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Elfo 3

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Yuki Fuy
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R. A. Salvatore El Elfo Oscuro 3 ? EL REFUGIO ? <img D:\Documents and Settings\Administrador\FFOutput\drizzt.png> <img D:\Documents and Settings\Administrador\FFOutput\elfo_oscuro.

png> Traduccin de Alberto Coscarelli CRCULO de LECTORES

Ha llegado el momento de citar a las dos personas cuya confianza en m y cuya infl uencia me ayudaron a hacer realidad los relatos de Drizzt. Dedico El refugio a M ary Kirchoff y a J. Eric Severson, editores y amigos, con todo mi agradecimiento . <img D:\Documents and Settings\Administrador\FFOutput\4-9f6f1b061f.png> <img D:\Documents and Settings\Administrador\FFOutput\5-422bdd72ae.png>

<img D:\Documents and Settings\Administrador\FFOutput\520x416xelfos-oscuros-ca baller,PC3,PADa-ligera-520x416.jpg.pagespeed.ic.YJMbzv9IJu.png> Preludio Sentado en la ladera desnuda, el elfo oscuro observaba ansioso mientras la lnea r oja creca sobre el horizonte oriental. sta quizs era la centsima aurora, y conoca bie n el ardor que la luz abrazadora producira en sus ojos lila, ojos que slo haban con ocido las tinieblas de la Antpoda Oscura durante ms de cuatro dcadas. De todas maneras, el drow no se volvi cuando el borde superior del sol llameante asom por el horizonte. Acept la luz como su purgatorio, un dolor necesario si pret enda seguir el camino elegido y convertirse en una criatura del mundo de la super ficie. Un humo gris apareci delante del negro rostro del drow. Saba lo que significaba si n necesidad de mirar. El piwafwi, la capa mgica hecha por los elfos oscuros que t antas veces lo haba protegido de las miradas enemigas en la Antpoda Oscura, haba su cumbido por fin a la luz del da. La magia de la capa haba comenzado a esfumarse ha ca semanas, y la tela sencillamente se disolva. Aparecieron grandes agujeros en la prenda, y el drow se abraz el torso con fuerza dispuesto a salvar lo que pudiese . En cualquier caso saba que era intil; la capa estaba condenada a desaparecer en es te mundo tan diferente del lugar donde la haban creado. El drow la abraz desespera do, quiz porque la vea como una analoga de su propio destino. Se elev el sol, y brotaron las lgrimas de los ojos lila entrecerrados del drow. Ya no poda ver el humo; no distingua ms que el brillo cegador de aquella terrible bol a de fuego. Sin embargo, no se movi y mir durante todo el amanecer. Para sobrevivir tena que adaptarse. Meti la punta del pie en una grieta de la roca y empuj hasta sentir dolor; esto lo ayud a desviar la atencin de sus ojos y disminuir el mareo que amenazaba con domi narlo. Pens en lo gastadas que tena las botas, y comprendi que stas, tambin, no tarda ran en convertirse en polvo. Qu pasara con las cimitarras? Perdera las magnficas armas drows que lo haban salvado d tantas situaciones de riesgo? Cul sera el destino de Guenhwyvar, la pantera mgica q ue era su compaera? Sin darse cuenta, el drow meti una mano en la bolsa para tocar la maravillosa estatuilla, tan perfecta en todos los detalles, que utilizaba pa ra invocar al felino. Su solidez le devolvi la confianza en aquel momento de duda , pero si el talismn tambin haba sido tallado por los elfos oscuros, imbuida de la magia tan particular de sus dominios, estara condenada Guenhwyvar a desaparecer? Me convertir en una criatura lastimosa, se lament el drow en su idioma nativo. Se pr

egunt, no por primera vez y por cierto no la ltima, si haba sido correcta la decisin de abandonar la Antpoda Oscura, de renunciar a la malvada sociedad de los elfos oscuros. Le dola la cabeza, y el sudor aumentaba el escozor de los ojos. El sol prosigui el ascenso, y el drow no pudo aguantar ms. Se levant y camin hacia la pequea cueva que haba adoptado como casa, y una vez ms apoy la mano sobre la estatuilla de la pante ra. Los harapos del piwafwi le colgaban de los hombros, ofrecindole una msera proteccin contra el viento helado de la montaa. No haba vientos en la Antpoda Oscura excepto unas ligeras corrientes provocadas por las fuentes de magma, y nada helado salv o el toque de un monstruo no muerto. El mundo de la superficie, donde el drow ll evaba ya varios meses, lo desconcertaba con tantos cambios, con tantas variables , que a veces le parecan demasiadas. Drizzt Do'Urden no se rendira. La Antpoda Oscura era el mundo de su pueblo, de su familia, y en la oscuridad no encontrara descanso. Fiel a las exigencias de sus p rincipios, haba atacado a Lloth, la reina araa, la deidad malvada que su gente rev erenciaba por encima de la propia vida. Los elfos oscuros, la familia de Drizzt, jams le perdonaran la blasfemia, y en la Antpoda Oscura no haba suficientes refugio s para escapar del castigo. Aun cuando creyera que el sol acabara por abrasarlo, como haba quemado las botas y el precioso piwafwi, aun cuando se convirtiera en algo tan etreo como el humo gr is arrastrado por el viento helado de la montaa, mantendra los principios y la dig nidad, los elementos que haban dado sentido a su vida. Drizzt arranc los trozos de la capa y los arroj a un profundo precipicio. El vient o helado le toc la sudorosa frente, pero el drow camin altivo y orgulloso, la mandb ula firme y los ojos lila bien abiertos. ste era el destino elegido. En la ladera de otra montaa, no muy lejana, otra criatura observaba el sol nacien te. Tambin Ulgulu haba abandonado su lugar de nacimiento, las pestilentes y humean tes grietas que limitaban el plano de Gehenna, pero este monstruo no haba venido por voluntad propia. Era el destino de Ulgulu, su penitencia, crecer en este mun do hasta haber conseguido la fuerza suficiente para regresar a su casa. El oficio de Ulgulu era el asesinato; se alimentaba de la fuerza vital de los dbi les mortales de su alrededor. Ahora, faltndole poco para alcanzar la madurez, era enorme, fuerte y terrible. Cada muerte le daba ms fuerza. PRIMERA PARTE Amanecer Me quem los ojos y me produjo dolores en todo el cuerpo. Destruy mi piwafwi y las botas, rob la magia de la armadura, y debilit mis apreciadas cimitarras. Sin embar go, cada da, sin fallar, yo estaba all, sentado en mi roca, la silla del acusado, esperando el amanecer. Cada da se presentaba ante m de una forma paradjica. No puedo negar el dolor, pero tampoco puedo negar la belleza del espectculo. Los colores, inmediatamente anteri ores a la aparicin del sol, cautivaban mi espritu de una forma que ningn dibujo de las emanaciones de calor en la Antpoda Oscura poda igualar. Al principio, pens que mi arrobamiento era resultado de lo inusitado de la escena, pero incluso ahora, muchos aos despus, siento cmo aumentan los latidos de mi corazn ante el brillo sutil que anuncia el amanecer. Ahora s que mi tiempo al sol la penitencia diaria era algo ms que el mero deseo de a daptarme a las cosas del mundo de la superficie. El sol se convirti en el smbolo d e la diferencia entre la Antpoda Oscura y mi nuevo hogar. La sociedad de la que h aba huido, un mundo de malvados pactos secretos y conspiraciones, no poda existir en los espacios abiertos, a la luz del da. Este sol, a pesar de toda la angustia que me produjo fsicamente, lleg a representa r mi rechazo a aquel otro mundo oscuro. Aquellos rayos de luz reveladora reforza ron mis principios de la misma manera que debilitaron los objetos mgicos fabricad

os por los drows. A la luz del sol, el piwafwi, la capa protectora que haba derrotado las miradas d e los ojos enemigos, la prenda de ladrones y asesinos, se convirti en un montn de harapos inservibles. DRIZZT DO'URDEN 1 Lecciones malolientes Drizzt se desliz ms all de los arbustos que lo ocultaban y cruz la roca lisa y desnu da que llevaba hasta la cueva que ahora le serva de hogar. Saba que algo haba pasad o por all haca poco, muy poco. No haba ninguna huella a la vista, pero el olor era intenso. Guenhwyvar rondaba por las rocas, encima de la cueva en la ladera. Ver a la pant era tranquiliz un poco al drow. Drizzt haba llegado a confiar sin reservas en Guen hwyvar y saba que el felino se encargara de hacer salir de su escondite a cualquie r enemigo emboscado. Drizzt desapareci en el hueco oscuro y sonri al or que la pant era descenda para vigilarle las espaldas. Apenas traspasada la entrada, Drizzt hizo una pausa detrs de una piedra y dej que los ojos se habituaran a la penumbra interior. El sol todava brillaba aunque se h unda deprisa en el cielo occidental, pero en la cueva estaba mucho ms oscuro, lo s uficiente para permitir a Drizzt utilizar la visin infrarroja. Tan pronto como co mplet el ajuste, el drow localiz al intruso. El brillo de una fuente de calor una c riatura viviente emanaba por detrs de otra roca casi en el fondo de la cueva. Driz zt se relaj. Guenhwyvar slo estaba a unos pasos ms atrs, y, a la vista del tamao de l a piedra, el intruso no poda ser una bestia muy grande. De todos modos, Drizzt se haba criado en la Antpoda Oscura, donde todas las criatu ras, con independencia del tamao, eran respetadas y consideradas peligrosas. Hizo una seal a la pantera indicndole que mantuviera la posicin cerca de la entrada y a vanz sigilosamente para poder ver mejor al intruso. Drizzt nunca haba visto antes a este animal. Se pareca mucho a un gato, pero la ca beza era bastante ms pequea y puntiaguda. Su peso no pasaba de unos pocos kilos. E ste hecho, unido a la cola peluda y la piel espesa, indicaban que deba de ser un forrajero ms que un depredador. Ahora revolva un paquete de comida, al parecer aje no a la presencia del drow. Tranquila, Guenhwyvar susurr Drizzt, envainando las cimitarras. Curioso, dio un paso adelante, aunque sin acercarse demasiado para no asustarlo, ilusionado ante la posibilidad de tener otro compaero. Si llegaba a ganarse la c onfianza de... El pequeo animal se volvi bruscamente al or la llamada de Drizzt, y sus cortas pata s delanteras lo llevaron rpidamente hasta la pared. Tranquilo repiti Drizzt con voz suave, esta vez para el intruso . No te har dao. El elfo oscuro avanz otro paso, y la criatura chill y, volvindole la espalda, ara el suelo de piedra con las patas traseras. Drizzt casi se ech a rer, al imaginar que el animal pretenda escalar por la pared t rasera de la cueva. La pantera pas a su lado de un salto, y la sbita desesperacin d e Guenhwyvar borr la expresin de burla del rostro del drow. El animal alz la cola; Drizzt observ que la bestia tena unas rayas blancas en el lo mo. Guenhwyvar gimi y dio media vuelta con la intencin de huir, pero era demasiado tarde Una hora despus, Drizzt y Guenhwyvar recorran los senderos ms bajos de la montaa en busca de una nueva casa. Haban rescatado todo lo que pudieron, aunque no era much o. La pantera se mantena bastante apartada de Drizzt. La proximidad haca que el ol or fuera insoportable. Drizzt lo acept de buen humor, si bien la fetidez del propio cuerpo haca la leccin demasiado maloliente para su gusto. Desde luego desconoca el nombre del pequeo ani mal, pero no olvidara su aspecto. La prxima vez que encontrara una mofeta ira con ms cuidado. Y qu hay de los otros compaeros en este mundo extrao?, se pregunt Drizzt.

No era la primera vez que el drow manifestaba esta preocupacin. Saba muy poco de l a superficie y todava menos de las criaturas que vivan all. Haba pasado meses sin al ejarse de la cueva, con slo algunas excursiones hasta las zonas ms bajas y poblada s. En dichos recorridos haba visto animales, por lo general a lo lejos e incluso algunos humanos. Sin embargo, an no haba tenido el coraje de abandonar el escondit e para saludar a los vecinos, temiendo el rechazo y consciente de que no tena otr o lugar a donde ir. El ruido de una corriente gui al drow y a la pantera hasta un arroyo. Drizzt busc el refugio de la sombra y comenz a quitarse la armadura y la ropa, mientras Guenh wyvar iba corriente abajo a pescar. El chapoteo de la pantera hizo aparecer una sonrisa en las severas facciones del drow. Esa noche comeran bien. Drizzt abri el broche del cinturn y dej las armas junto a la cota de malla. La verd ad es que se senta vulnerable sin la armadura y las cimitarras nunca las habra deja do tan lejos en la Antpoda Oscura pero haban pasado muchos meses sin que necesitara utilizarlas. Mir las cimitarras y revivi el recuerdo agridulce de la ltima vez que las haba usado. En aquella ocasin se haba batido contra Zaknafein, su padre, mentor y querido amig o. Slo Drizzt haba sobrevivido al duelo. El legendario maestro de armas haba desapa recido para siempre, pero el triunfo en aquella batalla se lo haban repartido ent re los dos contendientes, porque no haba sido Zaknafein el que lo haba atacado en los puentes de la caverna llena de cido, sino su espectro controlado por la malva da madre de Drizzt, la matrona Malicia. Ella haba querido vengarse de la blasfemi a del hijo a Lloth y de su rechazo a la sociedad drow en su conjunto. Drizzt haba pasado ms de treinta aos en Menzoberranzan pero nunca haba aceptado los modos perv ersos y crueles que eran la norma en la ciudad drow. Haba sido una fuente de esca rnio para la casa Do'Urden a pesar de su considerable habilidad con las armas. L a huida de la ciudad para vivir exiliado en las regiones salvajes de la Antpoda O scura, signific que su madre, gran sacerdotisa de la reina araa, perdiera el favor de la diosa. En consecuencia, la matrona Malicia Do'Urden haba resucitado el espritu de Zaknafe in, el maestro de armas que ella haba sacrificado a Lloth, y enviado a la cosa no muerta detrs del hijo. Pero Malicia se haba equivocado, porque todava quedaba bast ante del alma de Zak en el cuerpo para negarse a atacar a Drizzt. En el instante en que Zak haba conseguido librarse del control de Malicia, haba soltado un grito de triunfo y saltado al lago de cido. Mi padre, susurr Drizzt, recuperando el nimo con estas sencillas palabras. l triunfara all donde Zaknafein haba fracasado; Drizzt haba rechazado la malvada vida de los drows mientras que Zak haba permanecido sujeto durante siglos, como un si mple pen en los juegos de poder de la matrona Malicia. En el fracaso de Zaknafein y en su muerte, el joven Drizzt haba encontrado fuerza; de la victoria de Zak en la caverna del cido, haba extrado determinacin. Drizzt no haba hecho caso del montn d e mentiras que los viejos maestros de la Academia de Menzoberranzan haban intenta do ensearle, y haba salido a la superficie para comenzar una nueva vida. Drizzt se estremeci cuando entr en el agua helada. En la Antpoda Oscura slo haba cono cido temperaturas casi siempre constantes y una oscuridad invariable. Aqu, en cam bio, el mundo lo sorprenda a cada nuevo paso. Ya haba observado que los perodos de luz y oscuridad no eran constantes; el sol se pona ms temprano cada da y la tempera tura que al parecer cambiaba con las horas descenda desde haca unas semanas. Incluso dentro de estos perodos de luz y oscuridad haba irregularidades. Algunas noches a pareca una esfera plateada, y haba das en los que haba un manto gris en lugar de una cpula celeste por encima de su cabeza. A pesar de todo, Drizzt no se arrepenta de la decisin de venir a este mundo descon ocido. Al mirar las armas y la armadura, colocadas a la sombra a una docena de p asos del lugar donde se baaba, el joven tuvo que admitir que la superficie, pese a todas las rarezas, era mucho ms pacfica que cualquier lugar de la Antpoda Oscura. Ahora estaba muy tranquilo aunque se encontraba en la espesura. Haba pasado cuatr o meses en la superficie y siempre haba estado solo excepto cuando haba invocado a su compaera mgica. Pero ahora se senta vulnerable, desnudo salvo por los pantalone s rotos, con los ojos enrojecidos por las salpicaduras de la mofeta, el sentido del olfato estropeado por el hedor de su propio cuerpo, y su fino odo ensordecido

por el estrpito del agua. Vaya aspecto que debo de tener murmur Drizzt, pasando con fuerza los delgados dedos entre la maraa de su espesa melena blanca. Cuando mir otra vez sus pertenencias, desapareci cualquier otra preocupacin. Cinco figuras encorvadas removan su equipo, y sin duda no les interesaba para nada el a specto desastrado del elfo oscuro. Drizzt observ la piel griscea y los hocicos oscuros de los humanoides de dos metro s de estatura y rostro perruno, pero sobre todo se fij en las lanzas y espadas. C onoca a esta clase de monstruos, porque haba visto criaturas similares que servan c omo esclavos en Menzoberranzan. No obstante, en esta situacin los gnolls parecan d iferentes, ms peligrosos de como los recordaba. Por un momento consider la posibilidad de correr en busca de las cimitarras, pero descart la idea, consciente de que una lanza poda detenerlo antes de conseguir su propsito. El ms grande de la banda, un gigante de casi dos metros y medio y pelo rojo, mir a Drizzt durante un buen rato, observ el equipo, y volvi a mirarlo. En qu piensas? susurr Drizzt para s. Saba muy poco de los gnolls. En la Academia de Menzoberranzan le haban enseado que pertenecan a una raza goblinoide, malvada, imprevisible y muy peligrosa. Lo mismo le haban dicho de los elfos de la superficie y de los humanos, y ahora acababa d e caer en la cuenta de que haban incluido a casi todas las razas excepto la drow. Drizzt casi se ech a rer a carcajadas a pesar del apuro en que se vea. Por una de esas ironas del destino, la raza que ms se mereca el calificativo de malvada era la drow. Los gnolls no hicieron ningn otro movimiento ni pronunciaron palabra alguna. Driz zt entendi su inquietud al ver a un elfo oscuro, y saba que deba aprovecharse de es e miedo natural si quera salvar la vida. El joven apel a las habilidades mgicas inn atas y con un movimiento de su negra mano envolvi a los cinco gnolls en una aureo la de fuego fatuo. Una de las bestias se hinc de rodillas, tal como haba esperado Drizzt, pero los ot ros se detuvieron a una sea de su lder ms veterano. Miraron a su alrededor inquieto s, al parecer preocupados por la conveniencia de mantener este encuentro. El cac ique gnoll conoca el fuego fatuo, de un combate con un infortunado y ahora muerto e xplorador, y saba que era inofensivo. Drizzt tens los msculos y trat de adivinar el prximo movimiento. El cacique gnoll mir a los compaeros, como si quisiera determinar hasta dnde los ro deaba el fuego. A juzgar por la perfeccin del hechizo, el que estaba en el arroyo no era un vulgar campesino drow; esto al menos era lo que Drizzt esperaba que p ensara. El elfo oscuro se relaj un poco cuando el lder baj la lanza y les indic a los dems qu e lo imitaran. Entonces el gnoll ladr una serie de palabras que sonaron a jerigon za en los odos del drow. Al ver la obvia confusin de Drizzt, el gnoll grit algo en la lengua gutural de los goblins. Drizzt entenda la lengua goblin, pero el dialecto del gnoll era tan extrao que slo alcanz a entender unas pocas palabras, amigo y lder entre ellas. Con mucha cautela, Drizzt avanz hacia la orilla. Los gnolls se apartaron, abriend o un sendero hasta sus pertenencias. Drizzt dio otro paso, y se tranquiliz al adv ertir la silueta felina oculta entre los arbustos a muy poca distancia. No tena ms que dar la orden, y Guenhwyvar saltara sobre la banda de gnolls. T y yo caminar juntos? le pregunt al lder gnoll, en la lengua goblin y con un acento q ue pretenda simular el dialecto de la criatura. El gnoll replic con un grito apresurado, y la nica cosa que Drizzt crey entender fu e la ltima palabra de la pregunta: ... aliado?. El drow asinti lentamente, confiado en que haba captado correctamente el significa do. Aliado! ladr el gnoll. Todos los dems sonrieron y rieron aliviados y se palmearon las espaldas. Drizzt l leg junto al equipo, y sin perder un segundo se abroch el cinturn con las cimitarra s. Al ver a los gnolls distrados, el drow mir a Guenhwyvar y movi la cabeza para in dicarle la espesura sendero arriba. Rpida y silenciosamente, la pantera se movi a la nueva posicin. No haba ninguna necesidad de revelar todos los secretos, pens Dri

zzt, al menos hasta comprender a fondo las intenciones de los nuevos compaeros. Drizzt camin con los gnolls por los sinuosos senderos de las estribaciones de la montaa. Las criaturas se mantenan a una distancia prudente, quiz por respeto a Driz zt y a la reputacin de su raza o por alguna otra razn que desconoca. Aunque crea que el motivo era el hedor, que el bao slo haba conseguido disminuir un poco. El lder gnoll no dejaba de decirle cosas, y acentuaba las entusiastas palabras co n un guio astuto o un sbito frotar de las manos peludas. Drizzt no entenda nada de lo que deca la criatura, aunque por la forma de relamerse supona que lo guiaba a a lguna clase de fiesta. El joven adivin muy pronto el destino de la banda, porque a menudo haba observado desde las alturas las luces de la pequea comunidad humana en el valle. Drizzt no tena ninguna prueba referente a cmo eran las relaciones entre los gnolls y los cam pesinos humanos, pero supona que no deban de ser amistosas. Cuando se acercaron a la aldea, adoptaron un despliegue defensivo, y buscaron el cobijo de los arbusto s y las sombras en su avance. Ya era casi de noche. El grupo rode la parte centra l de la aldea para acercarse a una granja aislada en el oeste. El cacique gnoll susurr una frase a Drizzt, muy despacio para que el drow pudiese comprender cada palabra. Una familia dijo . Tres hombres, dos mujeres. Una joven aadi otro ansioso. El cacique gnoll lo acall con un ladrido. Y tres machos jvenes concluy. Drizzt pens que por fin comprenda el propsito del viaje, y la expresin de sorpresa q ue apareci en su rostro impuls al gnoll a sacarlo de dudas. Enemigos declar el lder. Drizzt, que lo desconoca casi todo de las dos razas, se encontraba en un dilema. Los gnolls eran asaltantes esto resultaba evidente y pretendan atacar la granja en cuanto desapareciera la ltima luz del da. El joven no tena intencin de sumarse a la batalla sin conocer la naturaleza del conflicto. Enemigos? pregunt. El jefe gnoll frunci el entrecejo con evidente consternacin. Solt una frase en su j erga en la que Drizzt crey or humano... dbil... esclavo. Todos los gnolls notaron la sbita inquietud del elfo oscuro, y comenzaron a juguetear con las armas y a mirar se los unos a los otros, nerviosos. Tres hombres dijo Drizzt. El cacique agit furioso la lanza. Matar viejo! Cazar dos! exclam. Mujeres? La sonrisa malvada que apareci en el rostro del gnoll respondi a la pregunta con t oda claridad, y Drizzt comenz a comprender cul sera su bando en la pelea. Qu hay de los nios? Mir al lder gnoll a los ojos y recalc las palabras. No poda haber malentendidos. La l tima pregunta sera definitiva. Drizzt poda aceptar el salvajismo tpico entre enemig os mortales, pero era incapaz de olvidar la nica vez que haba participado en una i ncursin. Aquel da haba salvado a una nia elfo, la haba ocultado debajo del cuerpo de la madre muerta para librarla de la furia de sus compaeros drows. De todas las ma ldades que Drizzt haba presenciado, el asesinato de nios era la ms terrible. El gnoll clav la punta de la lanza en el suelo, y su perruno rostro se contorsion en un ansia asesina. No cuentes conmigo dijo Drizzt sencillamente, los ojos lila encendidos. Los gnolls advirtieron que, como por arte de magia, ahora empuaba las cimitarras. Una vez ms el cacique gnoll frunci el hocico, esta vez confundido. Intent levantar la lanza para defenderse, sin saber qu hara este extrao drow, pero fue demasiado ta rde. El ataque de Drizzt fue como un rayo. Antes de que la lanza del gnoll se alzara, el drow avanz con las cimitarras por delante. Los otros cuatro gnolls observaron atnitos cmo los aceros del joven golpeaban dos veces, y destrozaban la garganta d el poderoso jefe. El gigante cay de espaldas en silencio, tratando intilmente de l levarse las manos al cuello. Un gnoll situado en uno de los flancos fue el primero en reaccionar; levant la la

nza y carg contra Drizzt. El gil drow desvi sin problemas el ataque directo pero tu vo la precaucin de no frenar el impulso del gnoll. Cuando la enorme criatura pas a su lado, Drizzt la rode y descarg un puntapi contra los tobillos. Perdido el equil ibrio, el gnoll se tambale, y la lanza fue a clavarse en el pecho de uno de los c ompaeros. El gnoll tirone de la lanza, pero estaba muy hundida, con la dentada cabeza sujet a a la columna vertebral de la vctima. Al gnoll no le preocupaba el compaero morib undo, slo quera recuperar el arma. Tir, sacudi, retorci, maldijo y escupi el torturado rostro del herido, hasta que una cimitarra le hendi el crneo. Otro de los gnolls, al ver al drow distrado, decidi que era mejor atacar a distanc ia y alz la lanza para arrojarla. Subi el brazo bien alto, pero antes de que pudie se lanzarla, Guenhwyvar cay sobre l; el gnoll y la pantera rodaron por el suelo. L a criatura descarg los puos contra los musculosos flancos del animal, pero de nada le sirvieron contra las garras de la pantera. En la fraccin de segundo que Drizz t tard en desembarazarse de los tres gnolls muertos a sus pies, el cuarto integra nte de la banda yaca cadver entre las patas del felino. El quinto haba huido. Guenhwyvar se libr del abrazo del gnoll muerto. Los grciles msculos de la pantera t emblaban ansiosos mientras esperaba la orden. Drizzt observ la carnicera a su alre dedor, la sangre en las cimitarras y las expresiones de horror en los rostros de los muertos. Quera acabar con todo esto, porque saba que se encontraba en una sit uacin que sobrepasaba su experiencia; se haba interpuesto en el camino de dos raza s que le eran prcticamente desconocidas. Tras pensarlo un momento, lo nico que vea claro era la voluntad del cacique gnoll de asesinar a los nios humanos. Haba demas iado en juego. Se volvi hacia Guenhwyvar. Ve tras l dijo con tono decidido. El gnoll corri por el sendero, la mirada enloquecida mientras imaginaba formas os curas detrs de cada rbol o piedra. Drow! repeta una y otra vez, como si la palabra fuese un acicate para la huida . Drow! row! Casi sin aliento, el gnoll lleg a un bosquecillo entre dos paredes de roca cortad as a pico. Tropez con un tronco cado, resbal y se lastim las costillas contra las pi edras filosas cubiertas de musgo, aunque las magulladuras no retrasaran a la ater rorizada criatura. Saba que lo perseguan, notaba una presencia que se deslizaba en tre las sombras justo fuera de su campo visual. Cuando se acerc al final de la arboleda, en medio de la oscuridad, el gnoll descu bri un par de ojos amarillos resplandecientes que lo miraban. El gnoll haba visto al compaero abatido por la pantera y no le result difcil saber qu era aquello que le cerraba el paso. Los gnolls eran monstruos cobardes, pero podan luchar con una tenacidad sorprende nte cuando los acorralaban. Lo mismo ocurri ahora. Al comprender que no tena escap atoria desde luego no poda retroceder en direccin al elfo oscuro , el gnoll gru y lanz a pesada lanza. El gnoll oy algo que se arrastraba, un golpe y un chillido de dolor cuando la lan za dio en el blanco. Los ojos amarillos desaparecieron por un instante, y despus un bulto se escurri hacia un rbol. Se mova muy cerca del suelo, casi como un gato, pero el gnoll advirti en el acto que no era la pantera. Cuando el animal herido s e encaram en el rbol y mir al agresor, el gnoll lo reconoci. Mapache! exclam el gnoll, y se ech a rer . Escapaba de un mapache! El gnoll sacudi la cabeza y descarg todo su regocijo en un estruendoso resoplido. Ver al mapache le haba proporcionado una cierta tranquilidad, aunque no poda olvid ar lo ocurrido. Ahora tena que llegar a la madriguera e informar a Ulgulu, su gig antesco amo goblin, su cosa-dios, de la presencia del drow. Dio un paso para recuperar la lanza, y se detuvo bruscamente al presentir un mov imiento detrs. Poco a poco, volvi la cabeza. Poda ver su hombro y la piedra cubiert a de musgo. El gnoll permaneci inmvil. No se mova nada a sus espaldas, no haba ningn sonido en el bosquecillo, pero la bestia saba que all haba algo. El goblinoide jadeaba al tiemp o que abra y cerraba las manos. De pronto dio media vuelta y rugi. El grito de rabia se convirti en otro de terror cuando la pantera salt sobre l desde una rama baja.

El impacto lo tumb en el suelo, pero no era una criatura enclenque. Sin hacer cas o de las terribles heridas que le producan las zarpas, el gnoll sujet la cabeza de Guenhwyvar en un intento desesperado por impedir que las fauces mortales se cer raran sobre la garganta. La lucha del gnoll se prolong durante casi un minuto; los brazos le temblaban por la presin de los poderosos msculos del cuello de la pantera. Por fin la cabeza se acerc, y Guenhwyvar alcanz el objetivo. Los grandes dientes se hundieron en la ga rganta del gnoll y cortaron la respiracin de la bestia condenada. El gnoll se retorci enloquecido y en sus esfuerzos consigui ponerse encima de la p antera. Guenhwyvar lo dej hacer, imperturbable, sin aflojar la presin de sus mandbu las. Al cabo de unos pocos minutos, cesaron los movimientos.

2 Cuestiones de conciencia Drizzt dej que su visin pasara al espectro infrarrojo, la visin nocturna que le per mita ver las variaciones de calor con tanta claridad como vea los objetos a la luz del da. Para sus ojos, las cimitarras resplandecan con el calor de la sangre fres ca, y los destrozados cadveres de los gnolls desparramaban su calor en el aire. El joven intent mirar en otra direccin, observar el sendero por el que haba partido Guenhwyvar a la caza del quinto gnoll, pero cada vez, la mirada volva a los gnol ls muertos y a la sangre en las armas. Qu he hecho? se pregunt Drizzt en voz alta. Realmente, no lo saba. Los gnolls haban hablado de matar nios, un pensamiento que d espertaba la ira en su interior, pero qu saba l del conflicto entre los gnolls y los humanos de la aldea? Tal vez los humanos, incluso los nios humanos, eran monstru os. Quizs haban atacado el poblado gnoll y asesinado sin piedad. Tal vez los gnoll s pretendan contraatacar porque no tenan otra eleccin, porque tenan que defenderse. Drizzt apart la mirada de la horrible escena y de pronto ech a correr en busca de Guenhwyvar, confiando en poder alcanzar a la pantera antes de que matara al quin to gnoll. Si poda encontrar a la criatura y capturarla, quiz consiguiera algunas r espuestas. Se movi con paso gil y elstico, sin hacer apenas ruido mientras cruzaba los matorra les a lo largo del sendero. Poda ver sin problemas las huellas del gnoll y tambin las de Guenhwyvar, que le segua el rastro. Cuando por fin lleg al bosquecillo an es peraba tener xito. El corazn le dio un vuelco al ver a la pantera echada junto al l timo gnoll. Guenhwyvar mir a Drizzt con curiosidad mientras el joven se acercaba evidentement e nervioso. Qu hemos hecho, Guenhwyvar? susurr Drizzt. La pantera inclin la cabeza como si no le h ubiese entendido . Quin soy yo para juzgar quin debe morir? aadi, ms para s mismo que el felino. Se apart de Guenhwyvar y del gnoll muerto y se acerc a un arbusto fron doso donde poder limpiar la sangre de las cimitarras . Los gnolls no me atacaron c uando me tuvieron a su merced en el arroyo. Y les he pagado derramando su sangre . Drizzt se volvi hacia Guenhwyvar mientras haca esta proclama, como si esperara y h asta deseara que la pantera le reprochara su conducta, que lo condenara para as j ustificar su culpa. Guenhwyvar no se haba movido antes y tampoco lo hizo ahora. L os grandes ojos de la pantera, con un brillo amarillo verdoso en la oscuridad, n o taladraron a Drizzt, no lo acusaron por las acciones cometidas. Drizzt comenz a protestar, en un deseo de refocilarse en la culpa, pero la tranqu ila aceptacin de Guenhwyvar se mantuvo inclume. En la poca en que haban vivido solos en las profundidades de la Antpoda Oscura, cuando Drizzt haba cedido a los impuls os salvajes que lo llevaban a matar, Guenhwyvar lo haba desobedecido en algunas o casiones, incluso haba llegado a marcharse al plano astral por propia voluntad. A hora, en cambio, no daba ninguna seal de sentirse descontenta. Guenhwyvar se leva nt, sacudi el cuerpo para limpiar la sedosa piel negra de polvo y hojas y, acercndo se a Drizzt, lo frot con el morro. Poco a poco, Drizzt se relaj. Limpi las cimitarras nuevamente, esta vez en la hier ba espesa, y las guard en las vainas; despus puso una mano sobre la enorme cabeza

de Guenhwyvar como una expresin de afecto. Ellos mismos se sealaron como malvados musit el drow como un consuelo . Sus intencione s forzaron mi intervencin. A su tono le faltaba conviccin, pero por el momento, Drizzt no poda hacer otra cos a que creerlo. Respir con fuerza para tranquilizarse y busc en su interior la fuer za que necesitara. Al comprender que Guenhwyvar llevaba a su lado mucho tiempo y que necesitaba regresar al plano astral, meti la mano en la bolsa colgada del cin turn. Antes de que Drizzt pudiera sacar la estatuilla de nice de la bolsa, la pantera l evant una pata y le apart la mano. Drizzt mir a Guenhwyvar sorprendido, y el felino estuvo a punto de derribarlo al recostarse contra l. Mi leal amiga! exclam Drizzt, al ver que la pantera deseaba permanecer a su lado a p esar del agotamiento. Sac la mano de la bolsa y, rodilla en tierra, abraz a Guenhwyvar. A continuacin, se alejaron del bosquecillo. Drizzt no durmi aquella noche, sino que se dedic a mirar las estrellas y a pensar. Guenhwyvar percibi su angustia y no se apart mientras sala y se pona la luna, y, cu ando Drizzt se levant para ir a saludar el nuevo da, Guenhwyvar lo acompa. Encontrar on una cresta en las estribaciones y se sentaron a contemplar el espectculo. Ms abajo se apagaban las ltimas luces en las ventanas de la aldea agrcola. El horiz onte se ti de rosa y despus de rojo, pero el joven se distraa con otra cosa. Su mira da buscaba las casas; su mente intentaba descubrir la actividad habitual de esta comunidad desconocida y al mismo tiempo encontrar una justificacin para los epis odios del da anterior. Saba que los humanos eran campesinos, y tambin trabajadores diligentes porque much os de ellos ya se encontraban en los campos. Si bien esto pareca prometedor, Driz zt no poda hacer suposiciones sobre el comportamiento general de la raza humana. Entonces, a medida que la luz del da iluminaba progresivamente las construcciones de madera de la aldea y los grandes campos cultivados, Drizzt tom una decisin. Tengo que saber ms, Guenhwyvar dijo con voz suave . Si yo..., si nosotros queremos pe rmanecer en este mundo, tendremos que aprender cmo son nuestros vecinos. Drizzt asinti al reflexionar sobre sus palabras. Ya haba comprobado, dolorosamente , que no poda ser un observador neutral de la actividad del mundo de la superfici e. A menudo la conciencia lo impulsaba a la accin, con una fuerza que no poda resi stir. Sin embargo, con un conocimiento tan escaso de las razas que poblaban esta regin, poda equivocarse con mucha facilidad. Poda hacer dao a algn inocente, en abie rta contradiccin con los principios que aspiraba a sostener. El drow se protegi los ojos de la luz matutina y contempl la aldea lejana como si buscase una respuesta. Ir all le comunic a la pantera . Ir all, y mirar para poder aprender. Guenhwyvar permaneci inmvil escuchando al drow. Si la pantera aprobaba o no, o siq uiera si comprenda las intenciones de Drizzt, era algo que el joven no poda saber. Pero esta vez Guenhwyvar no hizo ningn movimiento de protesta cuando Drizzt sac l a estatuilla de nice. Al cabo de unos segundos, la gran pantera corra por el tnel q ue conduca a su casa en el plano astral, y Drizzt caminaba en direccin a la aldea humana en busca de respuestas. Slo hizo una pausa, junto al cadver del gnoll, para recoger la capa de la criatura. Lo avergonzaba despojar al muerto, pero el fro d e la noche le record que la prdida del piwafwi poda tener consecuencias serias. Hasta este momento, el conocimiento que tena Drizzt de los humanos y su sociedad era muy limitado. En las profundidades de la Antpoda Oscura, los elfos oscuros te nan poca comunicacin con los habitantes de la superficie y sentan poco inters por el los. La nica vez que Drizzt haba escuchado hablar de los humanos en Menzoberranzan haba sido en la Academia, durante los seis meses pasados en Sorcere, la escuela de hechiceros. Los maestros drows haban advertido a los estudiantes contra el emp leo de la magia como lo hacen los humanos, dando a entender un peligroso descuido por parte de la otra raza. Los hechiceros humanos haban dicho los maestros tienen tantas ambiciones como los ma gos drows, pero mientras que un drow puede emplear cinco siglos en conseguir sus objetivos, un humano slo dispone de unas pocas dcadas. Drizzt no haba olvidado las implicaciones de aquella afirmacin y las tena muy prese

ntes en los ltimos meses, cuando vigilaba la aldea de los hombres casi a diario. Si todos los humanos, no slo los hechiceros, eran tan ambiciosos como la mayora de los drows fanticos capaces de gastar medio milenio en conseguir sus metas , estaran c onsumidos por una obstinacin rayana en la neurastenia? En cualquier caso, Drizzt no perda la esperanza de que las historias que haba escuchado sobre los humanos en la Academia slo fuesen otra de las tantas mentiras habituales que cercaban a su sociedad en una red de intrigas y paranoias. Quiz los humanos fijaban las metas a un nivel ms razonable y encontraban alegra y satisfaccin en los pequeos placeres de cada da de su corta existencia. Drizzt slo haba conocido a un humano durante los viajes por la Antpoda Oscura. Aque l hombre, un mago, se haba comportado de una forma irracional, imprevisible, y po r ltimo peligrosa. El mago haba transformado a un pek, una inofensiva y pequea cria tura humanoide, en un monstruo horrible. Cuando Drizzt y sus compaeros haban ido a la torre del mago para enmendar el hechizo, haban sido recibidos con un rayo mor tfero. Al final, el humano haba muerto y el amigo de Drizzt, Clak, el pek, no se h aba podido librar del tormento. La experiencia haba dejado a Drizzt con un regusto amargo. El comportamiento del hombre pareca confirmar las advertencias de los maestros drows. Por lo tanto, Dri zzt avanzaba ahora cauteloso hacia el establecimiento humano, apesadumbrado por el creciente temor de que tal vez haba cometido un error al matar a los gnolls. Drizzt escogi observar la misma granja aislada en la parte occidental de la aldea que los gnolls pensaban atacar. Se trataba de un edificio alargado de una sola planta con una puerta y varias ventanas con postigones. En el frente haba un porc he. Un poco ms all estaba el granero de dos plantas, con puertas dobles del tamao s uficiente para permitir el paso de una carreta. Haba unos cuantos cercados de dif erentes tamaos y materiales, algunos con gallinas y cerdos, otro con una cabra y varios con hileras de plantas que Drizzt no conoca. El patio limitaba con los campos de cultivo por tres lados, pero la parte traser a de la casa daba a la ladera de la montaa cubierta de matorrales, rboles y rocas. Drizzt eligi como puesto de observacin un pino cercano a una de las esquinas post eriores del edificio, desde donde poda ver la mayor parte del patio, y se instal o culto por las ramas bajas del rbol. Los tres hombres adultos de la casa Drizzt supuso por el parecido que eran tres g eneraciones trabajaban en los campos, demasiado lejos de los rboles como para pode r distinguir muchos detalles. Ms cerca de la casa, una nia casi adolescente y tres nios menores se ocupaban de sus menesteres, cuidaban las gallinas y los cerdos y arrancaban hierbas del huerto. Trabajaban por separado y casi sin conversar, y Drizzt no averigu gran cosa de las relaciones familiares. Cuando una mujer robust a con el mismo pelo de color trigo que los nios apareci en el porche y toc una camp ana enorme, los pequeos trabajadores dieron rienda suelta a su espritu. Con fuertes gritos y alaridos, los tres nios corrieron hacia la casa, demorndose sl o lo necesario para tirar verduras podridas contra la hermana mayor. En un prime r momento, Drizzt crey que el bombardeo era el preludio de un conflicto ms serio; pero al ver que la muchacha les corresponda de la misma manera, comprendi que slo s e trataba de un juego. Al poco rato, el ms joven de los hombres del campo, probablemente el hermano mayo r, lleg al patio a la carrera, dando gritos y esgrimiendo una azada de hierro. La muchacha chill entusiasmada con la llegada de este nuevo aliado y los tres nios c orrieron hacia el porche. El joven fue ms veloz; alcanz al ms pequeo de los tres, lo alz en brazos y lo arroj de cabeza al abrevadero de los cerdos. A todo esto, la mujer con la campana sacuda la cabeza y soltaba una retahla interm inable de protestas. Una mujer anciana, de cabellos canos y delgada como una est aca, sali de la casa y, colocndose junto a la primera, sacudi una cuchara de madera con gesto amenazador. Al parecer satisfecho, el joven rode con un brazo los homb ros de la muchacha y siguieron a los dos nios al interior de la vivienda. El terc er nio sali del agua fangosa y se dispuso a seguirlos, pero la cuchara de madera l o mantuvo a raya. Drizzt no entenda ni una sola palabra de lo que decan, aunque supona que las mujere s mayores no estaban dispuestas a permitir la entrada del ms pequeo hasta que se s ecara. El pequeo alborotador musit algo contra la anciana de la cuchara cuando ell

a le volvi la espalda y entr en la casa. Los otros dos hombres, uno con una espesa barba gris y el otro afeitado, llegaro n del campo y se acercaron al nio por detrs mientras protestaba. Una vez ms, el nio vol por los aires y aterriz estrepitosamente en el abrevadero. Contentos con su pr oceder, los hombres entraron en la casa, donde los recibieron con gritos de aleg ra. El nio empapado solt un quejido y ech un poco de agua a los morros de un cerdo q ue se haba acercado a investigar. Drizzt lo observ todo asombrado. No haba visto nada concluyente, pero el comportam iento juguetn de la familia y la resignacin del perdedor del juego le dieron nimos. Presenta un espritu de unidad en el grupo, con todos los miembros trabajando por una meta comn. Si esta granja era un reflejo de toda la villa, entonces el lugar sin duda se parecera a Blingdenstone, la ciudad comunal de los enanos de las prof undidades, y no a Menzoberranzan. La tarde transcurri casi de la misma manera que la maana, con una mezcla de trabaj o y juego en toda la granja. La familia se retir temprano, y apagaron las lmparas poco despus del crepsculo. Por su parte, Drizzt se adentr un poco ms en la espesura de la ladera para reflexionar sobre lo que haba visto. Todava no poda estar seguro de nada, pero aquella noche durmi ms tranquilo, olvidada s por completo las dudas referentes a la muerte de los gnolls. Durante tres das el drow permaneci en las sombras detrs de la granja, contemplando los trabajos y los juegos de la familia. La intimidad del grupo se haca cada vez ms evidente, y en las ocasiones en que se produca una pelea en serio entre los nios , el adulto ms cercano se apresuraba a separarlos y actuaba de mediador para esta blecer la paz. Invariablemente, al cabo de un rato los enemigos volvan a jugar ju ntos. Drizzt ya no tena dudas. Cuidado con mis armas, bandidos, les susurr una noche a las silenciosas montaas. El joven drow renegado haba decidido que si cualquier gnoll o goblin o una criatura de alguna otra raza intentaba atacar a esta familia o a su s propiedades, tendran que vrselas primero con las cimitarras de Drizzt Do'Urden. Drizzt comprenda el riesgo que corra observando a la familia. Si los campesinos ad vertan su presencia cosa posible , sin duda se espantaran. Sin embargo, en este momen to de su vida, Drizzt estaba dispuesto a aceptarlo, e incluso una parte de l dese aba que lo descubriesen. Muy temprano por la maana del cuarto da, antes del amanecer, Drizzt comenz la ronda diaria por las colinas y bosques que rodeaban la granja solitaria. A la hora qu e regres al puesto habitual, la granja estaba en plena actividad. El joven se ins tal cmodamente en un lecho de musgo y contempl el cielo despejado. Menos de una hora despus, una figura solitaria sali sigilosa de la casa y camin en direccin al drow. Se trataba del nio ms Pequeo, el mocoso rubio que pareca pasar tant o tiempo en el abrevadero, generalmente contra su voluntad. Drizzt se ocult detrs del tronco de un rbol cercano, sin saber cules eran las intenc iones del chico. Comprendi casi de inmediato que no lo haba visto, porque el nio en tr en la espesura, dijo alguna cosa en direccin a la granja por encima del hombro y trep por la ladera, silbando alegremente. Drizzt adivin entonces que el chico ha ba decidido eludir las obligaciones, y casi lo aplaudi por su independencia. En ca mbio le pareci poco prudente que se alejara de la casa en un terreno tan peligros o. El nio no poda tener ms de diez aos; era delgado y de aspecto delicado, con grand es e inocentes ojos azules que espiaban por debajo de los rizos rubios. El drow dej pasar unos segundos para que el nio le sacara ventaja y ver si alguien lo segua , y despus fue tras l dejndose guiar por el silbido. El nio continu la marcha ladera arriba sin desviarse, y el elfo oscuro fue tras l u n centenar de pasos ms atrs, dispuesto a salvarlo de cualquier peligro. En los tneles de la Antpoda Oscura, Drizzt habra podido acercarse al pequeo o a un go blin o prcticamente a cualquiera y palmearle el trasero antes de ser descubierto. P ero despus de slo media hora de persecucin, los movimientos y los cambios imprevist os en la velocidad de marcha, unido al hecho de que ya no silbaba, alertaron a D rizzt de que el chico saba que lo seguan. Preocupado por la posibilidad de que el nio hubiese advertido la presencia de un tercero, Drizzt llam a Guenhwyvar con la estatuilla de nice y, tras enviarla en un a maniobra de rodeo, reanud la marcha con cautela.

Un momento ms tarde, cuando escuch el grito angustiado del nio, el drow desenvain la s cimitarras y se olvid de cualquier precaucin. No poda entender qu deca pero el tono de desesperacin era inconfundible. Guenhwyvar! llam el drow, para que la pantera volviera a su lado. Como no poda esperarla, prosigui la carrera. El sendero suba por una cuesta empinada, sala de improviso de los rboles y acababa en el borde de un barranco de unos seis metros de ancho. Un tronco serva de puent e, y, colgado casi en el otro extremo, se encontraba el nio. Sus ojos se abrieron considerablemente al ver aparecer al elfo oscuro, cimitarras en mano. Tartamude unas palabras que Drizzt no entendi. Un sentimiento de culpa invadi a Drizzt cuando vio al nio en peligro: el pobre se hallaba en apuros a causa de su persecucin. El barranco no era profundo no ms que s u ancho , pero la cada acababa en rocas puntiagudas y zarzas. En un primer instante , Drizzt vacil, pillado de sorpresa por el sbito encuentro y las inevitables conse cuencias; despus se olvid de los problemas personales. Envain las cimitarras y, cru zando los brazos sobre el pecho como seal de paz, puso un pie en el tronco. El chico tena otras ideas. Tan pronto como se recuper de la conmocin de ver al extr ao elfo, se encaram al borde opuesto y apart el tronco del soporte. Drizzt retroced i de un salto mientras el tronco caa al fondo. Entonces el drow comprendi que el nio nunca haba estado en peligro, sino que haba simulado el riesgo para hacer salir a l perseguidor. De paso, si el perseguidor era un miembro de la familia, la aagaza podra haberle evitado el castigo. Ahora era Drizzt el que estaba en una situacin comprometida, pues lo haban descubi erto. Intent pensar en la manera de comunicarse con el nio, explicar su presencia y calmar su miedo. Pero el chico no esper sus explicaciones. Con los ojos muy abi ertos y espantados, trep por la ladera por un sendero que al parecer conoca muy bie n y desapareci en la espesura. Espera! grit en lengua drow, aunque saba que el nio no poda entenderle y que tampoco s detendra de haberlo hecho. Una sombra negra pas rauda junto al elfo y cruz el barranco con un poderoso salto. Guenhwyvar trot silenciosamente por el otro lado y sigui al nio por el matorral. Guenhwyvar! llam otra vez Drizzt, en un intento por detener a la pantera. No saba cul sera la reaccin del animal ante el nio. Que l supiese, Guenhwyvar slo hab onocido a un humano, el mago que haban matado sus compaeros. Drizzt busc la manera de cruzar el barranco. Poda descender hasta el fondo, cruzarlo y subir por la otr a pared, pero tardara demasiado. Drizzt retrocedi unos cuantos pasos, tom carrerilla y salt al vaco, apelando a los p oderes de levitacin innatos mientras saltaba. No pudo disimular el alivio al comp robar que su cuerpo se liberaba de la atraccin de la tierra. No haba utilizado la levitacin desde que haba salido a la superficie. El hechizo no tena mucha utilidad para un drow en campo abierto. Poco a poco el impulso lo llev cerca del otro bord e. Comenz a concentrarse para bajar, pero el hechizo desapareci bruscamente y Driz zt cay en picado. No hizo caso de los golpes en la rodilla y del fallo de la levi tacin, y ech a correr mientras le gritaba a Guenhwyvar que se detuviese. El elfo s e tranquiliz cuando encontr a la pantera. Guenhwyvar estaba tendida en un claro, c on una zarpa sobre la espalda del nio, tendido boca abajo. El prisionero gritaba D rizzt supuso que peda ayuda pero pareca ileso. Ven, Guenhwyvar dijo Drizzt, sin alzar la voz . Dejemos al nio en paz. La pantera bostez perezosa y obedeci; cruz el claro a paso lento para colocarse jun to al amo. El nio permaneci tendido durante un buen rato. Entonces, se arm de coraje y se leva nt de pronto, para despus volverse y mirar al elfo oscuro y a la pantera. Todava ma ntena los ojos muy abiertos, casi en una caricatura de terror, que destacaban en el rostro cubierto de tierra. Qu eres? pregunt el nio en la lengua comn humana. Drizzt abri los brazos para indicar e no comprenda. Llevado por un impulso, se golpe el pecho con un dedo y replic: Drizzt Do'Urden. Observ que el chico se mova poco a poco; primero retroceda un pie y despus corra el o tro para ponerlo a la par. El elfo no se sorprendi, y esta vez se asegur de contro lar a la pantera, cuando el pequeo dio media vuelta y ech a correr como alma que l

leva el diablo, mientras gritaba con cada zancada: Socorro! Un drizzit! Drizzt mir a Guenhwyvar y encogi los hombros, y la pantera pareci imitar el movimie nto. 3 Los cachorros Nathak, un goblin alto y delgado, avanz lentamente por la empinada pendiente roco sa, dominado por el miedo. El goblin tena que informar de sus hallazgos no poda ocu ltar la muerte de cinco gnolls , pero la pobre criatura dudaba mucho que Ulgulu o Kempfana recibieran la noticia con agrado. Sin embargo, qu poda hacer? Poda escapar, cruzar al otro lado de la montaa y perderse en la espesura. Pero esto pareca toda va peor porque el goblin saba muy bien lo vengativo que era Ulgulu. El gigantesco amo de piel prpura poda arrancar un rbol con las manos, hacer polvo la roca de la c averna y partirle sin esfuerzo el cuello a un goblin desertor. Cada paso lo haca temblar a medida que Nathak pasaba ms all de los arbustos y entra ba en la pequea cueva de acceso a la caverna de su amo. Ya era hora de que volvieras le reproch uno de los dos goblins presentes Llevas dos da s fuera! Nathak slo asinti y respondi con fuerza. Qu quieres? pregunt el tercer goblin . Has encontrado a los gnolls? El rostro de Nathak palideci al escuchar la pregunta, y por mucho que intent respi rar pausadamente no consigui controlar el tembleque. Ulgulu est dentro? pregunt con una vocecita. Los dos centinelas intercambiaron una mirada y se volvieron hacia Nathak. Encontraste a los gnolls dijo uno de ellos, que adivin el problema . Gnolls muertos. Ulgulu tendr un disgusto coment el otro, y, apartndose, cada uno de ellos levant una p arte de la pesada cortina que separaba la cueva de la sala de audiencias. Nathak vacil y mir hacia atrs, como si reconsiderara la situacin. Quizs escapar no se ra tan malo. Los centinelas goblins sujetaron al larguirucho compaero y de un empu jn lo hicieron entrar en la sala; despus cruzaron las lanzas detrs de Nathak para i mpedirle la retirada. Nathak se las arregl para recuperar en parte la compostura al ver que era Kempfan a, no Ulgulu, el que ocupaba la enorme silla al otro lado de la sala. Kempfana s e haba ganado la reputacin entre los goblins de ser el ms tranquilo de los dos herm anos, si bien Kempfana haba devorado el nmero suficiente de criados como para gana rse el respeto. Kempfana casi no se fij en la entrada del goblin, ocupado como es taba en una animada conversacin con Lagerbottoms, el gordo gigante de la colina q ue haba sido el anterior ocupante de la caverna. Nathak cruz la sala arrastrando los pies, y atrajo las miradas del gigante y del enorme goblinoide de piel prpura, casi tan grande como el gigante de la colina. S, Nathak dijo Kempfana, que silenci al gigante con un gesto de su mano antes de que pudiese protestar . Cul es tu informe? Yo..., yo tartamude Nathak. En los ojos de Kempfana apareci de pronto un resplandor naranja, seal inequvoca de peligro. Encontr a los gnolls balbuce Nathak . Muertos. Asesinados. Lagerbottoms solt un gruido amenazador, pero Kempfana apret con fuerza el brazo del gigante de la colina para recordarle que l estaba al mando. Muertos? pregunt el monstruo en voz baja. Nathak asinti. Kempfana lamentaba la muerte de unos esclavos tan valiosos, pero los pensamiento s del cachorro de barje se centraban en la inevitable furia de su hermano cuando supiese la novedad. No tuvo que esperar mucho. Muertos! grit una voz tan poderosa que casi parti la roca de la caverna. Las tres criaturas de la sala se agacharon instintivamente y se volvieron a tiem po para ver cmo la enorme piedra que serva de puerta a otra habitacin volaba por lo s aires. Ulgulu! chill Nathak, y el pequeo goblin se ech de cara al suelo, sin atreverse a mira r.

La gigantesca criatura goblinoide de piel prpura entr como una tromba en la sala d e audiencias, los ojos convertidos en una mancha de furia naranja. Con tres zanc adas, Ulgulu se coloc junto al gigante de la colina, y de pronto Lagerbottoms par eci muy pequeo y vulnerable. Muertos! rugi una vez ms Ulgulu, rabioso. Lamentaba la prdida de la pequea banda de gnolls porque, a medida que se reduca la tribu de goblins muertos por los humanos de la aldea o por otros monstruos, o dev orados por Ulgulu durante sus habituales ataques de furia , aqullos se haban convert ido en los nicos que podan traer alimento a la guarida. Kempfana mir disgustado a su hermano mayor. Los dos cachorros de barje haban venid o juntos al plano material, para comer y crecer. Ulgulu no haba tardado en autopr oclamarse jefe, y devoraba a las vctimas ms fuertes, con lo cual ganaba en tamao y fuerza. Por el color de la piel de Ulgulu, y por el volumen y potencia, era obvi o que el cachorro muy pronto se encontrara en condiciones de regresar a los humea ntes y apestosos valles de Gehenna. Kempfana no vea la hora de que llegara ese da. Sin Ulgulu, l sera el jefe; podra come r y hacerse fuerte. Entonces, podra escapar del interminable perodo de crecimiento en este plano horrible, podra regresar y competir entre los barjes de su plano d e existencia. Muertos repiti Ulgulu en un gruido . Levntate, goblin inmundo, y dime cmo! Quin les to a mis gnolls? No lo s gimi el goblin, cuando por fin consigui ponerse de rodillas . Los gnolls han mu erto, acuchillados y descuartizados. Ulgulu se balance sobre los talones de sus enormes pies blandos. Los gnolls haban ido a atacar una granja con rdenes de regresar con el granjero y el hijo mayor. A quellos dos humanos crecidos habran fortalecido considerablemente al gran barje, quizs hasta el punto de hacerle alcanzar el nivel de maduracin que necesitaba para volver a Gehenna. Ahora, tras el informe de Nathak, Ulgulu tendra que enviar a L agerbottoms, o tal vez ir l mismo, aunque esto presentaba el riesgo adicional de que, al ver al gigante o al monstruo de piel prpura, los humanos podan organizarse . Tephanis! rugi Ulgulu de pronto. En la pared ms lejana, opuesta a la puerta por donde Ulgulu haba hecho su estrepit osa aparicin, se desprendi una piedra pequea y cay. La cada slo fue de unos pocos palm os, pero en el tiempo que tard la piedra en llegar al suelo, un trasgo esmirriado sali del agujero que le serva de dormitorio, cruz los seis metros de la sala de au diencias y trep por el costado de Ulgulu para sentarse muy orondo en el inmenso h ombro del barje. Me-has-llamado, s-lo-has-hecho, mi-amo zumb Tephanis, a una velocidad de vrtigo. Los dems ni siquiera haban advertido la entrada del trasgo, que meda sesenta centmet ros de estatura. Kempfana se volvi y sacudi la cabeza asombrado. Ulgulu solt la carcajada. Le encantaba ver el espectculo ofrecido por Tephanis, su sirviente ms valioso. Tephanis perteneca a una rama de los trasgos que poda movers e en una dimensin que trascenda el concepto normal del tiempo. Dotado de una energa inagotable y una agilidad que avergonzaba al ms experto ladrn halfling, poda reali zar una infinidad de tareas que otras razas ni siquiera podan intentar. Ulgulu se haba hecho amigo de Tephanis a poco de llegar al plano material el trasgo era el n ico de los diversos ocupantes de la caverna al que el barje no haba querido domin ar y este vnculo le haba dado al joven cachorro una clara ventaja sobre su hermano. Tephanis buscaba las posibles vctimas, y Ulgulu saba exactamente cules deba devorar y cules dejar a Kempfana, y saba qu deba hacer para vencer a aquellos aventureros q ue eran ms fuertes que l. Querido Tephanis ronrone Ulgulu con un sonido parecido al de una sierra . Nathak, el pobre Nathak el goblin no pas por alto las implicaciones del tono me ha informado q ue mis gnolls han sufrido una terrible desgracia. Y - t - quieres - que - vaya - y - vea - lo - que - les - ha - pasado, mi - amo repl ic Tephanis. Ulgulu tard un momento en descifrar la frase porque las palabras le haban sonado c omo una sola, despus asinti ansioso. Ahora-mismo-mi-amo. No-tardar-nada-en-regresar.

Ulgulu not un ligero temblor en el hombro, y, antes de que l o cualquiera de los d ems pudiese entender lo que Tephanis haba dicho, la pesada cortina que separaba la sala del vestbulo flotaba otra vez en la posicin de reposo. Uno de los centinelas goblins asom la cabeza slo por un instante, para ver si Ulgulu o Kempfana lo haban llamado, y enseguida volvi a su puesto, convencido de que el movimiento de la co rtina haba sido cosa del viento. Ulgulu volvi a soltar la carcajada. Kempfana lo mir disgustado: odiaba al trasgo y lo habra matado haca mucho, de no ser por los beneficios futuros, en la suposicin de que Tephanis trabajara para l cuando Ulgulu regresara a Gehenna. Nathak comenz a retroceder poco a poco con la intencin de salir de la sala sin lla mar la atencin, pero Ulgulu lo detuvo con una mirada. Te agradezco la informacin dijo el barje. Nathak se relaj, pero slo por el tiempo que tard Ulgulu en estirar una de sus manazas, coger al goblin por la garganta y lev antarlo en alto . Pero me habras sido ms til si te hubieses molestado en averiguar qu les pas a mis gnolls. Nathak balbuce una excusa y casi perdi el sentido, y, cuando ya tena medio cuerpo m etido en la boca de Ulgulu, el pobre goblin dese haberlo perdido. Frotar el trasero alivia el ardor, frota que frota y se va el dolor. Liam Thistled own recitaba la letana una y otra vez para olvidarse del intenso dolor que senta d ebajo de los calzones, una letana que sus travesuras le hacan repetir a menudo. Si n embargo, esta vez era diferente, porque Liam tena que reconocer que efectivamen te haba descuidado sus obligaciones. Pero el drizzit era real gru Liam, desafiante, en voz alta. Como una respuesta a la afirmacin, se abri la puerta del cobertizo y entraron Shaw no, el tercero de sus hermanos mayores, y Eleni, la nica hermana. Te lo tienes bien merecido le reproch Eleni con su mejor voz de hermana mayor . No has tenido suficiente con escaparte cuando haba trabajo que hacer sino que adems has vuelto a casa contando cosas increbles! El drizzit era real protest Liam, al que no le gustaba la actitud maternal de Eleni. Ya tena demasiados problemas con los padres para tener que soportar los aires de su hermana . Negro como un yunque y con un len tan oscuro como l. Callaos! les advirti Shawno . Si pap se entera de que estamos aqu nos azotar a los tre Es verdad! exclam Liam, demasiado fuerte, y Shawno le dio un bofetn. Los tres se volvieron, plidos de miedo, cuando la puerta se abri de par en par. Ven aqu! susurr Eleni con voz spera sujetando a Flanny por el cuello. ste era mayor qu Shawno, pero tres aos menor que Eleni. Shawno, siempre preocupado por todo, ech u n vistazo para comprobar que no haba nadie en el exterior, y despus cerr la puerta sin hacer ruido . No se espa a la gente! Y cmo poda saber que estabais aqu? replic Flanny . Vena con la intencin de jorobar a . Mir a Liam, retorci la boca y movi los dedos como las patas de una araa . Soy el driz it, que se come a los nios pequeos. Liam le volvi la espalda, pero Shawno no se asust. Vamos, cllate! le dijo a Flanny, acompaando las palabras con un coscorrn en la cabeza del hermano mayor. Flanny dio media vuelta dispuesto a devolverle el golpe, pero Eleni se interpuso entre los dos. Basta! grit Eleni, tan fuerte que los tres varones Thistledown se llevaron un dedo a la boca para reclamar silencio. El drizzit era real insisti Liam . Puedo probarlo si no tenis demasiado miedo. Los tres hermanos lo miraron curiosos. Liam era un mentiroso de tomo y lomo, per o qu poda ganar ahora con mentir? El padre no haba credo a Liam y esto daba por acaba do el tema de los castigos. Aun as, el pequeo insista, y su tono les dio a entender que poda haber algo de cierto. Cmo puedes probarlo? pregunt Flanny. Maana no tenemos que trabajar contest Liam . Iremos a buscar moras a la montaa. Mam y pap no nos dejarn ir intervino Eleni. No pondrn pegas si conseguimos que Connor nos acompae dijo Liam, que se refera al her mano mayor. Connor no te creer! afirm Eleni. Pero te creer a ti! exclam Liam, con tanto bro que provoc un chistido de todos los dem

Pues yo no te creo! declar Eleni en voz baja . No dejas de inventar cosas, de meterte en los y de contar mentiras para librarte del castigo. Liam se cruz de brazos y tacone impaciente para acallar la regaina de su hermana. Puedes decir lo que quieras la interrumpi, incapaz de aguantarse , pero me creers si co nsigues que Connor nos acompae! Vamos, por favor, pdeselo le rog Flanny a Eleni, aunque Shawno, preocupado por las p osibles consecuencias, sacuda la cabeza para manifestar su oposicin. Y despus de subir a la montaa, qu? pregunt Eleni como una aprobacin tcita y una invi a que Liam les diera ms detalles. Liam sonri satisfecho y apoy una rodilla en tierra; alis un poco el serrn en el suel o para dibujar un mapa aproximado de la zona donde haba encontrado al drizzit. El p lan era sencillo: Eleni, ocupada en recoger moras, sera el cebo. Los cuatro varon es la seguiran en secreto y vigilaran mientras ella simulaba torcerse un tobillo o cualquier otra lesin. Los gritos de socorro atraeran al drizzit; no haba motivos par a dudar que acudiera a socorrer a una joven bonita en apuros. Eleni protest enrgic amente; no la entusiasmaba hacer de lombriz en el anzuelo. Pero si t no crees que exista se apresur a recordarle Liam. Su sonrisa, que dejaba al descubierto el agujero donde le faltaba un diente, le demostr a la muchacha que su terquedad la haba acorralado. De acuerdo, lo har! refunfu Eleni . Y no creo en tu drizzit, Liam Thistledown! Pero es real y me muerde, te las vers conmigo! Dicho esto, Eleni dio media vuelta y sali furiosa del cobertizo. Liam y Flanny escupieron en las palmas de sus manos, y despus se volvieron para m irar amenazadores a Shawno hasta que l super sus reticencias. Entonces los tres he rmanos entrechocaron las palmas ensalivadas en un gesto de triunfo. Cualquier de sacuerdo entre ellos se esfumaba cuando alguno descubra algo con que molestar a E leni. Ninguno de ellos le habl a Connor de que planeaban cazar al drizzit. Fue Eleni la q ue se encarg de recordarle los muchos favores que le haba hecho y le prometi que co nsiderara pagada la deuda si l aceptaba acompaarlos a recoger moras. La astuta much acha se haba asegurado antes de que Liam prometiera que se hara cargo de la deuda de Connor si no encontraban al drizzit. Connor trat de zafarse del compromiso, con la excusa de que tena que herrar a una de las yeguas, pero nunca haba podido resis tirse a la mirada de los azules ojos y a la amplia sonrisa de su hermana, y la p romesa de Eleni de olvidar la considerable deuda sell su destino. Con la bendicin de los padres, Connor gui a los nios montaa arriba. Los pequeos llevaban cubos y l un a espada barata enganchada al cinturn. Drizzt advirti el engao mucho antes de que la hija del granjero avanzara sola entr e las zarzamoras. Tambin vio a los cuatro muchachos, agachados a la sombra de un bosquecillo. Connor sujetaba la espada de forma bastante torpe. Saba que el ms pequeo los haba llevado all. El da anterior, el drow haba visto cmo lo rastraban hasta el cobertizo. Los gritos de drizzit! haban acompaado a cada correazo, al menos al principio. Ahora el empecinado chiquillo quera demostrar que haba dic ho la verdad. De pronto la muchacha dej de recoger moras, se tir al suelo y grit. Drizzt reconoci la palabra Auxilio!; era la misma que haba empleado el chico rubio, y una sonrisa ap areci en el rostro oscuro. Por la forma ridcula de la cada, Drizzt comprendi el jueg o. La joven no estaba herida; slo intentaba que apareciera el drizzit. Drizzt sacudi la cabeza, asombrado por la inocencia de la trampa, y se volvi dispu esto a marcharse, pero lo domin un impulso. Mir hacia las zarzas, donde la muchach a se frotaba el tobillo, sin dejar de mirar hacia donde se ocultaban sus hermano s. Una necesidad irresistible surgi en su pecho. Cunto tiempo llevaba solo, como un vagabundo solitario? En aquel momento ech de menos a Belwar, el enano que lo haba acompaado en tantas aventuras por las profundidades de la Antpoda Oscura. Aor a Zak nafein, su padre y amigo. Ver el comportamiento de los hermanos era ms de lo que Drizzt Do'Urden poda soportar. Haba llegado la hora de que Drizzt conociera a los vecinos. El drow se cubri la cabeza con la capucha de la capa del gnoll, aunque la prenda desgarrada no serva de mucho para ocultar su verdadera naturaleza, y corri a travs del campo. Tena la esperanza de que, si al menos poda suavizar la reaccin inicial d

e la muchacha al verlo, quizs encontrara una manera de establecer la comunicacin, a unque era mucho suponer. El drizzit! jade Eleni cuando lo vio aparecer. Quera gritar, pero no tena aliento. Quera correr, pero el terror la retena. Desde el bosquecillo, Liam habl por ella. El drizzit! grit el nio . Os lo haba dicho! Os lo haba dicho! Mir a los hermanos. La reaccin entusiasmada de Flanny y Shawno era la que esperaba . En cambio, el rostro de Connor mostraba una expresin de miedo tan profundo que con slo verla se esfum la alegra de Liam. Por todos los dioses! susurr el mayor de los hijos Thistledown. Connor haba recorrido las montaas con el padre y haba aprendido a reconocer a los enemigos. Ahora mir a los tres hermanos menores y musit una sola palabra que no aclar nada a los inexper tos nios : Drow. Drizzt se detuvo a una docena de pasos de la aterrorizada muchacha, la primera m ujer humana que haba visto de cerca, y la observ. Eleni era bonita, de ojos grande s y expresivos, las mejillas con hoyuelos, y la piel suave y dorada. Comprendi qu e no representaba ninguna amenaza. Le sonri y cruz los brazos sobre el pecho, sin hacer movimientos bruscos. Drizzt la corrigi, sealndose. Con el rabillo del ojo advirti que algo se mova por un costado y se volvi. Corre, Eleni! grit Connor Thistledown, mientras corra espada en alto hacia el drow . Es un elfo oscuro! Un drow! Corre! De todo lo que Connor haba gritado, Drizzt slo entendi la palabra drow. Sin embargo, la actitud y la intencin del joven resultaban muy claras, porque Connor se interp uso entre Drizzt y Eleni, con la punta de la espada apuntando al elfo. Eleni con sigui ponerse de pie detrs de su hermano, pero no escap como l le haba dicho. Ella ta mbin haba escuchado hablar de los malvados elfos oscuros, y no estaba dispuesta a dejar que Connor se le enfrentara a solas. Vete, elfo oscuro gru Connor . Soy un espadachn experto Y mucho ms fuerte que t. Drizzt extendi las manos en un gesto de indefensin, sin entender ni una palabra. Lrgate! chill Connor. Llevado por un impulso, Drizzt intent contestar con el cdigo mudo de los drows, un complicado lenguaje de manos y gestos faciales. Cuidado, prepara un hechizo! grit Eleni, y se zambull entre las zarzas. Connor solt un alarido y carg. Antes de que Connor pudiese hacer nada, Drizzt lo sujet por el antebrazo, utiliz l a otra mano para retorcerle la mueca y quitarle la espada, hizo girar el arma tre s veces por encima de la cabeza de Connor, la lanz al aire, la cogi por la hoja cu ando caa y se la devolvi al muchacho por el mango. Drizzt abri los brazos y sonri. Segn la costumbre drow, semejante muestra de superi oridad sin herir al oponente representaba el deseo de amistad. En cambio, en el hijo mayor del granjero Bartholemew Thistledown, la fulgurante exhibicin del drow slo inspir an ms terror. Connor permaneci inmvil, boquiabierto, durante un buen rato. Dej caer la espada sin darse cuenta, y tampoco advirti que acababa de orinarse en los pantalones. Un grito de espanto surgi por fin de la garganta de Connor. Sujet la mano de Eleni , que se uni al grito, y juntos escaparon hacia el bosquecillo para buscar a los dems, y despus corrieron todos juntos hasta cruzar el umbral de su casa. De pronto Drizzt se haba quedado solo entre las zarzamoras con la sonrisa en los labios y los brazos extendidos. Unos ojos muy atentos haban vigilado el episodio con gran inters. La inesperada ap aricin de un elfo oscuro, cubierto con la capa de un gnoll, explicaba muchas de l as cosas que quera saber Tephanis. El trasgo haba examinado los cadveres de los gno lls, y lo haba intrigado la limpieza de las heridas mortales de los gnolls, que n o podan haber sido hechas con las armas vulgares que usaban los campesinos. Al ve r las magnficas cimitarras colgadas en el cinturn del elfo oscuro y la facilidad c on que haba desarmado al joven labriego, Tephanis descubri la verdad. El rastro que dej el trasgo habra confundido a los mejores exploradores de los Rei nos. Tephanis, que nunca haca nada directamente, subi por los senderos montaosos, r ode unos cuantos rboles, corri arriba y abajo por los troncos de otros, y en genera

l dobl, e incluso triplic, la ruta. La distancia jams haba sido un problema para Tep hanis; se present ante el barje de piel prpura antes de que Drizzt, ocupado en ana lizar las implicaciones del desastroso encuentro, se marchara del campo de zarza moras.

