La fı́sica cuántica en la vida diaria
por
Juan Gonzalo Muga Francisco, Universidad del Paı́s Vasco-Euskal
Herriko Unibertsitatea
Contenidos
1. Introducción
2. Un poco de historia
2.1. Los comienzos
2.2. Evolución y descubrimientos más destacados
3. El transistor
4. El láser
4.1. Orı́genes
4.2. Aplicaciones
5. Otras aplicaciones de la mecánica cuántica
6. El futuro: ¿ordenadores cuánticos?
1. Introducción
La mecánica cuántica ha sido la teorı́a fı́sica más influyente del siglo XX, y se
asoma al siglo XXI con enorme pujanza, no sólo porque gracias a ella entendemos
mejor los constituyentes básicos y las propiedades de la materia o de la radiación,
sino porque ha permitido el desarrollo de la tecnologı́a que nos rodea. Curiosamente,
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8 2. La fı́sica cuántica en la vida diaria
está muy extendida la creencia de que las manifestaciones de la naturaleza cuántica
de la materia en el mundo macroscópico, y por tanto en la vida diaria, no son
muy importantes. He oı́do abundantes comentarios en este sentido a personas con
educación cientı́fica, ingenieros, quı́micos o fı́sicos. El propósito de este artı́culo es
poner de manifiesto lo contrario.
Repasemos brevemente una jornada ordinaria de un personaje urbano imaginario.
Probablemente se despertará con un reloj digital, calentará el desayuno con un
horno de microondas, e irá al trabajo en un coche controlado en parte por una
serie de chips escuchando la radio. Ya en el trabajo se conecta a un ordenador.
En prácticamente cualquier gestión que deba realizar, bancaria o administrativa,
le atenderán detrás de la pantalla de otro ordenador conectado seguramente a una
impresora y a una red de información local o externa, y a lo largo del dı́a hará
alguna llamada telefónica. De vuelta al hogar pasa por un supermercado donde
los precios se registran mediante un lector láser de los códigos de barras,
y en casa verá la televisión, que funciona mediante transistores, y cuya señal se
recibirá en breve por cable de fibra óptica gracias a láseres de semiconductores,
o escuchará música grabada en un disco compacto. El ordenador también ha
entrado en nuestras casas como pasatiempo, como fuente de información o ayuda
para estudiantes.
Muchos de estos objetos deben su invención (el láser, el transistor), o su estado
de desarrollo actual (la televisión, la radio, las comunicaciones telefónicas), a los
conocimientos básicos sobre la materia y la radiación que proporciona la mecánica
cuántica. En otros casos la mecánica cuántica explica su mecanismo básico de
funcionamiento (el horno de microondas). Sin duda el transistor y el láser son
las grandes estrellas de esta historia. Su impacto social y económico es enorme.
A partir de los años noventa se fabrican al año miles de millones de láseres de
semiconductores, y las ventas de todo tipo de aparatos con circuitos electrónicos
suponen billones de dólares al año. A pesar de todo esto la mecánica cuántica es
una ciencia desconocida para la gran mayorı́a. Podemos definirla como la Ciencia
de lo increı́blemente pequeño, de cosas como electrones, protones y neutrones, que
son las partı́culas que forman los átomos (la teorı́a cuántica abarca también a los
quarks, las partı́culas que constituyen los protones y neutrones, a los fotones, y a
sus interacciones con la materia). Los átomos a su vez forman las moléculas y casi
toda la materia ordinaria. Un átomo es realmente muy pequeño, en un milı́metro
cabrı́an diez millones de átomos puestos en fila, y de hecho el átomo es enorme si lo
comparamos con su núcleo, que es 100.000 veces más pequeño que el átomo. Las
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dimensiones de los objetos del mundo, cuántico son tan pequeñas
que su comportamiento es a menudo radicalmente distinto del que
estamos acostumbrados a ver en los objetos de la escala humana. Por
esto la mecánica cuántica es a veces tan misteriosa y tan interesante.
