Hrabal, Bohumil - Los Palabristas
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Los Palabrista
JARMILKA
1
Estoy de nuevo en los altos hornos. Desde la lejana ya veo a la empleada de la cantina,
Jarmilka, arrastrando los cubos llenos de sopa. Ando ms deprisa hacia ella y la miro hasta
que baja la vista. Ya est de seis meses, y cuando abre la boca me convenzo una vez ms de
que le falta la mitad de la dentadura. Pero ella es sencilla, es decir, la belleza de las
bellezas. Voy andando a su lado y le susurro: - Jarmilka, para cundo es la boda?
Y ella responde con decisin:
- El da que no se haga de noche!
Le digo:
- Vaya, vaya! Ya no me quiere?
Y ella afirma:
- No. Porque siempre est rondando por aqu, por Poldovka, parece como si llevase mucha
prisa.
Dejo en el suelo los cubos que le ayudaba a transportar, la miro con un reproche, y ella
baja los prpados. Debajo de sus ojos veo unas ojeras endurecidas, le veo las manchas de
mujer embarazada... Hoy tambin lleva la chaqueta de algodn atada con un cordel.
Levanta la vista y dice:
- Por qu se queda pasmado?
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Le explico:
- Porque ltimamente usted est muy fra conmigo.
Levanto los cubos y prosigo el camino, porque no hay derecho a que una mujer
embarazada cargue con tanto peso.
En la esquina de la escuela profesional, Jarmilka se apoya a la pared y vomita. Cuando se
gira hacia m, su carita agotada se disculpa:
- Ya pas.
Y con ambas manos sopesa su vientre voluminoso y aade:
- Usted ya lo sabe, to, 1 estoy embarazada.
Le digo:
- Y qu? Su novio ya ha ido a su casa?
Se ilumina:
- S. Ya fue. Yo estaba en la cama y llegaron los muchachos de Cvrcovice y empezaron a
gritar por encima de la valla, Seora, est en casa Jarmilka? De manera que mi madre
sali a la puerta y dijo, Vaya que huspedes, seor Jaroslav! Cmo es posible hacer un
nio a nuestra muchacha y despus dejarla plantada?
Jarmilka se detiene y su cara se endurece:
- Y sabe, to, qu le respondi?
- Pues no lo s.
Jarmilka empieza a gritar:
- Le dijo a mi madre, Bueno, y qu pasa, ta? Ya m que me cuenta? Dgame usted, es
as cmo debe hablar un novio?
Levanto los cubos y reconozco:
- No. Por lo menos yo no habra hablado de esta manera.
- Ya ve. Y nos tenemos que casar... Pero yo ya no le buscar ms. Su madre tiene la culpa
de todo, yo no se lo perdonar. Un da ir all deprisa y le dir, Pues aqu tiene a su
querido hijito, se lo puede meter... ya sabe dnde!
1. Apelativo usado por los checos y que no necesariamente implica parentesco. (N. de las T.)
Se enfada, pero en aquel momento entramos en el comedor donde los hombres le dan la
bienvenida:
- Eh, muchacha! Qu bombo llevas! Te has tragado una moneda?
Pero Jarmilka no se deja acobardar:
- Imbciles...! Todos fings que estis solteros, y a la que una mujer habla con vosotros
en seguida la calumniis, y adems le mandis annimos a su casa diciendo que anda
detrs de los tos casados!
Jarmilka est gritando, pero sonre, incluso se siente complacida. Ella les conoce, y ellos
tambin la conocen. Los hombres le acarician la espalda, ella se aparta, la sopa se derrama.
Les amenaza con el cucharn:
- Deja! Te voy a dar un cachete!
Y yo la miro desde una cierta distancia, la comparo con todas las mujeres que he conocido,
y no puedo dejar de mirarla. Me como la sopa despacito. Tengo tiempo. Estoy de nuevo
con ella.
Se sienta al final de la mesa, con una fuente de estao se refresca la mejilla.
Le digo:
- Usted deca que el domingo habl con el seor Jaroslav...
Me contesta desde detrs de la fuente:
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- S, pero no me hizo ningn caso. Todo el rato estuvo bailando con otra, y mi hermana se
enfad, durante el baile se le acerc y le dijo, Es que no tienes pizca de vergenza, t,
palurdo? Le hizo un hijo a mi hermana, y despus baila con otra!
Jarmilka se levanta.
- Y l dio una bofetada a mi hermana, en pleno baile! Dgame, to, es correcto eso?, eso
de dar una bofetada a una dama en pleno baile?
- No - le digo.
- Pues ya ve! Pero yo ir a juicio, y l me tendr que pagar!
- Jarmilka, me oye? Todo va a terminar bien. Lo que l quiere es slo que antes de la
boda lo persiga un poco.
Recoge los platos de la sopa y un poco confundida mira hacia el infinito. Despus se
enternece:
- Usted cree? Lo cree de verdad? Yo quiero a aquel estpido con toda mi alma!
Dgame, to, como sera mi vida? Se me habra estropeado todo lo que me queda de vida.
Cuantos ruegos, cuantas lgrimas, cuantos gemidos... - Hace un gesto negativo con la
mano.
Me levanto. Debo marcharme.
Jarmilka abre la puerta y dice gritando:
- Vuelva, to, vuelva otra vez!
2
Entre los talleres y los hornos yo remova un montn de chatarra oxidada. Despus la
cargaba en las vagonetas que conducan el hierro hasta los hornos. Cuando me incorpor,
quin vena por el camino? Jarmilka con el cubo y un cajn de madera.
Pas por encima de la chatarra.
- Qu tal? - le dije.
- Oh! precisamente las viejas acaban de decirme que Jarda 2 les dijo, Vete a saber con
quin lo hizo, la perdida!, pero hoy en la parada del autobs le cantar las cuarenta. Jarmilka se sent en el cajn.
- Me pondr delante de la puerta, y delante de todo el mundo le dir, Qu tal, seor
Jaroslav? Perdone que le moleste, pero es que yo fui muy buena al sentarme con usted en
la cuneta, verdad? Y ahora dice que vete a saber con quin lo hice, que soy una perdida.
No merezco que me traten as. Le doy las gracias. - Con el puo se golpeaba la frente.
2. Abreviacin de Jaroslav. {N. de las T.)
- Por qu? Por qu tuve que ir a aquel baile? Por qu? Aquel da llegaron unos amigos
y, Ven con nosotros, Jarmilka, ven a tomarte un vaso de vino. Y yo fui como una estpida.
La sala de baile estaba llena a rebosar, y Jarda y yo estbamos reidos desde haca seis
meses. Mir alrededor de la mesa, y precisamente l estaba sentado. Y como ya lo haba
visto, perd la cabeza, y l tambin. Bailamos juntos, no me solt ni un momento, y
despus, por la noche, fuimos andando a casa...
Su mirada era amarga, despus record:
- Sabe, to, sus amigos quieren ayudarme. Me encerrarn dentro de un armario de una de
sus casas, despus invitarn a Jarda y empezarn a hablar de nuestra boda. Ya tenemos la
contrasea! Cuando uno de mis amigos diga, T, catlico embustero!, yo abrir la puerta
del armario y saldr. A ver qu es lo que dice Jarda! Que buena idea, no? Pero, to,
toquemos madera!
Se levant y cogi el cajn, y por encima de la nieve comenz a correr hacia la cocina.
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- Cuando los SS se aburran, nos llamaban a formar y organizaban una jornada infantil.
Primero nos hacan bailar la Barentanz. 4 Y al cabo de diez minutos los ms dbiles
desfallecan y los SS los mataban a golpes. Despus tenamos que formar en
Ganzenmarsch, 5 despus jugbamos a Blindkuh 6 y otra vez mataban a porrazos a los que
se caan. Jugbamos a saltar y parar, a rayuela, y al final a barriles rodando.
Apoy la pala, cog a Vasek por los hombros y le mir, pero en l ya no haba el menor
rastro de lo que acababa de contar. Cuando bajamos un saco de grafito, sali una rata
asustada.
Vasek dijo:
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- Mira, una rata! Los SS tenan jaulas llenas de ratas, y para divertirse las alimentaban
con pan. Nosotros slo podamos conseguir pan atrayendo las ratas hacia otro lugar para
que uno de los Hftlinge 7 se lo robara. Una vez una rata mordi a un Haftling, y se muri.
Yo record:
- Cuando yo estaba en el campo de trabajo amaestr a una rata. Exactamente a las doce y
media sala de las cloacas, y yo la alimentaba. Lleg a comer a slo medio metro de
distancia de donde yo estaba. Un da los compaeros la atraparon con una trampa, la
tiraron a la canal de cido clorhdrico, y se quedaron mirando cmo primero se le caan los
pelos, y despus la piel.
- No tenas por qu decrmelo - me respondi amargamente Vasek Prcha -. Yo no puedo
ver cmo maltratan a los animales. En Kremnica vi a un cochero que estaba azotando a su
caballo, y yo le di algunos puetazos, y l me dio latigazos.
4. En alemn, baile del oso. (N. de las T.)
5. En alemn, fila india. (N. de las T.)
6. En alemn literalmente La vaca ciega, corresponde a nuestra gallinita ciega. (N. de las T.)
7. En alemn, prisioneros. (N. de las T.)
Dije:
- Cuando los alemanes abandonaron Silesia, durante las heladas de invierno, mandaron
trenes con ganado a la estacin donde yo trabajaba. En unos vagones abiertos. El viaje
dur catorce das. Las ovejas se comieron su propia lana, tenan muchsima hambre. Y las
vacas..., si t las hubieses visto, Vasek, las vacas inocentes...!
Vasek se sec una lgrima negra, y dijo con una voz ronca:
- Y adems eso! No tenas por qu decrmelo! Porque a pesar de que los alemanes
transportasen a las personas de la misma forma... Las personas saben pensar... - se qued
pensativo y despus se corrigi -: Pero lo que ocurre es que cuando ya estn tan dbiles se
parecen a las ovejas. De qu servira un gesto? Los torturadores no entienden nada. Para
ellos eres como un puado de estircol. En nuestro campo haba un SS al que llamaban der
eiserne Gustav, 8 y lleg a ser capaz de eliminar tres mil personas por trimestre en la
cantera. Para la hornada siguiente siempre escoga a los ms fuertes. Una vez me mir, y
yo a l. En su mirada se concentraban todo el odio y toda la maldad. Pero l sonri y dijo
secamente, Na nu, so was, der Hund noch lebt? 9
Vasek Prcha vaci la ltima palada en la vagoneta. Al llegar al comedor Jarmilka nos
llam:
- Caramba chicos! Qu horas de llegar son sas?
Le dije:
- Me ha guardado algn panecillo?
- Pero to, si no me ha entregado los cupones...
- Mrelo bien, Jarmilka, dentro del armario!
- No hay nada.
- Pues mrelo mejor. Ayer haba un panecillo, hoy tambin tiene que haber uno.
- To, no haga que Dios se enfade - exclam
8. En alemn, el Gustavo de hierro. (N. de las T.)
9. En alemn, Vaya, ese perro an est vivo? (N. de las T.)
Jarmilka abriendo el armario. Todas las estanteras estaban realmente vacas. Cerr la
puerta y dijo en voz baja:
- A no ser que quiera un panecillo untado con mantequilla...
Me acerc dos panecillos y explic llena de agradecimiento:
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- Usted, to, es un hombre muy bueno. Siempre me ayuda a transportar los cubos.
Yo me com un panecillo, el otro se lo haba dado a Vasek, nos bebamos un t fro.
Vasek comenz a explicar:
- Eisener Gustav escoga a los ms fuertes para la cantera, y a su lado haba otro que
escoga a los ms dbiles para el gas. Y los pobres lo saban, y gastaban sus ltimas fuerzas
levantando piedras y exhibiendo su vitalidad. Pero el SS se rea, Ach, Sie sind so jung und
kraftig!, 10 y tuvo una idea tpica de un SS, que nada de gas, que los escogidos iran a
recoger hierbas medicinales, Krauter sammeln.11 Y at a los judos de dos en dos. Cuando
la fila empez a avanzar, se dieron cuenta de que los llevaban al gas. Un bailarn judo y su
compaero se pusieron a correr, y con sus cabezas derribaron al SS, y los dems judos que
estaban atados tambin se pusieron a utilizar sus cabezas... Pero a toda prisa llegaron otros
SS que diezmaron la fila de las hierbas medicinales, y al bailarn lo mataron a puntapis. Si
no me falla la memoria, slo los judos fueron capaces de rebelarse de aquel modo.
Y yo le escuchaba, y miraba a Jarmilka, que al lado de un pequeo armario estaba
contando el dinero, murmuraba algo, se llevaba las manos a la cabeza, se lama la punta de
los dedos, y contaba de nuevo.
Vasek le pregunt de forma un tanto ruda:
- Jarmilka, ya tiene un nuevo amigo?
10. En alemn, Oh, usted an es joven y fuerte! (N. de las T.)
11. En alemn, recoger hierbas. (N. de las T.)
Ella dej de contar, y cuando vio que Vasek le miraba el vientre se ruboriz y dijo:
- Pero qu dice! l me dara tal bofetada que yo vera las estrellas! - Y estaba contenta
porque ya tena a alguien que le diese de bofetadas. Este simple pensamiento le llen los
ojos con lgrimas de felicidad. Despus orden el dinero encima de la mesa, abri el
armario, y toc las tazas con los dedos. Cuando ya las haba contado dijo -: Jarda est
terriblemente nervioso porque no puede ir a la taberna, est enfermo. Cuando estuvo de
baja por ltima vez, fue a la taberna Na rzku, pero su amigo le delat y le descontaron el
sueldo de tres das. Una vez en el baile se me acerc Ota, el que lo haba denunciado, pero
yo le dije, Seor, no tenemos nada que decirnos! Cuando volvi le dije Seor, yo no bailo
con delatores. Vayase al infierno! Vale? Eso se lo dije en la sala de baile, eran otros
tiempos... Jarda me haca mucho caso, bamos al estanque a hacer el amor.
Jarmilka se ahog y se puso encarnada. Se desaboton la chaqueta, y sali corriendo hacia
los hornos.
3
Tal como estbamos, negros, bajamos por la escalera hacia el depsito de la cal. Al llegar
abajo nos pusimos a caminar cogidos de la mano, el fino polvo nos llegaba a los tobillos.
Vasek record:
- En el campo de concentracin andbamos exactamente as, pero esposados... El jefe de
polica de Moravsk Ostrava y el diputado comunista de Ostrava, Blek. Baca, el jefe de
polica, era bajito, y Blek un gigante. Siempre caminaban delante de m y se contaban
cosas, Seor Baca, tanto que lleg a perseguirme, y ahora me tiene aqu, bien cerca!
Pero seor diputado, Cmo pudo escaparse, si yo haba dado la orden de detencin?
Seor Baca, en aquellos tiempos usted tena unos policas muy tontos. Me preguntaron a
m, al diputado Blek, la direccin del diputado Blek, y yo, seor Baca, llevaba barba y un
uniforme de guardabosques.
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- Qu va! Si pareca un cura! Y el conde Bernadott estaba con l, era miembro de la Cruz
Roja. Nosotros, los Haftlinge, los fuertes, estbamos en primera fila de la formacin, detrs
estaban los ms dbiles... Y delante de la cantina haba cerdos abiertos en canal, en los
armarios haba guisantes, arroz, cerdo, y debajo de cada artculo estaba su precio... El
conde Bernadott, como representante de la Cruz Roja, nos preguntaba, Por qu estn
aqu? y nosotros, tal y como nos lo haban enseado, respondamos, Triple asesinato...,
asesinato de un menor..., incesto con una hija menor... Esas cosas eran las ms corrientes...
- Y el Hochverrat? 15
Vasek se incorpor de un salto y volvi a arrastrarse arriba y abajo por la cal.
- Qu dices? Hochverrat? Todo tena que estar en el mejor de los rdenes posibles. Pero
a pesar de ello, hoy todava no me lo creo. Cuando me presentaba al conde como asesino
de mi padre, le guiaba el ojo... Pero el conde estaba satisfecho, saludaba a Himmler
estrechndole la mano y se iba con l al Lager 16 de los musulmanes.
- Qu era eso?
- Era el lugar donde yacan los enfermos moribundos. Los SS los cubran de paja, sobre la
paja ponan colchones, lo mostraban al conde a travs de la ventana, Eso est preparado
por si se dan casos de clera, y el conde estrechaba la mano a Himmler.
15. En alemn, delito de alta traicin. (N. de las T.)
16. En alemn, campo. (N. de las T.)
Despus lleg la gra y nosotros descargamos la cal. Yo estaba muy cansado, pero Vasek
Prcha estaba pletrico de salud y felicidad, irradiaba fuerza, como si todo lo que haba
vivido no le hubiese hundido, sino que le hubiese dado vitalidad. Pero yo saba
perfectamente que cuando regres slo pesaba cuarenta y cinco kilos. Ahora se rea, y una
espuma blanca le brillaba en la comisura de los labios... Subimos por la escalera y salimos
del oscuro depsito hacia la tempestad de nieve, y miramos las gras electromagnticas
que se lanzaban contra la chatarra, que arrancaban todo tipo de piezas, y que se elevaban
con su vctima para dejarla caer ms tarde dentro de las vagonetas.
Continuamos andando y despus tuvimos que pararnos. Una de aquellas gras bajaba
hacia el montn de chatarra azul que el imn atraa, juntando unas piezas con otras y
transportndolas por el aire hasta la vagoneta.
- Eso s que sera la unidad! - sonri Vasek.
- Lo sera..., pero, cunto pesas?
- Noventa y dos quilos. Los checos somos muy espabilados. Nadie nos llega a la suela del
zapato! Haba gente de veinte nacionalidades distintas, pero slo los checos sabamos
dnde estaba cada cosa y cmo conseguirla. Dnde comprar el pan..., etctera. - Se refreg
las manos -. Qu raro, cuando estamos en grupo nos gusta pelearnos, pero como individuos
somos unos genios. Es raro. Una vez le que durante las guerras napolenicas diez hsares
austriacos muy fcilmente hicieron aicos a treinta franceses, pero una divisin francesa
venci muy fcilmente a una divisin austriaca... O un americano, es ms valiente y est
mejor cualificado que un alemn. Pero una compaa alemana ya son palabras mayores...
Te interesa?
- S que me interesa - le dije, pero envidiaba la buena salud de Vasek.
- Pues fjate, en este patio una compaa de americanos en cautividad se morira de
hambre, pero una compaa de rusos siempre encontrara algo con qu alimentarse. Con las
hierbas se haran una sopa, cogeran la grasa de los cojinetes de bolas y de las vagonetas y
se haran una pasta para untar lo que fuese. Y sobreviviran! O una vieja rusa qu te
crees? Es capaz de pasarse dos das tendida en la nieve esperando un camin alemn! A
una vieja rusa le dieron un tonel de gasolina, y lo transport al frente rodando... Yo por los
rusos me juego cualquier cosa... Slo los alemanes me desconciertan. Si los alemanes se
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desarmaran...! Y los paquetes que mandaban al frente... Unas pocas golosinas para que los
soldados no se durmiesen, algo de glucosa, fruta confitada. El paquete era pequeo, pero
permita aguantar dos das. Tambin nos sorprenda que con los medios mnimos
consiguiesen el mximo. Pero los rusos! Fueron el motor de propulsin... Las mujeres?
No representaban nada. La idea!
Yo dije:
- Pero esa idea ya debera estar en marcha, ya debera funcionar...
- Es cierto! Pero yo miro hacia delante. A pesar de saber que hay gente en contra, para m
lo ms importante es lo que tengo en el horizonte. Y eso es el socialismo... Ah, y me
olvidaba! Haba un SS muy espabilado, se llamaba Bagoda. Llam a un mdico y le pidi
que abriese el trax de un Haftling vivo, para poder ver un corazn humano palpitando.
- Dios mo! - Me llev las manos a la cabeza, abr la puerta del comedor, y me sacud la
nieve.
Jarmilka estaba contando el dinero.
Despus se gir, me cogi por una manga, y cerr los ojos muy feliz:
- Imagnese! Han venido a traerme un mensaje. Jarda ya arregl la casita del patio de su
casa. Me ha dicho que maana vaya a fregar el suelo, que Jarda ha dicho que pensase
dnde quiero colgar los retratos de la familia, el espejo...
4
Hoy nieva de nuevo. La nieve no es blanca, es la de Kladno, 17 mezclada con polvo. Voy a
buscar a Jarmilka en la cantina. La veo de pie, a un lado, mientras una repartidora tras otra
se acerca a los cestos donde la vendedora tira los panecillos despus de contarlos. Veo a
Jarmilka que tiene las manos juntas bajo el vientre y que levanta un papelito con el nmero
de la vez y grita:
- Helenka, dmelos!
Por fin Helenka le llena el cesto de panecillos, le coge los cupones y yo, de un salto, ayudo
a Jarmilka a levantar el cesto que le cuelgo a la espalda.
Las repartidoras gritan:
- Jarmilka, es tu novio?
Y ella sonre:
- No, no. Qu va! Jarda me hara una cara nueva!
Cojo los cubos llenos de caf y salimos a la penumbra. Al lado de la valla de la cantina
hay unas cabezas de ternera brillantes.
Le digo:
- Qu tal?
- Bien, to, bien, pero toque madera. En el segundo turno de trabajo Jarda se ha herido un
pie con las tenazas. Ayer yo estaba sentada junto a la ventanita, y de golpe frena un coche,
sale un hombre y me dice, Yo soy fulano de tal, si quiere ver a Jarda, pues vmonos. Y yo
fui... Herrgott, 18 to, ndese con cuidado, no se d un golpe, en un santiamn se irn a la
porra noventa y siete coronas!
Me asusto y le digo:
17. Ciudad minera cerca de Praga. (N. de las T.)
18. Maldicin alemana. (N. de las T.)
- Caramba!
Y Jarmilka prosigue:
- Su padre sali a recibirme, y su madre me dio media docena de huevos y un kilo y medio
de harina para hacer pasta de bizcocho y galletas. As pues, estuve sentada un buen rato, l
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lloraba porque no poda ir a la taberna. Cuando nos despedimos le dije llorando, Jarda,
acompame. Pero l me respondi, Estpida! Crees que puedo, con este pie? Su padre
me acompa hasta Stechelcev, y ya fue mucho.
- Y la boda. Cundo ser?
- Creo que en marzo. Estar aqu hasta febrero, y despus, adis, adis a los altos
hornos de Poldovka!
Jarmilka se gira, y con una mano saluda a las chimeneas humeantes. Enseguida pregunta:
- Y usted, to, est solo?
Le digo:
- Todava me queda un hermano, pero est en el hospital desde hace tres meses.
Jarmilka me consuela:
- Que sus padres enloquecieran tan pronto...
No s qu decirle, as pues, vamos andando desde la penumbra hacia la luz de los faroles,
se oye la radio de la fbrica con la msica de una banda, los Mugrauer, con una voz alegre
cantan, Las lentejuelas verdes del senderito, del senderito...
Jarmilka, que lleva atadas las correas del cesto, levanta su cabecita y grita hacia el cielo:
- Vyanse todos a la porra, y no me recuerden ms la polka! Ahora me toca a m sufrir
las consecuencias! Quera comprar un cochecillo, pero cuatro mil! De dnde puedo
sacarlas sin robarlas? Y dnde conseguir la canastilla? Dnde? Dnde?
Pero los Mugrauer no oyen la voz de Jarmilka, siguen cantando: ... ir a la madrugada,
porque yo s muy bien...
Jarmilka se seala con su dedito y dice:
- stos son los consejos que dan a las muchachas! Yo tambin me lo tena bien
aprendido, y ahora me lo encuentro! Lo que estoy tocando vale miles de coronas!
Se nos acercan y se alegran las mismas voces, pero desde otro amplificador..., 19 para que
nuestros padres sepan que yo voy a verte...
Jarmilka hace una mirada encantadora y dice:
- Nadie puede huir de esas voces, lo tienen muy bien montado.
Entramos en el comedor, dejo los cubos sobre la mesa, Jarmilka desabrocha las correas, se
saca el abrigo, hoy va muy mal vestida, pero a m sus vestidos me gustan muchsimo, son
el no va ms de los vestidos.
Cuando termino de comer voy a cargar manganesio con Vasek Prcha. Vasek levanta una
piedra de cuarenta kilos y la apoya en el canto de la canal.
- Precisamente nosotros transportbamos unas piedras como sas para la valla que el
Sturmbandfhrer 20 Lowitz nos haca construir para los osos que sus soldados le haban
mandado desde Noruega - dijo mientras dejaba caer la piedra en la canal.
- Dime, Vasek, por qu razn vosotros, los comunistas, lo pudisteis soportar?
- Cmo? Pues los comunistas tenamos en nuestras manos toda la organizacin del
campo de concentracin. Pues as. Por ejemplo, el diputado del Reichstag, el seor Najux,
comunista, saba que el diputado comunista checo estaba en camino hacia el campo. Najux,
como jefe de pabelln, lo esper en la entrada, all le salt encima y fingi que le pegaba,
que lo deshonraba..., pero lo metieron en el bloque que l quera. Despus empez la
deformacin de los nombres, el cambio de nmeros..., al final todo el mundo era una
persona completamente diferente. Pero un da, cuando desde el exterior regresbamos al
campo, a un Haftling se le cay un papelito del bolsillo, se trataba de las ltimas noticias
de la emisora rusa...
19. Durante el rgimen comunista en muchas ciudades y grandes empresas de Checoslovaquia haba unos
amplificadores al aire libre para poder emitir discursos, consignas, msica, etc. (N. de las T.)
20. Alta jerarqua dentro de las SS. (N. de las T.)
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reciban la orden nieder..., 26 y enseguida auf..., 27 nieder...auf! Y despus les hacan rodar
por el suelo hasta que lo vomitaban todo, los Hftlinge..., entonces escogan a los
profesores, a los artistas... se lo tenan que comer todo del suelo... A los descendientes de la
generacin que se enorgulleca de haber conocido a Goethe, a los SS, eso les produca
mucha risa, y les diverta muchsimo. Oh, Heinrich Kampfe! - Cuando Vasek lo record
dio un golpe de palo a la va -. Un hombre muy atractivo, con una cintura fina como una
virgen, ancho de hombros, el sombrero ligeramente cado sobre la frente... En resumen,
una elegancia, pero un asqueroso. Si un Hfftling no le gustaba, como Lagerkommandant,
28 sacaba un lpiz rojo y escriba en la frente del preso un nmero que indicaba el plazo en
que deba ser liquidado. Durante les fiestas se liberaba a algunos Hfftlinge. Era como una
lotera... Me tocar a m? Heinrich Kampfe preguntaba la nacionalidad. La nica
condicin para liberar a alguien era que estuviese sano. Escoga a un pobre desgraciado,
y... Wan geboren? wo geboren? 29... etc., durante cerca de un cuarto de hora, hasta que al
final Heinrich Kampfe preguntaba, und sind Sie gesund?, 30 y aquel pobre, con la voz ms
sana del mundo gritaba, Jawohl! Entonces Heinrich se inclinaba y le escriba en la frente
el nmero rojo, porque aquel Hftling era un embustero. As se cargaron incluso al
campen de Europa de atletismo de cien y doscientos metros, al holands Osendarp. Le
prometieron que si ganaba la carrera contra los dogs de Heinrich podra regresar a su
casa... Le pusieron un collar de salchichas, cuando son la seal salieron el campen de
Europa y los dogs... Osendarp les llevaba ventaja, y hubiera mantenido su libertad hasta el
final, pero un SS le atraves la pierna de un tiro, los dogs lo descuartizaron y se muri...
26. En alemn, Cuerpo a tierra. (N. de las T.)
27. En alemn, En pie. (N. de las T.)
28. En alemn, comandante del campo. (N. de las T.)
29. En alemn, Nacido cundo? Nacido dnde? (N. de las T.)
30. En alemn, Est usted sano? (N. de las T.)
31. En alemn, S. (N. de las T.)
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frecuencia... Lo primero que constru fue una pistola electrnica! El profesor Fanin dud
un momento, yo me acerqu a la ventana y pregunt, De quin es aquel perro? El profesor
dijo, Mo, se llama Haryk. Yo apunt al can con la pistola electrnica, apret..., y el perro
se desplom... El profesor Fanin lo fue a buscar enseguida, le hizo la autopsia del
cerebro..., lo tena hecho aicos! Chicos! Con la electricidad natural captada podra
eliminar la Standard Oil Company, el carbn, los motores de explosin Por todo ello
andan persiguindome...! Me quieren encerrar en la sombra! Pero yo lo quiero patentar
en Baltimore!
- No est mal! - dijo Vasek rascndose la cabeza.
Cogimos el mango de la puerta y tomo gritaba detrs de nosotros:
- Chicos, hoy la utopa, maana la realidad!
Entramos en el comedor.
Jarmilka me hizo una seal con la cabeza, enseguida me di cuenta de que se trataba de una
noticia triste. Me cog la cabeza, mir hacia otra parte y pregunt:
- Qu ocurre?
- Sabe usted, to? Es tan triste que las muchachas de mi edad ya estn felizmente
casadas... Y yo? Todo lo que le cont era pura ilusin, todo, pensaba que al despertar todo
sera como yo lo haba imaginado... Pero l no me quiere, no se va a casar conmigo... Ni
me habla... Yo pensaba que tal vez se sabra...
Yo tena una taza en la mano, la dej sobre la mesa y la volv a coger. No saba qu
decirle. Cambi de tema:
- Yo ya s que a usted le gusta mucha bailar, no es as?
Los ojos de Jarmilka estaban llenos de lgrimas, pero en su mirada ya empezaba a apuntar
la alegra.
- A m? Iba a todas las fiestas. Si se bailaba en Kladno, iba a Kladno, si haba msica en
Busthrad, iba a bailar a Busthrad, cuando la banda tocaba en Hrebec, yo bailaba hasta
reventar en Hrebec... Y en casa, en mi pueblo? Qu voy a contarle...? ramos un grupo
de treinta, nuestros amigos eran todos corpulentos, si alguien me echaba una mala mirada,
ellos arreglaban las cuentas...
Yo la estaba mirando, y me daba cuenta de que cada frase la alejaba piadosamente de su
vientre.
Le dije:
- No nacer antes?
Se toc el vientre:
- No, no, seguro que no! Si me lo hizo el dos de septiembre, lo volcar el dos de junio...
Pero venga, usted, contaremos los panecillos!
Se levant el delantal y yo iba tirando all los panecillos que contaba.
- Hay noventa y seis.
Jarmilka cogi una bandeja con tazas llenas de caf. Su compaera le grit:
- No salgas de aqu! Si vas a los hornos te pondrs a llorar de nuevo!
- Pues vaya usted, ta... - dijo Jarmilka.
Despus se acerc a su pequeo armario, se qued parada mirndolo, se baj el pauelo de
la cabeza hasta los ojos, inclin la cabeza. La vieja avanza hacia ella, le pasa la bandeja, y
Jarmilka cuenta con los dedos a quin debe llevar caf:
- Uno para Ondrej, uno para el encargado, uno para los planchistas, uno para Marka, la
responsable de la boca del horno, uno...
6
Estoy al lado del siete, uno de los hornos de Martin, pregunto a Mudra:
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- Hombre, se ha visto?
Se vio, pero finge que no se vio.
- Dnde?
Le digo:
- En Praga, en la Narodn Trida, 32 delante de los antiguos almacenes Papez, donde ahora
est una casa de discos. En una valla publicitaria de dos metros estaba el que haba ganado
el Premio Nacional al Trabajo... Usted!
l ya se haba visto, y no slo una vez, pero sigue jugando:
- Yo estoy colgado?
- S - le digo -. Aaas, grande. Cubre toda la pared. Parece un escritor.
Mudra balancea sus caderas, coge un gancho pequeo, se pone las gafas, hace una seal a
Marka, la responsable de la boca del horno, para que apriete el botn. El horno de color
prpura est ardiendo, Mudra indica al ayudante lo que debe hacer con la colada
tempestuosa.
Despus se acerca lentamente:
- Y cmo voy vestido?
- Lleva una camisa abierta y un abrigo de vestir.
- Ah, s? Dice que hay una fotografa? - finge que no lo sabe -. Y ahora van a colgar otra
ms reciente..., con corbata. Me alegro de que me lo hayas dicho. Tengo que llevar a mi
mujer a Praga para que vea quin soy. Ella otra vez hace de las suyas... O sea que est en
la Narodn Trida?
La gra ya ha llegado. Vasek y yo tenemos que ir cargando los hornos, me subo a una
escalera, giro la palanca, la gra carga el horno y se convierte de nuevo en una gra
normal. Su base se desplaza y la palanca con el gancho desciende. Vasek acopla las
cadenas enrolladas..., enganchamos las vagonetas por delante, la gra las desplaza. Cambi
la posicin de la palanca, las cadenas se meten en la parte frontal de las vagonetas,
mientras tanto la gra se levanta, vuelco una vez manganeso, otra calcio, despus silicio...
32. Nombre de una calle cntrica de Praga. (N. de las T.)
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Jarmilka se queda un rato de pie, y mira a la joven casada que contina con su labor.
Despus baja la escalera, desde la plataforma primero se la ve hasta la cintura, despus
slo la cabeza, despus desaparece...
7
Despus del medioda baj a las duchas, quera que el responsable me abriese el vestuario.
Haba olvidado que me pusieran el sello a los cupones de racionamiento del azcar. Fui a
los stanos, despus a la sala de las calderas..., pero el responsable no estaba en ninguna
parte. Sub por la escalerilla, mir hacia abajo, hacia la caldera, por si estaba echndose
una siesta..., y abajo, tendida en el suelo, estaba Jarmilka. Baj en silencio, ella dorma.
Dorma con unos trapos debajo de la cabeza.
El horno entornado silbaba a unos dos metros de su pelo.
Me sent a su lado, le cog una mano y le toqu la frente. Estaba ardiendo. Tena un
vientre tan prominente que pens que ya iba a dar a luz.
Se despert.
- Eh, to, es usted?
- Qu le ocurre? - le dije.
Se pas la mano por la frente.
- Me siento mal...
- Pues voy a buscar al mdico!
- No, no hace falta. Ya he ido yo... Hoy es mi ltimo da de trabajo. Qu hora es?
- La jornada ya se ha terminado... Las doce y media.
- No ha preguntado por m la vieja? No puede imaginarse lo mala que es! Pero tal vez
sea porque no sabe qu es tener hijos... Cuando poda tener prefera abortar... Ahora no
puede! La vaciaron completamente.
- Usted tiene fiebre!
- Ya lo s... Mis zapatillas estn empapadas... Pero to, verdad que cuando est en casa
vendr a verme?
- Ya sabe que s! Cmo puede pensar que no ir? Ir con mucho gusto. Con Vasek...
- Que ilusin...! Pero ahora djeme sola.
La dej, sub la escalerilla, y al llegar al puentecito no pude evitar girarme, volv a ver a
Jarmilka enroscada de una forma muy extraa, como si no pesase ms de quince kilos.
- To!
- Qu quiere?
- Venga, voy a decirle algo...
Baj deprisa y me acerqu a ella.
- Qu ocurre, pequea...?
- To, prsteme un billete de veinte! Me comprar golosinas para el camino...
- No faltara ms!
Le di un billete de veinte, sub rpidamente la escalera y fui a ducharme... Despus,
cuando ya estaba limpio, sub arriba, donde estaba el reloj para fichar.
Jarmilka estaba apoyada en el marco de la puerta y miraba un punto del techo.
- Se siente mejor?
Hizo una mueca con los labios.
- Ya me siento bien... Estar aqu por ltima vez est bien, la ltima de verdad...
- Podr irse de paseo - la anim.
- No! Tendr mucho trabajo. Mi hermana y yo le haremos la canastilla, ir a comprar
muchas cosas... Tal vez ser incluso capaz de comprarle el cochecillo. Ya lo sabe, to... -
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Me mir -. Va a nacer un nio y debemos darle la bienvenida. Voy a fichar. Y cuando tenga
tiempo, vaya a verme... No s cmo me sentir, pero, vaya!
Jarmilka me dio su mano por primera vez. Su palma era humana, sencilla, rasposa como la
lengua de un gato. Retuve aquella mano hasta que Jarmilka la retir.
Cuando ya estaba en la puerta me di la vuelta, ella, con una mueca en los labios, miraba de
nuevo al techo.
8
Un da de agosto me sub a la moto de Vasek Prcha, tal como se lo habamos prometido,
fuimos a ver a Jarmilka. Era el medioda, el sol brillaba tanto que la vegetacin se haba
vuelto azul y los tejados rojos de los pueblos daaban la vista.
No encontramos a nadie en el pueblo. A travs de las paredes de los establos se oa el
ruido de las cadenas de las vacas atadas.
Al lado de la capilla, sobre el csped y a la sombra de los tilos estaba sentada una vieja.
Iba descalza, los dedos de sus pies estaban sucios de barro. El pauelo de la cabeza le
tapaba los ojos, slo se le vea la barbilla.
Vasek le pregunt:
- Ta, dnde vive Jarmilka?
Se alz el pauelo, pero el sol era tan intenso, que volvi a bajrselo por encima de los
ojos.
- Cul de ellas? Aqu hay dos...
- Quisiramos visitar a la Jarmilka que trabajaba en Kladno.
- Ah, s! sa...! Ya pas todo. Su hijo naci antes de tiempo, pero metieron al pequeo
Jarda en una especie de jaula. Y ahora el mocoso ya est hecho un hombre. Pero todas esas
cosas trastocaron a la muchacha. Ahora yace en la cama como si no tuviera alma, no es
buena para nada.
- Seora, cmo podemos llegar hasta all? - le pregunt Vasek.
- Pues tienen que bordear aquella casa tan grande, tienen que bajar, en la esquina vern la
casita del remendn Marvnek... Cuando estn all, desde la esquina, vern una casita que
parece un embarcadero. All vive Jarmilka... En la ventana hay unos geranios..., se los
regal yo! Si consiguen que les hable, saldenla de parte de la vieja jardinera, ella ya
sabe...
Vasek aceler, el aire era tan clido que pareca que avanzbamos por el agua caliente.
Vasek fren en la esquina, despus avanz un poco ms, y a nuestros pies se abri una
vista con una casita blanca que realmente pareca un embarcadero. Despus bajamos por
un caminito lleno de grandes ocas.
Se hizo el silencio, con el calor el aire ondeaba como una persiana transparente. Vasek
dej la moto apoyada en la valla, se sec el sudor y dijo:
- Por qu veo tantos colores?
Nos dimos la vuelta.
- La madre de Jarmilka no est en casa! Ha ido al mdico con el pequeo Jarda!
Era la jardinera. Estaba all arriba, en la esquina, y gritaba la noticia formando una
trompeta con sus manos. Llevaba un vestido de una tela basta, desgastada de lavarla, sus
brazos y sus piernas eran negros, pareca la muerte.
- La bruja... - suspir Vasek.
Pasamos por un huerto con chirivas, zanahorias, coles, y unas remolachas enormes.
Despus entramos al pasillo.
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Encima del armario haba, seguramente desde las ltimas Navidades, un abeto pequeo y
seco, los adornos de papel crujan con la corriente de aire... Vasek cogi el mango de la
puerta.
La habitacin estaba llena de sol, sobre la mesa estaba un gato enorme. No se movi, pero
nos observaba a travs de la rendija de sus ojos. En un rincn haba una cama de
campesinos, encima estaba colgada una imagen de Jess rasgndose una tnica azul, con el
dedo sealaba su corazn lleno de llamas y bordeado de espinos.
Sobre la cama estaba Jarmilka vestida con el mono de trabajo, las mantas, arrugadas,
estaban a los pies de la cama, tena un brazo debajo de su cabeza y estaba mirando el techo
exactamente igual como lo haca en el comedor de los altos hornos...
Le dije en voz baja:
- Jarmilka, ya estamos aqu. Vasek Prcha y yo. Todos los de los hornos le mandan
saludos. Todos preguntan, Cundo volver aquella chica? Los de las gras dicen, Nadie
nos trae la merienda como Jarmilka. La encargada del comedor le manda saludos...
Vasek se sac de la cartera un pequeo jersey azul, mientras lo tena en el aire sujetndolo
por los hombros, sus manos temblaban.
- Le hemos trado eso... - balbuce -. Eso se lo mandan todos los de los altos hornos...
Dicen que adems le mandarn unos zapatitos..., unos pecos..., y las mujeres de los
hornos preguntan si tiene suficientes paales.
Se pas la lengua por los labios.
- Y la responsable de las bocas de los hornos, Marka, dice que est tejiendo un abriguito
de punto para el pequeo Jarda.
Pero Jarmilka segua mirando hacia el techo apenada, tena la frente empapada de gotas de
sudor y miraba al infinito, hacia un mundo sin personas...
Vasek se llev la mano al pecho.