4 Preocupaciones La opinin del granjero Bartholemew Thistledown cambi radicalmente cuando Connor, e l hijo mayor, design al drizzit de Liam como un elfo oscuro. El granjero Thistledow n haba pasado sus cuarenta y cinco aos de vida en Maldobar, una aldea cincuenta ki lmetros ms arriba sobre el ro Orco Muerto, al norte de Sundabar. El padre de Bartho lemew haba vivido aqu, y tambin su abuelo antes que l. En todo ese tiempo la nica not icia que los granjeros Thistledown haban tenido de los elfos oscuros haba sido el relato de una supuesta incursin drow contra un pequeo campamento de elfos salvajes a unos ciento sesenta kilmetros hacia el norte, en Coldwood. Aquella incursin, si es que haba sido obra de los drows, haba ocurrido haca alrededor de una dcada. La f alta de experiencia personal con la raza drow no disminuy los temores del granjer o Thistledown al escuchar el relato de los hijos de aquel primer encuentro en el bosquecillo de zarzamoras. Connor y Eleni, dos jvenes con edad suficiente para c onservar la calma en momentos de crisis, haban visto al elfo de cerca, y no tenan dudas sobre el color de la piel. Lo nico que no acabo de entender le dijo Bartholemew a Benson Delmo, el gordo y ale gre alcalde de Maldobar, y a varios otros granjeros reunidos en su casa aquella noche es por qu el drow dej que los nios se marcharan. No soy un experto en materia de elfos oscuros, pero he odo lo suficiente respecto a ellos como para esperar un comportamiento distinto. Quiz Connor se comport en su ataque mucho mejor de lo que cree apunt Delmo con mucho tacto. Todos haban escuchado el relato de cmo el drow haba desarmado al muchacho. Liam y l os otros nios Thistledown, excepto el pobre Connor, desde luego, disfrutaban horr ores repitiendo la historia. Por mucho que apreciara el voto de confianza del alcalde, Connor sacudi la cabeza enfticamente ante la sugerencia. Me venci admiti Connor . Quiz se aprovech de mi estupor al verlo, pero me venci... lim mente. Cosa nada fcil se apresur a decir Bartholemew, para evitar cualquier burla de los pr esentes . Todos hemos visto cmo pelea Connor. Precisamente el invierno pasado mat a t res goblins y a los lobos en que cabalgaban! Clmate, Thistledown! quiso tranquilizarlo el alcalde . Nadie duda del valor de tu hijo . Tengo mis dudas sobre la identidad del enemigo! vocifer Roddy McGristle, un hombre g rande y peludo como un oso, que era el ms experimentado del grupo en cuestiones g uerreras. Roddy pasaba ms tiempo en las montaas que atendiendo su granja, un traba jo reciente que no le agradaba mucho. Cada vez que alguien pona precio a la cabez a de un orco, era siempre Roddy el que se llevaba la mayor tajada, a veces ms que todos los dems del pueblo juntos . No levantes tanto el copete le dijo Roddy a Conn or cuando el muchacho quiso erguirse dispuesto a protestar con vehemencia . S lo qu e has dicho que has visto, y creo que has visto lo que dices. Pero t lo llamas dr ow y ese ttulo significa mucho ms de lo que crees. Si hubiera sido un drow lo que encontraste, dira que ahora t y toda tu familia estarais muertos en aquel bosquecil lo de zarzamoras. No, no era un drow, segn creo, pero hay otras cosas en esas mon taas que podran hacer lo que t dices que hizo esa cosa. Dinos cules intervino Bartholemew enfadado, con poco aprecio por las dudas que Rodd y haba echado sobre el relato del hijo. La verdad era que a Bartholemew no le gustaba Roddy. El granjero Thistledown tena una familia respetable, y, cada vez que el vulgar y vocinglero Roddy McGristle les haca una visita, a Bartholemew y a su esposa les costaba muchos das de esfuerz os recordarles a los nios, especialmente a Liam, cul era el comportamiento correct o.

Roddy se limit a encogerse de hombros, sin ofenderse por el tono de Bartholemew. Goblins, trolls, quizs un elfo del bosque que tom demasiado el sol. La carcajada que solt despus de estas palabras, burlndose de la seriedad de los pre sentes, sacudi al grupo. Entonces cmo podemos estar seguros? dijo Delmo. Lo sabremos averigundolo ofreci Roddy . Maana por la maana seal a cada uno de los ho entados a la mesa de Bartholemew iremos all a ver qu encontramos. Dicho esto y dando por cerrada la reunin, Roddy golpe la mesa con las manos y se p uso de pie. Cuando lleg a la puerta de la casa, se volvi y dirigi una sonrisa casi desdentada y un guio exagerado al grupo. Muchachos, no olvidis las armas! La risotada de Roddy reson en los odos de los hombres mucho despus de la marcha del rudo montas. Podramos llamar a un vigilante propuso uno de ellos mientras los desanimados granje ros se disponan a irse . He odo decir que hay uno en Sundabar, una de las hermanas d e la dama Alustriel. Es un poco pronto para eso respondi el alcalde Delmo, borrando todas las sonrisas d e optimismo. Crees que es demasiado pronto cuando hay drows de por medio? apunt rpidamente Barthol emew. Vayamos primero con McGristle replic . Si hay alguien capaz de averiguar algo en las montaas, es l. Se volvi hacia Connor y le dijo conciliador : Creo en tu relato, Connor . Pero tenemos que asegurarnos antes de pedir una ayuda de alguien tan distingui do como la hermana de la dama de Luna Plateada. No era un goblin ni un elfo del bosque manifest Connor en voz baja, en un tono dond e se mezclaba el enojo y la vergenza. Bartholemew palme la espalda del hijo, sin dudar de su relato. En la cueva de la montaa, tambin Ulgulu y Kempfana haban pasado una noche inquieta por la aparicin de un elfo oscuro. Si es un drow, entonces es un aventurero experimentado le coment Kempfana al herman o . Quiz con la experiencia suficiente como para que Ulgulu alcance la madurez. Y de regreso a Gehenna! exclam Ulgulu acabando la frase del taimado hermano . No ves l a hora de que desaparezca. T tambin ansias el momento de volver a los valles humeantes le record Kempfana. Ulgulu gru como nica respuesta. La aparicin del elfo oscuro planteaba muchas conside raciones y miedos ms all de la sencilla declaracin lgica de Kempfana. Los barjes, co mo todas las criaturas inteligentes en casi todos los dems planos de existencia, conocan a los drows y sentan un prudente respeto por la raza. Si bien un solo drow poda no plantear muchos problemas, Ulgulu saba que una partida de guerreros drows , quizs incluso un ejrcito, poda resultar desastrosa. Los cachorros no eran invulne rables. La aldea humana les haba permitido capturas fciles a los cachorros barjes y poda ofrecerles unas cuantas ms durante un tiempo si Ulgulu y Kempfana no abusab an de los ataques. Pero si se presentaba una banda de elfos oscuros, las presas fciles podan desaparecer muy deprisa. Tenemos que resolver el asunto del drow seal Kempfana . Si es un explorador, no debe v olver a informar. Ulgulu dirigi una mirada helada al hermano, y llam al trasgo. Tephanis grit, y el trasgo apareci sobre su hombro antes de que pudiese acabar de de cir el nombre. Quieres-que-vaya-y-mate-al-drow, mi-amo dijo el trasgo . Comprendo-lo-que-quieres-qu e-haga. No! grit Ulgulu en el acto, consciente de que el trasgo pretenda marcharse al instant e. Tephanis ya se encontraba a medio camino de la puerta cuando Ulgulu acab de pr onunciar la slaba, pero regres al hombro del barje antes de que se apagara la ltima nota del grito . No repiti Ulgulu, ms tranquilo . Quiz se puede ganar algo con la prese ncia del drow. Un nuevo enemigo para los aldeanos afirm Kempfana, que haba entendido la intencin de su hermano en cuanto vio la sonrisa malvada en su rostro . Un nuevo enemigo para cu brir los asesinatos de Ulgulu? Todo se puede convertir en ventajas repuso el gigantesco barje de piel prpura con u

na mueca perversa , hasta la aparicin de un elfo oscuro. Ulgulu volvi la atencin a Tephanis. Quieres-saber-ms-cosas-del-drow, mi-amo dijo Tephanis, excitado. Est solo? pregunt Ulgulu . Es el explorador de un grupo ms grande, como tememos, o un rrero solitario? Cules son sus intenciones respecto a la gente de la aldea? El-drow-pudo-haber-matado-a-los-nios repiti Tephanis . Supongo-que-busca-amistad. Lo s gru Ulgulu . Ya lo has dicho antes. Ahora ve y averigua ms! Necesito algo ms qu uposiciones, Tephanis, y todos saben que las acciones de un drow nunca descubren sus verdaderas intenciones! Tephanis abandon el hombro de Ulgulu e hizo una pausa , a la espera de ms instrucciones . Por cierto, querido Tephanis ronrone Ulgulu , ocpate de conseguir una de las armas del drow. Podra resultar til... Ulgulu se call al advertir el movimiento en la pesada cortina que cerraba la entr ada. Un personaje la mar de nervioso coment Kempfana. Pero muy til replic Ulgulu, y el hermano no pudo menos que asentir. Drizzt los vio venir desde un kilmetro de distancia. Diez granjeros armados segui dos por el joven que haba conocido en el bosquecillo de zarzamoras el da anterior. Charlaban y rean mientras caminaban, pero el paso era decidido y exhiban las arma s, obviamente listas para ser usadas. Ms peligroso pareca el personaje que marchab a un tanto separado del grupo, un hombre muy fornido y de rostro serio, abrigado con pieles gruesas, cargado con un hacha de primera y acompaado por dos grandes mastines de pelo amarillo sujetos con cadenas. Drizzt quera establecer nuevos contactos con los aldeanos, deseaba de todo corazn continuar los hechos que haba puesto en movimiento el da antes y saber si, despus d e tanto tiempo, haba encontrado un lugar al que pudiese llamar hogar, pero compre ndi que el encuentro que se avecinaba no prometa mucho. Si los granjeros lo encont raban, sin duda habra problemas, y, aunque no lo preocupaba su propia seguridad a nte la banda de desarrapados, incluido el guerrero de rostro serio, tema que algu no de los labriegos acabase herido. El drow decidi que deba eludir al grupo y desviar su curiosidad. Conoca la diversin perfecta para conseguir sus objetivos. Coloc la estatuilla de nice en el suelo y l lam a Guenhwyvar. Un zumbido a su lado, seguido por un sbito movimiento de la maleza, distrajo al d row slo por un momento mientras se formaba la niebla habitual alrededor de la fig urilla. Drizzt no advirti la presencia de nada peligroso, y se olvid del tema. Tena problemas ms urgentes, pens. Cuando lleg Guenhwyvar, Drizzt y la pantera bajaron por el sendero ms all del bosqu ecillo de zarzamoras, donde el elfo supona que los aldeanos comenzaran la caza. El plan era sencillo: dejara que los labriegos rondaran la zona por un rato, permit ira que el hijo del granjero repitiera el relato del encuentro. Entonces Guenhwyv ar hara una aparicin cerca del bosquecillo y guiara al grupo en una persecucin intil. La visin de la pantera negra poda plantear algunas dudas sobre el relato del jove n; probablemente los mayores supondran que los nios haban topado con el felino y no con un elfo oscuro y que la imaginacin haba provisto el resto de los detalles. No dejaba de ser un riesgo, pero como mnimo, Guenhwyvar poda sembrar algunas dudas r eferentes a la existencia del elfo oscuro y alejar a los cazadores durante un ti empo. Los granjeros llegaron al bosquecillo de zarzamoras a tiempo, algunos serios y d ispuestos para el combate, pero la mayora entretenidos en charlar y rer. Encontrar on la espada cada, y Drizzt observ cmo el hijo del campesino relataba el episodio d el da anterior. Tambin vio que el portado del hacha casi no escuchaba el relato, y caminaba alrededor del grupo con los perros, sealando distintos puntos de las za rzas y animando a los perros a que olieran el rastro. Drizzt no tena experiencia prctica con perros, pero saba que muchas criaturas tenan sentidos muy desarrollados y que podan ser tiles en una cacera. Ve, Guenhwyvar susurr el drow, sin esperar a que los perros descubrieran un rastro claro. La gran pantera se alej silenciosa por el sendero y tom posicin en uno de los rboles del mismo bosquecillo donde los nios se haban ocultado el da anterior. El sbito rug ido de Guenhwyvar silenci las conversaciones del grupo en el acto, y todas las ca

bezas se volvieron hacia los rboles. El felino salt al sendero, pas como una flecha entre los atnitos humanos y se alej e ntre las rocas de la ladera. Los granjeros gritaron e iniciaron la persecucin ani mando al hombre con los perros a que cogiera la delantera. Muy pronto todo el gr upo, con los perros ladrando furiosos, desapareci de la vista y Drizzt camino has ta los rboles cercanos a las zarzamoras para analizar lo ocurrido y planear lo qu e hara despus. Le pareci notar que lo segua un zumbido, pero lo atribuy a algn insecto. A la vista del desconcierto de los perros, Roddy McGristle no tard mucho en llega r a la conclusin de que la pantera no era la misma criatura que haba dejado un ras tro en el bosquecillo de zarzamoras. Adems, Roddy comprendi que sus torpes compaero s, sobre todo el obeso alcalde, ni siquiera con su ayuda podan pensar en atrapar a la pantera; el felino poda saltar a travs de caadas que los granjeros tardaran muc hos minutos en rodear. Adelante! grit Roddy al resto del grupo . Perseguid a esa cosa por este camino! Me llev r a los perros por el otro lado y le cortar el paso! La obligar a que vuelva hacia v osotros! Los granjeros gritaron su aprobacin y se alejaron. Roddy tir de las cadenas y se l lev a los perros en la otra direccin. Los perros, entrenados para la caza, queran seguir a la pantera, pero su amo tena otra ruta en mente. Haba varias cosas que lo preocupaban en aquel momento. Viva en estas montaas desde haca treinta aos y nunca haba visto, o siquiera odo hablar, de u n animal como aqul. Adems, la pantera habra podido dejar atrs a los perseguidores ha ca rato, y en cambio siempre se mostraba en campo abierto no demasiado lejos, com o si quisiera guiar a los granjeros. Roddy saba lo que era maniobra de diversin, y crea saber dnde se ocultaba la verdadera presa. Les coloc el bozal a los perros pa ra que no ladraran y regres por donde haba venido, de vuelta al bosquecillo de zar zamoras. Drizzt descansaba apoyado en un rbol en las sombras de la frondosa copa, preguntnd ose cul podra ser el camino para mostrarse a los granjeros sin provocarles pnico. A lo largo de los das de observacin de la familia de la granja aislada, Drizzt haba llegado a la conclusin de que poda encontrar un lugar entre los humanos, de este o de cualquier otro asentamiento, si consegua convencerlos de que sus intenciones no eran peligrosas. Un zumbido a la izquierda de Drizzt lo arranc bruscamente de sus pensamientos. Se apresur a empuar las cimitarras, y entonces algo relampague junto a l, demasiado rpi do como para darle tiempo a reaccionar. Grit ante el sbito dolor en la mueca, y sol t la cimitarra. Confuso, Drizzt mir la herida, esperando ver una flecha o un dardo clavado en la carne. El corte era limpio y no haba nada ms. Una risa aguda hizo girar a Drizzt a la der echa. All estaba el trasgo, con la cimitarra colgada al hombro, casi tocando el s uelo detrs de la criatura diminuta, y una daga, tinta en sangre, en la otra mano. Drizzt permaneci inmvil e intent adivinar cul sera el prximo movimiento del rival. Nun ca haba visto a un trasgo, ni haba escuchado hablar de unas criaturas tan raras, p ero ya tena una buena idea de la ventaja que representaba su asombrosa velocidad. Antes de que el drow pudiera planear la manera de derrotar al trasgo, apareci ot ro rival. Tan pronto como oy el aullido, el drow comprendi que el grito de dolor lo haba desc ubierto. El primero de los mastines de Roddy McGristle apareci entre la maleza, l anzado en lnea recta hacia el elfo. El segundo, un par de pasos ms atrs, salt en bus ca de la garganta del joven. Esta vez, Drizzt fue ms rpido. Descarg un golpe con la otra cimitarra contra el pri mer perro y le golpe el crneo. Sin vacilar, Drizzt se ech hacia atrs, invirti la suje cin del arma y la levant por encima de la cabeza, en lnea con el salto del perro. E l mango del arma qued apoyado contra el tronco del rbol y el animal, incapaz de de sviar la trayectoria, choc contra el otro extremo de la hoja de acero, que le atr aves la garganta y el pecho. El terrible impacto arranc la cimitarra de la mano de Drizzt, y perro y arma cayeron entre unos arbustos al lado del rbol. Drizzt apenas se haba recuperado cuando apareci Roddy McGristle como una tromba. Has matado a mis perros! rugi el enorme montas, descargando un golpe con Bleeder, su g

ran hacha de combate, contra la cabeza del drow. El golpe llevaba una velocidad tremenda, pero Drizzt consigui esquivarlo. El elfo no entenda ni una sola de las palabras de la retahla de eptetos de McGristle, y er a consciente de que el hombretn no poda comprender ninguna de las explicaciones qu e pretendiera darle. Herido y desarmado, la nica defensa de Drizzt era continuar burlando el ataque. O tro hachazo casi lo pill; cort la capa gnoll, pero gracias a que consigui hundir el estmago, la hoja slo roz la fina cota de malla. Drizzt se movi a un lado, hacia un apretado grupo de rboles ms pequeos, convencido de que su mayor agilidad le dara alg unas ventajas. Tena que intentar cansar al humano enfurecido, o al menos consegui r que el hombre reconsiderara el brutal ataque. Pero la ira de McGristle no pare ca disminuir. Sigui a Drizzt, lanzando hachazos a diestro y siniestro. Ahora Drizzt vea los fallos de su plan. Si bien quiz poda mantenerse apartado del v oluminoso cuerpo del humano gracias al poco espacio entre los rboles, el hacha de McGristle poda pasar entre ellos sin problemas. La poderosa arma apareci por un lado al nivel de los hombros. Drizzt se lanz de ca beza al suelo, salvndose de morir por los pelos. Esta vez McGristle no pudo contr olar el golpe a tiempo, y la pesada hacha se clav en el tronco de diez centmetros de dimetro de un arce joven, y lo tal. El ngulo formado por el tronco al doblarse retuvo el hacha con fuerza. Roddy come nz a dar tirones para liberar el arma, y no advirti el peligro hasta el ltimo minut o. Consigui apartarse del tronco pero acab sepultado debajo de la copa. Las ramas formaban una red que lo sujetaba bien prieto contra el suelo. Maldito seas, drow! bram McGristle, mientras intentaba zafarse sin xito de la prisin n atural. Drizzt se alej a gatas, preocupado por la mueca herida. Encontr la segunda cimitarr a, clavada hasta el mango en el pobre perro. El espectculo le caus una profunda pe na, pues saba el valor de los compaeros animales. Tard unos segundos en recuperar e l arma, momentos que se hicieron angustiosos al ver que el otro perro, slo atonta do, comenzaba a sacudirse. Maldito seas, drow! rugi McGristle otra vez. Drizzt comprendi la referencia al linaje, y pudo adivinar el resto. Quera ayudar a l hombre cado, en la conviccin de que quiz poda establecer el camino de una comunica cin ms civilizada, pero le pareci que no podra contar con la colaboracin del otro per ro. Con una ltima mirada al trasgo que haba iniciado todo el problema, Drizzt sali del bosque y escap a las montaas. Tendramos que haber atrapado a la pantera! protest Bartholemew Thistledown mientras l a tropa regresaba al bosquecillo de zarzamoras . Si McGristle hubiese estado donde dijo que estara, no se nos habra escapado! Dnde est ahora ese tipo? Los gritos de Drow, drow! procedentes del grupo de arces respondieron la pregunta d e Bartholemew. Los granjeros echaron a correr y encontraron a Roddy todava bien s ujeto por las ramas del rbol cado. Maldito drow! chill Roddy . Mat a mi perro! Condenado drow! Se llev una mano a la or uierda cuando le liberaron un brazo pero descubri que ya no la tena . Maldito drow! re piti. Connor Thistledown no ocult el orgullo ante la confirmacin de su relato, que haba s ido puesto en duda, pero el mayor de los hijos Thistledown fue el nico complacido con la inesperada proclama de Roddy. Los otros granjeros eran mayores que Conno r; comprendan muy bien las graves implicaciones de tener a un elfo oscuro en la r egin. Benson Delmo, secndose el sudor de la frente, no hizo ningn secreto de lo que opin aba ante la noticia. De inmediato se volvi hacia el granjero que tena a su lado, u n joven conocido por su habilidad como jinete. Ve a Sundabar! le orden el alcalde . Busca un vigilante ahora mismo! Al cabo de unos minutos, Roddy qued libre. El perro herido estaba a su lado, pero la comprobacin de que uno de sus preciosos animales haba sobrevivido fue un pobre consuelo para el hombre. Maldito drow! vocifer Roddy quiz por centsima vez, mientras se enjugaba la sangre de l a mejilla . Ya me encargar yo de acabar con ese condenado drow! Furioso, descarg a Bleeder con una sola mano contra el tronco de otro arce cercan

o, y a punto estuvo de talarlo.

5 El cazador furtivo Los guardias goblins se apartaron de un salto cuando el poderoso Ulgulu atraves l a cortina y abandon la caverna. El aire fro de la noche le pareci delicioso al barj e, y todava ms al pensar en la tarea que tena por delante. Mir la cimitarra que le h aba llevado Tephanis; el arma pareca diminuta en la mano enorme de Ulgulu. Sin darse cuenta dej caer la cimitarra. No quera usarla esta noche. El barje quera utilizar sus propias armas letales garras y dientes para poder saborear a las vctim as y devorar la esencia de la vida que le permitira ser ms fuerte. Pero Ulgulu era una criatura inteligente, y la razn domin rpidamente los instintos bsicos que tanto deseaban el sabor de la sangre. Haba un propsito en el trabajo de esta noche, un mtodo que prometa mayores ganancias y la eliminacin de la amenaza planteada por la inesperada aparicin del elfo oscuro. Con un gruido gutural, una pequea protesta de los instintos bsicos de Ulgulu, el ba rje recogi la cimitarra y ech a andar montaa abajo con grandes zancadas. La bestia se detuvo al borde de un barranco, donde haba un nico sendero muy angosto que perm ita bajar hasta el fondo. Le llevara un buen rato recorrerlo. Pero Ulgulu tena hambre. La conciencia de Ulgulu se volvi sobre s misma y enfoc aquel punto de su ser que fl uctuaba con energa mgica. l no era una criatura del plano material, y los seres de otros planos inevitablemente traan con ellos poderes que podan parecer mgicos a los habitantes del plano anfitrin. Los anaranjados ojos de Ulgulu resplandecan de ent usiasmo cuando sali del trance unos segundos ms tarde. Espi sobre el borde, y visua liz un punto en el fondo, a unos cuatrocientos metros de distancia. Una temblorosa puerta multicolor apareci delante de Ulgulu, colgada en el aire un poco ms all del borde. Con una carcajada parecida a un rugido, Ulgulu abri la puer ta y encontr, apenas pasado el umbral, el punto visualizado. Cruz la puerta, y rec orri la distancia hasta el fondo del barranco con un solo paso ultradimensional. Ulgulu ech a correr montaa abajo hacia la aldea humana, ansioso por poner en march a su malvada maquinacin. Cuando el barje lleg a las estribaciones apel una vez ms al rincn mgico. Los pasos de Ulgulu se acortaron; despus la criatura se par del todo, sacudida por fuertes esp asmos, al tiempo que musitaba palabras indescifrables. Los huesos se acortaron y unieron con un ruido como si se quebraran, la piel se abri y se oscureci hasta se r casi negra. Entonces Ulgulu reanud la marcha, pero esta vez sus pasos los pasos de un elfo osc uro eran ms cortos. Aquella noche Bartholemew Thistledown estaba sentado con su padre, Markhe, y su hijo mayor en la cocina de la granja solitaria en las afueras occidentales de Ma ldobar. La esposa de Bartholemew y su madre haban ido al granero para ocuparse de los animales, y los cuatro hijos menores dorman en la pequea habitacin junto a la cocina. Cualquier otra noche, toda la familia Thistledown habra estado durmiendo en sus c amas, pero Bartholemew tema que pasaran muchas noches antes de que la normalidad r etornara a la granja. Haban visto a un elfo oscuro en la regin, y, si bien Barthol emew no estaba convencido de que el extrao tuviera la intencin de hacerles dao el dr ow habra podido matar a Connor y a los dems nios fcilmente , saba que su presencia haba provocado un gran revuelo en Maldobar. Podramos ir al pueblo propuso Connor . Nos buscaran un lugar donde instalarnos, y tend ramos el respaldo de todos. El respaldo de todos? pregunt Bartholemew sarcstico . Dejaran de atender sus granjas p venir hasta aqu y ayudarnos con nuestro trabajo? Cul de ellos crees que estara disp uesto a cabalgar hasta aqu cada noche para cuidar de los animales? Connor agach la cabeza ante la regaina del padre. Desliz una mano hasta la empuadura de la espada, recordndose a s mismo que ya no era un nio. De todos modos, Connor a gradeci en silencio el consuelo ofrecido por la mano que el abuelo le apoy sobre e l hombro.

Tienes que pensar antes de decir las cosas aadi Bartholemew en un tono ms suave al co mprender el profundo efecto que la dureza de sus palabras haba tenido en el hijo . La granja es nuestra vida, lo nico que importa. Podramos enviar a los pequeos opin Markhe . El muchacho tiene derecho a preocuparse, co n un elfo oscuro en los alrededores. Bartholemew se volvi y, resignado, apoy la barbilla en la palma de la mano. Le dis gustaba pensar en tener que separar a la familia. La familia era su fuerza, como lo haba sido a lo largo de ms de cinco generaciones de Thistledown. Sin embargo, aqu estaba l reprochando a Connor, incluso a pesar de que el muchacho slo haba habla do por el bien de todos. Tendra que haberlo pensado mejor, pap escuch susurrar a Connor, y comprendi que su pro pio orgullo no poda imponerse al dolor del joven . Lo siento. No es necesario replic Bartholemew, y se volvi hacia los dems . Soy yo quien debe pedir disculpas. La presencia del elfo oscuro nos altera a todos. Tienes razn, Connor. Nos encontramos demasiado aislados para estar seguros. Como un eco a estas palabras, escucharon el fuerte chasquido de la madera al que brarse y un grito ahogado en el exterior de la casa, procedente del granero. En aquel instante terrible, Bartholemew Thistledown comprendi que tendra que haberse decidido antes, cuando la luz del da an le ofreca a la familia una cierta proteccin. Connor fue el primero en reaccionar. Corri hasta la puerta y la abri. En el patio de la granja el silencio era absoluto: ni el canto del grillo perturbaba la tene brosa escena. Una luna silenciosa acechaba sobre el horizonte, arrancando largas y siniestras sombras de cada poste y rbol. Connor observ, sin atreverse a respira r, durante un segundo que le pareci una hora. La puerta del granero cruji y se desprendi de las bisagras. Un elfo oscuro apareci en el patio. Connor cerr la puerta y se apoy contra ella para no caerse del susto. Mir los atnito s rostros del padre y del abuelo y susurr: Mam... El drow... Los Thistledown mayores vacilaron, sus mentes convertidas en torbellinos donde s e mezclaban un millar de imgenes a cul ms espantosa. Abandonaron las sillas al mism o tiempo, Bartholemew en busca de un arma y Markhe en direccin a Connor y la puer ta. El sbito movimiento de los mayores libr a Connor de la parlisis. Desenvain la espada y abri la puerta, dispuesto a enfrentarse al intruso. Un solo salto de sus poderosas piernas haba bastado a Ulgulu para llegar hasta la puerta de la casa. Connor cruz el umbral ciego de furia, choc contra la criatura q ue tena el aspecto de un elfo oscuro delgado y rebot, atontado, al interior de la c ocina. Antes de que cualquiera de los hombres pudiese reaccionar, la cimitarra c ay sobre la cabeza de Connor con toda la fuerza del barje que la empuaba, y casi c ort al joven por la mitad. Ulgulu entr en la cocina. Vio al anciano el enemigo menos importante que se lanzaba contra l, y apel a su naturaleza mgica para derrotar el ataque. Una ola de emocin t ransmitida sacudi a Markhe Thistledown, una ola de desesperacin y terror tan grand e que no poda combatirla. Su boca se abri en un grito silencioso y retrocedi tambal eante, con las manos aferradas al pecho, hasta chocar contra la pared. La carga de Bartholemew Thistledown tena todo el peso de la rabia desbocada. El g ranjero chillaba como un poseso mientras bajaba la horquilla y cargaba contra el intruso que haba matado a su hijo. La delgada figura que encarnaba al barje no disminua la tremenda fuerza de Ulgulu . Cuando las puntas de la horquilla estaban a unos pocos centmetros del pecho de la criatura, Ulgulu descarg un manotazo contra el arma. Bartholemew se par en seco al recibir el impacto del extremo del mango en la barriga. Ulgulu tendi una mano, levant a Bartholemew del suelo y estrell la cabeza del granj ero contra una viga del techo con la fuerza suficiente para romperle el cuello. El barje arroj el cuerpo de Bartholemew y su improvisada arma al otro extremo de la cocina, y se acerc al anciano. Quiz Markhe lo vio venir. Quizs el anciano estaba demasiado desgarrado por el dolo r y la angustia como para darse cuenta de lo que ocurra. Ulgulu se movi hacia l y a bri la boca bien grande. Quera devorar al viejo, nutrirse con la fuerza vital del

humano de la misma manera que haba hecho con la mujer ms joven en el granero. Ulgu lu haba lamentado su actuacin en el granero tan pronto como se esfum el xtasis de la matanza. Una vez ms la parte racional del barje se impuso a los instintos bsicos. Con un gruido de frustracin, Ulgulu hundi la cimitarra en el pecho de Markhe, y ac ab con el sufrimiento del anciano. El barje contempl el resultado de sus acciones. Lamentaba no haberse comido a los fuertes granjeros jvenes, pero se record a s mismo que lo ocurrido esta noche le r eportara grandes ganancias. Un sollozo ahogado lo llev a la habitacin donde dorman l os nios. Al da siguiente Drizzt baj de la montaa. Le dola la mueca, donde lo haba herido el tra sgo, pero el corte se vea limpio y el joven confiaba en que cicatrizara sin proble mas. Se escondi entre la maleza detrs de la granja Thistledown, dispuesto a manten er otro encuentro con los nios. Drizzt llevaba demasiado tiempo solo y haba visto lo suficiente de la comunidad humana como para renunciar. Era aqu donde pretenda e stablecer su hogar, siempre y cuando pudiese superar las barreras del prejuicio, encarnadas sobre todo por aquel hombretn de los perros. Desde este ngulo, Drizzt no poda ver la puerta del granero derrumbada, y a la luz de alba todo pareca normal en la granja. Sin embargo, los granjeros no aparecieron como tenan por costumbre con la salida del sol. Cant un gallo y los animales se movieron en el granero, pero la casa per maneci en silencio. Drizzt saba que esto era inslito, y lo atribuy al encuentro en l as montaas; la familia se ocultaba. Quizs incluso haban abandonado la granja, e ido a buscar refugio en la aldea. Estos pensamientos ensombrecieron el nimo del drow ; una vez ms su presencia haba perjudicado a los que tena a su alrededor. Record lo ocurrido en Blingdenstone, la ciudad de los svirfneblis, el tumulto y el peligro provocado por su aparicin. El da era radiante aunque soplaba una fuerte brisa fra desde las montaas. Drizzt se gua sin ver ningn movimiento en el patio o en la casa. Continu vigilando, cada vez ms preocupado. Un zumbido que ya conoca llam la atencin de Drizzt. Desenvain la cimitarra y mir a su alrededor. Dese poder llamar a Guenhwyvar, pero no haba transcurrido el tiempo su ficiente desde la ltima visita del felino. La pantera necesitaba descansar un da ms en su casa astral para recuperar fuerzas y poder acompaar a Drizzt. Al ver que n o haba ningn peligro inminente, el drow se situ entre los troncos de dos rboles gran des, donde dispona de una posicin ms fcil de defender frente a la increble velocidad del trasgo. El zumbido desapareci al cabo de un instante, y no se vea al trasgo por ninguna pa rte. Drizzt dedic el resto del da a recorrer la maleza; mont trampas y excav hoyos p oco profundos. Si tena que luchar contra el trasgo, quera tener todas las ventajas posibles. Las sombras cada vez ms largas del ocaso volvieron la atencin de Drizzt hacia la g ranja Thistledown. No se encendi ni una sola vela en la casa para disipar la oscu ridad. La preocupacin de Drizzt fue en aumento. El regreso del trasgo le haba recordado l os peligros de la regin, y, ante la falta de actividad en la granja, comenz a sent ir un profundo temor. El crepsculo cedi paso a la noche. Sali la luna y subi lentamente por el este, pero segua sin ver ni una sola luz y sin escuchar ningn sonido a travs de las ventanas o scurecidas. Drizzt abandon la maleza y cruz a la carrera el corto patio trasero. No tena intenc in de acercarse a la casa; slo quera ver qu poda averiguar. Si no vea los caballos y l a carreta pequea, entonces poda dar por seguro que la familia haba buscado refugio en la aldea. Cuando acab de dar la vuelta al granero y vio la puerta cada, Drizzt supo en el ac to que algo no iba bien. Sus temores crecieron con cada nuevo paso. Espi a travs d el hueco de la entrada y no lo sorprendi ver la carreta en medio del granero y lo s caballos en las cuadras. Junto a la carretera yaca la anciana, encogida y cubierta con su propia sangre se ca. Drizzt se acerc y vio que la haban matado con un arma muy afilada. De inmediat o pens en el malvado trasgo y la cimitarra robada, pero cuando encontr el otro cadv

er, detrs de la carreta, comprendi que algn otro monstruo, ms cruel y poderoso, haba participado en los crmenes. Drizzt ni siquiera pudo identificar el segundo cuerpo , a medio devorar. Drizzt se olvid de toda precaucin y ech a correr hacia la casa. Encontr los cuerpos de los hombres en la cocina y, para su horror, a los nios inmviles en las camas. L a repulsin y la culpa sacudieron al drow mientras miraba a los pequeos muertos. La palabra drizzit reson en su mente al contemplar al nio rubio. No poda soportar el tu multo emocional. Se tap los odos para no escuchar la palabra acusadora, drizzit!, per o fue en vano. Al sentir que se ahogaba, abandon la casa. Si hubiese observado co n ms detenimiento, habra descubierto, debajo de la cama, la cimitarra desaparecida , partida en dos y dejada para que la encontraran los aldeanos. SEGUNDA PARTE La vigilante Existe en el mundo algo que pese ms que la culpa sobre los hombros de un hombre? H e soportado esa carga muchas veces, la he llevado durante mucho tiempo, por cami nos muy largos. La culpa es como una espada de dos filos. Por uno, corta en nombre de la justici a, imponiendo una moralidad prctica sobre aquellos que la temen. La culpa, la con secuencia de la conciencia, es lo que separa a las personas de bien de la maldad . Dada una situacin que promete una ganancia, la mayora de los drows mataran a cual quiera, pariente o desconocido, y se marcharan sin ninguna preocupacin. El asesino drow puede temer la venganza pero no llorar por la vctima. Para los humanos y tambin para los elfos de la superficie y todas las dems razas bu enas , el sufrimiento impuesto por la conciencia superar cualquier amenaza externa. Algunas consideran que la culpa la conciencia es la diferencia primaria entre las distintas razas de los Reinos. En este sentido, la culpa debe ser considerada c omo una fuerza positiva. Pero hay otro aspecto en esta emocin. La conciencia no siempre sigue el juicio ra cional. La culpa siempre es una carga que se impone uno mismo, aunque en ocasion es no existan motivos. Es lo que pas conmigo a lo largo del camino desde Menzober ranzan hasta el valle del Viento Helado. Sal de Menzoberranzan cargado con la cul pa de la muerte de Zaknafein, mi padre, sacrificado para salvarme. Entr en Blingd enstone con la culpa del sufrimiento de Belwar Dissengulp, el svirfnebli mutilad o por mi hermano. En el recorrido de muchos otros caminos soport nuevas cargas: C lak, asesinado por el monstruo que me persegua; los gnolls, a los que yo mismo ma t; y los granjeros la ms dolorosa , aquella sencilla familia campesina asesinada por el cachorro de barje. Racionalmente, s que no fue culpa ma, que aquellas acciones estuvieron fuera de mi control, o en algunos casos, como el de los gnolls, que actu como era debido. Pe ro la razn es una mala defensa contra el peso de la culpa. Con el tiempo, alentado por la confianza de los amigos, me libr de muchas de aque llas cargas. Otras permanecern siempre conmigo. Lo acepto como algo inevitable, y me ayudarn a guiar mis pasos futuros. ste, creo, es el verdadero propsito de la conciencia. DRIZZT DO'URDEN 6 Sundabar Oh, basta, Fret le dijo la mujer alta al enano de barba canosa y tnica blanca, apar tndole las manos. Se pas los dedos por la espesa cabellera castaa, enmarandola. Vaya, vaya replic el enano, que de inmediato movi las manos otra vez hacia la mancha de la capa de la mujer. La frot frentico, pero los continuos movimientos de la vi gilante impidieron que progresara mucho con la limpieza . Seora Garra de Halcn, creo que te vendra muy bien consultar algn manual de buenos modales. Acabo de llegar de Luna Plateada respondi Paloma Garra de Halcn indignada, al tiempo que le guiaba un ojo a Gabriel, el otro guerrero presente en la habitacin, un hom

bre alto de rostro severo . Es normal ensuciarse en el camino. Hace casi una semana de ello! protest el enano . Anoche asististe al banquete con esta misma capa! Entonces el enano advirti que con la prisa por limpiar la capa de Paloma se haba m anchado la tnica de seda, y la catstrofe hizo que se olvidara de la vigilante. Querido Fret aadi Paloma, que moj un dedo en saliva para despus frotarlo contra la man cha de la capa , eres un ayudante de lo ms extrao. El rostro del enano se volvi de un rojo encendido, y golpe el suelo de cermica con su brillante zapatilla. Ayudante? grit . Yo dira... Dilo ya! se burl Paloma. Soy el ms..., uno de los ms famosos sabios del norte! Mi tesis sobre la etiqueta cor recta en los banquetes raciales... O la falta de la etiqueta correcta lo interrumpi Gabriel, sin poder evitarlo. El en ano se volvi hacia l con gesto agrio : Al menos en lo que concierne a los enanos acab el guerrero con una expresin inocente. El enano tembl visiblemente, y sus zapatillas marcaron un ritmo furibundo en el d uro suelo. Oh, querido Fret intervino Paloma, que apoy una mano sobre el hombro del enano en u n gesto de consuelo y despus la hizo correr a lo largo de su pulcra y bien recort ada barba. Fred! exclam el enano enfadado, apartando la mano de la dama . Fredegar! Paloma y Gabriel cruzaron una mirada de picarda, y despus gritaron al unsono el ape llido del enano en medio de una explosin de risas: Triturarrocas! Fredegar limpiaplumas sera ms adecuado! aadi Gabriel. Una mirada al furioso enano avis al hombre que haba llegado el momento de largarse , as que recogi la mochila y escap de la habitacin, no sin antes hacerle un ltimo guio a Paloma. Slo deseaba ayudar. El enano hundi las manos en los inmensos bolsillos y agach la cabeza. Y lo has hecho! afirm Paloma para consolarlo. Me refiero a que tienes una audiencia con Helm Amigo de los Enanos prosigui Fret, r ecuperando parte de su orgullo . Uno debe vestir correctamente cuando ve al seor de Sundabar. Desde luego acept Paloma . Pero todo mi ajuar es lo que ves, querido Fret, manchado y sucio por el camino. Mucho me temo que no parecer muy elegante a los ojos del seo r de Sundabar: l y mi hermana se han hecho tan amigos... Esta vez le toc a Paloma f ingir debilidad, y, si bien su espada haba convertido a muchos gigantes en comida para los buitres, la vigilante poda comportarse como una nia indefensa mejor que nadie . Qu har? Lade la cabeza mientras observaba al enano . Quizs insinu si pudiera tro de Fret comenz a animarse . No dijo Paloma con un suspiro . Nunca me atrevera a pedr telo. Fret comenz a dar saltos de alegra y aplaudi con sus regordetas manos. Claro que puedes, seora Garra de Halcn! Pide! Paloma se mordi el labio para contener la risa mientras el enano entusiasmado sala de la habitacin. A pesar de que a menudo le tomaba el pelo, no vacilaba en recon ocer que quera al enano. Fret haba pasado muchos aos en Luna Plateada, donde gobern aba la hermana de Paloma, y haba hecho muchas contribuciones a la famosa bibliote ca de aquel pas. Fret era un sabio de fama, conocido por sus extensas investigaci ones sobre las costumbres de otras razas, tanto buenas como malvadas, y tambin er a un experto en temas de semidioses. Adems se lo consideraba como un compositor d e primera. Cuntas veces, se pregunt Paloma con humildad sincera, haba cabalgado por un sendero montaoso, silbando una meloda alegre compuesta por l? Querido Fret susurr la vigilante cuando regres el enano, con una capa de seda colgad a del brazo, pero bien plegada para que no rozara el suelo, diversas joyas y un par de zapatos a la moda en la otra mano, una docena de alfileres sujetos entre los labios, y una cinta mtrica colgada de una oreja. Paloma ocult la sonrisa y decidi rendirse a la voluntad del enano. Entrara de punti llas en la sala de audiencias de Helm Amigo de los Enanos ataviada con una tnica

de seda, la viva imagen de una dama, con el diminuto sabio henchido de orgullo a su lado. Mientras tanto, como bien saba, los zapatos le provocaran dolor de pies y le picara el cuerpo en algn lugar donde la tnica le impedira rascarse. Son los inconvenientes de la posicin, pens Paloma, con la mirada puesta en la tnica y los accesorios. Desp us mir la expresin feliz en el rostro de Fret y comprendi que bien vala la pena sopor tar las molestias. Son los inconvenientes de la amistad, se dijo a s misma. El campesino haba cabalgado sin descanso durante ms de un da; el avistamiento de un elfo oscuro a menudo tena estos efectos en la gente sencilla. Haba salido de Mald obar con dos caballos; uno lo haba dejado a una treintena de kilmetros ms atrs, a me dio camino entre el pueblo y la ciudad. Si tena suerte, encontrara al caballo sano y salvo en el viaje de regreso. El segundo animal, el mejor semental del campes ino, comenzaba a dar muestras de cansancio. Pese a ello, el jinete se tumb sobre la montura y le clav las espuelas. Las antorchas de la guardia nocturna de Sundab ar, colocadas en lo ms alto de las gruesas murallas de piedra, estaban a la vista . Alto! Quin vive? grit el capitn de la guardia cuando el jinete apareci ante el portn ia hora ms tarde. Paloma se apoy en Fret mientras seguan al ayudante de Helm por el largo y decorado pasillo que conduca a la sala de audiencias. La vigilante poda cruzar un puente d e cuerdas sin barandillas, poda disparar el arco con una puntera mortal montada en un caballo al galope, poda trepar a un rbol vestida con cota de malla, escudo y e spada en mano, pero era incapaz, a pesar de su experiencia y agilidad, de camina r con los elegantes zapatos que Fret la haba obligado a calzar. Y esta tnica murmur Paloma enfadada, segura de que la poco prctica prenda se rasgara p or las costuras si tena ocasin de blandir la espada, o incluso si llenaba demasiad o los pulmones. Fret le dirigi una mirada, herido. Esta tnica es la cosa ms bonita que he visto... tartamude Paloma, preocupada por no p rovocar las iras del pulcro enano . De verdad que no s cmo expresar mi gratitud, que rido Fret. Los grises ojos del enano resplandecieron de alegra, aunque no tena muy claro si d eba creer en las palabras de la mujer. En cualquier caso, Fret pensaba que Paloma lo apreciaba lo suficiente como para aceptar sus sugerencias, y este hecho era lo nico importante para l. Con vuestro permiso, mi seora dijo una voz detrs de ellos. Toda la comitiva se volvi para ver al capitn de la guardia nocturna, acompaado por un campesino, que se acercaban por el pasillo. Mi buen capitn! protest Fret ante la violacin del protocolo . Si queris una audiencia la dama, debis hacer la peticin en el vestbulo. Entonces, y slo entonces, y nicament e si el seor lo permite, podris... Paloma apoy una mano sobre el hombro del enano para hacerlo callar. Haba reconocid o la urgencia marcada en los rostros de los hombres, una expresin que la herona av enturera haba visto muchas veces. Adelante, capitn dijo y, para aplacar a Fret, aadi : Nos quedan unos momentos para que d comienzo la audiencia. El seor Helm no tendr que esperarnos. Mil perdones, mi seora dijo el campesino, manoseando la gorra . Soy un labriego de Ma ldobar, un pequeo pueblo al norte... Conozco Maldobar le asegur Paloma . Lo he visto muchas veces desde las montaas. Un pue blo muy bonito de gente honrada. El campesino se anim al escuchar el cumplido . Espe ro que ningn mal haya cado sobre Maldobar. Todava no, mi seora contest el campesino , pero hemos avistado a un enemigo muy peligro so. Hizo una pausa y mir al capitn en busca de apoyo . Drow. Paloma abri los ojos al escuchar la noticia. Incluso Fret dej de repiquetear con e l pie y prest atencin. Cuntos? pregunt Paloma. Slo uno, que nosotros hayamos visto. Tememos que se trata de un explorador o un es pa, y que trae malas intenciones. Quin ha visto al drow?

Primero unos nios respondi el campesino. Fret suspir al escuchar la respuesta y reanud el repiqueteo. Nios? exclam el enano. Y despus McGristle afirm el labriego sin dejarse intimidar, con la mirada puesta en Paloma , y McGristle no se equivoca. Qu es un McGristle? chill Fret. Se refiere a Roddy McGristle le explic Paloma con un tono un poco agrio, antes de q ue el campesino pudiera decir palabra . Un conocido cazador de recompensas y tramp ero. El drow mat a uno de los perros de Roddy aadi el campesino, excitado , y estuvo a punto de matarlo a l tambin. Tumb un rbol encima de l! Roddy perdi una oreja! Paloma no entendi muy bien de qu hablaba el hombre, pero tampoco le haca falta. Haba n visto y confirmado la presencia de un elfo oscuro en la regin, y esto era sufic iente para que la vigilante entrara en accin. Se quit los elegantes zapatos y se l os alcanz a Fret. Despus le pidi a uno de los ayudantes que buscara inmediatamente a sus compaeros de viaje y le dijo a otro que transmitiera sus disculpas al seor d e Sundabar. Pero... seora Garra de Halcn! protest Fret. No hay tiempo para cortesas afirm Paloma. Fret pudo ver por su entusiasmo que no lamentaba mucho cancelar la audiencia con Helm. Ahora mismo la mujer se retorca intentando abrir el broche que le cerraba la magnfica tnica por la espalda. Tu hermana no estar muy contenta gru Fret, sin dejar de repiquetear con el pie. Mi hermana colg la mochila hace muchos aos replic Paloma , pero yo todava no he tenido iempo de quitar el barro del camino de la ma. Eso es cierto murmur el enano, en un tono que tena poco de cumplido. Entonces, os ocuparis del problema? pregunt el campesino esperanzado. Desde luego contest Paloma . Ningn vigilante que se respete puede pasar por alto el avi stamiento de un elfo oscuro! Mis tres compaeros y yo saldremos para Maldobar esta misma noche, aunque t debers quedarte. Es obvio que has cabalgado duro, y necesit as dormir. Paloma mir por un instante a su alrededor y se llev un dedo a los labios. Y ahora qu pasa? inquiri el enano, enfadado. Tengo poca experiencia en cuestiones de drows dijo Paloma con una sbita expresin de picarda, mientras miraba a Fret , y que yo sepa mis compaeros nunca se han enfrentad o a ellos. La sonrisa cada vez ms amplia de la mujer preocup al enano . Ven, mi queri do Fret aadi Paloma en tono carioso, y de inmediato ech a andar hacia la sala de audi encias de Helm escoltada por el sabio, el capitn y el campesino de Maldobar. Por un momento, Fret se sinti confuso y tambin esperanzado al ver hacia dnde iban. En cuanto Paloma comenz a hablar con Helm, el amo de Fret, disculpndose primero po r el imprevisto y despus solicitndole que le asignara a alguien capaz de ayudarla en la misin en Maldobar, el enano entendi la jugada. Al alba del da siguiente, el grupo de Paloma, formado por un arquero elfo y dos g uerreros humanos, haba cabalgado casi veinte kilmetros desde las puertas de Sundab ar. Qu asco! gimi Fret cuando sali el sol. Cabalgaba en un fornido poni adbar al lado de P aloma . Mira cmo tengo de sucias mis hermosas prendas! Sin duda, ste ser el fin de todo s nosotros! Morir mugrientos en un camino infame! Escribe una cancin le aconsej Paloma, compartiendo una sonrisa con los otros tres co mpaeros . Podras llamarla la balada de los cinco aventureros ahogados. La furiosa mirada de Fret slo dur el tiempo que tard Paloma en recordarle que Helm Amigo de los Enanos, el seor de Sundabar en persona, haba ordenado que formara par te de la expedicin. 7 Furia rutilante La misma maana en que el grupo de Paloma tom por la carretera hacia Maldobar, Driz zt inici un viaje por su cuenta. El horror inicial del terrible descubrimiento de la noche anterior no haba disminuido, y el drow tema que nunca podra superarlo, pe

ro tambin otra emocin se haba entrometido en el pensamiento de Drizzt. No poda hacer nada por los pobres granjeros y sus hijos, nada excepto vengar su muerte. La id ea no le resultaba muy agradable. Haba dejado la Antpoda Oscura para alejarse del salvajismo de su mundo, pero con las imgenes de la carnicera todava frescas en su m emoria y sin tener a nadie con quien discutir el problema, slo poda pensar en su c imitarra como el medio de hacer justicia. Drizzt tom dos precauciones antes de seguir el rastro del asesino. Primero regres hasta el patio de la granja, hasta la parte trasera de la casa, donde los granje ros haban dejado un arado roto. La reja era muy pesada, pero el drow, resuelto a todo, la carg y se la llev a hombros sin preocuparse por la molestia. Despus llam a Guenhwyvar. Tan pronto como apareci la pantera y se fij en la expresin de Drizzt, adopt una posicin de alerta. Guenhwyvar llevaba con Drizzt el tiempo su ficiente para reconocer el significado de aquella expresin y saber que no tardaran en librar una batalla antes de que pudiera retornar a su hogar astral. Partieron antes de la madrugada. Guenhwyvar poda seguir el rastro del barje sin p roblemas, tal cual haba esperado Ulgulu. Demorados por el peso de la reja, marcha ban a paso lento pero constante, y, en cuanto Drizzt oy el rumor de un zumbido le jano, supo que haban hecho bien en cargar con la pieza del arado. De todos modos, el resto de la maana pas sin incidentes. El rastro llev a los compae ros hasta una garganta pedregosa y al pie de un alto acantilado. A Drizzt le pre ocup tener que escalar el acantilado y abandonar la reja pero muy pronto vio el ang osto sendero que trepaba por la escabrosa pared. El camino no presentaba muchas dificultades aunque s abundaban las curvas ciegas. Dispuesto a aprovechar al mximo las ventajas del terreno, Drizzt mand a Guenhwyvar que se adelantara y sigui solo , cargado con la reja, sintindose desprotegido a campo abierto. Pero esta sensacin no apacigu el fuego en los ojos lila del elfo, que refulgan bajo la sombra de la capucha de la enorme capa gnoll. Si la visin del precipicio que se abra a su lado lo amilanaba en algn momento, no necesitaba ms que recordar a los campesinos asesinados para darse nimos. Al cabo de unos pocos minutos, cuando Dr izzt oy el zumbido en algn lugar del sendero un poco ms abajo, se limit a sonrer. El zumbido se acerc deprisa. Drizzt se apret contra la pared del acantilado y, des envainando la cimitarra, calcul cuidadosamente el tiempo que tardaba el trasgo en acercarse. Tephanis apareci como un rayo junto al drow, sin dejar de mover la pequea daga en busca de un hueco en las fintas defensivas de la cimitarra. Un segundo despus ya se haba ido, hacia la parte ms alta, no sin antes alcanzar a Drizzt en un hombro. El drow inspeccion la herida y asinti con expresin severa: no tena ninguna gravedad. Era consciente de que no poda igualar la rapidez del trasgo, y tambin de que esta lesin lo ayudara a conseguir la victoria final. Un rugido puso a Drizzt otra vez alerta. Guenhwyvar haba encontrado al trasgo, y con sus zarpas relampagueantes, c apaces de igualar la velocidad de la pequea criatura, la haba obligado a retrocede r. Una vez ms, Drizzt apoy la espalda contra la pared y control la aproximacin del zumb ido. En el momento en que el trasgo asom por la curva, el joven salt al centro del sendero, cimitarra en alto. La otra mano del drow era menos visible y sostena un objeto de metal, listo para moverlo y cerrar el paso. El trasgo se movi hacia la pared esquivando el arma de Drizzt sin ninguna dificul tad; pero atento a la cimitarra, no vio la otra mano de Drizzt. El elfo, que casi no vea los movimientos del trasgo, sonri satisfecho cuando un sbi to Bong! y la fuerte sacudida en el brazo le indicaron que la criatura se haba estre llado contra la reja del arado. Dej caer la pieza de metal, cogi al trasgo inconsc iente por la garganta y lo levant bien alto. Guenhwyvar apareci en la curva en el momento en que el trasgo volva en s y sacuda la cabeza con tanta violencia que sus largas y puntiagudas orejas produjeron un ruido como el de las bofetadas. Qu criatura eres t? le pregunt Drizzt en lengua goblin, la misma que le haba servido p ra comunicarse con la banda gnoll. Se sorprendi al ver que el trasgo le comprenda, aunque l no consigui entender ni una slaba de la velocsima respuesta. Sacudi al tras go para que se callara, y gru : Una palabra a la vez! Cmo te llamas? Tephanis contest el trasgo, indignado. Poda mover las piernas cien veces por segundo, pero no le serva de nada colgado en

el aire. Ech una mirada al suelo y vio la daga junto a la reja del arado. Mataste a los campesinos? dijo Drizzt, acercando la cimitarra, y a punto estuvo de ensartar al trasgo cuando ste solt la carcajada. No se apresur a contestar Tephanis. Quin lo hizo? Ulgulu! proclam el trasgo. Seal el sendero y pronunci una retahla de palabras incomprensibles. Drizzt consigui c aptar algunas: Ulgulu... espera... cena. Drizzt no saba qu hacer con el prisionero. Tephanis era demasiado rpido para poder fiarse de l si lo soltaba. Mir a Guenhwyvar, sentada tranquilamente unos pasos ms a ll, pero la pantera se limit a bostezar. El elfo pensaba la siguiente pregunta que poda aclararle el papel de Tephanis en el asesinato, cuando el presumido trasgo decidi que ya haba aguantado suficiente. Movi las manos velozmente y, antes de que Drizzt pudiese reaccionar, sac otra daga de una de las botas y le hizo otro tajo en la mueca herida. Esta vez, el trasgo juzg mal al oponente. Drizzt no poda igualar su velocidad; ni siquiera poda seguir los movimientos de la daga. Sin embargo, a pesar del dolor, Drizzt se senta demasiado furioso como para preocuparse de las heridas. Apret con fuerza la garganta del trasgo y movi la cimitarra, pero Tephanis, sin dejar de rer se, consigui esquivar el golpe. Tephanis asest otra pualada en el antebrazo del drow. Harto, Drizzt escogi una tctic a que el trasgo no poda contrarrestar, la nica que lo privaba de la ventaja de la velocidad. Estrell la cabeza de Tephanis contra la pared, y despus arroj el cuerpo inconsciente al precipicio. Al cabo de unos minutos, Drizzt y Guenhwyvar se encontraban agazapados entre los arbustos al pie de una empinada y rocosa ladera. En la cumbre, oculta detrs de r amas y maleza, haba una cueva, y de vez en cuando se escuchaban voces goblins pro cedentes del interior. Cerca de la cueva, ms all de la pendiente, haba un acantilado y, ms all de la entrada , la montaa ascenda casi verticalmente. El rastro, aunque tenue en la piedra desnu da, haba conducido a Drizzt y a Guenhwyvar hasta all; no caba ninguna duda de que e l monstruo que haba asesinado a los granjeros estaba en la cueva. Una vez ms, Drizzt discuti consigo mismo la decisin de vengar la muerte de los camp esinos. Hubiera preferido una justicia ms civilizada, una corte que impusiera una sentencia, pero qu poda hacer? No poda ir a la aldea de los humanos y exponer sus s ospechas, ni a ellos ni a nadie. Agazapado entre los arbustos, Drizzt pens otra v ez en los campesinos, en el nio de cabellos rubios, en la bonita adolescente, cas i una mujer, y en el joven que haba desarmado en el bosquecillo de zarzamoras. Hi zo un esfuerzo por serenar la respiracin. En la Antpoda Oscura algunas veces haba a ceptado sus impulsos instintivos, la parte salvaje de s mismo que luchaba con una eficacia mortal, y ahora poda sentir cmo aquel otro yo pugnaba por dominarlo. Al principio, intent dominar la ira, pero despus record las lecciones aprendidas. Esta parte oscura tambin era suya, una herramienta para la supervivencia, y no del to do malvada. Era necesaria. De todos modos, Drizzt comprenda su desventaja en esta situacin. No saba cuntos eran los enemigos, o la clase de monstruos que podan ser. Oa a los goblins, pero la ca rnicera en la granja indicaba que alguien mucho ms fuerte haba intervenido en ella. El buen juicio le aconsej que deba sentarse y esperar, averiguar algo ms del enemi go. Pero otro recuerdo, la escena en el dormitorio de los nios, le hizo desechar toda prudencia. Con la cimitarra en una mano y la daga del trasgo en la otra, Drizzt subi la empinada ladera. No aminor el paso cuando lleg a la cueva; apart sin ms el m ontn de ramas que la disimulaban y entr. Guenhwyvar vacil y se mantuvo rezagada, confundida por la tctica directa del drow. Tephanis sinti el aire fresco que le acariciaba el rostro y por un momento pens qu e tena un sueo muy agradable. La ilusin le dur muy poco al advertir que caa en el vaco . Por fortuna, Tephanis estaba cerca de la pared. Comenz a mover manos y pies a u na velocidad tremenda y a descargar manotazos y puntapis en el acantilado en un e sfuerzo por aminorar el descenso. Al mismo tiempo comenz a recitar la letana de un

hechizo de levitacin, probablemente la nica cosa que poda salvarlo. Pasaron unos segundos antes de notar que flotaba. Choc contra el suelo con fuerza , pero las heridas no revestan mucha importancia. Se puso de pie lentamente y se sacudi el polvo. Su primer pensamiento fue el de avisar a Ulgulu de la presencia del drow; no obstante, lo descart en el acto. No poda levitar hasta la cueva a tie mpo para alertar al barje, y slo haba un sendero en la cara del acantilado: el mis mo que ocupaba el drow. Tephanis no tena ninguna gana de volver a enfrentarse a l. Ulgulu no haba hecho ningn esfuerzo por ocultar el rastro. El elfo oscuro haba serv ido a sus propsitos; ahora pensaba comerse a Drizzt, una comida que quiz sera sufic iente para alcanzar la madurez y permitirle regresar a Gehenna. Los dos guardias goblins de Ulgulu no se sorprendieron ante la entrada de Drizzt . Ulgulu les haba avisado que se presentara el drow y que slo deban retenerlo en el vestbulo hasta que el barje pudiese atenderlo. Los goblins callaron bruscamente a l verlo aparecer, cruzaron las lanzas delante de la cortina, e hincharon los raq uticos pechos, acatando como unos idiotas las rdenes de su jefe. Nadie puede en... Fue todo lo que alcanz a decir uno de ellos antes de que la cimit arra de Drizzt los degollara a los dos con el mismo golpe. Las lanzas cayeron al suelo mientras los centinelas se llevaban las manos a las gargantas; sin aminorar el paso, Drizzt atraves la cortina. En el centro de la sala interior, el drow vio a su enemigo. El gigantesco barje de piel prpura lo esperaba con los brazos cruzados y una sonrisa cruel en el rost ro. Drizzt arroj la daga y carg contra el rival. El lanzamiento le salv la vida, porque , cuando la daga pas sin obstculo por el cuerpo del enemigo, el drow comprendi que le haban tendido una trampa. Aun as, al no poder controlar el impulso de la carga, su cimitarra penetr en la imagen sin hacer blanco en nada tangible. El barje real se encontraba detrs del trono de piedra al fondo de la habitacin. Gr acias a un truco de su considerable repertorio mgico, Kempfana haba proyectado una imagen de s mismo en el centro de la sala para mantener al drow en su lugar. De inmediato los instintos de Drizzt le avisaron del engao. No se enfrentaba a ni ngn monstruo real sino a una aparicin creada para dejarlo al descubierto en una po sicin vulnerable. Apenas si haba muebles en la habitacin; no haba nada cerca donde p oder refugiarse. Ulgulu, levitando por encima del drow, baj deprisa y se pos con suavidad a sus esp aldas. El plan era perfecto, y el objetivo estaba exactamente en su sitio. Drizzt, con los msculos y reflejos entrenados a la perfeccin para el combate, lo p resinti y se zambull en la imagen en el momento en que Ulgulu lanzaba un puetazo. L a enorme mano del barje slo roz la larga cabellera de Drizzt, pero fue suficiente para hacerle torcer la cabeza. El joven dio media vuelta en el aire mientras se zambulla y se puso de pie para e nfrentarse a Ulgulu en cuanto toc el suelo. Se encontr frente a un monstruo todava ms grande que la imagen gigante, pero esto no lo amilan. Como un resorte, se lanz c ontra el rival y, antes de que Ulgulu pudiese reaccionar, le hundi la cimitarra t res veces en la panza y le abri un agujero debajo de la barbilla. El barje rugi encolerizado aunque las heridas no eran graves, porque el arma de D rizzt haba perdido gran parte de la magia durante el tiempo pasado en la superfic ie y slo armas mgicas como los dientes y las garras de Guenhwyvar podan causar autntic o dao a una criatura de los abismos de Gehenna. La enorme pantera choc contra la nuca de Ulgulu con la fuerza suficiente para hac er caer al barje de cara al suelo. Ulgulu jams haba experimentado tanto dolor como el que le producan las garras de Guenhwyvar al desgarrarle la cabeza. Drizzt se acerc dispuesto a intervenir en el combate, cuando oy un estrpito procede nte del fondo de la sala. Kempfana abandon su escondite detrs del trono, chillando de furia. Ahora era el turno de Drizzt para utilizar algn truco mgico. Lanz un globo de oscur idad en el camino del barje de piel prpura, se zambull en el interior y se puso a cuatro patas. Incapaz de detenerse, Kempfana penetr en el globo, tropez con el cue rpo del drow con tanta fuerza que qued sin respiracin y cay al suelo. Kempfana sacudi la cabeza para despejarse y se apoy en las manos para levantarse. Sin perder un instante, Drizzt se mont a horcajadas sobre la espalda del barje y

comenz a descargar feroces mandobles contra la cabeza. La sangre empapaba el pelo de Kempfana cuando por fin consigui quitarse al drow de encima. Se irgui tambalea nte y se volvi para hacer frente a Drizzt. Al otro extremo de la sala, Ulgulu se sacuda violentamente, rodaba sobre s mismo y daba brincos. La pantera era demasiado rpida y gil para los torpes manotazos del gigante. Una docena de tajos surcaban el rostro de Ulgulu, y ahora Guenhwyvar ha ba clavado los dientes en la nuca del monstruo y con las cuatro patas le desgarra ba la espalda. Pero Ulgulu tena otra opcin. Los huesos crujieron y se reformaron. El herido rostr o del barje se convirti en un hocico enorme dotado con grandes y afilados dientes . Un pelo hirsuto creci por todo su cuerpo protegindolo de las garras de la panter a. Los brazos se transformaron en patas. Ahora Guenhwyvar luchaba contra un lobo gigante, y su ventaja no tard en desapare cer. Kempfana avanz lentamente, consciente del peligro que representaba Drizzt. T eres el responsable de su muerte dijo Drizzt en la lengua de los goblins, con un tono tan fro que el barje de piel prpura se detuvo. Kempfana no era una criatura estpida. El barje haba sufrido el terrible castigo de la cimitarra y no estaba dispuesto a recibir ms heridas, as que utiliz sus otros p oderes sobrenaturales. En un abrir y cerrar de ojos, el barje prpura se escabull p or una puerta extradimensional y reapareci detrs del drow. En cuanto vio desaparecer a Kempfana, Drizzt se movi instintivamente hacia un lad o. Pero el golpe a traicin fue ms rpido de lo que esperaba: lo pill en mitad de la e spalda y lo arroj al otro lado de la sala. Drizzt se estrell contra la pared y, si n aliento, slo pudo ponerse de rodillas. Esta vez Kempfana avanz sin precauciones; el drow haba perdido la cimitarra casi a los pies del monstruo y no poda recuperarla. El gran lobo-barje, que casi doblaba en tamao a Guenhwyvar, rod sobre s mismo y apl ast a la pantera. Las enormes fauces chasquearon muy cerca de la garganta de Guen hwyvar, que se defendi como pudo. Consciente de que no poda vencer en una pelea pa reja contra el lobo y de que su nica ventaja era la movilidad, la pantera se escu rri de debajo del lobo y vol hacia la cortina como una flecha negra. Ulgulu solt un aullido y fue tras ella; arranc la cortina a su paso y sigui adelant e, hacia la menguante luz diurna. Guenhwyvar sali de la cueva en el momento en que Ulgulu arrancaba la cortina, par en seco y salt hacia la ladera por encima de la entrada. Cuando apareci el gran lo bo, la pantera se lanz sobre la espalda de Ulgulu y reanud el ataque con nuevos bro s. Fue Ulgulu quien mat a los campesinos, no yo gru Kempfana mientras se acercaba. De un puntapi lanz la cimitarra de Drizzt al otro lado de la sala . Ulgulu quiere vengar la muerte de los gnolls. Pero ser yo el que te mate, guerrero drow. Me alimentar co n tu fuerza vital para poder crecer y madurar! Drizzt, preocupado por recuperar el aliento, apenas si escuch las palabras. La nic a cosa que ocupaba su mente era el recuerdo de los campesinos muertos, las imgene s que le daban coraje. El barje se acerc, y Drizzt lo fulmin con una mirada terrib le a pesar de lo desesperado de su situacin. Kempfana vacil ante la ardiente mirada de los ojos lila, y la demora del barje le dio a Drizzt el tiempo que necesitaba. Se haba enfrentado antes a monstruos giga ntes, sobre todo a oseogarfios. Las cimitarras le haban servido para acabar las b atallas, pero en el primer ataque siempre haba empleado el cuerpo. El dolor en la espalda no era nada comparado con su furia. Se apart de la pared, permaneci en cu clillas y en el momento oportuno se zambull entre las piernas de Kempfana al tiem po que se giraba para sujetarse a la corva del barje. Despreocupado, Kempfana se agach para coger al escurridizo elfo oscuro. Drizzt el udi las manazas del gigante lo suficiente para encontrar un punto de apoyo. Kempf ana acept los ataques como una molestia menor. Cuando Drizzt hizo perder el equil ibrio al barje, Kempfana no opuso resistencia y se dej caer, convencido de que ap lastara al drow. Una vez ms, Drizzt fue demasiado rpido. Se escurri antes de que el gigante tocara el suelo, dio un salto y corri hacia el otro extremo de la sala. No, de ninguna manera! vocifer Kempfana, ponindose a cuatro patas. El monstruo se inc

orpor y persigui a Drizzt. En el preciso momento en que Drizzt recoga la cimitarra, Kempfana lo rode con los brazos y lo levant en el aire . Te aplastar y te comer! rugi criatura, y Drizzt escuch el ruido de una costilla al quebrarse. Intent zafarse para mirar al rival, pero despus cambi de idea y se concentr en libra r el brazo armado. Se parti otra costilla, y los enormes brazos de Kempfana aumentaron la presin. Sin embargo, el barje no quera matar al drow, consciente de lo mucho que avanzara hac ia la madurez si devoraba vivo a un enemigo tan poderoso, si se nutra con la fuer za vital de Drizzt. Te comer, drow. El gigante se ri . Te devorar vivo! Drizzt empu la cimitarra con las dos manos con la fuerza inspirada por las imgenes de la granja. Consigui librar el arma y la levant por encima de la cabeza. La hoja entr en la boca abierta de Kempfana y baj por la garganta. Drizzt removi la cimitarra de un lado a otro. Kempfana se sacudi, enloquecido por el dolor, y los msculos y las articulaciones d e Drizzt casi se rompieron por la presin. Pero haba encontrado el punto dbil del en emigo y no cej en el empeo. El barje se desplom, ahogado, y rod sobre Drizzt con la intencin de aplastarlo. El dolor comenz a penetrar en la conciencia de Drizzt. No! grit el drow, aferrndose a la imagen del nio rubio, asesinado en su cama. Drizzt continu moviendo la cimitarra. Los sonidos del aire a su paso por la garga nta llena de sangre del barje eran espantosos. El joven comprendi que haba ganado la batalla cuando el monstruo que tena encima dej de sacudirse. Drizzt no deseaba otra cosa que acurrucarse y recuperar la respiracin, pero se di jo a s mismo que an no haba terminado. Sali de debajo de la mole de Kempfana, se lim pi la sangre de los labios, su propia sangre, arranc la cimitarra de la boca del b arje y recuper la daga. Saba que las heridas eran graves, que poda morir si no las atenda de inmediato. Slo con un gran esfuerzo poda llevar un poco de aire a los pulmones. As y todo no poda abandonar el combate porque Ulgulu, el monstruo asesino de los granjeros, todava segua con vida. Guenhwyvar salt del lomo del lobo gigante otra vez a la empinada ladera por encim a de la boca de la cueva. Ulgulu se volvi, furioso, y ara las piedras en un esfuerz o por perseguirla. En el acto la pantera repiti el salto para caer sobre el lomo de Ulgulu y darle c uatro zarpazos. Cuando el lobo se volvi, Guenhwyvar busc refugio en la ladera. El juego se repiti varias veces: Guenhwyvar atacaba y hua. Por fin el lobo se anti cip a la maniobra y atrap a la pantera con las poderosas mandbulas. Guenhwyvar cons igui zafarse pero fue a dar al borde del abismo. Ulgulu se acerc a ella, cerrndole el paso. Drizzt sali de la cueva cuando el gran lobo obligaba a retroceder a Guenhwyvar. S e desprendieron unas cuantas piedras, que cayeron al fondo del abismo; las patas traseras de la pantera resbalaron y slo de milagro encontraron un punto de apoyo . Incluso la poderosa Guenhwyvar no poda oponerse al peso y la fuerza del lobo-ba rje. El drow comprendi de inmediato que no podra apartar al lobo a tiempo para salvar a su compaera. Sac la estatuilla de nice y la arroj cerca de los combatientes. Vete, Guenhwyvar orden. En otras circunstancias la pantera no habra abandonado a su amo en una situacin ta n peligrosa, pero Guenhwyvar entendi el plan de Drizzt. Ulgulu lanz la ltima embest ida dispuesto a despear a Guenhwyvar de una vez por todas. Entonces el monstruo se encontr empujando en la nada. Ulgulu perdi el equilibrio y trat de sujetarse. Un alud de piedras cay al vaco junto con la estatuilla, y un se gundo despus las sigui el lobo. Los huesos se modificaron una vez ms y la piel se adelgaz. Ulgulu no poda realizar el hechizo de levitacin con la forma de lobo. Desesperado, el barje concentr todo el poder mental y comenz a recuperar el cuerpo de goblin. El hocico de lobo se ac ort y volvi a ser un rostro achatado, las garras cedieron paso a los brazos. Cuand o Ulgulu se estrell contra el fondo slo haba conseguido transformarse a medias. Drizzt utiliz el hechizo de levitacin para descender, sin darse prisa y bien cerca

de la pared de piedra. Como le haba ocurrido en ocasiones anteriores, el hechizo no tard en perder efecto. El elfo resbal a lo largo de los ltimos seis metros y go lpe contra el suelo bastante fuerte. Vio al barje que se sacuda a unos pocos pasos de distancia e intent levantarse, pero perdi el conocimiento y lo envolvi la oscur idad. Drizzt no saba cuntas horas haban transcurrido cuando un rugido tremendo lo arranc d el sueo. Ya era de noche y el cielo apareca encapotado. Poco a poco, el drow herid o record las alternativas del combate. Aliviado, vio que Ulgulu yaca inmvil entre l as rocas, mitad lobo, mitad goblin. Estaba muerto. Un segundo rugido en las alturas, junto a la cueva, hizo que el drow mirara en a quella direccin. Vio a Lagerbottoms, el gigante de la colina, que haba regresado d e su cacera y ahora estaba furioso ante la carnicera que haba encontrado. Drizzt comprendi en el momento en que se puso de pie que no poda pensar en librar otra batalla. Busc entre las piedras, encontr la estatuilla de nice y la guard en la bolsa. No le preocupaba el estado de Guenhwyvar. Haba visto a la pantera salir b ien librada de peores calamidades atrapada en la explosin de una varita mgica, arra strada al plano de tierra por un elemental enfurecido, incluso haba cado en un lag o de cido hirviente . La estatuilla no mostraba ningn dao, y Drizzt estaba seguro de que Guenhwyvar descansaba ahora tranquilamente en su casa astral. En cambio Drizzt no poda permitirse descansar. El gigante haba comenzado el descen so del acantilado. Con una ltima mirada a Ulgulu, Drizzt sinti que la venganza era un pobre consuelo para el dolor que le produca recordar la muerte de los campesi nos. Se puso en marcha y desapareci en la espesura, escapando del gigante y de la culpa.

