[go: up one dir, main page]

0% encontró este documento útil (0 votos)
46 vistas458 páginas

Antonina o La Caida de Roma - Willkie Collins

El documento describe una caverna junto a un lago solitario en los Alpes en el otoño de 408 d.C., cuando tribus godas invadían Italia. La atmósfera alrededor del lago es lúgubre bajo las nubes oscuras. Dentro de la caverna semiescondida se escucha una voz humana.

Cargado por

pedroflls
Derechos de autor
© Attribution Non-Commercial (BY-NC)
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como ODT, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
46 vistas458 páginas

Antonina o La Caida de Roma - Willkie Collins

El documento describe una caverna junto a un lago solitario en los Alpes en el otoño de 408 d.C., cuando tribus godas invadían Italia. La atmósfera alrededor del lago es lúgubre bajo las nubes oscuras. Dentro de la caverna semiescondida se escucha una voz humana.

Cargado por

pedroflls
Derechos de autor
© Attribution Non-Commercial (BY-NC)
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como ODT, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 458

WILKIE COLLINS

ANTONINA O LA CADA DE ROMA


Traduccin de Esther Prez
Mntesins
Wke Cons nac en Londres en 1824. Prmognto de
pasa|sta Wam Cons sobre quen pubc un bro,
Recuerdos de la vida de William Collins, 1848, curs estudos de
Derecho, profesn que cas no e|erc y que atern con a de
actor y profco escrtor. A os 26 aos pubc su prmera novea,
esta Antonina o la cada de Roma (1850), escrta ba|o a
mpresn que e produ|o a ectura de a cebre novea de
Buwer-Lytton, Los ltimos das de Pompeya. En 1860 pubca La
dama de blanco, novea reamente excepcona que ntroduce
mportantes cambos en a estructura de reato, e ms
sgnfcatvo de os cuaes es a puradad de punto de vsta
ms tarde adoptado y desarroado por Henry |ames, tcnca
que acanza su madurez en La piedra lunar (1868), ta vez su obra
maestra y una de as ms reevantes de sgo XIX. Otras noveas
de reeve son Armadale, Doble engao, El secreto de ara! y in
nombre. Maestro de reato breve, en su obra destacan, entre
otros, El !otel encantado, La mano muerta y La dama de
"len#it! "range. Amgo ntmo de Dckens, con quen coabor
asduamente, Cons mur en Londres en 1889.
La ville cesse d$%tre&
Le romain est esclave, el le "ot! est son maitre'
SODDERE, Aarque
PRE!ACIO
A dsponerse a escrbr una obra de fccn basada sobre hechos
reaes, e autor de estas pgnas no consder requsto
ndspensabe que sus protagonstas fueran persona|es hstrcos
de a poca. Por e contraro, estm que varas ob|econes de
peso se oponan a esa dea. Ben saba que atenerse a a hstora
obgaba a autor a aadr a os datos conocdos mucho de su
magnacn a vestr, con e coordo de a fccn noveesca, e
escueto esquema de a verdad hstrca y, por tanto, a stuar a
nvencn de novesta en o que no poda menos que consderar
un contraste sumamente desfavorabe con a exacttud de
hstorador. Por otro ado, no estaba de nngn modo convencdo
de que un reato en e cua os actores prncpaes fueran
persona|es hstrcos pudera preservar a adecuada undad de
accn y mantenerse dentro de os mtes apropados para su
desarroo sn fasfcacones o confusones de fechas hstrcas:
una espece de cenca potca que no senta a menor
dsposcn de concederse, ya que su preocupacn prncpa
conssta en que su argumento nacera y se dervara en su
totadad de os grandes acontecmentos de a poca, en e orden
precso en que ocurreron.
Sometdo, entonces, a peso de esas consderacones, pens que
creando con su magnacn a todos os protagonstas podra
modearos a su anto|o segn as necesdades de a trama;
haceros actuar a nfu|o de sus menores ncdentes de a manera
que parecera ms excepconamente nteresante, sn cometer
nnguna nconvenenca, y, adems, presentaros en todas as
ocasones, sn mpedmentos n estorbos, como exponentes
prctcos de esprtu de a poca, de os dversas prototpos
hstrcos de perodo que as nvestgacones que e Autor ev a
cabo con ayuda de bros de guamente notabes, aunque
dscrepantes, autordades sobre e tema, e permteron acopar.
A msmo tempo, estm que a aparenca de verosmtud
necesara en una novea hstrca podra preservarse con xto
ntroducendo ocasonamente agunos persona|es reaes de a
poca, en aqueas partes de argumento que se refreran a
acontecmentos con os cuaes haban estado vsbemente
asocados.
La presente obra es fruto de ese proyecto.
Los persona|es de fccn son os ncos encargados de a tarea
de representar e esprtu de a poca. E emperador romano
Honoro y e rey godo Aarco se mezcan muy poco desde un
punto de vsta persona con e reato so aparecen vncuados a
crcunstancas y acontecmentos estrctamente verdcos
regstrados por a hstora, pero se ha observado a ms
rgurosa exacttud en o que respecta a tempo, ugar y
stuacones en todos os hechos hstrcos ncudos en a trama,
desde e perodo de a marcha de os nvasores godos a travs de
os Apes hasta e fn de prmer sto de Roma por os brbaros.
ANTONINA O LA CADA DE ROMA
CAPT"LO I
#OIS$INT%A
Las montaas de a cordera de os Apes que bordean a
frontera nordeste de Itaa ya estaban, en e otoo de ao 408,
surcadas en numerosas dreccones por as hueas que de|aban a
su paso as fuerzas nvasoras de as nacones septentronaes a
cuyo con|unto se suee desgnar con e nombre de godos. En
agunos stos, esas hueas consstan en rboes cados a un ado
de camno, y en ocasones, cuando cas as borraban os
destrozos provocados por as tormentas, asuman a aparenca de
pantanos desoados e rreguares. En otros ugares eran menos
papabes. Aqu, e sendero crcunstanca estaba competamente
cuberto por as nundacones de un torrente desbordado; a, era
posbe advnaro en os ocasonaes trechos de terreno mudo, o
dstnguro parcamente merced a os fragmentos de armaduras
abandonadas, os esqueetos de cabaos y hombres y os restos
de toscos puentes que srveran en aguna ocasn para pasar un
ro o savar un precpco.
Entre as rocas de os pcos ms atos de a cordera montaosa
que se azaba |unto a as anuras taanas y que eran e tmo
obstcuo que se nterpona a os afanes de un va|ero o a a
expedcn de un nvasor, haba, a prncpos de sgo V, un
pequeo ago. Ese sto sotaro sempre meancco, rodeado de
precpcos por tres de sus ados, con estrechas oras
despobadas tanto de vegetacn como de seres humanos y
aguas oscuras y estancadas raras veces umnadas por un so
radante, presentaba, en a tarde de da en que comenza nuestra
hstora, un aspecto de desoacn que resutaba gubre a os
o|os y opresvo para e corazn.
Era cerca de medoda, pero e so no braba en e ceo. Unas
nubes pomzas, pesadas por su forma y su coor, ocutaban toda
a beeza de frmamento y proyectaban una espesa oscurdad
sobre a terra. Las cumbres de as montaas estaban envuetas
en vapores densos y estancados; de os rboes ncnados haca
e sueo caan ocasonamente ho|as muertas y ramas podrdas
para hundrse en e terreno cenagoso o despearse en e sombro
precpco; y una ovzna pertnaz caa enta y tenaz en toda a
zona yerma que crcundaba e ago. Un observador stuado de
frente a ago sotaro, en e sendero que otrora recorreran
e|rctos y que otros e|rctos estaban destnados a recorrer, a
prncpo no habra odo otro sondo que e goteo rreguar de a
uva a caer de roca en roca; no habra vsto ms que as aguas
nmves a sus pes y os oscuros rscos que proyectaban sobre
eas su sombra desde o ato. No obstante, cuando ba|o e efecto
de a msterosa soedad de ugar sus o|os se huberan tornado
ms penetrantes y sus odos ms aguzados, habra vsto una
caverna en os precpcos que rodeaban e ago, y en as pausas
entre as gruesas gotas de uva habra escuchado e sondo cas
mperceptbe de una voz humana.
La entrada de a caverna estaba parcamente ocuta por una
gran pedra, encma de a cua se apaban montones de ramas
podrdas que parecan cumpr e propsto de proteger a os
posbes habtantes de a gruta de fro que renaba afuera en a
atmsfera. Stuado en e mte este de ago, e extrao refugo
permta vgar no so e escarpado sendero que quedaba
nmedatamente deba|o, sno tambn una vasta extensn de
terreno ano a corta dstanca haca e oeste, que separaba e
ugar de una segunda cordera de montaas menos empnadas.
En os das en que a atmsfera acaraba, desde ese punto se
poda ver, a a o e|os, muy aba|o, os ovares que cubran a
base de a montaa, y an ms a, datadas hasta e dstante
horzonte, as anuras de a Itaa abandonada de a suerte, cuyo
sno de derrota y vergenza se aproxmaba veoz haca su
tenebroso y tembe cumpmento.
Adentro, a caverna era ba|a y de forma rreguar. De sus paredes
speras rezumaba a humedad, que empapaba e sueo cuberto
de musgo podrdo. Los agartos y otros anmaes rudosos haban
pobado sus ncmodos rncones sn que nade se os dsputara
hasta e momento que acabamos de descrbr, cuando sus
mseros derechos comenzaran a ser usurpados por prmera vez
por ntrusos humanos.
Cerca de a entrada de a cueva estaba agachada una mu|er.
Haca adentro, donde e sueo era ms seco, haba un no
dormdo. Entre ambos, unas ramas secas y unas ho|as mustas
estaban dspuestas como para encender fuego; ese escaso
combustbe se vea geramente ennegrecdo en varos puntos,
pero, mo|ado como estaba por a uva, todos os ntentos de
encendero de manera permanente haban resutado
evdentemente nfructuosos.
La mu|er tena a cabeza ncnada, y su rostro, ocuto entre as
manos, descansaba sobre sus rodas. De cuando en cuando
mustaba ago para s con voz ronca y que|umbrosa. Se haba
qutado una parte de sus escasos vestdos para cubrr a no. Los
que an evaba puestos eran una mezca de pees de anmaes y
de un tosco te|do de agodn. Ese msero atavo exhba
numerosas manchas de sangre, y os rzos en desorden de argo
cabeo rubo de su duea mostraban a msma mcua omnosa y
repusva.
E no pareca tener unos escasos cuatro aos y en su rostro
en|uto y pdo se observaban todas as caracterstcas de su
orgen godo. Sus rasgos parecan haber sdo hermosos, tanto en
su expresn como en su forma; pero una profunda herda a o
argo de una de sus me|as o haba deformado para sempre.
Tembaba y se estremeca en su sueo, y de cuando en cuando
extenda mecncamente os bractos haca as ramas muertas y
fras desparramadas frente a . De pronto, un pedazo roca se
desprend en un ugar dstante de a caverna y cay a sueo con
gran estrpto. A rudo, e no se despert con un grto, se
ncorpor, hzo un esfuerzo por avanzar haca a mu|er y
retroced trastabando hasta a pared de a cueva. Una segunda
herda en a perna haba tendo e msmo efecto destructvo
sobre su vgor que a prmera sobre su beeza. Era un sado.
En e msmo nstante en que e no despertara, a mu|er se
evant. Fue, o az de sueo y, tras tomar unas herbas que
evaba en e seno, as apc a su me|a herda. A hacero, se e
desorden e tra|e: a sangre coaguada, que evdentemente
haba manado de una herda en su cueo, encartonaba su porcn
superor. Todos sus ntentos para auxar a nos fueron vanos; e
pequeo se que|aba y soozaba astmeramente, y mustaba a
ntervaos ncoherentes excamacones de mpacenca por o fro
de ugar y e door que e causaban sus herdas recentes. Muda,
sn derramar una grma, a nfez mu|er o mraba a a cara con
are ausente. No era dfc coegr, a partr de esa mrada f|a y
extravada, a naturaeza de os azos que unan a a desdchada
con e no que sufra. La expresn de tensa y terrbe
desesperacn que braba en sus o|os sombros y f|os; a vda
padez que robaba e coor a sus abos apretados; os espasmos
que sacudan su cuerpo frme e mperoso expresaban sn
paabras, con a dvna eocuenca de a emocn humana, que
entre os dos membros de a sotara pare|a exsta a ms ntma
de as reacones terrenaes: e vncuo que une a una madre con
su h|o.
Durante agn tempo a mu|er se mantuvo en a msma postura.
A cabo, como presa de sbta suspcaca, se ncorpor y,
sostenendo a no con un brazo, separ con e otro as ramas
que cegaban a entrada de su refugo para otear con precaucn
e panorama que a neba de|aba entrever haca ponente.
Despus de una corta nspeccn retroced como tranquzada
por a absouta soedad de ugar y, vovndose haca e ago,
contemp as aguas negras a sus pes.
La noche ha suceddo a a noche must sombra, y no ha
trado avo a m cuerpo n esperanza a m corazn! He recorrdo
ma tras ma, sempre con e pegro a a espada y a soedad
ante m. La sombra de a muerte se espesa sobre e no, e fardo
de a angusta se me hace demasado pesado. Ms amgos han
sdo asesnados, ms protectores estn dstantes, ms benes se
han perddo. E Dos de os sacerdotes crstanos nos ha
abandonado en e pegro y nos ha desamparado en nuestro
door. A m me toca poner fn a os sufrmentos de ambos. Este
ugar que ha sdo nuestro tmo refugo ser tambn nuestra
seputura!
Tras una tma mrada a ceo fro y deprmente, avanz hasta e
msmo borde de a escarpada ora de ago. Ya haba azado a
no en brazos y haba arqueado e cuerpo para no faar e sato
fata, cuando eg a sus odos un sondo tenue, dstante,
fugtvo procedente de evante. A nstante sus o|os braron, un
suspro hnch su pecho, sus me|as se cubreron de rubor. Con
os tmos restos de sus menguadas fuerzas trep a eevado
peasco que quedaba a sus espadas y aguard, con doorosa
expectacn, a repetcn de mgco sondo.
Unos momentos despus vov a oro, porque e no, atontado
de terror por a conducta que haba acompaado a decsn de su
madre de anzarse con a ago, se mantena en senco, de
modo que poda prestar atencn sn estorbos. A odos no
entrenados, e sondo que tanto a aentaba es habra resutado
cas naudbe. Hasta a va|ero expermentado habra pensado
que no era ms que e eco de una pedra que rodaba entre as
rocas e|os haca evante. Pero para ea e sondo era de a mayor
mportanca, porque era a benvenda sea de que se
aproxmaban a savacn y a dcha.
A medda que pasaba e tempo se haca cada vez ms cercano,
repetdo en todas dreccones por os ecos travesos, y reveaba
ya caramente que su orgen, como haba advnado a mu|er
desde e prncpo, era a trompeta goda. Pronto ces a msca
dstante y fue susttuda por otro sondo ba|o y retumbante, como
de un terremoto e|ano o de os premnares de una tormenta.
Poco despus se convrt en un rudo spero y confuso, como e
de paso de un vento fuerte por entre as ramas de un bosque. En
ese momento a mu|er perd todo contro de s msma; su
pacenca y precaucn prevas a abandonaron y, sn cudarse de
pegro, cooc a no sobre e peasco en e cua haba
permanecdo de pe y, aunque con todo e cuerpo sacuddo por
tembores, ogr trepar tan ato por e rsco que acanz una
greta cercana a a cma de as rocas, desde a que se dvsaba un
panorama nnterrumpdo de as vastas extensones escarpadas
que mtaban por e este con a sguente cadena de precpcos y
quebradas.
Uno tras otro transcurreron entos os argos mnutos, y aunque
se segua oyendo un gran rudo, nada se vea an. A cabo, e are
nebnoso y pesado reson de nuevo con e sondo agudo de a
trompeta; y unos nstantes despus, a vanguarda de un e|rcto
godo emerg de bosque dstante.
A poco rato, as grandes masas humanas que formaban e
grueso de e|rcto comenzaron a sar de entre os rboes y
cubreron como una masa oscura e terreno que separaba e
bosque de as rocas que bordeaban e ago. Las prmeras fas
hceron un ato, como para comuncarse con e trope de a
retaguarda y con os rezagados que marchaban |unto a os carros
de a mpedmenta, y que seguan saendo, a parecer en huestes
ntermnabes, de refugo que es proporconaban os rboes
dstantes. Las avanzadas seguan marchando a toda veocdad,
evdentemente con a ntencn de exporar e camno, de modo
que egaron a pe de a subda que conduca a os rscos a os
que an se aferraba a mu|er y desde os cuaes segua con
ansosa atencn su movmento.
Coocada en stuacn de extremo pegro, su fuerza era o nco
que a preservaba de pegro de resbaar de su ata y estrecha
ataaya. Hasta ese momento, a exctacn mora causada por a
expectacn a haba dotado de a resstenca fsca necesara para
mantenerse en su poscn; pero en e precso nstante en que os
deres de a vanguarda egaban a a caverna, sus energas, de
as que haba abusado, a abandonaron de repente; sus manos se
sotaron, trastab, y se habra despeado a una muerte segura
s as pees que e cubran e pecho y a cntura no se huberan
enganchado en un saente de una de as rocas rreguares que
haba a su arededor. Por fortuna porque no poda proferr n un
grto as tropas hceron ato en ese momento para que sus
cabaos recobraran e aento. Dos de os sodados advrteron su
stuacn y advnaron su naconadad. Treparon a as rocas y,
mentras uno se haca cargo de no, e otro ogr rescatar a a
madre y evara a savo a terra.
Los resopdos de os cabaos, e entrechocar de as armas, a
confusn de voces atas y speras que rompan ahora e senco
usua de ago sotaro, y que habran sobresatado y anonadado a
personas ms fuertes qu se encontraran tan exhaustas como a
mu|er, pareceron, por e contraro, camar sus emocones y
reanmar sus fuerzas. Se apart de apoyo que e prestaba su
savador y, despus de tomar en brazos a no, avanz haca un
hombre de estatura ggantesca, cuya rca armadura anuncaba a
as caras que ocupaba una poscn de mando en e e|rcto.
Soy Gosvntha e d|o con voz frme y serena, a hermana
de Hermanrco. Escap con m h|o de a masacre de os rehenes
de Aquea. Est m hermano en e e|rcto que acompaa a rey?
Esa decaracn produ|o un marcado cambo en os presentes.
Las mradas de ndferenca o curosdad con que haban
consderado a nco a a fugtva se transformaron en a ms vva
expresn de sorpresa y respeto. E caudo a quen se drgera
az e vsor de su yemo para descubrrse e rostro, respond
afrmatvamente su pregunta y orden a dos sodados que a
condu|eran haca a retaguarda hasta e campamento tempora
de grueso de e|rcto. Cuando a mu|er se vova para partr, un
ancano avanz haca ea, apoyado en su arga y macza espada,
y e drg as sguentes paabras:
Soy Wthmer; m h|a qued como rehn de os romanos en
Aquea. Est entre os muertos o ogr escapar?
Sus huesos se pudren ba|o os muros de a cudad fue a
respuesta. Los romanos a echaron a os perros para que a
devoraran.
E ve|o guerrero no pronunc paabra n de| escapar una
grma. Se vov en dreccn a Itaa, pero a mrar haca as
anuras que quedaban a sus pes frunc e ceo y sus manos se
cerraron mecncamente en torno a a empuadura de su enorme
espada.
Los dos hombres que a guaban hasta e campamento de
e|rcto e hceron a Gosvntha a msma meancca pregunta
que su ancano compaero. Recberon a msma respuesta
terrbe, que fue recbda con dntca severa compostura seguda
por a msma o|eada omnosa en dreccn a Itaa que as de
veterano Wthmer.
Conducendo e cabao que evaba a a exhausta mu|er con e
mayor cudado pero con maravosa rapdez por os senderos que
tan recentemente ascenderan, os hombres egaron en breve a
ugar donde e e|rcto haba hecho ato, y e mostraron a
Gosvntha, en toda a ma|estad de sus proporcones y de reposo,
a vasta congregacn marca de os guerreros de Norte.
Sus armaduras no despedan desteos de uz, sobre sus cabezas
no ondeaban estandartes, no se oa msca en sus fas. A sus
espadas, e bosque gubre segua vomtando grupos que se
sumaban a a muttud bca que ya ocupaba e campamento;
arededor, rscos desoados que, a travs de a opacdad de a
neba, mostraban un are ma|estuoso y sava|e; sobre sus
cabezas, nubes oscuras que pendan nmves sobre as cmas
yermas de as montaas y derramaban aguas de tormenta sobre
os eraes de as anuras; todo o que haba de soemne en e
aspecto de os godos guardaba una espantosa armona con a faz
fra y desoada que haba asumdo a Naturaeza. Sencoso,
amenazador, tenebroso, e e|rcto pareca a fe encarnacn de
propsto tremendo de su |efe: e sometmento de Roma.
Los guas de Gosvntha a condu|eron veozmente a travs de as
prmeras fas de guerreros y, tras hacer ato en un sto que
ascenda descrbendo un nguo recto con e camno prncpa
que saa de bosque, e pderon que desmontara, e seaaron e
grupo que ocupaba e ugar, y e nformaron:
Un poco ms a est e rey Aarco, y con se encuentra
Hermanrco, tu hermano.
Desde cuaquer punto de vsta que se consderara, e grupo de
personas que de esa forma ndcaban a Gosvntha habra amado
a atencn de ms ndferente. Cerca de una masa confusa de
armas, desperdgadas por e sueo, descansaba recnado un
grupo de guerreros aparentemente absortos en a conversacn
que sostenan en voz queda, susurrante, tres hombres de
avanzada edad sentados sobre unas rocas, cuyas cabezas
sobresaan entre as de os dems, y cuyos cabeos argos y
bancos, toscos vestdos de pees de anmaes y formas en|utas y
vacantes contrastaban amatvamente con as fguras
ggantescas, cubertas por armaduras de herro, de quenes os
oan tumbados a sus pes. Encma de os ancanos, en e camno,
se vea uno de os carros de Aarco: e futuro conqustador de
Roma haba escogdo como asento os butos apados contra sus
toscas ruedas. La parte superor de vehcuo pareca hervr con su
carga humana. Apados en todos sus rncones se vean mu|eres
y nos de as ms dversas edades, as como una muttud de
armas y anmaes domstcos. Ahora un no vvaz, ntranquo,
curoso atsbaba sobre un arete. Poco despus, una ove|a
hambrenta y de carnes en|utas osqueaba e are con sus narces
nqustvas y, a moverse con su are de congo|a, de|aba a
descuberto a cabeza de una ancana enteca que haba tomado
de amohada su fanco anudo. Ac, apareca una |ovencta que
bataaba medo seputada por unos escudos. A, resoaba una
mu|er escuda de as que seguan a a tropa, cas sofocada por
un montn de pees. Toda a escena, con e ten de fondo de
gran bosque, mpregnada en e vapor de una ovzna nebnosa,
con sus fuertes contrastes en un momento y sus soemnes
armonas a sguente, era una vasta combnacn de ob|etos que
asombraba o pasmaba: una tenebrosa con|uncn de o
amenazador y o subme.
Despus de ndcare a Gosvntha que esperara cerca de carro,
uno de os sodados que a haban conducdo hasta e ugar se
aproxm a un |oven que se encontraba cerca de rey y o am a
un ado. Cuando e guerrero se ncorpor para responder a su
amada puso de manfesto, adems de todas as cuadades
fscas de su raza, una facdad y una eastcdad de movmentos
nusuaes en os hombres de su nacn. En e momento en que
respond a a amada de sodado que se haba drgdo a ,
tena e rostro parcamente cuberto por e nmenso yemo,
coronado por una cabeza de |aba, cuyas fauces, abertas por a
fuerza en e momento de a muerte, parecan a punto de cerrarse
sobre su presa. Pero cas sn de|ar concur a sodado, e guerrero
experment una voenta sacudda, se qut e torvo adtamento
guerrero y se apresur a aproxmarse, con a cabeza descuberta,
a costado de carro donde Gosvntha o aguardaba.
En cuanto o vo, a mu|er corr a su encuentro, e puso a no
herdo entre os brazos y o saud con estas paabras:
Tu hermano srv en os e|rctos de Roma cuando os
nuestros estaban en paz con e Impero. Esto es todo o que han
de|ado os romanos de su fama y de sus benes!
Nada ms d|o, y durante un nstante os hermanos se mraron
sumdos en un senco expresvo y conmovedor. Aunque adems
de as caracterstcas generaes de su comn naconadad os
rostros de ambos, como es natura, compartan rasgos que
evdencaban que evaban a msma sangre, en ese nstante toda
seme|anza entre eos tan extraordnara es a fuerza de a
expresn, que supera a a de parecdo fsco haba
desaparecdo. E sembante y as maneras de |oven (so contaba
vente aos de edad) expresaban un profundo pesar, vr en su
severa cama, sncero en a nocenca perfecta con que o de|aba
trasucr. A contempar a no, sus o|os azues umnosos,
penetrantes, vvaces adoptaron a suave expresn de unos o|os
femenno; sus abos, que no egaban a ocutar su corta barba, se
cerraron y tembaron; y su pecho se evant en un suspro ba|o a
armadura que cubra sus nobes proporcones. Haba en su
meancoa smpe, muda, sn grmas en ese exqusto respeto
de a fuerza trunfante por a debdad doente ago cas
subme; y todo eo contrastaba con os sentmentos de
maevoenca y desesperacn que mostraba e rostro de
Gosvntha. La ferocdad que braba en sus o|os datados y
reumbrantes; os pegues snestros que enmarcaban sus abos
pdos y entreabertos; a turgenca de sus grandes venas,
abutadas hasta un punto extremo de tensn en su ma|estuosa
frente; todo eo dstorsonaba tanto su sembante que a |untos,
en o que a expresn concerne, os hermanos parecan por un
momento haber ntercambado sus sexos. E guerrero demostraba
su stma por os que sufran; a madre, su ndgnacn por a
afrenta.
Ponendo punto fna a su meancca contempacn de no y
todava sn responder paabra a Gosvntha, Hermanrco sub a
carro y, tras coocar a tmo de os h|os de su hermana en
brazos de una ancana decrpta que cavaba examnando unos
butos de herbas que cubran su regazo, e drg as sguentes
paabras:
Estas herdas son causadas por os romanos. Revve a no, y
de os despo|os de Roma recbrs tu recompensa.
|a, |a, |a! r entre dentes a ve|a; Hermanrco es un
guerrero ustre y ser obedecdo. Hermanrco es grande, porque
su brazo sabe matar; pero Brunequda es ms grande que ,
porque su arte sabe curar.
Como deseosa de hacer bueno su despante ante os o|os de
guerrero, a ancana comenz de nmedato a preparar as
compresas necesaras con agunas herbas de su provsn; pero
Hermanrco no se qued para ser testgo de sus habdades.
Despus de una tma o|eada a no pdo y exhausto,
descend entamente de carro y, tras acercarse a Gosvntha, a
condu|o hasta un ugar resguardado cerca de pesado vehcuo.
Una vez a se sent a su ado, sto para escuchar con a mayor
atencn e reato de as escenas de terror y sufrmento que a
mu|er vvera en fecha tan recente.
So t comenz Gosvntha, nacdo durante un perodo de
paz de nuestra nacn, trasadado de campo de bataa a as
dstantes provncas donde todava mperaba a tranqudad,
preservado durante toda a nez de os azares de a guerra,
ncorporado a e|rcto en tu |uventud, ya termnadas sus
penadades y con sus trunfos a acance de a mano; so t has
escapado a as penuras de nuestro puebo y partcpars en a
gora de su cercana venganza.
No haba pasado un ao de tu partda de os asentamentos
godos cuando despos a Prufo. La raza de nconstantes a a que
estaba entonces aado, a pesar de su atvez romana, atenda a
sus opnones en os conse|os, y en sus egones se reconoca que
era un vaente. Me v, con aegra, esposa de un guerrero de
renombre; cre, en m orguo, que estaba destnada a ser a
madre de una raza de hroes; cuando, de sbto, nos egaron
notcas de que e emperador Teodoso haba muerto. A su
faecmento sgueron a anarqua entre os naturaes de pas y
os utra|es a as bertades de sus aados, os godos. No pas
mucho tempo antes de que nuestra nacn se evantara en
armas. Pronto nuestros carros de guerra cruzaron e Danubo
heado; nuestros sodados abandonaron e campamento romano;
nuestros hombres descogaron as armas de as paredes de sus
chozas; as mu|eres nos aprestamos |unto a nuestros h|os a
segur a nuestros esposos a campo de bataa; y Aarco, e rey,
se puso a a cabeza de nuestras huestes.
Marchamos sobre os terrtoros de os gregos. Pero, cmo
contarte de os acontecmentos de esos aos de guerra que
sgueron a nuestra nvasn; de a gora de nuestros trunfos; de
as penuras de nuestra resstenca; de as fatgas de nuestras
retradas; de hambre que ogramos domear; de as
enfermedades que soportamos; de a paz vergonzosa que fue
fnamente ratfcada, en contra de os deseos de nuestro rey!
Cmo contarte todo eo cuando ms pensamentos vueven a a
masacre de a cua acabo de escapar; cuando esos prmeros
maes, en un tempo recordados con angusta, han sdo hoy
ovdados merced a os horrores ms terrbes que os sucederon!
"Se concert una tregua. Aarco part con os restos de su
e|rcto y pant su campamento en Aemona, en os confnes de
os terrtoros que ya haba nvaddo y que se apresta ahora a
conqustar. Nuestro rey y Estcn, e genera de os romanos,
ntercambaron muchos mensa|es, porque os |efes dscutan os
trmnos de a paz que fnamente se concertara. Mentras tanto,
como prenda de a buena fe de os godos, grupos de nuestros
guerreros, entre os que se encontraba Prufo, fueron envados a
Itaa de nuevo como aados de as egones de Roma, y eos
evaron consgo a sus esposas e h|os, para que permaneceran
como rehenes en dstntas cudades.
"A m y a ms h|os nos condu|eron a Aquea. Nos abergaron, con
nuestros benes, en una casa dentro de os muros de a cudad.
Era de noche cuando me desped de Prufo, m esposo, a as
puertas de as muraas. Lo segu con a vsta mentras se ae|aba
con e e|rcto, y cuando a oscurdad o ocut a ms o|os regres
a a cudad, de a cua soy a nca mu|er de nuestra nacn que
ogr escapar con vda.
A pronuncar esas tmas paabras, e tono de Gosvntha, que
hasta ese momento haba sdo sosegado y tranquo, comenz a
cambar; hzo una abrupta pausa en su narracn, ncn a
cabeza sobre e seno, su cuerpo se estremec como presa de as
convusones de una voenta agona. Cuando se vov haca
Hermanrco para rencar su hstora despus de un ntervao de
senco, e oscureca e sembante a msma expresn magna
que haba aparecdo en cuando e entregara a su h|o herdo; su
voz se torn entrecortada, ronca y poco femenna, y apretndose
contra e costado de |oven, e puso a mano sobre e brazo, como
para recamar toda su atencn.
Pas e tempo contnu, sn que egaran notcas de que
a paz se hubera a fn concertado. Nosotros, os rehenes,
vvamos aparte de os habtantes de a cudad, porque aun en
ese momento nos separaban sentmentos de enemstad. En m
cautvero no tena ms empeo que a pacenca n ms
ocupacn que a esperanza. Soa con ms h|os, acostumbraba
otear e mar en dreccn a campamento de nuestro rey; pero un
da segua a otro da y sus guerreros no aparecan en as anuras,
n regresaba Prufo con as egones para pantar su campamento
a as puertas de a cudad. Y as me amentaba en m soedad,
pues m corazn extraaba os hogares de os mos; aoraba ver
una vez ms e rostro de m esposo y vover a contempar as
coumnas de nuestros guerreros y a ma|estad de su orden de
bataa.
"Pero cuando ya se acercaba a pasos veoces e gran da de a
desesperacn, un amargo utra|e me aguardaba a m en
partcuar. Cambaron a os hombres que nos haban custodado
hasta e momento, y uno de os nuevos guardanes puso sus o|os
en m con u|ura. Noche tras noche de|aba caer sus ruegos en
ms odos renuentes, porque en su vandad y desvergenza, crea
que , que no era ms que descendente de romanos, poda
ganarme a m, que era goda y a esposa de un godo! Pronto pas
de as spcas a as amenazas; y una noche fue a verme todo
sonrente para decrme que Estcn, que deseaba hacer a paz
con os godos, haba sdo condenado a a pena de muerte por su
devocn a nuestro puebo; que se aproxmaba una poca de
desastre genera; y que so a quen yo desprecaba poda
savarme de a ra de Roma. De| de habar y se me acerc; pero
yo, que haba estado en muchos campos de bataa, no senta
nngn temor ante a perspectva de a guerra, y o ech de m
ado rendo a carca|adas.
"Entonces, durante varas noches m enemgo no vov a
aproxmrseme. Hasta que una tarde, cuando estaba yo sentada
en a terraza deantera de a casa con e no que has vsto, cay
de repente a ms pes a cmera de un yemo y una voz me grt
desde e |ardn que quedaba a ms pantas: "Tu esposo Prufo ha
sdo muerto en una trfuca por os sodados de Roma! Las
egones en as que serva ya venen haca a cudad, porque se ha
ordenado a masacre de os rehenes. Una paabra, y todava
puedo savaros!"
"Examn a cmera. Estaba cuberta de sangre, y era suya! Por
un nstante sent e corazn oprmdo a pensar en m amado
guerrero! Despus, a or as madcones de mensa|ero de a
muerte cuando se retraba de su escondr|o en e |ardn, me
percat de que ahora ms h|os so tenan a su madre para
defenderos; y de que os enemgos de su raza se haban
confabuado contra eos. Adems de pequeo que evaba en
brazos tena otros dos que dorman en a casa. En e momento en
que mraba a m arededor, aturdda y desesperada, para ver s
tenamos an oportundad de escapar, e sondo de una trompeta
quebr a quetud de a tarde y se oy en a cae que quedaba a
ms pes e rudo de pasos de hombres armados. Y entonces, de
todos os rncones de a cudad se evantaron, como un trueno
sbto, os aardos de as mu|eres y os grtos de os hombres.
Mentras corra haca as camas de ms h|os, os mavados
romanos suberon as escaeras y v como bandan en cruento
trunfo sus espadas chorreantes de sangre! Legu a a escaera, y
cuando mr haca arrba me anzaron e cuerpo de m h|o ms
pequeo. Ah, Hermanrco! Hermanrco! Era e ms hermoso y e
que yo ms amaba! Lo que nos dcen os sacerdotes que debe
ser Dos para todos, eso era e ms beo de ms h|os para m! A
vero muerto y mutado apenas una hora antes o haba
acunado en m regazo para dormro! me abandon e vaor, y
cuando os asesnos avanzaron haca m, trastab y ca. Sent
cuando a punta de a espada se hnc en m cueo; v a daga
brar sobre e h|o que evaba en brazos; o e amento de muerte
de a tma vctma de pso superor; y despus perd e sentdo
y no o ms n hce e menor movmento!
"Debo haber permanecdo argo tempo desvanecda a pe de
esa escaera fata, porque cuando despert de m desmayo se
haban apagado os rudos que provenan de a cudad y a una
braba con suave fugor sobre a casa deserta desde su sto en
e frmamento. Prest odo, para estar segura de que estaba soa
con ms h|os asesnados. En a casa no se oa n un sondo; os
asesnos haban partdo, convencdos de que su cruenta faena
haba termnado cuando cayera vctma de sus espadas; y pude
arrastrarme sn correr nngn resgo para echar una tma
mrada a ms h|os asesnados por os romanos. E no que
evaba |unto a m pecho an respraba. Vend sus herdas con
unos trozos de ms vestdos y, despus de coocaro con todo
cudado |unto a a escaera donde aumbraba a una, para
percatarme cuando se movera, avanc a tentas a amparo de
as paredes en busca de m h|o ms pequeo, e prmero que
haba sdo asesnado; en busca de ms menudo y e ms
hermoso de ms h|os, a quen haban masacrado ante ms o|os!
Toqu e cadver: chorreaba sangre; toqu su rostro: ms manos
snteron su fradad; ac su cuerpo: a rgdez de a muerte ya
agarrotaba sus membros! Entonces record a m h|o mayor,
cuyo cadver estaba en a acoba de pso superor. Pero as
fuerzas me abandonaban rpdamente. An tena un h|o a cua
savar, y saba que s a egada de a maana me encontraba an
en a casa, habra perddo toda posbdad de escapar. As que
aunque me doa e corazn a de|ar e cadver de un h|o a
merced de os romanos, tom en brazos a muerto y a herdo y
sa a |ardn, y de ah me drg a a zona costera de a cudad.
"Recorr as caes desertas. A veces tropezaba con e cadver de
un no, a veces a uz de a una me reveaba a faz empadecda
por a muerte y vueta haca e ceo de una mu|er de m nacn a
quen aprecaba, pero aun as segu avanzando hasta que egu
|unto a as muraas de a cudad y o de otro ado as aguas de
ro que corran haca e puerto de Aquea y e mar aberto.
"Mr a m arededor. Saba que as puertas estaban cerradas y
custodadas. Las muraas eran m nca posbdad de
escapatora, pero e tacto me reve que, sendo en ese punto
atas, sus paredes eran sas. Desesperada, exhausta, de| m
carga a amparo de as sombras y avanc unos pasos, pues
permanecer nmv era un tormento que me resutaba
nsoportabe. A corta dstanca v a un sodado que dorma
apoyado contra os muros de una casa. A su ado, deba|o de una
ventana, haba una escaera de mano. Cuando evant a vsta v
a cabeza de un cadver que descansaba en su parte superor. La
vctma deb haber sdo asesnada poco antes, porque su sangre
an goteaba en una |arra de vno que estaba a acance de as
manos de sodado. A ver a escaera renaceron ms esperanzas.
La ev a as muraas; sub y cooqu a m h|o muerto sobre as
grandes pedras de su tope; regres para coocar a m h|o herdo
|unto a cadver. Lentamente, tras muchos esfuerzos, ogr trar
de a escaera hasta que, por su propo peso, uno de sus extremos
cay en terra de ado opuesto. Ba| como haba ascenddo. Abr
una fosa con ms propas manos en a arena de a ora de ro y
a enterr e cuerpo de m pequeo, porque no poda segur
cargando con e peso de ambos. Despus, con m h|o herdo en
brazos, egu a unas cavernas cercanas a a costa. A permanec
escondda todo e da sguente acompaada so por os
sufrmentos de m cuerpo y a afccn de m corazn hasta que
eg a noche, cuando emprend va|e haca as montaas, porque
saba que en Aemona, en e campamento de os guerreros de m
puebo, estaba e tmo refugo que me quedaba en este mundo.
Cansada, enta, ocutndome de da y va|ando de noche, segu a
marcha hasta egar a ago entre as rocas donde os guardas de
e|rcto se adeantaron para rescatarme de a muerte.
Ca. Durante a tma parte de su narracn su acttud haba
sdo camada y trste; y a descrbr, con a doorosa maestra que
produce e door, cada uno de os ms menudos detaes de as
prddas sufrdas, su voz se haba suavzado hasta adqurr esos
acentos de tranquo desconsueo que tornan conmovedoras as
paabras ms sencas y muscaes os acentos ms
entrecortados. Era como s as ternas y duces emocones que os
encantos de sus h|os despertaran en otras pocas en su carcter
huberan revvdo en sus maneras, a caor de os recuerdos,
mentras narraba su muerte. Durante unos breves nstantes
contemp con f|eza e nquetud e rostro de Hermanrco, a
medas hurtado a sus mradas y reveador de una pesadumbre
fera y vengatva que ma se avena con su nobe sembante.
Despus, dndoe a espada, se cubr e rostro con as manos y
no hzo ms esfuerzos por atraer su atencn o apremaro a
contestar.
E soemne senco que mantenan a mu|er enutada y e hombre
ensmsmado duraba ya unos mnutos cuando se oy una voz
destempada y temborosa, provenente de o ato de carro, que
repeta una y otra vez:
Hermanrco! Hermanrco!
E |oven no parec or de nmedato e recamo dscordante y
repusvo. No obstante, a voz rept su nombre tan a menudo y
con tanta perseveranca que a cabo se percat y, tras
ncorporarse de un sato, como mpacente por a nterrupcn,
avanz haca e costado de carro de donde pareca provenr a
msterosa amada.
Cuando az a vsta haca e vehcuo, a voz ca. Hermanrco
advrt que a ancana a quen e confara e no era a persona
que con tanta urgenca o amara momentos antes. Su cuerpo
sen, cuberto con pees de oso, se ncnaba sobre un gran
escudo tranguar de bronce pudo en e que apoyaba os brazos
sarmentosos y arrugados. Su cabeza se agtaba con un tembor
trmuo y convusvo; un gesto, mezca de sonrsa y de mueca,
dstenda sus abos marchtos y haca brar sus o|os hunddos.
Era snestra, rastrera, repusva, con a faz vda por e refe|o de
arma que e serva de apoyo y a fgura que cas no pareca
humana; cuberta por os toscos vestdos que abrgaban su
cuerpo consumdo, seme|aba un ser deforme creado por esprtus
magnos para hacer bura de a ma|estad de as formas humanas:
seme|aba a encarnacn de una stra de o ms deporabe de a
enfermedad y o ms repugnante de a ve|ez.
En e nstante en que se percat de a presenca de Hermanrco,
se ncn an ms sobre e escudo y apuntando haca e nteror
de carro must una soa y espantosa paabra: "muerto!"
Sn esperar ms expcacones, e |oven godo sub a vehcuo y,
a egar |unto a a ancana, vo tenddo sobre su surtdo de
herbas hermoso en a subme y meancca nmovdad de a
muerte e cadver de tmo h|o de Gosvntha.
Se ha eno|ado Hermanrco?gmote a bru|a, retrocedendo
ante a mrada frme y reprobadora de |oven. Menta cuando
d|e que Brunequda era ms grande que Hermanrco.
Hermanrco es e ms poderoso! Mra, cooqu as compresas
sobre sus herdas; y aunque e no ha muerto, no sern mos os
tesoros prometdos? Hce todo cuanto pude, pero m arte
empeza a abandonarme, porque soy ve|a, ve|a, ve|a! He vsto
morr a m generacn! Ah, Hermanrco, soy ve|a, soy ve|a!
A contempar a no, e |oven guerrero se percat de que a
bru|a haba dcho a verdad, y de que a vctma no haba muerto
debdo a su neggenca. Pda y serena, a faz de no reveaba
cuan tranqua haba sdo su muerte. Las compresas haban sdo
preparadas con habdad y apcadas con todo cudado a sus
herdas, pero os sufrmentos y as prvacones de a marcha
emprendda |unto a su madre haca a tma y tembe meta
haban anquado a db resstenca humana; a tracn de a
Roma mpera haba trunfado una vez ms, y esta vez sobre un
no!
Cuando Hermanrco descenda con e cadver, o prmero con o
que tropezaron sus o|os fue con Gosvntha. Cuando su hermano
eg a sueo, a madre recb de sus brazos sn excamacones n
grmas a carga nanmada. La herda causada por a muerte de
su tmo h|o extngu en ea para sempre os efuvos de su
anteror y ms duce natura, evdencado durante a narracn de
sus tmas cutas!
Sus herdas o haban sado d|o e |oven con tono sombro.
No habra poddo uchar |unto a os dems guerreros! Nuestros
ancestros se nmoaban cuando ya carecan de vgor para e
combate. Es me|or que haya muerto!
Venganza! |ade Gosvntha apretndose a su costado.
Nos vengaremos por a masacre de Aquea! Cuando a sangre
corra en os paacos de Roma, recuerda a ms h|os asesnados y
no te apresures a envanar a espada!
En ese nstante, como para encender an ms a feroz
determnacn que ya era evdente en e rostro de |oven godo, se
oy a voz de Aarco que ordenaba a e|rcto avanzar. De un
sato, Hermanrco arrastr consgo a a mu|er anheante hasta e
sto donde descansaba e rey. A, armado hasta os dentes, y
azndose muy por encma de a muttud que o rodeaba en
vrtud de su superor estatura, se haaba e temdo captn de as
huestes godas. Levaba e yemo azado, para mostrar sus caros
o|os azues, que braban sobre a muchedumbre que se
encontraba a su arededor. Apunt con su espada en dreccn a
Itaa; y cuando, coumna tras coumna, os hombres tomaron sus
armas y se prepararon |ubosos para a marcha, sus abos se
abreron en una sonrsa de trunfo, y antes de dsponerse a
acompaaros, es d|o as:
Guerreros godos, nuestro ato entre as montaas ha sdo
breve; pero que no se af|an os que se senten agotados, porque
e goroso ugar donde descansaremos de nuestros afanes es a
cudad de Roma! Tendremos e prvego de evar a cabo a
madcn que pronunc Odn cuando, en a nfanca de nuestra
nacn, se retr ante as egones de Impero! Somos nosotros
os amados a convertr en readad a destruccn de Roma que
anuncara! Recordad a vuestros rehenes asesnados por os
romanos; vuestros benes confscados por os romanos; vuestra
confanza traconada por os romanos! Recordad que yo, vuestro
rey, poseo esa fuerza Sobrenatura que nunca mente, y que me
haba para aentarme: Avanza, y e Impero ser tuyo! Rene a
os guerreros y a Capta de Mundo caer en manos de os
conqustadores godos! Avancemos sn demora! Nuestra presa
espera por nosotros! E trunfo est prxmo! La venganza est
a acance de nuestras manos!
Hzo una pausa, y en ese momento a trompeta do a sea de
marcha.
Arrba! Arrba! excam Hermanrco tomando de brazo a
Gosvntha y seaando a carro, que ya haban comenzado a
moverse; preprate para e va|e! Yo me encargar de enterro
de no. En pocos das quzs acampemos a as puertas de
Aquea. Pacenca; te vengar en os paacos de Roma!
La mponente masa humana comenz a moverse. La muttud
cubr a extensn yerma, y os que ban en a retaguarda
remontando os tmos pasos de a cordera que se nterpona
entre as anuras de Itaa y os godos podan ver a os guerreros
que marchaban a a cabeza de e|rcto.
CAPT"LO II
LA CORTE
E va|ero que se desva tanto de recorrdo habtua de os
turstas que recorren a Itaa moderna como para vstar a cudad
de Rvena, recuerda con asombro, a andar por sus caes
sencosas y meanccas y contempar os vedos y pantanos
que se extenden por una superfce de cuatro mas entre e
Adrtco y a cudad, que ese sto, ahora cas deshabtado, fue en
un tempo a mas popuosa de as cudades fortfcadas de Roma;
y que donde ahora se muestran ante sus o|os campos y bosques,
en una poca permanecan ancadas y seguras as fotas de
Impero, y os mercaderes romanos desembarcaban sus precosos
cargamentos a as puertas de os amacenes.
A medda que menguaba e podero de Roma, e Adrtco, por
una extraa fatadad, comenz a retrarse de a cudad
fortfcada, cuya defensa haba garantzado hasta entonces. Con
a gradua degeneracn de puebo se produ|o a pauatna
retrada de ocano de as muraas de a cudad; hasta que a
ncos de sgo VI ya se azaba un pnar donde estuvera antes e
puerto de Augusto.
En e perodo en que tene ugar nuestra hstora aunque e mar
se haba ae|ado perceptbemente os fosos que rodeaban as
muraas an estaban enos de agua, y a cudad todava estaba
dvdda por canaes muy smares a os que recorren Veneca en
a actuadad.
En a maana que nos dsponemos a descrbr, e otoo haba
avanzado agunos das desde os sucesos menconados en e
captuo anteror. Aunque e so ya estaba ato sobre e horzonte
de evante, e desasosego producdo por e caor haca que
agunos transentes de Ravena se atreveran a desafar e
bochorno de a atmsfera, con a vana esperanza de verse
recompensados por una brsa procedente de Adrtco
remontando os bauartes costeros de a cudad. A acanzar su
evado destno, esos entusastas cudadanos vovan e rostro con
ansas desesperadas e nfructuosas haca todos os puntos
cardnaes, pero n una bocanada de are premaba su
perseveranca. Nada ratfcaba de modo ms peno a ncume
unversadad de caor que a vsta que abarcaban sus o|os desde
a poscn que ocupaban. A sus espadas, as casas de pedra de
a cudad fuguraban con un vvdo respandor que cegaba hasta
os o|os ms resstentes. Las vanas cortnas pendan exnmes
en as ventanas desertas. N una sombra ateraba a brante
monotona de as paredes, o avaba e vvaz centeeo de as
aguas en as fuentes a sus pes. N una onda rzaba a superfce
de ancho cana que reempazaba ahora a antguo puerto. N una
bocanada de are hnchaba as veas abrasadas de os navos
abandonados en e fondeadero. Sobre os pantanos que se vean
a certa dstanca penda una neba ardorosa y trepdante; y en
os vedos prxmos a a cudad, n una ho|a se agtaba en os
esbetos taos. Por e ado de mar se extenda, vasto y pano, e
panorama de a arena quemante y, ms a, e mar aberto sn
oas, trpdo, baado por un torrente de feroz respandor que se
proongaba hasta e horzonte sn nubes que remataba e soeado
panorama.
En as caes de a cudad donde as atas casas proyectaban una
ancha sombra sobre os adoqunes, se vean aqu y a unos
pocos escavos que dorman recostados en as paredes, o que
comadreaban ngudamente sobre os defectos de sus
respectvos amos. En ocasones, se poda observar a un ve|o
mendgo que cazaba en os ben provstos cotos de su propo
cuerpo os vvaces parstos de Sur. En otras, un no nqueto
gateaba desde e umbra de una casa para chapotear en as
aguas estancadas de arroyo; pero con excepcn de esas
dudosas evdencas de actvdad humana, o que caracterzaba
sobre todo a os pocos grupos de membros de os ms ba|os
estratos de a socedad que se vean en as caes era a ndoenca
ms desfaecda y competa. Todo o que dotaba de espendor a
a cudad a otras horas de da se ocutaba en ese momento a as
mradas. Los eegantes cortesanos permanecan recnados en sus
ma|estuosos saones; os sodados de guarda buscaban
proteccn en os nguos de as muraas y os rncones de os
prtcos; as encantadoras damas dormtaban sobre echos
perfumados en habtacones a oscuras; os carros dorados
estaban guardados en as cocheras; os corcees corveteaban en
os estabos; y hasta os productos de os mercados estaban
resguardados de so. Era obvo que os opuentos habtantes de
Rvena no consderaban nngn deber o bastante mportante,
nngn pacer o sufcentemente atractvo, para exponer sus
decados cuerpos a caor de medoda.
Para dare a ector una dea de a manera en que os ndoentes
patrcos de a corte mataban e tempo durante as prmeras
horas de a tarde, y para satsfacer, a msmo tempo, as
exgencas que se dervan de a contnuacn de esta hstora, es
necesaro abandonar a compaa de os pebeyos en as caes y
aproxmarnos a os trcnos de os nobes en e paaco de
emperador.
Despus de pasar por a enorme puerta de entrada, cruzar e
vasto corredor de a resdenca mpera con sus estatuas, sus
mrmoes y sus guardas en poscn de atencn, y despus
tambn de ascender a nobe escanata, e prmer ob|eto que ta
vez atra|era en esta ocasn a atencn de observador, a
acercarse a as habtacones prvadas, habra sdo una puerta
rcamente abrada y entreaberta stuada en e extremo de
corredor. En ese ugar se arracmaban unos qunce o vente
ndvduos que se comuncaban por seas y que mantenan en
todos sus movmentos e ms decoroso y competo senco. A
veces, un membro de grupo se acercaba de puntas a a puerta,
mraba haca dentro con e mayor cudado y regresaba cas de
nmedato para transmtre a su vecno ms cercano, con
varadas muecas, su nmenso nters en o que acababa de ver.
En ocasones, saan de esa habtacn msterosos sondos que
seme|aban e cacareo de ganas, segudos, de vez en cuando,
por un rudo como e de una uva de pequeos fragmentos de
una sustanca vana sobre un sueo duro. Cada vez que se
de|aban escuchar esos sondos, os ndvduos congregados a a
puerta se mraban entre s y sonrean, agunos con expresn
sarcstca, otros con are de trunfo. Unos pocos de esos
pacentes crcunstantes evaban consgo roos de pergamno; e
resto, rametes de fores extcas, estatuas y mosacos
pntados. Agunos de eos eran pntores y poetas; otros, oradores
y fsofos; y otros ms, escutores y mscos. Puede parecer
extrao que una asambea tan heterognea de membros de
profesones famosas en todas as pocas por nsprar entre sus
cutvadores e pecado de a rrtabdad, mantuvera una
conducta tan tranqua y ordenada como a que se acaba de
descrbr. Pero hay que observar que, a acudr a paaco, esos
hombres de geno haban dado muestras de una unanmdad a
menos superfca, ya que venan guamente provstos de aguna
de sus obras e guamente anmados por una esperanza:
confaban en empear un medo comn, a aduacn, para
acanzar un fn comn, e propo benefco .
La habtacn vedada hasta a a ntrusn de a nspracn
nteectua no era de dmensones notabes, aunque estaba
rcamente ornamentada. En otro momento as mradas podran
haberse deetado con as pantas y as fores exqustas que
cubran profusamente una nobe terraza haca a que se abra una
segunda puerta de a peza; pero en ese nstante, e quehacer de
ocupante de a habtacn era de naturaeza tan extraordnara
que hasta a ms atenta observacn habra pasado por ato as
caracterstcas secundaras de ugar para f|arse de nmedato en
.
En medo de una gran bandada de ganas, que pareca
extraamente fuera de ugar sobre un sueo de mrmo y ba|o un
techo dorado, se encontraba un |oven pdo, degado, can|o,
espnddamente atavado, que sostena entre as manos un
recpente de pata eno de grano que dstrbua de cuando en
cuando a a cacareante muttud que se arremonaba a sus
pantas. Nada poda ser ms astmosamente afemnado que a
aparenca de |oven. Sus o|os eran pesados y carentes de
expresn; su frente, ba|a y escurrdza; sus me|as, hunddas; y
su cuerpo, encorvado como por una ve|ez prematura. Una sonrsa
nsusa databa sus abos fnos y descoordos; y cuando ba|aba
a vsta haca sus extraas favortas, es mustaba en ocasones
entrecortadas expresones de caro, cas pueres por su
smpcdad. Toda su ama pareca absorta en a abor de dstrbur
e grano, y segua os movmentos de as ganas con una vva
atencn que pareca cas dota por su rdcua ntensdad. S se
me pregunta por qu he presentado con tanto cudado y descrto
con tanta mnucosdad a una persona tan abyecta como ese
|oven sotaro, me vera obgado a responder que, aunque no
est destnado a ser un persona|e mportante de esta narracn,
desempeaba, por su poscn, un pape notabe en e gran drama
que e srve de base: ese cebador de ganas no era n ms n
menos que Honoro, e emperador de Roma.
Es a mbecdad msma de ese hombre, en un momento como e
que nos ocupa, a que dota a persona|e de un horrendo nters a
o|os de a posterdad. A esa nudad, que era a personfcacn de
os ms mezqunos vcos tpcos de a depravada cvzacn de
su poca, e correspond a terrbe responsabdad de desatar a
tormenta que se vena formando desde haca argo tempo y
cuyos eementos hemos ntentado exponer en e captuo
precedente. Dotado de a ntegenca |usta para ser caprchoso y
de vountad apenas sufcente para tornaro empecnado, era un
nstrumento adecuado para que o manpuara cuanto vano
ambcoso ograba ganar ascendente sobre . Para aduar su
puer trana, os aprovechados ntrgantes de a corte haban
recompensado con a pena de muerte a heroco Estcn por su
savacn de pas, y escamoteado a Aarco as moderadas
concesones que se haban comprometdo soemnemente a
cumpr. Para satsfacer su vandad, se e paseaba en trunfo por
as caes de Roma en honor a una vctora que otros haban
obtendo. Para amentar su arroganca medante una exhbcn
de ms v de os prvegos que e conceda e poder confado a
de por vda, se haba ordenado sn vacar a masacre de os
ndefensos rehenes, confados por e honor de os godos a a
tracn romana; y, fnamente, para apacar a turbuenca de sus
temores poco vres, a tma decsn de sus nescrupuosos
conse|eros antes de a cada de Impero fue autorzaro a
abandonar a su puebo en a hora de pegro, sn cudarse de
qun sufra en a Roma nerme, mentras permaneca seguro
en a fortfcada Rvena. Ese era e hombre ba|o cuya conduccn
estaba condenada a tambaearse hasta caer a ms poderosa de
as estructuras de mundo! Ese era e persona|e destnado a
poner fn a a obra que e Tempo y a Gora se haban undo para
consagrar y adornar! For|ada y sostenda por una osada
sobrehumana que revesta os nauseabundos horrores de
ncesante derramamento de sangre con una magnfcenca ruda y
aterradora, a seora de todas as nacones estaba ahora
destnada a hundrse en a ms gnomnosa derrota, ba|o a gua
de ms abyecto de os cobardes. Para esto haba sacuddo a
hordas de enemgos con su brazo vgoroso e ve|o y rudo Reno!
Para esto haban desconcertado y asombrado a mundo as
dudosas vrtudes de a Repbca y a pegrosa magnfcenca de
Impero! En un fna como Honoro cumnaban os dgnos excesos
de un Bruto, os pudos espendores de un Augusto, as
sobrehumanas atrocdades de un Nern y as nmortaes vrtudes
de un Tra|ano! En vano, a o argo de pocas de afanes sn fn,
sobre a devastacn de sus corazones ms nobes y a
prosttucn de sus mayores ntegencas, haba marchado Roma
sn compasn, tratando de acanzar una sombra: a Gora; pero
ya se haba pronuncado a sentenca que a condenaba a ser
vctma de su esenca: a Ignomna!
Una vez agotadas as reservas de grano y satsfecho e apetto de
as voraces favortas, dos asstentes beraron a nsustanca
emperador de peso de su recpente de pata. Despus sacaron
por una puerta a a bandada de ganas a tempo que se haca
entrar por a otra a a bandada de genos.
De|emos que ahora a emperador pose sus ngudos o|os sobre
ob|etos de arte por os cuaes no sente admracn, y que preste
sus poco dspuestos odos a panegrcos que no comprende, y
conduzcamos a ector a una habtacn en e extremo opuesto de
paaco, donde se encuentran congregadas toda a beeza y a
eeganca de su corte.
Imagnad una peza de doscentos pes de argo y un ancho
proporcona. Sus sueos son de mosacos que forman os ms
encantadores dseos. Sus costados estn decorados con
nmensos pares de mrmoes de dversos coores, ntercaados
por estatuas, todas dspuestas en una exqusta varedad de
acttudes, de modo que parecen ofrecere a quen se acerca as
fores extcas que es deber de os srventes coocar en sus
manos. E techo est pntado a fresco, en combnacones de
matces y formas que armonzan con os de sueo de mosacos.
Las cornsas son de pata, y estn decoradas con versos de os
poetas ertcos de da, cuyas etras forman pedras precosas. En
medo de a habtacn hay una fuente que anza chorros de agua
perfumada, rodeada por |auas doradas que encerran p|aros de
todos os tamaos y nacones. Tres ventanaes, stuados en e
extremo este de a peza, se abren a Adrtco, pero en este
momento estn cubertos por su parte exteror por cortnas de
seda de un decado tono verde, que proyectan una uz suave y
vouptuosa sobre todos os ob|etos, pero que son tan sutes y
estn tan hbmente coocadas que a brsa ms eve que se
evanta afuera ega de nmedato a os ngudos ocupantes de a
saa de espera de a corte. Se trata de unos cncuenta o sesenta
ndvduos. Con mucho, a mayora son mu|eres. Su peo negro,
trenzado con graca de dversas formas y adornado con fores o
pedras precosas, contrasta eegantemente con a brante
bancura de os tra|es que evan a mayor parte de eas. Agunas
se entretenen contempando desmayadamente os movmentos
de os p|aros en sus |auas; otras sostenen, entre murmuos,
una conversacn nguda con os cortesanos que se encuentran
a su ado. Los hombres exhben en sus tra|es una mayor varedad
de coordo, y en sus ocupacones una superor fertdad de
recursos que as mu|eres. Sus atuendos, de suavsmos tonos
rosa, voeta o amaro, aegran fantstcamente a monotona de
os vestdos bancos de sus gentes compaeras. De sus
actvdades, as ms conspcuas son tocar e ad, |ugar a os
dados, azuzar a sus faderos e nsutar a sus parstos. Pero sea
cua fuere a manera en que se ocupan, o hacen con poca
atencn y menos entusasmo. Agunos se recuestan en sus
asentos con os o|os cerrados, como s e caor es hcera
demasado ardua a tarea de empear os rganos de a vsn;
otros, en medo de una conversacn, de repente de|an una
oracn nconcusa, aparentemente ncapactados por a astud de
expresar a dea ms senca. Todas as escenas que atraen a
mrada en a saa, todos os sondos que egan a os odos, son
expresvos de un opuento reposo. Nngn respandor estropea a
suavdad que mpregna a atmsfera; nngn coor encenddo e
confere materadad a os tonos eves, etreos, de os vestdos;
nngn rudo sbto nterrumpe as notas entrecortadas y
que|umbrosas de ad, n desentona con e suave par de os
p|aros en sus |auas, n ahoga a meoda reposada y reguar de
as voces de as damas. Todos os ob|etos, tanto os anmados
como os nanmados, guardan perfecta armona entre s. Es una
escena de ndoenca esprtuazada, un cuadro de beattud
soadora en e santuaro ms recndto de reposo
nnterrumpdo.
En medo de esa reunn de hermosura y nobeza, de cuyos
membros se soa advertr a presenca genera ms que e
aspecto de cada uno en partcuar, haba, sn embargo, un
ndvduo que, tanto por a naturaeza sotara de a ocupacn
que haba escogdo como por a poscn accdenta que ocupaba
en a habtacn, resutaba amatvo entre os patrcos
desenfadados que o rodeaban.
Su asento estaba ms cerca de a ventana que e de os dems
ocupantes de a peza. Agunos de sus ndoentes vecnos
especamente os de sexo ms gent e echaban o|eadas
ocasonaes en as que se mezcaban a admracn y a
curosdad, pero nade se e aproxmaba n ntentaba trabar
conversacn con . A su ado haba un pedazo de pergamno en
e que, de tempo en tempo, trazaba unas pocas paabras, para
despus vover a recnarse, aparentemente sumdo en sus
refexones y totamente ndferente a todos os ocupantes
mascunos y femennos de a habtacn mpera. A |uzgar por
su aparenca genera, apenas acanzara os ventcnco aos de
edad. La forma de a parte superor de su rostro era totamente
nteectua a frente ata, despe|ada y recta; os o|os caros,
penetrantes y pensatvos, pero su parte nferor era, por e
contraro, nnegabemente sensua. Los abos, grandes y
carnosos, contrastaban curosamente con e fno cnceado de a
recta narz grega; a tempo que a sodez de a barba y a
|ocunda redondez de as me|as eran a anttess de carcter que
reveaban a frente pda y nobe y a expresn de os o|os
vvaces e ntegentes. Su estatura era apenas medana, pero as
dferentes partes de su cuerpo guardaban una proporcn tan
perfecta que en cuaquer poscn pareca ms ato que o que
reamente era. La parte superor de su tra|e, aberta por e caor,
permta entrever a fna forma estatuara de su cueo y su pecho.
Sus ore|as, manos y pes posean a pequenez y decadeza que se
supone que denota a arstocraca de nacmento; y sus maneras
reveaban esa ndescrptbe combnacn de dgndad dscreta y
eeganca sn afectacn que en todas as pocas y pases, y a
pesar de todos os cambos de modaes y de costumbres, ha
hecho de taante de sus pocos y prvegados propetaros
anunco evdente de su rango soca.
Mentras e patrco segua ocupado con su pergamno, se produ|o
a sguente conversacn, en voz muy ba|a, entre dos damas
sentadas cerca de sto que ocupaba.
Dme, Cama d|o a mayor y de ms acurna de as dos,
qun es e cortesano que tanto se afana en su composcn? He
ntentado, no s cuntas veces, amar su atencn con a vsta,
pero e hombre no mra nada ms que su roo de pergamno o os
rncones de a habtacn.
Cmo! Eres tan forastera en Itaa que no o conoces?
contest a otra, una muchacha vvaz de formas menudas y
decadas que se remova con contnua ntranqudad en su
asento y que pareca ncapaz de dedcare un nstante de
atencn a nnguno de os ob|etos que a rodeaban sn dstraerse
de nmedato. Por todos os santos, mrtres y requas de m
to e obspo!
Caa! No debes |urar en vano!
Oue no debo |urar en vano! Cmo! Estoy hacendo un
nventaro de |uramentos para uso excusvo de as damas! Me
propongo ncar a moda usndoos yo msma!
Pero te ruego que respondas m pregunta! Nunca aprenders
a habar de un soo asunto a a vez?
Tu pregunta... ah, tu pregunta! Era sobre os godos?
No, no! Era sobre e hombre que escrbe sn cesar y que no
mra a nade. Es cas tan rrtante como Cama!
No frunzas as e entrece|o! Ese hombre, como e amas, es e
senador Vetrano.
La dama se sobresat. Evdentemente, Vetrano era famoso.
S! contnu a vvaz Cama. Es e ngenoso Vetrano; pero
no se convertr en uno de tus favortos, porque a veces |ura en
vano... y por os antguos doses, o cua est prohbdo!
Es apuesto.
Apuesto? Es hermoso! No hay mu|er en Itaa que no
angudezca por !
He odo decr que es ntegente.
Oun no o ha odo decr? Es e creador de agunas de as
sasas ms ceebradas de nuestros tempos. Los cocneros de
todas as nacones o acaman como a un orcuo. Y adems,
escrbe poesa y compone msca y dbu|a fguras! Y en o que
toca a a fosofa, razona me|or que m to e obspo!
Es rco?
Ah, m to e obspo!... Tengo que contarte cmo ayud a
Vetrano a escrbr una stra sobre ! Cuando me qued en su
casa de Roma, a menudo vea que conducan por e |ardn, hasta
su estudo, a una mu|er cuberta por un veo; as que para
confundro e pregunt de qun se trataba. M to frunc e
entrece|o, tartamude y me d|o a prncpo que me mostraba
rrespetuosa, pero despus me cont que era una arrana a a que
se esforzaba por convertr. As que me parec que me gustara
ver cmo progresaba a conversn y me escond detrs de un
armaro. Pero es ago muy secreto, te o cuento en a ms estrcta
reserva.
No me nteresa. Habame de Vetrano.
Ou ma humor e tuyo! Nunca ovdar cmo nos remos
cuando e cont a Vetrano o que haba vsto! Tom sus tes de
escrtura y compuso a stra de nmedato. A da sguente toda
Roma se haba enterado. M to estaba mudo de raba! Creo que
sospech de m; pero de| de convertr a a dama arrana y...
Vuevo a preguntarte: es rco Vetrano?
Meda Sca es suya. Tene nmensas posesones en Afrca,
ovares en Sra y campos de maz en a Gaa. Asst a un agasa|o
que ofrec en su va de Sca. Dspuso uno de sus barcos segn
a descrpcn de a gaera de Ceopatra e hzo que sus escavos
nadaran detrs de nosotros como s fueran trtones. Ah, fue
magnfco!
Me gustara conocero.
Deberas ver sus gatos! Tene toda una egn de eos en su
va y doce escavos para atenderos. Le encantan os gatos, y
afrma que os antguos egpcos tenan razn en adoraros. Ayer
me d|o que cuando muera e ms corpuento de sus gatos o
canonzar, dgan o que dgan os crstanos! Y trata tan ben a
sus escavos! Nunca os azota n os castga, savo cuando no se
cudan o se desfguran; porque Vetrano no permte que se e
acerque nada feo o suco. Debes vstar su saa de banquetes en
Roma! Es a perfeccn msma!
Pero, por qu est aqu?
Ha vendo a Rvena a traer un mensa|e secreto de Senado, y
e ha regaado unas ganas de una raza extca a ese tonto...
Caa, que pueden orte!
De acuerdo: a ese sabio emperador nuestro! Ah, e paaco ha
sdo un ugar tan agradabe desde que eg!
En ese momento, e dogo anteror de cuya frvodad me
temo que os ectores de os tempos modernos, dueos de una
cutura unversa, se apartarn con desdn se vo nterrumpdo
por un movmento de hroe a que haca referenca, sea de
que su tarea haba concudo. Con a deberada enttud de un
hombre que desea demostrar que nngn asunto reatvo a os
mortaes puede mponere prsa, Vetrano dob pausadamente e
pergamno que haba cuberto con su escrtura y, tras guardaro
|unto a su pecho, e hzo una sea a un escavo que pasaba en
ese momento a su ado con una bande|a de frutas.
Recbdo e mensa|e que e comunc e senador, e escavo
retroced hasta a entrada de a peza y am con un gesto a un
hombre que estaba a otro ado de a puerta, a que e ndc que
se acercara a asento de Vetrano.
De nmedato, e ndvduo se apresur a atravesar a habtacn
hasta egar a a ventana donde o esperaba e eegante romano.
No es necesara n a ms somera descrpcn de su aparenca,
porque perteneca a una case con a que os modernos estn tan
famarzados como o estaban os antguos, una case que ha
sobrevvdo a todos os cambos de nacones y costumbres, una
case que nac con e prmer hombre opuento de mundo y so
desaparecer con e tmo. En una paabra, era un parsto.
Gozaba, sn embargo, de una gran venta|a sobre sus epgonos
modernos. En sus tempos, a aduacn era una pro(esi)n,
mentras que en os nuestros se ha degradado hasta no ser ms
que una ocupaci)n.
Partr de Rvena esta tarde d|o Vetrano.
E parsto hzo tres profundas ncnacones y sonr como en
xtass.
Dars a orden de que m carrua|e est a as puertas de
paaco una hora antes de a puesta de so.
E parsto decar que nunca ovdara e honor de encargo y
abandon a habtacn.
La travesa Cama, que haba odo a orden de Vetrano, se
evant de un sato de su asento en cuanto e parsto vov a
espada y tras correr hasta donde se encontraba e senador,
comenz a reprochare a decsn que acababa de tomar.
No te da stma condenarme a aburrmento de este horrbe
paaco para satsfacer tu caprchosa ocurrenca de r a Roma?
d|o, hacendo un hocquto con sus ndos abos y |ugueteando
con un rzo de cabeo castao oscuro que se arremonaba sobre
a frente de Vetrano.
Tan poco e mportan sus amgos a senador Vetrano que os
abandona a merced de os godos? d|o otra dama que avanz
con una sonrsa cautvadora hasta egar |unto a Cama.
Ah, esos godos! excam Vetrano, vovndose haca a que
acababa de habar. Dme, |ua, acaso no hay nformes de que
os brbaros en verdad se adentran en Itaa?
Todos os hemos odo. E rumor ha aterado tanto a emperador
que ha prohbdo hasta que se mencone en su presenca a
paabra godo .
Por m parte contnu Vetrano trando haca s de Cama y
propnndoe unos gopectos |uguetones en su manta adornada
por unos hoyueos, espero con ansas a os godos, porque
paneo escupr una estatua de Mnerva para a que no concbo
modeo ms adecuado que una mu|er de esa pendencera nacn.
S de buena tnta que tenen membros coosaes, y un pudor que
se acomoda con suma obedenca a a dscpna de una bosa ben
provsta.
S os godos te proporconan un modeo de ago d|o un
cortesano que se haba undo a grupo mentras Vetrano hababa
, ser e de una representacn de a quema de tu paaco de
Roma, que te permtrn pntar con a sangre de a nsondabe
fuente de tus propas herdas.
E ndvduo que pronunc esta tma observacn se haca notar
en e brante crcuo de os que o rodeaban por su extrema
feadad. Urgdo por sus desventa|as nnatas y por a prdda de
todos sus benes en a mesa de |uego, haba asumdo
recentemente una personadad cuyas vrtudes o savaban en
esa poca frvoa, gracas a su desagradabe orgnadad, de
ovdo o e despreco. Era un fsofo cnco.
No obstante, su comentaro no produ|o otro efecto sobre a
mperturbabdad de sus oyentes que exctar su hardad.
Vetrano r, Cama r, |ua r. La dea de unas tropas brbaras
capaces de quemar un paaco en Roma era demasado rdcua
para que nade a tomara en sero, y a medda que a decaracn
recorr e resto de a habtacn toda a corte r, a pesar de su
aburrmento y su astud.
No s por qu me dverten as tonteras de ese hombre d|o
Cama, con una gravedad repentna que e borr de rostro una
sonrsa sumamente atractva, cuando me sento tan
meancca ante a dea de a partda de Vetrano. Ou ser de
m cuando se haya do? Desgracada de m! Oun quedar en e
paaco para componer cancones a m beeza y msca para m
ad? Oun me tomar de modeo para pntar a Venus y me
contar hstoras sobre os antguos egpcos y sus gatos? Oun
me dr en os banquetes qu patos debo escoger y cues
rechazar? Oun? y a pequea Cama se detuvo de sbto en
a enumeracn de os paceres que estaba a punto de perder, y
parec estar a borde de soozar tan sn consueo como rera
encantada haca so un nstante.
Vetrano se snt conmovdo, no por os eogos a sus
capacdades nteectuaes, sno por a admsn de su supremaca
como anftrn y mentor en os banquetes, contenda en a tma
parte de reproche de Cama. Entonces, como ahora, e beo sexo
era reo de nsufcenca en nocones gastronmcas. Consttua,
por tanto, un trunfo perfecto, haber convertdo a esa cenca a a
ms |oven y encantadora de as damas de a corte.
S puede obtener cenca para marcharse d|o e haagado
senador, Cama me acompaar a Roma y asstr a a prmera
presentacn de m ms recente creacn: a sasa para
ruseores.
Cama estaba en xtass. Agarr as me|as de Vetrano con sus
dedtos rosados, o bes con e msmo entusasmo con que un
no besa un |uguete nuevo y sa aegre, como una fecha, a
preparar su partda.
Vetrano encontrara me|or empeo para sus habdades d|o
e cnco con sonrsa despectva, nventando nuevos ungentos
para futuras herdas que nuevas sasas para futuros ruseores!
Los godos o trncharn con sus espadas para que srva de
banquete a os gusanos antes de que sus p|aros sean ensartados
en espetones romanos para e festn de sus nvtados! Es este
acaso momento para taar estatuas e nventar sasas?
Vergenza para os senadores que se entregan a ocupacones
como as de Vetrano!
Tengo otros panes repc e ob|eto de toda esa ndgnacn
mora, a tempo que mraba con nsutante ndferenca a
repusva fsonoma de cnco que, por su nmensa mportanca
para e mundo, sn duda gozarn de aprobacn unversa. La obra
que acabo de termnar es un proyecto de una sere de tres cuya
reazacn he acarcado desde hace agn tempo. E prmero es
un anss de nuevo sacerdoco; e segundo, una verdadera
personfcacn de Venus, tanto en pntura como en escutura; e
tercero, una nvencn que nade haba ogrado: una sasa para
ruseores. La nescrutabe sabdura de Destno ha querdo que
e tmo de os ob|etvos que me propuse haya sdo e prmero
que acanc. La sasa est nventada, y acabo de concur en este
pergamno a oda con a que a presentar en m mesa. M
prxma tarea ser e anss. Adoptar a forma de un tratado,
en e cua, tomando como punto de partda a experenca de os
aos transcurrdos para profetzar sobre e futuro, devear e
nmero exacto de dsensones, controversas y dsputas
adconaes que sern necesaras para permtres a os nuevos
sacerdotes convertrse en os extermnadores de su propa
regn. Medante ccuos precsos, determnar e ao en e que
se consumar dcha destruccn; tengo en m poder, como
matera para m obra, un resumen hstrco de os csmas y
dsputas ocurrdos en Roma en os tmos cen aos. En cuanto a
m segundo proyecto, a personfcacn de Venus, su dfcutad es
formdabe. Exge nvestgar a as mu|eres de todas as nacones
ba|o e so, comparar as exceencas y pecuardades reatvas de
sus dversos encantos, y combnar en una soa fgura todo o ms
adorabe de a nfnta varedad de sus ms sobresaentes
atractvos. Para evar adeante a e|ecucn de este arduo
proyecto, ms apoderados en Roma y ms mercaderes de escavos
en e extran|ero tenen rdenes de envar a m va de Sca a as
ms beas mu|eres nacdas en e mpero, y a as ms hermosas
que encuentran en otras nacones. Las har desfar ante m, con
sus dversos coores de tez y pecuardades de formas! En e
momento adecuado comenzar ms nvestgacones, sn de|arme
abrumar por as dfcutades y decddo a acanzar e xto. An
no ha sdo personfcada a verdadera Venus! S cumpo esa tarea,
qu exqusto ser m trunfo! M obra ser e atar ante e cua
mes ofrendarn os ms duces sentmentos de sus corazones.
Ea berar a magnacn reprmda de a |uventud y reavvar
as remembranzas mortecnas de os recuerdos de a ve|ez!
Vetrano hzo una pausa. E cnco estaba mudo de ndgnacn.
Un sotaro fantco de a Igesa que estaba cerca de eos frunc
e entrece|o ante a dea de anss. Las damas reron entre
dentes ante a de a personfcacn. Los gastrnomos ahogaron
sus rsas ante a de a sasa para ruseores; pero durante unos
mnutos nade hab. Aprovechando ese momento de turbacn
genera, Vetrano must unas paabras a odo de |ua, y en e
precso nstante en que e cnco se haba recuperado o sufcente
para respondere, abandon a habtacn acompaado por a
dama.
Nunca nade goz de popuardad ms unnme que Vetrano.
Dotado de una dsposcn cuya maeabdad e permta
adaptarse a todas as contngencas, su generosdad desarmaba a
sus enemgos, a tempo que.su afabdad e gran|eaba amgos.
Munfcente sn presuncn, extoso sn arroganca, e senador
haca favores con graca y braba sn pegros. Sus nvtados
admraban su hosptadad, porque saban que era desnteresada;
y admraban sus conocmentos, porque sentan que no eran
pedantes. A veces (como en su dogo con e cnco), e anto|o
de momento o e atgazo de sarcasmo provocaban que audera
a su poscn o que hcera gaa de sus excentrcdades; pero
como era sempre e prmero en rerse poco despus de esos
arranques, su crdto de patrco no sufra por su debdad de
hombre. Se mova con humor y graca en todos os estratos de a
socedad de a poca, y en todos eos ganaba aurees socaes,
sn hacer rvaes que se os dsputaran n enemgos que es
restaran vaor.
Tras abandonar a saa de espera de a corte, Vetrano y |ua
descenderon a escanata de paaco y se adentraron en e |ardn
de emperador. Utzado por o genera como ugar de paseos
vespertnos, en ese momento se encontraba deserto, savo por a
presenca de unos pocos servdores que atendan os arrates de
fores y regaban e csped de os anos y sombreados senderos.
Despus de entrar en uno de os ms retrados de os numerosos
cenadores ocutos entre os rboes, Vetrano condu|o a su
acompaante a un asento y e drg nmedatamente as
sguentes paabras:
Me he enterado de que ests a punto de partr haca Roma; es
certo?
Hzo a pregunta en voz ba|a, y con un contnente ansoso que
resutaba extrao s se o comparaba con a aegra voube que
haba despegado so unos momentos antes en presenca de os
nobes de a corte. Cuando |ua e contest afrmatvamente, su
sembante expres una vvda satsfaccn y, tras sentarse a ado
de a dama, contnu as a conversacn:
S creyera que tu ntencn era quedarte agn tempo en a
cudad, me atrevera a abusar una vez ms de tu amstad
pdndote que me prestaras tu pequea va de Arca!
Levars contgo a Roma una orden a m mayordomo para que
ponga a tu dsposcn a va y todo o que hay en ea.
M generosa |ua! Eres uno de esos pocos seres agracados
que saben cmo otorgar un favor! Otra mu|er me habra
preguntado para qu quera a va; t me a ofreces sn reservas.
Tan decada aversn a voar un secreto me recuerda que ahora
e secreto debe ser tuyo!
Para que e ector pueda entender a desenvueta confanza que
presda as reacones entre Vetrano y |ua, resuta necesaro
nformare que a dama, aunque an de aparenca atractva, tena
una edad ms adecuada para recaptuar as conqustas de su
pasado que para medtar en as de su futuro. Conoca a su
excntrco compaero desde a nez; este a haba haagado
aguna vez con sus versos y era o bastante sensata ahora que
sus encantos se desvanecan para sentrse tan satsfecha con a
amstad de senador como antes ufana de a adoracn de |oven.
Eres demasado aguda contnu Vetrano despus de una
breve pausa, como para no haber sospechado ya que necesto
tu va para ayudarme a ocutar una ntrga. Tan pecuar es m
aventura por sus dversas crcunstancas que hacer uso de m
paaco como escenaro de ea sera correr e resgo de que se
produ|era una reveacn que dara a traste con todos ms panes.
Pero temo que o proongado de m confesn exceda e mte de
tu pacenca!
Has despertado m curosdad. Podra segur escuchndote
toda a vda!
Poco tempo antes de sar de Roma en dreccn a este ugar
contnu Vetrano, me top con una aventura de a ms
extraordnara naturaeza, que me ha persegudo con a ms
extraordnara perseveranca y que, estoy seguro, producr os
ms extraordnaros resutados. Me encontraba una tarde en e
|ardn de m paaco en a cona Pncana, ocupado en ensayar en
m ad una nueva composcn musca. En una de as pausas de
a meoda, que era terna y que|umbrosa, o un sondo que
pareca ser e de os soozos de una persona que oraba
angustada entre os rboes que quedaban a ms espadas. Mr
arededor con cudado y entrev, medo ocuta por a vegetacn,
a fgura de una |oven que pareca escuchar a msca como presa
de un embru|o. Haagado por ese testmono de m habdad, y
deseoso de contempar ms de cerca a m msterosa vstante,
avanc haca su escondte, ovdando, en a prsa, segur tocando
e ad. En e nstante en que ces a msca se percat de m
avance y desaparec. Decddo a vera, vov a pusar as cuerdas,
y pocos mnutos despus vov a ver su vestdo banco entre os
rboes. Redob ms esfuerzos. Toqu con a mayor expresvdad
as partes ms meanccas de a meoda. Como ba|o a
nfuenca de un hechzo, a |oven comenz a avanzar haca m,
ora vacante, ora retrocedendo unos pasos, ora aproxmndose,
a medas renuente, a medas de buen grado, hasta que,
totamente vencda por e argo y trepdante fna de a tma
cadenca de a tonada, corr de sbto haca m y, tras caer a ms
pes, az sus manos como mporando m perdn.
En verdad que no era un trbuto comn a tu perca! Te
hab?
No pronunc paabra contnu Vetrano. Sus grandes y
duces o|os, abrantados por as grmas, se azaron astmeros a
m rostro; sus abos decados tembaron como s qusera habar,
pero no se atrevera; sus brazos redondos y tersos eran de una
beeza perfecta. Pareca una na por sus aos y sus emocones,
pero una mu|er por su encanto y sus formas. De momento me
sent demasado sorprenddo por o repentno de su spca como
para moverme o habar. En cuanto me recobr, trat de
acarcara y consoara, pero rehuy m abrazo y parec ncnada
a vover a hur de m, hasta que ta de nuevo as cuerdas de
ad, momento en e que de| escapar una sofocada excamacn
de gozo, se ov a m ado y me mr a rostro con una expresn
tan extraa, mezca de adoracn y rapto, que te admto, |ua,
que me sent tan tmdo ante ea como un no.
* tmdo! E senador Vetrano tmdo! excam |ua
azando a vsta con franca expresn de asombro e ncredudad.
E ad prosgu Vetrano, grave, sn hacer caso de a
nterrupcn era e nco medo de que dspona para procurar
comuncarme con ea. S cesaba yo de tocar, ramos como
extraos; s vova a empezar, ramos como amgos. As que
sacando de m nstrumento notas muy suaves mentras me
hababa con voz trmua, musca, contnu tocando. Por este
medo averg en nuestra prmera entrevsta que era h|a de un
ta Numerano, que pronto cumpra qunce aos y que se
amaba Antonna. So haba ogrado que me contara este
esquemtco bosque|o de su vda cuando, como presa de una
sbta aprensn, se apart de m ado con are de ms profundo
terror y, tras rogarme que no a sguera s es que deseaba vover
a vera, desaparec veozmente entre os rboes.
Cada vez ms fascnante! Y en tu nuevo carcter de hombre
tmdo sn duda obedecste sus exgencas?
As fue contest e senador; pero a a tarde sguente vov
a vstar a arboeda de |ardn, y en cuanto ta as cuerdas vov
a de|arse ver como por arte de maga. En esa segunda entrevsta
averg a razn de sus msterosas aparcones y
desaparcones. Su padre, me cont, perteneca a una nueva
secta cuyos membros magnan por qu razn resuta
mposbe de entender que ganan mrtos a os o|os de su
dedad convrtendo sus vdas en una perpetua sucesn de
sufrmentos corporaes y angustas mentaes. No contento con
reprmr sus propos sentmentos y facutades, ese trano e
mpona tambn a a pobre na a msma nsana austerdad. Le
prohba asstr a os teatros, contempar escuturas, eer poesa,
escuchar msca. Le haca aprender argas pegaras y presencar
ntermnabes sermones. No e permta a compaa de |venes
de su edad, n squera de muchachas como ea. La nca
recreacn que haba poddo procurarse y que e haba
conceddo con mucha renuenca y tras abundantes regaos era
a de cutvar e |ardncto de a casa donde vvan, que condaba
con as arboedas que rodean m va. Fue a, mentras cudaba
de as fores, que oy por prmera vez e sondo de m ad. Desde
muchos meses antes de que yo a descubrera haba adqurdo e
hbto de savar a cerca de su |ardn y esconderse entre os
rboes para escuchar m msca cada vez que as ocupacones
de su padre o obgaban a sar de a casa. Un ancano que tena
a tarea de vgara en ausenca de amo haba descuberto su
afcn. No obstante, a or a confesn de a |oven, no so e
promet guardar su secreto, sno que e permt contnuar sus
vstas a m arboeda cada vez que tocaba yo a e ad. Ahora
ben, o ms msteroso de a cuestn es que a muchacha pareca
sentr un gran afecto por su hurao padre, a pesar de su
severdad para con ea; porque cuando e ofrec brara de su
custoda, me manfest que nada a nducra a abandonaro, n
squera a atractva posbdad de vvr rodeada de hermosos
frescos y de escuchar hermosa msca a toda hora. Pero veo que
te canso, y es evdente, por e argo de as sombras, que se
acerca a hora de m partda. Permteme, por tanto, pasar de ms
entrevstas ntroductoras con Antonna a as consecuencas que
de eas se haban dervado cuando emprend m va|e a Rvena.
Creo que ya puedo magnar as consecuencas! d|o |ua
sonrendo con maca.
Comenza entonces repc Vetrano, por magnar que o
extrao de a stuacn de a |oven y a orgnadad de sus deas
me a engaanaban con un atractvo que os encantos de su
persona y de su edad contrbuan nmensamente a aumentar.
Deetaba ms facutades de poeta tanto como nfamaba ms
sentmentos de hombre; y decd seducra medante e empeo
de todas as artmaas que m ngeno pudera sugerrme para
que abandonara a trnca proteccn de su padre. Comenc por
enseare a e|erctar e taento que tanto e haba atrado en otro.
Medante a famardad que ta ocupacn engendraba entre
ambos, confaba en avanzar en su afecto tanto como en habdad
progresaba ea gracas a m, pero, para m asombro, segu
notando que se mantena tan ndferente haca e maestro y tan
sensbe a a msca como en nuestra prmera entrevsta. S
hubera rechazado ms avances, s eos a huberan sumdo en a
confusn, yo podra haberme adaptado a su humor y me habra
sentdo anmado por una esperanza; pero a fradad, e desapego,
a ncomprensbe y anorma dspcenca con que recba hasta
ms carcas me desconcertaban por competo. Pareca que me
consderaba una estatua dotada de movmento, a mera
encarnacn de ago tan nmatera como a cenca que e
enseaba. S e hababa, cas no me mraba; s me mova, e
hecho e pasaba cas nadvertdo. No poda achacaro a aversn:
Antonna pareca demasado amabe para expermentar ese
sentmento por nnguna cratura de este mundo. No poda creer
que se tratara de fradad: era toda vda, toda agtacn en cuanto
escuchaba unas notas muscaes. Cuando taa as cuerdas de
nstrumento, todo su cuerpo tembaba. Sus o|os apacbes, seros,
pensatvos cuando me mraban, ora braban de deete, ora se
ducfcaban merced a as grmas cuando escuchaba e ad. A
medda que con e paso de os das aumentaba su habdad
musca, sus maneras haca m se tornaban ms
nexpcabemente ndferentes. A cabo, cansado de as
constantes desusones que expermentaba y decddo a hacer un
tmo esfuerzo para conmover su corazn despertando su
grattud, e rega e msmo ad que escuchara por prmera vez y
en e cua haba aprenddo ya a tocar. Nunca he vsto a un ser
humano ms derantemente fez que esa ncomprensbe |oven
cuando recb de ms manos e nstrumento. Loraba y rea a
msmo tempo, o besaba, o acarcaba, e hababa como s se
tratara de un ser anmado. Pero cuando me aproxm para
sofocar as expresones de agradecmento que derramaba sobre
m por e presente, de pronto escond e ad entre sus ropas,
como temerosa de que se o arrebatara, y se march presurosa
de m ado. A da sguente a esper en nuestro ugar de
encuentro acostumbrado, pero no acud. Env a un escavo
dsfrazado a casa de su padre, pero Antonna no quso
comuncarse con . Era evdente que, ahora que haba
consegudo su ob|etvo, no senta nngn deseo de vover a
verme. En un prmer momento de rrtacn, decd hacera sentr
m poder, ya que desprecaba m bondad; pero a refexonar
sobre e asunto me convenc, a partr de conocmento que tena
de su carcter, de que en o que a esta cuestn tocaba, a fuerza
resutaba mpotca, y de que corra e resgo de perder m
popuardad en Roma y de verme enzarzado en una dsputa
ndgna de m que a nade benefcara. Insatsfecho conmgo
msmo y desusonado con a |oven, obedec os prmeros
dctados de m mpacenca y, aprovechando a oportundad que
me brndaban ms deberes en e Senado de escapar de a escena
de ms frustradas esperanzas, part enfadado a Rvena.
Partste a Rvena! excam |ua, rendo sn dsmuos.
Ou concusn para tu aventura! Te confeso, Vetrano, que
consecuencas como esa superan cuaquer magnacn!
Res, |ua repc e senador, un tanto amoscado, pero
escchame hasta e fna y te percatars de que no me he
resgnado a a derrota. Durante os pocos das que he
permanecdo aqu, a magen de Antonna no ha cesado de turbar
ms pensamentos. Me doy cuenta de que tanto m ncnacn
como m reputacn exgen que consga mponerme a su ngrata
aversn. Sospecho que, de no verse satsfecha, m ansedad por
ganara nfur de ta modo sobre m carcter que de Vetrano e
Sereno pasar a conocrseme como Vetrano e Sardnco. E
orguo, e honor, a curosdad y e amor: todo me nsta a
conqustara. La preparacn de m banquete es m excusa ante a
corte para m sbta partda: e verdadero ob|eto de m va|e es
Antonna. Ah!, vuevo a reconocer a m amgo de sempre
coment a dama con aprobacn.
Me preguntars cmo me propongo obtener una nueva
entrevsta con ea contnu Vetrano. M respuesta es que e
srvente de a |oven se ha ofrecdo vountaramente a servr de
nstrumento para e ogro de ms panes. E da antes de m
partda de Roma se present de repente en m |ardn y me
propuso ntroducrme en a casa de Numerano, despus de
preguntarme, con are de gua ms que de nferor, s era certo
e rumor de que yo era un adepto secreto de a antgua regn,
de cuto a os doses. Sospechando os motvos de hombre
(porque se neg a recbr recompensa aguna por su tracn) e
rrtado por a recente ngrattud de a |oven, recb su
ofrecmento con despreco. No obstante, ahora que se ha
camado m nsatsfaccn y se ha despertado m ansedad, he
decddo confarme a toda costa a ese ndvduo, sean cuaes
fueren sus motvos para ayudarme. S en a esperada entrevsta
ms esfuerzos y no ahorrar nnguno se ven coronados por e
xto, ser necesaro encontrar un refugo para Antonna que no
desperte sospechas y que est a savo de cuaquer ntento de
encontrara. Nada se avene me|or a eso que tu va de Arca.
Ahora que conoces e uso a cua a destno, te arrepentes de tu
generosdad para ayudarme en m proyecto?
Me encanta ser su propetara para poder brndrtea
contest a bera |ua a tempo que apretaba entre as suyas
una de as manos de Vetrano. Tu aventura es sn duda poco
comn. Ardo de mpacenca por saber cmo termnar. Suceda o
que suceda, puedes confar en m dscrecn y contar con m
coaboracn. Pero mra, e so ya se ncna a ponente; y a veo
a uno de tus escavos que, estoy segura, vene a nformarte de
que tu carrua|e est sto. Regresa conmgo a paaco y te
entregar a carta que necestas para que puedas dsponer como
dueo de m resdenca campestre.
& & &
Los dgnos cudadanos de Rvena reundos en a paza frente a
paaco para ser testgos de a partda de senador haban agotado
por competo e pacer que proporconan dstraccones tan
nocentes como mrar f|amente a os guardas, cazar as nubes de
mosqutos que revooteaban en torno a sus ore|as y peearse unos
con otros, y se vean ya reducdos a una muy rudosa y unnme
mpacenca cuando su descontento se vo camado de manera
repentna y caba por a aparcn de carrua|e en e que Vetrano
y Cama trasponan as puertas de paaco.
Grtos estruendosos saudaron a aparcn de senador y su
magnfca comtva, pero se mutpcaron por cen cuando, a a
orden de su amo, sus escavos prncpaes dstrbuyeron puados
de monedas entre os ms pobres de os espectadores. Cada uno
de os membros de a heterognea muchedumbre compuesta por
bandoeros, ocos y vagabundos vocfer cuanto pudo e hzo as
cabroas ms amatvas de as que fue capaz en honor a
generoso patrco. Los ustres va|eros atravesaron enta y
cudadosamente a muttud que os rodeaba, hasta egar a as
puertas de a cudad. Y a, en medo de ncesantes apausos,
acrecentados por una mponente unanmdad de pumones y
ampfcados hasta acanzar a ms trastornadora dscordanca,
Vetrano y su vvaz acompaante parteron en trunfo haca Roma.
& & &
Unos das despus de ese suceso, os cudadanos se vovan a
reunr en e msmo ugar y a a msma hora probabemente para
ser testgos de a partda de otro patrco cuando eg a sus
odos un sondo nesperado, producdo por una amada a as
armas, a que sgu nmedatamente e cerre de as puertas de a
cudad. Cas no haban tendo tempo de preguntarse unos a otros
qu sgnfcaran esos nusuaes hechos cuando un campesno,
cas oco de terror, eg correndo a a paza, propagando a
grtos a terrbe notca de que os godos estaban a a vsta!
Los cortesanos oyeron as nuevas y, tras abandonar un suntuoso
refrgero, se apresuraron a acercarse a as ventanas de paaco
para contempar e portentoso espectcuo. Durante e resto de a
tarde os comensaes no voveron a acercarse a as mesas de
banquete.
Las temdas notcas sorprenderon a ncapaz emperador
rodeado de sus ganas. tambn corr haca as ventanas y a
mrar haca afuera vo a e|rcto vengador de|ar a un ado,
desprecatvo, su sotara fortaeza y moverse veoz haca a
ndefensa Roma. Mucho despus de que as tnebas huberan
ocutado a sus o|os as masas de esa nmensa muttud, sgu con
os o|os cavados en e pasa|e que se dfumnaba, presa de un
estupor de asombro y temor; y por prmera vez desde que estaba
a su cudado, a bandada de ganas pas a noche sn que a
atendera a mano de amo.
CAPT"LO III
ROMA
La prmera o|eada a ttuo de este captuo despertar, me temo,
sentmentos de aprensn y no de curosdad en e pecho de
ector expermentado. Imagnar sn duda que contene argos
dtrambos sobre as maravas de a antgedad cuya descrpcn
se e ha hecho, desde hace tempo, absoutamente repugnante,
debdo a su ncesante reteracn. Preveer amentos ante e
paaco de os Csares y medtacones a propsto de os arcos de
Coseo, que enaran una arga sere de agobantes prrafos
hasta e msmo fn de captuo; y, consderabemente ansoso por
dspensar a su atencn de una tarea ante a que retrocede, se
apresurar a de|ar atrs e temdo deserto de as refexones
convenconaes para egar a prmer oass que se presente, sea
por un nuevo acpte de a narracn, sea por a sbta aparcn
de un dogo. Aertado, entonces, por aprensones como esas,
me apresuro a asegurare que en nngn caso nuestra hstora se
ubcar en os mtes de trado y evado Foro, n ascender a os
arcos de exhausto Coseo. Su atencn se centrar en os seres
humanos de a antgua Roma, no en sus edfcacones. Lo que
deseo es presentare a ector un panorama de as emocones ms
ntmas de a poca, de as accones y pasones vtaes y
anmadas de os habtantes de mpero condenado a a runa.
De|o a topografa de a antgedad y a arqutectura csca a
pumas ms hbes, y as confo a otros ectores.
No obstante, resuta necesaro audr en aguna medda a
escenaro en e cua se despazarn os persona|es de nuestra
hstora, a fn de factar a comprensn de sus movmentos. La
porcn de a cudad extnta que me propongo revvr ha de|ado
pocas hueas de su exstenca en a cudad moderna. Sus stos
de nters son tema de a tradcn; sus edfcacones, povo. Las
gesas se azan donde en una poca se evantaran os tempos, y
as tabernas tentan ahora a quenes deambuan por os ugares
donde as termas acogeran a sus antepasados de ayer.
Las muraas de Roma tenen en a actuadad a msma extensn
que en e perodo de que escrbo. Pero ah termna toda
seme|anza entre a cudad antgua y a moderna. Las casas que
esas muraas cas no podan abarcar en un tempo hace mucho
que han desaparecdo, y sus modernas sucesoras ocupan so un
terco de espaco entonces asgnado a a capta de mpero.
Fuera de as muraas, antao se extendan nmensos suburbos.
Magnfcas vas, arboedas suntuosas, tempos, teatros, termas
ntercaadas entre os barros de vvendas de os estratos
nferores de a pobacn rodeaban a portentosa cudad. De
esas nnumerabes resdencas cas no quedan rastros. E va|ero
moderno, a contempar e ugar donde se evantaban os famosos
suburbos, ve, aqu y a, un acueducto en runas o un mausoeo
tambaeante, que se mantenen en precaro equbro sobre a
superfce de un pantano pestente.
La entrada actua a Roma por e Porta de Popo ocupa e ugar
de a antgua Puerta Famna. Hoy en da, tres grandes avendas
conducen desde a hasta e extremo sur de a cudad, y forman,
con as caes que en eas desembocan, a seccn prncpa de a
Roma moderna. A un ado mtan con a cona Pncana, a otro,
con e Tber. De esas avendas, as ms cercanas a ro ocupan e
sto donde se encontraba e famoso Campo de Marte; as de ado
opuesto, os antguos accesos a os |ardnes de Sausto y Lcuo,
en e Pnco.
En a ora opuesta de Tber (a a que se ega por e Puente de
Santo Ange, antes Pons Eus) dos caes, que atravesan un
barro heterogneo y popuoso, conducen a a moderna gesa de
San Pedro. En e perodo en que transcurre nuestra hstora, esa
parte de a cudad tena mucha mayor mportanca que en e
presente, tanto por sus dmensones como por su aspecto, y
evaba drectamente a a antgua Basca de San Pedro, que se
evantaba en e msmo sto que ocupa hoy a edfcacn
moderna.
Los acontecmentos que se narrarn a contnuacn se
desarroan por entero en as partes de a cudad que acabo de
descrbr. A menudo nvtar a ector a acompaarme para partr
de a cona Pncana, atravesar e Campo de Marte, cruzar e Pons
Eus y egar a a Basca de San Pedro, pero e evtar toda
necesdad de penetrar en runas famares o orar sobre os
sepucros de patrotas dos.
No obstante, antes de regresar a os persona|es ya conocdos, o
presentar a agunos nuevos, ser precso pobar as caes que he
tratado de reconstrur. Confo en que, gracas a eo, e ector
adqurr certa famardad con as maneras y as costumbres de
os romanos de sgo V, de a que depende fundamentamente
esta hstora, y que me sento ncapaz de nstar medante una
dsquscn fosfca sobre as caracterstcas de a poca. Unas
pocas pgnas ustratvas se adaptarn quzs me|or a nuestro
propsto que varos vomenes de descrpcn hstrca. No
exste ndce ms nequvoco de carcter de un puebo que as
caes de sus cudades.
Se acerca a tarde. En a parte ms ampa de Campo de Marte
se agopan grupos de personas a as puertas de un paaco. Se
han congregado para recbr agunas cestas de provsones,
dstrbudas con ostentosa cardad por e propetaro de a
mansn. E camor y a agtacn ncesantes de a muttud
mpacente forman un extrao contraste con a ma|estuosa
serendad de os ob|etos naturaes y artfcaes que a rodean.
E espaco que ocupan es de forma obonga y de una gran
amptud. Parte de consste en un camno de csped
sombreado por rboes, y parte os accesos pavmentados a
paaco y a as termas que se evantan muy prxmas a . Ambas
edfcacones resutan notabes por as magnfcas estatuas que
adornan sus fachadas y por a eeganca y profusn de as
escanatas que es srven de acceso. Con otras edfcacones de
nferor cadad, os mercados y sus propos |ardnes cubren una
extensn sufcente para mpedr que a vsta egue ms a por
uno de os ados. La aparenca de monotona que en otras
crcunstancas se podra crtcar a a vastedad y reguardad de
sus fachadas bancas, se ve agradabemente nterrumpda en
este momento por varos todos de vvos coores coocados sobre
sus puertas y sus bacones. E so se refe|a en eos con bro
cegador; os adornos metcos de as ventanas reumbran como
gemas de fuego; hasta os rboes de sus bosquecos se ven
nundados por ese bao unversa de uz, y, a gua que os
ob|etos que os rodean, fracasan en e ntento de brndare a o|o
fatgado frescura o reposo.
Haca e norte, e mausoeo de Augusto, que se aza orguos en e
ceo brante, atrae de nmedato a atencn. Debdo a a
poscn que ocupa, parte de esa nobe edfcacn ya est en
sombras. No se observa a nngn ser humano en sus seoraes
gaeras: se evanta sotaro y subme, encarnacn
mpresonante de as emocones cuya ereccn quso representar.
A ado opuesto de paaco y os baos queda e sendero de
csped ya menconado. Un espeso bosqueco, a cuyos rboes se
trepan as enredaderas, proyectan sobre una decosa sombra.
Contempado desde certa dstanca, en sus nterstcos se atsban
vestdos de vvos coores, grupos de fguras en acttudes de
reposo, puestos rebosantes de frutas y fores e nnumerabes
estatuas de mrmo banco de faunos y nnfas de os bosques. De
ese decoso retro escapa e sondo de fuentes de aguas
murmurantes, nterrumpdo ocasonamente por e susurro de as
ho|as o as cadencas que|umbrosas de a fauta romana.
Haca e sur, dos tempos paganos se azan en sotara grandeza
entre un puado de monumentos y trofeos. La smetra de su
construccn orgna permanece an ntacta, sus pares de
mrmo banco reucen brantes a a uz de so como antao,
aunque ahora presentan a a mrada de observador un aspecto
de extraa desoacn, de anmaa y msterosa obreguez.
Aunque as eyes prohben e cuto para e cua fueran
construdos, e brazo de a reforma no se ha atrevdo an a
condenaros a a runa n a adaptaros a propstos crstanos.
Nade se aventura a recorrer sus perstos antes atestados de
vstantes. No emerge de eos nngn sacerdote para anuncar e
orcuo desde sus puertas; a sangre de os sacrfcos no corre
por sus atares desnudos. Ba|o sus techos, vstados so por a uz
que se cuea por as estrechas puertas, se azan, sn que nade os
atenda n os adore, os poderosos doos de a antgua Roma. Las
emocones humanas, que otrora os tornara omnpotentes, os
han reducdo a a condcn de pedra nanmada. La "Estrea de
Orente" ha hecho desvanecer e tembe hao que una devocn
cruenta te|era en torno a sus fguras. Abandonados y sotaros,
se azan como bregos monumentos a a mayor fasedad
orquestada por e ngeno de hombre.
Ya he expuesto, por amaro de aguna manera, e escenaro que
enmarca e cuadro anmado que a contnuacn ntentar
presentare a ector medante e expedente de hacer que nos
mezcemos con a muttud que permanece frente a as puertas
de paaco.
La muchedumbre se dvda en tres grupos: os reundos ante os
escaones que conducan a paaco, os que deambuaban
arededor de os baos pbcos y os que reposaban a a sombra
de a arboeda. E prmero era e ms consderabe por o
numeroso, y porque era e de mayor varedad en cuanto a
aspecto de sus membros. Compuesto por rufanes de a ms ba|a
estofa de todos os confnes de mundo, se podra afrmar que, por
su aspecto genera y sus dmensones, era representatvo de a
ms subme degradacn. Confados en su ruda undad cuya base
era a comn avdez, esos dgnos cudadanos descargaban su
nsoenca en todo y en todas dreccones, con una neggente
mparcadad que habra de|ado pequeos os ms extosos
esfuerzos de as turbas modernas. E buco de sus voces era
terrbe. Las toscas madcones de os gaos ebros, os agudezas
cencosas de os afemnados gregos, a rudosa satsfaccn de
os romanos natvos, a camorosa ndgnacn de os rrtabes
|udos, todas a unsono formaban un coro nnterrumpdo de
sondos dscordantes. Y os sentdos de a vsta y e ofato no se
vean ms agradabemente mpresonados que e de odo por a
anmaa concentracn. |uventud mpdca y ve|ez rreverente,
mu|eres brutaes y hombres cobardes, morenos etopes untados
de apestosos acetes, estdos brtanos mugrentos, esas y otras
cen varadas combnacones, ms para magnar que para
detaar, recamaban a atencn en todos os puntos. Descrbr os
oores que e caor haca exhaar a esa hrvente mezca de
muchas nmundcas equvadra a obgar a ector a cerrar e
bro; prefero retornar a a dstrbucn que era a causa de
envecedor tumuto, y que conssta en a entrega o me|or, e
anzamento a a muchedumbre de pequeos cestos de carne
asada acompaados de frutas y vegetaes de os ms correntes
por parte de os srventes de nobe que ofreca e festn. La pebe
se gozaba en a abundanca que as se e donaba. Se anzaban
sobre ea como bestas sava|es, a devoraban como cerdos, o se
a evaban como sateadores, a tempo que, seguros en e ugar
ato que ocupaban, os proveedores de ese banquete pbco
expresaban su despreco por sus rudosos benefcaros tapndose
as narces, cubrndose os odos, vovndoes as espadas y
hacendo otras demostracones mudas de seora y extrema
repugnanca. Sus gestos no escapaban a a atencn de os
membros de a turbamuta que, despus de sacada e hambre,
haban recobrado e uso de a engua, y que anzaban un
ncesante torrente de nsutos a os crados de su benefactor.
Mra a esos tpos! grt uno; son os srventes de nuestro
festn y se buran de nosotros en nuestras caras! Aba|o con os
cochnos adrones de cocnas!
Muy ben dcho, Davo; pero, qun puede acercrsees? Hasta
a esta dstanca apestan!
Esos snvergenzas repodrdos tenen narces de perros y
fguras de cabra.
Despus se evant un coro de voces:
Aba|o con eos! Aba|o con eos!
En medo de os grtos, un berto ndgnado se adeant para
amonestar a a muttud y recb, como premo a su temerdad,
una uva de proyectes y un torrente de nsutos, despus de os
cuaes un enorme carncero grasento, azado sobre os hombros
de su compaero, e drg as sguentes paabras.
Por e ama de emperador, s pudera acercarme, rufn, te
descuartzara con as manos! Brbn sonrente que se bura de
os dems! Suco aduador que ensuca a terra que psa! Por a
sangre de os mrtres, s e echara encma as barreduras de
matadero no sabra cmo mparse!
T, andra|o vvente! rug un vecno de ndgnado carncero
, crtcas a os nvtados de tu amo, cuando as raspaduras de
sus pee|os vaen ms que todo tu caparazn? Es ms fc
fabrcar una copa de crneo de una puga que un hombre
honrado de un merodeador nocturno y un vano como t!
Saud y prosperdad para nuestro nobe anftrn! grt una
seccn de a agradecda muttud aprovechando que e tmo
orador haca una pausa para resprar.
Muerte a todos os brbones parstos! vocfer otro.
Honor a os cudadanos de Roma! rug un tercer grupo con
moderado entusasmo.
Dade a berto nuestros huesos para que os monde! ch
un chquo que estaba en as oras de a muttud.
E ngenoso conse|o fue segudo de nmedato, y a pebe de|
escapar un grto de trunfo cuando e desventurado berto,
asustado por una nueva ronda de proyectes, se retr con
gnomnosa rapdez a buscar refugo en os saones de su patrn.
En e breve y expurgado e|empo de a "chara de sobremesa" de
una turba romana que me he aventurado a mostrar, e ector
percbr a extraordnara mezca de servsmo e nsoenca que
caracterzaba no so as conversacones, sno tambn as
accones de os estratos ms ba|os de a socedad en e perodo
sobre e cua versa nuestra hstora. Por un ado, oprmdas y
degradadas hasta un nve de msera dfcmente concebbe para
e pbco de nuestros das, as cases ms pobres de Roma
gozaban, por e otro, de ta grado de cenca mora y de taes
prvegos potcos que su vandad son|eada ahogaba sus
sentmentos de ndgnacn. Escavas en su tempo de
servdumbre, amas en sus horas de recreo, consttuan, como
case, una de as ms sorprendentes anomaas socaes que haya
exstdo en nacn aguna, y eran, por su pegrosa y artfca
poscn, una de as ms mportantes causas nternas de a
decadenca de Roma.
La escanata de as termas estaba cas tan atestada como e
espaco frente a a edfcacn vecna. Ros ncesantes de
personas que egaban y partan recorran as grandes a|as de sus
perstos de mrmo. Esa muttud, aunque compuesta en parte
por a msma case de personas que as congregadas frente a
paaco, presentaba certa aparenca de respetabdad. Aqu y
a, nterrumpendo a opaca monotona de as masas de tncas
sucas, se dscerna a refrescante vsn de un vestdo mpo, o a
novedad que no poda menos que agradecerse, de una persona
agracada. Se haban formado pequeos grupos o ms
apartados posbe de a vecndad de os rudosos pebeyos que
se encontraban enfrascados en anmadas conversacones o
sucumban a a astud producda por e bao recente. Un nstante
de atencn a tema de a chara de os ms actvos de esos
ndvduos nos ayudar a prosegur nuestras ndagacones
socaes.
La voz ms ata de entre os que conversaban provena en ese
momento de un hombre ato, degado, de aspecto snestro, que
arengaba a un pequeo grupo de oyentes con gran vehemenca y
fudez.
Te dgo, Soco d|o, vovndose sbtamente haca uno de
sus compaeros, que a menos que se aprueben nuevas eyes
de escavos, m profesn desaparecer. La hacenda de m patrn
necesta un abastecmento ncesante de esos desgracados. Hago
o que puedo para satsfacer a demanda, y e nco resutado de
m traba|o es que esos ma nacdos ponen en pegro m vda o
huyen con toda mpundad para unrse a as cuadras de adrones
que nfestan nuestros bosques.
Creme que o sento por t; pero, qu cambos ntroducras
en as eyes de escavos?
Autorzara a os mayordomos a a|ustcar sumaramente a
todos os escavos que consderaran revotosos, para que srvera
de e|empo a os dems!
Y de qu te vadra ese permso? Son necesaros, y esa ey os
extermnara en pocos meses. Acaso no es posbe amansaros
con e traba|o, su|etar su fuerza con cadenas y vencer su
obstnacn encerrndoos en cedas?
Todo eso he hecho, pero o os mata a dscpna o escapan de
sus prsones. Ahora tengo trescentos escavos en as hacendas
de m patrn. Poco tengo que que|arme de os nacdos en
nuestras terras. Es certo que muchos de eos comenzan e da
entre soozos y o termnan con a muerte; pero en su mayora,
gracas a su racn dara de azotes, son toerabemente sumsos.
Son os desgracados que me he vsto obgado a comprar entre
os prsoneros de guerra y os habtantes de as cudades que se
han evantado en armas os que me causan esta nsatsfaccn.
Los castgos no producen efectos en eos, se muestran sempre
ndoentes, huraos, desesperados. E otro da dez de eos se
envenenaron cuando traba|aban en e campo; y otros cncuenta,
despus de ncendar una vvenda en a fnca cuando vov a
espada, escaparon para unrse a una cuadra de os suyos, y
ahora son asatantes en e bosque. No obstante, esos son os
tmos de a mesnada que perpetrarn taes detos. He
adoptado un pan, con a aprobacn de m patrn, que a partr de
ahora os amansar con toda efcenca!
Ests en bertad para contaro?
Por as aves de San Pedro, s me gustara que se practcara
en todas as hacendas de a nacn! Se trata de o sguente:
cerca de un ago sufuroso que queda a certa dstanca de m
casa en e campo hay un terreno pantanoso, en e que aqu y a
se pueden ver as runas de un antguo matadero. Me propongo
excavar en ese ugar varas cavernas subterrneas, cada una de
as cuaes tendr capacdad para vente hombres. A dormrn
ms escavos evantscos tras a abor de da. Las entradas se
causurarn hasta a maana con una gran roca en a cua
grabar a sguente nscrpcn: "Estos son os dormtoros
nventados por Gordano, mayordomo de nobe Saturnno, para
guardar a os escavos rebedes."
Tu pan es ngenoso; pero sospecho que tus escavos (tan
nsensbes a as fatgas son esos brutos) dormrn tan
despreocupadamente en sus nuevos dormtoros como en os
ve|os.
Dormr! E reposo de que dsfrutarn ser de una espece muy
pecuar. E hedor de ago sufuroso es har resprar aromas
nauseabundos cuando descansen sobre su echo de odo. E eo
con e que se ungrn ser a baba de os reptes de pantano. Sus
perfumes qudos sern as gotas de agua estancada que cagan
de techo de su acoba. Su msca, e croar de as ranas y e
zumbdo de os mosqutos; y en cuanto a sus gaas, se adornarn
con taras de gusanos y broches de escaraba|os y sapos. Dme
ahora, sagaz Soco, an crees que ms escavos dormrn en
medo de esos u|os?
No, morrn.
De nuevo te equvocas. Ouzs madgan y desvaren, pero eo
no tene mayor consecuenca. Traba|arn ms tempo en a
superfce para acortar e perodo de su reposo subterrneo.
Despertarn en cuanto se es ame y acudrn a m menor gesto.
No tengo temor de que mueran!
Te rs pronto de Roma?
Sago esta tarde, y me evo conmgo un grupo de ayudantes
de confanza que me permtrn e|ecutar m pan sn demora.
Ads, Soco!
Ads, oh t, e ms ngenoso de os mayordomos!
Cuando e dgno Gordano arranc a camnar, hnchado con a
vandad de su nuevo proyecto, atra|eron su atencn os gestos y
e tono de un hombre en torno a cua se arremonaba un
pequeo grupo de personas en un rncn remoto de prtco que
estaba a punto de abandonar. La curosdad era un ngredente
tan conspcuo de su carcter como a cruedad. Se ocut tras a
base de un par cercano; y como a frecuente repetcn de a
paabra "godos" eg a sus odos (ya que os nformes sobre a
nmnente nvasn de esa nacn ya haban egado a Roma), se
dspuso a escuchar con e mayor nters as paabras de que
hababa.
Los godos! excam e hombre con os acentos graves y
concentrados de a desesperacn. Acaso hay aguno entre
nosotros a quen estos nformes de su avance haca Roma no e
nspren esperanza en vez de terror? Tendremos acaso una
oportundad de azarnos de a degradacn en que nos sumen
nuestros superores mentras que ese hata|o de veedosos sn
corazn y cobardes desvergonzados no sea barrdo de a faz de a
terra que contamna?
Tus sentmentos sobre as amarguras de nuestra stuacn son
sn duda totamente |ustos observ un hombre gordo y
pomposo a quen ban drgdas as anterores paabras pero no
puedo desear os cambos en os que con tanto ardor confas.
Pensa en a gnomna que supondra ser conqustados por
brbaros!
Yo no gozo de nnguno de os prvegos que otorga m pas.
Ou nters puedo tener en mantener su honor?... s es que de
honor se trata! contest e prmero que haba habado.
No! Tus expresones son demasado severas. Ests demasado
descontento para ser |usto.
Seguro? Escchame un momento y cambars de opnn.
Aqu me ves, superor por m porte y m aparenca a aque rebao
de pebeyos que est a. Pensas, sn duda, que vvo satsfecho,
que no me preocupan ms futuras necesdades personaes. Ou
dras s te contara que s quero una comda, un abergue para a
noche, una tnca mpa para maana debo robar o aduar a un
gran persona|e para conseguros? Pues as es. Carezco de
esperanzas y de amgos; estoy desamparado. En todo e mpero
no hay un traba|o honesto en e cua pueda refugarme. Debo
convertrme en un acahuete o un parsto en e trano a suedo
de un grupo de escavos o en e serv acayo de un nobe para
no morr de hambre en as caes o robar a mano armada en os
bosques! Eso es o que soy. Ahora escucha o que fu. Nac bre.
Hered de m padre una fnca que haba defenddo con xto de
as embestdas de os rcos, a expensas de su comoddad, de su
saud y de su vda. Cuando o suced en a posesn de esas
terras, decd protegeras con tanto fervor como o haba hecho
. Traba| sn reposo. Amp m hogar, me|or ms campos,
aument ms rebaos. Hce caso omso, una tras otra, de as
amenazas, y derrot as marrueras de ms nobes vecnos, que
deseaban hacerse de m fnda para ncrementar a grandeza de
sus hacendas. Con e tempo me cas y tuve un h|o. Crea ya que
haba sdo eegdo de entre os de m condcn para ser un
hombre afortunado, cuando una noche me atacaron unos
adrones: eran escavos evados a a desesperacn por a
cruedad de sus opuentos amos. Arrasaron ms campos, me
despo|aron de ms rebaos. Cuando ped |ustca, se me d|o que
vendera ms terras a quenes podan defenderas: a os
acaudaados nobes cuya trana era a causa de que se hubera
organzado a cuadra de nfeces que me haba despo|ado de
ms benes, y a cuyos tesoros ma habdos e goberno se
compaca en brndares a proteccn que es haba negado a ms
honrados ahorros. Orguoso, decd segur sendo ndependente.
Pant nuevos cutvos. Con e poco dnero que me quedaba,
contrat nuevos servdores y compr ms rebaos. Acababa de
recuperarme de m prmer desastre cuando fu vctma de una
segunda caamdad. Nuevamente fu atacado. Esta vez
dsponamos de armas e ntentamos defendernos. M esposa fue
asesnada ante ms o|os; m casa, quemada hasta os cmentos;
so yo escap, sado por ms herdas; poco despus m h|o
enferm y mur. Me qued sn esposa, sn descendente, sn
casa, sn dnero. Ms campos an se extendan a m arededor,
pero no tena quen os cutvara. Los muros de m casa seguan
derrumbados a ms pes, pero no tena quen os vovera a
evantar, n quen os habtara s se evantaban. Las terras de m
padre se haban convertdo en un pramo. Era demasado
orguoso para venderas a ms rcos vecnos. Prefer abandonaras
antes que veras en as garras de un trano cuyo ttuo haba
vencdo a m aborosdad, y que ahora se |acta de que puede
recorrer dez eguas de su propedad senatora sn contamnarse
por a cercana de a propedad de un gran|ero. Sn casa, sn
hogar, sn amgos, he vendo soo a Roma en m afccn,
ndefenso en m degradacn. Te sorprende ahora que no me
mporte e honor de m pas? Le habra servdo con m vda y ms
benes cuando era dgno de servco; pero me ha abandonado, y
no me mporta qun o conquste. A os godos es dgo |unto a
mes que sufren as msmas trbuacones que padezco:
"Entrad por nuestras puertas! Derrbad nuestros paacos hasta
sus cmentos! Confunddnos, s quers, en una msma matanza,
a as vctmas con os tranos! Vuestra nvasn traer nuevos
amos a pas. No pueden apastaro ms; quzs o oprman
menos. Ta vez nuestra progene conquste sus derechos merced
a sacrfco de unas vdas que nuestro pas ha despo|ado de vaor.
Aunque somos romanos, estamos prestos a sufrr y someternos!
Se detuvo, porque ya para ese entonces se haba exctado hasta
a fura. Sus o|os reumbraban, sus me|as estaban encenddas,
su voz era cada vez ms ata. S hubera tendo a ms eve vsn
de destno que as pocas futuras e reservaban a a
descendenca de os que, como , sufran entonces a todo o
argo de a cvzada Europa; s hubera poddo magnar que, con
e correr de os aos, a "case meda", desprecada en sus das,
egara a gozar de prvegos y poder, a sostener en sus |ustas
manos e equbro de a prosperdad de as nacones, a apastar
a opresn y reguar os gobernos, a eevarse en ma|estuoso
vueo sobre tronos, prvegos, rangos y rquezas, aparentemente
obedente, pero en readad a mando; s o hubera poddo prever,
qu uz no habra rrumpdo en su trsteza, qu esperanza no
habra camado su desesperacn!
Es dfc decr a qu otros extremos podra habero evado su ra,
de qu maqunacones podra habero hecho vctma e ndgnado
Gordano, que an escuchaba desde su escondte; porque as
que|as de nfortunado gran|ero y as medtacones de autortaro
mayordomo se veron sbtamente nterrumpdas por un
estruendo que se az en ese momento en torno a un carrua|e
que acababa de sar de paaco que se ha descrto antes.
E vehcuo pareca hecho todo de pata. A su arededor
onduaban cortnas de seda bordada, ornamentos de oro estaban
ncrustados en sus pudos costados, y su ocupante no era otro
que e nobe que haba regaado a a pebe as cestas de carne. La
gentuza reunda frente a as puertas de paaco se haba
enterado de hecho. No se poda desperdcar esa oportundad de
mostrar e |bo que es provocaba su su|ecn, e rea servsmo
que ocutaba su magnara ndependenca; en consecuenca, os
reundos entonaron ta torrente de camorosa grattud cuando
aparec su anftrn que un forastero habra pensado que en
Roma se desarroaba una revueta. Sataban, corran, danzaban
en torno a os cabaos corcoveantes, anzaban a are sus cestas
vacas y se daban aprobadoras pamadas en sus "beos ventres
redondeados". A medda que e carrua|e avanzaba, de todos ados
acudan nuevos recutas y e tumuto adqura mayor magntud.
Los tmdos huan a su paso, os rudosos grtaban con eos, os
osados se unan a sus fas; y e sonsonete constante de
aborozado coro era: "Saud a nobe Pompono! Prosperdad a
os senadores de Roma, que nos regaan su comda y nos
conceden a entrada bre a sus teatros! Gora a Pompono!
Gora a os senadores!"
