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LA SIRENA ROJA
PROFECIA DRAMATIZADA EN UN ACTO
PERSONAJES
La Nita.
Ec Papne.
Eu Mrurrar,
UNA Novia:
Et. Novio,
UN’ SoLDADo.
Las IkREDENTAS.
EL CoMANDANTE.
Los Fouzanos.
UN MoceTON.
UNA. Viesecrra
La Sena Rosa.
UN JovEN.
UN Vesere,
UN Morrsunno,
UN OnreRo,
ACTO UNICO
CUADRO PRIMERO
Naturaleza: una marina de factura ini-
mitable. El vigor del primer término
y el misterio de las lejanias, denuncian
la amargura del artista de la crea-
cién al ejecutarla.
Una multitud abigarrada se agita en el
muelle aupando sobre los bultos, ca-
rros de mano, etc... Se disputa el
lugar en el dolor, en la angustia
que parece ser el patrimonio de to-
dos.
Atracado al muelle un transporte de
guerra repleto de carne de canon se
balancea presuntuosamente como enor-
gullecido de su presa; dijérase que le
Wenan de alegria la mirada fosca, los
rietus endurecidos, las ventanillas de la
nariz dilatadas nerviosamente y las ca-
belleras enhetradas de los guifiapos
humanos que hierven en el portalén
de carga, sobre el muelle, en todas
partes.
Hora del cuadro: la que el empresario
elija; estaria por aconsejarle que fuese
un amanecer, Escoger la hora gris, o
la noche pudiera muy bien predispo-
ner a una hiperestesia, y bien consi-
derado no 10 merece el piiblico...
;Son tan imbéciles los piblicos! Na~
da grande cabe en ellos, nada, ni el
dolor.
En una de las bordas del transporte
hay dos viguetas anchas tendidas al
muelle. Una valla de soldados deja
el paso a los que faltan por entrar ¢€
‘impide la salida de los cautivos.Ex Papre.
vuelva —si vuelvo—, a
Cuando yo as
‘EX PADRE. A
Porque habr4s crecido lo suficiente
y te habr& tomado bajo su proteccién
el vicio. El vicio es prédigo con sus
La Nrfa. (Lacrimosa, a un militar que
pasa.
Oyo usted?
Ex Muzrar. (Con acritud.)
éTengo de cargar con Jos ajenos do-
lores ademas de los mios?
Una Novia.
‘Un momento més; ya se adelanta-
ran los otros, un momento més; para
convertirse en esclavo nunca es tarde.
¥o deseo ir contigo; estar a tu lado:
compartir tu desti
Et Novio.
Pasarom lnc suefies; loc celaboncs de
mi cadena me obligaron a reflexio-
nar... Tus suefios y mis suefos nos
han perdido. Una vez en el destierro,
por escatimar las caricias de los capa-
taces; por sustraerme a la esclavitud
entre los henequeneros; para librarme
de las bellaquerias de la soldadesca,
muy posible es que te sacrificara. Ape-
tecerte... habrian de apetecerte y a
ningin precio me pareceria cara mi li-
bertad. jTe sacrificaria! ¥ al fin y al
cabo eres solo mi esposa, pero la liber-
tad es mi querida. Se ama mucho mas
a una querida.
Ex Sotpapo.
No hay orden.
IRREDENTAS.
iPues por eso! ; Vaya un necio! “No
hay orden”... Al desorden venimos.
EL COMANDANTE. (Al soldado.)
Tienen razén; dales paso.
‘Ven, mi virgen brava; ven, mi vir-
gen loca.
IRREDENTA 1.
Cuando mis pomas de placer endu-
recian, dijo mi padre: “Ya podias ayu-
darme a sostener mis vicios.”
IRREDENTA 2.
Y¥ vendemos por horas el placer...