8 Pistas y acertijos Haba pasado ms de un da desde la masacre cuando el primero de los vecinos de los Th istledown cabalg hasta la granja solitaria. El hedor de la muerte alert de la trag edia al campesino visitante incluso antes de haber mirado en la casa o en el gra nero. Regres una hora ms tarde con el alcalde Delmo y varios granjeros armados. Recorrie ron cautelosamente la casa de los Thistledown y los patios, cubrindose los rostro s con pauelos para combatir el terrible olor. Quin puede haber hecho esto? pregunt el alcalde . Qu monstruo abominable es capaz de s jante atrocidad? Como en respuesta a su pregunta, uno de los campesinos sali del dormitorio y entr en la cocina, sosteniendo una cimitarra rota en las manos. Un arma drow? inquiri el hombre . Tendramos que llamar a McGristle. Delmo vacil. Esperaba de un momento a otro la llegada del grupo de Sundabar y con sideraba que la famosa vigilante Paloma Garra de Halcn estaba mucho ms capacitada para resolver la situacin que el irascible e incontrolable montas. El debate no lleg a plantearse porque el ladrido de un perro alert a los de la cas a de que McGristle haba llegado. El rudo y sucio hombretn entr en la cocina; un cos tado del rostro presentaba unas heridas desgarradas cubiertas de sangre seca. Un arma drow! gru en cuanto vio la cimitarra . La misma que utiliz contra m! La vigilante no tardar en llegar dijo Delmo, pero McGristle no le prest atencin. Recorri la cocina y el dormitorio, empujando sin miramientos los cadveres con el p ie para despus agacharse y examinar algunos detalles menores. Vi las huellas fuera afirm McGristle sin ms . Dos juegos diferentes. El drow tiene un aliado razon el alcalde . Otro motivo para que esperemos al grupo de Sundabar. Bah, ni siquiera sabe si vendrn! protest McGristle . Hay que perseguir al drow ahora, m entras el rastro est fresco para el hocico de mi perro! Varios de los granjeros presentes asintieron para expresar su acuerdo hasta que Delmo les record prudentemente el peligro al que podan verse expuestos. Un solo drow pudo con usted, McGristle dijo el alcalde . Ahora piensa que son dos, q uiz ms, y quiere que nosotros los persigamos y les demos caza? Fue pura mala suerte que me sorprendiera! contest Roddy. Mir a su alrededor, dispuest

o a apelar a los ahora poco dispuestos campesinos . Lo tena a punto para degollarlo! Los campesinos se movieron inquietos y cuchichearon entre ellos mientras el alca lde coga a Roddy de un brazo y lo guiaba hasta un extremo de la habitacin. Espere un da le rog Delmo . Nuestras posibilidades de xito aumentarn si viene la vigila te. De mis batallas me ocupo yo replic McGristle, sin dejarse convencer . Mat a mi perro y me afe la cara. Lo quiere y lo tendr prometi el alcalde , pero puede haber en juego algo ms que su perr o o su orgullo. El rostro de Roddy mostr una expresin de amenaza que no intimid al alcalde. Si era verdad que un grupo drow actuaba en la regin, todo Maldobar corra peligro. La mejo r defensa para la pequea comunidad, hasta que pudiera recibir ayuda de Sundabar, era permanecer unida, y esto no se podra conseguir si Roddy se llevaba a un grupo de hombres guerreros que ya eran bastante escasos en una persecucin por las montaas . Sin embargo, Benson Delmo era lo suficientemente astuto para saber que no poda tratar con Roddy en estos trminos. Si bien el montas llevaba en Maldobar un par de aos, en el fondo siempre haba sido un vagabundo y no formaba parte del pueblo. Roddy le volvi la espalda, convencido de que la conversacin haba acabado, pero el a lcalde volvi a sujetarlo del brazo y lo hizo girar. El perro de Roddy le mostr los dientes y gru, aunque esto no fue nada comparado con la mirada furiosa que le dir igi el montas. Tendr al drow se apresur a decir el alcalde , pero se lo ruego, espere a que llegue la ayuda de Sundabar. Despus utiliz las palabras que Roddy entenda mejor . Soy un hombre en buena posicin, McGristle, y usted era un cazador de recompensas antes de venir aqu y espero que todava lo sea. La expresin de Roddy pas rpidamente de la furia a la curiosidad . Espere a que llegue la ayuda, y despus vaya a cazar al drow. El alcalde hizo una pausa para considerar la oferta que pensaba hacer. No tena experiencia en estas cosas y, si bien no quera ofrecer demasiado poco y apagar el inters despe rtado, tampoco quera aflojar los cordones de la bolsa ms de lo necesario . Mil moned as de oro por la cabeza del drow. Roddy haba jugado a este juego muchsimas veces. Ocult el placer que le produjo la o ferta; la cantidad prometida por el alcalde era cinco veces superior a su tarifa normal, y en cualquier caso pensaba cazar al drow, le pagaran o no. Dos mil! gru el montas sin pestaear, dispuesto a sacar el mximo beneficio por sus es os. El alcalde se balance sobre los talones dudando si aceptar o no, pero se reco rd a s mismo varias veces que poda estar en juego la existencia de todo el pueblo . Y ni una menos! aadi Roddy, cruzando los musculosos brazos sobre el pecho. Espere a la dama Garra de Halcn dijo Delmo sumiso y recibir las dos mil monedas. Durante toda la noche, Lagerbottoms sigui el rastro del drow herido. El gigante d e las colinas todava no tena muy claro sus sentimientos ante la muerte de Ulgulu y Kempfana, que se haban convertido en sus amos apoderndose de su guarida y de su v ida. Si bien Lagerbottoms tema a cualquier enemigo capaz de derrotar a aquellos d os, el gigante saba que el elfo oscuro estaba malherido. Drizzt saba que lo perseguan pero no poda hacer gran cosa por ocultar sus huellas. Arrastraba una pierna, lastimada en el brusco descenso hasta el fondo del barran co, y slo lo preocupaba alejarse lo mximo posible del gigante. Cuando lleg la auror a, clara y brillante, el drow comprendi que su desventaja se haba incrementado. No poda confiar en escapar del gigante de las colinas teniendo ante s las largas hor as de luz diurna. El sendero descenda hasta un pequeo bosquecillo de tenaces rboles que haban aprovech ado cada pequeo trozo de suelo desprovisto de cantos rodados. El joven planeaba c ontinuar la marcha en lnea recta no vea otra opcin que la huida cuando, mientras desc ansaba apoyado en el tronco de un rbol, se le ocurri una idea al ver que las ramas parecan fuertes y flexibles como cuerdas. Drizzt ech una mirada al sendero y vio al gigante que cruzaba a paso lento una zo na llana. Desenvain la cimitarra con el nico brazo que poda mover y cort la rama ms l arga que encontr. Despus busc un peasco adecuado. El gigante entr en el bosque una media hora ms tarde, balanceando su enorme garrot e. Lagerbottoms se detuvo bruscamente al ver que el drow sala de detrs de un rbol c on la intencin de cerrarle el paso.

Drizzt casi solt un suspiro de alegra cuando el gigante se detuvo, exactamente en el lugar escogido. Por un momento haba tenido miedo de que el monstruo no se detu viera y lo aplastara de un garrotazo, porque, herido como estaba, no poda ofrecer mucha resistencia. Aprovech el momento de duda del gigante y le dio el alto en i dioma goblin e inmediatamente ejecut un hechizo sencillo que rode a la criatura en una aureola de fuego fatuo. Lagerbottoms se movi inquieto sin intentar proseguir el avance hacia el extrao y p eligroso enemigo. Drizzt vigil el movimiento de los pies del gigante con mucho in ters. Por qu me persigues? pregunt Drizzt . Quieres unirte a los dems en el sueo de la muer El gigante pas la lengua sobre los labios resecos. Hasta el momento, el encuentro no haba resultado como esperaba. Pasada la reaccin instintiva que lo haba conducid o hasta all, intent considerar las opciones. Ulgulu y Kempfana estaban muertos; ta mbin haban muerto los goblins y los gnolls. Haba recuperado la caverna, y haca tiemp o que no vea a aquel molesto trasgo. De pronto se le ocurri una idea. Amigos? pregunt Lagerbottoms, con un tono anhelante. Aunque sinti alivio ante la posibilidad de poder evitar el combate, Drizzt no tena mucha confianza en la oferta. La banda gnoll le haba propuesto lo mismo y el res ultado haba sido desastroso; adems, era obvio que el gigante haba estado relacionad o con los otros monstruos que l haba matado, los asesinos de la familia de granjer os. Amigos para qu? replic Drizzt. Tena la remota esperanza de que la oferta de la criatura pudiese estar inspirada en algn principio moral y no en la necesidad de tener un nuevo compaero para sus c orreras. Para matar dijo Lagerbottoms, como si la respuesta hubiese sido algo obvio. Drizzt gru y sacudi la cabeza en una violenta negativa que hizo flotar en el aire s u larga melena blanca. Desenvain la cimitarra, sin preocuparse de que el pie del gigante estuviese o no metido en el lazo de la trampa. Te matar! grit Lagerbottoms, al ver el sbito cambio en la situacin. El gigante levant el garrote y dio un paso adelante, un paso acortado por la lian a que se ajust alrededor del tobillo. El drow domin el impulso de acercarse. La trampa funcionaba y l no estaba en condi ciones de sobrevivir a un encuentro con el formidable gigante. Lagerbottoms mir el lazo y rugi furioso. La liana no tena la resistencia de una sog a y el lazo no estaba muy apretado. El gigante no tena ms que agacharse para quita r el lazo del pie. Sin embargo, los gigantes de las colinas no destacan por su i nteligencia. Te matar! repiti el gigante, y dio un puntapi con la intencin de romper la rama. Impulsada por la considerable fuerza de la patada, la roca sujeta al otro extrem o de la rama, detrs del gigante, sali disparada del matorral y vol contra la espald a de Lagerbottoms. El gigante haba comenzado a gritar por tercera vez, pero la amenaza se transform e n un quejido sordo. El pesado garrote cay al suelo y Lagerbottoms, con las manos en los riones, hinc una rodilla en tierra. Drizzt vacil por un momento, sin saber si deba echar a correr o rematar al enemigo . No tema por s mismo, pues el gigante tardara algn tiempo en recuperarse, pero no p oda olvidar la expresin sanguinaria en el rostro de Lagerbottoms cuando le haba pro puesto que podan matar juntos. Cuntas familias ms piensas asesinar? le pregunt Drizzt en idioma drow. El gigante no p oda entenderlo porque desconoca el lenguaje, y continu bramando de dolor . Cuntas? insi ti el joven, con fuego en los ojos y la cimitarra bien apretada en el puo. El ataque fue rpido y mortfero. Para gran alivio de Benson Delmo, el grupo de Sundabar Paloma Garra de Halcn, sus tres compaeros guerreros y Fret, el sabio enano lleg por la tarde de aquel mismo da. El alcalde ofreci a la tropa alojamiento y comida, pero en cuanto Paloma escuch m encionar la masacre en la granja Thistledown, ella y sus compaeros partieron haci a all de inmediato, seguidos por el alcalde, Roddy McGristle y varios campesinos curiosos. Paloma no ocult la desilusin cuando llegaron a la granja solitaria. Un centenar de

huellas diferentes oscurecan las pistas principales, y muchas de las cosas de la casa, incluidos los cuerpos, haban sido manoseadas y cambiadas de sitio. De todo s modos, Paloma y los veteranos compaeros realizaron una inspeccin metdica, intenta ndo obtener toda la informacin posible de la terrible escena. Atajo de tontos! les reproch Fret a los campesinos cuando Paloma y los dems completar on la investigacin . Habis ayudado a nuestros enemigos! El alcalde y varios de los granjeros mostraron una expresin compungida ante la re primenda. En cambio, Roddy gru de muy mal humor y pretendi impresionar al enano con su estatura. Paloma se apresur a intervenir. Vuestra anterior visita ha estropeado parcialmente alguna de las pistas le explic c on tono tranquilo y amable al alcalde mientras se colocaba prudentemente entre F ret y el rudo montas. Paloma haba escuchado muchas historias referentes a McGristle, y su reputacin lo m ostraba como un hombre irascible y de muy mal trato. No lo sabamos se justific el alcalde. Desde luego que no dijo Paloma . Habis actuado como cualquier otro en la misma situac in. Como unos novatos puntualiz Fret. Cllate! rugi McGristle, y su perro le hizo eco con un gruido. Calma, seor le pidi Paloma . Tenemos demasiados enemigos fuera del pueblo como para bus carnos otros en el interior. Novato? ladr McGristle . He cazado a ms de un centenar de hombres, y s lo suficiente de este maldito drow como para cazarlo a l tambin. Sabemos que fue el drow? pregunt Paloma, que tena dudas sobre el verdadero autor de l os asesinatos. A una seal de Roddy, uno de los campesinos le mostr la cimitarra rota. Un arma drow dijo Roddy con voz spera. Seal la cara marcada y aadi : La vi de cerca! Una mirada a la herida desgarrada en el rostro del montas inform a Paloma que no la haba hecho el filo de una cimitarra, pero la vigilante no dijo nada, consciente de que no vala la pena discutir. Y las huellas de drow insisti el cazarrecompensas . Las huellas de las botas son idntic as a las encontradas en el bosquecillo de zarzamoras, donde vimos al drow. Algo muy poderoso destroz aquella puerta opin Paloma con la mirada puesta en la puer ta del granero . Y a la mujer joven que hay en el interior no la mat un elfo oscuro . El drow tiene una mascota replic Roddy, sin dar el brazo a torcer . Una enorme panter a negra. Un gato condenamente grande! Paloma no se dej convencer. No haba visto ni una sola huella de pantera, y la form a en que haba sido devorada una parte del cuerpo de la mujer, con huesos y todo, no encajaba con lo que saba sobre los grandes felinos. De todos modos prefiri guar darse sus pensamientos. El montas no quera misterios que pusieran en dudas sus conc lusiones. Ahora, si ya ha visto suficiente este lugar, no perdamos ms tiempo grit Roddy . Mi per ro ha descubierto el rastro, y el drow ya nos lleva demasiada ventaja. Paloma dirigi una mirada de preocupacin al alcalde, que se volvi, avergonzado. Roddy McGristle os acompaar farfull Delmo, arrepentido de haber hecho el trato con Ro ddy. Al ver la tranquilidad de la vigilante y su grupo, tan diferente del violen to comportamiento del montas, ahora pensaba que era mejor dejar en manos de Paloma y sus compaeros la solucin del problema. Pero un trato era un trato . Ser el nico de Maldobar que ir en vuestro grupo aadi . Es un cazador veterano y conoce la regin mejor que nadie. Una vez ms, Paloma, para asombro de Fret, no discuti el plan. El da est a punto de concluir le dijo Paloma a McGristle . Saldremos con el alba. El drow nos lleva mucha ventaja! protest Roddy . Tendramos que perseguirlo ahora mismo! Da por sentado que el drow huye replic Paloma, sin perder la calma, pero esta vez c on un tono mucho ms duro . Cuntos hombres han pagado con la vida el mismo error? Roddy , perplejo, guard silencio . El drow, o la banda de drows, bien puede estar oculto en algn lugar cercano. Le gustara encontrrselos de sopetn, McGristle? Le gustara comba ir contra los elfos oscuros en plena oscuridad? Roddy se limit a levantar las manos en un gesto de renuncia; gru y se alej, seguido

por el perro. El alcalde ofreci alojamiento a Paloma y sus compaeros en su propia casa, pero la vigilante prefiri quedarse en la granja Thistledown. Los campesinos se fueron, y Paloma sonri al ver que Roddy montaba su campamento un poco ms all, con la evidente intencin de no perderla de vista. Se pregunt cul sera el inters de McGristle por tod o este asunto, y lleg a la conclusin de que haba algo ms que el deseo de venganza po r la herida en el rostro y la oreja perdida. De verdad piensas dejar que esa bestia venga con nosotros? le pregunt Fret ms tarde, mientras el enano, Paloma y Gabriel estaban sentados alrededor de la hoguera en el patio de la granja. El arquero elfo y el otro miembro del grupo se haban ausentado para montar el pri mer turno de guardia. Es su pueblo, querido Fret respondi Paloma . Y no puedo negar que McGristle conoce a fondo la regin. Pero es tan sucio! protest el enano. Paloma y Gabriel intercambiaron una sonrisa, y Fret, al comprender que no vala la pena discutir, se acost entre las mantas y les volvi la espalda. El bueno de Limpiaplumas murmur Gabriel, que no dej de ver que la sonrisa de Paloma no disminua la expresin de sincera preocupacin de su rostro . Tienes algn problema, seo a Garra de Halcn? inquiri. Hay algunas cosas que no encajan como es debido en todo esto. No fue una pantera lo que mat a la mujer en el granero seal Gabriel, que tambin haba a vertido algunas discrepancias. Ni tampoco fue un drow el asesino del granjero en la cocina, el tal Bartholemew aad i Paloma . La viga que le parti el cuello est casi quebrada en dos. Slo un gigante pos ee tanta fuerza. Magia? pregunt Gabriel. La magia drow suele ser ms sutil, segn dice nuestro sabio repuso Paloma mirando a Fr et, que ya roncaba a pierna suelta . Y ms completa. Fret no cree que la magia drow matara a Bartholemew o a la mujer, o destruyera la puerta del granero. Adems hay otro misterio en el tema de las huellas. Dos juegos manifest Gabriel , y hechos con casi un da de diferencia. Y de profundidades distintas acot Paloma . Uno, el segundo, puede ser el de un elfo o scuro, pero el otro, las pisadas del asesino, son demasiado profundas para corre sponder a los pasos livianos de un elfo. Un agente de los drows? propuso Gabriel . Quizs engendros de los planos inferiores? Pod ser que el elfo oscuro viniera al da siguiente para inspeccionar el trabajo del monstruo? Esta vez, Gabriel encogi los hombros al mismo tiempo que Paloma. Tenemos mucho que averiguar concluy Paloma. Gabriel encendi la pipa, y la vigilante se ech a dormir. Oh-amo, mi-amo gimi Tephanis, al ver la forma grotesca del cuerpo destrozado del ba rje a medio transformar. El trasgo no tena mucho aprecio por Ulgulu ni por su hermano, pero la muerte de a mbos planteaba algunos problemas para el futuro de Tephanis. Se haba unido al gru po de Ulgulu por una cuestin de inters mutuo. Antes de que aparecieran los barjes, el trasgo haba vivido solo, robando lo que poda en los pueblos cercanos. Se las h aba arreglado bastante bien por su cuenta, aunque le desagradaba la vida montona y solitaria. La llegada de Ulgulu signific un gran cambio. El grupo del barje le ofreca protecc in y compaa, y Ulgulu, que no dejaba de planear nuevas y ms siniestras matanzas, le haba encomendado a Tephanis un sinfn de misiones importantes. Ahora lo haba perdido todo, porque Ulgulu y Kempfana estaban muertos, y l no poda h acer nada por cambiar los hechos. Lagerbottoms?, se pregunt a s mismo de pronto. Pens que el gigante de las colinas, el nico miembro ausente de la guarida, poda ser un buen compaero. Tephanis vio las huellas del gigante que se alejaban de la cue va para adentrarse en las montaas. Bati palmas, quiz cien veces en un segundo, y de spus se march a toda prisa en busca de un nuevo amigo. Desde un lugar muy alto en la montaa, Drizzt Do'Urden mir por ltima vez las luces d

e Maldobar. Desde que haba bajado de las cumbres despus del desagradable encuentro con la mofeta, el drow se haba visto enfrentado a un mundo casi tan salvaje como el reino oscuro que haba dejado atrs. Las esperanzas alimentadas a lo largo de lo s das dedicados a observar a la familia campesina se haba esfumado, enterradas baj o el peso de la culpa y las terribles imgenes de la carnicera que lo perseguiran pa ra siempre. El dolor fsico del drow haba disminuido un poco: respiraba mejor aunque con esfuer zo, y las heridas en los brazos y las piernas haban cicatrizado. Sobrevivira. Mientras contemplaba el pueblo, otro lugar que nunca podra ser su casa, Drizzt se pregunt si despus de todo no sera mejor as.

9 La persecucin Qu es? pregunt Fret, movindose con cautela detrs de los pliegues de la capa verde hoja de Paloma. La vigilante, e incluso Roddy, tambin avanzaron con precaucin porque, si bien la c riatura pareca muerta, nunca haban visto nada parecido. Pareca ser una extraa mutacin gigante entre un goblin y un lobo. Ganaron coraje cuando se acercaron al cuerpo, convencidos de que efectivamente e staba muerto. Paloma se inclin y lo toc con la espada. En mi opinin, lleva muerto ms de un da anunci. Pero qu es? insisti Fret. Un hbrido murmur Roddy. Paloma inspeccion atentamente las extraas articulaciones de la criatura. No pas por alto las numerosas heridas que presentaba el monstruo; la carne pareca desgarrad a por los zarpazos de un gran felino. Un ser capaz de transformarse? sugiri Gabriel, que montaba guardia en un costado de la zona rocosa. Paloma asinti. Muerto en medio de la transformacin aadi. Nunca he escuchado hablar de magos goblins protest Roddy. Oh, s intervino Fret, quitndose las arrugas de las mangas de la tnica . Haba, por cierto aquel presunto archimago, Grubby el Charlatn, que... Un silbido desde lo alto del acantilado interrumpi al enano. En el borde se encon traba Kellindil, el arquero elfo, que les haca seas con los brazos. Hay ms aqu grit el elfo cuando obtuvo su atencin . Dos goblins y un gigante de piel pr a que no se parece a nada que haya visto en toda mi vida. Paloma mir el acantilado. Calcul que poda escalarlo, pero una mirada al pobre Fret le hizo comprender que tendran que regresar por el sendero, un trayecto de casi d os kilmetros. T qudate aqu le dijo a Gabriel. El hombre de rostro severo asinti y se movi para ocupar una posicin defensiva entre unos peascos, mientras Paloma, Roddy y Fret echaban a andar hacia el sendero. A medio camino por el angosto sendero que segua la cara del acantilado, se encont raron con Darda, el otro guerrero del grupo. El hombre, bajo y muy musculoso, se rascaba la barba mientras examinaba lo que pareca ser una reja de arado. Es de los Thistledown! grit Roddy . Estaba en el patio de la casa, lista para reparar. Cmo es que est aqu? pregunt Paloma. Y por qu tiene manchas de sangre? aadi Darda, que seal a los dems las manchas en la cncava de la hoja. El guerrero se asom al borde del barranco, mir el fondo y despus otra vez la reja . Alguna pobre criatura se estrell contra ella murmur , y despus cay a fondo. Las miradas de todos se centraron en Paloma cuando la vigilante se apart los cabe llos de la cara, apoy la barbilla en su delicada pero callosa mano, y pens en cul s era la solucin de este nuevo enigma. Las pistas eran muy pocas, y, al cabo de unos momentos, Paloma levant las manos en un gesto de enfad y reanud la marcha. El send ero se apartaba del abismo a medida que se acercaba a la cima, pero Paloma sigui hasta el borde, directamente encima del lugar donde haban dejado a Gabriel. El gu errero la vio en el acto y le hizo una sea para avisarle que todo estaba en calma

Venid les dijo Kellindil, y gui al grupo hasta la caverna. Algunas preguntas quedar on contestadas en cuanto Paloma ech una ojeada a la carnicera de la sala interior. Cachorro de barje! exclam Fret al ver el cadver del gigante de piel prpura. Barje? pregunt Roddy, perplejo. Desde luego repuso Fret . Esto explica el lobo gigante en el fondo del barranco. Atrapado en pleno cambio razon Darda . Las muchas heridas y el suelo de piedra acabar on con l antes de que pudiera acabar la transformacin. Barje? insisti Roddy, esta vez enfadado, porque lo dejaban fuera de una discusin que no comprenda. Una criatura de otro plano de existencia explic Fret . Se rumorea que proceden de Geh enna. Los barjes envan a los cachorros a otros planos, algunas veces al nuestro, para que se alimenten y crezcan. Hizo una pausa mientras pensaba . Para que se alim enten repiti, con un tono que alert a los dems. La mujer en el granero! exclam Paloma. Los miembros del grupo de la vigilante asintieron al escuchar la sbita revelacin, pero McGristle se aferr a su teora original. El drow los mat! refunfu. Tiene la cimitarra rota? le pregunt Paloma. Roddy sac el arma que guardaba entre uno de los muchos pliegues de sus prendas de piel. Paloma cogi la cimitarra y se agach para examinar al barje muerto. Saltaba a la vi sta que la hoja coincida con las heridas de la bestia, especialmente en la herida fatal de la garganta. Usted dijo que el drow utilizaba dos cimitarras le coment la vigilante a Roddy. Lo dijo el alcalde la corrigi Roddy , repitiendo la historia que cont el hijo de Thist ledown. Cuando vi al drow explic, cogiendo el arma slo llevaba una, la que utiliz par a matar a la familia Thistledown. Roddy ocult adrede que el drow, si bien haba esgrimido una sola cimitarra, llevaba dos vainas sujetas al cinto. El drow mat al barje replic Paloma, que dudaba de la teora del cazarrecompensas . Las h eridas se corresponden con el arma, la cimitarra gemela de la que tiene usted. Y , si examina a los goblins en la antesala, podr ver que sus gargantas las cort una cimitarra curva. Como las heridas de los Thistledown! afirm Roddy. Paloma decidi no mencionar la hiptesis que haba pensado. Pero Fret, llevado por el disgusto que le provocaba el hombre, manifest en voz alta los pensamientos de sus compaeros. Fueron asesinados por el barje proclam el enano, recordando los dos juegos de huell as en el patio de la granja . Transformado en drow! Roddy lo mir furioso y Paloma tam bin mir al enano en una muda peticin para que se callara. Fret malinterpret la mirad a de la vigilante y, pensando que era de asombro ante su poder de deduccin, aadi or gulloso : Eso explica los dos juegos de huellas. Las primeras, ms pesadas, correspo ndan al bar... Y qu dices de la criatura del barranco? le pregunt Darda a Paloma, al comprender que la vigilante deseaba que Fret se callara . Crees que sus heridas tambin las hizo una cimitarra curva? Quizs algunas respondi Paloma tras una breve pausa, al tiempo que agradeca la interve ncin de Darda con una disimulada inclinacin de cabeza . Aunque todo parece indicar q ue al barje lo mat la pantera. Mir directamente a Roddy . El felino que usted dice qu e el drow tiene de mascota. El drow mat a la familia Thistledown! insisti Roddy, descargando un puntapi contra el barje muerto. Haba perdido un perro y una oreja a manos del elfo oscuro y no aceptara ninguna co nclusin que disminuyera las posibilidades de cobrar las dos mil monedas de oro pr ometidas por el alcalde. Una llamada desde el exterior de la cueva acab con la discusin, cosa que complaci t anto a Paloma como a Roddy. Despus de guiar al grupo hasta la madriguera, Kellind il haba vuelto a salir para seguir otras pistas que haba descubierto. La huella de una bota explic el elfo cuando salieron los dems, sealando una pequea man

cha de musgo aplastada . Y aqu aadi. Esta vez les indic los raspones en la piedra . Creo que el drow se acerc al borde. Y despus salt, quiz detrs del barje y la pantera, aunq ue esto ltimo slo es una suposicin. Paloma y Darda, e incluso Roddy, estuvieron de acuerdo con la suposicin de Kellin dil en cuanto acabaron de estudiar las pistas. Tendramos que volver a bajar sugiri Paloma . Quizs encontremos un sendero ms all del f o rocoso que nos lleve a conseguir respuestas ms claras. Roddy se rasc las costras de la cabeza y dirigi a Paloma una mirada desdeosa que re vel sus emociones. A Roddy no le interesaban en lo ms mnimo las respuestas ms claras p rometidas por la vigilante porque haca tiempo que haba llegado a las conclusiones que le interesaban. Por encima de todo, estaba resuelto a regresar a Maldobar co n la cabeza del elfo oscuro. Paloma Garra de Halcn no tena tan clara la identidad del asesino. Para la vigilant e y sus compaeros todava quedaban muchas preguntas sin contestar. Por qu el drow no haba matado a los nios cuando se encontraron por primera vez en las montaas? Si el relato de Connor al alcalde era verdad, por qu el drow le haba devuelto al muchacho la espada? Paloma estaba convencida de que el barje, y no el drow, haba asesinad o a la familia Thistledown, pero entonces por qu el drow haba ido a la guarida de l os barjes? Haba estado el drow en complicidad con los barjes, una unin que no haba tardado en r omperse? Todava ms desconcertante para Paloma cuyo credo era defender a los civiles en la interminable guerra entre las razas buenas y los monstruos era pensar que el drow haba buscado al barje para vengar la muerte de los granjeros. La vigilant e sospechaba que esto ltimo era verdad, pero no poda entender los motivos del drow . Acaso el barje, al matar a la familia, haba alertado a los pobladores de Maldoba r, y como consecuencia estropeado la incursin de los drows? Una vez ms las piezas no encajaban. Si los elfos oscuros planeaban una incursin co ntra Maldobar, desde luego que ninguno de ellos se hubiera dejado ver antes de h ora. Algo en el interior de Paloma le dijo que el drow haba actuado a solas, que haba venido a vengar la muerte de los granjeros. Rechaz la idea como un truco de s u propio optimismo y se record a s misma que los elfos oscuros no eran conocidos p recisamente por sus buenas acciones. Cuando los cinco llegaron al final del angosto sendero y estuvieron a la vista d el cadver del monstruo, Gabriel ya haba encontrado el rastro, que se encaminaba ha cia las montaas. Se vean dos juegos de huellas, las del drow y otras ms frescas que pertenecan a otra criatura bpeda gigante, probablemente un tercer barje. Qu le habr pasado a la pantera? pregunt Fret, un tanto abrumado por su primera campaa n muchos aos. Paloma solt una carcajada y sacudi la cabeza sin saber qu responder. Cada respuesta pareca provocar una multitud de nuevas preguntas. Drizzt no dej de avanzar durante la noche. Escapaba, como lo haba hecho durante ta ntos aos, de otra horrible realidad. l no haba matado a los campesinos incluso los h aba salvado de la banda de gnolls , pero ahora estaban muertos. Drizzt no poda eludi r este hecho. Haba entrado en sus vidas, por propia voluntad, y ahora estaban mue rtos. Durante la segunda noche despus del encuentro con el gigante de las colinas, Driz zt vio la hoguera de un campamento muy lejano junto al sinuoso sendero, en la di reccin de la madriguera del barje. Consciente de que no poda ser una coincidencia, llam a Guenhwyvar y envi a la pantera a investigar. Infatigable, Guenhwyvar corri hacia el campamento, su esbelta silueta negra invis ible en las sombras de la noche. Paloma y Gabriel descansaban junto a la hoguera, divertidos con las incesantes q uejas de Fret, muy ocupado en cepillar la suave piel del coleto con un cepillo d uro. Roddy haba preferido instalarse alejado de los dems, bien seguro en un hueco forma do por un rbol cado y un peasco, con el perro echado a sus pies. Ay, qu har con estas manchas! gimi el enano . No conseguir nunca limpiar esta prenda! que comprar una nueva! Mir a Paloma, que intentaba intilmente mantener la expresin s eria . Ya puedes rer, seora Garra de Halcn le advirti el enano . El dinero saldr de tu sa, no lo dudes.

Cosa triste tener que pagar la coquetera de un enano coment Gabriel, y, al escucharl o, Paloma solt la carcajada. Red, red! repiti Fret, y frot el cepillo con tanta fuerza que agujere la prenda . Ma ea! exclam arrojando el cepillo al suelo. Callen de una buena vez! les grit Roddy, enfadado . Es que pretenden avisar a los drows de nuestra presencia? Es hora de dormir, Gabriel dijo Paloma al comprender que la advertencia del montas, aunque manifestada con grosera, era apropiada . Darda y Kellindil no tardarn en regr esar y ser nuestro turno de montar la guardia. Si no me equivoco, la ruta de maana ser tan dura mir al enano y le gui un ojo al guerrero y sucia como la de hoy. Gabriel encogi los hombros, mordi la boquilla de la pipa y uni las manos detrs de la nuca. sta era la vida que tanto les gustaba a l y a sus compaeros de aventura: aca mpar bajo las estrellas con el canto del viento de la montaa en los odos. En cambio, Fret se remova y daba vueltas sobre el suelo duro, sin dejar de gruir p or la incomodidad de cada nueva posicin. Gabriel no necesit mirar a Paloma para saber que ella comparta su sonrisa. Ni tamp oco tuvo que mirar a Roddy para saber que el montas rabiaba por el ruido incesante causado por el enano. ste, sin duda, acostumbrado a vivir en la ciudad, no se da ba cuenta pero sonaba estrepitosamente para aquellos habituados a dormir al raso . Un silbido procedente de la oscuridad son al mismo tiempo que se le erizaba el pe lo al perro de Roddy. Paloma y Gabriel tardaron un segundo en levantarse y salir del permetro iluminado por el fuego, en direccin a la llamada de Darda. Al mismo tiempo, Roddy y el per ro se deslizaron detrs del peasco, fuera de la luz directa, para que sus ojos se h abituaran a la oscuridad. Fret, demasiado preocupado con sus propias incomodidades, acab por darse cuenta d e que pasaba algo. Qu? pregunt el enano, curioso . Qu es lo que pasa? Despus de una breve conversacin en susurros con Darda, Paloma y Gabriel se separar on y rodearon el campamento en direcciones opuestas para asegurar su integridad. El rbol murmur una voz. Paloma se agach en el acto. Tard un momento en ver a Roddy, muy bien oculto entre la roca y la maleza. El montas sostena el arma en una mano y con la otra apretaba e l hocico del perro para que no ladrara. Paloma sigui el cabeceo de Roddy hacia las ramas de un olmo solitario. Al princip io, la vigilante no vio nada raro entre las hojas pero despus capt el resplandor a marillo de los ojos del felino. La pantera del drow susurr Paloma. Roddy asinti. Permanecieron inmviles y vigilaron, conscientes de que el ms mnimo mov imiento poda alertar al felino. Unos segundos ms tarde, Gabriel se uni a ellos, se puso en cuclillas y sigui la trayectoria de las miradas hasta la misma mancha osc ura en el olmo. Los tres comprendan que el tiempo jugaba a su favor. Ahora mismo, Darda y Kellindil se movan para ocupar sus posiciones. Quiz la trampa habra podido atrapar a Guenhwyvar, de no haber sido porque el enano se alej de la hoguera y se llev por delante a Roddy. El montas trastabill y, para no caer, tendi la mano que sujetaba el hocico del perro. En el acto, el animal come nz a ladrar mientras corra hacia el rbol. Como una saeta negra, la pantera salt del olmo y vol en la oscuridad. Pero la fort una no estuvo de parte de Guenhwyvar, pues cruz directamente por delante de la po sicin de Kellindil, que la vio con toda claridad. El arquero elfo escuch los ladridos y los gritos en la distancia, en direccin al c ampamento, aunque sin saber qu haba ocurrido. Sus dudas se disiparon cuando oy la v oz de Roddy. Matad a esa cosa! vocifer el montas. Convencido de que la pantera o su compaero drow haban atacado el campamento, Kelli ndil dispar la flecha, y el dardo encantado se hundi en el flanco de Guenhwyvar. E ntonces lleg la llamada de Paloma, que reprochaba a Roddy. No! grit la vigilante . La pantera no ha hecho nada para merecer nuestra ira! Kellindil corri al lugar por donde haba pasado la pantera. Gracias a la visin infra

rroja, pudo ver claramente las ondas de calor emitidas por las manchas de sangre que salpicaban el rastro de la huida. Paloma y los dems se presentaron al cabo de unos instantes. El rostro hermoso del elfo pareca haberse convertido en piedra cuando su mirada furiosa se pos en Roddy . Ha hecho que cometiera una barbaridad, McGristle declar enojado . Por su culpa he disp arado contra una criatura que no se mereca la flecha! Se lo advierto por primera y ltima vez: no lo vuelva a hacer nunca ms. Con una mirada muy dura para demostrarle al montas que la cosa iba en serio, Kelli ndil se alej para seguir el rastro de sangre. Roddy echaba espuma por la boca pero se control, al comprender que se encontraba solo frente al formidable cuarteto y el enano. De todos modos se enfrent a Fret, seguro de que los dems compartiran su opinin. Mantenga la boca cerrada cuando ronda el peligro! gru Roddy . Y no vuelva a pisarme con sus apestosas botas! Fret mir incrdulo a los dems, que se alejaban para seguir a Kellindil. Apestosas? pregunt en voz alta, y contempl, ofendido, sus botas bien lustradas . Apesto as? le pregunt a Paloma, que se detuvo para ofrecerle una sonrisa de consuelo . Sucia s por la espalda de quien yo s! Guenhwyvar regres a donde estaba Drizzt poco despus del alba. El drow sacudi la cab eza, casi sin sorprenderse al ver la flecha que sobresala en el flanco de la pant era. A regaadientes, aunque convencido de que era lo ms conveniente, cogi la daga d el trasgo y ensanch la herida para quitar el dardo. La pantera gimi suavemente durante la operacin pero permaneci quieta sin ofrecer re sistencia. Despus, y a pesar de que quera mantener a Guenhwyvar a su lado, Drizzt la envi de regreso a su casa astral, donde la herida cicatrizara ms deprisa. La fle cha le haba informado al drow de todo lo que necesitaba saber sobre los perseguid ores, y no dudaba que muy pronto volvera a necesitar a la pantera. Trep hasta un s aliente rocoso y vigil los senderos inferiores, atento a la presencia del enemigo . Desde luego, no vio nada porque, incluso herida, Guenhwyvar haba dejado muy atrs a los perseguidores y, para cualquier hombre o criatura parecida, el campamento s e encontraba a muchas horas de viaje. Pero Drizzt saba que se presentaran y lo forzaran a otra batalla que no quera librar . El joven estudi el terreno, y pens en las trampas que poda montar, las ventajas q ue poda conseguir cuando llegara el momento de desenvainar las armas. Los recuerdos del ltimo encuentro con los humanos, el hombre con los perros y los campesinos, alteraron bruscamente los pensamientos de Drizzt. En aquella ocasin, la batalla haba sido provocada por la incapacidad de comunicarse, una barrera qu e Drizzt comenzaba a considerar insuperable. Entonces no haba deseado combatir co ntra los humanos y tampoco lo deseaba ahora, a pesar de la herida de Guenhwyvar. El sol ascenda en el firmamento y el drow herido, si bien haba descansado toda la noche, quera encontrar un agujero oscuro y cmodo. Pero Drizzt no poda permitirse ni nguna demora si pretenda huir de la batalla. Hasta dnde me seguiris? susurr Drizzt en la brisa de la maana. En un tono sombro y de ido, aadi : Ya lo veremos. 10 Una cuestin de honor La pantera encontr al drow afirm Paloma despus de que ella y sus compaeros acabaron de inspeccionar el terreno cerca del montculo rocoso. La flecha de Kellindil yaca ro ta en el suelo, ms o menos en el mismo lugar donde acababan las huellas del anima l . Luego la pantera desapareci. Es lo que parece asinti Gabriel, rascndose la cabeza mientras estudiaba el confuso r astro. Un gato del infierno! gru McGristle . Ha regresado a su inmunda guarida! Fret estuvo a punto de preguntarle si se refera a su propia casa, pero opt prudent emente por no hacer ningn comentario sarcstico. Tambin los otros dejaron pasar la afirmacin del montas. No tenan respuestas a este en

igma, y la opinin de Roddy era tan buena como la de los dems. La pantera herida y el rastro de sangre fresca haban desaparecido, pero el perro de Roddy no tard en d escubrir el olor de Drizzt. El animal los gui, y Paloma y Kellindil, los dos rast readores expertos, encontraron ms indicios que les confirmaron la direccin. El rastro segua la ladera de la montaa, bajaba entre una zona boscosa muy densa, c ontinuaba por una extensin pedregosa y acababa bruscamente en otra quebrada. El p erro de Roddy se acerc hasta el borde e incluso baj hasta el primer repecho del tr aicionero descenso. Maldita sea la magia drow exclam Roddy. Mir alrededor y descarg un puetazo contra la cadera, al comprobar que tardara muchas horas en bajar por la pared casi vertical. El da se acaba dijo Paloma . Acamparemos aqu y buscaremos el camino de bajada por la m aana. Gabriel y Fret se mostraron de acuerdo, pero el cazarrecompensas se opuso rotund amente. El rastro est fresco afirm el montas . Tenemos que llevar al perro hasta abajo y seguir o un poco, antes de pensar en dormir. Nos llevar horas... comenz a protestar Fret, que se interrumpi ante la intervencin de Paloma. Vamos dijo la vigilante, y ech a andar hacia el oeste, donde el suelo comenzaba un declive bastante fuerte pero permita el descenso sin tantas dificultades. Aunque Paloma no comparta el razonamiento de Roddy, no quera ms discusiones con el representante de Maldobar. En el fondo de la quebrada slo se encontraron con ms enigmas. Roddy envi al perro e n todas direcciones en un esfuerzo intil, porque no haba ms rastros del escurridizo drow. Despus de mucho pensar, Paloma descubri la verdad y su sonrisa fue explicac in suficiente para sus compaeros veteranos. Nos ha burlado! afirm Gabriel con una carcajada, adivinando el motivo de la sonrisa de Paloma . Nos llev hasta el borde de la quebrada a sabiendas de que llegaramos a l a conclusin de que haba empleado la magia para descender hasta el fondo. De qu hablan? pregunt Roddy furioso, pese a que l tambin comprenda perfectamente lo q haba ocurrido. Queris decir que tendremos que volver a subir? pregunt Fret, con un tono lastimero. Al escucharlo, Paloma no pudo menos que echarse a rer, pero se control de inmediat o. S contest con la mirada puesta en Roddy . Por la maana. Esta vez el montas no puso ms pegas. Cuando asom el sol a la maana siguiente, el grupo ya se encontraba de regreso en l a cima de la quebrada y el perro de Roddy haba recuperado el rastro del drow, que volva sobre el sendero hacia el montculo donde comenzaba. Haba sido un truco muy s encillo, aunque haba una pregunta que desconcertaba a los perseguidores: cmo se las haba ingeniado el elfo oscuro para apartarse del rastro hasta el extremo de engaa r al sabueso? Cuando llegaron a la zona boscosa, Paloma encontr la respuesta. La vigilante le hizo una sea a Kellindil, que en aquel momento se despojaba de la pesada mochila. El gil elfo escogi una de las ramas flexibles que casi tocaban el suelo y trep por ella hasta llegar a la copa. Una vez all busc las rutas que poda h aber seguido el drow. Las ramas de muchos rboles se entrelazaban, y las opciones eran muchas, pero al cabo de unos minutos Kellindil gui correctamente a Roddy y a l perro hasta el nuevo rastro, que se apartaba del bosque y bajaba en una curva por la ladera en direccin a Maldobar. Se dirige al pueblo! exclam Fret angustiado. Los dems no compartieron su preocupacin. No al pueblo! afirm Roddy, demasiado intrigado para mostrarse furioso. Como buen caz arrecompensas, siempre disfrutaba con un buen oponente, al menos durante la cace ra . Va hacia el arroyo explic, convencido de que por fin haba comprendido el plan del drow . Se dirige al arroyo, para seguirlo durante un tramo, y despus salir e inter narse otra vez en la espesura. El drow es un adversario astuto coment Darda, que comparta las conclusiones de Roddy . Y ahora nos lleva como mnimo un da de ventaja acot Gabriel.

En cuanto Fret dej de rezongar, Paloma le ofreci al enano un poco de esperanza. No temas dijo Paloma . A diferencia del drow, estamos bien provistos. En algn momento tendr que detenerse a cazar o a recolectar frutos, y nosotros en cambio no tendr emos retrasos. Dormiremos slo cuando sea necesario! intervino Roddy, poco dispuesto a tolerar las d emoras de los dems miembros del grupo . Y nicamente unas horas! Fret volvi a suspirar desconsolado. Y comenzaremos a racionar las provisiones ahora mismo aadi Paloma, tanto para aplaca r a Roddy como por considerarlo una medida prudente . Ya nos costar bastante acerca rnos al drow. No quiero demoras. Racionamiento murmur Fret. Suspir y apoy una mano sobre la barriga. Cunto deseaba poder estar de regreso en su cmoda y limpia habitacin en el castillo de Helm, en Sundabar! La intencin de Drizzt era adentrarse en las montaas hasta que los perseguidores pe rdieran los nimos. Continu aplicando las tcticas de evasin; a menudo retroceda sobre sus pasos, trepaba a un rbol, pasaba de uno a otro, hasta que bajaba y comenzaba un segundo rastro en una direccin totalmente distinta. Los numerosos arroyos le s ervan como nuevas barreras al olfato del perro. Sin embargo, los perseguidores no eran novatos, y el perro de Roddy era uno de los mejores sabuesos de la regin. E l grupo no slo sigui correctamente el rastro de Drizzt sino que incluso acortaron distancias durante los das siguientes. Drizzt an crea que podra eludirlos, pero la proximidad de los perseguidores despert en el drow otras preocupaciones ms sutiles. No haba hecho nada para merecer un aco so tan implacable; y an ms, haba vengado la muerte de la familia campesina. Y, a pe sar de haber jurado que continuara solo, que no volvera a poner en peligro a nadie ms, haba conocido la soledad demasiado de cerca durante muchos aos. No poda evitar mirar por encima del hombro, no por miedo sino impulsado por la curiosidad, y la aoranza no disminuy. Por fin, Drizzt no pudo reprimir la curiosidad por conocer a los perseguidores. Este inters, comprendi Drizzt mientras observaba a las figuras que se movan alreded or de la hoguera del campamento durante una noche oscura, poda llevarlo al desast re. De todos modos, ya era demasiado tarde para cambiar de idea. Sus anhelos lo haban hecho regresar, y ahora se encontraba a veinte metros del campamento. La charla alegre entre Paloma, Fret y Gabriel lo conmovi, aunque no poda comprende r las palabras. Pero cualquier deseo que poda sentir el drow de presentarse en el campamento quedaba postergado cada vez que Roddy y su perro pasaban por delante de la hoguera. Aquellos dos no esperaran a escuchar sus explicaciones. El grupo haba montado dos guardias; uno era un elfo y el otro, un humano muy alto . Drizzt haba pasado por el puesto del humano, en la suposicin correcta de que el hombre no poda ver muy bien en la oscuridad. Ahora, contra toda precaucin, el drow se mova hacia el otro lado del campamento, en direccin al centinela elfo. Slo en una ocasin anterior se haba encontrado Drizzt con los primos de la superfici e, y haba resultado un desastre. La patrulla de combate en la cual Drizzt haba ser vido de explorador haba matado a todos los participantes de una fiesta lfica, exce pto a una nia a la que Drizzt haba conseguido ocultar. Impulsado por aquellas memo rias, Drizzt necesitaba volver a ver a un elfo, a uno vivo. La primera indicacin que tuvo Kellindil de que haba alguien ms en su sector de vigi lancia lleg cuando una pequea daga vol junto a su pecho y cort la cuerda de su arco. El elfo se volvi en el acto y vio los ojos lila del drow a slo unos pocos pasos ms all. El resplandor rojo en los ojos de Kellindil mostraba que vea a Drizzt en el espec tro infrarrojo. El drow cruz los brazos sobre el pecho en la seal de paz empleada en la Antpoda Oscura. Por fin nos hemos encontrado, mi primo oscuro susurr Kellindil en idioma drow, con voz spera y furiosa y los ojos entrecerrados peligrosamente. Rpido como un gato, el elfo desenvain la espada de hoja brillante que colgaba de s u cinturn. Drizzt se sorprendi y tambin se alegr al ver que el elfo hablaba su idioma, y por e l hecho de que no haba dado inmediatamente la voz de alarma. El elfo de la superf icie era del mismo tamao que l y con las mismas facciones agudas, pero los ojos er

an ms pequeos y la cabellera rubia no tan larga ni abundante como la blanca melena de Drizzt. Soy Drizzt Do'Urden dijo el joven, vacilante. No me importa saber cmo te llamas! replic Kellindil . Eres un drow. Es lo nico que nec to saber! Adelante, drow. Acrcate y descubramos cul de los dos es el ms fuerte! Drizzt todava no haba desenvainado la cimitarra ni tena intencin de hacerlo. Comenz u na explicacin pero se interrumpi al comprender que las palabras no servan de nada a nte el odio intenso que le profesaba el elfo de la superficie. El joven quera explicrselo todo al elfo, hacerle un relato completo de su historia y verse reivindicado por alguna voz aparte de la suya. Si alguien sobre todo un elfo de la superficie quisiera escuchar sus vicisitudes y confirmar sus decisione s, aceptar que l haba actuado correctamente durante toda su vida cuando le toc enfr entarse a las iniquidades de su raza, entonces desaparecera la culpa. Si poda cons eguir la aceptacin de aquellos que ms odiaban lo mismo que l las maldades de los elfo s oscuros, entonces Drizzt Do'Urden vivira en paz. Pero la punta de la espada del elfo no se movi ni un centmetro hacia abajo, ni tam poco desapareci la expresin furiosa de su rostro, un rostro donde lo habitual eran las sonrisas. Drizzt pens que no encontrara aceptacin aqu, ni ahora ni nunca. Es que siempre lo mal interpretaran?, se pregunt. O es que l, quiz, juzgaba mal a los humanos y a este elfo al considerarlos mejores de lo que eran en realidad? stos eran dos temas que Drizzt tendra que considerar en otra ocasin, porque a Kelli ndil se le haba agotado la paciencia. El elfo se acerc al drow con la punta de la espada por delante. Drizzt no se sorprendi. Dio un salto hacia atrs para situarse fuera del alcance de l rival y, apelando a la magia innata, lanz un globo de oscuridad delante del elf o. Buen conocedor de la magia, Kellindil comprendi la treta del drow. Cambi de direcc in, y sali por la parte de atrs de la esfera, con la espada preparada. Los ojos lila haban desaparecido. Drow! grit Kellindil. Los del campamento se pusieron en movimiento en el acto. El perro de Roddy comen z a ladrar, y aquellos ladridos excitados y amenazadores siguieron a Drizzt en el regreso a las montaas, condenndolo a seguir en el exilio. Kellindil se apoy contra el tronco de un rbol, alerta pero seguro de que el drow y a no estaba en la zona. Drizzt no poda saberlo en aquel momento, pero sus palabra s y su accin posterior huir en lugar de pelear haban plantado una semilla de duda en la mente del elfo. Perder la ventaja con la luz del da afirm Paloma, esperanzada despus de varias horas d e persecucin intil. Se encontraban en el fondo de un valle rocoso, y el rastro del drow se perda por el lado ms lejano en una pendiente muy empinada. Ventaja? gimi Fret, a punto de desplomarse por el agotamiento. Mir la siguiente lader a y sacudi la cabeza . Moriremos de cansancio antes de dar con ese maldito drow. Si no puede seguir, entonces abandone y deje de incordiar! rugi Roddy . Esta vez no perm itiremos que el drow se nos escape! No haba acabado el montas de pronunciar estas palabras, cuando un nuevo incidente l os apart de la bsqueda. De pronto una piedra cay sobre el grupo, y golpe el hombro d e Darda con tanta fuerza que arranc al hombre del suelo y lo hizo volar por los a ires. Ni siquiera pudo gritar antes de caer de bruces en el polvo. Paloma cogi a Fret y lo arrastr detrs de un peasco cercano. Roddy y Gabriel los imit aron. Otra piedra, y despus varias ms, cayeron a su alrededor. Una avalancha? pregunt el enano aturdido cuando se recuper de la sorpresa. Paloma, demasiado preocupada por el bienestar de Darda, no le respondi, aunque sa ba que no se trataba de una avalancha. Est vivo le grit Gabriel desde su refugio detrs de un peasco, a una docena de pasos de distancia. Otra piedra se estrell violentamente contra el suelo, muy cerca de la cabeza de D arda. Maldita sea murmur Paloma. Asom la cabeza por encima del peasco, y observ la ladera y

los riscos cercanos a la base . Ahora, Kellindil musit para s misma . Consguenos un poco de tiempo. Como si hubiese escuchado la peticin, se oy el zumbido distante de la cuerda del a rco del elfo, seguido por un rugido furioso. Paloma y Gabriel cruzaron una mirad a y mostraron una sonrisa adusta. Gigantes de las piedras! grit Roddy, que haba reconocido el timbre del rugido. Paloma se agazap dispuesta a esperar, la espalda contra el peasco y la mochila abi erta en la mano. No cayeron ms proyectiles en su sector; en cambio, una lluvia de rocas bombarde la posicin de Kellindil. Paloma corri hasta donde estaba Darda y lo ayud a ponerse boca arriba con mucha suavidad. Duele susurr Darda con una sonrisa forzada. No hables contest Paloma, mientras buscaba una botella de pocin en la mochila, pero se le acab el tiempo. Los gigantes, al verla al descubierto, reanudaron el ataque contra la zona baja. Volved a las rocas! grit Gabriel. Paloma desliz un brazo por debajo del hombro del herido para sostenerlo en la difc il marcha de regreso hasta el refugio. Deprisa! Deprisa! chill Fret, que los miraba ansioso con la espalda apoyada en el peas co. Paloma se tir de pronto sobre Darda y lo aplast contra el suelo para esquivar otra piedra que pas a unos centmetros de sus cabezas. Fret comenz a morderse las uas; entonces vio lo que haca y se contuvo, con una expr esin de disgusto en el rostro. Deprisa! repiti. Otro proyectil cay muy cerca. Justo antes de que Paloma y Darda pudieran reunirse con Fret, una piedra golpe de lleno contra el peasco. Fret, que estaba apoyado en la roca, sali despedido y pas por encima de los compaeros que se arrastraban. Paloma dej a Darda a buen recaudo, y despus se volvi, convencida de que tendra que ir a socorrer al enano cado. Pero Fret ya se haba levantado y protestaba con gran vehemencia, ms preocupado por un nuevo agujero en el coleto que por cualquier herida. Vuelve aqu! le grit Paloma. Pandilla de gigantes estpidos y malolientes fue lo nico que respondi Fret, mientras c aminaba hacia el peasco con aire enfadado, y sin dejar de abrir y cerrar los puos contra las caderas. Prosigui el bombardeo por toda la zona. Entonces apareci Kellindil, que se arroj cu erpo a tierra en cuanto lleg al peasco donde se protegan Roddy y el perro. Gigantes de las piedras dijo el elfo . Al menos una docena. Seal un risco en la mitad de la ladera. El drow nos ha metido en la trampa afirm Roddy, que descarg un puetazo de rabia contr a el peasco. Kellindil no opinaba lo mismo, pero no dijo nada. En la cumbre de la montaa, Drizzt observaba el desarrollo de la batalla. Haba pasa do por los senderos inferiores haca cosa de una hora, antes del alba. En la oscur idad, los gigantes no haban sido un obstculo para el sigiloso drow; Drizzt se haba colado entre la lnea sin problemas. Ahora, con los prpados entrecerrados para proteger los ojos del sol, Drizzt se pr egunt qu deba hacer. Cuando pas entre los gigantes, haba comprendido inmediatamente q ue los perseguidores tendran dificultades. Debera haber intentado avisarles? O tendra que haber cambiado de camino para alejar a los humanos y al elfo de la regin de los gigantes? Una vez ms no comprenda dnde encajaba en el comportamiento de este mundo extrao y br utal. Que se maten entre ellos! exclam en voz alta, como si quisiera convencerse a s mismo. Drizzt record adrede el encuentro de la noche anterior. El elfo lo haba atacado a pesar de que l le haba dicho que no quera pelear. Tambin record la flecha clavada en el flanco de Guenhwyvar. Que se maten entre ellos! repiti y se volvi dispuesto a marcharse. Ech una ltima mirada por encima del hombro y vio que algunos gigantes se movan. Un grupo permaneci en el risco, bombardeando el fondo del valle con una provisin de p

iedras al parecer inagotable, mientras otros dos, uno por la izquierda y el otro por la derecha, se desplegaban para rodear a los sitiados. Drizzt comprendi que los perseguidores no tenan escapatoria. Una vez que los gigan tes los rodearan, no encontraran refugio contra el fuego cruzado. Algo se removi en el interior del drow en aquel momento, las mismas emociones que lo haban impulsado a actuar contra la banda de gnolls. No lo tena muy claro, pero como haba ocurrido con los gnolls y sus planes para atacar la granja, Drizzt sos pechaba que los gigantes eran el bando de los malos en esta batalla. Otros recuerdos suavizaron el gesto severo del drow, las imgenes de los nios human os que jugaban en el patio de la granja, del nio de cabellos rubios lanzado al ab revadero. Drizzt deposit la estatuilla de nice en el suelo. Ven, Guenhwyvar orden . Nos necesitan. Nos rodean! grit Roddy McGristle, al ver los grupos de gigantes que se movan por los senderos en las alturas. Paloma, Gabriel y Kellindil miraron a su alrededor y despus los unos a los otros, en busca de una manera de huir. Haban luchado muchas veces contra los gigantes d urante sus viajes, juntos y con otros grupos. En todas las ocasiones, se haban la nzado al combate con el corazn alegre, dispuestos a aliviar al mundo de unos cuan tos monstruos indeseables. Esta vez, sin embargo, sospechaban que el resultado p oda ser diferente. Los gigantes de las piedras eran los mejores lanzadores de tod os los Reinos, y un solo impacto poda acabar con el ms fuerte de los hombres. Adems , Darda no poda acompaarlos en la huida, y ninguno de los otros tena intencin de aba ndonarlo. Escapa, montas le dijo Kellindil a Roddy . No nos debes nada. Yo no huyo, elfo gru Roddy, que mir incrdulo al arquero . Lidio mis batallas hasta el f nal. Kellindil asinti y tens el arco. Si consiguen rodearnos, estamos perdidos le explic Paloma a Fret . Te pido perdn, quer ido Fret. No tendra que haberte sacado de tu casa. Fret encogi los hombros. Meti una mano entre sus ropas y sac un pequeo y resistente martillo de plata. Paloma sonri al ver el objeto; le resultaba muy extrao ver un m artillo en las suaves manos del enano, ms habituadas a sostener la pluma. En el risco superior, Drizzt y Guenhwyvar siguieron los movimientos del grupo de gigantes que rodeaban el flanco izquierdo de los sitiados. El drow estaba decid ido a ayudar a los humanos, aunque no saba hasta qu punto sera eficaz en un enfrent amiento contra cuatro gigantes armados. De todos modos pens que, con la pantera a su lado, encontrara la forma de distraer al grupo el tiempo suficiente para que los humanos pudieran escapar. El valle se ensanchaba un poco ms all, y Drizzt advirti que la banda de gigantes qu e se mova por el otro lado, en el flanco derecho, estaba demasiado lejos para alc anzar a los humanos con sus lanzamientos. Ven, amiga ma le susurr Drizzt a la pantera y, desenvainando la cimitarra, comenz a d escender por una pendiente de piedra suelta. Al cabo de un momento se detuvo al ver cmo era el terreno un poco por delante de la banda de gigantes. El joven cogi al animal por la piel de la nuca y lo gui de r egreso al risco superior. El terreno apareca agrietado y partido pero firme. Un poco ms all, haba centenares d e peascos y rocas ms pequeas dispersas junto al borde de la pendiente. Drizzt no sa ba gran cosa sobre los aludes, pero aun as comprenda que el sector estaba a punto d e desprenderse. El drow y la pantera echaron a correr para situarse otra vez por encima de la ba nda. Los gigantes se encontraban casi en posicin; algunos incluso haban comenzado a arrojar piedras a los humanos. Drizzt apoy un hombro contra un peasco y lo empuj para hacerlo rodar. La tctica de Guenhwyvar fue menos sutil. Lanzndose montaa abajo , desprenda las piedras con las patas cada vez que tocaba el suelo, saltaba sobre los peascos para moverlos con su peso y despus se apartaba en cuanto se movan. El desprendimiento comenz a tomar fuerza. Drizzt, dedicado a su tarea, corra en me dio de la avalancha, sin dejar de lanzar y empujar piedras. Muy pronto hasta el suelo, debajo de los pies del drow, comenz a deslizarse y un enorme trozo de la l adera se vino abajo.

Guenhwyvar corra delante de la avalancha, como un anuncio de muerte para los giga ntes espantados. La pantera salt por encima de ellos, pero los monstruos apenas p udieron verla porque un segundo despus resultaron aplastados por toneladas de pie dras. Drizzt saba que estaba metido en un problema grave; no era tan rpido ni gil como Gu enhwyvar y no poda pensar en aventajar a la avalancha ni apartarse. Se lanz al vaco desde una pequea cresta al tiempo que invocaba el hechizo de levitacin. El joven hizo todo lo posible por mantener la concentracin. El hechizo le haba fal lado en dos ocasiones y, si ahora no poda mantenerlo, acabara en medio de la avala ncha. A pesar del esfuerzo, not que pesaba cada vez ms. Movi los brazos sin xito, buscando la energa mgica dentro de su cuerpo, pero el descenso era imparable. Los nicos que pueden alcanzarnos son los que tenemos delante! grit Roddy al ver que un a piedra lanzada desde el flanco derecho se quedaba muy corta del objetivo . Los d e la derecha estn demasiado lejos, y los de la izquierda... Paloma comprendi la lgica del montas y sigui su mirada hacia la densa nube de polvo e n el flanco izquierdo. Contempl atentamente la avalancha, y lo que poda haber sido la silueta de un elfo encapuchado. Cuando se volvi para mirar a Gabriel, descubr i que l tambin haba visto al drow. Tenemos que irnos ahora mismo le avis Paloma al elfo. Kellindil asinti y se asom por un borde del peasco que le serva de escudo con el arc o tenso. Deprisa aadi Gabriel , antes de que el grupo de la derecha vuelva a ponerse a tiro. El arco de Kellindil dispar una vez y despus otra. Enfrente, un gigante aull de dol or. Qudate con Darda le pidi Paloma a Fret, cuando ella, Gabriel y Roddy, con el perro b ien sujeto por la correa, abandonaron el refugio y corrieron a enfrentarse con l os gigantes. Corran de peasco a peasco en un zigzag violento, para evitar que los gigantes previ eran sus movimientos. Mientras tanto, Kellindil disparaba por encima de los comp aeros, y los gigantes estaban ms ocupados en esquivar las flechas que en arrojar p iedras. Profundas grietas marcaban las estribaciones de la montaa, grietas que ofrecan pro teccin pero que tambin separaban a los tres guerreros. Ninguno poda ver a los gigan tes, y seguan su camino lo mejor que podan. Al pasar por una curva muy pronunciada entre dos paredes de piedra, Roddy encont r a uno de los gigantes. En el acto el montas solt al perro, que carg sin miedo y dio un salto que casi le permiti alcanzar la cintura del monstruo de seis metros de estatura. Sorprendido por el sbito ataque, el gigante solt el garrote, atrap al perro en el a ire, y lo habra aplastado entre sus manos en un abrir y cerrar de ojos de no habe r sido porque Roddy descarg el hacha con todas sus fuerzas contra el muslo del en emigo. El gigante solt al perro, que escal su cuerpo hasta llegar a la cabeza, don de comenz a morderlo en el rostro y en el cuello. En el suelo, Roddy no dejaba de dar hachazos contra el gigante como quien tala un rbol. Sostenido en parte por el hechizo de levitacin, haba momentos en que Drizzt flotab a sobre la cascada de piedras y otros en que corra entre ellas. Vio a un gigante escapar tambaleante de la avalancha slo para acabar entre las garras de Guenhwyva r. Drizzt no tena tiempo para saborear el xito de su desesperado plan. El hechizo ape nas si consegua aliviar su peso. Incluso por encima del deslizamiento principal, las piedras le golpeaban el cuerpo, el polvo lo ahogaba y le haca arder los ojos. Casi ciego, alcanz a ver un risco que poda servirle de refugio, pero la nica maner a de llegar hasta all era abandonar la levitacin y correr. Otra piedra golpe a Drizzt con tanta fuerza que casi le hizo dar una voltereta en el aire. Poda notar que el hechizo se agotaba, y comprendi que slo tena una oportun idad. Recuper el equilibrio, abandon la levitacin y cay al suelo. Rod varias veces sobre s mismo, se levant de un salto y ech a correr. Una piedra lo golpe en la rodilla de la pierna herida y lo tumb. Una vez ms, Drizzt comenz a rodar , dispuesto a alcanzar como fuera la seguridad del risco.

El impulso se qued corto. Se irgui dispuesto a correr los ltimos metros, pero la pi erna no tena fuerza y se encontr cojo en medio de la avalancha. Sinti un impacto en la espalda y pens que haba llegado el final. Un momento ms tarde , mareado, Drizzt advirti que, sin saber cmo, haba llegado al risco y que estaba de bajo de algo que no eran piedras ni tierra. Guenhwyvar permaneci tendida sobre su amo, escudndolo con el cuerpo hasta que pas l a ltima piedra. A medida que llegaban a terreno abierto, Paloma y Gabriel pudieron verse otra ve z. Observaron movimientos delante de ellos, detrs de una pared de piedras de unos cuatro metros de altura y otros quince de largo. Un gigante asom por encima de la pared, rugiendo furioso y con una piedra entre l as manos, alzada sobre la cabeza. El monstruo tena varias flechas clavadas en el cuello y la frente, pero no parecan preocuparlo. El siguiente disparo de Kellindil s tuvo un efecto fulminante. La flecha se hundi en un codo del monstruo. El gigante aull y se sujet el brazo, al parecer sin recor dar la piedra, que cay sobre su cabeza. El gigante permaneci inmvil, atontado, y ot ras dos flechas hicieron blanco en el rostro. Se tambale durante un momento y cay de bruces. Paloma y Gabriel sonrieron satisfechos, compartiendo el aprecio por la puntera de l arquero elfo, y despus continuaron la carrera, cada uno hacia un extremo de la pared. La vigilante pill por sorpresa a uno de los gigantes en cuanto rode el muro. El mo nstruo intent coger el garrote, pero la espada de Paloma fue ms rpida y le cort la m ano. Los gigantes de las piedras eran enemigos formidables, con puos que podan apl astar a una persona y la piel tan dura como la roca. Pero herido, atacado por so rpresa y sin el garrote, el gigante no era rival para Paloma, que se encaram en l a pared para colocarse a la altura de la cabeza y puso la espada a trabajar. Con dos estocadas dej ciego al gigante. La tercera, un golpe horizontal, abri un t ajo en la garganta del monstruo. Entonces la vigilante se puso a la defensiva y esquiv fcilmente los ltimos golpes desesperados del gigante moribundo. Gabriel no tuvo la misma suerte que su compaera. El ltimo gigante no estaba tan ce rca de la pared y, aunque la aparicin del humano lo sorprendi, tuvo tiempo suficie nte y una piedra en la mano para reaccionar. El hombre levant la espada para desviar el proyectil, y esto le salv la vida. La p iedra arranc el arma de la mano del guerrero y lo hizo caer al suelo. Gabriel era un veterano, y la razn por la que todava sobreviva despus de tantas batallas era qu e saba cundo tocaban a retirada. Se levant, a pesar del intenso dolor, y ech a corre r hacia el otro lado de la pared. El gigante, garrote en mano, fue tras l. Una flecha recibi al gigante en cuanto ap areci en campo abierto, pero ste no le hizo ms caso que a la picadura de un mosquit o y continu la persecucin. Gabriel no tard en encontrarse sin espacio. Intent llegar a las grietas, pero el g igante le impidi el paso y lo encajon en un pequeo can formado por los peascos. El gue rrero desenvain la daga y maldijo su mala suerte. En estos momentos Paloma ya haba acabado con su enemigo, Y advirti el grave peligr o que corra su compaero. Gabriel tambin vio a la vigilante y encogi los hombros, casi como una disculpa, co nsciente de que Paloma no poda llegar a tiempo para salvarlo. El furioso gigante avanz con el garrote en alto, dispuesto a acabar con el hombre . En aquel instante se oy un golpe muy sonoro y el monstruo se detuvo bruscamente . Permaneci boquiabierto un par de segundos, y despus se derrumb a los pies de Gabr iel, fulminado. El guerrero mir a un lado, hacia lo alto de la pared de peascos, y a punto estuvo de soltar la carcajada. El martillo de Fret no era un arma muy grande la cabeza no meda ms de cinco centmetr os pero era muy slida, y de un solo golpe el enano haba hendido el grueso crneo del gigante. Paloma se acerc con la espada envainada, sin entender lo ocurrido. Al mirar las expresiones de sorpresa en los rostros de los compaeros, Fret no ocu lt el disgusto.