E destno pareca compacerse ese da en satsfacer a nsacabe
curosdad de mayordomo Gordano. Los grtos de a muttud que
segua a carrua|e que se ae|aba acababan de perderse en a
dstanca cuando egaron a su odo as voces de dos hombres que
conversaban en tono confdenca de otro ado de par donde se
encontraba. Ech una mrada cauteosa y vo que se trataba de
dos sacerdotes.
Ou bufn es este Pompono! d|o una de as voces. Va a
recbr a absoucn y va|a en su carroza ofca, como s se
preparara para ceebrar un trunfo y no para confesar sus
pecados!
Ha cometdo, entonces, aguna nueva mprudenca?
As es, por desgraca! Para ser un senador padece de una
terrbe fata de dscrecn! Hace unos das, presa de un arrebato
de pasn, e anz una copa a una de sus escavas. La muchacha
mur en e acto, y su hermano, que tambn est a su servco,
amenaz con tomarse una nmedata venganza. Para evtar
consecuencas desagradabes para su cuerpo morta, Pompono
ha envado a ndvduo a sus propedades de Egpto; y ahora,
para tomar as msmas precaucones con respecto a benestar de
su ama, va a pedre a absoucn a nuestra sagrada y
benefactora Igesa.
Me temo que estas ncesantes absoucones conceddas a
hombres demasado neggentes para tomarse e traba|o de a
menos fngr arrepentmento por sus crmenes termnarn por
per|udcarnos a os o|os de puebo.
Ou mportanca tenen os sentmentos de puebo cuando
tenemos de nuestro ado a sus gobernantes? La absoucn es e
ensamo que mantene su|etos a os bertnos de Roma a nuestra
vountad. Sabemos qu fue o que hzo convertrse a Constantno:
son|a potca y absoucn; e puebo afrma que fue a sea de
a Cruz.
Es certo que Pompono es rco y que puede ncrementar
nuestras rentas, pero aun as e temo a a ndgnacn de puebo.
No temas nada; pensa durante cuan argo tempo se somet a
as antguas nsttucones y duda, s puedes, de que ogremos
amodaro a nuestros deseos. Cuaquer mentra trunfar sobre
una muttud, sempre que e nstrumento empeado para ponera
en prctca sea una regn.
Las voces caaron. Gordano, que an conservaba una vaga
ntencn de denuncar a gran|ero fugtvo ante as autordades
senatoraes, empe a bertad en que e senco de os dos
sacerdotes de|aba a su atencn para voverse a mrar a su
pretendda vctma. Para su sorpresa, vo que e hombre se haba
apartado de os nterocutores a os cuaes se drgera antes y
estaba en otra parte de prtco, enfrascado en una ntensa
conversacn con un ndvduo que pareca habrsee reundo
haca unos momentos, y cuyo aspecto era tan amatvo que e
mayordomo ya se haba adeantado unos pasos para ograr vero
con ms cardad, cuando una vez ms o hceron detenerse as
voces de os sacerdotes.
Dudando durante unos nstantes acerca de a qu ob|eto
consagrar su nescrupuosa atencn, regres mecncamente a
su poscn orgna. Sn embargo, a poco tempo a ansedad por
enterarse de msteroso ntercambo que sostenan e gran|ero y
su amgo super a deca que e produca desentraar os
secretos teogcos de os sacerdotes. Se vov una vez ms,
pero para su sorpresa, os ob|etos de su curosdad haban
desaparecdo. Sa de prtco y os busc en todas dreccones,
pero se haban perddo de vsta. Irrtado y chasqueado, retorn,
como tmo recurso, a par donde haba de|ado a os sacerdotes,
pero e tempo que consumera en buscar a una de as partes
haba resutado fata para su reencuentro con a otra. Los
hombres de gesa se haban do.
Sufcentemente castgado en su curosdad por ese fracaso, e
mayordomo se encamn, tozudo, haca a cona Pncana. S
hubera proceddo en a dreccn opuesta, haca a Basca de
San Pedro, se habra encontrado de nuevo en a vecndad de
gran|ero y su amatvo amgo, y se habra enterado de tema de
su conversacn tanto como pretendo que o haga e ector en e
curso de sguente captuo.
CAPT"LO I$
LA I#LESIA
En e ao 324, en e ugar donde a voz pbca aseguraba que
haba tendo ugar e martro de San Pedro, y sobre as runas de
Crco de Nern, Constantno erg a gesa que evaba por
nombre e de Basca de San Pedro.
Durante doce sgos, esa edfcacn, construda por un hombre
famoso por sus asesnatos y su despotsmo, se mantuvo ncume
en medo de as conmocones que a o argo de ese proongado
perodo devastaron e resto de a cudad. A cabo de ese tempo
fue demoda hasta sus cmentos, a pesar de su reverenda e
ustre antgedad, por e Papa |uo II, para ser susttuda por a
gesa actua.
Es haca a estructura que se mantuvo en pe durante m
doscentos aos, evantada por manos manchadas de sangre y,
sn embargo, preservada como una estrea de paz a o argo de
tormentosos sgos de guerra, que quero ahora drgr a atencn
de ector. Lo que e arte ha hecho por a gesa actua, o hzo e
tempo por a antgua. S a una es ma|estuosa a os o|os por su
grandeza, a otra es santa para a memora por su antgedad.
Mentras que a construccn de esa gesa conmemoraba a
trunfante mpantacn de crstansmo como regn de Roma,
su desarroo refe| todos os cambos que a ambcn, e
dspendo o a frvodad de os sacerdotes ntrodu|o en e esprtu
de nuevo cuto. A nco se az maravosa e mponente,
hermosa en todas sus partes como a regn a cuya gora se
ergera. Vastos prtcos de prfdo ornaban sus accesos y
rodeaban una fuente cuyas aguas brotaban de a fgura de un
ggantesco pno de bronce. Cuarenta y ocho coumnas de
precoso mrmo servan de apoyo a cada una de sus dobes
naves ateraes. Su techo pano estaba adornado con vgas de
meta dorado, rescatadas de a perversn de varos tempos
paganos. Sus paredes estaban decoradas con grandes pnturas de
temas regosos, y su confesonaro tena ncrustacones de
eegantes mosacos. As se azaba en sus ncos, smpe pero
subme, mponente pero atractva, embema de a aborada de
cuto que deba representar. Pero cuando, arrogantes por e xto
obtendo, os sacerdotes empezaron a servrse de crstansmo
como va para acceder a a potca y a poder, e aspecto de a
gesa comenz a cambar pauatnamente. A medda que, enta e
nsensbemente, e hombre, ambcoso, amonton as mpurezas
de sus msteros, sus doctrnas y sus dsputas sobre a prstna
pureza de a estructura que Dos haba puesto en sus manos,
estrdentes adornos y meretrcas ateracones comenzaron a
mancar a ma|estuosa Basca, hasta que a amenazante y
reprobadora aparcn de |uano e Apstata hzo que tanto a
gesa como sus servdores veran sbta y enrgcamente
frenado e curso de su depravacn.
Una vez superado e breve perodo de renacmento de a
doatra, os sacerdotes, sn hacer caso de a advertenca
recbda, se deron otra vez, con renovados bros, a a tarea de
trastocar o que tanto en os Evangeos como en a Igesa fuera
smpe en otra poca. Da tras da pubcaban nuevos tratados, se
enzarzaban en feroces controversas, naufragaban en nuevas
sectas; y da tras da ateraban ms y ms e otrora nobe aspecto
de a antgua Basca. Cogaban sus repusvas requas de os
gruesos muros; empotraban sus cros dmnutos en os gorosos
pares; entrete|an sus oras abgarradas en os maczos atares.
Aqu puan, a bordaban. Dondequera que haba una ventana,
cogaban cortnas de coores estrdentes; dondequera que haba
una estatua, a accaaban con fores artfcaes; dondequera que
haba un recnto soemne, profanaban su obreguez regosa con
una uz ndscreta; hasta que (egado e perodo de esta
narracn) haban ogrado cambar tan totamente e aspecto de
edfco que ms pareca una |uguetera pagana que una gesa
crstana. Certo que aqu y a un par o un atar se mantenan
sn mcua como en os tempos antguos, tan dscrepantes de
barato que os rodeaba como as ctas de as Escrturas en os
sermones de a poca. Pero en o que toca a aspecto genera de
a Basca, as goras serenas de sus prmeros das parecan
rrevocabemente arrunadas e das.
Despus de o dcho sobre a edfcacn, e ector no tendr
mayor dfcutad para magnar que a paza en a que se azaba
haba perddo con mayor rapdez que a propa gesa a eevacn
de carcter que pudo haber posedo en otros tempos. S a
catedra pareca ahora una nmensa |uguetera, sus prtcos
anexos haban egado a adoptar e aspecto de os puestos de una
enorme fera.
E da, a cuyo ocaso ya se hzo ausn en e captuo precedente,
se acercaba veozmente a su fn cuando os habtantes de as
caes de a ora occdenta de Tber se aprestaban a sumarse a
a muchedumbre que vean pasar |unto a sus ventanas en
dreccn a a Basca de San Pedro. La causa de esa repentna
confuenca de a corrente popuar en una nca dreccn comn
resutaba sufcentemente cara para todos os curosos que se
encontraban cerca de una gesa o de un edfco pbco, dada a
aparcn en taes ugares de un gran pergamno profusamente
umnado, eevado sobre un poste y preservado de contacto con
a nqustva pebe por dos sodados armados. Los anuncos
nsertados en esos extraos cartees eran todos de a msma
naturaeza y estaban drgdos a msmo fn. En todos eos, e
Obspo de Roma es nformaba a "sus pos y honorabes
hermanos", os habtantes de a cudad, que como a da sguente
se conmemoraba un anversaro de Martro de San Lucas, esa
noche se ceebrara una vga en a Basca de San Pedro y que,
en consderacn a a mportanca de a ocasn, se exhbran
antes de comenzo de a ceremona as precosas requas
asocadas a a muerte de santo, convertdas ya en nestmabe
egado de a Igesa, consstentes en una rama de ovo en e cua
se ahorcara a San Lucas, un pedazo de a soga ncudo e nudo
con que se rodeara su cueo y un cuadro de a Apoteoss de a
Vrgen pntado por su propa mano. Tras agunas otras frases
expresvas de pesar por os sufrmentos de santo, que nade
ey y que resuta nnecesaro reproducr aqu, a procama
contnuaba seaando que en e curso de a vga se predcara
un sermn y que ms tarde se encendera a gran araa de dos
m cuatrocentas veas para umnar a gesa. Fnamente, e
dgno obspo amaba a todos os membros de su rebao, en
consderacn a a soemndad de da, a abstenerse de paceres
sensuaes, a fn de que puderan contempar ms padosa y
decorosamente os sagrados ob|etos que se exhbran, y dgerr e
amento esprtua que se ofrecera a su entendmento.
Tenendo en cuenta a muestra que ya hemos dado de carcter
de a pebe de Roma, quzs resute nnecesaro decr que as
grandes atraccones de ese men teogco eran as requas y a
araa. La eocuenca en e pupto y as soemndades de a vga,
por s soas, tendran que haber exhbdo durante un argo tempo
sus ms sobros encantos antes de ograr atraer a as caes a una
cncuentava parte de a nmensa muttud que ahora se
apresuraba en dreccn a a profanada Basca. Tan vasta era a
muchedumbre que pronto se congreg, que as avanzadas de
os curosos ya enaban a gesa a rebosar antes de que a
retaguarda pudera ver sus prtcos a o e|os.
Por ms nsatsfechos que se puedan haber sentdo os
cudadanos que se veron excudos de tempo, o certo es que
encontraron una poderosa compensacn en os entretenmentos
que encontraron en a Paza, cuyos ocupantes parecan no hacer
e menor caso de as admoncones de obspo acerca de
comportamento decoroso que recamaba a soemndad de a
fecha. Como en aberto desafo a a compostura y e orden
recomendados por e cero, en as grandes osas de pedra de
ampo espaco que quedaba frente a a gesa se evaban a cabo
exhbcones popuares de os ms dversos tpos. Baarnas
cae|eras practcaban en todos os stos bres os "gros
onduantes" tan eocuentemente condenados por e dgno Amano
Marceno, de crcunspecta e hstrca memora. Puestos
atestados de requas de dudosa autentcdad; cestas enas de
pro|os resmenes manuscrtos de manuaes furbundamente
pomcos; mgenes paganas reconvertdas en fguras de santos;
representacones pctrcas de arranos presas de as
convusones de nferno y de mrtres baados por una uz
ceesta: todo eo tentaba, procedente de as ms dsmes
dreccones, hasta a os ms padosos de os espectadores.
Crcuaban cocneros con sus utensos a a espada; trafcantes
de escavos rvaes recamaban a grtos a os centes; vendedores
de vno predcaban a fosofa bquca trepados en sus barres;
agunos poetas rectaban os versos que tenan a a venta; unos
sofstas sostenan dscusones destnadas a convertr a os
vacantes y de|ar perpe|os a os gnorantes. E movmento
ncesante y e ncesante rudo parecan ser a soa compensacn
que procuraba a muttud frustrada por su excusn de a gesa.
S un forastero, tras eer a procama de da, se hubera
encamnado a a Basca para recrear a vsta con a
contempacn de a ustre agomeracn humana descrta por e
obspo como "sus pos y honorabes hermanos", a mezcarse en
ese momento con a muttud seguramente habra dudado de a
verdad de a apeacn epscopa o es habra atrbudo a os
cudadanos ese refnamento de a vaa ntrnseca cuya
naturaeza es demasado eevada para nfur sobre e carcter de
comportamento pbco.
A a puesta de so, nada poda haber de ms pntoresco que e
panorama de a |ubosa escena contempado desde certa
dstanca. Los rayos de un ro|o ntenso de a umnara que se
pona proyectaban su fugor, en parte desde atrs de a gesa,
sobre a vasta muttud congregada en a paza. La uz profusa se
desz brante y fugaz sobre as aguas que sataban haca ea
desde a fuente con todo e encanto de sus formas naturaes y
evanescentes. Baadas por ese brante respandor, as sas
coumnatas de prfdo destearon con matces tan etreos y
cambantes como os de os camaeones; as estatuas de banco
mrmo se teron de un decado tono rosa, y hasta o ms
ntrncado de as exuberantes frondas reumbr, como s os
rboes de sobros coores estuveran embebdos en as
exhaacones de una neba dorada. Por su parte, en extrao
contraste con a maravosa umnosdad que os rodeaba, os
ggantescos pnos de bronce de centro de a paza y a ancha
fachada de a Basca se azaban como sombras gubres, vagas
y desmesuradas, que acecharan, cua esprtus de ma, a gozosa
beeza de resto de a escena, y proyectaran sus profundas
sombras en medo de a uz cuya vctora desprecaban. Vsta
desde certa dstanca, esa derante combnacn de vvdo
respandor y sombra soemne; esas edfcacones, en parte
oscurecdas hasta haceras parecer ggantescas, en parte
umnadas hasta adqurr un aspecto etreo; esa muttud que
seme|aba una gran masa movedza baada aqu por una uz
radante, entenebrecda a por espesas sombras, formaban un
con|unto tan ncongruente y a a vez tan hermoso, tan grotesco y,
sn embargo, tan subme, que a escena seme|aba ms ben un
meteoro habtado, a medas ecpsado por su proxmdad a a
terra, que un espectcuo morta y matera.
Las beezas de ese efecto atmosfrco eran de naturaeza
demasado sera y subme para nteresar a a muttud reunda en
a paza. De todos os congregados, so dos hombres
contempaban a gorosa puesta de so con a aparenca a
menos de concedere a admracn y a atencn que mereca.
Uno era e gran|ero cuyas desgracas reatamos en e captuo
precedente; e otro, su amatvo amgo.
Ensmsmados en a contempacn de ceo carmes, os dos
hombres formaban un snguar contraste, tanto por su
comportamento como por su aparenca. E gran|ero era un
hombre de aspecto nqueto y taa nferor a a norma, cuyo
sembante, naturamente vvaz, estaba ahora desfgurado por una
constante expresn de trsteza y descontento. Su mrada rpda y
penetrante sataba ncesantemente de un punto a otro,
percbndoo todo, pero sn posarse en nada. Daba a mpresn
de que atenda a a escena que se desarroaba ante sus o|os ms
por a nfuenca de e|empo que por sus propos y espontneos
deseos, porque de cuando en cuando voteaba a vsta mpacente
haca su amgo, como s esperara que e habara; pero su
compaero no de|aba escapar n una paabra n un gesto. Absorto
excusvamente en a contempacn, pareca totamente
nsensbe a cuaquer amada ordnara procedente de mundo
exteror.
En o que toca a edad y aparenca, este ndvduo estaba en e
ocaso de a vda, ya que haba cumpdo os sesenta aos de
edad; su peo era grs y su rostro estaba surcado por profundas
arrugas. No obstante, a pesar de esos estragos de tempo, era,
en e sentdo me|or de trmno, un hombre apuesto. Aunque
enve|ecdos y magros, sus rasgos eran an acusados y reguares;
y a trsteza habtua de su expresn tena una eevacn, y sus
o|os un s es no es severos y preocupados reveaban una
ntegenca ta, que daban testmono de a superordad de sus
capacdades nteectuaes. A mraro ahora mentras contempaba
f|amente e ceo refugente, con su cuerpo ato y degado
geramente apoyado en su bastn, os abos apretados con
fuerza, e entrece|o evemente fruncdo y su frme y esttca
acttud, e observador ms superfca habra sentdo de nmedato
que no tena ante s a un ser ordnaro. La hstora de una vda
dedcada a profundas refexones sometda quzs a
proongadas afccones pareca nscrta en cada rasgo de su
medtatva fsonoma; y sus maneras deataban una dgndad
natura que, evdentemente, e mpeda a su nqueto compaero
nterrumpr perentoramente e curso de sus refexones.
E so haba segudo ponndose en e horzonte, ento y soberbo,
y en ese momento se ocut por competo. Cuando sus tmos
rayos desapareceron tras as conas dstantes, e desconocdo
sa de su trance y se acerc a gran|ero, apuntando con su
bastn haca e respandor que mora veoz en e ponente.
Probo, e d|o en voz ba|a y meancca, a contempar a
puesta de so pensaba en a stuacn de a Igesa.
No me parece que haya mucho que refexonar sobre a Igesa,
o que observar en a puesta de so e contest su compaero.
Ou pura, qu vvda murmur e otro, cas sn prestar
atencn a comentaro de gran|ero era a uz que proyectaba e
so sobre a terra a nuestros pes! Cuan nobemente trunf por
un tempo su uz sobre as sombras que a rodeaban; y, no
obstante, a pesar de a promesa de esa cardad, cuan pronto se
desvanec tras uchar contra as tnebas; y cuan totamente ha
abandonado a terra y despo|ado a ceo de a beeza de su
gora! Las sombras ya se aargan en torno a nosotros y cubren
con su manto de oscurdad todos os ob|etos en a paza. De no
sar a una, en menos de una hora as tnebas de a noche
caern sobre Roma sn que se es oponga nnguna resstenca!
Con qu fn me o dces?
No te recuerda o que hemos observado e curso de cuto que
tenemos e prvego de profesar? No smboza ese hermoso y
prmer fugor su puro y perfecto ascenso; ese breve confcto
entre a uz y as tnebas su extosa preservacn a manos de os
Apstoes y os Padres; ese rpdo desvanecmento de a cardad
su profanacn en pocas posterores; y as tnebas que ahora
nos rodean a destruccn de que ha sdo vctma en esta poca
en que vvmos? Y es una destruccn que nada puede evtar sno
un retorno a aquea prmera fe pura que debe ser ahora a
esperanza de nuestra regn, como a una es a esperanza de a
noche!
Ou reforma debemos emprender? Acaso quenes carecen
de bertades se preocupan por a regn? Oun os nstrur?
Yo o he hecho y o segur hacendo. E propsto de m vda es
hacer retornar a puebo a a santdad de a antgua gesa;
rescataro de as trampas que e han tenddo esos tradores a a fe
a quenes os hombres aman sacerdotes. E puebo aprender de
m que en e pasado a Igesa no tuvo ms ornamento que a
presenca de os puros; que e sacerdote no ansaba vestdo ms
fno que su santdad; que e Evangeo, que soa predcar a
humdad y ahora es causa de dsputas, fue antao e canon de a
fe, y que bastaba para todas as necesdades y superaba todas as
dfcutades. Por m boca sabr que en e pasado era e guardn
de corazn; yo e har ver que en e presente es |uguete de os
soberbos; gracas a m egar a temer que en e futuro pueda
convertrse en e ocaso de a Igesa! A esa tarea he dedcado m
vda: a abatr a doatra que, como cuaquer otro pagansmo,
se aza entre nosotros con sus mgenes, sus requas, sus |oyas
y su oro dedcar m vda, ms energas, ms benes y a m h|a.
Nunca abandonar esta empresa, nunca vacar en esa decsn.
Mentras aente en m un sopo de vda, perseverar en a msn
de restaurar en esta cudad de|ada de a mano de Dos e cuto
verdadero de Atsmo!
Ca abruptamente. La ntensdad de su agtacn parec de
pronto mpedre segur hacendo uso de a paabra. Cada mscuo
de cuerpo de ese hombre severo y meancco tembaba a
mpusos de ama nmorta que o espoeaba en su nteror. Haba
ago cas femenno en su tota susceptbdad a a nfuenca de
una nca emocn. Hasta e tosco y desesperado gran|ero se
snt conmovdo por e entusasmo de hombre que vea ante s, y
ovd sus desgracas aun cuando eran terrbes y su afccn
aun cuando era aguda a contempar e rostro de su
compaero.
Durante agunos mnutos nnguno de os dos d|o paabra. No
obstante, poco despus, e que haba habado antes cam su
agtacn hacendo uso de a capacdad de un hombre
acostumbrado a contener as emocones que no puede avasaar
y, aproxmndose a gran|ero, e tom una mano con are de
pena.
Veo, Probo, que te he sorprenddo d|o; pero e tema de a
Igesa es e nco a cua no puedo referrme con parsmona. En
o que concerne a todos os dems asuntos, he domeado os
arrebatos de m |uventud; en este, an tengo que uchar contra
m natura vehemenca. Cuando veo as bufonadas que nos
rodean; cuando contempo un sacerdoco ntegrado por
embusteros, un puebo engaado, una regn mancada, te
confeso que m ndgnacn se sobrepone a m pacenca y que
ardo en deseos de destrur o que debera so confar en
reformar.
Sempre he sabdo que eras de carcter voento, pero cuando
te v por tma vez, tu entusasmo era amoroso. Tu esposa...
Caa! Me enga!
Tu h|a...
Vve conmgo en Roma.
La recuerdo de na, cuando, hace catorce aos, era yo tu
vecno en a Gaa. Cuando part de a provnca acababas de
regresar de un va|e a Itaa sn que e xto coronara tus
esfuerzos por descubrr a e rastro de tus padres o de ese
hermano mayor cuya ausenca soas amentar contnuamente.
Dme, pudste encontrar despus a os membros de tu antguo
hogar? Hasta ahora has estado tan concentrado en escuchar a
hstora de ms desgracas que cas no me has habado de os
cambos que han tendo ugar en tu vda desde que nos vmos por
tma vez.
S he guardado senco sobre ms cosas, Probo, es porque no
me resuta muy agradabe recordaras. Cuando an estaba en m
poder regresar |unto a os padres que abandon en m |uventud,
no pensaba en e arrepentmento; y ahora que seguramente os
he perddo para sempre, de nada vae m deseo de reunrme con
eos. En o que toca a m hermano, de quen me separ en un
momento de ceos e ra puer, y por cuyo perdn y amor
sacrfcara hasta a ambcn de m vda, an no he encontrado
rastros de . Expar ms cupas ante quenes her en m |uventud
es un prvego por e que oro en a ve|ez y que no me ha sdo
conceddo. Part de ado de ms padres y de m hermano sn
recbr su bendcn, y sento que estoy condenado a morr sn
que me concedan su perdn! M vda ha sdo superfca, nt,
mpa; he pasado de a voenca y a rapa a u|o y a ndoenca,
hasta desembocar en e matrmono de que me ufanaba cuando
nos vmos por tma vez, pero que ahora sento que fue
gnomnoso tanto por sus motvos como por sus resutados. Pero
bendta y tres veces bendta sea esa tma caamdad de m
mavada exstenca, porque abr ms o|os a a verdad: me hzo
crstano an en vda.
Es as como debe un crstano consderar sus afccones?
Deseara entonces ser un crstano como t! murmur e
gran|ero con voz queda y anheante.
Fue en esos prmeros das, Probo contnu e otro, cuando
me v abandonado y deshonrado, con m ndefensa h|a a m soo
cudado, desterrado para sempre de hogar a que yo msmo
haba renuncado, que me arrepent snceramente de ms errores,
que busqu a sabdura de Lbro de a Savacn y una pauta de
vda en os Padres de a Igesa. Fue en esa poca que decd
dedcar a m h|a, como antao Samue, a servco de Ceo, y m
propa vda a a reforma de nuestro envecdo cuto. Como ya te
he contado, me march de m hogar y camb m nombre
(recuerda que de ahora en adeante debes amarme Numerano),
para que no quedaran rastros de m antgua exstenca y para que
nnguno de ms antguos compaeros me encontrara y vovera a
tentarme. He protegdo a m h|a con ncesantes cudados de a
corrupcn de mundo. En a casa de su padre se a ha vgado y
guardado como cuda e avaro una |oya precosa. Su destno ser
e de consoar a os afgdos, cudar a os enfermos, socorrer a os
desamparados, cuando yo, su maestro, haya devueto a esta
terra e reno de a antgua fe y a tutea de su Evangeo perfecto.
Nnguno de os dos tenemos afectos o esperanzas que nos aten a
as cosas terrenaes. Nuestros corazones mran a Ceo, nuestras
esperanzas estn cfradas so en o ato!
No depostes demasadas esperanzas en tu h|a. Recuerda
cmo destruyeron os nobes de Roma e hogar que tuve, y
temba por e tuyo.
No temo por m h|a; a cuda en m ausenca aguen que se ha
comprometdo a auxarme en ms abores en pro de a Igesa.
Hace ya cas un ao que conoc a Upo, y desde ese momento se
ha consagrado a m servco y a cudado de m h|a.
Oun es ese Upo en e que tanto confas?
Es un hombre de m edad. Lo encontr cuando, como a m, o
atormentaban as caamdades de su |uventud y se abandonaba,
como yo haba hecho, a os embustes de os doses paganos.
Estaba desoado, afgdo, desamparado, y me compadec de su
door. Le demostr que e cuto que an profesaba haba sdo
barrdo por sus nqudades; que a regn que o haba susttudo
haba sdo profanada por e hombre; y que s quera savarse, so
poda abrazar una fe: a de os prmeros tempos de a Igesa. Me
oy y se convrt. Desde entonces me ha servdo con pacenca y
me ha ayudado de buena vountad. Es e prmero en egar a
ugar donde reno a os pocos que sguen sendo verdaderos
creyentes, y e tmo en retrarse. Nunca ha sado de sus abos
una paabra de ra; en sus o|os no ha aparecdo nunca una mrada
de mpacenca. Aunque atrbuado, es amabe; aunque sufre, es
ndustroso. Le he confado todo o que poseo y me enorguezco
de m confanza! Upo es ncorruptbe!
Y tu h|a? Venera tanto a Upo como o respetas t?
Sabe que su deber es amar a quenes amo y evtar a quenes
evto. Acaso pensas que una vrgen crstana puede abrgar
sentmentos que contradgan os deseos de su padre? Ven a m
casa, |uzga por t msmo a m h|a y a m compaero. T, a quen
as desgracas han prvado de hogar, encontrars uno, s o
deseas, en e mo. Ven y dedcate conmgo a m gran empresa!
Tu mente se apartar de a contempacn de tus nfortunos y tu
devocn te ganar e favor de Atsmo.
No, Numerano, quero segur sendo ndependente, hasta de
ms amgos! N Roma n Itaa son ugares en os que pueda vvr.
Parto haca otras terras para morar entre otras personas, hasta
que as armas de un conqustador devuevan a bertad a os
vaentes y e amparo a os honrados en os pases que ntegran e
mpero.
Probo, te mporo que te quedes!
Nunca! M decsn est tomada. Ads, Numerano!
Y e gran|ero se ae| veozmente, como s temera que as
spcas de su amgo resquebra|aran su resoucn.
Numerano se mantuvo nmv unos mnutos, mrando pensatvo
a su compaero que se ae|aba. A nco, una expresn de door y
stma suavz a austerdad que pareca caracterstca de su
sembante cuando estaba en reposo; pero esos sentmentos
amabes y ternos se desvaneceron de su corazn con a msma
rapdez con que haban surgdo; sus rasgos recobraron su
severdad usua, y must para s msmo mentras se mezcaba
con a muchedumbre que se agopaba en dreccn a a Basca:
No debo amentar su partda; se ha negado a ponerse a
servco de su Creador. Ya no o consderar m amgo.
En esas paabras se encontraba a cave de carcter de aque
hombre. Su exstenca era un vasto sacrfco, un acto de ntrpda
nmoacn. Aunque en as breves ausones a os sucesos de su
vda que e haba comuncado a su amgo haba exagerado a
magntud de sus errores, no haba hecho |ustca a fervor de su
pentenca, que traspasaba os mtes usuaes de
arrepentmento y arrancaba de a desesperacn para termnar
en e fanatsmo. Su abandono de hogar paterno (cuyas causas no
es nuestra ntencn abordar ahora) y e argo perodo
subsguente de voenca y excesos, hceron que sus pasones,
fuertes por naturaeza, fueran ncapaces de someterse a menor
freno. Sguendo su prmer mpuso, contra|o matrmono a edad
madura con una mu|er competamente ndgna de a ardente
admracn que haba nsprado. Cuando se supo engaado y
deshonrado por ea, a sacudda que e produ|o esa afccn
conmov todo su ser, anqu todas sus energas, sum en a
postracn, de un soo gope, su corazn y su ntegenca. Los
errores de sus aos mozos, cometdos con toda mpundad mora
durante su etapa de prosperdad, e produ|eron en a adversdad
una reaccn tan fuerte que resut fata para su futura paz de
esprtu. Su arrepentmento se vea nubado por e desaento, a
esperanza no aumbraba sus decsones. Huy haca a regn
como e sucda huye haca a daga, presa de a desesperacn.
De|emos ahora as restantes partcuardades de carcter de
Numerano para habar de eas en una futura oportundad y
sgmoso a su paso por entre a muttud hasta a entrada de a
Basca; y contnuemos amndoo, ahora y en adeante, por e
nombre que asumera en su conversacn y por e cua haba
nsstdo en que o amara e gran|ero fugtvo durante a
entrevsta que con haba sostendo.
Aunque a nco de su avance haca a gesa nuestro entusasta
amgo se encontraba en as mrgenes de a turba que haca a
se drga, pronto se as ngen para de|ar atrs a sus camosos y
grruos pr|mos, con o cua acanz en breve pazo os pedaos
de a entrada de sagrado edfco. A, |unto a otros muchos, se
vo obgado a detenerse, mentras que os que se encontraban
ms prxmos a a Basca se agopaban para pasar por as
ma|estuosas puertas. En esa stuacn era nevtabe que su
amatva fgura resutara advertda, y fue reconocdo en senco
por muchos de os que a se encontraban, agunos de os cuaes
o mraron con asombro y otros con aversn. Nade, sn embargo,
se e acerc o e drg a paabra. Todos sentan a necesdad de
evtar a hombre cuyas osadas y daras denuncas de os abusos
cometdos por a Igesa ponan en ncesante pegro su bertad y
hasta su vda.
No obstante, entre os que rodeaban a Numerano haba dos
hombre que no se contentaron con evtar toda comuncacn con
e ntrpdo y sospechoso Reformador. Ambos pertenecan a cero
ms ba|o, y parecan dedcados a observar cudadosamente as
accones y escuchar as conversacones de os ndvduos que os
rodeaban. En e nstante en que se percataron de a presenca de
Numerano se hceron a un ado para evtar que os vera, a
tempo que se tomaron e cudado de ocupar una poscn que es
permtera mantener a a vsta a ob|eto de su evdente
desconfanza.
Mra, Oso d|o uno, ese hombre aqu de nuevo!
Y seguramente o trae e msmo motvo que ayer contest e
otro. Vers que vueve a entrar en a gesa, a escuchar e
servco, a retrarse a su capta cerca de a cona Pncana, y a,
ante su astrosa banda de smpatzantes, a atacar as doctrnas
que nuestros hermanos han predcado, como sabemos que hzo
anoche, y como sospechamos que segur hacendo hasta que as
autordades consderen que ha egado e momento de dar a
sea para metero en a crce.
Me maravo de que e hayan permtdo durante tanto tempo
mantener su acttud de contumaca contra a Igesa. Acaso sus
escrtos no son evdenca sufcente para condenaro por here|a?
La neggenca de obspo en este asunto resuta nexpcabe!
Deberas tener en cuenta que como Numerano no es
sacerdote, a neggenca en o que toca a nuestros ntereses es
ms ben de Senado que de obspo. E tempo que nuestros
nobes pueden sustraer a sus francacheas o han consagrado
tmamente a debatr a conducta de emperador a retrarse a
Rvena, y ahora o dedcarn a tratar de verfcar a veracdad de
rumor sobre os godos. Adems, ncuso s dspusera de tempo,
que e mportan a Senado as dsputas teogcas? Lo nco que
sabe es que este Numerano es cudadano romano, que es
hombre de certa nfuenca y fortuna y, en consecuenca, un
membro mportante de a comundad desde e punto de vsta
potco. Adems de que en a actuadad no nos resutara tarea
fc mpugnar as doctrnas de nuestro contrncante, porque
demuestra una probemtca facdad para encontrar en a Bba
base para o que dce. Creme, en este asunto, a nca manera
de sar con ben ser condenaro por escndao contra os ms
atos dgnataros de a Igesa.
La orden que recbmos hace poco de segur sus movmentos y
prestar atencn a sus arengas me eva a creer que nuestros
superores son de tu opnn.
Sean o no certas ms convccones, hay ago de o que estoy
seguro: sus das de bertad estn contados. Hace so unas horas
v a asstente prncpa de chamben de obspo, y me d|o que
por a rend|a de una puerta haba odo...
Caa!, se mueve, est empu|ando para entrar en a gesa.
Puedes segur contndome o que estabas a punto decrme
mentras o segumos. Rpdo!, mezcmonos con a muttud.
Sempre entusastas en e cumpmento de su odoso deber, esos
dos dscretos pastores de rebao crstano sgueron a Numerano
con toda precaucn a nteror de edfco sagrado.
Aunque an se vea e eve rastro carmes de so en e ceo de
ponente y a una apenas haba comenzado a sar, a gran araa
de as dos m cuatrocentas veas, menconada por e obspo en
su comuncado a puebo, ya estaba encendda. En os das de su
beeza severa y sagrada, esa amarada de uz artfca habra
daado fatamente e aspecto de a gesa, pero ahora que e
carcter orgna de a Basca haba cambado por competo,
ahora que de tempo soemne haba pasado a seme|ar un u|oso
paaco, ganaba nmensamente con esa destempada umnacn.
Todos os detaes de os adornos que cubran a vasta extensn
de su espndda nave centeeaban vvdamente a a uz
enceguecedora que manaba de techo. Las vgas doradas, os
sos pares con ncrustacones de mrmo, as rcas cogaduras de
as ventanas, os en|oyados candeabros de os atares, os
cuadros, as estatuas, os bronces, os mosacos, todos y cada uno
braban con una durabe y suntuosa transparenca que
embragaba a vsta. Nngn ob|eto mostraba ahora hueas de
uso o vestgos de desgaste. Cada porcn de a nave que atraa a
atencn se mostraba demasado nmacuada y fnamente
radante para haber sdo tocada por manos mortaes. Hechzada y
sorprendda, a mrada vagaba por a superfce de a brante
escena, hasta que fatgada de nnterrumpdo prmor de
panorama se desvaba en busca de reposo haca as naves
dbmente umnadas y se posaba con deete en as suaves
sombras que rondaban por sus dstantes pares y en as formas
snuosas que pobaban sus oscuros rncones o recorran sus
ma|estuosos muros.
Cuando Numerano entr en a Basca, acababa de concur una
parte de servco. E tmo eco apagado de as voces de coro
resonaba an en e are cargado de ncenso, y cuando e
entusasta reformador recorr a gesa con a vsta, as vastas
masas de espectadores, agrupadas en acttudes dversas,
conservaban e are de prestar odo a a msca. Hasta , a pesar
de su severdad, parec por un momento presa de nefabe
encanto de a escena, pero a cabo de unos momentos, como
dsgustado por su nvountaro sentmento de admracn, frunc
e entrece|o y de| escapar un profundo suspro a tempo que
(segudo an por os atentos espas) buscaba a comparatva
soedad de as naves.
Durante e ntervao que se produ|o en e servco, a
congregacn se dedc a contempar as requas, que estaban
guardadas en un gabnete de pata con puertas de crsta
coocado en a cspde de atar mayor. Aunque era mposbe
obtener una panormca satsfactora de esos tesoros
ecesstcos, en eos se centr a atencn de todos hasta que a
aparcn de un sacerdote en e pupto do a sea de que
comenzaba e sermn y advrt a todos os que tenan asentos
que deban regresar a eos de nmedato.
Pasando por entre as fas de os asstentes a sermn agunos
de os cuaes se entretenan en contar as veas de a araa, para
estar seguros de que e obspo no es haba escatmado n una de
as dos m cuatrocentas veas, mentras otros sostenan
conversacones en voz ba|a y abran ca|tas de duces vovemos
a conducr a ector a exteror de a gesa.
Ya en ese momento a muttud haba dsmnudo mucho; as
sombras proyectadas sobre e sueo por as ma|estuosas
coumnas de prtco haban aumentado y se haban espesado; y
en muchos de os rncones ms remotos de a Paza cas no se
adverta nnguna presenca. En uno de esos extremos, donde os
pares se encontraban con a cae y a oscurdad era ms
ntensa, un ancano sotaro se ocutaba cudadosamente en a
oscurdad y escrutaba con atencn as nmedacones de a va
pbca.
Tras un breve tempo de espera, un hermoso carro, preceddo
por una escota de escavos vestdos con ropas de aegres
coores, se detuvo a unos pasos de su escondte, y a voz de a
persona que vena en pronunc con voz fuerte as sguentes
paabras:
No, no! Sgue adeante... es ms tarde de o que pensaba. S
me quedo para ver a umnacn de a Basca no egar a
tempo para recbr a ms nvtados a banquete de esta noche.
Adems, este nestmabe gatto de a raza ms venerada por os
antguos egpcos ya tene fro, y por nada de mundo expondra
ms tempo de necesaro a tan susceptbe anma a a humedad
de are nocturno. Sgue adeante, buen Carro, sgue adeante!
Sn esperar e fn de esa perorata, e ancano corr hasta e
carro, de donde asomaron nmedatamente dos cabezas: una era
de a de senador Vetrano; a otra, a de un gatto de peo
reucente, adornado con un coar de rubes y medo envueto en
os pegues de a ampa tnca de su amo. Antes de que e
sorprenddo nobe pudera pronuncar paabra, e hombre e
susurr con tono ronco y apremante:
Soy Upo; despde a tus srventes; tengo ago mportante que
comuncarte!
Ah, m dgno Upo! Tenes a funesta costumbre de transmtr
tus mensa|es con e are de un asesno. Pero debo perdonar tu
desagradabe brusquedad en consderacn a tu dgenca. M
exceente Carro, s vaoras m aprobacn, d t y tus compaeros
adonde no nos pods or!
E berto obedec de nmedato a orden de su amo. A
contnuacn se produ|o a sguente conversacn, que comenz
as e extrao ancano:
Recuerdas tu promesa?
S.
Por tu honor de nobe y de senador, ests dspuesto a
cumpra
cuando egue a hora?
S.
Entonces, renete conmgo a amanecer en a entrada de
|ardn de tu paaco y te conducr hasta a acoba de Antonna.
E momento me convene. Pero, por qu a amanecer?
Porque e ve|o decrpto de crstano ceebrar una vga
hasta a medanoche, a a cua resuta muy probabe que assta a
muchacha. Ouse r a decrteo a tu paaco, pero a supe que te
habas marchado a Arca y que a regresar pasaras por a
Basca. Por eso me apost para nterceptarte.
Industroso Upo!
Recuerda tu promesa.
Vetrano sac a cabeza de carro para contestare, pero Upo ya
haba partdo.
Mentras daba a orden a su carrua|e de que echara a andar de
nuevo, e senador anz mradas nquetas a su arededor, como s
esperara ver de nuevo a su extrao ncondcona merodeando
cerca de carro. No obstante, so advrt a presenca de un
hombre a quen no conoca, segudo de otros dos que pasaron
veozmente a su ado. Eran Numerano y os espas.
A fn se aproxman a su consumacn ms proyectos excam
Vetrano para su coeto, cuando y su gatto rencaron e va|e
. Fue bueno que recordara tomar posesn hoy de a va de
|ua, porque sn duda querr usara maana. Por |pter, qu
suma de pegros, contradccones y msteros rodea esta
aventura! Cuando penso que yo, que me preco de m fosofa,
he abandonado Rvena, he peddo prestada una va, me he
asocado con un pebeyo ncuto, y todo por una |oven que ha
defraudado ms expectatvas a aceptarme como maestro de
msca sn admtrme como amante, me sorprendo de m propa
debdad! Aunque hay que reconocer que e aspecto que ha
egado a asumr m aventura a torna nteresante en s msma. E
mero pacer de conocer os secretos de hogar de Numerano no
es, con mucho, e menor de os numerosos atractvos de m
proyecto. Cmo ha ogrado egar a e|ercer tanta nfuenca sobre
a |oven? Por qu a mantene en tan estrcta recusn? Oun
es este monstruo humano, ve|o, medo oco y poco ceremonoso
que dce amarse Upo, que rechaza toda recompensa por su
vana, desvara sobre e retorno de a antgua regn de os
doses y se entusasma con a promesa que me ha arrancado de
que, como buen pagano, apoyar a prmera ntentona de
restauracn de antguo cuto que se produzca en Roma? De
dnde vene? Por qu fnge pbcamente ser crstano? Ou o
hzo ponerse a servco de Numerano? Por e cnturn de Venus,
todo o que se reacona con a |oven es tan ncomprensbe como
ea msma! Pero pacenca, pacenca! Unas pocas horas ms y
todos estos msteros de|arn de sero. Mentras tanto, debo
pensar en m banquete y en a dedad que o presde: a Sasa
para Ruseores!
CAPT"LO $
ANTONINA
Oun que ha vstado Roma no recuerda con deete os
atractvos de monte Pnco? Oun, tras recorrer as maravas
de a cudad oscura y meancca, no se ha sentdo revvr a
recorrer sus senderos sombreados y resprar sus fragantes
brsas? Esa decosa eevacn se aza gera, ventada e
nvtadora, para avo de cuerpo y soaz de esprtu, en medo de
a pesadumbre soemne que rena en a Roma decadente. Desde
su tersa cma se apreca a urbe en toda su ma|estad, y e campo
que a crcunda exhbe su aspecto ms respandecente. Los
crmenes y mseras de Roma parecen desterrados de su sueo
prvegado; mpresona os sentdos como un ugar reservado de
comn acuerdo para abergue de a nocenca y a aegra, como
un pasa|e que e reposo y e recreo han consagrado como sto
prohbdo a a ntrusn de estrpto y e afn.
Su aparenca en a poca moderna es un refe|o de su carcter
en eras pasadas. Sucesvas guerras pueden haber empaado su
beeza momentneamente, pero a paz e devov
nvarabemente su prstna hermosura. Los antguos romanos o
amaban "E Monte de os |ardnes". A o argo de os desastres
de Impero y as convusones de a Edad Meda contnu
merecendo su antguo nombre, y hasta e da de hoy sgue
sendo, trunfante, un "Monte de os |ardnes".
A comenzos de sgo V, a magnfcenca de a cona Pncana
estaba en su zent. S convnera a ho de nuestra hstora
descrbr as goras de sus paacos y sus arboedas, sus tempos y
sus teatros, se reveara a ector un cuadro tan brante de su
espendor artfca reazado por beezas naturaes que se
asombrara y aun o consderara con ncredudad. Pero no es
necesaro que nos dedquemos ahora a esa tarea; no es sobre as
maravas de u|o y e buen gusto de a antgedad, sno sobre e
hogar de fantco y regoso Numerano que resuta necesaro
despertar e nters y atraer a atencn.
Detrs de ugar donde a cona Pncana topa con a va Famna,
y exactamente encma de as muraas de a cudad, se evantaba,
en e perodo de nuestra narracn, una casa pequea pero
eegantemente construda, rodeada por un |ardncto propo y
protegda en su parte posteror por as ma|estuosas arboedas y
edfcacones anexas de paaco de senador Vetrano. En una
poca preva, a resdenca haba sdo a casa de veraneo de
anteror propetaro de a mansn vecna.
Las penuras causadas por a dspacn haban obgado a ese
propetaro a desprenderse de esa parte de sus benes, que fue
adqurda por un comercante amgo de Numerano, quen, a su
vez, a recb en herenca a a muerte de su compaero. E
austero crstano, dsgustado ante a mera dea de vvr en as
cercanas de os ennobecdos bertnos romanos en cuanto os
proyectos reformadores se aduearon de su mente, decd
desprenderse de ese egado y vendero; pero ante as repetdas
spcas de su h|a, consnt a fn en cambar de panes y
sacrfcar su antpata por sus opuentos vecnos a apego |uven
de su h|a a as beezas naturaes que atesoraba su heredad de a
cona Pncana. So en ese asunto e afecto natura de padre
trunf sobre a adqurda severdad de reformador. En
condescend, por prmera y nca vez, a as duces nmedades
de a |uventud. A, ndugente a pesar de s msmo, asent su
reducda fama y e permt a su h|a a soa recreacn de
atender as fores de su |ardn y deetarse con a hermosura de
pasa|e dstante.
& & &
Ha transcurrdo una hora ms de a noche desde que tuveran
ugar os hechos narrados en e captuo precedente.
La cara y brante uz de a una taana nvade ahora todos os
barros de a gorosa cudad y baa con su puro fugor as
arboedas y os paacos de monte Pnco. Desde e |ardn de
Numerano, os edfcos rreguares de os grandes suburbos de
Roma, a frt y onduante campa ms e|ana y as argas
cadenas montaosas en a dstanca resutan ahora vsbes ba|o
a suave y espendorosa uz. Cerca de ugar desde e que se ve
ese panorama no se apreca a prmera vsta nngn ser vvente;
pero una observacn ms cudadosa y pacente permte detectar
en una de as ventanas de a casa de Numerano, medo ocuta
por una cortna, a fgura de una |oven.
Pronto esa efge sotara se acerca ms a os o|os que a
contempan: os rayos de uz de una, que hasta ese momento
braban so en a ventana, umnan ahora otros ob|etos.
Prmero muestran un pequeo brazo banco; despus, un vestdo
gero y senco; ms tarde, un cueo grc y hermoso; y,
fnamente, un rostro radante, |uven, nocente, vueto sn pausa
haca e pasa|e de as montaas dstantes, aumbrado por a una.
Durante un tempo a |oven permanece en su ventana en pose
contempatva. Despus abandona su ataaya y cas de nmedato
reaparece en a puerta que conduce a |ardn. Mentras avanza
haca e csped que e queda en frente, se adverte que es
menuda y de pequea estatura, y que sus movmentos estn
dotados de una graca y un pudor naturaes; apreta contra su
pecho y esconde a medas entre sus vestdos un ad dorado.
Cuando acanza un caro desde e cua se apreca a msma vsta
que desde su ventana, cooca e nstrumento sobre una de sus
rodas y, con certo are de reserva en sus maneras, tae
decadamente as cuerdas. Entonces, como aarmada por e
sondo que ha producdo, anza mradas nquetas a su arededor,
aparentemente temerosa de que a hayan odo. Sus grandes o|os
oscuros y brantes se muestran aprensvos; sus abos decados
estn entreabertos; su tez suave y acetunada se te de
repentno rubor mentras examna cada rncn de |ardn. Tras
competar su escrutno sn descubrr nnguna causa para as
sospechas que parece abergar, vueve a dedcarse a su
nstrumento. Una vez ms tae as cuerdas, y ahora con mano
ms frme. Las notas que de|a escapar toman a forma de una
meoda agreste, que|umbrosa, peregrna, que se eeva y
descende como a mpusos de un caprchoso vento veranego.
Los sondos se ven pronto armonosamente acompaados por a
voz de a |oven trovadora, que es tranqua, camada y meodosa,
y que se adapta con exqusto ngeno a as arbtraras varacones
de tono de acompaamento. La cancn que ha escogdo es una
de as magnatvas odas de a poca. Para ea, su mrto
prncpa radca en su parecdo con e extrao are orenta que
escuchara durante su prmera entrevsta con e senador que e
rega e ad. Traducda a nuestra engua, a etra de a
composcn es ms o menos como sgue:
EL ORIGEN DE LA MSICA
I
Esprtu que e|erces tu nfuenca
Sobre a Msca y sobre sus cadencas,
En qu para|e se acun tu estrpe?
Ou te tent a ba|ar entre os trstes?
* * *
Escucha ben, morta; m aparcn
Tuvo ugar en pena Creacn
Cantando a as estreas tempraneras,
A suave eco de son de as esferas.
Mas certa vez, a cosmos contempar,
aba|o este paneta v brar,
Y un ansa de ver su raza cutada
Sobrecog m ama nmacuada!
Los querubnes que a fn me recberon
Cederon a m anto y a ms ruegos;
Mas ovdar m frmamento orundo
Fue fata que, por descender a mundo,
nunca me perdonaron; fu exada
a a terra, soa y abandonada!
II
Nngn pesar sent ya desterrada;
Porque, aun s as tnebas mperaban,
Y nade oa en ceesta esfera,
En a terra tena quen me oyera.
Me rodeaban, con sus gracosas rsas,
Ternos esprtus de suave brsa
de prmavera, y ms, Eco rente
Repeta m canto en e ponente.
La Msera, e Door y a Afccn
Ducfqu con m gent cancn;
La Aegra corr con pes geros,
A ovarse a ms pes en muee sueo;
Y Amor, a quen m canto despert,
un beso desde o ato me env!
III
Desde entonces voy por e mundo andando,
Y fe a hombre e segu cantando;
He voado haca todas as regones
Sempre acogda y para sempre |oven!
M soaz brndo, sempre an compacda,
A a esperanza que temba aterda
Sempre puedo hechzar e corazn
prvado de aegras; duce don!
E tempo, que en todos de|a su huea,
Pasa a m ado sn hacerme mea;
La mudanza, que es ey para e morta
M aroso mpero no ogra aterar;
M potestad es, con amor eterno,
Abrr e corazn a o ms terno!
En e momento en que os tmos sondos de su voz y de su ad
se apagaron suavemente en a queta atmsfera nocturna, un are
de ndescrptbe eevacn cubr a faz de a |oven. Az a vsta
extasada a e|ano ceo tachonado de estreas, sus abos
tembaron, sus o|os oscuros se enaron de grmas y su pecho se
estremec como a caor de tumuto de emocones que e
nspraban a msca y a escena. Despus recorr entamente
con a vsta e pasa|e que a rodeaba; detuvo os o|os con ternura
en os fragantes arrates de fores que eran obra de sus manos; y
contemp a o e|os, con una mezca de reverenca y xtass, as
vastas anuras tersas y fugurantes y as soberbas e
nconmovbes montaas que durante tanto tempo haban sdo a
nspracn de sus ms entraabes pensamentos, y que ahora
reumbraban ante sus o|os, apacbes y hermosas como os
sueos que a vstaban en su echo vrgna. Ms tarde,
conmovda por os ngenuos pensamentos y os nocentes
recuerdos que as aas mgcas de a Naturaeza y a Noche
despertaban en su mente, ncn a cabeza sobre e ad, apret
contra su sa ca|a su me|a turgente, adornada por unos
hoyueos, y mentras sus dedos vagaban mecncamente por as
cuerdas se abandon sn reservas a os ensueos de a donceez
y a |uventud.
Ese era e ser consagrado por a fata ambcn de su padre a un
desterro perpetuo de todo o que es atractvo en e arte y beo
en e nteecto humano! Esa era a h|a cuya exstenca deba ser
una arga convvenca con e door de os mortaes y un nvarabe
rechazo de sus paceres; cuyos pensamentos deban centrarse
so en sermones y ayunos; cuyas accones deban mtarse a
cudar as herdas y en|ugar as grmas de extraos; cuya vda,
en resumen, estaba condenada a ser a encarnacn de austero
dea creado por su padre de as asctcas vrgenes de a antgua
Igesa!
Prvada de su madre, apartada de a compaa de as personas
de su edad, despo|ada de toda famardad con otros seres vvos
carente de un corazn que atera en smpata con e suyo,
vctma de mposcones y nunca consentda; amonestada y nunca
apaudda habra sucumbdo a as severdades que e mpona
su padre de no ser por a desobedenca vena cometda a
entregarse a sotaro pacer que e proporconaba e ad.
Vanamente ea, en sus horas de estudo, os feros anatemas
contra e amor, a bertad y e pacer, a poesa, a pntura y a
msca, e oro, a pata y as pedras precosas, compuestos por
os prmeros Padres para benefco de as sumsas congregacones
de pocas pretrtas; en vano magnaba, durante esas argas
horas de nstruccn teogca, que as ansas reprmdas de su
corazn estaban desterradas y muertas, que su pacente y puer
temperamento se someta totamente hasta a a ms rgurosa
orden de su padre. En cuanto concuan sus entrevstas con
Numerano, a amada de esa naturaeza que anda en todos
nosotros y que e empeo puede torcer, pero nunca destrur, a
nctaba a ovdar todo o que acababa de or y a ansar mucho de
o que se e prohba. En esta vda so aentamos, gracas a a
compaa de una ncnacn, una aspracn o un propsto en os
que soemos refugarnos de as trbuacones de mundo. E msmo
sentmento que condu|era a Antonna en su nfanca a mporar
un |ardn de fores a ndu|o en a |uventud a hacerse de un ad.
De nacmento e vena a pasn por a msca que a mpusara a
vstar a Vetrano, que era o nco que haba savado a sus
afectos de agonzar en a soedad que se es haba mpuesto, y
que enaba sus horas de oco de modo que hemos descrto.
Su madre espaoa e haba cantado hora tras hora en su cuna
durante e corto tempo en que se e permt cudar de su h|a.
Nada haba ogrado borrar a mpresn que eo causara en as
nacentes facutades de a pequea. Aunque sus ms tempranos
recuerdos eran so os de a amargura de su padre, aunque a
forma que pronto asum a desesperada pentenca de ste a
conden a una vda de recusn y a una educacn preada de
admoncones, e apego apasonado a os sondos meodosos que
e nsprara a voz de su madre, que cas bebera de pecho
materno, se mantuvo a pesar de todas as ncuras y sobrevv a
todas as oposcones. Su fuente nutrca eran os recuerdos
nfantes, os retazos de cancones odas desde su ventana, e
paso nocturno de vento nverna por as arboedas de a cona
Pncana; y su prmera y extasada gratfcacn haban sdo os
prmeros sondos de ad de senador romano. E ector ya
conoce, por a narracn de Vetrano en Rvena, cmo se haba
hecho de un nstrumento y de a habdad para tocaro. S e
frvoo senador hubera descuberto a verdadera ntensdad de as
emocones que su arte despertaba en e pecho de su aumna
mentras e enseaba; s hubera magnado cuan ncesantemente
su sentdo de deber uchaba durante as eccones con su amor
por a msca cuan competamente se suma en un momento en
una agona de dudas y temores, en otro en un xtass de dsfrute
y esperanzas, su asombro ante a fradad que ea e
manfestara y que de manera tan vvda expresara en su
entrevsta con |ua en os |ardnes de a corte habra sdo mucho
menor. Lo certo es que nada era ms caba que a puer
nconscenca de Antonna acerca de os sentmentos que
despertaba en Vetrano. Cuando estaba en su presenca, os
remanentes de sus afectos que no haban sdo agostados por sus
temores se sentan ncamente atrados y apresados por e
amado y hermoso ad. A recbr e nstrumento, ante a
apoteoss que sgnfcaba ser su duea, cas ovd a quen se o
obsequaba; o, s pens en , fue para sentrse agradecda por
escapar ncume de manos de un membro de a case sobre a
cua as reteradas admoncones de su padre e haban hecho
concebr vagos sentmentos de temor y desconfanza, y para
decdr que, ahora que e haba dado as gracas por su amabdad
y que se retraba de sus domnos, nada a nducra a correr e
resgo de que su padre a descubrera y de arrostrar os pegros
de vover a eos.
Inocente en su asamento, cas puer debdo a su natura
smpcdad, un senco entretenmento bastaba para satsfacer
todas sus pasones. Padre, madre, amante y compaeros;
bertades, dstraccones y gaas; todos se resuman para ea en
un smpe ad. E ngeno, a vvacdad y a genteza de su
carcter; a poesa de su natura y os afectos de su corazn; e
aegre forecer de a |uventud, que n a recusn haban poddo
marchtar por competo n os torcdos preceptos corromper,
ahora estaban petrcos, agrandados, reverdecdos ta es a
capacdad creatva de as emocones humanas por su
nestmabe posesn. Poda habare, sonrere, acarcaro, y
creer, en e xtass de su deete, en e abandono de su fantasa,
que e ad comparta su aegra. Durante sus argas soedades,
cuando en ausenca de su padre a vgaba e cavoso y
meancco desconocdo a cuyo cudado a de|aba, era un
compaero ms querdo que e |ardn de fores, ms, ncuso, que
as anuras y as montaas que eran su pasa|e predecto.
Cuando su padre regresaba y a conduca a ocupar un ugar
oscuro entre personas extraas y sencosas para escuchar
ntermnabes sermones, su soaz conssta en pensar en e
nstrumento ocuto en su cuarto y dscurrr deetosamente en a
msca compuesta por ea msma que podra tocar en despus.
Y ms tarde, cuando egaba a noche y quedaba a soas en su
|ardn, egaba a hora de a uz de a una y de a cancn, e
momento de rapto y meoda que a haca desdobarse, que a
eevaba sn que supera cmo y a transportaba a ugares que
gnoraba.
Pero a aparcn de otro actor en a escena nos obga a
abandonar nuestras refexones sobre os motvos y os exmenes
de carcter para retornar a mundo externo de os ntereses y os
acontecmentos pasa|eros. De|emos a Antonna en e |ardn
medtando ncnada sobre su ad. La |oven permanece en esa
poscn pensatva, pero ya no est soa.
Tras ba|ar os pedaos por os que ea descendera, un hombre
se adentra en e |ardn y avanza haca e ugar que ea ocupa.
Co|ea, tene una |oroba, su cuerpo es contrahecho. Los rasgos
pronuncados y anguosos de su rostro resutan ncongruentes con
sus me|as en|utas. E so ha quemado su cabeo spero y reseco
hasta de|aro de un extrao y atezado coor castao. Su expresn
es de concentrada, severa, amargada refexn. Mentras avanza
sgosamente en dreccn a Antonna, murmura ago entre
dentes y se agarra mecncamente as ropas con os dedos
descarnados y deformes. La radante uz de a una que cae de
eno sobre su sembante e confere una aparenca vda,
msterosa, espectra; un extrao que o vera en este momento o
habra encontrado cas espantoso.
Ese era e hombre que haba nterceptado a Vetrano en e
camno a su casa, y que ahora se apresuraba a vover a ocupar su
ugar acostumbrado antes de regreso de su amo: era Upo, e
ancano converso que Numerano menconara durante su
entrevsta con e gran|ero en a Basca de San Pedro.
Cuando eg a unos pasos de a |oven, se detuvo y d|o con voz
ronca y reca:
Esconde tu |uguete: Numerano est a as puertas!
Antonna experment un voento sobresato a or esos acentos
repusvos. La sangre afuy a sus me|as; cubr rpdamente e
ad con su tnca, se detuvo un nstante, como s qusera decre
ago a Upo, se estremec convusvamente y despus se
apresur a regresar a a casa.
Cuando suba os pedaos de a entrada se top con Numerano,
que avanzaba por e corredor. Ya no tena posbdades de
esconder e ad en e sto de costumbre.
Permaneces hasta una hora demasado avanzada en e |ardn
e d|o su padre, quen, a pesar de su austerdad, contemp con
mrada de orguo a su hermosa h|a a egar a su ado. Pero,
qu te sucede? aad a notar su confusn. Te estremeces,
cambas de coor, tus abos temban; dame tu mano!
A obedecero Antonna, se desz un pegue de a tradora
tnca y de| expuesto un pedazo de a ca|a de ad. Los o|os
aertas de Numerano o descubreron de nmedato. Arranc e
nstrumento de as dbes manos que o sostenan. Su asombro a
vero fue tan grande que no encontr paabras para expresaro, y
por un nstante encar a a pobre na, cuyo rostro pdo estaba
rgdo de terror, en medo de un senco omnoso y expresvo.
Esto d|o a fn, esta nvencn de os bertnos en m hogar,
en manos de m h|a! y anz a sueo e ad, que se romp en
m pedazos.
Durante unos momentos Antonna contemp con mrada
ncrdua os fragmentos de querdo compaero centro de todas
sus me|ores esperanzas futuras. Despus, cuando comenz a
percatarse de a readad de despo|o de que haba sdo ob|eto,
sus o|os perderon toda a brantez que e ceo es concedera y
se enaron de grmas terrenaes.
A tu cuarto! tron Numerano cuando Antonna se arrod
|unto a os desventurados fragmentos entre soozos convusvos
. A tu cuarto! Maana acararemos este ncuo mstero!
Antonna se evant con humdad para obedecero, porque a
ndgnacn no era una de as emocones que conmovan su gent
y afectuoso natura. Mentras avanzaba haca a habtacn que ya
no ocupara e ad, a pensar en e maana que ya no aegrara
su nstrumento, e door cas a venc. Se vov para mrar a su
padre con o|os mporantes, como pdndoe permso para
recoger hasta os ms pequeos pedazos de nstrumento que
yaca a sus pes.
A tu cuarto! reter Numerano, severo. Acaso se me
desobedecer ante ms propos o|os?
Sn repetr su sencosa spca, Antonna se retr a nstante. En
cuanto desaparec, Upo sub os pedaos de a entrada y se
detuvo |unto a arado padre.
Mra, Upo excam Numerano, m h|a, en cuyo cudado
he puesto tanta atencn, a quen consagr a ser un e|empo para
e mundo, me ha engaado!
Apuntaba, a habar, a os restos de nfortunado ad; pero como
Upo no e respondera, contnu cas de nmedato:
No mancar os soemnes ofcos de a noche
nterrumpndoos con ms asuntos mundanos. Maana
nterrogar a a desobedente. Mentras tanto, Upo, no magnes
que te asoco con este mavado e ndgno engao! Gozas de toda
m confanza; confo penamente en tu eatad!
Hzo otra pausa durante a cua Upo sgu guardando senco.
Cuaquera menos agtado, menos confado que su poco suspcaz
amo, se habra percatado de que una eve y snestra sonrsa
comenzaba a dbu|arse en su sembante macento. Pero a
ndgnacn de Numerano era an demasado voenta para
permtre observara, y a pesar de os esfuerzos que haca para
controarse, vov a prorrumpr en que|as.
Y adems, precsamente esta noche excam, cuando me
propona evara a m pequea asambea de fees para que se
sumara a sus pegaras y escuchara ms exhortacones;
precsamente esta noche tengo que descubrr que tae un ad
pagano, que se entrega a as ms cencosa de as vandades de
mundo! Oue Dos me d pacenca para conducr e cuto esta
noche sn que ms pensamentos se extraven, porque m corazn
est tan astmado por a fata de m h|a como en a antgedad e
corazn de E ante as nqudades de os suyos!
Ya se marchaba a toda veocdad cuando, como s recordara ago
de repente, se detuvo abruptamente y vov a drgrse a su
sombro compaero.
Esta noche r soo a a capa d|o. T, Upo, te quedars
para vgar a m desobedente h|a. Vga ben m casa, querdo
amgo, porque ahora msmo, cuando regresaba, me parec que
dos desconocdos seguan ms pasos, y present que ago mao,
ncuso peor que a trbuacn que me provoca a fata de m h|a,
me acontecer como castgo por ms pecados. Mantente
vgante, buen Upo; mantente vgante!
Y en su apresurada retrada, e ancano severo y grave se senta
tan afgdo por e utra|e nfgdo a su sombro fanatsmo como a
db y tmda |oven por a destruccn de su nofensvo ad.
Tras a partda de Numerano, a sonrsa snestra vov a
aparecer en e sembante de Upo. Durante unos breves
momentos qued sumdo en sus pensamentos y despus
comenz a descender entamente por una escaera cercana que
conduca a unos aposentos subterrneos. No haba avanzado
mucho cuando se oy un eve rudo en e extremo de corredor
de pso superor. Aguz e odo aguardando que e sondo se
reptera y escuch un soozo; a mrar sgosamente haca arrba
descubr, a a uz de a una, a Antonna que avanzaba
cauteosamente por e sueo de mrmo de paso.
Levaba una amparta en as manos; sus dmnutos pes estaban
desnudos y as grmas an corran por sus me|as. Camn con
as mayores precaucones (como temerosa de que a oyeran)
hasta egar a os restos de ad roto, que an estaban
desperdgados por e sueo. Una vez a, se arrod y se ev a
os abos cada uno de os fragmentos. Despus, tras ocutar
apresuradamente un pedacto en su pecho, se ncorpor y se
march rpdamente en a msma dreccn de donde procedera.
Ten pacenca hasta e amanecer must su per|uro guardn
mentras a contempaba desde su escondte, que e traer a tu
ad quen o restaure y a Upo un aado!
CAPT"LO $I
EL APRENDI' DEL TEMPLO
Las actvdades de nuestros persona|es durante a noche descrta
en os dos tmos captuos han cesado ahora. Vetrano espera a
os nvtados a su banquete; en a capa, Numerano prepara e
sermn que pronuncar ante sus amgos; Upo medta en a casa
de su amo; Antonna est echada en su echo y acarca e
precoso fragmento savado de a destruccn de su ad. Por e
momento, todos os agentes nmedatos de nuestra hstora
guardan reposo.
Convene aprovechar este ntervao de nactvdad para drgr a
atencn de ector haca un escenaro dferente a escogdo para
nuestro reato y haca acontecmentos hstrcos de pasado
estrechamente reaconados con a vda preva de prfdo
converso de Numerano. Este ndvduo ser de a mayor
mportanca en e desarroo posteror de nuestra hstora. Es
necesaro, a fn de entender su carcter y as causas de sus
propstos ya auddos, y os que en e futuro puedan aparecer,
que remontemos e argo curso de su exstenca hasta sus
orgenes.
En e renado de |uano, cuando os doses paganos obtenan su
tma vctora sobre e Evangeo crstano, un nombre
decorosamente vestdo que evaba de a mano a un apuesto
|oven de qunce aos de edad eg a as puertas de Ae|andra y
se drg a toda prsa a as habtacones de sumo sacerdote de
Tempo de Seraps.
Tras una estanca de agunas horas en su destno, e hombre
abandon a cudad con a msma rapdez con que haba egado y
nunca ms se e vo en Ae|andra. E mozo permanec en as
habtacones de sumo sacerdote hasta e da sguente, cuando
fue soemnemente consagrado a servco de Tempo.
E muchacho era e |oven Emo, conocdo despus por e nombre
de Upo. Era sobrno de sumo sacerdote, a cuya custoda o haba
confado su padre, un comercante romano.
La ambcn era a pasn domnante de padre de Emo. Ea o
haba mpusado a anhear todas as dstncones conceddas por
e Estado a os trunfadores, pero no o haba dotado de as
capacdades necesaras para convertr sus aspracones en
readades. Su vda fue a de un hombre desusonado, que fragu
panes, pero nunca concret sus proyectos en a prctca; que vo
a su hermano, ms afortunado, eevarse a a mxma |erarqua
de sacerdoco; y que se vo rremsbemente condenado a vvr
en e hogado anonmato que e proporconaban sus empresas
comercaes.
Cuando, a raz de ascenso de |uano a trono mpera, su
hermano Macrno eg a pncuo de su poder y su ceebrdad
como Sumo Sacerdote de Tempo de Seraps, e fracasado
comercante perd toda esperanza de rvazar con en cuanto a
dstncn. Su nsacabe ambcn, que ya no poda satsfacer en
su persona, se centr en uno de sus h|os. Decd que e no
trunfara donde haba fracasado. Ahora que su hermano haba
conqustado a mxma poscn en e Tempo, nnguna vocacn
poda ofrecere venta|as ms obvas a uno de sus descendentes
que e sacerdoco. Desde sus orgenes, su fama era de un
ortodoxo pagansmo. Uno de sus membros ya haba acanzado
os ms dstngudos honores de vstoso cuto. E comercante
decd que otro rvazara con su hermano, y que ese sera su
h|o mayor. Frme en su resoucn, consagr de nmedato a su
h|o a gran proyecto que ahora ocupaba todos sus pensamentos.
Saba ben que e pagansmo, aun tras su reanmacn, ya no era
e cuto unversa que haba sdo; que enfrentaba resstencas
secretas y que quzs pronto tendra que vrseas con a
oposcn aberta de os crstanos, persegudos en todo e
mpero; y que para que a |oven generacn o preservara con
xto de futuras amenazas y se eevara sn resgos a sus ms
atos honores, se e deba exgr ms que a cmoda aceptacn
de a antgua regn recamada a os practcantes de antao. En
pocas pretrtas, os ms mportantes deberes de sacerdoco
haban sdo compatbes con os cargos mtares o potcos.
Ahora, os futuros servdores de os doses tendran que
consagrarse a Tempo y so a Tempo. Una vez adoptada su
decsn, e padre se encarg de que todas as ocupacones y
estmuos de su h|o, desde sus prmeros aos, estuveran
reaconados de aguna manera con a profesn a a que estaba
destnado. Sus paceres nfantes fueron os sacrfcos y os
auguros; sus |uguetes y regaos, as mgenes de os doses. E
muchacho no opuso nngn reparo a ese pan educatvo. Muy
dferente a su hermano menor, cuyo turbuento carcter
desafaba toda autordad, era dc por naturaeza; y su
magnacn, cuya vveza era mayor que sus aos, era presa fc
de todo ob|eto amatvo que se e presentara. Aentado por eo,
e padre se consagr por entero a a tarea de formaro para su
vda futura. Vgaba ceosamente cuaquer nfuenca que a
madre pudera e|ercer sobre ; senc sn pedad, cuando quera
que a percb, a expresn furtva de su amor y de su afccn
ante a perspectva de separarse de ; y descud cas ovd
a hermano menor, para concentrar su vganca paterna entera e
nvarabemente en e h|o mayor.
Cuando Emo cump qunce aos, su padre advrt con gozo
que haba egado a hora de dar nco a a reazacn de sus
proyectos. E orguoso y trunfante comercante o separ de su
hogar, o condu|o a Ae|andra y o de|, regoc|ado, a cudado
persona de Macrno, e sumo sacerdote.
E rector de Tempo concordaba por competo con os panes de
su hermano a propsto de |oven Emo. En cuanto se e
asgnaron a muchacho sus nuevas responsabdades, se e d|o
que deba ovdar todo o que haba de|ado atrs en Roma; que en
adeante deba consderar a sumo sacerdote como su padre y a
Tempo como su hogar; y que e nco ob|eto de sus abores
presentes y de su futura ambcn deba consstr en ascender a
servco de os doses. No se detuvo ah Macrno. Tan
competamente decddo estaba a ocupar e ugar de padre con
su aumno, y a asegurarse su eatad separndoo de mundo en e
que hasta entonces haba vvdo, que eg a cambare e nombre
y e do uno de os suyos, o que |ustfc como un prvego para
estmuaro a esforzarse en e porvenr. E |oven Emo se
transform ya para sempre en e pupo Upo.
Con una dsposcn natura como a que hemos descrto, y ba|o
os cudados de sumo sacerdote, exstan pocos regos de que
Upo frustrara as nusuaes expectatvas cfradas en su persona.
Su atencn a as nuevas tareas nunca decay, su obedenca a
os nuevos maestros nunca mengu. Lev a cabo sn vacacones
todo o que Macrno e pdera. Nunca evdenc as ansas que
quzs senta por regresar a su hogar; nunca ntent satsfacer as
ncnacones naturaes de su edad. E sumo sacerdote y sus
coegas se asombraban ante a extraordnara pronttud con que
e propo muchacho se apcaba a os propstos que para
concberan. De haber sabdo cuan pro|amente se e haba
preparado en e hogar de su padre para sus futuras
responsabdades, se habran sentdo menos admrados por a
nusua docdad de su pupo. Con e entrenamento recbdo,
habra necestado una racn de perversdad mayor que a norma
en os seres humanos para despegar aguna oposcn a os
deseos de su to. No se e haba permtdo ser no, n en
pensamento n en accn. Se haba aprovechado su natura
precocdad como motor que obgara a su taento a asumr una
madurez pegrosa y poco saudabe, y cuando sus nuevos
deberes recamaron su atencn, se apc a eos con e msmo
entusasmo sncero que sus coetneos habran mostrado por un
nuevo |uego. Su gradua ncacn en os msteros de a regn
crearon en su mente una extraa y vouptuosa sensacn, mezca
de temor e nters. Escuch os orcuos y temb; asst a os
sacrfcos y os auguros y se marav. Toda a poesa de a
atrevda y hermosa superstcn a a que haba sdo consagrado
fuy a su |oven corazn hasta sobrecogero, puso a su servco su
ozana magnacn y o transport ncesantemente de as
readades vtaes de mundo a as regones umbrosas de as
aspracones y a especuacn.
Pero a atencn de Upo no estaba totamente ocupada por sus
deberes. E muchacho tena paceres pecuares, adems de
pecuares ocupacones. Cuando fnazaba as tareas de da, e
produca un gozo extrao, sobrehumano, vta, deambuar a paso
ento a a sombra de os prtcos de tempo y contempar desde
esa msterosa atura a popuosa cudad tendda a sus pes y
aumbrada por e so, y a rutante vastedad de as aguas de No
que cabreaban aegres ba|o a uz desumbrante y ubcua. O
azar a vsta de os campos y os bosques, os paacos y os
|ardnes que se extendan a deba|o, hasta e encantador ceo
sn nubes que a o e|os, en o ato, cubra todo o que e rodeaba,
y que despertaba en todo o que sus nuevos deberes no
agostaran de a aegra y a afectuosa sensbdad que sus
escasos ratos de nnterrumpda comuncacn con su madre
haban sembrado en su corazn. Despus, cuando a uz de da
empezaba a desvanecerse y a una y as estreas ocupaban
hermosas sus ugares en e frmamento, pasaba a as bvedas
subterrneas de a edfcacn, temboroso, ya que su pequeo
cro so acanzaba a penetrar dbmente as tnebas espesas y
soemnes, y escuchaba contenendo e aento as voces de os
esprtus guardanes que moraban aseguraba a fbua pbca
en as habtacones de mbto sagrado. O, una vez que a
muttud se retraba a sus hogares y a sus dversones, se
ntroduca subreptcamente en os ma|estuosos recntos y
deambuaba en torno a os pedestaes de as fabuosas estatuas,
resprando, transdo de temor, a atmsfera estancada de tempo
y contempando os fros y meanccos rayos de a una que se
coaban por as aberturas de techo y aumbraban os rostros y os
membros coosaes de as mgenes de os doses paganos. En
ocasones, cuando concuan e servco de Seraps y os deberes
resutantes de sus comuncacones con e emperador, Macrno
conduca a su pupo a |ardn de os sacerdotes y aababa su
docdad, hasta que e corazn de Upo rebosaba de grattud y
orguo. Otras veces o evaba cauteosamente fuera de
permetro sagrado para enseare, en os suburbos de a cudad,
a unos hombres sencosos, pdos, meanccos, que se
deszaban sgosamente por as caes |ubosas y atestadas de
personas. Le nssta en que esas fguras fugtvas eran os
enemgos de Tempo y de todo o que contena; afrmaba que
conspraban contra e emperador y os doses, que eran canaas
que deban ser desterrados de seno de a humandad, que se
hacan amar "crstanos" y que su cuto mpo, de ser toerado, o
prvara de to que amaba, de Tempo que reverencaba y de a
dgndad y a fama sacerdotaes cuya conqusta deba ser a
ambcn de su vda.
As, guado en sus deberes por su tutor y en su recreo por sus
propas ncnacones, con e paso de tempo e muchacho fue
perdendo graduamente todas as restantes caracterstcas de su
edad. Hasta e recuerdo de su madre y de amor materno se
desvanec de su memora. Sero, sotaro, medtabundo, so
vva para trunfar en e Tempo; e nco fn de su abor era
emuar a sumo sacerdote. Todos sus sentmentos y capacdades
eran escavos de una ambcn anorma a su edad y presago de
afccones en su vda futura. E proyecto que Macrno haba
concebdo como una abor de aos cumn en unos pocos meses.
Las esperanzas que e padre de Upo cas no se atrevera a
aentar para su adutez, se hceron readad en su |uventud.
En esos preparatvos para su xto futuro transcurreron tres
aos de a vda de Upo. A trmno de ese perodo, a muerte de
|uano anz una sombra sobre as brantes perspectvas
abertas a mundo pagano. Los sacerdotes de Seraps no se
haban recuperado an de a prmera conmocn de asombro y
door que es produ|eran as fataes notcas de a vacante de
trono mpera, cuando e edcto sobre a toeranca, emtdo por
|ovano, e nuevo emperador, eg a a cudad de Ae|andra y se
exhb en os muros de Tempo.
La prmera confrontacn con esa procama que es otorgaba a
os crstanos a bertad de cuto despert en e natura ya muy
tenso de Upo as ms voentas emocones de ra y despreco. E
entusasmo de su carcter y su edad, guado nvarabemente en
a soa dreccn de sus creencas, asum a forma de ms feroz
fanatsmo cuando tuvo notcas de a dspcente expoacn
efectuada por e emperador de os derechos supremos de
Tempo. En sus prmeros momentos de fura, se ofrec como
vountaro para arrancar e edcto de os muros, para encabezar
un ataque contra as reunones de os eufrcos crstanos o para
trasadarse a a resdenca mpera a fn de exhortar a |ovano a
revocar su pegrosamente bengna ey antes de que fuera
demasado tarde. Sus aados, ms cauteosos, se veron en
dfcutades para mpedre a e|ecucn de sus mpetuosos panes.
Durante dos das se mantuvo apartado de sus compaeros y
rum en tota soedad a n|ura perpetrada contra su amada
superstcn y e nevtabe aumento de a nfuenca de a secta
crstana.
Pero a desesperacn de |oven entusasta estaba destnada a
acentuarse debdo a una caamdad de orden prvado, de causas
msterosas y pavorosos efectos. Dos das despus de a
pubcacn de edcto, e Sumo Sacerdote Macrno mur de
repente, en a pentud de su edad y su vgor.
Narrar a confusn y e horror que produ|o en e Tempo y fuera
de e descubrmento de ese acontecmento fata; descrbr as
execracones y os tumutos de os sacerdotes y e puebo, que
sospecharon de nmedato que os favorecdos y ambcosos
crstanos haban causado a muerte, medante veneno, de su |efe
esprtua, podra resutar nteresante a manera de hstora de as
costumbres de a poca, pero resuta rreevante en o que toca a
os fnes de este captuo. Resuta preferbe examnar os efectos
que produ|o en a mente de Upo su prdda persona y prvada,
a carenca rreempazabe para de maestro a quen amara
y e gua que fuera su prvego reverencar.
Una doenca que se proong durante varos meses, y que a
fna hzo que quenes o cudaban temeran por su vda y por su
razn, fue muestra papabe de a sncerdad de door de Upo
por a prdda de su protector. Durante os paroxsmos de su
dero, os sacerdotes que montaban guarda en torno a su echo
extra|eron de sus desvaros muchas y sabas concusones acerca
de os efectos que sus ataques y as causas que os provocaran
probabemente producran en su futuro carcter, pero a pesar de
toda su perspcaca, estaban e|os de aprecar en toda su
magntud a revoucn que a prdda sufrda haba efectuado en
su natura. E propo muchacho no haba estado conscente, antes
de a muerte de sumo sacerdote, de a profunddad de a
devocn que senta por su segundo padre. Aunque deformados
por su padre natura, os afectos que eran e basamento de su
carcter nunca haban sdo enteramente destrudos, y se
aferraban a toda paabra amabe o accn generosa de Macrno
como a un amento que se es negara desde a cuna. Mora e
nteectuamente, Macrno haba sdo para e faro que apuntaba
en dreccn a su destno, e |uez que reguaba su conducta, a
Musa a a que mraba en busca de nspracn. Y ahora que ese
esabn que haba enazado todas as ramfcacones de sus deas
ms centraes y querdas se quebraba de repente, su mente fue
presa de una desoacn que paraz su eastcdad y agost su
frescura. S mraba atrs, no vea ms que un hogar de cuyos
paceres y afectos o haba exado para sempre a ambcn de
su padre. S a porvenr, a pensar en a ncapacdad tanto de su
carcter como de su educacn para reaconarse en e mundo
como otros se reaconaban, no vea una estrea que o guara en
su exstenca futura haca a fecdad en socedad. No e quedaba
ya ms recurso que entregarse por entero a a tarea que haba
hecho de su hogar un sto que e resutaba a|eno, que estaba
santfcada por su reacn con e ob|eto ahora perddo de sus
afectos, y que, en todo e vasto mundo, era capaz de
proporconare a nca fecdad y a soa dstncn que poda
ansar para e porvenr.
Adems de ese motvo para entregarse a su vocacn, en a
mente de Upo andaba un profundo y acendrado sentmento
que o anmaba a prosegur sus amadas ocupacones con ardor
ncesante. Ese prncpo rector era su aborrecmento de a secta
crstana. Las sospechas que otros abergaran sobre a muerte de
sumo sacerdote eran para una certeza. Rechazaba toda dea
opuesta a su decdda convccn de que os ceos de os crstanos
os haban evado a envenenar a ms poderoso y dgente de os
sacerdotes paganos. Traba|ar ncesantemente hasta acanzar a
nfuenca y a poscn de que gozara su to, y empear esa
nfuenca y esa poscn, una vez adqurdas, para vengar a
Macrno barrendo de a faz de a terra todo vestgo de a fe
crstana, se convrt en e propsto ms hondo de su corazn.
Insprado por esa determnacn, con a premedtacn que es, en
a mayora de os hombres, fruto so de a experenca de os
aos, empe os prmeros das de su convaecenca en madurar
cudadosamente sus panes futuros y evauar mparcamente sus
probabdades de xto. Competado ese examen nteror, se
dedc de nmedato y para sempre a gran proyecto de su vda.
Nada o agobaba, nada o desaentaba, nada o detena. Los
acontecmentos de mundo pasaban a su ado sn que os notara,
as afccones y os trunfos de a cudad ya no hababan a su
corazn. Los aos sucederon a os aos, pero e Tempo nada e
deca. E pagansmo zozobraba graduamente, mentras que e
crstansmo prosperaba de manera mperceptbe, pero a
Mudanza no se reveaba a sus o|os. Todo e mundo exteror no era
para ms que un vaco hasta a egada de momento que sera
testgo de trunfo de sus panes. Sus preparatvos para e futuro
absorban todas as facutades de su mente, y o convertan, en o
referdo a presente, en un autmata que no refe|aba nngn
prncpo y a que no anmaba nngn acontecmento. Era una
mquna que se mova sn percbr, un cuerpo que actuaba sn
una mente pensante.
S vovemos un momento a mundo de os sucesos hstrcos
sabremos que a a muerte de |ovano en e ao 364, Vaentnano
I, e nuevo emperador, mantuvo e rgmen de toeranca
adoptado por su predecesor. A su muerte en e ao 375, Favo
Gracano, su sucesor en e trono mpera, super tanto e e|empo
de os dos soberanos anterores que se cooc resuetamente de
ado de os adeptos de a nueva fe. No contento con aentar con
sus preceptos y su e|empo e crecmento de crstansmo, e
emperador do muestras de su ceo por a regn que se
expanda ordenando ncesantes persecucones de os cada vez
ms escasos smpatzantes de antguo cuto, con o que, merced
a esas accones evadas a cabo durante su renado, se convrt
en antecesor de a revoucn regosa que su sucesor, Teodoso
e Grande, ese ustre oponente de pagansmo, estaba destnado
a efectuar.
A a muerte de Favo Gracano en e ao 383, Upo era uno de
os sacerdotes de mayor rango en e Tempo, y se deca que sera
e prxmo en heredar e mportante cargo que desempeara
otrora e poderoso y dgente Macrno. E ambcoso sacerdote,
consderando segura a dstncn por a que se haba esforzado,
encontr tempo a fn para echar una mrada a os asuntos de
da. La desoacn ensombreca en todas dreccones e panorama
que contemp. En muchas provncas de mpero e ceo
destructor de os crstanos trunfantes haba derrbado os
tempos de os doses. Grandes cantdades de personas
aterrorzadas, temerosas de correr a fna a msma suerte que
sus doos, abandonadas por sus sacerdotes dspersados y
rodeadas por mpacabes enemgos de a antgua fe, haban
ab|urado de sus creencas para savar su vda y sus benes. En
medo de as vastas runas de pagansmo se azaba, ahora una
soa estructura ntacta. E Tempo de Seraps se mantena
ncume: frme, nconmovbe, ncontamnado. A forecan an
os sacrfcos, y os fees se prosternaban en honor a as
dedades. Hasta e crecente podero de a supremaca crstana
retroceda descorazonado ante ese monumento a as goras
regosas de tantos sgos. Aunque dsmnuan perceptbemente
as fas de su congregacn otrora muttudnara, aunque as
nuevas gesas desbordaban de conversos, aunque os edctos de
Roma o denuncaban como una mcua sobre a faz de a terra,
su grandeza sombra y sotara se mantena en pe. Nnguna
panta profana hoaba sus rncones secretos, nnguna mano se
haba azado hasta e momento contra sus antguos y gorosos
muros.
Fue ndgnacn y no desaento o que se apoder de corazn de
Upo a anazar a stuacn mperante en e mundo pagano. Una
determnacn como a suya, amentada por as refexones de
aos y madurada por ncesantes consderacones, est por
encma de as conmocones que afectan una decsn apresurada
o destruyen una ntencn vacante. Insensbe a fracaso, os
desastres a nstan a a accn, no a deprmen hasta condenara a
a nactvdad. Su exstenca es e are que preserva a vtadad de
a mente, e muee que pone en movmento a refexn. N por
un momento vac Upo en su entrega a su gran proyecto, n
desesper de su e|ecucn y xto tmos. Aunque cada da
egaban notcas de nuevas desgracas de os paganos y nuevos
trunfos de os crstanos, sgu, |unto con unos pocos de sus ms
ceosos camaradas, esperando e advenmento de otro |uano y
e da de a restauracn de os atares desmanteados de as
dedades a as que serva. Mentras e Tempo de Seraps se
mantuvo ncume, como fuente de aento para sus abores y
refugo para sus hermanos persegudos, cont con una certeza de
xto que o espoeaba en todos sus esfuerzos y e daba vaor
contra todos os pegros.
Y entonces, para asombro de os sacerdotes y de a
congregacn, e sencoso, pensatvo, sotaro Upo sa
repentnamente de su arga nactvdad y se convrt en un feroz
defensor de os derechos de su agredda regn. En unos pocos
das a fama de sus exhortacones a os paganos que seguan
asstendo a os rtos de Seraps se propag por toda a cudad.
Los crstanos ms bravos tembaban nvountaramente a pasar
|unto a os muros de tempo y escuchar a vehemenca de os
apausos que e nsprado sacerdote es arrancaba a os
asstentes. Drgdas a creyentes de muy dversas edades y
temperamentos, esas arengas despertaban un eco en todos os
pechos. Para os |venes estaban atavadas con toda a poesa de
cuto por as que abogaban. Hababan de os atares de Venus que
os crstanos devastaran; de os bosques a os cuaes os
crstanos despo|aran de encanto de as drades; de as Artes
sagradas que os crstanos se azaran para anquar. A os
ancanos es haca recordar as goras de pasado, conqustadas
gracas a favor de os doses; os antepasados muertos a su
servco; os ve|os amores, aegras y trunfos ovdados que
haban nacdo y prosperado merced a a amabe tutea de as
dedades de antao. Y para todos, a nvarabe nferenca era a
reterada afrmacn de que e ustre Macrno haba sdo vctma
de a toeranca concedda a a secta crstana.
Pero os esfuerzos de Upo no se mtaban a pronuncar
aocucones. Dedcaba todo su tempo bre a reazar secretas
excursones a Ae|andra. Sn hacer caso de pegro, sn atender a
as amenazas, e mpvdo fantco se nftraba en os ugares de
encuentro ms excusvos de os crstanos, nterpeaba en todos
ados a os apstatas de credo pagano y desafaba a hostdad
de meda cudad desde a fortaeza de os muros de Tempo. Da
tras da nuevos recutas se sumaban a as fas de os adoradores
de Seraps. Los mensa|eros personaes de ncansabe Upo
reunan en Ae|andra a os escasos membros de as dspersas
congregacones de provncas que seguan fees a ve|o cuto.
Comenzaron a producrse ras tumutuaras entre os paganos y
os crstanos, y os sacerdotes de Seraps se aprestaban a drgre
una protesta a nuevo emperador en nombre de a antgua
regn de mpero. Parec probabe en ese momento que os
esfuerzos herocos de un soo hombre, encamnados a apuntaar
a estructura de a superstcn, cuyos cmentos estaban mnados
y cuyos muros eran asedados por mares, se veran coronados
por e xto.
Pero pas e Tempo; y con eg, nexorabe, a Mudanza,
derrbando as pequeas barreras ergdas contra ea por a
oposcn humana y susttuyndoas con sus extraas y
transtoras urdmbres. En vano e perseverante sacerdote puso
en |uego todas sus energas para ncrementar y artcuar sus
fuerzas dspersas; en vano e formdabe Tempo despeg su
ma|estad de sgos, sus espnddos sacrfcos, sus msterosos
auguros. E esprtu de crstansmo avanzaba haca e trunfo en
este mundo; e pagansmo se acercaba veozmente a su destno
fna. No obstante, transcurreron agunos meses ms de
resstenca nt hasta que e arzobspo de Ae|andra emt un
decreto que ordenaba a destruccn de Tempo de Seraps.
Cuando se corr e rumor de a decsn adoptada por e
prmado, hordas de crstanos fantcos se azaron en todos os
rncones de Egpto y marcharon a toda prsa haca Ae|andra para
presencar a democn. Desde as rdas soedades de deserto,
desde sus conventos en as rocas y sus cavernas subterrneas,
bandadas de mon|es regoc|ados voaron a as puertas de a
cudad y se uneron a as fas de sodados y de cudadanos,
mpacentes por partr a asato. La reunn de os extermnadores
se convoc a amanecer; cuando e so comenz a evantarse
sobre Ae|andra, eg ante os muros de Tempo.
Las puertas de a espndda estructura estaban cerradas; en os
muros se agomeraban sus defensores paganos. En todo e
edfco renaba un senco de muerte, mpasbe, msteroso; y de
todos os hombres que en se hacnaban, so uno se despaz
de ugar asgnado; so uno deambuaba ncesantemente de un
ugar a otro, buscando os puntos dbes que podan aprovechar
os asatantes. Los stadores que se encontraban ms prxmos a
tempo comprenderon que e geno que presda os preparatvos
de a defensa era e ob|eto de su odo ms vruento y de su temor
ms ngobernabe: e sacerdote Upo.
En cuanto e arzobspo do a sea para e ataque, una partda de
mon|es entonando a grtos fragmentos de samos con voces
roncas y dscordantes, os harapos que vestan ondeantes a
vento, os rostros cadavrcos reumbrantes de feroz gozo se
puso a a cabeza de as huestes, cooc as prmeras escaeras
contra os muros y comenz e asato. Los stadores enfurecdos
atacaban e Tempo por todos os ados, y en todos os ados o
defendan con xto os resuetos stados. Oeada tras oeada de
asatantes choc contra as puertas maczas sn ograr forzaras;
proyect tras proyect se anz contra a edfcacn sn que se
produ|era nnguna brecha en su sda superfce. Muttudes
escaaban os muros, egaban a os prtcos exterores y
masacraban a sus defensores paganos, pero eran
ncesantemente repedas sn poder aprovechar a venta|a
obtenda. Una y otra vez os asatantes pareceron a punto de
tomar e Tempo, pero a fgura de Upo, que nvarabemente
apareca en e momento crtco entre sus descorazonados
segudores, funconaba como una provdenca que destrua os
efectos de os ms osados ntentos y os ms mportantes
trunfos. Dondequera que surga un pegro, dondequera que se
produca una matanza, dondequera que brotaba a
desesperacn, a marchaba e mpvdo sacerdote para nsprar
a os vaentes, socorrer a os herdos, reanmar a os
atemorzados. Nnguna estratagema o confunda, nnguna fatga
o agotaba: haba ago cas demonaco en su actvdad
destructora, en su determnacn en medo de a derrota. Los
stadores advnaban su recorrdo por e tempo por as
caamdades que sufran a su paso. S anzaban sobre eos desde
o ato de os muros os cuerpos de crstanos asesnados, sentan
que a estaba Upo. S os sodados ms vaentes vacaban a
subr as escaeras, se saba que Upo era responsabe, desde o
ato, de a derrota de sus camaradas. S una partda armada que
saa de Tempo haca retroceder a vanguarda hasta as reservas
de a retaguarda, se esgrma como excusa que Upo combata a
a cabeza de as huestes paganas. Sucesvos grupos de guerreros
crstanos seguan anzndose a ataque; pero aunque as fas de
os nfees dsmnuan perceptbemente, aunque as puertas que
os defendan a fn comenzaban a estremecerse ba|o os
reterados gopes de os asatantes, todos os patos de edfco
sagrado seguan en poder de os stados y estaban a dsposcn
de nvcto captn que organzaba a defensa.
Desaentado por e fracaso de sus esfuerzos y horrorzado por a
carncera de que haban sdo vctmas sus partdaros, e
arzobspo orden de repente e cese de as hostdades y es
propuso a os defensores de tempo una tregua breve que os
favoreca. Tras certa demora, y aparentemente a costa de
agunas dscordas en sus fas, os paganos e envaron a
prmado una garanta de a aceptacn de os trmnos
propuestos, que consstan en que ambas partes se abstendran
de entabar nuevo combate hasta que se soctara y obtuvera un
edcto de Teodoso que decdera e destno tmo de Tempo.
Una vez acordada a tregua, graduamente se despe| e vasto
espaco frente a a edfcacn, a a que se conceda un respro.
Lenta y trstemente e arzobspo y sus segudores abandonaron
os ve|os muros cuyas cspdes en vano haban asatado; y
cuando e so se puso, de a gran muttud congregada en a
maana no quedaban ms que unos pocos cadveres. En e
nteror de edfco sagrado, a Muerte y e Reposo presdan a
noche donde a maana haba umnado con su respandor a
Vda y a Actvdad. Los herdos, os exhaustos y os temborosos
de fro yacan guamente mudos, abancados por as brsas
nocturnas que se coaban por os ma|estuosos prtcos, o
apacguados por a oscurdad que renaba en os sencosos
recntos. So uno de os paganos an bregaba y refexonaba. E
sotaro y medtabundo Upo recorra una y otra vez e Tempo,
nqueto como una besta sava|e acorraada en su guarda,
vgante como un esprtu esquvo en una cudad de extraas
tumbas. Para no haba descanso de cuerpo n sosego de a
mente. De os acontecmentos de os prxmos das dependa e
tembe azar, que pronto nfura rremsbemente en todo o que
e restaba de vda, para procurare a fecdad o causare a ms
profunda afccn. Recorra una y otra vez os poderosos muros
que vgaba con ansedad mecnca e nt. Cada pedra de a
edfcacn e hababa con eocuenca a su sotaro corazn, cada
una e resutaba hermosa a su enfebrecda magnacn. Esas
rdas estructuras abergaban para e hogar amado y feraz; all
estaba e atar a cuya gora se haba escavzado su nteecto, a
cuyo honor se haba sacrfcado su |uventud! Recorra con paso
apresurado os recntos secretos y os patos sagrados, mpando
con mano gent e ndustrosa as manchas de sangre y as
mcuas con as que e combate haba cuberto as estatuas |unto
a as que pasaba. Afgdo, sotaro, pensatvo, como en sus
prmeros das de aprendz de os doses, deambuaba ahora por
os msmos rncones aumbrados por a uz de a una donde
Macrno o nstruyera en su |uventud. S e amenazador tumuto
de da haba estmuado su fereza, a cama de a noche tranqua
despert su duzura. Haba combatdo por e tempo en a
maana como un h|o por su padre, y ahora, en a noche, o
cudaba como un avaro a su tesoro, como un amante a su amada,
como una madre a su h|o!
Transcurreron os das, y a fn eg a maana memorabe que
decdra a suerte de tmo tempo preservado de fanatsmo
crstano para admracn de mundo. A una hora temprana de a
maana as dsmnudas huestes de paganos recactrantes se
encontraron con sus decddos contendentes, ahora ms
numerosos ambas partes guamente desarmadas, en a gran
paza de Ae|andra. Se ey entonces pbcamente e bando
mpera. Comenzaba asegurndoes a os paganos que se haba
prestado a msma consderacn a a spca de su sacerdote de
que se protegera e Tempo que a que se brndara a a petcn
que abogaba por a emnacn de os doses presentada por e
arzobspo crstano; y termnaba procamando as rdenes de
emperador de que Seraps y todos os dems doos de Ae|andra
fueran nmedatamente destrudos.
An resonaba en as fas de os crstanos e grto de trunfo que
sgu a a ectura de edcto mpera cuando aparec en a paza
a vanguarda de os sodados desgnados para e|ecutar as
rdenes de emperador. Durante unos mnutos, os desvados
paganos permaneceron nmves en e sto donde se haban
congregado, contempando os preparatvos bcos que se
desarroaban a su arededor, presas de un estupor mezca de
asombro y desesperacn. Despus, a percatarse de cuan escaso
era su nmero, a recordar cuan ardua haba sdo a prmera
defensa contra unos pocos y percatarse de cuan mposbe sera
una segunda contra muchos, desde os ms tmdos hasta os ms
osados fueron presa de pnco; y sn hacer caso de Upo, de
honor n de os doses, deron meda vueta a unsono y huyeron
de ugar.
Con a huda de os paganos comenz a democn. Hasta as
mu|eres y os nos se apresuraron a sumarse a a benvenda
abor de ndscrmnada destruccn. En esta ocasn no haba
defensores que cerraran as puertas de Tempo a as huestes
crstanas. En un nstante se nvad y utra| a subme soedad
de edfco deserto. Se romperon estatuas, se sustra|o e oro, se
hceron pedazos as puertas; pero en ese punto se detuvo por un
tempo e avance de a democn. Ouenes haban recbdo a
encomenda de derrbar a estructura exteror tuveron menos
xto que sus pr|mos encargados de saquear su contendo. Las
pesadas pedras de os pares, as maczas superfces de os
muros ressteron os ms vgorosos de sus mezqunos esfuerzos y
os obgaron a contentarse con mutar o que no podan destrur:
arrancar techos, deterorar mrmoes y demoer captees. E
resto de as edfcacones permanec ntacto, e ncuso ms
mponente ahora, en medo de a runosa confusn, que en a
ma|estuosdad de su perfeccn y su fuerza.
Pero an permaneca en pe e smboo ms mportante; todava
no se haba dado e tro de graca a pagansmo; era precso
destrur a magen dotrca de Seraps, que haba renado en os
corazones de mones y que era famoso en os ms remotos
rncones de mpero! Un senco absouto nvad as fas de os
crstanos cuando penetraron en e san de dos. Un temor
superstcoso de que hasta ese momento se haban consderado
ncapaces se adue de sus corazones cuando un sodado, ms
osado que sus compaeros, sub con a ayuda de una escaera a
a cabeza de a estatua coosa y gope su me|a con un hacha.
Apenas do e gope, se oy un profundo amento procedente de
ado opuesto de a habtacn y, a contnuacn, e rudo de unos
pasos que se ae|aban; despus, todo vov a senco. E
ncdente contuvo por unos mnutos a quenes se dsponan a
unrse a su compaero en a mutacn de doo, pero a cabo
ces su vacacn; se sucederon os gopes contra a estatua y no
se escucharon ms amentos, no se oyeron ms sondos que os
ecos brutaes de os gopes de martos, barras de herro y porras
que resonaban en a ma|estuosa habtacn. Tras un tempo
ncrebemente breve, a magen de Seraps yaca reducda a
grandes pedazos sobre e sueo de mrmo. La muttud agarr os
membros de doo y se march a toda prsa para arrastraros en
trunfo por as caes. Unos mnutos ms tarde as runas quedaron
desertas, e tempo mudo, e pagansmo anquado!
Durante todo e avance devastador de os crstanos por e
Tempo, os haba segudo con terca perseveranca y, a a vez, en
tota naccn, e nco pagano que no haba ntentado savarse
con a huda. Ese hombre, conocedor de todos os pasa|es y
escaeras secretos de edfco sagrado, presenc sn que o
detectaran cada acto de democn en cuaquer parte de edfco
que se perpetrara. De corredor en corredor, de recnto en recnto,
sgu con pasos sencosos y o|os centeeantes os movmentos
de a turba crstana, ahora ocutndose tras un par, ahora
refugndose en cavdades dsmuadas en as paredes, ahora
mrando haca aba|o a travs de fsuras mperceptbes en e
techo; pero, fuera cua fuese e ugar que ocupaba,
nvarabemente observaba, con a msma atencn dgente y a
msma ausenca de emocones, os menores actos de expoacn
cometdos hasta por os ms humdes segudores de os
crstanos. Fue so a entrar con os saqueadores vctorosos en a
vasta habtacn que ocupaba a magen de Seraps que a faz de
ndvduo comenz a evdencar a agona que expermentaba su
corazn. Sub una escaera secreta cuyos pedaos estaban
cortados en a macza pared de a habtacn, y tras acanzar un
pasa|e que ba de uno extremo a otro de techo mr por una
espece de ceosa dsmuada por os ornamentos de a cornsa.
Cuando drg a vsta haca aba|o y vo a sodado subr, hacha
en mano, hasta a cabeza de doo, grandes gotas de sudor
cayeron de su frente. E aento espeso y cdo sse entre sus
dentes apretados y sus manos se cerraron sobre os fuertes
soportes metcos de a ceosa, que se torceron ba|o su presn.
Cuando e sodado e propn e prmer gope a a estatua, cerr
os o|os. Cuando e pedazo arrancado por e mpacto cay a
sueo, un amento escap de sus abos temborosos. Durante
unos momentos contemp con o|os reumbrantes y mrada de
horror a a muttud a sus pes, y despus, a veocdad frentca,
ba| a empnada escaera por a cua haba subdo a techo y
huy de Tempo.
Esa noche, unos pastores a quenes a curosdad ev a vstar e
edfco profanado, veron a msmo hombre orar amargamente
en sus prtcos destrudos y desertos. Cuando se acercaron para
habare, az a cabeza y con una spca muda es ndc que
abandonaran e ugar. En esos breves momentos en que os mr
de frente, a uz de a una aumbr su rostro, y os pastores, que
en pocas anterores haban asstdo a as ceremonas de
Tempo, veron con asombro que e doente sotaro cuyas
medtacones haban nterrumpdo no era otro que e sacerdote
Upo.
A amanecer, a os pastores se es present de nuevo a ocasn
de pasar |unto a os muros de Tempo saqueado. Durante as
horas de a noche, e recuerdo de a escena de door sotaro e
nconsoabe de a que haban sdo testgos de a terrbe y
esquva afccn de a que haban vsto presa a hombre abatdo y
abandonado por todos, cuyas menores paabras en otra poca es
deetara reverencar es haba nsprado un sentmento de
pedad haca e pagano desamparado muy dferente a esprtu de
persecucn que e crstansmo espuro de a poca ansaba
nfundr en e corazn de sus ms humdes adeptos. Dspuestos
a consueo, deseosos de ayudar, esos hombres, como e
samartano de antao, se drgeron, correndo eos msmos
pegro, a socorrer a un hermano afgdo. Regstraron cada rncn
de edfco vaco, pero e ob|eto de su compasn no aparec por
nngn ado. Lamaron, pero nngn sondo es respond, savo
as endechas de vento de as prmera horas de a maana a
atravesar os recntos en runas, que haca tan so un breve
tempo resonaran con a eocuenca de otrora ustre sacerdote. A
excepcn de unos pocos p|aros nocturnos que ya haban
buscado refugo en e edfco deserto, no haba ser vvente en o
que antes fuera e Tempo de Orente. Upo haba partdo.
Los acontecmentos que acabamos de narrar tuveron ugar en e
ao 389. En e 390, as ceremonas paganas fueron decaradas
por ey actos de tracn en todo e mpero romano.
A partr de ese momento, os pocos ndvduos dspersos que an
se mantenan apegados a a antgua fe se dvderon en tres
faccones, todas guamente nsgnfcantes, fueran enemgas
abertas o secretas de a nueva regn de estado.
La prmera faccn se afan sn xto por eudr as eyes que
prohban os sacrfcos y as advnacones dsfrazando sus
ceremonas regosas de reunones socaes.
La segunda mantuvo e antguo respeto por a teora de
pagansmo, pero abandon toda esperanza y toda ntencn de
vover a nstaurar su prctca. Gracas a tan oportuna concesn,
muchos de sus membros conservaron y agunos ncuso
conqustaron atos y ucratvos empeos como funconaros de
estado.
La tercera se retr a a vda prvada, y sus smpatzante se
apartaron vountaramente de todas as regones; renuncaron
por necesdad a a prctca de su antguo cuto y repudaron por
propa decsn a comunn con os crstanos.
Taes fueron as nsgnfcantes faccones a as que se redu|eron
os tmos restos de a antao poderosa comundad pagana; pero
e abatdo y humado Upo nunca se un a nnguna de eas.
Durante cnco argos aos a partr de momento de a
prohbcn de pagansmo deambu por e mpero, vstando
en cada pas os atares en runas de su regn ahora
abandonada por todos; era un hombre sn amgos, sn
esperanzas, sn compaa.
Por toda Europa, Asa y e Orente que an estaba en manos de
Roma o ev su paso ento y penoso. Va| sn compaa, como
un hombre que anduvera ba|o e peso de una madcn, soo
como un segundo Can por os frtes vaes de a Gaa, as
ardentes arenas de Afrca y as cudades nundadas de so de
Espaa. N por un nstante abandon su memora e recuerdo de
sus proyectos frustrados, n se ae| de su mente a dsparatada
decsn de revvr su cuto. En cada vestgo de pagansmo, por
eve que fuera, que encontraba a su paso, haaba amento para
su feroz angusta, empeo para sus deas de venganza. A menudo,
en as adehueas, a aparcn de su fgura macenta y rgda
entre os pares vacantes de un tempo deserto, o e sondo de
su voz hueca cuando mustaba para s msmo en medo de as
runas de tumbas paganas, nterrumpa os |uegos de os nos,
que huan atemorzados. A menudo, en popuosas cudades, se
detena a escuchar a os hombres que se reunan para
ntercambar sus recuerdos sobre a cada de pagansmo, y os
consoaba cuando os oa amentarse ncautamente de a prdda
de su antgua fe, garantzndoes, entre susurros y con una
sonrsa, que ya egara a hora de a redencn. En todas partes o
tenan por un oco nofensvo, cuyos extraos desvaros y
propensones no se deban contrarar, sno que era precso
consentr. Deambu as por todo e mundo crstano, sn hacer
caso n de paso de tempo n de os cambos de cma; vva
encerrado en s msmo; se permta e nco u|o de orar por a
cada de cuto que profesaba; soportaba con pacenca
desgracas, nsutos y desusones; esperaba a oportundad que
an nssta en creer que egara; se aferraba a su fata
determnacn con toda a temerdad que nace de a ambcn y
toda a perseveranca que producen os deseos de venganza.
Esos cnco aos transcurreron sn que Upo os advrtera, os
cacuara, os amentara. Para , que vva en e pasado y no
confaba ms que en e futuro, e espaco no era un obstcuo y e
tempo no exsta. Cuando se extnguen as varadas emocones
de aegra o de door que de|a e tempo en a memora y que
mprmen su huea en e tneraro de corazn, os aos son como
horas, as horas, como nstantes. Insensbe a toda nueva
sensacn, durante todo e perodo de sus va|es a mente de Upo
se mantuvo embotada ba|o e peso de una nca dea que se
haba adueado de ea. Fue so a trmno de esos aos que
transcurreron sn que Upo se percatara, cuando os azares de
camno torceron sus pasos haca Ae|andra, que su
entendmento se ber de as cadenas que durante tantos aos
o mantuveran preso. Y ms tarde, cuando atraves as puertas
por as que haba entrado en su poca de |oven orguoso y eno
de ambcones; cuando recorr sn que nade saera a recbro e
tempo derrbado donde antao vvera ustre y reverencado, fue
que sus deas, apagadas y yertas hasta ese momento, renaceron
en su nteror fuertes y vtaes. E espectcuo de escenaro de
sus goras pasadas, que a otros quzs es habra producdo
desesperacn, despert en as pasones dormdas y ber sus
energas reprmdas. Los panes de venganza y as vsones de
redencn que haba medtado durante cnco argos aos
desfaron ante sus o|os ahora, a caor de a vvda nfuenca de
as escenas de profanacn que o rodeaban, como s ya se
huberan convertdo en readad. A, a a sombra de os prtcos
reducdos a acos de ugar sagrado, cada pedra que se deshaca
ba|o sus pes e recrmnaba su pasada naccn y robusteca su
vaor para consprar y tomar venganza en nombre de os doses
utra|ados. Su magnacn revv uno a uno, medante un penoso
e|ercco de a memora, os tempos derrudos que haba vstado
en su trste peregrna|e. De sueo se evantaron pares rotos;
doos profanados voveron a ocupar sus pedestaes vacos; y ,
e exado, e doente, vov a ser e gua, e maestro, e
sacerdote. La hora de a redencn haba egado; y aunque su
razn no e ofreca panes precsos, su corazn o urga
cegamente a emprender a reforma. Ya haba egado e
momento: Macrno sera vengado; e Tempo sera a fn devueto
a sus antguas goras.
Ba| a a cudad: corr sn que nade o reconocera o o
saudara por as caes atestadas; eg a a casa de un hombre
que haba sdo su amgo y coega en tempos pasados y e cont
atropeadamente sus trastornadas decsones y sus panes
ncoherentes, a tempo que e supcaba ayuda y e prometa un
soberbo xto. Pero su antguo compaero, gracas a una
oportuna conversn a crstansmo, haba egado a ser un
hombre de poscn y prestgo en Ae|andra, y vov a espada
ndgnado y desprecatvo a sotaro entusasta. Rechazado, pero
no descorazonado, Upo fue en busca de otros a quenes
conocera cuando era prspero y famoso. Todos haban ab|urado
de a antgua regn, todos o recberon con una fradad
estudada o un neggente desdn; pero aun as persst en sus
ntes esfuerzos. Cerr os o|os a as mradas de despreco; se
neg a escuchar as paabras de bura. Perseverante en su dero,
es encomend mensa|es para os hermanos de otros pases, os
nombr captanes de a conspracn que estaba a punto de
comenzar en Ae|andra y oradores pbcos cuando se desatara a
memorabe revoucn. En vano rechazaban toda partcpacn en
sus panes: se marchaba de su ado cuando comenzaban a
expresare su rechazo y se apresuraba haca otra parte, tan
ndustroso en sus esfuerzos, tan apcado a su mportante msn
como s a mtad de a pobacn de a cudad se hubera
comprometdo con aborozo a ayudaro en su extravado ntento.
Durante todo e da contnu su abor de nt persuasn entre
os habtantes de a cudad que fueran sus amgos en otros
tempos. Cuando eg a noche, regres agotado, pero no
desaentado, a paraso terrena que estaba decddo a
reconqustar, a Tempo donde antes enseara y en e cua
todava magnaba que estaba destnado a vover a presdr. A
proced, gnorante de as nuevas eyes, ndferente a pegro y a
a sorpresa, a averguar como antao, medante a advnacn, s
su magno pan se vera coronado por e fracaso o por e xto.
Mentras tanto, os amgos cuya ayuda Upo haba decddo
obtener no se mantuveron nactvos despus de a partda de
ambcoso sacerdote. A recordar con terror que as eyes
castgaban con a msma severdad a quenes ocutaban su
conocmento de una ntrga pagana que a quenes se
encontraban reamente nvoucrados en drgr una conspracn
mpa, a preocupacn por su segurdad persona venc a toda
consderacn de o que deban a honor o a as exgencas de una
antgua amstad y marcharon como un soo hombre a ver a
prefecto de a cudad para nformare, con toda a urgenca que
es dctaba a aprensn, de a presenca de Upo en Ae|andra y
de o dectvo de os propstos que es haba expuesto.
De nmedato comenz a bsqueda de resueto pagano. Lo
encontraron esa msma noche ante un atar en runas, medtando
frente a as entraas de un anma que acababa de sacrfcar. No
se requeran ms pruebas de su cupa. Fue hecho prsonero y
conducdo a |uco en a maana entre os nsutos de os msmos
que antes cas o adoraran. A da sguente o condenaron a a
pena de muerte.
A a hora seaada se congreg un gento para presencar a
e|ecucn. No obstante, para su ndgnacn y su fasco, cuando
os funconaros de a cudad apareceron frente a a prsn fue
so para nformares a os espectadores que se haba pospuesto
a fata ceremona. Tras una msterosa dacn de varas
semanas, de nuevo se es convoc, no para presencar a
e|ecucn, sno para escuchar e extraordnaro anunco de que se
haba perdonado a vda a cupabe y que a nueva sentenca o
condenaba a traba|ar de por vda como escavo en as mnas de
cobre de Espaa.
Nunca se reve qu poderosa nfuenca ndu|o a prefecto a
correr e resgo de enfrentar e odo que poda despertar e
otorgamento de perdn a un prsonero cuya cupa haba sdo
tan pamaramente probada como a de Upo. Agunos d|eron que
e magstrado de a cudad segua sendo pagano en o ms
ntmo, y que, en consecuenca, no se atreva a autorzar a
muerte de un hombre que haba sdo e ms ustre entre os que
profesaran e antguo credo. Otros aseguraban que Upo haba
comprado a ndugenca de sus |ueces revendoes a ubcacn
de uno de os depstos secretos de os enormes tesoros que se
supona que dorman ba|o os cmentos de derrbado Tempo de
Seraps. Pero nunca se pudo probar a satsfaccn de todos a
veracdad de esos rumores. So se supo que Upo fue trasadado
de Ae|andra, en medo de a noche, hasta e ugar de terrenaes
tormentos que egeran para as ceosas autordades, y que e
centnea que estaba a as puertas por as que abandon a cudad
e oy murmurar para s msmo, mentras o hacan marchar a
buen paso haca su destno, que sus advnacones o haban
preparado para a derrota, pero que e gran da de a redencn
pagana egara a fn.
En e ao 407, doce despus de os acontecmentos que
acabamos de narrar, Upo eg a a cudad de Roma. No haba
avanzado mucho cuando a agazara y a confusn que renaban
en as caes pareceron desconcertaro por competo. Se apresur
a egar a |ardn pbco ms cercano, donde, tras evtar os
senderos frecuentados, se de| caer, aparentemente desfaecdo
de agotamento, a pe de un rbo.
Permanec un tempo en e sombreado para|e que haba
escogdo para descansar, resprando penosamente, sacuddo de
cuando en cuando por sbtos espasmos, os abos temborosos
por una agtacn que en vano se esforzaba por camar. Su
aspecto haba cambado tanto que a os guardas que se o
evaron de Ae|andra aun cuando su aparenca entonces era
ya amentabe es habra resutado mposbe reconocero como
e msmo hombre a que haban conducdo a a escavtud en as
mnas de Espaa. Los efuvos de mnera de cobre en e que
haba estado seputado durante doce aos no so e haban
secado as carnes sobre os huesos, sno que e haban dado a su
pe un tono vdo, cas tan mate como e de un cadver. Sus
membros, debtados por a edad y deformados por e
sufrmento, tembaban y apenas o sostenan; y su cuerpo, antes
tan ma|estuoso por sus nobes proporcones, estaba ahora tan
retorcdo y contrahecho que quen o vera no habra pensado sno
que era tudo de nacmento. De hombre que haba sdo no
quedaba ms que a expresn de os o|os severos y doentes; y
eos, ntrpretes fees de a mente ndomabe cuyas emocones
parecan creados para expresar, conservaban, naterada por e
sufrmento e nmune a tempo, a msma mrada, mezca de
refexn, reto y desesperacn, que os caracterzara en a poca
de a destruccn de Tempo y a dspersn de as
congregacones paganas.
Pero su mente ndmta, ncansabe, e neg a cuerpo agotado e
reposo que en ese momento e demandaba; y cuando a voz de
ve|o dero vov a habare, e desventurado sacerdote
abandon su sotaro refugo y contemp a gran cudad cuya
nueva regn se haba prometdo derrocar.
Gracas a varos aos de pacente vganca must he
ogrado escapar de m ceda en as mnas. So un poco ms de
astuca, un poco ms de resstenca, un poco ms de desveo y
vvr para ver pobarse, gracas a ms esfuerzos, os tempos
desertos de Roma.
Mentras hababa haba sado de a arboeda y se haba
nternado en as caes. La uz aborozada de a que estuvera
prvado durante tantos aos acarcaba tba su rostro, como s
qusera dare a benvenda a mundo y a a bertad. Legaba a
sus odos e sondo de aegres rsas, que parecan ntentar
seducro para que dsfrutara de as bendcones y os
esparcmentos de a vda; pero su corazn sotaro era sordo a
nfu|o de a Naturaeza y a e|empo de os hombres. En sus
gubres eraes renaba an a despadada ambcn que o haba
prvado de amor en a |uventud y de a amstad en a adutez, y
que estaba destnada a cumnar su msn destructva
mpdndoe toda tranqudad en a ve|ez. Tras revsar con una
mueca feroz os arededores y mrar haca o ato busc as caes
ms sotaras y tenebrosas. La soedad se haba convertdo ya en
un mperatvo de su corazn. E gran ocano de sus aspracones
no compartdas o haba ae|ado haca ya argo tempo y para
sempre de todo trato soca con e resto de os hombres.
Pensaba, traba|aba y sufra so para s msmo.
Descrbr os aos de abor sn recompensa y rgor sn avo
soportados por Upo en su cautvero; detaar sus das, que traan
con eos fuera cua fuese a estacn de ao en a superfce
a msma carga nevtabe de esfuerzo y fatga; hacer a crnca
de noche tras noche de etargo sobresatado durante una hora y
medtacn agotadora a prxma, sera trazar un cuadro de cuya
trste monotona se apartara con dsgusto a atencn de ector.
Baste con seaar aqu que a nfuenca de a msma qumera que
o haba anmado a defender e tempo atacado y aentado a
evar a vas de hecho su desordenada restauracn de
pagansmo o haba mantendo vvo a pesar de que haba sdo
vctma de sufrmentos que habran anquado a hombres ms
fuertes y |venes; haba nutrdo su decsn de escapar de a
escavtud; y o traa ahora de regreso a Roma ve|o,
abandonado por todos y enfermo para correr nuevos pegros y
sufrr nuevas afccones, en nombre de a causa a a que se haba
consagrado brutamente y para sempre en cuerpo y ama.
Espoeado, entonces, por su trste espe|smo, egaba ahora a una
cudad donde hasta su nombre resutaba desconocdo, fe a su
extravado proyecto de oponerse sotaro e nerme a puebo
y e goberno de un mpero. Durante e perodo de su escavtud,
y a pesar de su avanzada edad, haba proyectado una sere de
panes cuya gradua e|ecucn habra demandado as venta|as
que proporcona una vda arga y pena de vgor. Ya no quera,
como en su anteror ntentona en Ae|andra, poner en resgo sus
proyectos debdo a a precptacn. Ahora estaba preparado para
observar, esperar, panear y tramar durante aos y aos; estaba
resgnado a contentarse con e avance menor y ms ento, a
sentrse aentado por a ms mnma perspectva de trunfo fna.
Anmado por esa decsn, comenz a e|ecucn de sus proyectos
dedcando todo o que restaba de sus menguadas energas a
nformarse prudentemente, por todos os medos a su acance, de
as opnones personaes, potcas y regosas, de todos os
hombres que gozaban de nfuenca en Roma. Assta a as
reunones popuares para enterarse de as murmuracones
escandaosas de da; se as ngenaba para escuchar sn que o
advrteran as conversacones personaes que se ponan a
acance de sus odos. Deambuaba sencoso como una sombra
por as puertas de as tabernas y as covachas de os srventes
despeddos, atento a as despreocupadas reveacones de a
embraguez y a a procacdad de os escavos mantenconados.
Da tras da se dedc sn pausa a esa ocupacn que, serv en
s msma, estaba ennobecda a sus o|os por sus eevados fnes
hasta que a cabo de agunos meses se ha en posesn de un
con|unto de nformacones vagas e nfundadas que guard en su
mente como naprecabe tesoro. Despus avergu e nombre y
e domco de cada nobe romano de que se sospechaba una
mnma smpata por a antgua forma de cuto. Asst a gesas
crstanas, aprend hasta os menores detaes de as dferentes
sectas y cacu a mportanca de tendencas csmtcas rvaes; y
obtuvo esa amagama de datos heterogneos a pesar de as
desventa|as que suponan a pobreza, a soedad y a ve|ez,
mentras dependa para su sustento de as ms mserabes
cardades pbcas y para su abrgo de os ms pobres asos
pbcos. Todas as concusones que extra|o de sus
averguacones eran tan optmstas como e fata desvaro que
haba amargado toda su vda. Crea que as dsensones que
sacudan a a Igesa producran a rpda destruccn de
crstansmo; que cuando egara ese momento, a opnn pbca
no requerra ms que a gua de un nteecto superor para vover
a sus antguas preferencas regosas; y que a fn de sentar as
bases para que se produ|era a deseada revoucn era necesaro
por mposbe que parecera en su run stuacn que se
reaconara con os nobes romanos desafectos y encontrara a
manera de adqurr ta nfuenca sobre eos que pudera
nfundres su entusasmo e nfamaros con su determnacn.
Otros hombres haban vencdo dfcutades mayores. Antes que ,
ndvduos sotaros haban dado orgen a otras revoucones. Los
doses o favoreceran; su propa astuca o protegera. So se
necestaba un poco ms de pacenca, un poco ms de vountad,
y, despus de todas sus desgracas, acanzara e xto.
