Vivir el Rosario, Camino de Alianza

El P. José Kentenich nace el 16 de noviembre de 1885, en Gymnich, Alemania. El 18 de octubre de 1914, junto a los jóvenes que acompaña, sella la Alianza de Amor con María y, de ese modo, funda la Familia de Schoenstatt. En 1941 es enviado a la cárcel y luego al campo de concentración de Dachau, donde permanece hasta 1945. En 1947 viaja a Sudamérica y, en su paso por Brasil, se encuentra con Don João Pozzobon, y de ese modo, se profundiza el vínculo que ya existía entre ambos. Entre 1951 y 1965, la Iglesia separa al P. Kentenich de su Obra para examinar su fundación y, luego de largos años, le reconoce su fidelidad. En 1965 puede regresar a Schoenstatt donde fallece el 15 de septiembre de 1968.

El Diácono João Pozzobon nace en Brasil el 12 de diciembre de 1904. Sintiéndose un pequeño alumno del Padre Kentenich sella la Alianza de Amor con María. Ella, a su vez, va haciendo de él un esposo y padre ejemplar y un evangelizador heroico. Durante treinta y cinco años, camina 140.000 km, llevando la imagen de la Madre tres veces Admirable de Schoenstatt a familias, escuelas, hospitales, cárceles, invitando a su paso a rezar el Rosario. Funda capillas, escuelas y una villa para los sin techo. Muere el 27 de junio de 1985. Hoy incontables misioneros continúan su Campaña del Rosario, llevando la Virgen Peregrina de Schoenstatt a millones de familias en los cinco continentes.

VIVIR EL ROSARIO,

Camino de Alianza

P. José Kentenich

VIVIR EL ROSARIO, Camino de Alianza

P. José Kentenich

Nada obsta a la Fe y Moral católicas para su publicación

S.E.R. Monseñor Carlos José Tissera

Padre Obispo de la Diócesis de Quilmes. 12.02.2019

Editorial Schoenstatt Nazaret

ISBN: 978-950-9645-26-4

Digitalización: Proyecto451

Índice de contenidos

Portada

Presentación

Rastreando en la historia

El Rosario viviente

Los misterios del Rosario

Oración de consagración al rezo del santo Rosario

Modo de rezar el Rosario

PRESENTACIÓN

El santo Rosario encierra un misterio. No podríamos imaginarnos una oración más simple, sin embargo, como el cofre de un tesoro, nos ofrece joyas invalorables que pasan ante los ojos del alma.

En su sencillez y profundidad, el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor. Haciendo nuestras las palabras del ángel Gabriel y