- En todas partes cuecen habas, Jarmilka... Yo... en mi casa tampoco lo tengo... Cada
quince das repito lo mismo... La mujer me ayuda a preparar las maletas..., abajo me espera
un taxi, y despus digo a la mujer, Si t me echas, yo me voy!, y la mujer me dice, Yo te
echo?, y le digo, Si me echas y me tengo que ir... pues yo me voy!, y ella, Pues vete, pero
que conste que yo no te echo, y yo le digo, En serio?, y ella me mira de un modo... y
empieza a deshacer las maletas, yo bajo a pagar el taxi... Pero al cabo de quince das el taxi
vuelve a esperarme bajo las ventanas. Y todo, Jarmilka, porque no podemos tener hijos.
Usted, Jarmilka, tiene un nio...
Nos quedamos mirando a Jarmilka, pero ella no nos haca ni caso... Pareca que no quera
saber nada de nada, que todo le era indiferente...
- Jarmilka! - Vasek se arrodill al lado de la cama -. Todos, en serio, todos preguntan por
usted, me oye? Nosotros dos la queremos, y volveremos! Ahora debemos marcharnos...
Me oye?
Vasek se incorpor y los dos la miramos. Estaba claro que las palabras no servan de
nada...
Nos hicimos una seal con los ojos, y en silencio andamos de espaldas hacia fuera. El gato
segua sobre la mesa, se levant y, bajo el sol que transport su calor hasta una esquina de
la mesa, se tendi un poquito ms lejos.
La ropita del nio estaba al lado de la cama, y la imagen de Jess segua abrindose la
tnica azul y sealndose el corazn rojo con pinchos y maleza en llamas.
Pero Jarmilka no se movi. Lo haba odo todo, pero no se senta involucrada. O
quizs...?
Cerramos la puerta, y al salir la luz del sol pareca un bloque de nquel fundindose en un
horno elctrico.
La jardinera an estaba arriba, con ambas manos se haca sombra en la cabeza.
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Grit:
- Ha hablado?
Vasek hizo un movimiento negativo con la cabeza y una mano.
- Bien! - grit la jardinera -. Tena tanta vergenza que se quera ahorcar!
Vasek dijo:
- Resignacin! A veces mi mujer se trastoca tanto que yo tambin tengo ese pensamiento.
Pero despus me repongo. Espero que la pobrecita tambin se reponga...
Y seal la casita inocente que pareca un embarcadero, la de los geranios rojos en la
ventana donde apareci la carita aplastada de Jarmilka.
- Saluden a todos los de los hornos! - exclam y volvi a desaparecer.
EL SEOR NOTARIO
1
Cada maana el seor notario rezaba en la capilla familiar. Era una habitacin con
vidrieras en las ventanas. En una estaba san Dionisio, que tras su decapitacin fue capaz de
levantarse y de pasear por el patbulo su cabeza cortada. En la otra estaba representado un
mensajero que haba errado su camino, y devolva una mano cortada a su punto de partida,
al lado del cuerpo mutilado de santa gueda.
El seor notario estaba de rodillas y rezaba, pero al mismo tiempo se reprochaba no haber
hecho sus grgaras. Despus se santigu, se levant y abri la ventana.
Cuando ya se haba acostumbrado a los rayos matinales, subi la vista por encima de los
tejados azules y, por encima del ro, mir a la otra orilla, empez a respirar el aire hmedo
con gran complacencia.
- A - bue - laaa, a - bue - laaa! - gritaba desde abajo una voz infantil -. Abuela, Zdnecek
se come las cagarrutas del perro!
Y el seor notario se puso de puntillas y dej caer su vista por el interior del patio de la
antigua fbrica de cerveza, all ya no se fabricaba nada, pero vivan algunas familias.
Abajo, al lado de la bomba de agua, estaba una nia, con un delantalito rojo y un sombrero
de paja, sealando a un nio de tres aos que con sumo placer se estaba metiendo algo en
la boca.
Y una mujer delgada sali del lavadero, levant las manos y grit:
- Malditos chiquillos! Cmo podr terminar la colada? - Cogi a su nieto y lo sacudi
encima del desage.
- Marrano, ms que marrano! Ya vers cuando tu madre llegue a casa. T azotar de lo
lindo! - lo amenazaba.
Despus de pensarlo un poco dio una bofetada al chiquillo, y las cagarrutas salieron
volando. Enseguida se meti con la nia:
- Por qu me miras ah parada como un coche? Bho! A ti tambin te dar una tunda
que tus ojos bizcos van a ponerse bien! Toma, cgelo! - Y se sac un pito del bolsillo del
delantal azul -. Desapareced de mi vista!, id a la cocina a jugar. Y t, Lidia, si ocurre algo
toca el pito, yo ya acudir... S, vosotros, par de bandidos, cmo queris que termine de
hacer la colada? - La abuela levant de nuevo sus manos azules de tanto lavar.
El seor notario cerr la ventana, sali de la sala para ir hacia un pasillo tenebroso, y
despus entr directamente en su despacho.
- Buenos das, seor notario - le salud la pasante mientras regaba las plantas.
- Buenos das, seorita, buenos das - murmur el viejo seor, despus se restreg las
manos -. Qu hizo ayer?
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- Jugu a tenis... E imagnese, seor notario, perd, perd contra una seora que tiene
quince aos ms que yo..., perd por dos sets. No es terrible eso? - dijo sacando las hojas
secas del tronco de los geranios.
- Vaya, vaya - dijo el seor notario -. A juzgar por lo que he odo, usted es una excelente
tenista!
- No, tanto no! - Se ruboriz la pasante -. An me falta mucho para serlo, pero es que
estaba nerviosa.
- Es decir que su rival era mejor?
- Eso tampoco. Pero es que yo soy as. Siempre que se trata de algo importante salgo
perdiendo... Lo lamento tanto! Se trataba de subir de nivel dentro del club!
- Pues ya ganar otra vez, pero qu hizo luego?
- Luego, cuando ya estaba oscuro, me desahogu llorando en el vestuario, despus fui a
baarme. Con el baador nad a contracorriente hacia arriba, hacia los robles, ya estaba
oscuro, y sobre el robledal sali la luna, una luna enorme y amarilla que se reflejaba hasta
donde yo estaba, sentada en una piedra y chapoteando con los pies en el agua en que se
reflejaba la luna amarilla...
- Y luego? - El seor notario levant las cejas.
- Despus entr en el ro y nad en el agua cobriza, me gustaba la idea de nadar en el
reflejo de la luna, con un brazo apartaba el color de cobre, se me puso cobrizo, en realidad,
seor notario, estar en el agua era una delicia...
- Y despus?
- Despus me asust.
- Caramba!
- S - dijo la muchacha sentndose a la mquina de escribir -. Imagnese, seor notario,
que a la sombra del robledal, de repente, en la sombra profunda, vi tres pantalones cortos
de color blanco que se paseaban.
- Cmo es posible...? - se extra el viejo seor.
- S tres pantalones blancos, me qued quieta entre las caas, como un ratoncito. Y los tres
pantalones caminaban por la orilla del ro y pude or cmo hablaban entre ellos... Sabe
qu era?
- Eso me tiene muy intrigado!
- Eran tres hombres desnudos! Estaban muy morenos, y como haban tomado el sol en
pantalones, pues sus brazos, piernas y troncos se confundan con la sombra del robledal,
caminaban desnudos! Los tres iban desnudos... Y yo, seor notario, pens que andaban los
pantalones solos - se ruboriz la pasante.
- Y lo vio todo?
- Todo, absolutamente todo... Se trataba de tres jvenes estudiantes, tan jvenes como yo...
- Sera muy bonito - dijo amargamente el seor notario -. Sera precioso, una chica joven
en el agua cobriza y tres pantalones blancos a la sombra del bosquecillo... Pero, qu hizo
luego?
- Despus nad hasta el club, pude or cmo en el robledal los tres estudiantes se lanzaban
al agua... Me sequ y me fui para casa.
- Y en casa?
- En casa me sent y me puse a dibujar debajo de la lmpara - dijo la pasante.
- Eso es exactamente lo que yo quera or! - se alegr el seor notario.
Y la muchacha se levant, y le puso delante una lmina de dibujo sobre la que en la noche
anterior haba dibujado una inscripcin: Al padre meritorio, que despus de una vida larga
y fecunda encuentres un descanso ligero debajo de la tierra.
- Es decir que me lo escribi? - se alegr el viejo seor. Pero al leer de nuevo la
inscripcin para su tumba, que l mismo se haba inventado, se qued pensativo.
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sac una pipa con una chapa que impeda que se le cayese de la boca desdentada, despus
se estuvo un rato escupiendo, se sent junto a la pared, pareca un arbusto roto, pero de
joven... Dios mo, durante su juventud!, recordaba el seor notario, aquel cochero haba
maltratado a sus dos mujeres hasta matarlas. A la primera, si no quera complacerlo, la
arrastraba por el pelo hasta un bal de marinero, levantaba la tapa y meta dentro su trenza
deshecha... Y a la otra mujer, al contrario, le anudaba las trenzas, descolgaba el cuadro de
Jess, y colgaba a la mujer por el pelo, as poda hacer con ella lo que quera... Tal vez a las
mujeres les gustaba, tal vez quedaban satisfechas, algunas mujeres son el verdadero
instrumento del diablo.
- Seor notario - le record la pasante -, treinta y seis velas de un cuarto...
- Ah, s! Pues... - El seor notario se dio la vuelta, y cuando ya haba mirado suficiente
rato los rizos menudos, como de negro, de la pasante, prosigui -: ... El coro de hombres de
la catedral cantar una cancin fnebre, tres sacerdotes bendecirn, y cuatro aclitos
guiarn el squito hasta el cementerio... Al frente de la comitiva, el organizador..., detrs de
l la guardia de honor..., la cruz, las luces..., al lado del coche los empleados con luces...,
quince coches de punto y dos coches funerarios... - iba dictando libremente el viejo seor y
al mismo tiempo miraba el cielo azul, como si lo que deca lo fuese copiando del cielo
despejado en el que las golondrinas iban dibujando monigotes...
Y la pasante escriba tan deprisa que pareca que dejase caer las letras del testamento en un
tarro de latn.
Un grito en el patio oblig al seor notario a apoyarse con ambas manos en el marco de la
ventana.
All abajo, al lado de la fosa sptica, estaba el portero gritando:
- Ld'o, Ld'o, Ld'ooo!
Y la ventana de la planta baja se abri y de ella sali una cabeza muy bien peinada que
dijo:
- Pap! Qu ocurre?
El portero grit:
- Qu ocurre? Ven a ayudarme a llevar ese palo al ro, lo limpiaremos! - gritaba
sealando la prtiga con la que remova la fosa sptica.
- Pero pap, yo tengo las manos limpias! - grit el joven desde la ventana.
- Te digo que vamos a limpiar el palo! - grit el portero sacando la prtiga de la fosa. El
joven irrumpi en el patio corriendo, llevaba una camisa blanca, enseguida cogi la punta
limpia de la prtiga.
- No! - chill el portero -. Esa punta la llevo yo, t coges aqulla!
El joven se defendi:
- Yo llevo una camisa limpia, y una corbata nueva, y una corbata as no la tiene nadie en
toda la ciudad - Pero su padre le orden:
- Yo te lo mando, te lo ordeno, soy tu padre. No pretenders que yo lleve la punta sucia de
mierda! - aull el portero sealndose.
- Yo tengo una corbata nueva! Pues voy a sacrmela... - Se dio la vuelta.
Pero el padre insista:
- No, quiero que me obedezcas de inmediato. En qu quedamos, la coges o no la coges?
El joven reflexion y dijo:
- No la cojo, no la cojo porque llevo esa corbata.
El portero se desgaitaba y gritaba al cielo:
- Vosotros sois as, toda vuestra generacin de holgazanes. Diantre! que yo, yo que soy el
padre, tenga que llevar siempre, en lugar de vosotros, la punta sucia de mierda...!
El hijo dijo:
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- Padre, si eso lo puede entender cualquiera! Si dentro de poco tengo una cita, no voy a
perder el tiempo con el retrete Cmo podra dar dentro de nada la mano a Olina?
- Pero seor notario, hemos olvidado algo - dijo la pasante -. Cuntos recordatorios?
- Recordatorios? - se asust el seor notario -. Escriba que cuatrocientos. Y la misa de
difuntos en la catedral de san Jilj... Corro demasiado...? Est bien... Un coro masculino
cantar Animas fidelium..., despus, al lado de mi tumba, tres sacerdotes harn Libera
acompaados por el canto del coro... - dictaba el viejo seor, pero no poda evitarlo. Se
puso de puntillas y vio que por el portal salan el portero y su hijo, entre los dos llevaban la
prtiga para limpiarla en el ro, el notario mir la mano del portero que sujetaba el extremo
sucio de la vara, y el viejo seor asinti con la cabeza y prosigui dictando -: ... El cadalso
decorado exactamente igual que durante el funeral..., los diez primeros bancos cubiertos de
damascos negros...
Y del patio de la fbrica de cerveza subi un silbido insistente.
Abajo, al lado del pozo del agua, estaba una nia con un sombrero de paja que tocaba el
pito, lo tocaba sin parar, esconda el silbato debajo del sombrero de paja, toc el pito hasta
que del lavadero sali su abuela que por el camino se secaba las manos en el delantal
mojado y gesticulaba con las manos al sol y gritaba:
- Eh, vosotros bandidos! Y ahora qu ocurre? Por qu no estis jugando?
La nia iba arrastrando un zapato por el csped y se quejaba:
- A - bue - laaa, Zdnecek se ha cagado en la alfombra y yo lo he pisado!
Y despus sigui tocando el pito.
La abuela dio una bofetada a la nia y el silbato se le salt de la boca.
- Maldita sea! Pero qu piensas, que puedes silbar por cualquier tontera? Esta tarde yo
an tengo que ir a servir, y vosotros dos, bandidos, me hacis esto? A este paso, cundo
terminar la colada?
El seor notario se encogi de hombros y se apart de la ventana. Se sent a la mesa y
dijo:
- La inscripcin que usted me escribi ayer, el epitafio para la losa, la adjuntaremos al
testamento, porque una persona de mi edad no sabe nunca el da ni la hora. Y maana,
cuando usted traiga la inscripcin... me igualaba a mi polvo..., entonces la cambiaremos,
de acuerdo?
- Muy bien - dijo la muchacha, y se qued mirando de qu forma hablaba el viejo, saba
que sus dientes postizos se cerraran antes de que finalizasen las palabras. Tambin haba
notado que el seor notario antes de estornudar se sacaba rpidamente el pauelo del
bolsillo y se lo apretaba contra los labios. Se imagin lo que ocurrira si el seor notario se
atase la dentadura con un hilo de seda como el que tena su abuelo para sujetarse los
quevedos... Y su abuelo llevaba tambin otro hilo, un hilo negro con el que se ataba el
sombrero, un hilo atado a un ojal para que el viento no se lo llevase... Pero y si el seor
notario estornudase tan fuerte que la dentadura le quedase colgada del hilo como los
quevedos del abuelo, como el sombrero del abuelo?
- Brrr... - Se estremeci la muchacha.
- Hace fro aqu? - se extra el seor notario.
- No, la muerte me ha tocado 34 - dijo abrazndose y acaricindose los brazos.
- Una expresin muy bonita! - dijo el seor notario, y se sumergi en un contrato
mercantil que ya llevaba pliza. Estaba mecanografiado cuidadosamente, cosido con un
hilo rojo y blanco con un sello de lacre al final. Cuando termin de leerlo se levant. Por la
ventana abierta vea el ro sobre el que se inclinaba una camisa blanca que agitaba una vara
en el agua. El guardapolvo del portero casi se confunda con el color del ro. Los dos
hombres se levantaron y se miraron en silencio, la camisa blanca tambin se reflejaba en la
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superficie del ro, donde el joven, como un artista de circo, estaba colgado por los pies,
tambin...
- Seorita! Apunte! - El notario se dio la vuelta impetuosamente -. Aprisa, antes de que
se me olvide...! El atad es mi cuna y la inscripcin fnebre sobre la losa es mi fe de
bautismo... Por favor, me lo repite?
34. Expresin checa que significa tener un escalofro. (N. de las T.)
2
El matrimonio Schiesler, el campesino y la campesina de Bosin, fueron los primeros en
llegar. Haca un cuarto de siglo que el seor notario los conoca, desde que fueron a verle
de recin casados, los dos vestidos de campesino y con el misal, l llevaba unas botas de
caa alta, unos pantalones de montar de algodn y un sombrero de cazador, los dos tenan
un aire majestuoso, como los reyes. Hoy, en cambio, estn envejecidos y van vestidos
como en la ciudad.
- Pues... qu me cuentan? - pregunt el notario tras ofrecerles unos sillones.
- No hay ninguna novedad, slo que nuestro vecino se ha vuelto loco - dijo el campesino.
- Caray! - el seor notario fingi que se extraaba.
- Pues s! Nuestro vecino tena una cerda que tuvo cochinillos, pero todos, excepto uno,
se murieron de parlisis. Los vecinos alimentaron el cochinillo con una botella, y el animal
corra tras ellos como si fuese un perrito. Cuando creci los vecinos decidieron matar al
cerdo. Pero como lo tenan de escondidas, una noche el viejo baj a la bodega, y el cerdo
detrs de l, porque tal y como he dicho, los persegua como si fuese un perrito. Cuando ya
estaban en la bodega, el cerdo puso su cabeza en el regazo del vecino, slo l poda
rascarle las orejas. El amo le meti en la boca el mango del hacha, para que no chillase.
Pero entre ambos tiraron el candelabro, y el vecino, que haba pinchado mal al cerdo, lo
tuvo que pinchar con un cuchillo. Despus se estuvo una hora seguida sentado sobre el
cerdo, hasta que se desangr en la oscuridad. Pero el cerdo crea que lo haba pinchado otra
persona, y se qued arrimado al amo hasta que perdi toda la sangre. Y despus el amo
sali de la bodega, se desplom sobre la cama, y empez a llorar, y ya nadie pudo
consolarlo. Y lo tuvieron que llevar a Kosmonosy. 35 Y yo me digo, ser amigo de los
animales? Jams de los jamases!
- Dios mo! - exclam el seor notario -. Y usted estaba all?
- No. Me lo cont todo la hermana del vecino, Libuse, aquella que, como usted sabr,
tiene a la chica en la cama desde hace treinta aos. La conoce?
- La del nmero diecisis?
- La misma. Sabe lo que ocurri?
- No, no lo s...
- Pagaron muy caro haber ido al cine a la ciudad. Daban una pelcula de Chaplin, con
aquel muchacho, Gogan, que interpretaba el papel de ngel, y Libuse se prometi que su
Lubise, para la fiesta de Navidad, tendra un disfraz de ngel idntico. Y con unas plumas
le hicieron las alas, bueno, era muy bonito, pero la nia se resfri, cogi una gripe cerebral,
y desde entonces est en la cama como Lzaro en el sepulcro.
- Ahora... caigo! Los Hodac - se acord el seor notario -. Su segundo hermano tiene una
casa en el nmero veintisis, no es as, seora Schieslerov? Cmo les va a los Hodac?
- Bien. Se compraron siete jornales de tierra - dijo la campesina juntando sus manos en el
regazo -. Slo que su Karlcek ha pasado a mejor vida. Precisamente maana se cumple un
mes del entierro. Tambin pag cara su amistad con los animales. Tenan un potrillo que
haba aprendido a ir a buscar azcar a la cocina, algo lo asust, se dio un golpe con una
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columna, se trastoc y rompi los muebles. El viejo Hodac salt sobre l, pero antes de que
pudiera ponerle una manta sobre los ojos, dio un golpe a Karlcek. Y despus empez a
dolerle la pierna, lo tuvieron que llevar al hospital y all le cortaron la pierna, mientras lo
estaban haciendo se muri. Los Hodac quisieron ver a su hijito dentro del atad, pero lo
abrieron y lo cerraron rpidamente, porque la pierna cortada yaca al lado del cadver del
nio. Pero a parte de eso, seor notario, la vida de pueblo es muy aburrida, no pasa nada
que merezca la pena ser contado. En ese sentido ustedes aqu, en la ciudad, estn mucho
mejor. Slo que..., sabe dnde vive el viejo Krl? - se anim la campesina.
- En el nmero catorce? - sonri el seor notario.
- Exacto. Pues Krl, el muy tonto, suba al desvn con la criada, y all hacan el amor. Una
vez le cogi un calambre y se qued unido a la criada.
35. Poblacin conocida porque es la sede de una institucin psiquitrica. (N. de las T.)
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tirbamos la ltima palada, omos que detrs de la valla una cabra balaba de una forma
extraa. Nos preguntamos qu pasaba, saltamos las vallas, y atrapamos al tonto del pueblo,
el tartamudo, Bohousek...
36. Organizacin deportiva checa. (N. de las T.)
El seor notario se levant, y tras ponerse los dedos sobre sus labios morados acerc su
odo a la boca del campesino.
Y l le susurr algo, despus el seor notario se hundi en su butaca.
- Entonces cogimos el ltigo y algunos palos - prosigui el campesino en voz alta -, le
dimos tal tunda que dej de tartamudear. Pero, a parte de eso, qu clase de vida llevamos
en el pueblo? No hay teatros, ni cines, ni hoteles... La ciudad! - se quej nostlgicamente
el campesino.
- Quizs - dijo el seor notario, y vio que entre los dedos de la pasante el documento
temblaba ligeramente, al ritmo del corazn de la muchacha -. Pero para nosotros, los
cristianos, Dios est en todas partes, en el pueblo, en la ciudad, donde est el hombre, all,
en su corazn, vive Dios. El resto, como ustedes ya saben muy bien, es vanitas vanitatis.
Por ello nosotros, los cristianos, como hijos de Dios, hacemos un contrato con l en todo lo
que se refiere al alma. Porque nosotros, tambin como ciudadanos, podamos tratar con
contratos los hechos relacionados con la propiedad. Supongo que es la razn que los ha
trado a mi consulta, la cuestin de qu hacer con las propiedades en caso de muerte... No
es as? - pregunt el seor notario cuando vio que los campesinos ya se haban calmado
con la conversacin.
- Eso es - respondieron ambos al unsono.
El seor notario se puso en pie y empez a hablar:
- As pues, hablaremos de los tipos de testamento - dijo, y mientras hablaba miraba por la
ventana, miraba la otra orilla del ro, donde el sol haba obligado a los colores a evaporarse
casi completamente.
En aquel momento lleg una barquilla roja con listas amarillas, una barquilla pintada
como un carro de helados, la barquilla del seor Brichnc, el maquinista de tren jubilado.
Aquella barquilla en la popa tena unas inscripciones en letras ornamentales, sobre cada
remo, escrita tambin en letras ornamentales, estaban las seas completas del seor
Brichnc, que iba en bermudas y remaba, en la cintura de las bermudas tambin estaban
bordadas, en letras maysculas, todas las seas del seor Brichnc, que en sus pies llevaba
unos zapatos de lona con las seas escritas muy meticulosamente. El seor notario miraba
el ro y se deleitaba, y segua hablando de las ltimas voluntades. Mientras tanto la
barquilla roja salpicaba los rboles con reflejos rojos. El seor notario record que haca
unos aos que toda la ciudad fue a dar la bienvenida al obispo titular de Letomrice. La
estacin estaba llena de juventud, baldaquines, estandartes, el ayuntamiento en pleno,
msica..., pero el tren especial del obispo titular llevaba retraso, y el jefe de estacin dio
paso, por otra va, a un tren de mercancas conducido por el maquinista seor Brichnc.
Justo despus de pasar el semforo, el conductor sac su cuerpo afuera y bendijo el andn
dibujando con la mano una cruz bien grande... Las nias comenzaron a tirarle flores y la
banda de msica empez a tocar Mil veces..., pero por la estacin estaba pasando un tren
de carbn... La barquilla roja desapareci detrs de un sauce llorn y traslad a otro lugar
todos sus reflejos e inscripciones...
- Y por todo ello, incluso con la propiedad se puede medir el amor paterno hacia los hijos,
que seguirn administrando el patrimonio heredado... - concluy el seor notario.
En el despacho se hizo el silencio.
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- Pues, seor notario... - El campesino se pas la lengua por sus labios -. Nosotros
pensamos..., en resumen, cmo podra decirlo...? O sea que nuestro hijo mayor, Ludvk, lo
heredar todo, pero pagar a Anezka, nuestra hija... Le dar 50.000... y nosotros viviremos
en la casa pequea... - murmur el campesino hecho un lo, apret su barbilla contra el
pecho y se tap la pajarita verde -. Y a ti, qu te parece? - pregunt.
- Yo quisiera que en el contrato constase que una vez al mes Ludvk, mi hijo, debe
enganchar los caballos al carro y acompaarme al cementerio de Krinec... - dijo la
campesina. Una lgrima le resbal por la mejilla, en su recorrido hizo una pasta con el
maquillaje barato, y lo acumul al lado de la boca arrugada.
- Es decir - resumi el notario -, que la seorita conseguir la lista, es decir el acta
catastral, el viernes prximo ustedes vendrn con dos testigos, y redactaremos el borrador.
Seorita, escriba!
El seor notario se acerc a la ventana, estuvo un rato mirando el ro, y empez a pensar
en el maquinista seor Brichnc, que por la noche saldra a dar un paseo en su bicicleta de
la marca Premier, una bicicleta con un manillar ergonmico, desde la palomilla se subira
al pedal ya a punto. En la bicicleta, en letras ornamentales, estn escritas las seas
completas del seor Brichnc, inclusive el nmero de su casa. Aquella casita donde todas
las cosas estn marcadas, pintadas y numeradas, parece un camino provisto de seales de
senderismo, blancas y verdes para el jardn, blancas y negras para el almacn del carbn,
azules y marrones para el excusado...
- Seorita, est preparada? Empecemos!... En el caso de que Dios nos llame a la
Eternidad, ordenamos lo siguiente: Primero... - el seor notario dictaba mientras miraba la
superficie fluida del ro, y como siempre, no se cansaba de contemplarla...
3
Pasado el medioda el seor notario cogi su bastn y se fue a dar un paseo. Mientras iba
andando desde el molino hacia el puente, le adelantaron dos personas que iban en tndem y
que con el manillar le tocaron ligeramente una manga. Haban salido durante la pausa del
medioda, se trataba de dos hermanos, los estanqueros, vendan tabaco y peridicos al lado
del teatro. Uno era ciego, iba en el asiento de detrs, el otro iba sentado delante. Al seor
notario, cuando todava fumaba, le gustaba comprarse los puros en su estanco, le gustaba
notar que el invidente dominaba el estanco con el tacto. Por la forma de toser del seor
notario sonrea, sacaba la cabeza por la ventanilla y lo saludaba:
- Buenos das, seor notario!
Y se daba la vuelta y estiraba su brazo directamente hacia el estante correcto, el de los
puros Puerto Rico, despus coga el billete que tambin reconoca con los dedos, del
mismo modo que conoca al seor notario por su tos. En aquel momento los dos
estanqueros estaban pedaleando por la orilla del ro, una vez ms sus retratos invertidos se
movan por el agua tranquila, sus cabezas desaparecieron debajo de las faldas de los tilos,
pero sus pies seguan golpeando los pedales, como si se tratase de los ejes acoplados de
una locomotora, y otra vez se repitieron en el ro, como una mquina fantstica de cuatro
ruedas... El seor notario les mir y pens qu ocurrira si una noche los estanqueros se
emborrachasen y se sentasen a la bicicleta doble al revs, el ciego delante, y el otro detrs.
Quin sabe dnde llegaran! Quizs si no encontrasen a nadie el ciego llegara a su casa,
quizs conoca tan bien el camino como los billetes por el tacto, como la manera de toser
de sus conocidos..., pensaba el seor notario. Y bordeando los establos abandonados con
unas cabezas de caballo rojas sobre la puerta, sali hacia los huertos. En silencio pas por
delante del estanco, siempre le daba reparo mirar hacia all. Incluso aquel da vio de reojo
las manos del estanquero que reposaban sobre el mostrador, detrs de la ventanilla, las
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manos del herido de guerra quemadas por un lanzallamas. Por ello lo condecoraron y le
dieron un estanco...
El seor notario baj al ro por la escalera de piedra, miraba la ciudad con glotonera, las
ventanas de colores. En la otra orilla estaba una mujer con una blusa encarnada que llevaba
un cesto de ropa para lavar, se arrodill sobre una pasarela y mir su propia cara en el agua
tranquila, continuamente se arreglaba el peinado que se le deshaca, el seor notario vio a
otra lavandera que se inclinaba como si quisiese salir del agua, pens en la dama de
corazones de una baraja de naipes... Pero la lavandera cogi una sbana blanca de la cesta,
se inclin, y borr su retrato...
Y por la orilla del ro, por la marga de la otra ribera, se paseaba el seor den con un
bombn, y un den vestido de negro, exactamente igual, andaba por el ro cabeza abajo, y
cuando la blusa de la lavandera y el abrigo negro del den se aproximaron, apareci un
punto encarnado encima de una exclamacin negra, y la misma figura naci en el agua,
pero con el significado opuesto, y cuando la lavandera salud al clrigo, l hizo una
pequea reverencia y con un movimiento largo se sac el bombn. En el reflejo del ro
pareca que el den cogiese agua con su sombrero...
El seor notario miraba atentamente hacia la otra orilla, y lo perciba todo. Despus se
puso en cuclillas, cogi agua con sus palmas y se lav la cara ceremoniosamente. Subi a
la orilla del ro y bordeando las vallas sali de la ciudad.
Al lado de un campo de cerezos, sobre una lancha invertida, estaba una mujer joven en
traje de bao que tricotaba un jersey amarillo, un nio desnudo estaba estirado boca abajo
sobre la madera para lavar, y con una ramita pesc algo en el agua. El seor notario suspir
dulcemente, despus mir hacia la otra orilla del ro donde empezaban unos prados
kilomtricos, sobre un caballo blanco lleg un hombre joven y moreno, descalzo, slo
llevaba pantalones, fue directamente al vado y comenz a atravesar el ro. Y otro caballo
empez a reflejarse, pareca como si las dos cabalgaduras estuviesen enganchadas por las
pezuas. El caballo blanco estir las riendas, baj su cuello, y con su boca se bebi su
propio retrato.
- Mam, qu es eso? - pregunt el nio plantado con las piernas separadas delante de la
mujer joven del baador, con los dedos sujetaba algo flccido.
- Tralo enseguida, Famflk! - grit ruborizndose.
- Pero mam, para qu sirve?
- Te he dicho que lo tires enseguida!
- Cuando me hayas dicho para qu sirve!
- Todava no necesitas saberlo, ya tendrs tiempo...
- Pero yo quiero saberlo! - El nio descalzo pataleaba.
- Y yo te repito que lo tires enseguida! - grit la madre dejando las agujas de tricotar.
Pero el nio se puso a correr, y la madre detrs de l. Cuando tendi la mano hacia el nio
fugitivo, l, desesperado, se puso en la boca lo que haba pescado en el ro.
- Ya vers cuando se lo diga a tu padre! - grit la joven mujer pegando al nio que haba
tropezado y se haba cado a los pies del seor notario.
La joven madre con una mano sac aquello de la boca del nio, con la otra le peg
mientras chillaba asustada:
- Ya vers cuando se lo diga a pap, marrano, ms que marrano!
Arranc aquello de la boca del nio y, con asco, lo tir muy lejos.
Despus sigui tricotando, y de repente tuvo la sensacin que iba en bicicleta y que
alguien le meta una vara entre las ruedas. Se dio la vuelta y vio al seor notario
desnudndola con la mirada, contemplaba su cuerpo con tanto placer y experiencia que ella
se tap las ingles con una mano, y los senos con el otro brazo. Y as anduvo hacia atrs
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hasta que se qued sentada en la lancha, y enseguida se puso delante el jersey que estaba
tejiendo.
- Hmmm - ladr el seor notario, y se hundi el sombrero hasta las cejas, y despus se fue.
Entre sus dedos haca girar el bastn, y con un aire juvenil decapitaba las flores y miraba el
caballo que estaba nadando en el ro, vio cmo emerga lentamente y cmo sala del agua
con el jinete, y cmo de nuevo de sus rodillas sala un caballo invertido que con su pezua
piafaba sobre su propio retrato. Despus el jinete, con el taln descalzo, dio un golpe muy
fuerte en el flanco del caballo, que reson, y el caballo comenz a trotar por encima del
vado salpicando su propia copia.
El seor notario tena prisa.
Al pasar por delante del estanco tampoco mir, pero una vez pasado, de reojo se dio
cuenta de que no haba visto aquellas manos rojas. Se par, y despus oy unos gemidos.
Anduvo hacia atrs y mir al interior del quiosco. El estanquero estaba tendido en el suelo
con un ataque de epilepsia, yaca de una forma extraa, entre los estantes y la silla, casi
totalmente cubierto de cigarrillos.
El seor notario anduvo alrededor del estanco, y cuando cogi el mango de la puerta se
dio cuenta de que estaba cerrada. Regres sobre sus pasos, y a travs de la ventanilla pudo
ver la llave en la cerradura. Dej el bastn, subi la ventanilla y meti medio cuerpo en el
quiosco. Estir sus dedos para poder abrir, pero perdi el equilibrio y se cay adentro de
cabeza. Primero vio las manos quemadas por el lanzallamas, despus se cay y su cara se
le qued sobre las mejillas del estanquero, aquellas mejillas tan estropeadas por la guerra
que parecan haber sido metidas en un recipiente con aceite hirviente. Despus, con el
taln, sac un cajn de su sitio, y ambos fueron cubiertos por montones de monedas. El
seor notario liber una mano, abri, y sali rodando a la luz solar.
Era exactamente el momento en que la repartidora del peridico Vecern cesk slovo
llegaba en bicicleta. Sobre el portaequipajes delantero y trasero llevaba paquetes de
peridicos, cuando vio al seor notario dando volteretas y al estanquero tendido en medio
de cigarrillos y monedas, baj de la bicicleta y se qued patitiesa, con las piernas separadas
y sujetando el manillar.
- Seora Vorlickov, aydeme! - dijo el notario.
Pero la repartidora de peridicos estaba petrificada.
El seor notario sac al estanquero acompaado de los cigarrillos y las monedas. Despus
le desaboton la camisa, le dio unos golpecillos en las mejillas y le sec el sudor
abundante. La repartidora ya se haba repuesto, pero no poda mover ms que el dedo
pulgar. Es decir que como mnimo tocaba el timbre de la bicicleta.
Enseguida lleg mucha gente corriendo, abrieron los puos cerrados del estanquero,
trajeron agua del ro, y lavaron el pecho del pobre hombre. El seor notario tena en su
regazo la cabeza del estanquero y acariciaba aquel crneo quemado durante la guerra que
pareca el resultado de coser muchos trozos de distintas pieles.
- Seora Vorlickov, por qu no va a avisar a su mujer? - dijo el seor notario.
Pero la repartidora de peridicos segua tocando el timbre y de repente se puso a chillar.
- Recojan el dinero y los cigarrillos - observ el notario. Segua acariciando al estanquero
mientras miraba al otro lado del ro, donde estaba sentado un pescador que meta un
pececito vivo en el anzuelo, un pececito vivo y brillante como un espejo, lo meti en el
anzuelo con sumo cuidado para no romperle la raspa, y despus lo tir al ro, formando un
gran arco... Y en el espejo del ro, delante de l, como el rey de picas, estaba de nuevo otro
pescador...
- Vayan a buscar al mdico - aconsej el notario.
EL ENTIERRO
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1
Esta noche he tenido un sueo muy agradable, he soado que yo estaba arrodillado en el
bosque, delante de una trilladora, y que san Jos llegaba volando por los aires y dibujaba
una gran cruz delante de m. Y por la maana he sabido enseguida que iba a apostar por el
hoquey sobre hielo y el ciclismo, porque san Jos es el diecinueve del mes tercero... 37 dijo Jarda abotonndose el abrigo.
Un poco ms tarde Jarda quera decir a Pepk que la Sportka ayuda a soar y a descubrir el
significado de los sueos, pero todo el recuerdo le fue arrebatado por un gran trompazo, el
ruido de cristales rotos y un montn de juramentos. Los dos quedaron empotrados en la
cloaca alquitranada de un urinario pblico, y cuando Jarda se levant se dio cuenta de que
hasta all haba llegado un ocho pintado sobre un vidrio translcido.
- Hombre..., alpinismo! El ocho! - dijo Jarda con mucha alegra.
37. La Sportka es una lotera checa en la que a cada nmero le corresponde un deporte determinado, las
apuestas se hacen simultneamente para nmeros y deportes. (N. de las T.)
Jarda fantaseaba:
- Con la Sportka siempre puedes esperar un poco de magia. Devanarse los sesos no sirve
de nada! Yo una vez me dediqu a escribir todos los nmeros que salan, y sabes una
cosa?, las regatas y las canoas no salieron ni una sola vez! Adems, el nmero judo de la
fortuna ha salido una sola vez, y nuestro trece de la mala suerte ya ha salido nueve veces.
Tu to Adolf, a quien vamos a enterrar, deca, Los topos hacen sus agujeros en las horas
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impares, los nmeros impares traen buena suerte. Una vez apostamos slo por los impares
y, ex profeso, slo salieron nmeros pares...
Jarda se detuvo para retomar aliento.
- Se trata de eso, de tener una relacin muy personal con los nmeros! Tendramos que
encontrar una forma predestinada de ser amigos de los nmeros, tendramos que establecer
con ellos una relacin casi amorosa. Y basta. Tal vez aquel Spartak... 39 para m es un trasto
corriente, pero si, por ejemplo, me atropella slo un poquito, su matrcula ya significar
algo para m. Por lo tanto...
- Jarda! Cuidado! - exclam Pepk pegando un salto. Haba visto un camin que
descenda y del que se haba desprendido un tonel muy pesado que fue a parar justamente
bajo las ruedas del Spartak que circulaba por Prazsk. A unos metros de ellos. Enseguida se
elev una columna de polvo amarillo, despus se oy un choque y el balido de los
neumticos.
Pepk estaba al lado de una seal y se miraba con desesperacin el traje de luto que, sin
poderlo evitar, ya estaba tan amarillo cmo aquella nube amarilla de la que Jarda acababa
de salir tambalendose.
- Maldito payaso! Vaya forma de conducir! - grit Pepk dentro de la nube mientras
miraba sus ropas.
- No blasfemes! - Le tap la boca Jarda -. Es una indicacin del cielo! - dijo sealando la
columna de polvo amarillo que el viento ya empezaba a disolver, el polvo se esparca por
la nieve ennegrecida y por la pendiente de debajo de Balkn, e incluso por Krejcrek. 40
- Seguro que este mes nos forramos - dijo asfixindose. Despus se puso a andar alrededor
del Spartak que emergi de la nube, se arrodill sobre una capa de medio metro de polvo, y
limpi la matrcula que el viento enseguida tapaba con el polvo amarillo. Se concentr en
los grupos individuales de nmeros y los limpi rpidamente.
- Saltos al agua!
Sigui mirando...
- Equitacin!
Rpidamente los limpi de nuevo...
- Y gimnasia rtmica - grit a la tercera.
El viento llen de nuevo de polvo la placa, y de debajo de la carrocera fue arrancando
aquel polvo amarillo de anilina que se esparci mucho ms. El chfer del Spartak segua al
volante, tena los ojos cerrados y pensaba que todo era un sueo, que quizs cuando abriese
los ojos nada sera como lo que haba visto y odo... Por fin los abri, y vio un Tatra 111 41
que descenda a gran velocidad, penetraba en la montaa polvorienta y ensuciaba las
ventanillas del Spartak.
- Gimnasia rtmica - se alegraba Jarda.
- Vaya gimnasia...! - El dueo del Spartak se arm de valor y baj del coche -. Dios mo,
y lo estreno hoy! - dijo, y cuando not que el polvo le llegaba hasta las rodillas se llev las
manos a la cabeza.
- Me da miedo mirarlo. Por favor, qu hay debajo de las ruedas? - dijo muy preocupado,
y unas arrugas le atravesaron la cara hasta las orejas.
- Un tonel de anilina de dos toneladas - le dijo Pepk.
39. Modelo de coche checo. (N. de las T.)
40. Barrios de Praga. (N. de las T.)
41. Modelo de camin checo. (N. de las T.)
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- Y para m, por favor, ms jamn! - dijo el agente seor Tonda 43 Uhde, un hombre
elegante, tena una rosa entre sus dedos y llevaba una gabardina tirada con negligencia
sobre los hombros.
43. Abreviacin de Antonn. (N. de las T.)
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encinta, no por que estuviesen encinta, sino porque el hijo no era de l, dej la salchicha y
junt las manos, como los catlicos, para poder saborear mejor aquella maravilla de la
naturaleza.
Y el seor Hyrman se aguantaba en el palo para bajar las persianas y se espeluznaba por lo
que estaba haciendo su mujer.