Fue en ese perodo que oy habar por prmera vez, en e curso
de sus nvestgacones, de un desconocdo que haba asumdo
sbtamente a msn de reformar a Igesa crstana, y cuyo fn
decarado era rescatar a nuevo cuto de a degeneracn en cuyo
fata progreso se apoyaban todas as esperanzas de trunfo de
pagano. Se deca que haca ya agn tempo que ese hombre
estaba dedcado a sus abores reformadoras, pero que as
dfcutades de a tarea que se haba mpuesto e haban mpeddo
hasta e momento ograr a notoredad que resutaba esenca
para e ogro de sus panes. A or esos rumores, Upo se un de
nmedato a os pocos que asstan' a as prdcas que
pronuncaba e nuevo orador, y a escuch o sufcente para
convencerse de que oa a fantco crstano ms resueto de a
cudad de Roma. Ganar su confanza, frustrar todos sus esfuerzos
en a empresa a a que se haba consagrado, desacredtaro ante
sus oyentes y amenazar su segurdad persona traconando sus
ms ntmos secretos con os poderosos enemgos que tena en a
Igesa fueron decsones que adopt de nmedato e pagano
como deberes que demandaban as exgencas de su credo. A
partr de ese momento aprovech toda oportundad de atraer a
favorabe atencn de nuevo reformador haca su persona, y,
como ya conoce e ector, su astuca y su perseveranca se veron
recompensadas a cabo con su ngreso como padoso converso a
crstansmo de a prmera Igesa en e hogar de cartatvo e
ngenuo Numerano.
Una vez nstaado ba|o e techo de Numerano, e desea pagano
vo en a h|a de crstano un nstrumento admrabemente dneo
para hacer avanzar, en sus manos poco escrupuosas, su nsano
proyecto de adqurr nfuenca sobre un romano poderoso y rco
que fuera desafecto a cuto estabecdo. Entre os patrcos de
cuyas ncnacones antcrstanas haba recbdo nformacones
estaba e senador Vetrano, e vecno de Numerano. Para ese
hombre famoso por su vda de excesos, una |oven de a
hermosura de Antonna sera un soborno tan precado como para
arrancare a promesa que Upo qusera, en pago por
entregrsea cuando se encontrara ba|o su tutea en e hogar
paterno. Adems de que a runa de a |oven e reportara esa
venta|a, estaba seguro de que su cada afectara tanto a
Numerano que o ncapactara, a menos por un tempo, para
contnuar sus abores en pro de crstansmo. Adoptado,
entonces, su detestabe propsto, e despadado sacerdote
esper una oportundad para poner en marcha sus
maqunacones. No esper en vano. La vctma cay
nocentemente en a trampa que e haba preparado a escuchar
por prmera vez a msca de ad de Vetrano, y e permt a su
desea guardn convertrse en e amgo que ocutaba su
desobedenca a os o|os de su padre. Despus de ese prmer
paso fata, cada da haca ms prxmo e xto de os proyectos
de Upo. La argamente esperada entrevsta con e senador se
obtuvo a fn; a promesa mperatvamente demandada por una
de as partes fue, como ya se ha reatado, despreocupadamente
aceptada por a otra; se acord e da en que os panes de trador
se veran coronados por e xto y por e deshonor os de
traconado; y una vez ms e gozo entb e heado corazn de
fantco. Nunca pas por su mente una duda sobre a veracdad
de a promesa hecha por Vetrano. Nunca magn que e
poderoso senador pudera negare con perfecta mpundad a
ayuda mpractcabe que e exgera como recompensa, y hacero
echar de as puertas de su paaco como a un oco gnorante.
Crey frme y snceramente que Vetrano se senta tan satsfecho
con su pronttud para atender a sus dspados proyectos, y tan
desumhrado por a perspectva de gora que traera apare|ado e
xto de a magna empresa, que se atendra entusasmado a su
promesa cuando e exgera su cumpmento. Entretanto,
comenz a e|ecutar sus panes. Merced a su dgenca,
Numerano ya era vgado por os espas de una Igesa ceosa y
carente de escrpuos. En as fas de os crstanos proferaban
as enemstades, os csmas, as tracones y as dsensones. Todo
se aunaba para garantzar que egaba a hora en que, gracas a
sus esfuerzos y a a ayuda de ben dspuesto senador, se
consumara a restauracn de pagansmo.
A pesar de a extrema dferenca entre os empeos y os
propstos de Upo y de Numerano, exsta una extraa y
msterosa anaoga entre as stuacones de ambos en ese
momento. Uno estaba presto a convertrse en mrtr de Tempo;
e otro, a ser un mrtr de a Igesa. Ambos haban abrazado
causas que no gozaban de popuardad; ambos haban sufrdo
ms que a racn norma de afccn de un ser humano; y ambos
eran ancanos: ya se encontraban cerca de punto en que deban
pasar rremedabemente de una exstenca terrena que se
apagaba a futuro eterno que os aguardaba en as gnotas
esferas de ms a.
Pero ah termnaban as smtudes. E prncpo que anmaba a
crstano a a accn, dervado de a Dvndad a a que serva, era
e amor; e de pagano, nacdo de a superstcn que o destrua,
era e odo. E prmero traba|aba en pro de a humandad; e
segundo, para s msmo. De ah que as aspracones de
Numerano, fundadas en e ben comn, nutrdas por e e|ercco
de a bondad y drgdas con nobeza a un fn generoso, puderan
conducro a excesos, pero nunca envecero hasta e crmen;
podan menoscabar a serendad de su vda, pero nunca prvaro
de consueo de a esperanza; mentras que, por e contraro, a
ambcn de Upo, cuyo orgen era a venganza y cuyo fn era a
destruccn, exga cruedad a su corazn y dupcdad a su
mente; y, como recompensa por sus servcos, o haba engaado
aternatvamente, a o argo de su vda, con e dero y a
desesperanza.
CAPT"LO $II
LA ALCO(A
Es hora de contnuar nuestra crnca de a agtada noche
seaada por a destruccn de ad de Antonna y por a
conspracn contra su honor.
Las puertas de paaco de Vetrano estaban cerradas, y os rudos
en su nteror haban cesado; e banquete haba egado a su fn,
e trunfo de a Sasa para Ruseores era un hecho, y e amanecer
ya asomaba sus prmeras uces en e ceo de orente cuando e
srvente favorto de senador, e berto Carro, abr e postgo de
a portera, donde dormtara desde e fn de banquete, y ech una
mrada sooenta a a cae. La uz tenue y apagada de aba
creca entamente sobre e camno sotaro y os muros de as
ma|estuosas mansones. No quedaba nnguno de os grupos de
vagabundos de a ms ba|a estofa que se congregaran en a cae
durante a noche para asprar os fragantes vapores que despeda
a gran dstanca a cocna de Vetrano; hombres, mu|eres y nos
se haban do haca mucho rato para buscar refugo y robustecer
sus magros cuerpos con as sobras menos exqustas de
banquete, que cartatvamente es haban obsequado. La soedad
y a paz msterosas de amanecer en una gran cudad renaban
sobre todas as cosas. Sn embargo, e|os de sentrse
mpresonado por e pecuar y soemne atractvo de a escena, e
berto n|ur con fuertes expresones de moesta a are fresco
de a maana que sop sobre su rostro, e ncuso se atrev, en
tono ms ba|o, a que|arse de ncmodo caprcho de su amo de
hacer que o despertaran a aba despus de un banquete. No
obstante, ms que convencdo de a necesdad de despegar a
ms mpcta obedenca a as rdenes que haba recbdo y no
segur cedendo a as decosas tentacones de reposo, Carro,
despus de bostezar, frotarse os o|os y dsfrutar unos pocos
nstantes ms de pacer de protestar, emprend dgente a
marcha por os corredores que evaban a nteror de paaco con
a ntencn de despertar a Vetrano sn ms demora. No haba
avanzado ms que unos pasos cuando atra|o su atencn una
procama cogada en a pared a un costado, escrta en etras
doradas sobre un tabero de coor azu. Ese avso pbco que
detuvo su avance en e msmo momento en que o ncaba, y que
estaba redactado para especa edfcacn de todos os
habtantes de Roma, deca o sguente:
A PARTIR DE HOY, Y POR UN PLAZO DE DIEZ DAS, LAS
OCUPACIONES DE NUESTRO AMO LO OBLIGAN A AUSENTARSE DE
ROMA.
As termnaba a procama, sn entrar en ms detaes. Se haba
coocado, a a manera prctca de a poca, para que srvera de
nmedata respuesta a quenes vstaran e paaco de Vetrano
durante a ausenca de senador. Aunque a pntura de tabero, e
trazado de as etras y a composcn de a frase eran obra de su
propo ngeno, e dgno Carro no pudo pasar |unto a avso sn
admrar de nuevo su magnfcenca. Durante agn tempo o
examn con a msma expresn de grave y compacente
aprobacn que vemos en a poca moderna umnar e rostro de
un coecconsta ante uno de sus ve|os cuadros, que ha ogrado
adqurr a muy buen preco; o anmar a fsonoma mpasbe de
tendero cuando revsa desde e pavmento e arrego matutno de
escaparate de su tenda. No obstante, todo tene un mte, hasta
e benepcto de un hombre frente a os frutos de su propa
habdad. En consecuenca, tras un proongado examen de a
procama, una vaga dea sobre a necesdad de obedecer de
nmedato as rdenes de su amo renac en a mente de |ucoso
Carro y e aconse| vover urgentemente sus pasos en dreccn a
os dormtoros de paaco.
Preguntndose todo e tempo qu nuevo caprcho habra
nducdo a senador a contempar a posbdad de abandonar
Roma con as prmeras uces de da ya que Vetrano no e haba
reveado a nade e ob|etvo de su partda e berto entr
precavdamente en e cuarto de su amo. Corr as ampas
cortnas de seda que formaban e techo y os costados de dose
de echo, sostendas por as manos de Gracas y Cupdos
escupdos en mrmo; pero as estatuas rodeaban una cama
vaca. Vetrano no estaba a. A contnuacn, Carro se drg a
bao; en a gran baera de mrmo e agua perfumada despeda
vapor; os suaves enzos para envoverse despus de tomar e
bao estaban stos; e escavo, medo dormdo, esperaba en su
sto de costumbre con os nstrumentos para a abucn; pero
tampoco aqu haba sgnos de a presenca de amo. Ago perpe|o,
e berto revs otras habtacones. Encontr nvtados, baarnas,
parstos, poetas, pntores un con|unto muy abgarrado de
personas que ocupaban todo tpo de dormtoros, y todos
apacbemente dedcados a emnar medante e sueo os
efectos de vno que haban bebdo en e banquete, pero e magno
ob|eto de su bsqueda sgu eudndoo. Por fn se e ocurr que
quzs e senador, en un exceso de entusasmo |ocundo y |ova
hosptadad podra estar retenendo a agn nvtado favorto en
a mesa de banquete.
De ah que, tras hacer una pausa ante unas puertas repu|adas
que permanecan entornadas en uno de os extremos de una
espacosa habtacn, as abrera de un empu|n y entrara con
paso vvo en a saa de banquetes.
Una umnacn suave, tenue, opuenta, renaba sempre en esa
peza, que ahora mostraba un aspecto de confusn que era a
msmo tempo smptco y pntoresco. De as numerosas mparas
de todas as varedades y dseos que cogaban de techo, so
unas pocas permanecan encenddas. No obstante, as que an no
se haban apagado emtan una uz suave admrabemente
adecuada para reazar os ob|etos que se encontraban ms
cercanos a eas. Las gurnadas doradas y as vas|as de aabastro
con decados ungentos, suspenddas frente a os nvtados
durante e banquete, cogaban an de techo ornamentado con
pnturas. Sobre a mesa macza, de bano y pata, permanecan
en a mayor confusn restos de decas gastronmcas, grotescas
pezas de va|a, foreros, nstrumentos muscaes y dados de
crsta; y coronndoo todo se azaba e rutante pato en que se
srveran os ruseores consumdos por os comensaes, con os
cuatro Cupdos dorados que os rocaban con a ustre nvencn:
a Sasa para Ruseores. En unas pocas yardas arededor de os
trcnos voetas y rosas aneados a o argo de a mesa, an se
advertan os povos perfumados y tedos de aegres coores con
os que se haban trazado dbu|os sobre e sueo de mrmo; pero
ms a, ya nada era caramente dscernbe. La mrada recorra
os costados de a espndda habtacn y ograba captar vagos
atsbos de soberbas cogaduras, muttud de estatuas y coumnas
de mrmo, pero no dstngua nada con precsn hasta que
egaba a as ventanas entreabertas y se posaba sobre a fresca
vegetacn cuberta de roco, ahora vagamente perceptbe en os
sombreados |ardnes de a parte exteror de paaco. A
mecndose a comps de as brsas matutnas, con cada ho|a
rebosante de una pura y benvenda humedad se azaban os
ma|estuosos pnos que se gozaban con e retorno de a hermosa e
nmorta |uventud de nuevo da, enhestos como para reprobar
por contraste os atractvos ya mustos de u|o y as pervertdas
creacones artstcas que comaban as mesas de a habtacn
contgua.
Tras revsar rpdamente e comedor, e berto parec a punto
de abandonaro consternado, cuando e rudo de un pato a caer,
segudo de excamacones de temor parcamente sofocadas y
totamente confusas, egaron a sus odos. Vov a acercarse a a
mesa de banquete, despab una mpara que cogaba cerca de
donde se encontraba y, tras tomara en a mano, se drg a
ugar de a habtacn de donde proceda a conmocn. Un
espantoso negrto, que mraba f|amente con rdcuo terror un
horno de pata parcamente eno de pan que acababa de caerse
a su ado, fue o prmero que advrt. Unos pasos ms a de
negro reposaba un hermoso no coronado de ho|as de parra y de
yedra, dormdo an |unto a su ra; y todava ms a, sumdo en
un sueo ntranquo sobre un echo de seda, estaba e ob|eto de
a bsqueda de berto: e ustre creador de a Sasa para
Ruseores.
Encma de dormdo senador cogaba su retrato, en e que estaba
modestamente representado subendo con ayuda de Mnerva a a
cma de Parnaso, rodeado por as nueve musas aborozadas. A
sus pes estaba echado un magnfco gato banco, cuya cabeza
descansaba con toda a opuenta hogazanera de a sacedad
sobre e borde de un pato dorado, eno de rones cocdos en
eche. E desorden de os vestdos y e rostro encenddo de
Vetrano eran, a o|os de berto, as ms ndudabes evdencas de
os excesos de a noche anteror. Durante unos mnutos, e dgno
Carro dud de s deba o no despertar a su amo, pero fnamente
decd obedecer as rdenes que haba recbdo e nterrumpr e
sueo de agotado sbarta. Para hacero era necesara a ayuda
de no cantor, porque por un refnamento de u|o, Vetrano es
haba prohbdo a sus srventes que o despertaran de cuaquer
otra forma que no fuera con sondos muscaes.
Con aguna dfcutad, e no se despab o sufcente para
entender e servco que se e soctaba. Durante un corto tempo,
as notas de a ra sonaron en vano. A fn, cuando a meoda
adopt un carcter ms sonoro y marca, e dormdo patrco
abr entamente os o|os y recorr con mrada ausente o que e
rodeaba.
M respetado patrn d|o e corts Carro en tono de dscupa
do a orden de que o despertara a aba; e so ya ha sado.
Cuando e berto ca, Vetrano se sent en e echo, pd una
|ofana de agua, ntrodu|o os dedos en e qudo refrescante y se
os sec con are dstrado en os argos y sedosos rzos de no
cantor, que permaneca a su ado; despus vov a recorrer e
ugar con a vsta, rept con tono nterrogatvo a paabra "aba"
y vov a recostarse mueemente en e echo. Duee confesaro,
pero e creador de a Sasa para Ruseores estaba ago ebro.
A contnuacn se produ|o una pausa durante a cua e berto y
e no cantor se mraron con are de mutua perpe|dad. A cabo,
e prmero rept sus paabras de dscupa, y e segundo, sus
esfuerzos con a ra. De nuevo, pasados unos momentos,
Vetrano abr os o|os sooentos, y en esta ocasn comenz a
habar; pero sus pensamentos s pensamentos poda
amrsees graban todava en tomo a a chara de sobremesa
de banquete de a noche anteror.
Los antguos egpcos oh, aegre y encantadora Cama
eran una nacn saba! murmur mareado e senador. Yo
descendo de os antguos egpcos, y, por tanto, sento una gran
veneracn por ese gato que est en tu regazo, y por todos os
dems gatos. Herodoto un hstorador cuya obra sento certa
satsfaccn en ceebrar pbcamente nos nforma que cuando
un gato mora en e hogar de un egpco antguo, e hombre se
afetaba as ce|as en sea de dueo, embasamaba a dfunto
anma en una casa consagrada a esos fnes y o evaba a
enterrar a una mportante cudad de Ba|o Egpto amada
Bubasts, una paabra egpca que he descuberto que sgnfca "E
sepucro de todos os gatos"; de ah que no sea errneo nferr...
Legado a ese punto, a capacdad de recordar y de artcuar
paabras o abandon de repente, y Carro quen haba
escuchado con toda gravedad e dscurso de su amo sobre os
gatos aprovech de nmedato a oportundad que se e
presentaba de vover a habar.
E carrua|e que m patrn se compac en ordenar para que o
evara a Arca d|o, ponendo un fuerte nfass en esa tma
paabra o espera |unto a a puerta de os |ardnes de paaco.
A or a paabra "Arca" e senador parec recobrar sbtamente
a memora y a capacdad de percbr a readad. Vetrano
ocupaba un sta de honor entre e exceso grupo de os
bebedores que pueden ngerr cores hasta acanzar e ms
perfecto dsfrute y detenerse centfcamente antes de caer en a
ms perfecta amnesa. E vno que haba tomado durante a noche
e haba trastornado a memora y afectado geramente a contro
de s msmo, pero no e haba prvado de entendmento. N
squera en sus excesos haba nada pebeyo; hasta su
ntemperanca tena ago de arte y refnamento.
Arca... Arca rept para s msmo; ah, a va que |ua
me prest en Rvena! Los paceres de a mesa deben haber
ecpsado por un momento a magen de m bea pupa de
antao, que ahora renace de nuevo ante ms o|os, tan pronto
Amor recupera e domno que Baco usurp. M exceente Carro
contnu, drgndose a berto, has hecho perfectamente
ben en despertarme; no demores n un momento en ordenar
que preparen m bao, para que Upo, m monstruo con forma
humana, e rey de os conspradores y sumo sacerdote de todos
os msteros, no espere en vano por m! Y t, Gyco contnu
drgndose a no cantor, una vez que Carro hubo partdo,
preprate para un va|e y espera |unto a m carrua|e a a puerta
de |ardn. Necesto que me acompaes en m expedcn a Arca.
Pero antes, taentoso y estmado cantor, permteme
recompensarte por a armonosa snfona que acaba de
despertarme. De qu categora de ms mscos formas parte
ahora, Gyco?
De a qunta contest e no.
Te compr o nacste en m casa? pregunt Vetrano.
N una cosa n a otra; Geta me eg a t en su testamento
repc e compacdo Gyco.
Te ascendo contnu Vetrano a os prvegos y a
remuneracn de m prmera categora de mscos, y te doy este
ano en prueba de m contnuado favor. En pago por estas
concesones, deseo que mantengas en secreto todo o
concernente a m prxma expedcn; que empees tu msca
ms suave para regaar os odos de una |oven que nos
acompaar, para camar sus medos s se sente atemorzada,
para secar sus grmas s ora; y, por tmo, que e|erctes a voz
y e ad de modo ncesante enazando e nombre de Antonna
con as armonas sonoras ms duces que te sugera a
magnacn.
Tras pronuncar esas paabras con sonrsa ana y benvoa y
mrar con are compacdo e despegue de u|osa confusn que
o rodeaba, Vetrano se retr a tomar e bao que o preparara
para su prxmo trunfo.
Mentras tanto, una escena de naturaeza muy dferente se
desarroaba a are bre, |unto a a ver|a de |ardn de Numerano.
Aqu no haba nos cantores, n bertos, n profusn de rcos
tesoros; aqu so se vea a sotara y contrahecha fgura de
Upo, semocuto tras os rboes crcundantes, que esperaba en
e sto convendo. A medda que pasaba e tempo sn que
aparecera Vetrano, a segurdad de pagano comenz a
abandonaro. Iba y vena nqueto por a suave herba cuberta de
roco, a veces pdndoes a sus doses en voz ba|a que aceeraran
e paso moroso de patrco bertno que haba de convertrse en
e nstrumento para devovere a Tempo a regn de antao; a
veces madcendo e pegroso retraso de senador o
regodendose en a tracn medante a cua crea nsanamente
que a fn satsfara su ambcn; pero fueran cuaes fuesen sus
paabras y sus pensamentos, exacerbados hasta e msmo nve
de entusasmo feroz y fantco que e concedera e vgor
necesaro para defender sus doos en Ae|andra y o sostuvera
en medo de os tormentos y as afccones de sus aos de
escavtud en as mnas de cobre de Espaa, os precosos
mnutos pasaban veoz e rrevocabemente. Su mpacenca se
transformaba rpdamente en raba y desesperacn cuando
aguz a vsta una vez ms para mrar en dreccn a os |ardnes
de paaco y pudo a fn dstngur una tnca banca entre os
rboes dstantes. Vetrano se acercaba a paso gero.
Refrescado por e bao, en e cerebro de senador no quedaban
ms rastros de a ceebracn de a noche que una sensacn de
exatacn. A no ser por una eve nsegurdad a andar y una
nusua vacudad de a sonrsa, e eegante gastrnomo e habra
parecdo a ms agudo observador .bre de a nfuenca de as
bebdas acohcas. Avanz radante de contento, preparado para
a conqusta, hasta e ugar donde Upo o aguardaba, y estaba a
punto de drgrse a pagano con a satrca famardad tan de
moda entre os nobes de Roma para comuncarse con a pebe,
cuando e ob|eto de su pretendda cortesa o nterrump severo,
dcndoe en tono ms de mando que de conse|o:
Senco! S queres ograr tus propstos, sgeme sn
pronuncar paabra!
Haba ago tan voento y decddo en e tono de a voz de
ancano a pronuncar esas frases a pesar de que era trmuo,
apagado, quedo, que e osado y seguro senador nstntvamente
guard senco mentras segua a su severo gua hasta a casa de
Numerano. Upo, quen evt a entrada norma, que a esa hora
tan temprana de a maana estaba, por necesdad, cerrada,
condu|o a patrco a travs de un pequeo porto hasta a
habtacn, o me|or, acceso subterrneo, que era e refugo usua
aunque ncmodo de sus horas de oco, y donde rara vez
entraban os dems membros de a fama crstana. De techo de
adros ba|o y abovedado penda una mpara de barro cuya uz,
exgua y trmua, de|aba todos os rncones de a habtacn en
tota oscurdad. Los anchos contrafuertes que sobresaan de as
paredes, vsbes por su promnenca, exhban en su superfce
toscas representacones de doos y tempos dbu|adas con tza y
cubertas de extraos y msterosos |erogfcos. En una a|a de
pedra que serva como mesa yacan agunos fragmentos de
estatuas que Vetrano reconoc como as antes usuaes
representacones de os doos paganos. En os costados de a
mesa estaban escrtas en atn dos paabras: "Seraps" y
"Macrno"; y en torno a su base haba |rones de no suco y
desgarrado que an conservaban o bastante de su anteror
naturaeza, tanto en su forma y su tamao como en su coor, para
convencer a Vetrano de que otrora haban formado parte de a
vestmenta de un sacerdote pagano. E senador no pudo
contnuar su examen de ugar, porque su atmsfera
encaustrada, cas meftca, comenz a afectaro. Snt una
sensacn de ahogo en a garganta y de mareo en a cabeza. La
nfuenca restauradora de su recente bao ceda rpdamente.
Los vapores de vno bebdo a noche anteror, e|os de haberse
dspado defntvamente, como creyera, vovan a nubare a
mente. Se vo obgado a apoyarse en a mesa de pedra para
conservar e equbro, y e pd a pagano con voz sofocada que
acortaran a estanca en ese mserabe refugo.
Sn advertr squera a petcn de senador, Upo proced a
toda prsa a borrar os dbu|os de os contrafuertes y as
nscrpcones de a mesa. Despus recog os fragmentos de
estatuas y os pedazos de no y os guard en un escondr|o de
un rncn de a habtacn. Hecho o anteror, regres |unto a a
a|a en a que se apoyaba Vetrano y contemp a senador en
senco durante unos mnutos con mrada frme, sera,
penetrante. La terrbe sospecha de que se haba puesto en
manos de un vano que tramaba un atroz proyecto contra su
vda o su honor comenz a tomar forma en a mente aturdda de
senador mentras se someta contra su vountad a agudo examen
de a mrada de pagano. Pero en ese momento se entreabreron
entamente os abos marchtos y e ancano comenz a habar.
Resuta nt preguntarnos s se trataba de que a percatarse de
rostro consternado y a postura nestabe de Vetrano, e corazn
de Upo, por prmera vez desde que conocera a senador, snt
pena a pensar en su monstruoso pan; o de que a acercarse e
momento en e cua su extravada magnacn e evaba a pensar
que Vetrano se convertra para sempre en su aado y asstente,
su mente se vo tan afectada que nstntvamente ntent dar
sada a su agtacn medante ago tan natura como a paabra.
Fueran cuaes fuesen sus motvos para expcarse, a
mpresonante gravedad de su tono a drgrse a senador puso en
evdenca a profunddad e ntensdad de sus emocones:
Me he sometdo a a servdumbre en e hogar de un crstano,
he sufrdo a contamnacn de as pegaras de un crstano para
poder dsponer de tu poder y tu poscn cuando egara e
momento de empearos. Ha egado a hora de cumpr mi parte
de as condcones de nuestro trato; ya egar a de exgr e
cumpmento de a tuya! Te preguntas por qu he hecho y har
estas cosas? Te maravas de que un ganapn e habe as a un
nobe de Roma? Te asombra que corra un resgo como e de osar
astarte medante e sacrfco de a |oven que ahora duerme
arrba en a causa cuyo fn es a restauracn de os doses de
nuestros padres, y a cuyo servco he sufrdo y enve|ecdo?
Escucha, y sabrs de qu atura he cado; sabrs qun fu!
Te mporo, por todos os doses y as dosas de nuestra
antgua regn, permteme escucharte donde pueda resprar: en
e |ardn, en a azotea, en cuaquer ugar que no sea esta
mazmorra! murmur e senador con tono supcante.
E ugar de m nacmento, ms padres, m educacn, m
antguo hogar: nada de eso te revear o nterrump e pagano
azando un brazo con gesto autortaro como para mpedre a
Vetrano acercarse a a puerta; he |urado por ms doses que
nngn odo extrao conocer esos secretos de m vda pasada
hasta e da de a restauracn. Legu a Roma como un
desconocdo, y como un desconocdo traba|ar en Roma hasta
que os proyectos a os cuaes he consagrado m vda se vean
coronados por e xto! Bsteme con confesarte que vv en una
poca |unto a esas mgenes sagradas cuyos fragmentos acabas
de ver; que en e pasado us esas sagradas vestduras cuyos
restos dstnguste a tus pes. No hubo nada a o que no
renuncara para acanzar a gora de sacerdoco; no hubo nada
que no hcera para mantenera; no hay nada que no ntente para
recuperara! En otra poca fu ustre, prspero, amado; os
crstanos me han robado a gora, a fecdad, a popuardad;
an vvr o bastante para pagares generosamente con a
msma moneda! De |oven, tuve un tutor que me am; os
crstanos o asesnaron! Ya hombre, tuve un tempo a ms
rdenes; os crstanos o destruyeron! Todo un puebo escuchaba
en otros tempos ms paabras; os crstanos o dspersaron! Los
sabos, os grandes, os hermosos, os buenos me reverencaban;
os crstanos me convrteron en un extrao a sus puertas, en un
para de sus afectos y sus pensamentos! Acaso no me vengar
por todo eso? Acaso no consprar para reconstrur m tempo
destrudo y recuperar, en a ve|ez, os honores que me adornaron
en a |uventud?
Sn duda, de nmedato, sn ms demora! babuc Vetrano
devovendo a mrada severa e nqustva de pagano con otra
consternada y nervosa.
Treparme a una montaa de cuerpos de crstanos asesnados
contnu e ancano con os o|os snestros datados por a
antcpacn de trunfo, susurrando |unto a odo de senador,
reconstrur os atares que os crstanos han derrbado, es a
ambcn que ha paado os sufrmentos de toda una vda. He
combatdo, y ese sueo me sostuvo en medo de a matanza; he
vagado por e mundo, y ha sdo m hogar en e deserto; he
fracasado, y me ha sustentado; he sdo amenazado de muerte, y
me ha mpeddo sentr temor; he sdo condenado a a escavtud,
y ha hecho geras ms cadenas. Ahora me ves ve|o, dsmnudo,
sotaro; creme que no aoro esposa, n h|os, n tranqudad, n
benes; que no deseo ms compaa que a de m ato y caro
propsto! Recuerda, entonces, a a hora de cumpra, a
promesa que has hecho de ayudarme a ograr ese fn! Recuerda
que t tambn eres pagano! Come, re, dvrtete con tus
compnches, sgue sendo un gracoso bufn, un aegre camarada;
pero no ovdes nunca e ob|etvo a que te has comprometdo, e
destno de gora que a restauracn de nuestras dedades nos
depara a ambos!
Hzo senco. Aunque a habar su voz nunca se az por encma
de un tono ronco y montono, cas murmurante, toda a ferocdad
de su natura utra|ado y dsmnudo despert por un nstante a
caor de recuento de sus desgracas. S Vetrano hubera
mostrado en ese momento cuaquer sntoma de ndecsn, o
dcho ago para desaconse|aro, o habra asesnado en e acto.
Todos os rasgos de rostro duro y vdo de pagano reveaban as
tormentosas emocones que sacudan su corazn a conmnar a su
nterocutor aturddo, pero atento. Su postura frme y
amenazadora; sus pobres y escasos vestdos; su cabeo
aborotado e hrsuto; su cuerpo deforme y contrahecho; su mrada
frme, soemne y f|a; e contraste (a a uz vacante de a mpara
que expraba y a crecente uz de da) con a postura nestabe, a
expresn ausente, as rcas vestduras, a graca |uven de as
formas y a decadeza de os rasgos de ob|eto de su sostenda
contempacn, e contraste, en fn, entre Upo y su aado patrco
resutaba tan dsparatado y extrao que cas no parecan seres de
a msma raza. Nada poda ser ms nsondabe que a dferenca
entre eos, ms aberrante que su fata de congruenca. Eran a
enfermedad de a mano de a saud; e door empare|ado con e
dsfrute; a oscurdad coocada en monstruosa dscordanca a
ado msmo de a uz.
A nstante mentras todava e asombrado senador ntentaba
encontrar una respuesta adecuada a a soemne aocucn a
drgda Upo o tom de brazo y, tras abrr una puerta en e
extremo de a habtacn que daba a a casa, o condu|o por unas
escaeras que evaban a nteror de a vvenda.
Atravesaron e corredor, en cuyo sueo an estaban
desperdgados os pedazos de ad roto, vagamente dscernbes
a a suave uz de amanecer; y, tras subr otra escaera, hceron
una pausa ante una puertecta que Upo abr cauteoso; un
momento despus, Vetrano penetraba en a acoba de Antonna.
La habtacn no era de grandes dmensones; sus escasos
muebes eran de tpo ms comn; en sus paredes no desteaba
nngn adorno; nngn fresco adornaba su techo; y, sn embargo,
haba en sus menores detaes una aparenca de senca
eeganca, de pudor dscreto, que a haca de nmedato
nteresante y atractva. Desde as cortnas bancas de a ventana
hasta e forero |unto a echo, e msmo refnamento natura de
gusto era evdente en e arrego de todo o que contena e cuarto.
Nngn sondo quebraba e profundo senco de ugar, savo a
suave, tenue respracn, nterrumpda de cuando en cuando por
un argo y temboroso suspro, de su dormda ocupante. La nca
umnacn de a peza provena de una amparta coocada de ta
modo en medo de as fores de un bcaro que su uz no daba de
eno sobre nngn ob|eto. Habra poddo magnarse que ago en
e decoroso pudor de todo o que resutaba vsbe en a acoba, en
a suave oscurdad de su atmsfera, en e nco, gent y
meodoso sondo que nterrumpa su mgca quetud, resutara o
bastante conmovedor como para despertar dudas en e pecho de
ms temeraro bertno antes de atreverse a perturbar e sueo
ndefenso de su ocupante. Sn embargo, nnguna ndecsn
estorb os pensamentos de Vetrano a recorrer rpdamente con
a vsta a habtacn que haba osado nvadr de modo tan
traconero. La atmsfera opresva de refugo subterrneo que
acababa de abandonar haba hecho revvr de ta modo os
vapores de vno ngerdo durante e banquete que nada quedaba
en pe de su ms refnado natura. Todo o honorabe e nteectua
de su carcter haba ceddo a o ba|o y anma. Mr a su
arededor, y a percatarse de que Upo se haba retrado en
senco, cerr a puerta con suavdad. Despus, tras avanzar
hasta e echo con e mayor sgo compatbe con a nvountara
nestabdad de un hombre ebro, tom a mpara de forero que
a medas a ocutaba y examn nqustvamente a su uz a fgura
de a |oven dormda.
Antonna tena a cabeza echada haca atrs, de modo que
descansaba ms ben por encma de a amohada que sobre ea.
Su vaporoso vestdo de ho se haba desordenado tanto durante
a noche que de|aba a descuberto, expuestos a a mrada de
cencoso romano, su garganta y parte de su pecho, con todas as
beezas en agraz de sus formas |uvenes. Una de sus manos,
posada sobre su cabeza, estaba cas competamente ocuta por
os rzos de su argo cabeo negro, que haba escapado de a
banca cofa cuyo propsto era aprsonaro, y que ahora se
extenda sobre a amohada dando ugar a un cegador contraste
con a ropa de cama de coor caro que e serva de fondo. En a
otra mano, cerrada, sostena |unto a su pecho e precoso
fragmento de su ad roto. E profundo reposo de su postura no
concordaba con a expresn de su rostro. De vez en cuando, sus
abos entreabertos se movan y tembaban, y en una que otra
ocasn una ateracn, tan eve y fugtva que era cas
mperceptbe, apareca en su faz, tendo su suave tono
acetunado natura con e eve rubor que as emocones de a
noche anteror haban mpreso en antes de dormr. Su pose de
vouptuosa neggenca pareca a quntaesenca de a hermosura
orenta, mentras que su rostro, con su expresn tranqua y
afgda, despegaba as gracas ms refnadas y sobras de
prototpo europeo. Esas caracterstcas de dos tpos dstntos de
beeza, reundas en una soa persona, producan un con|unto tan
heterogneo y, a msmo tempo, tan armonoso, tan
mpresonante y, a a vez, tan atractvo, que e senador, a
ncnarse sobre e echo, no pudo menos que magnar que a
escena que tena ante s no era ms que un sueo radante y
engaoso, a pesar de que e aento tbo y suave de a |oven roz
sus me|as y acarc as puntas de os rzos perfumados de su
cabeo.
Mentras Vetrano segua absorto en a admracn de sus
encantos, Antonna se mov geramente, como agtada por a
nfuenca de un sueo pasa|ero. E consecuente cambo en su
postura romp e hechzo que su nmovdad y su beeza
anterores nconscentemente provocaran, y que haba refrenado
e ardor sacrego de dspado romano. Vetrano de nmedato
rode con un brazo a fgura menuda y tba, y, an sentado |unto
a echo, az suavemente a cabeza de a |oven para que
descansara en su hombro y bes una y otra vez os abos puros
que a nocenca de sueo de|aban brados a su poder.
Como haba prevsto, Antonna despert a nstante; pero para su
enorme sorpresa, n se sobresat n grt. Desde que abr os
o|os reconoc a Vetrano, y ese terror supremo que mpde a sus
vctmas e uso de sus facutades, tanto mentaes como fscas, se
apoder de nmedato de su corazn. Demasado nocente para
magnar e motvo rea que anmaba a ntrusn de senador en
su sueo, mentras que otros membros de su sexo habran
temdo e deshonor, Antonna rece a muerte. Todas as vagas
denuncas de su padre sobre as enormdades cometdas por os
nobes de Roma pasaron en un nstante por su mente, y a su
magnacn nfant se e anto| que o que mova a Vetrano era
un terrbe y msteroso afn de venganza por haber ea
nterrumpdo toda comuncacn con en cuanto obtuvera su
ad. Postrada por e petrfcador mpero de sus temores, nmv
e mpotente ante como a presa ante a serpe, no ntent n
moverse n habar, sno que cav sus grandes o|os, f|os y
datados por una mrada de sobrehumano terror, en e rostro de
senador.
Aunque ebro, Vetrano se percat de a expresn temerosa de a
faz pda y rgda de a pobre na, y puso en tensn su mente
confusa para encontrar as expresones reconfortantes y
tranquzadoras que e permteran hacer sus dspadas
propuestas con aguna posbdad de ser odas y entenddas.
Ouerda pupa! Oh, t, a ms hermosa de as donceas
romanas comenz en e tono pesado y montono de a ebredad
depon tus temores! He vendo aqu, en aas de amor, para
restabecer e cuto de... quero decr, para evarte apretada
contra m pecho a una va cuyo nombre se me ha do ahora de a
mente. No puedes haber ovdado que fu yo quen te ense a
preparar a Sasa para Ruseores ... no... ms ben a tocar e
ad. Amor, msca, pacer, todo eo te espera en brazos de tu
enamorado Vetrano. Tu eocuente senco e dce a m corazn
que puede abergar esperanzas. Amada Anto...
En ese momento e senador hzo una sbta pausa, porque os
o|os de a |oven, que hasta ese momento haban estado cavados
en con a msma expresn de espanto que adoptaran desde e
prmer momento, se despazaron entamente haca a puerta. Un
nstante despus, eg a odos de Vetrano un eve rudo, y
Antonna sufr un estremecmento tan voento que, aun
apretada como a tena contra su costado, sacud todo su
cuerpo. Lentamente, contra su vountad, apart os o|os de
sembante pdo pero hermoso en e cua os haba mantendos
cavados, y evant a vsta.
|unto a a puerta aberta, pdo, sencoso, nmv, estaba e
dueo de a casa.
Incapaz, debdo a a confusn de sus deas, de cuaquer otro
sentmento que no fuera e nstnto anma de defenderse,
Vetrano se ncorpor tan pronto vo a fgura de Numerano y,
tras extraer una pequea daga de su pecho, trat de avanzar
haca e ntruso. Sn embargo, se encontr con que o retena
Antonna, quen haba cado de rodas ante y se agarraba de
sus ropas con una fuerza que pareca totamente ncompatbe
con o menudo de su fgura y con a fragdad caracterstca de su
sexo y de su edad.
La prmera voz que romp e senco que se produ|o a
contnuacn fue a de Numerano, quen do unos pasos con e
rostro vdo de angusta, os abos temborosos de emocn
reprmda, hasta egar |unto a senador, y e drg as sguentes
paabras:
Guarda tu arma. So vengo a pedrte un favor.
Vetrano o obedec mecncamente. Haba ago en a severa
cama de a manera de habar de crstano tembe en un
momento como ese que o amedrent muy a su pesar.
E favor que quero pedrte contnu Numerano, en voz ba|a,
frme, amarga, es que te eves a tu mu|erzuea a tu casa. Aqu
no hay nos cantores, n saas de banquete, n echos
perfumados. E ugar de retro de un ancano sotaro no es sto
para aguen como ea. Te o ruego, vatea a un techo ms a su
medda. Tene cuadades para e ofco; antes que ea, su madre
fue tambn una mu|erzuea!
De| escapar una carca|ada burona y sea mentras hababa a
a fgura de a nfez |oven arrodada a sus pes con os brazos
extenddos.
Padre, padre! grt Antonna, con voz de a que haban
desaparecdo a suavdad y a meoda que e eran pecuares,
acaso me has ovdado?
No te conozco! respond Numerano apartndoa de un
empu|n. Retorna |unto a su pecho; nunca ms te estrechar
contra el mo. Ve a su paaco; mi casa ya no es a tuya! Eres su
mu|erzuea, no m h|a! Te o ordeno: vete!
Cuando Numerano avanzaba haca ea con mrada feroz y
contnente amenazador, Antonna se ncorpor abruptamente. La
razn pareca habera abandonado; su mrada extravada ba de
Vetrano a su padre, y despus de nuevo a Vetrano. En uno vea
a un enemgo que haba provocado su runa sn que supera
cmo, y que a amenazaba sn que supera con qu; en e otro, a
un padre que a haba arro|ado de su ado. Drg una breve y
postrera mrada a a habtacn que, aunque trste y desnuda,
haba sdo un hogar para ea; y despus, sn una paabra n un
suspro, se vov y, encogda como un perro apaeado, huy de a
casa.
Durante toda a escena, Vetrano permanec tan parazado por
a estupefaccn mpotente de a ebredad que fue ncapaz de
moverse o pronuncar paabra. Todo o suceddo en a breve y
terrbe entrevsta entre padre e h|a o de|aba absoutamente
perpe|o. No escuch ra voenta y arrebatada de un ado, n
camorosas spcas de perdn por e otro. Le|os de vengarse por
su nvasn de cuarto de Antonna, e severo ancano a quen a
|oven haba amado padre, y de quen e haban dcho que era e
crstano ms austero de Roma, haba abandonado a su h|a a
arbtro de su cencosa vountad. Oue a ra o a rona de un
hombre tan severo nsprara una accn ta, o que Numerano,
como su srvente, estuvera manobrando para obtener de
agn favor extrao y msteroso empeando a Antonna como
prenda, pareca totamente mposbe. Todo o que suceda ante
os o|os de senador e resutaba totamente ncomprensbe a su
aturdda magnacn. Aunque era frvoo, nsustanca, dspado,
su natura no era radcamente abyecto; y cuando a escena de a
que haba sdo sorprenddo testgo eg a su abrupto fn con a
huda de Antonna, a mrada de trste desvaro que e drgera a
nfez |oven en e momento de su partda cas o devov a a
sobredad, frente a frente a ahora sotaro padre, recorrendo e
ugar con mrada ausente, conmovdo por ncontroabes
sentmentos de asombro y consternacn.
Entretanto, una tercera persona se haba undo a os dos
ocupantes de a acoba abandonada por su desventurada
propetara. Aunque en e refugo subterrneo a que se retrara a
de|ar a Vetrano, Upo no se haba percatado de a sencosa
entrada de dueo de a casa, haba odo a travs de as puertas
abertas e sondo, aun quedo como era, de a voz de crstano. A
ncorporarse para drgrse a a acoba, sospechando de todo y
preparado para cuaquer contngenca, vo, mentras suba e
prmer tramo de as escaeras, una fgura vestda de banco que
atravesaba veoz e corredor y desapareca por a puerta prncpa
de a casa. Vac un nstante y a sgu con a vsta, pero a
fgura fugtva pas tan raudamente a a uz ncerta de as
prmeras horas de a maana que no pudo dentfcara, y decd
evauar e curso de os acontecmentos subendo de nmedato a
cuarto de Antonna, sn cudarse de as consecuencas que
pudera acarreare a ra de padre ante su ntromsn en un
momento como ese, una vez que Numerano pareca haber
descuberto a menos una parte de compot tramado contra su
h|a y contra msmo.
En cuanto e pagano aparec ante sus o|os, un cambo vsbe se
produ|o en Vetrano. La presenca de Upo en a acoba resut un
verdadero avo para as facutades perturbadas de senador, tras
a msterosa e rresstbe nfuenca que e mperatvo mora
expresado por a presenca de padre y dueo de casa, en un
momento como e vvdo, e|ercera sobre . Upo estaba a su
merced; Upo era su subordnado, y decd, por tanto, arrancare
a srvente a quen desprecaba una expcacn de a msterosa
conducta de dueo de casa, a quen tema, y de a h|a, de cuyos
motvos comenzaba a dudar.
Dnde est Antonna? excam, como s saera de un
trance, mentras avanzaba con fereza en dreccn a desea
pagano. Se ha do de esta habtacn; debe haberse refugado a
tu ado.
Upo recorr a habtacn con mrada enta y penetrante. En su
faz vda se aprecaba una eve agtacn, pero no pronunc
paabra.
E rostro de senador padec y despus se encend, a nfu|os
de sucesvas emocones de aprensn e ra. Agarr a pagano de
cueo; sus o|os despedan rayos, su sangre herva; comenzaba a
sospechar que haba perddo a Antonna para sempre.
Vuevo a preguntarte, dnde est? grt con voz de fura.
S gracas a o suceddo esta noche desaparece o e sobrevene
agn dao, m venganza recaer sobre ti. Es esto o que me
prometste? Acaso crees que es a cambo de esto que me pondr
a a cabeza de tu anheada restauracn de os antguos doses?
S ago e sucede a Antonna debdo a tu tracn, no so no te
ayudar en tus panes secretos, sno que me aegrar de verte a
t y a tus madtas dedades ardendo en e nferno de os
crstanos! Dnde est a |oven, escavo? Vano, dnde estaba
tu vganca, que de|aste a este hombre sorprendernos en
nuestra prmera entrevsta?
Mentras hababa, se vov haca Numerano. Las contraredades
y as urgencas dotan a as facutades de una penetracn superor
a as de os mortaes correntes. Cada una de as paabras de
Vetrano haba penetrado como una daga de fuego hasta e
corazn de padre. Horas de expcacones no o habran
convencdo tan absoutamente de o fata de su engao como as
pocas frases apresuradas que acababa de escuchar. N una
paabra escap de sus abos; n un movmento deat su
afccn. Se mantuvo nmv ante os voadores de su hogar,
transformado en un nstante de cora|udo fantco en ser db,
ndefenso, acerado.
Aunque toda a ferocdad de su ve|a sangre romana se haba
despertado en Vetrano a amenazar a Upo, e are de fra, muda,
tembe desesperacn de padre a conge en sus venas a
nstante. E suyo era an e mpresonabe corazn de a |uventud;
y conmovdo por prmera vez en su vda por sentmentos de
horror y remordmento, avanz un paso para ofrecer as
expcacones y satsfaccones que se e ocurran, pero en ese
momento e sondo de a voz de Upo o hzo desstr de sus
ntencones y hacer una pausa para escuchar o que deca.
Pas a m ado en e corredor must e pagano con tono
terco. Yo hce mi parte de|ndoa ndefensa en tu poder; a t te
tocaba mpedr que huyera. Por qu no o derrbaste de un gope
contnu apuntando con una sonrsa burona a Numerano
cuando te sorprend? Eres un nobe romano, y rco; puedes
asesnar mpunemente!
Atrs! excam e senador, apartndoo de un empu|n de
ugar que haba ocupado hasta ese momento en e umbra de a
habtacn. Ouzs sea posbe encontrara an! Hay que
regstrar toda Roma en su busca!
Y con esas paabras desaparec de a peza, con o que amo y
srvente quedaron a soas.
Un rudo dstante de aboroto y confusn en as caes de a
cudad quebr e senco que renaba en e cuarto. Esos sondos
omnosos haban comenzado con e aba, pero os membros de
hogar de Numerano haban estado tan embargados por dstntas
emocones que nnguno haba notado e estrpto de exteror. No
obstante, tan pronto Vetrano part, Upo o percb y avanz
hasta a ventana. Lo que a vo y oy no era de poca
mportanca, porque o cav a sueo presa de muda e
ngobernabe sorpresa.
Mentras Upo permaneca |unto a a ventana, Numerano avanz
trastabando hasta e echo que su noportuna severdad haba
de|ado deserto, quzs para sempre. La facutad de actuar, a
capacdad para sar msmo a buscar a su h|a haban sdo
totamente anquadas por a agona de su prdda: e nfez cay
de rodas e ntent encontrar en a oracn consueo para a
angusta de su corazn. Ambos, amo y srvente, permaneceron
argo rato en sus poscones respectvas: e trador mrando por a
ventana, e traconado penando |unto a echo de su h|a perdda;
ambos guamente mudos, ambos guamente nsensbes a paso
de tempo.
A cabo, aparentemente nconscente a prncpo de que no se
encontraba soo en a habtacn, Numerano hab. En su tono
quedo, entrecortado, trmuo, nnguno de sus adeptos habra
reconocdo a voz de eocuente predcador, de resueto crtco de
os vcos de a Igesa. Todo su natura mora, nteectua, fsco
pareca tota e rrevocabemente transformado.
Era nocente, era nocente! must para s msmo. E
ncuso s hubera sdo cupabe, deba habera yo expusado de
m hogar? M pape, como e de m Redentor, era predcar e
arrepentmento y mostrar msercorda. Madtos sean e orguo
y a ra que desterraron a |ustca y a pacenca de m corazn
cuando cre vera abandonarse sn resstenca y sn anto a m
deshonor y e de ea! Acaso no pude magnar su terror, recordar
su pureza? Ah, amada h|a, s yo msmo fu engaado por estos
mavados, qu hay de extrao en que t tambn hayas sdo
traconada? Y te he arrancado de m ado, a t, de cuya boca
|ams sa una paabra de ra! Te he apartado de m pecho, a t,
que eras e orguo de m ve|ez! Se acerca a hora de m muerte,
y no estars aqu para perdonarme m gran ofensa, para cerrar
ms o|os cansados, para orar |unto a m tumba sotara! Dos,
oh, Dos, s quedo as de soo en este mundo me habrs mpuesto
un castgo mayor que e que puedo soportar!
Ca; durante un nstante sus emocones o prvaron de don de
a paabra. Despus de unos momentos, murmur para s msmo
con voz queda y que|umbrosa:
La am mu|erzuea! A m h|a pura e nocente! La am
mu|erzuea; a am mu|erzuea!
Presa de un paroxsmo de desesperacn, se ncorpor de un
sato y mr a su arededor con are azorado. Upo an
permaneca nmv |unto a a ventana. A ver a despadado
pagano, Numerano temb. Todas as doencas de a ve|ez, que
hasta ese momento no o haban aque|ado, pareceron aduearse
de en un nstante. Avanz con paso cansado hasta egar |unto
a trador y e drg as sguentes paabras:
Te d un techo, te nstru, cud de t; nunca me nmscu en tus
secretos, nunca dud de tu paabra; y e pago que me das es
confabuarte contra m h|a y engaarme! S tu ob|etvo era
hacerme dao destruyendo a fecdad y e honor de m h|a, o
has ogrado! S queres expusarme de Roma, condenarme a a
oscurdad para satsfacer una msterosa ambcn, puedes
dsponer de m! Me ncno ante e terrbe poder de tu tracn!
Renuncar a o que me ordenes, con ta de que me devuevas a
m h|a! Estoy ndefenso y abatdo; carezco de corazn y de
fuerzas para buscara yo msmo! T, que o sabes todo y
arrostras todos os pegros, puedes devovrmea, s as o
queres, para que me perdone y me bendga! Recuerda,
quenquera que seas reamente, que una vez tambn t
estuvste ndefenso y abandonado por todos, y que eres un
ancano, gua que yo! Recuerda que he prometdo darte o que
desees! Recuerda que a no ser a de m h|a, no hay voz
femenna que me aente, n corazn femenno que ata por m,
ahora que estoy ve|o y soo! Las paabras de nobe a quen srves
me han hecho advnar os panes que abrgas y a fe que
profesas: no deatar os prmeros n atacar a segunda! Estaba
yo convencdo de que ms abores en pro de a Igesa me eran
ms querdas que nnguna otra cosa en este mundo; pero ahora
que, por m cupa, m h|a ha abandonado e techo paterno, s
que a amo ms que a ms mportante de ms proyectos: debo
obtener su perdn; debo vover a ganar su caro antes de morr!
T eres poderoso y puedes encontrara! Upo! Upo!
Mentras hababa, e crstano se haba arrodado a os pes de
pagano. Resutaba terrbe ver a un hombre tan ntegro y amoroso
as humado ante un ndvduo crmna y sn corazn.
Upo se vov para mraro, y despus, sn decr paabra, o
evant de sueo y, tras empu|aro hasta a ventana, e sea con
o|os centeeantes e panorama que se aprecaba desde a.
E so ya estaba ato en e ceo y braba con fugor cegador
sobre Roma y sus suburbos. Una vaga, terrbe, msterosa
desoacn pareca haberse apoderado de todas as vvendas
stuadas fuera de as muraas. Nngn sondo se oa en os
|ardnes, nade deambuaba por as caes. Por otra parte, toda a
zona vsbe de as muraas rebosaba de personas de todas as
categoras socaes, y os dstantes anfteatros y pazas de a
cudad parecan bur como hormgueros debdo a as muttudes
que se apretu|aban en eos. Esas masas de seres humanos
de|aban escapar grtos confusos y sondos brbaros y extraos.
Toda Roma pareca protagonzar una revueta vasta y
generazada.
Aunque a escena que se desarroaba ante sus o|os era
extraordnara y terrorfca, e cas nsensbe padre cas no a
advrt. Estaba cego a todo o que no fuera a fgura de su h|a,
sordo a todo menos su voz; y must, mentras anzaba una
mrada ausente sobre e enoquecdo cuadro que se desarroaba
ante sus o|os:
Dnde est m h|a? Dnde est m h|a?
Ou me mporta tu h|a? Ou mportan as fortunas o os
afectos de os hombres y as mu|eres en un momento como este?
excam e pagano, parado |unto a Numerano, con a faz
horrbemente anmada por os sentmentos de deete y trunfo
feroces que se agtaban en su pecho ante e espectcuo que
presencaba. Tonto, mra por a ventana! Escucha esas voces!
Los doses a os que srvo, os doses que t y tu regn con
gusto habras destrudo, se han azado a fn para vengarse!
Contempa esos suburbos, estn desoados! Escucha esos grtos,
saen de abos romanos! Mentras transcurran os nfmos
probemas de tu hogar, esta cudad de apstatas ha sdo
condenada a a runa! Esta maana permanecer para sempre
en os anaes de a hstora de mundo! LOS GODOS ESTAN A LAS
PUERTAS DE ROMA!
CAPT"LO $III
LOS #ODOS
No era un faso rumor e que empu|ara a os habtantes de os
suburbos a hur en busca de a segurdad que brndaban as
muraas de a cudad. No era un grto de terror desatnado e que
egaba a os odos de Upo mentras mraba desde a ventana de
Numerano. E nombre de Roma ya haba perddo e terror prstno
que nsprara; as muraas que protegeran moramente a
mpero con su fama, tanto como a a cudad con su fortaeza,
haban perddo a fn su antgua nvunerabdad. Un e|rcto de
brbaros haba penetrado en a Capta de Mundo anmado por
propstos de conqusta y venganza! E ob|etvo que as
nvasones de os tmos sescentos aos se propuseran en vano
ya se haba ogrado, y o haban hecho os hombres cuyos
antepasados huyeran otrora como bestas persegudas haca sus
reductos natvos ante as egones de os Csares. Los godos
estaban a as puertas de Roma!
Y ahora, mentras sus guerreros pantaban e campamento a su
arededor; mentras contempaba as huestes armadas a as que
su amada haba reundo y su energa conducdo; mentras que
amenazaba as puertas de senado corrupto y mentroso y a a
|actancosa muttud que o haba desprecado, qu emocones no
atenazaban e corazn de Aarco! A medda que as rdenes
marcaes saan de sus abos y que sus o|os observaban e
movmento de as hordas que o crcundaban, qu exatadas
aspracones, qu osadas resoucones no nacan y se fortaecan
en a mente de hombre que era e ponero de a grandosa
revoucn que barr de uno de os cuadrantes de mundo e
poder, a cvzacn, a vda y e esprtu msmos de sgos de
antgua domnacn! Pasaban veoces por su mente eevados
pensamentos; una osada ambcn ensanchaba su pecho: no a
de saqueador brbaro, sno a de vengador cuya msn era
nfgr un castgo; no a de guerrero que combata por e combate
msmo, sno a de hroe amado a conqustar y a mperar. Desde
os e|anos das en que Odn fuera expusado de sus terras por os
romanos hasta a noche mancada por a masacre de os rehenes
de Aquea, a hora de a |usta y terrbe expacn de os maes
nfgdos a os godos haba sdo pospuesta durante agobantes
aos y convusones anuncadoras de enconados enfrentamentos,
y egaba ahora a fn, en su renado. Contemp as enormes
muraas, que so fueran avstadas antes por otro nvasor: Anba.
Y snt, a mraras, que sus nuevas aspracones no o
engaaban, que sus sueos de domnacn cua|aban en orguosa
readad, que su destno estaba gorosamente vncuado con e
derrocamento de a Roma mpera!
Pero ncuso en ese momento en que e trunfo estaba tan
prxmo, e der de os godos segua sendo astuto en sus
propstos y moderado en sus accones. Los mpacentes
guerreros no aguardaban ms que a orden de comenzar e
ataque, saquear a cudad y masacrar a sus habtantes, pero e
|efe supremo a postergaba. Poco despus de que e e|rcto
hcera ato ante as puertas de Roma, se hzo correr a voz entre
as fas de que, por causas so por conocdas, Aarco haba
decddo reducr a a cudad medante un asedo.
Sus fuerzas, a as que se haban sumado durante a marcha
trenta m auxares, se dvdan ahora en bataones, cuya fuerza
varaba segn e servco que se requera de cada uno de eos.
Esas dvsones rodeaban as muraas de a cudad, y aunque
cada una de eas ocupaba una poscn dstnta y cumpa una
msn especfca, estaban dspuestas de forma ta que, a una
sea, poda reunrse en un punto dado e nmero de sodados
que se deseara. Cada cuerpo de e|rcto estaba a mando de un
guerrero veterano y probado, en cuya fdedad Aarco confaba
penamente; a eos es haba encomendado a tarea de mponer
a ms estrcta dscpna mtar que mperara |ams en as fas
godas. Ante cada una de as doce puertas prncpaes se nsta
un campamento. Muttud de o|os vgaban ncansabes e Tber
en todas dreccones para mpedr a navegacn, y nnguna de as
entradas usuaes a Roma, por nsgnfcante que parecera, se
haba pasado por ato. De ese modo se cort toda comuncacn
entre a cudad stada y os ampos y frtes campos que a
rodeaban. Cuando se recuerda que ese eaborado pan de asedo
se evaba a cabo contra una urbe que, segn os ccuos ms
conservadores, abergaba un mn doscentos m habtantes,
carentes de amacenes de amentos en e mbto amuraado, de
modo que dependan para su abastecmento de os arrbos
reguares procedentes de a campa; una cudad gobernada por
un senado vacante y defendda por un e|rcto enervado, se
puede magnar fcmente os horrores que amenazaban a os
ahora stados romanos.
Entre as dvsones que rodeaban a cudad condenada a a
destruccn, a ms dgna de a atencn de ector en este
momento es a destacada frente a a Puerta Pncana, porque uno
de os guerreros desgnados para cumpr en ea funcones
subaternas de mando era e |oven caudo Hermanrco, a quen
Gosvntha acompaara a o argo de todas as dfcutades y
pegros de a marcha desde e momento en que os de|amos en
os Apes taanos.
Se haba apostado a guarda, se haban evantado as tendas, se
haban ergdo as defensas en e terreno seecconado porque
controaba todo posbe acceso a a Puerta Pncana, de modo que
Hermanrco se haba retrado |unto a Gosvntha para aguardar
cuaquer msn futura que e confaran sus superores en e
e|rcto godo. E ugar que ocupaba a senca tenda de |oven
guerrero era una pequea eevacn, separada de as poscones
escogdas por sus camaradas, a este de a puerta de a cudad y
encma, aunque a certa dstanca, de os desertos |ardnes de os
suburbos y os seoraes paacos de monte Pnco. Tras su
abergue tempora se extenda e campo aberto, reducdo a una
frt soedad por a huda de sus aterrorzados habtantes; y a
ambos ados se aprecaba un panorama nnterrumpdo de fuerza
y preparatvos mtares, consstente en una anmada confusn
de sodados, tendas y mqunas de guerra que cubra todo o que
acanzaba a vsta. Transcurran as prmeras horas de a noche.
Las muraas de Roma, envuetas en a nebna que haba
comenzado a evantarse de sueo, se azaban dfumnadas e
mponentes ante os godos. Los rudos de a cudad stada
amnoraban y se hacan ms sordos, como s os sofocara a
crecente oscurdad de a noche otoa, y se tornaban cada vez
menos audbes a os atentos odos de os stadores que trataban
de dstnguros desde sus respectvas poscones. Una tras otra, a
ntervaos rreguares, se encenderon brantes uces en e
campamento godo. Ronco e ntermtente, e penetrante sondo de
as trompetas de seaes reson entre as fas; y en e are opaco
y espeso comenz a eevarse, en os ntervaos de senco entre
otros sondos ms graves, e estrpto de pesados martos y os
grtos de as rdenes guerreras. A donde os preparatvos de
asedo no se haban competado, no se permt n por un nstante
que a cada de a noche o e pretexto de agotamento
obstruyeran su contnuacn. La ndomabe vountad de Aarco
venca todos os obstcuos de a naturaeza y todas as
mtacones humanas. Las tnebas no eran o bastante oscuras
para obgaro a descansar, y a extenuacn no hababa con
eocuenca sufcente para tentaro a perder tempo.
Nnguna seccn de e|rcto haba e|ecutado as rdenes de rey
godo de manera tan rpda e ntegente como a destacada |unto
a a Puerta Pncana. En consecuenca, a conversacn entre
Hermanrco y Gosvntha en a tenda de |oven caudo no se vo
nterrumpda durante un argo rato por nuevas rdenes
provenentes de cuarte genera de campamento.
En o tocante a su aparenca externa, ambos hermanos haban
sufrdo un cambo tan notabe que resutaba vsbe ncuso a a
uz ncerta de a antorcha que os aumbraba a a puerta de a
tenda. Los rasgos de Gosvntha, que en a poca en que a
conocmos en as oras de ago ntramontano conservaba, a
pesar de sus acerbos sufrmentos, buena parte de a ma|estuosa
e mponente beeza que os caracterzara en das ms feces, no
tenan ya n a ms eve traza de sus anterores atractvos. La
frescura de su sembante se haba marchtado, a redondez de sus
formas haba desaparecdo. Sus o|os se haban contrado hasta
adoptar una permanente expresn de magna rrtacn, y sus
maneras se haban vueto huraas, repusvas y desconfadas. Esa
ateracn de su aspecto era resutado de una transformacn ms
pegrosa de as ncnacones de su corazn. La muerte de su
tmo h|o en e precso nstante en que su huda cumnara con
xto a acanzar a proteccn de os suyos, a haba afectado ms
decsvamente que todas as prddas sufrdas con anterordad.
Las dfcutades y pegros que haba arrostrado para savar a su
retoo de a masacre; a trste certdumbre de que ese no era o
nco que e quedaba de os antguos ob|etos de su afecto; a
ndmta sensacn de trunfo que expermentara a recordar que
a menos en eso haba ogrado burar, merced a sus esfuerzos, a
bruta tracn de a corte romana, e haban nsprado
sentmentos de devocn haca e tmo membro de su fama
que ndaban con a ocura. Y ahora que su amado vastago, su
vctma nocente, su futuro guerrero haba agonzado y muerto a
pesar de todos sus desveos por mantenero vvo; ahora que no
tena h|os; ahora que a cruedad romana haba ogrado sus fnes
a pesar de toda su pacenca, todo su vaor, toda su entereza, os
sentmentos nobes que abergaba en su corazn desapareceron,
anquados por a conmocn. Su door adopt esa forma fata que
destruye rremedabemente en as mu|eres todas as me|ores y
ms ternas emocones; se transform en esa desesperacn que
no pde compasn, en ese door que no guarda reacn aguna
con as grmas.
La nueva expresn de brusquedad y as maneras huraas
vsbes ahora en Hermanrco de nteecto menos eevado y
dsposcn menos susceptbe que su hermana eran resutado
sobre todo de su constante contempacn de a sombra
desesperacn de Gosvntha ms que de una verdadera
revoucn de su carcter. De hecho, por ms puntos de
seme|anza que fueran ahora dscernbes en a aparenca de os
hermanos, a dferenca de grado de su stuacn mora tena que
ver con a dferente ntensdad de door que cada uno senta. A
pesar de sus pruebas y afccones, Hermanrco tena a su favor a
saudabe eastcdad de a |uventud y as ocupacones vres de a
guerra. Gosvntha no posea nnguna de eas. Sn ms empeo
para sus pensamentos que os recuerdos amargos, carente de
generosas aspracones, de una esperanza consoadora que
enara su corazn, estaba rrevocabemente brada a a
nfuenca de un door hurao y una vengatva desesperacn.
La mu|er y e guerrero guardaron senco durante un rato. A
cabo, sn apartar a vsta de a masa oscura e rreguar que se
azaba ante sus o|os, que era todo o que a noche de|aba ver de
a nfortunada cudad, Hermanrco e drg a Gosvntha as
sguentes paabras:
No tenes n una frase de trunfo a contempar as muraas
que os tuyos han uchado durante generacones para ver a su
merced, como ahora as vemos? Acaso puede una mu|er goda
permanecer en senco ante a cudad de Roma?
Vne hasta aqu para ver a Roma saqueada y a os romanos
muertos. Ou mportanca puede tener para m Roma sitiada?
contest Gosvntha con fereza. Los tesoros que guarda a
cudad servrn para comprar su nmundad de nuestro rey tan
pronto como os que ahora temban en as amenas de as
muraas renan e vaor sufcente para venr a campamento de
os godos. Dnde est a venganza que me prometste acanzar
en esos paacos dstantes? Te veo acaso evando a os hogares
de Roma a destruccn que os sodados de esa cudad evaron a
os hogares de os godos? Es en busca de botn o de gora que
ha egado e e|rcto hasta aqu? Cre, en ms desvaros de
mu|er, que era en busca de venganza!
E deshonor ser tu venganza; a hambruna ser tu venganza;
as epdemas sern tu venganza!
Sern a venganza de m nacn, no la ma. He vsto a sangre
de as mu|eres godas derramada a m ado; he vsto os cadveres
de ms h|os desangrarse a ms pes! Crees que una hambruna
que no podr ver y unas epdemas que no podr contempar
sern sufcente venganza para m? Mra! Esta es a cmera de
yemo de quen fue m esposo y tu hermano, a cmera de yemo
que me arro|aron como prueba de que os romanos o haban
asesnado! Desde a masacre de Aquea a evo |unto a m pecho.
|ur que a sangre que a mancha y a oscurece se avara con
sangre romana. Aunque perezca ba|o esas muraas madtas;
aunque en tu nsensbe pacenca me negues proteccn y
ayuda; yo, vuda, db, abandonada de todos como estoy, no
ce|ar hasta cumpr m |uramento!
A termnar sus paabras envov a cmera en su manto y e
vov a espada bruscamente a Hermanrco en gesto patente de
amargo despreco. Todos os atrbutos de su sexo en o reatvo a
pensamentos, expresones y maneras a haban abandonado.
Hasta su tono de voz era spero y poco femenno.
Cada paabra pronuncada por Gosvntha, cada una de sus
accones, haba egado a o ms profundo de corazn de |oven
guerrero y haba removdo en as ms feras pasones. E prmer
sentmento nacona que se puede dscernr en e orgen de a
hstora goda es e amor a a guerra; e segundo es a reverenca a
a mu|er. Esa segunda emocn especamente notabe en un
puebo tan fero y poco susceptbe como os antguos
escandnavos no guardaba nnguna reacn con os fuertes
vncuos de afecto que son a consecuenca natura de os
temperamentos cdos de nacones ms merdonaes; a frgda y
robusta dsposcn de os guerreros de Norte casfcaba e amor
entre as pasones nferores y desprecabes. Aquea reverenca
era h|a de razonamento y a observacn, no de sentmentos
nstntvos e mpusos de momento. En e cdgo sava|e y potco
de as antguas superstcones godas haba un axoma que
recordaba extraamente una mportante teora de a concepcn
crstana: a exstenca de un Creador omnpotente que cuda de
as craturas mortaes. En e sstema regoso de os godos, toda
accn de cuerpo, todo mpuso de a mente, era resutado
nmedato de a ntervencn drecta, aunque nvsbe, de as
dvndades que adoraban. Por tanto, cuando observaron que as
mu|eres estaban ms sometdas fscamente que os hombres a
as msterosas eyes de a naturaeza y e temperamento, y ms
afectadas mentamente que eos por os nstntos nnatos y
unversaes de a humandad, dedu|eron a nevtabe concusn
de que e sexo femenno era ms ncesantemente atenddo y ms
constante y notabemente nfuencado que e mascuno por os
doses que reverencaban. A partr de esa creenca, encargaron a
sus mu|eres e estudo de a medcna, a nterpretacn de os
sueos y, en muchos casos, os msteros de a comuncacn con
e mundo nvsbe. Las ntegrantes de sexo db se convrteron
en conse|eras en os tempos dfces y en mdcas en os de
enfermedad, en compaeras ms que en amantes, en ob|etos de
veneracn y no en proveedoras de pacer. Aunque en pocas
posterores as mgracones de a nacn goda transformaron e
temperamento de a nacn, aunque a adoracn a Crsto
reempaz a a antgua mtooga, ese sentmento prevaecente
en su exstenca preva como puebo nunca os abandon por
competo, sno que, con dversas modfcacones y en formas
dferentes, mantuvo buena parte de su antguo ascendente a o
argo de todos os cambos de hbtos y varacones de
costumbres, hasta egar fnamente a su posterdad en e seno de
as actuaes nacones de Europa en forma de ese cdgo de
cortesa unversa haca as mu|eres que se admte que es una de
as seaes que dferenca os sstemas socaes de os habtantes
de os puebos cvzados y os ncvzados.
Esa poderosa y notabe nfuenca de as mu|eres sobre os
hombres que se observaba entre os godos dfcmente podra
haberse manfestado de forma ms portentosa que en e caso de
Hermanrco. No so se evdencaba en e deteroro que a
constante compaa de Gosvntha produca en su tempe vr,
sno tambn en e fuerte mpacto que sus tmas paabras de
fura y despreco haban e|ercdo sobre su mente. Sus o|os
reampaguearon de ra, sus me|as se encenderon de vergenza
a escuchar as partes de su ndgnada arenga que se referan a
con ms amargura. Cas de nmedato, cuando su hermana se
vova para retrarse haca a tenda, Hermanrco a detuvo y e
contest con voz ata y acusadora:
Tus paabras son n|ustas! Acaso te negu proteccn cuando
te encontr en os Apes? De| que tu h|o sufrera sn buscar
ayuda cuando o v herdo? Lo conden a corromperse nseputo
o de| que su madre se vera obgada a a tarea de cavar su
tumba cuando mur? Ovd a acercarnos a Aquea y a pasar
|unto a Rvena que a espada cogaba de m hombro? Fue acaso
por m vountad que permanec envanada, o que no traspuse as
puertas de as cudades romanas, sno que as de| atrs a toda
prsa? No fueron as rdenes de rey as que me contuveron?
Poda yo, uno de sus guerreros, desobedecero? Te |uro que
anso cumpr a venganza que te promet, pero, me corresponde
a m quebrantar e mandato de Aarco? Puedo yo soo atacar a
cudad que ha ordenado que stemos? Ou querras que hcera?
Ouerra que recordaras repc Gosvntha ndgnada, que
os romanos asesnaron a tu hermano y me arrebataron a ms
h|os! Ouerra que recordaras que aos y aos de una guerra
generazada no vaen una hora de venganza persona! Te
querra menos sometdo a a perca de tu genera y ms dedcado
a vndcar tus propos agravos! Ouerra que como yo
ansaras derramar a sangre de prmer habtante de ese ndo de
tradores que en son de paz o de guerra abandone e cerco de
as muraas que protegen a cudad!
Hzo una pausa abrupta en espera de respuesta, pero
Hermanrco no pronunc paabra. E veeroso corazn de |oven
caudo se aman ante e asesnato deberado que as frases
veadas pero expresvas de Gosvntha e exgan. Tomar por
asato a cudad |unto a sus camaradas, superar a caor de a
bataa os ms terrbes horrores de a masacre de Aquea,
habra armonzado con su arro|ada dsposcn y su educacn
guerrera; pero someterse a os proyectos de Gosvntha mpcaba
un sacrfco que as msmas pecuardades de su carcter marca
e hacan repugnante. Le habra comuncado esos sentmentos a
su compaera a medda que pasaban por su mente; pero haba
ago en a tembe y omnosa transformacn que se haba
operado en su dsposcn desde que a encontrara en os Apes,
en su afn voento y anorma de obtener venganza y ver correr a
sangre, que e otorgaba una msterosa e ntensa nfuenca sobre
sus pensamentos, sus paabras e ncuso sus accones.
Hermanrco vac y guard senco.
Acaso no he sdo pacente? contnu Gosvntha ba|ando a
voz hasta adoptar un tono de urgente y agtada spca que hr
e odo de Hermanrco a recordar qun era a petconara e
magnar cu sera a petcn. Acaso no fu pacente durante
as agotadoras marchas a travs de os Apes? Acaso no he
aguardado por a hora de a revancha, ncuso ante as cudades
ndefensas que de|amos atrs a nuestro paso? Acaso, por
nstgacn tuya, no he domeado m ansa de venganza hasta e
da en que pudera verte remontar esas muraas con e resto de
os guerreros godos para arrasar a sangre y fuego a os
arrogantes tradores de Roma? Ha egado ese da? Es medante
este asedo que se acanzar a reparacn que me |uraste sobre
e cadver de m h|o asesnado? Recuerda os pegros que
arrostr yo para preservar a vda de tmo de os membros de
m fama. No arresgars t nada para vengar su muerte? Su
seputura permanece sotara y abandonada. Le|os de os hogares
de os suyos, muerto en e aborear de su hermosura, asesnado
en as prmcas de su fuerza yace e retoo de a sangre de tu
hermano. Y os otros ms dos h|os an mpberes; su padre,
bravo en e combate y sabo en e conse|o, dnde estn?
Banquean sus huesos en a anura deshabtada, o se corrompen
nseputos a a ora de ocano? Pensa, s huberan vvdo, con
cunta fecdad habran transcurrdo tus das |unto a eos en
pocas de paz! Cuan contento se habra sentdo tu hermano de
acompaarte a cazar! Con cunto gozo se habran subdo sus
h|os a tus rodas para aprender de tus abos as prmeras
eccones que os formaran para a vda de guerrero! Pensa en
goces como esos, y despus recuerda que as espadas romanas
te han prvado de todos eos!
Su voz tembaba. Ca un nstante y evant os o|os con
desconsueo a Hermanrco, que haba vueto e rostro. Todos os
rasgos de sembante de |oven caudo reveaban e trope de
sentmentos que as paabras de Gosvntha haban despertado
en . Intent responder, pero a voz e fa en ese momento de
prueba. Incn a cabeza sobre e pecho anheante y, tomando de
a mano a su hermana sn decr paabra, de| escapar un profundo
suspro. Gosvntha estaba a punto de ograr o que e haba
mporado: Hermanrco ceda aceeradamente a os cacuados
esfuerzos de su tentadora!
Sgues mudo? contnu sombra. Te extraa esta ansa
de venganza, esta sed de sangre romana? Pues te dr que esos
deseos me os han nsprado voces provenentes de un mundo
gnoto. Eas me nstan a tomar a revancha de una nacn que
me convrt en una vuda sn h|os a, en su cudad ostentosa,
entre sus mmados cudadanos, en sus amados hogares, en e
msmo sto en que sus vergonzosos panes se hceron readad,
en que sus ncementes tracones tenen su cruento orgen! He
odo eer, en e bro que nuestros maestros adoran, que a voz de
a sangre cama desde a terra! Esa es a voz, Hermanrco; esa
es a voz que he odo! He soado que camnaba |unto a un mar
de sangre por una ora cuberta de cadveres! He vsto
evantarse de mar os cuerpos de m esposo y de ms h|os,
atravesados por espadas romanas! Me han amado a travs de
vaho de a carncera que os rodeaba: "An no hemos sdo
vengados? Sgue envanada a espada de Hermanrco?" Noche
tras noche he contempado esa vsn y he odo esas voces, y no
he tendo esperanzas de respro hasta e da en que vera a
e|rcto acampado ante as muraas de Roma, preparando as
escaas para e asato! Y ahora, despus de todo o que he
soportado, qu sucede ese da? Madta sea e ansa de botn!
Ea es ms mportante para t y para e resto de os guerreros
que a |ustca que nace de a venganza!
Escucha! Escucha! excam mporante Hermanrco.
No escucho ms! o nterrump Gosvntha. La engua de
os mos se ha convertdo a ms odos en un doma extran|ero,
porque so haba de rapa y de paz, de obedenca, de pacenca
y de esperanza! No ogo ms, porque ya no estn os membros
de m fama a quenes me encantaba escuchar: todos, menos t,
fueron asesnados por os romanos; y de t ab|uro!
Prvado de toda capacdad de refexn por a voenca de as
emocones que despertaran en su corazn as atroces
reveacones de as maas pasones que consuman a Gosvntha,
e |oven godo, entre estremecmentos que recorran todo su
cuerpo, y an sn mrar de frente a su hermana, murmur con
acento ronco y vacante:
Pdeme o que queras! No tengo paabras con que negarme,
n fuerzas para censurarte. Pdeme o que queras!
Promteme excam Gosvntha, tomando de a mano a
Hermanrco y contempando con expresn de feroz trunfo su
sembante turbado, que este asedo de a cudad no se pondr
en e camno de m venganza! Promteme que a prmera vctma
de a |usta expacn ser e prmer habtante de Roma que, en
son de paz o de guerra, aparezca ante t!
Lo prometo excam e godo. Y esas dos paabras searon a
suerte de su vda futura.
Durante e senco que se produ|o a contnuacn
entre'Gosvntha y Hermanrco, mentras ambos permanecan
sumdos en profundas refexones, e oscuro panorama que se
despegaba a su arededor comenz entamente a acararse a
nfu|o de una uz suave y cara. La una, cuyo ancho dsco mate
haba sado entre as nebas de a noche tedo de un sombro
coor ro|o, haba superado ya os ms atos vapores terrestres, y
braba en e ancho frmamento, ucendo una vez ms su
acostumbrado tnte pdo. Gradua, pero perceptbemente, capa
tras capa de nebna se desprenderon de os orguosos remates
de os paacos de Roma, y as eevacones de a opuenta cudad
pareceron aborear a a uz suave, apacbe, msterosa de a una;
a tempo que a porcn nferor de as muraas, os desoados
suburbos y agunas partes de campamento godo sgueron
sumdos en a umbra oscurdad de a neba, formando un
contraste magnfco y sombro con e panorama de radante uz
que pareca fotar sobre eos y cercaros. Los trechos de terreno
ms atos y despe|ados tras a tenda de Hermanrco comenzaron
a hacerse parcamente vsbes, y empez a orse tenuemente, a
ntervaos, e canto de ruseor entre os rboes sotaros y
dstantes. Fuera cua fuese a dreccn en que se mrara, e
aspecto de a naturaeza prometa una noche tranqua y sn
nubes, tpca de cma otoa de a antgua Itaa.
Hermanrco fue e prmero en vover a contempar o que o
rodeaba. A percatarse de que a antorcha que segua encendda
|unto a su tenda se haba tornado nt, ahora que a una haba
sado y dspersado a neba, fue hasta ea y a apag; despus
hzo una pausa para echar una mrada a a anura que se
umnaba entamente ante su vsta. Levaba poco tempo
dedcado a esa tarea cuanto crey dstngur una forma humana
que se mova entamente en una zona de terreno parcamente
umnado y onduado, a corta dstanca de donde se encontraba.
Era mposbe que esa fgura errante fuera uno de os suyos; todos
eos ocupaban sus poscones; y saba que su tenda estaba
ubcada en uno de os extremos de campamento que guardaba a
Puerta Pncana.Vov a mrar. L fgura segua avanzando, pero a
una dstanca demasado grande como para permtre descubrr,
a a ncerta uz renante, su naconadad, sexo o edad. E corazn
e do un vueco a recordar a promesa que e haba hecho a
Gosvntha, y consder a posbdad de que quen ahora se
aproxmaba a campamento fuera un mserabe escavo,
abandonado por os fugtvos que abandonaran os suburbos en a
maana, y que, como tmo recurso, se drga a recabar a
pedad y a proteccn de sus enemgos. Se vov haca
Gosvntha cuando esa dea pas por su mente, y se percat de
que segua an sumda en sus medtacones. Tranquzado a ver
que su hermana todava no haba vsto a fgura de fugtvo,
vov a concentrar su atencn con una ansedad que no poda
expcarse en e sto en que a vera por prmera vez; pero haba
desaparecdo. O ben se haba procurado un escondte o segua
avanzando haca su tenda por entre una arboeda que cubra a
fada de a cona.
Pacente, sencoso, sgu examnando e rea, y no advrt
nngn ser vvo. A cabo, cuando comenzaba a preguntarse s no
o habran engaado sus o|os, a fgura fugtva vov a aparecer
de repente entre os rboes. Esforzndose savar con paso
desgua a fran|a de terreno ba|o y hmedo que an a separaba
de |oven godo, eg a su tenda y, con un grto de extenuacn,
cay nerme a sus pes.
E grto, aunque apagado, atra|o a atencn de Gosvntha. Se
vov a nstante, ech a un ado a Hermanrco de un empu|n y
az a a desconocda en sus brazos. La fgura menuda y esbeta,
a mano y e brazo hermosos que cogaban nmves, os argos
rzos de cabeo negrsmo, saturados por a humedad de a
atmsfera nocturna, deataron de nmedato e sexo y a edad de
a errante. E fugtvo sotaro era una |oven.
Tras hacere una sea a Hermanrco de que vovera a encender
a antorcha apagada en a fogata de unos centneas cercanos,
Gosvntha ev a a |oven an nanmada hasta a tenda. Por a
mente de godo, que proced a obedecera en senco, cruz una
sospecha vaga y horrenda que se neg a admtr. Su mano
tembaba de ta modo que cas no poda sostener a antorcha, y
aunque era bravo y vgoroso, sus pernas Saqueaban a regresar
entamente a a tenda.
Cuando penetr en su abergue tempora, a uz de a antorcha
umn una escena extraa e mpresonante.
Gosvntha estaba sentada en un tosco arcn de robe,
sostenendo sobre sus rodas e cuerpo de a |oven y
contempando con e ms ntenso y absorto nters su sembante
pdo y desme|orado. La estoa reducda a harapos en que hasta
ese momento se envovera a fugtva haba cado a sueo,
de|ando a descuberto a tnca banca, que era a nca otra
prenda de ropa que a cubra. La exposcn a fro haba hecho
adqurr a su rostro, su garganta y sus brazos a vrgna bancura
de mrmo. Sus o|os estaban cerrados, y sus rasgos pequeos y
decados estaban agarrotados en una rgda nmovdad. De no
ser por e peo negrsmo, que subrayaba e aspecto espectra de
su rostro, se a habra tomado, recnada en os brazos de a
mu|er, por una estatua exqustamente cnceada de a muerte
|uven.
Cuando a fgura de |oven guerrero, atavado con sus arreos
marcaes, detendo cerca de a |oven nconscente con evdentes
emocones de sorpresa e nquetud, se aad a grupo de as dos
mu|eres; cuando e respandor vacante y montaraz de a
antorcha umn e cuerpo ato y reco de Gosvntha, vestdo con
ropas oscuras e ncnado sobre a frg fgura y a tnca banca
de a fugtva; cuando se pudo aprecar e coor subdo, os rasgos
marchtos y a expresn anheante de a mu|er, ahora en
sombras, ahora umnados, en cercano contraste con e
sembante pdo, |uven, nmv de a |oven, e con|unto de
voentas uces y profundas sombras dotaron a a escena de un
carcter a msmo tempo msteroso y subme. E cuadro era de
una armonosa varedad de coores graves, reundos gracas a
exqusto arte de a Naturaeza en forma grandosa y, a a vez,
smpe: pareca un enzo e|ecutado por a mano de Rembrandt e
magnado por a mente de Rafae.
Dando por termnado abruptamente su argo y mnucoso
examen de a fugtva, Gosvntha proced a tratar de devovere
e sentdo a su nconscente protegda. Mentras estuvo dedcada
a esa tarea mantuvo un senco tota. Una ntensa expectacn,
que absorba todos sus sentdos en esa nca faena, pareca
haberse adueado de su corazn. Se consagr a su abor con a
energa mecnca e mperturbabe de quenes tenen a atencn
ms concentrada en sus pensamentos que en sus accones.
Lentamente, como de maa gana, e prmer eve rubor vta, de
ms terno y decado matz, aparec en as me|as sn coor de
a |oven. Gradua, suavemente, su respracn cada vez ms
rpda agt un fno rzo de sus cabeos que haba cado sobre su
rostro. Un nstante ms y os o|os cerrados, sosegados, se
abreron de repente y anzaron una rpda mrada arededor de a
tenda con expresn ena|enada de extraeza y terror. Despus,
cuando Gosvntha se evant para ntentar depostara en un
asento, se sot de sus manos, a contemp por un momento con
ntensdad pagada de temor y, por tmo, tras caer de rodas,
murmur con voz supcante:
Tened pedad. M padre ha ab|urado de m, no s por qu. Las
puertas de a cudad se me han cerrado. M hogar en Roma me
est prohbdo para sempre!
Apenas haba pronuncado esas paabras cuando e sembante de
Gosvntha sufr una omnosa transformacn. Su anteror
expresn de ardente curosdad se convrt en un gesto de
trunfo mavado. Sus o|os se cavaron con una mrada f|a,
reampagueante, hpnotzada en e rostro vueto haca o ato de
a |oven. Contemp con deete perverso a a cratura ndefensa
que se haaba a sus pes como a besta sava|e contempa a a
presa que ha cazado. Su cuerpo parec datarse, una sonrsa
burona aparec en sus abos, un rubor de fuego cubr sus
me|as, y comenz a mustar una y otra vez para s msma:
Saba que era romana! A|a! Saba que era romana!
Hermanrco haba permanecdo todo ese tempo en senco. Sus
respracn se hzo entrecortada y dfc, su rostro padec, y su
mrada, tras posarse por un nstante en a mu|er y a |oven,
recorr a tenda enta y ansosamente. En uno de sus rncones
yaca una pesada hacha de guerra. Sus o|os fueron, por un
momento, con vvda expresn de horror, de arma a Gosvntha,
y despus, tras atravesar entamente a tenda, tom e arma con
brazo frme, aunque temboroso. Cuando evant a vsta,
Gosvntha se e acerc. En una mano evaba a cmera
ensangrentada, y con a otra apuntaba a a fgura arrodada de a
|oven. Una sonrsa morbosa mantena an sus abos
entreabertos, y e must a godo:
Recuerda tu promesa! Recuerda a os tuyos! Recuerda a
masacre de Aquea!
E |oven guerrero no respond. Avanz rpdo unos pasos y e
hzo seas apresuradas a a |oven de que huyera por a puerta;
pero a esas aturas e terror a haba prvado de todas sus
capacdades normaes de percepcn y comprensn. Mr a
Hermanrco con are ausente y tras sufrr un voento
estremecmento se arrastr hasta un rncn de a tenda. Durante
e corto senco que se produ|o a contnuacn, e godo a oy
trtar y susprar; mentras tanto, contempaba, con toda a
nquetud que produce a aprensn, e entrece|o cada vez ms
fruncdo de Gosvntha.
Es romana; es a prmera habtante de a cudad que aparec
ante tus o|os! Recuerda tu promesa! Recuerda a os tuyos!
Recuerda a masacre de Aquea! d|o a mu|er con voz fera,
mpetuosa, concentrada.
Recuerdo que soy un guerrero y un godo repc Hermanrco
con are desafante. He prometdo vengarte, pero es en un
hombre que debo cumpr m promesa, en un hombre en son de
guerra, que pueda enfrentarme con as armas en a mano, en un
hombre vgoroso y vaente a quen matar en combate snguar
ante tus o|os! La muchacha es demasado |oven para morr,
demasado db para atacara!
N una saba de as que pronuncara pas desapercbda para a
fugtva; cada una de sus paabras pareca reanmar sus anuadas
facutades. Cuando Hermanrco ca, a |oven se ncorpor y, con
e rpdo nstnto h|o de terror, corr |unto a |oven godo.
Despus, tomndoo de a mano a mano que an sostena e
hacha de guerra se arrod, depost un beso en ea, a apret
contra su pecho y comenz a pronuncar rpdas y entrecortadas
frases que su voz trmua hacan competamente nntegbes.
Acaso os romanos pensaron que ms h|os eran demasado
|venes para morr, o demasado dbes para atacaros?
excam Gosvntha. Por e Dos de os Ceos, os asesnaron
con ms saa porque eran |venes, y os hreron con ms fereza
porque eran dbes! E corazn me sata en e pecho a mrar a
esta |oven! Ser dobemente vengada s se me venga en os
nocentes y os |venes! Sus huesos se pudrrn en as anuras
de Roma, como se pudren os huesos de ms h|os en as anuras
de Aquea! Haz correr su sangre en m nombre! Recuerda tu
promesa! Haz correr su sangre en m nombre!
Avanz haca a fugtva con os brazos extenddos y os o|os
reampagueantes. Con a respracn |adeante, e rostro
sbtamente cuberto de una vda padez, os rasgos
desfgurados aumbrados por a uz de a antorcha, pareca, en
ese momento tembe, un ser sobrenatura; pero a dvna pedad
haba robustecdo a decsn de |oven godo de enfrentar todas
as eventuadades. No ba| n por un nstante os o|os fugurantes
y frmes ante a mrada extravada de a fura que se e
enfrentaba. Con una de sus manos mpd que Gosvntha dera
otro paso; a otra no poda berara de a |oven, que a apretaba y
a besaba con ms vehemenca que antes.
Lo haces so para rrtarme d|o Gosvntha, adoptando
sbtamente una papabe acttud de astuca, ms preada de
pegro para a fugtva que a fura que haba despegado hasta
ese momento. Me engaas, porque, como s fuera una na, no
he demostrado pacenca! Pero hars correr su sangre, eres
honorabe y cumprs tu promesa, hars correr su sangre! Y yo
contnu exutante, tras tomar asento en e arcn de robe que
haba ocupado antes y coocar os puos cerrados sobre as
rodas, esperar para vero!
En ese momento se oyeron voces y pasos cerca de a tenda.
Hermanrco ayud a a temborosa |oven a ncorporarse y,
sostenndoa con uno de sus brazos, se adeant para conocer a
causa de a nterrupcn. De nmedato top con un ve|o guerrero
de rango superor, ayudante persona de Aarco, quen vena
acompaado por un pequeo grupo de sodados de campamento.
Gosvntha, a hermana de Hermanrco, es una de as mu|eres
desgnadas por e rey para atender esta noche a os sodados que
enfermaron o resutaron herdos durante a marcha. S est aqu,
que se acerque y me sga d|o e |efe de a partda con tono
autortaro desde a entrada de a tenda.
Gosvntha se ncorpor. Durante un momento fue presa de a
ndecsn. Abandonar a Hermanrco en un nstante como ese
consttua un sacrfco que atenazaba su brbaro corazn; pero
record a severdad de a dscpna de Aarco, vo a os hombres
armados que a esperaban y tras una ucha nterna ced a a
mperosa necesdad de someterse a as rdenes de rey.
Tembando de ra reprmda y amargo desengao, e susurr a
Hermanrco a pasar a su ado:
No podras savara aunque quseras! No te atrevers a
encomendrsea a tus compaeros; es demasado |oven y
demasado hermosa para abandonara a su dudosa proteccn. No
puedes escapar con ea, porque debes permanecer aqu de
guarda en tu puesto. No a de|ars partr soa, porque sabes que
morr de fro y de prvacones antes de que saga e so. Cuando
regrese por a maana a ver aqu en a tenda. +o puedes
escapar de tu promesa: no puedes ovdara; tienes que hacer
correr su sangre!
A caudo Hermanrco d|o e ancano guerrero mentras es
ndcaba con una sea a os sodados que parteran con
Gosvntha, quen ahora mantena una cama forzada, en espera
de que a guaran se e comuncarn maana as rdenes de
rey. Recuerda contnu en tono ms ba|o, apuntando con
despreco a a temborosa |oven, que e desveo que has
despegado en e empazamento de a guarda ante aquea
puerta no excusar nnguna neggenca que ese trofeo de guerra
te haga cometer. Dsfruta cuanto gustes de os paceres de a
|uventud, pero recuerda tus deberes. Ads!
Tras pronuncar esas paabras con tono severo y grave, e
veterano part. Pronto se apagaron en a dstanca os tmos
ecos de os pasos de su escota, y Hermanrco y a fugtva
quedaron a soas en a tenda.
Mentras e ve|o guerrero e hababa a caudo, a muchacha se
haba apartado de su protector y se haba retrado veozmente a
nteror de a "tenda. Cuando vo que haban quedado soos de
nuevo, avanz con paso ttubeante en dreccn a |oven godo y
evant a vsta para mraro a rostro con expresn de muda
nterrogacn.
Soy muy desdchada d|o con acento suave, caro y
meancco, tras un ntervao de senco. S me abandonas
ahora, morr, y he vvdo un tempo tan corto en este mundo, he
conocdo tan breves momentos de fecdad y de amor, que no
estoy preparada para morr! Pero t me protegers! Eres bueno,
fuerte y vaente, evas armas en as manos y eres compasvo!
Me has defenddo y me has habado bondadosamente; te venero
por a compasn que me has demostrado.
Su engua|e y sus accones, aunque smpes, e resutaban tan
nuevos a Hermanrco, cuya experenca con as personas de sexo
opuesto se haba mtado cas excusvamente a trato con as
mu|eres de su severa e mpasbe nacn, que so pudo
contestar, a ver que a supcante esperaba una respuesta, con
una breve aseveracn de que a protegera. Ante sus o|os se
abra una nueva pgna de a hstora de a humandad, y a
examnaba en un senco que era h|o de a sorpresa.
S regresa esa mu|er contnu a |oven, cavando sus o|os
oscuros y eocuentes en e sembante de godo, vame
rpdamente donde no pueda egar. M corazn se estremece
cuando a mro! Me matar s ogra acercarse a m de nuevo! La
ra de m padre es tembe, pero a de ea es horrorosa, horrorosa,
horrorosa! Caa! Ya a ogo vover; vaymonos, te segur
adonde queras evarme, pero no perdamos un nstante ahora
que todava estamos a tempo! Me sacrfcar s me vueve a ver,
y no puedo morr todava! Ah, m savador, m compasvo
defensor, no puedo morr todava!
Nade te har dao, nade se acercar a t esta noche, en a
tenda ests a savo de todos os pegros d|o e godo,
contempndoa con asombro y admracn vsbes.
Te dr por qu me resuta tan tembe a muerte contnu a
muchacha, y su voz se hzo ms grave a adoptar un tono de
atrbuada soemndad, extraamente mpresonante en aguen
tan |oven. He vvdo mucho tempo soa, sn ms compaa que
ms pensamentos, e ceo a que poda azar os o|os y as cosas
de mundo que poda contempar. A mrar e caro frmamento y
os suaves campos, a asprar e perfume de as fores y escuchar
a o e|os e canto de os p|aros, me he preguntado por qu e
msmo Dos que cre todo eso, y que me cre a m, habra
engendrado tambn e door, e sufrmento y e nferno, e
temdo nferno eterno de que m padre haba en su gesa.
Nunca contemp a uz de so, n despert de m sueo para
mrar as estreas dstantes y pensar en eas, sn que ansara
amar ago que prestara odo a m gozo. Pero m padre me
prohb estar aegre! Frunca e entrece|o hasta cuando me
rega m |ardn de fores, aunque Dos cre as fores. Destroz
m ad, aunque Dos cre a msca. M vda ha consstdo en un
ansa sotara de voces amgas! M corazn se ha sentdo
oprmdo y ha tembado en m pecho, porque cuando camnaba
en e |ardn y contempaba as anuras, os bosques y as atas e
umnadas montaas que me rodeaban, saba que as adoraba yo
sola! Sabes por qu no me atrevo a morr? Porque prmero debo
haar a fecdad que sento que Dos debe haber creado para m.
Porque debo vvr para aabar este mundo maravoso y beo
|unto a otros que o dsfruten tanto como yo podra hacero!
Porque he vvdo rodeada de os que suspran, y nunca de os que
sonren! Es por eso que temo a a muerte! Debo encontrar
compaeros cuyas pegaras sean e canto y a fecdad, antes de
partr haca e terrbe ms a que todos temen. No me atrevo a
morr! No me atrevo a morr!
Tras pronuncar esas tmas paabras comenz a orar
amargamente. E asombro y a compasn de|aron mudo a |oven
godo. Ba| a vsta a a mano pequea y suave que a |oven haba
posado en su brazo mentras hababa y vo que tembaba; a
apret, snt que estaba fra, y a mpusos de a pedad que esa
accn e produ|o recuper a capacdad de habar que hasta ese
momento haba tratado de con|urar en vano.
Tembas y ests pda d|o; encender fuego a a puerta
de a tenda. Te traer vestdos que te abrguen y amentos que
te devuevan as fuerzas; dormrs y yo vear para que nade te
haga dao.
La |oven evant a vsta rpdamente. Una expresn de nefabe
grattud cubr su afgdo sembante. Murmur con voz
entrecortada:
Ah, qu msercordoso, qu msercordoso eres!
Y despus, tras una evdente ucha consgo msma, se cubr e
rostro con as manos y vov a romper en anto.
Cada vez ms turbado, Hermanrco comenz a ocuparse
mecncamente de procurarse o necesaro para hacer fuego y os
amentos y vestdos que haba prometdo entre aqueos de sus
asstentes que as obgacones propas de boqueo no mantenan
ocupados. La |oven recb a ndumentara, se aproxm a as
brantes amas y compart con entusasmo e senco refrgero
que e ofrec e |oven guerrero. Despus permanec un rato
sentada en senco, sumda en profundas refexones, ncnada
haca e fuego, aparentemente nconscente de a curosdad con
que todava a contempaba e godo. A cabo, evant a vsta de
repente y a ver sus o|os cavados en ea, se ncorpor y e hzo
seas de que se sentara a su ado.
S superas cuan soa estoy d|o, no te sorprenderas como
o haces de que yo, una extraa y, adems, romana, te procurara
como o he hecho. Te he contado cuan sotaro era m hogar,
pero era a menos un refugo y una proteccn hasta a maana
de este argo da que acaba de termnar, cuando fu desterrada de
para sempre! Me despertaron de repente en m echo... m
padre entr racundo... me am...
Vac, se sonro| y ca a nco msmo de su narracn. Aunque
nocente, os nstntos naturaes de su sexo habaron en su
corazn con tono msteroso, pero admontoro, y e mpuseron
motvos para e senco que no poda n dscernr n expcar. Se
agarr as manos temborosas sobre e pecho como para reprmr
a respracn anheante, y, ba|ando os o|os, contnu en tono
ms ba|o:
No puedo decrte por qu m padre me puso a as puertas de su
casa. Conmgo sempre ha sdo sencoso y atrbuado: me
asgnaba argas tareas tomadas de bros trstes; me ordenaba
que me mantuvera encerrada dentro de as cuatro paredes de
nuestra casa; y me prohba habare cuando e peda en
ocasones que me contara de m madre, a quen perd. No
obstante, nunca me amenaz n me ae| de su ado, hasta esta
maana de a que ya te cont. Entonces su cera fue terrbe;
sus o|os, feros; su voz, amenazante! Me orden que me fuera, y
o obedec asustada, porque creo que s me hubera quedado me
habra matado! Hu de a casa, sn saber adonde ba, y atraves
correndo aquea puerta, que est prxma a nuestro hogar.
Cuando entr en os suburbos me top con grandes muttudes
que marchaban apresuradas haca Roma. Me sent aturdda por
ms medos y por a confusn que me rodeaba, pero aun as
recuerdo que me grtaban que regresara a a cudad antes de que
se cerraran as puertas para resstr e ataque de os godos. Y
otros me empu|aban y se buraban de m a pasar a m ado, a ver
a gera ropa de dormr que evaba cuando fu expusada de m
hogar.
Hzo una pausa y presto odo atento unos momentos. Todo rudo
accdenta que oa segua despertando en ea a aprensn de
regreso de Gosvntha. Tranquzada por Hermanrco y por su
propa observacn de o que pasaba fuera de a tenda, contnu
su narracn, ahora con voz ms frme:
Pens que m corazn estaara prosgu mentras trataba
de escapar de eos. Todo graba ante m vsta; no poda habar,
no poda detenerme, no poda orar. Corr y corr sn saber
adonde, hasta que ca a sueo exhausta, a as puertas de una
casta en os confnes de os suburbos. A ped ayuda, pero no
haba nade que me pudera or. Entr a rastras a a casa, porque
ya no poda ncorporarme. Estaba vaca. Mr por as ventanas:
nngn ser humano pasaba por as caes sencosas. E estruendo
de una portentosa confusn an se de|aba or desde as muraas
de a cudad, pero yo o escuchaba competamente soa. En a
casa v trados en e sueo unos pedazos de pan y una ve|a
tnca. Tom ambas cosas, me ncorpor y part, porque e
senco de ugar me resutaba horrbe, y record os campos y
as anuras que en otros tempos me encantaba contempar, y
pens que a quzs encontrara e refugo que se me negaba en
Roma. De modo que me puse en marcha de nuevo; y cuando
egu a a herba suave, me sent a a sombra de os rboes y v
a uz de so que aumbraba a terra, m corazn se entrstec y
or a pensar en m soedad y a recordar a ra de m padre.
"No haca mucho que me encontraba descansando cuando o un
sondo de trompetas en a dstanca, y a mrar en dreccn a
v, a o e|os, una enorme muttud que avanzaba sobre as
anuras y que portaba armas que reampagueaban a so. A
vera, ntent ponerme en pe y regresar a os suburbos cuya
soedad me haba asustado. Pero as pernas no me sostuveron.
V una pequea oquedad escondda entre os rboes. Me
ntrodu|e en ea y a me ocut durante todo e sotaro da. O e
sondo acompasado de os pasos de tu e|rcto que marchaba por
os camnos que quedaban a ms pes; y despus, tras esas horas
de medo, vneron as extenuantes horas de soedad.
"Ah, esas horas sotaras! He vvdo sn compaa, pero esas
horas me resutaron ms terrbes que todos os aos de m
exstenca anteror! No me atreva a abandonar m escondte, no
me atreva a amar! Soa en e mundo, me ov en m refugo
hasta que e so se puso! Despus vneron a neba, a oscurdad
y e fro. Los penetrantes ventos de a noche me hceron
tembar! La deshabtada oscurdad que me rodeaba pareca
pobada de fantasmas que no poda ver, que me tocaban y
rozaban a superfce de m pe. Cas me enoqueceron! Me
evant para partr; para r en busca de m padre racundo, o de
e|rcto que haba pasado a m ado, o de a soedad de os prados
fros y fugurantes no me mportaba qu!, y en ese momento
dstngu a uz de tu antorcha, un momento antes de que se
extnguera. Aunque estaba oscura, encontr tu tenda. Y ahora s
que he encontrado ago ms: un compaero y un amgo!
A pronuncar esas paabras evant a vsta para mrar a |oven
godo con a msma expresn de grattud que aparecera antes en
su sembante; pero esta vez as grmas no empaaban sus o|os.
Ya su natura a pesar de a pobreza de as perspectvas de
fecdad que se abran ante ea haba comenzado a retornar,
con una capacdad de transformacn cas puer, a nfu|o
restaurador de as emocones ms optmstas. Las momentneas
tranqudades de presente comenzaban a operar en ea e
magro de borrar as proongadas agtacones de pasado. La
desesperacn no era un sentmento que brotara de ese corazn
nfant; y aunque a vergenza, e temor y e door podan
sobrecogero un tempo, no de|aban huea de su presenca en su
tersa y brante superfce. Por naturaeza era terna,
pegrosamente sensbe a os sentmentos, extraamente
retentva de as bondades que se e hacan, y a msma soedad a
a que se haba vsto condenada a haba dotado, a pesar de su
|uventud, de una capacdad de mrtr para soportar as penas y
de una pacenca estoca para resstr e door.
No te af|as ahora por m prosgu, nterrumpendo unas
entrecortadas expresones de compasn que saeron de abos
de |oven godo. S t te muestras msercordoso conmgo,
ovdar todo o que he sufrdo! Aunque tu nacn sea enemga
de a ma, mentras sgas sendo m amgo, nada temer! Ahora
puedo contempar tu gran estatura, tu poderosa espada y tu
brante armadura sn tembar! No eres como os sodados de
Roma: eres ms ato y ms fuerte, y ests ms espnddamente
atavado! Eres como a estatua de un guerrero grego que v una
vez por casuadad. Tenes are de conqusta y aspecto de
mando!
La |oven contemp con expresn de nters y asombro a
robusta y vr fgura de |oven guerrero, vestda con os atavos de
su becosa nacn; e pregunt e nombre y a funcn de cada
una de as partes de su equpamento a medda que despertaban
su atencn, y termn sus averguacones pdndoe
nsstentemente que e d|era su nombre.
Hermanrco rept a |oven cuando se o d|o,
pronuncando con certa dfcutad os speros sondos godos.
Hermanrco! Es un nombre severo, soemne: un nombre dgno de
un guerrero y de un hombre. Despus de un nombre como ese, e
mo suena nsgnfcante. No es ms que Antonna!
Aunque estaba profundamente nteresado en cada una de as
paabras pronuncadas por a |oven, Hermanrco no pudo menos
que percatarse de as evdentes seaes de agotamento que
reveaban ya sus menores accones. Tras buscar unas pees en
un rncn de a tenda, prepar una suerte de tosco echo |unto a
fuego, ech ms combustbe a as amas y e aconse|
amabemente a a muchacha que repusera as energas perddas
medante e reposo. Haba ago tan ngenuo en as maneras de
|oven guerrero, tan sncero en e tono de su voz a hacere ese
senco ofrecmento de hosptadad a a desconocda que haba
buscado refugo a su ado, que hasta a mu|er ms desconfada o
habra aceptado con tan pocas vacacones como Antonna,
quen, agradecda y sn ttubear, se acost en e echo que
extendera a sus pes.
Tan pronto a cubr cudadosamente con un manto y dspuso e
echo en a poscn que cacu que era a me|or para que a
|oven recbera todo e caor que despeda e combustbe que se
consuma entre as amas, Hermanrco se retr a otro ado de a
hoguera; y, apoyado en su espada, se abandon a as nuevas y
absorbentes refexones que resutaba natura que a presenca de
a |oven e despertaran.
No pens en as obgacones que e asedo e mpona; tampoco
record a escena de raba y ferocdad que se haba producdo
cuando evadera e cumpmento de su aventurada promesa, n a
fera determnacn que Gosvntha expresara a marcharse esa
noche. Las preocupacones y dfcutades que vendran con a
maana, y que o obgaran a exponer a a fugtva a a madad de
una enemga sedenta de venganza; as m contngencas a as
que pudera exponeros a dferenca entre sus sexos, sus
nacones y sus vdas, y que se opondran a a contnudad de a
proteccn permanente que e haba prometdo; nada de eo e
produca maos presentmentos. Antonna, y so Antonna,
ocupaba todas as facutades de su mente y todos os
sentmentos de su corazn. Su nombre msmo sonaba en sus
odos suave y meodoso!
Su vda preva o haba hecho un buen conocedor de a engua
atna, pero so cuando a oy en abos de Antonna descubr a
natura tersura de su sondo, a eeganca de su estructura.
Paabra por paabra repas en su mente sus varadas, sencas y
feces expresones, a tempo que recordaba as mradas
eocuentes, a rpda gestcuacn, os tonos cambantes que
acompaaran esas paabras, y refexonaba sobre cuan vasta era
a dferenca entre esa |oven h|a de Roma y as fras y tacturnas
mu|eres de su nacn. E msmo mstero que rodeaba su hstora,
que habra exctado a sospecha o e despreco de hombres ms
cvzados, no despertaba en ms emocones que as de a
compasn y e asombro. Nngn sentmento de ms ba|a
naturaeza haca a |oven penetr en su corazn. Antonna estaba
a savo ba|o a proteccn de enemgo brbaro, despus de
haberse perddo por a ntervencn de senador romano. Para as
sencas percepcones de godo, e haazgo de tanta ntegenca
unda a una |uventud tan extrema, de tanta beeza condenada a
tan competa soedad, consttua e encuentro con una aparcn
que o desumhraba, y no con una mu|er que o hechzaba. No se
habra atrevdo n a tocar a mano de a cratura ndefensa que
reposaba ahora a abrgo de su tenda, a menos que ea se a
extendera por su propa vountad. So poda pensar con un
deete cuya enormdad estaba e|os de estmar msmo en e
ser sotaro y msteroso que haba vendo a en busca de
amparo y de ayuda; que haba despertado en su pecho nuevas
sensacones; y que ahora e pareca a su conmovda magnacn
que se haba trenzado con e destno de su vda futura.
Estaba an sumdo en profundas medtacones cuando o
sobresat una mano que se pos de sbto sobre su brazo. Az
a vsta y vo a Antonna, a quen magnaba dormda en su echo,
de pe a su ado.
No puedo dormr d|o a |oven en voz ba|a y ena de temor,
sn pedrte que perdones a vda de m padre cuando entres en
Roma. S que ests aqu para arrasar a cudad, y, por o que
veo, es posbe que a ataqus y a destruys esta msma noche.
Me prometes avsarme antes de asatar as muraas? Te dr e
nombre y e domco de m padre, para que e perdones a vda
gua que has perdonado a ma. Me ha negado su proteccn,
pero sgue sendo m padre; y recuerdo que o desobedec en
una ocasn, cuando me hce de un ad! Me prometes que e
perdonars a vda? M madre, a quen no conoc, y que, por
tanto, debe haber muerto, me amar en e otro mundo por pedr
por a vda de m padre!
Con unas breves paabras Hermanrco cam su agtacn, a
expcare a naturaeza y a ntencn de asedo godo, de modo
que a |oven regres a echo. A cabo de un corto tempo, su
respracn enta y reguar e ndc a |oven guerrero, que
permaneca vgante |unto a fuego, que a fn haba ovdado a
sucesn de desgracas de da gracas a a benvenda
nconscenca que proporcona e sueo.
CAPT"LO )
LA #RIETA EN LAS M"RALLAS
Cuando Upo sa apresuradamente de a casa de Numerano en
a maana de asedo no o hzo con a cara ntencn de
trasadarse a nngn ugar en especa n de dedcarse a nnguna
tarea nmedata. Busc as caes para dar renda sueta a su
aegra, a xtass que hencha su corazn hasta cas hacrseo
estaar. Todo su ser estaba exatado por esa abrumadora
sensacn de trunfo que urge a a naturaeza fsca a a accn. Se
apresur a sar a are bre como corre un no por os campos en
un da soeado; su pacer era demasado arrebatado para poder
contenero entre cuatro paredes; su extraordnara fecdad se
ensanchaba rreprmbe hasta superar todos os mtes artfcaes
de espaco.
Los godos estaban a a vsta! Unas pocas horas ms y pantaran
sus escaas en as muraas. En una cudad con defensas tan
dbes como as de Roma, su ataque se vera cas
nstantneamente coronado por e xto. Sedentas de botn, sus
hordas furosas caeran sobre as caes ndefensas. Aunque eran
crstanos, e freno de a regn sera mpotente, en ese momento
de feroz trunfo, para contener a una nacn de merodeadores
ante a tentacn de pa|e. Las gesas seran depredadas y
destrudas; os sacerdotes, asesnados s ntentaban defender os
tesoros ecesstcos; e fuego y a espada reducran a cenzas
hasta sus ms remotos confnes a bauarte de crstansmo, y a
a muerte y e ovdo a os ms osados de os devotos crstanos!
Despus, cuando e huracn de destruccn y crmen hubera
arrasado a cudad, cuando un puebo nuevo estuvera maduro
para otro goberno y otra regn, habra egado a hora de
devoveres a os doses proscrtos de a antgua Roma su ve|o
podero; de nstar a os sobrevventes de a muttud dezmada a
recordar e castgo que su apostasa a a antgua fe haba
merecdo y producdo; de borrar de a memora de hombre hasta
e recuerdo de a Cruz y renstaar e pagansmo en su trono de
sacrfcos, ba|o su cpua de oro, ms poderoso por as
persecucones sufrdas, ms unversa por su sbta restauracn,
que en toda a gora de su pasado espendor!
Esos eran os pensamentos que atravesaban a febrmente de
pagano mentras, ndferente a o que aconteca a su arededor,
camnaba por as caes de a cudad amenazada. Ya vea a
e|rcto godo preparar e camno, como nconscente adeantado
de retorno de os doses, para e despegue de a grandosa
revoucn que estaba decddo a encabezar. E caor de su
pasada eocuenca, e espendor de su antguo cora|e henchan su
pecho mentras magnaba e panorama que pronto veran sus
o|os: una cudad devastada, un puebo aterrorzado, un goberno
trastornado, una regn destruda. Entonces se azara de as
tnebas y as runas, de a soedad, a desoacn y e desastre, y
sera suyo e goroso prvego de convocar a un puebo nfe a
retornar a antguo ob|eto de su amor, a evantarse de su
postracn ba|o una Igesa abatda y a buscar a prosperdad en
tempos nuevamente comados y en atares restaurados!
Todos os recuerdos de os tmos acontecmentos se
evaporaron de su mente. Numerano, Vetrano, Antonna: todos
fueron ovdados ante a memorabe egada de os godos! Su
escavtud en as mnas, su tma vsta a Ae|andra, su
deambuar prevo: hasta eos, tan presentes en su memora hasta
a maana de asedo, fueron barrdos ahora de su mente. La
ve|ez, e asamento, a enfermedad as trstes sensacones que
hasta ese momento consttuan para a prueba de que segua
vvo desapareceron de repente de su memora como s no
exsteran; y ahora, a fn, ovd que era un para y record en
trunfo que era an un sacerdote. Se snt anmado por as
msmas esperanzas, eevado por as msmas aspracones, que en
os das e|anos en que arengara a os vacantes paganos de
tempo y en que comenzara a consprar para derrocar a a Igesa
crstana.
E ancano errante entre as muttudes, todava escavo,
despus de tantos aos de sufrmento y soedad, humacn y
crmenes, de a msma ambcn suprema que destrozara a
promesa de su prmera |uventud, resutaba una prueba terrbe y
admontora de a nfuenca todopoderosa que una dea f|a puede
e|ercer sobre toda una vda! Ver su fgura consumda y debtada
y despus observar cmo a mente ndomabe todava gobernaba
a ese cuerpo en runas que an a obedeca con cunta fdedad
se aprestaban a a accn, a su feroz mandato, os tmos
recursos exhaustos de desfaecdo vgor; con cunta rapdez, a su
voz sarcstca, os o|os hunddos vovan a brar con una uz de
esperanza y os abos pdos y fnos se entreabran
mecncamente en una sonrsa de trunfo consttua un horrbe
testmono de a naturaeza eterna y msterosa de pensamento!
Pasaban as horas, pero Upo segua andando sn saber haca
dnde o |unto a qunes, n hacer de eo e menor caso. Su
corazn no senta nngn remordmento por a desoacn que
haba provocado en e crstano que e dera abrgo; su ama
nunca se sobrecog ante a prevsn de as desgracas que crea
que se preparaba a hacer caer sobre a cudad e enemgo que se
encontraba a sus puertas. E ob|etvo que haban sacrazado para
os muchos tormentos y ofensas sufrdos borraba ahora sus
nqudades recentes y despo|aba de su horror a as atrocdades
por venr.
Otros podran consderar destructores a os godos, pero para ,l
eran benefactores, porque eran os nstrumentos de a runa que
sera e cmento de su reforma y a fuente de su trunfo. Nunca e
pas por a magnacn a dea de que, sendo un habtante de
Roma, comparta os pegros que amenazaban a resto de os
cudadanos, y que en e momento de ataque podra compartr su
suerte. So vea a nueva y magnfca perspectva que e abran
a guerra y a rapa. So pensaba en e tempo que tendra que
transcurrr antes de que pudera dar nco a sus renovados
esfuerzos, en os rdenes de personas entre os cuaes tendra
que hacer or su voz sucesvamente, en os tempos que
seecconara para restaurar, en e barro de Roma que eegra
para ser e prmero que acogera su osada reforma.
A cabo se detuvo; sus energas exhaustas cederon ante os
esfuerzos que es exgera y o obgaron a consderar a
posbdad de procurarse reposo y un refrgero. Ya era medoda.
Su deambuar o haba hecho vover nsensbemente a barro de
su antguo domco; se encontraba detrs de a cona Pncana,
separado so por una fran|a de terreno rreguar y boscoso de a
base de as muraas de a cudad. E ugar era muy sotaro.
Espesas arboedas y ampos |ardnes que se extendan a o argo
de a onduada fada de a cona o separaban de as caes y as
mansones stuadas en terreno ms eevado. A corta dstanca
haca ponente quedaba a Puerta Pncana, pero un abrupto
nguo de as muraas y agunos ovos que crecan cerca de ea
obstruan a vsta en esa dreccn. De otro ado, haca e este, se
de|aban ver as amenas de as muraas, que se extendan en
nea recta hasta un punto en que dobaban haca adentro en
nguo recto y se ocutaban tras os muros de un paaco dstante
y os pnos de un |ardn pbco. E nco ser vvente dscernbe
en ese sto apartado era un centnea que pasaba de cuando en
cuando por as amenas que, stuadas como estaban entre dos
puestos de sodados, uno ubcado en a Puerta Pncana y e otro
en e ugar donde a muraa descrba e nguo ya descrto,
permanecan desertas, savo por e guarda que vgaba e
segmento de as muraas dentro de cuyos mtes se encontraban
stuadas. En ese sto e pagano do reposo durante un breve
espaco de tempo a su cuerpo agotado y comenz a despertar
nsensbemente de as absorbentes medtacones que hasta ese
momento e mpderan ver e probemtco aspecto que ofreca e
mundo que o rodeaba.
Escuch por prmera vez con cardad os rudos confusos que
seguan azndose de todos os barros de Roma. E msmo
estruendo ncesante de voces destempadas y pasos apresurados
que egara a sus odos por a maana vov a atraer su atencn;
pero no se mezcaban con as excamacones de afccn, e
entrechocar de as armas, os grtos de furor y desafo; y eso
aunque, como percb por a poscn de so, e da haba
avanzado o sufcente para que e e|rcto godo hubera poddo
avanzar desde haca mucho tempo hasta e pe de as muraas.
Cu podra ser a causa de esa demora de asato, de esa
omnosa tranqudad que se observaba en as amenas de as
muraas? Se habra esfumado sbtamente e mpetu de os
godos a a vsta de Roma? Se habra decddo sostener
conversacones de paz en cuanto apareceran os nvasores?
Vov a prestar odo. No percb nngn sondo de naturaeza
dferente a os que acababa de escuchar. Aunque stada, era
evdente que a cudad debdo a aguna causa msterosa no
estaba n squera amenazada de ataque.
De repente, por un senderto cercano que contorneaba a base
de as muraas, desemboc en e ugar donde se encontraba una
mu|er precedda por un no que e grtaba mpacente mentras
corra:
Corre, madre, corre! No hay nade aqu. La Puerta queda
cerca. Podremos echares un vstazo a os godos!
Ago en as paabras que e no e drga a a mu|er hzo
sospechar a Upo desde ese msmo nstante o que muy poco
despus comprobara. Se ncorpor y os sgu. Atravesaron e
ovar |unto a as muraas hasta acanzar e espaco aberto frente
a a Puerta Pncana. A se haba reundo un gran grupo de
personas a as que os sodados que cudaban a escaera por a
que se suba a as amenas de as muraas es permtan ascender
por turno. Tras una corta espera, Upo y os que con estaban
puderon satsfacer su curosdad, como o haban hecho otros
antes. Suberon a as muraas y contemparon a vasta
crcunferenca que descrban as neas godas, despegadas en
toda a zona de os suburbos y ms a.
Aunque e panorama de esa nmensa muttud brantemente
umnada por e so de medoda era terrbe, cas subme, no
resutaba o bastante mpresonante para sencar a turbuenta
ocuacdad enrazada en e carcter de os romanos. Hombres,
mu|eres y nos emtan rudosas y encontradas observacones
sobre o que vean, en todos os tonos posbes, desde os
trmuos acentos de terror hasta as desaforadas vocferacones
de a bravata.
Agunos se |actaban de a vctora que obtendran os romanos
cuando egaran os refuerzos que se esperaban de Rvena. Otros
predecan, con vsbe terror, un ataque a cuberto de a noche.
Aqu, un grupo denostaba en tono quedo y confdenca de a
potca de goberno en sus reacones prevas con os godos. A,
una partda de harapentos vagabundos se dverta confndose
pomposamente unos a otros su absouta convccn de que en
ese msmo nstante os brbaros seguramente tembaban en su
campamento so de contempar a todopoderosa Capta de
Mundo. De un ado egaban rudosas especuacones sobre e
tema de s os godos seran expusados de a poscn que
ocupaban frente a as muraas por os sodados de Roma, o s se
es honrara con una nvtacn a concur un tratado de paz con e
augusto mpero a que de modo tan traconero haban osado
nvadr. De otro, se oan as voces de os ms mesurados y
respetabes de os espectadores, quenes expresaban sus temores
de hambruna, deshonor y derrota s as autordades de a cudad
cometan a tontera de aventurarse a presentar resstenca a
Aarco y sus brbaras huestes. Pero aunque haba una gran
varedad de opnones entre os cudadanos presentes, todos
concordaban en una nevtabe convccn: Roma haba escapado
de os horrores nmedatos de un ataque para verse amenazada
s no recba a ayuda de as egones de Rvena por as
prevsbes caamdades de un asedo.
De a confusn de voces que se escuchaban a su arededor, so
a paabra "asedo" eg a odos de pagano. Y e produ|o una
ptora de emocones que o abrum. Todo o que vea, todo o
que oa, se reaconaba mperceptbemente con esa expresn.
Una sbta oscurdad, mposbe de dspar o evadr, parec
ensombrecer sus facutades por un nstante. Se abr paso
mecncamente entre a muttud, descend a escaera de as
muraas y regres a sto sotaro donde vera por prmera vez a
a mu|er y a no.
La cudad estaba stada! Eso sgnfcaba que os godos estaban
decddos a negocar a paz y no a conqustara por as armas! La
cudad estaba stada! No era un error de a muttud gnorante:
haba vsto con sus propos o|os as tendas y as poscones de
enemgo; haba escuchado a os sodados apostados en as
muraas pontfcar sobre e admrabe despegue de as fuerzas
de Aarco, sobre a mposbdad de estabecer a menor
comuncacn con a campa crcundante, sobre a vganca
ncesante que se haba estabecdo a a navegacn en e Tber.
No haba dudas sobre a cuestn: os brbaros se haban
decddo por e asedo!
Caban an menos ncertdumbres sobre os resutados que
producra esa nmagnabe potca de os godos: a cudad se
savara! En ocasones anterores, Roma no haba tendo
escrpuos en comprar a retrada de todos sus enemgos que
amenazaran as provncas dstantes; y ahora que e centro de su
gora, e pncuo msmo de su decnante poder, se vea
amenazado de una sbta e nesperada runa, es entregara a os
godos os tesoros de todo e mpero para comprar a paz y
tentaros a retrarse. Posbemente e Senado pospondra as
necesaras concesones con a esperanza de unos refuerzos que
nunca egaran; pero tarde o temprano se producran as
negocacones; a rqueza merdona satsfara a rapacdad
septentrona; y |usto cuando pareca nevtabe, as gesas de
Roma escaparan de a runa que habra sdo e sdo cmento de
a revoucn soada por e pagano.
Acaso a fama de nombre de Roma conservaba tanto de su
antgua nfuenca que haba atemorzado a os recos godos
despus de que penetraran con tanto xto en e terrtoro de
mpero que haban ogrado egar ante as muraas de su
ostentosa capta? Habra concebdo Aarco una dea tan
exagerada de as fuerzas acantonadas en a cudad como para
desconfar, a pesar de sus muttudes, de tomara por asato? Eso
tena que ser. Nnguna otra consderacn poda haber nducdo a
genera brbaro a abandonar un pan tan ambcoso como e de
destrur a Roma. Con a posbdad de un ataque, e futuro de
pagansmo haba adqurdo brantez; con a certdumbre de un
asedo, se suma de nmedato en as ms desconsoadoras
tnebas!