2. Un poco de Historia
2.1. Los comienzos
Todo comenzó hace justamente cien años, en Diciembre del año 1900, cuando
Max Planck presentó ante la Sociedad Alemana de Fı́sica su teorı́a de la radiación
del cuerpo negro. A finales del siglo XIX se creı́a que con la termodinámica y
las teorı́as sobre el movimiento y el electromagnetismo, que constituyen lo que
hoy entendemos como “fı́sica clásica”, podı́a explicarse prácticamente cualquier
cosa. Es cierto que quedaban algunos flecos sin aclarar, pero todos confiaban en
que terminarı́an resolviéndose con las leyes conocidas. Uno de estos cabos sueltos
consistı́a en explicar la distribución de la radiación emitida por un cuerpo
caliente o incandescente, que en equilibrio
térmico es una distribución universal inde-
pendiente de la naturaleza del material, y
caracterizada por la temperatura del cuerpo
(cuerpo negro). Debido a esta dependen-
cia al calentar una barra de hierro, la es-
piral de una cocina eléctrica, por ejemplo,
primero vemos un color rojo oscuro, luego un
rojo más claro… si siguiéramos calentando
podrı́amos pasar al amarillo y al azul. Es-
tos colores corresponden a las frecuencias en
las que se emite con más intensidad en cada
temperatura. El problema lo habı́a planteado
otro fı́sico alemán, Kirchoff un profesor de
Planck, cuarenta años antes, pero desde en-
tonces no se habı́a progresado mucho con las
teorı́as clásicas. Max Planck
Planck encontró la fórmula que describı́a la distribución, y una explicación
teórica de la misma. Su teorı́a era revolucionaria, aunque serı́a más exacto decir
10 2. La fı́sica cuántica en la vida diaria
que fue el comienzo de una revolución, porque en aquel momento nadie, ni siquiera
Planck, se daba cuenta de la verdadera trascendencia de aquel descubrimiento. Tu-
vieron que pasar casi treinta años hasta que se desarrolló el bloque de la teorı́a
cuántica. Las ideas cuánticas, como la que planteó Planck en su ley de radiación
eran algo completamente contrario a lo que se creı́a hasta entonces y encontraron
cierta resistencia, incluso él mismo se resistı́a a aceptar su propuesta. La hipótesis
central para obtener la distribución correcta era que la energı́a no se emite ni se
absorbe en cantidades arbitrarias, sino solamente en paquetes o cuantos, es algo
ası́ como el dinero y las monedas. Cuando compramos o vendemos algo in-
tercambiamos un número de monedas de peseta, de duro, de cien, el dinero está
empaquetado en estas unidades, y no podemos comprar algo que valga, por ejem-
plo, 10,287 pesetas. Con la energı́a emitida o absorbida pasa algo parecido. En este
caso la energı́a de cada paquete depende de la frecuencia, a mayor frecuencia más
energı́a. La energı́a de un cuanto es el producto de la frecuencia por la constante de
Planck,
energı́a = h. frecuencia
E = hν .
h es una constante importantı́sima de la naturaleza, que aparece una y otra vez
en las ecuaciones de la teorı́a cuántica. Si el valor de h fuera despreciablemente
pequeño, podrı́a ocurrir una transferencia prácticamente continua de energı́a como
se esperaba en la fı́sica clásica. De hecho
h es muy pequeña, y muchos
fenómenos fı́sicos pueden explicarse suponiendo que es cero, es decir
con las leyes de la fı́sica clásica. Pero en realidad no es cero, como se pone
de manifiesto en otra gran cantidad de fenómenos, algunos de ellos de enorme
importancia en la sociedad actual.
La paradoja es que Planck comenzó una revolución sin querer, no tenı́a espı́ritu de
revolucionario. Cuando introdujo la constante h lo hizo, según sus propias palabras,
“en una acto de desesperación”, y durante años estuvo intentando obtener la
distribución de radiación prescindiendo de esa hipótesis. Además, Planck creı́a que
la cuantificación o empaquetamiento afectaba solamente al proceso de absorción o
emisión, pero no a la energı́a una vez absorbida o emitida. El proceso serı́a análogo
a un grifo de agua que gotea: el agua sale en gotas, en paquetitos de agua, pero antes
de salir o al llegar a la fregadera se junta con las demás y cada gota desaparece.
En realidad fueron otras personas quienes se tomaron más en serio los cuantos
de Planck. Einstein fue más allá que Planck al afirmar que la luz, no solamente se
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absorbı́a o emitı́a en cuantos, sino que
existı́a en forma de cuantos, los fotones.
Con esta hipótesis pudo explicar en
1905, con 26 años y trabajando en una oficina
de patentes en Suiza, el efecto fotoeléctrico, que es lo que ocurre en las células
fotoeléctricas que todos conocemos. Cuando se iluminan liberan electrones.
Tratar a la luz como cuantos,
como partı́culas, era una especie
de herejı́a, puesto que durante
todo el siglo XIX se habı́a acu-
mulado evidencia experimental a
favor de la interpretación ondu-
latoria de la luz. Pero la explicación
del efecto fotoeléctrico y otros efectos
que se estudiaron por aquellos años da-
ban la razón a Einstein. Por ejemplo, en
Albert Einstein 1913 Bohr pudo explicar las frecuen-
cias discretas de luz que absorbe o emite el átomo de Hidrógeno (su espectro)
suponiendo que las energı́as posibles del átomo eran discretas, e igualando las ener-
gı́as de las frecuencias observadas (según la fórmula de Planck), con las diferencias
de energı́a de los niveles atómicos. Este es el comienzo de la relación, a partir de
entonces indisoluble, entre la espectroscopı́a y la estructura cuántica de la mate-
ria. Sin embargo la “explicación” de Bohr era un tanto rudimentaria, y de nuevo
incompatible con las leyes clásicas, todo lo cual producı́a un gran desasosiego en
la comunidad cientı́fica. Esto no impidió que Planck, Einstein, y el propio Bohr
recibieran el premio Nobel en 1918, 1921, y 1922. Aunque nadie entendı́a muy
bien todo aquello, se reconocı́a que algo extraño pero importante estaba ocurriendo.
