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Duras palabras: Cómo entender pasajes difíciles de la Biblia
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Duras palabras: Cómo entender pasajes difíciles de la Biblia
Libro electrónico240 páginas6 horas

Duras palabras: Cómo entender pasajes difíciles de la Biblia

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Información de este libro electrónico

Dios nos dio Su Palabra para que podamos conocerlo y vivir según Su verdad.

Entonces, ¿qué debemos hacer cuando estamos leyendo la Biblia y un pasaje difícil nos detiene en seco? A veces, la solución está justo ahí en la página, si sabemos dónde buscar, mientras que otros pasajes cobran claridad a la luz del resto de la Biblia y su trasfondo histórico. Con la ayuda de un guía experimentado, podemos superar los obstáculos en nuestro progreso y conocer más profundamente la Palabra de Dios.

En Duras Palabras, el Dr. R.C. Sproul aplica su sabiduría como teólogo y maestro de la Biblia a algunos de los versículos más desafiantes de las Escrituras. Al mostrarnos cómo navegar por textos difíciles en el Antiguo y Nuevo Testamento, esboza principios clave para ayudarnos a crecer en nuestro conocimiento de Dios.



God gave us His Word so that we may know Him and live by His truth.

So, what should we do when we’re reading the Bible and a difficult passage stops us in our tracks? Sometimes the solution is right there on the page—if we know where to look—while other passages gain clarity in light of the rest of the Bible and its historical background. With the help of an experienced guide, we can overcome the obstacles to our progress and know God’s Word more deeply.

In Duras Palabras, Dr. R.C. Sproul applies his wisdom as a theologian and Bible teacher to some of the most challenging verses in Scripture. By showing us how to navigate tough texts in the Old and New Testaments, he outlines key principles to help us grow in our knowledge of God.
IdiomaEspañol
EditorialBH Publishing Group
Fecha de lanzamiento1 feb 2025
ISBN9798384504795
Duras palabras: Cómo entender pasajes difíciles de la Biblia
Autor

R. C. Sproul

R. C. Sproul (1939–2017) was founder of Ligonier Ministries, an international Christian discipleship organization located near Orlando, Florida. He was also first minister of preaching and teaching at Saint Andrew’s Chapel in Sanford, Florida; first president of Reformation Bible College; and executive editor of Tabletalk magazine. His radio program, Renewing Your Mind, is still broadcast daily on hundreds of radio stations around the world and can also be heard online. Sproul contributed dozens of articles to national evangelical publications, spoke at conferences, churches, colleges, and seminaries around the world, and wrote more than one hundred books, including The Holiness of God; Chosen by God; and Everyone’s a Theologian. He also served as general editor of the Reformation Study Bible.

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    Duras palabras - R. C. Sproul

    1

    Sin orden y vacía

    Génesis 1

    Al considerar las duras palabras de la Biblia, comencemos con el Antiguo Testamento. De hecho, empezaremos en la página 1, con el primer capítulo de Génesis, y analizaremos un texto controversial que aparece nada más ni nada menos que en el segundo versículo de las Sagradas Escrituras.

    Observemos, pues, Génesis 1:2. Para enmarcarlo en su contexto, es necesario que leamos el versículo 1 antes que el versículo 2. Génesis comienza con estas palabras: «En el principio Dios creó los cielos y la tierra». Ese es el versículo 1. Las palabras duras o el versículo controversial siguen de inmediato en el versículo 2: «La tierra estaba sin orden y vacía, y las tinieblas cubrían la superficie del abismo». Ahora, esa solo es la primera parte del versículo 2. Este es el resto del versículo: «Y el Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas». El primer segmento de Génesis 1:2 es donde encontramos nuestras palabras duras; son duras debido a la controversia en torno a su interpretación.

    De hecho, hay dos controversias vinculadas a la interpretación de Génesis 1:2. La primera tiene que ver con la tercera palabra del ver­sículo. En la Nueva Biblia de las Américas, leemos: «La tierra estaba sin orden». Sin embargo, en la ya antigua Biblia Anotada de Scofield hay una nota que da a entender que el versículo debería traducirse de esta manera: «La tierra llegó a estar sin orden y vacía». De inmediato resalta la diferencia de sentido entre esas dos interpretaciones. Una cosa es decir que la tierra estaba sin orden y vacía, y otra muy distinta es decir que la tierra llegó a estar sin orden y vacía, ya que se presume que, si llegó a estar sin orden y vacía, debe haber existido otra cosa antes para que llegara a estar así.