Despus de todo, soy un enano! les grit, mientras se cruzaba de brazos furioso. El movimiento puso en contacto el martillo sucio de sesos con el coleto de Fret, y la arrogancia del enano se convirti en un ataque de pnico. Moj con saliva los re gordetes dedos, frot la mancha, y entonces mostr un horror todava ms grande al ver l a materia gelatinosa enganchada en la mano. Paloma y Gabriel se echaron a rer. Ya puedes hacerte a la idea de que pagars un coleto nuevo! exclam el enano . Y no piens s que te librars! Un grito en la distancia los apart de su alivio momentneo. Los cuatro gigantes que quedaban, al ver que un grupo de compaeros haba sido sepultado por una avalancha y el otro abatido por los humanos, haban perdido todo inters en el ataque y ahora emprendan la fuga. Detrs de ellos corran Roddy McGristle y el sabueso. Un solo gigante haba conseguido escapar de la avalancha y de las terribles garras de la pantera. Ahora corra desesperado por la ladera, con la intencin de alcanzar la cumbre. Drizzt envi a Guenhwyvar en su persecucin, despus encontr un palo a guisa de bastn y consigui ponerse de pie. Magullado, sucio, todava convaleciente de las heridas rec ibidas en la batalla con el barje y con una docena ms producto de su cabalgata sob re las rocas , se dispona a marcharse cuando un movimiento al pie de la ladera lo r etuvo. Al volverse, vio el elfo frente a l... y distingui la flecha en el arco ten sado. El joven mir a su alrededor sin encontrar ningn refugio. Tal vez poda colocar un gl obo de oscuridad entre l y el arquero, pero comprendi que no fallara el tiro, una v ez que lo tena apuntado, incluso con el obstculo. Drizzt irgui los hombros y mir al elfo con orgullo y valenta. Kellindil afloj el arco y retir la flecha. l tambin haba visto la silueta oscura flot ando sobre la avalancha. Los otros estn con Darda dijo Paloma, que apareci en aquel momento , y McGristle persi gue a... Kellindil no respondi ni mir a la vigilante. Apenas si movi la cabeza para guiar la mirada de Paloma hacia la ladera, donde la silueta oscura trepaba otra vez haci a la cumbre. Djalo ir propuso la mujer . Aqul nunca ha sido nuestro enemigo. Me asusta dejar a un drow en libertad contest Kellindil. A m tambin afirm Paloma , pero temo que las consecuencias sern mayores si McGristle enc entra al drow. Regresaremos a Maldobar y nos libraremos del hombre dijo Kellindil . Despus t y los de ms podis iros a Sundabar, donde te esperan. Tengo parientes en estas montaas, junto s vigilaremos a nuestro amigo oscuro y nos ocuparemos de que no cause ningn dao. De acuerdo contest Paloma. Dio media vuelta y se alej. Kellindil se dispuso a hacer lo mismo pero antes se volvi para echar una ltima mir ada. Meti una mano en la mochila, sac un frasco y lo dej en el suelo bien a la vist a. Despus, como si lo hubiese pensado mejor, cogi un segundo objeto y lo coloc junt o al frasco. Satisfecho, ech a andar detrs de la vigilante. Cuando Roddy McGristle regres de la intil persecucin, Paloma y los dems tenan todo re cogido y dispuesto para marcharse. Listos para cazar al drow anunci Roddy . Nos ha sacado algo de ventaja, pero ya es nu estro. El drow se ha marchado contest Paloma tajante . Se acab la persecucin. Roddy la mir bo abierto, y el rostro se le puso blanco de rabia . Darda necesita descansar! aadi la vi gilante, sin amilanarse . A Kellindil casi no le quedan flechas y nuestras provisi ones estn a punto de agotarse. No estoy dispuesto a olvidar a los Thistledown con tanta facilidad! declar Roddy. Tampoco los olvid el drow intervino Kellindil. Los Thistledown ya han sido vengados dijo Paloma , y usted sabe que es verdad, McGri stle. El drow no los mat! En cambio, s que acab con los asesinos! Roddy solt un gruido y le volvi la espalda. Era un cazarrecompensas veterano y tamb in un buen investigador. Saba la verdad desde haca tiempo, pero no poda hacer caso o miso de la cicatriz en el rostro, la prdida de la oreja, y menos an de la fuerte r

ecompensa prometida por la cabeza del drow. La gente de Maldobar no se alegrar de ver al drow muerto cuando se enteren de la v erdad de la masacre aadi la vigilante, advertida de las razones del montas y no creo q ue estn muy dispuestas a pagar. Roddy la mir furioso, aunque una vez ms no poda negar la validez de lo dicho. Cuand o el grupo de Paloma emprendi el camino de regreso a Maldobar, Roddy McGristle fu e con ellos. Drizzt baj de la montaa al cabo de unas horas en busca de algo que le informara de l paradero de los perseguidores. Encontr el frasco de Kellindil y se acerc con des confianza hasta que vio el otro objeto, la pequea daga que le haba arrebatado al t rasgo, la misma que haba empleado para cortar la cuerda del arco del elfo en el p rimer encuentro. El lquido del frasco ola dulce, y el drow, con la garganta reseca por el polvo, be bi un buen trago. Un estremecimiento sacudi el cuerpo de Drizzt, que se not fresco y revitalizado. Apenas si haba comido en los ltimos das, pero los msculos recuperaro n fuerza casi al instante. Incluso la pierna herida mejor rpidamente. Sinti vrtigo; camin hasta un peasco cercano y se sent a la sombra dispuesto a descans ar. Cuando despert, era de noche y en el cielo brillaban las estrellas. Se senta mucho mejor. Drizzt saba quin le haba dejado el frasco y la daga, y, ahora que comprenda la naturaleza de la pcima, su confusin fue en aumento. TERCERA PARTE Montolio Para todos los pueblos del mundo, no hay nada tan fuera de su alcance, y al mism o tiempo tan profundamente personal y dominante, como el concepto de Dios. La expe riencia en mi pas natal me ense muy poco sobre estos seres sobrenaturales, ms all de las influencias de la malvada deidad drow, la reina araa, Lloth. Despus de presenciar los estragos de las obras de Lloth, no me apresur a abrazar e l concepto de ningn dios, de cualquier ser que pudiese dictar los cdigos de conduc ta y los preceptos de toda una sociedad. Acaso la moral no es una fuerza interior ? Y, si lo es, los principios han de ser dictados o sentidos? A esto sigue la pregunta sobre los propios dioses: son estas entidades seres real es, o son la manifestacin de creencias compartidas? Los elfos oscuros son malvados porque siguen los preceptos de la reina araa, o es Lloth la culminacin de la cond ucta malvada inherente a los drows? De la misma manera, cuando los brbaros del valle del Viento Helado cargan a travs de la tundra camino de la guerra, gritando el nombre de Tempus, seor de las batal las, siguen los preceptos de Tempus, o es Tempus sencillamente el nombre idealiza do que dan a sus acciones? No s la respuesta, y he llegado a comprender que tampoco la saben los dems, no imp orta lo mucho que griten lo contrario, especialmente los sacerdotes de algunos d ioses. Al final, para gran pena del predicador, la eleccin de un dios es exclusiv amente personal, y esta eleccin est de acuerdo con el cdigo de principios de cada u no. Un misionero puede coaccionar y engaar a los futuros discpulos, pero ningn ser racional puede honestamente seguir las rdenes de cualquier figura divina si dicha s rdenes van en contra de sus propios principios. Ni yo, Drizzt Do'Urden, ni mi p adre, Zaknafein, podramos haber sido nunca discpulos de la reina araa. Y Wulfgar de l valle del Viento Helado, mi amigo de los ltimos aos, aunque puede invocar al dio s de la batalla, tampoco complace a esta entidad llamada Tempus excepto en aquel las ocasiones en que utiliza su poderosa maza de combate. Los dioses de los Reinos son muchos y diversos, o tal vez los muchos y diversos nombres e identidades correspondan a un mismo ser. No lo s ni me importa. DRIZZT DO'URDEN 11

Invierno Drizzt busc su camino a travs de las altas e imponentes montaas durante muchos das, dispuesto a poner la mayor distancia posible entre el pueblo de campesinos y los espantosos recuerdos. La decisin de escapar no haba sido consciente; si Drizzt no se hubiera sentido tan desesperado, quizs habra comprendido la buena voluntad que demostraban los regalos del elfo, la pcima medicinal y la devolucin de la daga, y la posibilidad de una futura relacin. Pero los recuerdos de Maldobar y la culpa que pesaba sobre los hombros del drow no podan ser descartados fcilmente. El pueblo se haba convertido sencillamente en o tra parada ms en la bsqueda de un hogar, un intento que cada da le pareca ms ftil. Dri zzt se pregunt si sera capaz de acercarse al prximo pueblo que encontrara en el cam ino. Se crea responsable de todas las tragedias. No se le ocurri pensar que la pre sencia de los barjes poda ser una circunstancia extraordinaria, y que, quiz, sin e llos, el resultado del encuentro podra haber sido otro muy distinto. En este momento tan amargo de la vida, todos los pensamientos de Drizzt se enfoc aban en una sola palabra que se repeta incesantemente en su cabeza y le traspasab a el corazn: drizzit. El camino de Drizzt acab por llevarlo hasta un gran paso en las montaas y una prof unda quebrada de paredes abruptas cubierta con la niebla de un ro turbulento que discurra en el fondo. El aire era cada vez ms fro, algo que Drizzt no comprenda, y e l vapor de agua le produjo una sensacin agradable. Busc la forma de bajar, y tard c asi todo el resto del da en llegar a las orillas de la corriente. Drizzt haba visto ros en la Antpoda Oscura, pero ninguno parecido a ste. El Rauvin c orra entre las piedras, lanzando espuma a varios metros de altura. Rodeaba peascos enormes, recorra un campo de cantos rodados, y se hunda de pronto en unas cascada s que tenan cinco veces la altura del drow. Drizzt estaba encantado con la vista y el sonido, pero sobre todo, porque vea las posibilidades de este lugar como ref ugio. En las orillas se vean numerosos charcos abastecidos por los desvos del curs o principal. En ellos tambin haba peces, que descansaban de la lucha contra la cor riente. La visin provoc un gruido de hambre en el estmago de Drizzt. Se arrodill junto a uno de los charcos, con la mano lista para pescar. Le cost muchos intentos comprender el fenmeno de la refraccin de la luz en el agua, pero era lo bastante listo y rpid o para aprender el juego. La mano de Drizzt se hundi de pronto y volvi a la superf icie con una trucha de treinta centmetros bien sujeta en el puo. Drizzt arroj al pescado sobre las piedras, lejos del agua, y no tard en pescar el segundo. Esta noche comera bien, por primera vez desde que haba escapado de la reg in agrcola, y tena agua fresca y clara para todas sus necesidades. Los que conocan la regin llamaban a este lugar el paso del Orco Muerto. El nombre engaaba un poco, porque, si bien centenares de orcos haban muerto en este valle ro coso en las numerosas batallas contra las legiones humanas, todava quedaban miles que vivan en las numerosas cuevas, listos para atacar a los intrusos. En consecu encia, no eran muchos los visitantes y los que aparecan desconocan el peligro. Para el ingenuo Drizzt, la abundancia de agua y comida sumada a la niebla que lo aliviaba del fro del aire, hacan de este lugar un refugio perfecto. El drow pasaba los das acurrucado en las sombras protectoras de los numerosos peas cos y cuevas pequeas; las horas de la noche las dedicaba a cazar y recolectar. No vea este regreso a los hbitos nocturnos como una regresin a lo que haba sido antes. Cuando haba abandonado la Antpoda Oscura, lo haba hecho con la decisin de vivir ent re los habitantes de la superficie como uno ms, y, por lo tanto, haba hecho grande s esfuerzos para habituarse a la vida diurna. Ahora ya no tena las mismas ilusion es. Realizaba las actividades de noche porque sus ojos sufran menos y tambin porqu e, cuanto menos estuviera la cimitarra expuesta a la luz solar, ms tiempo conserv ara el filo mgico. De todos modos, no tard mucho en averiguar la razn por la cual los habitantes de l a superficie preferan el da. Con el calor del sol, la temperatura del aire todava e ra soportable, aunque un poco fresca. Durante la noche, a menudo tena que protege rse de la brisa helada que soplaba entre las paredes casi verticales de la quebr ada cubierta de niebla. Llegaba el invierno a las tierras del norte, pero el dro w, criado en la Antpoda Oscura, donde no existan las estaciones, no lo saba.

Una noche, cuando soplaba un viento brutal y helado que le entumeca las manos, Dr izzt hizo un descubrimiento fundamental. Incluso con Guenhwyvar a su lado, acurr ucada debajo de un saliente, el joven notaba el dolor intenso que el fro provocab a en sus extremidades. Faltaban muchas horas para el alba, y Drizzt se pregunt si llegara a ver la salida del sol. Hace demasiado fro, Guenhwyvar tartamude, tiritando . Demasiado fro. Flexion los msculos y se movi vigorosamente, en un intento por reactivar la circula cin. Despus se prepar mentalmente; pens en los das en que tena calor, como una forma d e contener la desesperacin y engaar al cuerpo para que olvidara el fro. Su mente se concentr en un solo pensamiento: el recuerdo de las cocinas de la Academia de Me nzoberranzan. En la siempre clida Antpoda Oscura, Drizzt nunca haba considerado el fuego como una fuente de calor. El fuego nicamente haba sido un mtodo para cocinar, un medio para producir luz y un arma ofensiva. Ahora, en cambio, tena un signifi cado mucho ms importante. Mientras el viento soplaba cada vez ms fro, Drizzt compre ndi, espantado, que el calor del fuego era la nica cosa que poda mantenerlo vivo. Mir a su alrededor en busca de lea. En la Antpoda Oscura haba quemado tallos de seta s, pero en la superficie no haba setas tan grandes. En cambio haba plantas, rboles que crecan ms altos que los hongos de la Antpoda Oscura. Busca... ramas le indic tartamudeando a Guenhwyvar, que no conoca las palabras para madera o rbol. La pantera lo mir curiosa . Fuego rog. Intent ponerse de pie pero las piernas no lo sostenan. Entonces la pantera lo comprendi. Gru y desapareci en la noche. El felino casi se ll ev por delante un montn de ramas y astillas que haba sido dejado por quin, Guenhwyvar no lo saba a unos pasos de la entrada. Drizzt, demasiado preocupado por la superv ivencia, no se extra ante el sbito regreso del animal. Durante varios minutos intent sin xito encender el fuego, golpeando la daga contra un cuchillo. Por fin comprendi que el viento impeda que las chispas llegaran a la madera, y movi las ramas a un lugar ms protegido. Le dolan las piernas, y la saliv a se le congelaba en los labios y la barbilla. Una chispa prendi en las astillas secas. Drizzt sopl con mucho cuidado la pequea ll ama, encerrndola entre las manos para evitar que el viento la apagara. Ha encendido un fuego le dijo un elfo a su compaero. Kellindil asinti muy serio, todava poco seguro respecto a si l y sus compaeros haban hecho bien en ayudar al drow. El arquero haba regresado inmediatamente de Maldoba r, mientras Paloma y los otros se marchaban a Sundabar, y se haba reunido con una pequea familia de elfos, parientes suyos, que vivan en las montaas cerca del paso del Orco Muerto. Con su ayuda, el elfo no haba tenido muchas dificultades en loca lizar al drow, y entre todos lo haban vigilado, con gran inters, durante las ltimas semanas. El inocente comportamiento de Drizzt no haba disipado todas las dudas del elfo. D espus de todo era un drow, de visible piel oscura y corazn negro por reputacin. En cualquier caso, Kellindil suspir aliviado cuando vio el pequeo y distante respl andor. El drow no se congelara; el arquero consideraba que no se mereca semejante destino. Despus de cenar, Drizzt se apoy en Guenhwyvar la pantera acept gustosa compartir el calor corporal y contempl las estrellas que brillaban con toda claridad en el aire helado. Recuerdas Menzoberranzan? le pregunt a la pantera . Recuerdas cuando nos vimos por prim era vez? Guenhwyvar no dio ninguna muestra de haber comprendido las palabras. Con un bost ezo, se estir contra su amo y apoy la cabeza sobre las patas extendidas. Drizzt sonri y frot con fuerza la oreja de la pantera. Haba conocido a Guenhwyvar e n Sorcere, la escuela de magia de la Academia, cuando la pantera perteneca a Maso j Hun'ett, el nico drow que Drizzt haba matado en su vida. El joven no quera record ar el episodio; con el fuego bien encendido y los pies calientes, no era sta una noche para recuerdos desagradables. A pesar de los muchos horrores que haba visto en su ciudad natal, Drizzt tambin haba vivido algunos momentos agradables y apren dido muchas cosas tiles. Incluso Masoj le haba enseado cosas que ahora lo ayudaban ms de lo que hubiese esperado. Al mirar las llamas, Drizzt pens que, de no haber s ido por aquellas tareas de aprendiz, en las que deba ocuparse de encender velas,

no habra sabido cmo encender un fuego. No haba ninguna duda de que este conocimient o lo haba salvado de morir de fro. La sonrisa de Drizzt dur poco mientras sus pensamientos seguan por la misma lnea. U nos pocos meses despus de aquella leccin tan til, se haba visto forzado a matar a Ma soj. Se recost una vez ms y suspir. Sin peligros inminentes ni malas compaas, quizs sta era la poca ms sencilla de su vida, pero nunca como ahora las complejidades de la exis tencia lo haban abrumado tanto. La tranquilidad se quebr al cabo de unos momentos, cuando un pjaro grande, un bho c on dos mechones de plumas como cuernos en la cabeza, vol de pronto por encima de l . Drizzt solt una carcajada al comprobar su incapacidad para relajarse; en el seg undo que haba tardado en ver que el pjaro no era una amenaza, se haba puesto de pie y desenvainado la cimitarra y la daga. Tambin Guenhwyvar haba reaccionado ante la inesperada aparicin del bho, pero de una manera muy diferente. En cuanto Drizzt s e apart, la pantera se acerc al fuego, se desperez y volvi a bostezar. El bho vol silencioso entre las brisas invisibles, ascendiendo con la bruma del ro por la pared opuesta a la cueva de Drizzt. El pjaro vol a travs de la noche hasta u n espeso bosque en la ladera de una montaa, y se pos en un puente de cuerdas const ruido entre las ramas ms altas de tres de los rboles. Despus de unos momentos dedic ados a alisarse el plumaje, el bho hizo sonar una campanita de plata, sujeta al p uente para estas ocasiones. Al cabo de un segundo, el pjaro toc otra vez la campan a. Ya voy dijo una voz desde ms abajo . Paciencia, Sirena. Deja que un ciego camine al pa so que ms le acomode! Como si hubiese entendido, y disfrutara del juego, el bho repiti el toque. Un anciano con un enorme e hirsuto mostacho gris y los ojos blancos apareci en el puente. Avanz con toda seguridad por los troncos del puente en direccin al pjaro. Montolio era un antiguo vigilante de mucho renombre, que ahora viva sus ltimos aos p or propia eleccin recluido en las montaas y rodeado por las criaturas a las que ms q uera (no consideraba entre ellas a los humanos, elfos, enanos, ni a ninguna de la s otras razas inteligentes). A pesar de su considerable edad, Montolio se conser vaba gil y atltico, aunque el paso de los aos se haba dejado sentir, y el ermitao tena una mano retorcida hasta el punto de que se pareca a la garra de un ave. Paciencia, Sirena repiti varias veces. Cualquiera que lo hubiese visto cruzar el peligroso puente no habra imaginado que era ciego, y aquellos que lo conocan tampoco lo habran descrito como tal. En camb io, quizs habran dicho que los ojos no le funcionaban aunque se habran apresurado a aadir que no los necesitaba. Con sus habilidades y conocimientos, y la ayuda de sus muchos amigos animales, el viejo vigilante poda ver mucho ms del mundo que la ma yora de las personas con vista. Montolio extendi un brazo, y el gran bho se pos sobre l y asegur las garras en la gru esa manga de cuero. Has visto al drow? pregunt Montolio. El bho respondi con un uuuuuh! y despus emiti una complicada serie de sonidos. Montoli escuch con gran atencin sin perderse ni un solo detalle. Con la ayuda de los amig os, y en especial la del bho parlanchn, el vigilante haba seguido los movimientos d el drow durante varios das, curioso por saber las razones por las que un elfo osc uro haba entrado en el valle. Al principio, Montolio haba pensado que el drow poda tener alguna relacin con Graul, el jefe de los orcos de la regin; pero a medida qu e pasaba el tiempo, el vigilante fue cambiando de parecer. Una buena seal coment Montolio cuando el bho le asegur que el drow no haba mantenido n ngn contacto con las tribus de orcos. Graul ya era una pesadilla y slo le faltaba recibir la ayuda de un aliado tan pode roso como un elfo oscuro! Aun as, el vigilante no poda entender por qu los orcos no haban ido a buscarlo. Prob ablemente no lo haban visto; el drow se haba tomado muchas molestias para pasar in advertido, no haba encendido fuego (hasta esta noche) y slo sala con el anochecer, aunque Montolio lleg a la conclusin, despus de pensar un poco ms, que los orcos haban visto al drow pero no tenan coraje para establecer contacto. En cualquier caso, todo el episodio proporcionaba una distraccin que complaca al v

igilante mientras se ocupaba de las tareas habituales de preparar la casa para e l invierno. No tema la aparicin del drow Montolio no le tena miedo a nada y, si el dr ow y los orcos no eran aliados, el conflicto poda ser digno de verse. Ya puedes irte le dijo al bho, que rezongaba . Ve y caza unos cuantos ratones! El bho r mont el vuelo al instante, dio una vuelta por encima del puente, y desapareci en l a noche . Ten cuidado de no comerte ninguno de los que vigilan al drow! aadi Montolio, con una carcajada. Sacudi la gran melena gris, regres a la escalera al final del puente. Jur, mientras descenda, que no tardara en ceirse la espada a la cintura y descubrir qu buscaba el drow en esta regin. El vigilante era muy dado a hacerse estas promesas. Los avisos del otoo cedieron paso rpidamente al terrible invierno. Drizzt no haba t ardado en comprender el significado de las nubes grises, pero cuando estall la to rmenta, esta vez en forma de nieve en lugar de lluvia, el drow se qued boquiabier to. Haba visto el blanco en la cumbre de las montaas, aunque nunca haba subido hast a all, y haba pensado que slo era la coloracin de las rocas. Ahora contemplaba la cad a de los copos blancos en el valle; desaparecan en el torrente y se amontonaban e n las piedras. A medida que aumentaba el espesor de la nieve y las nubes bajaban de altura, Dri zzt comprendi que deba actuar deprisa, y se apresur a llamar a Guenhwyvar. Tenemos que buscar un refugio ms adecuado le explic a la cansada pantera, que slo haba podido estar un da en su casa astral . Y debemos abastecerlo con madera para las h ogueras. Haba muchas cuevas en la pared a este lado del ro. Drizzt encontr una, no slo profun da y oscura sino tambin protegida del viento por un risco bastante alto. Entr y se detuvo para permitir que los ojos se habituaran a la oscuridad despus de soporta r el fuerte resplandor de la nieve. El suelo de la cueva era irregular y el techo no muy alto. Haba un montn de piedra s grandes dispersas, y en un extremo, cerca de una de stas, Drizzt observ una somb ra ms oscura, que indicaba una segunda cmara. Dej la brazada de lea y se dirigi hacia all; de pronto, Guenhwyvar y l se detuvieron al presentir otra presencia. Drizzt desenvain la cimitarra, se ocult detrs del peasco, y espi el interior de la ot ra cmara. Con la infravisin no le fue difcil ver al otro habitante de la cueva, una bola caliente mucho ms grande que el drow. Drizzt supo de inmediato quin era, aun que no tena un nombre para l. Haba visto a la criatura desde lejos en repetidas oca siones, la haba observado mientras, con mucha maa y una velocidad sorprendente, dad o el tamao , pescaba en el ro. En cualquier caso le daba igual no saber el nombre. No tena ningn inters en luchar contra l para ocupar la cueva; haba muchas ms en la zona, ms fciles de conseguir. El gran oso pardo, en cambio, pareca tener otras ideas. El animal se despert brusc amente, se irgui sobre las patas traseras, y exhibi las garras mientras su poderos o rugido resonaba como un trueno en la caverna. Guenhwyvar, la entidad astral de la pantera, conoca al oso como un enemigo ancest ral, una criatura que los felinos sensatos trataban de evitar. Sin embargo, en e sta ocasin la valiente pantera se coloc delante de Drizzt, dispuesta a enfrentarse con el oso para que su amo tuviera tiempo de huir. No, Guenhwyvar! le orden Drizzt, y sujet a la pantera para ponerse l otra vez delante. El oso, otro de los muchos amigos de Montolio, no hizo ningn movimiento de ataque , sino que mantuvo la posicin con fiereza, enfadado por la interrupcin del sueo inv ernal. Drizzt not una sensacin que no poda explicar; no una amistad hacia el oso, sino una extraa comprensin del punto de vista de la criatura. Se trat a s mismo de tonto cua ndo envain la cimitarra, pero tampoco poda negar la empata, casi como si estuviese viendo la situacin a travs de los ojos del animal. Con cautela, Drizzt se acerc para mirar al oso atentamente. El animal pareci casi sorprendido y entonces, poco a poco, baj las garras y la mueca feroz fue reemplaz ada por una expresin que el elfo comprendi como de curiosidad. Drizzt meti una mano en la bolsa y sac el pescado que tena reservado para la cena. Se lo arroj al oso, que lo oli una vez y despus se lo engull casi sin masticarlo. Transcurri otro largo momento de estudio, pero la tensin haba desaparecido. El oso

eruct una vez, volvi a tenderse en el suelo, y al cabo de un par de minutos roncab a satisfecho. Drizzt mir a Guenhwyvar y encogi los hombros, sin saber cmo explicar la comunicacin tan profunda con el animal. Por su parte, la pantera pareca haber comprendido las connotaciones del cambio porque la piel ya no se vea erizada. Durante el resto del tiempo que Drizzt pas en aquella cueva, nunca dej de poner al go de comida junto al oso dormido, cada vez que poda hacerlo. En ocasiones, espec ialmente si Drizzt haba dejado pescado, el oso lo ola y se despertaba el tiempo su ficiente para comrselo. Pero la mayora de las veces, el animal no haca caso y conti nuaba dormido soando con miel, frutas, osas, todo aquello con lo que suean los oso s. Comparte el hogar con Bluster? exclam Montolio asombrado cuando se enter por Sirena d e que el drow y el intratable oso compartan la cueva. Montolio casi se cay de espaldas... y se habra cado de no haber tenido cerca un rbol donde apoyarse. Recostado en el tronco, atnito, el viejo vigilante se rasc la bar ba y se tirone los mostachos. Conoca al oso desde haca aos, y ni siquiera l estaba se guro de estar dispuesto a compartir el alojamiento con el animal. Bluster era un a criatura que se irritaba fcilmente, como muy bien haban podido averiguar los estp idos orcos de Graul con el paso de los aos. Supongo que Bluster est demasiado cansado para discutir, pens Montolio, aunque saba q ue aqu pasaba algo ms. Si un orco o un goblin hubiesen entrado en la cueva, Bluster los habra matado sin pensarlo dos veces. No obstante, el drow y la pantera pasaban all los das, encend iendo fuego en la primera cmara mientras Bluster roncaba en la otra. Como vigilante, y conociendo a muchos otros vigilantes, Montolio haba visto y esc uchado muchas cosas extraas. En cualquier caso, hasta entonces siempre haba consid erado la habilidad innata para comunicarse mentalmente con los animales salvajes un dominio exclusivo de los elfos de la superficie, los trasgos, los halflings, los gnomos y los humanos que haban aprendido la vida de los bosques. Cmo puede un elfo oscuro saber qu es un oso? pregunt Montolio en voz alta, sin dejar d e rascarse la barba. El vigilante consider dos posibilidades: o bien desconoca cosas de la raza drow, o este elfo oscuro no tena mucho que ver con los suyos. A la vista del extrao compo rtamiento del drow, Montolio se inclinaba por la segunda, aunque necesitaba conf irmarla. Pero las investigaciones tendran que esperar. Haba cado la primera nevada, y la seguiran muchas ms. En las montaas que rodeaban el paso del Orco Muerto no se mova nadie cuando comenzaba a nevar. Guenhwyvar fue la salvacin de Drizzt en el transcurso de las semanas siguientes. En las ocasiones en que la pantera caminaba por el plano material, Guenhwyvar se aventuraba constantemente por los campos cubiertos de nieve dedicada a cazar y, ms importante an, a recolectar lea para el fuego. Pese a ello, las cosas no eran fciles para el drow. Cada da tena que ir hasta el ro y romper la capa de hielo de los charcos que se formaban en la orilla, donde hal laba su provisin de pesca. No era una caminata muy larga, pero caminar por la nie ve resultaba difcil y peligroso; a menudo se producan pequeos aludes que lo sepulta ban, y muchas veces regresaba a la caverna con las manos y los pies entumecidos. No tard en aprender que deba dejar el fuego encendido antes de salir, porque al r egreso no tena fuerzas para sostener la daga y la piedra y hacer chispas. Incluso cuando tena el estmago lleno y permaneca sentado junto al fuego apoyado en el cuerpo de la pantera, tena fro y se senta desconsolado. Por primera vez en mucha s semanas, el drow dudaba de la decisin de abandonar la Antpoda Oscura, y, a medid a que creca la desesperacin, se pregunt una y otra vez si haba hecho bien en marchar se de Menzoberranzan. Se compadeca de s mismo y haba momentos en que crea que acabara por morir de fro, solo y abandonado. Drizzt no comprenda lo que pasaba en el extrao mundo que lo rodeaba. Volvera alguna vez el calor que haba encontrado a su llegada a la superficie? Acaso el fro era el resultado de una maldicin lanzada por los poderosos enemigos de Menzoberranzan? E sta confusin le plante un complejo dilema: deba permanecer en la cueva y esperar a q ue pasara la tormenta (no saba otro nombre para la estacin invernal)? O deba abandon ar el valle y buscar un clima ms clido?

Se habra ido, y sin duda habra muerto en el cruce de las montaas, de no haber sido por otro hecho coincidente con el mal tiempo. Las horas diurnas eran menos y ms l as nocturnas. Significaba esto que el sol desaparecera por completo, y la superfic ie quedara envuelta por la oscuridad y el fro eternos? Drizzt dudaba de esa posibi lidad, as que, utilizando un poco de arena y una botella vaca que tena en la mochil a, comenz a medir los perodos de luz y oscuridad. Sus esperanzas se desmoronaron al ver que los clculos demostraban que el da era ca da vez ms corto. La estacin avanzaba, y con ella aumentaba la desesperacin. Su salu d empeor. Casi estaba al lmite de sus fuerzas, cuando advirti por primera vez un ca mbio: el solsticio de invierno. Apenas si poda dar crdito al descubrimiento las med iciones horarias eran poco precisas pero despus de unos das, Drizzt no poda negar la evidencia del reloj de arena. Los das volvan a ser ms largos. El joven recuper la esperanza. Haba sospechado un cambio de estacin desde que haban soplado los primeros vientos fros. Haba visto cmo el oso pescaba afanosamente a med ida que empeoraba el tiempo, y ahora crea que el animal haba previsto el fro y acum ulado grasa para el largo sueo. Este conocimiento y los hallazgos sobre la duracin del da, convencieron a Drizzt d e que este paisaje helado no lo sera para siempre. Sin embargo, el solsticio no trajo un alivio inmediato. Los vientos no amainaron y continuaron las nevadas. Pero Drizzt tena otra vez el nimo muy alto, y habra sid o necesario algo ms que un invierno para derrotar al indmito drow. Entonces ocurri. Al parecer, casi de la noche a la maana. Dej de nevar, el ro corri l ibre de hielo y el viento cambi para traer un aire ms clido. Drizzt not una sensacin de vitalidad y alegra, un alivio del dolor y la culpa que no poda explicar. Aunque no saba de qu se trataba ni poda darle un nombre, experimentaba los efectos de la primavera como todas las dems criaturas naturales del mundo de la superficie. Una maana, mientras Drizzt acababa de comer y se dispona a irse a dormir, su compae ro de cueva sali de la otra cmara, visiblemente ms delgado aunque igual de formidab le. Drizzt observ al oso sin saber muy bien si deba empuar la cimitarra o llamar a Guenhwyvar. El oso no le prest atencin. Pas junto a l, se detuvo para oler y lamer l a piedra que Drizzt haba utilizado como plato, y despus sali a la luz del sol. Bost ez y se desesperez con tantas ganas que Drizzt comprendi que haba acabado la siesta invernal. Tambin comprendi que, con el animal en activo, la cueva resultara pequea p ara dos. Decidi que quiz, con un tiempo ms benigno, no vala la pena luchar por la cu eva. Drizzt se march antes del regreso del oso, pero para deleite del animal, le dej un pescado para la cena. El joven no tard en encontrar otra cueva adecuada unos cen tenares de metros ms abajo. 12 Conoce a tu enemigo El invierno desapareci tan deprisa como haba llegado. La nieve se derreta rpidamente y el viento del sur ya no era fro. Drizzt no tard en establecer una rutina muy fci l de llevar: el problema ms importante era el resplandor del sol en el suelo toda va cubierto de nieve. El drow se haba adaptado bastante bien al sol durante los pr imeros meses en la superficie, se mova sin impedimentos a la luz del da e incluso haba luchado en esas condiciones. En cambio ahora, con el reflejo de la nieve en el rostro, Drizzt apenas se aventuraba fuera de la cueva. Sala slo de noche y dejaba el da para el oso y otros animales. Tampoco lo preocupab a demasiado; la nieve no tardara en desaparecer, y podra llevar otra vez la vida cm oda que haba disfrutado en los ltimos das anteriores al comienzo del invierno. Una noche, bien comido y mejor descansado, a la luz de la luna llena, Drizzt mir al otro lado del ro, hacia la pared ms lejana del valle. Qu habr al otro lado?, se pregunt a s mismo. El ro corra con mucha fuerza y la profundidad haba aumentado con el agua del deshie lo, pero aquella misma noche Drizzt haba encontrado una va para cruzarlo, una fila de peascos muy juntos que asomaban por encima de las turbulentas aguas. La noche era joven; la luna todava no haba alcanzado la mitad del recorrido. Anima do por el espritu propio de la estacin, Drizzt decidi investigar. Baj hasta la orill

a y salt gilmente sobre el primero de los peascos. A un hombre o a un orco e incluso a la mayora de las otras razas del mundo cruzar por unas rocas redondeadas, resba ladizas, y dispuestas a distancias irregulares les habra parecido un camino demas iado difcil y peligroso como para hacer el intento. Pero el drow realiz el cruce e n muy poco tiempo. Lleg al otro lado y corri por la orilla, saltando cuando era necesario los numeros os obstculos presentados por las piedras y las grietas sin la menor preocupacin. M uy otro habra sido su comportamiento de haber sabido que ahora se encontraba en l a parte del valle dominada por Graul, el gran cacique orco. Una patrulla de orcos descubri al drow antes de que llegara a la mitad de la pare d del valle. Los orcos ya haban visto al drow en otras ocasiones, cuando bajaba a pescar en el ro. Temeroso de los elfos oscuros, Graul haba ordenado a los suyos q ue se mantuvieran a distancia, convencido de que las nieves se encargaran de echa r al intruso. Pero el invierno haba pasado, el drow no se haba ido, y ahora haba cr uzado el ro. Graul frot las regordetas manos con un gesto nervioso al enterarse de la noticia. El gran orco se consol un poco al recordar que el drow estaba solo y no perteneca a un grupo mayor. Quizs era un explorador o un renegado. No poda averiguarlo, y e n cualquier caso las implicaciones no complacan al cacique. Si el drow era un exp lorador, no tardaran en llegar los dems, y, si era un renegado, quiz poda pensar en los orcos como posibles aliados. Graul haba sido cacique durante muchos aos, un hecho poco frecuente entre los indi sciplinados orcos. Haba sobrevivido gracias a no correr riesgos y no pretenda corr erlos ahora. Un elfo oscuro poda usurpar el mando de la tribu, una posicin que Gra ul protega celosamente. No poda permitirlo. Dos patrullas de orcos abandonaron las cuevas con rdenes explcitas de matar al drow. El viento soplaba fro en la cumbre de la pared del valle y la nieve era ms profund a, pero a Drizzt no le importaba. Ante su mirada se extendan grandes zonas boscos as, que oscurecan los valles montaosos y lo invitaban, despus de pasar el invierno encerrado en una cueva, a que los explorara. Haba caminado casi un kilmetro cuando advirti que lo seguan. No haba visto a nadie, e xcepto quizs una sombra fugaz con el rabillo del ojo, pero los instintos guerrero s advirtieron a Drizzt que se trataba de algo real. Subi por una cuesta empinada, busc la proteccin de un grupo de rboles muy altos y corri hasta la cresta. Una vez all, se ocult detrs de un peasco y esper. Siete siluetas oscuras, seis humanas y una canina, salieron de los rboles, y sigu ieron el rastro lenta y metdicamente. A tanta distancia, Drizzt no poda distinguir la raza, aunque sospechaba que deban de ser humanos. Mir a su alrededor, en busca de un buen camino para la retirada, o un sector fcilmente defendible. Drizzt casi no se dio cuenta de que tena la cimitarra en una mano y la daga en la otra. Cuando advirti que empuaba las armas, y que el grupo de perseguidores estab a muy cerca, pens en lo que deba hacer. Poda enfrentarse a ellos aqu y ahora, atacndolos mientras escalaban los ltimos metro s de la resbaladiza y traicionera pendiente. No gru Drizzt, descartando la posibilidad de un ataque. No dudaba de la victoria. En cambio, lo preocupaba el hecho de que despus tendra q ue soportar el remordimiento y la culpa por la batalla. El drow no quera ni le in teresaba tener ningn tipo de contacto. Ya se senta bastante culpable. Oy las voces de los perseguidores, sonidos guturales parecidos a los del idioma g oblin. Orcos musit, al relacionar el lenguaje con la silueta casi humana de las criaturas. Saber qu eran no cambi la decisin del elfo oscuro. Drizzt no senta ningn aprecio por los orcos los haba conocido muy bien en los aos pasados en Menzoberranzan , pero tamp oco tena ningn motivo ni justificacin para luchar contra la banda. Dio media vuelta, escogi un sendero y se perdi en la oscuridad. Los perseguidores no desistieron. Se encontraban demasiado cerca, y Drizzt no poda despistarlos. Pens que acabara por tener problemas. Si los orcos eran hostiles y, a juzgar por los gritos y los grui dos, ste era el caso , entonces haba desperdiciado la oportunidad de luchar en terre no favorable. La luna se haba puesto haca rato y el cielo mostraba el tono azul qu

e anunciaba el alba. A los orcos no les gustaba la luz, aunque esto no resultaba una ventaja importante porque el resplandor de la nieve tambin lo afectaba a l. Empecinado, el drow no hizo caso a la opcin del combate y trat de dejar atrs a los perseguidores, retrocediendo otra vez hacia el valle. Aqu Drizzt cometi el segundo error, porque otra banda de orcos, stos acompaados por un lobo y alguien mucho ms grande, un gigante de las rocas, lo esperaban. El sendero era bastante llano, limitado a la izquierda por una pendiente casi ve rtical y por la derecha por una pared prcticamente inescalable. Drizzt saba que lo s perseguidores no tendran ninguna dificultad en seguirlo por este nico camino, y comprendi que dependa exclusivamente de la velocidad. Tena que llegar a la cueva an tes de la salida del sol. Un gruido fue el nico aviso antes de que un worg, un enorme lobo con la piel como cerdas, saltara al camino para cerrarle el paso. El worg se le ech encima, las fa uces abiertas en busca de la cabeza. Drizzt se agach por debajo del animal y desc arg un golpe que abri una segunda boca en el cuello de la bestia. El worg cay detrs del drow, ahogado en la propia sangre. Drizzt se gir para asestarle otro mandoble cuando aparecieron los seis orcos arma dos con lanzas y garrotes. El drow se dispuso a huir y entonces volvi a agacharse , justo a tiempo para evitar que una piedra enorme le arrancara la cabeza. Sin detenerse a pensar, Drizzt cre un globo de oscuridad a su alrededor. Los cuatro orcos que iban a la cabeza se metieron en el globo sin darse cuenta. Los otros dos consiguieron detener la carrera y esperaron inquietos, con las lan zas preparadas. No podan ver lo que ocurra en el interior de la oscuridad mgica, au nque por el ruido de los garrotazos y el chasquido metlico de las espadas pareca c omo si all dentro se enfrentaran dos ejrcitos completos. Entonces otro sonido surg i de las sombras: el rugido de un felino. Los dos orcos retrocedieron, sin dejar de mirar por encima del hombro, mientras deseaban que el gigante de las piedras se apresurara a venir a socorrerlos. Uno de los camaradas, y despus otro, salieron de la oscuridad, gritando aterrorizados . El primero pas como una exhalacin junto a los compaeros, el segundo no lo consigu i. Guenhwyvar salt sobre el orco y acab con l en un instante. A continuacin, casi sin s olucin de continuidad, abati a uno de los dos que esperaban sin darle tiempo a esc apar. Los que quedaban fuera del globo se dispersaron en un intento intil por esc alar la pendiente. La pantera remat a la segunda vctima y fue a perseguir a los ot ros. Drizzt apareci por el otro lado del globo, sin un solo rasguo, con la cimitarra y la daga tintas con sangre de orco. El gigante de las piedras, enorme, de hombros cuadrados y piernas como troncos, se enfrent a l. El drow no vacil. Se encaram a un peasco y lo utiliz de trampoln para saltar con la cimitarra por delante contra el monstruo. La agilidad y la rapidez del joven sorprendieron al gigante, que no tuvo tiempo para esgrimir el garrote o levantar una mano. Pero esta vez la suerte no acompa al drow. La cimitarra, fortalecida con la magia de la Antpoda Oscura, haba pasado de masiadas horas expuesta a la luz del sol. Golpe contra la piel dura como una roca del gigante de cuatro metros y medio de estatura, se dobl por la mitad y se queb r en la empuadura. Drizzt se ech atrs, traicionado por primera vez por su arma ms apreciada. El gigante lanz un aullido y levant el garrote, con una sonrisa cruel que mantuvo hasta que una forma oscura pas por encima de la presunta vctima y le clav en el pec ho cuatro garras formidables. Guenhwyvar haba salvado una vez ms a Drizzt, pero no era tarea fcil derrotar a un g igante, que comenz a dar garrotazos y a sacudirse hasta que la pantera vol por los aires. El felino tuvo la mala suerte de aterrizar en la pendiente y, al intenta r saltar para reanudar el ataque, resbal en la nieve. Guenhwyvar rod un gran trech o y, cuando finalmente consigui frenar la cada, ya estaba demasiado lejos para ayu dar al drow. Esta vez el gigante no sonrea. La sangre manaba de la docena de heridas profundas que le cruzaban el pecho y el rostro. A sus espaldas, el otro grupo de orcos, g uiados por el segundo worg, se acercaba a la carrera.

Como cualquier otro guerrero al verse superado en nmero, el elfo oscuro dio media vuelta y ech a correr. Si los dos orcos que haban escapado de la pantera hubiesen regresado sobre sus pa sos, podran haber cogido al drow. Pero los orcos nunca se haban destacado por la v alenta, y aquellos dos ya haban pasado la cumbre y todava corran, sin mirar atrs. Drizzt avanz por el sendero en busca de algn lugar que le permitiera bajar la pend iente y reunirse con la pantera. No haba ninguno por el cual pudiera descender de prisa, porque no dudaba que tendra que soportar la lluvia de piedras lanzadas por el gigante. Trepar la ladera tampoco prometa mucho con el monstruo tan cerca, as que el drow sigui corriendo, con la esperanza de que el sendero no se acabara muy pronto. Entonces el sol asom por el horizonte: otro problema uno entre muchos para el drow acosado. Consciente de que la fortuna le haba vuelto la espalda, Drizzt comprendi, aun ante s de rodear el siguiente recodo, que haba llegado al final del trayecto. Un desli zamiento haba cubierto el camino haca aos. El drow se detuvo en seco y se despoj de la mochila; ya casi no le quedaba tiempo. La banda guiada por el worg alcanz al gigante y, mutuamente envalentonados, reanu daron juntos la persecucin, con el malvado worg a la cabeza. La bestia pas a la carrera una curva muy cerrada, tropez e intent detenerse cuando vio que tena la pata metida en un lazo. Los worgs no eran criaturas estpidas, pero ste no advirti las consecuencias de la trampa cuando el drow empuj el peasco a la p endiente. El worg no se preocup hasta que la cuerda se puso tensa y la piedra lo hizo caer al vaco. La sencilla trampa haba funcionado a la perfeccin; sin embargo, era toda la ventaj a que haba conseguido Drizzt. A sus espaldas, el deslizamiento le cerraba el paso , a los lados slo poda elegir entre el precipicio y la ladera casi vertical. Cuand o los orcos y el gigante aparecieron, con una cierta precaucin despus de presencia r el vuelo del worg, Drizzt los esperaba con la daga como nica arma. El drow intent parlamentar, utilizando la lengua goblin, pero los orcos no estaba n dispuestos a escuchar. Antes de que la primera palabra saliera de la boca de D rizzt, uno de ellos arroj la lanza. El arma era una sombra que volaba hacia el drow, cegado por el sol. No obstante, la haba lanzado una mano torpe y segua una trayectoria curva. Drizzt la esquiv sin problemas y devolvi el tiro con la daga. Aunque el orco poda ver mejor que el dro w, era mucho ms lento. Recibi la daga en la garganta. Con un gemido ronco cay al su elo, y el compaero ms cercano se apresur a sujetar el arma por el mango y retirarla de la herida, no para salvarlo sino para hacerse con una daga tan buena. Drizzt recogi la lanza y se plant en medio del camino dispuesto a enfrentarse con el gigante. De pronto un bho sobrevol al gigante y ulul, pero ello no distrajo al monstruo. Un segundo ms tarde, el enorme corpachn se sacudi por el impacto de una flecha en la e spalda. Drizzt vio el astil de la flecha con las aletas de plumas negras cuando el gigan te se volvi furioso. El drow no perdi tiempo en averiguar de dnde haba llegado la ay uda inesperada, y clav la lanza en la espalda del rival con todas sus fuerzas. El gigante se habra vuelto para responderle, pero el bho se aproxim otra vez y, en cuanto ulul, una segunda flecha se hundi en el pecho del gigante. Una tercera llam ada, y otra flecha hizo diana. Los boquiabiertos orcos buscaron ansiosos al agresor invisible, aunque sin xito, porque el brillo cegador de la nieve dificultaba la visin de las bestias nocturna s. El gigante, con el corazn atravesado, permaneci erguido con la mirada extraviad a, sin darse cuenta de que su vida haba acabado. El drow volvi a hundirle la lanza en la espalda, y el monstruo cay de bruces. Los orcos se miraron los unos a los otros y a su alrededor, preocupados por desc ubrir la mejor va para escapar. El extrao bho baj otra vez para situarse por encima de un orco, y solt el peculiar a ullido. El orco, consciente de las consecuencias, sacudi los brazos y grit para es pantarlo; una flecha lo silenci en el acto. Los cuatro orcos restantes rompieron filas y escaparon, uno ladera arriba, otro

por el mismo camino por el que haba venido, y los otros dos cargaron contra Drizz t. El drow hizo girar la lanza, descarg el extremo del mango contra el rostro de uno de los atacantes y complet el movimiento para desviar la lanza del otro enemi go. El orco solt el arma al comprender que no podra levantarla a tiempo para deten er a Drizzt. El orco que trepaba por la ladera supo que estaba condenado en cuanto el bho vol p or encima de su cabeza. La aterrorizada bestia se zambull detrs de una roca en el momento de or el ululato. De haber sido ms listo habra advertido el error. Por el ng ulo de los flechazos que haban tumbado al gigante, el arquero deba de estar situad o en algn punto ms alto de la ladera. Una flecha le atraves el muslo mientras se agachaba y lo hizo caer de espaldas, c hillando de dolor. Con tanto escndalo como montaba el orco, el arquero invisible no necesitaba de la ayuda del bho para orientar el segundo disparo, que alcanz al orco en el pecho y lo acall para siempre. Drizzt cambi de direccin en el acto y descarg otro golpe contra el orco. Con una ve locidad fulminante, el drow invirti la lanza y la clav en la garganta de la criatu ra con tanta fuerza que alcanz el cerebro. El orco que haba recibido el primer golpe se tambale mientras sacuda la cabeza viol entamente con la intencin de reorientarse. Not que las manos del drow lo sujetaban por la pechera de la chaqueta de piel mugrienta, y despus sinti el roce del aire mientras caa al vaco, siguiendo el mismo camino del worg. Al or los alaridos de los compaeros que moran, el orco que escapaba por el camino a gach la cabeza y corri ms deprisa, convencido de que era el ms astuto de todos. Camb i de opinin cuando, al doblar un recodo, fue a caer en las garras de una enorme pa ntera negra. Drizzt, agotado, se apoy en la ladera, con la lanza preparada para usarla cuando el bho baj desde lo alto de la montaa, aunque esta vez el ave se mantuvo a distanci a y se pos en el saliente que formaba el recodo a una docena de pasos. Unos movimientos en la ladera llamaron la atencin del drow. Apenas si poda ver por culpa de la luz, pero consigui distinguir una silueta humana que bajaba con much o cuidado. El bho remont el vuelo y comenz a ulular por encima del elfo oscuro, que se acurruc, alerta y preparado, mientras el hombre se situaba detrs del saliente. Sin embarg o, ninguna flecha sigui a la llamada del bho. En cambio apareci el arquero. Era alto, erguido y muy viejo, con grandes mostachos grises y una larga cabeller a enmaraada. Lo ms curioso de todo eran los ojos blancos sin pupilas. De no haber sido por la eficacia de los disparos, Drizzt habra dicho que era ciego. Los miemb ros del anciano parecan enclenques, pero Drizzt no se dej engaar por las apariencia s. El hombre llevaba el arco preparado y sostena la flecha casi sin ningn esfuerzo . El viejo dijo algo en un lenguaje que Drizzt no entendi, despus en otro, y por ltim o en goblin. Quin eres? pregunt el vigilante. Drizzt Do'Urden contest el drow, muy sereno y esperanzado al ver que poda comunicars e con el adversario. Es un nombre? pregunt el anciano. Solt una risa seca y encogi los hombros . En cualquie caso, tu nombre, lo que puedas ser, y por qu ests aqu, no tienen mucha importancia . El bho, al advertir un movimiento inesperado, comenz a revolotear y a ulular, pero ya era demasiado tarde para el viejo. A sus espaldas apareci Guenhwyvar, que se coloc a un par de pasos, con las orejas aplastadas contra el crneo y las fauces ab iertas. Al parecer despreocupado ante el peligro, el anciano acab la frase. Ahora eres mi prisionero. Guenhwyvar gru una vez, y el drow mostr una sonrisa de oreja a oreja. Creo que no contest Drizzt. 13 Montolio Amiga tuya? pregunt el viejo sin inmutarse.

Guenhwyvar explic Drizzt. Un gran felino? Oh, s contest Drizzt. El anciano afloj la cuerda del arco y dej deslizar la flecha poco a poco, apuntand o hacia abajo. Cerr los ojos, ech la cabeza hacia atrs, y pareci replegarse en su in terior. Drizzt advirti casi de inmediato que Guenhwyvar levantaba las orejas, y c omprendi que este extrao humano era capaz de establecer una comunicacin teleptica co n la pantera. Un buen animal coment el viejo en cuanto acab la comunicacin. La pantera rode el saliente, con lo que el bho remont el vuelo, espantado, y pas muy tranquila junto al hombre para ir a colocarse al lado de Drizzt. Al parecer, la pantera ya no consideraba al anciano como un enemigo. Drizzt observ las acciones de Guenhwyvar sin disimular la curiosidad, y pens que s e trataba de algo similar a su entendimiento con el oso a principio del invierno . Un buen animal repiti el viejo. Drizzt se apoy contra las rocas y baj la lanza. Soy Montolio explic el viejo, con gesto orgulloso, como si el nombre tuviese alguna importancia para el drow . Montolio DeBrouchee. Mucho gusto en conocerte dijo Drizzt, categrico . Si hemos acabado con nuestro encuen tro, ya podemos continuar cada uno con nuestro camino. Podemos admiti Montolio , si es lo que ambos deseamos. Acaso vuelvo a ser tu prisionero? pregunt Drizzt con un ligero tono de sarcasmo. La sinceridad de la risa de Montolio al escuchar la pregunta provoc la sonrisa de l drow a pesar de su cinismo. Mi prisionero? repiti el hombre, incrdulo . No, no, crea que ya habamos aclarado ese p o. Pero hoy has matado a unos cuantos secuaces de Graul, algo que el rey orco de sear castigar. Deja que te ofrezca una habitacin en mi castillo. Los orcos no se a cercarn al lugar. Mostr una sonrisa severa y se inclin sobre Drizzt para susurrar su s prximas palabras como si fueran algo muy secreto . No se acercan a m, sabes? Montoli o seal los ojos blancos . Creen que soy un brujo malfico a causa de mi... El anciano se desesper por encontrar la palabra adecuada, pero el idioma gutural era limitado y acab por renunciar al esfuerzo. Drizzt recapitul para s mismo el desarrollo de la batalla, y entonces se qued boqui abierto al comprender la verdad. El anciano era ciego! El bho, que volaba en crculo sobre los enemigos, haba dirigido los disparos con sus gritos. Drizzt mir al giga nte y al orco y sigui con la boca abierta; el viejo no haba fallado. Vendrs? pregunt Montolio . Me gustara saber los... una vez ms tuvo que buscar la pala orrecta motivos por los cuales un elfo oscuro pas el invierno en una cueva con Blu ster, el oso. Montolio sufra por la incapacidad de conversar de forma fluida con el drow, pero por el contexto, Drizzt comprendi casi todo lo que haba dicho el viejo, e incluso haba captado trminos desconocidos como invierno y oso. Graul, el rey orco, tiene otros mil guerreros para enviar contra ti afirm Montolio, al percibir que el drow tena dificultades para tomar una decisin. No ir contigo respondi Drizzt despus de mucho pensar. En realidad el drow quera ir, qu era aprender todo lo posible de este hombre extraordinario, pero lo asustaban las tragedias sufridas por todos aquellos que se haban cruzado en su camino. El gruid o de la pantera le avis que ella no comparta la decisin . Traigo mala suerte a los de ms aadi ofreciendo una explicacin al viejo, a la pantera y a s mismo . Te ir mejor, Mo lio DeBrouchee, si te mantienes apartado de m. Es una amenaza? Una advertencia replic Drizzt . Si me acoges, incluso si dejas que permanezca cerca, entonces te vers perdido como ocurri con los campesinos del pueblo. Montolio prest mucha atencin al escuchar mencionar a los campesinos. Haba odo que ha ban asesinado a una familia de Maldobar y que una vigilante, Paloma Garra de Halcn , haba ido a investigar el caso. No tengo miedo al destino afirm Montolio, con una sonrisa forzada . He sobrevivido a muchas... batallas, Drizzt Do'Urden. He participado en una docena de guerras san grientas y he pasado todo un invierno atrapado en la ladera de una montaa con una

pierna rota. He matado a un gigante con una daga como nica arma y... me he hecho amigo de todos los animales en un radio de cinco mil pasos en cualquier direccin . No temas por m. Una vez ms mostr la sonrisa severa . De todos modos aadi, lentamente eo que no es por m que tienes miedo. Drizzt se sinti confuso y un tanto ofendido . Ti enes miedo de ti mismo continu Montolio, sin arredrarse . Sientes autocompasin? No se corresponde con alguien de tu vala. Olvdate y ven conmigo. Si Montolio hubiese podido ver el gesto agrio de Drizzt, habra adivinado cul iba a ser la respuesta. Guenhwyvar s la vio y golpe con fuerza la pierna del drow. Por la reaccin de la pantera, el anciano comprendi la intencin del elfo oscuro. La pantera quiere que me acompaes coment . Estars ms cmodo que en la cueva y comers a que pescado medio crudo. Drizzt mir a Guenhwyvar, y una vez ms la pantera le golpe la pierna, al tiempo que emita un gruido ms fuerte e insistente que el anterior. El joven no quera dar el bra zo a torcer, y para ayudarse record la imagen de la masacre cometida en la granja . No ir declar. Entonces te considero mi enemigo y mi prisionero! rugi Montolio, tensando el arco . Est a vez la pantera no te ayudar, Drizzt Do'Urden! El vigilante se inclin, mostr su son risa, y susurr : La pantera est de acuerdo conmigo. Fue demasiado para Drizzt. Saba que el viejo no le disparara, pero el rudo encanto de Montolio no tard en superar las defensas mentales del drow, a pesar de lo fue rtes que eran. El castillo mencionado por Montolio result ser un grupo de cuevas de madera excav adas entre las races de un grupo de rboles gigantes. Empalizadas de palos entretej idos reforzaban las defensas y servan para unir las cuevas entre s. Un muro bajo h echo de piedras apiladas rodeaba todo el conjunto. Al acercarse al lugar, Drizzt advirti varios puentes de madera y sogas que iban de rbol a rbol dispuestos a dive rsas alturas; se acceda a ellos por escalas de cuerda, y haba ballestas montadas a espacios regulares. En cualquier caso, el drow no se quej de que el castillo fuera de madera y tierra . Drizzt haba pasado tres dcadas en Menzoberranzan viviendo en un maravilloso pala cio de piedra y rodeado de otros muchos edificios hermosos, pero ninguno le era ms grato que el hogar de Montolio. Los pjaros saludaron con sus trinos la llegada del viejo vigilante. Las ardillas, e incluso un mapache, descendieron hasta las ramas ms bajas para poder estar cer ca de l, aunque mantuvieron la distancia al ver que Montolio vena acompaado de una pantera enorme. Dispongo de muchas habitaciones le explic Montolio . Abundantes mantas y comida. El viejo detestaba la pobre lengua goblin. Tena tantas cosas que contarle al drow , y muchas ms que quera aprender del elfo. Esto pareca imposible, adems de sumamente aburrido, si deba utilizar un idioma tan bsico y negativo por naturaleza, muy poc o apto para expresar pensamientos e ideas complejas. Los goblins tenan ms de cien palabras para matar y odiar, pero ni una sola para sentimientos tales como la co mpasin. El trmino goblin correspondiente a amistad poda ser traducido tambin como ali anza militar temporal o sometimiento a un goblin ms fuerte, y ninguna definicin encaj aba con las intenciones de Montolio hacia el drow solitario. El vigilante crea qu e la tarea ms urgente era ensear a Drizzt la lengua comn. No podemos hablar... no exista la palabra correctamente en goblin, as que Montolio imp rovis bien en este idioma le explic a Drizzt , pero nos servir para que pueda ensearte l lenguaje de los humanos, si quieres aprenderlo. Drizzt vacil. Cuando haba abandonado la vecindad del pueblo agrcola, haba decidido v ivir como un ermitao, y hasta el momento le haba ido bastante bien, mejor de lo qu e esperaba. Aun as, la oferta era tentadora, y a un nivel prctico el conocimiento de la lengua comn poda evitarle muchos problemas. La sonrisa de Montolio se extend i casi de oreja a oreja cuando el drow acept. Sirena, el bho, no se mostr tan compla cido. Con el drow o mejor dicho, con la pantera del drow rondando por el lugar, el bho no podra pasar tanto tiempo gustando de la comodidad de las ramas bajas. Primo, Montolio DeBrouchee tiene al drow alojado en su casa! le comunic un elfo a Ke llindil. Todo el grupo buscaba el rastro de Drizzt desde el final del invierno. Cuando el

drow dej el paso del Orco Muerto, los elfos, y en particular Kellindil, haban pen sado que tendran problemas, preocupados por la posibilidad de que el drow se hubi ese unido a Graul y su tribu de orcos. Kellindil se levant de un salto, casi sin poder aceptar la sorprendente noticia. Conoca a Montolio, el legendario aunque un tanto excntrico vigilante, y saba que el hombre, con todos sus contactos animales, poda juzgar a los intrusos bastante bi en. Cundo? Cmo? pregunt Kellindil, sin saber por dnde empezar. Si el drow haba conseguido confundirlo durante los meses anteriores, ahora el elf o de la superficie estaba completamente azorado. Hace una semana contest el otro elfo . No s cmo ha sido, pero ahora el drow se pasea po r el huerto de Montolio, a la vista de todos y acompaado por la pantera. Montolio est...? El otro elfo interrumpi a Kellindil, al ver cul era su preocupacin. Montolio est bien y controla la situacin le asegur a Kellindil . Al parecer tiene al dr ow como invitado, y ahora le ensea la lengua comn. Sorprendente exclam Kellindil, sin saber qu ms decir. Podemos montar un servicio de vigilancia propuso el otro elfo . Si te preocupa la se guridad de Montolio... No contest Kellindil . No, el drow ha demostrado una vez ms que no es un enemigo. Sosp echaba sus buenas intenciones desde que nos encontramos cerca de Maldobar. Ahora estoy tranquilo. Sigamos con nuestros asuntos y dejemos que el drow y el vigila nte se ocupen de los suyos. El otro elfo asinti, pero una diminuta criatura que los espiaba fuera de la tiend a de Kellindil no estaba de acuerdo. Tephanis acuda cada noche al campamento de los elfos, a robar comida y cosas nece sarias para su comodidad. El trasgo haba escuchado hablar del elfo oscuro unos das antes, cuando los elfos comenzaron a buscar a Drizzt, y desde entonces se haba t omado muchas molestias para espiar todas las conversaciones, curioso como cualqu iera por saber el paradero de aquel que haba matado a Ulgulu y Kempfana. Tephanis sacudi la cabeza violentamente. Maldito-sea-el-da-en-que-aqul-regres! murmur. Sus palabras sonaron como el zumbido de una abeja. Entonces ech a correr tan rpido que los diminutos pies apenas si tocaban el suelo. El trasgo haba encontrado otr o amigo a lo largo de los meses transcurridos desde la desaparicin de Ulgulu, un aliado poderoso al que no quera perder. Al cabo de unos minutos encontr a Caroak, el gran lobo plateado que viva en la cum bre de la montaa que llamaban su casa. El-drow-est-con-el-vigilante dijo Tephanis, y la bestia pareci entenderle Ve-con-cuida do-con-se! l-mat-a-mis-viejos-amos! Muertos! Caroak contempl la vasta extensin de la montaa que albergaba el huerto de Montolio. El lobo plateado conoca muy bien aquel lugar, y no se acercara por nada del mundo . Montolio DeBrouchee era amigo de toda clase de animales, pero los lobos platea dos eran ms monstruos que bestias, y poco amigos de los vigilantes. Tambin Tephanis mir en la misma direccin, preocupado por la posibilidad de tropezar otra vez con el traicionero drow. El solo hecho de pensarlo le dio dolor de cab eza (y revivi el dolor del golpe producido por la reja del arado, cuya seal nunca haba desaparecido del todo). En el transcurso de las semanas siguientes, a medida que el invierno ceda paso a la primavera, Drizzt y Montolio progresaron en su amistad. La lengua comn de la r egin no era tan diferente del idioma goblin. Se trataba ms de una cuestin de acento que no el cambio de palabras completas, y Drizzt la aprendi sin grandes dificult ades; incluso poda leerla y escribirla. Montolio result ser un buen maestro, y a l a tercera semana nicamente hablaba con el drow en lengua comn y lo regaaba impacien te cada vez que Drizzt utilizaba el goblin para completar una frase. Para Drizzt era un tiempo de ocio, un tiempo de vida fcil y placeres compartidos. Montolio posea una gran coleccin de libros, y el drow pasaba horas absorto en las aventuras de la imaginacin, en las historias de dragones y relatos de batallas pi cas. Las dudas de Drizzt se haban disipado, y cada da confiaba ms en Montolio. Las cuevas en los rboles eran un castillo de verdad, y el anciano el mejor anfitrin de

l mundo. El joven aprendi muchas otras cosas de Montolio durante aquellas primeras semanas , lecciones prcticas que le serviran para el resto de su vida. Montolio confirm las sospechas del drow respecto al cambio de las estaciones, y le ense a pronosticar el tiempo a travs de la observacin de los animales, el cielo y el viento. Tampoco en esto, como haba supuesto Montolio, Drizzt tuvo dificultades de aprendi zaje. El viejo jams lo habra credo de no haber sido testigo personal, pero este ext rao drow posea las dotes de un elfo de la superficie, quizs incluso el corazn de un vigilante. Cmo pudiste calmar al oso? le pregunt Montolio un da. Esta cuestin lo haba intrigado desde el momento en que Drizzt y Bluster haban comen zado a compartir la cueva. Drizzt no saba cmo responder, porque tampoco l comprenda lo ocurrido en aquel encuen tro. De la misma manera que t tranquilizaste a Guenhwyvar el da en que nos conocimos cont est despus de mucho pensar. La sonrisa de Montolio inform a Drizzt que el anciano le haba entendido con toda c laridad. El corazn de un vigilante murmur Montolio mientras se alejaba. Gracias a su magnfico sentido del odo, Drizzt escuch el comentario, aunque no supo interpretar el significado. Las lecciones de Drizzt se volvieron ms intensas a medida que pasaban los das. Aho ra Montolio se concentraba en la vida que los rodeaba, los animales y las planta s. Le ense a Drizzt a cosechar y a comprender las emociones de los animales slo con observar los movimientos. La primera prueba real se present poco despus, cuando D rizzt, al mover las ramas de un arbusto de bayas, descubri la entrada de una pequ ea cueva y se encontr de pronto enfrentado a un tejn furioso. Sirena, desde las alturas, emiti una serie de gritos para alertar a Montolio, y e l primer impulso del vigilante fue ir en ayuda de su amigo drow. Los tejones pro bablemente eran las criaturas ms malvadas de la regin an ms que los orcos , ms irritabl s que Bluster el oso y siempre dispuestos a tomar la ofensiva contra cualquier o ponente, con indiferencia de su tamao. Pero Montolio decidi no moverse y seguir el desarrollo de la situacin a travs de las descripciones del bho. En una reaccin instintiva, Drizzt empu la daga. El tejn retrocedi y le mostr los afila dos dientes y las temibles garras, sin dejar de chillar mil y una quejas. El drow dio un paso atrs y devolvi la daga a la funda. De pronto, vea el encuentro desde el punto de vista del tejn, y comprendi que el animal se senta amenazado. Sin saber cmo, tambin comprendi que el tejn haba escogido esta cueva como el lugar ms ade cuado para criar la camada que estaba a punto de parir. El tejn pareca confundido por los movimientos lentos del rival. La futura madre no quera pelear y, no bien Drizzt dej que las ramas volvieran a ocultar la cueva, el tejn se puso a cuatro patas, oli el aire para poder recordar el olor del elfo osc uro, y regres al agujero. Cuando Drizzt dio media vuelta se encontr frente a Monto lio, que comenz a aplaudirlo con una sonrisa. Hasta un vigilante habra tenido problemas para calmar a un tejn furioso dijo el anci ano. El tejn est a punto de dar a luz contest Drizzt . Tena menos inters que yo en luchar. Cmo lo has sabido? pregunt Montolio, aunque no dudaba de las percepciones del drow. Drizzt iba a responder, cuando advirti que no poda. Mir el arbusto y despus a Montol io con un gesto de resignacin. El anciano solt una carcajada y volvi a su trabajo. l, que haba seguido las enseanzas de la diosa Mielikki durante tantos aos, saba mejor que Drizzt lo que ocurra. El tejn podra haberte hecho pedazos, lo sabas? coment el vigilante con severidad cuand Drizzt se puso a su lado. Estaba a punto de tener los cachorros insisti Drizzt , y adems no era tan grande. No tan grande? exclam Montolio con una carcajada de burla . Creme cuando te digo que es mejor pelear contra Bluster que con una madre tejn. Drizzt no supo hacer otra cos a que encoger los hombros, porque no tena argumentos para rebatir al viejo . De verd ad crees que ese ridculo pual que llevas podra haberte servido de defensa? inquiri el vigilante, interesado en llevar la discusin a otro terreno.

Drizzt mir la daga, la misma que le haba arrebatado al trasgo. Una vez ms no tena la respuesta adecuada: la daga era en verdad ridcula. No pudo evitar rerse de s mismo . Es todo lo que tengo repuso. Ya nos ocuparemos de ponerle remedio prometi el vigilante, sin aadir nada ms. Montolio, a pesar de su aparente calma y confianza, conoca muy bien los peligros de la salvaje regin montaosa, y ahora confiaba en el drow sin ninguna reserva. Montolio despert a Drizzt poco despus de la puesta de sol y lo gui hasta un rbol eno rme en el extremo norte del huerto. En la base haba un gran agujero, casi una cue va, perfectamente disimulado por los matorrales y por una manta pintada con los mismos colores de la corteza. Cuando Montolio apart la manta, el joven comprendi e l motivo de tanto secreto. Una armera? pregunt el drow, asombrado. Te gustan las cimitarras contest Montolio, recordando el arma que Drizzt haba roto e n el combate contra el gigante de las piedras . Tengo una muy buena. Se arrastr al interior del agujero, busc durante unos minutos, y sali provisto de u na magnfica hoja curva. Drizzt entr para contemplar el excelente surtido del arsen al mientras sala el vigilante. Montolio posea una amplia variedad de armas, desde dagas de ceremonia hasta grandes hachas de combate y una multitud de ballestas, livianas y pesadas, todas cuidadas con gran esmero. En la pared del fondo, coloc adas verticalmente, haba diversas lanzas y jabalinas, incluida una pica de tres m etros con la cabeza muy afilada y dos garfios que sobresalan cerca de la punta. Prefieres un escudo, o quizs un estilete, para la otra mano? pregunt Montolio cuando reapareci el drow murmurando palabras de admiracin . Puedes escoger lo que quieras e xcepto el escudo, la lanza y el casco que llevan el sello del bho con garras. Son mos! Drizzt vacil un instante, mientras intentaba imaginar al vigilante ciego equipado para la lucha cuerpo a cuerpo. Una espada respondi , o mejor otra cimitarra si la tienes. Dos hojas largas para el combate coment curioso . Lo ms probable es que termines estor bndote a ti mismo. Es un estilo de combate frecuente entre los drows. Montolio encogi los hombros sin poner en duda la afirmacin y entr otra vez en la ar mera. Me temo que sta sea ms til como adorno dijo cuando volvi con un arma casi ornamental . uedes usarla si quieres, o coge una espada. Tengo unas cuantas. Drizzt empu la cimitarra y la hizo girar para comprobar si estaba bien equilibrada . Encontr que era demasiado liviana y quiz frgil, pero aun as decidi conservarla. La hoja curva sera un complemento ms adecuado para la otra cimitarra que una espada r ecta, engorrosa de mover. Las cuidar tan bien como t prometi Drizzt, consciente de la importancia del regalo qu e le haba hecho el humano . Y las utilizar slo cuando sea preciso aadi, porque saba qu sto era lo que quera or Montolio. Entonces ruega para que nunca las necesites, Drizzt Do'Urden repuso el vigilante . He conocido la paz y he conocido la guerra, y te juro que prefiero la primera! Aho ra ven, amigo mo. Hay muchas otras cosas que quiero ensearte. Tras mirar las cimitarras una vez ms, Drizzt las meti en las vainas enganchadas a su cinturn y sigui a Montolio. Con la proximidad del verano y con una compaa tan agradable, maestro y alumno se s entan muy animados, y se prometan una poca de valiosas lecciones y hechos maravillo sos. No se habran sentido tan felices de haber sabido que cierto rey orco, furioso por la prdida de diez soldados, dos worgs y un gigante aliado, tena puestos en la reg in sus amarillos ojos inyectados en sangre, dispuesto a encontrar al drow. El gra n orco comenzaba a preguntarse si el drow haba regresado a la Antpoda Oscura o si se haba unido con algn otro grupo, quiz con una de las pequeas bandas de elfos que h aba en la zona, o con aquel temible vigilante ciego, Montolio. Si el drow an permaneca en la regin, Graul dara con l. El cacique orco no quera correr riesgos, y la sola presencia del elfo oscuro era un autntico peligro.