Para terminar de complicar las cosas, de Broglie presenta su tesis doctoral en La
Sorbona, en 1924. En ella expone que, si las ondas de la luz pueden comportarse
como partı́culas (los fotones), también las partı́culas materiales deberı́an
asociarse a una onda, cuya frecuencia dependerı́a de la constante de Planck y
serı́a inversamente proporcional al momento de la partı́cula. Las longitudes de onda
asociadas a electrones de velocidad moderada deberı́an hallarse, según su fórmula,
en la región de los rayos X. A los miembros del tribunal de la tesis esta hipótesis les
parecı́a una extrapolación totalmente injustificada, y su primera reacción fue sus-
penderle, pero Einstein, que ya era famoso e influyente, se mostró entusiasmado con
el trabajo de de Broglie, y pudo convencerles finalmente de que le aprobaran. Aquella
idea descabellada se comprobó experimentalmente muy poco después. Davisson
y Germer, de los laboratorios Bell, bombardearon nı́quel cristalizado con elec-
12 2. La fı́sica cuántica en la vida diaria
trones. La pelı́cula colocada detrás del nı́quel mostraba patrones de interferencia,
bandas oscuras y claras como las que aparecen cuando se lanzan rayos X en vez de
electrones. Estos mismos patrones de interferencia habı́an sido utilizados por Young
cien años antes para probar que la luz tenı́a naturaleza ondulatoria. No sólo eso, el
trabajo de de Broglie, que recibió el premio Nobel en 1929, fue la semilla para que
Erwin Schrödinger encontrara una ecuación de ondas que describe no sólo el
átomo de Hidrógeno, que es el que Bohr pudo abordar con su teorı́a preliminar, sino
todos los átomos, todas las moléculas, y los sólidos. Esta es una de las ecuaciones
más importantes de la fı́sica, y por supuesto en ella aparece la constante h. En el mo-
delo de Schrödinger los electrones no giraban en torno al núcleo en órbitas discretas
definidas, como en la teorı́a de Bohr, sino que venı́an descritos por una onda deslo-
calizada. Los niveles permitidos del átomo de Bohr correspondı́an simplemente a
las energı́as en las que podı́a formarse una onda estacionaria. A pesar de que la
ecuación de Schrödinger predice correctamente las longitudes de onda observadas
espectroscópicamente, la naturaleza exacta de esta onda fue, y sigue siendo, muy
discutida. En un primer momento Schrödinger era partidario de identificar a la onda
con el electrón, pero pronto se comprendió que esta interpretación no era posible.
Hoy en dı́a entendemos que los dos aspectos, el corpuscular y el ondulatorio, son
complementarios. Sobre este punto insistió mucho Bohr, que fue un personaje
clave durante los años en los que se gestó la teorı́a cuántica. Cuando detectamos fo-
tones, o electrones o átomos, detectamos partı́culas localizadas, lo que ocurre es que
las ecuaciones que predicen estas detecciones son ecuaciones de ondas que nos dan
la probabilidad de encontrar estas partı́culas en determinadas posiciones o estados.
Ası́, la distribución de estas detecciones en una pantalla obedece a patrones de inter-
ferencia tı́picamente ondulatorios. (La interpretación probabilista de las ondas de
Schrödinger se debe a Max Born.) En general no podemos imaginar a la partı́cula
cuántica como una partı́cula en el sentido ordinario de la palabra porque su aspecto
ondulatorio hace que se comporte de manera realmente extraña. Por ejemplo, es
capaz de atravesar una pared sin tener, según los criterios clásicos, energı́a suficiente
para hacerlo, esto es lo que se conoce como efecto túnel; o puede moverse hacia
atrás aunque nosotros la hayamos empujado hacia adelante y no encuentre ningún
obstáculo en su camino ( efecto reflujo). También, de alguna forma, “se entera”
de cosas que pasan en zonas alejadas, zonas a las que una partı́cula ordinaria no
podrı́a tener acceso, es como si se empeñara en estar deslocalizada, como una onda,
hasta el mismo momento de la detección, en el que siempre aparece localizada. Otro
aspecto importante es que no podemos preparar a las partı́culas cuánticas en estados
que nos parecen perfectamente naturales en la escala de los objetos ordinarios. Por
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ejemplo, no podemos preparar una partı́cula cuántica precisando al mismo tiempo su
posición y su velocidad (
principio de incertidumbre o de indeterminación
de Heisenberg).