    A partir de esa interpretación, la Biblia Anotada de Scofield construyó una teoría de interpretación bíblica que condicionó la forma de abordar todo el libro de Génesis. Esa teoría ha recibido dos nombres. La visión común es la que llamamos teoría de la brecha; un término más técnico para aludir a ella es la hipótesis de la restauración. La hipótesis de la restauración es precisamente eso: una hipótesis. Es un intento especulativo por explicar ciertos problemas importantes que surgen al armonizar el relato bíblico de la creación con algunas teorías modernas que sostienen que el universo surgió a partir de materiales primitivos. También la llamaron teoría de la brecha porque propone que un solo versículo del libro de Génesis alude a la obra inicial de creación divina, y ese es el versículo 1. Ahora, obviamente el libro de Génesis no tiene título en el manuscrito original. No se llama Génesis; ese es el título que, a lo largo de la historia, le añadieron los judíos y luego los cristianos cuando establecieron los nombres de los libros del canon. Estamos acostumbrados a pensar que el libro de Génesis tiene ese nombre porque se encarga de enseñarnos sobre el origen del universo, el génesis del universo en que vivimos. Si aceptáramos la teoría de la brecha, diríamos que un solo versículo del libro de Génesis se refiere a la obra original de creación divina: Génesis 1:1. Lo que aparece después a partir del versículo 2 no sería un relato de la creación original del universo, sino de la recreación o regeneración de una creación que había caído en un estado de caos. Por lo tanto, quizá sería mejor decir que el libro de Génesis es el libro de Regénesis. La idea es que hay una brecha histórica entre el versículo 1 y el versículo 2. La brecha, que podría durar varios millones de años, o incluso miles de millones de años, significaría que lo que leemos sobre los seis días de la creación original no se refiere a la obra original de Dios, sino a los seis días de la recreación.

    Antes de seguir considerando todo esto desde la óptica de la interpretación, quisiera decir algo sobre los motivos por los que surgió esta hipótesis. Una de las grandes razones por las que a la gente le cuesta aceptar la fiabilidad de las Sagradas Escrituras es el ataque contra la fiabilidad de la descripción bíblica de la creación a la luz de las teorías científicas modernas, en particular las que están relacionadas con la edad de la tierra. Hoy en día, incluso dentro de la comunidad cristiana, hay un debate continuo respecto a la antigüedad de la tierra. ¿Fue reciente el origen de la tierra, digamos hace unos seis mil años? ¿O tiene razón la mayoría de los astrónomos y científicos modernos, que afirma que la creación del universo ocurrió entre quince mil y dieciocho mil millones de años atrás? Esta discrepancia es enorme, y los cristianos suelen involucrarse en debates respecto a la edad de la tierra. Incluso el mundo evangélico está dividido entre los que creen en una tierra vieja y los que creen en una tierra joven.

    La teoría de la brecha resuelve convenientemente el dilema de la edad de la tierra diciendo que la Biblia solo en un versículo alude a la creación original, que pudo haber ocurrido hace miles, millones o miles de millones de años, y que lo que se describe en el resto de Génesis 1 —la restauración de una creación que había experimentado una caída catastrófica y devastadora entre el versículo 1 y el versículo 2— es mucho más reciente. En la literatura poética posterior que encontramos en los profetas y en el libro de Job, hay alusiones a la perturbación cósmica que se experimentó en el cielo debido a la caída de Satanás. En Génesis 1:1, tenemos la creación original donde todo era bueno; luego viene una brecha en que ocurre esa catástrofe cósmica por la caída de los ángeles y de Satanás; el universo se arruina y, por último, Dios repara el daño a partir del versículo 2. Si eso fuera así, leeríamos sobre la reparación del daño en el resto de los primeros capítulos de Génesis.

    Desde una perspectiva literaria, este asunto prácticamente depende de la interpretación del verbo hebreo. En casi todas las traducciones de la Biblia, el verbo se traduce con la palabra española «estaba», pero según la teoría de la brecha o la hipótesis de la restitución, debería traducirse como «llegó a estar». La palabra «estaba» aludiría al estado del planeta en el aspecto inicial de la creación y, como ya mencioné, la frase «llegó a estar» sugeriría que hubo un cambio drástico. El verbo utilizado aquí aparece cientos de veces en la Biblia y en todos los diccionarios hebreos su significado principal es «estaba». Ahora, es cierto que en menos del uno por ciento de los casos en que aparece esta palabra en el hebreo, puede traducirse, y a veces se traduce, con la frase española «llegó a estar» (aunque eso es inusual). Por lo tanto, cuando el traductor aborda un pasaje que utiliza esta palabra, en verdad tiene la opción de traducirla como «estaba» o como «llegó a estar». Cuando ocurre eso, el procedimiento normal en la traducción bíblica es usar el significado primario y más común del término a menos que existan razones de peso para utilizar el otro significado. Esas razones de peso por lo general están en el contexto inmediato del texto o en el contexto más amplio del uso bíblico de las palabras.