Absmado en esos pensamentos, Upo recorra de un ado a otro
su sotaro refugo, totamente desvanecda ya a exatacn que
e devovera a sus facutades en a maana e perddo vgor de a
|uventud. Vova a sentr os achaques de a ve|ez, vova a
recordar as desgracas que haban hecho de su exstenca un
martro nfnto, vova a advertr a presenca en su nteror de a
ambcn, como un castgo a que estaba condenado a acoger de
buen grado, como una madcn que hubera nacdo para amar.
Afrmar que sus sensacones de momento eran as de reo que
escucha a orden de su e|ecucn habendo estado convencdo de
que sadra bre, es dar una evsma dea de as brutaes
emocones de raba, door y desesperacn que se combnaban
para destrozar e corazn de pagano.
Abrumado por e agotamento fsco y menta, se de| caer a a
sombra de unos arbustos que crecan |unto a a base de as
muraas. A tenddo tan nmv en su pesada astud que a
vda msma pareca habero abandonado, uno de esos grandes
agartos verdes, tan comunes en Itaa, se sub a su hombro.
Atrap a anma dudoso por un momento de s sera de una
espece venenosa y o examn. A prmera vsta descubr que
era de una case nofensva, y o habra anzado e|os sn hacer
ms caso de s no hubera sdo por un detae de su aspecto
que, en medo de a genera rrtacn de su estado de nmo en
ese momento, e produ|o un extrao y sbto pacer contempar.
A travs de a pe transcda y exqustamente moteada de
agarto pudo percbr as pusacones de su corazn, y vo que
ata con voenca a mpusos de a agona de terror que e
causaba verse aprsonado por su mano. Mentras o contempaba
y pensaba cuan repetdamente se vera frustrado un ser tan
pusnme en sus humdes preocupacones, sus pequeos
esfuerzos, sus cortos va|es de un montcuo de herba a otro, por
cen obstcuos que, aunque nsgnfcantes para anmaes de
especes superores, eran, no obstante, de cruca mportanca
para saband|as como , comenz a percbr una anaoga
ncompeta, pero notabe, entre su propo destno y e de ese
pequeo ser de a creacn. Snt que, en su reducda esfera, a
corta vda de humde anma que contempaba seguramente era
vctma de frustracones y desencantos tan seros para e agarto
como as ms severas y destructvas afccones de as que ,l, en
su exstenca, fuera vctma; y a contempar as sutes
pusacones de pequeo corazn batente experment un pacer
crue a advertr que haba en a creacn otros seres, ncuso
agunos de os ms nsgnfcantes, que haban recbdo como
egado parte de sus desgracas, y que sufran unas mga|as de su
desesperacn.
No obstante, a cabo de un corto tempo sus emocones
adoptaron un tono ms adusto y sombro. Se cans de
contempar a anma y o anz e|os de s con despreco. E
agarto desaparec en dreccn a as muraas, y cas a nstante
Upo oy un eve sondo que recordaba e de a cada de
dmnutas partcuas de adro o de una pedra banda, y que
pareca proceder de muro a sus espadas.
Era nexpcabe que ta sondo provnera de una estructura tan
sda. Upo se ncorpor, apart os arbustos y se acerc a a
superfce de as ma|estuosas muraas. Para su sorpresa, se
encontr con que en muchos stos e moho haba carcomdo
tanto e muro que poda extraer fcmente os adros con as
manos. La causa de tenue sondo que escuchara se expcaba
ahora caramente: centos de agartos haban hecho su hogar en
as fsuras entre os adros; e anma a que permtera escapar
haba buscado refugo en una de esas cavdades, y en a prsa de
su huda haba hecho caer varos fragmentos suetos que
rodeaban su escondr|o.
No contento con e descubrmento reazado, Upo se apart un
poco y, cavando a vsta en o ato de muro a travs de agunos
rboes que crecan a os pes de as muraas, vo que su
superfce estaba surcada en muchos ugares por grandes gretas
rreguares, agunas de as cuaes egaban cas hasta su cma.
Adems, advrt que, en un punto, toda a estructura se apartaba
consderabemente de a perpendcuar. Pasmado por o que vea,
tom un pao de sueo y o nsert en una de as gretas ms
pequeas y ba|as, y ogr sn mayores dfcutades ntroducro en
toda su ongtud en e muro, parte de cua pareca hueco, y parte
hecho de os msmos adros carcomdos que atra|eran su
atencn a nco.
Era evdente que, a o argo de varas yardas, toda a estructura o
ben haba sdo construda de modo endebe y neggente, o ben
haba sufrdo en agn momento una sacudda sbta y voenta.
Upo de| e pao enca|ado en e muro para seaar e ugar, y
estaba a punto de retrarse cuando oy os pasos de un centnea
en o ato de as muraas. Sbtamente cauteoso, aunque en ese
momento no habra sabdo expcar por qu, se mantuvo ocuto a
amparo de os rboes y os arbustos hasta que pas e guarda;
despus sa de su escondte tomando todas as precaucones y,
tras retrarse a certa dstanca, se entreg a una sere de
pensamentos graves y absorbentes.
Para que e ector entenda e fenmeno en e que se centraba
ahora a atencn de pagano ser necesara una breve dgresn
acerca de a hstora de as muraas de Roma.
La crcunferenca de a prmera fortfcacn de a cudad,
construda por Rmuo, era de trece mas. No obstante, a mayor
parte de esa gran rea estaba ocupada por campos y |ardnes que
e fundador de mpero haba querdo preservar como terra
abranta, a modo de precaucn contra os dferentes enemgos
que o amenazaban desde e exteror. Con e gradua aumento de
tamao de Roma, sucesvos gobernantes amparon y modfcaron
sus muraas. Pero no fue hasta e renado de emperador
Aureano (270 D.C.) que se efectu una transformacn
mportante o fuera de o comn de as defensas de a cudad. Ese
soberano comenz a ereccn de unas muraas de ventuna
mas de crcunferenca, que fueron fnamente competadas en e
renado de Probo (276 D.C.) y restauradas por Besaro (537 D.C),
y agunas de cuyas seccones pueden admrarse hasta e presente
en as fortfcacones de a cudad moderna.
En a fecha de nuestra hstora (408 D.C), as muraas
permanecan ta como fueran construdas durante os renados de
Aureano y Probo. Eran en o fundamenta de adros; y en
agunas partes, probabemente se haba aaddo a matera
bsco una espece de pedra arensca banda. En varos puntos
de su crcunferenca, en especa en a parte que quedaba detrs
de a Puerta Pncana, as muraas estaban construdas a manera
de arcos, a trechos dspuestos en dos heras, que formaban
profundos nchos. E mtodo empeado para su construccn
haba sdo, por o genera, e opus reticulatum menconado por
Vtruvo, en cuya poca se orgn.
E opus reticulatum conssta en una sere de pequeos adros
(o pedras) undos en nguo, y no de manera horzonta, o que e
daba a a superfce de a muraa e aspecto de una suerte de
sda red. Agunos arqutectos de a antgedad consderaban
que ese modo de construccn no produca resutados duraderos,
y Vtruvo afrma que agunos edfcos en os que o haba vsto
empeado se haban derrumbado. Resuta dfc decdr sobre sus
mrtos sobre a base de as mperfectos muestras de su uso que
se conservan en os tempos modernos. E aspecto actua de as
muraas en esa parte de a cudad, que se conserva an en a
actuadad ncnada con respecto a a perpendcuar y agretada
en agunos ugares cas desde a base hasta a cma, evdenca
que era sn dudas nsufcente para soportar e peso de a adera
de a cona Pncana que se aza nmedatamente detrs, en e
escondr|o sotaro descrto agunas pgnas antes. Los taanos
de nuestros das e dan a esas runas e expresvo nombre de -l
.uro *orte, es decr, E Muro Torcdo.
Ouzs sea oportuno observar que resuta muy mprobabe que
se advrtera a exstenca de esa brecha natura en as defensas
de Roma, o que, de advertrse, fuera consderada con a menor
nquetud o preocupacn por a mayora de sus descudados e
ndoentes habtantes en e perodo en que transcurre esta
narracn. Se supone que era evdente ya en tempos de
Aureano, pero so a mencona Procopo, un hstorador de sgo
VI, quen cuenta que Besaro, en sus ntentos por fortaecer as
defensas de a cudad contra un asedo de os godos, trat de
reparar ese punto db de as muraas, pero se vo mpeddo de
evar adeante sus propstos por e puebo devoto, que decar
que estaba ba|o a persona proteccn de San Pedro y que, en
consecuenca, sera una mpedad arregaro. E genera se
somet sn protestas a a decsn de os habtantes y no
encontr motvos despus para arrepentrse de su fc
conformdad, porque, para empear as paabras de escrtor antes
menconado, "durante e asedo n e enemgo n os romanos
tuveron en cuenta ese punto". Es de suponer que un suceso tan
extraordnaro es otorgara a as muraas e carcter sagrado que
hzo que varas autordades subsguentes se abstuveran de
emprender su reparacn, o que permt que se conservaran
torcdas y ra|adas a todo o argo de as convusones de a Edad
Meda, y que as sgueran hasta nuestros das, para dar fe de a
veracdad de os hstoradores que nctan a curosdad de
antcuaro de va|ero de os tempos modernos.
Retornemos a Upo. Es un rasgo pecuar de carcter de os
hombres que vven sometdos a nfu|o de una dea f|a
dstorsonar nconscentemente cuaquer cosa que atraga su
atencn en e mundo crcundante y reaconara ms o menos
estrechamente con e nco ob|eto que su mente pondera. Desde
que e pagano fuera expusado de Tempo, sus facutades haban
funconado, sn que msmo se percatara de eo, so en o
reaconado con e osado proyecto que era a nca razn de su
exstenca. De ah que, sometdo a a nfuenca de esa parcadad
de sus sentmentos, en cuanto comenz a medtar sobre e
descubrmento que acababa de hacer en a base de as muraas
de a cudad, su mente retorn de nmedato a as ambcosas
refexones que a ocuparan en a maana; y pasados apenas
unos momentos, empez a concebr un atrevdo y pegroso pan
que absorb sus desasosegados pensamentos.
Refexon sobre as pecuardades y a poscn de trozo de
muraa que tena ante s. Aunque a ra|adura ms ancha e
mportante de as que observara en quedaba demasado cerca
de as amenas para acanzara sn e auxo de una escaera,
haba otras pegadas a sueo, que saba, por os resutados de a
prueba que haba hecho, que podan ser ampadas con xto sn
ms nstrumentos que e esfuerzo y a perseveranca. A |uzgar por
e estado de a superfce, e nteror de muro no ofrecera
obstcuos nsavabes a un ntento de penetracn tan parca que
se mtara a una atura y un ancho de unos pocos pes. Las
amenas, ubcadas como estaban entre dos puestos de
acantonamento de sodados, no se veran asatadas por una
muttud curosa. E centnea a cuya vganca estaban
encomendadas sera, a egar a noche, e nco ser vvente que
pasara por e ugar; y a esa hora su atencn necesaramente
estara concentrada dadas as crcunstancas en que se
encontraba a cudad en e panorama que quedaba de otro ado
de as muraas y no en e sueo y a sus espadas. Por tanto,
pareca cosa segura que un hombre cauteoso que traba|ara a
amparo de a noche podra evar a cabo as nvestgacones que
qusera a pe de as muraas.
Examn os arededores. La aparenca de soedad era tota. Los
|ardnes prvados de a cona, stuados ms arrba, mpedan toda
comuncacn por ese ado. So se poda egar a ugar por e
sendero que contorneaba a cona Pncana y a base de as
muraas. Dadas as condcones que mperaban en a cudad, no
era probabe que nade acudera a ese sto sotaro, desde donde
nada se vea, y donde poco se oa, en vez de mezcarse con a
estmuante confusn que renaba en as caes o dedcarse a
observar e campamento de os godos desde as poscones en o
ato de as muraas, que a todos es resutaban fcmente
accesbes. Adems de carcter candestno que a soedad de
ugar e garantzaba a cuaquer abor que en se emprendera,
os rboes y a maeza que cubran su parte ms e|ana, y que
ocutaran totamente a un ntruso durante a oscurdad de a
noche de a ms penetrante observacn desde o ato de a
muraa, consttuan una venta|a adcona.
Hechas esas refexones, no dud de que un hombre astuto y
decddo pudera ampar mpunemente cuaquera de as gretas
de a parte nferor de extremo ms ae|ado de as muraas hasta
hacer un orfco o bastante grande como para permtr e paso de
una persona, atravesaras hasta su superfce exteror y partr de
a cudad y egar a campamento godo con a bertad que as
puertas cerradas es negaban ahora a todos os cudadanos por
gua. Para una mente comada de aspracones como as de
pagano, descubrr que e asunto resutaba practcabe equvaa a
decdr de modo rrevocabe su nmedata e|ecucn. Resov
comenzar su abor en as muraas en cuanto egara a noche;
buscar s a abertura resutaba y o favoreca a oscurdad a
tenda de Aarco; y una vez a, nformare a rey godo sobre a
debdad de as defensas de a cudad y as dapdadas
condcones de as fortfcacones ba|o a cona Pncana, e nsstr
en que e pago por su tracn fueran as segurdades de |efe
brbaro (que no dudaba que e seran nmedata y
venturosamente conceddas) de que destrura as gesas
crstanas, saqueara os benes de os crstanos y masacrara a
os sacerdotes crstanos.
Se retr en senco de ugar sotaro que se haba convertdo
ahora en e centro de sus renovadas esperanzas y, de nuevo en
as caes de a cudad, proced a hacerse de un nstrumento que
e factara a abor que pronto emprendera, y de amentos que
e deran fuerzas para evar a cabo os esfuerzos paneados, para
evtar e pegro de que se o mpdera a fatga. A pensar en o
osado de a tracn que proyectaba, vov a sentr a exatacn
de a maana. Todos sus ntentos prevos de renstaurar e
pagansmo resutaban nsgnfcantes ante este nuevo pan. La
defensa de Tempo de Seraps, a conspracn de Ae|andra, a
ntrga con Vetrano eran os esfuerzos de un hombre; pero esta
proyectada destruccn de os sacerdotes, as gesas y os
tesoros de toda una cudad por ntermedo de un poderoso
e|rcto movdo por as maqunacones de un soo ndvduo sera
a desumbrante obra de un dos!
Las horas transcurreron entas. E so recorr espnddo e
frmamento y fnamente se puso, entre nubes ro|as y oscuras.
Despus renaron e senco y as tnebas. Las fogatas de os
centneas godos se encenderon una tras otra en e are fosco. Se
dob a guarda en os dferentes empazamentos. Se desao| a
gento de as amenas de as muraas, y en as fortfcacones de
a gran cudad so reson e eco de os pasos de os ncansabes
centneas o e entrechocar de armas procedente de as dstantes
cuartees dstrbudos a o argo de as ma|estuosas muraas.
Fue entonces cuando Upo ogr egar a su destno con toda
cautea, por as caes menos frecuentadas, sn que nade o
advrtera. E ugar, sotaro y pantanoso, estaba envueto en
espesos vapores. Lo nco vsbe era e vago e ncerto contorno
de os paacos stuados en o ato, y a masa, tan sumda en as
tnebas que seme|aba tambn una oscura capa de bruma, de
as fortfcacones agretadas. En e rostro de pagano se dbu|
una sonrsa de compacenca cuando advrt e espeso manto,
tan oportuno, en que o envova a atmsfera. Avanz a tentas
entre a maeza hasta egar a a base de as muraas. La recorr
entamente, mdendo a tacto e ancho de as dferentes
ra|aduras que acanzaba con e brazo extenddo. A cabo se
detuvo |unto a una mayor que as dems, se sac de entre os
vestdos, donde a traa escondda, una ancha barra de herro
aguzada por uno de sus extremos y comenz a traba|ar en a
greta.
E azar o haba evado a ugar me|or adaptado a sus propstos.
E nco obstcuo en ese sto eran unos espesos herbazaes y
unas maezas de poca atura cerca de as muraas; e sueo
estaba cuberto sobre todo de un csped mudo y hmedo. De
ah que cuando afo|aba con todo cudado os adros, estos a
caer no hacan ms rudo que un eve sseo a rozar as ramas por
entre as cuaes descendan a sueo. Aunque e sondo era
nsgnfcante, despert a aprensn de receoso pagano. Puso a
un ado a barra de herro y se deshzo de a maeza arrancndoa
de raz o partendo sus ramas, hasta que ogr hacer un caro de
agunos pes de argo frente a a base de as muraas. A
contnuacn se dspuso a rencar su penosa abor y, con as
manos sangrantes por as herdas causadas por as espnas que o
hncaran a dsponer de a maeza, contnu su faena en e muro.
Prosgu su tarea con tota mpundad, ya que as tnebas o
protegan de mradas ndscretas; nade se acerc a nterrumpro
en e deserto escenaro de sus operacones; y de os dos
centneas apostados cerca de segmento de a muraa que era e
centro de todos sus esfuerzos, uno permaneca nmv en e
extremo ms ae|ado de trecho que deba vgar, y e otro ba y
vena sn descanso por as amenas entonando una cancn
dsparatada y errtca sobre a guerra, as mu|eres y e vno, que,
por ms bertad que e consntera a sus rganos de a vsn,
obstacuzaba e vgante empeo de su sentdo de odo.
Uno tras otro, os adros cederon ante os vgorosos y
oportunos esfuerzos de Upo. Ya haba aberto un orfco obcuo,
o bastante grande para deszarse por , y se aprestaba a
amparo, cuando un trozo de matera carcomdo de nteror de
muro ced sbtamente a una presn accdenta de su barra de
herro y se hund entamente haca adentro, hasta caer en e
fondo que, a |uzgar por os eves sondos que produ|o, deb
haber estado compuesto por una mezca de agua, sueo
pantanoso y fragmentos de adros carcomdos. Despus de
escuchar atentamente para asegurarse de que e eve rudo
ocasonado por e hecho no haba egado a odos n pcado a
curosdad de os neggentes centneas, Upo se ntrodu|o a
rastras en e orfco que haba hecho, tanteando e camno con su
barra de herro, hasta que toc e borde de una sma a cuyas
profunddades no egaba su bcuo, y cuyo ancho no pudo
cacuar.
Se detuvo, rresouto; as tnebas que o rodeaban eran
mpenetrabes; por sus pernas trepaban sapos y otras saband|as
vocngeras. La humedad de ugar comenz a penetraro hasta
os huesos; o excesvo de sus esfuerzos prevos haca tembar
todo su cuerpo. Sn uz, no poda ntentar segur su camno n
averguar e tamao y a profunddad de a fosa que haba
contrbudo a abrr. La noche avanzaba y a neba se dspaba
veozmente; era necesaro adoptar una decsn antes de que
fuera demasado tarde. Sa reptando de orfco. En ese
momento, e centnea se detuvo exactamente encma de donde
se encontraba e pagano e nterrump sbtamente su cancn.
Se produ|o un nstante de senco durante e cua e ama de Upo
se estremec a mpusos de una aprensn tan vvda como a
que atera en e corazn de desprecado agarto, cuya fuga haba
sdo a gua que o evara a reazar su descubrmento en as
muraas. No obstante, a cabo de un momento oy a voz de
sodado que e comentaba contento a otro centnea:
Camarada, ves a una? Est saendo para aegrarnos a
guarda.
Nada se haba descuberto! Segua a savo! Pero, s permaneca
|unto a orfco hasta que a uz de a una dspara a neba, qu
segurdad tendra de que no o detectaran? Estaba convencdo
de que deba marcharse!
Ou mportaba una noche de ms o de menos para un proyecto
como e suyo? Pasaran meses quzs antes de que os godos se
retraran de as muraas. Me|or aceptar un retraso que
arresgarse a ser descuberto. Decd abandonar e ugar y
regresar a noche sguente armado de una nterna cuya uz
pudera mantener ocuta hasta penetrar en e orfco. Una vez a,
resutara nvsbe para os centneas en o ato: ea o guara
para savar todos os obstcuos y o preservara de todos os
pegros. Estaba convencdo de que a pesar de su espesor, e
nteror de as muraas estaba en condcones tan runosas como
su superfce. Bastaba con a cautea y a perseveranca para
garantzares a sus esfuerzos e ms rpdo y competo xto.
Esper hasta que e centnea retorn a mte ms dstante de su
zona de guarda, y despus, tras recoger sn hacer nngn rudo a
maeza arrancada a su arededor, cubr con ea a entrada de
orfco en a superfce de a muraa y os fragmentos de adro
que haban cado sobre e csped. Hecho eso, vov a prestar
odo para asegurarse de que nade o haba vsto; y entonces,
andando con e mayor sgo, se march por e sendero que
contorneaba a cona Pncana.
Fuerza, pacenca y a noche de maana! must e pagano
a ncorporarse a as caes de a cudad y sumarse una vez ms a
os cudadanos de Roma.
CAPT"LO )I
EL RE#RESO DE #OIS$INT%A
Era de maana. E so haba sado, pero su uz estaba
parcamente oscurecda por espesos nubarrones que ya cubran
ceudos a cardad que uchaba por abrrse paso en e horzonte
de evante. E buco y a anmacn de nuevo da se propagaban
graduamente por todos os rncones de campamento godo. La
nca tenda cuya cortna permaneca an cerrada, y en cuyas
proxmdades no se congregaba nngn grupo atareado atrado
por una dscusn o convocado por una tarea era a de
Hermanrco. E |oven caudo permaneca de pe |unto a as
brasas agonzantes de su hoguera, acompaado por dos
guerreros a os que pareca dares agunas nstruccones
apresuradas. Su rostro expresaba nquetud y descontento, y
aunque reprm parcamente esas emocones mentras estuvo
en presenca de sus compaeros, eas se tornaron perfectamente
vsbes, no so en su sembante, sno tambn en sus maneras,
cuando o de|aron a soas veando ante su tenda.
Durante un tempo camn de un ado a otro con paso reguar,
mentras mraba nqueto haca as neas occdentaes de
campamento y de vez en cuando mustaba para s una rpda
excamacn de duda e mpacenca. Con e prmer hto de a
nueva maana haban comenzado a desvanecerse as decosas
medtacones que o ocuparan |unto a su hoguera durante as
horas de oscurdad de a noche. Y ahora, cuando e esperado
retorno de Gosvntha se haca cada vez ms prxmo, su magen
haca hur de a mente de guerrero todo resto de as apacbes y
feces cavacones en as que estuvera sumdo hasta entonces.
Mentras ms pensaba en su fata promesa, en a naconadad de
Antonna, en sus deberes para con e e|rcto y e puebo a os que
perteneca, ms dudosa e pareca a posbdad de ofrecere una
proteccn permanente a a |oven romana sn correr e resgo de
envecerse como godo y perderse como guerrero; y ms severa y
omnosa resonaba en sus odos a nnegabe verdad de o que
Gosvntha e echara en cara a partr: "Debes recordar tu
promesa; no podras savara aunque quseras!"
Cansado de unas cavacones que no hacan ms que ahondar su
meancoa y aumentar sus dudas, y deseoso de sumergrse en un
ovdo tempora e usoro de as omnosas refexones que o
embargaban a pesar de s msmo aprovechando mentras e
estaba an conceddo ese dsfrute a compaa de su
desdchada protegda, se encamn a su tenda, apart as
pesadas y gruesas cortnas de pees de anmaes que cubran su
entrada y se acerc a rudo echo en e que Antonna an dorma.
En ese momento, mentras contempaba a a |oven dormda, un
rayo de so, tmdo e ncerto, atraves os nubarrones y se co
por a entrada de a tenda. Transt su fudo curso por a mano y
e brazo desnudos de a |oven, revoote sobre su pecho y su
cueo, y ba con un respandor fresco y fugurante su rostro
nmv y sereno. Poco a poco Antonna comenz a mover os
membros, sus abos se entreabreron suavemente en una meda
sonrsa, como s agradecera e saudo de a uz; entorn
geramente os o|os, y despus, desumbrada por a cardad que
penetr por entre sus prpados abertos, vov a cerraros
temborosamente. A cabo de unos momentos, totamente
desperta, se hzo sombra con as manos sobre e rostro y,
sentndose en e echo, se percat de a mrada de Hermanrco,
que a contempaba f|amente con trsteza.
Tu brante armadura, tu nombre goroso y tus padosas
paabras me han acompaado hasta en ms sueos e d|o
Antonna con are de sorpresa, y ahora, cuando desperto,
vuevo a verte ante m! Es una fecdad que me d a benvenda
e so que me ha aegrado toda a vda, y que sea para verte a ti,
que me has brndado un refugo en m nfortuno! Pero, por qu
contnu con voz aterada e nqustva, por qu me mras con
o|os de duda y de trsteza?
Dormste ben, bre de todo pegro d|o Hermanrco evasvo
. Cerr a entrada de a tenda para protegerte de a humedad
de a noche, pero ahora a abr, porque e so ya entba e are...
Ests cansado de vear? o nterrump Antonna,
ponndose de pe y contempando nqueta su sembante.
Pero Hermanrco no e respond. Su rostro estaba vueto haca a
puerta de a tenda. Pareca esperar agn sondo. Era evdente
que no haba odo su pregunta. Antonna sgu a dreccn de sus
o|os. E panorama de a gran cudad, a medas umnada, a
medas a oscuras, segn sus mares de edfcacones refe|aran
a uz de so o retuveran as sombras de as nubes, tra|o a su
mente de nuevo su petcn de a noche anteror reatva a a
segurdad de su padre. Puso su mano sobre e brazo de su
compaero para atraer su atencn y contnu de nmedato:
No has ovdado o que te ped anoche? E nombre de m padre
es Numerano. Vve en a cona Pncana. Svao, Hermanrco,
svao! Recuerda tu promesa!
A ora, e |oven guerrero ba| os o|os y un rreprmbe
estremecmento sacud todo su cuerpo. La tma frase de a
petcn de Antonna era exactamente gua a una spca que
oyera antes de otros abos y en otros acentos, y que an
permaneca en su memora. Antonna e haca a msma exgenca
Recuerda tu promesa, que e panteara Gosvntha para
nstaro a asesnato. La petcn de afecto concua en os
msmos trmnos que a petcn de a venganza. A pensar en
ambas, a pedad humana de una y a cruedad demonaca de a
otra se azaron en snestro y sgnfcatvo contraste en a mente
de godo, anuncndoe todos os pegros de enfrentamento que
se producra a regreso de Gosvntha y dspando de modo
nstantneo as tmas esperanzas que se haba atrevdo a
acarcar con respecto a a fugtva.
No se ha ordenado e ataque a a cudad; no se pretende
atacar. La vda de tu padre est a savo de as espadas de os
godos repc sombro en respuesta a as tmas paabras de
Antonna.
La |oven se apart unos pasos de mentras e deca esas
paabras y recorr a tenda con o|os pensatvos. E hacha de
guerra que Hermanrco bandera durante a escena de a noche
anteror yaca an en e sueo en un rncn. A vera, regres a su
mente un torrente de recuerdos terrbes. Experment un
voento sobresato, un cambo sbto se oper en su rostro, y
cuando vov a drgrse a Hermanrco o hzo con abos
temborosos y con paabras cas nntegbes.
Ya s por qu me mras con are tan sombro d|o; esa
mu|er va a regresar! Estaba tan absorta en ms sueos y en ms
pensamentos sobre m padre y sobre t, y en ms esperanzas
para os das venderos, que a despertar a haba ovdado. Pero
ahora o recuerdo todo! Va a regresar o veo en tus o|os
entrstecdos, va a regresar para asesnarme! Morr ahora
que confaba tanto en m vda futura! No podr ser fez! Nunca!
Nunca!
E sembante de godo comenz a ensombrecerse. Must para s
varas veces:
Cmo puedo savara?
Durante unos breves mnutos en a tenda ren un profundo
senco, roto so por os soozos de Antonna. Hermanrco se
vov a cabo de unos nstantes para mrara. La |oven se cubra
os o|os con as manos, as grmas corran por entre sus dedos
entreabertos, su pecho se agtaba como s sus emocones
estuveran a punto de abrrse paso a exteror de forma papabe,
y sus membros tembaban de ta forma que cas no se sostena
en pe. A vera as, Hermanrco rode nconscentemente con su
brazo a fgura esbeta, e apart suavemente as manos de rostro
y e d|o, aun cuando en su corazn no crea en as paabras que
pronuncaba:
No tengas temor; confa en m!
Cmo puedo permanecer tranqua? excam Antonna
azando os o|os a rostro de |oven caudo con una mrada de
spca. Anoche estaba tan contenta, me senta tan segura,
tena tantas esperanzas para e porvenr! Y ahora tu are de
pesar, tu voz dubtatva me dcen que para apacguar m angusta
me has prometdo ms que o que puedes cumpr! La mu|er que
te acompaa tene un poder tan enorme sobre ambos que resuta
terrbe hasta pensar en ! Regresar, ograr que tu corazn
desterre de toda su compasn, me cavar os o|os con su
mrada tembe, me matar a tus pes! Morr despus de todo o
que he sufrdo y todo o que he esperado! Ah, Hermanrco,
escapemos ahora que todava estamos a tempo! * no ests
hecho para derramar sangre; t eres demasado compasvo para
eso! Dos no te hzo para destrur! No puede ser que propendas
a a cruedad y e door, porque me ayudaste y me protegste!
Huyamos! Te segur adondequera que vayas! Har o que me
pdas! Ir contgo ms a de esas dstantes y respandecentes
montaas que estn a nuestras espadas, a una terra extraa y
e|ana; porque en todas partes hay cosas beas; en toda a
superfce de este mundo vasto y ancho hay bosques en os
cuaes vvr y vaes a os cuaes amar!
E godo a contemp con trsteza cuando ca, pero no e do
nnguna respuesta. Las tnebas se espesaban en su corazn; as
fasas paabras de consueo mureron en sus abos.
Pensa en cuntas cosas pacenteras dsfrutaramos, en
cuntas veramos! contnu a |oven con voz queda y supcante
. Seramos bres para r adonde qusramos; nunca estaramos
soos, n trstes, n cansados! Yo te escuchara da tras da,
mentras me contabas hstoras de pas donde naceron os tuyos!
Te cantara duces cancones que he aprenddo a tocar en e
ad! Ah, cunto he orado en m soedad por evar una vda as!
Cmo he anheado esa bertad y ese aegra! Cmo he pensado
en as terras e|anas que vstara, en as feces nacones que
descubrra, en os ares de montaa que resprara, en os ugares
sombreados en os que reposara, en os ros cuyo curso segura,
en as fores que pantara y os frutos que recogera! Cmo he
ansado una exstenca as! Cmo he anheado un compaero
que a dsfrutara tanto como yo! Nunca has sentdo ese gozo que
he magnado, t que has tendo bertad para r adonde has
querdo? Vaymonos de este ugar y yo te ensear a sentro, s
no o has hecho. Ser tan pacente, tan obedente, tan fez!
Nunca estar trste, nunca me que|ar; pero huyamos,
Hermanrco, huyamos mentras podemos! Me retendrs aqu
para que me maten? Me de|ars partr soa a ancho mundo?
Recuerda que as puertas de a cudad y as de m hogar estn
cerradas para m! Recuerda que no tengo madre y que m padre
me ha arro|ado de su ado! Recuerda que soy una forastera en a
terra que fue hecha para m dsfrute! Pensa en cuan pronto
regresar a mu|er que ha |urado asesnarme; pensa cuan terrbe
es temer a muerte; y mentras an podemos, partamos,
Hermanrco. Hermanrco, s te compadeces de m, partamos.
Se agarr as manos y az os o|os a rostro de guerrero con
mrada mporante. A sus sentdos, aguzados como estaban por e
pegro, as maneras de Hermanrco e haban resutado ms
eocuentes que o que o huberan sdo sus paabras, ncuso de
habere confesado a causa de as dudas y as aprensones que
oprman su mente. No haba testmono ms papabe de a
nocenca de carcter de a |oven y de a recusn en que
transcurrera su vda, que su ntento de combnar su huda de a
fura de Gosvntha con a adquscn de un compaero como e
godo. Pero a a |oven desamparada y afectuosa que se vea
anzada de repente, sn un amgo, a un mundo host una
desconocedora de as eyes que pautaban a vda soca de sus
pr|mos, poda acaso e corazn dctare naturamente otro
deseo que a ansedad por procurarse un compaero despus de
haber haado a un protector? En a nocenca de su carcter, en a
absouta gnoranca de a humandad, de a nfuenca de as
costumbres, de a adecuacn de os sentmentos a as
dferencas de os sexos, magnaba vanamente que a tranqua
exstenca que e haba descrto a Hermanrco bastara para ograr
sus fnes, ya que e resutara guamente atractva a , un
guerrero y un godo, que a ea, una |oven sotara, refexva y
vsonara. Y, sn embargo, tan extraordnara era a ascendenca
que haba ogrado en e corazn de |oven caudo con a maga
de su presenca, a frescura de su beeza y a novedad de sus
maneras, que ste, que habra apartado de su ado con desdn a
cuaquer otra mu|er que e hubera drgdo una petcn como a
de Antonna, ba| os o|os con pesar haca e rostro de a |oven
cuando ea ca, y por un nstante dud acerca de qu hacer.
En ese momento, cuando a atencn de ambos estaba f|a en e
otro, una tercera persona se acerc subreptcamente a a
entrada de a tenda y, a veros as |untos, romp en una rsa
amarga e nsutante. Hermanrco az os o|os a nstante, pero e
sondo de esa voz spera y poco femenna e haba resutado
totamente eocuente a Antonna. Escond e rostro en e pecho
de godo y must sn aento:
Ha vueto! Morr! Morr!
En efecto, haba vueto! Vo a Hermanrco y a Antonna en una
poscn que no de|aba ugar a dudas de que durante su ausenca
haba nacdo en e corazn de su parente un sentmento ms
profundo que e mero deseo de proteger a a vctma de su
proyectada venganza. Hora tras hora, mentras cumpa sus
deberes |unto a echo de os sodados enfermos de Aarco, haba
medtado en sus proyectos de revancha y sangre. N a
enfermedad n a muerte que haba contempado a su arededor
haban e|ercdo una nfuenca o bastante potente sobre a terca
ferocdad que era ahora o nco que anmaba su natura, para
ncnara a a compasn o amedrentara hasta e
arrepentmento. Robustecdas por a demora e ncrementadas
por a frustracn, as maas pasones que a consuman no haban
hecho ms que aumentar su fuerza y despertar sus energas ms
atentes durante a sencosa vga que acababa de reazar. La
noche anteror haba detestado a a |oven por su naconadad;
ahora a odaba por s msma.
Ou haces t con os atavos de un guerrero godo? excam
burona, apuntando a Hermanrco con un argo cucho de caza
que evaba en a mano. Ou haces t en un campamento
godo? Ve y arrodate a as puertas de Roma, mpraes de
rodas a os guardas que te admtan entre sus cudadanos; y
cuando te pregunten por qu, mustraes a esa |oven! Des que
a amas, que queres casarte con ea; que no te mporta que os
suyos hayan asesnado a tu hermano y a sus h|os! Y despus,
cuando t tambn tengas h|os, bastardos godos contamnados
con sangre romana, s tu msmo romano de corazn y mndaos
a termnar o que os concudadanos de tu esposa de|aron por
hacer en Aquea: mndaos a asesnarme!
Ca por un momento y de| escapar una carca|ada mordaz.
Entonces, su humor camb de repente, avanz unos pasos y
contnu en tono ms ato y severo:
Has roto tu promesa; me has mentdo; has ovdado tus
nfortunos y os mos; pero an recuerdas o que te d|e anoche
a partr! Te d|e que haba que sacrfcara; y ahora que te negas
a vengarme, har buenas ms paabras matndoa con ms
propas manos! Para defendera a ella, tendrs que asesnarme a
m. Tendrs que derramar su sangre o la ma!
Do un paso a frente, se az en toda su ma|estuosa estatura,
sus mscuos se tensaron cuando evant os brazos desnudos
sobre a cabeza. Durante un nstante cav os o|os
reampagueantes en a fgura encogda de a |oven; despus, de
nmedato, se abaanz sobre ea y trat de asestare una
cuchada feroz a su cueo desnudo. Cuando e arma descenda,
Hermanrco e agarr a mueca. Gosvntha uch con furor para
sotarse, pero no o ogr.
E sembante de |oven guerrero, que a mraba, se cubr de una
padez de muerte. Durante unos mnutos recorr ansoso a
tenda con a vsta, presa de una agona de desconcerto y
desesperacn. E confcto de ntereses entre su deber para con
su hermana y su preocupacn por savar a Antonna atenazaba
su corazn hasta perturbaro por competo. Vac un momento
ms, y durante ese corto apso, e despotsmo de a costumbre
tuvo fuerza sufcente para avasaar os dctados de a
compasn. Le grt a a |oven, a tempo que retraba e brazo
que hasta ese momento e srvera de apoyo a Antonna:
Vete! Ten pedad de m! Vete!
Pero ea n se percat de que e hababa n o escuch. Se de|
caer de rodas a os pes de a mu|er y en voz ba|a y
que|umbrosa pronunco con voz vacante as sguentes paabras:
Ou he hecho para merecer a muerte? No fu yo quen
asesn a tus h|os; nunca he vsto un no a que no amara de
nmedato; s hubera vsto a tus h|os, os habra amado tambn!
S hubera conservado a h|o que sav de a masacre y te
huberas acercado a repc con fereza a mu|er,e habra
enseado a gopearte con sus mantas! S e huberas habado, te
habra escupdo en respuesta... as!
Aunque temborosa, exhausta y aterrada, a |oven snt e nsuto
y a sangre romana afuy a sus pdas me|as. Se vov haca
Hermanrco, o mr con are supcante, ntent habare y
despus, de|ndose caer a sueo, comenz a orar amargamente.
Por qu e oras, y e supcas y e habas? ch Gosvntha
apuntando a Hermanrco con a mano que conservaba bre. No
tene n vaor para protegerte n honor para ayudarme. Acaso
crees que me conmovern tus grmas y tus ruegos? Pues te
dgo que os tuyos mataron a m esposo y a ms h|os, y que te
odo por eso. Te dgo que has seducdo a Hermanrco hasta
hacero amar a una romana y consegur que me tracone, y que
por eso te matar! Te dgo que no hay a todo o argo y o ancho
de este mpero ser vvente que eve a sangre de tu pas, o e
nombre de tu nacn, que no destruyera yo s estuvera en m
poder! S os rboes msmos de ese camno que ves a
puderan sentr, es habra arrancado a corteza de tronco con ms
propas manos! S un p|aro de estos ceos hubera voado a m
pecho, manso y |uguetn, o habra apastado a ms pes! Y crees
que t escapars? Crees que no vengar en ti a muerte de m
esposo y de ms h|os?
A habar, abr mecncamente as manos. E cucho cay a
sueo. Hermanrco se agach a nstante y se hzo de . Por un
momento Gosvntha o mr frente a frente, ya sn que a
su|etara, nmv, muda. Entonces, como sobresatada por una
dea sbta, avanz haca a entrada de a tenda, y con tono de
magno trunfo, e drg as sguentes paabras:
No ogrars savara! Eres ndgno de tu nacn y de tu
nombre! Les revear a tus hermanos de campamento tu
cobarda y tu tracn! Y sa correndo de a tenda mentras
es grtaba a unos |venes guerreros que pasaban a corta
dstanca: Vend! Vend! Frtgerno, Athanarco, Coas,
Suerdo, Wtherco, Fravtta! Rpdo, aqu! Hermanrco tene una
cautva en su tenda, una prsonera a quen os gustar ver! Aqu!
Aqu!
En e grupo a que se drga se encontraban agunos de os
esprtus ms turbuentos y despreocupados de e|rcto godo.
Acababan de reevaros de sus deberes de a noche pasada y
gozaban de bertad para satsfacer a petcn de Gosvntha.
Apenas haba esta acabado de habar cuando se voveron y se
drgeron presurosos a a tenda, mentras e grtaban a
Hermanrco que sacara a a prsonera a are bre para vera.
Probabemente esperaban dvertrse con e rdcuo terror de
aguna escava romana a quen su compaero descubrera
acechante en os suburbos desertos, porque cuando entraron en
a tenda y no veron ms que a fgura encogda de a acongo|ada
|oven, hncada en terra a os pes de Hermanrco, se detuveron
como un soo hombre y mraron a su arededor presas de un
asombro mudo.
Mrada! excam Gosvntha rompendo e momentneo
senco. Esa es a prsonera romana que este vaente ha
consegudo! Por esa na temborosa ha ovdado os odos de su
puebo! Ya e mporta ms que su e|rcto, su genera y sus
compaeros. /osotros habs veado durante a noche a as
puertas de a cudad, mentras que ,l ha guardado e sueo de a
doncea romana! No espers que vueva a partcpar de vuestras
faenas o a mezcarse en vuestros paceres. Aarco y sus
guerreros ya no cuentan con sus servcos: su futuro rey est
aqu encogdo a sus pes!
Gosvntha haba confado en despertar a ra y os ceos de sus
rudos nterocutores; pero e resutado de sus venenosas buras
no estuvo a a atura de sus esperanzas. E humor de momento
nct a os |venes a as chanzas, acttud nfntamente ms
negatva para os ntereses de Antonna con respecto a
Hermanrco que as amenazas o as recrmnacones. Recuperados
de su desconcerto nca, romperon en estruendosas y unnmes
carca|adas.
Marte y Venus capturados in (raganti! Pero, por San Pedro, no
veo a Vucano con su red! excam Fravtta, a quen, como
haba servdo en e e|rcto romano y adqurdo en un vago
conocmento de a antgua mtooga y de a potca moderna de
mpero, sus compaeros o tenan por e ngeno de batan a
que estaba asgnado.
Me gusta su fgura buf Frtgerno, un ggante pesado y
femtco, famoso por su mperturbabe buen humor y su
capacdad a a hora de beber. Es tan poquta cosa y est tan
debta que Hermanrco a puede empaquetar en su equpa|e y
evara sobre os hombros adondequera que vaya!
Con qu maas pensas t, ve|o chupador de pee|os de vno,
que ograr a dobe hazaa de conservara so para s y de
mantenera sempre caente? o nterrump Coas, un
muchacho atoondrado, cooradote, de decss aos, a quen se
e conceda e prvego de a mpertnenca en atencn a su
edad.
Es ortodoxa o arrana? pregunt con are grave Athanarco,
quen se vanagoraba de sus conocmentos teogcos y su
extraordnara regosdad.
Y qu peo tene! excam Suerdo, sarcstco. Es tan
negro como e de os cabaos de un escuadrn de hunos!
Mustranos su cara! Ou tenda vstar despus? grt
Wtherco con una carca|ada nsoente.
La ma! contest Frtgerno con are de compacenca.
Cmo dce e estrbo de a cancn...? "E dnero y e vno traen
a bedad a m camno!" Yo tengo ms de ambas cosas que
cuaquera de vosotros. Ir a mi tenda!
Durante e curso de esas torpes bromas que se sucederon a toda
veocdad, e desdn que expresara a prncpo e sembante de
Hermanrco se vo graduamente susttudo por un taante de ra
rreprmbe. A or as paabras de Frtgerno, perd todo contro
sobre s msmo y avanz amenazante, espada en mano, en
dreccn a afabe ggante, que no hzo ademn de retroceder o
defenderse, sno que excam en tono concador:
Pacenca, hombre! Pacenca! Mataras a un ve|o camarada
porque te gasta unas bromas? Te envdo a buena suerte como
amgo, no como enemgo!
Tras ceder a a necesdad de ba|ar su espada ante un hombre
ndefenso, Hermanrco comenzaba a respondere arado a
Frtgerno cuando ahogaron su voz as agudas notas de una
trompeta que sonaron cerca de su tenda. E grupo de bromstas
que todava rodeaba a |oven godo entend de nmedato a
sea. Todos voveron as espadas y se retraron a nstante.
Acababa de sar e tmo cuando e msmo veterano que habara
a noche anteror con Hermanrco tras a partda de Gosvntha
entr en a tenda y e drg as sguentes paabras a |oven
caudo:
Se te ordena apostarte, con a dvsn que ya te espera, en un
ugar que te mostrar un gua haca e este de tu poscn actua.
Aprstate a partr de nmedato; no tenes n un nstante que
perder!
Cuando oy as paabras pronuncadas por e ancano,
Hermanuco se vov a mrar a Gosvntha. Mentras
permaneceron os godos en a tenda se haba mantendo
sentada escuchando sus rudas bromas con ra reprmda y desdn
mudo; ahora se ncorpor y avanz unos pasos. Pero, de repente,
su avance se torn nustadamente vacante; su rostro padec;
su respracn se hzo agtada y traba|osa.
Dnde a esconders ahora? excam drgndose a
Hermanrco y amenazando a a |oven con as manos extenddas.
Abandnaa en manos de tus compaeros o d|amea a m; en
ambos casos est perdda! Trunfar, trunfar!
En ese momento su voz se convrt en un murmuo nntegbe;
se tambae sobre sus pes. Era evdente que e proongado
tumuto de pasones que expermentara durante a noche en vea,
y as feras y varadas emocones de a maana, sbtamente
evadas a una crss por su exutacn a or e fata mensa|e de
ancano guerrero, por fn haban resutado superores a as
energas hasta de su poderosa consttucn. Trat todava durante
unos momentos de avanzar, de habar, de arrancare de as
manos a Hermanrco e cucho de caza; un nstante despus,
cay conscente a sus pes.
Trastornado cas hasta a ocura por as sucesvas pruebas
sufrdas a furosa decsn de Gosvntha de torcer sus
propstos todava fresca en su mente, as paabras buronas de
sus compaeros an resonantes en sus odos, su atencn
demandada sn reserva o demora por nexorabes deberes
Hermanrco sucumb a fn a as dfcutades de su stuacn y
abandon presa de a desesperacn toda esperanza de savar a
a |oven. Sea en dreccn a agunos amentos que estaban en
un rncn de a tenda y a os campos crcundantes, y e d|o a
Antonna con voz entrecortada y sombra:
Toma esas provsones y huye ahora que Gosvntha no puede
persegurte! Me resuta mposbe segur protegndote!
Hasta ese momento, Antonna haba mantendo e rostro ocuto y
haba permanecdo arrodada en e sueo, nmv savo cuando
un estremecmento recorr su cuerpo a escuchar as bromas
groseras y burdas de os godos; y muda, a no ser porque cuando
Gosvntha cayera a sueo sn sentdo haba de|ado escapar una
excamacn de terror. Pero ahora, a or su sentenca de desterro
de os msmos abos que a noche anteror e prometeran abrgo
y proteccn, se ncorpor a nstante y e anz a |oven godo una
mrada de una trsteza muda y una desesperacn taes que este
retroced nvountaramente; y despus, sn derramar una
grma n de|ar escapar un suspro, sn una mrada de reproche n
una paabra de spca, petrfcada y dobegada por un trance de
terror y congo|a absoutos, abandon a tenda.
Apresurando sus preparatvos con a energa nconscente de un
hombre decddo a desterrar sus pensamentos medante a
accn, Hermanrco se cooc a a cabeza de sus tropas y abr a
marcha rpdamente en dreccn a este, ms a de a Puerta
Pncana. Dos de sus asstentes que entraron por azar en a tenda
tras su partda, a ver a Gosvntha an tendda en e sueo, a
trasadaron a a seccn de campamento ocupada por as mu|eres
que acompaaban a e|rcto; y despus, e reducdo y acogedor
entodado que hcera as veces de hogar de godo, y que en tan
pocas horas fuera testgo de una racn tan eevada de mseras
humanas y de un despegue tan fero de humanos confctos,
qued tan muda y sotara como a campa deserta en a cua
Antonna se vea ahora condenada a buscar refugo y hogar.
CAPT"LO )II
EL PASO DE LAS M"RALLAS
Ou hermosa noche, Babo! Toda uz de una y nada de
neba! Anoche estuve de guarda en a Puerta Osta y cas me
asfxa a nebna.
S hcste guarda anoche en a Puerta Osta, estabas en me|or
sto que ahora. Las muraas son aqu tan sotaras como unas
runas de provnca. A a espada no tenemos ms que a cona
Pncana; a frente, os suburbos vacos; a os ados, adros y
pedra; y en nuestro puesto, so nosotros msmos. Oue me
crucfquen como a San Pedro s exste otro ugar en todas as
muraas tan aburrdo y sotaro como este!
T eres de os que encontraran ago de qu que|arse s te
ao|aran en aguno de os paacos que se ven a. Es certo que e
ugar es sotaro; pero s resuta aburrdo o no depende de
nosotros, sus honorabsmos ocupantes. En o que a m
concerne, estoy decddo a contrbur a su anmacn medante a
oabe empresa de regaarte, m descontentadzo amgo, con una
sere nfnta de os cuentos por os cuaes, o dgo sn nnguna
vandad, se me ceebra a o argo y ancho de os cuartees de
Roma.
T hars todos os cuentos que queras, pero n magnes que
voy a formar parte de tu audtoro.
Atndeme o no, como te pazca. Aunque no me escuches,
expcar ms cuentos para no perder a prctca. Se os contar a
estos muros, o a are, o a os dfuntos doses y dosas de a
antgedad, s es que se cernen furosos en este momento sobre
a cudad, como queren hacernos creer agunos de os que an no
se han convertdo; o a nuestros vecnos os godos, s se aduea
de eos e sbto deseo de abandonar su campamento para
echares un vstazo ms cercano a as fortfcacones que con
tanta dscrecn se muestran remsos a atacar. O, s no consgo a
nnguno de os anterores como adecuado y honorabe pbco, e
contar ms cuentos a ms atento de todos os oyentes: yo
msmo.
Y, sn ms demora, e centnea ech mano de su cauda de
ancdotas con a fc ocuacdad de un hombre en posesn de
una ben merecda confanza en a perfeccn de sus habdades
como narrador. Decddo a que su mohno compaero o
escuchara, aun s no e prestaba atencn, hababa en voz muy
ata mentras ba y vena a paso vvo por e espaco que tena
encomendado cudar y rea con chusca reguardad y
compacenca cada broma que haca en e curso de su ma
recompensada narracn. Nunca magn, a hacer su reato, que
su nco hubera sdo recbdo con benepcto por un oyente
nvsbe, cuyas emocones eran muy dferentes a as que dctaran
as observacones de su hurao compaero de guarda.
Fe a su decsn, Upo se haba agencado con parte de os
saaros ahorrados durante sus aos a servco de Numerano una
pequea nterna en un comerco de un barro apartado de Roma,
y veando su uz con un pedazo de tea gruesa y spera, se haba
drgdo por e sendero sotaro a emprender su segunda noche de
traba|o en as muraas. Leg |unto a a fsura a comenzo de
dogo antes reatado, y escuch con deete a vocngera
determnacn de centnea de entretener a su compaero
ncuso a su pesar. Mentras ms ato y durante ms tempo
habara e sodado, menos probabe resutaba que se sospecharan
u oyeran os tra|nes de pagano en e nteror de muro.
Apartando a un ado con decadeza a ho|arasca que tapaba e
orfco que haba hecho a noche anteror, Upo se ntrodu|o en
hasta donde penetrara en aquea ocasn; y entonces, con una
mezca de esperanza y aprensn que se adue de con tanta
fuerza que por un momento cas no fue dueo de sus accones,
destap su uz enta y cudadosamente.
Su prmera mrada nstntva fue para a sma que se abra a sus
pes. Vo de nmedato que era menos ancha y profunda de o que
haba magnado. En ese sto, e sueo haba ceddo ba|o os
cmentos de as muraas, que se haban hunddo y, con su peso,
haban profundzado a depresn de terreno bando sobre e que
estaban construdos. Un pequeo mananta (probabemente a
causa de hundmento de terreno) haba brotado en e espaco
bre entre os adros, a os cuaes, poco a poco, ao tras ao,
haba desgastado. Y no se haba estancado a. Haba corrdo
aegre y sencosamente un dmnuto arroyueo, berado de su
prsn en a terra so para penetrar en otra en as muraas sn
rberas de verde herba, n a uz de un aborozante respandor, n
admrados o|os humanos, n ms testgos de su breve curso por
as fsuras nternas de a pared que un sapo hnchado o un agarto
sotaro; pero aun as, se haba aberto camno en a oscurdad y
entre os escombros como sus hermanos que dsfrutaban de a uz
de so en as praderas o retozaban con as frescas brsas de as
aderas de as montaas.
Tras apartar a vsta de pequeo mananta, Upo drg su
atencn haca o ato.
Exactamente encma de su cabeza, e matera que formaba e
nteror de a muraa presentaba una superfce sa, pare|a, dura,
que pareca capaz de resstr os ms vgorosos ntentos de
democn; pero a echar una mrada a su arededor, percb a
un costado y ms haca adentro o que daba a mpresn de ser
una rreguardad oscura e mprecsa que prometa ser ms
procve a os esfuerzos que se propona emprender. Ba| a a
cavdad de arroyueo y se sub a un montn de adros partdos
hasta acanzar un hueco que de nmedato comenz a ensanchar
para que e permtera e paso. Pugada a pugada amp a
greta, se ntrodu|o en ea, y se do cuenta de que se haaba en
un fragmento de vrtce de uno de os arcos de cmentacn, que,
aunque parcamente destrudo, an se mantena en pe,
separado por competo de a porcn superor de as muraas a
as cuaes srvera de base, y graduamente derrumbado en as
oquedades de terreno.
Upo drg a vsta haca arrba. Una greta nmensa que se
cerna sobre su cabeza extenda sus tortuosas ramfcacones, en
dversos puntos, haca todas as partes vsbes de muro. En ese
sto, a estructura pareca haber sufrdo una sacudda sbta y
tremenda. De no ser por e apoyo que e prestaban as ms
sdas fortfcacones stuadas a ambos ados, no habra poddo
sostenerse en pe despus de esa conmocn. E pagano mr
haca o ato, a as tembes ra|aduras que abran sus fauces sobre
su cabeza, con un ngobernabe terror. Su uz pequea y vacante
no resutaba sufcente para aumbrar todo su recorrdo. Vstas
as, en oscuro contraste con e resto de a porcn hueca de
muro, seme|aban poderosas serpentes que reptaban arrasando
con todo en su camno haca as amenas de a cma de as
muraas; y , agachado en e pncuo que ocupaba, con su
pequea uz a un costado, se vea reducdo por a ndmta
grandeza, por a vasta y soemne obreguez de as masas oscuras,
sombras, fantstcas que o rodeaban, a a estatura de un
pgmeo. De habrsee poddo ver desde o ato de as muraas
mentras trataba de atsbar con su mpara en as smas e
rreguardades que quedaban a sus pes, habra parecdo, con su
uz parpadeante, como un topo que se aumbrara con una
ucrnaga.
Se detuvo un nstante para panear sus prxmos pasos. La
nmovdad hzo que a hmeda fradad de a atmsfera e
resutara cas nsoportabe, pero e conced una gran venta|a:
pudo dedcarse a escuchar sn que o mportunara e rudo de os
adros que se desbarataban ba|o sus pes cuando avanzaba.
A os pocos momentos oy un sondo agudo, e|ano, unas veces
ms ato, otras ms apagado, que ahora se aproxmaba, ahora se
ae|aba; ahora se haca penetrante, despus vova a ser un eve y
suave rumor. De repente, esa msca extraa, sobrenatura, se
vo nterrumpda por una sere de retumbos proongados,
ntensos, que recorreron, ma|estuosos, as fsuras a en o ato
como truenos cautvos que ucharan por escapar de su prsn.
Competamente gnorante de que e prmero de esos rudos o
produca e vento nocturno a coarse por as gretas entre os
adros de as muraas un poco ms e|os; y e segundo, os ecos
que despertaban os pasos de os centneas en as oquedades
rreguares de a parte superor; evado por a nfuenca de ugar
y o subreptco de su tarea a apogeo de una exatacn fantca
que o prvaba momentneamente de razn; eno de frentco
entusasmo que e provocaban sus panes y de temor que e
nspraban as eyendas de seres y mundos nvsbes que eran a
base de su fe, Upo crey, a or os sondos que se escuchaban a
su arededor y en o ato, que os doses de a antgedad se
cernan sobre su cabeza en nvsbe asambea y o nstaban con
voces sobrenaturaes y en una engua desconocda a contnuar
con su arresgada empresa, a a que e garantzaban un pronto y
competo xto.
Rugd y murmurad, y haced sonar vuestra msca huracanada
en ms odos! excam e pagano azando as manos
sarmentosas y drgndose presa de un xtass sava|e a sus
magnadas dedades. Vuestro servdor Upo no se detene en
e peregrna|e que o conduce a vuestros atares de nuevo
concurrdos! A os pes de vuestros santuaros he ofrendado en
sacrfco a sangre, e crmen, e pegro, e door, y tambn e
orguo, e honor, a aegra y e descanso! E tempo ha pasado
veoz a m ado sn tocarme; m nez y m |uventud yacen
seputadas desde hace tempo en e ocuto Leteo que es e sno
de a vda; a ve|ez oprme ms fuerzas con sus tentcuos; pero yo
sgo veando |unto a vuestros tempos y srvendo a vuestra
poderosa causa! Se aproxma e momento de vuestra venganza!
Monarcas de mundo, vuestro trunfo est a acance de as
manos!
Permanec durante un tempo en a msma poscn, con os o|os
cavados en a nsondabe oscurdad a en o ato, cautvado por
os sondos que ya aumentando, ya dsmnuyendo seguan
fotando a su arededor. E temboroso fugor de su nterna tea
de un ro|o brbaro su sembante vdo. La fra brsa agtaba su
cabeo hrsuto. En ese momento, vsto desde certa dstanca
habra parecdo un fantasma de fuego que exprara en una neba
oscura; un gnomo postrado en acttud de adoracn en as
entraas de a terra; un esprtu madto en un purgatoro sotaro
que esperara a egada de un atsbo de beeza o de una
bocanada de are.
A cabo de un rato despert de su trance, despab con cudado
a nterna que o guaba y se puso en camno para penetrar hasta
o profundo de a gran greta en a que acababa de entrar.
Se despaz varos pes en dreccn obcua, ahora arrastrndose
sobre as cmas de os arcos de cmentacn, ahora rodeando os
bordes saentes de a pared en runas, ahora descendendo a
absmos oscuros, resbaadzos, enos de escombros, hasta que de
pronto a abertura se estrech en todas dreccones.
En e ugar que ocupaba ahora a atmsfera era ms tba; poda
dstngur vagamente manchas de un musgo oscuro que
moteaban aqu y a a superfce rreguar de muro; y en una o
dos ocasones, e azotaron e rostro as argas brznas de una
herba pana que creca en un promontoro exactamente encma
de su cabeza, y a as que agtaba e vento, a que ahora senta
sopar por a estrecha henddura que se aprestaba a ensanchar.
Era evdente que haba egado a unos pocos pes de a superfce
exteror de muro.
Numerano deambua por as caes buscando a su h|a
must e pagano a tempo que depostaba a su ado a nterna,
se arremangaba a tnca de|ando a descuberto os brazos
temborosos y banda a barra de herro, y os escavos de su
vecno e senador han sado en m persecucn. Por todos ados
me asedan ms enemgos; pero aqu me ro de a bsqueda ms
acucosa! Para encontrar m escondte tendran que penetrar en
as muraas de Roma! Para sacarme de m madrguera, tendrn
que atacarme esta noche en e campamento de os godos!
Tontos! Oue cuden de s msmos! Con e tmo adro que
arranque de sus nocuas muraas sear a suerte de su cudad!
R para s msmo a ntroducr con fuerza su paanca en a
rend|a de muro. En agunos stos os adros cedan fcmente
a sus esfuerzos; en otros, so ograba vencer su resstenca
hacendo uso de todas sus fuerzas. Resueta e ncesantemente
prosgu su abor; ahora hrndose as manos en as superfces
serradas de a abertura ampada, ahora de|ando caer
nvountaramente su nstrumento debdo a un nsoportabe
agotamento; pero sempre traba|ando con cora|e, desafando
todos os obstcuos que se e oponan, hasta que ogr egar a
nteror de a nueva greta.
A ntroducrse con a nterna en a cavdad que acababa de
practcar advrt que a menos que aumentara su atura no podra
contnuar, n squera arrastrndose. Irrtado ante esa nesperada
necesdad de nuevos esfuerzos voentos, empecnado en su
determnacn de atravesar a muraa a toda costa esa msma
noche, comenz a gopear haca arrba precptadamente con
todas sus fuerzas, en vez de afo|ar gradua y suavemente e
matera de a superfce que e obstacuzaba e paso, como
hcera antes.
A os pocos mnutos, una porcn consderabe de a pared,
agutnada en una soa masa compacta, se despom con a
veocdad de un rayo y o arrastr en su cada. Upo qued
postrado ba|o e derrumbe sobre e arco de cmentacn que e
srvera de apoyo, con e hombro derecho apastado y dsocado y
su nterna hecha pedazos. Un que|do de rreprmbe angusta
escap de sus abos. Haba quedado reducdo a una mpenetrabe
oscurdad.
Despus de gopearo, a masa de pared haba rodado
geramente haca un costado. Medante un esfuerzo
desesperado, Upo ogr desembarazarse de ea, so para
desmayarse a consecuenca de nuevo supco que eo e
causara.
Permanec nconscente durante un corto tempo en medo de a
fra y oscura soedad. Despus, a recobrar e sentdo tras esa
prmera conmocn, comenz a sufrr en toda su severdad os
feroces espasmos, as sordas mordeduras, os paptantes
tormentos que eran as terrbes consecuencas de a herda
recbda. Su brazo penda nt a su costado; careca tanto de
pu|anza como de fuerza de vountad para mover sus otros
membros sanos. Por un momento, sus |adeos profundos,
que|umbrosos, ahogados fueron un babuceo de horrbes
madcones a medas formuadas; despus, su respracn
acezante se detuvo de repente en su pecho y pudo or a sangre
que goteaba entamente de su hombro con gubre reguardad y
que ya haba formado un charco a su ado.
Ahora so senta en e membro herdo a brsa cortante que se
coaba por as gretas de muro. Rozaba su pe como
nnumerabes cuchos de un heo fno y afado; penetraba sus
carnes como raudas chspas escapadas de un mar de pomo
funddo. Hubo momentos, durante os prmeros tormentos de su
agona, en que, de haber tendo un arma y a fuerza sufcente
para usara, habra sacrfcado para sempre su ambcn
prvndose de a vda.
Pero e deseo de poner fn a sus sufrmentos termnando con su
exstenca no dur mucho tempo. Poco a poco, os doores de su
cuerpo hceron despertar una desazn ms potente y brbara en
su mente, y as dos agonas, a fsca y a menta, se enzarzaron
en su nteror en feroz combate, prvndoo de todo pensamento
que no fueran os creados o despertados por eas.
Durante un tempo permanec nerme en su afccn, ora dando
renda sueta medante ahogados que|dos a mpacabe tormento
de sus herdas; ora amentando entre madcones e fracaso de su
empresa en e precso nstante en que pareca trunfar en ea. A
cabo, os atgazos de door pareceron hacerse cada vez menos
frecuentes, a tempo que de|aba de saber de qu parte de su
cuerpo procedan. Insensbemente, su capacdad de pensar y de
sentr se embot y durante un corto tempo experment un
msteroso sosego fsco y menta que, sn embargo, no e
devov as fuerzas; y despus, sus desordenados sentdos,
carentes de gua y de freno, cayeron vctmas de un sbto y
terrbe espe|smo.
La mpenetrabe oscurdad que o rodeaba e parec
transformarse poco a poco en una ncerta, opaca, nebnosa
cardad, como a que refe|an as nubes cuando amenaza
tormenta a a cada de a tarde. Pronto crey ver que un
fantstco entramado de hrvente vapor banco atravesaba esa
atmsfera. Despus, dstngu e trozo de pared que o haba
derrbado a sueo, enormemente magnfcado y dotado de
capacdad de movmento, gracas a cua se encog y se redu|o
msterosamente, crec y se deprm, sn abandonar nunca e
ugar que ocupaba cerca de . Y despus, de su oscura y
oscante superfce se evant un torrente de formas oscuras que
se trenzaron en o ato con e entramado nebnoso y adoptaron a
forma cara y papabe de sembantes humanos, de muy
dferentes edades y desfgurados por una gran varedad de
sufrmentos.
Haba rostros nfantes orados por graves gusanos que pendan
a sus costados como sucos rzos de cabeo; rostros de ancanos
sapcados de sangre y ta|ados de herdas; rostros |uvenes
surcados por vdas zan|as por as que corran ncesantes
grmas; rostros adorabes retorcdos en expresones de agudo
door, brbara maevoenca y desesperada obreguez. Nnguno
era exactamente gua a otro. Cada uno se dstngua por una
repugnante caracterstca propa. No obstante, por ms aterados
que estuveran sus otros rasgos, os o|os de todos permanecan
ndemnes. Mudos e ncorpreos, fotaban en ncesantes mradas
hasta egar a fantstco entramado que pareca ensanchar sus
ya enormes proporcones para recbros. A se congregaban, en
su anfteatro de trasgos, y cavaban os o|os en senco, sn
excepcn, en e rostro de pagano!
Entretanto, os muros de costado comenzaron a brar con uz
propa, encerrando en un marco de bordes rreguares a escena
de as caras fantasmaes suspenddas en e are. Despus, as
gretas de su superfce se ensancharon y vomtaron as fguras
contrahechas de sacerdotes e doos de antao, que avanzaron,
cada una espantosamente deforme, burndose de os rostros de
entramado, a tempo que por detrs y domnando toda a escena,
se cernan sobre e con|unto formas oscuras y ggantescas cuyos
vestdos tenan una vaga y torva seme|anza con as pees de
anmaes que usaban os godos, y que bandan, en medo de os
paptantes vapores, potentes e ncorpreas armas de guerra. De
espectra cncave no escapaba e menor sondo. Un senco
como de un mundo muerto y en runas domnaba a prodgosa
escena. Se haban apagado os retumbantes ecos de os pasos de
os centneas y a tenue cantnea de os ventos meanccos. A
os odos de pagano ya no egaba e sondo de a sangre que an
goteaba de su herda; y hasta su agona de terror era tan muda
como as vsones demonacas que a despertaran. Pareceron
transcurrr das, aos, sgos, mentras Upo yaca, presa de un
trance de horror, con a vsta cavada en ese mundo de popuosa
y fantasma oscurdad. A cabo, a Naturaeza ced ante tamaa
prueba; e espectra panorama gr en torno a con tembe
veocdad y sus sentdos buscaron avo a a opresn que eos
msmos crearan en un profundo y benvendo desmayo.
E tempo transcurr ento, os ventos uuantes agtaron muchas
veces os resecos rzos de cabeo sobre su frente, como para
anmaro a despertar y evantarse, antes de que recobrara e
sentdo. Conscente una vez ms de su stuacn y de door que
e produca su herda, se ncorpor entamente con ayuda de
brazo sano y mr espantado a su arededor para tratar de
percbr e menor rayo de uz. Pero a forma serpenteante e
rreguar de camno que se haba aberto a travs de muro
mpeda que a uz de a una, que se coaba por as gretas ms
superfcaes que ensanchara, egaran a ugar en e que ahora se
encontraba. No poda n squera dstngur vagamente nada de o
que o rodeaba. La oscurdad se cerna sobre con sus tnebas
trunfantes e mpenetrabes.
E supco que e produ|era antes a herda se haba transformado
en una pesada, sorda, constante sensacn de door. La vsn que
o hcera perder e sentdo ya no era ms que una forma vasta y
fantasma en su memora que pobaba a oscurdad de tembes
remnscencas y no de fguras espantosas, y que o urga, con
ansa ncontenbe y precptada, a escapar de sotaro y
sacrego sepucro, de a prsn de soedad y muerte con que o
amenazaban sus propos desveos fataes, en caso de que
permanecera mucho ms tempo en as cavernas de as muraas.
Debo sar de estas tnebas a a uz; debo resprar e are de
os ceos, o morr en a humedad de esta bveda excam con
voz ronca y que|umbrosa, a tempo que se ncorporaba gradua y
penosamente hasta quedar agachado y se vova entamente para
comenzar su proyectada retrada.
Inc su traba|oso va|e apoyndose en e brazo zquerdo y
reptando unas pocas pugadas cada vez. Las emocones de as
que haba sdo presa haca tan poco an agtaban su mente;
arrastraba e brazo derecho, que penda nt a su costado, como
a cadena de un convcto, y as superfces rreguares de terreno
por e cua se arrastraba entamente se o astmaban.
Aqu se detena aturddo en medo de a oscurdad; a ograba,
con un esfuerzo convuso, no precptarse en os absmos gnotos
que se abran ante , o perda e poco terreno que haba ganado
con afanes y agonas a verse obgado a vover sobre sus pasos
ante un obstcuo nesperado. Ahora rechnaba os dentes de
angusta, despus madeca desesperado, ms tarde e cansanco
o de|aba sn aento; pero aun as, con una obstnacn que tena
ago de heroco, nunca ce| en su feroz determnacn de escapar.
Lenta y penosamente, movndose a rtmo y con a
perseveranca de una tortuga, descorazonado, pero tan decddo
como un navegante que se aventura en un ocano gnoto, rept
sn descanso en un curso sn derrotero hasta que a cabo obtuvo
a recompensa a sus proongados sufrmentos a percbr
sbtamente un fno rayo de una que se coaba por una rend|a
de a oscura pared que se azaba ante . Los corazones de os
reyes magos, a avstar por prmera vez a Estrea de Orente, no
expermentaron un transporte ms vvdo que e que anm e
corazn de Upo cuando vo a estmuante y orentadora uz.
Un poco ms de esfuerzo, un poco ms de pacenca, un poco
ms de angusta y ogr de nuevo enderezar a fgura fantasma y
badada frente a orfco externo de muro.
Estaba a punto de amanecer; a una braba con eve fugor en e
ceo pomzo y grs; una ovzna mpapabe caa de as nubes
nformes; a noche que mora de|aba en a terra un rastro de
desaento y desdcha, pero no abata a pagano n e haca ver o
reprobabe de su conducta. Upo recorr con a vsta su sotaro
escondr|o sn percbr nngn ser humano en sus despobados
rncones. Az a vsta a as amenas y vo que os centneas se
mantenan apartados y en senco, envuetos en sus pesadas
capas y apoyados en sus fabes espadas. Era perfectamente
evdente que os avaares de su noche de sufrmento y
desesperacn haban pasado nadvertdos para e resto de
mundo.
Lanz una nueva mrada, acompaada por un estremecmento,
a su brazo herdo e nt; despus, cav os o|os en as muraas.
Tras examnaras con o|os graves y desafantes, mov
entamente a ho|arasca con e pe para ocutar a pequea
abertura de su superfce exteror. Los das pasan, as herdas
sanan, a suerte camba must e ancano, abandonando su
guarda con paso ento e nseguro. En as mnas soport
atgazos sn de|ar escapar un suspro; sent cmo as cadenas
ahondaban cada da as ceras que sus dentes de herro haban
aberto en ms carnes, y, a pesar de todo, sobrevv para brarme
de ms gretes y curar ms agas! Acaso esta nueva agona ser
ms capaz de vencerme que as de pasado? Vover para vencer
a resstenca de as muraas! M brazo est herdo, pero m
propsto permanece ncume!
CAPT"LO )III
LA CASA DE LOS S"("R(IOS
Retrocedamos unas horas y, apartndonos de as muraas
agretadas, vovamos a os suburbos y a campa que se ven
desde o ato de sus amenas; de|emos de segur os pasos y as
oscuras maqunacones de matrecho Upo y concentremos
nuestra atencn en a suerte de Hermanrco y e destno de
Antonna.
Aunque a tarde apenas termnaba, e godo es haba asgnado a
os guerreros a su mando as poscones que deban ocupar
durante a noche en os desertos suburbos de a cudad.
Cumpdo ese deber, qued brado a a absouta soedad de a
vvenda abandonada que e serva de abergue tempora.
La casa que ocupaba era a tma de una cae ancha e rreguar;
su frente daba a as muraas ba|o a cona Pncana, de as que a
separaba un |ardn pbco de una meda ma de extensn. Ese
ugar de recreo, otrora concurrdo, estaba ahora totamente vaco.
Nnguna forma humana aegraba sus meanccas arboedas; as
habtacones de sus aegres cenadores permanecan oscuras y
desoadas; os puestos de os vendedores de frutas y fores |unto
a os senderos que no hoaba nnguna panta se mantenan
desocupados. Meancco y abandonado por todos, se extenda
como una frt soedad a pe msmo de as muraas de una
cudad atestada.
Y, sn embargo, su senco tena un encanto ndecbemente
soemne y confortante, ahora que as sombras de a noche
prxma oscurecan graduamente os arrates de fores y os
rboes. Haba ganado en refnamento todo o que perdera en
aegra; conservaba un senco atractvo, aunque no desumhraba
a vsta con su acostumbrada umnacn n acarcaba e odo con
a msca y as rsas que se azaban de en tempos de paz. A
contempar e panorama desde a terraza de su nuevo
ao|amento, e recuerdo de os atropeados sucesos de as
tmas horas huy de a memora de |oven godo, de|ando bres
a sus sentdos para acoger as refexones que a noche
comenzaba nsensbemente a despertar y a dar forma en su
mente.
Ba|o esos auspcos, haca dnde dervaban naturamente os
pensamentos de Hermanrco?
Desde a uz de a una que ya comenzaba a refugr sobre as
ho|as temborosas de as copas de os rboes a o e|os hasta as
fores decadas y sutes trenzadas a os pares de a terraza
deserta donde ahora se encontraba, todo o que vea se
reaconaba, en su vvda e ncuta magnacn, con e ser que e
pareca e modeo perfecto y eocuente de todo o hermoso que
exsta en a Naturaeza. Pensaba en Antonna, a quen haba
protegdo y a quen despus abandonara; en Antonna, a quen
haba perddo!
De magnacn feraz y pobres facutades de razonamento;
dotado de grandes ntucones tcas y poca frmeza mora;
demasado fc de nfuencar y demasado ento para tomar
decsones, Hermanrco no haba traconado os ntereses de a
|oven a causa de un desgno de su vountad, sno de una
debdad de su carcter. Por tanto, termnados ya os deberes de
da, cuando e senco y a soedad hacan retroceder su memora
a abandono en que de|ara en a maana a su ndefensa
protegda, ese acto de mpacenca e ndecsn fataes e
nspraba fuertes emocones de pesar y remordmento. S
mentras permanecera a su cudado Antona haba e|ercdo una
nsensbe nfuenca sobre su corazn, ahora que refexonaba en
a parte de cupa que e correspondera en a escena de su
partda, a magen de a |oven ocupaba todos sus pensamentos,
entrstecndoo y avergonzndoo a recordar e momento en que
e negara e abrgo de su tenda.
Todos os sentmentos que anmaran sus medtacones en torno
a Antonna a noche anteror dupcaban su ntensdad ahora que
pensaba de nuevo en ea. Vova a recordar sus paabras
eocuentes y a rememorar e encanto de sus gentes e nocentes
maneras; vova a evocar a beeza de sus formas. Todas as
.expresones cdas, todas as entonacones de su voz cuando e
soctaba proteccn y compaa, todos os argumentos que usara
para conmovero revvan ahora en su memora y se apoderaban
de su corazn con nconmovbe nfuenca y crecente fuerza.
Todas as apremantes e mperfectas mgenes de fecdad que
Antonna evocara para convencero se aggantaron y refugeron
ante sus o|os, hasta que su mente empez a producr vsones
desconocdas para sus facutades, antes centradas soamente en
rvadades, turbuencas y uchas. Las escenas con|uradas por as
expresones ms nsgnfcantes y apresuradas de Antonna se
azaban ahora vagas y etreas ante su esprtu medtabundo.
Encantadores rncones de mundo que haba vstado y despus
ovdado regresaban ahora a sus recuerdos, deazados y
embeecdos a reaconaros con ea. La |oven se e apareca
ahora con todos os atractvos de una magen anmada que
cumpa todos os deberes y dsfrutaba de todos os paceres que
e propusera. La magnaba fez y ozana, va|ando aegre a su
ado en a fresca maana, as me|as sonrosadas y e paso
estco; a magnaba deetndoo con as cancones prometdas,
nsprndoo con su paabra eocuente en e duce senco de a
noche; a magnaba durmendo, suave, tba, tranqua, entre sus
brazos protectores, sempre aegre y gent; una na por su edad
y una mu|er por sus capacdades; a un tempo amante y
compaera, maestra y aumna, segudora y gua!
Todo eso podra haber sdo! Y ahora qu estara sucedendo?
Se renda Antonna a su soedad, pereca de fro y fatga,
rechazada por os cruees o escarnecda por os nconscentes? A
todos esos pegros y maes a haba expuesto, y con qu fn?
Con e de conservar e nconstante favor y preservar a odosa
amstad de una mu|er desprovsta hasta de as vrtudes ms
comunes e nstntvas de su sexo, cuyo frentco anheo de
venganza confunda a |ustca con a tracn, a nocenca con a
cupa, a ndefensn con a trana; cuyas prerrogatvas, dadas
por a nacn y e parentesco que os unan, deberan haber
ceddo en su estmacn a a maevoenca confesa de sus panes
en e momento fata en que se os comuncara en toda su
atrocdad ante as muraas de Roma. De| escapar un que|do de
desesperacn a pensar en a ndgna exgenca a a cua
sacrfcara a a desvada |oven.
No obstante, su mente pronto abandon esos pensamentos para
concentrarse en sus deberes y su fama, con o que su
remordmento se hzo ago menos agudo, aunque su pesar sgu
sendo dntco.
S ben a nfuenca de a presenca y as paabras de Antonna
sobre e |oven godo haba sdo extraordnara, no haba egado a
ser tan fuerte como para sofocar en por entero os nstntos
guerreros de su sexo y su nacn, n para derrotar as potentes y
begerantes ntmdacones de su educacn y sus costumbres. La
|oven e haba hecho concebr nuevas emocones y haba
despertado en nuevos pensamentos; haba avvado toda a
bondad atente de su carcter para combatr a ruda ndferenca,
a desatnada energa que as enseanzas y os e|empos recbdos
convrteran en su segunda naturaeza. Haba ogrado egar a su
mente para umnar sus rncones oscuros, ampar sus
estrecheces, embeecer os tesoros que guardaba en bruto.
Durante as breves horas en que se comuncara con haba
creado, haba refnado, pero no haba consegudo desvaro por
entero de sus ve|os hbtos y afcones; no haba ogrado
despo|ar de su faso bro a ucha brbara n de su pompa a
fama guerrera; no haba eevado en o. ms ntmo de su carcter
as nferores facutades nteectuaes a a atura de as superores
capacdades moraes. Sometdo cas con gua fuerza a domno
contrapuesto y smutneo de dos amos, e Amor y e Deber,
Hermanrco amentaba a prdda de Antonna y, a msmo
tempo, se aferraba mecncamente a a antgua obedenca a as
trncas exgencas de su nacn y su fama que a ocasonaran.
Domnado por sus encontradas emocones, desprovsto de
consueo y conse|o, a nactvdad a a que se vea sometdo o
deprma sensbemente. Se ncorpor mpacente y, tras cerse
sus armas, trat de hur de sus pensamentos abandonando e
ugar que con su nfuenca os haba despertado. Le vov a
espada a a cudad y comenz a camnar sn rumbo por e
compcado abernto de as caes de os desertos suburbos.
Despus de de|ar atrs as casas ocupadas por as neas godas y
egar a as ubcadas ms cerca de a desoada campa, a escena
que o rodeaba se torn tan mpresonante como para absorber a
atencn de cuaquer hombre que no estuvera totamente
sumdo en a consderacn de otros y ms mportantes asuntos.
La soedad que observaba ahora por todas partes no era a de a
destruccn: os edfcos cercanos estaban en perfectas
condcones; no era a soedad de a peste: no haba cadveres en
as caes que nngn pe hoaba; no era a soedad de
encaustramento: no haba nnguna ventana atrancada, y pocas
puertas permanecan cerradas. Era a soedad que produce a
desaparcn de os seres humanos. Las saas de os teatros
estaban abertas y vacas; os prtcos de as gesas
permanecan desertos; os bancos a as puertas de as posadas
se mantenan desocupados; en os mostradores de os tenderetes
cae|eros an se vean abgarrados utensos domstcos que
nade compraba y por os que nade veaba; trozos de carne y de
pan (tesoros destnados a adqurr pronto un vaor superor a de
oro y a pata en a stada Roma) se podran a are bre, como a
basura en os estercoeros; |uguetes nfantes, adornos
femennos, monederos, dnero, prendas de amor, precosos
manuscrtos yacan desperdgados aqu y a en a va pbca,
trados y abandonados por sus dueos en as prsas de a sbta y
genera huda. Cada cae deserta hababa con eocuenca de
caros proyectos a os que se renuncara en medo de a
desesperacn, de aprecados afanes abandonados con
desconsueo, de encantadoras dversones perddas para sempre.
De ugar haban partdo hasta os anmaes domstcos, esos
doses ares de rcos y pobres, que, o haban segudo a sus amos
a a cudad, o se haban marchado, sn que nade se o mpdera o
veara por eos, a a campa crcundante. Las mansones, os
baos pbcos, e crco exhban en vano su abgarrada pompa y
su suntuosa hogura; en sus recntos desertos n squera
deambuaban os godos, porque, ante a perspectva de
sometmento de Roma, e e|rcto se haba contagado de
entusasmo de su |efe por a magna tarea y obedeca sn chstar
sus rdenes de no saquear os suburbos, desdeando os tesoros
comparatvamente carentes de vaor que os rodeaban, de os que
podran aproparse en cuaquer momento, ante a dea de que as
rcas arcas romanas se abrran rpdamente a recamo de sus
vdas manos. Mudos y sencosos, despobados e ntactos
permanecan os afamados suburbos de a mayor cudad de
unverso, a os que no aumbraban n e so de a Naturaeza, n e
de a Fortuna, n e de a Gora!
Por ms que e panorama que se despegaba ante os o|os de
|oven godo era desconsoador e mpresonante, no ograba
debtar a poderosa nfuenca que sus medtacones de a noche
seguan e|ercendo sobre su mente. A gua que durante as horas
prevas a magen de a |oven traconada dspara e recuerdo de
os deberes que haba cumpdo y se opusera a examen de as
rdenes que an deba segur, ahora e mpeda a sus sentdos
aprecar a escena sotara que se despegaba a su arededor, a
cua vea pero no adverta. Mentras recorra as caes sombras,
sus vanos arrepentmentos y recrmnacones de un ado, y sus
predeccones naturaes e ncnacones adqurdas de otro,
seguan domnndoo y bataando en su nteror, con tanta fuerza
y tan ncesantemente como en os momentos en que
despertaran, con a egada de a noche, en a terraza de a casa
deserta.
Haba egado ahora a mte de os edfcos de os suburbos.
Ante se extenda un panorama nnterrumpdo de campos
tersos y rutantes, y de bosques suaves, nebuosos, ndefnbes.
A un ado quedaban agunos vedos y huertos; a otro, una casa
sotara, a ms apartada de todas as edfcacones de a
vecndad. Aunque se vea oscura y trste, a contemp durante
certo tempo con a atencn mecnca de un hombre ms
sumdo en sus pensamentos que concentrado en a observacn,
y avanz poco a poco haca ea, ensmsmado en sus refexones,
hasta que se detuvo nconscentemente ante unos pocos
pedaos rreguares que evaban a su puerta de entrada.
Interrumpdas sus medtacones por su sbta proxmdad a
ob|eto a que se acercara sn proponrseo, examn por prmera
vez a sotara vvenda con verdadera atencn.
La casa no se dstngua por nada notabe, savo su aspecto
extremadamente desoado, que pareca deberse en parte a su
asamento y en parte a a nusua ausenca de decoracones de
su fachada. Era demasado grande para haber sdo e domco de
un hombre pobre, demasado carente de pompa y adornos para
haber sdo a mansn de un rco. Ouzs pertenecera a un
cudadano o un extran|ero de case meda: a un tacturno
septentrona, a un sotaro egpco, a un tamado |udo. No
obstante, aunque no se aprecaba en ea nngn rasgo amatvo
o curoso, e godo experment una msterosa, cas mpacente
curosdad por examnar su nteror. No encontraba causas n
descubra excusas para subr entamente, como ya haca, os
pedaos que evaban a a entrada de a casa. Un mn nvsbe e
nexpcabe o atraa haca ea. A abrr de un empu|n su puerta
entreaberta, snt que habra segudo adeante aun cuando e
msmo Aarco e hubera ordenado regresar de nmedato, o
ncuso s en ese sto sotaro o aguardaran agazapadas
ndudabes evdencas de tracn.
Entr en a casa. La cardad se co por a puerta aberta hasta e
corredor en penumbra: e vento nocturno, veoz tras sus hueas,
sop penetrante y gubre entre os pares de pedra y en os
rncones ocutos y as acobas deshabtadas de pso superor. No
se aprecaba nngn sgno de vda, no se oa e sondo de un paso,
no se vea n squera un artcuo de uso domstco. Afuera, os
suburbos desertos seme|aban un pramo; adentro, a casa
pareca un sepucro vaco de cadveres, pero que aun as hababa
con eocuenca de a muerte!
E aposento abovedado y sotaro e|erca una nexpcabe
fascnacn sobre e godo. Se detuvo nmv a a entrada,
contempando soador e sombro panorama que se despegaba
ante sus o|os, hasta que, sbtamente, una fuerte rfaga de
vento abr de par en par a puerta, que admt, en
consecuenca, una mayor cardad.
E ugar no estaba deshabtado. En un rncn de a habtacn,
hasta entonces sumdo en a oscurdad, se agazapaba una
persona. Estaba envueta en una prenda oscura y acurrucada en
forma ndefnbe e nusua. Nada deataba su orgen humano,
savo una mano pda que contrataba cas fantasmagrcamente
a a fra uz de a una con a estoa negra que su|etaba.
Vagas remembranzas de as terrbes superstcones de a
antgua fe de su nacn se agoparon en a mente de |oven godo
a descubrr a espectra ocupante de a habtacn. Pero mentras
permaneca con a vsta cavada en a fgura nmv, esta
comenz a e|ercer a msma extraa nfuenca sobre su vountad
que e hcera expermentar antes a casa sotara. Avanz
entamente en dreccn a a fgura agazapada.
Esta no se mov con e rudo que hzo e |oven godo a
acercarse. La mano pda sgu sostenendo a estoa sobre a
fgura encogda con a msma rgda nmovdad. A pesar de su
vaenta, Hermanrco se estremec a ncnarse para tocar os
dedos exanges y heados. A nfu|os de esa accn, como dotada
de una nstantnea vtadad por e contacto con un ser vvente,
a fgura experment un sbto sobresato.
Entonces, os pegues de a estoa oscura se abreron y de|aron
a descuberto un rostro tan pdo como os pares de pedra que
o rodeaban; y se de| or a voz de ser sotaro, que mustaba
con acento db y apagado as sguentes paabras:
Me ha ovdado y me ha abandonado! Mtame s queres;
estoy dspuesta a morr!
Y aunque era vacante y destempada, a voz conservaba un
barrunto de su antguo tono musca; en os o|os pesados y
ausentes braba an un rayo de su graca natura. Con una
sbta excamacn de compasn y sorpresa, e godo do un paso
a frente, az en brazos a a temborosa proscrta y abandonando
a nfu|os de mpuso de momento a casa sotara, gan en un
nstante a terra frme y e ceo estreado, undo una vez ms a
a protegda que desamparara, a Antonna, a quen haba perddo.
Le hab, a acarc, e mpor perdn, e asegur que cudara
de ea de a en adeante; pero Antonna n e responda n o
reconoca. No o mraba a os o|os, no se mova entre sus brazos,
no mporaba cemenca. No daba sgnos de vda, savo a que|a
que repeta a ntervaos reguares con acento astmero: "Me ha
ovdado, me ha abandonado!", como s esa smpe expresn
condensara a certeza de a nutdad de su vda y su canto
fnebre ante a muerte esperada.
E rostro de godo padec de ta forma que hasta sus abos
adqureron un tono vdo. Empez a temer que as pruebas
sufrdas huberan prvado a Antonna de a razn. Se apresur a
evara con paso temboroso hasta a campa cercana, porque
amentaba a tenue e nstntva esperanza de que a vsta de os
bosques, campos y montaas que ea e ceebrara cuando e
rogaba en a maana que a protegera, podran ayudara a
recuperar e conocmento.
Corr hasta ae|arse a menos meda ma de os suburbos y
acanzar un promontoro rodeado de atos maczos de herba y
espesas arboedas, desde e cua se aprecaba un panorama
varado, aunque angosto, de vae que quedaba a sus pes y de
as frtes anuras que se, extendan ms a.
En ese sto e guerrero se detuvo con su carga y, tras sentarse
en e promontoro, ntent una vez ms camar e trastorno y e
terror de a |oven. No pens en os centneas a os que haba
abandonado; n en su ausenca de os suburbos, que poda ser
advertda y castgada por una nesperada vsta de sus superores
de campamento a su empazamento deserto. La nfuenca
soca que mueve e mundo; e frg doo ante cuyo atar e
orguo aprende a ncnarse y a nsensbdad a sentr; a suave,
amabe nfuenca de naturaeza toerante, pero que domna
sempre a nfuenca de a mu|er, fuente de vrtudes y
crmenes, de goras y desastres terrenaes haba sencado en
, en ese momento de angusta y expectacn, todos os
amados de deber, y haba vencdo todos os obstcuos
nterpuestos por dudas egostas. Le hababa ahora a Antonna con
seduccn dgna de una mu|er, con a genteza de un no. La
acarcaba con e ardor de un amante, con a vvacdad de un
hermano, con a bondad de un padre. E rudo guerrero
septentrona, cuya soa educacn haba sdo a de as armas, y
cuyas aspracones |uvenes haban sdo encauzadas haca a
guerra, a sangre y a gora, posea ahora a terna eocuenca de
a pedad y e amor, un ceo ncansabe y destro, una pacenca
tranqua y tenaz.
Gent e nfatgabe se do a a tarea de camara; y muy pronto,
para su aegra y su satsfaccn, se percat, merced a os entos
cambos que se hceron graduamente perceptbes en e rostro y
as maneras de a |oven, de que sus esfuerzos se vean
recompensados por e xto. Antonna se ncorpor entre sus
brazos, e cav en e rostro una mrada ausente, con a que
despus recorr e pasa|e caro y tranquo, para vover una vez
ms a f|ara en su compaero; y a cabo, entre voentos
tembores, must suavemente varas veces e nombre de |oven
godo, mentras o mraba con ansedad y aprensn, como s, a
tempo que o reconoca, temera y dudara.
Me evas a a muerte excam de repente. *, que una
vez me protegste; t, que me abandonaste! Me de|ars a merced
de a mu|er que tene sed de m sangre. Ah, es horrbe, horrbe!
Ca, vov e rostro, y tras expermentar un voento
estremecmento se zaf de abrazo de Hermanrco. Tras unos
momentos de senco, contnu:
A o argo de todo e da y durante a prmera parte de a fra
noche aguard en un ugar sotaro a muerte que me est
destnada! He sufrdo sn que|as a soedad de ms horas de
espera; he escuchado con muy poco temor y sn nngn door a
egada de a enemga que ha |urado derramar m sangre! Dado
que nade me ama y que soy una forastera en m propa nacn,
no tengo nada por o cua vvr! Pero me resuta muy amargo que
seas t e encargado de hacerme cumpr m destno; que sea a
mano de Hermanrco a que me prve de a vda que tanto he
uchado por preservar!
Su voz haba cambado; pronunc esas paabras con un tono
mpresonante, acongo|ado y quedo. Sus acentos tranquos y
apesadumbrados reveaban una resgnacn y una pena cas
dvnas que parecan guardar una msterosa e nexpcabe
armona con a quetud meancca de pasa|e nocturno. La
Vrgen, a contempar a egada de nge de a anuncacn, no
deb estar adornada de una beeza ms pura y senca que a
que se observaba en e rostro de a h|a desterrada de Numerano
mentras mraba con faz pda y tranqua y o|os duces y sn
grmas a ceo, cuya cardad unar aumbraba suavemente su
fgura.
Incapaz ya de controar su agtacn, rebosante de admracn,
door y desesperacn a contempar a a vctma de su crue
mpacenca, Hermanrco se ncn a os pes de a |oven, y en os
apasonados acentos de un remordmento verdadero e supc su
perdn y e promet proteccn y amor. Todo o que e ector ya
conoce sus amargas recrmnacones de a tarde, su penoso
deambuar de a noche, a msterosa atraccn que o condu|era a
a casa sotara, su aegra a encontrar de nuevo a a protegda
que haba perddo, todas esas confesones se as hzo ahora a
Antonna con a eocuenca senca, pero vgorosa, de as
emocones pu|antes y e arrepentmento verdadero.
Poco a poco, Antonna despert sorprendda de su trance a
escuchar as paabras de Hermanrco. Hasta a expresn de
rostro de godo y a gravedad de sus maneras, percbdas con a
ntutva agudeza de su sexo, e|erceron una nfuenca benfca y
curatva sobre su mente. Se ncorpor de un sato, sus me|as
pdas se cubreron de un vvdo rubor, se ncn y examn
ansosa y anheante e sembante de godo. Sus abos se
moveron, pero su respracn rpda y agtada ahog as paabras
que en vano se esforzaba por pronuncar.
S contnu Hermanrco ponndose de pe y vovendo a
atraera a su ado no vovers a penar, n a temer, n a orar!
Aunque has perddo a tu padre y eres una extraa entre os
tuyos, aunque te han amenazado y desterrado, conservars a
hermosura y a fecdad, porque cudar de t y nade te har
dao; traba|ar para t y nunca carecers de nada! M puebo y
m fama, a fama y e deber: todo o abandonar para
compensarte por o que has sufrdo!
A or esas paabras de |oven guerrero, a frescura y a esperanza
|uvenes regresaron a corazn de a |oven como e agua a una
prmavera agostada por a sequa. Sus o|os se enaron de
grmas, pero no de| escapar un suspro n pronunc paabra.
Su cuerpo temb de sorpresa y deete, a tempo que segua
mrndoo f|amente y escuchndoo con atencn.
No temas ms por tu segurdad; Gosvntha, a quen temes, se
encuentra e|os; no sabe que estamos aqu; no puede segur
nuestros pasos para amenazarte o hacerte dao! Ovda tus
sufrmentos y ms pecados! Pensa so en cuan amargamente
me he arrepentdo de nuestra separacn de esta maana, y en
cunto gozo me produ|o nuestro reencuentro de esta noche. Ah,
Antonna!, tu hermosura revea una enorme beeza; tu |uventud,
una ozana perfecta y nada nfant; tus paabras suenan en ms
odos con a msca de una cancn antgua; cuando azo os o|os
y te veo a m ado sento que vvo un sueo pobado por os
esprtus que ms padres adoraban!
Un rubor mezca de confusn, pacer y sorpresa cubr e rostro
que a |oven haba vueto a medas mentras escuchaba as
paabras de godo. Se puso de pe con una sonrsa de nefabe
grattud y deete y apunt a pasa|e, a tempo que e contestaba
con voz suave:
Camnemos un poco ms, hasta donde a una bra a en e
vae. M corazn est a punto de estaar en este ugar de
sombras! Vayamos a, a a uz, que parece tan fez como yo!
Emprenderon a marcha y, mentras avanzaban, ea vov a
contare os pesares de da transcurrdo, su sotaro y
desesperanzado deambuar desde a tenda hasta a casa
abandonada donde a encontrara en a noche y donde se haba
resgnado desde e prncpo a esperar a muerte, que ya no e
nspraba horror. Esta nueva versn de su meancca narracn
no tena n asomo de reproche, n una expresn de que|a. So
para vover a deetarse con as exqustas manfestacones de
arrepentmento y devocn que saba que provocara en
Hermanrco era que e contaba una vez ms su hstora de door.
Mentras avanzaban, y a medda que Antonna escuchaba a ruda
y fervente eocuenca de engua|e de godo y contempaba a
profunda quetud de pasa|e y a suave transparenca de ceo
nocturno, su mente, sempre dct a os efectos de a conmocn
provocada por as ms voentas emocones, sempre pronta a
recuperar su saud y nmo usuaes, recobr su antguo vgor y
reasum su acostumbrado equbro. Su memora comenz de
nuevo a pobarse de amados recuerdos, y su corazn a
regoc|arse con sus ngenuas ansas y sus vsonaros
pensamentos. A pesar de todos sus temores y sufrmentos, se
senta ahora venturosa gracas a una dsposcn natura que os
padecmentos no eran capaces de ensombrecer durante
demasado tempo n e abandono de dstorsonar; andaba tan
fez, tan ovdada de pasado, t.an confada en e futuro como en
a noche cuando a conocmos en e |ardn de su padre mentras
cantaba a son de ad.
Sn darse cuenta, Antonna y Hermanrco se haban apartado de
camno y tomado por un sendero que os condu|o a a ver|a de
una pequea casa campestre, rodeada de |ardnes y vedos,
abandonada por sus habtantes ante a proxmdad de os godos
a gua que os suburbos que de|aran atrs. Atravesaron a ver|a
y, a egar a terreno que quedaba frente a a casa, se detuveron
un momento para nspecconar e ugar.
Los forra|eadores de e|rcto nvasor haban desnudado e vae
de su herba y os rboes ternos de sus ramas, pero ese era e
nco sgno de destruccn que se observaba en a pequea
propedad. La casa, con su prmoroso techo de pa|a y sus
ventanas de dversas maderas; e |ardn, con su pequea
provsn de frutas y sus cudados arrates de fores extcas,
destnadas probabemente a adornar e banquete de un nobe o a
estatua de un mrtr, no haban e|ercdo nngn atractvo sobre
os toscos gustos de os sodados de Aarco. En e csped frente a
a puerta de a casa no se vea n una huea; a hedra se
enredaba con su usua opuenca en os pares de porche de ba|o
punta; y cuando Hermanrco y Antonna se encamnaron a
estanque que quedaba en un extremo de |ardn, as pocas aves
acutcas a nstaadas por os dueos de a qunta se acercaron
nadando a a ora, como para dar a benvenda, tras su soedad,
a esas formas humanas.
Le|os de resutar meancca, a quetud de a gran|a deserta
tena ago de tranquzador y atractvo. Sus dependencas
desva|adas y sus terrenos saqueados, que de da habran quzs
parecdo desoados, se vean tan retrados, serenos y oscurecdos
por a atmsfera nocturna que no contrastaban voentamente
con a tersura y a opuenca de pasa|e que os rodeaba. A
contempar os campos umnados y os bosques en sombras,
aqu entremezcados, a aternados, que se extendan un gran
trecho hasta egar a as dstantes montaas, a eocuente voz de
a naturaeza, cuyo audtoro es e corazn humano y cuyo tema
es e amor eterno, e hab con voz nspradora a sus sentdos
atentos. Mentras examnaba con mrada frme y arrobada e
fugurante panorama, Antonna extend os brazos como s
ansara que su beeza se transformara en una nca forma
vvente, en un esprtu o bastante humano como para poder
habare y o bastante vsbe como para adoraro.
Terra hermosa must suavemente para s msma, tus
montaas son as ataayas de os ngees, a uz de tu una es a
sombra de Dos!
Sus o|os se enaron de mpdas grmas de fecdad; se vov
haca Hermanrco, que a contempaba, y contnu:
Nunca has pensado que a uz, e are y e perfume de as
fores quzs abergan agunos restos de as beezas de Edn,
escapadas con Eva cuando se aventur a un mundo sotaro?
Eas refugan y aentaban por Eva, y Eva vva y era hermosa en
eas. Estaban undas a una a as otras como e rayo de so a a
terra que entba. Acaso a espada de os querubnes poda
separaras de un gope? Cuando Eva part, as puertas cerradas
voveron a encerrar en e Paraso vaco toda a beeza que haba
crecdo, haba brado, se haba trenzado a ea? Nngn rayo de
su uz orgna huy tras Eva haca a desoacn de mundo?
Nnguna huea de sus fores perddas qued en e pecho que
seguramente as aprsonaba antes? Imposbe! Parte de sus
posesones de Edn deben habere sdo conceddas con e resto
de su vda. Eva debe haber refnado a atmsfera enrarecda de
a terra, cuando penetr en ea, con e aento de as brsas
fragantes y e respandor de uz de so que huy con ea de
Paraso perddo! Y deben haberse robustecdo y abrantado, y
deben segur ahora msmo robustecndose y abrantndose,
con e ento correr de os aos mortaes, hasta que a terra
msma se converta en un Edn y vuevan a ser uno con ese
mundo ocuto de perfeccones de cua an permanecen
apartados. Por eso, cuando contempo e pasa|e, a uz que veo
tene un respandor de Paraso; y esta for que troncho, un aento
de a fraganca que antao sntera m prmera madre, Eva!
Aunque ca despus de esas paabras, como s esperara una
respuesta, e godo permanec en absouto senco. N su
naturaeza n su stuacn o nducan a partcpar de os ocas
fantasas y os eevados pensamentos que guardaba e corazn
de Antonna y que a nfuenca de mundo natura haca aforar.
E mstero que rodeaba su stuacn actua, su vaga
remembranza de os deberes que abandonara, a ncertdumbre
sobre su fortuna y su suerte futuras, a presenca de ser sotaro
tan nseparabemente vncuado a sus emocones pasadas y su
vendera exstenca, tan extraamente atractvo por su sexo, su
edad, su persona, sus desgracas y sus dotes; todo eo contrbua
a turbar sus facutades. Gosvntha, e e|rcto, a cudad stada,
os suburbos abandonados parecan acorraaro como un crcuo
de ncorpreos y amenazantes |ueces; y en medo de eos se
azaba a |oven romana, con su eocuente sembante y sus
paabras nspradoras, presta a urgdo a marchar no saba
adonde, y capaz de nfuro sn que supera cmo.
Interpretando nconscentemente e senco de su compaero
como un deseo de cambar de escenaro y de tema de
conversacn, tras contempar un momento ms e |ardn,
Antonna abr a marcha haca a casa deshabtada. Ambos
camnantes qutaron e pasador de madera de a puerta de a
casa y, guados por a brante uz de a una, entraron en su
estanca prncpa.
Los sencos adornos de a pequea peza permanecan ntactos,
y aunque eran so vagamente dscernbes, e proporconaban, a
o|os de os dos extraos, e msmo aspecto de humde comoddad
que probabemente se a hcera querda a sus exados
ocupantes. Cuando Hermanrco se sent |unto a Antonna en e
senco banco que era e muebe prncpa de ugar y contemp a
travs de a ventana e pasa|e que contemparan en e |ardn, a
mgca quetud y a novedad de a escena comenzaron a e|ercer
su nfuenca sobre sus entas percepcones, como nfuyeran
antes sobre as ms refnadas y sensbes facutades de a
refexva |oven. Nuevas esperanzas y sosegadas deas naceron
en su |oven entendmento, y e comuncaron a su expresn una
genteza nusua, a su voz una suavdad nustada, cuando e
drg as sguentes paabras a su compaera:
Con un hogar como este, con este |ardn, con a campa
cercana, sn guerra, sn maestros severos, sn un amenazador
enemgo, con compaeros y ocupacones que amaras, dme,
Antonna, no sera competa tu fecdad?
Cuando se vov haca a |oven para escuchar su respuesta, vo
que su sembante haba cambado. Su rostro haba vueto a
adoptar a expresn de profundo door que mostrara antes. Sus
o|os estaban cavados en a corta daga que penda sobre e pecho
de godo, que pareca haber despertado en ea una sere de
pensamentos meanccos y desapacbes. Cuando a fn hab,
fue con voz trste y aterada, y con una expresn mezca de
resgnacn y abatmento.
Debes de|arme, debemos separarnos de nuevo d|o; a
vsta de tus armas me ha recordado o que hasta ahora ovdara,
todo o que de| en Roma, todo o que has abandonado ante as
muraas de a cudad. Una vez pens que podramos escapar
|untos de a confusn y e pegro que nos rodeaba, pero ahora s
que es me|or que partas! Debo decr ads a ms esperanzas y m
fecdad; debo vover a quedarme soa!
Ca por un nstante, mentras uchaba por recuperar e contro
de s msma, y despus contnu:
S, debes de|arme y regresar a tu puesto frente a a cudad;
porque e da de ataque so t podrs cudar de m padre!
Hasta que sepa que est a savo, hasta que o vueva a ver, e
pda perdn y e mpore su amor, no me atrever a ae|arme de
a pegrosa vecndad de Roma! Regresa, por tanto, a tus deberes,
tus compaeros y tus ocupacones de renombre mtar; y no
ovdes a Numerano cuando se asate a cudad, n a Antonna,
que queda pensando en t en as sotaras anuras!
Se puso de pe, como para dar e e|empo de que haba que
partr, pero a abandonaron as fuerzas y a decsn y se de|
caer de nuevo en e banco, ncapaz de moverse o de habar.
Fuertes y encontradas emocones contendan en e corazn de
godo. Las paabras de a |oven haban despertado os recuerdos
de sus cas ovdados deberes y robustecdo a menoscabada
nfuenca de sus antguas ncnacones, h|as de su educacn y
de su raza. Tanto su concenca como su vocacn se oponan a
que dsntera de su urgente y generosa petcn. Durante unos
pocos mnutos permanec sumdo en profundas refexones;
despus se ncorpor y mr ansoso por a ventana, y ms tarde
a Antonna y a habtacn que ocupaban. A cabo, como anmado
por una sbta determnacn, vov a acercarse a su compaera
y e d|o o sguente:
Es |usto que regrese. Har o que me pdes y partr haca e
campamento (pero no hasta e amanecer); y t, Antonna,
permanecers aqu ocuta y segura. Nade vendr a moestarte.
Los godos no vovern a vstar os campos que ya han saqueado;
e gran|ero dueo de a casa permanece prsonero en a cudad
stada; os campesnos de a campa crcundante no se
atrevern a acercarse tanto a as huestes nvasoras; y Gosvntha,
a quen temes, n squera conoce a exstenca de este refugo.
Aqu, aunque sotara, estars segura; aqu podrs esperar m
regreso, cuando a noche me d a oportundad de ae|arme de
campamento; y aqu te advertr con tempo s se decde atacar a
cudad. Aunque soa, no estars abandonada; no voveremos a
separarnos. Vendr muy a menudo a mrarte, a escucharte, a
amarte! Aqu te sentrs ms fez, ncuso s e ugar es sotaro,
que en e hogar de que te arro| a ra de tu padre!
Ah! Con gusto me quedar! Te esperar gozosa! excam
a |oven azando os o|os respandecentes a rostro de Hermanrco
. Nunca vover a habarte de cosas trstes; nunca vover a
recordarte todo o que he sufrdo y todo o que he perddo! Cuan
compasvo te mostraste conmgo cuando te conoc en tu tenda;
cuan dobemente compasvo te muestras ahora! Me sento
orguosa cuando mro tu estatura, tu fuerza, tus pesadas armas,
y s que te sentes fez de estar conmigo; que socorrers a m
padre; que regresars de tu respandecente campamento a esta
gran|a donde estar esperndote. Ya he ovdado todas as
desgracas que me han ocurrdo; ya me sento ms fez que en
cuaquer otro momento de m vda! Ves?, ya no oro de pesar!
S ves grmas en ms me|as, son de una benvenda dcha; son
grmas que nspran a cantar y aegrarse!
Ca de repente, como s as paabras no puderan expresar su
nueva aegra. Todas as emocones sombras que haca so un
rato a oprmeran se haban borrado por competo; y su |oven y
ozano corazn, vctoroso de a desesperacn y a pena, se
regoc|aba baado por su atmsfera usua de aegra como e
p|aro por a uz de so maanero en a prmavera.
Despus, cuando tras un corto ntervao de tempo recobraron su
anteror tranqudad, cuan rpda y suavemente transcurreron
as tranquas horas de resto de a noche para os dos seres que
veaban en a casa sotara! Con cunto gozo se deet ea en
reveare sus ms ocutos pensamentos y hacere sus nocentes
confesones a h|o de otra nacn y de experencas dferentes a
as suyas! Antonna extra|o de os rncones de su memora en que
as atesoraba, y conf a os odos de godo, as refexones
despertadas en su mente por os ob|etos de a naturaeza que
estudara en secreto, por a poderosa magnera que extra|era de
su conocmento de a Bba, por as meanccas hstoras de as
vsones de os santos y os sufrmentos de os mrtres que haba
aprenddo y sobre as que haba medtado |unto a su padre. Como
corre e no |unto a su nodrza con a hstora de su prmer
|uguete, como recurre a |oven a su hermana con a confesn de
su prmer amor, como se apresura e poeta a su amgo con e
proyecto de su prmera composcn, as demand Antonna a
atencn de Hermanrco con as prmeras reveacones de dsfrute
de sus sentdos y a prmera confesn de as emocones sadas
de su corazn.
Mentras ms a escuchaba e godo, ms perfecto se haca e
encanto de sus paabras, que eran cas poesa, y de su voz, que
era cas msca. A medda que as nfexones de su voz sempre
quedas, aunque varadas, egaban tersas a sus odos, os
pensamentos de Hermanrco nstntvamente retornaban a os
recuerdos que antes e reatara a |oven de su ad perddo, y eo
o nct a preguntare con nters y anmacn renovados de qu
manera se haba hecho de os conocmentos de canto que e
haba asegurado que posea.
Conozco as odas de muchos poetas d|o Antonna, evtando,
confundda, e nombre de Vetrano, que una respuesta drecta a a
pregunta de Hermanrco e habra obgado a menconar, pero
no recuerdo nnguna competa, savo aqueas cuyo tema son os
esprtus y as cosas de otros mundos, y a beeza nvsbe que
podemos magnar, pero no ver. De eas, hay una que fue a
prmera que aprend y a que ms me gustaba. La cantar, para
que tengas a segurdad de que no te defraudar de a promesa
que te hce de mostrarte m arte.
Vac un momento. En su pecho despertaron penosos recuerdos
de os sucesos que sgueran a as tmas notas que entonara en
e |ardn de su padre, y a prvaron de uso de a paabra. No
obstante, tras un corto ntervao de senco vov a ser duea de
s msma y comenz a cantar en un tono ba|o y trmuo que
armonzaba con e carcter de a etra y con e are de a meoda
que haba escogdo.
LA MISION DE LA LAGRIMA
I
La LAGRIMA es a h|a, en e ceo nacda,
De a vrgna PENA, por GOZO seducda
Nacda entre afccones, crada en e door
E mundo era an |oven cuando a descend.
II
Su cuna no rodearon os ngees guardanes,
Antes de que a a terra ncara su va|e;
Nngn nma aegre su forma acarc;
A son de os SUSPIROS a LAGRIMA durm.
III
Aunque e GOZO ntent, con besos y carcas
Atraera a su hogar pobado de sonrsas;
Huy ena de medo de a uz de su hogar
Para r |unto a TRISTEZA a a noche tota.
IV
Cuando eg a a terra y escog ocupacn,
Fue a que a una LAGRIMA cuadra por condcn:
Santfcar e goce y conceder avo
que a mpotenca nega a ntenso supco.
V
Rechazada o bendta cuando con su presenca
Avaba doores o paaba a afrenta.
Y, hasta os |ubosos aunque teman su nombre,
A menudo agradecen su egada a os hombres.
VI
Han pasado os aos y desde e ato ceo
Vgada, prosgue su abor con ms ceo:
Exada de o ato, nunca se marchar.
Vaya donde qusere, en e ama caer!

Durante os prmeros mnutos despus de concuda a oda,
Hermanrco cas no tuvo conscenca de que Antonna haba
termnado de cantar; y cuando a fn a |oven az a os o|os, su
mudo peddo de aprobacn era de una eocuenca ta que una
smpe paabra e habra parecdo a godo un agravo. En su pecho
se ncubaba un rapto, una nspracn, una nueva vda. La hora y
e ugar competaban o que haba ncado a maga de a cancn.
Su sembante respandeca ahora con una cadez merdona; sus
paabras asumeron un fervor romano. Poco a poco, a medda que
conversaban, a voz de a |oven se de| or con menos frecuenca.
Su esprtu sufra una transformacn: de maestra, se converta en
aumna.
A medda que Antonna escuchaba a godo, a medda que senta
nacer en su nteror nuevos sentmentos a caor de sus paabras,
sus me|as comenzaron a respandecer, su sembante se acar,
sus formas msmas pareceron revvr y espgarse. No desvaban
su absorta atencn n a ntrusn de un pensamento n e
despertar de un recuerdo. En as paabras de su compaero no
haba n fras dudas n sombras vacacones. E uno hababa, a
otra escuchaba, ambos con todo e corazn, con e ama toda.
Mentras una revoucn de acance munda condensaba sus
fuerzas huracanadas en torno a eos; mentras a capta de un
mpero se tambaeaba anuncando su estreptosa cada; mentras
Gosvntha paneaba nuevas venganzas; mentras Upo se
afanaba por convertr en readad su sangrenta y devastadora
conmocn; mentras todos esos oscuros ngredentes de desastre
genera y contenda partcuar hervan y ganaban fuerzas en torno
a eos, Hermanrco y Antonna ovdaron por competo, abstrados
en s msmos, e tormentoso mundo que os rodeaba; pensaban
serenamente en un amor tranquo; se daban un beso con tanta
pasn y o devovan con tanta ternura como s su exstenca
transcurrera en os tempos buccos de os poetas pastores, y
sus deberes y dsfrutes futuros aguardaran por eos en una terra
de eterna paz!
CAPT"LO )I$
LA %AM(R"NA
Se aproxma e fn de novembre. Ha transcurrdo cas un mes
desde que tuveran ugar os sucesos menconados en e captuo
anteror, pero as neas godas sguen rodeando as muraas de a
cudad. Roma, a a que de|amos orguosa y opuenta aunque a
runa tocaba a sus puertas, ha sufrdo una terrbe e nquetante
transformacn. Ahora que nos acercamos a ea de nuevo, e
door, e horror y a desoacn ya cubren de sombras sus
ma|estuosos paacos y entenebrecen sus brantes caes.
E espectro de Hambre se aza a fn trunfante sobre a Pompa
que o menosprecaba; sobre e Pacer que o desafaba; sobre a
Abundanca que o amedrentaba en sus rondas secretas. Da tras
da, a nsufcente racn de amentos de a cudad se ha tornado
ms escasa; e vaor de as provsones ms bastas y sencas ha
segudo aumentando; as reservas que a compasn y a cardad
reparteran para contentar a puebo desfaecente se han
reducdo hasta desaparecer. Para os rcos an queda grano en a
cudad: un tesoro comestbe que se trueca por tesoros en oro.
Para os pobres, e sustento natura de hombre ya no exste; a
poca de os abomnabes banquetes de a hambruna, os
prmeros das de sacrfco de gusto a a necesdad, ya son una
ttrca e rrevocabe readad.
Es de maana. Una muttud trste y caada avanza sobre os
fros adoqunes de a Gran Paza, frente a a Basca de San |uan
de Letrn. E gento haba en susurros. Los dbes oran; os
fuertes tenen un are sombro; todos se mueven con paso ento y
ngudo y evan en brazos a sus perros u otros anmaes
domstcos. Rodean a muchedumbre os extenuados guardas de
a cudad, con p|aros domestcados de extravagante puma|e y
meodosa voz en as rudas manos; os sguen nos y donceas
que ruegan en vano con tono astmero que es devuevan sus
mascotas.
A cabo, a extraa procesn se detene frente a un enorme
cadero coocado sobre una gran fogata en medo de a paza,
arededor de cua aguardan os carnceros de a cudad
bandendo sus cuchos y os egonaros romanos de ms
confanza amenazadoramente armados. Se repte entonces una
procama en a que se ordena a a pobacn que carece de dnero
para comprar amentos que eve a sus anmaes domstcos para
cocnaros todos |untos en una oa comn a fn de contrbur a
sostenmento genera.
Un momento despus, en cumpmento de edcto, as aeadas
mascotas de a muttud pasaron de as manos amorosas de sus
dueos a as rudas de os prestos carnceros. Durante unos
momentos, os apagados grtos de os anmaes, tan hambrentos
como sus amos, se mezcaron con os soozos y as
amentacones de as mu|eres y os nos a quenes perteneca a
mayora de eos. Y es que en esa prmera etapa de a caamdad
que azotaba a puebo, os rgores de hambre que extnguen a
pedad y ecpsan e door e resutaban an desconocdos; y
aunque perda rpdamente e nmo, no se haba sumdo an en
os absmos de feroz desesperacn que ya se abran nvsbes a
sus pes. Se expermentaron m congo|as, se vveron m
humdes tragedas durante os breves momentos que dur a
separacn entre amos y mascotas. E no e daba un tmo beso
a p|aro que cantara sobre su echo; e perro supcaba
proteccn con os o|os por tma vez de ama que nunca antes
haba de|ado de responder a su mrada con una carca. Entonces
se produ|o e corto ntervao de agona y muerte; despus, e
vapor se eev fero de a srdda oa; ms tarde, e gento se
dspers por un rato; os afgdos permaneceron cerca de a
fogata; os hambrentos decderon camar su mpacenca
medante una vsta a a vecna gesa.
Las naves ateraes de mrmo de a nobe Basca abergaban a
una sombra congregacn. So tres pequeas veas aumbraban
e atar mayor. No se oan duces voces entonando meodosos
hmnos y |ubosas aabanzas. Los mon|es cantaban en tono ronco
y con montona armona os samos pentencaes. Aqu y a se
vea una fgura arrodada vestda con ropas de uto y absorta en
secretas pegaras; pero prevaeca en a mayora de os
asstentes una desgana como de ausente, o una hosca fata de
atencn.
Cuando mureron en os ma|estuosos recntos de a gesa as
notas sordas de tmo samo, una procesn de padosos
crstanos hzo su aparcn a as puertas y avanz entamente
haca e atar. Estaba ntegrada por hombres y mu|eres descazos,
atavados con ropa|es negros, y con e cabeo despenado
cuberto de cenza. De sus o|os manaban as grmas, y se
gopeaban e pecho a ncnar a frente sobre os pedaos de
mrmo de atar.
Esa humde expresn pbca de pentenca ante a caamdad
que se abata sobre a cudad estaba confnada, sn embargo, a
sus pocos habtantes verdaderamente regosos, y no despertaba
n a atencn n as smpatas de a terca y desamada pobacn
de Roma. Agunos seguan acarcando a engaosa esperanza de
ayuda prometda por a corte de Rvena; otros crean que no
pasara mucho tempo antes de que os godos abandonaran
mpacentes su proongado asedo para dedcarse a saquear os
rcos e ndefensos campos de sur de Itaa. Pero a msma
confanza cega en e terror que ya no nspraba e nombre de
Roma, a msma fera y temerara decsn de desafar a os godos
hasta e fna, sostena e vacante cora|e y sofocaba os
sentmentos de desaento de a gran masa de a sufrda
pobacn, desde e mendgo que escarbaba en a basura hasta e
patrco que suspraba ante su novedoso y execrado sustento
consstente en un smpe pan.
Mentras os pententes que formaban a procesn antes descrta
se encontraban an ocupados en e cumpmento de sus deberes
de pentenca y oracn, que os dems asstentes a tempo n
advertan n compartan, un sacerdote sub a gran pupto de a
Basca para hacerse cargo de a ngrata tarea de predcar
pacenca y pedad a a hambrenta muttud congregada a sus
pes.
Comenz su sermn recordando os prncpaes sucesos
acontecdos en Roma desde e nco de asedo godo. Aud
dscretamente a prmer acontecmento que mancara os anaes
de a cudad stada: a e|ecucn de a vuda de genera romano
Estcn, a causa de a nunca comprobada sospecha de que haba
sostendo una correspondenca desea con Aarco y e e|rcto
nvasor; se detuvo un argo rato en as promesas de ayuda
procedentes de Rvena despus de perpetrado ese acto de ma
agero. Hab con admracn de a habdad despegada por e
goberno a adoptar as necesaras e nmedatas reduccones de a
racn dara de amentos; ament a terrbe escasez que,
nevtabemente, sgu a esas mprescndbes reduccones.
Pronunc un eocuente eogo de a nobe cardad de Laeta, a
vuda de emperador Favo Gracano, quen, gua que su madre,
dedcara as provsones adqurdas con as rentas mperaes a su
dsposcn a socorrer, en esa cruca coyuntura, a os pobres
hambrentos y abatdos. Admt que se avecnaba una nueva
escasez debdo a agotamento de as reservas de Laeta; depor
a necesdad de momento de sacrfcar os anmaes domstcos
de os cudadanos; conden os enormes precos que se exgan
ya por os tmos restos de amentos que se encontraban;
asegur que todos estaban frmemente persuaddos de que en
unos pocos das egara a ayuda procedente de Rvena; y
termn sus paabras nformndoe a a concurrenca que, como
ya haban sufrdo tanto, ben podan sufrr con pacenca un poco
ms; y que s a cabo tenan a maa fortuna de sucumbr a as
caamdades, es resutara un nobe consueo morr por a causa
de a Roma catca y apostca, y que seguramente seran
canonzados como santos y mrtres por a prxma generacn
de padosos crstanos en cuanto se renstaurara una paz frt y
reparadora.
Aunque e sermn era de una forda eocuenca, fue ncapaz de
nducr squera a uno de aqueos a quenes ba drgdo a ovdar
os sufrmentos de presente y f|ar a atencn en a vsn de as
benaventuranzas futuras expuestas a sus oyentes por e ocuaz
sacerdote. Con os msmos murmuos que|osos y a msma
expresn de odo y desafo mpotentes contra os godos que
depuseran a entrar en a gesa, os congregados saeron ahora
de tempo para recbr de manos de os funconaros de a cudad
a exgua racn de repugnantes amentos preparados en e
cadero de a paza pbca para sacar su hambre.
Y ved cmo de otros escondr|os de barro vecno de Roma, sus
concudadanos se aprestan a reunrse con eos arededor de a
oa a a sea convenda! E desmayado centnea, berado de su
guarda, aparta a vsta de desagradabe panorama que ofrece e
campamento godo y se apresura a compartr a comda pbca; e
panadero desperta de sueo concado sobre su mostrador
vaco, e mendgo se evanta de a perrera ahora bre de su
anteror ocupante |unto a a casa de carncero, e escavo
abandona su puesto |unto a as brasas morbundas de fogn:
todos se apresuran a aumentar e nmero de os comensaes
nvtados a horrbe banquete. Los congregados en a Basca
saen rpda y atropeadamente por sus ma|estuosas puertas; os
sacerdotes y os pententes se retran de pe de atar; y en a
gran gesa, atestada so unos momentos antes, so permanece
un hombre sotaro.
Desde e comenzo de servco, sn que nade o observara n e
drgera a paabra, ese ndvduo ha recorrdo con paso vacante
e crcuo de os congregados, observando arga y
cudadosamente os rostros con os que topaba. Ahora que e
sermn ha concudo y que e tmo rezagado ha abandonado a
gesa, de|a e sto desde e que ha escudrado con ansedad a
os membros de a muttud que parte y se arroda con are de
agotamento |unto a a base de par ms prxmo. Tene os o|os
hunddos y as me|as pdas; os cabeos grses de su ancana
cabeza son raos y escasos. No hace nngn ntento por segur a
a muttud y compartr su sustento; nade se detene para nstaro
a eo, nade regresa para conducro |unto a a oa comn.