Estas y otras paradojas llevaron a Bohr y a muchos de los fundadores (en par-
ticular a Born y Heisenberg), aunque no a todos, a renunciar a una imagen concreta
de lo que es o hace la partı́cula antes de la medida. Según el grupo liderado por
Bohr, que se conoce como
escuela de Copenague, la teorı́a cuántica sólo
nos ayuda a predecir los resultados de las medidas pero nada más,
no nos da una imagen de cómo es el mundo “en realidad” cuando
nadie mide.
Para algunos, esta filosofı́a positivista era, y es, suficiente; pero para otros, entre
los cuales estaban nada menos que Einstein, de Broglie, y Schrödinger, la renuncia de
la escuela de Copenague a una imagen concreta y realista del mundo cuántico antes
de la medida es prematura. El debate entre Einstein y Bohr continúa, aunque hasta
el momento nadie ha logrado proporcionar una imagen plenamente satisfactoria de
las partı́culas cuánticas anterior a la medida, y la mayorı́a de los fı́sicos adopta un
pragmatismo cercano a las tesis de Bohr.
2.2. Evolución y descubrimientos más destacados.
El bloque conceptual y matemático de la teorı́a se construyó en los años veinte.
Poco después de que Schrödinger presentara su ecuación no relativista, Paul Dirac
produce en 1928 una ecuación para el electrón en la que sintetiza los principios
cuánticos y la relatividad especial de Einstein. Basándose en esta ecuación predice
en 1931 la existencia de la antipartı́cula del electrón, el positrón. Desde finales
de los setenta los positrones se utilizan en medicina en la técnica conocida como
tomografı́a de emisión de positrones, que recoge la radiación emitida cuando
los positrones de materiales radioactivos administrados al paciente se combinan
con electrones de células cercanas. Es particularmente útil para detectar cáncer,
enfermedades coronarias y cerebrales.
La mecánica cuántica comenzó a aplicarse muy pronto con éxito a átomos,
moléculas y sólidos, un proceso que continúa hoy en dı́a con moléculas o sólidos
cada vez más complejos. La mecánica cuántica se usa por ejemplo para diseñar
fármacos, para diseñar nuevos materiales y predecir sus propiedades.
14 2. La fı́sica cuántica en la vida diaria
En los cuarenta la segunda guerra mundial frena muchos estudios pero acelera
otros, se produce la primera bomba atómica y el primer reactor nuclear. Poco después
de finalizar la guerra Feynman y otros investigadores crearon la elecrodinámica
cuántica (1948), que describe la emisión y absorción de fotones por los electrones.
También en esta época se crea el primer transistor (1947), que puede considerarse
como el “invento del siglo”, y se descubre la resonancia magnética nuclear
(1946), sobre los que hablaremos más adelante. En los cincuenta se descubren al
máser y el láser; en los sesenta se obtiene evidencia experimental de que los
protones y neutrones no son partı́culas elementales sino que están formados por
quarks, esto fue el origen de la teorı́a actual para describir la fı́sica nuclear y de
partı́culas, el modelo standard. En 1981 se consiguen las primeras imágenes
de átomos individuales mediante la microscopı́a basada en el efecto túnel.
Desde mediados de los ochenta el desarrollo de los ordenadores, los láseres y de
la electrónica permite estudiar a los átomos a temperaturas ultra-frı́as, y realizar
experimentos que confirman las extrañas predicciones sobre el comportamiento de
las partı́culas microscópicas que se habı́an formulado muchos años antes.
La teorı́a cuántica se ha comprobado con mediciones muy precisas. Uno de los
experimentos más precisos, es decir con mayor número de cifras iguales entre el
valor medido y la predicción teórica corresponde precisamente a la electrodinámica
cuántica. Se trata de una medida de cierta propiedad magnética del electrón. La
precisión conseguida equivaldrı́a a medir la distancia entre Bilbao y Nueva York con
un error del orden de la anchura de un pelo humano. La teorı́a cuántica es sin duda
la teorı́a más exitosa de la historia de la ciencia en cuanto a sus aplicaciones, pero
después de cien años de evolución es muy posible que nos siga deparando sorpresas.
Aún no entendemos satisfactoriamente, por ejemplo, cuestiones tan básicas como
el tiempo en el que ocurren los sucesos.