14 La prueba de Montolio Bueno, ya he esperado bastante! grit Montolio con severidad, al tiempo que sacuda al drow. Faltaba poco para el ocaso. Esperado? repiti Drizzt, con los ojos soolientos. Eres un guerrero o un brujo? aadi Montolio . O las dos cosas? Eres uno de esos tipos q lo saben hacer todo? Tienes mltiples talentos como los elfos de la superficie? No soy ningn brujo respondi Drizzt rindose tras un momento de confusin. Me ocultas tus secretos, verdad? le reproch Montolio, aunque la sonrisa traicionaba la fiereza de la expresin. Se irgui en toda su estatura delante del agujero que se rva de dormitorio al elfo y cruz los brazos sobre el pecho . Esto no vale. Te he acog ido y, si eres un brujo, debo saberlo! Por qu dices estas cosas? le pregunt el drow, perplejo . De dnde has sacado...? Me lo ha dicho Sirena! exclam Montolio. Drizzt no entenda nada . En la pelea, cuando no s conocimos explic el vigilante , oscureciste la zona donde estabas t y algunos orcos . No lo niegues, brujo. Me lo ha dicho Sirena! Aquello no fue el hechizo de un brujo! protest Drizzt en su defensa . No soy un brujo. No fue un hechizo? repiti Montolio . Entonces, qu? Un artilugio? Ensamelo, quiero ve No es un artilugio replic Drizzt , sino una habilidad. Todos los drows, incluso los ms inferiores, pueden crear globos de oscuridad. No es nada difcil. Montolio pens en la revelacin durante unos momentos. No haba tenido contacto con lo s elfos oscuros antes de la aparicin de Drizzt. Qu otras habilidades posees? El fuego fatuo. Es una lnea... Conozco el hechizo lo interrumpi Montolio . Es algo que usan habitualmente los monjes de los bosques. Esto tambin lo pueden hacer todos los drows? No lo s respondi Drizzt con toda sinceridad . Adems, puedo... o poda... levitar. Slo l nobles drows son capaces de hacerlo. Creo que ahora he perdido el poder, o estoy a punto de perderlo. Desde que estoy en la superficie he tenido algunos fallos. Tambin mi piwafwi, las botas y las cimitarras perdieron la magia que posean. Intntalo dijo Montolio. Drizzt se concentr durante un buen rato. Sinti que perda peso, y se despeg del suelo . Sin embargo, cuando slo haba subido unos diez centmetros, recuper el peso y volvi a tocar tierra. Impresionante murmur el vigilante. Drizzt solt una carcajada y sacudi la melena blanca al escuchar el comentario. Ahora puedo irme a dormir? pregunt, con la mirada puesta en la cama. Montolio tena otras intenciones. Haba venido para averiguar ms cosas de su compaero. Quera saber el lmite de las capacidades de Drizzt, incluidas las mgicas. Tena un pl an y deba realizarlo antes de la cada del sol. Espera repuso . Podrs descansar ms tarde, cuando sea de noche. Ahora te necesito a ti y a tus habilidades. Puedes invocar un globo de oscuridad en el acto, o necesitas t iempo para realizar el hechizo? Slo son unos segundos contest Drizzt. Entonces ve a buscar la armadura y las armas indic Montolio , y acompame. No tardes. No quiero perder la ventaja de la luz del da. Drizzt encogi los hombros, fue a vestirse, y despus acompa al vigilante hasta el ext remo norte del huerto, que era un lugar poco frecuentado. Montolio se arrodill y pidi a Drizzt que lo imitara al tiempo que sealaba un pequeo agujero en la ladera de un montculo cubierto de hierba. En aquel agujero vive un jabal explic el viejo . No quiero hacerle dao, pero me preocup a tener que acercarme demasiado. Los jabales son unas bestias bastante imprevisib les. Se produjo un largo silencio, y Drizzt se pregunt si Montolio slo tena la inten cin de esperar a que el animal saliera de la cueva. Entonces, el vigilante aadi Vamo s, adelante. El joven lo mir incrdulo al pensar que el hombre pretenda enfrentarlo c on una bestia salvaje . Adelante repiti Montolio . Utiliza tu globo de oscuridad. Fren te a la entrada del agujero, por favor. Drizzt comprendi el plan, y su suspiro de alivio casi provoc la risa de Montolio. Un segundo despus, el terreno delante del montculo desapareci en la oscuridad. El v igilante le indic a Drizzt que mantuviera la posicin y avanz.

El drow permaneci atento a cualquier imprevisto. De pronto se oyeron varios chill idos agudos, y a continuacin el grito angustiado de Montolio. Drizzt dio un salto , entr en el globo de oscuridad a la carrera y a punto estuvo de llevarse por del ante el cuerpo tendido del amigo. El vigilante gimi y se revolc en el suelo sin responder a ninguna de las preguntas que el drow le formulaba en voz baja. Al ver que no haba seales del jabal, Drizzt se agach para averiguar qu haba pasado. El viejo le dio un susto de muerte cuando s e acurruc con las manos aferradas al pecho. Montolio susurr Drizzt, convencido de que el hombre se encontraba malherido. Acerc e l rostro al del vigilante para escuchar la respuesta, y se apart con rapidez cuan do el escudo del viejo lo golpe en un costado de la cabeza . Soy yo, Drizzt! grit, fro tndose la zona dolorida. Oy cmo Montolio se pona de pie, y luego el ruido de la espada al salir de la vaina. Ya lo s! afirm el viejo entre risas. Qu hay del jabal? Jabal? No hay ningn jabal, estpido drow. No hay tal. Aqu nosotros somos los nicos riv s. Ha llegado el momento de divertirnos un poco! Ahora Drizzt comprendi la trampa. Montolio lo haba engaado para que lanzara el glob o de oscuridad con el fin de privarlo de la ventaja de la visin. El vigilante lo desafiaba en igualdad de condiciones. Con el plano de la hoja! replic Drizzt, muy dispuesto a seguir el juego. Cunto haba disfrutado con este tipo de duelos en Menzoberranzan con Zaknafein como adversario! Por tu vida! declar Montolio con una carcajada. El vigilante lanz el primer golpe, y la cimitarra de Drizzt lo desvi sin problemas . El drow contest con dos rpidos golpes cortos a media altura, en un ataque que habra vencido a la mayora de los rivales, pero que en esta ocasin golpearon en el escud o de Montolio. Seguro de la posicin de Drizzt, el vigilante adelant el escudo viol entamente. Drizzt se balance sobre los talones antes de poder apartarse. La espada de Montol io lo atac por el flanco, y Drizzt la par. El viejo repiti la maniobra con el escud o; Drizzt desvi la trayectoria y aguant a pie firme. Entonces el astuto vigilante levant de pronto el escudo en una finta que no slo ar ranc una de las cimitarras de la mano de Drizzt sino que adems lo hizo trastabilla r, al tiempo que lanzaba una estocada de travs contra el vientre del rival. Drizzt presinti el ataque. Dio un salto atrs y hundi el vientre. As y todo not el pas o de la hoja a unos milmetros del cuerpo. El drow pas a la ofensiva con una serie de complicadas maniobras de ataque, conve ncido de que seran suficientes para ganar el encuentro. Pero Montolio previo cada una de ellas; el ruido metlico del escudo al parar los golpes era el nico fruto d e los esfuerzos de Drizzt. Entonces fue el momento del contraataque del vigilant e, y el joven se vio en apuros. No era inexperto en la lucha a ciegas, pero Mont olio era ciego desde haca aos y poda moverse tan bien y con tanta facilidad como la mayora de los hombres. Drizzt no tard en comprender que no poda ganar en el globo. Tena la intencin de saca r al vigilante de la zona de oscuridad, cuando la situacin cambi bruscamente al es fumarse el hechizo. Convencido de que el duelo haba llegado a su fin, Drizzt retr ocedi unos cuantos pasos, tanteando el suelo con los pies hasta conseguir subir a una gruesa raz. Montolio recibi el cambio de actitud en su oponente con una expresin de curiosidad ; despus reanud el ataque, avanzando agachado. El drow se consider muy astuto mientras iniciaba un salto que le permitira caer de trs de Montolio y atacarlo por la espalda mientras el ciego se volva desconcertado . Las cosas no funcionaron como esperaba. El escudo de Montolio choc contra el rost ro de Drizzt en pleno vuelo, y el joven cay a tierra con un gemido. Cuando consig ui librarse del aturdimiento, descubri que tena a Montolio sentado sobre su espalda , con la espada atravesada sobre sus hombros. Cmo...? Drizzt no pudo acabar la pregunta porque Montolio lo interrumpi.

Me has subestimado, drow dijo el viejo, con un tono despiadado . Me has tomado por un ciego indefenso. No lo hagas nunca ms! Por una fraccin de segundo, Drizzt se pregunt si Montolio pensaba matarlo, a la vi sta de lo furioso que estaba. Saba que su soberbia haba herido al hombre, y entonc es comprendi que Montolio DeBrouchee, siempre tan capaz y seguro de s mismo, tambin soportaba su propia carga. Por primera vez desde que haba conocido al vigilante, consider lo doloroso que deba de haber sido para este hombre perder la vista. Qu ms, se pregunt, haba perdido Montolio? Era obvio lo que haras aadi Montolio despus de una breve pausa, con voz ms suave , al car yo agachado. Obvio slo en el caso de saber que el globo de oscuridad haba desaparecido contest Dri zzt, que se pregunt hasta qu punto era real la incapacidad del viejo . Jams habra inte ntado la maniobra del salto en la oscuridad, sin poder valerme de los ojos. Cmo ha s podido saber a pesar de ser ciego que el hechizo haba desaparecido? T mismo me lo dijiste! exclam Montolio, sin moverse de la espalda de Drizzt . En la act tud! La variacin en los pasos, demasiado giles para ser dados en la oscuridad, y co n tu suspiro, drow! Aquel suspiro te traicion, porque ya sabas que no podas vencerm e sin la ayuda de la vista. Montolio se apart, pero el drow permaneci boca abajo, d igiriendo las palabras del viejo. Comprendi lo poco que saba de l, lo mucho que haba dado por sentado en lo que se refera a su compaero . Vamos aadi el vigilante . La prime a leccin de esta noche ha acabado. Ha sido muy provechosa, pero todava quedan otra s cosas pendientes. Dijiste que poda irme a dormir le record Drizzt. Pensaba que eras ms competente replic Montolio fulminante, con una sonrisa presuntuo sa. De la misma manera que Drizzt sacaba provecho de las muchas lecciones que Montol io le dio aquella noche y los das sucesivos, el vigilante recoga informacin referen te al drow. Su trabajo se concentraba sobre todo en el presente; Montolio le ens eaba cosas del mundo de su alrededor y cmo sobrevivir en l. Pero siempre, en algn mo mento, uno u otro la mayora de las veces Drizzt deslizaba un comentario sobre su pas ado. Se convirti casi en un juego. Uno mencionaba algn hecho lejano casi con la nic a intencin de ver la expresin de asombro del otro. Montolio tena algunas ancdotas mu y buenas de los aos pasados en los caminos, relatos de valientes batallas contra los goblins y las bromas que los vigilantes, tan serios en apariencia, solan gast arse entre ellos. Drizzt se mostraba un poco reservado, aunque sus historias de Menzoberranzan, de la siniestra Academia y de las guerras salvajes entre familia s, superaban cualquier cosa que Montolio hubiese imaginado. Pese a todas las confidencias, el vigilante saba que Drizzt le ocultaba algo, que se senta abrumado por una terrible carga, pero no insisti. Esper pacientemente, sa tisfecho de que l y Drizzt compartieran los mismos principios y a medida que Drizzt mejoraba sus habilidades de vigilante la misma visin del mundo. Una noche de luna llena, Drizzt y Montolio descansaban en las sillas de madera q ue el vigilante haba construido en las ramas ms altas de un roble enorme. El brill o de la luna, que asomaba y se esconda entre el rpido paso de las nubes, encantaba al drow. Desde luego Montolio no poda ver la luna, pero el viejo vigilante, con Guenhwyvar acomodada sobre su regazo como un gatito, disfrutaba con el frescor nocturno. P as una mano con aire ausente por la gruesa piel del cuello de la pantera y escuch los diversos sonidos que traa la brisa, la charla de un millar de criaturas que e l drow no haba escuchado nunca, a pesar de que tena el odo ms fino que Montolio. De vez en cuando, el anciano soltaba una risita, una vez al escuchar cmo una rata le chillaba enfadada a un bho probablemente Sirena por interrumpirle la comida y obli garla a buscar refugio en un agujero. Al mirar al vigilante y a la pantera, tan tranquilos y confiados el uno en el ot ro, Drizzt sinti punzadas de amistad y de culpa. Quiz no tendra que haber venido nunca susurr casi para s mismo, con la mirada puesta e n la luna. Qu has dicho? pregunt Montolio en voz baja . No te gusta cmo cocino? La sonrisa del vigilante desarm a Drizzt mientras se volva para mirarlo con aire s ombro.

Me refera a la superficie explic Drizzt, que consigui rerse a pesar de la melancola . eces pienso que mi decisin fue un acto egosta. Sobrevivir casi siempre lo es replic Montolio . En algunas ocasiones he pensado lo mi smo. Una vez tuve que hundir la espada en el corazn de un hombre. La dureza de es te mundo produce grandes remordimientos, pero afortunadamente es un lamento pasa jero y sin duda no es el ms apropiado para ir a una batalla. Cunto deseo que desaparezca para siempre seal Drizzt, como si hablara con la luna y n o con el viejo. Pero el comentario cal muy hondo en Montolio. A medida que aumentaba la intimidad entre ellos, ms comparta el vigilante la carga desconocida de Drizzt. El drow era joven segn los patrones de su raza pero era ms sabio y experto que la mayora de lo s soldados profesionales. Desde luego un elfo oscuro tropezara con muchas barrera s en el mundo de la superficie, cargado de prejuicios. Sin embargo, Montolio crea que Drizzt era capaz de superar estos prejuicios y disfrutar de una larga y prsp era vida, dados sus considerables talentos. Cul ser la culpa que tanto atormenta a e ste elfo?, se pregunt Montolio. Drizzt sufra ms de lo que sonrea, y se castigaba a s m ismo. El tuyo es un lamento sincero? pregunt Montolio . Sabes?, la mayora no lo son. La mayor de las cargas que nos imponemos se fundan en interpretaciones errneas. Nosotros.. . al menos los que somos de carcter sincero... siempre nos juzgamos a nosotros mi smos con normas mucho ms exigentes que aquellas que aplicamos a los dems. Supongo que es una bendicin o, segn cmo se mire, una maldicin. Volvi los ciegos ojos hacia Dri zzt . Tmalo como una bendicin, amigo mo, una llamada interior que te empuja hacia met as inalcanzables. Una bendicin frustrante opin Drizzt. Slo cuando no te paras a pensar las ventajas que te ha dado esa bsqueda se apresur a contestar Montolio, como si hubiese previsto las palabras del drow . Aquellos que aspiran a poco no consiguen nada. En esto no hay ninguna duda. Es mejor, pienso, intentar coger las estrellas que no hacerlo porque sabes que no puedes alcanzar las. Mostr la habitual sonrisa severa . Al menos quien trepa disfrutar de una magnfica vista, y quizs incluso se haga con una manzana colgada de la rama en recompensa por sus esfuerzos. Y quiz tambin con una flecha rasante disparada por algn atacante desconocido coment Dr izzt en tono agrio. Montolio inclin la cabeza, impotente ante el perpetuo pesimismo de Drizzt. Le dola profundamente ver sufrir tanto al noble drow. Es probable prosigui Montolio, con una voz un poco ms dura de lo que pensaba , pero la prdida de la vida es slo importante para quienes tienen la oportunidad de vivirla en plenitud. Suelta tu flecha y atraviesa al que se agazapa en el suelo! Que su m uerte no sea una tragedia! Drizzt no poda negar la lgica, ni el consuelo que le ofreca el anciano vigilante. D urante las ltimas semanas, la filosofa casera de Montolio y su forma de entender e l mundo pragmtica y al mismo tiempo imbuida de una exuberancia juvenil le haban devu elto en parte la tranquilidad que haba disfrutado en aquellos lejanos tiempos, en el gimnasio de Zaknafein, aunque Drizzt tampoco poda negar lo poco que duraba el consuelo. Las palabras podan aliviar, pero no conseguan borrar las voces distante s de los muertos: Zaknafein, Clak y la familia campesina. Un solo eco de la pala bra drizzit poda borrar horas de consejos bienintencionados de Montolio. Ya est bien de tanta monserga! exclam Montolio, al parecer irritado . Te considero mi a migo, Drizzt Do'Urden, y espero que t me tengas como tal. De qu sirve mi amistad si no puedo hacer nada para aliviar la carga que llevas sobre tus hombros? Soy tu amigo o no lo soy. La decisin es tuya; pero si no lo soy, entonces no veo ningn se ntido en compartir noches tan maravillosas como sta a tu lado. Habla, Drizzt, o ve te de mi casa! Drizzt apenas poda creer que Montolio, por lo general tan paciente y tranquilo, p udiera plantearle semejante dilema. La primera reaccin del drow fue de rechazo, d e crear una muralla de ira ante la intromisin del viejo y aferrarse a lo que cons ideraba personal. Sin embargo, a medida que Drizzt superaba la sorpresa inicial y se tomaba el tiempo necesario para meditar las palabras de Montolio, lleg a com prender la verdad bsica que excusaba este comportamiento: Montolio y l eran amigos

, gracias sobre todo a los esfuerzos del vigilante. Montolio quera compartir el pasado de Drizzt, para poder comprender mejor y ayuda r al nuevo amigo. Sabes algo de Menzoberranzan, la ciudad donde nac y en la que vive mi gente? pregunt Drizzt en voz baja. Incluso le dola pronunciar el nombre . Conoces cmo vive mi raza, o los edictos de la reina araa? Cuntamelo todo, te lo ruego respondi Montolio. Drizzt asinti. Montolio advirti el movimiento aunque no poda verlo . Se apoy contra el tronco. Dirigi la mirada a la luna aunque en realidad miraba ms all a travs de sus a venturas, al camino de Menzoberranzan, a la Academia y a la casa Do'Urden. Mantu vo los pensamientos fijos por un rato, reflexionando sobre las complejidades de la vida de familia de los drows y la sencillez de su vida en la poca del aprendiz aje con Zaknafein. Montolio esper, paciente. Saba que Drizzt buscaba la manera de comenzar. Por lo qu e haba sabido a travs de los comentarios casuales del elfo, la vida de Drizzt haba estado llena de aventuras y episodios turbulentos, y Montolio comprenda que no le sera fcil a Drizzt, con su conocimiento todava limitado de la lengua comn, hacer un relato demasiado preciso. Adems, a la vista de la culpa y la pena que lo afectab an, sospechaba que Drizzt tena sus recelos. Nac en un da muy importante en la historia de mi familia comenz Drizzt . Aquel da, la c sa Do'Urden elimin a la casa DeVir. Elimin? Masacr explic Drizzt. Los ojos ciegos de Montolio no revelaron nada, pero la expresin del vigilante era de repulsin, tal como haba esperado Drizzt. Quera que el compaero comprendiera los horrores de la sociedad drow, as que aadi intencionadamente : Y, aq uel mismo da, mi hermano Dinin hundi la espada en el corazn de nuestro otro hermano , Nalfein. Montolio se estremeci al tiempo que mova la cabeza. Se dio cuenta de que ste era slo el comienzo de las tribulaciones del elfo . Es la manera de los drows pr osigui Drizzt con voz calma, como si quisiera adoptar el mismo tono de despreocup acin que mostraban los dems elfos oscuros ante el asesinato . En Menzoberranzan exis te una estructura jerrquica muy rgida. Para escalarla, para tener un rango superio r, se trate de un individuo o de una familia, el nico medio es eliminar a los que estn por encima. El vigilante percibi el leve temblor en la voz de Drizzt, y comprendi que su amigo nunca haba aceptado las canallas prcticas de su sociedad. Drizzt continu con el relato, sin escatimar detalles de los cuarenta aos que haba p asado en la Antpoda Oscura. Le habl de los das en que vivi sometido a la estricta tu tela de su hermana Vierna, dedicado a limpiar da y noche la capilla familiar, y a aprender a utilizar los poderes innatos y su posicin en la sociedad drow. Drizzt emple mucho tiempo en explicarle la peculiar estructura social, las jerarquas bas adas en el rango, y la hipocresa de la ley drow, una burla cruel que ocultaba la an arqua de la ciudad. El vigilante se encogi ante la narracin de las guerras entre fa milias. Se trataba de conflictos brutales que no permitan la supervivencia de nin gn noble, ni siquiera de los nios. Montolio sufri todava ms cuando Drizzt le habl de l a justicia drow, de la destruccin de una casa que haba fracasado en el intento de as esinar a otra familia. El relato fue menos terrible cuando Drizzt habl de Zaknafein, su padre y ms querid o amigo. Desde luego, los felices recuerdos de su padre significaron un breve re spiro, un preludio a los horrores de la muerte de Zaknafein. Mi madre mat a mi padre explic Drizzt, con emocin contenida aunque sin poder disimula r del todo el profundo dolor . Lo sacrific a Lloth por mis crmenes. Despus reanim el c uerpo y lo envi en mi persecucin para que me matara, como castigo por haber traici onado a mi familia y a la reina araa. Le cost trabajo reanudar el relato, pero cuando lo hizo, habl con sinceridad y rev el sin temor las debilidades y los fallos cometidos durante los aos pasados a sola s en las profundidades de la Antpoda Oscura. Tena miedo de haberme perdido a m mismo y a mis principios a manos de un monstruo i nstintivo y salvaje manifest Drizzt, en un tono rayano en la desesperacin. Pero entonces los sentimientos que haban animado su existencia volvieron a cobrar fuerza, y una sonrisa brill en su rostro cuando recapitul la poca vivida junto a B

elwar, el muy honorable capataz svirfnebli, y de Clak, el pek que haba sido trans formado en un oseogarfio. Como era de esperar, la sonrisa desapareci en el moment o en que el relato lleg a la muerte de Clak a manos del ser infernal invocado por la matrona Malicia. Otro amigo muerto por su relacin con Drizzt. El alba despunt por las montaas del este cuando Drizzt comenz a relatar la salida a la superficie. Escogi las palabras con ms cuidado, poco dispuesto a divulgar la t ragedia de la familia campesina por temor a que Montolio le echara la culpa y de strozara el vnculo de amistad que haban formado. Racionalmente, Drizzt se record a s mismo que l no haba matado a los granjeros, que incluso haba vengado los asesinato s, pero la culpa casi nunca es una emocin racional, y Drizzt sencillamente no poda encontrar las palabras, al menos por ahora. Montolio, viejo, sabio y con exploradores animales por toda la regin, comprendi qu e Drizzt le ocultaba algo. Cuando se haban conocido, el drow haba mencionado a una familia humana, y el vigilante ya estaba al corriente del asesinato de una fami lia en el pueblo de Maldobar. Montolio no crea que Drizzt fuera el responsable, a unque sospechaba que el drow tena alguna vinculacin con el suceso. Aun as, prefiri n o insistir; su amigo haba sido muy sincero y haba dicho ms cosas de lo que haba espe rado; confiaba en que Drizzt acabara por llenar las lagunas a su debido tiempo. Es una buena historia opin Montolio, despus de una larga pausa . Has vivido ms cosas en algo ms de cuatro dcadas que la mayora de los elfos en trescientos aos. Pero las he ridas son pocas y acabarn por curarse. Drizzt, mucho menos seguro, le dirigi una mirada triste, y Montolio slo pudo ofrec erle el consuelo de una palmada en el hombro mientras dejaba la silla y se iba a la cama. Drizzt an dorma cuando Montolio llam a Sirena y le at un rollo de papel a la pata. E l bho no se mostr muy contento al escuchar las instrucciones del vigilante; el via je le llevara una semana, un tiempo muy valioso y agradable porque era el mejor m omento de la temporada para cazar ratones y aparearse. Sin embargo, a pesar de l as protestas, no pensaba desobedecer. Sirena se alis las plumas, aprovech la primera rfaga de viento y remont el vuelo. El viaje lo conducira por encima de las montaas nevadas hasta Maldobar y despus hasta Sundabar, si era necesario. Una vigilante de fama, hermana de la dama de Luna P lateada, todava se encontraba en la regin; Montolio lo saba gracias a los informes de los animales, y el mensaje iba dirigido a ella. Es-que-esto-nunca-se-acabar? gimi el trasgo, al ver aparecer por el sendero a un huma no de aspecto feroz . Primero-aquel-desagradable-drow-y-ahora-este-bruto! Es-que-nun ca-me-ver-libre-de-esta-gentuza? Tephanis se dio bofetadas en la cabeza y golpe los pies contra el suelo con tanta rapidez que abri un agujero. En el camino, el gran sabueso de pelo amarillo gru y ense los dientes. Tephanis comp rendi que haba armado demasiado escndalo con la rabieta y ech a correr en un amplio semicrculo, cruz el sendero muy lejos del viajero, y se detuvo en el otro flanco. El perro, con la mirada puesta en la direccin contraria, agach la cabeza y gimi con fuso. 15 Una sombra sobre el refugio Drizzt y Montolio no hicieron ningn comentario referente al relato del drow duran te un par de das. Drizzt reflexionaba apenado sobre los recuerdos revividos y Mon tolio, con mucho tacto, lo dej hacer a su aire. Se ocupaban de las tareas diarias como siempre, aunque separados y con menos entusiasmo, pero ambos saban que el d istanciamiento era slo pasajero. Poco a poco volvieron a acercarse, y Drizzt pens esperanzado que haba encontrado a un amigo tan digno como Belwar o incluso Zaknafein. No obstante, una maana el dr ow se despert al or una voz que conoca muy bien, y crey en el acto que los das con Mo ntolio haban llegado a un desastroso final. Se arrastr hasta la empalizada de madera que protega la cueva y espi entre los post es. Un elfo oscuro, Mooshie deca Roddy McGristle, levantando la cimitarra rota para que el viejo vigilante la viera. El fornido montas, que pareca enorme debido a las muc

has pieles que lo protegan del fro, montaba un jamelgo pequeo pero musculoso parado junto al muro de piedra que rodeaba el huerto . Lo has visto? Ver? exclam Montolio sarcstico, al tiempo que guiaba con exageracin los blancos ojos. A Roddy no le hizo ninguna gracia. Ya sabes a qu me refiero gru Roddy . Ves ms que todos nosotros, as que no te hagas el o! El perro de Roddy, que tena una gran cicatriz en la cabeza, donde lo haba golpeado Drizzt, husme un olor conocido y comenz a correr arriba y abajo por los senderos del huerto tras el rastro. Drizzt empu la cimitarra dispuesto a defenderse aunque en su rostro se reflejaba u na expresin de temor y preocupacin. No tena ningn deseo de pelea, ni siquiera de enf rentarse al perro. Ordena a tu perro que vuelva! dijo Montolio, tajante. Has visto al elfo oscuro, Mooshie? repiti McGristle, esta vez con un tono de sospech a al ver el comportamiento del sabueso. Quiz s respondi Montolio. Se volvi y solt un silbido agudo casi inaudible. El perro, al escuchar el silbido del vigilante, interpret claramente la ira del viejo y regres deprisa con el rabo entre las patas para acomodarse junto al caballo de su amo. Tengo una camada de zorros all dentro minti el vigilante enfadado . Si tu perro se met e con ellos... Montolio dej la amenaza pendiente, y al parecer fue suficiente para impresionar al montas, que se apresur a echar un lazo al cuello del animal para ma ntenerlo sujeto contra sus piernas . Un drow... Debe de ser el mismo, aquel que pa s por aqu antes de las primeras nevadas aadi . Tendrs que trabajar duro si quieres coge lo, cazador de recompensas. Se ri . Por lo que s, tuvo algunos problemas con Graul, y despus continu el viaje, supongo que de regreso a su hogar. Tienes la intencin de p erseguir al drow hasta la Antpoda Oscura? Sin duda te hars famoso, cazador de reco mpensas, aunque te cueste la vida. Drizzt se tranquiliz al escuchar las palabras del viejo. Montolio haba mentido por l ! Ahora poda ver que el vigilante no tena ninguna estima por McGristle, y esto tam bin lo anim. Entonces Roddy volvi a la carga con fuerza, y narr la tragedia de Maldo bar de una manera tan brusca y retorcida que someti la amistad entre Montolio y D rizzt a una dura prueba. El drow mat a los Thistledown! rugi Roddy, enfurecido por la sonrisa remilgada del vi gilante, que se esfum en el acto . Los descuartiz, y la pantera devor a uno de ellos. T conocas a Bartholemew Thistledown, vigilante. Tendras que avergonzarte por hablar a la ligera del asesino! El drow los asesin? pregunt Montolio, muy serio. Los hizo pedazos! contest Roddy, mostrndole la cimitarra rota otra vez . Ofrecen dos mi l piezas de oro por su cabeza. Te dar quinientas si consigues averiguar dnde se oc ulta. No necesito tu oro se apresur a contestar Montolio. Es que no quieres ver al asesino entre rejas? exclam Roddy . No lloras la muerte de los Thistledown, una familia tan buena como cualquier otra? La larga pausa de Montolio hizo que Drizzt creyera que el vigilante lo entregara. El elfo decidi que no escapara. Poda defenderse contra la ira del cazador de recom pensas, pero no contra la de Montolio. Si el vigilante lo acusaba, estaba dispue sto a someterse y ser juzgado. Un da triste murmur Montolio . Una excelente familia. Atrapa al drow, McGristle. Ser la mejor recompensa de toda tu vida. Dnde debo buscar? pregunt Roddy ms tranquilo, al parecer convencido de que tena a Mont lio de su parte. Drizzt tambin lo pens al ver que Montolio daba media vuelta y miraba hacia el huer to. Has odo hablar de la cueva de Morueme? pregunt Montolio. La expresin ufana de Roddy se esfum al orlo. La cueva de Morueme, en el borde del g ran desierto de Anauroch, reciba su nombre de la familia de dragones azules que v ivan all. A doscientos kilmetros de aqu gimi McGristle . A travs de las Nethers, una cordillera m y difcil.

El drow fue all, o a los alrededores, a principios del invierno minti Montolio. El drow se fue con los dragones? inquiri Roddy, atnito. Supongo que se escondi en algn otro agujero de la regin replic Montolio . Es probable qu los dragones de Morueme sepan algo. Tendras que ir a preguntarles. No me gusta mucho tener tratos con los dragones dijo Roddy, sombro . Demasiados riesgo s y, aun cuando no pase nada, siempre sale caro! As que Roddy McGristle ha perdido su primera pieza coment Montolio . De todos modos, e s comprensible frente a un rival tan difcil como un elfo oscuro. Al escuchar el comentario un tanto despreciativo, Roddy tir de las riendas del ca ballo para sofrenar al animal. No te des tanta prisa en cantar mi derrota, Mooshie! le grit por encima del hombro . No dejar que se escape, aunque tenga que revisar hasta el ltimo agujero de las Nethe rs! Me parece demasiado trabajo por dos mil piezas de oro respondi Montolio, sin dejars e impresionar. El drow mat a uno de mis perros, me cort una oreja y me hizo esta cicatriz! grit Roddy , sealando la cara marcada. El cazador de recompensas comprendi lo absurdo de su gesto, puesto que el vigilan te ciego no poda verlo, y, clavando las espuelas al caballo, se alej del huerto al galope. Montolio hizo un gesto de disgusto y se volvi para ir en busca del drow. Drizzt s e reuni con l en el muro de piedra, sin saber cmo darle las gracias. Nunca me ha cado bien explic Montolio. La familia Thistledown fue asesinada admiti Drizzt, sin ms. Montolio asinti . Lo sabas Desde antes que vinieses aqu contest el vigilante . Reconozco que en un primer momento pens que eras el asesino. Yo no los mat. Montolio asinti una vez ms. Haba llegado el momento de completar los detalles sobre los primeros meses de est ancia en la superficie. Drizzt volvi a sentirse culpable cuando narr la batalla co ntra el grupo de gnolls. Con voz ahogada por el dolor, habl de los Thistledown y del horrible asesinato. Montolio identific al trasgo, pero no supo explicar qu era n el goblin gigante y el lobo que se haban enfrentado a Drizzt en la cueva. Hiciste bien en matar a los gnolls afirm Montolio cuando Drizzt acab el relato . No te ngas remordimientos y olvdalos. Cmo poda saberlo? le pregunt Drizzt, con toda sinceridad . Todos mis conocimientos me a an a Menzoberranzan y todava no he aprendido a separar la verdad de las mentiras. Ha sido un viaje muy confuso dijo Montolio, con una sonrisa que alivi mucho la tens in . Acompame, deja que te hable de las razas, y te diga la razn por la cual tus cimit arras actuaron en nombre de la justicia cuando abatieron a los gnolls. Como vigilante, Montolio haba dedicado toda su vida a la eterna lucha entre las r azas buenas humanos, elfos, enanos y halflings entre otros y los malvados goblinoi des y gigantes que slo vivan para destruir a los inocentes. A los que ms detesto es a los orcos manifest Montolio . As que ahora me contento con ma ntener un ojo vigilante..., me refiero al ojo del bho..., sobre Graul y su infame pandilla. Por fin Drizzt tuvo las cosas ms claras. Se sinti reanimado al saber que haba actua do correctamente y que al menos, hasta cierto punto, estaba libre de culpa. Qu me dices del cazador de recompensas y la otra gente como l? inquiri Drizzt . No pare en encajar muy bien en tu descripcin de las razas. En todas las razas hay buenos y malos respondi Montolio . Slo me refiero a la conducta en su conjunto, y no dudo que la conducta de los goblinoides y los gigantes es perversa. Cmo puedes saberlo? insisti Drizzt. Basta con mirar a los nios asegur Montolio. A continuacin, se embarc en una larga explicacin sobre las poco sutiles diferencias entre los nios de las razas buenas y las malas. Drizzt lo escuch, un poco distant e, porque no necesitaba ms aclaraciones. Al parecer, siempre todo se reduca a los nios. Drizzt haba dejado de reprocharse su ataque a los gnolls al mirar los juegos de los nios Thistledown. Y, en Menzoberranzan, su padre haba expresado la misma o

pinin. Acaso son malvados todos los nios drows?, se haba preguntado Zaknafein, y dur ante toda su vida lo haban acosado los gritos de los moribundos nios drows atrapad os en la guerra entre familias. Se produjo una larga pausa cuando Montolio acab la explicacin, y los dos amigos se tomaron su tiempo para digerir las muchas revelaciones del da. El vigilante comp rendi que Drizzt se senta mejor cuando el drow se volvi hacia l y sin ms cambi de tema . Por qu Mooshie? pregunt Drizzt, recordando el mote que McGristle haba usado junto al o de piedra. Montolio DeBrouchee. El viejo solt una risita, al tiempo que haca un guio grotesco . Mo oshie para los amigos, y para aquellos como McGristle que son incapaces de decir palabras ms largas que oso, burro y matar. Mooshie murmur Drizzt otra vez, divirtindose a costa de Montolio. No tienes nada que hacer, drizzit? protest Montolio. Drizzt asinti y se alej complaci Esta vez drizzit no le haba sonado tan mal. La cueva de Morueme rezong Roddy . Maldita sea la cueva de Morueme! Un segundo despus, un trasgo apareci en el pomo de la montura de Roddy, con la mir ada puesta en la asombrada expresin del cazador de recompensas. Tephanis haba pres enciado el encuentro en el huerto de Montolio y haba maldecido su mala suerte cua ndo el vigilante haba despachado a Roddy. Tena mucho inters en que ste pudiera cazar a Drizzt. Era la mejor manera de librarse de dos enemigos al mismo tiempo. Sin-duda-no-eres-tan-estpido-como-para-creer-en-aquel-viejo-mentiroso dijo Tephanis. Eh, quieto! grit Roddy, tratando intilmente de coger al trasgo, que se ape de un salto , rode al caballo y al perro, y volvi a montar, esta vez detrs del hombre . Quin demoni os eres t? rugi McGristle . Y qudate quieto! Soy un amigo respondi Tephanis, con un esfuerzo para no hablar tan deprisa. Roddy l o mir con cautela por encima del hombro . Si-quieres-cazar-al-drow-vas-por-el-camin o-equivocado aadi. Al cabo de un rato, Roddy estaba oculto entre los riscos al sur del huerto de Mo ntolio dedicado a espiar al vigilante y a su invitado de piel oscura, muy entret enidos en sus ocupaciones. Buena-caza! le dese Tephanis, antes de irse a reunir con Caroak, el gran lobo platea do que ola mucho mejor que este humano. Roddy, con la mirada clavada en la escena distante, no prest atencin a la marcha d el trasgo. Pagars por tus mentiras, vigilante murmur. Una sonrisa cruel apareci en su rostro mientras pensaba en la manera de vengarse de los compaeros. Sera una cuestin delicada, pues tratar con Graul siempre resultab a difcil. El mensajero de Montolio regres dos das despus con una nota de Paloma Garra de Halcn . Sirena intent recapitular la respuesta de la vigilante, pero el bho era incapaz de transmitir un mensaje tan largo y complicado. Montolio no pudo hacer otra cos a que darle la carta a Drizzt y pedirle que la leyera en voz alta. El drow an tena dificultades para leer de corrido, y tard un poco en comprender el texto. La not a detallaba la versin de Paloma sobre los hechos ocurridos en Maldobar y durante la persecucin. El relato de la vigilante coincida casi punto por punto con la verd ad, exculpaba a Drizzt y citaba a los cachorros de barje como los asesinos. La alegra de Drizzt era tan grande que slo con esfuerzo logr leer las ltimas palabra s de la carta, donde Paloma mencionaba su gratitud y su placer al saber que Mont olio haba acogido a alguien tan cabal como el drow. Como puedes ver, al final has recibido tu recompensa, amigo mo manifest Montolio. No tuvo necesidad de aadir nada ms. CUARTA PARTE Resoluciones Ahora contemplo mi largo viaje como una bsqueda de la verdad; la verdad en mi cor azn, en el mundo que me rodea, y en los temas principales del propsito y de la exi stencia. Cmo se definen el bien y el mal?

Llevaba dentro de m un cdigo moral, aunque nunca pude saber si haba nacido con l, si me lo haba enseado Zaknafein, o si sencillamente se haba desarrollado a partir de mis percepciones. Este cdigo me forz a abandonar Menzoberranzan, porque, a pesar d e estar bastante seguro de cules podran ser esas verdades, saba fuera de toda duda que no las podra encontrar en los dominios de Lloth. Despus de pasar muchos aos en la Antpoda Oscura fuera de Menzoberranzan y tras aque lla primera experiencia horrible en la superficie, llegu a dudar de la existencia de una verdad universal, llegu a preguntarme si, al fin y al cabo, haba algn propsi to en la vida. En el mundo de los drows, el nico propsito era la ambicin, la bsqueda de ganancias materiales provenientes del ascenso de rango. Incluso entonces, aq uello me pareca muy poca cosa, una razn que no justificaba la existencia. Te doy las gracias, Montolio DeBrouchee, por confirmar mis sospechas. He aprendi do que la ambicin de aquellos que siguen preceptos egostas no es ms que un desperdi cio catico, una ganancia msera a la que sigue una prdida infinita. Porque es cierto que existe una armona en el universo, una sinfona coral de felicidad. Para unirse al coro, uno debe encontrar la armona interior, debe encontrar las notas verdade ras. Hay otra cosa que se debe sealar referente a la verdad: las criaturas malvadas no saben cantar. DRIZZT DO'URDEN 16 De dioses y propsitos Las lecciones continuaron a buen ritmo. El viejo vigilante haba disminuido la con siderable carga emocional del drow, y Drizzt resultaba un alumno aventajado a la hora de aprender todo lo referente al mundo natural. Sin embargo, Montolio pres enta que algo preocupaba al drow, aunque no saba qu poda ser. Todos los humanos tienen el odo tan desarrollado? le pregunt de pronto el elfo mientr as arrastraban una enorme rama cada fuera del huerto . O es que el tuyo es una bendi cin, quiz para compensar la ceguera? La pregunta tan directa slo sorprendi a Montolio durante el instante que tard en comprender la frustracin del drow, una inquietud causada por el fracaso de Drizzt a la hora de entender las habilidades del hombr e . O tu ceguera es acaso un ardid, un engao que empleas para conseguir ventaja? Y si lo es, qu? replic Montolio. Entonces es un ardid muy bueno, Montolio DeBrouchee dijo el elfo . Desde luego que t e ayuda contra los enemigos... y los amigos. Estas palabras dejaron un regusto amargo en Drizzt, y el drow sospech que se esta ba dejando llevar por el orgullo. Es evidente que no te han vencido en las batallas respondi Montolio, al descubrir q ue el origen de las frustraciones era el duelo que haban mantenido. De haber podi do ver la expresin del elfo, el vigilante habra tenido la confirmacin de su razonam iento . Te lo tomas demasiado a pecho aadi tras una pausa incmoda . La verdad es que no te venc. Me tenas tumbado e indefenso. Te derrotaste t mismo explic Montolio . Es verdad que soy ciego, pero no tan indefenso como pareces creer. Me subestimaste. Saba que lo haras, aunque me resist a pensar que t pudieras ser tan ciego. Drizzt se detuvo sbitamente, y Montolio hizo lo mismo cuando el peso de la rama a ument de pronto. El vigilante sacudi la cabeza y solt una carcajada. Entonces sac la daga, la arroj al aire, la cogi por la hoja, y al grito de Abedul!, la lanz con fuerz a contra uno de los pocos abedules que haba en el huerto. Puede un ciego hacer esto? pregunt Montolio. Entonces puedes ver declar Drizzt. Desde luego que no afirm Montolio enftico . Mis ojos no ven desde hace cinco aos. Pero ampoco estoy ciego, Drizzt, sobre todo en este lugar que llamo mi hogar! Sin emb argo me tratas como a un ciego aadi ms tranquilo . En nuestro duelo, cuando desapareci el globo de oscuridad, creste que tenas ventaja. Es que pensaste que todas mis acci ones..., debo sealar que todas efectivas..., tanto en la batalla contra los orcos

como en nuestro combate, respondan sencillamente a algo ensayado? Si fuera un in vlido como me considera Drizzt Do'Urden, cmo podra sobrevivir un solo da ms en estas m ontaas? Yo no... comenz a decir Drizzt, pero la vergenza lo hizo callar. Montolio haba dicho la verdad, y l lo saba. Desde el primer encuentro haba considera do, al menos a un nivel subconsciente, que el vigilante era un minusvlido. Drizzt supona que en ningn momento le haba faltado el respeto a su amigo (al contrario, l o valoraba muchsimo), pero s haba dado por hecho que poda ms que l y que las limitacio nes del anciano eran mayores que las suyas. Lo has hecho lo corrigi Montolio , y te perdono. Para que lo sepas, me has tratado me jor que cualquiera de los que conoc antes, incluso aquellos que cabalgaron a mi l ado en innumerables campaas. Ahora sintate. Llega mi turno de relatar mi historia, como t me has contado la tuya. Por dnde comenzar? El viejo se rasc la barba. Todo le pareca tan lejano, como si perteneciera a una v ida olvidada haca tiempo. De todos modos, retena un vnculo con el pasado: la prepar acin de vigilante de la diosa Mielikki. Drizzt, que la haba conocido a travs de l, l o comprendera. Desde muy joven dediqu mi vida al bosque, al orden natural dijo Montolio . Aprend, de la misma manera que te enseo a ti, los usos y las costumbres del mundo salvaje y decid muy pronto que defendera aquella perfeccin, aquella armona de los ciclos demas iado vasta y maravillosa para ser comprendida. sta es la razn por la que me gustab a pelear contra los orcos y otros como ellos. Como he dicho antes, hay enemigos del orden natural, enemigos de los rboles y de los animales como los hay de los h umanos y de las otras razas buenas. Todos ellos monstruos, y nunca me he arrepent ido de matarlos! Montolio dedic muchas horas al relato de las campaas, expediciones en las que haba actuado solo o como explorador de grandes ejrcitos. Le habl de su maestra, Dilamon , una vigilante tan experta con el arco que nunca la vio errar la diana, ni siqu iera una vez en diez mil disparos. Muri en combate explic Montolio , defendiendo una granja del ataque de una banda de gi gantes. Pero no lloremos por la seora Dilamon, porque ni un solo granjero result h erido y ninguno del puado de gigantes que consigui escapar con vida volvi a mostrar nunca su horrible rostro por aquella regin. La voz de Montolio se hizo mucho ms moderada cuando lleg el momento de hablar del pasado reciente. Le habl de los vigilantes de la sierra, su ltima compaa, y de cmo fu eron a combatir con un dragn rojo que aterrorizaba a los pueblos de la zona. Haban conseguido liquidar al dragn, pero en la batalla murieron tres vigilantes, y Mon tolio acab con la cara quemada. Los sacerdotes me curaron muy bien relat Montolio con tono sombro . Casi no quedaron c icatrices como prueba del sufrimiento. Hizo una pausa, y, por primera vez desde q ue haba conocido al vigilante, Drizzt pudo ver una expresin de dolor en el rostro del anciano . Pero no pudieron hacer nada por mis ojos. Las heridas estaban ms all d e sus conocimientos. Entonces viniste aqu para morir manifest Drizzt, con un tono acusador que no haba pre tendido. He soportado el aliento de los dragones, las lanzas de los orcos, la furia de hom bres malvados y la codicia de aquellos dispuestos a esquilmar la tierra en su pr opio beneficio dijo el vigilante sin negar la afirmacin . Ninguna de todas esas cosa s me afect tanto como la piedad. Incluso mis compaeros, que haban luchado a mi lado tantas veces, se apiadaban de m. T tambin. Yo no... trat de decir Drizzt. T tambin replic Drizzt . En nuestro duelo, te consideraste superior. Ah tienes la raz tu derrota! La fuerza de cualquier vigilante es la sabidura, Drizzt. Un vigilante se comprende a s mismo, a los enemigos y a los amigos. Me tomaste por un invlido; si no, nunca habras intentado una maniobra tan atrevida como la de saltar por en cima de m. Pero te comprend y prev el movimiento. En el rostro del viejo apareci la s onrisa astuta de siempre . Todava te duele la cabeza? S admiti Drizzt, frotndose la cicatriz . Pero poco a poco, se me aclaran las ideas. En cuanto a tu primera pregunta continu Montolio, satisfecho de dejar bien sentado el punto , no hay nada excepcional en mi odo, o en cualquiera de los otros sentidos

. Lo que sucede es que, a diferencia de las dems personas, presto ms atencin a lo q ue ellos me dicen; y, como has podido comprobar, me guan bastante bien. Si quiere s saber la verdad, yo tampoco conoca sus capacidades cuando vine aqu, y has acerta do en lo referente a mis motivos. Sin los ojos, me consideraba un hombre acabado , y quera morir aqu, en este huerto que haba conocido en mis primeros viajes y me g ustaba tanto. Quiz se debi a Mielikki, la seora del bosque..., aunque es ms probable que fuera por Graul, el enemigo tan cercano..., pero no me llev mucho cambiar las intenciones r especto a mi propia vida. Aqu encontr un propsito, solo y minusvlido... y reconozco que en aquellos das era un minusvlido. Dicho propsito vino acompaado con un nuevo se ntido de la vida, y esto a su vez me llev a comprender mis limitaciones. Si hubie se muerto hace cinco aos, como haba sido mi intencin, habra muerto con mi vida incom pleta. Nunca habra podido saber qu era capaz de hacer. Slo en la adversidad, mucho ms all de cualquier cosa que Montolio DeBrouchee hubiera podido imaginar, fui capa z de conocerme a m mismo y a mi diosa tan bien. Montolio hizo una pausa y volvi la cabeza hacia Drizzt. Haba escuchado un ruido al mencionar el nombre de la diosa, y lo interpret como un movimiento de malestar. Interesado por averiguar esta revelacin, el viejo meti una mano por debajo de la c ota de malla y sac un colgante que reproduca la cabeza de un unicornio. No es hermoso? pregunt con toda intencin. Drizzt vacil. El unicornio era una maravilla de diseo y de una talla exquisita, pe ro las connotaciones del colgante no le hacan ninguna gracia. En Menzoberranzan, Drizzt haba sido testigo de la insensatez de obedecer los dictados de los dioses, y le pareca detestable. Cul es tu dios, drow? quiso saber Montolio. En todo el tiempo que llevaban juntos, n unca haban hablado a fondo de religin. No tengo dios afirm Drizzt, atrevido , ni quiero tenerlo. Esta vez le toc a Montolio ha cer una pausa. Drizzt se levant y se alej unos pasos . Mi gente sigue a Lloth aadi . Ell , si no es la causa, s que es la prolongacin de su perversidad, de la misma manera que Gruumsh lo es para los orcos, y los otros dioses lo son para otras gentes. Seguir a un dios es una estupidez. Yo, en cambio, sigo a mi corazn. T tambin tienes un dios, Drizzt Do'Urden asegur Montolio, con una risa suave que rest todo dramatismo a la declaracin del joven elfo. Mi dios es mi corazn proclam Drizzt, dndole la espalda. Y el mo. T has dado a tu diosa el nombre de Mielikki repuso Drizzt. Y en cambio t todava no has encontrado un nombre para el tuyo replic Montolio . Esto no quiere decir que no tengas dios. Tu dios es tu corazn, y qu te dice tu corazn? No lo s contest Drizzt despus de meditar unos instantes. Entonces, piensa! grit Montolio . Qu te dijeron tus instintos sobre la banda de gnolls, o de los granjeros en Maldobar? Lloth no es tu deidad, eso ya lo sabemos. Cul es e l dios o la diosa que se ajusta a lo que hay en el corazn de Drizzt Do'Urden? Mont olio casi poda escuchar los repetidos encogimientos de hombros que haca el elfo os curo . No lo sabes? pregunt el viejo . Yo s. Presumes demasiado dijo Drizzt, poco convencido. Observo mucho lo rectific Montolio con una carcajada . Crees que tienes el mismo corazn de Guenhwyvar! Nunca lo he puesto en duda afirm Drizzt. Guenhwyvar sigue a Mielikki. Cmo puedes saberlo? protest Drizzt, un tanto preocupado. No le molestaban las suposiciones de Montolio referentes a su persona, pero cons ider las palabras del viejo como un ataque a la pantera. Drizzt siempre haba pensa do que Guenhwyvar estaba por encima de los dioses y de todo lo que representaba creer en uno. Cmo lo s? replic Montolio incrdulo . Porque la pantera me lo dijo! Guenhwyvar es la e d de una pantera, una criatura del reino de Mielikki. Guenhwyvar no necesita tus etiquetas declar Drizzt furioso, mientras volva a sentars e junto al vigilante. Desde luego que no admiti Montolio . Pero esto no cambia las cosas. No lo entiendes, Drizzt Do'Urden. Has crecido rodeado de la perversin de una deidad.

Y la tuya es la autntica? inquiri Drizzt, sarcstico. Todas son verdaderas, y todas son una misma respondi Montolio. Drizzt reconoci que el viejo tena razn en una cosa: no lo entenda. Consideras a los dioses como entidades exteriores intent explicarle Montolio . Los ve s como seres fsicos que pretenden controlar tus acciones para sus propios fines, y por lo tanto t, en tu empecinada independencia, los rechazas. Yo digo que los d ioses estn en nuestro interior, y da igual que le hayas dado un nombre o no. T has seguido a Mielikki toda tu vida, Drizzt. Slo que no le has dado un nombre en tu corazn. De pronto Drizzt se mostr ms intrigado que escptico . Qu sentas cuando abando la Antpoda Oscura? pregunt Montolio . Qu te dijo el corazn cuando miraste por primera ez el sol o las estrellas, o el verde de los bosques? Drizzt record aquel da en el pasado, cuando l y la patrulla drow haban salido de la Antpoda Oscura para atacar a un grupo de elfos. Eran memorias dolorosas, pero en ellas haba un consuelo, un momento de exaltacin al sentir el contacto del viento y los aromas de las flores. Y cmo pudiste hablar con Bluster? aadi Montolio . No es ninguna tontera compartir una a con aquel oso! Lo quieras o no, tienes el corazn de un vigilante. Y el corazn de un vigilante es un corazn que pertenece a Mielikki. Y qu es lo que requiere tu diosa? pregunt en tono airado Drizzt, molesto por una afir macin tan concluyente. Quiso levantarse, pero Montolio le puso una mano sobre las piernas y se lo impid i. Requerir? El vigilante ri . No soy un misionero que predica la palabra e impone reglas de comportamiento! No te acabo de decir que los dioses estn en nuestro interior? C onoces las reglas de Mielikki tan bien como yo. Las has seguido durante toda tu vida. Te ofrezco un nombre, nada ms, y la personificacin de un comportamiento idea l, un ejemplo que te servir en los momentos en que te apartes de lo que sabes que es verdad. Dicho esto, Montolio cogi la rama y Drizzt lo imit. El drow consider las palabras del vigilante durante mucho tiempo. Aquel da no durm i y permaneci en el dormitorio, pensando. Me gustara saber algo ms de tu... de nuestra... diosa reconoci Drizzt aquella noche, mientras Montolio preparaba la cena. Y yo deseo ensearte contest Montolio. Un centenar de ojos amarillos inyectados en sangre siguieron la figura del human o que cruzaba el campamento en compaa de un perro amarillo bien sujeto a su lado. A Roddy no le haca ninguna gracia acudir all, a la fortaleza de Graul, el rey orco , pero tampoco tena la intencin de permitir que el drow se volviera a escapar. Rod dy haba tratado varias veces con Graul durante los ltimos aos: el jefe orco, con ta ntos espas en las montaas, era un aliado muy valioso, y tambin muy caro, en la cace ra de fugitivos. Varios orcos muy grandes se cruzaron adrede en su camino, para molestarlos a l y al perro. Pero Roddy contuvo al animal aunque no le faltaban ganas de lanzarlo c ontra los malolientes orcos. Repetan el mismo juego cada vez que apareca por all: l o empujaban, le escupan, lo que fuera por provocar la pelea. Los orcos siempre se mostraban muy valientes cuando superaban al rival cien a uno. Todo el grupo march detrs de McGristle a lo largo de los ltimos cincuenta metros, h asta una ladera rocosa, la entrada a la cueva de Graul. Dos orcos aparecieron en la puerta, armados con lanzas, para detener al intruso. Por qu has venido? pregunt uno en su lengua nativa. El otro extendi la mano como si es perara un pago. Esta vez no pago yo contest Roddy en el mismo dialecto . Esta vez paga Graul! Los orcos intercambiaron una mirada incrdula; despus volvieron a mirar al humano, y grueron amenazadores hasta que de pronto los interrumpi la aparicin de un orco ms grande todava. Graul sali de la cueva, apart a los guardias de un empelln, y sin detenerse avanz ha sta poner el morro cubierto de mocos casi pegado a la nariz de Roddy McGristle. Graul paga? grit, y casi tumb al humano con el aliento. La carcajada de Roddy fue exclusivamente a beneficio de la chusma. No poda demost rar la ms mnima debilidad. Como los perros salvajes, los orcos atacaban a todo aqu

el que no se mantena firme contra ellos. Tengo informacin, rey Graul dijo el cazarrecompensas, sin vacilar . Informacin que Gra ul necesita saber. Habla orden Graul. Y la paga? pregunt Roddy, consciente de que abusaba de la suerte. Habla! gru Graul . Si tus palabras tienen valor, Graul te dejar vivir. Roddy lament para sus adentros que los tratos con Graul siempre funcionaran de es ta manera. Era difcil conseguir alguna ventaja con el maloliente cacique cuando t ena el apoyo de un centenar de guerreros armados. Aun as, permaneci tranquilo. No h aba ido por dinero aunque no perda la esperanza de conseguir un poco sino por vengan za. No poda atacar abiertamente al drow mientras ste estuviera con Mooshie. En est as montaas, con el apoyo de los animales amigos, Mooshie era un rival formidable. Incluso si consegua quitarlo de en medio y acabar con el drow, los muchos aliado s del vigilante, veteranos como Paloma Garra de Halcn, se tomaran la revancha. Hay un elfo oscuro en tus dominios, poderoso rey orco! prosigui Roddy, sin provocar la reaccin imaginada. Un renegado aclar Graul. Lo sabas? Los ojos como platos de Roddy descubrieron su incredulidad. El drow mat a los guerreros de Graul dijo el cacique, muy serio. Los orcos presentes comenzaron a dar golpes en el suelo y a escupir, maldiciendo al elfo oscuro. Entonces, cmo es que el drow vive? pregunt Roddy sin rodeos. El cazador de recompensas entrecerr los ojos al sospechar que Graul desconoca el p aradero del elfo oscuro. Quiz todava le quedaba algo con que poder negociar. Mis exploradores no pueden encontrarlo! rugi Graul. Y no menta. Pero la frustracin que mostraba era simulada. El cacique, a diferencia de los exploradores, s saba cul era el paradero del drow. Yo lo he encontrado! vocifer Roddy. Todos los orcos comenzaron a gritar y a saltar de alegra. Graul levant una mano pa ra hacerlos callar. El cacique orco era consciente de que ste era un momento crtic o. Busc con la mirada entre la concurrencia al chamn de la tribu, al jefe espiritu al, y descubri al orco ataviado con una capa roja que prestaba gran atencin a las palabras del cazarrecompensas. Por consejo del chamn, Graul haba evitado cualquier accin contra Montolio durante t odos estos aos. El chamn consideraba que el ciego tena poderes de magia negra, y, d ebido a las advertencias del jefe espiritual, los orcos de la tribu se acobardab an cada vez que Montolio estaba cerca. Pero al aliarse con el drow y, si las sosp echas de Graul eran ciertas, al ayudar al elfo oscuro a ganar la batalla en la c ima de la montaa , Montolio se haba metido en asuntos ajenos, haba violado los domini os de Graul de la misma manera que el drow vagabundo. Seguro de que el drow era un renegado, pues no haban aparecido ms elfos oscuros en la regin. El cacique orco slo esperaba una excusa que pudiera animar a los sbditos a tomar una accin contra e l huerto. A Graul le haban dicho que Roddy quiz podra facilitarle la excusa. Habla! rugi una vez ms Graul a la cara de Roddy, para evitar que insistiera en algn ti po de recompensa. El drow est con el vigilante contest Roddy . Se sienta en el huerto del vigilante ciego ! Si Roddy haba tenido la esperanza de que el anuncio provocara otro estallido de g ritos, saltos y escupitajos, se qued con las ganas. La mencin del vigilante ciego apag cualquier muestra de entusiasmo de los reunidos, y todos los orcos miraron a l chamn y a Graul en busca de una orientacin. Haba llegado el momento de que el hum ano comenzara a relatar una historia de conspiraciones, tal cual Graul haba sido avisado que hara. Tenis que ir all y cogerlos! grit . No podemos... El cacique levant los brazos para silenciar los murmullos de los vasallos y tambin a Roddy. Fue el vigilante ciego quien mat al gigante? le pregunt el rey orco con un tono de as tucia . Y ayud al drow a matar a los guerreros? Desde luego, Roddy no saba a qu se refera Graul, pero capt en el acto las intencione

s del cacique. Fue l! proclam con voz altisonante . Y ahora el drow y el vigilante conspiran contra vo otros! Debis ir y acabar con ellos antes de que se presenten aqu dispuestos a aniqu ilaros! El vigilante traer a sus animales, a los elfos..., muchsimos elfos, y tambin a los enanos para que luchen contra Graul! La mencin de los amigos de Montolio, en particular los elfos y los enanos, a los que la gente de Graul odiaban ms que a cualquier otra cosa en el mundo, provoc exp resiones agrias en todos los presentes, y hubo ms de uno que mir nervioso por enci ma del hombro, como si esperara ver al ejrcito del vigilante rodeando el campamen to. Graul mir al chamn. El-que-vigila debe bendecir el ataque respondi el chamn a la pregunta silenciosa . En l a noche de luna nueva! Graul asinti, y el orco de la tnica roja se volvi, llam a unos cuantos sbditos y se m arch a ocuparse de los preparativos. Graul meti la mano en la bolsa y sac un puado de monedas de plata para Roddy. El ho mbre no le haba dicho nada que l no supiera, pero la mentira de la conspiracin cont ra la tribu inventada por el cazarrecompensas haba sido de mucha ayuda en el inte nto de convencer al supersticioso chamn de que deba bendecir el ataque. Roddy acept el pago sin rechistar, porque ya se daba por satisfecho con haber con seguido sus propsitos, y se volvi dispuesto a marcharse. Te quedas dijo Graul de pronto a sus espaldas. A una seal del rey orco, varios guar dias se adelantaron y rodearon al cazador de recompensas, que lo mir desconfiado . Husped explic el rey muy tranquilo . Participars en la pelea. A Roddy no le quedaba mucho donde elegir. Graul despidi a la guardia personal y regres solo a la cueva. Los guardias encogie ron los hombros y sonrieron, sin muchas ganas de seguirlo y tener que soportar a los otros invitados del rey, en especial al enorme lobo plateado. En cuanto Graul ocup su sitio habitual, se dirigi a uno de los invitados. Tenas razn le dijo al pequeo trasgo. Soy-muy-bueno-para-conseguir-informacin afirm Tephanis, y para sus adentros aadi: Y-pa a-crear-situaciones-que-me-beneficien. En aquel momento se consideraba muy listo, porque no slo haba avisado a Roddy que el drow se encontraba en el huerto de Montolio, sino que se haba puesto de acuerd o con el rey Graul para que Roddy los ayudara. Saba que el orco odiaba al vigilan te ciego, y que, con la excusa de la presencia del drow, podra por fin convencer al chamn para que bendijera el ataque. Caroak ayudar en la pelea? pregunt Graul, con una mirada de sospecha al enorme e impr evisible lobo plateado. Desde-luego contest Tephanis en el acto . La-destruccin-de-los-enemigos-tambin-favorece a-nuestros-intereses! Caroak, que poda entender perfectamente la conversacin, se levant y sali de la cueva . Los guardias de la entrada no intentaron cerrarle el paso. Caroak-se-encargar-de-los-worgs explic Tephanis . Reunir-una-fuerza-muy-poderosa-contrael-vigilante-ciego.Hace-mucho-tiempo-que-es-enemigo-de-Caroak. Graul asinti y pens en las semanas venideras. Si poda librarse del vigilante y del drow, disfrutara de una seguridad que no tena desde haca aos; para ser precisos, des de la llegada de Montolio. El vigilante casi nunca combata contra los orcos, pero Graul saba que los animales espas del vigilante siempre alertaban a las caravanas . El cacique ya no recordaba cul haba sido la ltima vez que haban atacado a una cara vana por sorpresa, el mtodo favorito de los orcos. En cambio, con el vigilante au sente... Con la llegada del verano aumentara el paso de caravanas, y los orcos conseguiran excelentes botines. Ahora lo nico que necesitaba era la confirmacin del chamn, sabe r que El-que-vigila, el dios orco Gruumsh el Tuerto, aprobaba el ataque. La luna nueva, un tiempo sagrado para los orcos y el momento que el chamn conside raba como el ms propicio para conocer la voluntad del dios, se producira dentro de poco ms de dos semanas. Ansioso e impaciente, Graul protest contra la demora, per o saba que no poda hacer otra cosa que esperar. El cacique, mucho menos religioso que los dems, tena la intencin de atacar de todas maneras, pero no quera desafiar al

lder espiritual de la tribu a menos que fuese algo absolutamente necesario. Tampoco faltaba tanto para la luna nueva, pens Graul. Entonces se librara para sie mpre del vigilante ciego y del misterioso drow.

17 En desventaja Pareces preocupado le dijo Drizzt a Montolio cuando, a la maana siguiente encontr al vigilante en uno de los puentes de sogas. Sirena estaba sentado en una rama por encima de l. Montolio, absorto en sus pensa mientos, tard en responder. El drow, sin molestarse por el silencio, encogi los ho mbros y le volvi la espalda, dispuesto a respetar la intimidad de su amigo. Sac de l bolsillo la estatuilla de nice. Ir a cazar un rato con Guenhwyvar aadi por encima del hombro , antes de que el sol est emasiado alto. Despus me ir a dormir y podrs pasar el da con la pantera. Montolio pareci no haberle escuchado, pero al ver que Drizzt colocaba la estatuil la sobre las tablas del puente, las palabras del drow se registraron con mayor c laridad y sali del ensimismamiento. Espera dijo Montolio . Deja que la pantera descanse. Guenhwyvar lleva ms de un da y medio de ausencia replic el elfo, extraado por la petic in. Quiz necesitaremos a la pantera para algo ms que una cacera antes de que pase demasi ado tiempo aadi el anciano . Djala descansar. Cul es el problema? pregunt Drizzt, de pronto muy serio . Qu ha visto Sirena? Anoche fue luna nueva contest Montolio. Drizzt, que haba aprendido los ciclos lunare s, asinti . Un da sagrado para los orcos continu el vigilante . Su campamento est a much s kilmetros de aqu, pero anoche pude or los gritos. Una vez ms Drizzt asinti. Yo tambin los o, pero pens que era el viento al soplar entre los rboles. Era el lamento de los orcos le asegur Montolio . Cada mes se renen para bailar y grita r como salvajes sumergidos en un estupor innato. Los orcos no necesitan ninguna pcima para inducirlo, lo sabas? Nunca me han preocupado, pero anoche se mostraron m ucho ms ruidosos que de costumbre. Por lo general no se los puede or desde aqu. Un viento favorable... o desfavorable trajo los cnticos hasta aqu. Y ahora sabes que haba algo ms que los cnticos? supuso Drizzt. Sirena tambin los oy explic Montolio . Siempre dispuesto a mirar por m. Movi la cabez ia donde estaba el bho . Vol hasta all para echar una ojeada. Drizzt tambin mir al maravilloso pjaro, posado con el plumaje henchido de orgullo c omo si comprendiera los elogios del anciano. De todos modos, a pesar de la grave preocupacin del vigilante, el elfo se pregunt hasta qu punto poda Montolio entender los mensajes del bho, y, por el otro lado, hasta dnde llegaba la comprensin del bho de los hechos que vea. Los orcos parecen prepararse para la guerra dijo Montolio, rascndose la barba . Todo indica que Graul ha despertado del largo invierno con la intencin de resolver algn pleito pendiente. Cmo puedes saberlo? pregunt Drizzt . Acaso Sirena entiende sus palabras? No, no, desde luego que no contest Montolio, con una expresin risuea ante la ridicule z de la idea. Entonces, cmo puedes saberlo? Sirena me ha informado que una jaura de worgs se encuentra en el campamento. Los o rcos y los worgs no son buenos amigos, pero se unen cada vez que se prepara algo feo. La celebracin de anoche fue demasiado salvaje, y la presencia de los worgs no da lugar a muchas dudas. Hay algn pueblo cercano? inquiri Drizzt. Ninguno excepto Maldobar respondi el vigilante . Dudo que los orcos pretendan llegar tan lejos, pero ya casi no queda nieve y las caravanas comenzarn a cruzar el paso , desde Sundabar hasta la ciudadela de Adbar y viceversa. Habr muchas procedentes de Sundabar, y no creo que Graul sea tan atrevido, o tan estpido, como para atac ar a una caravana de enanos fuertemente armados procedentes de Adbar. Cuntos guerreros tiene el rey orco? Graul podra reunir varios miles si se toma el trabajo y la molestia dijo Montolio . P

ero tardara semanas, y Graul nunca ha destacado por su paciencia. Adems, no habra t rado a los worgs tan pronto si pensaba esperar a reunir sus legiones. Los orcos s uelen desaparecer cuando rondan los worgs, y los worgs suelen engordar y convert irse en perezosos con tantos orcos por all. No s si me entiendes. El movimiento de hombros de Drizzt indic que le entenda . Supongo que Graul tiene unos cien guerreros aadi Montolio , y entre doce y veinte worgs, segn el recuento de Sirena, y probableme nte un gigante o dos. Una fuerza muy considerable para atacar a una caravana opin Drizzt. Pero tanto l como el vigilante sospechaban otra cosa. Cuando se haban conocido, un par de meses antes, Graul haba salido malparado. Tardarn un da o dos en estar preparados seal Montolio, despus de una pausa incmoda . a se encargar de vigilarlos esta noche, y yo llamar a los otros espas. Yo me ocupar de los orcos manifest Drizzt. Vio una sombra de preocupacin en el rostro de Montolio y se apresur a disiparla . Muchas veces he realizado el trabajo de exp lorador en las patrullas de Menzoberranzan. Es una tarea que s hacer muy bien. No temas. Aquello fue en la Antpoda Oscura le record Montolio. La oscuridad es la misma replic Drizzt con un guio y una sonrisa . Tendremos las respu estas que necesitamos. Drizzt se despidi con un buenos das y se march hacia su dormitorio. Montolio escuch co n sincera admiracin los pasos del amigo que se alejaba, apenas un susurro entre l os rboles muy juntos, y pens que era un buen plan. El da transcurri lenta y pacficamente para el vigilante. Se entretuvo en la prepara cin de los planes defensivos del huerto. Nunca haba tenido que defender el lugar, excepto la vez en que una banda de ladrones despistados haba aparecido por all, pe ro haba dedicado muchas horas al estudio y el ensayo de diferentes estrategias, p ensando en que un da u otro Graul se cansara de la intromisin del vigilante y reuni ra el coraje suficiente para atacar. Si se presentaba la ocasin, Montolio confiaba en estar preparado. De todas maneras, no poda hacer mucho por el momento no poda instalar las defensas antes de saber a ciencia cierta cules eran las intenciones de Graul la espera se l e haca interminable. Por fin, Sirena le inform que el drow acababa de despertar. Es hora de ponerme en marcha dijo Drizzt en cuanto encontr al vigilante. El sol se encontraba casi detrs del horizonte . Vamos a averiguar qu planean nuestros poco ami stosos vecinos. Ve con cuidado, Drizzt le pidi Montolio, y el tono de preocupacin en su voz conmovi a l drow . Graul puede ser un orco, pero es muy astuto. Es posible que espere la vis ita de alguno de nosotros dos. Drizzt desenvain las cimitarras nuevas y las hizo girar para acostumbrarse al pes o y al equilibrio. Despus las guard y meti una mano en al bolsillo, para animarse c on el roce de la estatuilla de nice. Con una ltima palmada en la espalda del vigil ante, se puso en marcha. Sirena estar por all! le grit el vigilante . Y otros amigos que no conoces. No tienes m que gritar si las cosas se ponen demasiado feas. El campamento orco no result difcil de encontrar, porque la luz de la enorme hogue ra central se divisaba desde muy lejos. Drizzt vio las siluetas, incluida la de un gigante, que bailaba alrededor de las llamas y escuch los aullidos y los ladri dos de los grandes lobos: worgs, los haba llamado Montolio. El campamento estaba en un pequeo valle, en un claro rodeado por rboles muy altos y paredes de piedra. Drizzt poda escuchar las voces de los orcos con bastante claridad en la quietud d e la noche, y decidi no acercarse demasiado. Escogi uno de los rboles, se concentr e n una de las ramas bajas e intent utilizar la levitacin para subir. El hechizo, tal como supona, no funcion. Drizzt envain las cimitarras y comenz a tre par. Haba ramas hasta lo ms alto de la copa, entre seis y siete metros del suelo. El elfo lleg hasta una de stas y se dispona a encaramarse cuando escuch una respirac in. Con mucha cautela, Drizzt asom la cabeza por un costado del tronco. En el lado opuesto, acomodado en la horqueta de otra rama, haba un centinela orco con las manos en la nuca y una expresin aburrida en el rostro. Al parecer, la cr iatura no haba advertido la presencia del silencioso drow colgado a menos de un m

etro de distancia. Drizzt sujet la empuadura de una de las cimitarras, pero despus, convencido de que la estpida criatura se encontraba demasiado cmoda, cambi de opinin y, sin hacer caso del orco, dirigi la atencin a lo que ocurra en el claro. El lenguaje orco era similar al de los goblins en estructura y entonacin. Sin embargo, Drizzt, que no hablaba muy bien el goblin, slo consigui captar alguna s palabras sueltas. Por fortuna, los orcos eran muy dados a las demostraciones. Dos muecos, efigies de un elfo oscuro y un humano con bigotes, descubrieron las i ntenciones de la tribu. El ms grande de los orcos, probablemente el rey Graul, es cupi y maldijo a los muecos. Despus los soldados orcos y los worgs se turnaron para destrozarlos, en medio del gritero de los frenticos espectadores, un frenes que ll eg al delirio cuando apareci el gigante de las piedras y de un manotazo aplast la e figie del drow. El espectculo se prolong durante muchas horas, y Drizzt pens que concluira con el al ba. Graul y otros orcos grandes se apartaron de la multitud y comenzaron a dibuj ar en la tierra, al parecer, los planos de la batalla. Drizzt no tena ninguna pos ibilidad de acercarse lo suficiente para escuchar la conversacin ni tampoco poda p ermanecer en el rbol cuando faltaba tan poco para la salida del sol. Pens en el centinela orco al otro lado del rbol, que ahora roncaba muy fuerte. Los orcos pensaban atacar el hogar de Montolio. Era el momento de asestar el primer golpe? La conciencia lo traicion. Baj del rbol y escap del campamento, dejando al orco dorm ir tranquilamente en la horqueta. Montolio, con el bho posado en un hombro, esperaba el regreso de Drizzt sentado e n uno de los puentes. Vendrn por nosotros dijo el viejo vigilante cuando se present el elfo . Graul todava ti ene atragantado aquel pequeo incidente en el barranco de Rogee. Montolio seal hacia el oeste, en direccin al lugar donde l y Drizzt se haban encontra do. Tienes algn refugio seguro para ocasiones como sta? pregunt Drizzt . Creo que los orcos vendrn esta misma noche. Son casi un centenar y cuentan con aliados poderosos. Escapar? grit Montolio. Cogi una soga cercana y se descolg para reunirse con el drow, con Sirena enganchado a su chaqueta . Escapar de los orcos? No te he dicho que los o rcos son mis enemigos favoritos? No hay nada ms agradable en el mundo que el sonid o de una espada abriendo la barriga de un orco! Es necesario que te recuerde la diferencia de fuerzas? dijo Drizzt, con una sonrisa a pesar de la preocupacin. Tendras que decrselo a Graul! Montolio se ri . El viejo orco ha perdido la chaveta, o sufrido un repentino ataque de coraje, cuando se dispone a atacar en una evident e inferioridad numrica! La nica respuesta posible de Drizzt a una afirmacin tan desc arada lleg en forma de carcajada . Apuesto un cubo de truchas frescas y tres sement ales de primera a que el viejo Graul no participar en el ataque. Permanecer oculto entre los rboles, retorcindose sus gordas manos, y, cuando acabemos con sus tropa s, ser el primero en echar a correr. Nunca ha tenido el coraje para pelear a pie firme, al menos desde que se convirti en rey. Se ha vuelto demasiado comodn y supo ngo que tiene mucho que perder. Ya vers cuando le zurremos la badana! Una vez ms, Drizzt no supo encontrar las palabras para dar una respuesta y no pud o dejar de rer a mandbula batiente. De todos modos, no poda negar el entusiasmo y l os nimos que le haban infundido los disparates del viejo. Ahora ve y descansa le recomend Montolio, rascndose la barba al tiempo que se volva p ara estudiar el entorno . Tengo que empezar con los preparativos; te sorprenders, t e lo prometo. Y te llamar cuando sea la hora. Los ltimos murmullos le llegaron al d row mientras se meta entre las mantas . S, Sirena, esperaba esto desde hace mucho ti empo dijo el vigilante entusiasmado. Y Drizzt le crey a pie juntillas. Haba sido una primavera pacfica para Kellindil y sus parientes elfos. Formaban un grupo nmada, que recorra la regin y se alojaba donde poda, en bosques y cuevas. Les encantaba vivir al aire libre, bailar a la luz de las estrellas, cantar con el a compaamiento de los rpidos en las montaas, cazar venados y jabales en los bosques qu e cubran las laderas.