- Es que, seora ma - el seor Bucifal trag saliva -, las imgenes sagradas son
increblemente frgiles. Como esta salchicha. As pues, un da yo llevaba la Teresita de
yeso a Zbejsn. Abro la caja del camin, y vaya por dnde, la imagen tena las manos
rotas.
- La manos - La carnicera empez a rerse -, y el cura, qu?
- El cura se llev las manos a la cabeza. Digo, Seor cura, voy un momento a la droguera
a buscar una bolsa de yeso y le enganchar las manos, como en el hospital. Pero el
reverendo seor, que no, que quera tener una Teresita sana.
- Sana? - Se rea la carnicera.
- Y as pues, tuve que devolver la imagen - prosegua el seor Bucifal -, encargu otra, y
cuando vuelvo a estar en Zbejsn dejo la imagen sobre un peldao y voy a la iglesia con la
factura. Y en el ltimo escaln est el reverendo seor que mira por encima de mi
hombro... Me doy la vuelta y mocoso idiota!
- El cura? - Se rea la carnicera.
- No. Un mocoso estpido que iba en bicicleta y que con el manillar toc la imagen que
empez a caer... Y el cura baja corriendo y en el ltimo momento coge a Teresita y dice,
Por un tris no ha tenido que ir a buscar a Teresita por tercera vez! Y me mosque, y no
tena que haberlo hecho. Digo A pesar de que usted sea el representante de Dios, no voy a
permitir que me mosquee! Y empuj la imagen, y se cay, y se rompi en mil pedazos. Y el
reverendo seor mand una carta al Servicio de la Catedral y me dio un empujn a m. Y es
as cmo me convert en agente de Ayuda a la Vejez. No hay ms rbano picante?
- Ahora mismo lo traigo - dijo la carnicera -. Sabe que cuando yo tena diecisiete aos
quena ingresar en un convento?
- De hombres? - pregunt el jefe.
- Hoy s..., pero entonces era muy beata... Pero mi padre muri y tuve que cambiar los
rosarios por el cuchillo de carnicera. Ay seores! Con mis manitas soy capaz de cortar
unas lonchas de jamn tan finas, tan finitas... - dijo soadora la seora Hyrmanov dejando
de balancearse, despus puso un pie sobre las baldosas, pero la falda arremangada se le
qued clavada entre los muslos, y el seor Hyrman, cuando lo vio, mene la cabeza, y el
pendiente de oro de la oreja brill en el lbulo, como un punto de cobre debajo de un
interrogante. Se le desencaj la barbilla.
- Amigo, qu le ocurre? - le pregunt hipcritamente el sombrerero Kurka.
- Nada...
- No me diga! Mi mujer y yo mirbamos desde nuestra tienda y ella me ha dicho, Vilda!
Hyrman tiene una cara tan plida como la grasa del jamn. All ocurre algo - dijo el
sombrerero.
- Ah, eso! Mire usted mismo. Hay tres hombres en la tienda.
- Tal vez un control, no? - se alegr el sombrerero.
- Que va! - minti el seor Hyrman -. Han llegado, han pedido cubiertos y especias, ellos
mismos se han trado la carne de sus casas. Me da miedo entrar porque hara algn
disparate!
- Y el cuarto?
- Se ha trado tres huevos en una bolsa de papel, me ha pedido que se los hiciese pasados
por agua, porque est a rgimen. Yo se los he hervido, l ha aparecido a mis espaldas, ha
levantado un dedo, y me ha advertido, Duros no, slo tres minutos!
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Todos se dieron la vuelta y vieron cmo el carnicero volcaba las cabezas sobre el tajo,
despus cogi una, la levant haciendo y bendijo a los presentes con la cabeza, la puso
sobre el tajo, y con la habilidad de un experto pas la punta del dedo por el filo del hacha.
De un solo golpe parti el crneo del cerdo.
- Caramba! Vaya golpe! - coment el jefe tocndose la frente.
- No sera mejor que nos fusemos de una vez? Esta escena del tajo, no tendr una
oscura relacin con nuestro destino? - pregunt el seor Viktor.
- No estar celoso su marido? - susurr el seor Bucifal.
- Pero seores! Qu se imaginan? Fannek! Celoso? No tiene ninguna razn para
estarlo! Fannek, dicen que ests celoso! - exclam la carnicera con voz sonora.
El seor Hyrman cogi una cuchara, mir a los agentes, despus sac los sesos de la
cavidad craneal, y los tir con rabia en una fuente de porcelana.
- De repente me duele la cabeza - dijo el jefe ponindose la mano sobre la raya del pelo.
El carnicero asi el rtulo del precio con un alambre puntiagudo y lo clav en los sesos de
la fuente.
- Ahora he notado un pinchazo - dijo el jefe.
El seor Bucifal se acerc al tajo y dijo:
- Maestro, verdad que cuando se hacen esas salchichas lo ms importante es la carne?
El seor Hyrman aline las cuatro cabezas en el tajo y las parti con unos fuertes golpes.
- Carne, carne... - exclam la carnicera -, seores, lo ms importante son las especias. La
carne no es ms que un ingrediente. Seor Viktor, a usted, qu es lo que ms le gusta?
- Vaya una pregunta! - dijo en voz baja.
- Ah, s - se ruboriz -. Me refiero adems de eso. Que le gusta ms comer?
- Salchichas de vino.
- Pues seores, con agua les voy a hacer unas autnticas salchichas de vino, y ni un
aguador lo notara. El agua es un regalo de Dios - deca rindose -. Si no me creen, vengan
a mirar en la trastienda. Pero seor Bucifal, qu empresas suministran las estampas para
las ferias?
- Nosotros, mi seora! - dijo el seor Bucifal dirigindose a la trastienda con sus amigos,
en aquella penumbra brillaba la luz azulada de los fogones de gas, pareca un manojo de
cardos violetas.
- En todas las ferias suministrbamos rosarios, pilas para el agua bendita, bolas de cristal
con la Virgen de Star Bolesav, y los pequeos nios Jess de Praga, llamados Bambini di
Praga - aadi el seor Bucifal y por la ventanita de la trastienda miraba hacia el patio
iluminado donde, bajo un sol intenso, se vea la mquina para picar la carne para hacer
salchichas, y donde las moscas doradas se amontonaban sobre las vsceras malolientes.
- Y a usted, qu le gusta ms? - pregunt el seor Viktor.
La carnicera baj la vista:
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- Aparte de aquello, las mejillas de cerdo hervidas por la maana... Cuando en el matadero
matan el primer cerdo, yo llevo mi lechera, y corto un pedacito de corazn, uno de hgado,
un poco de mejilla y morro y orejas de cerdo, meto un litro de agua, cierro la lechera
hermticamente, y la tiro al depsito de agua hirviente. Y despus, cuando la carne ya
cuelga de los ganchos, saco la lechera, la abro, sirvo el caldo... Pongo la carne en una
fuente y todos nos comemos y nos bebemos aquella fuerza.
- Y el pan? - pregunt Viktor.
- El pan slo nos sirve para limpiarnos los dedos. Vean, seores, aqu est todo el secreto
de nuestra empresa, aqu estn los premios y las condecoraciones de ferias y
exposiciones... El armario de las especias! - exclam la seora Hyrmanov y abri la
puerta de un armario lleno de cajones.
El seor Bucifal regres a la tienda y se puso a mirar al seor Hyrman que con una
cuchara iba sacando los sesos de cerdo de su cavidad. Dijo:
- Seor Hyrman, no puede ni imaginarse hasta qu punto han bajado los precios de los
panteones! En el cementerio de Olsany podra conseguir tres. Y el sueo de todos los
checos acomodados es poder dormir el sueo eterno en Olsany. No le interesara?
- Me da miedo despertarme en la tumba - dijo el seor Hyrman mirando de reojo hacia la
trastienda.
- Eso le ocurre a muy poca gente - dijo el seor Bucifal -. Basta una palabra, y dentro de
una semana el panten ser suyo. Est en un lugar seco, cerca de un grifo, por encima de la
pared la vista hacia los campos y una taberna es muy bonita. Una ocasin nica!
El seor Hyrman que con el cuchillo estaba rascando los restos de sesos del tajo y lo
limpiaba en los bordes de la fuente dijo:
- Sabe una cosa? Yo siempre he deseado tener un panten. Y si miro a mi mujer, an
debera desearlo con ms fuerza..., pero, si el mismo mecenas, el seor Hlvka se despert
en su tumba! Y eso es, adems de mi mujer, lo que me saca de quicio.
Despus el carnicero clav el cuchillo en el tajo y entr en la trastienda donde su mujer
pona otra racin de salchichas en el agua hirviente y gritaba:
- Los cajones llenos de mejorana, pimienta, pimentn, los cajones con comino, jengibre,
eso nos da fama, verdad Fannek? - Y con su pecho, por encima del delantal blanco con
sus iniciales azules y rojas, dio un golpe al de su marido.
- Hmmm - ladr el seor Hyrman abriendo la cmara frigorfica.
Colgados de la barra estaban los cerdos y las terneras abiertas en canal, como los dibujos
del libro El mdico en casa, y dos enormes muslos del buey de la fbrica de cerveza. 46
- Todo el mundo le envidiara un panten como el que le ofrezco - dijo el seor Bucifal
dentro de la cmara frigorfica.
El seor Hyrman, con la mxima facilidad, se carg un muslo de buey en la espalda y dijo:
- Pero quin puede asegurarme que no voy a despertarme en la tumba, como Hlvka?
Dios mo, cmo lo encontraron...! S, la tapa apartada, el atad ladeado, y el mecenas
Hlvka de rodillas, con la barba y los dedos rodos!
- Por las ratas?
- Por las ratas! - grit el carnicero -. l mismo, horrorizado, se haba rodo los dedos y la
barba! Prefiero que me incineren!
Tendi el brazo y sac el tendn del gancho y se carg al hombro el muslo de doscientos
kilos, sali de la cmara frigorfica, cerr la puerta con la barra de seguridad, y entr en la
tienda. El fmur de buey le oprima la cabeza contra el trax.
- Sabe lo que podra hacer? - dijo el seor Bucifal mirndole la cara de abajo arriba -.
Puede escribir en el testamento que un mdico le atraviese el corazn. En las familias
nobles de Praga se hace, y en los crculos aristocrticos es una costumbre habitual.
- Atravesarme el corazn? - dijo el seor Hyrman -. Eso ya lo hace mi mujer. Fjese!
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- Seor Hyrman, el panten que le ofrezco est al lado del de un famoso poeta checo. Mi
seora, cheme una mano! Jams tendr la oportunidad de comprar un panten tan
barato! - dijo el seor Bucifal.
- Dormir al lado de un poeta famoso sera sensacional - dijo la carnicera -. Mi padre
tambin era un poeta. Y seores, vaya fiestas organizaba! A la cabeza del desfile iban los
aprendices, llevaban unos delantales blancos, en sus fuentes haba cabezas de cerdo,
vsceras y salchichas para la tmbola, despus iban los oficiales con gorras blancas y
chaquetas a cuadros, en sus hombros llevaban nuestra insignia, un hacha de carnicero
plateada, despus iba la banda, detrs de ella avanzaban, con paso pesado, los maestros
carniceros, pesaban cien kilos, sobre sus cabezas una gorra con plumas de halcn, los
carniceros, la flor y nata de la nacin... Pero, seores, coman antes de que las salchichas se
enfren, coman - les animaba la carnicera.
El seor Bucifal dijo:
- Seor Hyrman, veo que el panten ser suyo... Pues bien, en caso de que el Servicio de
la Catedral actuase como intermediario, en su interior se le podra instalar un aparato que
invent un teniente de alcalde ruso que vive en Pars. Es un mecanismo que se coloca en el
interior del atad, junto a las manos. Lo fundamental son unos alambres que dominan las
seales de alarma, de modo que si el atad se moviese slo un poco, en el cementerio
sonaran unos timbres, de un tubo saldran cohetes, y para rematar el estruendo, sonara un
caonazo... Bummm! - grit el seor Bucifal levantando los brazos.
El seor Hyrman se asust, cuando se inclin el muslo le resbal, l perdi el equilibrio y
empez a volar hacia la puerta cerrada que en el ltimo instante abri la seora
Hyrmanov. El carnicero sali corriendo a la acera cargado con el muslo, intentaba atrapar
aquella montaa de carne, pero su centro de gravedad corra cinco metros por delante de l,
y el seor Hyrman mova las piernas para dominarlo, tropez y se cay muy lentamente...
Se trataba ms de una cada anunciada que de una carrera. Las dos beatas aprendices de la
casa Lydia, cuando vieron lo que ocurra, se sacudieron las migas de pan de las faldas,
cogieron el banco, cada una por un lado, y lo llevaron a una distancia ms segura.
- Buenas tardes, seor! - Se levantaron, y cuando el seor Hyrman pas volando por
delante de ellas, le hicieron una reverencia.
Despus l tropez con un listn del cartel que invitaba a la Noche Veneciana, y el muslo,
como las nubes, lo sobrevol y agujere la valla metlica que estaba al lado de la columna
de la peste, y arranc la tierra, incluidos los rosales.
Por la plaza iba corriendo el sombrerero seor Kurka, con camisa y chaleco, en la mano
tena un sombrero de terciopelo.
- Amigo - le dijo apenado -, se ha hecho mucho dao?
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El seor Viktor Turna, agente de Ayuda a la Vejez, entr, como saludo inclin su cabeza en
direccin al taller, donde cuatro muchachas estaban sentadas alrededor de una larga mesa.
Cada una tena delante un puado de ptalos de flores artificiales que con sus dedos hbiles
enrollaban en los tallos de alambre.
- Buenos das, preciosidades! Dnde est el dueo? - pregunt haciendo una pequea
reverencia. Las jvenes trabajadoras apartaron sus ojos de las flores artificiales y
devolvieron el saludo. Cuando volvieron a agachar sus cabezas, slo mostraron un montn
de pelo, ellas, con su naricita, olan el puado de flores inodoras de encima de la mesa.
- Hay un timbre junto a la caja, tquelo! - dijo una muchacha. Despus todas reanudaron
su trabajo, como si estuviesen haciendo un tapete diminuto de ganchillo o aguantasen por
el ala un pajarito de colorines.
En el fondo de la tienda, bajo un tragaluz amarillo, un hombre calvo estaba caminando
alrededor de grandes manojos de rosas, dalias, muguete, narcisos y prmulas artificiales
que colgaban de unos ganchos como si se tratase de collares de caballo... Y el hombre
llevaba unos lentes tan gruesos, que bajo los prpados se le reflejaban dos medias lunas
turcas. Se par detrs del mostrador y puso las manos sobre l, sus brazos eran artificiales,
de color de tabaco, como los de la Virgen de Censtochov.
- El seor Krause? - pregunt Viktor.
- El mismo. Qu desea el seor? - El seor Krause escuch con su oreja peluda.
- Soy estudiante de filosofa, y el Ministerio de Asuntos Sociales me ha designado, como
agente de Ayuda a la Vejez, para hacer la lista de todos los que quisieran cobrar una
pensin. El seor ministro desea que esta accin la lleven a cabo personas honradas.
- Una accin muy bonita - dijo el comerciante -. Me interesa una pensin, es una cuestin
de matemticas, de primas... Pero, qu clase de filosofa estudia usted? - pregunt
intentando apretar el botn de cobre de sus prtesis. El representante le ayud, y el pulgar
artificial se abri de golpe, como las pinzas de una langosta. El seor Krause cogi un
cigarrillo.
- Conozco muy bien este mecanismo - dijo Viktor -. Cuando el bombardeo de Pardubice
una mano as se qued colgada de un clavo de un primer piso - dijo escondiendo con su
palma una cerilla encendida.
El comerciante inhalaba el humo.
- Pues, joven, cul es la filosofa que usted estudia?
- Metafsica.
- Una ciencia muy hermosa! Pero qu metafsica, ante rem, in rebus opost rem?
- Ante rem, las ideas de Platn.
- Una ciencia fabulosa!
Al or esas palabras el seor Krause embelleci. Los reflejos de los lentes le recorran la
cara como si fuesen pececitos plateados.
- Pues joven, la holgazanera de los caldeos y el espritu claro de Hlade transformaron la
sabidura juda de una forma preciosa... Ah!, y por eso me interesa el rey Salomn y su
aparente estado de fraccionamiento en dos polos, entre el libro Eclesiasts y el Cantar de
los Cantares. - El comerciante iba apasionndose y mezclaba sus palabras con el perfume
del tabaco, su prpado descenda ms y ms.
Reinaba el silencio. El nico rumor que se oa sala de las manos de las muchachas, el
rumor del papel. Del cigarrillo sala un humo que, debajo de la barbilla del seor Krause,
se bifurcaba como un estetoscopio.
El seor Krause prosegua:
- Despus de eso, puede extraar a alguien que yo me haya enamorado de Filn de
Alejandra, el filsofo irracional y frgil como mis flores? Alguien podra reprocharme
que yo por encima de todo idolatre a Hermes Trimegisto? - exclam el seor Krause, con
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la prtesis dio un golpe al canto del mostrador, y el resto del cigarrillo se cay al suelo
negro.
- Eso le honra - dijo el agente -. Pero regresemos al mundo de los fenmenos... Deseara
una pensin muy alta?
Despus le ofreci un cigarrillo y se lo encendi.
- Claro - dijo el comerciante -. Quin expres grficamente el substrato de esmeralda de
su filosofa mucho antes que Hermes?
- El rey Salomn con su sello. Tendr una pensin de dcima clase - dijo el seor Viktor
mientras escriba.
- No sera preferible una de sptima clase?
- Existe el candelabro de los siete brazos - dijo el agente -, pero es mejor tomar como base
los Diez Mandamientos.
- Perfectamente, usted es un joven muy culto - se alegr el comerciante -. Pero qu es lo
que nos dice el sello del rey Salomn?
- Lo mismo que la tabla de esmeralda - dijo el agente, y con su lpiz dibuj en el aire dos
tringulos imbricados, y el seor Krause cerr los ojos como si acabase de recibir un
latigazo. Despus, con sus prtesis, golpe la caja plateada, y de sus entraas
simultneamente sali un cajn marrn y son un timbre.
- Cmo lo expresa con palabras? - pregunt el seor Krause enfrindose las mejillas con
la caja.
- Lo que est arriba tambin est abajo. Lo que est abajo tambin est arriba - le
respondi el agente.
Y las manos de las jvenes obreras se pararon y los puntos dobles de sus ojos se llenaron
de interrogantes.
Y el seor Viktor repiti lo mismo mirando hacia el taller:
- Lo que est arriba tambin est abajo. Lo que est abajo tambin est arriba. - Y con su
dedo volvi a dibujar los dos tringulos imbricados.
Por los adoquines de la ciudad se acercaba un ruido cada vez ms fuerte. La tienda entera
se estremeci, y por delante del escaparate pas una mquina segadora-trilladora
gigantesca, pareca un pjaro de un cuento de hadas con las alas plegadas. En el asiento
metlico, bajo una sombrilla a rayas, estaba sentado un hombre, un campesino con el pelo
de color pajizo y una boina, por debajo de la boina el pelo le caa sobre la oreja como el ala
de un pjaro malherido. El joven cantaba, y la mquina gigante cruja y amenazaba hacerse
aicos de un momento a otro, Pareca que estuviese demasiado cargada..., como si seis
segadores estuviesen atados a una locomotora de vapor...
Pero el seor Krause no oa el ruido de la mquina, estaba completamente trastornado por
los dos tringulos imbricados.
- sa es la nica y autntica imagen de la vida - murmur.
Fue regresando al mundo de los fenmenos muy despacito, entonces vio que las jvenes
obreras lo miraban con sus manos sobre el regazo.
- Pero nias! Para qu os pago? - Se incorpor y con sus pies golpe con fuerza el suelo
en la entrada del taller -. A trabajar! A trabajar!
Y las obreras cogan los ptalos artificiales con sus deditos hbiles y los enrollaban en el
tallo a una velocidad inusitada.
- Cualquier buen comerciante, aunque tenga los almacenes llenos, debe tener el aspecto de
no poseer nada - se excus el seor Krause.
- S. Por ello, en el marco de mis plenos poderes, tengo el derecho de cobrar por
adelantado los tres primeros meses - dijo el agente -. Aqu, por favor, firme o haga una cruz
- dijo el seor Viktor, y mientras le mostraba la inscripcin del seguro, le ofreci un lpiz
de tinta -. Y me tiene que pagar mil novecientas cincuenta coronas.
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mientras iba silbando unos compases libres de una sinfona... Despus se detuvo, apoy su
espalda en la escalera del farol y empez a lamentarse:
- La gente es tan est - pida, tan est - pida. Pero que est - pida es!
El seor Viktor descendi por la escalera y puso la suela de su zapato sobre la cabeza del
barrendero. El empleado municipal primero toc el zapato y despus el tobillo. Abri los
ojos y se puso a mirar por el interior de las perneras de los pantalones.
- Hombre! De dnde sale usted?
- Del cielo!
- Qu tal se est all?
- Estupendamente bien.
- Pues s que viven bien los catlicos - dijo el barrendero retrocediendo.
Despus cogi de nuevo la escoba, y con un movimiento amplio, como de metrnomo, fue
desplazando delante de l papeles, hojas y una nubecilla de polvo.
- La gente es tan est - pida, pero tan est - pida. Ay s! Si al menos supiesen lo que
es una msica de verdad...! - gritaba el barrendero, despus empez a silbar, y con la
escoba, como si se tratase de un metrnomo, iba marcando el comps.
- Es el adaggio lamentoso de La pattica! - grit el seor Viktor, el agente.
- Y yo soy Vclav Juricka de Piskov Lhota - grit el barrendero silbando, segua
desplazando delante de l, de una calle a otra, el polvo, los papeles y las hojas mustias...
Ms tarde el agente del seguro Ayuda a la Vejez iba caminando por el lado del canal del
molino que llevaba demasiada agua. Unos nios desnudos se estaban baando, se
salpicaban con el agua y gritaban de alegra. Unos cuantos nios morados, con las manos
bajo la barbilla, tiritaban de fro debajo de una manta. Los huertos de las casas llegaban
hasta el canal donde las mujeres se mojaban las piernas. Una estaba tendida en el agua
poco profunda, al levantarse la falda se le meti entre sus nalgas.
Pero el seor Viktor segua andando hacia el alto edificio de la fbrica de cerveza, adosada
a una de sus paredes estaba la casita del requeteviejo seor Kot'atko, el carpintero.
Ordenados en la pared estaban los tablones de roble y haya. Cuando entr en el taller, que
tambin haca de cocina, el carpintero estaba sentado en su banco y trabajaba un trozo de
madera con un desbastador. Llevaba un abrigo de pieles, a travs de la ventana poda or el
jaleo que hacan los nios que se baaban en el canal.
- Es usted el seor Kot'atko? Usted nos ha escrito por lo de la pensin? - pregunt el
seor Viktor sentndose.
- S. S, yo les escrib - dijo el carpintero -. Pero veremos si me aceptan... Yo ya soy muy
viejo..., y el futuro me da pavor.
El carpintero tosi, detrs de l, en la pared, brillaban unos formones colgados, en las
ventanas estaban algunas piezas para el queso. En el suelo, entre las virutas y el serrn,
haba dos barriles inacabados.
- Justamente para esos casos sirve Ayuda a la Vejez - dijo el agente dejando sobre la mesa
un bloc con los impresos. Y mirando hacia un viejo gramfono con una trompeta que
pareca una enorme flor de mastuerzo silvestre aadi -: Ponga algn disco.
- S, con mucho gusto - dijo el carpintero dando cuerda con la manivela -. Este disco le
gustaba mucho a mi nieto, mi ayuda a la vejez.
- Pero no la nica - dijo el seor Viktor -. Para los pequeos comerciantes y artesanos slo
hay una ayuda. La vejez segura y feliz..., la pensin. Y para eso estoy yo aqu... Pero que
ambiente ms fresco!
Y el carpintero puso la aguja sobre el disco y empez a orse una banda de msica un poco
extraa:
- sta es la Pejpus Kapelle, de una cervecera de Munich. Esta pieza se titula Fidele
Gesellschaft. 47 A mi pobre nieto le gustaba mucho, sabe usted? Era carpintero, y un da,
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mientras cortaba un tabln con la sierra circular, se le resbal el pie y se cort la cabeza de
arriba abajo, hasta el cuello... Siempre que cobraba el anticipo o el complemento del sueldo
me traa una botella de ron y me deca: "Abuelo, aqu la tiene A su salud!". Y
escuchbamos este disco...
- Cunto quisiera cobrar como pensionista? - pregunt el agente.
- Unas ochocientas o mil coronas al mes...
- Pues, mil coronas... Kot'atko Vilibald..., pero qu clase de disco es ste? Si incluso se
oye cmo cantan los clientes! Y alguien grita Herr Ober! 48
- Es una costumbre de Munich. Yo trabaj all, en la Augustinerbruerei, 49 all la cerveza
se distribuye con carros tirados por bueyes, y cada buey tiene una bolita de cobre al final
de cada cuerno... Era tan bonito encontrar una carga de cerveza con las bolitas de cobre...
Qu?
47. En alemn, grupo alegre. (N. de las T.)
48. En alemn, camarero. (N. de las T.)
49. Nombre de una fbrica de cerveza. (N. de las T.)
- Aqu est, firme - dijo el seor Viktor levantndose y refregndose las manos -. Y dentro
de] marco de mis plenos poderes, tengo el derecho de cobrar...
- Cunto? - se asust el carpintero.
- Setecientas cincuenta coronas, las cincuenta son por la inscripcin - dijo el agente,
despus puso de nuevo la aguja sobre el disco, enroll el muelle hasta el final, y se puso a
escuchar cmo de la trompeta, parecida a una enorme flor de mastuerzo silvestre, sala la
Pejpus Kapelle tocando la Fidele Geselschaft en una cervecera de Munich.
- Ya est firmado - dijo el carpintero. Y arrastrando sus pies entre las virutas, se acerc al
aparador y sac unos devocionarios, los abri sobre la mesa, y comenz a buscar entre las
estampas los billetes de cien coronas que despus dej encima de la mesa.
- Me deben mucho dinero - se disculpaba el viejecito. Se llev los devocionarios y trajo
unos vasos decorados con el arco dorado de la Exposicin del Jubileo de Praga, vaci su
contenido encima de la mesa. Se trataba de unas monedas que el carpintero contaba de diez
en diez e iba juntando sobre la mesa en forma de chimeneas.
Del canal llegaban la alegra, los salpicones de agua y las carcajadas.
El carpintero, despus de contar las monedas, levant sus ojos culpables y se excus:
- Voy a mirar en los armarios, por favor, no se preocupe... Abri un armario y comenz a
buscar de bolsillo en bolsillo.
- Por qu hace tanto fro, aqu? - Se estremeci el agente.
- Porque esta casita est adosada a la nevera de hielo de la fbrica de cerveza, a nuestras
espaldas est una montaa de hielo de una altura de cuatro pisos... Ahora se aguanta! Pero
cuando los nios eran pequeos..., lo peor era en verano. Nos bamos a dormir vestidos, y a
pesar de ello los dientes nos castaeteaban. Adems, podamos or que en el canal la
juventud cantaba y se baaba a la luz de la luna... - el viejecito se explicaba y llevaba a la
mesa algunos billetes arrugados, los desplegaba y estiraba las puntas.
- Por favor, no se enfade, an no est todo - dijo metiendo su mano en el bolsillo del
pantaln, sac un monedero, lo vaci y se puso a contar las monedas, al final le sobraron
dos coronas.
- Si me subo a un rbol, en el suelo slo me quedarn esas dos coronas... - Sonri el
carpintero.
- Pero en contrapartida tendr la pensin - dijo el seor Viktor contando de nuevo las
chimeneas de coronas.
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lentsimamente... Luego algunas suelas de zapatos tocaron el suelo de madera del carrusel
que se detuvo.
- Me da vueltas la cabeza - dijo la muchacha.
- Para esos casos lo mejor es tomarse una copita - la invit el jefe.
Y cuando ya estaban debajo de la lona sorbiendo el licor dulce, el seor director le dijo:
- Cmo le van los negocios?
- Fatal. La gente no compra mucho - dijo -. Pero...
- Malditos mosquitos! - Hizo un gesto con su brazo y tir el anisete en la cara del agente
seor Tonda.
- Lo siento - se disculp el jefe, y se rea tanto que las lgrimas le bajaban por las mejillas,
abri la mochila de la chica y sac un nenfar artificial envuelto en papel de seda.
- Que bromas ms pesadas - el seor Tonda lo maldeca y se limpiaba el licor pegajoso de
los ojos.
- Pues, seorita...?
- rsula Krsensk. - Se inclin ruborizndose.
- Pues, seorita rsula, por qu un artculo tan bonito no tiene salida?
- Ser que no s venderlo. - Se ruboriz an ms.
- Cunto vale cada pieza?
- Veinticinco coronas - dijo ella vaciando el vaso.
- Camarero! - orden el jefe -. Otra ronda!
- Qu es lo que ustedes venden? - le pregunt.
- Mis amigos y yo ofrecemos a la gente un futuro feliz - dijo el jefe.
- Ah s! Venden horscopos? - Se ech a rer.
- No. A que no lo adivina!
- Oraciones, jaculatorias..., o leen las manos!
- Tampoco. El seor Viktor se lo contar - dijo el jefe ofreciendo a la muchacha otra copa
de ans.
- Seorita rsula, nosotros ofrecemos a la gente una gran ilusin. Pensiones, los
comerciantes creen que lo que un da les prometimos se har realidad, as pues, tienen un
futuro feliz - dijo el seor Viktor con sus ojos brillantes dentro de los de la muchacha de
los nenfares.
- Usted vende esperanza? - le pregunt.
- S - dijo el seor Viktor -. Exactamente igual que cuando Jesucristo haca de viajante,
visitaba a sus clientes alrededor del lago de Galilea con tres artculos, fe, esperanza y
caridad... Del mismo modo... Pero acompeme en la Noche Veneciana!
- Usted tiene una profesin muy bonita - dijo la muchacha.
- S - dijo el jefe.
Cogi un nenfar artificial y se abri paso entre la multitud mientras gritaba:
- La ltima novedad de Pars! Para su mesa! Un nenfar artificial que embellecer su
hogar! Una oportunidad nica! - gritaba y con la mirada iba sopesando los diferentes tipos
de persona.
- Que bromas ms pesadas, las de nuestro jefe! Apesto a ans!
Tonda maldeca y se ola sus dedos.
- Oh, qu bonito! - La muchacha se dio la vuelta hacia Viktor y con su dedo sealaba un
tenderete. Un hombre iba cogiendo de una caja unas cosas flcidas parecidas a los guantes
de goma, las meta en una bomba de oxgeno, daba la vuelta a una anilla, y debajo de sus
dedos creca un precioso globo de colores, tras unos movimientos rpidos, el globo se
elevaba hasta donde se lo permita el hilillo invisible... Los nios se llevaban los globos de
colores y sonrean plcidamente... Y el hombre, bajo la luz de acetileno, fabricaba ms y
ms globos.
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El jefe dijo:
- Hay que saber vender. En Koln veinte sastres que haban firmado la inscripcin a Ayuda
a la Vejez me pusieron una demanda judicial, alegaban que les haba hipnotizado. Cuando
me cedieron la palabra me defend tan bien, que los veinte sastres retiraron su demanda, en
el pasillo logr inscribir a dos personas ms, dos miembros del jurado, especialistas... En
cualquier caso, justo antes de abrir la puerta debe estar concentrada, lanzada, y cuando
llegue el cliente tiene que doblegarlo de golpe, como si fuese un tigre..., debe presionarlo
psquicamente por el camino ms corto, para que firme la inscripcin y pague..., como en
un sueo hipntico. Ningn dilogo! Un monlogo!
El jefe hablaba, y era evidente que estaba orgulloso de s mismo. La muchacha de los
nenfares le hizo una reverencia y se fue con Viktor, hacia el tiro al blanco.
La rubia sealaba la gran diana con las secciones de colores y gritaba:
- Pero si no tienen ninguna posibilidad de blanquear su colada sobre el csped, usen, con
toda confianza, nuestra leja domstica, el decolorante de la marca Duha! Pero ya les he
advertido que algunas manchas son imposibles de sacar sin daar el tejido.
- Seorita - dijo el jefe -. Yo en mi alma tengo unas manchas imposibles de sacar
fcilmente... Qu debo hacer?
- Para esos casos nuestro decolorante de la marca Duha no sirve. Lo mejor es recortarlas
con un cuchillo... - dijo la rubia.
- Pero eso podra significar mi fin!
- Desde mi punto de vista, no sera una gran prdida - le contest rindose.
- Qu significa eso?
- A buen entendedor... - Segua rindose. El pblico le compraba paquetes de decolorante
y ella los iba cobrando.
Y la rubia, con una mirada lnguida, miraba a la lejana, se oa el suave sonido de las
mandolinas y la barcaza iluminada navegaba por el ro y se perda tras las ramas de los
sauces llorones...
- Algunos viven tan bien... - suspir.
- Qu es lo que le gustara hacer? - le pregunt el jefe.
- Un paseo por el ro.
- La invito!
- Y quin va a vender en mi lugar? Deba dar una conferencia en el hotel bajo el ttulo,
Qu es Duha?, pero como estaba la Noche Veneciana lo he instalado todo aqu.
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- Muy bien. Se nota que usted es de Praga. Cunto vale todo junto? Doscientas?
Trescientas? Cuatrocientas? - pregunt ponindose una mano sobre el bolsillo trasero del
pantaln.
- Cuatrocientas - dijo.
- Pues aqu las tiene. Basta..., vamos, vamos. Al ro! A mojarnos las manos con el agua de
la luna - exclam el jefe,
Y de un modo romntico levant sus manos hacia la luna. Pero al mirar entre la gente, se
agach y se escondi detrs del anuncio de Duha.
- Tonda! Por compasin, slveme! se es el cliente que se ha vuelto loco - susurr y
clam al cielo.
- Y qu debo hacer? - dijo Tonda.
- Llveselo a cualquier parte, no le pierda de vista, le recompensar generosamente!
Un hombre con la cara chupada se iba abriendo paso entre los visitantes de la Noche
Veneciana y se iba acercando sin perder al jefe de vista.
- Seor, podra decirme qu busca? - pregunt el seor Antonn Uhde.
El hombre empez a gritar:
- Dicen que est aqu! Uno de los seguros que se llama Krahulk, el que me hizo la pliza.
En la estacin me puse a correr detrs de l, me arrodill delante de su vagn para que me
devolviese el dinero, pero l estaba mirando por la ventanilla y me dijo que era demasiado
tarde, que no se poda renunciar al seguro, que era como los curas, que no pueden salirse
de la Iglesia catlica... El tren se puso en marcha, yo empec a correr y a golpear el vagn
diciendo que me devolviese el dinero... Mi mujer estaba enferma.
- No se preocupe, hombre - dijo con mucha seguridad el seor Tonda -. Seguro que ese
hombre terminar en la crcel, de un modo u otro.
- Hombre, eso me tranquiliza muchsimo. Para poder recoger el dinero de la pensin yo
tendra que estar afeitando a los clientes hasta la madrugada. Al diablo el futuro feliz!
Debera envenenarle la comida - grit el barbero.
- Que va! - dijo el seor Tonda -. A semejante cabrn no le hara el menor efecto. Ya se
sabe. Cuanto ms canalla, ms resistente! - dijo mirando a la rubia que plegaba la mesilla
y los decolorantes de la marca Duha, y lo pona todo en una maleta pequea.
- Si le cogiese - gritaba el barbero -, le dara as en la cabeza!
Mientras lo estaba mostrando sealaba un poquito ms lejos, al tenderete donde los
jvenes comprobaban su fuerza. Con una maza pegaban golpes en un piln tapizado que a
travs de un mecanismo los transmita a una escala graduada iluminada por una bombilla.
Pero los jvenes se marcharon desilusionados, volvieron sobre sus pasos y sacudieron el
aparato, pero el dueo los empuj hacia fuera con su gran barriga.
El barbero se plant delante del aparato en cuatro saltos, y cogi la maza.
Un campesino joven y bonachn le dijo:
- Abuelo, sera mejor que se comprase unos rosarios.
Pero el barbero dio un golpe de maza y el aparato comenz a sonar. Los jvenes, que ya se
marchaban, se dieron la vuelta, regresaron sobre sus pasos, no se lo podan creer. Tocaron
los msculos al barbero, se pusieron de puntillas y leyeron la puntuacin mxima en la
escala graduada. El dueo escogi una mueca negra y la ofreci como premio al ganador.
- Cuando uno tiene un objetivo se cansa menos - grit el barbero -. Es as como yo pegara
a aquel to. Lo cortara a pedacitos como si fuese una serpiente!
Cogi la mueca por las piernas y se puso a romperla con tanto empuje que se le cayeron
todos los botones del abrigo. Se fue corriendo hacia el tiro al blanco y pidi una escopeta
cargada.
- La ha disparado alguna vez? - le pregunt la duea.
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- No! - grit el barbero -. Pero dnde estn aquellas figuras que representan un
asesinato?
- Aqu! - dijo la duea sealndolas con un bastoncito -. Los cazadores furtivos disparan
contra el guardabosques.
El barbero apunt, apret el gatillo, y derrib a los guardabosques.
A su lado estaba el seor Viktor, cogi a la muchacha de los nenfares, la apret por la
espalda, y le aconsej:
- En una misma lnea tienen que estar el punto de mira y la mosca del blanco, sabe usted?
- No, no lo saba... - le respondi en voz baja.
- Pues as... - La cogi y con su barbilla le apret la cabeza hasta que ella toc el metal
fresco -. As! - le murmuraba -. Pero usted es tan guapa, rsula, tanto que mi corazn no
lo puede resistir. No le oye latir?
- S, s que lo oigo. Pero usted se est riendo de m. - Gir su vista y puso su mejilla contra
la mejilla de l.
La duea les ofreci la escopeta cargada y les ense:
- Aqu est la cierva!
Y el barbero en un santiamn se llev la escopeta a la barbilla, apret el gatillo, y la cierva
dio un salto y se cay.
- Cuando le encuentre acabar as! - dijo el barbero.
- No me extraara en absoluto - le respondi Tonda.
El seor Viktor susurr:
- rsula, dnde duerme usted?
- En la estacin!
- Pero si no hay ningn hotel...!
- En la sala de espera, siempre duermo all. El jefe de estacin me ha prometido que hoy
dormira tranquila, que me pondra el libro de contabilidad debajo de la cabeza, que me
tapara con su abrigo de ferroviario...
- Qu hoyitos ms monos tiene usted en las mejillas! - le susurr abrazndola, los dos
aguantaban la escopeta y se apoyaban en ltela verde del mostrador.
- Qu ideas tiene usted!
- No...! Por qu iba a decir algo que no es verdad? - le susurr en el odo.
- Y aqu estn los leadores cortando troncos. - Seal la duea.
El barbero cogi la escopeta y dispar a ciegas, sin apuntar..., y los dos hombres siguieron
cortando lea con unos movimientos convulsivos.
- Eso sera lo mejor! - Se puso contento el barbero -. Nada de muertes instantneas, un
poco de tortura! Cortarle muy despacio! Cuanto ms chillase ms se alegrara mi alma.
- A m tambin me parece muy buena idea - dijo el seor Tonda -. Pero jefe, clmese,
venga, vamos a dar una vuelta por la Noche Veneciana. Qu le parece?
Viktor le susurraba al odo:
- Venga conmigo, dormiremos juntos.
- Usted me quiere? - le pregunt la chica de los nenfares.
- Mucho. El amor es el intermediario entre el cielo y la tierra.
- Suena bien, pero si no fuera verdad no me lo dira. No es as? - Sonri deshacindose
del abrazo de Viktor.
El seor Viktor levant la escopeta, contempl todas las figuras de latn, y apunt a la
cierva que estaba saltando un pino. Apret el gatillo y toc la diana negra. La cierva se
dobl. La muchacha de los nenfares estaba jugando con el hilo del globo verde, con la
otra mano se coga al tenderete de madera. Tena la vista fija en el ro, en la orilla haba una
barcaza decorada con farolillos de papel colgados, sobre ella estaba el jefe llevando sobre
la espalda una diana enorme con secciones de todos los colores, el jefe ayud a la rubia a
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entrar en la barcaza, ambos se sentaron en un banco y se pusieron a mirar el agua. Vio que
el seor Tonda, quien le haba comprado el globo verde, llegaba a la barcaza acompaado
de un hombre excntrico. Cuando ellos ya se haban embarcado, alguien empuj la barcaza
y la banda de msica sentada en la popa empez a tocar.
El seor director se tapaba la cara con la diana de Duha, la rubia sonriente meti la mano
en el fresco elemento, cuatro muchachas guapas tocaban con mandolina Sobre el Elba de
espuma plateada, y el viejo arenero empujaba la embarcacin con una larga prtiga. En la
superficie del ro se poda ver la Noche Veneciana invertida, otro columpio, otro carrusel
con sillas giraba en el agua profunda... Las personas que se asomaron pudieron ver otra
barcaza con farolillos que navegaba con ellos, pero en el fondo, y con las caras invertidas.