3. El transistor
Es un dispositivo hecho de material semiconductor que puede regular o amplificar
una corriente eléctrica. Sustituye a la válvula o tubo de vacı́o, que necesitaba
mucha más energı́a y espacio para funcionar, y además era mucho más frágil. Fue
desarrollado por Bardeen, Shockley y Brattain, del Departamento de Fı́sica
de Estado Sólido de los laboratorios Bell en 1947. Los transistores, integrados
desde 1958 en chips, controlan todo tipo de aparatos y procesos: motores de coche,
teléfonos móviles, computadoras, televisiones, instrumentos musicales, hornos de
microondas, relojes, impresoras, tarjetas de identificación, satélites, misiles, cadenas
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automáticas de fabricación, redes de gas... Podrı́amos considerar al transistor como
la neurona electrónica de nuestra sociedad; es el elemento que permite en última
instancia la actual revolución informática y de comunicaciones. Se estima que se
fabrican en torno a 500 millones de transistores cada segundo. La enormidad de
esta cifra puede entenderse si tenemos en cuenta que el corazón de un ordenador, su
procesador, es un chip que integra unos treinta millones de transistores. Es evidente
que nuestra vida diaria serı́a muy diferente sin el transistor. Su influjo es apabullante:
abarca nuestra forma de trabajar, de disfrutar del ocio, las tareas domésticas, las
transacciones bancarias y comerciales, el transporte, o las telecomunicaciones. Y
Bardeen, Shockley, y Brattain.
todo ello no hubiera sido posible sin el desarrollo de la fı́sica del estado sólido,
una rama de la mecánica cuántica cuyo primer objetivo fue entender la conducción
electrónica en los metales, debido a las limitaciones del electromagnetismo clásico
para explicarla. El primer estudiante de doctorado de Heisenberg, el suizo Felix
Bloch, supuso que los electrones que transportan la corriente estaban sometidos a
un potencial periódico producido por el resto de electrones y núcleos de la red, y
resolvió la correspondiente ecuación de Schrödinger. Estas soluciones llevaron a la
teorı́a de bandas, sobre la que descansa la fı́sica de estado sólido, y según la cual
existen zonas de energı́a (bandas) permitidas y otras prohibidas para los electrones
de conducción. Pudo comprenderse entonces, entre 1928 y 1933, la diferencia
entre conductores, aislantes, y semiconductores. Wigner y Seitz realizaron los
primeros cálculos realistas de una estructura de bandas para el sodio. Los avances
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posteriores, hasta llegar al transistor tuvieron lugar fundamentalmente en Estados
Unidos, donde se combinaron poderosos intereses económicos de diversos sectores
industriales (eléctrico, de comunicaciones, metalúrgico o fotográfico), con el trabajo
de importantes fı́sicos cuánticos, algunos americanos (Slater, Condon, van Vleck,
Rabi), otros venidos de Europa (Wigner, Bloch, Bethe), que proponı́an teorı́as y
cálculos cada vez más precisos de propiedades de sólidos interesantes para esta
industria. Los tres inventores del transistor pueden relacionarse directamente con
eminentes teóricos cuánticos: Bardeen estudió mecánica cuántica con van Vleck
en Wisconsin y con Wigner en Princeton; Shockley fue estudiante de doctorado en
el grupo de Slater en Massachusetts, que en los años treinta se dedicó a aplicar la
mecánica cuántica para entender las propiedades eléctricas magnéticas y térmicas de
metales y otros materiales. Por último, Brattain asistió a un curso que Sommerfeld
impartió en Michigan en 1931 sobre teorı́a electrónica de los metales.
4. El Láser
4.1. Orı́genes
En los años cuarenta y cincuenta Charles Townes y Arthur Schawlow
estaban interesados, de forma independiente, en la espectroscopı́a de microondas,
ya que la interacción entre la radiación de microondas y las moléculas permite de-
terminar su estructura. Ninguno de ellos habı́a planeado inventar el láser; lo que
querı́an era desarrollar un dispositivo que generara ondas de longitud de onda corta
para estudiar estructuras moleculares, pero las técnicas disponibles no se lo per-
mitı́an. A Townes, que habı́a estado ligado durante mucho tiempo a la investigación
relacionada con el radar, se le ocurrió usar moléculas, en vez de un aparato, para
generar las frecuencias deseadas. Se dio cuenta de que se podı́a usar para este fin la
emisión estimulada que Einstein habı́a predicho en 1917. Se trata de uno de los
fenómenos básicos de la interacción cuántica entre la radiación y la materia (junto
con la emisión espontánea y la absorción), por la cual un fotón en resonancia con
un salto entre niveles cuánticos de algún sistema material (un átomo, una molécula,
un semiconductor…) estimula su desexcitación (paso a un nivel inferior de energı́a)
y la emisión de un fotón gemelo, con la misma frecuencia, fase y dirección que el
incidente. Townes fue capaz de usar este proceso para amplificar la emisión de mi-
croondas de las moléculas de amoniaco y produjo el primer máser (acrónimo inglés
de microwave amplification by stimulated emission of radiation).