Aunque db y ancano, est totamente abandonado en su
soedad y carece de todo consueo para su door, sus amgos han
perddo toda traza de su exstenca, sus enemgos han de|ado ya
de temero u odaro. Arrodado y soo |unto a par, se cubre a
frente con as manos pdas y temborosas, sus o|os apagados se
enan de amargas grmas, y de|a escapar de vez en cuando
entre profundos suspros as sguentes excamacones, cas
naudbes:
Da tras da! Da tras da! Y m h|a perdda no aparece! M
h|a amada y afrentada no vueve a m! Antonna! Antonna!
Pocos das despus de a dstrbucn pbca de amentos en a
paza de San |uan de Letrn, se vo a berto favorto de Vetrano
drgrse con paso ento y trste a paaco de su amo.
No e fataban motvos a ntegente Carro para andar con are
de funera y expresn de desconsueo. Aunque e perodo
transcurrdo desde que tuvera ugar a escena que ya hemos
descrto en a Basca era breve, as condcones mperantes en a
cudad haban empeorado de modo terrbe. La hambruna
avanzaba con zancadas de ggante; cada hora a dotaba de nuevo
vgor; cada esfuerzo encamnado a ae|ara so serva para
aumentar su crecente y pavoroso ascendente. Uno tras otro, os
paceres y ocupacones de a cudad menguaban ba|o a funesta
trana de ese ma unversa, hasta que e esprtu pbco de
Roma eg a tener, en todas as cases de a socedad, una nca
y sombra fuente de nspracn: un desafo cada vez ms
desesperado a a hambruna y a os godos.
E berto entr en e paaco de su amo sn que o saudaran n
saeran a dare a benvenda os otrora obsequosos escavos de
a portera. En os saones desertos no resonaban ya os ecos de
arpas y nos cantores, de sonoras rsas de mu|er o de bqucas
carca|adas mascunas. E puso de pacer ya no pareca atr en e
nfez y metamorfoseado hogar de Vetrano.
Apurando e paso tras entrar en a mansn, Carro se drg a a
peza donde e senador o esperaba.
En dos trcnos separados por una mesta estaban recnados e
seor de paaco y su pupa y compaera de Rvena, a otrora
vvaz Cama. La frente antes despe|ada de Vetrano haba
adqurdo una expresn severa y borrascosa; y n mraba n se
drga a su nvtada, quen, por su parte, guardaba e msmo
senco y mostraba e msmo are meancco que e senador.
Toda huea de as antguas pecuardades de aegre y eegante
vouptuoso y de a vvaz y grrua |oven parecan haber
desaparecdo. En a mesa entre ambos haba una gran botea de
vno de Faerno, y un recpente con un poco de sopa aguada en a
que fotaba una torta de masa parcamente sapcada con herbas
de as ms correntes. En o que toca a os usuaes adornos de os
aposentos prvados de Vetrano, no se es vea por nngn ado.
Poemas, cuadros, |oyas, ades, todos braban por su ausenca.
Hasta e "nestmabe gatto de a raza ms sagrada para os
antguos egpcos" se haba esfumado. Haba sdo robado,
cocnado y comdo por un escavo fugado que tambn cambara
su coar de rubes por una cotorra faca y medo perro crudo.
Lamento confesaro, nestmabe patrn, pero he fracasado en
m msn observ Carro sacando de su manto varos saqutos
de dnero y |oyeros que depost con todo cudado sobre a mesa
. E propo prefecto ha coaborado con e regstro de os
graneros pbcos y prvados, y ha egado a a concusn de que
no queda en a cudad n un puado de grano. Ofrec en e
mercado cnco m sestercos por un gao y una gana vvos, pero
me nformaron que esa raza de anmaes se ha extngudo desde
hace tempo, y que como con e dnero ya no se puede comprar
comda, n e ms pobre de os mendgos de Roma quere
aceptaro. Ya no se puede adqurr n a preco ms exorbtante e
heno que compr ayer. Los que todava conservan una
reducdsma reserva de amentos a guardan y a ocutan con e
mayor ceo. Lo nco que pude obtener para consumo de os
pocos escavos que sguen fees a a casa es esta pequea
provsn de pee|os de perro que qued de a dstrbucn pbca
de comda que se ev a cabo hace agunos das en a paza de a
Basca de San |uan.
Y e berto, con una mezca de trunfo y asco, sac, mentras
hababa, su provsn de sucos pee|os.
Con qu reservas contamos todava? nqur Vetrano
despus de tomar un argo trago de vno de Faerno, a tempo
que e ndcaba con un gesto a su srvente que qutara de su vsta
os tesoros que consguera.
Tengo esconddos en un recpente seguro, porque no s
cundo e hambre puede conducr a os escavos a a
desobedenca respond Carro, sete bosas de heno, tres
cestas de carne de cabao saada, una ca|a de duces ena de
avena y otra de pere| seco; os p|aros cantores de a Inda
permanecen ntactos en su |aua; tenemos una gran provsn de
especas y nos quedan agunas boteas de a Sasa para
Ruseores.
Ou aspecto tene a cudad? o nterrump Vetrano
mpacente.
Roma se ve tan gubre como un sepucro subterrneo
contest Carro con un estremecmento. Las personas se
renen en grupos mudos y hambrentos a as puertas de sus
casas y en as esqunas; os centneas apostados en as muraas
se tambaean en sus puestos; as mu|eres y os nos duermen
exhaustos en e sueo de as gesas; a os teatros no assten n
os actores n e pbco; os baos resuenan con os grtos de os
que pden comda y madcen a os godos; ya se cometen robos
en as tendas que permanecen abertas y no estn custodadas; y
os brbaros permanecen mpvdos en sus campamentos, sn
que os amenacen as egones que Rvena nos promet, y sn
que nos ataquen en nuestra debdad n se apresten a evantar e
asedo. Nuestra stuacn se torna cada vez ms pegrosa; me
nspra una gran confanza nuestra reserva de provsones, pero...
Arr|ae tus esperanzas a a corte de Rvena y e forra|e de tus
bestas a a turba vocngera! excam Vetrano con repentna
energa. Ya es demasado tarde para ceder; s en os prxmos
das no recbmos ayuda, a cudad se convertr en un desastre
humano! Y crees t que yo, que ya he perddo por esta
suspensn pbca de as dversones socaes ms paceres, ms
ocupacones y a ms compaeros, aguardar tranquo a muerte
enta e nnobe que nos amenazar entonces a todos? No!
Nunca se dr de m que mor de nancn con e rebao, como
un escavo a quen su amo abandona! Aunque as fuentes de m
saa de banquetes tengan que permanecer vacas, ms |arras y
ms copas de vno centeearn todava ante ms nvtados! An
queda vno en a bodega, y especas y perfumes en as aacenas.
Invtar a ms amgos a un tmo festn, a una saturnaa en una
cudad hambrenta, a banquete de a muerte, servdo por e |ova
Seno y sus faunos! Aunque as Parcas hayan te|do para m e
destno de un perro, ser a mano de Baco a que corte e ho
fata!
Sus me|as estaban encenddas, sus o|os centeeaban, toda a
derante energa de su determnacn se ea en su rostro
mentras hababa. Ya no era e |uergusta gero, amabe, de
paabra fc, sno un hombre apasonado, temeraro,
desesperado, a quen no e mportaban nnguna de as
obgacones y actvdades que hasta entonces e|erceran su
nfuenca sobre a tersa superfce de su vda patrca. La
sorprendda Cama, que hasta ese momento haba mantendo un
senco meancco, corr haca con expresn de temor y e
rostro cuberto de grmas que no ntentaba dsmuar. Carro se
qued mrando e taante desordenado de su amo con are de
desconcertado asombro, y ovdando su cargamento de pee|os
de perro, de| que cayera a sueo. A contnuacn se produ|o un
momento de senco nterrumpdo sbtamente por a abrupta
entrada de una cuarta persona, pda, temborosa, fata de
aento, que no era otro que e vstante de Vetrano en das
pasados: e prefecto Pompeyano.
Te doy a benvenda a m prxmo festn de copas rebosantes
de vno y patos vacos! excam Vetrano enando su vaso con
e centeeante vno de Faerno.Ser yo quen ofrezca e tmo
banquete en Roma antes de que a cudad sea anquada! Los
godos y a hambruna no tendrn nada que ver con m muerte! E
pacer presdr ms tmos momentos, como ha presddo toda
m vda! Morr como Sardanpao, rodeado por ms amores y
ms tesoros, y e tmo de os nvtados que sobrevva a nuestra
festa dar fuego a m paaco, como e rea asro do fuego al
suyo!
No es momento para bromas excam e prefecto, echando
una mrada a su arededor con o|os turbados y me|as
descoordas. Nuestras desgracas no han hecho ms que
comenzar! En a cae ms prxma yace e cadver de una
mu|er, y terrbe presago! unas serpentes rodean su cueo!
No tenemos dnde enterrara, n tampoco a os mes que pueden
morr como ea antes de que nos egue ayuda! Los sepucros de
a cudad, que quedan fuera de as muraas, estn en manos de
os godos. Arededor de cuerpo se ha congregado una muttud
horrorzada, porque acaba de descubrr una verdad fata que
habramos preferdo ocutare... E prefecto hzo una pausa, mr
con are atemorzado a sus oyentes y aad con voz queda y
temborosa:
Los cudadanos estn murendo de hambre en as caes de
Roma!
CAPT"LO )$
LA CI"DAD * LOS DIOSES
Vovamos una vez ms a campamento godo en os suburbos a
este de a Puerta Pncana, y a Hermanrco y os guerreros a sus
rdenes, que an ocupan esa poscn en e gran crcuo que
forman as tropas encargadas de asedo.
Los despazamentos de |oven caudo expresaban, por su
dversdad y rapdez, a nquetud de que era presa su mente.
Apartaba con frecuenca os o|os de os guerreros que o rodeaban
para cavaros en e extremo remoto y opuesto de os suburbos, y
en ocasones drga a vsta a ponente como s esperara
ansosamente a egada de una hora especfca de a noche
prxma. Cansado a fn de dedcarse a ocupacones que era
evdente que ms que camar su mpacenca a rrtaban, se
vov abruptamente y, avanzando haca a cudad, se do a
recorrer entamente una y otra vez e terreno bado que separaba
os suburbos de as muraas de Roma.
Contnuaba examnando de cuando en cuando a escena que o
rodeaba. Es dfc concebr un panorama ms desoador, en a
terra o en os ceos, que e que ahora se presentaba ante sus
o|os.
E da opaco, sn so, egaba rpdamente a su fn, y e portentoso
ceo prometa una noche de tormenta. Espesas capas de
nubarrones negros e nformes cubran todo e frmamento, savo
en e extremo de ponente, donde se aprecaba una estrecha
fran|a de una pda uz amarenta, rodeada por todos ados por
os bordes compactos, rreguares, sn gradacones, de masas de
un oscuro vapor. Un profundo senco renaba en toda a
atmsfera. E vento no de|aba or su voz entre os rboes
nmves. E movmento y a accn consustancaes a a
naturaeza y a vda humana parecan encantados, suspenddos,
sofocados. E are estaba saturado de un caor pesado; y todas as
cosas sobre a superfce terrestre, tanto as anmadas como as
nanmadas, sentan a opresn que sobre eas e|ercan os
eementos ms votes. Las personas que |adeaban en a cudad
azotada por e hambre, y as brznas de herba que pendan acas
en e seco csped de otro ado de as muraas, sentan por gua
su nfuenca extenuante.
Con e paso de as horas y e avance gradua y subreptco de a
noche, una oscurdad unforme envov uno tras otro os ob|etos
que Hermanrco era capaz de dscernr desde e sotaro bado en
e que an permaneca. Pronto a gran cudad se desvanec en a
sombra vasta e mpenetrabe, mentras que os suburbos y os
anos que os rodeaban desapareceron en a espesa oscurdad
que cubra cas perceptbemente e sueo. Ahora e nco ob|eto
caramente vsbe era a fgura de un cansado centnea que
estaba en as foscas amenas en o ato de as muraas
agretadas, cuyo cuerpo desmade|ado, apoyado en su arma, se
destacaba en agudo reeve contra a fna, sotara fran|a de uz
que an braba en as fras extensones de ceo de ponente
cubertas de nubes.
Pero con e gradua avance de a noche, ncuso ese espaco
umnado se desvanec, se contra|o, desaparec, y con e
centnea y a amena en a que estaba apostado. E domno de
as tnebas se hzo entonces unversa. Densa y veozmente se
extenderon por toda a cudad con sorprendente rapdez, como s
e tembe destno que comenzaba a cumprse en Roma hubera
obgado a a aparenca externa de a noche a armonzar con su
propa naturaeza auguradora de desastres.
De nmedato, mentras e |oven godo an permaneca en su
puesto de observacn, se comenz a or e argo, quedo, trmuo,
absorbente retumbar de trueno e|ano. Pareca proceder de una
dstanca cas ncacuabe; haber emtdo os prmeros sondos en
su cuna en e heado norte; haber recorrdo as estancas cercadas
de heo de os sotaros poos. No nterrump a quetud pesada,
msterosa de a atmsfera, sno que a ahond. E mudo y
frecuente respandor de os rempagos tambn denotaba una
suavdad estva. No eran os feros rempagos de nverno, sno
una cardad cda, ntermtente, cas fascnante por su eve,
rpda recurrenca, teda por e respandor de os ceos y no por
a umbre de averno.
No sopaba e vento, no ova; y e are estaba tan sencoso
como s durmera sobre e caos en os abores de una nueva
creacn.
Entre os ob|etos que a fugaz uz de os rempagos umnaba
ante a vsta de Hermanrco, e ms fc y caramente dscernbe
era a vasta superfce de as muraas agretadas. Las grandes
pedras suetas desperdgadas aqu y a |unto a su base, y e
borde saente de sus ampas amenas se reveaban a sus o|os
ntda, aunque ntermtentemente, durante os breves nstantes
de uz. Los rempagos ya evaban certo tempo umnando esa
estructura de as defensas de a cudad y e terreno bado que se
extenda nmedatamente a contnuacn cuando a pared sa que
permtan atsbar ocasonamente se vo |aspeada de repente por
una bandada de p|aros que aparec en una zona ae|ada de as
muraas, y que comenz a revootear enoquecda de un ado a
otro frente a su superfce.
Como os rempagos contnuaron aumbrando a escena a
ntervaos, as fguras negras de os p|aros que graban confusa e
nnterrumpdamente en torno a punto donde era evdente que
una nterrupcn nexpcabe os haba espantado, resutaban
perceptbes para os o|os avezados de godo como evanescentes
chspas de fuego o copos de neve. A cabo de certo tempo,
desapareceron con a msma rapdez con que haban aparecdo,
con agudos chdos de medo que se oan a pesar de contnuado
retumbar de trueno; e nmedatamente despus, cuando a uz de
un nuevo rempago dsp as tnebas, Hermanrco vo un
respandor ro|zo, como una chspa de fuego ncrustada en a
superfce de muro, en a seccn de as muraas de a cua os
p|aros voaran ahuyentados a nco. Enseguda desaparec: se
produ|o en a atmsfera un ntervao de oscurdad ms
proongado que o usua; y cuando e godo aguz a vsta en a
prxma ronda de rempagos, percb o que de momento y con
muchas dudas e parec una fgura humana de pe sobre as
pedras |unto a a base de as muraas.
Hermanrco experment un sobresato de asombro. Voveron a
cesar os rempagos. En e ardor de su ansedad por ver ms,
forz a vsta con a vana esperanza de penetrar a oscurdad que
o rodeaba. Las tnebas parecan nfntas. De nuevo e
rempago umn a escena unos nstantes. Hermanrco cav a
vsta en e muro: a fgura segua a.
Su corazn at con fuerza; permanec, ndecso, en e ugar
que ocupara desde que os prmeros truenos egaran a sus odos.
Acaso seran a uz y e hombre una entrevsta un nstante, e
otro an vsbe meros fantasmas, h|os de un error de su vsta
desumbrada por a rpda sucesn de cambos atmosfrcos en
medo de os cuaes se haba vsto obgada a actuar? O ben era
ndudabe que haba vsto una forma humana y haba detectado
una uz de naturaeza matera? Ouzs se preparaba en a cudad
stada una extraa tracn, un pegroso mstero, y su deber era
observaro y desenmascararo. Desenvan a espada y, a resgo
de ser vsto a a uz de os rempagos y odo en as pausas de
trueno por e centnea apostado en as muraas, avanz resueto
hasta a base msma de as defensas de a Roma host.
No oy nngn sondo, no percb nnguna uz, no vo nnguna
fgura cuando, tras varos ntentos nfructuosos por acanzar e
ugar donde as detectara, se detuvo a fn |unto a as pedras
suetas que saba que se amontonaban a pe de as muraas.
Estaba tan prxmo a eas que pudo recorrer su superfce rugosa
con a punta de a espada. Apenas haba examnado, vado de su
arma, una seccn de un poco ms de dez yardas, cuando esta
tropez con un borde afado e rreguar; y un repentno
presentmento e reve a nstante que haba encontrado e
punto donde vera un momento a uz, y que estaba parado sobre
a msma pedra que ocupara despus a fgura de hombre.
Tras vacar un momento, estaba a punto de subr un poco ms
por as pedras suetas para examnar ms de cerca a
rreguardad que acababa de descubrr en as muraas, cuando a
uz vvda de un rempago, nusuamente proongada, e reve a
una escasa yarda de dstanca y en a msma dreccn que
segua, a fgura que vera de e|os desde e bado que quedaba a
sus espadas.
Durante e prxmo ntervao de oscurdad snt ago
nexpresabemente tembe en esa cega vecndad a a sente y
msterosa forma, reveada de manera tan mperfecta por os
rempagos que centeeaban sobre su cuerpo, todava apenas
entrevsto. E corazn de godo parec detenerse mentras
permaneca, espada en mano, escudrando as sombras
tnebas, en espera de prxmo rempago. Cuando a fn eg, e
permt ver os o|os ameantes de hombre cavados en su
rostro; otro respandor y vo un dedo faco coocado sobre sus
abos en sea de que guardara senco; un tercero, y vo que e
brazo de hombre apuntaba haca e terreno bado a sus
espadas; y despus, en e ntervao de oscurdad que se produ|o
a contnuacn, snt un aento cdo |unto a su odo y oy una
voz que e susurraba en una pausa de trueno:
Sgeme.
A nstante Hermanrco snt e roce momentneo de cuerpo de
hombre cuando con paso sgoso cruz a su ado sobre as
pedras: no era momento de refexones o dudas. Sgu de cerca
a desconocdo, cuya forma oscura dvsaba movndose frente a
cada vez que os rempagos umnaban por un breve nstante
a escena, hasta que egaron a unos rboes no muy dstantes de
as casas que ocupaban en os suburbos os godos que estaban
ba|o su mando.
A e desconocdo se detuvo |unto a tronco de un rbo que
quedaba entre y as muraas y se sac de manto en |rones
una pequea nterna cudadosamente veada con una tea que
ahora qut que az por encma de su cabeza para estudar
atenta y ansosamente a godo.
Hermanrco ntent habare, pero e aspecto de hombre, aunque
apenas dscernbe a a pobre uz de su nterna, era tan turbador
y repusvo que as paabras mureron en sus abos. E rostro de
desconocdo era de una padez espectra; sus me|as hunddas
estaban surcadas por profundas arrugas; y sus o|os centeeaban
con una expresn de feroz desconfanza. Uno de sus brazos
estaba cuberto de ve|os venda|es y sangre coaguada, y cogaba
parazado a su costado. La mano que sostena a mpara
tembaba de ta manera que sta oscaba contnuamente. Sus
membros nferores eran esquetcos y estaban tan descarnados
que cas parecan deformes; y era evdente cuan dfc e
resutaba mantenerse ergudo. Todo su cuerpo pareca estarse
consumendo con una muerte enta, mentras que su expresn,
ardente y repusva, transmta toda a energa de a prmera
adutez y toda a osada de a |uventud.
Era Upo! Las muraas haban sdo atravesadas! La greta
haba hecho buena su promesa!
Tras un proongado examen de sembante y e atuendo de
Hermanrco, e hombre, con una expresn mperosa que
contradeca extraamente su voz vacante, e drg as
sguentes paabras:
Eres godo?
S contest e |oven caudo, y t eres...?
Un amgo de os godos fue a rpda respuesta.
A contnuacn se produ|o un nstante de senco. Fue de nuevo
e desconocdo quen renc e dogo:
Ou te hzo r soo a pe de a muraa? nqur, y a habar
sus o|os adoptaron una expresn de ngobernabe aprensn.
V a fgura de un hombre a a uz de os rempagos
respond Hermanrco. Me acerqu para estar seguro de que no
me engaaban os o|os, para descubrr...
So un hombre de tu nacn sabr de dnde vengo y qu
deseo o nterrump e desconocdo con fereza. Ese hombre
es Aarco, tu rey.
En e rostro de godo aparec una expresn de sorpresa,
ndgnacn y despreco a escuchar esa decaracn de ndefenso
desventurado que tena frente a s. E hombre o advrt, y
hacndoe e gesto de que guardara senco, vov a drgre a
paabra:
Escucha! excam. Tengo ago que reveare a |efe de
vuestras fuerzas que har trepdar e corazn de todos os
hombres de este campamento, s es que vuestro rey os o confa
despus de sabero de ms abos! Te negas an a conducrme a
su tenda?
Hermanrco r con sorna.
Mrame contnu e hombre, ncnndose haca adeante y
cavando os o|os con mpacenca sava|e en e rostro de su
nterocutor.Estoy soo, herdo, db, ve|o; soy un extrao para
os tuyos, un hombre hambrento e ndefenso. Me aventurara a
venr a vuestro campamento, correra e resgo de que tus
camaradas me mataran por ser romano, osara ncurrr en a ra
de vuestro orguoso |efe sn motvo?
Hzo una pausa, y despus, con os o|os an cavados en e godo,
contnu en tono ms quedo y agtado:
Ngame tu ayuda: deambuar por vuestro campamento
hasta encontrar a vuestro rey! Hazme prsonero: tu voenca no
ograr que despegue os abos! Mtame: nada ganars con m
muerte! O ben, aydame, y te aegrars hasta e tmo nstante
de tu vda de habero hecho! Tengo ago tremendamente
mportante que comuncare a Aarco; un secreto por e cua he
pagado con esto!
Sea su brazo herdo. La soemndad de su voz; a ruda energa
de sus paabras; a nexorabe determnacn de su aspecto; a
negrura de a noche que os rodeaba; e retumbar de trueno que
pareca partcpar en e dogo que sostenan; e mpresonante
mstero de ese encuentro a pe de as muraas de a cudad:
todo eo comenzaba a e|ercer dversas y poderosas nfuencas
sobre a mente de godo, con o que cambaron nsensbemente
os sentmentos que e nspraran as prmeras paabras de
hombre. Vac y despus ech una o|eada cargada de dudas a
as neas de campamento.
Se produ|o un argo senco que e desconocdo vov a romper.
Aprsame, encadname, brate de m, s queres! excam
a grtos y con o|os reampagueantes, pero condceme a a
tenda de Aarco! Te |uro por e trueno que retumba sobre
nuestras cabezas que as paabras que e dr e resutarn ms
precosas que a |oya ms espndda que pueda arrebatar de as
arcas romanas!
Aunque vsbemente nqueto e mpresonado, Hermanrco an
vacaba.
Dudas todava? excam e hombre con desdeosa
mpacenca. Hazte a un ado! Ir yo soo hasta e msmo
centro de vuestro campamento! Emprend soo m pan, no
necesto ayuda tampoco para evaro hasta su trmno! Hazte a
un ado!
Y pas |unto a Hermanrco, en dreccn a os suburbos, con e
msmo are de feroz energa en su rostro marchto que e que e
dera tan extraordnara aparenca a nco de su nusua
entrevsta con e |oven caudo.
La osada determnacn de su propsto, a nconmovbe
dgenca en pos de un xto arresgado y dudoso que se
manfestaba en as paabras y as accones de aguen tan
desbocado y soo como e desconocdo, despertaron en e godo e
sentmento de rreprmbe admracn que nevtabemente
produce a con|uncn de vaor mora con e fsco. Adems de
ese ncentvo para ayudar a hombre, una ardente curosdad por
descubrr su secreto enaba a mente de Hermanrco, y o
ncnaba an ms a conducr a su decddo acompaante a a
presenca de Aarco; porque era so por ese medo que poda
abergar esperanzas, despus de a frme decaracn de hombre
de que so se comuncara en prmera nstanca con e rey, de
descfrar e ob|etvo de su msterosa emba|ada. Anmado por esos
motvos, e grt a desconocdo que se detuvera y e comunc
en breves paabras su dsposcn a conducro a nstante ante e
|efe de os godos.
E hombre e ndc con un gesto que aceptaba su oferta. Era
evdente que su fortaeza fsca o abandonaba veozmente; pero
aun as avanz penosamente haca e cuarte genera de
campamento, mustando y gestcuando para s de modo cas
ncesante. So una vez e drg a paabra a su gua; y o hzo de
modo pasmosamente abrupto y en tono de vehemente
ntranqudad y desconfanza, para preguntare a |oven godo s
haba examnado aguna vez antes de esa noche a superfce de
as muraas de a cudad. Hermanrco e contest negatvamente
y prosgueron a marcha en absouto senco.
E camno haca as neas de campamento segua un rumbo
oeste y estaba pobremente umnado por as amas de una
antorcha ocasona o e respandor de aguna fogata dstante. Los
truenos haban dsmnudo su frecuenca, pero haban aumentado
en ntensdad; eves rfagas de vento sopaban de cuando en
cuando de occdente, y unas pocas gotas de uva comenzaban a
caer entamente sobre a terra sedenta. Los guerreros que no
estaban de guarda en os dferentes puestos de observacn se
haban retrado a abrgo de sus tendas; nnguno de os m
merodeadores y asstentes que seguan a gran e|rcto
permaneca en sus ugares de reunn usuaes; hasta as escasas
voces que se de|aban or sonaban dstantes y apagadas. La
escena nocturna en as fas de os nvasores de Itaa era tan
sombra y desagradabe como en as anuras sotaras ante as
muraas de Roma.
A poco tempo e desconocdo advrt que egaban a una parte
ms pobada, me|or umnada y ms fortfcada de campamento
que a que haban atravesado antes; y e sondo qudo y
borboteante de as aguas de rpdo Tber eg a sus atentos y
desconfados odos. Camnaron todava unas pocas yardas; y
entonces se detuveron sbtamente ante una tenda rodeada de
muchas otras, cuyos accesos cudaban grupos de guerreros
rcamente armados. Aqu Hermanrco se detuvo un nstante para
ntercambar unas paabras con un centnea, quen, tras una
breve espera, az a cuberta que daba entrada a a tenda, y un
momento despus e aventurero romano se encontraba, |unto a
su gua, en presenca de rey godo.
E nteror de a tenda de Aarco estaba forrado de pees e
umnado por una pequea mpara cogada de poste centra
que sostena e techo. Los ncos muebes eran unos montones de
pees desperdgados por e sueo y un arcn de madera grande y
toscamente taado sobre e que reposaba una caavera humana
vacada y pumentada hasta adoptar a forma de una basta copa
de vno. En a espacosa tenda mperaba una rudeza tpcamente
goda, una ma|estuosa smpcdad septentrona, que reveaban
no so sus espesas sombras, sus pocas uces y su carenca de
pompa y espendor, sno ncuso a aparenca y a ocupacn de
su dstngudo ocupante.
Aarco estaba sentado a soas en e arcn de madera ya descrto,
contempando con a frente ncnada y a mrada atenta unas
antguas runas trazadas en a superfce taada de un escudo de
bronce y pata de cnco pes de ato, apoyado contra uno de os
costados de a tenda. La uz de a mpara, a caer sobre a
superfce puda de arma a a que hacan dobemente brantes
as pees de coores oscuros contra as que descansaba, se
refe|aba sobre a fgura de |efe godo. Fuguraba en su ampa
coraza; reveaba sus abos frmes, evemente curvados en una
expresn de trunfo burn; reazaba a forma magnfca de os
mscuos de su brazo, que se apoyaba, cuberto por una apretada
funda de cuero, en sus rodas; desteaba sobre una porcn de
sus cabeos cortos y rubos; y centeeaba en sus o|os f|os,
pensatvos, vres, a os que ocutaba parcamente a sombra que
proyectaba su entrece|o fruncdo; a tempo que de|aba a parte
nferor de su cuerpo y su mano derecha, posada sobre a cabeza
de un gran perro de anas echado a su ado, cas competamente
en as sombras que proyectaba e desordenado montn de
gruesas pees a os ados de arcn de madera. Estaba tan
competamente absorto en a contempacn de as runas
trazadas entre as fguras taadas de su nmenso escudo que no
se percat de a entrada de Hermanrco y e desconocdo hasta
que e grudo de ceoso perro o dstra|o sbtamente de su
ocupacn. Az os o|os a nstante; su mrada rpda, penetrante,
se pos un momento en e |oven caudo y despus se detuvo
nqustva en a fgura can|a y contrahecha de su acompaante.
Acostumbrado a a brevedad y pronttud mtares exgdas por su
|efe en todas as comuncacones que e drgan sus subaternos,
Hermanrco, sn esperar que o nterrogara n tratar de |ustfcar o
hacer un prefaco a su narracn, e cont brevemente a
conversacn que haba tendo ugar entre y e desconocdo en
a anura prxma a a Puerta Pncana; y despus aguard
respetuosamente a fectacn o a censura de rey, segn
decdera e azar de momento.
Tras vover a f|ar os o|os en a persona de romano y sometero
a un severo escrutno, Aarco e d|o o sguente a |oven
guerrero en e doma de os godos:
De|a conmgo a hombre: regresa a tu puesto y espera a as
rdenes que pueda resutarme necesaro envarte esta noche.
Hermanrco part de nmedato. Entonces, drgndose a
desconocdo por prmera vez, y habando en atn, e |efe godo e
ndc breve y eocuentemente a su ncgnto vstante que se
encontraban a soas.
Las abos resecos de hombre se moveron, se entreabreron,
tembaron; sus o|os ena|enados y hunddos comenzaron a brar
hasta anzar desteos, pero pareca ncapaz de pronuncar
paabra; su rostro se contorson horrbemente, en as comsuras
de sus abos apareceron unos espumara|os, se tambae, y
habra cado a sueo s e rey no o hubera su|etado con su fuerte
brazo y sentado en e arcn de madera que hasta ese momento
ocupara.
Ser posbe que un romano hambrento haya escapado de a
cudad stada? must Aarco mentras tomaba a caavera que
haca as veces de copa y obgaba a desconocdo a tragar un
poco de vno que contena.
E cor consgu de nmedato devovere a normadad a
sembante de hombre y e sentdo a su mente. Se ncorpor por
s soo de su asento, se en|ug e sudor fro que cubra su frente y
se rgu deante de rey e ancano sotaro y desvado frente
a vgoroso seor de mes rodeado por sus guerreros sn un
tembor en os o|os frmes n una pegara en demanda de
proteccn en os atvos abos.
Yo, un romano comenz, vengo de Roma, combatda con e
hambre por e nvasor, para poner a cudad, sus habtantes, sus
paacos y sus tesoros en manos de Aarco e godo.
E rey se estremec, mr un momento a que hababa y a
contnuacn vov e rostro con mpacenca y despreco.
No mento contnu entusasta, con una tranqua dgndad
que ogr mpresonar a ruda sensbdad de hroe godo.
Mrame de nuevo! De qu otro ugar que no sea Roma podra
haber vendo as hambrento, marchto, consumdo? No ha pasado
n una hora de m sada de a cudad, y por donde yo a de|
pueden entrar esta noche as fuerzas de os godos.
La prueba de a cosecha est en a cantdad de grano, no en a
engua de gran|ero. Mustrame tus puertas abertas y creer que
me dces a verdad repc e rey con una rsa ruda.
Tracono a a cudad contnu e hombre con tono grave,
pero con una condcn; concdemea y...
Te concedo la vida o nterrump Aarco, atvo.
La vda! excam e romano, y su cuerpo consumdo parec
crecer, y su voz trmua hacerse frme y fuerte con a amargura
de despreco. La vda! No es o que pdo de tu poder! Este
cuerpo en runas cas no tene fuerzas sufcentes para
mantenerme vvo un da ms! No tengo hogar, n seres querdos,
n amgos, n benes! Levo en Roma una vda sotara en medo
de a muttud; soy un pagano en una cudad de apstatas! Ou
me mporta la vida! La estmo so porque puede servr a os
doses, en cuyo nstrumento de venganza contra a nacn que os
ha negado te convertr a t y a tus huestes. S me matas, ser
una sea que me envan de que no soy dgno de eos. Morr
contento.
Ca. Mentras o escuchaba, e rey haba do perdendo a
brusquedad de maneras y a fata de nters que hasta entonces
mostrara, hasta asumr una acttud de atencn y seredad ms
acorde con su ato cargo e mportantes responsabdades.
Comenz a de|ar de consderar a desconocdo como un renegado
corrente, un espa ordnaro, un mpostor nsustanca a quen
poda echar de su tenda con desdn; empez a vero como un
hombre o bastante mportante para ser escuchado, y o bastante
ambcoso para desconfar de . En consecuenca, vov a ocupar
e asento que abandonara durante a entrevsta y e pd con
toda cama a su nuevo aado que e expcara a condcn de a
que dependa a prometda entrega de a cudad de Roma.
E sembante de Upo, aterado por e door y e desaento, se
anm con un respandor de trunfo a escuchar a repentna
prudenca y moderacn de a petcn rea; az a cabeza
orguoso, avanz unos pasos y contnu en voz ata y tono
abrupto:
Promteme e derrbo de as gesas crstanas, e extermno
de os sacerdotes crstanos y a restauracn unversa de cuto a
os doses y esta noche sers e amo de a prncpa cudad de
mpero, que te afanas en subvertr!
E atrevmento, a vastedad, a nsana de madad contenda en
ta propuesta y provenente de ta fuente asombraron tanto a
Aarco que qued mudo por un momento. E desconocdo, a
advertr su tempora ncapacdad para respondere, romp e
senco y contnu:
Acaso es m condcn dfc de satsfacer? Un conqustador es
todopoderoso; puede derrbar un cuto de a msma manera que
derrba e goberno de una nacn. Ou te mporta, sempre que
sean tuyos e mpero, a fama y os tesoros, qu doses adora e
puebo? Es acaso un gran preco por una fc conqusta cambar
ago que no amenaza n tu poder, n tu renombre, n tu rqueza?
Os marava que desee yo ta transformacn? Nac para os
doses; a su servco gan mportanca y fama; por su causa he
sufrdo humacones y doores; por su restauracn consprar,
combatr, morr! |rame entonces que con e nuevo estado
evantars e antguo cuto e ntroducr en a cudad por m
entrada secreta sufcentes sodados godos para asesnar con
toda mpundad a os centneas de guarda y abrr as puertas de
Roma a tu fuerza nvasora. No sentas a tentacn de desprecar
a ayuda de un hombre desconocdo y carente de proteccn; os
cudadanos nunca cedern a vuestro asedo; no quers correr os
pegros de un ataque; se dce que as egones de Rvena ya han
partdo en esta dreccn. Aunque soy un para, te dgo aqu, en
tu campamento, que vuestra ms segura garanta de xto somos
o que he descuberto y yo msmo!
E rey se ncorpor de un sato de su asento.
Oun es e tonto o e oco excam cavando os o|os con
sarcasmo e ndgnacn feroces en e rostro de desconocdo,
que parotea en m presenca sobre as egones de Rvena y os
pegros de un ataque? Acaso crees, renegado, que tu cudad
hubera poddo resstrseme s yo hubera eegdo tomara por
asato e msmo da que acamp frente a sus muraas? Sabes
que vuestros afemnados sodados han desechado os escudos de
sus antepasados porque sus cuerpos can|os son demasado
dbes para soportar su peso, y que a mtad de m e|rcto
trpca e nmero de os guardas de Roma? Ahora msmo,
mentras ests aqu frente a m, no tendra ms que ordenaro y a
cudad sera anquada por e fuego y a espada, sn a ayuda de
uno soo de os membros de rebao de tradores que se esconde
a abrgo de sus ma defenddas muraas!
Tras esas paabras de Aarco, una fuerza nvsbe parec
anquar tanto e cuerpo como a mente de nfez a quen as
drgera. La conmocn que e produ|o a respuesta de |efe godo
parec dotzaro, como cega a uz de un rempago. Contemp
a rey con mrada atnta, mentras se pasaba a mano por e
rostro, como para emnar una magnara opacdad de sus o|os;
despus de| caer e brazo nerte a un costado, ncn a cabeza
sobre e pecho y se ament con voz queda y ausente:
La restauracn de os doses; esa es a condcn de a
conqusta; a restauracn de os doses!
No he vendo hasta aqu para ser e nstrumento de unos
sacerdotes dementes y ovdados excam Aarco con desdn
. Dondequera que tope con vuestros madtos doos, os fundr
para fabrcar armaduras para ms guerreros y herraduras para
ms cabaos; transformar vuestros tempos en graneros y
convertr vuestras mgenes de madera en ea para as
hogueras de ms huestes!
Mtame y caa! gm e hombre, mentras retroceda
trastabando hasta e costado de a tenda y se encoga ante as
nmsercordes paabras de godo, como e escavo ba|o e tgo.
Les cedo a tus concudadanos romanos e derecho a derramar
tu sangre respond e rey; so eos son dgnos de ta
hazaa!
N una saba de respuesta escap ahora de os abos de
desconocdo, y tras un ntervao de senco Aarco contnu con
voz despo|ada de a quemante rrtacn de antes, y sgnada por
una soemne gravedad que e confera una dgndad y una fuerza
rresstbes a cada una de sus paabras:
Mra os caracteres grabados aqu! d|o, seaando a escudo
. Son a madcn pronuncada por Odn contra a gran
opresora: Roma! Antao esas paabras formaron parte de a fe de
nuestros padres; esa regn desaparec hace ya tempo, pero
as paabras permanecen; eas sean e odo eterno de puebo
de norte a puebo de sur; eas contenen e esprtu de destno
magnfco que me ha trado hasta as muraas de Roma.
Cudadanos de un mpero abatdo: a medda de vuestros
crmenes est comada! E mando que vuestros antepasados
ganaron por a fuerza, no o conservarn sus descendentes
medante a mentra. Durante doscentos aos, treguas
nsustancaes y poco duraderas han aternado con proongadas y
sangrentas guerras entre tu puebo y e mo. Recordndoo,
recordando os matratos a que fueron sometdos os godos en sus
asentamentos de a Traca, e asesnato de os |venes godos en
os puebos de Asa, a masacre de os rehenes godos en Aquea,
he vendo eegdo por mandato dvno para ograr a bertad y
satsfacer a ra de m nacn humando a sus pes e podero de
a trnca Roma! No es para combatr y derramar sangre que he
acampado frente a esas muraas. Es para apastar, medante e
hambre y e door, e orguo de tu gente y e nmo de tus
gobernantes; para arrancaros vuestras rquezas esconddas y
despo|aros de vuestro aardeado honor; para derrbar medante a
opresn a os opresores de mundo; para negaros a gora de una
resstenca e mponeros a vergenza de un sometmento. Es por
eso que ahora me abstengo de tomar por asato vuestra cudad y
a cerco con un nconmovbe asedo!
A medda que a decaracn de su gran msn saa a borbotones
de entre os abos de rey godo, e esprtu de su eevada
ambcn pareca rradar a todo su cuerpo. Su nobe estatura, sus
hermosas proporcones, su sembante autortaro pareceron
adoptar una grandeza smpe y prmtva. En comparacn con a
fgura encogda de descorazonado desconocdo, se vea cas
subme.
Una sere de proongados estremecmentos recorr e cuerpo
de pagano, quen, a pesar de eso, n derram una grma n
pronunc paabra. La nfructuosa defensa de Tempo de Seraps,
a derrotada revueta de Ae|andra y a abortada ntrga con
Vetrano venan ahora a su memora para ahondar e horror de su
presente y peor fracaso. Revveron terrbemente vvdos en su
memora todos os detaes de su paso por as muraas
agretadas. Record todas as sensacones de su prmera noche
de abor en medo de as tnebas; todas as mseras de a tortura
sufrda en su segunda noche ba|o a pared derrbada; toda e
door, e pegro y a desesperacn que acompaaran sus afanes
sguentes en os que perseverara a pesar de hambre, a
debdad y e brazo nt hasta rebasar, en engaoso trunfo, e
tmo de os obstcuos de boquete que con tanto traba|o
abrera. Uno tras otro, esos recuerdos ovdados voveron a su
memora a escuchar a recrmnacn de Aarco, que revva
ve|as doencas, hurgaba en antguas herdas, abra nuevas
agas. Pero savo por os estremecmentos que seguan
sacudendo su cuerpo, nnguna sea externa tracon e
tormento nteror que o aque|aba. Era demasado fuerte para as
paabras humanas, demasado terrbe para a humana
compasn: o sufr en absouto senco. Aun s su proyecto era
monstruoso, e castgo mora sufrdo a ntentar consumaro era o
bastante severo para ser dgno de crmen proyectado.
Tras contempar a hombre durante unos mnutos ms, con una
tma mrada de desdn nmsercorde, Aarco am a uno de os
guerreros de guarda, y despus de ordenare que es pasara a
voz a os centneas de que e desconocdo estaba autorzado para
atravesar con toda bertad e campamento, se vov haca este
tmo y e hab por tma vez:
Regresa a Roma por e msmo agu|ero por e que como un
rept saste, y amenta a tus concudadanos hambrentos con as
paabras que has.escuchado en a tenda de brbaro!
E guarda se acerc, o condu|o fuera de a presenca de rey, es
do a os centneas as ndcacones necesaras y o de| soo.
Upo az una vez os o|os como camando desesperado a ceo
adusto, pero tampoco ahora de| escapar n una paabra, n una
grma, n un amento. Camn despaco en medo de as espesas
tnebas y, tras dare a espada a a cudad, se ntrodu|o, sn
mportare adonde o evaban sus pasos, en as caes de os
desoados y desertos suburbos.
CAPT"LO )$I
ENC"ENTROS AMOROSOS
Oun que ha contempado un ceo amenazador y tempestuoso
no ha sentdo e pacer de descubrr nesperadamente un pequeo
caro de azu sereno que sgue brando entre as nubes de
tormenta? Mentras menos gusto haya sentdo a mrada a
recorrer a sombra vastedad de resto de frmamento, con ms
aegra se posar fnamente en e pequeo oass de uz con e
que tropezan a cabo os o|os cansados y que, cuando cubra toda
a bveda ceeste, quzs so merec una o|eada neggente. En
comparacn con os tonos oscuros y uctuosos que o rodean, ese
pequeo retazo de azu adquere graduamente e poder de
conferre a panorama ms vasto y trste certo nters y
anmacn que no posea antes de que a mente reconocera en a
atmsfera de tormenta que o crcunda un punto que aade
varedad a a escena, un espectcuo cuya trsteza puede
nteresar, adems de repeer.
Sera con sentmentos parecdos a esos (apcados, sn
embargo, a a mente y no a os o|os) que e ector recorr as
pgnas dedcadas a Hermanrco y Antonna? Acaso a fecdad
descrta en eas e parece ahora brar en medo de tormentoso
curso de a narracn como bra e trozo de ceo azu por entre
as nubes arremonadas? Le parec esa perspectva umnosa,
a vsumbrara, un |ardn de sosego en medo de era de feras
emocones que o rodeaba? Le do nmos, a compararo con o
suceddo antes, para adentrarse en e terreno de ms sombros
ntereses que vendra a contnuacn? S as o mpreson, s
puede an recordar a escena de a casa de a gran|a ms a de
os suburbos con emocones como esas, no pondr reparos a
de|ar por un momento as nubes arremonadas y retornar a trozo
de ceo azu; no se negar a que hagamos una breve dgresn
sobre Antonna y sus sotaras anuras antes de contnuar con a
hstora de Upo y a cudad hambreada.
Durante e tempo transcurrdo desde que nos separamos de ea,
Antonna ha permanecdo segura en su soedad, fez en su ben
seecconado retro. Los pocos godos que aparecan de cuando en
cuando en a vecndad de su santuaro nunca trasponan sus
apacbes mtes. La vsn de os campos arrasados y os
graneros vacos de a pequea propedad abandonada bastaba
nvarabemente para desvar sus merodeos en otra dreccn. Los
das pasaban tersa y veozmente para a gent usurpadora de a
abandonada vvenda de a gran|a. E estrecho crcuo de sus
|ardnes y sus bosques protectores condensaba para ea todos os
paceres y ocupacones de su nueva vda.
Las sencas provsones abandonadas en a casa, as frutas y
vegetaes que recoga en e |ardn, bastaban ampamente para su
sustento. La soedad bucca de ugar e|erca sobre ea una
tranqua y soadora fascnacn, un encanto ncesante, despus
de austero asamento a que se vera sometda su exstenca en
Roma. Y cuando egaba a cada de a tarde y e so comenzaba a
brur as copas de os rboes haca ponente, entonces, tras as
apacbes emocones de da sotaro, egaba a hora de os
absorbentes cudados y as aegres expectatvas: sempre os
msmos y sempre, sn embargo, decosamente renovados.
Entonces as toscas ventanas se cerraban con ceo, a puerta
hasta entonces aberta se atrancaba; a pequea mpara ahora
nvsbe desde afuera se encenda aegremente; y entonces a
seora de a casa y e|ecutora de esos preparatvos se resgnaba a
esperar, con compacda ansedad, a egada de nvtado a cuyo
recbmento estaban destnados.
Y nunca aguard en vano e arrbo de esa precada compaa.
Hermanrco recordaba su promesa de vstar constantemente a
vvenda de a gran|a, y a cumpa con toda a constanca de
amor y todo e entusasmo de a |uventud. Cuando es asgnaba a
os centneas a su mando su guarda de a noche, y a confanza
que depostaban en sus superores o exma de nspeccones
durante as horas de oscurdad, de|aba e campamento,
atravesaba os desoados suburbos y egaba a a vvenda donde
a |oven romana o esperaba; y regresaba a su puesto antes de
amanecer para recbr as comuncacones que reguarmente e
transmta a esa hora uno de sus subordnados.
Y as, faaz con su nacn, pero fe a a nueva Egera de sus
pensamentos y sus accones desea a os requermentos de a
venganza y a guerra, pero ea a os ntereses de a tranqudad y
e amor procuraba, noche tras noche, a presenca de Antonna.
Su pasn, aunque opuesta a sus deberes de sodado, no haba
causado nngn deteroro de su dsposcn. Los cambos que
haba producdo en o ennobecan. Haba hecho ms varadas y
exatadas sus rudas emocones, porque no se nspraba so en a
beeza y a |uventud que vea, sno tambn en os pensamentos
puros y a ngenua eocuenca que oa. Y ella, a h|a desterrada, a
fuente en a cua e guerrero de norte beba esas sensacones
nuevas y ms eevadas que nunca antes expermentara,
dstngua a su protector, su prmer amgo y compaero adems
de su prmer amor, con una devocn que, por o heterognea y
exatada, a mente puede magnar, pero a puma so puede
descrbr de manera muy mperfecta. Era una devocn nacda de
a nocenca y a grattud, de gozo y a pena, de a aprensn y a
esperanza. Era demasado ozana, demasado ceesta para
aceptar nngn reproche h|o de una vergenza artfca, nnguna
reprobacn nacda de un artfca pudor. Recordaba, por su
esenca, aunque no por su ob|eto, a devocn de as prmeras
h|as de a Cada por sus hermanos y seores.
Pero ya es hora de que retomemos e curso de nuestra narracn,
aunque antes de rencorporarnos a exctante y rpdo presente
ser menester todava vover a vsta atrs unos momentos, haca
e pasado comado de acontecmentos.
Sn embargo, no es a paz, a beeza, e pacer o que concta
ahora nuestra atencn. Es a ra, a enfermedad y e crmen, es a
obstnada y poco femenna Gosvntha o que ahora nos ocupa.
Desde e da en que a voenca de sus encontradas emocones a
prvara de sentdo en e momento decsvo en que trunfaba
sobre os escrpuos de Hermanrco y e destno de Antonna, una
febre anquadora a haba hecho sufrr una parte de os amargos
tormentos que habra deseado nfgres a otros. Parte de tempo
permaneca sumda en un furoso dero; parte, en un desvado
agotamento; pero nunca ovd, fuera cua fuese a forma que
adoptaba su enfermedad, e desesperado propsto en cuya
prosecucn a contra|era. Lentamente, tras agunas recadas,
recuper a cabo su vgor, y con se robustec y aument e
feroz deseo de venganza que absorba sus menores
pensamentos y gobernaba sus ms nmas accones.
Supo, a travs de as notcas que e egaban, de a nueva
poscn que ocupaba Hermanrco en as neas de asedo, y os
ncos acompaantes de su parente de os que e habaron eran
os guerreros a su mando. Pero aunque persuadda de a
separacn de Antonna y e godo, su gnoranca de a suerte
corrda por a |oven era como una herda enconada en su sava|e
corazn. Dudosa de s habra convertdo de modo permanente a
Hermanrco a sus deas de venganza y muerte; vagamente
sospechosa de que en su ausenca e |oven se hubera nformado
sobre e ugar donde se refugara Antonna o sobre a dreccn
que tomara a hur; resuetamente decdda an a ograr a muerte
de su vctma, estuvera donde estuvese, aguard con
temborosa ansedad e da en que, recuperadas totamente as
fuerzas y e dnamsmo, pudera vover a e|ercer su nfuenca
sobre e godo y reemprender sus maqunacones contra a
segurdad de a |oven fugtva. E momento en que se oper su
tota y argamente esperada recuperacn fue precsamente e da
que precedera a a noche tormentosa que ya hemos descrto, y e
prmer empeo que do a sus renovadas energas fue envare a
|oven godo e mensa|e de que ra a vero a ugar donde
acampaba antes de a egada de a noche.
Fue esa ntmacn a que causara a nquetud en e nmo de
Hermanrco ya menconada a nco de captuo precedente. La
noche a descrta era a prmera en que se vea prvado, ante a
amenaza de a vsta de Gosvntha, de a antcpacn de saber
que ra |unto a Antonna, como haca habtuamente, ba|o e
amparo de a noche; porque no hacer caso de omnoso avso de
su parenta equvaa a correr e resgo de que se produ|era a ms
fata de as reveacones. Confado hasta entonces en a engaosa
segurdad que e proporconaba su enfermedad, haba desterrado
de su mente e ngrato recuerdo de su exstenca. Pero ahora que
haba recobrado as fuerzas y con eas a capacdad de cometer
un crmen, Hermanrco senta que para preservar en secreto e
escondte de Antonna y proteger su vda, deba oponer a fuerza
a a fuerza y a astuca a a astuca cuando Gosvntha fuera a
vero, aun a resgo de causare a a sotara |oven, debdo a su
ausenca de a casa de a gran|a, todas as afccones de a
ansedad y a aprensn.
Sumdo en esas refexones, ansando partr, pero decddo a
quedarse, aguardaba mpacente a egada de Gosvntha, hasta
que e nco de a tormenta, con a sere de sucesos msterosos y
absorbentes que tra|era apare|ados, obgaron a sus
pensamentos y sus accones a tomar otros rumbos. No obstante,
cuando termn su entrevsta con e desconocdo y e rey godo y
regres, como se e ndcara, a su puesto en e campamento, as
anterores nquetudes, de|adas a un ado, pero no emnadas,
voveron a e|ercer a msma nfuenca sobre . Les pregunt
ansoso a sus camaradas s Gosvntha haba egado durante su
ausenca y todos e deron a msma respuesta negatva.
Mentras escuchaba e sondo meancco de vento que se
evantaba, e crecente retumbar de trueno, os chdos agudos
de as dstantes aves nocturnas que voaban raudas en busca de
refugo, su corazn se snt embargado por emocones de
trsteza y temor. Se asombraba ahora de que os sucesos
ocurrdos, por sorprendentes y pasmosos que fueran, huberan
ogrado desvar su mente por un momento de as meanccas
medtacones en que estuvera sumda a fna de da. Pens en
Antonna, sotara y desvada, que ora temerosa a tempestad y
esperara en vano por su ya demorado arrbo. Su magnacn e
hzo ver pegros, conspracones y crmenes, aderezados con
todas as terrbes exageracones de os sueos. Hasta e sondo
rpdo y montono de as gotas de uva despertaba en oscuras
e ndefnbes premoncones de desgraca. La pasn que hasta
ese momento haba orgnado nuevos paceres cumpa ahora a
otra mtad de su msn en a terra, y e causaba afccones antes
desconocdas.
A medda que a tormenta aumentaba su fuerza y que as
tnebas se espesaban, aumentaba su nquetud, que termn por
echar por terra a tma db resstenca de su vacante frmeza.
Tras persuadrse de que despus de un retraso tan argo
Gosvntha no ra a vero hasta e da sguente, y que cuaquer
comuncacn de Aarco, de haber sdo envada, ya habra ego a
sus manos; ncapaz de segur combatendo su preocupacn por
a segurdad de Antonna; decddo a enfrentar as peores
caamdades con ta de no ausentarse de a casa de a gran|a en
esos momentos de tempestad y pegro, recorr por tma vez
as poscones de os atentos centneas y abandon e
campamento hasta a maana sguente.
CAPT"LO )$II
LOS %"NOS
Ms de una hora despus de que Hermanrco partera de
campamento, un hombre entr a toda prsa en a casa destnada
a abergue de |oven caudo. No hzo nngn ntento por
encender uz o fuego, sno que se sent en a peza prncpa y, de
cuando en cuando, mustaba agunas paabras para s msmo en
una engua extraa y brbara.
Levaba un corto tempo en esa ncmoda soedad cuando o
nterrump un asstente de campamento que evaba una
pequea mpara, y a que segua de cerca una mu|er que,
cuando e hombre se evant para preguntare qu deseaba,
anunc ser parenta de Hermanrco y exg ver de nmedato a
godo.
Aunque e sembante de Gosvntha (porque era ea) se vea
macento y espectra debdo a su recente doenca y proongada
agtacn, comparado, a a uz de a mpara, con e rostro y a
fgura de ndvduo a quen se drga, pareca enormemente
atractvo. Una narz apastada, una tez cetrna, argos, speros,
enmaraados rzos de un peo negrsmo, una barba hudza sn
sombra de barba, y unos o|os pequeos, sava|es, hunddos, e
daban a a fsonoma de hombre un carcter cas besta. Sus
hombros anchos y forndos remataban un cuerpo de estatura tan
ba|a cuanto attca era su compexn; a mraro se vean os
mscuos de un ggante en e cuerpo de un enano. Y, sn
embargo, ese Hrcues deforme no era un error asado de a
Naturaeza, una extraordnara excepcn entre sus seme|antes,
sno e prototpo de toda una raza tan contrahecha y repusva
como . Era un huno.
Ese puebo sava|e, que nspraba terror ncuso a sus brbaros
vecnos, y que vva sn goberno, n eyes, n regn, comparta
un nco sentmento con e resto de a raza humana: e nstnto
guerrero. Se puede afrmar que su hstora haba comenzado con
sus tempranas conqustas en Chna y que haba prosegudo con
sus prmeras vctoras sobre os godos, quenes os consderaban
demonos y huan ante su egada. Las hostdades entonces
comenzadas entre as dos nacones fueron a cabo de tempo
nterrumpdas merced a a aanza tempora de os conqustados
con e mpero, y cesaron despus con a gradua fusn de os
ntereses de ambos en un sentmento que a ambos anmaba: e
odo a Roma.
Merced a ese azo de hermandad se uneron pbcamente os
godos y os hunos, aunque en prvado seguan sendo enemgos,
porque una de as nacones recordaba sus anterores derrotas tan
vvdamente como a otra recordaba sus anterores vctoras. A o
argo de sucesvos desastres, dsensones y xtos, prosgueron
su derrotero de guerra y rapa, a veces separados, a veces
|untos, hasta e perodo en que se desarroa nuestra novea,
cuando as fuerzas con as que Aarco montara su asedo
contaban entre sus fas de auxares brbaros con un cuerpo de
hunos, quenes, admtdos a regaadentes como aados de os
godos, se encontraban dspersos en todas as undades de
e|rcto en poscones subordnadas, y de quenes e ndvduo
antes descrto era uno de os desdeosamente favorecdos con
una promocn a una poscn menor de mando, a as rdenes de
Hermanrco como |efe godo.
Una expresn de aversn, aunque no de terror, cubr a faz
musta de Gosvntha cuando se acerc a brbaro y e rept su
deseo de que a condu|eran ante a presenca de Hermanrco. No
obstante, por segunda vez, e hombre no e respond. Romp a
rer con carca|adas breves y chonas y mene os anchos
hombros con torpe hardad.
Las me|as de a mu|er se cubreron un nstante de rubor y
despus retornaron a su padez vda, antes de drgre as
sguentes paabras:
No vne hasta aqu para que se burara de m un brbaro, sno
para que me recbera un godo! Vuevo a preguntarte: dnde
est m parente Hermanrco?
Se fue! excam e huno. Y su rsa se hzo ms sava|e y
dscordante.
Un sbto estremecmento recorr e cuerpo de Gosvntha a
advertr e tono de brbaro y or su respuesta. Sofocando con
dfcutad su ra y su agtacn, contnu con mrada aprensva y
tono de spca:
Adonde se ha do? Haca donde part? S que hace mucho
que pas a hora que sea para nuestro encuentro, pero he
estado enferma durante varas semanas, y cuando me preparaba
para marchar esta tarde, ms doencas pasadas pareceron
sbtamente vover a aque|arme. Me evaron a echo. Pero
aunque as mu|eres que me socorreron me ndcaron que deba
quedarme y reposar, encontr fuerzas a egar a noche para
escapar de eas y venr soa hasta aqu en medo de a tormenta
y de a oscurdad, porque estaba decdda, aunque eo me
costara a vda, a encontrarme con Hermanrco, como e
prometera por ntermedo de ms mensa|eros. T, que eres su
compaero de patrua, debes saber adonde ha do. Ve y de o
que te he contado. Esperar su regreso!
Su msn es secreta se mof e huno. Se ha marchado,
pero sn decrme adonde. Cmo podra yo, un brbaro, saber por
dnde anda un ustre godo? No me corresponde conocer sus
actvdades, sno obedecer sus rdenes!
No te bures de tu obedenca repc Gosvntha con una
ansedad que e cortaba e aento; te repto que sabes adonde
ha do y debes decrme a qu ha marchado. Lo obedeces a ,l;
aqu hay dnero para hacer que me obedezcas a m.
Cuando d|e que su msn era secreta no menta d|o e huno
mentras recoga codcoso as monedas que a mu|er e anzara;
pero no ha ogrado mantenera secreta para m! Los hunos
somos astutos! A|, feos y astutos!
La desconfanza, que es a nca emocn eevada de un corazn
crmna, cas e hzo advnar a Gosvntha en ese momento a
nformacn que an no e haba comuncado e huno. Sn
embargo, n una paabra sa de sus abos, sno que e hzo un
gesto a brbaro para que contnuara.
Ha do a a casa de una gran|a que queda en a anura, ms
a de os suburbos a nuestras espadas. No regresar hasta e
amanecer contnu e huno |ugueteando descudadamente con
e dnero entre sus grandes y caosas manos.
Lo viste? pregunt a mu|er con voz entrecortada.
Lo segu hasta a casa contest e brbaro. Durante
muchas noches o vg, porque sospechaba de ; esta noche o
v partr. Hace muy poco que regres despus de seguro. La
oscurdad no me o mpd; e ugar queda |unto a a cazada que
sae de os suburbos; e prmer sendero haca e oeste eva hasta
a ver|a de su |ardn. Lo s! He descuberto su secreto! Soy ms
astuto que !
Para qu fue a a casa de a gran|a de noche? nqur
Gosvntha despus de unos momento durante os cuaes parec
permanecer en senco para f|ar as tmas paabras de hombre
en su memora. Eres o bastante astuto para poder decrme
eso?
Por qu arresgan os hombres su segurdad y su vda, su
dnero y su renombre? r e brbaro. Los arresgan por as
mu|eres! Hay una |oven en a casa de a gran|a; a v a a puerta
cuando e |efe entr!
Hzo una pausa, pero Gosvntha no e respond. Recordando
que descenda de una raza de mu|eres que mataban a sus
esposos, hermanos e h|os herdos con sus propas manos cuando
se reunan con eas, despus de una bataa, deshonrados por a
derrota; recordando que e fuego de a antgua ferocdad de esas
antepasadas an arda en su corazn; recordando todo cuanto
esperara de Hermanrco y todo cuanto consprara contra Antona;
cacuando en toda su mportanca a conmocn producda por a
nformacn que ahora recba, resuta a un tempo ndeseabe e
mposbe descrbr sus emocones de momento. Durante agunos
mnutos nngn sondo que no fuera e retumbar de os truenos, a
respracn convusva de Gosvntha y e tntneo de as monedas
que e huno pasaba mecncamente de una mano a a otra,
quebr e senco que renaba en a habtacn.
La abor de esta noche me rendr una buena cosecha de oro y
pata contnu e brbaro, ponendo fn a senco. * me has
dado dnero para que habe; cuando e |efe regrese y se entere de
que o he descuberto, ,l me dar dnero para que cae. Maana
beber con os hombres ms ustres de e|rcto, aunque soy un
huno!
Regres a su asento a termnar de pronuncar esas paabras, y
comenz a evar en a ho|a de su espada, con una de as
monedas, e montono comps de estrbo de una cancn de
borrachos, mentras Gosvntha, pda y sn aento, de pe |unto a
a puerta de a habtacn, o mraba con o|os f|os y ausentes. A
cabo a mu|er de| escapar un profundo suspro; cerr os puos
nvountaramente a os costados; sus abos se entreabreron en
una sonrsa amarga; y despus, sn decre una paabra a huno, e
vov a espada y abandon a habtacn caada y
subreptcamente.
A nstante, un repentno cambo se oper en e brbaro. Se
evant de un sato, una mueca de odo y trunfo sava|es aparec
en su hrsuto entrece|o, y comenz a recorrer a habtacn de un
ado a otro como una besta sava|e en|auada,
A fn o derrbar de pncuo de su poder! must feroz
para s msmo. Su parenta o odar por o que e he contado
esta noche: me d cuenta cuando me hab! Por abandonar su
puesto es posbe que Aarco o deshonre, o desterre, o
ahorque! Su suerte est en ms manos; me brar para sempre
de y de su mando! Odo a este godo ms que a todos os
restantes membros de su nacn! A estar cuando o even a
rastras a rbo y o humen con su vergenza como me ha
humado con m deformdad!. Ca para rer en compacda
aprobacn de su proyecto, mentras apretaba e paso y se daba
pamadas de gozo en a brbara exatacn de su trunfo.
Levaba agn tempo sumdo en esas secretas medtacones
cuando de otro ado de a puerta se de| or e sondo de unos
pasos. Los reconoc de nmedato y e ndc en voz queda a a
persona que estaba afuera que se aproxmara. A a sea de su
voz, entr un hombre de compexn menos attca, pero su
dobe en o que a deformdad toca. A contnuacn se produ|o
entre os dos hunos e sguente dogo, que comenz e recn
egado:
Lo seguste hasta a puerta?
Hasta e msmo umbra.
Entonces su cada es segura! He vsto a Aarco.
Apastaremos a ese muchacho a que e han dado mando
sobre nosotros que somos sus mayores, so porque es un godo y
nosotros somos hunos! Pero, qu suced con Aarco? Cmo
ograste que te oyera?
Los godos que rodeaban su tenda me amaron buronamente
sava|e, y |uraron que ms padres eran un demono y una bru|a.
Pero yo recordaba a poca en que esos fanfarrones huan de sus
puebos cuando nuestras trbus montadas en sus corcees negros
os perseguan como s fueran bestas! A|! En esa poca hasta
sus abos padecan de medo.
Cuntame o de Aarco; no tenemos mucho tempo o
nterrump e otro fero.
No contest n una paabra a sus provocacones contnu su
compaero, sno que d|e en voz muy ata que era un aado de
os godos, que evaba un mensa|e para Aarco y que tena tanto
derecho como cuaquera a que me concedera una audenca. M
voz eg a odos de rey, que asom a cabeza fuera de su tenda
y me hzo una sea de que entrara. V e odo a m nacn
ensombrecere os o|os cuando nos mramos, pero e hab con
sumsn y en voz muy ba|a. Le cont cmo e caudo a cuyas
rdenes nos pusera haba abandonado en secreto su
responsabdad; e d|e cmo habamos vsto muchas noches a
guerrero que tanto ha favorecdo drgrse a os suburbos; cmo
esta noche, a gua que as anterores, haba sado sgosamente
de campamento, y cmo tu o habas segudo hasta su
escondr|o.
Y e trano se enfurec?
Sus me|as enro|eceron, sus o|os reampaguearon y sus
dedos tembaron sobre a empuadura de su espada mentras se
o contaba! Cuando ca, me respond que menta. Me mad|o
afrmando que era un huno nfe que caumnaba a un caudo
crstano. Me amenaz con ahorcarme! Le ped que antes de
matarme envara agn mensa|ero a nuestras poscones para
comprobar a verdad. Le orden a un guerrero que regresara aqu
conmgo. Cuando egamos, no encontramos rastros de
crstansmo caudo y nade saba adonde haba do!
Regresamos a a tenda de rey; e guerrero a quen honra e d|o
o msmo que e huno a quen despreca. Entonces se despert a
ra de Aarco. "Esta msma noche", excam, "e ndqu
personamente que aguardara vgante ms rdenes en e puesto
que e haba sdo asgnado! Hasta a m propo h|o castgara por
una desobedenca seme|ante! Ve, eva contgo a otros sodados
de tus tropas e que o sgu te guar hasta su escondte y
treo prsonero a m tenda!" Esas fueron sus paabras. Nuestros
compaeros nos esperan a afuera; partamos sn demora para
que no pueda escaprsenos.
Y s ofrece resstenca nqur e otro a tempo que
marchaba mpacente haca a puerta, qu d|o e rey que
debamos hacer s ofrece resstenca?
Mataro con nuestras propas manos.
CAPT"LO )$III
LA CASA DE LA #RAN+A
A medda que avanzaba a noche aumentaba a fuerza de a
tormenta. En as anuras, a campo aberto, era donde me|or se
poda aprecar su voenca. A nnguna voz desentonaba con a
meancca msca de os eementos; nnguna antorcha
ameante uchaba contra as espesas tnebas n mtaba a os
brantes rempagos. E trueno prosegua sn nterrupcones su
snfona tempestuosa, y e vento fero o acompaaba, formando
os acordes de una sava|e armona cuando sopaba entre os
rboes, como s pusara en sus ramas tremoantes as cuerdas de
un arpa ggantesca.
En a pequea peza de a casa de a gran|a, Hermanrco y
Antonna, sentados uno |unto a otro, escuchaban con muda
atencn e crecente estruendo de a tempestad.
La habtacn y sus ocupantes estaban dbmente umnados
por as amas de un fuego mortecno. La pequea mpara de
barro cogaba de su ugar usua de techo, pero su acete se haba
acabado y su uz se haba extngudo. Un frutero de aabastro
yaca roto a un ado de a mesa, desde donde haba cado a sueo
sn que nade o notara. En a habtacn no haba nngn otro
adorno. Los o|os ba|os y a constante expresn de meancoa de
Hermanrco reveaban as sombras refexones en as que se
encontraba sumdo. Con una mano entre as de y a otra
apoyada |unto con su cabeza en e hombro de su compaero,
Antonna prestaba odo atento a a sucesva ntensfcacn y
dsmnucn de vento. Su beeza se haba tornado ms ozana y
femen durante su estanca en a gran|a. La aegra y a
esperanza parecan haber conqustado a fn toda a racn de su
ser que a naturaeza es asgnara a nacer a |oven. Incuso en ese
momento de tempestad y tnebas, mentras escuchaba, con as
me|as encenddas y os o|os brantes, e avance de a tormenta
nocturna, haba ms en su expresn de asombro y pasmo que de
agtacn y temor.
As absortos en sus pensamentos, Hermanrco y Antonna
permaneceron en senco en su pequeo refugo hasta que as
dvagacones de ambos se veron sbtamente nterrumpdas por
e rudo que hzo a partrse a tranca de madera que aseguraba a
puerta de a habtacn cuya presn, a combarse ante os
repetdos embates de vento, no haba poddo segur sostenendo
e soporte podrdo. Haba ago nexpresabemente desoador en e
torrente de uva, vento y oscurdad que parec nvadr a
nstante a habtacn a travs de a puerta aberta, cuando esta
gr voentamente sobre sus frges goznes hasta quedar de par
en par. Antonna camb de coor y sufr un nvountaro
estremecmento mentras que Hermanrco se evant
rpdamente y vov a cerrar a puerta, qutando e tosco pesto
de sostn que o su|etaba cuando no estaba en uso. A hacero,
ech una o|eada a a habtacn en busca de un susttuto para a
tranca rota, pero no encontr en ese momento nada adecuado
para ta propsto, y must para s msmo, a tempo que
regresaba mpacente a su asento:
Mentras estemos aqu para vgara, e pesto ser sufcente;
es nuevo y fuerte.
Parec estar a punto de vover a sumrse en su meancoa
anteror, pero a voz de Antonna recam su atencn y o dstra|o
por e momento de sus pensamentos:
Tene a tempestad e poder de ponerte a ti, un guerrero que
descende de una raza de hroes, tan pesaroso y trste?
pregunt con acento de amabe reproche. Hasta yo, a mrar
estas paredes que haban con tanta eocuenca de m fecdad, y
mentras dsfruto de tu presenca, que es a fuente de esa
fecdad, puedo or e rugdo de a tormenta sn sentr e corazn
apesadumbrado! Por qu habra de oprmrnos con su obreguez
a tormenta? Acaso e trueno de as noches nvernaes no
provene de msmo ceo que e so de un da de verano? Eres tan
|oven, tan generoso, tan vaente; me has amado, has tendo
compasn de m, me has brndado tu ayuda; por qu te pone
tan sencoso y trste e engua|e nocturno de ceo?
No es por pesar que cao repc Hermanrco con una
sonrsa forzada, sno por e cansanco de mucho traba|o en e
campamento.
Ahog un suspro a habar. Vov a ba|ar a cabeza. E combate
entre su dspcenca asumda y su rea nquetud era
evdentemente desgua. Antonna se qued mrndoo f|amente
con a.mrada vgante de afecto, y su rostro se entrstec como
e de . Se apret ms a su costado y sgu habando con voz
nqueta y supcante:
Ta vez o que te deprme es a guerra entre nuestras dos
nacones, que ya nos ha separado y que puede vover a hacero
d|o; pero pensa, como yo, en a poca de paz que vendr, y no
en a contenda actua. Pensa en os paceres que hemos
compartdo en e pasado y en a fecdad de os momentos
presentes as undos, as vvos, amantes, con as esperanzas
puestas e uno en e otro y, como yo, no tendrs dudas sobre e
futuro que a ambos nos aguarda! Puede que nuestra tranqudad
retorne con a temporada prmavera. E sereno ceo se refe|ar
entonces en un pas en cama y un puebo fez; y en esos das de
so y paz, habr entre a pobacn aegre corazones ms
regoc|ados que os nuestros?
Hzo una pausa. Un pensamento o un recuerdo repentnos a
hceron ruborzarse y ttubear antes de prosegur. Iba ya a
contnuar cuando un trueno ms fuerte que os precedentes
retumb amenazador en a casa y ahog sus prmeras paabras.
E vento gm, a uva gope contra a puerta, e pesto se
sacud con fuerza. Hermanrco vov a evantarse y, tras
aproxmarse a fuego, puso un nuevo pedazo de ea sobre os
rescodos agonzantes. Su postracn parec comuncarse ahora
a Antonna, quen no vov a drgre a paabra cuando se sent
de nuevo a su ado.
Pensamentos ms terrbes y angustosos que nnguno que
hubera tendo antes surgan en a mente de godo. La nquetud
que sntera en e campamento de os suburbos era a
tranqudad msma comparada con a angusta que ahora o
abrumaba. Revvan vengatvos en su memora todos os deberes
para con su nacn, su fama y su profesn que haba voado;
todos os recuerdos que reprmera de as ocupacones marcaes
descudadas; todas as enemstades mpuestas por a guerra que
echara a un ado. Y sn embargo, aunque todos esos recuerdos
eran sumamente vvdos, no ograban debtar su apasonada
devocn por Antonna, que hasta ese momento e ayudara a
vencer a nfuenca que sobre e|ercan. Coexstan os ve|os
recuerdos con as nuevas emocones, os severos reproches de
natura de guerrero con os nquetos presentmentos de corazn
de amante. Y ahora, su msteroso encuentro con Upo; a
nesperada recuperacn de a saud de Gosvntha; e sombro
comenzo y furoso desarroo de a tempestad nocturna,
comenzaron a adoptar en su mente superstcosa a ndoe de una
sere de ncdentes nusuaes y sgnfcatvos, destnados a marcar
e fata retorno de a nfuenca de su parenta sobre sus accones
y sobre a suerte de Antonna.
Una a una, su mente revv aborosamente, en sus menores
detaes, todas as crcunstancas de sus dferentes encuentros
con a |oven romana, desde a prmera noche en que errara hasta
su tenda hasta a tma veada fez que pasara con ea en a
casa deserta de a gran|a. Despus, retrocedendo ms en e
curso de su exstenca, record su encuentro con Gosvntha en
os Apes taanos; su presenca durante a muerte de tmo h|o
de a mu|er, y su soemne promesa, tras escuchar e recuento de
a masacre de Aquea, de vengara de os romanos con sus
propas manos. Agtado por esas vsones opuestas de pasado, su
magnacn pobaba e futuro de mgenes de Antonna
nuevamente en pegro, afgda y abandonada; de vsones de
e|rcto mpacente espoeado a fn a una feroz actvdad,
creando un caos generazado entre os romanos y obgndoo a
ncorporarse para sempre a sus vengadoras fas. Su
entendmento no se representaba a posbdad de resstrse o
hur. La duda, a desesperacn y a aprensn se haban
adueado de sus facutades mpresonabes, pero nertes. La
noche msma, cuando a contempaba, no e pareca ms oscura;
os brbaros truenos, cuando os escuchaba, ms gubres; e
nombre de Gosvntha, a recordaro, ms omnoso, que as
snestras vsones que exctaban su magnacn y agobaban su
mente cansada.
Haba ago ndescrptbemente smpe, conmovedor y eocuente
en a acttud de Hermanrco y Antonna, sentados uno |unto a
otro en a sotara casa de a gran|a: eran os ncos membros de
sus respectvas nacones undos por e afecto y a paz. La |oven
tena ambas manos posadas sobre e hombro de Hermanrco, y
apoyaba en eas a cabeza, con e rostro vueto haca e nteror
de a habtacn, con o que su espeso cabeo negro se mostraba
en toda su opuenca. E godo segua con a cabeza ncnada
sobre e pecho, como s estuvera sumdo en un profundo sueo, y
sus manos cogaban desmade|adas sobre a funda de su espada
envanada, que tena sobre as rodas. So a ntervaos despeda
amas e hogar: a ea que Hermanrco acababa de echar a
fuego no haba prenddo ben an. En ocasones, a uz |ugueteaba
con os bancos pegues de a tnca de Antonna; en otras, con a
puda superfce de a coraza que Hermanrco se haba qutado y
coocado en e sueo a su ado; en otras, por fn, con su espada y
sus manos posadas sobre ea; pero e fataban fuerza y
estabdad para umnar a habtacn, cuyas paredes y rncones
permanecan en una oscurdad cas tota.
E trueno an retumbaba, pero a uva y e vento se haban
apacado. Las horas nocturnas haban transcurrdo con ms
veocdad que o que hemos tardado en descrbr os sucesos
ocurrdos en eas. Ya era medanoche.
Los ncos sondos de a habtacn que egaban a odos de
Antonna eran as rpdas sacuddas de pesto, movdo en su
soporte por e vento. Pareca que su spera msca guardara una
montona reguardad con e transcurso de cada ento segundo, y
que marcara e rtmo de su paso eterno. Poco a poco a muchacha
comenz a prestare a ese sondo agudo y dscordante a msma
atencn que e habra conceddo en otro momento a borboteo de
un arroyo dstante o a a armona confortante de un ad, pero en
e nstante en que pareca adaptarse me|or a sus sentdos, ces
de repente y una sbta racha de vento, como a que se coara
por a puerta aberta a partrse a tranca podrda, agt sus
cabeos e hzo ondear os pegues de su tnca gera y sueto.
Az e rostro y e susurr con voz trmua a Hermanrco:
La puerta vov a abrrse; e pesto ced!
E godo despert de su ensueo y az a vsta rpdamente. En
ese nstante recomenzaron as sacuddas de pesto tan
sbtamente como haban cesado, y a atmsfera de a habtacn
recuper su anteror tranqudad.
Cmate, amor d|o Hermanrco afectuoso; a magnacn
te ha engaado; a puerta est ben cerrada.
Mentras hababa e apart de rostro con una carca e cabeo
aborotado. Incapaz de dudar de a menor paabra que saa de
abos de |oven, y a no escuchar nngn sondo sospechoso o
nusua en a habtacn, Antonna no hzo nngn esfuerzo por
confrmar sus sospechas. Vov a apoyar a cabeza en e hombro
de godo, y aunque un vago receo que e hzo exhaar un suspro
rreprmbe oprma su corazn, no expres sus aprensones. Tras
prestar atencn un momento ms para convencerse de que e
pesto segua en su ugar, e godo se sum nsensbemente en
sus nterrumpdas medtacones; de nuevo ncn a cabeza, y de
nuevo sus manos regresaron mecncamente a su anteror
desmayo, una |unto a a otra, sobre a vana de su espada.
Las amas dbes y nconstantes seguan azndose y murendo,
aumbrando aqu y de|ando aque rncn en sombras; e pesto
segua sacudndose sn ceder; e trueno an de|aba or su
tempestuoso retumbar, pero e vento ya no era ms que un
amento apagado y a uva gopeaba cada vez con menos fuerza
as ventanas. Los desveados habtantes de a casa de a gran|a
no advrteron nnguna ateracn, cas no oyeron nngn sondo
nuevo. Fata segurdad! En os tmos mnutos se haba decddo
omnosamente su destno futuro: ya no estaban soos en su
amado y predecto refugo.
No escucharon os pasos sgosos en torno a su morada; no
veron os o|os feroces que atsbaban haca e nteror de a casa
por una rend|a de as ventanas; no advrteron a fgura tenebrosa
que se ntroduca por a puerta suave y rpdamente aberta y se
deszaba hasta a esquna ms oscura de a habtacn. No
obstante, mentras permanecan sentados uno |unto a otro, en
muda comunn con sus |venes y apesadumbrados corazones, a
fgura amenazadora de Gosvntha, amparada en e manto de a
oscurdad cmpce, se azaba nmv y sencosa a su ado
msmo, ba|o e techo que os cubra y en a estanca que amaban.
Aunque e fuego de su pasada febre haba vueto a crcuar por
sus venas, aunque peregrnas vsones de os asesnatos de
Aquea haban fugurado en su mente como os terrbes
rempagos o hceran ante sus o|os, haba atravesado os
suburbos y recorrdo a cazada, y despus haba tomado e
sendero que evaba a a ver|a de a casa de a gran|a sn vacar y
sn extravarse. Hacendo caso omso de as tnebas y de a
tormenta, haba acechado en torno a a casa, haba qutado e
pesto, haba esperado un trueno fuerte para atravesar e umbra
y se haba escabudo como una sombra hasta e rncn ms
oscuro de a habtacn, con una pacenca y una determnacn
que nada consegua aterar. Y ahora que estaba cerca de ogro
de sus peores deseos, ahora que espaba a os dos seres que a
haban engaado y burado, su feroz segurdad no a abandon;
sus abos tembaron sobre sus dentes apretados, su pecho
papt ba|o sus vestdos empapados, pero no de| escapar n
suspros n madcones, n squera se e escaparon una sonrsa de
trunfo o un gesto de ra.
No mraba a Antonna; sus o|os no se apartaban n porun
momento de Hermanrco. Su mrada ansosa segua e curso
caprchoso de ms eve y fugaz respandor de hogar que
umnaba por momentos a fgura de godo. Pronto su atencn se
centr en as manos de |oven coocadas sobre a vana de su
espada; y entonces, enta y oscuramente, nac en su nteror una
nueva y fata determnacn. Las varas emocones que se
observaban en su rostro deron paso a una expresn snestra y,
sn apartar os o|os de godo, sac entamente de entre os
pegues de a parte superor de sus vestdos un cucho argo y
afado.
Las amas seguan tembando umnosas y murendo en a
oscurdad; Hermanrco y Antonna se mantenan en a msma
poscn, sumdos en sus pensamentos y en s msmos, y
Gosvntha permaneca nconmovbe, con e cucho entre as
manos, vgante, frme, muda.
Pero ba|o su aspecto de tranqudad ruga una tormenta que
oscureca su mente y desgarraba su corazn. Dos veces guard e
cucho y dos veces o vov a sacar; sus me|as se tornaban
cada vez ms pdas, apretaba a mano crspada
convusvamente sobre e pecho y se apoy rendda contra a
pared que quedaba a sus espadas. En esa gran contenda de
secretas emocones no e dedc n un pensamento a Antonna;
su ra tena una doss demasado eevada de angusta para
desencadenarse contra una extraa que era, adems, una
enemga.
A cabo de unos momentos recuper as fuerzas y con eas a
entereza. Las tmas hueas de door y desesperacn que
apareceran en sus o|os se borraron en un nstante. La raba, a
venganza, a ferocdad reumbraban en eos mentras avanzaba
sgosamente hasta egar |unto a godo; y cuando e prxmo
fugor de hogar o umn, e cav e cucho en as manos con
ferocdad. La herda fue rpda, fuerte y certera: e haba cortado
desde e prmero hasta e tmo tendn; o haba sado para
toda a vda.
En ese momento e fuego acanz e centro msmo de trozo de
ea que Hermanrco depostara en e hogar. La madera
chsporrote aegre y emt un brante respandor. La
habtacn qued tan desumbrantemente umnada como s
entre sus paredes se preparara una de as festas de Navdad de
a antgua Ingaterra!
La uz cda y aegre e reve a godo a fgura de su agresora
antes de que e prmer grto de angusta murera en sus abos o
e prmer estremecmento de horror rreprmbe termnara de
recorrer su cuerpo. Los grtos de su desventurada compaera
cuando a escena de venganza, aevosa y crmen reampague
por un nstante terrbe ante sus o|os pareceron no egar a odos
de godo. Lanz una mrada a sus manos ntes en e msmo
nstante en que a espada se deszaba pesadamente a sueo.
Despus, sus o|os se cavaron en Gosvntha, que permaneca a
poca dstanca, con su cucho manchado de sangre y tan muda
como .
N a fura, n e desafo, n squera una momentnea mueca
causada por e sufrmento fsco desfguraban e sembante de
|oven caudo. Un horror ausente y rgdo, una ndefensa
desesperacn que no admta as grmas n as paabras,
parecan haber petrfcado a expresn de su rostro en un gesto
eterno y haber ahuyentado para sempre de sus rasgos a
|uventud y a esperanza, como s hubera estado preso desde a
nez y una voz ntentara seducro ahora con os paceres de a
bertad desde una re|a empotrada en os muros de su ceda. N
squera cuando Antonna, tras recobrarse de su prmera agona
de terror, comenz a besar convusvamente sus me|as fras y a
supcare que a mrara, vov e rostro o apart os o|os de a
fgura de Gosvntha.
A cabo, se de|aron or en medo de desoado senco os
profundos y frmes acentos de a voz de a mu|er.
Podrs an ser un trador de pensamento y de paabra, pero
nunca ms o sers con tus actos! comenz apuntando a as
manos de godo con e cucho. Esas manos que han protegdo
una vda romana nunca bandrn una espada romana n vovern
a profanar con su roce un arma goda! Mentras te contempaba
en a oscurdad record cmo castgaban antao as mu|eres de
m raza a os guerreros cobardes que huan derrotados. As te he
castgado! E brazo que no srv a a causa de a hermana y os
h|os de a hermana de rey y a nacn de rey no servr a
nnguna otra! Ahora que me he vengado en t, he cumpdo a
mtad de m venganza por os asesnatos de Aquea! Ve, huye
|unto a os romanos que has escogdo, a a cudad de ea! Tu
vda de guerrero ha egado a su fn!
Hermanrco no e respond. Hay emocones as tmas de una
vda que despo|an a a naturaeza de as ms fuertes barreras
que as costumbres han ergdo para contenera, que revean que
en os pechos de os ms e|anos descendentes de una gran
nacn se esconden acechantes as prmeras y rudas
percepcones socaes de as pocas prmgenas de ese puebo,
por ms que os ogros, a prosperdad y as transformacones
parezcan separaros moramente de sus antepasados. Esas eran
as emocones que nacan ahora en e corazn de godo. Su
crstansmo, su amor, su concenca de a exstenca de atas
metas y su contacto con nuevas deas se dfumnaban y o
abandonaban como s nunca os hubera conocdo. Pensaba en
sus manos mutadas, y en su nteror no se agtaba otro esprtu
que a antgua ama goda de sgos; a nspracn de as
tempranas cancones y os tempranos ogros de ese puebo
septentrona: a fama conqustada con e vaor, a supremaca de
a fuerza.
En vano se esforz Antonna, en medo de su desesperacn, por
ograr una paabra de sus abos o una mrada de sus o|os; en
vano sus dedos temborosos tras rasgar sus vestdos para hacer
vendas contuvo a sangre de sus manos herdas; en vano o
nst su voz a correr a pedr a ayuda de sus compaeros en e
campamento! La mente de Hermanrco estaba e|os, medtando
en as eyendas de os campos de bataa de sus antepasados,
recordando cmo, ncuso en e momento de a vctora, se
mataban s haban resutado sados en a contenda, cmo se
mofaban de vvr para ago que no fuera a ucha, cmo mutaban
a os tradores como Gosvntha o haba mutado a ,l. Esos eran
os temas que encadenaban sus pensamentos, a tempo que sus
sentdos seguan hechzados por a horrbe fascnacn que e
provocaba a proxmdad de su agresora. Aunque se mova y
respraba, pareca haber perddo hasta a percepcn de su propa
exstenca.
Pensaste engaarme mentras estaba enferma, confabas en
aprovecharte de m muerte contnu Gosvntha devovendo
con despreco a mrada de su vctma. Te faste de a noche, a
oscurdad y a tormenta; te protegan tu audaca, tu fuerza, o
secreto de esta guarda que escogste para tu tracn; pero tus
estratagemas y tus expectatvas han fracasado! En Aquea
aprend a ser tan astuta y vgante como t! Descubr que habas
abandonado e campamento y a tus guerreros; recorr os
senderos que evaban a tu escondte; entr en con e msmo
sgo con que hace tempo abandon a casa donde ms h|os
fueran asesnados! Para acanzar m |usta venganza, he sdo tan
traconera como o habras sdo t conmgo! Recuerda a tu
hermano asesnado, recuerda a no que depost herdo entre
tus brazos y que recb de eos muerto; recuerda tus |uramentos
ovdados y tus promesas rotas, y haznos a tu nacn, a tus
deberes y a m e desagravo e tmo y nco que en m
compasn he de|ado en tu poder hacer; e desagravo de tu
muerte!
Ca de nuevo, y de nuevo no recb respuesta. E godo segua
sn moverse y sn habar, y Antonna arrodada
nconscentemente sobre a espada que ahora ya no tendra
nunca utdad para Hermanrco contnuaba restaando a
sangre que fua de sus manos con un ceo mecnco que pareca
prvara de a posbdad de atender a nada ms. Las grmas
corran ncesantes por sus me|as, pero nunca se vov haca
Gosvntha, nunca nterrump su tarea.
Mentras tanto, e fuego segua ardendo rudoso en e aegre
hogar, y a tormenta, como negndose a sumarse a horror
producdo por os humanos en a casa de a gran|a, ceda
rpdamente. E trueno retumbaba con menos frecuenca y menos
fuerza, e vento aternaba con ntervaos de una cama sencosa,
y de cuando en cuando a uz de a una se coaba con bro
momentneo por entre os |rones de as nubes que se deshacan
veozmente. En e frmamento de a noche de tormenta ya se
advnaba e aento de a maana tranqua.
Sgue a vda tenendo para t a msma maga? contnu
Gosvntha con tono de mpacabe reproche. Has ovdado,
adems de esprtu de os tuyos, e fn para e cua vvan tus
antepasados? No est tu espada a tus pes? No est e cucho
en ms manos? No te ofrecen as aguas de Tber, que corren a
haca e mar, a tumba de ovdo que est a acance de todos?
Muere entonces! S un godo en tu hora postrera; n squera a
os romanos es resutas ahora de utdad! Tus camaradas ya han
descuberto tu desercn; esperars a que te ahorquen por
nsubordnacn? Vvrs para mporar a compasn de tus
enemgos? O, deshonrado e ndefenso, tratars de escapar?
Levas a sangre de m fama, pero te repto: muere!
Los abos pdos de Hermanrco tembaban; mr por prmera
vez a Antonna, pero uch en vano contra su nvencbe
desesperacn a tratar de pronuncar unas paabras. Permanec
en senco.
Gosvntha e vov a espada con desdn, se aproxm a hogar
y se sent frente a ncnando e rostro marchto haca as
brantes amas. Durante agunos mnutos permanec sumda en
sus maos pensamentos, pero de sus abos no sa nngn
sondo, y cuando a fn romp abruptamente e senco no fue
para drgrse a godo n para cavar en os o|os, como antes.
Todava ncnada sobre e fuego, en aparenca tan ndferente a
a presenca de os dos seres cuya fecdad acababa de destrur
para sempre como s nunca huberan exstdo, comenz a rectar
con tono soemne, rtmco, mesurado, una eyenda de a poca
ms temprana y oscura de a hstora de os godos, cuyo comps
marcaba con e cucho que an sostena entre as manos. La
maevoenca de su expresn mentras estaba entregada a canto
reveaba de modo cas tan papabe e motvo crue que a
anmaba como a etra de a composcn que entonaba:
E dos de a tormenta ecpsa e frmamento
Las oas rompen atas en oa a a borrasca:
Odn en su morada oye e horrendo eco
Oue e fero mar evanta con su gope en as rocas.
Mentras, entre os rscos perddos en a arena
Est e |oven AGNAR con a doncea SIONA;
Las grmas son suave roco en sus me|as,
Y e |oven |efe godo susurra con voz queda:
"Lsado para sempre en esta retrada,
Hoy es peor m sno que a temda muerte;
Db, deforme, nt, ya nunca ms podr
Ver e trunfo en a guerra de a hueste marca!
Tras un trunfo en a za y con todo su honor
Acaba ahora a vda de AGNAR en este mundo!
"Cuando e cuerpo deshecho so puede ceder,
S vas en pos de un nuevo combate y un aure;
Cuando e brazo que otrora decd a contenda
Ya no puede a vda nt preservar;
Cuando as manos |untas ya no consguen nunca
Empear a espada a fondo matando a enemgo;
Entonces hay un nombre que debes preservar,
Hay que enfrentar a muerte; vvr es run vergenza!
Esa es a vountad de Odn; no a resstas!
Esa es a orden que ahora me apresto yo a cumpr!"
En ese punto de a eyenda Gosvntha hzo una pausa y se vov
de repente para observar e efecto que provocaba en Hermanrco.
Todas as horrbes mpcacones que tena para traspasaban e
corazn de godo. Abat a frente y de sus abos escap un
quedo amento. Pero n squera a evdenca de sufrmento que
causaba fund a acerada maevoenca de a resueta Gosvntha.
Recuerdas a muerte de Agnar? excam. De no yo te a
cantaba cuando bas a dormr, y |uraste, a ora, que cuando
fueras hombre, s sufras sus herdas, tendras su msma muerte!
Agnar resut mutado en una bataa vctorosa, y aun as se
prv de a vda en e da de su trunfo; t, que has sdo mutado
como resutado de tu tracn, has ovdado tu honor de no y
vvrs en as sombras de tu vergenza! Acaso has ovdado esa
antgua cancn? La oste de ms abos en tus prmeros aos;
escucha y a ors hasta e fna: es e canto fnebre por tu
muerte cercana!
Contnu:
"SIONA, no ores ms!; a donde yo voy
Los guerreros no senten n pena n door;
Levantan a o ato a ho|a respandecente,
Y sus herdas sanan sn que haya que atenderas;
Sus fechas, numerosas como a msma uva
Sban cortando e are a combatr a;
Su vno es escancado en copas ggantescas,
Y su echo comparten donceas vrgnaes!
Pero no creas nunca que muero satsfecho;
Lamento e hado fero que me bera ahora,
Cuando magno, SIONA, amada, nova ma,
Los gozos que ya nunca dsfrutar a tu ado!
Educar a ms h|os para que se ncorporen,
A campo de bataa con a dvsa goda;
Vear e sueo tuyo, rer cuando t ras,
Era a dcha soa con que soaba AGNAR;
Y ahora debo, empero, ovdar esos sueos,
A AGNAR ya no e tocan en suerte esos paceres!
Mra, donde a una ya no rrada su uz
Fotan os nubarrones de a Noche ceuda!
Los guerreros de Odn ceosos me acompaan
|unto a a mar que encerra a terra que psamos!
E agua aua un canto fnebre de dfuntos
Es hora de que muera; Ads; Ads, amor!"
Se rgu sonrente, presto para e sato morta,
Vo de a ata roca como un p|aro aado
Un sato y un rugdo de mar o recberon,
Y SIONA qued soa a a ora de mar!
E vento bram hondo con sondo agorero
Mentras SIONA oraba a ver de AGNAR as hueas
Y os butres chaban, porque e |oven caudo
Oue hzo de campo osaro yaca entre os muertos.
Mentras rectaba con ento y rtmco nfass os tmos versos
de poema, Gosvntha vov a acercarse a Hermanrco. Pero os
o|os de godo ya no a buscaban. Su canto haba camado as
emocones que quera exacerbar. De as tmas estrofas de a
eyenda, so as ms pattcas haban ogrado atraer a atencn
de caudo, y as embotadas facutades de su corazn
recuperaron su antguo refnamento a escucharas. Una soemne
mezca de amor, pena y pedad se hzo evdente en a mrada de
afecto que drg a sembante de a |oven desesperada. Aos de
buenos pensamentos, una exstenca ena de ternos cudados,
una eterndad de devocn |uven hababan en esa eocuente,
rpda, absorta mrada, y dotaron a a expresn de godo de una
beeza y una cama nefabes, de una nobeza sobrenatura que
se acercaba a o angco y o dvno.
Gosvntha sgu nstntvamente a dreccn de esa mrada y
contemp, como , e rostro de a |oven romana. Una sombra
expresn de odo susttuy a a bura que hasta ese momento
aterara su apasonado sembante. Mecncamente, su brazo
vov a azar a medas e cucho, y os acentos de su voz
racunda quebraron una vez ms e sagrado senco de afecto y
e door.
Es por a |oven que desearas segur vvendo? excam
spera. Lo vatcn, cobarde, cuando te v por vez prmera!
Para eso me prepar cuando te her! Me asegur de que cuando
m ra vovera a amenazar a a nueva duea de tus pensamentos
e nspradora de tus accones, no fueras ya capaz de protegera!
Crees que porque m desdn o ha apazado he abandonado a
dea de cobrarme en ea m venganza? Hace mucho te |ur que
morra, y sgo frme en m propsto! A ti te he castgado, a ella
a matar! Puedes protegera hoy de m pua como a protegste
en tu tenda? Ante m fuerza eres ms db que un no!
Hzo senco sbtamente, porque en ese momento un rudo de
pasos apresurados y de voces que porfaban eg de repente
desde e exteror. A oro, una padez espectra susttuy a rubor
de a ra en as me|as de Gosvntha. Con una pronttud nacda
de a aprensn, agarr a espada de Hermanrco sobre a que
estaba arrodada Antonna y a atraves en os soportes que
normamente sostenan a tosca tranca de a puerta. En un
nstante, se oyeron os pasos en e sendero de |ardn, y poco
despus a puerta fue asatada.
La espada no se quebr, pero a frg barrera ced a segundo
embate y cay haca adentro, hecha pedazos. De nmedato,
varas formas humanas oscureceron e vano de a puerta, y e
fuego de hogar aumbr os repusvos rostros de os dos hunos
que ban a frente de a partda, de competa armadura y con as
espadas desnudas.
Date preso por orden de Aarco grt uno de os brbaros,
o preprate a morr por desertor!
E godo se haba puesto de pe cuando a puerta cayera a sueo.
La egada de sus persegudores parec devovere as energas
perddas, despertaro de un soo gope de un hechzo
todopoderoso. Una expresn de trunfo y desafo umn sus
rasgos frmes a or a exgenca de huno. Por un momento se
ncn haca Antonna, que se haba aferrado a , desmayada. Su
boca temb y sus o|os braron cuando bes su me|a fra. En
ese nstante pasaron por su mente como un rempago o
desesperado de su stuacn, a nutdad de su exstenca
mutada, a gnomna que e aguardaba a regresar a
campamento. En ese nstante o asataron, pero no o venceron,
os peores horrores de a separacn y a muerte, os ms feros
embates de amor y a desesperacn; en ese nstante rnd
trbuto fna a afecto y se hzo fuerte por tma vez con e bro de
a ntrepdez vr y a espartana resoucn.
Se desprend de os brazos de a |oven; e antguo esprtu
heroco de su nacn conqustadora tom posesn de cada uno
de sus nervos; sus o|os voveron a brar espnddos con e
perddo fugor guerrero, sus membros recuperaron su frmeza, su
rostro, a cama; se enfrent a os hunos con are de autordad y
sonrsa desdeosa, y no se oy en su voz e ms eve tembor a
presentares e pecho desnudo y excamar con frme voz de
mando:
Here! No me entrego!
Los hunos se abaanzaron sobre con grtos feroces y
enterraron sus espadas en su cuerpo. Su tba sangre |oven brot
como un surtdor y se derram sobre e sueo de a casa que fuera
e atar de amor para e corazn de cua manaba. Sn un suspro
de sus abos n un gesto de su rostro, cay muerto a os pes de
sus enemgos; todo e vaor de su dsposcn, toda a bondad de
su corazn, todo e vgor de su cuerpo quedaron reducdos en un
breve nstante a una matera onerosa y sn sentdo!
Antonna presenc e asesnato, pero se br de ser testgo de a
muerte. Cay sn sentdo |unto a su |oven guerrero; su vestdo
estaba manchado de sangre, su cuerpo permaneca tan nmv
como e de .
D|ao aqu para que se pudra! E orguo por su superordad
no e servr ahora n para tener una tumba! es grt e huno
que encabezaba a partda a sus compaeros, mentras mpaba
a sangre de su espada en as ropas de cadver.
Y a mu|er pregunt uno de sus camaradas, a de|amos
bre o a evamos prsonera?
A habar, seaaba a Gosvntha, que durante a breve escena de
asesnato parec perder e uso de sus facutades. En todo su
transcurso no haba movdo un dedo n pronuncado una paabra.
E huno a reconoc como a mu|er que o haba nterrogado y
sobornado en e campamento.
Es parenta de trador y ha abandonado as tendas sn permso
respond. Levada prsonera ante Aarco; ser nuestro
testgo de que hcmos o que nos orden. En cuanto a a |oven
contnu echndoe una mrada a a sangre en a tnca de
Antonna y empu|ndoa descudadamente con e pe, puede
que est muerta tambn, porque n se mueve n haba, y puede
quedarse donde est, como su protector, sn tumba. En cuanto a
nosotros, es hora de que partamos; a rey e mpacentan as
tardanzas.
Cuando a sacaban con rudeza de a casa, Gosvntha se
estremec y trat de detenerse un momento a pasar |unto a
cuerpo de godo. La muerte, que puede extngur as enemstades
y separar a os amantes, se azaba ante ea terrbe y atractva
ahora que e echaba una tma mrada a su hermano asesnado y
recordaba a su esposo muerto. Sus o|os no derramaron grmas,
su voz no romp en amentos, pero su corazn experment una
sacudda, una tma sacudda momentnea de door y pedad,
que a hzo murmurar mentras a sacaban a a fuerza:
Aquea! Aquea! Y para esto fue que te sobrevv!
Los sodados se retraron. Durante unos mnutos ren un senco
tota en a habtacn donde a |oven nconscente yaca nmv
|unto a todo o que quedaba de ob|eto de su prmer amor |uven.
Pero a poco rato, de nuevo unos pasos ndcaron que aguen se
acercaba a a puerta de a casa; eran dos godos que formaran
parte de a escota de huno, y que se acercaron a cadver de
caudo. Rpdamente y en absouto senco o cargaron y o
evaron a |ardn. A abreron con sus espadas una fosa poco
profunda en e csped fresco y sapcado de fores, y una vez que
depostaron en ea e cuerpo, a cubreron a toda prsa y se
fueron rpdamente sn regresar a a casa.
Los dos hombres eran guerreros que haban servdo a as
rdenes de Hermanrco. Merced a muchas accones medante as
que es demostrara su generosdad y es nfundera aento, e
|oven caudo se haba ganado su rudo afecto. Lamentaban su
suerte, pero no se haban atrevdo a dscutr a sentenca u
oponerse a su cumpmento. Sn encomendarse a nade, haban
abandonado en secreto as fas de sus camaradas para e|ercer e
tmo prvego y obedecer e postrer dctado de a bondad
humana. No pensaron en a |oven que quedaba soa, abandonada
en su desoacn, y se apresuraron a regresar a su puesto antes
de que fuera demasado tarde.
E csped acarcaba e cuerpo de |oven guerrero; as fores
desho|adas e|ercan una suave presn contra sus fras me|as; a
fraganca de a nueva maana exhaaba suavemente su puro
aroma en torno a a senca tumba. A su arededor forecan as
pantas decadas que as manos de Antonna cutvaran para
compacer sus o|os. Cerca se azaba a vvenda que desde e
prmero hasta e tmo beso que depostara en os abos de a
|oven haban hecho sagrada; y a su arededor se extendan en
todas dreccones as anuras y os bosques que haban sdo, |unto
con a magen de Antonna, e ob|eto de sus ms querdos
pensamentos. Yaca, en a muerte, en e centro de crcuo
mgco de as mayores aegras de su vda! La suya era una
tumba ms apropada para os restos mortaes de su esprtu
afortunado y generoso que a fosa de un cruento campo de
bataa o os sepucros desoados de una terra septentrona!
CAPT"LO )I)
EL #"ARDI,N RETORNA A S"S DE(ERES
La tumba recn cavada no queda confada mucho tempo a a
soemne vganca de a Soedad y a Noche. Transcurrdos unos
pocos mnutos, su banda superfce es hoada por pasos
humanos y una mrada humana examna atentamente su
pequeo y senco tmuo.
Pero no es Antonna, a quen amara Hermanrco, n Gosvntha,
cuya sed de venganza o perdera, quen ahora contempa a
terra que cubre e cadver de |oven guerrero. Es un
desconocdo, un para, un hombre ovdado, deshonrado,
abandonado; es e sotaro y derrotado Upo quen ahora
examna con o|os ndferentes e apacbe |ardn y a tumba
eocuente.
E pagano era otra vctma fata de as nfaustas fortunas
encomendadas a cudado de a noche. La catstrofe que
destrozara e cuerpo de |oven que ahora yaca ba|o terra haba
acanzado tambn a mente de ancano que se encontraba sobre
su senca seputura. E cuerpo de Upo, con todas sus doencas,
estaba a; pero e ama de feroz pacenca e ndomabe osada
que o enfervorzaran aun en medo de sus quebrantos haba
desaparecdo. E veo de ovdo haba cado para sempre sobre
a proongada angusta de su vda de door! Aarco o haba
echado, pero Upo no haba regresado a a cudad adonde e rey
o envara. Durante toda a noche haba deambuado por os
sotaros suburbos, uchando en a ms absouta soedad y en
medo de espantosos sufrmentos por conservar e contro de su
mente. La prdda de todas as esperanzas que depostara en os
godos madur rpdamente hasta anzar por terra a nteecto
que hcera nacer sus aspracones. Su razn romp as cadenas
que durante tanto tempo a aprsonaran, a pervrteran, a
degradaran! A cabo, tras errar sn rumbo durante agn tempo,
haba trado de cuerpo nt, ya bre de a mente pegrosa,
hasta egar e |ardn de a casa de a gran|a en e que ahora se
encontraba, y en e que mraba aternatvamente os terrones que
cubran a tumba de caudo y e fugor ro|zo de fuego que saa
de a meancca habtacn por e vano de a puerta
despedazada.
Sus facutades, ms que totamente destrudas, estaban
fatamente trastornadas. Su penetracn, su frmeza y su astuca
haban desaparecdo; pero todava conservaba restos de
memora, ntes e nmane|abes, y una certa capacdad de
percepcn momentnea. Su vergonzoso fracaso en a tenda de
Aarco, que fuera a causa de a prdda de sus facutades, se
haba borrado de su mente como s nunca hubera ocurrdo, pero
recordaba fragmentos de su exstenca anteror; an conservaba
una vaga concenca de propsto que guara toda su vda.
Esos pensamentos embronaros, desconectados e ntermtentes,
revooteaban en su mente turba como exhaacones umnosas
sobre un pantano: nacan y moran, nofensvos y engaosos,
dscontnuos e rreguares. Lo que retena de su pasado o
recordaba con ndferenca, y o consderaba con una curosdad
tan ausente como s se tratara de qumrco espectcuo de as
uchas, nfortunos y esperanzas de otro hombre que actuara a
nstancas de un msteroso nfu|o cuyos fnes y razones no e
nteresaba averguar. En o que toca a (uturo, sus pensamentos
permanecan totamente en banco. Y e presente era una
dscordante combnacn de agotamento fsco y etargo menta.
La fradad de a ntempere ba|o e ancho ceo o estremec. E
fro que desafara en as bvedas de as muraas agretadas
penetr hasta sus huesos en e |ardn de a casa de a gran|a; sus
membros, que desdearan e reposo en e argo va|e desde
Roma hasta e campamento de os godos, tembaban ahora de ta
modo que con gusto se sent en e sueo a descansar. Durante
unos breves momentos permanec sentado, contempando con
are ausente y atemorzado a morada aberta, como s deseara
entrar pero no se atrevera. A cabo, a tentacn de respandor
ro|zo de fuego parec vencer su ndecsn; se ncorpor con
dfcutad, y entamente, vacante, penetr en a casa.
Haba avanzado como un adrn unos pocos pasos, haba sentdo
so un momento e benvendo caor de hogar, cuando a fgura
de Antonna, an nconscente en e sueo, captur su atencn; se
e acerc con ansosa curosdad y, azndoa en brazos, a hzo
ob|eto de un argo y detaado escrutno.
Durante agunos momentos, mentras con gesto mecnco de
afecto sen e apartaba de a frente e cabeo desordenado,
nnguna sea de habera reconocdo sa de sus abos o
aparec en su sembante. En eso se encontraba revvendo de
modo tan espantoso os restos de a bondad de su |uventud en a
ocura de su ancandad cuando a cuerda de un nstrumento
musca, enroada en un pedacto de madera dorada, cay de
pecho de a muchacha; Upus a recog de sueo: era e
fragmento de ad roto que Antonna evaba consgo desde a
noche cuando, en su nocente door, o mo|ara con sus grmas
en su acoba de doncea.
Aunque mnscuo, ambguo, nsgnfcante, ese pequeo
recuerdo toc as fbras de a mente destrozada de pagano que a
forma y a presenca eocuentes de su desvada duea no haban
ogrado conmover; su memora vo a nstante a |ardn de a
cona Pncana y a sus antguos deberes en e hogar de
Numerano, pero no e hab de as caamdades que sus actos e
provocaran despus a su crduo patrono. En su magnacn se
dbu| una nca magen: a de su servdumbre en e hogar de
crstano; y a mrar ahora a a |oven no pudo asumr otra acttud
que a de "guardn que retorna a sus deberes".
Ou har aqu con su msca? murmur aprensvo. Esta
no es a casa de su padre, y este |ardn no est en a cma de a
cona!
A examnar con curosdad a habtacn, as manchas ro|as de
sueo atra|eron de repente su atencn. Un pnco, un terror
demenca pareceron sobrecogero a nstante. Se ncorpor con
un grto de horror y, todava con a |oven en brazos, sa
apresuradamente a |ardn tembando y sn aento, como s
huyera atemorzado de arma de un asesno.
La conmocn de voento trasado y e sbto efecto de are
fresco e devoveron e sentdo a Antonna en cuanto Upo,
ncapaz de segura sostenendo, a apoy contra e pequeo
tmuo de csped que marcaba a poscn de a tumba de |oven
caudo; a |oven abr os o|os con are de desvaro: su prmera
mrada fue para a puerta destrozada y a habtacn vaca. Se
evant, avanz unos pasos en dreccn a a casa, despus se
detuvo rgda, sn aento, muda y, vovndose entamente, cav
os o|os en a terra removda.
La tumba reveaba con toda eocuenca qun era su ocupante.
La coraza de Hermanrco, que os sodados haban pensado
enterrar |unto a cuerpo que protegera en otros tempos, haba
quedado ovdada en as prsas de enterramento secreto, y
aunque parcamente seputada por a terra removda, estaba a a
vsta: era un monumento senco para una tumba senca! Los
o|os secos y datados de Antonna contemparon a coraza como
s qusera memorzar cada brzna de herba, cada terrn que a
rodeaban! Su cabeo ondeaba revueto en torno a sus me|as,
agtado por e eve vento; pero su rostro no mostraba nnguna
expresn, sus membros no hacan nngn gesto. Su mente se
afanaba y trepdaba, como apastada ba|o un fardo quemante;
pero su corazn permaneca mudo y su cuerpo nmv.
Antonna no se haba percatado de a presenca de Upo. De
pronto, e pagano se mov hasta quedar frente a ea y Antonna
o mr. Una expresn momentnea de sorpresa y desconfanza
deste en sus o|os, de os cuaes a ntensa desesperacn haba
ahuyentado a natura y femenna ternura; pero tambn esa
expresn desaparec rpdamente. Le vov a espada a
pagano, se arrod |unto a a tumba y apret e rostro y e pecho
contra e pequeo tmuo de yerba.
Ahora que su mente comenzaba a penetrar os msteros, a
sondear os ms oscuros absmos de as caamdades ocurrdas
durante esa arga noche, no haba una voz que a confortara, una
mano que a acarcara! Desamparada y prvada de consueo, a
a uz cada vez ms mortecna de as pocas estreas que
aumbraban en e frmamento, rodeada por a subme quetud de
a naturaeza ya tranqua, permaneca de rodas ante e atar de
a muerte y azaba su ama haca e ato ceo, con su sagrada
ofrenda de door humano!
Se mantuvo as un argo rato, y cuando a fn se ncorpor
cuando, tras acercarse a pagano, cav en sus o|os secos y
trstes, Upo retroced ante su mrada, a tempo que sus
facutades embotadas trataban en vano de recuperar su antgua
capacdad de evocacn, perdda para sempre. Nada savo e
recuerdo que despertara e fragmento de ad renac en su
nteror, y se mt a susurrare a Antonna con voz queda y
supcante:
A casa, a casa! Tu padre puede egar antes que nosotros; a
casa!
Cuando egaron a odos de Antonna as paabras "casa" y
"padre" esos doses ares de a vda prmera de su corazn
todo e aspecto de a |oven sufr un cambo nstantneo, de una
ceerdad ectrca. Az a ceo as manos pdas; a ternura
femenna se adue de nuevo de su corazn; y cuando vov a
arrodarse sobre a tumba, sus soozos resonaron en e are
tranquo y fragante.
Con e cadver de Hermanrco a sus pes, con a habtacn
sapcada de sangre a sus espadas, con un e|rcto host y una
cudad asoada por e hambre un poco ms e|os, fue so gracas
a ese torrente de grmas, a esa pasn benfca de gentes
emocones, que pudo azarse sobre os mtpes horrores de su
stuacn en e precso momento en que pareca perder a a vez a
razn y a vda. Lor coposa, amargamente, sn reservas, sobre
a amabe y materna terra sobre e pacente y fraterno sueo
en e que se posara a panta gera de prmer h|o de una raza
que no fue creada para a muerte que guarda en su seno
protector a os seres querdos que depostamos orando en ea
para que duerman; esos que estarn confnados an en o ms
absma de sus profunddades cuando a refugente presenca de
os esprtus que retornan bre sobre su cuerpo renovado, y e
amor se reanude con perfeccn angca en e punto en que a
muerte o de| en suspenso merced a a fragdad de os
mortaes!
A casa, tu padre te espera, a casa! rept e pagano con are
ausente, ae|ndose entamente mentras hababa.
A sondo de su voz, Antonna se evant de un sato y
agarrndoo de brazo con dedos temborosos para mpedr que
sguera avanzando, anz una mrada de temor a su sembante
nsensbe y surcado de arrugas. A mraro as parec a fn
reconocero. En su expresn se mezcaron e medo y e asombro
con e door y a desesperacn, y cay a sus pes, camando en
tonos de honda spca:
Ah, Upo, s es que eres Upo, ten pedad de m y vame
|unto a m padre! M padre! M padre! En este mundo desoado
no me queda ms que m padre!
Por qu me recamas a m por tu ad roto? e respond
Upo con una sonrsa vacua y sn sentdo. No fu yo quen o
hzo pedazos!
Lo han matado! grt Antonna trastornada, hacendo caso
omso de a respuesta de pagano. Los v sacar sus espadas
para mataro! Mra, su sangre me ha sapcado, a mi, a Antonna,
a quen proteg y am! Mra a una tumba, su tumba, o s! No
o he vueto a ver; est ah aba|o, ah aba|o! Deba|o de as fores
que cutv para ! Lo mataron; y o enterraron, no s cundo!
O quzs fuste t, t, quen o enterr! Lo has ocutado ba|o a
terra fra de |ardn! Se ha do, ah, se ha do para sempre!
Y vov a arro|arse arrebatada y voentamente sobre a tumba.
Tras mrara f|amente un momento, Upo se acerc y a evant
de sueo.
Vamos excam rrtado a noche avanza y tu padre nos
espera!
Las muraas de Roma se nterponen entre m padre y yo!
Nunca vover a ver n a m padre n a Hermanrco! excam
Antonna, que ahora recordaba me|or toda a desdcha de su
stuacn, con voz de amarga angusta, a tempo que ntentaba
berarse de as manos de pagano.
Las murallas de Roma! A or esas paabras, a mente de Upo se
abr para de|ar pasar un torrente de oscuros recuerdos que
reempazaron as vsones que hasta ese momento a
embargaran. R con are de trunfo.
Las muraas de Roma se ncnan ante m! excam en tono
exutante, Las perfor con m buena barra de herro! Me
escurr a travs de eas con m brante nterna! Los esprtus
rugeron a m arededor, y me anzaron a sueo, y se reron de m
en medo de as espesas tnebas, pero atraves as muraas! E
trueno retumb a m arededor cuando me arrastraba por as
tortuosas gretas; pero ogr abrrme paso entre eas! Sa
trunfante a otro ado! Vamos, vamos, vamos, vamos!
Regresaremos! Puedo encontrar e camno aun en medo de a
oscurdad! Puedo burar a os centneas! Recorrers e sendero
que abr entre os muros!
E rostro de a |oven perd por un momento su expresn de
door y qued rgdo de horror a contempar os o|os ameantes
de pagano, porque a terrbe sospecha de su demenca penetr
en su mente. Oued nerme, temborosa, sn hacer resstenca a
as manos que a su|etaban, sn ntentar engaaro para que
partera soo n camaro para que pospusera sus panes.
Por qu atraves as muraas? must e pagano con voz
queda y ena de asombro, detenndose de pronto cuando estaba
a punto de echar a andar. Por qu arranqu os adros y me
ntern en os suburbos oscuros?
Ca, y durante unos momentos bata con sus pensamentos
ncoherentes e nfecundos; pero un veo, unas tnebas, una
devastacn que en vano trat de dspar ocutaban a Aarco y e
campamento godo. Suspr con amargura. Lo he ovdado! y
todava su|etando a Antonna de a mano a arrastr tras a a
ver|a de |ardn.
D|ame grt ea a egar a sendero que conduca a a
cazada. Ah, ten pedad y d|ame morr donde ,l mur!
Tranqua, o te arranco os membros uno a uno como
arranqu as pedras de as muraas para atravesaras! e
susurr con acento fero mentras ea bataaba por sotarse.
Regresars conmgo a Roma! Recorrers e camno que abr en
os muros agretados!
E terror, a angusta, e agotamento trunfaron sobre os dbes
esfuerzos de Antonna. Mentras se de|aba conducr de a mano
mecncamente por e pagano, sus abos moduaron unas
paabras mtad pegara mtad mprecacn, pero fueron so un
murmuo.
La temerosa y dscordante pare|a march a a uz cada vez pda
de as estreas por e camno fro y sotaro, y atraves os
suburbos sombros y desertos. Heada, obedente, mpasbe, a
|oven abatda camnaba como en sueos |unto a su gua, que
poco conservaba de humano! Excamacones ncoherentes, que
se aternaban de modo horrbe entre una smpcdad puer y una
fera madad, escapaban sn cesar de os abos de pagano, pero
Upo nunca vov a drgrse a su aterrorzada compaera.
Marchando a toda veocdad egaron a as neas godas; y a e
orate afo| e paso y se detuvo, como una fera, para examnar e
terreno a acercarse a a zona habtada por e hombre.
Todava sn nnguna oposcn por parte de Antonna, cuyas
facutades de observacn se encontraban petrfcadas por e
terror hasta reducra a una tota naccn; an a, a acance de
a dudosa ayuda de os enemgos de su nacn, e pagano avanz
sgosamente por os ugares ms sotaros de campamento y,
orentado por a msterosa astuca de su raza mserabe, ogr
evadr a vganca de os centneas sooentos. Nunca
desconcertado por a oscurdad porque a una se haba
ocutado, guado sempre por e nstnto anma que suee
acompaar su enfermedad, atraves e terreno bado que
separaba e campamento enemgo de a cudad y eg trunfante
a montn de pedras que marcaba su puerta de entrada a as
muraas agretadas.
Se detuvo un momento y, tras voverse haca a |oven, e sea
orguoso a oscura y estrecha brecha por a que estaba a punto
de ntroducrse. Despus, tras trar haca s de a muchacha cas
desmayada, escrutar atentamente as amenas de as muraas y
avanzar tan sencosamente como s e sueo estuvera cuberto
de herba, penetr en a oscura greta con su ndefensa
compaera.
Cuando desapareceron en e nteror de as muraas, a noche
tormentosa, accdentada, fata egaba a su fn; y e hambrento
centnea apostado en as defensas de a cudad stada despert
de sus sombras y absorbentes refexones, porque se percat de
que e nuevo da aboreaba por evante.
CAPT"LO ))
DE N"E$O EN LAS M"RALLAS
Lento y pesaroso e centnea ubcado en o ato de as agretadas
muraas az os o|os a as nubes de orente, a as que
comenzaban a umnar as uces de aba. Aunque e amanecer
grs y nebnoso mostraba un aspecto desoado, era, sn embargo,
e panorama ms atractvo que se ofreca a as ngudas mradas
de hambrento sodado. Vover a vsta a a cudad que quedaba a
sus espadas equvaa a contempar e sombro osaro de hambre
y de a muerte; ba|ara a bado de otro ado de as muraas
mpcaba ver e cadver de su compaero de guarda, quen,
enoquecdo por as punzadas de hambre que sufrera durante a
noche, se haba arro|ado de bauarte haca una muerte anheada
en e sueo que quedaba a sus pes. Famco y desesperado, e
centnea se agach en o ato de muro que ya no tena fuerzas
para recorrer n ntencn de defender, ansando unos amentos
que no tena esperanzas de agencarse, mentras contempaba e
grs amanecer desde su sotaro puesto.
Mentras estaba absorto en su contempacn, e brego senco
de a escena se vo roto sbtamente por e sondo de adros que
caan a sueo |unto a a base nteror de as muraas, segudo por
apagadas spcas de pedad y beracn que egaron a sus
odos, extraamente mezcadas con ncoherentes expresones de
desafo y exutacn que pronuncaba una segunda voz. E
centnea vov entamente a cabeza y, a mrar haca aba|o, vo
a sus pes a una |oven que uchaba por desasrse de as manos de
un ancano que a evaba a toda prsa en dreccn a a Puerta
Pncana.
Durante un nstante, os o|os de a |oven toparon con a mrada
ausente de centnea, y con un tmo esfuerzo de sus energas y
una mayor vehemenca en sus spcas, a muchacha vov a
pedr ayuda; pero e sodado n se mov n e respond. Estaba
tan exhausto que o nco que o habra mpresonado habra sdo
a aparcn de comda. Como e resto de sus concudadanos, se
encontraba sumdo en e pesado estupor de hambre, egosta,
nsensbe, brutazado. No haba desastre que pudera deprmro
n atrocdad que o conmovera. La hambruna haba roto todos os
azos socaes, agostado todo sentmento humano entre os
cudadanos sometdos a asedo; y tena tanta hambre como os
dems.
De ah que, a or as spcas de ayuda cada vez ms apagadas
de a |oven, no hcera e menor esfuerzo por mover sus ngudos
membros; y observ con mrada turba y mecnca cmo e
ancano a evaba a rastras, hasta que en un recodo de camno a
pe de a cona Pncana a perd de vsta; entonces vov os
o|os entamente a ceo nubado que contempara con
anterordad, y su mente se sum de nuevo en sus doorosas e
nfecundas refexones, como s so un nstante antes no se
hubera producdo un hecho que acosaba a sus menguadas
facutades.
S merced a agn recurso msteroso hubera poddo mrar desde
as amenas donde cumpa su meancca guarda haca e
nteror de os cmentos de as muraas en e momento en que
rompa e aba, habra vsto ago capaz de transformar hasta su
ndoente vganca en atenta atencn e nvountara sorpresa.
Se e habran mostrado entonces, zgzagueantes entre trozos
rreguares de muro en runas, ahora ocutos en as sombras de
oscuras smas, ahora promnentes sobre os vrtces de eevados
arcos, os tenebrosos pasa|es serpenteantes abertos por Upo en
as muraas carcomdas, y no gubremente sotaros, n
pobados so por os reptes propos de ugar, sno recorrdos en
todo su aberntco trayecto por formas humanas. Habra
percbdo entonces a fero y resueto pagano avanzando con paso
seguro y soemne en medo de a oscurdad, vencedor de todos
os obstcuos, arrastrando tras de s, como a un perro fe, a a
|oven cuya desventurada suerte a haba condenado a caer en su
poder. Habra poddo ver a a muchacha cas desmayada, a veces
postrada en os ugares ms eevados de pasa|e, mentras su
tembe gua descenda a una nueva sma y despus se vova
para trar de ea haca un foso an ms profundo y oscuro; a
veces ncnada en pose de spca, a tempo que sus abos
de|aban escapar un tmo ruego desesperado y sus membros
tembaban con un esfuerzo fna para escapar de as garras
mpacabes de su captor. Y todo e tempo, en as accones de
Upo ante todo o que se nterpona en su camno, habra
aprecado a msma fera tenacdad de propstos que afanzaba
constantemente su derante decsn de ograr que su vctma o
sguera en su trnsto por as muraas, y que o guaba sempre,
merced a un extrao nstnto, a superar todas as dfcutades y a
sortear todos os pegros, hasta hacero sar trunfante, con su
prsonera an en su poder, de nuevo bre para recorrer as caes
desoadas y mezcarse con os hambrentos cudadanos de Roma.
