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La Sirena Roja - Marcelino Dávalos

Texto dramático anarquista de Marcelino Dávalos.

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Said Soberanes
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LA SIRENA ROJA PROFECIA DRAMATIZADA EN UN ACTO PERSONAJES La Nita. Ec Papne. Eu Mrurrar, UNA Novia: Et. Novio, UN’ SoLDADo. Las IkREDENTAS. EL CoMANDANTE. Los Fouzanos. UN MoceTON. UNA. Viesecrra La Sena Rosa. UN JovEN. UN Vesere, UN Morrsunno, UN OnreRo, ACTO UNICO CUADRO PRIMERO Naturaleza: una marina de factura ini- mitable. El vigor del primer término y el misterio de las lejanias, denuncian la amargura del artista de la crea- cién al ejecutarla. Una multitud abigarrada se agita en el muelle aupando sobre los bultos, ca- rros de mano, etc... Se disputa el lugar en el dolor, en la angustia que parece ser el patrimonio de to- dos. Atracado al muelle un transporte de guerra repleto de carne de canon se balancea presuntuosamente como enor- gullecido de su presa; dijérase que le Wenan de alegria la mirada fosca, los rietus endurecidos, las ventanillas de la nariz dilatadas nerviosamente y las ca- belleras enhetradas de los guifiapos humanos que hierven en el portalén de carga, sobre el muelle, en todas partes. Hora del cuadro: la que el empresario elija; estaria por aconsejarle que fuese un amanecer, Escoger la hora gris, o la noche pudiera muy bien predispo- ner a una hiperestesia, y bien consi- derado no 10 merece el piiblico... ;Son tan imbéciles los piblicos! Na~ da grande cabe en ellos, nada, ni el dolor. En una de las bordas del transporte hay dos viguetas anchas tendidas al muelle. Una valla de soldados deja el paso a los que faltan por entrar ¢€ ‘impide la salida de los cautivos. Ex Papre. vuelva —si vuelvo—, a Cuando yo as ‘EX PADRE. A Porque habr4s crecido lo suficiente y te habr& tomado bajo su proteccién el vicio. El vicio es prédigo con sus La Nrfa. (Lacrimosa, a un militar que pasa. Oyo usted? Ex Muzrar. (Con acritud.) éTengo de cargar con Jos ajenos do- lores ademas de los mios? Una Novia. ‘Un momento més; ya se adelanta- ran los otros, un momento més; para convertirse en esclavo nunca es tarde. ¥o deseo ir contigo; estar a tu lado: compartir tu desti Et Novio. Pasarom lnc suefies; loc celaboncs de mi cadena me obligaron a reflexio- nar... Tus suefios y mis suefos nos han perdido. Una vez en el destierro, por escatimar las caricias de los capa- taces; por sustraerme a la esclavitud entre los henequeneros; para librarme de las bellaquerias de la soldadesca, muy posible es que te sacrificara. Ape- tecerte... habrian de apetecerte y a ningin precio me pareceria cara mi li- bertad. jTe sacrificaria! ¥ al fin y al cabo eres solo mi esposa, pero la liber- tad es mi querida. Se ama mucho mas a una querida. Ex Sotpapo. No hay orden. IRREDENTAS. iPues por eso! ; Vaya un necio! “No hay orden”... Al desorden venimos. EL COMANDANTE. (Al soldado.) Tienen razén; dales paso. ‘Ven, mi virgen brava; ven, mi vir- gen loca. IRREDENTA 1. Cuando mis pomas de placer endu- recian, dijo mi padre: “Ya podias ayu- darme a sostener mis vicios.” IRREDENTA 2. Y¥ vendemos por horas el placer... IRREDENTA 3. entrar en juego los virgen loca. Como yo, estas de sociedad y Ia ley... Sere la simiente Ke LA SIRENA ROJA.—MARCELINO DAVALOS €l es. (A uno de los Sel de la barba como ) Ese. mn iis’ alas del cuervo... ese es mi hijo. donde me ves, hecha una ruina, qué alegria! Es un hijo qué? No por esto de- mi vientre... Igual se sefioronas. Lo re- y mama- ba a dos carrillos... Yo si que le amamanté a mis pechos; las sas, sedas, tules..., ;pero le amaba tanto! Por eso senti deseos de ensenarle la fortaleza del sacrificio. Yo hice el sacrificio de ser buena, buena por él. ‘Trabajé como negra, peor que negra. ;¥ todo para qué! jHoy me lo levan como a tantos otros a esa tierra inhos- pitalaria donde se pudriré y se me mo- riré como si fuera un perro. jAy, de- yuélvanme @ mi criatura! Tendran los gobiernos sobra de esclavos; las muje- res abandonadas de sus amantes ten- dran més amantes que elegir... jYo tengo solo un hijo y me lo arrebatan! zEntiendes ti? gEntiendes ti lo que esto significa... ? Ex Mocer6n, (A grito tendido.) ;No llores, madre! Si las olas na me sepultan en e] camino y arribo a la Siberia mexicana, de todos los depor- tados he