Dios se queda solo. La razn de fondo est clara. El reino de Dios defendido por Jess pone en cuestin al mismo tiempo todo aquel entramado de Roma y el sistema del templo. Las autoridades judas, fieles al Dios del templo, se ven obligadas a reaccionar: Jess estorba. Invoca a Dios para defender la vida de los ltimos. Caifs y los suyos lo invocan para defender los intereses del templo. Condenan a Jess en nombre de su Dios, pero, al hacerlo, estn condenando al Dios del reino, el nico Dios vivo en el que cree Jess. Lo mismo sucede con el Imperio de Roma. Jess no ve en aquel sistema defendido por Pilato un mundo organizado segn el corazn de Dios. l defiende a los ms olvidados del Imperio; Pilato protege los intereses de Roma. El Dios de Jess piensa en los ltimos; los dioses del Imperio protegen la pax romana. No se puede, a la vez, ser amigo de Jess y del Csar; no se puede servir al Dios del reino y a los dioses estatales de Roma. Las autoridades judas y el prefecto romano se movieron para asegurar el orden y la seguridad. Sin embargo no es solo una cuestin de poltica pragmtica. En el fondo, Jess es crucificado porque su actuacin y su mensaje sacuden de raz ese sistema organizado al servicio de los ms poderosos del Imperio romano y de la religin del templo. Es Pilato quien pronuncia la sentencia: Irs a la cruz. Pero esa pena de muerte est firmada por todos aquellos que, por razones diversas, se han resistido a su llamada a entrar en el reino de Dios
Mateo 27:37 . Colocaron sobre su cabeza una inscripcin con el motivo de su condena: "Este es Jess, el
rey de los judos".
Marcos 15:26 . La inscripcin que indicaba la causa de su condena deca: "El rey de los judos". Lucas 23:38 . Sobre su cabeza haba una inscripcin: "Este es el rey de los judos".
INRI del Cristo de la Veracruz. Estos tres evangelistas fueron ms bien parcos a la hora de referir la inscripcin que pusieron en la cruz de Jess. Sin embargo, veremos que Juan nos inform sobre dicha inscripcin, no solo de su contenido, sino por quin haba sido redactada, los idiomas en los que haba sido escrita, la reaccin de rechazo que provoc en los judos que la leyeron, sus encendidas quejas ante Pilatos, y la posterior negativa de ste a modificar su texto original. Y no penseis que este episodio que nos recuerda Juan carece de significacin e importancia, porque la tiene y mucha.
Pilato redact una inscripcin que deca: "Jess el Nazareno, rey de los judos", y la hizo poner sobre la
cruz. Muchos judos leyeron esta inscripcin, porque el lugar donde Jess fue crucificado quedaba cerca de la ciudad y la inscripcin estaba en hebreo, latn y griego. Los sumos sacerdotes de los judos
dijeron a Pilato: "No escribas: "El rey de los judos", sino: "Este ha dicho: Yo soy el rey de los judos". Pilato respondi: "Lo escrito, escrito est". (Jn. 19:19-22) El latn es un idioma cuya sola entonacin conscita un mayor inters y respeto por parte de todos. El motivo de esta atraccin que sentimos todos por el latn, tambin tiene su explicacin (cmo no) en otra sentencia en latn: "Quid quid latine dictum sit, altum videtur" (cualquier cosa dicha en latn, suena ms profunda). Las ciencias, el derecho, la filosofa, y todo el saber, usan el latn como lengua de apoyo debido a la claridad, rotundidad, y rapidez de conceptos que esta lengua ofrece. "Quod escripsi, escripsi" (lo escrito, escrito est), tal fue la lacnica y tajante respuesta con la que Pilatos se quit de encima a los judos que le pedan que modificara la inscripcin de la cruz. En el mundo antiguo la palabra escrita despertaba temores arcanos, los grandes maestros preferan la palabra a la escritura, el mismo Jess fue un maestro oral que predicaba de viva voz su doctrina y que nunca dej nada escrito por su mano (solo una vez escribi algo en la tierra con su dedo, pero nadie lo ley, en el episodio de la mujer adltera), an sabiendo leer y escribir. Porque lo escrito perduraba de alguna forma en esos smbolos que son las letras, y los que lean podan interpretar de un modo u otro lo escrito. As, lo escrito poda ser objeto de un mal uso o de una mala interpretacin. Y por si fuera poco, para la casta sacerdotal juda lo escrito tena una enorme importancia ligada a su propia tradicin religiosa y a su teologa.