Y ahora, cuando despus de os pegros y as angustas se
encontraba una vez ms en su cudad nata, qu esperanzas
tena Antonna de ograr un tmo refugo ba|o e techo de su
padre y de acanzar un postrer consueo merced a sus esfuerzos
por vover a ganarse e amor de ancano? A egar a Roma, de a
memora deshvanada de pagano haba desaparecdo todo
recuerdo de paso por a brecha de as muraas. Un vaco, tan
desoado como e que a embargara a noche de su egada |unto
a a tumba de |oven caudo en e |ardn de a casa de a gran|a,
se adue de su razn perdda. Sgu andando sn advertr o que
o rodeaba, sn pensar, carente de ob|etvo y esperanzas,
empu|ado por una msterosa nquetud, ovdado hasta de a
presenca de Antonna que o segua, pero su|etndoa an
mecncamente de a mano y arrastrndoa consgo sn saber
adonde.
Y ea, por su parte, no haca ya nngn esfuerzo por berarse.
Haba vsto a centnea mpasbe ante sus spcas; haba
contempado as paredes de a casa de su padre ae|arse de sus
o|os anheantes a medda que Upo, nmsercorde, a arrastraba
cada vez ms e|os de su puerta dstante; y haba perddo a
tma y eve esperanza de regresar a su hogar, a tma ansa de
vda, porque a certdumbre de su ndefensn pesaba como un
gran fardo sobre su mente. Mentras segua a pagano a una
extenuacn y una muerte rpdas, con paso cansado, resgnada,
presa de una desesperacn absouta, su corazn estaba
embargado por e recuerdo de |oven guerrero asesnado y e de
su padre, de cuyo ado partera en a hora de su cera.
Upo y Antonna se ae|aron de a Puerta Pncana y egaron a
Campo de Marte, donde e aspecto de a cudad stada y a
stuacn de sus mahadados habtantes se despegaban tota y
terrbemente a a vsta de todos. En a superfce de ese nobe
permetro, antao atestado de afanosas muttudes que o
recorran en todas dreccones guadas por sus dversas
ocupacones o caprchos, no egaban ahora a vente os
camnantes. Esos pocos que an conservaban as energas o a
fuerza de vountad para recorrer a mayor va pbca de Roma,
andaban a hurtadas, con os o|os f|os en a nada, as bocas
cubertas por as manos exanges; cada uno soo, desconfado,
mudo, feroz, como dementes en sus cedas; todos nquetos como
espectros perturbados en un para|e de tumbas.
Esos eran os cudadanos que an deambuaban por e Campo de
Marte y, a su paso, en cuaquer dreccn que se vovan,
tropezaban con e terrbe nmero de muertos y agonzantes: as
vctmas de a peste que se haba desatado ahora en a cudad
nfectada, y que se una a hambre en su abor de desoacn y
muerte. Arededor de as fuentes pbcas, donde e agua an
borboteaba fresca como en e esto de a prosperdad y a paz, era
donde se haban congregado os habtantes ms pobres de a
Roma stada para exprar. Agunos conservaban todava fuerzas
sufcentes para beber con avdez de borde de os depstos de
pedra, en os cuaes otros yacan muertos, con as cabezas y os
hombros sumergdos en e agua, ahogados por fata de energas
para echarse atrs despus de prmer trago. Los nos suban
sobre os cadveres de sus padres para egar hasta e borde de
as fuentes; os padres contempaban con are ausente os
cuerpos de sus h|os, que ora fotaban ora se hundan en e agua
en a cua haban cado sn que nade os ayudara a sar n
amentara su muerte.
En otras partes de ugar, |unto a as puertas abertas de os
teatros e hpdromos, en os prtcos de os paacos y os baos
ya sn custoda, yacan os cuerpos descoordos de os que haban
muerto antes de egar a as fuentes sobre todo mu|eres y nos
rodeados, en terrbe contraste, por os enseres de u|o y as
nvencones desechadas de vco: trcnos dorados, mesas
repu|adas, cornsas en|oyadas, cuadros y estatuas obscenos,
manuscrtos de cancones cencosas espnddamente
enmarcados y extravagantemente umnados, que todava
cogaban de sus stos de costumbre en os ma|estuosos saones
de mrmo. Un poco ms e|os, en as caes secundaras y os
patos retrados, donde e cadver de comercante reposaba
sobre su mostrador vaco; donde e sodado de a guarda de a
cudad cayera renddo antes de termnar su ronda; donde e rco
mercader yaca vctma de a peste sobre sus tmas reservas de
os repugnantes amentos que se procurara con su oro, se vea a
asesno y a adrn, ora devorando con voracdad os desechos
esparcdos a su arededor, ora cayendo muertos sobre os cuerpos
que acababan de despo|ar.
En toda a extensn de a escena, e|os y cerca, fueran cuaes
fuesen os horrores que en cada sto ocurran, renaba un senco
enrarecdo, sobrenatura. No se oa n un sondo; os vvos
guardaban tanto senco como os muertos; e crmen, e
sufrmento, a desesperacn eran todos mudos; en e cuarte no
sonaba a trompeta; en a gesa no taan as campanas; hasta a
espesa ovzna que derramaban as nubes negras e nmves,
que oscureca con sus fras sombras e contorno de os edfcos
dstantes y e pncuo de os ma|estuosos paacos, caa a sueo
sn rudo. En e ceo no haba vento, n ecos en a terra; a
desoacn renante abrumaba a vsta; e vasto senco pesaba
sobre os odos: pareca a tma cudad de un mundo exhausto
que regresara sn rudo a caos prmgeno.
Por entre esa atmsfera de oscurdad y muerte; a o argo de
esos senderos de peste y hambre; sn mrar y sn ser vstos, e
pagano y su prsonera avanzaron entamente haca e barro de a
cudad que quedaba en dreccn opuesta a monte Pnco. A as
embotadas facutades de Upo no as umnaba an a uz de una
dea; segua andando con are ausente y detrs de segua a
|oven, cada vez ms db.
Sumda en e estupor causado por a debdad fsca y a
desesperacn menta, Antonna no pronuncaba paabra, no
azaba a cabeza, no mraba a os ados. Haba de|ado ncuso de
sentr a presn de a mano frme y heada de pagano. Por su
mente desfaban vsones ncorpreas de esferas utraterrenas
dotadas de una encantadora beeza y pobadas por esprtus
feces con sus antguas formas terrenaes, donde una proongada
exstenca sn a amenaza de a muerte transcurra apacbe y
soadora, sn trazas de tempo n hueas de door. De su
memora desapareceron as afccones y as desgracas, y todo
temor ante e pegro que representaba e demente a cuya
merced se encontraba. Y era en ese estado que avanzaba
dbmente, guada por a vountad de Upo, sn consderar e
pegro que corra n angustarse por a suerte que e estaba
reservada.
De|aron atrs a gran estructura crcuar de Panten, se
nternaron en as argas y estrechas caes que moran en a ora
de ro y egaron por fn a as mrgenes de Tber, muy cerca de
sote que an hoy se aza en medo de sus aguas. A, por
prmera vez, e pagano se detuvo mecncamente y drg a
mrada ausente de sus o|os extravados a os muros que,
hacendo un nguo abrupto con a dreccn que hasta a haban
segudo, rodeaban e |ancuo y su masa rreguar de
edfcacones, en a ora opuesta de ro.
A pasar sbtamente de a actvdad a reposo, as fuerzas
exhaustas de Antonna, que hasta ese momento haban dotado a
sus membros de un poder anmao de resstenca, cederon
repentnamente. La |oven cay a terra nerme y muda; su cabeza
se ncn haca e duro sueo como s se tratara de una ansada
amohada, pero no encontr apoyo, porque e pagano mantena
agarrada su mano con presn frrea. Pareca, merced a su
enfermedad, nconscente de que su prsonera se haaba a su
ado. Toda evocacn reaconada con ea, todo recuerdo de a
poscn que ocupara en a casa de su padre, haban
desaparecdo de su memora. Una ceguera aun ms absouta
pareca afectar sus percepcones fscas; sus o|os recorran
entamente una y otra vez e panorama que se despegaba ante
eos, pero nada vean; su respracn anheante era voenta y
rpda; su pecho hunddo se hnchaba como s encerrara una
agona profunda y terrbe: era evdente que estaba a punto de
producrse una nueva crss de demenca.
En ese momento, aparec en a cae una de as bandas de
merodeadores os desesperados crmnaes de hambre y de a
peste que an recorran a cudad. A ver a pagano y a a |oven,
banderon sus armas con manos temborosas y sus rostros
macentos se umnaron; pero a acercarse, una o|eada a as
fguras de ambos es bast para echar por terra todas sus
esperanzas de arrebatares botn o comda. Por un nstante
permaneceron |unto a sus vctmas potencaes, como debatendo
s asesnaras por e puro pacer de hacero, cuando a aparcn
de dos mu|eres que saan sgosamente de una casa un poco
ms dstante en a msma cae con una cesta cuberta por unos
harapos atra|o su atencn. Se voveron de nmedato para segur
a as que evaban a cesta y de nuevo Upo y Antonna quedaron
soos a a ora de ro.
La aparcn de os asesnos no haba ogrado, como todas as
dems escenas y sucesos de a cudad, devovere a razn a
Upo. No os haba mrado n haba hudo de eos cuando o
rodearan; pero ahora que se haban marchado, vov entamente
a cabeza en a dreccn que tomaran. Su mrada recorr as
hmedas pedras de a cae, dos cadveres que yacan sobre
eas a corta dstanca, a fgura de una escava, abandonada
cerca de a pared de una casa, que empeaba sus tmas
energas en beber a turba agua de uva que caa por a cana
que se haaba a su ado; y sgu sn nteresarse en nada de o
que sus o|os e reveaban. E prxmo ob|eto que por azar atra|o
su atencn nconstante fue un tempo deserto. Se do de
nmedato a a tarea de contempar e sotaro edfco, que estaba
amado a naugurar una nueva y amenazadora fase de a oscura
trageda de fna de su vda.
A atravesar a cudad no haba hecho caso de muchos tempos
stuados en ugares mucho ms promnentes y de estructura
mucho ms formdabe que e que ahora observaba. Este era una
edfcacn que no tena n una atura notabe n una
extraordnara beeza. Sus estrechos prtcos y su oscura entrada
ms ben amaban a desvar a vsta que a cavara en eos; pero
posea un atractvo ms poderoso que todas as goras de a
arqutectura y todas as grandezas de a ubcacn, capaz de
hacer que se concentraran en as errtes facutades cuyos
ms eevados y graves fnes haban cesado para sempre: estaba
dedcado a Seraps, e doo que haba sdo a dedad de su
prmera creenca y a nspracn de su postrera bataa por
restaurar su fe. Taada en e prtco estaba a magen de dos
monstruoso de tres cabezas rodeado por una serpente,
obedente a su mandato.
Durante os prmeros momentos nnguna sea vsbe reve e
torrente de emocones que nund os pensamentos ausentes de
Upo a dstngur a ben conocda y tanto tempo amada magen
de dos egpco. Su nsensbdad anmca parec ncuso
ahondarse, ya que mantena a vsta cavada con rgda ntensdad
en e prtco de tempo. Segua as nmv, como s o que vea o
hubera petrfcado en e ugar, cuando as nubes, que haban do
oscurecndose cada vez ms a medda que avanzaba a maana,
y que, todava cargadas de eectrcdad, se amontonaban para
recomenzar a tormenta de a noche anteror, estaaron
abruptamente en un trueno que retumb sobre su cabeza.
A or ese sondo amenazador, como s se tratara de a sea
sobrenatura que esperaba para despertar como s en un breve
nstante renaceran os recuerdos de todo o que tan
resuetamente reazara a noche anteror a son de os truenos
recobr nstantneamente e movmento. Su sembante se
umn, su cuerpo se rgu; sot a mano de Antonna, az os
brazos a ceo racundo en frentco trunfo y, trastabando, cay
de rodas |unto a a base de os pedaos de tempo.
Fueran cuaes fuesen os recuerdos de su paso por as muraas
|unto a a cona Pncana y de os afanes y pegros subsguentes
revvdos a escuchar e trueno, todos desapareceron de su
mente con a msma rapdez con que haban surgdo y de|aron en
bertad a su memora errtca para retrotraerse a as escenas
que resutaba ms gco que despertara en ea a magen de
Seraps. Remembranzas de sus gozos nfantes en e Tempo de
Ae|andra, de os entusasmos de su |uventud, de os trunfos de
su prmera madurez todas ncoherentes y desorentadas, pero
todas brantes, gorosas, embragadoras pasaron como un
rempago por su mente destrozada. Por sus me|as marchtas
correron raudas as grmas, as prmeras que derramaba desde
sus feces aos |uvenes. Se apret a frente febr, gope en
xtass, con as manos resecas, os fros y hmedos pedaos de
tempo. Must ahogadas nter|eccones, babuce extraos
mmos, se hum arrebatado de pacer ante as paredes de
tempo, como un perro que ha encontrado a su amo perddo y
hace arrumacos carosos a sus pes. Es certo que era un
crmna, pero e gozo de su abyeccn, a exutacn en su
mserabe asamento de a humandad, eran una vsn
degradante penosa de contempar.
A cabo de un rato su estado de nmo camb. Se puso de pe y,
con os membros temborosos robustecdos por un vgor |uven,
sub os pedaos de tempo hasta egar a su puerta. Se vov
por un momento y mr a a cae antes de penetrar en os
domnos sagrados de su destempada magnacn. Para ,l, e
ceo nubado braba con e fugor de Orente soeado. Las
cazadas romanas pobadas de cadveres que se extendan ante
sus o|os estaban embeecdas por ma|estuosos rboes y repetas
de personas feces; y en as oscuras pedras a sus pes, donde
yacan an os cuerpos que sus o|os no vean, ya coumbraba a os
sacerdotes de Seraps con su reverencado guardn, su amado
Macrno a a cabeza, que avanzaban para recbro y dare a
benvenda en e recnto de dos egpco. Vsones como esa
pasaron soberbas ante e pagano, que permaneca trunfante en
os pedaos de tempo, y aumbraron a sus o|os, con una uz
merdana, os rncones oscuros de a edfcacn cuando, tras esa
breve pausa, vov a espada a a cae y desaparec por a
puerta de ugar sagrado.
La uva era ms fuerte que antes; e trueno, una vez
comenzado, retumbaba profunda y frecuentemente; Antonna se
evant de sueo y mr a su arededor, temerosa en e prmer
momento de encontrar a fgura de Upo. En a cae no quedaba
n un ser vvente. La escava abandonada segua apoyada en a
pared de a casa como cuando e pagano egara a as
nmedacones de tempo, pero ahora estaba muerta. No haba a
a vsta nnguna otra banda de asatantes. Una soedad tota
renaba en todas dreccones hasta donde os o|os acanzaban a
ver.
En e momento en que Upo sotara su mano, Antonna haba
cado a sueo nerme y resgnada, pero no tan exhausta que no
sntera o no pudera pensar. Mentras permanec tendda en e
fro pavmento su mente sgu percbendo vsones de una
muerte rpda y de una vda tranqua en a muerte como un
estado futuro. Pero a medda que transcurran os mnutos sn
que sonara en sus odos una voz spera, n una mano
nmsercorde a arrastrara, n percbera e sondo de pasos
omnosos, sus pensamentos sufreron un cambo gradua; e
nstnto de conservacn renac en ea entamente; y cuando se
ncorpor para contempar e sombro panorama, as posbdades
de una huda con xto y a segurdad que e brndaba en ese
momento a soedad de a cae a despabaron como s fueran
una voz de aento o una nesperada promesa de ayuda.
Vov a advertr o que a rodeaba: snt a uva que e
empapaba a ropa, e trueno que retumb sobre su cabeza a hzo
estremecer, contemp con horror os cadveres sobre as
pedras. Se apoder de ea un deseo rresstbe de hur de ugar,
de escapar de a escena de desoacn aunque cayera exhausta
por e esfuerzo en a prxma cae. Se ncorpor entamente; sus
membros tembaban de ndsposcones prematuras, pero ogr
ponerse en pe. Avanz vacante ae|ndose de ro; pas aturdda
entre argas fas de casas desertas y eg a un |ardn pbco en
torno a un pequeo cenador cuyo prtco deserto e ofreca cob|o
y escondte. A, por tanto, busc refugo, ovada en e rncn
ms oscuro de edfco, y con a cara entre as manos, como para
no ver nnguna de as espantosas aunque cambantes escenas
que se desarroaban ante sus o|os.
Pensamentos y recuerdos penosos a asataban en medo de su
trastornadora confusn. Todo o que haba sufrdo desde que
Upo a obgara a abandonar a casa de a gran|a en os suburbos
e peregrna|e nocturno por a anura, e tembe paso de as
muraas revva en su memora mezcado ahora por prmera
vez con vagas deas de a peste y a hambruna que asoaban a
cudad y con sbtas aprensones de que Gosvntha pudera an
segura, cucho en mano, por as caes sotaras; a tempo que,
pasvamente preponderante sobre estas dversas fuentes de
angusta y temor, a escena de a muerte de |oven caudo
pesaba sobre su corazn afgdo como un fardo heado. Le
pareca sentr apretada an contra su pecho a herba hmeda de
su tumba; e tmo beso que e dera tembaba todava en sus
abos; saba, aunque no se atreva a mrara, que su sangre an
manchaba sus vestdos.
Tanto s se decda a ncorporarse y contnuar huyendo como s
vova a ovarse en e prtco, resgnada por un amargo
momento a morr ba|o e cucho de Gosvntha, s es que
Gosvntha estaba prxma; o a caer una vez ms en manos de
Upo, s es que Upo a haba segudo hasta su escondte, nunca
a abandonaba a apastante sensacn de que haba perddo para
sempre a su amado protector, de que nunca ms vera a amgo
de su breve temporada de fecdad, de que Hermanrco, que a
haba savado de a muerte, haba cado asesnado a su ado en a
for de su |uventud y de su fuerza. A partr de crmen en a casa
de a gran|a estaba, por prmera vez, soa; y por prmera vez
senta ahora todo e rgor de su afccn y comprenda cuan
tenebroso se presentaba e panorama para su futuro.
Pero aunque e peso de su desoacn pareca haberse tornado
contnuo, cas eterno, poco despus o susttuyeron sentmentos
de una trsteza ms terna y un door ms resgnado. La nnata e
nocente fuerza de carcter que a hcera arrostrar con pacenca
os rgores de su educacn |uven y mantener a confanza a o
argo de todas as pruebas a as que se vera sometda despus
de ser desterrada de hogar de su padre; esa fuerza que nunca a
haba abandonado hasta que as horrbes escenas de asesnato y
muerte de a noche anteror se despegaran en trunfante horror
ante sus o|os, y que, ncuso entonces, quedara en suspenso pero
no murera, no poda menos que recuperar su benfca nfuenca
sobre su corazn. Mentras permaneca an agazapada en su
refugo sotaro, a tma esperanza e ansa de recobrar a
compaa y e amor de su padre que a hcera apartarse de a
tumba de |oven caudo y evar a cabo un tmo esfuerzo por
berarse de Upo cuando ste a obgara a atravesar as muraas
agretada, revv sbtamente.
Se vov a ncorporar y contemp a cudad desoada y e ceo
tormentoso, pero ahora con o|os camados y ben abertos. Sus
recuerdos de pasado se teron de a ternura de door |uven;
sus vsones de futuro se tornaron pacentes, soemnes y serenas.
Pasaron por su magnacn, convertdas en refugo para su
corazn fatgado, mgenes hermosas de su prmer protector e
nco que ahora e quedaba, de su antguo hogar, de a soedad
de su |ardn en a cona Pncana. Ba| os escaones de cenador
sn sentr aprensn por a posbe cercana de sus enemgos n
dudar de su decsn, porque ya saba qu faro guara ahora su
senda. Sus o|os se enaron de grmas a egar a |ardn, pero su
paso no vac nunca, su sembante nunca perd su expresn,
mezca de tranqua afccn y tenues esperanzas. Una vez ms
acanz as pegrosas caes y, mustando para s msma "M
padre! M padre!", como s esas sencas paabras fueran a
mano que a guaba y a provdenca que a protega, emprend
su marcha sotara en dreccn a Pnco.
Era conmovedor, hermoso, cas subme ver a a |oven, berada
haca so unas pocas horas por senderos pegrosos y manos
crmnaes de crcunstancas que comenzaran con una tracn y
cumnaran con a muerte, pasar ahora, resueta y soa, por as
caes de una opuenta cudad aque|ada por a ms honda
angusta humana y e ms tenebroso crmen. Vera marchar as
en busca de su ob|etvo, superor a todos os horrores de a
desoacn y a muerte que se nterponan en su camno,
reveando nconscentemente en e suave sondo de a paabra
"padre", que an murmuraban sus abos de cuando en cuando, e
propsto puro que a sostena, e frme herosmo que a mantena
en su ncerto curso, era una nobe evdenca de gran poder sobre
e mundo y sus pegros con que e ms smpe de os afectos
puede armar a ms frg de os seres. Las tormentas de ceo
caan sobre su cabeza, os crmenes y os sufrmentos de Roma
cubran de tnebas e camno de su peregrna|e, pero ea segua
adeante con frmeza como un esprtu auxador que recorrera
para|es terrestres con a refugente nvunerabdad que e
concederan su msn de msercorda y sus santos
pensamentos; como un rayo de uz que se amentara de a
fuerza de su propa beeza, en medo de as tempestades y a
oscurdad de una esfera que e resutaba a|ena.
Leg de nuevo a Campo de Marte. De nuevo pas |unto a as
fuentes pbcas, an convertdas en anmaos echos de os
agonzantes y sepucros de os muertos; de nuevo recorr os
sombros camnos, donde os ms fuertes de os hambrentos
habtantes de a cudad todava ban y venan en medo de un
feroz senco y un host retramento. Nade e hab y cas nade
e drg una mrada a o argo de su sotaro trayecto. Estaba
soa entre os soos, abandonada entre otros tan abandonados
como ea.
E adrn, a pasar a su ado, se percataba de que tena tan poco
nters para un saqueador como e ms pobre de os cudadanos
que agonzaba a su arededor. E patrco, que marchaba con paso
vacante en busca de refugo de os muros de su paaco, a
evtaba a consderara una supcante ms por a ddva que no
poda dar, y apretaba e paso a acercrsee en a cae. Sn
proteccn, pero sn sufrr nnguna moesta, huyendo de su
soedad y de sus amargos recuerdos haca e abrgo de amor de
su padre, como huyera de na de sus prmeros temores para
refugarse en e caor de os brazos paternos, eg a fn a pe de
a cona Pncana, y a fn sub por as caes tan a menudo
recorrdas en os tranquos das de antao.
A pasar |unto a os portaes y as edfcacones anexas a paaco
de Vetrano presenc un espectcuo mpresonante y omnoso.
Tras as ma|estuosas re|as de acero que protegan e edfco, os
escavos de senador, consumdos por e hambre, trastababan y
vacaban ba|o e peso de copas rebosantes de vno que
ntentaban, exhaustos, evar a as habtacones nterores. De os
bacones pendan abgarradas cogaduras, as estatuas de a
fachada de mrmo estaban adornadas con gurnadas de hedra.
En medo de a cudad stada, y en mpa bura a a hambruna y
a epdema que a azotaban hasta sus ms remotos confnes a
a choza y a paaco por gua, se desarroaban en ese
mahadado hogar os preparatvos de un trunfa banquete!
Hacendo caso omso de sorprendente aspecto que presentaba
a casa de Vetrano, con os o|os f|os en un punto en e que se
centraba toda su atencn, con paso cada vez ms vvo, Antonna
se aproxm a hogar de cua fuera expusada en medo de temor
y a que regresaba presa de door. Un tmo esfuerzo, un tmo
sentmento de sobrecogedora antcpacn y eg por fn a a
ver|a de |ardn!
Se ech haca atrs a espesa cabeera que a uva haba
pegado a su frente; ech una rpda o|eada a su arededor;
advrt a ventana de su acoba con a ve|a y senca cortna an
en su ugar de costumbre; vo os rboes tan recordados, as
fores de os arrates que tanto cudara, con sus coroas ahora
ncnadas trstemente ba|o e ceo encapotado. Su corazn se
estremec en su pecho, parec de repente fatare e aento
mentras recorra e sendero de |ardn y ascenda os pedaos de
umbra. La puerta estaba entreaberta. Con un tmo esfuerzo a
abr de par en par y penetr una vez ms sn ayuda y sn nade
que e dera a benvenda, pero confada en encontrar consueo,
perdn y amor en e prmero y e tmo de sus santuaros, en e
recnto de as paredes de su hogar!
CAPT"LO I)
LAS DOS ENTRE$ISTAS
Es a tarde de prmer da de asedo godo; e ugar, e paaco de
Vetrano en Roma. En una de as habtacones de su mansn se
encuentra sentado e gaardo dueo de casa, berado a fn de a
arga sesn convocada por e Senado en ocasn de nesperado
sto de a cudad. Aunque en e domco de senador an
mperan, en esos momentos de nmnente pegro para pobres y
rcos en Roma, a msma absouta dscpna, a msma reguardad
eegante y a msma pompa opuenta que o dstngueran en
tempos normaes, Vetrano parece no compartr a tranqudad
de su hogar patrco. Sumdo en mudas refexones,
competamente ndferente a o que acontece a su arededor, en
sus maneras se apreca una severdad nusua, y en su rostro un
dsgusto nustado. Dos damas que o acompaan e prodgan en
vano todos os haagos para devovere a rsa. No recama os
servcos de os mscos que esperan sus rdenes, os man|ares
de su mesa permanecen ntactos, y hasta "e nestmabe gatto
de a raza ms venerada por os antguos egpcos" retoza a sus
pes sn que adverta su presenca y o apauda. Es evdente que,
a menos por e momento, toda su habtua ecuanmdad fosfca
ha desaparecdo de a mente de senador.
E senco hasta ese momento desconocdo en as habtacones
de paaco ya haba renado en eas sn nterrupcn durante un
tempo, cuando e berto Carro nterrump as medtacones de
Vetrano e hzo hur a as damas que o acompaaban a anuncar
con voz sonora que e prefecto Pompeyano deseaba sostener una
entrevsta a soas con e senador Vetrano.
Un nstante despus e prmer magstrado de Roma entr en a
habtacn. Era un hombre grueso, de pequea estatura y aspecto
nnobe. Seaes de ndoenca e rresoucn se observaban,
caramente mpresas, en su aparenca y su expresn. Desde que
se e vea por prmera vez era obvo que su mente graba, como
una veeta, en cuaquer dreccn, a mpusos de a opnn a|ena,
pero que era totamente ncapaz de tomar decsones por s
msmo. So se saba de una determnacn resueta a a que e
prefecto Pompeyano hubera egado sn ayuda de nade, y ea
haba consstdo en decdr una feroz dscusn entre un obspo y
un genera sobre os mrtos reatvos de dos equbrstas rvaes
de gua fama.
He vendo, querdo amgo d|o e prefecto en tono agtado,
para pedr tu opnn, en este momento de terrbe
responsabdad para todos nosotros, sobre e pan de operacones
propuesto por e Senado en a sesn de hoy! Pero antes
contnu precptadamente, a notar, con e nstnto certero de un
ve|o sbarta, que os tentadores man|ares de a mesa de Vetrano
permanecan ntactos, permteme recuperar ms energas
exhaustas medante una vsta a tu sempre ben provsta mesa.
Ah, querdo amgo, cuando penso en a tembe escasez de as
reservas de provsones de a cudad y en e apso de tempo que
podemos esperar que se mantenga este madto asedo, me
sento ncnado a creer que so os doses saben quero decr,
San Pedro cunto tempo ms podremos dar empeo a nuestra
dgestn y ocupacn a nuestros cocneros.
He observado prosgu e prefecto despus de un rato, con
a boca todava ena de estofado de pavo rea, he observado,
estmado coega, a meancoa de tus maneras y e absouto
senco que guardaste durante as deberacones de da de hoy.
Opnas que hemos adoptado una decsn errnea? No es
mposbe! Nuestra confusn ante esta nesperada aparcn de
os brbaros puede haber nubado nuestra usua penetracn! S
por aguna casuadad dsentes de nuestros panes, te ruego que
me comunques tus ob|econes sn reservas!
De nada dsento, porque nada o repc Vetrano hurao.
Durante a sesn de Senado estaba tan concentrado en un
mportante asunto persona que permanec sordo a as
deberacones. S que estamos stados por os godos; por qu
no os expusan de ugar que ocupan frente a as muraas?
Sordo a nuestras deberacones! Oue se expuse a os godos
de ugar que ocupan frente a as muraas! rept con voz
desfaecda e prefecto. Cmo puedes pensar en asuntos
personaes en un momento como este? Sabes e pegro que
corremos? Sabes que nuestros amgos han quedado tan atntos
con esta terrbe caamdad que andan como quenes no acaban
de despertar de un sueo? No has vsto as caes enas de
muttudes despavordas e ndgnadas? No has subdo a as
amenas en o ato de as muraas para contempar as
nnumerabes huestes de desamados godos que nos rodean por
todos ados, nterceptan nuestros sumnstros de provsones
procedentes de campo y nos amenazan con una rpda
hambruna, a menos que os refuerzos que ansamos eguen de
Rvena?
No he subdo a as amenas n observado con atencn as
muttudes en as caes contest Vetrano ndferente.
Pero aunque no hayas vsto nada t msmo, seguramente has
odo habar de o que otros veron nsst e prefecto; debes
saber a menos que as egones con as que contamos en a
cudad no bastan para defender ms que a mtad de crcuto de
as muraas. Nade te ha nformado que s e |efe de os brbaros
qusera pasar de asedo a asato es ms que probabe que no
pudramos rechazaro con xto? Sgues sordo a nuestras
deberacones cuando maana tu paaco puede arder contgo
adentro, cuando puede reducrsenos a hambre, cuando podemos
estar condenados a un deshonor eterno a vernos obgados a
negocar a paz? Sordo a nuestras deberacones cuando una
caamdad tan nmagnabe como esta nvasn ha cado como un
rayo nada menos que frente a nuestras muraas! Me asombras!
Me abrumas! Me horrorzas!
Y en su desmesurada sorpresa, e asombrado prefecto eg a
de|ar a un ado su estofado de pavo rea y avanz, bandendo su
copa de vno, para mrar ms de cerca e sembante de su
mperturbabe anftrn.
S no tenemos fuerza sufcente para expusar a os godos de
Itaa repc Vetrano sn aterarse, t y e Senado sabs que
somos o bastante rcos como para compraros para que se
marchen a os ms apartados confnes de mpero. S no tenemos
espadas sufcentes para uchar, nos acanzan e oro y pata para
pagar.
Bromeas! Recuerda nuestro honor y os refuerzos que an
confamos que eguen de Rvena d|o e prefecto con tono
reprobador.
E honor ha perddo a mportanca que tuvo en tempos de os
Csares repc e senador. Nuestros das de combatentes ya
termnaron. Hemos tendo hroes sufcentes para gozar de una
reputacn de buenos guerreros. En cuanto a os refuerzos en os
que an confas, no egarn! Mentras e emperador permanezca
a savo en Rvena, nada e mportarn as caamdades que
puedan sufrr os romanos.
Pero ovdas tus deberes o aprem e asombrado
Pompeyano, pasando de reproche a a exhortacn. Ovdas
que este es un momento en que se deben hacer a un ado todos
os ntereses personaes! Ovdas que he vendo a pedrte conse|o;
que me confunden os m proyectos que me egan de os ms
varados ugares para gobernar con xto a cudad durante e
asedo; que vengo a t en tu condcn de amgo y hombre ustre
para que me ayudes a decdr entre os dversos conse|os que se
someteron a m consderacn hoy en e Senado.
Escrbe e parecer de cada senador un una tra de pergamno,
chaas todas en una urna y guate para gobernar a cudad en as
condcones actuaes por a prmera que extragas a azar! d|o
Vetrano con una sonrsa burona.
Ay, amgo mo, amgo mo, eres crue a burarte as de m!
excam e prefecto, desoado. Oueres reamente
convencerme de que gnoras que con os centneas de que
dsponemos ya hemos redobado a guarda de as muraas?
Intentas afrmar con seredad que no oste e proyecto de
Saturnno para reducr mperceptbemente a racn dara de
comda? O as recomendacones de Emano de que se debe
evtar que e puebo refexone sobre os pegros y caamdades
que o acechan proporconndoe ncesantes dversones en os
teatros y os hpdromos? Acaso queres decr que permaneces
reamente ndferente ante os horrores de nuestra actua
stuacn? Por as amas de os apstoes, Vetrano, comenzo a
pensar que no crees en os godos!
Ya te he dcho que por e momento me encuentro ocupado por
asuntos personaes que me mpden atender os pbcos d|o
Vetrano mpacente. Debatd cuanto quers, aprobad os
proyectos que deses: me nego a ntervenr en vuestras
deberacones!
Esta es a tma y mayor de todas as caamdades! must
e rechazado prefecto para s msmo mentras vova a ocupar
mecncamente su puesto ante a mesa. Ahora cuando e
conse|o y a cooperacn me resutan ms precosos que as |oyas,
no obtengo nnguno de os dos! Nade me ofrece as sabas y
savadoras sugerencas que, en m condcn de prmer
magstrado de esta cudad mpera, es m derecho exgr a todos;
y e hombre en quen ms confaba es e que ms me defrauda!
Pero, Vetrano, yeme una vez ms contnu, drgndose a
senador; s os pegros que nos acechan fuera de as muraas
no te afectan, hay un mportante asunto que se ha decddo
dentro de eas y que debe mportarte. Despus de tu partda de
Senado, se acus a Serena, a vuda de Estcn, como se acusara
antes a su esposo, de mantener una correspondenca secreta y
desea con os godos; y se a ha condenado, como se condenara
a su esposo, a a pena de muerte. Yo no encontr nnguna
evdenca que |ustfcara a sancn; pero e gento, presa de un
frenes unnme, vocfer que era cupabe y que deba morr; y
que cuando os brbaros se enteraran de castgo mpuesto a su
secreta aada, se retraran consternados de Roma. Ese era otro
punto dscutbe que en vano me esforc en acarar; pero e
Senado y e puebo fueron ms sabos que yo, y Serena fue
condenada a morr estranguada maana a manos de verdugo
pbco. Hasta ahora sempre fue una mu|er de buena reputacn,
y es a madre adoptva de emperador. Muchos dudan ahora de
que su esposo Estcn haya sdo reamente cupabe de
mantener a correspondenca con os godos de a que se e acus;
y yo, por m parte, dudo mucho de que Serena merezca morr a
nuestras manos. Te ruego, Vetrano, a menos aydame con tu
opnn sobre este asunto!
E prefecto esper una respuesta con ansedad, pero Vetrano n
o mr n e contest. Era evdente que e senador no haba odo
n una paabra de o que e haba dcho.
Esa recepcn a su petcn fna de ayuda produ|o sobre e
petconaro e efecto que quzs estaba destnada a consegur: e
prefecto Pompeyano abandon a habtacn desesperado.
Poco despus de a partda de Pompeyano, Carro vov a entrar
en a habtacn y e drg a su amo as sguentes paabras:
Me resuta penoso comuncrteo, reverencado patrn, pero
tus escavos han regresado despus de fracasar en su bsqueda!
Dae a un nuevo grupo de eos a descrpcn de a |oven y haz
que contnen sus esfuerzos durante a noche, no so en as
caes, sno tambn en todos os ugares de dversn de a
cudad. *iene que estar en Roma, y tienen que encontrara!
d|o e senador con are sombro.
Carro hzo una profunda ncnacn y estaba a punto de
abandonar a habtacn cuando a voz de su amo o hzo
detenerse en e umbra.
S un ancano amado Numerano quere verme d|o Vetrano
, hazo pasar de enseguda.
Haca so un momento que haba abandonado a habtacn
cuando trat de encontrara contnu e senador habando para
s msmo, pero cuando sa de a casa ya no estaba por os
arededores! Se debe haber mezcado sn proponrseo con a
muttud que os godos empu|aron haca a cudad, y por eso
permanec ocuta a m vsta. Tan |oven y tan nocente! Hay que
encontrara! Hay que encontrara!
Ca a sumrse de nuevo en sus profundos y meanccos
pensamentos. A cabo de un argo rato, o sac de su
ensmsmamento e sondo de unos pasos sobre e sueo de
mrmo. Levant a vsta. La puerta se haba aberto sn que o
notara, y un ancano avanzaba con paso ento y temboroso haca
su trcno de seda. Era e apesadumbrado y doente Numerano.
Dnde est? La han encontrado? pregunt e padre
echando una mrada de ansedad a a habtacn, como s
esperara encontrar en ea a su h|a.
Ms escavos an a buscan d|o Vetrano con voz
desconsoada.
Ah, qu door, qu door! Ou ma a |uzgu! Ou ma a
|uzgu! excam e ancano mentras se vova para marcharse.
Escchame antes de partr d|o Vetrano detenndoo con
suavdad. Te he hecho mucho dao, pero te resarcr
encontrando a tu h|a! Cuando haba mu|eres que se habran
sentdo orguosas de despertar m admracn, no deba haber
ntentado prvarte de tu h|a! Recuerda, cuando a recobres, y a
recobrars, que desde e prmer momento en que a engatus
para que oyera m ad hasta a noche en que tu desea srvente
me condu|o a su acoba, ha sdo nocente en este mahadado
asunto. So yo he sdo cupabe! Acababa de despertar cuando
a descubrste entre ms brazos, y m entrada en su acoba fue tan
sorpresva para ea como para t. De no haber estado aturddo
por os vapores de vno y por a confusn que me produ|o tu
sbta aparcn, a habra protegdo de tu ra antes de que fuera
demasado tarde! Los sucesos de esta maana, aunque confusos,
me han convencdo de que estaba equvocado con respecto a
vosotros dos. Ahora s que tu h|a era demasado pura para ser e
ob|eto de mis maqunacones; y creo que, por ms errneos que
puedan parecer, tus propstos a apartara de mundo como o
hcste eran honestos. Nunca comet un error ms fata en m
bsqueda de paceres que cuando traspuse as puertas de tu
hogar!
A pronuncar esas paabras, Vetrano no haca ms que dar voz a
os sentmentos que as nspraban. Como ya hemos seaado,
aunque a superfcadad de su carcter y a cenca que e
conceda su poscn soca o haban convertdo en un bertno,
no era desamado n crmna por naturaeza. Otros padres o
haban hecho antes ob|eto de su cera, pero su generosdad os
haba apacguado a todos. Otras h|as haban orado, pero
sempre haban encontrado consueo en e espendor de su
paaco y a amabdad de su natura. De ah que a ntentar e
rapto de Antonna, aunque se haba preparado para encontrar
obstcuos nustados, no esperara peores resutados de su nueva
conqusta que os que e produ|eran sus anterores ances
gaantes. Pero cuando en a soedad de su hogar y en tota
posesn de sus facutades repas todas as crcunstancas de su
tentatva, desde e momento en que se ntrodu|o en a acoba
aprovechando que a |oven dorma hasta e nstante en que
Antonna huyera de su hogar; cuando record a nexorabe y
concentrada ra de Numerano y a agona y a desesperacn de
a |oven; cuando pens en e nconsoabe arrepentmento de
padre engaado y en a fata partda de a h|a ofendda, se snt
cupabe de un crmen y no de una mera mprudenca; se
convenc de que haba ncurrdo en a tembe responsabdad de
destrur a fecdad de un padre reamente vrtuoso y de una h|a
verdaderamente nocente. A un hombre cuya vda tena como
soo sentdo procurarse una sucesn nnterrumpda de paceres,
cuya nca ocupacn era satsfacer a refnada sensuadad que
os hbtos de toda una vda haban convertdo en a sustanca
msma de su ama, y que derramaba espendor y despertaba
sonrsas donde quera que o evaban sus pasos, e desasosego
menta producdo por su caamtosa nvasn a hogar de
Numerano e resutaba tan penoso como e amargusmo
remordmento que habra provocado en una mente de ms atos
prncpos. De ah que ordenara a bsqueda de Antonna y e
expresara a padre su arrepentmento a partr de una genuna
convccn de que so a ms caba reparacn de error cometdo
e devovera a tranqudad cuya prdda, como msmo d|era,
o haba tornado sordo a as decsones de Senado e ndferente a
a nvasn de os godos.
Dme contnu despus de hacer una pausa, adonde
march Upo? Es precso encontraro. Ouzs pueda revearnos e
refugo de Antonna. Se e detendr e nterrogar.
Part de m ado de repente. Desde m ventana o v mezcarse
en as caes con a muttud, pero no s adonde march
contest Numerano, y un estremecmento recorr todo su
cuerpo a habar de mpentente pagano.
De nuevo se produ|o un breve ntervao de senco. E door de
acongo|ado padre era, en su humdad y desesperacn, una
reconvencn vvente que hzo vacar nstntvamente a senador,
a pesar de su desda y bertna|e usuaes. Durante unos
momentos trat en vano de combatr a nfuenca reprobadora e
ntmdante que e|erca sobre a mera presenca de hombre
doordo a quen tan fatamente per|udcara. A cabo de un
momento, recuper e sufcente contro de s msmo para drgre
a Numerano agunas otras expresones de consueo y esperanza;
pero e hababa a unos odos que no o escuchaban. E padre
haba vueto a sumrse en su trsteza, y cuando e senador ca,
se mt a mustar para s msmo:
Se ha perddo! Ay! Se ha perddo para sempre!
No, no se ha perddo para sempre excam Vetrano con
vehemenca. Tengo rquezas y poder sufcentes para hacer
que a busquen hasta os confnes de a terra! Se capturar a
Upo y se e nterrogar; se e har prsonero, se e torturar s es
necesaro. Encontraremos a tu h|a. Nada es mposbe para un
senador romano!
No saba que a quera hasta a maana en que tan ma a
|uzgu y a desterr de m hogar! contnu e ancano habando
an para s msmo. Perd todo rastro de ms padres y de m
hermano, m esposa se fue de m ado para sempre, so me
queda Antonna; y ahora tambn ea ha desaparecdo! N
squera m gran ambcn, que en un tempo pens que era todo
para m, conforta ahora m ama; porque a anheaba, ay,
nconscentemente a anheaba!, a travs de m h|a. Destroc su
ad, pens que era una desvergonzada, a ech de m casa! Ah,
cmo me equvoqu, cmo me equvoqu!
Oudate aqu y reposa en una de as acobas hasta que ms
escavos regresen por a maana. As podrs conocer de
nmedato e resutado de a bsqueda durante a noche d|o
Vetrano con voz bondadosa y compasva.
Oscurece, oscurece! gm e padre mentras avanzaba con
paso vacante haca a puerta; pero de nada mporta, porque
hasta a uz de da me parece ahora oscura! Debo rme; tengo
deberes que cumpr en a capa. Para ti a noche sgnfca
reposo; para m, desventura y oracn!
Con esas paabras part. Recorr entamente as caes que
evaban a su capa, echando o|eadas penetrantes a os
habtantes de a cudad stada que pasaban a su ado. Leg a su
destno con certa dfcutad, porque Roma estaba an atestada
de hombres armados que corran de un ado a otro y de turbas
desordenadas de cudadanos que se abaanzaban haca todos os
espacos cuya amptud es permta congregarse. Las nuevas de
a desgraca que e haba acontecdo ya eran de conocmento de
sus oyentes, quenes ntercambaban nquetos murmuos cuando
eg a a senca y penumbrosa capa y sub entamente a
pupto para comenzar e servco eyendo e captuo de a Bba
que es haba ndcado que estudaran esa noche, y que era e
qunto de Evangeo de San Marcos. Cuando comenz, su voz
vacaba, su rostro estaba cuberto de una padez fantasma, sus
manos tembaban perceptbemente; pero ey sn nterrupcones
en voz ba|a y entrecortada, con door y dfcutad evdentes, hasta
egar a sguente verscuo: "M h|a se est murendo." En ese
punto se detuvo de repente, ntent en vano contnuar durante
agunos mnutos, y despus se cubr e rostro con as manos, se
derrumb sobre e pupto y comenz a orar con grandes
soozos. Su apenado y sorprenddo audtoro nmedatamente se
congreg a su arededor, o az en brazos y se dspuso a
conducro a su hogar. No obstante, cuando egaron a a puerta
de a capa, Numerano es pd amabemente a sus compaeros
que o de|aran y regresaran para contnuar e servco eos
msmos. Sempre mpctamente obedentes a sus menores
deseos, os membros de su pequea grey, conmovdos hasta as
grmas ante e espectcuo de sufrmento de su maestro, o
obedeceron y retornaron en senco a sus asentos. En cuanto se
vo soo, Numerano abandon e oca mustando para s msmo:
Debo unrme a quenes a buscan! Debo ayudaros a
encontrara!
Y vov a mezcarse con as turbas de cudadanos que
abarrotaban as caes oscuras.
CAPT"LO ))I
PADRE E %I+A
Aunque a prmera vsta parece abandonada en a maana que
ahora nos ocupa, a casa de Numerano no est deshabtada. En
uno de os dormtoros, tenddo en su echo sn nade que vee a
su ado, yace e amo de a pequea vvenda. Lo vmos por tma
vez mezcado con a hambrenta congregacn de a Basca de
San |uan de Letrn, buscando an a su h|a en medo de a
confusn causada por a dstrbucn pbca de amentos
durante a prmera etapa de os nfortunos que asoaban a Roma.
Desde entonces, se ha afanado y ha sufrdo mucho, y ahora han
egado a fn as horas de desvada soedad tan constantemente
temdas, e da tan dferdo de a postracn.
Desde os prmeros perodos de asedo, cuando todo a su
arededor en a cudad sufra cambos cada vez ms terrbes;
cuando a hambruna desembocaba veozmente en epdema y
muerte; cuando as esperanzas y os propstos humanos
menguaban y desfaecan graduamente con cada da
transcurrdo, so permaneca fe a una soa abor, anmado por
un soo ob|etvo; era e nco de sus concudadanos a que nngn
suceso externo poda nfur para ben o para ma, para hacere
concebr esperanzas o nsprare temor.
En cada cae de Roma, a todas horas, en medo de cuaquer
case de personas, se e vea constantemente enfrascado en a
msma bsqueda sn esperanzas. Cuando a muttud rrump
furosa en os graneros pbcos para hacerse por a fuerza de as
tmas reservas de grano acaparadas para consumo de os rcos,
estaba a sus puertas observando a os que saan. Cuando
manzanas de casas fueron abandonadas por todos menos os
muertos, se e vo adentro, de ventana en ventana, buscando en
cada habtacn su tesoro perddo. Cuando agunos, en os
prmeros das de a peste, uneron sus esfuerzos en un vano
ntento por arro|ar a otro ado de as ma|estuosas muraas os
cuerpos que cubran as caes de a cudad, se mezc con eos
para escudrar os rgdos rostros de os muertos. En para|es
sotaros, donde e padre que an no haba sdo prvado de sus
afectos se esforzaba por evar a su h|o agonzante para que no
murera en e camno deserto, sno a amparo de un techo; donde
a esposa, fe an a sus deberes, recoga e tmo aento de su
esposo con muda desesperacn, se e vea pasar y mrar a todos
por un breve nstante con o|os atentos y trstes. Pero fuera donde
fuera, y vera o que vera, n peda consueo n recababa ayuda.
Marchaba adeante, como un peregrno en su senda sotara,
como un observador a quen nade observara, en busca de una
ddva que so anheaba.
Cuando a hambruna comenz a hacerse sentr en a cudad,
parec no advertr su egada; no hzo nngn esfuerzo por
procurarse de antemano as provsones que e garantzaran e
sustento durante unos das; s asst a as prmeras dstrbucones
pbcas de comda, fue para prosegur a bsqueda de su h|a
entre a muttud que o rodeaba. Habra sdo una de as prmeras
vctmas de hambre, de no haberse encontrado en su deambuar
sotaro con agunos membros de a congregacn que su pedad
y su eocuenca reuneran antao.
Esas personas, a cuyas spcas de que suspendera su bsqueda
sn esperanzas sempre responda con e msmo rechazo frme y
pacente, vgaron atentamente sus pasos y proveyeron
preocupados sus necesdades. Le evaron nvarabemente a a
casa una racn de as provsones que conseguan. Se acordaban
de su maestro en su hora de afccn, como o reverencaran en
os das de su vgor; se afanaban tanto por preservar su vda
como o hceran para sacar provecho de a nstruccn que es
brndaba; s antes o escuchaban como dscpuos, ahora o
atendan como h|os.
Pero estaba escrto que sobre esa, a gua que sobre todas os
dems accones dctadas por a bondad humana, e hambre
e|ercera gradua e neuctabemente su domno. La provsn de
amentos reunda por a congregacn dsmnua
consderabemente con cada da que pasaba. Cuando a peste
hzo su tenebrosa aparcn, e nmero de os que vstaban a
afgdo maestro en su hogar o de os que o seguan por as caes
gubres comenz a decrecer fatamente.
Y entonces, cuando os comestbes que o sostuveran y a
atencn dedcada a dsmnuyeron, as energas de nfez
padre, sometdas a tan dura prueba, comenzaron a dsmnur
cada vez con mayor rapdez. Cada maana a evantarse su paso
era ms vacante, su corazn estaba ms oprmdo, su deambuar
por a cudad era menos resueto y proongado. A cabo o
abandonaron totamente as fuerzas; os sobrevventes de su
congregacn, a acercarse a su hogar con sus tmas provsones
de comda, o encontraron postrado de agotamento |unto a a
ver|a de su |ardn. Lo evaron a echo, coocaron a su ado a
cartatva ofrenda y, tras de|ar con a uno de eos para que o
protegera de adrones y asesnos, abandonaron a casa
desesperados.
Durante varos das e guardn permanec fe en su puesto,
hasta que os sufrmentos provocados por a fata de amentos
puderon ms que su vganca. Temendo que, en su extrema
necesdad, podra verse tentado a arrebatare a ancano o poco
que quedaba de sus reducdas provsones, huy de a casa para
procurarse en as caes agn sustento, aunque fuera
abomnabe; a partr de ese momento Numerano qued
ndefenso en su sotara vvenda.
Cuando o vmos por prmera vez en as escenas que estas
pgnas descrben, era un hombre de propstos austeros y
energas nagotabes; un vaente reformador que venca todos os
obstcuos que se nterponan en su camno; un extoso maestro
que mpona su vountad sobre todos os que o escuchaban; un
padre que dscurra orguoso sobre e estado futuro que
destnaba a su h|a. Ahora su aspecto era muy dstnto. Con a
ambcn perdda, e esprtu quebrantado y e cuerpo desvado,
apartado de su h|a por su propa decsn, yaca en e echo
sotaro sumdo en un etargo seme|ante a a muerte. E fro
vento que se coaba por a ventana aberta no despertaba
nnguna sensacn en su nsensbe organsmo; a taza de agua y
os escasos restos de vugares amentos permanecan a acance
de su mano, pero era ncapaz de percbros. Sus o|os abertos
estaban f|os en o ato, aunque o embargaba un estupor como e
de quen duerme profundamente o e de quen ya est destnado
a a tumba, savo que, de cuando en cuando, sus abos se movan
entamente con una arga y penosa nspracn, o un rubor de
febre tea sus me|as hunddas con un tnte cambante y
pasa|ero.
Aunque su aparenca ndcaba que vacaba entre a vda y a
muerte, sus facutades conservaban una db vtadad. Sn que
as despertara nnguna nfuenca externa n as gobernara nngn
freno menta, creaban ahora ante sus o|os, en pena vga, una
extraa vsn, tan papabe como un hecho rea.
Le pareca que no reposaba en su acoba, sno en un mundo
msteroso nundado por una atmsfera crepuscuar,
nexpresabemente tranquzadora y amabe para sus o|os
doordos. En esa suave cardad poda dscernr, cada certo
tempo, etreas representacones de as escenas de as que fuera
partcpe mentras buscaba a su h|a perdda. Las caes sombras
y as casas sotaras abandonadas a os muertos nseputos, que
exporara, aparecan y desaparecan ante sus o|os en soemne
sucesn; y de vez en vez, cuando se esfumaba una vsn y antes
de que brotara otra, oa a o e|os e sondo de amabes voces
femennas que murmuraban con acento soemne: "La bsqueda
se ha hecho con pentenca, pacenca y oracn, y no ha sdo en
vano. La que se ha perddo regresar; e ser amado vover a tu
ado!"
Ta como comenzara, a vsn se proong un argo rato. Ahora
as escenas que haba presencado pasaban entamente ante sus
o|os; ahora as suaves voces murmuraban msercordosas en su
odo. A cabo desapareceron as prmeras y as segundas
caaron; entonces se produ|o un argo ntervao de senco
despus de cua a uz grs y tranqua umn entamente un
punto en e cua vo a su h|a perdda que avanzaba en su
dreccn.
Leg a su ado, se ncn amorosa sobre ; sus o|os, con su
antgua expresn pacente, de na, o mraron con pena. E
corazn de ancano revv con un sentmento de pavor y
contrcn nenarrabes, con emocones de amor y doorosa
esperanza; recuper e haba y susurr trmuo:
H|a! H|a! Me he arrepentdo con amargo door de dao que
te hce; te he buscado en medo de m soedad en este mundo,
durante e argo da y a tenebrosa noche! Y ahora Dos, en su
msercorda, te ha envado para que me perdones! Te he amado;
he orado por t.
Las paabras mureron antes de egar a sus abos, porque ahora
sus sentdos se haban agudzado. Snt as grmas tbas que
corran por sus me|as; se percat de que o rodeaban unos
brazos amorosos; oy una voz que repeta con terno acento:
Padre, habame como soas; mame, padre, y perdname,
como me amabas y me perdonabas cuando era na!
E sondo de esa voz tan recordada, que sempre e habara con
bondad y reverenca; que e drgera, a tma vez, paabras de
desesperada spca; que cas haba perddo a esperanza de
vover a or en este mundo, penetr todo su ser, como a msca
que nos desperta en e senco de a noche. Sus o|os perderon su
expresn ausente; se ncorpor de repente en e echo; vo que o
que comenzara como una vsn haba termnado como una
readad; que su sueo haba sdo e anunco de a satsfaccn de
sus ansas; que su h|a e haba sdo devueta en su forma
corpora; e ncn a cabeza, y temb y or sobre su pecho con
a sobrecogedora pentud de su grattud y su goce.
Durante agunos momentos, Antonna, camando con e resueto
herosmo de afecto sus propas emocones tumutuosas de temor
y aprensn, se esforz por tranquzar y consoar a su padre, que
perda fuerzas por momentos. Se senta cas parazada de horror
a pensar que ahora, cuando tras arrostrar penas y pegros a fn
regresaba |unto a Numerano, este exprara en sus brazos; pero
aun as no a abandon su determnacn. La tma esperanza de
su breve y amarga exstenca era a de revvr a su padre, y se
aferr a ea con a tenacdad que nace de a desesperacn.
Le hab con voz serena; e rog que recordara que su h|a haba
vueto para cudar de , para ser su pupa obedente como
antao. Vanos esfuerzos! Cuando an as paabras no haban
termnado de sar de sus abos, os brazos de Numerano, que a
abrazaban, se afo|aron; su cabeza se hzo ms pesada sobre su
pecho. En medo de a desesperacn de momento, Antonna se
apart de su ado y mr arededor en busca de a ayuda que
nade se aprestaba a prestare. La taza de agua, as tmas
provsones de comda, atra|eron su vsta. Con rpdo nstnto as
tom: a esperanza, e xto, a savacn dependan de esos
mserabes restos. Introdu|o a comda a a fuerza en a boca de su
padre; e humedec con e agua os abos agretados y a frente
reseca. Durante un nstante de horrbe suspenso o vo todava
nconscente; entonces, revveron as funcones vtaes; vov a
abrr os o|os, que f| con a fuerza de hambre en e mserabe
amento. Lo devor con avdez; tom hasta a tma gota de
agua de a taza; vov a hundrse en e echo. Pero ahora a
sangre aetargada crcuaba de nuevo por sus venas; su corazn
ata menos dbmente: estaba savado. Antonna o advrt a
ncnarse sobre ; savado por su h|a perdda en a hora de su
regreso! Snt un xtass de trunfo y grattud cuyo sbto fugor
nngn recuerdo dooroso poda amargar! Se arrod |unto a
echo, cas desfaecda por sus propas emocones. Sobre a
tumba de |oven guerrero haba azado su corazn a os Ceos en
agona y door; y ahora, |unto a su padre, eevaba toda su ama a
Creador con temborosas excamacones de agradecmento y
esperanza!
As uno recuperando entamente o que quedaba de vda y de
vgor en su debtado organsmo, a otra an embargada por
absorbentes emocones de grattud permaneceron un argo
rato e padre y a h|a. Y cuando a maana comenz a ceder su
ugar a medoda, a tempestad empez a amanar. Gradua y
soemnemente, voaron e|os as vastas nubes de tormenta y e
brante ceo azu aparec por entre as fantstcas fsuras que
se abreron entre eas. Las gotas de uva, cada vez ms escasas,
caan eves y argentadas sobre a terra, y as brsas y a uz de
so comenzaron a atravesar a ntervaos rreguares a atmsfera
de Roma, nfectada por a peste. Amortguados an por as
sombras de as nubes que se ae|aban fotando, os prmeros
rayos de so se coaron con suave fugor por as ventanas de a
acoba de Numerano. |uguetearon, tbos y vvfcantes, sobre su
rostro agostado, como herados de ceo, de donde provenan,
que evaran un mensa|e de resurreccn y esperanza. Su fresco y
gent roce parec devovere a vda. Una vez ms se ncorpor y
se vov haca su h|a; y ahora su corazn ata con un gozo
saudabe, y sus brazos no se cerraron en torno a ea con e
desvamento de a enfermedad, sno con a acogda de amor.
Cuando e hab, as paabras que saan de sus abos eran cas
ncoherentes; se mezcaban en eas confusas frases de ternura,
contrcn, agradecmento. Todo e entusasmo nnato de su
carcter, todo e amor atente por su h|a que durante aos
sofocara su austerdad y desvara su ambcn, se expresaba a fn
ahora.
Temborosa y muda entre sus brazos, Antonna se esforzaba en
vano por devovere sus carcas y por responder a sus paabras
de benvenda. Ahora saba por prmera vez cuan profundo era e
afecto que su padre senta por ea; cuan a|ena a su verdadero
natura haba sdo a severdad que asumera en sus reacones
prevas; y en e rpdo torrente de nuevos sentmentos y antguos
recuerdos producdos por a decosa sorpresa que e
proporconaba ese descubrmento, qued muda. Se mtaba a
escuchar ansosa, cortado e aento, as frases de su padre. Sus
paabras, aunque vacantes y confusas, eran de un caro que
nunca antes e haba escuchado; eran as que a madre que no
haba tendo no pronuncara |unto a su cama de na; y andaron
dvnamente consoadoras en su corazn, como mensa|es de
perdn sados de abos de ngees.
Poco a poco a voz de Numerano se hzo ms tranqua. Az a su
h|a en os brazos y pos anheante en su rostro os o|os atentos y
padosos.
Has vueto! Has vueto! must mentras a mraba, Para
no rte nunca ms! Has vueto, hermosa y pacente, y ms
bondadosa y terna que nunca! Amame y perdname, Antonna.
Te busqu en medo de a soedad y a desesperacn ms
amargas. No me recuerdes como era, sno pensa en m como
soy ahora! Hubo das, cuando eras an una na, en que m nco
pensamento era cmo consentrte y deetarte, y ahora esos das
han regresado. No eers bros sombros; nunca vovers a
separarte de m; tocars duces meodas en e ad; evars
gurnadas de fores que yo te traer! Encontraremos amgos y
aegres compaeros; evaremos con nosotros a aegra donde
quera que vayamos! H|os como t son una bendcn de Dos, y
esa bendcn me ha tocado en suerte, me ha evantado de entre
os muertos! M Antonna me ensear a adorar a Dos, como yo
e ense a ea en otros tempos. Orar por m en a maana, y
orar por m en a noche; y cuando no o sepa, cuando duerma,
r caado |unto a su echo y vear su sueo, de modo que
cuando abra os o|os sea yo o prmero que vea; porque son os
o|os de m h|a, que me ha sdo devueta; no hay nada en e
mundo que pueda habarme como eos de aegra y de paz!
Ca por un momento y mr transdo de gozo e rostro de su
h|a, vueto haca . Su sembante se entrstec un poco a
contempara; tom sus argos cabeos todava hmedos y
desordenados por a uva y os apret contra sus abos, su
rostro, su cueo. Despus, a ver que Antonna ntentaba habar,
a ver as grmas que nundaban sus o|os, a atra|o ms haca s
y contnu en voz ms queda y apresurada:
Caa! Caa! No ms door, no ms grmas! No me cuentes
dnde has estado, no me habes de o que has sufrdo, porque,
no sera cada paabra un reproche? Y t has vendo a
perdonarme y no a reprocharme! Oue no me obguen tus abos
a recordar que fu yo quen te apart de m ado! Recordemos
so que nos hemos vueto a encontrar; pensemos que Dos ha
aceptado m pentenca y perdonado m pecado a devoverme a
m h|a! O, s es que hemos de habar de os das de nuestra
separacn, que ya han termnado, cuntame cmo estuvste
tranqua y segura; agrame contndome que no todo fueron
pegros y penas en ese amargo destno que m ra cupabe for|
para m propa h|a! Dme que no so encontraste enemgos en tu
huda, sno tambn protectores; que no todos fueron duros
contgo como o fu yo; que aqueos de quenes soctaste
amparo y resguardo te recberon como habran recbdo una
petcn de cardad y benevoenca de abos de amgos querdos!
Cuntame so sobre quenes te brndaron proteccn, Antonna,
porque eso me consoar, y has vendo a consoarme!
Mentras esperaba a respuesta de Antonna, a snt tembar
sobre su pecho y vo e estremecmento que recorr su cuerpo.
La desesperacn de su voz aunque su nca respuesta fueron
as sencas paabras "Hubo uno", y despus ca, ncapaz de
segur penetr como un cucho de heo hasta su corazn.
No ha vendo? contnu Numerano apresurado. Por qu
no est aqu? Busqumoso ahora msmo. Debo expresare m
grattud con a mayor humdad. Debo mostrare que mereca que
me devoveran a m Antonna.
Ha muerto! d|o a |oven con voz ahogada, faqueando entre
os brazos que a rodeaban a recordar en todo su horror os
sucesos de a noche pasada. Lo asesnaron a m ado. Ah,
padre, padre; me amaba; te habra reverencado y protegdo!
Oue Dos msercordoso o recba entre sus bendtos ngees y
o honre como a uno de os sagrados mrtres! excam e padre
azando a ceo os o|os supcantes y cua|ados de grmas.
Oue su esprtu, s an puede ver o que ocurre en este mundo,
sepa que su nombre se nscrbr en m corazn |unto a de m
h|a; que pensar en como en un amado compaero, y que
orar por como por un h|o que me hubera sdo arrebatado!
Ca y ba| os o|os a rostro de Antonna, que an se o hurtaba.
Ambos sentan que se haba for|ado un nuevo azo de afecto entre
eos debdo a o que cada uno d|era, pero ahora ambos
permaneceron en senco.
Durante ese ntervao, os pensamentos de Numerano se
apartaron de as refexones que hasta entonces os haban
ocupado. Las pocas paabras penosas que su h|a pronuncara
haban bastado para desterrar de su corazn a pentud de gozo,
y para desvaro de aegre dsfrute de presente haca os
tenebrosos recuerdos de pasado. Dudas y temores vagos se
mezcaban ahora con su grattud y sus esperanzas, e
nvountaramente sus pensamentos retornaron a o que habra
querdo ovdar para sempre: a maana en que expusara a
Antonna de su hogar.
Naceron en su mente aarmantes e nfundadas aprensones
sobre e posbe regreso de traconero pagano y su cencoso
patrn tras e regreso de su vctma, desesperantes certdumbres
acerca de su propa ndefensn y debdad. Sus o|os recorreron
a habtacn con mrada ausente, sus manos se cerraron
temborosas sobre e cuerpo de su h|a; y entonces, sotndoa de
repente, se ncorpor como presa de pnco y excam:
Hay que asegurar as puertas! Upo puede estar cerca; e
senador puede regresar!
.Intent atravesar a habtacn, pero as fuerzas no o
acompaaron; se apoy en a pared y rept sn aento:
Asegura as puertas! Upo! Upo! mentras e haca seas
a Antonna de que ba|ara.
La |oven o obedec temborosa. E recuerdo de su paso por a
greta de as muraas y de su terrbe recorrdo por as caes de
Roma e hzo descender as escaeras con una aprensn que
superaba ncuso a de su padre.
La puerta permaneca entreaberta, como a de|ara a entrar a a
casa. Antes de cerrara y asegurara a toda prsa, ech una o|eada
rpda a a cae. Las fguras macentas de os escavos an ban y
venan penosamente en medo de os preparatvos de a paroda
de feste|o que se reazaban en casa de Vetrano, y aqu y a
unas pocas formas fantasmagrcas yacan por terra
contempndoos presas de un ngudo asombro. An renaba en
todo e resto de a cae a fatdca cama de a paga y a
hambruna.
Antonna se apresur a subr para asegurare a su padre que
haba obedecdo sus rdenes y que ya estaban a savo de toda
ntrusn. Pero durante su breve ausenca, una nueva y ms
trgca posbdad de desastre haba nacdo en a mente de
ancano.
Cuando a |oven entr en a habtacn se percat de que
Numerano haba regresado a echo y de que sostena entre as
manos e pequeo cuenco de madera, ya vaco, que contuvera su
tma provsn de comda. No pronunc paabra a vera entrar;
su rostro se vea rgdo de horror y desesperacn mentras
contempaba e cuenco vaco, y mustaba con are ausente:
Era a tma reserva que quedaba, y fu yo quen a consum!
Las feras de bosque es evan amentos a sus h|os, y yo e he
arrebatado a a ma e tmo bocado!
En un nstante, e tota desamparo de su stuacn, ovdado con
as aegras de encuentro, se pasm vvdamente en a mente de
Antonna. Trat de nsufare a su padre consueo y esperanza;
pero as tembes readades de hambre que padeca a cudad se
azaban ahora de modo papabe ante sus o|os y sofocaron en sus
abos as vanas paabras de sosego. En medo de a an
popuosa Roma, a a vsta de as anuras crcundantes donde e
so creador maduraba hora tras hora a vegetacn de un sueo
feraz, donde os campos y os graneros despegaban
profusamente sus abundantes frutos, e padre y a h|a se mraron
ahora, tan mposbtados de renovar sus agotadas provsones de
amentos como s se encontraran abandonados en una basa tras
un naufrago en un mar nexporado, o desterrados en una sa
deserta cuyos productos huberan sdo agostados por ventos
nfectos y cuyas rdas costas ameran aguas tan destructoras
como as que herven en as cudades de as anuras.
E senco que ren un argo rato en a habtacn, as amargas
refexones que an embargaban a desesperado padre y a a
pacente h|a y que os mantenan mudos, se veron a cabo
nterrumpdos por una voz hueca y meancca que pronuncaba
en a cae, a manera de anunco pbco, as sguentes paabras:
Yo, Pubo Damaco, mensa|ero de Senado romano, procamo
que para mpar as caes de cadveres, e prefecto pagar tres
m sestercos por cada dez cuerpos que sean arro|ados a otro
ado de a muraa. Este es e decreto fe de Senado.
La voz ca, pero no se percb en respuesta n e sondo de
apausos n e murmuo de a muttud. Entonces, tras un ntervao
de senco, se vov a or a o e|os cuando e mensa|ero rept e
decreto en otra cae; despus, e senco vov a renar sobre
todas as cosas, ms terrbemente mpenetrabe que antes.
Cada paabra de a procama, tanto cuando se reptera en a
dstanca como cuando se pronuncara ba|o su ventana, haba
egado a odos de Numerano. Su mente, ya sumda en a
desesperacn, qued presa de o que haba escuchado en a voz
agorera de herado, con una fascnacn tan absorbente como a
que atrapa e o|o de va|ero, mareado en o ato de un precpco,
a contempar e espectcuo de absmo que se abre ba|o sus
pantas. Cuando fnamente mureron os tmos ecos de a
procama, e nfez padre de| caer e cuenco vaco que hasta ese
momento sostuvera mecncamente y, con una mrada de temor
drgda a su h|a, gm para s msmo:
Arro|arn os cadveres a otro ado de as muraas! Los
muertos sern anzados a os ventos de ceo! No podemos
esperar ayuda en a cudad! Oh, Dos, Dos! Es posbe que ella
muera! Oue arro|en su cadver como os dems, y que yo vva
para vero!
Se evant de echo de un trn; por un momento parec haber
perddo a razn y avanz vacante hasta a ventana grtando:
Comda! Comda! Dar m casa y todo o que contene por un
bocado de comda; no tengo con qu amentar a m h|a, que
maana morr de hambre ante ms o|os s no encuentro comda!
Soy un cudadano romano; ex|o ayuda de Senado! Comda!
Comda!
En tono cada vez ms apagado sgu grtando o msmo desde a
ventana, pero no e responderon voces compasvas o buronas.
De os reundos en a cae ante e paaco de Vetrano ahora un
nmero mayor de personas n uno se vov para mraro.
Durante das y das se haban odo, sn que ya nade es prestara
atencn, petcones nfructuosas como a suya a todas horas y en
todas as caes de Roma, ahora resonando en e are pesado con
os tonos agudos de dero, ahora cas naudbes con os tmos
murmuos entrecortados de agotamento y a desesperacn.
Numerano habra segudo un argo tempo pdendo en vano
ayuda y pedad de un puebo que haba de|ado de prestar a una y
de sentr a otra s su h|a no se hubera aproxmado a y,
evndoo suavemente a su echo, no e hubera dcho con acento
terno y soemne:
Recuerda, padre, que Dos env a os cuervos para amentar
a Eas y com e cntaro de a vuda! E no nos abandonar,
porque nos ha devueto e uno a otro, y no me ha mandado aqu
a morr de hambre, sno a cudarte!
Dos ha abandonado a a cudad y a todo o que hay en ea!
respond Numerano trastornado. E nge de a destruccn se
pasea por nuestras caes y a Muerte camna a su sombra! En
este da en que a esperanza y a fecdad parecan sonremos,
nuestro pequeo hogar ha sdo condenado! Los ve|os y os
|venes, os exhaustos y os avzores yacen por gua en as caes;
a hambruna ha dspuesto de todos; a hambruna dspondr
tambn de nosotros; no tenemos socorro n escape! Yo, que
habra muerto pacentemente por a segurdad de m h|a, debo
morr ahora en medo de a desesperacn, de|ndoa sn un
amgo en este mundo vasto, gubre, pegroso; en a cudad
sombra de a angusta, e horror, a muerte, donde afuera
acechan nuestros enemgos y puertas adentro matan e hambre y
a peste! Ah, Antonna! Has regresado a m ado por un corto
tempo; e da de nuestra segunda separacn ya est prxmo!
Durante unos momentos ncn a cabeza y os soozos ahogaron
sus paabras; despus se puso en pe de nuevo traba|osamente.
Hacendo caso omso de as spcas de Antonna, ntent otra vez
atravesar a habtacn, so para comprobar de nuevo que sus
dbes fuerzas no o sostenan. A de|arse caer |adeante en un
asento sus o|os adoptaron una expresn extravada y anmaa:
a desesperacn de su mente y a debdad de su cuerpo se
haban undo para hacere perder parcamente a razn. Cuando
su h|a se e aproxm temerosa para camaro y socorrero, e
hzo una sea mpacente de que se apartara, y comenz a habar
con voz apagada, ronca, montona, mentras se apretaba a
frente con una mano y recorra ncesantemente con a vsta todos
os ob|etos que haba en a habtacn.
Escucha, h|a, escucha! comenz con tono apremado; Te
repto que no hay comda n en a casa n en Roma! Estamos
stados; nos han arrebatado os graneros de os suburbos y os
terrenos de cutvo de as anuras; en a cudad hay una gran
hambruna; os que an comen, ngeren extraos amentos que
asquean a os hombres cuando se menconan. Hasta eso
buscara, pero no tengo fuerzas para r a as cae|as y
arrebatrseos a otros a punta de espada! Soy ve|o y estoy db
y abatdo; yo morr prmero y de|ar hurfana a m buena y
bondadosa h|a, a quen tanto tempo busqu y a quen quse
como a m ungnta!
Ca un nstante, no para prestar odo a as paabras de aento y
esperanza que Antonna e drgera mecncamente mentras
hababa, sno para ordenar sus pensamentos errtcos, para
hacer acopo de as fuerzas que o abandonaban. Su voz adqur
un matz ms acucante y su sembante asum una expresn de
energa y ansedad sbtas, como s un nuevo pan hubera nacdo
en su mente. Despus de ese ntervao de senco contnu as:
Pero aunque m h|a me perda, aunque muera en e momento
en que ms ansaba vvr para ea, no debo de|ara desvada; a
envar |unto a os membros de m congregacn, que me han
abandonado, pero que se arrepentrn cuando se enteren de m
muerte y recbrn a Antonna para honrarme. Escucha, escucha!
Debes decres que recuerden todo o que es reve sobre m
hermano, de quen me separ en m |uventud; m hermano, a
quen nunca ms he vueto a ver. Puede que vva an, puede que
sea posbe encontraro; deben buscaro, porque para t, que no
tendrs padre n guardn, e sera ambas cosas. Puede que est
ahora en Roma, puede que sea rco y poderoso, puede que tenga
comda sobrante y un refugo seguro contra enemgos y
desconocdos! Atende, h|a, ms paabras: en estos tmos das
he pensado mucho en ; o he vsto en sueos como o v por
tma vez en casa de m padre; era ms fez y ms querdo que
yo; y eno de envda y de odo abandon a ms padre y me
separ de . No sabas nada de esto, pero ahora debes sabero,
para que cuando yo muera puedas buscar a aguen que te
prote|a! Recb con ra e ads de m hermano y hu de m hogar
antes recordaba ben aqueos das, pero ahora todo se
desvanece de m memora, despus vv argos aos de
desasosego y cambos y nunca o vov a encontrar; hombres de
muchas nacones fueron ms compaeros, pero no estaba entre
eos; despus sufr grandes afccones, me arrepent, conoc e
temor de Dos y regres a hogar de m padre. Desde entonces
han pasado os aos, no s cuntos; poda decr cuntos eran
cuando e hab de m vda preva a ,l; a m amgo, cuando nos
encontramos cerca de a Basca de San Pedro, antes de que
comenzara e asedo de a cudad, mentras mrbamos a puesta
de so y conversbamos sobre a poca en que ramos
compaeros; pero ahora hasta a memora me faa; e hambre
que nos amenaza con a separacn y a muerte oscurece con su
sombra ms pensamentos; pero escchame; escchame con
pacenca; por t, debo contnuar!
Ahora no, padre, ahora no! En otro momento, en un da ms
fez! murmur Antonna con voz trmua y supcante.
Cuando egu, m hogar haba desaparecdo contnu e
ancano, trste, sn advertr n atender sus paabras. Otras casas
haban sdo construdas donde antes se azara a nuestra; nade
pudo darme razn de ms padres y de m hermano; entonces
regres y ms antguos compaeros me resutaron odosos; os
abandon y me persgueron con sus buras. Escucha, escucha.
Part en secreto contgo una noche para escapar de eos y para
competar m expacn donde eos no estuveran cerca para
obstacuzara; y va|amos durante muchos das hasta egar a
Roma, donde fund m hogar. Pero tem que os compaeros de
os que haba abomnado me descubreran y voveran a
persegurme; y en a nueva cudad donde me asent me hce
amar por otro nombre que no era e que evaba antes; supe as
que perderan todo rastro de m y que estara a savo de esos
hombres a quenes ahora consderaba ms enemgos, Ve, h|a!
Apresrate! Trae tu taba y anota os nombres que te dr,
porque eos te permtrn encontrar a quen te prote|a cuando yo
me haya do! No e dgas que eres h|a de Numerano, porque no
conoce ese nombre; de que eres a h|a de Ceandro, su
hermano, que mur ansando reunrse con . Anota, anota con
cudado, Ceandro! Ese es e nombre que me do m padre y que
ev hasta que hu de ms mavados compaeros y o camb,
temeroso de que me sgueran! Ceandro! Antao y recurdao!
Ceandro! Ms vsones me han reveado que haars a m
hermano. No o encontrar yo, sno t! Tus tabas, tus tabas!
Escrbe su nombre |unto a mo, se ama...
Ca de repente. De sbto recuper sus facutades mentaes
que, trastornadas, pero no anuadas por as pruebas que haba
sufrdo, oscaban entre e etargo y a anmacn, y a recobrar
parte de su acostumbrado equbro, Numerano tom concenca
de su propo extravo. Las vagas reveacones que hcera sobre su
vda pasada (que e ector recordar que se aseme|aban a
ntercambo sostendo sobre e msmo tema con e gran|ero
fugtvo, y que antes reatramos) se e mostraron en toda su
ncongruenca e nutdad. Su rostro se ensombrec, suspr
amargamente para s msmo:
Comenzo a perder a razn! Me faa e |uco, que debera
servrme para guar a m h|a, y a resoucn que debera ser su
sostn! Cmo podra ella encontrar a m hermano, a quen no he
poddo encontrar yo desde que era un |oven? Para vencer e
hambre que nos amenaza a ambos no e ofrezco ms que
paabras vanas! Sus fuerzas comenzan a faquear; su rostro, que
tanto gustaba yo de contempar, se consume ante ms o|os! Oue
Dos se apade de nosotros! Oue Dos se apade de nosotros!
Regres vacante a su echo, con a cabeza ncnada sobre e
pecho; en ocasones un eve que|do saa de sus abos, pero no
vov a habar.
Aunque era presa ahora de una ntensa postracn, a Antonna e
resutaba menos penoso vero as que escuchar as ncoherentes
reveacones sadas de sus abos unos momentos antes, y que,
asombrada y temerosa, haba temdo que fueran as terrbes
seaes de a prdda de a razn de su padre. Cuando vov a
avanzar para egar |unto a , temb a sentr que e agotamento
se adueaba rpdamente de ea, pero uch contra su nacente
desesperacn y se esforz por pensar so en os medos para
resstr y as posbdades de encontrar avo a a stuacn de
ambos.
E senco que renaba en a habtacn en a que ahora
permanecan sentados uno |unto a otro, era profundo y gubre.
Una brsa eve ora sopaba desfaecente por a ventana aberta,
ora amanaba; os ntermtentes rayos de so aparecan y se
desvanecan con e paso etreo de as nubes por os ceos. E
tempo avanzaba nfexbe, y a Naturaeza varaba
tranquamente en e marco de os mtes que e eran propos; y
an nnguna esperanza, nngn proyecto savador, nada que no
fueran sombros recuerdos y terrbes antcpacones ocupaban a
mente de Antonna; pero |usto cuando ncnaba a cabeza
cansada, |usto cuando sus sensacones, su fortaeza y hasta e
door msmo parecan dervar haca un etargo nefasto despobado
de sueos, nac en su mente para anmara, despertara,
nsprara, un tmo pensamento cuyas conexones o causas
resutaban nexpcabes. Se ncorpor de un sato.
E |ardn, padre, e |ardn! excam sn aento. Recuerda
os amentos que crecen en e |ardn! Anmate, nos quedan
provsones, Dos no nos ha abandonado!
Numerano az e rostro a ora habar; su faz asum una
expresn an ms trste y desesperanzada; mr a su h|a en un
senco omnoso y e puso a mano temborosa sobre un brazo
para detenera cuando se aprestaba rauda a abandonar a
habtacn.
No me prohbas sar e supc Antonna ansosa. Conozco
cada rncn de |ardn, porque era mo en nuestras pocas feces;
nuestra tma esperanza resde en e |ardn, y debo regstraro
sn demora! Aprubame aad con voz queda y meancca;
aprueba, querdo padre, todo o que ahora hago! Despus de que
nos separamos sufr un crue door, que pesa como un fardo
oscuro sobre todos ms pensamentos; no me queda ms
consueo que e prvego de atender a tu benestar; m nca
esperanza de avo es ocuparme de t!
Mentras Antonna hababa, e ancano e apret ms fuerte e
brazo; pero cuando ca, de| caer su mano e ncn a cabeza
como sea muda de que se someta a su ruego. La |oven o
contemp un momento tan sencosa como ; despus sa de
a habtacn con paso vvo e nseguro.
A egar a |ardn tom nconscentemente e sendero que evaba
a caro donde en otros tempos tanto e gustara tocar en secreto
su ad y contempar as dstantes montaas tumbadas ba|o a
tba atmsfera que as noches estvaes derramaban sobre su
azu vastedad. Con cunta eocuenca hababa e pequeo
terreno de os tranquos sucesos ya dos para sempre: de as
aegras, as esperanzas, as aegres ocupacones que comenzan
con e da que as resea y pasan como ese da para no retornar
nunca guaes; ncamente a memora puede preservaras ta
como eran, y e corazn so puede vover a sentras ba|o una
nueva forma a estar prvadas de a presenca de compaero, de
ncdente de momento ya vvdo, que eran a cave de encanto
de pasado y consttuyen a mperfeccn de presente!
Ternos y numerosos fueron os recuerdos que e pasa|e
crcundante despert en a trste duea de |ardn, que vova a
recorrer su pequeo domno! Vo e caro donde nunca ms
podra sentarse a cantar con os msmos sentmentos que antao
nspraran su msca; vo as coroas mustas de as fores que
nunca podra cudar con e msmo regoc|o puer que a anmara
antao! Aunque an era |oven, as emocones ya das de sus das
|uvenes nunca renaceran ta como fueran antes, gua que as
aguas crecdas que corren por su echo para no regresar nunca a
a fuente que es do orgen! Los recuerdos de os aos
transcurrdos de |oven guerrero que yaca heado ba|o a
pesada terra, de padre abatdo que se amentaba
desesperanzado en a habtacn de os atos oprmeron su
corazn cuando es vov a espada a os arrates de fores, no,
como en otras pocas, para procamar su fecdad a son de a
msca de ad, sno para rebuscar aborosamente una fuente de
sustento para a vda.
A prncpo, cuando se ncn en e sueo en os ugares de |ardn
donde saba que haba pantado con sus propas manos frutas y
vegetaes, as grmas a cegaron; se as en|ug rpdamente y
mr arededor con ansedad.
Otros haban cosechado e campo que Antonna confaba en que
e proporconara abundantes frutos! En os prmeros tempos de
a hambruna, os membros de a congregacn de Numerano
haban recorrdo e |ardn y recoectado para todo o que
contena; no so sus productos ms exqustos, sno tambn os
ms humdes, se haban agotado; a terra yerma estaba cuberta
de ho|as marchtas, y sobre eas se baanceaban en e are ramas
desnudas. Antonna recorr todos os senderos, rebuscando entre
as zarzas y os abro|os, que e daban un aspecto runoso a |ardn
desoado; expor os rncones ms ocutos con a penosa
perseveranca que es h|a de a desesperacn; pero dondequera
que se vova encontraba a msma ardez. En ese terreno otrora
frt, en e que se adentrara con tan gozosa confanza en sus
recursos, so quedaban unas pocas races descompuestas,
ovdadas entre enmaraados herbazaes y fores mustas.
A acoparas, Antonna se percat de que apenas bastaban para
una comda exgua, y regres entamente a a casa. Mentras
suba os pedaos de a entrada no de| escapar una paabra, n
una grma corr por sus me|as: sus esperanzas, sus temores,
su entendmento, sus sensacones msmas se haban embotado
desde e momento en que descubrera que en e |ardn, como en
a casa, a nexorabe hambruna se haba adeantado para
dsponer de sus tmas posbdades de avo.
Entr en a habtacn y, todava con as races resecas entre as
manos, avanz mecncamente hasta e echo de su padre.
Durante su ausenca, as facutades mentaes y fscas de
Numerano haban ceddo a cansanco: e ancano estaba sumdo
en un profundo y pesado sueo.
Antonna experment certo avo a advertr que se vea bre
durante un tempo de a nevtabe necesdad de confesare o ft
de as esperanzas que ea msma despertara. Se arrod |unto a
Numerano y apart con suavdad os cabeos que e cubran a
frente; despus corr a cortna de a ventana, porque tema que
a brsa que se coaba por ea o despertara. Una extraa y
secreta satsfaccn ante a dea de dedcare a su padre cada
momento de tempo y cada partcua de a energa que e
restaban una pronta resgnacn a a muerte, a morr por ,l se
adue de su corazn y ocup a e ugar de toda otra aspracn
y todo otro pensamento.
A contnuacn comenz a moverse por a habtacn con una
prudente tranqudad que nada ograba aterar; prepar sus
races escudas con un pacente cudado que nada nterrump.
Incapaz de sentr, merced a cmuo de desgracas de su
stuacn, nuevos doores y aprensones, poda an reazar
nstntvamente as sencas tareas que como mu|er e h|a e
correspondan, como as habra reazado en una poca de paz y
en e seno de un hogar prspero. Es as que os afectos prmeros
sobrevven a agotamento de todas as emocones tormentosas y
todas as ambcones de aos posterores, que pueden ocupar,
pero no absorber, e esprtu que nos anma; es as que cuando e
camor de as pasones encontradas se apaga a caor de su
propa fura, su voz amstosa y famar vueve a habarnos, serena
y nutrca como a nco, cuando a mente se mova segura dentro
de os mtes de su smpcdad orgna y e corazn an ata fez
en a pura tranqudad de su reposo prmero!
La tma y exgua comda estuvo pronto sta; Antonna a prob
y a encontr amarga y desabrda hasta a os ms vgorosos es
habra resutado dfc preservar a vda con amentos tan poco
apropados, pero a puso a un ado con tanto cudado como s se
tratara de pato ms exqusto de ms abundante festn.
Nada haba cambado mentras se mantuvo entregada a su
sotara tarea: su padre segua durmendo; e msmo sombro
senco renaba en a cae. Se fue a a ventana y descorr un
poco a cortna para que a brsa tba que vena de exteror
sopara sobre su frente fra. La msma nefabe resgnacn, a
msma extraa quetud que se abatera sobre sus facutades
desde que egara a a habtacn segua domnndoas. Los
ob|etos que a rodeaban no ograban captar su atencn; os
recuerdos y os presentmentos no abandonaban su mente. Una
mpavdez marmrea cubra su sembante; en ocasones sus o|os
se trasadaban mecncamente de os bocados de comda que
conservaba a su ado hasta su padre dormdo, segn revva o se
apagaba su nca dea f|a de dedcarse a atendero hasta que e
db puso de a vda atera en por tma vez; pero no
mostraba nnguna otra evdenca de vda fsca o actvdad
menta. Sentada como estaba en a habtacn en sempenumbra
|unto a echo donde reposaba su padre, con e sembante
tranquo, pdo, nmv y e cuerpo envueto en ropa|es de un
banco frgdo, por momentos se aseme|aba a una de as devotas
pententes de a Igesa prmtva, desgnada para vear en as
casas vstadas por a parca y sorprendda en su santa vga por
a egada de a muerte.
Pas e tempo; as montonas horas de da deron paso de
nuevo a a noche; y a peste y a hambruna corran su curso en as
cazadas romanas condenadas a una terrbe suerte. Para e padre
y a h|a la arena del relo0 pasaba rauda; y nnguno de os dos
comprobaba su mengua. E durmente segua sumdo en su
reposo y a guardana an veaba a su ado; pero ahora su mrada
cansada se posaba en a cae, atrada nconscentemente por e
sondo de voces que a fn suba de ea a ntervaos, y por a uz
de antorchas y mparas que se encendan en e gran paaco de
senador Vetrano a medda que e so se pona poco a poco en e
horzonte y as gneas nubes que o rodeaban se apagaban en os
vapores de a ya prxma noche. Antonna tena a vsta cavada
en e cuadro que se desarroaba a sus pes, pero no haca nngn
movmento n su rostro asuma otra expresn que no fuera a
soemne y ausente paz que o embargaba.
Entretanto, e breve, suave crepscuo refuga sobre a terra y
daba paso a a fra una, sotara en e ceo sn estreas;
entonces, a su pda sea, as sgosas tnebas se espesaron
entamente en torno a a Cudad de a Muerte!
CAPT"LO ))II
EL (AN-"ETE DEL %AM(RE
De todas as profecas, probabemente as que con ms
frecuenca resutan errneas son as que tenemos ms tendenca
a aventurar a tratar de predecr e efecto de os sucesos en e
carcter de os hombres. Nunca se ven ms frecuentemente
desmentdos nuestros pronstcos que en esos ntentos de
estmar por antcpado a nfuenca de as' crcunstancas sobre a
conducta, no so a de os dems, sno ncuso a propa. Cuando
ocurren os hechos, os hombres a quenes |uzgamos a a uz de
nuestras observacones prevas de eos, actan ba|o su nfu|o
como contradccones vventes de su propo carcter. E amgo
con e que mantenemos un trato soca cotdano en e curso de a
vda y e hroe favorto de nuestros estudos hstrcos en e curso
de a pgna, desconcertan, exceden o frustran nuestras
expectatvas. Y a fna nos percatamos de que resuta tan vano
prever una causa de as arbtraras ncoherencas de a ndoe
humana como f|ares un mte.
Pero aunque especuar sobre a futura conducta de os dems a
caor de crcunstancas por venr no srva a menudo ms que para
poner en evdenca a faaca de nuestras ms sabas
predccones, contempar a naturaeza de dcha conducta
despus de que se desarroa es un t empeo para a curosdad
y puede quzs resutar una fructfera fuente de nstruccn.
Acontecmentos smares ocurrdos en dferentes perodos se
despo|an de su monotona y adqueren nueva mportanca a partr
de os sempre cambantes efectos que producen en e carcter
humano. De ah que en e gran acontecmento que srve de base
a nuestra narracn, e asedo de Roma, encontremos quzs
poco, s o consderamos como un mero suceso, que o dstnga
notabemente de cuaquer otro asedo prevo a a cudad: e
msmo afn de gora y venganza, de rquezas y poder que ev a
Aarco a sus muraas, ev antes que a otros nvasores. Pero s
observamos e efecto que a marcha de os godos sobre Itaa tuvo
sobre os habtantes de a capta, encontraremos abundante
matera para un examen novedoso y una sorpresa sn mtes.
Advertremos, como pasmoso e|empo de as ncoherencas de
carcter humano, e espectcuo de todo un puebo que responda
con un resueto desafo a una abrumadora nvasn extran|era
que se haaba a sus puertas, |ustamente en e perodo en que
haba cado de modo ms rremedabe de as aturas de a gora
a os absmos de a degradacn; que ressta a un enemgo
todopoderoso con nfexbe obstnacn, en nombre de msmo
honor de Roma que mancara vmente u ovdara con
neggenca durante sgos. Veramos morr de hambre
resuetamente por a causa de su pas a hombres que hasta ese
momento reran ante a mera mencn de patrotsmo; a hombres
que no se detenan ante nnguna vana para obtener rquezas
vacando antes de empear sus ganancas ma habdas para
adqurr e ms mportante de todos os benes: a paz y a
segurdad propas. Se podran ctar e|empos de nmagnabe
efecto producdo por e sto de Roma en e carcter de os
habtantes de as ms dversas cases socaes de a cudad, desde
as nferores hasta as ms atas, desde a de os patrcos hasta
a de os pebeyos; pero ntroducros aqu sera aceptar una
nterrupcn demasado arga en e curso de a presente
narracn. S abordamos e tema con todos sus detaes, debe ser
so en un caso caramente vncuado a as necesdades reaes de
nuestra hstora; y es posbe encontrar ta caso, en esta
coyuntura, en a conducta de senador Vetrano ba|o e nfu|o de
as peores caamdades resutantes de asedo de Roma por os
godos.
Oun podra preguntarse conocendo e carcter de ese
hombre, a frvodad de su ndoe, su vouptuoso afn de
dversones y comoddades sn fn, su horror ante a ms gera
proxmdad de una afccn o un door, o habra magnado capaz
de rechazar con desdn todas as pequeas posbdades de
segurdad presente y prosperdad futura que su poder y su
rqueza mtados e habran poddo procurar, ncuso en una
cudad azotada por a hambruna, y de azarse sbtamente a as
submes cmas de a desesperacn crmna con a decsn de
abandonar a vda por ndgna de ser vvda en e momento en
que de|aba de correr por e cmodo cauce de su exstenca
anteror? Y sn embargo, a esa decsn haba egado ahora; y o
que es todava ms extraordnaro, haba encontrado entre as
fas de os patrcos a otros que se e haban undo en esa
determnacn.
E ector recordar su aocado anunco a prefecto Pompeyano,
durante a etapa temprana de asedo, de a orga que tena
ntencn de ceebrar; ese anunco ba a convertrse ahora en
readad. Vetrano haba nvtado a sus convdados a Banquete
de Hambre. Un escogdo nmero de senadores de a gran cudad
vndcara su fama de osada murendo como os bertnos que
fueron; rehusando desprecatvos a perspectva de morr de
hambre, como e rebao de os hombres comunes, sobre a base
de una racn dara cada vez menor de comda abomnabe;
hacendo una sada trunfa de una vda de sumsn y snsabores,
ahogados en torrentes de vno y aumbrados por as amas de
paaco ms opuento de Roma!
La ntencn nca haba sdo a de mantener esa extravada
decsn en tota secreto, para que a tremenda catstrofe cayera
sobre os restantes pobadores de a cudad como un prodgo de
ceo, pero os escavos encargados de organzar e banquete
sucda haban sdo sobornados con vno para que reazaran sus
tareas, y en e descudo de a embraguez haban reveado a otros
todo o que oan dentro de as paredes de paaco. La notca pas
de boca en boca. La perspectva de presencar e ncendo de
paaco y e sucdo ebro de os desesperados comensaes
bastaba para anmar hasta a curosdad embotada de una turba
hambrenta.
En a noche escogda, personas procedentes de todos os barros
de a cudad arrastraron sus membros cansados hasta a cona
Pncana. Muchos mureron en e trayecto; muchos dessteron de
a decsn de egar a trmno de va|e y buscaron refugo en as
casas vacas a o argo'de camno; muchos encontraron
oportundad para e saqueo y e crmen mentras se drgan a su
destno, y eo os tent a abandonar su empeo; pero muchos
perseveraron en sus propstos, os morbundos arrastrados por
os vvos, os cobardes espoeados por as buras mavoas de os
temeraros, hasta que egaron a as puertas de paaco. Eran sus
voces, que egaran a sus odos desde a cae, as que haban
despabado as desfaecentes facutades de Antonna, aunque
no ograron revvras; y a, en e ancho pavmento, se haaban
tumbados os cudadanos de una cudad extenuada, una
asambea de apestados y crmnaes, una horda hambrenta y
terrbe!
La una, abrantada por a crecente oscurdad, umnaba ahora
dfanamente a cae y reveaba a escena mpresonante y
heterognea que se desarroaba en un reducdo espaco.
E ado de camno en e que se azaba e paaco de Vetrano
estaba ocupado, hasta donde acanzaba a vsta en a noche, por
as arboedas y edfcacones anexas a a mansn de senador. En
e extremo ms ato y ae|ado de a cae mrando desde a
Puerta Pncana un ancho pasa|e abovedado una os terrenos
de paaco a ambos ados de a cae, que despus se extendan
hasta topar con os rboes de |ardncto de hogar de Numerano.
Paraea a esa casa, pero separada de ea por un pequeo
espaco, haba una arga hera de edfcos que se aquaban por
psos a dferentes nqunos, y que se azaban hasta una atura
pegrosa, porque en a antgua Roma, como en e Londres
moderno, debdo a os atos precos de sueo en una cudad
superpobada, os constructores so podan aumentar e espaco
de una vvenda hacendo una nconvenente adcn a su atura.
Ms a de esos edfcos de vvenda se azaban os rboes que
rodeaban otra morada patrca, y todava ms a, as casas
hacan un gro brusco, y no se vea nada ms en nea recta que
agunos ob|etos ndstntos y nebuosos en a dstanca.
E aspecto de a cae frente a a mansn de Vetrano, de no
haber estado ocupada por os repusvos grupos que a se haban
formado, habra sdo muy hermoso en e momento sobre e que
escrbmos. La fachada nobemente smtrca de paaco, con su
gracosa sucesn de argos prtcos y estatuas coosaes,
contrastaba con a aparenca pntorescamente rreguar de a
casa de Numerano y de os grandes edfcos que quedaban a su
costado. Las suaves masas ndstntas de foa|e despegadas
paraeamente a o argo de os extremos ms cercanos de a
cae, a as que e pasa|e abovedado daba trmno y conectaba
con e |ardn de ado opuesto, en e que haba unos atos pnos
que se recortaban ggantescos contra e ceo transparente; a
brante umnacn que se ftraba hasta e pavmento a travs
de as coordas cortnas de as ventanas de senador, en
nmedato contraste con a apacbe uz de a una que aumbraba
e panorama ms dstante; todo eo formaba un cuadro en e que
se mezcaban o natura y o artfca en as ms exqustas
proporcones; un cuadro cuyas poesa y beeza nefabes habran
hechzado, en otra noche, e o|o ms ndferente y exatado a
mente ms frvoa. Pero ahora, comado de grupos de personas
macentas de hambre y deformadas por a enfermedad;
quebrantada su quetud a ntervaos sombros por grtos
encontrados de spca, desafo y desesperacn, sus ms
soberbas perfeccones, h|as de a Naturaeza y de Arte, parecan
refugr con amarga bura en torno a a msera humana que su
espendor pona a descuberto.
Ms de cen personas en su mayora de as cases ms ba|as
se congregaban frente a mahadado hogar de senador. Agunos
recorran entamente a cae de un ado a otro, y a uz que os
rodeaba dotaba a sus fguras de un aspecto ncorpreo y
soemne; pero a mayora permaneca tumbada en e pavmento
entre a pared de a casa de Numerano y a entrada de as atas
edfcacones a su costado. Iumnados por e respandor drecto
de a uz que saa por as ventanas de paaco, esos grupos,
apeotonados en as poses convusas que producen e sufrmento
y a desesperacn, haban adqurdo un aspecto tembe y
sobrenatura. Sus rostros consumdos, sus vestdos en harapos,
sus cuerpos macentos, aqu postrados, a semncorporados,
estaban baados por un tenaz respandor ro|zo. Muy por encma
de eos, en as ventanas de os atos edfcos cuyos psos
ocupaban ahora os muertos, unos pocos ndvduos (os
mercenaros guardanes de os morbundos) sacaban as cabezas
para ver e paaco de otro ado de a cae, y sus rostros
marchtos se vean pdos a a cara uz de a una. A veces se
oan sus voces, que exhortaban buronas a os congregados
deba|o a derrbar as fuertes ver|as de acero de paaco y
arrancar a copa rebosante de vno de os abos de su dueo. A
veces, os que estaban a sus pes es respondan con nsutos que
se azaban en coro derante, mezcados con os amentos de as
mu|eres y os nos, os que|dos de os apestados y as spcas
de os hambrentos, que es rogaban cardad y ayuda a os
escavos que ban y venan tras as re|as de paaco.
En os ntervaos, cuando e tumuto de voces exhaustas se
debtaba un poco, se oa un sondo montono, de gopes
reguares, producdo por os que haban encontrado huesos
mondos durante e trayecto hasta e paaco, y gopeaban con
eos e pavmento, en stos abrgados, pdendo comda. E
vento, que fuera fresco por e da, haba cambado a atardecer, y
ahora sopaba desde e este en bocanadas entas, dbes,
caentes, portadoras de a peste. Trozos de os vestdos
harapentos de agunos de os cuerpos postrados que yacan ms
expuestos a su paso, ondeaban entamente con cada rfaga,
como estandartes pantados por a Muerte en as defensas a
punto de caer renddas de a cudadea de a Vda. E vento se
coaba por as ventanas abertas de paaco, cdo y meftco,
como contamnado por e aento de as paabras furosas e
mpdcas que evaba hasta a saa de banquetes donde se
encontraban os temeraros nvtados de senador. A recorrer as
escenas que se despegaban a su paso, adqura una portentosa
sgnfcacn: pareca sopar como a atmsfera que exudan os
absmos de horno de centro de a terra y exhaar snestras
advertencas sobre una fata convusn de toda a trama de a
Naturaeza en a cae atestada y gubre.
Ese era e panorama que se despegaba frente a paaco y esos
os espectadores reundos con feroz ansedad para ser testgos de
a destruccn de hogar de senador. Mentras tanto, en e nteror
de edfco ya estaba a punto de comenzar a fata orga.
Los escavos (quenes, a partr de as caamdades acaecdas en
a cudad stada haban rea|ado con absouta mpundad a usua
obedenca mpcta a sus amos) haban acordado que en cuanto
concuyeran os tmos preparatvos estaran en bertad de
ocuparse de su propa segurdad abandonando e paaco madto.
Ya se poda advertr a agunos de os ms dbes y pusnmes
sar a toda prsa haca os |ardnes por as puertas traseras, como
ngeneros que, tras coocar a carga para voar un tren,
escaparan antes de que se produ|era a exposn. La mayora de
os srventes que an permanecan en e paaco se dedcaban a
beber de as |arras de vno que se es haban entregado para que
conservaran hasta e tmo momento as fuerzas desfaecentes.
La bufonada de a ocasn se haba extenddo ncuso a sus
vestdos: sus cuerpos consumdos estaban atavados con breas
verdes y fa|as de coor cereza. Beban en absouto senco. En sus
fas no se adverta a menor sea de bertna|e o embraguez.
Confusamente apeotonados, como tratando de protegerse unos a
otros, de vez en cuando es anzaban rpdas o|eadas de
sospecha y aprensn a unos ses u ocho srventes de ms
categora que ban una y otra vez hasta e extremo ms ae|ado
de corredor ocupado por sus camaradas, y que en ocasones
avanzaban por os rectos pasos que desde a conducan a as
puertas deanteras de a mansn, donde parecan ntercambar
furtvas seaes con agunos de os congregados en a cae. Se
haban corrdo vagos rumores sobre a exstenca de una
conspracn secreta entre agunos de os escavos prncpaes y
certos rufanes escogdos, encamnada a asesnar a todos os
ocupantes de paaco, apoderarse de sus tesoros y, despus de
abrr as puertas de Roma a os godos, escapar con e botn en
medo de a confusn de pa|e de Roma. Nada se haba
averguado de certo, pero os pocos domstcos que se
mantenan apartados eran ob|eto de a unnme sospecha de sus
compaeros, que os vgaban con o|os ansosos mentras beban
su vno. Aunque a escena que se desarroaba entre os escavos
que an permanecan en e paaco era dferente de a que
protagonzaban os grupos dspersos en a cae, a prmera era, a
su manera, un anunco tan sombro de una caamdad en cernes
como a segunda.
La gran saa de banquetes de paaco, preparada como estaba
ahora para una festvdad, mostraba un aspecto desconocdo y
meancco.
Las maczas mesas an se extendan a todo o argo de a nobe
habtacn, rodeadas por u|osos trcnos, como en pocas
pasadas; pero en sus brantes superfces no haba n e menor
vestgo de comda. Rcas |arras, garrafas y copas, todas
rebosantes de vno, ocupaban a mesa de banquete. Arrba,
cogadas de techo a poca atura, ardan dez grandes mparas,
cuyo nmero se corresponda con e de os comensaes reundos,
que, de os centos de caaveras que se hartaran a expensas de
Vetrano durante as espnddas veadas que ya nunca se
repetran, eran os ncos que se haban mostrado dspuestos a
asstr a |ogoro. En e extremo de a habtacn ms ae|ado de a
gran puerta .de entrada cogaba una gruesa cortna negra,
aparentemente destnada a mantener en e mstero un ob|eto
que se encontraba detrs de ea. Deante de a cortna arda una
amparta de crsta amaro coocada sobre una ata base dorada,
y deba|o y a su arededor, amontonados contra as paredes
ateraes y sobre parte de a mesa, haba una masa heterognea
y confusa de ob|etos suntuosos, todos de naturaeza ms o menos
nfamabe, y todos rocados con acetes perfumados. Centos de
yardas de cogaduras de espndda varedad, roos de
manuscrtos, abgarrados vestdos de todos os coores, |uguetes,
utensos, nnumerabes muebes de madera repu|ada con
hermosos y raros dseos haban sdo descudadamente apados
contra as paredes de a habtacn y se azaban en un ato
montn haca e techo.
En todos os espacos de as mesas que no estaban ocupados por
as |arras de vno se haban coocado |oyas de oro y pedras
precosas que desumhraban a vsta con su bro, mentras que
en extraordnaro contraste con a magnfcenca tan
profusamente despegada, en una de as esqunas de a
habtacn ms cercanas a a puerta se adverta un ve|o pedesta
de madera, cuberto por una burda tea, en e que haba uno o
dos cuencos de barro ms corrente que contenan o que podra
denomnarse una "papa" de savado cocdo y carne de cabao
saada. E oor repusvo que quzs despdera ese extrao
compuesto era ahogado por os dversos perfumes que se haban
dspersado en a habtacn, que, a mezcarse con a brsa cda
que se coaba desde a cae por as ventanas, producan una
atmsfera tan opresva y debtante, a pesar de a seduccn
artfca que consttuan para e sentdo de ofato, como e are de
una ceda o os vapores de un pantano.
Aunque a transformacn de aspecto de a saa de banquetes
resutaba notabe, no era ms que un db refe|o de deteroro
sufrdo por a aparenca de anftrn y sus nvtados. Vetrano
estaba recnado a a cabeza de a mesa, vestdo con una estoa
escarata. Cubra su pecho una toaa bordada, con boras y
festones morados undos por aros de oro, y brazaetes de pata y
marf adornaban sus brazos. Pero e atuendo era o nco que
quedaba de hombre de otros tempos. La ncnacn de su
cabeza se seme|aba a a que produce a ve|ez; sus brazos en|utos
parecan cas ncapaces de sostener e peso de os adornos que
refugan en eos; sus o|os haban adoptado una permanente
expresn de trastorno y ena|enacn; y una padez morta cubra
as me|as otrora turgentes y |ovaes que tantas amantes
besaran, en rapto mercenaro, en pocas pasadas. Tanto en su
aparenca como en sus maneras e eegante vouptuoso que
conocmos en a corte de Rvena estaba tota e rremsbemente
cambado. Los otros ocho patrcos que se recnaban en os
trcnos en torno a su transformado anftrn agunos
vocngeros e rrefexvos, otros sombros e dotzados tambn
haban sufrdo a ordaa de asedo, e hambre y a peste.
Esos eran os reundos, representados en o ato por nueve de as
mparas encenddas. La dcma y tma ndcaba a presenca de
un nvtado ms, que se recnaba en su trcno un poco apartado
de resto.
Ese ndvduo era un |orobado; su rostro en|uto y huesudo era de
un tamao repusvamente desproporconado en reacn con su
cuerpo dmnuto, que pareca dobemente desprecabe envueto
como estaba en una tnca ancha y de coores abgarrados. Sado
de os estratos ms ba|os de a pebe, haba conqustado
graduamente e favor de sus superores con su habdad para as
parodas burdas y para proveer os medos que satsfceran os
peores vcos de todos os que empeaban sus servcos. Despus
de perder a a mayor parte de sus centes durante e asedo y de
haarse brado a morr de hambre, haba obtendo permso
ahora, como tmo recurso, para partcpar en e Banquete de
Hambre, a fn de anmaro con una tma exhbcn de sus
bufonadas y de morr con sus amos como vvera con eos: como
un escavo, un parsto, un mtador de os peores de sus vcos y
os ms horrendos de sus crmenes.
A nco de a orga, cas o nco que se oa era e entrechocar de
as copas de vno, os ocasonaes murmuos de os comensaes y
as voces confusas de os congregados afuera, que se coaban por
a ventana desde a cae. E desesperado pacto, ahora que su
e|ecucn haba fnamente comenzado, sobrecog a os
comensaes a prncpo a pesar de s msmos. A cabo de un rato,
cuando se hzo una pausa de reatvo senco cuando una
tempora cama se mpuso a os sondos procedentes de exteror,
cuando se vacaron as copas de vno y reposaron sobre a mesa
por un momento antes de que fueran de nuevo enadas,
Vetrano se evant vacante y tras anuncar con una sonrsa de
bura que ba a pronuncar a apooga fnebre propa y de sus
amgos, apunt a a pared que quedaba a sus espadas como a un
ob|eto destnado a despertar e asombro o a hardad de sus
temperamentaes nvtados.
En a parte superor de a pared se haban coocado varas
estatuas de bronce y mrmo que representaban todas a dueo
de paaco y estaban todas adornadas con mnas de oro. Deba|o
se podan ver os contratos de arrendo de sus hacendas, escrtos
en dversos coores sobre pergamno banco; y todava ms aba|o,
rayado en e mrmo con caracteres superfcaes e rreguares,
estaba nada menos que su eptafo, compuesto por msmo. Su
traduccn sera ms o menos a sguente:
Detente, Espectador!
S has cutvado con reverenca os paceres de gusto,
haz un ato en estas ustres runas
de o que fue un paaco;
y ee con respeto, sobre esta pedra,
e eptafo de
VETRANIO, e senador.
Fue e prmero en nventar una
Sasa para Ruseores extosa:
su geno atrevdo y creatvo aad mucho, y habra
aaddo an ms a
ARTE DE LA GASTRONOMA;
pero por desgraca para os ntereses de a cenca
vv en a poca en que os brbaros godos staron
LA CIUDAD IMPERIAL;
a hambruna o de| sn recursos para sus expermentos
gustatvos,
y a peste o prv de cocneros a os cuaes nstrur!
Desafado en todo sentdo por a fuerza de crcunstancas
adversas, y convencdo de que su vda ya no era de utdad para
os ntereses cunaros de Roma,
nvt a amgos escogdos a ayudaro,
beb a concenca hasta a tma gota de vno que quedaba
en sus bodegas,
encend a pra funerara de y de sus nvtados
en a saa de banquetes de su propo paaco
y mur, como haba vvdo,
como e patrtco CATON
de a gastronoma de su pas!
Ved excam Vetrano seaando a eptafo con are de
trunfo, ved en cada nea de esas paabras eocuentes a
garanta de m resueta adhesn a compromso que nos une aqu
y as bases de m |usto recamo a respeto de a posterdad por
ms servcos a a ms t de as artes, que practqu en benefco
de a espece! Leed amgos, hermanos, mrtres tambn de a
gora, y mentras es, regoc|aos conmgo por a hora de nuestra
partda de este teatro mancado, que ya no es dgno de a
ceebracn de os |uegos de a Vda! Pero antes de que contne
e banquete, escuchadme: este es m tmo dscurso, que
pronunco en m cadad de arbtro de nuestro fnebre cncave,
de anftrn de Banquete de Hambre!
"Oun se resgnara a consumrse nnobemente vencdo por a
enta superordad de hambre, o a perecer ba|o e acero
centeeante de a espada de conqustador brbaro, cuando se e
ofrece a posbdad de optar por una muerte como a nuestra?
Cuando e vno corre respandecente para ahogar os sentdos
en a ndferenca, y un paaco y todos sus tesoros son e
escenaro de a |uerga y a radante pra funerara? Los grandes
fsofos de a Inda os nsprados gmnosofstas mureron
como o haremos nosotros! Caano ante Ae|andro, Zamaro en
presenca de Augusto, encenderon as hogueras que os
consumeron! Sgamos su goroso e|empo! Los gusanos no
harn presa de nuestros cuerpos, no auarn dscordantes
paderas a suedo en nuestros funeraes! Purfcados por e
respandor de fuego prmgeno, desapareceremos trunfantes de
a vsta de amgos y enemgos, y seremos un maravoso
espectcuo para este mundo y una vsn de gora para os
msmos doses!
"Es acaso un da ms o menos de vda o que nos mporta
ahora? No; es so haca a muerte ms fc y nobe que pueden
voverse nuestras aspracones! No hay uno entre nosotros a
quen puedan ya nteresare as preocupacones de a exstenca!
"Aqu, a m derecha, se encuentra recnado m estmado
camarada de m banquetes, Furo Baburo Pcdo, quen, cuando
navegbamos por e ago Lucrne se que|aba de ntoerabes
moestas s una mosca se posaba en os dorados pegues de su
sombra; quen penaba por una terra de oscurdad cmera s un
rayo de so penetraba a travs de dose de seda de a terraza de
su |ardn; y quen ahora e dsputa un bocado de carne de cabao
a ms mserabe de sus escavos y cambara a ms rca de sus
vas campestres por un cesto de pan ms v! Ah, Furo Baburo
Pcdo, de qu puede servrte ya a vda?
"A, a m zquerda, dstngo e sembante aterado, pero an
expresvo, de resueto Taco, que castgaba con cen atgazos a
un escavo s no e traa su agua tba en cuanto a ordenaba; e
msmo cuyo sereno despreco por todos os membros de a
espece humana con excepcn de msmo o dspuseran otrora
entre os ms grandes fsofos de a humandad; hasta
deambua ahora por su paaco sn que nade o srva y adua a
pebeyo que e vende una racn de asqueroso savado! Ah,
admrado amgo, sabo Taco, dme, hay ago en Roma que te
haga posponer tu va|e a os Campos Eseos?
"Un poco ms e|os en a mesa veo, bebendo coposamente
mentras habo, oh, Marco Moeco Moemo, tu fgura antao roza
y |ova! T, que soas otrora regoc|arte de o argo de tu nombre,
porque es permta a tus amgos beber ms a brndar con una
copa por cada una de sus etras, dme, qu saa de banquetes
que no sea esta permanece aberta para t? Y as, prvado en a
cudad de tus trunfos socaes, qu te convencera de no hacer
de nuestra soemndad festva tu tma |uerga en este mundo?
"Y t tambn, gracoso |orobado, prncpe de os parstos,
nescrupuoso Reburro, dnde que no sea en este Banquete de
Hambre te proporconarn tus bufonadas ahora un trago de vno
reanmador? Tus amos te han de|ado abandonado en e
estercoero de que saste! Nunca ms hars zaemas en su
nombre cuando pdan prstamos n bravuconadas cuando pagan!
No hars ms fasas acusacones de envenenamento o empeo
de a maga para envar a prsn a sus eno|osos acreedores! Ah,
ofcoso scofante, ya tus ocupacones son cosa de pasado! Bebe
mentras puedas y despus abandona tus despo|os a arryente
odo!
"Y vosotros, ms cnco amgos restantes, a quenes, poco deseoso
de ms demoras, me drgr coectvamente, pensad en a poca
cuando a sospecha de una enfermedad nfeccosa de cuaquera
de vuestros compaeros bastaba para separaros de ms querdo
de eos; cuando os escavos que venan de sus paacos se vean
sometdos a argas abucones antes de acercarse a vuestra
presenca; y a recordaro, refexonad que a mayora de nosotros,
quzs todos, nos reunmos aqu ahora ya contagados por a
peste, y entonces decdme, qu de bueno tene penar por una
vda que ya no os pertenece?
"No, amgos, hermanos de este banquete; a sentr que cuando a
vda no tene vaor es ocura vvra, no pods renuncar a a
espndda decsn que nos une, no pods deteneros en vuestra
gozosa partda de este mundo; os agravo a dudaro!
Permtdme, en cambo, recamar vuestra atencn para un tema
ms dgno: a enumeracn de as ceremonas festvas que
marcarn e curso de banquete. Concuda esa tarea, despus de
reazar como corresponde a ceremona de daros a tma
benvenda a estos saones, me uno a vosotros una vez ms en
vuestro homena|e fna a a dedad que presde nuestras vdas
socaes, a dos de Vno!
"No os resuta nuevo, conocedores como sos de as antguas y
amenas costumbres de a mesa, que agunos de os que nos
precederon acostumbraban a pedre que presdera sus
banquetes a uno de os grandes esprtus avezados en a fosofa,
hacendo as as veces de maestro adems de ser un comensa.
Me he ocupado de revvr esa tradcn; y como nuestra reunn
no tene paraeos en o heroco de su propsto, me propuse
nvtar a a aguen tambn sn paraeo, fuera como maestro o
como comensa. Anmado por una orgna dea, sn que o
advrteran ms escavos, auxado so por m no cantor, e fe
Gyco, he ogrado esconder detrs de esa cortna negra a un
nvtado a nuestra |uerga dstnto a todos con os que habs
compartdo antes un banquete, cuya aparcn en e momento
adecuado os enar de rresstbe asombro, y cuyo dscurso
peno no so de sabdura humana se nsprar en os secretos
nocturnos de a tumba. A m ado, en este pergamno, estn as
preguntas que e drgr Reburro a Orcuo de os Msteros de
Otras Esferas cuando se corra a cortna.
"Ved ante vosotros, en esas |arras, todo o que queda de ms
bodegas antao ben surtdas, y todo o que ofrezco a os
paadares de ms nvtados! Asstmos a Banquete de Hambre, y
nngn amento ms vugar que e vno nsprador se admtr en
a mesa de a bacana. No obstante, s aguno de vosotros, en sus
tmos momentos, sente a debdad de contamnar sus abos
con una comda dgna so de os gusanos, puede drgrse a a
pobre y mezquna mesa, smboo de a pobre y mezquna comda
que en ea se encuentra, y que est a, a oscuras, a ms
espadas. A encontrar (en cantdad apenas sufcente para
mserabe sustento de un hombre) os tmos bocados de ms v
amento que quedan en e paaco. En o que a m toca, m
decsn es rrevocabe; so a generosa copa de vno tocar ms
abos!
"A encma estn dez mparas que se corresponden con e
nmero de os amgos aqu reundos. A medda que e vno nos
venza, os comensaes que permanezcan ndemnes a nuestras
bacones extngurn, una tras otra, esas mgenes nfamadas
de a vda; y e tmo de eos, tras encender esta antorcha con
a tma mpara, dar cumnacn a banquete y ceebrar su
goroso fna encendendo a pra funerara con ms tesoros,
amontonados a, |unto a as paredes de m paaco! S perdo e
sentdo antes que vosotros, |uradme que aque que pueda an
evarse a copa a os abos despus de que haya cado de as
manos de os dems, encender a pra! |urado por vuestras
amantes perddas, vuestros amgos perddos, vuestros tesoros
perddos! |urado por vuestras propas vdas, dedcadas a os
paceres de vno y a a purfcacn medante e fuego!
Cuando con os o|os reampagueantes y e rostro encenddo
Vetrano se de| caer de nuevo en su trcno, sus compaeros,
nfamados por e vno que ya haban bebdo, se puseron de pe,
copa en mano, y se voveron haca . Sus voces dscordantes
pronuncaron a unsono e |uramento; y despus, cuando
regresaron a su anteror poscn, todos cavaron os o|os en a
cortna negra presas de ardente curosdad.
Haban advertdo a expresn snestra y sarcstca de Vetrano a
menconar a su nvtado ocuto; saban que e |orobado Reburro,
entre sus muchas otras habdades para as bufonadas, era un
destro ventrocuo; y sospechaban a presenca de una magen
espantosa o grotesca de un dos o demono pagano en e rncn
ocuto, a que a payasada de parsto dotara de voz. Todos
esperaban ansosamente comentaros basfemos sobre a vda, a
muerte y a nmortadad. Vetrano percb a mpacenca genera
porque se correra a cortna, y tras pedr senco con un gesto,
excam mperoso:
An no ha egado a hora Hay que beber ms, hay que servr
ms bacones antes de que se revee e mstero de a cortna!
Aqu! Gyco! contnu vovndose haca e no cantor, quen
haba entrado en senco en a habtacn, ha egado tu hora!
Afna a ra y recta m tma oda, que os he dedcado a
vosotros! Oue a beeza de a poesa presda e banquete de a
Muerte!
E no avanz temboroso; su rostro antes rozagante se vea
ahora marchto y sn coor; sus o|os estaban cavados con una
mrada de terror en a cortna negra; su sembante reveaba de
manera papabe que o atormentaba un recuerdo secreto y
abrumador que haba anquado todas sus dems facutades y
percepcones. Desvando e rostro de de su amo con are cas
cupabe, ese frg y degradado ser, trste exponente de docdad
descarrada y |uventud envecda, se detuvo |unto a trcno de
Vetrano.
No obstante, an fe a os deberes de su profesn, desz os
dedos facos y temborosos por as cuerdas de a ra y preud
mecncamente e nco de a oda. Pero e senco atento que se
produ|o permt que egaran a a saa de banquete con ms
cardad os confusos rudos que producan os congregados en a
cae; y en ese momento, por sobre os dems sondos, se az
ronca, arrebatada, terrbe a voz de un hombre.
No me dgs grt, que de paaco sae aroma de
perfumes. Son vapores maoentes! Ved, se asentan aqu y me
sofocan! Baan e ceo y a terra, y a os hombres que se
mueven a nuestro arededor, en un fero respandor verde!
Entonces, as voces de otros hombres y mu|eres, agudas y
sava|es, o nterrumperon a coro:
Paz, Davo! Despertas a os muertos que te rodean!
Octate en a oscurdad; has contrado a peste; tenes a pe
arrugada y as encas sn dentes!
Cuando prendan fuego a paaco te van a arro|ar a as amas
para purfcar tu caparazn podrdo!
Canta! excam Vetrano furoso a advertr os
estremecmentos que recorran e cuerpo de no y o mantenan
mudo. Tae a ra, como a ta Tmothets en presenca de
Ae|andro! Ahoga en meodas e adrdo de os perros que
esperan por os restos de nuestro banquete en a cae!
Db y vacante, con voz nsegura y exange, e aterrorzado
Gyco comenz a entonar a fosofa pagana de su cancn, con e
espantoso acompaamento de os rudos sava|es e
nnterrumpdos de as voces que|umbrosas que egaban de
exteror. La oda deca as:
A GLYCO
Ah, Gyco! Te adornas de fores
Oue perden sus beos coores
Ms ento que e gozo, tan breve?
Los eaes que hoy son tu soaz
Son nada, son barro mendaz,
Mentras de a Muerte aeve!
E gozo que nsprar soas
S eves a ra taan
Lgeros y raudos tus dedos,
Brotar ha de otra destreza.
E canto, da ya tu beeza
Ser en otro son y otro ruedo!
La nube que ascende hasta e so,
Oue rrada su beo fugor
Y parte sn decrnos dnde
Es copa de apso fugaz
De a vda, y despus, a fna,
De ro y e fero Caronte!
Cuando otros o queren nacemos
Y en a vda cegos cedemos,
A a bsqueda de pacer;
Lo dgno, o nco heroco
Es morr cua fees estocos,
Acto tmo en nuestro poder!
Oun quere entre amargos fracasos
Esperar de Sno e acaso
S a vda cobra su preco?
Ah, no! Cuando e fo se embota
Tremos a vda ya rota
Ufanos en nuestro despreco!
Un brnds a a saud de Gyco! Un buen trago en honor a un
cantante ceesta que ha ba|ado a a terra! excamaron os
comensaes azando sus copas cuando concuy a oda y
vacndoas hasta a tma gota. Pero sus apausos ebros no
egaron a os odos a os que se drgan. La voz de no, a cantar
a tma estrofa de a oda, haba adqurdo sbtamente un tono
agudo, cas sobrenatura, y despus haba vueto a ba|ar a
susurrar as tmas notas; y ahora, cuando sus dsoutos oyentes
voveron haca sus mradas de aprobacn, o veron de pe
ante eos, fro, rgdo y mudo. Un nstante despus, su rostro
parazado se contra|o en una mueca sbta; su cuerpo se
tambae, como desgarrado por un espasmo; cay pesadamente
a sueo. Los que estaban ms cerca se acercaron a con paso
nseguro y o azaron en brazos. Su ama haba roto as ataduras
de vco con que otros a manataran; a voz de a Muerte e haba
susurrado a escavo de Crmen, ese gran dspota, "S bre!"