- Qu le hara a aquel hombre si por error se le presentase en la barbera y le pidiese que
lo afeitase? - le pregunt el seor Tonda.
- Lo enjabonara, despus cogera la navaja y... ya sera mo! Ya se enterara de lo que es
un futuro feliz! Le cogera de la oreja y le preguntara, Pues qu? Qu vamos a hacer
con estas orejitas?, y lo cortara a poquito, a poquito, poquito - grit el barbero, mostrando
sobre el agente Tonda cmo cortara la orejita a poquito a poquito.
Y las cuatro muchachas guapas iban tocando Sobre el Elba de espuma plateada, y detrs
de la barcaza, sobre la superficie con remolinos, la luna se reflejaba como un largo arpegio.
- Qu le parece? Cul es mi nombre? - dijo la rubia al jefe que se tapaba detrs del
anuncio de Duha.
l, que estaba de rodillas en el fondo de la barcaza, le puso la cabeza en el regazo y
susurr:
- Si usted fuese pelirroja, si tuviese pecas en la nariz y tocase el violn se llamara Wanda...
Qu nervioso me pone ese barbero!
- Me llamo Nad'a! - dijo.
- Ah!, Nad'a! Eso significa esperanza, Nadzda..., decolorante de la marca Duha, y qu
bien estn estas dos cosas juntas - le dijo el jefe en voz baja.
- Y despus, qu le hara? - se interesaba Tonda.
- Despus cogera aquel hijoputa por la nariz y dira por el agujero de la oreja cortada,
Qu vamos a hacer ahora con la naricita? Pedacitos, pedacitos, pedacitos! Y lo cortara
a poquitos, poquitos, poquitos, como si tocase el violn. Ahora para poder pagar el futuro
feliz tendr que esquilar ovejas!
- Usted sera capaz de hacer lo que dice? - pregunt Nad'a al barbero.
- S. Incluso ira ms lejos. Despus, de una patada, le rompera el hueso de la espinilla!
As no se me escapara. Y despus lo torturara despacito, despacito... - grit el barbero. Y
como prueba dio un fuerte golpe a una madera que estaba clavada en el fondo de la
barcaza.
- Tranquilo, tranquilo - lo calm el viejo arenero.
Y los farolillos comenzaron a balancearse, los remolinos y las olas de la superficie
inquieta se alejaban de la barcaza, y la luna se estiraba en una lnea larga.
El jefe segua arrodillado en el fondo de la barcaza, con la cabeza en el regazo de la
seorita Nad'a, con su mano sujetaba el rtulo publicitario de Duha.
- No me extraa que cada dos por tres haya asesinatos - dijo Nad'a.
- Asesinar a semejante bestia es poco! - grit el barbero -. Torturarlo poco a poco!
Circuncidarlo con un sacapuntas!
- Eso ser un poco doloroso - dijo Nad'a rindose.
- E irle rompiendo las costillitas de una en una, a patadas, y hundrselas bien en el trax, y
despus escuchar cmo se van debilitando sus gritos. Eso s que sera un placer! - segua
deleitndose el barbero.
- Kupricka, para de una vez de dar puntapis a la barcaza! - le peda el viejo arenero.
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- Y el cuerpo entero!
- Ya est! - grit Tonda y abri la puerta del armario, despus enderez la ganza hecha
con la horquilla, la pas a Nad'a. Ella inclin su cabeza y l se la puso en el pelo.
- Gracias - dijo.
Cuando l se sac los zapatos y entr en el armario tropez con algo.
- Aqu hay un gramfono - dijo.
- Un gramfono? - grit Nad'a -. Ojal tambin hubiese un disco!
Y cogi el gramfono porttil y lo puso sobre la mesa.
- De qu trabajaba antes? - le pregunt mientras abra la tapa.
- De pirotcnico - dijo Tonda desde el armario.
- S, hay un disco! Qu es eso de... pirotcnico?
- Es el hombre que desactiva los explosivos, las bombas y las granadas.
- Pero si es Benjamino Gigli! En una cara canta Ave Mara y en la otra... Santa Lucia!
Es una pena que yo no sea una bomba a punto de explotar!
- Por favor, squeme...
- Dios mo! No querr que le saque los calzoncillos...!
- No, mujer! Una sbana de la cama...
- Me haba asustado... - dijo y con sumo cuidado dej el disco sobre la mesa.
Despus llev la sbana hacia el armario, llam a la puerta semiabierta, y pas el lienzo a
Tonda.
- Sabe? A m los hombres desnudos me parecen muy ridculos - aadi.
- Dnde vive? - le pregunt desde el armario.
- En Liben'. 51 Por qu?
- En Liben' pocos no estn muy locos.
- Pero all viven las muchachas ms guapas!
- Muchachas hay. Pero las ms guapas...
- Y usted dnde vive?
- En todas partes. Tengo un abono para los trenes regionales, y cuando termino la semana
laboral, que dura cuatro das, voy en el rpido hasta que encuentro alojamiento en alguna
parte...
- Qu bonito...
- Usted tambin es muy bonita - dijo Tonda y sali del armario envuelto en la sbana.
- Ave! - Levant la mano.
- Mara - aadi Nad'a, cogi el disco y lo puso encima del plato. Despus intent darle
cuerda, pero la manivela giraba intilmente.
- El resorte est roto - dijo desilusionada.
- Qu me dara si a pesar de todo Benjamino cantase?
- Un besito de amiga, un beso de amistad.
- No es mucho, pero en fin...
- Lo pequeo es lo mejor. Pero usted vive en un tren rpido? Jams he odo algo
parecido. Y dnde le mandan las cartas?
51. Barrio de Praga. (N. de las T.)
Tonda apret ms la aguja y puso el brazo al principio del disco, despus se sent en la
silla, puso su dedo sobre el papel del centro del disco que hizo girar con el ndice, y una
orquesta anticuada comenz a tocar la obertura.
- A la redondita de san Andrs...! - grit Nad'a y se sent al lado de la mesa -. Usted vive
en un rpido? Qu le dira su padre?
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- Me bendecira! - dijo Tonda -. Porque soy una copia de lo que el destino hizo con l. Era
jefe de estacin, pero al enterarse de que su mujer, es decir mi madre, le era infiel, se
traslad a vivir en un tren...
Benjamino llenaba la habitacin con su voz potente:
O dolce Napoli, o suol beato, dove sorridere volle il creato...
- Que triste! - dijo Nad'a.
- Cuando mi padre terminaba el servicio se suba al primer tren que pasaba, y no regresaba
hasta que no volva a estar de servicio. Lo estuvo haciendo durante aos...
- Y luego?
- Luego se suicid en su despacho, se peg un tiro. Se desnud completamente, se
estamp en el cuerpo tantos sellos como pudo. Cuando entraron en el despacho lo
encontraron tendido sobre la alfombra y a su lado estaba un pequeo revlver con el puo
de ncar...
Benjamino Gigli cantaba alegremente:
Tu sei 'imperio dell'armonia, Santa Lucia, Santa Lucia!
Nad'a adelant su cuerpo, Tonda levant su cabeza mientras con el ndice haca girar el
disco.
Y dos personas envueltas en una sbana se besaron.
- Quietas las manos! - grit el jefe desde el umbral de la puerta abierta. Con una mano
levantaba una botella de champn y con la otra el asa de un cesto de mimbre de donde
salan tres cuellos de botella.
El gramfono dej de sonar.
- Yo pensaba - dijo Nad'a tocando la frente de Tonda -, que aqu haba una chabola y
resulta que hay un palacio!
Seal a Tonda y cont:
- Ha arreglado el resorte roto con el mtodo A la redondita de san Andrs! - Y con su
dedo imit el mtodo de Tonda.
- Muy bien! - dijo el jefe, dej el cesto sobre la mesa y sac la servilleta que lo cubra -.
Chicos, qu noche de luna llena! Podramos organizar un picnic aqu mismo. Nad'a,
prepare las copas, estn dentro de la cesta! Cmo se han cambiado de ropa? Ah, s, se han
metido en el armario. Despus del bao he pillado mucho fro.
Entr en el armario, y su voz potente an segua resonando con alegra:
- Con los gramfonos he tenido muchas experiencias! Un da fui a casa del herrero de
Unhost'. l estaba cortando tocino y sus chiquillos estaban al lado del gramfono cantando
Corre riachuelo, corre hacia el bosque..., uno de los nios fue corriendo a buscar cerveza,
y el herrero cantaba con el gramfono Corre riachuelo... y yo le hablaba de las ventajas de
la pensin, despus rellen la inscripcin, el herrero cantaba con el gramfono y los
chiquillos Buenas noches, querida, te deseo buenas noches..., fue a buscar el dinero, y
cuando ya lo tena, patapum!, el resorte del gramfono salt y nos fue a dar en la cara. A
m me dio en el cuello, miren!
El jefe hablaba con una voz alegre y potente, sac la cabeza del armario, levant la
barbilla y prosigui:
- Durante un ao entero tuve una raya como las de las trtolas, tena que andar siempre
con bufanda. Dme tambin una sbana!
Nad'a sac una sbana de la cama y la dej en la puerta del armario. La voz del director
resonaba:
- O el relojero de Mlnk! En seguida pic. Yo le di un lpiz para que firmase, pero el
aprendiz, que estpido!, estaba poniendo el resorte en un reloj de pndulo, se le escap de
las manos, y se llev por delante todos los engranajes y relojes de las mesas, rasg el
impreso de inscripcin, sigui volando por todo el taller, y slo se calm cuando lleg a un
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fuerza un chorro vertical de agua plateada que al final aleteaba y jugaba con una pelota de
ping-pong. Si la pelota se caa sobre la reja de donde sala el chorro, el agua volva a
elevarla hasta su cima...
- En lo que se refiere a las ideas, jams me quedo la ltima - dijo Nad'a llenndose el vaso
con whisky. Se lo bebi, respir, y sinti un hormigueo en los labios.
La voz moribunda de Benjamino atravesaba los calcetines mojados:
... Santa Lucia, Santa Lucia!
Nad'a levant un dedo, entr en el armario y despus llam a la puerta:
- Adelante! - dijo el jefe.
La muchacha sali del armario e hizo una reverencia.
- Seor director! Como usted sabe muy bien, el poder ha sido traspasado a sus manos, y
con l, las obligaciones culturales. Tiempos nuevos, nuevos intereses! Ahora los pintores
estn trabajando para ustedes. Aqu, en la sala del Consejo de Direccin de esta empresa,
tiene que haber un cuadro. Qu desea, Grupo de mineros trabajando, o Desayuno en los
altos hornos, o Colada en los altos hornos de Martin?
El jefe salt de la ventana y se acerc a Nad'a murmurando:
- Fantstico... Pero reptalo con gestos secos, casi imperativos. - Inmediatamente despus
mir las paredes para ver de dnde se podra colgar un cuadro..., con la mano hizo un gesto
de director de orquesta -: Obligaciones culturales! Siga usted... Adelante! - La diriga con
la mano, se sirvi aguardiente y se lo pase por la boca. Despus cogi una toalla, se
tendi en la cama y se tap la cara con la toalla.
Nad'a bebi, puso su palma delante de su boca y oli su aliento. Se puso de rodillas al lado
de la cama y susurr al odo del jefe:
- Capitn... Estamos en un pueblo! Hay que adaptarse a los nuevos tiempos! A la nueva
cooperativa estatal le corresponden unos cuadros completamente nuevos. Los nuevos
artistas ya los han pintado. Dnde colgara el cuadro Labrando los ribazos?, y dnde La
segadora-trilladora en un mar de trigo? - pregunt Nad'a en voz baja.
Tonda se puso de rodillas al lado de Nad'a. A ella se le haba resbalado un poco la sbana,
y l le miraba los labios.
- Puede ir en coche - prosegua Nad'a -, tenemos decenas de cuadros pintados, tambin
tenemos martillos, clavos, ganchos... Dgame, seor director, dnde quiere que lo
cuelgue? Aqu, all, dnde? Podramos convertirlo en una campaa estatal! O sera
mejor hacerlo en colaboracin con la sociedad artstica? Tendramos un sello de goma! Se
podra pagar por giro postal...
Nad'a se incorpor y se qued a cuatro patas. Despus se puso en pie, se arregl la sbana
y se llen el vaso.
- An le gusta tanto beber? - le pregunt Tonda.
Ella neg con la cabeza, pero dijo:
- S, s.
- Debera controlarse un poco - le dijo Tonda.
Ella, poniendo su cuerpo en actitud afirmativa dijo:
- No.
El seor director estaba tendido en la cama, tena los brazos en cruz y la toalla sobre la
cara. Nad'a puso un dedo delante de sus labios:
- Tonda - dijo -, tendra que ausentarme un momentito.
- Cuando llegue al pasillo ver otra habitacin, despus otra, y despus el lugar que usted
busca - le dijo sealando la pared.
Nad'a sali y cerr la puerta, por la ventana del final del pasillo entraba la luz clorosa de la
luna que recortaba el perfil de un enorme cochecillo de bebs que reposaba sobre los
resortes de acero. Ella se intern en la caja blanca de la luz de la luna, presion el fondo
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del cochecillo, las espirales cedieron un poco, entonces ella se sent, despus se tendi.
Las piernas le colgaban, como si estuviese en una pequea baera. Mir a derecha y a
izquierda, vio otra ventana que iluminaba la escalera, la luz de la luna brillaba sobre una
palmera artificial puesta sobre un pedestal. Mir hacia la direccin por donde haba
llegado, vio un rayo de luz plateado e inclinado que sala de la cerradura de una puerta.
Salt en silencio, y despus se arrodill y aproxim el ojo a la cerradura.
En la habitacin, tambin pintada de blanco, haba un hombre de pie delante de la cama,
llevaba una toalla atada a la cintura, entre los edredones estaba una joven desnuda que con
ambas manos aguantaba un sombrero tirols.
- Squese el sombrero - le dijo el joven arrodillndose junto a la cama.
- No - se defenda la muchacha -. Si me sacase el sombrerito me quedara completamente
desnuda.
- Squeselo - le pidi el joven arrodillndose junto a la almohada.
- Que no! Si lo hiciese perdera todo el control sobre m misma. Este sombrero es como el
anillo de mi madre - dijo la muchacha, y con una mano sujetaba el sombrero y con la otra
apag la luz.
Nad'a acerc su odo a la puerta.
- Eso es lo que pensaban hacer conmigo! - se dijo.
Y con sus pies descalzos comenz a andar silenciosamente por la alfombra de rafia y entr
en su habitacin.
- Quin est en la habitacin de al lado? - pregunt.
- Viktor, otro agente - dijo Tonda.
- Viktor? No debera llamarse Fik Tor? Tonda, venga, les llamaremos a la puerta!
El jefe se levant, se sac la toalla de la cara y baj los pies.
- Vaya ocurrencia! - dijo ponindose en pie -. Pero qu mujer! Cada viernes organizamos
clases de baile en casa de Nmecek, en Visehrad. 52 Venga usted, hablaremos de los
monumentos y de los cuadros que esconden una esperanza real... Tonda! Por qu no
llamas a la puerta de Viktor?
- S, hombre, para que me hinche un ojo!
- Te digo que vayas. Te dejaremos la puerta abierta y cuando ellos salgan t podrs entrar
aqu corriendo. An sabes correr?
- S. Pero Nad'a, djeme la puerta abierta!
- Por favor... - Nad'a lo mir de forma seductora por encima de la copa de champn dnde
beba el whisky.
Tonda sali al pasillo dando zancadas, pasos de cigea, avanz hacia la puerta de Viktor,
gir su cabeza, vio a Nad'a y al jefe que sacaban sus cabezas por la puerta, se puso
contento.
Despus llam a la puerta con el puo.
Despus acerc el odo a la puerta y escuch.
Despus volvi a llamar.
Vio que Nad'a y el jefe estiraban sus cuellos fuera de la habitacin, y que Nad'a le indicaba
con el puo que llamase bien fuerte.
Volvi a llamar, la puerta se abri de repente, Tonda golpe la frente de Viktor, despus se
dio la vuelta y empez a correr hacia la rendija luminosa de la puerta de su habitacin que
ya se haba cerrado. Viktor lo derrib de un porrazo sobre la alfombra de rafia.
La puerta se abri y Tonda cay en el interior de la habitacin. Dio un salto, cerr la
puerta, y la cerr con llave.
El jefe estaba de nuevo estirado en la cama boca arriba, tena los brazos en cruz y la toalla
sobre la cara. Nad'a haba desaparecido, Tonda supona que dentro del armario, porque
desde all se poda or el ruido de sus puos tocando la pared y sus carcajadas.
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campesinas, cubiertos de paja hasta la cintura, con sus horcas la tiraban cada vez ms
arriba... El hombre de la camisa blanca pas la ltima gavilla, la mquina la tritur, de
repente en el vaco se oy un sonido alegre, como si la mquina estuviese contenta de
descansar un poco, exactamente igual que la mujer que haba salido del crculo luminoso,
se desataba el pauelo lleno de polvo, respiraba profundamente y se beba una cerveza
directamente de la botella verde...
- Alguien baja las escaleras - dijo Tonda entornando la puerta.
Entonces vio que de la habitacin contigua a la de Viktor sala un viejo con una vela,
despus baj la escalera e ilumin a Nad'a que dorma desnuda en el cochecillo.
El viejo, andando sobre el reflejo de la luz de la vela, subi de nuevo. Mova la cabeza con
incredulidad y antes de entrar en su habitacin dijo muy bajito:
- Que cro ms grande!
La luna estaba colgada sobre la ciudad, y en el surtidor el chorro de agua jugaba a ping pong con la pelotita...
5
En la bifurcacin de una carretera comarcal haba un carro parado. Delante del caballo
estaba un hombre de rodillas, llevaba unos pantalones de montar de piel, con una cinta
mtrica de sastre estaba tomando las medidas del permetro de las pezuas, del ancho de
pecho, de la altura de la pata, y desde la rodilla hasta el suelo. Se lo apuntaba todo en un
bloc.
Despus de un mojn haba un camino que conduca detrs de una casita, delante de una
de sus paredes haba un andamio. Detrs del andamio haba una pared blanca, sobre ella,
pintado con pintura de esmalte, haba un caballo enorme sin las patas delanteras. Sentado
en el caballo estaba un jinete en calzoncillos que levantaba un sable curvado.
Cuando el hombre de los pantalones de montar ya se haba apuntado todas las medidas
dijo:
- Muy bien. Quedar muy real.
Los dos agentes de Ayuda a la Vejez se extraaron.
- Quiere hacer unos pantalones para el caballo? - pregunt el seor Bucifal.
Un cochero bajito seal con el ltigo la pared de la casa:
- Eso es mi Fuksa? No me gusta en absoluto!
El hombre de los pantalones de montar dijo:
- Lo he elevado al cuadrado.
- Pero mi Fuksa es una yegua belga preciosa - replic el cochero golpeando el lomo del
caballo -. En la pared hay una mua que arrastra el vientre por el suelo. Parece un hurn!
Eso no es mi Fuksa!
Y escupi, dio un latigazo en el aire, y el caballo belga se apart un poco hacia un lado.
El hombre de los pantalones de montar grit:
- Imbciles! Lo pinto para vosotros! Puedes decir a todos los cocheros y conductores que
lo he pintado para que tuviesen algo para mirar desde muy lejos. Y que al atardecer ese san
Wenceslao ser iluminado desde abajo exactamente igual que el Hradcany! 53
El cochero se dio la vuelta, avanz de espaldas sealando con el ltigo:
- Vaya san Wenceslao! Parece que se haya fugado de Bekovice! 54
- Voy por el buen camino - dijo el hombre -. Si mi pintura gustase a este cochero,
seguramente mis obras no tendran ningn valor.
- Usted ser el seor Nulicek...
- El mismo.
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- Claro que s - dijo el seor Tonda Uhde -. Nosotros somos los agentes de la jubilacin de
los pequeos comerciantes y artesanos. Nos escribi dicindonos que le interesaba. Pues
aqu estamos.
53. Castillo de Praga. (N. de las T.)
54. Poblacin checa donde hay una institucin psiquitrica. (N. de las T.)
- Bueno, pues sganme - dijo el seor Nulicek, v cuando dio el primer paso brill en su
bota una mancha de sangre seca.
En el patio haba una prtiga de donde colgaba una cabra despellejada. Tena los ojos
azules y vidriosos, y de la nariz le goteaba algo viscoso. Su piel vuelta al revs estaba
tendida sobre los barrotes de la valla, y la sobrevolaban unas moscas negras y doradas.
Unas gallinas picoteaban y estiraban por el patio los intestinos amarronados. En un rincn
un perro ciego levant la pata como si tocase el violn, y estuvo un largo rato orinando.
- Seores! - grit el seor Nulicek.
- Qu ocurre? - Se asust el seor Bucifal.
- Saben lo que voy a pintar un da? El juicio final de todas las cabras blancas que he
degollado en mi vida! Pero dnde podra encontrar tanta pintura blanca?
- Cuando ya sea miembro de Ayuda a la Vejez tendr derecho a una subvencin extra.
- Me alegra orle! - Se enterneci el seor Nulicek, se sac un cuchillo de carnicero de su
bota y empez a cortarse los padrastros.
- No me gustara pasarme la vida sobre la bicicleta y gritando El peletero! Pintara un
cuadro muy bonito, ya lo veo. El cuadro se titulara El juicio final de las cabras. Yo me
pintara en el medio con este cuchillo... Ay, seores!, con qu gusto clavo este cuchillo en
el cuello de las cabras! Pero como peletero soy un pequeo artesano?
- S - dijo el seor Bucifal -. Es un oficio reconocido.
- Esta noticia me pone muy contento! - dijo el peletero.
- Y estas pinturas tambin - dijo el seor Tonda.
Y todas las paredes de los establos, de los cobertizos y de toda la casa, todas las paredes,
estaban pintadas con colores de esmalte, y un fresco se una al otro a pesar de no tener
relacin alguna.
El peletero estaba al lado del seor Tonda y se alimentaba de su propia admiracin.
- Todo eso es suyo? - le pregunt el agente.
- S seor - dijo el seor Nulicek contento de sus frescos que vea reflejados en el
entusiasmo de su husped. Por encima de las paredes de los cobertizos se expanda un
verdor de helechos y hiedras, en medio de ellos corra una mujer desnuda con su cabellera
oneante, de la izquierda sala un cuchillo de carnicero, en las ramas, por encima de ella,
estaba un hombre barbudo que se estaba riendo y que doblaba un hilo de cobre. Muchos
nios bajaban de una colina, sobre una tabla de planchar estaba un joven cadavrico que
andaba descalzo en medio de trozos de cristal, y a su lado una muchacha con un crneo de
caballo en las manos...
- En serio lo ha hecho usted? - se extra Tonda.
- S seor, yo mismo - asinti el peletero sin sacar sus ojos del agente.
El seor Tonda se subi a una escalera para poder ver los frescos que tapaba el tejadito de
una tribuna. Mir hacia el patio y vio una cabra despellejada, las gallinas estirando los
intestinos en todas las direcciones, el viejo perro que todava orinaba con la pata trasera
levantada, como si tocase el violn, despus vio una letrina abierta, en sus paredes estaban
pintados unos monos pelirrojos, unas monas y unos babuinos, pareca como si el pintor
hubiese mojado sus pinceles en el contenido del water. El seor Tonda comenz a
marearse. No tuvo tiempo de bajar los escalones, se cay de espaldas en los brazos del
peletero que le puso sus labios mojados sobre el odo y le susurr:
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- Eso son variaciones sobre la clave de los sueos y sobre mis propios sueos.
- De dnde lo saca, eso? - le pregunt Tonda.
- Lo llevo dentro de m, como si fuese una cabra - dijo el peletero -. Porque segn la clave
de los sueos, ver a los padres asesinados significa felicidad, ver a la propia mujer muerta
significa alegra, estar fuera de s ser feliz todo el ao...
- Qu ha estudiado usted?
- Dos cursos de primaria - dijo el peletero muy contento porque el seor Bucifal andaba
alrededor de la bomba de agua. En su base estaba un hombre que caminaba desnudo y
llevaba un sombrero colgado del sexo, y seis mujeres desnudas se revolcaban alegremente
por un estercolero.
- Qu significa eso? - pregunt el seor Bucifal.
- Yo tambin quisiera saberlo - dijo el seor Nulicek. Inmediatamente despus se subi de
espaldas a una escalera, puso su mano detrs de l y abri la puerta de la tribuna -. Lo
mejor est por llegar! - Levant su dedo y cedi el paso a los agentes, contempl de nuevo
sus frescos diciendo -: Seores, esto son variaciones sobre las queridas manos humanas,
las queridas manos humanas! Aqu est un chico que va en tren a ver a su novia y le lleva
un ramo de rosas. Aqu est, de pie, con una mano se aguanta al agarradero del tren y con
la otra sujeta el ramo. Y aqu baja de un salto, pero, como pueden ver, se le resbala un pie y
se cae de rodillas. Aqu ven una rueda de tren que le corta la mano del ramo de flores. Al
fondo est su novia levantando los brazos! Y aqu la mano cortada va rodando entre las
vas. Y aqu ven cmo el joven estira la mano que le queda para coger la que aguanta el
ramo. Pero el tren sigue en marcha y otra rueda le corta la mano que aguanta la mano del
ramo... Y aqu ven al joven sin manos sentado en el escaln del tren en marcha que le
rompe la cabeza, y l se cae... Quince secuencias, tal como las vi en la estacin de tren.
Quince variaciones sobre las queridas manos humanas... - gritaba el peletero recogiendo la
fuerza de los ojos de sus huspedes.
Y se dio la vuelta, andaba de espaldas a la puerta, movi el pomo y con el hombro empuj
la puerta que se abri de golpe, y los agentes se quedaron deslumbrados por la luz de un
tnel inclinado.
- Seores, esto es la cocina! - grit el peletero entrando de espaldas en la habitacin -.
Aqu todo est pintado, no slo la pared y el techo, sino tambin los armarios, y no slo
por fuera, sino tambin por dentro.
Y las paredes de la cocina brillaban como las paredes de una gruta. Unos hombres tristes
besaban a unas mujeres embarazadas, en el fondo estaban tres bueyes blancos golpendose
con los cuernos, sobre la cama estaba una mujer de rodillas que lavaba unas vsceras en el
agua del ro, haba un msico rodeado de sauces llorones que a su espalda tena un helicn
atado con una correa...
- Hagan el favor de mirar este aparador, las escenas continan en los cantos, y entran en el
interior del mueble, y viceversa, salen hacia fuera - dijo el seor Nulicek sonriendo -. Pues
aqu, en este aparador, hay variaciones sobre desgracias, unas variaciones que he llevado
hasta la muerte! - exclam sealando con ambas manos el interior del aparador -. Aqu
pueden ver a un gitano que hace la colada en los altos hornos de Martin. Y aqu el gitano se
cae dentro del depsito, dentro del acero hirviente, porque ha tropezado. Aqu pueden ver
la gra transportando el depsito, en el fondo est pintado el gitano, aqu ven cmo del
acero se hacen lingotes, pero en cada lingote est el gitano! Aqu vemos cmo de los
lingotes se hacen planchas, planchas inoxidables, y en cada plancha sigue estando el gitano
todo entero, y de las planchas se prensan cucharas, cuchillos y tenedores, y como pueden
ver, dentro de cada cuchara, cuchillo y tenedor est dibujado el gitano que al principio se
ha cado en el hierro fundido... Y as el gitano, dentro de los cubiertos, recorre todo el
mundo, en todas partes hay un trocito de l, pero yo lo pint entero dentro de cada cuchara,
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de cada cuchillo y de cada tenedor, bueno... - dijo el peletero sin sacar la vista de sus
huspedes que suspiraban y se ponan nerviosos...
El seor Nulicek se puso de rodillas al lado de la cama, se tendi en el suelo y entr dentro
del armario de debajo del fregadero, slo se vean sus pantalones de montar y las botas
ensangrentadas a la altura de las espinillas.
- Cmo va eso de la pensin? - pregunt.
El seor Bucifal se arrodill y vio que el seor Nulicek tena dentro del armario un
pincelito y un tintero, y que estaba dibujando unas figuras pequeas en las paredes
interiores.
- Para usted lo mejor sera un seguro de quinta categora. As tendra una pensin de mil
cien coronas aproximadamente - dijo.
La voz del peletero reson:
- Apntemelo!
Y el seor Bucifal dej su cartera sobre el edredn, puso en el suelo una carpeta con los
impresos de inscripcin, puso correctamente el papel de copia, escribi el nombre, el
apellido, la categora de la pensin, las seas, despus calcul las cantidades y subray el
resultado.
- Seor Nulicek - dijo el seor Tonda -, no se inscriba a la pensin, es una estafa.
- Cmo dice? - El peletero sac la cabeza del armario.
- Mire, hombre, eso, esta pensin no es para usted... Para poder cobrar las mil cien coronas
hubiese tenido que empezar a pagar hace veinte aos... Eso no se lo hemos dicho, seor
Nulicek. Es mejor que se compre pinturas y se dedique a pintar - le aconsej Tonda.
- Es decir que tendr que ir por toda la provincia gritando, Pieleees!? Si los obreros
tienen derecho a una pensin, por qu no puede tener todo el mundo? - dijo el seor
Nulicek gritando -. Adems, a usted qu le importa? Quien me est rellenando mis
papeles es su compaero, no usted!
- S - dijo el seor Bucifal -. Aqu tiene el lpiz y...
Y de repente se levant el edredn, la cartera resbal, y de dentro de la cama sali una
viejecita en chandal. Cogi el bloc de las inscripciones, arranc algunas hojas, las rompi
en pedacitos y despus esparci el confetti sobre los agentes que estaban de rodillas.
- sta es mi madre - dijo el peletero -. sta es mi musa, me da ideas y despus yo las
pinto.
- Encantada! - dijo la viejecita dando la mano al seor Tonda -. Qu es toda esa historia
del seguro? Si no tenemos dinero ni para comprar pinturas! Pero vengan ustedes, vengan a
echar un vistazo a la habitacin, all est el colmo - dijo colgando sus sabios ojos azules de
los del seor Tonda. Empez a andar hacia atrs, palp el pomo, y abri la puerta de la
habitacin. Despus se dirigi a la cama de matrimonio sin colchn ni edredones, con unas
placas de cristal que formaban un libro muy grueso.
- Eso es pintura sobre cristal. Es una delicia ver a mi hijo pintando con un pincelito el otro
lado de la placa, parece un gatito tocando un espejo - contaba la viejecita mirando a la cara
al seor Tonda y hojeando de memoria aquellas pginas de cristal que crujan al mellarse.
- Por ejemplo, aqu est san Agustn en un mar de trigo, montado en una mquina
segadora - trilladora. Pero de sus caras deduzco que les gustan ms los temas religiosos,
me equivoco? - dijo rindose.
- Pues aqu est! - exclam. Con sus ojos lami el libro de cristal antes de quedarse
mirando fijamente al seor Tonda -. Aqu tienen el momento en que a san Angelo se le
caen las rosas de la boca. Aqu vemos un incidente que ocurri a san Bernardo, durante la
Santa Cena, junto al vino del cliz se bebi una araa que despus le sali viva de la boca...
Pobrecita araa! Y aqu hay una cosa... Oiga, usted! - grit la viejecita sin dejar de mirar
a Tonda -. Usted, anticristo!, venga ac! - Segua mirando al seor Tonda.
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- Mire, Bucifal - dice el director -, todos los agentes al principio tienen que graduarse. Y,
cul es el pequeo comerciante ms fcil de convencer?
- El droguero - dicen los agentes seor Viktor Tma y Tonda Uhde.
- Pues bien, vayan a ofrecer una pensin al dueo del laboratorio, una pensin! - dice el
director levantando el dedo ndice -. Es que hay que saber usar la palabra pensin, del
mismo modo que una mujer bonita tiene que saber utilizar un broche de brillantes... Pen sin, pen - sin! Seores hay que pronunciarlo como si fuesen una madre que acaricia a su
hijito, como si fuesen un amante que susurra al odo de su amada la clave secreta de la
prueba de amor infinito... Esta palabra hay que pronunciarla muy despacito... Se lo digo en
serio, prubenlo en sus casas, delante del espejo, hay que saber pronunciar la palabra pen sin! Han de hacerlo como si quisiesen asegurarse a ustedes mismos... PEN - SIN, la base
de las cosas invisibles, la garanta de un futuro feliz... Y ahora, Bucifal, adelante! Nosotros
le miraremos a travs del agujero de un nudo de la madera.
Al llegar a la puerta el seor director llama.
Alguien que arrastra sus pies avanza hacia la puerta gritando:
- No fijen las correas manualmente!
El seor Bucifal golpea con el puo.
- Suelten el vapor de la tercera caldera! - grita la voz.
El seor Bucifal acerca su ojo al agujero del nudo, pero hay alguien en el otro lado que
tambin mira con curiosidad por el mismo orificio.
- Quin es? - pregunta la voz.
- Soy el agente de Ayuda a la Vejez - dice el seor Bucifal.
La puerta se abre, y sale un hombre polvoriento que lleva un guardapolvo largo y en la
mano una esptula.
- ste es el laboratorio tcnico y droguera del ngel Blanco. Adelante! Estoy enseando
el oficio a mi nuevo ayudante - dice el hombre, y el seor Bucifal entra en el recinto.
Un hombre viejo bombea agua dentro de un cubo de madera.
- Nosotros, los drogueros, somos medio mrtires - dice el dueo -. Seores, desde que
empec los experimentos para la fabricacin de Tancolin, el conocido abrillantador de
parqu, tengo quemada esta mano. Se prendi fuego en el depsito de parafina y explot!
Fantstico! Y mi mano se quem como si se tratase del Antiguo Testamento! Porque un
laboratorio tcnico como el mo es una institucin cientfica!
- Maestro, qu le ocurre en los ojos?
- S, eso tambin - dice el droguero -. Una vez estaba destilando licor de guardabosques.
Mezclamos un kilo y medio de esencia de guardabosques, veinte gramos de esencia de
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violeta, cuarenta litros de alcohol, trece litros de jarabe y treinta y tres litros de agua. De
golpe se prendi fuego, y la tapa me dio un golpe tan fuerte que desde entonces soy bisojo.
Por la noche, en mi casa, cuando leo libros tcnicos, me siento en la silla, pongo el libro
debajo de la mesa y miro hacia un rincn. En resumen, si quiero leer algo tengo que fingir
que miro hacia otro lado. Pero cuando uno tiene una droguera experimental, no puede
dejarse disuadir por los pequeos detalles. Y usted, qu me trae?
- Una pensin - dice el seor Bucifal mirando las ramas de los rboles.
- Son cerezos - dice el dueo -. Tambin son vctimas de la ciencia. Por ejemplo, en el mes
de mayo estos rboles ya celebran el mes de noviembre. Eso es as desde que fabricamos el
veneno para ratas de la marca Morol, es mundialmente famoso. Cuando las hojitas de los
cerezos justo empiezan a brotar, ya sirven para fabricar tabaco. Es que el cloruro de bario
es muy eficaz.
Al lado de la valla se levanta un gran dans enorme, avanza con paso vacilante, y est tan
pelado como los cerezos. Se acerca y lame las manos de su dueo.
- Qu ocurre, Anita? - El droguero lo acaricia.
"- El Morol es para la humanidad. Siempre que leo que antes de la viviseccin los perros
de laboratorio lamen las manos de los empleados, me enternezco.
"- Qu te ocurre, Anita? Empieza a invadirte la funesta sospecha de que pronto
comenzaremos?
"- Seores, cada vez ocurre lo mismo, esta perra es un gran dans de Burdeos. La compr
en Bydzov, en la estacin de tren de Chlumec, donde debamos hacer transbordo, fui un
momento al restaurante de la estacin a tomarme una cerveza. At este animal a una bomba
de agua, a travs de la ventana vi cmo la gente corra asustada... El perro me echaba de
menos, arranc la bomba de agua, y arrastr la tapa de cuatrocientos kilos hasta el
restaurante donde yo estaba. Seor Josef, tener un animal tan carioso es agradabilsimo aade el dueo.
- De ninguna de las maneras! - grita el ayudante -. Una vez fui a visitar a las seoritas,
tenan tres grandes daneses, Pola, Anita y Alzig, grandes como terneros, cuando yo ya me
iba empezaron a escarbar la tierra y salieron de su recinto, me llevaron a su casita y se
tendieron sobre de m, estuvieron grundome a la cara hasta la maana siguiente.
El dueo entra en el cobertizo y comienza a llenar una carretilla con harina enmohecida.
- Es que los grandes daneses son unos animalillos muy juguetones - dice -. Y los san
bernardo? A cunta gente habrn salvado de una muerte blanca...!
- Que no! - El ayudante se enfada -. Cuando yo estaba haciendo la mili en Jesnky, una
vieja con esqus se perdi por las montaas nevadas. La fuimos a buscar con dos san
bernardo. Por debajo de la montaa de Pradd perdimos al alfrez, y como la nieve se
pegaba a los perros, al final los tuvimos que envolver con mantas. Cada uno de aquellos
animales pesaba cien kilos, ms los veinte kilos de carmbanos de hielo... Los bajamos por
la nieve como si bajsemos pianos. Ya en el cuartel, los mdicos tuvieron que ponerles
cataplasmas para que la fiebre les bajara, y al alfrez no lo encontramos nunca ms... La
vieja que se haba perdido por la maana regres arrastrando los esqus detrs de ella. Y
tena ms de sesenta aos...! Haba salido a dar un paseo por el Pradd...
El dueo de la droguera dice en voz baja al agente:
- Tengo que hacerlo enfadar..., enfadado trabaja mejor!
- En serio? - Se sorprende el seor Bucifal -. Pero, maestro, por qu tiene una voz tan
grave?, parece que est hablando desde un stano. Le ocurre algo en la garganta?
- La tengo un poco quemada, de una vez que me beb leja en lugar de ron. - Asiente el
dueo con su cabeza -. Hace diez aos que al lado de mi cama tena una botella de ron con
la etiqueta leja, lo haca para que los nios no bebiesen, porque cuando yo era pequeo me
beba el ron de mi padre. Pero mi mujer, por error, dej all la leja, y yo no me di cuenta de
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ello hasta que me haba bebido tres tragos. Es la vida! Si a un droguero no le faltan
algunos dedos, la mano entera, o no tiene otras marcas de sus experimentos, no es un
verdadero droguero...
- Pero Josef, yo en su caso me comprara un mono!
- Pero que est diciendo? - grita el ayudante despus de pensar que a cambio de unas
coronas sus ropas se van desintegrando -. No puedo ver a los monos ni en pintura! El
tonto de Blechtin, aquel con quien fui de excursin a Ziegenhals, se compr un chimpanc.
Cuando regres se puso a vivir con aquel animal, y como es muy buen deportista, cada
maana haca unos ejercicios con unas correas elsticas...
- El chimpanc? - pregunta el dueo.
- No. Por favor! El tonto de Blechtin. El chimpanc, el animal, tambin lo haca, pero con
unos elsticos de veras. Un da fui a verle, y Blechtin, el tonto, me dice, Toma, prueba estas
correas, vers que es muy agradable. As pues cog las correas, pero el animal, el
chimpanc, las cogi por las asas y empezamos a luchar. Cuando ya estaban estiradas al
mximo, aquella puta de chimpanc las solt. El asa niquelada me golpe la nariz, y al
cabo de tres das me volv bizco. Un mono, ja, ja!
El gran dans de Burdeos avanza lentamente hacia el final del recinto y se pone a aullar.
- Este animal tan bonachn se sabe de memoria el procedimiento de fabricacin de Morol
- dice el droguero levantando una saco de harina enmohecida.
- Maestro - dice el seor Bucifal -, piense en la jubilacin. Qu va a cobrar cuando sus
preciosas manos ya no puedan trabajar ms?
- Paciencia - responde el dueo mientras vuelca la harina en una caldera.
Se levanta una nube amarilla que cubre todo el recinto.
- Apesta a elsticos de perro! - dice el ayudante tosiendo.
- Justamente se trata de eso. - Se alegra el droguero -. Cuando empecemos a removerlo un
poco aadiremos tres cazuelas de grasa podrida, as la sntesis obtendr el sabor adecuado.
Seor seguro!, dnde se ha metido? Ah, all, pues agrrese bien a la bomba de agua, yo le
voy a contar nuestro procedimiento. Algunas empresas aaden arsnico al raticida, pero yo
prefiero el carbonato de bario, porque las ratas se lo tragan como si fuese un bombn. Y en
su tripa el carbonato se transforma en cloruro de bario. Eso es lo que las mata - dice el
droguero muy contento dentro de su nube -. Pero yo necesit bastante tiempo hasta
encontrar la sntesis perfecta. Al principio, en una granja, envenen a dos cerdas y a todo
un gallinero. Despus estuve recibiendo cartas amenazadoras durante unos meses, me
decan que las ratas, despus de comer Morol, an estaban ms gordas... Pero ahora?