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La cuestión era si se podrı́a utilizar la emisión estimulada para longitudes de
onda mucho menores, en particular en el espectro visible. Schawlow, cuñado de
Townes, pensó que colocando un par de espejos, uno en cada extremo de una región
con átomos o moléculas excitadas la luz rebotarı́a de un lado a otro produciendo un
haz de frecuencia pura y muy direccional, ya que los fotones en otras direcciones
se escaparı́an de la cavidad. Haciendo uno de los dos espejos semitransparente se
lograba además la salida del haz. En 1958 Townes y Schawlow publicaron un artı́culo
que establecı́a los principios del láser (light amplification of stimulated emission
radiation). Ya era sólo cuestión de tiempo encontrar los materiales apropiados y el
mecanismo de bombeo adecuado para excitar a los átomos o moléculas dejándolos
preparados para la emisión estimulada. Tras la publicación, multitud de laboratorios
en Universidades y empresas se pusieron a trabajar. El primer láser lo construyó
el fı́sico americano Theodore Maiman, de la compañı́a Hughes Aircraft, con rubı́
sintético. Hoy en dı́a existe una variedad enorme de láseres, basados en distintos
medios materiales y mecanismos de bombeo. Pueden funcionar de forma continua
o pulsada; su potencia y frecuencias son también muy variadas, desde el infrarrojo
hasta el ultravioleta cercano.
4.2. Aplicaciones
Salud y tecnologı́a médica. Los láseres se han convertido en herramientas
indispensables en numerosos procedimientos médicos terapéuticos y diagnósticos.
Un haz láser puede enfocarse con precisión en lesiones oculares, o sobre la piel,
y puede dirigirse hacia cualquier órgano de forma mı́nimamente invasiva con fibra
óptica. El uso de los láseres en medicina se ha desarrollado rápidamente por dos
razones: primero, debido a la existencia de una gama muy amplia de láseres que
permiten ajustar la longitud de onda o los pulsos de la radiación a las necesidades de
cada problema clı́nico; en segundo lugar, se ha logrado entender mejor la interacción
entre el láser y los tejidos.
Los láseres encuentran también muchas aplicaciones en oftalmologı́a, por ejem-
plo para corregir defectos en la visión debidos a pequeñas anomalı́as en la curvatura
de la córnea, o en operaciones de cataratas. Los láseres se usan además como bis-
turı́. Sus parámetros pueden ajustarse para cortar y proporcionar suficiente calor
para causar la coagulación, con lo que se consigue minimizar el sangrado. Se usan
también con éxito en ginecologı́a. La precisión del láser permite destruir sólo el
tejido dañado y preservar el resto.
18 2. La fı́sica cuántica en la vida diaria
Tecnologı́a de la información y comunicaciones. Las redes de telecomuni-
caciones modernas (teléfono, televisión, internet) se basan en el láser y en la fibra
óptica, que es más eficaz, más barata, y requiere menos mantenimiento que las redes
basadas en el cableado de cobre. La fibra óptica comenzó usándose en telecomuni-
caciones a larga distancia, pero hoy estamos a punto de recibirla ya en el hogar. La
información transmitida se codifica mediante pulsos de láseres de semiconductores.
El primer láser de semiconductores continuo comercial que operaba a temperatura
ambiente se creó en 1975 abriendo la puerta al uso de láseres para transmitir conver-
saciones telefónicas codificadas. En 1988 se tendı́a el primer cable de fibra óptica
transoceánico.
El disco compacto. Los métodos de almacenamiento óptico son posibles gracias
a la investigación para obtener láseres de semiconductores de bajo costo y sobre la
interacción entre el láser y pelı́culas delgadas. Se venden 8.000 millones de dólares
de discos compactos al año. La información se almacena en un CD en la forma de
muescas poco profundas con anchuras de unos miles de átomos en una superficie
de polı́mero cubierta con una pelı́cula delgada reflectante. La información digital,
representada por la posición y longitud de las muescas se lee ópticamente con un
láser de semiconductores.
Energı́a. La mayor parte de la energı́a que consumimos se obtiene quemando
combustibles fósiles. Dada su cantidad limitada y su potencial contaminante es
esencial optimizar la combustión. Para este fin los láseres y el conocimiento de los
procesos moleculares que tienen lugar en el horno son importantes. El interior de un
horno es un ambiente hostil en el que es difı́cil colocar aparatos sin que se destruyan
o dañen. Sin embargo, por medio del láser, es posible averiguar externamente
la temperatura, el movimiento de las partı́culas, la composición molecular, y las
velocidades de reacción.