de formar una familia. Mas duro es el hierro y tu lo has visto: toma en mi fragua las formas que le fija mi capricho. Hoy esta envilecido el taller, y por eso se deja arrebatar sus hijos. Si las olas no me sepultan, madre, volveremos a dignificar el taller. (En el muelle se acentia el movimiento; los tablones han desaparecido y se oyen voces de mando. Hace un rato comenzd a funcionar la hélice y la hora 233 de marcha ha sonado. Imyj describir la angustia, la Taraine tud de los que en el’ muelle han quedado y miran alejarse pesa- damente el transporte. Las pala- bras “hijo”, “madre”, “adios” sue- len sobreponerse como notas de lujo, gritos fugaces... Entre el transporte y la multitud del muelle, emergiendo de las aguas. surge esplendorosa y austera La ‘SmENA Rosa.) La Smena Rosa. (A las multitudes.) Nada es el dolor vuestro comparado con el mio: libertos por fuerza, afio- rdis a la postre los grilletes... jyo soy el eterno grito rebelde y por eso mi angustia es mayor! ;Treinta afios hace vivo encadenada y sin embargo... aguardo al elegido, al principe del en- cantado pais... él me despertaré con un Osculo de amor; distenderé la pom- pa de mi manto de purpura... Aguar- dad... aguardad... (;Oh magia de la esperanza! Al diluirse en las aguas y en las tintas del cielo La SIRENA Rosa, la multitud saborea el bdlsamo de la resignacién. Da un ultimo adiés a los deportados, y silencio- sa torna a sus ergdstulos arras- trandose indiferente por el asfal- to de las avenidas.) CUADRO SEGUNDO En la Siberia Mexicana Un lugar de desolacion, de esclavitud y muerte. Aqui 0 aculld, hacinados, los ex hombres, los despojos humanos, se de- baten presa de la malaria. Todos ellos famélicos, Wagados, astrosos, canijos. También hay algunos ejemplares que rien... no precisamente de alegria: la vesania es una de las mil formas del paludismo. Un vejete con aspecto de ave de ra- Na Roya estd cerca. i ESCENA UNICA UN Joven. (Con una enorme piedra a cuestas.) iA un lado! ;No puedo m4s! ;Van qué demo- (Procurando vendar sus piernas Uagadas.) iNifio! Si tanto te fatiga ese peso, gcémo vas a componértelas cuando lle- ves el que me abruma las espaldas y el pensamiento? EL Joven. é¥ en qué piensas ta? EL Vesere, iPienso en mi libertad! EL Morigunpo, Litvenme... bajo un arbol... ;{Me abraso! Tengo sed... me muero. EL Mocezon. iArre all4! Es el tnico feliz..., se acerca su liberacion; va a dejar de'su- frir y nos pide ayuda... ja nosotros! A Ja carne de cafién; a los hijos de la lena, que no sabemos siquiera cudn- io habremos de morir... jArre alla! (Aderezdndole un puntapié.) EL Morreumpo, por dos veces.) Tienes... ra (Después de rebotar zon. (Expira.) (TEATRO DE LA REVOLUCION MEXICANA pataces; todos estos tienen el corazén de almibar... ; Vivo, bribones... vivo! UN OpreRo. (Al capataz.) Déjame, por lo menos, escribir. Bien lo vale mi pobrecita madre muerta sin haber yo cerrado sus ojos. Bien lo vale mi padre, cogido de leva y maltratado en un cuartel. Bien lo valen mis hijos famélicos, rodando quiz de casa en casa, en busca de un mendrugo de pan. Et Moceron. iNo lo valen! Si tenemos la abyec- cién de resignarnos a ser esclavos, de- bemos tener la dignidad suficiente para saber enmudecer. jNo lo valen! (Parpadeos de sombra van poco a poco traduciéndose en descanso para los cautivos. Bien pronto sonard el toque de silen- cio. Dios, que no se resigna a ser olvidado, les revela su exis- tencia otorgéndoles el beneficio del suefio.., subrayado alguna vez por el ensuefio. Lo que en un principio fue como el preludio de una cancién guerrera, como el alma de un clarin, se crista~ liza al cabo de una polisinfonia guerrera. Al azotar el oleaje en contra de los arrecifes, la desea~ da, la bienvenida, la sofiada, LA SmeNA Rosa. avanza majestuosa sobre las aguas. Un asceta, al verla, creeria contemplar a‘ Je- sus caminando en el Tiberiades. La multitud se inflama, se agita y vibra por fin al grito de): La Smena Rosa. iSursum cordat EL Moceron. iOh, bien venida! Te esperaba... he pensado siempre en ti. La Smena Rosa. El hombre pensamiento es la som-« bra de un hombre; el hombre accion, . — Ss LA SIRENA ROJA—MARCELINO DAVALOS el hombre! Os resignéis to- Uivia? gCudl fue tu ‘delitor ‘UN_OsnExo. > - ‘Elegi a un hombre para que nos ‘como burlé nuestra re~ le pedi abandonase el mandase, y presentacion, poder. La SIRENA