Ahora slo recibo reconocimientos y premios honorficos.
- Qu peste ms insoportable! Parece que alguien est descuartizando a un den - dice el
ayudante tosiendo dentro de la nube.
- Seor Josef, si yo estuviese en su lugar tendra una cabra - lo provoca el droguero.
- Pero yo no quiero ninguna cabra, despus me quitaran la jubilacin porque diran que
hago tonteras.
- Pero tendra leche. Trabaja con venenos...
- Que no! La cabra es un cabrn. Como siempre tengo las manos fras me dara un
topetazo en el culo y saldra volando del establo, cubo incluido. Adems, yo ya no tengo
buena vista, y por la noche no la encontrara. Tambin me tiembla el pulso...
- Pues s que la ordeara bien! - dice el droguero saliendo del nubarrn.
Se dirige al cobertizo, y con un gancho arrastra la primera cazuela de grasa podrida.
Cuando el gran dans de Burdeos lo ve, empieza a aullar ms fuerte y a golpear con sus
patas.
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- Bueno, pues una cabra no, pero tener una vaca, eso estara muy bien, cunta leche le
dara? - dice el droguero cuando se da cuenta que su ayudante ha dejado de remover la
caldera.
- Uy, no! - grita el seor Josef removiendo con la esptula deprisa y con mala leche -. Una
vaca an trae ms problemas, en mi casa tenamos una, una vaca preciosa, de pura raza
suiza, cuando la acompaaba para que el toro la cubriese, me arrastraba detrs de ella,
como si fuese en trineo. Y eso que iba atada con una cadena en la nariz. Con una vaca
todo son inconvenientes! - grita el ayudante acelerando sus movimientos -. Una vez llev a
nuestra vaca al toro, el dueo no estaba en casa, y su hija, una belleza, solt al animal, pero
el toro me tom por la vaca, comenz a perseguirme, pas por encima del estircol y de los
orines, desde el carro se puso a saltar, salt el timn, se golpe las patas delanteras, dio una
voltereta. Entonces la hija, la belleza, temi que el toro se rompiese sus genitales
preciosos! Antes, cuando una cochina enfermaba, la ponan en la cama, si se mora la
tragedia era tan grande como si hubiese muerto un hijo. Y el toro, que pesaba una tonelada,
se levant, pero yo, que era muy valiente, me sent de un salto en el tejado, el toro haca
fuerza contra la pared con sus patas delanteras, y con los cuernos iba sacando las tejas de
madera, sacaba aire por la nariz, pareca una manguera. Y usted me habla... de una vaca.
- Aqu estn las cazuelas - dijo el droguero -. Y ahora vamos a vaciar la grasa amarilla en
la caldera. - Guia el ojo al agente, se inclina, huele la cazuela, y dice como si soase -:
Eso da a la sntesis el aroma justo.
Despus echa la grasa podrida en la caldera. El ayudante la remueve rpidamente con la
esptula, y desde el corazn del recinto se eleva un hedor dulce que se extiende lentamente
por encima de la valla, cada vez llega ms lejos.
En un determinado momento, en el cercado vecino, donde vive el seor Alfred Pivoka,
que durante un cuarto de siglo limpi las fosas spticas de la ciudad y que una vez hered
un gramfono, se oyen unos bramidos.
Cada vez que en el laboratorio tcnico de la droguera el ngel Blanco se fabrica el
raticida de la marca Morol, el seor Alfred saca el gramfono al patio y empieza a sonar la
misma cancin, De Praga soy Pepk...
Cuando ya se oye por quinta vez, el dueo se acerca a la valla y grita:
- Seor Pivoka, me siente?
- Con el odo no, con la nariz - dice el vecino, y como le duele una mano acciona la
manivela con la otra.
- Seor Pivoka! Pare la msica. Es insoportable - grita el droguero.
- Correcto. Pero ustedes han empezado antes!
- Seor Pivoka, voy a quejarme a la Cmara de Comercio!
- Por m, como si quiere usted ir a quejarse a los lavabos, al quinto grifo! - grita el seor
Pivoka sin sacar el disco, De Praga yo soy Pepk... Despus grita -: Ustedes en mi contra
con la mierda de las ratas, y yo contra ustedes con el gramfono!
- Seor Pivoka, habr represalias! Ojo por ojo!
- Pues yo por un ojo ambos ojos!, y por un diente, toda la mandbula!
- Cmo? - alla el droguero -. Seor Pivoka, si la humanidad afloja en su lucha contra la
naturaleza, las ratas van a comerse a todo el mundo, a usted y a su trasto incluidos.
Pero el seor Pivoka se hace el sordo y sigue dndole a la manivela del gramfono, como
si se tratase de un molino capaz de alejar aquella peste.
- Las personas son terriblemente inconscientes - se lamenta el droguero.
El agente le responde:
- S, es cierto. Por ello creo que usted necesita una pensin.
- Y usted cmo puede saber lo que yo necesito o no necesito. - El droguero le mira con sus
ojos bizcos.
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- Yo creo que esta pensin no es para usted. A usted le basta un pequeo almacn de
pinturas de anilina y...
- Usted cree que puede decirme lo que tengo que hacer? Y si yo quiero esa jubilacin...?
- Yo creo...
- Pues no crea nada! Sobre esas cosas slo yo estoy autorizado a pensar - exclama el
dueo -. Quiero esa pensin!
- Pero cuesta dinero - dice el seor Bucifal.
- Tengo aspecto de pordiosero? - Se enfada el droguero -. Quiero esa pensin, la quiero, y
usted va a inscribirme. Y quiero una jubilacin de quinientas coronas.
El seor Pivoka pone el disco por dcima vez, l acompaa al gramfono cantando De
Praga yo soy Pepk... Alguien se pone a dar golpes a la valla, el gran dans de Burdeos
deja de aullar y empieza a saltar por la valla, con un ojo azul mira bizcamente hacia otra
parte. El seor Bucifal rellena el impreso de inscripcin, nombre, apellido y domicilio de la
empresa.
- Delincuentes! Paganos! - grita alguien detrs de la valla -. Quin puede soportar esta
peste?
- No podr con nosotros! - grita el droguero -. Lo tenemos patentado!
- Hostia! El problema ms difcil es imaginar a Dios como origen de todo el mal, pero
eso supera el marco divino! - la voz de detrs de la valla grita y se enfada, despus de cada
palabra el vecino golpea con un bastn los maderos de la valla.
- Nacido el ao? - pregunta el agente.
- 1895... - dice el droguero -. se ser Horcek, el adventista.
Y enseguida grita:
- Seor Horcek! Nosotros somos el mal necesario!
El seor Horcek deja de golpear la valla y empieza a gritar:
- La Biblia dice que vendrn tiempos peores, pero, seores, yo me ahogo en mi casa. Su
Morol traspasa las paredes! Se esparce por la ciudad, de una forma invisible!
En el patio del seor Pivoka ya no se oye nada, pero de pronto la cancin de siempre
rompe el aire por undcima vez, De Praga yo soy Pepk... Y el gran dans de Burdeos
empieza a saltar, y con su ojo bizco mira hacia otra parte, hacia el punto donde el seor
Horcek se ha quedado pensativo, con un dedito sobre sus labios y un palo en la otra mano.
- Seores, ahora ya lo tengo claro! - grita -. He tenido la revelacin del papel de cada
uno en este mundo! Unos son los llamados..., me oyen?
- S - grita el droguero.
- Por favor, firme aqu. - El agente seala con el dedo.
Y el seor Horcek sigue gritando entusiasmado:
- Y an voy ms lejos! Aquella iglesia invisible a la que yo pertenezco tiene que tragarse
todos los pecados de este mundo. Ustedes y yo somos un vivo ejemplo de lo que estoy
diciendo. Seores! He vuelto a nacer! Estoy aqu de nuevo!
El adventista iluminado desvara, con la luz del conocimiento ve a una nia con un lazo
blanco en el pelo que toca el violn acompaando al gramfono, anda bordeando la valla:
De Praga yo soy Pepk...
Es la hija pequea de la casita de la acera de enfrente, de la ltima casita, el ltimo hijo de
la familia de los Hldebrant, una familia que no se deja conmover por nada, porque en todo
lo que ocurre ve buenos augurios para la familia... Cada vez que el seor Pivoka pone en
marcha el gramfono, la seora Hildebrant da rpidamente el violn a la nia y la manda a
la calle con las palabras, Rzenka, ve, aprende y acostmbrate a tocar con una gran
orquesta..., a pesar de que Rzenka va por el primer libro del mtodo de msica... De
forma que la nia con el lazo, y el violn bajo la barbilla, y con unos ojos preciosos y
atemorizados, camina al lado de la valla y toca, De Praga yo soy Pepk..., y su madre, en la
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palabra fea por segunda o tercera vez, ya fue distinto, pareca que la aoranza lo
abandonaba... Es el hombre ms guapo de todos los alrededores, pero no tiene ni una gota
de sangre azul, slo una camisa azul. Pero ve aquel que se ha cado debajo de la mesa y
ahora se levanta?
- Aquel hombre tan feo?
- S, aqul - dijo la jefa -. Aqul tambin es bastardo del seor prncipe. Un gran violinista,
que se gana la vida sin tocar el instrumento. Cuando se pone el violn bajo la barbilla, todo
el mundo empieza a darle dinero, como indemnizacin, para que no toque. Yo le o una vez
y tuve urticaria... Ah! Tenemos tantos pauelos! - dijo la jefa, y se son con la mano, y
tir los mocos sobre un panten -. Este violinista naci con tres generaciones de adelanto,
por eso toca de una forma tan espantosa. Se llama Pepcek Habsek.
- Psst... No ha odo nada? Como si alguien hablase en voz baja - dijo el seor Tonda.
- Son las voces humanas que suben del ro. - Empez a rer la jefa -. Eso significa que las
muchachas se estn baando en el robledal, est a un kilmetro de aqu... Las oye?
Hablan de chicos. No nota que el rumor de las caas llega hasta aqu...? Cuando un
pajarillo se despierta en alguna parte, el agua trae su voz hasta aqu, parece como si el
pajarillo se despertase dentro de la cabeza de uno... El agua y el viento refuerzan el sonido
como si fuesen un altavoz...
Y al lado del muro del cementerio haba dos mujeres gesticulando y con sus manos
contaban algo a un hombre gordo vestido de negro.
- se es el cura - dijo la jefa -, tuvo el honor de confesar al seor prncipe.
- Es una suerte que haya venido! - dijo la mujer que estaba subida a la escalera -. Ponga
orden y hable con ellos. Si no se gastarn todo el sueldo y despus rompern los muebles!
- Tranquilizaos, mujeres - dijo el cura.
Pero oy la cancin y suspir:
- Eso es la desgraciada naturaleza eslava.
- Son capaces de quemar las casas - dijo la mujer subida al cuadro de la bicicleta.
- Una cosa lleva a la otra, incluso al libertinaje - dijo el cura.
- Es cierto - dijo una de las mujeres -. El mo, cuando se emborracha, seor cura, me
obliga a hacer unas cosas... Tengo que...
- No lo vaya publicando - grit el cura -. Los secretos de alcoba son secretos de Dios.
Tienen alguna imagen sagrada sobre la cama?
- S que tenemos. Pero l es un toro. l...
- Silencio! - El cura patale -. Mrckov, tiene que ir a confesarse ms a menudo, y a
recibir la santa comunin.
Del interior de la taberna empez a orse un canto potente, Cuando tena diecisis aos...
- Monseor, vaya! - le pidi la mujer de la bicicleta -. Despus de esto el mo estar tres
das enfermo.
- No s, no s. - El cura dudaba -. No quisiera dar perlas a los puercos... Pero qu haca
Nuestro Seor? Rodearse de ladrones y prostitutas. - Intentaba darse coraje.
Despus la silueta negra desapareci por el pasillo y apareci en el local, en medio de los
hombres que gritaban hacia el techo, se cogan por la cintura, y gesticulaban con la mano
libre. El seor cura se subi a una silla, se puso una mano sobre el abrigo negro, y con la
otra empez a sealar muy lentamente el cielo... Pero lo derribaron.
- Un gran bofetn - dijo la jefa.
Al poco rato monseor apareci por el pasillo con una mano en la mejilla.
- Qu les deca? - dijo.
- Monseor, qu debemos hacer? - gritaba la mujer subida a la escalera.
- Asalten la taberna - aconsej el cura.
- Y nos darn bofetadas como a usted!
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aguantaban, se apoy con los brazos en los adoquines, entre sus propios vmitos encontr
su monculo, se lo puso, y dijo, Sabe quin soy yo? El prncipe Thurn el Secco Tasso!
Avanti!, y se qued tendido en el suelo. Eso es tener sangre azul, no?
- Es un ejemplo magnfico - dijo el seor Tonda -, pero si usted conoce tan bien a la gente
del pueblo, conocer a un tal Lada, correero...
- Claro que le conozco! Por qu quiere verlo?
- Nos escribi para un seguro...
- Pues ya no se va a inscribir para ninguna jubilacin - dijo la jefa -. La tiradora de cartas
le dijo que se acercaban malos tiempos para los pequeos comerciantes y artesanos, y l se
lo vendi todo enseguida, malgast su dinero... Es el que est bailando en medio del local,
con una jarra sobre la cabeza.
Un hombre alegre, con una camisa blanca, sali de la taberna y se puso a gritar a la luna
que haba salido por encima de los tejados:
- Quin tiene apetito? En mi casa tengo una oca, un pato y un faisn asados! Slo tenis
que decrmelo y los ir a buscar en un santiamn. En mi casa incluso el perro vomita!
Pero nadie le respondi, y el hombre fue tambalendose hasta el water y empez a orinar
sobre el pecho del seor maestro.
Mi juventud fue alegre, dur muy poco, desgraciadamente...
En la taberna empez un canto con una nueva fuerza, las manos se entrelazaron de nuevo
en los hombros y en las cinturas, y las venas del cuello se hincharon de nuevo y el aire del
techo de la taberna vibr ms intensamente, el alegre husped del water cantaba, Yo no soy
tan joven...
El correero levantaba las manos y bailaba solo, mientras que el seor maestro segua
tendido en la canal alquitranada.
Y del pasillo sali un hombrecillo quejndose y lamentndose, y peda a Dios que se lo
llevase de una vez...
- Despus de una fiesta suele haber una epidemia de diarrea - dijo la jefa y aadi -: se es
Karlcek Hemel, el trompetista de los bomberos. Una vez se declar un incendio, l no
encontr su trompeta, y se pase por la plaza mayor tocando el violn y gritando, Fuego...,
fuego..., fuego...!
El trompetista de los bomberos se cay en medio de las ortigas, tocando al muro del
cementerio, y se incorpor, y con un clavo se puso a rascar el cimiento iluminado por la
luna:
- Juro que nunca jams...
- Oye, Karlk, no escribas ms aqu, vale? - dijo la jefa -. No hagas ms garabatos sobre
la tumba de mi padre, me oyes?
Pero la mano del trovador resbal, y el clavo hizo una gran raya en el cimiento, y se oy
un ruido muy intenso, como si un relmpago entrase en la tierra. Y el trovador se qued
dormido con el clavo entre los dedos.
Las muchachas iban regresando del ro. La luna las empujaba delicadamente por la
espalda y las obligaba a pisarse sus propias sombras...
Era un cuento precioso, dur tan poco, desgraciadamente...
Los hombres, muy morenos, cantaban dentro del local, y lo hacan como si con esa
cancin cada cual se homenajease a s mismo...
El tabernero, empapado, iba distribuyendo las lmparas de cerveza...
8
Entre el saln de baile y la cocina haba una ventanilla de vidrio traslcido, all se
recortaba la silueta de un hombre en frac, que en sus dedos sostena un vaso con suma
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elegancia, como si se tratase del anuncio de un aperitivo. Se acerc el vaso a sus labios, y
se bebi hasta la ltima gota del delicioso aguardiente. Despus la silueta desapareci, y
reapareci en el saln, en frac, era el profesor de baile. Dio una palmada y se puso en
medio del parqu, se pas sus dedos por encima de los botones de la bragueta, y dijo con
una voz potente:
- Bien, seores, como la ltima vez, las damas todava no han llegado, slo una! - Y
seal hacia el espejo, debajo estaba sentada la seorita Hroudov con un vestido de
algodn a cuadros, y con los dedos clavados en un gran pauelo -. No han llegado, pero
las que no estn, ya vendrn! Me prometieron participar en las clases de baile para adultos
y avanzados! Mientras no llegan, distribyanse, los nmeros pares harn de lo que son, de
caballeros, y los impares de damas! En seguida repasaremos el vals. Maestro, por favor,
Strauss!
El profesor de baile hablaba muy alto, y sus alumnos se pusieron en fila, y l avanz
diciendo, par, impar, par, impar..., cuando lleg al ltimo alumno dio la orden:
- Caballeros, inviten a las damas!
Y el maestro de orquesta, que de joven haba tocado a U Spirk y a Star pan, 57 hizo una
pequea reverencia, pero cuando vio que los bailarines iban con ropas muy viejas, empez
a marearse, se equivoc, y en lugar de ir hacia el piano, avanz hacia el espejo, como si
quisiese entrar dentro.
- Verfluchete Paralyse! 58 - reneg y se sent al piano, y en el saln empez a tronar el
vals Las voces de la primavera.
- Y enseguida el delicioso Vals del Emperador - grit el profesor de baile -. Tengo que ir
un momento a la cocina, tengo que hablar por telfono con las bellas damas!
Y se alej de la sala muy preocupado por las bellas damas, despus su silueta desapareci
detrs de la ventanilla de cristal traslcido, entre el saln y la cocina, y en el teatro de
sombras chinescas, una mano le dio un vaso.
- Dios mo! - dijo el seor Bucifal que haca de dama del jefe -. Qu clase de gente est
aqu!
- Son nuestros clientes - dijo secamente el jefe -. El carnicero sentado debajo del espejo
fue el primero que pic. Escogi la pensin ms alta. Bucifal, ve al seor Viktor? Pues l
est bailando con un maestro barnizador, el seor Timik, y tambin est a punto de
caramelo. Si se fija ver que todos son pequeos comerciantes viejos, oficinistas, algunos
solterones chiflados... Porque, quin va a apuntarse a unas clases de baile en la periferia?
- Jess! No le he dado un golpe demasiado fuerte? - exclam el seor Bucifal -. Dios
mo! Quin es el tipo que baila solo?
- Un ayudante de Parques y Jardines, el seor Jirousek - le dijo el seor director al odo -.
Durante la primera clase fue mi dama, pero al empezar a bailar la polca me dej de golpe y
se puso a bailar solo. Un carcter individualista... Tuvo dos hijos mentalmente alienados,
cuando ya tenan quince aos no se les poda ensear a leer el reloj, su padre pona las
agujas en todas las posiciones posibles, les golpeaba la cabeza con el despertador... Ahora
la situacin ha mejorado, un hijo se ahorc, y cuando el otro ve el reloj a las cinco y cuarto,
dice que es la media... Y el ayudante de Parques y Jardines se siente feliz, porque a pesar
de todo, va mejorando.
57. Nombre de locales. (N. de las T.)
58. En alemn, maldita parlisis. (N. de las T.)
- Y a usted, quin le paga la inscripcin a las clases de baile? - pregunt el seor Bucifal.
- La direccin de Ayuda a la Vejez. El ao pasado, durante las clases de baile para adultos
y avanzados, en el otro extremo de Praga, en total se inscribieron doce pensionistas nuevos
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- No quiero orle ms! No quiero! - El profesor de baile se tap los odos -. Tengo que
telefonear a las bellas damas! - Y se puso a correr agitando las manos alrededor de su
cabeza roja.
Al cabo de un momento su silueta telefoneando a las bellas damas apareci detrs del
cristal traslcido de la ventanilla, el vaso de aguardiente haca las veces de telfono.
El pianista, que de joven haba tocado en U spir y en U Star pan, cogi un trozo de
salami de caballo que estaba sobre las teclas ms agudas, le dio un mordisco, y empez a
tocar el Vals del Emperador.
El seor Blodek, el vigilante del manicomio, se sent al lado de la seorita Hroudov que
estaba llorando.
- Qu le ocurre? - le pregunt.
- No tengo ninguna gana de seguir en este mundo - dijo.
- Pero, por qu?
- En cumplimiento de mi funcin de vicepresidenta de la Sociedad Protectora de
Animales, me he enterado de que en Sadsk han vuelto a pillar a un aprendiz despellejando
una cabra viva! Cmo es posible que la gente trate de ese modo a los animales...? - La
seorita Hroudov lo explic con palabras entrecortadas y cubrindose el rostro con su
pauelo.
- No llore, mujer - le dijo el vigilante -. Fjese en la cicatriz que tengo en la frente! Un da
una portera tir de la cadena, en el water estaba un gatito vivo y, antes de que se lo llevase
el agua, el animalito le mir tan acusadoramente, que ella se trastoc.
- Lo mereca! Dios la castig! - La seorita Hroudov pas de las lgrimas a las
carcajadas.
- Pero eso no es todo! - dijo el vigilante inclinndose -. Una vieja gata fue a mirar dentro
del water, puso su patita en el agua, y mir a la portera de una forma tan acusadora que la
remat, la tuvieron que llevar al manicomio. Y cinco das ms tarde rompi un water, y se
quiso cortar las venas con un trozo de porcelana, y yo se lo quise impedir... Y mire! - dijo
el vigilante mostrndole la cabeza.
- Es decir que la justicia suprema todava existe. - Se ri la seorita Hroudov, y girando
su vista mir fijamente el corazn de la justicia.
- Estn tocando el Vals del Emperador, quiere bailar? - El vigilante se levant dando un
golpe de tacones.
- Otro da, aqu hay suficientes seoras... Y adems... - dijo la seorita Hroudov
intentando poner su mano en el bolsillo -. Ay! No llevo bolsillos, pero en mi casa, en un
bolsillo, tengo un informe sobre unos carniceros que a menudo sacan los ojos a los toros
porque no quieren descender a las minas!
- Pero por otra parte, cuntos toros deben de haber matado a coces a los carniceros! exclam el seor Bloudek.
- En serio? - pregunt la seorita, se sac el pauelo de la cara llorosa, se son las
lgrimas, y dijo -: Eso no lo s, cunteme algn caso bonito.
- Pues, por ejemplo, en el matadero de Holesovice un toro termin con la vida de dos
vaqueros. Al primero lo destroz contra una pared. Despus fingi que ya se haba
calmado, y el segundo vaquero, era mi cuado, no tom suficientes precauciones, y el toro
lo embisti de golpe, empez a correr, atrap a mi cuado, se dio la vuelta, y lo empotr
contra una barandilla...
- Qu bien! Qu bien! - exclam la vicepresidenta de la Sociedad Protectora de Animales
-. Vamos a bailar! Me ha dado una alegra! Es que yo quiero tanto a los toros, pero tanto!
Si fuera suficientemente fuerte me pondra en el regazo uno de aquellos toros de una
tonelada, y le acariciara el cuello y la tripita...
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La seorita Hroudov se dej llevar por sus pensamientos y mova la cabeza como si con
su mejilla acariciase la tripita de un toro de una tonelada.
- Seorita - dijo el vigilante -, cierre los ojos e intente tocarse con el dedo la punta de su
nariz.
La vicepresidenta se toc con el dedo su ojo cerrado.
- Muchas gracias - dijo el vigilante -. Ahora intente estirar sus manos delante de usted y
venir directamente hacia m... - y aadi -: Con los ojos cerrados!
Y la vicepresidenta lo hizo, pero con una desviacin de cuarenta grados.
- Y ahora, por favor, sintese - le dijo el vigilante -. Ahora ponga una pierna encima de la
otra!
Y dio un golpe al bies en la rodilla de la seorita, y despus dijo:
- Reflejos casi nulos. Oscilacin de los dedos de la mano casi imperceptible, ligera cada
hacia un lado. Esquizofrenia, desdoblamiento de la personalidad. Un da ya no sabr
regresar y la llevarn all... - dijo sealando con un dedo el rincn del techo donde l crea
que estaba el manicomio.
Y en la sala de baile el profesor entr corriendo, durante la carrera comprob los botones
de la bragueta, con un gesto de las manos hizo que se parara la msica y mientras sealaba
a la seorita Hroudov dijo:
- Casi me haba olvidado. Entre nosotros tenemos a una dama!
Y la seorita Hroudov se son de forma muy ruidosa, y el vigilante se ruboriz.
- Una dama! - exclam el profesor de baile -. Cuando las damas van al saln deben llevar
un chal ligero llamado entr. Y normalmente llevan un pauelo de encajes... Seguro que
hace bastantes aos vieron la pelcula El pauelo de encajes, con Irene Dunney y Charles
Boyer... La dama debe ponerse el pauelo de encajes en el escote. - El profesor se pas los
dedos por encima de los botones y exclam -: Y ustedes, seores, si alguna vez tuviesen el
honor de ser miembros del comit de baile, y llegase un personaje importante, no olviden
darle la bienvenida, sacarle el abrigo en guardarropa, y acompaarlo con su squito hasta
el podio, mientras suena el solemne ruido de las fanfarrias. Eso se lo recomiendo de todo
corazn.
- Pero yo hago el papel de dama - dijo el maestro deshollinador.
- Ahora s, pero en la vida normal, usted es un caballero - grit el profesor de baile -. Ya
puedo darles una primera noticia, tres damas han prometido participar en las prximas
horas! Y voy a llamar a otras!
- Que pena! - dijo el maestro deshollinador.
- Cmo? - pregunt el profesor chillando.
- Es que me he acostumbrado a ser la dama de Jarda, y jams de la vida haba bailado tan
bien. Verdad Jarda? - dijo el deshollinador mirando al seor Timik, el barnizador.
- Dios mo! Eso no debe decirlo en ninguna parte! No quiero problemas con las
instituciones! - exclam el profesor de baile -. Y ahora, maestro! Un tango! En la
lejana, ms all del ruar, est Hawai! Y yo voy a telefonear de nuevo - grit gesticulando
con las manos, y los puos de la camisa se le cayeron.
Al cabo de un rato su silueta apareci detrs de la ventana de cristales traslcidos, entre la
sala y la cocina. Se arregl los puos, y con una mano acept un vasito.
Cuando el pianista, que de joven haba tocado a U Spir y a U Star pan, empez a tocar
un dulce tango, con su codo tir al suelo el salami de caballo, despus se arrodill, con una
mano continu tocando, y con la otra palpaba el suelo. Cuando encontr el salami se lo
puso en la boca, y sigui tocando con ambas manos, cuando tuvo que tocar las octavas ms
agudas con la mano derecha, se sac enseguida el salami de su boca y lo dej sobre el
teclado.
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Tres parejas estaban bailando casi en el mismo sitio, mientras tanto el ayudante de Parques
y Jardines empez a acelerar la danza.
- Y a m que me cuenta! - Se enfad el deshollinador.
- Por qu no intenta destacar hoy, de un modo u otro? - dijo el jefe que estaba bailando
con un suboficial sin moverse del sitio.
El deshollinador puso suavemente su mano sobre el hombro de su pareja, el seor Jarda
Timik, pintor y barnizador, cuyos odos estaban llenos de manchas de todos los colores, y
dijo:
- Pues seores, mi abuelo era deshollinador en Benesov. Y en la taberna de Nigrin apost
que cuando el archiduque Ferdinand de Este fuese a la iglesia con su mujer, la condesa
Chotkov, l, mi abuelo, tocara la pantorrilla de la noble seora. Aquel domingo todos los
pequeos comerciantes se plantaron delante de la iglesia en frac y sombrero de copa. Y
cuando el archiduque lleg, mi abuelo que estaba en el tercer escaln, se santigu, y
chups!, su mano bajo la falda de la condesa...
- Estaba fuerte, la pantorrilla? - La tercera pareja se detuvo.
- Mi abuelo siempre deca que no haba tocado nunca unas pantorrillas semejantes.
- En aquellos tiempos haba unas putas que nadie valoraba suficientemente. - El maestro
deshollinador se santigu -. Pero el archiduque sac su revlver y quiso matar enseguida a
mi abuelo. Pero los pequeos comerciantes vestidos de frac se pusieron de rodillas e
imploraron al archiduque que cambi de idea, le dijeron que si en la ciudad hubiese dos
deshollinadores podra matar a uno, pero que no era as. El archiduque le perdon la vida,
pero dijo a mi abuelo que tena que llevar dos mil monedas de oro al castillo de Konopist,
como obsequio a las aristcratas empobrecidas. De modo que mi abuelo se las ingeni para
recoger las dos mil monedas de oro, y las entreg, y despus se emborrach tanto que
tuvieron que llevarlo a su casa dentro de un barril, y en el camino el barbero tuvo la idea de
afeitarle la barba. Y le cort la barba y lo afeit a la navaja, y despus lo dejaron en un
canap. Y l, por la maana, cuando se despert, tir agua al aguamanil y a su cara, y
cuando se vio se qued perplejo, y dijo, Ese no soy yo. Y sabe dnde fue a parar, amigo? pregunt el maestro deshollinador balancendose dulcemente al ritmo del tango.
El seor Bloudek, el vigilante, asinti:
- Donde yo trabajo, en el manicomio...
Y el deshollinador y su pareja de baile se detuvieron.
- Y yo les pregunto: poda haber alguien ms famoso? Quin ms toc las pantorrillas de
la condesa? Algo as slo poda pasar en la poca del imperio austro - hngaro!
Y cuando el seor Hurdlek, oficinista, dando vueltas con su pareja, volvi cerca de los
que bailaban sin moverse de sitio, se dio la vuelta y dijo:
- Vayan con cuidado! Yo no voy a dejar que insulten a la Primera Repblica! 59
59. De 1918 a 1938. (N. de las T.)
- Quieren una prueba? - dijo el maestro deshollinador ejecutando una figura de tango,
pareca que mientras bailaba se riese.
- Bien, seores, mi padre, a los treinta aos, era alfrez de polica en Hostivar, la vigilancia
estaba reforzada porqu all viva el primer ministro, el seor Svehla. Cuando el seor
presidente fue all de visita, el teniente distribuy a los policas por el jardn, debajo de los
arbustos de grosella. A la puesta de sol mi padre estaba sentado debajo de un grosellero,
entonces el presidente entr en el jardn con el primer ministro, mi padre oy, Pues siga
adelante!, y vio que el seor presidente se desabotonaba la bragueta, y empezaba a orinar
sobre el arbusto, sobre mi padre. Y aquello s que era democracia, m padre ni chist!
Despus, cuando el teniente retir la vigilancia del jardn, le pregunt, Por qu ests
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mojado, Hurdlek?, y mi padre dijo que el seor presidente haba meado encima de l. Y el
teniente le dio unas palmadas en el hombro y le dijo, Hrudlek, ahora todo depende de
usted, puede llegar muy lejos, y cuando el teniente entreg el informe al primer ministro,
mencion elogiosamente la valenta de mi padre bajo los groselleros. Y cuando el primer
ministro lleg al castillo presidencial, 60 lo primero que cont al seor presidente fue el
incidente del grosellero. Cuando se hartaron de rer, el seor presidente dijo, Pues qu
vamos a hacer con el alfrez? Lo ascenderemos a subteniente por su valenta. Y fue as
cmo mi padre, a los treinta y un aos, fue nombrado subteniente de polica! - grit
orgullosamente el seor Hurdlek, despus bail a paso ligero con su pareja.
- Yo tambin dejara que se me measen encima! - dijo un suboficial jubilado.
Pero el profesor de baile, muy enfadado y con la cara roja, entr deprisa en la sala
gritando:
60. Castillo de Praga. (N. de las T.)
- stos son temas para tratar en una clase de baile? Gurdenselo para cuando vayan a
bailar a locales como Na Vejtoni! Y por qu no estn bailando? Y quin est durmiendo
debajo del espejo? Por qu no pasean cogidos por el brazo?
Y sacudi al carnicero dormido.
- Quin es usted?
- Josef Cuc, carnicero y tocinero, calle Vysehradsk...
- Una dama, o un caballero?
- Una dama...
- Dios mo! Pues por qu se duerme con las piernas separadas? Dnde tiene usted sus
modales? - grit el profesor mientras pasaba sus dedos por los botones de la bragueta -.
Quin ha fumado? Noto vuestro olor. Las clases de baile no son una cura de sueo!
Entr corriendo en los lavabos y al rato se oyeron sus gritos. Dos cocheros que haban ido
a fumar un puro salieron compungidos y avergonzados.
El seor Bucifal llev su pareja hasta medio camino y dio la vuelta.
- Tienen que girar, tienen que girar! - grit el profesor desde la puerta -. Es as como
ustedes acompaan a sus damas? Seor maestro, msica! Y ustedes dos, venga, al centro
de la sala!
Y el pianista, que de joven haba tocado en U Spir y en U Star pan, palp el piano, se
sent, y suspir:
- Verfluchte Paralyse!
Y se puso a tocar el vals Tesoro mo.61
El seor Bucifal ofreci su brazo a su dama, un tratante de ganado, y cuando ya haba
captado el ritmo, se abandon al comps de tres por cuatro. Y ambos estaban rojos porque
los dems alumnos los miraban boquiabiertos, mientras el ayudante de Parques y Jardines
mova sus manos y coga una velocidad vertiginosa.
61. En espaol en el original. (N. de las T.)
- Eso es! - dijo dulcemente el profesor -. Que pare la msica. Y cmo hay que
acompaar a una dama hasta su mesa, cmo?
Con su mano diriga los buenos modales, con un gesto atrajo a la pareja que estaba
bailando, les hizo caminar cogidos por el brazo hacia su mesa, despus puso su mano
detrs del odo, y escuch al seor Bucifal que mientras haca una reverencia deca:
- Querida dama, ha sido maravilloso, le ruego que me conceda el honor de otro baile.
Y el tratante de ganado bizco, que en Eslovaquia haba metido veinticinco vacas en un
vagn, en lugar de dieciocho, de las cuales cinco o seis murieron de sed o hambre durante
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el camino de Praga, a pesar de ello el negocio haba merecido la pena, baj su mirada y
dijo muy bajito:
- Estoy comprometida.
Al profesor de baile le saltaron las lgrimas:
- Soy muy buen profesor..., comprndanlo, el caballero debe ser siempre galante. Seor
maestro, ahora vamos a bailar el vals El jardn azul florecer... - exclam emocionado
pasando su dedo por encima de los botones.
El ayudante de Parques y Jardines, empapado de sudor, se detuvo y dijo:
- Oh! Qu delicia de baile! - Se retorci las manos como si se tratasen de un cordel y
aadi -: Seor profesor, podra mandar un telegrama de agradecimiento al comit de
baile?
- Mndelo - dijo el profesor -. Pero diga quin le da las clases de baile. - Despus levant
sus dedos -. Seores, voy a llamar por telfono a las bellas damas!
Se fue con su cabecita decantada, impresionado por el reconocimiento, desapareci en el
pasillo, y una vez ms su silueta se recort detrs del cristal traslcido con un vaso entre
sus dedos.
Y de golpe se abri la puerta de entrada, el barnizador, seor Timik, entr corriendo y
gritando:
- Eh! Eh! Ha llegado una gran personalidad! Deprisa! Que alguien vaya a recibirle, le
saque el abrigo, y
Nad'a entr en la sala arrastrando por la manga, detrs de ella, un abrigo de falso visn, se
estaba riendo, se detuvo al lado de la puerta, esper a que en la sala, donde todo el mundo
estaba petrificado, entrase el seor Tonda Uhde, el agente de seguros, que llevaba una
gabardina echada sobre los hombros con indolencia, y una rosa en sus dedos.
El profesor de baile levant la ventanilla de la cocina y sac su cabeza.
- Seores - exclam -. Qu les haba dicho yo? Ya ha llegado una bella dama, y llamo a
las dems! Seor maestro! El jardn azul florecer! - Y baj la ventanilla, y su silueta
levant de nuevo un vaso.
- Verfluchte Paralyse! - dijo el pianista antes de hundir sus dedos en el teclado, y con la
mano derecha tocaba las octavas ms agudas, y cuando lleg a la ltima no pudo tocar el
salami.
El seor Tonda se sac la gabardina, despus hizo una reverencia a Nad'a, y tena una rosa
preciosa en sus dedos, y con unos pasos largos compona figuras elegantes y daba vueltas,
y cantaba con el piano, En el corazn de quin entr la belleza de los pensamientos
azules...
- Qu bien que canta usted! - dijo Nad'a apartndose un poco y mirando la cara noble del
seor Tonda.
El ayudante de Parques y Jardines, en xtasis, avanzaba a todos los bailarines, y el pianista
tena su mirada bizca fijada en el suelo, y sin perder el control de los dedos murmur:
- Creo que ya me he comido todo el salami...
9
Por encima del muro del manicomio iluminado por la luna se inclinaban unas ramas
sinfnicas, el seor Bloudek, el vigilante, abri la puertecilla lateral de hierro, y los agentes
de Ayuda a la Vejez entraron en el jardn de la institucin. La seorita Nad'a llevaba un
cesto tapado con una servilleta.
- La paranoia juvenil es algo muy malo - deca el vigilante seor Bloudek -, el paciente
recibe de repente una marca negativa y retrocede rpidamente hacia el chimpanc.
- Pues vaya perspectivas! - dijo el jefe.
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- A veces enloquecer es agradable - dijo el seor Viktor -. Sobre ese tema Erasmo de
Rotterdam escribi el libro Elogio de la locura.
- Es cierto. - El seor Bloudek levant su mano -. Pero slo se pueden hacer travesuras
mientras se pueda regresar al estado original. Pero ocurre que de repente ya no saben
regresar y aparece el desdoblamiento, y los traen aqu, a esta casa...
Y el grupo se detuvo al final del parque, a travs de los rboles brillaba un edificio de
cinco plantas pintado con la luz de la luna, y slo una ventana iluminada velaba la casa.
Se sentaron en un banco protegido por las ramas de las hayas centenarias, y se deleitaban
con el panorama del huerto de la institucin, en los bancales el roco brillaba sobre las
hojas de col, y bordeando el muro haba un invernadero alargado con un tejado brillante
como una enorme navaja.
El vestido blanco de Nad'a blanqueaba en las sombras profundas del parque.
- Seorita, destape la botella! - dijo el jefe paseando por el jardn su vista admirada -.
Amigos, lo ven? A m las noches de luna llena me gustan mucho. Pero tengo la impresin
de que las noches de luna llena ya no son como eran. En aquellas noches uno poda
encontrar una aguja. Y todo el mundo tapaba las ventanas con mantas y bajaba las
persianas, porque en aquellas noches algunas personas se volvan sonmbulas. Han odo
alguna vez que hoy en da alguien padezca de sonambulismo?
- Usted - dijo Nad'a, abraz la botella con sus rodillas y sac el tapn.
- Qu sonido tan agradable! - se deleitaba el vigilante.
- Soy sonmbulo - dijo el jefe -. Pero actualmente, de qu me sirve? Si slo tengo
dinero...! Antes, durante las noches de luna llena, me gustaba tanto pasear con
muchachas..., cuando era joven, pero... qu le vamos a hacer?
- Nada - dijo el vigilante -. Cada cosa tiene su tiempo. No me diga que sufre de amores,
como nuestra dama. - Seal la ventana iluminada -. All arriba est sentada la seora
Masa, tiene el corazn y el cerebro rotos, una gran seora que olvid que ya tena cuarenta
aos, y que el amor siempre hace dao.
Nad'a limpi las copas con una servilleta. Despus las llen de aguardiente.
El jefe levant su copa:
- Por qu vamos a brindar? Por esta noche de luna llena!
- Por el amor que rompi el corazn de la seora Masa! - dijo Viktor.
- Por las noches que an no han llegado! - dijo Nad'a.
- Porque estamos en un manicomio! - dijo el seor Tonda.
- Porque algunas manchas son imposibles de sacar sin daar el tejido! - dijo el seor
Bucifal.
- Por las manos doradas de la casa Krohn Brothers que destilaron este aguardiente! - dijo
el vigilante.
Despus levantaron las copas y bebieron.
Y alguien de dentro del edificio se lament terriblemente.
- No ocurre nada! - grit el vigilante sirvindose -. Ser el seor Kilius. Herrgott! Los de
la casa Krohn Brothers son expertos! Lo que ocurre es que la gente cree que esto es una
especie de taller donde se repara a los descentrados, como si se cambiasen neumticos
pinchados..., que ponemos parches en el alma. Y el hombre tiene un alma tan delicada...!
El seor Kilius est aqu por quinta vez. Su suegra cada noche dejaba la dentadura postiza
en una taza distinta, y cuando el seor Kilius regresaba de la taberna, no es cierto que
despus de beber cerveza se despierta un gran apetito?, pues l se coma y beba todo lo
que encontraba, y en total se bebi cinco veces la dentadura de su suegra, cada vez gritaba,
Mi suegra se re de m dentro de la taza!, y se le cruzaron los cables y lo trajeron aqu.