Hemos odo a voz de csne cantando su propo hmno
fnebre! d|o e patrco Pcdo mrando aternatvamente con
pedad sensbera e cadver de no y e rostro de Vetrano, que
haba adqurdo una nvountara expresn de door y
remordmento.
Nuestro magro de beeza, nuestro no dos de a meoda,
ha partdo antes que nosotros haca os Campos Eseos! must
Reburro, e |orobado, con acento spero y sarcstco.
Entonces, en e corto ntervao de senco que se produ|o a
contnuacn, as voces procedentes de a cae undas en esta
ocasn a rudo de unos pasos que se acercaban por e
pavmento voveron a orse caramente en a saa de
banquetes.
Notcas! Notcas! grtaron os refuerzos frescos que se
ncorporaban a a horda ya reunda frente a paaco.
Manteneos |untos, os que an quers segur vvendo! Unos
desconocdos han atrado a caes despobadas a cudadanos que
andaban soos, y nade ha vueto a veros! En una carncera se
han encontrado tarros de carne recn saada aunque en a
cudad ya no quedan bestas que sacrfcar! Manteneos |untos!
Manteneos |untos!
Nngn canba de a pebe profanar e cuerpo de m pobre
no! excam Vetrano despertando de su breve etargo de
door. Taco! Marco! Vosotros que an pods manteneros de
pe! Levmoso a a pra funerara! Ha muerto prmero: sus
cenzas se consumrn prmero!
Los dos patrcos a quenes se haba drgdo se evantaron y o
ayudaron a evar e cuerpo a extremo ms ae|ado de a
habtacn y a coocaro sobre a mesa que estaba deante de a
cortna negra, entre os montones de teas y muebes apados
contra as paredes. Despus, mentras sus nvtados regresaban
atrompcones a sus ugares, Vetrano, todava |unto a cadver, y
azando en sus manos nseguras una pequea |arra de vno,
excam con tono de feroz exutacn:
Ha egado a hora; e banquete de Hambre ha concudo; ha
comenzado e banquete de a Muerte! Un brnds a a saud de
nvtado ocuto tras a cortna! Escancad e vno, bebed, mrad!
Tom un argo trago de a |arra y corr a negra cogadura que
quedaba por encma de su cabeza. Los comensaes embragados
de|aron escapar un grto de terror y asombro a ver en e rncn
ahora expuesto a a vsta de todos e cadver de una ancana
vestda de banco y sentada en un ato trono negro, con a faz
vueta haca eos y os brazos (sostendos medante un artfco)
extenddos haca a mesa de banquete, como s reaara una
acusacn. La mpara de crsta amaro que arda en o ato
anzaba sobre a ancana una uz pavorosa y vacante; e cadver
tena os o|os abertos y a mandbua cada; as argas trenzas
grses cogaban pesadas a ambos ados de as me|as bancas y
hunddas.
Mrad! excam Vetrano seaando a cadver, mrad a
m nvtada secreta! Oun me|or que os muertos para presdr e
banquete de a Muerte? Con a ayuda de Gyco y gracas a a
oscurdad de a noche cmpce, me hce de prmer cadver que
encontr en a cae y o cooqu ah, sn que nade o sospechara:
e ms adecuado doo de nuestras devocones y fsofo de
nuestro banquete! Otro brnds en honor a a rena de as |uergas
mortaes, a a maestra de os msteros de os mundos
desconocdos, rescatada de corromperse nseputa para sucumbr
entre as amas consagradas, |unto a os senadores de Roma! Un
brnds! Un brnds a a saud de a gran madre, antes de que
comence sus reveacones mstcas! Escancad e vno, bebed!
Exatados por e e|empo de su anftrn, recuperados de su
momentneo pasmo, ya prevamente nfamados por a oca
temerdad de a ncontnenca, os nvtados se puseron de pe y
responderon a a fanfarronada de Vetrano con grtos
desenfrenados. La escena en ese momento era cas sobrenatura.
E sava|e desorden de as mesas rcamente puestas; e vno
derramado de as |arras cadas a sueo; as grandes mparas que
ardan con uz brante y serena sobre a confusn; os gestos
feros, os sembantes desordenados de os |uergustas que
bandan sus copas en|oyadas por sobre sus cabezas en frentco
trunfo; y, por otro ado, e cuadro sombro y aterrador en e otro
extremo de san: a cortna negra, a uz que arda sotara sobre
su ato pedesta, e no muerto sobre a mesa de banquete, e
amo de pe a su ado que, como un esprtu magno, apuntaba
haca arrba, en gesto de bura, a cadver vestdo de banco de a
mu|er que se azaba en pose tan poco natura, con os degados
brazos extenddos y e sembante espectra que pareca moverse
cuando a uz db y vacante o aumbraba; todo eo consttua
una combnacn cas sobrenatura que es posbe pntar, pero no
descrbr. Era a encarnacn de a vsn de un hechcero, un
apocapss de pecado trunfante sobre os tmos .restos
mortaes de mundo en as bvedas de a muerte.
A o tuyo, Reburro excam Vetrano cuando e tumuto se
apacgu, a tus preguntas sn ms tardanza! Observa a a
maestra con a cua te comuncars! Estuda con atencn e
pergamno que tenes en tus manos. Pregunta, y hazo con voz
fuerte: es habas a os muertos mperturbabes!
Desde poco antes de que se deveara e cadver, e |orobado
haba permanecdo aparte, sentado en e extremo de a
habtacn opuesto a rncn ocuto por a cortna negra,
estudando e manuscrto que contena a sta de preguntas y
respuestas de mpo dogo que sostendra, con ayuda de sus
habdades de ventrocuo, con e cuerpo profanado. A correrse a
cortna, haba evantado a vsta un momento para saudar a
aparcn de cuadro que ea ocutara con una carca|ada de
regoc|o bruta, y de nmedato haba rencado e examen de
basfemo nterrogatoro confado a su cudado. Cuando Vetrano e
orden que comenzara, se puso de pe, atraves a habtacn con
paso nseguro en dreccn a cadver y, a medda que se
aproxmaba a , comenz e dogo en voz ata y burona:
Haba, mserabe resto de decrpta mortadad!
Hzo una pausa despus de pronuncar esas paabras y, tras
coocarse en una poscn en que a uz de a mpara e de|aba
ver e sembante soemne y ptreo de a muerta, a mr
desafante, nstantneamente sufr una aterradora
transformacn: de| caer a sueo e manuscrto, su cuerpo
deforme se encog y trastab, de| escapar un grto agudo de
reconocmento, ms parecdo a audo de una besta sava|e que
a a voz de un hombre.
De nmedato, cuando os restantes nvtados se ncorporaron
para nterrogaro o mofarse de , vov entamente e rostro
haca eos. Aun en su mprudenca y ebredad, e aspecto de
|orobado os redu|o a ms absouto senco. Su rostro haba
adqurdo un tono cadavrco, como e de cuerpo que estaba
sobre su cabeza; gruesas gotas de sudor corran por como
gotas de uva; sus o|os muy abertos y secos recorreron con
mrada feroz os sorprenddos sembantes de sus compaeros, y,
a tempo que extenda haca eos os brazos con os puos
apretados, must con voz ronca y entrecortada:
Oun ha hecho esto? MI MADRE! MI MADRE!
Cuando esas pocas paabras de enorme sgnfcacn, aunque
sencas en s msmas egaron a odos de aqueos a quenes
estaban drgdas, quenes no estaban ya sumdos en a ms
absouta nsensbdad se mraron entre s cas sobros por un
momento, y todos guamente mudos. Ahora no se oa en a mesa
de banquete n e entrechocar de as copas de vno; so se
escuchaba e sondo, por momentos estreptoso o ms sofocado,
de as voces de terror, cnsmo y angusta procedentes de a cae;
y os roncos y convusvos acentos de |orobado, que vova de vez
en cuando a pronuncar as paabras terrbes con que dentfcara
a cadver:
MI MADRE! MI MADRE!
A cabo, Vetrano, que fue e prmero en recobrarse, se drg a
aterrorzado y abyecto ser en tonos que, aun a su pesar,
reveaban un espanto y una contencn nusuaes:
Cmo, Reburro! excam, a bebda te ha prvado hasta
ta punto de a razn que amas madre a prmer cadver que
encontr por casuadad en a cae y por casuadad tra|e aqu?
Fue acaso para que nos habaras de tu madre, que, vva o
muerta, n conocemos n nos preocupa, que te admtmos entre
nosotros? Tus orgenes son oscuros; tu herenca, de harapos,
qu nos pueden nteresar tus padres pebeyos? contnu, a
tempo que vova a enar su copa y asuma un are de fasa ra.
A tu dogo sn ms retrasos, o te arro|aremos por as ventanas
a reunrte con tus guaes, a chusma que est en a cae!
E |orobado no contest a as amenazas de senador n con
paabras n con gestos. Para ,l, a presenca de a muerta
ahogaba a voz de os vvos. E castgo sufrdo haba destrozado
su ser mora, como habra destrozado un rayo su ser fsco. Su
ama se debata en a agona ante a dea de a espantosa
fatadad que ergera a a madre muerta en |uez de h|o
envecdo; esa fatadad que haba drgdo nconscentemente a
mano de senador a seecconar e cadver de a madre utra|ada
como ob|eto de a aevosa bufonada de h|o rrefexvo, |usto a
fna de su mpa carrera. Su pasado desf ante sus o|os, por
prmera vez, como una vsn masana, como una pesada de
horror, mpureza y crmen. Avanz a tropezones por a habtacn,
apoyndose en as paredes, como s a oscurdad de a
medanoche cubrera sus o|os, y se agach |unto a a ventana
aberta. De a cae suban as voces mavadas y omnosas; o
rodeaba e nmsercorde grupo de sus amos; ante se azaba a
vsn acusadora de cadver.
No habra pasado mucho tempo antes de que aguen o
nterrumpera en su refugo de no ser por un suceso que apart
de a atencn de Vetrano y de sus nvtados. Tras beber
furosamente para borrar todo recuerdo de a catstrofe que
acababan de presencar, tres de os |uergustas haban sucumbdo
a as maas consecuencas de un exceso que sus organsmos
debtados no estaban en condcones de soportar. Uno tras otro,
con breves ntervaos entre eos, haban cado sn sentdo sobre
sus trcnos, y una tras otra, as tres mparas ms cercanas
haban sdo extngudas. E resto de os comensaes pareca
destnado a sufrr e msmo rpdo fn, con excepcn de Vetrano
y os dos patrcos recnados a su derecha y a su zquerda. Esos
tres conservaban e aspecto de ser dueos de s msmos, pero en
sus sembantes se adverta un cambo sombro. Sus rostros
trastornados ya no mostraban as anterores expresones de
besta |ovadad y fera temerdad; se espaban entre s
sencosos, con o|os vgantes y suspcaces; cada uno de eos, a
enar su copa de vno, banda con gesto eocuente a antorcha
con a que e tmo bebedor encendera a pra funerara. A
medda que decreca e nmero de sus rvaes y se extngua a
ama de mpara tras mpara, a competenca fata por a
supremaca sucda adqura un nuevo y profundo nters, y haca
ovdar todo otro propsto y ob|etvo. E cadver a pe de a mesa
de banquete y e nfez que se ovaba en su nfortuno |unto a a
ventana pasaban guamente nadvertdos. En as mentes
aturddas y brutazadas de os comensaes so quedaba una
sensacn: a ntensdad de a expectacn que precede a
resutado de un combate a muerte.
Pero poco despus despertando a atencn que de otro modo
nunca e habran prestado se oy a voz de |orobado en cuyo
pecho haba nacdo e arrepentmento que haca con tono
sava|e y que|umbroso una extraa confesn de envecmento y
pecado que a nade estaba drgda y que brotaba de as
profunddades de su ama herda. Se ncorpor a medas, y con
os o|os hunddos cavados en e cadver, de sus abos saeron
as sguentes paabras:
La tma vez que a v con vda fue cuando se me acerc en a
cae soa, db y pobre para rogarme que vovera a su ado
en su ve|ez y su soedad; y para recordarme cunto me haba
amado en m nez precsamente porque era deforme, y cmo me
haba cudado a o argo de os camnos romanos para que nade
abusara o se burara de m! Las grmas corran por sus me|as;
se arrod ante m en e pavmento! Y yo, que a abandon por
su pobreza para convertrme en un escavo en os paacos de os
madtos rcos, e arro| un puado de monedas, como a un
mendgo que me moestara, y segu m camno! Mur
desamparada! Su cuerpo estaba nseputo, y yo no o saba! E
h|o que abandon a su madre no vov a vera nunca ms, hasta
que se az ante , vengatva, horrbe, sn vda! Una vsn de
muerte que nunca podr ovdar! Ay de madto por su
deformdad y por e cadver de su madre!
Hzo una pausa y vov a caer a sueo, abyecto y mudo. E
trnco Taco, tras examnaro con una mueca de cera h|a de a
embraguez, tom un vaso vaco y mostr ntencones de anzaro
con su mano vacante a a fgura postrada de |orobado, cuando
un grto e de una mu|er que se az sobre e crecente
estrpto provenente de a cae, reson penetrante y turbador en
a saa de banquetes. E patrco desst de su propsto a oro, y
e prest mecnco odo, con a atencn mezca de necedad y
astuca de a embraguez.
Auxo! Auxo! ch a voz ba|o as ventanas de paaco;
an me sgue; se abaanz sobre m h|o muerto, que yo evaba
en brazos! Cuando me anc a sueo para protegero con m
cuerpo, o v acechando a oportundad de trar de por uno de
sus membros para arrebatrmeo; en sus o|os se vean e hambre
y a ocura; o ahuyent, hu, an me sgue! Savadnos!
Savadnos!
En ese nstante, e sondo de feros aardos y pasos apresurados,
segudo por e rudo aterrador que producan os fuertes gopes
asestados en varos puntos de a re|a de acero que guardaba as
puertas de paaco, ahog sbtamente a voz de a mu|er. En e
ntervao entre os gopes, que eran entos, concertados y
reguares, se podan or os grtos entrecortados que
ntercambaban os enfurecdos nfeces, que apeaban a sus
tmas energas para gopear como o hacan:
Ms duro, ms! Por as puertas traseras nos mpden a
entrada aqueos a quenes s se es permtr saquear e paaco.
Vosotros, os que quers compartr e botn, gopead de frme! A
vuestros pes tens as pedras, as puertas de entrada cedern a
vuestros gopes.
A msmo tempo, procedente de as habtacones de os ba|os,
sub un sondo confuso de pasos fuertes y voces acaoradas. Se
oy e rudo de puertas que se abran y se cerraban
voentamente; grtos e nsutos resonaron a o argo de os
ma|estuosos corredores de pedra que conducan de os saones
de espera de os escavos a a escanata prncpa; a tracn en
e nteror de edfco era tan evdente como a voenca que
segua manfestndose en e asato a as puertas desde e
exteror. No sn motvo os escavos haban sospechado de sus
|efes; en a casa de a desvergenza y a muerte se haban
organzado bandas para proceder a pa|e y e asesnato; por a
puerta de |ardn se haba admtdo en secreto a os cofrades de a
cae, quenes a haban atrancado y vgado para mpedr a
entrada a otros ntrusos; un sno dferente a que mpamente
haban dspuesto para s msmos amenazaba a os nfortunados
senadores, a manos de os escavos a os que oprmeran y de os
pebeyos a os que desprecaran.
A a prmera ndcacn de asato desde afuera y as prmeras
seaes de a tracn fraguada en e propo paaco, Vetrano,
Taco y Marco se evantaron de un sato de sus trcnos; os
dems comensaes, ncapaces ya de pensar o actuar, esperaban
su suerte sumdos en una etrgca nsensbdad. So esos tres
hombres comprendan e pegro que os amenazaba, y
enoquecdos por e acoho, desafaron, en su feroz
desesperacn, a a muerte que es estaba deparada.
Od! Ya se acercan; a chusma se ha rebeado excam
Vetrano burn, para arrebatarnos a vda que desprecamos y
os tesoros a os que hace ya tempo que renuncamos! Ha egado
a hora; encender a pra para que nos consuma |untos a
nosotros y a nuestros asesnos!
Espera! excam Taco, arrebatndoe a antorcha de as
manos , prmero hay que defender a entrada, o antes de que
prendan as amas os escavos estarn aqu! Amontonemos
detrs de as puertas todo o que se pueda mover: trcnos,
mesas, cadveres!
Mentras hababa avanz a toda prsa haca e rncn donde se
encontraba a cortna negra, para dares e e|empo a sus
compaeros apoderndose de cuerpo de a mu|er; pero no haba
recorrdo ms de a mtad de a ongtud de a habtacn cuando
e |orobado, que o haba segudo sn que o advrtera, se
abaanz sobre y con un grto penetrante, mentras e apretaba
e cueo con as manos, o tr a sueo, matrecho y sn sentdo:
Oun osa tocar ese cadver que es mo? ch e nfez
contrahecho de|ando en e sueo a su vctma y amenazando con
sus manos manchadas de sangre a Vetrano y a Marco, que
permanecan nmves, trastornados e ndecsos acerca de s
vengar a su camarada o parapetar a puerta. E h|o rescatar a
a madre! Voy a enterrara! Expacn! Expacn!
Sat sobre a mesa sn de|ar de habar, arranc con fuerza
rresstbe as cuerdas que ataban e cuerpo a trono, o tom en
brazos y en un nstante acanz a puerta. A tempo que de|aba
escapar grtos feroces e ncoherentes, mezca de angusta y
desafo, a abr de un trn y avanz unos pasos dspuesto a
descender, pero tropez en o ato de a escanata con a banda
de asesnos que suban apresurados, con espadas desenvanadas
y fameantes antorchas, a comenzar su obra de pa|e y muerte.
Oued nmv ante eos, con os membros contrahechos tan
frmemente pantados en e sueo como s se aprestara a ba|ar a
escaera de un sato y e cadver apretado contra e pecho; e
rostro espectra de a muerta estaba vueto haca os recn
egados, sus brazos desnudos an permanecan extenddos como
sobre a mesa de banquete; su peo grs echado haca atrs se
mezcaba con e de su h|o: a a uz vacante de as antorchas,
que umnaban con un respandor ro|zo y sava|e a |orobado y su
tembe carga, os muertos y os vvos parecan undos en una
nca fgura monstruosa.
Amontonados en a escaera, nmves, os asesnos de|aron
morr en sus abos os grtos de venganza y fura; permaneceron
un momento con os o|os mecncamente cavados en as
vctmas a as que esperaran sorprender con tanta facdad, como
hechzados por e espantoso obstcuo que se opona a su
avance; pasado un nstante, un pnco superstcoso se apoder
de eos; cuando e |orobado do unos pasos dsponndose a
ba|ar, a sus o|os aterrorzados e cadver parec a punto de
abrrse paso a a fuerza entre sus fas. Ignorantes de su
ntroduccn en e paaco, creyendo, con e renacer de sus
temores serves, que se trataba de un fruto espectra de os
encantamentos mgcos de os senadores, se voveron a
unsono y huyeron escaeras aba|o. E sondo de sus grtos de
medo se fue apagando en dreccn a |ardn a medda que se
precptaban por as puertas secretas de a parte posteror de
edfco. Entonces se oyeron con espantosa cardad os pasos
pesados y reguares de |orobado que recorra tras eos os
corredores sotaros, con su fardo de muerte; despus tambn
mur ese sondo y en a saa de banquete no se oy ms que e
agudo rudo de os gopes que os congregados en a cae es
seguan propnando a as re|as de acero.
Pero ncuso ese sondo se hzo ms espacado; e fuerte meta
ressta trunfante os esfuerzos ms enconados de a chusma
exhausta que o atacaba; con e paso de os mnutos, os gopes
se tornaron ms dbes y ms escasos; pronto fueron so tres,
asestados a argos ntervaos; despus uno, segudo por
excamacones de ntensa desesperacn; y despus, un gran
senco mper en e paaco y en a cae, donde so unos pocos
momentos antes e aboroto y a confusn despertaran tantos
ecos en e are nocturno.
En e san de banquete esa rpda sucesn de acontecmentos
transcurrdos en apenas unos mnutos pas ante os o|os de
Vetrano y Marco como una sere de vsones, sn que sus mentes
as asmaran n as comprenderan. Insensatos en su obstnada
temerdad, ofuscados por e espectcuo de os peregrnos
pegros que os rodeaban amenazantes, pero nofensvos;
aterradores, pero transtoros, nnguno de os dos senadores
mov un mscuo n pronunc paabra, desde que Taco cayera
vctma de ataque de |orobado hasta que e tmo gope contra
as re|as de paaco y e tmo sondo de voces procedentes de a
cae deran paso a senco. Entonces, e sava|e curso de a
exutacn producda por a embraguez, suspenddo durante ese
breve ntervao, se reanud con ferocdad dupcada. Insensbes,
en cuanto cesaron, a as escenas conmnatoras y terrbes de as
que haban sdo testgos, se mraron e uno a otro con are de
trunfante gereza.
Escucha! excam Vetrano, as turbas de a cae, dbes
y cobardes como sempre, dessten de sus rdcuos esfuerzos por
forzar as puertas de m paaco! Contempa as mesas de nuestro
banquete, an vrgenes de a ntrusn de os srventes
amotnados, ahuyentados por a muerte de a presenca de ms
nvtados como un rebao de ove|as a a vsta de un perro! Dme,
oh, Marco!, no hce ben en coocar e cadver a pe de a mesa
de nuestro banquete? Ou maravas ha producdo, banddo por
e frentco Reburro como ensea de as huestes de a muerte,
contra os cobardes escavos cuya nca suerte adecuada es a
opresn y cuyo soo sentmento es e medo! Mra, ya somos
bres de contnuar y dare fn a banquete como habamos
paneado! Los doses msmos han ntervendo para protegernos
de os dems mortaes, a quenes desprecamos! Otro brnds de
agradecmento a nvtado que ha partdo, y que ha sdo e
nstrumento de nuestra savacn, gracas a |pter omnpotente!
E nco de os |uergustas que reaccon a as paabras de
Vetrano fue Marco. Despus de vacar as copas con e brnds
propuesto, y Vetrano os ncos dos combatentes que
quedaban en pe recorreron entamente e san, cada uno por
un atera, contempando con desdn a sus compaeros ya
postrados y extnguendo todas as mparas savo as dos que
ardan sobre sus propos trcnos. Despus, tras regresar a a
cabecera de a mesa, voveron a ocupar sus puestos, dspuestos
a no abandonaros hasta que no se decdera a fata contenda y
egara e momento de encender a pra.
La antorcha estaba en e sueo entre ambos, y as tmas |arras
de vno a acance de sus manos. De sus abos no escap n una
paabra que quebrara e profundo senco que renaba ahora en e
paaco. Cada uno hzo a otro ob|eto de un severo y escrutador
examen, y copa tras copa, beberon en aternanca enta y
reguar. La orga, que hasta ese momento fuera un espectcuo
de envecmento y voenca brutaes, ahora que se restrnga
so a dos hombres cada uno de eos guamente mpasbe a
pesar de as escenas de horror que presencaran, cada uno
comptendo con e otro por e ogro de a depravacn suprema
asum una aparenca de nqudad cas nhumana, de torneo por
conqustar una satnca superordad en e pecado.
Durante un corto tempo os sembantes de ambos rvaes en e
sucdo mostraron poca ateracn; pero haban bebdo hasta ese
punto de exceso en e que e vno acta como su propo antdoto
o ahoga con fata sofoco os pusos de a vda. Ambos estaban
prxmos a una crss en e enfrentamento, y e prmero que a
experment fue Marco. Vetrano, que o contempaba, observ
que su rostro, que hasta ese momento estaba pdo, cas sn
coor, se tea de un rubor voceo. Sus o|os se dataron de
sbto; comenz a |adear. La garrafa de vno, con a que trat en
un tmo esfuerzo de enar su copa, se escap de sus manos y
cay a sueo. En su rostro, cuando por un nstante se ncorpor a
medas y mr f|amente a su compaero, y despus, sn una
paabra n un amento, vov a caer sobre su trcno, se adverta
a f|a mrada de a muerte.
Se haba decddo a contenda de a noche! A anftrn de
banquete y dueo de paaco e estaba reservado poner fn a
prmero e ncendar e segundo!
Una sonrsa mavoa de trunfo entreabr os abos de Vetrano,
quen se evant y extngu a mpara que arda |unto a a suya.
Hecho eso, agarr a antorcha. Az a vsta y recorr con mrada
ausente sus tesoros y as fguras de os patrcos muertos o
nconscentes que o rodeaban, y que seran pasto de as amas
anquadoras merced a a accn que se dspona a e|ecutar. La
sensacn de soemne soedad nocturna en e paaco condenado
a fuego comenz a mpresonar de modo vvdo y dspar su
mente, que recuperaba un poco de su agudeza acostumbrada
gracas a a reaccn fsca que produca en ahora a
extravaganca msma de os excesos de a noche. Su memora
comenz a evocar confusamente as escenas, e|anas o recentes,
asocadas con a mansn que estaba a punto de destrur. En un
momento revveron ante sus o|os a pompa de pasados
banquetes, os |ovaes grupos de comensaes, ya dos o muertos;
en otro, e parec vover a vvr su excursn secreta de a noche
preva a ese tmo festn; su sgoso regreso con e cadver
recogdo en a cae; sus afanes para coocaro en pose chusca
detrs de a cortna negra; a nvencn de dogo que
pronuncara ante e |orobado. Despus, sus pensamentos
retornaron a os ms nmos detaes de a confusn y e
desnmo que cunderan entre os membros de su casa cuando
comenzaran a hacerse sentr en a cudad as penuras de a
hambruna; y ms tarde, sn reacn o causa vsbe, voaron de
repente a a maana en que se apresurara por os senderos ms
sotaros de su propedad para encontrarse con e trador Upo
ante a ver|a de |ardn de Numerano. Una vez ms, a magen de
Antonna presente con tanta frecuenca en su magnacn
desde que sus o|os ya no puderan recrearse en e modeo que
dera vda a recuerdo se az papabe ante . La record
escuchando sentada a su ado e sondo de su ad; despertando,
aturdda y aterrada, entre sus brazos; huyendo trastornada ante
a ra de su padre. La magn seguramente ya muerta, en su
beeza y su nocenca, entre os mes de vctmas de a hambruna
y a peste.
Esas y otras refexones, que se atrepearon con a rapdez de un
torbeno en su mente, no ateraron su fata propsto: so
pospuseron su e|ecucn. Su demora en encender a antorcha era
a nconscente tardanza de sucda, seguro en su determnacn,
antes de evarse a os abos e veneno, cuando a Vda se aza
ante sus o|os como cosa de pasado y se detene por un momento
tremendo en e borde de oscuro absmo que separa e presente
de futuro; ya no ms peregrno de Tempo, todava no heredero
de a Eterndad!
As, en e san en sempenumbra, rodeado de as vctmas a as
que haba urgdo a que o precederan en e enfrentamento a a
suerte comn, se encontraba e sotaro amo de gran paaco; y
as hababan en su nteror as voces msterosas de sus tmos
pensamentos en este mundo. Graduamente se camaron e
hceron senco, y os oscuros veos de a quetud y e vaco
absoutos cubreron su mente. Sobresatndose, como quen
desperta de un trance, vov a sentr a antorcha en su mano, y
de nuevo con una expresn de fera desesperacn en os o|os, a
encend con mano frme en a mpara que cogaba sobre su
cabeza.
E roco caa puro sobre e sueo nfecto; a brsa eve cantaba
entre as ho|as de os rboes e quedo hmno de aba a Poder
que e daba vda; a noche haba exprado y de ea haba nacdo
ya a maana cuando Vetrano, con a antorcha encendda en as
manos, avanz haca a pra funerara.
Ya haba recorrdo a mayor parte de a ongtud de a habtacn
cuando un eve sondo de pasos en una escaera que conduca a
os |ardnes de paaco y se comuncaba con e extremo ms
ae|ado de a entrada de a saa de banquetes a travs de una
puertecta con ncrustacones de marf atra|o sbtamente su
nters. Vac en su fata propsto y prest atencn a ento y
reguar sondo, cada vez ms prxmo, que, aunque tenue, eg
con msterosa fuerza a sus odos en medo de senco gubre de
todo o que o rodeaba. Cuando os pasos se acercaron, az a
antorcha y cav os o|os en a puerta con ntensa expectacn.
Esta se abr y aparec frente a a fgura de una |oven vestda
de banco. La mr un nstante con o|os desconcertados, y de
nmedato cay de sus manos a antorcha, que sgu ardendo
sobre e sueo de mrmo sn que e prestara ms atencn. Era
Antonna.
E rostro de a |oven estaba cuberto de una extraa padez
transcda; sus me|as, otrora suaves y turgentes haban
perddo su beeza nfant; su expresn mansa, de trsteza y
desesperanza nefabes, e confera n aspecto de esprtua y
senca soemndad. A cencoso senador e parec cambada,
terrbemente cambada; ya no era e ser que despertara su
anteror admracn, pero sus o|os meanccos conservaban an
o bastante de su antguo are de bondad y pacenca, que haba
sobrevvdo a toda a angusta y e espanto sufrdos, como para
evocar, ncuso en su estado actua, a a |oven que fuera.
Antonna haba penetrado en e recnto de desenfreno y e
sucdo y haba avanzado hasta coocarse entre a pra funerara y
e hombre desesperado que haba |urado encendera; y aunque
era una cratura db e ndefensa, a nfuenca que e|erca su
presenca, en ese momento y en esa forma, era poderosa, como
s se tratara de un esprtu de savacn y de censura, armado con
a omnpotenca de os Ceos para atemperar os propstos
humanos.
Pasmado, espantado, como s vera una aparcn sada de a
tumba, Vetrano contemp a a |oven a quen amara con a
pasn egosta que o caracterzaba; a |oven a quen orara como
a aguen perddo para sempre con e door ms sncero de su
vda, y a quen vea ahora ante , aterada, supcante, desoada,
henchda de emocones que o enmudecan de sorpresa e ncuso
de temor en e precso nstante en que se aprestaba a qutarse a
vda. Mentras segua an contempndoa en senco, a oy
drgrse a con acento quedo, meancco, mporante, que a
egar a sus odos despus de as voces de terror y desesperacn
que se azaran a su arededor durante a noche, e pareceron
nfexones nunca antes odas.
Numerano, m padre, se consume de hambre comenz; s
no recbe ayuda, es posbe que muera antes de que amanezca!
Eres rco y poderoso; vengo a t, sn que me quede otra cosa por
a cua vvr que su vda, a rogarte agn amento para !
Ca, superada momentneamente por sus emocones y cav
os o|os ansosos en e rostro de senador. Entonces, a percatarse
de que este trataba en vano de contestare, de| caer a cabeza
sobre e pecho y contnu con voz an ms queda:
En medo de m door y de m pena, ntent conservar a
pacenca durante a arga noche que termna; me pesaban os
o|os, me abandonaba e nmo; soa y exhausta habra entregado
con gusto m ama a Dos, su hacedor; pero tena e deber de
uchar por m vda y por a de m padre, ahora que he vueto a su
ado tras perder todo o dems! Incapaz de pensar, moverme o
orar, veaba y esperaba durante as horas de a noche con tu
paaco frente a ms o|os; pero cuando amanec, sent que
dsmnua e peso que atenazaba m corazn; record que e
paaco que vea era e tuyo; y aunque as puertas estaban
cerradas, saba que poda egar hasta aqu por e |ardn que nda
con e de m padre. So a t poda supcar pedad en Roma! As
que me apresur a venr, para que no me vencera a debdad,
recordando que fuste e causante de muchos de ms nfortunos,
pero confada en que cuando me voveras a ver te
compadeceras de m por todo o que he sufrdo. Me cost mucho
traba|o atravesar e |ardn, no me resut fc encontrar e camno
para egar hasta aqu: me despedrs tan desvada como
egu? Fuste e prmero que me ense a desobedecer a m
padre a regaarme e ad; te negars ahora a ayudarme a
socorrero? E es todo o que me queda en e mundo! Ten pedad
de ,l!. Ten pedad de m!
Vov a evantar os o|os a rostro de Vetrano, quen entreabr
os abos temborosos, pero no emt nngn sondo. Su
sembante an mostraba una expresn de confusn y pasmo: se
mt a seaar entamente haca a cabecera de a mesa de
banquete. A Antonna, ese smpe gesto e resut ms eocuente
que cuaquer paabra: a nstante se encamn con paso cansado
en dreccn a ugar que e ndcara.
A a uz de a nca mpara que an arda, Vetrano a vo pasar a
su ado fortaecda por a nspracn de bondadoso propsto
que a anmaba, sn concederse una pausa entre os cuerpos de
os sucdas que fueran sus compaeros. Una vez egada a
extremo de a habtacn, Antonna tom de a mesa una garrafa
de vno, y de pedesta ubcado detrs de ea e cuenco de
ptrafas desprecado por os comensaes de fata banquete, y
regres de nmedato |unto a Vetrano, que no se haba movdo.
A se detuvo un momento, como s fuera a vover a habare,
pero sus emocones a venceron. De as fuentes que a
desesperacn y e sufrmento haban secado, voveron a manar,
a caor de a grattud y a esperanza, as grmas tanto tempo
contendas. Mr a senador, mudo como ea, y a expresn de su
rostro en ese nstante qued grabada en a mente de Vetrano
para sempre, mentras conserv a memora. Despus, con paso
vacante y apresurado, a |oven part por donde haba vendo, y
Vetrano vov a quedar soo en e gran paaco que su masana
nfuenca sobre a vountad de otros haba convertdo en una
espantosa seputura.
No hzo nngn esfuerzo por segura o detenera. La antorcha
an arda en e sueo a su ado, pero no se ncn a recogera; se
de| caer en uno de os trcnos desocupados, atontado por o
que acababa de ocurrr. Lo que n as spcas, n as amenazas, n
a fera oposcn habran consegudo, o haba ogrado a
aparcn de Antonna, que o haba obgado a detenerse en e
precso nstante en que se dspona a poner en prctca su fata
desgno.
Record que desde e prmer da en que a vera a |oven haba
e|ercdo una msterosa nfuenca sobre todo e curso de su vda;
que e ardente deseo de poseera e haba hecho abandonar sus
ocupacones habtuaes, e ncuso haba nterferdo con sus
dversones; que toda su energa y todas sus rquezas no haban
bastado para encontrara cuando huyera de casa de su padre;
que a prmera sensacn de remordmento que expermentara
en su vda se haba debdo a a concenca de a responsabdad
que e caba en e trste destno de a |oven. A recordar todo eso y
refexonar en e hecho de que, de haberse acercado a antes,
Antonna se habra retrado atemorzada por e aboroto de sus
compaeros ebros, y de hacero despus habra encontrado e
paaco envueto en amas; a pensar tambn en su sbta
presenca en a saa de banquetes, cuando a crea muerta, y
cuando, debdo a que egaba en e momento en que se
dspona a encender a pra, a nfuenca sobrenatura que e|erca
sobre su nmo resutaba ms rresstbe, o estremec e vago
sentmento de temor superstcoso que habta ntutvamente en
a mente de todos os hombres, y que nunca antes
expermentara. Cav os o|os en a puerta por a que a |oven
haba partdo, como s esperara vera regresar. E destno de
Antonna pareca estar prodgosamente entreazado con e suyo;
a un gesto de ea, su vda pareca cambar y hasta su muerte se
pospona. Las emocones que sometan a a naccn sus
facutades fscas no tenan nada de arrepentmento o
purfcacn mora: era vctma de una parss menta
momentnea.
Los segundos ndetenbes contnuaron transcurrendo y Vetrano
segua postergando a consumacn de a runa a a que a
bacana de a noche dera comenzo. Lentamente, a suave uz de
da aument su ntensdad y e fugor de su beeza, y comenz a
caentar os cuerpos fros e nertes de san sencoso y a hacer
padecer e db respandor de a mpara que se consuma; n
una negra cortna de humo n e ro|o respandor de un fuego
devorador se azaron para extngur su hermoso ustre; e rugdo
de as amas no nterrump a murmuradora tranqudad
maanera de a naturaeza n sobresat e pesado reposo de os
exhaustos desventurados que dorman tumbados sobre e
pavmento. E nobe paaco permanec ncume sobre sus
frmes cmentos; os ornamentos de sus prtcos y sus estatuas
braron, como sempre, acarcados por os rayos de so
nacente; y a mano de su dueo, que haba |urado destruro y
destrurse a s msmo, sgu cogando exnme cerca de a
antorcha que yaca extnguda en nofensvas cenzas a sus pes!
CAPT"LO ))III
LOS .LTIMOS ES!"ER'OS DE LOS SITIADOS
Regresemos a a cae frente a paaco. Las caamdades
producdas por. e asedo haban azotado ferozmente a os
congregados a durante a noche. La muchedumbre turbuenta y
feroz de haca so unas horas no de|aba escapar ahora n e
sondo de una voz. Agunos, vencdos por e agotamento y a
nsensbdad en medo de un paroxsmo de hambre, yacan con
medo puo embutdo en a boca, como s en su voraz ocura
huberan pretenddo amentarse de su propa carne. Otros abran
de cuando en cuando os o|os ngudos que, vctmas de o
extremo de sus sufrmentos, ya no vean e edfco cuya
destruccn se haban congregado para contempar, sno una
magnada vsn de mesas rcamente servdas y de un rpdo
socorro que, como en bura, es provocaba e dero producdo por
e hambre y a enfermedad.
E so apenas se haba azado sobre e horzonte cuando a
aparcn de una procesn desusada ntegrada en parte por
cudadanos y en parte por funconaros de Senado, encabezada
por dos hombres, y que se acercaba entamente desde e extremo
de a cae que conduca haca e centro de a cudad atra|o
sbtamente a atencn de aqueos que an conservaban a
posbdad de advertr o que suceda a su arededor. E grupo se
detuvo frente a paaco de Vetrano, y os membros de a
muttud que o contempaban y que todava no haban perddo
todas as esperanzas, se enteraron de a aentadora notca de
que a procesn que vean era una comtva de paz, y de que os
dos hombres que a encabezaban eran e espao Baso,
gobernador de una provnca, y |ohannes, e |efe de os escrbanos
mperaes, desgnados emba|adores para concur un tratado con
os godos.
A enterarse de esas nuevas, hombres que antes parecan
ncapaces de reazar e menor movmento se ncorporaron
penosa, pero resuetamente, y se agoparon en torno a os dos
emba|adores como s se tratara de dos ngees ba|ados de ceo
para beraros de a servdumbre y a muerte. Mentras tanto,
agunos funconaros de Senado, a encontrar cerradas as
puertas deanteras de paaco, se drgeron a a entrada de
|ardn, en a parte posteror de edfco, para entrevstarse con su
dueo. La ausenca de Vetrano y sus amgos de as
deberacones de goberno se haba atrbudo a su dsgusto ante
a obstnada e nt resstenca presentada a os godos. Por tanto,
ahora que se haba optado por a rendcn, se haba consderado
senco y convenente recamares de modo perentoro e
cumpmento de sus deberes. Adems, os ordenanzas de
Senado tenan otro motvo para tratar de ntroducrse en e
paaco. La decsn ampamente comentada de Vetrano y sus
compaeros de morr entre as amas en medo de frenes de una
tma orga negada o desatendda mentras se anazaban os
pegros ms nmnentes que corra a cudad produ|eron certa
aprensn e ntranqudad entre os membros de a asambea
romana una vez que sus mentes se beraron de parte de peso
que as oprma a resoverse a negocar a paz.
En consecuenca, a os envados a paaco se es haba
encargado mpedr su destruccn, s es que a msma reamente
se haba paneado, as como convocar a os a reundos para que
voveran a ocupar su ugar en e Senado. E ector podr magnar
qu posbdades tenan de cumpr su dobe msn cuando a fn
egaron a a saa de banquetes. Encontraron a Vetrano en a
msma poscn que asumera desde a partda de Antonna. Tras
despertar, merced a os recn egados, de estupor que hasta
ese momento embargara sus facutades, nsst en su
desesperado propsto; hzo un esfuerzo por arrancar de su sto
a mpara que an arda dbmente y encender a pra a
despecho de toda oposcn. Pero sus energas, tensadas ya a
mxmo, o abandonaron. Pronuncando mpotentes amenazas de
resstenca y venganza, cay desmade|ado y sn fuerzas en
brazos de os funconaros de Senado, quenes mpderon sus
propstos. Uno de eos part de nmedato, mentras sus
compaeros permanecan en e paaco, para comuncares a
stuacn a os deres de grupo que permaneca afuera. Tras or
su nforme, os dos emba|adores avanzaron entamente,
apartndose de a comtva que os haba acompaado, segudos
so por unos pocos asstentes seecconados; era una trste y
mezquna emba|ada a envada por e puebo que antao
mpusera su domno, sus costumbres y hasta su doma en
Orente y Occdente, para paramentar con os brbaros cuyos
padres escavzara en procura de una paz vergonzosa.
Tras a partda de os emba|adores, todos os presentes capaces
an de andar se drgeron a Foro para esperar su regreso, y a
se es uneron habtantes de otras partes de a cudad. Se saba
que as prmeras nformacones sobre e resutado de a emba|ada
se daran en ese ugar, y a mpacenca producda por a ansedad
de oras, a penosa ntensdad de as tmas esperanzas de
savacn, pareceron contener momentneamente hasta a a
muerte en su fata avance por entre as fas de os stados. En
senco y enos de aprensn, os congregados contaban os
entos momentos de a espera, y contempaban con mrada
extravada cmo se acortaban cada vez ms as sombras a
medda que e so suba por e ceo haca su cnt.
A fn, a cabo de una ausenca que parec nfnta, os
emba|adores regresaron a Roma. Nnguno de os dos pronunc
paabra a atravesar a toda prsa a muttud; pero su aspecto de
terror y desesperacn resutaba muy eocuente para todos os
que os contempaban: haban fracasado en su msn.
Durante agn tempo parec que nngn membro de goberno
reuna vaor sufcente para sar a arengar a puebo a propsto
de a fracasada emba|ada. No obstante, a cabo de un argo rato,
e prefecto Pompeyano, nstado en parte por as egostas spcas
de sus amgos, y en parte por su amor puer a as aparcones
pbcas, que an conservaba a pesar de as ansedades y
aprensones de momento, sa a uno de os bacones de a
prmera panta de senado para drgres a paabra a os
cudadanos.
E prmer magstrado de Roma ya no era e persona|e pomposo y
corpuento cuya ntromsn en a prvacdad de Vetrano a
comenzo de asedo descrbmos antes. Las escasas carnes
superfuas que an conservaba su rostro cogaban de como un
tra|e ma cortado; su tono se haba tornado acrmoso; os gestos
de oratora con os cuaes soa adornar profusamente sus
dscursos haban desaparecdo; nada quedaba de ndvduo
orgna, savo a grandocuenca de su engua|e y a mpdca
compacenca con que reveaba a ata estma en que se tena a s
msmo, y que ahora contrastaba de modo abyecto con su acttud
abatda y su descorazonadora narracn de a humacn y a
derrota sufrdas.
Romanos, que cada uno de vosotros haga gaa persona de as
herocas vrtudes de un Rguo o un Catn! comenz e prefecto
. No nos ha sdo dado frmar un pacto con os brbaros! Es e
propo Aarco, e azote de mpero, quen comanda as fuerzas
nvasoras! Vanos fueron os dgnos argumentos de grave Baso;
ft a persuasva retrca de astuto |ohannes, drgdos a
crmna y vandoso godo! A ser admtdos a su presenca, os
emba|adores, deseosos de nsprare un temor que o obgara a
captuar, e expcaron en detae, con sagaz y encomabe
patrotsmo, a perca de os romanos en e mane|o de as armas,
su dsposcn a combatr y e vasto nmero de eos que
aguardaba detrs de as muraas de a cudad. Me ruborzo a
repetr a respuesta de brbaro. En medo de ncontenbes
carca|adas, contest: "Mentras ms espesa es a herba, ms
fc es cortara!" Sn amanarse an, os emba|adores cambaron
de tctca y habaron con condescendenca de su dsposcn a
comprar a paz. A esa propuesta, a nsoenca de Aarco traspuso
todos os mtes de a arroganca brbara. "No evantar e
asedo", excam, "hasta que se me entregue todo e oro y a
pata de a cudad, todos os benes que guardan sus casas y
todos os escavos procedentes de os pases septentronaes."
"Ou nos de|as entonces, oh, rey?", preguntaron nuestros
sorprenddos emba|adores. "VUESTRAS VIDAS!", respond e
godo mpacabe. A oro, hasta e resueto Baso y e sabo
|ohannes desesperaron. Soctaron un pazo para comuncare sus
paabras a Senado y abandonaron sn ms demora e
campamento enemgo. Ese fue e fn de a emba|ada; esa a
arrogante ferocdad de brbaro adversaro!
E prefecto hzo una pausa obgado por a debdad y a fata de
aento. No obstante, su dscurso no haba concudo. Haba
descorazonado a puebo con su narracn de o que es ocurrera
a os emba|adores; procedera entonces a consoaro con un
recuento de o que e sucedera a , de modo que, tras unos
momentos de senco, contnu:
Pero aun as, oh, cudadanos de Roma, no hay por qu
desesperar! Todava nos queda una esperanza de savacn; y he
sdo yo quen a ha descuberto. Durante a ausenca de os
emba|adores me entrevst con unos toscanos que egaron a
Roma unos das antes de nco de asedo, y que comentaron que
tenan un pan para savar a cudad que so e comuncaran a
prefecto. Sempre preocupado por e benestar pbco,
arrostrando e pegro de una posbe tracn de esos
desconocdos a causa de m cargo, es conced una entrevsta
prvada. Me contaron ago sorprendente y magroso. A puebo de
Nevea, que queda, como todos sabs, en a ruta que tomaron os
brbaros para avanzar haca Roma, o sav de as huestes
saqueadoras una terrbe tempestad de truenos y rempagos.
Esa tempestad no fue producto, como puderas magnar, de una
accdenta conmocn de os eementos, sno que a desencaden
sobre as cabezas de os nvasores a ntervencn expresa de as
dedades tuteares de ugar, nvocadas por sus habtantes,
quenes, ante e pegro que se avecnaba, retornaron a a prctca
de su antgua fe. Eso me contaron os toscanos, y es
recomendaron a os romanos que hceran uso de os padosos
recursos empeados por os pobadores de Nevea! En o que a m
toca, admto que tengo fe en su pan. La antgedad de nuestra fe
anteror an me resuta venerabe. Las pegaras de os
sacerdotes de nuestra nueva regn no han ogrado que se
produzca una ntervencn magrosa y savadora en nuestro
favor; mtemos, por tanto, e e|empo de os habtantes de
Nevea, y medante a fuerza de nuestras nvocacones,
desencadenemos os truenos de |pter sobre e campamento de
os brbaros! Confemos nuestra savacn a a poderosa
ntercesn de os doses a os que nuestros padres veneraban;
esos doses que ahora, quzs, se vengan por nuestro abandono
de sus tempos con as caamdades que nos aque|an. Me drgr
de nmedato a proponere a obspo Inocenco y a Senado que se
ceebren soemnes sacrfcos pbcos en e Captoo! Os de|o en
a gozosa certdumbre de que os doses, apacados por nuestra
renovada fdedad a sus atares, no es negarn a os cudadanos
de Roma a proteccn sobrenatura que es concederon a os
habtantes de un puebo de provnca!
N apausos n expresones de desaprobacn sgueron a a
notabe propuesta de prefecto para savar a a cudad de os
stadores medante a pbca apostasa de os stados. Cuando
desaparec de os o|os de os reundos, estos se marcharon
mudos. Eran presas de una desesperacn genera que sofocaba
hasta a posbdad de un tmo arranque de dscorda y crmen;
se resgnaban a su suerte con a sombra ndferenca de seres en
quenes se huberan extngudo todas as sensacones humanas,
todas as pasones mortaes, buenas o maas. E prefecto march
a su mahadada gestn de proponere a prctca de pagansmo
a obspo de una gesa crstana; pero n e goberno n os
cudadanos sugreron squera un esfuerzo provechoso en pro de
a savacn de a cudad.
Y as eg a su fn tambn ese da: ms trste y desastroso, ms
eno de pegros, desgracas y abatmento que os que o
precederan.
Cuando amanec e da sguente no se advertan en e Captoo
preparatvos para ceebrar ceremonas de a antgua fe. E Senado
y e obspo no se atrevan a ncurrr en a responsabdad de
autorzar una restauracn pbca de pagansmo; os cudadanos,
sn esperanzas de socorro, fuera dvno o humano, permanecan
tan ndferentes como os muertos a todo o que ocurra a su
arededor. Haba en Roma un hombre que podra haber tendo
xto en a empresa de conctar sus ngudas energas para a
prctca de pagansmo; pero, dnde estaba y a qu se
dedcaba?
Ahora, cuando se e presentaba sn procurara, ms tentadora y
favorabe que o que se hubera atrevdo a esperar hasta en sus
ms fantstcas vsones de xto, a oportundad que haba
buscado tan resueta e nfructuosamente durante una arga vda
de sufrmentos, humacones y crmenes, dnde estaba Upus?
Ocuto a os o|os de os hombres, como un rept asqueroso, en su
escondr|o de tempo abandonado, ahora desvarando en torno a
sus doos presa de una fura nsana, ahora postrado ante eos en
adoracn dota; ms nt a os ntereses de su fe, en ese
momento crtco de su destno, que e ms db de os nos que
se arrastraban hambrentos por as caes; vctma de sus
mavadas maqunacones en e precso nstante en que podran
habero evado a trunfo; ob|eto de peor castgo que se puede
sufrr en este mundo, por e cua os mavados fracasan, se
condenan y recben su merecdo, tanto aqu como en e ms a,
merced a sus propos pecados.
Pasaron otros tres das. Los senadores, cuyo nmero dsmnua
rpdamente debdo a a peste, ocupaban su tempo en vanas
deberacones se suman en un senco mahumorado. Cada
maana, os agotados centneas oteaban e panorama desde as
amenas con a nfructuosa esperanza de dstngur as tanto
tempo prometdas egones de Rvena en camno haca Roma; y
cada maana, a devastacn y a muerte ganaban terreno entre
os nfeces stados. A fn, a cuarto da, e Senado abandon
toda esperanza de uteror resstenca y acord a rendcn, fuera
cua fuese e resutado. Se resov que otra emba|ada ntegrada
por e peno de Senado, y seguda por una consderabe comtva,
marchara a ver a Aarco; que se hcera un nuevo ntento de
persuadro a dsmnur as runosas demandas panteadas a os
conqustados; y que, de fracasar o anteror, se abreran as
puertas de a cudad, y sta y sus habtantes quedaran brados a
su msercorda.
En cuanto a comtva de esa tma emba|ada romana se
congreg en e Foro, se e un de nmedato, a pesar de a
oposcn que se e hzo, una buena parte de os habtantes de a
cudad que conservaban fuerzas sufcentes para mover sus
cuerpos ngudos y enfermos, y que, ante o desesperado de a
stuacn, haban decddo aprovechar a toda costa a apertura de
as puertas y hur de a cudad nfectada en a que se encontraban
prsoneros, ndferentes a a posbdad de perecer ba|o as
espadas de os godos o de agonzar, prvados de ayuda, en as
anuras. Haca tempo que se haba perddo toda capacdad de
mponer e orden; os pocos sodados que rodeaban a os
senadores veron frustrados sus esfuerzos por hacer retroceder a
os congregados y despus se resgnaron a no presentar ms
resstenca a sus deseos.
E abatdo corte|o march en senco y con paso cansno a o
argo de os espnddos camnos, tan a menudo recorrdos a
comps de una atronadora msca marca y de os grtos de as
muttudes que apaudan os desfes trunfaes de a Roma
vctorosa; y a medda que avanzaba, de todas as caes saan a
unrsee fguras consumdas, seme|antes a espectros. Entre eas
haba dos que, cuando a emba|ada se aproxm a a Puerta
Pncana, se apresuraron a mezcarse con sus compaeros de
sufrmentos, y en cuya fortuna en a atrbuada cudad se ha
f|ado ms partcuarmente nuestra atencn. Para expcar su
presenca en a escena (s es que se requrera ta expcacn)
resuta necesaro hacer una momentnea dgresn de curso de
os acontecmentos en os tmos das de asedo y regresar a a
maana cuando Antonna partera de paaco de Vetrano para
retornar a casa de su padre con su socorro de amentos y vno.
E ector ya conoce, por a breve y senca narracn de a |oven,
a hstora de as tmas horas de su trste vga nocturna |unto a
su padre desfaecente, y os motvos que a mpusaron a r a
paaco de senador a pedr, en medo de su desesperacn, a
ayuda de aque a quen so recordaba como e dsouto
destructor de a tranqudad de que dsfrutara ba|o e techo de su
padre. Por tanto, resuta me|or segura mentras regresa |unto a
su padre por os |ardnes de paaco. Nngn otro ser vvente
recorra os senderos cubertos de herba que transtaba
apresurada con paso vacante, esos msmos senderos que
recordaba vagamente haber exporado por prmera vez cuando
en otra poca se aventurara a segur os dstantes sondos de
ad de Vetrano. A pesar de a vaga y opresva sensacn de
soedad y door que expermentaba, ese recuerdo permanec
penosamente presente en su mente, nexpcabemente mezcado
con as sombras y tembes aprensones que comaban su
corazn mentras avanzaba a toda prsa, hasta que eg una vez
ms a hogar de su padre; una vez a, a vover a aproxmarse a
su echo, todo otro sentmento qued ovdado ante e vago y
pavoroso temor de que a pesar de toda su perseveranca y de
xto de su msn de devocn fa, hubera egado demasado
tarde.
E ancano an vva; sus o|os cansados a mraron feces cuando
a |oven o despert para que compartera os precosos donatvos
de a mesa de banquete de senador. E padre y a h|a
|ustprecaron a pobre comda que os sucdas desdearan y a
modesta garrafa de vno que habran vacado ndferentes de un
trago, como e sustento savador y fortfcante de varos das.
Despus de consumr cuanto osaron de su precara reserva,
guardaron cudadosamente o que restaba. Era a tma sea, a
tma promesa de vda en a que confaban: a humde, aunque
precosa provsn que era a nca certdumbre de mantener
ae|ados, por unos pocos das ms, os tormentos de hambre y a
separacn que es mpondra a muerte.
Entonces, con a pequea reserva de amentos y de vno ben a
a vsta como un faro que poda conducros a buen puerto, una
serendad profunda y soporfera e sueo de as facutades
agobadas y exhaustasse apoder de sus mentes. Ba|o su
nfuenca tranquzadora y msterosa, todas as mpresones
trstes y caamtosas de a cudad, todas as evdencas fataes
que os rodearan durante e asedo, se dsparon de su memora
como esos ob|etos cuyos contornos se hacen dfusos a ae|arse,
hasta que os o|os os de|an de dstngur. Poco a poco, mentras
termnaba e da de a prmera e nfructuosa emba|ada, sus
pensamentos voaron suavemente a mundo de os
acontecmentos de pasado que e paso de tempo haba
desdbu|ado en e ovdo. Los ms antguos recuerdos de su
prmera nfanca revveron en a memora de Antonna, y se
mezcaron snguarmente con trstes remembranzas de as
paabras y as mradas postreras de |oven guerrero que exprara
a su ado, y con a dea tranqua y soemne de que e esprtu
amado, berado de a esfera de as sombras, quzs sobrevoara
ahora a queta tumba de |ardn donde derramara ea sus
amargusmas grmas de soedad y afccn; o ta vez se mova
a su ado nvsbe y bendta presenca mentras permaneca
sentada a os pes de su padre y oraba por su separacn en este
mundo!
No haba en sus emocones amargura o agona: eas camaban y
purfcaban e corazn en que andaban. La |oven era capaz, por
prmera vez, de habare ahora a ancano, sn tener que
nterrumpr su meancco reato, de os das en que estuvera
ausente de su ado, de as breves aegras y as proongadas
trstezas de sus horas de exo. En ocasones su padre a
escuchaba con penosa y muda atencn; o ben, cuando ea haca
una pausa, e hababa de consueo y esperanza, como Antonna o
oyera habares a os membros de su congregacn cuando an
estaba frmemente resueto a sacrfcaro todo en aras de a
reforma de a Igesa. A veces, cedendo a a nfuenca de sus
pensamentos, que retornaban a os das dos, e ancano e
reveaba a a |oven os varados sucesos de su vda pasada, no,
como antes, con acento vacante y o|os extravados, sno con una
voz tan camada y un engua|e tan coherente que Antonna no
dudaba de a extraa y asombrosa narracn que escuchaba. Una
vez ms, Numerano mencon a magen an vva en su mente
de su hermano perddo (cuando se separara de en a nfanca);
de a terra que abandonara en aos posterores; de cambo de
su nombre de Ceandro a Numerano para confundr a sus
antguos compnches, s es que an o buscaban; y de su ardente
deseo de vover a ver a compaero de su hogar prmero, que
ahora que su h|a e haba sdo devueta, cuando nnguna otra
aspracn en este mundo e quedaba por satsfacer, segua
sendo, a trmno de su vda, e tmo afn de su corazn.
En esa comunn pasaron e padre y a h|a as breves horas de
suspensn de a sentenca de muerte por hambre dctada contra
a cudad en a que resdan: as vveron, en una espece de
tranquo parntess de a exstenca, de camada pausa entre os
afanes de pasado y os afanes venderos de a ardua abor de a
vda.
Pero se acercaba veozmente e trmno de esos breves das de
reposo tras argos sufrmentos y doores. La pequea reserva de
amentos dsmnua con a msma rapdez que as provsones
ansosamente acopadas antes; y en a maana de a segunda
emba|ada a Aarco, se vacaron a garrafa de vno y e cuenco de
comda. E breve sueo de segurdad haba concudo: as
terrbes readades de a ucha por a vda haban recomenzado!
Adonde o a qun voverse ahora en busca de ayuda? E asedo
contnuaba; a comda que acababan de termnar era a tma
que quedaba en a mesa de senador; drgrse de nuevo a paaco
equvaa a correr e resgo de una negatva, quzs ncuso de un
nsuto, como resutado de una segunda spca de ayuda a quen
seguramente ya haba agotado toda posbdad de
proporconara. En eso pensaba Antonna cuando cooc e cuenco
vaco en e ugar que ocupara antes, pero se guard sus
pensamentos. Vo, con horror, que vova a aparecer en e
sembante de su padre a msma expresn de desesperacn, cas
de frenes, que aterara os rasgos de su rostro e da en que
regresara a su ado. Una vez ms e ancano se encamn con
paso nseguro a a ventana, denostando en medo de su amargo
desaento contra a segurdad y a esperanza usoras que o
haban mantendo nactvo durante os tmos das en o tocante
a os ntereses de su h|a. Pero a mrar ahora e panorama de a
cudad asedada, vo a turba que marchaba presurosa por a
gubre cae que quedaba a sus pes, con toda a rapdez que es
permtan sus agotados membros, para.unrse a a emba|ada.
Oy as paabras de aento que se drgan unos a otros para
avanzar y aprovechar a tma oportundad de escapar por as
puertas abertas de os horrores de hambre y de a peste; y se
contag de a desesperacn y a temerdad que se adueara de
sus compaeros de sufrmento de un extremo a otro de Roma.
Se vov a nstante, tom de a mano a su h|a y a arrastr
haca afuera de a habtacn, mentras e ordenaba r con a
unrse a os cudadanos en su huda antes de que fuera
demasado tarde. Aturdda por sus paabras y sus accones,
Antonna ntent en vano, mentras o obedeca, transmtre e
temor a os godos que su amarga experenca e nspraba, ahora
que su nco protector entre eos yaca en a tumba. Numerano,
como e resto de a pobacn de a cudad, haba perddo toda
aprensn, toda duda, toda posbdad de e|ercer e |uco, a
quedar embargado por una nca dea f|a: a de escapar de os
fataes confnes de Roma.
Fue as que se mezcaron con a muttud que se apeotonaba
medosa a a coa de a emba|ada, y se ncorporaron como
puderon a sus fas. Cuando se abr a Puerta Pncana para que
pasaran os emba|adores y su comtva, e so braba en e puro
ceo azu y e vento evaba a a cudad as notas penetrantes y
amenazadoras de as trompetas de campamento godo. Como un
soo hombre, a muchedumbre ntent abrrse paso en masa
detrs de eos; pero ahora se mova en un espaco estrecho, y se
e opona un gran refuerzo de a guarda de a cudad. Tras un
breve enfrentamento, resut reducda y se cerraron as puertas.
Unos pocos de os ms fuertes, que ban a frente, consgueron
segur a os emba|adores; a mayora, sn embargo, permanec
de ado de adentro de a puerta, arracmados contra ea en su
mpacenca y su desesperacn, como prsoneros que
aguardaran su beracn o que se aprestaran a escapar.
Entre eos os ms dbes entre os dbes se encontraban
Numerano y Antonna, cercados por a muttud e mpeddos
tanto de hur de a cudad como de vover a su hogar.
CAPT"LO ))I$
LA T"M(A * EL CAMPAMENTO
Mentras a segunda y tma emba|ada de Senado avanza haca
a tenda de rey godo; mentras as caes de Roma permanecen
desertas savo de cadveres, y a muttud de os vvos se agopa
en muda expectacn tras a barrera de a Puerta Pncana, a fn
se nos presenta a oportundad de vover nuestra atencn haca
una escena que abandonamos hace argo tempo. Regresemos a
a casa de a gran|a de os suburbos y contempemos una vez
ms e tranquo |ardn y a tumba de Hermanrco.
La cama de da umnoso y cdo es ms pura arededor de
sendero retrado que conduce a a casta. Aqu a herba
onduante de|a escapar a agradabe fraganca de as fores
svestres; e zumbdo adormecedor y montono de os nsectos
coma e are eve y sereno; os rayos de so, nterceptados aqu y
a por os maczos de rboes, caen en manchas rreguares de
uz sobre e sueo en sombras; y, savo os p|aros que de vez en
cuando sobrevuean e ugar, cantando a su paso, nngn ser vvo
partcpa en a tranqua escena hasta que, a egar a a ver|a que
da paso a |ardn, nos asomamos a su nteror. A, a fna de
pequeo sendero crcuar que sus pasos perseverantes han
aberto da tras da, se ve a fgura de una mu|er sotara que da
vuetas entamente arededor de montcuo de herba que seaa
a tumba de |oven godo.
Durante agn tempo contna su ronda, con una reguardad
mecnca e mperturbabe, como s en torno a ese estrecho
crcuo se azar una barrera que e mpdera desvar sus pasos.
A cabo de un rato, cuando su recorrdo a eva |unto a a ver|a
hace una pausa, avanza unos pasos haca ea, despus retrocede
y vueve a comenzar su montona ruta, hasta que, tras
nterrumpr de nuevo a marcha, ogra fnamente apartarse de as
cercanas de a tumba, atravesar a ver|a y recorrer e sendero
hasta egar a a cazada, para desde a marchar entamente
hasta e mte orenta de campamento godo. La expresn
hertca, espectra, poco femenna de su rostro nos revea que es
a msma mu|er que vmos por tma vez cuando cometa e
crmen en a gran|a, pero a no ser por eso es dfc reconocera.
Su cuerpo antes vgoroso y ergudo ahora est encorvado y
en|uto; rzos bancos e hrsutos de su cabeo ondean en torno a
su rostro consumdo; ha perddo toda a ruda ma|estad de sus
formas; nada ndca que se trata de Gosvntha, que recorre como
un fantasma a escena de crmen, savo a expresn sava|e que
envece su sembante y revea a madad de su corazn, sedento
an de destruccn y venganza.
Desde e momento en que a vramos por tma vez, cuando os
hunos a separaron de cadver de su parente, a casa de a
gran|a ha sdo e destno constante de su peregrna|e desde e
campamento, e refugo eegdo en e cua ruma en senco sus
feroces ansas. Poco ncnado a castgar a una mu|er a a que
consderaba demente por ausentarse de as tendas de as godos
ausenca que nnguna mportanca tena para e e|rcto o para
Aarco a haba despachado mpacente cuando a evaran a
su presenca. Los sodados que regresaron despus a enterrar e
cuerpo de su caudo en e |ardn de a casa de .a gran|a se as
ngenaron para nformare en secreto de acto de cardad que
haban evado a cabo a pesar de os resgos que conevaba; pero
no haba sostendo nngn otro ntercambo con nnguno de sus
antguos conocdos.
Todas as accones de Gosvntha confrmaban a apresurada
concusn de os godos de que su razn se haba extravado, de
modo que a evtaban, gua que Gosvntha os evtaba a eos. Su
racn dara de amentos se depostaba en un sto determnado
de campamento, como s se tratara de un anma demasado
sava|e para que o cudara una mano humana. Cada certo
tempo, a mu|er abandonaba subreptcamente su deambuar e
ba a buscara. Su abrgo nocturno no era e de os suyos, ante as
muraas de Roma; sus pensamentos no eran os de os dems
godos. Vuda, sn h|os, sn amgos, agresora de su tmo parente
vvo, se mova en su propo mundo secreto pobado de prddas,
desoacn y crmen.
Sn embargo, a exstenca sombra y sotara que ahora evaba
no estaba empaada por a ocura o os remordmentos causados
por su responsabdad en a suerte de Hermanrco. Desde e
nstante en que e |oven guerrero expara con su muerte e ovdo
de os odos de su nacn y os nfortunos nfgdos a sus
parentes, Gosvntha so pensaba en como en una vctma
ms cuyo deshonor y prdda deba vengar en os romanos con
sangre romana, y maduraba sus panes de vndcacn con una
frme vountad que n e tempo, n a soedad, n a debdad fsca
ograban borrar.
Iba y vena durante horas segudas, en medo de a noche
sencosa o a peno medoda, en torno a a tumba de guerrero,
rumando sus vengatvos pensamentos, hasta que una feroz
antcpacn de trunfo daba aas a sus pes y haca fugurar sus
o|os vgantes. Entonces, entraba en a casa de a gran|a y, tras
sacar e cucho de sto en que o esconda entre sus vestdos,
pasaba y repasaba su punta entamente por e hogar ante e que
mutara a Hermanrco con sus propas manos, y desde e cua
ste avanzara, sn un tembor, a enfrentar as espadas de os
hunos. Agunas veces, cuando as tnebas cubran a terra, se
pantaba como una aparcn oscura y amenazadora sobre a
propa tumba, y cantaba, uuando en e vento uuante,
fragmentos de oscuras eyendas septentronaes, cuyo espantoso
contendo era sempre de angusta y crmen, de cedas de tortura
y muerte por a espada anquadora, y mezcaba con eas a
sombra hstora de a masacre de Aquea y sus feroces
|uramentos de venganza contra os hogares romanos. E sotaro
merodeador que pasaba a atas horas |unto a a casa de a gran|a
de regreso a campamento, oa os acentos roncos y montonos
de su voz y apuraba e paso. E habtante de a campa cercana
amante de as aventuras que se acercaba a |ardn a abrgo de a
noche para contempar desde e|os e campamento godo, vea su
sueta, nebuosa y amenazadora, y hua atemorzado de ugar. N
desconocdos n amgos nterrumpan su terrbe soedad. La
ncua presenca de a cruedad y e crmen mancaba, sn que
nada o mpdera, as escenas que exataran otrora a ternura y e
amor, y que santfcaran a |uventud y a beeza!
Pero ahora e |ardn de a casa de a gran|a permanece sotaro,
e esprtu de ma que o ronda se ha apartado de a tumba; os
pasos de Gosvntha han recorrdo os msmos senderos de os
suburbos por os cuaes e |oven godo se apresurara ansoso
antao en su peregrna|e nocturno de amor, y ante os o|os de a
mu|er se azan oscuras, cercanas, odadas as muraas de
Roma. Ahora deambua, como o ha hecho antes a menudo, a o
argo de esas ntes defensas de a cudad derrotada,
aguardando a prmera oportundad de penetrar por as puertas
cerradas durante tanto tempo. Sgmosa.
Mentras pasaba entamente |unto a as tendas godas en camno
haca e acantonamento de a Puerta Pncana, su atencn estaba
concentrada en as anchas amenas. Una vez egada a, un
desorden y una confusn nusuaes sacuderon por prmera vez
su apata. Mr haca a tenda de Aarco y vo ante ea as fguras
consumdas y amanadas de a comtva de a emba|ada, que
esperaba a sentenca de captn de as huestes septentronaes.
Los comentaros de os godos reundos en esa parte de
campamento pronto e revearon a Gosvntha que haba sdo a
travs de a Puerta Pncana que saeran os petconaros
romanos, y que, por tanto, era muy probabe que esa fuera a
entrada que se vovera a abrr para admtros de vueta a a
cudad. Con esa nformacn en mente, comenz a cacuar e
nmero de os enemgos ya vencdos que se congregaban frente
a a tenda de rey, y despus sum a eos mentamente os que
seguramente partcpaban en a entrevsta que se ceebraba
adentro, a tempo que se ae|aba mecncamente cada vez ms
haca e terreno yermo frente a as muraas de a cudad.
Poco a poco vov e rostro haca Roma: comenzaba a fraguar un
propsto atrevdo, una decsn fata argamente acarcada
durante os das y as noches de su sotaro deambuar.
Las fas de a emba|ada must en tono ntenso y medtatvo
son muy densas. Donde hay muchos por fuerza renan a
confusn y e apresuramento; marchan |untos y no saben
cuntos son; no se percatarn de s hay uno ms o uno menos
entre eos.
Ca. Su espectra sembante sufr extraas y sombras
ateracones de coor y expresn. Se sac de pecho a cmera
ensangrentada de su esposo, que evaba consgo desde e da de
su muerte; a contempara, su rostro se torn vdo y adopt una
horrbe expresn de raba, ferocdad y desesperacn. De
repente, az a vsta haca a cudad, fera y desafante, como s
as grandes muraas que se azaban frente a ea fueran un
enemgo morta que a acorraaba en una ucha a muerte.
La vudas y as madres despo|adas de sus h|os bebern de tu
sangregrt, a tempo que extenda a mano sarmentosa en
dreccn a Roma, aunque os e|rctos de su nacn trafquen
con sus desgracas a cambo de unas bosas de pata y oro! He
refexonado sobre e asunto en m soedad y soado con
mentras dorma! Me he |urado entrar en Roma y vengar a m
fama asesnada, yo soa entre mes! Ahora, ahora cumpr m
promesa! T, cudad manchada de sangre, cuna de cobardes y
de tradores, enemga de os desvados y asesna de os dbes!
T, que envaste a Aquea a os matadores de m esposo y a os
asesnos de ms h|os! No espero ms ante tus muraas! Hoy me
confundr con tus cudadanos que retornan, arresgndome a
todo, y franquear rodeada de romanos as puertas de Roma! Me
ocutar durante e da, astuta y vgante, en tus sotaras
madrgueras, para caer sobre t de noche, como secreta envada
de a muerte! Buscar a os |venes y os dbes en os rncones
despobados; os prvar de a vda cuando estn nermes en
medo de as ms espesas tnebas; anquar a tus h|os como
sus padres anquaron en Aquea a os h|os de os godos! Tu
chusma me descubrr y se evantar contra m; me har pedazos
y arrastrar m cuerpo destrozado por as caes; pero eso ser
despu,s de que yo haya vsto correr ba|o m cucho a sangre
que he |urado derramar! M venganza ser competa, y os
tormentos y a muerte sern para m amgos benvendos,
redentores por os que aguardo!
Vov a caar; a feroz expresn de trunfo de fantco que arde
en a hoguera reumbraba en su rostro; de repente, sus o|os
cayeron de nuevo sobre a cmera macuada y vov a adoptar un
are de desesperacn; su voz, cuando vov a habar, era queda
y padera:
Estoy cansada de vvr; cuando haya competado m venganza,
caern as cadenas que me mantenen prsonera en esta terra;
en e mundo de as sombras ver a m esposo, y vover a acunar
a ms pequeos en m regazo. Nada me ata a os vvos; anso
reunrme con os esprtus que deambuan por os recntos de os
muertos.
Permanec unos mnutos ms con os o|os secos cavados en a
cmera. Pero pronto a nfuenca de esprtu magno revv con
toda su fuerza: az a cabeza de repente, se mantuvo un nstante
sumda en profundas refexones; y despus retroced
rpdamente por donde haba vendo.
En ocasones mustaba quedamente:
Tengo que apresurarme antes de que sea demasado tarde;
debo ocutar m rostro y cambar ms vestdos. A, entre as
casas, debo regstrar, y regstrar rpdo!
En ocasones reteraba sus panes de venganza, sus
excamacones de trunfo por sus derantes panes. A recaptuar
su proyecto, e recuerdo de Antonna despert en su mente; y
entonces, una cruenta superstcn oscurec sus pensamentos y
e confr un carcter vago y soador a sus paabras.
Cuando vov a habar, fue para mustar que a vctma que
haba escapado dos veces de sus manos quzs segura an vva;
que as nfuencas sobrenaturaes que a menudo guaran a os
antguos godos en a hora de a venganza podran ta vez guara
a ella y drgr e gope de su mortfera arma e tmo gope
antes de que a descubreran y a asesnaran drectamente a
corazn de a |oven. Pensamentos como esos desqucados y
oscuros se sucederon con rapdez en su mente; pero fuera que
os expresara en paabras y accones, fuera que os reprmera y
guardara senco, nunca vac n se detuvo en su veoz avance.
Sus energas estaban a a atura de cuaquer contngenca; y su
frrea vountad es mpeda faquear n por un nstante.
Leg a una cae retrada de os suburbos desertos; y, tras
anzar una o|eada para asegurarse de que nade a vea, entr en
una de as casas abandonadas por sus habtantes a aproxmarse
os stadores. De| atrs rpdamente as habtacones deanteras
y se detuvo a fn en. una de as acobas; y a encontr, entre
otros benes desechados en a huda, os vestdos de a duea de
aposento.
Seeccon una tnca romana, una estoa y unas sandaas de os
coores y as texturas ms comunes que pudo encontrar; y tras
dobaras para que abutaran o menos posbe, as escond entre
sus propas ropas. Despus, evtando a todos os que se
tropezaba en su camno, regres haca a tenda de rey; pero
cuando estaba prxma a ea se desv sgosamente haca
Roma, hasta egar a un edfco en runas que quedaba a medo
camno entre a cudad y e campamento. En ese escondte se
puso su dsfraz, se cubr a medas a cabeza y e rostro con a
estoa, y desde a camada, vgante, decdda, a mano en e
cucho ba|o e vestdo, mustando os nombres de su esposo y
sus h|os asesnados permanec acechando a cazada que
evaba a a Puerta Pncana.
De|mosa a unos nstantes y vayamos a a tenda de Aarco,
donde e Senado sgue supcando pedad y paz a Arbtro de
Impero.
En ese momento, a emba|ada ya haba agotado su capacdad de
ntercesn, aparentemente sn que e |efe de os godos
reconsderara su prmera e nmsercorde decsn de f|ar e
rescate de Roma a preco de todos os ob|etos de vaor que
contena a cudad. En a gran tenda renaba ahora un senco
momentneo. En un extremo, congregados en un grupo apretado
e rreguar, se encontraban os exhaustos y descorazonados
membros de Senado, apoyados por os asstentes a os que se
haba permtdo que os acompaaran; en e otro, se azaban as
ma|estuosas fguras de Aarco y de os guerreros que ntegraban
su conse|o de guerra. E espaco vaco en medo de a tenda
estaba ocupado por un con|unto de armas que separaba a os
representantes de as dos nacones, y que, accdenta, aunque
papabemente, smbozaba a feroz hostdad que dvdera en e
pasado y que segura dvdendo durante mucho tempo a puebo
de Norte y e puebo de Sur.
E rey godo se haba adeantado unos pasos a sus guerreros y se
apoyaba en su espada, grande y pesada. Su mrada frme recorra
os rostros de os abatdos senadores, contempando, con fra y
crue penetracn, todos os cambos que e sufrmento y a
desesperacn haban mpreso en su aspecto. E mpasbe y
sarcstco examen de conqustador se detuvo en os tra|es
sucos, as me|as consumdas, os membros temborosos de
cada uno de eos. Aunque deshonrados y humados, agunos de
os emba|adores snteron con ms ntensdad, precsamente por
a extrema ndefensn en que se encontraban, e nsuto que
sencosa y deberadamente se es nfga. Se removan nquetos
en su ugar e ntercambaban susurros con voces quedas y
amargas. A cabo, uno de eos az os o|os de sueo y romp e
senco. E ve|o esprtu romano, que argos aos de frvodad y
degradacn deberadas no haban ogrado pervertr por entero,
cubr de rubor su rostro pdo y en|uto cuando pronunc as
sguentes paabras:
Hemos supcado, hemos ofrecdo, hemos prometdo; nada
ms pueden hacer os hombres! Abandonados por nuestro
emperador y apastados por a peste y e hambre, nada nos
queda sno perecer en una nt resstenca ante as muraas de
Roma! Estaba en manos de Aarco conqustar una fama
mperecedera mostrndose cemente con os nfortunados h|os
de una nacn ustre; pero ha preferdo ntentar expoar a una
cudad gorosa y subyugar a un puebo que sufre! Oue recuerde,
sn embargo, que aunque a destruccn pueda sacar sus ansas
de venganza y e pa|e enrquecer sus arcas, e da de a
revancha egar. E mpero cuenta an con sodados y con
hroes que encabezarn confados a bataa, aunque estn
rodeados por os cadveres de sus compatrotas asesnados en
as caes de una Roma saqueada!
Una momentnea expresn de ra e ndgnacn se adue de
sembante de Aarco a escuchar ese atrevdo dscurso, pero a
reempaz de nmedato una sonrsa sardnca.
Cmo! Tens an sodados ante os cuaes os brbaros
deben tembar por sus conqustas! excam. Dnde estn?
Acaso se drgen haca aqu, o estn emboscados, o se esconden
detrs de fuertes muraas, o no han encontrado e camno a
campamento godo? |a! He aqu a uno de eos! excam
avanzando haca un macento y desarmado guarda de Senado
que retroced ante su fera mrada. Peea, hombre! contnu
en voz ms ata. Peea por a Roma mpera mentras an hay
tempo! Has perddo tu espada; toma a ma y vueve a ser un
hroe!
Con una ruda carca|ada, a a que hceron eco os guerreros que
se encontraban a su espada, e anz su poderosa arma a nfez
ob|eto de su sarcasmo. La empuadura gope con fuerza e
pecho de hombre, que trastab y cay ndefenso a sueo. Los
godos redobaron sus rsas; pero ahora su |efe no se un a eas.
Sus o|os reampaguearon de desdn trunfante a tempo que
seaaba a romano cado y excamaba:
As se despoma e Sur ba|o a espada de Norte! As se
ncnar e Impero ante a autordad de os godos! Decdme,
ahora que ves a estos romanos ante nosotros, no nos hemos
vengado acaso de todo o que nos han hecho? No mueren
combatendo ba|o e fo de nuestras espadas, sno que vven para
supcarnos pedad, como nos aterrorzados por e tgo!
Hzo una pausa. Su reco y nobe sembante asum poco a poco
una expresn medtatva. Los emba|adores avanzaron unos
pasos, quzs para hacer un tmo ruego, quzs para partr
desaentados; pero Aarco es hzo una sea con a mano que
ndcaba que mantuveran senco y permaneceran donde se
encontraban. En su nteror se debatan, en dura bataa, a sed
de merodeador por e botn nmedato y a grandosa ambcn de
gora futura de conqustador. Camn hasta a abertura de a
tenda y, tras hacer a un ado de un manotazo su cortna de
pees, contemp a Roma en senco. La desumbrante ma|estad
de os tempos y os paacos de a poderosa cudad que se
azaban ante sus o|os, fugurantes ba|o e so de un ceo sn
nubes, captur su atencn un argo rato. Poco a poco, sueos de
un seoro futuro en medo de esas estructuras sn rva cuya
destruccn y pa|e dependan de una paabra suya, comaron su
ama anheante y savaron a a cudad de su ra. Se vov haca
os emba|adores y es drg as sguentes paabras con a voz y
e are de un ser de una esfera superor a aquea en a que eos
se movan:
Cuando e conqustador godo rene en Itaa, os paacos de sus
mandataros an estarn en pe para servre de abergue. F|ar
un rescate menor; perdonar a Roma.
De grupo de guerreros que estaba a sus espadas se az un
murmu. Su |efe es negaba por prmera vez a rapa y a
destruccn que tan ardentemente anhearan. Cuando sus sordas
protestas egaron a sus odos, Aarco cav en eos a nstante
sus o|os severos y rept con tono deberadamente autortaro:
F|ar un rescate menor; perdonar a Roma.
Recorr, uno a uno, os sembantes de sus feroces segudores. N
una paabra de crtca sa de sus abos, n un gesto de
mpacenca se observ entre sus fas; mantuveron un senco
absouto, mentras e rey vova a avanzar haca os emba|adores
y prosegua:
F|o e rescate de a cudad en cnco m bras de oro, trenta
m bras de pata... de repente ca, como s medtara os
trmnos que mpondra. Los senadores, avados por un
momento ante e nesperado anunco de Aarco de que moderara
sus demandas, voveron a desesperanzarse a pensar en e
trbuto que se es exga y recordar sus tesoros agotados. Pero no
era e momento de dscutr o datar, y responderon a unsono,
aunque gnorantes de os medos de que se vadran para cumpr
su promesa:
E rescate ser pagado!
E rey os mr cuando habaron, como asombrado de que
hombres a os que haba prvado de toda posbdad de eeccn
osaran hacer gaa de ea para aceptar unos trmnos que no
tenan ms remedo que aprobar. Renac en e esprtu de
bura a contempar de nuevo a a nerme y humada emba|ada,
y vov a rer a dar contnuacn a sus paabras, drgdas en
parte a mudo grupo de os guerreros a sus espadas:
E oro y a pata no son ms que as prmeras retrbucones de
trbuto; a recompensa de m e|rcto no ser so a rqueza de
enemgo. Los romanos os habs redo de nuestras rudas pees
de oso y nuestras pesadas armaduras; pues nos vestrs con
vuestros tra|es de gaa! Aadrs a oro y a pata de rescate
cuatro m togas de seda y tres m pezas de tea escarata. Ms
brbaros de|arn de ser brbaros! Har de eos patrcos,
epcreos, romanos!
Los membros de a fatdca emba|ada evantaron a vsta ante
esas paabras, en muda spca de pedad a conqustador
trunfante; pero todava ban a segur sendo vctmas de a
rapacdad y a bura apastantes de Aarco:
Un momento! excam. Hay ms, ms an! Sos una
nacn de buenos anftrones; nuestros banquetes rvazarn con
os vuestros cuando os hayamos despo|ado de os tra|es que
vests en eos! A oro, a pata, a seda y a tea aadr ago ms:
tres m bras de pmenta, esa precosa mercanca adqurda en
pases e|anos con vuestras enormes rquezas! Ved que a tragan
con e resto de rescate, hasta e tmo grano! Adobaremos a
carne de nuestros anmaes como hacs que adoben as de os
vuestros!
Tras pronuncar esas paabras es vov bruscamente a espada
a os senadores y empez a drgrse en e doma de os godos y
con tono de chanza a conse|o de guerreros que o acompaaba.
Agunos de os emba|adores ncnaron a cabeza en sea de
muda resgnacn; otros, con a absouta ofuscacn de hombres
trastornados por o vsto y odo durante a entrevsta que ahora
concua, tra|eron mahadadamente a coacn os pactos voados
antao a nqurr mecncamente, segn as frmuas de dchos
acuerdos, qu garantas de pago de rescate exgran os
stadores.
Garantas! excam Aarco con fereza retomando de
nmedato su tono ms severo. Ved a as futuras garantas
que tenen os godos de a buena fe de Roma! y apartando a
cortna de a tenda sea orguoso as argas neas de su
campamento, que rodeaban toda a porcn vsbe de as
muraas de a cudad derrotada.
Los emba|adores recordaron a masacre de os rehenes de
Aquea y a evasn de pago de trbuto prometdo antao, y
contemparon mudos a escena que se despegaba ante sus o|os
desde a entrada de a tenda.
Recordad as condcones de rescate contnu Aarco en
tono de advertenca, recordad as garantas con que cuento de
que se pagar con pronttud! De esa forma vvrs seguros un
breve tempo, y feste|ars y estars contentos, mentras
vuestros terrtoros os sgan pertenecendo. Idos, he habado,
basta ya!
Se apart bruscamente de os senadores y a cortna de a tenda
cay tras eos cuando saeron. La ordaa de arbtra|e haba
concudo; a sentenca fna haba sdo pronuncada; haba egado
e momento de dsponerse a cumpra.
Las notcas de que a fn se haban acordado trmnos de paz
enaron a os romanos que aguardaban ante a tenda de una
fecdad que no oscurecan n as refexones sobre e pasado n
as premoncones acerca de futuro. Impeddos por os godos que
os rodeaban en e campamento de poner en prctca su
temeraro pan de hur a os campos; mposbtados de regresar a
Roma por e cerre de as puertas que haban traspuesto por a
fuerza; expuestos en su ndefensn a a bruta befa de enemgo
mentras aguardaban en una arga agona de suspenso por e fn
de a pegrosa entrevsta entre Aarco y os membros de
Senado, se haban vsto sometdos a os ms extremos
sufrmentos y se haban sumdo unnmemente en a
desesperacn, de modo que as nuevas sobre a concusn de
pacto sonaban en sus odos como una promesa de savacn.
Nnguna de as aprensones que despertara en a mente de sus
superores a vastedad de trbuto exgdo empaaba e xtass
rrefexvo de su gozo ante a perspectva de evantamento de
asedo. Se ncorporaron con excamacones de mpacenca y
pacer para regresar a a cudad de a que huyeran
descorazonados. Aduaron como perros a os emba|adores e
ncuso a os feroces godos. En a marcha desde Roma haban
conservado mecncamente certo orden, pero ahora se
apresuraron a retornar sn dstncn de ugar y sn dscpna:
senadores, guardas, pebeyos, todos |untos en a desordenada
guadad que caracterza a una turba.
Embargados por as segurdades tan recentemente adqurdas,
nnguno repar en e edfco en runas |unto a a cazada; nnguno
percb a fgura embozada que sa furtva de para unrse a a
retaguarda de grupo y que, despus, con paso sgoso y rostro
recatado, se ncorpor a o ms denso de gento. La atencn de
os emba|adores segua centrada en sus presentmentos de que
no se ograra reunr e rescate; os o|os de a muttud estaban
cavados en a Puerta Pncana; sus odos so percban sus
propas excamacones de gozo. No uno, sno muchos
desconocdos dsfrazados habran poddo unrse a su tumutuoso
avance sn ser observados o requerdos.
De ah que voveran a entrar presurosos a a cudad, donde mes
de o|os acongo|ados pugnaban por veros, y mes de odos
atentos porfaban por escuchar as aegres notcas que traan de
campamento godo. Se oyeron, procedentes de todos ados, e
sondo de antos hstrcos y rsas nsensatas, os dbes que|dos
de os exhaustos a morr, vctmas de su sbto transporte, y os
confusos camores de os fuertes que haban sobrevvdo a todas
as caamdades y a fn vean a savacn a a mano. An caados
y graves, os emba|adores atravesaron e gento para drgrse de
nuevo a Foro; y, a medda que avanzaban, a muttud se
dspers poco a poco para abrres paso. Enemgos, amgos y
desconocdos todos aqueos a quenes a mpacabe hambruna
haba enfrentado segn sus ntereses y smpatas estaban
ahora undos como una fama ante a expectatva de un rpdo
avo a su stuacn.
Pero en a muchedumbre que ahora se dspersaba haba una
persona cuyas emocones ocutas eran dferentes a as de os
gozosos mares de seres humanos que a rodeaban. Las mu|eres
y os nos, tan embargados como ea por sus propos
sentmentos, pasaban a su ado sn ver a ntensa y feroz
atencn que reveaban sus o|os mentras os contempaba con
f|eza hasta perderos de vsta. En e recnto de a cudad, a
desconocda enemga esperaba por as traconeras tnebas de a
noche, y o haca sn que a advrteran. Se mantena en e msmo
ugar a que a compacta muttud a confnara, ncuso ahora que
entamente pasaban a su ado as personas y e espaco en torno
a ea se despe|aba. Pero ba|o su cama y su senco exterores se
agazapaban as ms sava|es pasones que pugnaran |ams por
berarse de db freno de a vountad humana; hasta e severo
contro de Gosvntha sobre s msma se tambae a verse dentro
de as muraas de Roma.
Nade a haba mrado con sospecha; n uno so de os
ntegrantes de. gento se haba aproxmado a ea para empu|ara
haca afuera cuando penetr por as puertas rodeada por os
cudadanos desprevendos. Sn que nade a detectara, tanto por
a axa vganca de sus enemgos como por a estratagema de su
dsfraz, haba egado a fn a as caes de Roma, como |urara, sn
os e|rctos de su nacn, como sotara vengadora de a sangre
vertda.
No era un sueo, una vsn engaosa y fugaz. E cucho estaba
en sus manos; as caes se extendan ante ea; os seres
humanos que as comaban eran romanos; termnaban ya as
horas de da; a cercana de su1 venganza era tan certa como a
de as tnebas que a haran posbe. Una sava|e exutacn
aceer su puso vta cuando pens en os espantosos panes de
asesnato y venganza secretos que enfrentaban ahora en fata
enemstad a a mu|er sotara que era contra a pobacn
ndefensa de toda una cudad. Mentras sus o|os recorran
entamente de un extremo a otro a mv muchedumbre;
mentras refexonaba en e tempo que quzs transcurrra antes
de que a descubreran y a mataran antes de sufrr e martro
por ser fe a su sangre, momento que esperaba con desdn,
sus manos ocutas tembaron ba|o sus ropas y reter en un
susurro:
Esposo, h|os, hermano: son cnco as muertes que debo
vengar! Recordad Aquea! Recordad Aquea!
De'repente, mentras segua con a vsta a os grupos que se
ae|aban, sus o|os se posaron en una persona; a nstante do un
paso a frente; despus se contuvo abruptamente y retroced
haca un punto donde a muttud era todava compacta, sempre
con a vsta f|a en e msmo ugar. Haba vsto a a vctma que e
arrancaran dos veces de entre as manos, en e campamento y en
a casa de a gran|a, y que ahora se pona a su acance por
tercera vez en as caes de Roma. La posbdad de venganza que
menos esperaba era a que prmero egaba. Una vaga y opresva
sensacn de temor se mezc en su corazn con un sentmento
de trunfo: un poder sobrenatura pareca guara con rapdez, por
encma de todos os obstcuos de este mundo, haca e cmax de
su venganza!
Se escond entre e gento; sgu observando a a |oven desde
un punto ms dstante; pero su dsmuo era ya vano: os o|os de
ambas se haban encontrado. Su estoa se haba deszado cuando
dera un brusco paso a frente, y en ese nstante Antonna a haba
vsto.
Numerano, que atravesaba entamente a muttud con su h|a
snt que a mano de a |oven apretaba ms a suya y advrt
que su rostro haba adqurdo una sbta rgdez; pero e cambo
so dur un nstante. Antes de que pudera pronuncar paabra,
Antonna o tom de brazo y o arrastr haca adeante con
espasmdca energa. Despus, con voz cas naudbe, queda, sn
aento, dferente a a suya usua, Numerano a oy excamar a
tempo que segua apresurndoo:
Est ah, detrs de nosotros! Vene a matarme como o mat
a ! A casa! A casa!
Ya exhausto por e rudo contacto con a muttud debdo a a
proongada debdad y a as doencas naturaes de su edad;
confunddo por e aspecto y as accones de Antonna y por su
sorprendente mencn de un pegro desconocdo que e
transmta con sus entrecortadas" excamacones de temor, e
prmer mpuso de Numerano, mentras apretaba e paso a su
ado, fue e de pedr proteccn y ayuda a gento que os rodeaba.
Pero aunque hubera poddo seaar a a persona que provocaba
su aarma en medo de esa heterognea turba de todas as
nacones, su petcn tampoco habra obtendo respuesta. De
todos os sntomas provocados por a tembe severdad de as
prvacones sufrdas por os stados, nnguno era ms comn que
esas aberracones mentaes que producen vsones de pegros, de
enemgos, de muerte, tan papabes como para hacer que quenes
os sufran mporen a ayuda de os dems contra as espantosas
creacones de su propo dero. En consecuenca, a mayora de
aqueos a quenes se drgan as spcas de Numerano pasaron
a su ado sn hacer caso de eas. Agunos e pderon, sn dare
mayor mportanca, que recordara que ya no haba ms
enemgos, que se acercaba a paz, y que una comda nutrtva, de
a que seguramente pronto podra dsfrutar, era e nco auxo
que requera un hombre hambrento. En medo de ese perodo de
horror y sufrmento que se acercaba a su fn nade vea nada
extraordnaro en a confusn de padre y e terror de a h|a. De
ah que contnuaran su ncerta huda sn nnguna proteccn, y
que Gosvntha es sguera os pasos.
Ya haban comenzado e ascenso a a Cona Pncana cuando
Antonna se detuvo de repente y se vov para mrar haca atrs.
A sus pes, a cae estaba an atestada, pero os o|os de a |oven,
aguzados por e pegro, penetraron entre e gento y
dstngueron enseguda a ancha tnca y a ata fgura, an a a
msma dstanca de ea y de su padre, nmv ahora que eos se
haban detendo. Por un momento, Antonna cav os o|os en a
mrada de terror y e rostro trastornado e nerme de su padre;
pero a nstante, e msteroso nstnto de conservacn que
coexste con e nstnto de medo y que dota a anma ms
ndefenso de a astuca necesara para afnar su fuga y ocupa e
ugar de a razn, a refexn y a decsn cuando todas han
desaparecdo de a mente e advrt de fata error de permtr
que su persegudora a sguera hasta su hogar.
A no! A no! d|o con voz entrecortada cuando Numerano
ntent contnuar e ascenso. Nos ver cuando eguemos a a
puerta! Por as caes! Ah, padre, svame, es posbe que
ogremos esquvara en as caes! A estn os guardas, a
gente! Atrs! Atrs!
Numerano temb a percatarse de terror de su rostro y de sus
gestos; pero era vano nterrogara u oponerse a sus deseos. Nada,
savo a fuerza, habra ogrado detenera; n rdenes n spcas
obtenan otra respuesta que a msma excamacn entrecortada:
Adeante, padre! Adeante, s es que queres savarme!
Antonna era nsensbe a toda sensacn que no fuera e medo,
e ncapaz de toda accn savo a de hur.
Dando vuetas y revuetas, avanzando sempre a msmo paso
rpdo, tomaron sn darse cuenta por as caes ntrncadas que
evaban a a ora de ro; y a vengadora an segua a su vctma,
tan fe como a sombra a a sustanca; constante, ceosa,
ncansabe, como e sabueso que sgue una huea recente.
Y ahora a h|a de| de percbr hasta e sondo de a voz de su
padre; ya no senta a presn de su mano n su presenca a su
ado. A cabo, frg y debtada, vov a detenerse y a mrar
atrs. La cae a a que haban egado se encontraba muy
tranqua y despobada: en su extremo fna camnaban dos
escavos. Mentras se es pudo ver, nngn ser vvente aparec
en e camno a espadas de Numerano y Antonna; pero en
cuanto se perderon de vsta, una sombra avanz sgosa sobre e
pavmento de un prtco e|ano; y a nstante Gosvntha aparec
en a cae.
E so aumbr con fuerza a oscura fgura que se detuvo y que,
por un momento, mr furtva a su arededor. Gosvntha do un
paso y Antonna no esper ms. Se vov para reemprender su
nt huda; y de nuevo su padre, que so percba como causa
de su msteroso temor a una mu|er sotara que, s ben os
segua, no ntentaba deteneros o ncuso drgres a paabra, se
aprest a acompaara hasta e fn, abandonada toda otra
esperanza de garantzar su segurdad. E terror atenazaba cada
vez ms as facutades de a |oven que segua recorrendo a toda
prsa, nsensbe a o que a rodeaba, as caes que conducan a
Tber. No era Numerano, n Roma, n a uz de so en una gran
cudad o que vean sus o|os; o que vova a vvr era a tormenta,
e asesnato, a noche en a casa de a gran|a.
Contnuaron a rpda huda y a ncesante persecucn, como s
nnguna de as dos fuera a tener fn; pero ya se aproxmaban a su
escenaro defntvo. Durante su recorrdo por as caes, a mente
de Numerano se haba recuperado graduamente de su confusn
y su aarma ncaes; a cabo de un rato, se convenc de a
necesdad de tomar una decsn fumnante y decsva, mentras
haba tempo an de savar a Antonna de perecer vctma de su
propo temor. Aunque una vaga y terrbe premoncn de
desastre y muerte embargaba su corazn, adopt a frme
resoucn de desentraar de nmedato, costar o que costase,
e tenebroso mstero de os pegros que as paabras y os actos
de su h|a e ndcaban que os acechaban, porque e nspraba e
nco motvo o bastante poderoso para reanmar todas as
energas de su vda pasada que e sufrmento y a enfermedad no
haban anquado an: a savacn de su h|a. Ago de a frmeza
y e vgor anterores de ntrpdo reformador de a Igesa asom
a sus o|os mortecnos cuando se detuvo y, abrazando a Antonna,
e mpd .contnuar su huda.
La |oven ntent escapar, pero so dbmente y por un
momento. Comenzaban a abandonara as fuerzas y e sentdo. No
ntent mrar a sus espadas; su corazn e deca que Gosvntha
an os segua, y no se atrev a verfcar su terrbe convccn.
Sus abos se moveron, pero so para de|ar escapar un ruego
perturbado y vano:
Hermanrco! Ah, Hermanrco! fue todo o que must.
Haban egado a a arga cae que corra paraea a a ora de
Tber. Los habtantes de a cudad se haban retrado a sus
hogares o se haban encamnado a Foro para or as
nformacones sobre e pazo de pago de rescate. Cuando
Numerano recorr a cae con a vsta, so vo a Gosvntha; y
sta, tras asegurarse cudadosamente de que a cae estaba
deserta, avanzaba ahora haca eos a paso rpdo.
Por un momento e padre a mr f|amente a medda que se
aproxmaba, y en ese nstante tom su decsn. A sus pes, unos
pedaos conducan a estrecho umbra de un pequeo tempo,
que era e edfco ms cercano. Ignorante de s Gosvntha
contaba con cmpces secretos para su ncesante persecucn,
decd utzar e ugar como refugo a menos tempora de
Antonna, a tempo que obgara a a mu|er a decarare sus
ntencones ante su puerta, s es que os segua hasta a.
Enseguda comenz a subr os pedaos con a exhausta |oven a
su ado. Cuando eg a umbra, a hzo atravesar a entrada y se
detuvo para vover a examnar os arededores. Gosvntha se
haba esfumado.
Sn de|arse engaar por a sbta desaparcn de a mu|er y
creer que se haba marchado de a cae, todava anmado por e
propsto de conducr a su h|a a un ugar tranquo donde pudera
sentrse segura cas de nmedato y vovera a ser duea de s
msma, Numerano penetr con Antonna en e tempo. Decd
permanecer a unos momentos antes de sar a vgar a cae
desde e prtco.
La umnacn de edfco era pobre; penetraba so por una
pequea abertura en e techo y por a estrecha puerta, donde su
paso se vea obstacuzado por e saente de prtco exteror. En
e oscuro nteror, un montn desordenado de ob|etos oscuros y
aparentemente pesados se azaba haca e techo. De forma
rreguar, apados en extrao desorden, de coor oscuro en su
mayora, aunque aqu y a braban agunos puntos de un
respandor metco, dchos ob|etos tenan una aparenca
msterosa, ndefnda y estremecedora. Resutaba mposbe, con
una prmera o|eada a su confusa dsposcn, descubrr qu eran,
o advnar para qu haban sdo amontonados en e sueo de un
tempo deserto. Desde e momento en que atra|eran os o|os de
Numerano, su atencn se centr en eos, y a contemparos,
una eve sospecha vaga, nexpcabe, sn aparente causa u
ob|eto e he e corazn.
Se haba adeantado un paso para examnar e espaco que
quedaba ocuto detrs de esa coumna cuando se vo detendo
sbtamente por a aparcn de un hombre que emerg de
ugar, vestdo con e onduante tra|e de bordes prpuras y e fa|n
banco de os sacerdotes pagaros. Antes de que padre o h|a
puderan pronuncar paabra, antes ncuso de que ograran dar un
paso para marcharse, e hombre se es aproxm y, tras coocar
una mano en e hombro de cada uno, os contemp en senco.
En e momento en que e desconocdo se es acercaba,
Numerano az una mano para rechazaro y, a hacero, cav os
o|os en su sembante, umnado en ese nstante por un rayo de
uz procedente de a puerta. Su brazo qued extenddo y rgdo, y
despus cay nerte a su costado, a tempo que a expresn de
horror de rostro de a |oven parec refe|arse en e de su padre.
Nnguno de os dos ntent qutar de su hombro a pesada mano
de morador de tempo, y ambos permaneceron nmves, tan
mudos como .
CAPT"LO ))$
EL TEMPLO * LA I#LESIA
Era Upo. E pagano no so haba cambado de vestdo, sno
tambn de aspecto y manera de conducrse. Se e vea ms frme
y ergudo; su rostro haba adqurdo un tono opaco, atezado; sus
o|os, otrora tan hunddos y fatos de bro, estaban ahora ben
abertos y reampagueaban con e fugor de a ocura. Daba a
mpresn de que a medda de que sus facutades mentaes se
deteroraban hasta a tota bancarrota, sus capacdades fscas
recuperaban su vgor.
Nngn o|o humano haba presencado por qu medos ves y
secretos haba sobrevvdo a a hambruna; qu sustento naudto
haba satsfecho as ansas de hambre nexorabe; pero a, en
su sombra guarda, haba vvdo, se haba movdo, y sbta e
nexpcabemente se haba fortaecdo e demente, e para,
despus de que os habtantes de a cudad agotaran todos sus
recursos con|untos, empearan en vano toda su rqueza comn y
angudeceran y mureran por mares a su arededor!
An posaba sus manos frmes sobre e padre y a h|a, y an
ambos o contempaban mudos, como muertos hechzados
por su mrada; nmves, como heados por e roce de sus dedos.
Su presenca e|erca sobre ambos una fata fascnacn. La
capacdad para actuar, suspendda ya en Antonna cuando
entraran en su mahadado refugo, haba ahora abandonado
tambn a Numerano; pero en su caso, a dea de un enemgo
que os aguardaba en a cae no formaba parte de rresstbe
ascendente que o retena ndefenso ante e enemgo que
encontrara en e tempo. Era un sentmento de un terror ms
profundo y de un horror ms tenebroso. Porque ahora, a
contempar a espantosa faz de Upo, a mrar as vestduras
prohbdas de sacerdoco con que estaba atavado e pagano, no
vea so a trador que se haba confabuado contra a
prosperdad de su hogar, sno tambn a demente, a eproso
mora de a fama humana, a un Ama muerta en un Cuerpo vvo,
a Desheredado de a Dvna Luz de a Vda que os mortaes
tenen e terrbe prvego de compartr con os ngees de Dos.
An sostena a Antonna pegada a su costado, pero su gesto era
nconscente. En aparenca, estaba tan ndefenso como su
ndefensa h|a cuando Upo sot entamente os hombros de
ambos, os separ, y tras entreazar sus dedos descarnados y
fros con os de eos, comenz a habares.
Su voz era profunda y soemne, pero su acento, duro y
montono, no pareca expresar nnguna emocn humana. Sus
o|os, e|os de ganar en brantez a habar, adoptaron un are de
ausente y desmayada nsensbdad. La reacn entre e acto de
habar y e acto concomtante y acaratoro de mrar que se
observa en todos os hombres, pareca no exstr en su caso.
Produca espanto ver su rostro como de muerto y, a msmo
tempo, escuchar su voz de ser vvente.
He aqu que os fees estn egando a Tempo! murmur e
pagano. Los buenos servdores de poderoso cuto se renen a
a voz de su sacerdote! Ved cmo as gentes dspersas se
congregan en a noche en as e|anas provncas, donde os
enemgos de os doses se aprestan a profanar as arboedas
sagradas, para trasadarse hasta e atar de Seraps! Mares de
adoradores se arrodan ba|o os ma|estuosos prtcos, mentras
que adentro, en e recnto secreto donde a uz es tenue, donde e
are vbra en torno a as dedades que aentan sobre sus
pedestaes de oro, e gran sacerdote Upo ee e destno que nos
depara e Futuro, despegado ante sus o|os como as pgnas de
un bro!
Cuando ca, an con as manos de sus cautvos entre as suyas,
es cav os o|os, que voveron a brar y datarse; pero su
mrada no ndcaba que reconocera n a padre n a a h|a. E
dero de su magnacn o haba transportado a tempo de
Ae|andra; revva os das en que su gora acanzara su punto
cumnante, cuando os crstanos tembaban ante como ante su
ms feroz enemgo y os paganos se agopaban a su arededor
como en torno a su tma esperanza. Las vctmas de su ovdada
tracn no eran para ms que dos de os muchos fees atrados
por a fama de su eocuenca; por a trunfante notoredad de su
poder para proteger a os adeptos de antguo credo. Pero su
ocura no sempre se manfestaba as: tena momentos de una
extraordnara exatacn. Entonces magnaba que vova a
arro|ar a os atacantes crstanos desde o ato de os muros de
tempo stado, como cuando e obspo de Ae|andra decretara a
destruccn de a magen de Seraps. Sus grtos de fura, sus
extravadas excamacones de desafo se oan desde e|os, en
medo de soemne senco de a Roma azotada por a peste.
Ouenes, en os peores momentos de asedo godo, se
despomaban de hambre a pasar frente a pequeo tempo,
consttuan una terrbe readad de muerte que amentaba as
vsones de combates y matanzas de demente. Mentras yacan
agonzantes en a cae, esas vctmas de a hambruna
escuchaban a voz ena|enada que os madeca por ser crstanos,
se regoc|aba a creeros enemgos a quenes derrotara con sus
propas manos y exhortaba a sus magnaros adeptos a arro|ar a
os que mataban sobre os muertos que yacan en a cae, hasta
que os cuerpos de os stadores de tempo formaran una barrera
arededor de sus muros que mpdera e paso de sus camaradas
vvos. En ocasones se aborozaba en su. dero por su usora
creenca en e renacmento de as repugnantes y sangunaras
ceremonas de a superstcn pagana. Entonces se arremangaba
a tnca y ordenaba a grtos e sacrfco; cometa tenebrosas e
nnombrabes atrocdades, porque de nuevo os muertos y os
agonzantes yacan a sus pes, para dare carne a a sombra de
sus mavados pensamentos; y a Peste y e Hambre eran como
h|as de su vountad que se encargaban de proveer as vctmas
para ofrendar ante e atar.
En otros momentos, cuando pasaba e ataque de fura y yaca
|adeante en e rncn ms oscuro de tempo, su demenca asuma
un tono de pesadumbre. Su voz se tornaba queda y padera; su
memora deshecha vaga e ncontroabe remontaba as
oscuras aguas de pasado; y su engua pronuncaba fragmentos
de paabras y frases que murmurara en e regazo de su padre;
adoses y deseos nfantes que susurrara a odo de su madre;
nocentes y anheantes preguntas que e drgera a Macrno, e
sumo sacerdote, cuando entrara a servco de os doses en
Ae|andra. Sus recuerdos nfantes, a genteza de as paabra y
a poesa de os pensamentos de sus das |uvenes revvan en
sus paabras entrecortadas, merced a nfu|o arbtraro e
nescrutabe de su doenca; renovadas en su ve|ez de ocura y
crmen; babucdas en nconscente befa por sus abos, en cuyas
comsuras an s acumuaban os espumara|os, mentras os
tmos rempagos de desvaro todava reampagueaban en sus
o|os.
Esa pacdez de engua|e y esa sodez de a memora tan
anormaes, esa mentrosa aparenca de medtatvo y meancco
contro sobre s msmo, a menudo se proongaban sn nterrupcn
durante argos perodos de tempo; pero ms tarde o ms
temprano se produca e repentno cambo; a fasa cadena de
pensamentos se rompa en un nstante; a paabra que
pronuncaba en ese momento quedaba a medas; os membros
agotados retornaban convusvamente a a accn; y a medda
que se dspaban sus ensueos de paz y renacan sus fantasas de
voenca, e demente se rebeaba de nuevo furoso y recorra una
y otra vez, guado por sus vsones, su santuaro de tempo y
cuando a noche era oscura y a muerte se encontraba ms
atareada en Roma, as casas abandonadas, pobadas so por os
agonzantes, y as caes sencosas cubertas de cadveres.
Sn embargo, haba acontecmentos posterores de su exstenca
que nunca acudan a su memora. La antgua y famar magen
dotrca de Seraps, que o atra|era a tempo a su regreso a
Roma, absorba en s y en os recuerdos a ea asocados todo
cuanto permaneca actvo de sus facutades parazadas. Su
deseatad en e hogar de Numerano, su paso por a henddura de
as muraas, e apastante rechazo de que fuera vctma en a
tenda de Aarco no ocupaban n por un nstante sus errantes
pensamentos. Las nubes que se cernan sobre su mente se
abran para permtre atsbos de os afanes y os xtos de os
ncos de su carrera, pero cubran con mpenetrabe oscurdad os
das posterores de su vda terrbe.
Ese era e ser a cuya merced, por una msterosa fatadad, se
encontraban ahora e padre y a h|a; esa a exstenca sotara,
sn esperanzas, aborrecbe de mpacabe y artero trador de
antao!
Desde que Upo caara, a presn de sus manos se haba
ncrementado graduamente, y sus o|os haban comenzado a
recorrer e ugar enta e nqustvamente. S ese cambo hubera
sdo sntoma de que se acercaba otro de sus paroxsmos de fura,
as vdas de Numerano y Antonna habran sdo sacrfcadas a
nstante; pero todo o que denotaba era e avvamento de as
eevadas y tenebrosas deas de ceebrdad y xto, de honor e
nfuenca sacerdotaes, de espendor y gora de os doses, que
motvaran sus tmas paabras. De repente, avanz unos pasos
haca e nteror de tempo sn sotar a as vctmas de .su
pegroso caprcho, a quenes condu|o hasta e gran montn de
ob|etos que atra|era a atencn de Numerano a penetrar en a
edfcacn.
Arrodaos y adorad! grt e demente furbundo, vovendo a
poneres as manos sobre os hombros y empu|ndoos a sueo.
Os has ante os doses, en presenca de su sumo sacerdote!
La |oven ncn a cabeza y se cubr e rostro con as manos,
pero e padre examn temboroso a nforme coumna. Sus o|os
se haban acostumbrado nsensbemente a a pobre umnacn
de tempo, y ahora dstngua me|or os ob|etos que formaban a
masa que se azaba ante . Centos de mgenes de os doses
hechas de oro, pata y madera, muchas de as de ese tmo
matera de tamao mayor que e natura; badaqunos,
vestmentas, muebes, utensos, todos de antguas formas
paganas, se amontonaban en e sueo sn orden n concerto hasta
unos qunce pes de atura. La coumna tena ago de espantoso y
grotesco a a vez. Las monstruosas fguras de os doos, con as
rudas taas de sus ropa|es y sus armas smbcas, yacan en as
poscones ms dversas y dsparatadas, y exhban as neas ms
caprchosas, sobre todo as que ocupaban a parte superor de
con|unto, hasta donde, evdentemente, as haba anzado desde e
sueo a msma mano que evantara a estructura. Las cogaduras
entremezcadas con as mgenes y os muebes se enredaban
aqu en torno a eos como serpentes, cogaban a hasta e
sueo, ondeando entas y soemnes con a brsa que se coaba por
a puerta de tempo. Los ob|etos ms pequeos de oro y pata,
desperdgados rreguarmente en e con|unto, braban como o|os
desumbrantes; mentras que a coumna msma, en ese ugar y
tan pobremente umnada, seme|aba un monstruo vasto e
nforme: a tenebrosa encarnacn de as ms sangrentas
superstcones de pagansmo, una excrecenca de atmsferas
rezumantes y runas nmundas, de a sombra y a oscurdad, de
una soedad madta e nfecta!
Incuso por a poscn que ocupaba, adems de por os ob|etos
que a formaban, a coumna presentaba un aspecto snestro y
estremecedor; su contorno desgua, ms ancho en a cma, se
ncnaba pegrosamente en dreccn a a puerta; pareca como
que bastara empu|ara con a mano para que perdera su ncerto
equbro y cayera a nstante a terra como una masa compacta.
Muchas horas de duro traba|o, una proongada y furtva abor, se
haban consagrado a a ereccn de a nsta y vacante
estructura; pero era obra de una soa mano. Noche tras noche, e
pagano penetraba en os tempos desertos de as caes
crcundantes y os despo|aba de sus contendos para enrquecer
su amado atar; a retrada de os doos de sus ugares habtuaes,
que a un hombre menos posedo e habra parecdo un sacrego,
era a sus o|os e terrbe prvego de sumo sacerdote. Haba
acarreado pesadas cargas y roto de un trn fuertes cerres; haba
recorrdo una y otra vez durante muchas horas segudas as
msmas caes sombras, sn descansar en su tarea; haba
amontonado unos sobre otros tesoros e mgenes; haba
reforzado a base y aumentado a atura de su precosa y sagrada
coumna; cada vez que se derrumbaba y caa a sueo, haba
reparado y reconstrudo, con una pacenca y una perseveranca
resuetas que n os reveses n a fatga ograban vencer, esa
nueva torre de Babe que ansaba eevar hasta e Ompo de
techo de tempo. E propsto ms anheado de su qumrca
superstcn era rodearse de nnumerabes dedades y reunr a
nnumerabes fees, para hacer de ugar sagrado que habtaba
un portentoso Panten y un punto de encuentro de as dspersas
congregacones de mundo pagano. Esa era a ambcn que haca
que su ocura egara a ms feroz fanatsmo; y ahora, ergudo en
toda su estatura, con sus cautvos a sus pes, sus o|os
reampagueantes con temparon despavordos a sus doos; az
os brazos en soemne, exttco trunfo, y enton con voz queda
sus nvocacones dsparatadas, ncoherentes, fragmentaras, ante
e brbaro atar evantado con su soo esfuerzo.
Fuera cua fuese e efecto que e|erceron en Numerano os
derantes;.y confusos con|uros de Upo, Antonna n os advrt n
os escuch, porque ahora que a voz de demente haba
descenddo hasta no ser ms que un murmuo, y que sus o|os
cerrados e mpedan ver os ob|etos que a rodeaban, sus
sentdos comenzaron a percbr en e tempo sondos en os antes
no cayera en cuenta.
La rpda corrente de Tber ama os cmentos de un costado
de edfco, en cuyo nteror se oa con snguar cardad e mpdo
y adormecedor borboteo de agua. Pero, adems, otro sondo ms
penetrante egaba tambn a sus odos. En e remate de techo
de tempo an se conservaban varas heras de campanas
doradas, dspuestas a orgnamente en parte con a ntencn
de adornar esa porcn de a estructura exteror, en parte para
que e rudo que producan a agtaras e vento espantara a os
p|aros que se posaban en e edfco sagrado. E sondo de esas
campanas era argentado y agudo; cuando a brsa era fuerte,
tntneaban todas a una aegre y contnuamente; cuando
amanaba, sus notas eran tenues, ntermtentes e rreguares, cas
que|umbrosas en su pura evedad metca. Pero por ms que
varara su tono ba|o a caprchosa nfuenca de vento, pareca
mezcarse sempre maravosamente, en e nteror de tempo,
con e quedo y eterno borbotear de ro, que enaba as menores
pausas de agradabe tntneo de as campanas y conservaba su
suave y montona armona, cas naudbe, cuando eas de|aban
or su canto.
Haba ago en esa extraa, nusua combnacn de sondos que
se oa en e abovedado nteror de a pequea edfcacn, que
resutaba snguarmente smpe, atractvo y esprtua; mentras
ms odo se e prestaba, ms competamente ovdaba a mente
todo recuerdo de su verdadero orgen, y poco a poco formaba a
partr de ea fantasas cada vez ns caprchosas, hasta que as
campanas, con su dmnuto repqueteo, egaban a parecer as
aegres voces de un arroyo ceesta que fotaran sobre sus
frges burbu|as, gozando de a suave corrente que as
murmuraba a fur.
A pesar de pegro de su stuacn y de terror que a mantena
muda y arrodada, e efecto que produ|o en Antonna a extraa
combnacn musca de a corrente de agua y as campanas fue
o bastante fuerte, cuando a oy por prmera vez, para dspar
toda emocn que no fuera de sorpresa y admracn. Se
descubr e rostro y anz una mrada mecnca haca a puerta,
como s pensara que e sondo proceda de a cae.
En ese momento, a uz de so ponente, que se coaba entre dos
de os pares que rodeaban e tempo, umnaba con brante
respandor e so pavmento de a entrada. Un en|ambre de
nsectos revooteaba atontado en a uz tba y suave, y su eve y
montono zumbdo no nterrumpa, sno que ahondaba, e
absouto senco que renaba en e exteror de edfco. Pero una
ateracn de sosego que presda a tranqua y despe|ada
escena estaba a punto de ocurrr; no haba pasado un mnuto
cuando Antonna, que segua contempndoa, vo una sombra
oscura que cruzaba sgosa e pavmento soeado, a msma
sombra que vera por tma vez cuando a detenerse en su huda
para mrar haca atrs en a cae deserta. A prncpo crec y se
aarg entamente, despus permanec estaconara, ms tarde
se ae| y desaparec tan pauatnamente como haba avanzado,
y entonces a |oven oy, o crey or, un eve sondo de pasos que
se retraban por as coumnatas ateraes en dreccn a costado
de edfco que ndaba con e ro.
Antonna de| escapar un eve grto de horror a tempo que se
refugaba entre os brazos de su padre, pero este no a escuch.
La voz de Upo haba vueto a adoptar su tono ato y hueco; haba
evantado a Numerano de sueo agarrndoo de brazo con una
mano fuerte y tan fra que parec hear e corazn de ancano,
con a cua o mantuvo nmv e nerme como presa de un
hechzo fata.
Escuchad! Escuchad! excam e pagano, agtando su mano
bre como s se drgera a una vasta concurrenca. Promuevo a
este hombre a a condcn de servdor de sumo sacerdote! Ha
egado a atar sagrado desde un pas e|ano; se muestra dc y
obedente ante e taberncuo de os doses; su suerte futura est
echada; morar en e tempo hasta e da de su muerte!
Ceebrar ante m atavado con vestduras bancas, mecer e
humeante ncensaro y har sacrfcos a ms pes!
Ca. Una expresn sombra y snestra aparec en sus o|os a
pronuncar a paabra "sacrfco"; must para s con are de duda:
E sacrfco! Ha egado ya a hora de sacrfco? y anz
una mrada haca a puerta.
E so an pona su bro aegre sobre e pavmento; os nsectos
seguan revooteando en crcuos en a suave uz; ya no se vean
sombras n se oan pasos e|anos; so se escuchaba a aegre
msca de agua borboteante y de tntneo argentado de as
campanas. Durante unos breves momentos, e demente examn
a cae presa de ansedad, sn pronuncar paabra n mover un
mscuo. E ataque de fura estaba a punto de aduearse de , a
partr de que a dea de sacrfco atravesara como un rempago
as tnebas de su mente; pero una vez ms, se pospuso su
egada. Vov entamente a cabeza en dreccn a nteror de
tempo.
E so an bra en os patos exterores must muy quedo,
no ha egado an a hora de sacrfco! Ven! contnu en voz
ms ata, sacudendo de brazo a Numerano, es hora de que e
servdor de tempo revse e ugar de sacrfco y afe e cucho
destnado a a vctma antes de que se ponga e so! Servo:
evntate y sgeme! Hasta ese momento, Numerano no haba
habado n ntentado escapar. Aunque nos ha evado certo
nmero de pgnas descrbr os acontecmentos precedentes,
eos se haban desarroado en un perodo de tempo tan corto
que e ancano no haba ogrado recuperarse de a prmera y
sobrecogedora conmocn que e produ|era e encuentro con
Upo. Pero ahora, aunque segua temeroso, snt que haba
egado e momento de uchar por su bertad.
Aprtate y d|anos partr! No puede vover a haber nnguna
reacn entre nosotros! excam, con e vaor temeraro que
produce a desesperacn, mentras tomaba de a mano a
Antonna y ntentaba desasrse de as garras de demente. Pero su
esfuerzo fue en vano; Upus o su|et con ms fuerza y de|
escapar una carca|ada trunfa:
Cmo! E servdor de tempo sente terror de sumo
sacerdote y no se atreve a penetrar en e ugar de sacrfco!
excam. No temas, servo! E todopoderoso, que rge sobre a
vda y a muerte, sobre e tempo y e futuro, se muestra
bondadoso con os servdores que ege! Vamos, vamos! A ugar
de tnebas y expacn, donde so yo soy omnpotente y todas
os dems craturas temban y obedecen! A tu eccn, dscpuo!
A ponerse e so a vctma debe ser coronada!
Cuando se aprestaba a obgaro a avanzar, mr un nstante e
rostro de Numerano y sus o|os se encontraron. En a fera
autordad de su gesto y a sava|e exutacn de su mrada, e
padre vo repetrse de forma ms aberrante a acttud y a
expresn que observara en e pagano a maana en que perdera
a su h|a. Todas as crcunstancas de esa hora desventurada a
acoba vaca, a h|a desterrada, e trunfo de trador, a angusta
de traconado pasaron como un rempago por su mente y se
azaron ante sus o|os tan vvdas como un cuadro. De| de
bataar; toda a capacdad de resstenca de su cuerpo y de su
mente estaban anquadas. Hzo un esfuerzo por apartar a
Antonna de su ado, como s ovdando a a enemga ocuta fuera
de tempo, tratara de factar su fuga por a puerta aberta
mentras a atencn de demente an no se haba posado en ea.
Pero ms a de ese tmo esfuerzo de fuerte nstnto de amor
paterno, toda otra emocn dnmca pareca haber muerto en .
En vano ntent dsocar a a h|a de a suerte que quzs
esperaba a padre. E terror que e produca a ella a oscura
sombra sobre e pavmento era superor a toda otra aprensn.
Antonna se aferr con ms fuerza a su padre y e apret todava
ms a mano. De modo que cuando e pagano avanz haca e
nteror de tempo, no fue so Numerano quen o sgu a ugar
de sacrfco, sno ea tambn. Camnaron hasta a parte trasera
de a coumna de os doos. Detrs haba una ata dvsn dorada
con ncrustacones de madera que egaba hasta e techo, y que
separaba a parte anteror de tempo de a posteror. En a
dvsn haba un pasa|e abovedado de techo ba|o, protegdo por
puertas taadas smares a as de frente de edfco, y por
pasaron Upo y sus prsoneros a otro recnto de tempo.
La habtacn a a que egaron era consderabemente ms
pequea que e prmer aposento de tempo que acababan de
abandonar. E techo y e sueo tenan una ncnacn descendente
y e sondo de as profundas aguas de Tber egaba a con ms
cardad que en a parte anteror de edfco. Cuando entraron, e
ugar estaba muy oscuro: a coumna de doos nterceptaba hasta
a poca uz que podra haber penetrado por su estrecha entrada;
pero as densas tnebas pronto se dsparon. Arrastrando a
Numerano consgo haca a zquerda de a habtacn, Upo abr
una espece de tragauz de madera y un vvdo rayo de so se co
de nmedato por una pequea abertura crcuar practcada en esa
parte de tempo.