    En este caso, la razón por la que algunos prefieren usar la frase «llegó a estar» en vez de «estaba» no tiene mucho que ver con el contexto inmediato, aunque lo incluye y hablaré de eso en un momento. Pareciera que la motivación principal aquí es el problema filosófico contemporáneo de reconciliar la idea de una tierra joven y una fecha de creación reciente con las afirmaciones científicas contrarias. Por muy bueno que sea ocuparse de la apologética, esa no es una razón de peso para traducir el texto de esa forma. La traducción debe ajustarse a las exigencias del contexto y no a otros intereses que puedan llevarnos a variantes cuestionables desde el punto de vista lingüístico o hermenéutico.

    Sin embargo, los partidarios de la teoría de la brecha sí apelan al contexto para respaldar la traducción de «llegó a estar». Recordemos que la teoría de la brecha afirma que la tierra «llegó a estar» sin orden, que «llegó a estar» vacía y que «llegó a estar» oscura con respecto al abismo. Sus defensores analizan el texto y sostienen que estaría de alguna manera por debajo de la dignidad de Dios crear algo en un estado de desorden, en tinieblas y vacío, en especial porque estos tres términos que describen el vacío, las tinieblas y el desorden no evocan una imagen de orden y armonía, sino de una creación siniestra, amenazante y caótica que solo es vencida cuando el Espíritu Santo realiza la obra transformadora de moverse sobre las aguas del abismo y darle sustancia al vacío, luz a las tinieblas y orden al desorden.

    En los mitos de creación de otras culturas del Medio Oriente (por ejemplo, Babilonia), encontramos el tema común de que el universo llegó a existir debido a una lucha cósmica primitiva entre las fuerzas del bien y las fuerzas del mal, entre las fuerzas de las tinieblas y las fuerzas de la luz. La principal imagen poética o mitológica es la de los dioses luchando con un monstruo marino primitivo que vivía en el abismo de las profundidades. Si seguimos una línea similar, podríamos pensar que el relato bíblico de la creación habla de una caída catastrófica que sumió al mundo en un caos en que la serpiente antigua, Satanás, gobernaba sobre las cosas. Luego oímos de la victoria de Dios sobre las fuerzas del caos, sobre las fuerzas de Satanás, sobre el monstruo marino que vive en el abismo y así sucesivamente. Ese es otro motivo por el que algunos afirman que hay una brecha entre Génesis 1:1 y 1:2.

    La interpretación bíblica clásica e histórica de Génesis 1:2 es que no solo describe el caos o un mal amenazador y siniestro que formaba parte de la creación original, sino que, como dijeron Martín Lutero, los reformadores y otros teólogos a lo largo de la historia, Génesis 1:2 no es más que la descripción de la obra de creación divina, que aún no había recibido orden y estaba incompleta. La idea central del versículo 1 alude a la obra original de creación divina y según el relato bíblico de esa creación inicial, antes de que Dios separara las tinieblas de la luz y antes de que creara lumbreras como el sol, debe haber habido tinieblas. Antes de que llenara la tierra con reptiles, aves, peces, animales, plantas y el resto de las criaturas, debe haber existido una especie de vacío, y el predominio del agua sería consistente con lo que incluso hoy entendemos sobre la manera en que está diseñado el mundo. Si observamos el planeta Tierra desde una nave espacial o vemos una fotografía tomada desde el espacio exterior, resulta obvio que el color de nuestro planeta es el azul, lo que refleja la gran cantidad de agua que cubre el globo. Según la interpretación histórica, Génesis 1:2 no describe una batalla cósmica entre Dios y una fuerza del mal o de las tinieblas opuesta y equiparable a Él, sino que simplemente se refiere a las fases iniciales de la creación divina, que luego se presentan con mayor detalle en el resto del capítulo. Este es el marco general inicial de la creación, el bosquejo, por así decirlo, antes de que se completen los detalles.