En cuanto su primo apareci en el campamento una noche, ya tarde, Kellindil advirt i en su rostro el temor, una emocin poco frecuente en este grupo libre de preocupa ciones. Todos los dems lo rodearon. Los orcos se preparan anunci el elfo. Graul ha encontrado una caravana? pregunt Kellindil. Es demasiado pronto para que vengan los traficantes respondi el primo, que pareci de sconcertado por la pregunta. El huerto! exclamaron varios elfos al mismo tiempo. El grupo se volvi para mirar a Kellindil, al que consideraban responsable del dro w. No creo que el drow est aliado con Graul contest Kellindil a la pregunta implcita . Con todos los exploradores que Montolio tiene, ya lo habra descubierto. Si el drow e s amigo del vigilante, entonces no es enemigo nuestro. El huerto est a muchos kilmetros de aqu dijo uno de los presentes . Si queremos enterar nos de lo que prepara el rey orco, y llegar a tiempo para ayudar al vigilante, t endremos que ponernos en marcha ahora mismo. Sin una palabra ms, los elfos recogieron las provisiones necesarias, consistentes sobre todo en sus grandes arcos y abundantes flechas. Al cabo de unos minutos, corran por los bosques y los senderos montaosos, sin hacer ms ruido que una leve br isa. Drizzt se despert a primera hora de la tarde y tuvo oportunidad de presenciar alg o sorprendente. El cielo estaba encapotado, pero aun as al drow le pareci muy clar o cuando sali de la cueva y se desperez. Por encima de l descubri al vigilante, que se mova entre las ramas superiores de un pino muy alto. La curiosidad del elfo se transform en horror, cuando Montolio, con un aullido salvaje, se arroj al vaco con los brazos bien abiertos. Montolio llevaba un arns de cuerdas sujeto al tronco delgado del pino. A medida q ue bajaba el peso torca el rbol, y, cuando el vigilante aterriz suavemente, el pino estaba doblado casi en dos. En cuanto pis tierra, se apresur a asegurar las cuerd as en unas races bien gordas. Mientras se desarrollaba esta escena, Drizzt advirti que haba varios pinos ms torci dos de la misma manera, todos apuntando hacia el oeste y atados entre s con sogas . El drow avanz con mucho cuidado hacia Montolio, y al pasar vio una red, varias cuerdas tendidas casi a ras del suelo, y una soga a la que haban sujetado una doc ena o ms de cuchillos de doble filo. Cuando accionaran la trampa y los rboles se e nderezaran, tambin subira la soga, con el consiguiente peligro para cualquier cria tura que estuviera cerca. Drizzt... llam Montolio, al escuchar las ligeras pisadas del amigo . Mira bien dnde po nes los pies. No quisiera tener que volver a doblar todos estos rboles, aunque ad mito que resulta muy divertido. Al parecer tienes los preparativos muy adelantados coment Drizzt al llegar junto al vigilante. Hace mucho tiempo que espero la llegada de este da contest Montolio . He librado esta batalla un centenar de veces en mi cabeza y s el curso que seguir. Se agach y dibuj u n valo en el suelo, que corresponda aproximadamente a la forma del huerto . Deja que te lo ensee aadi. Dibuj las caractersticas del terreno alrededor del huerto con tanto detalle y exac titud que Drizzt sacudi la cabeza y volvi a dudar de que el vigilante fuera realme nte ciego. El huerto consista en varias docenas de rboles, que se extendan de norte a sur a lo largo de unos cincuenta metros y en un ancho de algo menos de la mitad. El suel o formaba una pendiente suave pero apreciable, de modo que el extremo norte qued aba medio rbol ms bajo que el sur. Ms hacia el norte, el terreno pedregoso era queb rado, con algunos trozos cubiertos de hierbajos y grietas bastante profundas, cr uzado por algunos senderos retorcidos. La fuerza principal llegar por el oeste explic Montolio sealando ms all de la pared de piedra y, a travs de un pequeo prado, a dos grupos de matorrales encajados entre r ocas y cornisas . Aqul es el nico camino que disponen para llegar unidos. Drizzt ech una rpida ojeada a la zona y estuvo de acuerdo. Al otro lado del huerto , por el este, era escabroso e irregular. Un ejrcito que avanzara por aquella dir

eccin se encontrara con un campo de hierba alta, y despus tendra que pasar casi en f ila india entre dos peascos inmensos, con el riesgo de convertirse en un blanco fc il para las flechas mortales de Montolio. Hacia el sur, ms all del huerto, aumenta ba la pendiente, un lugar perfecto para los arqueros y lanceros, excepto por el hecho de que por encima del risco ms cercano se alzaba una profunda quebrada con una pared casi inescalable. No tendremos ningn problema por el sur coment Montolio, como si hubiera ledo los pens amientos del drow . Y, si vienen por el norte, tendrn que correr colina arriba para llegar hasta nosotros, y s que Graul no lo har. Con la ventaja de su parte, envia r a su horda directamente por el oeste, con la intencin de aplastarnos. De ah los rboles exclam Drizzt, con admiracin . La red y la soga con los cuchillos. Muy astuto. Montolio se felicit a s mismo . Pero recurdalo: he tenido cinco aos para pr pararme. Ven conmigo. Los rboles slo son el comienzo. Tengo unas tareas reservadas para ti mientras yo acabo con los rboles. El vigilante llev a Drizzt hasta otra cueva secreta. En el interior colgaban nume rosos artefactos de hierro, que parecan mandbulas de animales con cadenas muy grue sas sujetas a las bases. Son trampas explic el viejo . Los cazadores de pieles las colocan en las montaas. Cosa s malvadas. Yo las busco... Sirena es muy hbil en descubrirlas... y me las llevo. Ojal tuviera ojos para ver la cara del cazador cuando va a retirarla al cabo de una semana. sta perteneci a Roddy McGristle aadi Montolio, cogiendo el artefacto que tena ms cerca. El vigilante lo coloc en el suelo y con mucho cuidado se vali de los pies para abrir las mandbulas hasta que engancharon . Esto tendra que demorar a un o rco dijo, al tiempo que, munido de un palo, comenz a dar golpes hasta alcanzar el disparador. Las mandbulas de hierro se cerraron violentamente y con tanta fuerza que, no slo q uebraron el palo, sino que lo arrancaron de la mano del viejo, quien dio un resp ingo al escuchar el chasquido del cepo. Tengo ms de una veintena de trampas coment Montolio severo . Nunca pens que poda utiliz rlas, pues son una cosa malvada, pero contra Graul y los suyos servirn para darle s un escarmiento por el mucho mal que han hecho. Drizzt no necesitaba ms instrucciones. Carg con las trampas hasta el prado occiden tal, donde las coloc disimulndolas en el terreno, y clav las cadenas a varios pasos de distancia. Tambin coloc algunas donde comenzaba la pared de piedra, con la seg uridad de que los chillidos de los primeros orcos vctimas de los cepos retrasaran a los dems. Cuando el elfo oscuro acab de distribuir las trampas, tambin Montolio haba terminad o su trabajo con los rboles; haba doblado y atado ms de una docena. Ahora el vigila nte se encontraba en el puente de sogas que corra de norte a sur, muy ocupado en sujetar una serie de ballestas en los soportes que daban al oeste. Una vez carga das, Montolio o Drizzt no tenan ms que correr por el puente y disparar a medida qu e avanzaban. Antes de ir a ayudarlo, Drizzt quera preparar su propia trampa. Fue hasta la arme ra y recogi la larga y pesada pica de dos filos. Busc una raz bien gruesa en la zona que sera su puesto de combate y cav un pequeo agujero detrs de la raz. Apoy el arma e n la raz, hundi el extremo del mango en el agujero y lo tap todo con hojas y ramas. En el momento en que daba los ltimos toques, el vigilante lo llam. Todava nos falta lo mejor anunci Montolio con una sonrisa astuta. Llev a Drizzt hasta un tronco vaciado a fuego, y con el interior recubierto de brea para sellar cua lquier grieta . Una buena canoa cuando el ro est crecido y la corriente es suave. Y tambin excelente para contener el coac de Adbar aadi con otra sonrisa. Drizzt lo mir curioso al no comprender sus propsitos. Montolio le haba mostrado los barriles de licor la semana pasada, un regalo que haba recibido por haber avisad o a una caravana de Sundabar de la emboscada preparada por Graul, pero el elfo o scuro no entenda cul era el objetivo de echar la bebida en el tronco vaco. El coac de Adbar es una sustancia muy voltil explic Montolio . Arde con ms fuerza y rap dez que el mejor aceite. Ahora Drizzt comprendi. Juntos cargaron el tronco y lo colocaron al final del nico paso por el este. Vaciaron el licor, y a continuacin lo taparon con hojas y paja seca.

Al regresar al puente de soga, Drizzt vio que Montolio ya haba hecho los preparat ivos correspondientes. Una ballesta apuntaba al este, con la punta del dardo env uelta en un trapo empapado de aceite. Al lado haba yesca y pedernal. Tendrs que apuntarla dijo Montolio . Sin Sirena no puedo estar seguro y, aun con su a yuda, algunas veces disparo demasiado alto. El sol ya se haba ocultado detrs del horizonte, y la aguda visin nocturna de Drizzt le permiti ubicar rpidamente el tronco hueco. Montolio haba construido muy bien lo s soportes del puente de soga, precisamente con este propsito, y unas ligeras cor recciones bastaran para centrar el blanco. Con todas las defensas principales instaladas, Drizzt y Montolio ultimaron los d etalles estratgicos. Cada vez con ms frecuencia, Sirena o algn otro bho apareca con n uevos mensajes. Por fin recibieron la confirmacin: el rey Graul y su ejrcito march aban hacia el huerto. Puedes llamar a Guenhwyvar dijo Montolio . Los tendremos aqu esta noche. Vaya estupidez la suya coment el drow . La noche nos favorece. T eres ciego y no neces itas luz y yo desde luego prefiero la oscuridad. El bho volvi a ulular. El grupo principal llegar por el oeste le inform Montolio a Drizzt, complacido . Ya te lo haba dicho. Ms de una cincuentena de orcos y un gigante! Sirena vigila a un gru po ms pequeo que se separ del primero. La mencin del gigante estremeci a Drizzt, pero estaba dispuesto a enfrentarse con el monstruo, y tena un plan preparado para ello. El gigante es mo anunci el drow. Esperemos a ver cmo se desarrolla la batalla respondi el vigilante sin disimular la curiosidad . Slo hay un gigante: t o yo acabaremos con l. Quiero el gigante para m insisti Drizzt con ms firmeza. Montolio no poda ver la expresin decidida en el rostro del joven ni el fuego que a rda en sus ojos lila, pero en cambio poda captar la voluntad de hierro en la voz. Mangura bok woklok dijo y sonri, consciente de que la extraa frase haba pillado al dr ow por sorpresa . Mangara bok woklok repiti . Traducido literalmente significa estpido c abeza de alcornoque. Los gigantes de las piedras odian la frase. Cargan como loco s en cuanto la escuchan. Mangura bok woklok pronunci Drizzt, lentamente. Tendra que recordarla.

18 La batalla del huerto de Mooshie Drizzt observ que Montolio pareca bastante preocupado despus de que Sirena, que haba trado ms noticias, volviera a partir. La divisin de las fuerzas de Graul? pregunt. Orcos montados en worgs, slo un puado, que dan un rodeo hacia el este contest Montoli o, muy serio. Podemos detenerlos afirm Drizzt, despus de mirar ms all de la pared de piedra, hacia e l paso protegido por el tronco lleno de licor. Sin embargo, sus palabras no sirvieron para animar al vigilante. Otro grupo de worgs, alrededor de una veintena o ms, se aproxima por el sur. Drizzt no pas por alto el temor del viejo cuando aadi : Los gua Caroak. Nunca pens que llegar a convertirse en aliado de Graul. Un gigante? No, un lobo plateado contest Montolio. Al escuchar la respuesta, Guenhwyvar aplast l as orejas y gru furiosa . La pantera sabe quin es agreg mientras Drizzt miraba asombrad o . Un lobo plateado es una perversin de la naturaleza, un atentado contra las cria turas que siguen el orden natural, y, por lo tanto, enemigo de Guenhwyvar. La pan tera volvi a gruir . Es una bestia muy grande y demasiado astuta para ser un lobo. Y a he luchado antes contra Caroak. l solo se bastara para hacernos pasar un mal rat o. Con la proteccin de los worgs, y nosotros ocupados en luchar contra los orcos, quiz podra salirse con la suya. Guenhwyvar gru por tercera vez y escarb el suelo con sus enormes garras. Guenhwyvar se encargar de Caroak afirm Drizzt. Montolio se acerc a la pantera y, sujetndola por las orejas, sostuvo la mirada de

Guenhwyvar con sus ojos ciegos. Cudate del aliento del lobo dijo el vigilante . Es un soplo helado que te congelar los msculos hasta los huesos. He visto cmo tumbaba a un gigante! Montolio se volvi hacia Drizzt y adivin la expresin preocupada en el rostro del drow . Guenhwyvar tiene que mantenerlos alejados de nosotros hasta que nos deshagamos de Graul y los suyos aa di el viejo . Entonces podremos hacer lo necesario para ocuparnos de Caroak. Solt las orejas de la pantera y le dio una palmada bien fuerte en el cuello. Guenhwyvar rugi por cuarta vez y ech a correr a travs del huerto, como una flecha n egra apuntada al corazn del mal. La fuerza principal de Graul lleg, tal como esperaban, por el oeste, precedida po r un vocero infernal, y avanz en dos grupos entre los densos matorrales. Apunta al grupo del sur! le avis Montolio a Drizzt, apostado en el puente de soga do nde tenan preparadas las ballestas . Tenemos amigos en el otro! Como una confirmacin a las palabras del vigilante, en el matorral del norte los o rcos comenzaron a gritar, y sus voces sonaban ms a chillidos de terror que a grit os de combate. Un coro de roncos gruidos acompaaba a los gritos. Drizzt comprendi q ue Bluster, el oso, haba acudido en respuesta a la llamada de Montolio, y, por lo s ruidos, pareca haber trado consigo a unos cuantos amigos. Drizzt no estaba dispuesto a poner pegas a su buena fortuna. Se situ detrs de la b allesta ms cercana y dispar cuando los primeros orcos salieron de los matorrales d el sur. Corri a lo largo del puente, apretando el gatillo de las ballestas a su p aso. Desde su posicin, Montolio dispar unas cuantas flechas por encima de la pared . Entre tantos cuerpos en movimiento, Drizzt no poda saber cuntos disparos haban dado en el blanco, pero los dardos demoraron la carga de los orcos y dispersaron las filas. Varios cayeron de bruces; unos pocos dieron media vuelta y regresaron po r donde haban venido. Pero el grueso del grupo, a los que se sumaron a toda prisa algunos que salan del otro matorral, prosigui la carga. Montolio dispar una ltima vez, y despus se situ en el pasillo creado por las copas d e los pinos doblados, donde lo protegan por tres lados las paredes de madera y lo s rboles. Con el arco en una mano, comprob la espada y a continuacin pos la otra sob re una cuerda. Drizzt observ los movimientos del vigilante, situado a unos seis metros ms al nort e, y pens que sta podra ser su ltima oportunidad para disparar sin estorbos. Escogi u n objeto colgado sobre la cabeza de Montolio y lanz un hechizo sobre l. Las flechas slo haban provocado un cierto desorden entre los orcos, pero las tramp as resultaron muy efectivas. Primero uno, despus otro, pisaron los cepos, y sus g ritos sonaron por encima del estrpito general. A medida que los dems vean el dolor de los compaeros y eran conscientes del peligro, fueron demorando el paso o deten indose. Mientras aumentaba la confusin en el campo de batalla, Drizzt hizo una pausa y co nsider cuidadosamente el ltimo disparo. Descubri a un orco muy grande y bien equipa do que segua el desarrollo de la lucha protegido por las ramas del matorral norte . El drow comprendi que aqul era Graul, pero entonces su atencin pas a la figura erg uida junto al rey orco. Maldita sea murmur, al reconocer a McGristle. Ahora estaba en un dilema y movi la mira de la ballesta de uno a otro. Drizzt que ra disparar contra Roddy, acabar con su tormento personal en aquel momento. Pero Roddy no era un orco, y le repugnaba la idea de matar a un humano. Graul es el objetivo principal se dijo a s mismo como una manera de resolver las du das. Deprisa, antes de pensar en ms excusas, apunt y dispar. El dardo fue a clavarse en un rbol apenas unos centmetros por encima de la cabeza de Graul. Roddy se apresur a sujetar al rey orco y arrastrarlo hacia una parte ms protegida. En su lugar apar eci un gigante con una piedra en la mano. El proyectil golpe los rboles detrs de Drizzt, y sacudi las ramas y el puente. Un se gundo tiro hizo blanco en uno de los pilares, y la primera mitad del puente se d errumb. Aunque Drizzt lo haba visto venir, esto no disminuy el asombro y el horror ante la increble puntera del monstruo a tanta distancia. En el momento en que el puente c

omenz a caer, Drizzt salt de la pasarela y se sujet a una rama. Entonces se vio enf rentado a un nuevo problema. Por el este llegaban los orcos montados en worgs, p rovistos con antorchas. El drow mir hacia el tronco lleno de lquido inflamable, y despus a la ballesta. El arma y el poste que la sujetaba seguan en pie, pero no poda llegar hasta ella por el puente roto. Los lderes del grupo principal, ahora detrs de Drizzt, llegaron a la pared de pied ra. Por suerte, el primer orco que salt fue a dar en una de las trampas y los com paeros ya no tuvieron tanta prisa por seguirlo. Guenhwyvar se movi entre las numerosas grietas que marcaban el descenso hacia el norte. La pantera escuch los primeros gritos de la batalla en el huerto, pero su atencin se centraba en los aullidos de la manada de lobos. Salt sobre una cornisa baja y esper. Caroak, la enorme bestia plateada, guiaba la carga. Atento slo a los hechos en el huerto, la sorpresa del lobo fue total cuando la pantera aterriz sobre su lomo y comenz a hundir las zarpas y los dientes en la carne. Trozos de piel plateaba volaron por todas partes a consecuencia del asalto. Con un aullido de dolor, Caroak se tumb de costado y rod sobre s mismo. Guenhwyvar caba lg sobre el lobo como un leador sobre un tronco en el agua, sin interrumpir el ata que. Pero Caroak era un luchador curtido, veterano de cien batallas. Al mismo ti empo que rodaba levant la cabeza y lanz un chorro helado contra la pantera. Guenhwyvar se hizo a un lado, para evitar la escarcha y el ataque de varios worg s. La escarcha alcanz a rozar el morro de la pantera y le entumeci la mandbula. Ent onces comenz la persecucin; Guenhwyvar volaba sobre las rocas, y los worgs encabez ados por Caroak la seguan pegados a sus talones. A Drizzt y Montolio se les agotaba el tiempo. Por encima de todo, el drow saba qu e deba proteger la retaguardia. Con una perfecta sincronizacin de movimientos, se quit las botas, cogi el pedernal en una mano, sujet el trozo de acero entre los die ntes y salt a una rama que le permitira llegar hasta la ballesta solitaria. Consigui situarse encima de ella. Cogido de una mano, golpe el pedernal con fuerza . Las chispas saltaron cerca del blanco. El drow realiz varios intentos hasta que por fin una chispa dio en el trapo empapado de aceite y lo encendi. Ahora Drizzt ya no tuvo tanta suerte. Se movi de un lado a otro pero no poda acerc ar el pie para accionar el gatillo. Desde luego Montolio no poda ver nada de lo que ocurra aunque s tena un conocimiento bastante exacto de la situacin. Escuch a los worgs que se acercaban por el fondo del huerto y comprendi que los que tena enfrente haban superado la pared. Dispar otr a flecha entre las ramas de los rboles doblados, como una medida de precaucin, y u lul tres veces muy fuerte. Al escuchar la seal, un grupo de bhos remont el vuelo entre los pinos y se lanz cont ra los orcos que haban alcanzado la pared de piedra. Igual que las trampas, los pj aros slo podan ocasionar unos daos mnimos, pero la confusin que creaban serva para dar un poco ms de tiempo a los defensores. Hasta el momento, el nico lugar donde los defensores tenan ventaja era el matorral norte, donde Bluster y otros tres de sus amigos osos haban acabado con una docen a de orcos y puesto en fuga a una veintena. Un orco, en su intento por escapar de un oso, apareci por detrs de un rbol y se enc ontr delante de Bluster. El orco tuvo el coraje suficiente para levantar la lanza pero no la fuerza necesaria para clavarla en la dura piel del animal. Bluster respondi con un manotazo que hizo volar la cabeza del orco entre los rbole s. Otro oso inmenso pas a su lado, con los brazos pegados al pecho. El nico indicio d e que el animal llevaba a un orco aprisionado en su abrazo mortal eran los pies que asomaban por debajo de los brazos. Bluster descubri a otro enemigo, ms pequeo y rpido que un orco. El oso lanz un rugido y carg intilmente, porque la criatura desapareci mucho antes de que pudiera dar un par de pasos. Tephanis no tena intencin de unirse a la batalla. Haba acompaado al grupo del norte slo para mantenerse lejos de la vista de Graul, y pensaba mantenerse oculto en lo s rboles hasta el final del combate. Ahora los rboles no parecan un lugar seguro, p

or lo que el trasgo ech a correr hacia el matorral sur. A medio camino, se derrumbaron los planes de Tephanis. Su gran velocidad casi lo haba puesto a salvo de la trampa antes de que se cerraran las mandbulas de hierro , pero unos dientes agudos se hundieron en la junta del pie. El dolor lo dej sin aliento, y el tirn de la cadena lo hizo caer de bruces. Drizzt saba que la llama encendida en la punta del dardo delataba su posicin y por lo tanto no se sorprendi cuando un proyectil arrojado por el gigante golpe la ram a a la que estaba sujeto; acompaada por unos crujidos indicadores de que se parti ra de un momento a otro, la rama baj unos centmetros. El drow enganch el pie en la ballesta y apret el gatillo antes de que el arma se d esviara demasiado. Despus mantuvo la posicin y observ. La flecha incendiaria vol en la oscuridad ms all de la pared de piedra occidental, pas entre la hierba alta acompaada por una estela de chispas, y finalmente se clav en el exterior del tronco lleno de licor. La primera mitad de los jinetes consigui cruzar la trampa, pero los otros tres no tuvieron tanta suerte. Las llamas alcanzaron a encender el licor y la hierba se ca en el momento en que los worgs saltaban por encima del tronco. Convertidos en bolas de fuego, los orcos y los worgs rodaron por el suelo, con lo que provocar on varios incendios. Los que ya haban pasado se volvieron bruscamente ante la presencia de las llamas. Uno de los jinetes orcos sali lanzado por los aires y fue a caer sobre su propia antorcha, y los otros dos a duras penas consiguieron mantenerse en el lomo de l os animales. Por encima de todo, los worgs odiaban el fuego, y el ver cmo tres de su raza se asaban vivos contribuy muy poco a su moral de combate. Guenhwyvar lleg a una pequea zona llana dominada por un arce solitario. La pantera trep con la misma rapidez que si el tronco hubiese estado cado. La manada de worgs apareci un segundo despus, y los lobos comenzaron a dar vueltas y a olfatear por todas partes, seguros de que la pantera se encontraba en el rbo l, aunque incapaces de descubrirla entre las profundas sombras de la copa. La pantera slo esperaba el momento propicio para reaparecer. En cuanto vio al lob o plateado en posicin, se dej caer sobre su lomo, y esta vez se preocup de engancha rle las orejas con las garras. El lobo se sacudi enloquecido sin dejar de ladrar mientras las garras de Guenhwyv ar hacan su trabajo. Caroak consigui volver la cabeza, y la pantera escuch cmo inhal aba con fuerza, para descargar el chorro helado. Guenhwyvar flexion los poderosos msculos del cuello y consigui torcer en otra direc cin las abiertas fauces del lobo justo cuando ste soltaba el aliento, que alcanz a tres worgs que acudan en su ayuda y los congel en el acto. Una vez ms, la pantera movi la cabeza de Caroak hacia un lado y despus bruscamente hacia el otro y se oy un chasquido seco cuando le parti el cuello. El lobo platead o se desplom con Guenhwyvar erguida sobre su lomo. Los tres worgs ms cercanos a la pantera, los tres que haban recibido de lleno el a liento de Caroak, no representaban una amenaza. Uno yaca tumbado, sin conseguir l levar aire a los pulmones congelados; el segundo daba vueltas cerradas totalment e ciego, y el tercero permaneca inmvil, atento a sus patas delanteras, que se nega ban a moverse. El resto de la manada, casi unos veinte, rodearon a la pantera en un anillo mort al. Guenhwyvar busc una brecha por donde escapar, pero los worgs avanzaron metdica mente para no abrir huecos. Trabajaban en armona, hombro con hombro, sin dejar de cerrar el crculo. Los orcos que marchaban en la vanguardia se arremolinaron delante de los pinos d oblados, en busca de un lugar por donde pasar. Algunos haban conseguido avanzar e ntre las ramas, aunque de nada les iba a servir porque las trampas estaban inter conectadas, y cualquiera de la docena de cuerdas a ras del suelo poda hacer que l os pinos se levantaran. Entonces uno de los orcos tuvo la mala suerte de descubrir la red de Montolio. T ropez con una de las cuerdas, cay de bruces sobre la red y se vio elevado a las al turas junto con uno de sus compaeros. Ninguno de los dos hubiese imaginado nunca que otros envidiaran su suerte, en particular el orco que fue vctima de una de las diablicas trampas, que se activ al enderezarse los rboles; los cuchillos de doble

filo lo cogieron de lleno y lo abrieron en canal. Tampoco les fue mejor a los orcos que no fueron sorprendidos por las trampas sec undarias. Las entrelazadas ramas estaban erizadas de agudas espinas, y algunos o rcos soportaron una poco agradable cabalgata, mientras que los dems acababan llen os de araazos y pinchazos. Para empeorar la suerte de los atacantes, Montolio se sirvi del ruido producido p or los rboles al enderezarse como seal para disparar. Una flecha tras otra volaron hacia los blancos, y muy pocas fallaron. Un orco levant la lanza pero, antes de que pudiese arrojarla, recibi un flechazo en el rostro y otro en el pecho. El que estaba a su lado dio media vuelta y ech a correr, sin dejar de gritar frentico: Magia negra! Los que cruzaban la pared de piedra pensaron que el orco volaba, porque mova los pies por encima del suelo. Descubrieron la verdad cuando cay de bruces y pudieron ver la flecha clavada en la espalda. Drizzt, todava colgado de la rama, no tuvo tiempo de maravillarse de la perfecta ejecucin de los planes de Montolio, pues por el oeste avanzaba el gigante y, en l a otra direccin, los dos orcos restantes montados en los worgs reanudaban la carg a, enarbolando las antorchas. El crculo de worgs se estrech. Guenhwyvar poda oler los apestosos alientos. No tena ninguna posibilidad de romper el cerco, o de poder saltar por encima de l lo bast ante rpido como para escapar. Guenhwyvar encontr otra ruta. Afirm las patas traseras en el cadver todava caliente de Caroak se elev en un salto prodigioso, de unos seis metros o ms de altura, que le permiti alcanzar las ramas ms bajas del arce con sus poderosas garras, donde se encaram. Entonces desapareci entre el follaje, seguida de un coro de aullidos y g ruidos de la furiosa manada. No tard nada en reaparecer por el otro lado y saltar otra vez al suelo. La manada ech a correr en su persecucin. La pantera conoca muy bien el terreno despus de habe r pasado all varias semanas y ahora saba exactamente hacia dnde guiar a los worgs. Corrieron a lo largo de un risco, con un profundo precipicio en el flanco izquie rdo. Guenhwyvar segua con mucha atencin todas las marcas qu le ofrecan los peascos y los pocos rboles dispersos. No poda ver el otro lado del abismo y tena que confiar n icamente en la memoria. Con una velocidad increble, la pantera cambi de rumbo, sal t al vaco, aterriz suavemente en el otro borde y se alej hacia el huerto. Los worgs tendran que efectuar el mismo salto demasiado largo para la mayora de ellos o efectu ar un largo rodeo si pretendan seguirla. Se acercaron al precipicio sin dejar de gruir. Uno lleg hasta el borde con la inte ncin de saltar, pero desisti cuando una flecha hizo blanco entre sus costillas. Los worgs no eran animales estpidos y al ver la flecha se pusieron a la defensiva , pero no contaban con la lluvia de flechas que dispararon Kellindil y sus parie ntes. Slo unos pocos consiguieron escapar de la matanza y se desparramaron para e ncontrar refugio al amparo de la oscuridad. Drizzt apel a otro truco mgico para detener a los portadores de antorchas. De pron to el fuego fatuo, algo totalmente inofensivo, apareci por debajo de las antorcha s y se extendi a lo largo de stas hasta rodear las manos de los orcos. El fuego fa tuo no quemaba ni siquiera era caliente pero al ver que tenan las manos envueltas e n llamas, los orcos olvidaron toda conducta racional. Uno arroj la antorcha con tanta violencia que perdi el equilibrio y fue a dar con los huesos contra el suelo. El worg se detuvo y lanz un gruido de frustracin. El otro orco sencillamente dej caer la antorcha, que dio en la cabeza del animal. El fuego quem la espesa capa de pelo, las orejas y las cejas del worg, y la best ia se volvi loca. Comenz a rodar por el suelo y se llev por delante al jinete. El o rco se puso de pie, tambaleante y dolorido, y abri los brazos en seal de disculpa. Pero el worg no estaba para disculpas. Salt sobre el orco y le clav los dientes e n la garganta. Drizzt no vio nada de todo esto. El drow slo poda confiar en que el truco hubiera dado resultado, porque, en cuanto realiz el hechizo, apart el pie de la ballesta y dej que la rama rota lo llevara hasta el suelo. Dos orcos, al ver por fin un blanco concreto, se lanzaron sobre el drow apenas t oc tierra, pero Drizzt empu en el acto las cimitarras, un detalle que los atacantes

haban pasado por alto y que les cost la vida. Sin encontrar mucha resistencia, el drow se abri paso hacia el puesto que haba elegido. Una sonrisa apareci en su rost ro cuando su pie desnudo pis el mango metlico de la pica. Recordaba muy bien al mo nstruo que haba matado a la familia de granjeros en Maldobar, y lo consolaba sabe r que ahora podra acabar con otro monstruo. Mangara bok woklok! grit Drizzt, con un pie apoyado en la raz y el otro en el extrem o enterrado del arma oculta. Montolio sonri al escuchar la llamada del drow, y lo reanim saber que tena cerca a un aliado tan poderoso. Dispar unas cuantas flechas, pero presenta que los orcos s e acercaban por detrs protegidos por los numerosos rboles. El vigilante esper, haci endo de cebo de su propia trampa. Entonces, cuando estaban a punto de rodearlo, Montolio dej caer el arco, empu la espada y cort la soga que tena a su lado, por deba jo de un nudo muy grande. El extremo cortado se perdi en las alturas, el nudo se enganch en la horqueta de la rama ms baja y el escudo de Montolio, envuelto en el globo de oscuridad que le haba lanzado Drizzt, baj hasta quedar colgado en el punt o exacto donde lo esperaba el brazo extendido del vigilante. La oscuridad no afectaba a Montolio; en cambio, para el puado de orcos que haban i ntentado sorprender al viejo, planteaba una gran dificultad. Comenzaron a repart ir estocadas a diestro y siniestro una de las cuales mat a otro compaero mientras Mo ntolio actuaba con toda precisin. En un minuto, cuatro de los cinco atacantes est aban muertos o agonizantes y el quinto haba huido. Lejos de darse por satisfecho, el vigilante avanz, provisto con su globo de oscur idad porttil, en busca de voces o sonidos que le permitieran encontrar ms orcos. S on una vez ms la llamada del drow, y Montolio repiti la sonrisa. Mangura bok woklok! volvi a gritar Drizzt. Un orco arroj la lanza contra el drow, y l la desvi con un golpe de cimitarra. Ahor a el enemigo estaba desarmado, pero Drizzt no lo persigui, dispuesto a mantener l a posicin. Mangura bok woklok! Ven aqu, bestia estpida! Esta vez el gigante, que marchaba en dir eccin a Montolio, escuch las palabras. Vacil un momento, y mir al drow con curiosida d. ste no desaprovech la oportunidad . Mangura bok woklok! Con un aullido y un puntap i que hizo temblar la tierra, el gigante abri un agujero en la pared de piedra . Man gura bok woklok! repiti el drow para mayor seguridad, mientras acomodaba los pies e n la posicin correcta. El gigante ech a correr, y dispers a los orcos aterrorizados que se interponan en e l camino, al tiempo que golpeaba la maza contra la piedra con un gesto de furia. En aquellos pocos segundos maldijo mil veces a Drizzt, en una lengua que el dro w no entenda. Tres veces ms alto que el elfo oscuro y varias veces ms pesado, parec i que su carga conseguira aplastar a Drizzt, que lo esperaba impasible. Cuando el gigante se encontraba slo a dos pasos de distancia, sin ninguna posibil idad de frenar su embestida, Drizzt apoy todo el peso en el pie retrasado. Un ext remo de la pica se hundi en el agujero. La punta se levant. Drizzt se apart de un salto en el momento en que el gigante choc contra la pica. L a punta y la hoja de doble filo provista de garfios desaparecieron en el vientre del monstruo, y continuaron la trayectoria a travs del diafragma para alojarse e n los pulmones y el corazn. El asta de metal se dobl y pareci estar a punto de queb rarse, mientras el extremo se hunda ms de un palmo en el suelo. La pica aguant, y el gigante se par en seco. Dej caer la maza y la piedra, y acerc l as manos al asta, pero no tena siquiera la fuerza suficiente para sujetarla. Los ojos se le salieron de las rbitas en una expresin de terror y sorpresa. La enorme boca se contorsion en un grito mudo, porque ya no tena aire en los pulmones. Tambin Drizzt estuvo a punto de gritar, pero se contuvo. Sorprendente murmur, con la mirada puesta en Montolio, porque lo que haba estado a p unto de gritar era una alabanza a Mielikki. Drizzt sacudi la cabeza y sonri, asombrado de la perspicacia del compaero. Con estos pensamientos en la mente, convencido de que luchaba por el bien, Drizz t subi por el asta y descarg las cimitarras contra la garganta del gigante. Despus se encaram sobre el hombro y la cabeza del monstruo y desde all salt hacia un grupo de orcos que presenciaban el combate. Ver la agona y muerte de su campen haba inquietado a los orcos, y ahora slo les falt

advertir que el drow los haba escogido como las prximas vctimas para echar a correr aterrorizados. El elfo oscuro alcanz a dos rezagados, los abati con sendas estoca das, y continu la carrera. A unos seis metros de distancia, el globo de oscuridad sali de los rboles, y una d ocena de orcos retrocedieron espantados. Saban que entrar en la zona oscura signi ficaba la muerte a manos del ciego. Dos orcos y tres worgs, todo lo que quedaba del grupo montado, se reunieron y se escurrieron en silencio hacia el borde oriental del huerto. Pensaban que, si co nseguan situarse en la retaguardia del enemigo, an podan ganar la batalla. El orco que cerraba la marcha ni siquiera vio la forma negra que se le vena encim a. Guenhwyvar lo arroll y sigui adelante, segura de que aqul no volvera a levantarse . El siguiente en la columna era un worg. Ms rpido de reflejos que el orco, el ani mal se volvi para enfrentarse a la pantera, con las fauces bien abiertas. Guenhwyvar respondi con un rugido, se detuvo, y atac con las garras. El worg no po da superar la velocidad del felino. Lanzaba dentelladas a un lado y a otro, pero siempre demasiado tarde para atrapar las garras. Cinco zarpazos fueron suficient es para derrotar al worg. Haba perdido un ojo; la lengua, hecha un pingajo, le co lgaba por un costado de la boca, y tena la mandbula inferior descolocada. Slo la pr esencia de otros objetivos le salv la vida, porque, cuando dio media vuelta y huy, la pantera prefiri las presas ms cercanas y no se molest en perseguirlo. Drizzt y Montolio haban conseguido rechazar a la mayor parte de la fuerza invasor a que ahora retroceda hacia la pared de piedra. Magia negra! gritaban los orcos desesperados. Sirena y una legin de bhos colaboraban al desorden general; se lanzaban en picado contra los orcos, les picoteaban el rostro o les clavaban las garras, y remontab an otra vez el vuelo. Uno de los orcos meti el pie en una trampa, y sus aullidos de dolor aumentaron el pnico de los compaeros. No! grit Roddy McGristle, incapaz de dar crdito a sus ojos . Has dejado que aquellos do destrozaran tu ejrcito! Graul dirigi al montas una mirada cargada de odio . Podemos co seguir que vuelvan! aadi Roddy . Si te ven, volvern al combate! El juicio del hombre no iba desencaminado. La presencia de Graul y Roddy en aque l momento habra servido para reagrupar a la cincuentena larga de guerreros de que todava disponan. Con la mayora de las trampas agotadas, Drizzt y Montolio se habran encontrado en una situacin muy comprometida. Pero el rey orco haba advertido que se planteaba otro problema por el norte y, a pesar de las protestas de Roddy, de cidi que no vala la pena realizar tantos esfuerzos para matar al drow y al vigilan te. Los orcos que se hallaban en el campo de batalla tuvieron noticias de la presenc ia enemiga antes de verla, porque Bluster y sus amigos formaban una pandilla muy ruidosa. La mayor dificultad que tuvieron los osos mientras atravesaban las fil as orcas era escoger un blanco en medio de la espantada. Zurraban a los orcos a medida que pasaban, y los perseguan por el matorral hasta sus agujeros junto al ro . Era primavera; el aire estaba cargado de energa y entusiasmo, y a los osos les encantaba zurrar a los orcos. La horda fugitiva pas a la carrera junto al cuerpo del trasgo. Cuando Tephanis vo lvi en s, descubri que era el nico vivo en el campo empapado de sangre. Los aullidos y los gritos de los fugitivos llegaban por el oeste, y en el huerto del vigilan te continuaba la batalla. Tephanis comprendi que haba acabado su intervencin en el combate. Senta un dolor terrible en la pierna. Mir el pie desgarrado y para su gra n espanto comprob que la nica manera de librarse de la trampa era completar el cor te, lo que significaba la prdida de los cinco dedos y de parte del pie. No era di fcil slo un trozo de piel mantena unida la punta del pie y Tephanis no vacil, temeroso de que en cualquier momento apareciera el drow y acabara con l. El trasgo ahog un grito y vend la herida con un trozo de tela de la camisa hecha h arapos, y se alej a la pata coja entre los rboles. El orco avanz en silencio, satisfecho porque los ruidos de la pelea entre la pant era y un worg disimulaban sus pasos. Ya no pensaba en matar al viejo ni al drow. Haba visto a sus compaeros perseguidos por una panda de osos, y ahora slo deseaba encontrar la manera de escapar, cosa bastante difcil en la maraa de las ramas baja s de los pinos.

Pis unas hojas secas al entrar en un claro y se qued inmvil al or el crujido. Mir a l a izquierda, y despus movi lentamente la cabeza hacia la derecha. De pronto, dio u n salto y se gir, atento a un ataque por la retaguardia. Pero no vio nada, y, exc epto por los rugidos de la pantera y los ladridos del worg, reinaba el silencio. El orco solt un suspiro de alivio y reanud la marcha. No haba dado ms de un paso cuando, llevado por el instinto, ech la cabeza hacia atrs para mirar hacia arriba. Haba una silueta oscura acurrucada en una rama, justo s obre su cabeza, y el destello acerado descendi sin darle tiempo a reaccionar. La curva de la cimitarra se desliz a la perfeccin por debajo de la barbilla para hund irse en la garganta. El orco permaneci muy quieto con los brazos abiertos, e intent gritar sin xito porq ue la hoja lo haba degollado; despus cay hacia atrs, pero ya estaba muerto antes de tocar el suelo. Un poco ms all, uno de los orcos atrapados en la red consigui librarse y solt al com paero. Furiosos y poco dispuestos a escapar sin haber participado en el combate, avanzaron en silencio. El primero, al ver una esfera negra junto a unos arbustos , se volvi hacia el camarada. En la oscuridad. Dentro dijo. Levantaron las lanzas al mismo tiempo y las arrojaron, con un gruido salvaje por el esfuerzo. Las lanzas desaparecieron en el centro del globo de oscuridad y al cabo de un instante se oy un ruido metlico y algo que son ms blando. Los gritos de victoria de los orcos fueron interrumpidos en el acto por los zumb idos de la cuerda de un arco. Una de las criaturas cay de bruces, pero el otro ag uant de pie y pudo ver el astil de la flecha clavada en su pecho. Vivi lo suficien te para ver a Montolio entrar tranquilamente en el globo y recuperar el escudo. Drizzt tambin presenci la escena y no pudo hacer otra cosa que mover la cabeza en seal de admiracin. Se ha acabado dijo el elfo explorador a los dems cuando se reunieron con l entre los peascos, al sur del huerto de Mooshie. No estoy tan seguro replic Kellindil con la mirada puesta en el oeste, donde todava se escuchaban los gruidos de los osos y los chillidos de los orcos. Sospechaba que haba alguien ms aparte de Graul en la ejecucin del ataque y, al cons iderarse en parte responsable del drow, quera averiguar quin poda ser. El vigilante y el drow han ganado la batalla afirm el explorador. De acuerdo dijo Kellindil , y vuestra parte ha terminado. Volved todos al campamento . Y t vendrs con nosotros? pregunt otro de los elfos, aunque ya haba adivinado la respue ta. Si lo quiere la fortuna contest Kellindil . Ahora tengo que atender otros asuntos. Los dems no plantearon objeciones. Kellindil slo los visitaba de vez en cuando y n unca por mucho tiempo. Era un aventurero, y su hogar era el camino. Parti de inme diato en persecucin de los orcos y, cuando los alcanz, avanz paralelo a ellos un po co ms al sur. Has dejado que aquellos dos te derrotaran! protest Roddy cuando Graul y l se tomaron un momento de descanso . Slo eran dos! La respuesta de Graul fue un golpe de maza. Roddy consigui parar en parte el impa cto, pero su fuerza lo hizo tambalear. Pagars por esto! gru el montas, empuando el hacha. Una docena de orcos aparecieron junto a su rey y comprendieron al instante la si tuacin. T nos has trado la desgracia! le respondi Graul y, volvindose hacia los suyos, orden dlo! El perro de Roddy se encar con los orcos ms cercanos, y Roddy no esper a que los de ms se les unieran. Dando media vuelta, ech a correr en medio de la noche, y utiliz todos los trucos que saba para alejarse de los perseguidores. Sus esfuerzos tuvieron xito en realidad los orcos ya no queran ms peleas aquella noc he , y Roddy hubiese hecho bien en dejar de mirar por encima del hombro. Oy un ruido delante y se volvi a tiempo para recibir en pleno rostro el pomo de un a espada. La fuerza del golpe, multiplicada por el impulso del hombre, lo dej inc onsciente en el suelo.

No me sorprende

coment Kellindil junto al montas cado.

19 Caminos separados Ocho das no haban sido suficientes para aliviar el dolor en el pie de Tephanis. El trasgo caminaba lo mejor que poda, pero cada vez que echaba a correr, invariable mente se desviaba y a menudo iba a chocar contra algn arbusto o, todava peor, cont ra el tronco de un rbol. Quieres-por-favor-dejar-de-gruirme, perro-estpido! le reproch Tephanis al sabueso amar illo que le haca compaa desde el da siguiente a la batalla. Ninguno de los dos se encontraba a gusto con el otro. Con frecuencia, el trasgo lamentaba que este feo animal no se pareciera en nada a Caroak. Caroak estaba muerto: Tephanis haba encontrado el cadver destrozado del lobo plate ado. Otro compaero desaparecido, y ahora estaba solo otra vez. Slo-excepto-por-ti, perro-estpido! se lament. El perro le ense los dientes y gru. Tephanis sinti ganas de rebanarle la garganta, y de atravesar de arriba abajo tod o el cuerpo del perro sarnoso con su cuchillo. Sin embargo vio que faltaba poco para la puesta de sol y pens que la bestia podra serle de utilidad. Es-hora-de-irme! anunci el trasgo. Antes de que el perro pudiese reaccionar, Tephanis pas junto a l, cogi la cuerda qu e le haba pasado por el cuello y la sujet con tres vueltas alrededor de un rbol cer cano. El perro intent cazarlo pero no pudo ir ms all de lo que daba la cuerda. Enseguida-vuelvo, estpido! Tephanis corri por los senderos de la montaa, consciente de que esta noche podra se r la ltima oportunidad. Las luces de Maldobar brillaban en la distancia, pero el trasgo se guiaba por otra luz, la de una hoguera. Lleg al pequeo campamento al cab o de unos minutos, y le alegr ver que el elfo no estaba. Encontr a Roddy McGristle sentado en el suelo con la espalda apoyada en el tronco de un rbol, los brazos atrs y las muecas atadas con una cuerda. El montas tena un asp ecto lamentable tan lamentable como el perro pero Tephanis no tena dnde elegir. Ulgu lu y Kempfana estaban muertos, igual que Caroak, y Graul, despus de la derrota en el huerto, haba puesto precio a la cabeza del trasgo. Esto slo le dejaba a Roddy, que no era gran cosa. Sin embargo, Tephanis no quera t ener que depender exclusivamente de s mismo para la supervivencia. Se acerc, sin s er visto, al rbol. Maana-estars-en-Maldobar susurr al odo del montas. Roddy se qued de una pieza al esc la voz chillona . Maana estars en Maldobar repiti Tephanis, mucho ms despacio. Vete le gru Roddy, convencido de que el trasgo le tomaba el pelo. Tendras-que-ser-ms-amable-conmigo, s, seor! replic Tephanis . El-elfo-quiere-llevarte -crcel. Por-atentar-contra-el-vigilante-ciego. Cllate! le orden McGristle, ms fuerte de lo que esperaba. Con quin hablas? pregunt Kellindil, que no estaba muy lejos. Ya-la-has-jorobado, tonto! murmur el trasgo. He dicho que te largues! exclam Roddy. Si-me-voy, sabes-adnde-irs-a-parar? A-la-crcel! Yo-te-puedo-ayudar, si-es-que-quieresi-ayuda! Destame las manos orden Roddy, que al fin pareca comprender las intenciones del trasg o. Ya-estn-desatadas contest Tephanis, y Roddy comprob que era verdad. Hizo un movimiento para levantarse pero se detuvo al ver que Kellindil entraba e n el campamento. No-te-muevas dijo Tephanis . Yo-me-encargar-de-distraer-al-elfo. Tephanis ya se haba puesto en movimiento mientras hablaba, por lo que Roddy slo es cuch un murmullo incomprensible. De todos modos, mantuvo las manos a la espalda c omo una precaucin, al ver que se aproximaba el elfo, fuertemente armado. Nuestra ltima noche en el camino coment Kellindil, dejando caer junto al fuego el co nejo que haba cazado para la cena. Se acerc a Roddy y se agach . Enviar recado a la dama Garra de Halcn en cuanto lleguem os a Maldobar aadi . Considera a Montolio DeBrouchee un buen amigo y le interesar sabe

r los hechos ocurridos en el huerto. Y t qu sabes? replic Roddy . El vigilante tambin es amigo mo! Si eres amigo de Graul, el rey orco, entonces no eres amigo del vigilante del hue rto afirm Kellindil. Roddy se qued sin respuestas, pero Tephanis le dio una. Un zumbido son detrs del el fo, y Kellindil se volvi con la mano en la empuadura de la espada. Qu clase de criatura eres t? le pregunt al trasgo, con una mirada de asombro. Kellindil no tuvo ocasin de or la respuesta, porque Roddy se abalanz sobre l y lo ap last contra el suelo. El elfo era un guerrero veterano, pero en el combate cuerpo a cuerpo no poda superar la enorme diferencia de peso del montas. Las gordas y suc ias manos de Roddy McGristle se cerraron alrededor del esbelto cuello del elfo. Tengo-a-tu-perro dijo Tephanis en cuanto Roddy acab de estrangular al elfo . Atado-aun-rbol. T quin eres? inquiri Roddy, disimulando la alegra por haber recuperado la libertad y s ber que su perro estaba vivo . Qu quieres de m? Soy-una-cosa-pequea y, como-puedes-ver, no-miento explic el trasgo . Me-gusta-tener-am igos-grandes. Bueno, te lo has ganado reconoci Roddy, con una carcajada. Encontr el hacha entre la s pertenencias del elfo muerto. Con una expresin seria, aadi : Vamos, tenemos que vol ver a las montaas. Debo ocuparme de un drow. Durante un segundo, una expresin agria apareci en las delicadas facciones de Tepha nis, que no tena ningn inters en acercarse al huerto del vigilante. Aparte del prec io puesto a su cabeza por el rey orco, saba que los dems elfos podran sospechar si vean aparecer a Roddy sin Kellindil. Adems, el solo hecho de pensar en tener que e nfrentarse otra vez al elfo oscuro aumentaba considerablemente el dolor en la ca beza y el pie de Tephanis. No! exclam el trasgo. Roddy, poco acostumbrado a que lo desobedecieran, lo mir enfada do . No-es-necesario minti Tephanis . El-drow-ha-muerto. Lo-mat-un-worg. El montas no p ci muy convencido . Yo-te-gui-una-vez-hasta-el-drow le record el trasgo. Roddy se llev una gran desilusin, pero ya no dudaba de la palabra de su pequeo amig o. De no haber sido por Tephanis, jams habra encontrado a Drizzt. Ahora habra estad o a casi doscientos kilmetros de distancia, dedicado a husmear por la cueva de Mo rueme y malgastando su oro en las mentiras del dragn. Y qu me dices del vigilante ciego? pregunt. Est-vivo, pero-djalo-vivir-respondi Tephanis . Se-le-han-unido-muchos-amigos-peligroso s. Gui la mirada de Roddy hacia el cadver de Kellindil . Elfos, muchos-elfos. Roddy asinti. No tena ninguna deuda pendiente con Mooshie y no le interesaba enfre ntarse a los parientes de Kellindil. Enterraron al elfo y todas las provisiones que no podan llevarse, buscaron al per ro de Roddy, y aquella misma noche echaron a andar hacia los amplios territorios del oeste. El verano fue un perodo tranquilo y productivo en el huerto de Mooshie. Drizzt ap rendi todo lo referente a los principios y los mtodos de los vigilantes con mucha ms facilidad de lo que haba esperado Montolio. El viejo le ense los nombres de todos los rboles y arbustos de la regin, y el de los animales, y tambin le ense a interpre tar las pistis que le daba Mielikki. Cuando se encontraba con un animal que no co noca, slo con observar los movimientos y las acciones poda deducir su comportamient o. Ve y tcale la piel le susurr Montolio un da a la hora del crepsculo. El viejo seal a travs del campo una hilera de rboles y una cola de ciervo blanca. In cluso en la penumbra, Drizzt tena dificultades para ver al animal, pero al igual que el ciego, presenta su presencia. Me dejar? pregunt. Montolio se limit a sonrer. Drizzt se desliz por el borde del prado en silencio y con mucho cuidado, sin apar tarse de las sombras. Escogi acercarse por el norte, en contra del viento, pero p ara situarse al norte del ciervo, tena que rodearlo por el este. Comprendi el erro r cuando todava le faltaban unos veinte metros para alcanzar al animal. El ciervo levant la cabeza, husme el aire y sacudi la blanca cola. El drow permaneci inmvil y esper un buen rato mientras el ciervo volva a pastar. Per

o la criatura estaba sobre aviso y, en cuanto Drizzt dio otro paso, sali disparad a. Montolio, en cambio, que se haba acercado por el sur, tuvo tiempo de palmearlo en la grupa cuando pas a su lado. Tena el viento a mi favor! protest Drizzt, sorprendido, al ver la expresin ufana del v igilante. Slo durante los ltimos veinte metros, cuando te acercaste por el norte le explic Mont olio . Antes era mejor el oeste que el este. Pero no poda situarme en el norte desde el oeste objet el elfo. No era necesario contest el viejo . Hay un risco all atrs seal el sur , que corta el en este ngulo y lo desva. No lo saba. Tienes que saberlo afirm Montolio . Ah est el truco. Tienes que tener la visin del pja y mirar la regin desde lo alto antes de escoger una ruta. No s volar replic Drizzt, sarcstico. Ni yo! exclam el vigilante . Mira el cielo. Drizzt entorn los prpados y mir el cielo encapotado. Distingui una silueta solitaria , que planeaba con las grandes alas bien abiertas para aprovechar las corrientes de aire. Veo un halcn dijo. Que lleg con la brisa del sur coment Montolio , y despus se desvi al oeste al encontrar e con el cruce de las corrientes provocado por el risco. Si hubieses observado s u vuelo, podras haber sospechado el cambio en el terreno. Eso es imposible afirm Drizzt. Lo es? pregunt Montolio, y se alej... para ocultar su sonrisa. Desde luego el drow tena razn: no se poda saber cul era la topografa del terreno a pa rtir del vuelo de un halcn. El viejo se haba enterado del cambio del viento gracia s a un bho al que haba llamado en cuanto Drizzt se intern en el prado, pero el jove n no tena por qu saberlo. Decidi que al drow le vendra muy bien un repaso de sus con ocimientos. Descubrir la verdad por sus propios medios sera una leccin muy valiosa . Te lo dijo Sirena declar Drizzt al cabo de media hora, en el camino de regreso al h uerto . El bho te avis del cambio de viento y de la presencia del halcn. Pareces estar muy seguro. As es dijo Drizzt, con firmeza . El halcn no grit, porque yo lo habra odo. Tu no poda al pjaro y s que tampoco escuchaste el ruido del viento contra sus alas, por much o que digas lo contrario. El elfo sonri al escuchar la carcajada de Montolio que confirmaba sus deducciones . Lo has hecho muy bien coment el vigilante. No consegu tocar al ciervo le record Drizzt. sa no era la prueba replic Montolio . Has confiado en tus conocimientos para rebatir m is afirmaciones. Ests bien seguro de lo que has aprendido. Ahora aprenders algunas cosas ms. Deja que te ensee algunos trucos sobre cmo acercarse a un ciervo. Hablaron durante todo el camino de regreso al huerto y hasta bien entrada la noc he. Drizzt escuchaba absorto las palabras que le enseaban nuevas y maravillosos s ecretos de la naturaleza. Una semana ms tarde, en otro campo, Drizzt apoy una mano en la grupa de una cierva , y la otra en el lomo de su cervatillo. Los animales escaparon espantados al se ntirse tocados, pero Montolio vio la sonrisa del compaero desde un centenar de metr os ms all. Todava le faltaban muchas lecciones cuando acab el verano, pero Montolio ya no ded icaba tanto tiempo a la enseanza del drow. Drizzt ya saba lo suficiente para salir y aprender por su cuenta sobre las voces de los animales y las seales sutiles en los rboles y las plantas. Tan interesado estaba Drizzt en sus estudios que no se dio cuenta de los profundos cambios que ocurran en Montolio. El vigilante se sen ta mucho ms viejo. Apenas si poda enderezar la espada los das de ms fro, y las manos s e le agarrotaban. Montolio lo soportaba todo en silencio, porque siempre haba rec hazado la autocompasin y no lo preocupaba lo que no tardara en llegar. Haba vivido muchos aos, haba conseguido muchas cosas, y haba disfrutado de la vida mucho ms que

la mayora de los hombres. Cules son tus planes? le pregunt una noche a Drizzt mientras cenaban un guiso de verd uras preparado por el drow. La pregunta sorprendi al elfo. No tena ningn plan ms all del presente, y por qu iba a enerlo, cuando disfrutaba de una vida tan tranquila y agradable como jams hubiese imaginado? Drizzt no quera pensar en el tema, as que le arroj una galleta a Guenhw yvar para cambiar de tema. La pantera se haba aficionado a la cama de Drizzt, y s e envolva con las mantas hasta el extremo que el drow haba llegado a pensar que la nica manera de sacarla de all era envindola de regreso al plano astral. Cules son tus planes, Drizzt Do'Urden? insisti el vigilante . Dnde y cmo vivirs? Me echas de aqu? se extra Drizzt. Desde luego que no. Entonces me quedar a vivir contigo declar Drizzt, muy tranquilo. Me refiero a despus dijo Montolio, con cierto embarazo. Despus de qu? inquiri Drizzt, suponiendo que Mooshie saba algo que no le haba dicho. La risa de Montolio se burl de sus sospechas. Soy un hombre viejo explic el vigilante , y t eres un elfo joven. Soy mayor que t, pero incluso si fuese un beb, t viviras ms que yo. Adonde ir Drizzt Do'Urden cuando Montol io DeBrouchee ya no est? Yo no... tartamude el drow, sin mirar al viejo . Me quedar aqu. No dijo Montolio, con voz seria . Tienes muchas ms cosas por delante que esto. Esta v ida no es para ti. A ti te ha valido respondi Drizzt con cierta brusquedad. Durante cinco aos contest Montolio, sin ofenderse . Cinco aos despus de una vida llena e aventuras y emociones. Mi vida no ha sido muy plcida le record Drizzt. Pero t todava eres un nio afirm Montolio . Cinco aos no son lo mismo que quinientos, y inientos son los que te restan. Promteme que meditars tu decisin cuando yo no est. H ay un mundo entero que te espera, amigo mo, lleno de dolor, pero tambin lleno de a legra. El primero te ayudar a crecer, y el segundo har ms tolerable el viaje. Promtem e ahora aadi el viejo que, cuando Mooshie ya no est, buscars el lugar que te correspon de. Drizzt deseaba discutir; quera preguntarle al vigilante por qu estaba tan seguro d e que el huerto no era su lugar. Despus penso en Maldobar, en la muerte de los gran jeros, y en las pruebas que haba pasado. Y tambin record su deseo de conocer el mun do. Cuntas personas como Mooshie podra encontrar? Cuntos amigos? De pronto se le ocur ri que el huerto sera un lugar muy solitario para Guenhwyvar y l solos. Montolio acept el silencio, consciente de lo difcil que era para su amigo tomar un a decisin. Por fin, se decidi a hablar. Al menos promteme que, cuando llegue el momento, pensars en lo que te he dicho pidi e l vigilante, y Drizzt asinti. La primera nevada lleg muy pronto; era slo un polvo blanco que descargaron las nub es que ocultaban a ratos la luna llena. Drizzt, que haba salido a pasear con Guen hwyvar, disfrutaba con el cambio de estacin, contento con la reafirmacin del inter minable ciclo. De muy buen humor regres al huerto, sacudiendo las ramas bajas de los pinos para ver cmo caa la nieve. En la hoguera slo quedaban las brasas. Sirena permaneca inmvil sobre una rama e inc luso el viento pareca no hacer ningn ruido. Drizzt mir a la pantera como si le pidi era una explicacin, pero el animal se instal junto al fuego con aire sombro. El temor es una emocin extraa, la culminacin de unas pistas muy sutiles que produce n tanto desconcierto como miedo. Mooshie... llam Drizzt en voz baja, acercndose al dormitorio del vigilante. Apart la cortina y la utiliz para protegerse del resplandor de las brasas, mientra s acomodaba los ojos a la visin infrarroja. Permaneci en la entrada durante mucho tiempo, observando cmo el cuerpo del viejo i rradiaba las ltimas ondas de calor. Pero si el cadver de Mooshie estaba fro, la son risa satisfecha segua clida. Drizzt llor muchas veces durante los das siguientes, aunque, cada vez que recordab a aquella sonrisa y la paz que emanaba de ella, comprenda que lloraba su propia pr dida y no la de Mooshie.

El drow enterr al vigilante debajo de un montculo de piedras junto al huerto, y de spus pas el invierno ocupado en las tareas cotidianas mientras pensaba en el futur o. Sirena apareca cada vez menos, y, en una ocasin, por la mirada que dirigi al dro w mientras remontaba el vuelo, Drizzt supo que no volvera ms. Con la llegada de la primavera, Drizzt lleg a comprender los sentimientos del bho. Durante ms de una dcada haba buscado un hogar y lo haba encontrado con Montolio. Pe ro desaparecido el vigilante, el huerto ya no era el mismo. ste era el lugar de M ooshie, no el de Drizzt. Cumplo con mi promesa murmur Drizzt una maana. Montolio le haba pedido que meditara con mucho cuidado sobre el futuro despus de s u desaparicin, y l ahora cumpla la palabra dada. Se encontraba a gusto en el huerto y todava era aceptado, pero ste ya no era su hogar. El suyo se encontraba en otra parte, en aquel mundo que Montolio le haba dicho que estaba lleno de dolor, y tam bin lleno de alegra. Drizzt recogi unas cuantas cosas provisiones y algunos de los libros ms interesante s del vigilante , sujet las cimitarras al cinto y se ech el arco al hombro. Entonces dio un ltimo paseo por el huerto; contempl los puentes de sogas, la armera, los ba rriles de licor y el tronco hueco, la raz del rbol donde haba detenido la carga del gigante, el lugar donde Mooshie haba batallado. Llam a Guenhwyvar, y la pantera c omprendi la situacin en el acto. No volvieron a mirar atrs mientras se alejaban por el sendero hacia el mundo llen o de penurias y alegras. QUINTA PARTE En busca de hogar Qu diferente pareca el camino cuando dej el huerto de Mooshie de aquel que me haba l levado hasta all. Una vez ms estaba solo, excepto cuando Guenhwyvar responda a mi l lamada. Sin embargo, en este camino mi soledad era exclusivamente fsica. En la me nte llevaba un nombre, la encarnacin de mis principios. Mooshie le haba dado el no mbre de su diosa, Mielikki; para m ella era una forma de vida. Me acompa a lo largo de todas las carreteras que recorr. Me gui hacia la seguridad y combati mi desesperacin cuando fui expulsado y perseguido por los enanos de la ci udadela de Adbar, una fortaleza al noreste del huerto de Mooshie. Mielikki, y la fe en mis valores, me dio el coraje para presentarme en una ciudad tras otra a travs de las tierras del norte. La recepcin siempre era la misma: sorpresa y temor que rpidamente se transformaba en ira. Los ms generosos que encontr se limitaban a decirme que me fuera; otros me perseguan con las armas en la mano. En dos ocasio nes me vi forzado a pelear, aunque consegu huir sin que nadie resultara malherido . No le daba ninguna importancia a mis heridas y rasguos. Mooshie me haba dicho que no viviera como l, y los consejos del viejo vigilante demostraron ser, como siemp re, verdad. Durante mis viajes por las tierras del norte, conserv algo que nunca habra tenido, de haber permanecido en la soledad del huerto: la esperanza. Cada v ez que apareca un nuevo pueblo en el horizonte, el entusiasmo animaba mis pasos. Algn da me aceptaran y encontrara mi hogar. Imaginaba que ocurrira de pronto. Me acercara a una puerta, saludara, y entonces me presentara como un elfo oscuro. Incluso la fantasa estaba limitada por la realida d, pues saba que la puerta nunca se abrira del todo ante mi presencia. Se me permi tira una entrada vigilada, un perodo de prueba muy parecido al que haba soportado e n Blingdenstone, la ciudad de los svirfneblis. Las sospechas duraran meses, pero al final mis principios seran aceptados por lo que valan; el carcter de una persona valdra ms que el color de su piel y la reputacin de su raza. Mantuve viva esta fantasa a lo largo de los aos. Cada palabra de cada encuentro en la ciudad imaginaria se convirti en una letana que me protega contra los continuos rechazos. No habra sido suficiente si no hubiera tenido a Guenhwyvar, y ahora te na tambin a Mielikki. DRIZZT DO'URDEN

2O Aos y kilmetros La Fonda Campesina de Westbridge era el punto de reunin favorito de los viajeros que recorran la gran carretera que se extenda entre las dos grandes ciudades nortea s de Aguas Profundas y Mirabar. Aparte de una buena cama a precio mdico, la fonda contaba con la taberna y el comedor de Derry, un local famoso por las historias que contaban los parroquianos. Cualquier noche de la semana, el visitante poda e ncontrar aventureros de regiones tan distantes como Luskan y Sundabar. El hogar siempre estaba bien abastecido de lea, las copas eran abundantes, y los relatos q ue se escuchaban eran de aquellos que se repetiran despus por todos los Reinos. Roddy mantuvo la capucha de la mugrienta capa bien prieta sobre la cabeza, para ocultar las cicatrices del rostro, mientras devoraba su racin de cordero y gallet as. El viejo perro amarillo permaneca sentado junto a la silla, sin dejar de gruir , y de vez en cuando Roddy dejaba caer un trozo de carne. El hambriento cazador de recompensas no levantaba la cabeza del plato, pero sus ojos, inyectados en sangre, no dejaban de mirar con desconfianza desde las sombr as de la capucha. Conoca a algunos de los rufianes presentes esta noche en el loc al, ya fuera personalmente o por su reputacin, y no confiaba en ellos, as como ell os, si eran inteligentes, no confiaran en l. Un hombre alto reconoci al perro de Roddy cuando pas junto a la mesa y se detuvo c on la idea de saludar al cazador de recompensas. Pero enseguida sigui su camino, al comprender que no vala la pena hacer el esfuerzo con alguien de la calaa de McG ristle. Nadie saba qu haba ocurrido aos atrs en las montaas cercanas a Maldobar, pero Roddy haba dejado aquella regin profundamente afectado, en cuerpo y alma. Siempre de mal genio, McGristle no haca ms que gruir y refunfuar a todas horas. Roddy mordisque la pata de cordero un poco ms, dio el hueso al perro y se limpi las grasientas manos en la capa, apartando sin darse cuenta el lado de la capucha q ue ocultaba las cicatrices. Se apresur a colocarla correctamente, y su mirada rec orri el saln para saber si alguien lo haba advertido. Una expresin de disgusto les h abra costado la vida a varios hombres. McGristle no estaba para bromas cuando se trataba de sus cicatrices. Nadie pareca haberlo visto. Todos aquellos que no tenan la nariz metida en el plato, se encontraban en la barra, discutiendo a todo pul mn. No es verdad! gru un hombre. Ya te he dicho lo que vi! respondi otro . Y no es ninguna mentira! Para ti! grit el primero, y un tercero aadi : No lo reconoceras aunque lo hubieses vi Varios parroquianos se amontonaron, hombro con hombro. Silencio! orden una voz. Un hombre se apart del grupo y seal a Roddy, quien, al no rec nocer al individuo, alarg la mano hacia el hacha de guerra . Preguntadle a McGristle ! l conoce a los elfos oscuros mejor que nadie! Una docena de conversaciones se iniciaron al unsono mientras todo el grupo, como una gran masa amorfa, se acercaba a Roddy, que ya haba soltado el hacha y ahora m antena las manos cruzadas sobre la mesa. Usted es McGristle, no es as? pregunt el hombre con un tono muy respetuoso. Es posible respondi Roddy con voz serena, disfrutando de la atencin. No lo haba rodeado tanta gente interesada en or sus palabras desde el da en que haba n encontrado los cadveres de la familia Thistledown. Bah dijo alguien desde el fondo . Qu sabe l de elfos oscuros? La furiosa mirada de Roddy ante el comentario hizo retroceder un paso a los que estaban en primera fila, y el cazador de recompensas no pas por alto este hecho. Le gustaba la sensacin de ser importante, de ser temido y respetado. El drow mat a mi perro declar con voz spera. Tendi una mano y levant al perro por el p scuezo para mostrar la cicatriz en la cabeza del animal , y a ste lo dej malherido. El maldito elfo oscuro aadi lentamente, al tiempo que apartaba la capucha me hizo es to. Roddy casi siempre ocultaba las horribles cicatrices, pero las exclamaciones y l os murmullos de los presentes fueron un halago para el cazador de recompensas. V olvi la cara hacia un lado, para que pudieran ver mejor, y sabore la reaccin todo l o que pudo.