A hacero qued umnada una vasta cavdad en a pared ms
ae|ada de a habtacn, o bastante ata para admtr a un
hombre de pe, pero que se comuncaba medante una abertura
cas perpendcuar con un foso cuyo fondo resutaba mposbe
coumbrar, porque de ese nsondabe absmo artfca no brotaba
uz, y a vsta no acanzaba a penetrar ms que unos pocos pes
por su boca. En e estrecho espaco de a base que quedaba
vsbe se advertan os prmeros pedaos de una escaera que
evdentemente conduca haca o profundo de a cavdad. En as
paredes abruptamente ncnadas que a rodeaban por todas
partes aguen haba pntado, con os brantes coores de os
frescos antguos, representacones de as dedades de a
mtooga, todas en acttud de descender a a crpta, y todas
segudas por nnfas que portaban gurnadas de fores, hermosos
p|aros y otros adtamentos smares de as ceremonas votvas
de pagansmo. E repusvo contraste entre os brantes coores y
as gracosas formas de os frescos, y e aspecto amenazante y
sombro de a cavdad que decoraban, subrayaba ntensamente a
estremecedora sgnfcacn de carcter de a estructura. Sus
mavados usos prevos parecan ndeebemente nscrtos en toda
ea, como os crmenes y tormentos de pasado permanecen
ndeebemente nscrtos en e rostro humano; a mente se
mpregnaba en ea de aterradoras deas de mortaes tracones,
secretas atrocdades, tembes refnamentos de a tortura que
nngn no ncado contempara y que nnguna resoucn humana
fuera nunca o sufcentemente frme para resstr.
Pero esas mpresones no eran producto so de o que se vea en
a extraa crpta y en torno a ea, sno tambn de o que a se
oa. E vento penetraba en a cavdad a travs de una abertura
nvsbe, stuada en agn punto a certa dstanca, y todo
ndcaba que ago nterceptaba su paso, porque suba hasta a
boca de a crpta con un sbdo agudo y penetrante, y en
ocasones produca otro sondo ms prxmo, que recordaba e
voento entrechocar de muchos ob|etos metcos. E rudo de
vento y e borboteo de a corrente de Tber parecan proceder
de una dstanca mayor que a que |ustfcaba a estrechez de a
parte trasera de tempo y a proxmdad de ro a sus cmentos.
Resutaba evdente que a crpta no ba recta haca e exteror,
sno que descrba una curva por deba|o de edfco haca su parte
anteror, medante agn extrao enredo de pasa|es o abernto
de cavernas artfcaes que quzs fueran construdos mucho
tempo atrs como mazmorras para os vvos o sepucros para os
muertos.
E ugar de sacrfco! A|a! E ugar de sacrfco!excam e
pagano exutante mentras obgaba a Numerano a egar hasta a
entrada de a cavdad y apuntaba soemnemente haca as
tnebas de sus profunddades.
E padre cav a vsta en a sma, sn voverse n una vez a mrar
a Antonna, sn ntentar vover a uchar por su bertad. Los
amores y as esperanzas de este mundo comenzaban a
desvanecerse de su corazn: oraba. Las paabras soemnes de a
mporacn crstana saan en un quedo murmuo de sus abos,
en e atar de a doatra y a sangre, entremezcadas con as
ncoherentes excamacones de demente que o mantena cautvo
y que ahora haba posado sus o|os reampagueantes en as
tnebas de a crpta, a medas ovdado de os prsoneros que
retena |unto a su entrada, ya que era presa de a sombra
fascnacn que sobre ,l e|erca.
E rayo de so que entraba por a abertura crcuar de a pared
umnaba fantstcamente as dsmes fguras de os tres, tan
extraamente reundas a a boca de absmo que se abra a sus
pes. Por sobre sus cabezas, en torno a eos, sombras: en e
mahadado recnto no haba ms uz que a de vvdo rayo de so
que caa sobre a macenta fgura de Upo, que segua apuntando
a as tnebas; sobre e sembante tenso de Numerano, que oraba
con a amargura de quen aguarda a muerte esperada; y sobre a
fgura frg y |uven de Antonna, aferrada temborosa a su
padre. Era una escena soemne y utraterrena!
Mentras tanto, a sombra que a |oven advrtera en e sueo ante
a puerta de tempo vov a aparecer a, pero no para retrarse
como antes; un nstante despus, Gosvntha penetr sgosa en
e recnto anteror de edfco que abandonaran sus ocupantes
precedentes. Pas sencosa |unto a a coumna de os doos,
ech una mrada a aposento posteror de tempo y vo, a a uz
de rayo de so, a as tres fguras reundas, sombras e nmves,
en a boca de a cavdad. Su prmera mrada fue para e pagano,
que e nspraba sospechas y un temor nstntvos, y cuyo
propsto a mantener cautvos a padre y a a h|a no poda
advnar; a sguente fue para Antonna.
La muchacha ocupaba una poscn resguardada; an sostena a
mano de su padre, de modo que este a amparaba parcamente
con su cuerpo; e, nconscentemente, se haba coocado ba|o e
brazo evantado de Upo, que agarraba e hombro de Numerano.
A advertro, y recordando que Antonna ya se e haba escapado
en dos ocasones, Gosvntha vac por un momento, y despus,
con paso cudadoso y gesto de dsgusto, comenz a retroceder de
nuevo haca a puerta de tempo.
An no, an no ha egado e momento! must mentras
vova a ntroducrse en su escondr|o; a uz es da de eno; a
muchacha est a a vsta y os otros a protegen! Est en medo
de os dos hombres! No ha egado e momento de dar e gope;
e ta|o de cucho debe ser certero y seguro! Certero, porque
esta vez debo matara! Seguro, porque tengo otras venganzas
que cobrarme adems de a que me cobro en ea! Yo, que he
sdo pacente y astuta desde a noche de m huda de Aquea,
segur sendo pacente y astuta! S atravesa a puerta, a matar
cuando saga; s permanece en e tempo...
Gosvntha hzo una pausa y az a vsta; e so ponente aumbr
con su ameante respandor su rostro marchto; sus o|os
reumbraron feroces ba|o a ntensa uz.
Se acercan as tnebas! contnu; a noche ser espesa y
negra en os oscuros recntos de tempo; a ver y ea no me
ver! Se acerca a oscurdad; m venganza es segura!
Cerr os abos, y con fata perseveranca contnu vgando y
esperando, tan resuetamente como vgara y esperara hasta
entonces. E romano y a goda, opuestos por su sexo, su nacn y
su suerte; e orate que soaba con as sangunaras superstcones
de pagansmo ante e atar de tempo y a asesna que maduraba
sus cruentos panes ba|o e prtco de tempo estaban ahora
undos por una msterosa dentdad de expectatvas que nnguno
de os dos sospechaba o se comuncara: cuando e so
desaparecera de frmamento habra egado la !ora del sacri(icio.
& & &
Se produce ahora una pausa momentnea en e curso de os
acontecmentos. Certos hechos ocurrdos y que narraremos a
contnuacn hacen necesaro aprovechar este ntervao para
nformar a ector acerca de a naturaeza y e empeo verdaderos
de a crpta excavada en a pared e tempo, cuyo aspecto externo
ya hemos descrto.
La pecuardad ms saente de a regn pagana puede muy
ben compararse con a caracterstca ms pecuar de a
construccn de os tempos paganos. Ambos estaban dseados
para atraer a atencn genera por sus soos efectos externos,
que eran, en ambos casos, un refe|o faso y engaoso de su
sustanca nterna. En e tempo, cuando as personas adoraban
ba|o as argas coumnatas o contempaban os ma|estuosos
prtcos desde a cae, era gco que magnaran que e nteror
de a estructura posea una ma|estad y una smetra smares, y
no se es permta descubrr cuan amentabemente contraraba
ese nteror as brantes expectatvas que e exteror estaba tan
ben cacuado para nsprar; cuan poco se correspondan os
oscuros y estrechos recntos de os doos, as crptas secretas y
os sombros aposentos nternos con a promesa de as grandes
escanatas, as ampas extensones de pavmento y os maczos
pares que centeeaban a so en su exteror. De gua manera en
e caso de a regn, e adepto resutaba atrado por e espendor
de as procesones; por a pompa de os auguros; por a poesa de
una superstcn que pobaba os bosques que habtaba de ges
drades y as fuentes de as que beba de vgantes nyades; que
es ad|udcaba a as montaas y os agos, a so, a una y as
estreas, a todo o que o rodeaba, sus fantstcas aegoras o sus
gracosas eyendas de beeza y amor; pero no se e permta
profundzar su reacn con a regn ms a de ese prmer
encuentro; ah concua su ncacn. Se e mantena gnorante de
os oscuros y pegrosos absmos que se abran ba|o esa tersa y
atractva superfce; se e de|aba con a mpresn de que o que
se mostraba era so e preudo de su futuro descubrmento de
as beezas ocutas de os rtos paganos; no se e permta ver as
astmosas mposturas, as repusvas orgas, os espantosos
encantamentos, os cruentos sacrfcos humanos perpetrados en
secreto, que eran a repugnante sustanca rea de a hermosa
forma externa. Su prmera o|eada a tempo resutaba tan
engaosa para sus o|os como mstfcadora para su mente a
prmera mpresn que e produca a regn.
Era con esos msteros ocutos y cupabes de cuto pagano que
estaba ntmamente reaconada a crpta ante a cua se
encontraba ahora Upo con sus cautvos.
Los sacrfcos humanos que reazaban os romanos eran de dos
tpos: pbcos y secretos. En os ncos de a repbca, os
prmeros se evaban a cabo anuamente; ms tarde se
prohberon; Augusto, quen sacrfcaba a sus prsoneros de
guerra ante e atar de |uo Csar, os revv; y posterormente
aunque renovados en ocasones por motvos especfcos en os
renados subsguentes se emnaron por competo de as
ceremonas de pagansmo durante e resto de perodo mpera.
Los sacrfcos secretos se practcaron durante mucho ms
tempo. Estaban reaconados con os msteros ms esotrcos de
a mtooga; se reazaban a espadas de a supervsn
gubernamenta; y probabemente contnuaron hasta a extncn
genera de a superstcn pagana en Itaa y en as provncas.
Muchos y muy varados eran os recntos construdos para a
nmoacn secreta de vctmas humanas en dferentes partes de
mpero tanto en as cudades muy pobadas como en os
bosques sotaros y, entre eos, uno de os ms notabes y e
que durante ms tempo se conserv fue a gran cavdad
excavada en a pared de tempo que Upo escogera como
sotaro escondr|o en Roma.
La crpta no se haba construdo meramente con e fn de ocutar
a nmoacn y e cadver de a vctma. A su construccn se
haba aaddo un sangunaro artfco que conssta en coocar en
a propa cavdad e nstrumento de sacrfco, de manera que no
era un mero recnto, sno, por decro de aguna manera, e
devorador de su presa humana. A pe de a escaera (cuyo nco,
como ya hemos observado, era o nco que resutaba vsbe
desde a entrada aberta en e recnto de tempo) se haba
dspuesto a magen de un dragn de bronce.
E cuerpo de monstruo, que sobresaa de otro ado de a
escaera, cas en nguo recto con a pared, se despazaba en
todas dreccones medante unos muees de acero que se
comuncaban con uno de os escaones nferores y tambn con
una espada coocada en a garganta de a magen y que serva
como de engua de dragn. Las paredes se estrechaban en torno
a os escaones, de modo que en as proxmdades de dragn so
caba un cuerpo humano. A a menor presn en e pedaos con
e cua se comuncaba e muee, e cuerpo de monstruo se
ncnaba haca adeante y a espada saa de su garganta a
nstante, a una atura de sueo que a haca atravesar
necesaramente agn rgano vta de a persona que ba|aba. E
cuerpo, que se desprenda por su propo peso de a espada, caa
por un tne aberto deba|o de dragn que descenda en
dreccn opuesta a a de as escaeras, y se depostaba en una
re|a de herro baada por as aguas de Tber, que corra ba|o os
cmentos abovedados de tempo. A a re|a se egaba por un
pasa|e subterrneo secreto que saa de frente de edfco, y que
es permta a os sacerdotes encargados de sacrfco egar hasta
donde se encontraba e cadver, atare unos pesos y, tras abrr a
re|a, arro|aro a ro, de modo que nunca ms o veran o|os
humanos.
En a poca en que se autorzaba que esa mquna de
destruccn cumpera e propsto para e cua e horrbe ngeno
de sus nventores a construyeran, sus vctmas eran sobre todo
|venes donceas. Coronadas de fores y atavadas con ropa|es
bancos, se as nstaba a a nmoacn con rcos presentes y con
as segurdades de que e nco ob|etvo de su fata expedcn
haca o profundo de a crpta conssta en revvr as pnturas que
adornaban sus paredes (que ya descrbmos agunas pgnas
atrs) ofrendando sus dones ante e atar de doo que se
encontraba en e fondo.
En os das de os que escrbmos, haca muchos aos desde a
prmera prohbcn de pagansmo que e dragn no se
amentaba de sus presas usuaes. La humedad haba corrodo y
afo|ado poco a poco as escamas de su cuerpo; y cuando as
mova e vento que penetraba por deba|o y sbaba en su
tortuoso recorrdo por e tne que corra en e fondo en una
dreccn y suba en otra haca o ato por a escaera de a crpta,
produca e entrechocar que ya hemos menconado que se de|aba
or en ocasones desde a boca de a cavdad. Pero os muees
que movan e morta mecansmo de aparato, protegdos en su
nteror, seguan resstendo e ento avance de tempo y e
desuso, y estaban tan a punto como sempre para e|ecutar e
fata propsto para e que fueran dseados.
E destno tmo de dragn de bronce era e de a regn cuyas
ms cruentas superstcones encarnaba: caer ba|o e rresstbe
embate de crstansmo. Poco despus de a poca en que se
desarroa nuestra narracn, tras un accdente ocurrdo en e
nteror de edfco ba|o e cua estaba stuado, y que reataremos
ms adeante, su exteror se desmante para utzar sus pares
como materaes para a construccn de una gesa. Un mon|e
que haba estado presente en a destruccn de otros tempos
paganos, y que se ofrec para nspecconar su contendo, expor
a crpta excavada en a pared. Con una antorcha en una mano y
una barra de herro en a otra, ba| a a crpta, tanteando as
paredes y os escaones a medda que descenda. Por prmera y
tma vez a espada sa nocua de a garganta de monstruo
cuando e mon|e hzo presn con su barra de herro sobre e
pedao fata, antes de psaro. Ese msmo da se destruy y se
arro| e aparato a as aguas de Tber, donde antes se arro|ara a
sus vctmas.
& & &
Han pasado agunos mnutos desde que de|amos a padre y a a
h|a |unto a pagano ante a entrada de a crpta; y an no parece
haberse producdo nngn cambo en as poscones de os tres.
Pero a voz de Upo, que sgue con os o|os cavados en a sma
aberta a sus pes, es ms ata, y sus paabras se han tornado ms
caras. Tembes recuerdos reaconados con ese ugar comenzan
a remover su memora fatgada, a evantar e oscuro veo de
ovdo de sus pensamentos estres.
Ba|an a, hasta e fondo! excam abruptamente,
apuntando a as oscuras profunddades de a crpta, y nunca
vueven a sar a a uz de da! E gran Destructor vga a
deba|o en su soedad, y sus o|os penetran as tnebas esperando
a que se aproxmen! Od! E sbdo de su respracn es como e
entrechocar de as armas en una ucha a muerte!
En ese momento e vento mov as escamas suetas de dragn.
Por un nstante Upo guard senco, prestando odo a rudo que
producan. Por prmera vez una expresn de temor aparec en
su rostro. Su memora revva oscuramente os detaes de su
descubrmento de a mortfera maqunara que guardaba a
crpta, cuando hcera de tempo su hogar, cuando eno de
confusos recuerdos de rtos y encantamentos msterosos, de os
sacrfcos secretos a os que asstera y reazara en Ae|andra
encontrara y recorrera e pasa|e subterrneo que conduca hasta
a re|a de herro deba|o de dragn. Cuando e vento aman y
con e entrechocar de metaes, comenz a enumerar para s
msmo, con acentos entos y soemnes, esos recuerdos.
He vsto a Destructor; e Invsbe se me ha reveado! must
. Legu hasta a re|a de herro; as aguas mpacentes se
afanaban y pugnaban a ms pes mentras yo contempaba e
ugar de as tnebas. Me hab una voz. "Busca una uz y
contmpame desde o ato! Busca una uz! Busca una uz!" E
so, a una y as estreas no aumbraban a! Pero en a cudad,
cuando recorra por as noches as casas de os muertos, haba
vsto mparas encenddas; y a mpara aumbraba cuando no o
hacan n e so, n a una, n as estreas! Desde qu puse e pe
en os prmeros pedaos mr haca aba|o y v a Poderoso en su
dorado fugor; y no me aproxm, sno que observ y prest odo
presa de temor. La voz de nuevo! La voz se de| or de nuevo!
"Ofrceme sacrfcos secretos, como os ofrecen tus hermanos!
Dame a os vvos donde estn os vvos! Y a os muertos donde
se haan os muertos!" E are suba heado y a voz ca, y a
mpara era como e so, a una y as estreas, no aumbraba en
e ugar de as tnebas!
Mentras hababa, as escamas metcas suetas voveron a
entrechocar en a crpta, porque e vento aumentaba con a
egada de a noche.
Od! La sea para preparar e sacrfco! grt e pagano
vovndose bruscamente haca Numerano. Escucha, servo!
Los vvos y os muertos estn a nuestro acance. E aento de
Invsbe os derrba en as caes y en as casas; se tambaean en
os camnos y caen ante os pedaos de tempo. Cuando egue a
hora sadremos a buscaros. Por m mano descenden a a caverna
que est a nuestros pes. Sea que os arro|emos muertos o que
ba|en vvos, caen por a re|a de herro donde e agua sata y se
goza de recbros! M tarea es conducros a sacrfco arrba, y a
tuya esperar por eos deba|o, azar os barrotes y echaros a ro
para que se os trague! Los muertos caen prmero: os vvos a
quenes e|ecuta e Destructor sguen despus!
Ca de sbto. Por prmera vez, sus o|os se posaron en
Antonna, cuya exstenca pareca haber ovdado hasta entonces.
Una sonrsa repusva, mezca de astuca y satsfaccn,
transform a nstante su rostro a mrara y despus desvar a
vsta sgnfcatvamente haca a crpta.
Aqu hay una! e susurr a Numerano tomndoa de brazo
. Mantena cautva, se acerca a hora!
Hasta ese momento Numerano no haba reacconado a as
paabras de Upo, pero cuando este toc a Antonna, esa smpe
accn bast para vover a actvar a resstenca aun nt de
padre. Lber e brazo de Antonna de a mano de Upo y
retroced con ea sn aento, aerta, desesperado hasta a
pared que quedaba a sus espadas.
E demente r con orguosa aprobacn.
M servo me obedece y se apodera de a cautva! excam
. Recuerda que se acerca a hora y se aferra a a presa! Ven!
contnu, ven a a otra habtacn! Es hora de que
busquemos ms vctmas para e sacrfco antes de que se ponga
e so! E Destructor es poderoso, y hay que obedecero!
Avanz hasta a entrada que conduca a prmer recnto de
tempo y esper a a que se e reunera Numerano, quen por
prmera vez separado de Upo permaneca parazado en a
msma poscn y anzaba mradas ansosas a su arededor. No
haba nnguna posbdad de escapar; as ncas sadas de ugar
eran, de un ado, a boca de a crpta, de otro, e pasa|e a travs
de a dvsn. La nca esperanza conssta en segur a pagano
hasta e gran recnto de tempo, mantenerse a prudente dstanca
de y aguardar una oportundad de hur por a puerta de
entrada. La cae, tan desoada cuando a contempara por tma
vez, poda ahora encontrarse ms pobada. Era posbe que
pasaran cudadanos o guardas a quenes dares una voz desde e
tempo; era posbe que aparecera agn auxo. Mentras
avanzaba con Antonna, esos pensamentos atravesaron con
rapdez a mente de padre, sn que os acompaara en ese
momento e recuerdo de a desconocda que os sguera desde a
Puerta Pncana, o os de a desgana de a pobacn hambrenta
para prestar ayuda en una emergenca. Vendo que venan tras
como haba ordenado, Upo os preced en e trayecto hasta a
coumna de os doos; pero una extraa y sbta ateracn se
hzo evdente en su manera de andar. Hasta ese momento haba
camnado con e paso de un hombre |oven, fuerte y resueto;
ahora arrastraba as pernas con tanta enttud y dfcutad como
s hubera recbdo una herda morta. Avanz vacante, con un
abatmento mayor que e que |ustfcaban sus aos; de| caer a
cabeza sobre e pecho y comenz a que|arse y a emtr murmuos
confusos en tono quedo y moroso.
Ya se haba adeantado hasta a coumna de os doos, a medo
camno de a puerta de tempo, cuando Numerano, cuya mrada
penetrante advrtera e brusco cambo de su conducta, ovdando
a smuacn, que poda ser an de a mayor mportanca, se de|
evar por su prmer mpuso y, apretando e paso con Antonna a
su ado, ntent rebasar a pagano y escapar. Pero de nmedato
Upo detuvo su ento avance, se tambae, extend as manos
con un gesto crspado y, tras agarrar de brazo a Numerano,
trastab con hasta dar contra a pared atera de tempo. Los
dedos de torturado nfez se cerraron como s no fueran a abrrse
nunca ms, como presas de a rgdez de a muerte, como en e
tmo y frentco gesto de un hombre que se ahoga.
Haba traba|ado ncesantemente da y noche ba|o a mpacabe
trana de su ocura, azando cada vez ms ato su atar de doos
y pronuncando sus nvocacones ante os doses en e ugar de
sacrfco; y ahora, en e momento en que acanzaba e trunfo en
su feroz propsto, cuando su pretenddo servo y su pretendda
vctma se encontraban ms a su merced; ahora cuando sus
facutades, ya sometdas a una presn excesva, se tensaban a
mxmo, haba hecho presa de e tan pospuesto paroxsmo,
que era e precursor de reposo, de nco reposo que e conceda
su espantosa suerte: un cambo de forma (e trste cambo ya
descrto) de su nsana. Porque en os raros perodos en que
dorma, su sopor no equvaa a nconscenca n a descanso; era
un trance pobado de sueos terrbes: cuando se adormeca, su
engua hababa, sus membros se movan como cuando estaba
desperto. Era so cuando sus vsones de orguo, e poder, os
feros confctos y as atrevdas resoucones de sus aos de
madurez cedan su ugar a os ensueos sosegados y tranquos
de su nez, que sus facutades exhaustas reposaban, y con eas
descansaba su cuerpo en a nmv angudez de a fatga
absouta. En esos momentos, s sus abos pronuncaban agunas
paabras, eran como os murmuos de un sueo fez e nfant;
porque as frases nocentes de su nfanca que eas revvan,
parecan traere consgo tambn, por un tempo, e nocente
sosego de su nez.
Vete! Vete! Huye ahora que ests bre! grt Numerano
sotando a mano de Antonna y apuntando a a puerta. Pero a
|oven se neg por segunda vez a dar un paso. Nnguno de os
horrores o pegros de tempo borraba de su mente n por un
nstante e recuerdo de a noche en a casa de a gran|a de os
suburbos. Vov e rostro haca a entrada deserta, cav os o|os
en ea con a persstente atencn que produce e terror y, a as
paabras de su padre, contest con un susurro espantado:
Gosvntha! Gosvntha!
E pagano segua con os dedos crspados con a rgdez de a
muerte; se apoy en a pared, tan nmv como s a vda y a
capacdad de accn o huberan abandonado para sempre. E
paroxsmo haba pasado; su rostro, contrado en una mueca haca
so un nstante, estaba ahora en reposo; pero era un reposo que
produca horror en quenes o contempaban. De sus o|os
entrecerrados brotaban grmas que corran por sus me|as
marchtas y arrugadas; grmas que no eran una mpresonante
expresn de angusta menta (porque sus abos exhban una
sonrsa ausente e naterabe), sno a mera efusn mecnca de
a debdad fsca que a pasada crss de agona de|ara tras de s.
En sus rasgos no se adverta a menor traza de capacdad de
refexn o percepcn: su rostro era a faz de un dota.
Numerano, que o mr un nstante, se estremec y desv a
vsta, espantado de espectcuo. Pero se aproxmaba una prueba
ms tremenda a su resoucn, y no a poda evtar. A poco rato,
a voz de Upo vov a resutar audbe; pero ahora su tono era
db, astmero, cas puer, y as paabras que pronuncaba eran
suaves paabras de amor y bondad, que, saendo de esos abos,
y pronuncadas en ese ugar, producan medo. E tempo y todo o
que contena se haban desvanecdo de os o|os y a memora
de demente. Ba|o a tembe y sobrenatura nfuenca de su
enfermedad, retroced en un nstante por e oscuro vae de run
peregrna|e de a vda hasta os aposentos tanto tempo atrs
abandonados de su hogar nfant. Mentras que fscamente
permaneca en e ugar de sus ms recentes crmenes, en o que
tocaba a su concenca menta, e desheredado de a razn y a
humandad reposaba entre os brazos de su madre, como o
hcera antes de partr haca e tempo de Ae|andra, y su corazn
se comuncaba con e de ella, y sus o|os a contempaban como a
contemparan antes de que a fata ambcn de su padre
separara para sempre a h|o de su progentura!
Madre! Regresa, madre! must. No dorma; te v entrar,
sentarte |unto a m cama y orar cuando me besaste! Regresa y
sntate a m ado! Me voy e|os, muy e|os, y quzs nunca
vueva a or tu voz! Ou feces seramos, madre, s me quedara
para sempre a tu ado! Pero es a vountad de m padre que vaya
a tempo en otro pas y vva a para hacerme sacerdote, y debo
obedecero. Ta vez no regrese nunca, pero no nos ovdaremos
e uno de otro! Recordar tus paabras cuando soamos habar
aegres, y t recordars as mas!
Cuando Upo no haba termnado an de pronuncar a prmera
frase, de repente Antonna snt tembar a su ado e cuerpo de
su padre. Despeg os o|os de a puerta, donde os haba tendo
cavados hasta ese momento, y o mr. La mano de pagano e
haba sotado e brazo; era bre de partr, de hur como ansara
hacero haca so unos mnutos; y an as, no haca un gesto. Su
h|a o toc, e hab; pero n respond n se mov. Lo que
enaba de terror o ms ntmo de ama de Numerano y
parazaba sus membros no era a mera conmocn que e
produ|era a brusca transcn de engua|e de Upo, que haba
pasado de frenes de crmen a os murmuos de amor; no era e
mero asombro de or, merced a a ocura, reveacones sobre sus
prmeros aos que nunca escaparan de sus abos durante su
poca de desea servdumbre en a casa de a Cona Pncana.
Haba ago ms en o que oyera. Las paabras que escuchara
parecan haber seado su suerte de un soo gope y para sempre.
Sus o|os, cavados en peno rostro de demente, estaban datados
de horror; e sondo de su respracn agtada, ronca, convusva,
se mezc durante os momentos de senco que se produ|eron a
contnuacn con e repqueteo de as campanas en o ato y con
e borboteo de agua en o profundo: con a adormecedora
msca de tempo que eevaba su aegre hmno vespertno a
trmno de da!
Lo recordaremos, madre! Lo recordaremos! contnu e
pagano con voz muy queda, y nuestros recuerdos nos harn
feces! M hermano, que no me ama, te amar a ti cuando yo me
haya do! Cuando camnes por m |ardncto pensars en m a
contempar as fores que hemos pantado y regado |untos en as
tardes, cuando e ceo nos mostraba toda su gora y todo
arededor guardaba senco! Escucha, madre, y dame un beso!
Cuando me vaya a ese pas e|ano, har un |ardn como e de
aqu; y pantar as msmas fores que hemos pantado; y en as
tardes sadr a regaras, a a msma hora en que t saes a regar
ms fores aqu en a casa; y as, cuando ya no podamos vernos,
ser como s todava traba|ramos |untos en e |ardn, como
traba|amos ahora!
La |oven segua con a vsta f|a y ansosa cavada en su padre.
Los o|os de Numerano conservaban su tensa expresn de horror,
pero ahora en|ugaba mecncamente con una de sus manos,
como s no se percatara de que o haca, os espumara|os que e
paroxsmo haba de|ado en as comsuras de a boca de demente;
y entre os amentos que de|aba or, Antonna dscerna frases
como "Dos mo! Pedad, Dos mo! T que me o has devueto
as''' as, peor que muerto! Pedad! Pedad!"
La uz en e pavmento ba|o e prtco de tempo se apagaba a
o|os vsta: e so se haba puesto.
E demente hab por tercera vez, pero su voz haba perddo su
anteror mesura; era que|osa, astmera, nmagnabemente
trste; sus ensueos de pasado ya comenzaban a sufrr una
ateracn:
Ads, hermano, hasta dentro de muchos aos! excam.
T no me has dado e amor que te d; no es ma a cupa de que
nuestro padre me amara ms y de que me egera para envarme
a tempo a ser un sacerdote ante e atar de os doses! No es ma
a cupa de no partcpar en tus |uegos favortos y de no haberme
undo a os compaeros que escogste; ha sdo a vountad de
nuestro padre que no vvera yo como t has vvdo, y a
obedezco! Me has habado con ra y te has apartado de m ado
desdeoso; pero te dgo ads de nuevo, Ceandro, te perdono y
te amo!
Habra segudo habando, pero un argo grto de agona que sa
de abos de Numerano y retumb dscordante en e recnto de
tempo ahog su voz; despus, e ancano cay con e rostro
contra e sueo a os pes de pagano. E gubre y terrbe destno
se haba cumpdo! E entusasta de ben y e fantco de ma; e
hombre que se afanara por reformar a Igesa y e que o hcera
por devovere a Tempo su espendor; e amo que haba recbdo
a srvente en su hogar y haba confado en , y e srvente que
haba traconado en ese hogar a confanza de su amo; os dos
persona|es, separados hasta ese momento por a subme
dscorda entre e ben e ma escenfcaban ahora e reencuentro
tremendo de hermanos que compartan un orgen y, que, cuando
nos, se cob|aran ba|o un msmo techo!
Ese secreto no se haba reveado cuando e buen crstano
socorrera a pagano abandonado de todos que deambuaba sn
hogar por as caes de Roma; nnguna paabra dcha a azar haba
auddo a cuando e embustero e contara a supuesta hstora
de su vda a benefactor que se aprestaba a engaar; o cuando,
en a prmera maana de asedo, as maqunacones de srvente
trunfaran sobre a confanza de amo; e destno quera que se
reveara en as paabras de dero, en as etapas fnaes de a
ocura, cuando e que o confesaba no estaba conscente de o
que deca y sus o|os estaban cegos a a verdadera naturaeza de
o que vea; cuando as voces terrenaes que quzs huberan
poddo en otros tempos nstaro a arrepentmento, a
reconocmento y a amor, se haban convertdo para en
sondos sn sentdo; cuando, por una crue y estremecedora
fatadad, era sobre e hermano que haba traba|ado en pro de a
verdadera fe que caa e peso abrumador de a terrbe reveacn,
sn que pudera compartro con e que haba traba|ado en pro de
a fasa! Pero as sentencas pronuncadas en e Tempo proceden
de trbuna de esa Eterndad a a que tenden os msteros de a
vda y en a cua todos sern reveados, y nada esperan de os
ccos humanos n se a|ustan a a humana |ustca, sno que e
haban a ama en e engua|e de a nmortadad, que se escucha
en este mundo y se nterpretar en e vendero.
Ovdada por un nstante hasta de a posbdad de que
Gosvntha ta vez contnuara afuera esperando su oportundad,
Antonna, que amaba desesperada a su padre e ntentaba en
vano azaro de sueo, ovd, trastornada por a trbuacn
tremenda de momento, as reveacones sobre su pasado que
Numerano e hcera en os peores das de a hambruna en Roma.
No advrt e nombre de Ceandro que pronunc en su
nconscenca e pagano y que haba odo entonces menconar a
su padre como e que abandonara a separarse de os
compaeros que escogera en sus das de pecado. Para ea, toda
a escena no era ms que una nueva amenaza de pegro, una
nueva vsn de terror, ms omnosa que todas as precedentes.
Aunque e veo de tnebas con que os recuerdos nvountaros y
basmcos de pasado haban cuberto a capacdad de
percepcn de Upo era espeso, e penetrante grto de angusta
de padre parec atravesaro como un sbto rayo de uz. E
demente abr a nstante os o|os que mantuvera entrecerrados
y os cav, a prncpo con mrada aetargada, en e atar de os
doos. Agt as manos frente a su rostro, como s apartara os
pegues de un pesado manto que oscurecera su vsta; pero sus
errtes pensamentos no regresaron a su antguo derrotero de
ferocdad y crmen. Cuando vov a habar, sus paabras an se
nspraban en as vsones de sus prmeros aos; pero ahora eran
os pasados en e tempo de Ae|andra. Sus expresones eran ms
bruscas, ms ncoherentes que antes; pero seguan mostrando as
msmas evdencas de una msterosas e nstntva capacdad de
recordar vvdamente, resutado de repentno cambo en a
naturaeza de su nsana. Dvagaba (an como s habara sn
propsto n concenca) sobre os detaes de su prmer contacto
con e servco a os doses, y aunque confunda e orden en que
haban tendo ugar, recordaba su esenca, ta como se reataran
en e captuo ttuado "e aprendz de Tempo".
Ahora, en su magnacn, vova a contempar desde a cspde
de Tempo de Seraps a centeeante vastedad de No y a
extensa campa que o rodeaba; y ahora camnaba orguoso por
as caes de Ae|andra |unto a su to Macrno, e sumo sacerdote.
Ahora deambuaba de noche, curoso y atemorzado, por as
sombras crptas y os corredores subterrneos de recnto
sagrado; y ahora escuchaba compacdo e bondadoso saudo y
os estmuantes eogos de Macrno durante a prmera entrevsta
que sostuveran. Pero en ese momento, y cuando an se refera a
esa ocasn, su memora vov a oscurecerse e ntent en vano
recordar as crcunstancas que rodeaban a evdenca ms
pamara de nters de sumo sacerdote en su pupo, y de su
preocupacn por dentfcaro por competo con su nuevo
protector y sus nuevos deberes: e otorgamento hecho a no
temboroso de uno de sus propos nombres para que o evara
como futura dstncn.
Hay que recordar que uno de os esabones prncpaes de a
msterosa cadena de fatadades que se haba for|ado para
mantener separados a os hermanos despus de que se voveran
a encontrar en a adutez era que ambos, por causas muy
dferentes, haban abandonado os nombres que recberan en e
hogar paterno; uno de eos, por vountad y propstos propos, se
haba transformado de Ceandro, e camarada de temeraros y
crmnaes, en Numerano, e predcador de Evangeo y
reformador de a Igesa, mentras que (para ctar paabras de
captuo sexto) "e |oven Emo se transform ya para sempre en
e pupo Upus", por orden expresa y sugerente de su superor, e
sumo sacerdote Macrno.
Mentras e pagano ntentaba an nfructuosamente revvr os
sucesos reaconados con e cambo de su nombre a su egada a
Ae|andra y, debatndose con a osa de ovdo que oprma sus
pensamentos, ntentaba por prmera vez apartarse de a pared
en a cua hasta ese momento se apoyara; mentras Antonna
segua esforzndose en vano por recordare a su padre, que yaca
postrado a os pes de pagano, os terrbes mperatvos de
momento, a fgura de Gosvntha se recort una vez ms en a
puerta de tempo. De pe en e umbra, a a uz agonzante de
da, era una sueta sombra e ndstnta que escrutaba
atentamente e oscuro nteror de tempo. A percatarse de
cambo de poscn de padre y de a h|a, de| escapar una
sofocada expresn de trunfo, pero en e precso nstante en que
saa ese sondo de sus abos, oy, o crey or, un rudo en a
cae a sus espadas. N squera en ese momento a abandonaron
e ceo y a astuca, a cacuada y fata decsn de esperar con
nconmovbe pacenca e momento adecuado para propnar e
gope deberada e mpunemente. Se vov a nstante, camn
hasta e pedao superor de tempo y se detuvo a unos
momentos, examnando vgante e espaco aberto que se
extenda ante ea.
Pero en esos pocos segundos a escena en e nteror de tempo
vov a cambar. E demente, que an oscaba entre recaer en su
ataque de fura y contnuar ba|o a nfuenca de tranquo estado
de nmo que e grto de Numerano nterrumpera
prematuramente, se percat de a presenca de Gosvntha
cuando a acercarse obstruyera a uz que entraba por a puerta
de tempo. Su presenca, aunque momentnea, era para ,l a de
aguen que no estaba antes; aguen que se haba coocado en
una extraa poscn entre as sombras de nteror y a db uz
de exteror: era un nuevo ob|eto de nters que se presentaba
ante sus o|os en e momento en que pugnaba por recuperar su
mperfecta vsn usua, y e ascendente que e|erc sobre fue
nstantneo y todopoderoso.
Se estremec, asombrado, como quen desperta sbtamente
de un sueo profundo; voentos tembores sacuderon un
momento su cuerpo; despus vov a recuperar sus anterores y
prodgosas fuerzas; e demono se agt en con renovada fura,
arranc sus vestduras de a mano db de Numerano que,
tenddo a sus pes, as su|etaba, y tras acanzar en unas zancadas
a coumna de os doos extend as manos en soemne
mprecacn:
E sumo sacerdote se ha dormdo ante e atar de os doses!
excam a grtos, pero stos han sdo pacentes con su ben
amado; su rayo no o ha fumnado por su crmen! Ahora e
servdor retorna a servco: comenzan os rtos de Seraps!
Numerano an permaneca postrado, abatdo; entamente,
todava en e sueo, |unt as manos y se oy su voz, que
supcaba en tono quedo y ahogado, como s una pegara
ncesante fuera su tma esperanza de conservar a razn:
Dos! T que eres e Seor de a Msercorda, ten pedad de
! must. T que aceptas e arrepentmento, concdee que
se arrepenta, S en agn momento te he servdo sn tacha, pon
ese servco en su baanza; haz que Tu ra caga sobre m!
Od! Ya suenan as trompetas de sacrfco! o nterrump
a voz enardecda de pagano, que e do a espada a atar y
extend os brazos presa de frentca nspracn. E estruendo
de a msca y a voz de regoc|o se eevan desde as cumbres de
as ms atas montaas! Humea e ncenso; y as baarnas
entran, saen y dan vuetas en torno a os pares de tempo! E
buey de sacrfco no tene mcua; sus cuernos son dorados: a
corona y e fa|n adornan su cabeza; e sacerdote se para ante
con e pecho desnudo; verte a bacn de a copa; a sangre
corre sobre e atar! Arrba! Arrba! Arranca con as manos
ensangrentadas e corazn mentras an est tbo; e futuro se
revea ante tus o|os en as entraas paptantes; mraas y ee;
ee!
Mentras hababa, Gosvntha haba penetrado en e tempo. La
cae segua vaca; no haba nade que pudera prestar auxo en
as nmedacones.
No avanz de nmedato, sno que se escond cerca de a puerta,
tras un saente de a coumna de os doos, y se qued
esperando a que a evoucn de ataque de Upo o hcera
apartarse de Antonna, frente a a cua se encontraba ahora. Pero
no haba entrado nadvertda; Antonna haba vueto a vera. Y
ahora a angusta de a muerte, cuando es un |oven quen perece
nerme en a for de a edad, hzo presa de a |oven, que excam
con voz queda y padera, a tempo que se arrodaba |unto a
Numerano:
Voy a morr, padre, voy a morr como mur Hermanrco!
Mrame y habame antes de que muera!
Su padre an oraba; nada oy, porque su corazn sangraba en
procura de expacn ante e atar de su hogar nfant, y su ama
permaneca en comunn con su Hacedor. La voz que respond a
a de Antonna fue a de Upo.
Ah, hermosos son os |ardnes que rodean os atares sagrados,
y ma|estuosos os rboes que entrete|en sus ramas con as
respandecentes aras! excam, presa de xtass que e
producan sus nuevas vsones. Mrad, romper e da y hay que
dar a benvenda con un sacrfco a os esprtus de a uz! E so
se ocuta tras as montaas y os rayos de so ponente se agtan
sobra a vctma que est ba|o e cucho de sacerdote encargado
de a adoracn! La una y as estreas bran en o ato de
frmamento, y cuando renan as tnebas hay que saudar con
sangre a os Genos de a Noche!
Tras sus paabras, e amento de Antonna prosgu en tono cada
vez ms quedo:
Voy a morr, padre, voy a morr!.
Y a unsono, se escuchaba a voz supcante de Numerano:
Dos Msercordoso, sava a os ndefensos y perdona a os
afgdos! Seor de |uco, muestra tu bondad a tus servdores
que han pecado!
Y mezcada de modo dscordante con ambas voces, a extraa
msca de tempo segua de|ando or su hpntca meoda
compuesta por e borboteo de agua que corra y e fno tntneo
de as campanas!
Adorad! Emperadores, e|rctos, nacones, gorfcadme y
adoradme! vocfer e demente con voz de trueno en a que
reverberaban e trunfo y a autordad, cuando sus o|os tropezaron
por prmera vez con a fgura de Numerano postrado a sus pes.
Adorad a semds que va|a con as dedades por esferas
desconocdas para e hombre! He odo os amentos de os
nseputos que vagan por as rberas de Lago de os Muertos:
adorad! He contempado e ro cuya oscura corrente ruge y
brama a atravesar as cavernas de a noche eterna: adorad! He
vsto a as furas con un coar de serpentes en torno a sus cueos
marchtos y as he segudo hasta ver cmo es arro|aban sus
antorchas a os espectros desfaecentes! He permanecdo
nconmovbe en medo de tumuto huracanado de nferno:
adorad, adorad, adorad!
Se vov de nuevo haca e atar de os doos, amando a os
doses a procamar su defcacn y, en e msmo nstante en que
se apart, Gosvntha se abaanz sobre su vctma. Antonna
estaba arrodada con e rostro vueto haca e nteror de tempo
cuando a asesna a agarr por a arga cabeera y e cav e
cucho en e cueo. Los acentos que|umbrosos de a |oven, que
oraba su cercana muerte, termnaron con un eve gemdo;
extend os brazos y cay sobre e cuerpo de su padre.
Poseda de un feroz sentmento de trunfo, Gosvntha az e
brazo para vover a cavar su cucho; pero en ese nstante e
demente anz una mrada a su arededor.
E sacrfco! E sacrfco! grt, y se anz de un sato, como
una besta, a su cueo. Gosvntha trat en vano de defenderse
con e cucho cuando snt que sus argas uas se cavaban en
su carne y que a anzaba de espadas a sueo. Entonces, Upo
au y farfu unas frases sn sentdo, presa de frentca
exutacn, e puso un pe sobre e pecho y a escup.
E contacto de cuerpo de a |oven a caer, e breve pero terrbe
estrpto de ataque que haba suceddo cas sobre su cabeza, os
grtos penetrantes, ensordecedores de orate, sacuderon a
Numerano de trance de desesperanzadores recuerdos en que se
haaba sumdo, o despertaron de su agona de supcante
oracn: evant a vsta.
La escena con a que toparon sus o|os era de as que parazan
toda facutad excepto as de a actuacn mecnca; de as que
hacen desaparecer todo pensamento de as mentes de os
hombres, congean as paabras en sus abos, nmovzan a
expresn de sus rostros. La fradad de a tumba parec exhaar
su aento sobre Numerano cuando contemp a terrbe
catstrofe; sus o|os estaban vdrosos y ausentes; sus abos
entreabertos y yertos; hasta e recuerdo de encuentro con su
hermano pareca haberse borrado de su memora cuando se
ncn sobre su h|a y e envov e cueo con un trozo de su
tnca. La muda, exnme, espectra nmovdad de a muerte
pareca haberse apoderado de su sembante cuando, hacendo
caso omso de su debdad y de sus aos, a az en brazos, se
detuvo unos momentos ante a puerta y vov a vsta
entamente en dreccn a Upo antes de avanzar con paso frme
y reguar. E pagano mantena e pe sobre e pecho de Gosvntha
cuando e padre pas a su ado; sus o|os contnuaban cavados en
ea; pero sus grtos de trunfo haban cesado; rea y mustaba
ncoherencas.
La una se azaba suave, eve, tranqua sobre as quetas caes
cuando Numerano descend os escaones de tempo con su h|a
en brazos; y tras un nstante de confusn y duda, nstntvamente
reemprend e recorrdo ento y funeraro de a deserta cazada
en dreccn a su hogar. Pronto, cuando hubo avanzado un trecho,
vo a a uz de a una, en e otro extremo de a cae, un pequeo
grupo de personas que camnaban en su dreccn con paso
tranquo y reguar. Cuando se acercaron, vo que uno de eos
evaba un bro aberto y otro un crucf|o, y que otros seguan a
esos dos prmeros con as manos undas y as cabezas ncnadas.
Despus, a cabo de unos momentos, a fresca brsa que sopaba
en su dreccn e ev as sguentes paabras, pronuncadas con
enttud y reverenca:
Dos no te ha castgado tanto como mereces. Crees que
puedes penetrar en os msteros de Dos y egar hasta o ms
profundo de su
ser
En ese momento afo| a brsa, as paabras se hceron
ndstntas, pero a procesn sgu avanzando. A aproxmarse,
se de| or de nuevo con toda cardad a voz de ector:
S ests cargado de pecado, a|ao de t; no des ugar en tu
casa a a madad. As podrs azar mpa a frente y estars
tranquo y sn temor; echars en e ovdo tus sufrmentos; os
ovdars como e agua que pasa. Tu vda brar ms que e so
a medoda.
E ector se detuvo y cerr e bro; porque ahora Numerano
haba acanzado a os membros de a pequea procesn, quenes
o vean nmv y mudo ante eos a a cara uz de a una, con a
cabeza de su h|a, a a que evaba en brazos, sobre su hombro.
En otro momento habra reconocdo os rostros de agunos de os
que se congregaron en torno a como os de os adeptos de su
antgua congregacn que haban sobrevvdo. E grupo con e que
se haba encontrado estaba ntegrado por os pocos crstanos
snceros de Roma, que se reuneran a promugarse a notca de
que Aarco haba ratfcado os trmnos de paz, para recorrer a
cudad en un nt ntento de despertar en a rrefexva pobacn
un sentmento de contrcn por sus pecados medante a ectura
de a Bba y as exhortacones, y para dar muestra de devota
grattud por e cercano fn de os horrores de asedo.
Pero ahora que os tena frente a frente, Numerano no demostr
n con paabras n con ademanes reconocer a os que o rodeaban.
A todas as preguntas que e drgeron contest con gestos
nervosos que nnguno entend. A todas as promesas de ayuda y
proteccn que sus adeptos de antao generosamente e
ofreceron desde e prmer momento de door y conmseracn,
respond con a msma mrada ausente y aeada. So hab
cuando o beraron de su carga y se dspuseron bondadosamente
a evar entre todos a a |oven nconscente hasta a casa de su
padre; y o hzo con voz db y supcante, para rogares que e
permteran sostener su mano por e camno, para ser e prmero
en sentr su puso... s es que an ata.
Regresaron por donde haban vendo: era una procesn afgda
y enta a que ahora se drga a casa de Numerano! A
emprender a marcha, e ector vov a abrr e Lbro Sagrado, y
sus paabras se eevaron a o ato en a basmca y ceesta
serendad de as prmeras horas de a noche:
Fez e hombre a que Dos reprende; no rechaces a reprensn
de Todopoderoso. S hace una herda tambn a vendar; s
con su mano da e gope, tambn da e avo.
CAPT"LO ))$I
E)PIACI/N
A gua que en e curso de a Vda cada hombre sgue su senda
como s evara a un ado as buenas pasones y a otro as maas;
y, vendo sus resutados en as accones de su pr|mo, su
atencn, aunque an atrada por e espectcuo de o nobe y o
vrtuoso, se sente tentada de repente por e opuesto despegue
de o v y crmna; as, en e curso de esta narracn, cuyo
ob|etvo es refe|ar a Vda, e ector que nos ha acompaado
hasta aqu y que puede sentrse ncnado a segur a a pequea
procesn de devotos crstanos, a camnar |unto a padre afgdo
y a sostener con a mano de su desventurada h|a, debe, no
obstante, someterse a as condcones de a hstora y retornar
durante un tempo a a contempacn de sus pasa|es ms
oscuros de cupa y de terror; debe vover a tempo, pero so por
una tma vez.
La escena que se desarroaba ante e atar de os doos
avanzaba rpdamente haca su fata cmax.
E arrebato de pagano se haba agotado en su propa fura; su
nsana adqura una forma ms tranqua y pegrosa; sus o|os se
tornaron astutos y suspcaces; todas sus accones comenzaron a
deatar una deberacn y un ceo sgosos. Levant entamente
e pe de pecho de Gosvntha, y a msmo tempo az una mano
para tumbara de un manotazo s ntentaba escapar. A ver que a
cada a haba de|ado nconscente, se retr a un rncn de
tempo, tom de a una cuerda y, tras vover a su ado, e at os
brazos a a espada por as muecas y as manos. La cuerda se
ncrust en a carne de a mu|er; e door e devov e sentdo; su
cuerpo sufra un door nsoportabe en e msmo ugar en que
hrera a |oven caudo en a casa de a gran|a ms a de os
suburbos.
Un mnuto despus, snt que a arrastraban por e sueo haca a
parte posteror de edfco. E orate a az para que pasara a re|a
de pasa|e a que daba paso a dvsn y, tras amarrar a os
barrotes e extremo de a cuerda, a de| a. En esa parte de
tempo renaba una absouta oscurdad, su verdugo no e drg n
una paabra, Gosvntha no pudo n squera tener un atsbo de su
aspecto; pero s o escuch rer para s msmo con tono ronco y
montono, a veces cerca, a veces de nuevo dstante.
Se consder perdda, prematuramente condenada a os
tormentos y a a muerte que haba prevsto; pero su decsn y su
energa mascunas no desfaeceron. La msma ntensdad de
door que e produca a cuerda atada a sus muecas, a forzara a
hacer un feroz esfuerzo fsco para resstra, fortaec sus nervos
de acero. No pd ayuda a grtos n mpor a pedad de pagano.
E sombro fatasmo que heredara de sus sava|es antepasados
sostuvo su orguo sucda.
A cabo de un corto tempo, a rsa de Upo, que se mova de aqu
para a en medo de as tnebas de tempo, fue sofocada por e
sondo de a voz de a mu|er honda, que|umbrosa, pero frme
a pronuncar sus tmas paabras, que eran como os sava|es
poemas uctuosos, as feras cancones funeraras que entonaban
os antguos godos cuando moran abandonados en e cruento
campo de bataa o cuando os arro|aban atados a profundas
mazmorras para que fueran presas de as vboras y os spdes.
Estas fueron sus paabras:
|ur que me vengara! Cuando me ae|aba de Aquea con un
h|o cadver y otro herdo; cuando franqueaba en a noche as
atas muraas y oa e estruendo de as oas que batan cerca de
a rbera donde enterr a muerto; cuando deambuaba en medo
de as tnebas por e desnudo pramo y por os bosques
sotaros; cuando escaaba os fancos vrgenes de as montaas y
buscaba refugo en a caverna |unto a as aguas de ago oscuro.
"|ur que me vengara! Cuando os guerreros egaron en su
marcha adonde me encontraba y e estruendo de as trompetas y
e entrechocar de as armaduras reson en ms odos; cuando
saud a m parente, Hermanrco, un poderoso caudo a a vera
de rey, en medo de as huestes nvasoras; cuando v a m tmo
h|o, muerto como os dems, y supe que yacera e|os de os
suyos y de os otros a quenes os romanos asesnaron antes que
a .
"|ur que me vengara! Cuando e e|rcto acamp frente a
Roma y Hermanrco y yo contempamos as grandes muraas en
a tarde brumosa; cuando a h|a de os romanos estaba prsonera
en nuestra tenda y a v apoyada en m regazo; cuando por su
causa m parente se convrt en un trador e mpd que a
a|ustcara; cuando entr sn ser vsta en a sotara casa de a
gran|a para cumpr en a sentenca con m cucho; cuando o
v morr a ms pes como mueren os desertores, sabendo que era
una romana quen o haba tentado a traconar a os suyos y e
haba mpeddo ver o |usto de a venganza.
"|ur que me vengara! Cuando camn en torno a a tumba de
caudo que era e tmo de m raza; cuando abandon e e|rcto
de os mos para drgrme a a cudad de os asesnos de ms
h|os; cuando segu os pasos de a romana que por dos veces se
me haba escapado, mentras hua de m por as caes; cuando
vg e hce gaa de pacenca entre os pares de tempo, y
aguard para dar e gope a que e so se pusera y a que a
vctma estuvera ndefensa.
"|ur que me vengara! Y he cumpdo m |uramento: de
cucho an gotea su sangre; he e|ecutado o fundamenta de m
venganza! Los dems que deba haber matado quedan para
otros! Porque ahora voy |unto a m esposo y ms h|os; ahora se
aproxma a hora en que me reunr con sus esprtus en e Mundo
Crepuscuar de as Sombras y en que fundar m hogar en e Vae
de Reposo Eterno! E Destno o ha querdo; es sufcente!
Pronunc esas tmas paabras con voz temborosa y db. E
door que e producan as ataduras de as muecas estaba a fn
prvndoa de sentdo, vencendo, a pesar de toda su resstenca,
su tenaz fortaeza. Durante un corto tempo sgu habando de
vez en cuando, pero sus frases eran fragmentaras e
ncoherentes. En un momento an se vanagoraba de su
venganza; a sguente se regoc|aba de a magnada
contempacn de cuerpo de a |oven todava tenddo frente a
ea; y sus manos se agtaban aprsonadas por as cuerdas, en un
esfuerzo por vover a apoderarse de cucho y dar otro gope.
Pero pronto de sus abos de| de sar todo sondo, savo e de su
rudosa, densa, rreguar respracn, que mostraba que an
estaba conscente y que an vva.
Mentras tanto, e orate haba pasado a recnto posteror de
tempo y haba cerrado e tragauz a travs de cua penetrara a
uz en e ugar cuando entraran Numerano y Antonna. Las
espesas tnebas se tragaron hasta e negro absmo de a boca de
a crpta de dragn, con todos os dems ob|etos de ugar. Pero
no haba oscurdad que pudera confundr os sentdos de Upo en
e tempo, cuyos rncones todos haba vstado en su ncansabe
deambuar de da y de noche. Como guado por una msterosa
agudeza vsua, se drg sn vacacones a a entrada de a
crpta, se arrod frente a ea con as manos en e prmero de os
pedaos por os que se descenda, escuch, atento y contenendo
a respracn, os sondos que suban de absmo; escuch,
ensmsmado, nmv, como un ser formdabe y sobrenatura,
como un mago que aguardara por una voz de os orcuos de
Inferno, como un esprtu de a Noche que contempara as
cavernas de centro de a terra y observara os msteros de a
creacn subterrnea, os pusos ggantescos de a Accn y e
Caor, que son as fuentes de a vda que hacen grar a mundo.
Las rfagas ntermtentes de vento sbaban que|umbrosas y
agrestes a ascender por a cavdad; e ro se debata y
borboteaba en a re|a de herro a en o profundo; as escamas
suetas de dragn entrechocaban a roce de a brsa nocturna, y
esos sondos seguan sendo para como e doma de os doses,
que e produca un tembe rapto y o comaba, en a terrbe
degradacn de su ser, como con un ama nueva. Escuch un
argo rato. Lo estremeceron fragmentos de derantes fantasas
as vanas ansas de a mente desahucada por recobrar su dvno
derecho, adqurdo por e mero hecho de nacer, de pensar sn
mtes que o mantuveron a arrodado, nmv y mudo. Pero
a cabo, en medo de sombro senco de recnto, oy a voz de
Gosvntha que se azaba una vez ms y en tono ronco y
desesperado camaba por uz y por ayuda. La agona de door y e
suspenso, a horrbe sensacn de oscurdad y quetud, de
cautvero en soedad y ento tormento haban ogrado a fn o
que nngn pegro desembozado, nnguna amenaza ordnara de
muerte voenta habran producdo. Gosvntha ceda a medo y a
desesperacn, yaca postrada por un temor parazante y
superstcoso. Expaba con a suya as desdchas que es haba
nfgdo a otros, y se estremeca a expermentar por prmera vez
en a vda e terror de a ndefensn.
Upo se ncorpor de nmedato de a boca de a crpta y avanz
sn vacacones en medo de a oscurdad hasta a puerta de a
dvsn, pero pas |unto a su prsonera sn detenerse un
nstante. Entr en e recnto anteror de tempo y comenz a
tantear en e sueo en busca de cucho que a mu|er de|ara caer
cuando a atara. Rea de nuevo para s msmo, porque e esprtu
de ma o nstaba a poner en prctca un nuevo pan, a ensayar
un bruta refnamento de a cruedad y e engao.
Encontr e cucho y, tras regresar con |unto a Gosvntha,
cort as cuerdas que e ataban as muecas. Entonces (a mu|er
haba caado a sentrse avada de o ms agudo de sus
sufrmentos) e susurr quedamente a odo:
Sgeme y escapa!
Trastornada y confundda por a oscurdad y e mstero que a
rodeaban, Gosvntha ntent en vano penetrar as tnebas
mentras Upus a conduca a recnto. Intent habar cuando e
orate a hzo coocarse frente a a boca de a crpta; pero so
sondos quedos e ncoherentes saeron de su garganta crspada.
Todava no haba uz; todava e quemante, mordente door de
sus muecas (avadas so un nstante cuando Upo cortara as
cuerdas) contnuaba y aun se ncrementaba; y todava senta a
presenca de ser nvsbe a su ado, a que as tnebas no
cegaban, y que apresaba y de|aba en bertad a su arbtro.
Fera, resueta y rencorosa por naturaeza, Gosvntha era en ese
momento una terrbe evdenca de poder envecedor de crmen:
a abrumaba e peso de sus propas ansas cupabes de
venganza, que se azaban ahora para anquara en a hora de su
trunfo, auxadas por a Oscurdad, cuyos pegros os nocentes y
os dbes han poddo enfrentar; por e Suspenso, cuya agona
han resstdo; por e Door, cuyo tormento han soportado con
pacenca.
Ba|a, ba|a hasta e fondo por a empnada escaera y escapa!
susurr e demente con voz suave e nctante. Las tnebas
de arrba evan a as uces de aba|o! Ba|a, hasta e fondo!
Mentras hababa, a sot. Gosvntha vac, se estremec y
retroced: pero de nuevo snt que Upo a empu|aba haca
adeante, y otra vez escuch su voz susurrante:
Las tnebas de arrba evan a as uces de aba|o! Ba|a, hasta
e fondo!
La desesperacn e do frmeza para avanzar, y e temor,
esperanzas de escapar. Sus brazos astmados tembaron cuando
os extend para tantear as paredes de ambos ados de a crpta.
E horror de a muerte en medo de a ms absouta oscurdad,
nfgda por manos nvsbes, y a anheante y postrera ansa de
ver una vez ms a uz de frmamento haban egado en ea a su
punto ms ato cuando comenz a ba|ar enta y receosa os
fataes pedaos.
Mentras Gosvntha descenda, e pagano vov a adoptar su
anteror poscn a a entrada de a crpta y contuvo a respracn
para or o que suceda. Parecan transcurrr varos mnutos entre
escan y escan a medda que a mu|er ba|aba. De repente,
Upo a oy detenerse, como presa de pnco en medo de a
oscurdad, y e eg su voz en un gemdo: Luz! Luz! Ah,
dnde habr uz!
E orate se ncorpor y extend as manos para empu|ara s
ntentaba regresar, pero Gosvntha reemprend e descenso.
Oy dos veces su pesado paso en os pedaos, entonces se
produ|o un ntervao de profundo senco, despus un agudo,
chrrante entrechocar de metaes reson penetrante en a crpta,
segudo por e rudo de una cada sorda, pesada, que se oy
dbmente en o profundo, y despus nada vov a nterrumpr e
ve|o y famar sondo de ugar. Se haba cumpdo e sacrfco a
Dragn!
& & &
E demente fue hasta os escaones de a entrada de edfco
sagrado y contemp a cae que respandeca a a uz de a una
taana. No conservaba nngn recuerdo de Numerano y de
Antonna, n de os sucesos que tuveran ugar antes en e tempo.
Medtaba mperfectamente, con un vago sentmento de orguo y
trunfo, en e sacrfco que ofrecera en e atar de Dragn de
Bronce. Regoc|ndose as en secreto, permaneca ahora nactvo.
Absorto en sus errtcas refexones, pospuso a tarea de recorrer
os pasa|es subterrneos que conducan a a re|a de herro donde
yaca e cuerpo de Gosvntha, amdo por as aguas que se
coaban por os barrotes, y que so aguardaba por su mano para
ser arro|ado a ro, que ya devorara todos os sacrfcos
anterores.
La uz de a una que se escurra entre os pares de prtco
umnaba su fgura ata y sotara. Frme y ergudo ante as
puertas de tempo, e vento haca ondear entamente sus
hogadas vestduras: seme|aba un geno espectra de pagansmo
y no un ser humano. Pero, aunque pareca nanmado, sus o|os
dgentes se mantenan vgantes, sempre gobernados por a
ncansabe suspcaca de a nsana. Transcurreron apacbes os
mnutos y su afanosa vganca sgu sn descubrr otro
panorama que no fuera e de a desoada cazada y e de as atas
y sombras vvendas que a fanqueaban por ambos ados. No
obstante, pronto su atencn se vera atrada por cosas muy
dferentes, por sucesos que nterrumpran a quetud de a
tranqua cae con e estrpto de a accn y de a vda.
Todava examnaba atento e angosto panorama que se
despegaba ante sus o|os, mentras magnaba vagamente e fata
descenso de Gosvntha a a crpta y pensaba trunfante en su
cadver que ahora yaca sobre a re|a en o profundo, cuando e
ro|o respandor de una antorcha que anzaba fantstcos refe|os
sobre e pavmento umnado por a una, y cuya pureza pareca
manchar, capt su atencn.
La uz haba aparecdo a fna de a cae que evaba a a zona
centra de a cudad, y a poco tempo de| ver con toda cardad
un grupo de cuarenta o cncuenta personas que avanzaban haca
e tempo. E pagano as observ ansoso a medda que se
aproxmaban. E grupo estaba compuesto por sacerdotes,
sodados y cudadanos; os sacerdotes portaban antorchas, os
sodados evaban martos, paancas y otras herramentas
smares, o se encorvaban ba|o e peso de grandes baes con
cerres de herro; muy cerca de eos se apaba e gento, como
protegndoos con ceoso cudado. La extraa procesn estaba
encabezada por dos hombres que marchaban consderabemente
por deante de ea: un sacerdote y un sodado. Cuando su paso
rpdo os aproxm a tempo, fue posbe advertr que sus
sembantes pdos, consumdos por e hambre, mostraban una
expresn de mpacenca y exutacn.
Upo no se mov, pero mantuvo cavados en eos sus o|os
penetrantes a medda que avanzaban. No era por gusto que
ahora permaneca vgante y amenazador a a entrada de su
sombro atar. Haba sdo testgo de as prmeras humacones
nfgdas a derrotado pagansmo y ahora sera testgo de as
tmas. Haba nmoado todos sus afectos y todas sus
esperanzas, todas sus facutades fscas y mentaes, a fecdad
de su nfanca, os entusasmos de su |uventud, e vaor de su
adutez, a razn de su senectud en e atar de sus doses; y
ahora e exgan an ms a sotaro, a crmna, a demente en
su defensa y en aras de su causa! E Senado haba procamado
un decreto que egazaba e saqueo de os tesoros conservados
en os tempos de Roma!
Gobernantes de un puebo empobrecdo por exaccones prevas,
y custodos so de un tesoro exhausto, os mandataros de a
cudad haban ntentado en vano, apeando a os recursos
ordnaros, encontrar os medos para pagar e fuerte rescate
exgdo por Aarco como preco de a paz. La nca posbdad
que quedaba de hacer frente a a emergenca conssta en
despo|ar a os tempos paganos de os en|oyados ornamentos y
utensos y de os doos de oro y pata que se saba que
contenan, y que merced a a nfuenca msterosa y heredtara
de a superstcn, cuyo poder es a ms proongada abor de a
verdad destrur, haban permanecdo ntactos y respetados, tanto
por e puebo como por e Senado, despus de que a regn que
representaban fuera prohbda por as eyes y abandonada por a
nacn.
Ese tmo expedente para brar a Roma de asedo haba sdo
adoptado cas en cuanto fuera concebdo. La mpacenca de
puebo hambrento para que se reunera de nmedato e rescate
e conced poco tempo a Goberno para os tedosos
premnares de sus deberacones. De nmedato se provey a os
sodados de os nstrumentos necesaros para a tarea que se es
ordenara; agunos membros escogdos de Senado y e puebo os
sgueron, para verfcar que dspuseran honestamente de botn
pbco; y os sacerdotes de as gesas crstanos se ofreceron
para santfcar a expedcn con su presenca, y se puseron a a
cabeza con sus antorchas para regstrar todas os recntos
secretos de os tempos que podan abergar tesoros. La snguar
recaudacn de a suma de rescate comenz a toda prsa a fna
de da, en cuanto se autorz. Ya se haba reundo mucho;
ofrendas votvas muy costosas haban sdo arrebatadas de os
atares, donde durante tanto tempo permaneceran ntactas;
ocutos baes repetos de utensos sagrados haban sdo
descubertos y forzados; os doos haban sdo despo|ados de sus
precosos ornamentos y arrancados de sus maczos pedestaes; y
ahora a procesn de buscadores de oro, que avanzaba a o argo
de a ora de Tber, egaba ante e pequeo tempo de Seraps y
se dspona a vacaro tambn a toda prsa de os ob|etos de vaor
que abergaba.
E sacerdote y e sodado, que ya haban egado hasta os
pedaos de a entrada de tempo, es grtaron a sus compaeros
que venan detrs que se apresuraran. Ante eos se azaba, a a
pda uz de a una, desde a atura que ocupaba, a extraa y
sotara fgura de Upo, que seme|aba una aparcn: un pagano
atavado con as espnddas vestduras de sacerdoco, sado de
a tumba para ata|ar as manos de os depredadores ante e atar
de sus doses.
E sodado de| caer su arma a sueo y, tembando de os pes a
a cabeza, se neg a avanzar. Pero e sacerdote, un hombre ato,
severo, demacrado, sgu adeante ndefenso e mpvdo. Se
santgu soemnemente mentras suba entamente os pedaos;
cav a vsta naterabe en e demente, que o mr a su vez con
o|os reampagueantes; y excam con voz fuerte y spera:
Hombre o demono! Aprtate en nombre de Crsto, a quen
negas!
Durante unos nstantes, mentras e sacerdote se aproxmaba, e
pagano apart a vsta y mr a gento y a os sodados armados
que avanzaban con rapdez. Sus dedos se cerraron en torno a
mango de cucho de Gosvntha, que hasta ese momento
sostuvera descudadamente en as manos, y excam en tono
quedo y concentrado:
A|a, e asedo, e asedo de Seraps!
E sacerdote, que ya se encontraba en e msmo pedao que ,
extend una mano para hacero a un ado, y en ese momento
recb a cuchada. Trastab, az a mano de nuevo para
persgnarse a frente y, a hacero, rod muerto hasta a cae.
E sodado, parazado por un terror superstcoso a unos pocos
pes de cuerpo, es pd ayuda a grtos a sus compaeros.
Bandendo e arma ensangrentada en gesto de desafo, mentras
os vea correr en confuso grupo hasta a base de os pedaos de
tempo, Upo entr en e edfco y cerr y encaden as puertas.
Entonces, os reundos en torno a cadver de sacerdote oyeron
a demente grtar presa de un frenes, como s arengara a un gran
nmero de adeptos, que verteran e pomo funddo y a arena
ardente; que traran aba|o todas as escaas pantadas contra os
muros; que masacraran a todos os prsoneros que huberan
subdo a o ato de as muraas para anzarse a asato; y a
contempar e edfco desde a cae, veron ntermtente y
fugazmente, por entre os barrotes de as puertas cerradas, a
fgura de Upo con os brazos extenddos, e argo cabeo grs y
as vestduras bancas fotantes a sus espadas, que corra en
crcuos por e tempo reptendo sus sava|es grtos de guerra
paganos. E gento debtado y superstcoso temb; un espectro
que grara en e vrtce de un huracn no habra sdo ms terrbe
a sus o|os.
Pero os sacerdotes presentes en a muttud, furosos por e
asesnato de uno de os suyos, reanmaron e vaor de os que os
rodeaban. Hasta os grtos de Upo fueron ahogados por e sondo
de sus voces, que prometan, a mayor voumen que conseguan
vocferar, recompensas ceestaes y terrenaes a savacn,
dnero, a absoucn, ascensos a todos os que os sgueran a o
ato de os pedaos y a forzar as puertas de tempo. Anmados
por as paabras de os sacerdotes y confados a percbr o
crecdo de su nmero, os membros ms osados de a turba se
hceron de un tronco que estaba a oras de ro y, empendoo a
manera de arete, a emprenderon contra as puertas. Pero
estaban debtados por e hambre y no podan mpusarse mucho,
porque tenan que subr os pedaos de tempo para empu|ar
contra as puertas: e herro se estremec cuando o gopearon,
pero as bsagras y e cerro|o permaneceron nconmovbes. Se
aprestaban a ntentaro de nuevo cuando una tremenda
conmocn un fragor como s todo e pesado techo de edfco
se hubera derrumbado os hzo retroceder aterrorzados a a
cae.
Regresando a causa de a vsn de os hombres armados, os
sacerdotes y a muttud que avanzaban a nvadr su santuaro, a
os das en que defendera e gran Tempo de Seraps en
Ae|andra de enemgos de smar aparenca, aunque muy
superores en nmero; persuaddo con e renacer de sas, as
vsones ms sangunaras de su nsana, de que an combata
con e apoyo de sus adeptos a os fantcos crstanos en a
sagrada fortaeza de antao, e pagano no haba hecho uso de su
sagacdad y precaucn usuaes a despazarse en a oscurdad.
Corra de un ado a otro aentando a sus supuestos segudores y
regoc|ndose en sus deros de extermno y xto, ovdando, en
su frenes, todo o que e tempo contena.
Mentras daba vuetas y vuetas en su derante carrera en torno
a atar de os doos, su vestdo se enganch en un saente de
una de sus esqunas y se rasg. De nmedato, a masa ggantesca
se bamboe, pero todava no se derrumb. No obstante, agunos
de os doos ms pequeos cayeron a sueo, y con eos se vno
aba|o y cay a os pes de pagano una magen de Seraps que
estaba parcamente sostenda por eos: una fgura pesada y
monstruosa, de tamao natura, taada en madera, con
ncrustacones de oro, pata y pedras precosas. Pero eso fue
todo: so os ob|etos ms superfcaes de una seccn de a
pegrosa estructura se desprenderon, pero a coumna
permanec en su ugar.
E demente tom en sus brazos a magen de Seraps y avanz a
cegas con ea por e pasa|e de a dvsn hasta e recnto
posteror de tempo. En ese nstante reson en todo e edfco a
conmocn de prmer asato contra as puertas. A oro, Upo
grt:
Nos asatan! Nos asatan! Hombres de Tempo, os doses y
e sumo sacerdote os guan a combate! y an con e doo en
brazos corr haca a entrada y choc voentamente contra a
parte posteror de a coumna.
La nestabe masa de mgenes y muebes de muchos tempos,
ms pesada en a cspde, osc, se desntegr y sus pedazos
cayeron contra as puertas y contra as paredes a ambos ados de
eas. Herdo y sangrante, derrbado por a parte nferor de a
coumna que cayera contra a dvsn a derrumbarse a superor,
e furor de Upo no hzo ms que aumentar ante e desastre que
o rodeaba. Bata para vover a ncorporarse, trep a a cma de
a masa cada ahora desperdgada por e sueo de tempo, pero
contenda en una dreccn por a dvsn, y en a otra por a
pared opuesta y as puertas, y todava aferrado a a magen de
Seraps, areng cada vez ms fuerte a "os hombres de Tempo"
a subr con a o ato de as amenas para verter sobre os
stadores e pomo funddo.
Los sacerdotes fueron de nuevo os prmeros en acercarse a as
puertas de edfco tras a conmocn que se oyera en su nteror.
La ucha por a posesn de tempo haba asumdo para eos e
carcter de una guerra santa contra a doatra y a maga, de un
combate sagrado que deba sostener a Igesa en nombre de su
servdor martrzado a nco de a contenda. Fortaecdos en su
fantco vaor, avanzaron como un soo hombre hasta as puertas.
Agunas de as mgenes ms pequeas de a coumna derrbada
haban sado por entre os barrotes, y detrs de eos se vean os
grandes doos, as masas de muebes rotos, os argos ropa|es y
as costosas cogaduras, entremezcados en as poscones ms
caprchosas: era un caos dsforme de ob|etos amontonados por
un terremoto! Ms arrba y haca adentro, se dstngua
vagamente a travs de os nterstcos superores de a puerta a
parte nferor de a tnca de pagano que daba sus rdenes desde
o ato de su atar derrbado, con su doo entre os brazos.
Los sacerdotes snteron una nmedata convccn de a certeza
de trunfo cuando comprenderon a causa de a conmocn que
se produ|era en e nteror de tempo. Uno de eos agarr una
pequea magen que haba cado a pavmento cerca de , y
azndoa ante os reundos aba|o, excam exutante:
H|os de a Igesa, e mstero ha sdo reveado! doos ms
precosos que este yacen por centenares sobre e sueo de
tempo. No es un demono, sno un hombre, un soo hombre,
quen an nos desafa adentro! Un adrn que quere robares a
os romanos e rescate que han de pagar por sus vdas! A su
arededor tene e botn que ha obtendo en muchos tempos;
recordad que mentras ms nos acercbamos a este ugar, ms
escasos se hacan os despo|os de a doatra que encontrbamos;
e asesno de vuestro santo hermano se ha apoderado de tesoro
que es vuestro, de tesoro que os brar de a hambruna, y que
est all, desperdgado a sus pes! A as puertas! A as puertas
de nuevo! La absoucn de todos sus pecados para os hombres
que entren por as puertas!
De nuevo evantaron e tronco; de nuevo asataron as puertas; y
de nuevo estas se mantuveron frmes. Ahora estaban reforzadas
por a barrcada que formaba a coumna derrbada; pareca nt
ntentar traras sn un refuerzo de hombres, o sn empear contra
eas os proyectes ms pesados, as ms potentes mqunas de
guerra.
La muttud de| escapar un grto de fura a escuchar a rsa
hueca de orate que, en e tempo, se regoc|aba con su derrota.
Las paabras de sacerdote, a apacar sus medos superstcosos,
haban despertado as mortferas pasones que hace nacer a
superstcn. Unos pocos se drgeron a toda prsa a cuarte ms
cercano en busca de ayuda; pero a mayora se apeoton
arededor de tempo; agunos grtaban mpotentes nsutos contra
e adrn de botn pbco; otros se uneron a as exgencas de
os sacerdotes de que se rndera. Pero e camor no se proong
demasado: fue sbta y snguarmente acaado por a voz de un
hombre que e grtaba a resto que prenderan fuego a tempo!
Cas no haba termnado de decro cuando todos comenzaron a
repetr sus paabras con are de trunfo.
Fuego a tempo! grt e gento feroz. Ouemado con e
adrn adentro! Un horno! Un horno! Para que de paso se
fundan e oro y a pata! Fuego a tempo! Fuego a tempo!
Los ntegrantes ms actvos de a muchedumbre (que haba
crecdo mucho, porque se e haba undo gente dspersa de todos
os rncones de a cudad) entraron en as vvendas que quedaban
a sus espadas y regresaron a os pocos mnutos con todas as
sustancas nfamabes que encontraron. Inmedatamente se az
ante as puertas un montn de matera combustbe de dos o tres
pes de atura, y sodados y cudadanos se adeantaron con
antorchas para encendero. Pero e sacerdote que haba habado
antes es hzo una sea de que se detuveran:
Esperad! grt; e destno de ese cuerpo est en manos
de puebo, pero e destno de su ama es asunto de a Igesa!
Entonces, vovndose haca e tempo, se drg a orate con voz
soemne y severa:
Ha egado tu hora! Arrepntete, confesa y sava tu ama!
Segud matando! Segud matando! e respond desde
adentro a voz enardecda. Matad hasta que no quede n un
soo crstano! Vctora! Seraps! Mrad como caen de nuestros
muros! Se retuercen sangrando en e sueo a nuestros pes! No
hay mas regn que a de os doses! Segud matando! Segud
matando!
Encended a hoguera! grt e sacerdote. E msmo se
condena! Anatema! Anatema! Morr madto!
De nmedato e deron fuego en varos puntos a combustbe
seco. Era un adeanto de os autos de fe: a quema de un here|e
en e sgo V. Cuando as amas se eevaron, e gento retroced
para contempar su rpdo avance. Los sacerdotes, en una hera
a frente de a muttud, extenderon as manos denuncando a
tempo y repteron a unsono a horrbe excomunn de a Igesa
Romana.
& & &
E fuego se propag de as puertas a os doos que estaban
dentro. Upo ya no se encontraba de pe sobre su atar derrbado,
sno sobre su pra funerara; y a magen a a que se aferraba era
e poste a que se haaba atado. Un respandor ro|zo, apagado a
nco, comenzaba a abrantarse a sus pes; as amas, rpdas y
sencosas, suberon y ba|aron y voveron a subr en varos
puntos, umnando e nteror de tempo con una uz ntermtente
y cambante. Las formas torvas y oscuras de os doos parecan
onduar y crsparse como seres vvos sometdos a tormento, a
medda que e fuego y e humo aternatvamente as mostraban y
as ocutaban. Una nmovdad de muerte se adue de rostro y
e cuerpo de pagano que, con os o|os cavados en e sueo,
contempaba cmo as dedades de su fe engendraban su
destruccn. Su me|a a me|a que descansara en su nez
sobre e pecho de su madre estaba apoyada en e pecho dorado
de dos Seraps, su mpacabe amo en vda, su amohada en a
muerte!
Ascendo! Ascendo a mundo de a uz con as dedades a as
que he servdo! must. E fugor de su presenca es como un
fuego ameante; e humo de su aento se evanta a m arededor
como e humo de ncenso! Ofco en os Tempos de as Nubes; y
a gora de a eterna uz de so bra a m arededor mentras
adoro! Ascendo! Ascendo!
E humo graba en espesas vaharadas sobre su cabeza; a fera
voz de fuego que se propagaba veozmente ruga a su arededor;
as amas sataban a sus pes; sus vestduras se ncendaron y
arderon con un radante espendor mentras a pra se abra para
recbro.
& & &
E tempo haba transcurrdo. La contenda entre e Tempo y a
Igesa haba termnado. Los sacerdotes y e puebo formaban un
crcuo ms ampo en torno a edfco madto; todo o que era
nfamabe en haba arddo; e humo y as amas so saan
ahora a ntervaos por as puertas, y ambos se apacaron
graduamente. Entonces, a muttud se aproxm ms a tempo
y, a mrar haca adentro, snt e caor de horno que haba
encenddo.
Las re|as de herro estaban a ro|o vvo; de a gran masa detrs
de eas (que todava despeda respandor en agunos puntos, y
que se estremeca y se agtaba con su msmo caor) se eev
entamente hasta e techo de pedra de edfco, ahora
ennegrecdo por e humo, una degada y transparente coumna de
vapor. Los sacerdotes buscaron concenzudamente e cadver de
pagano; veron dos ob|etos oscuros y chamuscados, cas funddos,
sobre un montn de cenzas cerca de as puertas, en un punto
donde e fuego ya se haba apagado; pero resutaba mposbe
dscernr cu era e hombre y cu e doo.
Mentras as amas rugan, agunos se haban percatado de a
necesdad de procurarse os medos para entrar en e tempo. Ya
se haban consegudo as herramentas adecuadas para abrr as
puertas, y a turba ya sumerga sus bades en e Tber y echaba
agua dondequera que se advertan restos de fuego. Pronto
desapareceron todos os obstcuos; os sodados penetraron en
e edfco con sus espadas desenvanadas, camnaron sobre e
negro ceno de cenzas empapadas de agua que cubra o que
fuera antes e atar de os doos, y tras arro|ar haca a cae os
desechos y as mgenes de pedra, que e fuego no haba
consumdo, cavaron en o que quedaba, como s se tratara de una
mna recn descuberta, en busca de oro y a pata, que e fuego
no poda destrur.
E pagano haba vvdo con sus doos y haba muerto con sus
doos! Y ahora que os traban, a tambn o traban |unto con
eos. A reducr a acos as negras runas de su atar escarbando
entre eas, os sodados mezcaban con esos fragmentos os de su
cuerpo! A anzar a ro os desechos que e pasaban desde e
nteror de tempo, e gento arro|aba a as aguas o que quedaba
de con o que quedaba de sus doses! Y cuando e tempo
qued vaco, cuando os cudadanos se huberon evado todos os
tesoros que encontraron, cuando de todo o que haba arddo so
quedaban unos pocos montonctos de povo, e vento de a
noche arrastr consgo as cenzas de Upo con as cenzas de as
dedades a as que Upo srvera!
CAPT"LO ))$II
LA $I#ILIA DE LA ESPERAN'A
Se abre ahora ante nosotros una nueva perspectva. Los
escarpados senderos por os que ha transcurrdo hasta ahora
nuestra ruta se hacen ms anos a medda que nos aproxmamos
a su trmno. Roma, tan argo tempo oscura y sombra a nuestras
mradas, se umna a fn como un campo cuando pasa a uva y
os prmeros rayos de so que retorna se cuean entre as nubes.
Han pasado agunos das, y en eos os tempos han sdo
despo|ados de todas su rquezas; os romanos conqustados han
comprado e perdn de os brbaros; a cudad derrotada ha
pagado su rescate.
E e|rcto godo permanece an acampado en torno a as
muraas, pero as puertas estn abertas, se han nstaado
mercados de amentos en os suburbos, en os ros se ven
barcos, y en as cazadas, carretas cargadas de provsones que
se drgen haca Roma. Todos os tesoros que ocutaran os
cudadanos se truecan ahora por comda; os comercantes que
controan e mercado cosechan un rco botn; pero os
hambrentos sacan su apetto, os dbes revven, todos se
senten satsfechos.
Es e fna de segundo da desde que os godos permteran a
venta bre de provsones y otorgaran permso para sar de a
cudad. Las puertas ya se han cerrado ante a egada de a noche
y os habtantes de Roma regresan sencosos a sus hogares,
cargados de amentos. Sus o|os no topan ya con as terrbes
hueas de avance de a peste y a hambruna en cada cae; os
cadveres han sdo retrados y os enfermos han encontrado
cudados y abrgo. Roma ya se ha desembarazado de sus
mpurezas, y as vrtudes de a vda domstca comenzan a
revvr a donde exstan antes. La muerte ha dezmado a todas
as famas, pero os sobrevventes vueven a reunrse en os
saones socaes. Hasta os ms terrbes crmnaes, os ms
abyectos paras de a pobacn, partcpan nofensvos durante un
tempo de os prmeros benefcos generaes que trae consgo a
paz.
Segur a os cudadanos a sus hogares; conocer sus
pensamentos, sus paabras, sus accones, e efecto que sobre
eos e|ercera e fn de os horrores de boqueo; contempar a os
habtantes de toda una cudad recuperarse de una espece de
profundo desmayo y as dversas formas que adoptan os
prmeros sntomas de reanmacn en as dstntas cases de a
socedad os maos y os buenos, os rcos y os pobres
consttura matera sufcente para una novea de profundo
nters humano, para un drama de as pasones que agrupara
cautvante escenas extraas, compe|as y chocantes. Pero otra
tarea recama nuestra atencn, que no se vueve haca un motvo
de nters coectvo, sno haca uno de ndoe ndvdua;
abandonamos a observacn de a masa genera de puebo para
concentrarnos so en Numerano y Antonna, para entrar de
nuevo en a casta de a cona Pncana.
La habtacn donde e padre y a h|a sufreran |untos os
tormentos de hambre durante e asedo presentaba un aspecto
muy dstnto a que mostraba cuando a ocuparan por tma vez.
Las paredes antes desnudas estaban ahora cubertas por rcas y
gruesas cogaduras; y e senco echo y a mesa pobre de antao
haban sdo susttudos por o ms u|oso y acabado en matera de
muebes en a poca. En un extremo de a habtacn, tres
mu|eres, auxadas por una na pequea, preparaban unos
patos de frutas y vegetaes; en e otro, dos hombres que
sostenan una anmada conversacn en voz ba|a vovan de vez
en cuando a mrada ansosa haca un echo coocado contra a
tercera pared de a acoba, en e cua yaca Antonna, mentras
Numerano a observaba en senco. La punta de cucho de
Gosvntha haba penetrado profundamente, pero e propsto
fata de asesnato se haba frustrado hasta e momento.
Los o|os de a |oven estaban cerrados, y sus abos permanecan
entreabertos con a debdad de sufrmento; una de sus manos
se apoyaba nguda en a roda de su padre. En su rostro pdo
haba una eve expresn de door, de a ms sut meancoa, y
de cuando en cuando escapaba de su pecho un profundo y
estremecedor suspro; a conmovedora confesn tma que
haca a naturaeza de su propa debdad! E ancano, sentado a
su ado, tena cavados en ea os o|os atentos e nqustvos. A
veces azaba a mano y acarcaba suave y mecncamente os
argos rzos de cabeo de a |oven, desparramado sobre a
cabecera de echo; pero no se vova nunca para comuncarse
con as otras personas presentes en a habtacn: permaneca
sentado como s so vera a fgura de su h|a yacente ante y
no oyera ms que e eve sopo de su respracn |unto a su odo.
Ya estaba oscuro, y una mpara cogada de techo proyectaba
una uz suave y unforme en a habtacn. Los sembantes de as
personas que a ocupaban mostraban pocas evdencas de una
saud y una fuerza que contrastaran con e aspecto de a |oven
herda; todos haban sufrdo a extenuante vsta de hambre, y
todos, como ea, estaban pdos y ngudos. En a escena
mperaba una extraa e ndescrptbe armona. Hasta a cama de
a absorbente expectatva y a temborosa esperanza que
expresaba a faz de Numerano pareca refe|arse en as accones
de quenes o rodeaban, en e senco en que as mu|eres evaban
a cabo su tarea, en os murmuos cada vez ms quedos de a
conversacn de os hombres. Ago en e ambente que renaba en
a habtacn produca esa sensacn de soemne y sobrenatura
quetud que asocamos con a dea abstracta de a regn.
Uno de os dos hombres que conversaban en voz ba|a era e
patrco Vetrano; e otro, un ceebrado mdco de Roma.
Tanto e sembante como as maneras de senador eran una
meancca prueba de que a orga de su paaco o haba
afectado para e resto de su vda. Su aspecto deataba o que era:
un hombre cuyos carcter y compexn haban cambado para
sempre. Sus o|os mostraban una expresn permanente de
ansedad y trsteza; su rostro demacrado se crspaba de vez en
cuando con una contraccn nervosa nvountara de os
mscuos; era evdente que e efecto parazador de a
francachea que pusera fn a a vda de sus compaeros o
acompaara hasta e fn de su exstenca. Mentras escuchaba a
conversacn de su nterocutor, en sus maneras no se adverta n
rastro de su desdeosa segurdad en s msmo, de su fc
afabdad patrca; pareca haber enve|ecdo varos aos desde e
da en que presdera a mesa de "E Banquete de Hambre".
S d|o e mdco, un hombre mpasbe y tranquo que
hababa mucho, pero que pronuncaba todas sus paabras con
deberado nfass, s, como ba dcendo, a herda, en s msma,
no era morta. S a ho|a de cucho hubera penetrado cerca de
centro de cueo, habra muerto a momento. Pero pas por
afuera y por detrs, sn afectar os grandes vasos; no toc nngn
rgano vta.
Y an as nsstes en afrmar que dudas de que se recupere!
excam Vetrano en voz muy ba|a y trste.
As es contnu e mdco. Debe haber estado exhausta
fsca y mentamente cuando recb a herda. La he observado
atentamente. Lo s! No hay nada en ea de a saud y a fuerza
naturaes de a |uventud que pueda combatr os efectos de a
herda. He vsto a ancanos morr de esones de as que os
|venes se recuperan, porque en eos a vda perda su capacdad
de resstenca: esta |oven se encuentra en a msma stuacn de
os ancanos!
Ellos mureron y yo qued vvo, y ella morr y yo segur vvo!
Lo habr perddo todo... todo! suspr Vetrano con amargura
para s msmo.
Los recursos de nuestro arte se han agotado contnu e otro
; so nos queda vgar atentamente y esperar con pacenca;
en as prxmas horas se decdr s vve o muere; en este
momento tene as msmas posbdades de una cosa que de a
otra.
Lo habr perddo todo... todo! rept e senador, con
trsteza, como s no hubera reparado en as tmas paabras de
su nterocutor.
S muere d|o e mdco, habando en tono ms cdo,
porque, a pesar de s msmo, snt stma ante e espectcuo
de absouto abatmento de Vetrano; s muere, a menos
sabrs que hcste todo o posbe por savare a vda. Su padre,
nt por su etargo y por su edad, so era capaz de vear |unto a
su echo, como o ha hecho da tras da; pero t no has
escatmado nada, no has ovdado nada. Todo o que he peddo, o
has trado; as cortnas en toda a habtacn y e echo en que
reposa son tuyos; fuste t quen tra|o os prmeros amentos
frescos de os mercados recn abertos. Te d|e que a |oven
rememoraba ncesantemente o sufrdo; que era necesaro
protegera de sus propos recuerdos; que a presenca de mu|eres
a su arededor poda hacere ben; que a egada ocasona de una
na a a habtacn poda camar su magnacn, poda hacera
f|arse en o que suceda, en vez de pensar en o pasado; t as
encontraste y as envaste aqu! He vsto padres menos
preocupados por sus h|os, amantes por sus amadas, que t por
esta |oven.
M destno est en sus manos o nterrump Vetrano
vovendo a vsta con are superstcoso haca a frg fgura
tendda en e echo. Desconozco os msteros que os crstanos
aman su Fe, pero ahora creo en e ama. Creo que un ama
aberga e destno de otra, y que su ama aberga e destno de a
ma!
E mdco sacud a cabeza con are |ocoso. Su profesn haba
determnado su fosofa: era un materasta tan ardente como e
propo Epcuro.
Escucho d|o Vetrano; desde que a conoc se oper un
cambo en todo m ser; era como s su vda se entrete|era con a
ma! No nfu sobre ea ms que para hacere ma: a am y fue
desterrada de su hogar! Env a ms escavos a regstrar Roma
noche y da; puse en |uego todo m poder y ms rquezas para
encontrara; y, por prmera vez, fracas en ms propstos. Senta
que era yo e cupabe de su desaparcn... de su muerte!
Pasaron os das; a vda me resutaba una carga; eg a
hambruna. T sabes de qu manera decd poner fn a ms das;
os rumores de Banquete de Hambre deben haberte egado,
como es han egado a otros!
As es contest e mdco. Y veo con ms propos o|os, en su
rostro aad tras una pausa momentnea, e desastre que
produ|o ese mahadado banquete. Amgo mo, haz caso de m
conse|o! Abandona para sempre a confusn de tu paaco
romano y vete a resprar e are tranquo de campo. Las fuerzas
que tuveras antao se han do para no vover; s queres segur
vvendo, cuda as que an te restan.
Escchame contnu Vetrano en tono quedo y sombro. Me
encontraba soo en m paaco madto; os amgos a os que haba
convencdo para corte|ar a a muerte yacan nanmados a m
arededor; tena en as manos a antorcha con a que habra de
encender nuestra pra funerara para escapar de este mundo
abomnabe! Me aproxm trunfante para prender as amas
anquadoras, y a v a ella de pe ante m...a ella, a quen busqu
cuando a crea perdda y a quen haba orado por muerta! Sent
que una mano poderosa me arrancaba a antorcha; cay a
sueo! Vov a partr; pero yo careca de fuerzas para recoger a
tea: an tena ante ms o|os su mrada, su rostro, su fgura...
pareca nterponerse entre a antorcha y yo!
Ms ba|o! Haba ms ba|o! o nterrump e mdco a
contempar con asombro y stma patentes e aspecto agtado
de senador. Retrasa tu propa recuperacn y turbas e reposo
de a |oven con paabras como esas.
A entrar en e paaco contnu Vetrano retomando su
anteror tono ms moderado os funconaros de Senado me
encontraron en e msmo ugar en que ea me de|! Sgueron
pasando os das; yo mraba as caes y pensaba en os
compaeros a os que ev a a muerte y en m |uramento de
compartr su suerte, que nunca cump. Me habra atravesado e
corazn con m daga; pero su rostro segua a, ante ms o|os,
ms manos estaban atadas! Fue en ese momento cuando a v por
segunda vez, v que a evaban cargada, que estaba herda,
muerta! Ya me haba savado una vez, me savaba ahora de
nuevo! Supe que se me ofreca a oportundad, despus de
habere hecho tanto ma, de hacere un ben; despus de fracasar
en m ntento de encontrara cuando estaba perdda, ograr
savara cuando se encontraba agonzante; despus de sobrevvr
a a muerte de os amgos sentados a m mesa, segur vvendo
para esforzarme por dar a vda y no so para destrura! Eso fue
o que pens, es o que penso an... pero so desde que a v a
ella! Sabes por qu creo que su ama aberga a suerte de a
ma? Es posbe que me veas consumdo, destrozado, enve|ecdo
antes de tempo, prvado de amgos, perddos para sempre os
ozanos sentmentos de a |uventud, y que no comprendas que su
vda es mi vda? Oue s ea muere se habr maogrado e nco
propsto bueno de m exstenca? Oue habr perddo toda razn
para segur vvendo? Todo, todo!
Cuando Vetrano pronunc esas paabras fnaes, a |oven
entreabr os o|os y os vov ngudamente haca su padre.
Hzo un esfuerzo para evantar a mano de su roda a su cueo
en una carca; pero sus fuerzas no e permteron n sguera ese
eve movmento. La mano se az unas pocas pugadas antes de
vover a caer; una grma se desz entamente por a me|a de
a |oven, que vov a cerrar os o|os, pero no pronunc paabra.
Mra d|o e mdco seaando a Antonna, a marea de a
vda est en su punto ms ba|o! S es que va a subr de nuevo, o
har esta noche.
Vetrano no respond; se de| caer en e asento contguo a de
mdco y se cubr e rostro con a tnca.
E mdco, a ver a condcn de senador y refexonar sobre a
extraa y apresurada confesn que e acababa de hacer,
comenz a sospechar que os sucesos que en fecha recente
vvera su cente e haban trastornado a razn. Aunque era un
fsofo, e hombre de cenca nunca haba observado os sntomas
fscos de prmer efecto regenerador de as nfuencas buenas y
puras sobre una mente envecda; nunca haba contempado as
reveadoras seaes de paabra y de accn que ndcan e avance
de a revoucn menta que tene ugar cuando a antgua
naturaeza se transforma en a nueva; para no exstan esos
ob|etos de contempacn. Toc a Vetrano en e hombro con
suavdad:
Levntate e d|o, y partamos. Estn con ea quenes me|or
pueden cudara. So nos queda esperar y confar. Regresaremos
a prmera hora de a maana.
Antes de rse e do sus tmas nstruccones a una de as
mu|eres encargadas de cudado de a |oven, y acompaado por e
senador, quen sn habar se ncorpor mecncamente para
seguro, sa de a habtacn.
Despus de su partda, e senco so fue nterrumpdo por e
sondo de un murmuo ocasona y de pasos geros y rpdos que
ban y venan. Ms tarde, as mu|eres srveron en os vasos os
remedos refrescantes y reanmadores preparados para a noche,
y se acercaron a Numerano como para habare, pero ste, a
veras, es hzo un gesto de mpacenca con a mano; y eas
tambn se marcharon, a esperar en una habtacn cercana
hasta que se requreran de nuevo sus servcos.
Nada camb en a acttud de padre cuando qued a soas en e
aposento de a enferma, que en e apso de unas horas poda
convertrse en e aposento de a muerte. Permanec sentado
contempando a Antonna y acarcando de cuando en cuando os
rzos desordenados de su cabeo, como soera hacer antes. La
noche era hermosa y estreada: e are fresco de tempado cma
nverna de Sur sopaba suavemente sobre a terra; a gran
cudad se suma rpdamente en e senco; a veces egaba de
as caes prncpaes un tenue eco de voces y de as dstantes
notas de una msca marca que sonaba festva en e
campamento godo cuando os stadores cambaban a guarda.
Pero pronto se acaaron esos rudos, y a quetud de Roma se
aseme| a a que renaba en torno a echo de a |oven herda.
Da tras da, noche tras noche, desde e asesnato en e tempo,
Numerano se haba mantendo en e msmo sto, a ado de su
h|a. Hora tras hora o encontraban absorto en su proongada
vga de esperanza: e curso de su vda pareca suspenddo por a
soa nfuenca que ahora o embargaba. En os breves ntervaos
en que su agotamento fsco o venca y o haca abandonar su
meancca tarea, os que o rodeaban haban observado que,
ncuso durante sus breves perodos de adormecmento,
permaneca con e rostro vueto haca a cabecera de a cama,
como atrado por una fuerza rresstbe, por un poderoso
ascendente que senta ncusve en medo de ms profundo
reposo de sus sentdos y a ms pesada fatga de su mente
exhausta y su corazn desfaecente y atormentando. A os
amgos que o rodeaban no es hababa, sno que se comuncaba
con eos por seas; pareca no confar, n dudar, n desesperar a
a par de eos; todas sus facutades se tensaban para vbrar en
un nco punto, y permanecan sordas e nsensbes en todos os
dems.
Pero en dos ocasones se e haba odo pronuncar agunas
paabras adems de as ms smpes y escasas. La prmera vez,
cuando Antonna pronuncara e nombre de Gosvntha a recobrar
e sentdo tras recbr a herda, e haba responddo ansoso con
reteradas decaracones de que ya no haba nada que temer,
porque a sar de tempo haba vsto a a asesna morr ba|o e pe
de pagano. La segunda vez, cuando se menconaron en un
descudo deante de os rumores que crcuaban en Roma de
que se haba quemado a un desconocdo sacerdote pagano que
estaba esconddo en e Tempo de Seraps rodeado de nmensos
tesoros, se vo a ancano sobresatarse y tembar, y se e oy orar
por e ama que aguardaba ahora ante e tembe trono de |uco;
mustar unas paabras sobre una vana restauracn y un
encuentro demasado tardo; amentarse por e horror que se
espesaba en torno a , por as esperanzas nfructuosamente
renacdas, y por una prdda ms terrbe que a que sufrera
antes nngn morta; supcar que su h|a, o tmo que e
quedaba, no e fuera tambn arrebatada; y pronuncar muchas
otras frases parecdas, que todos os que as escuchaban
consderaron resutado de as dvagacones de una mente cuyas
ms eevadas facutades se encontraban debtadas por e
agotamento y e door.
Haba transcurrdo una hora ntermnabe de a noche desde que
e padre y a h|a quedaran a soas y en a meancca habtacn
no se haba pronuncado una paabra n se haba reazado un
movmento. Pero a comenzar a segunda hora, a |oven vov a
entreabrr os o|os y se remov penosamente en su echo.
Acostumbrado a nterpretar e sgnfcado de sus menores
accones, Numerano se evant y e tra|o uno de os remedos
que prepararan as mu|eres. Despus de que a |oven beb, sus
o|os se encontraron con os de su padre, cavados en ea con una
muda y trste pregunta, y sus abos se cerraron y adoptaron una
expresn que recordaba que sempre asumeran cuando, de
na, adeantaba e rostro en senco para que a besara. E
terrbe contraste entre su estado actua y e de entonces venc
a resstenca pasva, a pacente resgnacn de abatdo ancano:
de| caer a sueo a taza vaca, se arrod a ado de echo y se
ament en voz ata.
Ah, padre, padre! excam a voz db y que|umbrosa desde
e echo. Voy a morr! No ovdemos que e tempo que nos
queda para estar |untos es cada vez ms corto, y pasmoso o
ms aegremente que podamos!
Numerano evant a cabeza y a mr, ausente, anheante,
mpotente, como s ya a muerte os hubera separado.
He ntentado vvr con agradecmento y humdad d|o
Antonna a tempo que de|aba escapar un eve suspro y he
ansado hacer ms ben en este mundo que e que he ogrado.
Pero ahora me perdonars, padre, como sempre me has
perdonado! Has sdo pacente conmgo durante toda m vda,
ms pacente de o que yo mereca! Pero no tuve una madre que
me enseara a amarte como deba, que me enseara o que s
ahora que m muerte est prxma, y que no tengo ya n tempo
n ocasn de poner en prctca!
Caa! Caa! murmur e ancano asustado. Vvrs! Dos
es bueno y sabe que ya hemos sufrdo bastante. La madcn de
a separacn postrera no se ha anzado contra nosotros! Vve!
Vve!
Padre! d|o a |oven con ternura, en nosotros aenta ago
que n a muerte puede separar! En e otro mundo segur
pensando en t cuando penses en m! Cada vez que anses
verme te segur vendo, aun cuando ya no est! Cuando sagas y
te sentes a a sombra de os rboes en e caro de |ardn donde
que yo soa sentarme; cuando contempes as anuras y
montaas e|anas que yo soa contempar; cuando eas por as
noches a Bba que hemos edo |untos y recuerdes a Antonna;
cuando te acuestes apesadumbrado a descansar; entonces te
ver, entonces sabrs que te mro! Te sentrs tranquo y
consoado, ncuso |unto a m tumba, porque no pensars en e
cuerpo que yace a, sno en e esprtu que espera por t, como te
he aguardado aqu tan a menudo cuando estabas e|os y saba
que a cada de a tarde te traera de nuevo a hogar!
Caa! Vvrs! Vvrs! rept Numerano en e msmo tono
quedo y ausente. Las fuerzas que an o sostenan estaban todas
en esas sencas paabras: eran e sustento de una esperanza
nacda de a agona y acunada por a desesperacn.
Ah, s pudiera vivir! d|o a |oven en voz muy ba|a, s
pudera vvr so unos pocos das ms, cuntas cosas tendra por
as cuaes vvr!
Intent ncnar e rostro haca su padre mentras hababa, porque
as paabras saan cada vez ms quedas de sus abos: e
agotamento vova a vencera. Pronunc e nombre de
Hermanrco, mencon a tumba de a casa de a gran|a y vov
de nuevo su atencn a su padre. Los tmos sondos dbes que
pronunc estaban drgdos a , y su contendo era an de
consueo y esperanza.
Pronto e ancano, ncnado sobre ea, vo que sus o|os se
cerraban de nuevo esos o|os nocentes y bondadosos que
ncuso ahora conservaban su antgua expresn mentras que e
rostro en e que estaban engastados padeca y se consuma, y
vo cmo as tnebas y a noche se apoderaban de ama de su
h|a.
Duerme murmur con voz asustada, a tempo que vova a
ocupar su sto |unto a echo. Laman sueo a a muerte, pero
en su rostro no se ve a muerte!
La noche sgu su transcurso. Las mu|eres que cudaban de a
enferma regresaron a a habtacn haca a medanoche,
sorprenddas de que sus servcos an no se huberan requerdo.
Veron a expresn soemne y serena de rostro consumdo de a
|oven; a absorta atencn de Numerano, sentado en a msma
acttud a su ado; y voveron a sar en senco, sn pronuncar
paabra, n squera un murmuo. En e aspecto msmo de a
habtacn haba ago tembe e mpresonante; a Muerte, que
todo o destruye, braba en ea un combate morta con a
|uventud y a Beeza, que adornan, y os o|os de ancano sotaro
seguan a soas e terrbe curso de a contenda.
Leg a maana y an no se adverta nngn cambo. En una
ocasn, cuando a mpara que aumbraba a habtacn
comenzaba a extngurse a a egada de a aurora, Numerano se
evant y examn de cerca e rostro de su h|a: magn en ese
momento que su sembante se mova, pero se percat de que o
haba engaado e parpadeo de a uz agonzante; segua presa de
a msma nmovdad. Acerc su odo a os abos de a |oven por
un nstante, y despus vov a su ugar, que ya no vov a
abandonar. La enta crcuacn de su sangre pareca haber hecho
una pausa; esperaba como espera un hombre con a cabeza sobre
e cadaso antes de descenso de hacha, como espera una madre
para escuchar que e sopo de a vda ha entrado en su h|o recn
nacdo.
E so sa brante en e ceo sn nubes. Cuando sus rayos
nacentes entbaron e are fresco y penetrante de amanecer, as
mu|eres voveron a entrar en a habtacn, correron un poco a
cortna y abreron a ventana. La uz de aba umn hermosa y
gorfcadora e rostro de a |oven; a brsa tenue y suave
desorden os rzos ms eves de su cabeo. En otra poca, eso a
habra despertado, pero ahora no o hzo.
Poco despus, se oy en e san de os ba|os, a travs de a
puerta entreaberta de cuarto, a voz de a na que permaneca
en a casa con as mu|eres. La pequea suba entamente a
escaera, cantando para s msma su babucente cancn
matutna. La preceda una paoma domestcada, comprada en e
mercado de provsones de extramuros, pero que a madre de a
na haba preservado para que fuera a mascota y compaera de
|uegos de su h|a. E p|aro entr en a habtacn batendo as
aas y arruando, se pos en a cabecera de echo y comenz a
componerse as pumas. Las mu|eres se haban contagado de
suspenso que embargaba a ancano y no hceron un gesto para
ndcare a a na que se retrara n que se evara a a paoma de
sto donde se haba posado: como , aguardaban. Pero as notas
suaves y apacguadoras de p|aro no e|ercan nngn efecto
sobre os odos de a |oven, n os rayos de uz sobre su rostro:
segua sn despertar.
La na entr y, hacendo una pausa en su cancn, se sub a un
costado de echo. Extend una de sus mantas para que a
paoma se posara, toc suavemente con a otra e hombro de
Antonna y bes con sus frescos abos rosados a me|a pda de
a |oven.
M p|aro y yo hemos vendo a curar a Antonna esta maana
d|o con are grave.
Los prpados nmves, pesadamente cerrados, se moveron!
Se estremeceron, se abreron, se cerraron y voveron a abrrse.
La mrada de os o|os era vaga, amodorrada, nconscente; pero
Antonna vva! Antonna haba despertado a fn a a uz de un
nuevo da en este mundo!
La mrada f|a y acucante de padre segua cavada en a |oven;
pero en su sembante se adverta un vaco, una ausenca de todo
sgno de sensacn y de vda. Las mu|eres, que mraban
aternatvamente a Antonna y a , se echaron a orar; a na
vov a entonar muy suavemente su cancn maanera,
dedcada ahora a a |oven herda, ahora a a paoma.
En ese momento apareceron en escena Vetrano y e mdco.
Este tmo avanz hasta e echo, evant de a a na y
examn a Antonna cudadosamente. A cabo, en parte
drgndose a Numerano, en parte habando para s msmo, d|o:
Ha dormdo profundamente durante un argo rato, sn moverse,
cas sn resprar: a quenes o contemparan, ese sueo es habra
parecdo e de a muerte.
E ancano no respond, pero as mu|eres asnteron con fuerza.
Se ha savado contnu e mdco, apartndose sn prsa de
echo y sonrndoe a Vetrano. Habr que cudara durante
mucho tempo an.
Savado! Savada! rept aborozada a na, que corr a
subrse a regazo de Numerano, mentras que a paoma, bre,
revooteaba en a habtacn. E padre ba| a vsta cuando eg a
sus odos a voz cara y |oven. Las fuentes de a aegra, tanto
tempo secas en su corazn, voveron a manar a ver as mantas
azadas haca con are de spca; de| caer a cabeza cana;
or.
A una sea de mdco as mu|eres condu|eron a a na fuera de
a habtacn. Todos os presentes guardaban e senco
caracterstco de as emocones profundas y soemnes; so se
oan os contendos soozos de ancano y as eves notas, cada
vez ms e|anas, de a voz de a na, que an entonaba su
cancn matutna. Pero ahora, a etra de su canto era una soa
paabra, aborozadamente reterada:
SALVADA! SALVADA!
CONCL"SI/N
"(I T%ESA"R"S I(I COR
Poco despus de a apertura de os mercados de abastos frente a
as puertas de Roma, os godos evantaron su campamento de os
arededores de a cudad y se retraron a sus cuartees de nverno
en Toscana. Las negocacones subsguentes entre Aarco y a
corte y e goberno de Rvena fueron conducdas con astuta
moderacn por e conqustador y con arrogante audaca por e
conqustado, y termnaron fnamente en e renco de as
hostdades. Roma fue stada dos veces ms por "os brbaros".
En a tma ocasn, a cudad fue saqueada, sus paacos
quemados, sus tesoros robados: so se savaron de a
destruccn os monumentos de a regn crstana.
Pero nuestra narracn ya no vover a ocuparse de os godos; a
reacn con eos que ha mantendo hasta aqu se cerra con e fn
de prmer sto de Roma. No es posbe segur recamando a
atencn de ector haca os acontecmentos hstrcos; nuestro
pequeo espectcuo, organzado para su dsfrute, ha concudo.
No obstante, s ha sentdo agn nters por Antonna y an o
conserva, no se negar a segurnos para vera por tma vez
antes de que nos dgamos ads.
Haba transcurrdo ms de un mes desde a retrada de e|rcto
stador a sus cuartees de nverno cuando agunos cudadanos de
Roma se reuneron en as anuras de extramuros para dsfrutar
de uno de esos buccos festvaes de a antgedad que an
ceebran, a usanza dferente, pero con e msmo esprtu, os
taanos de nuestros das.
E ugar escogdo era un terreno ano cerca de a Puerta
Pncana, a fondo de cua se evantaba un espeso pnar, y que
mraba a norte, haca a suave campa que rodea Roma. Los
congregados eran sobre todo personas de as cases ms ba|as.
Sus dversones eran a danza, a msca, as competencas de
fuerza y os |uegos de azar y, sobre todo, tenendo en cuenta que
se trataba de una pobacn que haba sufrdo recentemente os
rgores de hambre, abundante comda y bebda: un proongado,
grave, exttco dsfrute de a capacdad de mastcacn y e
sentdo de gusto.
En e grupo haba agunos ndvduos cuya ropa y modaes
reveaban que, a menos en cuanto a hbto externo, estaban un
poco por encma de con|unto genera. Esas personas ban y
venan por dferentes partes de ugar, y se dedcaban a observar,
sn mezcarse en as dversones. No obstante, haba uno de eos
que fuera cua fuese a dreccn que tomaba, se mantena
asado. En a mano evaba una carta aberta, a a que mraba de
cuando en cuando, y pareca totamente absorto en sus
pensamentos. Ese hombre, a quen resutaba fc partcuarzar
tanto por su msma persona como por a pecuardad de su
stuacn en ese momento, no era otro que e favorto de
Vetrano, e encargado en otra poca de sumnstrare sus
paceres, e ndustroso Carro.
E berto (a quen presentamos por tma vez a ector en e
captuo XIV, cuando exhba ante Vetrano a provsn de
desperdcos que consguera durante a hambruna, para consumo
de paaco) haba ogrado en fecha recente ncrementar mucho
a confanza que su amo depostaba en . Durante a
organzacn de Banquete de Hambre haba evtado con toda
dscrecn expresar e menor deseo de savarse de a catstrofe
en medo de a cua e senador y sus amgos haban decddo
perecer. Despus de consegur un ugar seguro en e cua
esconderse, aguard e fna de a orga, y cuando descubr que
tras su nesperado fn su amo segua vvo, vov a aparecer ante
como un servdor fe, sto para asumr sus ocupacones de
costumbre con e msmo ceo de sempre.
Tras a dspersn de sus srventes durante a hambruna y a
confusn genera de sstema soca de Roma, a evantarse e
asedo Vetrano no encontr a su ado nade en quen confar
excepto Carro, y en conf. Y no fue una eeccn errnea: es
certo que e berto era egosta y srddo, pero esas msmas
cuadades garantzaban su fdedad a su amo, sempre que ste
conservara e poder para castgar y a capacdad para premar. La
carta que evaba ahora en as manos e haba sdo envada a una
va propedad de Vetrano de a que acababa de regresar,
stuada en as oras de a baha de Npoes, y estaba escrta por
e senador en Roma. La parte ntroductora de a comuncacn
pareca nteresar poco a berto: contena eogos a su dgenca
en astar a casa de campo para que a ocupara su dueo de
nmedato, y expresaba e ardente deseo de su amo de
abandonar Roma o ms rpdamente posbe para vvr en
perfecta tranqudad, resprando e are revvfcador de mar,
como e aconse|aran os mdcos. Era a tma parte de a carta
a que Carro ea y reea, y sobre a que despus medtaba con
una atencn y un esfuerzo menta nusuaes. Deca o sguente:
"Debo ahora confarte una msn que e|ecutars con toda
fdedad s vaoras m favor y respetas as rquezas que pueden
garantzar tu recompensa. Cuando te fuste de Roma, de|aste a a
h|a de Numerano en pegro de muerte: ya se ha recuperado.
Agunas preguntas que e drg durante su convaecenca me han
permtdo averguar muchas cosas que no conoca de su hstora,
y eas me han nducdo a adqurr, por razones excusvamente
personaes, una casa y unos terrenos cercanos a os suburbos.
(Las dmensones de ugar y su ubcacn estn en e pergamno
ad|unto a esta carta). E gran|ero que cutvaba esa propedad
sobrevv a a hambruna y contnuar encargndose de a gran|a,
que es ahora ma. Pero es m vountad que e |ardn y todo o que
contene se mantengan a a entera dsposcn de Numerano y de
su h|a, quenes es posbe que o vsten a menudo; y de quenes,
a partr de ahora, se consderar que ocupan m ugar y cuentan
con m autordad. T dvdrs tu tempo entre a supervsn de
os pocos escavos que de|o en e paaco en m ausenca y a de
gran|ero y os traba|adores que he nstaado en a gran|a; y
responders ante m por e debdo cumpmento de tus deberes y
os de quenes estn a tus rdenes, en a segurdad de que s
cumpes ben esta msn, estars traba|ando en pro de tus
propos ntereses en este asunto y en todos os dems."
La carta concua ordenndoe a berto que regresara a Roma un
da especfco, y que se drgera a a casa de a gran|a a una hora
precsa para encontrarse a con su amo, quen tena otras
ndcacones que dare, y que vstara a recn adqurda
propedad antes de emprender e va|e a Npoes.
La perpe|dad de Carro a eer e pasa|e que hemos ctado de a
carta de su patrono fue absouta. Recordando os ncdentes
asocados con e nco de as reacones entre Vetrano y Antonna
y su padre, a mera crcunstanca de que e senador comprara una
gran|a para satsfacer o que era sn dudas un caprcho pasa|ero
de a |oven no o habra asombrado demasado. Pero que a ese
acto sguera a nmedata separacn de senador de a h|a de
Numerano; que nada ganara Antonna, despus de todo, de esas
terras que Vetrano haba adqurdo evdentemente a nstancas
de ea, ms que a autordad sobre una pequea fran|a de |ardn;
y, a msmo tempo, que se nsstera en a nvoabdad de ese
prvego carente de vaor en trmnos de una gravedad y una
frmeza que e senador nunca utzara antes; todas esas eran
ncoherencas que e ngeno de Garr no ograba expcar. E
berto haba nacdo y se haba crado en e vco; e vco o haba
amentado, o haba vestdo, e haba ganado a bertad, e haba
dado e carcter, a reputacn, e mtado poder de que gozaba:
vva en como en a atmsfera que respraba; habare de una
accn cuya nca motvacn fuera un prncpo de ntegrdad
pura equvaa a panteare un probema que no poda resover. Y,
sn embargo, desde certo punto de vsta, resutaba mposbe
decararo totamente ndgno. Ignorante de toda dstncn entre
e ben y e ma, se equvocaba a pensar debdo a su absouta
ncapacdad para consderar as cosas de manera |usta.
Por ms que o de|aran perpe|o sus nstruccones, as sgu en
ese momento y contnu sgundoas en os das uterores a
pe de a etra. S traba|ar en pro de os ntereses propos fuera un
arte, Carro mereca ser profesor ttuar de msmo. Leg a a casa
de a gran|a no ya puntuamente, sno antes de a hora f|ada; y
tras reunr a honesto gran|ero y a os traba|adores, es expc
todos os partcuares de a autordad que su patrn haba
depostado en , con una forda y perentora soemndad de
paabra que desconcert e mpreson a sus sencos oyentes. A
egar a |ardn encontr en a Antonna y a Numerano. A a
|oven a haban evado a todos os das en una tera desde que
se recuperara, y su padre a haba segudo. Ahora nunca se
separaban; cuando a ansedad por su h|a se hubo camado, e
ancano vov a recordar de manera ms precsa e terrbe
descubrmento que hcera en e tempo y a an ms terrbe
catstrofe sguente; y buscaba constante refugo contra e horror
de sus recuerdos en a presenca de su h|a.
Durante a entrevsta con e padre y a h|a, e berto observ,
por una vez en a vda, un respeto nvountaro y sncero; pero es
hab brevemente y os vov a de|ar a soas enseguda. Aunque
humdes e ndefensos, o mpresonaron; pensaban, hababan,
actuaban como seres de naturaeza dferente a a suya; tenan
una reacn, aunque no saba cu, con e mstero de a tumba
de |ardn; aun en presenca de emperador se habra sentdo
seguro de s msmo, pero en a de eos se senta confuso. Por
tanto, se drg a escenaro ms amabe de festva que se
ceebraba en as nmedacones de a casa de a gran|a, para
esperar a a hora de a egada de su amo, y para reedtar su
perpe|dad con una nueva ectura de a carta de Vetrano.
Ya se aproxmaba a hora en que e berto deba regresar a sto
seaado. Enro cudadosamente e pego con as nstruccones,
se detuvo unos mnutos para mrar con are ausente as
dversones que hasta ese momento amaran tan poco su
atencn y, tras voveres a espada, atraves e pnar para
regresar a a gran|a. Sgmoso.
A otro ado de a arboeda, un sendero evaba a travs de unos
campos hasta a casa de a gran|a. Carro vac un momento;
despus avanz entamente para aguardar a su amo en e camno
que conduca a a cazada. En ese punto nos separaremos de
para acceder a |ardn por a ver|a de entrada.
Los rboes, os arrates de fores y os trechos de herba
permanecan guaes; nada se haba aaddo o qutado desde os
meanccos das de antao, pero en a tumba de Hermanrco se
aprecaba un cambo. E csped que a cubra se haba renovado,
y en as oras de sendero aberto por Gosvntha aguen haba
sembrado pequeos arbustos de semprevvas. En un extremo de
montcuo se azaba una cruz de mrmo banco con una acnca
nscrpcn en atn: ORAD POR LOS MUERTOS.
La uz de so aumbraba serena a tumba, y a Numerano y
Antonna, sentados a su ado. A veces, cuando e |ogoro se haca
ms rudoso en e bucco festva, es egaban sus ecos tenues,
apagados; a veces escuchaban as voces de os |ornaeros de os
campos vecnos, que conversaban mentras traba|aban; pero
nngn otro sondo era o bastante fuerte para que o
dstngueran. Los sembantes de padre y de a h|a conservaban
a expresn de meancoa y debdad que de|aran tras s e door
y e sufrmento; pero en eos se ea tambn resgnacn y paz:
una resgnacn acrecentada por as duras eccones de door; y
una paz ms pura porque se a transmtan e uno a a otra, como
e fuerte e nmorta amor de que naca.
Haba ago dstnto en e aspecto y a acttud de a |oven,
mentras estaba sentada pensando en e |oven guerrero muerto
en su defensa y por su amor y trataba de acercar os arbustos
para que creceran ms cerca de a tumba, y ea, por mucho que
hubera cambado, recordaba, aunque en forma dferente, a
antgua poesa y a serendad de cuando a conocramos
cantando a son de su ad en e |ardn de a cona Pncana. La
casa de a gran|a no e produca sentmentos de horror y
desesperacn. E suyo no era e door que se aparta egosta de
todo cuanto revve e recuerdo de os muertos; a su memora
regresaban como esprtus guardanes cuyo retorno agradeca, y
dotaban de un me|or propsto a a vda ms santa y de una
naturaeza ms nobe a os ms puros pensamentos.
Permanecan as sentados |unto a a tumba trstes, pero
conformes; con os pes astmados por su peregrna|e en a vda,
pero dspuestos a segur con pacenca e va|e cuando se oy
en e sendero a sus espadas un estruendo nusua, un sondo de
ruedas en movmento mezcado con e eco confuso de voces.
Mraron en esa dreccn y veron a Vetrano que entraba en e
|ardn, soo, por a ver|a.
E senador avanz entamente; e nsdoso veneno que nstara
en sus venas e Banquete de Hambre era papabemente vsbe
cuando a cara uz de so umnaba su rostro pdo y consumdo.
Sonr bondadoso a drgrse a Antonna; pero os sufrmentos
fscos y a agtacn menta que esa sonrsa ntentaba ocutar se
revearon en su voz nsegura.
Esta es a tma vez que nos veremos en muchos aos...
puede que sea a tma vez que nos vemos d|o. So he
pospuesto e nco de m va|e para verte nstaada como
guardana de sto que es e ms precoso para t en este mundo;
duea de o poco que te he dado!
Hzo una pausa momentnea y sea a a tumba; despus
contnu:
Nunca sabrs, nunca podr decrte, cunto te debo! Recuerda
so que me evo conmgo tu recuerdo, como compaero en a
soedad haca a que parto. Haz por m e esfuerzo de segur
tranqua, buena, hasta fez; y perdona a senador de antao, sn
ovdar a amgo que se ae|a hoy de t enfermo y afgdo, pero
tambn pacente y esperanzado! Ads!
Su mano temb a adeantara; e rubor cubr as me|as de a
|oven, que must unas confusas paabras de grattud, y que,
ncnndose sobre ea, se a ev a os abos. E corazn de
Vetrano at con fuerza; a accn de a |oven haba revvdo una
esperanza que no se atreva a acarcar; pero contemp e rostro
exange y trste de Antonna, a tumba que se azaba uctuosa a
su ado, y vov a sofocara. Se demor an unos nstantes para
despedrse de ancano, y despus se vov rpdamente,
atraves a ver|a y desaparec de a vsta de ambos.
A vover a ocupar su sto, Antonna mo| con sus grmas e
csped a sus pes. Cuando vov a azar e rostro y vo que su
padre a mraba, se apret a su costado y rode su cueo con uno
de sus brazos; e otro fue ba|ando entamente hasta que su mano
se pos en as ho|as ms atas de os arbustos que crecan
arededor de a tumba.
& & &
Permaneceremos an agn tempo en e |ardn de a casa de a
gran|a? No! Para nosotros, como para Vetrano, ha egado a
hora de partr! Abandonemos a escena mentras a paz rena an
en torno a as muraas de Roma, mentras os corazones de
padre y de a h|a sguen reposando seguros tras as pruebas por
as que se han vsto obgados a pasar! Aqu, a fn, se posa sobre
un terreno apacbe a narracn que nos ha conducdo por una
ruta oscura y tormentosa; y aqu e daremos fn!
De a msma forma, e va|ero que sgue e curso de un ro
marcha durante e da entre as rocas y os precpcos que o
bordean desde e escabroso mananta que e da orgen, pero
cuando se acerca a noche, se detene y descansa en e sto
donde a rbera est cuberta de herba y a corrente fuye
tranqua.
FIN

También podría gustarte