    Estoy seguro de que la controversia en torno a la creación seguirá siendo intensa. Por el momento, es útil entender esta controversia en específico y los motivos por los que la gente se preocupa por ella. Sin lugar a duda, la teoría de la brecha es una interpretación posible de Génesis 1:2. Sin embargo, estoy convencido de que, aunque sea posible desde el punto de vista literario e incluso desde el punto de vista teológico, en realidad no hay razones de peso para adoptarla.

    Al analizar problemas como los que encontramos en los primeros capítulos de Génesis, tenemos que ser cautelosos y pacientes. Debemos estar conscientes de que es probable que, en nuestra cultura contemporánea, el punto de las afirmaciones del cristianismo más atacado por el mundo secular sea la cuestión fundamental de la creación. En la historia de la filosofía, una de las razones por las que la Iglesia cristiana gozó de mucha credibilidad intelectual en la Edad Media y en el sistema universitario medieval europeo, incluso entre los que no profesaban tener fe en el cristianismo, era que los filósofos seculares de la época creían que era difícil eludir la conclusión de que algo debe haber creado este universo. Por lo tanto, no es sorprendente que el blanco central del escepticismo contra el cristianismo, incluso contra la religión en general, sea la creación. Si podemos eliminar la idea del Creador, el resto del mensaje de las Escrituras colapsa.

    2

    Creada en seis días,

    Parte 1

    Génesis 1–2; Éxodo 20

    En este capítulo, hablaremos de una dura palabra que causa mucha controversia, no solo entre la I glesia y los filósofos seculares, sino también entre los profesantes del cristianismo. Este gran punto divisorio es si el universo fue creado en seis días de veinticuatro horas. ¿Debemos creer que el mundo comenzó a existir en seis días literales o hay otra forma de entender el marco temporal de la creación? Una pregunta estrechamente ligada a este asunto es la de cuán reciente es el origen del universo y la aparición de la vida humana en este planeta. Para comenzar, examinaremos un texto que no está en Génesis sino en Éxodo, donde vemos una referencia al día de reposo en los Diez Mandamientos. Éxodo 20:8-10 dice: «Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día es día de reposo para el S eñor  tu Dios. No harás en él trabajo alguno, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu ganado, ni el extranjero que está contigo». El versículo más relevante es el 11: «Porque en seis días hizo el S eñor  los cielos y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay, y reposó en el séptimo día. Por tanto, el S eñor  bendijo el día de reposo y lo santificó».

    Aquí tenemos una clara afirmación de que el universo fue creado «en seis días». En la historia de la creación de Génesis 1 y 2, encontramos más detalles de los días de esta obra de creación. En 1:3-5, leemos: «Entonces dijo Dios: Sea la luz. Y hubo luz. Dios vio que la luz era buena; y Dios separó la luz de las tinieblas. Y Dios llamó a la luz día y a las tinieblas llamó noche. Y fue la tarde y fue la mañana: un día». En el resto de la historia de Génesis, leemos sobre lo que ocurre en el segundo día, el tercer día, el cuarto día y así sucesivamente. La pregunta es qué significa la palabra «día» en el relato de Génesis. Durante la mayor parte de la historia de la Iglesia, los cristianos pensaron que estos versículos sobre la creación debían interpretarse de forma literal como parece sugerir el texto, que la obra de creación se completó en seis días o en seis períodos de veinticuatro horas.

    En el siglo xvi, cuando se produjo la Revolución de Copérnico, se inventó el telescopio y aumentó nuestra capacidad de entender el movimiento de los planetas y otros aspectos de la astronomía, algunas personas comenzaron a cuestionar el concepto de la creación en seis días literales. Resulta interesante notar que algunos de los mejores eruditos cristianos del siglo xvi, entre ellos los reformadores Martín Lutero y Juan Calvino, ridiculizaron la teoría copernicana del heliocentrismo, es decir, que el sol y no la tierra es el centro de nuestro sistema solar. Pensaban que esa nueva postura que estaba surgiendo en la comunidad científica era un ataque contra la integridad de las Escrituras. No fue solo la Iglesia Católica Romana la que condenó a Galileo y a sus colaboradores por asumir esa postura, sino que los reformadores también rechazaron esa opinión. Aunque la mayoría de los cristianos han renunciado a la idea del geocentrismo (que el planeta Tierra está en el centro del universo), todavía hay algunos que la defienden.

    Parte del problema es que, si el universo fue creado en seis días y Adán fue creado al final del sexto día, seguido por el resto de la historia bíblica de las generaciones de Adán, nada de esto parece sugerir que la historia humana se remonte a millones de años. En los campos de la arqueología y la antropología parece que cada seis meses se descubren nuevos restos de un ancestro humano más antiguo. Pareciera

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