INRI del Cristo de las Almas. Cmo creeis, pues, que se pusieron los judos sanedritas cuando leyeron en la cruz: "Este es el rey de los judos". Pues que les ocurrira tal y como nos lo cuenta Juan en su evangelio; lo primero que hicieron sera ir a ver a Pilatos para exigirle que quitase o cambiase inmediatamente la inscripcin de la cruz. Los judos, que siempre han tenido fama de ser un pueblo muy inteligente, veran con temor como aquellos caracteres escritos sobre la cruz podran perdurar para siempre, y, de algn modo, acompaar el recuerdo de Aquel que ellos estaban crucificando por blasfemo, que podra pasar a la historia como "rey de los Judos" por la mera decisin de un gobernador romano que, arbitrariamente, as decidi redactarlo.
En aquel tiempo, dijo Pilato a Jess:Eres t el rey de los judos? Jess le contest:Dices eso por tu
cuenta o te lo han dicho otros de m?. Pilato replic:Acaso soy yo judo? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a m; qu has hecho?. Jess le contest:Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habra luchado para que no cayera en manos de los judos. Pero mi reino no es de aqu. Pilato le dijo:Conque, t eres rey? Jess le dijo:T lo dices: soy rey.(Jn. 18:33) Jess no le dijo a Pilatos que l era el rey de los judos, sino que era rey de un reino que no era de este mundo. Pilatos impresionado por la personalidad de Jess, pero temeroso de una revuelta juda, sabe que lo condena, poniendo su posible salvacin en manos de sus propios enemigos, dndoles a elegir entre l o Barrabs. Pero tambin, queriendo o sin querer, lo va a proclamar rey de los judos, por escrito y en los tres idiomas ms conocidos en la Judea del siglo I. Y encima hace oidos sordos a las quejas, para ms inri de los sacerdotes judos que ya se teman lo peor, que el ttulo iba a servir para reconocer a Jess por los siglos de los siglos. Conclucin
El reino de Jess no es monopolio de la Iglesia catlica ni de las dems Iglesias. En l tienen cabida todos los que adoran a Dios en espritu y en verdad, todas las personas de buena voluntad, los que buscan y promueven lealmente todo lo bueno, lo verdadero, lo noble y lo justo, los valores del reino de Cristo. Todos aquellos que han sido llamados por Dios a gozar de la salvacin; aquellos pobres de espiritu que han reconocido su necesidad de Dios. Este reino crece incesante e imperceptiblemente en medio de grandes dificultades y persecuciones, pero no puede ser destruido por los poderes de este mundo, como lo intentan una y otra vez, sin xito, desde hace siglos. Solamente los humildes, mansos y sufridos, unidos a su Rey, pueden sostenerlo, hacerlo crecer y llevarlo al xito triunfal y eterno. El reino de Dios, se sostiene por la obra de Cristo en la cruz,hecha una vez y para siempre. Para seguir de verdad a Jesucristo Rey,muerto y rescuitado, sin duda, necesitamos una apertura acogedora y amorosa a la vida, al hombre y a los valores de su Reino, indispensables para una existencia digna en la tierra y ser obedientes a su Palabra escrita. -----------Fuentes
Felipe F. Ramos cit en http://www.mercaba.org/DJN/R/rey_de_los_judios.htm http://www.zenit.org/es/articles/jesucristo-rey-y-testigo-de-la-verdad http://cofrades.pasionensevilla.tv/profiles/blogs/quod-scripsi-scripsi Jose Antonio Pagola, Primera edicin: septiembre 2007, Segunda edIcIn: octubre 2007 Tercera edicIn: noviembre 2007 Diseo: Amparo Hernndez Pereda-Velasco Estudio SM 2007, Jos Antonio Pagola 2007, PPC, Editorial y Distribuidora, SA Impresores, 2 Urbanizacin Prado del Espino 28660 Boadilla del Monte (Madrid) ppceditppceditorial.com www.ppc-editorial.com ISBN 978-84-288-1940-4 Depsito legal: M-46,S4-2007 Impreso en Espaa Printed in Spain Imprime Huertas lndustnas Grfteas, S.A. Queda, pag.379-384