IRREDENTA 3.
entrar en juego los
virgen loca. Como yo, estas de
sociedad y Ia ley... Sere la simienteKe
LA SIRENA ROJA.—MARCELINO DAVALOS
€l es. (A uno de los
Sel de la barba como
) Ese. mn
iis’ alas del cuervo... ese es mi hijo.
donde
me ves, hecha una ruina,
qué alegria! Es un hijo
qué? No por esto de-
mi vientre... Igual se
sefioronas. Lo re-
y mama-
ba a dos carrillos... Yo si que le
amamanté a mis pechos; las
sas, sedas, tules..., ;pero le amaba
tanto! Por eso senti deseos de ensenarle
la fortaleza del sacrificio. Yo hice el
sacrificio de ser buena, buena por él.
‘Trabajé como negra, peor que negra.
;¥ todo para qué! jHoy me lo levan
como a tantos otros a esa tierra inhos-
pitalaria donde se pudriré y se me mo-
riré como si fuera un perro. jAy, de-
yuélvanme @ mi criatura! Tendran los
gobiernos sobra de esclavos; las muje-
res abandonadas de sus amantes ten-
dran més amantes que elegir... jYo
tengo solo un hijo y me lo arrebatan!
zEntiendes ti? gEntiendes ti lo que
esto significa... ?
Ex Mocer6n, (A grito tendido.)
;No llores, madre! Si las olas na me
sepultan en e] camino y arribo a la
Siberia mexicana, de todos los depor-
tados he de formar una familia. Mas
duro es el hierro y tu lo has visto:
toma en mi fragua las formas que le
fija mi capricho. Hoy esta envilecido
el taller, y por eso se deja arrebatar
sus hijos. Si las olas no me sepultan,
madre, volveremos a dignificar el taller.
(En el muelle se acentia el
movimiento; los tablones han
desaparecido y se oyen voces de
mando. Hace un rato comenzd
a funcionar la hélice y la hora
233
de marcha ha sonado. Imyj
describir la angustia, la Taraine
tud de los que en el’ muelle han
quedado y miran alejarse pesa-
damente el transporte. Las pala-
bras “hijo”, “madre”, “adios” sue-
len sobreponerse como notas de
lujo, gritos fugaces... Entre el
transporte y la multitud del
muelle, emergiendo de las aguas.
surge esplendorosa y austera La
‘SmENA Rosa.)
La Smena Rosa. (A las multitudes.)
Nada es el dolor vuestro comparado
con el mio: libertos por fuerza, afio-
rdis a la postre los grilletes... jyo soy
el eterno grito rebelde y por eso mi
angustia es mayor! ;Treinta afios hace
vivo encadenada y sin embargo...
aguardo al elegido, al principe del en-
cantado pais... él me despertaré con
un Osculo de amor; distenderé la pom-
pa de mi manto de purpura... Aguar-
dad... aguardad...
(;Oh magia de la esperanza!
Al diluirse en las aguas y en las
tintas del cielo La SIRENA Rosa,
la multitud saborea el bdlsamo
de la resignacién. Da un ultimo
adiés a los deportados, y silencio-
sa torna a sus ergdstulos arras-
trandose indiferente por el asfal-
to de las avenidas.)
CUADRO SEGUNDO
En la Siberia Mexicana
Un lugar de desolacion, de esclavitud y
muerte. Aqui 0 aculld, hacinados, los ex
hombres, los despojos humanos, se de-
baten presa de la malaria. Todos ellos
famélicos, Wagados, astrosos, canijos.
También hay algunos ejemplares que
rien... no precisamente de alegria: la
vesania es una de las mil formas del
paludismo.
Un vejete con aspecto de ave de ra-Na Roya estd cerca.
i
ESCENA UNICA
UN Joven. (Con una enorme piedra a
cuestas.)
iA un lado! ;No puedo m4s! ;Van
qué demo-
(Procurando vendar sus
piernas Uagadas.)
iNifio! Si tanto te fatiga ese peso,
gcémo vas a componértelas cuando lle-
ves el que me abruma las espaldas y
el pensamiento?
EL Joven.
é¥ en qué piensas ta?
EL Vesere,
iPienso en mi libertad!
EL Morigunpo,
Litvenme... bajo un arbol... ;{Me
abraso! Tengo sed... me muero.