De piel negra y pelo blanco? pregunt un hombre bajo y gordo, el mismo que haba dado o rigen a la discusin en la barra con el relato sobre el elfo oscuro. No podra ser de otra manera si era un elfo oscuro asegur Roddy. El hombre mir a los dems con aire de triunfador. Es lo que he intentado decirles manifest el hombre . Dicen que vi a un elfo sucio, o quizs un orco. Pero yo saba que era un drow! Si ha visto a un drow dijo Roddy muy serio y enftico, dando importancia a cada palab ra , entonces sabe que ha visto a un drow. Y no olvidar que ha visto a un drow! Cualq uiera que dude de su palabra, que vaya y busque a un drow! Ya volver a pedirle dis culpas! Pues yo he visto a un elfo oscuro proclam el hombre . Haba acampado en Lurkwood, al no rte de Grunwald. Una noche muy tranquila, pens, as que hice una gran hoguera para protegerme del viento helado. Entonces apareci ese extrao sin ninguna advertencia, sin decir una palabra. Ahora todos estaban pendientes del relato, y lo escuchaba n mejor dispuestos tras la confirmacin del cazarrecompensas . Sin una palabra o llam ada! Nada! aadi el hombre . Mantena la capucha baja, y tena un aire sospechoso, as que dije: Qu hace por aqu?. Busco un lugar donde mis compaeros y yo podamos pasar la noche respondi tan tranquilo. A m me pareci una respuesta razonable, pero no confiaba en aquella capucha ceida. Aparte entonces la capucha dije yo . No comparto nada con un ho mbre sin verle antes la cara. Pens en mis palabras durante unos instantes, y enton ces levant las manos, poco a poco. El hombre imit el movimiento con la mirada puesta en los dems para asegurarse de q ue le dedicaban toda la atencin. No me hizo falta ver ms! grit el hombre de pronto, y los presentes, a pesar de que ha ban escuchadlo el relato unos minutos antes, dieron un respingo . Las manos eran ne gras como el carbn y delgadas como las de un elfo. Entonces supe, aunque no me pr egunten cmo, que me encontraba delante de un drow. Digo que era un drow, y que cua lquiera que dude des mis palabras que vaya y busque uno! Al parecer, no hago ms que escuchar historias de drows desde hace un tiempo coment R oddy, con una mirada de aprobacin al hombre gordo. Yo slo he escuchado una intervino otro contertulio . Quiero decir, hasta que hablamos con usted y nos enteramos de su batalla. O sea que son dos drows en seis aos. Como he dicho contest Roddy muy serio , al parecer no hago ms que... Roddy no acab la frase porque su publico estall en una carcajada estruendosa. Para l era como si hubieran vuelto los viejos tiempos, los das en que todos esperaban ansiosos poder escuchar sus relatos. El nico que no se rea era el hombre gordo, de masiado asustado tras revivir el encuentro con el drow. Sin embargo dijo casi a gritos para hacerse or sobre el barullo cuando pienso en aqu ellos ojos lila que me miraban desde las sombras de la capucha... La sonrisa de Roddy desapareci al instante al escuchar esta informacin. Ojos lila? exclam Roddy con voz ahogada. Conoca a muchas criaturas que utilizaban visin infrarroja, cosa bastante frecuente en los habitantes de la Antpoda Oscura, y saba que, por lo general, sus ojos tenan el aspecto de puntos rojos. l todava recordaba claramente los ojos lila que lo ha ban observado mientras permaneca atrapado entre las ramas del arce. En aquel momen to haba sabido, como saba ahora, que los ojos lila eran una rareza incluso entre l os elfos oscuros. Los integrantes del grupo ms cercanos a Roddy dejaron de rer al creer que la pregu nta del montas pona en duda la veracidad del relato. Eran lila repiti el hombre gordo, aunque sin mucha conviccin en su voz temblorosa. Los dems aguardaron el rechazo o la aprobacin de Roddy, para saber si deban rerse o no del relator. Qu armas llevaba el drow? inquiri Roddy, al tiempo que se pona de pie con una mueca fe roz. Espadas curvas tartamude el hombre, despus de pensar un instante. Cimitarras? Cimitarras asinti el otro. El drow dijo su nombre? pregunt Roddy y, cuando el hombre vacil, lo cogi del cuello y lo arrastr sobre la mesa . El drow dijo su nombre? repiti el cazador de recompensas, l anzando el aliento directamente al rostro del hombre.

No... eh, Driz... Drizzit? El hombre encogi los hombros, y Roddy lo volvi a poner sobre sus pies . Dnd l montas . Y cundo? En Lurkwood contest el hombre con un temblor . Hace tres semanas. Supongo que el drow se diriga a Mirabar con los frailes plaideros. La mayora de los presentes gimi al escuchar el nombre de los fanticos religiosos. L os frailes plaideros eran una banda de zaparrastrosos penitentes mendicantes que crean, o decan creer, que haba una cantidad de sufrimiento finita en el mundo. Cuan to ms sufran ellos, decan los frailes, menos sufrimiento quedaba para el resto del mundo. Casi todos despreciaban la orden. Algunos eran sinceros, pero algunos peda n joyas o dinero, prometiendo sufrir horrores por el bien del donante. Ellos eran los acompaantes del drow. Siempre van a Mirabar, en busca del fro, cuand o llega el invierno. Un camino muy largo coment alguien. Largusimo dijo otro . Los frailes plaideros siempre escogen el camino del tnel. Quinientos kilmetros seal el hombre que haba reconocido a Roddy, en un intento por ser enar al cazador de recompensas. Roddy ni lo escuch. Seguido por el perro, dio med ia vuelta y sali de la taberna con un portazo dejando al grupo absolutamente pasm ado . Fue Drizzit el que mat al perro y le cort la oreja a Roddy aadi el hombre, esta para los presentes. No saba si era el nombre verdadero del drow; era una suposicin basada en la reaccin de Roddy. Ahora todos se reunieron a su alrededor para escuchar la historia de Roddy McGristle y el drow de los ojos lila. Como buen parroquiano de la taberna de Derry, la falta de datos precisos no era un obstculo para un buen relato. Enga nch los pulgares en el cinturn y comenz; cuando no saba una cosa, deca lo que sonaba mejor y continuaba tan tranquilamente. Desde la calle se podan escuchar las exclamaciones y los aplausos de los oyentes, pero Roddy McGristle y el perro amarillo, que avanzaban ya con la carreta por e l fango de la carretera, no se enteraron. Eh, qu-haces? rezong una voz desde el interior de un saco, detrs del asiento de Roddy. Tephanis asom la cabeza . Por-qu-nos-vamos? Roddy se gir y le lanz un sopapo, que Tephanis, aun medio dormido, esquiv con facil idad. Me has mentido, maldito trasgo! gru Roddy . Dijiste que el drow haba muerto. Pero no e erdad! Va camino de Mirabar, y pienso atraparlo! Mirabar! grit Tephanis . Demasiado-lejos, demasiado-lejos! El trasgo y Roddy haban pas por Mirabar la primavera anterior. A Tephanis le haba parecido un lugar horrible , poblado de enanos gruones y hombres de mirada dura, y para colmo con un viento demasiado fro para su gusto . Debemos-ir-a-pasar-el-invierno-al-sur! Es-en-el-sur-don de-siempre-hace-calor! Olvidar lo que me has hecho lo interrumpi Roddy con una mirada furiosa , si atrapamos al drow. Le volvi la espalda, y Tephanis volvi a sumergirse en el saco, cariacontecido y pr eguntndose si la compaa de Roddy McGristle se mereca tantos sacrificios. Roddy condujo a travs de la noche, agachado sobre las riendas para urgir al cabal lo, sin dejar de repetir: Seis aos! Drizzt se acomod junto al fuego, que arda en una vieja cuba de mineral que haba enc ontrado el grupo. ste sera el sptimo invierno del drow en la superficie, pero todava le molestaba el fro. Haba pasado dcadas y su pueblo haba vivido as durante milenios e la atmsfera siempre clida de la Antpoda Oscura. A pesar de que todava faltaban mese s para la llegada del invierno, ya se anunciaba en los vientos helados que sopla ban de las montaas llamadas la Columna del Mundo. Drizzt slo llevaba una vieja man ta, fina y desgarrada, sobre la ropa, la cota de mallas y el cinturn con las arma s. El drow sonri al advertir la discusin de los compaeros sobre quin sera el siguiente e n beber de la botella de vino que les haban dado, y sobre la cantidad bebida por el ltimo de ellos. Drizzt se encontraba solo junto a la cuba; los frailes plaidero s, si bien no lo rechazaban, tampoco se le acercaban mucho. El elfo lo aceptaba y comprenda que los fanticos aceptaban su presencia por razones prcticas. Algunos m

iembros de la banda llegaban a disfrutar con los ataques de los diversos monstru os de la regin, pero los ms pragmticos apreciaban tener a un drow bien armado y exp erto que los protegiera. La relacin tambin era conveniente para Drizzt, aunque poco gratificante. Haba dejad o el huerto de Mooshie lleno de esperanza, aunque era una esperanza moderada por las verdades de su existencia. Una y otra vez se haba presentado en los pueblos y lo haban rechazado con una barrera de insultos, desprecios y armas desenfundada s. En cada ocasin, haba hecho caso omiso del rechazo. Fiel a su espritu de vigilant e porque Drizzt era ahora un vigilante, por entrenamiento y corazn , aceptaba su des tino con estoicismo. Sin embargo, el ltimo rechazo le haba demostrado que su voluntad comenzaba a flaqu ear. En Luskan, una ciudad en la Costa de la Espada, no haban sido los guardias q uienes lo haban rechazado, porque ni siquiera lleg a presentarse ante las puertas. Sus propios temores lo haban mantenido apartado, y este hecho lo asustaba ms que cualquier arma. En la carretera que llevaba a la ciudad, Drizzt haba encontrado a l grupo de los frailes plaideros, y los parias lo haban aceptado, en parte porque no tenan medios para alejarlo y tambin porque, en su desgracia, no los preocupaban las diferencias raciales. Incluso dos del grupo se haban arrojado a los pies del drow, y le haban rogado que descargara contra ellos la malignidad de los elfos os curos y los hiciera sufrir. A lo largo de la primavera y el verano, la relacin haba evolucionado, y ahora Driz zt actuaba de guardin silencioso mientras los frailes continuaban con las prcticas de mendicidad y sufrimiento. En conjunto, era una situacin bastante desagradable , e incluso falsa, pero el drow no haba encontrado nada mejor. El elfo contempl el fuego y pens en su destino. An tena a Guenhwyvar, y en varias oc asiones haba hecho buen uso de las cimitarras y el arco. Cada da se repeta que, ade ms de ayudar a los fanticos hasta cierto punto indefensos, tambin serva a Mielikki y a sus principios. De todas maneras, no tena mucho respeto por los frailes y no p oda considerarlos amigos. Al observar a los cinco hombres borrachos, que discutan entre ellos, pens que nunca lo seran. Pgame! Aztame! grit de pronto uno de los frailes, que ech a correr hacia la cuba. Tro con el drow, y el joven lo sostuvo en pie, aunque slo un instante . Descarga tu mald ad drow sobre mi cabeza! farfull el fraile mugriento y sin afeitar, y su esqueltico cuerpo cay al suelo hecho un ovillo. Drizzt le volvi la espalda, sacudi la cabeza y, con un gesto inconsciente, meti la mano en la bolsa para sentir el contacto de la estatuilla de nice y recordar que no estaba solo. Sobreviva, mantena una batalla interminable y solitaria, pero dist aba mucho de estar satisfecho. Haba encontrado un lugar, no un hogar. Como el huerto sin Montolio murmur el drow . Sin un hogar. Has dicho algo? pregunt un fraile gordo, el hermano Mateo, que se acercaba para reco ger al compaero borracho . Perdona al hermano Jankin, amigo mo. Creo que ha bebido d emasiado. La sonrisa de Drizzt le dijo que no se consideraba ofendido, pero las palabras q ue pronunci despus cogieron por sorpresa al hermano Mateo, el lder y el ms inteligen te del grupo... aunque no el ms honrado. Completar con vosotros el viaje hasta Mirabar anunci Drizzt , y despus me ir. Te irs? pregunt Mateo, preocupado. ste no es mi lugar contest Drizzt. Diez Ciudades es el lugar exclam Jankin. Si alguien te ha ofendido... dijo Mateo, sin hacer caso al borracho. Nadie respondi Drizzt con una sonrisa . Para m hay algo ms en la vida, hermano Mateo. N o te enfades, te lo ruego, pero me marcho. No es una decisin tomada a la ligera. Como quieras repuso Mateo despus de considerar un momento la situacin . Sera mucho pedi que nos escoltaras a travs del tnel hasta Mirabar? Diez Ciudades! insisti Jankin . Aqul es el lugar para sufrir! A ti tambin te gustar, Una tierra de renegados, donde un bribn puede encontrar su lugar... A menudo hay ladrones que se ocultan en las sombras para asaltar a los frailes de sarmados lo interrumpi Mateo, al tiempo que sacuda a Jankin. Drizzt hizo una pausa para reflexionar en las palabras de Jankin, que acababa de desmayarse, y luego se dirigi a Mateo.

No es la razn por la que escogis la ruta del tnel para entrar en la ciudad? inquiri. E tnel estaba reservado a los carros cargados de minerales, provenientes de la Col umna del Mundo, pero los frailes iban siempre por all, a pesar de los riesgos, pa ra poder dar un rodeo completo a la ciudad antes de entrar en ella . Para ser vctima s y sufrir? Sin duda, el camino ser menos difcil ahora que faltan meses para la ll egada del invierno. A Drizzt no le gustaba el tnel de Mirabar. Todo aquel con quien se cruzara all des cubrira su identidad antes de que pudiera ocultarla. Ya lo haban detenido en los d os viajes anteriores. Los dems insisten en que pasemos por el tnel, aunque nos aparta muchos kilmetros de nuestro destino contest Mateo, con un tono un poco ms duro . Pero yo prefiero otras f ormas de sufrimiento ms personales y apreciara tu compaa hasta Mirabar. Drizzt tuvo ganas de pegarle cuatro gritos al fraile mentiroso. Mateo considerab a un suplicio perderse una comida y slo mantena esta fachada porque muchas persona s ingenuas daban monedas a los fanticos con sotanas, aunque slo fuera por librarse de ellos. El drow asinti y observ cmo Mateo se llevaba a Jankin a rastras. Despus me ir murmur para s mismo. Poda repetirse hasta el cansancio que serva a su diosa y a su corazn al proteger a los frailes desamparados, pero su comportamiento a menudo contradeca lo que procl amaban. Drow! Drow! balbuce el hermano Jankin mientras Mateo lo arrastraba hacia donde estaba n los dems. 21 Hephaestus Tephanis observ al grupo de los cinco frailes y Drizzt, que marchaba lentamente h acia el tnel que constitua el acceso occidental a Mirabar. Roddy haba enviado al tr asgo a explorar la regin, y le haba dado orden de conseguir que el drow regresara hacia donde estaba l, si es que lo encontraba. Mi hacha se encargar de resolver este asunto haba manifestado el montas con una palmad a en el acero de la formidable arma. El trasgo tena sus dudas. Haba visto cmo el drow despachaba a Ulgulu, un amo muchsim o ms poderoso que Roddy McGristle, y cmo otra bestia temible, Caroak, haba sido des trozada por las garras de la pantera negra. Si Roddy se sala con la suya y planta ba cara al drow en un combate, Tephanis probablemente tendra que comenzar a busca r un nuevo amo. Esta-vez-no, drow susurr de pronto el trasgo, cuando se le ocurri una idea . Esta-vez-t e-atrapar! Tephanis conoca el tnel de Mirabar l y Roddy lo haban utilizado haca dos inviernos, cu ando la nieve haba enterrado la carretera occidental y haba aprendido muchos de sus secretos, incluido el que ahora pensaba usar en su provecho. Hizo un largo rodeo para evitar que el drow pudiera advertir su presencia, y as y todo lleg a la entrada del tnel mucho antes que los dems. Al cabo de unos minutos, el trasgo se encontraba casi a dos kilmetros en el interior del tnel, ocupado en forzar una cerradura de aspecto formidable, aunque para l bastante primitiva, en la palanca que permita levantar una gruesa reja de hierro. El hermano Mateo abra la marcha hacia el tnel junto a otro fraile, y los otros tre s completaban un escudo protector alrededor de Drizzt, que caminaba con la capuc ha bien ajustada y encorvado de espaldas. Esto lo haba pedido el propio Drizzt pa ra poder ocultarse de las miradas ajenas. Avanzaron a buen ritmo por el pasaje iluminado con antorchas, sin encontrar a na die, hasta que llegaron a una interseccin. Mateo se detuvo bruscamente, al ver la reja levantada en un corredor a la derecha. Una docena de pasos ms all, se vea una puerta de hierro abierta y despus slo oscuridad, porque, a diferencia del tnel pri ncipal, no haba antorchas. Qu extrao coment Mateo. Un descuido imperdonable dijo otro . Roguemos que ningn viajero, menos experto que no sotros, equivoque el rumbo y tome por all.

Quiz tendramos que bajar la reja propuso un tercero. No se opuso Mateo . Puede haber alguien all abajo, quizs algn mercader, al que no le gu stara encontrar la reja bajada. No! grit de pronto el hermano Jankin, y corri a situarse a la cabeza del grupo . Es una seal! Una seal divina! Se nos llama, hermanos mos, para que nos reunamos con Phaestus , el sufrimiento final! Jankin dio media vuelta dispuesto a entrar en el corredor , pero Mateo y los dems, acostumbrados a los disparates del fraile, se le echaron encima y lo sujetaron . Phaestus! chill Jankin enloquecido . Ya voy! A qu viene todo esto? pregunt Drizzt, que no saba de qu hablaban los frailes, aunque c ea recordar la referencia . Quin, o qu es Phaestus?. Hephaestus lo corrigi el hermano Mateo. Drizzt conoca el nombre. Uno de los libros q ue haba recogido del huerto de Mooshie trataba el tema de los dragones, y Hephaes tus, un venerable dragn rojo que viva en las montaas al noroeste de Mirabar, figura ba en el texto . Desde luego no es el nombre verdadero del dragn aadi el fraile entre gruidos mientras forcejeaba con Jankin . Nadie lo sabe. Jankin se retorci bruscamente. Consigui separarse del otro fraile y dio un pisotn e n la sandalia de Mateo. Hephaestus es un viejo dragn rojo que vive en las cuevas al oeste de Mirabar desde hace tanto tiempo que ni siquiera los enanos recuerdan cundo lleg explic otro frail e, el hermano Herschel, menos ocupado que Mateo . La ciudad lo tolera porque es ha ragn y estpido, aunque yo no me atrevera a decrselo. Supongo que la mayora de las ciu dades estn dispuestas a aceptar la presencia de un dragn rojo si con ello consigue n evitar una pelea. Pero Hephaestus no es muy dado al pillaje (nadie recuerda cun do sali por ltima vez de su agujero), y de vez en cuando incluso lo contratan para fundir minerales, aunque la tarifa es bastante cara. Hay quienes la pagan aadi Mateo, que ya tena otra vez bien sujeto a Jankin , a finales de la temporada, con la intencin de llevar una ltima caravana hacia el sur. No hay nada como el aliento de un dragn rojo para fundir los metales! La carcajada de Mateo se cort de pronto cuando Jankin lo tumb al suelo de un puetaz o. Jankin ech a correr, pero la libertad le dur muy poco. Antes de que los dems fraile s pudieran reaccionar, Drizzt se quit la capa y fue tras l; le dio caza apenas pas ada la puerta de hierro. Una zancadilla y un movimiento de mueca bastaron para tu mbar de espaldas al hombre y dejarlo sin aliento. Salgamos de aqu cuanto antes dijo el drow, con la mirada puesta en el fraile cado . Es toy harto de las tonteras de Jankin, y si insiste lo dejar que vaya a reunirse con el dragn. Dos frailes se acercaron para hacerse cargo de Jankin, y el grupo se dispuso a r eanudar la marcha. Socorro! grit una voz desde las profundidades del pasaje. Drizzt empu las cimitarras. Los frailes se apiaron a su alrededor y espiaron en la oscuridad. Ves algo? le pregunt Mateo al drow, porque saba que Drizzt dispona de visin infrarroja No, pero hay una curva un poco ms all respondi el elfo. Socorro! repiti la voz. A espaldas del grupo, oculto en una curva del tnel principal, Tephanis tuvo que r eprimir la carcajada. Los trasgos eran muy buenos ventrlocuos, y la mayor dificul tad que tena Tephanis en la realizacin del engao era pronunciar con la lentitud suf iciente para ser entendido. Drizzt avanz cauteloso, y los frailes, preocupados por la llamada de auxilio, lo siguieron. El drow les indic que retrocedieran, al comprender que poda tratarse de una trampa. Pero Tephanis era demasiado rpido. La puerta se cerr con gran estrpito y, antes de que el drow, a slo dos pasos de distancia, pudiera pasar entre los frailes, el tr asgo ya haba accionado la cerradura. Un segundo despus, Drizzt y los frailes escuc haron el ruido de la reja al bajar. Tephanis regres a la superficie al cabo de unos minutos, muy orgulloso por lo que haba hecho y recordndose a s mismo que deba mantener una expresin de desconcierto cu ando le explicara a Roddy que no haba dado con el paradero del drow. Los frailes dejaron de gritar en cuanto Drizzt les avis que los gritos podan despe rtar al ocupante del otro extremo del tnel.

Adems, aunque alguien pasara junto a la reja, no escuchara nada a travs de esta puer ta coment el drow mientras inspeccionaba el portal a la luz de la vela que sostena Mateo. La puerta, construida por los enanos, estaba hecha de una combinacin de hierro, p iedra y cuero, y encajaba perfectamente en el marco. Drizzt dio unos cuantos golpes con el pomo de la cimitarra, y el ruido no lleg ms all de lo que haban llegado los gritos. Estamos perdidos gimi Mateo . No tenemos manera de salir y nuestras provisiones son e scasas. Otra seal! exclam de pronto Jankin. Los dos frailes que lo vigilaban lo tumbaron en el acto y se sentaron sobre su c uerpo para impedir que echara a correr hacia la guarida del dragn. Quizs el hermano Jankin tenga algo de razn dijo Drizzt despus de una larga pausa. Crees que nuestras provisiones durarn ms si el hermano Jankin va a reunirse con Heph aestus? pregunt Mateo con una mirada de sospecha. No tengo la intencin de sacrificar a nadie afirm Drizzt con una carcajada y mirando a Jankin, que intentaba librarse de sus compaeros . Pero al parecer slo nos queda un a salida. Si no piensas sacrificar a nadie, entonces miras en la direccin equivocada protest e l fraile al ver que Drizzt observaba el pasaje en tinieblas . No pensars pasar por d onde est el dragn! Ya lo veremos contest Drizzt. Encendi otra vela con la primera y avanz unos cuantos metros. El sentido comn del d row se opona al innegable entusiasmo que senta ante la perspectiva de enfrentarse a Hephaestus, aunque pensaba que la necesidad acabara con la discusin. Montolio ha ba luchado contra un dragn, y el fuego le haba quemado los ojos. Pero aparte de las heridas, los recuerdos del vigilante no haban sido tan terribles. Drizzt comenza ba a comprender lo que el vigilante ciego le haba dicho sobre las diferencias ent re sobrevivir y vivir. Hasta qu punto resultaran valiosos los quinientos aos que tena por delante? Por el bien de los frailes, Drizzt confiaba en que apareciera alguien para abrir la reja y la puerta. Sin embargo, le cosquilleaban los dedos cuando meti la mano en la bolsa y sac el libro sobre dragones. Los ojos del drow no necesitaban mucha luz, y podan ver las letras casi sin dific ultades. Tal como sospechaba, haba una referencia al venerable dragn rojo que viva al oeste de Mirabar. El texto confirmaba que Hephaestus no era su nombre verdade ro, sino uno que le haban dado y que haca referencia a un oscuro dios de los herre ros. El comentario no era muy extenso. Las citas correspondan a mercaderes que haban co ntratado al dragn por su aliento, y mencionaba a otros que al parecer haban dicho algo equivocado o regateado demasiado el precio o quiz sencillamente el dragn tena h ambre o estaba de malhumor y nunca ms haban regresado. Lo ms importante para Drizzt era la confirmacin de lo que haban dicho los frailes: que el dragn era perezoso y u n tanto estpido. Segn el libro, Hephaestus era muy orgulloso, cosa habitual entre los dragones, y saba hablar la lengua comn, pero careca de la astucia y la intelige ncia que normalmente se atribuan a la raza, y en especial a los venerables rojos. El hermano Herschel intenta abrir la cerradura le comunic Mateo . Tus dedos son ms hbil es. No quieres intentarlo? Ni l ni yo podemos abrir esa cerradura respondi Drizzt con aire ausente, sin apartar la mirada del libro. Al menos Herschel lo intenta gru Mateo , y no se aparta a un lado ni derrocha velas pa ra leer un libro intil. No es inservible para quien pretenda salir vivo de aqu contest Drizzt, atento a la l ectura. La respuesta despert el inters del fraile. De qu trata? pregunt Mateo, inclinndose sobre el hombro de Drizzt, aunque no saba leer Habla de la vanidad. La vanidad? Qu tiene que ver la vanidad...? La vanidad de los dragones lo interrumpi Drizzt . Algo muy importante. Todos los drag ones son muy vanidosos, los malvados ms que los buenos.

Con garras largas como espadas y un aliento capaz de derretir las piedras, no es de extraar mascull Mateo. Quiz, pero la vanidad es sin duda un punto dbil incluso para un dragn. Varios hroes s e han aprovechado de esta flaqueza para derrotarlos. Ahora piensas matar al dragn? exclam Mateo. Si es necesario repuso Drizzt, sin hacerle mucho caso. Mateo alz las manos y se alej, sacudiendo la cabeza como nica respuesta a las mirad as de los dems frailes. Drizzt sonri para sus adentros y volvi a enfrascarse en la lectura. Los planes com enzaban a definirse. Ley la referencia varias veces, hasta aprenderla de memoria. Tres velas ms tarde, Drizzt continuaba leyendo y los frailes estaban cada vez ms i mpacientes y hambrientos. Incordiaron a Mateo, que por fin se puso de pie, acomo d el cinturn por encima de la barriga, y se acerc al drow. Ms vanidades? pregunt sarcstico. Ya he acabado con esa parte respondi Drizzt. Levant el libro para mostrarle a Mateo el dibujo de un enorme dragn negro acurrucado entre varios rboles cados en un panta no . Ahora estudio al dragn que puede ayudar a nuestra causa. Hephaestus es rojo coment Mateo con desprecio , no negro. ste es un dragn diferente explic Drizzt . Mergandevinasander de Chult, quizs el visitan e que hablar con Hephaestus. Los negros y los rojos no se llevan bien afirm Mateo desconcertado pero tambin escpti co . Hasta los tontos lo saben. Pocas veces hago caso de los tontos replic Drizzt, y una vez ms el fraile se alej mov iendo la cabeza . Hay algo ms que t no sabes, pero que Hephaestus sin duda conoce aadi Drizzt, tan bajo que nadie ms lo oy . Mergandevinasander tiene los ojos lila! Drizzt cerr el libro, seguro de que ahora saba lo suficiente para hacer el intento . Si alguna vez hubiese visto antes el terrible esplendor de un venerable rojo, ahora no habra sonredo. Pero la ignorancia y las memorias de Montolio alimentaron el coraje del joven guerrero drow, que no tena nada que perder. Adems, no estaba d ispuesto a morir de inanicin; por miedo a un peligro desconocido, aunque todava er a demasiado pronto para iniciar la aventura. Antes tena que practicar su mejor voz de dragn. De todas las maravillas que Drizzt haba visto a lo largo de su vida aventurera, n inguna ni las grandes mansiones de Menzoberranzan, ni la caverna de los illitas o el lago de cido poda aspirar a compararse con el impresionante espectculo de la gua rida del dragn. Montaas de oro y gemas tapizaban el suelo de la enorme sala, forma ndo ondas como la estela de un barco enorme en el mar. Armas y armaduras relucie ntes se amontonaban por todas partes, y la abundancia de objetos manufacturados cl ices, vasos, griales era suficiente para abastecer los tesoros de un centenar de reyes ricos. El drow tuvo que hacer un esfuerzo para volver a la realidad. No eran las riquez as lo que encenda su imaginacin no le daba valor a las posesiones materiales sino la s aventuras que sugeran todos aquellos objetos preciosos. Al contemplar la guarid a del dragn, las peripecias vividas en el camino con los frailes plaideros y el se ncillo sueo de tener un hogar le parecieron balades. Pens una vez ms en el relato de Montolio sobre su encuentro con el dragn y en todas las otras aventuras que le h aba contado el vigilante ciego. De pronto sinti la necesidad de vivir el mismo tip o de proezas. El elfo quera un hogar y deseaba que lo aceptaran, pero al mirar los tesoros, com prendi que tambin quera aparecer en los libros de los bardos. Dese poder viajar por carreteras llenas de peligro, y escribir incluso sus propias historias. La sala era inmensa e irregular, con muchos rincones ciegos, y la iluminacin le d aba un resplandor dorado. El ambiente era clido, y tanto Drizzt como los frailes se inquietaron al pensar en la fuente de calor. Drizzt se volvi hacia los frailes y les gui un ojo. Despus seal hacia la izquierda, en direccin a la nica salida, y, sin emitir sonido alguno, movi los labios para decir : Ya sabis la seal. Mateo asinti inquieto; an dudaba si haba hecho bien en confiar en el drow. Drizzt h aba sido un buen aliado en la carretera, pero un dragn era un dragn. El joven volvi a examinar la sala, esta vez mirando ms all de los tesoros. Entre do

s pilas de oro vio su objetivo, y era tanto o ms esplndido que las joyas y las gem as. En el hueco formado por las dos pilas haba una cola enorme cubierta de escama s, con el mismo tono dorado rojizo de la luz, que se mova lenta y suavemente de u n lado a otro, aumentando la profundidad del surco. El drow haba visto figuras de dragones; uno de los magos de la Academia incluso h aba creado imgenes de las diversas clases de dragones para los estudiantes. Pese a ello, nada haba preparado al joven para el espectculo de un dragn vivo. En todos l os Reinos no haba nada ms impresionante, y, de todas las variedades de dragones, l os rojos eran los ms imponentes. Cuando Drizzt consigui desviar la vista de la cola, escogi el camino a seguir a tr avs de la sala. El pasaje desembocaba a bastante altura en una de las paredes, pe ro haba un camino bien marcado para llegar hasta el suelo. Drizzt lo estudi durant e un buen rato, hasta memorizar cada escaln. Despus ech dos puados de tierra en los bolsillos, sac una flecha de la aljaba y la dot con un hechizo de oscuridad. Con m ucho cuidado y en silencio, baj uno a uno los peldaos, guiado por el suave roce de la cola contra el oro. Estuvo a punto de caer cuando tropez con la primera montaa de gemas, y oy cmo la cola se detena. Aventura murmur para s mismo. Prosigui la marcha, concentrado en la imagen mental de la sala. Imagin que el dragn se ergua ante l, capaz de ver a travs del globo de oscuridad. Se encogi instintivam ente, convencido de que una bola de fuego lo abrasara de un momento a otro. Pero sigui adelante y, cuando por fin lleg a la pila de oro, se alegr de or la pausada re spiracin del dragn, que dormitaba. Drizzt comenz a subir la segunda pila paso a paso, mientras dejaba que el hechizo de levitacin surgiera en su mente. No tena mucha confianza en lograrlo porque el hechizo le haba fallado en todas las ltimas pruebas, pero cualquier ayuda era bien venida en este momento. Lleg a la mitad de la pila, ech a correr y ejecut el hechiz o, que le permiti permanecer en el aire durante una fraccin de segundo antes de pe rder efecto. Entonces Drizzt cay, al mismo tiempo que disparaba el arco para lanz ar la flecha con el globo de oscuridad al otro lado de la sala. Jams hubiese credo que un monstruo tan grande pudiera ser tan gil, pero cuando cay c on todo su peso sobre una pila de copas y nforas recamadas de piedras preciosas, se encontr delante mismo de la cara de una bestia muy furiosa. Qu ojos! Como rayos gemelos, su mirada se clav en Drizzt, lo atraves, lo empuj a pros ternarse y a suplicar misericordia, a revelar todos los engaos, y a confesar todo s los pecados a Hephaestus, el dios. El largo cuello del dragn se inclin ligeramen te a un lado, pero la mirada no se apart del drow, mantenindolo sujeto con la mism a firmeza que el abrazo de Bluster, el oso. Una voz son dbil pero insistente en los pensamientos de Drizzt: la voz del vigilan te ciego cuando relataba historias de batallas y herosmo. Al principio, el drow a penas si la oa: pero la voz insista para recordarle a su manera que cinco hombres dependan de l. Si fracasaba, los frailes moriran. Esta parte del plan no fue difcil para Drizzt, porque crea sinceramente en las palabras. Hephaestus! grit en la lengua comn . Puede ser finalmente que seas t? Oh, eres magnf ho ms magnfico de lo que dicen los relatos! La cabeza del dragn se apart una docena de pasos, y una expresin de desconcierto ap areci en aquellos ojos sabios. Me conoces? rugi Hephaestus, y el ardiente aliento del dragn agit la cabellera blanca del drow con la fuerza del viento. Todos te conocen, poderoso Hephaestus! grit Drizzt, que se arrodill, sin atreverse a permanecer de pie . Era a ti al que buscaba y ahora que te encuentro puedo decir qu e no me decepcionas! Por qu el elfo oscuro busca a Hephaestus? pregunt el dragn con una mirada de sospecha . El destructor de Cockleby y devorador de diez mil reses, el que aplast Angalander , el que... Continu el recitado durante varios minutos, y Drizzt soport el aliento ftido estoic amente, sin dejar de fingir una profunda admiracin por la larga lista de maldades . Cuando Hephaestus termin, el drow tuvo que hacer una pausa para recordar la pre gunta inicial. Su desconcierto sirvi para mejorar el engao. Elfo oscuro? pregunt como si no hubiese entendido la pregunta. Mir al dragn y repiti l

s palabras, todava con ms desconcierto . Elfo oscuro? El dragn ech un vistazo a la sala, observ las montaas de tesoros, y se detuvo un mom ento en el globo de oscuridad, casi al otro lado del recinto. Me refiero a ti! bram de pronto, y la fuerza del grito hizo caer de espaldas a Drizz t . Elfo oscuro! Drow? dijo Drizzt, que se recuper en el acto y esta vez s que se puso de pie . No, no l o soy. Se mir el cuerpo y asinti como si de pronto se viera en la realidad . S, desde luego aadi . Muchas veces olvido el cuerpo que tengo ahora! Hephaestus solt un gruido impaciencia, y el joven comprendi que deba actuar deprisa . No soy un drow afirm , aunqu e no tardar en serlo si Hephaestus no puede ayudarme. Drizzt slo poda confiar en des pertar la curiosidad del dragn . Estoy seguro de que has escuchado hablar de m, pode roso Hephaestus. Soy, o era... y espero volver a serlo, Mergandevinasander de Ch ult, un viejo negro de larga fama. Mergandevin...? Hephaestus se interrumpi en mitad del nombre. Desde luego, lo haba escuchado mencionar. Los dragones conocan los nombres de casi todos los dems dragones del mundo. Hephaestus tambin saba, como haba sospechado Dri zzt, que Mergandevinasander tena los ojos lila. Para ayudarse en la explicacin, Drizzt record sus experiencias con Clak, el desgra ciado pek que haba sido transformado en oseogarfio por un mago. Un mago me derrot dijo compungido . Un grupo de aventureros entr en mi guarida. Ladrone s! Atrap a uno de ellos, un paladn! A Hephaestus pareci gustarle este pequeo detalle, y Drizzt se felicit por su inventiva . Cmo se derreta su armadura plateada con el cido de mi aliento! Una pena haberlo desperdiciado coment Hephaestus . Los paladines son un bocado exquisi to! Drizzt sonri para ocultar la inquietud ante el comentario. Qu gusto tendr la carne de elfo oscuro?, se pregunt al ver la boca del dragn tan cerca Los habra matado de no haber sido por aquel maldito hechicero. Fue l quien me hizo e sta cosa tan terrible! Drizzt mir su cuerpo de drow con un gesto de asco. Te refieres a la polimorfa? pregunt Hephaestus, y a Drizzt le pareci percibir un tono de compasin en la voz. Un hechizo malvado asinti solemne . Me quit la forma, las alas, el aliento. En mi pens amiento no dej de ser Mergandevinasander, pero... Hephaestus abri los ojos ante la pausa, y la mirada de angustia y desconcierto que le dirigi Drizzt hizo que el dr agn se apartara . De pronto he descubierto que me gustan las araas murmur el drow . Hace rles mimos, besarlas... Conque ste es el aspecto que tiene un dragn asqueado, pens Drizzt cuando volvi a mirar al monstruo. Las monedas y las joyas tintinearon por toda la sala cuando un temblor involunta rio sacudi al dragn. Los frailes, apiados en la boca del tnel, no podan ver el encuentro, pero s escuchab an la conversacin con toda claridad y comprendan el juego que el drow se traa entre manos. Por primera vez desde que lo conocan, el hermano Jankin haba enmudecido, y fue Mateo el que susurr unas pocas palabras que expresaban el sentimiento genera l. Hay que reconocer que tiene agallas! El fraile gordo solt una risita, y se tap la boca en el acto, asustado por la posi bilidad de haber hablado demasiado alto. Por qu has venido a m? rugi Hephaestus, furioso. Drizzt trastabill, pero consigui mantenerse en pie. Te lo ruego, poderoso Hephaestus! suplic Drizzt . No tengo eleccin. Viaj a Menzoberranz n, la ciudad de los drows, pero me dijeron que el hechizo era muy poderoso, que no poda hacer nada por disiparlo. As que he venido a ti, grande y poderoso Hephaes tus, famoso por tus conocimientos de los hechizos de transmutacin. Quizs alguien c omo yo... Un negro? vocifer Hephaestus, y esta vez Drizzt rod por el suelo . Alguien como t? No, no, un dragn se apresur a decir el drow, rectificando el aparente insulto al tie mpo que volva a levantarse, convencido de que en cualquier momento tendra que echa r a correr.

El gruido de Hephaestus le indic que necesitaba una distraccin, y la encontr detrs de l dragn, en las profundas huellas producidas por el fuego en las paredes y el fon do de un nicho rectangular. Drizzt dedujo que era all donde Hephaestus ganaba for tunas derritiendo metales. El drow no pudo evitar un estremecimiento al pensar e n cuntos desafortunados mercaderes y aventureros deban de haber encontrado la muer te entre aquellas paredes ennegrecidas. Qu ha causado semejante cataclismo? grit Drizzt, asombrado. Hephaestus no volvi la cab eza, atento a una traicin. Al cabo de un momento, entendi a qu se refera el drow y d ej de gruir . Qu dios se ha posado sobre ti, todopoderoso Hephaestus, y te ha bendecid o con semejante poder? No hay en ninguna parte de los Reinos una piedra tan calci nada! No desde que los fuegos formaron el mundo...! Ya es suficiente! tron Hephaestus . T que eres tan sabio no conoces el aliento de un ro o? Sin duda el fuego es el don de un rojo replic Drizzt, sin apartar la mirada del nic ho . Pero tan intensas pueden ser las llamas? No es posible que causen semejante des truccin! Quieres que te lo demuestre? manifest el dragn con un resoplido cargado de humo. S! grit el drow . Quiero decir, no! aadi, mientras se acurrucaba en una posicin fet onsciente de que caminaba sobre la cuerda floja, pero era un riesgo necesario . En realidad deseo ser testigo de la descarga, aunque temo sentir su calor. Entonces observa, Mergandevinasander de Chult! No te lo pierdas! La profunda inspiracin del dragn arrastr a Drizzt dos pasos hacia delante, le ech la cabellera contra el rostro, y casi le arranc la manta de la espalda. En la montaa , detrs de l, las monedas cayeron por la pendiente. El cuello del dragn se movi en un arco muy amplio para situar la gran cabeza roja en lnea con el nicho. La bocanada de fuego consumi el aire de la sala; Drizzt sinti que los pulmones le ardan y le escocan los ojos, tanto por el calor como por el resplandor. Aun as, no apart la mirada mientras el fuego del dragn converta el nicho en una terrible hogue ra. El drow no pas por alto que el dragn cerraba los ojos al tiempo de escupir el fuego. Cuando acab la exhibicin, Hephaestus se volvi triunfante. Drizzt, que an miraba el n icho y las piedras derretidas que chorreaban de las paredes y el techo, no tuvo necesidad de fingir asombro. Por todos los dioses! susurr con voz ronca. Consigui mirar la expresin ufana del dragn or todos los dioses! repiti . Mergandevinasander de Chult, que se crea supremo, se hum illa ante ti! No es para menos! grit Hephaestus . Ningn negro se puede comparar con un rojo! No lo ol ides nunca, Mergandevinasander. Es una verdad que puede salvarte la vida si algun a vez un rojo se presenta a tu puerta! Desde luego! asinti Drizzt . Pero mucho me temo que no tendr puerta! Una vez ms mir a y mostr su disgusto . Ninguna otra puerta que no sea la de la ciudad de los elfos oscuros. se es tu destino, no el mo replic Hephaestus . Sin embargo, me apiadar de ti. Te dejar rchar vivo, aunque es ms de lo que te mereces por haber perturbado mi siesta. Haba llegado el momento crtico. Drizzt poda aceptar la oferta de Hephaestus. No des eaba otra cosa que poder salir de all cuanto antes. Pero sus principios y el recu erdo de Mooshie se lo impedan. Qu pasara con los compaeros que aguardaban en el tnel? u aventuras mencionaran los libros de bardos? Entonces devrame le dijo al dragn, aunque l mismo no poda creer en sus palabras . Yo, q e he conocido la gloria de los dragones, no puedo contentarme con vivir como un elfo oscuro. La enorme boca de Hephaestus se acerc . Adis a todos los dragones! lloriqu e el drow . Cada vez somos menos, mientras los humanos se multiplican como gusanos! A dis a los tesoros de los dragones, que sern robados por hechiceros y paladines! La forma en que pronunci esta ltima palabra detuvo a Hephaestus . Y adis a Mergandevinasa nder proclam Drizzt , derrotado por un hechicero humano cuyo poder incluso supera al de Hephaestus, el ms poderoso de los dragones! Supera! vocifer Hephaestus, y toda la sala tembl con el poder de aquel rugido. Qu debo creer si no? grit Drizzt, aunque su voz pareci un susurro comparada con la del dragn . Es que Hephaestus no puede ayudar a uno de su misma raza? No, me niego a cr

eerlo. El mundo entero no lo creer. Drizzt seal con un dedo el techo de la sala busc ando las palabras ms adecuadas. No necesitaba recordar cul era el precio del fraca so . No. Lo que dirn de un extremo al otro de los Reinos es que Hephaestus no se atr evi a disipar la magia del hechicero, que el gran rojo no se atrevi a mostrar su d ebilidad ante un hechizo tan poderoso por miedo a que su debilidad pudiera invit ar al grupo del mago a venir al norte para apoderarse de las riquezas de otro dr agn! Ah! aadi Drizzt, con los ojos desorbitados . Pero acaso esta supuesta debilidad no dar tambin pie al hechicero y a su banda de sucios ladrones para albergar esperanz as de hacerse con semejante botn? Y qu dragn tiene un tesoro mayor que el de Hephaes tus, el rojo de la rica Mirabar? El dragn no saba qu hacer. A Hephaestus le gustaba su forma de vida, le gustaba dor mir sobre los tesoros cada vez mayores que le suministraban los mercaderes a cam bio de sus servicios. No necesitaba para nada que una pandilla de heroicos avent ureros se presentaran en su madriguera. stos eran los sentimientos que Drizzt esp eraba provocar. Maana! rugi el dragn . Hoy estudiar el hechizo y maana Mergandevinasander volver a otra vez! Pero se marchar con la cola en llamas, si se atreve a pronunciar una so la blasfemia ms! Ahora debo descansar para recordar el hechizo. No se te ocurra m overte, dragn con forma de drow. Te oler all adonde vayas y escuchar cualquier movim iento. No tengo el sueo tan profundo como desean los ladrones! Desde luego, Drizzt no pona en duda sus palabras. Pero si bien las cosas haban sal ido tal como esperaba, ahora se encontraba con otro problema. No poda esperar un da entero para reanudar la conversacin con el rojo, ni tampoco podan esperar sus co mpaeros. Cmo reaccionara el dragn cuando intentara recordar un hechizo que no exista? qu pasara, se pregunt Drizzt de pronto aterrorizado, si Hephaestus lo transformaba en un dragn negro? Es evidente dijo Drizzt que el aliento de un negro tiene ventajas sobre el de un ro jo. El dragn se volvi como un rayo, furioso una vez ms. Quieres sentir mi aliento? bram . Crees que tus bravatas lo soportarn? No, no replic Drizzt . No lo tomes como un insulto, poderoso Hephaestus. El espectculo de tu fuego me ha quitado el orgullo! Pero no hay por qu despreciar el aliento de los negros! Tiene algunas cualidades que superan incluso el poder del fuego de lo s rojos! Cules? El cido, sin ir ms lejos, oh Hephaestus el increble, devorador de diez mil reses cont est el drow . El cido se adhiere a la armadura del caballero, la atraviesa para caus ar un tormento incomparable. Algo parecido al metal derretido? pregunt el dragn rojo, sarcstico . El metal fundido el fuego de un rojo? Me temo que ms duradero repuso Drizzt, con la mirada baja . El aliento de un rojo es slo un estallido de destruccin inmediata, pero el del negro permanece para desespe racin del enemigo. Un estallido? gru Hephaestus . Cunto tiempo puedes lanzar tu aliento, pobre negro? Ta o ms en respirar, lo s! Pero... comenz a decir Drizzt, sealando el nicho. Esta vez la sbita inspiracin del dragn lo arrastr unos cuantos pasos y casi lo levan t por los aires. El drow mantuvo la calma suficiente para gritar la seal, Fuego de l os Nueve Infiernos!, mientras Hephaestus volva la cabeza hacia el nicho. La seal! grit Mateo por encima del tumulto . Corred si queris salvar la vida! Corred! No! replic el hermano Herschel aterrorizado, y los dems, excepto Jankin, estuvieron d e acuerdo. Oh, qu alegra poder sufrir tanto! aull el fantico, que se apresur a salir del tnel. Tenemos que escapar! Nos va la vida en ello! les record Mateo, al tiempo que sujetaba a Jankin por el pelo para evitar que fuera en la direccin equivocada. Los otros frailes, al comprender que quizs sta era la ltima oportunidad, abandonaro n el tnel con tanta prisa que resbalaron por la pendiente. Cuando se pusieron de pie, comenzaron a dar vueltas, sin saber si deban volver al tnel o correr hacia la salida. Intentaron subir sin xito, sobre todo porque Mateo todava trataba de domi nar a Jankin y les impeda el paso, as que el camino obligado era la salida. Desesp

erados, los frailes corrieron a travs de la sala. Sin embargo, ni siquiera el terror impidi que cada uno de ellos, incluido Jankin, se llenara los bolsillos con joyas a medida que corran. Nunca se haba visto nada igual! Hephaestus, con los ojos cerrados, soltaba llamas en un chorro interminable que desintegraba las paredes del nicho. El fuego desbo rdaba el recinto Drizzt estaba a punto de desmayarse por el calor pero el furioso dragn no ceda, dispuesto a humillar de una vez para siempre a su insolente visitan te. Hephaestus espi una sola vez, para ver los efectos de su demostracin. Los dragones conocan sus salas de tesoros mejor que cualquier otra cosa en el mundo, y Hephae stus no pas por alto la imagen de cinco figuras que corran a travs de la sala en di reccin a la salida. Ces el chorro de fuego, y el dragn dio media vuelta. Ladrones! rugi con una fuerza capaz de partir piedras. Drizzt comprendi que haba acabado el juego. La enorme boca con dientes como lanzas se lanz contra el drow. Drizzt se hizo a u n lado y salt hacia delante porque no poda hacerlo en ninguna otra direccin. Se suj et a uno de los cuernos del dragn, trep para situarse sobre la cabeza y se aferr con todas sus fuerzas mientras el monstruo intentaba hacerlo volar por los aires. E l drow quiso coger la cimitarra, pero en cambio meti la mano en el bolsillo y sac un puado de tierra. Sin la menor vacilacin lanz la tierra contra los ojos del dragn. Hephaestus sacudi la cabeza de arriba abajo, enloquecido. Al ver que Drizzt resis ta con alma y vida, el astuto dragn escogi un mtodo ms eficaz. El drow adivin la intencin de Hephaestus en cuanto la cabeza comenz a subir a gran velocidad. El techo era alto, pero no para el cuello del dragn. Era una cada muy l arga, pero preferible a morir aplastado, y Drizzt se dej caer antes de que la cab eza se estrellara contra la piedra. El drow se levant tambaleante en el momento en que Hephaestus, poco afectado por el golpe, tomaba aire. Esta vez la suerte acompa al drow. Un gran trozo de piedra se desprendi del techo, fue a dar contra la cabeza del dragn, y Hephaestus dej esca par el aliento antes de convertirlo en llamas. Drizzt corri por una de las montaas de oro y se zambull al otro lado. Hephaestus rugi rabioso y, sin pensarlo, solt el resto de aliento contra la pila. Las monedas de oro se derritieron, y gemas enormes se quebraron por efecto del c alor. La montaa tena un espesor de ms de seis metros y era muy compacta, pero as y t odo, Drizzt not que se le quemaba la espalda. Escap de la pila, dejando atrs la cap a humeante mezclada con oro fundido. Con las cimitarras en alto, Drizzt se lanz contra el dragn, que retroceda. En una a ccin tan valiente como estpida descarg las cimitarras con todas sus fuerzas, pero sl o alcanz a dar dos golpes; despus se detuvo porque no poda soportar el dolor en las manos. Era como pegar en una pared de piedra. Hephaestus, con la cabeza bien alta, no prest ninguna atencin al ataque. Mi oro! gimi el dragn. Entonces el monstruo mir hacia abajo, buscando al drow . Mi oro piti. Drizzt encogi los hombros como disculpndose y ech a correr. Hephaestus descarg un golpe con la cola, que choc contra otra montaa de tesoros, y una lluvia de monedas de oro y plata y gemas preciosas se dispers por toda la sal a. Mi oro! chillaba el dragn mientras derrumbaba las pilas a su paso. Drizzt, agazapado detrs de una pila, cogi la estatuilla de nice y llam a la pantera. Aydame, Guenhwyvar! Te huelo, ladrn! anunci el dragn con una voz de trueno no muy lejos del escondite del drow. En respuesta al grito, la pantera apareci en lo alto de la pila, solt un rugido y se alej de un salto. Drizzt, bien acurrucado, cont cuidadosamente los pasos de Hep haestus. Te har pedazos a dentelladas, transformista! grit el dragn, y abri las mandbulas para gullir a la pantera. Pero ni siquiera los dientes de un dragn podan morder la niebla insustancial en qu e se haba convertido de pronto la pantera. Drizzt se embols unas cuantas gemas mientras corra hacia la salida, y los rugidos

de rabia del dragn ahogaron el ruido de sus pasos. La sala era muy grande, y Driz zt no haba llegado todava a la salida cuando Hephaestus lo descubri. Desconcertado, pero no por ello menos furioso, el dragn se lanz en su persecucin. A Drizzt se le ocurri un ltimo ardid al recordar que, segn el libro, el dragn rojo h ablaba la lengua de los goblins. Cuando esa estpida bestia salga detrs de m, entrad y llevaos el resto! grit en dicho i ioma. Hephaestus se detuvo en seco y se volvi para mirar desconfiado el agujero del tnel que comunicaba con las minas. El estpido dragn se enfrentaba a un dilema: quera pe rseguir al drow pero al mismo tiempo tena miedo de ser vctima de un robo. Hephaest us se acerc al tnel, meti la cabeza en el agujero para comprobar si haba alguien en el interior, y despus se apart para pensar las cosas con ms calma. Los ladrones sin duda ya estaran lejos, pens. Tendra que salir a cielo abierto si q uera atraparlos, algo de poco provecho en esta poca del ao, la ms lucrativa. Al fina l, Hephaestus resolvi el dilema de la misma manera que solucionaba todos los otro s problemas. Jur que se comera al prximo grupo de mercaderes que acudiera a visitar lo. Recuperado el orgullo con esta decisin, que olvidara en cuanto se fuera a dorm ir, el dragn volvi a la sala para ordenar los tesoros y salvar lo que pudiera de l as pilas que haba fundido sin darse cuenta.

22 Camino del hogar Nos has hecho pasar! grit el hermano Herschel. Todos los frailes excepto Jankin abra zaron a Drizzt en cuanto ste se reuni con ellos en un valle rocoso, al este de la entrada a la guarida del dragn . Si hay una manera de recompensarte por lo que has.. .! El drow vaci el contenido de sus bolsillos como nica respuesta, y cinco pares de o jos codiciosos se abrieron como platos al ver las joyas de oro y piedras que res plandecan a la luz de sol. Una gema en particular, un rub grande como un huevo de gallina, prometa riquezas para toda la vida. Para vosotros explic Drizzt . Todas. No necesito tesoros. Los frailes se miraron contritos, aunque ninguno estaba dispuesto a mostrar el b otn oculto en sus propios bolsillos. Quiz tendras que guardar un poco sugiri Mateo , si todava piensas en marcharte. As es respondi el elfo. No puedes quedarte aqu seal Mateo . Adonde piensas ir? Drizzt todava no haba pensado en un punto de destino. Slo saba que su lugar no era c on los frailes plaideros. Medit durante unos momentos, recordando los muchos calle jones sin salida que haba recorrido. De pronto tuvo una idea. T mencionaste el lugar le dijo a Jankin . T me dijiste el nombre del lugar una semana antes de entrar en el tnel. Jankin lo mir con curiosidad, sin recordar la charla . Di ez Ciudades aadi Drizzt . Tierra de renegados, donde un bribn puede encontrar su lugar. Diez Ciudades? protest Mateo . Espero que recapacites, amigo. El valle del Viento Hela do no es un lugar muy placentero, y no creo que los asesinos de Diez Ciudades te vayan a recibir con los brazos abiertos. El viento no cesa nunca aadi Jankin con una mirada nostlgica en sus negros ojos hundi dos en las rbitas . Siempre cargado de arena y muy fro. Te acompaar. Y los monstruos! aadi otro, al tiempo que le daba un coscorrn a Jankin . Yetis de la t ra, leones blancos, y brbaros feroces! No, yo no ira a Diez Ciudades ni aunque me p ersiguiera el mismsimo Hephaestus! Cosa que el dragn bien podra hacer replic Herschel, con una mirada inquieta hacia la cueva no tan distante . Hay varias granjas en los alrededores. Quiz nos dejen pasar la noche en alguna de ellas y regresar al tnel maana. Yo no voy repiti Drizzt . Habis dicho que Diez Ciudades es un lugar poco acogedor, pero me recibiran mejor en Mirabar? Pasaremos la noche en alguna granja intervino Mateo, que haba cambiado de opinin . Te compraremos un caballo, y las provisiones necesarias. No quiero que te vayas aadi , a unque reconozco que Diez Ciudades es una buena eleccin... Mir a Jankin . Para un drow . Muchos han encontrado all un lugar. En realidad es un hogar para aquel que no t

iene ninguno. Cmo llego hasta all? pregunt Drizzt, que comprendi la sinceridad en la voz del fraile apreci su generosidad. Sigue las montaas contest Mateo . Mantenas siempre a tu derecha. Cuando rodees la cordi llera, habrs entrado en el valle del Viento Helado. Un pico solitario marca la ll anura que se extiende al norte de la Columna del Mundo. Las ciudades se levantan a su alrededor. Ojal todas respondan a tus esperanzas! Dicho esto, los frailes se prepararon para la marcha. Drizzt cruz las manos detrs de la nuca y se apoy contra la pared del valle. Saba que era la hora de separarse de los frailes, pero no poda negar la sensacin de culpa y de soledad que esto le p roduca. Las pequeas riquezas que haban cogido en la cueva del dragn cambiaran la vida de sus compaeros, serviran para procurarles cobijo y atender a sus necesidades. E n su caso, en cambio, no podan echar abajo las barreras a las que l se enfrentaba. Diez Ciudades, la tierra que Jankin haba mencionado como una casa para los desamp arados, un punto de reunin para aquellos que no tenan adonde ir, reanim un poco las esperanzas del drow. Cuntas veces el destino se haba vuelto en su contra? A cuntas p uertas se haba acercado lleno de ilusin slo para ser rechazado a punta de lanza? Es ta vez sera diferente, pens Drizzt; porque, si no poda encontrar un lugar en la tie rra de los renegados, qu otro sitio quedaba para l? Para el drow, que haba pasado tanto tiempo escapando de la tragedia, la culpa y l os prejuicios que no poda eludir, no era grato contar slo con la esperanza. Aquella noche Drizzt acamp en un bosquecillo mientras los frailes iban al poblado . Regresaron a la maana siguiente con un caballo magnfico, pero con uno menos en e l grupo. Dnde est Jankin? pregunt Drizzt, preocupado. Atado en un granero contest Mateo . Anoche intent escapar para ir a... Reunirse con Hephaestus acab el drow por l. Si cuando volvamos todava insiste, quiz lo dejemos ir aadi Herschel disgustado. Aqu tienes tu caballo dijo Mateo , si es que la noche no te ha hecho cambiar de opinin . Y este abrigo es para ti manifest Herschel, tendindole a Drizzt una hermosa capa for ra da de piel. El drow saba que ste era un acto de generosidad inusitado por parte de los frailes , y a punto estuvo de cambiar su decisin. Sin embargo, no poda olvidar las otras n ecesidades que este grupo no le permita satisfacer. Para demostrar que no haba vuelta atrs, el drow se acerc al animal dispuesto a mont arlo. Drizzt haba visto una vez un caballo, pero nunca desde tan cerca. Lo sorpre ndi la fortaleza de la bestia, el movimiento de los msculos del pescuezo, y sobre todo la altura del lomo. Mir al animal a los ojos durante unos instantes para comunicarle sus intenciones. Entonces, para sorpresa de todos, incluso la del drow, el caballo se agach para permitir que Drizzt se acomodara sin esfuerzos en la montura. Veo que sabes tratar a los caballos coment Mateo . No habas dicho nunca que eras un ji nete experto. Drizzt se limit a asentir e hizo todo lo posible para mantenerse en la silla cuan do el caballo ech a trotar. Le llev un buen rato descubrir el modo de controlar a la bestia y ya haba recorrido una amplia curva hacia el este la direccin equivocada antes de conseguir dar la vuelta. Durante la cabalgada, Drizzt intent no pasar ve rgenza, y los frailes, que tampoco entendan mucho, sonrieron satisfechos al ver su s evoluciones. Horas ms tarde, Drizzt marchaba al galope hacia el oeste, sin apartarse del borde sur de la Columna del Mundo. Los frailes plaideros susurr Roddy McGristle, que espiaba al grupo desde lo alto de un montculo mientras los frailes se dirigan otra vez hacia el tnel de Mirabar. Qu? exclam Tephanis, que se apresur a salir de su saco para unirse a Roddy. Por primer a vez en su vida, la velocidad del trasgo fue una desventaja. Sin darse cuenta d e lo que deca, aadi : No-puede-ser! El-dragn... La furiosa mirada del montas cay sob anis como la sombra de una nube de tormenta . Quiero-decir, supona... tartamude el tr asgo, pero comprendi que Roddy, que conoca el tnel mejor que l y tambin estaba entera do de su habilidad con las cerraduras, haba adivinado su estratagema.

Se te ocurri que podas matar al drow dijo Roddy, con calma. Por-favor, mi-amo replic Tephanis . No-tena-intencin... Tena-miedo-por-ti. El-drow-esdemonio! Los-envi-al-tnel-del-dragn. Pens-que-t... Olvdalo gru Roddy . Hiciste lo que creas mejor, y nada ms. Ahora vuelve a tu saco. Qui damos arreglar lo que has hecho, si el drow no est muerto. Tephanis asinti, ms tranq uilo, y se meti en el saco. Roddy lo recogi y llam al perro . Conseguir que los fraile s hablen prometi , pero primero... Roddy levant el sac y lo estrell contra la roca. Amo! grit el trasgo. Maldito ladrn de elfos...! chill Roddy sin dejar de golpear el saco contra la piedra. Tephanis resisti los primeros golpes, e incluso lleg a cortar la tela con la daga . Pero pronto el saco se oscureci con la humedad de la sangre, y acab la resistenc ia del trasgo . Maldito mutante ladrn de elfos murmur Roddy, arrojando el saco . Ven, p erro. Si el drow est vivo, los frailes sabrn dnde encontrarlo. Los frailes plaideros pertenecan a una orden dedicada al sufrimiento y un par de e llos, en especial Jankin, haban sufrido mucho en sus vidas. Aun as, ninguno haba im aginado la crueldad de que era capaz Roddy McGristle, y, antes de una hora, Rodd y marchaba hacia el oeste sin apartarse del borde sur de la cordillera. El fro viento del este zumbaba en sus odos como una cancin interminable. Drizzt lo escuchaba desde que haba rodeado el extremo oeste de la Columna del Mundo, para d irigirse primero hacia el norte y despus al este, por la extensa y rida llanura qu e llevaba el nombre del viento: el valle del Viento Helado. Aceptaba el lamento y el mordisco helado del viento, porque eran un smbolo de libertad. Cuando rode la cordillera encontr otro smbolo: el mar abierto. Haba visitado la costa en una ocas in anterior, durante el viaje a Luskan, y ahora quera hacer una pausa y recorrer l os pocos kilmetros que haba hasta la playa. Pero el viento fro le record que estaba a las puertas del invierno, y comprendi las dificultades que encontrara si recorra el valle despus de las primeras nevadas. El primer da despus de entrar en el valle divis la cumbre de Kelvin, la montaa que s e ergua solitaria en la tundra, al norte de la gran cordillera. Se dirigi hacia al l al galope; para l era la seal que le indicaba la tierra donde tendra su hogar. Su corazn rebosaba de entusiasma cada vez que miraba el pico. Adelant a varios grupos pequeos, carretas solitarias o un puado de hombres a caball o, mientras se aproximaba a la regin de Diez Ciudades por el sudoeste, la ruta de las caravanas. El sol estaba en el ocaso, y Drizzt mantena bien apretada la capu cha de su capa nueva, para ocultar la piel negra. Salud con un movimiento de cabe za a cada viajero que adelant. Tres lagos dominaban la regin, junto con la cumbre de Kelvin, que se elevaba hast a los trescientos cincuenta metros de altura por encima de la llanura; haba nieve en la cima incluso en el verano. De las diez ciudades que daban su nombre a la zona, slo la principal, Bryn Shander, se encontraba apartada de los lagos. La haba n construido sobre una. colina, y ahora su bandera ondeaba orgullosa en el vient o. La ruta de las caravanas, la ruta de Drizzt, conduca a esta ciudad, que tema el mercado ms importante. Drizzt poda ver por las columnas de humo que haba otras comunidades a pocos kilmetr os de la ciudad. Por un momento pens si deba dirigirse a los pueblos ms pequeos en l ugar de ir directamente a la ciudad. No exclam en voz alta. Meti la mano en la bolsa para tocar la estatuilla de nice, talone al caballo y caba lg colina arriba. Mercader? le pregunt uno de los dos guardias que se aburran delante del portn de hierr o . Es un poco tarde para venir a hacer negocios. No soy mercader contest Drizzt, bastante nervioso ahora que haba llegado el momento decisivo. Llev las manos a la capucha, intentando disimular el temblor. Entonces, de qu ciudad? pregunt el otro guardia. Drizzt baj las manos, sorprendido por la pregunta. De Mirabar respondi sinceramente, y entonces, antes de detenerse a s mismo y de que los guardias lo distrajeran con alguna otra pregunta, apart la capucha. Los guard ias, boquiabiertos, acercaron las manos a las espadas . No exclam Drizzt, con un can

sancio en la voz y la postura que los guardias no comprendan . No, por favor. Ya no le quedaban fuerzas para sostener batallas motivadas por malentendidos. Co ntra una horda de goblins o un gigante no vacilaba en empuar las cimitarras; pero frente a alguien que slo peleaba por una falta de entendimiento, las armas le pe saban en las manos. He venido a Diez Ciudades procedente de Mirabar con la intencin de residir en paz. Mantuvo las manos bien apartadas del cuerpo, sin plantear ninguna amenaza. Los guardias no saban qu hacer. Ninguno haba visto nunca a un elfo oscuro aunque no dudaban que Drizzt lo era ni saba algo ms que las historias sobre la antigua guerra que haba dividido para siempre al pueblo elfo. Espera aqu le susurr uno de los guardias a su compaero, al que no pareci gustarle la o rden . Ir a informar al portavoz Cassius. Golpe el portn de hierro y se desliz al interior en cuanto abrieron lo suficiente p ara que pudiera pasar. El otro guardia mantuvo la mirada fija en Drizzt, sin apa rtar la mano de la espada. Si me matas, un centenar de ballestas te acribillarn declar el hombre, en un intento fracasado de simular confianza. Por qu iba a hacerlo? replic Drizzt, sin mover las manos. Hasta ahora el encuentro haba ido bastante bien. En todos los dems pueblos en los que se haba presentado, los primeros en verlo haban huido dominados por el terror o lo haban echado con las armas en la mano. El otro guardia regres al cabo de unos minutos acompaado por un hombre bajo y delg ado, bien afeitado y con brillantes ojos azules de mirada penetrante, que no per dan detalle. Vesta prendas de calidad y, por el respeto que le demostraban los gua rdias, Drizzt comprendi que se trataba de alguien muy importante. El hombre obser v a Drizzt durante un buen rato. Soy Cassius declar por fin , portavoz de Bryn Shander y del consejo regente de Diez C iudades. Soy Drizzt Do'Urden respondi Drizzt con una ligera reverencia , de Mirabar y otras ci udades ms lejanas, que ahora viene a Diez Ciudades. Por qu? inquiri Cassius bruscamente, con la intencin de pillarlo por sorpresa. Hace falta una razn? Para un elfo oscuro, quiz contest Cassius con franqueza. La sincera sonrisa de Drizzt desarm al portavoz y tranquiliz a los guardias aposta dos junto a l. No puedo ofrecer una razn para venir aqu, excepto mi deseo de venir aadi Drizzt . He re orrido un camino muy largo, portavoz Cassius. Estoy cansado y necesito reposo. M e han dicho que Diez Ciudades es el refugio de los renegados, y no dudo que un e lfo oscuro es un renegado entre los habitantes de la superficie. Pareca una respuesta lgica, y la sinceridad de Drizzt result evidente para el porta voz. Cassius apoy la barbilla en la palma de la mano y pens durante unos minutos. No tena miedo del drow, ni dudaba de sus palabras, pero no tena la intencin de perm itir el revuelo que provocara la presencia de un elfo oscuro en la ciudad. Bryn Shander no es el lugar para ti le comunic Cassius sin rodeos, y los ojos de Dr izzt se entornaron ante la injusticia. Sin preocuparse de la reaccin, Cassius seal hacia el norte . Ve a Bosque Solitario, en la orilla norte de Maer Dualdon dijo. De spus seal hacia el sudeste . O a Good Mead o a Dougan's Hole en el lago de Aguas Roji zas. Son ciudades ms pequeas, donde no provocars tanto alboroto y tendrs menos probl emas. Y cuando me rehusen la entrada, qu? pregunt Drizzt . Qu har entonces, justo portavoz? ar la muerte en la llanura desierta? No sabes si... Lo s lo interrumpi Drizzt . He jugado a este juego muchas veces. Quin dar la bienvenid un drow, aun cuando haya abandonado a su gente y sus costumbres y no desee otra cosa que paz? La voz de Drizzt era severa y no mostraba ninguna autocompasin, y una vez ms Cassi us comprendi que deca la verdad. En realidad, el portavoz se compadeca del drow. l tambin haba sido un renegado y haba tenido que venir hasta aqu, al lejano valle del Viento Helado, para encontrar un hogar. No haba nada ms all; el valle del Viento Helado era la ltima parada. Entonce

s se le ocurri otra solucin, algo que poda resolver el dilema sin que le remordiera la conciencia. Cunto tiempo llevas en la superficie? lo interrog Cassius, con un inters sincero. Siete aos contest Drizzt despus de pensar un momento, sin saber muy bien qu pretenda e portavoz. En las tierras del norte? S. Sin embargo no has encontrado un hogar, ningn pueblo que quisiera acogerte dijo Cas sius . Has sobrevivido a la hostilidad del invierno y, sin duda, a enemigos ms dire ctos. Sabes cmo usar las cimitarras que llevas al cinto? Soy un vigilante respondi Drizzt, tranquilo. Una profesin poco habitual para un drow seal Cassius. Soy un vigilante repiti Drizzt, con un tono un poco ms duro , bien entrenado en las co sas de la naturaleza y en el uso de mis armas. No lo dudo murmur Cassius. Hizo una pausa y aadi : Hay un lugar que ofrece refugio y ai slamiento. El portavoz gui la mirada de Drizzt hacia el norte, en direccin a las la deras rocosas de la cumbre de Kelvin . Ms all del valle de los enanos est la montaa exp lic Cassius , y todava ms lejos, la tundra. A Diez Ciudades le convendra tener un expl orador en la falda norte de la montaa. El peligro siempre parece venir de aquella direccin. He venido a buscar mi hogar exclam Drizzt , y me ofreces un agujero en un montn de roc as y una obligacin con aquellos a los que nada debo. No obstante, la sugerencia era una tentacin para su espritu aventurero. Prefieres que te diga que las cosas son diferentes? dijo Cassius . No permitir la pres encia de un drow vagabundo en Bryn Shander. Exigiras a un hombre demostrar su vala? Un hombre no carga con una reputacin tan terrible contest Cassius suavemente y en el acto . Si me mostrara magnnimo, si te diera la bienvenida confiando nicamente en tu palabra y abriera las puertas de par en par, entraras y encontraras un hogar? Los dos sabemos que no, drow. No todo el mundo en Bryn Shander sera tan generoso, te lo aseguro. Causaras una conmocin all donde fueras y, por mucho que quisieras evita rlo, acabaras obligado a luchar. Sera lo mismo en cualquiera de las otras ciudades aadi el portavoz, consciente de que sus palabras haban encontrado un eco en el drow . Te ofrezco un agujero en un montn de rocas, dentro de los lmites de Diez Ciudades , donde tus acciones, buenas o malas, se convertirn en tu reputacin ms all del color de tu piel. Te parece ahora tan desagradable mi oferta? Necesitar provisiones repuso Drizzt, aceptando la verdad en las palabras de Cassius . Qu har con mi caballo? No creo que las laderas de una montaa sean el mejor lugar pa ra la bestia. Vndelo ofreci Cassius . Mis guardias te conseguirn un precio justo y te traern las prov siones que necesites. El portavoz se march, convencido de que haba actuado con inteligencia. No slo haba e vitado el problema inmediato, sino que adems haba convencido a Drizzt para que vig ilara las fronteras, en un lugar donde Bruenor Battlehammer y su clan de enanos se encargaran de que el drow no provocara dificultades. Roddy McGristle detuvo la carreta en una pequea aldea que se alzaba a la sombra d el extremo oeste de la cordillera. No tardaran en comenzar las nevadas, y el caza dor de recompensas no quera verse atrapado a medio camino del valle. Pasara el inv ierno con los campesinos. Nadie poda salir del valle sin pasar por la aldea. Si e l drow estaba all, tal como haban dicho los frailes, ya no tena otro lugar adonde e scapar. Drizzt se alej de los portones aquella misma noche; prefera viajar en medio de la oscuridad, a pesar del fro. La marcha en lnea recta a la montaa lo llev por el borde oriental de la hondonada que los enanos haban reclamado como su hogar. Drizzt pu so mucha atencin para evitar a cualquier centinela apostado por la gente barbuda. Slo se haba encontrado una vez con los enanos, cuando pas por la ciudadela de Adba r en una de sus primeras salidas del huerto de Mooshie, y no haba sido una experi encia agradable. Las patrullas de los enanos lo haban perseguido sin esperar expl icaciones, y durante varios das. Pese a lo que le dictaba la prudencia, Drizzt no pudo resistir la tentacin al lle

gar a un montculo con escalones cortados a golpes de pico. Slo haba recorrido la mi tad del camino, y le quedaban muchas horas de marcha, pero comenz a subir los pel daos, entusiasmado por el espectculo de las luces de las ciudades a su alrededor. Aunque la cuesta no era muy alta unos quince o diecisis metros , su ubicacin en medio de la llanura y la noche clara le permitieron ver cinco ciudades: dos en las ri beras del lago ms oriental; dos en el oeste, sobre el lago mayor; y Bryn Shander, en su colina, unos pocos kilmetros hacia el sur. Drizzt no se dio cuenta del paso del tiempo porque el panorama despertaba en l un sinnmero de fantasas y esperanzas. Llevaba menos de un da en Diez Ciudades y ya se senta a gusto, contento de saber que miles de personas tendran noticias de sus ac tos y quiz llegaran a aceptarlo. Una voz que rezongaba arranc a Drizzt de sus ensoaciones. Adopt una posicin defensiv a y se ocult detrs de una roca. La retahla de quejas sealaba con precisin la ubicacin del recin llegado. Tena los hombros anchos y era unos treinta centmetros ms bajo que Drizzt, aunque mucho ms fornido. El drow comprendi que se trataba de un enano inc luso antes de que la figura se detuviera a ajustarse el casco... con el sencillo procedimiento de golpear la cabeza contra la roca. Condenado cacharro murmur el enano ajustando el casco una segunda vez. Drizzt sinti curiosidad, pero era lo bastante listo para comprender que un enano malhumorado no recibira con los brazos abiertos a un drow en mitad de la noche. M ientras el enano continuaba con sus problemas, el elfo se escabull con pasos rpido s y silenciosos por un lado del sendero. Pas junto al enano y se alej sin hacer ms ruido que la sombra de una nube. Eh? murmur el enano cuando por fin qued satisfecho con el ajuste . Quin es? Dnde est Comenz a saltar de aqu para all, mirando en todas direcciones. Slo haba oscuridad, piedras y viento.