- Seor Bloudek, por qu sabe tantas cosas? - pregunt Nad'a.
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- Por qu? Pues para el agua estn las bombas Zikmund, pero para los descentrados est
Sigmund Freud - dijo el vigilante -. Les obligamos a practicar la escritura automtica, es
algo parecido a la confesin de los catlicos... Y le sacamos todo al paciente. Y despus,
con agua fra, y shocs, y otros medicamentos borramos de la cabeza del paciente todo lo
que estorba. Y devolvemos al paciente a la familia con la advertencia, Tengan cuidado!
Que la suegra no ponga su dentadura postiza en las tazas! Lo mejor sera que la suegra
se marchase! Pero la gente se cree que nosotros aqu reparamos a sus familiares para la
eternidad. Y un ao ms tarde el paciente vuelve a estar aqu. Los de la casa Krohn
Brothers son expertos, no es cierto? - El vigilante, despus de elogiarlo, sirvi el
aguardiente.
El seor Viktor estaba tendido en el csped, a la luz del claro de luna, con la espalda
apoyada en el tronco de una vieja haya roja, tena las piernas separadas.
Sobre una rama Nad'a descubri una bola atada a una cadena, justo debajo, por el suelo,
estaba empotrada una reja de hierro. Y nueve bolos dispersos. Los aline, cogi la bola con
sus dedos, y la dirigi hacia la fase extrema del pndulo.
El seor Tonda se apoyaba en las sombras del parque, con sus dedos haca girar la copa,
en cuyo interior, como si se tratase de un anillo de mbar, brillaba el aguardiente. Los
dems miraban el tejado inclinado del invernadero, desde donde la luna mandaba reflejos
como los del agua en un molino.
- Quines son los dems pacientes? - pregunt el jefe.
- Adems de el seor Kilius, est tambin un virtuoso del violn, Golin. - El vigilante
chasc la lengua -. Su mujer se escap con el ayudante de un barbero que tambin tocaba
el violn, pero slo se haba aprendido las cinco primeras lecciones...
- Qu razones tiene la gente para volverse loca... - suspir Tonda.
- El seor Golin es un caso totalmente contrario! Que su mujer lo abandonase le hizo
muy feliz. Pero las glndulas, las glndulas, las malditas glndulas! - lamentaba el
vigilante -. El seor Golin empez a ver a una maestra de labores que con su idealismo
acab con l. Iba a pasear con el virtuoso a la orilla del Moldava, y le pintaba un futuro tan
precioso, que el seor Golin prefiri ir a la era terciaria y volverse loco. La maestra de
labores, bajo la impresin de la puesta de sol, explicaba al virtuoso con entusiasmo que
cuando tuvieran sesenta aos, y las pasiones se hubiesen calmado, sera fantstico, que en
verano compraran trescientos kilos de carbn, y que despus en invierno prenderan fuego
en la estufa, y que la maestra de labores se metera en la cama con el virtuoso y le leera
Jirsek62 en voz alta... Y al seor Golin, pensando en ese futuro feliz, empezaron a
temblarle las manos, hasta el punto de no poder sostener el arco, despus no pudo contener
ni la saliva ni la orina, y despus se le paralizaron las piernas... Pero, mi enhorabuena para
los de la casa Krohn Brothers, son expertos! - exclam el vigilante chasqueando la lengua
como si se dirigiese a un caballo.
62. Escritor e historiador checo. (N. de las T.)
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decir tacos, una vez dirigidos a las hojas, otra al viento, han empezado a perseguir las hojas
dando saltitos. Y yo he tocado el pito, han llegado los enfermeros, y les hemos tenido que
poner una camisa de fuerza porque empezaban a sacar espuma por la boca. Y enseguida les
han hecho electroshocs. Despus el seor Golin se ha puesto de rodillas y ha pedido,
Hganme otro electroshoquito, slo uno! Y le hemos complacido - dijo el vigilante
levantndose.
Se puso de rodillas debajo de la bola atada con la cadena y coloc de nuevo los bolos
esparcidos.
- Viktor - dijo el jefe -. Qu te ocurre hoy? Pareces un lirio mustio. Oye, por qu no me
recitas aquel poema mo? Los atardeceres de luna llena, los atardeceres lvidos, cuando yo
era joven y todo era distinto...
- No puedo!, jefe. Hoy mi alma est triste, como muerta - dijo el seor Viktor.
- Pero..., por qu? - balbuce el jefe.
- Hoy la realidad conspira en mi contra, hasta tal punto, que he entendido perfectamente
por qu los antiguos escitas celebraban los nacimientos llorando y las muertes con alegra...
- Ah, ya lo entiendo! Ser otra pensin alimenticia... - solt el jefe.
- S, la tercera pensin alimenticia est en camino! Seores, mis glndulas me salen muy
caras! Son un castigo de Dios! - El seor Viktor mova su cabeza.
- Es como nuestra gran seora Masa! - Solloz el vigilante - Tambin es una gran
belleza! Y por su amor infeliz se cort las venas! - dijo sealando la ventana iluminada.
Despus se sinti inspirado:
- Saben lo que podemos hacer? Podemos subirnos a esta haya roja, y desde la copa
podremos ver perfectamente el interior de la habitacin de la seora Masa. Normalmente
me da vrtigo, pero hoy... - exclam subindose a una rama donde empez a balancearse.
Despus salt sobre el csped, se puso en pie con diligencia, y empez a correr hacia el
pabelln prximo. Regres con una cuerda.
- Nosotros llevaremos las bebidas - dijo -. All arriba estaremos como en una glorieta.
Hay un lugar precioso para sentarse!
Se subi a la primera rama, despus fue subiendo de rama en rama, y ms tarde, con una
escalera, se subi hasta la cima del haya, cuando estuvo all dej caer la cuerda.
- Muy buena idea! - El jefe se alegr y at el cesto a la cuerda -. Quien quiera subir, que
suba!
Y empezaron a subirse a las ramas de la centenaria haya roja.
Y el seor Bucifal y el seor Viktor le siguieron.
- Usted tambin se subir? - pregunt Nad'a mientras miraba cmo el cesto suba hacia
arriba.
El seor Tonda dijo:
- No! Y usted?
- Hombre! No es de buena educacin mirar por las ventanas de los dems!
- No, no lo es!
- Pero a m usted me mir dentro del cochecillo, verdad?
- S. La mir y admir!
- Claro, yo no soy una muchacha decente...! Pero sabe usted? Desde el cochecillo pude
ver cmo el seor Fik Tor, al salir de la habitacin de la muchacha del sombrero tirols, le
dio a usted la llave para que tambin fuese.
- S, cog la llave y fui...
- A la habitacin? Fue a rezar?
- No, eso no. Pero hice una tontera. Dije a la muchacha de los nenfares quin era Viktor,
que pagaba dos pensiones alimenticias, y que me haba dado la llave... Pero la joven se
enfad conmigo, me dijo que yo era un sinvergenza y un hijoputa, porque se lo haba
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dicho, porque a partir de aquel momento no podra ir por el mundo, haba perdido la fe,
no...
Mientras el seor Tonda hablaba se iba paseando por el camino del huerto, hacia el
invernadero, se dio la vuelta y esper que Nad'a lo atrapase, despus estuvo un rato
mirndole la cara enmarcada por el peinado que brillaba a la luz de la luna. Sigui
caminando hasta entrar en el invernadero, all se notaba un olor a tomates podridos, y
apoyada contra la pared estaba una mquina de hacer helados rota. Sobre unas largas mesas
haban unas macetas con miles de crisantemos, con capullos verdes, cerrados.
Nad'a andaba en silencio detrs de Tonda, acariciando las hojas pilosas de las plantas. Al
final del invernadero haba una balsa llena de agua. Sobre una mesita estaban un
pulverizador y un montoncito de tierra de cultivo que ola a abono.
- Verdad que me haban preparado una trampa, como a aquella chica? - Se dio la vuelta.
- Tambin - dijo Tonda, y cogi un puado de tierra, la desmenuz, y despus la oli.
- Pero me hubieran tenido que violar, sabe?, ni el carnicero ha conseguido violarme.
Cogi el pulverizador, lo llen de agua de la balsa y moj el techo de cristal sobre el que la
luna brillaba como un puado de algodn. Los lmites de la nubecita de agua estaban
bordeados por un espectro de colores.
- Duha - dijo -. Ustedes, los hombres, son todos iguales. Y despus se extraan que si nos
dicen que hoy es jueves nos lo creamos, pero antes consultemos el calendario? - Se apoy
contra la jamba de la puerta -. A veces, si se sabe lo que es estar abandonado, es difcil
vivir. No quiero que alguien me abandone, es decir, abandonar en general. Seguro que
usted tambin lo sabe, porque eso lo sabe cualquiera que hace la vida de un agente de
pacotilla.
Despus levant su mano y la puso detrs de su cabeza, y se cogi a la jamba. La
nubecilla de agua creaba una aureola alrededor de la luna, y las finas gotitas, convertidas
en un polvo de brillantes, reposaban sobre el pelo de la muchacha.
Despus habl como si se escuchase a s misma:
- Sabe usted? Si te quedas empapado, si los negocios no te funcionan, y si la gente te
trata de una forma vulgar, slo porque t no eres tan vulgar como ellos... y despus te
alojas en U modr hvezdy, en Pansky dum en U zelenho stromu y en otros hoteles y
pensiones... Y te sientes solo en una habitacin fra donde slo hay una percha que se
parece a una horca y un espejo que se parece a un reproche... Y ests en una cama fra y
escuchas y analizas todos los sonidos y todas las voces... Ay, de repente me siento
abandonadsima! Y cualquier sinvergenza que te ve entrar en la pensin cree que eres una
cualquiera y que se lo puede permitir todo, ay, ay, ay! Sabe de qu le estoy hablando?
Ests tendida boca abajo en tu habitacin, colgando del travesero de la cama como una
toalla en una estufa, y tiritas de fro, y tiemblas de angustia...
- Un hombre lo puede soportar mejor...
- Es decir que al menos me entiende? - dijo -. Entiende que usted y yo podramos
acercarnos ms. Ms que acercarnos! Por eso estoy impaciente por saber qu rondaba por
la cabeza del jefe cuando en U cernho kone me dijo, Ser una hipnotizadora con los ojos
y con los gestos...
- Eso le dijo?
- S... No se acuerda? No se acuerda cmo le maravill con mi idea de fundar
conjuntamente una cooperativa de escultura funeraria?
- Ah! S, ya me acuerdo!
- Por fin! Me gustara empezarlo, pero conjuntamente, con ustedes. Sobre todo no quiero
ir sola por los pueblos. Ya estoy harta de la soledad y el abandono!
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- Lo que ocurre es que el jefe promete muchas cosas. Cuntas perspectivas se ha fijado en
la vida! Cuntas propuestas preciosas nos ha puesto ante el horizonte! Pero despus se
olvida. Es un romntico!
- Pero yo me lo tom al pie de la letra.
- Si alguien le dice que es jueves, diga que s, pero mire el calendario.
- Es decir que el lunes tendr que ir sola otra vez...? En Letohrad tendr que dar la
conferencia Qu es el decolorante de la marca Duha?
- Dgame, Duha, dnde va a dormir el lunes?
- En la habitacin de huspedes de detrs del teatrillo, en la habitacin que el sbado o el
domingo sirve de camerino. No est mal...! Es agradable dormir entre espejos y mesas
repletas de maquillajes y pelucas! La ltima vez que dorm all estaban ensayando Los
cuarteles de jezd, y yo me tend en el sof, las horquillas del pelo me molestaban, entorn
la puerta, y desde la oscuridad mir hacia el escenario donde estaban dos amantes, de
ficcin, y el director estaba ensayando con ellos el do de los amantes... Y alguien tocaba
el piano, y ambos cantaban, En la falda de Petrin hay unos cuarteles, el vestido militar
atrae a las jvenes... Cuando al anochecer se pone el sol, tocan a retreta, en un rinconcillo
oscuro suean dos almas... - Nad'a se haba puesto a cantar.
- Vaya memoria tiene!
- Lo estuvieron ensayando durante dos horas! - Se puso a rer -. Y despus an estuvo
mejor! Seis jvenes alineados, con bastones con puos plateados, y sombrero de copa en la
cabeza. Hasta la media noche el director no pudo ensearles a levantar alternativamente las
piernas, como las girls, siguiendo el canto y el comps. Y al mismo tiempo tenan que
levantar sus bastones, siguiendo meticulosamente el comps, y tocarse la cara con un dedo,
con un gesto lleno de coquetera..., y adems tenan que cantar, Y como besaba a su amiga
Mnka sobre la rodilla, acab muy tristemente, acab muy tristemente... Les cost
muchsimo... Y yo estaba en la oscuridad, y tena la puerta entornada, y con mi mano haca
dibujos sobre la pared sucia...
- Precioso! - dijo el seor Tonda -. Es una lstima que no pueda acompaarla a Letohrad!
- Por qu no puede? Venga conmigo! Adems, juntos podremos comenzar una vida
nueva y distinta. S de un buen trabajo para nosotros...
- De qu se trata?
- Una campaa llamada Alas para la patria. Los dos juntos iremos a visitar empresas y
pequeos comerciantes y artesanos para que nos den dinero, se inscriban, y pongan su sello
en un libro precioso con la inscripcin Alas para la patria, dentro de uno o dos aos ser
comprado un avin y ser regalado a los soldados como obsequio de la nacin...
- A qu porcentaje?
- Al diez por ciento - dijo, y sus ojos se hicieron ms grandes -. Adems tendramos que
aadir la publicidad. La Junta Gubernamental de Precios quiere hacer un libro grueso sobre
los impuestos, destinado a los administradores de los bienes nacionales. Y una tercera parte
del libro estara dedicada a la publicidad. Nosotros contrataramos los anuncios - hablaba
moviendo los dedos, despus cogi a Tonda por el cuello de la gabardina y le dijo en voz
muy baja -: Llegamos a la Administracin Nacional y preguntamos, Dnde est el
administrador nacional?, y el funcionario dice, A quin debo anunciar?, y nosotros
respondemos, A la Junta Gubernamental de Precios. Y al cabo de un momento aparece el
administrador nacional, plido y nervioso. Qu administrador nacional no se asustara
ante la Junta Nacional de Precios? Y nosotros le diramos que estamos all para presentarle
un manual que le facilitar su trabajo con los impuestos..., que cmo quisiera su anuncio,
un octavo, un cuarto, o media pgina. Y tal vez como el administrador nacional estara
contento porque no haramos ninguna revisin, pagara un anuncio de media pgina. Y de
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cada anuncio sacaramos el treinta por ciento. Pero lo ms importante es que no me sentira
abandonada, sabe usted?
Nad'a desvi la vista, y Tonda vio una carita honesta enmarcada por un peinado en el que
se reflejaba la luz de la luna. Puso su cara junto a la de ella, en la palma de su mano cruji
el pelo de la joven. Tonda, a travs de la puerta del invernadero y por encima del huerto,
miraba el parque, donde en la copa de un rbol, en sus ramas, estaban cuatro hombres
sentados que miraban hacia una habitacin iluminada. Con una mano se agarraban a las
ramas de encima de sus cabezas, con la otra aguantaban los vasos con aguardiente.
- Seores - dijo el vigilante -, las mujeres son capaces de sufrir unas emociones muy
fuertes. Llevaron a la seora Masa al doctor Jirsek, y despus de curarla la mandaron
aqu, porque todas las suicidas, a su manera, son unas descentradas. Los de la casa Krohn
Brothers son expertos! Huy! Casi me caigo! Con la ayuda del psicoanlisis abrimos el
corazn de la gran seora. Un amor desgraciado! - grit el vigilante, y sigui mirando
hacia la habitacin donde una mujer muy guapa estaba sentada en una silla, una mujer que
pareca una estatua y que fumaba un pitillo tras otro y que tena la falda llena de ceniza.
- Me gustara vivirlo otra vez, antes de morir... - dijo el jefe -. Un amor como una catedral.
Por algo as pagara todo el dinero del mundo! Y no me importara terminar en un
manicomio... Y de quin se enamor?
- De un guardagujas del tranva.
- De un guardagujas del tranva?
- De un guardagujas del tranva. La mujer de un abogado praguense, una mujer que habla
con fluidez tres lenguas, doctora en esttica, madre de dos hijos, enloqueci por un
guardagujas del tranva. Llamamos a su marido, y se lo contamos todo con suma
delicadeza. Y el seor doctor abogado dijo, Eso ya hace mucho tiempo que lo s. Cuando
aquel to dej a mi mujer yo fui a verle y me puse de rodillas y le rogu que en inters de
mi felicidad familiar continuase aquella relacin adltera. Pero aquel to me dijo que no
poda ser, que mi mujer ya no le gustaba y que andaba con una profesora de gimnasia dijo el vigilante y los agentes, aguantndose a las ramas con una mano, se inclinaron un
poquito ms para poder leer mejor el rostro inmvil de aquella mujer.
Y las ramitas del haya roja tocaban los cristales de la habitacin de la mujer, y cuando se
levant aire las ramitas llamaron a la ventana, pero la seora Masa no oy nada, y en su
falda segua cayendo la ceniza de los cigarrillos.
- A los hombres enamorados les encanta escribir - dijo el vigilante -. Huy! Casi me
caigo! Es que tengo vrtigo. Un paciente me hizo una buena jugada. Un tal Hloucal que
durante diez aos se hizo la cama cada da, se pona una gorra y se quedaba de pie al lado
del lecho hasta la noche. Un profesor hizo una ronda con un grupo de alumnos contando
los casos de los pacientes, y cuando salieron yo me aad al grupo, y el seor Hloucal, con
una fuerza terrible, arranc la mesilla de noche que estaba fijada con tornillos a la pared y
me la rompi en la cabeza mientras me deca, Yeso te lo manda el arcngel Gabriel! Tard
medio ao en empezar la convalecencia. Y una vez se nos perdi un paciente, en una noche
de temporal, soplaba un fuerte viento... Y lo buscamos por todas partes, incluso por aqu,
por el parque, y en la copa de esta haya roja omos una especie de golpes apagados.
Enfocamos la linterna, y el paciente estaba colgando de una rama, y a su lado, en el lugar
que ahora ocupa este cesto, colgaba una maleta atada con un cordel, el viento la balanceaba
y la maleta golpeaba el tronco del rbol. As pues, bajamos todos, abrimos la maleta, y no
van a crerselo!, estaba llena de cuadernos de caligrafa, en todos estaba escrito lo mismo,
te quiero, te quiero... En todas las pginas de las libretas no haba nada ms que te quiero...
Esas dos palabras escritas cinco millones de veces, como si lo hubiese escrito un nio que
despus de la clase debe hacer un castigo... Unas palabras que salan de aquella maleta
como quinientos kilos de hormigas...
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Desde el edificio principal alguien andaba a tientas, y un cono de luz ilumin las copas de
los rboles, como si se tratase de un aparato de proyeccin en una sala de cine oscura.
- Quin anda por aqu? - grit una voz cuando la linterna ilumin al grupo de hombres
reunidos en la copa del haya roja.
- No seas tonto, Franc, soy yo! - dijo el vigilante deslumbrado.
- Yo me llamo Frantisek, no Franc! En nombre de la ley, qu estn haciendo ustedes ah
arriba?
- Un picnic - dijo el jefe.
- Pues en nombre de la ley, bajen ustedes y preparen sus carns de identidad! - grit la
voz del guardin -. Si no les har bajar a tiros!
- Bajemos!, Franc sera capaz de dispararnos sin apuntar - dijo el seor Bloudek bajando
ligero de rama en rama.
Despus bajaron el cesto. Y el seor Bucifal cogi un vaso e iba a llenarlo con
aguardiente, pero el guardin le apunt con el revlver:
- Manos arriba! Si no disparo! Qu hacen ustedes aqu?
- Nada - dijo el jefe -. Estamos sentados en un banco bebiendo y contemplando esta
preciosa noche de luna llena.
- Yo dira que ustedes estn celebrando algo! - exclam el guardin.
- No... Dejamos que la naturaleza nos deje boquiabiertos! - dijo el jefe -. Nunca ha
salido en una noche como sta, slo porque s...?
- No... - respondi el guardin y grit -: Estn celebrando el santo de alguien, no es
cierto? Los carns de identidad!
Y repas los carns y la fecha del da no corresponda con el santo ni el cumpleaos de
nadie.
Muy triste les devolvi los carns.
Despus tuvo otra idea:
- Quizs a alguien le ha cado el gordo, o una herencia!
- Franc, toma, bebe - dijo el vigilante.
- Me llamo Frantisek - insisti el guardin.
- Ni loteras ni herencias - dijo el jefe -. Mire! Nos hemos sentado aqu, en el banco,
estamos bebiendo y divirtindonos y esperamos el alba. Acptelo! - Y acerc un vaso al
guardin.
Primero dud, despus oli el aguardiente y dijo:
- No habrn robado vveres?
El vigilante llen su vaso y se sent en el suelo.
- Saben, seores, desde que Frantisek tuvo un lo con Enri, un ladrn de cajas fuertes, se
ha vuelto muy honrado. Ya no cree en nadie.
- Abran la ltima botella - dijo el jefe.
El vigilante se alegr y dijo:
- Enri estuvo en la crcel de la fortaleza de Terezn, imitaba tan bien a los paranoicos que
lo trajeron aqu. Una semana ms tarde Enri ya era el centro de atencin del manicomio.
Era muy atractivo, saba idiomas, pero un da fue imposible encontrarlo, decan que se
haba quedado dormido en aquella glorieta. Al da siguiente lleg la polica y dijo, Oigan,
creemos que Enri fue visto en Vaclavsk namest. 63 Viglenlo bien! As pues, a cada hora
en punto controlbamos a Enri, hasta que su cama qued vaca. Y lo denunciamos a la
polica, a la maana siguiente Enri lleg al jardn, bostez, y dijo que se haba quedado de
nuevo dormido en la glorieta. Y lleg la polica y dijo, Enri ha robado una caja fuerte en
Brno! 64
- Seores - grit el guardin -. Ustedes tambin son ladrones de cajas fuertes?
El jefe destap la botella y sirvi los vasos.
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- Tal como le he dicho, aqu slo estamos haciendo un picnic nocturno - dijo -. Es que
slo es posible divertirse en los locales nocturnos? Llenos de humo? No ve esa luna?
No ve el roco sobre las hojas de las coles? Y no oye el murmullo de los pjaros en las
copas de los rboles?
- Lleg la polica y dijo, Enri ha robado una caja fuerte en Brno!
- Y qu ocurri despus? - pregunt el jefe dando un vaso al guardin que lo sorbi
despacito, y se preguntaba intilmente qu estaba haciendo all aquel grupo.
El vigilante estaba apoyado en el tronco del haya roja, separ sus piernas y empez a jugar
con el vaso.
63. Plaza de San Wenceslao, en Praga. (N. de las T.)
64. Capital de Moravia. (N. de las T.)
- Queran cazar a Enri, Es decir que anoche usted vaci una caja fuerte en Brno? Y la
seorita doctora tena sus dudas, pero el comisario dijo, Ese tipo de trabajo slo puede
haberlo hecho Enri. Enri no es chapucero, Enri trabaja muy fino - prosegua el vigilante -.
Los chapuceros son los ladrones de cajas fuertes que revientan las paredes, que lo dejan
todo sucio, que se ensucian ellos mismos... Y despus la brigada hizo una inspeccin, y
aqu, en esa glorieta, encontraron un traje de color claro, exactamente igual como el que le
haban visto en Vaclavsk namst - dijo el vigilante, despus se arrodill, se levant de
nuevo, y fue dando tientos hasta la glorieta, abri la puerta de cristal y seal hacia el
interior -. Aqu encontraron el traje... Y despus en el jardn, all, desenterraron una piel
muy fina con los instrumentos de los ladrones de cajas fuertes..., eran de acero niquelado...,
y Enri estaba aqu, al lado del rbol, y un detective dio un salto y lo espos con un solo
movimiento, y se lo llevaron. Medio ao despus nos mand una postal, Felices Pascuas
os desea vuestro Enri...
- Por qu se dej esposar tan fcilmente? - dud el jefe.
- Es muy fcil - dijo el seor Bucifal.
- Pero a m no me esposaran tan fcilmente! - grit el jefe.
El vigilante llen todos los vasos y despus aguant la botella boca abajo y dijo:
- morta!
Y todos brindaron de nuevo.
Y bebieron.
- Digo que no me esposaran tan fcilmente! - dijo el jefe.
- Claro que s - dijo el seor Bucifal, y con una agilidad increble dio un salto y puso las
esposas de acero al jefe.
Todos se quedaron callados, pareca como si la luz de la luna, a travs de una lente, se
hubiese concentrado sobre las esposas.
- Y ya est detenido! - dijo el seor Bucifal.
- Eso se lo dirs a Enri... - dijo el jefe tranquilamente.
- Tambin... - dijo el seor Bucifal -. Jefe, no se lo tome mal, aqu tiene mi placa de
polica, y aqu la orden de detencin. A Viktor..., al seor Viktor vendremos a buscarle
maana. No hay peligro de que l ponga trabas a la justicia. Durante diez das he trabajado
con ustedes ofreciendo un futuro feliz. Han tenido tiempo de ensearme su tcnica.
Muchsimas gracias, de parte de la polica. Jefe, naturalmente le echar de menos en las
noches de luna llena...
- Y Tonda? - pregunt Viktor.
- Contamos con l como testigo - dijo el detective.
- Pero usted hizo picar al droguero! - grit Viktor.
- Es cierto. Lo hice para despistarles. Aquella misma tarde le devolv el dinero por giro
postal - dijo el detective.
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Mientras se iban la luna llenaba los troncos de las hayas centenarias con manchas de cal, y
con unas rayas parecidas a las de las cebras. El detective coga 'al jefe por la manga.
- Jefe! Se ha enfadado conmigo? Pero si es mi trabajo... Es la distribucin de los papeles
en este mundo, lo que el adventista Horcek dijo desde detrs de la valla... Y contra usted
pesan cargos. Con el corazn en la mano. Grandes sobornos, y estafa sobre estafa, de
millones de millones. Se ha enfadado conmigo? Vamos, hombre! Crame, si Ayuda a la
Vejez hubiese tenido una base real, enseguida me hubiera unido al grupo... Me cree?
Espero que no se enfade conmigo. Me pesara... Palabra de honor...
A travs de las ramas la luna iluminaba las manos esposadas. El vigilante estaba al lado
del banco manchado con la luz blanca, y gritaba:
- No se vayan todava! Miren que preciosidad de noche! Esta luna, y las coles llenas de
roco! Vuelvan ustedes! Miren que noche tan fantstica!
En el corazn del edificio alguien se quej de un modo terrible.
LOS PALABRISTAS
1
Delante de la puerta de la fbrica de cemento estaban dos viejos sentados en un banco, se
levantaban la voz mutuamente, se cogan por las solapas, y se gritaban palabras al odo.
Sobre aquel paisaje lloviznaba un polvo de cemento, y todos los huertos y casitas estaban
cubiertos con polvo de calcio finamente molido.
Debajo de un peral aislado un hombre bajito estaba segando la hierba con una hoz.
Le dije:
- Qu hacen all, al lado de la portera, aquellos viejos chillones?
- Ah, los de la puerta principal? Son nuestros jubilados - dijo el hombre bajito, y sigui
segando.
- Que vejez ms bonita, la suya - dije.
- Verdad que s? - respondi el hombre -. Me hace muchsima ilusin pensar que dentro
de un par de aos tambin pasar all largos ratos.
- Eso ser si llega!
- Ya lo creo que llegar! Esta regin es muy saludable. La media de esperanza de vida es
de setenta aos - dijo el hombrecillo, y con una sola mano segaba la hierba de la que sala
polvo de cemento, exactamente igual como de un fuego con ramas hmedas sale humo.
- Por favor - dije -, por qu discuten tanto, aquellos viejos? Por qu se gritan tanto,
mutuamente, continuamente?
- Es que se interesan por el funcionamiento de la fbrica de cemento. Creen que ellos lo
haran mejor. Y despus, por la noche, cuando ya se han hartado de gritar, tienen ms sed!
Ya se lo puede imaginar, han trabajado all toda su vida, o sea que ya forman parte de ella,
no pueden vivir sin ella.
- Pero por qu no prefieren ir a buscar setas? O mejor..., por qu no se trasladan a algn
punto de los bosques fronterizos? All les daran una casa con un huerto! - dije, y pas mi
mano sobre la nariz, y apareci una raya negra y viscosa.
- Que va! - dijo el hombrecillo dejando de segar -. Un jubilado llamado Marecek se mud
ms all de Klatovy a los bosques... Quince das despus tuvieron que traerlo en
ambulancia. Con el aire sano haba cogido asma. Pero dos das ms tarde volvi a ser el
hombrn de siempre. El que grita justo delante de la puerta principal, es precisamente
Marecek. Ya lo sabe, aqu el aire es tan fuerte como un muslo, como una sopa de guisantes.
- A m la sopa de guisantes no me gusta - dije retrocediendo debajo del peral.
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Los Palabristas
Por un senderito polvoriento trotaban dos caballos, con sus pezuas levantaban una
polvareda tan espesa, que el carro, escondido por el polvo, era invisible. Y en medio de
aquel nubarrn el carretero cantaba felizmente, y un caballo tir de las riendas y arranc
una rama del peral, y todas las ramas se sacudieron el polvo de cemento.
Al cabo de un rato me di cuenta de que yo haba empezado el camino con un traje oscuro
que ya se haba vuelto gris.
Dije:
- Seor, por favor, dnde vive Jirka Burgn?
El hombrecillo sigui segando y con el otro brazo equilibraba el centro de gravedad de su
cuerpo.
Entonces clav la hoz en una madriguera de topos, dio un salto, y empez a correr por los
campos, asustado.
- Avispas! - grit.
Y esgrima la hoz alrededor de su cabeza.
Lo atrap.
- Seor! - le dije -. Dnde vive Jirka Burgn?
- Soy su padre - grit el hombrecillo sin parar de correr ni de esgrimir la hoz afilada sobre
las avispas que atacaban.
- Encantado de conocerle! Soy el amigo de Jirka - me present.
- Que alegra tendr mi hijo! Ya lo est esperando! - grit el seor Burgn y aceler su
carrera.
Y por desgracia, moviendo y esgrimiendo la hoz contra las avispas, se la clav en su
cabeza.
Me adelant con facilidad, y la hoz le sala del crneo como si se tratase de las plumas de
un sombrero.
Nos paramos delante de la puertecilla de su casa.
El seor Burgn ni se inmut. Dos hilillos de sangre resbalaban por el lado de sus orejas,
por el pelo polvoriento y, bajo su barbilla, se juntaban y se transformaban en gotas rpidas.
- Voy a sacarle la hoz - le dije.
- No, despus. Quizs a nuestro hijo le gustara pintarme as. Ah! Y aqu est mi mujer!
Y de la puertecilla sali una mujer gorda, con las mangas arremangadas y las manos
grasientas, como si en aquel momento hubiese acabado de vaciar una oca. Tena un
prpado ms bajo que el otro, y el labio inferior cado.
- Hace un rato que le espero! - dijo apretndome la palma de la mano -. Bienvenido a
nuestra casa!
De la puertecilla sali corriendo Jirka, un joven de cara rosada, y me dio la mano derecha
mientras con la otra me indicaba el paisaje de los alrededores:
- Amigo! Qu belleza! Verdad que no le menta? Qu colores! Esto es una
Landschaft! 65 Eso es plein air! 66
- Qu belleza! Pero mire qu le ha ocurrido a su padre! - dije.
- Qu? - dijo Jirka mirando a su alrededor.
- Qu?! Esto! - dije moviendo la hoz que sala de la cabeza del seor Burgn como un
enorme pico.
- Ay! - dijo el seor Burgn.
- Ah!, eso...! - dijo mi amigo moviendo la mano con despreocupacin -. Yo pensaba que
le haba ocurrido algo mucho peor. Mam, fjese, pap ha vuelto a perseguir a las avispas!
Pap, pap! - le amenazaba Jirka rindose y aadi -: En esta casa somos muy guasones.
Una vez que nos robaban los conejos, como era de esperar, pap, el inventor, prepar
trampas sobre el pozo negro, de forma tan hbil, que quien lo pisase durante la noche,
aunque slo fuera un poquito, se cayese dentro. Es que la conejera est al lado del depsito
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fecal. Pero tal como era de esperar, pap lo olvid, y a la maana siguiente se cay l en el
pozo.
- No es muy profundo - dijo el seor Burgn.
- Qu profundidad tiene? - Se hizo todo odos.
- As - dijo el seor Burgn pasndose la mano por debajo del cuello.
- Mira si no es profundo! - Se mora de risa Jirka, y despus dijo -: Un da pap
representaba el papel de empleado de higiene. Tir un cubo de carburo en el water y poco
despus vaci en l su pipa. Salgo, y qu veo? Una explosin como un caonazo, cinco
toneladas de excrementos volando, y en medio a pap dando volteretas a seis metros de
altura! Por suerte cay sobre las heces!
- Ja, ja, ja, ja... - La seora Burgnov se rea tanto que su barriga empez a dar sacudidas.
65. Paisaje en alemn. (N. de las T.)
66. Aire libre en francs. {N. de las T.)
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sentado sobre la moto, las manos en el manillar, y durante dos horas no pudo ni moverse,
porque estaba rodeado de pinchos, aguijones y puntas por todas partes...
- Y tena un pincho dentro de la nariz, y otro que me levantaba el prpado... Y yo tena
ganas de estornudar! - gritaba el seor Burgn levantando la cabeza, pero la seora
Burgnov lo coga del pelo y le pona la cabeza debajo de la bomba.
- Y cmo consiguieron sacarlo de los arbustos? - Me preocup temblando.
- Primero traje las tijeras de esquilar las ovejas, despus las del jardn, y dentro del arbusto
efectu el llamado corte de Preisler, y cortando, cortando, al cabo de una hora recort su
silueta - dijo Jirka.
El seor Burgn quera aadir algo, pero cuando levant la cabeza se dio en la nuca con el
tubo de hierro de la bomba.
En la colina prxima relampague y se oy una detonacin.
- Son las diez - dijo Jirka.
- Hijos de perra! - dijo tiernamente la madre mirando hacia la colina, en uno de cuyos
claros creca una nubecilla blanca.
Y entre los pinos llenos de polvo, all, en la colina, se vea a unos soldados, uno de ellos
sali al claro y despus de una seal con una banderita desbloque una granada de mano,
la tir en medio del claro del bosque y l mismo se tir al suelo... Y primero la explosin,
despus la nubecilla blanca. La presin del aire cuando lleg al valle sacudi el polvo de
cemento de los avellanos y los girasoles.
- Hijos de perra! - dijo suavemente la seora Burgnov.
Y se llev al hombre cogido por el pelo, lo retir de la bomba, le levant el pelo, y mir
con preocupacin la herida.
- El aire sano te la secar perfectamente - dijo, y moviendo la mano con un gesto educado
me invit a entrar...
2
En la cocina estaban colgados docenas de cuadros polvorientos.
La seora Burgnov coloc una silla debajo de cada uno, se subi con dificultad y
despus, con un pao mojado, limpi la tela, y de pronto en la cocina empezaron a brillar
unos colores alegres y deslumbrantes.
Cada cinco minutos una detonacin del campo de maniobras sacuda la casa, y dentro de
la vitrina resonaban todos los platitos y vasitos. La cama de cobre, a cada granada,
avanzaba un poco sobre sus ruedecillas y la seora Burgnov siempre miraba en direccin
a la explosin y siempre deca tiernamente:
- Hijos de perra...!
El seor Burgn con la hoz sealaba los cuadros y explicaba:
- Fjese, cuando nuestro chico pintaba esta puesta de sol en un estanque del sur de
Bohemia calzaba un zapato de un nmero ms pequeo, cuando haca este Tema de
Karlstejn, 67 pues se clav en el taln, a travs del tacn del zapato, un clavo de medio
centmetro... Aqu cuando nuestro chico trabajaba en el bosque de hayas, cerca de
Litomysl, pues se estuvo un da sin ir de vientre... Y aqu, cuando nuestro chico cre los
Caballos pastando cerca de Pribyslav, pues estaba de pie en una marisma apestosa,
cubierto hasta la cintura... Cuando tena que pintar En la cima de la montaa, pues tres das
antes se los pas en ayunas...
Contaba el seor Burgn, y la seora Burgnov iba poniendo una silla debajo de cada
cuadro, se suba con dificultad y con un pao mojado limpiaba cada cuadro, y cada cinco
minutos miraba a travs de la pared en direccin a la explosin, y cada vez deca con
ternura:
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- Hijos de perra...!
Despus tocaron las doce del medioda y la cama de cobre atraves la habitacin, de parte
a parte, con sus ruedecillas de cobre.
El seor Burgn seal el ltimo cuadro.
- Fjese, por favor, nuestro chico lo titul Estado de nimo invernal y cuando estaba
creando este cuadro se sac los zapatos, se remang las perneras de los pantalones y
durante una hora entera estuvo delante del paisaje, en pleno mes de enero, de pie, en un
riachuelo helado...
- Hijos de perra! - dijo la seora Burgnov y se baj de la silla.
Despus se hizo un silencio opresivo.
La seora Burgnov empuj la cama de cobre a travs de toda la cocina.
67. Castillo de cerca de Praga. (N. de las T.)
- Unos cuadros preciosos y con mucho sentimiento - dije -. Pero por qu Jirka calza
zapatos pequeos, por qu mientras pinta se clava un clavo en el taln, por qu se mete
descalzo en un riachuelo helado, por qu?
Jirka miraba al suelo y pareca que estaba ardiendo.
- Sabe - dijo el seor Burgn -. Nuestro chico no tiene estudios de Bellas Artes..., y as
compensa con vivencias fuertes su formacin insuficiente... Es, para que lo sepa...,
nosotros le hemos invitado porque... Nos gustara saber si nuestro chico podra tener xito
en Praga...
- Jirka - dije -. T estos paisajes los pintas in situ? Cmo haces para llegar a unos
colores tan extraordinarios, y de dnde los sacas? Cmo sabes poner el azul al lado del
rojo? Los impresionistas no se avergonzaran en absoluto de tus colores. De dnde los
sacas?
El seor Burgn apart con la hoz la cortina, de ella se desprendi un polvo finsimo.
- No lo ve? - exclam -. No ve estos colores? Casi todos los cuadros que estn en la
cocina, todos stos, los pint por los alrededores. Fjese en la explosin de colores!
El seor Burgn mantena la cortina retirada y yo le acompaaba mirando el paisaje
completamente gris, como una manada de elefantes viejos, donde el ms mnimo
movimiento provocaba unas largas cortinas de polvo de cemento, donde a travs del campo
de alfalfa gris un tractor arrastraba una segadora, detrs de ella se formaba una nube gris,
como detrs de una carroza que fuera por una carretera llena de polvo, donde tres o cuatro
campos ms lejos haba un carro con barandillas y un mozo lo llenaba con haces de trigo y
cada vez que levantaba un haz pareca que se incendiaba, tan grande era la cantidad de
humo y polvo gris que desprenda...
- Ve estos colores! - El seor Burgn y la hoz temblaban.
Y sobre el claro del bosque sali un soldado de infantera, desbloque una granada y la
lanz lejos de l.
La cama de cobre volvi a desplazarse.
Por primera vez la seora Burgnov se call.
- Hijos de perra! - dije.
Me puso la mano sobre la manga, un prpado cado como una crep y me aleccion
maternalmente:
- Usted no, usted, seor, nunca. Aqu slo nosotros tenemos el derecho a insultar. Y
nosotros no insultamos, nosotros slo nos desahogamos. Se trata de un juego tcito. Si se
trata de nuestros soldados. Seor, eso es igual aqu que en todas partes. Dentro de una
familia se permiten muchas cosas, insultarse y mandarse a un sitio, y darse consejos. Pero
slo entre los miembros de la familia. Nadie puede hacerlo excepto ellos, eso s que no.
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Slo Jirka y yo podemos rernos del padre... Y nadie ms... Pero qu le parece? Nuestro
chico debera ir a Praga? Podra aportar algo a la pintura checa? - pregunt la seora
Burgnov y me miraba con unos ojos sabios capaces de adivinar si en el fondo de mi alma
se mova la ms mnima brizna.
- En Praga se dirige el cotarro - dije bajando los ojos -. Y estos cuadros ya no son una
promesa, son una obra de arte. Pienso que podra ir a buscar la fama...
- Veremos - dijo la seora Burgnov.
- El seor Burgn abri una puerta y con la hoz seal el interior de una habitacin.
- Nuestro chico tambin hace escultura. Ve? - exclam, y con la hoz golpe una escultura
de yeso llena de msculos gigantes.
- ste es Bivoj 68 sin el jabal - dijo.