Otros usos del láser. El láser es una herramienta muy versátil en muchas otras
industrias y aplicaciones de todo tipo. Se usa por ejemplo para cortar o grabar piezas
metálicas, cerámicas, plásticas, de madera o tela, con velocidades y precisiones
mucho mayores que las alcanzadas con otras técnicas; en satélites para transmitir
información; como lectores de códigos de barras, en impresoras; en espectroscopios
para analizar la composición de muestras; para medir distancias y tiempos con gran
precisión; en giroscopios; como punteros; en holografı́a, o como “pinzas ópticas”
para manipular pequeñas partı́culas. Esta última aplicación es de gran interés en
distintas ramas de la biologı́a, para manipular bacterias, células, orgánulos celulares,
o moléculas individuales de DNA.
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5. Otras aplicaciones de la Mecánica Cuántica
Diseño de fármacos. La teorı́a molecular está contribuyendo al diseño de
moléculas bioactivas, que incluyen fármacos, herbicidas y pesticidas.
Resonancia magnética. Esta técnica de visualización de los tejidos se basa en
provocar con un campo magnético constante y otro oscilante resonancias magnéticas
en ciertos núcleos atómicos, particularmente del hidrógeno (protones. Nuestro
cuerpo contiene mucha agua, y cada molécula de agua dos átomos de hidrógeno.)
La resonancia se refiere a un aumento de la absorción cuando se consigue la ade-
cuada combinación de intensidad de campo y frecuencia. La ventaja con respecto
a los rayos X es que el paciente no se ve expuesto a una radiación peligrosa, y
además pueden conseguirse imágenes tridimensionales. Esta técnica descansa en
un efecto puramente cuántico: la discretización o cuantificación de la energı́a debida
a la acción del campo constante sobre el protón, que puede considerarse como un
pequeño imán. Pero a diferencia de los imanes clásicos, no es posible cualquier
orientación (y energı́a) con respecto al campo externo, sino sólo dos orientaciones
discretas y sus correspondientes energı́as. En resonancia, la frecuencia del campo
oscilante coincide con la frecuencia que corresponde según la fórmula de Planck
al salto energético entre los dos niveles (normalmente en la región de frecuencias
de radio). La espectroscopı́a de resonancia magnética es una técnica usada por los
quı́micos de forma rutinaria como herramienta de análisis, ya que los diversos en-
tornos quı́micos de los protones afectan las frecuencias de resonancia de distinta
manera; también se emplea para determinar estructuras de proteı́nas o de sólidos.
Felix Bloch (el mismo fı́sico que contribuyó decisivamente al nacimiento de la
teorı́a de bandas) y Edward Purcell descubrieron independientemente el fenómeno
de resonancia magnética en 1946 ( y recibieron el Nobel en 1952). Entre 1950 y 1970
se usó fundamentalmente como técnica de análisis quı́mico. En 1971 se mostró que
los tiempos de relajación de la resonancia magnética de diferentes tejidos variaba,
lo que disparó el interés por aplicar la técnica en medicina.
Energı́a nuclear. La fı́sica nuclear es una rama de la mecánica cuántica. El
conocimiento de la estructura y procesos nucleares ha permitido controlar, para bien y
para mal, enormes energı́as. No en vano muchos destacados teóricos cuánticos, (por
ejemplo Feynman , Wheeler, un antiguo colaborador de Bohr, o E. Fermi) liderados
por R. Oppenheimer, trabajaron en el proyecto Manhattan durante la segunda guerra
mundial para producir la primera bomba atómica en la que se fisionaba uranio.
Simultáneamente se llevaba a cabo la investigación sobre el uso pacı́fico de esa
energı́a: Enrico Fermi consiguió la primera reacción nuclear en cadena controlada
20 2. La fı́sica cuántica en la vida diaria
en 1942.
En 1952 Estados Unidos creaba una bomba aún más mortı́fera , 1000 veces más
potente que la de fisión lanzada en Hirosima, basada en la fuente de energı́a del
sol y las estrellas, la fusión de átomos de deuterio y tritio para formar helio. La
contrapartida “civil” –un reactor de fusión- no ha llegado a realizarse, posiblemente
por las dificultades que entraña, pero también por la falta de interés de los gobiernos.
En cualquier caso la producción de energı́a por fisión nuclear está en claro retroceso,
y es impopular debido a los problemas de seguridad que ha generado, no sólo por los
temidos accidentes nucleares sino por la peligrosidad de los residuos radioactivos.
El horno de microondas. Ya hemos comentado al hablar del máser la impor-
tancia de la espectroscopı́a de microondas para determinar estructuras moleculares.