EL Mocezon.
iArre all4! Es el tnico feliz..., se
acerca su liberacion; va a dejar de'su-
frir y nos pide ayuda... ja nosotros!
A Ja carne de cafién; a los hijos de la
lena, que no sabemos siquiera cudn-
io habremos de morir... jArre alla!
(Aderezdndole un puntapié.)
EL Morreumpo,
por dos veces.)
Tienes... ra
(Después de rebotar
zon.
(Expira.)
(TEATRO DE LA REVOLUCION MEXICANA
pataces; todos estos tienen el corazén
de almibar... ; Vivo, bribones... vivo!
UN OpreRo. (Al capataz.)
Déjame, por lo menos, escribir. Bien
lo vale mi pobrecita madre muerta sin
haber yo cerrado sus ojos. Bien lo vale
mi padre, cogido de leva y maltratado
en un cuartel. Bien lo valen mis hijos
famélicos, rodando quiz de casa en
casa, en busca de un mendrugo de pan.
Et Moceron.
iNo lo valen! Si tenemos la abyec-
cién de resignarnos a ser esclavos, de-
bemos tener la dignidad suficiente para
saber enmudecer. jNo lo valen!
(Parpadeos de sombra van
poco a poco traduciéndose en
descanso para los cautivos. Bien
pronto sonard el toque de silen-
cio. Dios, que no se resigna a
ser olvidado, les revela su exis-
tencia otorgéndoles el beneficio
del suefio.., subrayado alguna
vez por el ensuefio. Lo que en un
principio fue como el preludio
de una cancién guerrera, como
el alma de un clarin, se crista~
liza al cabo de una polisinfonia
guerrera. Al azotar el oleaje en
contra de los arrecifes, la desea~
da, la bienvenida, la sofiada, LA
SmeNA Rosa. avanza majestuosa
sobre las aguas. Un asceta, al
verla, creeria contemplar a‘ Je-
sus caminando en el Tiberiades.
La multitud se inflama, se agita
y vibra por fin al grito de):
La Smena Rosa.
iSursum cordat
EL Moceron.
iOh, bien venida! Te esperaba...
he pensado siempre en ti.
La Smena Rosa.
El hombre pensamiento es la som-«
bra de un hombre; el hombre accion, .— Ss
LA SIRENA ROJA—MARCELINO DAVALOS
el hombre! Os resignéis to-
Uivia? gCudl fue tu ‘delitor
‘UN_OsnExo.
>
-
‘Elegi a un hombre para que nos
‘como burlé nuestra re~
le pedi abandonase el
mandase, y
presentacion,
poder.
La SIRENA Rosa.
Infantil peticion: lo que debe exi-
girse, no se pide. ¢¥ tu...? ¢¥ ta...?
(Todos explican los motivos
por los cuales se les envié al
destierro; cuando La Smena ROsA
“gDesedis ser li-
bres?” un clamoreo ingente in-
vade la extension, destacdndose
en é la vigorosa voz del moce-
ton de la barba negra como las
alas del cuervo: “Lo deseo” ‘Lo
exijo” “Lo quiero.” En la tinta
de fuego del crepiisculo y en*el
verde negruzco de las olas, des-
aparece La StRENA Rosa. Las olas
han culminado en visién apoca-
liptica: en su seno parecen du-
Wir méiriadas de larvas y en la
espuma de las crestas tomdran-
se esas larvas por mirtadas de
arcéngeles agitando aceros vege-
tativos. La sinfonia del mar es
amenazadora: mezcla de plegaria
y de dlasfemia; el tema de la
vieja cancién guerrera se crista-
liza por fin, y la carne de cafién,
wanizada por la presencia de
SIENA Roya, se retira a sus
guaridas, repitiendo con sabor de
estribillo el tema. ;Soy la Sirena
les pregunta
Roja! jSoy la Sirena Roja!)