68. Hroe de la mitologa checa, famoso por su fuerza. (N. de las T.)
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toca la trompeta. Nos alegra pensar que slo dormiremos una noche y nuestros soldados
volvern a estar aqu... - me cont la seora Burgnov.
- Es cierto que los dos estaban tendidos desnudos sobre la cornisa? Es verdad? - dije.
- Es verdad - dijo la seora Burgnov y se balanceaba con dificultad hacia su marido y le
pas el enchufe y el cable enrollado.
- Pap - dijo la seora -. Por qu no pasas el aspirador por el parterre de los steres del
lado de la pared? Yo despus har un ramo muy bonito para el seor! Hijos de perra! aadi con ternura y a travs de la ventana miraba la pendiente de la montaa, el claro
donde creca una nubecilla blanca como un espino albar florido...
EL SELF-SERVICE SVT
Por la pared de cristal del self-service resbalaban los riachuelos plateados de una lluvia
vespertina, por la plaza, cogindose el sombrero o el paraguas, caminaban algunos
transentes encorvados.
Y dentro del self-service, desde el saloncito del primer piso, se filtraba una msica alegre y
una conversacin animada que se transformaba en una gran carcajada.
La seora vycepn 71 llen algunas jarras de cerveza y se fue al lavabo.
Cuando abri la puerta, a un metro del suelo colgaban unos zapatos con agujeritos en la
lengeta, encima unas piernas metidas en una falda de cuadros rojos y amarillos, un abrigo
con unos brazos inertes dentro de las mangas y la cabeza de la chica cada sobre la solapa...
Una chica ahorcada en la manilla de la ventana de ventilacin con el cinturn de una
gabardina.
71. Persona encargada de llenar las jarras con cerveza de barril. (N. de las T.)
- No! - exclam la vycepn, despus de llevar una escalera, una dependienta alz a la
chica ahorcada y la vycepn cort el cinturn con el cuchillo largo de los embutidos. Y puso
a la muchacha sobre un hombre y se la llev detrs del vycep, 72 en la trastienda, la tendi
sobre una mesa auxiliar y le afloj el cinturn que le rodeaba el cuello.
Y levant la vista.
Al otro lado de la pared de cristal del selfservice, debajo de la lluvia, haba un hombre
mirando fijamente hacia la mesa auxiliar.
La seora vycepn corri la cortina de algodn.
Despus lleg la ambulancia.
Un mdico joven entr corriendo en el selfservice, dos ayudantes sacaron la camilla. El
mdico puso su odo sobre el pecho de la chica, le cogi la mueca y entreabri la cortina
y con las manos indic a los auxiliares que no haca falta que fuesen.
- Aqu ya no se puede hacer nada - dijo.
- Y nosotros qu tenemos que hacer con la chica? - pregunt la seora vycepn.
- Vendrn los de patologa - dijo.
- Pues que vengan pronto! Aqu se sirven comidas y bebidas.
- Pues lo mejor sera que cerrasen un momentito - dijo el mdico adentrndose en la lluvia,
y la ambulancia arranc haciendo sonar la sirena.
Y dentro del selfservice, desde el saloncito del primer piso, se filtraba una msica alegre y
una conversacin animada que se transformaba en una gran carcajada. Delante de la pared
de cristal, apretando las palmas y mostrando unas manos blancas extremadamente grandes,
haba un grupo de fisgones con los ojos brillantes y llenos de curiosidad.
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Despus un joven alto se acerc a la puerta. Estaba empapado y llevaba las dos mangas
sucias de blanco por haberse arrimado a las paredes. Cogi la manilla de la puerta y
enseguida pens dar media vuelta.
72. Lugar de detrs del mostrador donde est el aparato que hace subir la cerveza. (N. de las T.)
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- Es horrible - dijo la seora vycepn -. Fjese, la chusma incluso ha venido con sus sillas!
- Y aadi cerveza a las jarras, y sali de la barra dirigindose hacia la pared de cristal
donde, al otro lado, aguantando el chaparrn, haba decenas de fisgones, susurraban,
algunos de ellos ya estaban sentados en sus sillas, y apretaban sus palmas contra el cristal,
como si quisieran que ste los calentase. Y parecan monstruos.
La seora vycepn se bebi un trago de cerveza, se inclin apretando su cara contra la
pared de cristal, y desde el exterior pareca que llevase gafas, despus retrocedi y tir el
resto de la cerveza sobre la pared transparente. La espuma descendi sobre los retratos de
las personas de detrs del cristal.
- Praguenses! - dijo encogindose de hombros.
Y regres detrs de la barra, termin de llenar las jarras y cogi una y la hizo resbalar por
el mostrador de zinc hmedo, y la jarra avanz y se par bajo las manos del joven.
- Hombre - dijo -. Yo siempre tengo que estar en medio de los los. El ao pasado iba
caminando al lado de la va, al otro lado iba andando una muchacha, y cuando pas el tren,
se tir bajo la mquina, y su cabeza parpadeando fue a dar con mis pies!
El joven estaba encogido como una mquina de coser plegable.
- No dejar a mi novia de ninguna de las maneras - dijo -, aunque slo sea porque con su
frigidez ha hecho famoso el grafismo checo. Si tuviera una mujer normal, qu? Haramos
el amor pero el grafismo absoluto se habra esfumado.
Levant la jarra y la cerveza se le cay dentro de la camisa.
Y dentro del selfservice, desde el saloncito del primer piso, se filtraba una msica alegre y
una conversacin animada que se transformaba en una gran carcajada. Por el pequeo
ascensor bajaban desde arriba unas fuentes con jarras vacas y espuma seca.
- Mi chica tambin siempre me echaba en cara que yo estaba loco, pero cmo puedo estar
loco y al mismo tiempo ir a la fbrica, y con estas manos dibujar con una exactitud de
centsima de milmetro los perfiles del fuselaje, los frenos de can de los reactores...?
- Basta! - Se enfad la seora vycepn.
Y algunos fisgones se balanceaban sentados en las ramas resbaladizas, y, como en el
tranva, con las manos se aguantaban en la copa de los tilos, y desde aquella perspectiva de
pjaro miraban directamente hacia abajo, hacia el selfservice, la cortina de algodn
ligeramente entreabierta, y la ahorcada que yaca sobre una mesa auxiliar.
- Yo siempre tengo que estar en medio de los los - se lament la seora vycepn -. En una
noche oscura yo iba por Krck, me apart del camino, fui a tientas como el ciego Hanus
del Orloj...73 y cog la mano fra de alguien, encend una cerilla, la levant... y me encontr
a un hombre ahorcado que me sacaba la lengua. Qu manera de llover...! - dijo, y por
encima de las cabezas de los fisgones miraba hacia las lmparas de sodio, detrs de ellas el
viento descubra las ramas de las acacias y el reloj iluminado del pequeo castillo.
Y dentro del selfservice, desde el saloncito del primer piso, se filtraba una msica alegre y
una conversacin animada que se transformaba en una gran carcajada.
En la puerta de cristal apareci un joven con un mono empapado y seal una caja con
jarras de cerveza vacas.
La seora vycepn abri la puerta, despus tom las jarras, las llen de cerveza y dijo
extraada:
- Hombre, con tan buena planta, por qu vas tan disfrazado?
- Esto est de moda en nuestra fbrica - dijo el mecnico -. Los chicos que salen muy bien
vestidos del trabajo, pues, para trabajar se disfrazan. Madre ma! Durante un tiempo
estuvieron de moda los monos remendados. Entonces los talleres estaban llenos de
remiendos de payaso, como en un baile de pordioseros. Despus empezaron a llevarse los
monos cosidos con hilos metlicos, entonces en la fbrica se oa ruido de marionetas. Pero
hoy en da se llevan los zapatos rotos - dijo el joven mostrando su zapato de trabajo sin
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suela, y que en lugar de cordones tena hilo de cobre -. Y los pantalones deben tener una
pernera cortada o deshilachada por un engranaje - dijo el joven mecnico y se alej para
que lo viesen.
73. Reloj del Ayuntamiento de Praga. (N. de las T.)
- Guapazo! - le pirope la vycepn e iba metiendo las jarras llenas de cerveza en la caja.
- Y las muchachas que van a la fbrica como si fuesen estrellas de cine, hoy en da en el
trabajo llevan unas botas de goma con unos agujeros terribles - dijo el joven, y su pelo
mojado y pelirojo formaba ondas y brillaba como las virutas de cobre -. Pero, seora
vycepn, a qu espera toda esa gente bajo la lluvia?
- En el piso de arriba hay una boda importante. - Gir la mirada hacia el techo. Despus
con una mirada experta observ al guapo mecnico que con el dedo pulgar se suba el
tirante nico que continuamente se le resbalaba. Cuando se march ella pregunt al joven
-: Y a usted, le sigue gustando la fbrica?
- S, an me gusta - dijo el joven -. Sin la fbrica, como sin mi chica, no podra vivir. Si
all hice mi primera exposicin! - Se enterneci -. All la hice! Pero antes tuve que
pelearme con el comisario de cultura, que me haba aconsejado que colgase mis grabados
en la sala durante la noche. As, pues, entr a escondidas y enganch en un tabique mis
artefactos sobre el tema las vivencias del tacto. Cuando por la maana el comisario los vio
se qued espeluznado y durante un breve rato nos peleamos, yo le desgarr un poco su
abrigo..., pero el vernissage tuvo lugar. A los obreros les encant. Como acompaamiento
cultural cantaron unos nios ciegos, sobre ellos, a lo largo del balcn, haba una pancarta:
No debemos perder de vista nuestra unidad. Y hoy en da la fbrica se vanagloria de que
yo hiciese en casa, en la..., la empresa, mi primera exposicin...
Y dentro del self-service, desde el saloncito del primer piso, se filtraba una msica alegre y
una conversacin animada que se transformaba en una gran carcajada.
Primero baj la novia con un velo blanco, era joven, sus ojos brillaban por el alcohol y se
dio la vuelta y mientras bajaba la escalera seduca al novio. Las damas y los caballeros de
honor se cogan de la barandilla y se tropezaban con el velo. La novia cantaba y siguiendo
el ritmo daba golpes con el ramo, y desde la diagonal de las escaleras fue corriendo hacia
la entrada de cristal, alborotando a los fisgones, y despus sali corriendo hacia las ramas
plateadas por la lluvia, abri los brazos, mir hacia arriba y sus cabellos y su sombrerito se
quedaron flcidos y el agua molde su cuerpo precioso. El novio y otros invitados se
aadieron con entusiasmo a la carrera debajo de la lluvia. Despus caminaron por la otra
acera, en fila india, la novia se dio la vuelta y con los tallos del ramo marcaba el paso y el
ritmo de la cancin.
- Una boda muy alegre, tal como debe ser - dijo la seora vycepn y baj de la caja de
cervezas -. Pero su novia huy ayer?
- No, anteayer - dijo refregndose el ojo enrojecido -, no me extraa de ella. Lea muchas
novelas rosas y autobiografas de hombres famosos. Y quera que yo tuviese dos salones y
que tuviese invitados, y que hiciese mis grabados absolutos por las tardes, en casa, como
un hobby. Por eso tambin siempre me amenazaba con el pasado o el futuro, o con sus
amantes, lo que cada uno haca o slo pretenda hacer con ella, o me deca que huira y que
regresara a la casa de sus padres, que tenan un rbol genealgico de setecientos aos de
antigedad, y que uno de sus antepasados fue camarlengo del papa, pero de qu sirvi si
yo me gastaba en ella, en dos das, el anticipo y el complemento del sueldo? Despus, para
cenar partamos el pan duro con un martillo, o ella iba a devolver cascos, o recortaba sus
vestidos a retales que iba a vender al encante, como ropa vieja. Era sugestivo de verdad,
hubiramos vivido en el absoluto.
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- Maana!
Bohumil Hrabal
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- Pues le esperar aqu, y usted dormir conmigo, porque yo, en mi noche de bodas, no
voy a dormir sola.
- No es mi tipo - dijo el polica levantndose.
- Me da igual, aqu hay ms - exclam la novia dando una vuelta de vals y pregunt al
joven:
- Y a usted qu?, le gusto?
- Me gusta - dijo -. Se parece mucho a la chica que ha huido. Tiene la misma cara que
cuando ella, por primera vez, vino corriendo a mi stano, llevaba una maletita, como las
que tienen la muchachas para las muecas, tambin iba medio descalza, llevaba unos
zapatos con la lengeta llena de agujeritos, tena el pelo cortado como las chicas del
correccional de Kostomlaty. Y adems! Tambin tiene un tintineo azul en los ojos, como
un trocito de calcedonia. Usted me gusta. Es mi tipo.
- Y usted a m tambin me gusta - dijo la novia y llen de agua el zapato plateado, levant
el tacn transparente como una copa y bebi con mucho gusto.
- Contra gustos no hay nada escrito - dijo saboreando el agua.
El joven polica se sent, el superior retir la cortina y empez a dictar:
- La desconocida mide unos ciento sesenta centmetros, va vestida con un traje chaqueta a
cuadros rojos y amarillos. En los pies lleva unos zapatos negros con la lengeta llena de
agujeritos. La blusa, de color rosa, est ornamentada con un cuello de encaje con unas
rosas al final...
El joven polica se levant para ir a cerrar la puerta por donde haban salido el joven y la
novia que se adentraban en las perlas de la lluvia vespertina. Cuando se sent sigui
escribiendo lo que su superior le dictaba...
Despus lleg el coche de patologa.
- Mi chica, cuando lleg por primera vez, corriendo, a mi casa... - deca el joven.
- No le oigo, no oigo nada! - gritaba la novia y el viento se llevaba las palabras de su
boca.
- Mi chica - le dijo al odo -, cuando lleg, corriendo, a mi casa, era precisamente cuando
yo estaba terminando la mscara mortuoria de un amigo. Y quiso que le hiciese una
parecida porque despus iba a empezar una vida nueva. La tumb sobre la mesa, la pint
con vaselina, en la nariz le puse un par de papelinas y despus, sobre la cara, le puse un
chorro de yeso lquido... en el cuello llevaba una toalla como despus de un asesinato... Y
yo le coga la mano y senta los latidos sismogrficos de su corazn...
- Qu bonito! - gritaba la novia y el viento le arranc el sombrerito y rpidamente se lo
llev por el cielo negro.
Despus el joven se par para mirar, bajo las luces de sodio, el pequeo parque donde el
viento separaba a los jvenes chopos de sus tutores y sus ramitas se enjuagaban en los
charcos.
- Sujete este arbolito - grit el joven, se desgarr la corbata y at con fuerza los troncos
con cada una de las mitades.
- Y a usted que le importan estos arbolitos? - grit.
- Aguante fuerte!
- Digo, que qu le importan estos arbolitos.
- Se romperan.
- Pues que se rompan. A usted qu le importa?
- Estos rboles pblicos son mos, del mismo modo que lo que yo pienso y hago pertenece
a la sociedad. Seorita! Yo ya soy tan pblico como unos urinarios pblicos, tan pblico
como un parque pblico - grit y arranc el velo mojado y sucio de barro de la novia y con
unos movimientos decididos, como si dirigiese una orquesta, rasg la seda en tiras que
despus convirti en cordones.
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- Y cuando el yeso se sec - grit -, no pude separar el yeso de la cara de mi chica, slo
con el escalpelo. Tuve que recortarle el pelo hasta la mitad de la cabeza y eso nos
aproxim. Ella me dijo que con aquella mscara mortuoria empezara una nueva vida.
Durante tres das me hizo confesiones, y yo de tantas confesiones me daba golpes contra la
pared. Suerte que tena preparado un barril de alquitrn para aislar las paredes del stano...
En funciones de confesor yo mojaba la brocha en el alquitrn, y bajo las impresiones de
sus palabras iba pintando sobre la pared blanca, mientras ella me contaba cmo la llevaban
al water para vomitar colgada por los brazos, sin tocar con los pies en el suelo, cmo uno la
haba abandonado y ella se pas las noches estirada en el parque Stromovka, y de tanta
pena coma tierra... etctera. Durante tanto tiempo me confes tantas negruras que se
volvi blanca, y yo, sobre la pared blanca del stano, gast pintando todo el alquitrn.
Podra darme otro pedazo de vestido? Los cordones se han terminado!
- Usted mismo - dijo acercndole el hombro.
La cogi y con un movimiento brusco, como cuando se arranca una rama, o cuando el
revisor toca el cordn para que el tranva se ponga en marcha, arranc el resto del vestido
de novia. Relampagueaba y la novia estaba medio desnuda en el parque pblico.
- Oiga - dijo -. Hgame tambin una mscara mortuoria.
QUIERE USTED VER PRAGA, LA CIUDAD DORADA?
El seor Bamba, un hombre bajito, propietario de una funeraria, sali de la ciudad y
descendi hacia el ro. Despus se adentr por el robledal.
- Seor Bamba!
Se dio la vuelta.
- Ah!, es usted, seor Kytka - dijo el seor Bamba -. Qu anda buscando por la orilla del
agua? Inspiracin?
- No - dijo el seor Kytka -. En realidad he ido a su casa, pero no he encontrado su fsico.
Seor Bamba, no tendra un poco de tiempo para m?
- Para un poeta siempre - dijo el seor Bamba.
- Es que el grupo surrealista querra alquilar su almacn por una noche.
- Caramba!, hombre, qu dice? Quieren montar un cabaret en mi almacn de atades?
- Nada de juergas, seor Bamba, por si no lo saba, nosotros no somos slo devotos de
Bretn y Elouard, sino tambin de Karel Hynek Macha. 75
- S, y...?
- En su almacn se dara una conferencia conmemorativa del aniversario de su muerte, y la
conferencia la dara Jan z Wojkowic.
- Jan z Wojkowic? Pero si hace veinte aos que est encadenado al catre!
75. Poeta y prosista romntico checo. (N. de las T.)
- Precisamente por ello recorremos a usted - dijo el poeta -. Para que sepa que llevamos a
su almacn de atades al viejo poeta y a su lecho.
- Eso s que causara sensacin! - declar el seor Bamba.
- Exactamente! - dijo el poeta Kytka caminando y mirando por encima de un pequeo
muro de piedra detrs del que pastaban dos toros jvenes.
- Se sacarn fotografas de todo, verdad? - pregunt el seor Bamba ponindose de
puntillas.
- Exactamente. Y mandaremos las pornografas a Pars, llegarn a las manos del
mismsimo Andr Bretn. Estas vacas parecen toros - aadi el poeta.
- Dnde? - pregunt el seor Bamba ponindose de puntillas.
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- Si me lo permite, yo le levantar!
Y el dueo de la funeraria alz sus manitas como alas y el poeta gigante lo levant sin
esfuerzo.
Cuando el seor Bamba ya estaba harto de mirar por encima del muro de piedra exclam.
- Eso no son toros, son vacas!
- Qu? Ya quiere bajar al suelo?
- Ya tengo bastante - dijo el seor Bamba mientras segua andando -. Veremos si el viejo
poeta est de acuerdo con la conferencia. l slo cree en la transmisin de las ideas.
- Ya est todo listo - dijo el poeta -. Mi ltimo objeto sexual es una bella empleada de
correos. Est delicada de los pulmones, y se cura con la imposicin de manos del viejo
poeta. Ellos ya han hablado de la conferencia.
- Seor Kytka, no me estar tomando el pelo? No est bromeando?
- Yo?, hacer recortes?
- Pues bien. Le creo.
De este modo iban andando por el robledal y en la otra orilla los bomberos hacan
prcticas. Sus cascos de latn brillaban y jugaban al escardillo. Dos bomberos estaban de
rodillas y tenan la manguera, uno, con las piernas muy separadas coga el cao esperando
un chorro muy potente de agua. El trompetista tena una mano en la cintura y con la otra se
apretaba la trompeta hacia la boca y miraba de reojo a su jefe que en aquel momento le dio
una seal y el trompetista se puso a tocar, pero de la manguera no sala ni una gota de agua.
- La libido no les funcionar muy bien - dijo el poeta.
- Pero mi almacn de atades est en el stano. Y el carbn voy a buscarlo en el primer
piso - dijo el seor Bamba.
- Pues as an ser ms paranoico. - Se alegr el seor Kytka, se dio la vuelta y grit por
encima del agua -: Les deseo que sus mangueras funcionen!
- Tu bastardo, puerco! - grit el bombero -. Anda con cuidado, que la tuya te funcione.
- A ver si conseguimos trasladar la cama al stano. - Se preocupaba el seor Bamba -. Y
si llueve? No sera conveniente llevar en un coche funerario la cama con el poeta dentro?
Y llevarlo por delante de las arcadas? Mientras el viejo poeta golpeara el cristal del coche
y hara reverencias.
- Exacto! - exclam el poeta -. Sera esquizofrnico. Pero seor Bamba, qu ideas ms
buenas tiene! No le gustara formar parte del grupo surrealista?
- No, no me gustara - dijo el seor Bamba con modestia -. Soy miembro del Club de la
Belleza.
- Sobre todo que no falte de aquel terciopelo con el que decora los atades. Con tela de esa
adornaremos el stano.
- Es verdad - aadi el seor Bamba -. Si se toca el terciopelo los cadveres pueden
colarse como por una criba.
- Exactamente. Y qu le parecera si se imprimiesen las invitaciones de la conferencia
sobre Macha... sobre aquellas cintas moradas de la funeraria? - pregunt el poeta y grit
por encima del agua: - Les deseo que sus mangueras funcionen!
- T, bastardo, puerco, quieres recibir una paliza? - gritaban los bomberos, y con una
actitud amenazadora se adentraron en el ro hasta que el agua les lleg a las rodillas.
- As que las fotografas de mi almacn llegarn al mismsimo Pars... - Se alegr el dueo
de la funeraria.
- Eso mismo. Es que nosotros, los surrealistas, somos un movimiento intercontinental dijo el poeta sealndose a s mismo con orgullo -. Somos hombres tocados por el rayo,
hombres postrados a los pies de la esfinge. - Dndose la vuelta grit por encima del agua -:
Les deseo que sus mangueras funcionen!
Bohumil Hrabal
Los Palabristas
Los bomberos dejaron de montar las mangueras y con su jefe corrieron hacia el agua hasta
que sta les lleg a las rodillas y con destornilladores y llaves lo amenazaban:
- T, Bamba, puerco, quieres caerte de cuatro patas en el Elba?
El seor Bamba se asust:
- Pero si yo no he dicho nada! - grit.
- Cuando vayas detrs de un atad por fin sabrs los chichones que puede hacer una cruz ronque el jefe de los bomberos.
- Fjese, hombre, la que ha armado! - dijo el seor Bamba cejijunto -. Hay muchos
bomberos y encargarn los funerales a la competencia. Y los funerales de los bomberos son
de primera categora.
- Nosotros hacemos que la vida de esas buenas gentes sea distrada - proclam el poeta
ponindose las manos en forma de trompeta y gritando -: El que ha gritado soy yo, Kytka!
- T, Kytka, bastardo! - tron la voz del jefe -. T tambin vas a recibir!
El seor Bamba se frot sus manecitas.
- Seor Kytka, usted no slo es un poeta, sino tambin todo un carcter. Qu le parecera
si sacsemos el ngel blanco de la droguera y lo colgsemos en mi almacn, sobre la
cama? O que el relojero Sercha nos dejase descolgar aquel gran reloj que est sobre su
tienda y lo instalsemos sobre el viejo poeta mientras ste leyese? Sera enternecedor que
la segundera, gorda como mi pierna, acompaase con su tictac nuestra velada de Macha...
El seor Bamba se ahogaba y el poeta tragaba saliva.
- Seor Bamba - dijo al cabo de un rato -, por su interior transita una doble delta maniacal,
yo me esfuerzo recogiendo las ideas de una en una con una aguja, y usted se las saca de la
manga.
El seor Kytka dirigi la mirada hacia el cielo y dijo:
- No yo, si no l es el poeta. - Y seal al dueo de la funeraria.
- Usted exagera - dijo modestamente el seor Bamba.
- No, no - dijo el poeta -. Claro! Los paganos, sin ninguna religin, llegaron a la verdad...
Pues, seor Bamba, estamos de acuerdo? - Alarg su mano inmensa.
- De acuerdo - dijo el seor Bamba introduciendo su palma en la manaza del poeta.
El seor Kytka se sac el reloj del bolsillo.
- Bien - dijo sacndose unas postales del bolsillo interior de la americana -, dentro de un
momento echar estos aspectos en el vagn de correos del tren de Praga. El jefe de
estacin excluy del correo estos artefactos, deca que eran pornogrficos.
El seor Bamba despleg las postales como si fuesen un abanico y despus se llev las
manos a la cabeza.
- Cmo los hace? - dijo atemorizado.
- Recorto La vida sexual sana de mi madre, despus una lista de precios de productos de
toilette ntima femenina, despus la Biblia de Kralice - dijo el poeta y con una mano
detuvo al amo de la funeraria -. Despus me siento en un lugar especialmente alejado y me
abandono a los cuchicheos automticos. Y me pongo a pegar los recortes mezclados sobre
unas fotografas modernistas de mujeres desnudas...
- Y en el vagn de correos qu dicen?
- Anteayer, ayer, y hoy volver a ser igual. Echo los aspectos por una rendija del vagn y
golpeo con la mano. El empleado recoge las postales y mata los sellos. Yo retrocedo entre
las vas del tren y observo cmo se lleva las manos a la cabeza. El de la visera verde se
sube a la mquina que est llenando sus depsitos de agua. El maquinista se limpia las
manos con un manojo de hilachas, tambin mira los aspectos y tambin se lleva las manos
a la cabeza. Seor Bamba, el atractivo de los objetos surrealistas es monumental!
- Si yo soy miembro del Club de la Belleza. - Se defenda el seor Bamba -. Pero a quin
manda todo eso?
Bohumil Hrabal
Los Palabristas
- A unas seoritas preciosas que no quieren vivir en la esclavitud sexual - dijo el poeta y
aadi premonitoriamente -: Porque la realidad es alcohlica.
- Exacto - asinti el seor Bamba levantando su cabecita -. Pero cuando usted me ha
levantado delante del pequeo muro de piedra para que viese aquellos dos toros, he
recordado aquel caso, cuando una niera enseaba Praga, la ciudad dorada, al nio que
cuidaba, cuando lo volvi a dejar al suelo el nio estir la pata. Oy hablar de ello?
- No, no - contest con inters el poeta.
- Y eso no es todo. El colmo fue el juicio, cuando el juez grit: Cmo puede haber
ocurrido una cosa semejante? Y aquella niera gigantesca, como usted, pregunt al juez
que era bajito: Quiere usted ver Praga, la ciudad dorada?, y el juez respondi: S, quiero.
Y la niera apret con sus manos la cabeza del juez y lo levant hacia el techo. Y cuando
lo volvi al suelo tambin estir la pata!
- Que macabro! - dijo el poeta dirigiendo la vista hacia el cielo y lamentndose -: Yo lo
busco con una aguja, busco en las plazas y l - sealando al dueo de la funeraria -, l se
lo saca de la manga!
- Seor Kytka. - Se le arrim afectuosamente el seor Bamba -. Este caso no me deja
dormir en paz, tantas veces que mi padre me ense la bella Praga, y nunca pas nada: Es
que las personas de hoy en da son ms frgiles? Venga, lo probaremos!
- Si usted no podr conmigo - dijo el poeta.
- Pero usted conmigo s. A su lado parezco un nio - dijo el seor Bamba.
En la otra orilla del ro el motor ya funcionaba. El trompetista se acercaba otra vez el
instrumento dorado a la boca, el bombero aguantaba la boca dorada de la manguera y tena
las piernas separadas para que el potente chorro de agua no le hiciese perder el equilibrio.
Y los cascos de todos los bomberos brillaban como si fuesen de oro. El jefe dio la seal y
la trompeta comenz a orse por los prados. El potente choro de agua zarande al bombero
de un lado para otro.
- Y ahora qu les parece...? - gritaba el jefe de los bomberos y con un gesto teatral
sealaba el arco de agua que la manguera vomitaba y que llegaba hasta el centro del ro -.
Sale o no sale...?
- Ahora s - grit el poeta -, pero, y cuando tuvieron que apagar el incendio en Drahelice?
- T, puerco, bastardo, espera, ya vers cuando nos crucemos! - gritaba el jefe de los
bomberos y se sac del cinturn una hacha y corri por dentro del agua y algunos
bomberos que estaban de rodillas al lado de la manguera tambin se sacaron el hacha,
corran detrs del jefe y los tres amenazaban con sus hachas doradas que tambin jugaban
al escardillo y gritaban:
- Te vamos a hacer una cara nueva!
- Al lado de usted yo soy como un nio pequeo - le record el seor Bamba, y sus ojos
brillaban.
- Quiere usted ver Praga, la ciudad dorada? - pregunt el poeta.
- S, quiero - dijo el seor Bamba cerrando los ojos.
IONTOFORESIS
Las placas de zinc y las vendas apretaban la cabeza del seor Flix. Adems, unos
pequeos cables verdes, rojos y azules le envolvan el cuerpo como si se tratase de un
mapa plstico con seales de senderismo.
Despus sinti cmo dentro de su cabeza le pasaban corrientes elctricas y dentro de su
boca not un olor a relmpago y a huesos quemados.
- Enfermera - grit el seor Flix.
- Qu le ocurre? - Se oy detrs de las blancas cortinas.
Bohumil Hrabal
Los Palabristas
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Pero el abuelo se olvid de que llevaba los auriculares en los odos y un da, cuando fue a
buscar una jarra de cerveza que estaba en la ventana, tir la Krystal al suelo y la rompi.
Mi padre, que no poda calentar al abuelo, nos calent a nosotros. As es la justicia de ese
mundo.
- Su mujer tendr una buena cruz con usted. - Se rea la enfermera mientras enrollaba una
venda de la cabeza de alguien que estaba sentado y escondido entre las cortinas. Y como la
enfermera estaba de pie delante de la ventana que daba paso al sol de la maana, y como
no llevaba nada debajo de la bata, el seor Flix se dio cuenta de lo que siempre le haba
gustado, que las mujeres all arriba tienen las piernas separadas unos cuantos centmetros.
Y la enfermera segua de pie y l sol la dibujaba.
Y despus se abri la blanca puerta.
Primero entr una rosa roja, despus una mano que llevaba la rosa, despus un hombre en
un chndal azul.
- Pero seor St'astny, ya desfila solo? - exclam la enfermera sin soltar la venda en cuyo
final haba un paciente, y como estiraban de la venda l se levant, encorvado como un
perro san bernardo.
- Que progresos! - Se alegr la enfermera.
- Aqu - dijo el seor St'astny -, una flor. Le doy las gracias porque existo.
Y su voz le sala potente como el agua por el cuello de una botella.
- Que buen detalle de su parte - dijo la enfermera que segua enrollando la venda y el
paciente que estaba en su final cada vez daba un paso al frente -. Ya lo sabe, seor St'astny,
nosotros aqu hacemos lo que podemos! Pero tendr que esperarse un momentito,
enseguida le atiendo!
El seor Flix gir la cabeza y vio que la cara del recin llegado pareca haber sido
deformada por una garra, y las mejillas estiradas unos dos centmetros hacia abajo. Su
prpado derecho era de color rojo brillante como la rosa que la enfermera haba dejado en
la ventana dentro de una jarra de medio litro.
Termin de desenrollar la venda de la cabeza y la placa de zinc resbal.
- Vuelva de nuevo el prximo martes - dijo la enfermera y se arrodill delante del seor
St'astny, jugaba con los labios, silbaba y se rea.
- Que le parece, intentamos silbar a do? - le pregunt.
Y el seor St'astny obligaba a moverse a los msculos de alrededor de la boca.
Despus la enfermera silbaba despacito.
A continuacin junt los labios para que el paciente viese lo que se debe hacer antes de
silbar.
Y la enfermera silbaba, pero los msculos de alrededor de la boca del seor St'astny no.
Despus lo intentaron de nuevo, los dos tiraban de los labios y enseaban los dientes, al
cabo de un momento ella, con su dedito, le ordenaba los msculos de alrededor de la boca.
Pero no poda silbar y se desanimaba.
- Esto no funciona - dijo.
Detrs de las cortinitas blancas son un despertador.
- No se preocupe, seor St'astny, ya funcionar, seguro que funcionar, yo s que esto
tiene que funcionar, acurdese de su aspecto al ingresar aqu!
Y detrs de ella resonaron las anillas de cobre.
- Hace veinte aos que trabajo en la serradora, y ahora eso - dijo el seor St'astny -. Lo que
ocurra es que el aire que sala de la sierra era demasiado fuerte..., o tal vez me pic una
corriente de alta tensin? Pero yo ya s que jams volver a ser como antes, que un da no
sobrevivir al ataque, y fiii, y adis... - dijo el seor St'astny amargamente.
El seor Flix le pregunt:
- Cmo ha dicho?
Bohumil Hrabal
Los Palabristas
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- Buenas, buenas - dijo dulcemente la otra viejecita y aadi -: Parece que va a llover, las
cloacas apestan.
Rosetka entr en el recibidor y enseguida estuvo en la cocina. Dej la caja blanca sobre la
cama llena de edredones y despus entr en la habitacin oscura. A travs de las ventanas
se poda ver, al otro lado de la calle, el interior de la taberna iluminada.
- Ests aqu? - pregunt.
- S que estoy, Rosetka, mi gatito no estaba en la galera?
- No lo he visto, pero, buenas noches, pap - dijo y despus apoy los codos en el respaldo
de la butaca donde estaba sentado su padre que miraba el interior de la taberna, alrededor
de cuyo billar verde andaban los jugadores con los tacos, y los marcos de las ventanas les
cortaban las cabezas y las piernas.
- Por qu Lad'a no hace una jugada por la espalda? - se extra el padre.
Rosetka se desabroch el sujetador.
- Qu deca yo? - dijo el padre contento -. Y adems ahora Kamil har una carambola!
- S? - dijo Rosetka bajndose las braguitas, se le engancharon con el empeine y ella dio
saltitos hasta caerse de lado sobre el sof.
Pero el padre empez a toser y a ahogarse.
Rosetka acerc el cubo a su padre, despus abri un armario, sac de l un vestido blanco,
se lo puso acariciando el fro satn y mirando lo bien que le sentaba.
- Ojal vomitase de una vez por todas esta maldita vida! - dijo el padre.
Despus se acurruc en forma de ovillo y escuchaba los golpes suaves de las bolas de
billar.
- Si al menos mi gatito estuviese aqu! - se quej.
- Ya volver. Seguro que ha encontrado una gata o algo por el estilo - dijo la hija y se
abroch el sujetador.
Despus entr en la cocina.
La madre estaba delante del espejo y entre sus dedos llevaba una rama con una camelia
preciosa. Sobre los edredones de la cama estaban el hilo dorado y la caja blanca abierta.
- Mam, squese enseguida ese saco! - dijo Rosetka y aadi en voz baja -: Ha vuelto a
encontrarse mal.
La madre dej con cuidado la camelia sobre la cama, despus se desat el saco que llevaba
en vez de delantal cuando fregaba la escalera, y seal la ramita diciendo:
- Yo siempre llevaba una camelia como sa en el baile de Parques y Jardines! - Y susurr
-: Quera la ternera rellena, y parece que ya no digiere...
- Mam, aydeme! - dijo Rosetka. Y aadi en voz baja -: Siempre pregunta por su gatito.
La madre sac del armario los zapatos plateados con los tacones de cristal, mir a su hija
inclinada sobre una palangana y dijo:
- Con unos zapatos as yo me torcera el tobillo! - y aadi en voz baja -: Se tropezaba
con el animal, y el mdico dijo que tenamos que deshacernos del gato.
Rosetka se limpiaba los odos con la punta de la toalla y la madre llev desde la habitacin
el vestido de satn, lo levant delante del espejo y miraba lo bien que le sentaba.
- Mam, lvese las manos, me lo ensuciar! - dijo Rosetka y en voz baja -: Dnde lo
llev?
- Rosetka, todo el mundo va a envidiarte - dijo la madre y aadi en voz baja -: Llev
aquel monstruo al barranco del diablo.
- Mam, pseme ahora el vestido por la cabeza! - dijo Rosetka
Y despus:
- Maana lo ir a buscar, pues s que la ha hecho buena...
Bohumil Hrabal
Los Palabristas
- Ay!, qu vestido ms elegante - dijo la madre y en voz baja -: Ayer pap llor por
primera vez en su vida. Ya no vino ninguno de sus amigos, nadie le mand un mensaje, un
saludo...
Rosetka se pintaba los labios hacindoselos ms provocadores, despus fij la camelia en
el vestido.
La madre se sec una lgrima y suspir.
Despus abri la puerta de la habitacin, encendi la luz y con ambas manos sealaba a la
hija que entraba.
- Fjate, pap! La dama de las camelias!
De detrs de la butaca dio un vistazo una cara chupada.
- Ests muy guapa, hijita, muy guapa - dijo el padre que levant hacia su cara un espejo de
bolsillo redondo, se mir en l, y despus seal con el dedo la fotografa entre las
ventanas, una fotografa de un hombre fuerte, al lado del billar, con la camisa
desabrochada, poniendo yeso al taco. Seal la fotografa y dijo:
- Qu principio y qu final! - Y miraba el espejito y se pas el dedo por las arrugas de
alrededor de la boca.
- Pap - dijo Rosetka dando una vuelta como las modelos para que pudiera verla de todas
partes.
- Ests muy guapa, hijita - deca el padre en voz baja -. Que te diviertas tanto como a m
me gustaba divertirme, y te aconsejo que siempre quieras ser alguien mejor, tal como yo
haca... Yo que hoy ya s por qu los amigos del billar ya no vienen ni vendrn. Yo mismo
tampoco vendra a verme - dijo el padre sonriente y volva a mirar el espejo redondo. Y
aadi -: Ojal estuviese aqu mi gatito, m gato, que siempre me ve como si fuese joven y
guapo y agradable y etc.! Sabes?
Debajo de las ventanas son un claxon.
- El taxi ya est aqu - grit Rosetka -. Pap, buenas noches! - Y le mand un beso.
- Vete, hijita y divirtete tanto como yo sola divertirme en mis tiempos - susurr el padre
apoyndose en el marco de la ventana y vio cmo los jugadores de billar corran hacia las
ventanas de la taberna y miraban quin se iba y quin llegaba.
En la cocina la madre ech el abrigo de falso visn sobre los hombros de Rosetka.
- Mam, dme un billete de cincuenta, deprisa - dijo Rosetka.
La madre abri un aparador desconchado y suspir:
- Ay, Dios mo!
Despus el vestido de satn sali a la galera.
La madre apoyaba un brazo en el pasamanos, y el otro en la cadera dolorida. Y miraba
cmo bajaba por la escalera de caracol hacia el patio el abrigo blanco de falso visn y los
tacones de vidrio eran como arpegios de un mundo mejor.
Rosetka sali hacia el patio, se par sobre la cloaca, salud a su madre con la mano y le
sonri cariosamente. La madre asinti con la cabeza y cerr los ojos.
Una de las viejecillas dijo con malicia:
- Va a llover, las cloacas apestan.
OJO DE DIAMANTE
El viajero puso su zapato en el estribo del vagn y alguien le cogi por el hombro. Se dio
la vuelta y en el andn estaba un hombre maduro.
- Seor, por favor, va usted a Praga? - le pregunt.
- A Praga - dijo el viajero.
Bohumil Hrabal
Los Palabristas
- Pues, por favor, tome a mi hija menor, Vendulka. En la estacin de Praga la espera un
ferroviario - dijo el padre, y puso en la mano del viajero la palma de una muchacha de unos
diecisis aos.
El jefe de estacin toc el silbato, y la revisora ayud a la muchacha por la plataforma
exterior del vagn, y despus con su mano dio la seal de que el tren ya estaba preparado
para partir. Y el jefe de estacin levant la banderola.
El padre corra cerca del vagn y recomendaba:
- Vendulka, buena suerte! Y cuando todo haya pasado mndanos enseguida un telegrama,
me oyes?
- S, pap - gritaba la muchacha -, enseguida mandar un telegrama!
Y cuando el tren ya haba pasado los semforos de salida, el viajero abri la puerta y,
dentro de la corriente, se llev a la muchacha hacia el pasillo del vagn. Segua cogindole
la mano, desconcertado.
Desde el compartimento se oa una conversacin:
- En serio, todava estbamos solteros y quera comprarme una camisa, pero no me la
compr porque no saba mi talla. De repente en la puerta se acord y en medio de la tienda
grit: Cuando quiero asfixiarlo, la mano se me queda as! Y el dependiente coge la cinta
mtrica y mide alrededor de sus manos y dice: Talla cuarenta! Y la camisa, como ustedes
pueden ver, me sienta requetebin...
La puerta corredera se desplaz y del compartimento sali deprisa un viajero que gritaba
risueo:
- Matarla es poco! - gritaba, y con el puo iba golpeando la pared de madera del vagn.