El horno de microondas se basa en los mismos principios que la espectroscopı́a
de microondas, aunque su invención no está ligada a esta espectroscopı́a. Percy
Spencer, un inventor de la empresa Raytheon Corporation trabajaba en 1946 en un
proyecto relacionado con el radar. Estaba probando un nuevo tubo de vacı́o llamado
magnetrón cuando descubrió que una barra de caramelo que llevaba en su bolsillo
se habı́a derretido. Luego probó a poner maı́z cerca del tubo y observó con asombro
cómo saltaban las palomitas por todo el laboratorio; después colocó un huevo, y se
calentó tan rápido que explotó en la cara de un colega curioso. Habı́a nacido una
nueva forma de cocinar y calentar alimentos. En el horno de microondas se produce
radiación de microondas, con la frecuencia adecuada para hacer rotar las moléculas
de agua, que tiene una parte cargada positivamente y otra negativamente. En cada
ciclo de oscilación del campo eléctrico la molécula tiende a alinearse con el campo
(tı́picamente se producen 2450 millones de ciclos por segundo). Este movimiento
genera fricción a través de choques e interacciones con las moléculas vecinas, y
por tanto calor. La radiación de microondas, y no otra cualquiera, es la adecuada
para esta tarea porque la rotación molecular está cuantizada, es decir, no todas las
energı́as de rotación están permitidas, sino sólo un conjunto discreto. La diferen-
cia entre niveles permitidos cae precisamente dentro de la zona de microondas del
espectro electromagnético.
Finalmente, otra aplicación interesante de la mecánica cuántica es la de los relojes
atómicos, y en general la metrologı́a, es decir la especificación precisa de todos los
patrones de medida. Los relojes atómicos se usan por ejemplo en el sistema GPS,
que nos permite conocer con gran precisión el punto geográfico en el que estamos.
21
6. El futuro: ¿ordenadores cuáticos?
En cierto sentido todos los ordenadores actuales son cuánticos, puesto que su
funcionamiento se basa en el transistor. Sin embargo, convendremos en llamarlos
clásicos, en la medida en que usan como unidad elemental para almacenar infor-
mación el bit, que es en la práctica un sistema fı́sico que puede estar en dos estados
(digamos 0 y 1). En un hipotético ordenador cuántico se substituirı́a el bit clásico por
el bit cuántico, más rico que el clásico porque el sistema puede estar en cualquier su-
perposición de los estado 0 y 1. La consecuencia de esta posibilidad es que en teorı́a
existen ciertas operaciones para las cuales un ordenador cuántico serı́a muchı́simo
más rápido que uno clásico. El problema estriba en conseguir y manipular muchos
de estos bits cuánticos en la práctica, y no es nada fácil, porque una perturbación muy
pequeña del entorno hace que las propiedades del bit cuántico se pierdan. En este
momento no se sabe con certeza si los ordenadores cuánticos van a poder realizarse
algún dı́a, pero lo que se puede ganar es tanto que muchos grupos de investigación
en todo el mundo están dedicados a intentarlo.
De todas formas existen otros caminos por los que la informática y la mecánica
cuántica vuelven a encontrarse, incluso si se mantiene el bit clásico como unidad
básica. En las últimas décadas la potencia de los ordenadores ha crecido con una
velocidad vertiginosa, doblándose cada dos años. Este aumento de potencia se
debe esencialmente a la miniaturización constante del transistor. Esta miniaturiza-
ción hasta el momento ha conseguido realizarse con éxito pero el proceso tiene un
lı́mite fı́sico, porque a partir de ciertos tamaños (decenas de nanómetros) los efectos
cuánticos no pueden despreciarse, por ejemplo los electrones atravesarı́an barreras
por efecto túnel, y de hecho el transistor tal como lo conocemos dejarı́a de funcionar.
Una opción es diseñar nuevos tipos de transistores que usen estos efectos cuánticos;
también es posible que el transistor llegue a substituirse por otro tipo de unidades
mejor adaptadas a las nuevas escalas.
Bibliografı́a
[1] www.pbs.org/transistor (Historia del transistor.)
[2] J. G. Muga y C. R. Leavens, Arrival time in quantum mechanics, Physical Reports
4 (2000) 353. (Sobre aspectos fundamentales pendientes de resolver en mecánica
cuántica.)
22 2. La fı́sica cuántica en la vida diaria
[3] www.cis.rit.edu/htbooks/nmr, www.cis.rit.edu/htbooks/mri (Ex-
celentes introducciones interactivas a la resonancia magnética y a su aplicación en
medicina.)
[4] www.colorado.edu/physics/2000 (Introducciones interactivas al láser, y
al horno de microondas.)
[5] www.bae.ncsu.edu/bae/courses/bae590f/1995/mullen (Sobre la to-
mografı́a de emisión de positrones.)
[6] J. M. Sánchez Ron, El Siglo de la Ciencia, Taurus, Madrid, 2000, capı́tulos II
(Ciencia, tecnologı́a y sociedad), V (la fı́sica cuántica, disciplina del siglo) y VII (El
poder de la energı́a nuclear).