23 Un recuerdo vuelve a la vida La primera nevada de la estacin cay lentamente sobre el valle del Viento Helado; l os grandes copos flotaban en una danza zigzagueante, muy distinta de las fuertes ventiscas habituales de la regin. La joven Catti-brie contemplaba con gran delei te cmo caa la nieve desde la entrada de la caverna que era su hogar; los reflejos del blanco manto del suelo realzaban el tono azul oscuro de sus ojos. Tarda en venir, pero es muy duro cuando llega gru Bruenor Battlehammer, un enano de barba roja, cuando se reuni con Catti-brie, su hija adoptiva . Seguro que tendremos otro invierno muy duro, como siempre en este valle. Oh, pap! exclam Catti-brie, severa . Deja ya de quejarte! Es precioso ver cmo cae la , y no molesta porque no la acompaa el viento! Humanos! protest el enano burln, todava a espaldas de la muchacha. Catti-brie no poda verle la expresin, tierna a pesar de las protestas, pero no le haca falta. Saba que Bruenor era un cascarrabias y grun incorregible. De pronto la muchacha se volvi hacia el enano, y sus largos rizos castaos rojizos flotaron por delante de su rostro. Puedo salir a jugar? pregunt con una sonrisa de entusiasmo . S, por favor, pap! Salir! grit Bruenor, que intent mostrar un aspecto feroz . Nadie sino un loco espera la llegada del invierno en este valle para salir a jugar! Muestra un poco de sentido comn, muchacha! Te congelars! Bien dicho para un enano! replic Catti-brie, dispuesta a no dar el brazo a torcer, p ara horror de Bruenor . Ests hecho para vivir en un agujero y, cuanto menos ves el c ielo, ms sonres! Pero me espera un invierno muy largo, y sta puede ser la ltima ocas in de ver el cielo. Por favor, pap. Bruenor no pudo resistir el encanto de su hija y abandon la expresin severa, pero tampoco quera verla fuera de la caverna. Tengo miedo de que algo ronde por ah fuera explic con su mejor tono de autoridad . Lo present hace unas noches cuando suba la ladera, aunque no lo he visto. Quiz se trat e de un len blanco o de un oso. Lo mejor... El enano no acab la frase porque la expresin desilusionada de Catti-brie acab con l as reticencias. La muchacha no era ninguna novata en los peligros de la regin. Viva desde haca ms de

siete aos con Bruenor y el clan de enanos. Una banda de goblins haba matado a los padres de Catti-brie cuando era muy pequea, y, aunque era humana, Bruenor la haba criado como si fuera su autntica hija. Eres muy tozuda, muchacha! dijo Bruenor en respuesta al evidente desconsuelo de Cat ti-brie . De acuerdo, puedes salir a jugar, pero no vayas demasiado lejos! No pierda s de vista las cavernas, jovencita, y recuerda llevar una espada y un cuerno al cinto! Catti-brie abraz a Bruenor y le dio un beso hmedo en la mejilla. El enano se apres ur a secarse el rostro, y protest a espaldas de la muchacha, que ya corra por el tne l. Bruenor era el lder del clan, duro como el mineral que excavaban. Pero cada ve z que Catti-brie le daba un beso en la mejilla, el enano reconoca que lo haban ven cido. Humanos! gru otra vez, y se encamin hacia el pozo de la mina, dispuesto a machacar una buena cantidad de mineral de hierro para recordarse a s mismo su dureza. A la muchacha le result muy fcil encontrar una excusa a su desobediencia cuando mi r a travs del valle desde las primeras estribaciones de la cumbre de Kelvin, a cas i cinco kilmetros de la puerta de Bruenor. El enano le haba dicho que no perdiera de vista las cuevas, y all estaban, o al menos se poda apreciar la gran llanura qu e las rodeaba. Pero Catti-brie, que se deslizaba sentada por la pendiente cubierta de nieve, no tard en descubrir que haba hecho mal en no atender a las recomendaciones de su pa dre. Haba llegado al final del recorrido, y se frotaba las manos enrgicamente para librarse del fro, cuando oy un gruido ronco y amenazador. Len blanco susurr Catti-brie, al recordar las sospechas de Bruenor. Cuando mir hacia atrs, vio que su padre no haba acertado del todo. Desde luego se t rataba de un gran felino encaramado en un peasco, pero era negro, no blanco, y se trataba de una pantera enorme, no de un len. Desafiante, Catti-brie empu el cuchil lo. No te acerques, gato! dijo, slo con un muy leve temblor en la voz, porque saba que el miedo invita al ataque de los animales salvajes. Guenhwyvar aplast las orejas y se dej caer de panza; despus solt un largo y estruend oso rugido que reson por todo el valle. Catti-brie no poda responder al poder de aquel rugido, y a los largos y afilados dientes que mostr la pantera. Busc con la mirada alguna va de escape aunque saba que no podra ponerse fuera del alcance del primer salto de la fiera. Guenhwyvar! llam una voz desde las alturas. Catti-brie mir la extensin blanca y vio un a figura esbelta cubierta con una capa que avanzaba con mucho cuidado hacia ella . Guenhwyvar! repiti el desconocido . Ven aqu! La pantera solt un fuerte gruido de protesta, y se alej, saltando sobre los peascos cubiertos de nieve y por encima de los pequeos repechos como si corriera sobre un terreno llano. A pesar del miedo, Catti-brie contempl la marcha de la pantera con gran admiracin. Siempre haba querido a los animales y a menudo los observaba, pero nunca haba vis to un movimiento de msculos tan majestuoso. Cuando dej de mirar a la pantera, advi rti que el desconocido se encontraba detrs de ella. Se volvi, cuchillo en mano. Ent onces dej caer el arma y se le cort la respiracin al verse delante de un drow. Tambin Drizzt se qued boquiabierto por el encuentro. Quera asegurarse de que la muc hacha se encontraba bien, pero al mirar a Catti-brie olvid la intencin, sobrecogid o por los recuerdos. El elfo observ que tena ms o menos la misma edad que el nio rubio de la granja, y es to lo llev inevitablemente a revivir el trgico episodio de Maldobar. Despus, al mir ar con ms atencin los ojos de Catti-brie, sus pensamientos se volvieron hacia tiem pos todava ms lejanos, a los das en que formaba parte de las patrullas de su gente. Los ojos de Catti-brie tenan la misma alegra y el brillo inocente que Drizzt haba visto en los ojos de la nia elfo, una nia a la que haba salvado de morir a manos de sus compaeros. El recuerdo estremeci a Drizzt, lo hizo retroceder al prado cubier to de sangre en el bosque de los elfos, donde su hermano y los dems drows haban as esinado brutalmente a todos los participantes de una fiesta. En el frenes del com bate, Drizzt haba estado a punto de matar a la nia elfa, haba estado a punto de seg uir el mismo camino oscuro que sus iguales seguan entusiasmadas.

Drizzt se libr de estos recuerdos terribles y se dijo a s mismo que sta era otra nia de otra raza diferente. Se dispuso a saludarla, pero la muchacha haba desapareci do. La palabra maldita, drizzit, apareci varias veces en los pensamientos del drow mien tras se encaminaba de regreso a la cueva, en la cara norte de la montaa donde haba instalado su hogar. Aquella misma noche, el invierno comenz con toda su fuerza. El viento helado del este sopl desde el glaciar Reghed y trajo consigo la nieve. Catti-brie contempl la nevada con mirada ausente, convencida de que pasaran muchas semanas antes de que pudiera regresar a la cumbre de Kelvin. No le haba menciona do a Bruenor ni a ninguno de los otros enanos la presencia del drow, por miedo a l castigo y a que Bruenor pudiera expulsar al elfo oscuro del valle. Mientras mi raba cmo se acumulaba la nieve, dese haber sido ms valiente, haberse quedado a habl ar con el extrao elfo. Cada aullido del viento aumentaba sus deseos, y la muchach a se pregunt si no habra dejado pasar su nica oportunidad. Voy a Bryn Shander anunci Bruenor una maana, dos meses ms tarde. El valle del Viento Helado disfrutaba de una inesperada racha de buen tiempo en el largo invierno de siete meses, un enero de una bonanza muy poco habitual. El enano mir a su hija c on aire de sospecha durante un buen rato . Tienes la intencin de salir? le pregunt. Tal vez respondi Catti-brie . Las cuevas me agobian y el viento no parece muy fro. Le dir a un par de enanos que te acompaen ofreci Bruenor. Estn demasiado ocupados con el arreglo de las puertas de sus casas! replic la muchach a, en un tono demasiado brusco. Catti-brie pensaba que sta era una ocasin perfecta para buscar al drow, y no quera perderla . No los molestes con algo tan tonto como cuidar de una nia! Cada da eres ms terca y respondona! afirm Bruenor, con una mirada suspicaz. Lo aprend de mi padre dijo Catti-brie con un guio que evit nuevas protestas. De acuerdo, cudate manifest Bruenor , y no... ... pierdas de vista las cavernas acab Catti-brie por l. Bruenor dio media vuelta y sali de la cueva, sin dejar de rezongar y maldiciendo el da que haba tomado a una humana por hija. La muchacha ri ante el enojo simulado. Una vez ms fue Guenhwyvar la que encontr primero a la muchacha. Catti-brie se haba marchado sin perder un segundo hacia la montaa, y avanzaba por los senderos ms al oeste cuando vio a la pantera negra ms arriba, que la vigilaba desde un espoln. Guenhwyvar llam la nia, recordando el nombre que haba empleado el drow. La pantera gr u y baj de un salto, para acercarse . Guenhwyvar? repiti, menos segura, cuando vio a la antera mucho ms cerca. Guenhwyvar levant las orejas ante la segunda mencin de su no mbre, relaj los msculos. Catti-brie avanz cautelosa, un paso a la vez . Dnde est el elf oscuro, Guenhwyvar? pregunt en voz baja . Puedes llevarme a donde est l? Y por qu quieres ir a verlo? inquiri una voz. Catti-brie se qued inmvil, al recordar la voz suave y meldica, y se volvi poco a poc o para mirar al drow. Slo estaba a tres pasos de distancia, y la mirada de los oj os lila busc la suya tan pronto como se enfrentaron. La muchacha no saba qu decir, y l, absorto otra vez en sus recuerdos, no dijo nada y esper, sin dejar de mirarla . T eres un drow? pregunt Catti-brie cuando el silencio se hizo insoportable. En el mismo momento de pronunciar las palabras se reproch a s misma el haber hecho una pregunta tan estpida. Lo soy respondi Drizzt . Qu significa para ti? He escuchado decir que los drows son malvados, pero t no lo pareces dijo Catti-brie , un tanto desconcertada por la extraa respuesta. Entonces has corrido un gran riesgo al venir hasta aqu sola coment Drizzt . Pero no te mas se apresur a aadir al ver la sbita inquietud de la muchacha , porque no soy un mal vado y no te har ningn dao. Despus de muchos meses de soledad en su cueva, Drizzt no quera que el encuentro ac abara tan pronto. Me llamo Catti-brie se present la muchacha, dispuesta a creer en la palabra del elf o oscuro . Mi padre es Bruenor, rey del clan Battlehammer. Drizzt torci la cabeza ll eno de curiosidad . Los enanos explic Catti-brie, sealando hacia el valle. Comprendi e l desconcierto de Drizzt en cuanto pronunci las palabras . No es mi padre verdadero

. Bruenor me recogi cuando yo no era ms que un beb, porque a mis padres los... No pudo acabar la frase pero no hizo falta. Drizzt entendi perfectamente su expre sin de dolor. Mi nombre es Drizzt Do'Urden manifest el drow . Encantado de conocerte, Catti-brie, h ija de Bruenor. Es bueno tener alguien con quien poder hablar. Durante todas est as semanas de invierno, slo he tenido la compaa de Guenhwyvar, cuando la pantera es t por aqu, y mi amiga no dice mucho, desde luego. Catti-brie mostr una sonrisa de oreja a oreja. Ech una mirada por encima del hombr o a la pantera, que descansaba tendida en el sendero. Es una pantera muy hermosa opin Catti-brie, y Drizzt no dud de la sinceridad de sus palabras, o de la admiracin en su mirada. Ven aqu, Guenhwyvar la llam Drizzt. La pantera se desperez y se levant sin prisas. Despus camin hasta situarse junto a C atti-brie, y Drizzt asinti al deseo obvio aunque no expresado de la muchacha. Al principio con un poco de desconfianza, y luego con firmeza, Catti-brie acaric i la suave piel de la pantera, y sinti el poder y la perfeccin de la bestia. Guenhw yvar acept las caricias sin protestar, e incluso empuj a Catti-brie pidindole ms mim os cuando ella se detuvo un momento. Has venido sola? pregunt Drizzt. Mi pap dice que no debo perder de vista las cuevas repuso la muchacha con una carca jada . Desde aqu se ven muy bien, no crees? Drizzt mir hacia el valle, a la lejana pared de piedra que se alzaba a varios kilm etros de distancia. A tu padre no le gustar. Esta tierra no es muy pacfica. Llevo en la montaa slo dos me ses, y ya he tenido que luchar en dos ocasiones contra una bestia peluda blanca que no conozco. Yetis de la tundra explic Catti-brie . T debes de vivir en la cara norte. Los yetis no vienen a este lado de la montaa. Cmo lo sabes? replic Drizzt, sarcstico. Nunca he visto a ninguno declar Catti-brie , pero no los temo. Vine a buscarte y te h e encontrado. As es. Y ahora qu? inquiri el drow. Catti-brie encogi los hombros y volvi a acariciar Guenhwyvar . Ven aadi Drizzt . Busquemos un lugar ms cmodo donde poder hablar. El respla dor de la nieve me hace dao en los ojos. Ests habituado a los tneles oscuros? lo interrog Catti-brie, ansiosa por escuchar rela tos de las tierras ms all de la frontera de Diez Ciudades, el nico lugar que conoca. Drizzt y la muchacha pasaron un maravilloso da juntos. El drow le habl de Menzober ranzan, y Catti-brie le relat historias del valle del Viento Helado y de su vida con los enanos. Drizzt tena mucho inters en saber cosas de Bruenor y su gente, a l a vista de que los enanos eran sus ms cercanos, y ms temidos, vecinos. Bruenor habla con la aspereza de las piedras, pero yo lo conozco muy bien le asegu r Catti-brie al drow . Es muy bueno, y tambin lo son todos los dems. Drizzt se alegr al escuchar sus palabras, y tambin lo alegr este encuentro, tanto p or lo que significaba tener un amigo como porque disfrutaba con la compaa de una m uchacha tan vivaz. La energa y las ganas de vivir de Catti-brie eran admirables. En su presencia, el drow se olvidaba de los episodios trgicos y se complaca de hab er salvado la vida de la nia elfa. La cantarina voz de Catti-brie y la manera des preocupada en que mova los cabellos sobre los hombros lo aliviaba del peso de la culpa con la misma facilidad con que un gigante arroja un guijarro. Podran haber continuado con las historias durante das y semanas, pero cuando Drizz t observ que el sol se acercaba al horizonte, comprendi que haba llegado el momento de que la muchacha regresara a su casa. Te acompao ofreci el drow. No dijo Catti-brie . No es prudente. Bruenor no lo entendera y me vera metida en un bu en lo. No te preocupes, volver! Conozco estos senderos mucho mejor que t, Drizzt Do'U rden, y no podras seguirme, aunque lo intentases! Drizzt se ri ante el desafo pero casi la crey. Se pusieron en marcha de inmediato e n direccin a la estribacin sur, donde se dijeron adis y prometieron volver a encont rarse en cuanto se produjera otra mejora en el tiempo, o, de no ser as, en primav era.

La muchacha caminaba sobre nubes cuando entr en las cavernas de los enanos, pero le bast ver la agria cara de su padre para perder la alegra. Bruenor haba ido aquel la maana a Bryn Shander para tratar unos asuntos con Cassius. El enano no se haba sentido muy feliz cuando le informaron que un elfo oscuro haba instalado su hogar muy cerca del suyo, aunque supona que a la muchacha siempre tan curiosa le parecera fantstico. No te acerques nunca ms a la montaa le advirti Bruenor en cuanto la vio llegar. Pero pap... intent protestar Catti-brie. Nada de pero! exclam el enano . No volvers a pisar la montaa sin mi permiso. Me ha dich Cassius que hay un elfo oscuro. Promteme que no irs! Catti-brie asinti desconsolada, y sigui a Bruenor, consciente de que le costara muc ho hacer cambiar de opinin a su padre, pero tambin segura de que Bruenor estaba mu y equivocado respecto al drow. Lleg otra racha de buen tiempo al cabo de un mes, y Catti-brie mantuvo su promesa . No puso un pie en la cumbre de Kelvin, sino que recorri los senderos del valle al pie de la cumbre, llamando a gritos a Drizzt y a Guenhwyvar. El drow y la pan tera, que llevaban ya rato en la zona, no tardaron en reunirse con ella. Esta ve z instalados en el fondo del valle compartieron ms historias y la merienda que ha ba llevado la muchacha. Cuando Catti-brie regres a las cuevas con la puesta de sol, Bruenor, que sospecha ba de ella, le pregunt si haba mantenido la palabra dada. El enano siempre haba con fiado en su hija, pero la respuesta afirmativa no disminuy sus sospechas. 24 Revelaciones Bruenor deambul por las estribaciones inferiores de la cumbre de Kelvin durante b uena parte de la maana. La nieve se haba derretido como un anuncio de la primavera , pero todava quedaban parches que dificultaban la marcha por los senderos. Con e l hacha en una mano y en la otra el escudo con el blasn de la jarra espumante del clan Battlehammer, Bruenor caminaba, sin dejar de maldecir cada charco, cada pi edra, y a los elfos oscuros en general. Rode el extremo noroeste de la montaa, con la nariz roja por el viento fro y casi s in aliento. Hora de descansar murmur el enano al ver un nicho de piedra protegido del viento po r paredes muy altas. Bruenor no haba sido el nico en descubrir el cmodo refugio. Cuando le faltaba muy p oco para alcanzar la abertura de tres metros de ancho en la pared de piedra, un sbito batir de alas correosas hizo aparecer ante sus ojos una enorme cabeza de in secto. El enano retrocedi, sorprendido y alerta. Haba reconocido a la bestia como un remorhaz, un gusano polar, y no pensaba luchar contra l. El remorhaz sali de cubculo y se lanz a la persecucin; el cuerpo cilndrico de doce me tros de largo se ondulaba sobre el terreno como una cinta de hielo azul. Los res plandecientes ojos polifacticos no perdan de vista al enano. Las pequeas alas corre osas mantenan alzada y echada hacia atrs la cabeza para atacar a la primera ocasin, mientras docenas de patas propulsaban el resto del cuerpo. Bruenor not el aumento de temperatura a medida que el dorso de la criatura se cal entaba, primero a un marrn rojizo, y despus al rojo vivo. Al menos me calentar del fro ri el enano. Comprendiendo que no poda alejarse de la bes tia, se detuvo y levant el hacha en un gesto amenazador. Sin perder un segundo, el remorhaz lanz el ataque. La enorme boca, capaz de engul lir al enano de un bocado, baj como una flecha. Bruenor salt a un lado e inclin el escudo y el cuerpo para evitar que las mandbulas le aprisionaran las piernas, al tiempo que descargaba el hacha entre los cuerno s del gusano polar. Las alas batieron con un ritmo feroz para levantar la cabeza otra vez hacia atrs. El remorhaz, apenas tocado, se dispuso para un segundo ataque, pero Bruenor se le anticip. Cogi el hacha con la mano del escudo y, desenvainando con la otra una daga de hoja larga, se lanz hacia delante, directamente entre el primer par de pa tas del monstruo.

La enorme cabeza baj en picado sin encontrar la presa, porque Bruenor ya se haba c olocado debajo del vientre, el punto ms vulnerable de la bestia. Has adivinado lo que voy a hacer? exclam el enano en tono de burla, clavando la daga entre las escamas. Bruenor era demasiado duro y estaba muy bien protegido como para sufrir las cons ecuencias de las sacudidas del gusano, pero entonces la bestia rod sobre s misma, con la intencin de quemarlo vivo con el lomo ardiente. No, no intentes pasarte de listo conmigo, condenado bicho-dragn-gusano-pjaro! chill Br uenor, que se apart rpidamente para alejarse del calor. Se situ a un costado y empuj con todas sus fuerzas hasta tumbar al remorhaz. La nieve se fundi en una nube de vapor al entrar en contacto con el lomo al rojo. Bruenor se abri paso entre las patas, que se movan como aspas de molino, para alc anzar la parte vulnerable. Despus comenz a descargar hachazos hasta conseguir abri r una ancha y profunda herida. El remorhaz enrosc y estir el cuerpo como un resorte, y en una de las sacudidas la nz a Bruenor por los aires. El enano se puso de pie en cuanto toc el suelo, pero n o fue lo bastante rpido, y el gusano avanz hacia l. El lomo ardiente toc el muslo de Bruenor cuando ste intentaba alejarse, y el enano vio cmo sala humo de las polaina s de cuero. Entonces se enfrentaron otra vez, con mucho ms respeto. La boca atac. Con un golpe rpido, el hacha de Bruenor le parti un diente y desvi la trayectoria. Sin embargo, la pierna herida cedi con el golpe, y el enano no pudo apartarse. Uno de los cuernos enganch a Bruenor por la axila y lo arroj muy lejos. El enano cay en medio de un pequeo campo de piedras; se recuper al instante y estre ll adrede la cabeza contra un peasco para ajustar el casco y librarse del mareo. El remorhaz no cedi a pesar de la sangre que perda al moverse. La enorme boca se a bri una vez ms, y Bruenor, sin perder ni un instante, le arroj una piedra al interi or. Guenhwyvar alert a Drizzt de que haba problemas en la estribacin del noroeste. El d row nunca haba visto a un gusano polar, pero en cuanto avist a los combatientes de sde un risco, comprendi que el enano llevaba la peor parte. Desenvain las cimitarr as, sin dejar de lamentarse por haber dejado el arco en la cueva, y sigui a la pa ntera en el descenso todo lo rpido que permitan los resbaladizos senderos. Vamos, atrvete! desafi el enano al remorhaz. El monstruo no vacil. Bruenor se afirm sobre los pies, dispuesto a resistir todo lo posible antes de co nvertirse en comida de gusano. La enorme cabeza se acerc, pero entonces el remorhaz oy un rugido detrs, vacil y des vi la mirada. Un movimiento estpido! grit el enano, exultante, y descarg un hachazo contra la mandbu a inferior del monstruo, con tanta fuerza y acierto que la parti entre los dos gr andes incisivos. El remorhaz solt un chillido de dolor, y las alas batieron desesperadas, en un in tento por alejar la cabeza del alcance del enano. ste repiti los golpes, que abrie ron grandes heridas en el morro al tiempo que obligaba a la bestia a bajar la ca beza. Creas que ya me tenas, eh? se burl Bruenor. Tendi la mano del escudo y sujet uno de los cuernos cuando el remorhaz comenzaba a levantar la cabeza. Con un violento tirn, torci sta en un ngulo vulnerable y hundi e l hacha en el crneo de la bestia. La criatura se enroll y estir en una ltima sacudida y despus permaneci inmvil, con el lomo todava al rojo vivo. Un segundo rugido de Guenhwyvar hizo que el enano desviara del cadver del monstru o su orgullosa mirada. Bruenor, herido y vacilante, vio a Drizzt y a la pantera, que se acercaban a la carrera, el drow con las armas en la mano. Vamos! les grit Bruenor, que malinterpret la carga. En un gesto de desafo, golpe el ha ha contra el escudo . Acrcate y probars el filo de mi acero! Drizzt se detuvo en el acto y le orden a Guenhwyvar que hiciera lo mismo. La pant era no le hizo caso y avanz con las orejas pegadas al crneo. Vete, Guenhwyvar! orden Drizzt.

La pantera solt un ltimo gruido de indignacin y se alej. Satisfecho con la marcha del felino, Bruenor dirigi la mirada a Drizzt, que se en contraba junto a la cola del gusano polar muerto. T y yo, entonces? exclam el enano . Tienes agallas para enfrentarte al hacha, drow, o p efieres a las nias pequeas? La obvia referencia a Catti-brie hizo aparecer una llam a de furia en los ojos de Drizzt, que apret con fuerza las empuaduras de las cimit arras. Bruenor balance el hacha . Vamos lo provoc . Acaso no te atreves a jugar un poco con un enano? Drizzt deseaba gritar tan fuerte como para que todo el mundo pudiera orlo. Quera s altar por encima del monstruo muerto y golpear al enano, negar las palabras con una fuerza despiadada y brutal, pero no poda. No poda negar a Mielikki y no poda tr aicionar a Mooshie. Una vez ms tena que controlar la rabia, soportar los insultos con estoicismo, consciente de que l y la diosa conocan la verdad de lo que haba en su corazn. Guard las cimitarras y se alej, en compaa de Guenhwyvar. Bruenor observ la marcha de la pareja sin ocultar su curiosidad. Primero tom al dr ow por un cobarde, pero luego, al desaparecer la excitacin del combate, el enano se pregunt por las intenciones del drow. Haba acudido dispuesto a rematar a los com batientes? O acaso tena el propsito de ayudarlo? No murmur el enano, rechazando esta ltima posibilidad . No es el proceder de un elfo os curo! La caminata de regreso fue muy larga para el enano cojo, y le dio tiempo de sobr a para reflexionar sobre los hechos ocurridos en la estribacin del noroeste. Cuan do por fin lleg a las minas, era de noche; lo esperaban Catti-brie y varios enano s, preparados ya para salir en su bsqueda. Ests herido coment uno de los enanos. De inmediato, Catti-brie imagin una pelea entre Drizzt y su padre. Un gusano polar respondi Bruenor, sin darle mucha importancia . Acab con la bestia, au nque en el esfuerzo me chamusc el muslo. Los dems asintieron, admirados por la capacidad combativa de su lder un gusano pola r no era una presa fcil , y Catti-brie suspir ms tranquila. Vi al drow! le gru Bruenor, al sospechar la causa del suspiro. El enano segua confuso respecto al encuentro con el elfo oscuro, y tampoco tena mu y claro dnde encajaba Catti-brie. Acaso la nia se haba encontrado con el drow? Lo vi! aadi, esta vez para los dems enanos . Vi al drow y al gato ms negro y ms gran haya visto en toda mi vida! Se lanz sobre m, en el momento en que tumb al gusano. Drizzt no sera capaz! Catti-brie interrumpi a su padre antes de que l pudiera embarcar se en otro relato interminable. Drizzt? pregunt Bruenor, y la muchacha le dio la espalda, al comprender que haba desc ubierto su mentira. De todos modos, el enano lo dej pasar . Digo que lo hizo! prosigu i . Se lanz sobre m con las armas en las manos! Pero los hice huir l y al gato! Podramos perseguirlo propuso uno de los presentes , echarlo de la montaa. Los dems asintieron con murmullos y movimientos de cabeza, pero Bruenor, dudando todava de las verdaderas intenciones del drow, se opuso. La montaa es suya afirm Bruenor . Se la dio Cassius, y no nos interesa tener problemas con Bryn Shander. Mientras el drow se quede donde est y no se meta con nosotros, lo dejaremos en paz. Pero aadi con la mirada puesta en Catti-brie , t no volvers a hab ar, ni a acercarte a l nunca ms! Pero... protest Catti-brie. Nunca ms! rugi Bruenor . Quiero que me des tu palabra, o por Moradin que le cortar la eza al elfo oscuro! Catti-brie vacil, sin saber cmo salir del atolladero . Tu palabra! Te lo prometo murmur la muchacha, y ech a correr hacia el interior de la cueva. Cassius, portavoz de Bryn Shander, me envi aqu explic el rudo hombretn . Dijo que si ha alguien que sabe dnde est el drow se eres t. Bruenor ech una ojeada a los numerosos enanos presentes en la sala de audiencias; ninguno pareca muy impresionado con el grosero forastero. Bruenor apoy la barbill a en la palma de la mano y bostez con fuerza, dispuesto a no intervenir en este c onflicto. Habra podido engaar al hombre sucio y a su perro maloliente y conseguir que se marcharan, pero Catti-brie, sentada junto al padre, se movi inquieta. Cassius dijo que has debido ver al drow, porque es tu vecino aadi Roddy McGristle, qu e no haba pasado por alto el movimiento de la muchacha.

Si lo ha visto alguno de los mos contest Bruenor, sin hacerle mucho caso , no me lo ha dicho. Si tu drow ronda por aqu, no se ha metido con nosotros. Catti-brie dirigi una mirada de curiosidad a su padre y respir ms tranquila. No se ha metido con vosotros? murmur Roddy, con un brillo de astucia en la mirada . se nunca molesta a nadie. Poco a poco, el montas ech hacia atrs la capucha, para mostrar las cicatrices . No se mete con nadie hasta que de pronto te encuentras as! El drow hizo eso? pregunt Bruenor, sin dejarse impresionar . Buenas cicatrices, mejor que muchas que he visto por all. Mat a mi perro! gru Roddy. A m no me parece muerto respondi Bruenor, provocando las carcajadas de todos los pre sentes. Mi otro perro! grit Roddy, al comprenderla actitud del enano . No le interesan mis pro blemas, y no me quejo. Pero no es por m que lo persigo, ni tampoco por el precio puesto a su cabeza. Alguna vez has odo hablar de Maldobar? Bruenor encogi los hombro s . Un lugar bonito y tranquilo. Todos campesinos. Una familia, los Thistledown, v ivan en las afueras del pueblo; tres generaciones en la misma casa, como correspo nde a las familias decentes. Bartholemew Thistledown era un buen hombre, te lo j uro, como lo fue el padre, y los hijos, cuatro varones y una muchacha... muy par ecida a la suya... alta, fuerte, con el espritu alegre y dispuesta a disfrutar de la vida. Bruenor comenz a sospechar el final de la historia, y, por la inquietud que demos traba Catti-brie, pens que la muchacha tambin lo saba. Buena familia murmur Roddy, con una falsa expresin nostlgica . Nueve en la casa. De pro to el hombre endureci el gesto y mir furioso a Bruenor . Nueve muertos en la casa dec lar . Descuartizados por tu drow, y uno devorado por la maldita pantera. Catti-brie intent responder, pero sus palabras sonaron como un grito confuso. Bru enor se alegr de que as fuera, porque, de haberse podido entender las palabras, el montas habra recibido una informacin que el enano no quera darle. Puso un brazo sobr e los hombros de la muchacha. Has venido a contarnos una historia muy desagradable dijo sin perder la calma . Has a sustado a mi hija, y no me gusta que la asusten! Te pido perdn contest Roddy con una reverencia , pero debes saber el peligro que ronda tu puerta. El drow es un ser perverso y tambin lo es la pantera! No quiero que se repita la tragedia de Maldobar. Y no la vers en ninguna de mis salas le asegur Bruenor . No somos unos vulgares campes inos. El drow no nos molestar ms de lo que t nos has molestado. Roddy no se sorprendi de que Bruenor no estuviese dispuesto a ayudarlo, porque sa ba muy bien que el enano, o al menos la muchacha, tena ms informacin sobre el parade ro del drow de lo que haban admitido. Si no es por m, entonces hazlo por Bartholemew Thistledown. Te lo ruego, enano. Di me dnde puedo encontrar al demonio negro. O, si no lo sabes, prstame algunos solda dos para que me ayuden a buscarlo. Mi gente est muy ocupada con la fundicin contest Bruenor . No puedo enviar a nadie a pe rseguir a los enemigos de algn otro. A Bruenor no le interesaba en lo ms mnimo el pleito que Roddy poda tener con el dro w, pero la historia del montas haba confirmado la opinin de que el elfo oscuro era m ala compaa, en especial para la muchacha. Incluso podra haber colaborado con Roddy, no por razones morales sino para librarse a la vez del cazarrecompensas y del d row, de no haber sido por la obvia preocupacin de Catti-brie. Roddy hizo un esfuerzo intil por disimular el enfado, y pens en alguna otra manera de conseguir sus propsitos. Adonde iras t si tuvieras que huir, rey Bruenor? pregunt . Cassius dijo que conoces las montaas mejor que nadie. Adonde debera buscar? El valle es muy grande respondi Bruenor, sin comprometerse. Cada vez le resultaba ms divertido ver el enfado del grosero personaje . Montaas muy altas. Montones de agu jeros. Dicho esto permaneci en silencio durante un buen rato, moviendo la cabeza. Es que ests de parte del drow? chill Roddy, incapaz ya de controlarse . Te llamas a ti mismo rey, pero... Bruenor salt de su trono de piedra, y Roddy dio un paso atrs, al tiempo que coloca

ba una mano sobre el mango del hacha. Slo he escuchado la palabra de un renegado contra otro replic Bruenor . Y, a mi juicio, una es tan buena... o mala como la otra! No para los Thistledown! grit Roddy. El sabueso, al ver la furia de su amo, ense los d ientes y gru amenazador. Bruenor mir curioso a la extraa bestia amarilla. Era casi l a hora de la cena y las discusiones siempre aumentaban su apetito. Qu tal un buen plato de perro amarillo? . No tienes nada ms que ofrecerme? insisti Roddy. Un puntapi de mi bota gru Bruenor. Varios soldados bien armados se acercaron para evi tar que el irascible humano cometiera alguna tontera . Podra invitarte a cenar aadi el enano , pero hueles demasiado mal, y no pareces de los que estn dispuestos a tomar un bao. Roddy tir de la correa del perro y se march hecho una furia. Sus taconazos y los p ortazos que daba cada vez que cruzaba una puerta resonaban en la sala de audienc ias. A una seal de Bruenor, cuatro soldados siguieron al montas para asegurarse de que no se produjera ningn incidente. En la sala, los presentes celebraron con gri tos y carcajadas la forma en que su rey haba tratado al humano. Bruenor advirti que Catti-brie no se sumaba a la diversin, y pens que conoca el moti vo. El relato de Roddy, verdico o no, haba sembrado la duda en la muchacha. Ahora ya lo sabes le dijo Bruenor en tono spero, dispuesto a sacar ventaja en la di scusin pendiente . El drow es un asesino prfugo! A ver si por fin tomas mis advertenci as al pie de la letra! Los labios de Catti-brie desaparecieron en un gesto de amargura. Drizzt no le ha ba contado muchas cosas de su vida en la superficie, pero no poda creer que su ami go fuese un asesino. Tampoco poda negar lo obvio: Drizzt era un elfo oscuro, y pa ra su padre, al menos, esto era suficiente para legitimar el relato de McGristle . Me escuchas, muchacha? gru Bruenor. Tienes que reunidos a todos! exclam Catti-brie de pronto . Al drow, a Cassius y al hor rible Roddy McGristle. Tienes que... No es asunto mo! rugi Bruenor, poco dispuesto a escuchar. Las lgrimas asomaron a los ojos de Catti-brie al ver la sbita clera del padre. Crey que el mundo se haba vuelto del revs. Drizzt estaba en peligro y ahora su padre, a l que tanto quera y admiraba, haca odos sordos a la llamada de la justicia. En aquel terrible momento, Catti-brie hizo la nica cosa que una nia de once aos pue de hacer en estos casos: dio media vuelta y ech a correr. Catti-brie se pregunt qu pretenda conseguir, mientras corra por las estribaciones de la cumbre de Kelvin, pese a la palabra dada a su padre. La muchacha no poda nega r el deseo de venir hasta aqu, aunque no poda ofrecerle a Drizzt nada ms que el avi so de que McGristle lo buscaba. Todava no haba conseguido aclarar sus pensamientos, cuando de pronto se encontr con el drow y entonces comprendi la verdadera razn. No era por Drizzt que haba venido, si bien le preocupaba su seguridad, sino por su propia paz de conciencia. Nunca me hablaste de los Thistledown de Maldobar le dijo con un tono helado que bo rr la sonrisa del drow. La expresin amarga que apareci en el rostro del elfo reflej claramente su dolor. Creyendo que la tristeza del drow significaba que aceptaba la culpa de la traged ia, la muchacha se volvi e intent escapar. Drizzt la sujet por el hombro, la hizo d ar la vuelta, y la estrech entre sus brazos. No estaba dispuesto a tolerar que la nia, que lo haba aceptado de todo corazn, creyera ahora una mentira. Yo no he matado a nadie susurr Drizzt entre los sollozos de Catti-brie , excepto a lo s monstruos que asesinaron a los Thistledown. Te doy mi palabra! Entonces le relat toda la historia, incluida la persecucin del grupo de Paloma Garra de Halcn . Y ahor a estoy aqu concluy , con el nico deseo de olvidar para siempre aquella tragedia, aunq ue creo que nunca lo conseguir. Son dos historias muy diferentes dijo Catti-brie . Me refiero a la tuya y la de McGr istle. McGristle? jade Drizzt como si de pronto se hubiese quedado sin aliento. Haca aos que no vea al montas y pensaba en Roddy como una cosa del pasado. Ha venido hoy explic Catti-brie . Un hombre muy grande con un perro amarillo. Te pers igue.

La confirmacin sobrecogi a Drizzt. Es que nunca escapara de su pasado?, pens. Si no l o consegua, cmo poda esperar que lo aceptaran? McGristle dijo que t los asesinaste aadi la muchacha. Entonces no tienes ms que nuestras palabras razon Drizzt , y no hay pruebas que confir men ninguna de las dos versiones. El silencio que sigui a sus palabras se hizo eterno. Nunca me gust ese bruto horrible. Catti-brie se sorbi los mocos, y consigui sonrer por primera vez desde que haba vist o al cazador de recompensas. La afirmacin de su amistad conmovi profundamente a Drizzt, aunque no poda olvidar l os problemas que se avecinaban. Tendra que luchar contra Roddy, y quiz con algunos ms si el montas consegua despertar el resentimiento de otras personas, cosa bastant e fcil si se tena en cuenta la raza de Drizzt. O tendra que reanudar la huida, acep tar que el camino era su nico hogar. Qu hars? pregunt Catti-brie, al percibir su angustia. No temas por m respondi Drizzt, al tiempo que la abrazaba ms fuerte, pensando que qui zs era un abrazo de despedida . El da se acaba. Debes volver a tu casa. l te encontrar afirm Catti-brie muy seria. No dijo Drizzt, tranquilo . Al menos no tan pronto. Con la ayuda de Guenhwyvar, mant endremos a Roddy McGristle bien lejos hasta que resuelva qu hacer. Ahora, vete. L a noche llega deprisa y no creo que a tu padre le guste que hayas venido aqu. Recordar que tendra que enfrentarse otra vez a Bruenor hizo que Catti-brie se pus iera en marcha. Dijo adis a Drizzt y dio unos pasos; entonces dio media vuelta, r egres y le dio un abrazo. Su andar era ms ligero cuando descendi por la ladera. No haba resuelto los problemas de Drizzt, pero las preocupaciones del drow le parecan algo muy distante en comparacin con la alegra de saber que su amigo no era un mon struo como decan algunos. La noche sera muy negra para Drizzt Do'Urden. Haba pensado en McGristle como un pr oblema muy lejano, pero ahora la amenaza haba llegado, y nadie salvo Catti-brie h aba salido en su defensa. Una vez ms tendra que resistir solo, si es que pensaba resistir. No tena aliados ex cepto Guenhwyvar y sus cimitarras, y la perspectiva de batirse con McGristle con indiferencia del resultado no le interesaba. Esto no es un hogar susurr en medio del viento helado. Sac la estatuilla de nice y ll am a la pantera . Vamos, amiga ma le dijo . Tenemos que irnos antes de que aparezca nue stro adversario. Guenhwyvar se ocup de la guardia mientras Drizzt, harto de vagar, vaciaba lo que hasta ese momento haba sido su hogar. 25 Las divagaciones de un enano Catti-brie oy el gruido del perro, pero no tuvo tiempo de reaccionar cuando el hom bretn sali de su escondite detrs de un peasco y la sujet rudamente por la mueca. Saba que lo sabas! grit McGristle, echando su pestilente aliento contra el rostro de l a muchacha. Sultame! replic Catti-brie al tiempo que le propinaba un puntapi en la espinilla. Roddy se sorprendi al advertir que en su voz no haba el menor rastro de miedo. La sacudi con fuerza cuando ella intent patearlo otra vez. Has venido a la montaa por alguna razn dijo Roddy, sin aflojar la presin . Has venido a ver al drow. Saba que vosotros erais amigos. Lo vi en tus ojos! T no sabes nada! afirm Catti-brie . No dices ms que mentiras. As que el drow te ha contado su historia de los Thistledown, no? manifest Roddy, que interpret correctamente el significado de sus palabras. Catti-brie comprendi que el enojo la haba descubierto. El drow? dijo la muchacha, con una indiferencia simulada . No s de qu hablas. Has estado con el drow, muchacha insisti Roddy, con una carcajada . Lo has dicho con toda claridad. Y ahora me llevars a donde est l. Catti-brie le hizo una mueca, y el montas la volvi a sacudir. De pronto la expresin de Roddy se suaviz, y a Catti-brie l e gust todava menos la expresin que apareci en sus ojos . Eres una muchacha muy animos a, verdad? ronrone Roddy, sujetando a Catti-brie por el otro hombro para obligarla

a que lo mirase a la cara . Llena de vida, eh? Me llevars a donde est el drow, muchac ha, de eso puedes estar segura. Pero quizs antes podamos hacer algunas otras cosa s, cosas que te ensearn a no cruzarte en el camino de gente como Roddy McGristle. Su caricia en la mejilla de Catti-brie no slo result grotesca, sino tambin horrible y amenazadora. La muchacha pens que iba a vomitar. Catti-brie tuvo que apelar a toda su fortaleza para enfrentarse a Roddy en aquel momento. No era ms que una nia, pero se haba criado entre los enanos del clan Batt lehammer, un grupo orgulloso y valiente. Bruenor era un guerrero y tambin lo era su hija. Catti-brie descarg un rodillazo en la entrepierna de Roddy y, cuando ste afloj la presin, aprovech para araarle el rostro. Repiti el golpe en la entrepierna, con menos efecto, aunque lo suficiente como para que el movimiento defensivo de Roddy le permitiera casi escapar. La mano de hierro de Roddy le apret bruscamente la mueca, y lucharon durante un mo mento. Entonces Catti-brie sinti que alguien la coga de la otra mano, y, antes de que pudiese comprender qu ocurra, se vio libre y en compaa de una silueta oscura. Conque has venido a enfrentarte con tu merecido? exclam Roddy, encantado al ver a Dr izzt. Vete le dijo el elfo a Catti-brie . Esto no es asunto tuyo. La muchacha, temblorosa y muy asustada, no discuti. Las manos de Roddy empuaron el mango del hacha. El cazador de recompensas haba com batido antes con el drow y no tena la intencin de medirse con los pasos giles y las fintas del elfo. Sin perder un segundo solt al perro. El sabueso slo consigui hacer un par de metros, antes de que Guenhwyvar lo lanzara por los aires de un zarpazo. El animal se levant, herido de poca consideracin, pe ro se mantuvo a una distancia prudente. Ya est bien dijo Drizzt, muy serio . Me has perseguido durante muchos aos y muchas leg uas. Reconozco tu empeo aunque te hayas equivocado de persona. Yo no mat a los Thi stledown. Nunca me hubiese atrevido a alzar mis armas contra ellos! Al infierno con los Thistledown! rugi Roddy . Crees que ellos son la razn de todo esto? No hay ninguna recompensa por mi cabeza replic Drizzt. Al infierno con el oro! vocifer Roddy . Me quitaste un perro y una oreja, drow! Con un dedo rooso seal el costado de la cara marcada. Drizzt quera explicarse, quera recordarle a Roddy que haba sido l quien haba iniciado la pelea, y que su hacha haba derribado el rbol que le haba desgarrado la cara. Pe ro comprendi los motivos de Roddy y supo que las palabras no eran suficientes. Ha ba herido el orgullo del hombre, y para alguien como Roddy aquello era mucho peor que cualquier dolor fsico. No quiero peleas manifest Drizzt con firmeza . Llama a tu perro y vete de aqu. Slo quie ro que me des tu palabra de que no volvers a perseguirme. La risa burlona de Roddy estremeci al drow. Te perseguir hasta el fin del mundo, drow! rugi Roddy . Y siempre te encontrar! No ha gn agujero lo bastante profundo para ocultarte! Ni mares lo bastante anchos! Ya te tengo, drow! Y, si escapas, te tendr despus! Roddy mostr los amarillentos dientes en una sonrisa repulsiva y avanz con precaucin . Ya te tengo, drow repiti casi para s mismo. De pronto carg y lanz un golpe horizontal con el hacha. Drizzt se apart de un salto . Un segundo ataque obtuvo idntico resultado, pero Roddy, en lugar de seguir el mov imiento, lo invirti en un revs que roz la barbilla de Drizzt. En el instante siguie nte, su hacha era un molinete que atacaba por los dos flancos. Qudate quieto! grit enfurecido mientras Drizzt esquivaba, saltaba por encima o se aga chaba al paso del arma. El elfo saba que corra un gran riesgo al no contestar a los golpes, pero confiaba en que, si consegua agotar al montas, quiz pudiera encontrar una solucin pacfica. Rodd y era muy gil y rpido para ser un hombre tan corpulento; aun as, Drizzt lo superaba y crea poder soportar el juego durante mucho ms tiempo. El hacha se movi en una trayectoria horizontal a la altura del pecho del drow. El golpe era una trampa; Roddy pretenda que Drizzt se agachara para poder darle un puntapi en la cara.

Pero el drow advirti el engao. Salt en lugar de agacharse, dio una voltereta por en cima del hacha, y aterriz suavemente, todava ms cerca de Roddy. Ahora Drizzt pas a l a ofensiva, y estrell las empuaduras de las cimitarras contra el rostro del hombre . El cazador de recompensas retrocedi tambaleante, con la nariz llena de sangre. Vete le dijo Drizzt, con toda sinceridad . Vete con tu perro a Maldobar, o a donde s ea que tengas tu casa. Si Drizzt pensaba que Roddy se rendira despus de sufrir una nueva humillacin, cometa un grave error. Roddy lanz un grito de rabia y carg con la cabeza gacha, dispuest o a arrollar al drow. Drizzt machac la cabeza del hombre con los pomos y salt por encima de la espalda d e Roddy. El montas cay de bruces, pero de inmediato se puso de rodillas, sac una dag a y la lanz antes de que Drizzt pudiera acabar de volverse. El elfo vio el destello plateado en el ltimo segundo y alz la cimitarra para desvi arla. Otra daga sigui a la primera y despus otra, y cada vez Roddy avanzaba un pas o ms hacia el drow. Conozco tus trucos, drow anunci Roddy, con una sonrisa malvada. Con dos pasos ms se puso a la distancia adecuada y descarg otro hachazo. Drizzt se zambull hacia un lado y se levant unos pasos ms all. La confianza del homb re en sus propias fuerzas comenz a preocupar al elfo. Los golpes que le haba dado al montas habran bastado para derribar a la mayora de los humanos, y se pregunt hasta cundo podra aguantar su rival. Este pensamiento lo llev a la inevitable conclusin d e que tal vez tendra que emplear algo ms que las empuaduras. Una vez ms, el hacha atac por el costado. Ahora, Drizzt no hizo un regate. Avanz pa ra quedar dentro del arco de la trayectoria y la detuvo con una cimitarra, dejan do a Roddy indefenso al golpe con la otra. Tres rpidos puntazos con la derecha ce rraron uno de los ojos de Roddy, pero el cazador de recompensas slo sonri y se aba lanz sobre Drizzt, consigui sujetarlo y cayeron al suelo abrazados. El drow se defendi como pudo, consciente de que l era el nico culpable de esta situ acin. En la lucha cuerpo a cuerpo no poda igualar la fuerza de Roddy, y la falta d e espacio borraba la ventaja de la rapidez. Roddy mantuvo la posicin y alz el hach a para rematar a Drizzt. Un ladrido del perro amarillo fue la nica advertencia, pero no lleg a tiempo para evitar el ataque de la pantera. Guenhwyvar apart a Roddy y lo tumb de costado. El montas conserv la serenidad suficiente para atacar a la pantera cuando pas por encim a de l, y la hiri en la grupa. El sabueso se sum al ataque, pero la pantera se recuper, rode el cuerpo de Roddy y espant al perro. Cuando el montas volvi la atencin a Drizzt, recibi un vendaval de golpes de cimitarra s que no poda seguir ni replicar. Drizzt haba visto el golpe que haba herido a la p antera, y el fuego en los ojos lila indicaba que ahora las cosas iban en serio. Un pomo aplast la cara de Roddy, seguido por un golpe de plano de la otra cimitar ra. Un pie lo golpe en el pecho, el estmago y la entrepierna en lo que pareci un so lo movimiento. Imperturbable, Roddy lo aguant todo con un gruido, pero el enfureci do drow no se contuvo. Una cimitarra enganch la cabeza del hacha, y Roddy intent a tacar, convencido de que poda tumbar al elfo. La segunda cimitarra golpe primero y abri un profundo tajo en el antebrazo del hom bre. Roddy retrocedi, dej caer el hacha, y sujet con la mano libre el brazo herido. Drizzt no se detuvo. La ofensiva pill a Roddy con la guardia baja, y una sucesin d e puetazos y puntapis lo hicieron tambalear. Entonces Drizzt dio un salto y lanz lo s dos pies juntos contra la mandbula de Roddy, que se desplom. Cuando ste intent lev antarse, se lo impidieron los filos de las cimitarras cruzadas contra la gargant a. Te dije que te largaras declar Drizzt con una voz terrible, sin apartar las armas n i un milmetro para que el hombre pudiera sentir el fro del acero contra la piel. Mtame dijo Roddy muy tranquilo, al adivinar una debilidad en el oponente , si tienes agallas. Drizzt vacil, aunque no desapareci de su rostro la expresin de furia. Vete repiti con toda la calma que pudo, una calma que disimulaba el calvario por el que tendra que pasar. Roddy se le ri en las barbas.

Mtame, asqueroso demonio negro! grit provocador, aunque sin intentar levantarse . Mtam te coger! No lo dudes, drow! Te perseguir hasta el ltimo rincn del mundo y debajo de la superficie si es preciso! Drizzt palideci y mir a Guenhwyvar en busca de apoyo . Mta me! chill casi histrico y, sujetando las muecas de Drizzt, las empuj contra l. Dos lne s de sangre aparecieron en el cuello del hombre . Mtame como mataste a mi perro! Horr orizado, el drow intent apartarse sin conseguirlo . No tienes estmago para hacerlo? vo cifer el cazador de recompensas . Entonces deja que te ayude! Sacudi las muecas de Drizzt, y los cortes se hicieron ms profundos. Si el enloqueci do hombre senta dolor, la sonrisa fija lo desmenta. Un sinfn de emociones contradictorias sacudieron a Drizzt. En aquel momento quera matar a Roddy, ms como una respuesta a la frustracin que como venganza, y sin emba rgo saba que no poda hacerlo. Para l, el nico crimen cometido por Roddy era esta per secucin implacable, y no era razn suficiente. De acuerdo con sus principios, Drizz t tena que respetar la vida humana, incluso la de alguien tan ruin como Roddy McG ristle. Mtame! repeta una y otra vez Roddy, que disfrutaba con la repugnancia del drow. No! le grit Drizzt a la cara con tanta fuerza que silenci al cazador de recompensas. Enfurecido hasta tal punto que era incapaz de contener el temblor de los msculos, Drizzt no esper a que Roddy volviese a gritar como un loco. Empuj la cabeza de Ro ddy con la rodilla, liber las muecas de las manos del hombre, y lo golpe en las sie nes con los mangos de las cimitarras. Roddy puso los ojos bizcos, pero no perdi el conocimiento, y sacudi la cabeza, emp ecinado por librarse de los efectos de los golpes. Drizzt lo aporre una y otra ve z, hasta conseguir desplomarlo, horrorizado por sus acciones y el continuo desafo del cazador de recompensas. Cuando agot su furia, permaneci de pie junto al hombre tendido, temblando de emocin y con lgrimas en los ojos. Espanta a ese perro! le grit a Guenhwyvar. Solt las cimitarras y se agach para comprobar que McGristle no haba muerto. Roddy abri los ojos y vio al perro amarillo a su lado. Caa la noche, y el viento v olva a soplar con fuerza. Le dolan la cabeza y el brazo, pero no hizo caso del dol or; slo deseaba reanudar la persecucin, seguro de que Drizzt nunca tendra el coraje de matarlo. El sabueso encontr el rastro, que iba hacia el sur, y se pusieron en marcha. El entusiasmo de Roddy se enfri un poco cuando, al rodear un saliente, s e top con un enano de barba roja y la muchacha, que lo esperaban. No tendras que haber tocado a mi nia, McGristle manifest Bruenor, con voz tranquila. Ella es cmplice del drow! protest Roddy . Avis al demonio asesino de mi presencia! Drizzt no es un asesino! grit Catti-brie . l no mat a los granjeros! Dijo que slo lo para que los dems te ayuden a capturarlo! Catti-brie comprendi de pronto que acababa de admitir ante su padre que se haba re unido con el drow. Cuando la muchacha haba encontrado a Bruenor, slo le haba hablad o del mal trato sufrido a manos de McGristle. Fuiste a verlo dijo Bruenor, herido . Me has mentido, has estado con el drow! Te dije que no, y t me... El reproche de Bruenor afect profundamente a la muchacha, pero se mantuvo firme e n sus convicciones. Bruenor le haba enseado a ser honrada, y esto inclua ser honrad a con lo que era correcto. Una vez me dijiste que todo el mundo recibe lo que se merece replic Catti-brie . Que cada uno es diferente y que debe ser tratado por lo que es. He estado con Drizzt y creo que es sincero. l no es un asesino! Y l la muchacha seal a Roddy es un mentir ! No me enorgullezco de mi mentira, pero nunca permitir que atrape a Drizzt! Bruenor pens en las palabras de su hija por un momento, despus le rode la cintura c on un brazo y la estrech con fuerza. El engao de la muchacha an le dola, pero estaba orgulloso de que estuviera dispuesta a luchar por lo que crea. En realidad, Brue nor haba acudido all, no en busca de Catti-brie, a la que crea en las minas desahog ando su malhumor, sino para encontrar al drow. No haba dejado de pensar en la bat alla contra el remorhaz, y haba llegado a la conclusin de que Drizzt se haba presen tado con la intencin de ayudarlo, no de pelear contra l. Ahora, a la vista de los l timos acontecimientos, ya no quedaban ms dudas. Drizzt vino y me libr de l aadi Catti-brie . Me salv la vida.

El drow la ha engaado afirm Roddy, al presentir el cambio de actitud de Bruenor y si n ninguna gana de luchar con el peligroso enano . Te digo que es un perro asesino, y tambin lo dira Bartholemew Thistledown si los muertos pudiesen hablar! Bah! exclam Bruenor . No conoces a mi nia, o lo pensaras dos veces antes de llamarla m irosa! Y te lo he dicho antes, McGristle, no me gusta que maltraten a mi hija! Pi enso que tendras que salir de mi valle. Creo que deberas irte ahora mismo. Roddy gru y lo mismo hizo el perro, que salt entre el montas y el enano y le mostr los dientes. Bruenor encogi los hombros, despreocupado, y le devolvi el gruido, cosa q ue provoc todava ms a la bestia. El perro lanz un mordisco contra el tobillo del enano, pero ste, con gran agilidad , le meti la gruesa bota entre las fauces y le aplast la mandbula inferior contra e l suelo. Y llvate a tu sucio perro contigo! rugi Bruenor, que, al admirar el carnoso costillar del perro, pens que l poda darle mejor uso al animal. Yo voy a donde me place, enano! contest Roddy . Voy a cazar al drow, y, si el drow est n tu valle, nadie me sacar de aqu! Bruenor advirti la frustracin en la voz del hombre, y entonces se fij en las marcas de los golpes en el rostro de Roddy y la herida en el antebrazo. El drow te ha dado una buena paliza y se ha ido afirm el enano, y su carcajada le s ent a McGristle como una bofetada. No ir muy lejos prometi Roddy . Y ningn enano se interpondr en mi camino! Vuelve a las minas le dijo Bruenor a Catti-brie . Avisa a los dems que tal vez llegue un poco tarde para la cena. El enano cogi el hacha que llevaba en el hombro. Dale una buena murmur Catti-brie, sin dudar ni por un instante de la capacidad de s u padre. Le dio un beso en el casco, y ech a correr feliz. Su padre confiaba en ella: nada poda ir mal. Roddy McGristle y su perro con tres patas no tardaron mucho en abandonar el vall e. El montas haba advertido cul era la debilidad de Drizzt y haba pensado que poda ven cerlo, pero no ocurri lo mismo con Bruenor Battlehammer. Cuando el enano tumb a Ro ddy, cosa que no le llev mucho, el hombre no dud ni por un segundo que, si intenta ba repetir el juego y pedirle que lo matara, Bruenor lo complacera. Desde lo alto de la ladera sur, adonde haba ido para echar una ltima mirada a Diez Ciudades, Drizzt vio que la carreta sala del valle, y sospech que perteneca al caz ador de recompensas. No saba qu significaba, pero estaba seguro de que Roddy no ha ba cambiado sus intenciones. El drow ech una ojeada a sus pertenencias y pens en el camino a seguir. Comenzaron a encenderse las luces de los pueblos, y Drizzt las contempl emocionad o. Haba estado muchas veces en esta cumbre, pues le encantaba el panorama que se divisaba desde ella, y la consideraba como su hogar. Qu distinta le resultaba ahor a la vista! La aparicin de McGristle lo haba devuelto a la realidad, recordndole qu e era un paria y que siempre sera igual. Drizzit murmur para s mismo, una palabra maldita. En aquel momento, Drizzt no crea que alguna vez llegara a tener un hogar, no crea q ue un drow, aunque no fuera tal en su corazn, pudiera tener un sitio en los Reino s, en la superficie o en la Antpoda Oscura. La esperanza, siempre esquiva en el f atigado corazn del elfo, haba volado para siempre. Este lugar se llama la cumbre de Bruenor dijo una voz spera detrs de Drizzt. El elfo se volvi dispuesto a escapar, pero el enano de barba roja estaba demasiado cerca y le cerraba el paso. Guenhwyvar corri al costado de Drizzt y mostr los dientes . A parta a tu mascota, elfo aadi Bruenor . Si el gato sabe tan mal como el perro, no quie ro ni verla! Este lugar es mo, porque yo soy Bruenor y sta es la cumbre de Bruenor! No vi ninguna seal de propiedad! replic Drizzt indignado, harto de tantos inconvenien tes . Ahora s que es tuya y por lo tanto me ir. Tienes mi palabra, enano, no volver. Bruenor tendi una mano para silenciar al drow e impedir que se fuera. No es ms que un montn de piedras repuso Bruenor a modo de disculpa, algo poco frecue nte en l . Le puse mi nombre, pero por eso es ma? No es ms que un maldito montn de pied as! Drizzt torci la cabeza ante las inesperadas divagaciones del enano . Nada es lo q ue parece, drow! declar Bruenor . Nada! Uno intenta ceirse a lo que sabe! Pero entonces

descubres que no sabes aquello que pensabas que sabas! Pensaba que el perro tendra buen sabor, pareca apetitoso, pero ahora la barriga maldice cada vez que me muevo ! La segunda mencin al perro hizo que Drizzt comprendiera la sbita partida del cazad or de recompensas. T le ordenaste que se marchara dijo Drizzt, sealando la carretera de salida del vall e . Has apartado a McGristle de mi rastro. Bruenor apenas si prest atencin a sus palabras, y en cualquier caso no habra admiti do la buena accin. Nunca he confiado en los humanos afirm, con voz pausada . Nunca sabes lo que quieren y, cuando lo descubres, muchas veces es demasiado tarde para hacer nada! Pero sie mpre he tenido las ideas claras respecto a otras gentes. Despus de todo, un elfo es un elfo, y lo mismo pasa con los enanos. Y los orcos son estpidos y feos. Nunca encontr ninguno que no lo fuera, y he conocido a unos cuantos! Bruenor palme el hacha, y Drizzt entendi el gesto. Y qu pienso de los drows? Nunca conoc a ninguno, nunca quise conocerlos. Quin quiere, pregunto yo? Los drows son malos, tienen el corazn perverso, es lo que me dijo mi padre y el padre de mi padre, y lo que me dicen todos los dems. Bruenor mir las lu ces de Termalaine, junto al lago de Maer Dualdon, al oeste; sacudi la cabeza y pa te una piedra . Ahora escucho que un drow ronda por mi valle, y qu debe hacer un rey? Entonces mi hija va a verlo! Un sbito fuego apareci en los ojos de Bruenor, pero se apacigu rpidamente, casi avergonzado, en cuanto mir a Drizzt . Me minti a la cara! Nun ca lo haba hecho antes, y nunca ms volver a mentirme si sabe lo que le conviene. No fue culpa suya comenz a decir Drizzt, pero Bruenor movi frentico las manos para in dicar que el tema ya estaba olvidado. Pens que saba lo que saba prosigui Bruenor despus de una breve pausa, su voz casi como un lamento . Tena todo muy claro. Es fcil cuando no sales de tu agujero. Mir directame nte a los ojos del drow . La cumbre de Bruenor? pregunt el enano, y encogi los hombros con un gesto de resignacin . De qu sirve poner tu nombre a un montn de piedras? Sin e mbargo, pens que lo saba, y tambin pens que la carne de perro poda ser sabrosa. Brueno r se frot el estmago y frunci el entrecejo . Di que es un montn de piedras, y no tendr derecho que t! Di que se llama la cumbre de Drizzt, y podrs echarme a puntapis! No lo hara contest Drizzt en voz baja . No saba que poda hacerlo si lo deseaba! Llmala como quieras! grit Bruenor, de pronto angustiado . Y di que un perro es una vaca Eso no cambiar el gusto de la carne. Bruenor levant las manos frustrado, le dio la espalda, y ech a andar cuesta abajo, sin dejar de rezongar . Y no te olvides de vi gilar a mi hija escuch Drizzt que deca , si es tan tozuda como para ir de paseo por e stas montaas llenas de orcos y gusanos pestilentes. Entrate de que te har responsab le... El resto se perdi en el momento en que Bruenor desapareci en una curva. Drizzt no saba por dnde comenzar a interpretar las divagaciones del enano, pero ta mpoco necesitaba poner en orden las palabras de Bruenor. Apoy una mano en la cabe za de Guenhwyvar, y rog para que la pantera compartiera con l la maravilla de la v ista panormica. Drizzt comprendi entonces que volvera muchas veces aqu, a la cumbre de Bruenor, a contemplar cmo se encendan las luces. Porque, entre las muchas cosas que haba dicho el enano, haba deducido una frase que haba esperado or durante mucho s aos: Bienvenido a casa. Eplogo De todas las razas de los Reinos, ninguna es ms difcil de entender, o ms desconcert ante, que la humana. Mooshie me ense que los dioses, ms que entidades exteriores, s on la personificacin de lo que hay en nuestros corazones. Si esto es verdad, ento nces los muchos y diversos dioses de las sectas humanas deidades de comportamient os muy diferentes nos ensean mucho sobre la raza. Si te encuentras a un halfling, a un elfo, a un enano, o a cualquiera de las otr as razas, buenas o malas, tienes una idea bastante correcta de lo que puedes esp erar. Hay excepciones, desde luego, y me pongo como el mejor ejemplo. Un enano s er duro, aunque justo, y nunca conoc a un elfo dispuesto a cambiar los cielos abie

rtos por una cueva. En cambio, las preferencias de un humano slo las conoce l, si es que se aclara. Por lo tanto, en trminos de bien y mal, la raza humana debe ser juzgada con mucho cuidado. He peleado contra viles asesinos humanos, he conocido a magos humanos tan enloquecidos con su poder que destruan sin piedad a todos los seres que encon traban a su paso, y he visto ciudades donde grupos de humanos explotaban a los d esafortunados de su propia raza, viviendo en grandes palacios mientras los otros hombres y mujeres, e incluso los nios, moran de hambre entre la basura de las cal les. Pero tambin he conocido a otros humanos Catti-brie, Mooshie, Wulfgar, Agorwal de Termalaine cuyo honor no puede ser cuestionado y cuyas contribuciones al bien estar de los Reinos durante su corta vida superarn lo que han hecho la mayora de l os enanos y los elfos, que pueden llegar a vivir quinientos aos o ms. Desde luego es una raza desconcertante, y el destino del mundo est cada vez ms en sus manos. Puede ser una situacin compleja, pero nada aburrida. La raza humana es la nica de las razas buenas capaz de sostener una guerra entre sus miembros, con u na frecuencia preocupante. Los elfos de la superficie son los que tienen ms esperanzas depositadas en ella. Ellos, que viven tanto tiempo y han visto el nacimiento de muchos siglos, tienen fe en que la raza humana madurar para el bien de todos, que desaparecer el mal de su seno, y dejar el mundo para los que queden. En la ciudad donde nac fui testigo de las limitaciones del mal: la autodestruccin y la incapacidad de conseguir grandes metas, incluso las metas basadas en la adq uisicin de poder. Por esta razn, yo tambin tengo mis esperanzas puestas en los huma nos, y en los Reinos. As como son los ms diversos, tambin son los ms maleables, los que con mayor facilidad pueden estar en desacuerdo con aquello que saben que es falso dentro de s mismos. Mi propia supervivencia ha estado basada en la creencia de que hay un propsito su perior en esta vida, que los principios son una recompensa en s mismos. Por lo ta nto, contemplo el futuro con grandes esperanzas y con el convencimiento de que p uedo ayudarlos a alcanzar grandes objetivos. sta es mi historia, tan completa como puedo recordarla y amplia hasta donde he de seado. Mi vida ha sido un largo camino lleno de tropiezos y dificultades, y slo a hora, despus de haber pasado tantas cosas, soy capaz de contarla con toda sinceri dad. Nunca podr recordar el pasado con una sonrisa, pues el precio ha sido demasiado t errible. Sin embargo, recuerdo muy a menudo a Zaknafein, a Belwar, a Mooshie, y a todos los otros amigos que dej atrs. Tambin he recordado con frecuencia a los muchos enemigos con los que me enfrent, l as muchas vidas que se truncaron por mis cimitarras. La ma ha sido una vida viole nta en un mundo violento, lleno de enemigos dispuestos a acabar conmigo y con aq uellos que estimaba. Me han alabado por el filo de mis cimitarras, por mis habil idades en la batalla, y debo admitir que yo tambin me he sentido orgulloso de mi capacidad en el combate. De todos modos, en los momentos de calma, cuando reflexiono sobre lo ocurrido, l amento que las cosas no hayan sido diferentes. Me duele recordar a Masoj Hun'ett , el nico drow que he matado; fue l quien comenz la pelea y, por cierto, me habra ma tado de no haber sido yo el ms fuerte. Puedo justificar mis acciones en aquel da a ciago, pero nunca podr aceptar su necesidad. Tiene que existir una manera mejor d e resolver las cosas que no sea la espada. En un mundo tan lleno de peligros, donde al parecer acechan los orcos y los trol ls a la vuelta de cada recodo del camino, aquel que es capaz de luchar a menudo es saludado como un hroe y recibe grandes aplausos. Yo digo que hay algo ms que el manto del hroe, que la fuerza del brazo o la capacidad para el combate. Mooshie er a un autntico hroe, porque haba superado la adversidad, porque nunca vacilaba ante las situaciones ms comprometidas, y sobre todo porque actuaba sometido a unos pri ncipios bien definidos. Se puede decir menos de Belwar Dissengulp, el enano sin m anos de las profundidades que hizo amistad con un drow renegado? O de Clak, que o freci su vida para salvar la del amigo? De la misma manera, nombro hroe a Wulfgar del valle del Viento Helado, que se man tuvo firme a los principios por encima del ansia de batalla. Wulfgar super las ma

las enseanzas de una infancia salvaje, y aprendi a ver el mundo como un lugar de e speranza y no como algo que se deba conquistar. Y Bruenor, el enano que ense a Wulf gar esta importante diferencia, es el rey de ms pleno derecho de todos los Reinos . Encarna los mandamientos que ms estima su pueblo, y ellos lo defenderan con la v ida, dispuestos a morir dedicndole una cancin mientras agonizan. Al final, cuando mi padre encontr el valor para rechazar a la matrona Malicia, ta mbin l fue un hroe. Zaknafein, que, a lo largo de casi toda su vida, haba perdido la batalla ante sus principios y su identidad, acab por ser el vencedor despus de mu erto. No obstante, ninguno de estos guerreros supera a la muchacha que conoc cuando lle gu a Diez Ciudades. Entre toda la gente que he conocido, ninguno vive de acuerdo con unas normas de honor y decencia tan elevadas como las de Catti-brie. Ella ha visto muchas batallas, pero sus ojos brillan con la claridad de la inocencia y su sonrisa resplandece sin mcula. Triste ser el da, y todo el mundo lo lamentar, cua ndo una nota discordante de cinismo rompa la armona de su melodiosa voz. A menudo, aquellos que me llaman hroe se refieren slo a mi capacidad para el comba te y no saben nada de los principios que guan mis cimitarras. Acepto el nombre po r lo que vale, para satisfaccin de ellos, no ma. Cuando Catti-brie me llame hroe, e ntonces dejar que mi corazn se inflame con el orgullo de saber que he sido juzgado por mis principios y no por mi brazo armado. Slo entonces me atrever a creer que el ttulo est justificado. Y as acaba mi historia. Ahora me siento junto a mi amigo, el justo rey de Mithril Hall, y todo es quietud, paz y prosperidad. Este drow ha encontrado su hogar y su lugar. Pero debo recordar que soy joven, que todava me quedan diez veces ms aos de los que ya he vivido. Y que, a pesar de mi actual felicidad, el mundo no ha d ejado de ser un lugar peligroso, donde un vigilante no slo debe sostener los prin cipios sino tambin empuar las armas. Puedo creer que lo he contado todo? Pienso que no. DRIZZT DO'URDEN Ttulo de la edicin original: Sojourn Traduccin del ingls: Alberto Coscarelli, cedida por Grupo Editorial Ceac, S. A. Diseo: Araceli Ramos Ilustracin: Xavier Martnez Foto de solapa: TSR. Inc., 1998 Crculo de Lectores, S. A. (Sociedad Unipersonal) Travessera de Grcia, 47-49,08021 Barcelona www.circulo.es 357930118642 Licencia editorial para Crculo de Lectores por cortesa de Grupo Editorial Ceac, S. A. Est prohibida la venta de este libro a personas que no pertenezcan a Crculo de Lectores. MCMXCI, MCMXCIV Wizards of the Coast Inc. Grupo Editorial Ceac, S.A. Depsito legal: Na. 2514-2003 Fotocomposicin: Fotoletra, S.A., Barcelona Impresin y encuadernacin: RODESA (Rotativas de Estella, S.A.) Navarra, 2003. Impreso en Espaa ISBN 84-672-0046-4 N. 43695 B

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