CUADRO TERCERO
La marina del primer cuadro: Desma-
» con aspecto de dguila enferma,
un anciano recubierto de oropeles,
Jones, cintas, dguilas, or
| iNunca!
pugna por te-
nerse en pie frente a La Siena Rosa,
que le repite implacable: jEs tarde!
Ex Ancrano.
Por mas de treinta afios les impuse
mi voluntad... han sido mios... {Solo
mios...1
La Smena Rosa.
Por una natural reaccién seran de
todos menos tuyos de hoy en mas.
Et Ancrano.
Haz que cese ese canto...
La Smena Rosa.
jImposiblet ;Es el himno de la Si
rena Roja! En muchos afios de marti-
rio, de esclavitud, de abyeccién, de
asesinatos y de sangre, se fue mode-
lando nota a nota. Si las olas callan,
cuando emprendas la vuelta a la ciu-
dad, los 4rboles, los montes, el aire
mismo lo repetirén constantemente en
tus oidos.
EL ANcraNo.
Vuélveme el poder por lo menos
diez afios... debo reparar mi obra...
La SmENA Rosa.
Es tarde.
Ex ANciANo.
Cinco afios nada mas...
La Siena Rosa.
Es tarde.
EL ANcIANO.
Un afio solamente... jNo puedo
transigir con los rebeldes! Deben so-
meterse ante todo y ya les haré li-
bres... No puedo transigir con la rebe-
lién. Soy su caudillo... Soy el héroe
de Ia paz... un afio... un afio..
La Smena Rosa.
iNi uno! Lo que a los tiranos vul-
gares: una poca de tierra... y mucho
olvido.
EL Anciano.
iQue cesen de cantar...
haz por
callarles. ..!= de
— me.
Sinena RosA.
TA Ri eapaz de ensefidrselo... soy
impotente para hacer que lo olviden.
ste himno pudo haberte salvado y
pues no lo aprendié tu juventud para
Ei redencién, apréndalo’ tu vejez pa-
ta su tormento. Escucha:
HIMNO DE LA SIRENA ROJA
— Soy La Sirena Roja.
—#i principe lejano me dio el houe-
—naje de su beso; prendié a mis hom-
—: bros en signo de majestad el manto de
purpura USO mis manos a guisa
= Ge eetro te encendida, tea... Seguid~
—+ El Sol, el Mar y el Puego me dieron
= vida. Por eso irradio en Ia esfera; man-
—* tengo a raya mis con solo
> una orla de arena, y edifico sobre las
—cenizas en los lugares depurados por
—el padre Fuego.
La sangre derramada por los tira-
nos prest6 a mi real manto de escar-
lata sus reflejos.
Si conservais de humanos siquiera
sea vuestra desgracia, jseguidme! jOh,
los exangiies! jLos aherrojados de la
vida...! iOh, la carne de malaria
Los que no me aman, no son
nos de la vida.
a ‘TEATRO DE LA REVOLUCION MEXICANA
iSeguidme! .
Los que nunca haydis tendido vues-
tras manos en demanda de un men-
drugo de pan cuando el hambre os
torturaba, venid a mf... estéis inicia~
dos... venid a mi, pues yo guardo la
Mave maestra de las bodegas de los
ahitos,
Pero si habéis caido en la degrada-
cién de tender la mano... ensayad a
derribar tiranos. El movimiento es el
mismo.
‘LOS que llevais piedras a los lomos +
como bestias de carga, para construir +
Palacios de magnates, ensayad a for~
mar trincheras con ellas.¢
Los que haydis prostituido vuestras
liras incensando victimarios... es tiem-
po atin; ensayad a torturar la frase.
Tilde més, letra menos, las mismas
palabras contienen estas dos verdades:
El deber es un tirano: sacrifica y por
Ultimo, da muerte al hombre. O asi:
Y por iltimo, es un deber del hom-
bre sacrificarse y dar muerte al ti-
rano.
‘Seguidme!
iOh, los exangiies! ;Oh los aherro-
Jados de la vida!
iOh, la carne de malaria... venid...
venid...1
VIGIA CHICO, 1908.
FIN DE a
“LA SIRENA ROJA”