Cuando se hubo desquitado regres al compartimento donde la misma voz prosegua:
- Y yo me digo: Si el da de san Nicols11 me sorprendi con la camisa, por Navidades la
sorprender con un sombrero. Y pues voy a la tienda Nueva Moda y digo: Quisiera aquel
sombrero tan elegante del escaparate! Y Nueva Moda dice: Por favor, qu talla? Y yo no
la saba pero hago memoria y digo: Una vez que nos pelebamos di un cachete a mi novia,
sobre la cabeza, e incluso ahora me acuerdo de la medida! Y Nueva Moda va sacando
sombreros durante un rato y me los va poniendo debajo de mi palma hasta que digo: ste!
Y lo puse debajo del rbol de Navidad y le sentaba como un culo a un orinal.
Y del compartimento sali de prisa el viajero calvo apretndose un pauelo en la boca y
ahogndose de la risa. Apart a la muchacha y se colg de la ventana un rato, como una
toalla sobre una estufa, despus volvi a golpear con el puo la pared del vagn y exclam:
- Matar a ese to es poco! - Se sec los ojos y regres al compartimento.
El viajero que todava tena a la muchacha cogida de la mano se decidi a entrar tras el
calvo.
77. El 6 de diciembre. (N. de las T.)
Bohumil Hrabal
Los Palabristas
los malditos carteros pusieron el buzn dos casas antes, y yo me di un golpe en la frente
con el ngulo de la caja metlica y me her. Pero en seguida di dos golpes al buzn con mi
bastn blanco!
- Sintese aqu, cerca de la ventana - recomend el hombre calvo secndose los ojos -,
podr ver el paisaje.
La muchacha palp el asiento, despus la ventana. Sac la palma horizontalmente como si
quisiera comprobar si llova, dijo contenta:
- Que sol ms hermoso!
Y los viajeros callaron.
- El seor de la estacin era su padre? - le pregunt el viajero que la haba llevado.
- S, pap - asinti la muchacha -. Pero seores, mi padre s que es un caso! Todo el
mundo tendra que envidirmelo. Mi padre es fruticultor y una vez, con su furgoneta, pas
por encima de una vecina coja, la seora Dymckov, y tuvo que ir ajuicio. Los enemigos
de mi padre estaban contentos, Gracias a Dios el viejo Krista acabar en la crcel o lo
pagar caro. Pero la vieja Dymckov lleg corriendo al juicio, sin muletas, tan fresca y
bes la mano de pap y le dio las gracias porque le haba pasado por encima de una manera
tan bonita que ya no estaba coja. Slo es una pena, dijo, que no me hubiese pasado por
encima treinta aos antes, seguro que me hubiera casado.
- Qu padre ms espabilado! - alab el del pelo rizado.
- Verdad? - Se rea Vendulka, y sac la palma por la ventana, pero el tren entr en una
curva y transport el sol desde la ventana del compartimento a la del pasillo -. Se ha
escondido el sol - dijo.
Los viajeros se miraron entre s y asintieron con sus cabezas.
- Pero cmo es su padre? - pregunt poniendo su mano sobre la rodilla del bromista de
pelo rizado.
- Mi padre hace quince aos que est jubilado, porque tiene el corazn ms grande de toda
Europa - dijo el rizado -, un corazn como un cubo, y desplazado hacia el centro del
trax...
- Slo que... - dud el calvo.
- Qu maravilla! - exclam Vendulka.
- S, pap tiene un contrato con la facultad, cuando muera su corazn pertenecer a la
universidad - prosegua el rizado -. Y eso que el corazn de mi padre lo queran comprar
unos extranjeros, pero mi padre es patriota, y dijo que no. Mi padre tiene prohibido irse a
baar, coger aviones, viajar en trenes rpidos...
- Ya s! - grit la muchacha -. Es para que el corazn famoso no se rompa ni se extrave,
verdad? - gritaba palpando y apretando la mano del narrador rizado -. Los padres como el
suyo saben andar por la vida, como el mo!
- S - dijo el viajero volvindose ms guapo -. A veces acompao a pap a la facultad, all
lo desnudan y el seor profesor le hace rayas con lpices rojos y azules...
- S, s! - Se alegr Vendulka -. Porque los lpices rojos son las arterias y los azules las
venas, no es as?
- S - dijo el rizado escondiendo la mano de la muchacha entre sus palmas y prosigui -: Y
despus llevan a pap a la sala y sobre l se inclinan los estudiantes y el profesor seala
con un puntero a mi padre como si se tratase de una mapa hidrogrfico, y explica y ensea,
y despus el profesor conecta a un megfono el corazn de un estudiante... Pero eso no es
nada, es como si tocasen un tamborcillo o como si la guardia con sus botas caminase por
un pasillo de cuartel, pero despus, cuando conectan el megfono al corazn de mi padre...
- Es como si se alejase la tempestad! - exclam la muchacha -, como si una roca rodase!
Como si descargasen un camin de patatas en un stano, como si tocase Emil Gilels,
verdad?
Bohumil Hrabal
Los Palabristas
Cuando an era pequeita papa haba pedido que tocasen Blanco y rojo, porque con
aquella meloda l canta Blanco y verde porque nuestros futbolistas tienen el uniforme y la
bandera verdes, como el Slvia, pero slo de color verde. Y lleg un polica y dijo: No se
tocar Blanco y rojo! Y pap se sac un billete de cien y se lo dio al director dicindole:
Blanco y rojo se tocar! Y el polica: Blanco y rojo no se tocar! Y de esta manera fueron
subiendo de tono. Y pap lo termin: Blanco y rojo se tocar! Y bumm en la nariz del
polica. Para que lo sepan, queridos seores, aquel polica antes del golpe era muy feo,
porque tena la nariz desviada hacia la derecha. Y que sangra! Y despus pap bail
Blanco y rojo y cantaba: Blanco y verde, se, se quiero, y el vecindario estaba contento
porque el viejo Krsta aquella vez s que haba metido la pata! Pero cuatro meses ms
tarde, cuando se celebr el juicio, lleg un polica guapsimo y proclam que deseaba aquel
golpe en la nariz, que incluso lo haba encargado y que daba las gracias a pap por el
porrazo, porque le haba desplazado la nariz hacia la izquierda y de ese modo la nariz le
qued en medio de su cara y que una rica heredera de buena familia se haba enamorado
del polica y todo termin con una boda. Hasta hoy en da, durante la fiesta mayor, pap
recibe una cesta de pasteles de parte del polica, y en invierno carne de la matanza del
cerdo, es una especie de carta de agradecimiento! - grit Vendulka emocionadsima.
- Quin lo dira? - consider el viajero calvo -, un golpe en la nariz ha creado la felicidad
de un hogar.
Y se puso el abrigo.
- A qu se dedica su padre? - le pregunt Vendulka.
- Jovencita, ya no est en este mundo - dijo el calvo -, era un padre tan fabuloso, que hasta
este momento no me he dado cuenta de lo fabuloso que era, en este momento en que ya no
est en este mundo... Siempre trabaj en el turno de noche... Por la maana la puerta
chirriaba, mam llenaba una palangana con agua hirviente y pap dejaba el casn en el
patio...
- Qu es el casn? - pregunt.
- Era un gran pedazo de carbn que los mineros se llevaban a sus casas, en el abrigo tenan
un gran bolsillo... Y despus pap entraba, se desnudaba, mam dejaba sobre el taburete un
tazn de caf, pap se lavaba, despus se sentaba y se coma un pedazo de pan, se beba el
caf y al mismo tiempo se sacaba los zapatos, y se calzaba los ms nuevos, se vesta...
Bohumil Hrabal
Los Palabristas
Siempre lo haca de tal manera que al terminarse el caf se pona la gorra e iba a jugar a
cartas con sus amigos en Modr hvezda, y yo al medioda le llevaba la comida, l coma y
segua jugando. A las cuatro regresaba a casa, se tenda en el suelo para que se le estirase el
esqueleto, tal como l deca. Y cuando ya haba dormido suficientemente volva al trabajo.
Pero una vez mam haba preparado el agua hirviente...
El tren iba al ralent y el viajero calvo dio la mano a Vendulka.
- Jovencita, te deseo mucha suerte en la vida, pero yo me tengo que bajar. - Y sali al
pasillo.
El tren se par. Vendulka palp el pasador de cobre de la ventana y la abri hacia abajo y
gritaba hacia el andn de la estacin de tren de pueblo:
- Querido seor, termine de contrmelo, querido seor!
El viajero calvo se par debajo de la ventana y prosigui:
- Mam volvi a preparar el agua caliente, pero pap no lleg. Cuando el agua se enfri
sali a ver dnde estaba pap, y cuando abri la puerta la pipa de mi padre se cay al
suelo...
El tren retomaba su marcha y el viajero calvo corra al lado del vagn y contaba:
- Y mam cogi la pipa y se ech a llorar, cogi un abrigo y se fue corriendo hacia la
mina... Pap haba sido enterrado por una roca... Sus amigos haban venido a decrnoslo...
pero haban tenido miedo... as es que pusieron la pipa contra la puerta y luego huyeron...
pero, jovencita, sabes que yo no he visto nunca a mam durmiendo? Cuando yo me
despertaba ella ya se haba levantado... Cuando me iba a dormir an estaba arreglando
algo... La vi durmiendo... mucho ms tarde... - gritaba el viajero calvo, se par y resopl.
Vendulka gritaba:
- Estimado seor, perdneme porque mi padre an est en el mundo, perdneme,
perdneme!
Y el tren cogi una curva y transport el sol desde la ventana del pasillo hasta la del
compartimento.
Despus de un rato el viajero que haba llevado a la muchacha dijo:
- Mi padre era curtidor de pieles y tena una enfermedad que en aquellos tiempos era
llamada gangrena de viejos, as pues, ao tras ao le cortaban un trocito de pierna, de
forma que andaba en silla de ruedas, su distraccin era cultivar rosas que se esparcan a lo
largo de la pared del taller y aquellas rosas se llamaban marsalka y eran amarillas. Y pap
las contaba y slo l las poda cortar, y slo para la iglesia o para las seoritas. Pero
abrieron una calle que atravesaba nuestra pared y arrancaron las marsalka y pap casi se
muere del disgusto. Pero encontr otra distraccin. Iba a la curva de la muerte y diriga el
trfico. Al principio con las manos, y despus con una banderita. Desde la maana hasta la
noche, incluso cuando llova. Yo, con un alambre, tena que atar un paraguas a su silla. Y
as durante ocho aos... Cuando se muri, al lado de la pared del cementerio haba un
centenar de camiones aparcados y la curva de la muerte estaba cubierta de flores hasta esta
altura.
- Hasta qu altura? - pregunt Vendulka.
- Hasta aqu - dijo el viajero y levant la palma de la muchacha y aadi -: Y cuando en
aquella curva hubo de nuevo accidentes, pues instalaron dos grandes espejos...
- Dios mo! Usted tambin tiene un padre famoso! - exclam -. Un padre que se ha
transformado en dos espejos!
Y los viajeros se miraron entre s y despus miraron por la ventana y el tren entraba en una
ciudad, y de las esquinas de las calles colgaban dos espejos grandes y redondos, como unos
quevedos gigantescos, y los espejos pasaban de un lado a otro la imagen de la curva con
poca visibilidad.
El aire del compartimento se llen de misterio.
Bohumil Hrabal
Los Palabristas
- Su padre all, en la estacin, estaba muy delgado... - dijo tosiendo el viajero que haba
acompaado a la muchacha.
- Ya lo creo - exclam -, pero si lo hubiesen visto hace un ao!, estaba gordo como un
globo! Y tena el corazn rodeado de grasa, el hgado roto y tambin el estmago y los
riones. Mam deca: Las consecuencias de una vida desenfrenada. Y el mdico le
prescribi un rgimen, pero pap estaba dbil porque le gustaba mucho la manduca. Una
herbolaria le dijo que si no tena voluntad, slo poda conseguirlo injuriando muy
gravemente a la polica. Y qu suerte!, detuvieron a pap y, mientras hacan el informe,
pap iba dictando todas las injurias que haba dicho, y adems lo firm. Y le cay medio
ao, y los enemigos de pap estaban contentos porque gracias a Dios Krsta, el dandy, ya
no nos provocar ms. Pero pap regres medio ao despus, delgado como un estudiante
y enseguida convoc una conferencia en U Vence e invit a todo el mundo y dijo: Eh!,
vosotros, gilipollas, estar en chirona supera a todos los balnearios del mundo! Fijaos, y
encima me he ganado dos mil coronas! Y estoy sano como un buey! Y pap cogi un
botn de su abrigo e hizo as, para demostrar lo grande que le iba, y los vecinos, gordos
como globos, tuvieron que reconocer que nadie le llegaba a la suela del zapato... Pero,
queridos seores, si no les ofende, les invito a nuestro pueblo, Hradcana, cada jueves hay
baile, vengan a mover el esqueleto! Pero dentro de dos meses, de acuerdo?
- A bailar? - Se asust el rizoso.
- A bailar, porque yo ya soy mayor de edad! Y el mdico me dijo que cuando tuviese
diecisis aos me operara. Y va a operarme esta semana! Y despus incluso yo ver ese
mundo tan maravilloso. Ver a las personas, y las cosas, y los paisajes, y mi trabajo. Sern
bonitas las cestas de mimbre que hago? Estimados seores, el mundo tiene que ser una
maravilla!
- Usted lo cree? - Hizo una mueca el hombre que la haba acompaado.
- Ya lo creo! Tiene que ser maravilloso! - grit Vendulka -. Porque en el instituto trabaja
un muchacho llamado Ludvk y justamente antes de llegar all estaba desgraciadamente
enamorado y con un bolgrafo se rascaba por debajo de los prpados, hasta que el mdico
le dijo: Oye, si lo vuelves a hacer, ya no vers nunca ms este mundo tan maravilloso. Y
Ludvk dijo que ya no quera tener nada en comn con ningn mundo maravilloso. Y
volvi a rascarse con el bolgrafo por debajo de los prpados. Ahora hace cestas de
mimbre, pero echa muchsimo de menos el mundo y alla como un perro cerca de su
casita... Ay, este mundo tiene que ser tan maravilloso como el corazn de su padre, un
corazn tan grande como un cubo! Tan maravilloso como su padre, que se transform en
dos espejos redondos en la curva de la muerte. Queridos seores, dentro de dos meses ver,
vendrn a bailar conmigo para celebrarlo?
La puerta del compartimento se abri:
- Billetes, por favor, dijo la joven revisora bostezando de aburrimiento.
ROMANCE
1
Hace ya un rato que Gastn Kosilka est parado delante de un supermercado iluminado,
mira de nuevo su cara en el escaparate, y se le confirma una vez ms algo que sabe desde
hace ya tiempo, que no se gusta en absoluto, que es un joven completamente anodino, que
ha salido del cine an ms deprimido que cuando entr. Ve su cara reflejada en el cristal
del escaparate, y se le confirma que con su figura nunca podr ser quien le gustara ser,
Fanfan la tulipe.
Bohumil Hrabal
Los Palabristas
Se tortura con su imagen reflejada en la puerta del supermercado, de repente aparece una
gitana, abre la puerta, y sale a la Hlavn Trida, 79 en su mano lleva media hogaza. A Gastn
le extraa el vestido de la muchacha. Dos mandiles, uno delante, otro detrs, unidos por
imperdibles. Cuando ella est al borde de la acera, y mira a derecha e izquierda para que no
la atropelle ningn coche ni tranva, Gastn no sabe dnde est la espalda de la muchacha,
ni dnde sus senos diminutos.
Se seca el sudor de la frente y dice:
- Vaya por Dios!
79. Calle Mayor. (N. de las T.)
Y la gitana se da la vuelta y le ensea el blanco de sus ojos, y sus labios pintados. Y quiere
decir algo, pero le falla la voz. Despus, con el paso ondeante de los nmadas, atraviesa la
calle con la media hogaza en la palma de su mano vuelta hacia el cielo, muy cerca de su
pelo, y la corteza emblanquecida del pan esboza su camino de aquel atardecer. Se para
delante de un escaparate iluminado de Tep, disloca su cuerpo y mira a Gastn de reojo.
El se arma de valor y tambin atraviesa.
- Dame un cigarrillo! - dice ella.
Muestra sus dedos ndice y corazn separados.
l pone un cigarrillo entre sus dedos, y cuando se lo enciende dice con aire mundano:
- Tu pelo huele bien.
- Y a ti te tiemblan las manos.
- Tengo un trabajo muy pesado - dice parpadeando.
- Qu haces?
- Soy ayudante de lampista. - Se ruboriza.
- Oh! Eres un gran seor! Pero cunto valdr aquel jersey? - pregunta con su voz grave.
- Cul? se?
- No, aqul, el de color rosa!
- Cuarenta y cinco coronas.
- Pues cmpramelo. Yo voy a dejar el pan en casa de mi hermana y despus saldremos
juntos. Y vas a ver... - le promete, y a cada calada las mejillas se le hunden y los ojos se le
encienden.
- Qu es lo que voy a ver? - Se asusta Gastn.
- Vas a verlo. Primero me lo compras, y despus vas a ver. Juro por Dios que voy a
quererte - dice ella, y como juramento levanta sus dedos con el cigarrillo.
- Por un jersey? - Se extraa.
- Por un jersey!
- Pero ya est cerrado.
- Da igual!
- Dame el parn, y yo maana me lo compro.
- El parn?
- S, el parn - dice, y escupe la colilla, y con los dedos hace el gesto del dinero.
- Ah! Eso! El parn! - Cae en la cuenta -. Palabra de honor que te voy a dar el dinero!
- Juro por Dios que si no me lo das, por la noche vendr la Virgen Mara a darte miedo.
S, s, que vendr! - le amenaza y se pone seria, sin ninguna arruga, mira de cerca los ojos
de Gastn, y los de ella ocupan la mitad de su cara, como la Lollobrigida. Y de repente,
como quien acaba de hacer un descubrimiento, proclama -: Tus ojos son as! - Y dibuja
una o con sus dedos pulgar e ndice, y la pone encima de su propio ojo.
- Y t como dos manantiales!
Ella responde con naturalidad:
Bohumil Hrabal
Los Palabristas
- S, como dos manantiales. Las gitanas, cuando somos jvenes, lo tenemos todo precioso.
Y yo soy joven - dijo abriendo sus dedos.
Gastn muy delicadamente le pone un cigarrillo entre sus dedos. Despus l se prende
otro. Durante un momento mira el escaparate, estira su cuerpo, y mira con valenta a las
multitudes que circulan por la Hlavn Trida, las gentes le miran, y l, Gastn Kosilka, de
repente desea que sus conocidos, chicos y chicas, y todos sus parientes pasen en ese
momento por la Hlavn Trida, y que le vean tan cerca de aquella gitana preciosa que
mientras fuma le mira a los ojos.
Y ahora estn caminando uno al lado de otro, y la gitana, a pesar de llevar los zapatos
agujereados, anda con pasos cortos, como una dama.
- Est muy bien - dice l dando un pequeo salto.
- Qu es lo que est bien?
- Todo, todo est muy bien - exclama cogiendo a la gitana porque una vecina cargada de
vveres est a punto de cruzarse con ellos.
- Buenas noches, seora Fundrov - le saluda Gastn por si acaso, para que la vecina los
vea.
Y la seora Fundrov, al ver a Gastn cogiendo a la muchacha por el codo, deja el cesto
en el suelo, y lo atraviesa con la mirada, y hace un comentario:
- Pobre mam!
Pero la gitana da la vuelta por una bocacalle que conduce al ro, y sigue fumando, como si
suspirase. Y el callejn est silencioso y destartalado, y promete que all puede ocurrir,
puede suceder, cualquier cosa. Delante de una casa en ruinas de estilo tirols, hay una
farola de gas muy alta. La escalera de madera desaparece en el primer piso. Por un lado la
vetusta barandilla est derribada, cuelga torcida, como una escalera de mano.
La corteza blanqueada de la hogaza brilla, la gitana la rompe y se la come, y los trocitos
de corteza blanqueada brillan como el blanco de sus ojos rabes.
Gastn le confa:
- Una vez..., una vez yo estaba aqu, no me encontraba muy bien, y llova a cntaros. Y
aqu, debajo de la luz de esta farola de gas, estaban tres chiquillos gitanos cantando y
bailando, el agua los mojaba... Pero los chiquillos cantaban, no dejaban de cantar, cantaban
sus ay, ay, ay..., y se entregaban y se desentregaban al baile..., y llova a mares y de repente
los chiquillos hicieron que me sintiese mejor.
- Eran los chiquillos de mi hermana - dice y pone su zapato en el primer escaln -. Subes
conmigo?
- Pues claro..., pero est tu hermana...
- Ha ido con los cros a la cosecha de lpulo.
- Pues para quin es ese pan?
- Para mi hermano, pero ya se ha ido a trabajar - dice y empieza a correr por las escaleras,
se para arriba y aconseja a Gastn -: Prate! Aqu falta un madero... No pises aquel
escaln!
Y Gastn se coge de la barandilla que con gran estrpito se hunde hacia el patio. Al llegar
arriba, ve que hay un agujero en el tejado, y se pueden ver las estrellas. Y la gitana da
saltos de alegra, y se oye cmo el suelo de madera se va desmenuzando y cayendo al
patio. Coge a Gastn por la mano y da una patada a la puerta que grue durante un buen
rato. Despus pasan por un pasillo oscuro, ella abre la puerta, Gastn entra y se lleva las
manos a la cabeza.
- Caramba! - exclama.
Y en una de las ventanas brilla la farola de gas que crece desde la acera, y sus rayos
inclinados iluminan el suelo de una gran habitacin vaca, y la luz del farol se rompe en el
espejo que est en el alfizar de la ventana, y salpica un rectngulo plateado en el techo,
Bohumil Hrabal
Los Palabristas
desde all una luz fina y tierna cae en forma de llovizna, y se esparce por la habitacin, y
provoca la msica de los abalorios de la araa de Venecia que est colgada del techo, y que
brilla como una joyera. El techo es abovedado, y cuando se une a las paredes de la
habitacin parece un paraguas blanco y abierto, con cuatro varillas.
- De dnde ha salido esta lmpara..., eso...? - pregunta.
- Robado, piensas? - dice haciendo con la mano el gesto de robar.
- S..., robado - dice.
- Que se mueran mis hijos si no la hemos comprado en el bazar! - dice dejando el pan en
el alfizar de otra ventana -. Mi hermana se hubiese podido comprar una cocina, pero
prefiri comprarse ese espejo - grita y empieza a correr pegada a una pared de la que
cuelga un espejo muy largo, va desde el techo hasta el suelo.
Gastn se da la vuelta, y la araa se refleja en el espejo, y emite un resplandor como el de
un rbol de Navidad iluminado.
- Nosotros no somos unos gitanos cualesquiera! - dice ella poniendo sus pies en la
posicin bsica de ballet -. Nuestro abuelo era el patriarca de los gitanos! Iba con
americana, y un bastn de bamb, y una de mis hermanas siempre le abra la puerta, y otra
le limpiaba los zapatos. Para que te enteres! - Levanta la cabeza y se pone a toser.
- Bueno, bueno..., pero por qu ests tan resfriada?
- Nosotros, los gitanos, siempre. Fuimos al teatro a ver Carmen, Carmen era una gitana, y
tambin cantaba como si estuviese resfriada.
- Dnde trabajas?
- Yo? All donde duermo, all arriba, en la tejera, hago de comer y limpio. - Suspira, y
coge el peridico y se pone a leerlo a la luz del farol.
Gastn toca la cara de ella en el reflejo del espejo, de su propia cabeza sale la araa, como
si fuese un surtidor de agua, y salpica en forma de arco trocitos de cristal diamantino. A
travs del espejo Gastn ve cmo la gitana se sienta sobre el alfizar, y lee un peridico
resplandeciente..., y se pone a pensar que si alguno de sus conocidos le viese all, seguro
que se volvera loco y se morira de celos. Gastn abre sus brazos, se da la vuelta contento,
y grita dulcemente.
- Oye, checo! - dice la gitana bajando de un salto -. Dame cuarenta coronas, no lo
lamentars. Nosotras, las gitanas, tambin somos limpias.
Para demostrarlo se levanta los dos mandiles unidos con imperdibles, y seala el espejo
donde se iluminan unas braguitas blancas.
- O sea que me vas a dar cuarenta! - exclama arrimndosele.
l la abraza como en las pelculas, le acaricia los omoplatos prominentes, se contiene y
dice:
- Qu va! Treinta y cinco y basta! Ni esta pizca ms! - Le muestra un trocito de ua.
- Pues treinta y cinco, pero ahora mismo!
- No, despus. Cuando haya visto lo que me has prometido!
- Ya lo s... Todos sois iguales! Al principio prometis mucho, y al final dais una patada a
la muchacha.
- Pero yo no! - Gastn se seala a s mismo y crece -. Yo, chica, siempre que prometo
algo lo cumplo.
- Bueno, bueno - dijo con la voz ronca -. Al menos mustrame el parn!
Y la gitana con su dedo empieza a hacer dibujos sobre el pecho de Gastn y levanta la
vista.
- Y por qu? Te he dado mi palabra... Y aqu tienes mi mano!
- La palabra y la mano! Es mucho mejor ver el parn. Es que a m me gustara mucho
tener aquel jersey...! - Coge la mano que le ofrecen y se la pone sobre el pecho -. Sabes lo
bien que quedara mi cuerpo con el jersey?
Bohumil Hrabal
Los Palabristas
Bohumil Hrabal
Los Palabristas
- Tampoco voy!
- Eso me gusta! Yo lo notara enseguida y me tirara al Moldava. Pero, si los dos
fusemos a bailar a Svt, y alguien quisiera bailar conmigo, qu haras?
- Que qu hara?
- Es decir que me dejaras bailar con otro? - Salt fuera de la cama.
- Antes de regresar a la cama, lmpiate los pies. Seguro que los llevas sucios.
Bohumil Hrabal
Los Palabristas
- Muy bien! - dijo sacudiendo las plantas de sus pies -. Te gusta estar en casa! Pero t
me dejaras bailar con otro sin ningn motivo? - exclam, y cuando l bostez y se qued
mirndola sin entender nada, grit -: No me abofetearas? - Y volvi a tenderse sobre el
edredn limpio.
Gastn cerr sus ojos, y con ambas manos se refreg las sienes, y volvi a ver su cara en
el escaparate del supermercado, se vio en el espejo, record lo bien que lo haba tratado la
gitana, al principio, en la cama, estaba asustada, turbada, poco hbil... Despus de esa
valoracin dijo:
- Te dara un par de tortas de padre y muy seor mo!
- Lo saba! Es decir que me quieres! - Se alegr.
Y por encima del edredn se dio la vuelta rpidamente, y quedo boca abajo. Y mova sus
piernas descalzas.
- Pero yo soy ms bien solitario - dijo.
- Me parece bien. Es como debe ser. Sabes, bonito? Si alguna vez estamos los dos en
casa, ser como si yo no estuviese. Si nuestro hombre as lo quiere, las gitanas somos muy
discretas.
- Pero como siempre ocurre, llegan los hijos y los problemas!
- Qu problemas? Yo tengo una hijita que se llama Margitka.
- Que lstima! Yo siempre haba querido tener hijos rubios.
- Los tendrs! Seguro! Margitka es rubia. La tuve con un checo rubio... Pero despus
empez a beber demasiado, y lo ech a la calle. Es tan guapa!
- Bueno, pero dnde va a dormir? - Se rasc la cabeza.
- Pues donde yo dorma. Dormir en el cajn del sof, o del armario! Y cuando Margitka
ya tenga tres aos ir a por tus cigarrillos, tu cerveza, te pondr las zapatillas... Cul es el
ancho de estas ventanas?
- Un metro veinte.
Rpidamente se puso boca arriba y dijo contenta:
- Qu suerte! Mis cortinas tienen el mismo ancho. Qu bien van a quedar aqu!, para que
lo sepas... - Baj los pies de la cama, y se levant el mandil -. Aqu est el billete de
cincuenta. Ya tenemos algo para empezar, no?
Y de debajo del elstico de las braguitas blancas sac el billete doblado en ocho partes, y
lo dej en la mesilla con salpicaduras de la luz verde del ojito mgico.
- Qu edad tienes? - le pregunt.
- Dieciocho. Y para ti, dentro de diez aos todava ser ms guapa. Y t te conservars
atractivo quince aos ms. Pero verdad que si fuese a bailar con otro me daras una
paliza?
- Te dara una buena paliza!
- Jramelo!
- Te lo juro!
- Pues ahora ya te creo. Y t vers lo que es capaz de conseguir una gitana cuando quiere a
alguien. Todo el mundo va a envidiarte. T eres mi hombre, es decir, mi dueo, a partir de
ahora lo sers todo para m.
Hablaba en serio, y con su cabeza iba asintiendo.
Gastn mir toda la habitacin, y le pareci triste y poco vistosa. Record la habitacin
con la araa de Venecia, y el farol de gas delante de la ventana. Slo deseaba recoger sus
cosas y salir para siempre de su casa, ir a vivir en la judera, en aquella casa que se caa a
pedazos, pero que en el pasillo tena un techo que por la noche permita ver las estrellas, y
donde se poda leer el peridico a la luz del farol de la calle.
- Pero qu va a decir mi madre? - pregunt.
Bohumil Hrabal
Los Palabristas
- De eso me ocupo yo. Le dir, Seora, yo tambin soy humana. Pero qu ocurrira si tu
madre dijese, Antes de casarte con una gitana debers pasar por encima de mi cadver.
Qu haras?
- Yo le dira, Madre, tindete. Que yo pueda pasar por encima de ti!
Ella le ofreci sus labios. Y dijo:
- Ahora por amor!
Despus, con manos temblorosas, abri un imperdible tras otro, y los dos mandiles
separados se cayeron al suelo como la casulla de un obispo...
De la radio, detrs de ellos, sala el canto de jazz. Tres mujeres negras cantaban con su voz
atronadora... O Johnny... Tres negras atronadoras que pareca que estuviesen en el fondo de
un pozo profundo y resonante, y que desde cada una de las gargantas se abriese camino una
cancin sobre la propia felicidad de aquel amor tan infelizmente feliz... O Johnny, my
darling...
3
Entre los arbustos de delante del pequeo castillo comenz a cantar el primer pjaro.
Despus se aadieron otros, y el aire matutino se llen de gorjeos. Gastn caminaba
cogiendo a la gitana por el brazo, y se par delante de una vitrinita con imgenes de
pelculas. En un cartel Grard Philippe tena un sable y llevaba la camisa desabotonada.
- Algn da me gustara ser Fanfan. Slo por un da se quej Gastn.
- se? - Lo seal.
- No es un se, es Grard Philippe en el papel de Fanfan la tulipe.
- Y a m qu me importa? Voy a decirte algo. T eres ayudante de lampista, y cuando en
una casa no sale agua del water, quin va? T! Cuando no sale agua del grifo, a quin
llaman? A ti! Tendran que hacer una pelcula sobre t y yo. T tienes un empleo seguro, y
eres til a los dems, por qu quieres saltar por los tejados con un sable en la mano? Ya lo
vers cuando lleguemos a la tejera. La mitad de los gitanos son Fanfan la tulipe, pero
fabrican ladrillos. Y con los ladrillos se hacen las casas.
- Es que Grard es tan atractivo...!
- Atractivo, atractivo... - dijo la gitana, y cogi una punta del cartel y lo arranc con un
movimiento brusco -. Cuando nos casemos invitaremos a mis primos, descargan carbn.
Vers a cuatro Grards! E incluso vendr mi abuelo, con la americana azul y el bastn de
bamb - explic muy seria.
Despus empezaron a caminar alrededor de la estatua de Podlipny que pareca que con su
dedo estuviese llamando hacia sus pies a todos los perros perdidos.
- Eres el mismo tipo de hombre atractivo que mi padre, se llamaba Demeter, me llevaba a
cuestas y fumaba, mam siempre caminaba detrs de l, y pap de vez en cuando le pasaba
el pitillo para que tambin diese una calada. Descargaba carbn en Zizkov, y todo el
mundo deca que pareca el patriarca de la tribu.
La gitana no paraba de hablar, se pusieron a caminar por el antiguo brazo del Moldava, y
por primera vez Gastn comprob que la mano de una mujer puede inyectar confianza
directamente en el corazn. Los primeros rayos del sol ya anunciaban la madrugada,
algunos pescadores tenan la espalda encorvada exactamente igual que sus caas de pescar.
En la punta de la isla Manin unos pastores alemanes aullaban dentro de jaulas, y los
rboles y los arbustos tiritaban con el canto de los pjaros.
- En pocas palabras. T eres ayudante de lampista. Quin es ms que t? - dijo la gitana
al final.
Gastn se le confi:
Bohumil Hrabal
Los Palabristas
- Sabes? Mi maestro es un caso. Siempre me dice que le tutee, pero, chica, cmo voy a
tutearlo si es mayor que yo? Y como no quiero tutearlo porque es mayor, en plena taberna
me seala y grita, Seores, han visto alguna vez un muchacho tan estpido como se?
- Pues vaya! - dijo la gitana.
- Pues ya ves. - Se ri Gastn -. Sabes? Yo s que mi maestro lleva razn cuando me dice,
Mira, si durante el trabajo nos tuteamos, yo, gracias a la confianza del tuteo, puedo
contarte muchos secretos del oficio, cmo se adquiere maa... Pero si me tratas de usted...
Y yo le miro y le digo, Maestro, no se enfade conmigo, pero sus hijos ya son mayores, y
adems, en el trabajo, no puedo ni compararme con usted. Usted es muy maoso, y yo no
le llego a la suela del zapato... Y otra vez el maestro me seal en la taberna y dijo, Fijaos,
amigos, Gastn quiere mantener las distancias con su maestro. Habis visto alguna vez
una persona tan estpida? Eso es lo que grit, y despus me quera convencer, Gastn t
tienes que conseguir ser mejor que yo, tienes que mirar mis manos con atencin, porque
as podrs ser mejor. Gastn, cuando el potro exprime a la yegua, ella le da una coz - Es
decir que a partir de hoy se ha terminado. Si no me quieres tutear, a mi lado no te sentirs
como en el trabajo, te sentirs como en la mili. Y ni como en la mili! Para ti esto ser
como un campo de concentracin! Y adems, Gastn, ya no compartiremos la bolsa de la
comida! Eso me lo dijo gritando, y tir al suelo mi fiambrera con el almuerzo y la cuchara.
Y cuando yo me agach para recoger la fiambrera, me dio una patada e hizo que me volara
de las manos.
- Es decir que te llamas Gastn? Gastn! Gastn! Gastn, quiero decirte algo, ese
nombre es ms bonito que Fanfan! Pero Gastn, por qu no tuteas a tu maestro? No eres
su ayudante? - dijo a la entrada del puente de Troja.
Se detuvieron y ella comenz a acariciar la estructura rugosa de la barandilla.
- Tcala! An se nota el sol de ayer... Pero por qu no tratas de t a tu maestro?
Gastn se inclin sobre la barandilla, despus abraz a la gitana y dijo en voz baja:
- Soy tmido. - Y con el ndice seal hacia abajo.
En la orilla del ro estaba un gitano estirado bajo unos edredones, era enorme, iba desnudo,
boca arriba, y tena todo el cuerpo destapado, tatuado, como un cuento para nios. Tena
una mano doblada bajo su cabeza, y su bceps eran tan grande que la carne le haca de
almohada. Sus bigotes parecan colas de caballo. Y aquel gigante fumaba tranquilamente
con su mano libre, miraba la ltima estrella del cielo azul y fumaba. A su lado descansaba
una cabeza con una cabellera abundante y con la cara contra la almohada. Y de debajo del
arco del puente sala la vara de un carro de vela, y las posaderas de un caballo marrn, que
mova la cola de un lado a otro.
La gitana cont llena de orgullo:
- Mi familia tambin lleg desde muy lejos en un carro de vela. Seguramente empezarn a
buscar trabajo como hicimos nosotros hace un ao.
- Por qu han dejado el caballo bajo el puente mientras que ellos duermen sobre el roco?
- Estn acostumbrados, como nosotros. Nosotros cuando hace buen tiempo preferimos
dormir fuera. Dentro de casa nos ahogamos... Demeter, mi padre, tambin iba tatuado.
Todos los domingos nos metamos en su cama y con el dedo le reseguamos el pecho,
como si fuese un libro con dibujos, y pap se rea porque le hacamos cosquillas.
- Es maravilloso que en el mundo todava haya personas as! - dijo Gastn.
Y la cabellera abundante vecina al tatuado de los bigotes se dio la vuelta, con las manos se
separ el pelo, como un sauce llorn. Era una gitana que se estiraba y bostezaba. Despus
el gitano, sin dejar de mirar al cielo, le pas el pitillo que estaba fumando, y la gitana
tambin se puso a mirar el cielo de la maana, y fumaba, y despus devolvi el cigarrillo al
hombre, y el gitano sabore de nuevo el humo azul. Los que estaban esperando el tranva
se inclinaron por encima de la barandilla del puente, y los gitanos seguan dejndose y
Bohumil Hrabal
Los Palabristas
Bohumil Hrabal
Los Palabristas
l, y que ella le abandonaba por el padre de sus hijos, y que le daba las gracias por su
buena educacin... Cuando el maestro tiene una jarra de cerveza sobre la mesa y recuerda
estas cosas, se pasa la mano por el pelo, se restriega los ojos, y cuando ya me lo ha contado
todo me pregunta, Gastn, has odo alguna vez algo parecido? Yo no. Y eso tena que
pasarme precisamente a m...
Al final del camino salieron a la ciudad, y fueron bordeando la valla de la tejera. Bajo una
acacia estaba un viejo con una escopeta de perdigones en las manos.
- Quin est ah? - pregunt.
- Soy yo, abuelo - dijo la gitana con su voz ronca.
- Por aqu rondan unos hijoputas! Ocurrir alguna desgracia! Yo, despus del tercer
aviso, no esperar a que se rindan, les llenar la cara de perdigones! - Se torturaba el viejo
vigilante.
- Padre! - grit Gastn -. Traigo a la gitanilla!
El viejo avanz hasta la valla y se puso la escopeta en el hombro.
- Y t, traviesa, hace mucho rato que deberas estar durmiendo! Y se, qu...?
- Es mi enamorado - dijo.
- Enamorado? Sabe tu nombre?
- Eso s que no lo s - dijo Gastn -. Y me he acostado con ella!
- Es igual que cuando yo era joven. - Se content el vigilante. Abri la verja, cogi a
Gastn por los hombros y le dijo -: As me gusta! Solo hay que persistir en el amor. Yo
tambin iba hacia Zvernek por el camino del bosque, y encontr a una mujer, y antes de
llegar al pueblo ya le haba ofrecido mi mano, y ella me haba dicho que s. Slo despus
nos presentamos. Vivimos dos aos juntos, pero despus nos casamos... No han odo
nada? - El vigilante se qued rgido, con un pie en el aire, como si fuese un perro conejero.
- Nada - dijo Gastn en voz baja.
- Qu bien! Yo oigo ms de lo que veo, siempre sueo que los ladrones terminan conmigo
y con la caja fuerte - contaba el viejo mientras andaban por la niebla rosada y el csped
azul.
- Abuelo, tiene un trabajo difcil - dijo Gastn.
El vigilante suspir:
- Demasiado difcil, pero me satisface. Es decir que usted sale con una gitana? Usted es
un hombre muy valiente! Pero le aseguro que no se arrepentir, slo tiene que tenerla bien
atada... Y su casa ser un paraso. La ma tambin provena de un carro..., haba corrido
mundo. Pero como esposa? - Con su mano hizo un gesto negativo -. Pero t tienes fro,
verdad traviesa? Pues venga joven, ver dnde duerme Margit, su prometida.
- Es decir que se llama Margit! - exclam Gastn -. Que nombre ms precioso!
Y la gitana tiritaba de fro, pero se rea, y roncaba un poquito. Despus el viejo vigilante
seal el bosquecillo de acacias donde dorman los gitanos cubiertos con edredones,
algunos tenan su brazo sobre la almohada como si nadasen en crol a travs del prado,
otros estaban enrollados como un ovillo, otros pareca que los haban matado de un tiro...
Pero todos respiraban en un sueo saludable. Algunas cabecitas con rizos y tirabuzones
decoraban el albergue de la tejera.
- Sus casas estn all, pero es tpico en ellos que, cuando llega el verano con sus noches
clidas, se ahoguen en las casas. Ya sabe, la sangre caliente! - El vigilante se rea.
Y ms abajo, desde la bruma azulada, surga Praga, las bombillas an estaban encendidas,
y decoraban la ciudad con guirnaldas de luces, como en un circo donde se hubiesen
olvidado de apagar las luces. La torre de Petrn an brillaba con sus seales de precaucin
rojas, y sobre el pararrayos de la chimenea de Strsvice brillaba un rub. Pero los
trabajadores de la tejera dorman, encima de ellos caan las flores mustias de las acacias...
Los gitanos, los antiguos nmadas que no haca mucho que haban llegado a Praga en
Bohumil Hrabal
Los Palabristas
Libros Tauro
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