Rosa. Infantil peticion: lo que debe exi- girse, no se pide. ¢¥ tu...? ¢¥ ta...? (Todos explican los motivos por los cuales se les envié al destierro; cuando La Smena ROsA “gDesedis ser li- bres?” un clamoreo ingente in- vade la extension, destacdndose en é la vigorosa voz del moce- ton de la barba negra como las alas del cuervo: “Lo deseo” ‘Lo exijo” “Lo quiero.” En la tinta de fuego del crepiisculo y en*el verde negruzco de las olas, des- aparece La StRENA Rosa. Las olas han culminado en visién apoca- liptica: en su seno parecen du- Wir méiriadas de larvas y en la espuma de las crestas tomdran- se esas larvas por mirtadas de arcéngeles agitando aceros vege- tativos. La sinfonia del mar es amenazadora: mezcla de plegaria y de dlasfemia; el tema de la vieja cancién guerrera se crista- liza por fin, y la carne de cafién, wanizada por la presencia de SIENA Roya, se retira a sus guaridas, repitiendo con sabor de estribillo el tema. ;Soy la Sirena les pregunta Roja! jSoy la Sirena Roja!) CUADRO TERCERO La marina del primer cuadro: Desma- » con aspecto de dguila enferma, un anciano recubierto de oropeles, Jones, cintas, dguilas, or | iNunca! pugna por te- nerse en pie frente a La Siena Rosa, que le repite implacable: jEs tarde! Ex Ancrano. Por mas de treinta afios les impuse mi voluntad... han sido mios... {Solo mios...1 La Smena Rosa. Por una natural reaccién seran de todos menos tuyos de hoy en mas. Et Ancrano. Haz que cese ese canto... La Smena Rosa. jImposiblet ;Es el himno de la Si rena Roja! En muchos afios de marti- rio, de esclavitud, de abyeccién, de asesinatos y de sangre, se fue mode- lando nota a nota. Si las olas callan, cuando emprendas la vuelta a la ciu- dad, los 4rboles, los montes, el aire mismo lo repetirén constantemente en tus oidos. EL ANcraNo. Vuélveme el poder por lo menos diez afios... debo reparar mi obra... La SmENA Rosa. Es tarde. Ex ANciANo. Cinco afios nada mas... La Siena Rosa. Es tarde. EL ANcIANO. Un afio solamente... jNo puedo transigir con los rebeldes! Deben so- meterse ante todo y ya les haré li- bres... No puedo transigir con la rebe- lién. Soy su caudillo... Soy el héroe de Ia paz... un afio... un afio.. La Smena Rosa. iNi uno! Lo que a los tiranos vul- gares: una poca de tierra... y mucho olvido. EL Anciano. iQue cesen de cantar... haz por callarles. ..! = de — me. Sinena RosA. TA Ri eapaz de ensefidrselo... soy impotente para hacer que lo olviden. ste himno pudo haberte salvado y pues no lo aprendié tu juventud para Ei redencién, apréndalo’ tu vejez pa- ta su tormento. Escucha: HIMNO DE LA SIRENA ROJA — Soy La Sirena Roja. —#i principe lejano me dio el houe- —naje de su beso; prendié a mis hom- —: bros en signo de majestad el manto de purpura USO mis manos a guisa = Ge eetro te encendida, tea... Seguid~ —+ El Sol, el Mar y el Puego me dieron = vida. Por eso irradio en Ia esfera; man- —* tengo a raya mis con solo > una orla de arena, y edifico sobre las —cenizas en los lugares depurados por —el padre Fuego. La sangre derramada por los tira- nos prest6 a mi real manto de escar- lata sus reflejos. Si conservais de humanos siquiera sea vuestra desgracia, jseguidme! jOh, los exangiies! jLos aherrojados de la vida...! iOh, la carne de malaria Los que no me aman, no son nos de la vida. a ‘TEATRO DE LA REVOLUCION MEXICANA iSeguidme! . Los que nunca haydis tendido vues- tras manos en demanda de un men- drugo de pan cuando el hambre os torturaba, venid a mf... estéis inicia~ dos... venid a mi, pues yo guardo la Mave maestra de las bodegas de los ahitos, Pero si habéis caido en la degrada- cién de tender la mano... ensayad a derribar tiranos. El movimiento es el mismo. ‘LOS que llevais piedras a los lomos + como bestias de carga, para construir + Palacios de magnates, ensayad a for~ mar trincheras con ellas.¢ Los que haydis prostituido vuestras liras incensando victimarios... es tiem- po atin; ensayad a torturar la frase. Tilde més, letra menos, las mismas palabras contienen estas dos verdades: El deber es un tirano: sacrifica y por Ultimo, da muerte al hombre. O asi: Y por iltimo, es un deber del hom- bre sacrificarse y dar muerte al ti- rano. ‘Seguidme! iOh, los exangiies! ;Oh los aherro- Jados de la vida! iOh, la carne de malaria... venid... venid...1 VIGIA CHICO, 1908. FIN DE a “LA SIRENA ROJA”

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